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-The Project Gutenberg eBook of Cabos sueltos, by Julio Cejador y
-Fraucas
-
-This eBook is for the use of anyone anywhere in the United States and
-most other parts of the world at no cost and with almost no restrictions
-whatsoever. You may copy it, give it away or re-use it under the terms
-of the Project Gutenberg License included with this eBook or online at
-www.gutenberg.org. If you are not located in the United States, you
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-using this eBook.
-
-Title: Cabos sueltos
- Literatura y lingüística
-
-Author: Julio Cejador y Fraucas
-
-Release Date: August 18, 2022 [eBook #68787]
-
-Language: Spanish
-
-Produced by: Andrés V. Galia, Sanly Bowitts and the Online Distributed
- Proofreading Team at https://www.pgdp.net (This book was
- produced from images made available by the HathiTrust
- Digital Library.)
-
-*** START OF THE PROJECT GUTENBERG EBOOK CABOS SUELTOS ***
-
-
-
- NOTAS DEL TRANSCRIPTOR
-
-En la versión de texto sin formatear las palabras en itálicas están
-indicadas con _guiones bajos_ mientras que las palabras en negritas
-se indican =de este modo=. Los super-índices se indican de este modo
-^{texto}.
-
-La cubierta del libro fue agregada por el Transcriptor y ha sido puesta
-en el dominio público.
-
-El criterio utilizado para llevar a cabo esta transcripción ha sido el
-de respetar las reglas de la Real Academia Española vigentes cuando se
-imprimió la presente edición. Es posible encontrar palabras que en ese
-momento tenían una ortografiía que no sigue las reglas actuales de la
-RAE. Por ejemplo, monosílabos como “fue” y “vio”, en esta obra están
-acentuados, mientras que en la actualidad se escriben sin acento. Esto
-se aplica al texto producido por el autor de la obra, Julio Cejador y
-Frauca. También se adecuó la ortografía de las mayúsculas acentuadas a
-las reglas establecidas por la RAE.
-
-Sin embargo, en instancias en que el autor cita textos de otros
-autores el criterio seguido fue el de preservar la forma de escritura
-original. Es posible que debido a esto se pueda encontrar una misma
-palabra escritas con ortografía diferente.
-
-Errores evidentes de impresión y de puntuación han sido corregidos.
-
-El Índice de capítulos, incluido al final en la publicación original,
-ha sido trasladado al principio por el Transcriptor.
-
-
- * * * * *
-
- JULIO CEJADOR Y FRAUCA
-
- CABOS SUELTOS
-
- Literatura y Lingüística
-
- [Ilustración]
-
- PERLADO, PÁEZ Y COMP.ª
-
- SUCESORES DE HERNANDO
-
- Arenal, 11, y Quintana, 31 y 33.--Madrid.
-
- 1907
-
-
- CABOS SUELTOS
- LITERATURA Y LINGÜÍSTICA
-
-
- JULIO CEJADOR Y FRAUCA
-
-
-
-
- CABOS SUELTOS
- Literatura y Lingüística
-
-
- [Ilustración]
-
-
- PERLADO, PÁEZ Y COMP.ª
- SUCESORES DE HERNANDO
- Arenal, 11, y Quintana, 31 y 33.--Madrid.
- 1907
-
-
- Esta obra es propiedad
- del autor.
-
- Queda hecho el depósito
- que marca la ley.
-
-
- Á MI QUERIDO DISCÍPULO
- DON JOSÉ ORTEGA GASSET
-
-
-Allá te van dedicados, mi querido Pepe, esos articulejos, que según
-iban saliendo en revistas y periódicos con tanto gusto leiste y más
-de lo que ellos se merecían me alabaste. Niñerías habrán de parecerte
-ahora, según son de hondas las filosofías en que andas metido por la
-docta Alemania, y ricas y cada día más nuevas las humanidades que te
-traen tan sabrosamente entretenido. Pero como lleven alguna doctrina,
-para aquí algún tanto nueva, me ha parecido recogerlos en un tomito,
-que, si no á los maestros, pudieran ser de provecho á los que ya
-comienzan á aficionarse á estas cosas por esta nuestra España. Y ya
-era hora que retoñase en ella, ó apuntase al menos, algún renuevo de
-aquellas tan arraigadas aficiones filológicas que dieron lustre á
-nuestras letras, renombre á nuestros humanistas y donosura á nuestra
-lengua castellana. Con ser tan corrientes y molientes fuera de aquí las
-más de mis doctrinas lingüísticas, tiénenlas no pocos por desusadas y
-aun revolucionarias: tan recio es el tesón de nuestra casta, tan grande
-el apego á lo que una vez se le asentó, tan no hacedero el desasirla y
-destrabarla de lo que con empeño aferró y prendió.
-
-Por otro cabo, la gente moza, que siente en el rostro las blandas
-caricias con que le halagan los aires extranjerizos que corren, más que
-en el corazón las grandezas nacionales que pasaron y ellos tienen por
-áurea y embustera leyenda, bien así como tiene por quimera el ver aquel
-que nació ciego, ó por quijotismos extravagantes cualquier empresa
-levantada el que se crió con pecho apocado y mezquino, no saben ni
-quieren apreciar nuestra lengua en lo que se aparta de la francesa,
-ni reconocer la reciura del sentir y la naturalidad del fantasear de
-nuestros añejos escritores.
-
-Traer por acá lo bueno de lo moderno y despertar las ganas de conocer
-lo bueno de lo viejo y castizo, son los dos intentos que, como
-siempre me he propuesto, espero se dejen traslucir en estos ligeros
-escritos. En los cuales en lo tocante á la manera del decir no poco
-te desagradará, como á mí mismo me descontenta, por ser algunos ya
-trasañejados y de mis primeros escritos. Supla la sinceridad y buena
-intención mía, y la indulgencia tuya y de mis amigos que los hayan de
-leer.
-
-Tu siempre afectísimo amigo,
-
- JULIO CEJADOR.
-
-
-
-
- ÍNDICE
- DE LOS CAPÍTULOS QUE CONTIENE ESTE LIBRO
-
- Pág.
-
- Dedicatoria: á D. José Ortega Gasset v
-
- Lingüística y Filología 1
-
- Estudio del castellano 19
-
- Idolillos de gramáticos 37
-
- Los orígenes de la lengua castellana según un libro reciente 61
-
- Los simbolistas 81
-
- La ironía y el gracejo en los refranes 111
-
- El imperfecto y el futuro de subjuntivo en el «Quijote» 139
-
- La concordancia gramatical en el «Quijote» 159
-
- El mitógrafo D. Estanislao Sánchez Calvo 175
-
- Motes ó apodos 189
-
- Á propósito de un libro 215
-
- Ortología castellana 233
-
- Sir William Jones y Lorenzo Hervás y Panduro 245
-
- El primer Congreso de la Lengua catalana 255
-
- Extravagancias del lenguaje 265
-
- Criterio del casticismo 303
-
- Navarro Ledesma: el hombre y el literato 345
-
- Chocano y los demás poetas jóvenes de América 351
-
- El castellano en América 367
-
- El neologismo 437
-
- El alma de Santa Teresa en su estilo y lenguaje 469
-
- El latín y la evolución del castellano 493
-
-
- [Ilustración]
-
-
-
-
- LINGÜÍSTICA Y FILOLOGÍA
-
-Ha tiempo que un servidor de ustedes anda buscando en las revistas que
-se publican en España, ya que buscarlo en los anuncios bibliográficos
-sería pedir cotufas en el golfo, algo que sepa á esa nueva ciencia del
-lenguaje que nuestros vecinos los franceses llaman _Lingüistique_; los
-italianos, más comunmente, _Glottologia_; los ingleses, _Science of
-language_; pero en balde. Eso sí, se ve estampado en letras de molde,
-y se oye á cada paso, el nombre de _Lingüística_, y más aún, el de
-_Filología_; pero ni siquiera parece que se entienden (digo del público
-en general) estos términos, puesto que se truecan indistintamente el
-uno y el otro, y suelen aplicarse al estudio práctico de las lenguas
-ó á las obras que miran á ese blanco, lo cual ni es Filología, ni
-es Lingüística, propiamente hablando. Fuera de los rótulos en las
-bibliotecas y de los títulos de secciones en las revistas, donde, de
-pocos años á esta parte, aparece más á menudo el de _Lingüística_, sin
-duda por copiar á los franceses, en las conversaciones, y aun en los
-libros, se halla, sobre todo, el nombre de _Filología_. Todo lo cual
-da bien á entender que hemos oído campanas; pero..., y que, si del
-nombre no se nos alcanza gran cosa, de lo que el nombre suena se nos
-alcanza menos. De los contados escritores que daban alguna esperanza de
-traernos acá algunas ideas de esa nueva ciencia alemana, á unos hemos
-tenido la desgracia de perderlos, como Ayuso y Simonet; otros, andan
-desperdigados, y no hallan favor, ni arrimo, ni medios, ni aun público
-para emprender tamaña empresa, que lo ha sido siempre en España todo
-buen deseo de traer algo nuevo.
-
-Cansado, pues, de buscar y de esperar, me he resuelto yo á ser el
-primero. Voy á darme, pues, el gusto de leer un artículo de Lingüística
-en una revista española, aunque para ello tenga que escribírmelo yo
-mismo.
-
-El asunto es muy vago; tan vago, que muchos ni distinguen, como digo,
-la Lingüística de la Filología, ni podrían declarar buenamente lo que
-son una y otra; por eso lo he tomado yo también tan vagamente como
-reza el título del presente artículo. Luego que hayamos echado hoy
-una ojeada sobre esta nueva región, aunque sea tan ligera como la
-del turista, que la ve _al vapor_ desde la ventanilla del tren, y
-después que la hayamos deslindado y dividido en sus términos naturales,
-podremos estudiarla más en particular, parcela por parcela, si es que
-los lectores no se cansan, y tampoco yo.
-
-Pero, ante todo, ¿qué se entiende por _Lingüística_ y por _Filología_?
-Porque, fuera de España, semejante pregunta sabría ya á rancio; pero
-aquí, ogaño, todavía es pregunta que puede y debe hacerse, y, sobre
-todo, merece la pena de que se le dé alguna respuesta.
-
-Siempre que he puesto los pies por vez primera en una ciudad, lo
-primero que he hecho, si mis ocupaciones me lo permitían, ha sido irme
-á las bibliotecas públicas, como los pretendientes á las porterías, y
-los que por primera vez llegan á la Corte, á la Puerta del Sol. Y en
-las bibliotecas me voy derecho á las secciones de _Lingüística_ y de
-_Literatura_.
-
-Ésta última, en las bibliotecas españolas de provincias, suele
-reducirse á dos docenas de libros viejos, que tuvieron la dicha de
-acogerse allí como á sagrado, cuando la exclaustración de los frailes,
-y á unos cuantos menos de autores modernos, menos todavía de los que
-de camino se habrán podido ver en el escaparate de cualquier librero.
-Si los Gobiernos no abastecen nuestras bibliotecas públicas de obras
-literarias, será, sin duda, porque las tendrán por obras ligeras, que
-los españoles, según somos hechos, diz que nos damos de preferencia á
-estudios más serios. Pero, consolémonos, que la sección de Lingüística
-estará mejor surtida, aunque, al parecer, no es más que una hijuela de
-la anterior, allá en el último rincón. En ella daremos, de hecho, con
-cuatro ó diez, ó, si á mano viene, veinte Gramáticas de Ahn, Ollendorf,
-etc., para aprender á las mil maravillas y _sin maestro_ el francés
-ó el inglés, por si alguno, aprovechando la serena quietud que allí
-reina, y la no interrumpida soledad, tan á propósito para el estudio,
-se decide á frecuentar aquel silencioso cementerio de la ciencia
-antigua.
-
-También topará allí el sabio con no pocos _Auctores latinatitis_ de las
-Escuelas Pías ó de otros coleccionistas, y buen golpe de Gramáticas
-latinas, de esas que corren hoy de texto, y que los muchachos,
-ratonadas y todo las puntas, y con originales glosas en las márgenes,
-suelen abandonar en las profanas manos de bedeles ó de ilustrados
-libreros de viejo. ¡Y sobre todo eso se lee el pomposo rótulo de
-_Lingüística_ ó el de _Filología_! Gracias que los conserjes, como
-personas de algún sentido común, al preguntarles por dicha sección,
-suelen responder con toda llaneza: «De eso que usted busca hay muy
-poco». ¡Y tan poco!
-
-Con que, á los encargados de rotular los estantes, plúteos y anaqueles
-de nuestras bibliotecas, si no lo llevan á mal, me atrevería á
-decirles quedo y al oído, para que no se escandalicen los extranjeros
-que las visiten: «Pongan todos esos libracos en la sección del desecho
-ó del rastro; pero, ¡por honra de la cultura española!, no les ocurra
-llamar á eso _Lingüística_, por más que lean el título de esa sección
-en algún _Manual del Bibliotecario_, aunque éste sea el del Congreso de
-los ídem de Bélgica; y mucho menos lo llamen _Filología_».
-
-¿Qué se entiende entonces por _Filología_ y _Lingüística_?, porque
-ahora lo entiendo menos. Si fuéramos á atenernos á la etimología
-de estas dos palabras, y no al sentido en que se toman en el mundo
-literario, que es lo que tratamos de aclarar, no tendríamos poco que
-reponer. _Filología_ vale _afición al lenguaje_; como _Filosofía,
-afición á la sabiduría_. Llevado de un sentimiento de modestia,
-se llamó á sí mismo por vez primera _filólogo_ el eruditísimo
-Wolf, como por parecido sentimiento se había llamado _filósofo_
-el sabio Pitágoras. En otra acepción muy distinta usó el término
-_filólogo_ Platón[1]; y el de _sofistas_ ó _profesores de sabiduría_,
-aplicándoselo á sus propias personas, sus conocidos adversarios
-Protágoras, Gorgias y Compañía.
-
-_Lingüística_ suena propiamente _arte del lenguaje_; pero la
-_Lingüística_ moderna no es un arte, es una _ciencia del lenguaje_.
-Para deslindar el sentido corriente que hoy tienen estos dos términos,
-menester será acudir á la Historia, puesto que histórica es la
-discusión del valor de cualesquiera términos, y más de los términos de
-que tratamos.
-
-La Filología y la Lingüística son cosas muy distintas: la primera, es
-ya de antiguo abolengo, nació en Alejandría antes de la Era Cristiana,
-aunque tomó nuevos y desusados vuelos, y se la bautizó con este nombre,
-en Alemania por los tiempos del renacimiento de la Crítica; la segunda,
-es ciencia de ayer, nació el siglo pasado, de la Filología.
-
-En la época del renacimiento de los estudios clásicos, renovóse, por
-decirlo así, el de la Gramática greco-latina, como base indispensable
-para los estudios de Humanidades y Retórica clásica, que tanto empuje
-tomaron con los bizantinos llegados por entonces á Italia. En aquel
-movimiento helénico, los ojos se volvieron á la antigua Atenas y á la
-antigua Roma; la belleza serena del Apolo de Belveder y de la Venus de
-Milo, los extremados poemas de Virgilio y Homero, las elegantes líneas
-y el viviente relieve de aquel divino Partenon, que resalta como una
-síntesis simbólica de la Atenas del siglo de Pericles en el riente azul
-del cielo de la Grecia, eran el único ideal artístico de aquellos
-cristianos, que olvidados de las fuentes en que habían bebido sus
-doctrinas los Santos Padres, abrieron con ansia los ojos á la nueva luz
-étnica que se levantaba á alumbrar el siglo de los Médicis y de León
-X, después de una noche de diez y ocho siglos. Todo el afán se ponía
-en remedar las obras clásicas, y era natural que la institución de la
-juventud siguiera la norma de los nuevos Quintilianos. Se necesitaba
-saber manejar el instrumento propio de aquel arte consumado, el griego
-y el latín; se quería hablar y escribir como Cicerón y Virgilio, como
-Demóstenes y Homero; así que la Gramática greco-latina y el ejercicio
-de composición se pusieron en práctica con mayor fervor que en los
-tiempos de Quintiliano y de Donato.
-
-Pero aquel primer empuje, venido de fuera, sea que lo acabado del
-modelo hiciera caer el cincel y la pluma de mano de los artistas,
-desesperanzados de alcanzar lo que ansiaban, sea que la plasticidad
-y la galanura de la forma no llenase los anhelos que la cultura
-cristiana, más espiritual que plástica, más subjetiva que objetiva, más
-lírica que épica, había hecho nacer en los pueblos de Europa, lo cierto
-es que, llegado á cierta altura de su trayectoria, torció luego el
-camino, y volvió á entrar en la atmósfera del mundo cristiano.
-
-El alma cristiana se había empapado del lirismo de David, de la
-profunda y filosófica poesía de _Job_ y del _Cantar de los Cantares_;
-la elocuencia arrebatadora de los profetas, que lleva en alas de lo
-sublime misterioso á la vida inmortal y al reino eterno de Cristo,
-henchía el alma cristiana; y ni los dioses del Olimpo, ni las arengas
-del Foro lograron otra cosa más que despertarla de su adormecimiento y
-hacerla volver á la más honda inspiración cristiana, ó, por lo menos,
-al arte espiritualista del sentimiento, que de ella procede.
-
-Esta inspiración, incubada en el corazón de las razas europeas durante
-toda la Edad Media, el romanticismo en lo que tiene de sincera
-aspiración y quitada toda la hojarasca de que hubo de vestirse en un
-principio, el arte subjetivo del vuelo hacia lo infinito, el arte del
-corazón, en fin, estalló y prendió fuego á los mismos dioses paganos y
-al arte clásico que le había servido de despertador.
-
-Tras unas cuantas frías y amaneradas muestras que, más bien como
-alardes y escarceos de escuela, que como obras imperecederas de un
-arte espontáneo, dió aquel primer movimiento clásico, el romanticismo,
-el arte cristiano, brotó como por ensalmo y volvió á recobrar sus
-antiguos fueros. En vano las vallas francesas quisieron atajarle los
-pasos: el seudo-clasicismo, en que había de degenerar necesariamente el
-clasicismo al ser trasplantado entre cristianos, feneció con la mentida
-pompa de la corte de Versalles para no volverse á levantar jamás.
-
-Á nuevo arte, nuevo instrumento: las lenguas nacionales tomaron el
-lugar y vez de las lenguas clásicas; porque el hervor y la vida no
-se dejaban encerrar en aquellas lenguas muertas, que no daban de sí
-nuevas formas sin mudarse por el mismo hecho y dejar de ser lo que
-eran bajo el sol de la cultura antigua. La inspiración romántica y
-moderna rebosaba en aquellos tiesos y viejos moldes, y la Gramática
-greco-latina sólo se siguió estudiando con la única mira de penetrar en
-la Literatura clásica, no con el de crear obras artísticas.
-
-Pero precisamente mientras el griego y latín iban perdiendo tierra como
-instrumentos de hablar y escribir, acrecentábase su valer y dignidad,
-y hacíanse más fáciles, primero gracias á la Filología y luego á la
-Lingüística.
-
-El movimiento romántico en las artes, y sobre todo en la Literatura,
-fué al principio algún tanto brusco y hasta brutal, como el de toda
-reacción; pero pasados los primeros ímpetus, se ciñó al renacimiento de
-las literaturas nacionales. Todas ellas, bañadas del espíritu cristiano
-y fraguadas en el crisol de la civilización europea, hija de ese mismo
-espíritu, se distinguieron hasta lo infinito por su propio natural,
-conforme á la manera de ser de cada pueblo. Shakespeare, Calderón y
-Schiller, nos ofrecen tres facetas muy distintas de un mismo prisma,
-por reflejar ingenios de pueblos muy diferentes, siquiera todos tres
-lleven el sello de una misma idea cristiana y de una misma civilización
-europea.
-
-No paró aquí esta nueva tendencia literaria. Los europeos recorrieron
-el mundo, se entraron por todos los pueblos y razas, dieron sacomano,
-una tras otra, á todas las literaturas, y el rico botín tomó el nombre
-de _Filología_. Verdad es que sus más preciados tesoros el codicioso
-Renacimiento no los había podido desenterrar en Grecia é Italia:
-las antigüedades helénicas y latinas, apuradas y acrisoladas con el
-trabajo de la crítica, con el fehaciente veredicto de la numismática,
-etcétera, etc., encaminaron más derechamente al filólogo para conocer y
-penetrar el espíritu de las antiguas gentes y pueblos clásicos, harto
-más acabadamente que lo que alcanzaron los humanistas del Renacimiento.
-Pero, fuera de la Europa clásica, los estudios orientales descubrieron
-nuevos veneros en el hebreo, el siriaco y el árabe, el copto y los
-caracteres geroglíficos del Egipto; dieron con las desconocidas y
-no sospechadas lenguas y alfabetos cuneiformes de Besitun, Nínive y
-Babilonia; llegaron á señorearse de las ricas literaturas persa, china
-y japonesa; coronándolo todo el trascendental hallazgo de la lengua, de
-la literatura y de la sabiduría de los indios, que abrió la puerta á la
-comparación del sanskrit, del zend y de las lenguas europeas.
-
-El estudio de la Gramática, dado de manos por los literatos, cayó
-entonces en las de los filólogos y más tarde en las de los lingüistas.
-No sirvió ya de mero instrumento para hablar ó escribir en lenguas
-muertas, sino para buscar los restos literarios de todos los pueblos de
-las pasadas generaciones, restos que nos daban á conocer las variadas
-manifestaciones del ingenio y de la belleza en toda la humanidad, no
-ya en un solo rincón de Grecia: la Gramática vino á ser el instrumento
-de la _Filología_. Y mientras la _Estética_ nacía entre las manos de
-Hegel al abarcar con su mirada los varios monumentos que de todos
-los rincones del mundo le ponía delante el incansable afán de los
-filólogos; mientras la _Psicología de los pueblos_ se delineaba ante
-la vista de los Steinthal y Lazarus al abrazar de una ojeada estos
-mismos monumentos de la humanidad entera; mientras la _Etnología_ se
-aprovechaba de los datos aportados por los viajeros y descubiertos en
-los libros indígenas de todas las naciones; mientras la Literatura se
-iba embebiendo de todos los colores y matices que le traían las maneras
-de ver y fantasear de todos los pueblos, ¿quién se iba á entretener
-en aprender griego y latín para escribir ó hablar con los muertos,
-sino sólo para entender la Literatura clásica, como se estudiaban el
-sanskrit y el árabe, el chino y el asirio, el godo y el celta, para
-seguir el movimiento filológico más universal ó para crear obras
-de arte, cada cual en su lengua patria, allegando ideas y elementos
-estéticos de todo el universo? Otro fué, pues, el rumbo de la enseñanza
-gramatical en Europa, porque otras eran las miras á que se enderezaba,
-otro el gusto artístico que la dirigía, otro el espíritu que la
-alentaba.
-
-La _Filología_ es, pues, el estudio de todos los monumentos de un
-cierto pueblo, mayormente de los literarios, para calar más á fondo en
-el ingenio y las ideas, en el espíritu y la cultura, en una palabra, en
-la civilización de ese mismo pueblo.
-
-Pero de la _Filología_ nació la _Lingüística_. Al rebuscar y escudriñar
-las literaturas y los demás monumentos de las gentes que pasaron con
-el intento filológico de hacer revivir las antiguas civilizaciones, se
-preguntó el hombre pensador si no era por ventura el habla el de mayor
-momento y valía, el espejo que retrataba el ingenio y la cultura de
-cada raza, el tesoro de todos sus conocimientos é instituciones, la
-obra de las obras humanas, no sólo como instrumento literario, sino
-como monumento propio de cada raza y de cada pueblo. «Nada presta tanta
-luz á la investigación de los orígenes de las naciones, como el estudio
-de las lenguas», dijo Leibnitz. Y Creuzer: «El lenguaje es el documento
-más fidedigno de los pueblos». _Die Sprache ist die treueste Urkunde
-der Völker._ De esta suerte consideraron el lenguaje los fundadores de
-la Lingüística, Leibnitz, Hervás y G. Humboldt, y creyeron que en su
-estudio hallarían solución los más intrincados é interesantes problemas
-de Psicología, de Etnología, de Historia.
-
-De aquí á mirar el lenguaje como objeto propio y particular de estudio,
-prescindiendo hasta de las luces que su estructura, sus palabras, sus
-conexiones con otras lenguas podían derramar en las investigaciones
-etnológicas, psicológicas, en una palabra, filológicas, no había más
-que un paso. Y ese paso se dió, y lo que antes había sido puro arte,
-se remontó á la categoría de ciencia, y el estudio de las lenguas,
-que hasta entonces sólo se emprendía como un medio para ser literato
-ó filólogo, que sólo era simple instrumento literario ó filológico,
-se tomó como objeto final y propio, constituyendo _la Ciencia del
-lenguaje_ ó _Lingüística_.
-
-La Ciencia del lenguaje ó Lingüística prescinde, por lo tanto, de
-cualquiera aplicación práctica que se quiera hacer de sus consecuencias
-á las demás ramas de la ciencia. Teniendo su objeto propio, es una
-ciencia ó arte, de cuyas conclusiones puede valerse el filólogo, ya
-para conocer el espíritu y la civilización de los pueblos, ya para
-aprender mejor la lengua que le ha de servir de instrumento en sus
-investigaciones propias.
-
-El lenguaje es _medio_ para el filólogo y _objeto_ propio de estudio
-para el lingüista. Además, el filólogo sólo mira al uso de aquella
-lengua particular que le puede servir para su propósito; el lingüista
-abarca todas las lenguas en general, aunque se ciña á una sola
-familia, ó tal vez á una sola lengua; y no para usarlas, sino en sí,
-en su naturaleza, causas, mudanzas y origen, como término final de
-investigación. ¿Quién no distingue el oficio del droguero, que echa
-mano de los cuerpos para otros intentos, y las ciencias Química y
-Botánica, que se detienen á desmenuzar y estudiar las substancias y las
-plantas en sí mismas, y no por su aplicación práctica para confeccionar
-drogas?
-
-Ya lo dijo bien claramente Castrén (Ethnologisch. Vorlesung, 3):
-«_Die Sprachenkunde in ihrer hochsten, wissenschaftlichen Bedeutung,
-tragt den Namen Linguistik, und ihr Zweck ist die Sprache selbst als
-solche_». «El conocimiento del lenguaje, en el sentido más elevado
-y científico de la palabra, se llama _Lingüística_, y su fin es el
-lenguaje mismo, como tal».
-
-Muy de otra suerte se han desgajado en ramas especiales de la Ciencia
-filológica la Numismática, la Crítica, la Arqueología, etcétera; pues
-semejantes disciplinas, por más que se ensanchen, siempre quedarán
-como ayudadoras del filólogo y del historiador, siempre serán ciencias
-auxiliares; mientras que la Lingüística, aunque pueda servir, en
-parte, como ciencia auxiliar (puesto que en su aplicación utilitaria
-principal entra como indispensable instrumento de la Filología y
-queda bajo el dominio del filólogo y del literato), pero en sí tiene
-su objeto propio y dignísimo de estudio, que la convierte en ciencia
-aparte; bien así como la Zoología y la Botánica son ciencias separadas
-y no caen bajo el dominio de la Agricultura y de la Industria,
-aunque su principal aplicación práctica esté en la Industria y en la
-Agricultura.
-
-Tampoco es objeto propio de la Lingüística el aprender á leer,
-entender, hablar y escribir una ó más lenguas, para todo lo cual vale
-el arte gramatical. La ciencia y el arte son cosas bien distintas: la
-una es conocimiento especulativo, el otro es conocimiento práctico.
-Lo cual, por claro que parezca, lo confunden, con todo, no pocos. Hay
-quien no alcanza cómo pueda darse un lingüista que no sepa hablar,
-ó por lo menos entender las lenguas, en las cuales trae puesto su
-estudio. Pero menos alcanzo yo cómo haya quien sepa hablar una ó más
-lenguas, sin tener un solo átomo de ciencia Lingüística: cosa, sin
-embargo, que vemos todos los días.
-
-Si hay muchos, que leyendo, y aun oyendo, entienden una lengua, la
-cual no saben hablar, porque les falta, como se dice, el _ejercicio_;
-más hacedero es que, sin saber hablar y aun sin entender una lengua,
-puedan darse cuenta de las leyes que la gobiernan, de su estructura y
-cambios fónicos y morfológicos. Y si esto no fuera así, nunca podría
-lingüista alguno pretender que conocía el lenguaje científicamente.
-A lo más conocería alguna ó varias lenguas; pero no las bastantes
-para poder decir que conocía el lenguaje. Yo no sé que Bopp supiese
-hablar y escribir las lenguas que estudió en su Gramática comparada:
-creo que no; y con todo eso fué el primer fundador de la Lingüística
-indo-europea. ¿Y quién es capaz de aprenderse, hasta entender y hablar,
-ni la vigésima parte de las lenguas que tiene que conocer el que desee
-poseer á fondo la ciencia del lenguaje?
-
-Max Müller, cierto que no sabía así todas esas lenguas de que trata ó
-que trae á colación en sus obras; en cambio el Cardenal Mezzofanti, que
-dicen sabía tantas lenguas, era, en verdad, un gran hablista, si puede
-pasar el término, pero no creo fuera ni aun pequeño lingüista.
-
-Hay personas que poseen una potencia asombrosa de asimilación para
-aprender lenguas; y que, sin embargo, por falta de ingenio comparativo
-y raciocinador, no se dan cuenta de la trabazón que encadena entre sí
-las diversas lenguas que tan bien manejan, y serán capaces de derivar
-_lacayo_ de _leguleyo_, á la manera de Lope de Vega: tendrán excelente
-memoria mecánica y de papagayo, pero no ingenio ni cabeza de lingüista.
-
-En resumen, la práctica de las lenguas y su conocimiento científico
-distan _toto coelo_: tanto como las Gramáticas de Ahn, Ollendorf,
-etc., de las de Bopp, Brugmann, etc.; á pesar de los rótulos de las
-bibliotecas, que llaman _Lingüística_ á las primeras y... nada á las
-segundas, porque están ausentes.
-
- [Ilustración]
-
-
- NOTAS:
-
-[1] En las _Leyes_ de Platón, _filólogo_ vale _amigo de echar
-discursos_ (I., pág. 641). Así dice hablando de Atenas: _Todos los
-Griegos tienen á nuestra ciudad por amiga de echar discursos, y más
-discursos_.
-
-
-
-
- ESTUDIO DEL CASTELLANO
-
-
-Tan seguro andaba yo de que en España no había quien se diese á la
-ciencia Lingüística moderna, que ni por pensamiento me había ocurrido
-jamás enterarme de los libros que aquí se publicaban, hasta que por
-acaso venían á caer en mis manos. Bien chasqueado quedé el otro día y
-bien pagué la pena de mi presunción. Tres tomos nada menos de color
-de rosa se me vinieron á los ojos; no acababa de abrirlos ni de dar
-crédito á lo que leía: _¡Primera Gramática española razonada!_ ¡Al
-fin y al cabo! Mi extrañeza y asombro subió de punto al ver que era
-_Segunda edición, corregida y aumentada. Décima tirada._ Me engullí
-las primeras hojas; pero presto me quedé más que helado. Del estilo
-no hablemos, desleído, sin color; pero ¡la doctrina! ¡Por los clavos
-de Cristo y qué novedades! La primera cita es de Roque Barcia. ¿Á ver
-la última? De Roque Barcia. Abro por donde cae el primer tomo: Roque
-Barcia. El segundo, el tercero: Barcia... Barcia... Roque Barcia.
-¡Y yo, desdichado yo!, ¡que tenía á Barcia por un triste saqueador
-del Diccionario de la Academia, que ni ha saludado las obras más
-elementales de Fonética, ni supo en su vida que hubiese en el mundo
-estudios románicos! ¿Á dónde irá á parar este señor _Misántropo_, como
-se firma el autor de los tres tomos de color de rosa, guiado por tan
-amaestrado lazarillo? Á la torre de Babel, donde dice que «principia
-la Historia de las lenguas... Desde el año 2244 antes de Jesucristo
-(ni uno más ni uno menos) principia este gran estudio, no cabiendo la
-menor duda que la lengua primitiva fué dada por Dios al hombre»[2].
-Luego vienen autoridades y notas de Cantú y más Cantú, de Rousseau,
-¡hasta del P. Isla! Y todos entre Roques y Barcias, que es un pisto,
-verdaderamente manchego.
-
-«Lo que podemos afirmar ahora, sin temor de errar, es que el lenguaje
-no le hemos recibido tal y conforme hoy le poseemos»[3]. ¡Valor
-necesitaba para afirmar, _sin temor de errar_, que Adán no habló
-el castellano del siglo XIX! Pero mayor se necesita para añadir:
-«Todas las lenguas son analíticas, porque preciso es descomponer el
-pensamiento para enunciarlo, además que la palabra es un instrumento de
-análisis, no un principio; es la expresión un medio para la consecución
-de nuestro fin, y por esta razón las primitivas lenguas son sintéticas,
-porque dejan en el pensamiento muchos puntos que analizar»[4]. ¿Quieren
-más?
-
-«En el Asia había siete lenguas, entre éstas estaba el sánscrito propio
-de los indos, llena de dialectos, todos derivados de este idioma... De
-los muchos dialectos que de él se derivan hay dos principales, que son
-el _hammiar_ ó de Oriente..., y el de Occidente, que fué el de la Meca,
-ó sea el _coreisch_, idioma en que Albu-Bekr escribió el _Korán_».
-Todas estas noticias las sabe el Misántropo de muy buena tinta, como
-que las ha leído (sin estar escritas, que es lo notable) en Cantú.
-
-Otras más estupendas. Dice que como «el idioma originario de los
-españoles no era grato al oído, ni se prestaba fácilmente á la
-pronunciación, adoptaron (los españoles) el del Ejército romano»[5].
-¡Por manera que no se prestaba á la pronunciación la lengua que
-únicamente habían sabido pronunciar hasta entonces!
-
-Bastan estas citas para entrever los insondables repliegues de la
-sabiduría de este eruditísimo autor. Y para no despedirnos de él
-dejándolo á solas, justo será le acompañe su mejor amigo ó inspirador
-el Sr. Barcia, cuyo solo nombre _elogio complido es asaz_: «La
-celebérrima obra del Sr. Barcia, dice al hacer el recuento de los
-que han escrito de nuestra lengua, obra nueva en su género, nueva
-en su doctrina, nueva en su forma, nueva en su estudio, nueva en su
-formación y hasta nueva en sus conclusiones; pudiéndose afirmar sin
-temor de errar que es un justo tributo á la Literatura Española y
-engrandecimiento de nuestras _Letras_ el PRIMER DICCIONARIO DE LA
-LENGUA ESPAÑOLA ETIMOLÓGICO, distintivo que honrará siempre á su autor,
-que por satisfecho puede darse, viendo que su trabajo, tan magnífico,
-tan excelente, ha cubierto el inmenso vacío que verdaderamente quedaba
-en el vasto campo literario»[6].
-
-Conste, pues, que en España se leen las obras de Lingüística, aunque
-sean tan rematadamente lastimosas como la misantrópica que ha tenido la
-honra y gloria de llegar á la segunda edición, décima tirada; que si no
-se leen mejores, es porque no las hay.
-
- * * * * *
-
-No, no las hay, duelo da decirlo; somos los españoles unos grandísimos
-perezosos. Los estudios románicos están á la hora que corre en su mayor
-esplendor fuera de España, hasta los americanos han sido arrastrados
-en ese movimiento general. Pero en la Península no se sabe siquiera si
-han venido al mundo. Lo saben muy contados, pero cogidos entre la masa
-glacial de los que les rodean, no hacen esfuerzo alguno para desasirse
-y quédanse entre ellos formando el témpano nacional. No hay, aun entre
-la gente instruída y que lee libros ó revistas, quien apechugue con un
-artículo del _Zeitschrift für Romanische Philologie_.
-
-Dicen algunos que se les cae la revista de las manos al pensar que
-de nada les ha de servir todo aquello, ya que no han de ponerse á
-escribir, so pena de gastarse los cuartos en imprimir lo que nadie ha
-de leer, que sus mejores deseos se estrellan en el menosprecio y las
-aviesas aficiones de nuestro público que no gusta se le hable de tales
-cosas. Y sin embargo ahí está la 2.ª edición, décima tirada, cobrando
-el barato. Si en vez de esas insulseces, se diera al público una buena
-Gramática histórica del castellano, _razonada_ si es preciso, la
-cultura lingüística iría filtrándose en todas las capas sociales.
-
-He oído por ahí que el ilustradísimo don Eduardo Benot, uno de los
-pocos que han tenido el atrevimiento de dar á luz un libro de estas
-cosas, tiene de la Academia el cargo de hacer una Gramática castellana.
-Mucha filosofía del lenguaje tiene en su cabeza el Sr. Benot para
-no salir con la empresa, si, como supongo, está además al tanto del
-romanismo moderno y ha revuelto muy bien revueltos y estudiados
-nuestros clásicos. Allá veo venir con la visera muy calada, acicateando
-los ijares de su tordillo, al no menos insigne D. Francisco Navarro
-Ledesma. Bienvenido sea. Si no hiciera más que desbaratar vejeces
-lingüísticas allanando el terreno, no hiciera poco.
-
-El Sr. Alemany acaba de publicar un compendio muy á propósito para que
-el público se vaya enterando en la faena que ha de verificarse acá
-abajo en el coso. Pues digo, y lo que promete aquel otro de vistoso y
-variado plumaje sobre chispeante casco, cuyo corcel caracolea que no se
-da manos el caballero á sujetar tan fogoso bruto: por las señas es D.
-Edmundo González Blanco, autor de un artículo acerca del lenguaje en la
-«España Moderna», que parece va á ser el primero de una gran obra de
-Lingüística general.
-
-Pero hay otro lidiador que aguarda para entrar en la liza la última
-hora, á quien puede temer el mundo entero. No hablo del señor Múgica,
-que ha tiempo anda acicalando sus armas allá por la sabia Alemania,
-aunque bien pudiera ser que se nos presentara el día menos pensado.
-Hablo del originalísimo fundador de la ciencia cocotológica.
-Bohordos parecerán sus pajaritas, pero tras ellas vendrán las huestes
-revolucionarias de una juventud modernista, que acata sus órdenes y
-espera una señal de sus negras y brillantes pupilas. Tiene hechos, al
-decir de algunos, hondos estudios sobre la evolución del castellano,
-y me sospecho que su libro el día que aparezca, si es que amanece ese
-bienhadado día, ha de estallar como una bomba.
-
-¿Y qué hacen otros dos caballeros, por apellido Robles los dos, que
-no vienen, de Santiago el uno, á continuar sus trabajos fonéticos,
-el otro de Ávila, á mostrarnos los que tiene preparados acerca de la
-prosodia castellana? Y no quiero citar arabizantes y otros filólogos de
-más recóndita erudición. Yo tengo mis esperanzas de que los estudios
-lingüísticos han de acabar por levantarse en nuestra patria de la
-postración en que han caído hace más de tres siglos.
-
-Lo que más se echa de menos en los autores que escriben por acá acerca
-del castellano, es esa gimnasia bien enderezada y duradera en la
-Fonética, tal como la enseñó Bopp y la han ejercitado los lingüistas
-alemanes en las lenguas indo-europeas. El análisis concienzudo
-del griego y del latín, amén de algunas correrías por las lenguas
-ario-iranias y aun por las germánicas, aunque sin hacer en ellas
-tanto asiento como pretendía Ayuso, es el fundamento de la educación
-lingüística. Sin él se podrá florear y parlar más ó menos elegantemente
-á lo Max Müller, bien que sin ahondar como él, ó endilgar algún
-artículo de revista; pero no hay poder dar un paso en la etimología ni
-en la gramática. No son estos asuntos de pura erudición, cuyos datos
-quepa tomarlos confiadamente de mano ajena. Siempre me pareció la
-Lingüística muy semejante á las Matemáticas en esto del rudo y largo
-aprendizaje que entrambas requieren. Lo bueno es que en España no se
-ahonda en el latín ni en el griego, por lo menos de esa manera maciza
-y sosegada, especie de gimnasia intelectual que se hace descomponiendo
-vocablos en sus temas, raíces y sufijos, cotejándolos con los de
-otras lenguas emparentadas y con los antiguos de la misma lengua,
-entresacando las leyes que rigen las mudanzas y la evolución fonética,
-y todo lo demás que abarca la verdadera lingüística hoy en uso. Aquí
-hemos de sonrojarnos confesando llanamente que nada de eso se nos
-alcanza, y mucho será que no lo tengan algunos que pasan por lingüistas
-como cosa baladí y de menos valer.
-
-En lo que toca al estudio del castellano, el aprendizaje y preparación
-para entrar en él con buen pie, abraza todavía algo más.
-
-No basta el estudio del latín, como lo entienden los romanistas, que se
-ciñen á él y cercenan lo que el primer maestro Dietz y el sentido común
-piden no se cercene. El caudal de las lenguas románicas, mayormente
-del castellano, se deriva de otras varias fuentes, que han de tenerse
-bien conocidas. Acaece no saber los romanistas nada ó poca cosa de las
-lenguas germánicas, es muy corriente no entender jota de árabe, y menos
-del habla prerrománica de España, del eúskera ó vascuence.
-
-En cambio los arabizantes no poseen bastantes conocimientos en lo que
-atañe al indo-europeismo y al romanismo. Desvíanse así á la una ó la
-otra banda, y no hay quien pueda mirar á entrambas y juzgar por sí del
-conjunto.
-
-Del eúskera no hay para qué traerlo á colación. Cuando no se halla
-etimología llana ó forzada en las demás lenguas, aunque sea en la de
-los zulúes ó patagones, se coge á Larramandi, y se sale del atolladero
-sin poder aquilatar lo que él diga, porque el eúskera es lengua
-endiablada, cerril y que no merece la pena de acordarse de ella. El
-elemento latino es del mayor momento para el castellano. Pero para un
-romanista es tan claro como el agua en nuestro romance. Ábrase, si
-no, el Diccionario y hágase la prueba de analizar cualquier término
-derivado del latín. Convengo en que tropiezos los habrá; pero lo
-ordinario es que la comparación fluya limpia y segura, que los cambios
-fónicos se expliquen con toda facilidad. ¿En qué consiste, pues, que
-los autores hallen tan espinoso el camino que parece de suyo tan
-llano? En que creen ser latino lo que no lo es, en que no se tienen
-bien en cuenta las demás fuentes del castellano, como vamos á verlo
-en seguida. Y no se atemorice alguno con que le vaya yo á salir ahora
-con el indispensable conocimiento del árabe, de las lenguas germánicas
-y célticas, del persa, del sanskrit, hasta del frigio y del gálata:
-ya que á todas ellas acude el _Diccionario de la Academia_ para
-desembrollar las etimologías. El sanskrit no explica ninguna palabra
-castellana, si no son de esas contadísimas que han pasado antes por
-toda Europa; el sanskrit aclarará los radicales greco-latinos, no las
-palabras castellanas. En cuanto al griego no sé cuantos vocablos nos
-habrá dado directamente sin pasar por el latín, á no ser del tecnicismo
-moderno: creo que ni uno solo; para las verdaderas dificultades
-etimológicas del castellano, el griego no da ninguna luz.
-
-El elemento arábigo no toca á la Gramática, fuera del sabido fenómeno
-de la prefijación del artículo _al_-, _a_- en vocablos conocidos. El
-caudal léxico que el castellano tomó del árabe ha ido disminuyendo
-pasmosamente hasta quedar reducido á contados términos pertenecientes
-á la industria y agricultura. Los trabajos de Simonet y de Eguilaz
-y Yangüas nada dejan que desear: hay que desechar en ellos algunas
-etimologías, que no son arábigas ni orientales, pero no que añadirles,
-tal vez ni una sola. Es, pues, un trabajo de selección, que requiere
-el conocimiento de las lenguas semíticas, pero no exige profundos
-estudios especiales. El sello de raza se echa de ver, por lo demás,
-al momento. Sólo sí se necesita conocer bien los sonidos arábigos y
-sus correspondientes al pasar al castellano las palabras orientales.
-Los trabajos de los citados autores, los de Baist, los de los textos
-aljamiados y la obra de P. de Alcalá son guías seguros que no dejan
-lugar á duda.
-
-La dificultad empieza en una multitud de vocablos, comunes á la mayor
-parte de los romances, inexplicables por el latín, y en otra todavía
-mayor, si cabe, exclusivos del castellano.
-
- * * * * *
-
-Y aquí se nos vienen con sus credenciales más ó menos valederas las
-lenguas germánicas con el derecho de conquista, y las célticas con el
-de posesión del territorio románico en España y Francia. La cuestión
-está en la autenticidad de esas credenciales en cada caso particular.
-Las lenguas germánicas nos son más conocidas, por lo menos en cuanto á
-lo que pueden interesarnos para el caso de que se trata; las célticas
-están rodeadas de nebulosidades, bajo las cuales corren á guarecerse
-ciertos etimólogos en los trances apurados, que son tratándose
-de nuestra lengua, en la cuarta parte, por lo menos, de nuestro
-vocabulario: ¡ahí es nada!
-
-No sólo conocemos la evolución de las germánicas casi tan bien como
-la del griego y latín, sino que los términos góticos quedan limitados
-á muy corto número, pertenecientes á la guerra. La mayor parte de los
-derivados germánicos vinieron, ó del godo medio latinizado, ó por
-Francia del bajo alemán.
-
-En francés son abundantísimos, y repito que del bajo alemán, sobre todo
-del antiguo frisón, y algunos del sajón antiguo. Hay que estudiarlos,
-pues, en el francés, antes de darles aquí carta de naturaleza
-germánica, y más todavía hay que estudiarlos en los patois de allende
-el Pirineo. ¿Llegarán á 500 las raíces germánicas del castellano? Mucho
-lo dudo. Quedan todavía casi la mitad de las raíces castellanas por
-aclarar. Esta sola enunciación escandalizará á los romanistas. Apelo á
-los hechos. Abran el Diccionario por la _ch_, por la _j_, por la _z_ y
-aun por la _b_ y la _g_: tropezarán en cada 20 vocablos de las primeras
-y en uno sin otro de las segundas de estas letras: quiero decir que
-para un término _claramente_ latino en las letras _ch_, _j_, _z_,
-hallarán 20, por no decir 40, que no sabrán explicar si no es á fuerza
-de contorsiones, y por uno latino en la _b_ ó en la _g_, hallarán tal
-vez otro que no lo parece tanto.
-
-Y aquí es donde yo quisiera ver á los más aguerridos romanistas
-valerse de las leyes fonéticas, tal como se aplican en la escuela de
-Bopp, Curtius, Schleicher y Brugmann. Dejarían pronto el latín á un
-lado, confesando paladinamente que el latín de nada sirve en tales
-casos. No falta quien en ello convenga, prefiriendo la ignorancia
-al error. Pero algunos están por el latín á todo trance. ¿En virtud
-de qué leyes fonéticas se sacan _empatar_ de _impedire_, _baile_
-de _baiulus_, _cecina_ de _kigen_, _chicha_ de _scissa_, _chichón_
-de _cicer_, _chinche_ de _cimex_, _china_ de _stein_, _chillar_ de
-_ululare_, _zarpar_ de _harpadzo_, _chivo_ de _capreolus_, _chorro_ de
-_sorctus_? Ni por el sonido ni por la idea tienen atadero. De _iocus_
-se han sacado nada menos que _chiste_, _chueca_, _chusco_, _chacota_,
-_jugar_... ¡qué se yo cuántas palabras más!
-
-«_Chalán_: del arábigo _challab_», que no suena así en árabe, sino
-_djalãb_. «_Chapaleteo_: de _kolaptein_, golpear de plano». ¡Cambiando
-_ko_ en _cha_, _lap_ en _pal_! «_Chaparra_: del vascongado _chabarra_,
-derivado de _abarra_, encina, roble»; sólo que _abarra_ no significa
-ni tiene que ver con eso, ni la Fonética puede aquí nada con todos sus
-bisturís y algunos más. «_Churre_ de _escurrir_, _churro_ de _spurius_,
-_chirumen_ de _saturamen_...»
-
-Paréceme que todo esto es maravilloso en grado superlativo; pero por el
-descaro en reirse del público. Eso no lo escribe el de Coria, aunque
-se lo paguen, y eso lo ha escrito no la Academia, porque es imposible
-que hombres tan eminentes jugueteen tan puerilmente; eso lo ha escrito
-alguno que quería pasar por filólogo y lingüista. Tener la frescura
-de derivar _cha-morrar_ por esquilar de _caput mutilum_, ya es tener
-frescura, é ignorancia del castellano, donde _morra_ vale cabeza, y el
-prefijo _cha_-, _za_-, _sa_-cortar ó un pedazo en _sa-humar_ ahumar
-un poco, _za-herir_ herir un poco, _cha-purrear_ estropear el habla
-(_apurra_ desmenuzar en eúskera), _cha-podar_ podar un poco, etc., etc.
-
-Ya he dicho que la etimología castellana necesita algo más que el
-latín. El celta y el germánico, el teutón, el gálata y el frigio son
-burladeros y nada más.
-
-Otro burladero es la onomatopeya. ¿Podrán decirme ustedes qué
-onomatopeya ó remedo natural hay del objeto en _cháchara_? ¿A ver?
-Imitemos la «abundancia de palabras inútiles», por ejemplo, la
-abundancia del «voz imitativa», que pega á multitud de vocablos el
-etimólogo del Diccionario oficial. ¿Qué voz imitativa hay en _chacón_,
-en _chapurrar_, en _chasquido_, en _chicharrón_, en _chirlar_, en
-_chirriar_, en _chisguete_? ¿Qué significará _chisguete_? ¿No les
-suena á ustedes á... _chisguete_? «¡Es voz imitativa!» Yo al menos
-no sé de qué. ¿Y _chuchear_, _churrupear_, _zambomba_, _zangarrear_,
-_zaparrazo_...?
-
-Verdaderamente, eso no es serio: es lo menos que se puede decir.
-
- * * * * *
-
-¿Hay más fuentes de donde pueda derivarse el castellano? El vascuence.
-¡Ya pareció el fantasma! El vascuence, ó mejor dicho el eúskera, es
-el fantasma, el coco de los etimologistas. «Más difícil es todavía,
-dice Meyer Lübke[7], determinar lo que el vocabulario español debe
-á los antiguos iberos, á causa de que el vascuence actual, lo mismo
-que el antiguo ibero, nos son todavía mucho menos conocidos que el
-celta». Pues señor, les diría una vieja vascongada que yo conozco, pues
-apréndalo usted. Mejor sería, digo yo por mi parte, que aprendiera
-primero el castellano el que pretende enseñarlo. Las obras francesas
-que tratan de nuestra lengua, no sé por qué ó por qué no, estropean
-nuestros vocablos con la mayor desfachatez del mundo. ¿Pueden achacarse
-á erratas de imprenta los innumerables deslices que se notan en tan
-sabia Gramática? Es imposible que lo sean: no los hay, cuando se trata
-de otras lenguas. El castellano es la cenicienta de la Lingüística.
-Pero, en fin, si no conocen el vascuence es porque no se toman la
-molestia de aprenderlo. Y á fe que merecía bien la pena. El castellano
-y el francés han vivido largos siglos junto al vascuence: ¿hay quien
-crea que no se les ha pegado nada? Sería un caso excepcional en la vida
-de las lenguas: no hay una que no deba algo á sus vecinas.
-
-¡Ah!, ¡pero el vascuence! ¡He ahí el fantasma!
-
-No sé si llegarán á una docena los términos castellanos que la Academia
-deriva del eúskera; Unamuno y Múgica dicen que sólo derivan cuatro, y
-aún se los regatea el segundo de estos autores. El cual añade: «Y vamos
-ahora á dar un mal rato á los vascófilos españoles, que se empeñan
-en hacer derivar el castellano del vascuence de esta manera: augurio
-de agur, báculo de maquila, chapeo de chapela, chiquito de chiquera,
-chorizo de charri, mutilar de mutil, relincho de irrintzi, vía de
-videa, etc.» Y en una nota de la _Gramática del antiguo castellano_
-pone estas palabras de Unamuno: «El vascuence es inferior al castellano
-_en todos conceptos_; es más pobre, más obscuro, más embarazoso».
-
-Para desagraviar á la Lingüística básteme apuntar que el Sr. Múgica no
-conoce el eúskera, que si lo conociera, no se riyera de que á _mutilar_
-lo deriven de _mutil_, de donde deriva manifiestamente, ni diría
-lo de _chiquito_ de _chiquera_. La Academia trae un _cicus_ latino
-como etimología de _chico_, que tal vez agrade más al Sr. Múgica[8].
-Chiquito y chico no sé qué vascófilo ande trayéndolos de ninguna parte,
-puesto que si sabe vascuence, sabe que ni _chiquera_ es término
-vascongado, ni _chiquito_ necesita tomar la boína por el sombrero
-para serlo. Si en esa etimología alude, según creo, á Larramendi,
-el Sr. Múgica, cegado por la inquina anti-vascófila, no supo leer á
-Larramendi: «Chico, -ca, es voz vascongada, _chiquia_, _chiquerra_,
-_tipia_, _mendrea_. Lat. parvus, exiguus». Tal es el texto, en el cual
-no se lee _chiquera_, ni se trae á _chico_ de _chiquerra_, como no se
-trae de _mendrea_, ni de _parvus_.
-
-El vascófilo que derive _augurio_ de _agur_ ó _chapeo_ de _chapela_ no
-merecía ser citado para nada. ¿Son parecidas todas las etimologías que
-aducen los vascófilos? Hinque, pues, el diente el Sr. Múgica en las que
-yo haya de traer, que no serán cuatro, sino cuatrocientas y bastantes
-más. La etimología castellana está envuelta en nieblas impenetrables.
-No hay lengua en Europa que tenga tales misterios á estas fechas. ¡El
-fantasma, señores, el fantasma! No parece sino que los más avisados
-lingüistas, arredrados ante tamaña esfinge, se quedan á competente
-distancia.
-
-No sé á qué otro motivo atribuir el que el insigne Díez, tratando de la
-etimología de los romances, pase de largo y se deje en el tintero casi
-la mitad de las raíces castellanas, sin mentarlas siquiera, como parece
-lo pedía la empresa acabada con tan feliz suceso, por lo menos para
-confesar que eran inexplicables. Cuando trae etimologías vascongadas
-se ciñe á copiar á Larramendi: y así salen ellas.
-
-Pero esta cuestión del iberismo y del influjo del eúskera en el
-castellano tiene más hondas raíces y he de tratarla despacio, porque
-la creo de gran momento para el conocimiento de nuestra lengua y de
-nuestra etimología.
-
-
- NOTAS:
-
-[2] Tomo I, pág. III.
-
-[3] Tomo I, pág. V.
-
-[4] Tomo I, pág. IX.
-
-[5] Pág. XIII.
-
-[6] Pág. XIX.
-
-[7] _Grammaire des Lang. Romanes_, tomo I, pág. 47.
-
-[8] Para que haya donde escoger nos ofrece _chiqui_ y _exiguus_ en la
-última edición, y en el _Suplemento_ añade _cicum_.
-
-
- [Ilustración]
-
-
-
-
- IDOLILLOS DE GRAMÁTICOS
-
-
-Es todavía muy corriente entre personas no iniciadas en la Lingüística
-moderna el creer que la gente del pueblo habla mal el castellano, que
-corrompe los vocablos y pronuncia de cualquier manera. Si esto es
-verdad, el castellano debe de ser una jerga horrible, puesto que antes
-de nacer la Literatura y de que ésta influyese en el habla vulgar
-estuvo nuestra lengua á merced del pueblo. Pueblo eran hasta los más
-linajudos señores de horca y cuchillo, que encerrados entre sus almenas
-en invierno y lanza en ristre, cabalgando por las tierras del señor
-vecino, en verano, estaban tan ayunos de lo negro, que apenas si sabían
-firmar, si no era con dos palotes en forma de cruz. Y pueblo fueron
-también los primeros españoles, que pronunciando malamente el latín,
-digo, pronunciándolo á la española, dieron origen á nuestro romance.
-
-En su nacimiento y evolución durante muchos siglos, el castellano
-estuvo á merced de ese pueblo que habla mal, corrompe los vocablos y
-pronuncia de cualquier manera. ¿Acaso desde que nació la Literatura,
-el romance vulgar se ha pulido y perfeccionado? ¿Lo ha sacado la
-Literatura de manos de villanos quitándole esa corrupción con que
-nació y se crió y esa pronunciación aviesa de los que lo engendraron
-y criaron? Á mí, por lo menos, se me cae de las manos la Historia
-de la conquista de Méjico que escribió con mano muy enguantada el
-atildadísimo Solís, á pesar de lo que el asunto me halaga; y me voy en
-busca de escritores que tiran á copiar el habla vulgar, del autor de la
-_Celestina_ y del _Quijote_, de nuestros primeros dramaturgos Juan del
-Encina, Lope de Rueda y Lucas Fernández. Juan de Mena, que salido del
-polvo, fué persona de cuenta en la corte, si se hubiera ceñido al habla
-que aprendió en Córdoba á las faldas de su madre, hubiera sido algo más
-ameno y castizo de lo que fué en su Laberinto y en su Coronación.
-
-Eso de _subverter muros_, de _Pierio subsidio_, de _ignoto_, de _vecina
-planura_, de _medios especulares_, de _magnos clarores_, de _templo
-immoto_, de _gran pudicicia_ ó _inimicicia_, de _docta ductriz_,
-de _carbasos_, de _nueva pruina_, de _morir sepelidos_, de _rostro
-jocundo_, etc., etc., sería todo lo jocundo que se quiera para los
-que creían que fuera del latín no existían más que lenguas bárbaras,
-las cuales era preciso pulir y ataviar con tales joyas; pero á los
-ojos de un español todas esas joyas no podían dar gran brillo ni tales
-terminachos sonar más que cual bronca y desapacible jerga _ignota_,
-poco _ductriz_ de movimientos y de _clarores_ poéticos.
-
-Pero le dió por saquear el vocabulario latino españolizándolo
-como pudo. ¡Gran letrado! Sólo que como pronunciaba _mejor que el
-pueblo_, no supo dar á esos infinitos términos latinos, que incrustó
-en su lenguaje literario, el corte y la pronunciación genuinamente
-castellanos. ¿Por qué? Porque lo genuinamente castellano es lo vulgar,
-la pronunciación castellana es la del pueblo, que fraguó nuestro
-romance. Juan de Mena pronunciaba, pues, y escribía, no mejor que el
-pueblo, sino horriblemente mal los términos latinos que nos regaló.
-Y claro está: cuando el pueblo al terciar con la gente culta se ve
-precisado á emplear algunos de esos términos, que le han querido
-regalar los eruditos, los estropea y corrompe. Pero los corrompe,
-como se corrompe el mosto en el lagar, para trasformarlos en términos
-castellanos, para darles el corte y la pronunciación que pide el
-fonetismo del castellano. Y eso sin reflexión ni principios; sólo por
-lo que se ha llamado _genio particular_ del idioma, por ese carácter
-fonético propio de cada raza, que lo poseen las gentes que hablan
-cada idioma, las gentes del pueblo tan bien y mejor que las personas
-ilustradas. El labriego de tierra de Campos no se ha metido nunca á
-distinguir una letra de otra en su habla, no sabe si pronuncia _m_ ó
-_n_ al decir á su mujer que se va _al campo_, ni siquiera ha analizado
-_campo_ en la raíz _camp_ y en el sufijo _o_. Pero el que tenga buen
-oído, notará que ese labriego no dice _campo_, sino _canpo_.
-
-Así lo pronunciaron nuestros padres, puesto que _canpo_ escribieron
-hasta que se le ocurrió á algún erudito que en latín era _campus_, y
-que, por lo mismo, había que decirse y escribirse _campo_. Si se lo
-hubiera advertido á nuestro labriego, le hubiera tal vez respondido:
-«¿Y qué tengo yo que ver, ni qué tiene usted que ver con ese latín y
-con esos romanos de que usted me habla? ¿Son acaso los _maistros_ que
-vienen de los Madriles? Porque entonces, bien podrá ser que tengan
-razón».
-
-Hasta ahí llega la docilidad de nuestro pueblo, que da la razón á
-cuantos llegan de los Madriles ó ven que manejan la pluma ó que saben
-por lo menos leer. El sacristán, á quien acudían en tiempo de Sancho
-Panza para que les redactasen una carta, era un sabio profundo. ¿No
-lo había de ser, si sabía de letra? Y lo cierto es que los que tienen
-razón son ese nuestro labriego y los demás plebeyos, que os escucharán
-con la boca un palmo, y con movimientos afirmativos de cabeza, siempre
-que les habléis en nombre de los sabios, aunque esos sabios sean de
-los que saben muy á ciencia cierta que _campo_ debe pronunciarse y
-escribirse con _m_ y no con _n_. ¡Herejía ortográfica! Y dígame usted,
-por vida de los romanos, que bien podridos y repodridos estén en
-tierra, ya que no en gloria: ¿Usted pronuncia realmente _campo_ con
-_m_? Repare un momento y pronúncielo usted con _m_, á buen seguro que
-se echa usted á reir. Como que tendrá usted que cortar el vocablo y
-decir _cam po_. Lo cual si es muy castellano, venga el labriego y lo
-diga, ó vengan los romanos, que son los que para usted tienen más voto
-en la _materia_.
-
-Recuerdo que un tío, que tenía alguna confianza conmigo, en cierta
-ocasión, habiéndome oído pronunciar esta misma frase, se me quedó
-mirando sin pestañear, y luego murmuró entre dientes: _¡materia!
-¡materia!_ Él no entendía por _materia_ más de lo que sale de un dedo
-enconado ó de otra apostema por el estilo. Y eso porque los médicos
-han llevado el vocablo hasta las alcobas de los últimos barrios; que
-antes, digo, cuando los primeros españoles oyeron á los romanos el
-término _materia_ aplicado á los materiales de construcción, les sonó
-á _madera_, y tal lo pronunciaron. Así corrompieron los españoles
-el latín, formando el castellano, y, según he dicho al principio,
-_madera_ será vocablo mal pronunciado. Lo es ciertamente: latinamente,
-no castellanamente hablando. Los médicos, como gente sabiada, no han
-querido corromper tan feamente la _materia_ latina al cogerla del
-Diccionario latino para expresar el _pus_, ni los literatos para
-expresar el asunto de una obra literaria. Pero el caso es que _madera_,
-si no es tan latino como _materia_, es en cambio más castellano.
-Toda _t_ latina entre dos vocales sonó en España como _d_: _lado_
-de _latus_, _pedir_ de _petere_, _amado_ de _amatus_, _verdad_ de
-_veritatem_, _miedo_ de _metus_.
-
-Tal es el ingenio fonético de nuestro romance. Los médicos y literatos
-tienen más ojo al ingenio latino: he ahí por qué después nos dicen
-que el pueblo corrompe los vocablos. Los corrompe, claro está,
-para mudarlos de latinos, como ellos se los traen, en castellanos.
-Pronuncia, no de cualquier manera, sino á la castellana; mientras que
-ellos quieren pronunciar á la romana. Pronunciar á la castellana llaman
-ellos corromper, echar á perder el habla. Tienen grandísima razón: es
-corromper, echar á perder el habla _latina_; pero ellos corrompen y
-echan á perder el habla castellana, pretendiendo que hablemos medio en
-latín y con pronunciación latina. Total, que el pueblo pronuncia mal
-para los que tienen por ideal el latín. Es chistosísimo: el ideal del
-idioma castellano debe ser el latín. ¿Y por qué no ha de ser el ideal
-del latín, que ellos nos traen, nuestro castellano? ¿Los muertos han de
-vencer y señorear á los vivos? ¿En la ley general de la lucha por la
-existencia sólo el lenguaje ha de andar patas arriba, quedando vencidos
-los sobrevivientes y vencedores los que sucumbieron? Eso es querer
-resucitar á los difuntos y matar á los vivos.
-
-No parece, pues, tan cierto que el pueblo corrompa los vocablos y
-pronuncie de cualquier manera. Los que corrompen la pronunciación
-castellana y pronuncian de cualquier manera el castellano son los que,
-por pruritos de erudición, pero pruritos morbosos que exigirían una
-nueva soba ó un francesísimo _masaje_, pretenden que dejando el ingenio
-propio del fonetismo idiomático del habla de los españoles, resucitemos
-el ingenio fonético del latín, que murió hace ya una buena porción de
-días. La cultura literaria debe servir para elaborar rotundos períodos,
-si á alguno le gustan, ó abrillantar con vistosos epítetos y cortar
-y recortar de mil maneras la frase, y sobre todo para crear obras
-artísticas encarnando ideas peregrinas en el material lingüístico que
-el lenguaje ya hecho le ofrece. Pretender dar nuevo natural y otro
-colorido fónico á ese lenguaje, es mucha altanería y mayor insensatez.
-El pueblo, que labra y remuda el habla, hace uso instintivamente de una
-sabiduría tan honda, que desconcierta á cuantos se paran un momento
-á estudiar lo que un idioma cualquiera significa. Pero me llevaría
-demasiado lejos este nuevo punto de vista, y lo dejaré para otro día.
-
- * * * * *
-
-Al decir en mi anterior artículo que el lenguaje formado por el pueblo
-encierra profunda filosofía, no me refería á esa filosofía vulgar de
-dichos y refranes, que de ordinario más tienen de gramática parda que
-de filosofía moral ó metafísica, y que se deben al fin y al cabo á la
-reflexión, á algún individuo particular que tuvo una buena salida ó que
-supo cifrar en breve fórmula una verdad de experiencia, que ya estaba
-en el ánimo de todos.
-
-Donde se descubre esa profunda filosofía es en el mismo lenguaje que
-inconscientemente elabora el pueblo, concurriendo todos á la vez, sin
-creer nadie que concurra en particular. Nosotros mismos, que al parecer
-conservamos el idioma castellano como nos lo entregaron nuestros
-padres, lo estamos sin saber trasformando, y no lo entregaremos á
-nuestros sucesores tal como lo recibimos. Compárese el habla del siglo
-XVI con la actual, prescindiendo de los escritos, pues la letra puede
-ser la misma cambiando la pronunciación: las diferencias saltan á los
-ojos. Hemos reducido al actual sonido _j_ los dos sonidos franceses
-de _j_ en _jamais_ y de _ch_ en _chat_, que ellos tenían y que hemos
-perdido, y á la actual _z_ los dos sonidos, que ellos pintaban por
-_ç_ y _z_, y que se distinguían entre sí y ninguno se pronunciaba
-mordiéndose la lengua. ¿Vamos á ser nosotros los primeros que podamos
-oponernos á la corriente que va trasformando incesante, aunque
-inconscientemente, el habla?
-
-Ni cien Academias, ni todos los literatos juntos, podrían lograr que
-los españoles digan _obscuro_ con _b_, _Septiembre_ con _p_. Los mismos
-literatos y Académicos, cuando hablan como españoles, dicen _oscuro_,
-_Setiembre_, y los que mejor pronuncian dicen _escuro_.--¡Eso es del
-pueblo bajo!--Y... de Granada, León y Cervantes. Y no es que en esto
-haya evolucionado el castellano. En esto habrá evolucionado la reacción
-erudita, como en decir _afuera_ por el _ajuera_ vulgar, ó el _ahuera_
-del siglo XVI, que sonaba casi lo mismo; en decir _fué_ por el _jué_
-vulgar ó _hué_ antiguo; en decir _fuerza_ por el _juerza_ de la gente
-del campo y de nuestros literatos de antaño; en decir _indigno_ por
-_endino_ é _indino_, como los tíos de hoy y Calderón y Cervantes.
-Pero el habla castellana en nada de eso ha evolucionado, porque sería
-esa la evolución del cangrejo, sería volver al latín, cosa en que los
-españoles no tienen gran comezón por seguir á los eruditos.
-
-Hay ciertos principios fonéticos que rigen la idiosincrasia de cada
-idioma, y que arraigan en lo más hondo de la fisiología y de la
-psicología de la raza, contra los cuales las Academias nada pueden,
-si no es mostrar á veces un tremendo desconocimiento de las leyes
-y principios del lenguaje. De esos principios arrancan las leyes
-fonéticas que se observan dentro de cada idioma con una filosofía
-y regularidad que pasman. Contra esas leyes pretende levantarse el
-dómine, henchido de toda la arrogancia que le presta el nombre romano.
-El lenguaje no es la manifestación del pensamiento y de la razón
-individuales, ni aun de la prepujante arrogancia del dómine que se nos
-viene encima con todo el peso del Imperio cesáreo; es la manifestación
-de la razón y del pensamiento de una raza, de la raza española, que
-no es lo mismo que la raza latina. No es el lenguaje la voz de un
-individuo, aunque ese individuo se llame Cervantes ó Calderón, es la
-voz de la sociedad entera, mejor dicho, es la voz de raza.
-
-El idioma es la propia é inmediata creación de un pueblo. Es el mundo
-ideal, en el cual viven las inteligencias de todos sus individuos,
-y cuya atmósfera común lleva á todos los pensamientos de todos,
-armonizando en íntima unidad el pensar y el sentir de los particulares,
-y haciendo latir de la misma vida espiritual todas las inteligencias.
-En sí mismo, el lenguaje es algo impalpable, que no vive en uno ó en
-otro individuo, sino en el conjunto de todas las inteligencias, en
-la fusión íntima del pensamiento, del espíritu de un pueblo con el
-material fónico de su idioma. El mayor talento queda aniquilado, cual
-gota echada en el océano, ante la potencia intelectual de toda la raza,
-acumulada en su idioma. Las tendencias fonéticas, que hacen evolucionar
-la pronunciación, siguen los mismos pasos, obedecen á los mismos
-principios, son tan producto de raza como el habla en su elemento ideal.
-
-No pronuncian, pues, á capricho y de cualquier manera los tíos que
-hacen reir al erudito inconsiderado. No hay fenómeno en la naturaleza
-que no tenga su razón de ser; el acaso es la receta con que se
-consuelan el ignorante ó el perezoso. Esa pronunciación del rústico,
-que al gramático se le antoja corrompida, no es sino muy regular,
-harto más regular que la que él quiere enseñarle, aprendida del latín:
-obedece á leyes fonéticas tan ciertas y regulares como el movimiento
-de los astros, puesto que son producto, no del capricho individual,
-sino del carácter y de las tendencias fisiológico-psíquicas de toda la
-raza durante centenares de generaciones. ¡Cuán ridículo no aparece el
-gramático que, pagado de su latín, mejor ó peor aprendido, pretende
-dar una lección de pronunciación al pueblo! ¿Qué vale ese átomo
-de reflexión gramatical ante los principios de raza que le hacen
-pronunciar al rústico de una manera instintiva é inconsciente?
-
-Se ha disputado y sigue disputando entre los partidarios de la
-Lingüística novísima y los de la antigua escuela de Bopp y Schleicher,
-sobre si las leyes fonéticas son leyes sin excepción. No basta para
-llevar la negativa el considerar la variedad fonética que distingue á
-los dialectos, la cual llega á veces hasta diferenciar el habla de dos
-poblaciones vecinas. Eso no arguye más que una cosa, que los factores
-han sido distintos en naturaleza ó en intensidad, y que á veces nos es
-difícil averiguar esos factores y la potencia con que concurrieron al
-efecto total.
-
-Esa debatida cuestión de la universalidad de las leyes fonéticas
-tiene una solución clarísima, que sólo puede descontentar á los que
-se empeñan en buscar tres pies al gato. Por cuanto acabo de decir,
-el fonetismo de un idioma ha sido producto inconsciente de toda la
-raza. No se convirtió el latín _materia_ en _madera_ porque así se le
-ocurrió pronunciarlo á Juan ó á Pedro, como se le ocurre pronunciar un
-vocablo latino á un erudito, cuando lo trae por primera vez al léxico
-castellano. Si así fuera, á Antonio y á Esteban se les hubiera ocurrido
-pronunciar ese término _materia_ de otra manera, lo cual no sucedió.
-La prueba es manifiesta: en castellano toda _t_ intervocal se ha hecho
-_d_: luego no hubo tales ocurrencias individuales para que resultase
-_madera_ y resultase _mudo_ de _mutus_, y _boda_ de _vota_, etc., etc.
-El individuo es impotente; los cambios fónicos resultan de toda la masa
-de la nación, provienen de causas comunes y generales, que arraigan en
-la fisiología y psicología, no del individuo, sino del pueblo, puesto
-en tales circunstancias y con su carácter y civilización propias. Pero,
-así como en un fenómeno físico entran á veces como factores muchas
-leyes físicas, hasta el punto de no poderse deslindar el influjo de
-cada una de ellas en la resultante total, y de que mucho menos se pueda
-prever un efecto determinado puestas varias causas, por ignorarse las
-que pueden intervenir en esta colisión y lucha de leyes y fuerzas,
-así es difícil llegar á conocer todas las leyes que intervienen en la
-producción de un fenómeno fonético, y mucho más el poder predecir de
-antemano la resultante de varias leyes fonéticas.
-
-Las leyes obran sin excepción cuanto pueden. Si después su acción
-queda neutralizada por otras más ó menos opuestas, ¿llamaremos
-excepción á la resultante que no se atiene enteramente á las leyes que
-creíamos nosotros que únicamente intervenían? Llámense, si se quiere,
-excepciones: en este supuesto, la naturaleza es un caos, un montón de
-excepciones, no es un _cosmos_, un _mundo_ ordenado. Pase ese término,
-como hijo de nuestra ignorancia; pero en la pura y cabal inteligencia
-del universo, ese término carece de sentido.
-
-El rústico que dice _madera_ hace uso de harto más profunda filosofía,
-bien que inconsciente, que el necio gramático que pronuncia _materia_.
-El gramático está solo con su capricho, con el capricho de pronunciar
-el castellano á la latina, que es capricho tan respetable, ciertamente,
-como el de aquellos ostrogodos que les daba por servirse de cráneos de
-difuntos para beber en sus festines. Ese gramático será un gran latino,
-pero también es un gran ostrogodo. En cambio el rústico se apoya sobre
-el inquebrantable cimiento de las leyes de la naturaleza, y tiene tras
-sí la masa imponente de toda la raza.
-
-El infeliz se ve un día precisado á llamar al médico para que vea á
-su hijo que se le muere: _señor Dotor_, le dice. Y al grave _Doctor_
-con _c_ se le escapa una doctorísima sonrisa. Durante diez y nueve
-siglos han evitado pronunciar todos los españoles el grupo _ct_, hasta
-lo evitaron los mismos eruditos del Renacimiento. No sé desde cuándo
-las personas cultas han dado en pronunciarlo diciendo _Doctor_ en vez
-de _Dotor_. ¿Quién es el necio? En su primera evolución castellana
-_ct_ dió _ch_, _pecho_ de _pectus_, _lecho_ de _lectus_, _hecho_ de
-_factus_, _lechuga_ de _lactuca_. Cuando después los eruditos trajeron
-nuevos términos latinos con _ct_, al llegar al pueblo, y aun entre los
-mismos eruditos, dejóse siempre la _c_ y sonaban _Dotor_, _dotrina_ y
-_dotrino_, _afeto_, _bendito_, _maldito_, y no _bendicto_, _maldicto_.
-Hoy día es tal la fuerza de la cultura, que aprovechándose de ella,
-los nuevos eruditos han conseguido que _Doctor_, _doctrina_, _afecto_,
-etc., lleguen á pronunciarse así á la latina, contra el ingenio del
-castellano, en la clase elevada y en la clase media; sólo quedan _doto_
-y _afeto_, ó _afeuto_ (ó lo que ustedes quieran, con tal de no decir
-_afecto_) para el ínfimo pueblo, cuando se ve necesitado á emplear
-estos terminajos, que á nada les suenan, y sólo sí les descerrajan los
-oídos.
-
-La costumbre es una segunda naturaleza; no me extrañará, pues,
-que aquí el gramático erudito vuelva á su tema: _Eso, por más que
-digan, es corromper los vocablos_. Corromper es un término muy vago,
-propio de épocas ignorantes en cosas de química: hoy se prefieren
-los términos mudarse ó evolucionar, ú otros más conformes á los
-nuevos conocimientos. Repito que eso es corromper los vocablos
-latinos, pero que también el mosto tiene que corromperse, si hemos
-de seguir saboreando el vino en nuestras mesas. Convendría que esos
-tales gramáticos, sin tener en cuenta la evolución que ha sufrido el
-vestido, se echaran la túnica y la toga, en vez de las prendas que
-acostumbren llevar, y se marcharan muy satisfechos _en pernetas_ á la
-Puerta del Sol. Otras consecuencias, no ya vestuarias, sino puramente
-gramaticales, las dejo para otro día.
-
- * * * * *
-
-_El pueblo no pronuncia bien._--Aunque someramente, he procurado hacer
-ver en mis anteriores artículos que los que no pronuncian bien son los
-eruditos, cuando por mirar al latín se apartan de la pronunciación del
-pueblo. Las consecuencias de tal manera de pensar son tan graves, que
-no un artículo, sino un libro, estaría bien empleado en declararlas.
-Para mí nunca ha tenido sentido el símbolo ó cifra, empresa ó mote
-de la _Real Academia Española_. No digo que no lo tenga: los claros
-varones que en las primeras juntas del año 1713 resolvieron que el
-escudo y sello de la Academia, que con tanto acierto, y tan patriótico
-interés acababan de fundar, había de tener por cifra _Limpia, fija
-y da esplendor_, hubieron de saber muy bien lo que se hacían.
-Veamos si llegamos nosotros también á saberlo. Toda _cifra_ pide se
-_des-cifre_. El crisol puesto al fuego alude, dice la primera edición
-del Diccionario (p. XIII) «á que en el metal se representan las voces,
-y en el fuego el trabajo de la Academia, que reduciéndolas al crisol
-de su examen, las limpia, purifica y da esplendor, quedando sólo la
-operación de fijar, que únicamente se consigue apartando de las llamas
-el crisol y las voces del examen». El crisol es, pues, el examen
-académico. Pero para que el crisol sea bueno, por lo menos es menester
-que sea _de barro muy refractario_: lo cual en nuestro caso entiendo
-que debe ser la fijeza y estabilidad de principios á que atenerse
-para juzgar y examinar los vocablos. Sin principios fijos el juicio
-no puede ser certero: quiébrase el crisol, y la materia fundida se
-derrama sin limpiarse el buen metal ni separarse de su escoria. Pues
-bien: la pronunciación vulgar va por un lado, la erudita por otro. El
-pueblo conserva sus vocablos pronunciándolos como los pronunciaron los
-antiguos españoles ó con las modificaciones debidas á la evolución
-lenta y natural; los eruditos de un golpe, sin encomendarse á Dios
-ni al diablo, sino todo lo demás al _Dius Fidius_ de los _Quirites_,
-quitan ó ponen letras, admitiendo nuevos fonemas que riñen batalla
-campal en labios del desdichado labriego que se ve precisado á
-emplearlos. Luego, no hay principios, á no ser que se tengan por
-tales los del fonetismo latino, que caen tan bien al castellano como
-el traje romano al que dijimos se fuera á tomar el fresco un rato
-por la Puerta del Sol. No les bastará, pues, la mejor intención del
-mundo á los Sres. Académicos para que á lo mejor de la función no se
-les quiebre el cacharro entre las manos. Por sabios, discretos y bien
-intencionados que sean (¿y quién pondrá peros á los mejores hablistas
-castellanos?), tienen que volverse á sus casas sin haber limpiado dos
-adarmes de idioma castellano. ¿Qué digo? Sin haber logrado llegar á
-la indispensable fusión: porque faltó cacharro. Aquí sí que viene de
-perillas aquello de que _No se quiebra por delgado, sino por gordo y
-mal hilado_, que reza su Diccionario. Lo primero es lo primero, es
-decir, los principios, que lleven en una ú otra dirección el juicio de
-los examinadores.
-
-Abro la última edición, en la página 370 leo: «_Dotor_, m. ant.
-_Doctor_. _Dotrina_, f. ant. _Doctrina_. _Dotrinar_, a. ant.
-_Doctrinar_». En la primera edición aquellos insignes Académicos
-pusieron _dotor_, _dotrina_, y no como anticuados, pues así lo
-pronunciaban ellos y el pueblo y así lo habían pronunciado y escrito
-los clásicos. Cierro para hacerme cruces con calma y espacio, y ¡para
-mi santiguada! me digo y pregunto: _dotrino_ no lo hallo, y á buen
-seguro lo habrán dicho bastantes veces todos los Sres. Académicos; y
-al volver de la primera esquina oirán, aunque no sea á Luis Taboada:
-_chica, voy en casa del Dotor_. ¿Por qué se han dejado _dotrino_ en el
-tintero y han anticuado los Académicos esos nombres que se oyen á cada
-paso? ¿Por creer que así limpiaban el castellano, convirtiéndolo en
-latín? No, porque se les quebró el cacharro, y esos nombres, que sin
-duda les había tocado estar en él, se derramaron por las calles.
-
-En la misma página: «_Doy_ (Contracc. de _de hoy_), adv. t. ant. De
-hoy, desde hoy». No es antiguo. En el habla vulgar se evitan este y
-otros hiatus. Sólo que los antiguos escribían como hablaban, que es lo
-que dicen se debe hacer, nada menos que Valdés y Nebrija y... todos los
-Académicos; y hoy queremos inventar una nueva lengua cuando escribimos,
-lengua que bien pudiéramos llamar _culta-latiniparla_, ya que no
-podamos llamarla española, por el hecho de apartarnos en ella del habla
-de los españoles.
-
-No exagero: en toda la página siguiente (371) no hay más que una
-palabra de uso vulgar, _dragón_. Lo cual no quiere decir que se
-hayan de borrar las demás del Diccionario. El habla, como todos los
-organismos, necesita alimentarse durante su vida, el neologismo y el
-arcaísmo son condiciones indispensables de su existencia, son los
-materiales de su asimilación y desasimilación. Pero si el vegetal se
-mantiene de principios minerales y el animal de vegetales, el lenguaje
-tiene su mantenimiento apropiado, cada cual el suyo. Los términos antes
-de asimilárselos cada idioma los digiere dándoles el colorido fonético
-que le es propio. _Doctor_, _doctrina_ son indigestos; _dotor_,
-_dotrina_ dijeron y escribieron todos nuestros autores que tenían uso
-de razón y dice todo español que no ha sido tocado de esta enfermedad
-ya endémica. Claro está que _doctor_ y _doctrina_ diré y escribiré yo,
-como todo el que hoy escribe y habla cultamente. Pero convengamos en
-que los que trajeron esta epidemia, hoy convertida en endemia, hicieron
-mucho daño, puesto que dividieron en dos el idioma antes único, lo
-partieron por el eje. Los sabios Académicos ¿qué habrán de decidir
-entre tan encontrados principios? Atenerse á lo que yo, á lo culto y
-poner un _anticuado_ á lo que no lo es. Esto significa más de lo que
-parece: es matar oficialmente, no sólo cuatro palabras, _dotrino_, que
-se omite, y _dotor_, _dotrina_, _dotrinar_, que se jubilan, sino el
-fonetismo castellano que es evitar _ct_. Y como el que á hierro mata á
-hierro muere, al portarse así con indefensos individuos, aunque sean
-golfos sin hogar lujoso y culto, se dan muerte á sí mismos: desechan
-ese principio fonético que les serviría para limpiar, fijar y dar
-esplendor, y se hallan metidos de cabeza en medio de un Babel: nosotros
-diremos _doctor_, el pueblo dirá _dotor_, pese á quien pese, y pueblo y
-nosotros diremos _dotrino_. Eso no es fijar, sino poner en danza unas
-y otras variantes; no es limpiar, sino revolver el cotarro; no es dar
-esplendor, sino oscuridad y vaguedad al idioma.
-
-La primera edición del Diccionario dice que uno de los capítulos de su
-plan era «desterrar las voces nuevas, inventadas sin prudente elección,
-y restituir las antiguas, con su propiedad, hermosura y sonido mejor
-que las subrayadas: como por _inspeccionar_, _averiguar_». Nuevo
-es _inspeccionar_, como todos los que comienzan por la preposición
-_in_, que en castellano se hizo _en_, _an_, _añadir_ de _inaddere_,
-_entender_ de _intendere_, _antruejo_ de _introitus_, _amparar_ por
-_imparar_. Ese amontonamiento de consonantes en _inspeccionar_, tan
-parecido al de _doctor_, pugna con la sonoridad propia y natural que
-distingue al castellano entre todas las lenguas de Europa. Y esa
-sonoridad no es hija de la reacción latina, sino del fonetismo vulgar.
-Entre esas dos tendencias ¿á cuál nos atendremos? Á la más bárbara. Hoy
-todo el mundo progresa, que es una barbaridad.
-
-La Academia Española no pudo mostrarse más modesta, discreta y avisada
-en esta solemne declaración. «El poner estas autoridades (en el
-Diccionario) pareció necesario, porque deseando limpiar, purificar y
-fijar la lengua, es obligación precisa que la Academia califique la
-voz...: pues con este método muestra la moderación con que procede,
-y desvanece las inventadas objeciones de querer constituirse maestra
-de la lengua...: que la Academia no es maestra, ni maestros los
-Académicos, sino jueces...; sólo da censura á las que por anticuadas,
-nuevas, supérfluas, ó bárbaras la necesitan». ¿_Dotor_ es palabra
-anticuada? Ya hemos visto que no. ¿_Doctor_ es nueva? Por lo menos
-para el pueblo, _penes quem_..., y para nuestros clásicos, que decían
-_dotor_. ¿Es _doctor_ supérflua? Supongo que sí, habiendo _dotor_.
-¿Es bárbara? Sí, aunque sea muy romana, y por el mismo caso de serlo.
-Bárbaro no es lo no latino, sino lo no idiomático en cada lengua.
-Barbarismo sería decir en castellano _collocare_ por _colgar_, como
-decir en latín _colgar_ por _collocare_. No hay, pues, reglas fijas.
-Repito que el cacharro se quiebra, y los Académicos no pueden limpiar
-ni fijar nada, mientras no desechemos esas prevenciones añejas, y
-estudiando bien el ingenio del castellano tengamos principios ciertos á
-que bandearnos.
-
-¿Qué ingenio es ese del castellano? Si aquellos primeros Académicos,
-á pesar de su autorizado saber y juicioso aviso, declaran que no son
-maestros, menos lo soy yo. Ni es fácil, por lo demás, declararlo en
-unos artículos. Con todo, algo pudiera apuntar escudriñando y poniendo
-en claro esa misma pronunciación vulgar tan menospreciada. Si la
-sangre popular dicen los sociólogos que es la que renueva y vigoriza
-siempre la masa gastada de las clases altas, los lingüistas por su
-parte afirman que el habla popular ha de llevar siempre nueva vida,
-nuevos bríos, al lenguaje erudito y literario, so pena de quedar éste
-convertido en una lengua muerta entre los papeles de los literatos. Tal
-sucedió al griego y al latín clásicos desde el momento que dejaron de
-arraigar en los dialectos vulgares, y tal sucedería á nuestra lengua,
-si fuera creciendo esa divergencia entre el lenguaje escrito y el habla
-del pueblo español.
-
-
- [Ilustración]
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- LOS ORÍGENES DE LA LENGUA CASTELLANA SEGÚN UN LIBRO RECIENTE
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-_La Gramática y Vocabulario de las obras de Gonzalo de Berceo_, obra
-premiada en público certamen por la Real Academia Española, acaba de
-salir publicada á sus expensas. Su autor, D. Rufino Lanchetas, no ha
-menester nuevos elogios. Bien conocido como uno de los buenos filólogos
-españoles, y como el que mejor ha comprendido la fonética del verbo
-castellano, en esta monumental obra de 1.042 páginas ha vertido todos
-sus conocimientos y erudición lingüística acerca de las evoluciones de
-nuestra lengua.
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-No conociéndose los códices manuscritos que tuvieron á la vista el P.
-Sarmiento y D. Tomás Sánchez, y no habiéndose hecho la edición crítica
-de las obras del poeta riojano, trabajo indispensable que debiera haber
-precedido al de su estudio lingüístico, ha debido acogerse á las
-tres conocidas colecciones de los Sres. D. Tomás Sánchez, don Eugenio
-de Ochoa y D. Florencio Janer y á otras obras particulares por otros
-publicadas, llenando en cuanto ha podido esta falta de texto crítico y
-depurado con los conocimientos teológicos y bíblicos necesarios para
-interpretar á un poeta erudito-religioso, que en medio de las guerras
-y glorias nacionales de su época no salió de su rincón de la Rioja,
-tratando con los monjes como uno de ellos, aunque sólo fuera sacerdote
-seglar, y ocupado solamente en cantar el sentimiento religioso por sus
-dos caras, positiva ó del bien, y negativa ó del mal, de la gracia y
-del pecado, del cielo y del infierno. Pero, en lo literario, nos ha
-dado á conocer á Berceo D. Marcelino Menéndez y Pelayo en el tomo II su
-Antología de poetas líricos castellanos tan cumplidamente, que en pocas
-páginas al poeta castellano más antiguo que conocemos nos lo ha hecho
-ya familiar y agradable por la suavidad y delicada unción mística, por
-el realismo de la narración, por el candor del estilo, no exento de
-cierta socarronería é inocente malicia, y por la armonía con que supo
-combinar y disponer las palabras de su lengua, como dijo Puymaigre.
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-Lanchetas se ha ceñido á la parte lingüística. Para mí, lo más
-original, fuera de las doctrinas que ya conocíamos por su tratado del
-Verbo castellano, es el Apéndice que versa sobre la versificación de
-Berceo. Parece que para los postres ha querido reservarnos el mejor
-plato. El asunto es difícil y cuya solución nunca podrá pasar las
-lindes de cierta probabilidad; pero creo que el autor, enterado, como
-pocos en España, en los secretos de la Métrica antigua, y encariñado
-con esta cuestión, la ha aclarado cual ninguno. No hay que pensar en
-el pentámetro al querer buscar el origen del alejandrino. De ritmo
-dactílico, por su naturaleza y origen, puesto que derivó del epos ó
-exámetro, este metro exigía necesariamente la base de la versificación
-antigua, la cantidad prosódica. No sé cómo Sánchez, Amador de los
-Ríos y Revilla pensaron y se detuvieron en él. El dímetro yámbico
-cataléctico, compuesto de dos dipodias yámbicas, la segunda incompleta,
-con los golpes fuertes propios de los yambos en la segunda parte de
-cada uno de los pies, y precediendo el golpe más fuerte al que lo es
-menos, fué muy usado en los himnos eclesiásticos, por ser de los que
-mejor se acomodaban al principio de la nueva versificación, basada
-solamente en el acento espiratorio. Reunidos de dos en dos estos
-dímetros yámbicos, que rimaban por pares como el romance, es decir, que
-eran versos heptasílabos de rima consonante alternada en los pares,
-resultó la serie de alejandrinos. Desdoblando un cuarteto alejandrino,
-resulta, por el contrario, una octavilla de rima consonante en los
-pares:
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- Dabán olór sabéio
- Las flóres bién oliéntes.
- Refréscabán en ómne
- Las cáras é las miéntes.
- Manában cáda cánto
- Fuentés clarás caliéntes,
- En véranó bien frías,
- En yviernó caliéntes, (_Milagros_, 3).
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-Compárese ahora con el Θέλω λέγειν 'Aτρείδας | Θέλω δε Κἁδμον ᾅδειν en
-dímetro yámbico cataléctico de la conocida anacreóntica, y con el himno
-_ante Somnum_ de nuestro Prudencio:
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- Adés Patér supréme
- Quem némo vídit únquam,
- Patrísque sérmo Chríste,
- Et Spíritús benígne.
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-Los hemistiquios esdrújulos alejandrinos corresponden naturalmente
-al dímetro yámbico acataléctico completo: «El fruto de los árboles»
-(_Mil._, 15), y «A sólis órtu cárdine» (Himno de la Virgen). El
-paralelismo no puede estar más claro. Lanchetas ha desenvuelto, pues, y
-redondeado la doctrina ya emitida por Bello y Benot, y la ha declarado
-con todo el aparato de la técnica métrica de Christ (_Metrik d. Griech.
-und Römer_).
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-Este autor emplea el término griego θέσις en el sentido etimológico en
-que lo emplearon los griegos, en el de golpe fuerte, que correspondía
-al bajar de la batuta ó dar un golpe con el pie en el suelo, conforme
-al tecnicismo de la música y de la orquéstrica, de donde tomaron sus
-términos los poetas. Lanchetas llama á ese golpe fuerte _arsis_,
-siguiendo á Bentley y Hermann, que lo tomaron de los gramáticos latinos
-posteriores (S. ISIDORO, _Orig._, I, 16), los cuales confundieron
-los dos vocablos _arsis_ y _thesis_, dándoles opuesta significación
-á la que entre los griegos habían tenido. Es lo único que tengo que
-advertir, además de los dos deslices siguientes que noto en este
-apéndice. En el final del verso, dice en la página 1.027, está la norma
-de nuestra versificación, «así como el de la metrificación clásica
-estaba _en el comienzo de ellos_» (de los versos). Y en el final,
-que es el que daba precisamente el tono. En la página 1.038 dice que
-el pentámetro «pasó de Grecia á Roma, donde se le usó también con el
-exámetro, pero destinado casi exclusivamente á los asuntos de carácter
-triste. De aquí el llamarlo también _pentámetro elegíaco_». Este nombre
-viene de elegos, que era el propio del dístico, compuesto de exámetro y
-pentámetro, fuera del cual nunca se empleó. Por lo demás, el _elegos_
-se usó en todo linaje de poesías, que nada tenían de tristes, tanto en
-Grecia como en Roma.
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-Del Vocabulario, lo que podemos decir es, que para los estudios
-lingüísticos del castellano nos hacía muchísima falta; bastantes
-etimologías habría que corregir; pero, por no entrar ahora en
-menudencias, lo dejaré para hacerlo en otra ocasión. Tampoco me
-detendré en particularidades tocantes al estudio gramatical del autor.
-Sólo sí me parece debo hacer notar algunos conceptos poco apurados
-vertidos en la Fonología, por ser de consecuencia y tocar al método.
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-El que mira una lengua extraña al través de un Diccionario y de una
-Gramática, natural es que se forme un concepto inexacto de esa lengua.
-El tal Diccionario es para él un almacén donde se guardan los términos;
-y la Gramática, un inventario donde, por orden de clases, se describen
-las particularidades de los mismos términos; esa lengua es una
-colección de objetos, determinados en número, hechos y acabados, que
-no admiten retoque. Semejante concepto del lenguaje es, sencillamente,
-una niñería. Un idioma no es más que un conjunto de temas y de sufijos;
-pero la infinidad de combinaciones de estos elementos no está ya hecha
-de una vez. El pueblo que lo habla lleva en su cabeza tantos conceptos
-generales como son esos temas, y tantas clases de relaciones como son
-esos sufijos; pero de la combinación de esos conceptos entre sí, y
-de esas relaciones entre sí, y de esos conceptos con esas relaciones
-surge un mundo ideal sin riberas, al cual responde otro mundo fónico
-tan sin cabo de vocablos que, al brotar cada nuevo concepto, lo viste
-de una forma sonora, resultando una nueva palabra, una nueva frase.
-Es, pues, el idioma, no un almacén de cosas contadas é inventariadas,
-sino una herramienta que puede fabricar, ó un campo que puede dar de
-sí cuanto necesite la mente. Es tan imposible que en un Diccionario
-puedan inventariarse todas las palabras, como que puedan almacenarse en
-un lugar, por grande que se le suponga, los géneros que pueden salir
-de una fábrica bien organizada. Además, renovándose las ideas de la
-sociedad continuamente, á la continua se renuevan las calidades de esos
-géneros.
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-Por eso, ó yo no entiendo este párrafo de Lanchetas, ó la idea que él
-tiene del lenguaje no es la que acabo de exponer. «Berceo floreció,
-dice, en un tiempo en que la lengua castellana no tenía para las
-transformaciones más freno que el de la comprensión de los que con él
-hablaban la misma lengua»; de donde infiere un dualismo lingüístico en
-el poeta riojano. Ese único freno de la comprensión, si freno ha de
-llamarse, lo ha habido siempre en el habla, sin que empezca para que
-los idiomas sean algo uno y bien trabado, sin esa dualidad lingüística,
-un verdadero sistema fónico.
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-Yo veo en esas palabras el efecto de otra ilusión óptica del que mira
-el castellano antiguo como algo ya muerto, y lo coteja con el actual.
-Parécele que aquellos sufijos y aquellas formas, que hoy no tienen ya
-vida, eran como dañinos chupones en el tronco, que una Academia hubiera
-podido y debido podar. Los fenómenos lingüísticos del castellano de
-entonces, por no parecerse á los del actual, se le antojan como sin
-norma ni principios, cual excrescencias irregulares. Es otra ilusión:
-ésos son géneros que producía en aquel momento histórico la misma
-fábrica que hoy produce los que nos parecen más regularizados. No es
-mucho extrañemos los trajes y modas pasadas; pero lo mismo extrañarán
-mañana los de hoy nuestros nietos. Ni en Berceo ni en el habla vulgar
-de su tiempo se dió tal dualismo lingüístico; el que sí se dió y se
-da hoy es el apuntado después por el Sr. Lanchetas, y que el mismo
-Berceo da bien á entender: el del habla erudita, tomada del latín,
-que contrasta con el habla vulgar. Pero aquella habla vulgar, como la
-de hoy, créame Lanchetas que era muy regular, y tan sistemática en
-sus principios como cualquier otro idioma. Los dialectos literarios
-y eruditos, que en parte arraigan en el habla vulgar y en parte se
-les estira hacia otra lengua, como el castellano escrito hacia el
-latín, ésos son los que llevan en su seno la dualidad lingüística, la
-disparidad de tendencias, la hibridez de sistemas.
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-No hay que darle vueltas: el hombre es una gran cosa, sus obras son
-una grandísima cosa, pero la naturaleza es algo más grandísima cosa.
-Todo lo artificial es un juguete que remeda toscamente, y hasta de una
-manera visible, como un muñeco, á la naturaleza; y el habla natural es
-el habla del pueblo, y los muñecos que la remedan, todos esos pegotes
-de la erudición.
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-Es que se considera el idioma cual si fuera un artificio tan hechizo
-como la Literatura, distando de ella cien leguas. La Literatura, hablo
-de la erudita, como la Pintura y todas las demás artes, son, al fin
-y al cabo, muñecos, bebés, carrillos, toros, caballos de cartón, de
-madera, de cualquier otra cosa, menos de carne y hueso. Á la verdad que
-son juguetes de personas de edad, con los que muy honestamente podemos
-entretenernos. Pero no por eso hemos de parear, y aun preferir, los
-cartones pintados, los ojos de vidrio y aun el serrín embutido en el
-bebé, á un angelito que sola la naturaleza supo fraguar en el seno de
-una inconsciente é ignorante mujer. Sólo que, como cada cual alaba sus
-agujetas, desde que hay hombres, con todas sus necedades metidas en
-el cuerpo, se han forjado la candorosa opinión de que los muñecos que
-él se fabrica para su honesto solaz ó para sus apremiantes menesteres
-son más hermosos y acabados que los de la madre naturaleza. Por eso
-llama artes, cultura, civilización, progreso, á esos juguetes y á su
-manufactura, dejando para los salvajes primitivos el cielo estrellado y
-los prados vestidos de verdura. El niño se regocija y embebece con un
-caballo de cartón y se estremece ante un caballo que, sin darle cuerda,
-puede y sabe relinchar; la niña besuquea un burujo de trapos pintados y
-riñe con su hermanito chiquito. El habla vulgar es la expresión natural
-en la que vierte un pueblo sus ideas; el habla erudita, en cuanto de
-esa habla vulgar se aparta, son trapos y cintajos con los que, por
-un pudor mal entendido, queremos encubrir la belleza natural de las
-formas. Otrosí: el _cake-walk_ parece tan saleroso y bonito danzado
-por estirados ingleses, como el latín que han traído los eruditos,
-pronunciado por un manchego. Pero quede aquí esta digresión.
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-Es un crasísimo error el creer que las lenguas tienen un período de
-formación en el que domina la anarquía; otro de perfección, y otro de
-caduca vejez. En cualquier momento histórico que se le considere, un
-idioma es un sistema único y, por consiguiente, acabado en su género;
-un instrumento de expresión no sistematizado, sino en plena anarquía,
-no ha existido jamás, porque no serviría para el caso, y porque el
-idioma no es una mesa que los bárbaros del Norte puedan desvencijar de
-un par de hachazos y dejarla coja; sino un instrumento de expresión que
-va evolucionando en mejor ó peor dirección, pero que está sistematizado
-y organizado en todas sus piezas, en cualquier momento histórico
-que se considere. Mirándolo en aquel momento hacia atrás, parece que
-aún se hallaba informe y sin acabar, y para cada época el idioma en
-las épocas precedentes se halla en vías de formación. De ahí todos
-esos epítetos que se derrochan contra las antiguas maneras de ser del
-idioma: Cicerón llamaba informe, bronco y rudo al latín de Enio; León
-lo repetía respecto del castellano del siglo XIV; Salvá respecto del
-del siglo XVI y XVII, y en el siglo XXI lo repetirán de
-nuestro castellano de hoy. Son ilusiones. Claro es que cada estado
-del idioma es preparación para los que le han de seguir, y en este
-supuesto puede decirse que se halla en un estado informe; pero tan
-acabado está en una época como en otra. Algo de esto parece tenía en
-la cabeza Lanchetas, cuando en la página 34, al describir la historia
-del castellano, llama á sus tres períodos _Morfológico_, en el cual se
-forma; de _Perfeccionamiento fonético_, y de _Fijación_. Lo más chusco
-en esta clasificación falsa, si las ideas anteriores no lo son, está
-en ese último término de _Fijación_. Ni el castellano ni ningún otro
-idioma llega á _fijarse_ jamás; el día que se plante, es porque hay que
-cantarle sin remedio el _gori, gori_.
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-Otra ilusión todavía más generalizada, á pesar de ser más tonta. Por
-no haberse escrito en castellano hasta la época en que aparece el
-Poema del Cid, hay quien tiene la candidez de creer que el castellano
-no había nacido hasta entonces, y todo lo más se le concede un siglo
-atrás para que pudiera formarse. Y en esa candidez han caído nada menos
-que nuestros mayores eruditos; no hay para qué citar nombres. Como si
-la Literatura naciera con el idioma, ó no hubiera más idioma que el
-escrito. «Al primero (período), aunque no tiene comienzo bien definido,
-puede señalarse para su desarrollo la invasión de los bárbaros del
-Norte, y con especialidad el siglo VIII, que coincide con la venida de
-los árabes á España y la gran decadencia en la antigua cultura, y su
-término puede fijarse provisionalmente en el Poema del Cid». ¿No hay
-alguna punta de esa candidez en fijar estos dos mojones?
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-Para cuando vinieron los bárbaros, el castellano era ya tan buen
-mozo, que no le tocaron los nuevos huéspedes ni un pelo de la
-barba. De haberse formado el castellano por efecto de aquel choque,
-hubiera tomado no pocos elementos germánicos, y no ha tomado ni uno
-morfológico, y sólo cuatro términos, tan cuatro y contados, que tiene
-más del inglés que no del godo cogidos entonces. Menos me explico el
-segundo mojón, si no es por confundir el habla con la escritura. El
-tercero nos lo planta el año 1492, fecha en que se publicó la Gramática
-de Nebrija. Pero una golondrina, digo una Gramática, aunque sea la del
-más alto y esclarecido lingüista que ha producido España, como para
-mí lo es Nebrija, no hace verano. Precisamente el fonetismo castellano
-había de dar un vuelco tremendo desde Nebrija hasta principios del
-siglo XVII. El mojón había que ponerlo donde el vuelco se dió; y como
-las lenguas tardan años y años en dar un cuarto de vuelta para ese
-vuelco, el mayor que ha dado el fonetismo castellano durante toda su
-vida, necesitó nuestra lengua un siglo, años más, años menos: el mojón
-es todo el siglo XVI, pero no la época de Nebrija, en la que siguió el
-fonetismo antiguo.
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-«En el período morfológico, es decir, desde el siglo VIII, continúa
-diciendo Lanchetas, se consuma todo lo más esencial de nuestras
-flexiones; en él se transforma la declinación sintética y pospositiva
-en perifrástica y prepositiva». Con perdón de mi buen amigo, esa
-trasformación hacía tiempo se había ya verificado, como que se ve
-la enfermedad (y no ya los síntomas, que están en el antiquísimo
-uso de las preposiciones) desde que se conocen documentos del latín
-vulgar, y en la época del Imperio ya éste había sustituído los casos
-por preposiciones. «Se pierde la pasiva sintética y se uniforma,
-haciéndose toda ella perifrástica; desaparecen los deponentes, se
-pierden ciertos tiempos de la conjugación activa, y se crean dos nuevos
-futuros». Todo eso se ve ya iniciado hasta en los autores clásicos,
-y ya existía en el latín hablado de la época imperial, á pesar de
-la reacción que el lenguaje literario y oficial ejerció por entonces
-sobre el vulgar latino, del cual nacieron los romances. El día en que
-se disolvió el Imperio quedaba ya deshecho el latín, y de muy atrás
-habían comenzado á evolucionar las románicas, sobre todo el castellano,
-que fué de las primeras y que con el sardo conserva huellas del latín
-vulgar republicano, anterior á la formación de las otras románicas. El
-castellano puede asegurarse que nació y pudo bautizársele con su nombre
-de pila desde el primer momento en que el habla de los conquistadores
-pasó á labios de españoles de pura raza. Cuanto á la pérdida de la
-cantidad y al cambio del acento musical en respiratorio, es un fenómeno
-de la época imperial, y en España yo tengo para mí que jamás los
-españoles distinguieron las largas de las breves ni salmodiaron el
-latín. Los cambios de _ŏ_ breve acentuada en _uo_, _ue_, y de _ĕ_ breve
-acentuada en _ie_, son tan antiguos como nuestro romance, pues sería
-casualidad se hubieran formado tales diptongos en las vocales _o_, _e_,
-que habían sido breves en otro tiempo y que ya no se oían como tales.
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-Los fenómenos de asimilación y disimilación en vocales y consonantes
-fueron, realmente, efecto posterior de la eufonía castellana; pero
-las trasformaciones fónicas esenciales son tan antiguas como el
-castellano, el cual nació bastante antes de los siglos VIII y VII.
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-«El tercer período, dice, viene á ser como una especie de
-estacionamiento fonético y formal». ¿Es decir, que desde la Gramática
-de Nebrija ya no ha habido evolución fonética? Pues desde entonces
-hasta los comienzos del siglo XVII es cuando la hubo más pujante y
-extraordinaria que nunca, ya que varios sonidos, que Nebrija describe
-en su _Ortografía_, se perdieron, naciendo otros que él no conoció. Me
-refiero á los sonidos antiguos _ç_, _z_, _x_, _g_=_i_, y á los modernos
-_z_, _j_. Hoy no tenemos el fonetismo de principios del siglo XVI; de
-modo que no es exacto el que «los elementos que en el período anterior
-no terminaron su evolución fonética, por regla general quedaron fijos
-y estacionados, y hoy se hallan regularmente con poca diferencia de
-lo que eran cuando penetraron en el siglo XVI». Precisamente los
-cuatro fonemas indicados comenzaron entonces á perderse, originando
-otros dos nuevos, y _h_, _f_, ó _ff_, que hasta entonces sonaban como
-una aspiración que nada tenía de dental ni de labial, se cambiaron de
-suerte que _h_ ya nada sonó, y _f_, _ff_ sonó como labio-dental por
-influjo erudito del Renacimiento. No era nada lo del ojo y... _los_
-traía en la mano.
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-Al hablar de la analogía, vuelve el autor á su idea sobre el origen del
-castellano: «sin la barbarie de la Edad Media, las lenguas románicas
-son inconcebibles». Trae como ejemplo de la analogía la formación
-del pretérito en _i_ conforme al tipo de _partivi_, _partí_, y cree
-encontrar en los documentos latinos de los siglos XI y XII esa
-trasformación: _cadierit_, por _ceciderit_; _poterit_, por _potuerit_;
-_morierit_, por _mortuus fuerit_; _perdissent_, por _perdidissent_;
-_sequire_, por _sequi_, etc. «Todo lo cual prueba que en las diferentes
-regiones de España, como si obedeciesen á una consigna, todos iban
-uniformando los perfectos y otras formas del verbo». Pero ese ¿era el
-castellano que se iba formando y uniformando? De aquella época tenemos
-nada menos que las Partidas y Berceo y el Cid, donde el castellano es
-castellano; eso es mal latín. La única consigna á que obedecían en
-toda España era la de no saber bien latín; y como lo que sabían era el
-castellano, escribían el latín castellanizándolo. El _sequire_ estaba
-calcado en _seguir_; _sequire_ no era del castellano; _cadierit_,
-_poterit_, _morierit_, ni las demás en _erit_, fueron jamás formas
-románicas, sino del latín clásico, que es lo que pretendían escribir
-los que tal escribieron; sino que no lo sabían bien. No es que iban
-todos á una unificando los perfectos castellanos; sino que, no sabiendo
-latín, al escribirlo les reteñía dentro de los cascos su román
-paladino, y les salía un latín romanceado.
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-En la _Fonología_ es sensible que el señor Lanchetas, dejada la
-doctrina corriente del timbre en las vocales latino-vulgares,
-continuación de la cantidad clásica, quiera explicar el vocalismo
-castellano por el acento, y acento latino. No encuentro pruebas
-suficientes para apoyar este nuevo método. «La o tónica latina, por
-regla general, se ha conservado», dice en la ley 2.ª, y en la 3.ª: «la
-_o_ tónica latina se transforma en _ue_ en gran multitud de palabras».
-Como se ve, ambas reglas pugnan entre sí. «_Puente_, _ruego_, tienen
-_ue_, por ser tónica latina la _o_ de _pontem_, _rogo_». Pues tan
-tónica latina era en _pontarrón_ y _rogar_, y no se ha diptongado.
-Es que aquí no se trata de la tónica latina, sino de la tónica
-_castellana_, y la ley debe formularse así: «Toda _ŏ_ abierta del latín
-vulgar, ó breve del literario, cuando en castellano lleva acento, se
-abre en _ue_; y no se abre, cuando no lleva acento». La pugna entre
-las dos leyes de Lanchetas queda disuelta con esta ley: «Toda _ŏ_
-cerrada del latín vulgar, ó larga del literario, cuando en castellano
-lleva acento, permanece como _o_». Como se ve, todo pende del acento
-castellano (que de ordinario conviene con el latino) y de la cantidad
-latina de la vocal en el literario, ó del timbre correspondiente
-en el vulgar. El acento latino no es la madre del cordero; es una
-tatarabuela, en cuanto que originó el acento castellano, y éste es uno
-de los factores que producen ese cambio fónico.
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-Apártase luego Lanchetas de Meyer y Cornu en creer que _uo_ no fué el
-paso de _o_ á _ue_. El problema no es tan evidente como el anterior,
-pero no veo fuerza alguna en los argumentos de Lanchetas, los cuales
-prescinden, y aun se oponen, á la evolución de _e_ en _ie_. Ahora
-bien: _o_ en _ue_, y _e_ en _ie_, son dos fenómenos paralelos que
-hay que explicar á la vez. Así como _e_ se abre en _ie_ con la _i_
-próxima en la serie natural _u o a e i_, así _o_ en _ue_ no debió
-abrirse sino por intermedio del _uo_ con la _u_ próxima. Y de
-hecho _uo_ existe en la mayor parte de las románicas: en italiano
-_nuovo_-_nuevo_, _duolo_-_duelo_; en francés, antes del siglo XI,
-_buona_, _duol_ (_Sta. Eulalia_ y _S. Léger_), y después de principios
-del siglo XI _ue_, _avuec_, _duel_ (_S. Alexis_); en León y Asturias,
-_uortu_-_huerto_, _tuorto_-_tuerto_. En cambio, ¿en qué se funda el
-que _o_ se hiciera _oe_ de repente, tomando una _e_ que no tiene
-razón de ser, y luego _ue_? Ese _boeno_ que habrá oído, es el _bueno_
-descuidado; _moete_ es el _mocete_, empleado juntamente con _moete_ en
-Navarra. Hay más; el paso de _o_ á _uo_ y de _e_ á _ie_ es el único
-explicable fisiológicamente. ¿Por qué _fĭde_ da _fe_ y _pĕde_ da _pié_?
-Por la acentuación intensiva la duración de la vocal es doble, y la
-_e_ abierta latina de _pĕde_ da _pèède_; pero, obrando la refracción
-de vocales, la primera parte de esa vocal tiene un timbre cerrado; la
-segunda, que es la más intensa, un timbre abierto, resultando _piède_.
-Al revés, en _fe_, de _fĭde_, con el acento suena _fééde_, cuya _é_ es
-cerrada, pasándose del timbre más abierto al más cerrado, y resulta
-_fe_ con _e_ cerrada. Lo mismo de _bóno_, _bòòno_, por refracción
-_buono_; mientras que _bŭcca_ da _bóóca_, _bóca_. La acentuación alarga
-la vocal; y si ésta es abierta, su articulación comienza cerrada para
-abrirse en la segunda parte de la duración, que es la más intensa; si
-es cerrada, comienza abierta para cerrarse en la segunda parte. De esta
-manera, las dos leyes opuestas de la _o_ y las otras dos de la _e_, «la
-_é_ tónica latina se conserva con mucha frecuencia», y «la _é_ tónica
-latina se transforma en _ie_ en muchísimas palabras», quedan reducidas
-á una: «Las _o_, _e_ breves, al llevar el acento castellano, se abren
-en _ue_, _ie_, y no cambian cuando desaparece el acento; y las _o_, _e_
-largas subsisten».
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-Pero estos y otros pequeños lunares, efecto de no haber modificado
-algunas ideas desde que publicó su obra acerca del verbo castellano,
-en nada amenguan el mérito principal del concienzudo trabajo del Sr.
-Lanchetas. Él solo sabrá apreciar debidamente el tiempo y las molestias
-que le habrá costado entresacar, interpretar y ordenar cerca de 4.000
-palabras, estudiando las 100.000, poco más ó menos, de que constan las
-obras de Berceo. Los que nos dedicamos al estudio del castellano, no
-sólo tendremos que agradecerle los inmensos servicios que prestó á la
-Lingüística española con su estudio acerca del verbo, por el cual con
-toda justicia merece ser llamado el iniciador y maestro del romanismo
-en nuestra patria, sino que nos veremos con mucho gusto precisados á
-tenerle siempre en la memoria al acudir á ésta su nueva obra en busca
-de los imprescindibles datos que habremos de necesitar del más antiguo
-poeta español que conocemos.
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- [Ilustración]
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- LOS SIMBOLISTAS
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-No sé qué juveniles bríos llevan consigo las ideas nuevas, que remozan
-las más añosas osamentas y prenden fuego en el mismo hielo de la vejez.
-Testigos, las últimas Conferencias ó discusiones del Ateneo de Madrid.
-Las ideas eran viejas, pero acá en España, que caminamos tres leguas
-rezagados de Europa, eran como flamantes. Tampoco es un viejo helado,
-sino un manojo de nervios siempre recio y bullidor, el chispeante
-antiguo escritor Sr. Zahonero. Perdóneme si no le pongo entre la gente
-moza; pero el otro día se echó de encima cuarenta abriles como cuarenta
-soles. Lo que puso fuego á aquel que debiera ser severo areópago fué
-una idea, para acá nueva, la del simbolismo, lanzada á deshora por unos
-cuantos jóvenes, mal avenidos con el soñoliento tema que se ventilaba.
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-Pero ¿qué simbolismo es ese? Por de contado, el del Ateneo fué
-simbolismo español rabioso, simbolismo á raja tabla, á palo limpio.
-En España no hay simbolistas, y ya ni siquiera los hay en Francia.
-Lo que hay aquí es un montón de jóvenes muy estudiosos, de grandes
-arrestos, muy amigos de que se desestanque nuestra parada y caída
-literatura, que tienen sobrada razón de verla agonizar, muy aburridos
-de hallarse en plena Siberia entre literatos eminentes que fueron, pero
-que ya no tienen alientos ni ganas de renovarse ni de enterarse de
-lo que pasa al otro lado de los Pirineos. No es sino muy de loar que
-esos jóvenes se vayan en busca de vida literaria, fresca y flamante,
-adonde se barruntan que la han de hallar, siquiera hayan de atenerse á
-las revistas, y en vez de traernos un clavel esponjoso y lozano, nos
-regalen con un ramillete marchito y ya polvoriento.
-
-Confesemos que en Francia florece la literatura como nunca, y que
-en España andamos agotados ha tiempo. Será un florecimiento el
-francés, en el cual haya no poca hojarasca que barrer, mucha madera
-que pide hierro, hartas matas que no se harían á nuestro temple, á
-ser traspuestas en esta tierra de fuego y de hielos. Pero el hecho
-es que la lengua francesa, con su cortedad de doncella y su claridad
-de aguachirle, va soltándose de sus clásicas trabas y coloreándose
-con sus ingenios modernos, cuyo estilo se atilda, se robustece,
-cobra nervio, soltura y delicadeza cada día; mientras que nuestro
-lenguaje literario, como dice Navarro Ledesma, se va avejentando y
-convirtiéndose en ropa vieja, que no entalla al psicologismo moderno.
-No que el habla castellana no dé de sí para todas las delgadeces y
-honduras del pensar de hoy, pues les bastó á nuestros clásicos para
-hilar más alambicadas sutilezas y calar más adentro todavía de lo que
-se figuran los que no los conocen; sino que nuestra poltronería y
-descaecimiento rehuye el trabajo de darle nuevo temple y sacarle los
-aceros, engastando en él las modernas ideas y acomodándolo al pensar
-que muda en matices con los tiempos. Si el lenguaje literario no sigue
-de cerca al pensamiento, llega un día en que se queda atrás, porque el
-pensamiento adelanta á la continua y no sabe quedarse estancado. El
-anhelo de esos jóvenes es, por consiguiente, muy loable y merecedor
-de aplausos. Enséñeseles, norabuena, el camino, en vez de ponerles
-tropiezos y tirarles del faldón de la levita; hágaseles ver cómo se
-podrán naturalizar entre nosotros las ideas artísticas extranjeras,
-haciéndolas españolas; pero ahogar esos alientos y matar esas
-aspiraciones, eso jamás. Toda aspiración en un joven es un germen caído
-en tierra virgen, que el sol primaveral ha de fecundar, si extraños
-estorbos no le hacen sombra ó la sequedad de la tierra no lo agosta.
-No seré yo quien haga tan feo oficio; antes desearía contribuir á esa
-lozanía y pujanza, que me hace simpáticos á cuantos veo ganosos de
-aprender y hasta de enseñar y de crear tal vez antes de tiempo. Las
-obras magistrales, fruto son de los años y de la discreción, los únicos
-que maduran una doctrina y asientan las ideas en el cerebro después
-de cernerlas, apurarlas y acendrarlas poco á poco, para que puedan
-contrastar el embate de todas las pruebas y pasar á la posteridad.
-
-Pero si la rosa que aún no se ha abierto del todo, no ofrece en toda su
-galanura aquel rojo vivo que pintó el sol en sus pétalos, no por eso
-es menos agradable, antes más delicada, cuando saca su tímida cabecita
-de tierna niña del entreabierto capullo, y como avergonzada se para
-sonrosada y ligeramente ruborosa, con esos suaves matices que le dan
-mayor realce. ¿Que los jóvenes no han de crear una _Divina Comedia_ ó
-una _Iliada_? Dejadlos hacer, que siempre serán brotes naturales los
-que de ellos salgan, y si les falta el vivo carmín y el rico aroma de
-la rosa, tendrán en cambio el inmaculado candor y el encanto no buscado
-del capullo. En España no hay simbolistas á la francesa, ni los habrá
-nunca; pero esos jóvenes buscan algo, y el simbolismo, que hasta en
-Francia ya pasó de moda, encierra algo que no estará demás escudriñar y
-poner en claro. Hablemos, pues, del simbolismo y de los simbolistas.
-
- * * * * *
-
-«_Nombrar_ un objeto, es suprimir las tres cuartas partes del placer
-estético... _Sugerirlo_, tal es el ideal». He aquí la fórmula del
-simbolismo, si hemos de dar crédito á Stéphane Mallarmé, el jefe menos
-controvertido de la escuela. No sé si veré claro ó turbio, pero para mí
-esas palabras encierran no poca filosofía del arte y mucha filosofía
-del lenguaje. Lo primero lo dejo á los artistas filósofos; me atengo á
-lo segundo, que es de lo que se me entiende á mí algo. Bien que, si el
-fondo y la forma no son como el gabán y el sujeto que lo lleva, querer
-separar la filosofía del arte literario, de la filosofía de su material
-técnico, es querer dar mandobles contra entes de razón.
-
-Todo el mundo conoce la obra trascendental del Lombroso de la
-literatura, de Max Nordau. _Dégénérescence_ es un libro de clínica
-sociológica, que ha condensado los síntomas de la vida moderna.
-Su autor ha tomado el pulso á la sociedad actual, ha formulado el
-diagnóstico y redactado la correspondiente receta. Un siniestro
-movimiento de cabeza del Doctor hizo presagiar á los asistentes que
-la receta era una simple orden de trasladar al paciente á alguna casa
-de orates. Yo no juzgo el trabajo. Lo creo trascendental, admirable.
-Su autor tiene ojo médico en verdad. Pero todo libro que vale, y
-precisamente porque lleva una idea grande, anda á riesgo de exagerar
-en el desarrollo de la teoría que encierra. Yo hallo algo de exagerado
-en lo que atañe á los simbolistas. No es que los defienda en todo y
-por todo, ni mucho menos; pero ó la tinta del Doctor era demasiado
-negra, cuando escribió el capítulo III del libro II, tomo I, ó le
-había revuelto la bilis la caterva de Prerafaelitas que acababa de
-pasar unos momentos antes por delante de sus ojos. Lo cierto es que
-los presentimientos aciagos y los juicios pesimistas se le debieron de
-amontonar en las células grises y blancas de su doctoral cerebro, cual
-nubes borrascosas que estallan sin orden ni concierto. Y los míseros
-_hidropatos_ han tenido que aguantar el chubasco que les ha calado
-hasta los huesos y los ha dejado hechos una sopa.
-
-Por el pronto entran á formar parte del inmenso tropel de seres
-vivientes y semovientes, que Max Nordau ha calificado de _místicos_,
-y en el cual, dicho sea de paso, se ven revueltos y dándose codo con
-codo Mahoma con San Ignacio de Loyola, Baudelaire con Zola y con Santa
-Teresa de Jesús, Ibsen con Maeterlinck y con Nietzsche, Tolstoï con
-Wagner: todos son unos _degenerados_.
-
-La médula del simbolismo está en aquel _sugerir_, que á Max se le
-antoja quisicosa indescifrable: «le _suggérer_ voilà le rêve». Y
-Mallarmé lo comenta en estos términos, que nada tienen de oscuros ni de
-enigmáticos: «El empleo perfecto de este principio constituye todo el
-misterio del simbolismo: evocar poco á poco un objeto para manifestar
-el estado interior del alma, ó por el contrario, escoger un objeto y
-descubrir en él un estado del alma por una serie de desciframientos».
-No sólo me parece muy claro y muy bien dicho como clave del simbolismo,
-sino también como cifra de toda honda poesía y de todo el arte. ¿Qué es
-el arte sino un simbolismo, un modo de expresión por signos externos
-de un estado interno del alma? Desenvolver esta idea creo que es
-desenvolver el concepto del arte. Margarita, Fausto, Mefistófeles,
-son tres creaciones de Goethe, que si algo valen es porque son la
-expresión de tres mundos morales, que cuajaron en tres personalidades.
-¿Dicen algo esas personalidades? Esto equivale á preguntar si algo
-significan, expresan y simbolizan. El cielo, la lluvia, la tierra,
-son tres nombres: el arte los simbolizó en Zeus, Indra y Hera. Otras
-tres personalidades, producto de la Mitología, es decir, del arte
-popular, y tan artísticas como simbólicas, y que por ser simbólicas
-son artísticas. Muchos diablos han producido el arte popular y el arte
-literario. Si Mefistófeles los ha oscurecido á todos, es porque en la
-pujanza expresiva de su concepción Goethe los incorporó á todos ellos
-con todos sus cuernos, colas y artimañas en la plasticidad más saliente
-que pudo producir poeta alguno. La riqueza poética de un Fausto está
-en la condensación expresiva de toda una sociedad incrédula. Ese
-Fausto, de hecho y en realidad de verdad, no es más que un montón de
-palabras arrebujadas en forma de maniquí; pero es un maniquí artístico,
-es decir, un ser que viviendo en el mundo ideal del arte literario,
-ya deja de ser un mero arrebujamiento de palabras, trasformándose en
-una personificación del estado interior del alma de un pueblo, en
-la cual bullen las doctrinas y opiniones todas que han cruzado por
-una generación de filósofos y sabios: ese personaje endiablado es el
-atizador siempre curioso, el ansia de conocer, hasta dar por resultado
-el escepticismo altanero de la ciencia moderna. Si Fausto es una
-creación artística, lo es por su expresión intensa de la conciencia de
-un siglo, lo es por su simbolismo.
-
-Eso es _sugerir_, expresar. Pero las cosas, se me dirá, se expresan por
-sus nombres, que para eso los tienen, y esa es su expresión más clara;
-lo demás es decadentismo, misticismo literario. La fuerza expresiva de
-los nombres se gasta al roce de los siglos: al arte toca rejuvenecerla,
-y para rejuvenecer la expresión hay que acudir al mismo procedimiento
-que emplearon las primeras gentes al acuñar los nombres, á la metáfora.
-Es decir: al simbolismo. Llamar _luna_ á la luna será muy claro,
-exacto, preciso: así debe llamarla en sus libros todo astrónomo que
-quiera declararnos los eclipses. El poeta «evoca poco á poco otro
-objeto», acude á la idea del lucir tenue y mortecino. No hicieron otra
-cosa los antiguos al forjar el término _luna_, por _luc-na_, la de luz
-tan tenue como la que se filtra por entre los árboles en un espacio en
-que se han cortado para practicar á media luz los ritos religiosos.
-Ese espacio á media luz en lo más cerrado del bosque se llamó _luc-us_
-ó templo, y por lucir á media luz se dijo de aquí _luc-êre lucir_, y
-por la _luna luc-na_ la que así luce. Ese es el arte del poeta: el
-mismo arte del pueblo que creó los nombres, aplicado á quitarles la
-pátina y herrumbre de que los ha cubierto el tiempo. «Yo definiría el
-arte, dice Paul Adam, otro simbolista de segundo orden, diciendo que
-es la inscripción de un dogma en un símbolo; es un medio de hacer que
-prevalezca un sistema y de poner en claro una verdad». Del modo de
-entender el simbolismo hablaré después; pero que arte sea expresión, ó
-por otro nombre simbolismo, ¿hay cosa más clara? Oigamos á otro de la
-escuela, á Charles Morice: «El símbolo es la fusión de los objetos, que
-han despertado nuestro sentimiento, y de nuestra alma en una ficción.
-El medio es la sugestión: se trata de comunicar el recuerdo de algo que
-otro no ha visto ni sentido jamás».
-
-Yo no veo hasta aquí en nada de esto «la locura y el charlatanismo»,
-que ve Max Nordau. Si los simbolistas no han hecho más que eso, no
-han hecho más que lo que han hecho siempre los poetas y los artistas
-todos. Es muy socorrido eso de meterse en las intenciones y llevar
-la literatura hasta el terreno crematístico. Hay un partido de
-descontentos y de gente apurada. ¡Es el _boulangisme_ literario! Hay
-que vivir. Hay que buscar un puesto, darse á conocer. Buen redoble de
-tambor, ya que no se tenga bombo á mano... Ese es su verdadero símbolo:
-«bulto urgente». Todo el mundo toma asiento en el tren rápido. Destino:
-«¡la fama!» Así Haraucourt. Y Quillard: «no hay escuela simbolista; bajo
-esta denominación se han reunido arbitrariamente poetas de talento
-verdadero y verdaderos imbéciles». Pero esas citas no vienen á cuento,
-señor Doctor.
-
-«Hicimos un ensayo sobre la inteligencia condescendiente de las vocales
-coloreadas...» Confesión de un simbolista, de Laurent Tailhade. Es un
-pasatiempo como otro cualquiera. ¿Consiste en eso el simbolismo? Creo
-que no; si en eso consistiera, á fe que no hubiera poetas simbolistas;
-sería una tertulia de muchachos que se entretenían honradamente en
-discutir una cuestión psicológica. Entre ellos dice Max Nordau que
-hay «poetas de talento verdadero». Pueden, pues, muy bien ponerse á
-ventilar ese punto, sin dejar por eso de ser artistas. Y hacen bien en
-ventilarlo, pues no son las vocales tan condescendientes que lo mismo
-les importe ir vestidas de blanco que de negro. La audición coloreada
-tiene un fundamento más científico y sólido de lo que cree el mismo Sr.
-Tailhade, y es un elemento estético del lenguaje y del arte literario
-que bien merece la pena de estudiarse.
-
-Más diré, y voy á manifestar lo que siento de los simbolistas. Los
-extremosos de la escuela toman el rábano por las hojas, como suele
-decirse. Pero en esa escuela bulle algo de muy trascendental para la
-literatura, bulle el germen de la literatura del porvenir, es su primer
-atisbo. Aquellas figurillas retóricas de los antiguos van á convertirse
-en nuevas fuentes de estilo chispeante, nutrido de vida. ¿Cómo? Por la
-ciencia psicológica. La ciencia, que algunos fantasean cual amarillo
-hermitaño, seco de carnes, cejijunto, intratable y adusto, que algunos
-se figuran que jamás ha de volver á cohabitar con el arte desde que
-se divorció al parecer para siempre, la ciencia ha de volver á ser
-lo que fué en Platón, ha de alentar la estética del porvenir y la
-ha de realzar cual nunca lo hizo. Lejos y asomos de esto es lo que
-yo vislumbro en el Simbolismo, y mis esperanzas estriban en que la
-ciencia ha enderezado por nuevas veredas todos los acontecimientos,
-todos los procedimientos, todas las empresas. Su fuerza avasalladora
-ha triunfado de todo y triunfará de la rutina en el arte. En una
-palabra, digo que el Simbolismo me parece que es (ó pudiera ser) la
-ciencia, enderezando al arte y el arte acogiéndose al regazo maternal
-de la ciencia. Harta falta le hacía á esa pródiga, después de tantos
-desengaños recogidos en los falsos oropeles del pseudo-clasicismo,
-en la pseudo-filosofía y falsas sabanas americanas, ó dígase
-chatobrianescas, y entre los falsos salvajes á lo Rousseau, y entre
-las lechuzas y cementerios del romanticismo, y entre las podredumbres
-del naturalismo de entre cuyos harapos acaba de escapar. En la ciencia
-está la salvación del arte, como está la salvación del espíritu del
-hombre y de todas sus aspiraciones. Max Nordau se ha atenido á los del
-rábano por las hojas, porque servían á completar su diagnóstico social;
-no ha caído en la cuenta del elemento subconsciente que latía en esa
-aspiración modernista, que yo desearía se convirtiese en conciencia
-pública, y que vendrá un día en que se convertirá.
-
- * * * * *
-
-«Hay pocas poesías en la literatura francesa, dice Max Nordau,
-comparables á la _Canción de otoño_ de Verlaine. La calma _melancólica_
-de la estación está _expresada_ en versos ricamente cadenciosos y
-llenos de música».
-
- «Les sanglots longs
- Des violons
- De l’automne
- Blessent mon cœur
- D’une langueur
- Monotone».
-
-Esa _melancolía expresada_ tan magistralmente en esta estrofa, ni
-Max Nordau, ni tal vez Tailhade saben de qué depende. Analícese el
-mismo término _melancolía_ y se verá si la audición coloreada es ó
-no elemento estético. _Melan-colía_ vale _bilis negra_, que abate
-al individuo hinchéndolo de honda y _oscura_ tristeza; bien que
-no removiéndose las fibras del alma, como sucede con las pasiones
-vehementes, esa tristeza tiene algo de la calma y del abatimiento de la
-naturaleza en otoño. Semejante afección nos la pintamos como algo de
-sombrío y oscuro, cual el otoño y la bilis. Ahora bien, esa oscuridad
-es la que consigo llevan las vocales _o_, _u_: la _u_ es más profunda
-de color, la _o_ es más bien gris. Cada verso de esa estrofa contiene
-dos _oes_, fuera del penúltimo que tiene dos _ues_, y el último que
-da el golpe final lleva tres _oes_ en sus tres sílabas. Añádase el
-timbre oscuro de la nasal que acompaña á la mayor parte de esos sonidos
-oscuros, y el que estando en las sílabas acentuadas resalten y den el
-tono á todo el ritmo, y se tendrá descifrado el enigma. Realmente el
-otoño es el tiempo gris, la calma que lo caracteriza parece alargar
-más y más las horas, que caen y se aploman pausadamente, cual tristes y
-oscuros sollozos, comparados maravillosamente á los pesados golpes del
-violón. Oscuro es el otoño, oscuro es el sollozo, oscuro es el sonido
-del violón. Dígase en su lugar los _vibrantes suspiros de un violín_,
-y la luz parece desgarrar de repente las tinieblas que nos envolvían:
-estamos en primavera.
-
-El sonido _u_ no encierra armónicos, es el más igual, el más simple de
-los sonidos vocales; su característica es la nota más baja, que crece
-en este orden: u o a e i.
-
-Síguele la _o_, que no es tan oscura: _u_ es negra, _o_ es gris.
-Hablándose del invierno yo preferiría la _u_, para el verano la _a_,
-para la primavera la _i_, para el otoño me quedo con la _o_ de color
-gris.
-
-El nombre _violón_ con sus dos _oes_ en las dos sílabas más salientes
-y acentuadas y con su oscura nasal al fin tiene realmente el color del
-sonido que produce.
-
-Pero, ahora caigo en la cuenta de que estoy hablando en castellano y
-de que en castellano _violón_ significa violón; _violon_ en francés es
-el violín. No tengo para qué borrar lo escrito. ¿Verlaine tuvo en su
-imaginación el violín? Pues el violín por sonar en _in_ es mejor para la
-primavera.
-
-La lengua francesa no le fué propicia. Yo no pintaría los largos y
-grises sollozos del otoño con chirridos de violín que me suenan á
-_iiiii_ y á gorgoritos de jilguero; sino con el bronco retumbar de
-corpulento violón, que suene _ooooo_! Anduvo, pues, mal acertado y fué
-mal simbolista. La estrofa tiene un pero; la teoría de la audición
-coloreada queda en pie.
-
-Y si no, juzgue el lector, respondiendo sinceramente á esta pregunta:
-¿suena oscuro el violín? Nada de eso, contestará seguramente: el violín
-suena agudo, y su cuerda más gruesa chilla más agudamente que la cuerda
-más delgada del violón. Como que la altura del tono, según las leyes de
-la Acústica, está en razón inversa de la largura y del grosor de las
-cuerdas, y de la cantidad de la masa vibrante de la caja de resonancia.
-
-¿Cómo ha de sonar más agudo un bombo que un parche ó caja, un helicón
-que un cornetín de órdenes, un fagot que un pito? Cuanto mayor sea el
-instrumento, mayor es la masa vibrante y más grave es su sonido.
-
-Ahora bien; sonido agudo llamamos al más alto, y grave al más bajo;
-y lo agudo y alto es más claro, lo grave y bajo es más oscuro. La
-audición coloreada tiene, por consiguiente, alguna razón de ser, y no
-van tan descaminados los simbolistas, como pudiera creerse á primera
-vista.
-
- * * * * *
-
-La cuestión de la audición coloreada la han tocado varios autores; pero
-de propósito la trató un oculista francés, llamado Suárez de Mendoza,
-en un libro que intituló: _L’Audition colorée: étude sur les fausses
-sensations secondaires physiologiques_. Véase cómo la define: «Es
-una facultad de asociar los colores á los sonidos, por la cual toda
-percepción acústica objetiva, de una intensidad suficiente, y aun su
-simple evocación mental, puede despertar y presentar á algunas personas
-cierta imagen, luminosa ó no luminosa, constante para la misma letra
-del mismo timbre de voz ó de instrumento, de la misma intensidad y de
-la misma altura de sonido». Esta definición no la creo exacta; René
-Ghil describe el valor cromático, no sólo de las vocales por separado,
-sino también de los instrumentos músicos. Pueden, en efecto, despertar
-distintas imágenes todos los elementos componentes de un sonido. Un
-sonido idéntico en todo, dado por un violín, tiene otro color que el
-dado por una corneta: lo cual quiere decir que cada timbre tiene su
-color, tanto, que los alemanes llaman al timbre _Klangfarbe_, _color
-del sonido_.
-
-Y yo estoy por que el timbre es la esencia, por decirlo así, de los
-sonidos y que cada timbre es un color acústico. La intensidad no es más
-que un grado mayor ó menor de fuerza en el sonido, y que también puede
-sugerir variedad de colores, aunque no tan fácilmente como el timbre.
-Algo mejor sugiere esa variedad el tono ó altura, pues efectivamente
-los tonos bajos nos parecen oscuros, y brillantes los muy elevados.
-
-Como los diversos instrumentos músicos sólo se distinguen en el timbre,
-que es precisamente en lo que se distinguen cada una de las vocales
-y cada una de las consonantes del habla, el grupo de la escuela
-simbólica, que admite la propiedad en las vocales y consonantes
-de despertar un color determinado, pudo muy bien llamarse de _los
-instrumentistas_. Su jefe René Ghil, en el tratado que escribió del
-Verbo, expone el valor cromático de cada instrumento: «Las harpas,
-dice, son blancas; azules los violines, enmuellecidos á veces por una
-fosforescencia que lleva al paroxismo. En plena oración, los cobres son
-rojos; las flautas, amarillas, que modulan ingenuamente, extrañándose
-de la luz mortecina de los labios; y los órganos, ensordeciendo la
-tierra y los púlpitos, como cifra y suma de los instrumentos sencillos,
-con sus roncos plañidos ennegrecen el aire». ¿Quién va á negarle á René
-Ghil que esos son los colores de cada instrumento, si así lo afirma? Lo
-más que se le podrá reponer es que á otros las harpas se le antojan de
-color violeta; los cobres, amarillos; el órgano, rojo; los violines,
-verdes, y las flautas, de color de ala de mosca.
-
-Cuanto á las vocales, hízose famoso el soneto _Les voyelles_ de Arthur
-Rimbaud, que comienza:
-
- «A noir, E blanc, I rouge, U vert, O bleu, voyelles,
- Je dirai quelque jour vos naissances latentes...».
-
-Paréceme que Ghil tenía más sentido acústico-cromático que Rimbaud:
-puedo asegurar que ese verso está lleno de disparates. Juzgue por sí
-mismo el lector. Cuando oye pronunciar _¡ah!_ á uno que se extraña, ó
-que se ríe, ó que se pasma, ¿le viene á las mientes el color negro? Tal
-vez no le venga ni el negro ni ningún otro; pero si es de las personas
-que realmente poseen la audición coloreada, estoy seguro que el negro
-no le ocurre al oir la _a_. Al menos á mí la vocal _a_ me parece tan
-_blanca_ como _clara_. Es la vocal más clara: eso lo sabe todo el
-mundo: y todo el mundo sabe que lo más claro es lo blanco. Pero, en
-fin, si Rimbaud da en que es negra la _a_, será que así se lo parece,
-por lo menos hoy por hoy y hasta que se ría y tome á broma lo que
-antes escribió. De colores no hay nada escrito. Entretanto que ellos
-se tiran los trastos á la cabeza ó discuten graves y serios atusándose
-los bigotes en señal de que no creen del todo lo que dicen, el maestro
-Mallarmé sonríe olímpicamente. Y hace bien, pues si todo libro tiene
-tantos ejemplares distintos cuantos son los que lo leen, y si la vista
-de la campiña tiene tantos visos cuantos son los que por ella se
-pasean, bien podemos barruntarnos que cada sonido podrá tener tantos
-colores cuantos son los que lo oyen.
-
-El fenómeno llamado _sinestesia_ por Millet, ó sea de la asociación de
-las sensaciones, está hoy admitido por todos los psicólogos, y podía
-bien presuponerse, dada la teoría corriente de las representaciones,
-de la asociación de las imágenes y de las ideas, de la convivencia de
-éstas en las células del cerebro y de la comunicación constante que
-tienen entre sí, recorriendo mutuamente cada una todas las celdas en
-esa especie de casa de vecindad encerrada dentro del cráneo. Binet
-y otros psicólogos, en _L’année psychologique_ y en otras revistas,
-van allegando datos que podrán condensarse un día en teoría precisa y
-razonada.
-
-Cuanto á la coloración, no hay duda que hace el papel principal, como
-lo hace la vista entre las demás sensaciones y la fantasía óptica entre
-las demás fantasías. Los que poseen gran potencia de fantasía visiva,
-la mezclan con todas las demás: toda sensación, toda representación es
-para ellos visiva ante todo.
-
-Viene después la fantasía acústica, hoy más desarrollada que nunca
-en Europa merced á la gran cultura musical moderna. ¿Qué extraño,
-que colores y sonidos se confundan, si se confunden sonidos, olores
-y gustos? «El _kirsch_ suena cual furibunda trompeta, el _gin_ y el
-_whisky_ le arrancan á uno el paladar con sus sones estridentes de
-pistones y bombardinos, el aguardiente lanza rayos y centellas con el
-ruido ensordecedor de las tubas[9]».
-
-Desdígase, pues, Rimbaud y ríase de su propia obra; Baudelaire previó
-ya la teoría:
-
- «Comme de longs échos, qui de loin se confondent,
-..............................................................
- Les parfums, les couleurs et les sons se répondent».
-
-Y todas las demás sensaciones y objetos. ¿Qué es la analogía? ¿Y qué
-es la inteligencia humana, sino la gran fabricadora de analogías? La
-analogía es una relación; relacionar es atar cabos: la inteligencia es
-tejedora por excelencia; el cerebro el telar. Cuando Remy de Gourmont
-en las _Oraisons Mauvaises_ compara cada afecto, cada acción de Jesús
-á una piedra preciosa, está en pleno simbolismo, y en pleno trabajo
-textil. El ópalo es el último suspiro de Jesús, el triste y doliente
-ópalo; el zafiro es su última mirada, el jacinto su último amor, el
-topacio su último deseo, el rubí su última herida, la amatista su
-último estremecimiento.
-
-En suma, el Simbolismo es una Retórica más refinada y más científica.
-Los antiguos clasificaban sus figuras en figuras de palabras y de
-ideas; los modernos han encontrado un nuevo tropo, cercano á la
-metonimia, la _sinestesia_. El tropo es un modo de hablar con viveza á
-la fantasía y al sentimiento, haciendo más sensible, más pintoresca la
-idea abstracta, por medio de una imagen, de una comparación.
-
-El objeto del lenguaje es expresar el interior: cuanto con mayor
-viveza y colorido, mejor logrará su objeto. Eso es el estilo: los
-modernos lo han afinado y además han ahondado más en su concepto,
-valiéndose de la ciencia. Tal es la _sinestesia_: la ciencia ó el arte,
-ó lo que queráis, de hallar el porqué de las figuras retóricas y de
-perfeccionarlas. «Sí, el racimo de las sensaciones, estrujado en la
-prensa del espíritu, da el vino fuerte de la expresión... El arte se ha
-completado haciéndose _sintético_, _sinfónico_»[10]. «Habiendo reunido
-y cotejado entre sí nuestras sensaciones, el campo doctrinal se ha
-dilatado. Pues en la escala infinita de los movimientos vibratorios,
-sólo algunas modalidades son materia. Podemos extenderlas, no
-contentándonos con los siete colores del espectro, con los siete grados
-del diatonismo... Hemos hecho que los rayos ultra-violeta nos revelasen
-nuevas gamas: pasemos más allá y nos veremos anegados en un nuevo mar
-de ondulaciones desconocidas, cuyos ritmos serán nuevos alicientes del
-arte y del placer estético».
-
- * * * * *
-
-Como escribo para españoles, que generalmente no están al cabo de lo
-que se escribe por allá afuera, voy á detenerme un poco más en la
-audición coloreada, aplicada por los simbolistas á la literatura. Nada
-de nuevo diré para los que leen libros franceses de filosofía y arte.
-
-El hecho es innegable, la audición coloreada se da en todos los
-individuos en mayor ó menor grado, y se da en toda la humanidad; pero
-al tratar de hallar el porqué del fenómeno, los autores se dividen.
-Unos se lo preguntan á la Psicología, otros á la Fisiología. Es
-una pura _asociación de ideas_, dicen aquéllos; _engranaje_ de los
-centros, comunicaciones ó irradiaciones intercéntricas, responden los
-otros. Lo que sí engranan son ambas teorías. La asociación de ideas
-ó de imágenes no puede explicarse sin ese engranaje de centros y
-comunicación intercéntrica. Por lejanas y disparatadas que estén entre
-sí dos imágenes, la una visual, la otra auditiva, no pueden menos
-de despertarse y llamarse mutuamente las unas á las otras, cuando
-coinciden en algún punto que se refiere á los movimientos internos, es
-decir, cuando son corrientes que tienen que cruzarse por necesidad á
-causa de los puntos comunes afectivos en que convienen. Pero dejando
-estas filosofías abstrusas de la cerebración, vengamos á los hechos.
-
-La boca es una cavidad, que podemos ir estrechando ó ensanchando más ó
-menos. Alargándola lo más posible y echando los labios hacia adelante,
-toma la forma de una botella: es una caja de resonancia honda, que
-produce la vocal más oscura _u_. Por el contrario, estrechándola lo
-más posible, de manera que se forme un delgado tubo entre la lengua y
-el paladar, la caja de resonancia es estrecha y produce el sonido más
-delgado y claro _i_.
-
-Entre estas dos conformaciones extremas están las que producen las
-demás vocales, en este orden, que es el que se encierra en el _mieaou_
-del gato, cuando va abriendo cada vez más la boca: _i_ _e_ _a_ _o_ _u_.
-
-Si hablamos metiendo la cabeza en una tinaja, la caja de resonancia
-es mayor y mayor la masa vibrante, y por consiguiente la voz es más
-oscura. Otro tanto sucede cuando voceamos en una caverna. El timbre
-de la voz es entonces del mismo timbre que el de la vocal _u_. Pero
-poniendo junto á la boca un tubo estrecho, la voz saldrá aguda, del
-timbre de la _i_. Las vocales son diversos timbres que una misma voz
-formada en la laringe toma en la boca, según se conforme su cavidad,
-mudándose, por consiguiente, la caja de resonancia. Tal es la razón
-fisiológica de la coloración de las vocales.
-
-La razón física hay que buscarla en la naturaleza de las mismas.
-
-En mi obra _Los Gérmenes del Lenguaje_ he tratado de demostrar que
-el timbre nasal expresa la quietud, el ningún movimiento, el Nirwana
-de las voces del habla. Es el único, efectivamente, que resulta del
-reflejarse y volverse atrás el aliento espirado por encontrar cerradas
-las puertas. Vuelto atrás da en el _velum pendulum_ ó galillo, y
-rechazado se vuelve adelante, reflejándose cien veces en la cavidad
-cerrada, como pelota que resurte de pared en pared. Siendo el conducto
-nasal el único que da alguna salida á ese vaivén de la onda sonora, por
-él resuena como por una chimenea. Es lo que acontece en una caverna sin
-salida, que la voz se refleja cien veces, resultando un timbre oscuro
-y triste. Por eso la _n_ es la nota de _la negación_, y la de lugar
-_en donde_ en muchísimas lenguas, y la del _yo_, cuya idea es la de la
-reflexión: =n=osotros =n=o damos e=n= ello.
-
-¿Quiere el poeta simbolizar en sus versos la dejadez, la pereza, la
-galbana del estado físico y anémico del que acaba de despertar? Óigase
-á Maeterlinck en su piececilla _Ennui_: todos son sonidos nasales y
-_oes_ graves y pesadas.
-
- «Les paons nonchalants, les paons blancs ont fui,
- Les paons blancs ont fui l’ennui du réveil;
- Je vois les paons blancs, les paons d’aujourd’hui,
- Les paons en allés pendant mon sommeil,
- Les paons nonchalants les paons d’aujourd’hui,
- Atteindre indolents l’étang sans soleil,
- J’entends les paons blancs, les paons de l’ennui,
- Attendre indolents les temps sans soleil».
-
-Todos los elementos concurren á simbolizar en esta estrofa el fastidio,
-el aburrimiento: la elección de una alimaña tan fastidiosa y tarda en
-sus movimientos como el pavón, el empleo de palabras largas y pesadas,
-la repetición de los nombres, de versos enteros, la insistencia y
-repetición de la misma idea. Pero sobre todo esas oes con _n_ en sílaba
-acentuada, esos _pa_=ons=, que caen y vuelven á caer con el movimiento
-grave y enojoso de un péndulo. Es la ecolalia del enfermo aquel alemán,
-que decía y repetía palabras incoherentes en _an_:
-
-_Man kann dann ran Mann wann Clan Bann Schwan Hahn._
-
-Y seguiría así dándole que le darás, como la onda sonora en el fondo de
-la boca al resonar _n_, que va y viene, viene y va, y cuya traducción
-pudiera ser aquel:
-
- «Yo sé, yo sé, yo sé una habanera
- que le da, que le da, que le da la lata á cualquiera».
-
-Estribillo que se repite, hasta que el oyente queda prácticamente
-convencido de que realmente le han dado la lata la habanera y el que se
-la cantaba.
-
-Augusto Lemaître en su _Audition colorée et phénomènes connexes
-observés chez des écoliers_ trata largamente de los experimentos
-hechos por él mismo en niños de doce á catorce años en el colegio
-de Génova en 1900. Por la tabla de los colores, en la que resume los
-experimentos, se ve que ninguna vocal tiene el color violado, que _a_
-es lo más ordinariamente roja ó blanca, que _é_ es amarilla, _i_ blanca
-(más raras veces roja), _o_ negra, _u_ verde, pero tan á menudo negra,
-amarilla ó azul. Las preferencias generales concuerdan con las aducidas
-por Flournoy[11]; sólo hay divergencia en la o, que ordinariamente es
-roja ó amarilla en las preguntas de Claparède, y que Lemaître halla
-resueltamente como negra. He tratado despacio de este asunto en la
-_Embriogenia del lenguaje_, y no me detendré más en él.
-
-_Rojos_ son los instrumentos de cobre para Stuart Merril, no sé si por
-su color material ó por lo desgarrador de su estridencia. Por lo menos
-en sus _Gammes_ se lee:
-
- «Que les Espérances écloses
- Clament au cœur des _clairons roux_
- Dans l’Azur des apothéoses:
- Gloire aux amants fervents et doux!».
-
-Y nótese que el sonido silbante en que terminan estos versos expresa el
-salir y cortar, como sale el aliento cortado por los dientes.
-
-Más sinestésico anduvo Pierre Richard hasta en el título de su
-
- _Tuba mirum spargens sonum_,
-
-que encabeza la descripción del Occidente, ardiendo en rojas llamas.
-
-
-La silbante se encarga también aquí del trompeteo en las sílabas del
-golpe rítmico:
-
- «Les _Cuivres_ du couchant sonnent un long appel.
- Et le métal en _feu_ ruisselant sur le ciel
- Couvre de ses _clameurs_ les chansons éphémères
- Du Rêve...
- Ainsi que le _buccin_ de l’Archange implacable
- Évoquera les morts au dernier Jugement,
- L’Angoisse, dans les cœurs, s’éveille, impitoyable
- Aux sinistres _fanfarres_ du soir _coruscant..._».
-
-Las sensaciones auditivas despiertan en nuestra fantasía hasta formas
-geométricas. Bleuhler y Lehman han reconocido que los tonos elevados
-hacen fantasear á veces una serie de ángulos agudos; los graves,
-ángulos más obtusos, y hasta arcos de círculo. ¿Es un soñar despierto?
-Ni mucho menos. Los sonidos se encargan ellos mismos de demostrárnoslo
-pintando esos ángulos. Las llamas manométricas de Kœnig toman toda
-especie de figuras, según sean los sonidos que las originan. Las
-vocales más agudas en su nota característica y más abundantes en
-armónicos, la _i_ por ejemplo, dan una llama más angulosa y aguda que
-las vocales graves como la _u_. «Un canto lento, desolado subía, el _De
-profundis_. Haces de voces rehilaban por las bóvedas, se fundían con
-los sonidos casi verdes de las armónicas, con los timbres punzantes de
-los cristales que estallaban. Apoyadas sobre el bramido continuo del
-órgano, recostadas en los bajos, tan huecos que parecían haberse bajado
-dentro de sí mismos como en un soterraño, brincaban saltando sobre el
-versículo.
-
-Y tras una pausa, el órgano, acompañado de dos contrabajos, mugía
-arrastrando en su tornado las voces, los barítonos, los tenores y
-los bajos, y sin embargo, la vibrante voz de los sopranos agujereaba
-y pasaba al través de la tromba, como una flecha de cristal. Y
-al terminar el salmo, las voces infantiles se desgarraban en un
-gemido doliente de seda, en un quejido afilado, que temblaba sobre
-la palabra _eis_, la cual quedaba colgada del vacío... Estas voces
-claras y aceradas introducían en las nieblas del canto, claridades del
-alba...»[12].
-
-Las líneas, las superficies, los espacios juegan en toda esta
-descripción, pero juegan en toda la expresión del lenguaje. Todo él se
-reduce á expresar las diversas relaciones espaciales[13].
-
-He hecho hincapié en la audición coloreada de las consonantes, porque
-los psicólogos sólo han tocado la de las vocales, por ser de timbre
-más despejado, menos borroso al parecer. Sin embargo, las consonantes
-y los demás ruidos tienen tal vez un timbre más delicado y menos
-chillón, por ser cabalmente más ruidoso y esquinudo. Sólo que, como
-dice Remy de Gourmont, «la palabra tiene una forma determinada por las
-consonantes, un perfume, bien que difícil de percibir por lo grosero de
-nuestra fantasía». En una buena charanga ú orquesta, el estruendo de
-los instrumentos acompañadores, bombo y platillos, contrabajo, etc., no
-deben oscurecer la melodía, ni el acompañamiento sinfónico que suena
-entre ella y los ruidos bajos: debe ser como un zumbido que crece ó
-descrece, pero que forma como una atmósfera fónica que rodea y como
-fondo de un cuadro que da unidad y base al todo.
-
- [Ilustración]
-
-
- NOTAS:
-
-[9] J. K. Huysmans, _A Rebours_, p. 63.
-
-[10] Saint-Pol-Roux. _Mercure de France_, XLII, p. 90.
-
-[11] _Synopsies_, p. 67.
-
-[12] _En Route._ Stock, 1899, p. 5-15.
-
-[13] CEJADOR.--_Gérmenes del Lenguaje._
-
-
-
-
- LA IRONÍA Y EL GRACEJO EN LOS REFRANES
-
-
-Dicen que los refranes encierran la sabiduría popular. La hay, cierto,
-á vueltas de no poca gramática parda y de mayor inspiración poética. No
-hay regla de retórica que no pudiera confirmarse con un buen montón de
-refranes. Pero lo que me parece más importante es buscar en ellos el
-ingenio nacional, que se retrata en las maneras graciosas de formular
-la sentencia. La flor y nata es la ironía, en sus variados matices. No
-es del caso hacer aquí un tratado de ella; baste recordar que consiste
-en decir lo contrario de lo que se quiere dar á entender, por manera
-que la forma contradiga al fondo, quedando éste por lo mismo tanto
-más clavado en las mientes cuanto más entra en ellas por el choque y
-chispazo debido al contraste. Brilla así más la doctrina y queda más
-hondamente impresa. Además, no sé qué de encanto tiene para el hombre
-el mentir, que, ya que no mintamos por el fondo, nos contenta mentir
-á lo menos por la forma. Ello es que la ironía es la única mentira
-provechosa y la flor más delicada y olorosa del ingenio. Y esta flor
-es variadísima y rica en matices; el caso es que tenga alguna pinta
-de ingeniosa mentira. _En tiempo y lugar, el perder es ganar_, dice
-un refrán de singular consejo. Paradoja hay entre el perder y el
-ganar, y mentira parece que gane el que pierde. Pero ahondad un poco,
-y hallaréis que el dar tiempo al tiempo, perdiéndolo al parecer, es
-ganar, y no sólo cualquier empresa, sino hasta ganar tiempo. Dígalo si
-no la tortuga, que se fué paso tras paso, y llegó antes que el caballo,
-el cual perdió el tiempo con quererlo aprovechar harto de corrida. Cede
-el lugar al superior, humíllate, y pronto te verás ensalzado, ganando
-puesto y lugar con lo que parece lo perdías.
-
-_En todo hay bellaquería, si no es en la ropería_, dice otro. ¡Cómo!,
-¿que no lo hay en la ropería? Porque allí no hay simple bellaquería,
-sino grandísima bellaquería, en grado superlativo. Mientras discurres,
-el refrán te va entrando más y más, y cuando caes en ello, ves que el
-contraste entre la forma y la idea te dice que no es como las demás la
-bellaquería de los roperos, sino de grado especial, al punto de que esa
-bellaquería ordinaria no existe realmente entre ellos.
-
-_En todo se mete Peralvillos, como el agua en los cestillos._--No
-es que se meta, sino que con la misma facilidad con que se mete se
-sale, como el agua que se echa en cesto. Á no ser así, allí dentro se
-quedaría; y entonces, ¿cómo se podría ir á meter en otro asunto?
-
-_En muriéndome yo, todo se acaba._--Valiente pata de gallo, está uno
-por decir; á no ser que salte y diga: te acabarás tú, que los demás...
-Y con todo, ni aquello es verdad, ni estotro; y ni es pata de gallo
-ó simpleza de vara y media, sino gravísima cordura; ni es cierto que
-se acabará el que lo dice, y no los demás, porque para él todo se
-acabó, y él de sí habla, no del Papa Marcelo II, de quien nada sabe ni
-le importa una higa. Salgamos de tan hondas filosofías, que á fe nos
-habían de anegar á poco que en ellas nos detuviéramos. No hay verdad
-más colosal que la de ese refrancillo, vestido de bobo.
-
-_En Hornachos, todos los asnos son machos._--Tiene gracia la
-perogrullada. Eso quiso el refrán ó el pueblo que lo inventó: que os
-cayera en gracia. Pero guardaos, no haya más en la aldehuela, que
-suena. No sea algún chalán, que os capee con esa gracia para atraeros
-y vender su mercancía. Y así es la verdad, que los asnos de Hornachos
-son ó eran antes, que yo no los conozco, pero me consta que fueron
-tamaños como machos ó mulos. El equívoco tiene de la ironía no menos
-que de la paradoja, puesto que una cosa dicen á la vista y otra tienen
-en el anverso, y la gracia está en que, engolosinados con la mentira,
-busquéis con mayor afán la verdad, volviendo la moneda, que ese
-manosearla os la dará mejor á conocer y os hará que menos la olvidéis.
-
-Y ya que por machos va, vaya aquel otro: _En efecto, que el Rey era
-macho_.--¿No lo entendéis? Decidlo ante un corro, después que Fulano
-haya mostrado su crasa y supina ignorancia en cualquier materia, y á
-buen seguro que lo entiendan todos y vos con ellos.
-
-_Soñaba Gil, el ciego, que veía, y soñaba lo que quería._--Gracia tiene
-en el ciego Gil ó en el ciego Menga; pero más gracia tiene, por lo
-menos más risa da, en Perico el de los Palotes, que se despepita por
-servir á Don Espera-un-rato hasta echársele por los suelos, ó se quema
-las cejas á caza de consonantes en el Diccionario de los ídem, creyendo
-muy á pie juntillas que con eso va á subir á la cima del Parnaso, ó...
-ó... Añadid aquí, que tela hay cortada para cualquier parroquiano del
-barrio de la Quimera.
-
-_Enderezaos, Lucía, que váis torcida._--Este refrán no tiene hoy
-aplicación con las señoritas, por estar de moda el ir sobrado de
-tiesas y erguidas, bien sacados el polisón para atrás y los pechos
-adelante, porque no todo sea figurín pasado con un asador.
-
-_Envaine vuestra merced, que bien lo ha hecho._--Podéis decirlo á
-muchos militares, no después que hayan dejado de un guantazo roja como
-un tomate la cara del pobre quinto que se salió de la fila ó trabucó el
-paso, sino cuando los sintáis á las espaldas por el olor á perfumes,
-en lo que (en Dios y en mi ánima que no miento) vencen á las damas
-más emperejiladas. Bien podéis decirles aquel otro: _En cueros y con
-sombrero y guantes y pañizuelo_.
-
-_Entendió que pescaba bogas._--Tal vez se dijo por el que, llamados
-sus compañeros á cabo de gran esperanza y regocijo, sacó á la ribera
-el cadáver de todo un señor asno. Pero más vale dejarnos de glosas y
-saborear la ironía en los mismos refranes.
-
-_Entre bobos anda el juego, y eran todos fulleros._--La segunda parte
-en éste y sus semejantes suele naturalmente omitirse.
-
-_Entre gavilla y gavilla, hambre amarilla._--Paradoja que queda
-deshecha al advertir que se trata de la mengua que sienten los
-labradores entre la siega de la cebada y la del trigo, por haberse
-acabado el repuesto del año anterior.
-
-_Entre col y col, lechuga._--Así plantan los hortelanos; dícese del
-tomar algún alivio entre el trabajo.
-
-_Es moza de buen recaudo, que antes que salga se manca en el establo._
-
-_Es hablar adefesios._--Á quien no entiende, ó lo que es lo mismo,
-cosas disparatadas, que lo son para ese tal: como cuando San Pablo
-escribió _ad Ephesios_ á los de Éfeso, que no le atendían por estar
-apasionados con su famoso templo de Diana.
-
-_Eso y nada lleváoslo en la halda._--Todo eso no vale nada.
-
-_El mur_ (ratón) _no cabía en el horado_ (agujero), _y atóse una maza
-al rabo_.
-
-_El muleto siempre parece asno, quier en la oreja, quier en el rabo._
-
-_El rosario al cuello, y el diablo en el cuerpo._--De los devotos
-farisaicos.
-
-_El hato de la liebre._--Para decir que no tiene más que lo puesto.
-
-_El harto de ayuno no tiene duelo ninguno._
-
-_El herrero de Arganda, que á puras martilladas olvidó el oficio._
-
-_El hijo de la cabra siempre ha de ser cabrito._--El natural tiene que
-aparecer en cada uno: _El hijo del asno dos veces rebuzna_; _El hijo
-del gato mata al rato_; ó _El hijo de la gata, ratones mata_; ó _El
-hijo de la cabra, de una hora á otra bala_.
-
-_En aldeas, pon la capa do la veas._--No te la espulguen.
-
-_En Aracena, quien no tiene pan no cena._--Y fuera de Aracena tres
-cuartos de lo mismo; como _En Atienza, cada uno de sí piensa_; y _En
-el andar y el meneo, luego vi que era de Toledo_, porque en todas
-partes _En el andar y en el vestir, serás juzgado entre mil_. Lo mismo:
-_En la tierra de Matadura, quien no trabaja no manduca_.
-
-_En eso estaba pensando._--Ironía con que niega uno lo que le piden.
-
-_En la mula de San Francisco._--Cuando uno camina á pie.
-
-_En Cantillana, el que madruga se levanta de mañana._
-
-_¿En qué mes cae Santa María de Agosto?_--Á los simples; como _¿La
-mujer del quesero que será?_
-
-_El polluelo del labrador y el bizcocho de la monja traen costa._--Dan
-poco para que les den mucho; ó _El mensajero de Villamelera, lo que
-trae en el papo lo lleva_.
-
-_El primer año, doctor; el segundo, licenciado; el tercero, bachiller;
-el cuarto, estudiante; el quinto, ignorante que comienza y quiere
-saber._--Atrás como el cangrejo es este progreso, aplicable de lleno á
-los estudiantes del día, gracias á los excelentes planes de enseñanza
-que nos desasnan.
-
-_El tal por tal debe ser igual, como el tanto por tanto, que es otro
-tanto._--Aclárase por el otro: _El tal por tal es bueno, si es tanto,
-como tanto por tanto_.
-
-_El tejedor del villar huelga toda la semana, y el domingo quiere
-trabajar._
-
-_El tiempo lo cura todo, ó lo pone del lodo_; ó _El tiempo aclara las
-cosas y el tiempo las oscurece_.--Contra los que fían demasiado del
-tiempo diciendo: _El tiempo cura las cosas_; ó _El tiempo y yo, para
-otros dos_, como repetía Felipe II. Lo mismo: _El tiempo todo lo trae y
-todo se lo lleva_.
-
-_El toro se lo rompa._--Al que trae vestido nuevo, con ironía.
-
-_El villano y el nogal, á palos dan lo que dan._
-
-_El mejor lance de los dados es no jugarlos_; ó _El mejor nadar es
-guardar la ropa_.
-
-_El mejor pienso del caballo es el ojo del amo; y con la cebada que le
-sobra, fregarle la cola_; ó _El pienso mejor es el ojo del señor_.
-
-_El mozo bueno, bueno es; de tres torreznos, dadle los dos, y el
-mandado hacéoslo vos._
-
-_El buen estudiante, harto de sueño y muerto de hambre._--Se supone no
-de estudiar, sino de andar á picos pardos y ser gastador.
-
-_El buen hombre al sol se seque._--Ironía y maldición.
-
-_El buen vino ha de ser añejo, y ha de tener buen olor, y buen color, y
-buen gusto, y mal dejo._--Mala gana de dejarlo de la boca; esperábase
-_buen dejo_.
-
-_El caso es que me caso, y no hay más caso._--Linda repetición.
-
-_El caballo del rey cayó á mi puerta, y en mi portal la haca de la
-reina._--De los que se jactan de vanos favores de los mayores.
-
-_El que las sabe, las tañe; y eran campanas._
-
-_El que no tiene casa de suyo, vecino es de todo el mundo._
-
-_El convite del cordobés: ya habréis almorzado, no querréis
-comer._--Pasan por tacaños los cordobeses: no lo sé por experiencia.
-Las gentes maliciosas siempre achacan á otros las cosas. Así otros
-dicen de los toledanos: _El convite del toledano: bebiérades, si
-hubiéredes almorzado_.
-
-_El papagayo tiene cuartanas, porque no le dan almendras
-confitadas._--Contra regalones.
-
-_El pensar no es saber._--Del que menudea el _pensé que_; y le dicen:
-_penseque_, _asneque_, _burreque_.
-
-_El pobre que pide pan, carne toma si se lo dan._
-
-_El potro de Merlín, cada día más ruín._
-
-_Él se sabe su canción con dos guiaderas._--Del doblado.
-
-_El ser señor no es saber; más eslo el saberlo ser._--Sentencia bien
-torneada.
-
-_El secreto de Anchuelo, que lo decía dando voces_; ó _secreto á voces_.
-
-_El sastre que no hurta no es rico por la aguja._--Todos son sisadores.
-
-_El día de hoy no hay de quién fiar._--Como _Hoy no se fía aquí, mañana
-sí_; y _El día de mañana no le vimos_.
-
-_El dormir no quiere prisa, ni la prisa quiere dormir._
-
-_El dolor de cabeza es mío, y las vacas son nuestras._--El trabajo,
-para el particular; y el provecho que de él se saca, para la comunidad.
-
-_El fraile predicaba que no se debe hurtar, y él tenía en el capillo el
-ansar._
-
-_El gaitero de Arganda, que le dan uno por que comience y diez por que
-lo deje._--Tan bien lo hace. Ó _El gaitero de Bujalance, un maravedí
-por que tanga y diez por que acabe_.
-
-_El barato de Juan del Carpio._--Aporreó á su mujer, pidiéndole barato,
-y al revés: _El barato de Cordovilla_.--Que alumbró toda la noche á
-los jugadores por el barato, y ellos le dieron con el candelero en la
-cabeza.
-
-_El bobo de Coria, que empreñó á su madre y hermanas, y preguntaba si
-era pecado._
-
-_El buen escribano, primero el borrón que la pluma en la mano._
-
-_Años no me lleves, que meses los que quisieres._--Es pedir que no le
-den de comer, pero que le hinchan el pancho.
-
-_Ea, caballeros, que entre señores no ha de haber pesadumbres; y eran
-tejedores._
-
-_¿Heredástelo ó ganástelo?_--Que lo heredado se gasta con menos duelo
-que lo ganado por sí mismo.
-
-_El aliño de Pedro Fernández, que vino el jueves y fuése el
-martes._--Fuése dos días antes de venir.
-
-_El alfayate de la encrucijada, que ponía el hilo de su casa_; ó _El
-sastre del campillo, que cosía de balde y ponía el hilo_; ó _del
-cantillo_, como dicen otros; ó _El alfayate del castillo, que hacía la
-costura de balde y ponía el hilo_.--Este refrán, del cual conozco hasta
-diez variantes, dícese del que pide gollerías.
-
-_El sastre de Ciguñuela, que pone la costa y hace de balde la obra. El
-sastre de Peralvillo, que hacía la costura de balde y ponía el hilo. El
-sastre de Piedras Albas, que ponía el hilo de su casa. El sastre del
-cantillo, que cosía de balde y ponía el hilo._
-
-_El abad de la Magdalena, si bien come, mejor cena._--Adversativa en
-la forma, que refuerza más que si fuera copulativa; como _El asno
-chiquillo, siempre borriquillo_, donde se esperaba algo que saliera en
-su favor.
-
-_El abad de Bamba, lo que no puede comer dalo por su alma._
-
-_El invierno en Burgos, y el verano en Sevilla._--Esperábase todo lo
-contrario; pero es que tienen comodidad las viviendas en cada lugar
-para estos tiempos. Atribuyen el dicho á Isabel la Católica.
-
-_El olivar de Lope de Rueda._--Alusión á las olivas del olivar que sólo
-tenían en esperanza. Como _Hijo no tenemos y nombre le ponemos_; y _No
-asamos y ya empringamos_.
-
-_El olivar, hacerte ha bien, si le haces mal._--Requiere atocharle
-y cortarle las ramas viejas para renovarse y varearle al coger la
-aceituna.
-
-_El hombre desgraciado, en la cama se despalda._--¡Ya es tener mala
-suerte!
-
-_El oficio del gato: matar el rato._--Al ratón. De los que no dejan sus
-mañas; lo mismo que: _El oficio del perezoso_.
-
-_El lobo harto de carne métese fraile._--Dícese del que, harto y
-regalado, trata de la estrechez que deben guardar los religiosos,
-estando él tan lejos de imitarles como el lobo. Y aplícase á otras
-cosas, conforme al otro refrán: _Médico, cúrate á tí mismo_.
-
-_El lunes á la Parla, el martes á Paliza, el miércoles á Puño en
-rostro, el jueves á Cocea, el viernes á la Greña, el sábado Cierne y
-masa, el domingo descansa._--De las vecinas del barrio, que por parlar
-y holgar, sus maridos las castigan á puñete, palo y coz, etc.
-
-_El lunes mojo, el martes lavo, el miércoles cuelo, el jueves saco, el
-viernes cierno, el sábado maso; el domingo, que yo hilaría, todos me
-dicen que no es día._--De los perezosos y para poco, que todo se les va
-en preparativos y aun en propósitos.
-
-_El sabio de Almudévar, Pedro Zaputo._--Por ironía del necio; como _El
-santo macarro jugando al abejón_.
-
-_Él se sabe su salmo._--Del astuto.
-
-_Aquélla es mi nuera, la de los pabilones en la rueca; y aquélla es mi
-hija, la que bonito hila._--De los que alaban sus agujetas.
-
-_Aquí es donde se daban los frailes de capillazos por falta de
-piedras._--Ironía para decir que hay allí muchos guijarros.
-
-_Aquí estáis vos, y la horca vacía._--Hablando de un bellaco.
-
-_Aquí cómense las capas._--Dícese donde hay aire frío y no se puede
-parar. Metáfora con ironía de los que venden las capas con necesidad
-para comer y dicen es para que no se coman de polilla.
-
-_Aquí venden ropa._--De lugar airoso y frío.
-
-_Apagar el fuego con aceite._--En vez de remediar la cosa, la enconan y
-encienden más.
-
-_El maestro Ciruela, que no sabía leer y puso escuela_; ó _Aprendiz de
-Portugal: no sabe coser y quiere cortar_.
-
-_Ave por ave, el carnero si volase._--Así al carnero, cabrito, etc.,
-llamaba el ventero de la segunda parte del _Quijote_ (c. 59) _aves de
-la tierra_, en oposición á _las pajaricas del aire_.
-
-_Amigo por amigo, mi pan y mi vino._--Como _Ave de tuyo_.
-
-_Arremangóse pereza, y echó fuego á la leña._
-
-_Arriba, caudal; y jugaba las hormas._
-
-_Arrópate, que sudas._--Al que de poco se cansa.
-
-_Achaques al jueves, para no ayunar el viernes._
-
-_Ande la recua, que ya está cargada._--Á los corcovados.
-
-_Antes de mil años, todos seremos calvos._--De lo muy lejano.
-
-_Asienta, escribano, que una blanca me debe fulano._--Es el testamento
-del gallego, entre cuyos capítulos era uno: «que dejo á mi hermano un
-olivar, que no tiene olivos ni dónde plantar»; otro: «una camisa, que
-no tiene faldas, pechera ni mangas».
-
-_Aciértalo tú, que yo lo diré._
-
-_¿Adónde pondremos este santo?_--Del que se regala y se estima en mucho.
-
-_Adivino de Salamanca, que no tiene dinero quien no tiene
-blanca._--Como la ciencia de Pero Grullo, que á la mano cerrada llamaba
-puño.
-
-_Adelante los de Cascante, siete con tres orejas y las dos lleva
-el asno._--Por la cuenta, entre todos no había más que una oreja.
-Motéjalos de ladrones desorejados.
-
-_Agua, agua, que se quema la fragua._
-
-_Agua lo dió, y agua lo llevó._--Del tabernero, á quien el agua le
-inundó la bodega.
-
-_Agudo como punta de colchón, ó de majadero._--Contra el rudo y romo.
-
-_Agradecédmelo, vecinas, que echo salvado á mis gallinas._--Contra los
-que quieren se les agradezca lo que interesadamente emprenden.
-
-_Más acá hay posada._--Sofrenada al que se alarga en mentir y
-encarecer, como _Baja acá, Marica_, ó _Baja acá, gallo, que estás
-encaramado_.
-
-_Alabaos, nariguda._--Como _Alábate, burro, que te crece el rabo_; y
-_Alábate, cesto, que venderte quiero_; ó _Alábate, polla, que un huevo
-has puesto, y ese huero_.
-
-_Alegraos, perros, que ya podan._--Á las esperanzas largas.
-
-_Algarabía de allende, que el que la habla no la entiende._--De
-aplicación continua en estos tiempos de _ignorancia española_, en que
-somos tantos los _intelectuales_.
-
-_Algo ajeno no hace heredero._
-
-_Algún ciego me quisiera ver._--¡Y tanto!
-
-_Albricias, padre, que el obispo es chantre._--Del que se alegra
-neciamente, cuando debiera llorar.
-
-_Alquimista certero, del hierro pensó hacer oro, é hizo del oro hierro._
-
-_Al revés me la vestí, mas ándese así._--Contra flojos y desaliñados, y
-los que no enmiendan sus defectos.
-
-_Así medre mi suegro, como la rama tras el fuego._
-
-_Ángel patudo, que quiso volar y no pudo._
-
-_Anda, mozo, anda, de Burgos á Aranda; que de Aranda á Extremadura,
-yo te llevaré en mi mula._--Pasado el puente de Aranda ya se está en
-Extremadura, como lo dice este nombre, _extremun Duriæ_, extremo del
-río Duero, el río de Aranda.
-
-_Andar á caza con hurón muerto._
-
-_¿Hay más pan que rebane este fraile?_--Del gorrón.
-
-_Ahí me las den todas._--En otro, donde no duele.
-
-_Ayuna, como el cuervo en el arado y la gallina en casa._
-
-_¿Ayunáis, gallego?_--_Sí, á pesar de o demo._
-
-_Ayúdame aquí, don Estorba._
-
-_Ahora te lloraré, abuelo, después de un año muerto._
-
-_Aramos, dijo la mosca, y estaba en el cuerno del buey._--Á los que no
-siendo nada dan á entender que son mucho, y no teniendo parte en las
-cosas se venden como principales en ellas.
-
-_Al ojo con el codo._--Del restregarse los ojos, que ha de ser con el
-codo, lo cual es imposible: por no decir que jamás se ha de restregar.
-Es como lo otro de que sólo conviene tomar el sol los meses que no
-tienen _r_, que son los calurosos, cuando nadie lo apetece.
-
-_Al diablo que no vi, beso que le di._--Ironía de lo que nunca vió y
-desprecio de lo que no se conoce.
-
-_Al fiar, vista, dulcedo; al pagar, á tí suspiramos._
-
-_Al que te quiere comer, almuérzale primero._
-
-_Al que te quiere mal, cómele el pan; y al que bien, también._--Es
-decir, que _hay cosas que parecen mangas; vueltas del revés, mangas
-otra vez_.
-
-_Á asno lerdo, modorro arriero_; ó _Á asno tocho, arriero tonto_; ó _Á
-asno tonto, arriero modorro_.--El sentido es que á uno mal inclinado
-ó que necesita de corrección hásele de dar quien pueda enderezarle. Y
-con todo eso, en vez de darle un buen maestro ó guía que carezca de las
-malas mañas del discípulo, dice que le den otro que sea horma de su
-zapato y tan avieso como él. Además de estas tres variantes, se dijo
-poniendo _recuero_ por _arriero_.
-
-_Á Aznaga por aceite, y á la Granja por naranja._--Es como pedir peras
-al olmo y cinco pies al gato, pues en tales lugares no se dan esos
-frutos.
-
-_Á ese paso, llevaos mi mula_; ó _Á ese precio vendimiado es lo
-mollar_; ó _Para eso no necesitábamos alforjas_.--En vez de _es
-demasiado caro lo que pedís_, se le da encima la mula. Sin ironía dijo
-Jesucristo que al que le quiten la capa le den el sayo también.
-
-_Á esotra puerta, que ésta no se abre._--No es despedir á uno, como
-parece á primera vista. Dícese cuando no responde un sordo ú otros, y
-en vez de decir ¿qué queréis?, hablando uno por el desatento, dice: no
-oigo.
-
-_Á escudero pobre, carbón de cañuto._--El carbón de cañuto se gasta
-mucho y dura poco, y el escudero pobre había menester lo contrario, lo
-que dice el otro refrán: _Á escudero pobre, taza de plata y cántaro de
-cobre_, por que le dure.
-
-_¿Á cómo vale el quintal de hierro? Dadme una aguja._--Contra los que
-para comprar una nonada se informan y preguntan á cómo vale la arroba.
-
-Aquí del _¡eche usted jierro! ¡quite usted jierro!_
-
-_Á propósito, Dr. Jarro._--Al gorrón borracho, y puede servirle de
-comentario el siguiente sucedido, que no cuento, y fué en Tudela.
-Merendaban en el campo unas costillas, y vieron venir hacia ellos
-un conocido gorrón.--Cuidado con convidarle.--Llega, nota que no le
-invitan, y _á propósito_ de haberle preguntado que qué le hizo á fulano
-el otro día cuando le faltó en la taberna, y respondiendo él que ¿qué
-le podía hacer? Paciencia--repone uno de los de la merienda:--Haberle
-roto las _costillas_.--Tómale la palabra el de gorra, y sentándose
-muy frescamente, dice: _¡Pa no hacer disprecio...!_. Y dió en las
-_costillas_ con tan fiero y hambriento diente, que hubieron de apretar
-los otros los suyos para que no les dejase en ayunas, y sus propias
-costillas por no descostillarse de risa.
-
-Y á propósito también de equívocos, no es malo el siguiente refrán con
-su comento de un grave autor antiguo, de principios del siglo XVII. «_Á
-teatino, ni el dedo menino_». (Que no se les ha de dar entrada ni en
-muy mínima cosa, porque no se alcen con todo; ya es notorio á quiénes
-llaman teatinos en Castilla. Dícelo aquel jeroglífico «pues que nadie
-te atina, yo te atino, dinero mío»).
-
-_Á tí lo digo, hijuela; entiéndelo, mi nuera._
-
-_Á tu tía._--Despidiendo, que se vaya con Dios. O como dice otro: _Á
-Tuta, que es lugar de limosnas_, ó _á Tetuán_. Despide y burla del que
-pide lo que le quieren dar, remitiéndole adonde no halle bien ninguno.
-_Tuta_, lugar imaginario, y _tu-tía_ por el sonsonete: equivalen á
-_pedir_; _tute_ y _tus-tus_ explican la etimología del _tu-ta_, _tu-s_,
-_tu_=_to_, llamar á uno y pedir en éuskera.
-
-_Á vísperas dan paz._--Por lo que es fuera de sazón, pues la paz se da
-en la misa y no en las vísperas.
-
-_Á maravedí el palmo._--Dícese en lo que á uno no le va ni le viene, ni
-maldito lo que le importa en lo que se entremete.
-
-_Á más priesa, más vagar._--Paradoja bien clara en _Vísteme despacio,
-que estoy de prisa_.
-
-_Á mí que no pido._--Cuando se reparte algo, los muchachos todos piden
-y son importunos; el que no lo es, tomando su modestia por derecho,
-dice el refrán. Otros muchos, por no parecer muchachos, dícenlo para su
-capote. Á todos alcanza el dicho.
-
-_¡Ay, ay, ay!, que me quejo y no tengo mal._
-
-_Ahí es, junto á casa._--Ironía cuando está muy lejos aquello por que
-se pregunta.
-
-_Hay hombres bestias como ansares pardas._--Por no decir que hay pocos
-que no lo sean.
-
-_¡Ay qué trabajo, vecina; el ciervo muda el penacho cada año, y vuestro
-marido cada día!_--Pulla manifiesta.
-
-_Á ésta no la toco, á ésta no la toco._--Del que finge no querer y se
-lo está comiendo con los ojos, y así otros añaden: _y todas se las
-comió_. Suele pasar á los niños bien criados, á quienes se les enseña
-á rehusar cortesmente en sociedad cuando se les ofrece algo. Sólo que
-después resulta que si el ofrecimiento es sincero y acaba por aceptar,
-como debe hacerlo, no deja ni las raspas y muestra su mala crianza, en
-lo que quiso mostrarla demasiado esmerada. Otra variante: _Á éste le
-dió, á éste no le dió, y todos se los comió_.
-
-_¡Á ellos!, ¡á ellos!; é iban huyendo._--Entiéndese que lo decían los
-que huían.
-
-_¡Á ellos, padre! Vos á las berzas, y yo á la carne: y si os sentís
-agraviado, vos á las berzas, y yo al jarro._--Es la figura retórica
-_aprosdoqueton_, que denota lo que no se esperaba; se espera una cosa
-y dispara en otra irónicamente. Como decimos: _el que parte, bien
-reparte_; _bien_ para sí, por supuesto.
-
-_Á la sierra, ni dueña ni cigüeña._--Modo de decir que las dueñas se
-meten en todo, pues se las encuentra hasta en despoblado, aunque el
-dicho diga de hecho lo contrario.
-
-_Á la dicha que habéis, padre, ahorcado habéis de morir._--Otro
-_aprosdoqueton_. _Dicha_ vale buena y mala ventura, como suerte y
-casualidad, y aunque de suyo díjose de la buena, por el irónico modo de
-hablar tomó también el valor opuesto, como sucede en otros vocablos,
-por antítesis, como dicen. Por ejemplo, en el _Quijote_ (I, c. 40): «si
-á dicha se pierden, ó los cautivan, sacan sus firmas»: es decir, si por
-mala suerte.
-
-_Á la boda de Don García, lleva pan en la capilla._--Es paradoja, pues
-en las bodas suele haber abundancia; pero enseña que nadie se fíe en
-hacienda y provisión ajena, por rico que sea el otro y favorecedor que
-se presente.
-
-_Á la boda del herrero, cada cual con su dinero._--También parece
-paradoja; como todos han menester de él en los pueblos chicos, van en
-su boda á ofrecerle, en vez de comer á su costa.
-
-_Á la boda del horno, perdió Mariquita el bollo._--Paradoja clara, y la
-sentencia bien se clarea tras la metáfora.
-
-_Á la borracha, pasas._--Lo que ella quisiera fuera vino: dénselo en
-pasas.
-
-_Á la borrica arrodillada doblar la carga._--En vez de aliviársela;
-como _al que no quiere taza, taza y media_.
-
-_Á la buena, júntate con ella, y á la mala, ponla la almohada._--No por
-darle gusto, sino porque haga sus visitas de puro cumplido y se parta
-cuanto antes.
-
-_Á la vieja que no puede andar, meterla en el arenal._--Desayudarla; en
-vez de sacarla del atolladero, meterla en otro peor.
-
-_Á la mosca, que es verano._--Dícenlo por los que se van libres de amo.
-
-_Á la muerte no hay remedio cuando venga sino tender la
-pierna._--Dejarse morir, que es remedio eficaz para salir del paso.
-
-_Á la mula con halago, y al caballo con el palo._--Al revés te lo digo,
-para que me entiendas.
-
-_Á la mujer barbuda, de lejos me la saluda, con dos piedras, que no con
-una._
-
-_Á la mujer ventanera, tuércela el cuello si la quieres buena._--Buen
-remedio acabar con ella; pero no hay otro, porque es resabio sin
-remedio.
-
-_Á las veces más vale el vino que las heces._--Esperábase oir todo lo
-contrario; como _lo barato es caro_.
-
-_Á los de la facultad no llevamos dinero._--Así un albéitar á un médico
-que le pagaba la cura de su mula.
-
-_Á nadar anadinos, patos y patinos; entrad vos, patón, nadaréis
-mejor._--En vez de lo haréis peor.
-
-_No hay cosa mejor dicha que la que está por decir._--Paradoja,
-aconsejando el secreto y la discreción.
-
-_Á segar son idos tres con una hoz._--Suéltase el problema irónico:
-_mientras uno siega holgaban los dos_.
-
-_¡Ah, señor, por quien tú eres, no se acaben las mujeres!_--En vez de
-decir: ojalá cargue con todas el diablo.
-
-_Á su tiempo viene lo que Dios envía y quiere_; y _Á su tiempo se cogen
-las uvas, cuando están maduras_.--Esperábase más honda razón. Y es la
-explicación de Don Quijote á Sancho del por qué le dolían todas las
-espaldas, declarándoselo profundamente, que como el palo con que le
-molieron era largo y tendido, le dolía cuanto el palo le cogió, y «si
-más te cogiera más te doliera».
-
-_Á jueces galicianos, con los pies en las manos._--Á magistrados
-codiciosos ó gallegos, llevarles aves asidas por los pies con las manos.
-
-_Á Dios y á ventura dígola abutarda._--Siendo la guía, debiera saber el
-camino, y llama gobernador al desgobernador y que no sabe de trazas ni
-lo que se pesca.
-
-_Á Dios y veámonos, y eran dos ciegos._--Como _veamos, dijo el ciego, y
-nunca veía_.
-
-_Á Dios, Benavente, que se parte el Conde; y salía un cocinero._--De la
-población llamada Benavente; como _Á Dios, Madrid, que te quedas sin
-gente_.
-
-_Á Dios, que pinta la uva._--los mozos que se despiden del amo, cuando
-más los había menester.
-
-_Á Dios, paredes, que me voy á ser santo; é iba á ser ventero._--Tan de
-buena conciencia como el que armó caballero á Don Quijote.
-
-_Á do te quieren mucho, no vayas á menudo._--Y no es ironía; para no
-cansar y hacer que te dejen de querer. Sentencia bien honda y práctica.
-
-_Á dos palabras, tres porradas._--Habla el necio dos palabras y son
-tres necedades.
-
-_Á falta de hombres buenos, hicieron á mi padre alcalde._--De quien el
-hijo no tenía muy buena opinión que digamos.
-
-_Á falta de caldo, buena es la carne._--Como _á falta de pan, buenas
-son tortas_; ó _á falta de vaca, buenos son pollos con tocino_.
-
-_Á bien te salgan, hijo, tus barraganadas._--Ironía contra los
-presuntuosos. Barraganadas son valentías; y prosigue: _El toro estaba
-muerto, y hacíale alcocarras con el capirote desde las ventanas_, que
-hoy diríamos _le quería capear desde la talanquera_.
-
-_Á buey viejo, cencerro nuevo._--Cosas desproporcionadas, y en
-particular el que casa de viejo con mujer moza; ó _á casas viejas,
-puertas nuevas_.
-
-_Á buen santo lo encomendáis._--Á quien no tiene influencias, santo de
-poca cabida con Dios.
-
-_Á buen comer ó mal comer, tres veces beber: la primera pura, la
-segunda como Dios la crió en la uva, la tercera como sale de la
-cuba._--Siempre y en todo caso buen trago y de lo no bautizado.
-
-_Á buen tiempo hemos llegado._--Del tiempo trabajoso y del verse
-desdeñados.
-
-_Á buen viento está la parva._--Del descuidado é inepto.
-
-_Á buscarla ando, la mala de la rueca, y no la hallo._--Dicen que lo
-dice la perezosa, que carga á la rueca la culpa de su dejadez.
-
-_Á quien da y toma, nácele una corcova._--Los muchachos á los
-cicateros, mudando irónicamente el otro: _Á quien da y toma, nácele una
-corona_, que el dar le fué granjeo, porque el que siembra coge.
-
-_Á quien da no escoge; y dábanle de palos._
-
-_Ha comido cazuela._--Dícenle á uno que se pasea por no tener blanca.
-
-_Allá va la lengua, do duele la muela._--El que mejor lo aplicaba
-fué el que lo decía á las vecinas del barrio, cuando hablaban mal de
-otras, pues acaece las más veces que lo que más critican es lo que más
-falta les hace, y esto aunque no sean vecinas del barrio. Y confírmalo
-el otro refrán: _Allí perdió la dueña el honor, donde habló mal y oyó
-peor_.--Porque _Allí tiene la gallina los ojos, donde tiene los huevos
-y pollos_.
-
-_Año de siete, ¡quién lo oyese y no lo viese!_--Común y antigua
-creencia es que en las enfermedades el seteno día, y en la vida el año
-siete y todos sus múltiplos, son peligrosos. Aun en las frutas, cada
-año de siete no lo tienen por bueno los labradores, porque dicen que
-parece que descansa en él la tierra. Los hebreos no sembraban el año
-séptimo; pero era por el septenario de la creación con su descanso
-final, como en la semana, que terminaba en sábado ó descanso. El que
-quiera enterarse de las virtudes y daños del número siete lea lo que
-de Varron trae Aulo Gelio, en el capítulo 10 del libro 3.º de sus
-_Noches áticas_, donde, entre otras mil, trae esta misma supersticiosa
-creencia. «En los septenarios se verifican los que llaman _climacteres_
-los Caldeos, las crisis peligrosas de la vida del hombre y de su
-fortuna». Estos mismos datos y otros muchos de diversos autores
-recuerdo haber leído en el primero de los Diálogos que escribió en
-riquísimo castellano el P. Fray Juan de Pineda sobre la Agricultura
-cristiana, libro raro, de lo mejor que se ha escrito en castellano,
-fuera de su desmesurada extensión, pues consta de dos tomos en folio;
-hállase en la Biblioteca Nacional.
-
- [Ilustración]
-
-
-
-
- EL IMPERFECTO Y EL FUTURO DE SUBJUNTIVO EN EL «QUIJOTE»
-
-
-Bajo esta denominación siguen estudiándose en nuestras gramáticas las
-tres formas verbales, _ra_, _ría_ y _se_, _amara_, _amaría_ y _amase_,
-para eterno baldón de nuestros arrestos científicos en achaque de
-lingüística. Ni _amara_ ni _amaría_ son imperfectos, ni _amaría_ es
-subjuntivo, ni estos tres tiempos significan lo mismo, para que sigan
-unidos en feroz maridaje bajo una misma denominación. En ello convienen
-Bello y Benot, y todos los extranjeros. Dejemos por ahora la forma
-_amaría_, que es de indicativo, y estudiemos un poco las otras dos, y
-con ellas sus compuestos correspondientes _hubiese amado_ y _hubiera
-amado_.
-
-Las formas _amase_, _hubiese amado_, siempre son subordinadas de
-pasado, esté expreso ó tácito el verbo subordinante; y esto, en todos
-los monumentos antiguos, antes del clasicismo y en el clasicismo, y hoy
-día; es decir, que es un imperfecto del subjuntivo ó, mejor dicho, del
-conjuntivo.
-
-Proviene _amase_ de _ama-vi-ssem_, que tenía el mismo empleo y valor.
-Conviene entender bien este empleo para no confundir este tiempo
-con _amara_, como se confunde hoy, y no se confundía en tiempo
-de Cervantes. _Amase_--repito--es siempre conjuntivo, es decir,
-subordinado de otro verbo con _que_ expreso ó tácito, é indica tiempo
-pasado. Véanse estos ejemplos del _Quijote_, entre otros mil[14]:
-«Consideren lo mucho, que _estuuo_ despierto por dar la luz de su obra
-con la menos sombra que _pudiesse_ (I, 3, 13). Y sus historias ya
-que no las _quemassen_, _merecian_ que a cada una se le _echasse_ un
-sambenito, o alguna señal, en que _fuesse_ conocida por infame (II, 6,
-20). Y la bolsa de dinero, que le _dio_ don Quixote, para lo que _se
-ofreciesse_ (I, 7, 26). No _estaua_ tan claro, que _pudiesse_ echar
-de si rayos algunos (II, 8, 27). Y diziendo que que _auia visto_ en
-ella, para no ponerla en el numero de las otras, que _alargasse_ la
-satira, y la _pusiesse_ en el ensanche, sino que _mirasse_ para lo
-que auia nacido (II, 8, 27). _Abraso_ el templo famoso de Diana...
-solo porque _quedasse_ viuo su nombre en los siglos venideros (II, 8,
-28). Y el dia siguiente, sin acontecerles cosa, que de contar _fuesse_
-(II, 8, 30). Sin _auer hablado_ antes a su señora, pidiendola _fuesse_
-seruida, de (I, 10, 32). Sin esperar son de trompeta ni otra señal
-que los _auisasse_ (II, 14, 51). Sobre que medio se podria tomar,
-para reduzir a don Quixote, a que _se estuuiesse_ en su casa quieto
-y sossegado, sin que le _alborotassen_ sus mal buscadas auenturas,
-de cuyo consejo _salio_... que _dexassen_ salir a don Quixote, y que
-Sanson le _saliesse_ al camino... y _trabasse_ batalla con el... y
-le _venciesse_... y que _fuesse_ pacto y concierto, que el vencido
-_quedasse_ a merced del vencedor (II, 15, 53)».
-
-
-Así como el presente de subjuntivo se subordina al de indicativo, así
-el imperfecto _amase_ se subordina á los tiempos pasados, siempre con
-_que_ expreso ó subentendido: «Ni _procuro que_ nadie me _tenga_ por
-discreto (II, 1, 4). _Mando_ a un Capellán suyo se _informasse_ del
-Rector de la casa (II, 1, 3): suple _que_. De cuyo consejo _salio_...
-_que dexassen_ salir a don Quixote (II, 15, 53)». Hoy dicen: «Salio...
-_que dejaran_». En Cervantes _amara_ jamás se emplea en este caso:
-nunca es conjuntivo de pasado.
-
- * * * * *
-
-En las condicionales, _amase_ se halla en la hipótesis de tiempo
-pasado, y de ella pasó más tarde á la apódosis, pero sólo cuando
-hay también _amase_ en la hipótesis, sin duda por atracción; así
-como _amara_, que pasó de la apódosis á la hipótesis. En Berceo
-siempre hay _amase_ en la hipótesis de pasado, nunca _amara_. «Si tu
-nunca _moriesses_, viuir yo non podría» (_Loor_ 97). «Si nacido non
-_fuesse_, mucho meior auria» (_Mil._, 756). Lo mismo en el _Poema del
-Cid_: «Dios que buen vassalo, si _ouiesse_ buen sennor» (20). «Que si
-non la _quebrantas_ por fuerça, que non gela _abriese_ nadi» (34).
-Otro tanto sucede en el _Quijote_: «Si a los oydos de los Principes
-_llegasse_ la verdad desnuda, otros siglos correrian (II, 2, 8). Y
-que si le _pareciesse_ que tenia juyzio le _sacasse_, y _pusiesse_ en
-libertad (II, 1, 3). Quando yo _quisiesse_ oluidarme de los garrotazos
-que me han dado, no lo consentiran los cardenales, que (II, 3, 11).
-Que no diran cosa por otra si _rebentassen_ (II, 7, 23). Bonico soy
-yo para esso, mal me conoce: pues a fê que si me _conociesse_, que me
-_ayunasse_» (I, 25, 115).
-
-Sólo cuando hay _amase_ en la hipótesis, puede ir _amase_ en la
-apódosis, como en los citados ejemplos. Es queja general que en estos
-últimos años ha cundido en España el uso de _amase_ en la apódosis de
-las condicionales fuera del caso dicho. Efectivamente, se suele oir y
-leer: «si al menos hubiera tenido la cordura del silencio, _hubiese_
-conservado la vida», «yo te _hubiese_ escrito, si hubiera tenido
-ocasión». Cervantes hubiera empleado _hubiera_ en la hipótesis y en
-la apódosis, en ambos casos. Que si le _pareciesse_ que tenia juyzio
-le _sacasse_; y no siendo pasado conjuntivo, _amara_: Que _dixera_ el
-señor Amadis, si lo tal _oyera_ (II, 6, 20). Nótese bien la diferencia:
-en el primer ejemplo es puro conjuntivo ó subjuntivo, subordinado, se
-subentiende el _que_: _que le sacasse_; en el segundo es potencial, no
-subordinado á otro verbo, sin _que_.
-
-La confusión que actualmente cunde entre _amara_ y _amase_, fuera de
-las condicionales, es la causa de emplearse _amase_ en la apódosis
-de las condicionales fuera del único caso en que se ha empleado
-hasta ahora. Y esta confusión es de grandísima trascendencia para el
-castellano. No se trata de una palabra exótica que hiere más ó menos
-con desapacible dejo los oídos de los puristas: trátase de dos formas
-verbales de vital importancia en la sintaxis castellana; mejor dicho,
-de tres, porque, como veremos, también el _amare_ anda aquí en cartas.
-
-Á juzgar por la tendencia que arrastra á esa confusión, las formas en
-peligro son _amara_ y _amare_, precisamente las más idiomáticas de
-nuestro romance y las de matiz más delicado. Es que no existen tales
-formas en francés. Son flores demasiado exquisitas para el gusto
-nivelador y cosmopolita de ciertas gentes, que quisieran reducir el
-habla á cuatro fórmulas breves comerciales, y para quienes el inglés
-de oficina es el ápice del ideal. Mal año para la estética del
-lenguaje, para la literatura. Pero no de sólo pan vive el hombre; y si
-los comerciantes sajones prefieren la brevedad seca y escueta de una
-fórmula, los meridionales han sido siempre artistas y han concedido
-al elemento estético del habla lo que se le debía conceder, si el
-hombre es algo más que un alcabalero ó que un trujamán. Si algo se nos
-da por el arte, debemos oponernos con todas nuestras fuerzas á que
-cundan entre nuestros escritores esas teorías cosmopolitas de lengua
-internacional, reducida á descarnados guarismos. Venga, norabuena,
-esa lengua para el comercio; pero déjennos para la literatura y para
-la vida nuestra rica y hermosa lengua castellana. Y para ello todos
-nuestros esfuerzos estarán muy bien empleados en desterrar el abuso,
-que hoy va cundiendo, de confundir _amara_ con _amase_ por una parte,
-y por otra estas dos formas con _amare_. Los americanos, á quienes
-achacan algunos el que vayan corrompiendo el castellano, pudieran con
-mayor razón achacárnoslo á los españoles en este y otros puntos.
-
- * * * * *
-
-Hoy ponen los autores como sinónimos _amara_ y _amase_ como imperfectos
-de subjuntivo; es decir, subordinándose á otro verbo, y correspondiendo
-al imperfecto y al pretérito de indicativo. Horrible confusión,
-que ha llegado ya al extremo de que ni los gramáticos la tengan por
-tal. En Cervantes, en los clásicos y en los monumentos más antiguos,
-yo no he hallado _amara_ con semejante empleo. Sólo hay excepciones
-raras (_Cid_, 3319, 3591), y casi siempre en la apódosis de las
-condicionales, donde equivale á la acepción potencial que vamos á ver
-siempre en esta forma _amara_, y que puede compararse con «Si non
-errasset, _fecerat_ illa minus» de Marcial (I, 22). Así en Berceo: «Si
-a Millan crouiessen, _ficieran_ muy meior» (_S. Mill._, 288). Hoy se
-dice: «dijo _que vinieras_»; Cervantes diría: «dijo _que vinieses_».
-
-_Amara_ viene de _ama-ve-ram_ = había amado, y este valor de
-pluscuamperfecto lo tuvo _amara_ hasta el siglo XVII, en que cayó en
-desuso, tal vez por emplearse en tantas otras acepciones. En Berceo:
-«Lo que les _prometiera_ el padre verdadero «Tardar non gelo quiso por
-al dia tercero» (_S. Dom._, 370). En _Calila e Dymna_: entendio que el
-su saber non le tenia pro, pues que non _usara_ del» (_Prólogo_). En
-esta acepción han vuelto á resucitarlo modernamente, y no lo tengo sino
-por muy loable, pues conviene á veces echar mano de esta forma breve,
-para la velocidad en la frase y para la poesía en vez del compuesto
-_había amado_.
-
-No así el empleo de _amara_ por _amé_, _amaba_, _he amado_, confusión
-en que han caído algunos, sin que les valga el que antiguamente se
-empleó por el pretérito: «El padre le _echara_ fuera, | que nada le
-huvo hablado, | A los dos _metiera_ juntos... | Al Cid _metiera_ el
-postrero» (M. PELAYO, _Antología_, VIII, 55). Emplear _amara_ por todos
-los tiempos pasados de indicativo sería el caos.
-
- * * * * *
-
-El empleo propio de _amara_ es el de un _subjuntivo potencial_, que
-difiere de _amaría_, verdadero potencial de indicativo, en que, como
-toda forma de subjuntivo, siempre lleva envuelta la idea de apreciación
-subjetiva, de la que carecen las formas de indicativo, las cuales
-enuncian el hecho objetivo sin apreciación alguna subjetiva. Por ser
-_amara_ un _potencial_, conviene con _amaría_, y por eso dijo tal vez
-Cuervo[15] que se emplea en nuestros clásicos «en frases que pudiéramos
-llamar _potenciales_, en las cuales se representan los hechos como
-meramente _posibles_». Por ser _subjuntivo_, es decir, por llevar
-consigo la duda, el deseo ó cualquiera otra apreciación subjetiva,
-difiere _amara_ de _amaría_, y en este sentido pudo añadir el mismo
-Cuervo que se emplea: (en frases...) «que son en cierto modo oraciones
-condicionales incompletas, por faltarles una hipótesis vaga, que varía
-según los casos». Digo que en este sentido, porque de otra manera no
-veo que tales oraciones lleven _hipótesis vaga_ de ninguna especie,
-fuera del dudar, desear, etc., del carácter subjuntivo.
-
-Véanse ejemplos con ese doble matiz de potencial y de subjuntivo, pero
-sin hipótesis alguna. En _Calila e Dimna_: «ca serie atal como el
-mercadero perdidoso que vendio sus piedras por vidrio que non valia
-nada, é _podiera_ haber del precio dellas riqueza para en toda su vida»
-(c. 2). Aquí se está viendo cómo del valor de pluscuamperfecto sale el
-de potencial subjetivo, _había podido_, _hubiera podido_ ó _pudiera_.
-«E podrie acaescer cosa por ello que _pesara_ a mi et a ti» (íd.): _que
-pudiera pesar_. «Non _debieras_ tu decir cerca del pozo, pues yo habia
-de ir al caño» (íd.): _no debías haberme dicho_. «Desi temime que non
-_pudiera_ sofrir la su vida (de religioso), et que me tornaria a la
-costumbre» (íd.) «Et que dejaria algunas cosas que tenia comenzadas
-et habria fechas ante de que _hobiera_ galardon». En estos mismos
-ejemplos se halla la distinción entre _amara_, subjuntivo ó subjetivo,
-y _amaría_, indicativo ú objetivo.
-
-Vengamos al _Quijote_: Assi es, dixo el Barbero, y _holgara_ mucho
-saber, que trataran aora los dos (II, 2, 7).--En la manta no hize yo
-cabriolas, en el aire si, y aun mas de las que yo _quisiera_ (II, 3,
-11).--Dizen algunos, que han leydo la historia, que se _holgâran_, se
-les _huuiera oluidado_ a los autores della algunos de los infinitos
-palos, que (II, 3, 11).--Tambien _pudieran_ callarlos por equidad
-(íd.)--Esso _fuera_ hazer milagros (II, 3, 12).--Pero a buen seguro
-que el te _perdonara_, porque (II, 6, 20).--mas tal te _pudiera_
-hauer oydo, que no te _fuera_ bien dello (íd.)--y cosas te _pudiera_
-yo dezir... que te _admiraran_ (II, 6, 21).--venia tal el triste,
-que no le _conociera_ la madre que le pario (II, 7, 23).--assi
-_pudiera_ cantar el romance de Calainos, que todo _fuera_ uno (II, 9,
-31).--dize que _quisiera_ passarle en silencio temeroso de que no auia
-de ser creido (II, 10, 32).--y quien os _viera_ a todos ensartados
-por las agallas como sardinas en lercha (II, 10, 36).--y si ello es
-encantamento como v. m. ha dicho, no auia en el mundo otros dos a quien
-se _parecieran_ (II, 16, 54).--Esso _tuuiera_ yo por afrenta, mas que
-quantas _pudieran_ dezirme (II, 31, 117).--que en el particular de mi
-asno que no le _trocara_ yo con el rozin del señor Lanzarote (íd.)--Al
-mismo Duque de Alua se la _quitara_, para darsela al señor maesse Pedro
-(II, 25, 96).--que persuasion _fuera_ bastante para persuadirme que
-(II, 25, 97).--el sentido, que no se lo _sacara_, ni las _entendiera_
-el mismo Aristoteles, si _resucitara_ para solo ello (I, 1, 1).--donde
-puso el amor toda la gloria que yo _acertara_ a desearme (I, 24, 102).
-
- * * * * *
-
-Es muy propio _amara_ de la apódosis de las condicionales, precisamente
-por esta potencialidad dependiente de la condición; pero de la apódosis
-pasó también á la hipótesis; al revés de _amase_, que de la hipótesis
-pasó á la apódosis: pero aunque _fuera_ de mezcla, _cumpliera_
-mi palabra (II, 41, 154).--y sino lo _cumpliera_, me parece que
-_rebentara_ (II, 41, 157).--y si yo _fuera_ tan agorero como otros, tu
-pusilanimidad me _hiziera_ cosquillas en el animo (II, 41, 154).
-
-Con otra forma en la hipótesis, no hallo _amara_ en la apódosis; pero
-sí en la hipótesis, cuya apódosis tiene _amaría_, _había de amar_: Mira
-Sancho, yo bien te _señalaría_ salario, si _huuiera hallado_ en alguna
-de las historias... exemplo (II, 7, 24).--que si _huuiera dicho_ de
-mi cosas, que no fueran, muy de christiano viejo... que nos _auuian
-de oyr_ los sordos (II, 3, 12). _Amaría_ no puede ir en la hipótesis,
-porque toda hipótesis subjuntiva lleva consigo el subjetivismo del que
-la enuncia; en cambio, _amara_ cabe muy bien en los dos miembros.
-
-He dicho que hoy _amara_ equivale á _amase_ en la acepción de
-subordinada subjuntiva de tiempo pasado. En el _Quijote_ no hallo ni
-un solo ejemplo de _amara_ en tal acepción y empleo, ni tampoco en
-los demás clásicos ni en los autores anteriores al siglo XVI. «De la
-apódosis pasó _amara_ á la hipótesis, y de las oraciones condicionales
-á las puramente subjuntivas», dice Cuervo. No son, pues, sinónimos
-_amara_ y _amase_. En Berceo nunca se confunden, ni _amara_ es
-subordinada subjuntiva, ni está en la hipótesis de tiempos imperfectos
-ó perfectos, es decir, pasados; en todos estos casos hay _amase_
-(LANCHETAS).
-
- * * * * *
-
-En el subjuntivo optativo las formas _amase_ y _amara_ y sus compuestas
-indican lo inútil del deseo, cuyo cumplimiento ya no se espera:
-Y _pluguiera_ á los altos cielos que el amor no me _tuuiera_ tan
-rendido, y tan sujeto á sus leyes, y los ojos de aquella hermosa
-ingrata, que digo entre mis dientes, que los desta fermosa donzella
-_fueran_ señores de mi libertad (I, 16, 57). Al revés, se espera
-como posible el cumplimiento del deseo, cuando se expresa con formas
-de presente-futuro: _Plegaos_ señora de membraros (I, 2, 4).--A
-Dios _plega_, que esta llegue a vuestras manos (I, 27, 126).--Oy
-dia a tantos de tal mes, y de tal año tomô la possession desta
-insula el señor don Sancho Pança, que muchos años la _goze_ (II, 45,
-169).--_llore_, o _cante_ Altisidora, _desesperese_ Madama..., que yo
-tengo de ser de Dulcinea (II, 44, 168).
-
-La forma _amara_, como subjuntivo optativo, indica pesar de un hecho
-no cumplido, y no pende de otro verbo: es forma elegantísima: Pero
-ya tenia abierto uno el barbero, que se llamaua las _Lagrimas de
-Angélica_. _Lloraralas_ yo, dixo el Cura en oyendo el nombre, si tal
-libro huuiera mandado quemar (I, 6, 20).--que me tiene tomada una
-pierna entre el estribo y la silla. _Hablara_ yo para mañana, dixo don
-Quixote, y hasta quando aguardauades a dezirme vuestro afan? (I, 19,
-73): expresión aplicada por Covarrubias al «que viendo que se trata
-de su negocio, no alega de su justicia». Véase el Soneto: O quien
-_tuuiera_ hermosa Dulcinea (VII), todo en optativo. En Berceo: «Mas
-plus seli _valiera_ que souiesse quedado» (_Loor_ 58).
-
-Con _amase_: y oxala _parasse_ en ellos lo que amenaza esta auentura
-tan desuenturada (II, 68, 261): se subentiende _que_. Y _que_ no
-_viesse_ yo todo esso Sancho (II, 10, 36).
-
- * * * * *
-
-El llamado futuro de subjuntivo _amare_ y su compuesto _hubiere amado_
-no existieron en latín, y de las demás románicas sólo en portugués
-y en válaco. Deriva del futuro perfecto subjuntivo _ama-ve-ro_. En
-castellano todos convienen en que también es subjuntivo y futuro,
-aunque no futuro perfecto. Lo han llamado algunos subjuntivo hipotético
-ó condicional; pero subjuntivos é hipotéticos ó condicionales son
-también _amase_ y _amara_, además de que no siempre _amare_ es
-condicional, ni pertenece á las oraciones condicionales. Futuro
-simplemente tampoco es, además de que el llamado presente _ame_ es un
-futuro.
-
-Como hipotético pide en la apódosis futuro de indicativo ó imperativo,
-ó presente de subjuntivo cuando sustituye al imperativo. En el _Cid_:
-«Si essa despensa nos _falleciere_ o nos _menguare_ algo, | Bien
-las abastad, yo assi uos lo mando» (258). En el _Quijote_: Y si yo
-no me _declarare_ entonces podra enmendarme (II, 7, 23).--si alguna
-cosa _faltâre_, y si _fuere_ necesidad seruir a tu magnificencia
-de escudero, lo tendrê a felicissima ventura (íd.)--si tu me los
-_relatares_, como ellos fueron, sacare yo lo que ella tiene escondido
-en lo secreto de su coraçon (II, 10, 32).--si acaso _viniere_ a verte,
-quando estês en tu insula alguno de tus parientes, no le desheches (II,
-42, 160).--Si _truxeres_ a tu muger contigo... enseñala, doctrinala
-(íd.)--Si acaso _enuiudares_ (cosa que puede suceder) y con el cargo
-_mejorares_ de consorte, no la tomes, tal que (íd.)--Quando _pudiere_ y
-_deuiere_ tener lugar la equidad, no cargues todo el rigor de la ley al
-delinquente (II, 42, 160).--Si acaso _doblares_ la vara de la justicia,
-no sea con el peso de la dadiua, sino con el de la misericordia
-(íd.)--si ella _fuere_ de tanta hermosura como significays, de buena
-gana... confessaremos la verdad (I, 4, 13).
-
-Comparado con _amara_, se ve que en éste lo condicionado puede ó pudo ó
-podría ser, á verificarse la condición; pero que ésta no se verificó,
-ó no se verificará. En cambio, con _amare_, lo condicionado se espera y
-supone como cierto, dado que se verifique la condición, la cual por su
-parte no se supone que haya de verificarse ó dejar de verificarse. Es
-decir, que la condición es puramente hipotética con _amare_ y negativa
-con _amara_, así como es positiva con indicativo. Son las tres clases
-de condicionales castellanas. En _amara_ se trasluce su origen de
-pasado, en _amare_ la contingencia propia de lo futuro, y de lo futuro
-precisamente no conocido, y que no está en nuestra mano. Compárense.
-Indicativo: Si por buena fama, y si por buen nombre _va_ solo v. m.
-_lleua_ la palma a todos los Caualleros Andantes (II, 3, 10.)--mas si
-v. m. _quiere_ saber todo lo que ay..., yo le _traere_ aqui luego al
-momento quien se las diga (II, 2, 9).--si â ti te _mantearon_ una vez,
-â mi me _han molido_ ciento (II, 2, 8). Con _amara_: si yo _fuera_ tan
-agorero como otros, tu pusilanimidad me _hiziera_ algunas cosquillas en
-el animo (II, 41, 154).--Mala Pascua me _dê_ Dios..., si le _trocara_
-por el (II, 13, 44). Con _amare_: si tu me los _relatares_... sacare yo
-(II, 10, 32).
-
-Por la misma idea de contingencia pura, no puede emplearse nunca
-_amare_ cuando pende de otro verbo, es decir, cuando había de ser puro
-subjuntivo ó conjuntivo. No cabe decir _dudo que viniere_, como se dice
-_dudo que venga_ ó _dudé que viniese_. Por consiguiente, hay un caso
-en que la tercera clase de condicionales, la de pura hipótesis, no
-puede llevar _amare_, y es cuando la oración condicional pende de otra
-ó por la idea tiene que ser subjuntiva: en este caso se emplea _amase_:
-Y pareceos que fuera acertado, y bien hecho que si los del Toboso
-_supiessen_ que estays vos aqui con intencion de yr a sonsacarles sus
-Princessas... _viniessen_ y os _moliessen_ las costillas a puros palos,
-y no os _dexassen_ huesso sano? (II, 10, 33).--quiero que sepas, que
-si a los oydos de los Principes _llegasse_ la verdad desnuda... otros
-siglos _correrian_ (II, 2, 8).
-
- * * * * *
-
-Véase ahora _amare_ fuera de las condicionales, siempre como un futuro
-contingente: En verdad te digo, que de todo aquello que la muger
-del juez _recibiere_, ha de dar cuenta el marido en la residencia
-uniuersal, donde pagarâ con el quatro tanto en la muerte las partidas,
-de que no _se huuiere hecho_ cargo en la vida (II, 42, 160).--Al
-culpado que _cayere_ debaxo de tu juridicion... y en todo quanto
-_fuere_ de tu parte... muestratele piadoso (íd.)--Toma con discrecion
-el pulso a lo que _pudiere_ valer tu oficio (II, 43, 161).--uno ha
-de ser el mejor, y del que _abatieres_ seras aborrecido, y del que
-_leuantares_ en ninguna manera premiado (íd.)--teniendo yo el mando,
-y el palo harê lo que _quissiere_ (íd.)--el bien que _viniere_ para
-todos sea, y el mal para quien lo _fuere_ a buscar (I, 20, 77).--o
-haz lo que _quissieres_, que yo haré lo que _viere_ que más viene
-con mi pretension (I, 20, 77).--acabe norabuena donde _quisiere_
-(I, 20,79).--de lo que acerca desto les _huuiere sucedido_ (II, 11,
-37).--Assi que de cualquiera manera que responda, saldrê del conflicto,
-y trabajo en que me _dexares_, gozando del bien que me _truxeres_ por
-cuerdo, o no sintiendo el mal que me _aportares_ por loco (I, 25, 109).
-
-Pero hay un modismo propio de la forma _amare_, fundado precisamente
-en este valor de _futuro contingente_ desconocido, y es el de las
-oraciones concesivas: dude quien _dudare_ (I, 50, 193): es decir,
-quienquiera que sea el que quiera dudar.--sea quien _se quisiere_ (II,
-59, 228).--lleguen por _do llegaren_ (II, 60, 229).--sea lo que _fuere_
-(I, 34, 173).--se puso a escriuirla: salga lo que _saliere_ (II,
-3,12).--sease ella señoria, y venga lo que _viniere_ (II, 5, 17).--pero
-vengan sobre lo que _vinieren_, ellas vienen lo mas galanas señoras del
-mundo (II, 10, 34).--pese a quien _pesare_ (II, 7, 25).--sea el que _se
-fuere_ (I, 16, 54).
-
-Esta contingencia futura, este valor de concesión por desconocerse
-la cosa, dándose tan sólo como posible, indican que esta forma es
-potencial, y la más potencial, la de lo puro contingente: es, pues, _un
-subjuntivo futuro potencial_ ó _contingente_.
-
-Tal es la razón de que no esté bien empleado _amase_ por _amare_,
-cuando se trata de lo futuro. Es un solecismo decir: «si _hubiese_
-teatro esta noche, iré»; «si _hubiese_ llegado mañana Fulano, iré á
-verle»; debe decirse: «si _hubiere_ teatro» ó «si _hay_», «si _hubiere_
-llegado»; pues se trata de futuro, no de pasado, que es lo que indican
-_hubiese_ y _hubiese llegado_. Ya hemos visto el único caso en que se
-debe emplear _si amase_ como condicional, cuando pende de otro tiempo,
-que es cuando no se dice _amare_.
-
-Conviene repetir el principio práctico de Bello (470): «Siempre que
-á la forma en _ase_, _ese_ vemos que consiente la lengua sustituir
-la forma en _are_, _ere_ (acerca de lo cual no cabe error en los que
-tengan por lengua nativa la castellana), podemos estar seguros de que
-esta segunda es la forma propia». Porque _amare_ sólo cabe en el futuro
-potencial, cuyo dominio le quiere usurpar hoy el _amase_ pasado, con
-grave perjuicio de nuestra lengua.
-
-Hemos visto que _amase_ está hoy malamente desposeyendo á _amara_ y á
-_amare_ de sus propios lugares. Este hecho es una corruptela, que nos
-pueden echar en cara los americanos á los españoles, en cambio de las
-que nosotros les achacamos. Los delicados matices de _amara_ y _amare_
-están en vías de desaparecer. Yo me barrunto que la culpa está en que
-el francés no tiene estos tiempos, y que los malos traductores y los
-que piensan en francés al hablar en castellano, se atienen al _amase_
-de munición, por no conocer bien los resortes que posee nuestra lengua.
-Añádase á esto la deficiencia de nuestros estudios gramaticales. En
-pocas gramáticas se deslindan bien los valores de estas formas, y la
-nomenclatura imperfectísima con que son llamadas perpetúa la ignorancia
-y aun la canoniza. Poniendo _amara_ y _amase_ como _imperfectos de
-subjuntivo_, nadie duda de que pueden emplearse indistintamente;
-llamando á _amare_ futuro ó condicional, queda confundido con otros
-tiempos. Pero ¿quién ha deslindado hasta hoy las clases de las
-oraciones condicionales? Que yo sepa, nadie: en Bello este campo es un
-berenjenal; en otros, un desierto.
-
- [Ilustración]
-
-
- NOTAS:
-
-[14] El primer número indica el capítulo; el segundo, el folio de la
-edición de Cuesta de 1608 y 1615.
-
-[15] Bello-Cuervo: _Gramát. cast._, 7.ª edic., nota 94.
-
-
-
-
- LA CONCORDANCIA GRAMATICAL EN EL «QUIJOTE»
-
-
-Famosa fué entre griegos y romanos la divergencia de principios
-gramaticales que dividió á las escuelas de Alejandría y Pérgamo, y
-luego á los gramáticos romanos. La primera optaba por la _analogía_,
-la segunda por la _anomalía_. Después tomó otro giro la controversia,
-y los unos, continuadores de los analogistas, ponían por principio
-supremo _las reglas_; los otros, sucesores de los anomalistas,
-anteponían el _uso_, conforme al dicho de Horacio: _penes quem est ius
-et norma loquendi_. Estas dos tendencias han continuado en todo tiempo,
-aunque los rígidos legisladores hayan tenido que ceder generalmente,
-y más hoy día, cuando toda la ciencia del lenguaje se funda en el
-hecho averiguado é incontestable de que los idiomas son producto del
-pueblo, no sistema que haya salido del cerebro de un sabio, y que
-por consiguiente no hay leyes que valgan, si no son el resultado
-de los hechos reales. El habla hay que tomarla tal cual es, sin
-mixtificaciones de escuelas ni de teorías de los que las estudian para
-formular su gramática. ¿Hay que decir así, ó hay que decir asá? Todas
-las reglas huelgan, y la misma pregunta contiene resabios añejos. ¿Cómo
-se dice entre el pueblo? Tal es la verdadera pregunta, cuya respuesta
-le toca dar al pueblo, al uso. Y llamo pueblo á los que escriben y á
-los que no escriben, con tal de que los que escriben lo hagan conforme
-al uso de los que hablan. De aquí la autoridad de los más afamados
-escritores, cuyos escritos nos muestran el uso de un idioma en una
-época determinada. Su valor como autoridades en materia de lenguaje
-se funda en que todos convengan en aceptar su manera de escribir como
-castiza y conforme al ingenio del idioma. Si alguno, Cervantes es
-tenido con razón por maestro de lengua castellana.
-
-Pero suele suceder que el reglamentarismo trasforma los fenómenos
-gramaticales en algunas cabezas por maneras tan suyas que, al darnos
-una Gramática como conjunto sistemático de dichos fenómenos reales,
-aparecen no pocas veces coloreados por ciertas teorías apriorísticas
-del gramático, de modo que en vez de ser una Gramática de tal idioma
-tenemos una Gramática del idioma fantaseado por Fulano de Tal. En
-semejantes casos urge contrastar las doctrinas en esa Gramática
-asentadas con los hechos verdaderos, y acudimos á los escritores de
-mayor autoridad, si el uso no nos despeja enteramente la incógnita.
-
- * * * * *
-
-La concordancia es uno de los asuntos que más se han resentido en
-las Gramáticas del subjetivismo teórico de sus autores. Se parte del
-principio general de que han de concordar las formas en la oración; y
-cuando no se halla en los hechos esa concordancia, no porque no exista,
-sino porque no aparece en la sobrehaz, se condenan temerariamente los
-hechos, sacrificándolos torpemente á la ignorancia revestida de sabia.
-Clemencin reprueba como viciosa esta concordancia de Cervantes: «Lo
-mismo _confirmó_ Cardenio, don Fernando y sus camaradas».
-
-_Confirmaron_ debió decirse, puesto que el sujeto del verbo está en
-plural. La regla de concordancia reza que sujeto plural exige verbo
-plural.
-
-Muy bien; pero ¿cuál es el sujeto de _confirmó_? Sin vacilar se dirá:
-un plural, es decir, _Cardenio, don Fernando y sus camaradas_. Pues
-permítame Clemencin que le diga de nones; el sujeto es singular, y
-usted no lo ve.
-
-Viene Salvá, y efectivamente le corrige. Si el verbo _precede_ á
-varios sujetos singulares ligados por la conjunción y, puede ponerse
-en plural ó concertar con el primero: «(_Causaron_ ó) _causó_ á todos
-admiración la hora, la soledad, la voz y la destreza del que cantaba»
-(CERV.) «_Crecía_ el número de los enemigos y la fatiga de los
-españoles» (SOLÍS). «Crecieron al mismo tiempo el cultivo, el ganado
-errante y la población rústica» (JOVELLANOS).
-
-Salvá cayó en la cuenta de que nuestros autores no se atenían á la
-regla supuesta por Clemencin, y le dió mayores ensanches. Viene Bello,
-y dice: «Observando con atención el uso, se encontrará tal vez que
-estas dos autoridades son conciliables aplicadas á diferentes casos:
-que si se habla de cosas rige la regla de Salvá, y si de personas la de
-Clemencin: «_Acaudillaba_ la conjuración Bruto y Casio», «_Llegó_ el
-gobernador y el alcalde», son frases que incurrirían, cuando menos, en
-la nota de inelegantes y desaliñadas».
-
-Todo esto por partir de una regla teórica y querer ajustar á ella los
-hechos, en vez de partir de los hechos, deduciendo de ellos la regla
-verdadera. ¿Qué es _inelegancia_ y qué es _desaliño_? Negro se vería
-Bello para contestar á esta pregunta. El ideal de la elegancia y del
-aliño se pone en la regla teórica de la concordancia á lo Clemencin: no
-hay otra razón. Y ¿por qué ha de ser ese el ideal? El ideal del idioma,
-¿lo hemos de forjar nosotros á fuerza de combinar reglas, escuadras y
-compases en nuestra fantasía, ó lo lleva consigo el mismo idioma?
-
- * * * * *
-
-Ni la regla de Clemencin, ni la de Salvá, ni la de Bello, se halla
-observada en nuestros clásicos. Cervantes pone el verbo en singular
-ó en plural, ya precedan, ya sigan varios nombres; véanse estos
-ejemplos: El buen passo, el regalo y el reposo, allá _se inuento_
-para los blandos cortesanos (I, 13, 41)[16]. El lenguaje no entendido
-de las señoras, y el mal talle de nuestro cauallero _acrecentaua_ en
-ellas la risa, y en el el enojo (I, 2, 5). _Ordenó_, pues, la suerte,
-y el diablo, que no todas veces duerme (I, 15, 52). Esta marauillosa
-quietud, y los pensamientos que siempre nuestro cauallero traîa...
-le _truxo_ a la imaginacion una de las estrañas locuras que (I, 16,
-58). Y ya se â que _sabe_ el vizcocho, y el corbacho (I, 22, 92). A
-los que Dios y naturaleza _hizo_ libres (I, 22, 92). El calor, y el
-dia que alli llegaron, _era_ de los del mes de Agosto (I, 27, 121).
-La hora, el tiempo, la soledad, la voz, la destreza del que cantaua,
-_causô_ admiracion, y contento en los dos oyentes (I, 27, 122). Orden,
-y mandato _fue_ este, que me _puso_ (I, 27, 125). No me _dio_ lugar mi
-suspension y arrobamiento (I, 27, 127). Pero a todo esto _se opone_ mi
-honestidad y los consejos continuos, que mis padres me dauan (I, 28,
-134). Mas la honesta presencia de Camila, la grauedad de su rostro, la
-compostura de su persona, _era tanta_, que _ponia_ freno a la lengua de
-Lotario (I, 38, 171). Es (Camila) archiuo donde assiste la honestidad
-y _viue_ el comedimiento, y el recato, y todas las virtudes (I, 34,
-172). Porque en el _se desengaño_ el mundo, y todas las naciones,
-del error en que _estauan_ (I, 39, 203). De lo qual _quedô_ Camacho
-y sus valedores tan _corridos_ (II, 21, 80). Con las quales _quedo_
-Camacho y los de su parcialidad _pacificos_ y _sossegados_ (II, 21,
-81). _Consolado_ pues y _pacifico_ Camacho y los de su mesnada (ídem).
-La _esplendida_ comida y fiestas de Camacho (ídem). Y el con otro
-_auian_ entrado en el monasterio (I, 36, 193). Otro, y otro le _sucede_
-(I, 38, 200). Yo me auendre con _quantas_ espias, y matadores, y
-encantadores vinieren (II, 47, 176). Y aunque la hambre, y desnudez
-_pudiera_ fatigarnos a vezes (I, 40, 208). _Auia_ el, y todos nosotros
-de tener libertad (I, 40, 210). Y que podria ser, que el poco animo que
-aquel tuuo en el tormento, la falta de dineros deste, el poco fauor
-del otro, y finalmente el torcido juyzio del juez, _huuiesse_ sido
-causa de vuestra perdicion (I, 22, 92). Las donzellas, y la honestidad
-_andauan_... por donde quiera, _sola_ y _señera_, sin temer que la
-agena desemboltura y lasciuo intento _la_ menoscabassen (I, 11, 34).
-
-
- * * * * *
-
-Este último ejemplo, y los demás en que el adjetivo parece chocar,
-prueban manifiestamente que tales concordancias nacen de tener
-solamente presente el vocablo más cercano, prescindiendo de los demás.
-No pueden atribuirse á erratas de imprenta los casos en que se falta á
-las leyes de los dichos gramáticos, porque son innumerables. Hay que
-confesar que Cervantes, siguiendo en esto al habla vulgar, no tenía
-por descuido, sino por ley, el concordar el verbo y el adjetivo con el
-sustantivo más cercano, en singular, prescindiendo de que precedieran ó
-siguieran otros sustantivos. Así en: «de lo qual _quedó Camacho_ y sus
-_valedores_ tan _corridos_», el verbo va en singular y el adjetivo en
-plural; ejemplo bien instructivo y fehaciente.
-
-Son descuidos de Cervantes, se dirá. Pero es que en todos los clásicos
-se halla lo mismo.
-
-Nuestros clásicos eran muy descuidados.
-
-Entonces ¿para qué sirve la autoridad de los clásicos? ¿Para aceptar
-lo que nos guste y desechar lo que nos disguste? En ese caso no son
-ellos los que forman autoridad, sino nosotros, nuestro gusto, nuestras
-reglas _à priori_. Será más correcto lo contrario á nuestros clásicos.
-Pero ¿á qué se da el nombre de corrección? ¿Á lo que pueden legislar
-algunos gramáticos atendiendo á una lógica que ellos _à priori_ se
-han forjado? Lo correcto en el habla es lo que se usa por brotar del
-ingenio del idioma. ¿Y por qué hemos de creer que es lógico lo que _à
-priori_ se fantasea, y hemos de tener por poco lógico lo que el habla
-da de sí? Tan lógico es que la mente atienda tan sólo al sustantivo
-más cercano, para concordar con él el verbo ó el adjetivo, como que
-atienda á la suma total de sustantivos de la oración. El verbo ó el
-adjetivo se refiere en el primer caso tan sólo al sustantivo inmediato,
-y _se suple_ el verbo ó el adjetivo de los demás sustantivos; en el
-segundo caso todos los sustantivos forman un todo lógico plural,
-con el cual concuerda el verbo ó el adjetivo. Esto es lo que no han
-considerado los gramáticos aludidos. Los hechos son muy respetables,
-harto más respetables que todas nuestras filosofías, que si en ellos
-no se fundan, se reducen á burbujas fantasmagóricas, á entes de razón.
-Esos entes de razón los creen sus autores de carne y hueso, los niños
-los aprenden á conocer por sus nombres en los bancos de la escuela,
-se familiarizan con ellos y, llegados á mayores, les parece oir una
-necedad de chiflados si alguien les dice que no hay tal. Esa necedad es
-la que acabo yo de decir. Yo mismo, como todos los demás, he creído
-por largo tiempo en tales patrañas, condecoradas con el rimbombante
-calificativo de _reglas gramaticales_. Cercioréme al cabo de su
-falsedad, busqué el origen que les dió la existencia, y no lo hallé.
-¿Quién ha inventado leyes de concordancia tan acatadas? Del castellano
-no han salido. ¿Vendrán acaso del francés? El francés dicen que es
-muy lógico y muy claro. De la lógica ya he hablado. Esa claridad del
-francés se me antoja á mí como la del agua; pero... mejor es el vino
-que el agua, como dice el dicho vulgar. La claridad, cuando proviene
-de pobreza de elementos y de rigidez de movimientos, no es cosa muy de
-alabar. Eso es como el hombre libre que envidia al encarcelado, porque
-todo lo tiene conforme á ordenanza, de antemano. Prefiero la libertad
-castellana, que es tan lógica como el libre pensamiento.
-
- * * * * *
-
-No faltará alguno que crea que esas reglas de concordancia no son
-exclusivas de nuestros gramáticos, sino naturales, necesarias en
-toda lengua culta, y aun quién sabe si se llegará á sospechar que
-existían en latín. No estará, pues, de más advertir que en latín no
-existen semejantes trabas. Dice Cicerón (_Ad famil._, 9, 18, 2):
-«Pompeius, Lentulus tuus, Scipio, Afranius foede _perierunt_»; pero
-también escribe (_De offic._, 1, 13, 81): «quom tempus necessitas
-que _postulat_». Terencio (_Andr._, 54): «aetas, metus, magister
-_prohibebant_»; pero también (_Ad._, 340): «tua fama et gnatae vita
-in dubium _veniet_». Lo mismo precediendo el predicado: «in omnibus
-rebus _difficilis_ optima perfectio atque absolutio» (CIC., _Brut._,
-36, 137); «_dixit_ hoc apud vos Zossipus et Ismenias, homines
-_nobilissimi_» (_Verr._, 3, 42, 91).
-
-Y no hay autor latino que no tenga idéntico criterio. César (_De bello
-gal._, 2, 19, 1): «ratio ordoque agminis aliter _se habebat_». Salustio
-(_Cat._, 52, 6): «libertas et anima nostra in dubio _est_». Livio (10,
-20, 10): «caedes ac tumultus _erat_ in castris». Tácito (_Hist._, 475):
-«urbem atque Italiam interno bello _consumptam_ (esse)».
-
-¿De dónde, pues, se ha sacado tan tradicional y consagrado principio de
-concordancia? No es fácil averiguar quién fuese el primero que dió en
-él, porque todos los gramáticos, salvas raras excepciones, parece que
-han llevado unas mismas antiparras. De dónde se haya sacado ya es más
-fácil decidirlo: del espíritu apocado y atado de los del oficio.
-
- * * * * *
-
-Vamos á poner ahora de manifiesto la necedad de esa estrecha regla,
-para hacer ver que no sólo el uso, sino también la _lógica del
-castellano_ va contra ella. Porque cada lengua tiene su lógica, que
-es la del pensamiento del pueblo que la habla; si no, la Gramática
-de todas las lenguas sería idéntica. Hay una lógica universal del
-pensamiento _humano_; pero dentro de ella existen tantas lógicas
-particulares como lenguas, y dentro de cada lengua tantas como
-individuos. Mi lógica no es la de Clemencin, Salvá y Bello, por lo
-menos en el punto de que tratamos y en otros varios. No se trata aquí
-de examinar cuál es la mejor; veamos la lógica castellana respecto de
-la concordancia, que es lo que hace al caso.
-
-En castellano, el _verbo_ de la proposición principal, que tiene por
-sujetos subordinados dos ó más proposiciones, va necesariamente en
-_singular_: aora me _falta_ rasgar las vestiduras, _esparzir_ las
-armas y _darme_ de calabaçadas por estas peñas, con otras cosas deste
-jaez, que te han de admirar (I, 25, 111). Aquí hallamos la misma ley
-que acabamos de ver en los ejemplos de Cervantes, donde los gramáticos
-sólo hallan un descuido intolerable. Sujetos de _falta_ son esos tres
-infinitivos, como lo son _partida_ y _locura_ del verbo _va_ en este
-otro ejemplo: Y en verdad señor cauallero de la triste Figura, que si
-es que mi _partida_, y su _locura_ de v. m., _va_ de veras, que sera
-bien tornar a ensillar a Rozinante, para que supla la falta del ruzio
-(I, 25, 110). Puédese decir «_faltan_ la escopeta y los perdigones»,
-ó «_falta_ la escopeta y los perdigones», por lo menos tal es la
-concordancia cervantina. Qué extraño se diga: «falta rasgar...
-esparcir... y dar». Y á la verdad, tan nombre es el infinitivo como
-otro cualquiera, sobre todo como el abstracto _locura_ y el de acción
-_partida_, que equivale á _partir_.
-
-Pero aun fuera de los infinitivos, la ley es general: _lo_ más
-_acertado será_..., _que cortes_ algunas retamas..., y las _vayas_
-poniendo de trecho en trecho (I, 25, 115). Ten memoria: y no se te
-_passe_ della, _como_ te recibe, _si_ muda los colores el tiempo,
-que la estuuieres dando mi embaxada, _si_ se desasossiega, y turba,
-oyendo mi nombre, _si_ no cabe en la almohada... (II, 10, 32). El verbo
-singular con varias subordinadas que hacen de sujeto.
-
-Sólo va el verbo en plural cuando los sujetos, por indicarse
-reciprocidad, deben separarse en la mente como distintos, ó cuando
-hay sustantivo predicativo plural: «Holgazanear y aprender _son
-incompatibles_», «Sentir y moverse _son cualidades_ características del
-animal».
-
-Otro caso. El verbo puede ir en singular ó en plural, cuando varios
-sujetos, ya le precedan, ya le sigan, van unidos con la conjunción
-_ni_; pero si con el primero va _no_, y con los demás _ni_, el verbo
-sigue al _no_, concertando con el primer sujeto, y _subentendiéndose_,
-al modo antes dicho, con los demás. Y era tanta la ceguedad del
-pobre hidalgo que el tacto, ni el aliento, ni otras cosas... _no_ le
-_desengañauan_ (I, 16, 58). Hombre, ni gigante, ni cauallero de quantos
-v. m. dice, _parece_ por todo esto, á lo menos yo _no los veo_ (I,
-18, 68). _No_ te _ygualo_ en ligereça el Hipogrifo de Astolfo, ni el
-nombrado Frontino (I, 25, 110).
-
-El verbo puede ir en singular ó en plural cuando varios sujetos, ya le
-precedan, ya le sigan, van unidos con la conjunción _ó_: qual _auia
-sido_ mejor cauallero, Palmerin de Ingalaterra ó Amadis de Gaula (I, 1,
-2). Alguna fuente, o arroyo, que estas yeruas _humedece_ (I, 20, 75).
-El tiempo ô la muerte _ha de acabar_ el enojo de sus padres (I, 21, 88).
-
-Está visto que en todos estos casos puede ir el verbo en singular,
-_subentendiéndose_ con los demás sujetos. Tal es la razón de permitirse
-el singular en Cervantes, aun cuando los varios sujetos estén unidos
-con _y_ ó no lleven conjunción alguna. Y esa razón general no es otra
-más que el concordar el verbo con un solo sujeto, el más próximo,
-supliéndose con los demás.
-
-Preguntábamos al principio: ¿cuál es el sujeto en esos casos? Sólo el
-próximo al verbo; los demás lo son de los verbos que se omiten.
-
- * * * * *
-
-Y es que la elipsis juega un gran papel en el habla, y más en
-castellano. La ley de la economía rige en el habla lo mismo que en los
-demás fenómenos del universo.
-
-Cualquier parte de la oración se omite una vez empleada con el primer
-sustantivo, ya precedan, ya sigan, los demás, á no ser que se pretenda
-hacer resaltar, que entonces se repite cuanto se quiera. Mudar _esse_
-seruicio y montazgo (I, 22, 94); en vez de: _esos_ servicio y montazgo;
-ó de: _ese_ servicio y _ese_ montazgo. _El_ llagado y falto de sueño
-(I, 26, 119); en vez de: _el_ llagado y _el_ falto de sueño, que
-precisamente indicaría ser dos distintos. Falto de _todo_ buen sentido,
-y conocimiento (I, 27,123); en vez de: falto de _todos_ buen sentido
-y conocimiento, ó de _todo_ buen sentido y de _todo_ conocimiento.
-Començô su lastimada historia, casi por _las mismas_ palabras, y passos
-que (I, 27, 124); en vez de: con _las mismas_ palabras y _los mismos_
-pasos, ó con _los mismos_ palabras y pasos. No porque no tuuiese bien
-_conocida_ la calidad, bondad, virtud y hermosura de Luscinda (I, 27,
-124); en vez de: _conocidas_, ó _conocida_ la calidad, _conocida_ la
-bondad, etc. _Daua_ el harriero a Sancho, Sancho a la moça, la moça a
-el, el ventero a la moça (I, 16, 59); en vez de: _daban_ el arriero á
-Sancho, Sancho á..., ó _daba_ el arriero á Sancho, _daba_ Sancho á, etc.
-
-Pueden, sin embargo, ir en plural _los mismos_, _los dichos_, _los
-referidos_, etc., ante varios nombres propios ó apelativos de persona.
-«_Los mismos_ Antonio Pérez y hermanos», «Las referidas madre é hija»,
-«Los magnánimos Isabel y Fernando». Pero es porque en la mente se toman
-como un todo compuesto de varios, y por consiguiente, como un todo
-plural.
-
- * * * * *
-
-La tendencia entre literatos hoy día es á emplear en plural el verbo
-ó el adjetivo que se refiere á varios sujetos. Esta tendencia existía
-también en tiempo de Cervantes, ó mejor dicho, entonces había libertad
-en el empleo del singular ó del plural. La tendencia moderna se debe á
-los gramáticos que han enseñado esa regla del plural. Esa no es razón
-para tener lo contrario en Cervantes por descuido. Esos gramáticos han
-atado la construcción castellana. ¡Gran servicio, por cierto! Y esa
-atadura la tienen por más lógica, digo mal, por únicamente lógica. Lo
-será, como he dicho, en la lógica de tales gramáticos, no en la lógica
-castellana, que de suyo es libérrima, y nos la están trabando en muchas
-cosas que es una compasión. Pero campee la verdad, ante todo. Cervantes
-no puede ser tachado de descuidado por esa libertad, como ni por otras
-parecidas. Ni esa regla debe constar en las gramáticas como regla del
-castellano, sino como _tendencia moderna_, y como tendencia debida al
-artificio literario y nacida en la hueca mollera de dómines sandios y
-cortos de vista.
-
-Eso de llamar _descuidos_ á lo que no se ajusta con nuestras reglas,
-aun en el caso de que éstas fueran reflejo de la realidad de los
-hechos, indica, por lo menos, aviesa manera de concebir el lenguaje.
-
-El lenguaje vive en continua evolución, y lo que hoy nos parece mal ó
-descuido, estaba bien en otra época. César fué un descuidado, un tío
-Calzorras, pues nunca usó medias á pesar de que Suetonio le tilde de
-extremadamente esmerado en su manera de vestir. Eso se dice, cuando
-se tacha de descuidado á Cervantes en cosas que eran del habla de
-su tiempo y que no lo son del habla actual. Porque, cuando se trata
-de puntos como el que acabo de exponer, lo que hay que decir es que
-nuestros mayores no iban á aprender el castellano á París para que les
-pusiesen trabas, tenidas por muy lógicas, en su hablar; y que nuestros
-gramáticos y escritores, desentendiéndose del habla del pueblo, que
-es el habla castellana, se han ido fuera de casa á traer modas que no
-ajustan á nuestro talle.
-
- [Ilustración]
-
-
- NOTAS:
-
-[16] El primer número es del capítulo, el segundo del folio de las
-ediciones de Cuesta de 1608 y 1615.
-
-
-
-
- EL MITÓGRAFO D. ESTANISLAO SÁNCHEZ CALVO
-
-
-Suena el reloj: las tres, y desvelado. Abro las contraventanas: ¡es de
-noche! Silencio... que parece bajar de la bóveda celeste. En el fondo
-azulado, sin fondo, chispean un sinnúmero de riquísimos brillantes de
-todos tamaños. Amontonados al azar en algunos puntos, en otros uno ó
-más solitarios parpadean vivísimos destellos. ¿Qué mano esparció ese
-puñado de pulverizada nieve que veo formar una franja de oriente á
-occidente? ¿Á dónde se ha ido á ocultar en ese mar sin orillas el disco
-plateado de la luna, que días atrás navegaba silenciosa derramando por
-el espacio el cándido sosiego de su tenue palidez?
-
-Toda esta palabrería me parece tan desapacible, tan tosca, tan barroca,
-al querer expresar lo que estoy sintiendo ante la vista del cielo
-estrellado, que me voy á callar, y seguiré contemplándolo embebecido
-en casto silencio. ¡Cuántos antes de mí os habrán mirado suspensos y
-meditabundos como yo! ¡Yo no soy el primero que os miro embelesado!
-¡Qué de cosas habréis sugerido al corazón de las generaciones que
-ya no os volverán á preguntar el misterio de nuestra existencia!
-Desaparecieron ellos mismos en ese hondo tan misterioso de la muerte,
-como del que habían nacido y del que he nacido yo también. Y vosotras,
-luces silenciosas, ¿desde cuándo estáis ahí brillando? ¿De dónde venís?
-¿Á dónde váis? Los griegos, sabios y soñadores á la vez, te veían,
-lucero de la mañana, que ahora te levantas sobre el horizonte, cual
-si salieras del fondo del mar, goteando blanquísimas espumas. ¿Cómo
-no envidiarte, oh rojo Marte, tu ventura al contemplarla tan bella y
-deslumbradora?
-
-Allí las hyades destilando rocío. Acullá Arturo dirigiendo sus bueyes
-y su carro. ¡El pulgarcito, cuya historia me contaban de niño y que he
-oído conocieron los Richis del Sapta-Sindhu! Al lado la osa, y entre
-ellos retorciendo sus anillos la serpiente. Y la lira, y el can, y
-el cochero, y Perseo. Todos érais dioses para aquel pueblo poeta y
-filósofo. ¿Quién, sino vosotros, podía engendrar y traernos la lluvia,
-el calor, la nieve, los vientos?
-
-¿Quién podía cuajar en las entrañas de la madre tierra los ricos
-filones de plomo argentífero, tan codiciado por los mercaderes
-fenicios, cuando venían desde las costas de Siria á las nuestras de
-Andalucía, lo cargaban en sus largas naves y lo llevaban á todos los
-puertos del Mediterráneo? Sólo tú, Saturno, padre de Júpiter, abuelo
-de los dioses. ¡Neptuno! tú reinabas con tu tridente desde el carro de
-delfines sobre el líquido elemento; y tú, Urano, derramabas la lluvia
-que fecunda el seno de la tierra. Rodeado de los satélites de tu corte,
-te paseas, benéfico Júpiter, por las nubes del Olimpo, gobernando con
-el pestañear de tus ojos, con el movimiento de tu celestial cabellera
-los acontecimientos de los mortales, que bullimos cual enjambre en
-este bajo suelo y nos arrastramos cual imperceptibles gusanillos. Á
-tu disposición el águila que nos augura tus designios, el trueno que
-nos anuncia tu encono, el rayo con que hieres al culpable, Mercurio,
-tu heraldo y alado mensajero, tu ministro de fomento, que enseñó á los
-hombres la medicina, el comercio, la industria.
-
-Hubo un tiempo en que los griegos todavía no habían fantaseado todos
-estos entretenidos y sabios cuentos, por la sencilla razón de que no
-habían aún nacido. Ni siquiera habían venido á Europa sus progenitores,
-los pelasgos, los de las moles giganteas levantadas con peñascos en
-Tirinto y Micenas. El nombre romano no había sido pronunciado por
-humanos labios. En fin, que antes de estas y de otras muchas naciones,
-vivió una raza de hombres, los primeros que vieron la luz del sol, los
-primeros que admiraron, como estoy ahora admirando yo, la majestad
-del cielo en una noche serena, como ésta. También aquellos hombres
-tenían ojos para ver y fantasía para dar en ocurrencias tan geniales
-y para urdir y tramar comedias tan bonitas, como las de los mitos que
-urdieron y tramaron los griegos, sus sucesores. Sólo que, como más en
-contacto con la naturaleza, como niños de la humanidad que acababan
-de abrir los ojos á la luz del sol, (¡ó quién sabe si de la luna!),
-debieron de quedarse todavía más atónitos, maravillados, asombrados y
-absortos ante el espectáculo que les rodeaba. Algo diría á su corazón
-infantil la vista de esa llanura sin límites, líquida y movediza, que
-llamamos el mar, sin orillas y sin fondo; algo ese horno de fuego que
-viste de colores las flores, de verdor los valles, de un azul tenue las
-montañas allá lejanas y de blancura inmaculada sus altas y empinadas
-crestas; algo el murmujear del viento, el temblotear de las hojas en
-las selvas, el discurrir de las mansas ondas entre las guijas del
-riachuelo, el retumbar de la tempestad, el cantar de tanta variedad
-de canoras aves. Etcétera, etc. Todo eso lo han cantado los poetas en
-mil tonos, ya sinceros, que salían como gemidos arrancados del fondo
-del alma, ya convencionales y falsos en los salones de sociedades
-embusteras. Aquellos primeros hombres creo que debieron ser poetas
-verdaderamente sinceros, porque sentían, lo que se llama de veras. ¿Qué
-pensaron del mundo, de su origen, de los fenómenos que veían sucederse
-sin intervención ninguna de su voluntad, antes muchas veces contra lo
-que ellos hubieran deseado? ¿Quién hablaba en el trueno, quién miraba
-desde el sol ó atisbaba desde las estrellas, quién alentaba en el
-céfiro ó soplaba airado en el vendaval, quién se entretenía en rizar
-y revolver las olas del océano? Sin duda tenían que ser algunos seres
-más superiores que ellos mismos, seres que conocían, veían, oían tanto
-y tan bien como ellos, y de una manera más levantada y recóndita. El
-problema del universo, el problema de la vida, del origen, del destino
-del hombre, quedaba planteado. De aquí arrancan la filosofía y la
-religión, que han tratado de resolver ese pavoroso problema.
-
-Si hemos de dar crédito á los _Gritos del combate_, en los que un gran
-poeta español ha sintetizado los sentimientos de la actual generación,
-ese problema aguarda todavía solución en el pecho de muchas almas.
-Ciertos glaciales vientos, venidos de la septentrional Germania,
-han congelado en el corazón de la actual sociedad las creencias y
-esperanzas que habían florecido en las sociedades de otros siglos
-más religiosos. El indiferentismo ha agostado la fe plantada por
-Cristo. Pero el problema subsiste, y si su historia es tan interesante
-por encerrar el pensamiento de la humanidad, su primer origen, su
-prehistoria, lo es todavía más, ya que nos puede llevar á la raíz misma
-de donde arranca, y conocido el origen ó causa de un fenómeno, queda
-á descubierto su misma naturaleza y esencia. He aquí por qué tiene y
-tendrá siempre interés el estudio de la antigüedad y de la historia, y
-sobre todo de sus orígenes. La Lingüística ó ciencia de las lenguas,
-y la Mitología ó ciencia de las religiones, son los únicos medios que
-poseemos para internarnos entre las nieblas que más allá de la historia
-rodean los orígenes de la humanidad. Las palabras que hoy empleamos son
-monedas, desgastadas, sí, en parte, por el roce de los siglos, pero que
-habiendo sido acuñadas en aquellas épocas remotas, á donde no alcanza
-ningún otro monumento histórico, nos permiten descifrar en su carcomida
-leyenda lo que pensaron, filosofaron y creyeron las primitivas gentes.
-Las lenguas son los archivos del pensamiento humano, en ellas damos
-con los documentos más fehacientes que nos dicen las ideas que pasaron
-por la cabeza de los hombres hace veinte, treinta y cuarenta siglos.
-Pero dentro de ese archivo hay un anaquel privilegiado, donde se han
-coleccionado cuantos datos atañen á los dioses, quiero decir á la
-personificación de las creencias de los primeros hombres, de sus ideas
-religiosas, personificaciones creadas por el espíritu filosófico y
-vestidas de su rica y multicolor vestimenta por la fantasía poética
-de la primitiva humanidad: ese anaquel son los nombres de los dioses.
-El primero que tuvo la idea de entrar en ese archivo y dirigirse á
-ese anaquel fué Platón. Por orden suya en el diálogo llamado Crátilo
-vemos á Sócrates y á Hermógenes revolviendo este tumbo religioso,
-que pocos años hace ha vuelto á desempolvar el insigne lingüista
-Max Müller, fundando así la Mitología comparada. En España, triste
-es confesarlo, la Lingüística y la Mitología son ciencias que hoy
-no se cultivan. Consolémonos con que no son las únicas que están en
-este caso. Dignísima excepción ha sido el genial, erudito y profundo
-pensador D. Estanislao Sánchez Calvo, cuya memoria acaban de honrar los
-asturianos. Por todas partes en Asturias he oído encarecer la agudeza y
-profundidad de su ingenio, la finura exquisita de su trato, la amenidad
-de su conversación, el tino que poseía para entreverar sus discretos
-razonamientos con algún dicho festivo ó sazonada conseja, que él sólo
-había sido capaz de atesorar con sus vastas lecturas.
-
-En su obra _Los nombres de los dioses_ aparece su personalidad tal
-como me la han pintado los que le conocieron. Tiene puntos de vista
-filosóficos, profundos y originales. Pero lo diré desde luego, su
-defecto es el de la mayor parte de nuestros intelectuales: la falta
-de educación literaria, sólidamente dirigida y metodizada, la falta
-de verdadera disciplina, que encauce y aproveche tanto derroche de
-dotes naturales. Increíble parece que un talento como el suyo, que
-comprendió lo que vale la Lingüística en el asunto de que trata, no
-llegara ni á barruntar lo que es la Lingüística. La ensalza hasta
-las nubes, la proclama como la única que ha de hacer caer el velo de
-Iris, pretende servirse de ella en todas sus investigaciones, y...
-no tiene un átomo de ciencia Lingüística moderna, no la entiende; la
-entiende á la manera de Becano, de Tomassin, de Varron. Todas sus
-investigaciones particulares son por lo mismo, telas de araña, que se
-deshacen al solo contacto de una mirada: al ir leyendo, el más profano
-en achaque de lingüística, va destruyendo mentalmente tan aéreas y
-telarañescas fantasías. No bastan ingenio, lectura, ni aun criterio:
-sobre todo en materias de tan exquisita exactitud como las matemáticas
-y la lingüística, es indispensable un largo y sólido aprendizaje, una
-formación lenta y metodizada. El lingüista no se improvisa: aun dejando
-aparte el conocimiento de las lenguas, que exige largos y penosos
-trabajos, el manejo del método moderno, el conocimiento de los resortes
-de la fonética, no pueden ser fruto sino de un largo y bien dirigido
-ejercicio. La enseñanza, como actualmente se halla en España, es la más
-á propósito para que no pueda darse un verdadero lingüista, y ni aun
-un verdadero hombre de ciencia entre nosotros. Basta de jeremiadas, y
-vuelvo á nuestro insigne asturiano, que, por lo dicho yo considero cual
-exuberante planta tropical, pero nacida en clima poco adecuado y cuyo
-cultivo estuvo desatendido. Observaciones atinadísimas se hallarán,
-cual brotes naturales y espontáneos, en cualquier página de sus obras.
-
-De la naturaleza de los dioses nada sabemos, había dicho Platón;
-pero por sus nombres podemos conocer lo que han pensado de ellos los
-pueblos. Y en el Crátilo intenta descifrar esos nombres por medio
-de la lengua griega, aunque confesando que otros se tomaron de los
-bárbaros. Aquí nuestro escritor: «El error de Platón y aun el de
-muchos mitógrafos modernos consiste en querer averiguar ó descubrir
-el significado ó sentido de los nombres míticos en la lengua misma
-del país en que recibieron culto». Indra, Pardjania, Aditya, no son,
-efectivamente, nombres sánscritos, ni tan siquiera ariacos; Apolo,
-Athene, Baco y Perséfone no son nombres griegos, ni aun pelásgicos:
-como no son castellanos de origen Dios, santo, diablo, demonio. Querer
-interpretar tales nombres por el griego ó el sanskrit, es como querer
-interpretar estos otros por el castellano. Al nombre de ¡o demo! huyen
-las viejas en Galicia, y si no huimos nosotros al de ¡demonio! es
-porque somos ya tan malos como él; que otra cosa hacen las monjitas
-en el claustro. Pues ahora oigamos á Sócrates: «Yo afirmo que todo el
-que es demonio, es decir _hombre de bien_, es verdaderamente demonio
-durante su vida y después de la muerte, y que este nombre le conviene
-propiamente». Los demonios para los griegos eran los dioses de la edad
-de oro: el cristianismo les ha puesto los cuernos y el rabo. ¿Qué hace
-Sánchez Calvo? Acude á otras lenguas más antiguas, á las turanias y al
-éuskera. Á la civilización semítica de la Caldea precedió otra turania,
-que le legó su escritura cuneiforme. Los semitas se valieron de ella;
-pero los nombres de cada signo eran letra muerta para ellos, sólo
-tenían significado en la lengua turania preexistente. Los modernos han
-reconstituído no sólo la lengua asiria y toda la historia de Nínive
-y Babilonia, escrita en la lengua semítica cuneiforme, sino hasta la
-lengua turania que se encerraba en aquellos signos, la lengua llamada
-acadiana por unos, por otros sumeriana. Razón hay, pues, para acudir al
-turanismo, cuando las lenguas arias no dan más de sí. ¿Y el éuskera?
-Ni siquiera saben muchos españoles qué lengua es. Allá antes de los
-albores de la Historia, ha descubierto la Prehistoria la existencia de
-varias razas, que ocuparon el suelo de Europa antes de los arios, sean
-éstos celtas, pelasgos, griegos, romanos, germanos ó eslavos: las razas
-de Canstadt, de Cro-magnon ó guancho, de Furfooz. Aquellas antiquísimas
-razas sólo nos han dejado grandes pedruscos (megalíticos), hachas
-y flechas de piedra y hueso, y espesos montones de conchas y otros
-relieves de sus primitivos banquetes. Si nos hubieran dejado un solo
-libro, algo más sabríamos de ellos.
-
-Ahí está un libro y bien voluminoso: es el Diccionario bascongado. Los
-bascos ó euscaldunas pertenecen á una de aquellas razas; su lengua es
-el bascuence ó éuskera, que significa _el habla_. Con razón acude,
-pues, á ella nuestro docto asturiano. Este nuevo derrotero, abierto á
-la Historia y á la Mitología comparada en las primeras líneas de su
-obra, bien merecía que á su autor se le considerara como á un escritor
-genial, por lo menos, por no decir como al fundador de la Mitología
-comparada del porvenir. No es esto sólo; él ha dado los primeros pasos
-por el nuevo camino y ha puesto los primeros jalones. El primero como
-punto de partida, el segundo como método. La noción de Dios en el
-hombre crece ó disminuye á medida que crece ó disminuye el pensamiento
-humano. Los mitólogos modernos asientan que la religión primitiva de
-los arios fué muy parecida á la de los salvajes de África ú Oceanía:
-el fetichismo. Sánchez Calvo se coloca enfrente de este punto de
-partida y dice: Si el fetichismo no es más que la adoración de una
-forma cualquiera material, sin representación _metafísica_ ninguna,
-en este caso el fetichismo no pudo ser de ningún modo la primera fase
-teológica de la humanidad. No se concibe que el hombre primitivo
-rindiese culto á un objeto natural sin ver en él la imagen ó la morada
-predilecta de un poder misterioso, _invisible_, pero manifestándose
-en ciertos fenómenos; y entonces deja de ser tal fetichismo y se
-convierte en una idolatría vulgar. El verdadero fetichismo no existe,
-pues, sino como una degradación en muy pocos pueblos, y aun en ellos,
-si se investiga bien, se encontrará seguramente un resto del animismo
-ó del espiritualismo primitivo. Hay que estudiar en la humanidad la
-idolatría, es decir, la adoración de un ente metafísico _desconocido_,
-pero cuya existencia deduce el hombre de manifestaciones de fuerza ó
-inteligencia que observa en los fenómenos de la naturaleza. El elemento
-metafísico se impuso al hombre desde el momento en que empezó á hacer
-uso de su razón por medio del principio de causalidad. Los hombres
-prehistóricos de la edad del bronce, del reno ó de la piedra, eran
-espiritualistas ya, creyendo en multitud de agentes animadores de la
-naturaleza, al observar sus movimientos, ni más ni menos que aquel
-perro que ladraba á un paraguas movido por el viento.
-
-Cuanto al método, el Sr. Calvo se decide terminantemente por la
-lingüística comparativa de todas las lenguas. La religión y la
-mitología son contemporáneas de la razón humana; por consiguiente, ni
-el griego ni el sanskrit, que son de ayer, bastan para descifrar los
-nombres de los dioses, que proceden de la primitiva humanidad. Los
-mitos no pueden ser comprendidos y apreciados, dice Grote, si no se
-refiere uno al sistema de concepciones y creencias de las edades en que
-nacieron. Pero ¿dónde encontrar ese mito primitivo, y á qué raza ó á
-qué pueblo hemos de recurrir para verle nacer? Le encontramos formado y
-más ó menos joven en el Aria, en Grecia, en el Lacio y en Germania, en
-Asiria y en Israel; mas ¿dónde puede estar su cuna? La lingüística es
-el único y más poderoso auxiliar que en este caso se presenta. De aquí
-que el autor nos hable luego de la lingüística, y después del turanismo
-y del éuskaro, como fuentes las más antiguas que nos pueden llevar á
-la lengua primitiva, á la cual pertenecen los nombres mitológicos. Si
-después, á pesar de partir de donde debía y de emplear estos medios
-de investigación, nada ha conseguido nuestro abortado mitólogo en
-los demás capítulos de su obra, débese, ya lo he dicho, al completo
-desconocimiento que tenía de la verdadera lingüística, que es el método
-moderno, comparativo é histórico. Saquemos, pues, como moraleja de
-estas líneas, que aunque es verdad que _quod natura non dat, Salmantica
-non praestat_, no lo es menos que las mejores condiciones naturales dan
-frutos abortados, si no se cultivan con una severa y larga disciplina
-literaria.
-
- [Ilustración]
-
-
-
-
- MOTES Ó APODOS
-
-
-Los motes ó apodos son de suma importancia en el estudio de un
-idioma. De ellos nacieron la mayor parte de los nombres y apellidos,
-cuyo estudio ha ocupado á muchos escritores, que han impreso libros
-sobre este particular. Conocido es el de Godoy y Alcántara sobre
-los apellidos castellanos. Puede decirse que se reduce á una lista
-por siglos y categorías de una buena cantidad de apellidos, cuya
-etimología, cuando pretende desentrañarla, no aparece en general muy
-clara. Pero, sobre todo, no se halla en él idea psicológica de ninguna
-especie. Y, con todo, lo más curioso de apellidos, nombres y motes es
-lo que de ellos se desprende para el estudio psicológico del pueblo que
-los formó. En este particular, los motes son todavía más importantes,
-por ser, digámoslo así, los nombres en su primera edad, cuando aún
-están frescos, tiernecitos y flamantes.
-
-Si se pudieran reunir todos los apodos que hoy suenan por toda España,
-formarían un caudal de vocablos tan abundante como el del Diccionario
-castellano, y aún más, porque hay muchos motes que sólo se emplean como
-tales y no son del uso ordinario del habla.
-
-Lo más sabroso, sin embargo, y á la vez lo más instructivo que habría
-en esa lista, sería ver, como en un cuadro, el ingenio poético y
-filosófico de nuestro pueblo.
-
-Y nótese que ahí es un grano de anís el ver de una manera tan clara
-y pintoresca el colorido de la fantasía y la penetración de la
-inteligencia de una raza.
-
-Pero como los españoles tenemos otras cosas de más tomo en que
-entretenernos, y gracias que no haya hecho asomar en mis lectores la
-risa á los labios al ver que escribo un artículo sobre cosa tan baladí
-como son los motes, tendré que contentarme con los pocos recogidos por
-mí, aguardando que mis amigos, ó los que por estas cosas se tomen algún
-interés, me vayan enviando listas de motes fehacientes y verdaderos, de
-cualquier parte que sean.
-
-Poesía y filosofía he dicho que encierran los apodos. Son obra natural,
-espontánea del pueblo. Pero el pueblo no habla; hablan los individuos
-que lo forman, y no cualquier hijo de vecino es quién para inventar y
-poner un apodo, sino los listos, los chistosos, los chuscos.
-
-Ingenio es menester para dar con un mote que venga á pelo, que choque y
-dé golpe. Y á fe que en España todo eso abunda como en ninguna parte.
-¿Cómo concibe el chusco que inventa un apodo el carácter ó la facha
-exterior de la persona á quien se lo aplica? Como otra cosa á las
-veces muy diferente, pero que tiene con ella un punto de contacto. La
-metáfora interviene, pues, aquí, y el chusco da gallarda muestra de su
-penetración y de su fantasía: es un verdadero filósofo y un verdadero
-poeta. Filósofo, porque tiene ingenio para saber coger en la persona
-el rasgo más saliente que le caracteriza; poeta, porque en su fantasía
-surge por la metáfora la imagen de otro objeto que remeda ó pinta ese
-rasgo saliente.
-
-Los ejemplos que voy á poner están tomados del natural: son apodos
-recogidos en Tudela de Navarra, y á mis instancias, en la tertulia de
-mi buen amigo el canónigo don Federico Pérez.
-
-Es un individuo que siempre está apurado, no por negocios que carguen
-sobre él, sino porque tal lo lleva su carácter nervioso y vivo:
-llámanle _Agonía_. Échese á discurrir quien quiera cuál es el trance
-más apurado de la vida, y no hallará otro que aquel en el que ella se
-acaba. Emplear un sustantivo por un adjetivo dicen los retóricos que
-es cosa galana y que da fuerza y novedad á la expresión. El chusco
-tudelano que inventó el mote no entendía de retóricas; pero dió en lo
-más poético y filosófico.
-
-Pescador en el Ebro es el patrón y casero de mi amigo D. Federico: se
-llama _Anguilica_. Otro, bastante goloso, ó como allí se dice, laminero
-ó lambinero, se llama _Bizcochada_, nombre dado á las natillas,
-encima de las cuales van algunos bizcochos. ¿Queréis motes poéticos,
-gráficos, chistosos? _Bate-cristos_, _Carra-cuca_, _Caga-tieso_,
-_Caga-en-l’aire_, _Cag-ansias_, sinónimo de _Agonía_, pero más castizo
-y más gráfico. _Cardenillo_ es uno de mal genio: y aquí tenemos todo
-un cuadro, que no es fácil pintar ni con el pincel ni con la pluma.
-¿Será el efecto del cardenillo pintado en un envenenado? _Veneno_ es
-otro apodo que vale lo mismo; todos conocen al _capitán Veneno_ de
-Pedro de Alarcón. _Cagarruta_ es un hombre pequeño: advierto que así
-se llaman los granillos del excremento del ganado lanar. _Carrañé_
-es otro de mal humor; _encarrañarse_ vale enfadarse. Diminutivo de
-otro excremento es el apodo _Carajucho_. Muchos y diversos pasos debe
-dar en sus asuntos el llamado _Cagateclas_. Pequeños son _Currusco_,
-_Currutaco_ y _Curruto_; en todas partes mete la cucharada _Cucharón_,
-é hinca el diente el llamado _Diente_. ¿Es uno amigo de hacer la corte
-á gentes de cuenta? Le llaman _Estira-levitas_, tan gráfico como
-_Colín_ por adulador, que menea la cola tras otro, como el perro.
-Optimista es _El Dichoso_, de aspecto quijotil _El Seco_, cerduno
-_El Cucho_, zanquilargo _El Guitarro_. Ello mismo lo dice cómo serán
-_El Negro_, _El Patán_, _El Zorrico_, _El Abogado_, _El Curto_, _El
-Potra_, _El Gatico_, _El Chafo_, _El Chilín_, y lo mismo _Barricate_,
-_Brazos-Cortos_, _Carabina_, _Carpa_, _Casaca_, _Calzones_, _Cazuelo_,
-_Cazuelica_, _Carrasca_, _Cavila_, _Cogote_, _Carrizo_, _Mortero_,
-_Manazas_, _Madero_, _Malcarao_, _Mosquito_, _Palomo_, _Pajuela_,
-_Peladilla_, _Pimentón_, _Piñica_, _Pingo_, _Putica_, _Raboso_,
-_Raspa_, _Rata_, _Rana_, _Ratilla_, _Tropezones_, _Zaragata_.
-
-_Mano-e-hierro_ pudiera ser del corral de Monipodio. _Mascarrabias_
-es un rabieta que tiene que mascarlas. Nos parece calificativo tan
-sencillo y tan vulgar, que nadie repara en él. Y, sin embargo, es
-expresión de lo más pintoresco que se concibe. Buscadle equivalente en
-francés, ó en latín, ó en griego. Cada pueblo tiene su temperamento
-poético, y no es muy sandio el pueblo que tales expresiones inventa.
-Fulano suele presentarse con tanta prosopopeya como un navío de alto
-bordo: llámanle _Navío_. _Mata-ratas_, _Mata-burras_, ¿se aclararán por
-aquel dicho: «Por un perro que maté, me llamaron _Mata-perros_»? ¡Qué
-ha de matar el infeliz ni una burra siquiera, si no es capaz de matar
-una rata! Tan irónicos son estos motes como el de otro á quien llaman
-_Mata-curas_, que suele matarlos de pico, y nada más. _Mal-año_,
-_Mil-duros_, _Merendón_, _Paticas-cortas_, _Pisa-flores_, que es harto
-más bonito que pisaverde.
-
-Hay motes que, mirados con las delicadas lentes de las conveniencias
-sociales, son de lo más feo y vitando; pero no dejan de ser de lo más
-gracioso. Apunten los suscriptores y los redactores de la revista
-internacional _Criptadia_: _Pedo-lobo_, _Pichorrín_, _Pijota_,
-_Pijorro_, _Cachurrín_, _La Cachorrona_, _Minguica_, _Picha-rota_.
-
-De carácter farisaico es un tal _Servamandata_; tan vivo de genio como
-_Agonía_ y _Cardenillo_ es _Solimán_. Parlanchín que menea sin cesar
-la sin hueso es _Taravilla_; un para poco es _Tararo_, y para menos
-_Tararura_. Muletilla ordinaria suya debía de ser _¡quién sabe!_,
-cuando á otro le llamaron _Quisabe_, donde tenemos la etimología de
-_quizás_, antiguamente _qui sab_. _¡Por vida de!_ es otra muletilla que
-originó el mote _Repor-vide_, y sangre sosa debía de tener el llamado
-_Sangracha_ y el _Chanchan_, y demasiado encendida el _Sopetón_ y el
-_Rabiau_.
-
-De un asiduo á los cultos del Corazón de Jesús es el apodo muy moderno
-_Reinaré_. Diminutivo de pito es _Pitito_, que los muchachos hacen con
-dos pedacitos de caña y un hilo para pitar ó echar pitidos.
-
-De las patas hay motes gráficos: _Patán_, _Pat-araña_, _Pato-lea_,
-_Patirraco_, _Paticas-cortas_, _Paticas-verdes_, _Patas-verdes_.
-Del pelo y pelar, pelear: _Pela-panes_, _Pelacho_, _Peladilla_,
-_Pela-morros_, _Pelucón_, _Chorreta_, _Chafarreta_, _Churumbela_,
-_Chirimbolo_, _Cherre_, _Churri-pample_, _Chirri_, _Chorche_,
-_Chorrio_, _Chirpi_, _Zarambote_, _Zamacuco_, _Zampas_, _Zaragata_, son
-de origen euskérico.
-
-Pintorescos son _Esgarra-manzanos_, _Morrocuto_, _Tripota_ y, sobre
-toda ponderación, _Tripa-triste_, que se refiere al hambre.
-
-Á las mujeres se les da el mote de sus maridos, mudándoles la
-terminación en _a_: _Corazones_ es el mote de uno; á su mujer la llaman
-_La Corazonas_, y así _La Cascorra_ de _Cascorro_, etc. Pero otras lo
-tienen propio: _La Trona_, _La Mari_, _La Coronada_, _La Hurona_, _La
-Canóniga_, _La del ancho_, _La Gorriona_, _La Murilla_, _La Vinagre_,
-_La Pelos_, _La Gimia_, _La Ciela_, _La Ochava_, _La Perrandina_, _La
-Cachorrona_, _La Resalada_, _La Rico-pelo_, _La Colé_, etc.
-
-No faltan motes fundados en un chusco equívoco. Llega de la aldea una
-vendedora de pollos, y le dicen: Ahí en esa casa le comprarán. Son
-gentes que vienen de Madrid á veranear. Pregunte por _Doña Jovita_.
-Llama á la puerta la buena mujer, le abren y al subir se da de manos
-á boca con una señorona de tomo y lomo. Iba á preguntarle si era Doña
-_Jovita_; pero parecióle demasiada mujer para nombre tan chico, y le
-dice: ¿Es usted Doña _Jova_? El nombre _Jova_ ya no hay quien se lo
-quite á la jamona madrileña.
-
-Todos los motes apuntados son de Tudela, donde no habrá hombre ni
-mujer, chico ni chaco, que no tenga el suyo. Pero otro tanto sucede en
-las demás ciudades españolas, y mucho más en los pueblos y aldeas.
-
-En Calatayud, á la otra vertiente del Moncayo, el dialecto es el mismo
-que en la merindad de Tudela: el aragonés; pero más cerrado y con
-vocablos más regionales. Mi excelente amigo el conocido novelista de
-costumbres aragonesas D. Juan Blas y Ubide, que entre el ejercicio de
-la abogacía no descuida el culto á la literatura, me obsequió este
-verano con un rico tesoro de palabras, frases y motes, por él recogidos
-en aquella ciudad para servirse de ellos en sus novelas.
-
-Voy á confirmar lo expuesto hasta aquí con esos motes hoy
-vivos en Calatayud; y para que se noten mejor las tendencias
-psicológico-poéticas de los bilbilitanos, los ordenaré por clases. Hay
-motes tomados de objetos inanimados, otros de defectos corporales,
-otros de cualidades morales, otros de plantas, otros de animales, otros
-de oficios, otros de regiones y pueblos, otros cuyo significado es
-bastante oscuro, y otros, finalmente, tomados de todo el Diccionario é
-inclasificables.
-
-
- DE OBJETOS INANIMADOS
-
-Chaqueta, Coronica, Medio-almú, Pitos, Silleta, Chimeneas, Tablares,
-Bomba, Perniles, Alforjas, Pitón, Pitorro, Botijo, Candiles,
-Cascarrias, Cataplasma, Chavo-ó-hilo, Bolsa-de-hierro, Pizarrines,
-Mota, Cuaderna, Cerillicas, Cerote, Chupilla, Porrón, Puchero,
-Coscurro, Punzas, Cachirulo, Boto, Botitos, Sartenes, Madera, Candelas,
-Tijeras, Zurriago, Sarro, Puntales, Guitarro, Bolas, Pelotas, Bolsicas,
-Banderica, Mostillo, Bombarda, Ratonera, Camisilla, Terriza, Martillo,
-Manta, Huevete, Morcillica, Fregadera, Torretas, Calzones de yesca,
-Mitra, Coscarana (nuez huera), Cornijales, Cuartico-especias, Cañete,
-Callejica, Casillas, Goma-seca, Mala-lana, Gotera, Gatera, Manchas,
-Casquina, Chocho, Brozas, Cache (Cacho), Gazote de gamón, Chorré
-(chorro), Garamaya, Chichetas (de chicha), Colodro, Chicherre (chicha
-quemada ó _erre_ en éuskera), Zaraballa, Chirro, Chumina, Cachupico,
-Chorrillas, Cachupo (pedazo de tronco), Cachacho, Ciclón, Peteneras,
-Reino, Duende, Cazolón, Chiripa.
-
-
- DE PLANTAS
-
-Ciruelo, Berros, Melón, Cebollas, Calabacines, Mielga, Moscatel,
-Borrajas, Clavel, Cañamones, Patata, Cepa roya, Pilongo, -a, Parra,
-Seta, Cabecica de ajo, Cabeza de pepino, Chiles (pimientos), Carrasco,
-Mora, Lapazas.
-
-
- DE ANIMALES
-
-Caracoles, Gato, Gurrión, Pajarito, Cuervo, Zorra, Pollo, Gallo, -a,
-Cuco, -a, Mirlo, Cigüeña, Ratón, Tábano, Chorlito, Mosca, Venau,
-Culebras, Chincho, Bicho, Pichona, Cordericos, Ratica, Polilla, Oveja,
-Gusano, Rata, Nutria, Cabrito, Pulga, Rana, Abeja, Lobo, Pájaro,
-Burras, Güina (ó fuina), Potra, Chocha, Zarandilla, Perdigano, -a,
-Conejo, Zorrilla, Cucho, Garra-miau (gato), Cardelinos, Mosquirre,
-Bichocho, Chites, Rabosa.
-
-
- DE OFICIOS
-
-Estudiante, Capellán, Alguacil, Zagal, Gaitero, -a, Brujo, Zapatera,
-Campanero, Badajero, Farolero, Bolero (mentiroso), Reyecillo, Monje,
-Fraile, Monago, Sacris (sacristán), Capitán, -a, Payaso, -a, Regador,
-Santero, -a, Tiple, -ón, Corneta, Cafetero, Monjero, Macera, Señorito,
-El rey, Botero, Saca-cuadras, Pañero, Obispo, Curilla, Ratonero,
-Diablo, Letrado, Confita-moscas, Pregonero, Zagalón, Realista,
-Gitanillo, Piloto, Picón, Moricos.
-
-
- DE REGIONES Y PUEBLOS
-
-Vetos, Lumpiaque, Castillica, El turco, El ché (valenciano), Polaco,
-Cartagena, Zaragoza, Provincial, Villalobos, Moresano, Perules (del
-Perú).
-
-
- DE DEFECTOS Y CUALIDADES CORPORALES
-
-Bizco, Cojo, Zurdo, Manco, Royo, Canoso, Largo, Viejo, Feo, Chepa,
-Manazas, Manitas, Ojitos, Mocos, Dientes, Cojogo-doño, Morreto,
-Moquito, Pardillo, Rojo, Cabezota, Narigones, Patas, Carota, Pelos,
-Galano, Canelo, Garrillas, Caspa, Blanco, Jibeta, Robusto, Garrido,
-Regañau, Peludo, Maneta, Colorau, Chiquitín, Patillas, Tripa-larga,
-Mala-cara, Culo-de-goma, Cara-de-culo, Cinco-arrobas, Pelo-malo,
-Cabeza de barandán, Morros, Negreta, Oreja, Cabecica, Mala-boca,
-Pelón, -a, Caga-blanco, Peli-blanco, Empalmado, Orejazas, Blanquillo,
-Negrillo, Negro, Moreno, Cetrino, Paticas, Verde, Anciano, Manota,
-Gordo, Cabezona, Calvo, Garrancho, Rajau, Carrillo, Cana, Cacau
-(cagado), Patés (de pata), Pelete, Pataco (de pata), Cagacho, Peluches,
-Pichorrín, Picha, Tetillo, Cagachas, Carajilla, Blinca-pozos, Tocatas
-(paliza), Traga-lamas, Chata, Gambeta, Cholas, Mamau, Guarro, Manjunto,
-Menina.
-
-
- DE CUALIDADES MORALES
-
-Pela-pobres, Lame, Curda, Chispa, Rasca-miajas, Manso, Mata-abuelas,
-Zancocha, Muermo, Chulo, Sueños, Zarrias, Zangolotino, Carca,
-Mata-moros, Fachenda, Tabacón, Corre-mundo, Loco, Santo, Machaca,
-Mata-perros, Roba-masas, Mil-hombres, Roba-pellejos, Roba-carneros,
-Mata-curas, Azota-cristos, Arroja-cristo, Empenta-salves (empentar
-es empujar), Come-cochinos, Cavila, Licos-pechos, Loque-zoquete,
-Pintolique (que la pinta), Mano-güisa, Zámpara (de zampar), Zampias
-(ídem), Cucarro (que cuca), Motorro (morrudo en éuskera), Jalaco (adj.
-de jalar, jalear, aficionar en éuskera), Cachacho, Locarra, Borde,
-Marica, Maruso, Mal-pica, Marión, Machaca, Remacha, Traga-huesos,
-Mata-lamba, Traga-buques, Caga-lesnas, Tene-moscas, Pica-moras,
-Traga-bolas, Bate-cargas, Contento, Mucho, Piculín (que acusa),
-Saca-cuadras, Confita-moscas, Mala-boca.
-
-
- MOTES DE PUEBLOS
-
- Torrijo.--Los belloteros.
- Vijuesca.--Los tocineros.
- Aiñón.--Los huecos.
- Cervera.--Los de la abubilla.
- Villalengua.--Camuesos.
- Sediles.--El cuco.
- Terrer.--Llegar y meter.
- Ateca.--La puerta abierta.
- Daroca.--Puta ó loca.
- Ricla.--Los cañiceros, ajeros.
- Campiel.--Melocotones.
- Morata.--La del Conde.
- Torres.--El tío Pepe Roque y la ballena.
- Maluenda.--Mucho mantel y poca merienda.
- Castejón de las Armas.--El de las cerezas.
- Castejón de Alarba.--El de los ricos.
- Chodes.--Se prohibe repicar y andar en la procesión.
-
-En toda España reza el refrán que no se puede á un tiempo repicar y
-andar en la procesión. Á los de Chodes, pueblo cerca de Morata de la
-Ribera, ó del Jalón, se les prohibe, porque son los únicos que pueden
-hacerlo. El conde de Morata edificó de tal suerte el pueblo, que forma
-una sola plaza y no grande. Puede tirar de la cuerda de la campana el
-sacristán y no salirse de la procesión.
-
-Las causas de la imposición de los apodos son diversísimas. Los que
-significan defectos corporales ó un miembro del cuerpo, que por alguna
-razón caracterizaba al individuo, no ofrecen dificultad. Llamar á
-uno bizco, ó bizconde, como suele decirse por equívoco malicioso, es
-aplicarle de ordinario un apelativo, con lo cual queda convertido
-en nombre propio. Hemos de pensar que el hombre siempre ha sido
-el mismo, y que por consiguiente tal fué el origen de los nombres
-propios. Y no sólo de los propios de persona, sino de lugares y de
-objetos, cualesquiera que ellos sean. Proceden, pues, los nombres de
-los calificativos, ó llámense adjetivos. Los vocablos, efectivamente,
-sólo expresan un concepto de las cosas; es decir, un modo de ser, una
-apariencia, una cualidad genérica, la cual puede aplicarse á todos los
-objetos que la poseen. Cojo, zurdo, royo, peli-blanco, guarro, galano,
-son adjetivos que sólo expresan una cualidad. Pero aplicándose de
-ordinario á una persona quedan convertidos en mote, y luego en nombres.
-Carrillo, Cana, Pelete, Cabezota, Dientes, son nombres apelativos,
-que por el mismo medio vienen á ser apodos y nombres y apellidos
-personales. Pero de la misma manera llegaron á ser nombres apelativos:
-fueron antes expresiones comunes aplicables á muchos objetos, fueron
-calificativos. No expresa el vocablo _carrillo_ la esencia, ni siquiera
-el conjunto de cualidades esenciales, á modo de descripción, del
-miembro corporal así llamado; sólo indica una cualidad del _carrillo_,
-la de poder girar y moverse como un carro: carr-illo es un carr-ito, un
-diminutivo de carro. Otro tanto sucede con el vocablo carro, que los
-latinos tomaron de los Aquitanos, que hablaban éuskera, como iberos que
-eran. Carr-us viene del éuskaro e-karr-i llevar, da-kar-t yo llevo,
-da-kar-zu tú llevas, na-kar-zu tú me llevas. Del llevar se dijo carr-us
-lo que lleva. Pero kar raíz de llevar sólo indica una acción, un modo
-de obrar de las cosas. Manota es otro apodo, sin duda porque el así
-llamado tenía una mano grande y deforme. Pero, á su vez, mano, del
-latín manus, se dijo por ser extendida y servir para medir, que no es
-más que extender una cosa, la medida, sobre otra, como el pañero, que
-extiende su vara sobre el paño una ó más veces según las varas que le
-pidió el comprador. Ma-nus vale la extendida, como ple-nus lo lleno,
-y dig-nus lo señalado, de ma- extender, medir, pl-, pl-us, llenar,
-dic-ere señalar, decir. Y así la luna, medida del tiempo, es mêna en
-godo, alemán Mond, lituano ménu, griego mên, latín Mena menstruationis
-dea, como mênê en griego, y men-s-is més, mens-s-truus. Extender y
-medir es en sanskrit mâ-mi, mi-mê, la medida ma-tram, el me-tron
-griego ó metro, lo que mide, como ara-trum lo que ara, el arado, en
-latín mê-tare, mê-tiri, de donde medir, en eslavo mê-ra y en lituano
-më-rá es la medida, ma-túti medir, en griego mî-me-omai imitar, mî-mos
-remedador, de donde mímica, habiéndose dicho el remedar del medir, por
-comparar é igualar dos cosas, como nuestro vocablo remedar viene de
-re-imitari volver á imitar, comparar, medir. El nombre mano fué, pues,
-antes un adjetivo, lo extendido, como lo son lleno y digno.
-
-Los motes que indican cualidades morales son también adjetivos ó
-nombres concretados en un individuo. Loco, Santo, Curda, Chispa;
-Cavila, ó tío Cavila, el que cavila mucho: es un verbo, lo mismo
-que Lame, Rasca-miajas, Pela-pobres, Caga-lesnas, Traga-bolas, ó
-que cree las exageraciones y mentiras. La metáfora campea aquí de
-una manera maravillosa. ¿Qué quiso decir el chistoso que inventó el
-mote de Caga-lesnas, el de Traga-buques, y el de Confita-moscas, y
-el de Azota-cristos, y el de Mata-abuelas? No conozco ingenio entre
-escritores y poetas que tan alto hayan rayado como el oscuro y
-desconocido autor de tan ingeniosos apodos.
-
-No es menester ir á Andalucía para hallar en España andaluzadas, ni
-sal, ni gracia, ni poesía. Aragón es el polo opuesto de Andalucía.
-Pocos poetas ha criado, porque el carácter de los aragoneses es muy
-serio y enemigo de toda mentira y exageración. Pero por lo mismo es muy
-realista y tan fogoso como el que más. Los escritores aragoneses no
-descuellan por las obras de puro fantasear; pero son vigorosos, exactos
-en sus metáforas, y de un colorido y nervio que los hace poetas de
-otro género. Prudencio, Quintiliano, Marcial, los Argensolas, el gran
-fabulista riojano, el gran filósofo bilbilitano Gracián, el historiador
-Zurita, son de esta cepa, de la misma que los guerreros de Numancia,
-y de Calahorra, y de Zaragoza, de la misma que el anti-papa Luna, y
-que el fabricante de la campana de Huesca, y que los magnates de aquel
-reino.
-
-Los motes de oficios y clases sociales han originado muchos apellidos:
-Botero, Monje, Fraile, Alguacil, Obispo, Picón, Capitán, etcétera.
-
-Y no menos los de plantas y animales, donde la metáfora y el ingenio
-poético de los españoles es muy digno de notar: Ciruelo, Parra,
-Carrasco, Mora, Cuervo, Gallo, Lobo, Zorrilla.
-
-El apólogo, de origen indiano, parte del principio antropológico, tan
-innato en el hombre, que quiere atribuir á los demás seres sus propias
-cualidades. El hombre no conoce las cosas del mundo exterior sino
-en cuanto halla en sí algo que sea común con ellas. Sus facultades
-aprehensivas son anteojos que colorean los objetos del color que ellos
-mismos tienen. Mira á los animales con el anteojo antropológico, les
-atribuye sus propios sentimientos y fantasea una ética animal, paralela
-á la ética humana. El león es noble, la gallina cobarde, la liebre
-tímida, la hormiga diligente, la abeja laboriosa, el toro valiente, el
-perro fiel, el murciélago alevoso, el tigre encarnizado, el sapo vil,
-la serpiente prudente, la paloma candorosa, el zorro artero, la cabra
-caprichosa, la cotorra parlera, el potro insolente, el asno estúpido,
-el pavo vanidoso, la oveja mansa, el gallo orgulloso. En hecho de
-verdad, toda esa ética, con los apólogos que en ella estriban, es una
-ética fantástica. Las pasiones no menos radican en el alma racional
-que en la parte sensitiva del organismo. Pero el hombre es poeta por
-instinto, y humaniza cuanto le sale al paso.
-
-Una de las riquezas poéticas del castellano tiene aquí su origen.
-Apenas habrá animal que no haya servido de punto de comparación á los
-españoles para concebir las cualidades morales humanas, que de suyo
-eran tan difíciles de expresar por lo complejas y abstrusas. No creo
-que haya idioma alguno cuya penetración y fantasía puedan parearse, ni
-aun de lejos, con la penetración y fantasía de nuestro pueblo. Algunas
-expresiones parecidas se hallan en todos los idiomas; pero tantas y
-tan bien apropiadas creo que en ninguno. ¿Hay términos franceses ó
-latinos, ingleses ó griegos, que pinten y respondan á nuestros verbos
-_azorarse_ como la garza perseguida por el azor, _amilanarse_ como
-los pajaritos á la vista del milano, _aconcharse_ como la tortuga
-ó el caracol, _aturdirse_ como el tordo, _encabritarse_ como el
-cabrito, _alebronarse_ ó _alebretarse_ ó _alebrarse_ como las liebres,
-_emporcarse_ como el puerco, _avisparse_ como la avispa, _ratonarse_
-como lo comido de ratones, _emperrarse_ como el perro, _atortolarse_
-como la tórtola, _pavonearse_ como el pavo, _encapricharse_ como la
-cabra que se encarama, _acurrucarse_ como la curruca, _enviperarse_
-como la víbora, _entigrecerse_ como el tigre, _agazaparse_ como el
-gazapo, _achicharrarse_ como la chicharra con el calor, _amoscarse_
-como el molestado de las moscas, _cotorrear_ como la cotorra, _gatear_
-como el gato, _serpear_ como la sierpe, _serpentear_ como la serpiente,
-_culebrear_ como la culebra, _culebrinear_ como la culebrina, _gallear_
-como el gallo, _engatusar_ como el gato, _hormiguear_ como el sitio
-lleno de hormigas ú hormiguero, _desasnar_ como el estúpido que deja
-de ser asno, _apolillarse_ como lo roído de la polilla, _caracolear_
-dando las vueltas del caracol, _mariposear_ como las mariposas,
-_mosquear_ como moscas, _potrear_ como el potro, _podenquear_ como
-el podenco, _torear_ como el toro, _andar aperreado_ como el perro,
-_ratear_ como la rata, _aborregarse_ el cielo como establo lleno de
-borregos, _acaballar_ ó _encaballar_ montado como jinete en el caballo,
-_chinchorrear_ como el _chinchorrero_, que es tan molesto como la
-_chinche_, _escarabajear_ como el escarabajo, _garrapatear_ como la
-garrapata, _berrear_ y _emberrenchinarse_ como el verraco, _chotear_
-como el choto, _patear_ como el pato, _babosear_ como la babosa,
-_zanganear_ como zángano, _agusanarse_ como lo lleno de gusanos,
-_trasconejarse_ como el conejo, _zabullirse_ como el sapo (_zabu_ en
-éuskera, _zab-uli_ revolcarse como _zabu_), _erizarse_ como el erizo,
-_achuchar_ como al chucho, _desperdigarse_ como los perdigones,
-d_espotricar_ como el potro?
-
-En España no parece sino que todos somos zoólogos, y que vivimos en un
-parque zoológico. Fulano es un chinche, es muy zorro, es un gallina,
-un puerco, un puercoespín, un pavo, un asno, una sabandija, parla como
-un chorlito ó como una cotorra, es un avestruz, un borrego, un moscón,
-una mosquita muerta, un toro, un pichón, una mariposa, un cernícalo,
-una víbora, un rata, corre más que un galgo ó que una liebre, es más
-tratable que una paloma sin hiel, canta como una calandria ó como un
-jilguero, es más listo que una ardilla, más tragón que un tiburón, más
-intratable que un potro, más escurridizo que una anguila, come como una
-sanguijuela, tiene más conchas que un galápago, tiene el genio de un
-toro, se menea más que una lagartija, salta como un gamo, es más cruel
-que el tigre, no es rana, no morirá de cornada de burro, no se apea del
-burro, es más pesado que las moscas, lloriquea como un becerro, engorda
-como un tocino, brama como un toro, es un pollo ó una polla á pesar de
-sus treinta abriles, tiene un pico de chorlito, unos ojos de besugo,
-una nariz aguileña, unas orejas de asno, unos pies como pezuñas, un
-cuello de cisne, unas uñas de cernícalo, más pelo que un oso, es lince
-como él solo, es muy patudo y muy ganso, viene hecho una merluza, es
-todo un zángano, tiene un genio de hiena y un cuello toroso, es más
-bruto que un mulo y más terco que un macho, no sabe más que un buitre,
-se viste como el grajo de plumas ajenas, se hincha como una rana,
-cacarea sus cosas como la gallina, se le va la cabeza ó le duele como á
-una cabra, es un puerco y un cochino y un gorrino de sucio, tiene malas
-pulgas, gruñe como un cerdo, es necio como un pollino, es una tarasca,
-un renacuajo de chico, un buey Apis de gordo, un tórtolo de cariñoso,
-un camaleón de mudable, adelanta como el cangrejo, se pega como una
-lapa, allega como una urraca, está hecho un bacalao, gorronea como un
-gorrión, anda de golondros como una golondrina, duerme como un lirón,
-es más feo que un mico, más vivo que una comadreja, más blanco que un
-armiño, de más monerías que un mono; es, en fin, un animal por los
-cuatro costados, con rabo y todo.
-
-Los apodos tomados de objetos inanimados son más difíciles de aclarar.
-Algunos son tan metafóricos como los anteriores y se refieren á
-cualidades corporales ó morales. Medio almú se dijo de uno que era
-pequeño, Botijo del que era tan gordo como un botijo, Cataplasma del
-pesado, tardo y molesto, Cascarrias del sucio ó del cansado en su trato
-ó del quisquilloso, Cerote del tímido, Porrón del gordinfla, Mostillo
-del pegajoso y dulzachón en su trato, Morcillica del larguirucho,
-Coscarana del huero de cascos, Fregadera del sucio y descuidado,
-Callejica del corretero y callejero, Mala-lana del que presto se sube
-á la parra, Chicherre del que se enfada y arde por un quítame allá
-esas pajas, como Calzones-de-yesca, Peteneras del alegre, Duende del
-entrometido, Ciclón del vivo y furruña. En esto se ha seguido el tenor
-que han tenido los españoles en la derivación de vocablos por medio
-de la metáfora, y en el empleo metafórico de las cosas en refranes y
-frases hechas, donde podríamos señalar un tesoro tan rico y poético
-como el zoológico que hemos indicado.
-
-Otras veces el mote se refiere á una muletilla del individuo, ó á un
-caso particular, cuya historia se conserva entre las gentes del pueblo,
-ó no se conserva. ¡Cuántos motes no pasan de padres á hijos olvidándose
-el motivo que los originó! Tal es la fuente de muchos apellidos, y la
-razón del _de_ ó de la silbante en los patronímicos castellanos. _Juan
-de Diego_ es un Juan hijo de Diego, Láinez es _el de Laín_, Pérez _el
-de Pero_ ó Pedro, López _el de Lope_. El hijo del rey Silo se llama
-en un documento de su época _Siliz, el de Silo_. _Márquez_ es el hijo
-de Marco, Álvarez el de Álvaro, Domínguez el de Domingo. Pero de los
-patronímicos, y en general de los apellidos, habría que tratar por
-separado.
-
-Los apellidos son motes que por su antigüedad han perdido ya la razón
-de su significado. Por eso el pueblo que gusta de llamar las cosas
-por sus nombres, quiero decir, no á ciegas, sino por nombres que les
-convengan, no hace caso de los apellidos é inventa motes de continuo.
-Los apellidos ahí se quedan para el _Registro_ y para la sociedad, que
-vive de convencionalismos y rutinas. El pueblo no vive como ella de
-sangre gastada hasta tomar ese tinte azul de que se paga la nobleza;
-vive de sangre fresca, bien roja y bullente. Y así como no quiere
-vocablos de extranjis, que para él es letra muerta, aunque vengan de
-Roma y Atenas, porque los considera como pelucas y otros armatostes
-postizos, y como tales los trata, estropeándolos cuando se ve precisado
-á tomarlos en sus labios, así tampoco hace caso de apellidos, ni
-nombres, si no son de su hechura y pintan al individuo.
-
-No faltan eruditos que menosprecien toda esa vida, todo ese realismo,
-toda esa verdad que encierra lo popular, y que prefieran lo que se
-llama de buen tono, correcto, atildado.
-
-De gustos no disputaremos. Yo tengo por de mejor tono, por más
-correcto y atildado, el árbol que comienza á echar sus frutos, el
-joven de quince á veinte años, el modo de decir que espontánea y
-naturalmente nace en labios del pueblo y que tiene su arraigo en el
-idioma tradicional y propio, porque ese árbol, ese joven, ese decir,
-son brotes naturales llenos de savia y de vida. Los viejos robles son
-mejores para quemados en invierno, que nos den calor; los ancianos son
-más de respetar y oir como consejeros; los vocablos de la veneranda
-antigüedad, para leer los autores que los emplearon y para estudiar la
-psicología de los pueblos que ya pasaron.
-
-Por eso á otros causará risa; á mí me sabe á poco el siguiente cuento
-que trae Polo y Peyrolón, que ni siquiera lo es, porque yo mismo lo he
-presenciado, _mutatis mutandis_, y lo habrá presenciado cualquiera que
-sea un poco observador de las costumbres populares. Reunidos en cierta
-ocasión los cofrades de San Roque en la casa rectoral del pueblo de
-Tramacastilla para celebrar una junta, quiso el párroco cerciorarse
-de la puntual ó escasa asistencia de los asociados, y al efecto tomó
-el libro de los cofrades y fué leyendo, uno por uno, sus nombres y
-apellidos. La sala estaba llena, y nadie, sin embargo, decía esta boca
-es mía.
-
---Hombre, muchos faltan--observó el señor cura, dejando de leer.
-
---¡Ca! No, señor--contestó el maestro de escuela.--Déme usted ese libro.
-
-Nada comprendió el párroco, pero obedeció.
-
---_Cuquita_--voceó el maestro, principiando la tarea.
-
---Presente.
-
---_Goticaaceite._
-
---Presente.
-
---_Mediamisa._
-
---Presente.
-
---_Perotes._
-
---Presente.
-
-Y al punto contestaron, uno tras otro, á sus respectivos apodos, los
-que momentos antes permanecieron mudos al oir sus nombres y apellidos.
-No es cuento el que muchos ignoren su apellido: es un hecho que yo he
-tocado con las manos. Los apellidos son nombres muertos que yacen en el
-_Registro_ y con los que se entretienen las personas de sociedad. El
-pueblo no gusta de autopsias ni de manipular cadáveres: quiere nombres
-vivos, que son los motes por él dados, y muy bien dados.
-
- [Ilustración]
-
-
-
-
- Á PROPÓSITO DE UN LIBRO
-
-
-Don Francisco Rodríguez Marín es uno de los más apasionados
-cervantistas, un verdadero ratón de archivos y bibliotecas, un
-estilista que gusta de remozar el viejo y castizo lenguaje de los
-clásicos y, por reciente elección, un Académico de la Lengua. Si hemos
-de dar crédito y aceptar por buenas ciertas voces que por ahí andan
-repitiéndose ya más de lo que las gentes serias y sosegadas pueden oir
-con paciencia, todos esos, al parecer títulos suficientes y sobrantes
-para ser tenido y estimado en la república de las letras, son en el
-credo literario de ciertos pensadores y publicistas otras tantas
-razones para que se le tenga por un elemento nocivo á las letras, á
-la cultura moderna, á la misma memoria de Cervantes, á la Academia,
-al habla castellana, y no sé á cuántas cosas más. Porque todos estos
-y otros infinitos cargos se llevan y traen, se dicen y oyen, y aun
-se celebran y acogen como verdades de un nuevo evangelio literario.
-Y con todo, si por los frutos se conoce el árbol, algo muy distinto
-ha de pensar y decir del escritor sevillano cualquiera persona formal
-que lea su último libro sobre _Rinconete y Cortadillo_. Y cuenta que,
-si en alguno, en éste caen tan de lleno esas mazas de Fraga, que de
-ser cierto el dicho de que _sacan polvo debajo del agua_, habían de
-dejarlo triturado, hecho trizas y polvo cual á ningún otro. Porque el
-_Rinconete y Cortadillo_ de Rodríguez Marín es un libro cervantino por
-el asunto, que contiene un texto de Cervantes, un comentario del mismo
-y un discurso preliminar donde corren á las parejas los hallazgos de
-bibliotecas y archivos con las palabras y estilo de los clásicos.
-
-Aquí hay, pues, un problema que merece estudiarse y resolverse. La
-cuestión la juzgo grave y de interés para las letras españolas. No
-da esas voces un loco de atar, ni las echa al viento un D. Quijote
-entre las risas de los que le escuchan; salen envueltas en ciertas
-teorías filosóficas, ó que filosóficas parecen, se proclaman en estilo
-sugestivo, sentencioso y halagador, escúchanlas con aplauso y se
-las apropian con cariño no pocos jóvenes, entusiastas de lo nuevo y
-apasionados por una cultura novísima, que se imaginan entrever para
-gloria de la patria en el horizonte arrebolado, juntamente con toda
-una nueva filosofía del arte, una no menos flamante evolución del
-pensamiento. Repito que es cuestión de gravedad. Forma parte de eso que
-llaman modernismo, proteo inasequible que, en resumidas cuentas, no
-parece ser otra cosa más que una nueva manera de pensar y de ver las
-cosas, que en el actual momento histórico no ha acabado de tomar forma
-concreta ni color bien definido, por hallarse todavía en fermentación.
-En este estado evolutivo del pensamiento, en el cual luchan ideas
-antiguas é ideas modernas y andan barajados problemas de diversa
-índole, literarios, filosóficos, económico-sociales, religiosos, según
-sean los ingredientes que los más avisados ó los más atrevidos echen
-en la cuba, así habrá de resultar un vino de una ú otra calidad, de
-inesperado color, fuerza y dejo, suavísimo néctar al paladar de los
-dioses, ó emponzoñado brebaje para nuestros tristes nietos.
-
-Rodríguez Marín es un cervantista. Los cervantistas han echado á
-perder á Cervantes, han hecho de su persona un ídolo intangible y
-de sus obras un Corán envuelto en sedas, oculto entre la balumba de
-comentarios, propiedad exclusiva de algunos iniciados y libro sellado
-para el pueblo. Todas estas sandeces se han dicho; y á no serlo, sino
-cargos justificados, Rodríguez Marín sería uno de los sacerdotes de
-autorizadas ínfulas, de mirar severo y melancólico, que con cara de
-pocos amigos se encierra allá, en lo más recóndito del santuario, y
-con refinado egoismo roba á los demás lo que es de todos, gozando á
-su sabor y á sus solas lo que debiera ser propiedad de los profanos.
-Pero Rodríguez Marín lo que hace es purificar una novela de Cervantes,
-explicarla con notas que aclaren las expresiones en que el lector
-pudiera tropezar, engastar el lindo lienzo en un marco de oro, cuyos
-bajos relieves son escenas de la vida sevillana, del ambiente que
-da luz á las escenas de la novela, y entregar á los profanos todo
-ello, diciendo: leed y entended á Cervantes; asimilaos, los artistas,
-su estética, su manera, su visión de la naturaleza, su estilo, su
-lenguaje; disfrutad, los no artistas de profesión, de una de las
-joyas del arte literario más español y más exquisito, y... dejaos de
-novedades ultrapirenaicas, que ni de estuche digno pudieran servirle.
-
-Y para componer este libro se metió Rodríguez Marín á ratón de
-bibliotecas y archivos. Figurarse que una obra de arte sale de la
-cabeza del artista, cual Minerva, armada de todas armas, de la cabeza
-de Júpiter, es hacerse una muy triste figura por empresa quijotesca de
-sus ideales literarios. La _Iliada_ no nació como aislada seta en el
-otero, por más que nada sepamos del arte que le precedió. Toda obra
-de arte arraiga en la tradición literaria y tiende su follaje hacia
-el cielo del porvenir. No hay dar un paso adelante sin avanzar el
-pie derecho; pero tampoco sin afianzar atrás el izquierdo. Toda obra
-literaria es producto á medias del ingenio inventivo de su autor, á
-medias del ambiente y de la tradición literaria. Toda literatura tiene
-su arraigo en la tradición, y en el ambiente tradicional de ella brota
-toda obra artística. Tener potencia visiva bastante á ahondar hasta
-el alma de la literatura nacional y saberse apoderar de esa alma, y
-hacerse dueño del ingenio característico que vivificó sus obras, es
-condición no menos indispensable que el poseer la necesaria inventiva
-para producir algo que sea nuevo. La creación espontánea es una
-quimera, que ahora parece sueñan en resucitar algunos naturalistas. La
-materia preexistente, de la cual ha de fraguar algo nuevo el artista,
-no se limita al mármol, á la pluma y papel, ni siquiera al lenguaje
-recibido, sino que se extiende al mundo de las ideas tradicionales, de
-los sentimientos de la raza, del alma nacional.
-
-Y he aquí la genuina noción del loable casticismo en el lenguaje, y
-de la filología, ó conocimiento del pasado para penetrar en el alma
-de la raza. El ratón de bibliotecas y archivos es el que rebusca y
-entresaca de los empolvados papeles y cartapacios ese casticismo del
-hablar, del pensar, del sentir, para provecho propio y de los demás:
-ese ratón se llama _filólogo_. Rodríguez Marín lo es de todo en todo.
-Ese sentir, ese pensar, ese hablar castizamente españoles, esa alma
-española, palpita en todas sus obras, y más en la última de _Rinconete
-y Cortadillo_.
-
-Por eso es un libro que se lee con gratísimo placer, que se saborea
-como una sabrosísima fruta del cercado propio, del huerto nacional, del
-huerto de casa. No andan en él envueltas las ideas en nebulosidades
-septentrionales, ni hastían los sentimientos, cual los de literaturas
-artificiales y gastadas, ni rechinan las palabras cual guijarros
-esquinudos, arrancados á otra lengua de ritmo y fonetismo más rudos
-y ásperos que á lo que estamos hechos. Todo es de casa, y de cuando
-nuestra casa estaba bien en pie y se bastaba á sí misma y aun le
-sobraba para dar á los vecinos.
-
-Las cosas más soberanas se prestan más á ponerse en ridículo. Con
-dos cornados de jengibre y pimienta de la abacería de enfrente, un
-mediano escritor espolvorea al filólogo y lo presenta ante las gentes
-convertido en ratón de biblioteca.
-
-Pero estudiemos ese ratón, despolvoreándolo de la pimienta y del
-jengibre.
-
-Hay dos castas de literatos. Unos rebuscan la tradición, la estudian,
-la dan á conocer: son los filólogos (no confundirlos con los
-lingüistas, que sólo tratan del lenguaje y de los idiomas como objeto
-final de investigación). Otros se aprovechan de esos sudores de los
-filólogos, elaboran la materia prima y cosechan los frutos de lo que
-otros sembraron: son los artistas de la palabra. Sin los primeros, los
-segundos no tendrían qué segar. Y aún hay segadores que después de
-coger á manos limpias su cosecha se enfurruñan y menosprecian á los
-que se lo sembraron. Vense más raras veces literatos que son ambas
-cosas: Goethe no era un Zorrilla, había estudiado y apropiádose honda
-y extensamente el arte clásico. Menéndez y Pelayo, contra quien he
-oído pullas medio enmascaradas y aun descubiertas, es un maestro,
-el único maestro que tenemos: es filólogo y artista de la palabra.
-Rodríguez Marín es de la misma cepa, discípulo del maestro, que será
-maestro á su debido tiempo. Portentosa es la cantidad de hallazgos y
-novedades literarias con que nos regala en _Rinconete y Cortadillo_;
-y no menos portentosa la habilidad con que ha sabido valerse de esos
-sillares extraídos de bibliotecas y archivos para volver á reconstruir
-y levantar ante nosotros la ciudad de Sevilla del siglo XVI, en su
-físico y en su moral, con sus antiguos edificios y las costumbres y
-lenguaje de sus habitantes. No apreciarán la obra del artista los que
-con ese nuevo módulo de vaga é incierta medida sólo quisieran un arte
-entrecrepuscular, cual en noche oscura sueña la despierta fantasía
-castillos aéreos medioevales, de abigarrado conjunto, de no medibles
-torres, sombreados los cimientos por boscajes de trópico, y escondidas
-las almenas entre nubes de dudoso presagio; ó cual llegan á nuestros
-oídos voces semisonoras de una lejana música, revueltas con el rumor
-confuso de las hojas de la selva, de las ondas del riachuelo y de
-otros mil susurros de la naturaleza. Poesía adormecedora, que arrulla
-sentimientos vagos, y que confieso me halaga, cuando brota de la lira
-de un buen poeta; pero que no pondrá jamás en olvido ese otro arte
-español, sevillano, cervantino, de colores soleados por el radiante sol
-de Andalucía, de aristas bien salientes, de vida bullente y meridional.
-El idealismo soñador y romántico no apagará con sus nebulosidades los
-destellos del naturalismo sano, que brilla en nuestra más castiza
-literatura.
-
-Tampoco verán con buenos ojos la labor erudita y filológica de
-Rodríguez Marín los que creen trabajo infecundo esa tarea oscura
-entre viejos papeles, que da poco brillo y pesa menos en la balanza
-crematística del que busca juntamente con la honra el provecho.
-Quizá el temor al trabajo, la mancillosa pereza, sea la que dicte
-ese fallo desde el fondo del corazón, y quién sabe si la envenenada
-y envenenadora envidia retuerce á la par allá adentro su ensortijada
-cola. Todo pudiera ser, y de menos nos hizo Dios, y almas agusanadas
-hay en todas partes, como entre las manzanas de la pomarada al caer
-del verano.
-
-Canten, pues, cuanto quieran y como quieran las perezosas cigarras,
-y dejen al ratón en su biblioteca, no roer papeles, sino comerse la
-polilla que los pudiera gastar. El día que no haya ratones no habrá
-cigarras. Esos graves maestros que desentierran los monumentos de la
-venerable antigüedad, son los que dan consistencia y estabilidad al
-movimiento literario, para que en alas de la vivaracha juventud no se
-lo lleve el viento de la novedad; ellos son el contrapeso grave de la
-balanza, el Senado ante el Congreso, el elemento conservador ante el
-revolucionario. Y todo hace falta: entre dos polos opuestos gira el
-globo y voltean todas las cosas humanas.
-
-Del libro de Rodríguez Marín dedúcese todavía otra conclusión, que
-responde á otro de los cargos que se rugen tiempo ha entre algunos
-exageradores del modernismo. El cargo es maravilloso y singular. El
-de que la lengua castellana no basta para lo que pide el pensamiento
-moderno, que está por formar, que es pobre. El tecnicismo científico
-existe en castellano, como en las demás lenguas europeas, sin ser de
-ninguna de ellas, pues está tomado del griego y del latín. Del latín
-se volcó y vació todo el diccionario en el habla literaria castellana,
-y ha venido á formar parte de su caudal desde el siglo XVI. Con menos
-de la mitad de ese elemento latino castellanizado y con el caudal
-hereditario de nuestra lengua escribieron nuestros clásicos. ¿Y de qué
-escribieron? De todo lo escribible y un poco más. Moldearon el período,
-dieron viveza y colorido á la frase, derivaron conforme al ingenio del
-idioma toda suerte de vocablos y se crearon diccionarios particulares
-para la poesía, para la mística, para el teatro, para la picaresca,
-para todos los géneros literarios, porque en todos sobresalieron
-nuestros escritores. El que desee ver una pequeña muestra de lenguaje
-técnico, no traído del griego, sino formado del castizo castellano,
-abra las _Cartas_ de Eugenio Salazar, y cuando saboree aquella riqueza
-y quede ahito de tanto término para él nuevo y desconocido, lea á
-_Rinconete y Cortadillo_ y el _Quijote_ de Cervantes, y después le
-aguarda un número sin número de autores, en todos los cuales tendrá
-donde henchir á manos llenas su apetito, por desapoderado que sea.
-¡Pobre la lengua castellana! Dijérase que no se conoce, porque no se
-leen los clásicos, y quizá se acertara. ¿Y qué mucho, si teniendo entre
-las manos un tesoro se guarda cerrado y no se quiere abrir?--Es que ese
-tesoro está anticuado, huele á añejo.--Á esto responde precisamente
-el libro de Rodríguez Marín, desmintiendo tan extraño parecer. Las
-lenguas literarias, cuando, como la nuestra, arraigan en el habla viva
-de un pueblo, que conserva los más de sus vocablos y expresiones, no
-fenece en dos siglos, ni menos envejece porque se mude una dinastía. La
-borbónica dió media vuelta á nuestra literatura, por haber dado media
-vuelta nuestros escritores de principios del siglo XVIII para mirar á
-Francia, dejando desdeñosamente á su espalda la gran tradición española
-de los siglos precedentes. Así quedó el habla literaria de repente y
-en un día empobrecida, cuajada de galicismos, ética y enclenque, sin
-movimientos, descolorida y marchita. Pero en el pueblo siguió tan viva
-y lozana como el día antes. El renacimiento del siglo XIX comenzó á
-remozar el antiguo lenguaje literario, conforme nos íbamos enterando
-de que habíamos tenido también nosotros escritores tan elegantes y
-profundos y, sin duda, más desenfadados, más sueltos, más coloristas,
-más ricos que los de la Corte de Versalles. Y hoy día puede decirse
-que con el progresivo conocimiento de nuestros clásicos no hay en
-ellos expresión que no pueda usarse en la literatura moderna. Y ¿por
-qué no se han de usar, si viven entre las gentes del pueblo, y la
-antigua literatura resucita, mejor dicho, vuelve en sí del espasmo y
-postración en que cayó por la boba é infantil admiración de nuestros
-abuelos hacia lo que veían en París de Francia? Una literatura como la
-nuestra, que tiene tan rica tradición, no debe desdecir de ella, no
-puede vivir aislada, cual mata que acaba de brotar en terreno baldío;
-es la continuadora de un glorioso pasado, en el cual ha de tomar, como
-en sus propias raíces, la savia que le haga falta, sin irla á mendigar
-fuera de casa. Rodríguez Marín sabe encajar tan al propio los vocablos
-y expresiones antiguas, que no lo parecen, como de hecho no lo son. El
-ansia de novedad pudiera excusar á los escritores que buscan términos
-extraños por lo desusados, porque realmente con el continuo roce no
-parece sino que se menoscaba el lustre de las palabras, hiriendo menos
-la fantasía. Pues ¿qué mejor manera de abrillantar la oración que con
-las menos manoseadas de nuestros clásicos, ya que sobre la novedad
-llevan consigo cierto aire venerable que la hacen grave, solemne y
-hierática, atrayendo la atención del lector, con lo que se le inculca
-y graba más la sentencia? Nadie como los nuestros en esto de variar
-la frase, de ser derrochadores y abundantísimos en todo género de
-expresiones galanas, metáforas apropiadas, sutiles y elegantes. Era
-precisamente su flaco, y así enriquecieron el léxico castellano sobre
-el de cualquiera otra lengua de Europa. La mina de nuestros clásicos
-aguarda todavía quien vaya á beneficiarla, y promete no esperados
-tesoros. Despilfarradores y manirrotos más bien fueron siempre los
-españoles en el hablar, nada les hartó. Doy por seguro á los que se
-quejan de la penuria del castellano, que si abren por cualquier parte
-los libros de los siglos XVI y XVII se hallarán de manos á boca en cada
-página con vocablos y frases que jamás les ocurrieron, ó que por lo
-menos no usaron en todos los días de su vida. Yo ando tras un autor que
-tuviera todos los vocablos de la lengua castellana, para tomarlo como
-punto de partida de un diccionario completo. Cuando esos quejumbrosos
-hayan hecho uso de todos los de nuestros antiguos escritores y estén en
-el caso de que se les dé la razón, nos ocuparemos con muchísimo gusto
-en buscar traza cómo acrecentemos nuestro caudal léxico. Entretanto,
-teniendo todavía harto tiempo hasta que tal logren, les aconsejo que
-moderen su llanto y no hagan del avariento, que se le van los ojos tras
-las peluconas que ve en el escaparate del cambista, teniendo en poco
-sus arcones repletos de ellas. No son los diccionarios hasta el día
-impresos los que den fe de nuestra herencia, por abultados que sean,
-que lo son más que el doble de los diccionarios franceses; faltan en
-ellos centenares de vocablos, que yacen enterrados en nuestros antiguos
-libros, y millares que andan por ahí en boca de las gentes en todos
-los rincones de España y América. Si se pensara menos en el latín, y
-sobre todo en el francés, y se fuera á oir á los únicos dueños de esa
-herencia y propiedad, que se llama idioma, que son las gentes de los
-cortijos, los pastores, los labriegos, sería de ver lo apropiado y
-gráfico de sus expresiones para cada uno de los menesteres de la vida,
-y la ninguna necesidad que sienten de aprender francés, ni latín,
-ni griego para llamar con nombre adecuado sus faenas y aperos. Los
-escritores del siglo XVI, al saludar con júbilo el renacimiento clásico
-y al apropiarse las ideas y palabras de Grecia y Roma, traían todavía
-en sus labios mil vocablos populares que en sus casas habían aprendido,
-y los prodigaron en sus libros mezclándolos con los recientes
-greco-latinos. Las generaciones siguientes educaron su gusto literario
-tan sólo en los escritos, y más en los latinos que en los españoles,
-de donde resultó que el caudal latino fué subiendo y aumentando,
-mientras bajaba y menguaba el de rancio abolengo castellano. Nosotros,
-que ni siquiera leemos aquellos clásicos que supieron entreverar
-los elementos de entrambas procedencias, y sólo sabemos leer libros
-franceses, nos vemos reducidos al caudal léxico del francés, el más
-mezquino de los léxicos europeos. Tras lo cual nos llevamos las manos
-á la cabeza y deploramos nuestra penuria con la más risible candidez
-del mundo. Tenemos veinte verbos y frases para expresar una idea, y no
-echamos mano más que del verbo que tiene su equivalente en francés, y
-aun retorciéndolo para que ajuste con la acepción metafórica que en
-francés lleva, por más que la metáfora riña con nuestra manera de ver
-las cosas.
-
-¿Cuántos hay que conozcan á Cáceres? En su _Paráfrasis de los Salmos_
-halla cuatro, seis, diez maneras diferentes de verter cualquier frase
-hebraica. Abro al azar (fol. 130 v.): «Infixus sum in limo profundi.
-Véome atollado en un gran lodazal... Es de manera que no hallo en
-qué estribar, no puedo hazer pie, ni me han quedado fuerças para
-sostenerme». «Veni in altitudinem maris, et tempestas demersit me. Las
-fuerças de las olas del mar me han traydo á lo más hondo, hanme sumido,
-véome anegado, y sin remedio de salir de aquí con vida». «Laboravi
-clamans. Estoy cansado de dar vozes en balde... Háseme secado la boca.
-Héme enronquecido. No puedo echar el habla del cuerpo. No me oyrán de
-aquí allí». «Defecerunt oculi mei. Háseme enflaquecido la vista. He
-perdido la vista de los ojos..., tráenme deslumbrado». «Quae non rapui
-tunc exsolvebam. Pagan los justos por pecadores. Otro lo hizo y yo lo
-pago. Házenme gormar á mí lo que no comí. El bocado de Adán llovió
-sobre mí. Parece que dieron carta de lasto (_lastar_ en Cervantes)
-contra mi persona y bienes, sin deber yo á nadie nada pago por todos,
-y á todos». «Me tratan como á un estraño, hazen que no me conocen,
-házense de nueuas quando me ven». «Abrásome en deseo..., congóxome,
-consúmome, deshágome». «Abroquélome, ampárome, escúdome, defiéndome».
-Y todo el libro por este estilo. ¿Cómo traducir _tabescere_ en «Anima
-eorum in ipsis tabescebat?» «Les hazía el miedo perder el color,
-congoxáuanse, pudríanse con la aflicción que les causaua el peligro,
-dexáualos el miedo medio muertos, quedauan desconjuntados, perdían los
-pulsos» (fol. 200 v.) Habría que transcribir toda esta maravillosa
-obra del Obispo de Astorga: es un tejido de frases sinónimas, que
-prueban la riqueza del castellano y su potencia para verter los
-conceptos más orientales del libro de los Salmos. Pero, mal avenidos
-con esa abundancia y colorido del habla de nuestros clásicos, queremos
-limitarnos á los términos franceses, y no ajustándose á un gigante las
-armas de un enano, decimos que nos faltan palabras.
-
-Así nos hemos quedado sin lo nuestro y sin lo ajeno. Hay un remedio:
-dejarnos de correr la ribera en busca de aventuras fuera de casa, y
-quedarnos en ella á revolver los gruesos legajos de nuestra herencia,
-imitar á Rodríguez Marín en el cariño por las cosas españolas, y no
-dejarnos embaucar por la moda.
-
-El que compare las paráfrasis que se han hecho de la Biblia en francés
-y en castellano echará bien de ver cuál es la pobre y cuál la rica. En
-la Carta prólogo á la suya escribe el mismo Cáceres: «pero reducirlo
-todo al phrasis y modo de hablar propio de nuestra lengua Castellana
-por version paraphrastica, sera sin duda difficultosissimo: esto he
-visto yo claramente en un autor Frances muy erudito y grave: que
-declarando los Psalmos, y procurando aprovecharse del phrasis de su
-lengua para declarar algunos sentidos difficultosos, _lo haze muy pocas
-vezes, porque la lengua no lleua mas_». Realmente, dificilísimo es que
-una lengua de las modernas dé de sí para desentrañar y trasladar el
-libro más oriental y lírico de la Biblia, cual es el de los Salmos;
-y con todo, ahí está la _Paráfrasis_ de Cáceres, que prueba por sí
-sola hasta dónde llega el castellano y tapa la boca á los quejumbrosos
-mozuelos que nos echan en cara su pobreza. Acabemos, pues, con las
-palabras que el mismo autor escribe al fin de su Carta prólogo: «y
-quiça por este camino se vendrá mas á conocer la grauedad de palauras,
-el espiritu, y enfasi de la significacion, las muchas sentencias, la
-variedad en los phrasis, y generalmente _la abundancia, y riqueza de
-la lengua Española, que tan infamada nos la traen los estrangeros,
-llamandola estrecha, encogida, faltosa, pobre, y mendiga de palauras, y
-que ha menester buscallas de lenguas forasteras_».
-
-Natural y humano era el que los extraños, envidiando nuestro poderío,
-pusieran mengua y tacha en nuestro idioma. Hoy, que España anda tan de
-capa caída en el habla como en todo lo demás, nos la vienen á ensalzar
-y poner en los cuernos de la luna, compadecidos, sin duda, de nuestro
-abatimiento, y queriendo alentarnos en nuestras desventuras. Pero los
-españoles, que á pesar de nuestra proverbial arrogancia y fanfarronería
-somos los primeros en reconocer y aun exagerar nuestras faltas, en
-vez de estudiar á nuestros clásicos como los estudian los extranjeros
-que nos los envidian, nos damos á lamentar con jeremiadas lo que sólo
-ha sido resultado de nuestra dejadez y lo que pudiéramos remediar
-sin salir de casa, con sólo leer unos cuantos libros, que los mismos
-extranjeros y los pocos Rodríguez Marín que tenemos nos dan reimpresos,
-criticados y comentados.
-
- [Ilustración]
-
-
-
-
- ORTOLOGÍA CASTELLANA
-
-
-Por no corresponder con una crítica tal vez algo dura, aunque no nada
-apasionada, sino sincera, á la atención que tuvo el autor del libro de
-que voy á hablar regalándome un ejemplar, no quise publicarla cuando la
-escribí hace unos meses. Algunos amigos han creído que sería de algún
-provecho para la prosodia y versificación, mayormente después que han
-publicado sus reparos D. Julio Calcaño, el P. Aicardo y el P. Juan Mir
-y contestádoles su autor en «El Siglo Futuro». Allá va, pues, tal como
-la escribí á raíz de la publicación del libro.
-
-Con el título de _Ortología clásica de la lengua castellana_ acaba
-de publicarse un libro de 380 páginas, precedido de una carta de D.
-Marcelino Menéndez y Pelayo. Su autor, D. Felipe Robles Dégano, es
-buen amigo mío, Presbítero, que ha enseñado Gramática, de ingenio
-sutil, trabajador incansable, muy dado á los estudios escolásticos de
-filosofía y teología, y castellano de la provincia de Ávila. Todo esto
-había que decirlo para formarse idea de una obra que merece estudiarse
-y criticarse. No por ser amigo mío trato de darle bombo, ni dejaré de
-juzgarle con toda libertad. Como Presbítero y muy escolástico, tiene
-un estilo que más es de otros tiempos que del nuestro, el silogístico
-en toda su desnudez, con sus teorías de la materia y forma, del
-supuesto, etc., etc., que aduce á veces á modo de comparación para
-aclarar algunas ideas, que son más claras que esas vetustas y abstrusas
-teorías, por lo menos para los que no tenemos la sutileza de ingenio
-de mi buen amigo. No obstante esto, su dicción es clarísima, sin
-pretensiones y al alcance de todos.
-
-Fuera de España, cuando un autor ha trabajado acerca de un punto
-cualquiera de una ciencia con particular estudio, y ha dado en algo
-nuevo, digno de que se publique, escribe un artículo ó una monografía,
-que, por lo mismo, las hay interesantísimas y á veces son fruto de la
-labor de varios años. Por acá en España es achaque bastante general
-no contentarse con eso, sino rellenar un libro tratando de toda la
-ciencia, con lo cual se consigue formar un tomo, en el que fuera de la
-novedad descubierta por el autor, todo lo demás se reduce á repetir
-mejor ó peor lo que contienen ya otros libros. Algo de esto le ha
-pasado al Sr. Robles. Si en vez de escribir una _Ortología_ completa,
-hubiera redactado una monografía sobre _el diptongo y la diéresis en
-nuestros poetas de la época clásica_, es decir, si se hubiera ceñido al
-_libro cuarto_ de su obra, hubiera hecho una obrita, en la cual nada
-habría que criticar, y sólo sí, muchísimo que alabar. La _Ortología_
-de Robles es un pajar, en el que ha enterrado una perla. Hablemos
-antes del pajar, para que el lector no pierda tiempo ni se impaciente
-al tener que hojear 211 páginas, ó sean los tres primeros libros, sin
-hallar nada que merezca la aprobación que le da el Sr. Menéndez y
-Pelayo. Por ella y por lo que yo conocía al autor comencé á leer la
-obra muy en su favor. La desilusión fué horrible. Ya iba á soltar el
-libro de las manos, cuando di en la perla, que es el libro cuarto.
-
-La _Ortología_ trata de la pronunciación. La divide el autor en
-Ortología _fonética_ (l. 1.º), _rítmica_ (l. 2.º), _prosódica_ (l.
-3.º), _silábica_ (l. 4.º), _retórica ó periódica_ (complemento). Los
-tres primeros libros no están al nivel de los conocimientos actuales.
-El autor parece desconocer las hondas cuestiones, tan traídas y
-llevadas, acerca de cada letra, su ortografía y su sonido en las
-épocas pasadas. Define la sílaba: «el sonido ó conjunto de sonidos que
-se emiten á la vez en cada articulación de la voz» (p. 33). _En cada
-articulación de la voz_ sólo puede emitirse un sonido; no varios,
-lo cual es indispensable para que haya _sílaba_. Inventa un nuevo
-término, el de _azeuxis_, para indicar «la contigüidad de dos vocales
-que naturalmente no se unen para formar una sílaba»: esto se ha llamado
-siempre _diéresis_. El término _adiptongo_ del Sr. Benot lo critica
-el autor en razón de que no se trata, de _no dos sonidos_, que es lo
-que el término significa. Pero el término _diptongo_ etimológicamente
-sólo vale _dos sonidos_; y una vez convenidos en la acepción, no
-etimológica, sino usual, de _diptongo_, la unión de vocales que no
-lo forman puede muy bien llamarse _a-diptongo_. Hay otras muchas
-definiciones que nada tienen de nuevo, y algunas que no hacen al caso
-para la _Ortología_. Menos nuevo tienen las observaciones sobre la
-pronunciación y la ortografía de cada sonido y letra. El criterio es
-aquí el vulgar de la Academia, ó más vulgar todavía. Alaba el que se
-ponga la _p_ antes de _t_ y _c_, como en _Septiembre_; llama viciosa
-la omisión de la _d_ en _colorao_; de la diferencia entre _ç_ y _z_
-sólo dice que «antiguamente usaban también una _c_ con una coma ó
-virgulilla», sin añadir qué sonido tenían estas dos letras; dice que es
-defecto decir _leción_, etc., como todo el mundo dice y como dijeron
-los clásicos de cuya _Ortología_ trata; afirma que la pronunciación
-de la _j_ la hemos tomado de los árabes; asevera que _ch_ y _ye_ «se
-pronuncian con la misma articulación», y que la articulación de la
-_ñ_ «tiene grande semejanza con la _y_»; corrige lo que enseña la
-Academia acerca de la antigua aspiración de la _h_, diciendo que «desde
-muy antiguo comenzó en España á suprimirse la aspiración», cuando
-precisamente existió desde el origen del castellano hasta mediado el
-siglo XVI; dice que es vicio el suprimir la _n_ en _ins_, _ons_, _uns_,
-como la suprimen todos los castellanos y la suprimían los clásicos.
-Como se ve, esta _Ortología_ ni es la de la época clásica ni la de la
-Castilla actual: es la _Ortología_ de algunos eruditos latinizantes,
-que pronuncian el latín, no como lo pronunciaban los romanos, sino como
-suena articulando todas las letras, tal como están escritas, y trayendo
-al castellano esa artificial pronunciación. En el libro segundo sólo
-se mientan las ideas más comunes sobre el consonante y asonante, y el
-acento en los versos. En el libro tercero trata del acento; pero mezcla
-muchas cosas de pura _Morfología_, sobre todo un completo tratado del
-Verbo, que dice tenía escrito hacía algunos años, todo ello conforme
-á las ideas vulgares de las Gramáticas más adocenadas. Como buen
-castellano, aboga por los pronombres _la_, _las_, dativos femeninos;
-no ve con buenos ojos el _lo_ masculino, y prefiere _los_ para los
-dos casos dativo y acusativo. Más castellano todavía se muestra al
-defender que los posesivos _mi_, _tu_, _su_ con nombre se acentúen;
-cuando precisamente por ser enclíticos atómos se abreviaron, y á nadie
-le gustaría que confundiendo el posesivo con la expresión apositiva le
-dijeran: _cuando tú caballo_, en vez de _cuando tu caballo_. Ni este
-abuso de Castilla ni otras cosas, que el autor pretende probar con los
-versos, quedan con ellos probadas, pues suenan tan bien y mejor sin
-acentuar las enclíticas.
-
-Tocante á etimologías, el autor pertenece á la antigua escuela. _Prosa_
-dice que viene de _porro versa_ ó _proversa_, _litera_ de _linere
-litum_, _palabra_ no de _parabola_, sino de _hablar_, añadiendo al tema
-_fal_ el sufijo _abra_ (_abrum_ en latín), _pabilo_ de _pábulo_, con
-lo cual canoniza el que se pronuncie _pábilo_, como jamás sonó hasta
-que los doctos le dieran esta falsa etimología, por lo cual autoriza la
-Academia las dos maneras de decir _pábilo_ y _pabilo_.
-
-Acerca de la acentuación que los clásicos dieron á ciertos términos,
-desconocidos de pueblo y no castellanos de buena cepa, es curiosa la
-estadística que trae el autor; pero no forma autoridad para el día de
-hoy, pues han ido cambiando á veces su acentuación por ir entrando
-en la turquesa prosódica propia del castellano, conservando otras la
-acentuación etimológica, ó siendo dudosas por el conflicto entre ambos
-principios. _Ambrosía_ se dice hoy, por el _ambrósia_ de entonces, que
-seguía al latín; _Anacréon_ no lo diría hoy nadie, como lo decían
-nuestros clásicos siguiendo al griego; _Anibál_, _Asdrubál_, _Amilcár_,
-_Tubál_, decían ellos siguiendo la tendencia castellana á tener por
-agudos los terminados en consonante en vocablos cuya acentuación
-originaria no era manifiesta; _areopágo petréa_, por ser graves los
-terminados en vocal; _á cércen_ decían conforme á la etimología, hoy
-_á cercén_ según la tendencia castellana; _océano_ y _oceáno_ luchando
-los dos criterios; _pénsil_, _réptil_ antiguamente conforme á la
-etimología, como _débil_, _fácil_, hoy _pensíl_, _reptíl_ conforme á la
-tendencia castellana.
-
-Pero supongamos que toda esta paja sólo sirve para resguardar la alhaja
-del libro cuarto, y vengamos ya á ella. El fruto de nueve años de
-estudio del autor ha sido poder deducir de los versos de los autores
-clásicos ocho reglas, que rigen la diptongación de su métrica.
-
-La regla fundamental es: «Toda combinación de vocales átonas es siempre
-diptongo». Su razón de ser está en la tendencia del castellano á
-formar diptongo siempre que puede. Los antiguos versificadores hacían
-poco caso del habla genuinamente castellana: la poesía era una obra
-erudita que podía no tener en cuenta la pronunciación vulgar, y así las
-diéresis se menudeaban; el caso era que constara el verso, estirando
-ó aflojando la pronunciación para que el verso tuviera su longitud
-necesaria. El movimiento clásico, iniciado por Lope, arraigaba en lo
-más vulgar y nacional, y la regla dicha se observó hasta Pitillas,
-Villaroel y N. Moratín. Decíase _óidóres_, _réiréis_, _óiré_,
-_réiterár_, _críádór_, _húirán_, etc.
-
-Regla 2.ª. «Toda combinación de fuerte tónica con débil átona es siempre
-diptongo»: _ái_, _éi_, _ói_; _áu_, _éu_, _óu_. La razón es la misma
-tendencia dicha, siendo todos diptongos castellano-vulgares, menos el
-último.
-
-Regla 3.ª. «Toda combinación de vocal tónica con fuerte átona es
-azeuxis», es decir, diéresis, no diptongo. En efecto, es principio del
-castellano el que para que haya diptongo ha de llevar el acento la
-vocal más fuerte, ó sea gruesa, _a_, _o_, _e_, respecto de _u_, _i_,
-que son las débiles ó delgadas. No pueden, pues, formar diptongo:
-
- _aí_, _eí_, _oí_; _ía_, _íe_, _ío_;
- _aú_, _eú_, _oú_; _úa_, _úe_, _úo_,
-
-que son las combinaciones del castellano vulgar; en el erudito siguen
-la misma tendencia las combinaciones _áa_, _áe_, _áo_; _aá_, _aé_,
-_aó_; _éa_, _ée_, _éo_; _eá_, _eé_, _eó_; _óa_, _óe_, _óo_; _oá_, _oé_,
-_oó_. Estas combinaciones desaparecieron en castellano vulgar, como
-explico en la _Lengua de Cervantes_ (_Fonética_), donde están expuestos
-los principios de la diptongación castellana.
-
-Regla 4.ª. «Toda combinación tónica de dos vocales débiles es azeuxis»,
-es decir, no diptongo: _úi_, _íu_; _ií_, _iú_, _uí_, _uú_. En
-castellano vulgar sólo forman diptongo las gruesas con las débiles, es
-decir, _a_, _o_, _e_ con _u_, _i_, y _u_, _i_ entre sí, por ser _u_
-gruesa respecto de _i_. Vulgarmente _uí_, _iú_ forman diptongo: fuí,
-viúda, y así suenan por regla general en los clásicos por confesión del
-mismo Robles, contra su regla. En otros términos no vulgares, y en los
-grupos _ií_, _uú_, sólo eruditos, los poetas hicieron lo que se les
-antojó. La inducción no puede hacerse por lo raro de estos términos;
-de _fortuito_ no hay, dice, ejemplo; de _gratuito_ dos, uno con
-esdrújulo, otro con sinéresis. Diptongos son _Ruy_, _muy_, _triunfo_,
-_viuda_, _monsiur_, _agüita_, _buitre_, _cuido_, _cuita_, _Luis_,
-_Monjuí_, _fuí_, que son los vocablos vulgares y conocidos, no menos
-que _juicio_, _ruido_, _ruin_, _ruina_.
-
-La regla 4.ª, no creo, por consiguiente, que deba admitirse.
-
-Regla 5.ª. «Toda vocal débil forma azeuxis con la vocal tónica
-siguiente, cuando cada una pertenece á distinto elemento componente».
-Pero el pueblo en España diptonga siempre estas combinaciones:
-_cariharto_, _diez y ocho_; los ejemplos aducidos sólo prueban que los
-poetas hacían también mangas y capirotes de la pronunciación vulgar.
-
-Regla 6.ª. «_Uá_, _uó_ son siempre azeuxis, si no van detrás de
-consonante gutural». Esta regla va también contra la tendencia
-castellana vulgar, que diptonga siempre estas combinaciones, hasta
-el punto de haber perdido la _u_ los vocablos latinos que pasaron al
-castellano vulgar. La estadística que trae el autor no decide nada
-más, sino que nuestros poetas emplearon preferentemente la diéresis
-en _suave_, _suntuoso_, _virtuoso_, etcétera, por seguir la tendencia
-latina, creyendo así pronunciar fino, como algunos pedantes hoy día.
-
-Regla 7.ª. «_Iá_, _ió_ derivadas de _ía_, _ío_, ó adyacentes á la
-primera consonante (ó combinación primera de consonantes) del vocablo,
-son también azeuxis». De esta regla digo lo mismo que de la anterior.
-
-Regla 8.ª. «_Iá_, _ió_, fuera de los casos dichos, y las combinaciones
-_ié_, _ué_ no derivadas de azeuxis, son generalmente diptongos». Es
-conforme á la tendencia castellana de que las débiles con gruesas
-acentuadas formen diptongo.
-
- * * * * *
-
-Los principios de la combinación castellana del habla vulgar, tales
-como se desprenden del estudio fonético (_La Lengua de Cervantes_), se
-reducen á estos:
-
-1.º. Toda agrupación de vocales, sin acento, forma diptongo. Tal es
-la 1.ª regla del autor, seguida también por los poetas, aunque con
-excepciones.
-
-2.º. Toda agrupación de vocales, forma diptongo, si el acento va sobre
-la gruesa; y no lo forma, si va sobre la débil.
-
-Tal es la razón de la 2.ª y 3.ª reglas, con excepciones entre los
-poetas.
-
-3.º. Los grupos _uí_, _iú_ forman diptongo vulgarmente; en los poetas
-hay variedad.
-
-4.º. Los grupos _uá_, _uó_, _ué_; _iá_, _ió_, _ié_ son diptongos
-vulgarmente, como que entran en el principio 2.º. Los poetas tendieron
-algo á la diéresis del latín literario en ciertos casos.
-
-5.º. En castellano vulgar las combinaciones de vocales son las
-gruesas _a_, _o_, _e_ con las débiles _u_, _i_, ó estas dos entre
-sí, considerándose _u_ como gruesa, _i_ como débil; cuando por _u_,
-_i_ había _o_, _e_, se convirtieron en _u_, _i_. Los poetas admiten
-vocablos con cualesquiera combinaciones de vocales, porque son vocablos
-extranjeros que emplean sin pasarlos por la hilera fonética del
-castellano.
-
-¿Qué deducir, pues, del estudio del Sr. Robles? Que el método es
-excelente, puesto que ha formado una trabajosísima estadística con los
-datos de la Biblioteca de Rivadeneira, la cual, sea dicho de paso,
-no siempre es exacta en sus textos. Que de esta labor ha sacado las
-tendencias de nuestros poetas clásicos, en parte conformes al ingenio
-del castellano, en parte conforme al ingenio del latín literario y
-contra el castellano.
-
-Pero hoy día la tendencia es á seguir el ingenio del castellano,
-expuesto en los principios precedentes, y á considerar como licencias
-poéticas los casos en que se va contra él. Lo cual es muy de alabar,
-no cabe duda. No son, pues, nuestros clásicos los que tuvieron en esta
-parte más cuenta con la sonoridad de nuestro idioma, como declara el
-autor, ni han de ser en ello imitados: la sonoridad del castellano
-pende precisamente de sus propios principios fonéticos, no de los del
-latín, que en este punto son menos perfectos y naturales, como puede
-verse por lo expuesto en _La Lengua de Cervantes_.
-
-Al fin y al cabo, pedantismo fué anticastellano en nuestros poetas el
-sacar de quicio el silabismo castellano, por acercarlo al latino. Sólo
-pueden alabar el hecho los que piensan que la perfección de nuestro
-romance está en llevarlo por esa orientación, en latinizarlo. Para
-los lingüistas, que saben apreciar los idiomas como organismos que se
-desenvuelven conforme á principios propios, todo eso no es más que
-pedantería, artificio, hibridez, confusión y degeneración.
-
- [Ilustración]
-
-
-
-
- SIR WILLIAM JONES Y LORENZO HERVÁS Y PANDURO
-
-
-Al rayar los primeros albores de la lingüística moderna, en la segunda
-mitad del siglo XVIII, una misma generación produjo en Inglaterra y
-España estos dos insignes varones, predestinados por el mismo sino
-á correr parecida fortuna y llegar á la misma meta. Los cuarenta y
-ocho años de la vida de Jones y los setenta y cuatro de la de Hervás
-forman dos círculos concéntricos, paralelos, con la distancia de una
-docena de años. Nació primero Hervás, el 1735 en Cuenca, y murió lejos
-de su patria, en Italia, el 1809: más joven de once años, Jones vió
-la luz en Londres el 1746, y falleció en la India el 1794, quince
-años antes que Hervás. Larga educación lingüística ocupó los primeros
-años de entrambos, á entrambos una fortuita casualidad los llevó
-á tierras lejanas y los puso en circunstancias las más propicias
-para que la misma afición al estudio de las lenguas que los alentaba
-diesen rico y sazonado fruto. Inclinado el inglés, como hijo de su
-raza, á estudiar el lenguaje en sus manifestaciones concretas, en los
-idiomas y literaturas orientales, el español, como hijo de la suya,
-se dió á filosofar sobre ellos con miras más generales y levantadas:
-así naciones de tan encontradas tendencias produjeron ingenios,
-desemejantes en los derroteros y maneras de mirar el mismo objeto, pero
-tan parecidos en las aficiones y en la vasta erudición, como en el
-término final adonde llegaron.
-
-Á poco de emprender sus primeros estudios en Harrow, mal avenido Jones
-con las tradicionales rutinas de escuela, dedícase en particular al
-árabe y al hebreo, y aprovecha las vacaciones para aprender el francés
-y el italiano. Pasa en 1764 al University College de Oxford, y á la
-par de los estudios clásicos añade él por su cuenta los del árabe, del
-persa valiéndose del sirio Mirza, del italiano, del castellano, del
-portugués, y luego del alemán y del chino. Á los treinta y dos años
-de edad era un orientalista de general nombradía. En 1770 publica la
-traducción francesa en dos volúmenes (nuev. edic. 1790) de la vida
-de Nadir Chah, escrita en persano; luego un tratado en francés de
-poesía oriental y la versión en verso de las odas de Hafiz. Habiéndola
-emprendido contra la Universidad de Oxford Anquetil Du Perron en la
-Introducción de su traslado del Zend Avesta, salió en su defensa Jones
-con una carta anónima en tan elegante francés, que la atribuyeron
-á algún _bel esprit_ de París. Publicó el mismo año la _Gramática
-persa_, en 1772 poesías vertidas de varias lenguas orientales, en 1774
-los _Poeseos Asiaticae commentariorum libri sex_, y de 1780 á 1781,
-mientras ejercía la magistratura, tradujo el _Moallakât_. Obtenida
-la administración de Shelburne, llega á Calcuta, donde funda en 1784
-la _Asiatic Society_, de la cual fué presidente hasta que murió.
-Celebérrima ha sido en los fastos de la filología y lingüística esta
-Sociedad, fecundo plantel de egregios indianistas, fuente de la cual
-se derivaron y llegaron á Europa los tesoros literarios del Oriente.
-Con el intento de consultar el texto original de las leyes de aquella
-tierra estudió Jones el sanskrit, lengua clásica y religiosa de los
-Brahmanes. En 1788 empezó la colección de leyes indianas y mahometanas,
-que Colebrooke terminó en 1800 con el título de _Digest of Hindu Laws_.
-En 1787 publicó el primer tomo de las _Asiatic Researches_, la versión
-del drama Sakuntalâ, la joya del dramaturgo Kâlidâsa, del Hitopadeça de
-Gitagovinda, del poema herótico de Jayadeva, de parte del Veda y del
-Ritusamhâra, poemita de Kâlidâsa; y en 1794 la versión de las Leyes ó
-_Institutes of Manu_. Las obras completas de Jones se publicaron en
-seis tomos en cuarto el 1799, y en 13 volúmenes en octavo el 1807.
-
-La ciencia del lenguaje será deudora eterna al lingüista inglés por
-dos cosas de trascendencia suma: por haber sido el primero que de una
-manera manifiesta, competente y oficial declaró en 1786 el íntimo
-parentesco entre el sanskrit y las lenguas de Europa, dando á entender
-cuanto podía prometerse la lingüística del estudio comparativo de todas
-estas lenguas; en segundo lugar, por haber fundado la Sociedad Asiática
-de Calcuta, donde se formaron los grandes maestros de los estudios
-indianos, y de donde salieron los libros, ya originales, ya traducidos,
-que sirvieron de materiales para los estudios de la Gramática comparada
-indo-europea. Ésta segunda es la gran obra de Jones, puesto que el
-parentesco del sanskrit con nuestras lenguas era tan manifiesto que
-lo vieron ya los primeros europeos que llegaron á conocer la lengua
-de los brahmanes; Roberto de Nobili, que fué allá en 1606; Heinrich
-Roth, que volvió á Roma en 1666 y enseñó al P. Kircher el alfabeto
-sánskrito, incluído en su _China Illustrata_ (1667); los misioneros
-enviados en 1697 por Luis XIV, sobre todo el P. Coeurdoux, como se ve
-por las respuestas que desde el 1767 daba á las preguntas que le hacían
-el Abbé Barthélemy y Anquetil Du Perron; en fin, Paulino á Santo
-Bartholomaeo, carmelita alemán, que imprimió en Roma el 1790 la primera
-Gramática sánsckrita. Más tarde, el 1808, en _El lenguaje y sabiduría
-de los Indios_, llamó Federico Schlegel lenguas _Indo-germánicas_ á las
-de la India y Europa, y avivó más y más la afición por estos estudios.
-Finalmente Francisco Bopp, aprovechándose de las obras de Jones,
-Wilkins, Carey, Forster, Colebrooke, maestros todos de la Sociedad
-Asiática de Calcuta, compuso su famosa _Gramática comparada_ desde el
-1833 al 1852, con la cual quedó fundada la lingüística moderna.
-
-Más escondida fué la vida de Hervás en la Compañía de Jesús, siguiendo
-los estudios de su Orden y trabajando como misionero en América, hasta
-que llegado á Italia con los demás jesuítas expulsados por Carlos III,
-logró la rara ocasión de verse entre compañeros, que se habían allí
-reunido de todas las partes del mundo, entre ellos misioneros que
-conocían toda suerte de lenguas, que habían compuesto Gramáticas y
-Diccionarios, que hablaban y se habían ejercitado por muchos años en
-los más peregrinos idiomas de América, África, Asia y Oceanía. Allí sus
-aficiones lingüísticas, sus ansias de allegar todo género de erudición,
-su ingenio investigador, comparador, sintetizador, hallaron largo pasto
-y satisfacción cumplida.
-
-Desde 1784 á 1787 fué publicando en Cesena sus obras, que después
-tradujo, mejorándolas, al castellano. El _Catálogo delle lingue
-conosciute e notizia della loro affinitá e diversitá_ en 1784, cuya
-edición castellana de 1800-1805 puede considerarse, por sus aumentos,
-como obra distinta; el _Origine, formazione, mecanismo ed armonia
-degl’idiomi_, 1785; el _Vocabulario poliglotto con prolegomeni sopra
-più di 150 lingue_, 1787; el _Saggio prattico delle lingue_, 1787. Pero
-todas estas obras son parte de una á manera de enciclopedia filosófica,
-intitulada _Idea dell’Universo_, en 22 tomos, entre los cuales están
-la _Storia della vita dell’uomo_, _Elementi cosmografici_, _Viaggio
-statico al mondo planetario_, _Storia della terra_. Desde el tomo XVIII
-comienzan las de filología, entre las cuales la _Aritmetica delle
-nazioni e divisione del tempo fra gli Orientali_. El _Catálogo de las
-lenguas_ comprende en la edición castellana 6 volúmenes y quedó sin
-terminar.
-
-Hervás tenía ingenio filosófico, y aunque sus particulares aficiones
-le llevasen al estudio de las razas y pueblos, es decir, de lo que se
-llamó filología, y en particular de sus lenguas, que es la lingüística
-propiamente dicha, abarcó campos tan inmensos y con ojeadas tan
-generales, que no pudo profundizar por el análisis, como después lo
-hizo Bopp, en las leyes fonéticas que rigen la evolución de los idiomas
-y es la única clave segura para ver sus derivaciones, afinidades y
-entronques. Con todo, su erudición inmensa, que abrazaba á más de
-300 lenguas, su rara penetración, su mismo talento generalizador
-y filosófico le llevaron á descubrir el parentesco de la familia
-semítica, el de la turania, el de la malayo-polinesia y el de las
-indo-europeas. No menos que Jones, proclamó «la importancia de las
-lenguas y mitología del Indostán para entender la de los persas y
-griegos». Desterró para siempre la comparación léxica por la cual
-tanto se había desbarrado hasta entonces al emparentar las lenguas, é
-introdujo el principio de la comparación gramatical ó morfológica. No
-es necesario repetir los elogios que de él hacen Wiseman, Volney, Pott,
-Max Müller y otros; pero tampoco se le ha de llamar á boca llena el
-padre de la lingüística.
-
-Ni Hervás ni Jones fueron unos genios. Ambos derramaron demasiado
-su atención y esfuerzos para poder penetrar un solo asunto y
-desentrañarlo, como sin duda lo hubieran hecho á limitar más el campo
-de sus observaciones. Hervás era demasiado filósofo, Jones demasiado
-filólogo: la pura lingüística hubo de resentirse. Jones conoció
-bien 30 lenguas, tuvo no vulgares nociones de otras 28, poseyó una
-erudición en las literaturas orientales asombrosa y una gran potencia
-para asimilarse y reproducir toda suerte de noticias; pero ninguna
-originalidad ni en descubrir verdades nuevas, ni en exponer mejor
-las ya sabidas. Observador positivista de los hechos, como buen
-inglés, aunque con la desventaja de no haber concentrado sus fuerzas y
-trabajos en un solo punto. Hervás los desparramó todavía más comparando
-infinidad de lenguas y filosofando sobre otros puntos de antropología,
-de etnografía y hasta de fisiología é historia natural. Como buen
-español, se levantó harto sobre los fenómenos, fué más filósofo que
-mero observador. Resumamos.
-
-Franz Bopp es el verdadero padre de la ciencia del lenguaje, como
-inventor del severo análisis lingüístico y como fundador que
-aplicándolo echó los cimientos y levantó las paredes maestras del
-edificio: Sir William Jones y Lorenzo Hervás y Panduro podemos decir
-que fueron sus más inmediatos precursores. El lingüista inglés señaló
-el terreno y emplazamiento de la obra con el descubrimiento de lo
-que el estudio del sanskrit podía dar de sí, comparándolo con las
-lenguas europeas, y fundó la Asiatic Society de Calcuta, seminario de
-obreros aparejadores que suministraron á los lingüistas europeos y en
-particular al mismo Bopp los materiales brahmánicos de los cuales se
-habían de servir. El lingüista español levantó el andamiaje reuniendo
-las infinitas lenguas del globo, clasificándolas, distinguiendo sus
-familias y entronque, y orientó las obras de fábrica fijando de una vez
-para siempre la dirección del estudio comparativo de los idiomas en el
-elemento morfológico ó gramatical, en vez del lexicológico, en el cual
-se había estudiado hasta entonces.
-
- [Ilustración]
-
-
-
-
- EL PRIMER CONGRESO DE LA LENGUA CATALANA
-
-
-Ó que el desinterés y frialdad con que estos estudios se miran por el
-común de los lectores, ó que cierta suspicacia harto de lamentar y
-algún resquemor en parte pueril é infundado, ello es que quizá uno y
-otro, y esto y lo de más allá, me sospecho que han atajado las plumas
-de los periodistas para no alargarse, cual la cosa lo merecía, en lo
-tocante al Congreso de la Lengua Catalana, habido los días 13, 14, 15,
-16, 17 y 18 del pasado Octubre en Barcelona. Tiempo ha que cuanto nos
-viene de allá trae consigo un cierto olorcillo á enemiga por Madrid y
-el resto de España, ribeteada, ó si se quiere, estofada, con dejos de
-separatismo, que, á la verdad, á los españoles de corazón nos atufa y
-nos apesta: los buenos españoles de Cataluña, si serenamente lo miran y
-meten la mano en el pecho, convendrán en que hay alguna razón para ello
-y me la darán, aunque no sea más que á boca cerrada. Á boca llena con
-todo eso, Dios loado, podemos, al menos por esta vez, congratularnos
-todos, ellos y nosotros, y discurrir reposadamente sobre lo que este
-Congreso nos dice y enseña para la cultura española. Acontecimiento
-literario y filológico, que ha sobrepujado las esperanzas de los
-que lo organizaron, ajeno y desnudo de todo color político ó de
-otros bastardos intereses. El alma catalana, que alienta en diversas
-provincias y territorios de distinta nacionalidad, ha vibrado aquí al
-unísono, se ha recogido y doblado sobre sí misma, y contenta y muy
-pagada de lo conseguido desde el reciente renacimiento literario, ha
-tomado nuevas alas y bríos para lo venidero. Abierto por el Alcalde de
-Barcelona, cerrado por el Presidente de la Diputación, coronado por
-el descubrimiento de una lápida al soberano vate Verdaguer, orlado
-por la rica exposición bibliográfica, regocijado y festejado por el
-Orfeón catalán y las populares sardanas, el _Garden-party_ en el Parque
-de Güel y la función histórica del Teatro Catalán, el Congreso ha
-resultado brillante y serio á la vez, ha sido al par que una reunión de
-toda la familia catalana y de sus mejores amigos, un consejo de sabios
-y eruditos.
-
-El Congreso no se propuso definir ni acotar, decretar ni determinar
-nada en particular: todo eso es contrario al espíritu democrático
-catalán, y probablemente inútil en actos de este género, cuyo fruto
-natural y espontáneo no está en las cacareadas decisiones prácticas
-que no suelen llevarse á ejecución, sino en ese encendido anhelo y
-aliento divino que brota en el pecho de cuantos se reúnen con algún
-propósito levantado y nacido de las aspiraciones de todos, aliento que
-se comunica entre ellos y hierve y rebulle y arrebata á no esperadas
-empresas. Estos Congresos, como las Exposiciones industriales, son unos
-como balances científicos que ponen de manifiesto el estado presente de
-los estudios en aquella rama del saber de que se trata, y un programa
-para orientarlos en adelante. Con razón pueden enorgullecerse los
-catalanes de lo uno y alentarse con las esperanzas de lo otro. La
-literatura y el estudio de la lengua catalana han ganado tanto en poco
-tiempo, son tan sobresalientes sus obras literarias y lingüísticas
-desde mediado el siglo XIX, en que hay que poner el renacimiento de las
-lenguas literarias de estirpe provenzal, comenzado por los _Felibres_,
-con su famosa Sociedad lingüístico-literaria, fundada en 1854, que ni
-hay para qué detenerse en ello, ni habría vagar para hacerlo, aunque
-fuera en cifra y sucintamente, en un solo artículo.
-
-¿Quién no ha oído celebrar á sus principales campeones, Rubio y Ors, el
-Gayter del Llobregat; Milá y Fontanals, el maestro más enterado de los
-trovadores provenzales; Verdaguer, la flor más delicada de la poesía
-mística moderna; Víctor Balaguer, sus fundaciones y obras, y sobre todo
-el apóstol más entusiasta del catalán, el que recorría las aldeas y
-ciudades, los montes y los llanos, en rebusca de vocablos populares,
-Mariano Aguiló, gloria de la Biblioteca provincial y de la Universidad
-barcelonesa? Tras éstos, que pasaron, no hay persona culta en Cataluña
-que no haya saboreado los elegantes escritos de los dos mejores
-prosistas, Ruyra y la escritora de Escala en Gerona, que se ocultó
-tanto tiempo bajo la firma de Víctor Catalá. No son menos conocidos
-como lingüistas Nonell, Fabra, Grandia y Alcover, alma este último del
-Congreso y su primer iniciador, y á cuya laboriosidad deberemos, si
-Dios le conserva los años y fuerzas que tamaña empresa requiere, el
-grande y universal Diccionario de la lengua catalana y de todos sus
-dialectos, literarios y vulgares, antiguos y modernos.
-
-Pero en el Congreso se han dado á conocer como verdaderos lingüistas
-otros nombres que no sonaban. No quisiera ofender á los que callo,
-pero no puedo menos de recordar los del farmacéutico de Tarrasa,
-Sallent; de los dos presbíteros del Rosellón, Casaponsa y Blazy; del
-jesuíta Casanovas; del franciscano Fullana, Provincial de su Orden en
-Valencia, y del archivero de Perpiñán, Pedro Vidal.
-
-De todas partes han concurrido personas estudiosas y amantes de la
-lengua catalana. Alguer de Cerdeña estuvo representado por el poeta
-Ciuffo, el gramático Palomba y el lingüista Dr. Guarnerio, profesor
-en la Universidad de Pavía; el Rosellón por tres sacerdotes y varios
-seglares, todos competentes, sobresaliendo los sencillos y simpáticos
-mosén Casaponsa y D. Pere Vidal; Mallorca por D. Antonio María Alcover,
-mosén Miguel Costa, maestro en Gay Saber, el Sr. Obradors, etc., etc.;
-Ibiza por don Vicente Serra, Canónigo y Rector del Seminario; Valencia
-por el laureado poeta don Teodoro Llorente, el Dr. Manxo de aquella
-Universidad, el P. Fullana, etc.
-
-El amor á Cataluña, á su lengua y literatura, en el resto de España, en
-Francia, Bélgica, Portugal, Italia, ha llevado al Congreso á no pocos
-eminentes romanistas y filólogos. Baste citar á Foulché del Bosch,
-Calmette, Counzon, Lima Duque, Saroïhandy y Bonilla. Memorias y sobre
-todo adhesiones llegaron hasta de Roma y San Petersburgo. El Congreso
-ha sido, por lo mismo, internacional, no sólo por haber tomado en
-él parte el Rosellón de Francia y Alguer de Italia, sino porque han
-acudido sabios de distintas nacionalidades; ha sido numeroso, llegando
-á 3.000 los admitidos, y no más por no tener mayor cabida el teatro.
-
-Lo bueno siempre es digno de imitarse. ¡Qué bien vendría en Madrid un
-Congreso de filología y lingüística castellana! El terreno quizá no
-está aquí tan en sazón como debiera; pero en cambio los hispanistas
-de fuera de España son tantos y tan eminentes, que pudieran venir con
-esa coyuntura á levantar nuestros ánimos decaídos. Triste muestra de
-descaecimiento, en verdad, que el ambiente sobrepuje al organismo, y
-que de fuera hayan de traerse los remedios que infundan vigor y vida
-en el cuerpo enfermo, cuando la vida y el vigor de todo organismo sano
-y robusto ha de salir del centro irradiando hacia la periferia. Por
-allá, por Cataluña, es por donde más se oye aquello de que en Madrid
-no se hace más que política, mientras que en las provincias costaneras
-se hace hierro y tejidos. Algo de eso pudiera haber. La primera
-Exposición industrial habida en España fué barcelonesa; los bilbaínos
-tendrán tal vez la segunda. Lo que no nos podíamos prometer era que el
-catalán, para quien _la cuestión son cuartos_, tuviera también tiempo
-y humor para un Congreso científico, y menos filológico-lingüístico.
-¿Qué cuartos, ni qué niño muerto, puede dar eso de sí? Pero la vida se
-manifiesta en todos los órdenes de cosas. La espada, que á las veces
-echó las zanjas de la grandeza de las naciones, afiló las plumas y
-despertó los ingenios; la riqueza, tal vez debida al natural ahorrativo
-y aun tacaño, pudo ser base de una brillante cultura. El pueblo de
-la meseta castellana no tiene otra riqueza que la envuelta en los
-pergaminos de su hidalguía trasañeja, ni siquiera otras aficiones
-mercantiles ni industriales que las del Caballero de la Tenaza y
-del dómine Cabra, ó las del Buscón y de Guzmanillo. Es, en punto á
-alientos, la marmórea estatua yacente, que en su magnífica soledad y en
-su secular silencio aguarda sosegada y señorilmente á que los curiosos
-y turistas vengan á quitársele la gorra, á deshacerse en encomios
-y á dejar algunas monedas en el cepillo para su entretenimiento y
-conservación. Sería una insulsez abogar en Madrid por un Congreso de
-lengua castellana, si de los de casa hubiéramos de prometernos la menor
-cosa.
-
-Y con todo, los aficionados al estudio del castellano fuera de ella
-van siendo tan numerosos como los visitantes de la estatua, bastante
-más que los aficionados al catalán. En el momento presente casi estoy
-por decir que es la lengua que priva. Al estudiar el castellano los
-extranjeros, franceses, ingleses, alemanes y yanquis, unos tienen
-el ojo puesto en América, donde hay un mercado que aparroquiarse y
-una presa con que alzarse; otros lo tienen puesto en España, donde
-hay una antigualla digna de estudiar y aun un cachivache digno de
-coleccionar. El caso es que á centenares se abren cada día las cátedras
-de castellano en Europa y América, y se publican fuera de España
-más libros, monografías y artículos sobre nuestras cosas y nuestras
-anticuadas personillas que en la misma Península. Se dió el caso, hará
-unos meses, de que un extraño explicó á todo un señor de alto copete de
-Madrid una de las frases más vulgares y traídas por los suelos, que él
-no entendía. Con ocasión de un Congreso lingüístico vendrían sabios que
-nos enseñarían cosas que creemos saber y no sabemos si ignoramos. Aquí
-la lingüística moderna es un nombre vacío, la fonética se nos antoja
-una endiablada jerigonza, el estudio de nuestro lenguaje literario,
-clásico y actual, y de nuestros dialectos, son rozas y embreñado
-monte, que encierran ricas minas por beneficiar. Los que pasan por
-gramáticos y lexicólogos, siguen soñando y fantaseando á la antigua
-española, etimólogos de otra casta que pereció en Europa, pero de la
-que á dicha conservamos en España ejemplares preciosísimos, que nos los
-pagarían los congresistas á peso de oro. El aire que trajeran echaría
-por tierra de una vez todos esos vejestorios y nos encaminaría por las
-veredas de la realidad científica. Algo cuesta arriba se les haría á
-no pocos romper con su soñada ciencia gramatical y dejarse despojar de
-la aureola con que la ignorancia general les había coronado; pero la
-ciencia española no perdería gran cosa echando algunas canas al aire.
-Dejarían de oirse hasta en las más encumbradas cátedras oficiales
-disparatones mayúsculos, de los cuales, para solaz y recreo de
-curiosos, tengo recogido un buen golpe de los más chistosos y festivos;
-pero en cambio, la gente moza y bien dispuesta vería que se les abrían
-nuevos horizontes por donde volar y nuevos mundos por donde discurrir.
-No se henchirían las librerías de viejo de textos mal traducidos y muy
-bien pagados; pero hallaríamos en ellas los libros que hoy hay que
-ir á buscar á Alemania, con la pequeña molestia de haberse aprendido
-antes aquella enrevesada lengua. No tendríamos tantos diccionarios
-castellanos como cada año se publican, repitiéndose por milésima vez
-las voces del Diccionario de autoridades de la Academia y las graciosas
-y jocundas etimologías de su Diccionario oficial; pero en retorno
-saldría alguno que contuviera las infinitas voces de nuestros clásicos
-y de nuestro pueblo, que en el uno faltan, y las etimologías serias que
-en el otro no sobran. Algunos abrirían los ojos y echarían de ver para
-qué sirve el latín y el griego, que los extranjeros tanto estudian,
-sin que por eso dejen de saber algo más que nosotros; y los que no los
-quisieran abrir, se coserían por lo menos la boca para no quedar feos
-disparatando de lo que no entienden. La lingüística y la filología
-(cosas que entonces aprenderíamos á distinguir, que aquí no sabemos
-por carecer de una y otra) son los sólidos fundamentos de los estudios
-literarios, históricos y aun jurídicos y sociológicos; teniendo
-fundamentos podríamos pensar en edificar algo de esto, dejándonos ya de
-diletantismos superficiales en todas estas ramas del saber.
-
-Tales son las ideíllas que me ocurren al admirar el feliz suceso del
-Congreso de Lengua Catalana. Desgraciadamente, la estatua seguirá
-estatua, yacente por más señas, y los que escribimos, por ver si
-le comunicamos aliento y vida, seguiremos (es de esperar) cantando
-aquello de _las tres ánades, madre_, que es también un muy añejo y muy
-castellano cantar.
-
- [Ilustración]
-
-
-
-
- EXTRAVAGANCIAS DEL LENGUAJE
-
-
- I
-
-Mucha filosofía dicen que atesoran las lenguas. No lo negaré;
-pero también hay que añadir que encierran no menos disparates y
-extravagancias. De éstas me toca hablar ahora, y para que no se crea
-que sólo se les escapan á la gente rústica é incivil, la tomaré con lo
-más granado de entre nuestros escritores clásicos. Digo que nuestros
-encomiados clásicos fueron los hombres de más disparatada sesera
-que Dios echó al mundo. El famosísimo Dr. Laguna dicen que tradujo
-elegantemente á Dioscórides. Mi buen amigo, el también Dr. Olmedilla,
-escribió un folleto sobre tan venerable varón y lo pone como uno
-de los primeros, si no el primero, de los médicos del siglo XVI. Y
-efectivamente lo fué del Emperador Carlos V y del Papa. Pero no le vale
-á Laguna el haber sido todo eso, ni el que lo celebrara Cervantes, ni
-el que escribiera su elegante traducción en la misma quinta Tusculana
-donde Cicerón había escrito sus filosofías. _Cuájanse con frío los
-metales_, dice Laguna (_Diosc._, 5, 44). ¿Qué mayor disparate que decir
-todo un Doctor en medicina, médico de Carlos V y del Papa, que los
-metales cuando están en fusión se tornan cuajada? Merced al cuajo se
-convierte en cuajada, se cuaja la leche. Echad un poco de cuajo, viene
-á decir el Doctor, en los metales fundidos, y hételos hechos cuajada.
-Pues permítame el Sr. Doctor, médico de Carlos V y del Papa, que le
-diga que eso es un solemnísimo disparate.
-
-La frase debió de caer en gracia, pues otro disparatadísimo Doctor
-estampó en un libro devoto: _Las perlas se cuajan con el rocío de la
-mañana_. Y si esto parece declarada locura, que el rocío haga de cuajo
-y las perlas sean cuajada de leche ó de otra cosa, con razón se tiene
-por locos á los poetas, que repiten lo de que el rocío son _perlas que
-brillan sobre la yerba_, y que ésta _amanece aljofarada_, y locura de
-remate fué la del más loco de todos ellos, del celebrado Garcilaso,
-cuando ordenó á las ovejas que _paciesen la yerba aljofarada_. ¡Lindo
-rechinar de dientes se oiría en un rebaño de 200 cabezas, con el
-áspero masticar de esas perlillas que llaman aljófar! En la _Histórica
-relación del reino de Chile_ amontonó juntos todos esos disparates el
-P. Alonso de Ovalle: _Esta yerba se cubre el verano de unos granitos
-de sal, como perlas y aljófar, que cuaja sobre sus hojas_. De luengas
-tierras luengas mentiras. Los chilenos nos podrán decir si es cierto
-que por allá se cubra alguna yerba de granitos de sal, y si esos
-granitos se hacen cuajada sobre sus hojas, y si esa cuajada son perlas
-y aljófar.
-
-No conozco más que un escritor que se riese de tales bernardinas;
-los demás españoles las tuvieron por gallardas elegancias del buen
-decir. El gravísimo fraile jerónimo José de Sigüenza en obra tan seria
-y elocuente como la _Vida de San Jerónimo_, en folio por más señas
-y á dos columnas, nos habla (l. 1, disc. 4) de _tomar puerto en la
-isla_. Quiere decir que unos navegantes llegan á una isla, siéntanse
-sobre la verde alfombra, _fronde super viridi_, y con todo el sosiego
-del mundo, como quien se toma una jícara de chocolate, comienzan á
-embaularse el puerto que tienen delante con bajeles y todo y hasta con
-sus muelles y cargaderos, se lo sorben, se lo echan al coleto, se lo
-meten entre pecho y espalda. ¡Todo esto es ridículo! Pues este fraile
-tan descomunal en su manera de expresarse, se vuelve tan melindroso en
-el mismo discurso, que repite la misma idea llamando á eso _tocar el
-puerto y la deseada ribera_. Si no hace uno más que tocar el puerto y
-la ribera y no desembarca, no comprendo yo cómo pudo desearla tanto.
-Y ¿qué diremos del discreto P. Mariana, que tal vez por evitar tales
-dislates escribió todo lo contrario de lo que en la cabeza tenía y
-pensaba escribir? _Dió fondo_, dice, _junto á Cádiz_. Quiso decir que
-llegó á tierra sano y salvo, y se nos descuelga con que se fué á pique,
-pues la letra esto da á entender, á lo menos el fondo del mar no es
-la playa, á mi pobre entender. El cejijunto jesuíta tiene cosas muy
-buenas: en el libro 4.º, capítulo 4.º de su _Historia de España_ dice:
-_tenía sujeta toda la provincia_. ¡Buenas cadenas ó sogas tuvieron que
-hacer los herreros y cordeleros de aquellos tiempos, no se les morirían
-los hijos de hambre! En otra parte (9, 36) añade: _Al cabo de tres días
-de cerco alzaron mano de él_. ¡Vamos, que ni los días tienen cabo,
-como las velas ó las costas, ni se estuvieron sin comer ni dormir tres
-días mortales puestas las manos sobre cosa alguna, y menos sobre un
-cerco, que no tiene donde se puedan poner! Todo eso son sandeces más
-que de marca. ¡Pues digo! del otro, que escribió: _Cuando Dios alzare
-las manos de los buenos_. ¡Largos brazos serían los de Dios, si desde
-lo alto del cielo tuviera puestas las manos sobre los hombros de los
-buenos! El descabellado Gonzalo de Correas habla en su _Vocabulario_
-(l. _D_) del _dejar en jerga la cosa_ por abandonar ó dejar sin la
-debida perfección. Según eso los albañiles, cuando al propietario le
-faltan los cuartos para terminar una casa, la dejan en jerga, y en
-jerga dejo yo el almuerzo, cuando lo dejo por acudir á otra parte.
-
-Buena jerga la del catedrático de griego de Salamanca. El cual en la
-letra _U_ escribe: _Un sudor se le iba y otro se le venía_, como si
-el sudor tuviese pies y se fuese y viniese, y no saliese del cuero.
-En la letra _A_ nos habla de _armar caramillos, armar zancadillas y
-armar tranquillas_, cuando es así que ningún soldado vi yo armado de
-tales pertrechos, y el caramillo sólo lo he visto en los labios para
-chiflar. Para decir que lo apetece todo nos espeta en la letra _E_ el
-_empreñarse del aire ó de lo primero que oye_. Preñez del aire sólo la
-había yo oído en Plinio, que lo dice de las antiguas yeguas lusitanas,
-y aun tal vez el discreto naturalista puso yeguas por no dar matraca
-á los finchados hidalgos de Portugal. Preñez de lo que se oye es una
-preñez harto cuestionable; pero Correas sabía mucho, y su razón tendría
-cuando lo dijo. Que sabía mucho no hay que ponerlo en duda: en la
-letra _T_ nos habla del _tener asomos de una cosa_, sin que intervenga
-ventana ni _somo_ ó altura alguna; en la letra _H_ nos repite lo del
-_hacer sudar la gota gorda_, que yo he oído cien veces por ahí, sin
-lograr jamás entender qué _gota gorda_ será esa, y cuál será la _gota
-flaca_. También añade el _hacer sudar como gato de algalia_, gato que
-debe ser muy raro, pues, que yo sepa, los gatos no sudan. El lector
-supondrá que hablo en broma; puede tomarla por tal, si así se le
-antoja: yo digo la verdad como la siento.
-
-Si nos entrásemos por los escritos de Quevedo, aunque es el único
-que tomó por bernardinas, como apunté, todos estos dislates, no nos
-daríamos manos á toma y deja, á esta quiero, esta no quiero, porque
-es el disparatador por excelencia. Por ejemplo, en la _Musa_ 6, 1,
-dice: _Si yo mi argumentillo mal no entablo_. Buen medio para ponerlo
-ante la vista, entablarlo entre cuatro tablas. _Tiene izquierdo
-discurso_ (_Tir. la Piedr._), de modo que el habla se le iba por la
-zurda. _Remojar la palabra_ (_Mus._ 5, j. 14), como un bizcocho en
-vino. _Enjugar las lágrimas á las viudas_, llevando, naturalmente, á
-prevención en el bolsillo tres docenas de moqueros, y no sé si bastarán
-para enjugárselas á la primera que topáremos. _Ser ojo á los ciegos_,
-metiéndose uno bien aovilladico en una de las cuencas de los ídem, por
-no decir otra cosa. Todo eso lo escribe al tratar de _La Providencia_
-(tr. 2), libro que dicen es muy serio; pero así son las seriedades de
-Quevedo, pues en las _Musas_ (6, r. 9) dice: _En cada bostezo gasta una
-cruz de dos palmos_, quiere decir que al bostezar roe una cruz larga de
-dos palmos; y en _Marco Bruto: Fanfarronea con la sangre civil entre
-amores faranduleros_, quiere decir que en dando con un civil, le saca
-la sangre para darse pisto enseñándola por las calles; y aun por eso me
-explico que sean todos ellos como espátulas de flacos y arguellados.
-_Nada bueno le puede entrar de los dientes adentro_, dice en la _Visita
-de los chistes_; pero no le veo la punta, porque el chiste estaría
-en que no le entrase de los dientes afuera. _Me ha llenado el ojo_
-(_Entremet._), dejándole ciego, será de suponer. Ya sabrá él buscarse
-quien le ayude á vaciarlo, pues en la _Visita_ dice que _tomó una
-purga confeccionada con hojas de Calepino_. Sin duda eran entonces
-mejores los estudiantes que hoy, que el Calepino hoy más bien empacha
-que aligera. Repito que, fuera de toda guasa, esto y lo otro y lo que
-sigue, son chirigotas y es hablar en necio.
-
-Dejando ya á Quevedo, leo en la _Mosquea_ de Villaviciosa (2, 62): _Al
-palacio se parte el pueblo junto_, verso que no entiendo, pues ó sobra
-el _se_ y quiere decir que todo el pueblo rompe el castillo y lo divide
-en dos partes, que ya es tarea para animalitos tamaños, ó el que se
-quiebra y parte en dos es el pueblo junto, lo cual también tiene su
-intríngulis, como lo tiene el _partir la baraja_, pues no forma un todo
-pegado, y el _partirse los viajeros_ cuando sale el tren, pues ellos
-bien enteros se asoman por las ventanillas.
-
-_En él ponéis los ojos con agrado_, escribe Villegas en el _Soliloquio_
-8, capítulo 4, y no hay quien lleve su necedad hasta el punto
-de sacarse los ojos para ponerlos _con agrado_ en parte alguna.
-_Las flores á los ojos ofreciendo diversidad extraña de pintura_,
-dice tontamente Garcilaso (_Egl._ 2), pues convierte en pintores á
-las flores. _Cubrir mentiras con capa de retórica_, añade Correas
-(_Vocab._, l. _E_): paño es ese de la retórica que no sé hayan sabido
-nunca cortar los sastres. _La justicia tomó la mano de todo_, dijo _El
-Donado hablador_ (p. 2, c. 9), en lo cual mostró tener poco donaire,
-pues hasta los niños de la escuela saben que el todo tiene partes, pero
-no manos. _Sintieron en lo vivo la nueva determinación_, dijo Argensola
-(_Anales_, l. 1, c. 44): ¡no, que la iban á sentir _en lo muerto_! Y
-el bendito del P. Acosta en su _Historia natural de las Indias_, se
-nos viene con cien mil candideces, que quiso se las creyésemos por
-ser de cosas lejanas, que no íbamos nosotros á averiguar. En el libro
-4, capítulo 10, nos quiere hacer creer que _con maravilloso afecto se
-pega el azogue al oro y le busca_, como si fuese su novia, y _que el
-azogue se va al oro donde quiera que le huele_, cual si fuese perro
-de la calle, y que _á ningún otro metal abraza sino al oro_, y que
-_de esotros metales no hace caso el azogue_, y que _todo lo come y
-todo lo gasta_: ¿acaso no teníamos azogue en España y no sabíamos á
-qué atenernos en todas esas patochadas, que le cuelga el buen Padre?
-Cuénteselo á su abuela, que no somos niños de la dotrina. Otro Padre,
-Fray Juan Márquez, en los _Trenos de Jeremías_ (v. 2, con. 3, 4), nos
-habla de _abrir las puertas al contento_, y sobre esta mentira, pues
-el contento no tiene puertas ni ventanas, dice que _rompieron el aire
-las voces_, y las voces no rompen nada, ni menos se puede romper el
-aire, ó yo entiendo poco de física. Pero de física se sabía poco en
-aquellos tiempos, y así no extraño se lea en la _Celestina_ (acto 12):
-_desadormecieron mis pies y manos_, y aun en pleno siglo XX, para que
-se vea la ignorancia española en achaque de ciencias biológicas, he
-oído ó creído oir decir que á fulano _se le adormeció el pie_. Falta
-nos hacía otro Feijóo, para enseñar á esos necios que los pies no
-duermen, ni despiertan, que esas son creencias vulgares de la ciencia
-antigua.
-
-Pues no, que el P. Fray José Láinez, agustino, sabía de cosas, que es
-para alabar á Dios, dador de todo bien. En el _Privado cristiano_ nos
-dice de los _pensamientos vanos_, que sin duda el buen señor tomaba por
-algo así como nueces vanas y hueras, que _son hijos de pasos ociosos_,
-frase que no tiene pierde, pues los _pasos_ dicen todo lo contrario del
-estar ocioso y no pueden llamarse ociosos, sino á lo más andariegos,
-y los pasos no tienen hijos, como lo prueba el concluyente argumento
-de no tener padres, pues sabido es que hijos y padres, padres é hijos
-son cosas correlativas, que no se dan la una sin la otra, y tampoco los
-pensamientos pueden tener hijos, porque á admitirlo algún filósofo,
-ya hubieran tratado los teólogos de investigar un _cuesito_ de mucha
-importancia, que no faltaría en la _Suma_ de Santo Tomás con estos ó
-parecidos términos: _Utrum filii cogitationum possint baptizari et
-quomodo_. Y los tomistas se hubieran devanado los sesos inútilmente,
-porque el caso era de los peliagudos, y de los que sobrepujaban las
-entendederas del _Doctor subtilissimus_. Por todo lo cual la frase del
-susodicho fraile hay que darla por un completo disparate de tomo y
-lomo. Otro fraile, Fray Antonio Pérez, benedictino, dijo con no menor
-inexactitud, en sus _Sermones dominicales_ (p. 170), que _la salud que
-le dió tan á pie quedo_, y no es menester saber quién ni á quién, pues
-basta saber que nadie puede dar cosa _á pie corriendo_ sin detenerse
-por lo menos un segundo, y que de todas suertes lo del _á pie quedo_
-tratándose del _dar_ es y será siempre una niñería, indigna de un grave
-benedictino.
-
-¿Pues qué decir de estotras truculentas pamplinas, que leo en la página
-6: _Desconfiados los hombres, se atericiarán y se secarán, y quedarán
-como estatuas con el pellejo enjuto, y con sólo la armadura, de puro
-amedrentados y ajudiados de lo que en todo el mundo ha de suceder?_
-Lo que no sucedió, por la inmensa misericordia de Dios y la excesiva
-paciencia de los oyentes, es que le echasen con cajas destempladas
-del púlpito abajo á predicador tan lenguaraz, que en la cátedra de la
-verdad osaba mentir por mitad de la barba. Si se secan y quedan con el
-pellejo enjuto, ¿cómo han de poder soportar el peso de _la armadura_?;
-y si se convierten en judías, ¿qué tienen que temer en el día del
-juicio, si el juicio ha de ser de los hombres, y no de las judías ni de
-las calabazas? Son sandeces del lenguaje, y de nuestros clásicos, los
-más sandios de los sandios.
-
-Pero oigamos cómo Correas (_Vocab._, l. _C_) expresa el _peligrar_,
-porque no parece sino que estos señores clásicos españoles han perdido
-la chaveta con los volatines que hacen: _estar colgado por un hilo_
-es el primer ejercicio gimnástico, el segundo _estar colgado de los
-cabellos_, el tercero _estar con el agua á la boca_, suplicio de
-Tántalo, _estar con el agua á la garganta_, cosa buena en estío, _estar
-con la soga á la garganta_ cosa de ahorcados, y con esto se acabó la
-función.
-
-El sapientísimo Fray Luis de León nos da una muestra de su sabiduría
-en el libro de _Job_ (16): _recoge la ira en sí_, como si fuese el
-ganado que se le desmana, y mejor fuera; _poner leña á la cólera_, que
-si antes era ganado, ahora es fuego; _regaña los dientes_, _aguza los
-ojos_, que por supuesto no tienen punta, aunque lo diga Su Reverencia;
-_enclavar los ojos en él_, y sostengo y resostengo que siguen sin punta
-ni cabeza; _le pone fiera la cara_, _le saca el enojo afuera por los
-ojos_. Todo eso dice ó quiere decir que significa _enfadarse_, cosa
-enteramente psico-física del ánimo, que no tiene que ver con clavos,
-puntas, dientes, leña, fieras, cara ni ojos, más que con las nubes de
-antaño. _Se iría con el alma en los dientes_, dice Quevedo (_Cuent._),
-para lo mismo; y miren que tiene bemoles eso de atascarse y tenerse
-que sacar con palillo de entre los dientes el alma. Pero los españoles
-debemos de ser gente de malísimas pulgas y de un genio de todos los
-demonios, porque las expresiones para indicar el enfado no paran aquí,
-ni con mucho, y todas son á cual más descabelladas. Castro en su
-_Reformación cristiana_ dice (tr. 4, c. 4): _es más desabrida y amarga
-que la misma muerte_, aunque nadie se ha comido á la muerte, ni por
-acá nos comemos á persona viva ni muerta para saber si es desabrida y
-amarga. _Su malicia_, añade, _te hace gemir con la carga_, no habiendo
-quien se eche á cuestas la malicia de nadie. La Palma en la _Historia
-de la Pasión_ (c. 2): _revolvió como víbora, con rostro fiero y voz
-desentonada dijo, mirando con los ojos turbados y encendidos_: ya se ve
-que eso de enturbiarse y encenderse los ojos son mentiras elegantes.
-Fray Juan de los Ángeles en el _Diálogo_ 4: _tomó un poco de cólera
-diciendo eso_, como tomaba él tal vez un polvo de rapé; _se me enciende
-el corazón_, sin quemarse; _se me afloja el alma viendo_, figúrense
-ustedes si es flojera. Solís en la _Conquista de Méjico_ (l. 1, c.
-8): _Mezclóse el alborozo con el desabrimiento_, como si el genio
-fuera algo de comer; _estaba fuera de los términos razonables_, y
-probablemente no se meneó de su lugar. Torres en la _Filosofía moral
-de príncipes_ (l. 7, c. 9): _abrasarse con el fuego de la ira_, que ni
-es fuego ni abrasa; _embriagarse con el enojo_; _la ira arrebata la
-razón y le despeña_; _abrir la puerta al cierzo de la ira_; _la ira le
-hace dar por las paredes como ciego_; y en el libro 24, capítulo 7:
-_le sacó de sus casillas_, donde no sé quién le había metido; _al más
-sosegado sacan de su paso_. Estebanillo González en su _Vida_, dice
-por enfadarse: _echando el bodegón por la ventana_, que ya es echar,
-con mesas, vasijas, vino y borrachos y toda la jacarandana. Cervantes
-(_Quijote_, I, 14): _le haré despertar la cólera_, como si fuese cosa
-dormida y sosegada. En la _Pícara Justina_ (f. 200): _ni la ayudara
-aunque la viera echar los bofes_, tal debía de soplar de puro enojo;
-_comenzó á meter fagina y echar de bolina y decir fanfarrias_ (ídem,
-fol. 132), donde se mete á soldado, á marinero y andaluz. Correas
-(_Vocab._, l. _Q_): _quísome comer los ojos_, ¡ya es hambre!; _agotar
-y apurar la paciencia_ (l. _S_), _sacar de paciencia, de tino_. En
-la _Celestina_: _no me hinches las narices con esas memorias_; en
-las narices mora, según esto, el enfado. Solórzano (_Donaires del
-Parnaso_): _me deshago y me destrizo_. Ovalle (_Hist. chil._, 3, 3):
-_para echar de sí el miedo, comienzan á patear el suelo; se revisten
-todos de un gran furor_. Quiñones (_El murmurador_): _no hay cosa
-de que no se pudra; traigo la sangre requemada_. Todo eso, si es
-enfadarse, es un enfadarse muy raro.
-
-Fray Laurencio de Zamora, cisterciense, en su _Monarquía mística de
-la Iglesia_ (l. 1, sím. 6) escribe: _Comienza la tierra á vestirse
-de hermosura_, por manera que antes estaba desnuda; ¡desvergonzada!
-Pero oigamos al _Donado hablador_ (p. 2, c. 2 y 3), que llama al
-desnudarse _quedar en carnes, en pelota_. ¡Habráse visto! Pues ¿en
-qué iba á quedarse? ¿En huesos? Y lo de comparar un hombre desnudo
-á una pelota es chistoso. _Apeó la dificultad y dió alcance á la
-dificultad_, dice Correas (_Vocab._, l. _A_), que significan entender,
-como si eso se hiciese con los pies. Fonseca convierte en árboles las
-banderas, y se queda tan satisfecho: _enarbólanse banderas_ (_Vida de
-Cristo_, p. 1, c. 31). Aguado convierte una azotaina en jubón: _Se le
-ajusta al enemigo un jubón de azotes_ (_El perfecto religioso_, p. 1,
-tít. 7, c. 6). Don Oton Edilo Nato de Betissana en el _Epítome de
-Guichiardino_ (p. 45) llega al descaro de convertir al Papa en lo que
-oiréis: _Remover el embarazo del Pontífice_, y eso que dicen que es
-elegante y castizo escritor. Nuestros castizos y elegantes escritores
-hicieron, pues, mangas y capirotes del castellano. ¿Á quién, sino á
-Quevedo, en el _Cuento de cuentos_, se le ocurre decir que _andaba ya
-de capa caída_? Pero lo que no puede creerse, aunque lo diga de Dios
-el Obispo de Astorga, D. Antonio de Cáceres, en su _Paráfrasis de los
-Salmos_ (salmo 17, fol. 31), es que _apretó y estrujó los cielos para
-que diesen jugo, y que con cielos y todo se bajó á nosotros_, como si
-Dios fuese uno de esos que pisan las uvas y luego un jayán de cordel
-que se viene con los cielos á cuestas. Este Obispo tenía rarezas muy
-suyas; dice que _hace Dios chispear el cielo_ (fol. 30), como si
-ardiese, y que _por un oído les entra y por otro les sale_, como si
-la cabeza estuviera horadada, y dice en nombre de Dios de los malos
-tales necedades como estas: _se atan las manos con su ingratitud_, _han
-querido apurarme_, _hacerme dar la cuerda_. Según Fray Pedro de Vega,
-en el salmo 1.º, hay quien _ve la muerte al ojo_, y añade que _qué
-alborotada saldría aquella alma de las carnes_. Realmente estas son
-chocheces, como lo que escribe Sigüenza en la _Vida de San Jerónimo_
-(l. 6): _que el alma rompió las cuerdas y desasida voló como paloma
-cándida á las moradas eternas_; y ahora me explico yo por qué algunos
-dicen que la religión católica es religión de un estado muy niño de
-cultura, cuya época ya pasó. La culpa la tienen estos reverendos
-frailes que florearon tanto en sus expresiones, como si hablasen á
-niños, siendo así que la Humanidad ha dejado ya, como se dice, de
-ser niña, y ha llegado á su madurez, que sólo se paga de verdades y
-pensamientos, no de imágenes y símbolos. Dice Luis Muñoz en la _Vida
-del P. Granada_ (l. 2, c. 15) que _se venía acercando á paso largo la
-muerte_. La muerte no viene á paso largo ni á paso corto; no es más que
-el echarse á perder la máquina del organismo humano.
-
-Y en esto hasta los que no eran frailes desbarraron, pues Torres de
-Villarroel, el famoso confeccionador de almanaques, catedrático de
-Salamanca, en un soneto á Mejía dice que _Un mulo allí levanta sus
-resuellos_. ¡Qué ha de levantar, hombre! Lope en su _Filomena_ (f.
-72) ya había dicho que _se lleva de un aliento tres pliegos de un
-romance_; pero Lope, aunque clérigo, era poeta; lo mismo que Alonso
-de Fuentes, que hizo de filósofo en la _Suma de filosofía natural_,
-cuando escribió: _Los que tienen calenturas alientan muy recio_, como
-si el aliento fuese delgado ó recio como una tela ó una tabla. Poetas y
-filósofos han pertenecido siempre al gremio de los orates. León, que
-era fraile, filósofo y poeta, pudo decir (_Faces_) que _es gracioso en
-los ojos de Dios_, atribuyendo á Dios _ojos_, lo cual es muy poético,
-filosófico y frailuno; pero no deja de ser una mentira, y en ello
-convendrán los mayores entusiastas de Fray Luis, y aun toda la Orden
-de San Agustín. Pero que todo un Príncipe de Esquilache estampara en
-sus obras: _Del alma humilde dilaté los senos_, es cosa que no se
-puede tolerar, pues sabido es que no tiene tales senos dilatables
-ni por dilatar el alma. El mercenario Fray Hernando de Santiago en
-su _Cuaresma_ (serm. 5) dijo de la rosa que _queda lacia, mustia y
-melancólica_, como quien está de mal humor, cosa que á las rosas no
-se puede atribuir; y el agustino Pedro de Valderrama en su _Teatro de
-las religiones_ (serm. 1) dijo que _un rayo de sol quema y abrasa las
-flores_, que aunque el sol queme y abrase, no sé yo quién habrá visto
-flores ardiendo por causa del sol; pero al cabo fueron frailes. Mas
-que Ibarra en la _Guerra del Palatinado_ (l. 4) escribiese _seguir
-la derrota del pueblo_, sabiendo que en las cosas de la guerra una
-_derrota_ es... pues una derrota, téngolo por descuido incalificable.
-
-Melo, de quien se dice que es gravísimo historiador, me parece
-algo fanfarrón y muito portugués cuando lanza estas exageraciones
-(_Guerr. de Catal._, l. 4): _Todo el suelo era sangre, todo el
-aire era clamores, no se oían sino quejas, voces y llantos, todos
-mataban, todos se compadecían_, y todo eso es filfa retórica y mentira
-calificada. ¿Cabe mayor desenfado, mayor ceguedad y mayor tontada
-que esta frase de Anastasio Pantaleón de Rivera: _La vez que me
-kirieleisan, responsan y parcemican_ (P. 2, rom. 21)? Sí, lo de Jacinto
-Polo (_Obr._, p. 224): _me llevaron en diablandas, en un diablamen nos
-pusimos allá_. Hay quien tiene estas majaderías por expresiones galanas
-y hasta divinas, pero
-
- ¿No fuera harto más claro y más divino
- llamar á cada cosa por su nombre
- y decir al pan, pan, y al vino, vino?
-
-Góngora (_Rom. burl._, 4) nos viene con que _Le bebían las palabras_,
-Rebolledo (_Ocios_, egl. 3) con que _Las miré tanto que ni pestañeaba
-el pensamiento_, Estebanillo (c. 10) con que _Me dejó hecho estatua de
-Baco en el jardín de Flora_, Santa Teresa (_Vida_, c. 18) con que _Es
-mi intención engolosinar las almas_, Nieremberg (_Obras y días_, c. 42)
-con _Comprar voluntades, feriar corazones_, Lope (_Filomena_, 158) con
-que _Es vanidad ingerta en bobería_, Correas (_Vocab._, l. _C_) con
-_caerse la baba á uno_.
-
-Y para decir sencillamente _callar_ ¡qué de circunloquios hueros, qué
-de tonterías babilónicas, qué de pamplinas pamplináceas nos regalaron
-nuestros palabreros clásicos! Cuando lo más á propósito para expresar
-el callar parece debía ser hablar lo menos posible. Burguillos
-(_Gatom._, s. 1) dice _sellar los labios_, cual si fuera carta la boca.
-Tejada (_L. pro._, 1, 37), no contento con esto añade: _Lleva cada uno
-en la boca para sellar el silencio una piedra_; y luego nos reiremos
-del helénico _tener un buey sobre la lengua_. _Santo silencio profeso_,
-dice Quevedo en la _Musa 5_, á pesar de ser tan hablador que no acaba
-de charlar para indicar el silencio. Así en _La Providencia_ (tr. 3):
-_no permitir voz alguna á su inocencia_, _enmudecer los acentos de
-la fragilidad humana_, _no gastar palabras_, _servir de aplauso á la
-calamidad callando_, _asistir á uno con el silencio_; en el _Cuento de
-cuentos_: _El padre no hacía sino chitón, como entendía el busilis, ni
-chistó ni mistó_. _Él no dijo esta boca es mía, y tieso que tieso_;
-en los _Riesgos del matrimonio_: _La lengua y las palabras se me
-hielan_. Cervantes entre otros mil despropósitos dice: _Punto en boca
-y atended_ (_Novel._ 8), _morderse la lengua_ (_Quij._, II, 23), _casi
-no he hablado palabra hasta ahora_ (ídem, c. 1), _él se diera tres
-puntos en la boca y aun se mordiera tres veces la lengua_ (ídem, I,
-c. 30), _díjole al oído que no descosiera los labios_ (ídem, II, 69),
-_no se probará que haya desplegado el labio donde yo hablo_ (II, 12),
-_nos hemos de coser la boca_ (I, 25), _depositar una cosa en lo más
-escondido del silencio_ (_El am. liber._). Si tal despotricaron los
-maestros, ¿qué harían los discípulos? Aguado dijo: _Sepulte su boca_
-(_Per. rel._, 2, 10, 10), _tener enfrenada la lengua_ (ídem, 3, 6, 2),
-_guardar cerrados los labios_, _poner guarda á la boca_, _poner freno
-á la boca_, _poner sello á los labios_ (ídem, c. 4); Quiñones (_Las
-Civilid._): _Sin chistar, sin paular y sin maular_. Correas llega hasta
-la ridiculez: dice que callar puede expresarse por _coser la boca y
-coser la boca á dos cabos_ (_Vocab._, l. _C_), como si uno no bastara;
-y: _No dijo ni oste ni moste_, _No hubo ni chuz ni muz_, _No dijo ni
-uste ni muste_, _No despegó la boca_, _No desplegó la boca_, _No dijo
-esta boca es mía_ (l. _N_); y: _Tener la barba queda_, _Tener la boca
-llena de agua_ (l. _T_). ¡Habráse visto palabrería, y charlatanería,
-y parlanchinería! _Pusiera á los labios el candado y á las puertas el
-cerrojo_, dice hasta el grave de Esquilache (_Rim._, r. 230). Zamora
-(_Monar._, 3, 3) dijo: _Vivir á la sorda_. Calderón: _Suspender la
-voz_, _Ten el acento_, etc. Estebanillo (c. 7): _Dime un centenar de
-tapabocas_, _Poniéndome la planta de las manos en los labios_. En la
-_Pícara Justina_ (l. 2, p. 2, c. 2): _Tenía caídas las golillas de pura
-vergüenza_, _Tragaba saliva á duras penas_; Nieremberg (_Obr. y días_,
-c. 20): _echar grillos á la lengua_. En fin, que fuera el cuento de
-nunca acabar, si sobre el callar hubiéramos de decir cuantos dislates
-vinieron al magín á nuestros parleros clásicos.
-
-Acabemos, pues, aquí esto de las extravagancias del lenguaje entre
-ellos, y dejemos para otro día otras de no menor calibre del lenguaje
-en general.
-
-El lector ha leído este artículo, y se figura que todo él es una pura
-guasa y aún me tildará de poco avisado en haber sostenido tan á la
-larga el tono irónico. Pues, desengáñese. Si cree que es ironía, y que
-de hecho el lenguaje no está lleno de barbaridades, se engaña de medio
-á medio, y yo he logrado cogerle como á un chino. Yo lo habré hecho
-muy mal; pero mi intención era expresar lo que siento, que nuestros
-clásicos dijeron mil necedades, que hicieron con el lenguaje cien mil
-barrabasadas. Que en este hecho se encierra un problema, no lo negaré,
-y precisamente lo he querido exponer para discurrir acerca de él y ver
-de soltarlo, si fuere posible, en otro artículo.
-
-
- II
-
-_El cielo no ha querido que yo ame por destino_, dice Cervantes
-(_Quijote_, II, 14), es decir por designio: _destinar_ es fijar un
-objeto para algo. Es la idea de fijación, y así _resbalar sin tino por
-una verdad_ (QUEV., _Polit. de Dios_) es no quedarse fijo en ella,
-sino pasar y caer de ella, como _no dar en el blanco de la razón_
-(RIVAD., _Eucarist._) ¿Por qué, pues, _destino_ y _desatino_ valen
-lo opuesto lo uno de lo otro: _decir y publicar desatinos_ (ILLESCAS,
-_Hist. Pontif._, l. 6, c. 24, § 12)? Ambos llevan _des_, y puesto que
-en _des-tino_ no indica negación de _tino_, ¿por qué la indica en
-_des-a-tino_? La _a_ no es negativa; _a-tinar_ es tener _tino_.
-
-He aquí una extravagancia del lenguaje. Extravagancia que nos enseña el
-origen de _destinar_, _destino_. Siempre el _des-_ en castellano fué
-negativo; pero en latín _dis-_, de donde _des_ procede, sólo indicó
-_pasar al través_, de donde la acepción castellana de _fuera de_, _no_.
-Ese valor latino dió en el mismo latín la acepción derivada de entera
-y perfectamente, abarcando y recorriendo toda la cosa, lo mismo que
-en _per-_, y esta acepción es la del _des-_ en _destino_, _destinar_,
-_fijar enteramente_. Luego estos vocablos tuvieron origen erudito, los
-forjaron los eruditos mirando al _dis-_ latino; el pueblo era incapaz
-de atribuir á _des-_ otro valor que el de negación. La extravagancia
-de _destinar_, _destino_, recae, por consiguiente, sobre los eruditos
-que componen vocablos castellanos, dando á uno de sus elementos en su
-forma castellana una acepción que en castellano no tiene. Así, á las
-veces, el saber lleva á _hacer desatinos_ y á _desatinar_, fabricando
-el _destino_.
-
-Pero el hombre no se desmiente á sí mismo. No hay mayor desatino ni
-mayor instabilidad en España que los _destinos_: se logran por toda
-suerte de medios injustos, desposeen de su derecho á otros que los
-merecían, paran en tristes é inesperadas cesantías y fomentan en los
-que los dan el caciquismo, la mayor de las injusticias sociales.
-El _destino_ es, pues, un mal social, un mal del que lo da y del
-que lo recibe, es un verdadero _desatino_. El _destino_ es obra de
-los poderosos, de los mismos que desatinaron al fraguar el vocablo;
-hicieron mal la palabra, y la cosa por ella significada es mala.
-Esta palabra encierra la historia de uno de nuestros males sociales,
-al decir de muchos, del peor de los males de nuestra sociedad, y
-probablemente tendrán razón, pues de los males sociales el peor y el
-padre de todos es la injusticia.
-
-Las extravagancias del lenguaje encierran, por consiguiente, honda
-filosofía. Los mismos vocablos llevan en su raíz esas ideas. En _La
-lengua de Cervantes_, (II, vocablo _atinar_) pruebo que _tin-o_,
-_a-tin-ar_ significó _justo_ en su origen, y _fijo_, _exacto_:
-_des-tino_ vale pues _in-justo_, pese á los inventores del término,
-que quisieron decir todo lo contrario al poner en _des-_ el valor
-del _dis-_ latino. La extravagancia no está en el lenguaje, sino en
-el hombre desatinado; antes el lenguaje sale por sí y le desmiente y
-publica sus depravados y torcidos desafueros: _mentita est iniquitas
-sibi_.
-
-Uno de los infinitos vocablos que faltan en el _Diccionario_ oficial
-es _descantarrear_, sin duda por ser de pura cepa castellana.
-_Des-cant-ar_ es salirse de tono, del canto, que malamente los
-eruditos latinizaron en _dis-cantar_, con ese _dis-_ latino, que
-nunca fué castellano vulgar. Pero _des-cant-ar_ también hubo de
-decirse de _cant-o_ por esquina y piedra, y como de _guij-a_ se dijo
-_guij-arro_, de _cant-o_ se dijo _cant-arro_ y _des-cant-arr-ear_
-romper las esquinas, los cantos, las puntas: _Se muerden los jabalíes
-y descantarrean en la comida_, dicen los _Diálogos de Montería_
-(1.2), publicados por la Sociedad de Bibliófilos españoles, 1890, de
-un manuscrito del siglo XVI. Equivale aquí á morder, del quitar un
-pedazo, una punta ó esquina, como _cant-ero_ es la esquina y pedazo
-más duro, con la corteza, del pan, equivaliendo, por consiguiente,
-á _des-pedaz-ar_. ¿Qué tiene que ver un canto ó piedra con morder?
-¿Acaso se muerden los cantos ó los cantos muerden? Extravagancias del
-lenguaje. Pero el camino de la psíquica y del pensamiento humano es
-la metáfora. No anda, pues, descaminado el pensamiento que concibe
-el morder como un _clavar el diente y sacar bocado_ (AGUADO, _Perf.
-rel._, p. 2, t. 1, c. 2), ó como un _dar una tenazada con las quijadas_
-(HERNÁNDEZ, _Eneid._, l. 12), ó como _darle buenos mordiscones_
-(ESPINEL, _Obreg._, I, 3), ó _dar su dentellada_ (CÁCER., _Salm._ 21,
-fol. 42). Lo mordido y el bocado mordido es un pedazo, morder es
-_des-pedazar_; pero la piedra se concibió como un pedazo, un canto
-ó esquina, porque tiene esquinas y puntas, y canto valió pedazo y
-esquina, y _descantarrear_, morder ó despedazar.
-
-Lo que en el lenguaje nos parecía extravagancia no era sino cosa muy
-encaminada, muy encarrilada, y nos descubre la ley fundamental del
-pensamiento, que es la metáfora.
-
-¿Qué tienen que ver las nubes llamadas _cirrus_ con el _cerro_ ó parte
-superior de un caballo? Los cirrus son agua en estado aeriforme,
-el cerro ni es agua ni es aire. Pero no mira el pensamiento ni el
-lenguaje al ser, sino al aparecer y figurar de las cosas. El latino
-_cirrus_ dió _cerro_ por monte, que tampoco es aire ni agua, pero que
-presenta el apelotonamiento de los cirrus. Y aunque el cerro de un
-caballo y un monte sean cosas bien distintas, ambos se _mont-an_, se
-sube á entrambos, y _mont-ura_ viene á significar animal que se monta.
-_Mont-ero_ y _caball-ero_ son cosas idénticas, el uno se remonta, se
-encima y sube por el monte, el otro sobre el caballo. _Cim-arr-ones_
-son en América las bestias _mont-ar-ac-es_, remontadas, que andan por
-las cimas y montes, y por lo llano en último término, extendiéndose así
-el vocablo de manera que _cimarrón_ es bestia suelta del campo, de lo
-raso, cuando precisamente el campo raso, la sabana, la campiña es todo
-lo contrario del monte y la cima, como lo bajo lo es de lo alto, lo
-llano de lo en cuesta. Así la metáfora entrelaza toda especie de ideas,
-hasta hacer que un vocablo signifique lo contrario de lo que indica su
-etimología. Cervantes habla del ir caballero sobre una mula ó sobre
-un hermoso asno, y del tirar á caballero, ó digamos de lo alto que
-sobrepuja ó monta en un fuerte. Dijérase ir mulero ó asnero sobre la
-mula ó el asno; pero precisamente el mulero no suele ir montado, sino á
-pie llevando á la mula del señor que la monta.
-
-¿Son extravagancias del lenguaje? No. Son filosofías, poesías é
-historias del habla. Allá dijo el otro que la poesía era más filosófica
-que la historia. El lenguaje es, pues, filosófico, ya que es poesía en
-sus metáforas, historia en las costumbres que encierra de los pueblos,
-y psicología en el retratar los trámites del pensamiento y el modo de
-concebir de la mente.
-
-_Torcían del verdadero camino_, dice el P. Roa (_Flos. S. S._, 11
-marzo). ¿Y si el verdadero camino era el torcido, y torcían tirando
-por el camino derecho? Pero ¿qué derecho, si el camino recto por
-donde torcían iba hacia la izquierda? Y ¿qué es eso de iba hacia la
-izquierda, si el que oye refiere todo á su propia persona, y lo que es
-izquierda para el que habla es derecha para el que oye? Y ¿qué digo
-camino recto, si recto significa lo dirigido, _reg-ere_, si el buen
-gobierno las más veces debe tomar en los asuntos las trasversales?
-
-Pero y la trasversal ¿no puede ir en línea recta, aunque cruce
-el campo? Y el cruzar, ó hacer cruz en un campo ¿cómo significa
-atravesarlo, si la cruz comprende y encierra precisamente los cuatro
-puntos del horizonte, por manera que no puede servir de orientación,
-ya que coge todo el círculo? Y si me oriento hacia el occidente ¿no
-es un occidentarse, es decir no ir al oriente, no orientarse? Y el
-occidente, que se dijo del ponerse el sol, ¿no es una mentira poética,
-ya que el sol no se menea ni occidit, cae, ni se pone? Pues decidme qué
-es eso de ponerse, porque no hay cosa más vaga; ponerse es colocarse,
-es decir tomar un lugar, lo cual sólo significa mudar el espacio donde
-uno estaba. Y el mudar el espacio no deja de ser todo lo contrario de
-lo que queremos decir, pues el espacio no se muda, ni podemos mudarlo,
-sino que nosotros nos movemos de lugar, cambiándose por el consiguiente
-las relaciones espaciales respecto de nosotros. Y así sucesivamente,
-si siguiésemos con intención de corregir nuestras expresiones, iríamos
-dando trompicón tras trompicón y amontonando dislates sobre dislates.
-
-Este amontonar dislates se llama razonar; razón es la facultad de
-ensartar dislates, el hombre razonador es el que los ensarta, el hombre
-razonable es el hombre de los dislates, y la cosa más razonable es el
-dislate mayor: dislate y razón son una misma cosa. Y realmente este
-disparatar al expresarnos por medio del habla era lo más razonable que
-pudiera darse, porque no es más que metaforear, poetizar, y todo hombre
-que habla es poeta, el habla, la más honda poesía. Tal vez por eso los
-poetas se dijeron locos, porque eran los que mejor hablaban, es decir,
-los que más galanamente disparataban. Toda metáfora no es más que un
-disparate sonoro, si suena; mental, si queda sin salir de la cabeza. Lo
-dice el mismo vocablo de metáfora, que significa traslación, ir de una
-á otra parte: y ¿qué es dis-paratar sino dispararse, no pararse, sino
-ir á otra parte? Ahora comprendo yo cómo el famoso escritor Unamuno, á
-quien muchos tienen por un solemnísimo disparatador, es un gran poeta,
-y el hombre más razonable del mundo. Los que charlamos menos es porque
-somos menos poetas, menos razonables, menos hombres. Pueden, pues,
-ponerse como miembros iguales de una ecuación los términos: disparate
-= poesía = razón = mentira, quedando despejada la última incógnita y X
-del problema humano en aquella fórmula del Sabio: _Omnis homo mendax_.
-
-Siempre hablamos por metáforas, es decir, por términos impropios, y lo
-impropio es lo no propio, lo que no es, la mentira: hablamos por medio
-de mentiras, hablar es mentir, ni más ni menos. Aquel que más y mejor
-mienta, será el que más y mejor hable. El destino del hombre es el
-desatino, el desatinar sin tino: _destino_ y _desatino_ volvemos otra
-vez á hallarlos como vocablos equivalentes.
-
-_Hacer de alegre, estando reventando la tristeza_, dijo Márquez (_Esp.
-Jer._, v. 3, cons. 3). La tristeza más bien aovilla, reconcentra y
-sume; la risa y alegría es la que ensancha y hace salir de sí, porque
-_retoza la risa en el cuerpo_ (CORREAS, 1. _R_), y así _es para quebrar
-el cuerpo de risa_ (ídem, 1. _E_), y como que _quebrar_ díjose de
-_crepare_ ó reventar, _sale del pecho la alegría á la cara_ (LEÓN,
-_Job._ 8), enciéndese el rostro: _Con la cara encendida en fuego de
-alegría_ (_Guzm. de Alfar._), _Se hinche de risa la boca_ (LEÓN, _Job._
-8), hace _descubrir el chorro de la risa_ (_Estebanillo_, c. 3), y de
-aquí _reventándome la risa en el cuerpo_ (ídem, c. 50), _me reventaban
-los ojos de alegría_ (ídem, c. 7), y en fin _Nos despedazábamos de
-risa todos_ (QUEVEDO, _Tac._, c. 6), ó _nos desternillamos_ ó _nos
-despepitamos de risa_, hasta que _Todos nos descalzamos de risa_ (J.
-POLO, p. 235), y _Su alteza se moría de risa y sus criados de placer_
-(_Estebanillo _, c. 8), _pereciéndome de risa_ (QUEVEDO, _Tac._, c.
-6), _Hubiéronse de caer de risa los presentes_ (_Diabl. coj._, tr. 4
-y 7). ¿Por qué, pues se dijo reventar de tristeza? Porque el español
-consideró al hombre entristecido como un saco lleno de tristeza,
-no distinguiéndolo de los sacos llenos de harina, que á lo mejor
-revientan. Otras veces vió en la tristeza como una nube que oscurece la
-vista del alma, y dijo: _cubrírseme el corazón y los ojos de nieblas y
-sombras_ (BARBAD., _Alej. Camal._), _se le cubrió el corazón_ (CERV.,
-_Nov._ 1), _abrumado con_ (CORNEJO, _Crón._, 3, 4, 6), _cubriósele el
-corazón de un velo grande de tristeza_ (ARIAS, _Aprov. espir._, t.
-5, p. 2, c. 10). Otras se le antojó un cuchillo: _Era cuchillo que
-entrañablemente lastimaba su corazón_ (LA PALMA, _Pasión_, c. 8, 9).
-Otras cual viento abrasador que consume y agosta: _La tristeza le seca
-los huesos_ (ARIAS, ibid.) Otras carga que hace caer: _Venir cargado de
-luto_ (CHAIDE, _Magd._, p. 3, c. 25), ó algo que aprieta: _Oprimido del
-dolor_ (RIVAD., _V. de Cr._), _La congoja apretaba su corazón_ (ídem).
-Otras bebida amarga: _gustar tragos de amargura_ (ídem). Por manera que
-á propósito de un triste pasan por la fantasía sacos de harina, velos,
-brumas, cuchillos, vientos, cargas, tragos, cordeles, todo ello en
-gentil danza macabra, que si no espeluzna, hace soltar el trapo.
-
-Y este _soltar el trapo_ ¿qué mayor incongruencia? Pues no, ¡que
-el _creer á pie juntillas ó á puño cerrado!_ Pues todo eso es muy
-verdadero y filosófico, á la par que muy poético y mentiroso. Claro
-está que para reir á sus anchas no se ponen primero los marineros á
-soltar las velas, pero el que así se ríe es navío que corre á vela
-tendida por el mar de la felicidad y consigue llegar antes al puerto,
-que el triste ensimismado y cabizcaído que se arrincona en su casa. Ni
-los pies ni los puños son los que creen, pero el que cree no aparta un
-paso los pies de lo que le dicen y lo recibe sin mirarlo, pasándolo,
-como moneda, de puño á puño, y hasta á la faltriquera. Son verdades
-mentirosas y mentiras verdaderas.
-
-Tan mentira es _estar con el oído de un palmo_ (CORREAS, 1. _C_), como
-_tener blandos los oídos_ (TORRES, _Filos. mor._, l. 24, c. 12), cuando
-se trata del atender; pero el hecho de verdad es que lo alargamos un
-palmo haciendo del asno, para lo que nos valemos de la mano, y lo
-tenemos más blando que la cera, pues se nos imprime bien en él lo que
-oímos con atención.
-
-En este caso no hay metáfora, la oreja queda alargada un palmo con la
-mano, el sonido hace mella física en el oído como en blanda cera el
-punzón, ó en la placa ó rodillo fonográfico la misma voz. Casi estoy
-por decir que no existe la metáfora en el pensamiento ni en el habla, y
-que no nos valemos de conceptos y expresiones impropias, sino que todo
-es real y físicamente como lo pensamos y lo decimos. Por lo menos tal
-debemos sentir los que creemos que todo en el mundo es materia que obra
-por contacto físico, ó espíritu que se sirve, al pensar y al hablar, de
-la materia como de instrumento indispensable.
-
-No hay pensamiento sin entrechoque y trasformación química de la
-materia gris, y menos hay habla sin entrechoque y trasformación física,
-y aun química, de toda suerte de materias, desde el pulmón hasta la
-boca y el aire del ambiente, desde el oído que escucha hasta el cerebro
-que trasforma el movimiento sonoro en ideas.
-
-_Meter la pluma en lo religioso_ dijo por _escribir de cosas
-religiosas_ Fr. Jerónimo en el _Genio de la Historia_ (l. 2). Claro
-es que no se trata de meter una pluma de ganso en el pecho de los
-religiosos, como hacen ciertos anticlericales que no saben manejar
-más que la de otros mil que han repetido las mismas gansadas. Pero el
-bueno del fraile metía su pluma de ave en el tintero y la clavaba en el
-papel, la metía al escribir, y el tintero, el papel y lo escrito eran
-cosas religiosas, por simpleza que parezca decirlo, no sólo porque eran
-cosas del fraile, sino porque lo que escribía era asunto religioso. Y
-eso de asunto religioso no es cosa puramente moral y metafísica, es
-físicamente trasformación de masa gris en el cerebro, de sangre en la
-mano que lleva y mueve la pluma, y de otras muchas cosas.
-
-Ni deja por eso de haber metáfora ó traslación mental de idea á idea.
-La mente no se cuida de que en la realidad sea un hecho físico;
-ella relaciona dos ideas y salta de la una á la otra, considera _lo
-religioso_ como el tintero, y aplica el _meter la pluma_ á lo primero
-como ve que sucede en lo segundo. De hecho en el cerebro cada una
-de esas ideas es una molécula ó montón de moléculas grises, que al
-relacionarse las ideas se entrechocan, se saludan dándose una cabezada
-y quién sabe si se mezclan engendrando otra molécula representante de
-la nueva idea relativa. Lo físico no impide á lo metafísico, antes éste
-siempre va acompañado de aquél. _Pluma_, _meter_, _lo religioso_ se
-toman desde otro punto de vista, y estos cuadros así mirados resultan
-otros, con cariz distinto, resultan una pluma, un meter y un religioso
-metafóricos, que se han trasladado, que han pasado á ser otra cosa sin
-dejar de referirse á lo que antes eran. Metáfora es un referirse de lo
-nuevamente engendrado á lo que lo engendró, de una idea hija á una idea
-madre. La mente es gran engendradora de relaciones, pues á relaciones
-se reduce el pensar. Así el pensar es un relacionar, un metaforear; el
-pensamiento una relación, una metáfora. ¿Cómo podía ser otra cosa el
-habla sino una sarta de metáforas, como lo es el razonamiento? Si la
-metáfora es una mentira, lo es también el pensar. El hombre por ser
-pensador es el gran mentiroso. Otra vez el _omnis homo mendax_.
-
-¿No existe, pues, la verdad? Allá dentro de los seres, en el númeno,
-habrá su verdad ontológica; en el fenómeno percibido y en las
-relaciones entre esos fenómenos, ó en el pensar, llamamos verdad el
-pensar todos más ó menos de una manera, aunque ese más ó menos sea muy
-elástico: de hecho ya se ve que es una mentira. Y no se me tache de
-idealista ni de tradicionalista. _Tristes visiones mira_, dice Quevedo
-en la _Musa_ 7. ¿Por qué tristes? Porque á fulano le entristecen. Y
-¿por qué no le entristecen á mengano? Porque los dos llevan al mirarlas
-distintos anteojos. Las visiones no son, pues, tristes, sino la
-percepción de ellas en el estado anímico de fulano: subjetivismo puro.
-Dijera mejor _mira visiones y se entristece con ellas_. El acto de
-mirar y el de entristecerse son las únicas verdades, y esas en fulano;
-que en mengano no hay de qué, ni menos en mí que las escribo y en los
-lectores que las leen, que nos quedamos tan frescos. ¿Qué es eso de la
-verdad en este caso concreto? Un modo de mirar las cosas; luego, una
-relación. Y el relacionar algo es, es una verdad ontológica, como las
-demás del númeno.
-
-De hecho eso objetivo, la relación como algo objetivo, fuera de la
-operación psico-física, es menos que aire, es nada, es la visión y
-el sujeto que la mira, dos númenos: la relación sólo tiene la entidad
-lógica que le damos en nuestra mente objetivándola como si fuese algo
-físico proyectado en un telón de conferencias, es decir, en el telón
-fónico de las palabras, donde lo enseña el conferenciante que habla á
-los espectadores que le escuchan. ¿Qué es, pues, la verdad? Una cosa
-que no sabemos, pues á poco que queramos cogerla se nos desliza como
-anguila de entre las manos. Mientras no lleguemos al plano augoeide
-de los teósofos y permanezcamos columpiándonos bonitamente, es decir,
-haciendo la plancha en el plano austral, no haremos más que un papel
-ridículo. Los que se meten á filosofar pierden el equilibrio y se
-quiebran la cabeza, dando que reir á los que nos contentamos con tomar
-el aire dejándonos mecer acá y allá. Ese filosofar díjose _ventilar una
-cuestión_ que no admite polilla ni paja. La verdad dijo el poeta que
-voló hacia las estrellas. Dejémosla, pues, estar, que es tan intangible
-é invisible como Dios, porque no es más que Él. Todo lo demás es
-mentira, mal que les pese á los panteístas. _Omnis homo mendax_ por
-tercera vez.
-
-Ya irá viendo el lector que no jugueteaba yo con la ironía en mi
-precedente artículo, al tener por necedades las expresiones de los
-clásicos.
-
-Todos mentimos de lo lindo, aunque ellos hicieron raya y nos ganaron en
-este entretenimiento de muchachos. Porque muchachos somos de la cuna á
-la sepultura, y sólo deja de serlo un momento el que un momento tiene
-un destello de la luz de la verdad para ver que realmente lo es.
-
-_Derramar y disipar las santas reliquias_ dice Pedro de Rivadeneira
-(_V. de San Ign._, 1. 2, c. 18). No hay ramas ni disipación que valgan,
-fuera de la mollera que encerraba en lucia calva el bueno del Padre.
-¿Qué ramas, vamos á ver, se figuró el bendito autor, formadas por las
-santas reliquias? Si hubiera pensado en ramas, le hubiera parecido tan
-fuera de propósito que si á mano viene hubiera acudido á otro verbo.
-¿No pensó en ramas? No, es lo más probable. Pues entonces dijo lo
-que no quería, pues _derramar_, para mí al menos, su lector, cosa de
-ramas es; y decir lo que uno no quería es necedad de á libra y media.
-Además á mí me engañó, y fué, por lo mismo, un mentiroso. Mentiroso
-y necio es todo aquel que echa mano de los vocablos y se porta tan
-gentilmente como el P. Pedro. Lo malo es que ese lo somos todos al
-hablar, pues tomamos y damos las palabras como moneda corriente, sin
-mirarle la leyenda y menos pesar su plata y cobre, y menos fundirla
-para examinarla y cerciorarnos de que es buena y verdadera y tiene los
-quilates debidos conforme á la ley de aleación. ¡Aviados estábamos, si
-otra cosa hiciéramos! ¿No hacemos otro tanto con todas las demás cosas?
-¿Apuramos en el laboratorio cuanto llevamos á la boca? ¿Deshacemos el
-billete de banco para asegurarnos de si es paja de las eras ó pedazo
-de la camisa del Preste Juan de las Indias lo que se metió en la tina
-de donde salió papel para billetes de banco? ¿Hacemos un estudio,
-acompañados de dos ó tres ingenieros de quienes podamos fiarnos, del
-piso de la calle por donde vamos á pasar? ¿Sabemos si esos ingenieros,
-hoy fieles, no fueron ayer unos tunos de siete suelas, y que pudiera
-haberles quedado algo de sus antiguas malas mañas y pudieran engañarnos
-en el examen de la susodicha calle? Eso no sería vivir. Convengamos,
-pues, en que vivir es ser mentiroso y andar todo el día entre mentiras:
-la vida y el hombre que la vive son mentira sobre mentira; la verdad no
-habita por acá. Por cuarta vez _omnis homo mendax_.
-
-Cualquiera diría que esto es sermón de cuaresma, y no es más que pura
-filosofía, forrada de lingüística poética, es decir, mentira forrada de
-mentira. Pero, pues de ella no podemos prescindir, dispense el lector
-que le haya también yo engañado con este artículo, que es una mentira
-más, con tal de que conceda y vea que el lenguaje, el de nuestros
-clásicos á la cabeza, es una hermosa, filosófica y poética mentira
-y un vistosísimo tejido de solemnísimos disparates. Y si no lo cree
-así, comprueba con su incredulidad que, pues ó él ó yo nos engañamos y
-disparatamos, el mundo está lleno, á lo menos mediado, de engañadores y
-engañados, de disparates ó extravagancias. _Omnis homo mendax_, ó como
-cantó Hesíodo: _idmen pseudea polla legein etymoisin homoia_.
-
- [Ilustración]
-
-
-
-
- CRITERIO DEL CASTICISMO
-
-
- I
-
-Paréceme que esto de lo castizo en el habla es tan claro y tan llano,
-que por serlo tanto no lo han echado muchos de ver: acaece todos los
-días que por tender la mirada allá á lo lejos, cuando algo se busca
-con afán, se nos pasa por alto, teniéndolo menos de dos palmos de las
-narices. Los que se las echan de muy modernos, con serlo tanto como
-ellos cuantos hoy pisamos la faz de la tierra y haberlo sido para
-su hoy los que la pisaron en todo tiempo, torciendo el gesto á todo
-lo que huele á retórica añeja, oyen con pesadumbre hasta esta misma
-palabra de castizo, y estoy seguro que algún lector habrá doblado la
-hoja al leerla como epígrafe de estas líneas. No es, sin embargo,
-tan necio el león como le pintan, ni por más que á mí me vendan por
-lingüista y por amigo de lo castizo, estoy muy lejos en la manera de
-pensar de los que así se amohinan con sólo quererles hacer que miren
-un momento atrás. Todos nos reimos de las retoricadas de antaño; pero
-lo del casticismo, precisamente como yo lo entiendo, es cosa tan
-modernista, y si se quiere es cuestión tan étnica y social, que por eso
-no la alcanzaron los antiguos. Los estudios sociales y psicológicos
-de los pueblos han sacado al hombre de entre las instituciones
-rutinarias y convencionales, y lo han colocado al aire libre, en el
-campo, rodeado de la bullente naturaleza. Fuera dogmatismos cerrados,
-escuelas acartonadas, metafísicas empedernidas, fórmulas leguleyas. Y
-fuera trataditos de retórica, añado yo, Nebrijas y Calepinos. Hasta
-las ciencias más hondas del espíritu se han convertido en ciencias
-naturales; el soplo de la naturaleza, que es el de la verdad, ha
-henchido los pulmones de los sabios.
-
-La cuestión del casticismo no es una cartapuebla sobada y mugrienta;
-es un capullo por abrir, tan entera está y tan fresca. Lo nacional en
-el traje son las prendas que visten todos los de una nación y sólo
-los de aquella nación, digamos, entre españoles hasta la llegada del
-prosaico pantalón parisién, la capa, el zorongo, la faja, el calzón
-corto, y, según los gabachos, la navaja en la liga. Pues lo nacional en
-el habla, eso es lo castizo. Cuestión por consiguiente, de etnografía.
-Y si el hábito no hace al monje, es porque el monje es el que hace
-el hábito: la vestimenta no es la psiquis de un pueblo; pero son los
-rasgos exteriores de su fisonomía. Tampoco el idioma es el alma del
-pueblo que lo habla; pero es el ropaje sonoro con que se manifiesta
-afuera. Idioma pobre arguye poca capacidad; mucho préstamo de términos,
-pobretería y servilismo; falta de color y nervio, flema y sangre de
-chufas. En ciertas latitudes nevadas y nubosas no se concibe un pincel
-tan rusiente como el del Greco, el de Velázquez, el de Goya; ni una
-pluma tan aguzada como la del autor de la «Celestina», del «Quijote»,
-de la «Farsalia»; ni un despeñadero de tan honda y asentada idea ética
-como la de un Séneca, la de un Quevedo, de una Santa Teresa, un San
-Juan de la Cruz.
-
-Á todas estas manifestaciones puntiagudas y chillonas del arte ha de
-responder un idioma en nuestro pueblo de tan finos aceros, de tan honda
-osamenta, de tan recios nervios. Los vinos de Aragón ni agua admiten,
-no ya el sabroso agridulce de los vinos franceses: son en demasía
-broncos y cerriles, la misma azúcar por lo abundante cierra el paso á
-la fermentación alcohólica y quedan siempre montosos. Aguapiés y agua
-de cerrajas son ciertos idiomas de por ahí arriba ante el pizmiento
-castellano. Esa sangre negruzca y ardiente, que corre por sus venas,
-es su característica; eso, que lo distingue de las demás lenguas, es
-lo que llamamos castizo. En todo género de cosas apreciamos más lo que
-lleva más saliente su correspondiente nota propia. La personalidad en
-el estilo es el estilo de la persona del escritor; los que no lo tienen
-nos dan una gota de licor desleída en una tinaja de agua, agua de
-fulano tan parecida al agua de mengano como el agua al agua. ¿Por qué
-merece esotro el premio? Por haber llevado la nota de sobresaliente,
-saliéndose de la docena. Cuanto más saliente la nota característica de
-un idioma es más idioma, y si ninguna trae deja de ser idioma. «Yo no
-me cuido de casticismo»: salida tan sandia como la del pintor que nos
-viniera con que él no entiende ni quiere entender de colores. Es pintor
-que quiere pintura, pero que lo mismo zambulle su brocha en el cieno
-de la calle que en su paleta: no le importa ésta un bledo. Yo no trato
-más que de expresar lo mejor que puedo mi pensamiento, dice un escritor
-enemigo de casticismos. Pues el casticismo no trata de enseñaros más
-que eso, los matices y combinaciones de los colores.
-
-Enhorabuena que por instinto acertéis en cada caso con el más á
-propósito; pero ¿no ahorraríais tiempo, trabajo é incertidumbre
-estudiándolos bien de antemano, formándoos un criterio cierto de lo que
-es castizo y propio? Los españoles hemos siempre pecado en este punto.
-Esta falta de disciplina y reflexión se llama filosófica y vulgarmente
-«pereza».
-
-Hoy saldrá del taller una obra maestra; mañana una mamarrachada. ¿Cómo
-se llaman esos artistas tan geniales como poco precavidos? Lope y
-Zorrilla, Goya y todo escritor de pura raza española.
-
-Pero volvamos al propósito. Escojamos de la balumba del Diccionario los
-vocablos y modos de decir usados en toda España, y que sólo se usan en
-España: ese es el caudal castizo del castellano. Hacer esa elección no
-es tan hacedero. Los retóricos y gramáticos que se enojaban al notar un
-galicismo, jamás se pusieron á hacerla. El casticismo para muchos no es
-más que eso, el criterio es hoy en día el mismo que entre los antiguos
-gramáticos y retóricos: razón tienen los modernistas que menosprecian
-tales niñerías. Evitar en un escrito todos los pecadillos contenidos
-en los mandamientos de Baralt, es como cepillarse la ropa para quitar
-de encima las motitas que le han caído estando en la percha; pero la
-ropa puede ser de uno ú otro paño, y de hechura tan bien entallada y
-elegante como descuidada y de estrafalario corte. Dejáos de motas, que
-de lo que se os burlarán será de lo otro.
-
-Descartados los galicismos y neologismos burdos innecesarios, aún
-quedan las tres cuartas partes del Diccionario, que no es más que
-borra y tan castizo castellano como el que habló el Preste Juan de
-las Indias. Esto sí que no lo alcanzaron creo que jamás los gramáticos
-ni los escritores españoles, por puro llano y claro, salvo escasísimas
-excepciones.
-
-Castizo para muchos es sinónimo de antiguo: por manera que, conforme á
-esto, más castizo es Berceo que Cervantes; y, sin embargo, Berceo es
-de los escritores menos castizos que conozco. Escribió en un lenguaje
-medio castellano y medio latino, tomó la mayor parte de su caudal
-léxico, no de labios españoles, sino de los libros de clérigos y
-escribas. Blasfemia parecerá á los que no distinguen por sus cabales el
-elemento castellano, que sin duda era el que usaba el pueblo riojano,
-entre quienes escribía, del elemento artificial que las gentes de
-letras se habían malamente confeccionado para cuando tomaban la pluma.
-Y véase aquí lo que hace el criterio acerca del casticismo. Aquellos
-escritores medioevales tenían por cosa muy asentada que lo que hablaba
-el pueblo era un latín corrompido, y que, por consiguiente, no debía
-escribirse sino en un latín algo mejor. Lo malo es que ni sabían cuál
-era el buen latín, y así se habían ido fabricando uno, que no fuera
-tan difícil de aprender por parecerse al habla vulgar, y que, sin
-embargo, no fuera tan corrompido como ésta, no tan cerrado como el
-latín ni tan mocoso como el romance de los patanes. Á eso llamaban
-román paladino, que, por más que dijeran, era el que empleaba cada
-cual para fablar con su vecino, no había tal, ni por pienso. Abro el
-diccionario de Berceo á ojo: _plenero_, _pleno_, _pleytesía_, _plogo_,
-_plorar_, _ploroso_, _pluvia_, _pluia_. Nada de eso es castellano, y
-es imposible que el pueblo, cuando cada cual hablaba con su vecino,
-dijese _pleno_ y _lleno_ indistintamente, _plorar_ y _llorar_, _pluvia_
-y _lluvia_. _Lleno_, _llorar_ y _lluvia_ es como los riojanos decían
-entonces, dicen ahora y habían dicho no pocos siglos antes. Esos
-terminajos _pleno_, _plorar_, _pluvia_, son del mal latín que hallaban
-en los escritos y que les parecían más bonitos que _lleno_, _llorar_
-y _lluvia_. Tal es el criterio medioeval acerca del casticismo. Lo
-_ploroso_ es que criterio tan monacal é infantil prevaleciera en la
-misma época del Renacimiento y prevalezca todavía hoy entre los que no
-calan una cosa tan recóndita como es que lo castizo de un idioma es lo
-propio del idioma, y lo poco castizo es lo ajeno al idioma, aunque ese
-ajeno sea mal latín ó buen latín. Lo propio del rabadán es su pellica y
-cayado, y sería muy de ver qué tal le caía y ajustaba andando con sus
-cabras el uniforme de capitán general, aunque todos, incluso el mismo
-rabadán, sabemos que el tal uniforme es más lucido y rico que la sebosa
-pellica. Por supuesto, que no doy por averiguado el que la lengua
-latina sea lengua con entorchados y la castellana lengua velluda y
-cazcarrienta.
-
-Nada de lego tenía el autor de la maravillosa _Comedia de Calixto y
-Malibea_, y por lo mismo, en la primera página comienza su erudito
-protagonista á emplear voces como _natura_, _perfeta_, _inmérito_,
-_incomparablemente_, _sacrificio_, _complir_, _sanctos_, etcétera,
-etc., que tienen tanto de castellano como yo de chino. Verdad es que ni
-Celestina ni Parmeno ni la demás gente non sancta que anda por allá,
-habla así: porque son, á pesar de todo, españoles, con cuatro dedos de
-enjundia de casticismo rancioso; que, á haber hablado tan á lo señor
-como sus amos, no lo fueran, ni la Comedia valiera lo que vale.
-
-Si castizo no es lo opuesto á neologismos innecesarios y no es lo viejo
-y rancio, ¿qué podrá ser?
-
-Pues, repito que lo propio, lo _idiomático_ del _idioma_, y cuanto más
-exclusivo sea, será más castizo. Un verbo derivado del latín podrá
-hallarse en francés, en italiano y en castellano, y aun con el mismo
-valor. Si lo usan todos los españoles, castizo será; pero lo será
-más otro que, empleándolo italianos y franceses, tenga en España un
-matiz diferente, porque esa diferencia es el sello nacional, que lo ha
-diferenciado; y todavía será más castizo otro que ni con diferente ni
-con el mismo significado se halle en Francia ni Italia, porque en este
-caso todo él se fraguó en España, lleva el sello español, no ya en la
-superficie, en una distinción del significado, en el cuño, sino en toda
-su hechura y en los materiales y ley de la aleación.
-
-De estos tres casos, en el segundo, lo castizo, ó digamos lo propio y
-exclusivo de España, no puede venir de muy atrás: es agua derivada de
-la misma fuente latina, que toma cualidades propias en cada terreno,
-en Francia, Italia, España. En el primero, cuando ni aun ese sabor del
-terruño lleva consigo, sino que en todas partes es el mismo vocablo y
-con idéntico sentido, bien podemos pensar que se trajo ayer mismo del
-latín por los eruditos. En el tercero, ramas, tronco y raíz, corteza
-y médula, saben á español. ¿De dónde se deriva el árbol? Para los que
-conocen mis teorías, nada más obvio: es vocablo ibérico, nacional de la
-primitiva época.
-
-Todas estas simplezas lo son tanto, que repito que no las han visto
-nuestros autores. Hoy hace el gasto el verbo _saciar_ para expresar lo
-que todos sabemos. En los siglos XVI y XVII estaba en muy poco aprecio,
-mayormente aplicado á cosas intelectuales, y es que se ha traído
-del diccionario latino; si fuera común en España desde los romanos,
-hubiera sonado _sazar_. Nuestros clásicos preferían _hartar_, _ahitar_,
-_llenar_, _satisfacer_. De éstos, _satisfacer_ gustaba por lo nuevo á
-los escritores, pero no usándolo el pueblo, es claro que tampoco era
-muy castizo, como lo dice su misma forma, puramente latina. _Llenar_,
-ya era más español, pasó al castellano desde los primeros tiempos. Tal
-indica su fonetismo, pues _lleno_ de donde salió, viene de _plenum_,
-como _llorar_ de _plorare_, _llano_ de _planum_, y no menos su
-significación concretada de la genérica que tuvo _plenum_, y aun tienen
-_lleno_ y _llenar_. El gran orador y obispo aragonés de Barbastro Fr.
-Jerónimo Bautista Lanuza empleó más que nadie el verbo saciar en sus
-_Homilías sobre los evangelios_, 1621. Pero más castizos son sin duda
-_hartar_ y _ahitar_. _Hartar_ de _harto_, es el _fartum_ latino, venido
-á España en la época romana, y así lo usaba el pueblo lo mismo que los
-eruditos. Si lo comparamos con _ahitar_, no hay quien no eche de ver
-que éste encierra una fuerza y un colorido que deja oscurecidos á los
-otros. Al oir _ahitarse_ ó _ahito_ se nos van los ojos á la garganta, y
-nos decimos _éste está hasta aquí_, y ese _aquí_ es el que señala todo
-español con el dedo. En Correas leo: _darse un papo_, _una hartazga_;
-en Quevedo: _estoy hasta el gollete_. _Ahitarse_, _papo_ y _gollete_
-son tan gráficos como el _hasta aquí_, y sinónimos de todo punto. Este
-cuadro naturalista, no menos que el otro del dicho de Correas: _darse
-una ventrada_, y el popularísimo _sacar el vientre de mal año_, son
-exclusivamente españoles. Eso es lo castizo. _Ahitarse_ y _ahito_,
-_papo_ y _repapilarse_ ó _empapizarse_, no son de origen latino, sino
-ibérico. _Vientre_, que viene del latín, es muy español; pero nadie
-negará que lo son mucho más _papo_, _panza_, _pancho_, _tripa_, todos
-ibéricos.
-
-Si de entre estos vocablos hubieran de escoger tres autores, pongo por
-caso Granada, Santa Teresa y Lope de Rueda, á buen seguro que Granada
-se quedaría con _satisfacer_ y _vientre_; la santa, menos erudita,
-bien que algo mirada, daría la ventaja al _hartarse_ y al _papo_, y el
-para mí primer cómico español Rueda diría á boca llena, sin melindres,
-porque sin melindres lo dice el pueblo y lo que el pueblo dice es lo
-más sano y natural: _panza_, _pancho_, _tripa_, _ahitarse_ y _hasta
-aquí_.
-
-Claro está que los que escriben son los eruditos, y que por tales
-quieren pasar; por el consiguiente, no es de maravillar que lo más
-castizo quede postergado, y que al _regoldar_ ibérico de Sancho
-prefieran como curiosos y limpios el latino _erutar_ de Don Quijote, ó
-el más latino y menos español _eructar_. Por supuesto, que tan limpio y
-curioso es lo uno como lo otro, ni los romanos dejaban de regoldar tan
-feamente como los españoles cuando el caso llegaba, y su vientre no era
-más de azucenas que la panza y las tripas de esta tierra de garbanzos;
-pero el hombre vive de fantasías y embelecos, y más las gentes de
-guantes y levita, hechas á no llamar al pan, pan, y al vino, vino, como
-los aldeanos que beben puro y sin mezcla el aliento de la naturaleza.
-
-Por este camino el castellano va perdiendo su color, marchitando su
-fragancia, borrando su sello nacional, deshaciendo lo que tiene de
-castizo, de genial y propio. El idioma se convierte en lingua franca,
-gálico-latina, de fácil manejo para el comercio y para darse á entender
-con extranjeros, pero muy poco estética y menos varonil para el arte y
-la vida. Porque la vida no se encierra en la bolsa ó aduana, sino en
-la conversación ordinaria, en la cháchara familiar, en el palique de
-estrados, portales, rejas y plazas.
-
-De aquí que las comadres del barrio y los tíos del soportal de la
-parroquia sean para mí y para todo el que entiende algo de arte ó
-aprecia un grano de la naturaleza más que cien arrobas de artificioso
-pedantismo, los que más castizamente conservan el castellano, los que
-mejor lo parlan y los verdaderos maestros de lingüistas, escritores y
-académicos.
-
-Saber francés, latín y hotentote, cosas son harto buenas para otros
-menesteres, y aun para conocer á fondo el mismo castellano; pero cuando
-para hablar castellano castizo ó para formarse un criterio cierto del
-casticismo sólo sirven de embarazo, como suele suceder, de desear sería
-que nos olvidásemos del hotentote, del griego y del latín. Y no hay
-para qué aspaventar, porque no hay novio, por lo menos de los que yo
-conozco, que le importe un ardite la cara más ó menos apabullada de
-su futura suegra, con tal que sea linda la de la polla. Cuando hablo
-ó escribo castellano, viene á decir Valdés en no sé que folio de su
-_Diálogo_, procuro olvidarme del latín. No faltaba más, sino que un
-ochentón, como el castellano, más que diezdoblado, no supiera todavía
-andar sin andadores y sin su ama de cría al lado, repiqueteando las
-sonajas.
-
-Yo no digo que prescindamos de todo punto de las millaradas de vocablos
-latinos que ya han tomado carta de naturaleza en la literatura y aun
-en el habla de las personas cultas. Lo que sí habíamos de hacer los
-amantes del castellano, es menudearlos lo menos posible, cerrar la
-puerta á otros infinitos que nos pretenden introducir los que sin saber
-latín se entretienen en hacernos creer que lo saben, y sobre todo
-apurar y acrisolar nuestro criterio acerca del casticismo, estudiando
-nuestro caudal léxico, para poder dar la preferencia á lo más
-idiomático, á lo que se amolda á nuestro fonetismo, y á los radicales
-exclusivos españoles, que son los más pintorescos y robustos por lo
-mismo que llevan la estampa de la fantasía y del corazón de nuestro
-pueblo. Tal es el secreto de los grandes hablistas, conocedores de su
-hacienda, que tienen á gala pasarse la vida desentrañando el tesoro
-que nos legaron nuestros padres y en él el alma entera del pueblo
-español, no por prurito de desempolvar vegestorios, sino de sacudir de
-nuestro idioma la polilla galiparlera que la ignorancia y pisaverdismo
-ha puesto de moda, sometiendo nuestra rica lengua, como todo lo demás,
-al yugo extranjero. Los pueblos y los individuos son grandes, cuando
-libres de ajenos arrimos rebosan de vida propia, cuando llegan á ser
-verdaderos caracteres, ingenios que se levantan sobre el rebaño de las
-medianías.
-
-
- II
-
-Á nada conducen patrioterías halagadoras de hueras vanidades, si no es
-á acallar con fanfarronadas el grito interior de la propia flaqueza y
-á colorear la falta de sangre con postizos afeites; pero también harto
-nos hemos querellado y hecho alarde, más de lo que se nos pedía, de
-nuestro abatimiento y desgracias.
-
-Ciertas ráfagas de nuevos alientos corren ya entre los escritos de
-nuestros autores, y la mejor señal para mí de que los desmayos pasaron
-es advertir que se va cayendo en la cuenta de que no estamos tan
-muertos, ni aun tan maltrechos como nos figurábamos ó nos hicieron
-figurar, y de que abriendo los ojos al pasado nos vamos persuadiendo
-de que nuestra gente ha valido y sido y hecho algo en el mundo, de
-que también hemos tenido nosotros por acá algunas cosillas no de
-menospreciar del todo. Un pueblo que reconoce su valor, sea el que
-fuere, y que alimenta esperanzas y fantasea ideales dignos de sus
-mayores, no es un pueblo muerto ni herido de muerte.
-
-He dicho esto, abriendo toda la trompetería á propósito del revivir que
-se nota entre nuestros jóvenes escritores á las letras castizamente
-españolas. Ya no hay aquí ni un modernista. Fué un sueño de verano
-eso del modernismo, que dejó como embriagados á unos cuantos mozos
-hambrientos de ideal, al creerlo hallar en los últimos ecos acá
-llegados de las escuelas en descomposición de París. ¡Quién sabe si el
-manco de Lepanto al hacerles volver atrás la vista con su Centenario
-los despertó de ese sueño y les hizo parar mientes en nuestras cosas
-de antaño, donde pudieran á poca costa descubrirse soterrados mineros
-de invención genuinamente nacional, y hacer brotar frescos raudales de
-aguas que ya corrieron y dejaron cegar los galicistas del siglo XVIII!
-Lo cierto es que á la par de la oscura labor con que nuestros eruditos
-labran sus panales, editando libros clásicos antiguos en abundancia
-que sorprende, tomo tras tomo, biblioteca tras biblioteca, que no se
-dan manos editores y libreros, la florida juventud que se estrena
-con artículos sueltos en revistas y periódicos y aun alza el vuelo
-hasta llenar libritos de poesías, cuentos y novelas, más preñadas de
-ricas esperanzas que de madura mies, ha dado en poco tiempo una vuelta
-redonda, y ya no se va tras los oropeles de allende con el afán de
-antes; ganosa de loable novedad sale al campo á escuchar las voces de
-la naturaleza, requiere las aldeas y ciudades de provincia para conocer
-á los hombres como ellos son, y acoge codiciosa cuanto los más leídos
-descubren en nuestros viejos libros, ya voces de buena cepa y maneras
-de decir lozanas á vueltas de su antigüedad, ya ideas de nuestros
-peregrinos é inagotables ingenios.
-
-Ateniéndome al lenguaje castellano, mi anterior articulillo _Criterio
-del casticismo_ comprueba esto mismo; tanto, que me ha vuelto á poner
-la pluma en las manos para desenvolver algunas cosas que en él apunté
-y me han pedido declare más despacio. Sin merecerlo, por sus modestas
-pretensiones, el articulejo parece que ha hecho vibrar la cuerda patria
-en algunos, y cuando esa cuerda ha respondido al unísono, de creer es
-que no está tan destemplada. Siete cartas, amén de las felicitaciones,
-sinceras ó de cumplido, de amigos y conocidos, han llegado á mis manos,
-y todas se resumen en darme á entender que mi idea les paladeó el
-gusto, dejándoles con gana de algo más. ¿Cómo podríamos encauzar los
-deseos de muchos que sienten la necesidad de españolizar la literatura
-y el lenguaje literario, que quisieran conocer, sin meterse en hondas
-disquisiciones, cuáles son los vocablos y modos de decir castizos, de
-cuño verdaderamente español, fraguados por la fantasía y el corazón de
-nuestro pueblo?
-
-En esto se cifra el contenido de las cartas á que aludo y á esto
-quisiera yo responder en este artículo ó en otros que me barrunto
-habré de enhilar á poco que me dilate. No es tan hacedero, escribía
-yo, distinguir lo castizo de lo no castizo, mayormente desconociendo
-tantas lenguas antiguas y modernas, como son las que rodearon desde su
-cuna al castellano, y han influído y están á la continua influyendo
-sobre él en bien ó en mal. Ello es que requeriría un estudio muy al
-por menudo de nuestro caudal léxico. No á la manera tradicional de
-los diccionarios, especie de museos, donde se hallan amontonados toda
-suerte de cachivaches fuera de su propio lugar, sin que pueda acertar
-el lector, si es que no lo sabe, el manejo y papel de cada uno en el
-habla real, corriente y moliente; sino apurando el origen y mudanzas
-de los vocablos fónica y semánticamente y con citas de autores, en las
-cuales se viese su valor y empleo. Por la fonética se vería cuáles eran
-las voces que llevaban el sello de nuestro fonetismo, y cuáles las
-traídas en bruto de fuera. Por la semántica nos entraríamos recorriendo
-el hilo de las mudanzas metafóricas de las voces al través de los
-tiempos, hasta el obrador donde la metáfora se hila y se teje, que
-no es más que lo íntimo del alma española, de esa fantasía, cabeza,
-corazón español, llámesele como se quiera, donde arraigan el sentir,
-el pensar, el querer, el fantasear de ese todo lógico llamado España.
-Este cernido y desmenuzamiento psico-fisiológico, fonético-semántico,
-que hoy llaman análisis fonético y psicológico, pondría á descubierto
-el alma toda española, tal cual en nuestro idioma se refleja y retrata,
-y nos aseguraría y abonaría el criterio que habíamos de tener en el
-elegir de los vocablos, frases y construcciones.
-
-Estudio semejante no se ha hecho de lengua alguna; pero lo creo de
-tanta monta y gusto, que no me despido yo de emprenderlo y llevarlo
-hasta donde mis flacas fuerzas alcanzaren. Entonces conoceríamos cuál
-es la finura y delicadeza de oído de nuestra raza, cuáles los colores
-que se pintan en su fantasía, cuáles los sentimientos que bullen en su
-pecho, cuál la profundidad de su pensar y manera de ver las cosas, el
-_Weltansicht_, digámoslo á la alemana con Humboldt, el panorama del
-mundo que la nación se forma, según sus pensamientos y deseos, como se
-lo forma al respecto cada individuo, según los alcances de su cabeza y
-de su corazón.
-
-Entretanto, hay una piedra de toque para distinguir lo castizo de lo
-que no lo es. Ya la apunté en mi artículo anterior y voy á declararla
-algo más detenidamente. El mismo nombre de idioma lleva en cifra el
-criterio del casticismo. Díjose idioma el habla particular de un
-pueblo. El pueblo lo formó en cuanto pueblo; no fulano ó mengano.
-Es su propiedad, el retrato de su interior. ¿Quién ha de ser, pues,
-el maestro que lo enseñe y sepa discernir lo castizo y propio de lo
-extraño y ajeno, sino el pueblo? Pero ¿qué es el pueblo? ¿Las personas
-cultas, las cuales según las gramáticas todas (página primera) nos
-dicen que son la norma del buen decir? Pueblo es, desde el rey,
-inclusive, hasta el último gañán de cortijo; pero aquí solamente cuando
-hablan como puros españoles, no como más ó menos sabidos en francés,
-ó como más ó menos enamoriscados del latín y del griego. Sólo que
-las personas cultas, con esos enamoramientos, andan embelecadas, y
-ofreciéndoseles tres caminos, el trillado español, el abierto por la
-moda francesa y la antigua calzada romana, echan por uno de estos dos
-últimos, dejando el primero que lo chacoloteen los patanes. Para decir
-lo que siento y saben todos muy bien sabido, ese dictamen gramatical
-lo que preconiza como dechado de hablar y escribir, es lo culto, lo
-que se aparta del habla común de las gentes que no escriben y si leen
-lo hacen á trompicones ó tomando, como el aldeano del cuento en casa
-del óptico, el periódico al revés. En puridad, pues, el tal dictamen y
-precepto ha de volverse también patas arriba para que sea valedero.
-
-¡Horror! ¡Hablar como los tíos! Sí, señores míos, con perdón del que
-no lo sea, como los tíos! Entendámonos, y amohínese el que guste, que
-por mucha mohina que tome, no dejará de ser cierto que el pueblo que
-hizo el idioma es el único que tiene en él vara alta; ó bórrese del
-Diccionario el término _idioma_, con que lo bautizaron los mismos
-eruditos, arrastrados por la naturaleza misma á desmentir esos espantos
-y alharacas. Para curarles de ellos con otro espanto mayor, como con
-otro clavo, voy á saltar de la lingüística á la agricultura, que
-no será más que rodear el terreno de lo castizo por otro cabo. Los
-labriegos españoles, la gente campestre, los tíos, son los verdaderos
-maestros de la agricultura española. Y ojo con no espantarse, porque
-sería triste caso de supina ignorancia, el cual con todo es de temer
-que se dé, si para alguno fuese cosa del otro jueves que los españoles
-han sido en todo tiempo los grandes maestros de cultivar la tierra,
-los maestros de romanos, árabes y europeos. Y esos maestros claro está
-que han sido los tíos. No suelte nadie el trapo, repito, que quedaría
-graduado de ignorantón á carta cabal. Y no me amenacen los peritos y
-agrónomos y los peritoagrónomos y otros profesores de agricultura al
-menorete de Institutos y Escuelas con echarme á la cara centenares
-de cartillas agrarias, millares de teorías agronómicas, colecciones
-á pasto de Gacetas, proyectos de granjas modelos, Diccionarios
-enciclopédicos de agricultura, revistas de ídem, y toda la balumba de
-papeles que de eso se han escrito desde los tiempos de Carlos III.
-Porque, sin meterme en más dibujos, sin tenerles que decir bobería
-tamaña como la de que la Moncloa no es Campiel, ni las riberas
-del Guadalquivir, ni las huertas de Murcia y Valencia, todos esos
-papelorrios se revolverán desagradecidos contra ellos al soplo de una
-sencilla, natural y nada estudiada carcajada mía, con que los habré
-de recibir, si soy español de casta, que creo que sí. Porque con esa
-carcajada han despedido bonitamente de todas partes nuestros labradores
-á los agrónomos, que cargados de mamotretos, aparatos con tornillos y
-torniquetes, y de dietas, que es lo más sabroso, han ido, enviados por
-el Estado, á enseñarles á ellos, los tíos. ¡Y esto tiene miga! á los
-tíos, digo á los baturros de mi tierra, á los del zorongo de entrambas
-riberas, del Ebro y Jalón, á los de la anguarina de Navarra y Rioja, á
-los de los zaragüelles de levante, y basta. Llegaron, bien así como
-llegaban un siglo ha los granaderos franceses á enseñarles justicia,
-derechos y civilización, llegaron; y después de tanto pompear y
-pavonear, tras tanto ruido y estruendo, hubieron, cuitaos, de volverse,
-rabo entre piernas, dejando en los viñedos repastándose á mesa puesta
-muy á su sosiego y sabor, todas esas animalias (gusana dicen los tíos)
-que con tanta furia iban á descastar. En aquel entonces soltaron los
-tíos la carcajada, que aún no la han recogido, que para rato tienen,
-porque las remesas de gente adietada se suceden que es un descalzarse
-de risa para los unos, y un ir y venir y un tomar y dejar planes y
-papeles para los otros.
-
-Pues, señor, que con cuatro ó cuatro mil nociones sobre terrenos y
-cosechas ideales y aéreas, se nos vuelve un mozuelo al pueblo, donde
-le vieron en la edad de los tres bolsillos, sin entender jota de cosas
-que los viejos traen en las uñas y en los callos de sus manos de medio
-siglo atrás, y pretende el muy estirado y guapo volver de arriba abajo
-lo que tienen sabido y resabido los vecinos, que así lo aprendieron
-de sus tatarabuelos, y éstos de sus trasbisabuelos hasta Alonso
-de Herrera, el primero que trató de agricultura en la Europa moderna
-sudando más en sus fincas paternas de Talavera que en su escritorio,
-hasta los escritores árabes de agricultura, que por boca de Iben Galib
-y de Almaccarí se dan por discípulos de los españoles, en fin, hasta
-Columela, y aquellos famosos turdetanos é iberos, tan tíos como los
-de hoy. Y luego nos vendrán con lo de la rutina, la testarudez, la
-superstición y la ignorancia de los tíos!
-
-Recuerdo que el maestro Clarín, una de las tardes que charla charlando
-nos pasábamos, él enseñando sin pretenderlo, yo aprendiendo como quien
-no quiere la cosa, lastimándose de las ligerezas juveniles en que
-había caído al tratar de puntos religiosos, me dijo estas palabras
-que se me quedaron hondamente clavadas, porque eran fruto sazonado de
-aquel profundo pensador: «Hay que tentarse mucho la ropa, y yo cada
-vez tiemblo más de hacerlo, en eso de hablar sin ton ni son contra
-una institución, que ha pasado ilesa al través de tantos siglos y de
-tantas inteligencias superiores, á lo menos tan entendidas como las
-nuestras». Profundo respeto me infunden á mí todas las cosas populares.
-_Vox populi, vox naturae putanda est._ Por algo harán los tíos lo
-que hacen. Fruto es de infinitas experiencias de los siglos, de las
-generaciones que pasaron, de hombres, que no somos nosotros más que
-ellos, que ponían todo su interés en granjear lo más posible con su
-terruño, que conocían, si no todos los terrenos en teoría, el suyo
-cada cual en concreto, y el clima, y lo que lleva ó no lleva el pedazo
-de tierra que heredaron de sus padres. No digo que no sufra mejoras
-la tradición española, pero á bien que ella y nuestros labradores
-merecen todo respeto y reverencia. No así como así puede decirse que
-tal máquina, tal rotación, etc., es buena para tal tierra y su colono,
-que en correaje gastaría más de lo que saca, aun dado que fueran cosas
-apropiadas y tan buenas en concreto como lo son en general en las
-lucubraciones de los sabios. Las cosas del pueblo arraigan muy hondo,
-donde quiera que se ve la mano del hombre en común, hay que ver la
-fuerza del instinto humano, de todos los individuos mancomunados de
-un pueblo, y ese instinto es algo tan natural como las leyes físicas
-del universo y tan sabio como el instinto en los animales y plantas,
-y algo más, si el hombre vale algo más que todo eso. Y al aplicar el
-cuento al idioma, téngase presente que éste es la obra de las obras del
-hombre y del instinto social, no de uno ú otro individuo. El idioma
-es lo más sagrado que existe de tejas abajo, pero con tal que sea
-ese idioma fabricado instintivamente por toda una raza. Es el fruto
-de la inteligencia humana colectiva, lo más precioso que florece en
-la naturaleza. La sabiduría de todas las Academias y filósofos es un
-grano de anís delante de la sabiduría que encierra, como su meollo,
-el idioma. Que el arte literario, al aprovecharse de esa habla vulgar
-busque maneras de combinar los materiales, como las demás artes, es
-cosa que se cae de su peso; pero no lo es el que se eche mano de otros
-materiales extranjerizos ó el que se tome por módulo el módulo latino
-ó francés, como hacen los cultos. El pueblo es, pues, el maestro del
-idioma, es la piedra de toque del casticismo.
-
-
- III
-
-¿Fueron castizos nuestros clásicos, quiero decir, los escritores
-alistados como tales en el Diccionario de autoridades de la Academia,
-con buen golpe de otros allí omitidos? Desentrañemos el vocablo
-_castizo_.
-
-Doble valor, activo y pasivo, suelen tener los adjetivos castellanos
-acabados en _izo_. _Espantadiza_ es la bestia que se asombra y espanta;
-pero no es menos _espantadizo_ lo que causa espanto y asombro, y así
-pudo decir Cabrera de la ley de Moisés que fué _espantadiza y de
-temor_ (pág. 292). _Castizo_ llamamos á lo que viene de casta; pero
-no lo es menos lo que la produce, por lo cual Herrera escribió de las
-palomas: _que sean muy castizas, de muchas crías_ (l. 5, c. 34); y de
-los toros: _Si el señor de las vacas procura tener buen toro castizo_
-(l. 5, c. 42). Es, pues, _castizo_, lo que viene de casta y lo que la
-engendra, y sin duda estos dos casticismos, de atrás y de adelante, de
-pecho y espaldas, que coge á todo el individuo, es todo uno, es decir,
-que si de casta le viene al galgo el ser rabilargo, rabilargos y no
-rabicortos saldrán los galguillos.
-
-Estéril es la mula, digamos en castellano _mañera_ ó _mañosa_, sin
-casta, porque tampoco la tuvo en sus padres, fué descastada. Lo híbrido
-ó mestizo es un producto teratológico, aislado, que sale del hilo de la
-corriente natural, es algo pasiva y activamente no castizo. Terciando
-en la generación de todas las cosas el espacio y el tiempo, castas se
-dan que desdicen, decaen y degeneran, se descastan, así como otras
-van criándose poco á poco merced á las apropiadas condiciones que las
-rodean.
-
-Los merinos españoles han descaecido y venido á menos al salir de
-España, y aun en España, trocadas las condiciones y privilegios de la
-mesta; mientras que en Inglaterra, los esmerados y prolijos cuidados de
-una sabia zootecnia han dado castas de caballos, cerdos, perros y otros
-animales acomodados al intento que se pretendía.
-
-Las obras de arte más calificadas han sido las más castizas, por el
-arraigo mayor de los autores en el terreno de su propia raza y época y
-de su propia personalidad, y al mismo tiempo por lo fecundas en alentar
-y dar vida á otras muchas posteriores, es decir, por su ascendencia
-y descendencia, por su casticismo pasivo y activo. El original y
-sugestivo Unamuno ha tratado lindamente de lo segundo en un artículo
-de _Los Lunes de El Imparcial_. «Lo más grande de la obra de arte»,
-dice, «es que sirve de incentivo para nuevas obras de arte; apenas hay
-grande obra poética que no tenga copiosa y dilatada descendencia». Es
-el casticismo activo, mirado por delante. El pasivo, mirado por detrás,
-consiste en que la obra arraigue en lo más hondo de la personalidad del
-escritor, que si éste es español de pura sangre, por el mismo hecho,
-arraigará á la par en lo más hondo é ingénito de la raza española.
-El casticismo está, pues, entre pecho y espaldas, en el corazón del
-artista y de su raza. Y cuanto más personal, más suya, sea la obra, más
-de Fulano y más española, será á la vez más trascendental, más humana,
-traspasando las lindes del individuo y de la nación. Don Quijote y
-Sancho son dos retratos personalísimos del alma de Cervantes, y del
-alma española, y por eso lo son de todo el linaje humano y de cada uno
-de sus individuos.
-
-La razón es clara: en lo hondo de la personalidad y de la raza es
-donde asienta lo universal humano, porque allí está monda y limpia
-la naturaleza, la cual es una, de manera que la naturaleza humana se
-espeja en la nacional y en la individual, tanto más cuanto más hacia lo
-hondo las miremos, como se espeja tanto más diáfana y límpida la luna
-en la sobrehaz de las aguas de un pozo, cuanto más hondo y envuelto en
-tinieblas.
-
-Nuestros clásicos fueron grandes artistas; pero digámoslo sin rebozo,
-lo fueron á medias. No son aquellos trozos arrancados del pentélico
-y labrados por las castizas musas del Pindo ó del Parnaso. De esos
-montecillos distan bastante el Pirineo y Sierra Nevada. Estamos en una
-península codiciada de todas las gentes, que la han ido barriendo,
-sembrando á su paso semilla de perfumadas rosas y de emponzoñado beleño.
-
-En el siglo XVI eran harto andariegos nuestros padres, y por más que
-cual señores paseasen la Europa y el mundo, algo se les había de pegar
-de fino oro y de mentido oropel en sus azarosas correrías. Ello es
-que la savia nacional, alquitarada por el aislamiento y rudo vivir
-cercado de luchas durante ocho siglos, pujaba recia y bullidora, y si
-el espacio y el tiempo le hubieran favorecido, el ancho y rico follaje
-que al soplo del Renacimiento brotó como por ensalmo, podía haber sido
-gloria y prez de la raza, á ser castizo del todo y por todo: la España
-del siglo XVI podía haber sido, como ha dicho alguien, la Grecia de
-los tiempos modernos. Pero no fué así. Desmañados podadores desceparon
-las más briosas de sus ramas, menospreciando su pujanza por demasiado
-bronca, vulgar y cerril, quiero decir que lo más sano de la Celestina
-y de Lope de Rueda fué apartado á un lado por los más enguantados
-escritores. En cambio injertos desproporcionados de peregrinas
-literaturas dieron abigarrada mezcolanza de hojas y frutos al árbol
-nacional. Despego y menosprecio de lo de casa, ciega admiración de
-lo de fuera: cosas son que se echan de ver no sólo en los frutos
-literarios de aquel entonces, sino en las quejas y en los anhelos de
-los escritores. Briosa y rica vena la de fray Luis de León, alma suya
-de pintor, á quien hablaban los colores de la vera del Tormes, de
-músico, para quien el gorjear de sus pájaros era lenguaje conocido,
-cuajado en concertadas armonías, de ángel, que todo lo convertía en
-apacibles sentimientos al tocar en su pecho sereno y sosegado.
-
-Ante aquel hombre de hechura helénica
-
- El aire se serena
- y viste de hermosura y luz no usada.
-
-Y ese artista, ese poeta, ese pintor, ese músico, oreada su frente
-por el céfiro de la Hélada, pero que ¡ay! ya venía de muy lejos
-y muy ensalmuerado al través del Mediterráneo, deja caer de sus
-manos la vihuela castiza española, y empuñando bravamente la cítara
-antigua remienda lastimosamente la maravillosa profecía del Tajo con
-aquella, para los españoles fría, amanerada, extranjeriza é incolora
-personificación del muy reverendo señor el padre río, el cual, sin más
-ni más, con toda la desenvoltura de un jayán nadador
-
- el pecho sacó fuera
- y le habló de esta manera.
-
-Triste de D. Rodrigo y de la hermosa Caba, que no entendían tamañas
-teologías gentílicas, y tristes de los españoles que sólo ven en el río
-agua que corre, cuando ven y oyen que
-
- el pecho sacó fuera
- el río, y le habló de esta manera.
-
-De esta manera, el gran poeta español lo que hace es echarnos, no un
-jarro de agua, sino todo un río, y por dejar de ser castizo deja de
-ser poeta español y de ser sencillamente poeta. Esa es la ficción que
-envenena y encona la más sana y fresca vena poética, ese el desacertado
-injerto que afea nuestra literatura clásica.
-
-Porque el casticismo no está sólo en el lenguaje, sino también en
-la idea y en toda la vida; y si menospreciado y tenido como caso
-de menos valer el casticismo del lenguaje, la literatura española,
-y aun europea, se descaminó viniendo al cabo á donde bien se podía
-esperar, á despeñarse en el culteranismo, no menos llegó á desbocarse
-el pensamiento desarrendado y sin freno en el conceptismo, y se
-enflaqueció y aniquiló la vida nacional toda entera, parando en el
-entecado y espiritado fantasma y sombra de pueblo de fines del siglo
-XVII.
-
-Gallardas hazañerías aquellas del hombre de más talento é ingenio tal
-vez que ha criado esta tierra española, por haberle hecho nacer el
-malhadado sino en una era de desquiciamiento del casticismo: de Quevedo
-hablo.
-
-Desde Cervantes hasta él se abre un abismo literario, y eso que unas
-mismas prensas hubieran podido publicar sus obras.
-
-Mentira parece que sólo pasara menos de una década entre la creación
-de lo más castizo en ideas y palabras, el _Quijote_, las _Comedias_,
-las _Novelas ejemplares_ de Cervantes y los monstruosos partos de
-Quevedo, que nos ponen admiración y lástima á la vez, porque en ellos
-riñen fiera pelea el poderoso ingenio que se yergue braveando con sus
-músculos de acero, que llevan la tradición naturalista española en
-sus venas, y el huero fantasmón del convencionalismo pintarrajeado y
-retumbante, el robusto pensar de un Séneca y las melindrosas madamerías
-de aquella infatuada corte. ¿Qué decir de Lope, coetáneo enteramente
-de Cervantes, bosque secular donde crecen los más corpulentos árboles
-de la tradición española, pero que injertados con toda suerte de frías
-mitologías y escuetos escolasticismos resultó una enmarañada selva que
-no hay quien se meta en ella que no se espine á cada paso y pierda la
-paciencia?
-
-El que crea que exagero compare en la primera Celestina, en Lisandro
-y Roselia, en la Selvagia, en Lope de Rueda, los dichos de la gente
-de casta española con los de la gente de cuenta. Allí está en germen
-la decadencia: el clasicismo castizo y el clasicismo no castizo bien
-se ve allí de dónde y cómo se originan. «Maticen los delicados aires
-mis muchas y dolorosas lágrimas, de miserables y profundos suspiros
-esmaltadas. Descúbranse los furibundos alaridos, quebrantando los
-claustros y encerramientos que tanto tiempo han tenido, esparzan con su
-ligero ímpetu las delicadas exhalaciones de que el no domable corazón
-solía ser cercado».
-
-Tras estas lindezas hay que oir lo que el mismo Villegas pone en boca
-de la Libina aquella que sabe desdeñar con recancanillas que abran la
-bolsa al desgraciado que cae en sus doradas uñas: «Xó que te estriego;
-por mi vida, que le soltéis el freno y escopirá, ó le asgáis de la
-barba y deciros ha mil gracias: axó, niño, dalde un tres, que dos
-merece; ya los diablos le besen, que no tiene mocos». Cotéjese con la
-insulsez pasada la socarronería presente, el humorismo español, que nos
-han querido devolver como una gran cosa después de enfriado allá en su
-paso por Inglaterra; compárese el dilatar del período, el deshilachar
-de la frase á la latina, con lo apretado y tupido de la castizamente
-española. Altísima concepción la de _La vida es sueño_; pero todos los
-hipogrifos violentos, que corrieron parejas con el viento, amontándose
-de lo español hacia regiones anticastizas, no supieron jamás escribir
-ese sencillo párrafo de la menos apreciada de las Celestinas. Tal es
-el colorido y el brío de nuestra manera castiza de decir, el jugo que
-encierra, las chispas que despide.
-
-
- IV
-
-La cuestión del casticismo, que toqué tan someramente como lo pedían
-las circunstancias en mis últimos artículos de _Los Lunes de El
-Imparcial_, no parece ha dejado del todo convencidos á algunos de
-los aficionados de por acá á las genuinas letras españolas, que por
-desgracia son menos de lo que pudiéramos y debiéramos prometernos.
-Según ellos no quedó bien claro mi pensamiento; y como les picó la
-curiosidad por entrever algo de cierto y de no poco momento para la
-restauración del estudio del castellano, creo no se llevará á mal el
-que vuelva á lo mismo, particularizando algunos puntos, en los que no
-me detuve por creerlos sobradamente conocidos.
-
-Hay quien supone que por mis aficiones al éuskera, pretendía yo no ser
-castizos cuantos vocablos tiene el castellano de otras lenguas, fuera
-de ésta, por manera que los del _Quijote_ quedarían reducidos poco
-menos que á un millar y harto mermado el léxico castellano de nuestros
-más clásicos autores. Hase dicho que he manifestado en mis obras cierta
-prevención ó malquerencia á romanistas y al romanismo del castellano.
-Mal debí darme á entender, cuando personas de tan claro talento no me
-entendieron.
-
-Dado el concepto general de lo castizo, que á mi manera declaré y creo
-se aceptará, pues no es más que el de tener por español aquello que se
-ha usado y usa por la generalidad del pueblo de España, y de la América
-española, añado aquí, naturalmente, cuanto más español sea un vocablo
-tanto será más castizo. Y no cabe duda que hay en esto sus más y sus
-menos. El latín, que evolucionando vulgarmente nos dió toda nuestra
-gramática, es la base y fundamento del estudio del castellano. El
-romanismo ó estudio de esa evolución en todas y cada una de las lenguas
-romances, es, por consiguiente, de la mayor importancia. Que yo sienta
-prevenciones contra ese romanismo no podrá sospecharlo quien conozca
-mis obras, pues sobre esos estudios, mayormente los de la _Fonética_,
-los más dificultosos é importantes, va cimentado todo mi trabajo
-sobre _La lengua de Cervantes_. Tampoco ha de achacarse á prevención
-contra los romanistas el que por encima de lo que ellos tratan haya yo
-proclamado la necesidad de estudiar el elemento euskérico en nuestro
-idioma. Lo cual no es más que extender el estudio del castellano,
-sacándolo de los estrechos linderos del romanismo, y esto con alguna
-razón, ya que por poco que se admita de cuanto he traído yo del
-éuskera, siempre quedarán sufijos, vocablos y fenómenos fónicos tan
-claramente euskéricos en nuestra lengua, que merezcan estudiarse y
-tenerse en cuenta. Romanista soy yo, como los demás: mal puedo tener
-semejantes prevenciones contra los romanistas.
-
-Castizo es en castellano todo cuanto procede del éuskera, quiero decir
-de la lengua prerromana hablada por los españoles. Nadie me tachará
-de exagerado al decir que lo que era nuestro, antes de venir ningún
-extranjero á traernos lo suyo, es lo más nuestro que tenemos.
-
-Llegan los romanos, añaden su civilización y cultura ó dígase la
-cultura helénica, y con ella la gramática y gran parte del vocabulario
-de la lengua de los españoles se hacen latinos.
-
-Todo este elemento latino de nuestro idioma claro está que es castizo,
-aunque no lo sea tanto como la masa de la herencia que antes ya
-teníamos, y cuyo origen hay que ponerlo en la misma cuna de nuestra
-raza, que, ciertamente, no es latina. Pero hay que distinguir muy bien
-cuál es el elemento latino en nuestro léxico, como procedente por
-evolución natural del latín al pasar por labios españoles en aquella
-primera época del nacimiento de nuestro romance, para no confundirlo
-con la mitad del diccionario oficial, que es latino, pero de acarreo,
-traído en diversas épocas por los eruditos, no del habla viva de los
-romanos, sino del diccionario del latín, cuando ya este idioma había
-fenecido. Esa avenida de voces, que ha ido creciendo y subiendo,
-sobre todo del Renacimiento acá, es lo que yo no tengo por castizo ni
-lo tienen los demás romanistas. Algunos de estos vocablos, los más
-antiguos y que se refieren á instituciones populares, han entrado
-de lleno en la turquesa fonética del castellano por haber penetrado
-hasta el pueblo. Son los vocablos llamados semieruditos, que ya son
-castizos por lo mismo, aunque no tanto como los latinos procedentes de
-la primitiva evolución. Los demás, que no los usa el pueblo, ó si los
-toma en su boca los estropea, mejor diremos los acomoda al fonetismo
-castellano, mientras pugnen con este fonetismo y no se derramen á todas
-las clases sociales, no pueden considerarse como castizos; son la
-escoria del castellano.
-
-¿Que en qué se diferencian de los anteriores? Nada más claro y
-averiguado para los romanistas. Los vocablos que evolucionaron
-naturalmente, desde un principio se atienen á ciertas leyes fonéticas,
-que pueden verse en _La lengua de Cervantes_. Los semieruditos
-atiénense á las mismas leyes en general, aunque en parte á otras que
-surgieron posteriormente. Pero los vocablos puramente eruditos que
-no son castellanos saltan por cima de esas leyes y se pronuncian, no
-ya como los pronunciaban los romanos, sino conforme á la tradición
-rutinaria y en parte falseada de la pronunciación del latín, porque
-no se tomaron del habla viva, sino de los escritos y como aparecen
-escritos se pronuncian. Reputare dió en puro castellano retar, en
-erudito reputar; pensare dió igualmente pesar y pensar; collocare dió
-colgar y colocar; examen dió enjambre y examen; limpidus dió limpio y
-límpido; computare dió contar y computar; fames dió hambre y famélico;
-colligere dió coger y colegir; pauper dió pobre y paupérrimo; fabulari
-dió hablar y confabularse; tractus dió trecho, y tratar trato; filius
-dió hijo y filial. Todos los terminados en ivo son eruditos y vienen de
-ivus, como repulsivo; vulgarmente ío, como natío, nativo, nativus. Los
-que llevan dis, son vulgarmente con des, disculpar, entre los clásicos
-del siglo XVI desculpar. Los que tienen in, vulgarmente con en, an,
-entender, intendere; añadir, antiguamente, eñadir, inaddere. Los que
-comienzan por f sonaron antiguamente con h andaluza, ó dígase con j
-suave; los eruditos trajeron la f, que ni sonaba así en latín, sino
-como bilabial. De aquí hilo, hilar, á la hila son vulgares, y eruditos
-filo, fila; hogar, huego, hoguera, ahogar, vulgares; fuego, desfogar,
-eruditos. Toda la letra F y los que comienzan por in, en el diccionario
-llevan el influjo erudito.
-
-Resultado, que al fonetismo castellano hase añadido otro fonetismo
-anticastellano, que ni siquiera es latino. El grupo ns sonaba s en
-latín, como suena en castellano costar de constare; los eruditos han
-sacado del cementerio latino el constar, que no pronunciaron los
-romanos. Estúdiese la _Fonética_ en _La lengua de Cervantes_; los
-términos que no se acomoden á ella son eruditos. El pueblo los estropea
-porque no son suyos. Traed una máquina nueva de Inglaterra y tendréis
-que traer un ingeniero inglés para montarla, y gracias que nuestros
-ingenieros sepan ponerle una pieza estropeada aun después de aprender
-su manipulación, y aun no será mucho no sepan echarle aceite. El pueblo
-y nuestros clásicos, más castizos y mejores latinistas que los lindos
-latinistas que hoy gastamos, dice y decían dotor por el feo doctor de
-hoy; dice y decían malino por el no menos feo maligno, y así de otras
-muchas palabras en que la ignorancia presuntuosa moderna ha querido
-corregir á nuestros grandes humanistas de antaño y al pueblo, que es el
-que mejor conoce su idioma.
-
-¿Hemos, pues, de dejar todo ese caudal que, según dicen, enriquece
-nuestro léxico literario? Y ¿quién soy yo para imponer leyes á nadie?
-Yo mismo echo mano de esas palabras cuando me hacen falta, porque
-una vez formado con ellas el léxico técnico en asuntos no vulgares,
-extravagancia fuera buscar términos técnicos equivalentes, derivándolos
-del diccionario vulgar.
-
-Eso se pudo hacer antes, en el siglo XVI, y en parte se hizo; pero
-estuvieron de moda el latín y el griego, y venció el tecnicismo
-greco-latino.
-
-Lo único que yo pretendo es poner en claro los hechos, tal como la
-ciencia lingüística los conoce. La aplicación á la práctica queda á
-merced de la literatura. Lo que sí debieran hacer los literatos es,
-reconociendo estas doctrinas, no favorecer tanto los vocablos eruditos
-como los de buena cepa castellana, no poner de moda los unos y afear
-como groseros los otros, y en todo caso evitar lo más posible los
-eruditos, usando cuanto se pueda los vulgares.
-
-Los vocablos eruditos nada dicen á los oídos puramente españoles;
-mientras que los vulgares llevan en su raíz castiza y conocida y en sus
-sufijos y prefijos castellanos el sello de la raza y el concepto propio
-que encierran: son, pues, más estéticos, más coloristas, más sentidos,
-más españoles.
-
-Amputar lo entendemos los que sabemos latín, que vemos un podar
-todo alrededor; para los eruditos no latinistas y para el pueblo es
-un vocablo que nada suena á sus oídos. Sepultar, ni aun para los
-latinistas dice gran cosa; pero enterrar ó soterrar, bien claro indican
-que es poner en ó so tierra. Le introdujo la espada en el cuerpo:
-¿cuánto más gráfico que ese introdujo no fuera se la envainó, se la
-envasó, se la ensartó? Defenderse no sabe el pueblo á qué suena; pero
-dígasele se escudó, se abroqueló, se reparó, se adargó, y además de la
-idea abstracta ven un cuadro completo, un hombre que se cubre con su
-escudo, broquel ó adarga, ó se para, echándose atrás. Un hombre confuso
-ante el rey, es un puro concepto; pero es una pintura si decimos que
-se corre, se pone colorado, se aturde como tordo, se acoquina como si
-viera el coco ó fantasma, se empacha como el empachado de indigestión,
-se azora como la gallina al ver el gavilán, y otra infinidad de
-vocablos pintorescos, que á manos llenas puede hallar el que ha
-estudiado el castellano castizo. Siga usted la dirección del camino. El
-aldeano de Castilla le dirá: Siga el anhelo del camino. Déjase ir al
-amor del agua, dice Cabrera, lo que el hinchado culto diría siguiendo
-el agua ó la corriente.
-
-Y esta es la razón por la cual yo prefiero las Celestinas y el
-primitivo teatro de Juan del Encina, Lucas Fernández, Naharro, Lope
-de Rueda y los entremeses de Cervantes, al teatro posterior, que ganó
-en grandiosidad, porque así lo llevaba el adelanto, pero perdió en
-españolismo y en casticismo de lenguaje. El teatro primitivo pudiera
-haber llegado á la cumbre á donde llegó el teatro medio escolástico y
-medio gentílico de Lope y Calderón, si siempre hubieran escuchado con
-el cariño que Rueda y Cervantes el habla popular en vez de dar oídos
-á latiniparlantes ó medio latiniparlantes. Español tan español como
-Lope de Vega en sus mejores dramas, no creo hubiera perdido en apreciar
-el habla puramente española como apreciaba los asuntos puramente
-españoles. Por eso yo prefiero el _Quijote_ al _Persiles_, _Rinconete
-y Cortadillo_ á la _Española inglesa_. ¿Y quién que esté convencido de
-la importancia del material artístico para la ejecución de las obras
-de arte, y del color local y la sangre de raza que envuelve el léxico
-vulgar, junto á lo aguado, seco y descolorido de los términos traídos
-de fuera, no estará de mi parte? ¿Que el asunto también hace al caso?
-¿Quién lo duda? El del _Persiles_ y de la _Española inglesa_ hace que
-Cervantes sea otro que el Cervantes de los entremeses y de _Rinconete
-y Cortadillo_. Pero es por lo mismo, porque el asunto no castizo
-difícilmente lleva á usar el lenguaje castizo; pero cuando el asunto
-es español, hablan los personajes á la española, ó pueden por lo menos
-hablar, como en Cervantes lo hacen, aunque no lo hagan siempre en Lope
-y Calderón.
-
-Y es que esta cuestioncilla del casticismo, que parece tan baladí,
-tiene más miga, porque el idioma es el alma de la raza, y abogar por el
-casticismo del castellano es tirar bastante más allá, es anhelar por
-el renacimiento castizo de España en todo orden de cosas, es querer
-que volvamos los ojos á lo nuestro, aunque sin desechar lo bueno que
-de fuera pueda venirnos; porque si España no renace de sí misma,
-arrimada á sus tradiciones de raza, en vano serán todos los emplastos
-y paños calientes que se le quieran poner por defuera. Á eso voy yo
-por lo menos, y vamos todos los que salimos á romper lanzas en pro del
-casticismo. Literatura en España que no se haga con lengua castiza no
-será literatura española. Claro está que peor enemigo es el galicismo;
-pero ese es enemigo declarado, que todo el mundo reconoce. El solapado
-es el latino-helénico de antaño, que hoy va tomando mayores fuerzas con
-el tecnicismo científico, que acorrala al lenguaje todo entero y se
-infiltra hasta en la literatura, tendiendo á convertir su lenguaje en
-la aguachinada jerga de comerciantes é industriales, jerga cosmopolita
-y por lo mismo sin color, sin brío, sin aceros, sin alma nacional.
-
- [Ilustración]
-
-
-
-
- NAVARRO LEDESMA
- EL HOMBRE Y EL LITERATO
-
-
-Los pocos renglones que me es dado escribir aquí de estos dos que
-pudieran servir como encabezamientos para los dos capítulos de la
-biografía de Navarro Ledesma, habré de gastarlos en desagraviarle.
-Porque acaecen cosas en este cuitado mundo, que aunque parezcan
-mentira, no lo son. _Paz á los muertos_ no debió decirse por aquel
-á quien no bastó ser terrero inmerecido en vida de mil golpes de la
-fortuna que sobre él llovieron, sino que aun después de muerto no
-habían de faltar lenguas que se ensañasen cruelmente en su memoria.
-Á Paco (así le llamaba todo el que tratándole un par de días tenía
-entendederas y corazón de carne), á Paco, digo, á aquel hombre de bien
-á carta cabal, á aquel amigo de quienquiera que le conocía, salvo si
-no era un necio ó un malvado, á Paco se le ha tenido por un adocenado
-escritor, borrajeador de artículos de mediana estofa, y lo que peor
-es, por un mal hombre.
-
-Hay literatos á medias: en España lo son los más. Los hay que miran
-atrás, los hay que miran adelante, pero con terquedad y tesón muy de
-nuestra tierra. Llamo mirar atrás, tener los ojos y los cinco sentidos
-clavados en legajos de archivos. Bichos real y verdaderamente risibles,
-cuando no contentos con su tarea, merecedora de todo encomio, como que
-sin estos peones que acarrean los materiales de la cantera no subiría
-la fábrica, se sonríen con autorizada sorna de los maestros que,
-asentando los sillares, la hacen subir, de los que discurriendo, digo,
-sobre esos datos que ellos allegan, forjan teorías, traban los hechos,
-deducen leyes, alzan un cuerpo de doctrina. El mirar solamente adelante
-es de algunos que están muy puestos en que hasta el día que ellos
-abrieron los ojos, nada se hizo que valga la pena de tomarse en cuenta,
-esto es, que los hombres hasta ese feliz momento fueron lastimosamente
-unos tontos de capirote.
-
-Paco fué literato de cuerpo entero. No era de los que llevan á mal que
-todavía se enseñe en España la miseria de latín y griego que hoy se
-enseña; sino de que se hayan dejado por puertas los estudios clásicos,
-que sabía él muy bien llevan á donde quiera que van la maciza y honda
-cultura, desde Italia y España en la Era del Renacimiento, hasta
-Alemania é Inglaterra en la época presente.
-
-Cierto que su natural y exquisito gusto le arrastraban ya de suyo al
-puro clasicismo, hollando el clasicismo académico ó de oropel. Tengo el
-placer de saborearme leyendo á Cicerón en el ejemplar que él lo leía,
-quizá mientras algunos de sus émulos refocilaban sus luengos alcances
-con el folletín de algún periódico.
-
-Pero más que clásico, fué Paco español, enamorado de las letras
-españolas de nuestros buenos tiempos. También han parado en mi librería
-algunos de sus libros castellanos, y es de ver el tino con que cuatro
-rasgos de lápiz apostillan los pasajes que más le entretuvieron:
-_Es una walkyria_; _Como Rosalinda_; _Parecen estos pastores de
-Shakespeare_; _¡Trozo bucólico admirable!_ _Ambiente selvático
-misterioso_, como en _As you like it_; _Este vizcaíno, copiado de Lope
-de Rueda, es el primer gracioso de nuestro teatro_; _Muy bien imitado
-el romance fronterizo_; _Esta escena es de lo más original que se ha
-hecho en nuestro teatro_; _Es un final de acto de ópera_; _Escena
-sainetesca, que no se hubieran atrevido á introducir en una comedia
-Lope ni Calderón_; _Todos estos señores nobles no cenan_; _Angels and
-ministers of glory, etc._; _Lo mismo que hablan ahora_. Basten estos
-ejemplos que hallo en las comedias de Cervantes. He entresacado algunos
-que llevan el cotejo de literaturas extranjeras y modernas, en las
-que por demás fuera detenerse á probar que Navarro Ledesma no estaba
-atrasado de noticias en esta parte. Vamos, pues, á lo otro.
-
-Y lo otro es... no sé cómo calificarlo. _El desdichado, el tristemente
-célebre Navarro Ledesma_, y otras pestíferas gorgozadas á este lindo
-tenor y sonsonete, se han estampado á raíz de su muerte. Y se han
-estampado (horresco referens) en papeles y revistas serias y graves, y
-bajo la firma de personas que profesan el más acendrado catolicismo.
-Santiago, español por predestinación, se deslenguó delante del Divino
-Maestro, y pidió rayos y centellas contra los que no les querían
-recibir. Españoles habían de ser los discípulos de Jesús que pidieran
-esos rayos y centellas contra uno de los hombres de corazón más de oro
-que he conocido, contra aquel hombre de condición mansa y apacible, por
-más que saltara como un león en oyendo embustes sociales, compadrazgos
-y caciquismos, y sobre todo farisaismos rebozados con capa de virtud. Y
-¿quién es nadie para asentar su tribunal en el fuero de una conciencia,
-donde sólo tienen voz y voto el alma y su Criador? ¿Qué cristianismo es
-ese que juzga los insondables abismos de una conciencia, y promulga por
-sí y ante sí el fallo que sólo es conocido de Dios?
-
-Yo tengo una manera de pensar muy original y rara, creo que opuesta á
-todos los que escriben y leen este periódico. Yo siento que nos hace
-falta la Inquisición. Ojalá venga la negra, la sangrienta Inquisición.
-¿Que para qué? Para poder hablar con la libertad con que hablaban
-y escribían los españoles del siglo XVI de cosas que ahora no nos
-atrevemos á tocar siquiera los que tememos escandalizar á la gente
-menuda. La gente menuda escandalizable es hoy las tres cuartas partes
-de los españoles, casi todos los católicos. Tal nos la han criado
-ciertos fariseos.
-
-Entre los ingleses no hay niños, porque desde las mantillas los crían
-para hombres; aquí no hay hombres, porque hasta los setenta años nos
-crían como á niños. Lo que el padre de familia, el pedagogo, el Estado
-dan á entender á los suyos que son, eso son y eso serán. Regañad á
-un muchacho diciéndole que es un pillo: pillo será. Dadle alientos,
-diciéndole que tiene nobles sentimientos, que es para grandes cosas:
-grandes cosas hará, tendrá sentimientos nobles, será un hombre. El
-farisaismo no engendrará más que almas mezquinas, raquíticas, aniñadas,
-avillanadas. Malo es el remedio, pero casi estoy por vocear prefiriendo
-aquellos tiempos inquisitoriales á éstos, donde á la sordina, á socapa,
-solapadamente atan de pies y manos, no los inquisidores á hombres
-barbados, sino cierto aire farisaico, melindroso y para poco, que no sé
-quién lo ha soltado, á toda la raza antes de que deje los andadores.
-Venga, pues, si es necesario, la Inquisición y barra, ese farisaismo,
-y hablaremos con la santa libertad de aquellos nuestros padres que, en
-no tocando al dogma, escribían cosas que hoy nos asombran y espantan y
-eran harto mejores católicos que nosotros.
-
-Pero es que eran hombres, grandes en sus solturas y grandes en sus
-hazañas. La casta de los fariseos era rara; hoy ha cundido la podre
-farisaica y ha consumido, encanijado, empequeñecido el natural
-arrogante de esta descaecida nación.
-
- [Ilustración]
-
-
-
-
- CHOCANO Y LOS DEMÁS POETAS JÓVENES DE AMÉRICA
-
-
-La poesía en América se halla hoy, iba á decir en embrión, pero ni á
-eso llega, que el embrión ya encierra en sí lo que será el organismo, y
-la poesía americana todavía no sabemos lo que será ni ofrece siquiera
-muestras de organización distinta y caracterizada. Mejor diremos que
-se están echando en el crisol toda suerte de metales, estilos de todas
-las escuelas, y que la fusión va á empezar. Tampoco ha empezado. Las
-Repúblicas americanas están en la cuna, todavía no han desplegado del
-todo los labios; balbucean, pero no se entiende muy claro lo que dicen.
-Tras el amaneramiento de la época del coloniaje surgió la revolución
-literaria, poco bullanguera, á la verdad, en algunas partes, porque la
-señora poesía pide otro sosiego y otra brillantez de cultura de la que
-podían tener políticos improvisados que les faltaba el tiempo para
-arrojarse cada día los trastos á la cabeza, convertirse en guerreros de
-lastimosas lides civiles, y en legisladores sin norma, instrucción ni
-práctica. Todo andaba manga por hombro, y los versos ni más ni menos.
-Dadas las espaldas á España, cuyas menguas tampoco eran para llamarles
-la atención, las miras de cuantos anhelaban emprender algo se pusieron
-en Francia é Inglaterra. Con esto el modernismo pasó los mares. Sus
-tres precursores fueron un bogotano, José Asunción Silva; un mejicano,
-Manuel Gutiérrez Nájera; un cubano, Julián del Casal. Los tres son ya
-muertos. Silva fué el más original, alzando una verdadera enseña con
-su _Nocturno_, que tenemos todos á mano en _La Corte de los Poetas_.
-Gutiérrez Nájera es el Catulle Mendes de Ultramar, preciosista con
-dejos de Copée y, por supuesto, menos aristocrático y menos terso.
-Casal, parnasiano de largos y clásicos arpegios, no abandona los
-antiguos moldes, moderniza el endecasílabo castellano sin juguetear con
-ritmos, rimas y demás zarandajas de la escuela, sólo trata de barnizar
-con lo que de Francia le llega halagándole el oído, lo que él tiene
-por ideal de la poesía castellana. No hubiera jamás trocado su alteza
-de pensamiento y su galanura musical espontánea por ciertas rarezas
-modernistas.
-
-Viniendo ya á los vivos, de Rubén Darío nada habrá que añadir á lo que
-todos saben. Portaestandarte del modernismo en América y en España, es
-un Schumann en poesía: tras una melodía de gasa azul que ondula sin
-rozar los aires, salta un desacorde que hiela el tímpano, transición
-inconsciente para el autor, pero que yergue los nervios del oyente
-para dejarlos después descansar adormecidos más suavemente con otra
-sonada todavía más muelle y cadenciosa. Golpes estrafalarios acá y
-allá, rarezas inesperadas, despertadoras de una justa condena, que
-se apaga en la mente del crítico tan pronto como estuvo á punto de
-estallar. No tiene pentagrama, es ya violín que juega encaramado sobre
-él, ya violón que se sume á lo bajo. Ni quiere compases, porque el
-ritmo ha de nacer de la misma imperiodicidad de los golpes, y ha de ser
-la cláusula poética un período prosaico, cadencioso y versificado en
-líneas de desigual largura, algo así como el período métrico del poeta
-tebano, aunque sin repetición de estancias. Nombres y vocablos traídos
-de todos los climas, ideas barajadas de todas las doctrinas las más
-opuestas, plegarias y reniegos, orientalismos vagos y convencionalismos
-cortados occidentales. Pero siempre nuevo como los variados paisajes
-que cruzan á la vista del viajero en un tren, y siempre como este mismo
-tren en continuo movimiento. Es un Hugo más humano, menos titánico,
-más preciosista, más musical, aunque á las veces no menos barroco y
-engravedado. ¡Y eso que quería pasarlo por alto!
-
-_Las Montañas del oro_ del argentino Leopoldo Lugones entrañan pepitas
-de muy reconcentrada poesía. Remeda á Edgard Poe y al portugués Eugenio
-de Castro con buena fortuna. Menor la tuvo al imitar á D’Anunzio y
-Laforgue en _Los Crepúsculos del jardín_. Con toda esta descaminada
-tendencia hacia lo ingenioso y deslumbrador, es Lugones, según dicen,
-el más alto representante del simbolismo en castellano.
-
-Del neomisticismo lo es el mejicano Amado Nervo, alma contemplativa y
-melancólica, pero sin norte fijo. Sabe soñar, pero como quien sueña
-fuera de su hogar, en una casa de huéspedes. Hace á veces un pisto
-tan extravagante como sabroso de ideas católicas y panteísticas,
-rebujándolo después con cierta melancolía religiosa de las razas
-indígenas de América. _Místicas_ es lo mejor que ha escrito. Anda entre
-Luis Cardonnell y Baubille, sin ser místico francés del todo, pero
-mucho menos español.
-
-El primer parnasiano en América es el bogotano Guillermo Valencia, muy
-clásico en la cultura y muy modernista en la forma, como puede verse en
-su libro intitulado _Ritos_.
-
-También es bogotano Julio Flores, poeta repentista á cuyos labios
-acuden acentos melancólicos al son de las cantatas populares, con
-espontaneidad y frescura. Pero su gran facilidad lo hace indomeñable,
-que ni quiere cultura ni modernismos ni ataduras de ningún género.
-Es, pues, poeta popular, que ni siquiera se ha cuidado de recoger los
-versos que deja volar á los cuatro vientos, como el ruiseñor suelta
-y no recoge sus notas. Claro está que todo ello da bien á entender
-lo mucho que tendrían que retocar sus poesías, y los altibajos y
-desigualdades de su entonación.
-
-Para que ningún género falte en esta galería tan abigarrada, el
-mejicano Salvador Díaz Mirón es el poeta encrespado y melenudo á lo
-Víctor Hugo y Castelar. _Oruga enamorada de una chispa, ó águila
-seducida por un astro._ Aunque esa es la gloria para él, él y sus
-maestros ideales también tienen algo de eso, bien que el mejicano
-no trompetee tan alto y sonoro como el francés y el español. No es,
-ciertamente, _la sibila de oro_, pero en otros tiempos hubiera sido
-puesto en el pináculo del templo de la fama, porque á verbosidad y
-soltura y á riqueza de metáforas pocos le llegan. Es la liana de
-América, que se enreda á todos los árboles de la selva tropical y no se
-detiene en ninguno. Para él la poesía es, entre otra infinidad de cosas:
-
- «Flor que en la cumbre brilla y perfuma;
- copo de nieve; gasa de espuma;
- zarza encendida do el cielo está:
- nube de oro, vistosa y rauda;
- fugaz cometa de inmensa cauda;
- onda de gloria que viene y va,
- Nébula vaga de que gotea,
- como una perla de luz, la idea;
- espiga herida por la segur;
- brasa de incienso; vapor de plata;
- fulgor de aurora que se dilata
- de Oriente á Ocaso, de Norte á Sur».
-
-Todo, menos humilde violeta que pide nos abajemos á recogerla, que se
-nos ofrece vestida de melancolía, pero que en su aroma lleva un mundo
-de suaves y delicados sentimientos.
-
-Este poeta es ave que pasó. Otra acaba de llegar aleteando; y digo
-acaba, porque José Santos Chocano, de quien hablo, desea que se rompan,
-como desgraciados ensayos, todos sus versos anteriores, comenzando
-vida nueva, armado de una estética personal y bien definida y la
-mirada fija en un ideal alto y noble. Chocano ha declamado sus versos
-en el Ateneo y en el Conservatorio, y los ha declamado muy bien. Son
-versos precisamente para declamar. Al quererlos leer se le yergue á
-uno instintivamente la cabeza y se le escapan los brazos. El timbre
-poético de Chocano es el del clarín, por eso el ritmo y las ideas de
-su composición. _Lo que dicen los clarines_ es lo más característico
-y suyo de todo el libro _Alma América_. El mismo metro ha empleado en
-otras composiciones. Es metro oratorio y esencialmente declamador.
-Nótense, sobre todo, las repeticiones:
-
- «_Los clarines suenan_ trémulos...
- _Los clarines suenan_ lánguidos...
-
- .........................................
-
- _Se dijera que las notas de los épicos clarines_
- _son_ los ayes de la raza, _son_ las voces del pasado;
- _se dijera que las notas de los épicos clarines_
- vienen, llenas de penumbras _y_ misterios _y_ milagros,
- de países muy distantes
- _y_ de tiempos muy lejanos...
- _Tales fueron los clarines españoles,
- tales fueron los clarines españoles_ que sonaron
- en las cumbres luminosas
- y en los lóbregos barrancos,»...
- ........................................
- «_ya pasaron... ya pasaron... ya pasaron...
- ya pasaron para siempre...
- ya pasaron para siempre... ya pasaron...!
- Los clarines suenan_ trémulos...
- _Los clarines suenan_ lánguidos...»
-
-Confieso que este reteñir y tornar á reteñir el mismo retín y retintín
-es un dejo simbolista muy bien expresado, que da sonido de cobre á toda
-la composición. La misma largura de los versos, sus cortes, su mezcla
-con otros breves, remedan maravillosamente la tendida y dilatada voz
-del clarín.
-
-Hay pocas poesías en la literatura francesa, dice Max Nordau,
-comparables á la _Canción de otoño_ de Verlaine. La calma melancólica
-de la estación está expresada en versos ricamente cadenciosos y llenos
-de música.
-
-Otra composición pudo tener también Chocano en sus oídos, tal vez sin
-darse cuenta de ello, y tal vez más simbolista y expresiva, la de
-_Ennuie_ de Maeterlinck[17].
-
-En lugar del aburrimiento, del fastidio, Chocano quiere despertar una
-cierta melancolía al recordar por la voz de los clarines que:
-
- «Ya pasaron las historias que eran cuentos de heroísmo,
- las audacias que eran timbres, los ensueños que eran lauros,
- los arranques imperiosos de la raza primitiva:
- ya pasaron... ya pasaron... ya pasaron...
- y lo lloran los clarines
- con acentos desgarrados».
-
-Siempre la armonía imitativa la tuvieron muy en cuenta los poetas...
-que pasaron; y de las extravagancias de los simbolistas ha quedado la
-confirmación doctrinaria y científica de este elemento musical de la
-expresión poética. Ha hecho muy bien Chocano en aprovecharse de él, si
-es que lo ha hecho á sabiendas; y si no, lo mismo da, son rastros de
-esa escuela que también pasó, los cuales quedaron en los oídos de todo
-artista, porque tienen una razón de ser estética innegable.
-
-Fuera de esto, Chocano es declamador. Sus versos declamados, ó escritos
-sin división de líneas como la prosa, forman períodos prosaicos, sin
-dejar de ser por eso extremada poesía en la expresión metafórica del
-pensamiento, en el ritmo, aunque libre y suelto, no tanto como el de
-la prosa, en la ilación lírica y á saltos de las ideas, siguiendo al
-sentimiento más que al pensamiento frío y razonador.
-
-El ideal y la estética de Chocano pueden resumirse en estos puntos.
-Cree que una cosa es la métrica y otra la poesía. Sólo quiere hacer
-poesía americana, en todas sus formas, antiguas y modernistas. Piensa
-que América puede y debe tener una poesía propia, con raíces españolas
-é indígenas. Finalmente, su poesía ha de ser objetiva, y en tal
-sentido, sólo quiere ser Poeta de América. Todos estos principios ó
-los pone el mismo autor en su libro ó me los ha confesado á mí en
-particular. Pueden servirles de comentario estas palabras que le ha
-dicho Rubén Darío: «Su musa es la representativa de nuestra cultura, de
-nuestros anhelos, de nuestra alma hispano-americana actual. Lugones,
-Nervo, yo mismo, parecemos extranjeros. Y ante todo hay que ser de su
-tierra». «Darío hace justicia á mis intenciones», me ha dicho el mismo
-autor. «Otros levantarán, añade modestamente, el palacio; pero yo he
-osado poner la primera piedra».
-
-Graves problemas surgen aquí, no ya tan sólo sobre Chocano, si ha
-acertado ó no en la ejecución de este su programa, sino además sobre la
-poesía en general americana.
-
-Cuanto á lo primero, bien claro se ve que Chocano ha tratado, no digo
-de poner en ejecución lo que se propuso, antes creo que llevado de
-su inclinación hizo poesía americana y objetiva en metros antiguos y
-modernistas, con raíces españolas é indígenas, y que luego dedujo de
-su poesía sus principios. Cábele la gloria de haberse inspirado en las
-raíces de la civilización de su país, que son el pasado español y el
-pasado indígena, y por consiguiente de haber hecho poesía americana;
-sin por eso echar en saco roto lo bueno francés transplantable á
-América, como hemos visto de los metros y del simbolismo. Y en esto
-Darío y los demás, realmente, no pueden ser más que un eco lejano de
-América, puesto que se inspiran en el extranjero.
-
-He dicho que la poesía americana estaba aún en estado balbuciente: es
-poesía por la mayor parte extranjeriza. Los jóvenes poetas han echado
-en el crisol todo linaje de metales y doctrinas estéticas, traídas
-de fuera. Preciosista fué Gutiérrez Nájera, Casal y Silva fueron
-modernistas á medias, Lugones es simbolista decidido, Nervo neomístico
-á la francesa, Valencia parnasiano, Flores trovador popular á medias,
-y pudiera ser el poeta americano si no fuera tan despreocupado de la
-cultura como del modernismo, Díaz es un huguiano trasnochado, Rubén
-Darío un modernista á la francesa, con ribetes de todas las escuelas
-vivas y ya fenecidas de Europa.
-
-Chocano es el más americano de los poetas. Yo desearía que fuera la
-musa americana por excelencia; pero he repetido que la poesía en
-América comienza á balbucir, y Chocano, el representante más genuino de
-esa poesía, balbuce y nada más.
-
-No lo lleve á mal mi inteligente y buen amigo. Yo tengo un concepto
-algo más amplio y hondo de la poesía, y sin saberlo acaso, también
-lo tiene el mismo Chocano; y si no, él me lo dirá en llegando á las
-inmediatas. Yo tengo por lo mismo mis esperanzas de que esa poesía
-americana, que en sus labios balbuce tan solamente hoy, llegará con
-el tiempo á hablar claro y en su propio idioma poético americano.
-Á no ser así, habría que aceptar un hecho que contradice á toda la
-historia, y es que no hay pueblo medianamente culto, y aun estoy por
-añadir salvaje, que no tenga su poesía propia y nacional, más ó menos
-desarrollada y con ingenios de más ó menos subidos quilates.
-
-Qué poesía haya de ser la americana, qué natural característico haya de
-ser el suyo, cuando sepa expresarse de por sí como nacida en América
-y no traída de acarreo de otras partes: ese es el punto capital del
-problema, y acerca de él podríamos discurrir mano á mano Chocano y yo,
-si yo fuera tan artista y filósofo que tuviera algunos fundamentos para
-poder adivinar lo por venir.
-
-Chocano cree resueltamente que la poesía propiamente americana ha
-de ser objetiva, y por eso él se tiene por _Poeta de América_. Bien
-pudiera ser que tuviera razón; pero también cabe que no la tenga
-enteramente. Lo que me pone algún tropiezo para seguirle sin temor en
-su manera de opinar, es ver que la humanidad ha ya siglos que pasó de
-la infancia, cuando embobada con las objetivas hazañas de los hombres
-los convertía en héroes, y antes más embebecida con los fenómenos
-naturales los había personificado al admirarlos y cantarlos. ¿Cómo
-una civilización tan adelantada como la americana va á volver á aquel
-primitivo embobamiento de lo humano objetivo ó de lo puramente físico
-é inanimado también objetivo? Con aquel pasmo y admiración faltábales
-á los hombres antiguos tiempo y reflexión para mirarse á sí mismos,
-para entrañarse en su propia alma y quedar más embebecidos aún ante
-el espectáculo, que en ella se les ofrece á los modernos, del mundo
-psicológico. Los antiguos, como niños, lo objetivaban todo y llevaban á
-lo exterior su antropomorfismo; los modernos, por el contrario, reducen
-todo el mundo visible á la propia personalidad, y en lo exterior no
-ven más que un reflejo que les permite estudiar y contemplar mejor su
-interior.
-
-Me podrá argüir el Sr. Chocano que las Repúblicas americanas son niñas,
-y que ya que no tengan héroes, salvo los antiguos españoles, que no los
-admiran, ó los antiguos indígenas, que no son de su raza, tienen ante
-sí un mundo nuevo lleno de maravillas, con el cual juguetean mientras
-están en la cuna y se mueven con andadores.
-
-Esa poesía de la naturaleza pudiera ser la poesía objetiva para los
-americanos. No sé si ellos se contentarán con esos muñecos, ni si en
-hecho de verdad podrán pasar por niños, por recientes que sean sus
-nacionalidades. Más bien se me antojan á mí niños bastante amocetados,
-zagalones con pretensiones de gente madura. Además los pueblos
-primitivos que poetizaban la naturaleza creían firmemente que toda ella
-estaba animada, veían tras cada árbol una dríada, entre las ondas de
-cada riachuelo una náyade, en el fondo de las minas y en los volcanes
-creían oir resoplar á Vulcano, en el fondo de los mares encresparse
-y amolinarse á Neptuno, á Venus la admiraban entre las espumas del
-mar, á Apolo lo veían atisbar desde el sol, á Diana desde la luna,
-al padre Eolo lo fantaseaban soltando los vientos desde su caverna ó
-encarcelándolos y refrenando sus furores.
-
-Nada de eso creen los americanos, por manera que esa poesía objetiva
-quedaría reducida á describir, ó digamos al arte ornamental, á
-cincelar el marco, dentro del cual el hombre moderno quiere ver alguna
-porción de su alma, y aun se deja de marcos y molduras y á su alma se
-atiene.
-
-En Chocano el marco es, conforme á cierta moda, por extremo
-desmesuradamente grande; pero también encuadra algo de más humano y
-subjetivo. Por eso interesan sus composiciones, y se saborean; que á
-ser todo marco, no despertaran el poco interés que despiertan otros
-adocenados poetas americanos.
-
-Ahora entenderá el Sr. Chocano por qué yo pido y espero más de la
-musa de su tierra y por qué no creo que esté del todo en lo cierto al
-suponer que la poesía americana haya de ser objetiva, en fin por qué he
-repetido que esa poesía comienza á balbucir, sin hablar claro todavía.
-Los descubrimientos geográficos, los estudios físicos ó naturales,
-han traído la moda de dilatarse en esas enfadosísimas descripciones,
-hojarasca que ahoga toda la literatura moderna. Se siente, dicen, hoy
-mucho mejor la naturaleza que en otros tiempos. Mejor, digo yo, la
-siente el salvaje y la sentían nuestros antepasados, cuando dieron
-cuerpo á la mitología, que es el más elevado pensamiento del mundo,
-mirado al través de la poesía objetiva, que ha podido imaginarse. No
-creo sintiesen menos la naturaleza Platón, que enseñaba al aire libre,
-y Cervantes, que al aire libre pinta á su principal héroe; sólo que el
-alma humana les atraía más, y del arte ornamental no querían formar
-el principal asunto de sus obras. Ni creo que se contentarán con él
-los americanos. También ellos tienen su alma en su armario, y vendrán
-poetas, ¿quién lo duda? que sepan abrir el armario y ponernos de
-manifiesto el alma americana.
-
-Si Chocano lo ha entreabierto, como yo creo, será poeta americano
-y su obra podrá intitularse _Alma de América_, ó como él dice poco
-castizamente _Alma América_; si es que esto ha querido dar á entender;
-que tomado alma como adjetivo no veo claro, y aunque lo entreveo, no
-viene muy al caso.
-
-Precisamente yo quería alabarle por el elemento lírico, que se le
-desliza en su sereno objetivismo. Unamuno le ha dicho que es poco
-lírico, y es verdad; pero hay muchos lirismos. Chocano pretende sólo
-cantar objetivamente la naturaleza; pero, como poeta que es, se le
-rezuma el lirismo de su alma, que aparece medio latente ante las
-asombrosas escenas de la naturaleza.
-
-Es, pongo por caso, un precioso paisaje sin alma viviente. ¡Bien!
-¡muy bien! ¿y qué? Alabamos la ejecución, lo bien remedada que está
-la naturaleza, lo bien idealizada, si se quiere. Añada el pintor una
-pareja como de enamorados que se encuentran. El cuadro ha ganado
-infinitamente. Chocano pinta allá á lo lejos á él por un lado, á ella
-por otro, atisbos de lirismo; no llegan á encontrarse todavía, ni
-surgen los afectos del alma, pues no sabemos si son dos paseantes que
-se desconocen. Un paso más, y el alma aparecerá en el encuentro.
-
-Si Chocano no se atreve á juntar la pareja, no faltará quien la junte.
-Ello es difícil, lo confieso, pintar un alma ó dos no es tan llano
-como pintar uno ó dos países; pero ya vendrá quien tenga más delgados
-pinceles. ¿Acaso en América no hay más que caobas y orquídeas, selvas y
-saltos, montes y mares, cóndores y boas?
-
-Hay hombres y mujeres, almas vivientes y pasiones. La poesía entrará
-algún día por ahí, por las almas americanas, que todavía no conocemos.
-Ese día habrá nacido la poesía americana.
-
- [Ilustración]
-
-
- NOTAS:
-
-[17] Véase en la página 93 de este mismo tomo.
-
-
-
-
- EL CASTELLANO EN AMÉRICA
-
-
- I
-
-Es un asunto este de esos que, por ajenos que parezcan al acaloramiento
-de las pasiones, y por fríamente que se discutan en la región serena
-de la ciencia y de las ideas, si no levantan ronchas, no pueden menos
-de hacer cosquillas. Si americano hablase á americanos, si español á
-solamente españoles, buscando á contentar á unos ó á otros, el carril
-estaba trazado. Si como español que soy pretendiese darme á conocer en
-el mercado americano, no había más que seguir el que otros han abierto
-con gran contentamiento de sus ánimas y bolsillo, y con no menos bien
-satisfecha vanidad de los lectores que pagan el pato. Soy demasiado
-Quijote y me apaño harto desmañadamente en estas cosas; en cambio mi
-brutal aragonesismo me arrastra, quieras que no, á cantar las verdades
-en sí bemol, si á mano viene, con tal de quedarme satisfecho con el
-desahogo de la cantata. Soy admirador y amante de los americanos. El
-gran movimiento lingüístico promovido entre ellos por la ocurrencia
-que tuvo un Andrés Bello de publicar una sugestiva gramática, y el
-silencio, lingüístico también, que al propio tiempo por acá en España
-formaba notabilísimo y lamentable contraste, me pone de parte de los
-de allá y me aleja de los míos. Á los escritores americanos que de una
-ó de otra manera conozco, no debo más que mil finezas y atenciones.
-Nada para mí se ha escrito de más subidos quilates acerca de nuestra
-lengua que el _Diccionario de construcción y régimen_, y con más hondo
-conocimiento de la psicología del castellano que las _Apuntaciones
-críticas sobre el lenguaje bogotano_, y las modestísimas y magníficas
-_Notas_ á la gramática de Bello. Estas obras, producto del cerebro
-lingüístico de primer orden y del arsenal inmenso de papeletas de la
-incansable y bien organizada laboriosidad de don Rufino José Cuervo, me
-atarían de pies y manos para no soltar la lengua sino en toda suerte
-de encomios para los escritores americanos, aunque la talla gigantesca
-del jefe no me dejara ver la cerrada falange que le sigue. Y cuenta
-que no son astros de pequeña magnitud Emiliano Isaza, con el mejor
-_Diccionario de la conjugación castellana_ que poseemos; ni Bello, con
-su genial _Gramática castellana_; ni Peña, con la suya; y pasando
-del estudio del castellano general al de americanismos, tampoco son
-estrellas telescópicas Esteban Pichardo, que abrió á todos el camino
-con el _Diccionario provincial casi razonado de voces cubanas_; ni
-Zorobabel Rodríguez, con su _Diccionario de chilenismos_; ni Daniel
-Granada (español), con su _Vocabulario rioplatense razonado_; ni
-Ricardo Palma, con sus _Neologismos i americanismos_ y sus _Papeletas
-lexicográficas_; ni Julio Calcaño, con _El castellano en Venezuela_;
-ni Alberto Membreño, con su _Vocabulario de los provincialismos de
-Honduras_; ni Antonio Batres Jáuregui, con los _Provincialismos de
-Guatemala_; ni Eufemio Mendoza, con sus _Apuntes para un catálogo
-razonado de las palabras mejicanas introducidas en el castellano_.
-Menos para Bolivia, Nicaragua y Paraguay, existen obras especiales
-que tratan de los provincialismos de cada una de las Repúblicas
-americanas. En España, si exceptuamos el _Diccionario aragonés_ de
-Borao, apenas si merece citarse hasta estos últimos años obra alguna,
-no sólo de provincialismos, pero tal vez ni aun de gramática castellana
-en general. En cambio, de toda esa inmensa labor americana, sólo se
-conoce aquí de veras el _Diccionario de galicismos_ de Baralt. No se
-conocen ni siquiera las obras trascendentales ó, como ahora dicen,
-mundiales, de Cuervo, Bello é Isaza; porque no es conocerlas el que el
-_Diccionario de construcción y régimen_ se halle en algunas bibliotecas
-públicas tan cerrado como el cofre del Cid, ni el que de la _Gramática_
-de Bello se hayan hecho dos infames reimpresiones en Madrid, mientras
-serán contadísimos los maestros de escuela que hayan oído el nombre de
-Bello y los profesores de latín y castellano de nuestros Institutos
-que hayan tenido la curiosidad de consultar, y hasta de abrir, su
-_Gramática_.
-
-Estoy, pues, por los americanos, y desearía dar á conocer á los
-españoles ese inmenso trabajo lingüístico, ese nuevo mundo intelectual,
-enteramente inexplorado y desconocido; pero no sé si en este
-artículo me quedará espacio para hacerlo. Pocos meses ha nos convocó
-á unos cuantos aficionados á los estudios lingüísticos la Unión
-Ibero-Americana, para que tratásemos de una ponencia sobre lengua
-castellana: habían comprendido los señores de la Junta general lo que
-el peruano Palma escribió hace tiempo: que «el lazo más fuerte, el
-único quizá que, hoy por hoy, nos une con España, es el del idioma».
-Todo se desbarató, como suele suceder aquí, por causas que me guardaré
-bien de manifestar. Pero lo que viene al caso es que se propuso una
-especie de Congreso lingüístico, moral, por decirlo así, sin asistencia
-de los congresistas, y consistente en que se invitase á los centros
-literarios y á las personas competentes de América á contribuir con
-papeletas á la formación de un _Diccionario_ de vicios y deficiencias
-de la lengua castellana en todos los países donde se habla, y de sus
-correspondientes enmiendas. Lo que allí no se dijo fué que ese sin
-fin de papeletas que se buscaban estaban ya no sólo recogidas, sino
-publicadas en otro sin fin de libros americanos, de los cuales son
-contados los ejemplares llegados á Madrid, y eso de las obras que hayan
-tocado las costas de la Península, que son la menor parte.
-
-Nuestras publicaciones pasan el charco á duras penas, mayormente si
-no son novelas, y tresdoblan su precio en manos de aquellos libreros,
-y aun en las de éstos, hasta el punto de que ciertos libros, aquí
-baratísimos, solamente los muy acomodados se los pueden procurar. Pero
-las publicaciones de allá, ni á peso de oro se hallan en nuestras
-librerías. Si tienen ó no la culpa los libreros, ó los estafadores de
-correos, ó lo que fuere, otros lo sabrán, que no yo. Ello es que la vía
-más directa y económica es la de Alemania ó Francia, camino que, por
-corto que sea, no deja de ser tan largo como extraño y peregrino.
-
-Pero yo me sospecho que si de América no se traen más libros, es
-sencillamente porque á los españoles no nos da el naipe ni nos pirramos
-por la literatura americana. Y aquí entra el cuento. Apreciabilísimas
-son las obras que por allí se han escrito acerca del castellano, y no
-menos de estimar algunas obras literarias. Pero, digámoslo brutal y
-secamente, es tan floja por término general la literatura americana,
-tan ligera y tan híbrida en el fondo y en la forma, en el pensamiento
-y en el lenguaje, es un reflejo tan pálido de otras literaturas que
-tenemos ahí en pasando los Pirineos, y se presenta con tan desgarbado
-desaliño de lenguaje y estilo, con tan extraña vestimenta de
-percalinas, cuya hilaza, de manufactura francesa, choca con el clima de
-los trópicos, de las selvas, de las pampas, que no hay paladar español
-capaz de arrostrar diez estrofas ó tres capítulos de tan desaborido
-manjar. Ésta es una verdad como un templo: está en la conciencia de
-todo literato español. Y el menosprecio por esa literatura descolorida
-y extranjeriza, que suena á castellana y americana y no tiene el alma
-americana ni el timbre castellano, ha envuelto en la condena general
-toda producción de allende los mares, desde los más genuinos partos de
-las musas andinas, que (¿quién lo duda?) bailotean por aquellos oteros
-que es una delicia, hasta los trabajos lingüísticos, que deberían ser
-de otra manera apreciados.
-
-La cuestión es compleja, el ovillo bastante enmarañado. Yo voy á
-prescindir del elemento estético, ciñéndome al lingüístico; aunque á
-decir verdad, si por el hilo se ha de sacar el ovillo, los cabos del
-hilo estético y del hilo lingüístico hay que buscarlos en París de
-Francia: allí está la devanadera, allí se devanó la madeja, se hizo el
-ovillo, se armó el telar, se cruzaron los lizos, y de allí se embarcó
-la hilaza para ultramar.
-
-Al hilo, pues, lingüístico, y á París por él. Pero ante todo aclaremos
-ideas sin salir de casa.
-
-Hay aquí quien, juzgando solamente por los escritos que han caído en
-sus manos, se ha formado una idea muy errada de lo que es el habla
-americana, y está muy persuadido de que en América el castellano
-se halla en un estado de corrupción que no tiene remedio, está
-desahuciado. Y ese _quien_ son la mayor parte de los españoles que
-no han salido de su casa. Contra tan general opinión conviene hacer
-ver que no es así, poniendo las cosas en su punto. Yo distingo en
-América dos lenguas de tendencias muy diversas, que se encuentran en
-pugna. No es fácil adivinar cuál saldrá vencedora. Estas dos lenguas
-son el habla del pueblo no ilustrado y el habla de los escritores y
-de la gente culta que los imita. El habla del pueblo americano no
-sólo no está en decadencia, sino que se conserva más sana y fresca
-que el habla de la Península. Regiones hay, como Chile, donde el
-carácter fonético del habla indígena y otras circunstancias han hecho
-evolucionar al castellano en una dirección abiertamente separatista:
-una nueva lengua se está formando; ni hay diques que la contengan
-ni lágrimas y quejas que valgan, ni siquiera que sean justificadas.
-En otras, como en la Plata, es una verdadera Babilonia, donde se han
-amontonado toda suerte de pueblos y labios. Las lenguas andan como
-las sociedades y la historia. Forjarse un idioma en la fantasía como
-algo que va perfeccionándose, pero que al llegar á la cumbre de una
-imaginada perfección se estanca ó debe pretenderse que se estanque, ó
-que, por el contrario, al emprender la carrera por la opuesta pendiente
-degenera, se corrompe y fenece, es un puro fantasear de los antiguos
-gramáticos, que contradice á la naturaleza del lenguaje. No nace hoy
-una lengua, mañana florece y al día siguiente se deshoja y marchita. El
-habla es una misma en todo el curso de la historia, pero que siempre
-evoluciona y por lo mismo es siempre distinta. Ni tiene momentos de
-subida ó de bajada, de perfección ó enfermedad; siempre es un organismo
-completo, acomodado á la sociedad que lo elaboró, y el más perfecto y
-acabado para aquel momento histórico de aquella sociedad. Tan acabada
-es el habla castellana del siglo XII para los españoles del siglo XII,
-como el habla americana del siglo XX para los americanos del siglo XX.
-Tan mal entallada le vendría al Cid el habla de Porfirio Díaz, como á
-Porfirio Díaz el habla del Cid. Las ideas son otras, los sentimientos
-son otros, y otro es el lenguaje. Dejemos ya estas alturas, y bajando á
-lo llano, vuelvo al lenguaje de algunas regiones americanas. Estábamos
-en Chile, y repito que allí ha tomado el castellano otro derrotero. ¿Lo
-habrá tomado igualmente en las demás regiones americanas? Si es así,
-¿estará escrito en la historia del porvenir que divergirán cada vez más
-aquellas hablas y se apartarán para siempre del castellano? Parecer mío
-particular es que sí, rotundamente que sí. La naturaleza del lenguaje
-lo lleva consigo. No hay profecía más cierta para un lingüista, ó
-la lingüística es una filfa. Para los que se les hace duro queda un
-consuelo. La evolución lingüística es muy lenta: tenemos para siglos.
-Y si se añade el freno de la literatura, cada vez más influyente en
-las hablas vulgares, podemos tranquilamente aguardar y podrán aguardar
-nuestros nietos hasta que puedan decirse lenguas distintas del
-castellano las americanas.
-
-El daño está en que la literatura americana, si sigue por el camino
-emprendido, en vez de contener la evolución la despeñará, y por
-derroteros más desviados todavía que los seguidos por el curso natural
-del habla vulgar. Ésta en América, hablando en general, se guarda más
-tradicional y conservadora que en España en muchos puntos. Podría
-citar centenares de vocablos y construcciones, que los españoles
-hemos desechado, y que los americanos conservan desde la época de la
-conquista. Algunos de los autores de americanismos la emprenden contra
-estos hermosos restos de nuestros mayores, teniéndolos por corruptelas
-del vulgo ó groserías de la gente rústica. Con esto no hacen más que
-contribuir á la emancipación del habla americana, dando bien á entender
-el criterio que les guía, que no es otro que el de la segunda lengua
-que he dicho hallo en América: la lengua literaria y del habla entre
-las gentes de cuenta, en cuanto en ella se infiltra del elemento
-literario. De esta lengua es de la que he dicho que teníamos que ir á
-París á buscar el hilo y toda su manufactura. Voy á copiar un ejemplar
-del género, porque no hay manera de formarse idea cabal de lo que él
-es, pues sobrepuja á cuanto pueda inventar el más destartalado ingenio,
-aunque sea el de Don Quijote. El párrafo trata precisamente del punto
-que ventilamos: es un bocado exquisito, ó digamos retal, que á los
-lectores dejo decidir si se tejió en cerebro americano de raza española
-ó en cerebro americano que piensa y teje en París, ó en cerebro que de
-todo eso tiene, como es lo más cierto. Estamos, pues, en París, y dice
-así:
-
-_Antes de solucionar una cuestión, precisa llevarla á la barra_
-(llegamos al puerto). _De momento, el juicio crítico, que se ha hecho
-hoy un prestigio remarcable, debe dictaminar las prescripciones donde
-tenga lugar una contestación de idioma._ ¿Entiendes, lector? Pues yo
-tampoco: y eso que todos los vocablos son latinos; sólo que con el
-latín se pueden hacer muchas cosas: puede hacerse francés, castellano,
-y mezcla, como la presente, que el diablo que la digiera. Y sigue: _No
-tenemos de menester más razones. Y el juicio crítico no es más que el
-uso que nos fundamentalizamos_ (hay que tomar el exprés para cogerle el
-rabo á ese vocablillo) _para plantear el monopolio de palabras nuevas.
-El que no las adopcione merece que le espuyan el nombre como hostil á
-las grandes conquistas modernas, y tras espuirle débese fustigarle el
-dorso del honor como imbécil que se sale del rango debido. ¿Qué nos
-interesa el que los sexcentistas expresionasen sus sentimientos con
-palabras y ambages que ya persona no entiende? ¿Por cuáles imprentamos
-nosotros sino por los de hoy? ¿Y cómo nos haremos entender de ellos
-si los propinamos una dosis repelente?_ (Con esas propinas repelentes
-te entenderán, ¡vaya, hombre imprentador!..., hasta los cocheros).
-_No resultará; y no sólo arruinaremos el éxito_ (parece un fabricante
-francés), _si que también privaremos de las ovaciones debidas al genio
-inventor_ (aquí al fabricante le nacen alas y vuela, es un genio).
-_¿Quién sería en estado de obligacionarnos?_ (¡señores viajeros, al
-tren!) _á llevar aparejo,_ (¡demonio!) _para comulgar_ (¡tres veces
-demonio!), _á catar heridas al enfermo, á cutir con el enemigo, ó
-topar con el amigo, á recordar del sueño, á tener responsión de los
-criados_ (¿quién diablos, ó aparejos de diablos, le dice que hable
-así?) _y á otras mil banalidades de los sexcentistas_ (Cervantes á la
-cabeza) _que pudibundizarían_ (¡ay Cervantes de mi alma! ¡ay rucio de
-mis entretelas! échale el aparejo que se cubra á ese buen señor que se
-pu-di-bun-di-za) _al hombre menos dotado del espíritu de combatividad?
-De todos modos, no me hace menester desilusionar á los sabios; ellos no
-revocan en duda_ (¡qué han de revocar, si ese testuz aun para pared no
-es buena!) _que esas minquionerías, que son el ridículo al colmo_ (_al_
-con acento de tres varas), _no pueden hacer la ley en un siglo de luz.
-Abajo, pues, las antiguallas, que no llenan más condiciones valiosas_
-(aquí debía de estar llenando la valija y haciendo la maleta para
-echar á andar). _Al que me hiciese homenaje de semejante retroceso,
-yo, después de ringraciarle_ (¿no decía yo? aquí de la propina á la
-criada) _con correctas maneras, le diría que tratar de imponerse al
-siglo es erigirse en juez sin serlo y portarse como inconveniente_
-(él no se erige en juez, es muy conveniente). _Pocas contestaciones_
-(habla á la criada, que sin duda no era respondona) _tendría yo con
-el que pretendiese que yo defeccionase de mis ideales literarios_ (con
-su pan se los coma). _Porque es incontestablemente cierto_ (¡algo
-menos, hombre!) _que las frases antes sublineadas ya muchos y valiosos
-sexcentistas las miraban como de insignificancia absoluta y no insumían
-tiempo en perseguir el placer de usarlas_ (menos Sancho Panza, que era
-así... tan dócil). _¿Por qué nos han de estorquear_ (nadie le aprieta
-las tuercas, no hay que apurarse) _á nosotros el sacrificio de nuestra
-respetabilidad_ (aquí sin querer imitó á Teresa Panza, cuando trata á
-la duquesa de _vuestra pomposidad_; pero no es hurto mayor; adelante)
-_con tan estudiada manera? Lo que es por nosotros, no caemos en su
-sentir; queremos independizarnos en absoluto_ (hágase, pues, de una vez
-turco). _Trabajemos en grande escala_ (aquí se mete á farolero) _por
-dispensar favoritismo á la propaganda del nuevo estilo, y no choquemos
-las pretensiones modernas_ (no hay miedo que tropiece; sube usted
-por esa escala que es un primor). _Como sepamos mantenernos en una
-conducta perfectamente correcta_ (aquí ya es moralista de confesonario)
-_respecto de un estilo racional_ (nada de estilos asnales), _no habemos
-de menester implantar unas leyes absurdas sobre la dicción. Si estas
-líneas están concebidas en un tono autoritativo y rotundo_ (en do de
-pecho muy redondo, quiere decir; nada de becuadros), _es debido á las
-circunstancias que atraviesa la prensa actual. Nuestra misión, que no
-puede pasar desapercibida, sería improducente atacarla por el lado más
-sensible, que es el de la libertad moderna. Del resto_ (de los relieves
-que caen de esa mesa de _la libertad_, de la cual no quiere perder
-migaja; aunque la de disparatar la tiene todo el que quiera parlar por
-parlar), _sería darse los aires_ (con abanico japonés) _de redentor_
-(¡recóncholis!) _y hablar en el aire_ (como un acróbata) _el querer
-con tan pretencioso designio avanzar un sistema preconcebido, que se
-haría responsable á los resultados de hacer atmósfera_ (aquí nos mete
-en una fábrica de gas) _que de ahí se inseguirían bajo estas bases_
-(bajo bases y losas nada se insigue, no puede uno menear un dedo, está
-uno aconchado como una tortuga). _Breve: la síntesis del lenguaje está
-reasumida en el uso. Bajo este punto de vista, el adoptamiento de los
-clásicos faltará siempre de idiosincrasia_ (idiota sin grasa, que diría
-Sancho). _No nos ocupemos de ellos, toda vez que su caracterización no
-se compagina con nuestros sentimientos y lesiona_ (esto es ya grave)
-_los más sagrados_ (¡tate!) _intereses_ (¡ah! vamos, era cosa de
-cuartos!) _de la actual sociedad; por esto no puede tener suceso todo
-autorizado que se le suponga_.
-
-_Nuestra actitud reluctante no sabría ser bastante enérgica para
-hacer aparecer más profunda la solución de continuidad entre ellos
-y nosotros. El que se coaliga con otros para implantar reformas
-literarias, se inmiscuye donde no le piden, y como á tal se expone á
-que le mixtifiquen_ (hacerle mixtos ó fósforos) _si no va á retiro
-buscándose otra misión_ (entre infieles como misionero, ó al retiro
-como paseante en corte). _Sólo resta de practicar lo corriente en
-el estilo, y en lo respectante á la locución picar á la puerta
-del uso_ (bien se conoce que no se la abren, pues ni una de sus
-locuciones las entienden allá adentro los americanos que hablan
-puro español, y aun yo le entiendo á medias con saber francés) _en
-demanda de proteccionalidad_ (que bien la ha _de_ menester), _pues las
-ilustraciones_ (no ibero-americanas) _de la prensa y las notabilidades
-de la ciencia se enrolaron hace tiempo_ (usted sí que está hecho
-un buen rollo de mantequilla de Soria) _al sistema de hablar que
-personalizamos_ (y tan personalizado, que es exclusivísimo de su
-fábrica de usted). _Después de todo, jugar el papel de reformista_
-(que lo juega usted á las mil maravillas) _es no prevenirse contra el
-peligro de perder todo el prestigio_ (porque ya lo tiene perdido).
-_Estar á la altura del presente_ (haciendo pinitos sobre la veleta
-de la pedantería) _y lanzar en olvido el pasado, es el espíritu de
-conducta_ (de vino será mejor para acabar de disparatar) _que se debe
-perseguir_ (como al ratón el gato), _si debemos resumir en síntesis
-concreta lo exposicionado_ (buena medalla le habrán dado en tal
-exposición). _Inspirémonos en el uso_ (de fulano, que se llama yo);
-_fijarse bien en ello_ (no equivocar la persona, aunque no es fácil),
-_bajo el respecto del lenguaje español_ (¡eso no! español, ni por
-asomo), _que hoy debe de ser el portabandera de nuestra cultura contra
-los faramalleros de fantasía_ (como un servidor de ustedes).
-
- «En idioma genízaro y mestizo,
- Diciendo á cada voz: yo te bautizo
- Con el agua del Tajo,
- Por más que hayas nacido junto al Sena,
- Y rabie Garcilaso, en hora buena.
- Que si él hablaba lengua castellana,
- Yo hablo la lengua que me da la gana».
-
-¡Ay, Iriarte de mis pecados, que no sabías de la misa la media cuando
-esto escribiste! Ahora, ahora es cuando hay que rechupetearse los
-dedos, que los dan con azúcar y canela. El nuevo _espíritu de conducta_
-no cabe en odres viejos, es demasiado volátil. La agudeza de un Quevedo
-es chata junto á los conceptos de _las grandes conquistas modernas_,
-que hay que _expresionar_ é _imprentar_ en _condiciones_ más _valiosas_
-y _fundamentalizadas_, para que no _pudibundicen al hombre menos dotado
-de combatividad_.
-
-Esta jerga literaria, en vez de arrancar de la tradición, de la
-literatura clásica castellana, es un mal injerto de castellano
-en francés; es querer pensar y hablar á la francesa con palabras
-castellanas, de origen castellano por lo menos. Y esta hibridez, vive
-Dios que nada tiene de loable. Esa es la gangrena del lenguaje empleado
-por los autores americanos. Por ella no gustan en España sus escritos,
-ni pueden gustar á nadie. En vano la quieren colorear con el pomposo
-calificativo de progreso, de evolución del lenguaje, y riñen á brazo
-partido descomunales batallas contra la literatura clásica, contra la
-literatura española que en la clásica arraiga, y contra los centros
-conservadores, como la Academia Española. Pero eso ni es progreso,
-ni verdadera evolución del habla. La avenida del culteranismo, que
-inundó el castellano literario de palabras latinas, era de ese jaez,
-no hizo más que emporcar las claras aguas del castellano, que se
-deslizaban por su curso natural. El aguaducho galiparlista desde
-el siglo XVIII no lo ha llenado de menores inmundicias. Nada de
-evolución natural ni de progresivo desarrollo del lenguaje hay en
-todo eso, y menos le hay en el afrancesamiento del modo de pensar y
-de escribir de los americanos. ¿Por qué extrañan que el Diccionario
-no dé pasaporte á tan sucia mercancía? Vengan con vocablos del habla
-vulgar de las diversas regiones americanas, con términos de plantas y
-animales que la necesidad hizo tomar de las lenguas indígenas. Todo
-eso es castellano de América, y deberá aceptarlo el Diccionario, como
-los vocablos exclusivos de Castilla, Aragón y Andalucía. Pero no se
-confundan las cosas. Esa habla reciente de los escritores americanos
-no es castellana; acudan con ella á su Academia correspondiente. Ni es
-del habla genuina del pueblo americano; son, repito, dos lenguajes tan
-distintos como antagónicos en sus tendencias.
-
-Estas tendencias no pueden ser más claras. Copio á Palma: «Jóvenes muy
-inteligentes é ilustrados de la nueva generación me han revelado su
-poco ó ningún apego por la lengua castellana, con estas palabras no
-escasas de fundamento: la pobreza del anémico vocabulario español, en
-la marcha progresiva del siglo, es una rémora para la expresión fiel
-del pensamiento. El cartabón académico es exageradamente estrecho, y
-para acatarlo habría que pasar la existencia hojeando el Diccionario
-para convencerse de qué vocablos de uso frecuente están excluídos del
-léxico. Hoy, en la mayoría de las Repúblicas, no son muy leídos los
-libros españoles, y la juventud universitaria devora los textos en
-francés, inglés ó alemán. No es entusiasta, como la de la anterior
-generación, por la lectura de los clásicos españoles. El purismo
-pasó de moda. El siglo XX impone un vocabulario más rico que el tan
-admirado del siglo de oro ó de esplendor para las letras castellanas.
-Hoy tiene caracteres de aforismo esta espiritual frase de Unamuno: «no
-caben, en punto á lenguaje, vinos nuevos en viejos odres».
-
-Aquí está bien puntualizada con todos sus pelos y señales esa jerga
-literaria, que han barrido sobre todo del francés «jóvenes muy
-inteligentes é ilustrados de la nueva generación», pero que tienen
-«poco ó ningún apego por la lengua castellana». Á la verdad, no quieren
-castellano; quieren otra lengua distinta, híbrida de castellano y
-francés. ¿Y los nuevos términos extranjerizos de esa jerigonza, son
-los que tienen empeño en que los acepte la Academia Española? Á nueva
-lengua, nueva Academia. Ténganse ellos, pues, su Academia de esa nueva
-lengua. Si tienen poco ó ningún apego á la lengua castellana, ¿qué les
-importa de nuestra Academia ni de nuestra lengua?
-
-Esotra cantilena de que «la pobreza del anémico vocabulario español,
-en la marcha progresiva del siglo, es una rémora para la expresión
-fiel del pensamiento», no faltan jóvenes que la solfeen también
-por acá en España. El vocabulario español lo dejaron precisamente
-anémico, en camisa y casi en cueros los galiparlistas, que redujeron
-el sobreabundantísimo léxico del siglo XVI al pobrísimo del siglo
-XVIII por ceñirse en castellano á solos los términos que tienen su
-equivalente en francés. Y á pesar de eso, ese «anémico vocabulario
-español» es el doble en grueso del vocabulario francés; y no tiene
-el lector, para convencerse, más que tomar en su mano cualquier
-Diccionario español-francés y francés-español, y comparar el grueso
-del lomo de los volúmenes. Si con la mitad tienen los franceses que
-les sobra para «la expresión fiel del pensamiento», ¿por qué con el
-doble de palabras y con el triple de metáforas y frases que empleaban
-nuestros clásicos, y en parte no queremos nosotros emplear, sólo porque
-no las tienen los franceses, no podremos expresar ese pensamiento? ¿Tan
-sutil es y alambicado, tan hondo, tan cerrado, ese pensamiento moderno,
-que no cabe en el castellano, que abarcó, cual ninguna lengua, desde
-la mística hasta la picaresca, desde el Renacimiento, donde se hallaba
-todo lo moderno, hasta la antigüedad greco-latina, que distaba bastante
-más del siglo XVI que no dista del mismo siglo el siglo XX? Por lo
-menos esos jóvenes «muy inteligentes é ilustrados» en su nueva jerga,
-¿habrán expresado esas sutilezas, alambicamientos y honduras, que pasan
-del alcance del castellano? En la literatura americana yo no hallo nada
-de eso, sino más bien mucha ligereza y superficialidad, y conceptos más
-romos que agudos, sentimientos más secos que jugosos, filosofías que
-nada tienen de germánicas, de hondas, de trascendentales. El Sr. Palma
-escribe lindísimamente: no por esa nueva jerga, que él no emplea, sino
-por lo picaresco de su habla, adaptada á la bohemia, á la picaresca,
-que remedó allá en Lima el modo de ser y de hablar de la vieja España.
-
-Claro está que si esos jóvenes no leen nuestra literatura, sino la
-francesa, tropezarán á cada paso al querer expresar tan bien en
-castellano como los hallan escritos en francés los sentimientos y
-pensamientos franceses. Es que cada pueblo tiene su matiz propio y
-exclusivo en el sentir y pensar, que sólo puede expresarse en el
-propio idioma, que con ese sentir y pensar nació. Ahora, que el sentir
-y pensar francés y su idioma sean más ricos, originales, hondos,
-pintorescos, vivos, que los del pueblo que creó el castellano, esa
-es una cuestión que puede resolver la literatura comparada y la
-comparación de los idiomas de entrambas naciones, y el fallo está dado
-tiempo ha por nacionales y extranjeros.
-
-El sol de Andalucía no cabe parearlo con las nieblas de París, ni la
-sangre hirviente, negra y tenaz española con la belicosa y rubia, pero
-ligera como el agua, de nuestros vecinos. La picaresca, la mística,
-el teatro á lo Calderón y Lope, la novela cervantista, los manolos y
-chulas, son cosas que les dan á ellos en rostro y que los críticos
-alemanes é ingleses califican, por el contrario, de lo más original,
-naturalista, profundo y característico en punto á costumbres y
-literatura.
-
-Ejemplo al canto: esta _espiritual frase_ dice Palma del dicho del
-Evangelio y de Horacio. ¿Qué significa aquí _espiritual_? Mucho en
-francés, porque tiene un matiz intraducible. Pero en castellano es
-simplemente una gansada. Toda frase que exprese un pensamiento, ó
-dígase cosa del _espíritu_, es _espiritual_. Ese matiz francés del
-vocablo es, pues, tan bonito como ligero, pero tan poco profundo como
-lo son ellos mismos: bueno para hacer efecto al primer golpe, y por lo
-mismo para que lo lleven y sepan venderlo en todos los escaparates del
-globo terráqueo los modistos parisinos y esté de moda unos días; pero
-como le falta profundidad filosófica y colorido de fantasía, su moda
-pasa y se desvanece como todas las modas parisinas.
-
-Pero, en fin, es inútil que á esos «jóvenes muy inteligentes é
-ilustrados» les queramos persuadir de que el léxico castellano nada
-tiene de anémico, sino de sobrado, que es por lo que siempre pecó,
-como por lo sobrado y exuberante pecaron nuestros ingenios, desde
-Séneca y Lucano hasta Lope y Calderón, desde Castelar hasta el anémico
-Tostado. Porque bastaría preguntarles que ¿por dónde saben ellos que
-nuestra lengua padece de anemia, si, como dice Palma, no han leído á
-nuestros clásicos? Tiene gracia que, movidos de aversión por todo lo
-que sepa algo al nombre español, devoren textos no castellanos, piensen
-extranjerizamente, no hayan abierto un libro clásico castellano, ¡y
-nos vengan después con lo de la anemia de nuestro caudal léxico!
-Pero aún tiene más gracia el que, después de haberse hecho para su
-uso particular un vocabulario de palabras barridas con ignorante é
-inexperta mano de otras lenguas, nos vengan con la ingenua pretensión
-de que las incluya la Academia en el Diccionario castellano. Pónganlas,
-noraental, en el Diccionario de esa riquísima, progresiva y espiritual
-lengua, que ellos se van apañando con tanta inteligencia como
-ilustración, y dejen estar al Diccionario castellano con lo que es
-suyo y á la Academia con lo único que le incumbe, que es registrar los
-vocablos que emplea todo aquel que pretende hablar castellano, no los
-que empleen «jóvenes inteligentes é ilustrados que tienen poco ó ningún
-apego por la lengua castellana».
-
-Para no condenar en globo á todos los escritores americanos, conviene
-aclarar las cosas y hacer una distinción importante, que hace el
-mismo Palma, escritor tan castizo y á la antigua española, que más
-bien tiende á lo viejo que á lo moderno en su vocabulario y estilo,
-aunque ciertos desabrimientos, en parte justificados, le hayan hecho
-últimamente portaestandarte del neologismo y párroco de esa nueva
-feligresía, muy inteligente é ilustrada.
-
-Los americanos ya entrados en años, los hijos de los que se hicieron
-independientes, á vueltas de cierta aprensión de tiranía, que acerca de
-los españoles les llevó á las narices el humo de la pólvora que cuando
-niños les rodeaba, conservaron un grato recuerdo de la madre patria,
-que, si no todas veces oyeron de labios de sus padres, leyeron por lo
-menos en sus más hondos y arraigados sentimientos.
-
-Los que de entre ellos se han dedicado á las letras se han mostrado
-hasta extremosos en acatar la autoridad de nuestros clásicos y de la
-Academia Española. No conozco obra lingüística escrita en España donde
-tantos miramientos se guarden con la Academia, como se echan luego
-de ver en las mejores compuestas en América. Bello, Cuervo, Peña,
-Isaza, Baralt, Calcaño, Membreño, Batres Jáuregui, el mismo Palma,
-son académicos hasta exagerados. No lo soy yo tanto, ni muchos de los
-mismos miembros de la Academia, y en este punto había de llevarles
-la contra. Quéjanse, es cierto, y repiten en todos los tonos de la
-gama, de que son una mayoría, cuyos modismos debiera tener en cuenta
-el Diccionario académico, que algo pesa el voto de cincuenta millones
-junto al de diez y seis, que el castellano es tan suyo como nuestro;
-pero estas mismas quejas y la escrupulosidad con que hojean el
-Diccionario y Gramática de la Academia compulsando con las de ella sus
-propias doctrinas, y el afán de que se les atienda y el proclamarla
-como centro de autoridad, ¿no prueban más que manifiestamente que son
-quejas de hijo desatendido, pero en ninguna manera desamorado y rebelde?
-
-¡Cuán otros se nos presentan los jóvenes de la nueva generación! Sin
-el menor apego á la España, que sus padres, al cabo como españoles,
-respetaban; antes, con la prevención y aun inquina no disimulada,
-cautelosos y escamados, han vuelto la espalda y alejádose lo más que
-han podido de cuanto huela á español. Cual perro recién desatado de
-la cadena, se lanzaron tras el resplandor que admiraron en países de
-otra raza, y allí, encandilados, embaucados, emborrachados como niños
-inexpertos, que niñas son las nuevas nacionalidades, con los vicios y
-virtudes de los hombres niños, dieron rienda suelta á su hambre por
-los apetitosos pastos de la novedad, y se hicieron franceses y hasta
-ingleses ó canchadales, con tal de dejar el habla castellana, último
-resto que les quedaba de españoles.
-
-Alimentos extraños, mal digeridos y asimilados, no podían producir
-más que ese hartazgo y esa jerigonza de lenguaje que afea las obras
-de los mejores ingenios sudamericanos. Los españoles no nos hemos
-cuidado para nada de esos pródigos del habla castellana. No asomó á
-nuestros labios la menor mueca de desdén ó de resentimiento. Creer que
-en España se odia ó se mira, aunque no sea nada más que con cierta
-prevención, á los americanos, es otra niñería por parte de los que por
-allá crean semejante paparrucha. Lo único que aquí ha caído mal entre
-los literatos que conocen sus escritos es esa monserga empleada por
-escritores que, gloriándose de hablar castellano, lo han ido á aprender
-á París. No hay punta de malquerencia en ello: es el desagrado natural
-que causa lo deforme, y el sentimiento de que de lo deforme se alardee.
-
-Y el hecho es á todas luces clarísimo, mal que les siente á nuestros
-hermanos de allende los mares. Hay que decirlo francamente. Salvo
-las raras excepciones de aquellos varones eminentes, que en punto á
-literatura estudian nuestro pasado, los americanos escriben mal, la
-mayor parte horriblemente mal, y, á vueltas de delicadísimos chispazos
-de poesía, los mejores poetas dan de bruces y sueltan necedades de
-á tomo. No es el habla del pueblo americano, ni el ingenio de los
-escritores: es esa novelería extranjeriza, la que los malea. El
-galicismo es un cáncer que hay que sajar hasta en sus últimas fibras.
-Los que lo defienden, sea como fuere, favorecen esa peste del lenguaje
-literario de América. Ni admite defensa alguna razonable, porque el
-galicismo es cosa distinta del neologismo necesario.
-
-Hablando de galicismos y anglicismos, dice seriamente el
-inteligentísimo y muy querido amigo mío Sr. Palma «que algunos de ellos
-son precisos por no existir en castellano voz equivalente, como sucede
-con las palabras _revancha_, _sport_ y otras pocas». Adán, cuando llegó
-á ser abuelo, no sé yo si mandaría traer de París los juguetes que el
-día de Reyes regalaba, sin duda alguna, á sus rubios netezuelos; lo
-que sí tengo muy averiguado es que aquellos rapazuelos jugaban y se
-daban al deporte con más gusto que el más estirado de los ingleses.
-También sé de buena tinta que cuando Caín jugó aquella mala partida á
-su hermano, de dejarle en el sitio de un guijarrazo, no faltó quien
-desease tomar el desquite, y, para que no se desquitasen sin cuenta y
-razón, tomó Dios por suya la causa del fratricida, señalándole en la
-frente, y él por su parte se tuvo el cuidado de guardar la pelleja,
-emboscándose lejos de la gente. ¿Cree el señor Palma que nuestros
-abuelos tenían sangre de chufas, para no sentirse picados y procurarse
-el despique, y que los nietos del rey que rabió fueron tan severos que
-en su niñez, ni en su mocedad, ni en su edad madura, ni en su misma
-chochez, no les gustaba entretenerse, divertirse, jugar, espaciarse,
-holgarse y echar una cana al aire cuando llegaron á tenerlas? Pues
-créame que todos hemos sido hijos de Adán y nietos del rey que rabió.
-Y á eso se reduce todo el alegato en favor del galicismo, y esa es la
-sencilla contestación que se le debe dar.
-
-
- II
-
-Ya yo me lo había calado, que por algo me quise curar en salud.
-Parece que al leer mi último artículo en _La España Moderna_ no ha
-faltado quien sintiese cierto cosquilleo y una no del todo agradable
-comezoncilla, hasta el punto de hacerle soltar la maldita contra el
-arrojado é insolente español que tan malparados dejó á los americanos.
-Doleríame que el que así se picó fuera de los que les coge de lleno mi
-caritativa crítica. Que caritativa fué en el fondo, aunque confieso
-llanamente que en el modo anduve un si es no es de indiscreto. Tal les
-ha parecido también á mis amigos de por acá, y yo, reconociendo la
-culpa, pido de ella perdón. Lejos de mí el haber intentado envolver en
-la condena á todos los que por América se dan á escribir. Por ejemplo,
-al autor de un libro impreso el año 1904 y que hará unos meses llegó
-á mis manos. Su encabezamiento es precisamente este mismo de _El
-castellano en América_. No es él un fulano de por ahí; es «individuo de
-la Facultad de Derecho, abogado honorario del Brasil, correspondiente
-de la Real Academia de la Lengua, de la Matritense de Jurisprudencia y
-Legislación, de la Sociedad de Historia Diplomática de París», y hasta
-catorce líneas de títulos, según reza la portada. No nos las habemos
-ya aquí con cualquier mequetrefe, que se deja embair por ñoñerías
-insustanciales; sus años bien cumplidos lleva á cuestas á par de sus
-títulos y fama. Creo que para conocer la cultura americana, hará al
-caso ver qué piensa de estas quisquillas lingüísticas y cómo maneja la
-pluma escritor tan calificado.
-
-En el primer capítulo, donde hace una sucinta reseña de la historia
-del castellano, deja ya entrever lo al tanto que está de las últimas
-conclusiones de la ciencia. Allí vemos que «los egipcios fueron dejando
-rastros de su cultura y lengua en el castellano». Efectivamente,
-los antiguos nos hablan del egipcio Osiris, que muchos piensan no
-distinguirse de Baco, y de sus celebérrimas excursiones y andanzas
-por todo el universo mundo; y aunque no conozcamos con certeza el
-itinerario que siguió al frente de sus huestes, ¿quién será tan
-osado que niegue la posibilidad de haber venido á España, donde sin
-duda dejaría rastros de su cultura y lengua? ¡Cuántas etimologías
-castellanas están por averiguar, entre las cuales una buena porción
-bien pudiera aclararse por el egipcio, lengua antiquísima, merecedora
-de esto y de mucho más!
-
-Añade que el castellano «tuvo origen y extendióse en las montañas
-de Castilla la Vieja». Los mozárabes, los castellanos nuevos, los
-aragoneses, hablaron siempre castellano, sin haber bajado de esas
-montañas; pero ¿quién duda de que el castellano nació en Castilla, pues
-ahí está su mismo nombre que lo está diciendo?
-
-Dice que «el germano concluyó con el latín literario». Bien es verdad
-que literatura latina hubo y sigue habiéndola todavía; pero realmente
-de entonces acá el latín que se ha escrito dista tanto del de Cicerón,
-que muy bien puede afirmar el autor haber desaparecido el latín
-literario para el tiempo de las invasiones germánicas, tanto más que el
-germano nunca supo escribir en buen latín; de modo que podemos decir
-que el germano de una ú otra época concluyó con él.
-
-De los que han trabajado acerca de la gesta del Cid conoce el autor á
-Bello. Aquí vemos confirmado lo que en el artículo anterior insinué:
-son tantas las dificultades que se ofrecen para la comunicación con
-algunas Repúblicas americanas, que no sólo de Europa, pero ni aun de
-los Estados Unidos han podido llegar noticias de los muchos trabajos
-que después de Bello se han hecho sobre tan interesante poema, y eso
-á un autor, como el nuestro, que sigue tan de cerca la pista de los
-últimos descubrimientos científicos.
-
-Yo tenía creído que por América no se estudiaban las lenguas
-orientales; pero me ha sacado, y con gran gusto mío, de esta ignorancia
-nuestro eruditísimo autor, el cual no sólo parece ser aficionado, sino
-que ha debido de hacer de ellas estudios muy profundos, según se ve
-claramente por estas palabras: «Oriental la sintaxis española durante
-los siglos XIII y XIV, llega después á ser clásica, con ricas galas
-y hermosas preseas». Algo de esto había apuntado cierto académico de
-la Española en su discurso de recepción; pero eso no quita el mérito
-al escritor americano, cuyo descubrimiento no puede negarse que es
-sobre todo encarecimiento importantísimo, y el día que lo exponga
-detenidamente en libro particular, que sí lo hará, como lo requiere
-el asunto, la gramática histórica del castellano se volverá de arriba
-abajo, y la lingüística general podrá asentar como una de las partidas
-más raras y asombrosas este fenómeno, desconocido hasta hoy, del paso
-de una sintaxis á otra muy desemejante en una misma lengua.
-
-No menos enterado en los estudios románicos se nos presenta el autor
-en esta gravísima afirmación: «Los germanos, destruyendo el patriciado
-romano, propagaron el latín popular, el romance paladino». Es una nueva
-y originalísima solución del intrincado problema del latín vulgar y
-del nacimiento de los idiomas neolatinos, que asimismo toca á otra
-cuestión histórica, á la del fenecimiento del patriciado. Y era lógico
-y natural que, desaparecidos los patricios, sólo quedase pueblo, cuyo
-lenguaje bien pudieron propagar los germanos, aunque ellos mismos no lo
-hablasen, y ese es el «romance paladino».
-
-Aunque en los siglos XIII y XIV la construcción sintáctica del
-castellano fué oriental según la teoría del autor, hasta las _Partidas_
-no fué menos extraña, pues éstas son «la obra portentosa en que el
-castellano se exhibe ya con propias construcciones». Tenemos, pues, una
-sintaxis extraña hasta las _Partidas_, otra propia hasta el siglo XIII,
-otra oriental durante los siglos XIII y XIV, finalmente, otra clásica
-de entonces acá. Todo ello quiso tal vez condensarlo el autor en el
-siguiente párrafo, cuya oscuridad se debe á la preñez de tantas y tan
-exquisitas ideas: bien merece que el lector lo lea y torne á leer, y
-lo estudie con toda calma y sosiego, para desentrañar toda la doctrina
-que encierra. Dice así: «El Poema del Cid colmó de orgullo á la musa
-castellana, que, restaurado en 1215 el puro latín de Cicerón, se entra
-prepotente por catedrales y monasterios, suntuosísimos _alcázeres_
-(sic) de todo saber; y allí, en las sagradas inspiraciones del monge
-de Berceo, nos da ya transformado en hermosa leyenda literaria y
-artística el _román paladino_, en qual suele el pueblo fablar á su
-vecino».
-
-Finalmente: «Desde que los reyes Católicos, Don Fernando y Doña Isabel,
-proclamaron la lengua de Castilla como idioma oficial, cobró inmenso
-lustre y donosura»; acto que debió de ser de ruido y estruendo, aunque
-la incuria de los tiempos y la poca curiosidad de los historiadores lo
-hayan dejado (¡mal pecado!) en las tinieblas del olvido.
-
-Con tan concisas y luminosas frases nos pone al tanto de los últimos
-descubrimientos acerca de la filología castellana. Los demás libros
-de esta clase publicados en América suelen llevar una introducción
-parecida; aunque hay que confesar que, por lo general, con menor
-brillantez y con datos menos apurados por la crítica moderna.
-Ponderadas después las grandes ventajas que aportó á nuestra lengua
-el descubrimiento del Nuevo Mundo, saca el autor las conclusiones,
-que, por leerse casi por las mismas palabras en los demás libros sus
-congéneres, pasaré por alto. ¿Á qué repetir el conocido cascabeleo
-de que «no deben repelerse de los diccionarios aquellos numerosos
-vocablos que usan millones de gentes», es á saber, los americanos, y
-la machaqueadora estadística de los «cincuenta millones de hombres»,
-que por allá dicen que hablan nuestra lengua? Bien que estos desahogos,
-por cargantes que nos parezcan á nosotros con tanto repetirlos, no
-dejan de tener grave fundamento. ¿Por qué, efectivamente, no han de
-ser atendidos 50 millones de hombres, tanto por lo menos como los 10
-millones á que se reducen los que por acá hablamos castellano, cifra
-sin duda exacta, pues según cómputo del autor el castellano es hablado
-«por sesenta millones?»
-
-Ya que hasta aquí he alabado y puesto en su punto, como se merece, al
-autor, no dejaré, para que no se me tenga por demasiado parcial, de
-advertir algunas faltas, que se le han escapado, de menor cuantía.
-
-Como lo de decir que «difiere el latín del español en la falta de
-conjugación por terminaciones diversas que tiene el primero, y de la
-(¿falta?) que carece nuestra lengua». «_La palabra_ que en dilatadas
-regiones _acostumbra_ la gente culta»: debió dejarse el cajista algún
-verbo. «Pues bien, ese poeta, que si hubiera escrito en español,
-_supera_ á Bello»: _hubiera superado_ piden los rudimentos de la
-sintaxis. «El árbol de ancha copa y rico follaje _riega_ al viento
-su semilla para que nunca se extinga». Pero estos deslices han de
-atribuirse á la pujanza de aquellas tierras vírgenes, pues el lenguaje
-del autor, sin ser ampuloso ni retumbante, lleva ecos andinos; y, sin
-recargo de perfumes picantes, huele al suave aroma de las sabanas.
-Verdad es que hay entre esos ecos andinos algunos que hieren algo
-ásperamente el tímpano. Pongo por caso, cuando el pronombre viene tras
-el nombre suelen sufijarlo malamente los escritores americanos. «Y ya
-que mencionamos al insigne don Andrés Bello, es el caso de apuntar que
-cábele la gloria de». Semejantes pujos de cursilería fuera de tono, de
-la cual disculpo como es debido, al autor, van cundiendo también entre
-los periodistas españoles, y me sospecho que lo que les ha embotado los
-oídos para no percibir lo poco rítmico de tal sufijación, hasta poco
-ha desconocida, ha podido ser el estilo telegramático, añadiéndosele
-un cierto pisto de gusto estrafalario, afectado por los que andan á
-caza de originalidad. «El elemento popular americano debe ser _materia
-prima_ en el diccionario de nuestra lengua». Por haber olvidado
-que hubo, allá en tiempo del rey que rabió por gachas, una cierta
-filosofía que llamaron escolástica, puso aquí el autor esa materia
-prima que ofrece alguna ambigüedad «Los hombres no se clasifican
-sociológicamente..., sino _á mérito_ de la educación, de la cultura».
-
-_Á mérito_ de su origen americano habrá que conceder al autor el
-que exagere tal vez más de lo que pidiera un razonable andalucismo
-el valer de los que por allá escriben levantándolos por cima de los
-demás, como sobre una basa que sustente la memoria de tan peregrinos
-ingenios. «Pero quien ha manejado con más abundancia de vocablos la
-rica lengua de Castilla, quien más de cerca ha seguido al autor del
-_Quijote_, quien con más limpieza emplea múltiples y variados giros,
-quien derrocha primores y elegancias de dicción, quien arcaico, si
-se quiere, es el más clásico de cuantos últimamente han escrito en
-castellano, es el atildado estilista D. Juan Montalvo, de quien pudo
-decirse, en verdad, que al dejar su espíritu la tierra, recibióle en el
-empíreo Garcilaso y fué á confundirse con Cervantes». ¡Cáspita con el
-encarecimiento! ¡Confundirse con Cervantes! Contento se vería sirviendo
-de caudatario al americano Palma, por no citar á otros americanos
-y españoles. Montalvo enjaretó en su libro no pocos galicismos y
-extravagancias cultas y modernas, pensando buenamente que remedaba á
-Cervantes, y creyó darle cierta tonalidad arcaica con añadirle cuatro
-antiguallas que le llenaron el ojo. Recrecióseles á los lectores
-americanos, digo á los que estaban ayunos de clasicismo, y lo han
-levantado sobre los cuernos de la luna. Aquí sí que debieran leer á
-Valera y atender á lo que de Montalvo escribió, en vez de agarrarse á
-él, como á lapas, cuando abogan por la introducción de americanismos.
-
-Ahí está publicado el _Diccionario del Quijote_: el que guste, puede
-buscar en él todo ese derroche de primores y elegancias de Montalvo.
-Seamos más mirados y modestos, dejando á Montalvo á la cabeza de los
-que en la imitación del asendereado manco gloriosamente fracasaron, y
-no será pequeño lustre el permitirle capitanear esas huestes.
-
-Que «Don Antonio José de Irisarri desentrañó, en sus _Cuestiones
-Filológicas_, los organismos del castellano», sí será verdad, pero
-con eso y con todo lo de más allá, á pesar de nuestras ganas y de
-leer libros de Irisarri y de los no Irisarri, no ya las entrañas y
-redaños, pero ni dos dedos de la piel adentro hemos logrado, los demás
-y yo, calar y ver de esos organismos. Lo cual no se entienda contra
-el saber de Irisarri, que sabía tan bien como nosotros lo poquísimo
-que de tales organismos se nos alcanza á los lingüistas de estos
-tiempos. Otros vendrán, en los cuales se sepa más y haya más «dignos
-intérpretes de las galas académicas de nuestra abundosa lengua, _asaz
-esmaltada_ por el ameno estilista de aquella tierra (Venezuela), el
-popular y _talentoso_ Nicanor Bolet Peraza». Por vía de los talentosos,
-académicos y asaz esmaltados, y cuan abundantes y por los suelos andan
-en América, «La obra de Zorobabel Rodríguez, de la Barra y de Reyes
-son, si vale la frase, una autopsia de la lengua»: y ¡cómo que vale!;
-que con esas y esotras la van poniendo de talle, que pronto habrá
-menester la pobre lengua castellana que se la hagan en alguna clínica
-de París, á pesar de los que, como nuestro autor, se desviven por
-conservarla lozana y fresca.
-
-«Eduardo de la Barra es un filólogo insigne, que escribió lo mejor
-que se ha publicado sobre métrica castellana». ¿No sobraría decir
-que escribió mucho de bueno? Por lo menos los admiradores de Benot,
-Sicilia y Bello se retorcerán los mostachos al estampido de tan fiero
-escopetazo. Bello tuvo un oído delicadísimo y apuntó observaciones
-métricas de gran valer y de mayor alcance de lo que se figuran los
-que no lo han estudiado; Benot no le va en zaga, añadiendo otras de
-no menor sagacidad; De la Barra ha sistematizado matemáticamente,
-como buen ingeniero que es, algunas leyes, que podrán ser de mayor ó
-menor provecho; pero la Métrica castellana continúa sin hacer, á pesar
-de estos autores, de Sicilia y de Robles con su _Ortología clásica_,
-estrellado pajar donde centellean algunos tenues hilos de luz.
-
-Lo que no se debiera tolerar es que se pregonaran á bombo y platillos
-libros disparatados hasta dejarlo de sobra: «ha publicado el doctor D.
-Santiago Ignacio Barberena _El curso elemental de Historia de la Lengua
-Española_, que contiene mucho de filología de los idiomas sabios,
-y no poco respecto del germen, desarrollo y pubescencia del habla
-castellana. El lujo de doctrina y las citas oportunas avaloran esa
-obra interesante, en la cual se engolfa D. Santiago Ignacio, buscando
-el origen del lenguaje como andaba el inglés de marras en pos de la
-calavera de Adán, para ofrecerla al Museo Británico de Londres... Sea
-de todo eso lo que fuere, la obra del doctor Barberena es una prueba
-más de que en la América latina hay hombres de letras merecedores de
-sincero elogio, que honran la lengua que de sus antepasados heredaron.
-_Los Quicheísmos_ de tan apreciable filólogo así como varios otros de
-sus libros, le han recomendado en el mundo científico, en el cual ya
-gozaba, en concepto de matemático, de una reputación bien adquirida».
-¡Válame la burra de Balaam! y ¡qué de _sinceros elogios_ nos vemos
-precisados á tragar los que escribimos! ¡Con esto, vaya usted á
-almibararse y ponerse bien hueco, cuando en revistas y periódicos
-le espeten una andanada de encomios lisonjeros y adormecedores! Es
-cosa de chuparse los dedos y de confitarse el alma de gusto dando
-de patas en ellos como mosca golosa. ¿De veras dice el autor todo
-eso del famosísimo y celebérrimo Barberena, tan recomendado en el
-mundo científico por lo entretenido y graciosísimo de sus escarceos
-y payasadas? Mejor le hubiera estado al bueno del Doctor haberse
-quedado en su retraimiento de cándida doncella, resolviendo inocentes
-incógnitas matemáticas, sin meterse en caballerías, ni _Quicheísmos_,
-ni _Historias_ de lenguas. Todo lo cual, mía fe, que no son inquinas ni
-exageraciones de crítico malhumorado: nadie mejor que el autor lo sabe,
-y no había para qué venírsenos á ensalzar tan ladinamente las cosas
-patrias con libros de esa marca.
-
- * * * * *
-
-En el capítulo segundo, donde el autor descubre los _Vicios de locución
-en la América latina_, tenemos una bonita muestra de lo que pasaría en
-España, si se lograse, como muchos pretenden, desterrar de la enseñanza
-el estudio greco-latino, madre del cordero, que habiéndolo abandonado
-por aquellas tierras, no es mucho lo hallemos tan roñoso, trasijado
-y enclenque. _Quezada_, _quezo_, _Baltazar_, _faces_, _exhuberante_,
-_silvido_, _explendor_, _expontáneo_, _hechar_, _cólega_, _diábetes_,
-_páis_, _bául_, _máiz_, _autopsía_, _disinteria_, _ópimo_, etc., son
-lindezas que dice se dicen y escriben por aquellas bienaventuradas
-regiones. En cambio entre estos barbarismos pone _Sardanápalo_ y
-_cóndor_, que él cree deben decirse _Sardanapálo_ y _condór_, aunque
-no veo por qué, pues cuanto á _cóndor_, tal sonaba en la lengua
-quechua, de donde procede, si hemos de dar crédito á Arona, Lafone,
-Lenz, Mitre, Bello, y á la misma Academia, que lo aceptó en 1884, y
-al uso de Chile, y puede decirse que de toda la América. Que por acá
-digan _condór_ no lo extraña el que sabe que las voces terminadas en
-consonante suelen ser agudas en castellano; pero en éstas y otras
-palabras americanas los americanos son los que han de dar la ley. Por
-las mismas tendencias idiomáticas prefiero yo _Sardanápalo_, pues en
-voz tan extraña se nos hace recio el decir cosa que suene á _palo_
-tratándose de un tan pomposo emperador. Menos razón asiste al autor
-cuando reprueba arcaísmos que no lo son en América. _Enjaguar_ es más
-castizo que _enjuagar_, que es su metátesis, de _ex-aquare_; _la color_
-no es «remembranza de Berceo y Santillana, que usaron esa palabra como
-femenina, á la provenzal, que daba tal género á los acabados en _or_»,
-sino de uso no interrumpido en todos los siglos, en Cervantes y demás
-clásicos, y hoy día en Castilla; ni es de origen provenzal. Menos se
-me alcanza por qué hayamos de tener por arcaísmos _truje_, _mesmo_,
-_agora_, siendo así que viven en todas las regiones de habla castellana
-y son más conformes á la etimología.
-
-Lo diré francamente: las Academias y autores que no hacen caso de tales
-formas, prefiriendo _traje_, _mismo_, _ahora_, como _únicas_ voces
-correctas, juzgan con arbitrariedad injustificada lo que no es suyo,
-pues de las voces _populares_, como son éstas, el pueblo es el único
-juez. Ni me vengan con que el juez son las personas cultas. Tales
-personas cultas saben más latín que el pueblo, y por eso son suyas
-infinitas voces traídas á manos limpias del latín, contraviniendo,
-por supuesto, al fonetismo castellano; pero saben menos del habla
-popular, que precisamente por eso acuden al latín. El pueblo dice
-_maniego_; ignorándolo los cultos, acógense al _ambidextro_ latino,
-y se quedan tan campantes y satisfechos. Tal es la razón por qué el
-pueblo pronuncia mal esas voces latinas, diciendo _ambidestro_, si es
-que alguno lo dice. Es que no sabe el pueblo más que su lengua; pero
-esa la sabe á las mil maravillas. ¿Quién, si no, la sabe? Á él toca,
-pues, juzgar de lo suyo, y á los cultos del lenguaje culto. Así cae
-por tierra aquel criterio de los gramáticos, de que el juez son las
-personas cultas y doctas. Error es este que, por asentado que esté en
-la mollera de todos los gramaticastros á la antigua, la lingüística
-moderna combate victoriosamente. ¿Queréis verlo? Tomad un fonógrafo y
-recoged en él toda una conversación entre personas cultas, aunque sea
-de insignes literatos. Idos después á una aldea y haced otro tanto con
-los tíos en la taberna ó en el portal de la parroquia. Confrontad, y
-sacaréis en limpio varias importantísimas conclusiones.
-
-La primera, que los cultos pronuncian muy bien las voces eruditas, y
-las pronuncian muy mal los tíos; porque no son castellano, sino latín
-á medio castellanizar. Y de aquí el común decir, de que el pueblo
-estropea los vocablos. ¡No ha de estropear los que os empeñáis que se
-los apropie siendo latinos! Precisamente con estropearlos muestran
-saber mejor el castellano que los doctos, pues los adaptan al fonetismo
-castellano. No estropearán así las voces realmente castellanas; antes
-los doctos son los que las echan á perder, diciendo, por ejemplo,
-_ahora_ en vez de _agora_, ya que _hac hora_, conforme á la evolución
-natural, ha de sonar _agora_.
-
-Tras esta segunda conclusión viene la tercera, y es que en la
-conversación de los eruditos hallaréis que más de la mitad de los
-vocablos son latinos de ese jaez, traídos del Diccionario latino, y
-pronunciándolos, no como los latinos, sino como jamás se pronunciaron,
-guiándose tan solamente por las letras escritas y dando á éstas sonidos
-en gran parte diferentes de los que entre los romanos tuvieron. En vez
-de castellano hablan, pues, jerigonza, mezcla de una lengua viva, de
-otra que murió y de otra artificial que se han forjado y que no existió
-nunca. En cambio, los tíos hablan castellano, y sólo se les han pegado
-de los eruditos algunos de esos vocablos extraños, y aun esos los
-adaptan mejor á la pronunciación castellana.
-
-Cuarta consecuencia: lo dicho de los latinismos pasa con los
-galicismos: el pueblo, alguno que otro, va cogiéndoles á los doctos;
-pero en la conversación de éstos campean que es una bendición.
-
-Total: la gente culta sabe mejor el latín y el francés que la gente
-indocta; pero en vez de castellano usa una jerga de castellano, mal
-latín y mal francés. Y luego, como parte interesada, se nos descuelgan
-los mismos doctísimos varones con que el pueblo habla mal, y que ellos
-son los jueces del lenguaje. Los lingüistas modernos juzgan de muy
-diversa manera. Ningún botánico que quiera enseñar á sus discípulos la
-taxonomía ó la naturaleza de las plantas, de la rosa y el clavel, pongo
-por caso, los llevará á un jardín, y mucho menos á una tienda de flores
-de tela ó celuloide, sino al campo. Tratándose de lenguaje, el campo
-son los tíos, y los doctos son fabricadores de flores de trapo.
-
-Estoy oyendo ya decir entre dientes á más de cuatro: «Pero la rosa
-de cien hojas del jardín es más vistosa que la natural de cinco, que
-brota por los campos, y el lenguaje literario es el lenguaje vulgar
-perfeccionado por los buenos ingenios». Muchos distingos y salvedades
-había que hacer para desenmarañar esta vieja opinión. También es más
-hermosa la Venus de Milo que todas las mujeres del mundo; y con todo,
-si en el arte la rosa de cien hojas y la Venus de Milo son hermosas,
-en la Naturaleza lo son más la rosa de los prados y las mujeres de
-carne y hueso, cuanto va de lo natural á lo artificial y de lo vivo á
-lo pintado. Hasta hace muy poco no se ha tenido verdadera noción de
-lo que es el habla; creíase un artificio como el de la escritura. Un
-abismo los separa. El habla es tan natural y efecto de todo el genio
-de una raza, como lo es el gesto y el carácter de la misma raza. Un
-lenguaje artificial, como el que los literatos han formado tomando
-vocablos del Diccionario latino, cual viejas osamentas desenterradas de
-un cementerio, se parece al artificio con que el cómico remeda en las
-tablas el hablar, el gesticular, el pensar y querer, el carácter, en
-suma, de un personaje histórico. Cuanto difiere esa farsa que remeda á
-Alejandro del mismo Alejandro, tanto difiere un lenguaje artificial del
-lenguaje natural, producto espontáneo y secular de un pueblo, que lleva
-el sello de su pensar, querer y fantasear, que vive en la cabeza y en
-la fantasía y en el corazón de los hombres, y sale afuera formando un
-todo con su pensamiento y sus afectos. Todos los eruditos y gramáticos
-del mundo son incapaces de crear un solo vocablo metiendo en él el alma
-de una raza, como la lleva cada uno de los vocablos del habla natural.
-
-Pero dejando este terreno, que no hago más que señalar desde lejos,
-en el mismo lenguaje literario lo sano es cuanto encierra del habla
-vulgar; lo que se le añada de otras lenguas sin asimilación lenta,
-y como apegándose superficialmente, repugna en el fonetismo y en
-la semántica al genio del propio idioma. El arte literario no debe
-amalgamar elementos léxicos ni gramaticales que sean ajenos al idioma,
-so pena de formar un lenguaje híbrido, y por lo mismo repugnante é
-infecundo. Por eso tales elementos flotan, cambian á cada época, van y
-vienen, y si de ellos solamente constara el lenguaje literario, éste
-perecería, como pereció el latín clásico, mientras el vulgar siguió
-viviendo. Cuanto á la estética de los vocablos, los que vienen de
-fuera nada dicen á los españoles, fuera del significado convencional
-en el que se les emplea, mientras que los castizos llevan consigo
-larga historia, presentan en su leyenda el color de la época en que
-fueron acuñados y el carácter del ingenio patrio. La estética en el
-lenguaje literario no está en barajar el castellano con toda suerte de
-extranjerismos léxicos ó sintácticos, sino en saber sacar al alma del
-idioma sus propios aceros.
-
-Y dejando ya este episodio, dice el autor que no se usan del todo
-_zahareño_, _añasca_, _azacán_. No es de maravillar que un americano
-haga tales afirmaciones, cuando los mismos españoles ignoramos multitud
-de voces corrientes entre la gente vulgar. Tampoco debe admirarnos de
-que tenga por castizas otras que no lo son, porque otro tanto sucede á
-muchos de por acá, que no gustan de leer libros viejos. «Así y todo,
-dice, creo yo que es muy castizo ese verbo _batirse_». Dijera que le
-entraba por el ojo derecho, ó que á pesar de haber venido de Francia
-parece que se ha connaturalizado en España y América, y estuviera en
-lo cierto; pero ni castizo, ni menos muy castizo, es un verbo que
-ningún americano ni español empleó antes del siglo XVIII, es decir,
-antes de la invasión galiparlera. _Combatirse_ de _combate_, es como
-se dijo siempre; eso de batirse se deja para los huevos en tortilla.
-Sólo que _batir_ dicen los franceses, y _batir_ hemos de decir sus
-acólitos; y para colmo de servilismo é ignorancia, hemos de afirmar que
-es _castizo_ y _muy castizo_. Al revés, tacha de galicismo _demasiada
-amistad_, _demasiada confianza_, y aun aprovechándose de sus vastos
-conocimientos éticos, añade que _demasiada virtud_ y _demasiado bueno_
-«son frases disparatadas, toda vez que en la virtud y en la bondad no
-cabe exceso». Si con criterio tan cerrado hubiésemos de apurar las
-frases castellanas, quedarían calificadas sus dos terceras partes
-como solemnísimos disparates. El castellano es exagerador y andaluz
-hasta por los pelos de la cabeza, complácese en las metáforas más
-estupendas, en las elipsis más descomunales. No hay frases elípticas
-más castizas y comunes que éstas, reprobadas por el autor: _otro que
-tú lo habría hecho_, que dice debe ser: _cualquiera otro, menos tú,
-lo habría hecho_; y _si cede, no es que tema sus iras_, que asegura
-ha de dejarse por esta otra: _si cede, no es porque tema sus iras_.
-Mucha flema ha de gastar y mucha saliva el que así quiera hablar en
-castellano. ¿Á qué detenernos en pelillos, como en las dos aes que se
-deja el autor al decir «_Provoca risa el oir ciertas gentes_», en vez
-de: _Provoca á risa el oir á ciertas gentes_; en la «_melomanía en la
-dicción_», por _melodía_ ó _euritmia_, ó como se quiera decir, pues la
-_manía_ la dejamos para indicar el prurito vicioso y de loco, la cual
-no tiene lugar en el buscar el _melos_ ó sonoridad, dote muy envidiable
-en el escritor. Tampoco suena bien: «_Con vista de_ todo eso, creo que
-_en mérito de_ la sonoridad».
-
-Tiene el autor por impropia la frase _asestar un palo, una bofetada,
-una puñada_, porque dice que «_asestar_ es apuntar ó dirigir el
-tiro de cañón, de flecha, de pistola ó de otra arma que necesite
-puntería»; pero además de que el uso corriente antiguo y moderno le
-llevan la contra, la misma etimología de _asestar_ dice que equivale á
-_asentar_, y sólo por metáfora se dijo por apuntar; y si no, échese á
-discurrir sobre la puntería que hay en el echar uno la _siesta_ y en
-el _sessitare_ ó _sedere_. «_Atravesar_ un puente no es propio, dado
-que lo que se atraviesa es el río»: el puente es lo que propiamente
-atraviesa el río, y sólo atravesando ó pasando el primero atravesamos
-el segundo sin mojarnos. «_El análisis filosófico_ es en castellano _la
-análisis filosófica_»; ó _el análisis_, con perdón, pues de entrambas
-maneras se dice, y más todavía como masculino.
-
-No conviene ser tan apretados y cortos de manga en ciertas quisquillas,
-cuando se ensancha más de lo justo tratándose de galicismos y otras
-aves de mal agüero. La _exquisitez_, que en Valera criticó Fabié, que
-el mismo Valera puso entre los pecados cometidos en su larga vida,
-que el conde de Cheste creyó mejor arrojar al limbo, de donde había
-nacido, según nos dice el autor, es un vocablo muy bien formado,
-como los formaban á porrillo Cervantes y los demás clásicos; y si la
-Academia no lo aceptó, allá ella. Si ni para eso tenemos autoridad los
-que tenemos por hacienda nuestra nuestro idioma, quiero decir para
-valernos de él, con tal que no vayamos contra su manera de ser, ¿qué
-decir de los que le hacen hablar á la francesa? De esos vocablos de
-común derivación tiene derecho á inventarlos todo español, cuanto más
-un tan discretísimo literato como D. Juan Valera. El Diccionario de la
-Academia no es un código cerrado de leyes, ni los señores académicos
-sueñan en que lo sea, que fuera un desvariado soñar. Ninguno mejor
-que ellos sabe que es faltosísimo en palabras y frases, y asaz rico
-en gazapos, que se han trasconejado, como por fuerza ha de suceder
-en obra de tal índole, tan vasta y nunca acabable, en la que tantas
-manos han andado y personas de tan diversos criterios y pareceres. El
-discreto ha de saber escoger y enmendar en todas partes, sin exceptuar
-el Diccionario de la Academia y los escritos de los académicos, que al
-entrar allá no se desnudan de los galicismos y de las extravagancias
-que antes pudieron tener.
-
-Hablando de la _y_ griega nos dice el autor cosas que, á oirlas de
-labios de otro, las rebatiera sin más; pero que en latinista tan
-consumado no puedo menos de acatarlas y oirlas con pasmo y admiración:
-«Pero el hecho es que esa letra mal llamada _y_ griega no es griega,
-sino la forma que prevaleció para representar la _i_ doble de genitivos
-latinos, como _ingeii_, que se escribía _ingeny_». Confieso mi supina
-ignorancia: no he visto jamás tal _ingeny_ entre los romanos, y aunque
-_ingenij_ es cosa conocida, pero la _y_ no creía que viniese de _ij_,
-sino que no eran más que dos _íes_, _ii_, y, en fin, yo suponía que los
-romanos habían adoptado sencillamente la _y_ griega mayúscula, de la
-cual procede nuestro signo _y_; pero puesto que el eruditísimo autor
-americano así lo asevera, sus razones tendrá.
-
-Otras muchísimas originalísimas doctrinas pudiéramos ir viendo, todas
-como parto de su feliz ingenio; pero sería por demás prolijo querer
-examinar todo el libro. Lo apuntado creo que bastará para formar idea
-del nivel á que se hallan los conocimientos lingüísticos por aquellas
-tierras.
-
-
- III
-
- _A D. Julio Saavedra._
-
- (Santiago de Chile).
-
-Muy señor mío y de toda mi consideración. Mi artículo de Setiembre
-en _La España Moderna_ con este mismo encabezamiento le ha movido á
-usted á enviarme una atenta carta, un artículo del Sr. Manuel J. Ortiz
-para que me entere de «las ideas que al respecto flotan en nuestra
-atmósfera», y la revista _Le Maître phonétique y Panthesis_ con
-artículos de usted.
-
-Ante todo, he preferido contestarle aquí, porque deseo que sirva para
-el público chileno y americano, y aun español, lo que dijere, ya que no
-será otra cosa más que aclarar las mismas doctrinas que he sustentado
-en _La España Moderna_.
-
-Mi segundo artículo lo habrá usted leído para cuando éste salga, y si
-el primero le pareció algún tanto inexacto y molesto ¿qué no le habrá
-parecido el segundo? Y con todo, dejando aparte lo de la molestia,
-que su benevolencia de usted sabrá disculpar, reconociendo que no ha
-sido mi intención el causársela, sino que es un efecto natural el que
-amargue lo que va contra lo propio, por más que el médico trate de
-dorar la píldora, voy á satisfacerle en la mejor forma que pudiere,
-siempre, por supuesto, dando el primer lugar á la verdad, de la cual es
-usted tan amante como yo.
-
-Contentóme en extremo ver que mi artículo hubiese interesado á un
-escritor de la valía de usted, que ha estudiado la lingüística moderna
-en París; lo cual no es poco para que mejor nos entendamos, á causa de
-profesar entrambos las mismas doctrinas glotológicas.
-
-Mi intención no fué envolver á todos los americanos en la censura, como
-su finura le hace reconocer, añadiendo que esa censura es _justa_.
-Yo hice una distinción capital respecto del castellano en América,
-distinción que aclara todas las dudas y torcidas interpretaciones, y es
-la que separa enteramente el habla del pueblo, no contaminada con lo
-que viene de París, y el lenguaje de los escritores, su habla y la de
-las personas cultas, que está empapada y calada hasta los tuétanos de
-galicismo en todos los órdenes de cosas, en lingüística, en literatura,
-en doctrinas morales, sociológicas, etc., etc. Esta distinción usted
-mismo y todos los americanos convendrán en que hay que hacerla antes
-de pasar adelante. Ustedes mismos se glorían de traer á la patria la
-cultura y modales de París, y no trataré yo de censurarles en esto,
-porque en París hay cosas harto buenas y dignas de tomarse, y de París
-se sacan y traen á España y América muy nobles ideas, modas elegantes
-y bonitas, juguetes entretenidos, perfumes y cosméticos delicados,
-en fin, un sinnúmero de doctrinas y de artefactos, con las cuales
-damos nuevo lustre á lo enrutinado de nuestras opiniones, y con los
-cuales pulimos, acicalamos y desengrasamos nuestras herrumbrosas y
-mugrientas personas de lo que se nos pegó durante varios siglos, en que
-el lavarse, y más con jabón, era melindre de sólo los más atildados y
-curiosos.
-
-Puesta y admitida esa distinción, tomo de su carta de usted la nota que
-distingue esos dos lenguajes: «En estos mismos impresos, me escribe
-usted, puede usted comprobar que nuestro castellano corriente ni es
-afrancesado ni arcaico, sino en un todo semejante al suyo de Castilla
-ó Aragón». Lo de _afrancesado_ y _arcaico_ son para mí las notas que
-califican esos dos lenguajes. El habla del pueblo americano es tan
-castiza como el habla de Castilla y Aragón; pero es más arcaica.
-Esto, no sólo en Chile, sino en toda América, y más que en el resto
-de América en Chile. Y no es una tacha, ni mengua ese arcaísmo,
-antes una prenda segura de más acrisolado casticismo, y de que _el
-pueblo_ americano es más español que el pueblo español. Porque hay
-construcciones gramaticales, fonemas y vocablos, que el pueblo de
-España ha olvidado, trastrocado, cambiado por otros menos castizos,
-mientras que en el pueblo de América se conservan con un tan delicioso
-saborcillo á antigüedad, que se cree uno trasportado á otros tiempos
-dorados, y se imagina encontrar por esas sabanas y serranías al
-primitivo conquistador, con su caballo anterior al de la raza cordobesa
-de los guzmanes. Figúrese usted si yo me voy á amohinar de esto, sino
-antes regocijar y sentirme metido como en un baño de Reyes Católicos.
-Mayormente Chile fué una segunda España, no como la Nueva España ó
-Méjico, sino como un pedazo de la Península llevado al Pacífico, con
-la ventaja de una grandiosidad de cordilleras que sobrepujan á Sierra
-Morena y los Pirineos, tanto como al Mediterráneo el Pacífico. No había
-pasado siglo y medio desde Colón, y hubo un escritor chileno, natural
-de Santiago, el P. Ovalle, que manejaba el castellano como el que mejor
-lo ha manejado, y que era artista de la palabra de tan subidos colores,
-que no hay poeta americano que en sus descripciones le haya llegado
-á la suela del zapato. Humboldt se quedó corto y descolorido y como
-asombrado por aquel maravilloso pintor de los Andes.
-
-Pero me dirá usted que á dónde voy á parar, y le contestaré que me
-deje, por su vida, desahogarme recordando aquella cinta de oro, pedazo
-de tierra española, que se llama Chile, y aquel su valiente historiador
-Ovalle, que harto lo he menester. Porque se me aprieta el corazón y
-se me nublan los ojos al considerar qué ha sido por allí de aquellos
-grandes humanistas que quedaron después de la independencia. Creyeron
-que el latín y el griego olían á vieja España, desterraron estos
-estudios, á los cuales debían cuanto ellos eran, y eran grandes, que
-grande fué Bello, para no mentar más que uno, y desde entonces, si
-el habla popular siguió tan virgen, tan casta, tan española, porque
-el castellano vulgar tiempo ha ya que no necesita de su madre la
-lengua del Lacio, el lenguaje literario y el habla de las altas capas
-sociales se despeñó y se dió á juguetear por las novelerías francesas,
-y abrazó todo lo que de extranjis se le metía en casa con halagos de
-civilización. El amor á los estudios había echado hondas raíces, y ya
-que, como suele, con los estudios clásicos se había desterrado todo
-estudio macizo, se llamó á Profesores extranjeros. Ellos han removido
-el rescoldo y avivado las medio apagadas cenizas. Por ellos Chile
-es el rincón de América donde más se sabe, sobre todo en materias
-lingüísticas. Pero voy á decirle al oído algo que me descontenta: como
-extranjeros, esos insignes Profesores no tienen cariño al castellano,
-digo al castellano práctico, á la literatura castellana. Les traen
-mucha y muy sana lingüística, estudian lingüísticamente el mismo
-castellano, más el preclásico que el clásico; pero con la frialdad del
-químico que deshace despiadadamente en su laboratorio un magnífico
-trozo de roca por el capricho, científico sin duda, de analizar sus
-elementos componentes. No aman con cariño el castellano, no sienten
-aversión á lo extraño, y el lenguaje literario y el habla de la gente
-culta se va embebiendo más y más de galicismos é italianismos. En
-este punto veo que usted disiente, pues me asegura que el castellano
-corriente de la clase social instruída no es afrancesado. Yo desearía
-que así fuese, porque tengo más cariño á nuestra lengua y más amor á la
-literatura chilena que apego á lo que puedo sacar en llevarle la contra
-á una persona tan fina y amable y á un lingüista tan serio como usted.
-¿Pero he de creer más á quien pudiera estar algún tanto cegado por amor
-á su patria, que á mis ojos y oídos, que han visto y oído y ven y oyen
-harto frecuentemente lo contrario? Póngase en mi lugar y falle. Claro
-está que hay sus más y sus menos, que personas habrá en Chile, y usted
-puede contarse entre ellas, que no quieren el galicismo extremado, y
-que no lo menudean. Pero, créame que demasiados abogados tiene y que
-son muchos sus aficionados, y más son todavía los que sin darse cuenta,
-por sólo seguir lo que suena como de buen tono, chorrean extranjerismos
-por todos los poros de sus afrancesados cuerpos y de sus empecatadas
-ánimas. El saber distinguir lo castizo de lo que no lo es parece
-fácil; pero no es sino grandemente dificultoso, aun estudiando mucho y
-leyendo á pasto libros de castellano clásico. Yo estoy metido en libros
-clásicos hasta los codos, y con todo se me escapan no pocos gazapos.
-¿Qué será de los que no leen más que obras modernas? ¿Qué, de los que
-sólo leen en francés y se educan en Francia? ¿Qué, de los que tienen
-declarada ojeriza á los clásicos? ¿Qué, de los que son esclavos del
-buen tono, digo del mal tono? Y en esto último he de hacer hincapié,
-porque sabido es que son rarísimos los que saben sobreponerse á las
-modas pasajeras, y no lo es menos que el galicismo anda más de moda de
-lo que fuera menester. Usted mismo me lo da á entender al enviarme el
-artículo del señor Ortiz, que aboga por el neologismo con los falsos
-sofismas que ya he rebatido yo en mis artículos, y lleva la contra al
-Sr. Oyuela, que sustenta la doctrina más sólida.
-
-Comienzo por esta frase que ciertamente no es castellana: «Deja
-constancia el señor Oyuela de que en la Argentina se habla y se escribe
-mal el castellano». Yo pregunto á todos los españoles, si hay uno que
-entienda esa frase. Tal vez lo habrá, si ha estado por América; pero si
-no, con saber castellano los españoles, que creo que lo saben, no habrá
-uno que la entienda.
-
-Mas vengamos á la doctrina del Sr. Ortiz, doctrina que usted dice
-contener «las ideas que al respecto flotan en esa atmósfera». «Podrá
-argüirse, dice Ortiz, que no se trata de las transformaciones del
-lenguaje hablado, sino de las que se verifican en el lenguaje
-literario; no de las que involuntariamente produce el pueblo, sino de
-las que con pleno conocimiento introducen en la lengua los escritores
-por medio de sus obras». Efectivamente, la evolución del lenguaje es
-un fenómeno admitido, irresistible y loable, como todo lo natural.
-Pero las innovaciones por las cuales ustedes abogan no son efecto
-de la evolución natural del habla, sino aguaducho que nos traen de
-París los malos escritores, es algo pegadizo, como costra de gente
-poco limpia, al habla natural, cuya evolución es lentísima y sigue
-otros rumbos diametralmente opuestos, como que siguen el cauce del
-fonetismo de la raza, mientras que los extranjerismos rebosan de él
-y se van hacia fonetismos extraños. ¿Cómo suelta el señor Ortiz esta
-dificultad, que él mismo se objeta? De una manera muy cándida. Dice:
-«Pero los escritores no hacen ni pueden hacer otra cosa que seguir al
-pueblo, de lejos ó de cerca, en esta obra de evolución». Repito que
-esta es una candidez columbina. Los escritores galicistas no siguen al
-pueblo, el cual está muy ayuno de galicismos y ni los entiende ni los
-quiere. Sálgase usted al campo, acompañe al Sr. Lenz en sus excursiones
-lingüísticas, á ver qué galicismos oye en los bohíos y barracas de la
-gente enteramente alejada de esa influencia francesa. Los escritores
-siguen y _pueden_ seguir á otro que al pueblo, siguen á los franceses;
-¿quién lo duda que pueden y lo hacen con delectación y gusto? Ojalá
-siguieran sólo al pueblo; pero qué han de seguirlo, si se aborrecen
-con muchos de sus términos, teniéndolos por groseros, cuando son
-los de más noble abolengo, como que los hallará usted en Oviedo, en
-Ovalle, en nuestros gigantes del habla castellana. ¿No dicen ustedes
-por ahí _un roto_ á un pillete, como lo llamaban ellos juntamente con
-_desgarrado_, y _rotura_ como _desgarro_, siempre en el sentido moral,
-por natural metáfora de lo físico? Esa es habla de Cervantes, que los
-escritores pocas veces imitan, porque no es de buen tono. La atmósfera
-de que usted me habla es una atmósfera del Sena, cuajadita de los vahos
-malsanos que encierran las nieblas flotantes sobre el Sena. Y añade:
-«Si por desgracia todos los escritores resistieran por sistema la
-corriente popular, ello, sencillamente, los dejaría atrás». No, sino
-que la que se queda atrás y avejentada es el habla popular, que la
-literaria es demasiado progresista.
-
-«Creo que todo neologismo aceptado por el uso general responde á una
-verdadera necesidad». Ese uso general no lo es del pueblo: prueba
-manifiesta de que la gente culta está de una manera general contaminada
-del neologismo. Esotro de la necesidad, ya sabemos que hay muchas
-necesidades que nos creamos innecesitadamente, y una vez creada no nos
-faltan argumentos para cohonestarla. El uso del tabaco es un ejemplo
-fehaciente.
-
-«La mayoría de ellos, dando pruebas de un loable buen sentido, se
-amoldan sencillamente al uso corriente del país en que escriben; dan
-cabida en sus obras á todo neologismo aceptado por la generalidad de
-las personas medianamente cultas, en lo cual no hacen otra cosa que
-ejecutar hoy de buen grado lo que mañana tendrían que hacer á pesar
-suyo, para no quedarse, como los dómines y latinistas de la Edad Media,
-sin lectores que pudieran entenderles». Ya ve usted cómo esas ideas son
-las que flotan en la atmósfera. ¿Por qué, pues, extraña usted que yo
-diga que por América lenguaje y literatura son un descolorido reflejo
-de lo que se hace en París, que generalmente se escribe mal por ahí
-y que el galicismo está en boga? Por supuesto que eso de quedarse
-sin lectores no empleando neologismos, es cosa de risa. No habrá
-americano que no haya entendido mis artículos, con no llevarlos. Si
-el pueblo americano es más bien arcaico, hasta el punto de estar en
-mejor disposición que el español para entender á Cervantes, ¿cómo no
-ha de entender lo que se le sirva sin esos condimentos de neologismos
-y francesismos? Cada cual entiende cuanto se le habla en su lengua; lo
-que no entiende es lo extraño y nuevo. ¡Tener que echar mano de esos
-pistos para «hacerse comprensibles»! Lo que hace falta para darse bien
-á entender á todo individuo de raza española es hablar á la antigua
-española, en cristiano, como Dios manda, como habla el pueblo español
-ó americano, no como quieren que se hable cuatro pelagatos, que con
-haber venido á Francia ya creen que ellos solos hablan como se debe,
-cuando son los únicos que lo hacen muy retemal, que hablan algarabía,
-franchutería insoportable. Y luego cándidamente se dan á creer que para
-que les entiendan han de hablar así. Esto, mi señor Saavedra, y querido
-colombroño, ya usted lo ve, es candidez de marca mayor, y necedad
-campanuda y pistonuda, y bobería por los cuatro costados, y es cosa de
-descostillarse, y de apretarse las quijadas, y de despatarrarse á puro
-reir.
-
-Los que se figuran que con esas importaciones de mercancía extraña va
-á ganar el lenguaje literario de Chile, se engañan de medio á medio.
-Con esto no hacen más que desviarse del vulgar, no á pasos agigantados,
-sino á pasos de zapatos de siete leguas, como los que se calzó el
-pulgarcito. Con eso van contra la evolución natural, que ellos suelen
-echarnos á la cara para cohonestar sus desafueros.
-
-No soy purista cimarrón y empedernido. Un bledo se me dan ciertos
-galicismos que se me escapen de menor cuantía, aunque procuro estar
-en los estribos y declararles á todos en general y á cada uno en
-particular guerra sin cuartel. Lo que sí aborrezco á par de muerte,
-porque es la muerte y perdición del castellano, es que por principio
-se les dé audiencia, se les acaricie y regale como á personas de
-casa, siendo unos tunos aventureros que se nos cuelan para atosigar
-nuestra lengua, que se les defienda en nombre de la evolución natural
-lingüística y de otros principios científicos, y que lo que es
-vilísimo rebajamiento y servilismo de nuestra casta, de españoles y
-americanos, para con gentes extrañas que no nos lo agradecen para
-nada, y hacen bien porque el servilismo no debe agradecerse, sino
-mirarse con malos ojos, pase entre españoles y americanos por cosa de
-buen tono, de europeización y de adelanto. Cada cual ha de procurar
-desenvolver y acrecentar lo propio, no con emplastos traídos de fuera,
-sino como lo pide y lleva todo organismo, por intususcepción y propio
-desenvolvimiento orgánico, por asimilación lenta y duradera.
-
-Por último, tengo que decirle que, aunque no es universal mi censura de
-que maleen el castellano los escritores de esas Repúblicas, es general,
-de los más, y que aun los que de ello están libres, como usted, no
-dejan de caer en groseros galicismos cuando menos se percatan. Para
-evitarlo es fuerza leer mucho castellano rancio de los siglos XVI y
-XVII, y mejor del XVI, porque el del XVII está repleto de necedades aun
-en los mejores escritores, y no tienen la frescura, la originalidad,
-el casticismo, la fuerza inventiva dentro de lo castizo, que tienen
-los escritores del siglo XVI. Y ese leer continuo es faena con la cual
-poquísimos quieren apechugar. Usted lo sabrá de sí, yo lo sé de otros y
-de mí mismo.
-
-Afectísimo servidor y amigo, etc.
-
-
- IV
-
-Los tristísimos sucesos de Cuba en estos días no pueden menos de
-llegarnos al alma á cuantos llevamos en las venas una misma sangre,
-á todos los españoles y americanos. Americanos son y españoles los
-cubanos, que no así como quiera se desmembra y descuartiza en trozos
-una raza de una plumada, aunque esa plumada se rasguñe en un Congreso
-de París. Dolorosos acaecimientos que sólo pueden parar en una de dos:
-ó en la pérdida de la independencia y el consiguiente deshacerse y
-desleirse la raza cual gota que cae en el océano de otra raza extraña,
-como está sucediendo á ojos vistas á nuestros hermanos de ayer, los
-españoles de La Florida, de California, de Tejas, que no sé yo hasta
-qué punto lo serán ya hoy; ó pasar por la secular tragedia de guerras
-intestinas, tiranías brutales, degüellos y bandolerías, por donde han
-pasado las demás Repúblicas americanas después de haberse escabullido
-del regazo de la madre patria. Paraderos lastimosos, pero ello era de
-esperar, y no pocos cubanos se lo temían con sobrada razón á poco que
-tuviesen conocido y calado el metal de nuestra gente.
-
-Si algo hay que pueda sacarse en limpio del estudio de nuestra
-historia, es el humor levantisco, nada domeñable, y como efecto natural
-el amor á la independencia, entrañado hasta el tuétano de nuestros
-huesos, pero de la independencia tan por el cabo que no se ciñe dentro
-de las fronteras de la Nación para desalojar al extranjero que se
-arroje á hollarlas, sino que va particularizándose á la provincia, al
-municipio, al barrio, á la familia, hasta llegar al individuo. Ese
-individualismo que diz trajeron al imperio romano los germanos, era
-fruta asaz saboreada y resaboreada por estas tierras de los Viriatos
-y de las Numancias, de los Saguntos y Calahorras. Cada español fué
-siempre rey en su casa, y los cubanos son españoles, éranlo por lo
-menos hace unos meses, y los hispano-americanos son españoles, fuéronlo
-al menos hace unos años, y ni unos meses, ni unos años, ni aun unos
-siglos pesan un comino ni miden un jeme tratándose de razas.
-
-Achaque excusado, porque nadie se lo pide, es el no quererse llamar
-españoles, ni hispano-americanos, sino latino-americanos. Dícese que
-somos de raza latina, y todo porque pasaron acá hará la friolera de
-veinte ó veintiún siglos algunos miles de latinos; en cambio los
-americanos no son españoles, por más que toda la población culta esté
-compuesta de españoles que pasaron, ayer como quien dice, á América.
-Los negros allá llevados de África no son para ellos americanos, y sí
-los _latinos_ llegados de España. Es donoso el cuento. D. Pedro Pérez
-y D.ª Juana López hubieron de partirse para la Cochinchina, no sé con
-qué motivo. Nacióles allí un robusto vástago á quien llamaron José
-Pérez y López, doméstica y caseramente Pepito. ¡Vaya usted á decir á D.
-Pedro Pérez y á D.ª Juana López que José Pérez y López no es español!
-Arremangaráse el uno sus mostachos y encrespará la otra su copete, y
-hechos unas furias os dirán que su Pepito nada tiene de cochín ni de
-chino.
-
-El hábito no hace al monje: menos lo hace un nombre que se pega
-todavía menos á las carnes. Eres peruano, mejicano, chileno,
-rioplatense, cubano; pero esos son sobrenombres: tu propio y natural
-nombre, el que brota de la sangre de tus venas, de tu testarudez
-y apego á lo tuyo, de tu individualismo brutal, de tu cariño á
-_independizarte_, es el de español. No te sonroje el apelativo de tu
-raza, no te corras de proceder de esta tierra de garbanzos, que no es,
-créeme, tan villana y ratera como te lo zumban al oído algunos lindos
-que ayer andaban por las selvas.
-
-La raza y el idioma son los que fraguan el natural de los hombres: la
-raza en el cuerpo, el idioma en el alma; bien que, á decir verdad, raza
-é idioma se compenetran tal vez más que alma y cuerpo.
-
-Al cubano de casta, quiero decir al español de Cuba, no puede caerle
-muy en gracia el que los anglo-sajones, con ser la flor y nata del
-género humano, como dicen, con ser los sobrehombres de la presente
-generación, vayan á meterle en pretina, y el que su sangre, sea latina
-ó sea española, se desustancie y aniquile, anegada en el mar de otra
-raza. Tampoco es de esperar que eso caiga en gracia á los demás
-hispano-americanos. Á vista del peligro común todas esas Repúblicas se
-mancomunarán, porque siempre fué así, que olvidadas las reyertas de
-barrio, los españoles, acicateados por el espíritu de conservación,
-convirtieron su individualismo en amor á la independencia nacional.
-
-El idioma no es una simple enseña y bandera; es algo más, es el alma
-de la raza, y por consiguiente la fuerza y baluarte último, el más
-interior y recogido, el que ante todo y por cima de todo hemos de
-procurar defender los que en caso de rebato esperamos alzarnos como un
-solo hombre. El pensar y el querer, las dos caras del alma, distinguen
-la manera de ser de cada raza; y el idioma no es un mero espejo del
-pensar y del querer, es la turquesa en que se han vaciado, al propio
-tiempo que es el vaciado sonoro formado en la turquesa del pensar y
-querer de la raza. Porque son dos cosas que se forjaron á la par el
-alma y el idioma de cada pueblo, moldeándose entre sí, siendo cada
-una materia y forma á la vez de la otra, correspondiéndose como los
-dos polos eléctricos, positivo y negativo, que sólo se distinguen
-convencionalmente por esos nombres, siendo entrambos tan importantes el
-uno como el otro para que salte la chispa y se establezca la corriente,
-es decir, para que brote esa fuerza que llamamos electricidad.
-
-Tal es para mí la importancia de procurar la conservación del idioma
-castizo, y ajeno de extrañas escorias, entre todos los pueblos de
-raza española. Mientras esa unidad de idioma se guarde como la joya
-más rica y preciada que es, el alma será una, la raza no se habrá
-despedazado, la unión de pensares y quereres se levantará sobre
-las divisiones políticas y territoriales habidas y por haber, y al
-estruendo de los invasores venidos de fuera, esa raza una despertará
-por adormecida que esté y se apiñará como un solo pueblo robusto y
-recio al amago del peligro común.
-
-Ahora bien, la conservación y unidad de un idioma repartido entre
-Naciones y Repúblicas tan distantes y separadas geográfica y
-políticamente sólo puede lograrse mirando todos á un ideal, á un
-dechado común, norma y pauta del lenguaje literario. Ese dechado no
-puede ser otro que el lenguaje del cual arranca toda la literatura
-hispano-americana, el lenguaje clásico del siglo XVI, de aquel
-maravilloso lenguaje que, llevando en sí la pujanza del movimiento
-histórico en que nuestra raza se agigantó y rayó más alto que en ningún
-otro de antes ni después, mostró más á las claras lo que bien cultivado
-y cuidado con esmero puede dar de sí. No que nuestro lenguaje de hoy
-haya de enlazarse y abrazarse á él cual hiedra á un tronco envejecido
-y trasañejado. El lenguaje literario de hoy está pegoteado y empañado
-de remiendos traídos de otras lenguas, con los que creyeron ataviar
-nuestro idioma los que lo tuvieron por enfermizo, enclenque y para
-poco. No es el lenguaje un ser orgánico que crece por yuxtaposición ó
-agregación externa de moléculas; es un organismo, un árbol que crece
-por intususcepción, como dicen, por desenvolvimiento propio, por empuje
-del zumo vital que echa nuevos brotes y lozanos ramones, escogollándose
-y acopándose conforme á su natural gallardía.
-
-Ese zumo vital está en el habla popular, lo mismo de América como
-de España, y de él ha de renovar el suyo á la continua el lenguaje
-literario. Nuestros clásicos no fueron modelos de lenguaje castizo por
-haber abierto la puerta á todas las novedades, ó digamos vejestorios
-del latín y del griego de lo cual se lamentan Lope y todos los buenos
-españoles á vueltas de caer ellos mismos en lo que condenaban. Fuéronlo
-por haber sabido diestramente traer á la literatura el riquísimo y
-nunca agotado caudal del habla del pueblo español, de aquel pueblo
-que pasó á América con su habla pintoresca de Castilla, y por haber
-tenido habilidad para formar derivados y compuestos lindos y expresivos
-conforme al ingenio del mismo idioma y al buen humor y poético natural
-de la raza.
-
-El que quiera engalanar su pluma con bizarría verdaderamente castiza,
-no tiene que andarse mendigando términos desusados del francés ó del
-latín; los hallará á manos llenas en nuestros clásicos y entre las
-gentes del campo y de las aldeas.
-
-Los vocablos traídos de fuera ni encajan en el fonetismo castellano
-ni los entienden más que los que conocen esos idiomas; los populares
-y los clásicos llevan todo el corte fonético y semántico del modo
-de pensar y fantasear de nuestra raza, y su valor se trasluce tan
-claramente como el agua de la fuente para todos los que se criaron con
-el idioma castellano, porque está encerrado en los radicales y sufijos
-derivativos bien conocidos.
-
-Desentendámonos, pues, de cierta nota infamante, de cierto olor á
-rutina leñosa y sin vida, que lleva malhadadamente consigo el término
-de _clásico_, y entendiendo por él lo castizo, lo ingénito y propio
-de esta tan menospreciada y hollada casta española, no sólo por los
-extraños que la ven postrada, sino por sus mismos hijos de España y
-América, apreciemos en lo que vale nuestro idioma bebiéndolo en el
-clasicismo castizo de otros tiempos mejores, envidia y causa tal vez de
-la mordacidad de los extranjeros y en los siempre corrientes manantíos
-del habla popular de España y América, no menos despreciada por las
-personas de juicio somero, que sólo se pagan de culturas superficiales
-y de oropeles, por no haber gustado jamás los insondables veneros de la
-virgen naturaleza.
-
- [Ilustración]
-
-
-
-
- EL NEOLOGISMO
-
-
- I
-
-Alguien me ha tenido por sobradamente purista, por enemigo de los
-neologismos, sean franceses, sean latino-eruditos.
-
-Acerca de los neologismos, soy tan holgado de mangas como esos
-reverendos abades benedictinos que vemos en las hornacinas de nuestras
-catedrales, que les cuelgan hasta el suelo. No les tengo la menor
-inquina por ser neologismos, y por poco autorizada que sea mi opinión,
-no dejaré de decir que me allano á recibir con los brazos abiertos todo
-vocablo que nos venga de fuera, con tal que responda á un concepto ó á
-un artefacto nuevo sin nombre castellano. No es el idioma un vestuario
-de teatro, cuyas piezas inventariadas puedan servir en caso de penuria
-para muchos y variados personajes, ó un almacén de prendería, donde
-entran y salen según la temporada y la moda todo linaje de prendas ya
-hechas de vestir. Un idioma atesora un cierto número de radicales y de
-sufijos, que sin darnos cuenta hormiguean por la enredada y recóndita
-madeja del cerebro. Las ideas que en cada momento ocurren, salen á las
-tablas rebozadas de su correspondiente vestimenta, cortada y cosida de
-uno ú otro radical y de uno ú otro sufijo. Pero acontece que la idea
-viene de extranjis y lleva, como es natural, el traje del país de donde
-viene: es tal la trabazón y entalle de la forma fónica á su idea, que
-dificultosamente hallará ésta en tierra extraña sastre que le acierte
-en el corte y que le entalle bien la ropa. Bienvenidas seáis, pues.
-Pero ¡por vida mía!, así como al llegar acá habéis de españolizaros más
-ó menos, pues no hay idea que no coloree su matiz al mudar de temple,
-españolizad también vuestro traje cuanto os sea posible.
-
-Loable es el neologismo, cuando viene como marbete (en francés
-_etiqueta_) sobre la envoltura de algún nuevo artefacto ó idea
-flamante. Ya que hayamos sacrificado en aras del lenguaje cosmopolita
-de la ciencia el derecho de sacar los términos técnicos de nuestro
-caudal de radicales, como podíamos haberlo hecho, pese á quien suponga
-que el castellano no da de sí para ello, lo menos que se puede pedir
-es que se manejen los radicales greco-latinos con mano adestrada y sin
-herir ni degollar á nuestro lastimado idioma. No es tan hacedero, como
-parece, esto de bautizar una criatura, y no pocas veces la erraron
-los inventores ó padres del nuevo parto, por falta de conocimientos
-lingüísticos. Ante todo es menester saber el griego y el latín, y
-luego, ó si se quiere antes, saber el castellano. Sabidurías son éstas
-que en España se les alcanzan á muy pocos. Diríanse aves de altanería,
-que vuelan allá remontadas por cima de las nubes, seguras de que se
-acabaron tiempo ha los halcones, sacres, neblíes y azores, por más
-que «haya por ahí ciento que apenas saben leer y gobiernan como unos
-gerifaltes».
-
-Aquí no se sabe griego, ni latín, ni castellano; y aunque esto suene
-á encarecimiento de pesada burla, y el detenerme á probarlo lleve
-trazas de digresión impertinente, nada hay de eso, ni de esotro, ni
-de lo de más allá. No me vengan á tapar la boca con estadísticas de
-alumnos matriculados en Institutos, Universidades y Seminarios. De los
-Institutos, con esos programazos kilométricos de lengua latina, en los
-cuales se agota toda la teoría del latín, salen los imberbes muchachos
-de diez y once años sin pizca de latinidad. Ábraseles el primer libro
-que se ofreciere escrito en latín, y por macarrónico que sea darán
-de bruces á la segunda palabra que pretendan traducir, si es que no
-dieron á la primera, ó si es que lo pretendieron; que á ser algún
-tanto discretos, volverán la cabeza á otra parte sin pretensiones de
-entender poco ni mucho. El hecho es dolorosísimo, pero tan cierto y
-reconocido como doloroso. Apelo á los mismos profesores y discípulos, á
-los padres de familia y á todos los españoles que lo tienen sabido de
-sobra. En las Universidades se les exige un trozo de versión, como si
-no se supiese que no están en disposición de hacerla. En los Seminarios
-todo lo más que se logra es que entiendan á medias el Breviario, y yo
-conozco un buen golpe de lucidos y lucios eclesiásticos que ni á medias
-lo entienden. ¿Quién, pues, sabrá latín en España? Sólo quedan las
-monjas, que lo destripan en el coro, y se dan á entender que el _qui
-temperas rerum vices_ bien pudiera traducirse por _quiten peras (en el
-huerto) raras veces_.
-
-El tiempo que en los Institutos se dedica al latín no es para hacer
-muchos milagros ni estupendas maravillas. Eso suelen reponer los
-profesores, y yo estoy con ellos. Pero todavía me atrevería á decirles,
-al oído, por supuesto: «Y ustedes ese corto tiempo lo acortan más con
-sus programas».
-
-Un prolijo programa de teoría latina encajaría, como de molde, después
-que los discípulos tuviesen el suficiente conocimiento práctico
-para leer á libro abierto los autores corrientes: lo entenderían
-y aprenderían á pocas lecciones que se les dieran después en la
-Universidad, porque se reduciría á recordarles y encasillar en un
-sistema lógico lo que ellos ya se sabían prácticamente sin caer en
-la cuenta. Pero, para esos mezquinos y alternos cursos de latín del
-Instituto, los brillantes programas de que alardean algunos profesores
-sólo sirven, cifrando en breves palabras lo que requeriría un volumen:
-primero, para acortar más el poco tiempo disponible; segundo, para
-hacer aborrecible el estudio del latín á los tristes muchachos, que han
-de llevar pegadas con alfileres al examen un montón de respuestas sin
-atadero y de pura memoria, por no tener conocimiento práctico de la
-lengua; tercero, para que los anticlasicistas griten en son de triunfo
-que esa asignatura es inútil, pues no da resultados, y que mejor sería
-invertir el tiempo en aprender lenguas vivas ó en hacer gimnasia;
-cuarto, para lucir el profesor sus hondos conocimientos y su habilidosa
-destreza en saber copiar á Guardia ú otro autor, de los conocidos en
-España, cuyas doctrinas de segunda mano están ya podridas de puro
-viejas; quinto, para dar trabajo á los impresores y salida á los libros
-de texto por tan socorrida manera compuestos; sexto, para que los
-extranjeros crean que aquí se estudia el latín; séptimo, para que los
-españoles nos acostumbremos más y más á buscar en todo las apariencias
-y los juegos de efecto, y hagamos callo en la farsa nacional. Este
-septenario yámbico-trocaico, verdaderamente cataléctico, es el que ha
-matado el estudio del latín en España.
-
-Muy duro contra los profesores está usted, me dirá alguno. Pero se
-engaña de medio á medio, porque yo no iba á echar la culpa á los
-profesores. ¿Cómo han de tenerla, si no hacen más que seguir el
-espíritu de la Ley, la cual les enseña este método de los programas?
-La Ley les ordena, cuando se presentan á oposiciones, que enjareten
-un programita muy cumplido y que por él expliquen una lección como si
-se hallaran en clase. Ese programita es la madre del cordero, y la
-abuela es otro no menos cumplido, y á veces extravagante programa,
-que la misma Ley manda endilgar á los vocales del tribunal, para que
-sirva de pauta en la elección de profesores. Es cosa averiguada que con
-semejante programa salen á flote los que tienen más poderosa memoria y
-más linda labia; pero no los que saben más latín. Con ese programa muy
-bien sabido, puede estar uno enteramente ayuno de latín, y teniendo muy
-bien sabido el latín, puede quedarse parado sin saber contestar á él. Y
-llamo saber latín á lo principal, que es entenderlo á libro abierto, y
-aun escribir y hablar en latín, para todo lo cual el programa teórico
-está demás.
-
-No me meto en los Seminarios, porque la tela sería harto larga. Del
-griego nada he dicho, porque con él pasa lo mismo que con el latín,
-salvo que se le dedica menos tiempo y son muchos menos los que tienen
-que cursarlo para obtener los certificados académicos, único fin al
-cual están enderezados los estudios todos en esta tierra del papel
-timbrado.
-
-Que no se sabe latín ni griego en España se prueba mucho mejor por los
-hechos. Y el hecho que voy á recordar solamente, porque todo el mundo
-lo sabe, es tan fehaciente y tan fresco, que no hay más que pedir. Con
-él estamos en el corazón de la cuestión de los neologismos y voces
-técnicas. Si en alguna parte ó rincón de España se puede buenamente
-suponer que se sabe latín y griego, es en la Academia de la lengua. No
-seré yo el que afirme que los señores Académicos no saben griego ni
-latín. ¿Quién va á suponer tal de Menéndez y Pelayo, de Saavedra, de
-Mir, de los señores Pidales, de Benot, etc., etc.? Digo sinceramente que
-esos esclarecidos varones saben griego y latín, más ó menos, y algunos
-de ellos me consta de que lo saben muy bien sabido. Pero ello es que en
-la Academia, como tal, se ha decidido como jamás hubiera decidido el
-último de nuestros humanistas del siglo XVI. Déjenme desahogarme: ¡oh
-sombras de los Sepúlvedas, Vergaras, Castros, Abriles, Monzós, Ruizes,
-Morcillos, Vives, Nebrijas, Victorias, Núñez, Agustines, Chacones,
-Sánchez, Barbosas, Correas, Palmirenos, Montanos, Zamoras, Mendozas,
-Lagunas, Escobares, Roas, Estazos y demás latinos y helenistas! Las
-manos á la cabeza se llevarían, si la alzaran y vieran y oyeran lo que
-jamás se vió ni oyó sino en España y en el siglo XX.
-
-Bastaría apuntar el hecho, si en Alemania estuviéramos; pero aquí
-menester será poner en antecedentes greco-latinos al público, que
-pudiera suceder no penetrase la ignorancia que el hecho supone. En
-la transcripción y pronunciación de voces griegas, sabido es que en
-castellano se ha seguido siempre este doble principio: _el uso_ ante
-todo, que con el tiempo ha ido modificando los vocablos, por adaptarlos
-al ingenio de nuestra lengua; y luego el modo de pronunciarse _en
-latín_, cuando se trata de voces nuevamente traídas del griego.
-La razón de lo segundo es porque todas las palabras que vinieron
-al castellano del griego nos las trajeron los latinos. Pongamos
-un ejemplo. Del _kírkinos_ griego hizo el latín la expresión _ad
-circinum_, que pasó al castellano en la forma _á cércen_, de donde
-_cercenar_. Así nuestros clásicos pronunciaban como grave esta palabra:
-«Antes llevando _á cércen_ la alta cresta» (Valbuena, _Bernardo_,
-c. 24); «Ensalmo sé yo | con que un hombre en Salamanca, | á quien
-cortaron _á cércen_ | un brazo con media espalda, | volviéndosela á
-pegar | en menos de una semana» (Alarcón, _La Verdad sospechosa_).
-Y con todo hoy decimos _á cercén_, y muy bien dicho, porque natural
-condición del castellano es el pronunciar agudas las voces terminadas
-en consonante, y particularmente las terminadas en _en_. Las dos _c_
-en _cercen_ suenan como en latín al venir tal vocablo al castellano,
-aunque antes sonaran _k_, lo mismo que en griego; el acento se mudó
-después por la analogía conforme á la acentuación castellana: son los
-dos principios expuestos.
-
-Robles Dégano en su _Ortología clásica_ ha sacado como conclusión del
-estudio de nuestros clásicos, que preferían deshacer los diptongos
-en la mayor parte de los vocablos nuevamente traídos del latín y del
-griego, es decir, que preferían la diéresis al diptongo; hoy en día
-vemos, por el contrario, que nuestros poetas prefieren el diptongo á
-la diéresis, y que ésta sólo por licencia poética y como excepción la
-admiten á veces. El Sr. Robles se amohina y enfurruña contra esta que
-él tiene por novedad y dice que lo hacían mucho mejor los clásicos,
-y que la diéresis da mayor sonoridad al lenguaje. Purismo vicioso es
-éste del Sr. Robles, como lo es el de aquellos que en todo y por todo
-alzan la bandera del casticismo mal entendido, sin dar oídos á otras
-razones sino á que así lo usaron los clásicos. No es ir contra lo
-castizo admitir en el lenguaje lo que da de sí su natural evolución;
-antes bien, por castizo se ha de tener lo que esa evolución natural da
-de sí, pues si de casta le viene al galgo el ser rabilargo, de casta le
-viene al lenguaje el evolucionar, el ir mudando de una manera lenta é
-inconsciente, lo cual, por lo mismo, es muy castizo. Sirva de ejemplo
-el caso mismo de que tratamos. Los clásicos tomaron esas voces como
-sonaban en latín, que era sin formar diptongo: hicieron muy bien. Pero
-propio del castellano es formar diptongo siempre que se puede: ese
-es su carácter, que le viene muy de casta, eso es lo castizo. Á poco
-tiempo de tomadas esas voces greco-latinas, los mismos clásicos les
-hicieron formar el diptongo poco á poco, y hoy es la regla general.
-
-No es castiza una cosa porque la usaran los clásicos, sino que los
-clásicos la usaron por ser castiza. Natural era que se tomasen las
-voces greco-latinas tal como se hallaban, pero lo castizo fué que poco
-á poco fuesen entrando en la turquesa común castellana. Y á fe que la
-sonoridad del castellano se debe en gran parte al diptongo; tan lejos
-de la verdad está lo que Robles dice. Y aunque así no fuera, lo más
-sonoro en cada idioma es su fonetismo propio, al cual debe acomodarse
-cuanto venga de fuera, y de hecho se acomoda por ese proceso lento
-que llamamos evolución, la cual no es otra cosa que el casticismo en
-ejercicio continuo, el incesante acomodarse del material lingüístico
-fónica y semánticamente al modo de ser de la raza en cada momento de
-su historia. No basta, pues, conocer lo clásico, lo de los siglos XVI
-y XVII, para poder decidir de lo castizo de un vocablo ó construcción;
-menester es además conocer á fondo el modo de ser del idioma en sí,
-en sus tendencias seculares y de cada época; es necesario tener bien
-conocidos el fonetismo y la semántica del castellano, y la psicología
-de la raza en general y en su continuo desenvolvimiento, con los mil
-factores y causas que de fuera y de dentro obran en el pensamiento
-español y en su manifestación fónica, que llamamos idioma español ó
-castellano.
-
-Tenemos pues, que, habiendo pasado por mediación del latín todas
-las voces que el castellano posee del griego, no hace al caso la
-pronunciación que en griego tuvieran, sino la que tuvieron en latín.
-La unidad del idioma, como en las obras artísticas y en todo lo que
-refleja el pensamiento, es una perfección, á la cual los idiomas se
-encaminan por una cierta vereda, muy trillada por las lenguas todas,
-la cual, en lingüística, llamamos _analogía_, principio unificador que
-da carácter propio á cada idioma, haciendo que los elementos extraños
-ó los desbaratados del mismo idioma vayan poco á poco encajando en el
-molde común, cuanto lo sufren los demás agentes que en la evolución del
-habla obran á la continua. De aquí el que las voces que los españoles
-fueron tomando después directamente del griego, para expresar nuevas
-ideas ó artefactos, las tomasen, no como sonaban en griego, sino como
-sonaron en latín ó como debieran haber sonado conforme al fonetismo
-conocido de esta lengua. Los griegos decían _Socrátes_, _Demosténes_;
-los latinos _Sócrates_, _Demóstenes_, y lo mismo _década_, _pirámide_,
-_Carnéades_, _acéfalo_, _bucéfalo_, aunque los griegos pronunciaban
-estas voces con _k_ en vez de _c_.
-
-También en latín sonó _c_ como _k_; pero al pasar á las románicas
-este sonido se silbantizaba; y así, _cepulla_, que sonó antes
-_kepulla_, dió _cebolla_, y _cilia_ dió _ceja_, _cena_ dió _cena_.
-Siguiendo esta analogía, á nuestros humanistas jamás se les ocurrió
-decir _queleridad_, aunque así había sonado en latín clásico, sino
-_celeridad_, como sonó después, y conforme á la silbantización de
-_ce_, _ci_ en castellano. Ni dijeron _á kirkin_, á la griega, sino _á
-cércen_, de _ad circinum_, porque tenían delante á sabiendas, ó no á
-sabiendas, la _cera_ del latín _cera_, del griego _keros_, y todos los
-demás vocablos greco-latinos.
-
-No era menester para eso ser grandes conocedores de las lenguas
-clásicas; bastaba dejarse ir agua abajo por la corriente de la
-analogía, que lleva con toda seguridad á lo más castizo, á lo propio
-del idioma. Del tema griego _kin_, movimiento, formaron los sabios
-el término _cinemática_, y de ayer son _cinematógrafo_ y otros
-vocablos, en los cuales, sin grandes quebraderos de cabeza, con sólo
-obedecer á la analogía, se atuvieron á la índole del castellano y á la
-transcripción tradicional.
-
-Y ahora viene la hazaña cometida en la Academia Española. De esa misma
-raíz y de la otra _tele_, que vale lejos, quiso formar un nombre para
-su nuevo invento el Sr. Torres Quevedo. No atreviéndose á hacerlo por
-sí y ante sí, acudió á la Academia. Hubo sus dimes y diretes, y, por
-consiguiente, con todo conocimiento de causa, tenga la culpa quien la
-tuviere, que yo no me he puesto á averiguarlo, salió del bureo, como
-diría Cervantes, el nuevo y flamante terminajo _telekino_, con _k_
-escrita y pronunciada. Tal vez _telecino_, como debía decirse, les olió
-á tocino y no quisieron pringarse las manos.
-
-¡Oh sombras de!... los poco humanistas que acertaron, con menos bureo,
-á dar nombre al _cinematógrafo_ y á la _cinemática_. Ya no me espanto
-al dar con el rótulo _bideograf_, estampado en una barraca de Madrid.
-Los barraqueros se fueron á traer de Francia su interesante rótulo,
-porque al menos allí todo es _très intéressant_; pero el _telekino_ no
-sé de qué rincón del mundo planetario se haya traído, porque en ninguna
-parte se halla tal modo de pronunciar. Casi casi sería preferible
-seguir el consejo de un escritor americano, que coincide con lo que
-hicieron los barraqueros. Dice que no podemos prescindir del francés
-para todos los términos técnicos, es decir, que Francia debe ser la
-aduana por donde hayan de pasar los vocablos greco-latinos. Para
-traerlos acá habría que suplicar á los franceses, quitada la gorra,
-si podrá pasar tal ó cual voz con su anuencia y visto bueno; y ¡ojo!,
-no nos desmandemos á pasarla de contrabando, no se nos vaya á atufar
-y torcerse los mostachos el jayán del gendarme, que gasta malísimas
-pulgas. Malo, disparatado, eminentemente servil es el criterio del
-autor americano; pero es más sano y menos dispuesto á errar que el que
-echó al mundo el voquible _telekino_.
-
-Creo que fué Lineo el que separando al hombre y á los monos de los
-demás animales, los encasilló en un nuevo orden, que llamó de los
-_primates_. El vocablo fué tan á sabor de los naturalistas, que
-despertó en la cabeza de un sabio americano nada menos que la teoría
-de la evolución de las especies, ya entrevista por Lamarck. Como cada
-vocablo lleva consigo una representación ó fantasma, me sucede á mí
-por lo menos, que cada vez que empleo ú oigo el término _primates_, se
-me van los ojos á las selvas de Borneo y cuando no te me cato sale de
-entre unos troncos y malezas un reverendo gorila, garrote en mano, ó un
-chimpancé de gruesas posaderas, ó un orangután haciendo visajes. Ahora
-les ha petado el terminajo á los periodistas y se lo aplican harto
-donosamente á los prohombres ó cabezas de la política española. Es una
-chistosísima obsesión despertadora de cierta desapoderada hilaridad y
-jolgorio, la que padezco cada y cuando que al pasar los ojos por los
-periódicos doy con una colección de semejantes alimañas. Gedeón les
-pondría cara de fulano ó de mengano. Pero que en un artículo serio
-nos conviertan á todos en Gedeones, por pazguatos y poco bullangueros
-que seamos, y nos hagan juguetear tan cruelmente con personas tal vez
-amigas, ó por lo menos simpáticas y respetables... Á la verdad, ese
-neologismo político no me parece decoroso. He ahí un campo, tiempo ha
-en barbecho, que podía cultivar la Academia Española. Estos son los
-puntos que más de cerca le tocan. Y es trabajo urgente, tan urgente,
-que á poco que se descuiden, esas malas hierbas se enseñorearán de la
-tierra y no habrá layas que las puedan desarraigar.
-
-Baralt pasó de la raya en su rebusca de galicismos, pero convengamos
-en que hay enfermedades que no se curan con paños calientes. Hay
-infinidad de galicismos que, con no traernos nada nuevo, han matado
-términos que ya no podemos suplir. _Prestigio_ era antes una especie
-de ilusión ó apariencia, ó algo más que ya no podemos expresar, algo
-que con su autoridad engañosa le dejaba á uno embaucado, una añagaza
-aristocrática. Hoy se lee á cada triquitraque «es un sujeto de
-prestigio ó que tiene prestigio», por no querer ó no saber decir que
-tiene crédito, buen nombre, excelente opinión ó fama». «El Gobierno
-goza de prestigio» vale en esta jerga «que tiene poder, poderío,
-influjo, influencia, crédito». Pues ¿y las _orientaciones_? Diríase
-que todos nos hemos convertido en brújulas. ¿Tienen los franceses algo
-que equivalga á la _modorra_ española? ¡Si la inocente _apatía_ se ha
-de convertir en verdadera _modorra_ al pasar los Pirineos! Dejemos ese
-término simplón, que es harto suave para la holgazanería española.
-
-«Me sentía turbado; una singular emoción me ganaba; era como un mareo;
-_la tête m’en tournait_, para decirlo con una fuerte y gráfica frase
-francesa, intraducible al español». El autor que ha escrito esta
-sarta de galicismos traducía á libro abierto del francés ó acababa de
-darse un hartazgo de lectura francesa, no puede menos. ¡Pero que en
-castellano falte manera de expresar lo de _la tête m’en tournait_! ¿No
-ha oído nunca decir que _le dan vahídos_, que _se marea_, que _se le
-va la cabeza_ al que mira desde una torre? Pues harto más recio es eso
-de írsele y quedarse sin ella, que no el _darle vueltas la cabeza_, ó
-_andársele la cabeza_, que responden enteramente á la frase francesa.
-Y si no le contentan tales rodeos, escoja entre estos otros: «De
-haber puesto atención á las muchas cosas que habéis dicho, que me han
-desvanecido la cabeza» (Juan de Pineda, _Agricultura Cristiana_, Dial.
-7, 17). «Era tanto el ruido, que se desvanecía la cabeza» (Quevedo,
-_Zahurdas de Plutón_). «La corriente del agua le desvaneció la
-cabeza» (Cervantes, _Persiles_, l. 3, c. 15). «Los muchos truenos...
-desvanecían la cabeza y parecíale que andaba al rededor» (Cáceres,
-_Paráfrasis de los Salmos_, s. 76). «Que ya me tiene quebrada la
-cabeza» (_Tía fingida_). «Como cuando un hombre anda mucho al rededor
-y da muchas vueltas, queda desatinado y le parece que todo el mundo se
-anda y se viene abajo» (Diego de Vega, _Paraíso de los Santos_, _S.
-Miguel_). «Se le desvanece la cabeza y le parece que todo el mundo se
-le anda» (Ídem, _S. Francisco_). Pero hay una palabra en castellano que
-precisamente nació de aquí, y es la de _retortero_, del dar vueltas,
-_tortus_. «Y que los había de traer al retortero á todos» (Quevedo,
-_Cuento de cuentos_). «En cerco andan los pecadores, al rededor y al
-retortero, cuando como beodos y sin juicio...» (Cabrera, pág. 335).
-«Se les anduviese la cabeza al retortero» (Antonio Álvarez, _Silva
-espiritual_, Feria 6 de la Dom. 5 de cuar., 5 c.) «Inquietaldos,
-turbaldos, de manera que se desvanezcan, les den vaguidos de cabeza y
-no sepan de sí. Anden siempre al rededor. No tengan firmeza en nada.
-Traedios, Señor, al retortero» (Cáceres, _salmo_ 82). «Es un vaguido
-de cabeza, un andar al retortero y tener trabucado el juicio» (Diego
-Vega, _S. Miguel_). Ahí tenía el autor frases harto más gráficas que
-el «me sentía turbado, una singular emoción me ganaba, la tête m’en
-tournait» ¿Qué es eso de ganarle á uno fuera de ganarle los cuartos ó
-de llevarle ventaja? Y esotro de _emoción_ será bueno en Psicología; en
-castellano se dice de otras mil maneras más coloristas y más poéticas.
-_Emoción_ y _conmoción_, que después añade no es más que un meneo, y
-aun eso para los que saben latín; y lo de _auscultor_ es puro latino,
-y _aúscopa_ puro greco-latino rematadamente híbrido y nauseabundo,
-digamos asqueroso en castellano. Aquí _nos pasmamos_, _nos admiramos_,
-_nos espantamos_, _nos maravillamos_, _nos estremecemos_, y según sea
-la emoción usamos más concretamente otra infinidad de verbos, que
-los tenemos á granel y á montones, á porrillo y á puntapiés por esos
-suelos, y nos dejamos de secas y descoloridas gabachadas.
-
-Porque descoloridos son todos esos vocablos que hoy privan por ser los
-únicos que tienen los franceses, que por la mayor parte son puramente
-latinos ó griegos y que por lo mismo no suenan á nada á los oídos
-españoles, ni pintan nada á sus ojos, ni menos les tocan al corazón por
-no ser sentidos, digo por no haber salido ni de la cabeza, ni de la
-imaginación ó magín, ni del corazón de la raza española.
-
-No llevan el color del terruño, ni engastan el sentir de nuestra gente,
-ni se han calentado al sol de Castilla. Llenamos nuestra tienda de
-géneros extraños, embaucados como niños, por la bonitura del envase
-iba á decir, y sólo es porque los vemos en manos de aquellos ya de
-antaño reconocidos buhoneros, de los que decía Quevedo que nos venían
-á engatusar y sacarnos los cuartos vendiéndonos ratoneras y agujetas.
-No nos percatamos del trueque ni de que por ser de peor calidad se
-han de averiar antes, y que los libros que con ese aguado decir
-escribamos, quedarán muertos al mes siguiente. Pero lo peor del caso es
-que retiramos á la trastienda los géneros nacionales, donde quedan á
-trasmano arrinconados y mohosos. Hay en las más hondas capas del habla
-vulgar castellana muchedumbre sinnúmero de voces tan pintorescas, tan
-agudas y primorosas, de tan recio sentir y tan bien sonantes, que nos
-las envidiarían los escritores extranjeros. Son vocablos que dicen con
-el pensar español, que se vaciaron en la creadora fantasía española,
-que dieron color, brío y vida á las obras de Cervantes y Quevedo; pero
-que la literatura moderna deja ratonarse y apolillarse, por andarse á
-mendigar otros cosmopolitas, franceses, desustanciados, manoseados, de
-cajón, que no responden más que al menguado, poco poético y feo pensar
-de los bulevares modernos, ó dígase las rondas afrancesadas. El que en
-ellos se ha criado, ó ha deseado y soñado criarse, halla mezquino y
-faltoso nuestro rico caudal, y se quedará muy más convencido de ello al
-tropezar con tres ó cuatro palabras anglo-francesas que se le antojan
-exquisitas é intraducibles, porque está de todo en todo ayuno de idioma
-castellano.
-
-¿Pero acaso hay palabra verdaderamente traducible entre dos lenguas?
-Eso fuera si dos pueblos tuvieran la misma cabeza, la misma sangre, el
-mismo natural, el mismo humor, la misma alma. Lo que aquí hay es que
-pretenden hacer literatura española pensando en francés, leyendo libros
-franceses, empapándose en imágenes y sentimientos que en Francia son
-tan delicados como sus vinos; pero que en España saben á aguachirle. La
-espuma del champán es harto agradable; pero como les decía un baturro
-á unos que estaban bebiéndolo: ¡buenas pantorrillicas echarán con eso!
-Dejemos cada cosa en su lugar, y si queremos escribir en castellano y
-hacer arte castellano, pensemos y sintamos y hablemos como se piensa,
-se siente y se habla en esta tierra, que no es tan desaprovechada é
-ingrata como creen los que no la conocen.
-
-
- II
-
-Traemos achacosa, enclenque y más que medio tísica á nuestra lengua
-los que escribimos y nos europeizamos. Europeizarse hace cinco siglos
-era hacerse romanos; hoy, hacerse franceses. La lengua castellana y
-nuestra literatura padecieron desde entonces de achaque latino; desde
-el siglo XVIII ha cargado con otros alifafes, sufre de achaque gálico y
-de achaque helénico. No es de bien avisado doctor mudarle la enfermedad
-al paciente en cada visita por comezón de novedades. He de volver otra
-vez y ciento á este mi diagnóstico, pese á quien me tenga por moledor y
-machacón. Antes el mal le venía de Italia; hoy el malhadado neologismo,
-que cifra esas tres enfermedades, le llega por Francia; contra ella,
-pues, y darle.
-
-No es cosa de tomarse un mal rato por los afrancesados terminajos
-que ponen de moda industriales y comerciantes. En un pecho logrero
-y mercenario no caben delgadeces literarias. El toque está en
-atraerse parroquianos, dar golpe, arremolinar boquiabiertos frente
-al escaparate, ofrecer novedades que despierten el apetito, si no
-por la sustancia, al menos por lo extraño del rótulo que lleve la
-mercancía; y si ese rótulo huele á francés ó es francés puro, tanto
-que mejor. Compradores bobillos que paguen lo extranjerizo de un
-nombre no faltarán. Señoritas cabizhueras que lo repicoteen después en
-los salones, y caballeritos casquivanos que les alaben el buen gusto,
-lo lleven á los cuatro vientos, y lo pongan de moda, y le vacíen el
-almacén al tendero, sobrarán en esta sociedad, que es una verdadera y
-bien surtida pavera.
-
-Tampoco es muy ajeno á la condición de nuestra casta el arremeter á
-escritores en busca de honra y provecho barbilampiños mozalbetes,
-que no hallan oficio más socorrido. ¿Qué van á hacer? ¿Meterse á
-compositores de música, á pintores, á arquitectos? Todo eso pide largos
-años de solfear, dibujar, pasar hambre, soledad y silencio, cosas
-que no se avienen con lo corto de la vida y la prisa por farolear.
-El literato no ha menester más que cuatro cuartillas y un lápiz, y
-eso está ahí al alcance del más flaco bolsillo: en las esquinas de
-la Puerta del Sol lo ofrecen á voz en cuello los buhoneros con los
-Toribios que sacan la lengua. ¿Ideas? En los libros. ¿Y libros? En
-las bibliotecas públicas, sin gastar un maravedí. Pero ¿y palabras?
-Es lo más barato. El músico se quema las cejas estudiando armonía y
-combinaciones de sonidos; el pintor masculla barro y aceite á fuerza de
-barajar y templar colores, y se magulla los dedos á puro dibujar. El
-material del literato, el habla, maldita la falta que hace írselo á
-rebuscar entre las gentes del pueblo ó en los libros clásicos. Á más,
-que atiborrándose de lecturas francesas se cazan con las ideas que hoy
-halagan una buena montonera de citas y nombres de libros y autores, que
-es un consuelo poderlos ir encajando y empedrando entre lo que á uno
-le vaya ocurriendo, y otra porción de no menos bienquistos galicismos,
-luces y primores del escribir moderno. Allí es donde aprenden griego y
-latín, inglés y ruso, los que no tienen lugar ni tiempo para aprenderlo
-en esta pícara España.
-
-De los varios géneros literarios no todos abren sus puertas. Hay que
-descartar el dramático, que pudiera ir acompañado de poco sabrosos
-silbidos y runrunes nada apacibles; el de toda labor seria y erudita,
-que tiene contados lectores y es una antigualla; el de la verdadera
-poesía, dama antojadiza, no con todos afable y generosa. Queda uno,
-el de mayor alcance filosófico, el de más viso, el que hoy como nunca
-es apreciado: el de la crítica literaria. Fruto de toda una vida de
-estudios macizos, flor del más exquisito y apurado gusto, alquitarado
-por el hondo conocimiento de las literaturas antiguas y modernas, la
-crítica literaria es para los susodichos mancebos cosa de coser y
-cantar, que ni pide tiempo, ni gastos, ni aun saber manejar el idioma.
-Para halagar al común de los lectores cortando sayos al vecino, basta
-con afilar bien la pluma y desvergonzarse de una vez. Para colgar de
-los cuernos de la luna una obra que sale á luz, dejando probablemente
-también colgado y pataleando á la vergüenza pública á su autor, no es
-menester más que encaramarla á son de bombo y platillos, música barata
-y callejera, que tiene otra ventaja, la de dejarle á uno bien con
-todos, lo cual no es de pequeña monta para muchos menesteres.
-
-El tal crítico literario no pasará á la historia, aunque se acompañe
-de muchedumbre de autores que suele citar en comprobación de una
-perogrullada; pero él se lo cree bonitamente á los pocos aplausos que
-oiga, de fueren quienes fueren; que ya los habrá tan contentadizos que
-les llene y le alienten á él con sus encomios.
-
-¿Y todo eso á propósito del neologismo gálico-greco-latino? Allá voy,
-que estos tales son los que nos lo traen, cuando habían de ser los
-mastines que guardasen el rebaño y ahuyentasen el lobo.
-
-Hay críticos literarios que, sin ser de esos adocenados parlanchines,
-por falta de hondos conocimientos en el habla castellana, trompiquean
-no menos que ellos. Para poner el dedo en la llaga y no hablar en el
-aire, abro una revista de estos días y doy con sendos artículos sobre
-Rubén Darío en dos de sus números seguidos. Su autor acaba de publicar
-en París otros dos, no artículos, sino tomos de crítica literaria.
-Maguer mozo, no es lerdo ni poco avispado: baste decir que llegan
-editados por Garnier, hombre que sabe dónde le aprieta el zapato y
-entiende del oficio. En los artículos hay derroche de citas, lecturas,
-autores, todo de fuera de España. Es un dolor que por acá, donde él
-vive y le dan de comer, no haya autor, libro ni sentencia digna de
-citarse.
-
-Voy á lo mío, al neologismo, al desconocimiento y menosprecio del
-castellano, y por ende al lenguaje poco artístico en un crítico de arte
-literario. «Voz asexuada y argentina, voz de timbre metálico, voz de
-querubín entre nubes rosa, voz tiple, voz alba y angélica...» Siguen
-muchedumbre ensordecedora de voces de todos calibres, entre ellas la de
-tenor, que dice ser _ambigua_, é _intersexual_ y _guapa_ y _rubia_; y
-la de contralto, que se le antoja «voz de monja andaluza, que llora en
-el coro su vocación perdida». Son las siete voces de la lira humana.
-Dejo la voz de monja y monja andaluza, no gallega, que sería dar en la
-tercera por dar en la prima. Lo de voz _asexuada_ y voz _intersexual_
-es lo guapo y rubio. Por extravagancias gongorinas pasaran en otro
-tiempo. Hoy deben de ser lindezas de los modernistas españoles, que no
-es lo mismo que modernistas de buena ley. No hay hombre ni mujer, chico
-ni chaco, que no tenga voz _asexuada_, y no hay alma viva que la tenga
-_intersexual_, á lo menos no ha llegado á mi noticia.
-
-Si os pregunta un castellano viejo, de ésos que tararean coplas de
-Gabriel y Galán, que cómo se come eso de _voz asexuada_, porque no es
-fruta de su tierra, decidle que es voz de sexo. Y si añade que qué es
-_voz de seso_, después de corregirle porque no sabe pronunciar la _x_
-latina, le declararéis que _sexo_ es un cierto vocablo que usaron, allá
-hace dieciocho ó veinte siglos, unos señores romanos, y que significa
-el ser hombre ó mujer, y no las dos cosas á la vez. ¡Acabáramos!, os
-responderá; pero ¿por qué no lo dijo así en cristiano? Voz hombruna ó
-voz mujeril: no hay quien no lo entienda.--Pero es que el autor que tal
-escribe no ha querido decir eso.--Os apretará reponiendo si se trata
-de una voz que sea hombruna y mujeril de una sola pieza.--Tal es lo
-que la palabra suena, le diréis, si no significa hombruna ó mujeril
-exclusivamente; pero yo creo que ese señor quiso decir voz mujeril, por
-más que el vocablo no lo diga. Convendrá el castellano viejo en que
-seguramente hay en Madrid literatos que saben más que él, pues saben
-escribir; pero que no hablan ni escriben castellano, sino lengua de
-romanos, y que ellos se sabrán su por qué.
-
-_Asexuada_ es una rareza fabricada malamente sobre otra rareza
-francesa, cual es la de llamar _personas del sexo_ á las mujeres, como
-si los demás fuéramos eunucos á nativitate. Pican á la puerta y entra
-á pasarme la doméstica el siguiente recado: ¡¡¡Viene una persona del
-sexo!!!
-
-Es como lo otro de llamarlas del «bello sexo». En sana filosofía,
-hermosas son las mujeres para mujeres; pero más hermoso y acabado
-es el varón, como lo es el macho más que la hembra en todo linaje
-de animales, el pavo real, el león, el toro, el caballo. Para las
-mujeres me sospecho yo que el hombre es más hermoso; y si no lo creen
-así, allá ellas con su avieso gusto, que á nosotros más hermosas nos
-parecen ellas que los barbados, aunque sabemos que en hecho fisiológico
-y psicológico de verdad es todo lo contrario. De todos modos no deja
-de ser un galicismo muy cortés y una cortesía muy francesa y muy
-cumplimentera, mentirosa y bobalicona eso del _bello sexo_.
-
-Pues ¿y la _voz intersexual_? El autor quiso decir que es á la vez de
-hombre y mujer, y lo que dijo es que se halla en medio de los dos, es
-decir, que no es ni uno ni otro. Además, en tierra castellana siempre
-se dijo _entre_, no _inter_. Los que han formado vocablos con _inter_,
-como con _super_ por _sobre_, ejemplo _superhombre_, sabrán tanto latín
-como ese señor crítico literario; pero castellano, ni por pienso.
-
-Las _nubes rosa_ es una vizcainada. ¿También sabe vizcaíno el hondo
-crítico? Pues no bastan esas hondas sabidurías para venirnos á
-destrozar el castellano, que llama á eso nubes rosadas ó de rosa ó
-sonrosadas, ó más castizamente arreboles, término que sin duda no le
-ocurrió porque andaba en aquel entonces pensando en Francia, donde á la
-cuenta no los debe de haber.
-
-Decidle, pues, al castellano viejo que _voz rosa_ es voz de rosa. ¡Así
-entenderá él de por sí que _voz alba_ es voz del alba ó de alborada!
-¿Qué más dice alba que blanca? Pues dice que el crítico su autor se
-pica de latino y de buscar regodeos en el hablar.
-
-Otra muestra de francés y latín que pasa por castellano: «la tendencia
-á la fusión de estos géneros se ha ido acentuando». ¡Recórcholis!,
-¿eso francés y latín? Todos entendemos la frase. Triste habla la
-nuestra literaria, que la entendamos los españoles y por castellana
-la tengamos. Tendencia, fusión, género, acentuar no nacieron acá ni
-vinieron del habla de los romanos; nos los regalaron los latinistas,
-tomándolos del Diccionario latino-francés. Lo de acentuarse una
-tendencia es una raquítica metáfora de escribidores que van á beber su
-inspiración poética, no en las fuentes de la umbría, sino en la seca
-prosodia. ¡Bonita fuente de galanas metáforas, la prosodia! Esa y otras
-francesas de su laya las repetimos á diario, dejando marchitar las
-ricas y frescas de nuestro pueblo.
-
-«El poeta lírico debe ser un susceptible, en la hermosa acepción de
-esta palabra». ¿Véis cómo el mal viene de Roma, pero pasando por
-Francia? ¿Qué dice á la fantasía ese _susceptible_ para ser nada menos
-que hermoso? ¿Quién sabe si le dió ese epíteto por llevar la contra
-á Baralt y á todo el mundo, pues todo el mundo siente lo feo de ese
-galicismo? El poeta siente, es blando, tierno, delicado, sensible,
-impresionable. Pero estos señores críticos no entienden ni conocen el
-castellano, y todo lo que leen en francés les sabe á mieles. «Tiende á
-rebajar el arte _en l’amignonant_, para decirlo con intraducible frase
-francesa». Este señor debe de ser el único en España que no sabe decir
-empequeñecer, achicar, apocar, aniñar, amuchachar.
-
-«En un aire de matinée inmundo y equívoco». Cuidado, que no se trata
-del aire de la mañana, ni del garbo y desenvuelto meneo, que es lo que
-aire suena en castellano. Un garbo inmundo, sólo le ocurre decirlo á
-un galiparlante. Aire es, pues, aquí tan puro francés como _matinée_,
-é inmundo y equívoco son francés y latín. ¡Aire equívoco! El que
-ha equivocado los aires de su vocación es el que se mete á crítico
-y pretende escribir artísticamente con esa jerga franco-latina. Á
-cualquier cosa llaman escribir estos ensartadores de citas francesas.
-
-«O en esta otra, que tanto se le asimila (ó inversamente, á lo cual
-tanto aquélla se asimila)». Yo no negaré que en el Diccionario oficial
-se halle el verbo asimilar; pero ¿qué tiene que ver el Diccionario
-oficial con la lengua castellana? Preguntad en cualquier villorrio
-de Castilla qué es eso de asimilar, y no os sabrán responder. Pero
-lo entenderán, me replicará alguno, en las ciudades. Es decir, que
-ese verbo y otros sin cuento, que andan en el Diccionario, no los
-entienden en los pueblos, y sí en las ciudades. Señal clara de que
-hay dos lenguas en España: una la castellana del pueblo, otra la
-afeada con toda suerte de escorias gálico-latinas, que le han echado
-encima los cultos y galiparleros. Esas, lacras son, pues, y achaques
-del castellano. Como necios latiniparlantes los ha habido por aquí á
-montones, raras serán las palabras latinas que no se les haya ocurrido
-á uno ú á otro de nuestros escritores de cuenta poner en sus escritos.
-Ahora bien, en la Academia reina y puja el criterio de tener por
-castellano cuanto se halle en nuestros escritores más salientes y aun
-en los que no lo son tanto. Así el Diccionario está encostrado de
-latinismos, que ocupan el lugar de muchedumbre de vocablos de castizo
-abolorio, los cuales usan las gentes por toda España y usaron nuestros
-mismos clásicos. Sólo que el criterio latinista ha sobrepujado allí
-siempre, y los tales latinistas no tienen oídos para oir lo que no
-sea claramente latino, y en cambio no se les trasconeja al revisar
-los libros un solo latinismo, porque andan al husmeo y á caza de
-ellos. ¿Qué más da decir asimilarse ó decir, como todo español dice,
-asemejarse, que se derivó de ese verbo latino? Ganas de novelerías
-sosas y hueras. ¿Por qué no dicen alio por ajo, palia por paja, cilia
-por ceja? Porque se trata de vocablos caseros y de todos los españoles;
-y los que afectan latinismos no escriben para todos los españoles, sino
-para los que saben latín. ¿No fuera, pues, mejor escribirles en latín?
-Es que no lo entenderían ni ellos sabrían escribirlo. ¿Á qué, pues,
-esos pujos de escribir en una lengua que ni unos ni otros conocen?
-¡Velay! ¡Qué verdad es que los menos entendidos en una cosa son los
-que más de ella se pican, por ejemplo, los que tanto francés, latín
-y griego entrometen en sus escritos, á falta de limpio castellano!
-Dejémosles en esas niñerías de copistas; pero quede asentado que ellas
-son las que tienen postrada y achacosa la lengua castellana.
-
- [Ilustración]
-
-
-
-
- EL ALMA DE SANTA TERESA EN SU ESTILO Y LENGUAJE
-
-
-Inteligencia de ángeles había de tener todo aquel que osara tomar
-la pluma para tratar las cosas de la Madre Teresa de Jesús; labios
-de querubines el que se atreviera á tomar en los suyos, impuros y
-terrenales, el nombre de tan excelsa mujer. No sé qué tiene de níveo y
-delicado, y como si al llegar de las manos hubiese de empañarse, cuanto
-atañe á las vírgenes, y fuera de la que lo es sobre todas, Teresa de
-Jesús paréceme un finísimo brillante de los que tachonan el camarín
-de Dios, tan único y de tan deslumbradoras luces, que siempre tuve á
-temeridad y caso de profanación tomar sus libros para más de aprender,
-acatado y tembloroso, de sus celestiales doctrinas. ¿Por dónde íbame á
-desmandar yo á juzgar con mi mezquino entender nada de lo que á ella
-tocase? Sobre lo arduo de tan más que humana empresa, viene á acabar
-de dejarme más embarazado y perplejo el deseo manifestado por S. A.
-la Infanta de España, Doña Paz, de que escriba alguna cosa acerca del
-castellano y del lenguaje de la Santa. Yo me siento tan apesadumbrado
-bajo el peso de esta para mí honrosa carga, pero carga al cabo y á la
-postre que pesa sobre mis hombros más de lo que ellos sufren, que ruego
-á S. A. R. y á los demás que me leyeren no reparen en lo descosido y
-pobre de mis ideas y lo desmañado de mis palabras en trance en que
-no soy dueño de mis escasas fuerzas para discurrir y hablar con la
-serenidad y maestría que el asunto pidiera.
-
-Acerca del lenguaje de Santa Teresa pudiera sacarse un juicio claro y
-terminante de dos premisas que pasan por averiguadas, y no dejan de
-encerrar, lealmente hablando, ciertos visos de verdad. Conocido es el
-dicho del gran Emperador Carlos V, bien enterado en los principales
-idiomas europeos, de que el castellano es la lengua para hablar con
-Dios. Por donaire pudiera haber repuesto Santa Teresa que, para hablar
-con Dios, la lengua mejor es la que no habla, la del silencio. Pero
-demos que también la lengua haya de emplearse en alabar á Dios, como
-David lo hacía en sus salmos, y la Santa en sus villancicos. Si con
-Dios se pasaba días y noches la extática Virgen de Ávila conversando
-con Él familiarmente y mano á mano, como pocos de los más regalados
-Santos, habremos de inferir que el lenguaje de la Santa, tan hecha á
-tratar con Dios en la lengua para ello más apropiada, es el más divino
-y soberano de los lenguajes. Lo cual me ataría á mí de pies y manos si,
-asiendo desatentadamente de este cabo del hilo, me empeñara en deshilar
-todo el ovillo, para tornar á enhilar un vistoso panegírico de variados
-encarecimientos y apasionados elogios, descaminándome así del intento
-que me he propuesto, de ir á buscar la verdad, fuese cual fuese, en
-unos escritos cuya más alta virtud y aliciente está, sin duda alguna,
-en reflejar, como en un limpio y transparente estanque, el alma entera
-de la más sincera de las santas y escritoras.
-
-El que se pone á escribir va muy puesto en que ha de hablar con la
-pluma, bien de otra más levantada y elegante manera de como habla á
-diario con la lengua. Sabe que es un arte dificultoso y muy cuesta
-arriba, que es un asunto de peso y harto serio eso de dejar estampado
-su pensar y á la luz del día, su sentir y querer, á merced de todo
-el que quiera enterarse, y como en testamento imperecedero para los
-tiempos adelante, abierto á los ojos de las gentes. De aquí que, cuando
-nos avistamos por primera vez con un escritor, por cuyos libros le
-teníamos en singular aprecio, suele acontecer llevarnos un solemnísimo
-desengaño, al ver y tocar con las manos que es un hombre que habla
-y discurre más ó menos como el resto de los mortales. Derrúmbase de
-golpe el pedestal, sobre el cual le había encumbrado nuestra fantasía,
-y si no somos unos necios que le menospreciemos, en lugar de caer en
-la cuenta de nuestro poco seso, nos persuadimos una vez más de que el
-escribir es un arte, que dista bastante del palique en que pasamos y
-divertimos un rato con nuestros amigos, y que, por el mismo caso, hay
-siempre algo de amanerado y hechizo, que ha de despintar algún tanto
-el alma del artista, coloreando su natural espontáneo con matices
-rebuscados y más ó menos ajenos á su ordinaria manera de expresarse.
-
-Santa Teresa es de los raros casos en que podemos quedar seguros no
-haber entrado á la parte en sus escritos el menor elemento estético
-allegadizo, convencional ó afectado. Lo que en ellos hubiere de
-estético, á buen seguro que es de su propio natío.
-
-Menudéase, más de lo que la verdad pidiera, con los escritores, esta
-mentirosa loa de que escriben como piensan, sin rebozos de postizos
-afeites. Ello es más raro y dificultoso de lo que cabe pensar. De la
-Santa no hay duda. No quiere de suyo escribir, ni le pasó en su vida
-por el pensamiento que lo que á ratos perdidos deja en sus papeles por
-orden precisa de quien le puede mandar, ha de ir á parar á otras manos
-que á las de sus hijas, que nada saben de achaque de literaturas. Su
-escribir es llanamente su hablar.
-
-No busquemos, pues, en sus escritos aquellos exquisitos rodeos
-y acabadas maneras que pudiéramos requerir y aun exigir en un
-artista de la palabra. Digo mal. Lo que no le demandaremos será
-cierto atildamiento retórico, y un no sé qué de recortado, limado y
-repulido, que en los escritos de algunos autores, por encubierto y
-bien disimulado que esté, lleva el recuerdo á los afeites que ciertas
-damas sobreponen á la frescura nacida del cutis. No negaré yo, que
-cuando en ello ha andado la mano bien amaestrada de algún perfumista
-consumado, digo de algún maestro del buen decir, no añada algún matiz
-halagüeño y agradable á los que gustan más bien de apariencias, no
-pagándose tanto de lo natural, si se nos ofrece menoscabado con las
-mellas que en hombres y animales, plantas y piedras, echamos de ver á
-cada paso. Gloria da ver algunas caras así repintadas, mayormente á la
-luz artificial de calles y salones, y no deja uno de pasmarse de la
-destreza y artificio del que por tan maravilloso arte manejó pastas
-y pinceles. Pero los colores y el frescor de rosa en las caras que
-los llevan cual Dios se las dió, engendran en el pecho un sentimiento
-algo más hondo y entrañable, que se derrama y desaparece poco á poco
-y deliciosamente por todo nuestro ser, y nos levanta en alas de ese
-pío general del alma humana en busca de aquella soberana y no creada
-hermosura, tan cantada por místicos y poetas, de la cual es sombra y
-mal rasguñado bosquejo toda otra belleza fabricada por manos de hombres
-mortales y menguados.
-
-Es corto en sus entendederas el alcance de los nacidos. Las que
-pasaron en ciertas épocas por tachas y descuidos, que parecían afear y
-emborronar la hermosura y concierto del universo, son hoy día para los
-sabios recamos y joyeles que lo realzan. El arte ha abierto también
-los ojos, y ya no pretende enmendar á la naturaleza, encerrando sus
-obras en los cánones estrechos de la teoría. Lo natural es harto más
-enrevesado y tiene sus raíces más hondamente entrelazadas, embrolladas
-y desparramadas, de lo que aparece en la sobrehaz de las cosas. El
-arte, que ha de retraer y reflejar á la naturaleza, será un muy chico
-y aniñado arte, si con esas apariencias se contenta; ha de ahondar y
-cavar como ella, algo más, si quiere bien imitarla. El universo es
-vida, y, por lo mismo, lucha nunca acabable. Y ese luchar, que es su
-vivir, es su verdadera alma, la cual se manifiesta en el abigarrado
-enredo de los fenómenos, de los combates, digamos, á diario entre los
-seres todos.
-
-El color, el semblante, las apariencias de las cosas, si arraigan en la
-primitiva traza que se transparenta en su estructura íntima, no menos
-se deben á ese su perdurable y jamás cansado luchar y contrastarse
-entre sí. El ejército retorna del campo de batalla, vencedor ó vencido,
-muy de otra suerte que salió á ella del cuartel. Si vistoso era su
-orden y bizarros sus arreos al marchar, más para pensar y sentir es el
-polvoriento y ensangrentado porte con que vuelve.
-
-Un discurso á lo Solís en el Senado de Tlascala, ó de Cicerón en
-los rostros de Roma, que cierra con el enemigo, en prieta y bien
-concertada falange de argumentos certeros, períodos atronadores, frases
-relampagueantes, es un pasmo de simetría y de belleza, que pudiera
-parearse á la línea no rompida de batallones, que desfilan al hacer
-la muestra y parada antes de salir al campo. Pero dadme otro pedazo
-de elocuencia, roto en mil jirones, chorreando sangre verdadera y
-encarnada, á lo Mirabeau en la Asamblea revolucionaria de París ó
-á lo Demóstenes contra los filipizantes en el Pnix de Atenas. Allí
-admirábamos la belleza en su idealismo teórico y de alarde; aquí nos
-estremece la lucha de la vida real, el chispear de las espadas, el
-estruendo de las máquinas mortíferas; y esa lucha es más poderosa á
-arrebatarnos, cuanto más llegada á los hechos, y de mayor alcance
-filosófico para el contemplador de la naturaleza.
-
-Pero es que de aquí también nace que la obra artística que no lleve
-grabada esa sangrienta huella del vivir, que es el luchar, no puede
-menos de estar falseada, por muy delgadamente que se haya tejido y por
-muy sutilmente que se hayan atado todos los cabos. El acicalado autor
-de la _Conquista de Nueva España_, nos pinta un Senado y un orador
-que platican, como se platicaría en las más refinadas Academias del
-Renacimiento, como podría platicar cualquiera de los personajes del
-«Cortesano». Aquéllos no son tlaxcaltecas, ni Dios que lo vió. Allí
-está Solís y sólo Solís, con su alechugada y bien almidonada valona de
-puntas, con sus sedosos y perfumados guantes. Maravíllanos el corte
-de sus frases, la redondez de sus períodos, lo pulimentado de sus
-sentencias, el orden y trabazón de sus razonamientos. Es una labor de
-fina taracea ó ataujía, hija de la paciencia y del ingenio; pero la
-pintura, por lindas y bonitas que sean las pinceladas, es falsa de
-todo punto. Grande ingenio, ó muy culto, más que grande: es la única
-filosofía, el único pensamiento que nos queda de tan cincelada obra.
-
-Si, á ser más natural y filósofo, nos hubiera puesto delante de los
-ojos lo que aquel pueblo era en hecho de verdad, sus hombres robustos,
-altaneros, pero salvajes; sus razonamientos, de sentido común, pero
-briosos y á tirones, recios como las caobas de sus bosques, ardientes
-como las avenidas de fuego y lava de sus volcanes, los maestros de
-retórica no hubieran tal vez insertado la pieza en sus _Colecciones de
-trozos escogidos_, pero hubieran dado más que pensar y que sentir al
-filósofo y al amante del supremo y verdadero arte.
-
-Enséñannos los botánicos que la estructura natural de cada
-planta, manifiesta desde la primera célula embrionaria hasta su
-desenvolvimiento último, lleva consigo cierta simetría en la colocación
-geométrica de sus partes, de las hojas en los ramones, de los ramones
-en las ramas, de las ramas en el tronco, lo mismo que de los estambres
-y pistilos en medio de los pétalos, de los pétalos y hojuelas en la
-corola y cáliz de la flor.
-
-Á ser dioses ciertos escritores, nos hubieran aburrido muy presto,
-llenando valles y montes de árboles, arbustos y matas acabadísimos, sin
-la menor tacha en esta teórica simetría que les trazó el Criador. Á
-buena dicha, ni Solís, ni otros de su linda ralea, han tenido jamás las
-riendas del gobierno del universo, y los seres todos se nos ofrecen con
-las muestras de la lucha en que viven y se desenvuelven en medio de las
-contrastadas fuerzas de la naturaleza, con las cicatrices, digamos, de
-la pelea, que á la par de la variedad riquísima en formas dentro de la
-traza única de su estructura, nos descubren algo de más hondo, el vivir
-social de todas las cosas, que tal vez entrañe la explicación del ser
-y de los fenómenos todos del universo.
-
-Hay obras de arte que por su monótona regularidad hastían el gusto del
-más espetado amigo de la línea recta. El estilo ornamental simétrico
-europeo va perdiendo tierra, mientras la va ganando el irregular,
-caprichoso, despareado y harto más natural cuanto más variado de los
-japoneses.
-
-Nada de japonés ni de guerrero belicoso tenía el alma de la Teresa
-española; pero, como no escribía por hacer arte, ni estaba mostrada á
-tijeretear y repulir lo una vez caído de su pluma, con sólo saber muy
-bien sabida su habla castellana, sin más recetas modernistas ni menos
-palabrillas y frasecitas de cajón ó tiroir francés, nos dejó unos
-tratados y cartas, que es un contento el leerlos. Porque, para cifrarlo
-en una sola palabra, en ellos dejó retratada toda su alma. Y el alma,
-que bulle en la obra de arte, es la que hace que lo sea, que lleve en
-sí espejado su propio vivir, sentir y luchar, no en línea recta, sino
-serpeando y meneándose en encontrados pasos, llevada de sus afectos, á
-cada rato variados y de mil visos y tonalidades, aunque esa alma viva
-en tan serena región como la de la Madre Teresa.
-
-Asunto de más vagar y para más delgado ingenio que el mío fuera éste de
-descubrir y sacar el alma de Santa Teresa en sus escritos. Para ver en
-ellos su alma entera no es menester, cierto, ser un águila ni perderse
-de vuelo; yo la veo tan claramente, como mi semblante al mirarme en
-el espejo. Pero no es lo mismo ver y sentir las cosas, que saber
-expresarlas. Eso se queda para artistas tan verdaderamente sinceros y
-tan ricamente dotados del don de la expresión artística, como la misma
-Santa.
-
-Y torno á hacer hincapié en lo sincero, porque es cualidad de los
-niños ésta de la sinceridad, bien que algún tanto arrebujada á veces
-con cierto espiritillo de mentirijilla, que les carcome, y oscureciera
-su franqueza, á no ponerla más de relieve su infantil creencia de que
-engañan á los demás no engañándose más que á sí mismos.
-
-Tengo para mí que los más ingeniosos escritores deben el encanto con
-que nos traen embelesados á esta sinceridad de niños. Hácense niños al
-poner los ojos en el asunto que quieren escudriñar, porque no hay nube
-que así nos ciegue y embote la vista como el uso, que traen consigo
-los años, de mirar como por rutina las cosas más maravillosas. Que las
-gasta y les roba toda aquella frescura y lustre, con que de niños nos
-embebecían y nos paraban como abobados. ¿Pues qué, si se allega la
-huera hinchazón del escritor, que da tontamente crédito á los elogios,
-los cuales le hinchen á la letra el ojo, así como suena, hasta volverle
-miope, y hacerle creer que puede echárselas de maestro autorizado,
-y así se pone á estudiar y escribir con el hipo de descubrir y decir
-maravillas?
-
-Santa Teresa, fuera de su discreción más que de mujer, escribía como
-escribiría una niña candorosa y primeriza en esto de tomar la pluma. No
-se le entiende á ella de enjaretar períodos rodados y cuadrimembres, ni
-de casar los toques de los colores en su cuadro, de arte que resalten
-y rebulten las luces de entre las sombras, ni de tornear sus frases,
-ni de alambicar los conceptos, ni de hacerlos parir unos á otros
-mirándolos por sus diferentes haces ó contraponiéndolos en brillantes
-paradojas, ni siquiera de seguir la hebra del razonamiento hasta el
-cabo. Corta por donde se le antoja, digo, cuando se le atraviesa otra
-cosa de mayor momento, y luego ya no se le acuerda de tornarlo á
-enhebrar. ¿No pensamos y discurrimos así, á retazos, tomando á lo mejor
-un cabo suelto que andaba allá por la madeja y se nos viene de pronto á
-los ojos, sin cuidarnos del concierto en las sentencias? ¿Pues por qué
-no habré de escribirlo así?, hubiera respondido la Santa al empecatado
-preceptista que le hubiera salido con estos escrúpulos de retóricas
-manidas.
-
-Vengamos ya, que ya es hora, á ver cómo se las entiende la Santa
-en esto de escribir. No habrá ido fuera de propósito cuanto hemos
-discurrido hasta aquí, si en su estilo y lenguaje hallamos puesto
-en su punto ese que yo llamaría naturismo ó realismo español, para
-no enmarañarnos, ni tengan que achacarme nada, usando el vocablo
-naturalismo, que ha tomado en Francia, y de allí se ha corrido á las
-demás naciones, un sentido harto distinto, bien que cimentado en la
-misma propensión á buscar los hechos naturales, tal como se nos ofrecen
-en el mundo. Ahí, repito, han venido á parar la literatura y el arte,
-arrastrados por las corrientes científicas que han dado este colorido y
-sabor á todo linaje de estudios y disciplinas, descostrándolas de las
-impurezas añejas, de los convencionalismos y dogmatismos de antaño. Así
-ha quedado sepultada la antigua retórica, en lo que encerraba de falsos
-puntos de mira y de procedimientos rutinarios, y sobre sus ruinas han
-brotado toda suerte de escuelas y teorías, encaminadas por este eterno
-sendero de la verdadera estética, de la naturalidad y realidad.
-
-No habíamos menester, nosotros los españoles, ese naturalismo francés á
-lo Zola, que por irse tras los hechos, cierra los ojos á otros que no
-lo son menos, al anhelo del alma humana por un ideal elevado de vida y
-por la virtud, hoy tan vivo y aun más vivo y sentido que nunca, y se
-abate y encharca y se zambulle en las podredumbres del vicio y de la
-miseria.
-
-Nuestra literatura fué siempre natural y realista. En una sociedad
-tan falseada como la de Versalles, buena falta hacía que tras la
-revolución, que desterrase la mentira política, viniese el realismo en
-el arte, que acabase con el embuste retórico.
-
-Pero acá en España, aun á vueltas de las más desatadas locuras del
-gongorismo y conceptismo, el realismo sano, la naturalidad, arraigaba
-tan hondamente en nuestra raza, que seguía tan lozano como en las
-épocas de la Celestina, de los místicos y de la picaresca. Ese
-realismo español, á donde no ha llegado todavía el arte francés en sus
-altibajos y vaivenes, y no sé si algún día llegará, porque el carácter
-de la raza no lo lleva, ha tenido en España casi tantos seguidores
-en todos tiempos como artistas y escritores; pero, sin hacer injuria
-á ninguno, bien podemos asegurar que Santa Teresa les lleva á todos
-ventaja en esta parte. De aquí que su lenguaje sea lo menos rebuscado
-que pueda concebirse. El artificio, no ya la afectación, es cosa que
-se despegaba de un alma tan sincera como la de nuestra Santa. No hay
-en todos sus escritos una frase, una sola palabra, que huela al menor
-artificio retórico de escuela. Y cosa maravillosa, pero que nada
-tiene de extraña, Santa Teresa no discanta un punto de los preceptos
-retóricos ni gramaticales, digo, de los que se fundan en los principios
-eternos del arte y del organismo idiomático del castellano. He oído
-decir á algunos que nuestra escritora es descuidada, por lo mismo que
-es tan llana y poco curiosa en escribir. La queja es antigua. Ciertos
-teologazos y retoricuelos de su tiempo se daban á entender que «algunas
-veces la Madre Teresa en sus libros interrumpe el razonamiento, que
-llevaba, con otras pláticas, y entremete unas exclamaciones, con que
-se olvida de lo que iba diciendo, y unas paréntesis prolijas que hacen
-oscuro el sentido: al fin como quien no sabe los preceptos de la
-Retórica y el orden que ha de llevar el buen libro. Y demás desto dicen
-que usa de vocablos que no son propios ni verdaderos para declarar su
-conceto». Bien de otra manera lo entendía el P. Jerónimo Gracián, de
-cuyo libro _Dilucidario del verdadero espíritu_, donde «se declara la
-doctrina de la Madre Teresa de Jesús» (pág. 15), he tomado esta cita.
-
-Cuenta allí mismo este verdadero discípulo de la Santa que, como la
-importunase, estando en Toledo, para que escribiese el libro de las
-_Moradas_, ella le respondía por estas palabras, que pondré aquí como
-muestra al propio tiempo de su habla y estilo: «¿Para qué quieren que
-escriba? Escriban los letrados, que han estudiado; que yo soy una
-tonta, y no sabré lo que me digo: pondré un vocablo por otro, con que
-haré daño. Hartos libros hay escritos de cosas de oración. Por amor
-de Dios, que me dejen hilar mi rueca y seguir mi coro y oficios de
-Religión, como las demás hermanas, que no soy para escribir ni tengo
-salud y cabeza para ello».
-
-No quiero defraudar al lector del juicio que el mismo P. Gracián formó
-del estilo y habla de la Santa, por ser libro raro este «Dilucidario»,
-y encerrar en sí cuanto yo pudiera declarar con bastante peores
-palabras: «Y en ir en aquel estilo muestra con llaneza la verdad, sin
-composturas, retóricas ni artificios. Aunque (si bien se mira) el
-estilo es altísimo para persuadir y hacer fruto; el lenguaje, purísimo
-y de los más elegantes en lengua española; que quizá muchos letrados
-no acertaran á decir una cláusula tan rodada y bien dicha como ella
-la dice, aunque borren y enmienden mil veces: y ella lo escribió sin
-enmendar papel suyo de los que escribía, y con gran velocidad, porque
-su letra (aunque de mujer) era muy clara, y escrebía tan apriesa y
-velozmente, como suelen hacer los notarios públicos, que me admiraba
-las muchas cartas que cada día escrebía de su mano á todos los
-conventos, y respondía á cualquier monja ó seglar en los negocios de la
-orden ó en los puntos y dudas de oración que la preguntaban».
-
-Y cómo olvidar á otro más famoso teólogo y maestro consumado de las
-letras españolas, á Fray Luis de León, el cual, en la carta que á las
-Madres descalzas escribió y puso al frente de las obras de Santa
-Teresa en su edición primera, año 1588, dice á este propósito: «En la
-alteza de las cosas que trata, y en la delicadeza y claridad con que
-las trata, excede á muchos ingenios: y en la forma del decir, y en la
-pureza y facilidad del estilo, y en la gracia y buena compostura de
-las palabras, y en una elegancia desafeitada que deleita en extremo,
-dudo yo que haya en nuestra lengua escritura que con ellos se iguale.
-Y ansí, siempre que los leo, me admiro de nuevo, y en muchas partes de
-ellos me parece que no es ingenio de hombre el que oigo; y no dudo,
-sino que hablaba el Espíritu Santo en ella en muchos lugares, y que la
-regía la pluma y la mano: que ansí lo manifiesta la luz que pone en las
-cosas oscuras, y el fuego que enciende con sus palabras en el corazón
-que las lee».
-
-Con harto pesar habría de acabar este artículo sin dar alguna muestra
-de este estilo y lenguaje. Y así, remitiéndome á la curiosidad del
-lector que no conozca las obras de Santa Teresa, que son cosas que
-suceden en España, para que él por sí mismo las saboree, si quiere
-formar cabal juicio, sólo citaré algún párrafo suelto.
-
-Cae, vaya por caso, plática del temor con que vivían los santos que
-antes fueran grandes pecadores. Vase la Santa al hilo del pesar, que
-se le despierta entonces más vivo por las niñerías de atrás, que á sus
-ojos se le aparecen ofensas gravísimas, y con una extraña humildad,
-dificultosa de hallar aun en los mayores santos, dice así: «Por cierto,
-hijas mías, que estoy con tanto temor escribiendo esto, que no sé cómo
-lo escribo, ni cómo vivo, cuando se me acuerda, que es muchas veces.
-Pedidle, hijas mías, que viva Su Majestad en mí siempre, porque si no
-es así, ¿qué seguridad puede tener una vida tan mal gastada como la
-mía?» Y no son éstas ñoñerías monjiles ni humildades de garabato: oid
-cuál prosigue abriéndoles todo su pecho y doliéndose con ellas de sus
-imaginadas maldades: «Y no os pese de entender que esto es así, como
-algunas veces lo he visto en vosotras cuando os lo digo, y procede de
-que quisiérades que hubiera sido muy santa; y tenéis razón, también lo
-quisiera yo. ¡Mas, qué tengo de hacer, si lo perdí por sola mi culpa!
-Que no me quejaré de Dios, que dejó de darme bastantes ayudas para que
-se cumplieran vuestros deseos». ¡Cree ingenuamente que tienen razón
-sus hijas al suponer que ella había sido pecadora! Tan bobillas las
-monjitas, y tan profundamente humilde la madre, que con todo su claro
-talento les cree y se lo cree. «No puedo decir esto sin lágrimas y gran
-confusión de ver que escriba yo cosa para las que me pueden enseñar á
-mí.
-
-Recia obediencia ha sido: plega al Señor, que pues se hace por Él,
-sea para que os aprovechéis de algo, porque le pidáis perdone á esta
-miserable atrevida... no tenéis para qué os afrentar de que sea yo
-ruin, pues tenéis tan buena Madre», dice refiriéndose á la Virgen.
-Y sigue en lo mismo, hasta que de repente exclama: «Ya no sé lo que
-decía, que me he divertido mucho, y en acordándome de mí, se me
-quiebran las alas para decir cosa buena».
-
-¡Por tan malas tenía todas las suyas!
-
-Ahí está toda entera el alma de la Santa en un solo párrafo; y lo mismo
-la echaríamos de ver en todos los de sus obras. Es delicioso contemplar
-su viveza, las salidas inesperadas con que pasa de un punto á otro, y
-con qué gallarda desenvoltura se ahorra de estorbos y va á lo suyo con
-certero paso y sin embarazarse ni enredarse en menudencias y remilgos,
-tan propios de mujeres.
-
-Quiere que entren en el castillo de sus almas sus hijas; pero entrar
-un alma en el alma misma, no deja de ser un peregrino entrar: «Pues
-tornando á nuestro hermoso y deleitoso castillo, hemos de ver cómo
-podremos entrar en él. Parece que digo algún disparate, porque si este
-castillo es el alma, claro está que no hay para qué entrar, pues ella
-es él mismo: como parecería desatino decir á uno que entrase en una
-pieza estando ya dentro. Mas va mucho de estar á estar; que hay muchas
-almas que se están en la ronda del castillo, que es adonde están los
-que le guardan, y que no se les da nada de entrar dentro, ni saben
-qué hay en aquel tan precioso lugar, ni quién está dentro, ni aun qué
-piezas tiene. Ya habéis oído en algunos libros de oraciones aconsejar
-al alma que entre dentro de sí: pues esto mesmo es lo que digo».
-
-Escribe á su hermano, y no parece escribirle: esta mujer habla con un
-presente: «Pensé que nos enviara V. M. el Villancico suyo: porque éstos
-no tienen pies ni cabeza, y todo lo cantan. Ahora se me acuerda uno,
-que hice una vez estando con harta oración, y parecía que descansaba
-más. Eran (ya no sé si eran así), y porque vea que desde acá le quiero
-dar recreación:
-
- ¡Oh hermosura que excedéis
- Á todas las hermosuras!
- Sin herir, dolor hacéis,
- Y sin dolor deshacéis
- El amor de las criaturas.
- .............................
-
-No se me acuerda más. ¡Qué seso de fundadora! Pues yo le digo que
-estaba con harto cuando dije esto. Dios se lo perdone, que me hace
-gastar tiempo. Y pienso le ha de enternecer esta copla y hacelle
-devoción. Y esto no lo diga á nadie. D.ª Guiomar y yo andábamos juntas
-en este tiempo. Déla mis encomiendas».
-
-Así las gastaban nuestros místicos, á quienes achacan hoy día algunos
-haber ennegrecido y aovillado el carácter de los españoles de aquellos
-tiempos. Tan cariacontecidas, rostrituertas y cabizcaídas eran nuestras
-gentes, que en ninguna literatura, ni en la serena y placentera de
-Grecia, han jugado así con la muerte y hecho donaire de los trances
-más terribles y de las más hondas miserias de la vida como nuestros
-desgarrados, desarrapados y hambrientos profesores de la jábega y de
-la picaresca. Al cabo y á la postre fueron descendientes del estoico y
-sereno Séneca y de los defensores de Calahorra, Sagunto y Numancia.
-
-Ese desprecio de todo lo de acá, ese volar hacia arriba y mirar las
-cosas todas con el desdén de un alma grande, engreída y soberbia, si
-se quiere, ese lanzarse á las más estupendas aventuras, rompiendo
-por todas las dificultades, es el alma de nuestros místicos lo mismo
-que de nuestros pícaros, de nuestros conquistadores de América, como
-de nuestros guerreros de Italia y Flandes: es el alma de la raza. Lo
-que es D. Quijote, el noble, el más limpio de toda tacha y libre de
-todo temor en la caballería, es Santa Teresa en la religión y en el
-claustro. Sólo que Don Quijote no graceja, ni ríe jamás, porque los
-locos no ríen, ni gracejan, y los santos y santas sí.
-
-No es menester apurar mucho lo castizo de esa habla de la Madre Teresa,
-ni la elegancia y propiedad, ni el garbo y brío. Si alguna, esta vez
-encaja bien aquí lo de ello mismo se alaba, no es menester alaballo.
-Menguado gusto ha de tener el que no saboree tan delicada manera de
-hablar. Santa Teresa no hizo ningún estudio de la lengua castellana. La
-nación florecía, y no tenían que temer influjos extraños como hoy, y
-todo español hablaba de perlas.
-
-¿Quiere decir que el que busca más y más hacienda, no llegará á las
-más interiores moradas? Pues véase el desenfado con que se rodea y el
-pintoresco diálogo que entabla: «Tiene una persona bien de comer y aun
-sobrado. Ofrécesele poder adquirir más hacienda. Tomarlo, si se lo dan,
-en hora buena, pase; mas procurarlo, y después de tenerlo, procurar más
-y más? Tenga cuan buena intención quisiere (que sí debe tener, porque,
-como he dicho, son estas personas de oración y virtuosas); que no hayan
-miedo que suban á las moradas más junto al Rey».
-
-No citaré aquí aquel elegantísimo y gallardo trozo de la meditación del
-Crucificado, que puede ver el lector en la carta al Obispo de Osma, en
-el cual ha sobrepujado á lo mejor de Fray Luis de Granada.
-
-Cuanto á lo galano de su fantasía, baste recordar aquella maravillosa
-concepción de las Moradas, que engasta todo el tratado como un cuadro
-de rica pedrería. En cuatro palabras declara toda la traza del libro:
-«Estando hoy suplicando á Nuestro Señor hablase por mí, porque no
-atinaba cosa que decir ni cómo comenzar á cumplir esta obediencia, se
-me ofreció lo que ahora diré para comenzar con algún fundamento, que
-es considerar nuestra alma como un castillo todo de un diamante ó muy
-claro cristal, adonde hay muchos aposentos, así como en el cielo hay
-muchas moradas. Si bien lo consideramos, hermanas, no es otra cosa el
-alma del justo sino un paraíso, adonde (dice) el Señor de él tiene
-sus deleites». Al más exigente le llena las medidas la sencillez y
-unidad de este plan que no lo buscó, sino que se lo ofreció su rica
-fantasía. Porque el alma, que se mete en un asunto, y al desenvolverlo
-queda envuelta en la expresión artística, lleva consigo esa unidad
-substancial que hace de la obra artística un acabado y bien trabado
-organismo, y la pega á cuanto toca. Sólo que para ciertas escuelas esa
-unidad ha de ser de esta ó de aquella clase, y para la naturaleza no es
-á veces ni de aquella ni de esta, sino de esotra, que está más adentro,
-en el corazón del intento propuesto. Así resulta á menudo manifiesta
-esa unidad de acción sin pretenderla, ó está encubierta á los ojos del
-crítico somero, aunque de hecho se halle donde hallarse debe, en lo más
-hondo de la idea y traza, que es como el quicio donde se mueve y gira
-toda la obra.
-
-Veo me he alargado en demasía, sin haber hecho más que arañar y
-escarbar la haza. Querer penetrar más, fuera enredarme en asuntos
-prolijos, cansar al lector, malusar de la licencia que se me ha dado
-y quitar espacio y lugar á otras mejor cortadas plumas que la mía. Y
-así pondré aquí punto, y no habremos poco logrado si con este solo
-pensamiento de recrearnos en la inimitable naturalidad y verdad de
-la Madre Teresa, que, dejando caer de su pluma al desgaire y sin el
-menor asomo de pretensión ni pedantería las mismas sencillas palabras
-y candorosas frases que salían de su boca en la familiar plática de
-vieja castellana, nos remonta á los más encumbrados conceptos de la
-unión del alma con Dios, y nos desentraña las más recónditas delgadeces
-y sutilezas de la teología mística, nos alentamos á leer y releer sus
-maravillosos escritos, veneros que siempre serán de altísima doctrina
-y ejemplar no sobrepujado de la más cendrada y varonil elegancia en
-lengua castellana.
-
- [Ilustración]
-
-
-
-
- EL LATÍN Y LA EVOLUCIÓN DEL CASTELLANO
-
-
- I
-
-No derivan los radicales castellanos de las formas clásicas, sino de
-sus similares del habla vulgar de los romanos. Autores hay que parten
-de formas latino-vulgares; pero, no siendo éstas más que fórmulas
-hipotéticas, en las que se han condensado los resultados del estudio
-comparativo de los vocablos románicos correspondientes, paréceme en
-demasía sistemático y poco científico el procedimiento.
-
-Voy á decir cuatro palabras acerca del intrincado problema del latín
-vulgar en cuanto se relaciona con el origen del castellano, problema
-que hoy por hoy sigue todavía sin resolver. Cualquiera que conozca el
-espíritu de los antiguos sabe de sobra que para las personas cultas de
-aquellos tiempos no había más latín que el literario. Á nadie se le
-ocurrió jamás escribir en aquella jerga vulgar, que se consideraba como
-una degeneración del latín culto, torpemente desfigurado y estropeado
-en labios de la gente plebeya. Tal es la causa de que las únicas
-noticias que tenemos del latín vulgar las debamos á la investigación
-científica, que por medios indirectos ha llegado á rastrear algunos
-datos: de ahí la dificultad del problema. Y aquí ocurre una observación
-crítica de la mayor importancia. Ese menosprecio y extravagante manera
-de considerar el habla vulgar se mantuvo aún después de fenecido el
-Imperio. Hasta bien avanzada la Edad Media, las personas instruídas
-no se pusieron á escribir en romance por creerlo indigno instrumento
-para la literatura; mas antes del siglo XII todos creían que su habla
-era latín, bien que estropeado. Sólo así se explica que los escritores
-modificaran el romance vulgar, acercándolo en su ortografía al latín
-cuanto podían, y que emplearan todos los términos latinos que les
-venían á la cabeza con sólo darles un ligero tinte castellano. De
-aquí esa dualidad lingüística en un mismo autor, que emplea, no
-sólo términos desconocidos del vulgo, sino aun los vulgares con una
-ortografía semilatina ó etimológica y semifonética. Es imposible que
-en tiempo de Berceo sonara de tres maneras el mismo verbo: dannar,
-danpnar, damnar. Estas variantes ortográficas respondían á dañar,
-que era como únicamente se decía entonces, lo mismo que ahora. Pero
-hubieran creído estropear el latín si lo escribían tal como lo
-pronunciaban. Tenían un lenguaje para escribir, y creían echarlo á
-perder al hablar su _román paladino_. Y aquí han tropezado no pocos,
-aduciendo esas variantes ortográficas como formas que realmente
-sonaron tal como están escritas, y que, por consiguiente, eran las
-formas comprobantes intermedias de la evolución, en las cuales vemos
-convertirse el latín en castellano, vemos nacer á nuestro romance.
-
-Esta observación crítica se aplica lo mismo á los escritos latinos que
-á los castellanos de aquellos tiempos, y es de tal importancia para
-la investigación de la etimología y origen del castellano, que voy á
-descender á casos concretos.
-
-Está tan lejos de ser cierto que en los escritos medioevales se vea
-nacer el castellano, que, por el contrario, lo que se ve nacer en ellos
-es el latín. El castellano aparece la primera vez que se le encuentra
-escrito, como una lengua robusta y acabada, y los vocablos sueltos que
-aparecen en los documentos latinos más antiguos son tan castellanos
-como hoy día. Antes bien, las formas que aparecen antes son las más
-castellanas, y poco á poco se van acercando más á las latinas. Es que
-los escritores iban sabiendo mejor el latín conforme avanzaban los
-tiempos. Por ej., _linde_ se encuentra en el Fuero de Évora el año 1166
-(_M. P. Leges_, p. 392): «Qui _linde_ alieno crebantaverit, pectet
-quinque solidos et septem ad Palacio». En la segunda recensión, Fuero
-de Abrantès en 1179, y de Corucha en 1182 (ibid., p. 419 y 427): «Qui
-_limde_ alienum quebrantaverit». En la tercera, F. de Palmella en 1185
-(ibid., p. 430): «Qui _limede_ (al. _limide_) alieno crebantar...» En
-la cuarta, F. de Covilhan del 1186 y de Centocellas del 1194 (ibid.,
-p. 457 y 487): «Qui _limitem_ alienum fregerit...». En la quinta,
-F. de San Vicente de Beira en 1195 (ibid., p. 495): «Qui _limidem_
-alienum fregerit». Á la verdad, aquí no se ve nacer el castellano, sino
-diríase que el latín: _linde_, _limde_, _limede_, _limitem_, _limidem_.
-Otro tanto sucede con el término _azor_ y el _azorera_, que aparecen
-antes que _acetore_ y _aceptore_. De las formas _arroyo_, _arroio_ y
-_arrogio_, la primera es la más antigua, del año 841, en la donación
-de Alfonso _el Casto_ á la catedral de Lugo. En la era 916 hallamos
-_quoto_: «factum est in supradicto quoto 8 idibus junias»; y después
-en las eras 937, 940 y 983, _cautum_; y en la de 984, _cautamus_. No
-parece sino que el castellano va á convertirse otra vez en latín; y es
-que la cultura adelantaba, y lo único que pretendían era escribir en
-latín, haciéndolo cada vez mejor. Siendo para ellos el habla vulgar un
-latín corrompido, lo saqueaban latinizándolo en sus escritos: abatire
-de abatir, abadagium, acampanare, acannizare, alcanzare, advescit =
-consuevit (_Glos. got. Card._) de avezar, «dña Thereysia mea _ama_»,
-del ama castellano, attondus (er. 1100, _Arch. Arlam._) ó atuendo en
-ablativo (ch. Ferdin. I, SOTA), del bascuence atondo, «terras cultas
-vel _barbatas_» de vervactun = barbecho (c. Adeph. imper., era 1117,
-_Arch. Naj._), campidator de campeador, campear (ch. Adeph., 1111,
-SOTA), cargas de feno, carnerus, cavalcator, cerrus de cerro, collacius
-de collazo, collata, ganare, ganatus, autero de otero, heretarius de
-heredero, ingamno de engaño, quadrare, quitare, sacare, spolas. Sería
-insensatez figurarse que tales formas latinas hayan existido jamás
-en el habla: son vocablos castellanos, sin origen latino muchos de
-ellos, pero latinizados por los pendolistas de aquellos tiempos. El
-que sin criterio quiera amontonar los términos intermedios entre los
-castellanos y los latinos, los hallará todos en los documentos; pero
-no son términos medios de la evolución natural del latín hasta hacerse
-castellano, sino muchas veces, al revés, es la latinización cada vez
-más perfecta del habla vulgar. Por ejemplo. En Berceo hallamos miraculo
-(_Mil._, 46), miraclo (íd. 869) y miraglo (_S. Dom._, 315). «Berceo
-nos conserva tres de las cinco formas por que ha pasado miraculum para
-fijarse en milagro», dice Lanchetas. Si esto fuera verdad, en tiempo
-de Berceo aún no había nacido el castellano, ni aun siquiera el latín
-vulgar, pues el miraclo del vulgar latino es posterior al miraculo de
-Berceo. Lo que hay es que, menospreciándose entonces el romance vulgar,
-los escritores creían que debían escribirlo lo más parecido al latín,
-única lengua literaria para ellos; de modo que en vez de escribir
-siempre miraglo, que es como se decía en el pueblo, escribían á veces
-miraclo por acercarse al latín, y aun miraculo, tomado del latín
-clásico, del cual no había salido miraglo, sino del vulgar miraclo.
-Siempre la reacción literaria corrigiendo el habla vulgar.
-
-No se pueden tomar sin discernimiento todas las formas que hallamos
-escritas en los autores: la más vulgar es la única fehaciente; las
-otras son préstamos eruditos del latín y no reflejan el castellano
-hablado. Mixtura por mezcla en Berceo (_Duel._, 40), es de origen
-muy posterior respecto de mesturar por mezclar y de mesta por cosa
-mezclada, así como lo es misto. La x de mixtura denuncia un préstamo
-del latín; hoy ya ha pasado misto al pueblo, pero ha perdido la
-x, que ni los romanos pronunciaban, cuanto menos los riojanos del
-tiempo de su poeta Berceo. Modrar (_S. Mill._, 271), aunque erudito
-de origen, ya ha perdido la e; la reacción posterior originó el
-moderar, calcándolo sobre moderare. Como modrar no se usaba entre el
-pueblo, desapareció ante moderar. Aquí se ve cómo la lengua erudita
-vive en parte enteramente divorciada del habla vulgar, puesto que
-en cada época ha tomado los vocablos latinos modificándolos, no
-según el fonetismo castellano, sino conforme al uso que los eruditos
-tenían en la adaptación, mayor ó menor, según las épocas, á ese mismo
-fonetismo. Hoy la reacción latina es mayor, y lo ha sido cada vez
-más desde el Renacimiento. Hoy no nos parece bien se quite la e á
-moderare, y decimos moderar, con sólo quitarle la e final, para que
-quepa dentro de la turquesa de los infinitivos. No se atrevían á tanto
-los clérigos del siglo XIII, y decían modrar; pero ambas formas han
-flotado y flotado sobre el habla vulgar, sin penetrar en ella, como
-escoria erudita que va y viene y se cambia, conforme al capricho de
-los que la emplean en sus escritos, y aun en la conversación. El mismo
-Berceo emplea ya modulado: «Odi sonos de aves dulces e _modulados_»
-(_Mil._, 7); pero ese préstamo es posterior al que convirtió modulus en
-molde, que también es erudito, pero de época anterior, de mod(u)lus,
-perdida la u, que nunca sonó en el latín vulgar, y con la metátesis
-común que afectaron los eruditos más antiguos al trascribir vocablos
-parecidos, como tilde, si viene de titulus, espalda de spat(u)la.
-Hoy no nos atreveríamos á derivar con tales metátesis, porque nos
-picamos de mejores latinistas y tenemos menos cariño al fonetismo
-nacional. ¿Quién se atrevería hoy á decir motral junto á mortal, como
-se atreve Berceo? Muebda por movida, es de formación erudita de
-aquel tiempo (_S. Dom._, 119), como debda de debita; mover, movido,
-á ser vulgares, hubieran perdido la v. También existe mueda = causa
-motiva (_S. Mill._, 387), ya más castellanizado, como muedo por modo
-(_Mil._, 29), que nadie se atrevería hoy á decir, aunque es conforme
-al cambio sin excepción de ŏ acentuada en ue, lo mismo que muesso por
-mordisco (_Lor._, 77) de morsus, perdida la r según ley. En cambio
-multo (_Mil._, 259) es una condescendencia por multum, que hoy nadie
-la tendría, como no diría nadie nodicia, que dice Berceo (_S. Mill._,
-164) suavizando legítimamente la t de notitia, ni nudrir ó nodrir por
-nutrire (_S. Dom._, 59, 528). No creo que odir ni udir se dijeran
-en tiempo de Berceo, juntamente con oir, aunque él escriba de estas
-tres maneras (_Sacr._, 56, _S. Dom._, 312, _Duel._, 209); la d es por
-reacción erudita, como en odiendo por oyendo. Tampoco creo sonara
-palomba, como escribe junto á paloma (_S. Or._, 40, 46), sino que la b
-era otra condescendencia de escritor hecha al latín. Toda cautela es
-poca, cuando de los escritos queremos deducir lo que realmente debemos
-atribuir al romance hablado, separándolo de lo que los escritores
-añadían de su cosecha, por la preocupación de que sólo el latín era un
-lenguaje digno de escribirse, y de que el romance, no siendo más que
-un mal latín, debía purificarse lo más posible para hacerlo digno de
-emplearse en los escritos, y que se podía y aun debía echarse mano de
-todo el vocabulario latino, por ser latín lo que se escribía y no ser
-más que una misma lengua la hablada y la escrita. Tal es el poder de
-una lengua literaria, cuando ha pertenecido á un gran imperio y á una
-gran civilización. Esas mismas preocupaciones indican que el romance
-no nació de un golpe, sino que fué, sin solución de continuidad, el
-mismo latín, que hablado en España en tiempo de los romanos, había ido
-evolucionando insensiblemente, hasta el punto de no cambiar de nombre.
-
-En los últimos tiempos del Imperio, verificada ya la fusión de
-razas, cuando las provincias, adquiridos todos los derechos de los
-antiguos ciudadanos de Roma por el edicto de Caracalla (212), se
-tuvieron por tan romanas como la misma ciudad de Rómulo, despertando
-el espíritu patriótico de la nacionalidad romana ante los pueblos
-bárbaros ó extranjeros que por todas partes rondaban las fronteras,
-el adjetivo _romanus_, aplicado antes á solos los habitantes y cosas
-de Roma, hubo de generalizarse á todo el Imperio en oposición al de
-_barbarus_. Orosio llamó _Romania_ á todo el conjunto de razas y
-países comprendidos dentro del Imperio, como se llamaban Hispania,
-Britannia, Graecia, Gallia cada uno de ellos. Lo más propio de la
-Romanía, su idioma, llamóse, por lo mismo, _lengua romana_, hablar
-en _román_, _romanice_, _en romance_ era hablar el lenguaje de la
-Romanía, del Imperio romano, era lo mismo que hablar en _latín_. El
-tipo de esa habla era naturalmente el latín literario y oficial de la
-administración, que era el que más se acercaba al literario; pero el
-habla vulgar de las provincias no se creía ser más que ese mismo latín,
-bien que algo estropeado. Ese mismo latín siguió hablándose por varios
-siglos; pero ¡qué diferencias no había causado la evolución incesante!
-Virgilio Cordobés, citado por Sarmiento[18], escribía en el siglo
-IX: «Ille est vituperandus qui loquitur _latinum circa romancium_,
-maxime coram laicis, ita quod ipsimet intelligunt totum... Et ita
-debent omnes clerici loqui _latinum suum obscure_ in quantum possunt
-et non _circa romancium_». En este notable pasaje se traslucen algunos
-hechos históricos de la mayor importancia. En aquel mismo siglo (842)
-se redactó el convenio entre Carlos _el Calvo_ y Luis de Alemania
-en francés ó romance del Norte de la Galia, el primer monumento que
-poseemos en lengua vulgar[19], del cual dice Sarmiento que lo podrían
-entender los gallegos sin necesidad de versión. Los clérigos hablaban
-_su latín_--dice el autor cordobés--, es decir, un latín de cocina,
-que distaba bastante por una parte del latín clásico, y por otra del
-habla vulgar, puesto que les aconseja que lo empleen entre sí delante
-de la gente lega, cuando conviene que ésta no les entienda. Por donde
-se verá el craso error de Martínez Marina al sostener que sólo á
-principios del siglo XII pudo hablarse de tal manera que se tuviese el
-romance por distinto de la lengua latina.
-
-Por lo mismo, cuando se querellaba[20] Álvaro Cordobés de que el
-_latín_, habla de los cristianos, lo hubiesen olvidado los españoles
-que andaban entre los moros, teniendo en mayor estima la lengua
-arábiga, puesto que se refiere al pueblo español, trata del romance
-vulgar español, llamado por él latín por las razones antes apuntadas;
-no trata del latín clásico, que sin género de duda hacía siglos sólo
-habían conocido algunos privilegiados eruditos, ni siquiera del
-latín vulgar, que para el siglo IX ya había desaparecido. Les dice,
-pues, Virgilio que hablen su mal latín, _latinum suum_, lo menos
-parecidamente al habla vulgar, _obscure et non circa romancium_. Ese
-_circa romancium_ ó _romance_, ya no era el _romano_ ó habla romana y
-latina de la Romanía, y con todo conserva el nombre.
-
-¿Qué habla fué la de la Romanía, es decir, qué fué el llamado latín
-vulgar? Por las dichas preocupaciones, nadie escribió en ese latín, no
-tenemos ni el menor documento redactado verdaderamente en esta lengua:
-de ahí la dificultad del problema. Se trata de reconstruirla por el
-estudio comparativo de las lenguas románicas, sus sucesoras; por el
-estudio del latín vulgar antiguo, sólo conocido en los arcaísmos y
-vulgarismos de Plauto y otros autores y en las escasas inscripciones
-latinas de la época republicana; por el estudio de los dialectos
-itálicos, el úmbrio, el osco, el falisco, el volsco, etc., que sin
-duda modificaron el latín de los conquistadores antes de llevarlo
-éstos á las demás provincias; por los defectos que á los lapidarios
-se les escapaban en las inscripciones de la época imperial, á causa
-de las diferencias entre el habla vulgar y el latín oficial en que
-las redactaban; por las correcciones de los gramáticos latinos, en
-las que enmiendan defectos de pronunciación y ortografía debidos
-al habla común y popular; por los glosarios vulgares coleccionados
-algo posteriormente, sobre todo por autores africanos y españoles,
-en los que hicieron notar las diferencias dialectales de estas
-provincias[21]. Pero todas estas fuentes de información, ó no bastan,
-ó no se han estudiado á la vez con el único empeño de sacar á luz
-el latín vulgar. Los romanistas, que son los que más interesados
-están en hacer ese estudio, ocupados en el de las mismas románicas,
-tienen que formarse para su propio uso un sistema é idea particular
-de esa lengua problemática, encomendando su investigación exprofeso á
-los indo-europeistas. Estos en cambio la dejan para los romanistas,
-por verse atareados con las antiguas lenguas de nuestra familia.
-Resultado: que sólo tenemos datos sueltos, algunos jalones cronológicos
-y geográficos; pero que nos falta conocer, no sólo esa lengua, pero
-hasta su cronología y su geografía, los dos ojos que nos la permitirían
-ver. Estoy, pues, muy lejos de pretender hacer yo la historia del latín
-vulgar; sólo propondré algunas ideas, algunos datos indispensables para
-conocer el fonetismo latino-castellano.
-
-Sabemos con toda certeza que además del latín escrito, que conocemos
-por las obras literarias, existió el habla de los romanos, algo
-distinta de ese latín literario y distinta en las diversas épocas.
-Á esa habla se refieren los mismos autores latinos, cuando mientan
-los términos vagos de _sermo vulgaris_, _plebeius_, _usualis_,
-_cottidianus_, _inconditus_, _proletarius_, _prisca latinitas_, etc.,
-etc., en oposición á los de _sermo urbanus_, _eruditus_, _perpolitus_,
-etc. Unos y otros desaparecieron de hecho con la caída del Imperio,
-ahogados y puestos en olvido por las lenguas románicas, que habían ido
-formándose insensiblemente en las provincias al evolucionar el habla
-vulgar romana entre razas tan distintas, que habían hablado antes sus
-idiomas indígenas y tenían sus particulares tendencias fonéticas y
-semánticas, efecto de la idiosincrasia fisiológica y psicológica de
-cada raza.
-
-Lo primero que echa de ver el que ha estudiado comparativamente las
-lenguas indo-europeas, es que el latín antiguo vulgar, tal cual se
-trasparenta en las inscripciones, en los mismos autores clásicos que
-afectan arcaísmos, y en los más viejos documentos, se allega más en
-el fonetismo á las demás lenguas de la familia y á las otras lenguas
-itálicas en particular, que no el latín clásico de la época de Cicerón
-y de Augusto. Luego veremos algunos casos prácticos que lo demuestran
-palpablemente: baste decir en general que e, o del antiguo latín,
-de muchos dialectos itálicos y de las demás I E, toman en el latín
-literario un timbre más estable, i, u; que los antiguos diptongos
-debidos al refuerzo ó guna, por el que deico es paralelo á δείχ-νυμι
-etc., etc., se contraen en latín literario en i, u, etc. No menos
-manifiesto es que las tendencias del literario van formando y dando
-carácter cada vez más idiomático á esta lengua semioficial conforme
-adelantan los tiempos, pues se les ve apuntar en los más antiguos
-escritores y ya generalizarse en la época clásica. De modo que en
-sus principios el literario no se distingue apenas del vulgar; pero
-poco á poco cada una de estas lenguas, evolucionando conforme á sus
-particulares tendencias, van diferenciándose más y más. Con todo, al
-paso que crece la potencia del literario, por ser habla oficial é
-imponerse por la administración central, por el establecimiento de
-escuelas, por el mismo influjo del esplendor de la literatura, la
-reacción, por decirlo así, oficial y erudita, entabla lucha mortal
-con el habla ordinaria del Imperio, y llega en la época del mayor
-esplendor literario y político, desde Augusto á los Antoninos, á
-influir poderosamente en esa habla ordinaria. Pero declinando el poder
-imperial, enflaquecida esa fuerza impuesta, el latín vulgar prosigue
-su camino, arrolla al literario y lo vence, haciéndole desaparecer de
-la escena. Tenemos, pues, una _prisca rusticitas_, más conforme al
-indo-europeismo, y que encerraba en germen las tendencias que después
-se desenvolvieron, dando su carácter analítico y aun su fonetismo á
-las románicas; y junto á ella un latín _literario_, que tomando otra
-dirección se desarrolla, y apoyado en la fuerza de la política y de
-la literatura trata de matar el habla común, sucesora de la _prisca
-rusticitas_, influye en ella, pero á su vez vencida y avasallada al
-faltarle el apoyo oficial, muere á sus manos. Esta victoria del
-elemento democrático sobre el aristocrático podría dar margen á
-largas y profundas consideraciones en el terreno sociológico y en el
-lingüístico; pero no me detendré más, y paso adelante.
-
-Aquella _prisca rusticitas_, verdadero representante romano del
-habla aria en Roma, siguió su camino desenvolviendo sus tendencias
-analíticas, como siguieron desenvolviendo las mismas tendencias las
-germánicas y el griego vulgar en Europa y las lenguas ario-iranias en
-la India, en la Persia y en la Armenia, pasando sobre los cadáveres
-de las lenguas literarias, que buscaron su sepultura en el efímero
-engalanamiento del artificio de un día. La naturaleza sola es duradera;
-lo artificial, momentáneo. El latín literario, una variante del
-verdadero ó antiguo latín vulgar, por haberse separado de éste para
-acomodarse á las modas de unos cuantos literatos y al modo de ser
-extranjerizo del griego, atrofiado en manos de los mismos literatos y
-helenizantes, fosilizado en las brillantes oraciones ciceronianas, el
-autor más clásico y el ápice del latín literario, hubo de fenecer con
-la misma literatura y pinchado en la misma lengua del orador romano.
-La diferenciación había comenzado probablemente con la formación de la
-misma ciudad y pueblo de Roma[22]. Sus dos clases de puros latinos,
-que fueron luego el patriciado, y de sabelios y otras gentes itálicas,
-oriundas, sobre todo de la montaña, y de los demás elementos allegados
-de la llanura ó Campania, llevaban en sus labios todos los gérmenes de
-idiomas algún tanto diversos. Esta divergencia fué agrandándose, cual
-se separan los dos lados de un ángulo, ya por la natural tendencia
-de la aristocracia á distinguirse de la plebe, ya por el prurito,
-poco después avasallador, de helenizarlo todo, mayormente desde que
-Andrónico llevó á Roma el culto artístico de los helenos. Verdadero
-dialecto del latín común, y distinguiéndose apenas del habla popular
-en un principio, fué separándose cada vez más, quedando enteramente
-fijado por los autores del siglo de Augusto. Pero como el lenguaje no
-puede detenerse en su curso, so pena de quedar petrificado como la
-mujer de Loth, esa sanción literaria le condenó á muerte. La historia
-suele repetirse, y un mismo sol alumbró en distanciadas regiones dos
-acontecimientos gemelos. El idioma védico siguió al pasar el Ganjes
-su evolución; pero los himnos de los antiguos Richis se refugiaron en
-los conventos, donde toda la civilización del Sapta-Sindhu, encerrada
-cual crisálida en su capullo, había de convertirse en la esplendente
-civilización brahmánica. Allí nació Brahma, endiosamiento del lenguaje,
-de los Vedas, y allí entre las glosas, prātiçākhyas y casuismos
-gramaticales, políticos y religiosos de los monjes guardadores del
-depósito sagrado, nació el habla perfecta, el sanskrit, que pudo
-consignarse después por escrito cerca ya de la Era cristiana en un
-alfabeto tan divino como le correspondía, en la escritura devanāgarī.
-
-El elemento semidemocrático alzóse contra los tiranos Brahmanes,
-valiéndose de los mismos principios sobre que se levantaba todo su
-artificioso poder, y con el nombre de Budhismo luchó á brazo partido
-y se llevó de calle los pueblos orientales. Aquel fué el momento
-en que los adoradores de Brahma sacaron su Verbo, y el Sanskrit
-clásico, desenclaustrado, comenzó su era de esplendorosa literatura,
-reaccionando contra el Budhismo y contra su instrumento el Pali. Tan
-artificial como el latín clásico, obtuvo el Sanskrit largos siglos la
-hegemonía; pero las hablas vulgares, que en vez de estacionarse entre
-los laureles gramaticales de los Paninis ó Quintilianos siguen adelante
-en su natural evolución, dejaron fosilizada aquella habla divina, hoy
-sacada de su sarcófago por los indianistas, como de su sarcófago habían
-sacado al latín literario los del Renacimiento.
-
-Las lenguas románicas no mataron al latín vulgar: fueron sus
-continuadoras en la Romanía. Pero antes de salir de Italia y conquistar
-el Mediodía de la Europa occidental, aquella _prisca latinitas_ hubo
-de recorrer toda la Península, y si logró imponerse y triunfar de las
-lenguas todas itálicas, no fué sino á costa propia, coloreándose de los
-matices de todas, enriqueciéndose con sus despojos, al par que perdía
-algo de su original personalidad.
-
-Es menester no conocer las antiguas lenguas de Italia, no haber hecho
-el cernido del latín vulgar, ya en sus elementos fonéticos, ya en los
-lexicológicos, para creer que el latín llevado á las provincias por
-los conquistadores era el latín puro de la antigua Roma, y mucho menos
-el de las familias aristocráticas. Conocemos por Tito Livio (XXVII,
-9, 10) las colonias latinas que hasta Aníbal (208 antes de J. C.) se
-habían desparramado por Italia. Desde este momento para el habla de
-los Romanos hubo de empezar una nueva era. Hasta la guerra social,
-época en que se extinguen las últimas protestas patrióticas de los
-pueblos subyugados, y sobre todo hasta Sila, los dialectos meridionales
-llevan al latín nuevos elementos lingüísticos, y las diversas hablas
-de Italia se constituyen, todas ellas cual dialectos latinos, pero
-seguramente matizados por el fonetismo local. Sin admitir la hipotética
-división de dialectos sugerida por Mohl[23], en general su idea no
-puede rechazarse; la unidad del latín vulgar, si tal vez llegó jamás
-á realizarse de una manera completa, á pesar del dicho de Quintiliano
-de que el latín era en toda Italia sensiblemente uniforme (lo cual
-puede entenderse del vulgar tanto como del literario), mucho menos
-se había realizado por aquella época, en que, vivaces aún al dar el
-último suspiro las lenguas itálicas, no tenían por enemigos la mayor
-centralización posterior, las escuelas que después en las provincias se
-establecieron, y la literatura, que aún no había difundido su pujante
-influencia.
-
-Aún bastante más tarde asevera Quintiliano (_Inst._ I, v. 56) que los
-italiotas se distinguen en la pronunciación como los metales. Suetonio
-(_Oct. 88_) habla de un funcionario palatino que disgustó á Augusto por
-decir isse en vez de ipse: era vulgar, como se ve por las inscripciones
-de Pompeya, en osco essuf, en úmbrio essu, isoc, eso. En Plinio (_Ep._
-IX, 23) se pregunta: «¿Italicus es an provincialis?» La _lex Julia
-municipalis_, al fijar el latín como lengua oficial de toda Italia, dió
-el golpe mortal á todas las lenguas de la Península, que desde aquel
-momento fueron despeñándose más y más y acabaron por fenecer más tarde
-ó más temprano. Pero en aquella lucha, en que había de vencer, el latín
-hubo de colorearse con no pocos matices de las lenguas vencidas, tanto
-más cuanto mayor era el parecido fonético. «Neque solum _rusticam_
-asperitatem, sed etiam _peregrinam_ insolentiam fugere discamus»,
-escribía Cicerón (_De Orat._ III, XII, 44).
-
-La lengua que primero y más decisivamente influyó en la antigua
-rusticitas del Lacio fué el úmbrio, por el mayor parecido en sus
-tendencias con aquel latín vulgar y por las circunstancias históricas
-en las que se fusionaron. Conquistada y colonizada la Umbría desde el
-s. IV ant. de J. C, sus habitantes fueron siempre amigos de los romanos
-y de los más favorecidos en todos los derechos políticos. Siguió
-hablándose el úmbrio, pero influyendo en el latín y perdiendo cada día
-terreno. Abandonóse el alfabeto nacional, que era el etrusco, hacia el
-s. III ant. de J. C., conservándose tan sólo en los escritos rituales.
-En el s. I por la ley Julia todo se latiniza y el úmbrio sólo queda
-como lengua religiosa. Así se escribieron las _Tablas Eugubinas_ con
-letras etruscas y con letras latinas, sirviendo el texto latino para el
-uso ordinario y el otro como documento testificativo y religioso de la
-venerable antigüedad. Fuera de las II y IV, todas las tablas son del
-reinado de Augusto, de modo que los documentos úmbrios que poseemos
-datan del II ó I siglos antes de J. C. y del I después de J. C. La
-parte escrita con caracteres latinos no puede por su epigrafía ponerse
-antes del principio del s. I después de J. C. El latín vulgar, influído
-poderosamente por el úmbrio, fué el núcleo del latín hablado de Italia.
-El Osco y demás dialectos del Sur de la Península influyeron menos y
-tenían tendencias más parecidas á las del latín literario que no á las
-de la antigua rusticitas.
-
-Si el úmbrio influyó sobre el latín hablado, el osco parece debió
-influir más bien sobre el latín literario. Según Tito Livio (IX, 36),
-el etrusco era todavía la lengua literaria de los romanos cuando los
-pueblos de lengua osca recibieron los primeros establecimientos de
-los vencedores en el siglo IV, Capua en 342, Luceria en 320, Venusa
-en 290. La cultura de estas ciudades era muy superior á la de los
-entonces toscos romanos, merced á la influencia helénica; el osco,
-tras un glorioso pasado, llegaba á lo sumo de su apogeo literario, y
-pudo educar la naciente literatura latina. Ennius, Pacuvius, Lucilius
-eran naturales de países donde se hablaba el osco; un samnita hacía
-tragedias griegas en Catana (PLUT., _Timol._ 31, 1); un orador lucano
-peroraba en Siracusa (DION CRISOST., _Or._ II, pág. 113); había
-filósofos samnitas discípulos de los griegos (CIC., _Senect._, 41). El
-latín apenas adelantó un paso en la Italia meridional hasta la época
-de la guerra social, en que la fuerza venció todas las resistencias
-patrióticas. Por lo demás, las vocales, los diptongos, las consonantes
-del osco convenían casi enteramente con los sonidos latinos, y su
-fonetismo fué el fonetismo que distinguió al latín literario del latín
-vulgar. El osco, refractario á la contracción de diptongos y á la
-debilitación de i en e, de u en o, fenómenos propios del úmbrio y del
-latín vulgar, se opuso á que éste, modificado ya por aquél, pasase al
-Sur de la Península. En el siglo I después de J. C. todavía se empleaba
-el osco en las actas oficiales, nada menos que en Nápoles, cuando ya
-el úmbrio sólo se conservaba entre literatos y sacerdotes, y siguió
-hablándose durante el Imperio en las ciudades y en los campos. En
-el latín de Cartago es donde más influjo tuvieron las lenguas de la
-Italia meridional. El osco tuvo que empezar á perder terreno desde la
-guerra social, sobre todo cuando, despoblado casi el Samnium y traídos
-habitantes de otras regiones además de las colonias militares romanas,
-echó Sila las bases de la latinización completa de Italia, abandonando
-la antigua política romana de dejar la administración y la lengua
-indígenas en los países conquistados. Esta política de Sila fué la que
-siguieron después Augusto y sus sucesores en las provincias, originando
-así la uniformidad mayor ó menor del latín hablado en todo el Imperio,
-ayudándose mutuamente, como suele suceder, la unidad política y la
-unidad de idioma.
-
-El latín que las legiones romanas llevaron á sus primeras conquistas
-fué el latín vulgar, no influído todavía por el literario, y cargado
-en cambio de los arcaísmos de la antigua rusticitas[24] é impregnado
-ya con toda suerte de elementos itálicos. Tal es el primer fondo del
-latín vulgar de España y de Cerdeña, que contiene rasgos arcaicos y
-dialectales itálicos, no hallados en las demás provincias. Conviene
-recordar el orden en que fué introducido en éstas el latín: Italia,
-Cerdeña (siglo III antes de J. C.), España (siglo II), Cisalpina,
-África, Iliria, Provenza (125), Galia septentrional, Rethia, Dacia. En
-lo que se refiere á España, Artemidoro de Éfeso, que escribía hacia la
-época de la guerra social, dice en un fragmento de su _Periplo_ que
-algunas tribus españolas de las costas hablaban, no el latín, sino
-la lengua de los italiotas: «γραμματιχῆ δὲ Χρῶνται τᾗ τῶν Ὶταλῶν οἱ
-παρἀ θάλασσαν οἱχουντες των Ὶβήρων» (Cfr. SCHUCHARDT, _Vok._ 1, 93).
-Era, sin duda, el latín cargado de umbrismos de la Italia central, que
-entonces empezaba á bajar también hacia el Sur de la Península italiana.
-
-Naturalmente, cuanto antes fué colonizada una provincia, tanto más
-arcaico hubo de ser el latín que formó la primera base del romance.
-Los autores de glosarios y compiladores de arcaísmos son africanos,
-precisamente porque allí se usaban tales términos: Nonius, Fulgencio,
-Placido, que escribió en África ó tal vez en España, Charisio, de
-origen africano, el mismo Apuleyo de Madaura, en África. Estos
-autores hicieron lo que nuestro S. Isidoro, cuando recogía los
-términos característicos del habla vulgar de España. El comienzo de la
-colonización de nuestra patria fué á fines de la República por colonos
-italiotas, con muchos auxiliares pelignianos, marrucios, campanos,
-samnitas. El italismo aparece aquí antes que en ninguna parte. Sertorio
-quiso tal vez formar una nueva Italia en España, en la que todos los
-de nacionalidad italiana gozasen de los mismos derechos. Su senado
-constaba de 300 miembros después de habérsele unido Perpenna el año 77,
-tanto de italiotas como de romanos. Escipión el africano fundó en 204 á
-Itálica famosa, favoreciendo la colonización de los mismos italiotas.
-Sus habitantes, coloni italicenses, formaban parte de la tribu Sergia.
-Eran, pues, políticamente romanos; pero italiotas de origen, sabinos,
-faliscos, marsos, oscos; y sin duda entre los vencidos en la guerra
-social no faltarían quienes vinieran á buscar aquí una nueva patria.
-
-Tal es la causa de que el castellano contenga bastantes elementos de
-la antigua rusticitas del Lacio y de las lenguas itálicas, elementos
-procedentes de los siglos II y I antes de J. C. Por ej., cueva de cova,
-ñūdo por nōdus, por la ū del osco, del sabino, en vez de la ō latina.
-Varron dice del coenaculum falisco, que se empleaba por comedor en
-Faleria, Lanuvio y _Córdoba_. Ya hemos visto que isse por ipse era
-dialectal, y que en úmbrio se decía essu y eso: es nuestro ese, eso,
-que sin duda viene del úmbrio, pues en Cerdeña es usadísimo (issu, su),
-y en España se encuentra (ipse) en las inscripciones, en vez de los
-demás demostrativos. La contracción de au átono en o, excepto delante
-de sílaba con u, procede del úmbrio, y era propia del antiguo latín
-vulgar; el influjo literario restauró después en gran parte el au. La
-3.ª p. plural -unt, legunt, substituyó durante el Imperio por reacción
-erudita á la itálica antigua -ent del osco-úmbrio stahint, benurent;
-pero se conservó donde ya había echado hondas raíces, en Cerdeña y en
-España: elien, fachen y piden, abren, cogen. La preposición per en
-vez de prō se encuentra en todos nuestros documentos más antiguos,
-como en el testamento de Odoar del año 747: «_Per_ suis terminis»: es
-el per úmbrio empleado con ablativo, tota-per, nomne-per, como περί,
-empleado por el antiguo latín, de donde el per italiano, el per del
-antiguo castellano, del cual derivan pero, para y por. Conocida es
-la -i del plural italiano, que colorea con este timbre delgado toda
-aquella lengua. Ni en España ni en Cerdeña existe. Ninguna lengua
-itálica formó el nominativo plural en -ī excepto el latín: aun en las
-inscripciones antiguas latino-itálicas se ven formarse nominativos
-como filios, vireis, scalas. En úmbrio la 1.ª declinación lleva -as en
-el nom. plural, urtas, anglar por rotacismo, en vez del -ai latino,
-musai. Lo mismo en osco: pas exaisc-en ligis scrif_tas_ set = qu_ae_
-hisce legibus script_ae_ sunt. En la 2.ª decl. el úmbrio lleva -us,
-prinuvatus; el osco lo mismo, Abellanus; mientras que el latín -i,
-domini. Sólo, pues, por la reacción erudita del tiempo del Imperio se
-explica esa -i italiana; pero esa reacción nada pudo en Cerdeña ni
-en España. El dativo pronominal uī, eī de formación reciente, masc.
-illuī, fem. illeī, por el epiceno illī, existe en todas las románicas,
-y aparece en las inscripciones italianas desde los primeros siglos del
-Imperio. Sólo falta en castellano-portugués y en sardo; en España y
-África no aparece ni en una sola inscripción.
-
-Estos hechos prueban varias cosas. En primer lugar, el influjo de
-la antigua rusticitas y del úmbrio en el latín de España y en el
-castellano. En segundo lugar, que la reacción erudita no fué tan
-poderosa en España como en Italia, contra lo que asevera Mohl, el
-cual parece que con insistir en esta aseveración ya da satisfacciones
-cumplidas á los defensores de la unidad del latín vulgar y á los que
-dicen que las lenguas indígenas no influyeron en las románicas. Cuanto
-más distanciadas estaban, dice Mohl, estas lenguas del latín, tanto
-más puro se habló el latín, tanta mayor influencia tuvo la reacción
-literaria y tanto mejor se olvidaron los idiomas indígenas; y por eso,
-aunque el latín viniendo á España antes que á otras provincias hubo de
-traer elementos arcaicos y dialectales itálicos y el castellano hubo de
-evolucionar antes que las otras románicas; pero la reacción literaria,
-mayor aquí, niveló pronto el latín de España con el resto del Imperio.
-Tal parece discurrir, ó debe de discurrir, á mantener el dogma de la
-unicidad del latín vulgar. Pero los hechos desmienten este razonamiento
-y prueban que los elementos arcaicos y dialectales subsistieron en
-España, sin que la reacción erudita pudiera borrarlos, y que, por lo
-mismo, si el latín de toda la Romanía fué esencialmente el mismo, en
-concreto existieron diferencias dialectales de tanta monta como las
-que acabamos de ver y otras que irán insinuándose, sin contar con el
-elemento ibérico. Sólo añado por ahora la no existencia en España,
-demostrada por el mismo Mohl, del hic y del dativo reaccionario, que
-dió lui y leur á casi toda la Romanía, pero que no entró en España. La
-verdad es que no acabo de entender la última decisión de Mohl cuanto á
-la doctrina de la unicidad del latín vulgar: los hechos se la hacen
-negar unas veces, otras la opinión general le arrastra tras sí.
-
-La teoría generalmente admitida entre los romanistas es que los
-romances provienen de un latín vulgar, idéntico en todo el Imperio,
-entre los siglos II y IV después de J. C., es decir, después de
-la conquista de la Cisalpina en el s. II, y sobre todo durante la
-romanización de la Transalpina. Esta teoría supone que sólo el celtismo
-pudo influir en ese latín vulgar, y que no influyeron ni el latín
-antiguo (antiqua rusticitas), ni las lenguas itálicas. En esta época
-fué realmente cuando el latín hablado llegó en todo el Imperio á ser
-más uniforme y á parecerse más al latín literario y oficial, por razón
-de la mayor unificación y centralización política y del mayor apogeo
-de la literatura. De aquel latín vulgar común provienen los caracteres
-comunes de todas las románicas y cuanto se encuentra de común en todas
-ellas. Es más, de entonces data el trasiego de vocablos y radicales á
-todas las regiones de la Romanía, los cuales eran indígenas de una ó de
-otra exclusivamente. El léxico románico, compuesto de radicales latinos
-y no latinos, se fundió entonces y se generalizó en todo el Imperio
-románico. En esta doctrina se apoyan los romanistas para inventar una
-forma latino-vulgar que explique cualquiera otra forma de cualquier
-romance. De tales formas latinas bien se puede repetir lo que dijo
-Sittl: «Das Vulgärlatein, mit welchem die Latinisten operieren, ist ein
-Phantasiegebilde» (_Jahresb. Fortsch. Klass. Altert._, t. LXVIII, p.
-526-540): es un latín de pura fantasía. Seduce la precisión matemática
-con que se reconstruye de esta manera el léxico latino y con que se
-deducen de tales formas forjadas todo un sistema de leyes fonéticas,
-que después se aplican mejor ó peor á otros vocablos. Y como para
-que quepan todas las variantes románicas no hay más que ensanchar la
-fórmula latina, el negocio es fácil, no hay más que poner fórmulas
-generales. Se trata, dice Mohl, de explicar la contradicción entre el
-it. orzo y el cast. orzuelo ante el prov. ordi y fr. orge. Se dice que
-en latín vulgar -di- en hiato después de consonante todavía no había
-consonantizado la i, que en todo el Imperio se pronunciaba *ordĕu ú
-ordĭu. Con esto las formas modernas provienen de aquella época, lo
-mismo que las antiguas: en la fórmula caben todas ellas. Es lo que
-hacen los indo-europeistas al explicar todas las formas de las lenguas
-indo-europeas, sin tener en cuenta la cronología ni la evolución
-particular de cada una de ellas.
-
-Tal es el sistema _comparativo_, cuando á la vez no es _histórico_: se
-exagera y convierte en teórico y ultrametafísico. Si el latín vulgar no
-es más que lo que podamos deducir de las románicas, ese latín siempre
-será una lengua típica y formularia, que explique las románicas, y nada
-más, una lengua de abstracciones. Y claro está, no teniendo en cuenta
-la investigación histórica, prescindiendo de la cronología de las
-formas, la ilusión de rigor científico que presenta este procedimiento
-teórico arrastra y satisface. Pero la realidad es harto más compleja.
-Cuando se nota la predilección en España por los pronombres iste,
-ipse, y lo esporádico de hic, y la ausencia completa de huic, huius en
-toda nuestra epigrafía, mientras se menudea tanto en otras partes, no
-puede menos de ocurrir la sospecha de que el latín de España en algo
-difería del de Francia é Italia, y que es una ilusión pretender poner
-como tipos del latín vulgar general hic, huic, illuī, illūius, que en
-España no aparecen jamás. Los elementos arcaicos que no pueden menos de
-confesarse, se tratan de explicar como formas aisladas y de acarreo,
-con tal de que subsista en pie la unidad del latín vulgar. Pero las
-tesis deben desaparecer, cuando los hechos claman contra ellas. Además
-esta tesis lleva prácticamente á querer hallar un vocablo latino para
-cada vocablo románico, como si las románicas no tuvieran formas debidas
-á su propia evolución. Este elemento idiomático, originado dentro de la
-vida de los romances, es precisamente el más interesante para cada uno
-de ellos, y es el que con mayor empeño pretendo yo que resalte en mis
-estudios acerca del castellano, sin negar nada de lo que legítimamente
-ha de atribuirse á la lengua común latino-vulgar.
-
-Desde la guerra social el latín oficial y literario lucha contra el
-latín hablado y contra todas las tendencias dialectales que había
-ido recogiendo al través de Italia y en su marcha triunfante por
-las provincias. Esta reacción erudita va creciendo á la par que el
-poder y la centralización oficial romana hasta Augusto y sus primeros
-sucesores. Las escuelas, la administración oficial, el arte literario
-son sus principales palancas. Desde los Antoninos en el s. III la
-lengua literaria y oficial comienza á decaer vencida en toda la línea
-y á principios del s. IV desaparece. Las provincias más tardíamente
-conquistadas recibieron, por consiguiente, un latín más parecido al
-literario, Portugal ó Lusitania y el Norte de la Galia. Mientras en
-España _conocer_ y en Italia _conoscere_ provienen del antiguo y vulgar
-_conōscere_, en Portugal el erudito _cognōscere_ dió _conhecer_, en
-Francia _conoistre_ con _n_ por _gn_; pero al Sur _conoscere_ junto
-á _cognātus_, prov. _conhat_, cast. _cuñado_. El latín hablado en
-todo el Imperio adquiere en esta época su mayor unidad, coadyuvando
-poderosamente el continuo trasiego de las legiones que pasan de un
-punto á otro llevando á todas partes las variantes dialectales de
-todas.
-
-En algunos centros españoles el latín literario debió reaccionar
-poderosamente. Conocida es la completa latinización de parte de
-Andalucía: las escuelas de Córdoba fueron famosas, más todavía que las
-de Narbona, fundadas para romanizar la Provenza. Sólo en Provenza y en
-España existe el pluscuamperfecto, que era rarísimo en latín vulgar, y
-cuyo empleo en estas dos regiones parece deberse al influjo literario.
-Otro tanto se diga de los tipos del perfecto de subjuntivo, fuerim,
-habuerim, cantaverim, que no existen ni en Cerdeña: fuere, hubiere,
-cantare, en portugués fôr, houver, cantar, no vienen del vulgar latino,
-sino de la reacción literaria. Pero no es completamente exacto el dicho
-de Mohl: Sin el latín literario no se hubiera uniformado el latín
-vulgar, y los romances hubieran aparecido cuatro siglos antes. ¿Acaso
-el latín se plantó en España sin evolucionar, aguardando á que se le
-llevara á las últimas provincias conquistadas? ¿Ó tuvo tal poder la
-reacción literaria que deshizo todo lo producido evolucionando durante
-ese lapso de tiempo? No desaparecieron los arcaísmos y dialectalismos
-itálicos, ni se volvió atrás en su evolución el latín de España: por
-consiguiente, siempre hubo de tener algunos caracteres que le fueron
-propios.
-
-Hay, pues, en nuestro romance una mezcla de elementos eruditos con
-otros arcaicos, debidos á que cuando vino por primera vez el latín
-vulgar el literario todavía no estaba del todo fijado ni había influído
-sobre el habla vulgar, llena de italianismos. Este doble carácter
-distingue á nuestro romance de todos los demás, conviniendo con el
-sardo en el elemento arcaico y diferenciándose de él en el literario,
-que en Cerdeña dejó muy pronto de influir en la época imperial.
-Cadiello viene del katel úmbrio, como catellus en Reichenau, no del
-catulus. El influjo úmbrio dominó durante el Imperio extendiendo _-el_
-de nominativo á los demás casos, haciendo olvidar el _-olo_, lat.
-_-ulus_, _-ulum_: catel, acus. catello (úmbrio katlu): de aquí el
-vulgar _-ello_, cast. _-iello_, luego _-illo_, cuchiello, cuchillo de
-cultellus, preferido con vitellus por Plauto á los clásicos catulus,
-vitulus. Estas huellas itálicas deben de subsistir más claras y en
-mayor número en los patois italianos, donde siempre debieron de existir
-dialectos rústicos del latín vulgar: al finalizar el Imperio se hablaba
-mejor el latín en algunas poblaciones de España y Provenza que en
-Italia. La lucha entre el latín literario y el vulgar termina en el s.
-III, en el que vence el vulgar en los autores cristianos; en el s. IV
-Claudiano y los puristas versifican ya en un idioma literario muerto.
-El latín de Dacia ó su descendiente el rumano merece especial interés,
-pues nos presenta el latín que hablaban las legiones imperiales en los
-siglos II y III, ya que pronto quedaron allí los colonizadores como
-separados del resto de la Romanía y nunca hubo especial influencia
-literaria.
-
-En Italia el latín en tiempo de los Gracos se componía de infinidad
-de patois locales, que fueron unificándose hacia la guerra social en
-una lengua común bastante uniforme. En Dacia el país estaba abandonado
-casi enteramente al invadirlo los romanos, el latín militar llevado
-por Trajano era el general del Imperio durante los siglos II y III de
-nuestra era. Los colonos eran «ex toto orbe romano» (Eutropio VIII,
-6), sobre todo eran legionarios, unos 25.000 hombres; la literatura
-no influyó allí, pues no hubo escuelas por no haber bárbaros que
-latinizar, la dominación fué efímera. El rumano presenta el latín
-vulgar común del Imperio á fines del s. II: los plurales -i, -e, las
-2.^{as} personas en -i, la caída de las consonantes finales, o u, como
-representantes del au átono, el tratamiento de las paladiales, son
-fenómenos comunes al rumano y al italiano, y de Italia debieron partir
-la mayor parte de los colonos de Dacia. Después del fondo italiano
-contribuyeron más al latín de Dacia el de Rethia y el de España por
-medio de los auxiliares militares de las legiones, pues los de la
-colonia trajana, según aparece por las listas de Goos, son casi todos
-españoles, retos y sirios. Los hispanismos del rumano actual son
-manifiestos. El verbo ajuná, macedonio adzuná = ayunar. Al finalizar
-de la República jā- átona se hace jē- en literario; Plauto no conoce
-más que iāiūnus, iānuārius quedó junto al iēnuario vulgar á causa de
-Iānus. De modo que iāiūnus es más antiguo que iēiūnus, y Thurneysen
-cree que antes fué *ēiūnos, skt. ājūna. En Philoxeno ēiunat, de donde
-por asimilación iaiunat, luego por reacción literaria ieiunat, ó tal
-vez de eiunus salió aiunos. La legión VII Galviana, compuesta de
-tarraconenses y llevada por Galba á Roma y al Lacio (TAC., _Hist._ I,
-6; SUET., _Galba_, 10), fué la que más hispanismos llevó á Roma y á la
-Campania. Un hispanismo es la general suavización de las explosivas,
-sin excepción en España, sin duda por influencia itálica anterior. En
-Italia la reacción erudita se opuso á la generalización de la ley. En
-úmbrio las explosivas tendían á suavizarse ante r, l: subra = lat.
-supra, kabru y kapru mandraclo, podruhpei; en osco también: embratur =
-imperator; peligniano empratois, osco Aderl(ú) = Atella, úmbrio adro,
-adrer = āter, en Igubium -br- por -pr-. En el latín imperial de Italia
-las mudas ante la r nunca llegaron á suavizarse del todo, pietra,
-padre, ladro; capra, cavriulo en Toscana. La -t final cae pronto en las
-inscripciones provinciales; en Roma y el Lacio, al revés, tarda mucho
-en caer. En Pompeya (s. I) pedikaud, liciid, ya se suaviza en -d,
-como en osco; luego las formas sin dental, muy generales al Norte, se
-generalizan. Del s. IV al V sólo persiste la dental ante vocal.
-
-Después de los Antoninos, desde el s. IV el latín imperial hablado
-se descompone perdiendo la unidad que en mayor ó menor grado había
-conseguido apoyándose en el lenguaje literario y oficial. Las
-provincias caen en la cuenta de la debilidad del poder central,
-despiértanse sus iniciativas y su autonomía política y administrativa,
-la disolución comienza en la lengua como en la política.
-
-Al retirarse en 329 Constantino á Bizancio da á entender que no podía
-ya conservar la unidad política, abandona el Occidente á su propia
-suerte, á la futura civilización que ya despuntaba. Teodosio en 395
-no hizo más que confirmar oficialmente esta escisión, dividiendo para
-siempre el Imperio. Las lenguas románicas habían ahogado, no sólo á la
-lengua latina literaria, sino á la latina vulgar, de la cual habían
-nacido. Cuando Odoacro destruyó el Imperio de Occidente en 476, todo
-latín había dejado de existir, dice Gröber[25]. Francia quedó libre de
-toda relación con el Imperio romano en 538, España entre el 615 y el
-623, Italia en 650[26].
-
-Pero el latín literario continuó siendo la lengua oficial y
-diplomática, el habla de la ciencia y de la cultura. Se enseñaba
-exclusivamente en las escuelas y era el único instrumento de
-comunicación para todo el que escribía. Los romances eran considerados
-como no distintos del latín, eran el latín mal pronunciado, que
-no podía escribirse. Sin embargo, la cultura iba decayendo, y los
-escritores aprendían cada vez peor esta lengua oficial. Además las
-instituciones y costumbres traían consigo sus términos propios en las
-lenguas vulgares, ya derivados del latín vulgar, ya de las lenguas
-nacionales, ya de las que trajeron los bárbaros del Norte, ya del
-griego en el culto católico, etc., etc. Parte por la necesidad de
-tener que nombrar nuevos objetos, parte por ignorancia del buen
-latín clásico; los mismos escritores de los tiempos medios se veían
-precisados á latinizar todos esos términos vulgares. Ese latín
-medioeval es el llamado bajo latín, y es de suma importancia tener
-entendido que ese latín no fué jamás lengua vulgar que se hablara; era
-la lengua literaria antigua, bien que no bien sabida, con latinización
-de muchos vocablos vulgares; era una lengua muerta de nacimiento y
-artificial, como lo era en el s. XVI entre los teólogos y filósofos y
-aun entre los autores de cualquiera materia que escribiesen, cuando lo
-hacían en latín. Es, por consiguiente, un crasísimo error el creer que
-los escritos en mal latín de los siglos VIII, IX, X, XI están en la
-lengua vulgar hablada, y deducir de aquí que en tales escritos se ve
-cómo se transforma el latín en las lenguas romances. Tales documentos
-son latinos, escritos en una lengua artificial y muerta ya hacía
-siglos; aunque á veces es tan malo el latín, que induce á creer que
-era el latín que se iba corrompiendo y transformando en romance. Si
-el _Fuero de Avilés_ estuviese redactado en lengua vulgar, se daría
-el caso de que desde él hasta las _Partidas_ la evolución lingüística
-hubiera sido cien veces más rápida y mayor que desde las _Partidas_
-al _Quijote_. El Fuero de Avilés quiso escribirse en latín y resultó
-escrito en una mezcla de lenguas, parte reales, parte imaginarias: es
-el documento más polilingüe que existe, el arlequín de los documentos.
-
-
- II
-
-La palabra evoluciona, cambia lentamente, ya en su significación, ya en
-su forma fónica. Despréndese de este hecho trascendental de la moderna
-ciencia del lenguaje, que los idiomas propiamente hablando no pueden
-llamarse padres ó madres é hijos, que el castellano no es, por ej.,
-hijo del latín, sino el mismo latín plebeyo en un cierto momento de su
-evolución. Así como el latín vulgar de la época del Imperio, aunque
-distinto del de la época de la República, es el mismo en un momento
-dado de su evolución, así lo es el habla romana de España del s. VI
-y el habla del s. XII y la del s. XVI y la del s. XX. Es un solo río
-considerado en distintos puntos de su curso. Pero considerado ese río
-desde el s. III antes de J. C. al s. III después de J. C., en su curso
-entre la gente romana se observa que tiene ciertos caracteres bastante
-distintos de los que ofrece entre la gente española desde el s. IX, en
-que podemos descubrirlo en palabras sueltas, hasta el s. XX: al primer
-curso del río llamamos latín vulgar, al segundo romance castellano.
-Como se ve, un mismo río primitivo se dividió en dos, uno que siguió
-entre los romanos, otro derivado que llegó á España. Entre los mismos
-romanos existió otra derivación, la del latín literario, que á poco de
-nacer desapareció, como desaparece el Guadiana en medio de su curso.
-Las lenguas nacen, por consiguiente, pues el castellano nació ó derivó
-del latín; pero ese nacimiento no es instantáneo, sino evolutivo. Es
-imposible fijar el momento del nacimiento; sólo se conoce la diferencia
-de cauce y de aguas tomando en consideración un largo espacio de
-tiempo. Más que nacimiento, es ésta una evolución. Pero esa evolución
-puede ser más ó menos lenta ó precipitada. El castellano ha cambiado
-poquísimo desde el s. XIII, tal como se encuentra en las _Partidas_,
-es decir, en siete siglos, si se compara con el cambio sufrido por el
-francés desde el s. XV al s. XVII, es decir, en dos siglos, pasando
-del antiguo francés por el medio francés al francés moderno. Para un
-francés, no iniciado, del s. XVII era incomprensible un escrito del
-s. XIII ó del s. XIV, mientras que las _Partidas_ son inteligibles
-para todo español medianamente instruído. Así creo yo que el latín
-vulgar un siglo ó tal vez medio siglo después de traído á España,
-sería ininteligible en labios de españoles de pura raza para los puros
-romanos. Y es que pasando ese latín á labios extranjeros acostumbrados
-á otra fonética, hubo de evolucionar rápidamente, además del gran
-caudal de vocablos indígenas que se latinizaron, ó mejor dicho, se
-romancearon, acomodándose á la turquesa latino-hispánica de la nueva
-lengua.
-
-La evolución fonética es _gradual_, están las voces en continuo cambio;
-pero la diferencia no se echa de ver sino á la larga, por verificarse
-pasando por grados infinitesimales, insensibles dentro de una misma
-generación. No se pasó de un salto de laudare á loar. La articulación
-necesaria para pronunciar la- fué cerrándose, y abriéndose la de u, de
-modo que llegó un momento en que sonaba un sonido medio entre a y u, ó
-sea o, lo-; las explosivas suaves, como la -d-, fueron perdiendo fuerza
-hasta desaparecer, y resultó lodare, loare, y la e final sin acento
-fué perdiéndose poco á poco. Esta evolución débese, por consiguiente, á
-las condiciones requeridas para la articulación de voces consecutivas.
-La ley del menor esfuerzo, ó sea de la economía muscular, lleva á no
-distinguir bien las dos articulaciones a, u, articulando á medias cada
-una de estas vocales. Como hay que cerrar la boca para la u, no se
-abre tanto como se debiera para emitir clara la a, de donde resulta
-una a que tiende á o; y al pasar de la a á la u no se cierra lo
-bastante la cavidad oral, de modo que resulta una u que tiende á o: y
-llega un momento en que ambos sonidos a, u, se encuentran en una sola
-articulación intermedia o.
-
-La evolución fonética es, por lo mismo, _inconsciente_, pues se
-opera tan lentamente que es insensible el paso, y cada individuo, no
-sabiendo cómo se pronunciaba antes de venir él al mundo, toma el sonido
-corriente y contribuye á la evolución en una parte infinitesimal,
-practicando inconscientemente la ley de la economía muscular.
-
-Es además la evolución tan _regular_, que obedece á leyes constantes
-dentro de un cierto territorio en el que las comunicaciones conservan
-unificada el habla. Si au no acentuado se hace o en loar de laudare,
-también se hace o en oir de audire, en posar de pausare; la d
-desaparece en loar y en oir, la -e en loar, oir, posar. Si examen dió
-enjambre, bien puede asegurarse que lumen dará lumbre y costumen
-costumbre y homen hombre: un mismo fonema no puede evolucionar de
-dos maneras diferentes, puesto en las mismas circunstancias. Pero
-cambiadas éstas, la evolución cambiará, venciendo otra ley fisiológica
-distinta. Tal sucede en los dialectos, los cuales no se ajustan á
-unidades geográficas ó políticas, sino propiamente á identidad de
-circunstancias. Ni hay propiamente dialectos, sino caracteres que se
-combinan de diversas maneras; de modo que el habla de un territorio
-tendrá algunos caracteres comunes con el habla de sus vecinos del
-oriente, y otros que no los tendrá comunes más que con el habla de
-sus vecinos de occidente. Los límites dentro de los cuales existe tal
-carácter fonético no coinciden siempre con los que encierran tal otro
-carácter fonético ó tales otros caracteres fonéticos, ni coinciden con
-los límites territoriales de una provincia ó nación.
-
-El fonema _lio_ latino se hace _llo_ en Galicia, Portugal y Provenza,
-mientras que en Castilla se hace _jo_; la _f_ desaparece en Castilla
-y en Gascuña, conservándose en el resto de la Romanía, á pesar de
-estar separadas esas dos regiones; pero es que en ambas rechazaba
-tal articulación el fonetismo euskérico indígena pre-romano. Los
-límites naturales, como montañas, ríos, etc., que dificultan la
-comunicación entre dos regiones, son los únicos que pueden cambiar
-las circunstancias de manera que la evolución fonética sea distinta.
-Pero como se ve por el ejemplo anterior, á pesar de esa separación la
-evolución puede ser la misma cuando coincide un principio fisiológico
-que la endereza en determinada dirección.
-
-Las excepciones no son más que aparentes, responden á otras leyes que
-obraban más intensamente en otras circunstancias. Es lo que sucede en
-los fenómenos todos de la naturaleza, que por distintos que parezcan
-nunca son excepcionales, sino debidos á diversas combinaciones de
-las mismas leyes físicas, que de suyo obran cuanto les permiten las
-circunstancias. _Acto_ y _hecho_ vienen de _actum_ y de _factum_.
-Pero _hecho_ es efecto de la evolución natural; _acto_ es un préstamo
-directo de los eruditos más ó menos mal acomodado al castellano; nada,
-pues, extraño que en el uno ct se haya convertido en ch, conservándose
-en el otro sin modificación: en cambio actum dió auto en portugués,
-de donde pasó al castellano. Chamiza, chamarasca, chamusco, vienen de
-flamma, lo mismo que llama y flamígero; pero el último es erudito,
-los tres primeros responden al fonetismo del NO. De las diversas
-circunstancias en que evolucionaron las palabras resultan los
-_dobletes_: plegar y llegar de plicare, fingir y heñir de fingere,
-comparar y comprar de comparare, computar y contar de computare,
-reputar y retar de reputare, aduana y divan de dîûân, arsenal, dársena
-y atarazana de dâr aç-çanagha. Al revés, por la evolución llegan á
-coincidir formas, partidas de puntos muy distantes: acerico viene de
-faciem y de aciare. Si aquéllas pudieran llamarse formas _divergentes_,
-éstas se dirían _convergentes_.
-
-Es un hecho notabilísimo en la formación de los romances la
-simultaneidad en algunos procedimientos. Todos han convertido en
-artículos, que el latín desconocía el pronombre ille y el numeral unus;
-del primero salió el artículo definido el, del segundo el indefinido
-un. Todos desecharon los casos de la declinación, supliéndolos con las
-preposiciones. Todos desechan el futuro latino y forman otro nuevo
-con el infinitivo y el presente de indicativo de haber: amar he,
-amar has, amar ha, ó amaré, amarás, amará. Todos desechan la pasiva
-sustituyéndola con las formas compuestas del verbo ser: amor = soy
-amado. Todos abandonan el género neutro, no conservándose más que
-rastros en el artículo y pronombres castellanos. Todos emplean los
-verbos auxiliares haber, ser, estar, y aun otros varios. Todos forman
-los adverbios con la palabra -mente añadida al adjetivo en femenino,
-dichosa-mente, buena-mente, loca-mente, folle-ment, heureuse-ment,
-bonne-ment. Todos conservan la acentuación latina, aunque en el francés
-parezca superficialmente lo contrario por efecto de las contracciones
-y de tender á la acentuación aguda, dejada la grave de las demás.
-
-¿La razón de este fenómeno? El único elemento común, que es el latín
-popular. El latín hablado tendía al análisis, como el griego y el
-sanskrit, como se ve comparando los diversos momentos históricos
-de estas lenguas. Ahora bien, todos esos hechos simultáneamente
-verificados en los romances, se verificaron igualmente en los
-derivados del griego y del sanskrit. Y todos esos hechos comunes
-son manifestaciones de la tendencia á la estructura analítica. Esa
-tendencia responde á la orientación del pensamiento, que en toda la
-familia indo-europea se dirigía de la síntesis al análisis. Y no sólo
-en toda la familia, sino que estoy por decir que en todo el género
-humano existe esta tendencia. Las lenguas todas muestran este cambio en
-mayor ó menor grado, los dialectos arábigos respecto del árabe antiguo,
-las lenguas camíticas, las indo-chinas, etc.
-
-El sintetismo fué condición del pensamiento primitivo, el análisis
-del pensamiento posterior de la humanidad. Cuanto más antiguas las
-lenguas, son más sintéticas. No fueron, pues, los bárbaros los que por
-ignorancia no pudieron entender ni conservar las desinencias latinas.
-Los bárbaros las tenían en sus lenguas lo mismo que el latín, los
-bárbaros llegaron cuando los romances estaban ya formados y sin esas
-desinencias, las desinencias se iban perdiendo y se perdieron más ó
-menos en las germánicas lo mismo que en las latinas, la tendencia
-analítica dominaba y dominó después lo mismo en todas las lenguas.
-
-Dogma capital de los romanistas es que el latín vulgar en la época del
-Imperio era una lengua uniforme en toda la Romanía, y que sólo así
-se explica la conformidad esencial que se nota en todas las lenguas
-románicas. Sin duda podía llamarse único el idioma romano de toda la
-Romanía: la gramática, el fondo general del léxico, gran parte del
-fonetismo, eran comunes; y esto basta para explicar esa conformidad
-y parentesco de los romances. Ni hay que olvidar que perteneciendo
-todos estos países á una misma civilización romana, siendo el latín
-para todos ellos el único medio de comunicación social y científica,
-y añadiéndose la unidad religiosa, que de todos ellos formó la que se
-llamó Cristiandad, aun después de caer el Imperio, las ideas y las
-palabras siempre estuvieron en continuo y mutuo cambio entre todos
-ellos. Las lenguas románicas no pudieron ser más que dialectos de un
-idioma común románico.
-
-Pero los romanistas han exagerado esa unidad, como exageraron los
-indianistas boppianos la unidad indo-europea. Hora es ya de que, como
-éstos, volvamos más bien los ojos á lo que cada romance ofrece de
-individual é idiomático. Sólo así podremos ahondar en la evolución
-particular semántica y fonética de cada uno de ellos, ver su potencia
-creadora y distinguir los procedimientos psíquicos de cada raza. El
-fonetismo del latín vulgar fué el punto de partida común á todas las
-lenguas románicas; pero el fonetismo indígena de cada una de las razas
-que comprendía la Romanía, le dió una ú otra dirección, formando los
-diversos dialectos latinos, ó sean las lenguas románicas.
-
-La nueva dirección, que también merced al elemento indígena tomó el
-latín vulgar en España, le hizo evolucionar paulatinamente. Y aquí
-entra de lleno la historia, la única que nos puede explicar los
-diversos pasos que fué dando el fonetismo castellano: sólo ella nos
-puede decir cuándo y cómo el fonema lio, lia ha parado en el jo,
-ja actual; ge, gi, en je, ji; ke, ki, en ce, ci, etc., etc. Para
-reducir á breve sistema las leyes evolutivas que cambiaron el latín
-vulgar en romance castellano, hay que partir de muy pocos principios
-fisiológicos, hay que recoger brevemente los datos que la lingüística
-moderna ha alcanzado acerca del fonetismo del latín vulgar, y hay que
-firmar las leyes con la mayor parte de los radicales; es lo que he
-procurado hacer en la Fonética de _La Lengua de Cervantes_.
-
-La ley del universo es la de la economía: nada se crea, y se desecha
-todo lo no necesario. Esta ley rige en la lucha del dinamismo de la
-materia, lo mismo que en la lucha de los organismos por la existencia.
-La sobrevivencia del más fuerte, la resultante de fuerzas y leyes
-físicas, son el resultado de esa lucha. El lenguaje es en cierto
-modo un ser inerte expuesto á los influjos del medio ambiente, y en
-cierto modo un organismo: en él la economía enciende la lucha y da
-por resultado la evolución fonética de las tendencias más poderosas,
-borrando los efectos de las vencidas y neutralizadas. La forma ó
-unidad lingüística es en el lenguaje el cuerpo, el acento es su alma.
-Forman cuerpo los sonidos reunidos en una forma, y su alma ó centro de
-gravedad es la sílaba acentuada. De aquí los dos factores que modifican
-y alteran el fonetismo: el influjo de unos sonidos en otros por formar
-un solo cuerpo en una forma dada, en un vocablo; y la acentuación.
-Ambos obran merced al silabismo, quiero decir que los sonidos de por
-sí casi serían inmutables, si no fuera por estar reunidos formando un
-cuerpo total, cuya unidad fonética está en el acento. El influjo de
-unos sonidos en otros, especie de atracción ó de reacción, de armonía
-ó desarmonía, de asimilación ó disimilación, responde fisiológicamente
-al principio económico del menor esfuerzo en la articulación. Pero al
-mismo responde el influjo del acento, pues cargando en una de las
-sílabas, centraliza en ella la mayor parte de la energía articulativa,
-haciéndola más fuerte y aun acrecentando su valor fónico, á expensas
-de las demás sílabas, sobre todo de las más cercanas al centro
-de gravedad, las cuales, desprovistas de energía, se debilitan ó
-desaparecen.
-
-De estos dos factores, la acentuación es la que más ha influído en la
-alteración de las vocales; la vecindad de los sonidos ha influído más
-en la de las consonantes. Hay que tratar, pues, por separado estas
-dos clases de sonidos. En las vocales la acentuación ha obtenido
-efectos más generales; pero la vecindad de los sonidos, aunque en
-menor extensión, ha tenido más potencia intensiva, contrarrestando los
-efectos de la acentuación. De aquí que los efectos del acento puedan
-ponerse como efectos de leyes generales, y los de la vecindad fónica
-como excepciones de esas leyes, aunque de hecho sean también leyes, más
-potentes en intensidad, aunque sean más raros los casos en que pueden
-obrar.
-
-
- III
-
-Pasando ya á la evolución semántica ó significativa, basta abrir un
-Diccionario cualquiera para echar de ver la variedad de acepciones
-que ha ido tomando una raíz en sus diversos derivados, y aun en cada
-palabra en particular. Pero no es de esta parte principalísima de
-la Semántica, ó historia de la significación de las palabras, de la
-que aquí trato, sino de lo que la significación de las palabras ha
-contribuído á la evolución de las mismas en su forma fónica. Siempre
-que dos ideas convergen en un punto cualquiera, hay tendencia á hacer
-que converjan las palabras con que se expresan. Es la ley de la
-atracción que obra entre palabras é ideas, así como en la Semántica
-obra entre las ideas asociándolas, y en el terreno puramente fonético
-obra igualando ó desigualando los sonidos por la asimilación ó la
-disimilación. El nombre Pedro ó Perico es tan frecuente entre los
-nombres propios, que originó el dicho de _Petrus in cunctis_, en todas
-partes Pedro. En algunos pueblos de Aragón, como en Remolinos, por
-ej., pericotiar significa meterse uno en todo, curiosear, enredar,
-ser Peric-ote, y en toda España se llama _perico_ á cierto utensilio
-de indispensable y perentoria necesidad, y aun corre muy valida la
-opinión de que el perro tomó el nombre de _Pedro_, sin duda por haberse
-dado con tanta frecuencia este nombre al animal en cuestión como á las
-personas. _Pericón_ se dice del que suple por todos, y más comúnmente
-hablando del caballo ó mula que en el tiro hace á todos los puestos,
-y en el juego de quínolas el caballo de bastos, porque se puede hacer
-que valga lo que cualquiera otra carta y del palo que se quiere. Para
-decir un fulano decimos _Perico el de los palotes_. Si ha llegado este
-nombre á tomar el sentido de perro, de caballo y de original (como
-algunos pronuncian), nada tiene de extraño que haya llegado hasta
-significar hombre: _Perico entre ellas_ equivale á hombre mujeriego.
-
-Entre mujeres el nombre más común es el de María, que, por lo mismo,
-se ha empleado simplemente por _mujer_: «Después de María casada,
-tengan las otras malas hadas». «¿De cuando acá Marica con guantes?»
-De aquí _Maricastaña_ en las frases «en tiempo de Maricastaña»,
-_marimacho_ por mujer hombruna, _marimanta_ por fantasma, _llamarse
-marimarica, marimorena_ por pendencia, _marisabidilla_ por mujer que
-sabe, _maripérez_ por moza, última mano en el juego, _mariposa_,
-_marica_ por hombre amujerado y por urraca. _Maripajuela_ en Álava
-se dice del remolino de polvo y pajas que se forma en los caminos,
-_mariselva_ la madreselva por etimología popular. En Bilbao _marimolso_
-por mujer desaseada, _marimoño_ por vanidosa, _marimurco_ por brusca,
-_marisasquel_ por sucia, _marisorqui_ por la que lleva el sorqui ó
-roldana sobre la cabeza para transportar cargas. En Cuba _marilópez_,
-en Méjico _mariguana_, _marimoño_, en Álava _maricóncola_, son nombres
-de plantas. En el Quijote tenemos á _Mari Gutiérrez_, á _Mari
-Sancha_, y todos conocemos á _Mari Ramos_, á _Mari Moco_, á _Mari
-Gargajo_ y á _Maritornes_. En Juan del Encina se lee: «Sabete que
-Bartolilla | La hija de Mari-Mingo | Se desposó di domingo». En Aragón
-Mari-prisas, Mari-enredos, Mari-apuros, etc., se aplican lo mismo á los
-hombres, hombre de las prisas, enredos ó apuros. En Hernán Núñez: «Á
-_Mari_-ardida (atrevida) nunca le falta mal día: Á _Marimontón_, Dios
-se lo da, y Dios se lo pon».
-
-¿Qué es lo que hizo que estos dos nombres propios Perico y María se
-convirtieran en apelativos de hombre y mujer y aun se aplicaran á
-plantas, animales y á otros objetos? La atracción entre las ideas y
-sus nombres. Pero esta atracción lleva á modificar fónicamente los
-vocablos, originando varios fenómenos que toman diversos nombres aunque
-en resumidas cuentas no sean más que aplicación del mismo principio
-analógico y relativo que caracteriza á nuestra inteligencia. No se
-reduce el lenguaje á formas fónicas, cual si fueran objetos mecánicos
-que una vez fabricados nos sirvan, como nos sirven la pluma y el papel
-para escribir, el tenedor y la cuchara para comer. Es el lenguaje
-un fenómeno psíquico, la psiquis cambia la significación y la forma
-fónica de las palabras. De aquí la analogía, la etimología popular, la
-contaminación y otros fenómenos que alteran el fonetismo.
-
-_Analogía._--La analogía, tomada en su más amplia acepción, dió
-antiguamente nombre á la que hoy llamamos _Morfología_, porque señalado
-un tipo morfológico, una declinación, una conjugación, un sufijo
-casual, derivativo, etc., se pueden formar otros muchos cortados por
-el mismo patrón. Pero exagerándose esta ley, en que se funda todo
-el lenguaje, se aplica á veces, ya en el terreno fonético, ya en el
-semántico, á despecho de otras leyes. Cuando el niño dice sabo por sé
-no hace más que aplicar la ley de la analogía: así como de tropezar
-dice tropiezo, así de saber dice sabo, de caber cabo, á despecho de
-las leyes que hicieron sé de sapio, quepo de capio. En el terreno
-semántico los términos correlativos tienden á uniformarse en el sonido,
-y si se dijo primero, se formó por analogía postrero, dejándose el
-postremus latino, con diestra se igualó siniestra, que según ley
-debiera haberse dicho sinestra, de sinĭstra. La analogía obra sobre
-todo en los verbos, unificándolos conforme á un único patrón, y en
-los pronombres, adverbios y demás formas correlativas. La forma de
-genitivo en Lunes, Miércoles, se debe á la de Jueves, Martes, Viernes.
-Llevar de lievar tiene diptongo por las formas lievo, lievas de lĕvo,
-lĕvas, que lo tenían por evolución regular; y otro tanto sucedió más
-tarde con otras formas verbales y nominales, que han tomado ó dejado el
-diptongo originario por adaptarse á otras formas del mismo radical.
-Una vez tomados del latín ciertos vocablos se añadieron sus sufijos á
-otros muchos radicales: así el -entar de calentar, caliente, se añadió
-á temas no participiales, alentar de alare, ahuyentar de huir. Por
-la analogía se forman los pseudo-sufijos, ó sufijos, que no siéndolo
-etimológicamente, se toman como tales. En muche-dumbre es -dumbre un
-pseudo-sufijo, por analogía con pesad-umbre, donde la -d es del tema
-pesado.
-
-Los nombres neutros latinos en -us se tomaron, ya como plurales por
-creerse que lo era la -s, ya como singulares; pero al cabo perdieron
-esta letra que parecía de plural. Pechos de pectus, pero aún decimos
-«tomar á pechos», «le atravesó los pechos», y en Navarra el pueblo lo
-usa casi siempre en plural. Díjose antes «tener ó dar en, á peños,
-dar peños», de pignus, luego empeño. «Hubo en tiempos, en tiempos
-de...», de tempus. Lo mismo lado viene del lados antiguo como plural
-del latus singular, virto ant. salió de virtos, tomado como plural
-del virtus singular. Los plurales neutros en -a se sustituyeron por
-los ordinarios en -s: prado-s y no prada de pratum. Algunos plurales
-en -a se consideraron como singulares femeninos: arma, obra, ya eran
-singulares en latín, aunque en literario fueran plurales; pero hueva
-de ova, entraña, boda, ceja, herramienta, hoja, leña, son en su origen
-plurales neutros. Los adjetivos en -or, -on han tomado -a para el
-femenino, hablador y habladora, ladrón y ladrona.
-
-_Etimología popular._--El hombre pretende que sus vocablos no sean
-enteramente convencionales, sino que respondan á la idea; y cuando
-no halla esta relación, él mismo se la busca. El nombre de la ciudad
-de León era Legionem en latín; pero legión no existía en castellano
-vulgar, y en cambio león tenía ya un sentido propio; el pueblo
-creyó que León se refería al león, y dió por emblema á la ciudad y
-á su reino el león. Truchuela se conformó con trucha por sonar este
-término á algo concreto que parecía ser el origen del diminutivo
-truchuela, una vez olvidado trechar de tractare, ó no conociendo la
-relación que lo unía: así truchuela, derivando de trechar, se dijo en
-vez de trechuela. Vagabundo nada decía á los oídos del pueblo, y lo
-convirtió en vagamundo, creyendo que se trataba de vagar por el mundo.
-Artemisa sonaba como á misa y alto, y se convirtió en altamisa. El
-paraveredus céltico por caballo de posta, sonaba á cosa de freno, y
-se convirtió en parafrenum, palafrén. La necro-mantia ó adivinación
-por los difuntos, se creyó que como cosa de magia negra había que
-llamarla nigromancia. Capi-gorrón ó que anda viviendo de gorra, se
-formó de gorra en el sentido de comer de gorra; pero creyéndose que
-significaría la gorra, se le añadió capí-. A veces los sabios son
-pueblo. La estrella α del León se llama Regulus: es una alteración del
-arábigo ridjl al-asad pie del león, por sonar ridjl pie como regulus.
-En cambio ha quedado intacto _Rigel_, nombre de la β de Orion, del
-mismo ridjl arábigo. Y eso que ambas estrellas se encuentran al _pie_
-ó _ridjl_ de esas constelaciones. Entre las gentes del pueblo, que lo
-diga Sancho, los términos incomprensibles se hacen claros: por busilis
-hay quien dice «ahí está el fusilis», por de alto bordo «de alto
-gordo», por momento «memento» «y los nabos en al viento», por hombre
-de carácter se oye decir entre el pueblo «yo to mucho _carate_», como
-si se tratara de cara, «no subió el Ayuntamiento á tomar la comunión
-allá al _Pepiterio_», «meterse en los _lobos_ (globos) y ir polaire»,
-«jué en la guerra é la _pendencia_ (independencia)», «unas siñoras
-_dalto gordo_ han formau una suciedá», «se destruya» por se instruya,
-«iconocanastas» por iconoclastas, «los que han estudiau tiología y
-morral»[27].
-
-_Contaminación._--Palabras de significado parecido y de sonido
-semejante se contaminan, tomando la una algún sonido de la otra.
-Del antiguo aborrir pudo formarse aburrir contaminándose con burro,
-siguiendo la tendencia á formar verbos de los nombres de animales,
-como azorarse de azor. Ensalzar se contaminó con otras formas ens-
-de ex-, escupir con otras en es. La contaminación es en estos casos
-puramente fónica; en el anterior es semántica y se confunde ya con la
-etimología popular. La contaminación fónica es, á su vez, un caso de
-analogía entre términos parecidos. Ensanchar viene de ancho y de en-,
-pero con la silbante de ensalzar. Carnecería se lee en la mayor parte
-de los rótulos de Madrid, que debieran decir carnicería, como se dice
-carnicero, de carniza; pero se piensa en carne por haberse olvidado
-este origen.
-
-_La ortografía._--Los eruditos, que parece debieran estar más al tanto
-de los fenómenos lingüísticos, caen con mayor facilidad en ciertas
-aberraciones que solemos achacar al pueblo. Cuando el habla no sólo
-se aprende y se maneja con el oído, su órgano propio, sino con los
-ojos, por la lectura, se toma como norma del lenguaje la escritura,
-que no es más que su signo. De aquí la descabellada fórmula de los que
-han dicho que la pronunciación debe adaptarse á la escritura y no la
-escritura á la pronunciación, «porque la pronunciación es deleznable
-y propia de todo el mundo, donde los más son idiotas é ignorantes;
-mientras que la escritura es más fija y exclusiva de los sabios», como
-dijo Guillaume des Autels. Entre las personas de buen tono es muy
-corriente esta manera de pensar, y así se les ve pronunciar letra por
-letra como si estuvieran leyendo. Hasta el siglo XVI la h procedente
-de f latina tenía un sonido gutural suave, como todavía se conserva
-en el pueblo, juerte, juerza; pero la reacción erudita la cambió en
-f en la ortografía. Es tal el influjo de la escritura, que de signo
-gráfico, debido á un capricho de erudición mal entendida, puesto que
-lo que sonaba era h, y no f, que siempre ha sido un signo de un fonema
-muy distinto, se convirtió en verdadero sonido, cambiando el antiguo
-fonema h en el moderno dento-labial f, fuerte, fuerza. El haberse
-añadido la c etimológica á la grafía antigua _dotor_, que respondía
-á su pronunciación, fué causa de que hoy no sólo escribamos, sino
-que pronunciemos _doctor_. La ortografía es la que ha introducido en
-la pronunciación todos esos fonemas que el castellano había dejado
-y que en el mismo latín vulgar ya no se pronunciaban, la n ante s,
-inspeccionar; la x, exasperar, extender; la m ante labial, imfame,
-amparar; la doble c, acción; la doble n, perenne; la b y la p ante
-algunas consonantes, abstenerse, apto, etc., etc.
-
-_Eufemismos._--Por temor, por respeto, por decencia se quisieran dejar
-de emplear ciertos términos; pero la idea, la pasión los traen á la
-boca, y en la indecisión se sale del paso modificándolos algún tanto
-en el sonido. Tal es el origen de pardiez en vez de por Dios, diantre
-por diablo, mecachis, por vida de sanes. La reina Cristina tuvo la
-mala suerte de verse convertida en el albañal de todos los juramentos
-desviados de Cristo, y Santander lleva camino de serlo de los desviados
-de los Santos. Las mujeres, no atreviéndose con el _cunnus_ de los
-hombres, le ponen faldas haciéndolo femenino, y hasta los niños se
-atreven con él, terminándolo en el sonido más débil e.
-
-_Términos hipocorísticos._--Son los que por cariño se recortan, se
-repiten y adaptan al lenguaje infantil. Se nota la abreviación, sobre
-todo en nombres propios, debiéndose al hipocorismo y á su frecuente
-empleo para llamar Tanis = Estanislao, Boni = Bonifacio, Trini =
-Trinidad, Nati = Natividad, Presen = Presentación, Patro = Patrocinio,
-Encarna = Encarnación, Sindo = Gumersindo, Fani por Estefania; en el
-_Cid_ Fernán por Fernando, Galin por Galindo, Ferrán por Ferrando,
-Jeron por Jerónimo, etc. Á veces se han transformado enteramente: Pepe,
-Pepito, Pepín por José; Frasco, Frasquito, Pachito por Francisco; Lola
-por Dolores; Perico, del antiguo Pero, por Pedro; Santiago, Saiago, de
-Sant y Iago por Iacobo, Jaime como James y Jacome, Jeromo por Jerónimo.
-
-Existen otras causas más secundarias que modifican los vocablos,
-como la moda, el lenguaje rufianesco, los retruécanos, el influjo de
-la rima y de las consonantes, «que obliga á decir que son blancas
-las hormigas», etc. Debo advertir que los términos infantiles, los
-rufianescos y los de los carreteros de ordinario, en vez de ser formas
-modificadas, son las más primitivas, y forman el más profundo estrato
-del lenguaje, como tendré ocasión de exponer despacio en otro lugar.
-
-
- NOTAS:
-
-[18] _Memor. para la Hist. de la poesía cast._ I, párr. 252.
-
-[19] Puede verse en el número 36 del Prólogo al Glosario de Du Cange.
-
-[20] _Esp. Sagr._, XI, 274.
-
-[21] Merece especial mención el _Appendiæ Probi_, donde se corrigen
-formas del latín de Cartago del s. III (_G. París_).
-
-[22] Hasta el 450 antes de Jesucristo, poco más ó menos, el etrusco,
-con su propio alfabeto, fué en Roma la única lengua literaria.
-(LEPSIUS, _De Tabul. Eugub._, p. 23).
-
-[23] _Introd. à la Chronologie du latin vulgaire._
-
-[24] Hay que hacer hincapié en esta idea, por lo mismo que muchos hoy
-parecen prescindir de ella. El elemento arcaico del latín vulgar es más
-considerable de lo que creen los que se empeñan en convertirlo casi en
-latín literario en la época imperial: «Was wir als spätlateinisch zu
-betrachten gewohnt sind, oft viele Jahrhunderte früher schon in der
-alten Volkssprache gelebt hat». (VÖLFFLIN, _Arch. Lat. Lex._, I, 100).
-
-[25] _Arch. Lat. Lex._, I, 44.
-
-[26] Meyer-Lübke dice que las naciones romanas comienzan el año 600.
-
-[27] Tomados del _Celtíbero_, año 1850.
-
-
- OTRAS OBRAS DEL AUTOR
-
-GRAMÁTICA GRIEGA, _según el sistema histórico comparado_. Librería de
-Luis Gili.--Cortes, 581, Barcelona. Ptas. 15.
-
-Obra recomendada por los mejores helenistas nacionales y extranjeros,
-y que sirve de texto, y al propio tiempo de consulta para los señores
-Profesores y para cuantos deseen tener una idea completa de la hermosa
-lengua de los Helenos.
-
-
- =Juicio de D. Marcelino Menéndez y Pelayo
- acerca de esta importantísima obra=
-
-
- «_Sr. D. Julio Cejador y Frauca._
-
- Muy señor mío y de todo mi aprecio: Felicito á usted
- sinceramente por la publicación de su GRAMÁTICA GRIEGA, de
- la cual ha tenido la bondad de remitirme un ejemplar. En mi
- humilde parecer, esta obra significa el principio de una
- nueva era para los estudios helénicos, hoy tan decaídos entre
- nosotros.
-
- _Aventaja mucho_, en método y copia de doctrina, _á todas las
- Gramáticas_ publicadas en España, y no creo que quede deslucida
- en comparación con las extranjeras. Su autor se muestra
- enterado de todos los progresos de la filología clásica, y esto
- no de un modo atropellado, y superficial, sino con pleno y
- maduro conocimiento, y con la habilidad necesaria para adaptar
- los resultados de esta investigación al estado actual de
- nuestra cultura.
-
- La creo más útil para la enseñanza que la de Curtius, y más
- completa en algunos puntos.
-
- Si la obra de usted llega á introducirse en nuestras escuelas,
- creo que ha de producir excelentes frutos, á pesar del corto
- tiempo que se dedica á esta clase tan fundamental.
-
- De usted afmo. seguro servidor, q. b. s. m.,
-
- _M. Menéndez y Pelayo_».
-
-
-EL LENGUAJE.--Serie de estudios, de los que van ya publicados tres
-tomos.
-
-Tomo I.--INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL LENGUAJE.--Agotado.
-
-Tomo II.--LOS GÉRMENES DEL LENGUAJE. _Estudio fisiológico y psicológico
-de las voces del lenguaje, como base para la investigación de sus
-orígenes._--En España, pesetas 10.
-
-Tomo III.--EMBRIOGENIA DEL LENGUAJE. _Su estructura y formación
-primitivas, sacadas del estudio comparativo de los elementos
-demostrativos de las lenguas._--En España, pesetas 12.
-
- * * * * *
-
- «Desenterrar las raíces del lenguaje, poner al descubierto la
- lengua primitiva, declarar y demostrar con pruebas de todos
- los géneros y con ejemplos de todos los idiomas que esa
- lengua primitiva es el _éuskera_ ó bascongado, y proclamar
- que las formas elementales de ella son las voces dictadas por
- la naturaleza ó sugeridas por el simple funcionamiento del
- organismo á los primeros hombres, y conservadas vivas al través
- de siglos y siglos en ambas vertientes de la región pirenaica
- donde el basco y sus dialectos viven, es lo que hasta ahora ha
- iniciado Cejador en el primer tomo ó prólogo de su maravilloso
- libro _El Lenguaje_ (Salamanca, 1901), ha expuesto en el
- segundo tomo _Los Gérmenes del Lenguaje_ (Bilbao, 1902), y
- acaba de probar cumplidamente en el tercer volumen _Embriogenia
- del Lenguaje_ (Madrid, 1904). En los dos primeros tomos exponía
- con lucidez pasmosa un novísimo, claro y racional criterio
- para tratar la cuestión. Ya en ellos se comprendía que era
- Cejador un _monista_ convencido, un Haeckel de la ciencia
- lingüística, un psicólogo de la fuerza de las Wundt y de los
- Sergi, un observador ó inductor de la talla de los Max Müller
- y de los Spencer. Pero en este último volumen, al tratar de la
- _Embriogenia del Lenguaje_, fundando la investigación en el
- estudio de las palabras demostrativas de todos los idiomas del
- mundo, construyendo, como repetiría Adelung el _Mitrídates_ del
- _yo_, del _tú_, del _él_, del _nosotros_, etcétera, para lo
- cual le ha sido necesario recorrer y manejar cuantas gramáticas
- y cuantos léxicos existen relativos á las innumerables formas
- de hablar notorias en el planeta, Cejador se presenta á
- nuestros ojos como el hombre que ve claro y que claro habla,
- cual veía Platón el divino, cual hablaba Renan el humano».
-
- * * * * *
-
- «Pero, por honra de España, bueno será creer que existe alguien
- capaz de menospreciar esas ratoniles pequeñeces. Alguien
- habrá á quien si no le convence la inteligencia, le conmoverá
- hondamente el corazón el hecho de que un sabio español, pobre,
- solo y sin ayuda oficial ni títulos académicos hasta hace pocos
- días, haya fundado una doctrina completa, lógica, y por lo
- menos científicamente aceptable acerca del primer idioma que se
- habló en la tierra, y haya probado que ese idioma fué el que
- hablan los campesinos y los trabajadores en una región de las
- más pobladas y cultas de nuestro país».
-
- * * * * *
-
- «_El idioma primitivo no es un invento de los hombres._
-
- Claro es, por consiguiente, que la lengua primitiva fué
- inventada por Dios. ¿Cómo? Como inventa Dios las cosas, creando
- organismos naturales y haciéndolos servir á necesidades
- naturales también. Imposible parece que hayan transcurrido
- tantos siglos sin que los sabios llegaran á persuadirse de
- esto, de que el hablar es tan natural y tan necesario como el
- andar y el digerir, y si conocemos la digestión y la locomoción
- estudiando anatómica y fisiológicamente los órganos en ellas
- empleados sin andarnos con elucubraciones metafísicas sobre el
- páncreas ó sobre el tendón de Aquiles, necio será creer que
- podemos conocer el origen del lenguaje si no estudiamos los
- órganos y las funciones naturales del habla».
-
- _F. Navarro Ledesma._
-
- * * * * *
-
- «Pero en donde resulta probada hasta la evidencia más
- convincente la unidad originaria de todas las lenguas que se
- hablan en nuestro planeta, es en el estudio que el Sr. Cejador
- hace en el capítulo V de la obra, de los grupos NI y GU,
- empleados ambos para significar la primera persona, el YO y el
- NOS, por todas las lenguas del mundo».
-
- * * * * *
-
- «Léase la obra del Sr. Cejador, estúdiese con el detenimiento
- que merece objeto tan profundo y tan transcendente; téngase
- la debida preparación para comprender algunos cambios fónicos
- que son muy normales y ordinarios y concede todo el que haya
- estudiado, no muchas lenguas, sino sólo las de una familia, y
- se verá que las deducciones del Sr. Cejador son tan lógicas y
- conformes á las leyes de la lingüística, que puede afirmar,
- como lo hace, que no ha torturado á ningún grupo fónico para
- derivarlo de otro. Y no puede menos de suceder esto; y no puede
- ser más legítima la conclusión del autor, dada la base sobre
- que asienta su teoría».
-
- _José Alemany._
- Profesor de la Universidad Central.
-
-
-LA LENGUA DE CERVANTES.--_Gramática y Diccionario de la lengua
-castellana en el Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha._--Tomo
-I. _Gramática._ En España, pesetas 10.--Tomo II. _Diccionario y
-comentarios._ Pesetas 25.
-
-
- =Juicio del gran hispanista D. Rufino J. Cuervo
- en cartas al autor=
-
- «Aunque las capillas no traían portada, me bastó recorrer
- algunas páginas para decir _ex ungue leonem_: este libro no
- puede venir sino del autor de los _Gérmenes_ y la _Embriogenia
- del Lenguaje_. Ya supondrá usted que no he podido todavía
- leerlo íntegramente y con detención, línea por línea, como debo
- hacerlo; y no ocultaré á usted que me ha acometido cierto pujo
- de vanidad al ver que es más considerable el número de casos en
- que estamos de acuerdo que el de aquellos en que disentimos:
- vanidad que no carece de su poquito de modestia, pues que me
- obliga á más escrupuloso estudio.
-
- Mayáns dijo por ahí que las Partidas eran la Tesorería Mayor
- de la lengua castellana; juzgo que si le hubiera tocado en
- suerte vivir en nuestros días y leer la GRAMÁTICA DEL QUIJOTE,
- y el Diccionario que la acompañará, hubiera vacilado en la
- aplicación de la frase. Sin duda que el código del Rey Sabio
- abarca grandísimo número de cuestiones y materias que exigen
- un vocabulario propio; pero las lenguas no son palabras
- solamente, sino frases, construcciones, metáforas, giros;
- variedad de estilos y lenguaje según las clases sociales y las
- circunstancias de la vida. En este concepto no cabe comparación
- entre los dos insignes monumentos de la literatura castellana.
- Quien acuda á la sintaxis de usted, se quedará pasmado de ver
- los insuperables recursos de que dispone nuestra lengua para
- formar y enlazar las frases, y construir oraciones y períodos,
- con la más cumplida precisión y elegancia. Basta leer algunos
- capítulos de Cervantes para saber cómo se explicaban en su
- tiempo los literatos y el pueblo, para estimar el estilo llano
- de la gente culta y el desaliñado del vulgo, vivificado todo
- con la intuición más sorprendente de las almas que viven y
- palpitan en esas frases.
-
- La gramática del _Quijote_ puede decirse, pues, que es la
- gramática de la lengua castellana en su forma más nacional
- y genuina; y en ninguna labor pudiera usted haber empleado
- mejor sus profundos conocimientos filológicos y su penetración
- científica. En la exposición y análisis de la obra de Cervantes
- ha hecho usted converger todos los elementos de la ciencia
- del lenguaje, la fonética como la psicología, la crítica del
- texto como la estimación estética de la elocución; y lo que
- vale más, para tan ardua tarea ha usado usted de un criterio
- libérrimo como el de Cervantes, para quien la gramática era
- «la discreción del buen lenguaje»... He celebrado mucho ver
- cómo se burla usted de ciertas reglas que parecen forjadas por
- sordos y mudos para sordos y mudos, por gente y para gente que
- ignora lo que habla y lo que oye, por el estilo de los que han
- querido hacernos creer que en castellano, ni más ni menos que
- en latín, tenemos sílabas largas y breves por naturaleza y por
- posición, ó que nuestros adjetivos concuerdan con el sustantivo
- en género, número y _caso_. La naturaleza misma de la obra de
- usted le ha favorecido en la empresa de escombrar este terreno
- de las malezas de la rutina y del capricho individual: hechos
- estudiados con rigor científico, esas son sus reglas.
-
- * * * * *
-
- He recibido y he estado hojeando el Diccionario y Comentario
- del Quijote; y con _santa_ envidia me he quedado pasmado del
- cúmulo de trabajo, y más que todo, del saber que aparece
- dondequiera. Lo tendré sobre mi mesa y lo consultaré á cada
- paso como á maestro consumado...»
-
- _Rufino J. Cuervo._
-
-
-NUEVO MÉTODO TEÓRICO-PRÁCTICO PARA APRENDER LA LENGUA LATINA.--Dos
-tomos, pesetas 12.--Palencia, 1907.
-
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