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If you are not located in the United States, you -will have to check the laws of the country where you are located before -using this eBook. - -Title: Cabos sueltos - Literatura y lingüística - -Author: Julio Cejador y Fraucas - -Release Date: August 18, 2022 [eBook #68787] - -Language: Spanish - -Produced by: Andrés V. Galia, Sanly Bowitts and the Online Distributed - Proofreading Team at https://www.pgdp.net (This book was - produced from images made available by the HathiTrust - Digital Library.) - -*** START OF THE PROJECT GUTENBERG EBOOK CABOS SUELTOS *** - - - - NOTAS DEL TRANSCRIPTOR - -En la versión de texto sin formatear las palabras en itálicas están -indicadas con _guiones bajos_ mientras que las palabras en negritas -se indican =de este modo=. Los super-índices se indican de este modo -^{texto}. - -La cubierta del libro fue agregada por el Transcriptor y ha sido puesta -en el dominio público. - -El criterio utilizado para llevar a cabo esta transcripción ha sido el -de respetar las reglas de la Real Academia Española vigentes cuando se -imprimió la presente edición. Es posible encontrar palabras que en ese -momento tenían una ortografiía que no sigue las reglas actuales de la -RAE. Por ejemplo, monosílabos como “fue” y “vio”, en esta obra están -acentuados, mientras que en la actualidad se escriben sin acento. Esto -se aplica al texto producido por el autor de la obra, Julio Cejador y -Frauca. También se adecuó la ortografía de las mayúsculas acentuadas a -las reglas establecidas por la RAE. - -Sin embargo, en instancias en que el autor cita textos de otros -autores el criterio seguido fue el de preservar la forma de escritura -original. Es posible que debido a esto se pueda encontrar una misma -palabra escritas con ortografía diferente. - -Errores evidentes de impresión y de puntuación han sido corregidos. - -El Índice de capítulos, incluido al final en la publicación original, -ha sido trasladado al principio por el Transcriptor. - - - * * * * * - - JULIO CEJADOR Y FRAUCA - - CABOS SUELTOS - - Literatura y Lingüística - - [Ilustración] - - PERLADO, PÁEZ Y COMP.ª - - SUCESORES DE HERNANDO - - Arenal, 11, y Quintana, 31 y 33.--Madrid. - - 1907 - - - CABOS SUELTOS - LITERATURA Y LINGÜÍSTICA - - - JULIO CEJADOR Y FRAUCA - - - - - CABOS SUELTOS - Literatura y Lingüística - - - [Ilustración] - - - PERLADO, PÁEZ Y COMP.ª - SUCESORES DE HERNANDO - Arenal, 11, y Quintana, 31 y 33.--Madrid. - 1907 - - - Esta obra es propiedad - del autor. - - Queda hecho el depósito - que marca la ley. - - - Á MI QUERIDO DISCÍPULO - DON JOSÉ ORTEGA GASSET - - -Allá te van dedicados, mi querido Pepe, esos articulejos, que según -iban saliendo en revistas y periódicos con tanto gusto leiste y más -de lo que ellos se merecían me alabaste. Niñerías habrán de parecerte -ahora, según son de hondas las filosofías en que andas metido por la -docta Alemania, y ricas y cada día más nuevas las humanidades que te -traen tan sabrosamente entretenido. Pero como lleven alguna doctrina, -para aquí algún tanto nueva, me ha parecido recogerlos en un tomito, -que, si no á los maestros, pudieran ser de provecho á los que ya -comienzan á aficionarse á estas cosas por esta nuestra España. Y ya -era hora que retoñase en ella, ó apuntase al menos, algún renuevo de -aquellas tan arraigadas aficiones filológicas que dieron lustre á -nuestras letras, renombre á nuestros humanistas y donosura á nuestra -lengua castellana. Con ser tan corrientes y molientes fuera de aquí las -más de mis doctrinas lingüísticas, tiénenlas no pocos por desusadas y -aun revolucionarias: tan recio es el tesón de nuestra casta, tan grande -el apego á lo que una vez se le asentó, tan no hacedero el desasirla y -destrabarla de lo que con empeño aferró y prendió. - -Por otro cabo, la gente moza, que siente en el rostro las blandas -caricias con que le halagan los aires extranjerizos que corren, más que -en el corazón las grandezas nacionales que pasaron y ellos tienen por -áurea y embustera leyenda, bien así como tiene por quimera el ver aquel -que nació ciego, ó por quijotismos extravagantes cualquier empresa -levantada el que se crió con pecho apocado y mezquino, no saben ni -quieren apreciar nuestra lengua en lo que se aparta de la francesa, -ni reconocer la reciura del sentir y la naturalidad del fantasear de -nuestros añejos escritores. - -Traer por acá lo bueno de lo moderno y despertar las ganas de conocer -lo bueno de lo viejo y castizo, son los dos intentos que, como -siempre me he propuesto, espero se dejen traslucir en estos ligeros -escritos. En los cuales en lo tocante á la manera del decir no poco -te desagradará, como á mí mismo me descontenta, por ser algunos ya -trasañejados y de mis primeros escritos. Supla la sinceridad y buena -intención mía, y la indulgencia tuya y de mis amigos que los hayan de -leer. - -Tu siempre afectísimo amigo, - - JULIO CEJADOR. - - - - - ÍNDICE - DE LOS CAPÍTULOS QUE CONTIENE ESTE LIBRO - - Pág. - - Dedicatoria: á D. José Ortega Gasset v - - Lingüística y Filología 1 - - Estudio del castellano 19 - - Idolillos de gramáticos 37 - - Los orígenes de la lengua castellana según un libro reciente 61 - - Los simbolistas 81 - - La ironía y el gracejo en los refranes 111 - - El imperfecto y el futuro de subjuntivo en el «Quijote» 139 - - La concordancia gramatical en el «Quijote» 159 - - El mitógrafo D. Estanislao Sánchez Calvo 175 - - Motes ó apodos 189 - - Á propósito de un libro 215 - - Ortología castellana 233 - - Sir William Jones y Lorenzo Hervás y Panduro 245 - - El primer Congreso de la Lengua catalana 255 - - Extravagancias del lenguaje 265 - - Criterio del casticismo 303 - - Navarro Ledesma: el hombre y el literato 345 - - Chocano y los demás poetas jóvenes de América 351 - - El castellano en América 367 - - El neologismo 437 - - El alma de Santa Teresa en su estilo y lenguaje 469 - - El latín y la evolución del castellano 493 - - - [Ilustración] - - - - - LINGÜÍSTICA Y FILOLOGÍA - -Ha tiempo que un servidor de ustedes anda buscando en las revistas que -se publican en España, ya que buscarlo en los anuncios bibliográficos -sería pedir cotufas en el golfo, algo que sepa á esa nueva ciencia del -lenguaje que nuestros vecinos los franceses llaman _Lingüistique_; los -italianos, más comunmente, _Glottologia_; los ingleses, _Science of -language_; pero en balde. Eso sí, se ve estampado en letras de molde, -y se oye á cada paso, el nombre de _Lingüística_, y más aún, el de -_Filología_; pero ni siquiera parece que se entienden (digo del público -en general) estos términos, puesto que se truecan indistintamente el -uno y el otro, y suelen aplicarse al estudio práctico de las lenguas -ó á las obras que miran á ese blanco, lo cual ni es Filología, ni -es Lingüística, propiamente hablando. Fuera de los rótulos en las -bibliotecas y de los títulos de secciones en las revistas, donde, de -pocos años á esta parte, aparece más á menudo el de _Lingüística_, sin -duda por copiar á los franceses, en las conversaciones, y aun en los -libros, se halla, sobre todo, el nombre de _Filología_. Todo lo cual -da bien á entender que hemos oído campanas; pero..., y que, si del -nombre no se nos alcanza gran cosa, de lo que el nombre suena se nos -alcanza menos. De los contados escritores que daban alguna esperanza de -traernos acá algunas ideas de esa nueva ciencia alemana, á unos hemos -tenido la desgracia de perderlos, como Ayuso y Simonet; otros, andan -desperdigados, y no hallan favor, ni arrimo, ni medios, ni aun público -para emprender tamaña empresa, que lo ha sido siempre en España todo -buen deseo de traer algo nuevo. - -Cansado, pues, de buscar y de esperar, me he resuelto yo á ser el -primero. Voy á darme, pues, el gusto de leer un artículo de Lingüística -en una revista española, aunque para ello tenga que escribírmelo yo -mismo. - -El asunto es muy vago; tan vago, que muchos ni distinguen, como digo, -la Lingüística de la Filología, ni podrían declarar buenamente lo que -son una y otra; por eso lo he tomado yo también tan vagamente como -reza el título del presente artículo. Luego que hayamos echado hoy -una ojeada sobre esta nueva región, aunque sea tan ligera como la -del turista, que la ve _al vapor_ desde la ventanilla del tren, y -después que la hayamos deslindado y dividido en sus términos naturales, -podremos estudiarla más en particular, parcela por parcela, si es que -los lectores no se cansan, y tampoco yo. - -Pero, ante todo, ¿qué se entiende por _Lingüística_ y por _Filología_? -Porque, fuera de España, semejante pregunta sabría ya á rancio; pero -aquí, ogaño, todavía es pregunta que puede y debe hacerse, y, sobre -todo, merece la pena de que se le dé alguna respuesta. - -Siempre que he puesto los pies por vez primera en una ciudad, lo -primero que he hecho, si mis ocupaciones me lo permitían, ha sido irme -á las bibliotecas públicas, como los pretendientes á las porterías, y -los que por primera vez llegan á la Corte, á la Puerta del Sol. Y en -las bibliotecas me voy derecho á las secciones de _Lingüística_ y de -_Literatura_. - -Ésta última, en las bibliotecas españolas de provincias, suele -reducirse á dos docenas de libros viejos, que tuvieron la dicha de -acogerse allí como á sagrado, cuando la exclaustración de los frailes, -y á unos cuantos menos de autores modernos, menos todavía de los que -de camino se habrán podido ver en el escaparate de cualquier librero. -Si los Gobiernos no abastecen nuestras bibliotecas públicas de obras -literarias, será, sin duda, porque las tendrán por obras ligeras, que -los españoles, según somos hechos, diz que nos damos de preferencia á -estudios más serios. Pero, consolémonos, que la sección de Lingüística -estará mejor surtida, aunque, al parecer, no es más que una hijuela de -la anterior, allá en el último rincón. En ella daremos, de hecho, con -cuatro ó diez, ó, si á mano viene, veinte Gramáticas de Ahn, Ollendorf, -etc., para aprender á las mil maravillas y _sin maestro_ el francés -ó el inglés, por si alguno, aprovechando la serena quietud que allí -reina, y la no interrumpida soledad, tan á propósito para el estudio, -se decide á frecuentar aquel silencioso cementerio de la ciencia -antigua. - -También topará allí el sabio con no pocos _Auctores latinatitis_ de las -Escuelas Pías ó de otros coleccionistas, y buen golpe de Gramáticas -latinas, de esas que corren hoy de texto, y que los muchachos, -ratonadas y todo las puntas, y con originales glosas en las márgenes, -suelen abandonar en las profanas manos de bedeles ó de ilustrados -libreros de viejo. ¡Y sobre todo eso se lee el pomposo rótulo de -_Lingüística_ ó el de _Filología_! Gracias que los conserjes, como -personas de algún sentido común, al preguntarles por dicha sección, -suelen responder con toda llaneza: «De eso que usted busca hay muy -poco». ¡Y tan poco! - -Con que, á los encargados de rotular los estantes, plúteos y anaqueles -de nuestras bibliotecas, si no lo llevan á mal, me atrevería á -decirles quedo y al oído, para que no se escandalicen los extranjeros -que las visiten: «Pongan todos esos libracos en la sección del desecho -ó del rastro; pero, ¡por honra de la cultura española!, no les ocurra -llamar á eso _Lingüística_, por más que lean el título de esa sección -en algún _Manual del Bibliotecario_, aunque éste sea el del Congreso de -los ídem de Bélgica; y mucho menos lo llamen _Filología_». - -¿Qué se entiende entonces por _Filología_ y _Lingüística_?, porque -ahora lo entiendo menos. Si fuéramos á atenernos á la etimología -de estas dos palabras, y no al sentido en que se toman en el mundo -literario, que es lo que tratamos de aclarar, no tendríamos poco que -reponer. _Filología_ vale _afición al lenguaje_; como _Filosofía, -afición á la sabiduría_. Llevado de un sentimiento de modestia, -se llamó á sí mismo por vez primera _filólogo_ el eruditísimo -Wolf, como por parecido sentimiento se había llamado _filósofo_ -el sabio Pitágoras. En otra acepción muy distinta usó el término -_filólogo_ Platón[1]; y el de _sofistas_ ó _profesores de sabiduría_, -aplicándoselo á sus propias personas, sus conocidos adversarios -Protágoras, Gorgias y Compañía. - -_Lingüística_ suena propiamente _arte del lenguaje_; pero la -_Lingüística_ moderna no es un arte, es una _ciencia del lenguaje_. -Para deslindar el sentido corriente que hoy tienen estos dos términos, -menester será acudir á la Historia, puesto que histórica es la -discusión del valor de cualesquiera términos, y más de los términos de -que tratamos. - -La Filología y la Lingüística son cosas muy distintas: la primera, es -ya de antiguo abolengo, nació en Alejandría antes de la Era Cristiana, -aunque tomó nuevos y desusados vuelos, y se la bautizó con este nombre, -en Alemania por los tiempos del renacimiento de la Crítica; la segunda, -es ciencia de ayer, nació el siglo pasado, de la Filología. - -En la época del renacimiento de los estudios clásicos, renovóse, por -decirlo así, el de la Gramática greco-latina, como base indispensable -para los estudios de Humanidades y Retórica clásica, que tanto empuje -tomaron con los bizantinos llegados por entonces á Italia. En aquel -movimiento helénico, los ojos se volvieron á la antigua Atenas y á la -antigua Roma; la belleza serena del Apolo de Belveder y de la Venus de -Milo, los extremados poemas de Virgilio y Homero, las elegantes líneas -y el viviente relieve de aquel divino Partenon, que resalta como una -síntesis simbólica de la Atenas del siglo de Pericles en el riente azul -del cielo de la Grecia, eran el único ideal artístico de aquellos -cristianos, que olvidados de las fuentes en que habían bebido sus -doctrinas los Santos Padres, abrieron con ansia los ojos á la nueva luz -étnica que se levantaba á alumbrar el siglo de los Médicis y de León -X, después de una noche de diez y ocho siglos. Todo el afán se ponía -en remedar las obras clásicas, y era natural que la institución de la -juventud siguiera la norma de los nuevos Quintilianos. Se necesitaba -saber manejar el instrumento propio de aquel arte consumado, el griego -y el latín; se quería hablar y escribir como Cicerón y Virgilio, como -Demóstenes y Homero; así que la Gramática greco-latina y el ejercicio -de composición se pusieron en práctica con mayor fervor que en los -tiempos de Quintiliano y de Donato. - -Pero aquel primer empuje, venido de fuera, sea que lo acabado del -modelo hiciera caer el cincel y la pluma de mano de los artistas, -desesperanzados de alcanzar lo que ansiaban, sea que la plasticidad -y la galanura de la forma no llenase los anhelos que la cultura -cristiana, más espiritual que plástica, más subjetiva que objetiva, más -lírica que épica, había hecho nacer en los pueblos de Europa, lo cierto -es que, llegado á cierta altura de su trayectoria, torció luego el -camino, y volvió á entrar en la atmósfera del mundo cristiano. - -El alma cristiana se había empapado del lirismo de David, de la -profunda y filosófica poesía de _Job_ y del _Cantar de los Cantares_; -la elocuencia arrebatadora de los profetas, que lleva en alas de lo -sublime misterioso á la vida inmortal y al reino eterno de Cristo, -henchía el alma cristiana; y ni los dioses del Olimpo, ni las arengas -del Foro lograron otra cosa más que despertarla de su adormecimiento y -hacerla volver á la más honda inspiración cristiana, ó, por lo menos, -al arte espiritualista del sentimiento, que de ella procede. - -Esta inspiración, incubada en el corazón de las razas europeas durante -toda la Edad Media, el romanticismo en lo que tiene de sincera -aspiración y quitada toda la hojarasca de que hubo de vestirse en un -principio, el arte subjetivo del vuelo hacia lo infinito, el arte del -corazón, en fin, estalló y prendió fuego á los mismos dioses paganos y -al arte clásico que le había servido de despertador. - -Tras unas cuantas frías y amaneradas muestras que, más bien como -alardes y escarceos de escuela, que como obras imperecederas de un -arte espontáneo, dió aquel primer movimiento clásico, el romanticismo, -el arte cristiano, brotó como por ensalmo y volvió á recobrar sus -antiguos fueros. En vano las vallas francesas quisieron atajarle los -pasos: el seudo-clasicismo, en que había de degenerar necesariamente el -clasicismo al ser trasplantado entre cristianos, feneció con la mentida -pompa de la corte de Versalles para no volverse á levantar jamás. - -Á nuevo arte, nuevo instrumento: las lenguas nacionales tomaron el -lugar y vez de las lenguas clásicas; porque el hervor y la vida no -se dejaban encerrar en aquellas lenguas muertas, que no daban de sí -nuevas formas sin mudarse por el mismo hecho y dejar de ser lo que -eran bajo el sol de la cultura antigua. La inspiración romántica y -moderna rebosaba en aquellos tiesos y viejos moldes, y la Gramática -greco-latina sólo se siguió estudiando con la única mira de penetrar en -la Literatura clásica, no con el de crear obras artísticas. - -Pero precisamente mientras el griego y latín iban perdiendo tierra como -instrumentos de hablar y escribir, acrecentábase su valer y dignidad, -y hacíanse más fáciles, primero gracias á la Filología y luego á la -Lingüística. - -El movimiento romántico en las artes, y sobre todo en la Literatura, -fué al principio algún tanto brusco y hasta brutal, como el de toda -reacción; pero pasados los primeros ímpetus, se ciñó al renacimiento de -las literaturas nacionales. Todas ellas, bañadas del espíritu cristiano -y fraguadas en el crisol de la civilización europea, hija de ese mismo -espíritu, se distinguieron hasta lo infinito por su propio natural, -conforme á la manera de ser de cada pueblo. Shakespeare, Calderón y -Schiller, nos ofrecen tres facetas muy distintas de un mismo prisma, -por reflejar ingenios de pueblos muy diferentes, siquiera todos tres -lleven el sello de una misma idea cristiana y de una misma civilización -europea. - -No paró aquí esta nueva tendencia literaria. Los europeos recorrieron -el mundo, se entraron por todos los pueblos y razas, dieron sacomano, -una tras otra, á todas las literaturas, y el rico botín tomó el nombre -de _Filología_. Verdad es que sus más preciados tesoros el codicioso -Renacimiento no los había podido desenterrar en Grecia é Italia: -las antigüedades helénicas y latinas, apuradas y acrisoladas con el -trabajo de la crítica, con el fehaciente veredicto de la numismática, -etcétera, etc., encaminaron más derechamente al filólogo para conocer y -penetrar el espíritu de las antiguas gentes y pueblos clásicos, harto -más acabadamente que lo que alcanzaron los humanistas del Renacimiento. -Pero, fuera de la Europa clásica, los estudios orientales descubrieron -nuevos veneros en el hebreo, el siriaco y el árabe, el copto y los -caracteres geroglíficos del Egipto; dieron con las desconocidas y -no sospechadas lenguas y alfabetos cuneiformes de Besitun, Nínive y -Babilonia; llegaron á señorearse de las ricas literaturas persa, china -y japonesa; coronándolo todo el trascendental hallazgo de la lengua, de -la literatura y de la sabiduría de los indios, que abrió la puerta á la -comparación del sanskrit, del zend y de las lenguas europeas. - -El estudio de la Gramática, dado de manos por los literatos, cayó -entonces en las de los filólogos y más tarde en las de los lingüistas. -No sirvió ya de mero instrumento para hablar ó escribir en lenguas -muertas, sino para buscar los restos literarios de todos los pueblos de -las pasadas generaciones, restos que nos daban á conocer las variadas -manifestaciones del ingenio y de la belleza en toda la humanidad, no -ya en un solo rincón de Grecia: la Gramática vino á ser el instrumento -de la _Filología_. Y mientras la _Estética_ nacía entre las manos de -Hegel al abarcar con su mirada los varios monumentos que de todos -los rincones del mundo le ponía delante el incansable afán de los -filólogos; mientras la _Psicología de los pueblos_ se delineaba ante -la vista de los Steinthal y Lazarus al abrazar de una ojeada estos -mismos monumentos de la humanidad entera; mientras la _Etnología_ se -aprovechaba de los datos aportados por los viajeros y descubiertos en -los libros indígenas de todas las naciones; mientras la Literatura se -iba embebiendo de todos los colores y matices que le traían las maneras -de ver y fantasear de todos los pueblos, ¿quién se iba á entretener -en aprender griego y latín para escribir ó hablar con los muertos, -sino sólo para entender la Literatura clásica, como se estudiaban el -sanskrit y el árabe, el chino y el asirio, el godo y el celta, para -seguir el movimiento filológico más universal ó para crear obras -de arte, cada cual en su lengua patria, allegando ideas y elementos -estéticos de todo el universo? Otro fué, pues, el rumbo de la enseñanza -gramatical en Europa, porque otras eran las miras á que se enderezaba, -otro el gusto artístico que la dirigía, otro el espíritu que la -alentaba. - -La _Filología_ es, pues, el estudio de todos los monumentos de un -cierto pueblo, mayormente de los literarios, para calar más á fondo en -el ingenio y las ideas, en el espíritu y la cultura, en una palabra, en -la civilización de ese mismo pueblo. - -Pero de la _Filología_ nació la _Lingüística_. Al rebuscar y escudriñar -las literaturas y los demás monumentos de las gentes que pasaron con -el intento filológico de hacer revivir las antiguas civilizaciones, se -preguntó el hombre pensador si no era por ventura el habla el de mayor -momento y valía, el espejo que retrataba el ingenio y la cultura de -cada raza, el tesoro de todos sus conocimientos é instituciones, la -obra de las obras humanas, no sólo como instrumento literario, sino -como monumento propio de cada raza y de cada pueblo. «Nada presta tanta -luz á la investigación de los orígenes de las naciones, como el estudio -de las lenguas», dijo Leibnitz. Y Creuzer: «El lenguaje es el documento -más fidedigno de los pueblos». _Die Sprache ist die treueste Urkunde -der Völker._ De esta suerte consideraron el lenguaje los fundadores de -la Lingüística, Leibnitz, Hervás y G. Humboldt, y creyeron que en su -estudio hallarían solución los más intrincados é interesantes problemas -de Psicología, de Etnología, de Historia. - -De aquí á mirar el lenguaje como objeto propio y particular de estudio, -prescindiendo hasta de las luces que su estructura, sus palabras, sus -conexiones con otras lenguas podían derramar en las investigaciones -etnológicas, psicológicas, en una palabra, filológicas, no había más -que un paso. Y ese paso se dió, y lo que antes había sido puro arte, -se remontó á la categoría de ciencia, y el estudio de las lenguas, -que hasta entonces sólo se emprendía como un medio para ser literato -ó filólogo, que sólo era simple instrumento literario ó filológico, -se tomó como objeto final y propio, constituyendo _la Ciencia del -lenguaje_ ó _Lingüística_. - -La Ciencia del lenguaje ó Lingüística prescinde, por lo tanto, de -cualquiera aplicación práctica que se quiera hacer de sus consecuencias -á las demás ramas de la ciencia. Teniendo su objeto propio, es una -ciencia ó arte, de cuyas conclusiones puede valerse el filólogo, ya -para conocer el espíritu y la civilización de los pueblos, ya para -aprender mejor la lengua que le ha de servir de instrumento en sus -investigaciones propias. - -El lenguaje es _medio_ para el filólogo y _objeto_ propio de estudio -para el lingüista. Además, el filólogo sólo mira al uso de aquella -lengua particular que le puede servir para su propósito; el lingüista -abarca todas las lenguas en general, aunque se ciña á una sola -familia, ó tal vez á una sola lengua; y no para usarlas, sino en sí, -en su naturaleza, causas, mudanzas y origen, como término final de -investigación. ¿Quién no distingue el oficio del droguero, que echa -mano de los cuerpos para otros intentos, y las ciencias Química y -Botánica, que se detienen á desmenuzar y estudiar las substancias y las -plantas en sí mismas, y no por su aplicación práctica para confeccionar -drogas? - -Ya lo dijo bien claramente Castrén (Ethnologisch. Vorlesung, 3): -«_Die Sprachenkunde in ihrer hochsten, wissenschaftlichen Bedeutung, -tragt den Namen Linguistik, und ihr Zweck ist die Sprache selbst als -solche_». «El conocimiento del lenguaje, en el sentido más elevado -y científico de la palabra, se llama _Lingüística_, y su fin es el -lenguaje mismo, como tal». - -Muy de otra suerte se han desgajado en ramas especiales de la Ciencia -filológica la Numismática, la Crítica, la Arqueología, etcétera; pues -semejantes disciplinas, por más que se ensanchen, siempre quedarán -como ayudadoras del filólogo y del historiador, siempre serán ciencias -auxiliares; mientras que la Lingüística, aunque pueda servir, en -parte, como ciencia auxiliar (puesto que en su aplicación utilitaria -principal entra como indispensable instrumento de la Filología y -queda bajo el dominio del filólogo y del literato), pero en sí tiene -su objeto propio y dignísimo de estudio, que la convierte en ciencia -aparte; bien así como la Zoología y la Botánica son ciencias separadas -y no caen bajo el dominio de la Agricultura y de la Industria, -aunque su principal aplicación práctica esté en la Industria y en la -Agricultura. - -Tampoco es objeto propio de la Lingüística el aprender á leer, -entender, hablar y escribir una ó más lenguas, para todo lo cual vale -el arte gramatical. La ciencia y el arte son cosas bien distintas: la -una es conocimiento especulativo, el otro es conocimiento práctico. -Lo cual, por claro que parezca, lo confunden, con todo, no pocos. Hay -quien no alcanza cómo pueda darse un lingüista que no sepa hablar, -ó por lo menos entender las lenguas, en las cuales trae puesto su -estudio. Pero menos alcanzo yo cómo haya quien sepa hablar una ó más -lenguas, sin tener un solo átomo de ciencia Lingüística: cosa, sin -embargo, que vemos todos los días. - -Si hay muchos, que leyendo, y aun oyendo, entienden una lengua, la -cual no saben hablar, porque les falta, como se dice, el _ejercicio_; -más hacedero es que, sin saber hablar y aun sin entender una lengua, -puedan darse cuenta de las leyes que la gobiernan, de su estructura y -cambios fónicos y morfológicos. Y si esto no fuera así, nunca podría -lingüista alguno pretender que conocía el lenguaje científicamente. -A lo más conocería alguna ó varias lenguas; pero no las bastantes -para poder decir que conocía el lenguaje. Yo no sé que Bopp supiese -hablar y escribir las lenguas que estudió en su Gramática comparada: -creo que no; y con todo eso fué el primer fundador de la Lingüística -indo-europea. ¿Y quién es capaz de aprenderse, hasta entender y hablar, -ni la vigésima parte de las lenguas que tiene que conocer el que desee -poseer á fondo la ciencia del lenguaje? - -Max Müller, cierto que no sabía así todas esas lenguas de que trata ó -que trae á colación en sus obras; en cambio el Cardenal Mezzofanti, que -dicen sabía tantas lenguas, era, en verdad, un gran hablista, si puede -pasar el término, pero no creo fuera ni aun pequeño lingüista. - -Hay personas que poseen una potencia asombrosa de asimilación para -aprender lenguas; y que, sin embargo, por falta de ingenio comparativo -y raciocinador, no se dan cuenta de la trabazón que encadena entre sí -las diversas lenguas que tan bien manejan, y serán capaces de derivar -_lacayo_ de _leguleyo_, á la manera de Lope de Vega: tendrán excelente -memoria mecánica y de papagayo, pero no ingenio ni cabeza de lingüista. - -En resumen, la práctica de las lenguas y su conocimiento científico -distan _toto coelo_: tanto como las Gramáticas de Ahn, Ollendorf, -etc., de las de Bopp, Brugmann, etc.; á pesar de los rótulos de las -bibliotecas, que llaman _Lingüística_ á las primeras y... nada á las -segundas, porque están ausentes. - - [Ilustración] - - - NOTAS: - -[1] En las _Leyes_ de Platón, _filólogo_ vale _amigo de echar -discursos_ (I., pág. 641). Así dice hablando de Atenas: _Todos los -Griegos tienen á nuestra ciudad por amiga de echar discursos, y más -discursos_. - - - - - ESTUDIO DEL CASTELLANO - - -Tan seguro andaba yo de que en España no había quien se diese á la -ciencia Lingüística moderna, que ni por pensamiento me había ocurrido -jamás enterarme de los libros que aquí se publicaban, hasta que por -acaso venían á caer en mis manos. Bien chasqueado quedé el otro día y -bien pagué la pena de mi presunción. Tres tomos nada menos de color -de rosa se me vinieron á los ojos; no acababa de abrirlos ni de dar -crédito á lo que leía: _¡Primera Gramática española razonada!_ ¡Al -fin y al cabo! Mi extrañeza y asombro subió de punto al ver que era -_Segunda edición, corregida y aumentada. Décima tirada._ Me engullí -las primeras hojas; pero presto me quedé más que helado. Del estilo -no hablemos, desleído, sin color; pero ¡la doctrina! ¡Por los clavos -de Cristo y qué novedades! La primera cita es de Roque Barcia. ¿Á ver -la última? De Roque Barcia. Abro por donde cae el primer tomo: Roque -Barcia. El segundo, el tercero: Barcia... Barcia... Roque Barcia. -¡Y yo, desdichado yo!, ¡que tenía á Barcia por un triste saqueador -del Diccionario de la Academia, que ni ha saludado las obras más -elementales de Fonética, ni supo en su vida que hubiese en el mundo -estudios románicos! ¿Á dónde irá á parar este señor _Misántropo_, como -se firma el autor de los tres tomos de color de rosa, guiado por tan -amaestrado lazarillo? Á la torre de Babel, donde dice que «principia -la Historia de las lenguas... Desde el año 2244 antes de Jesucristo -(ni uno más ni uno menos) principia este gran estudio, no cabiendo la -menor duda que la lengua primitiva fué dada por Dios al hombre»[2]. -Luego vienen autoridades y notas de Cantú y más Cantú, de Rousseau, -¡hasta del P. Isla! Y todos entre Roques y Barcias, que es un pisto, -verdaderamente manchego. - -«Lo que podemos afirmar ahora, sin temor de errar, es que el lenguaje -no le hemos recibido tal y conforme hoy le poseemos»[3]. ¡Valor -necesitaba para afirmar, _sin temor de errar_, que Adán no habló -el castellano del siglo XIX! Pero mayor se necesita para añadir: -«Todas las lenguas son analíticas, porque preciso es descomponer el -pensamiento para enunciarlo, además que la palabra es un instrumento de -análisis, no un principio; es la expresión un medio para la consecución -de nuestro fin, y por esta razón las primitivas lenguas son sintéticas, -porque dejan en el pensamiento muchos puntos que analizar»[4]. ¿Quieren -más? - -«En el Asia había siete lenguas, entre éstas estaba el sánscrito propio -de los indos, llena de dialectos, todos derivados de este idioma... De -los muchos dialectos que de él se derivan hay dos principales, que son -el _hammiar_ ó de Oriente..., y el de Occidente, que fué el de la Meca, -ó sea el _coreisch_, idioma en que Albu-Bekr escribió el _Korán_». -Todas estas noticias las sabe el Misántropo de muy buena tinta, como -que las ha leído (sin estar escritas, que es lo notable) en Cantú. - -Otras más estupendas. Dice que como «el idioma originario de los -españoles no era grato al oído, ni se prestaba fácilmente á la -pronunciación, adoptaron (los españoles) el del Ejército romano»[5]. -¡Por manera que no se prestaba á la pronunciación la lengua que -únicamente habían sabido pronunciar hasta entonces! - -Bastan estas citas para entrever los insondables repliegues de la -sabiduría de este eruditísimo autor. Y para no despedirnos de él -dejándolo á solas, justo será le acompañe su mejor amigo ó inspirador -el Sr. Barcia, cuyo solo nombre _elogio complido es asaz_: «La -celebérrima obra del Sr. Barcia, dice al hacer el recuento de los -que han escrito de nuestra lengua, obra nueva en su género, nueva -en su doctrina, nueva en su forma, nueva en su estudio, nueva en su -formación y hasta nueva en sus conclusiones; pudiéndose afirmar sin -temor de errar que es un justo tributo á la Literatura Española y -engrandecimiento de nuestras _Letras_ el PRIMER DICCIONARIO DE LA -LENGUA ESPAÑOLA ETIMOLÓGICO, distintivo que honrará siempre á su autor, -que por satisfecho puede darse, viendo que su trabajo, tan magnífico, -tan excelente, ha cubierto el inmenso vacío que verdaderamente quedaba -en el vasto campo literario»[6]. - -Conste, pues, que en España se leen las obras de Lingüística, aunque -sean tan rematadamente lastimosas como la misantrópica que ha tenido la -honra y gloria de llegar á la segunda edición, décima tirada; que si no -se leen mejores, es porque no las hay. - - * * * * * - -No, no las hay, duelo da decirlo; somos los españoles unos grandísimos -perezosos. Los estudios románicos están á la hora que corre en su mayor -esplendor fuera de España, hasta los americanos han sido arrastrados -en ese movimiento general. Pero en la Península no se sabe siquiera si -han venido al mundo. Lo saben muy contados, pero cogidos entre la masa -glacial de los que les rodean, no hacen esfuerzo alguno para desasirse -y quédanse entre ellos formando el témpano nacional. No hay, aun entre -la gente instruída y que lee libros ó revistas, quien apechugue con un -artículo del _Zeitschrift für Romanische Philologie_. - -Dicen algunos que se les cae la revista de las manos al pensar que -de nada les ha de servir todo aquello, ya que no han de ponerse á -escribir, so pena de gastarse los cuartos en imprimir lo que nadie ha -de leer, que sus mejores deseos se estrellan en el menosprecio y las -aviesas aficiones de nuestro público que no gusta se le hable de tales -cosas. Y sin embargo ahí está la 2.ª edición, décima tirada, cobrando -el barato. Si en vez de esas insulseces, se diera al público una buena -Gramática histórica del castellano, _razonada_ si es preciso, la -cultura lingüística iría filtrándose en todas las capas sociales. - -He oído por ahí que el ilustradísimo don Eduardo Benot, uno de los -pocos que han tenido el atrevimiento de dar á luz un libro de estas -cosas, tiene de la Academia el cargo de hacer una Gramática castellana. -Mucha filosofía del lenguaje tiene en su cabeza el Sr. Benot para -no salir con la empresa, si, como supongo, está además al tanto del -romanismo moderno y ha revuelto muy bien revueltos y estudiados -nuestros clásicos. Allá veo venir con la visera muy calada, acicateando -los ijares de su tordillo, al no menos insigne D. Francisco Navarro -Ledesma. Bienvenido sea. Si no hiciera más que desbaratar vejeces -lingüísticas allanando el terreno, no hiciera poco. - -El Sr. Alemany acaba de publicar un compendio muy á propósito para que -el público se vaya enterando en la faena que ha de verificarse acá -abajo en el coso. Pues digo, y lo que promete aquel otro de vistoso y -variado plumaje sobre chispeante casco, cuyo corcel caracolea que no se -da manos el caballero á sujetar tan fogoso bruto: por las señas es D. -Edmundo González Blanco, autor de un artículo acerca del lenguaje en la -«España Moderna», que parece va á ser el primero de una gran obra de -Lingüística general. - -Pero hay otro lidiador que aguarda para entrar en la liza la última -hora, á quien puede temer el mundo entero. No hablo del señor Múgica, -que ha tiempo anda acicalando sus armas allá por la sabia Alemania, -aunque bien pudiera ser que se nos presentara el día menos pensado. -Hablo del originalísimo fundador de la ciencia cocotológica. -Bohordos parecerán sus pajaritas, pero tras ellas vendrán las huestes -revolucionarias de una juventud modernista, que acata sus órdenes y -espera una señal de sus negras y brillantes pupilas. Tiene hechos, al -decir de algunos, hondos estudios sobre la evolución del castellano, -y me sospecho que su libro el día que aparezca, si es que amanece ese -bienhadado día, ha de estallar como una bomba. - -¿Y qué hacen otros dos caballeros, por apellido Robles los dos, que -no vienen, de Santiago el uno, á continuar sus trabajos fonéticos, -el otro de Ávila, á mostrarnos los que tiene preparados acerca de la -prosodia castellana? Y no quiero citar arabizantes y otros filólogos de -más recóndita erudición. Yo tengo mis esperanzas de que los estudios -lingüísticos han de acabar por levantarse en nuestra patria de la -postración en que han caído hace más de tres siglos. - -Lo que más se echa de menos en los autores que escriben por acá acerca -del castellano, es esa gimnasia bien enderezada y duradera en la -Fonética, tal como la enseñó Bopp y la han ejercitado los lingüistas -alemanes en las lenguas indo-europeas. El análisis concienzudo -del griego y del latín, amén de algunas correrías por las lenguas -ario-iranias y aun por las germánicas, aunque sin hacer en ellas -tanto asiento como pretendía Ayuso, es el fundamento de la educación -lingüística. Sin él se podrá florear y parlar más ó menos elegantemente -á lo Max Müller, bien que sin ahondar como él, ó endilgar algún -artículo de revista; pero no hay poder dar un paso en la etimología ni -en la gramática. No son estos asuntos de pura erudición, cuyos datos -quepa tomarlos confiadamente de mano ajena. Siempre me pareció la -Lingüística muy semejante á las Matemáticas en esto del rudo y largo -aprendizaje que entrambas requieren. Lo bueno es que en España no se -ahonda en el latín ni en el griego, por lo menos de esa manera maciza -y sosegada, especie de gimnasia intelectual que se hace descomponiendo -vocablos en sus temas, raíces y sufijos, cotejándolos con los de -otras lenguas emparentadas y con los antiguos de la misma lengua, -entresacando las leyes que rigen las mudanzas y la evolución fonética, -y todo lo demás que abarca la verdadera lingüística hoy en uso. Aquí -hemos de sonrojarnos confesando llanamente que nada de eso se nos -alcanza, y mucho será que no lo tengan algunos que pasan por lingüistas -como cosa baladí y de menos valer. - -En lo que toca al estudio del castellano, el aprendizaje y preparación -para entrar en él con buen pie, abraza todavía algo más. - -No basta el estudio del latín, como lo entienden los romanistas, que se -ciñen á él y cercenan lo que el primer maestro Dietz y el sentido común -piden no se cercene. El caudal de las lenguas románicas, mayormente -del castellano, se deriva de otras varias fuentes, que han de tenerse -bien conocidas. Acaece no saber los romanistas nada ó poca cosa de las -lenguas germánicas, es muy corriente no entender jota de árabe, y menos -del habla prerrománica de España, del eúskera ó vascuence. - -En cambio los arabizantes no poseen bastantes conocimientos en lo que -atañe al indo-europeismo y al romanismo. Desvíanse así á la una ó la -otra banda, y no hay quien pueda mirar á entrambas y juzgar por sí del -conjunto. - -Del eúskera no hay para qué traerlo á colación. Cuando no se halla -etimología llana ó forzada en las demás lenguas, aunque sea en la de -los zulúes ó patagones, se coge á Larramandi, y se sale del atolladero -sin poder aquilatar lo que él diga, porque el eúskera es lengua -endiablada, cerril y que no merece la pena de acordarse de ella. El -elemento latino es del mayor momento para el castellano. Pero para un -romanista es tan claro como el agua en nuestro romance. Ábrase, si -no, el Diccionario y hágase la prueba de analizar cualquier término -derivado del latín. Convengo en que tropiezos los habrá; pero lo -ordinario es que la comparación fluya limpia y segura, que los cambios -fónicos se expliquen con toda facilidad. ¿En qué consiste, pues, que -los autores hallen tan espinoso el camino que parece de suyo tan -llano? En que creen ser latino lo que no lo es, en que no se tienen -bien en cuenta las demás fuentes del castellano, como vamos á verlo -en seguida. Y no se atemorice alguno con que le vaya yo á salir ahora -con el indispensable conocimiento del árabe, de las lenguas germánicas -y célticas, del persa, del sanskrit, hasta del frigio y del gálata: -ya que á todas ellas acude el _Diccionario de la Academia_ para -desembrollar las etimologías. El sanskrit no explica ninguna palabra -castellana, si no son de esas contadísimas que han pasado antes por -toda Europa; el sanskrit aclarará los radicales greco-latinos, no las -palabras castellanas. En cuanto al griego no sé cuantos vocablos nos -habrá dado directamente sin pasar por el latín, á no ser del tecnicismo -moderno: creo que ni uno solo; para las verdaderas dificultades -etimológicas del castellano, el griego no da ninguna luz. - -El elemento arábigo no toca á la Gramática, fuera del sabido fenómeno -de la prefijación del artículo _al_-, _a_- en vocablos conocidos. El -caudal léxico que el castellano tomó del árabe ha ido disminuyendo -pasmosamente hasta quedar reducido á contados términos pertenecientes -á la industria y agricultura. Los trabajos de Simonet y de Eguilaz -y Yangüas nada dejan que desear: hay que desechar en ellos algunas -etimologías, que no son arábigas ni orientales, pero no que añadirles, -tal vez ni una sola. Es, pues, un trabajo de selección, que requiere -el conocimiento de las lenguas semíticas, pero no exige profundos -estudios especiales. El sello de raza se echa de ver, por lo demás, -al momento. Sólo sí se necesita conocer bien los sonidos arábigos y -sus correspondientes al pasar al castellano las palabras orientales. -Los trabajos de los citados autores, los de Baist, los de los textos -aljamiados y la obra de P. de Alcalá son guías seguros que no dejan -lugar á duda. - -La dificultad empieza en una multitud de vocablos, comunes á la mayor -parte de los romances, inexplicables por el latín, y en otra todavía -mayor, si cabe, exclusivos del castellano. - - * * * * * - -Y aquí se nos vienen con sus credenciales más ó menos valederas las -lenguas germánicas con el derecho de conquista, y las célticas con el -de posesión del territorio románico en España y Francia. La cuestión -está en la autenticidad de esas credenciales en cada caso particular. -Las lenguas germánicas nos son más conocidas, por lo menos en cuanto á -lo que pueden interesarnos para el caso de que se trata; las célticas -están rodeadas de nebulosidades, bajo las cuales corren á guarecerse -ciertos etimólogos en los trances apurados, que son tratándose -de nuestra lengua, en la cuarta parte, por lo menos, de nuestro -vocabulario: ¡ahí es nada! - -No sólo conocemos la evolución de las germánicas casi tan bien como -la del griego y latín, sino que los términos góticos quedan limitados -á muy corto número, pertenecientes á la guerra. La mayor parte de los -derivados germánicos vinieron, ó del godo medio latinizado, ó por -Francia del bajo alemán. - -En francés son abundantísimos, y repito que del bajo alemán, sobre todo -del antiguo frisón, y algunos del sajón antiguo. Hay que estudiarlos, -pues, en el francés, antes de darles aquí carta de naturaleza -germánica, y más todavía hay que estudiarlos en los patois de allende -el Pirineo. ¿Llegarán á 500 las raíces germánicas del castellano? Mucho -lo dudo. Quedan todavía casi la mitad de las raíces castellanas por -aclarar. Esta sola enunciación escandalizará á los romanistas. Apelo á -los hechos. Abran el Diccionario por la _ch_, por la _j_, por la _z_ y -aun por la _b_ y la _g_: tropezarán en cada 20 vocablos de las primeras -y en uno sin otro de las segundas de estas letras: quiero decir que -para un término _claramente_ latino en las letras _ch_, _j_, _z_, -hallarán 20, por no decir 40, que no sabrán explicar si no es á fuerza -de contorsiones, y por uno latino en la _b_ ó en la _g_, hallarán tal -vez otro que no lo parece tanto. - -Y aquí es donde yo quisiera ver á los más aguerridos romanistas -valerse de las leyes fonéticas, tal como se aplican en la escuela de -Bopp, Curtius, Schleicher y Brugmann. Dejarían pronto el latín á un -lado, confesando paladinamente que el latín de nada sirve en tales -casos. No falta quien en ello convenga, prefiriendo la ignorancia -al error. Pero algunos están por el latín á todo trance. ¿En virtud -de qué leyes fonéticas se sacan _empatar_ de _impedire_, _baile_ -de _baiulus_, _cecina_ de _kigen_, _chicha_ de _scissa_, _chichón_ -de _cicer_, _chinche_ de _cimex_, _china_ de _stein_, _chillar_ de -_ululare_, _zarpar_ de _harpadzo_, _chivo_ de _capreolus_, _chorro_ de -_sorctus_? Ni por el sonido ni por la idea tienen atadero. De _iocus_ -se han sacado nada menos que _chiste_, _chueca_, _chusco_, _chacota_, -_jugar_... ¡qué se yo cuántas palabras más! - -«_Chalán_: del arábigo _challab_», que no suena así en árabe, sino -_djalãb_. «_Chapaleteo_: de _kolaptein_, golpear de plano». ¡Cambiando -_ko_ en _cha_, _lap_ en _pal_! «_Chaparra_: del vascongado _chabarra_, -derivado de _abarra_, encina, roble»; sólo que _abarra_ no significa -ni tiene que ver con eso, ni la Fonética puede aquí nada con todos sus -bisturís y algunos más. «_Churre_ de _escurrir_, _churro_ de _spurius_, -_chirumen_ de _saturamen_...» - -Paréceme que todo esto es maravilloso en grado superlativo; pero por el -descaro en reirse del público. Eso no lo escribe el de Coria, aunque -se lo paguen, y eso lo ha escrito no la Academia, porque es imposible -que hombres tan eminentes jugueteen tan puerilmente; eso lo ha escrito -alguno que quería pasar por filólogo y lingüista. Tener la frescura -de derivar _cha-morrar_ por esquilar de _caput mutilum_, ya es tener -frescura, é ignorancia del castellano, donde _morra_ vale cabeza, y el -prefijo _cha_-, _za_-, _sa_-cortar ó un pedazo en _sa-humar_ ahumar -un poco, _za-herir_ herir un poco, _cha-purrear_ estropear el habla -(_apurra_ desmenuzar en eúskera), _cha-podar_ podar un poco, etc., etc. - -Ya he dicho que la etimología castellana necesita algo más que el -latín. El celta y el germánico, el teutón, el gálata y el frigio son -burladeros y nada más. - -Otro burladero es la onomatopeya. ¿Podrán decirme ustedes qué -onomatopeya ó remedo natural hay del objeto en _cháchara_? ¿A ver? -Imitemos la «abundancia de palabras inútiles», por ejemplo, la -abundancia del «voz imitativa», que pega á multitud de vocablos el -etimólogo del Diccionario oficial. ¿Qué voz imitativa hay en _chacón_, -en _chapurrar_, en _chasquido_, en _chicharrón_, en _chirlar_, en -_chirriar_, en _chisguete_? ¿Qué significará _chisguete_? ¿No les -suena á ustedes á... _chisguete_? «¡Es voz imitativa!» Yo al menos -no sé de qué. ¿Y _chuchear_, _churrupear_, _zambomba_, _zangarrear_, -_zaparrazo_...? - -Verdaderamente, eso no es serio: es lo menos que se puede decir. - - * * * * * - -¿Hay más fuentes de donde pueda derivarse el castellano? El vascuence. -¡Ya pareció el fantasma! El vascuence, ó mejor dicho el eúskera, es -el fantasma, el coco de los etimologistas. «Más difícil es todavía, -dice Meyer Lübke[7], determinar lo que el vocabulario español debe -á los antiguos iberos, á causa de que el vascuence actual, lo mismo -que el antiguo ibero, nos son todavía mucho menos conocidos que el -celta». Pues señor, les diría una vieja vascongada que yo conozco, pues -apréndalo usted. Mejor sería, digo yo por mi parte, que aprendiera -primero el castellano el que pretende enseñarlo. Las obras francesas -que tratan de nuestra lengua, no sé por qué ó por qué no, estropean -nuestros vocablos con la mayor desfachatez del mundo. ¿Pueden achacarse -á erratas de imprenta los innumerables deslices que se notan en tan -sabia Gramática? Es imposible que lo sean: no los hay, cuando se trata -de otras lenguas. El castellano es la cenicienta de la Lingüística. -Pero, en fin, si no conocen el vascuence es porque no se toman la -molestia de aprenderlo. Y á fe que merecía bien la pena. El castellano -y el francés han vivido largos siglos junto al vascuence: ¿hay quien -crea que no se les ha pegado nada? Sería un caso excepcional en la vida -de las lenguas: no hay una que no deba algo á sus vecinas. - -¡Ah!, ¡pero el vascuence! ¡He ahí el fantasma! - -No sé si llegarán á una docena los términos castellanos que la Academia -deriva del eúskera; Unamuno y Múgica dicen que sólo derivan cuatro, y -aún se los regatea el segundo de estos autores. El cual añade: «Y vamos -ahora á dar un mal rato á los vascófilos españoles, que se empeñan -en hacer derivar el castellano del vascuence de esta manera: augurio -de agur, báculo de maquila, chapeo de chapela, chiquito de chiquera, -chorizo de charri, mutilar de mutil, relincho de irrintzi, vía de -videa, etc.» Y en una nota de la _Gramática del antiguo castellano_ -pone estas palabras de Unamuno: «El vascuence es inferior al castellano -_en todos conceptos_; es más pobre, más obscuro, más embarazoso». - -Para desagraviar á la Lingüística básteme apuntar que el Sr. Múgica no -conoce el eúskera, que si lo conociera, no se riyera de que á _mutilar_ -lo deriven de _mutil_, de donde deriva manifiestamente, ni diría -lo de _chiquito_ de _chiquera_. La Academia trae un _cicus_ latino -como etimología de _chico_, que tal vez agrade más al Sr. Múgica[8]. -Chiquito y chico no sé qué vascófilo ande trayéndolos de ninguna parte, -puesto que si sabe vascuence, sabe que ni _chiquera_ es término -vascongado, ni _chiquito_ necesita tomar la boína por el sombrero -para serlo. Si en esa etimología alude, según creo, á Larramendi, -el Sr. Múgica, cegado por la inquina anti-vascófila, no supo leer á -Larramendi: «Chico, -ca, es voz vascongada, _chiquia_, _chiquerra_, -_tipia_, _mendrea_. Lat. parvus, exiguus». Tal es el texto, en el cual -no se lee _chiquera_, ni se trae á _chico_ de _chiquerra_, como no se -trae de _mendrea_, ni de _parvus_. - -El vascófilo que derive _augurio_ de _agur_ ó _chapeo_ de _chapela_ no -merecía ser citado para nada. ¿Son parecidas todas las etimologías que -aducen los vascófilos? Hinque, pues, el diente el Sr. Múgica en las que -yo haya de traer, que no serán cuatro, sino cuatrocientas y bastantes -más. La etimología castellana está envuelta en nieblas impenetrables. -No hay lengua en Europa que tenga tales misterios á estas fechas. ¡El -fantasma, señores, el fantasma! No parece sino que los más avisados -lingüistas, arredrados ante tamaña esfinge, se quedan á competente -distancia. - -No sé á qué otro motivo atribuir el que el insigne Díez, tratando de la -etimología de los romances, pase de largo y se deje en el tintero casi -la mitad de las raíces castellanas, sin mentarlas siquiera, como parece -lo pedía la empresa acabada con tan feliz suceso, por lo menos para -confesar que eran inexplicables. Cuando trae etimologías vascongadas -se ciñe á copiar á Larramendi: y así salen ellas. - -Pero esta cuestión del iberismo y del influjo del eúskera en el -castellano tiene más hondas raíces y he de tratarla despacio, porque -la creo de gran momento para el conocimiento de nuestra lengua y de -nuestra etimología. - - - NOTAS: - -[2] Tomo I, pág. III. - -[3] Tomo I, pág. V. - -[4] Tomo I, pág. IX. - -[5] Pág. XIII. - -[6] Pág. XIX. - -[7] _Grammaire des Lang. Romanes_, tomo I, pág. 47. - -[8] Para que haya donde escoger nos ofrece _chiqui_ y _exiguus_ en la -última edición, y en el _Suplemento_ añade _cicum_. - - - [Ilustración] - - - - - IDOLILLOS DE GRAMÁTICOS - - -Es todavía muy corriente entre personas no iniciadas en la Lingüística -moderna el creer que la gente del pueblo habla mal el castellano, que -corrompe los vocablos y pronuncia de cualquier manera. Si esto es -verdad, el castellano debe de ser una jerga horrible, puesto que antes -de nacer la Literatura y de que ésta influyese en el habla vulgar -estuvo nuestra lengua á merced del pueblo. Pueblo eran hasta los más -linajudos señores de horca y cuchillo, que encerrados entre sus almenas -en invierno y lanza en ristre, cabalgando por las tierras del señor -vecino, en verano, estaban tan ayunos de lo negro, que apenas si sabían -firmar, si no era con dos palotes en forma de cruz. Y pueblo fueron -también los primeros españoles, que pronunciando malamente el latín, -digo, pronunciándolo á la española, dieron origen á nuestro romance. - -En su nacimiento y evolución durante muchos siglos, el castellano -estuvo á merced de ese pueblo que habla mal, corrompe los vocablos y -pronuncia de cualquier manera. ¿Acaso desde que nació la Literatura, -el romance vulgar se ha pulido y perfeccionado? ¿Lo ha sacado la -Literatura de manos de villanos quitándole esa corrupción con que -nació y se crió y esa pronunciación aviesa de los que lo engendraron -y criaron? Á mí, por lo menos, se me cae de las manos la Historia -de la conquista de Méjico que escribió con mano muy enguantada el -atildadísimo Solís, á pesar de lo que el asunto me halaga; y me voy en -busca de escritores que tiran á copiar el habla vulgar, del autor de la -_Celestina_ y del _Quijote_, de nuestros primeros dramaturgos Juan del -Encina, Lope de Rueda y Lucas Fernández. Juan de Mena, que salido del -polvo, fué persona de cuenta en la corte, si se hubiera ceñido al habla -que aprendió en Córdoba á las faldas de su madre, hubiera sido algo más -ameno y castizo de lo que fué en su Laberinto y en su Coronación. - -Eso de _subverter muros_, de _Pierio subsidio_, de _ignoto_, de _vecina -planura_, de _medios especulares_, de _magnos clarores_, de _templo -immoto_, de _gran pudicicia_ ó _inimicicia_, de _docta ductriz_, -de _carbasos_, de _nueva pruina_, de _morir sepelidos_, de _rostro -jocundo_, etc., etc., sería todo lo jocundo que se quiera para los -que creían que fuera del latín no existían más que lenguas bárbaras, -las cuales era preciso pulir y ataviar con tales joyas; pero á los -ojos de un español todas esas joyas no podían dar gran brillo ni tales -terminachos sonar más que cual bronca y desapacible jerga _ignota_, -poco _ductriz_ de movimientos y de _clarores_ poéticos. - -Pero le dió por saquear el vocabulario latino españolizándolo -como pudo. ¡Gran letrado! Sólo que como pronunciaba _mejor que el -pueblo_, no supo dar á esos infinitos términos latinos, que incrustó -en su lenguaje literario, el corte y la pronunciación genuinamente -castellanos. ¿Por qué? Porque lo genuinamente castellano es lo vulgar, -la pronunciación castellana es la del pueblo, que fraguó nuestro -romance. Juan de Mena pronunciaba, pues, y escribía, no mejor que el -pueblo, sino horriblemente mal los términos latinos que nos regaló. -Y claro está: cuando el pueblo al terciar con la gente culta se ve -precisado á emplear algunos de esos términos, que le han querido -regalar los eruditos, los estropea y corrompe. Pero los corrompe, -como se corrompe el mosto en el lagar, para trasformarlos en términos -castellanos, para darles el corte y la pronunciación que pide el -fonetismo del castellano. Y eso sin reflexión ni principios; sólo por -lo que se ha llamado _genio particular_ del idioma, por ese carácter -fonético propio de cada raza, que lo poseen las gentes que hablan -cada idioma, las gentes del pueblo tan bien y mejor que las personas -ilustradas. El labriego de tierra de Campos no se ha metido nunca á -distinguir una letra de otra en su habla, no sabe si pronuncia _m_ ó -_n_ al decir á su mujer que se va _al campo_, ni siquiera ha analizado -_campo_ en la raíz _camp_ y en el sufijo _o_. Pero el que tenga buen -oído, notará que ese labriego no dice _campo_, sino _canpo_. - -Así lo pronunciaron nuestros padres, puesto que _canpo_ escribieron -hasta que se le ocurrió á algún erudito que en latín era _campus_, y -que, por lo mismo, había que decirse y escribirse _campo_. Si se lo -hubiera advertido á nuestro labriego, le hubiera tal vez respondido: -«¿Y qué tengo yo que ver, ni qué tiene usted que ver con ese latín y -con esos romanos de que usted me habla? ¿Son acaso los _maistros_ que -vienen de los Madriles? Porque entonces, bien podrá ser que tengan -razón». - -Hasta ahí llega la docilidad de nuestro pueblo, que da la razón á -cuantos llegan de los Madriles ó ven que manejan la pluma ó que saben -por lo menos leer. El sacristán, á quien acudían en tiempo de Sancho -Panza para que les redactasen una carta, era un sabio profundo. ¿No -lo había de ser, si sabía de letra? Y lo cierto es que los que tienen -razón son ese nuestro labriego y los demás plebeyos, que os escucharán -con la boca un palmo, y con movimientos afirmativos de cabeza, siempre -que les habléis en nombre de los sabios, aunque esos sabios sean de -los que saben muy á ciencia cierta que _campo_ debe pronunciarse y -escribirse con _m_ y no con _n_. ¡Herejía ortográfica! Y dígame usted, -por vida de los romanos, que bien podridos y repodridos estén en -tierra, ya que no en gloria: ¿Usted pronuncia realmente _campo_ con -_m_? Repare un momento y pronúncielo usted con _m_, á buen seguro que -se echa usted á reir. Como que tendrá usted que cortar el vocablo y -decir _cam po_. Lo cual si es muy castellano, venga el labriego y lo -diga, ó vengan los romanos, que son los que para usted tienen más voto -en la _materia_. - -Recuerdo que un tío, que tenía alguna confianza conmigo, en cierta -ocasión, habiéndome oído pronunciar esta misma frase, se me quedó -mirando sin pestañear, y luego murmuró entre dientes: _¡materia! -¡materia!_ Él no entendía por _materia_ más de lo que sale de un dedo -enconado ó de otra apostema por el estilo. Y eso porque los médicos -han llevado el vocablo hasta las alcobas de los últimos barrios; que -antes, digo, cuando los primeros españoles oyeron á los romanos el -término _materia_ aplicado á los materiales de construcción, les sonó -á _madera_, y tal lo pronunciaron. Así corrompieron los españoles -el latín, formando el castellano, y, según he dicho al principio, -_madera_ será vocablo mal pronunciado. Lo es ciertamente: latinamente, -no castellanamente hablando. Los médicos, como gente sabiada, no han -querido corromper tan feamente la _materia_ latina al cogerla del -Diccionario latino para expresar el _pus_, ni los literatos para -expresar el asunto de una obra literaria. Pero el caso es que _madera_, -si no es tan latino como _materia_, es en cambio más castellano. -Toda _t_ latina entre dos vocales sonó en España como _d_: _lado_ -de _latus_, _pedir_ de _petere_, _amado_ de _amatus_, _verdad_ de -_veritatem_, _miedo_ de _metus_. - -Tal es el ingenio fonético de nuestro romance. Los médicos y literatos -tienen más ojo al ingenio latino: he ahí por qué después nos dicen -que el pueblo corrompe los vocablos. Los corrompe, claro está, -para mudarlos de latinos, como ellos se los traen, en castellanos. -Pronuncia, no de cualquier manera, sino á la castellana; mientras que -ellos quieren pronunciar á la romana. Pronunciar á la castellana llaman -ellos corromper, echar á perder el habla. Tienen grandísima razón: es -corromper, echar á perder el habla _latina_; pero ellos corrompen y -echan á perder el habla castellana, pretendiendo que hablemos medio en -latín y con pronunciación latina. Total, que el pueblo pronuncia mal -para los que tienen por ideal el latín. Es chistosísimo: el ideal del -idioma castellano debe ser el latín. ¿Y por qué no ha de ser el ideal -del latín, que ellos nos traen, nuestro castellano? ¿Los muertos han de -vencer y señorear á los vivos? ¿En la ley general de la lucha por la -existencia sólo el lenguaje ha de andar patas arriba, quedando vencidos -los sobrevivientes y vencedores los que sucumbieron? Eso es querer -resucitar á los difuntos y matar á los vivos. - -No parece, pues, tan cierto que el pueblo corrompa los vocablos y -pronuncie de cualquier manera. Los que corrompen la pronunciación -castellana y pronuncian de cualquier manera el castellano son los que, -por pruritos de erudición, pero pruritos morbosos que exigirían una -nueva soba ó un francesísimo _masaje_, pretenden que dejando el ingenio -propio del fonetismo idiomático del habla de los españoles, resucitemos -el ingenio fonético del latín, que murió hace ya una buena porción de -días. La cultura literaria debe servir para elaborar rotundos períodos, -si á alguno le gustan, ó abrillantar con vistosos epítetos y cortar -y recortar de mil maneras la frase, y sobre todo para crear obras -artísticas encarnando ideas peregrinas en el material lingüístico que -el lenguaje ya hecho le ofrece. Pretender dar nuevo natural y otro -colorido fónico á ese lenguaje, es mucha altanería y mayor insensatez. -El pueblo, que labra y remuda el habla, hace uso instintivamente de una -sabiduría tan honda, que desconcierta á cuantos se paran un momento -á estudiar lo que un idioma cualquiera significa. Pero me llevaría -demasiado lejos este nuevo punto de vista, y lo dejaré para otro día. - - * * * * * - -Al decir en mi anterior artículo que el lenguaje formado por el pueblo -encierra profunda filosofía, no me refería á esa filosofía vulgar de -dichos y refranes, que de ordinario más tienen de gramática parda que -de filosofía moral ó metafísica, y que se deben al fin y al cabo á la -reflexión, á algún individuo particular que tuvo una buena salida ó que -supo cifrar en breve fórmula una verdad de experiencia, que ya estaba -en el ánimo de todos. - -Donde se descubre esa profunda filosofía es en el mismo lenguaje que -inconscientemente elabora el pueblo, concurriendo todos á la vez, sin -creer nadie que concurra en particular. Nosotros mismos, que al parecer -conservamos el idioma castellano como nos lo entregaron nuestros -padres, lo estamos sin saber trasformando, y no lo entregaremos á -nuestros sucesores tal como lo recibimos. Compárese el habla del siglo -XVI con la actual, prescindiendo de los escritos, pues la letra puede -ser la misma cambiando la pronunciación: las diferencias saltan á los -ojos. Hemos reducido al actual sonido _j_ los dos sonidos franceses -de _j_ en _jamais_ y de _ch_ en _chat_, que ellos tenían y que hemos -perdido, y á la actual _z_ los dos sonidos, que ellos pintaban por -_ç_ y _z_, y que se distinguían entre sí y ninguno se pronunciaba -mordiéndose la lengua. ¿Vamos á ser nosotros los primeros que podamos -oponernos á la corriente que va trasformando incesante, aunque -inconscientemente, el habla? - -Ni cien Academias, ni todos los literatos juntos, podrían lograr que -los españoles digan _obscuro_ con _b_, _Septiembre_ con _p_. Los mismos -literatos y Académicos, cuando hablan como españoles, dicen _oscuro_, -_Setiembre_, y los que mejor pronuncian dicen _escuro_.--¡Eso es del -pueblo bajo!--Y... de Granada, León y Cervantes. Y no es que en esto -haya evolucionado el castellano. En esto habrá evolucionado la reacción -erudita, como en decir _afuera_ por el _ajuera_ vulgar, ó el _ahuera_ -del siglo XVI, que sonaba casi lo mismo; en decir _fué_ por el _jué_ -vulgar ó _hué_ antiguo; en decir _fuerza_ por el _juerza_ de la gente -del campo y de nuestros literatos de antaño; en decir _indigno_ por -_endino_ é _indino_, como los tíos de hoy y Calderón y Cervantes. -Pero el habla castellana en nada de eso ha evolucionado, porque sería -esa la evolución del cangrejo, sería volver al latín, cosa en que los -españoles no tienen gran comezón por seguir á los eruditos. - -Hay ciertos principios fonéticos que rigen la idiosincrasia de cada -idioma, y que arraigan en lo más hondo de la fisiología y de la -psicología de la raza, contra los cuales las Academias nada pueden, -si no es mostrar á veces un tremendo desconocimiento de las leyes -y principios del lenguaje. De esos principios arrancan las leyes -fonéticas que se observan dentro de cada idioma con una filosofía -y regularidad que pasman. Contra esas leyes pretende levantarse el -dómine, henchido de toda la arrogancia que le presta el nombre romano. -El lenguaje no es la manifestación del pensamiento y de la razón -individuales, ni aun de la prepujante arrogancia del dómine que se nos -viene encima con todo el peso del Imperio cesáreo; es la manifestación -de la razón y del pensamiento de una raza, de la raza española, que -no es lo mismo que la raza latina. No es el lenguaje la voz de un -individuo, aunque ese individuo se llame Cervantes ó Calderón, es la -voz de la sociedad entera, mejor dicho, es la voz de raza. - -El idioma es la propia é inmediata creación de un pueblo. Es el mundo -ideal, en el cual viven las inteligencias de todos sus individuos, -y cuya atmósfera común lleva á todos los pensamientos de todos, -armonizando en íntima unidad el pensar y el sentir de los particulares, -y haciendo latir de la misma vida espiritual todas las inteligencias. -En sí mismo, el lenguaje es algo impalpable, que no vive en uno ó en -otro individuo, sino en el conjunto de todas las inteligencias, en -la fusión íntima del pensamiento, del espíritu de un pueblo con el -material fónico de su idioma. El mayor talento queda aniquilado, cual -gota echada en el océano, ante la potencia intelectual de toda la raza, -acumulada en su idioma. Las tendencias fonéticas, que hacen evolucionar -la pronunciación, siguen los mismos pasos, obedecen á los mismos -principios, son tan producto de raza como el habla en su elemento ideal. - -No pronuncian, pues, á capricho y de cualquier manera los tíos que -hacen reir al erudito inconsiderado. No hay fenómeno en la naturaleza -que no tenga su razón de ser; el acaso es la receta con que se -consuelan el ignorante ó el perezoso. Esa pronunciación del rústico, -que al gramático se le antoja corrompida, no es sino muy regular, -harto más regular que la que él quiere enseñarle, aprendida del latín: -obedece á leyes fonéticas tan ciertas y regulares como el movimiento -de los astros, puesto que son producto, no del capricho individual, -sino del carácter y de las tendencias fisiológico-psíquicas de toda la -raza durante centenares de generaciones. ¡Cuán ridículo no aparece el -gramático que, pagado de su latín, mejor ó peor aprendido, pretende -dar una lección de pronunciación al pueblo! ¿Qué vale ese átomo -de reflexión gramatical ante los principios de raza que le hacen -pronunciar al rústico de una manera instintiva é inconsciente? - -Se ha disputado y sigue disputando entre los partidarios de la -Lingüística novísima y los de la antigua escuela de Bopp y Schleicher, -sobre si las leyes fonéticas son leyes sin excepción. No basta para -llevar la negativa el considerar la variedad fonética que distingue á -los dialectos, la cual llega á veces hasta diferenciar el habla de dos -poblaciones vecinas. Eso no arguye más que una cosa, que los factores -han sido distintos en naturaleza ó en intensidad, y que á veces nos es -difícil averiguar esos factores y la potencia con que concurrieron al -efecto total. - -Esa debatida cuestión de la universalidad de las leyes fonéticas -tiene una solución clarísima, que sólo puede descontentar á los que -se empeñan en buscar tres pies al gato. Por cuanto acabo de decir, -el fonetismo de un idioma ha sido producto inconsciente de toda la -raza. No se convirtió el latín _materia_ en _madera_ porque así se le -ocurrió pronunciarlo á Juan ó á Pedro, como se le ocurre pronunciar un -vocablo latino á un erudito, cuando lo trae por primera vez al léxico -castellano. Si así fuera, á Antonio y á Esteban se les hubiera ocurrido -pronunciar ese término _materia_ de otra manera, lo cual no sucedió. -La prueba es manifiesta: en castellano toda _t_ intervocal se ha hecho -_d_: luego no hubo tales ocurrencias individuales para que resultase -_madera_ y resultase _mudo_ de _mutus_, y _boda_ de _vota_, etc., etc. -El individuo es impotente; los cambios fónicos resultan de toda la masa -de la nación, provienen de causas comunes y generales, que arraigan en -la fisiología y psicología, no del individuo, sino del pueblo, puesto -en tales circunstancias y con su carácter y civilización propias. Pero, -así como en un fenómeno físico entran á veces como factores muchas -leyes físicas, hasta el punto de no poderse deslindar el influjo de -cada una de ellas en la resultante total, y de que mucho menos se pueda -prever un efecto determinado puestas varias causas, por ignorarse las -que pueden intervenir en esta colisión y lucha de leyes y fuerzas, -así es difícil llegar á conocer todas las leyes que intervienen en la -producción de un fenómeno fonético, y mucho más el poder predecir de -antemano la resultante de varias leyes fonéticas. - -Las leyes obran sin excepción cuanto pueden. Si después su acción -queda neutralizada por otras más ó menos opuestas, ¿llamaremos -excepción á la resultante que no se atiene enteramente á las leyes que -creíamos nosotros que únicamente intervenían? Llámense, si se quiere, -excepciones: en este supuesto, la naturaleza es un caos, un montón de -excepciones, no es un _cosmos_, un _mundo_ ordenado. Pase ese término, -como hijo de nuestra ignorancia; pero en la pura y cabal inteligencia -del universo, ese término carece de sentido. - -El rústico que dice _madera_ hace uso de harto más profunda filosofía, -bien que inconsciente, que el necio gramático que pronuncia _materia_. -El gramático está solo con su capricho, con el capricho de pronunciar -el castellano á la latina, que es capricho tan respetable, ciertamente, -como el de aquellos ostrogodos que les daba por servirse de cráneos de -difuntos para beber en sus festines. Ese gramático será un gran latino, -pero también es un gran ostrogodo. En cambio el rústico se apoya sobre -el inquebrantable cimiento de las leyes de la naturaleza, y tiene tras -sí la masa imponente de toda la raza. - -El infeliz se ve un día precisado á llamar al médico para que vea á -su hijo que se le muere: _señor Dotor_, le dice. Y al grave _Doctor_ -con _c_ se le escapa una doctorísima sonrisa. Durante diez y nueve -siglos han evitado pronunciar todos los españoles el grupo _ct_, hasta -lo evitaron los mismos eruditos del Renacimiento. No sé desde cuándo -las personas cultas han dado en pronunciarlo diciendo _Doctor_ en vez -de _Dotor_. ¿Quién es el necio? En su primera evolución castellana -_ct_ dió _ch_, _pecho_ de _pectus_, _lecho_ de _lectus_, _hecho_ de -_factus_, _lechuga_ de _lactuca_. Cuando después los eruditos trajeron -nuevos términos latinos con _ct_, al llegar al pueblo, y aun entre los -mismos eruditos, dejóse siempre la _c_ y sonaban _Dotor_, _dotrina_ y -_dotrino_, _afeto_, _bendito_, _maldito_, y no _bendicto_, _maldicto_. -Hoy día es tal la fuerza de la cultura, que aprovechándose de ella, -los nuevos eruditos han conseguido que _Doctor_, _doctrina_, _afecto_, -etc., lleguen á pronunciarse así á la latina, contra el ingenio del -castellano, en la clase elevada y en la clase media; sólo quedan _doto_ -y _afeto_, ó _afeuto_ (ó lo que ustedes quieran, con tal de no decir -_afecto_) para el ínfimo pueblo, cuando se ve necesitado á emplear -estos terminajos, que á nada les suenan, y sólo sí les descerrajan los -oídos. - -La costumbre es una segunda naturaleza; no me extrañará, pues, -que aquí el gramático erudito vuelva á su tema: _Eso, por más que -digan, es corromper los vocablos_. Corromper es un término muy vago, -propio de épocas ignorantes en cosas de química: hoy se prefieren -los términos mudarse ó evolucionar, ú otros más conformes á los -nuevos conocimientos. Repito que eso es corromper los vocablos -latinos, pero que también el mosto tiene que corromperse, si hemos -de seguir saboreando el vino en nuestras mesas. Convendría que esos -tales gramáticos, sin tener en cuenta la evolución que ha sufrido el -vestido, se echaran la túnica y la toga, en vez de las prendas que -acostumbren llevar, y se marcharan muy satisfechos _en pernetas_ á la -Puerta del Sol. Otras consecuencias, no ya vestuarias, sino puramente -gramaticales, las dejo para otro día. - - * * * * * - -_El pueblo no pronuncia bien._--Aunque someramente, he procurado hacer -ver en mis anteriores artículos que los que no pronuncian bien son los -eruditos, cuando por mirar al latín se apartan de la pronunciación del -pueblo. Las consecuencias de tal manera de pensar son tan graves, que -no un artículo, sino un libro, estaría bien empleado en declararlas. -Para mí nunca ha tenido sentido el símbolo ó cifra, empresa ó mote -de la _Real Academia Española_. No digo que no lo tenga: los claros -varones que en las primeras juntas del año 1713 resolvieron que el -escudo y sello de la Academia, que con tanto acierto, y tan patriótico -interés acababan de fundar, había de tener por cifra _Limpia, fija -y da esplendor_, hubieron de saber muy bien lo que se hacían. -Veamos si llegamos nosotros también á saberlo. Toda _cifra_ pide se -_des-cifre_. El crisol puesto al fuego alude, dice la primera edición -del Diccionario (p. XIII) «á que en el metal se representan las voces, -y en el fuego el trabajo de la Academia, que reduciéndolas al crisol -de su examen, las limpia, purifica y da esplendor, quedando sólo la -operación de fijar, que únicamente se consigue apartando de las llamas -el crisol y las voces del examen». El crisol es, pues, el examen -académico. Pero para que el crisol sea bueno, por lo menos es menester -que sea _de barro muy refractario_: lo cual en nuestro caso entiendo -que debe ser la fijeza y estabilidad de principios á que atenerse -para juzgar y examinar los vocablos. Sin principios fijos el juicio -no puede ser certero: quiébrase el crisol, y la materia fundida se -derrama sin limpiarse el buen metal ni separarse de su escoria. Pues -bien: la pronunciación vulgar va por un lado, la erudita por otro. El -pueblo conserva sus vocablos pronunciándolos como los pronunciaron los -antiguos españoles ó con las modificaciones debidas á la evolución -lenta y natural; los eruditos de un golpe, sin encomendarse á Dios -ni al diablo, sino todo lo demás al _Dius Fidius_ de los _Quirites_, -quitan ó ponen letras, admitiendo nuevos fonemas que riñen batalla -campal en labios del desdichado labriego que se ve precisado á -emplearlos. Luego, no hay principios, á no ser que se tengan por -tales los del fonetismo latino, que caen tan bien al castellano como -el traje romano al que dijimos se fuera á tomar el fresco un rato -por la Puerta del Sol. No les bastará, pues, la mejor intención del -mundo á los Sres. Académicos para que á lo mejor de la función no se -les quiebre el cacharro entre las manos. Por sabios, discretos y bien -intencionados que sean (¿y quién pondrá peros á los mejores hablistas -castellanos?), tienen que volverse á sus casas sin haber limpiado dos -adarmes de idioma castellano. ¿Qué digo? Sin haber logrado llegar á -la indispensable fusión: porque faltó cacharro. Aquí sí que viene de -perillas aquello de que _No se quiebra por delgado, sino por gordo y -mal hilado_, que reza su Diccionario. Lo primero es lo primero, es -decir, los principios, que lleven en una ú otra dirección el juicio de -los examinadores. - -Abro la última edición, en la página 370 leo: «_Dotor_, m. ant. -_Doctor_. _Dotrina_, f. ant. _Doctrina_. _Dotrinar_, a. ant. -_Doctrinar_». En la primera edición aquellos insignes Académicos -pusieron _dotor_, _dotrina_, y no como anticuados, pues así lo -pronunciaban ellos y el pueblo y así lo habían pronunciado y escrito -los clásicos. Cierro para hacerme cruces con calma y espacio, y ¡para -mi santiguada! me digo y pregunto: _dotrino_ no lo hallo, y á buen -seguro lo habrán dicho bastantes veces todos los Sres. Académicos; y -al volver de la primera esquina oirán, aunque no sea á Luis Taboada: -_chica, voy en casa del Dotor_. ¿Por qué se han dejado _dotrino_ en el -tintero y han anticuado los Académicos esos nombres que se oyen á cada -paso? ¿Por creer que así limpiaban el castellano, convirtiéndolo en -latín? No, porque se les quebró el cacharro, y esos nombres, que sin -duda les había tocado estar en él, se derramaron por las calles. - -En la misma página: «_Doy_ (Contracc. de _de hoy_), adv. t. ant. De -hoy, desde hoy». No es antiguo. En el habla vulgar se evitan este y -otros hiatus. Sólo que los antiguos escribían como hablaban, que es lo -que dicen se debe hacer, nada menos que Valdés y Nebrija y... todos los -Académicos; y hoy queremos inventar una nueva lengua cuando escribimos, -lengua que bien pudiéramos llamar _culta-latiniparla_, ya que no -podamos llamarla española, por el hecho de apartarnos en ella del habla -de los españoles. - -No exagero: en toda la página siguiente (371) no hay más que una -palabra de uso vulgar, _dragón_. Lo cual no quiere decir que se -hayan de borrar las demás del Diccionario. El habla, como todos los -organismos, necesita alimentarse durante su vida, el neologismo y el -arcaísmo son condiciones indispensables de su existencia, son los -materiales de su asimilación y desasimilación. Pero si el vegetal se -mantiene de principios minerales y el animal de vegetales, el lenguaje -tiene su mantenimiento apropiado, cada cual el suyo. Los términos antes -de asimilárselos cada idioma los digiere dándoles el colorido fonético -que le es propio. _Doctor_, _doctrina_ son indigestos; _dotor_, -_dotrina_ dijeron y escribieron todos nuestros autores que tenían uso -de razón y dice todo español que no ha sido tocado de esta enfermedad -ya endémica. Claro está que _doctor_ y _doctrina_ diré y escribiré yo, -como todo el que hoy escribe y habla cultamente. Pero convengamos en -que los que trajeron esta epidemia, hoy convertida en endemia, hicieron -mucho daño, puesto que dividieron en dos el idioma antes único, lo -partieron por el eje. Los sabios Académicos ¿qué habrán de decidir -entre tan encontrados principios? Atenerse á lo que yo, á lo culto y -poner un _anticuado_ á lo que no lo es. Esto significa más de lo que -parece: es matar oficialmente, no sólo cuatro palabras, _dotrino_, que -se omite, y _dotor_, _dotrina_, _dotrinar_, que se jubilan, sino el -fonetismo castellano que es evitar _ct_. Y como el que á hierro mata á -hierro muere, al portarse así con indefensos individuos, aunque sean -golfos sin hogar lujoso y culto, se dan muerte á sí mismos: desechan -ese principio fonético que les serviría para limpiar, fijar y dar -esplendor, y se hallan metidos de cabeza en medio de un Babel: nosotros -diremos _doctor_, el pueblo dirá _dotor_, pese á quien pese, y pueblo y -nosotros diremos _dotrino_. Eso no es fijar, sino poner en danza unas -y otras variantes; no es limpiar, sino revolver el cotarro; no es dar -esplendor, sino oscuridad y vaguedad al idioma. - -La primera edición del Diccionario dice que uno de los capítulos de su -plan era «desterrar las voces nuevas, inventadas sin prudente elección, -y restituir las antiguas, con su propiedad, hermosura y sonido mejor -que las subrayadas: como por _inspeccionar_, _averiguar_». Nuevo -es _inspeccionar_, como todos los que comienzan por la preposición -_in_, que en castellano se hizo _en_, _an_, _añadir_ de _inaddere_, -_entender_ de _intendere_, _antruejo_ de _introitus_, _amparar_ por -_imparar_. Ese amontonamiento de consonantes en _inspeccionar_, tan -parecido al de _doctor_, pugna con la sonoridad propia y natural que -distingue al castellano entre todas las lenguas de Europa. Y esa -sonoridad no es hija de la reacción latina, sino del fonetismo vulgar. -Entre esas dos tendencias ¿á cuál nos atendremos? Á la más bárbara. Hoy -todo el mundo progresa, que es una barbaridad. - -La Academia Española no pudo mostrarse más modesta, discreta y avisada -en esta solemne declaración. «El poner estas autoridades (en el -Diccionario) pareció necesario, porque deseando limpiar, purificar y -fijar la lengua, es obligación precisa que la Academia califique la -voz...: pues con este método muestra la moderación con que procede, -y desvanece las inventadas objeciones de querer constituirse maestra -de la lengua...: que la Academia no es maestra, ni maestros los -Académicos, sino jueces...; sólo da censura á las que por anticuadas, -nuevas, supérfluas, ó bárbaras la necesitan». ¿_Dotor_ es palabra -anticuada? Ya hemos visto que no. ¿_Doctor_ es nueva? Por lo menos -para el pueblo, _penes quem_..., y para nuestros clásicos, que decían -_dotor_. ¿Es _doctor_ supérflua? Supongo que sí, habiendo _dotor_. -¿Es bárbara? Sí, aunque sea muy romana, y por el mismo caso de serlo. -Bárbaro no es lo no latino, sino lo no idiomático en cada lengua. -Barbarismo sería decir en castellano _collocare_ por _colgar_, como -decir en latín _colgar_ por _collocare_. No hay, pues, reglas fijas. -Repito que el cacharro se quiebra, y los Académicos no pueden limpiar -ni fijar nada, mientras no desechemos esas prevenciones añejas, y -estudiando bien el ingenio del castellano tengamos principios ciertos á -que bandearnos. - -¿Qué ingenio es ese del castellano? Si aquellos primeros Académicos, -á pesar de su autorizado saber y juicioso aviso, declaran que no son -maestros, menos lo soy yo. Ni es fácil, por lo demás, declararlo en -unos artículos. Con todo, algo pudiera apuntar escudriñando y poniendo -en claro esa misma pronunciación vulgar tan menospreciada. Si la -sangre popular dicen los sociólogos que es la que renueva y vigoriza -siempre la masa gastada de las clases altas, los lingüistas por su -parte afirman que el habla popular ha de llevar siempre nueva vida, -nuevos bríos, al lenguaje erudito y literario, so pena de quedar éste -convertido en una lengua muerta entre los papeles de los literatos. Tal -sucedió al griego y al latín clásicos desde el momento que dejaron de -arraigar en los dialectos vulgares, y tal sucedería á nuestra lengua, -si fuera creciendo esa divergencia entre el lenguaje escrito y el habla -del pueblo español. - - - [Ilustración] - - - - - LOS ORÍGENES DE LA LENGUA CASTELLANA SEGÚN UN LIBRO RECIENTE - - -_La Gramática y Vocabulario de las obras de Gonzalo de Berceo_, obra -premiada en público certamen por la Real Academia Española, acaba de -salir publicada á sus expensas. Su autor, D. Rufino Lanchetas, no ha -menester nuevos elogios. Bien conocido como uno de los buenos filólogos -españoles, y como el que mejor ha comprendido la fonética del verbo -castellano, en esta monumental obra de 1.042 páginas ha vertido todos -sus conocimientos y erudición lingüística acerca de las evoluciones de -nuestra lengua. - -No conociéndose los códices manuscritos que tuvieron á la vista el P. -Sarmiento y D. Tomás Sánchez, y no habiéndose hecho la edición crítica -de las obras del poeta riojano, trabajo indispensable que debiera haber -precedido al de su estudio lingüístico, ha debido acogerse á las -tres conocidas colecciones de los Sres. D. Tomás Sánchez, don Eugenio -de Ochoa y D. Florencio Janer y á otras obras particulares por otros -publicadas, llenando en cuanto ha podido esta falta de texto crítico y -depurado con los conocimientos teológicos y bíblicos necesarios para -interpretar á un poeta erudito-religioso, que en medio de las guerras -y glorias nacionales de su época no salió de su rincón de la Rioja, -tratando con los monjes como uno de ellos, aunque sólo fuera sacerdote -seglar, y ocupado solamente en cantar el sentimiento religioso por sus -dos caras, positiva ó del bien, y negativa ó del mal, de la gracia y -del pecado, del cielo y del infierno. Pero, en lo literario, nos ha -dado á conocer á Berceo D. Marcelino Menéndez y Pelayo en el tomo II su -Antología de poetas líricos castellanos tan cumplidamente, que en pocas -páginas al poeta castellano más antiguo que conocemos nos lo ha hecho -ya familiar y agradable por la suavidad y delicada unción mística, por -el realismo de la narración, por el candor del estilo, no exento de -cierta socarronería é inocente malicia, y por la armonía con que supo -combinar y disponer las palabras de su lengua, como dijo Puymaigre. - -Lanchetas se ha ceñido á la parte lingüística. Para mí, lo más -original, fuera de las doctrinas que ya conocíamos por su tratado del -Verbo castellano, es el Apéndice que versa sobre la versificación de -Berceo. Parece que para los postres ha querido reservarnos el mejor -plato. El asunto es difícil y cuya solución nunca podrá pasar las -lindes de cierta probabilidad; pero creo que el autor, enterado, como -pocos en España, en los secretos de la Métrica antigua, y encariñado -con esta cuestión, la ha aclarado cual ninguno. No hay que pensar en -el pentámetro al querer buscar el origen del alejandrino. De ritmo -dactílico, por su naturaleza y origen, puesto que derivó del epos ó -exámetro, este metro exigía necesariamente la base de la versificación -antigua, la cantidad prosódica. No sé cómo Sánchez, Amador de los -Ríos y Revilla pensaron y se detuvieron en él. El dímetro yámbico -cataléctico, compuesto de dos dipodias yámbicas, la segunda incompleta, -con los golpes fuertes propios de los yambos en la segunda parte de -cada uno de los pies, y precediendo el golpe más fuerte al que lo es -menos, fué muy usado en los himnos eclesiásticos, por ser de los que -mejor se acomodaban al principio de la nueva versificación, basada -solamente en el acento espiratorio. Reunidos de dos en dos estos -dímetros yámbicos, que rimaban por pares como el romance, es decir, que -eran versos heptasílabos de rima consonante alternada en los pares, -resultó la serie de alejandrinos. Desdoblando un cuarteto alejandrino, -resulta, por el contrario, una octavilla de rima consonante en los -pares: - - Dabán olór sabéio - Las flóres bién oliéntes. - Refréscabán en ómne - Las cáras é las miéntes. - Manában cáda cánto - Fuentés clarás caliéntes, - En véranó bien frías, - En yviernó caliéntes, (_Milagros_, 3). - -Compárese ahora con el Θέλω λέγειν 'Aτρείδας | Θέλω δε Κἁδμον ᾅδειν en -dímetro yámbico cataléctico de la conocida anacreóntica, y con el himno -_ante Somnum_ de nuestro Prudencio: - - Adés Patér supréme - Quem némo vídit únquam, - Patrísque sérmo Chríste, - Et Spíritús benígne. - -Los hemistiquios esdrújulos alejandrinos corresponden naturalmente -al dímetro yámbico acataléctico completo: «El fruto de los árboles» -(_Mil._, 15), y «A sólis órtu cárdine» (Himno de la Virgen). El -paralelismo no puede estar más claro. Lanchetas ha desenvuelto, pues, y -redondeado la doctrina ya emitida por Bello y Benot, y la ha declarado -con todo el aparato de la técnica métrica de Christ (_Metrik d. Griech. -und Römer_). - -Este autor emplea el término griego θέσις en el sentido etimológico en -que lo emplearon los griegos, en el de golpe fuerte, que correspondía -al bajar de la batuta ó dar un golpe con el pie en el suelo, conforme -al tecnicismo de la música y de la orquéstrica, de donde tomaron sus -términos los poetas. Lanchetas llama á ese golpe fuerte _arsis_, -siguiendo á Bentley y Hermann, que lo tomaron de los gramáticos latinos -posteriores (S. ISIDORO, _Orig._, I, 16), los cuales confundieron -los dos vocablos _arsis_ y _thesis_, dándoles opuesta significación -á la que entre los griegos habían tenido. Es lo único que tengo que -advertir, además de los dos deslices siguientes que noto en este -apéndice. En el final del verso, dice en la página 1.027, está la norma -de nuestra versificación, «así como el de la metrificación clásica -estaba _en el comienzo de ellos_» (de los versos). Y en el final, -que es el que daba precisamente el tono. En la página 1.038 dice que -el pentámetro «pasó de Grecia á Roma, donde se le usó también con el -exámetro, pero destinado casi exclusivamente á los asuntos de carácter -triste. De aquí el llamarlo también _pentámetro elegíaco_». Este nombre -viene de elegos, que era el propio del dístico, compuesto de exámetro y -pentámetro, fuera del cual nunca se empleó. Por lo demás, el _elegos_ -se usó en todo linaje de poesías, que nada tenían de tristes, tanto en -Grecia como en Roma. - -Del Vocabulario, lo que podemos decir es, que para los estudios -lingüísticos del castellano nos hacía muchísima falta; bastantes -etimologías habría que corregir; pero, por no entrar ahora en -menudencias, lo dejaré para hacerlo en otra ocasión. Tampoco me -detendré en particularidades tocantes al estudio gramatical del autor. -Sólo sí me parece debo hacer notar algunos conceptos poco apurados -vertidos en la Fonología, por ser de consecuencia y tocar al método. - -El que mira una lengua extraña al través de un Diccionario y de una -Gramática, natural es que se forme un concepto inexacto de esa lengua. -El tal Diccionario es para él un almacén donde se guardan los términos; -y la Gramática, un inventario donde, por orden de clases, se describen -las particularidades de los mismos términos; esa lengua es una -colección de objetos, determinados en número, hechos y acabados, que -no admiten retoque. Semejante concepto del lenguaje es, sencillamente, -una niñería. Un idioma no es más que un conjunto de temas y de sufijos; -pero la infinidad de combinaciones de estos elementos no está ya hecha -de una vez. El pueblo que lo habla lleva en su cabeza tantos conceptos -generales como son esos temas, y tantas clases de relaciones como son -esos sufijos; pero de la combinación de esos conceptos entre sí, y -de esas relaciones entre sí, y de esos conceptos con esas relaciones -surge un mundo ideal sin riberas, al cual responde otro mundo fónico -tan sin cabo de vocablos que, al brotar cada nuevo concepto, lo viste -de una forma sonora, resultando una nueva palabra, una nueva frase. -Es, pues, el idioma, no un almacén de cosas contadas é inventariadas, -sino una herramienta que puede fabricar, ó un campo que puede dar de -sí cuanto necesite la mente. Es tan imposible que en un Diccionario -puedan inventariarse todas las palabras, como que puedan almacenarse en -un lugar, por grande que se le suponga, los géneros que pueden salir -de una fábrica bien organizada. Además, renovándose las ideas de la -sociedad continuamente, á la continua se renuevan las calidades de esos -géneros. - -Por eso, ó yo no entiendo este párrafo de Lanchetas, ó la idea que él -tiene del lenguaje no es la que acabo de exponer. «Berceo floreció, -dice, en un tiempo en que la lengua castellana no tenía para las -transformaciones más freno que el de la comprensión de los que con él -hablaban la misma lengua»; de donde infiere un dualismo lingüístico en -el poeta riojano. Ese único freno de la comprensión, si freno ha de -llamarse, lo ha habido siempre en el habla, sin que empezca para que -los idiomas sean algo uno y bien trabado, sin esa dualidad lingüística, -un verdadero sistema fónico. - -Yo veo en esas palabras el efecto de otra ilusión óptica del que mira -el castellano antiguo como algo ya muerto, y lo coteja con el actual. -Parécele que aquellos sufijos y aquellas formas, que hoy no tienen ya -vida, eran como dañinos chupones en el tronco, que una Academia hubiera -podido y debido podar. Los fenómenos lingüísticos del castellano de -entonces, por no parecerse á los del actual, se le antojan como sin -norma ni principios, cual excrescencias irregulares. Es otra ilusión: -ésos son géneros que producía en aquel momento histórico la misma -fábrica que hoy produce los que nos parecen más regularizados. No es -mucho extrañemos los trajes y modas pasadas; pero lo mismo extrañarán -mañana los de hoy nuestros nietos. Ni en Berceo ni en el habla vulgar -de su tiempo se dió tal dualismo lingüístico; el que sí se dió y se -da hoy es el apuntado después por el Sr. Lanchetas, y que el mismo -Berceo da bien á entender: el del habla erudita, tomada del latín, -que contrasta con el habla vulgar. Pero aquella habla vulgar, como la -de hoy, créame Lanchetas que era muy regular, y tan sistemática en -sus principios como cualquier otro idioma. Los dialectos literarios -y eruditos, que en parte arraigan en el habla vulgar y en parte se -les estira hacia otra lengua, como el castellano escrito hacia el -latín, ésos son los que llevan en su seno la dualidad lingüística, la -disparidad de tendencias, la hibridez de sistemas. - -No hay que darle vueltas: el hombre es una gran cosa, sus obras son -una grandísima cosa, pero la naturaleza es algo más grandísima cosa. -Todo lo artificial es un juguete que remeda toscamente, y hasta de una -manera visible, como un muñeco, á la naturaleza; y el habla natural es -el habla del pueblo, y los muñecos que la remedan, todos esos pegotes -de la erudición. - -Es que se considera el idioma cual si fuera un artificio tan hechizo -como la Literatura, distando de ella cien leguas. La Literatura, hablo -de la erudita, como la Pintura y todas las demás artes, son, al fin -y al cabo, muñecos, bebés, carrillos, toros, caballos de cartón, de -madera, de cualquier otra cosa, menos de carne y hueso. Á la verdad que -son juguetes de personas de edad, con los que muy honestamente podemos -entretenernos. Pero no por eso hemos de parear, y aun preferir, los -cartones pintados, los ojos de vidrio y aun el serrín embutido en el -bebé, á un angelito que sola la naturaleza supo fraguar en el seno de -una inconsciente é ignorante mujer. Sólo que, como cada cual alaba sus -agujetas, desde que hay hombres, con todas sus necedades metidas en -el cuerpo, se han forjado la candorosa opinión de que los muñecos que -él se fabrica para su honesto solaz ó para sus apremiantes menesteres -son más hermosos y acabados que los de la madre naturaleza. Por eso -llama artes, cultura, civilización, progreso, á esos juguetes y á su -manufactura, dejando para los salvajes primitivos el cielo estrellado y -los prados vestidos de verdura. El niño se regocija y embebece con un -caballo de cartón y se estremece ante un caballo que, sin darle cuerda, -puede y sabe relinchar; la niña besuquea un burujo de trapos pintados y -riñe con su hermanito chiquito. El habla vulgar es la expresión natural -en la que vierte un pueblo sus ideas; el habla erudita, en cuanto de -esa habla vulgar se aparta, son trapos y cintajos con los que, por -un pudor mal entendido, queremos encubrir la belleza natural de las -formas. Otrosí: el _cake-walk_ parece tan saleroso y bonito danzado -por estirados ingleses, como el latín que han traído los eruditos, -pronunciado por un manchego. Pero quede aquí esta digresión. - -Es un crasísimo error el creer que las lenguas tienen un período de -formación en el que domina la anarquía; otro de perfección, y otro de -caduca vejez. En cualquier momento histórico que se le considere, un -idioma es un sistema único y, por consiguiente, acabado en su género; -un instrumento de expresión no sistematizado, sino en plena anarquía, -no ha existido jamás, porque no serviría para el caso, y porque el -idioma no es una mesa que los bárbaros del Norte puedan desvencijar de -un par de hachazos y dejarla coja; sino un instrumento de expresión que -va evolucionando en mejor ó peor dirección, pero que está sistematizado -y organizado en todas sus piezas, en cualquier momento histórico -que se considere. Mirándolo en aquel momento hacia atrás, parece que -aún se hallaba informe y sin acabar, y para cada época el idioma en -las épocas precedentes se halla en vías de formación. De ahí todos -esos epítetos que se derrochan contra las antiguas maneras de ser del -idioma: Cicerón llamaba informe, bronco y rudo al latín de Enio; León -lo repetía respecto del castellano del siglo XIV; Salvá respecto del -del siglo XVI y XVII, y en el siglo XXI lo repetirán de -nuestro castellano de hoy. Son ilusiones. Claro es que cada estado -del idioma es preparación para los que le han de seguir, y en este -supuesto puede decirse que se halla en un estado informe; pero tan -acabado está en una época como en otra. Algo de esto parece tenía en -la cabeza Lanchetas, cuando en la página 34, al describir la historia -del castellano, llama á sus tres períodos _Morfológico_, en el cual se -forma; de _Perfeccionamiento fonético_, y de _Fijación_. Lo más chusco -en esta clasificación falsa, si las ideas anteriores no lo son, está -en ese último término de _Fijación_. Ni el castellano ni ningún otro -idioma llega á _fijarse_ jamás; el día que se plante, es porque hay que -cantarle sin remedio el _gori, gori_. - -Otra ilusión todavía más generalizada, á pesar de ser más tonta. Por -no haberse escrito en castellano hasta la época en que aparece el -Poema del Cid, hay quien tiene la candidez de creer que el castellano -no había nacido hasta entonces, y todo lo más se le concede un siglo -atrás para que pudiera formarse. Y en esa candidez han caído nada menos -que nuestros mayores eruditos; no hay para qué citar nombres. Como si -la Literatura naciera con el idioma, ó no hubiera más idioma que el -escrito. «Al primero (período), aunque no tiene comienzo bien definido, -puede señalarse para su desarrollo la invasión de los bárbaros del -Norte, y con especialidad el siglo VIII, que coincide con la venida de -los árabes á España y la gran decadencia en la antigua cultura, y su -término puede fijarse provisionalmente en el Poema del Cid». ¿No hay -alguna punta de esa candidez en fijar estos dos mojones? - -Para cuando vinieron los bárbaros, el castellano era ya tan buen -mozo, que no le tocaron los nuevos huéspedes ni un pelo de la -barba. De haberse formado el castellano por efecto de aquel choque, -hubiera tomado no pocos elementos germánicos, y no ha tomado ni uno -morfológico, y sólo cuatro términos, tan cuatro y contados, que tiene -más del inglés que no del godo cogidos entonces. Menos me explico el -segundo mojón, si no es por confundir el habla con la escritura. El -tercero nos lo planta el año 1492, fecha en que se publicó la Gramática -de Nebrija. Pero una golondrina, digo una Gramática, aunque sea la del -más alto y esclarecido lingüista que ha producido España, como para -mí lo es Nebrija, no hace verano. Precisamente el fonetismo castellano -había de dar un vuelco tremendo desde Nebrija hasta principios del -siglo XVII. El mojón había que ponerlo donde el vuelco se dió; y como -las lenguas tardan años y años en dar un cuarto de vuelta para ese -vuelco, el mayor que ha dado el fonetismo castellano durante toda su -vida, necesitó nuestra lengua un siglo, años más, años menos: el mojón -es todo el siglo XVI, pero no la época de Nebrija, en la que siguió el -fonetismo antiguo. - -«En el período morfológico, es decir, desde el siglo VIII, continúa -diciendo Lanchetas, se consuma todo lo más esencial de nuestras -flexiones; en él se transforma la declinación sintética y pospositiva -en perifrástica y prepositiva». Con perdón de mi buen amigo, esa -trasformación hacía tiempo se había ya verificado, como que se ve -la enfermedad (y no ya los síntomas, que están en el antiquísimo -uso de las preposiciones) desde que se conocen documentos del latín -vulgar, y en la época del Imperio ya éste había sustituído los casos -por preposiciones. «Se pierde la pasiva sintética y se uniforma, -haciéndose toda ella perifrástica; desaparecen los deponentes, se -pierden ciertos tiempos de la conjugación activa, y se crean dos nuevos -futuros». Todo eso se ve ya iniciado hasta en los autores clásicos, -y ya existía en el latín hablado de la época imperial, á pesar de -la reacción que el lenguaje literario y oficial ejerció por entonces -sobre el vulgar latino, del cual nacieron los romances. El día en que -se disolvió el Imperio quedaba ya deshecho el latín, y de muy atrás -habían comenzado á evolucionar las románicas, sobre todo el castellano, -que fué de las primeras y que con el sardo conserva huellas del latín -vulgar republicano, anterior á la formación de las otras románicas. El -castellano puede asegurarse que nació y pudo bautizársele con su nombre -de pila desde el primer momento en que el habla de los conquistadores -pasó á labios de españoles de pura raza. Cuanto á la pérdida de la -cantidad y al cambio del acento musical en respiratorio, es un fenómeno -de la época imperial, y en España yo tengo para mí que jamás los -españoles distinguieron las largas de las breves ni salmodiaron el -latín. Los cambios de _ŏ_ breve acentuada en _uo_, _ue_, y de _ĕ_ breve -acentuada en _ie_, son tan antiguos como nuestro romance, pues sería -casualidad se hubieran formado tales diptongos en las vocales _o_, _e_, -que habían sido breves en otro tiempo y que ya no se oían como tales. - -Los fenómenos de asimilación y disimilación en vocales y consonantes -fueron, realmente, efecto posterior de la eufonía castellana; pero -las trasformaciones fónicas esenciales son tan antiguas como el -castellano, el cual nació bastante antes de los siglos VIII y VII. - -«El tercer período, dice, viene á ser como una especie de -estacionamiento fonético y formal». ¿Es decir, que desde la Gramática -de Nebrija ya no ha habido evolución fonética? Pues desde entonces -hasta los comienzos del siglo XVII es cuando la hubo más pujante y -extraordinaria que nunca, ya que varios sonidos, que Nebrija describe -en su _Ortografía_, se perdieron, naciendo otros que él no conoció. Me -refiero á los sonidos antiguos _ç_, _z_, _x_, _g_=_i_, y á los modernos -_z_, _j_. Hoy no tenemos el fonetismo de principios del siglo XVI; de -modo que no es exacto el que «los elementos que en el período anterior -no terminaron su evolución fonética, por regla general quedaron fijos -y estacionados, y hoy se hallan regularmente con poca diferencia de -lo que eran cuando penetraron en el siglo XVI». Precisamente los -cuatro fonemas indicados comenzaron entonces á perderse, originando -otros dos nuevos, y _h_, _f_, ó _ff_, que hasta entonces sonaban como -una aspiración que nada tenía de dental ni de labial, se cambiaron de -suerte que _h_ ya nada sonó, y _f_, _ff_ sonó como labio-dental por -influjo erudito del Renacimiento. No era nada lo del ojo y... _los_ -traía en la mano. - -Al hablar de la analogía, vuelve el autor á su idea sobre el origen del -castellano: «sin la barbarie de la Edad Media, las lenguas románicas -son inconcebibles». Trae como ejemplo de la analogía la formación -del pretérito en _i_ conforme al tipo de _partivi_, _partí_, y cree -encontrar en los documentos latinos de los siglos XI y XII esa -trasformación: _cadierit_, por _ceciderit_; _poterit_, por _potuerit_; -_morierit_, por _mortuus fuerit_; _perdissent_, por _perdidissent_; -_sequire_, por _sequi_, etc. «Todo lo cual prueba que en las diferentes -regiones de España, como si obedeciesen á una consigna, todos iban -uniformando los perfectos y otras formas del verbo». Pero ese ¿era el -castellano que se iba formando y uniformando? De aquella época tenemos -nada menos que las Partidas y Berceo y el Cid, donde el castellano es -castellano; eso es mal latín. La única consigna á que obedecían en -toda España era la de no saber bien latín; y como lo que sabían era el -castellano, escribían el latín castellanizándolo. El _sequire_ estaba -calcado en _seguir_; _sequire_ no era del castellano; _cadierit_, -_poterit_, _morierit_, ni las demás en _erit_, fueron jamás formas -románicas, sino del latín clásico, que es lo que pretendían escribir -los que tal escribieron; sino que no lo sabían bien. No es que iban -todos á una unificando los perfectos castellanos; sino que, no sabiendo -latín, al escribirlo les reteñía dentro de los cascos su román -paladino, y les salía un latín romanceado. - -En la _Fonología_ es sensible que el señor Lanchetas, dejada la -doctrina corriente del timbre en las vocales latino-vulgares, -continuación de la cantidad clásica, quiera explicar el vocalismo -castellano por el acento, y acento latino. No encuentro pruebas -suficientes para apoyar este nuevo método. «La o tónica latina, por -regla general, se ha conservado», dice en la ley 2.ª, y en la 3.ª: «la -_o_ tónica latina se transforma en _ue_ en gran multitud de palabras». -Como se ve, ambas reglas pugnan entre sí. «_Puente_, _ruego_, tienen -_ue_, por ser tónica latina la _o_ de _pontem_, _rogo_». Pues tan -tónica latina era en _pontarrón_ y _rogar_, y no se ha diptongado. -Es que aquí no se trata de la tónica latina, sino de la tónica -_castellana_, y la ley debe formularse así: «Toda _ŏ_ abierta del latín -vulgar, ó breve del literario, cuando en castellano lleva acento, se -abre en _ue_; y no se abre, cuando no lleva acento». La pugna entre -las dos leyes de Lanchetas queda disuelta con esta ley: «Toda _ŏ_ -cerrada del latín vulgar, ó larga del literario, cuando en castellano -lleva acento, permanece como _o_». Como se ve, todo pende del acento -castellano (que de ordinario conviene con el latino) y de la cantidad -latina de la vocal en el literario, ó del timbre correspondiente -en el vulgar. El acento latino no es la madre del cordero; es una -tatarabuela, en cuanto que originó el acento castellano, y éste es uno -de los factores que producen ese cambio fónico. - -Apártase luego Lanchetas de Meyer y Cornu en creer que _uo_ no fué el -paso de _o_ á _ue_. El problema no es tan evidente como el anterior, -pero no veo fuerza alguna en los argumentos de Lanchetas, los cuales -prescinden, y aun se oponen, á la evolución de _e_ en _ie_. Ahora -bien: _o_ en _ue_, y _e_ en _ie_, son dos fenómenos paralelos que -hay que explicar á la vez. Así como _e_ se abre en _ie_ con la _i_ -próxima en la serie natural _u o a e i_, así _o_ en _ue_ no debió -abrirse sino por intermedio del _uo_ con la _u_ próxima. Y de -hecho _uo_ existe en la mayor parte de las románicas: en italiano -_nuovo_-_nuevo_, _duolo_-_duelo_; en francés, antes del siglo XI, -_buona_, _duol_ (_Sta. Eulalia_ y _S. Léger_), y después de principios -del siglo XI _ue_, _avuec_, _duel_ (_S. Alexis_); en León y Asturias, -_uortu_-_huerto_, _tuorto_-_tuerto_. En cambio, ¿en qué se funda el -que _o_ se hiciera _oe_ de repente, tomando una _e_ que no tiene -razón de ser, y luego _ue_? Ese _boeno_ que habrá oído, es el _bueno_ -descuidado; _moete_ es el _mocete_, empleado juntamente con _moete_ en -Navarra. Hay más; el paso de _o_ á _uo_ y de _e_ á _ie_ es el único -explicable fisiológicamente. ¿Por qué _fĭde_ da _fe_ y _pĕde_ da _pié_? -Por la acentuación intensiva la duración de la vocal es doble, y la -_e_ abierta latina de _pĕde_ da _pèède_; pero, obrando la refracción -de vocales, la primera parte de esa vocal tiene un timbre cerrado; la -segunda, que es la más intensa, un timbre abierto, resultando _piède_. -Al revés, en _fe_, de _fĭde_, con el acento suena _fééde_, cuya _é_ es -cerrada, pasándose del timbre más abierto al más cerrado, y resulta -_fe_ con _e_ cerrada. Lo mismo de _bóno_, _bòòno_, por refracción -_buono_; mientras que _bŭcca_ da _bóóca_, _bóca_. La acentuación alarga -la vocal; y si ésta es abierta, su articulación comienza cerrada para -abrirse en la segunda parte de la duración, que es la más intensa; si -es cerrada, comienza abierta para cerrarse en la segunda parte. De esta -manera, las dos leyes opuestas de la _o_ y las otras dos de la _e_, «la -_é_ tónica latina se conserva con mucha frecuencia», y «la _é_ tónica -latina se transforma en _ie_ en muchísimas palabras», quedan reducidas -á una: «Las _o_, _e_ breves, al llevar el acento castellano, se abren -en _ue_, _ie_, y no cambian cuando desaparece el acento; y las _o_, _e_ -largas subsisten». - -Pero estos y otros pequeños lunares, efecto de no haber modificado -algunas ideas desde que publicó su obra acerca del verbo castellano, -en nada amenguan el mérito principal del concienzudo trabajo del Sr. -Lanchetas. Él solo sabrá apreciar debidamente el tiempo y las molestias -que le habrá costado entresacar, interpretar y ordenar cerca de 4.000 -palabras, estudiando las 100.000, poco más ó menos, de que constan las -obras de Berceo. Los que nos dedicamos al estudio del castellano, no -sólo tendremos que agradecerle los inmensos servicios que prestó á la -Lingüística española con su estudio acerca del verbo, por el cual con -toda justicia merece ser llamado el iniciador y maestro del romanismo -en nuestra patria, sino que nos veremos con mucho gusto precisados á -tenerle siempre en la memoria al acudir á ésta su nueva obra en busca -de los imprescindibles datos que habremos de necesitar del más antiguo -poeta español que conocemos. - - - [Ilustración] - - - - - LOS SIMBOLISTAS - - -No sé qué juveniles bríos llevan consigo las ideas nuevas, que remozan -las más añosas osamentas y prenden fuego en el mismo hielo de la vejez. -Testigos, las últimas Conferencias ó discusiones del Ateneo de Madrid. -Las ideas eran viejas, pero acá en España, que caminamos tres leguas -rezagados de Europa, eran como flamantes. Tampoco es un viejo helado, -sino un manojo de nervios siempre recio y bullidor, el chispeante -antiguo escritor Sr. Zahonero. Perdóneme si no le pongo entre la gente -moza; pero el otro día se echó de encima cuarenta abriles como cuarenta -soles. Lo que puso fuego á aquel que debiera ser severo areópago fué -una idea, para acá nueva, la del simbolismo, lanzada á deshora por unos -cuantos jóvenes, mal avenidos con el soñoliento tema que se ventilaba. - -Pero ¿qué simbolismo es ese? Por de contado, el del Ateneo fué -simbolismo español rabioso, simbolismo á raja tabla, á palo limpio. -En España no hay simbolistas, y ya ni siquiera los hay en Francia. -Lo que hay aquí es un montón de jóvenes muy estudiosos, de grandes -arrestos, muy amigos de que se desestanque nuestra parada y caída -literatura, que tienen sobrada razón de verla agonizar, muy aburridos -de hallarse en plena Siberia entre literatos eminentes que fueron, pero -que ya no tienen alientos ni ganas de renovarse ni de enterarse de -lo que pasa al otro lado de los Pirineos. No es sino muy de loar que -esos jóvenes se vayan en busca de vida literaria, fresca y flamante, -adonde se barruntan que la han de hallar, siquiera hayan de atenerse á -las revistas, y en vez de traernos un clavel esponjoso y lozano, nos -regalen con un ramillete marchito y ya polvoriento. - -Confesemos que en Francia florece la literatura como nunca, y que -en España andamos agotados ha tiempo. Será un florecimiento el -francés, en el cual haya no poca hojarasca que barrer, mucha madera -que pide hierro, hartas matas que no se harían á nuestro temple, á -ser traspuestas en esta tierra de fuego y de hielos. Pero el hecho -es que la lengua francesa, con su cortedad de doncella y su claridad -de aguachirle, va soltándose de sus clásicas trabas y coloreándose -con sus ingenios modernos, cuyo estilo se atilda, se robustece, -cobra nervio, soltura y delicadeza cada día; mientras que nuestro -lenguaje literario, como dice Navarro Ledesma, se va avejentando y -convirtiéndose en ropa vieja, que no entalla al psicologismo moderno. -No que el habla castellana no dé de sí para todas las delgadeces y -honduras del pensar de hoy, pues les bastó á nuestros clásicos para -hilar más alambicadas sutilezas y calar más adentro todavía de lo que -se figuran los que no los conocen; sino que nuestra poltronería y -descaecimiento rehuye el trabajo de darle nuevo temple y sacarle los -aceros, engastando en él las modernas ideas y acomodándolo al pensar -que muda en matices con los tiempos. Si el lenguaje literario no sigue -de cerca al pensamiento, llega un día en que se queda atrás, porque el -pensamiento adelanta á la continua y no sabe quedarse estancado. El -anhelo de esos jóvenes es, por consiguiente, muy loable y merecedor -de aplausos. Enséñeseles, norabuena, el camino, en vez de ponerles -tropiezos y tirarles del faldón de la levita; hágaseles ver cómo se -podrán naturalizar entre nosotros las ideas artísticas extranjeras, -haciéndolas españolas; pero ahogar esos alientos y matar esas -aspiraciones, eso jamás. Toda aspiración en un joven es un germen caído -en tierra virgen, que el sol primaveral ha de fecundar, si extraños -estorbos no le hacen sombra ó la sequedad de la tierra no lo agosta. -No seré yo quien haga tan feo oficio; antes desearía contribuir á esa -lozanía y pujanza, que me hace simpáticos á cuantos veo ganosos de -aprender y hasta de enseñar y de crear tal vez antes de tiempo. Las -obras magistrales, fruto son de los años y de la discreción, los únicos -que maduran una doctrina y asientan las ideas en el cerebro después -de cernerlas, apurarlas y acendrarlas poco á poco, para que puedan -contrastar el embate de todas las pruebas y pasar á la posteridad. - -Pero si la rosa que aún no se ha abierto del todo, no ofrece en toda su -galanura aquel rojo vivo que pintó el sol en sus pétalos, no por eso -es menos agradable, antes más delicada, cuando saca su tímida cabecita -de tierna niña del entreabierto capullo, y como avergonzada se para -sonrosada y ligeramente ruborosa, con esos suaves matices que le dan -mayor realce. ¿Que los jóvenes no han de crear una _Divina Comedia_ ó -una _Iliada_? Dejadlos hacer, que siempre serán brotes naturales los -que de ellos salgan, y si les falta el vivo carmín y el rico aroma de -la rosa, tendrán en cambio el inmaculado candor y el encanto no buscado -del capullo. En España no hay simbolistas á la francesa, ni los habrá -nunca; pero esos jóvenes buscan algo, y el simbolismo, que hasta en -Francia ya pasó de moda, encierra algo que no estará demás escudriñar y -poner en claro. Hablemos, pues, del simbolismo y de los simbolistas. - - * * * * * - -«_Nombrar_ un objeto, es suprimir las tres cuartas partes del placer -estético... _Sugerirlo_, tal es el ideal». He aquí la fórmula del -simbolismo, si hemos de dar crédito á Stéphane Mallarmé, el jefe menos -controvertido de la escuela. No sé si veré claro ó turbio, pero para mí -esas palabras encierran no poca filosofía del arte y mucha filosofía -del lenguaje. Lo primero lo dejo á los artistas filósofos; me atengo á -lo segundo, que es de lo que se me entiende á mí algo. Bien que, si el -fondo y la forma no son como el gabán y el sujeto que lo lleva, querer -separar la filosofía del arte literario, de la filosofía de su material -técnico, es querer dar mandobles contra entes de razón. - -Todo el mundo conoce la obra trascendental del Lombroso de la -literatura, de Max Nordau. _Dégénérescence_ es un libro de clínica -sociológica, que ha condensado los síntomas de la vida moderna. -Su autor ha tomado el pulso á la sociedad actual, ha formulado el -diagnóstico y redactado la correspondiente receta. Un siniestro -movimiento de cabeza del Doctor hizo presagiar á los asistentes que -la receta era una simple orden de trasladar al paciente á alguna casa -de orates. Yo no juzgo el trabajo. Lo creo trascendental, admirable. -Su autor tiene ojo médico en verdad. Pero todo libro que vale, y -precisamente porque lleva una idea grande, anda á riesgo de exagerar -en el desarrollo de la teoría que encierra. Yo hallo algo de exagerado -en lo que atañe á los simbolistas. No es que los defienda en todo y -por todo, ni mucho menos; pero ó la tinta del Doctor era demasiado -negra, cuando escribió el capítulo III del libro II, tomo I, ó le -había revuelto la bilis la caterva de Prerafaelitas que acababa de -pasar unos momentos antes por delante de sus ojos. Lo cierto es que -los presentimientos aciagos y los juicios pesimistas se le debieron de -amontonar en las células grises y blancas de su doctoral cerebro, cual -nubes borrascosas que estallan sin orden ni concierto. Y los míseros -_hidropatos_ han tenido que aguantar el chubasco que les ha calado -hasta los huesos y los ha dejado hechos una sopa. - -Por el pronto entran á formar parte del inmenso tropel de seres -vivientes y semovientes, que Max Nordau ha calificado de _místicos_, -y en el cual, dicho sea de paso, se ven revueltos y dándose codo con -codo Mahoma con San Ignacio de Loyola, Baudelaire con Zola y con Santa -Teresa de Jesús, Ibsen con Maeterlinck y con Nietzsche, Tolstoï con -Wagner: todos son unos _degenerados_. - -La médula del simbolismo está en aquel _sugerir_, que á Max se le -antoja quisicosa indescifrable: «le _suggérer_ voilà le rêve». Y -Mallarmé lo comenta en estos términos, que nada tienen de oscuros ni de -enigmáticos: «El empleo perfecto de este principio constituye todo el -misterio del simbolismo: evocar poco á poco un objeto para manifestar -el estado interior del alma, ó por el contrario, escoger un objeto y -descubrir en él un estado del alma por una serie de desciframientos». -No sólo me parece muy claro y muy bien dicho como clave del simbolismo, -sino también como cifra de toda honda poesía y de todo el arte. ¿Qué es -el arte sino un simbolismo, un modo de expresión por signos externos -de un estado interno del alma? Desenvolver esta idea creo que es -desenvolver el concepto del arte. Margarita, Fausto, Mefistófeles, -son tres creaciones de Goethe, que si algo valen es porque son la -expresión de tres mundos morales, que cuajaron en tres personalidades. -¿Dicen algo esas personalidades? Esto equivale á preguntar si algo -significan, expresan y simbolizan. El cielo, la lluvia, la tierra, -son tres nombres: el arte los simbolizó en Zeus, Indra y Hera. Otras -tres personalidades, producto de la Mitología, es decir, del arte -popular, y tan artísticas como simbólicas, y que por ser simbólicas -son artísticas. Muchos diablos han producido el arte popular y el arte -literario. Si Mefistófeles los ha oscurecido á todos, es porque en la -pujanza expresiva de su concepción Goethe los incorporó á todos ellos -con todos sus cuernos, colas y artimañas en la plasticidad más saliente -que pudo producir poeta alguno. La riqueza poética de un Fausto está -en la condensación expresiva de toda una sociedad incrédula. Ese -Fausto, de hecho y en realidad de verdad, no es más que un montón de -palabras arrebujadas en forma de maniquí; pero es un maniquí artístico, -es decir, un ser que viviendo en el mundo ideal del arte literario, -ya deja de ser un mero arrebujamiento de palabras, trasformándose en -una personificación del estado interior del alma de un pueblo, en -la cual bullen las doctrinas y opiniones todas que han cruzado por -una generación de filósofos y sabios: ese personaje endiablado es el -atizador siempre curioso, el ansia de conocer, hasta dar por resultado -el escepticismo altanero de la ciencia moderna. Si Fausto es una -creación artística, lo es por su expresión intensa de la conciencia de -un siglo, lo es por su simbolismo. - -Eso es _sugerir_, expresar. Pero las cosas, se me dirá, se expresan por -sus nombres, que para eso los tienen, y esa es su expresión más clara; -lo demás es decadentismo, misticismo literario. La fuerza expresiva de -los nombres se gasta al roce de los siglos: al arte toca rejuvenecerla, -y para rejuvenecer la expresión hay que acudir al mismo procedimiento -que emplearon las primeras gentes al acuñar los nombres, á la metáfora. -Es decir: al simbolismo. Llamar _luna_ á la luna será muy claro, -exacto, preciso: así debe llamarla en sus libros todo astrónomo que -quiera declararnos los eclipses. El poeta «evoca poco á poco otro -objeto», acude á la idea del lucir tenue y mortecino. No hicieron otra -cosa los antiguos al forjar el término _luna_, por _luc-na_, la de luz -tan tenue como la que se filtra por entre los árboles en un espacio en -que se han cortado para practicar á media luz los ritos religiosos. -Ese espacio á media luz en lo más cerrado del bosque se llamó _luc-us_ -ó templo, y por lucir á media luz se dijo de aquí _luc-êre lucir_, y -por la _luna luc-na_ la que así luce. Ese es el arte del poeta: el -mismo arte del pueblo que creó los nombres, aplicado á quitarles la -pátina y herrumbre de que los ha cubierto el tiempo. «Yo definiría el -arte, dice Paul Adam, otro simbolista de segundo orden, diciendo que -es la inscripción de un dogma en un símbolo; es un medio de hacer que -prevalezca un sistema y de poner en claro una verdad». Del modo de -entender el simbolismo hablaré después; pero que arte sea expresión, ó -por otro nombre simbolismo, ¿hay cosa más clara? Oigamos á otro de la -escuela, á Charles Morice: «El símbolo es la fusión de los objetos, que -han despertado nuestro sentimiento, y de nuestra alma en una ficción. -El medio es la sugestión: se trata de comunicar el recuerdo de algo que -otro no ha visto ni sentido jamás». - -Yo no veo hasta aquí en nada de esto «la locura y el charlatanismo», -que ve Max Nordau. Si los simbolistas no han hecho más que eso, no -han hecho más que lo que han hecho siempre los poetas y los artistas -todos. Es muy socorrido eso de meterse en las intenciones y llevar -la literatura hasta el terreno crematístico. Hay un partido de -descontentos y de gente apurada. ¡Es el _boulangisme_ literario! Hay -que vivir. Hay que buscar un puesto, darse á conocer. Buen redoble de -tambor, ya que no se tenga bombo á mano... Ese es su verdadero símbolo: -«bulto urgente». Todo el mundo toma asiento en el tren rápido. Destino: -«¡la fama!» Así Haraucourt. Y Quillard: «no hay escuela simbolista; bajo -esta denominación se han reunido arbitrariamente poetas de talento -verdadero y verdaderos imbéciles». Pero esas citas no vienen á cuento, -señor Doctor. - -«Hicimos un ensayo sobre la inteligencia condescendiente de las vocales -coloreadas...» Confesión de un simbolista, de Laurent Tailhade. Es un -pasatiempo como otro cualquiera. ¿Consiste en eso el simbolismo? Creo -que no; si en eso consistiera, á fe que no hubiera poetas simbolistas; -sería una tertulia de muchachos que se entretenían honradamente en -discutir una cuestión psicológica. Entre ellos dice Max Nordau que -hay «poetas de talento verdadero». Pueden, pues, muy bien ponerse á -ventilar ese punto, sin dejar por eso de ser artistas. Y hacen bien en -ventilarlo, pues no son las vocales tan condescendientes que lo mismo -les importe ir vestidas de blanco que de negro. La audición coloreada -tiene un fundamento más científico y sólido de lo que cree el mismo Sr. -Tailhade, y es un elemento estético del lenguaje y del arte literario -que bien merece la pena de estudiarse. - -Más diré, y voy á manifestar lo que siento de los simbolistas. Los -extremosos de la escuela toman el rábano por las hojas, como suele -decirse. Pero en esa escuela bulle algo de muy trascendental para la -literatura, bulle el germen de la literatura del porvenir, es su primer -atisbo. Aquellas figurillas retóricas de los antiguos van á convertirse -en nuevas fuentes de estilo chispeante, nutrido de vida. ¿Cómo? Por la -ciencia psicológica. La ciencia, que algunos fantasean cual amarillo -hermitaño, seco de carnes, cejijunto, intratable y adusto, que algunos -se figuran que jamás ha de volver á cohabitar con el arte desde que -se divorció al parecer para siempre, la ciencia ha de volver á ser -lo que fué en Platón, ha de alentar la estética del porvenir y la -ha de realzar cual nunca lo hizo. Lejos y asomos de esto es lo que -yo vislumbro en el Simbolismo, y mis esperanzas estriban en que la -ciencia ha enderezado por nuevas veredas todos los acontecimientos, -todos los procedimientos, todas las empresas. Su fuerza avasalladora -ha triunfado de todo y triunfará de la rutina en el arte. En una -palabra, digo que el Simbolismo me parece que es (ó pudiera ser) la -ciencia, enderezando al arte y el arte acogiéndose al regazo maternal -de la ciencia. Harta falta le hacía á esa pródiga, después de tantos -desengaños recogidos en los falsos oropeles del pseudo-clasicismo, -en la pseudo-filosofía y falsas sabanas americanas, ó dígase -chatobrianescas, y entre los falsos salvajes á lo Rousseau, y entre -las lechuzas y cementerios del romanticismo, y entre las podredumbres -del naturalismo de entre cuyos harapos acaba de escapar. En la ciencia -está la salvación del arte, como está la salvación del espíritu del -hombre y de todas sus aspiraciones. Max Nordau se ha atenido á los del -rábano por las hojas, porque servían á completar su diagnóstico social; -no ha caído en la cuenta del elemento subconsciente que latía en esa -aspiración modernista, que yo desearía se convirtiese en conciencia -pública, y que vendrá un día en que se convertirá. - - * * * * * - -«Hay pocas poesías en la literatura francesa, dice Max Nordau, -comparables á la _Canción de otoño_ de Verlaine. La calma _melancólica_ -de la estación está _expresada_ en versos ricamente cadenciosos y -llenos de música». - - «Les sanglots longs - Des violons - De l’automne - Blessent mon cœur - D’une langueur - Monotone». - -Esa _melancolía expresada_ tan magistralmente en esta estrofa, ni -Max Nordau, ni tal vez Tailhade saben de qué depende. Analícese el -mismo término _melancolía_ y se verá si la audición coloreada es ó -no elemento estético. _Melan-colía_ vale _bilis negra_, que abate -al individuo hinchéndolo de honda y _oscura_ tristeza; bien que -no removiéndose las fibras del alma, como sucede con las pasiones -vehementes, esa tristeza tiene algo de la calma y del abatimiento de la -naturaleza en otoño. Semejante afección nos la pintamos como algo de -sombrío y oscuro, cual el otoño y la bilis. Ahora bien, esa oscuridad -es la que consigo llevan las vocales _o_, _u_: la _u_ es más profunda -de color, la _o_ es más bien gris. Cada verso de esa estrofa contiene -dos _oes_, fuera del penúltimo que tiene dos _ues_, y el último que -da el golpe final lleva tres _oes_ en sus tres sílabas. Añádase el -timbre oscuro de la nasal que acompaña á la mayor parte de esos sonidos -oscuros, y el que estando en las sílabas acentuadas resalten y den el -tono á todo el ritmo, y se tendrá descifrado el enigma. Realmente el -otoño es el tiempo gris, la calma que lo caracteriza parece alargar -más y más las horas, que caen y se aploman pausadamente, cual tristes y -oscuros sollozos, comparados maravillosamente á los pesados golpes del -violón. Oscuro es el otoño, oscuro es el sollozo, oscuro es el sonido -del violón. Dígase en su lugar los _vibrantes suspiros de un violín_, -y la luz parece desgarrar de repente las tinieblas que nos envolvían: -estamos en primavera. - -El sonido _u_ no encierra armónicos, es el más igual, el más simple de -los sonidos vocales; su característica es la nota más baja, que crece -en este orden: u o a e i. - -Síguele la _o_, que no es tan oscura: _u_ es negra, _o_ es gris. -Hablándose del invierno yo preferiría la _u_, para el verano la _a_, -para la primavera la _i_, para el otoño me quedo con la _o_ de color -gris. - -El nombre _violón_ con sus dos _oes_ en las dos sílabas más salientes -y acentuadas y con su oscura nasal al fin tiene realmente el color del -sonido que produce. - -Pero, ahora caigo en la cuenta de que estoy hablando en castellano y -de que en castellano _violón_ significa violón; _violon_ en francés es -el violín. No tengo para qué borrar lo escrito. ¿Verlaine tuvo en su -imaginación el violín? Pues el violín por sonar en _in_ es mejor para la -primavera. - -La lengua francesa no le fué propicia. Yo no pintaría los largos y -grises sollozos del otoño con chirridos de violín que me suenan á -_iiiii_ y á gorgoritos de jilguero; sino con el bronco retumbar de -corpulento violón, que suene _ooooo_! Anduvo, pues, mal acertado y fué -mal simbolista. La estrofa tiene un pero; la teoría de la audición -coloreada queda en pie. - -Y si no, juzgue el lector, respondiendo sinceramente á esta pregunta: -¿suena oscuro el violín? Nada de eso, contestará seguramente: el violín -suena agudo, y su cuerda más gruesa chilla más agudamente que la cuerda -más delgada del violón. Como que la altura del tono, según las leyes de -la Acústica, está en razón inversa de la largura y del grosor de las -cuerdas, y de la cantidad de la masa vibrante de la caja de resonancia. - -¿Cómo ha de sonar más agudo un bombo que un parche ó caja, un helicón -que un cornetín de órdenes, un fagot que un pito? Cuanto mayor sea el -instrumento, mayor es la masa vibrante y más grave es su sonido. - -Ahora bien; sonido agudo llamamos al más alto, y grave al más bajo; -y lo agudo y alto es más claro, lo grave y bajo es más oscuro. La -audición coloreada tiene, por consiguiente, alguna razón de ser, y no -van tan descaminados los simbolistas, como pudiera creerse á primera -vista. - - * * * * * - -La cuestión de la audición coloreada la han tocado varios autores; pero -de propósito la trató un oculista francés, llamado Suárez de Mendoza, -en un libro que intituló: _L’Audition colorée: étude sur les fausses -sensations secondaires physiologiques_. Véase cómo la define: «Es -una facultad de asociar los colores á los sonidos, por la cual toda -percepción acústica objetiva, de una intensidad suficiente, y aun su -simple evocación mental, puede despertar y presentar á algunas personas -cierta imagen, luminosa ó no luminosa, constante para la misma letra -del mismo timbre de voz ó de instrumento, de la misma intensidad y de -la misma altura de sonido». Esta definición no la creo exacta; René -Ghil describe el valor cromático, no sólo de las vocales por separado, -sino también de los instrumentos músicos. Pueden, en efecto, despertar -distintas imágenes todos los elementos componentes de un sonido. Un -sonido idéntico en todo, dado por un violín, tiene otro color que el -dado por una corneta: lo cual quiere decir que cada timbre tiene su -color, tanto, que los alemanes llaman al timbre _Klangfarbe_, _color -del sonido_. - -Y yo estoy por que el timbre es la esencia, por decirlo así, de los -sonidos y que cada timbre es un color acústico. La intensidad no es más -que un grado mayor ó menor de fuerza en el sonido, y que también puede -sugerir variedad de colores, aunque no tan fácilmente como el timbre. -Algo mejor sugiere esa variedad el tono ó altura, pues efectivamente -los tonos bajos nos parecen oscuros, y brillantes los muy elevados. - -Como los diversos instrumentos músicos sólo se distinguen en el timbre, -que es precisamente en lo que se distinguen cada una de las vocales -y cada una de las consonantes del habla, el grupo de la escuela -simbólica, que admite la propiedad en las vocales y consonantes -de despertar un color determinado, pudo muy bien llamarse de _los -instrumentistas_. Su jefe René Ghil, en el tratado que escribió del -Verbo, expone el valor cromático de cada instrumento: «Las harpas, -dice, son blancas; azules los violines, enmuellecidos á veces por una -fosforescencia que lleva al paroxismo. En plena oración, los cobres son -rojos; las flautas, amarillas, que modulan ingenuamente, extrañándose -de la luz mortecina de los labios; y los órganos, ensordeciendo la -tierra y los púlpitos, como cifra y suma de los instrumentos sencillos, -con sus roncos plañidos ennegrecen el aire». ¿Quién va á negarle á René -Ghil que esos son los colores de cada instrumento, si así lo afirma? Lo -más que se le podrá reponer es que á otros las harpas se le antojan de -color violeta; los cobres, amarillos; el órgano, rojo; los violines, -verdes, y las flautas, de color de ala de mosca. - -Cuanto á las vocales, hízose famoso el soneto _Les voyelles_ de Arthur -Rimbaud, que comienza: - - «A noir, E blanc, I rouge, U vert, O bleu, voyelles, - Je dirai quelque jour vos naissances latentes...». - -Paréceme que Ghil tenía más sentido acústico-cromático que Rimbaud: -puedo asegurar que ese verso está lleno de disparates. Juzgue por sí -mismo el lector. Cuando oye pronunciar _¡ah!_ á uno que se extraña, ó -que se ríe, ó que se pasma, ¿le viene á las mientes el color negro? Tal -vez no le venga ni el negro ni ningún otro; pero si es de las personas -que realmente poseen la audición coloreada, estoy seguro que el negro -no le ocurre al oir la _a_. Al menos á mí la vocal _a_ me parece tan -_blanca_ como _clara_. Es la vocal más clara: eso lo sabe todo el -mundo: y todo el mundo sabe que lo más claro es lo blanco. Pero, en -fin, si Rimbaud da en que es negra la _a_, será que así se lo parece, -por lo menos hoy por hoy y hasta que se ría y tome á broma lo que -antes escribió. De colores no hay nada escrito. Entretanto que ellos -se tiran los trastos á la cabeza ó discuten graves y serios atusándose -los bigotes en señal de que no creen del todo lo que dicen, el maestro -Mallarmé sonríe olímpicamente. Y hace bien, pues si todo libro tiene -tantos ejemplares distintos cuantos son los que lo leen, y si la vista -de la campiña tiene tantos visos cuantos son los que por ella se -pasean, bien podemos barruntarnos que cada sonido podrá tener tantos -colores cuantos son los que lo oyen. - -El fenómeno llamado _sinestesia_ por Millet, ó sea de la asociación de -las sensaciones, está hoy admitido por todos los psicólogos, y podía -bien presuponerse, dada la teoría corriente de las representaciones, -de la asociación de las imágenes y de las ideas, de la convivencia de -éstas en las células del cerebro y de la comunicación constante que -tienen entre sí, recorriendo mutuamente cada una todas las celdas en -esa especie de casa de vecindad encerrada dentro del cráneo. Binet -y otros psicólogos, en _L’année psychologique_ y en otras revistas, -van allegando datos que podrán condensarse un día en teoría precisa y -razonada. - -Cuanto á la coloración, no hay duda que hace el papel principal, como -lo hace la vista entre las demás sensaciones y la fantasía óptica entre -las demás fantasías. Los que poseen gran potencia de fantasía visiva, -la mezclan con todas las demás: toda sensación, toda representación es -para ellos visiva ante todo. - -Viene después la fantasía acústica, hoy más desarrollada que nunca -en Europa merced á la gran cultura musical moderna. ¿Qué extraño, -que colores y sonidos se confundan, si se confunden sonidos, olores -y gustos? «El _kirsch_ suena cual furibunda trompeta, el _gin_ y el -_whisky_ le arrancan á uno el paladar con sus sones estridentes de -pistones y bombardinos, el aguardiente lanza rayos y centellas con el -ruido ensordecedor de las tubas[9]». - -Desdígase, pues, Rimbaud y ríase de su propia obra; Baudelaire previó -ya la teoría: - - «Comme de longs échos, qui de loin se confondent, -.............................................................. - Les parfums, les couleurs et les sons se répondent». - -Y todas las demás sensaciones y objetos. ¿Qué es la analogía? ¿Y qué -es la inteligencia humana, sino la gran fabricadora de analogías? La -analogía es una relación; relacionar es atar cabos: la inteligencia es -tejedora por excelencia; el cerebro el telar. Cuando Remy de Gourmont -en las _Oraisons Mauvaises_ compara cada afecto, cada acción de Jesús -á una piedra preciosa, está en pleno simbolismo, y en pleno trabajo -textil. El ópalo es el último suspiro de Jesús, el triste y doliente -ópalo; el zafiro es su última mirada, el jacinto su último amor, el -topacio su último deseo, el rubí su última herida, la amatista su -último estremecimiento. - -En suma, el Simbolismo es una Retórica más refinada y más científica. -Los antiguos clasificaban sus figuras en figuras de palabras y de -ideas; los modernos han encontrado un nuevo tropo, cercano á la -metonimia, la _sinestesia_. El tropo es un modo de hablar con viveza á -la fantasía y al sentimiento, haciendo más sensible, más pintoresca la -idea abstracta, por medio de una imagen, de una comparación. - -El objeto del lenguaje es expresar el interior: cuanto con mayor -viveza y colorido, mejor logrará su objeto. Eso es el estilo: los -modernos lo han afinado y además han ahondado más en su concepto, -valiéndose de la ciencia. Tal es la _sinestesia_: la ciencia ó el arte, -ó lo que queráis, de hallar el porqué de las figuras retóricas y de -perfeccionarlas. «Sí, el racimo de las sensaciones, estrujado en la -prensa del espíritu, da el vino fuerte de la expresión... El arte se ha -completado haciéndose _sintético_, _sinfónico_»[10]. «Habiendo reunido -y cotejado entre sí nuestras sensaciones, el campo doctrinal se ha -dilatado. Pues en la escala infinita de los movimientos vibratorios, -sólo algunas modalidades son materia. Podemos extenderlas, no -contentándonos con los siete colores del espectro, con los siete grados -del diatonismo... Hemos hecho que los rayos ultra-violeta nos revelasen -nuevas gamas: pasemos más allá y nos veremos anegados en un nuevo mar -de ondulaciones desconocidas, cuyos ritmos serán nuevos alicientes del -arte y del placer estético». - - * * * * * - -Como escribo para españoles, que generalmente no están al cabo de lo -que se escribe por allá afuera, voy á detenerme un poco más en la -audición coloreada, aplicada por los simbolistas á la literatura. Nada -de nuevo diré para los que leen libros franceses de filosofía y arte. - -El hecho es innegable, la audición coloreada se da en todos los -individuos en mayor ó menor grado, y se da en toda la humanidad; pero -al tratar de hallar el porqué del fenómeno, los autores se dividen. -Unos se lo preguntan á la Psicología, otros á la Fisiología. Es -una pura _asociación de ideas_, dicen aquéllos; _engranaje_ de los -centros, comunicaciones ó irradiaciones intercéntricas, responden los -otros. Lo que sí engranan son ambas teorías. La asociación de ideas -ó de imágenes no puede explicarse sin ese engranaje de centros y -comunicación intercéntrica. Por lejanas y disparatadas que estén entre -sí dos imágenes, la una visual, la otra auditiva, no pueden menos -de despertarse y llamarse mutuamente las unas á las otras, cuando -coinciden en algún punto que se refiere á los movimientos internos, es -decir, cuando son corrientes que tienen que cruzarse por necesidad á -causa de los puntos comunes afectivos en que convienen. Pero dejando -estas filosofías abstrusas de la cerebración, vengamos á los hechos. - -La boca es una cavidad, que podemos ir estrechando ó ensanchando más ó -menos. Alargándola lo más posible y echando los labios hacia adelante, -toma la forma de una botella: es una caja de resonancia honda, que -produce la vocal más oscura _u_. Por el contrario, estrechándola lo -más posible, de manera que se forme un delgado tubo entre la lengua y -el paladar, la caja de resonancia es estrecha y produce el sonido más -delgado y claro _i_. - -Entre estas dos conformaciones extremas están las que producen las -demás vocales, en este orden, que es el que se encierra en el _mieaou_ -del gato, cuando va abriendo cada vez más la boca: _i_ _e_ _a_ _o_ _u_. - -Si hablamos metiendo la cabeza en una tinaja, la caja de resonancia -es mayor y mayor la masa vibrante, y por consiguiente la voz es más -oscura. Otro tanto sucede cuando voceamos en una caverna. El timbre -de la voz es entonces del mismo timbre que el de la vocal _u_. Pero -poniendo junto á la boca un tubo estrecho, la voz saldrá aguda, del -timbre de la _i_. Las vocales son diversos timbres que una misma voz -formada en la laringe toma en la boca, según se conforme su cavidad, -mudándose, por consiguiente, la caja de resonancia. Tal es la razón -fisiológica de la coloración de las vocales. - -La razón física hay que buscarla en la naturaleza de las mismas. - -En mi obra _Los Gérmenes del Lenguaje_ he tratado de demostrar que -el timbre nasal expresa la quietud, el ningún movimiento, el Nirwana -de las voces del habla. Es el único, efectivamente, que resulta del -reflejarse y volverse atrás el aliento espirado por encontrar cerradas -las puertas. Vuelto atrás da en el _velum pendulum_ ó galillo, y -rechazado se vuelve adelante, reflejándose cien veces en la cavidad -cerrada, como pelota que resurte de pared en pared. Siendo el conducto -nasal el único que da alguna salida á ese vaivén de la onda sonora, por -él resuena como por una chimenea. Es lo que acontece en una caverna sin -salida, que la voz se refleja cien veces, resultando un timbre oscuro -y triste. Por eso la _n_ es la nota de _la negación_, y la de lugar -_en donde_ en muchísimas lenguas, y la del _yo_, cuya idea es la de la -reflexión: =n=osotros =n=o damos e=n= ello. - -¿Quiere el poeta simbolizar en sus versos la dejadez, la pereza, la -galbana del estado físico y anémico del que acaba de despertar? Óigase -á Maeterlinck en su piececilla _Ennui_: todos son sonidos nasales y -_oes_ graves y pesadas. - - «Les paons nonchalants, les paons blancs ont fui, - Les paons blancs ont fui l’ennui du réveil; - Je vois les paons blancs, les paons d’aujourd’hui, - Les paons en allés pendant mon sommeil, - Les paons nonchalants les paons d’aujourd’hui, - Atteindre indolents l’étang sans soleil, - J’entends les paons blancs, les paons de l’ennui, - Attendre indolents les temps sans soleil». - -Todos los elementos concurren á simbolizar en esta estrofa el fastidio, -el aburrimiento: la elección de una alimaña tan fastidiosa y tarda en -sus movimientos como el pavón, el empleo de palabras largas y pesadas, -la repetición de los nombres, de versos enteros, la insistencia y -repetición de la misma idea. Pero sobre todo esas oes con _n_ en sílaba -acentuada, esos _pa_=ons=, que caen y vuelven á caer con el movimiento -grave y enojoso de un péndulo. Es la ecolalia del enfermo aquel alemán, -que decía y repetía palabras incoherentes en _an_: - -_Man kann dann ran Mann wann Clan Bann Schwan Hahn._ - -Y seguiría así dándole que le darás, como la onda sonora en el fondo de -la boca al resonar _n_, que va y viene, viene y va, y cuya traducción -pudiera ser aquel: - - «Yo sé, yo sé, yo sé una habanera - que le da, que le da, que le da la lata á cualquiera». - -Estribillo que se repite, hasta que el oyente queda prácticamente -convencido de que realmente le han dado la lata la habanera y el que se -la cantaba. - -Augusto Lemaître en su _Audition colorée et phénomènes connexes -observés chez des écoliers_ trata largamente de los experimentos -hechos por él mismo en niños de doce á catorce años en el colegio -de Génova en 1900. Por la tabla de los colores, en la que resume los -experimentos, se ve que ninguna vocal tiene el color violado, que _a_ -es lo más ordinariamente roja ó blanca, que _é_ es amarilla, _i_ blanca -(más raras veces roja), _o_ negra, _u_ verde, pero tan á menudo negra, -amarilla ó azul. Las preferencias generales concuerdan con las aducidas -por Flournoy[11]; sólo hay divergencia en la o, que ordinariamente es -roja ó amarilla en las preguntas de Claparède, y que Lemaître halla -resueltamente como negra. He tratado despacio de este asunto en la -_Embriogenia del lenguaje_, y no me detendré más en él. - -_Rojos_ son los instrumentos de cobre para Stuart Merril, no sé si por -su color material ó por lo desgarrador de su estridencia. Por lo menos -en sus _Gammes_ se lee: - - «Que les Espérances écloses - Clament au cœur des _clairons roux_ - Dans l’Azur des apothéoses: - Gloire aux amants fervents et doux!». - -Y nótese que el sonido silbante en que terminan estos versos expresa el -salir y cortar, como sale el aliento cortado por los dientes. - -Más sinestésico anduvo Pierre Richard hasta en el título de su - - _Tuba mirum spargens sonum_, - -que encabeza la descripción del Occidente, ardiendo en rojas llamas. - - -La silbante se encarga también aquí del trompeteo en las sílabas del -golpe rítmico: - - «Les _Cuivres_ du couchant sonnent un long appel. - Et le métal en _feu_ ruisselant sur le ciel - Couvre de ses _clameurs_ les chansons éphémères - Du Rêve... - Ainsi que le _buccin_ de l’Archange implacable - Évoquera les morts au dernier Jugement, - L’Angoisse, dans les cœurs, s’éveille, impitoyable - Aux sinistres _fanfarres_ du soir _coruscant..._». - -Las sensaciones auditivas despiertan en nuestra fantasía hasta formas -geométricas. Bleuhler y Lehman han reconocido que los tonos elevados -hacen fantasear á veces una serie de ángulos agudos; los graves, -ángulos más obtusos, y hasta arcos de círculo. ¿Es un soñar despierto? -Ni mucho menos. Los sonidos se encargan ellos mismos de demostrárnoslo -pintando esos ángulos. Las llamas manométricas de Kœnig toman toda -especie de figuras, según sean los sonidos que las originan. Las -vocales más agudas en su nota característica y más abundantes en -armónicos, la _i_ por ejemplo, dan una llama más angulosa y aguda que -las vocales graves como la _u_. «Un canto lento, desolado subía, el _De -profundis_. Haces de voces rehilaban por las bóvedas, se fundían con -los sonidos casi verdes de las armónicas, con los timbres punzantes de -los cristales que estallaban. Apoyadas sobre el bramido continuo del -órgano, recostadas en los bajos, tan huecos que parecían haberse bajado -dentro de sí mismos como en un soterraño, brincaban saltando sobre el -versículo. - -Y tras una pausa, el órgano, acompañado de dos contrabajos, mugía -arrastrando en su tornado las voces, los barítonos, los tenores y -los bajos, y sin embargo, la vibrante voz de los sopranos agujereaba -y pasaba al través de la tromba, como una flecha de cristal. Y -al terminar el salmo, las voces infantiles se desgarraban en un -gemido doliente de seda, en un quejido afilado, que temblaba sobre -la palabra _eis_, la cual quedaba colgada del vacío... Estas voces -claras y aceradas introducían en las nieblas del canto, claridades del -alba...»[12]. - -Las líneas, las superficies, los espacios juegan en toda esta -descripción, pero juegan en toda la expresión del lenguaje. Todo él se -reduce á expresar las diversas relaciones espaciales[13]. - -He hecho hincapié en la audición coloreada de las consonantes, porque -los psicólogos sólo han tocado la de las vocales, por ser de timbre -más despejado, menos borroso al parecer. Sin embargo, las consonantes -y los demás ruidos tienen tal vez un timbre más delicado y menos -chillón, por ser cabalmente más ruidoso y esquinudo. Sólo que, como -dice Remy de Gourmont, «la palabra tiene una forma determinada por las -consonantes, un perfume, bien que difícil de percibir por lo grosero de -nuestra fantasía». En una buena charanga ú orquesta, el estruendo de -los instrumentos acompañadores, bombo y platillos, contrabajo, etc., no -deben oscurecer la melodía, ni el acompañamiento sinfónico que suena -entre ella y los ruidos bajos: debe ser como un zumbido que crece ó -descrece, pero que forma como una atmósfera fónica que rodea y como -fondo de un cuadro que da unidad y base al todo. - - [Ilustración] - - - NOTAS: - -[9] J. K. Huysmans, _A Rebours_, p. 63. - -[10] Saint-Pol-Roux. _Mercure de France_, XLII, p. 90. - -[11] _Synopsies_, p. 67. - -[12] _En Route._ Stock, 1899, p. 5-15. - -[13] CEJADOR.--_Gérmenes del Lenguaje._ - - - - - LA IRONÍA Y EL GRACEJO EN LOS REFRANES - - -Dicen que los refranes encierran la sabiduría popular. La hay, cierto, -á vueltas de no poca gramática parda y de mayor inspiración poética. No -hay regla de retórica que no pudiera confirmarse con un buen montón de -refranes. Pero lo que me parece más importante es buscar en ellos el -ingenio nacional, que se retrata en las maneras graciosas de formular -la sentencia. La flor y nata es la ironía, en sus variados matices. No -es del caso hacer aquí un tratado de ella; baste recordar que consiste -en decir lo contrario de lo que se quiere dar á entender, por manera -que la forma contradiga al fondo, quedando éste por lo mismo tanto -más clavado en las mientes cuanto más entra en ellas por el choque y -chispazo debido al contraste. Brilla así más la doctrina y queda más -hondamente impresa. Además, no sé qué de encanto tiene para el hombre -el mentir, que, ya que no mintamos por el fondo, nos contenta mentir -á lo menos por la forma. Ello es que la ironía es la única mentira -provechosa y la flor más delicada y olorosa del ingenio. Y esta flor -es variadísima y rica en matices; el caso es que tenga alguna pinta -de ingeniosa mentira. _En tiempo y lugar, el perder es ganar_, dice -un refrán de singular consejo. Paradoja hay entre el perder y el -ganar, y mentira parece que gane el que pierde. Pero ahondad un poco, -y hallaréis que el dar tiempo al tiempo, perdiéndolo al parecer, es -ganar, y no sólo cualquier empresa, sino hasta ganar tiempo. Dígalo si -no la tortuga, que se fué paso tras paso, y llegó antes que el caballo, -el cual perdió el tiempo con quererlo aprovechar harto de corrida. Cede -el lugar al superior, humíllate, y pronto te verás ensalzado, ganando -puesto y lugar con lo que parece lo perdías. - -_En todo hay bellaquería, si no es en la ropería_, dice otro. ¡Cómo!, -¿que no lo hay en la ropería? Porque allí no hay simple bellaquería, -sino grandísima bellaquería, en grado superlativo. Mientras discurres, -el refrán te va entrando más y más, y cuando caes en ello, ves que el -contraste entre la forma y la idea te dice que no es como las demás la -bellaquería de los roperos, sino de grado especial, al punto de que esa -bellaquería ordinaria no existe realmente entre ellos. - -_En todo se mete Peralvillos, como el agua en los cestillos._--No -es que se meta, sino que con la misma facilidad con que se mete se -sale, como el agua que se echa en cesto. Á no ser así, allí dentro se -quedaría; y entonces, ¿cómo se podría ir á meter en otro asunto? - -_En muriéndome yo, todo se acaba._--Valiente pata de gallo, está uno -por decir; á no ser que salte y diga: te acabarás tú, que los demás... -Y con todo, ni aquello es verdad, ni estotro; y ni es pata de gallo -ó simpleza de vara y media, sino gravísima cordura; ni es cierto que -se acabará el que lo dice, y no los demás, porque para él todo se -acabó, y él de sí habla, no del Papa Marcelo II, de quien nada sabe ni -le importa una higa. Salgamos de tan hondas filosofías, que á fe nos -habían de anegar á poco que en ellas nos detuviéramos. No hay verdad -más colosal que la de ese refrancillo, vestido de bobo. - -_En Hornachos, todos los asnos son machos._--Tiene gracia la -perogrullada. Eso quiso el refrán ó el pueblo que lo inventó: que os -cayera en gracia. Pero guardaos, no haya más en la aldehuela, que -suena. No sea algún chalán, que os capee con esa gracia para atraeros -y vender su mercancía. Y así es la verdad, que los asnos de Hornachos -son ó eran antes, que yo no los conozco, pero me consta que fueron -tamaños como machos ó mulos. El equívoco tiene de la ironía no menos -que de la paradoja, puesto que una cosa dicen á la vista y otra tienen -en el anverso, y la gracia está en que, engolosinados con la mentira, -busquéis con mayor afán la verdad, volviendo la moneda, que ese -manosearla os la dará mejor á conocer y os hará que menos la olvidéis. - -Y ya que por machos va, vaya aquel otro: _En efecto, que el Rey era -macho_.--¿No lo entendéis? Decidlo ante un corro, después que Fulano -haya mostrado su crasa y supina ignorancia en cualquier materia, y á -buen seguro que lo entiendan todos y vos con ellos. - -_Soñaba Gil, el ciego, que veía, y soñaba lo que quería._--Gracia tiene -en el ciego Gil ó en el ciego Menga; pero más gracia tiene, por lo -menos más risa da, en Perico el de los Palotes, que se despepita por -servir á Don Espera-un-rato hasta echársele por los suelos, ó se quema -las cejas á caza de consonantes en el Diccionario de los ídem, creyendo -muy á pie juntillas que con eso va á subir á la cima del Parnaso, ó... -ó... Añadid aquí, que tela hay cortada para cualquier parroquiano del -barrio de la Quimera. - -_Enderezaos, Lucía, que váis torcida._--Este refrán no tiene hoy -aplicación con las señoritas, por estar de moda el ir sobrado de -tiesas y erguidas, bien sacados el polisón para atrás y los pechos -adelante, porque no todo sea figurín pasado con un asador. - -_Envaine vuestra merced, que bien lo ha hecho._--Podéis decirlo á -muchos militares, no después que hayan dejado de un guantazo roja como -un tomate la cara del pobre quinto que se salió de la fila ó trabucó el -paso, sino cuando los sintáis á las espaldas por el olor á perfumes, -en lo que (en Dios y en mi ánima que no miento) vencen á las damas -más emperejiladas. Bien podéis decirles aquel otro: _En cueros y con -sombrero y guantes y pañizuelo_. - -_Entendió que pescaba bogas._--Tal vez se dijo por el que, llamados -sus compañeros á cabo de gran esperanza y regocijo, sacó á la ribera -el cadáver de todo un señor asno. Pero más vale dejarnos de glosas y -saborear la ironía en los mismos refranes. - -_Entre bobos anda el juego, y eran todos fulleros._--La segunda parte -en éste y sus semejantes suele naturalmente omitirse. - -_Entre gavilla y gavilla, hambre amarilla._--Paradoja que queda -deshecha al advertir que se trata de la mengua que sienten los -labradores entre la siega de la cebada y la del trigo, por haberse -acabado el repuesto del año anterior. - -_Entre col y col, lechuga._--Así plantan los hortelanos; dícese del -tomar algún alivio entre el trabajo. - -_Es moza de buen recaudo, que antes que salga se manca en el establo._ - -_Es hablar adefesios._--Á quien no entiende, ó lo que es lo mismo, -cosas disparatadas, que lo son para ese tal: como cuando San Pablo -escribió _ad Ephesios_ á los de Éfeso, que no le atendían por estar -apasionados con su famoso templo de Diana. - -_Eso y nada lleváoslo en la halda._--Todo eso no vale nada. - -_El mur_ (ratón) _no cabía en el horado_ (agujero), _y atóse una maza -al rabo_. - -_El muleto siempre parece asno, quier en la oreja, quier en el rabo._ - -_El rosario al cuello, y el diablo en el cuerpo._--De los devotos -farisaicos. - -_El hato de la liebre._--Para decir que no tiene más que lo puesto. - -_El harto de ayuno no tiene duelo ninguno._ - -_El herrero de Arganda, que á puras martilladas olvidó el oficio._ - -_El hijo de la cabra siempre ha de ser cabrito._--El natural tiene que -aparecer en cada uno: _El hijo del asno dos veces rebuzna_; _El hijo -del gato mata al rato_; ó _El hijo de la gata, ratones mata_; ó _El -hijo de la cabra, de una hora á otra bala_. - -_En aldeas, pon la capa do la veas._--No te la espulguen. - -_En Aracena, quien no tiene pan no cena._--Y fuera de Aracena tres -cuartos de lo mismo; como _En Atienza, cada uno de sí piensa_; y _En -el andar y el meneo, luego vi que era de Toledo_, porque en todas -partes _En el andar y en el vestir, serás juzgado entre mil_. Lo mismo: -_En la tierra de Matadura, quien no trabaja no manduca_. - -_En eso estaba pensando._--Ironía con que niega uno lo que le piden. - -_En la mula de San Francisco._--Cuando uno camina á pie. - -_En Cantillana, el que madruga se levanta de mañana._ - -_¿En qué mes cae Santa María de Agosto?_--Á los simples; como _¿La -mujer del quesero que será?_ - -_El polluelo del labrador y el bizcocho de la monja traen costa._--Dan -poco para que les den mucho; ó _El mensajero de Villamelera, lo que -trae en el papo lo lleva_. - -_El primer año, doctor; el segundo, licenciado; el tercero, bachiller; -el cuarto, estudiante; el quinto, ignorante que comienza y quiere -saber._--Atrás como el cangrejo es este progreso, aplicable de lleno á -los estudiantes del día, gracias á los excelentes planes de enseñanza -que nos desasnan. - -_El tal por tal debe ser igual, como el tanto por tanto, que es otro -tanto._--Aclárase por el otro: _El tal por tal es bueno, si es tanto, -como tanto por tanto_. - -_El tejedor del villar huelga toda la semana, y el domingo quiere -trabajar._ - -_El tiempo lo cura todo, ó lo pone del lodo_; ó _El tiempo aclara las -cosas y el tiempo las oscurece_.--Contra los que fían demasiado del -tiempo diciendo: _El tiempo cura las cosas_; ó _El tiempo y yo, para -otros dos_, como repetía Felipe II. Lo mismo: _El tiempo todo lo trae y -todo se lo lleva_. - -_El toro se lo rompa._--Al que trae vestido nuevo, con ironía. - -_El villano y el nogal, á palos dan lo que dan._ - -_El mejor lance de los dados es no jugarlos_; ó _El mejor nadar es -guardar la ropa_. - -_El mejor pienso del caballo es el ojo del amo; y con la cebada que le -sobra, fregarle la cola_; ó _El pienso mejor es el ojo del señor_. - -_El mozo bueno, bueno es; de tres torreznos, dadle los dos, y el -mandado hacéoslo vos._ - -_El buen estudiante, harto de sueño y muerto de hambre._--Se supone no -de estudiar, sino de andar á picos pardos y ser gastador. - -_El buen hombre al sol se seque._--Ironía y maldición. - -_El buen vino ha de ser añejo, y ha de tener buen olor, y buen color, y -buen gusto, y mal dejo._--Mala gana de dejarlo de la boca; esperábase -_buen dejo_. - -_El caso es que me caso, y no hay más caso._--Linda repetición. - -_El caballo del rey cayó á mi puerta, y en mi portal la haca de la -reina._--De los que se jactan de vanos favores de los mayores. - -_El que las sabe, las tañe; y eran campanas._ - -_El que no tiene casa de suyo, vecino es de todo el mundo._ - -_El convite del cordobés: ya habréis almorzado, no querréis -comer._--Pasan por tacaños los cordobeses: no lo sé por experiencia. -Las gentes maliciosas siempre achacan á otros las cosas. Así otros -dicen de los toledanos: _El convite del toledano: bebiérades, si -hubiéredes almorzado_. - -_El papagayo tiene cuartanas, porque no le dan almendras -confitadas._--Contra regalones. - -_El pensar no es saber._--Del que menudea el _pensé que_; y le dicen: -_penseque_, _asneque_, _burreque_. - -_El pobre que pide pan, carne toma si se lo dan._ - -_El potro de Merlín, cada día más ruín._ - -_Él se sabe su canción con dos guiaderas._--Del doblado. - -_El ser señor no es saber; más eslo el saberlo ser._--Sentencia bien -torneada. - -_El secreto de Anchuelo, que lo decía dando voces_; ó _secreto á voces_. - -_El sastre que no hurta no es rico por la aguja._--Todos son sisadores. - -_El día de hoy no hay de quién fiar._--Como _Hoy no se fía aquí, mañana -sí_; y _El día de mañana no le vimos_. - -_El dormir no quiere prisa, ni la prisa quiere dormir._ - -_El dolor de cabeza es mío, y las vacas son nuestras._--El trabajo, -para el particular; y el provecho que de él se saca, para la comunidad. - -_El fraile predicaba que no se debe hurtar, y él tenía en el capillo el -ansar._ - -_El gaitero de Arganda, que le dan uno por que comience y diez por que -lo deje._--Tan bien lo hace. Ó _El gaitero de Bujalance, un maravedí -por que tanga y diez por que acabe_. - -_El barato de Juan del Carpio._--Aporreó á su mujer, pidiéndole barato, -y al revés: _El barato de Cordovilla_.--Que alumbró toda la noche á -los jugadores por el barato, y ellos le dieron con el candelero en la -cabeza. - -_El bobo de Coria, que empreñó á su madre y hermanas, y preguntaba si -era pecado._ - -_El buen escribano, primero el borrón que la pluma en la mano._ - -_Años no me lleves, que meses los que quisieres._--Es pedir que no le -den de comer, pero que le hinchan el pancho. - -_Ea, caballeros, que entre señores no ha de haber pesadumbres; y eran -tejedores._ - -_¿Heredástelo ó ganástelo?_--Que lo heredado se gasta con menos duelo -que lo ganado por sí mismo. - -_El aliño de Pedro Fernández, que vino el jueves y fuése el -martes._--Fuése dos días antes de venir. - -_El alfayate de la encrucijada, que ponía el hilo de su casa_; ó _El -sastre del campillo, que cosía de balde y ponía el hilo_; ó _del -cantillo_, como dicen otros; ó _El alfayate del castillo, que hacía la -costura de balde y ponía el hilo_.--Este refrán, del cual conozco hasta -diez variantes, dícese del que pide gollerías. - -_El sastre de Ciguñuela, que pone la costa y hace de balde la obra. El -sastre de Peralvillo, que hacía la costura de balde y ponía el hilo. El -sastre de Piedras Albas, que ponía el hilo de su casa. El sastre del -cantillo, que cosía de balde y ponía el hilo._ - -_El abad de la Magdalena, si bien come, mejor cena._--Adversativa en -la forma, que refuerza más que si fuera copulativa; como _El asno -chiquillo, siempre borriquillo_, donde se esperaba algo que saliera en -su favor. - -_El abad de Bamba, lo que no puede comer dalo por su alma._ - -_El invierno en Burgos, y el verano en Sevilla._--Esperábase todo lo -contrario; pero es que tienen comodidad las viviendas en cada lugar -para estos tiempos. Atribuyen el dicho á Isabel la Católica. - -_El olivar de Lope de Rueda._--Alusión á las olivas del olivar que sólo -tenían en esperanza. Como _Hijo no tenemos y nombre le ponemos_; y _No -asamos y ya empringamos_. - -_El olivar, hacerte ha bien, si le haces mal._--Requiere atocharle -y cortarle las ramas viejas para renovarse y varearle al coger la -aceituna. - -_El hombre desgraciado, en la cama se despalda._--¡Ya es tener mala -suerte! - -_El oficio del gato: matar el rato._--Al ratón. De los que no dejan sus -mañas; lo mismo que: _El oficio del perezoso_. - -_El lobo harto de carne métese fraile._--Dícese del que, harto y -regalado, trata de la estrechez que deben guardar los religiosos, -estando él tan lejos de imitarles como el lobo. Y aplícase á otras -cosas, conforme al otro refrán: _Médico, cúrate á tí mismo_. - -_El lunes á la Parla, el martes á Paliza, el miércoles á Puño en -rostro, el jueves á Cocea, el viernes á la Greña, el sábado Cierne y -masa, el domingo descansa._--De las vecinas del barrio, que por parlar -y holgar, sus maridos las castigan á puñete, palo y coz, etc. - -_El lunes mojo, el martes lavo, el miércoles cuelo, el jueves saco, el -viernes cierno, el sábado maso; el domingo, que yo hilaría, todos me -dicen que no es día._--De los perezosos y para poco, que todo se les va -en preparativos y aun en propósitos. - -_El sabio de Almudévar, Pedro Zaputo._--Por ironía del necio; como _El -santo macarro jugando al abejón_. - -_Él se sabe su salmo._--Del astuto. - -_Aquélla es mi nuera, la de los pabilones en la rueca; y aquélla es mi -hija, la que bonito hila._--De los que alaban sus agujetas. - -_Aquí es donde se daban los frailes de capillazos por falta de -piedras._--Ironía para decir que hay allí muchos guijarros. - -_Aquí estáis vos, y la horca vacía._--Hablando de un bellaco. - -_Aquí cómense las capas._--Dícese donde hay aire frío y no se puede -parar. Metáfora con ironía de los que venden las capas con necesidad -para comer y dicen es para que no se coman de polilla. - -_Aquí venden ropa._--De lugar airoso y frío. - -_Apagar el fuego con aceite._--En vez de remediar la cosa, la enconan y -encienden más. - -_El maestro Ciruela, que no sabía leer y puso escuela_; ó _Aprendiz de -Portugal: no sabe coser y quiere cortar_. - -_Ave por ave, el carnero si volase._--Así al carnero, cabrito, etc., -llamaba el ventero de la segunda parte del _Quijote_ (c. 59) _aves de -la tierra_, en oposición á _las pajaricas del aire_. - -_Amigo por amigo, mi pan y mi vino._--Como _Ave de tuyo_. - -_Arremangóse pereza, y echó fuego á la leña._ - -_Arriba, caudal; y jugaba las hormas._ - -_Arrópate, que sudas._--Al que de poco se cansa. - -_Achaques al jueves, para no ayunar el viernes._ - -_Ande la recua, que ya está cargada._--Á los corcovados. - -_Antes de mil años, todos seremos calvos._--De lo muy lejano. - -_Asienta, escribano, que una blanca me debe fulano._--Es el testamento -del gallego, entre cuyos capítulos era uno: «que dejo á mi hermano un -olivar, que no tiene olivos ni dónde plantar»; otro: «una camisa, que -no tiene faldas, pechera ni mangas». - -_Aciértalo tú, que yo lo diré._ - -_¿Adónde pondremos este santo?_--Del que se regala y se estima en mucho. - -_Adivino de Salamanca, que no tiene dinero quien no tiene -blanca._--Como la ciencia de Pero Grullo, que á la mano cerrada llamaba -puño. - -_Adelante los de Cascante, siete con tres orejas y las dos lleva -el asno._--Por la cuenta, entre todos no había más que una oreja. -Motéjalos de ladrones desorejados. - -_Agua, agua, que se quema la fragua._ - -_Agua lo dió, y agua lo llevó._--Del tabernero, á quien el agua le -inundó la bodega. - -_Agudo como punta de colchón, ó de majadero._--Contra el rudo y romo. - -_Agradecédmelo, vecinas, que echo salvado á mis gallinas._--Contra los -que quieren se les agradezca lo que interesadamente emprenden. - -_Más acá hay posada._--Sofrenada al que se alarga en mentir y -encarecer, como _Baja acá, Marica_, ó _Baja acá, gallo, que estás -encaramado_. - -_Alabaos, nariguda._--Como _Alábate, burro, que te crece el rabo_; y -_Alábate, cesto, que venderte quiero_; ó _Alábate, polla, que un huevo -has puesto, y ese huero_. - -_Alegraos, perros, que ya podan._--Á las esperanzas largas. - -_Algarabía de allende, que el que la habla no la entiende._--De -aplicación continua en estos tiempos de _ignorancia española_, en que -somos tantos los _intelectuales_. - -_Algo ajeno no hace heredero._ - -_Algún ciego me quisiera ver._--¡Y tanto! - -_Albricias, padre, que el obispo es chantre._--Del que se alegra -neciamente, cuando debiera llorar. - -_Alquimista certero, del hierro pensó hacer oro, é hizo del oro hierro._ - -_Al revés me la vestí, mas ándese así._--Contra flojos y desaliñados, y -los que no enmiendan sus defectos. - -_Así medre mi suegro, como la rama tras el fuego._ - -_Ángel patudo, que quiso volar y no pudo._ - -_Anda, mozo, anda, de Burgos á Aranda; que de Aranda á Extremadura, -yo te llevaré en mi mula._--Pasado el puente de Aranda ya se está en -Extremadura, como lo dice este nombre, _extremun Duriæ_, extremo del -río Duero, el río de Aranda. - -_Andar á caza con hurón muerto._ - -_¿Hay más pan que rebane este fraile?_--Del gorrón. - -_Ahí me las den todas._--En otro, donde no duele. - -_Ayuna, como el cuervo en el arado y la gallina en casa._ - -_¿Ayunáis, gallego?_--_Sí, á pesar de o demo._ - -_Ayúdame aquí, don Estorba._ - -_Ahora te lloraré, abuelo, después de un año muerto._ - -_Aramos, dijo la mosca, y estaba en el cuerno del buey._--Á los que no -siendo nada dan á entender que son mucho, y no teniendo parte en las -cosas se venden como principales en ellas. - -_Al ojo con el codo._--Del restregarse los ojos, que ha de ser con el -codo, lo cual es imposible: por no decir que jamás se ha de restregar. -Es como lo otro de que sólo conviene tomar el sol los meses que no -tienen _r_, que son los calurosos, cuando nadie lo apetece. - -_Al diablo que no vi, beso que le di._--Ironía de lo que nunca vió y -desprecio de lo que no se conoce. - -_Al fiar, vista, dulcedo; al pagar, á tí suspiramos._ - -_Al que te quiere comer, almuérzale primero._ - -_Al que te quiere mal, cómele el pan; y al que bien, también._--Es -decir, que _hay cosas que parecen mangas; vueltas del revés, mangas -otra vez_. - -_Á asno lerdo, modorro arriero_; ó _Á asno tocho, arriero tonto_; ó _Á -asno tonto, arriero modorro_.--El sentido es que á uno mal inclinado -ó que necesita de corrección hásele de dar quien pueda enderezarle. Y -con todo eso, en vez de darle un buen maestro ó guía que carezca de las -malas mañas del discípulo, dice que le den otro que sea horma de su -zapato y tan avieso como él. Además de estas tres variantes, se dijo -poniendo _recuero_ por _arriero_. - -_Á Aznaga por aceite, y á la Granja por naranja._--Es como pedir peras -al olmo y cinco pies al gato, pues en tales lugares no se dan esos -frutos. - -_Á ese paso, llevaos mi mula_; ó _Á ese precio vendimiado es lo -mollar_; ó _Para eso no necesitábamos alforjas_.--En vez de _es -demasiado caro lo que pedís_, se le da encima la mula. Sin ironía dijo -Jesucristo que al que le quiten la capa le den el sayo también. - -_Á esotra puerta, que ésta no se abre._--No es despedir á uno, como -parece á primera vista. Dícese cuando no responde un sordo ú otros, y -en vez de decir ¿qué queréis?, hablando uno por el desatento, dice: no -oigo. - -_Á escudero pobre, carbón de cañuto._--El carbón de cañuto se gasta -mucho y dura poco, y el escudero pobre había menester lo contrario, lo -que dice el otro refrán: _Á escudero pobre, taza de plata y cántaro de -cobre_, por que le dure. - -_¿Á cómo vale el quintal de hierro? Dadme una aguja._--Contra los que -para comprar una nonada se informan y preguntan á cómo vale la arroba. - -Aquí del _¡eche usted jierro! ¡quite usted jierro!_ - -_Á propósito, Dr. Jarro._--Al gorrón borracho, y puede servirle de -comentario el siguiente sucedido, que no cuento, y fué en Tudela. -Merendaban en el campo unas costillas, y vieron venir hacia ellos -un conocido gorrón.--Cuidado con convidarle.--Llega, nota que no le -invitan, y _á propósito_ de haberle preguntado que qué le hizo á fulano -el otro día cuando le faltó en la taberna, y respondiendo él que ¿qué -le podía hacer? Paciencia--repone uno de los de la merienda:--Haberle -roto las _costillas_.--Tómale la palabra el de gorra, y sentándose -muy frescamente, dice: _¡Pa no hacer disprecio...!_. Y dió en las -_costillas_ con tan fiero y hambriento diente, que hubieron de apretar -los otros los suyos para que no les dejase en ayunas, y sus propias -costillas por no descostillarse de risa. - -Y á propósito también de equívocos, no es malo el siguiente refrán con -su comento de un grave autor antiguo, de principios del siglo XVII. «_Á -teatino, ni el dedo menino_». (Que no se les ha de dar entrada ni en -muy mínima cosa, porque no se alcen con todo; ya es notorio á quiénes -llaman teatinos en Castilla. Dícelo aquel jeroglífico «pues que nadie -te atina, yo te atino, dinero mío»). - -_Á tí lo digo, hijuela; entiéndelo, mi nuera._ - -_Á tu tía._--Despidiendo, que se vaya con Dios. O como dice otro: _Á -Tuta, que es lugar de limosnas_, ó _á Tetuán_. Despide y burla del que -pide lo que le quieren dar, remitiéndole adonde no halle bien ninguno. -_Tuta_, lugar imaginario, y _tu-tía_ por el sonsonete: equivalen á -_pedir_; _tute_ y _tus-tus_ explican la etimología del _tu-ta_, _tu-s_, -_tu_=_to_, llamar á uno y pedir en éuskera. - -_Á vísperas dan paz._--Por lo que es fuera de sazón, pues la paz se da -en la misa y no en las vísperas. - -_Á maravedí el palmo._--Dícese en lo que á uno no le va ni le viene, ni -maldito lo que le importa en lo que se entremete. - -_Á más priesa, más vagar._--Paradoja bien clara en _Vísteme despacio, -que estoy de prisa_. - -_Á mí que no pido._--Cuando se reparte algo, los muchachos todos piden -y son importunos; el que no lo es, tomando su modestia por derecho, -dice el refrán. Otros muchos, por no parecer muchachos, dícenlo para su -capote. Á todos alcanza el dicho. - -_¡Ay, ay, ay!, que me quejo y no tengo mal._ - -_Ahí es, junto á casa._--Ironía cuando está muy lejos aquello por que -se pregunta. - -_Hay hombres bestias como ansares pardas._--Por no decir que hay pocos -que no lo sean. - -_¡Ay qué trabajo, vecina; el ciervo muda el penacho cada año, y vuestro -marido cada día!_--Pulla manifiesta. - -_Á ésta no la toco, á ésta no la toco._--Del que finge no querer y se -lo está comiendo con los ojos, y así otros añaden: _y todas se las -comió_. Suele pasar á los niños bien criados, á quienes se les enseña -á rehusar cortesmente en sociedad cuando se les ofrece algo. Sólo que -después resulta que si el ofrecimiento es sincero y acaba por aceptar, -como debe hacerlo, no deja ni las raspas y muestra su mala crianza, en -lo que quiso mostrarla demasiado esmerada. Otra variante: _Á éste le -dió, á éste no le dió, y todos se los comió_. - -_¡Á ellos!, ¡á ellos!; é iban huyendo._--Entiéndese que lo decían los -que huían. - -_¡Á ellos, padre! Vos á las berzas, y yo á la carne: y si os sentís -agraviado, vos á las berzas, y yo al jarro._--Es la figura retórica -_aprosdoqueton_, que denota lo que no se esperaba; se espera una cosa -y dispara en otra irónicamente. Como decimos: _el que parte, bien -reparte_; _bien_ para sí, por supuesto. - -_Á la sierra, ni dueña ni cigüeña._--Modo de decir que las dueñas se -meten en todo, pues se las encuentra hasta en despoblado, aunque el -dicho diga de hecho lo contrario. - -_Á la dicha que habéis, padre, ahorcado habéis de morir._--Otro -_aprosdoqueton_. _Dicha_ vale buena y mala ventura, como suerte y -casualidad, y aunque de suyo díjose de la buena, por el irónico modo de -hablar tomó también el valor opuesto, como sucede en otros vocablos, -por antítesis, como dicen. Por ejemplo, en el _Quijote_ (I, c. 40): «si -á dicha se pierden, ó los cautivan, sacan sus firmas»: es decir, si por -mala suerte. - -_Á la boda de Don García, lleva pan en la capilla._--Es paradoja, pues -en las bodas suele haber abundancia; pero enseña que nadie se fíe en -hacienda y provisión ajena, por rico que sea el otro y favorecedor que -se presente. - -_Á la boda del herrero, cada cual con su dinero._--También parece -paradoja; como todos han menester de él en los pueblos chicos, van en -su boda á ofrecerle, en vez de comer á su costa. - -_Á la boda del horno, perdió Mariquita el bollo._--Paradoja clara, y la -sentencia bien se clarea tras la metáfora. - -_Á la borracha, pasas._--Lo que ella quisiera fuera vino: dénselo en -pasas. - -_Á la borrica arrodillada doblar la carga._--En vez de aliviársela; -como _al que no quiere taza, taza y media_. - -_Á la buena, júntate con ella, y á la mala, ponla la almohada._--No por -darle gusto, sino porque haga sus visitas de puro cumplido y se parta -cuanto antes. - -_Á la vieja que no puede andar, meterla en el arenal._--Desayudarla; en -vez de sacarla del atolladero, meterla en otro peor. - -_Á la mosca, que es verano._--Dícenlo por los que se van libres de amo. - -_Á la muerte no hay remedio cuando venga sino tender la -pierna._--Dejarse morir, que es remedio eficaz para salir del paso. - -_Á la mula con halago, y al caballo con el palo._--Al revés te lo digo, -para que me entiendas. - -_Á la mujer barbuda, de lejos me la saluda, con dos piedras, que no con -una._ - -_Á la mujer ventanera, tuércela el cuello si la quieres buena._--Buen -remedio acabar con ella; pero no hay otro, porque es resabio sin -remedio. - -_Á las veces más vale el vino que las heces._--Esperábase oir todo lo -contrario; como _lo barato es caro_. - -_Á los de la facultad no llevamos dinero._--Así un albéitar á un médico -que le pagaba la cura de su mula. - -_Á nadar anadinos, patos y patinos; entrad vos, patón, nadaréis -mejor._--En vez de lo haréis peor. - -_No hay cosa mejor dicha que la que está por decir._--Paradoja, -aconsejando el secreto y la discreción. - -_Á segar son idos tres con una hoz._--Suéltase el problema irónico: -_mientras uno siega holgaban los dos_. - -_¡Ah, señor, por quien tú eres, no se acaben las mujeres!_--En vez de -decir: ojalá cargue con todas el diablo. - -_Á su tiempo viene lo que Dios envía y quiere_; y _Á su tiempo se cogen -las uvas, cuando están maduras_.--Esperábase más honda razón. Y es la -explicación de Don Quijote á Sancho del por qué le dolían todas las -espaldas, declarándoselo profundamente, que como el palo con que le -molieron era largo y tendido, le dolía cuanto el palo le cogió, y «si -más te cogiera más te doliera». - -_Á jueces galicianos, con los pies en las manos._--Á magistrados -codiciosos ó gallegos, llevarles aves asidas por los pies con las manos. - -_Á Dios y á ventura dígola abutarda._--Siendo la guía, debiera saber el -camino, y llama gobernador al desgobernador y que no sabe de trazas ni -lo que se pesca. - -_Á Dios y veámonos, y eran dos ciegos._--Como _veamos, dijo el ciego, y -nunca veía_. - -_Á Dios, Benavente, que se parte el Conde; y salía un cocinero._--De la -población llamada Benavente; como _Á Dios, Madrid, que te quedas sin -gente_. - -_Á Dios, que pinta la uva._--los mozos que se despiden del amo, cuando -más los había menester. - -_Á Dios, paredes, que me voy á ser santo; é iba á ser ventero._--Tan de -buena conciencia como el que armó caballero á Don Quijote. - -_Á do te quieren mucho, no vayas á menudo._--Y no es ironía; para no -cansar y hacer que te dejen de querer. Sentencia bien honda y práctica. - -_Á dos palabras, tres porradas._--Habla el necio dos palabras y son -tres necedades. - -_Á falta de hombres buenos, hicieron á mi padre alcalde._--De quien el -hijo no tenía muy buena opinión que digamos. - -_Á falta de caldo, buena es la carne._--Como _á falta de pan, buenas -son tortas_; ó _á falta de vaca, buenos son pollos con tocino_. - -_Á bien te salgan, hijo, tus barraganadas._--Ironía contra los -presuntuosos. Barraganadas son valentías; y prosigue: _El toro estaba -muerto, y hacíale alcocarras con el capirote desde las ventanas_, que -hoy diríamos _le quería capear desde la talanquera_. - -_Á buey viejo, cencerro nuevo._--Cosas desproporcionadas, y en -particular el que casa de viejo con mujer moza; ó _á casas viejas, -puertas nuevas_. - -_Á buen santo lo encomendáis._--Á quien no tiene influencias, santo de -poca cabida con Dios. - -_Á buen comer ó mal comer, tres veces beber: la primera pura, la -segunda como Dios la crió en la uva, la tercera como sale de la -cuba._--Siempre y en todo caso buen trago y de lo no bautizado. - -_Á buen tiempo hemos llegado._--Del tiempo trabajoso y del verse -desdeñados. - -_Á buen viento está la parva._--Del descuidado é inepto. - -_Á buscarla ando, la mala de la rueca, y no la hallo._--Dicen que lo -dice la perezosa, que carga á la rueca la culpa de su dejadez. - -_Á quien da y toma, nácele una corcova._--Los muchachos á los -cicateros, mudando irónicamente el otro: _Á quien da y toma, nácele una -corona_, que el dar le fué granjeo, porque el que siembra coge. - -_Á quien da no escoge; y dábanle de palos._ - -_Ha comido cazuela._--Dícenle á uno que se pasea por no tener blanca. - -_Allá va la lengua, do duele la muela._--El que mejor lo aplicaba -fué el que lo decía á las vecinas del barrio, cuando hablaban mal de -otras, pues acaece las más veces que lo que más critican es lo que más -falta les hace, y esto aunque no sean vecinas del barrio. Y confírmalo -el otro refrán: _Allí perdió la dueña el honor, donde habló mal y oyó -peor_.--Porque _Allí tiene la gallina los ojos, donde tiene los huevos -y pollos_. - -_Año de siete, ¡quién lo oyese y no lo viese!_--Común y antigua -creencia es que en las enfermedades el seteno día, y en la vida el año -siete y todos sus múltiplos, son peligrosos. Aun en las frutas, cada -año de siete no lo tienen por bueno los labradores, porque dicen que -parece que descansa en él la tierra. Los hebreos no sembraban el año -séptimo; pero era por el septenario de la creación con su descanso -final, como en la semana, que terminaba en sábado ó descanso. El que -quiera enterarse de las virtudes y daños del número siete lea lo que -de Varron trae Aulo Gelio, en el capítulo 10 del libro 3.º de sus -_Noches áticas_, donde, entre otras mil, trae esta misma supersticiosa -creencia. «En los septenarios se verifican los que llaman _climacteres_ -los Caldeos, las crisis peligrosas de la vida del hombre y de su -fortuna». Estos mismos datos y otros muchos de diversos autores -recuerdo haber leído en el primero de los Diálogos que escribió en -riquísimo castellano el P. Fray Juan de Pineda sobre la Agricultura -cristiana, libro raro, de lo mejor que se ha escrito en castellano, -fuera de su desmesurada extensión, pues consta de dos tomos en folio; -hállase en la Biblioteca Nacional. - - [Ilustración] - - - - - EL IMPERFECTO Y EL FUTURO DE SUBJUNTIVO EN EL «QUIJOTE» - - -Bajo esta denominación siguen estudiándose en nuestras gramáticas las -tres formas verbales, _ra_, _ría_ y _se_, _amara_, _amaría_ y _amase_, -para eterno baldón de nuestros arrestos científicos en achaque de -lingüística. Ni _amara_ ni _amaría_ son imperfectos, ni _amaría_ es -subjuntivo, ni estos tres tiempos significan lo mismo, para que sigan -unidos en feroz maridaje bajo una misma denominación. En ello convienen -Bello y Benot, y todos los extranjeros. Dejemos por ahora la forma -_amaría_, que es de indicativo, y estudiemos un poco las otras dos, y -con ellas sus compuestos correspondientes _hubiese amado_ y _hubiera -amado_. - -Las formas _amase_, _hubiese amado_, siempre son subordinadas de -pasado, esté expreso ó tácito el verbo subordinante; y esto, en todos -los monumentos antiguos, antes del clasicismo y en el clasicismo, y hoy -día; es decir, que es un imperfecto del subjuntivo ó, mejor dicho, del -conjuntivo. - -Proviene _amase_ de _ama-vi-ssem_, que tenía el mismo empleo y valor. -Conviene entender bien este empleo para no confundir este tiempo -con _amara_, como se confunde hoy, y no se confundía en tiempo -de Cervantes. _Amase_--repito--es siempre conjuntivo, es decir, -subordinado de otro verbo con _que_ expreso ó tácito, é indica tiempo -pasado. Véanse estos ejemplos del _Quijote_, entre otros mil[14]: -«Consideren lo mucho, que _estuuo_ despierto por dar la luz de su obra -con la menos sombra que _pudiesse_ (I, 3, 13). Y sus historias ya -que no las _quemassen_, _merecian_ que a cada una se le _echasse_ un -sambenito, o alguna señal, en que _fuesse_ conocida por infame (II, 6, -20). Y la bolsa de dinero, que le _dio_ don Quixote, para lo que _se -ofreciesse_ (I, 7, 26). No _estaua_ tan claro, que _pudiesse_ echar -de si rayos algunos (II, 8, 27). Y diziendo que que _auia visto_ en -ella, para no ponerla en el numero de las otras, que _alargasse_ la -satira, y la _pusiesse_ en el ensanche, sino que _mirasse_ para lo -que auia nacido (II, 8, 27). _Abraso_ el templo famoso de Diana... -solo porque _quedasse_ viuo su nombre en los siglos venideros (II, 8, -28). Y el dia siguiente, sin acontecerles cosa, que de contar _fuesse_ -(II, 8, 30). Sin _auer hablado_ antes a su señora, pidiendola _fuesse_ -seruida, de (I, 10, 32). Sin esperar son de trompeta ni otra señal -que los _auisasse_ (II, 14, 51). Sobre que medio se podria tomar, -para reduzir a don Quixote, a que _se estuuiesse_ en su casa quieto -y sossegado, sin que le _alborotassen_ sus mal buscadas auenturas, -de cuyo consejo _salio_... que _dexassen_ salir a don Quixote, y que -Sanson le _saliesse_ al camino... y _trabasse_ batalla con el... y -le _venciesse_... y que _fuesse_ pacto y concierto, que el vencido -_quedasse_ a merced del vencedor (II, 15, 53)». - - -Así como el presente de subjuntivo se subordina al de indicativo, así -el imperfecto _amase_ se subordina á los tiempos pasados, siempre con -_que_ expreso ó subentendido: «Ni _procuro que_ nadie me _tenga_ por -discreto (II, 1, 4). _Mando_ a un Capellán suyo se _informasse_ del -Rector de la casa (II, 1, 3): suple _que_. De cuyo consejo _salio_... -_que dexassen_ salir a don Quixote (II, 15, 53)». Hoy dicen: «Salio... -_que dejaran_». En Cervantes _amara_ jamás se emplea en este caso: -nunca es conjuntivo de pasado. - - * * * * * - -En las condicionales, _amase_ se halla en la hipótesis de tiempo -pasado, y de ella pasó más tarde á la apódosis, pero sólo cuando -hay también _amase_ en la hipótesis, sin duda por atracción; así -como _amara_, que pasó de la apódosis á la hipótesis. En Berceo -siempre hay _amase_ en la hipótesis de pasado, nunca _amara_. «Si tu -nunca _moriesses_, viuir yo non podría» (_Loor_ 97). «Si nacido non -_fuesse_, mucho meior auria» (_Mil._, 756). Lo mismo en el _Poema del -Cid_: «Dios que buen vassalo, si _ouiesse_ buen sennor» (20). «Que si -non la _quebrantas_ por fuerça, que non gela _abriese_ nadi» (34). -Otro tanto sucede en el _Quijote_: «Si a los oydos de los Principes -_llegasse_ la verdad desnuda, otros siglos correrian (II, 2, 8). Y -que si le _pareciesse_ que tenia juyzio le _sacasse_, y _pusiesse_ en -libertad (II, 1, 3). Quando yo _quisiesse_ oluidarme de los garrotazos -que me han dado, no lo consentiran los cardenales, que (II, 3, 11). -Que no diran cosa por otra si _rebentassen_ (II, 7, 23). Bonico soy -yo para esso, mal me conoce: pues a fê que si me _conociesse_, que me -_ayunasse_» (I, 25, 115). - -Sólo cuando hay _amase_ en la hipótesis, puede ir _amase_ en la -apódosis, como en los citados ejemplos. Es queja general que en estos -últimos años ha cundido en España el uso de _amase_ en la apódosis de -las condicionales fuera del caso dicho. Efectivamente, se suele oir y -leer: «si al menos hubiera tenido la cordura del silencio, _hubiese_ -conservado la vida», «yo te _hubiese_ escrito, si hubiera tenido -ocasión». Cervantes hubiera empleado _hubiera_ en la hipótesis y en -la apódosis, en ambos casos. Que si le _pareciesse_ que tenia juyzio -le _sacasse_; y no siendo pasado conjuntivo, _amara_: Que _dixera_ el -señor Amadis, si lo tal _oyera_ (II, 6, 20). Nótese bien la diferencia: -en el primer ejemplo es puro conjuntivo ó subjuntivo, subordinado, se -subentiende el _que_: _que le sacasse_; en el segundo es potencial, no -subordinado á otro verbo, sin _que_. - -La confusión que actualmente cunde entre _amara_ y _amase_, fuera de -las condicionales, es la causa de emplearse _amase_ en la apódosis -de las condicionales fuera del único caso en que se ha empleado -hasta ahora. Y esta confusión es de grandísima trascendencia para el -castellano. No se trata de una palabra exótica que hiere más ó menos -con desapacible dejo los oídos de los puristas: trátase de dos formas -verbales de vital importancia en la sintaxis castellana; mejor dicho, -de tres, porque, como veremos, también el _amare_ anda aquí en cartas. - -Á juzgar por la tendencia que arrastra á esa confusión, las formas en -peligro son _amara_ y _amare_, precisamente las más idiomáticas de -nuestro romance y las de matiz más delicado. Es que no existen tales -formas en francés. Son flores demasiado exquisitas para el gusto -nivelador y cosmopolita de ciertas gentes, que quisieran reducir el -habla á cuatro fórmulas breves comerciales, y para quienes el inglés -de oficina es el ápice del ideal. Mal año para la estética del -lenguaje, para la literatura. Pero no de sólo pan vive el hombre; y si -los comerciantes sajones prefieren la brevedad seca y escueta de una -fórmula, los meridionales han sido siempre artistas y han concedido -al elemento estético del habla lo que se le debía conceder, si el -hombre es algo más que un alcabalero ó que un trujamán. Si algo se nos -da por el arte, debemos oponernos con todas nuestras fuerzas á que -cundan entre nuestros escritores esas teorías cosmopolitas de lengua -internacional, reducida á descarnados guarismos. Venga, norabuena, -esa lengua para el comercio; pero déjennos para la literatura y para -la vida nuestra rica y hermosa lengua castellana. Y para ello todos -nuestros esfuerzos estarán muy bien empleados en desterrar el abuso, -que hoy va cundiendo, de confundir _amara_ con _amase_ por una parte, -y por otra estas dos formas con _amare_. Los americanos, á quienes -achacan algunos el que vayan corrompiendo el castellano, pudieran con -mayor razón achacárnoslo á los españoles en este y otros puntos. - - * * * * * - -Hoy ponen los autores como sinónimos _amara_ y _amase_ como imperfectos -de subjuntivo; es decir, subordinándose á otro verbo, y correspondiendo -al imperfecto y al pretérito de indicativo. Horrible confusión, -que ha llegado ya al extremo de que ni los gramáticos la tengan por -tal. En Cervantes, en los clásicos y en los monumentos más antiguos, -yo no he hallado _amara_ con semejante empleo. Sólo hay excepciones -raras (_Cid_, 3319, 3591), y casi siempre en la apódosis de las -condicionales, donde equivale á la acepción potencial que vamos á ver -siempre en esta forma _amara_, y que puede compararse con «Si non -errasset, _fecerat_ illa minus» de Marcial (I, 22). Así en Berceo: «Si -a Millan crouiessen, _ficieran_ muy meior» (_S. Mill._, 288). Hoy se -dice: «dijo _que vinieras_»; Cervantes diría: «dijo _que vinieses_». - -_Amara_ viene de _ama-ve-ram_ = había amado, y este valor de -pluscuamperfecto lo tuvo _amara_ hasta el siglo XVII, en que cayó en -desuso, tal vez por emplearse en tantas otras acepciones. En Berceo: -«Lo que les _prometiera_ el padre verdadero «Tardar non gelo quiso por -al dia tercero» (_S. Dom._, 370). En _Calila e Dymna_: entendio que el -su saber non le tenia pro, pues que non _usara_ del» (_Prólogo_). En -esta acepción han vuelto á resucitarlo modernamente, y no lo tengo sino -por muy loable, pues conviene á veces echar mano de esta forma breve, -para la velocidad en la frase y para la poesía en vez del compuesto -_había amado_. - -No así el empleo de _amara_ por _amé_, _amaba_, _he amado_, confusión -en que han caído algunos, sin que les valga el que antiguamente se -empleó por el pretérito: «El padre le _echara_ fuera, | que nada le -huvo hablado, | A los dos _metiera_ juntos... | Al Cid _metiera_ el -postrero» (M. PELAYO, _Antología_, VIII, 55). Emplear _amara_ por todos -los tiempos pasados de indicativo sería el caos. - - * * * * * - -El empleo propio de _amara_ es el de un _subjuntivo potencial_, que -difiere de _amaría_, verdadero potencial de indicativo, en que, como -toda forma de subjuntivo, siempre lleva envuelta la idea de apreciación -subjetiva, de la que carecen las formas de indicativo, las cuales -enuncian el hecho objetivo sin apreciación alguna subjetiva. Por ser -_amara_ un _potencial_, conviene con _amaría_, y por eso dijo tal vez -Cuervo[15] que se emplea en nuestros clásicos «en frases que pudiéramos -llamar _potenciales_, en las cuales se representan los hechos como -meramente _posibles_». Por ser _subjuntivo_, es decir, por llevar -consigo la duda, el deseo ó cualquiera otra apreciación subjetiva, -difiere _amara_ de _amaría_, y en este sentido pudo añadir el mismo -Cuervo que se emplea: (en frases...) «que son en cierto modo oraciones -condicionales incompletas, por faltarles una hipótesis vaga, que varía -según los casos». Digo que en este sentido, porque de otra manera no -veo que tales oraciones lleven _hipótesis vaga_ de ninguna especie, -fuera del dudar, desear, etc., del carácter subjuntivo. - -Véanse ejemplos con ese doble matiz de potencial y de subjuntivo, pero -sin hipótesis alguna. En _Calila e Dimna_: «ca serie atal como el -mercadero perdidoso que vendio sus piedras por vidrio que non valia -nada, é _podiera_ haber del precio dellas riqueza para en toda su vida» -(c. 2). Aquí se está viendo cómo del valor de pluscuamperfecto sale el -de potencial subjetivo, _había podido_, _hubiera podido_ ó _pudiera_. -«E podrie acaescer cosa por ello que _pesara_ a mi et a ti» (íd.): _que -pudiera pesar_. «Non _debieras_ tu decir cerca del pozo, pues yo habia -de ir al caño» (íd.): _no debías haberme dicho_. «Desi temime que non -_pudiera_ sofrir la su vida (de religioso), et que me tornaria a la -costumbre» (íd.) «Et que dejaria algunas cosas que tenia comenzadas -et habria fechas ante de que _hobiera_ galardon». En estos mismos -ejemplos se halla la distinción entre _amara_, subjuntivo ó subjetivo, -y _amaría_, indicativo ú objetivo. - -Vengamos al _Quijote_: Assi es, dixo el Barbero, y _holgara_ mucho -saber, que trataran aora los dos (II, 2, 7).--En la manta no hize yo -cabriolas, en el aire si, y aun mas de las que yo _quisiera_ (II, 3, -11).--Dizen algunos, que han leydo la historia, que se _holgâran_, se -les _huuiera oluidado_ a los autores della algunos de los infinitos -palos, que (II, 3, 11).--Tambien _pudieran_ callarlos por equidad -(íd.)--Esso _fuera_ hazer milagros (II, 3, 12).--Pero a buen seguro -que el te _perdonara_, porque (II, 6, 20).--mas tal te _pudiera_ -hauer oydo, que no te _fuera_ bien dello (íd.)--y cosas te _pudiera_ -yo dezir... que te _admiraran_ (II, 6, 21).--venia tal el triste, -que no le _conociera_ la madre que le pario (II, 7, 23).--assi -_pudiera_ cantar el romance de Calainos, que todo _fuera_ uno (II, 9, -31).--dize que _quisiera_ passarle en silencio temeroso de que no auia -de ser creido (II, 10, 32).--y quien os _viera_ a todos ensartados -por las agallas como sardinas en lercha (II, 10, 36).--y si ello es -encantamento como v. m. ha dicho, no auia en el mundo otros dos a quien -se _parecieran_ (II, 16, 54).--Esso _tuuiera_ yo por afrenta, mas que -quantas _pudieran_ dezirme (II, 31, 117).--que en el particular de mi -asno que no le _trocara_ yo con el rozin del señor Lanzarote (íd.)--Al -mismo Duque de Alua se la _quitara_, para darsela al señor maesse Pedro -(II, 25, 96).--que persuasion _fuera_ bastante para persuadirme que -(II, 25, 97).--el sentido, que no se lo _sacara_, ni las _entendiera_ -el mismo Aristoteles, si _resucitara_ para solo ello (I, 1, 1).--donde -puso el amor toda la gloria que yo _acertara_ a desearme (I, 24, 102). - - * * * * * - -Es muy propio _amara_ de la apódosis de las condicionales, precisamente -por esta potencialidad dependiente de la condición; pero de la apódosis -pasó también á la hipótesis; al revés de _amase_, que de la hipótesis -pasó á la apódosis: pero aunque _fuera_ de mezcla, _cumpliera_ -mi palabra (II, 41, 154).--y sino lo _cumpliera_, me parece que -_rebentara_ (II, 41, 157).--y si yo _fuera_ tan agorero como otros, tu -pusilanimidad me _hiziera_ cosquillas en el animo (II, 41, 154). - -Con otra forma en la hipótesis, no hallo _amara_ en la apódosis; pero -sí en la hipótesis, cuya apódosis tiene _amaría_, _había de amar_: Mira -Sancho, yo bien te _señalaría_ salario, si _huuiera hallado_ en alguna -de las historias... exemplo (II, 7, 24).--que si _huuiera dicho_ de -mi cosas, que no fueran, muy de christiano viejo... que nos _auuian -de oyr_ los sordos (II, 3, 12). _Amaría_ no puede ir en la hipótesis, -porque toda hipótesis subjuntiva lleva consigo el subjetivismo del que -la enuncia; en cambio, _amara_ cabe muy bien en los dos miembros. - -He dicho que hoy _amara_ equivale á _amase_ en la acepción de -subordinada subjuntiva de tiempo pasado. En el _Quijote_ no hallo ni -un solo ejemplo de _amara_ en tal acepción y empleo, ni tampoco en -los demás clásicos ni en los autores anteriores al siglo XVI. «De la -apódosis pasó _amara_ á la hipótesis, y de las oraciones condicionales -á las puramente subjuntivas», dice Cuervo. No son, pues, sinónimos -_amara_ y _amase_. En Berceo nunca se confunden, ni _amara_ es -subordinada subjuntiva, ni está en la hipótesis de tiempos imperfectos -ó perfectos, es decir, pasados; en todos estos casos hay _amase_ -(LANCHETAS). - - * * * * * - -En el subjuntivo optativo las formas _amase_ y _amara_ y sus compuestas -indican lo inútil del deseo, cuyo cumplimiento ya no se espera: -Y _pluguiera_ á los altos cielos que el amor no me _tuuiera_ tan -rendido, y tan sujeto á sus leyes, y los ojos de aquella hermosa -ingrata, que digo entre mis dientes, que los desta fermosa donzella -_fueran_ señores de mi libertad (I, 16, 57). Al revés, se espera -como posible el cumplimiento del deseo, cuando se expresa con formas -de presente-futuro: _Plegaos_ señora de membraros (I, 2, 4).--A -Dios _plega_, que esta llegue a vuestras manos (I, 27, 126).--Oy -dia a tantos de tal mes, y de tal año tomô la possession desta -insula el señor don Sancho Pança, que muchos años la _goze_ (II, 45, -169).--_llore_, o _cante_ Altisidora, _desesperese_ Madama..., que yo -tengo de ser de Dulcinea (II, 44, 168). - -La forma _amara_, como subjuntivo optativo, indica pesar de un hecho -no cumplido, y no pende de otro verbo: es forma elegantísima: Pero -ya tenia abierto uno el barbero, que se llamaua las _Lagrimas de -Angélica_. _Lloraralas_ yo, dixo el Cura en oyendo el nombre, si tal -libro huuiera mandado quemar (I, 6, 20).--que me tiene tomada una -pierna entre el estribo y la silla. _Hablara_ yo para mañana, dixo don -Quixote, y hasta quando aguardauades a dezirme vuestro afan? (I, 19, -73): expresión aplicada por Covarrubias al «que viendo que se trata -de su negocio, no alega de su justicia». Véase el Soneto: O quien -_tuuiera_ hermosa Dulcinea (VII), todo en optativo. En Berceo: «Mas -plus seli _valiera_ que souiesse quedado» (_Loor_ 58). - -Con _amase_: y oxala _parasse_ en ellos lo que amenaza esta auentura -tan desuenturada (II, 68, 261): se subentiende _que_. Y _que_ no -_viesse_ yo todo esso Sancho (II, 10, 36). - - * * * * * - -El llamado futuro de subjuntivo _amare_ y su compuesto _hubiere amado_ -no existieron en latín, y de las demás románicas sólo en portugués -y en válaco. Deriva del futuro perfecto subjuntivo _ama-ve-ro_. En -castellano todos convienen en que también es subjuntivo y futuro, -aunque no futuro perfecto. Lo han llamado algunos subjuntivo hipotético -ó condicional; pero subjuntivos é hipotéticos ó condicionales son -también _amase_ y _amara_, además de que no siempre _amare_ es -condicional, ni pertenece á las oraciones condicionales. Futuro -simplemente tampoco es, además de que el llamado presente _ame_ es un -futuro. - -Como hipotético pide en la apódosis futuro de indicativo ó imperativo, -ó presente de subjuntivo cuando sustituye al imperativo. En el _Cid_: -«Si essa despensa nos _falleciere_ o nos _menguare_ algo, | Bien -las abastad, yo assi uos lo mando» (258). En el _Quijote_: Y si yo -no me _declarare_ entonces podra enmendarme (II, 7, 23).--si alguna -cosa _faltâre_, y si _fuere_ necesidad seruir a tu magnificencia -de escudero, lo tendrê a felicissima ventura (íd.)--si tu me los -_relatares_, como ellos fueron, sacare yo lo que ella tiene escondido -en lo secreto de su coraçon (II, 10, 32).--si acaso _viniere_ a verte, -quando estês en tu insula alguno de tus parientes, no le desheches (II, -42, 160).--Si _truxeres_ a tu muger contigo... enseñala, doctrinala -(íd.)--Si acaso _enuiudares_ (cosa que puede suceder) y con el cargo -_mejorares_ de consorte, no la tomes, tal que (íd.)--Quando _pudiere_ y -_deuiere_ tener lugar la equidad, no cargues todo el rigor de la ley al -delinquente (II, 42, 160).--Si acaso _doblares_ la vara de la justicia, -no sea con el peso de la dadiua, sino con el de la misericordia -(íd.)--si ella _fuere_ de tanta hermosura como significays, de buena -gana... confessaremos la verdad (I, 4, 13). - -Comparado con _amara_, se ve que en éste lo condicionado puede ó pudo ó -podría ser, á verificarse la condición; pero que ésta no se verificó, -ó no se verificará. En cambio, con _amare_, lo condicionado se espera y -supone como cierto, dado que se verifique la condición, la cual por su -parte no se supone que haya de verificarse ó dejar de verificarse. Es -decir, que la condición es puramente hipotética con _amare_ y negativa -con _amara_, así como es positiva con indicativo. Son las tres clases -de condicionales castellanas. En _amara_ se trasluce su origen de -pasado, en _amare_ la contingencia propia de lo futuro, y de lo futuro -precisamente no conocido, y que no está en nuestra mano. Compárense. -Indicativo: Si por buena fama, y si por buen nombre _va_ solo v. m. -_lleua_ la palma a todos los Caualleros Andantes (II, 3, 10.)--mas si -v. m. _quiere_ saber todo lo que ay..., yo le _traere_ aqui luego al -momento quien se las diga (II, 2, 9).--si â ti te _mantearon_ una vez, -â mi me _han molido_ ciento (II, 2, 8). Con _amara_: si yo _fuera_ tan -agorero como otros, tu pusilanimidad me _hiziera_ algunas cosquillas en -el animo (II, 41, 154).--Mala Pascua me _dê_ Dios..., si le _trocara_ -por el (II, 13, 44). Con _amare_: si tu me los _relatares_... sacare yo -(II, 10, 32). - -Por la misma idea de contingencia pura, no puede emplearse nunca -_amare_ cuando pende de otro verbo, es decir, cuando había de ser puro -subjuntivo ó conjuntivo. No cabe decir _dudo que viniere_, como se dice -_dudo que venga_ ó _dudé que viniese_. Por consiguiente, hay un caso -en que la tercera clase de condicionales, la de pura hipótesis, no -puede llevar _amare_, y es cuando la oración condicional pende de otra -ó por la idea tiene que ser subjuntiva: en este caso se emplea _amase_: -Y pareceos que fuera acertado, y bien hecho que si los del Toboso -_supiessen_ que estays vos aqui con intencion de yr a sonsacarles sus -Princessas... _viniessen_ y os _moliessen_ las costillas a puros palos, -y no os _dexassen_ huesso sano? (II, 10, 33).--quiero que sepas, que -si a los oydos de los Principes _llegasse_ la verdad desnuda... otros -siglos _correrian_ (II, 2, 8). - - * * * * * - -Véase ahora _amare_ fuera de las condicionales, siempre como un futuro -contingente: En verdad te digo, que de todo aquello que la muger -del juez _recibiere_, ha de dar cuenta el marido en la residencia -uniuersal, donde pagarâ con el quatro tanto en la muerte las partidas, -de que no _se huuiere hecho_ cargo en la vida (II, 42, 160).--Al -culpado que _cayere_ debaxo de tu juridicion... y en todo quanto -_fuere_ de tu parte... muestratele piadoso (íd.)--Toma con discrecion -el pulso a lo que _pudiere_ valer tu oficio (II, 43, 161).--uno ha -de ser el mejor, y del que _abatieres_ seras aborrecido, y del que -_leuantares_ en ninguna manera premiado (íd.)--teniendo yo el mando, -y el palo harê lo que _quissiere_ (íd.)--el bien que _viniere_ para -todos sea, y el mal para quien lo _fuere_ a buscar (I, 20, 77).--o -haz lo que _quissieres_, que yo haré lo que _viere_ que más viene -con mi pretension (I, 20, 77).--acabe norabuena donde _quisiere_ -(I, 20,79).--de lo que acerca desto les _huuiere sucedido_ (II, 11, -37).--Assi que de cualquiera manera que responda, saldrê del conflicto, -y trabajo en que me _dexares_, gozando del bien que me _truxeres_ por -cuerdo, o no sintiendo el mal que me _aportares_ por loco (I, 25, 109). - -Pero hay un modismo propio de la forma _amare_, fundado precisamente -en este valor de _futuro contingente_ desconocido, y es el de las -oraciones concesivas: dude quien _dudare_ (I, 50, 193): es decir, -quienquiera que sea el que quiera dudar.--sea quien _se quisiere_ (II, -59, 228).--lleguen por _do llegaren_ (II, 60, 229).--sea lo que _fuere_ -(I, 34, 173).--se puso a escriuirla: salga lo que _saliere_ (II, -3,12).--sease ella señoria, y venga lo que _viniere_ (II, 5, 17).--pero -vengan sobre lo que _vinieren_, ellas vienen lo mas galanas señoras del -mundo (II, 10, 34).--pese a quien _pesare_ (II, 7, 25).--sea el que _se -fuere_ (I, 16, 54). - -Esta contingencia futura, este valor de concesión por desconocerse -la cosa, dándose tan sólo como posible, indican que esta forma es -potencial, y la más potencial, la de lo puro contingente: es, pues, _un -subjuntivo futuro potencial_ ó _contingente_. - -Tal es la razón de que no esté bien empleado _amase_ por _amare_, -cuando se trata de lo futuro. Es un solecismo decir: «si _hubiese_ -teatro esta noche, iré»; «si _hubiese_ llegado mañana Fulano, iré á -verle»; debe decirse: «si _hubiere_ teatro» ó «si _hay_», «si _hubiere_ -llegado»; pues se trata de futuro, no de pasado, que es lo que indican -_hubiese_ y _hubiese llegado_. Ya hemos visto el único caso en que se -debe emplear _si amase_ como condicional, cuando pende de otro tiempo, -que es cuando no se dice _amare_. - -Conviene repetir el principio práctico de Bello (470): «Siempre que -á la forma en _ase_, _ese_ vemos que consiente la lengua sustituir -la forma en _are_, _ere_ (acerca de lo cual no cabe error en los que -tengan por lengua nativa la castellana), podemos estar seguros de que -esta segunda es la forma propia». Porque _amare_ sólo cabe en el futuro -potencial, cuyo dominio le quiere usurpar hoy el _amase_ pasado, con -grave perjuicio de nuestra lengua. - -Hemos visto que _amase_ está hoy malamente desposeyendo á _amara_ y á -_amare_ de sus propios lugares. Este hecho es una corruptela, que nos -pueden echar en cara los americanos á los españoles, en cambio de las -que nosotros les achacamos. Los delicados matices de _amara_ y _amare_ -están en vías de desaparecer. Yo me barrunto que la culpa está en que -el francés no tiene estos tiempos, y que los malos traductores y los -que piensan en francés al hablar en castellano, se atienen al _amase_ -de munición, por no conocer bien los resortes que posee nuestra lengua. -Añádase á esto la deficiencia de nuestros estudios gramaticales. En -pocas gramáticas se deslindan bien los valores de estas formas, y la -nomenclatura imperfectísima con que son llamadas perpetúa la ignorancia -y aun la canoniza. Poniendo _amara_ y _amase_ como _imperfectos de -subjuntivo_, nadie duda de que pueden emplearse indistintamente; -llamando á _amare_ futuro ó condicional, queda confundido con otros -tiempos. Pero ¿quién ha deslindado hasta hoy las clases de las -oraciones condicionales? Que yo sepa, nadie: en Bello este campo es un -berenjenal; en otros, un desierto. - - [Ilustración] - - - NOTAS: - -[14] El primer número indica el capítulo; el segundo, el folio de la -edición de Cuesta de 1608 y 1615. - -[15] Bello-Cuervo: _Gramát. cast._, 7.ª edic., nota 94. - - - - - LA CONCORDANCIA GRAMATICAL EN EL «QUIJOTE» - - -Famosa fué entre griegos y romanos la divergencia de principios -gramaticales que dividió á las escuelas de Alejandría y Pérgamo, y -luego á los gramáticos romanos. La primera optaba por la _analogía_, -la segunda por la _anomalía_. Después tomó otro giro la controversia, -y los unos, continuadores de los analogistas, ponían por principio -supremo _las reglas_; los otros, sucesores de los anomalistas, -anteponían el _uso_, conforme al dicho de Horacio: _penes quem est ius -et norma loquendi_. Estas dos tendencias han continuado en todo tiempo, -aunque los rígidos legisladores hayan tenido que ceder generalmente, -y más hoy día, cuando toda la ciencia del lenguaje se funda en el -hecho averiguado é incontestable de que los idiomas son producto del -pueblo, no sistema que haya salido del cerebro de un sabio, y que -por consiguiente no hay leyes que valgan, si no son el resultado -de los hechos reales. El habla hay que tomarla tal cual es, sin -mixtificaciones de escuelas ni de teorías de los que las estudian para -formular su gramática. ¿Hay que decir así, ó hay que decir asá? Todas -las reglas huelgan, y la misma pregunta contiene resabios añejos. ¿Cómo -se dice entre el pueblo? Tal es la verdadera pregunta, cuya respuesta -le toca dar al pueblo, al uso. Y llamo pueblo á los que escriben y á -los que no escriben, con tal de que los que escriben lo hagan conforme -al uso de los que hablan. De aquí la autoridad de los más afamados -escritores, cuyos escritos nos muestran el uso de un idioma en una -época determinada. Su valor como autoridades en materia de lenguaje -se funda en que todos convengan en aceptar su manera de escribir como -castiza y conforme al ingenio del idioma. Si alguno, Cervantes es -tenido con razón por maestro de lengua castellana. - -Pero suele suceder que el reglamentarismo trasforma los fenómenos -gramaticales en algunas cabezas por maneras tan suyas que, al darnos -una Gramática como conjunto sistemático de dichos fenómenos reales, -aparecen no pocas veces coloreados por ciertas teorías apriorísticas -del gramático, de modo que en vez de ser una Gramática de tal idioma -tenemos una Gramática del idioma fantaseado por Fulano de Tal. En -semejantes casos urge contrastar las doctrinas en esa Gramática -asentadas con los hechos verdaderos, y acudimos á los escritores de -mayor autoridad, si el uso no nos despeja enteramente la incógnita. - - * * * * * - -La concordancia es uno de los asuntos que más se han resentido en -las Gramáticas del subjetivismo teórico de sus autores. Se parte del -principio general de que han de concordar las formas en la oración; y -cuando no se halla en los hechos esa concordancia, no porque no exista, -sino porque no aparece en la sobrehaz, se condenan temerariamente los -hechos, sacrificándolos torpemente á la ignorancia revestida de sabia. -Clemencin reprueba como viciosa esta concordancia de Cervantes: «Lo -mismo _confirmó_ Cardenio, don Fernando y sus camaradas». - -_Confirmaron_ debió decirse, puesto que el sujeto del verbo está en -plural. La regla de concordancia reza que sujeto plural exige verbo -plural. - -Muy bien; pero ¿cuál es el sujeto de _confirmó_? Sin vacilar se dirá: -un plural, es decir, _Cardenio, don Fernando y sus camaradas_. Pues -permítame Clemencin que le diga de nones; el sujeto es singular, y -usted no lo ve. - -Viene Salvá, y efectivamente le corrige. Si el verbo _precede_ á -varios sujetos singulares ligados por la conjunción y, puede ponerse -en plural ó concertar con el primero: «(_Causaron_ ó) _causó_ á todos -admiración la hora, la soledad, la voz y la destreza del que cantaba» -(CERV.) «_Crecía_ el número de los enemigos y la fatiga de los -españoles» (SOLÍS). «Crecieron al mismo tiempo el cultivo, el ganado -errante y la población rústica» (JOVELLANOS). - -Salvá cayó en la cuenta de que nuestros autores no se atenían á la -regla supuesta por Clemencin, y le dió mayores ensanches. Viene Bello, -y dice: «Observando con atención el uso, se encontrará tal vez que -estas dos autoridades son conciliables aplicadas á diferentes casos: -que si se habla de cosas rige la regla de Salvá, y si de personas la de -Clemencin: «_Acaudillaba_ la conjuración Bruto y Casio», «_Llegó_ el -gobernador y el alcalde», son frases que incurrirían, cuando menos, en -la nota de inelegantes y desaliñadas». - -Todo esto por partir de una regla teórica y querer ajustar á ella los -hechos, en vez de partir de los hechos, deduciendo de ellos la regla -verdadera. ¿Qué es _inelegancia_ y qué es _desaliño_? Negro se vería -Bello para contestar á esta pregunta. El ideal de la elegancia y del -aliño se pone en la regla teórica de la concordancia á lo Clemencin: no -hay otra razón. Y ¿por qué ha de ser ese el ideal? El ideal del idioma, -¿lo hemos de forjar nosotros á fuerza de combinar reglas, escuadras y -compases en nuestra fantasía, ó lo lleva consigo el mismo idioma? - - * * * * * - -Ni la regla de Clemencin, ni la de Salvá, ni la de Bello, se halla -observada en nuestros clásicos. Cervantes pone el verbo en singular -ó en plural, ya precedan, ya sigan varios nombres; véanse estos -ejemplos: El buen passo, el regalo y el reposo, allá _se inuento_ -para los blandos cortesanos (I, 13, 41)[16]. El lenguaje no entendido -de las señoras, y el mal talle de nuestro cauallero _acrecentaua_ en -ellas la risa, y en el el enojo (I, 2, 5). _Ordenó_, pues, la suerte, -y el diablo, que no todas veces duerme (I, 15, 52). Esta marauillosa -quietud, y los pensamientos que siempre nuestro cauallero traîa... -le _truxo_ a la imaginacion una de las estrañas locuras que (I, 16, -58). Y ya se â que _sabe_ el vizcocho, y el corbacho (I, 22, 92). A -los que Dios y naturaleza _hizo_ libres (I, 22, 92). El calor, y el -dia que alli llegaron, _era_ de los del mes de Agosto (I, 27, 121). -La hora, el tiempo, la soledad, la voz, la destreza del que cantaua, -_causô_ admiracion, y contento en los dos oyentes (I, 27, 122). Orden, -y mandato _fue_ este, que me _puso_ (I, 27, 125). No me _dio_ lugar mi -suspension y arrobamiento (I, 27, 127). Pero a todo esto _se opone_ mi -honestidad y los consejos continuos, que mis padres me dauan (I, 28, -134). Mas la honesta presencia de Camila, la grauedad de su rostro, la -compostura de su persona, _era tanta_, que _ponia_ freno a la lengua de -Lotario (I, 38, 171). Es (Camila) archiuo donde assiste la honestidad -y _viue_ el comedimiento, y el recato, y todas las virtudes (I, 34, -172). Porque en el _se desengaño_ el mundo, y todas las naciones, -del error en que _estauan_ (I, 39, 203). De lo qual _quedô_ Camacho -y sus valedores tan _corridos_ (II, 21, 80). Con las quales _quedo_ -Camacho y los de su parcialidad _pacificos_ y _sossegados_ (II, 21, -81). _Consolado_ pues y _pacifico_ Camacho y los de su mesnada (ídem). -La _esplendida_ comida y fiestas de Camacho (ídem). Y el con otro -_auian_ entrado en el monasterio (I, 36, 193). Otro, y otro le _sucede_ -(I, 38, 200). Yo me auendre con _quantas_ espias, y matadores, y -encantadores vinieren (II, 47, 176). Y aunque la hambre, y desnudez -_pudiera_ fatigarnos a vezes (I, 40, 208). _Auia_ el, y todos nosotros -de tener libertad (I, 40, 210). Y que podria ser, que el poco animo que -aquel tuuo en el tormento, la falta de dineros deste, el poco fauor -del otro, y finalmente el torcido juyzio del juez, _huuiesse_ sido -causa de vuestra perdicion (I, 22, 92). Las donzellas, y la honestidad -_andauan_... por donde quiera, _sola_ y _señera_, sin temer que la -agena desemboltura y lasciuo intento _la_ menoscabassen (I, 11, 34). - - - * * * * * - -Este último ejemplo, y los demás en que el adjetivo parece chocar, -prueban manifiestamente que tales concordancias nacen de tener -solamente presente el vocablo más cercano, prescindiendo de los demás. -No pueden atribuirse á erratas de imprenta los casos en que se falta á -las leyes de los dichos gramáticos, porque son innumerables. Hay que -confesar que Cervantes, siguiendo en esto al habla vulgar, no tenía -por descuido, sino por ley, el concordar el verbo y el adjetivo con el -sustantivo más cercano, en singular, prescindiendo de que precedieran ó -siguieran otros sustantivos. Así en: «de lo qual _quedó Camacho_ y sus -_valedores_ tan _corridos_», el verbo va en singular y el adjetivo en -plural; ejemplo bien instructivo y fehaciente. - -Son descuidos de Cervantes, se dirá. Pero es que en todos los clásicos -se halla lo mismo. - -Nuestros clásicos eran muy descuidados. - -Entonces ¿para qué sirve la autoridad de los clásicos? ¿Para aceptar -lo que nos guste y desechar lo que nos disguste? En ese caso no son -ellos los que forman autoridad, sino nosotros, nuestro gusto, nuestras -reglas _à priori_. Será más correcto lo contrario á nuestros clásicos. -Pero ¿á qué se da el nombre de corrección? ¿Á lo que pueden legislar -algunos gramáticos atendiendo á una lógica que ellos _à priori_ se -han forjado? Lo correcto en el habla es lo que se usa por brotar del -ingenio del idioma. ¿Y por qué hemos de creer que es lógico lo que _à -priori_ se fantasea, y hemos de tener por poco lógico lo que el habla -da de sí? Tan lógico es que la mente atienda tan sólo al sustantivo -más cercano, para concordar con él el verbo ó el adjetivo, como que -atienda á la suma total de sustantivos de la oración. El verbo ó el -adjetivo se refiere en el primer caso tan sólo al sustantivo inmediato, -y _se suple_ el verbo ó el adjetivo de los demás sustantivos; en el -segundo caso todos los sustantivos forman un todo lógico plural, -con el cual concuerda el verbo ó el adjetivo. Esto es lo que no han -considerado los gramáticos aludidos. Los hechos son muy respetables, -harto más respetables que todas nuestras filosofías, que si en ellos -no se fundan, se reducen á burbujas fantasmagóricas, á entes de razón. -Esos entes de razón los creen sus autores de carne y hueso, los niños -los aprenden á conocer por sus nombres en los bancos de la escuela, -se familiarizan con ellos y, llegados á mayores, les parece oir una -necedad de chiflados si alguien les dice que no hay tal. Esa necedad es -la que acabo yo de decir. Yo mismo, como todos los demás, he creído -por largo tiempo en tales patrañas, condecoradas con el rimbombante -calificativo de _reglas gramaticales_. Cercioréme al cabo de su -falsedad, busqué el origen que les dió la existencia, y no lo hallé. -¿Quién ha inventado leyes de concordancia tan acatadas? Del castellano -no han salido. ¿Vendrán acaso del francés? El francés dicen que es -muy lógico y muy claro. De la lógica ya he hablado. Esa claridad del -francés se me antoja á mí como la del agua; pero... mejor es el vino -que el agua, como dice el dicho vulgar. La claridad, cuando proviene -de pobreza de elementos y de rigidez de movimientos, no es cosa muy de -alabar. Eso es como el hombre libre que envidia al encarcelado, porque -todo lo tiene conforme á ordenanza, de antemano. Prefiero la libertad -castellana, que es tan lógica como el libre pensamiento. - - * * * * * - -No faltará alguno que crea que esas reglas de concordancia no son -exclusivas de nuestros gramáticos, sino naturales, necesarias en -toda lengua culta, y aun quién sabe si se llegará á sospechar que -existían en latín. No estará, pues, de más advertir que en latín no -existen semejantes trabas. Dice Cicerón (_Ad famil._, 9, 18, 2): -«Pompeius, Lentulus tuus, Scipio, Afranius foede _perierunt_»; pero -también escribe (_De offic._, 1, 13, 81): «quom tempus necessitas -que _postulat_». Terencio (_Andr._, 54): «aetas, metus, magister -_prohibebant_»; pero también (_Ad._, 340): «tua fama et gnatae vita -in dubium _veniet_». Lo mismo precediendo el predicado: «in omnibus -rebus _difficilis_ optima perfectio atque absolutio» (CIC., _Brut._, -36, 137); «_dixit_ hoc apud vos Zossipus et Ismenias, homines -_nobilissimi_» (_Verr._, 3, 42, 91). - -Y no hay autor latino que no tenga idéntico criterio. César (_De bello -gal._, 2, 19, 1): «ratio ordoque agminis aliter _se habebat_». Salustio -(_Cat._, 52, 6): «libertas et anima nostra in dubio _est_». Livio (10, -20, 10): «caedes ac tumultus _erat_ in castris». Tácito (_Hist._, 475): -«urbem atque Italiam interno bello _consumptam_ (esse)». - -¿De dónde, pues, se ha sacado tan tradicional y consagrado principio de -concordancia? No es fácil averiguar quién fuese el primero que dió en -él, porque todos los gramáticos, salvas raras excepciones, parece que -han llevado unas mismas antiparras. De dónde se haya sacado ya es más -fácil decidirlo: del espíritu apocado y atado de los del oficio. - - * * * * * - -Vamos á poner ahora de manifiesto la necedad de esa estrecha regla, -para hacer ver que no sólo el uso, sino también la _lógica del -castellano_ va contra ella. Porque cada lengua tiene su lógica, que -es la del pensamiento del pueblo que la habla; si no, la Gramática -de todas las lenguas sería idéntica. Hay una lógica universal del -pensamiento _humano_; pero dentro de ella existen tantas lógicas -particulares como lenguas, y dentro de cada lengua tantas como -individuos. Mi lógica no es la de Clemencin, Salvá y Bello, por lo -menos en el punto de que tratamos y en otros varios. No se trata aquí -de examinar cuál es la mejor; veamos la lógica castellana respecto de -la concordancia, que es lo que hace al caso. - -En castellano, el _verbo_ de la proposición principal, que tiene por -sujetos subordinados dos ó más proposiciones, va necesariamente en -_singular_: aora me _falta_ rasgar las vestiduras, _esparzir_ las -armas y _darme_ de calabaçadas por estas peñas, con otras cosas deste -jaez, que te han de admirar (I, 25, 111). Aquí hallamos la misma ley -que acabamos de ver en los ejemplos de Cervantes, donde los gramáticos -sólo hallan un descuido intolerable. Sujetos de _falta_ son esos tres -infinitivos, como lo son _partida_ y _locura_ del verbo _va_ en este -otro ejemplo: Y en verdad señor cauallero de la triste Figura, que si -es que mi _partida_, y su _locura_ de v. m., _va_ de veras, que sera -bien tornar a ensillar a Rozinante, para que supla la falta del ruzio -(I, 25, 110). Puédese decir «_faltan_ la escopeta y los perdigones», -ó «_falta_ la escopeta y los perdigones», por lo menos tal es la -concordancia cervantina. Qué extraño se diga: «falta rasgar... -esparcir... y dar». Y á la verdad, tan nombre es el infinitivo como -otro cualquiera, sobre todo como el abstracto _locura_ y el de acción -_partida_, que equivale á _partir_. - -Pero aun fuera de los infinitivos, la ley es general: _lo_ más -_acertado será_..., _que cortes_ algunas retamas..., y las _vayas_ -poniendo de trecho en trecho (I, 25, 115). Ten memoria: y no se te -_passe_ della, _como_ te recibe, _si_ muda los colores el tiempo, -que la estuuieres dando mi embaxada, _si_ se desasossiega, y turba, -oyendo mi nombre, _si_ no cabe en la almohada... (II, 10, 32). El verbo -singular con varias subordinadas que hacen de sujeto. - -Sólo va el verbo en plural cuando los sujetos, por indicarse -reciprocidad, deben separarse en la mente como distintos, ó cuando -hay sustantivo predicativo plural: «Holgazanear y aprender _son -incompatibles_», «Sentir y moverse _son cualidades_ características del -animal». - -Otro caso. El verbo puede ir en singular ó en plural, cuando varios -sujetos, ya le precedan, ya le sigan, van unidos con la conjunción -_ni_; pero si con el primero va _no_, y con los demás _ni_, el verbo -sigue al _no_, concertando con el primer sujeto, y _subentendiéndose_, -al modo antes dicho, con los demás. Y era tanta la ceguedad del -pobre hidalgo que el tacto, ni el aliento, ni otras cosas... _no_ le -_desengañauan_ (I, 16, 58). Hombre, ni gigante, ni cauallero de quantos -v. m. dice, _parece_ por todo esto, á lo menos yo _no los veo_ (I, -18, 68). _No_ te _ygualo_ en ligereça el Hipogrifo de Astolfo, ni el -nombrado Frontino (I, 25, 110). - -El verbo puede ir en singular ó en plural cuando varios sujetos, ya le -precedan, ya le sigan, van unidos con la conjunción _ó_: qual _auia -sido_ mejor cauallero, Palmerin de Ingalaterra ó Amadis de Gaula (I, 1, -2). Alguna fuente, o arroyo, que estas yeruas _humedece_ (I, 20, 75). -El tiempo ô la muerte _ha de acabar_ el enojo de sus padres (I, 21, 88). - -Está visto que en todos estos casos puede ir el verbo en singular, -_subentendiéndose_ con los demás sujetos. Tal es la razón de permitirse -el singular en Cervantes, aun cuando los varios sujetos estén unidos -con _y_ ó no lleven conjunción alguna. Y esa razón general no es otra -más que el concordar el verbo con un solo sujeto, el más próximo, -supliéndose con los demás. - -Preguntábamos al principio: ¿cuál es el sujeto en esos casos? Sólo el -próximo al verbo; los demás lo son de los verbos que se omiten. - - * * * * * - -Y es que la elipsis juega un gran papel en el habla, y más en -castellano. La ley de la economía rige en el habla lo mismo que en los -demás fenómenos del universo. - -Cualquier parte de la oración se omite una vez empleada con el primer -sustantivo, ya precedan, ya sigan, los demás, á no ser que se pretenda -hacer resaltar, que entonces se repite cuanto se quiera. Mudar _esse_ -seruicio y montazgo (I, 22, 94); en vez de: _esos_ servicio y montazgo; -ó de: _ese_ servicio y _ese_ montazgo. _El_ llagado y falto de sueño -(I, 26, 119); en vez de: _el_ llagado y _el_ falto de sueño, que -precisamente indicaría ser dos distintos. Falto de _todo_ buen sentido, -y conocimiento (I, 27,123); en vez de: falto de _todos_ buen sentido -y conocimiento, ó de _todo_ buen sentido y de _todo_ conocimiento. -Començô su lastimada historia, casi por _las mismas_ palabras, y passos -que (I, 27, 124); en vez de: con _las mismas_ palabras y _los mismos_ -pasos, ó con _los mismos_ palabras y pasos. No porque no tuuiese bien -_conocida_ la calidad, bondad, virtud y hermosura de Luscinda (I, 27, -124); en vez de: _conocidas_, ó _conocida_ la calidad, _conocida_ la -bondad, etc. _Daua_ el harriero a Sancho, Sancho a la moça, la moça a -el, el ventero a la moça (I, 16, 59); en vez de: _daban_ el arriero á -Sancho, Sancho á..., ó _daba_ el arriero á Sancho, _daba_ Sancho á, etc. - -Pueden, sin embargo, ir en plural _los mismos_, _los dichos_, _los -referidos_, etc., ante varios nombres propios ó apelativos de persona. -«_Los mismos_ Antonio Pérez y hermanos», «Las referidas madre é hija», -«Los magnánimos Isabel y Fernando». Pero es porque en la mente se toman -como un todo compuesto de varios, y por consiguiente, como un todo -plural. - - * * * * * - -La tendencia entre literatos hoy día es á emplear en plural el verbo -ó el adjetivo que se refiere á varios sujetos. Esta tendencia existía -también en tiempo de Cervantes, ó mejor dicho, entonces había libertad -en el empleo del singular ó del plural. La tendencia moderna se debe á -los gramáticos que han enseñado esa regla del plural. Esa no es razón -para tener lo contrario en Cervantes por descuido. Esos gramáticos han -atado la construcción castellana. ¡Gran servicio, por cierto! Y esa -atadura la tienen por más lógica, digo mal, por únicamente lógica. Lo -será, como he dicho, en la lógica de tales gramáticos, no en la lógica -castellana, que de suyo es libérrima, y nos la están trabando en muchas -cosas que es una compasión. Pero campee la verdad, ante todo. Cervantes -no puede ser tachado de descuidado por esa libertad, como ni por otras -parecidas. Ni esa regla debe constar en las gramáticas como regla del -castellano, sino como _tendencia moderna_, y como tendencia debida al -artificio literario y nacida en la hueca mollera de dómines sandios y -cortos de vista. - -Eso de llamar _descuidos_ á lo que no se ajusta con nuestras reglas, -aun en el caso de que éstas fueran reflejo de la realidad de los -hechos, indica, por lo menos, aviesa manera de concebir el lenguaje. - -El lenguaje vive en continua evolución, y lo que hoy nos parece mal ó -descuido, estaba bien en otra época. César fué un descuidado, un tío -Calzorras, pues nunca usó medias á pesar de que Suetonio le tilde de -extremadamente esmerado en su manera de vestir. Eso se dice, cuando -se tacha de descuidado á Cervantes en cosas que eran del habla de -su tiempo y que no lo son del habla actual. Porque, cuando se trata -de puntos como el que acabo de exponer, lo que hay que decir es que -nuestros mayores no iban á aprender el castellano á París para que les -pusiesen trabas, tenidas por muy lógicas, en su hablar; y que nuestros -gramáticos y escritores, desentendiéndose del habla del pueblo, que -es el habla castellana, se han ido fuera de casa á traer modas que no -ajustan á nuestro talle. - - [Ilustración] - - - NOTAS: - -[16] El primer número es del capítulo, el segundo del folio de las -ediciones de Cuesta de 1608 y 1615. - - - - - EL MITÓGRAFO D. ESTANISLAO SÁNCHEZ CALVO - - -Suena el reloj: las tres, y desvelado. Abro las contraventanas: ¡es de -noche! Silencio... que parece bajar de la bóveda celeste. En el fondo -azulado, sin fondo, chispean un sinnúmero de riquísimos brillantes de -todos tamaños. Amontonados al azar en algunos puntos, en otros uno ó -más solitarios parpadean vivísimos destellos. ¿Qué mano esparció ese -puñado de pulverizada nieve que veo formar una franja de oriente á -occidente? ¿Á dónde se ha ido á ocultar en ese mar sin orillas el disco -plateado de la luna, que días atrás navegaba silenciosa derramando por -el espacio el cándido sosiego de su tenue palidez? - -Toda esta palabrería me parece tan desapacible, tan tosca, tan barroca, -al querer expresar lo que estoy sintiendo ante la vista del cielo -estrellado, que me voy á callar, y seguiré contemplándolo embebecido -en casto silencio. ¡Cuántos antes de mí os habrán mirado suspensos y -meditabundos como yo! ¡Yo no soy el primero que os miro embelesado! -¡Qué de cosas habréis sugerido al corazón de las generaciones que -ya no os volverán á preguntar el misterio de nuestra existencia! -Desaparecieron ellos mismos en ese hondo tan misterioso de la muerte, -como del que habían nacido y del que he nacido yo también. Y vosotras, -luces silenciosas, ¿desde cuándo estáis ahí brillando? ¿De dónde venís? -¿Á dónde váis? Los griegos, sabios y soñadores á la vez, te veían, -lucero de la mañana, que ahora te levantas sobre el horizonte, cual -si salieras del fondo del mar, goteando blanquísimas espumas. ¿Cómo -no envidiarte, oh rojo Marte, tu ventura al contemplarla tan bella y -deslumbradora? - -Allí las hyades destilando rocío. Acullá Arturo dirigiendo sus bueyes -y su carro. ¡El pulgarcito, cuya historia me contaban de niño y que he -oído conocieron los Richis del Sapta-Sindhu! Al lado la osa, y entre -ellos retorciendo sus anillos la serpiente. Y la lira, y el can, y -el cochero, y Perseo. Todos érais dioses para aquel pueblo poeta y -filósofo. ¿Quién, sino vosotros, podía engendrar y traernos la lluvia, -el calor, la nieve, los vientos? - -¿Quién podía cuajar en las entrañas de la madre tierra los ricos -filones de plomo argentífero, tan codiciado por los mercaderes -fenicios, cuando venían desde las costas de Siria á las nuestras de -Andalucía, lo cargaban en sus largas naves y lo llevaban á todos los -puertos del Mediterráneo? Sólo tú, Saturno, padre de Júpiter, abuelo -de los dioses. ¡Neptuno! tú reinabas con tu tridente desde el carro de -delfines sobre el líquido elemento; y tú, Urano, derramabas la lluvia -que fecunda el seno de la tierra. Rodeado de los satélites de tu corte, -te paseas, benéfico Júpiter, por las nubes del Olimpo, gobernando con -el pestañear de tus ojos, con el movimiento de tu celestial cabellera -los acontecimientos de los mortales, que bullimos cual enjambre en -este bajo suelo y nos arrastramos cual imperceptibles gusanillos. Á -tu disposición el águila que nos augura tus designios, el trueno que -nos anuncia tu encono, el rayo con que hieres al culpable, Mercurio, -tu heraldo y alado mensajero, tu ministro de fomento, que enseñó á los -hombres la medicina, el comercio, la industria. - -Hubo un tiempo en que los griegos todavía no habían fantaseado todos -estos entretenidos y sabios cuentos, por la sencilla razón de que no -habían aún nacido. Ni siquiera habían venido á Europa sus progenitores, -los pelasgos, los de las moles giganteas levantadas con peñascos en -Tirinto y Micenas. El nombre romano no había sido pronunciado por -humanos labios. En fin, que antes de estas y de otras muchas naciones, -vivió una raza de hombres, los primeros que vieron la luz del sol, los -primeros que admiraron, como estoy ahora admirando yo, la majestad -del cielo en una noche serena, como ésta. También aquellos hombres -tenían ojos para ver y fantasía para dar en ocurrencias tan geniales -y para urdir y tramar comedias tan bonitas, como las de los mitos que -urdieron y tramaron los griegos, sus sucesores. Sólo que, como más en -contacto con la naturaleza, como niños de la humanidad que acababan -de abrir los ojos á la luz del sol, (¡ó quién sabe si de la luna!), -debieron de quedarse todavía más atónitos, maravillados, asombrados y -absortos ante el espectáculo que les rodeaba. Algo diría á su corazón -infantil la vista de esa llanura sin límites, líquida y movediza, que -llamamos el mar, sin orillas y sin fondo; algo ese horno de fuego que -viste de colores las flores, de verdor los valles, de un azul tenue las -montañas allá lejanas y de blancura inmaculada sus altas y empinadas -crestas; algo el murmujear del viento, el temblotear de las hojas en -las selvas, el discurrir de las mansas ondas entre las guijas del -riachuelo, el retumbar de la tempestad, el cantar de tanta variedad -de canoras aves. Etcétera, etc. Todo eso lo han cantado los poetas en -mil tonos, ya sinceros, que salían como gemidos arrancados del fondo -del alma, ya convencionales y falsos en los salones de sociedades -embusteras. Aquellos primeros hombres creo que debieron ser poetas -verdaderamente sinceros, porque sentían, lo que se llama de veras. ¿Qué -pensaron del mundo, de su origen, de los fenómenos que veían sucederse -sin intervención ninguna de su voluntad, antes muchas veces contra lo -que ellos hubieran deseado? ¿Quién hablaba en el trueno, quién miraba -desde el sol ó atisbaba desde las estrellas, quién alentaba en el -céfiro ó soplaba airado en el vendaval, quién se entretenía en rizar -y revolver las olas del océano? Sin duda tenían que ser algunos seres -más superiores que ellos mismos, seres que conocían, veían, oían tanto -y tan bien como ellos, y de una manera más levantada y recóndita. El -problema del universo, el problema de la vida, del origen, del destino -del hombre, quedaba planteado. De aquí arrancan la filosofía y la -religión, que han tratado de resolver ese pavoroso problema. - -Si hemos de dar crédito á los _Gritos del combate_, en los que un gran -poeta español ha sintetizado los sentimientos de la actual generación, -ese problema aguarda todavía solución en el pecho de muchas almas. -Ciertos glaciales vientos, venidos de la septentrional Germania, -han congelado en el corazón de la actual sociedad las creencias y -esperanzas que habían florecido en las sociedades de otros siglos -más religiosos. El indiferentismo ha agostado la fe plantada por -Cristo. Pero el problema subsiste, y si su historia es tan interesante -por encerrar el pensamiento de la humanidad, su primer origen, su -prehistoria, lo es todavía más, ya que nos puede llevar á la raíz misma -de donde arranca, y conocido el origen ó causa de un fenómeno, queda -á descubierto su misma naturaleza y esencia. He aquí por qué tiene y -tendrá siempre interés el estudio de la antigüedad y de la historia, y -sobre todo de sus orígenes. La Lingüística ó ciencia de las lenguas, -y la Mitología ó ciencia de las religiones, son los únicos medios que -poseemos para internarnos entre las nieblas que más allá de la historia -rodean los orígenes de la humanidad. Las palabras que hoy empleamos son -monedas, desgastadas, sí, en parte, por el roce de los siglos, pero que -habiendo sido acuñadas en aquellas épocas remotas, á donde no alcanza -ningún otro monumento histórico, nos permiten descifrar en su carcomida -leyenda lo que pensaron, filosofaron y creyeron las primitivas gentes. -Las lenguas son los archivos del pensamiento humano, en ellas damos -con los documentos más fehacientes que nos dicen las ideas que pasaron -por la cabeza de los hombres hace veinte, treinta y cuarenta siglos. -Pero dentro de ese archivo hay un anaquel privilegiado, donde se han -coleccionado cuantos datos atañen á los dioses, quiero decir á la -personificación de las creencias de los primeros hombres, de sus ideas -religiosas, personificaciones creadas por el espíritu filosófico y -vestidas de su rica y multicolor vestimenta por la fantasía poética -de la primitiva humanidad: ese anaquel son los nombres de los dioses. -El primero que tuvo la idea de entrar en ese archivo y dirigirse á -ese anaquel fué Platón. Por orden suya en el diálogo llamado Crátilo -vemos á Sócrates y á Hermógenes revolviendo este tumbo religioso, -que pocos años hace ha vuelto á desempolvar el insigne lingüista -Max Müller, fundando así la Mitología comparada. En España, triste -es confesarlo, la Lingüística y la Mitología son ciencias que hoy -no se cultivan. Consolémonos con que no son las únicas que están en -este caso. Dignísima excepción ha sido el genial, erudito y profundo -pensador D. Estanislao Sánchez Calvo, cuya memoria acaban de honrar los -asturianos. Por todas partes en Asturias he oído encarecer la agudeza y -profundidad de su ingenio, la finura exquisita de su trato, la amenidad -de su conversación, el tino que poseía para entreverar sus discretos -razonamientos con algún dicho festivo ó sazonada conseja, que él sólo -había sido capaz de atesorar con sus vastas lecturas. - -En su obra _Los nombres de los dioses_ aparece su personalidad tal -como me la han pintado los que le conocieron. Tiene puntos de vista -filosóficos, profundos y originales. Pero lo diré desde luego, su -defecto es el de la mayor parte de nuestros intelectuales: la falta -de educación literaria, sólidamente dirigida y metodizada, la falta -de verdadera disciplina, que encauce y aproveche tanto derroche de -dotes naturales. Increíble parece que un talento como el suyo, que -comprendió lo que vale la Lingüística en el asunto de que trata, no -llegara ni á barruntar lo que es la Lingüística. La ensalza hasta -las nubes, la proclama como la única que ha de hacer caer el velo de -Iris, pretende servirse de ella en todas sus investigaciones, y... -no tiene un átomo de ciencia Lingüística moderna, no la entiende; la -entiende á la manera de Becano, de Tomassin, de Varron. Todas sus -investigaciones particulares son por lo mismo, telas de araña, que se -deshacen al solo contacto de una mirada: al ir leyendo, el más profano -en achaque de lingüística, va destruyendo mentalmente tan aéreas y -telarañescas fantasías. No bastan ingenio, lectura, ni aun criterio: -sobre todo en materias de tan exquisita exactitud como las matemáticas -y la lingüística, es indispensable un largo y sólido aprendizaje, una -formación lenta y metodizada. El lingüista no se improvisa: aun dejando -aparte el conocimiento de las lenguas, que exige largos y penosos -trabajos, el manejo del método moderno, el conocimiento de los resortes -de la fonética, no pueden ser fruto sino de un largo y bien dirigido -ejercicio. La enseñanza, como actualmente se halla en España, es la más -á propósito para que no pueda darse un verdadero lingüista, y ni aun -un verdadero hombre de ciencia entre nosotros. Basta de jeremiadas, y -vuelvo á nuestro insigne asturiano, que, por lo dicho yo considero cual -exuberante planta tropical, pero nacida en clima poco adecuado y cuyo -cultivo estuvo desatendido. Observaciones atinadísimas se hallarán, -cual brotes naturales y espontáneos, en cualquier página de sus obras. - -De la naturaleza de los dioses nada sabemos, había dicho Platón; -pero por sus nombres podemos conocer lo que han pensado de ellos los -pueblos. Y en el Crátilo intenta descifrar esos nombres por medio -de la lengua griega, aunque confesando que otros se tomaron de los -bárbaros. Aquí nuestro escritor: «El error de Platón y aun el de -muchos mitógrafos modernos consiste en querer averiguar ó descubrir -el significado ó sentido de los nombres míticos en la lengua misma -del país en que recibieron culto». Indra, Pardjania, Aditya, no son, -efectivamente, nombres sánscritos, ni tan siquiera ariacos; Apolo, -Athene, Baco y Perséfone no son nombres griegos, ni aun pelásgicos: -como no son castellanos de origen Dios, santo, diablo, demonio. Querer -interpretar tales nombres por el griego ó el sanskrit, es como querer -interpretar estos otros por el castellano. Al nombre de ¡o demo! huyen -las viejas en Galicia, y si no huimos nosotros al de ¡demonio! es -porque somos ya tan malos como él; que otra cosa hacen las monjitas -en el claustro. Pues ahora oigamos á Sócrates: «Yo afirmo que todo el -que es demonio, es decir _hombre de bien_, es verdaderamente demonio -durante su vida y después de la muerte, y que este nombre le conviene -propiamente». Los demonios para los griegos eran los dioses de la edad -de oro: el cristianismo les ha puesto los cuernos y el rabo. ¿Qué hace -Sánchez Calvo? Acude á otras lenguas más antiguas, á las turanias y al -éuskera. Á la civilización semítica de la Caldea precedió otra turania, -que le legó su escritura cuneiforme. Los semitas se valieron de ella; -pero los nombres de cada signo eran letra muerta para ellos, sólo -tenían significado en la lengua turania preexistente. Los modernos han -reconstituído no sólo la lengua asiria y toda la historia de Nínive -y Babilonia, escrita en la lengua semítica cuneiforme, sino hasta la -lengua turania que se encerraba en aquellos signos, la lengua llamada -acadiana por unos, por otros sumeriana. Razón hay, pues, para acudir al -turanismo, cuando las lenguas arias no dan más de sí. ¿Y el éuskera? -Ni siquiera saben muchos españoles qué lengua es. Allá antes de los -albores de la Historia, ha descubierto la Prehistoria la existencia de -varias razas, que ocuparon el suelo de Europa antes de los arios, sean -éstos celtas, pelasgos, griegos, romanos, germanos ó eslavos: las razas -de Canstadt, de Cro-magnon ó guancho, de Furfooz. Aquellas antiquísimas -razas sólo nos han dejado grandes pedruscos (megalíticos), hachas -y flechas de piedra y hueso, y espesos montones de conchas y otros -relieves de sus primitivos banquetes. Si nos hubieran dejado un solo -libro, algo más sabríamos de ellos. - -Ahí está un libro y bien voluminoso: es el Diccionario bascongado. Los -bascos ó euscaldunas pertenecen á una de aquellas razas; su lengua es -el bascuence ó éuskera, que significa _el habla_. Con razón acude, -pues, á ella nuestro docto asturiano. Este nuevo derrotero, abierto á -la Historia y á la Mitología comparada en las primeras líneas de su -obra, bien merecía que á su autor se le considerara como á un escritor -genial, por lo menos, por no decir como al fundador de la Mitología -comparada del porvenir. No es esto sólo; él ha dado los primeros pasos -por el nuevo camino y ha puesto los primeros jalones. El primero como -punto de partida, el segundo como método. La noción de Dios en el -hombre crece ó disminuye á medida que crece ó disminuye el pensamiento -humano. Los mitólogos modernos asientan que la religión primitiva de -los arios fué muy parecida á la de los salvajes de África ú Oceanía: -el fetichismo. Sánchez Calvo se coloca enfrente de este punto de -partida y dice: Si el fetichismo no es más que la adoración de una -forma cualquiera material, sin representación _metafísica_ ninguna, -en este caso el fetichismo no pudo ser de ningún modo la primera fase -teológica de la humanidad. No se concibe que el hombre primitivo -rindiese culto á un objeto natural sin ver en él la imagen ó la morada -predilecta de un poder misterioso, _invisible_, pero manifestándose -en ciertos fenómenos; y entonces deja de ser tal fetichismo y se -convierte en una idolatría vulgar. El verdadero fetichismo no existe, -pues, sino como una degradación en muy pocos pueblos, y aun en ellos, -si se investiga bien, se encontrará seguramente un resto del animismo -ó del espiritualismo primitivo. Hay que estudiar en la humanidad la -idolatría, es decir, la adoración de un ente metafísico _desconocido_, -pero cuya existencia deduce el hombre de manifestaciones de fuerza ó -inteligencia que observa en los fenómenos de la naturaleza. El elemento -metafísico se impuso al hombre desde el momento en que empezó á hacer -uso de su razón por medio del principio de causalidad. Los hombres -prehistóricos de la edad del bronce, del reno ó de la piedra, eran -espiritualistas ya, creyendo en multitud de agentes animadores de la -naturaleza, al observar sus movimientos, ni más ni menos que aquel -perro que ladraba á un paraguas movido por el viento. - -Cuanto al método, el Sr. Calvo se decide terminantemente por la -lingüística comparativa de todas las lenguas. La religión y la -mitología son contemporáneas de la razón humana; por consiguiente, ni -el griego ni el sanskrit, que son de ayer, bastan para descifrar los -nombres de los dioses, que proceden de la primitiva humanidad. Los -mitos no pueden ser comprendidos y apreciados, dice Grote, si no se -refiere uno al sistema de concepciones y creencias de las edades en que -nacieron. Pero ¿dónde encontrar ese mito primitivo, y á qué raza ó á -qué pueblo hemos de recurrir para verle nacer? Le encontramos formado y -más ó menos joven en el Aria, en Grecia, en el Lacio y en Germania, en -Asiria y en Israel; mas ¿dónde puede estar su cuna? La lingüística es -el único y más poderoso auxiliar que en este caso se presenta. De aquí -que el autor nos hable luego de la lingüística, y después del turanismo -y del éuskaro, como fuentes las más antiguas que nos pueden llevar á -la lengua primitiva, á la cual pertenecen los nombres mitológicos. Si -después, á pesar de partir de donde debía y de emplear estos medios -de investigación, nada ha conseguido nuestro abortado mitólogo en -los demás capítulos de su obra, débese, ya lo he dicho, al completo -desconocimiento que tenía de la verdadera lingüística, que es el método -moderno, comparativo é histórico. Saquemos, pues, como moraleja de -estas líneas, que aunque es verdad que _quod natura non dat, Salmantica -non praestat_, no lo es menos que las mejores condiciones naturales dan -frutos abortados, si no se cultivan con una severa y larga disciplina -literaria. - - [Ilustración] - - - - - MOTES Ó APODOS - - -Los motes ó apodos son de suma importancia en el estudio de un -idioma. De ellos nacieron la mayor parte de los nombres y apellidos, -cuyo estudio ha ocupado á muchos escritores, que han impreso libros -sobre este particular. Conocido es el de Godoy y Alcántara sobre -los apellidos castellanos. Puede decirse que se reduce á una lista -por siglos y categorías de una buena cantidad de apellidos, cuya -etimología, cuando pretende desentrañarla, no aparece en general muy -clara. Pero, sobre todo, no se halla en él idea psicológica de ninguna -especie. Y, con todo, lo más curioso de apellidos, nombres y motes es -lo que de ellos se desprende para el estudio psicológico del pueblo que -los formó. En este particular, los motes son todavía más importantes, -por ser, digámoslo así, los nombres en su primera edad, cuando aún -están frescos, tiernecitos y flamantes. - -Si se pudieran reunir todos los apodos que hoy suenan por toda España, -formarían un caudal de vocablos tan abundante como el del Diccionario -castellano, y aún más, porque hay muchos motes que sólo se emplean como -tales y no son del uso ordinario del habla. - -Lo más sabroso, sin embargo, y á la vez lo más instructivo que habría -en esa lista, sería ver, como en un cuadro, el ingenio poético y -filosófico de nuestro pueblo. - -Y nótese que ahí es un grano de anís el ver de una manera tan clara -y pintoresca el colorido de la fantasía y la penetración de la -inteligencia de una raza. - -Pero como los españoles tenemos otras cosas de más tomo en que -entretenernos, y gracias que no haya hecho asomar en mis lectores la -risa á los labios al ver que escribo un artículo sobre cosa tan baladí -como son los motes, tendré que contentarme con los pocos recogidos por -mí, aguardando que mis amigos, ó los que por estas cosas se tomen algún -interés, me vayan enviando listas de motes fehacientes y verdaderos, de -cualquier parte que sean. - -Poesía y filosofía he dicho que encierran los apodos. Son obra natural, -espontánea del pueblo. Pero el pueblo no habla; hablan los individuos -que lo forman, y no cualquier hijo de vecino es quién para inventar y -poner un apodo, sino los listos, los chistosos, los chuscos. - -Ingenio es menester para dar con un mote que venga á pelo, que choque y -dé golpe. Y á fe que en España todo eso abunda como en ninguna parte. -¿Cómo concibe el chusco que inventa un apodo el carácter ó la facha -exterior de la persona á quien se lo aplica? Como otra cosa á las -veces muy diferente, pero que tiene con ella un punto de contacto. La -metáfora interviene, pues, aquí, y el chusco da gallarda muestra de su -penetración y de su fantasía: es un verdadero filósofo y un verdadero -poeta. Filósofo, porque tiene ingenio para saber coger en la persona -el rasgo más saliente que le caracteriza; poeta, porque en su fantasía -surge por la metáfora la imagen de otro objeto que remeda ó pinta ese -rasgo saliente. - -Los ejemplos que voy á poner están tomados del natural: son apodos -recogidos en Tudela de Navarra, y á mis instancias, en la tertulia de -mi buen amigo el canónigo don Federico Pérez. - -Es un individuo que siempre está apurado, no por negocios que carguen -sobre él, sino porque tal lo lleva su carácter nervioso y vivo: -llámanle _Agonía_. Échese á discurrir quien quiera cuál es el trance -más apurado de la vida, y no hallará otro que aquel en el que ella se -acaba. Emplear un sustantivo por un adjetivo dicen los retóricos que -es cosa galana y que da fuerza y novedad á la expresión. El chusco -tudelano que inventó el mote no entendía de retóricas; pero dió en lo -más poético y filosófico. - -Pescador en el Ebro es el patrón y casero de mi amigo D. Federico: se -llama _Anguilica_. Otro, bastante goloso, ó como allí se dice, laminero -ó lambinero, se llama _Bizcochada_, nombre dado á las natillas, -encima de las cuales van algunos bizcochos. ¿Queréis motes poéticos, -gráficos, chistosos? _Bate-cristos_, _Carra-cuca_, _Caga-tieso_, -_Caga-en-l’aire_, _Cag-ansias_, sinónimo de _Agonía_, pero más castizo -y más gráfico. _Cardenillo_ es uno de mal genio: y aquí tenemos todo -un cuadro, que no es fácil pintar ni con el pincel ni con la pluma. -¿Será el efecto del cardenillo pintado en un envenenado? _Veneno_ es -otro apodo que vale lo mismo; todos conocen al _capitán Veneno_ de -Pedro de Alarcón. _Cagarruta_ es un hombre pequeño: advierto que así -se llaman los granillos del excremento del ganado lanar. _Carrañé_ -es otro de mal humor; _encarrañarse_ vale enfadarse. Diminutivo de -otro excremento es el apodo _Carajucho_. Muchos y diversos pasos debe -dar en sus asuntos el llamado _Cagateclas_. Pequeños son _Currusco_, -_Currutaco_ y _Curruto_; en todas partes mete la cucharada _Cucharón_, -é hinca el diente el llamado _Diente_. ¿Es uno amigo de hacer la corte -á gentes de cuenta? Le llaman _Estira-levitas_, tan gráfico como -_Colín_ por adulador, que menea la cola tras otro, como el perro. -Optimista es _El Dichoso_, de aspecto quijotil _El Seco_, cerduno -_El Cucho_, zanquilargo _El Guitarro_. Ello mismo lo dice cómo serán -_El Negro_, _El Patán_, _El Zorrico_, _El Abogado_, _El Curto_, _El -Potra_, _El Gatico_, _El Chafo_, _El Chilín_, y lo mismo _Barricate_, -_Brazos-Cortos_, _Carabina_, _Carpa_, _Casaca_, _Calzones_, _Cazuelo_, -_Cazuelica_, _Carrasca_, _Cavila_, _Cogote_, _Carrizo_, _Mortero_, -_Manazas_, _Madero_, _Malcarao_, _Mosquito_, _Palomo_, _Pajuela_, -_Peladilla_, _Pimentón_, _Piñica_, _Pingo_, _Putica_, _Raboso_, -_Raspa_, _Rata_, _Rana_, _Ratilla_, _Tropezones_, _Zaragata_. - -_Mano-e-hierro_ pudiera ser del corral de Monipodio. _Mascarrabias_ -es un rabieta que tiene que mascarlas. Nos parece calificativo tan -sencillo y tan vulgar, que nadie repara en él. Y, sin embargo, es -expresión de lo más pintoresco que se concibe. Buscadle equivalente en -francés, ó en latín, ó en griego. Cada pueblo tiene su temperamento -poético, y no es muy sandio el pueblo que tales expresiones inventa. -Fulano suele presentarse con tanta prosopopeya como un navío de alto -bordo: llámanle _Navío_. _Mata-ratas_, _Mata-burras_, ¿se aclararán por -aquel dicho: «Por un perro que maté, me llamaron _Mata-perros_»? ¡Qué -ha de matar el infeliz ni una burra siquiera, si no es capaz de matar -una rata! Tan irónicos son estos motes como el de otro á quien llaman -_Mata-curas_, que suele matarlos de pico, y nada más. _Mal-año_, -_Mil-duros_, _Merendón_, _Paticas-cortas_, _Pisa-flores_, que es harto -más bonito que pisaverde. - -Hay motes que, mirados con las delicadas lentes de las conveniencias -sociales, son de lo más feo y vitando; pero no dejan de ser de lo más -gracioso. Apunten los suscriptores y los redactores de la revista -internacional _Criptadia_: _Pedo-lobo_, _Pichorrín_, _Pijota_, -_Pijorro_, _Cachurrín_, _La Cachorrona_, _Minguica_, _Picha-rota_. - -De carácter farisaico es un tal _Servamandata_; tan vivo de genio como -_Agonía_ y _Cardenillo_ es _Solimán_. Parlanchín que menea sin cesar -la sin hueso es _Taravilla_; un para poco es _Tararo_, y para menos -_Tararura_. Muletilla ordinaria suya debía de ser _¡quién sabe!_, -cuando á otro le llamaron _Quisabe_, donde tenemos la etimología de -_quizás_, antiguamente _qui sab_. _¡Por vida de!_ es otra muletilla que -originó el mote _Repor-vide_, y sangre sosa debía de tener el llamado -_Sangracha_ y el _Chanchan_, y demasiado encendida el _Sopetón_ y el -_Rabiau_. - -De un asiduo á los cultos del Corazón de Jesús es el apodo muy moderno -_Reinaré_. Diminutivo de pito es _Pitito_, que los muchachos hacen con -dos pedacitos de caña y un hilo para pitar ó echar pitidos. - -De las patas hay motes gráficos: _Patán_, _Pat-araña_, _Pato-lea_, -_Patirraco_, _Paticas-cortas_, _Paticas-verdes_, _Patas-verdes_. -Del pelo y pelar, pelear: _Pela-panes_, _Pelacho_, _Peladilla_, -_Pela-morros_, _Pelucón_, _Chorreta_, _Chafarreta_, _Churumbela_, -_Chirimbolo_, _Cherre_, _Churri-pample_, _Chirri_, _Chorche_, -_Chorrio_, _Chirpi_, _Zarambote_, _Zamacuco_, _Zampas_, _Zaragata_, son -de origen euskérico. - -Pintorescos son _Esgarra-manzanos_, _Morrocuto_, _Tripota_ y, sobre -toda ponderación, _Tripa-triste_, que se refiere al hambre. - -Á las mujeres se les da el mote de sus maridos, mudándoles la -terminación en _a_: _Corazones_ es el mote de uno; á su mujer la llaman -_La Corazonas_, y así _La Cascorra_ de _Cascorro_, etc. Pero otras lo -tienen propio: _La Trona_, _La Mari_, _La Coronada_, _La Hurona_, _La -Canóniga_, _La del ancho_, _La Gorriona_, _La Murilla_, _La Vinagre_, -_La Pelos_, _La Gimia_, _La Ciela_, _La Ochava_, _La Perrandina_, _La -Cachorrona_, _La Resalada_, _La Rico-pelo_, _La Colé_, etc. - -No faltan motes fundados en un chusco equívoco. Llega de la aldea una -vendedora de pollos, y le dicen: Ahí en esa casa le comprarán. Son -gentes que vienen de Madrid á veranear. Pregunte por _Doña Jovita_. -Llama á la puerta la buena mujer, le abren y al subir se da de manos -á boca con una señorona de tomo y lomo. Iba á preguntarle si era Doña -_Jovita_; pero parecióle demasiada mujer para nombre tan chico, y le -dice: ¿Es usted Doña _Jova_? El nombre _Jova_ ya no hay quien se lo -quite á la jamona madrileña. - -Todos los motes apuntados son de Tudela, donde no habrá hombre ni -mujer, chico ni chaco, que no tenga el suyo. Pero otro tanto sucede en -las demás ciudades españolas, y mucho más en los pueblos y aldeas. - -En Calatayud, á la otra vertiente del Moncayo, el dialecto es el mismo -que en la merindad de Tudela: el aragonés; pero más cerrado y con -vocablos más regionales. Mi excelente amigo el conocido novelista de -costumbres aragonesas D. Juan Blas y Ubide, que entre el ejercicio de -la abogacía no descuida el culto á la literatura, me obsequió este -verano con un rico tesoro de palabras, frases y motes, por él recogidos -en aquella ciudad para servirse de ellos en sus novelas. - -Voy á confirmar lo expuesto hasta aquí con esos motes hoy -vivos en Calatayud; y para que se noten mejor las tendencias -psicológico-poéticas de los bilbilitanos, los ordenaré por clases. Hay -motes tomados de objetos inanimados, otros de defectos corporales, -otros de cualidades morales, otros de plantas, otros de animales, otros -de oficios, otros de regiones y pueblos, otros cuyo significado es -bastante oscuro, y otros, finalmente, tomados de todo el Diccionario é -inclasificables. - - - DE OBJETOS INANIMADOS - -Chaqueta, Coronica, Medio-almú, Pitos, Silleta, Chimeneas, Tablares, -Bomba, Perniles, Alforjas, Pitón, Pitorro, Botijo, Candiles, -Cascarrias, Cataplasma, Chavo-ó-hilo, Bolsa-de-hierro, Pizarrines, -Mota, Cuaderna, Cerillicas, Cerote, Chupilla, Porrón, Puchero, -Coscurro, Punzas, Cachirulo, Boto, Botitos, Sartenes, Madera, Candelas, -Tijeras, Zurriago, Sarro, Puntales, Guitarro, Bolas, Pelotas, Bolsicas, -Banderica, Mostillo, Bombarda, Ratonera, Camisilla, Terriza, Martillo, -Manta, Huevete, Morcillica, Fregadera, Torretas, Calzones de yesca, -Mitra, Coscarana (nuez huera), Cornijales, Cuartico-especias, Cañete, -Callejica, Casillas, Goma-seca, Mala-lana, Gotera, Gatera, Manchas, -Casquina, Chocho, Brozas, Cache (Cacho), Gazote de gamón, Chorré -(chorro), Garamaya, Chichetas (de chicha), Colodro, Chicherre (chicha -quemada ó _erre_ en éuskera), Zaraballa, Chirro, Chumina, Cachupico, -Chorrillas, Cachupo (pedazo de tronco), Cachacho, Ciclón, Peteneras, -Reino, Duende, Cazolón, Chiripa. - - - DE PLANTAS - -Ciruelo, Berros, Melón, Cebollas, Calabacines, Mielga, Moscatel, -Borrajas, Clavel, Cañamones, Patata, Cepa roya, Pilongo, -a, Parra, -Seta, Cabecica de ajo, Cabeza de pepino, Chiles (pimientos), Carrasco, -Mora, Lapazas. - - - DE ANIMALES - -Caracoles, Gato, Gurrión, Pajarito, Cuervo, Zorra, Pollo, Gallo, -a, -Cuco, -a, Mirlo, Cigüeña, Ratón, Tábano, Chorlito, Mosca, Venau, -Culebras, Chincho, Bicho, Pichona, Cordericos, Ratica, Polilla, Oveja, -Gusano, Rata, Nutria, Cabrito, Pulga, Rana, Abeja, Lobo, Pájaro, -Burras, Güina (ó fuina), Potra, Chocha, Zarandilla, Perdigano, -a, -Conejo, Zorrilla, Cucho, Garra-miau (gato), Cardelinos, Mosquirre, -Bichocho, Chites, Rabosa. - - - DE OFICIOS - -Estudiante, Capellán, Alguacil, Zagal, Gaitero, -a, Brujo, Zapatera, -Campanero, Badajero, Farolero, Bolero (mentiroso), Reyecillo, Monje, -Fraile, Monago, Sacris (sacristán), Capitán, -a, Payaso, -a, Regador, -Santero, -a, Tiple, -ón, Corneta, Cafetero, Monjero, Macera, Señorito, -El rey, Botero, Saca-cuadras, Pañero, Obispo, Curilla, Ratonero, -Diablo, Letrado, Confita-moscas, Pregonero, Zagalón, Realista, -Gitanillo, Piloto, Picón, Moricos. - - - DE REGIONES Y PUEBLOS - -Vetos, Lumpiaque, Castillica, El turco, El ché (valenciano), Polaco, -Cartagena, Zaragoza, Provincial, Villalobos, Moresano, Perules (del -Perú). - - - DE DEFECTOS Y CUALIDADES CORPORALES - -Bizco, Cojo, Zurdo, Manco, Royo, Canoso, Largo, Viejo, Feo, Chepa, -Manazas, Manitas, Ojitos, Mocos, Dientes, Cojogo-doño, Morreto, -Moquito, Pardillo, Rojo, Cabezota, Narigones, Patas, Carota, Pelos, -Galano, Canelo, Garrillas, Caspa, Blanco, Jibeta, Robusto, Garrido, -Regañau, Peludo, Maneta, Colorau, Chiquitín, Patillas, Tripa-larga, -Mala-cara, Culo-de-goma, Cara-de-culo, Cinco-arrobas, Pelo-malo, -Cabeza de barandán, Morros, Negreta, Oreja, Cabecica, Mala-boca, -Pelón, -a, Caga-blanco, Peli-blanco, Empalmado, Orejazas, Blanquillo, -Negrillo, Negro, Moreno, Cetrino, Paticas, Verde, Anciano, Manota, -Gordo, Cabezona, Calvo, Garrancho, Rajau, Carrillo, Cana, Cacau -(cagado), Patés (de pata), Pelete, Pataco (de pata), Cagacho, Peluches, -Pichorrín, Picha, Tetillo, Cagachas, Carajilla, Blinca-pozos, Tocatas -(paliza), Traga-lamas, Chata, Gambeta, Cholas, Mamau, Guarro, Manjunto, -Menina. - - - DE CUALIDADES MORALES - -Pela-pobres, Lame, Curda, Chispa, Rasca-miajas, Manso, Mata-abuelas, -Zancocha, Muermo, Chulo, Sueños, Zarrias, Zangolotino, Carca, -Mata-moros, Fachenda, Tabacón, Corre-mundo, Loco, Santo, Machaca, -Mata-perros, Roba-masas, Mil-hombres, Roba-pellejos, Roba-carneros, -Mata-curas, Azota-cristos, Arroja-cristo, Empenta-salves (empentar -es empujar), Come-cochinos, Cavila, Licos-pechos, Loque-zoquete, -Pintolique (que la pinta), Mano-güisa, Zámpara (de zampar), Zampias -(ídem), Cucarro (que cuca), Motorro (morrudo en éuskera), Jalaco (adj. -de jalar, jalear, aficionar en éuskera), Cachacho, Locarra, Borde, -Marica, Maruso, Mal-pica, Marión, Machaca, Remacha, Traga-huesos, -Mata-lamba, Traga-buques, Caga-lesnas, Tene-moscas, Pica-moras, -Traga-bolas, Bate-cargas, Contento, Mucho, Piculín (que acusa), -Saca-cuadras, Confita-moscas, Mala-boca. - - - MOTES DE PUEBLOS - - Torrijo.--Los belloteros. - Vijuesca.--Los tocineros. - Aiñón.--Los huecos. - Cervera.--Los de la abubilla. - Villalengua.--Camuesos. - Sediles.--El cuco. - Terrer.--Llegar y meter. - Ateca.--La puerta abierta. - Daroca.--Puta ó loca. - Ricla.--Los cañiceros, ajeros. - Campiel.--Melocotones. - Morata.--La del Conde. - Torres.--El tío Pepe Roque y la ballena. - Maluenda.--Mucho mantel y poca merienda. - Castejón de las Armas.--El de las cerezas. - Castejón de Alarba.--El de los ricos. - Chodes.--Se prohibe repicar y andar en la procesión. - -En toda España reza el refrán que no se puede á un tiempo repicar y -andar en la procesión. Á los de Chodes, pueblo cerca de Morata de la -Ribera, ó del Jalón, se les prohibe, porque son los únicos que pueden -hacerlo. El conde de Morata edificó de tal suerte el pueblo, que forma -una sola plaza y no grande. Puede tirar de la cuerda de la campana el -sacristán y no salirse de la procesión. - -Las causas de la imposición de los apodos son diversísimas. Los que -significan defectos corporales ó un miembro del cuerpo, que por alguna -razón caracterizaba al individuo, no ofrecen dificultad. Llamar á -uno bizco, ó bizconde, como suele decirse por equívoco malicioso, es -aplicarle de ordinario un apelativo, con lo cual queda convertido -en nombre propio. Hemos de pensar que el hombre siempre ha sido -el mismo, y que por consiguiente tal fué el origen de los nombres -propios. Y no sólo de los propios de persona, sino de lugares y de -objetos, cualesquiera que ellos sean. Proceden, pues, los nombres de -los calificativos, ó llámense adjetivos. Los vocablos, efectivamente, -sólo expresan un concepto de las cosas; es decir, un modo de ser, una -apariencia, una cualidad genérica, la cual puede aplicarse á todos los -objetos que la poseen. Cojo, zurdo, royo, peli-blanco, guarro, galano, -son adjetivos que sólo expresan una cualidad. Pero aplicándose de -ordinario á una persona quedan convertidos en mote, y luego en nombres. -Carrillo, Cana, Pelete, Cabezota, Dientes, son nombres apelativos, -que por el mismo medio vienen á ser apodos y nombres y apellidos -personales. Pero de la misma manera llegaron á ser nombres apelativos: -fueron antes expresiones comunes aplicables á muchos objetos, fueron -calificativos. No expresa el vocablo _carrillo_ la esencia, ni siquiera -el conjunto de cualidades esenciales, á modo de descripción, del -miembro corporal así llamado; sólo indica una cualidad del _carrillo_, -la de poder girar y moverse como un carro: carr-illo es un carr-ito, un -diminutivo de carro. Otro tanto sucede con el vocablo carro, que los -latinos tomaron de los Aquitanos, que hablaban éuskera, como iberos que -eran. Carr-us viene del éuskaro e-karr-i llevar, da-kar-t yo llevo, -da-kar-zu tú llevas, na-kar-zu tú me llevas. Del llevar se dijo carr-us -lo que lleva. Pero kar raíz de llevar sólo indica una acción, un modo -de obrar de las cosas. Manota es otro apodo, sin duda porque el así -llamado tenía una mano grande y deforme. Pero, á su vez, mano, del -latín manus, se dijo por ser extendida y servir para medir, que no es -más que extender una cosa, la medida, sobre otra, como el pañero, que -extiende su vara sobre el paño una ó más veces según las varas que le -pidió el comprador. Ma-nus vale la extendida, como ple-nus lo lleno, -y dig-nus lo señalado, de ma- extender, medir, pl-, pl-us, llenar, -dic-ere señalar, decir. Y así la luna, medida del tiempo, es mêna en -godo, alemán Mond, lituano ménu, griego mên, latín Mena menstruationis -dea, como mênê en griego, y men-s-is més, mens-s-truus. Extender y -medir es en sanskrit mâ-mi, mi-mê, la medida ma-tram, el me-tron -griego ó metro, lo que mide, como ara-trum lo que ara, el arado, en -latín mê-tare, mê-tiri, de donde medir, en eslavo mê-ra y en lituano -më-rá es la medida, ma-túti medir, en griego mî-me-omai imitar, mî-mos -remedador, de donde mímica, habiéndose dicho el remedar del medir, por -comparar é igualar dos cosas, como nuestro vocablo remedar viene de -re-imitari volver á imitar, comparar, medir. El nombre mano fué, pues, -antes un adjetivo, lo extendido, como lo son lleno y digno. - -Los motes que indican cualidades morales son también adjetivos ó -nombres concretados en un individuo. Loco, Santo, Curda, Chispa; -Cavila, ó tío Cavila, el que cavila mucho: es un verbo, lo mismo -que Lame, Rasca-miajas, Pela-pobres, Caga-lesnas, Traga-bolas, ó -que cree las exageraciones y mentiras. La metáfora campea aquí de -una manera maravillosa. ¿Qué quiso decir el chistoso que inventó el -mote de Caga-lesnas, el de Traga-buques, y el de Confita-moscas, y -el de Azota-cristos, y el de Mata-abuelas? No conozco ingenio entre -escritores y poetas que tan alto hayan rayado como el oscuro y -desconocido autor de tan ingeniosos apodos. - -No es menester ir á Andalucía para hallar en España andaluzadas, ni -sal, ni gracia, ni poesía. Aragón es el polo opuesto de Andalucía. -Pocos poetas ha criado, porque el carácter de los aragoneses es muy -serio y enemigo de toda mentira y exageración. Pero por lo mismo es muy -realista y tan fogoso como el que más. Los escritores aragoneses no -descuellan por las obras de puro fantasear; pero son vigorosos, exactos -en sus metáforas, y de un colorido y nervio que los hace poetas de -otro género. Prudencio, Quintiliano, Marcial, los Argensolas, el gran -fabulista riojano, el gran filósofo bilbilitano Gracián, el historiador -Zurita, son de esta cepa, de la misma que los guerreros de Numancia, -y de Calahorra, y de Zaragoza, de la misma que el anti-papa Luna, y -que el fabricante de la campana de Huesca, y que los magnates de aquel -reino. - -Los motes de oficios y clases sociales han originado muchos apellidos: -Botero, Monje, Fraile, Alguacil, Obispo, Picón, Capitán, etcétera. - -Y no menos los de plantas y animales, donde la metáfora y el ingenio -poético de los españoles es muy digno de notar: Ciruelo, Parra, -Carrasco, Mora, Cuervo, Gallo, Lobo, Zorrilla. - -El apólogo, de origen indiano, parte del principio antropológico, tan -innato en el hombre, que quiere atribuir á los demás seres sus propias -cualidades. El hombre no conoce las cosas del mundo exterior sino -en cuanto halla en sí algo que sea común con ellas. Sus facultades -aprehensivas son anteojos que colorean los objetos del color que ellos -mismos tienen. Mira á los animales con el anteojo antropológico, les -atribuye sus propios sentimientos y fantasea una ética animal, paralela -á la ética humana. El león es noble, la gallina cobarde, la liebre -tímida, la hormiga diligente, la abeja laboriosa, el toro valiente, el -perro fiel, el murciélago alevoso, el tigre encarnizado, el sapo vil, -la serpiente prudente, la paloma candorosa, el zorro artero, la cabra -caprichosa, la cotorra parlera, el potro insolente, el asno estúpido, -el pavo vanidoso, la oveja mansa, el gallo orgulloso. En hecho de -verdad, toda esa ética, con los apólogos que en ella estriban, es una -ética fantástica. Las pasiones no menos radican en el alma racional -que en la parte sensitiva del organismo. Pero el hombre es poeta por -instinto, y humaniza cuanto le sale al paso. - -Una de las riquezas poéticas del castellano tiene aquí su origen. -Apenas habrá animal que no haya servido de punto de comparación á los -españoles para concebir las cualidades morales humanas, que de suyo -eran tan difíciles de expresar por lo complejas y abstrusas. No creo -que haya idioma alguno cuya penetración y fantasía puedan parearse, ni -aun de lejos, con la penetración y fantasía de nuestro pueblo. Algunas -expresiones parecidas se hallan en todos los idiomas; pero tantas y -tan bien apropiadas creo que en ninguno. ¿Hay términos franceses ó -latinos, ingleses ó griegos, que pinten y respondan á nuestros verbos -_azorarse_ como la garza perseguida por el azor, _amilanarse_ como -los pajaritos á la vista del milano, _aconcharse_ como la tortuga -ó el caracol, _aturdirse_ como el tordo, _encabritarse_ como el -cabrito, _alebronarse_ ó _alebretarse_ ó _alebrarse_ como las liebres, -_emporcarse_ como el puerco, _avisparse_ como la avispa, _ratonarse_ -como lo comido de ratones, _emperrarse_ como el perro, _atortolarse_ -como la tórtola, _pavonearse_ como el pavo, _encapricharse_ como la -cabra que se encarama, _acurrucarse_ como la curruca, _enviperarse_ -como la víbora, _entigrecerse_ como el tigre, _agazaparse_ como el -gazapo, _achicharrarse_ como la chicharra con el calor, _amoscarse_ -como el molestado de las moscas, _cotorrear_ como la cotorra, _gatear_ -como el gato, _serpear_ como la sierpe, _serpentear_ como la serpiente, -_culebrear_ como la culebra, _culebrinear_ como la culebrina, _gallear_ -como el gallo, _engatusar_ como el gato, _hormiguear_ como el sitio -lleno de hormigas ú hormiguero, _desasnar_ como el estúpido que deja -de ser asno, _apolillarse_ como lo roído de la polilla, _caracolear_ -dando las vueltas del caracol, _mariposear_ como las mariposas, -_mosquear_ como moscas, _potrear_ como el potro, _podenquear_ como -el podenco, _torear_ como el toro, _andar aperreado_ como el perro, -_ratear_ como la rata, _aborregarse_ el cielo como establo lleno de -borregos, _acaballar_ ó _encaballar_ montado como jinete en el caballo, -_chinchorrear_ como el _chinchorrero_, que es tan molesto como la -_chinche_, _escarabajear_ como el escarabajo, _garrapatear_ como la -garrapata, _berrear_ y _emberrenchinarse_ como el verraco, _chotear_ -como el choto, _patear_ como el pato, _babosear_ como la babosa, -_zanganear_ como zángano, _agusanarse_ como lo lleno de gusanos, -_trasconejarse_ como el conejo, _zabullirse_ como el sapo (_zabu_ en -éuskera, _zab-uli_ revolcarse como _zabu_), _erizarse_ como el erizo, -_achuchar_ como al chucho, _desperdigarse_ como los perdigones, -d_espotricar_ como el potro? - -En España no parece sino que todos somos zoólogos, y que vivimos en un -parque zoológico. Fulano es un chinche, es muy zorro, es un gallina, -un puerco, un puercoespín, un pavo, un asno, una sabandija, parla como -un chorlito ó como una cotorra, es un avestruz, un borrego, un moscón, -una mosquita muerta, un toro, un pichón, una mariposa, un cernícalo, -una víbora, un rata, corre más que un galgo ó que una liebre, es más -tratable que una paloma sin hiel, canta como una calandria ó como un -jilguero, es más listo que una ardilla, más tragón que un tiburón, más -intratable que un potro, más escurridizo que una anguila, come como una -sanguijuela, tiene más conchas que un galápago, tiene el genio de un -toro, se menea más que una lagartija, salta como un gamo, es más cruel -que el tigre, no es rana, no morirá de cornada de burro, no se apea del -burro, es más pesado que las moscas, lloriquea como un becerro, engorda -como un tocino, brama como un toro, es un pollo ó una polla á pesar de -sus treinta abriles, tiene un pico de chorlito, unos ojos de besugo, -una nariz aguileña, unas orejas de asno, unos pies como pezuñas, un -cuello de cisne, unas uñas de cernícalo, más pelo que un oso, es lince -como él solo, es muy patudo y muy ganso, viene hecho una merluza, es -todo un zángano, tiene un genio de hiena y un cuello toroso, es más -bruto que un mulo y más terco que un macho, no sabe más que un buitre, -se viste como el grajo de plumas ajenas, se hincha como una rana, -cacarea sus cosas como la gallina, se le va la cabeza ó le duele como á -una cabra, es un puerco y un cochino y un gorrino de sucio, tiene malas -pulgas, gruñe como un cerdo, es necio como un pollino, es una tarasca, -un renacuajo de chico, un buey Apis de gordo, un tórtolo de cariñoso, -un camaleón de mudable, adelanta como el cangrejo, se pega como una -lapa, allega como una urraca, está hecho un bacalao, gorronea como un -gorrión, anda de golondros como una golondrina, duerme como un lirón, -es más feo que un mico, más vivo que una comadreja, más blanco que un -armiño, de más monerías que un mono; es, en fin, un animal por los -cuatro costados, con rabo y todo. - -Los apodos tomados de objetos inanimados son más difíciles de aclarar. -Algunos son tan metafóricos como los anteriores y se refieren á -cualidades corporales ó morales. Medio almú se dijo de uno que era -pequeño, Botijo del que era tan gordo como un botijo, Cataplasma del -pesado, tardo y molesto, Cascarrias del sucio ó del cansado en su trato -ó del quisquilloso, Cerote del tímido, Porrón del gordinfla, Mostillo -del pegajoso y dulzachón en su trato, Morcillica del larguirucho, -Coscarana del huero de cascos, Fregadera del sucio y descuidado, -Callejica del corretero y callejero, Mala-lana del que presto se sube -á la parra, Chicherre del que se enfada y arde por un quítame allá -esas pajas, como Calzones-de-yesca, Peteneras del alegre, Duende del -entrometido, Ciclón del vivo y furruña. En esto se ha seguido el tenor -que han tenido los españoles en la derivación de vocablos por medio -de la metáfora, y en el empleo metafórico de las cosas en refranes y -frases hechas, donde podríamos señalar un tesoro tan rico y poético -como el zoológico que hemos indicado. - -Otras veces el mote se refiere á una muletilla del individuo, ó á un -caso particular, cuya historia se conserva entre las gentes del pueblo, -ó no se conserva. ¡Cuántos motes no pasan de padres á hijos olvidándose -el motivo que los originó! Tal es la fuente de muchos apellidos, y la -razón del _de_ ó de la silbante en los patronímicos castellanos. _Juan -de Diego_ es un Juan hijo de Diego, Láinez es _el de Laín_, Pérez _el -de Pero_ ó Pedro, López _el de Lope_. El hijo del rey Silo se llama -en un documento de su época _Siliz, el de Silo_. _Márquez_ es el hijo -de Marco, Álvarez el de Álvaro, Domínguez el de Domingo. Pero de los -patronímicos, y en general de los apellidos, habría que tratar por -separado. - -Los apellidos son motes que por su antigüedad han perdido ya la razón -de su significado. Por eso el pueblo que gusta de llamar las cosas -por sus nombres, quiero decir, no á ciegas, sino por nombres que les -convengan, no hace caso de los apellidos é inventa motes de continuo. -Los apellidos ahí se quedan para el _Registro_ y para la sociedad, que -vive de convencionalismos y rutinas. El pueblo no vive como ella de -sangre gastada hasta tomar ese tinte azul de que se paga la nobleza; -vive de sangre fresca, bien roja y bullente. Y así como no quiere -vocablos de extranjis, que para él es letra muerta, aunque vengan de -Roma y Atenas, porque los considera como pelucas y otros armatostes -postizos, y como tales los trata, estropeándolos cuando se ve precisado -á tomarlos en sus labios, así tampoco hace caso de apellidos, ni -nombres, si no son de su hechura y pintan al individuo. - -No faltan eruditos que menosprecien toda esa vida, todo ese realismo, -toda esa verdad que encierra lo popular, y que prefieran lo que se -llama de buen tono, correcto, atildado. - -De gustos no disputaremos. Yo tengo por de mejor tono, por más -correcto y atildado, el árbol que comienza á echar sus frutos, el -joven de quince á veinte años, el modo de decir que espontánea y -naturalmente nace en labios del pueblo y que tiene su arraigo en el -idioma tradicional y propio, porque ese árbol, ese joven, ese decir, -son brotes naturales llenos de savia y de vida. Los viejos robles son -mejores para quemados en invierno, que nos den calor; los ancianos son -más de respetar y oir como consejeros; los vocablos de la veneranda -antigüedad, para leer los autores que los emplearon y para estudiar la -psicología de los pueblos que ya pasaron. - -Por eso á otros causará risa; á mí me sabe á poco el siguiente cuento -que trae Polo y Peyrolón, que ni siquiera lo es, porque yo mismo lo he -presenciado, _mutatis mutandis_, y lo habrá presenciado cualquiera que -sea un poco observador de las costumbres populares. Reunidos en cierta -ocasión los cofrades de San Roque en la casa rectoral del pueblo de -Tramacastilla para celebrar una junta, quiso el párroco cerciorarse -de la puntual ó escasa asistencia de los asociados, y al efecto tomó -el libro de los cofrades y fué leyendo, uno por uno, sus nombres y -apellidos. La sala estaba llena, y nadie, sin embargo, decía esta boca -es mía. - ---Hombre, muchos faltan--observó el señor cura, dejando de leer. - ---¡Ca! No, señor--contestó el maestro de escuela.--Déme usted ese libro. - -Nada comprendió el párroco, pero obedeció. - ---_Cuquita_--voceó el maestro, principiando la tarea. - ---Presente. - ---_Goticaaceite._ - ---Presente. - ---_Mediamisa._ - ---Presente. - ---_Perotes._ - ---Presente. - -Y al punto contestaron, uno tras otro, á sus respectivos apodos, los -que momentos antes permanecieron mudos al oir sus nombres y apellidos. -No es cuento el que muchos ignoren su apellido: es un hecho que yo he -tocado con las manos. Los apellidos son nombres muertos que yacen en el -_Registro_ y con los que se entretienen las personas de sociedad. El -pueblo no gusta de autopsias ni de manipular cadáveres: quiere nombres -vivos, que son los motes por él dados, y muy bien dados. - - [Ilustración] - - - - - Á PROPÓSITO DE UN LIBRO - - -Don Francisco Rodríguez Marín es uno de los más apasionados -cervantistas, un verdadero ratón de archivos y bibliotecas, un -estilista que gusta de remozar el viejo y castizo lenguaje de los -clásicos y, por reciente elección, un Académico de la Lengua. Si hemos -de dar crédito y aceptar por buenas ciertas voces que por ahí andan -repitiéndose ya más de lo que las gentes serias y sosegadas pueden oir -con paciencia, todos esos, al parecer títulos suficientes y sobrantes -para ser tenido y estimado en la república de las letras, son en el -credo literario de ciertos pensadores y publicistas otras tantas -razones para que se le tenga por un elemento nocivo á las letras, á -la cultura moderna, á la misma memoria de Cervantes, á la Academia, -al habla castellana, y no sé á cuántas cosas más. Porque todos estos -y otros infinitos cargos se llevan y traen, se dicen y oyen, y aun -se celebran y acogen como verdades de un nuevo evangelio literario. -Y con todo, si por los frutos se conoce el árbol, algo muy distinto -ha de pensar y decir del escritor sevillano cualquiera persona formal -que lea su último libro sobre _Rinconete y Cortadillo_. Y cuenta que, -si en alguno, en éste caen tan de lleno esas mazas de Fraga, que de -ser cierto el dicho de que _sacan polvo debajo del agua_, habían de -dejarlo triturado, hecho trizas y polvo cual á ningún otro. Porque el -_Rinconete y Cortadillo_ de Rodríguez Marín es un libro cervantino por -el asunto, que contiene un texto de Cervantes, un comentario del mismo -y un discurso preliminar donde corren á las parejas los hallazgos de -bibliotecas y archivos con las palabras y estilo de los clásicos. - -Aquí hay, pues, un problema que merece estudiarse y resolverse. La -cuestión la juzgo grave y de interés para las letras españolas. No -da esas voces un loco de atar, ni las echa al viento un D. Quijote -entre las risas de los que le escuchan; salen envueltas en ciertas -teorías filosóficas, ó que filosóficas parecen, se proclaman en estilo -sugestivo, sentencioso y halagador, escúchanlas con aplauso y se -las apropian con cariño no pocos jóvenes, entusiastas de lo nuevo y -apasionados por una cultura novísima, que se imaginan entrever para -gloria de la patria en el horizonte arrebolado, juntamente con toda -una nueva filosofía del arte, una no menos flamante evolución del -pensamiento. Repito que es cuestión de gravedad. Forma parte de eso que -llaman modernismo, proteo inasequible que, en resumidas cuentas, no -parece ser otra cosa más que una nueva manera de pensar y de ver las -cosas, que en el actual momento histórico no ha acabado de tomar forma -concreta ni color bien definido, por hallarse todavía en fermentación. -En este estado evolutivo del pensamiento, en el cual luchan ideas -antiguas é ideas modernas y andan barajados problemas de diversa -índole, literarios, filosóficos, económico-sociales, religiosos, según -sean los ingredientes que los más avisados ó los más atrevidos echen -en la cuba, así habrá de resultar un vino de una ú otra calidad, de -inesperado color, fuerza y dejo, suavísimo néctar al paladar de los -dioses, ó emponzoñado brebaje para nuestros tristes nietos. - -Rodríguez Marín es un cervantista. Los cervantistas han echado á -perder á Cervantes, han hecho de su persona un ídolo intangible y -de sus obras un Corán envuelto en sedas, oculto entre la balumba de -comentarios, propiedad exclusiva de algunos iniciados y libro sellado -para el pueblo. Todas estas sandeces se han dicho; y á no serlo, sino -cargos justificados, Rodríguez Marín sería uno de los sacerdotes de -autorizadas ínfulas, de mirar severo y melancólico, que con cara de -pocos amigos se encierra allá, en lo más recóndito del santuario, y -con refinado egoismo roba á los demás lo que es de todos, gozando á -su sabor y á sus solas lo que debiera ser propiedad de los profanos. -Pero Rodríguez Marín lo que hace es purificar una novela de Cervantes, -explicarla con notas que aclaren las expresiones en que el lector -pudiera tropezar, engastar el lindo lienzo en un marco de oro, cuyos -bajos relieves son escenas de la vida sevillana, del ambiente que -da luz á las escenas de la novela, y entregar á los profanos todo -ello, diciendo: leed y entended á Cervantes; asimilaos, los artistas, -su estética, su manera, su visión de la naturaleza, su estilo, su -lenguaje; disfrutad, los no artistas de profesión, de una de las -joyas del arte literario más español y más exquisito, y... dejaos de -novedades ultrapirenaicas, que ni de estuche digno pudieran servirle. - -Y para componer este libro se metió Rodríguez Marín á ratón de -bibliotecas y archivos. Figurarse que una obra de arte sale de la -cabeza del artista, cual Minerva, armada de todas armas, de la cabeza -de Júpiter, es hacerse una muy triste figura por empresa quijotesca de -sus ideales literarios. La _Iliada_ no nació como aislada seta en el -otero, por más que nada sepamos del arte que le precedió. Toda obra -de arte arraiga en la tradición literaria y tiende su follaje hacia -el cielo del porvenir. No hay dar un paso adelante sin avanzar el -pie derecho; pero tampoco sin afianzar atrás el izquierdo. Toda obra -literaria es producto á medias del ingenio inventivo de su autor, á -medias del ambiente y de la tradición literaria. Toda literatura tiene -su arraigo en la tradición, y en el ambiente tradicional de ella brota -toda obra artística. Tener potencia visiva bastante á ahondar hasta -el alma de la literatura nacional y saberse apoderar de esa alma, y -hacerse dueño del ingenio característico que vivificó sus obras, es -condición no menos indispensable que el poseer la necesaria inventiva -para producir algo que sea nuevo. La creación espontánea es una -quimera, que ahora parece sueñan en resucitar algunos naturalistas. La -materia preexistente, de la cual ha de fraguar algo nuevo el artista, -no se limita al mármol, á la pluma y papel, ni siquiera al lenguaje -recibido, sino que se extiende al mundo de las ideas tradicionales, de -los sentimientos de la raza, del alma nacional. - -Y he aquí la genuina noción del loable casticismo en el lenguaje, y -de la filología, ó conocimiento del pasado para penetrar en el alma -de la raza. El ratón de bibliotecas y archivos es el que rebusca y -entresaca de los empolvados papeles y cartapacios ese casticismo del -hablar, del pensar, del sentir, para provecho propio y de los demás: -ese ratón se llama _filólogo_. Rodríguez Marín lo es de todo en todo. -Ese sentir, ese pensar, ese hablar castizamente españoles, esa alma -española, palpita en todas sus obras, y más en la última de _Rinconete -y Cortadillo_. - -Por eso es un libro que se lee con gratísimo placer, que se saborea -como una sabrosísima fruta del cercado propio, del huerto nacional, del -huerto de casa. No andan en él envueltas las ideas en nebulosidades -septentrionales, ni hastían los sentimientos, cual los de literaturas -artificiales y gastadas, ni rechinan las palabras cual guijarros -esquinudos, arrancados á otra lengua de ritmo y fonetismo más rudos -y ásperos que á lo que estamos hechos. Todo es de casa, y de cuando -nuestra casa estaba bien en pie y se bastaba á sí misma y aun le -sobraba para dar á los vecinos. - -Las cosas más soberanas se prestan más á ponerse en ridículo. Con -dos cornados de jengibre y pimienta de la abacería de enfrente, un -mediano escritor espolvorea al filólogo y lo presenta ante las gentes -convertido en ratón de biblioteca. - -Pero estudiemos ese ratón, despolvoreándolo de la pimienta y del -jengibre. - -Hay dos castas de literatos. Unos rebuscan la tradición, la estudian, -la dan á conocer: son los filólogos (no confundirlos con los -lingüistas, que sólo tratan del lenguaje y de los idiomas como objeto -final de investigación). Otros se aprovechan de esos sudores de los -filólogos, elaboran la materia prima y cosechan los frutos de lo que -otros sembraron: son los artistas de la palabra. Sin los primeros, los -segundos no tendrían qué segar. Y aún hay segadores que después de -coger á manos limpias su cosecha se enfurruñan y menosprecian á los -que se lo sembraron. Vense más raras veces literatos que son ambas -cosas: Goethe no era un Zorrilla, había estudiado y apropiádose honda -y extensamente el arte clásico. Menéndez y Pelayo, contra quien he -oído pullas medio enmascaradas y aun descubiertas, es un maestro, -el único maestro que tenemos: es filólogo y artista de la palabra. -Rodríguez Marín es de la misma cepa, discípulo del maestro, que será -maestro á su debido tiempo. Portentosa es la cantidad de hallazgos y -novedades literarias con que nos regala en _Rinconete y Cortadillo_; -y no menos portentosa la habilidad con que ha sabido valerse de esos -sillares extraídos de bibliotecas y archivos para volver á reconstruir -y levantar ante nosotros la ciudad de Sevilla del siglo XVI, en su -físico y en su moral, con sus antiguos edificios y las costumbres y -lenguaje de sus habitantes. No apreciarán la obra del artista los que -con ese nuevo módulo de vaga é incierta medida sólo quisieran un arte -entrecrepuscular, cual en noche oscura sueña la despierta fantasía -castillos aéreos medioevales, de abigarrado conjunto, de no medibles -torres, sombreados los cimientos por boscajes de trópico, y escondidas -las almenas entre nubes de dudoso presagio; ó cual llegan á nuestros -oídos voces semisonoras de una lejana música, revueltas con el rumor -confuso de las hojas de la selva, de las ondas del riachuelo y de -otros mil susurros de la naturaleza. Poesía adormecedora, que arrulla -sentimientos vagos, y que confieso me halaga, cuando brota de la lira -de un buen poeta; pero que no pondrá jamás en olvido ese otro arte -español, sevillano, cervantino, de colores soleados por el radiante sol -de Andalucía, de aristas bien salientes, de vida bullente y meridional. -El idealismo soñador y romántico no apagará con sus nebulosidades los -destellos del naturalismo sano, que brilla en nuestra más castiza -literatura. - -Tampoco verán con buenos ojos la labor erudita y filológica de -Rodríguez Marín los que creen trabajo infecundo esa tarea oscura -entre viejos papeles, que da poco brillo y pesa menos en la balanza -crematística del que busca juntamente con la honra el provecho. -Quizá el temor al trabajo, la mancillosa pereza, sea la que dicte -ese fallo desde el fondo del corazón, y quién sabe si la envenenada -y envenenadora envidia retuerce á la par allá adentro su ensortijada -cola. Todo pudiera ser, y de menos nos hizo Dios, y almas agusanadas -hay en todas partes, como entre las manzanas de la pomarada al caer -del verano. - -Canten, pues, cuanto quieran y como quieran las perezosas cigarras, -y dejen al ratón en su biblioteca, no roer papeles, sino comerse la -polilla que los pudiera gastar. El día que no haya ratones no habrá -cigarras. Esos graves maestros que desentierran los monumentos de la -venerable antigüedad, son los que dan consistencia y estabilidad al -movimiento literario, para que en alas de la vivaracha juventud no se -lo lleve el viento de la novedad; ellos son el contrapeso grave de la -balanza, el Senado ante el Congreso, el elemento conservador ante el -revolucionario. Y todo hace falta: entre dos polos opuestos gira el -globo y voltean todas las cosas humanas. - -Del libro de Rodríguez Marín dedúcese todavía otra conclusión, que -responde á otro de los cargos que se rugen tiempo ha entre algunos -exageradores del modernismo. El cargo es maravilloso y singular. El -de que la lengua castellana no basta para lo que pide el pensamiento -moderno, que está por formar, que es pobre. El tecnicismo científico -existe en castellano, como en las demás lenguas europeas, sin ser de -ninguna de ellas, pues está tomado del griego y del latín. Del latín -se volcó y vació todo el diccionario en el habla literaria castellana, -y ha venido á formar parte de su caudal desde el siglo XVI. Con menos -de la mitad de ese elemento latino castellanizado y con el caudal -hereditario de nuestra lengua escribieron nuestros clásicos. ¿Y de qué -escribieron? De todo lo escribible y un poco más. Moldearon el período, -dieron viveza y colorido á la frase, derivaron conforme al ingenio del -idioma toda suerte de vocablos y se crearon diccionarios particulares -para la poesía, para la mística, para el teatro, para la picaresca, -para todos los géneros literarios, porque en todos sobresalieron -nuestros escritores. El que desee ver una pequeña muestra de lenguaje -técnico, no traído del griego, sino formado del castizo castellano, -abra las _Cartas_ de Eugenio Salazar, y cuando saboree aquella riqueza -y quede ahito de tanto término para él nuevo y desconocido, lea á -_Rinconete y Cortadillo_ y el _Quijote_ de Cervantes, y después le -aguarda un número sin número de autores, en todos los cuales tendrá -donde henchir á manos llenas su apetito, por desapoderado que sea. -¡Pobre la lengua castellana! Dijérase que no se conoce, porque no se -leen los clásicos, y quizá se acertara. ¿Y qué mucho, si teniendo entre -las manos un tesoro se guarda cerrado y no se quiere abrir?--Es que ese -tesoro está anticuado, huele á añejo.--Á esto responde precisamente -el libro de Rodríguez Marín, desmintiendo tan extraño parecer. Las -lenguas literarias, cuando, como la nuestra, arraigan en el habla viva -de un pueblo, que conserva los más de sus vocablos y expresiones, no -fenece en dos siglos, ni menos envejece porque se mude una dinastía. La -borbónica dió media vuelta á nuestra literatura, por haber dado media -vuelta nuestros escritores de principios del siglo XVIII para mirar á -Francia, dejando desdeñosamente á su espalda la gran tradición española -de los siglos precedentes. Así quedó el habla literaria de repente y -en un día empobrecida, cuajada de galicismos, ética y enclenque, sin -movimientos, descolorida y marchita. Pero en el pueblo siguió tan viva -y lozana como el día antes. El renacimiento del siglo XIX comenzó á -remozar el antiguo lenguaje literario, conforme nos íbamos enterando -de que habíamos tenido también nosotros escritores tan elegantes y -profundos y, sin duda, más desenfadados, más sueltos, más coloristas, -más ricos que los de la Corte de Versalles. Y hoy día puede decirse -que con el progresivo conocimiento de nuestros clásicos no hay en -ellos expresión que no pueda usarse en la literatura moderna. Y ¿por -qué no se han de usar, si viven entre las gentes del pueblo, y la -antigua literatura resucita, mejor dicho, vuelve en sí del espasmo y -postración en que cayó por la boba é infantil admiración de nuestros -abuelos hacia lo que veían en París de Francia? Una literatura como la -nuestra, que tiene tan rica tradición, no debe desdecir de ella, no -puede vivir aislada, cual mata que acaba de brotar en terreno baldío; -es la continuadora de un glorioso pasado, en el cual ha de tomar, como -en sus propias raíces, la savia que le haga falta, sin irla á mendigar -fuera de casa. Rodríguez Marín sabe encajar tan al propio los vocablos -y expresiones antiguas, que no lo parecen, como de hecho no lo son. El -ansia de novedad pudiera excusar á los escritores que buscan términos -extraños por lo desusados, porque realmente con el continuo roce no -parece sino que se menoscaba el lustre de las palabras, hiriendo menos -la fantasía. Pues ¿qué mejor manera de abrillantar la oración que con -las menos manoseadas de nuestros clásicos, ya que sobre la novedad -llevan consigo cierto aire venerable que la hacen grave, solemne y -hierática, atrayendo la atención del lector, con lo que se le inculca -y graba más la sentencia? Nadie como los nuestros en esto de variar -la frase, de ser derrochadores y abundantísimos en todo género de -expresiones galanas, metáforas apropiadas, sutiles y elegantes. Era -precisamente su flaco, y así enriquecieron el léxico castellano sobre -el de cualquiera otra lengua de Europa. La mina de nuestros clásicos -aguarda todavía quien vaya á beneficiarla, y promete no esperados -tesoros. Despilfarradores y manirrotos más bien fueron siempre los -españoles en el hablar, nada les hartó. Doy por seguro á los que se -quejan de la penuria del castellano, que si abren por cualquier parte -los libros de los siglos XVI y XVII se hallarán de manos á boca en cada -página con vocablos y frases que jamás les ocurrieron, ó que por lo -menos no usaron en todos los días de su vida. Yo ando tras un autor que -tuviera todos los vocablos de la lengua castellana, para tomarlo como -punto de partida de un diccionario completo. Cuando esos quejumbrosos -hayan hecho uso de todos los de nuestros antiguos escritores y estén en -el caso de que se les dé la razón, nos ocuparemos con muchísimo gusto -en buscar traza cómo acrecentemos nuestro caudal léxico. Entretanto, -teniendo todavía harto tiempo hasta que tal logren, les aconsejo que -moderen su llanto y no hagan del avariento, que se le van los ojos tras -las peluconas que ve en el escaparate del cambista, teniendo en poco -sus arcones repletos de ellas. No son los diccionarios hasta el día -impresos los que den fe de nuestra herencia, por abultados que sean, -que lo son más que el doble de los diccionarios franceses; faltan en -ellos centenares de vocablos, que yacen enterrados en nuestros antiguos -libros, y millares que andan por ahí en boca de las gentes en todos -los rincones de España y América. Si se pensara menos en el latín, y -sobre todo en el francés, y se fuera á oir á los únicos dueños de esa -herencia y propiedad, que se llama idioma, que son las gentes de los -cortijos, los pastores, los labriegos, sería de ver lo apropiado y -gráfico de sus expresiones para cada uno de los menesteres de la vida, -y la ninguna necesidad que sienten de aprender francés, ni latín, -ni griego para llamar con nombre adecuado sus faenas y aperos. Los -escritores del siglo XVI, al saludar con júbilo el renacimiento clásico -y al apropiarse las ideas y palabras de Grecia y Roma, traían todavía -en sus labios mil vocablos populares que en sus casas habían aprendido, -y los prodigaron en sus libros mezclándolos con los recientes -greco-latinos. Las generaciones siguientes educaron su gusto literario -tan sólo en los escritos, y más en los latinos que en los españoles, -de donde resultó que el caudal latino fué subiendo y aumentando, -mientras bajaba y menguaba el de rancio abolengo castellano. Nosotros, -que ni siquiera leemos aquellos clásicos que supieron entreverar -los elementos de entrambas procedencias, y sólo sabemos leer libros -franceses, nos vemos reducidos al caudal léxico del francés, el más -mezquino de los léxicos europeos. Tras lo cual nos llevamos las manos -á la cabeza y deploramos nuestra penuria con la más risible candidez -del mundo. Tenemos veinte verbos y frases para expresar una idea, y no -echamos mano más que del verbo que tiene su equivalente en francés, y -aun retorciéndolo para que ajuste con la acepción metafórica que en -francés lleva, por más que la metáfora riña con nuestra manera de ver -las cosas. - -¿Cuántos hay que conozcan á Cáceres? En su _Paráfrasis de los Salmos_ -halla cuatro, seis, diez maneras diferentes de verter cualquier frase -hebraica. Abro al azar (fol. 130 v.): «Infixus sum in limo profundi. -Véome atollado en un gran lodazal... Es de manera que no hallo en -qué estribar, no puedo hazer pie, ni me han quedado fuerças para -sostenerme». «Veni in altitudinem maris, et tempestas demersit me. Las -fuerças de las olas del mar me han traydo á lo más hondo, hanme sumido, -véome anegado, y sin remedio de salir de aquí con vida». «Laboravi -clamans. Estoy cansado de dar vozes en balde... Háseme secado la boca. -Héme enronquecido. No puedo echar el habla del cuerpo. No me oyrán de -aquí allí». «Defecerunt oculi mei. Háseme enflaquecido la vista. He -perdido la vista de los ojos..., tráenme deslumbrado». «Quae non rapui -tunc exsolvebam. Pagan los justos por pecadores. Otro lo hizo y yo lo -pago. Házenme gormar á mí lo que no comí. El bocado de Adán llovió -sobre mí. Parece que dieron carta de lasto (_lastar_ en Cervantes) -contra mi persona y bienes, sin deber yo á nadie nada pago por todos, -y á todos». «Me tratan como á un estraño, hazen que no me conocen, -házense de nueuas quando me ven». «Abrásome en deseo..., congóxome, -consúmome, deshágome». «Abroquélome, ampárome, escúdome, defiéndome». -Y todo el libro por este estilo. ¿Cómo traducir _tabescere_ en «Anima -eorum in ipsis tabescebat?» «Les hazía el miedo perder el color, -congoxáuanse, pudríanse con la aflicción que les causaua el peligro, -dexáualos el miedo medio muertos, quedauan desconjuntados, perdían los -pulsos» (fol. 200 v.) Habría que transcribir toda esta maravillosa -obra del Obispo de Astorga: es un tejido de frases sinónimas, que -prueban la riqueza del castellano y su potencia para verter los -conceptos más orientales del libro de los Salmos. Pero, mal avenidos -con esa abundancia y colorido del habla de nuestros clásicos, queremos -limitarnos á los términos franceses, y no ajustándose á un gigante las -armas de un enano, decimos que nos faltan palabras. - -Así nos hemos quedado sin lo nuestro y sin lo ajeno. Hay un remedio: -dejarnos de correr la ribera en busca de aventuras fuera de casa, y -quedarnos en ella á revolver los gruesos legajos de nuestra herencia, -imitar á Rodríguez Marín en el cariño por las cosas españolas, y no -dejarnos embaucar por la moda. - -El que compare las paráfrasis que se han hecho de la Biblia en francés -y en castellano echará bien de ver cuál es la pobre y cuál la rica. En -la Carta prólogo á la suya escribe el mismo Cáceres: «pero reducirlo -todo al phrasis y modo de hablar propio de nuestra lengua Castellana -por version paraphrastica, sera sin duda difficultosissimo: esto he -visto yo claramente en un autor Frances muy erudito y grave: que -declarando los Psalmos, y procurando aprovecharse del phrasis de su -lengua para declarar algunos sentidos difficultosos, _lo haze muy pocas -vezes, porque la lengua no lleua mas_». Realmente, dificilísimo es que -una lengua de las modernas dé de sí para desentrañar y trasladar el -libro más oriental y lírico de la Biblia, cual es el de los Salmos; -y con todo, ahí está la _Paráfrasis_ de Cáceres, que prueba por sí -sola hasta dónde llega el castellano y tapa la boca á los quejumbrosos -mozuelos que nos echan en cara su pobreza. Acabemos, pues, con las -palabras que el mismo autor escribe al fin de su Carta prólogo: «y -quiça por este camino se vendrá mas á conocer la grauedad de palauras, -el espiritu, y enfasi de la significacion, las muchas sentencias, la -variedad en los phrasis, y generalmente _la abundancia, y riqueza de -la lengua Española, que tan infamada nos la traen los estrangeros, -llamandola estrecha, encogida, faltosa, pobre, y mendiga de palauras, y -que ha menester buscallas de lenguas forasteras_». - -Natural y humano era el que los extraños, envidiando nuestro poderío, -pusieran mengua y tacha en nuestro idioma. Hoy, que España anda tan de -capa caída en el habla como en todo lo demás, nos la vienen á ensalzar -y poner en los cuernos de la luna, compadecidos, sin duda, de nuestro -abatimiento, y queriendo alentarnos en nuestras desventuras. Pero los -españoles, que á pesar de nuestra proverbial arrogancia y fanfarronería -somos los primeros en reconocer y aun exagerar nuestras faltas, en -vez de estudiar á nuestros clásicos como los estudian los extranjeros -que nos los envidian, nos damos á lamentar con jeremiadas lo que sólo -ha sido resultado de nuestra dejadez y lo que pudiéramos remediar -sin salir de casa, con sólo leer unos cuantos libros, que los mismos -extranjeros y los pocos Rodríguez Marín que tenemos nos dan reimpresos, -criticados y comentados. - - [Ilustración] - - - - - ORTOLOGÍA CASTELLANA - - -Por no corresponder con una crítica tal vez algo dura, aunque no nada -apasionada, sino sincera, á la atención que tuvo el autor del libro de -que voy á hablar regalándome un ejemplar, no quise publicarla cuando la -escribí hace unos meses. Algunos amigos han creído que sería de algún -provecho para la prosodia y versificación, mayormente después que han -publicado sus reparos D. Julio Calcaño, el P. Aicardo y el P. Juan Mir -y contestádoles su autor en «El Siglo Futuro». Allá va, pues, tal como -la escribí á raíz de la publicación del libro. - -Con el título de _Ortología clásica de la lengua castellana_ acaba -de publicarse un libro de 380 páginas, precedido de una carta de D. -Marcelino Menéndez y Pelayo. Su autor, D. Felipe Robles Dégano, es -buen amigo mío, Presbítero, que ha enseñado Gramática, de ingenio -sutil, trabajador incansable, muy dado á los estudios escolásticos de -filosofía y teología, y castellano de la provincia de Ávila. Todo esto -había que decirlo para formarse idea de una obra que merece estudiarse -y criticarse. No por ser amigo mío trato de darle bombo, ni dejaré de -juzgarle con toda libertad. Como Presbítero y muy escolástico, tiene -un estilo que más es de otros tiempos que del nuestro, el silogístico -en toda su desnudez, con sus teorías de la materia y forma, del -supuesto, etc., etc., que aduce á veces á modo de comparación para -aclarar algunas ideas, que son más claras que esas vetustas y abstrusas -teorías, por lo menos para los que no tenemos la sutileza de ingenio -de mi buen amigo. No obstante esto, su dicción es clarísima, sin -pretensiones y al alcance de todos. - -Fuera de España, cuando un autor ha trabajado acerca de un punto -cualquiera de una ciencia con particular estudio, y ha dado en algo -nuevo, digno de que se publique, escribe un artículo ó una monografía, -que, por lo mismo, las hay interesantísimas y á veces son fruto de la -labor de varios años. Por acá en España es achaque bastante general -no contentarse con eso, sino rellenar un libro tratando de toda la -ciencia, con lo cual se consigue formar un tomo, en el que fuera de la -novedad descubierta por el autor, todo lo demás se reduce á repetir -mejor ó peor lo que contienen ya otros libros. Algo de esto le ha -pasado al Sr. Robles. Si en vez de escribir una _Ortología_ completa, -hubiera redactado una monografía sobre _el diptongo y la diéresis en -nuestros poetas de la época clásica_, es decir, si se hubiera ceñido al -_libro cuarto_ de su obra, hubiera hecho una obrita, en la cual nada -habría que criticar, y sólo sí, muchísimo que alabar. La _Ortología_ -de Robles es un pajar, en el que ha enterrado una perla. Hablemos -antes del pajar, para que el lector no pierda tiempo ni se impaciente -al tener que hojear 211 páginas, ó sean los tres primeros libros, sin -hallar nada que merezca la aprobación que le da el Sr. Menéndez y -Pelayo. Por ella y por lo que yo conocía al autor comencé á leer la -obra muy en su favor. La desilusión fué horrible. Ya iba á soltar el -libro de las manos, cuando di en la perla, que es el libro cuarto. - -La _Ortología_ trata de la pronunciación. La divide el autor en -Ortología _fonética_ (l. 1.º), _rítmica_ (l. 2.º), _prosódica_ (l. -3.º), _silábica_ (l. 4.º), _retórica ó periódica_ (complemento). Los -tres primeros libros no están al nivel de los conocimientos actuales. -El autor parece desconocer las hondas cuestiones, tan traídas y -llevadas, acerca de cada letra, su ortografía y su sonido en las -épocas pasadas. Define la sílaba: «el sonido ó conjunto de sonidos que -se emiten á la vez en cada articulación de la voz» (p. 33). _En cada -articulación de la voz_ sólo puede emitirse un sonido; no varios, -lo cual es indispensable para que haya _sílaba_. Inventa un nuevo -término, el de _azeuxis_, para indicar «la contigüidad de dos vocales -que naturalmente no se unen para formar una sílaba»: esto se ha llamado -siempre _diéresis_. El término _adiptongo_ del Sr. Benot lo critica -el autor en razón de que no se trata, de _no dos sonidos_, que es lo -que el término significa. Pero el término _diptongo_ etimológicamente -sólo vale _dos sonidos_; y una vez convenidos en la acepción, no -etimológica, sino usual, de _diptongo_, la unión de vocales que no -lo forman puede muy bien llamarse _a-diptongo_. Hay otras muchas -definiciones que nada tienen de nuevo, y algunas que no hacen al caso -para la _Ortología_. Menos nuevo tienen las observaciones sobre la -pronunciación y la ortografía de cada sonido y letra. El criterio es -aquí el vulgar de la Academia, ó más vulgar todavía. Alaba el que se -ponga la _p_ antes de _t_ y _c_, como en _Septiembre_; llama viciosa -la omisión de la _d_ en _colorao_; de la diferencia entre _ç_ y _z_ -sólo dice que «antiguamente usaban también una _c_ con una coma ó -virgulilla», sin añadir qué sonido tenían estas dos letras; dice que es -defecto decir _leción_, etc., como todo el mundo dice y como dijeron -los clásicos de cuya _Ortología_ trata; afirma que la pronunciación -de la _j_ la hemos tomado de los árabes; asevera que _ch_ y _ye_ «se -pronuncian con la misma articulación», y que la articulación de la -_ñ_ «tiene grande semejanza con la _y_»; corrige lo que enseña la -Academia acerca de la antigua aspiración de la _h_, diciendo que «desde -muy antiguo comenzó en España á suprimirse la aspiración», cuando -precisamente existió desde el origen del castellano hasta mediado el -siglo XVI; dice que es vicio el suprimir la _n_ en _ins_, _ons_, _uns_, -como la suprimen todos los castellanos y la suprimían los clásicos. -Como se ve, esta _Ortología_ ni es la de la época clásica ni la de la -Castilla actual: es la _Ortología_ de algunos eruditos latinizantes, -que pronuncian el latín, no como lo pronunciaban los romanos, sino como -suena articulando todas las letras, tal como están escritas, y trayendo -al castellano esa artificial pronunciación. En el libro segundo sólo -se mientan las ideas más comunes sobre el consonante y asonante, y el -acento en los versos. En el libro tercero trata del acento; pero mezcla -muchas cosas de pura _Morfología_, sobre todo un completo tratado del -Verbo, que dice tenía escrito hacía algunos años, todo ello conforme -á las ideas vulgares de las Gramáticas más adocenadas. Como buen -castellano, aboga por los pronombres _la_, _las_, dativos femeninos; -no ve con buenos ojos el _lo_ masculino, y prefiere _los_ para los -dos casos dativo y acusativo. Más castellano todavía se muestra al -defender que los posesivos _mi_, _tu_, _su_ con nombre se acentúen; -cuando precisamente por ser enclíticos atómos se abreviaron, y á nadie -le gustaría que confundiendo el posesivo con la expresión apositiva le -dijeran: _cuando tú caballo_, en vez de _cuando tu caballo_. Ni este -abuso de Castilla ni otras cosas, que el autor pretende probar con los -versos, quedan con ellos probadas, pues suenan tan bien y mejor sin -acentuar las enclíticas. - -Tocante á etimologías, el autor pertenece á la antigua escuela. _Prosa_ -dice que viene de _porro versa_ ó _proversa_, _litera_ de _linere -litum_, _palabra_ no de _parabola_, sino de _hablar_, añadiendo al tema -_fal_ el sufijo _abra_ (_abrum_ en latín), _pabilo_ de _pábulo_, con -lo cual canoniza el que se pronuncie _pábilo_, como jamás sonó hasta -que los doctos le dieran esta falsa etimología, por lo cual autoriza la -Academia las dos maneras de decir _pábilo_ y _pabilo_. - -Acerca de la acentuación que los clásicos dieron á ciertos términos, -desconocidos de pueblo y no castellanos de buena cepa, es curiosa la -estadística que trae el autor; pero no forma autoridad para el día de -hoy, pues han ido cambiando á veces su acentuación por ir entrando -en la turquesa prosódica propia del castellano, conservando otras la -acentuación etimológica, ó siendo dudosas por el conflicto entre ambos -principios. _Ambrosía_ se dice hoy, por el _ambrósia_ de entonces, que -seguía al latín; _Anacréon_ no lo diría hoy nadie, como lo decían -nuestros clásicos siguiendo al griego; _Anibál_, _Asdrubál_, _Amilcár_, -_Tubál_, decían ellos siguiendo la tendencia castellana á tener por -agudos los terminados en consonante en vocablos cuya acentuación -originaria no era manifiesta; _areopágo petréa_, por ser graves los -terminados en vocal; _á cércen_ decían conforme á la etimología, hoy -_á cercén_ según la tendencia castellana; _océano_ y _oceáno_ luchando -los dos criterios; _pénsil_, _réptil_ antiguamente conforme á la -etimología, como _débil_, _fácil_, hoy _pensíl_, _reptíl_ conforme á la -tendencia castellana. - -Pero supongamos que toda esta paja sólo sirve para resguardar la alhaja -del libro cuarto, y vengamos ya á ella. El fruto de nueve años de -estudio del autor ha sido poder deducir de los versos de los autores -clásicos ocho reglas, que rigen la diptongación de su métrica. - -La regla fundamental es: «Toda combinación de vocales átonas es siempre -diptongo». Su razón de ser está en la tendencia del castellano á -formar diptongo siempre que puede. Los antiguos versificadores hacían -poco caso del habla genuinamente castellana: la poesía era una obra -erudita que podía no tener en cuenta la pronunciación vulgar, y así las -diéresis se menudeaban; el caso era que constara el verso, estirando -ó aflojando la pronunciación para que el verso tuviera su longitud -necesaria. El movimiento clásico, iniciado por Lope, arraigaba en lo -más vulgar y nacional, y la regla dicha se observó hasta Pitillas, -Villaroel y N. Moratín. Decíase _óidóres_, _réiréis_, _óiré_, -_réiterár_, _críádór_, _húirán_, etc. - -Regla 2.ª. «Toda combinación de fuerte tónica con débil átona es siempre -diptongo»: _ái_, _éi_, _ói_; _áu_, _éu_, _óu_. La razón es la misma -tendencia dicha, siendo todos diptongos castellano-vulgares, menos el -último. - -Regla 3.ª. «Toda combinación de vocal tónica con fuerte átona es -azeuxis», es decir, diéresis, no diptongo. En efecto, es principio del -castellano el que para que haya diptongo ha de llevar el acento la -vocal más fuerte, ó sea gruesa, _a_, _o_, _e_, respecto de _u_, _i_, -que son las débiles ó delgadas. No pueden, pues, formar diptongo: - - _aí_, _eí_, _oí_; _ía_, _íe_, _ío_; - _aú_, _eú_, _oú_; _úa_, _úe_, _úo_, - -que son las combinaciones del castellano vulgar; en el erudito siguen -la misma tendencia las combinaciones _áa_, _áe_, _áo_; _aá_, _aé_, -_aó_; _éa_, _ée_, _éo_; _eá_, _eé_, _eó_; _óa_, _óe_, _óo_; _oá_, _oé_, -_oó_. Estas combinaciones desaparecieron en castellano vulgar, como -explico en la _Lengua de Cervantes_ (_Fonética_), donde están expuestos -los principios de la diptongación castellana. - -Regla 4.ª. «Toda combinación tónica de dos vocales débiles es azeuxis», -es decir, no diptongo: _úi_, _íu_; _ií_, _iú_, _uí_, _uú_. En -castellano vulgar sólo forman diptongo las gruesas con las débiles, es -decir, _a_, _o_, _e_ con _u_, _i_, y _u_, _i_ entre sí, por ser _u_ -gruesa respecto de _i_. Vulgarmente _uí_, _iú_ forman diptongo: fuí, -viúda, y así suenan por regla general en los clásicos por confesión del -mismo Robles, contra su regla. En otros términos no vulgares, y en los -grupos _ií_, _uú_, sólo eruditos, los poetas hicieron lo que se les -antojó. La inducción no puede hacerse por lo raro de estos términos; -de _fortuito_ no hay, dice, ejemplo; de _gratuito_ dos, uno con -esdrújulo, otro con sinéresis. Diptongos son _Ruy_, _muy_, _triunfo_, -_viuda_, _monsiur_, _agüita_, _buitre_, _cuido_, _cuita_, _Luis_, -_Monjuí_, _fuí_, que son los vocablos vulgares y conocidos, no menos -que _juicio_, _ruido_, _ruin_, _ruina_. - -La regla 4.ª, no creo, por consiguiente, que deba admitirse. - -Regla 5.ª. «Toda vocal débil forma azeuxis con la vocal tónica -siguiente, cuando cada una pertenece á distinto elemento componente». -Pero el pueblo en España diptonga siempre estas combinaciones: -_cariharto_, _diez y ocho_; los ejemplos aducidos sólo prueban que los -poetas hacían también mangas y capirotes de la pronunciación vulgar. - -Regla 6.ª. «_Uá_, _uó_ son siempre azeuxis, si no van detrás de -consonante gutural». Esta regla va también contra la tendencia -castellana vulgar, que diptonga siempre estas combinaciones, hasta -el punto de haber perdido la _u_ los vocablos latinos que pasaron al -castellano vulgar. La estadística que trae el autor no decide nada -más, sino que nuestros poetas emplearon preferentemente la diéresis -en _suave_, _suntuoso_, _virtuoso_, etcétera, por seguir la tendencia -latina, creyendo así pronunciar fino, como algunos pedantes hoy día. - -Regla 7.ª. «_Iá_, _ió_ derivadas de _ía_, _ío_, ó adyacentes á la -primera consonante (ó combinación primera de consonantes) del vocablo, -son también azeuxis». De esta regla digo lo mismo que de la anterior. - -Regla 8.ª. «_Iá_, _ió_, fuera de los casos dichos, y las combinaciones -_ié_, _ué_ no derivadas de azeuxis, son generalmente diptongos». Es -conforme á la tendencia castellana de que las débiles con gruesas -acentuadas formen diptongo. - - * * * * * - -Los principios de la combinación castellana del habla vulgar, tales -como se desprenden del estudio fonético (_La Lengua de Cervantes_), se -reducen á estos: - -1.º. Toda agrupación de vocales, sin acento, forma diptongo. Tal es -la 1.ª regla del autor, seguida también por los poetas, aunque con -excepciones. - -2.º. Toda agrupación de vocales, forma diptongo, si el acento va sobre -la gruesa; y no lo forma, si va sobre la débil. - -Tal es la razón de la 2.ª y 3.ª reglas, con excepciones entre los -poetas. - -3.º. Los grupos _uí_, _iú_ forman diptongo vulgarmente; en los poetas -hay variedad. - -4.º. Los grupos _uá_, _uó_, _ué_; _iá_, _ió_, _ié_ son diptongos -vulgarmente, como que entran en el principio 2.º. Los poetas tendieron -algo á la diéresis del latín literario en ciertos casos. - -5.º. En castellano vulgar las combinaciones de vocales son las -gruesas _a_, _o_, _e_ con las débiles _u_, _i_, ó estas dos entre -sí, considerándose _u_ como gruesa, _i_ como débil; cuando por _u_, -_i_ había _o_, _e_, se convirtieron en _u_, _i_. Los poetas admiten -vocablos con cualesquiera combinaciones de vocales, porque son vocablos -extranjeros que emplean sin pasarlos por la hilera fonética del -castellano. - -¿Qué deducir, pues, del estudio del Sr. Robles? Que el método es -excelente, puesto que ha formado una trabajosísima estadística con los -datos de la Biblioteca de Rivadeneira, la cual, sea dicho de paso, -no siempre es exacta en sus textos. Que de esta labor ha sacado las -tendencias de nuestros poetas clásicos, en parte conformes al ingenio -del castellano, en parte conforme al ingenio del latín literario y -contra el castellano. - -Pero hoy día la tendencia es á seguir el ingenio del castellano, -expuesto en los principios precedentes, y á considerar como licencias -poéticas los casos en que se va contra él. Lo cual es muy de alabar, -no cabe duda. No son, pues, nuestros clásicos los que tuvieron en esta -parte más cuenta con la sonoridad de nuestro idioma, como declara el -autor, ni han de ser en ello imitados: la sonoridad del castellano -pende precisamente de sus propios principios fonéticos, no de los del -latín, que en este punto son menos perfectos y naturales, como puede -verse por lo expuesto en _La Lengua de Cervantes_. - -Al fin y al cabo, pedantismo fué anticastellano en nuestros poetas el -sacar de quicio el silabismo castellano, por acercarlo al latino. Sólo -pueden alabar el hecho los que piensan que la perfección de nuestro -romance está en llevarlo por esa orientación, en latinizarlo. Para -los lingüistas, que saben apreciar los idiomas como organismos que se -desenvuelven conforme á principios propios, todo eso no es más que -pedantería, artificio, hibridez, confusión y degeneración. - - [Ilustración] - - - - - SIR WILLIAM JONES Y LORENZO HERVÁS Y PANDURO - - -Al rayar los primeros albores de la lingüística moderna, en la segunda -mitad del siglo XVIII, una misma generación produjo en Inglaterra y -España estos dos insignes varones, predestinados por el mismo sino -á correr parecida fortuna y llegar á la misma meta. Los cuarenta y -ocho años de la vida de Jones y los setenta y cuatro de la de Hervás -forman dos círculos concéntricos, paralelos, con la distancia de una -docena de años. Nació primero Hervás, el 1735 en Cuenca, y murió lejos -de su patria, en Italia, el 1809: más joven de once años, Jones vió -la luz en Londres el 1746, y falleció en la India el 1794, quince -años antes que Hervás. Larga educación lingüística ocupó los primeros -años de entrambos, á entrambos una fortuita casualidad los llevó -á tierras lejanas y los puso en circunstancias las más propicias -para que la misma afición al estudio de las lenguas que los alentaba -diesen rico y sazonado fruto. Inclinado el inglés, como hijo de su -raza, á estudiar el lenguaje en sus manifestaciones concretas, en los -idiomas y literaturas orientales, el español, como hijo de la suya, -se dió á filosofar sobre ellos con miras más generales y levantadas: -así naciones de tan encontradas tendencias produjeron ingenios, -desemejantes en los derroteros y maneras de mirar el mismo objeto, pero -tan parecidos en las aficiones y en la vasta erudición, como en el -término final adonde llegaron. - -Á poco de emprender sus primeros estudios en Harrow, mal avenido Jones -con las tradicionales rutinas de escuela, dedícase en particular al -árabe y al hebreo, y aprovecha las vacaciones para aprender el francés -y el italiano. Pasa en 1764 al University College de Oxford, y á la -par de los estudios clásicos añade él por su cuenta los del árabe, del -persa valiéndose del sirio Mirza, del italiano, del castellano, del -portugués, y luego del alemán y del chino. Á los treinta y dos años -de edad era un orientalista de general nombradía. En 1770 publica la -traducción francesa en dos volúmenes (nuev. edic. 1790) de la vida -de Nadir Chah, escrita en persano; luego un tratado en francés de -poesía oriental y la versión en verso de las odas de Hafiz. Habiéndola -emprendido contra la Universidad de Oxford Anquetil Du Perron en la -Introducción de su traslado del Zend Avesta, salió en su defensa Jones -con una carta anónima en tan elegante francés, que la atribuyeron -á algún _bel esprit_ de París. Publicó el mismo año la _Gramática -persa_, en 1772 poesías vertidas de varias lenguas orientales, en 1774 -los _Poeseos Asiaticae commentariorum libri sex_, y de 1780 á 1781, -mientras ejercía la magistratura, tradujo el _Moallakât_. Obtenida -la administración de Shelburne, llega á Calcuta, donde funda en 1784 -la _Asiatic Society_, de la cual fué presidente hasta que murió. -Celebérrima ha sido en los fastos de la filología y lingüística esta -Sociedad, fecundo plantel de egregios indianistas, fuente de la cual -se derivaron y llegaron á Europa los tesoros literarios del Oriente. -Con el intento de consultar el texto original de las leyes de aquella -tierra estudió Jones el sanskrit, lengua clásica y religiosa de los -Brahmanes. En 1788 empezó la colección de leyes indianas y mahometanas, -que Colebrooke terminó en 1800 con el título de _Digest of Hindu Laws_. -En 1787 publicó el primer tomo de las _Asiatic Researches_, la versión -del drama Sakuntalâ, la joya del dramaturgo Kâlidâsa, del Hitopadeça de -Gitagovinda, del poema herótico de Jayadeva, de parte del Veda y del -Ritusamhâra, poemita de Kâlidâsa; y en 1794 la versión de las Leyes ó -_Institutes of Manu_. Las obras completas de Jones se publicaron en -seis tomos en cuarto el 1799, y en 13 volúmenes en octavo el 1807. - -La ciencia del lenguaje será deudora eterna al lingüista inglés por -dos cosas de trascendencia suma: por haber sido el primero que de una -manera manifiesta, competente y oficial declaró en 1786 el íntimo -parentesco entre el sanskrit y las lenguas de Europa, dando á entender -cuanto podía prometerse la lingüística del estudio comparativo de todas -estas lenguas; en segundo lugar, por haber fundado la Sociedad Asiática -de Calcuta, donde se formaron los grandes maestros de los estudios -indianos, y de donde salieron los libros, ya originales, ya traducidos, -que sirvieron de materiales para los estudios de la Gramática comparada -indo-europea. Ésta segunda es la gran obra de Jones, puesto que el -parentesco del sanskrit con nuestras lenguas era tan manifiesto que -lo vieron ya los primeros europeos que llegaron á conocer la lengua -de los brahmanes; Roberto de Nobili, que fué allá en 1606; Heinrich -Roth, que volvió á Roma en 1666 y enseñó al P. Kircher el alfabeto -sánskrito, incluído en su _China Illustrata_ (1667); los misioneros -enviados en 1697 por Luis XIV, sobre todo el P. Coeurdoux, como se ve -por las respuestas que desde el 1767 daba á las preguntas que le hacían -el Abbé Barthélemy y Anquetil Du Perron; en fin, Paulino á Santo -Bartholomaeo, carmelita alemán, que imprimió en Roma el 1790 la primera -Gramática sánsckrita. Más tarde, el 1808, en _El lenguaje y sabiduría -de los Indios_, llamó Federico Schlegel lenguas _Indo-germánicas_ á las -de la India y Europa, y avivó más y más la afición por estos estudios. -Finalmente Francisco Bopp, aprovechándose de las obras de Jones, -Wilkins, Carey, Forster, Colebrooke, maestros todos de la Sociedad -Asiática de Calcuta, compuso su famosa _Gramática comparada_ desde el -1833 al 1852, con la cual quedó fundada la lingüística moderna. - -Más escondida fué la vida de Hervás en la Compañía de Jesús, siguiendo -los estudios de su Orden y trabajando como misionero en América, hasta -que llegado á Italia con los demás jesuítas expulsados por Carlos III, -logró la rara ocasión de verse entre compañeros, que se habían allí -reunido de todas las partes del mundo, entre ellos misioneros que -conocían toda suerte de lenguas, que habían compuesto Gramáticas y -Diccionarios, que hablaban y se habían ejercitado por muchos años en -los más peregrinos idiomas de América, África, Asia y Oceanía. Allí sus -aficiones lingüísticas, sus ansias de allegar todo género de erudición, -su ingenio investigador, comparador, sintetizador, hallaron largo pasto -y satisfacción cumplida. - -Desde 1784 á 1787 fué publicando en Cesena sus obras, que después -tradujo, mejorándolas, al castellano. El _Catálogo delle lingue -conosciute e notizia della loro affinitá e diversitá_ en 1784, cuya -edición castellana de 1800-1805 puede considerarse, por sus aumentos, -como obra distinta; el _Origine, formazione, mecanismo ed armonia -degl’idiomi_, 1785; el _Vocabulario poliglotto con prolegomeni sopra -più di 150 lingue_, 1787; el _Saggio prattico delle lingue_, 1787. Pero -todas estas obras son parte de una á manera de enciclopedia filosófica, -intitulada _Idea dell’Universo_, en 22 tomos, entre los cuales están -la _Storia della vita dell’uomo_, _Elementi cosmografici_, _Viaggio -statico al mondo planetario_, _Storia della terra_. Desde el tomo XVIII -comienzan las de filología, entre las cuales la _Aritmetica delle -nazioni e divisione del tempo fra gli Orientali_. El _Catálogo de las -lenguas_ comprende en la edición castellana 6 volúmenes y quedó sin -terminar. - -Hervás tenía ingenio filosófico, y aunque sus particulares aficiones -le llevasen al estudio de las razas y pueblos, es decir, de lo que se -llamó filología, y en particular de sus lenguas, que es la lingüística -propiamente dicha, abarcó campos tan inmensos y con ojeadas tan -generales, que no pudo profundizar por el análisis, como después lo -hizo Bopp, en las leyes fonéticas que rigen la evolución de los idiomas -y es la única clave segura para ver sus derivaciones, afinidades y -entronques. Con todo, su erudición inmensa, que abrazaba á más de -300 lenguas, su rara penetración, su mismo talento generalizador -y filosófico le llevaron á descubrir el parentesco de la familia -semítica, el de la turania, el de la malayo-polinesia y el de las -indo-europeas. No menos que Jones, proclamó «la importancia de las -lenguas y mitología del Indostán para entender la de los persas y -griegos». Desterró para siempre la comparación léxica por la cual -tanto se había desbarrado hasta entonces al emparentar las lenguas, é -introdujo el principio de la comparación gramatical ó morfológica. No -es necesario repetir los elogios que de él hacen Wiseman, Volney, Pott, -Max Müller y otros; pero tampoco se le ha de llamar á boca llena el -padre de la lingüística. - -Ni Hervás ni Jones fueron unos genios. Ambos derramaron demasiado -su atención y esfuerzos para poder penetrar un solo asunto y -desentrañarlo, como sin duda lo hubieran hecho á limitar más el campo -de sus observaciones. Hervás era demasiado filósofo, Jones demasiado -filólogo: la pura lingüística hubo de resentirse. Jones conoció -bien 30 lenguas, tuvo no vulgares nociones de otras 28, poseyó una -erudición en las literaturas orientales asombrosa y una gran potencia -para asimilarse y reproducir toda suerte de noticias; pero ninguna -originalidad ni en descubrir verdades nuevas, ni en exponer mejor -las ya sabidas. Observador positivista de los hechos, como buen -inglés, aunque con la desventaja de no haber concentrado sus fuerzas y -trabajos en un solo punto. Hervás los desparramó todavía más comparando -infinidad de lenguas y filosofando sobre otros puntos de antropología, -de etnografía y hasta de fisiología é historia natural. Como buen -español, se levantó harto sobre los fenómenos, fué más filósofo que -mero observador. Resumamos. - -Franz Bopp es el verdadero padre de la ciencia del lenguaje, como -inventor del severo análisis lingüístico y como fundador que -aplicándolo echó los cimientos y levantó las paredes maestras del -edificio: Sir William Jones y Lorenzo Hervás y Panduro podemos decir -que fueron sus más inmediatos precursores. El lingüista inglés señaló -el terreno y emplazamiento de la obra con el descubrimiento de lo -que el estudio del sanskrit podía dar de sí, comparándolo con las -lenguas europeas, y fundó la Asiatic Society de Calcuta, seminario de -obreros aparejadores que suministraron á los lingüistas europeos y en -particular al mismo Bopp los materiales brahmánicos de los cuales se -habían de servir. El lingüista español levantó el andamiaje reuniendo -las infinitas lenguas del globo, clasificándolas, distinguiendo sus -familias y entronque, y orientó las obras de fábrica fijando de una vez -para siempre la dirección del estudio comparativo de los idiomas en el -elemento morfológico ó gramatical, en vez del lexicológico, en el cual -se había estudiado hasta entonces. - - [Ilustración] - - - - - EL PRIMER CONGRESO DE LA LENGUA CATALANA - - -Ó que el desinterés y frialdad con que estos estudios se miran por el -común de los lectores, ó que cierta suspicacia harto de lamentar y -algún resquemor en parte pueril é infundado, ello es que quizá uno y -otro, y esto y lo de más allá, me sospecho que han atajado las plumas -de los periodistas para no alargarse, cual la cosa lo merecía, en lo -tocante al Congreso de la Lengua Catalana, habido los días 13, 14, 15, -16, 17 y 18 del pasado Octubre en Barcelona. Tiempo ha que cuanto nos -viene de allá trae consigo un cierto olorcillo á enemiga por Madrid y -el resto de España, ribeteada, ó si se quiere, estofada, con dejos de -separatismo, que, á la verdad, á los españoles de corazón nos atufa y -nos apesta: los buenos españoles de Cataluña, si serenamente lo miran y -meten la mano en el pecho, convendrán en que hay alguna razón para ello -y me la darán, aunque no sea más que á boca cerrada. Á boca llena con -todo eso, Dios loado, podemos, al menos por esta vez, congratularnos -todos, ellos y nosotros, y discurrir reposadamente sobre lo que este -Congreso nos dice y enseña para la cultura española. Acontecimiento -literario y filológico, que ha sobrepujado las esperanzas de los -que lo organizaron, ajeno y desnudo de todo color político ó de -otros bastardos intereses. El alma catalana, que alienta en diversas -provincias y territorios de distinta nacionalidad, ha vibrado aquí al -unísono, se ha recogido y doblado sobre sí misma, y contenta y muy -pagada de lo conseguido desde el reciente renacimiento literario, ha -tomado nuevas alas y bríos para lo venidero. Abierto por el Alcalde de -Barcelona, cerrado por el Presidente de la Diputación, coronado por -el descubrimiento de una lápida al soberano vate Verdaguer, orlado -por la rica exposición bibliográfica, regocijado y festejado por el -Orfeón catalán y las populares sardanas, el _Garden-party_ en el Parque -de Güel y la función histórica del Teatro Catalán, el Congreso ha -resultado brillante y serio á la vez, ha sido al par que una reunión de -toda la familia catalana y de sus mejores amigos, un consejo de sabios -y eruditos. - -El Congreso no se propuso definir ni acotar, decretar ni determinar -nada en particular: todo eso es contrario al espíritu democrático -catalán, y probablemente inútil en actos de este género, cuyo fruto -natural y espontáneo no está en las cacareadas decisiones prácticas -que no suelen llevarse á ejecución, sino en ese encendido anhelo y -aliento divino que brota en el pecho de cuantos se reúnen con algún -propósito levantado y nacido de las aspiraciones de todos, aliento que -se comunica entre ellos y hierve y rebulle y arrebata á no esperadas -empresas. Estos Congresos, como las Exposiciones industriales, son unos -como balances científicos que ponen de manifiesto el estado presente de -los estudios en aquella rama del saber de que se trata, y un programa -para orientarlos en adelante. Con razón pueden enorgullecerse los -catalanes de lo uno y alentarse con las esperanzas de lo otro. La -literatura y el estudio de la lengua catalana han ganado tanto en poco -tiempo, son tan sobresalientes sus obras literarias y lingüísticas -desde mediado el siglo XIX, en que hay que poner el renacimiento de las -lenguas literarias de estirpe provenzal, comenzado por los _Felibres_, -con su famosa Sociedad lingüístico-literaria, fundada en 1854, que ni -hay para qué detenerse en ello, ni habría vagar para hacerlo, aunque -fuera en cifra y sucintamente, en un solo artículo. - -¿Quién no ha oído celebrar á sus principales campeones, Rubio y Ors, el -Gayter del Llobregat; Milá y Fontanals, el maestro más enterado de los -trovadores provenzales; Verdaguer, la flor más delicada de la poesía -mística moderna; Víctor Balaguer, sus fundaciones y obras, y sobre todo -el apóstol más entusiasta del catalán, el que recorría las aldeas y -ciudades, los montes y los llanos, en rebusca de vocablos populares, -Mariano Aguiló, gloria de la Biblioteca provincial y de la Universidad -barcelonesa? Tras éstos, que pasaron, no hay persona culta en Cataluña -que no haya saboreado los elegantes escritos de los dos mejores -prosistas, Ruyra y la escritora de Escala en Gerona, que se ocultó -tanto tiempo bajo la firma de Víctor Catalá. No son menos conocidos -como lingüistas Nonell, Fabra, Grandia y Alcover, alma este último del -Congreso y su primer iniciador, y á cuya laboriosidad deberemos, si -Dios le conserva los años y fuerzas que tamaña empresa requiere, el -grande y universal Diccionario de la lengua catalana y de todos sus -dialectos, literarios y vulgares, antiguos y modernos. - -Pero en el Congreso se han dado á conocer como verdaderos lingüistas -otros nombres que no sonaban. No quisiera ofender á los que callo, -pero no puedo menos de recordar los del farmacéutico de Tarrasa, -Sallent; de los dos presbíteros del Rosellón, Casaponsa y Blazy; del -jesuíta Casanovas; del franciscano Fullana, Provincial de su Orden en -Valencia, y del archivero de Perpiñán, Pedro Vidal. - -De todas partes han concurrido personas estudiosas y amantes de la -lengua catalana. Alguer de Cerdeña estuvo representado por el poeta -Ciuffo, el gramático Palomba y el lingüista Dr. Guarnerio, profesor -en la Universidad de Pavía; el Rosellón por tres sacerdotes y varios -seglares, todos competentes, sobresaliendo los sencillos y simpáticos -mosén Casaponsa y D. Pere Vidal; Mallorca por D. Antonio María Alcover, -mosén Miguel Costa, maestro en Gay Saber, el Sr. Obradors, etc., etc.; -Ibiza por don Vicente Serra, Canónigo y Rector del Seminario; Valencia -por el laureado poeta don Teodoro Llorente, el Dr. Manxo de aquella -Universidad, el P. Fullana, etc. - -El amor á Cataluña, á su lengua y literatura, en el resto de España, en -Francia, Bélgica, Portugal, Italia, ha llevado al Congreso á no pocos -eminentes romanistas y filólogos. Baste citar á Foulché del Bosch, -Calmette, Counzon, Lima Duque, Saroïhandy y Bonilla. Memorias y sobre -todo adhesiones llegaron hasta de Roma y San Petersburgo. El Congreso -ha sido, por lo mismo, internacional, no sólo por haber tomado en -él parte el Rosellón de Francia y Alguer de Italia, sino porque han -acudido sabios de distintas nacionalidades; ha sido numeroso, llegando -á 3.000 los admitidos, y no más por no tener mayor cabida el teatro. - -Lo bueno siempre es digno de imitarse. ¡Qué bien vendría en Madrid un -Congreso de filología y lingüística castellana! El terreno quizá no -está aquí tan en sazón como debiera; pero en cambio los hispanistas -de fuera de España son tantos y tan eminentes, que pudieran venir con -esa coyuntura á levantar nuestros ánimos decaídos. Triste muestra de -descaecimiento, en verdad, que el ambiente sobrepuje al organismo, y -que de fuera hayan de traerse los remedios que infundan vigor y vida -en el cuerpo enfermo, cuando la vida y el vigor de todo organismo sano -y robusto ha de salir del centro irradiando hacia la periferia. Por -allá, por Cataluña, es por donde más se oye aquello de que en Madrid -no se hace más que política, mientras que en las provincias costaneras -se hace hierro y tejidos. Algo de eso pudiera haber. La primera -Exposición industrial habida en España fué barcelonesa; los bilbaínos -tendrán tal vez la segunda. Lo que no nos podíamos prometer era que el -catalán, para quien _la cuestión son cuartos_, tuviera también tiempo -y humor para un Congreso científico, y menos filológico-lingüístico. -¿Qué cuartos, ni qué niño muerto, puede dar eso de sí? Pero la vida se -manifiesta en todos los órdenes de cosas. La espada, que á las veces -echó las zanjas de la grandeza de las naciones, afiló las plumas y -despertó los ingenios; la riqueza, tal vez debida al natural ahorrativo -y aun tacaño, pudo ser base de una brillante cultura. El pueblo de -la meseta castellana no tiene otra riqueza que la envuelta en los -pergaminos de su hidalguía trasañeja, ni siquiera otras aficiones -mercantiles ni industriales que las del Caballero de la Tenaza y -del dómine Cabra, ó las del Buscón y de Guzmanillo. Es, en punto á -alientos, la marmórea estatua yacente, que en su magnífica soledad y en -su secular silencio aguarda sosegada y señorilmente á que los curiosos -y turistas vengan á quitársele la gorra, á deshacerse en encomios -y á dejar algunas monedas en el cepillo para su entretenimiento y -conservación. Sería una insulsez abogar en Madrid por un Congreso de -lengua castellana, si de los de casa hubiéramos de prometernos la menor -cosa. - -Y con todo, los aficionados al estudio del castellano fuera de ella -van siendo tan numerosos como los visitantes de la estatua, bastante -más que los aficionados al catalán. En el momento presente casi estoy -por decir que es la lengua que priva. Al estudiar el castellano los -extranjeros, franceses, ingleses, alemanes y yanquis, unos tienen -el ojo puesto en América, donde hay un mercado que aparroquiarse y -una presa con que alzarse; otros lo tienen puesto en España, donde -hay una antigualla digna de estudiar y aun un cachivache digno de -coleccionar. El caso es que á centenares se abren cada día las cátedras -de castellano en Europa y América, y se publican fuera de España -más libros, monografías y artículos sobre nuestras cosas y nuestras -anticuadas personillas que en la misma Península. Se dió el caso, hará -unos meses, de que un extraño explicó á todo un señor de alto copete de -Madrid una de las frases más vulgares y traídas por los suelos, que él -no entendía. Con ocasión de un Congreso lingüístico vendrían sabios que -nos enseñarían cosas que creemos saber y no sabemos si ignoramos. Aquí -la lingüística moderna es un nombre vacío, la fonética se nos antoja -una endiablada jerigonza, el estudio de nuestro lenguaje literario, -clásico y actual, y de nuestros dialectos, son rozas y embreñado -monte, que encierran ricas minas por beneficiar. Los que pasan por -gramáticos y lexicólogos, siguen soñando y fantaseando á la antigua -española, etimólogos de otra casta que pereció en Europa, pero de la -que á dicha conservamos en España ejemplares preciosísimos, que nos los -pagarían los congresistas á peso de oro. El aire que trajeran echaría -por tierra de una vez todos esos vejestorios y nos encaminaría por las -veredas de la realidad científica. Algo cuesta arriba se les haría á -no pocos romper con su soñada ciencia gramatical y dejarse despojar de -la aureola con que la ignorancia general les había coronado; pero la -ciencia española no perdería gran cosa echando algunas canas al aire. -Dejarían de oirse hasta en las más encumbradas cátedras oficiales -disparatones mayúsculos, de los cuales, para solaz y recreo de -curiosos, tengo recogido un buen golpe de los más chistosos y festivos; -pero en cambio, la gente moza y bien dispuesta vería que se les abrían -nuevos horizontes por donde volar y nuevos mundos por donde discurrir. -No se henchirían las librerías de viejo de textos mal traducidos y muy -bien pagados; pero hallaríamos en ellas los libros que hoy hay que -ir á buscar á Alemania, con la pequeña molestia de haberse aprendido -antes aquella enrevesada lengua. No tendríamos tantos diccionarios -castellanos como cada año se publican, repitiéndose por milésima vez -las voces del Diccionario de autoridades de la Academia y las graciosas -y jocundas etimologías de su Diccionario oficial; pero en retorno -saldría alguno que contuviera las infinitas voces de nuestros clásicos -y de nuestro pueblo, que en el uno faltan, y las etimologías serias que -en el otro no sobran. Algunos abrirían los ojos y echarían de ver para -qué sirve el latín y el griego, que los extranjeros tanto estudian, -sin que por eso dejen de saber algo más que nosotros; y los que no los -quisieran abrir, se coserían por lo menos la boca para no quedar feos -disparatando de lo que no entienden. La lingüística y la filología -(cosas que entonces aprenderíamos á distinguir, que aquí no sabemos -por carecer de una y otra) son los sólidos fundamentos de los estudios -literarios, históricos y aun jurídicos y sociológicos; teniendo -fundamentos podríamos pensar en edificar algo de esto, dejándonos ya de -diletantismos superficiales en todas estas ramas del saber. - -Tales son las ideíllas que me ocurren al admirar el feliz suceso del -Congreso de Lengua Catalana. Desgraciadamente, la estatua seguirá -estatua, yacente por más señas, y los que escribimos, por ver si -le comunicamos aliento y vida, seguiremos (es de esperar) cantando -aquello de _las tres ánades, madre_, que es también un muy añejo y muy -castellano cantar. - - [Ilustración] - - - - - EXTRAVAGANCIAS DEL LENGUAJE - - - I - -Mucha filosofía dicen que atesoran las lenguas. No lo negaré; -pero también hay que añadir que encierran no menos disparates y -extravagancias. De éstas me toca hablar ahora, y para que no se crea -que sólo se les escapan á la gente rústica é incivil, la tomaré con lo -más granado de entre nuestros escritores clásicos. Digo que nuestros -encomiados clásicos fueron los hombres de más disparatada sesera -que Dios echó al mundo. El famosísimo Dr. Laguna dicen que tradujo -elegantemente á Dioscórides. Mi buen amigo, el también Dr. Olmedilla, -escribió un folleto sobre tan venerable varón y lo pone como uno -de los primeros, si no el primero, de los médicos del siglo XVI. Y -efectivamente lo fué del Emperador Carlos V y del Papa. Pero no le vale -á Laguna el haber sido todo eso, ni el que lo celebrara Cervantes, ni -el que escribiera su elegante traducción en la misma quinta Tusculana -donde Cicerón había escrito sus filosofías. _Cuájanse con frío los -metales_, dice Laguna (_Diosc._, 5, 44). ¿Qué mayor disparate que decir -todo un Doctor en medicina, médico de Carlos V y del Papa, que los -metales cuando están en fusión se tornan cuajada? Merced al cuajo se -convierte en cuajada, se cuaja la leche. Echad un poco de cuajo, viene -á decir el Doctor, en los metales fundidos, y hételos hechos cuajada. -Pues permítame el Sr. Doctor, médico de Carlos V y del Papa, que le -diga que eso es un solemnísimo disparate. - -La frase debió de caer en gracia, pues otro disparatadísimo Doctor -estampó en un libro devoto: _Las perlas se cuajan con el rocío de la -mañana_. Y si esto parece declarada locura, que el rocío haga de cuajo -y las perlas sean cuajada de leche ó de otra cosa, con razón se tiene -por locos á los poetas, que repiten lo de que el rocío son _perlas que -brillan sobre la yerba_, y que ésta _amanece aljofarada_, y locura de -remate fué la del más loco de todos ellos, del celebrado Garcilaso, -cuando ordenó á las ovejas que _paciesen la yerba aljofarada_. ¡Lindo -rechinar de dientes se oiría en un rebaño de 200 cabezas, con el -áspero masticar de esas perlillas que llaman aljófar! En la _Histórica -relación del reino de Chile_ amontonó juntos todos esos disparates el -P. Alonso de Ovalle: _Esta yerba se cubre el verano de unos granitos -de sal, como perlas y aljófar, que cuaja sobre sus hojas_. De luengas -tierras luengas mentiras. Los chilenos nos podrán decir si es cierto -que por allá se cubra alguna yerba de granitos de sal, y si esos -granitos se hacen cuajada sobre sus hojas, y si esa cuajada son perlas -y aljófar. - -No conozco más que un escritor que se riese de tales bernardinas; -los demás españoles las tuvieron por gallardas elegancias del buen -decir. El gravísimo fraile jerónimo José de Sigüenza en obra tan seria -y elocuente como la _Vida de San Jerónimo_, en folio por más señas -y á dos columnas, nos habla (l. 1, disc. 4) de _tomar puerto en la -isla_. Quiere decir que unos navegantes llegan á una isla, siéntanse -sobre la verde alfombra, _fronde super viridi_, y con todo el sosiego -del mundo, como quien se toma una jícara de chocolate, comienzan á -embaularse el puerto que tienen delante con bajeles y todo y hasta con -sus muelles y cargaderos, se lo sorben, se lo echan al coleto, se lo -meten entre pecho y espalda. ¡Todo esto es ridículo! Pues este fraile -tan descomunal en su manera de expresarse, se vuelve tan melindroso en -el mismo discurso, que repite la misma idea llamando á eso _tocar el -puerto y la deseada ribera_. Si no hace uno más que tocar el puerto y -la ribera y no desembarca, no comprendo yo cómo pudo desearla tanto. -Y ¿qué diremos del discreto P. Mariana, que tal vez por evitar tales -dislates escribió todo lo contrario de lo que en la cabeza tenía y -pensaba escribir? _Dió fondo_, dice, _junto á Cádiz_. Quiso decir que -llegó á tierra sano y salvo, y se nos descuelga con que se fué á pique, -pues la letra esto da á entender, á lo menos el fondo del mar no es -la playa, á mi pobre entender. El cejijunto jesuíta tiene cosas muy -buenas: en el libro 4.º, capítulo 4.º de su _Historia de España_ dice: -_tenía sujeta toda la provincia_. ¡Buenas cadenas ó sogas tuvieron que -hacer los herreros y cordeleros de aquellos tiempos, no se les morirían -los hijos de hambre! En otra parte (9, 36) añade: _Al cabo de tres días -de cerco alzaron mano de él_. ¡Vamos, que ni los días tienen cabo, -como las velas ó las costas, ni se estuvieron sin comer ni dormir tres -días mortales puestas las manos sobre cosa alguna, y menos sobre un -cerco, que no tiene donde se puedan poner! Todo eso son sandeces más -que de marca. ¡Pues digo! del otro, que escribió: _Cuando Dios alzare -las manos de los buenos_. ¡Largos brazos serían los de Dios, si desde -lo alto del cielo tuviera puestas las manos sobre los hombros de los -buenos! El descabellado Gonzalo de Correas habla en su _Vocabulario_ -(l. _D_) del _dejar en jerga la cosa_ por abandonar ó dejar sin la -debida perfección. Según eso los albañiles, cuando al propietario le -faltan los cuartos para terminar una casa, la dejan en jerga, y en -jerga dejo yo el almuerzo, cuando lo dejo por acudir á otra parte. - -Buena jerga la del catedrático de griego de Salamanca. El cual en la -letra _U_ escribe: _Un sudor se le iba y otro se le venía_, como si -el sudor tuviese pies y se fuese y viniese, y no saliese del cuero. -En la letra _A_ nos habla de _armar caramillos, armar zancadillas y -armar tranquillas_, cuando es así que ningún soldado vi yo armado de -tales pertrechos, y el caramillo sólo lo he visto en los labios para -chiflar. Para decir que lo apetece todo nos espeta en la letra _E_ el -_empreñarse del aire ó de lo primero que oye_. Preñez del aire sólo la -había yo oído en Plinio, que lo dice de las antiguas yeguas lusitanas, -y aun tal vez el discreto naturalista puso yeguas por no dar matraca -á los finchados hidalgos de Portugal. Preñez de lo que se oye es una -preñez harto cuestionable; pero Correas sabía mucho, y su razón tendría -cuando lo dijo. Que sabía mucho no hay que ponerlo en duda: en la -letra _T_ nos habla del _tener asomos de una cosa_, sin que intervenga -ventana ni _somo_ ó altura alguna; en la letra _H_ nos repite lo del -_hacer sudar la gota gorda_, que yo he oído cien veces por ahí, sin -lograr jamás entender qué _gota gorda_ será esa, y cuál será la _gota -flaca_. También añade el _hacer sudar como gato de algalia_, gato que -debe ser muy raro, pues, que yo sepa, los gatos no sudan. El lector -supondrá que hablo en broma; puede tomarla por tal, si así se le -antoja: yo digo la verdad como la siento. - -Si nos entrásemos por los escritos de Quevedo, aunque es el único -que tomó por bernardinas, como apunté, todos estos dislates, no nos -daríamos manos á toma y deja, á esta quiero, esta no quiero, porque -es el disparatador por excelencia. Por ejemplo, en la _Musa_ 6, 1, -dice: _Si yo mi argumentillo mal no entablo_. Buen medio para ponerlo -ante la vista, entablarlo entre cuatro tablas. _Tiene izquierdo -discurso_ (_Tir. la Piedr._), de modo que el habla se le iba por la -zurda. _Remojar la palabra_ (_Mus._ 5, j. 14), como un bizcocho en -vino. _Enjugar las lágrimas á las viudas_, llevando, naturalmente, á -prevención en el bolsillo tres docenas de moqueros, y no sé si bastarán -para enjugárselas á la primera que topáremos. _Ser ojo á los ciegos_, -metiéndose uno bien aovilladico en una de las cuencas de los ídem, por -no decir otra cosa. Todo eso lo escribe al tratar de _La Providencia_ -(tr. 2), libro que dicen es muy serio; pero así son las seriedades de -Quevedo, pues en las _Musas_ (6, r. 9) dice: _En cada bostezo gasta una -cruz de dos palmos_, quiere decir que al bostezar roe una cruz larga de -dos palmos; y en _Marco Bruto: Fanfarronea con la sangre civil entre -amores faranduleros_, quiere decir que en dando con un civil, le saca -la sangre para darse pisto enseñándola por las calles; y aun por eso me -explico que sean todos ellos como espátulas de flacos y arguellados. -_Nada bueno le puede entrar de los dientes adentro_, dice en la _Visita -de los chistes_; pero no le veo la punta, porque el chiste estaría -en que no le entrase de los dientes afuera. _Me ha llenado el ojo_ -(_Entremet._), dejándole ciego, será de suponer. Ya sabrá él buscarse -quien le ayude á vaciarlo, pues en la _Visita_ dice que _tomó una -purga confeccionada con hojas de Calepino_. Sin duda eran entonces -mejores los estudiantes que hoy, que el Calepino hoy más bien empacha -que aligera. Repito que, fuera de toda guasa, esto y lo otro y lo que -sigue, son chirigotas y es hablar en necio. - -Dejando ya á Quevedo, leo en la _Mosquea_ de Villaviciosa (2, 62): _Al -palacio se parte el pueblo junto_, verso que no entiendo, pues ó sobra -el _se_ y quiere decir que todo el pueblo rompe el castillo y lo divide -en dos partes, que ya es tarea para animalitos tamaños, ó el que se -quiebra y parte en dos es el pueblo junto, lo cual también tiene su -intríngulis, como lo tiene el _partir la baraja_, pues no forma un todo -pegado, y el _partirse los viajeros_ cuando sale el tren, pues ellos -bien enteros se asoman por las ventanillas. - -_En él ponéis los ojos con agrado_, escribe Villegas en el _Soliloquio_ -8, capítulo 4, y no hay quien lleve su necedad hasta el punto -de sacarse los ojos para ponerlos _con agrado_ en parte alguna. -_Las flores á los ojos ofreciendo diversidad extraña de pintura_, -dice tontamente Garcilaso (_Egl._ 2), pues convierte en pintores á -las flores. _Cubrir mentiras con capa de retórica_, añade Correas -(_Vocab._, l. _E_): paño es ese de la retórica que no sé hayan sabido -nunca cortar los sastres. _La justicia tomó la mano de todo_, dijo _El -Donado hablador_ (p. 2, c. 9), en lo cual mostró tener poco donaire, -pues hasta los niños de la escuela saben que el todo tiene partes, pero -no manos. _Sintieron en lo vivo la nueva determinación_, dijo Argensola -(_Anales_, l. 1, c. 44): ¡no, que la iban á sentir _en lo muerto_! Y -el bendito del P. Acosta en su _Historia natural de las Indias_, se -nos viene con cien mil candideces, que quiso se las creyésemos por -ser de cosas lejanas, que no íbamos nosotros á averiguar. En el libro -4, capítulo 10, nos quiere hacer creer que _con maravilloso afecto se -pega el azogue al oro y le busca_, como si fuese su novia, y _que el -azogue se va al oro donde quiera que le huele_, cual si fuese perro -de la calle, y que _á ningún otro metal abraza sino al oro_, y que -_de esotros metales no hace caso el azogue_, y que _todo lo come y -todo lo gasta_: ¿acaso no teníamos azogue en España y no sabíamos á -qué atenernos en todas esas patochadas, que le cuelga el buen Padre? -Cuénteselo á su abuela, que no somos niños de la dotrina. Otro Padre, -Fray Juan Márquez, en los _Trenos de Jeremías_ (v. 2, con. 3, 4), nos -habla de _abrir las puertas al contento_, y sobre esta mentira, pues -el contento no tiene puertas ni ventanas, dice que _rompieron el aire -las voces_, y las voces no rompen nada, ni menos se puede romper el -aire, ó yo entiendo poco de física. Pero de física se sabía poco en -aquellos tiempos, y así no extraño se lea en la _Celestina_ (acto 12): -_desadormecieron mis pies y manos_, y aun en pleno siglo XX, para que -se vea la ignorancia española en achaque de ciencias biológicas, he -oído ó creído oir decir que á fulano _se le adormeció el pie_. Falta -nos hacía otro Feijóo, para enseñar á esos necios que los pies no -duermen, ni despiertan, que esas son creencias vulgares de la ciencia -antigua. - -Pues no, que el P. Fray José Láinez, agustino, sabía de cosas, que es -para alabar á Dios, dador de todo bien. En el _Privado cristiano_ nos -dice de los _pensamientos vanos_, que sin duda el buen señor tomaba por -algo así como nueces vanas y hueras, que _son hijos de pasos ociosos_, -frase que no tiene pierde, pues los _pasos_ dicen todo lo contrario del -estar ocioso y no pueden llamarse ociosos, sino á lo más andariegos, -y los pasos no tienen hijos, como lo prueba el concluyente argumento -de no tener padres, pues sabido es que hijos y padres, padres é hijos -son cosas correlativas, que no se dan la una sin la otra, y tampoco los -pensamientos pueden tener hijos, porque á admitirlo algún filósofo, -ya hubieran tratado los teólogos de investigar un _cuesito_ de mucha -importancia, que no faltaría en la _Suma_ de Santo Tomás con estos ó -parecidos términos: _Utrum filii cogitationum possint baptizari et -quomodo_. Y los tomistas se hubieran devanado los sesos inútilmente, -porque el caso era de los peliagudos, y de los que sobrepujaban las -entendederas del _Doctor subtilissimus_. Por todo lo cual la frase del -susodicho fraile hay que darla por un completo disparate de tomo y -lomo. Otro fraile, Fray Antonio Pérez, benedictino, dijo con no menor -inexactitud, en sus _Sermones dominicales_ (p. 170), que _la salud que -le dió tan á pie quedo_, y no es menester saber quién ni á quién, pues -basta saber que nadie puede dar cosa _á pie corriendo_ sin detenerse -por lo menos un segundo, y que de todas suertes lo del _á pie quedo_ -tratándose del _dar_ es y será siempre una niñería, indigna de un grave -benedictino. - -¿Pues qué decir de estotras truculentas pamplinas, que leo en la página -6: _Desconfiados los hombres, se atericiarán y se secarán, y quedarán -como estatuas con el pellejo enjuto, y con sólo la armadura, de puro -amedrentados y ajudiados de lo que en todo el mundo ha de suceder?_ -Lo que no sucedió, por la inmensa misericordia de Dios y la excesiva -paciencia de los oyentes, es que le echasen con cajas destempladas -del púlpito abajo á predicador tan lenguaraz, que en la cátedra de la -verdad osaba mentir por mitad de la barba. Si se secan y quedan con el -pellejo enjuto, ¿cómo han de poder soportar el peso de _la armadura_?; -y si se convierten en judías, ¿qué tienen que temer en el día del -juicio, si el juicio ha de ser de los hombres, y no de las judías ni de -las calabazas? Son sandeces del lenguaje, y de nuestros clásicos, los -más sandios de los sandios. - -Pero oigamos cómo Correas (_Vocab._, l. _C_) expresa el _peligrar_, -porque no parece sino que estos señores clásicos españoles han perdido -la chaveta con los volatines que hacen: _estar colgado por un hilo_ -es el primer ejercicio gimnástico, el segundo _estar colgado de los -cabellos_, el tercero _estar con el agua á la boca_, suplicio de -Tántalo, _estar con el agua á la garganta_, cosa buena en estío, _estar -con la soga á la garganta_ cosa de ahorcados, y con esto se acabó la -función. - -El sapientísimo Fray Luis de León nos da una muestra de su sabiduría -en el libro de _Job_ (16): _recoge la ira en sí_, como si fuese el -ganado que se le desmana, y mejor fuera; _poner leña á la cólera_, que -si antes era ganado, ahora es fuego; _regaña los dientes_, _aguza los -ojos_, que por supuesto no tienen punta, aunque lo diga Su Reverencia; -_enclavar los ojos en él_, y sostengo y resostengo que siguen sin punta -ni cabeza; _le pone fiera la cara_, _le saca el enojo afuera por los -ojos_. Todo eso dice ó quiere decir que significa _enfadarse_, cosa -enteramente psico-física del ánimo, que no tiene que ver con clavos, -puntas, dientes, leña, fieras, cara ni ojos, más que con las nubes de -antaño. _Se iría con el alma en los dientes_, dice Quevedo (_Cuent._), -para lo mismo; y miren que tiene bemoles eso de atascarse y tenerse -que sacar con palillo de entre los dientes el alma. Pero los españoles -debemos de ser gente de malísimas pulgas y de un genio de todos los -demonios, porque las expresiones para indicar el enfado no paran aquí, -ni con mucho, y todas son á cual más descabelladas. Castro en su -_Reformación cristiana_ dice (tr. 4, c. 4): _es más desabrida y amarga -que la misma muerte_, aunque nadie se ha comido á la muerte, ni por -acá nos comemos á persona viva ni muerta para saber si es desabrida y -amarga. _Su malicia_, añade, _te hace gemir con la carga_, no habiendo -quien se eche á cuestas la malicia de nadie. La Palma en la _Historia -de la Pasión_ (c. 2): _revolvió como víbora, con rostro fiero y voz -desentonada dijo, mirando con los ojos turbados y encendidos_: ya se ve -que eso de enturbiarse y encenderse los ojos son mentiras elegantes. -Fray Juan de los Ángeles en el _Diálogo_ 4: _tomó un poco de cólera -diciendo eso_, como tomaba él tal vez un polvo de rapé; _se me enciende -el corazón_, sin quemarse; _se me afloja el alma viendo_, figúrense -ustedes si es flojera. Solís en la _Conquista de Méjico_ (l. 1, c. -8): _Mezclóse el alborozo con el desabrimiento_, como si el genio -fuera algo de comer; _estaba fuera de los términos razonables_, y -probablemente no se meneó de su lugar. Torres en la _Filosofía moral -de príncipes_ (l. 7, c. 9): _abrasarse con el fuego de la ira_, que ni -es fuego ni abrasa; _embriagarse con el enojo_; _la ira arrebata la -razón y le despeña_; _abrir la puerta al cierzo de la ira_; _la ira le -hace dar por las paredes como ciego_; y en el libro 24, capítulo 7: -_le sacó de sus casillas_, donde no sé quién le había metido; _al más -sosegado sacan de su paso_. Estebanillo González en su _Vida_, dice -por enfadarse: _echando el bodegón por la ventana_, que ya es echar, -con mesas, vasijas, vino y borrachos y toda la jacarandana. Cervantes -(_Quijote_, I, 14): _le haré despertar la cólera_, como si fuese cosa -dormida y sosegada. En la _Pícara Justina_ (f. 200): _ni la ayudara -aunque la viera echar los bofes_, tal debía de soplar de puro enojo; -_comenzó á meter fagina y echar de bolina y decir fanfarrias_ (ídem, -fol. 132), donde se mete á soldado, á marinero y andaluz. Correas -(_Vocab._, l. _Q_): _quísome comer los ojos_, ¡ya es hambre!; _agotar -y apurar la paciencia_ (l. _S_), _sacar de paciencia, de tino_. En -la _Celestina_: _no me hinches las narices con esas memorias_; en -las narices mora, según esto, el enfado. Solórzano (_Donaires del -Parnaso_): _me deshago y me destrizo_. Ovalle (_Hist. chil._, 3, 3): -_para echar de sí el miedo, comienzan á patear el suelo; se revisten -todos de un gran furor_. Quiñones (_El murmurador_): _no hay cosa -de que no se pudra; traigo la sangre requemada_. Todo eso, si es -enfadarse, es un enfadarse muy raro. - -Fray Laurencio de Zamora, cisterciense, en su _Monarquía mística de -la Iglesia_ (l. 1, sím. 6) escribe: _Comienza la tierra á vestirse -de hermosura_, por manera que antes estaba desnuda; ¡desvergonzada! -Pero oigamos al _Donado hablador_ (p. 2, c. 2 y 3), que llama al -desnudarse _quedar en carnes, en pelota_. ¡Habráse visto! Pues ¿en -qué iba á quedarse? ¿En huesos? Y lo de comparar un hombre desnudo -á una pelota es chistoso. _Apeó la dificultad y dió alcance á la -dificultad_, dice Correas (_Vocab._, l. _A_), que significan entender, -como si eso se hiciese con los pies. Fonseca convierte en árboles las -banderas, y se queda tan satisfecho: _enarbólanse banderas_ (_Vida de -Cristo_, p. 1, c. 31). Aguado convierte una azotaina en jubón: _Se le -ajusta al enemigo un jubón de azotes_ (_El perfecto religioso_, p. 1, -tít. 7, c. 6). Don Oton Edilo Nato de Betissana en el _Epítome de -Guichiardino_ (p. 45) llega al descaro de convertir al Papa en lo que -oiréis: _Remover el embarazo del Pontífice_, y eso que dicen que es -elegante y castizo escritor. Nuestros castizos y elegantes escritores -hicieron, pues, mangas y capirotes del castellano. ¿Á quién, sino á -Quevedo, en el _Cuento de cuentos_, se le ocurre decir que _andaba ya -de capa caída_? Pero lo que no puede creerse, aunque lo diga de Dios -el Obispo de Astorga, D. Antonio de Cáceres, en su _Paráfrasis de los -Salmos_ (salmo 17, fol. 31), es que _apretó y estrujó los cielos para -que diesen jugo, y que con cielos y todo se bajó á nosotros_, como si -Dios fuese uno de esos que pisan las uvas y luego un jayán de cordel -que se viene con los cielos á cuestas. Este Obispo tenía rarezas muy -suyas; dice que _hace Dios chispear el cielo_ (fol. 30), como si -ardiese, y que _por un oído les entra y por otro les sale_, como si -la cabeza estuviera horadada, y dice en nombre de Dios de los malos -tales necedades como estas: _se atan las manos con su ingratitud_, _han -querido apurarme_, _hacerme dar la cuerda_. Según Fray Pedro de Vega, -en el salmo 1.º, hay quien _ve la muerte al ojo_, y añade que _qué -alborotada saldría aquella alma de las carnes_. Realmente estas son -chocheces, como lo que escribe Sigüenza en la _Vida de San Jerónimo_ -(l. 6): _que el alma rompió las cuerdas y desasida voló como paloma -cándida á las moradas eternas_; y ahora me explico yo por qué algunos -dicen que la religión católica es religión de un estado muy niño de -cultura, cuya época ya pasó. La culpa la tienen estos reverendos -frailes que florearon tanto en sus expresiones, como si hablasen á -niños, siendo así que la Humanidad ha dejado ya, como se dice, de -ser niña, y ha llegado á su madurez, que sólo se paga de verdades y -pensamientos, no de imágenes y símbolos. Dice Luis Muñoz en la _Vida -del P. Granada_ (l. 2, c. 15) que _se venía acercando á paso largo la -muerte_. La muerte no viene á paso largo ni á paso corto; no es más que -el echarse á perder la máquina del organismo humano. - -Y en esto hasta los que no eran frailes desbarraron, pues Torres de -Villarroel, el famoso confeccionador de almanaques, catedrático de -Salamanca, en un soneto á Mejía dice que _Un mulo allí levanta sus -resuellos_. ¡Qué ha de levantar, hombre! Lope en su _Filomena_ (f. -72) ya había dicho que _se lleva de un aliento tres pliegos de un -romance_; pero Lope, aunque clérigo, era poeta; lo mismo que Alonso -de Fuentes, que hizo de filósofo en la _Suma de filosofía natural_, -cuando escribió: _Los que tienen calenturas alientan muy recio_, como -si el aliento fuese delgado ó recio como una tela ó una tabla. Poetas y -filósofos han pertenecido siempre al gremio de los orates. León, que -era fraile, filósofo y poeta, pudo decir (_Faces_) que _es gracioso en -los ojos de Dios_, atribuyendo á Dios _ojos_, lo cual es muy poético, -filosófico y frailuno; pero no deja de ser una mentira, y en ello -convendrán los mayores entusiastas de Fray Luis, y aun toda la Orden -de San Agustín. Pero que todo un Príncipe de Esquilache estampara en -sus obras: _Del alma humilde dilaté los senos_, es cosa que no se -puede tolerar, pues sabido es que no tiene tales senos dilatables -ni por dilatar el alma. El mercenario Fray Hernando de Santiago en -su _Cuaresma_ (serm. 5) dijo de la rosa que _queda lacia, mustia y -melancólica_, como quien está de mal humor, cosa que á las rosas no -se puede atribuir; y el agustino Pedro de Valderrama en su _Teatro de -las religiones_ (serm. 1) dijo que _un rayo de sol quema y abrasa las -flores_, que aunque el sol queme y abrase, no sé yo quién habrá visto -flores ardiendo por causa del sol; pero al cabo fueron frailes. Mas -que Ibarra en la _Guerra del Palatinado_ (l. 4) escribiese _seguir -la derrota del pueblo_, sabiendo que en las cosas de la guerra una -_derrota_ es... pues una derrota, téngolo por descuido incalificable. - -Melo, de quien se dice que es gravísimo historiador, me parece -algo fanfarrón y muito portugués cuando lanza estas exageraciones -(_Guerr. de Catal._, l. 4): _Todo el suelo era sangre, todo el -aire era clamores, no se oían sino quejas, voces y llantos, todos -mataban, todos se compadecían_, y todo eso es filfa retórica y mentira -calificada. ¿Cabe mayor desenfado, mayor ceguedad y mayor tontada -que esta frase de Anastasio Pantaleón de Rivera: _La vez que me -kirieleisan, responsan y parcemican_ (P. 2, rom. 21)? Sí, lo de Jacinto -Polo (_Obr._, p. 224): _me llevaron en diablandas, en un diablamen nos -pusimos allá_. Hay quien tiene estas majaderías por expresiones galanas -y hasta divinas, pero - - ¿No fuera harto más claro y más divino - llamar á cada cosa por su nombre - y decir al pan, pan, y al vino, vino? - -Góngora (_Rom. burl._, 4) nos viene con que _Le bebían las palabras_, -Rebolledo (_Ocios_, egl. 3) con que _Las miré tanto que ni pestañeaba -el pensamiento_, Estebanillo (c. 10) con que _Me dejó hecho estatua de -Baco en el jardín de Flora_, Santa Teresa (_Vida_, c. 18) con que _Es -mi intención engolosinar las almas_, Nieremberg (_Obras y días_, c. 42) -con _Comprar voluntades, feriar corazones_, Lope (_Filomena_, 158) con -que _Es vanidad ingerta en bobería_, Correas (_Vocab._, l. _C_) con -_caerse la baba á uno_. - -Y para decir sencillamente _callar_ ¡qué de circunloquios hueros, qué -de tonterías babilónicas, qué de pamplinas pamplináceas nos regalaron -nuestros palabreros clásicos! Cuando lo más á propósito para expresar -el callar parece debía ser hablar lo menos posible. Burguillos -(_Gatom._, s. 1) dice _sellar los labios_, cual si fuera carta la boca. -Tejada (_L. pro._, 1, 37), no contento con esto añade: _Lleva cada uno -en la boca para sellar el silencio una piedra_; y luego nos reiremos -del helénico _tener un buey sobre la lengua_. _Santo silencio profeso_, -dice Quevedo en la _Musa 5_, á pesar de ser tan hablador que no acaba -de charlar para indicar el silencio. Así en _La Providencia_ (tr. 3): -_no permitir voz alguna á su inocencia_, _enmudecer los acentos de -la fragilidad humana_, _no gastar palabras_, _servir de aplauso á la -calamidad callando_, _asistir á uno con el silencio_; en el _Cuento de -cuentos_: _El padre no hacía sino chitón, como entendía el busilis, ni -chistó ni mistó_. _Él no dijo esta boca es mía, y tieso que tieso_; -en los _Riesgos del matrimonio_: _La lengua y las palabras se me -hielan_. Cervantes entre otros mil despropósitos dice: _Punto en boca -y atended_ (_Novel._ 8), _morderse la lengua_ (_Quij._, II, 23), _casi -no he hablado palabra hasta ahora_ (ídem, c. 1), _él se diera tres -puntos en la boca y aun se mordiera tres veces la lengua_ (ídem, I, -c. 30), _díjole al oído que no descosiera los labios_ (ídem, II, 69), -_no se probará que haya desplegado el labio donde yo hablo_ (II, 12), -_nos hemos de coser la boca_ (I, 25), _depositar una cosa en lo más -escondido del silencio_ (_El am. liber._). Si tal despotricaron los -maestros, ¿qué harían los discípulos? Aguado dijo: _Sepulte su boca_ -(_Per. rel._, 2, 10, 10), _tener enfrenada la lengua_ (ídem, 3, 6, 2), -_guardar cerrados los labios_, _poner guarda á la boca_, _poner freno -á la boca_, _poner sello á los labios_ (ídem, c. 4); Quiñones (_Las -Civilid._): _Sin chistar, sin paular y sin maular_. Correas llega hasta -la ridiculez: dice que callar puede expresarse por _coser la boca y -coser la boca á dos cabos_ (_Vocab._, l. _C_), como si uno no bastara; -y: _No dijo ni oste ni moste_, _No hubo ni chuz ni muz_, _No dijo ni -uste ni muste_, _No despegó la boca_, _No desplegó la boca_, _No dijo -esta boca es mía_ (l. _N_); y: _Tener la barba queda_, _Tener la boca -llena de agua_ (l. _T_). ¡Habráse visto palabrería, y charlatanería, -y parlanchinería! _Pusiera á los labios el candado y á las puertas el -cerrojo_, dice hasta el grave de Esquilache (_Rim._, r. 230). Zamora -(_Monar._, 3, 3) dijo: _Vivir á la sorda_. Calderón: _Suspender la -voz_, _Ten el acento_, etc. Estebanillo (c. 7): _Dime un centenar de -tapabocas_, _Poniéndome la planta de las manos en los labios_. En la -_Pícara Justina_ (l. 2, p. 2, c. 2): _Tenía caídas las golillas de pura -vergüenza_, _Tragaba saliva á duras penas_; Nieremberg (_Obr. y días_, -c. 20): _echar grillos á la lengua_. En fin, que fuera el cuento de -nunca acabar, si sobre el callar hubiéramos de decir cuantos dislates -vinieron al magín á nuestros parleros clásicos. - -Acabemos, pues, aquí esto de las extravagancias del lenguaje entre -ellos, y dejemos para otro día otras de no menor calibre del lenguaje -en general. - -El lector ha leído este artículo, y se figura que todo él es una pura -guasa y aún me tildará de poco avisado en haber sostenido tan á la -larga el tono irónico. Pues, desengáñese. Si cree que es ironía, y que -de hecho el lenguaje no está lleno de barbaridades, se engaña de medio -á medio, y yo he logrado cogerle como á un chino. Yo lo habré hecho -muy mal; pero mi intención era expresar lo que siento, que nuestros -clásicos dijeron mil necedades, que hicieron con el lenguaje cien mil -barrabasadas. Que en este hecho se encierra un problema, no lo negaré, -y precisamente lo he querido exponer para discurrir acerca de él y ver -de soltarlo, si fuere posible, en otro artículo. - - - II - -_El cielo no ha querido que yo ame por destino_, dice Cervantes -(_Quijote_, II, 14), es decir por designio: _destinar_ es fijar un -objeto para algo. Es la idea de fijación, y así _resbalar sin tino por -una verdad_ (QUEV., _Polit. de Dios_) es no quedarse fijo en ella, -sino pasar y caer de ella, como _no dar en el blanco de la razón_ -(RIVAD., _Eucarist._) ¿Por qué, pues, _destino_ y _desatino_ valen -lo opuesto lo uno de lo otro: _decir y publicar desatinos_ (ILLESCAS, -_Hist. Pontif._, l. 6, c. 24, § 12)? Ambos llevan _des_, y puesto que -en _des-tino_ no indica negación de _tino_, ¿por qué la indica en -_des-a-tino_? La _a_ no es negativa; _a-tinar_ es tener _tino_. - -He aquí una extravagancia del lenguaje. Extravagancia que nos enseña el -origen de _destinar_, _destino_. Siempre el _des-_ en castellano fué -negativo; pero en latín _dis-_, de donde _des_ procede, sólo indicó -_pasar al través_, de donde la acepción castellana de _fuera de_, _no_. -Ese valor latino dió en el mismo latín la acepción derivada de entera -y perfectamente, abarcando y recorriendo toda la cosa, lo mismo que -en _per-_, y esta acepción es la del _des-_ en _destino_, _destinar_, -_fijar enteramente_. Luego estos vocablos tuvieron origen erudito, los -forjaron los eruditos mirando al _dis-_ latino; el pueblo era incapaz -de atribuir á _des-_ otro valor que el de negación. La extravagancia -de _destinar_, _destino_, recae, por consiguiente, sobre los eruditos -que componen vocablos castellanos, dando á uno de sus elementos en su -forma castellana una acepción que en castellano no tiene. Así, á las -veces, el saber lleva á _hacer desatinos_ y á _desatinar_, fabricando -el _destino_. - -Pero el hombre no se desmiente á sí mismo. No hay mayor desatino ni -mayor instabilidad en España que los _destinos_: se logran por toda -suerte de medios injustos, desposeen de su derecho á otros que los -merecían, paran en tristes é inesperadas cesantías y fomentan en los -que los dan el caciquismo, la mayor de las injusticias sociales. -El _destino_ es, pues, un mal social, un mal del que lo da y del -que lo recibe, es un verdadero _desatino_. El _destino_ es obra de -los poderosos, de los mismos que desatinaron al fraguar el vocablo; -hicieron mal la palabra, y la cosa por ella significada es mala. -Esta palabra encierra la historia de uno de nuestros males sociales, -al decir de muchos, del peor de los males de nuestra sociedad, y -probablemente tendrán razón, pues de los males sociales el peor y el -padre de todos es la injusticia. - -Las extravagancias del lenguaje encierran, por consiguiente, honda -filosofía. Los mismos vocablos llevan en su raíz esas ideas. En _La -lengua de Cervantes_, (II, vocablo _atinar_) pruebo que _tin-o_, -_a-tin-ar_ significó _justo_ en su origen, y _fijo_, _exacto_: -_des-tino_ vale pues _in-justo_, pese á los inventores del término, -que quisieron decir todo lo contrario al poner en _des-_ el valor -del _dis-_ latino. La extravagancia no está en el lenguaje, sino en -el hombre desatinado; antes el lenguaje sale por sí y le desmiente y -publica sus depravados y torcidos desafueros: _mentita est iniquitas -sibi_. - -Uno de los infinitos vocablos que faltan en el _Diccionario_ oficial -es _descantarrear_, sin duda por ser de pura cepa castellana. -_Des-cant-ar_ es salirse de tono, del canto, que malamente los -eruditos latinizaron en _dis-cantar_, con ese _dis-_ latino, que -nunca fué castellano vulgar. Pero _des-cant-ar_ también hubo de -decirse de _cant-o_ por esquina y piedra, y como de _guij-a_ se dijo -_guij-arro_, de _cant-o_ se dijo _cant-arro_ y _des-cant-arr-ear_ -romper las esquinas, los cantos, las puntas: _Se muerden los jabalíes -y descantarrean en la comida_, dicen los _Diálogos de Montería_ -(1.2), publicados por la Sociedad de Bibliófilos españoles, 1890, de -un manuscrito del siglo XVI. Equivale aquí á morder, del quitar un -pedazo, una punta ó esquina, como _cant-ero_ es la esquina y pedazo -más duro, con la corteza, del pan, equivaliendo, por consiguiente, -á _des-pedaz-ar_. ¿Qué tiene que ver un canto ó piedra con morder? -¿Acaso se muerden los cantos ó los cantos muerden? Extravagancias del -lenguaje. Pero el camino de la psíquica y del pensamiento humano es -la metáfora. No anda, pues, descaminado el pensamiento que concibe -el morder como un _clavar el diente y sacar bocado_ (AGUADO, _Perf. -rel._, p. 2, t. 1, c. 2), ó como un _dar una tenazada con las quijadas_ -(HERNÁNDEZ, _Eneid._, l. 12), ó como _darle buenos mordiscones_ -(ESPINEL, _Obreg._, I, 3), ó _dar su dentellada_ (CÁCER., _Salm._ 21, -fol. 42). Lo mordido y el bocado mordido es un pedazo, morder es -_des-pedazar_; pero la piedra se concibió como un pedazo, un canto -ó esquina, porque tiene esquinas y puntas, y canto valió pedazo y -esquina, y _descantarrear_, morder ó despedazar. - -Lo que en el lenguaje nos parecía extravagancia no era sino cosa muy -encaminada, muy encarrilada, y nos descubre la ley fundamental del -pensamiento, que es la metáfora. - -¿Qué tienen que ver las nubes llamadas _cirrus_ con el _cerro_ ó parte -superior de un caballo? Los cirrus son agua en estado aeriforme, -el cerro ni es agua ni es aire. Pero no mira el pensamiento ni el -lenguaje al ser, sino al aparecer y figurar de las cosas. El latino -_cirrus_ dió _cerro_ por monte, que tampoco es aire ni agua, pero que -presenta el apelotonamiento de los cirrus. Y aunque el cerro de un -caballo y un monte sean cosas bien distintas, ambos se _mont-an_, se -sube á entrambos, y _mont-ura_ viene á significar animal que se monta. -_Mont-ero_ y _caball-ero_ son cosas idénticas, el uno se remonta, se -encima y sube por el monte, el otro sobre el caballo. _Cim-arr-ones_ -son en América las bestias _mont-ar-ac-es_, remontadas, que andan por -las cimas y montes, y por lo llano en último término, extendiéndose así -el vocablo de manera que _cimarrón_ es bestia suelta del campo, de lo -raso, cuando precisamente el campo raso, la sabana, la campiña es todo -lo contrario del monte y la cima, como lo bajo lo es de lo alto, lo -llano de lo en cuesta. Así la metáfora entrelaza toda especie de ideas, -hasta hacer que un vocablo signifique lo contrario de lo que indica su -etimología. Cervantes habla del ir caballero sobre una mula ó sobre -un hermoso asno, y del tirar á caballero, ó digamos de lo alto que -sobrepuja ó monta en un fuerte. Dijérase ir mulero ó asnero sobre la -mula ó el asno; pero precisamente el mulero no suele ir montado, sino á -pie llevando á la mula del señor que la monta. - -¿Son extravagancias del lenguaje? No. Son filosofías, poesías é -historias del habla. Allá dijo el otro que la poesía era más filosófica -que la historia. El lenguaje es, pues, filosófico, ya que es poesía en -sus metáforas, historia en las costumbres que encierra de los pueblos, -y psicología en el retratar los trámites del pensamiento y el modo de -concebir de la mente. - -_Torcían del verdadero camino_, dice el P. Roa (_Flos. S. S._, 11 -marzo). ¿Y si el verdadero camino era el torcido, y torcían tirando -por el camino derecho? Pero ¿qué derecho, si el camino recto por -donde torcían iba hacia la izquierda? Y ¿qué es eso de iba hacia la -izquierda, si el que oye refiere todo á su propia persona, y lo que es -izquierda para el que habla es derecha para el que oye? Y ¿qué digo -camino recto, si recto significa lo dirigido, _reg-ere_, si el buen -gobierno las más veces debe tomar en los asuntos las trasversales? - -Pero y la trasversal ¿no puede ir en línea recta, aunque cruce -el campo? Y el cruzar, ó hacer cruz en un campo ¿cómo significa -atravesarlo, si la cruz comprende y encierra precisamente los cuatro -puntos del horizonte, por manera que no puede servir de orientación, -ya que coge todo el círculo? Y si me oriento hacia el occidente ¿no -es un occidentarse, es decir no ir al oriente, no orientarse? Y el -occidente, que se dijo del ponerse el sol, ¿no es una mentira poética, -ya que el sol no se menea ni occidit, cae, ni se pone? Pues decidme qué -es eso de ponerse, porque no hay cosa más vaga; ponerse es colocarse, -es decir tomar un lugar, lo cual sólo significa mudar el espacio donde -uno estaba. Y el mudar el espacio no deja de ser todo lo contrario de -lo que queremos decir, pues el espacio no se muda, ni podemos mudarlo, -sino que nosotros nos movemos de lugar, cambiándose por el consiguiente -las relaciones espaciales respecto de nosotros. Y así sucesivamente, -si siguiésemos con intención de corregir nuestras expresiones, iríamos -dando trompicón tras trompicón y amontonando dislates sobre dislates. - -Este amontonar dislates se llama razonar; razón es la facultad de -ensartar dislates, el hombre razonador es el que los ensarta, el hombre -razonable es el hombre de los dislates, y la cosa más razonable es el -dislate mayor: dislate y razón son una misma cosa. Y realmente este -disparatar al expresarnos por medio del habla era lo más razonable que -pudiera darse, porque no es más que metaforear, poetizar, y todo hombre -que habla es poeta, el habla, la más honda poesía. Tal vez por eso los -poetas se dijeron locos, porque eran los que mejor hablaban, es decir, -los que más galanamente disparataban. Toda metáfora no es más que un -disparate sonoro, si suena; mental, si queda sin salir de la cabeza. Lo -dice el mismo vocablo de metáfora, que significa traslación, ir de una -á otra parte: y ¿qué es dis-paratar sino dispararse, no pararse, sino -ir á otra parte? Ahora comprendo yo cómo el famoso escritor Unamuno, á -quien muchos tienen por un solemnísimo disparatador, es un gran poeta, -y el hombre más razonable del mundo. Los que charlamos menos es porque -somos menos poetas, menos razonables, menos hombres. Pueden, pues, -ponerse como miembros iguales de una ecuación los términos: disparate -= poesía = razón = mentira, quedando despejada la última incógnita y X -del problema humano en aquella fórmula del Sabio: _Omnis homo mendax_. - -Siempre hablamos por metáforas, es decir, por términos impropios, y lo -impropio es lo no propio, lo que no es, la mentira: hablamos por medio -de mentiras, hablar es mentir, ni más ni menos. Aquel que más y mejor -mienta, será el que más y mejor hable. El destino del hombre es el -desatino, el desatinar sin tino: _destino_ y _desatino_ volvemos otra -vez á hallarlos como vocablos equivalentes. - -_Hacer de alegre, estando reventando la tristeza_, dijo Márquez (_Esp. -Jer._, v. 3, cons. 3). La tristeza más bien aovilla, reconcentra y -sume; la risa y alegría es la que ensancha y hace salir de sí, porque -_retoza la risa en el cuerpo_ (CORREAS, 1. _R_), y así _es para quebrar -el cuerpo de risa_ (ídem, 1. _E_), y como que _quebrar_ díjose de -_crepare_ ó reventar, _sale del pecho la alegría á la cara_ (LEÓN, -_Job._ 8), enciéndese el rostro: _Con la cara encendida en fuego de -alegría_ (_Guzm. de Alfar._), _Se hinche de risa la boca_ (LEÓN, _Job._ -8), hace _descubrir el chorro de la risa_ (_Estebanillo_, c. 3), y de -aquí _reventándome la risa en el cuerpo_ (ídem, c. 50), _me reventaban -los ojos de alegría_ (ídem, c. 7), y en fin _Nos despedazábamos de -risa todos_ (QUEVEDO, _Tac._, c. 6), ó _nos desternillamos_ ó _nos -despepitamos de risa_, hasta que _Todos nos descalzamos de risa_ (J. -POLO, p. 235), y _Su alteza se moría de risa y sus criados de placer_ -(_Estebanillo _, c. 8), _pereciéndome de risa_ (QUEVEDO, _Tac._, c. -6), _Hubiéronse de caer de risa los presentes_ (_Diabl. coj._, tr. 4 -y 7). ¿Por qué, pues se dijo reventar de tristeza? Porque el español -consideró al hombre entristecido como un saco lleno de tristeza, -no distinguiéndolo de los sacos llenos de harina, que á lo mejor -revientan. Otras veces vió en la tristeza como una nube que oscurece la -vista del alma, y dijo: _cubrírseme el corazón y los ojos de nieblas y -sombras_ (BARBAD., _Alej. Camal._), _se le cubrió el corazón_ (CERV., -_Nov._ 1), _abrumado con_ (CORNEJO, _Crón._, 3, 4, 6), _cubriósele el -corazón de un velo grande de tristeza_ (ARIAS, _Aprov. espir._, t. -5, p. 2, c. 10). Otras se le antojó un cuchillo: _Era cuchillo que -entrañablemente lastimaba su corazón_ (LA PALMA, _Pasión_, c. 8, 9). -Otras cual viento abrasador que consume y agosta: _La tristeza le seca -los huesos_ (ARIAS, ibid.) Otras carga que hace caer: _Venir cargado de -luto_ (CHAIDE, _Magd._, p. 3, c. 25), ó algo que aprieta: _Oprimido del -dolor_ (RIVAD., _V. de Cr._), _La congoja apretaba su corazón_ (ídem). -Otras bebida amarga: _gustar tragos de amargura_ (ídem). Por manera que -á propósito de un triste pasan por la fantasía sacos de harina, velos, -brumas, cuchillos, vientos, cargas, tragos, cordeles, todo ello en -gentil danza macabra, que si no espeluzna, hace soltar el trapo. - -Y este _soltar el trapo_ ¿qué mayor incongruencia? Pues no, ¡que -el _creer á pie juntillas ó á puño cerrado!_ Pues todo eso es muy -verdadero y filosófico, á la par que muy poético y mentiroso. Claro -está que para reir á sus anchas no se ponen primero los marineros á -soltar las velas, pero el que así se ríe es navío que corre á vela -tendida por el mar de la felicidad y consigue llegar antes al puerto, -que el triste ensimismado y cabizcaído que se arrincona en su casa. Ni -los pies ni los puños son los que creen, pero el que cree no aparta un -paso los pies de lo que le dicen y lo recibe sin mirarlo, pasándolo, -como moneda, de puño á puño, y hasta á la faltriquera. Son verdades -mentirosas y mentiras verdaderas. - -Tan mentira es _estar con el oído de un palmo_ (CORREAS, 1. _C_), como -_tener blandos los oídos_ (TORRES, _Filos. mor._, l. 24, c. 12), cuando -se trata del atender; pero el hecho de verdad es que lo alargamos un -palmo haciendo del asno, para lo que nos valemos de la mano, y lo -tenemos más blando que la cera, pues se nos imprime bien en él lo que -oímos con atención. - -En este caso no hay metáfora, la oreja queda alargada un palmo con la -mano, el sonido hace mella física en el oído como en blanda cera el -punzón, ó en la placa ó rodillo fonográfico la misma voz. Casi estoy -por decir que no existe la metáfora en el pensamiento ni en el habla, y -que no nos valemos de conceptos y expresiones impropias, sino que todo -es real y físicamente como lo pensamos y lo decimos. Por lo menos tal -debemos sentir los que creemos que todo en el mundo es materia que obra -por contacto físico, ó espíritu que se sirve, al pensar y al hablar, de -la materia como de instrumento indispensable. - -No hay pensamiento sin entrechoque y trasformación química de la -materia gris, y menos hay habla sin entrechoque y trasformación física, -y aun química, de toda suerte de materias, desde el pulmón hasta la -boca y el aire del ambiente, desde el oído que escucha hasta el cerebro -que trasforma el movimiento sonoro en ideas. - -_Meter la pluma en lo religioso_ dijo por _escribir de cosas -religiosas_ Fr. Jerónimo en el _Genio de la Historia_ (l. 2). Claro -es que no se trata de meter una pluma de ganso en el pecho de los -religiosos, como hacen ciertos anticlericales que no saben manejar -más que la de otros mil que han repetido las mismas gansadas. Pero el -bueno del fraile metía su pluma de ave en el tintero y la clavaba en el -papel, la metía al escribir, y el tintero, el papel y lo escrito eran -cosas religiosas, por simpleza que parezca decirlo, no sólo porque eran -cosas del fraile, sino porque lo que escribía era asunto religioso. Y -eso de asunto religioso no es cosa puramente moral y metafísica, es -físicamente trasformación de masa gris en el cerebro, de sangre en la -mano que lleva y mueve la pluma, y de otras muchas cosas. - -Ni deja por eso de haber metáfora ó traslación mental de idea á idea. -La mente no se cuida de que en la realidad sea un hecho físico; -ella relaciona dos ideas y salta de la una á la otra, considera _lo -religioso_ como el tintero, y aplica el _meter la pluma_ á lo primero -como ve que sucede en lo segundo. De hecho en el cerebro cada una -de esas ideas es una molécula ó montón de moléculas grises, que al -relacionarse las ideas se entrechocan, se saludan dándose una cabezada -y quién sabe si se mezclan engendrando otra molécula representante de -la nueva idea relativa. Lo físico no impide á lo metafísico, antes éste -siempre va acompañado de aquél. _Pluma_, _meter_, _lo religioso_ se -toman desde otro punto de vista, y estos cuadros así mirados resultan -otros, con cariz distinto, resultan una pluma, un meter y un religioso -metafóricos, que se han trasladado, que han pasado á ser otra cosa sin -dejar de referirse á lo que antes eran. Metáfora es un referirse de lo -nuevamente engendrado á lo que lo engendró, de una idea hija á una idea -madre. La mente es gran engendradora de relaciones, pues á relaciones -se reduce el pensar. Así el pensar es un relacionar, un metaforear; el -pensamiento una relación, una metáfora. ¿Cómo podía ser otra cosa el -habla sino una sarta de metáforas, como lo es el razonamiento? Si la -metáfora es una mentira, lo es también el pensar. El hombre por ser -pensador es el gran mentiroso. Otra vez el _omnis homo mendax_. - -¿No existe, pues, la verdad? Allá dentro de los seres, en el númeno, -habrá su verdad ontológica; en el fenómeno percibido y en las -relaciones entre esos fenómenos, ó en el pensar, llamamos verdad el -pensar todos más ó menos de una manera, aunque ese más ó menos sea muy -elástico: de hecho ya se ve que es una mentira. Y no se me tache de -idealista ni de tradicionalista. _Tristes visiones mira_, dice Quevedo -en la _Musa_ 7. ¿Por qué tristes? Porque á fulano le entristecen. Y -¿por qué no le entristecen á mengano? Porque los dos llevan al mirarlas -distintos anteojos. Las visiones no son, pues, tristes, sino la -percepción de ellas en el estado anímico de fulano: subjetivismo puro. -Dijera mejor _mira visiones y se entristece con ellas_. El acto de -mirar y el de entristecerse son las únicas verdades, y esas en fulano; -que en mengano no hay de qué, ni menos en mí que las escribo y en los -lectores que las leen, que nos quedamos tan frescos. ¿Qué es eso de la -verdad en este caso concreto? Un modo de mirar las cosas; luego, una -relación. Y el relacionar algo es, es una verdad ontológica, como las -demás del númeno. - -De hecho eso objetivo, la relación como algo objetivo, fuera de la -operación psico-física, es menos que aire, es nada, es la visión y -el sujeto que la mira, dos númenos: la relación sólo tiene la entidad -lógica que le damos en nuestra mente objetivándola como si fuese algo -físico proyectado en un telón de conferencias, es decir, en el telón -fónico de las palabras, donde lo enseña el conferenciante que habla á -los espectadores que le escuchan. ¿Qué es, pues, la verdad? Una cosa -que no sabemos, pues á poco que queramos cogerla se nos desliza como -anguila de entre las manos. Mientras no lleguemos al plano augoeide -de los teósofos y permanezcamos columpiándonos bonitamente, es decir, -haciendo la plancha en el plano austral, no haremos más que un papel -ridículo. Los que se meten á filosofar pierden el equilibrio y se -quiebran la cabeza, dando que reir á los que nos contentamos con tomar -el aire dejándonos mecer acá y allá. Ese filosofar díjose _ventilar una -cuestión_ que no admite polilla ni paja. La verdad dijo el poeta que -voló hacia las estrellas. Dejémosla, pues, estar, que es tan intangible -é invisible como Dios, porque no es más que Él. Todo lo demás es -mentira, mal que les pese á los panteístas. _Omnis homo mendax_ por -tercera vez. - -Ya irá viendo el lector que no jugueteaba yo con la ironía en mi -precedente artículo, al tener por necedades las expresiones de los -clásicos. - -Todos mentimos de lo lindo, aunque ellos hicieron raya y nos ganaron en -este entretenimiento de muchachos. Porque muchachos somos de la cuna á -la sepultura, y sólo deja de serlo un momento el que un momento tiene -un destello de la luz de la verdad para ver que realmente lo es. - -_Derramar y disipar las santas reliquias_ dice Pedro de Rivadeneira -(_V. de San Ign._, 1. 2, c. 18). No hay ramas ni disipación que valgan, -fuera de la mollera que encerraba en lucia calva el bueno del Padre. -¿Qué ramas, vamos á ver, se figuró el bendito autor, formadas por las -santas reliquias? Si hubiera pensado en ramas, le hubiera parecido tan -fuera de propósito que si á mano viene hubiera acudido á otro verbo. -¿No pensó en ramas? No, es lo más probable. Pues entonces dijo lo -que no quería, pues _derramar_, para mí al menos, su lector, cosa de -ramas es; y decir lo que uno no quería es necedad de á libra y media. -Además á mí me engañó, y fué, por lo mismo, un mentiroso. Mentiroso -y necio es todo aquel que echa mano de los vocablos y se porta tan -gentilmente como el P. Pedro. Lo malo es que ese lo somos todos al -hablar, pues tomamos y damos las palabras como moneda corriente, sin -mirarle la leyenda y menos pesar su plata y cobre, y menos fundirla -para examinarla y cerciorarnos de que es buena y verdadera y tiene los -quilates debidos conforme á la ley de aleación. ¡Aviados estábamos, si -otra cosa hiciéramos! ¿No hacemos otro tanto con todas las demás cosas? -¿Apuramos en el laboratorio cuanto llevamos á la boca? ¿Deshacemos el -billete de banco para asegurarnos de si es paja de las eras ó pedazo -de la camisa del Preste Juan de las Indias lo que se metió en la tina -de donde salió papel para billetes de banco? ¿Hacemos un estudio, -acompañados de dos ó tres ingenieros de quienes podamos fiarnos, del -piso de la calle por donde vamos á pasar? ¿Sabemos si esos ingenieros, -hoy fieles, no fueron ayer unos tunos de siete suelas, y que pudiera -haberles quedado algo de sus antiguas malas mañas y pudieran engañarnos -en el examen de la susodicha calle? Eso no sería vivir. Convengamos, -pues, en que vivir es ser mentiroso y andar todo el día entre mentiras: -la vida y el hombre que la vive son mentira sobre mentira; la verdad no -habita por acá. Por cuarta vez _omnis homo mendax_. - -Cualquiera diría que esto es sermón de cuaresma, y no es más que pura -filosofía, forrada de lingüística poética, es decir, mentira forrada de -mentira. Pero, pues de ella no podemos prescindir, dispense el lector -que le haya también yo engañado con este artículo, que es una mentira -más, con tal de que conceda y vea que el lenguaje, el de nuestros -clásicos á la cabeza, es una hermosa, filosófica y poética mentira -y un vistosísimo tejido de solemnísimos disparates. Y si no lo cree -así, comprueba con su incredulidad que, pues ó él ó yo nos engañamos y -disparatamos, el mundo está lleno, á lo menos mediado, de engañadores y -engañados, de disparates ó extravagancias. _Omnis homo mendax_, ó como -cantó Hesíodo: _idmen pseudea polla legein etymoisin homoia_. - - [Ilustración] - - - - - CRITERIO DEL CASTICISMO - - - I - -Paréceme que esto de lo castizo en el habla es tan claro y tan llano, -que por serlo tanto no lo han echado muchos de ver: acaece todos los -días que por tender la mirada allá á lo lejos, cuando algo se busca -con afán, se nos pasa por alto, teniéndolo menos de dos palmos de las -narices. Los que se las echan de muy modernos, con serlo tanto como -ellos cuantos hoy pisamos la faz de la tierra y haberlo sido para -su hoy los que la pisaron en todo tiempo, torciendo el gesto á todo -lo que huele á retórica añeja, oyen con pesadumbre hasta esta misma -palabra de castizo, y estoy seguro que algún lector habrá doblado la -hoja al leerla como epígrafe de estas líneas. No es, sin embargo, -tan necio el león como le pintan, ni por más que á mí me vendan por -lingüista y por amigo de lo castizo, estoy muy lejos en la manera de -pensar de los que así se amohinan con sólo quererles hacer que miren -un momento atrás. Todos nos reimos de las retoricadas de antaño; pero -lo del casticismo, precisamente como yo lo entiendo, es cosa tan -modernista, y si se quiere es cuestión tan étnica y social, que por eso -no la alcanzaron los antiguos. Los estudios sociales y psicológicos -de los pueblos han sacado al hombre de entre las instituciones -rutinarias y convencionales, y lo han colocado al aire libre, en el -campo, rodeado de la bullente naturaleza. Fuera dogmatismos cerrados, -escuelas acartonadas, metafísicas empedernidas, fórmulas leguleyas. Y -fuera trataditos de retórica, añado yo, Nebrijas y Calepinos. Hasta -las ciencias más hondas del espíritu se han convertido en ciencias -naturales; el soplo de la naturaleza, que es el de la verdad, ha -henchido los pulmones de los sabios. - -La cuestión del casticismo no es una cartapuebla sobada y mugrienta; -es un capullo por abrir, tan entera está y tan fresca. Lo nacional en -el traje son las prendas que visten todos los de una nación y sólo -los de aquella nación, digamos, entre españoles hasta la llegada del -prosaico pantalón parisién, la capa, el zorongo, la faja, el calzón -corto, y, según los gabachos, la navaja en la liga. Pues lo nacional en -el habla, eso es lo castizo. Cuestión por consiguiente, de etnografía. -Y si el hábito no hace al monje, es porque el monje es el que hace -el hábito: la vestimenta no es la psiquis de un pueblo; pero son los -rasgos exteriores de su fisonomía. Tampoco el idioma es el alma del -pueblo que lo habla; pero es el ropaje sonoro con que se manifiesta -afuera. Idioma pobre arguye poca capacidad; mucho préstamo de términos, -pobretería y servilismo; falta de color y nervio, flema y sangre de -chufas. En ciertas latitudes nevadas y nubosas no se concibe un pincel -tan rusiente como el del Greco, el de Velázquez, el de Goya; ni una -pluma tan aguzada como la del autor de la «Celestina», del «Quijote», -de la «Farsalia»; ni un despeñadero de tan honda y asentada idea ética -como la de un Séneca, la de un Quevedo, de una Santa Teresa, un San -Juan de la Cruz. - -Á todas estas manifestaciones puntiagudas y chillonas del arte ha de -responder un idioma en nuestro pueblo de tan finos aceros, de tan honda -osamenta, de tan recios nervios. Los vinos de Aragón ni agua admiten, -no ya el sabroso agridulce de los vinos franceses: son en demasía -broncos y cerriles, la misma azúcar por lo abundante cierra el paso á -la fermentación alcohólica y quedan siempre montosos. Aguapiés y agua -de cerrajas son ciertos idiomas de por ahí arriba ante el pizmiento -castellano. Esa sangre negruzca y ardiente, que corre por sus venas, -es su característica; eso, que lo distingue de las demás lenguas, es -lo que llamamos castizo. En todo género de cosas apreciamos más lo que -lleva más saliente su correspondiente nota propia. La personalidad en -el estilo es el estilo de la persona del escritor; los que no lo tienen -nos dan una gota de licor desleída en una tinaja de agua, agua de -fulano tan parecida al agua de mengano como el agua al agua. ¿Por qué -merece esotro el premio? Por haber llevado la nota de sobresaliente, -saliéndose de la docena. Cuanto más saliente la nota característica de -un idioma es más idioma, y si ninguna trae deja de ser idioma. «Yo no -me cuido de casticismo»: salida tan sandia como la del pintor que nos -viniera con que él no entiende ni quiere entender de colores. Es pintor -que quiere pintura, pero que lo mismo zambulle su brocha en el cieno -de la calle que en su paleta: no le importa ésta un bledo. Yo no trato -más que de expresar lo mejor que puedo mi pensamiento, dice un escritor -enemigo de casticismos. Pues el casticismo no trata de enseñaros más -que eso, los matices y combinaciones de los colores. - -Enhorabuena que por instinto acertéis en cada caso con el más á -propósito; pero ¿no ahorraríais tiempo, trabajo é incertidumbre -estudiándolos bien de antemano, formándoos un criterio cierto de lo que -es castizo y propio? Los españoles hemos siempre pecado en este punto. -Esta falta de disciplina y reflexión se llama filosófica y vulgarmente -«pereza». - -Hoy saldrá del taller una obra maestra; mañana una mamarrachada. ¿Cómo -se llaman esos artistas tan geniales como poco precavidos? Lope y -Zorrilla, Goya y todo escritor de pura raza española. - -Pero volvamos al propósito. Escojamos de la balumba del Diccionario los -vocablos y modos de decir usados en toda España, y que sólo se usan en -España: ese es el caudal castizo del castellano. Hacer esa elección no -es tan hacedero. Los retóricos y gramáticos que se enojaban al notar un -galicismo, jamás se pusieron á hacerla. El casticismo para muchos no es -más que eso, el criterio es hoy en día el mismo que entre los antiguos -gramáticos y retóricos: razón tienen los modernistas que menosprecian -tales niñerías. Evitar en un escrito todos los pecadillos contenidos -en los mandamientos de Baralt, es como cepillarse la ropa para quitar -de encima las motitas que le han caído estando en la percha; pero la -ropa puede ser de uno ú otro paño, y de hechura tan bien entallada y -elegante como descuidada y de estrafalario corte. Dejáos de motas, que -de lo que se os burlarán será de lo otro. - -Descartados los galicismos y neologismos burdos innecesarios, aún -quedan las tres cuartas partes del Diccionario, que no es más que -borra y tan castizo castellano como el que habló el Preste Juan de -las Indias. Esto sí que no lo alcanzaron creo que jamás los gramáticos -ni los escritores españoles, por puro llano y claro, salvo escasísimas -excepciones. - -Castizo para muchos es sinónimo de antiguo: por manera que, conforme á -esto, más castizo es Berceo que Cervantes; y, sin embargo, Berceo es -de los escritores menos castizos que conozco. Escribió en un lenguaje -medio castellano y medio latino, tomó la mayor parte de su caudal -léxico, no de labios españoles, sino de los libros de clérigos y -escribas. Blasfemia parecerá á los que no distinguen por sus cabales el -elemento castellano, que sin duda era el que usaba el pueblo riojano, -entre quienes escribía, del elemento artificial que las gentes de -letras se habían malamente confeccionado para cuando tomaban la pluma. -Y véase aquí lo que hace el criterio acerca del casticismo. Aquellos -escritores medioevales tenían por cosa muy asentada que lo que hablaba -el pueblo era un latín corrompido, y que, por consiguiente, no debía -escribirse sino en un latín algo mejor. Lo malo es que ni sabían cuál -era el buen latín, y así se habían ido fabricando uno, que no fuera -tan difícil de aprender por parecerse al habla vulgar, y que, sin -embargo, no fuera tan corrompido como ésta, no tan cerrado como el -latín ni tan mocoso como el romance de los patanes. Á eso llamaban -román paladino, que, por más que dijeran, era el que empleaba cada -cual para fablar con su vecino, no había tal, ni por pienso. Abro el -diccionario de Berceo á ojo: _plenero_, _pleno_, _pleytesía_, _plogo_, -_plorar_, _ploroso_, _pluvia_, _pluia_. Nada de eso es castellano, y -es imposible que el pueblo, cuando cada cual hablaba con su vecino, -dijese _pleno_ y _lleno_ indistintamente, _plorar_ y _llorar_, _pluvia_ -y _lluvia_. _Lleno_, _llorar_ y _lluvia_ es como los riojanos decían -entonces, dicen ahora y habían dicho no pocos siglos antes. Esos -terminajos _pleno_, _plorar_, _pluvia_, son del mal latín que hallaban -en los escritos y que les parecían más bonitos que _lleno_, _llorar_ -y _lluvia_. Tal es el criterio medioeval acerca del casticismo. Lo -_ploroso_ es que criterio tan monacal é infantil prevaleciera en la -misma época del Renacimiento y prevalezca todavía hoy entre los que no -calan una cosa tan recóndita como es que lo castizo de un idioma es lo -propio del idioma, y lo poco castizo es lo ajeno al idioma, aunque ese -ajeno sea mal latín ó buen latín. Lo propio del rabadán es su pellica y -cayado, y sería muy de ver qué tal le caía y ajustaba andando con sus -cabras el uniforme de capitán general, aunque todos, incluso el mismo -rabadán, sabemos que el tal uniforme es más lucido y rico que la sebosa -pellica. Por supuesto, que no doy por averiguado el que la lengua -latina sea lengua con entorchados y la castellana lengua velluda y -cazcarrienta. - -Nada de lego tenía el autor de la maravillosa _Comedia de Calixto y -Malibea_, y por lo mismo, en la primera página comienza su erudito -protagonista á emplear voces como _natura_, _perfeta_, _inmérito_, -_incomparablemente_, _sacrificio_, _complir_, _sanctos_, etcétera, -etc., que tienen tanto de castellano como yo de chino. Verdad es que ni -Celestina ni Parmeno ni la demás gente non sancta que anda por allá, -habla así: porque son, á pesar de todo, españoles, con cuatro dedos de -enjundia de casticismo rancioso; que, á haber hablado tan á lo señor -como sus amos, no lo fueran, ni la Comedia valiera lo que vale. - -Si castizo no es lo opuesto á neologismos innecesarios y no es lo viejo -y rancio, ¿qué podrá ser? - -Pues, repito que lo propio, lo _idiomático_ del _idioma_, y cuanto más -exclusivo sea, será más castizo. Un verbo derivado del latín podrá -hallarse en francés, en italiano y en castellano, y aun con el mismo -valor. Si lo usan todos los españoles, castizo será; pero lo será -más otro que, empleándolo italianos y franceses, tenga en España un -matiz diferente, porque esa diferencia es el sello nacional, que lo ha -diferenciado; y todavía será más castizo otro que ni con diferente ni -con el mismo significado se halle en Francia ni Italia, porque en este -caso todo él se fraguó en España, lleva el sello español, no ya en la -superficie, en una distinción del significado, en el cuño, sino en toda -su hechura y en los materiales y ley de la aleación. - -De estos tres casos, en el segundo, lo castizo, ó digamos lo propio y -exclusivo de España, no puede venir de muy atrás: es agua derivada de -la misma fuente latina, que toma cualidades propias en cada terreno, -en Francia, Italia, España. En el primero, cuando ni aun ese sabor del -terruño lleva consigo, sino que en todas partes es el mismo vocablo y -con idéntico sentido, bien podemos pensar que se trajo ayer mismo del -latín por los eruditos. En el tercero, ramas, tronco y raíz, corteza -y médula, saben á español. ¿De dónde se deriva el árbol? Para los que -conocen mis teorías, nada más obvio: es vocablo ibérico, nacional de la -primitiva época. - -Todas estas simplezas lo son tanto, que repito que no las han visto -nuestros autores. Hoy hace el gasto el verbo _saciar_ para expresar lo -que todos sabemos. En los siglos XVI y XVII estaba en muy poco aprecio, -mayormente aplicado á cosas intelectuales, y es que se ha traído -del diccionario latino; si fuera común en España desde los romanos, -hubiera sonado _sazar_. Nuestros clásicos preferían _hartar_, _ahitar_, -_llenar_, _satisfacer_. De éstos, _satisfacer_ gustaba por lo nuevo á -los escritores, pero no usándolo el pueblo, es claro que tampoco era -muy castizo, como lo dice su misma forma, puramente latina. _Llenar_, -ya era más español, pasó al castellano desde los primeros tiempos. Tal -indica su fonetismo, pues _lleno_ de donde salió, viene de _plenum_, -como _llorar_ de _plorare_, _llano_ de _planum_, y no menos su -significación concretada de la genérica que tuvo _plenum_, y aun tienen -_lleno_ y _llenar_. El gran orador y obispo aragonés de Barbastro Fr. -Jerónimo Bautista Lanuza empleó más que nadie el verbo saciar en sus -_Homilías sobre los evangelios_, 1621. Pero más castizos son sin duda -_hartar_ y _ahitar_. _Hartar_ de _harto_, es el _fartum_ latino, venido -á España en la época romana, y así lo usaba el pueblo lo mismo que los -eruditos. Si lo comparamos con _ahitar_, no hay quien no eche de ver -que éste encierra una fuerza y un colorido que deja oscurecidos á los -otros. Al oir _ahitarse_ ó _ahito_ se nos van los ojos á la garganta, y -nos decimos _éste está hasta aquí_, y ese _aquí_ es el que señala todo -español con el dedo. En Correas leo: _darse un papo_, _una hartazga_; -en Quevedo: _estoy hasta el gollete_. _Ahitarse_, _papo_ y _gollete_ -son tan gráficos como el _hasta aquí_, y sinónimos de todo punto. Este -cuadro naturalista, no menos que el otro del dicho de Correas: _darse -una ventrada_, y el popularísimo _sacar el vientre de mal año_, son -exclusivamente españoles. Eso es lo castizo. _Ahitarse_ y _ahito_, -_papo_ y _repapilarse_ ó _empapizarse_, no son de origen latino, sino -ibérico. _Vientre_, que viene del latín, es muy español; pero nadie -negará que lo son mucho más _papo_, _panza_, _pancho_, _tripa_, todos -ibéricos. - -Si de entre estos vocablos hubieran de escoger tres autores, pongo por -caso Granada, Santa Teresa y Lope de Rueda, á buen seguro que Granada -se quedaría con _satisfacer_ y _vientre_; la santa, menos erudita, -bien que algo mirada, daría la ventaja al _hartarse_ y al _papo_, y el -para mí primer cómico español Rueda diría á boca llena, sin melindres, -porque sin melindres lo dice el pueblo y lo que el pueblo dice es lo -más sano y natural: _panza_, _pancho_, _tripa_, _ahitarse_ y _hasta -aquí_. - -Claro está que los que escriben son los eruditos, y que por tales -quieren pasar; por el consiguiente, no es de maravillar que lo más -castizo quede postergado, y que al _regoldar_ ibérico de Sancho -prefieran como curiosos y limpios el latino _erutar_ de Don Quijote, ó -el más latino y menos español _eructar_. Por supuesto, que tan limpio y -curioso es lo uno como lo otro, ni los romanos dejaban de regoldar tan -feamente como los españoles cuando el caso llegaba, y su vientre no era -más de azucenas que la panza y las tripas de esta tierra de garbanzos; -pero el hombre vive de fantasías y embelecos, y más las gentes de -guantes y levita, hechas á no llamar al pan, pan, y al vino, vino, como -los aldeanos que beben puro y sin mezcla el aliento de la naturaleza. - -Por este camino el castellano va perdiendo su color, marchitando su -fragancia, borrando su sello nacional, deshaciendo lo que tiene de -castizo, de genial y propio. El idioma se convierte en lingua franca, -gálico-latina, de fácil manejo para el comercio y para darse á entender -con extranjeros, pero muy poco estética y menos varonil para el arte y -la vida. Porque la vida no se encierra en la bolsa ó aduana, sino en -la conversación ordinaria, en la cháchara familiar, en el palique de -estrados, portales, rejas y plazas. - -De aquí que las comadres del barrio y los tíos del soportal de la -parroquia sean para mí y para todo el que entiende algo de arte ó -aprecia un grano de la naturaleza más que cien arrobas de artificioso -pedantismo, los que más castizamente conservan el castellano, los que -mejor lo parlan y los verdaderos maestros de lingüistas, escritores y -académicos. - -Saber francés, latín y hotentote, cosas son harto buenas para otros -menesteres, y aun para conocer á fondo el mismo castellano; pero cuando -para hablar castellano castizo ó para formarse un criterio cierto del -casticismo sólo sirven de embarazo, como suele suceder, de desear sería -que nos olvidásemos del hotentote, del griego y del latín. Y no hay -para qué aspaventar, porque no hay novio, por lo menos de los que yo -conozco, que le importe un ardite la cara más ó menos apabullada de -su futura suegra, con tal que sea linda la de la polla. Cuando hablo -ó escribo castellano, viene á decir Valdés en no sé que folio de su -_Diálogo_, procuro olvidarme del latín. No faltaba más, sino que un -ochentón, como el castellano, más que diezdoblado, no supiera todavía -andar sin andadores y sin su ama de cría al lado, repiqueteando las -sonajas. - -Yo no digo que prescindamos de todo punto de las millaradas de vocablos -latinos que ya han tomado carta de naturaleza en la literatura y aun -en el habla de las personas cultas. Lo que sí habíamos de hacer los -amantes del castellano, es menudearlos lo menos posible, cerrar la -puerta á otros infinitos que nos pretenden introducir los que sin saber -latín se entretienen en hacernos creer que lo saben, y sobre todo -apurar y acrisolar nuestro criterio acerca del casticismo, estudiando -nuestro caudal léxico, para poder dar la preferencia á lo más -idiomático, á lo que se amolda á nuestro fonetismo, y á los radicales -exclusivos españoles, que son los más pintorescos y robustos por lo -mismo que llevan la estampa de la fantasía y del corazón de nuestro -pueblo. Tal es el secreto de los grandes hablistas, conocedores de su -hacienda, que tienen á gala pasarse la vida desentrañando el tesoro -que nos legaron nuestros padres y en él el alma entera del pueblo -español, no por prurito de desempolvar vegestorios, sino de sacudir de -nuestro idioma la polilla galiparlera que la ignorancia y pisaverdismo -ha puesto de moda, sometiendo nuestra rica lengua, como todo lo demás, -al yugo extranjero. Los pueblos y los individuos son grandes, cuando -libres de ajenos arrimos rebosan de vida propia, cuando llegan á ser -verdaderos caracteres, ingenios que se levantan sobre el rebaño de las -medianías. - - - II - -Á nada conducen patrioterías halagadoras de hueras vanidades, si no es -á acallar con fanfarronadas el grito interior de la propia flaqueza y -á colorear la falta de sangre con postizos afeites; pero también harto -nos hemos querellado y hecho alarde, más de lo que se nos pedía, de -nuestro abatimiento y desgracias. - -Ciertas ráfagas de nuevos alientos corren ya entre los escritos de -nuestros autores, y la mejor señal para mí de que los desmayos pasaron -es advertir que se va cayendo en la cuenta de que no estamos tan -muertos, ni aun tan maltrechos como nos figurábamos ó nos hicieron -figurar, y de que abriendo los ojos al pasado nos vamos persuadiendo -de que nuestra gente ha valido y sido y hecho algo en el mundo, de -que también hemos tenido nosotros por acá algunas cosillas no de -menospreciar del todo. Un pueblo que reconoce su valor, sea el que -fuere, y que alimenta esperanzas y fantasea ideales dignos de sus -mayores, no es un pueblo muerto ni herido de muerte. - -He dicho esto, abriendo toda la trompetería á propósito del revivir que -se nota entre nuestros jóvenes escritores á las letras castizamente -españolas. Ya no hay aquí ni un modernista. Fué un sueño de verano -eso del modernismo, que dejó como embriagados á unos cuantos mozos -hambrientos de ideal, al creerlo hallar en los últimos ecos acá -llegados de las escuelas en descomposición de París. ¡Quién sabe si el -manco de Lepanto al hacerles volver atrás la vista con su Centenario -los despertó de ese sueño y les hizo parar mientes en nuestras cosas -de antaño, donde pudieran á poca costa descubrirse soterrados mineros -de invención genuinamente nacional, y hacer brotar frescos raudales de -aguas que ya corrieron y dejaron cegar los galicistas del siglo XVIII! -Lo cierto es que á la par de la oscura labor con que nuestros eruditos -labran sus panales, editando libros clásicos antiguos en abundancia -que sorprende, tomo tras tomo, biblioteca tras biblioteca, que no se -dan manos editores y libreros, la florida juventud que se estrena -con artículos sueltos en revistas y periódicos y aun alza el vuelo -hasta llenar libritos de poesías, cuentos y novelas, más preñadas de -ricas esperanzas que de madura mies, ha dado en poco tiempo una vuelta -redonda, y ya no se va tras los oropeles de allende con el afán de -antes; ganosa de loable novedad sale al campo á escuchar las voces de -la naturaleza, requiere las aldeas y ciudades de provincia para conocer -á los hombres como ellos son, y acoge codiciosa cuanto los más leídos -descubren en nuestros viejos libros, ya voces de buena cepa y maneras -de decir lozanas á vueltas de su antigüedad, ya ideas de nuestros -peregrinos é inagotables ingenios. - -Ateniéndome al lenguaje castellano, mi anterior articulillo _Criterio -del casticismo_ comprueba esto mismo; tanto, que me ha vuelto á poner -la pluma en las manos para desenvolver algunas cosas que en él apunté -y me han pedido declare más despacio. Sin merecerlo, por sus modestas -pretensiones, el articulejo parece que ha hecho vibrar la cuerda patria -en algunos, y cuando esa cuerda ha respondido al unísono, de creer es -que no está tan destemplada. Siete cartas, amén de las felicitaciones, -sinceras ó de cumplido, de amigos y conocidos, han llegado á mis manos, -y todas se resumen en darme á entender que mi idea les paladeó el -gusto, dejándoles con gana de algo más. ¿Cómo podríamos encauzar los -deseos de muchos que sienten la necesidad de españolizar la literatura -y el lenguaje literario, que quisieran conocer, sin meterse en hondas -disquisiciones, cuáles son los vocablos y modos de decir castizos, de -cuño verdaderamente español, fraguados por la fantasía y el corazón de -nuestro pueblo? - -En esto se cifra el contenido de las cartas á que aludo y á esto -quisiera yo responder en este artículo ó en otros que me barrunto -habré de enhilar á poco que me dilate. No es tan hacedero, escribía -yo, distinguir lo castizo de lo no castizo, mayormente desconociendo -tantas lenguas antiguas y modernas, como son las que rodearon desde su -cuna al castellano, y han influído y están á la continua influyendo -sobre él en bien ó en mal. Ello es que requeriría un estudio muy al -por menudo de nuestro caudal léxico. No á la manera tradicional de -los diccionarios, especie de museos, donde se hallan amontonados toda -suerte de cachivaches fuera de su propio lugar, sin que pueda acertar -el lector, si es que no lo sabe, el manejo y papel de cada uno en el -habla real, corriente y moliente; sino apurando el origen y mudanzas -de los vocablos fónica y semánticamente y con citas de autores, en las -cuales se viese su valor y empleo. Por la fonética se vería cuáles eran -las voces que llevaban el sello de nuestro fonetismo, y cuáles las -traídas en bruto de fuera. Por la semántica nos entraríamos recorriendo -el hilo de las mudanzas metafóricas de las voces al través de los -tiempos, hasta el obrador donde la metáfora se hila y se teje, que -no es más que lo íntimo del alma española, de esa fantasía, cabeza, -corazón español, llámesele como se quiera, donde arraigan el sentir, -el pensar, el querer, el fantasear de ese todo lógico llamado España. -Este cernido y desmenuzamiento psico-fisiológico, fonético-semántico, -que hoy llaman análisis fonético y psicológico, pondría á descubierto -el alma toda española, tal cual en nuestro idioma se refleja y retrata, -y nos aseguraría y abonaría el criterio que habíamos de tener en el -elegir de los vocablos, frases y construcciones. - -Estudio semejante no se ha hecho de lengua alguna; pero lo creo de -tanta monta y gusto, que no me despido yo de emprenderlo y llevarlo -hasta donde mis flacas fuerzas alcanzaren. Entonces conoceríamos cuál -es la finura y delicadeza de oído de nuestra raza, cuáles los colores -que se pintan en su fantasía, cuáles los sentimientos que bullen en su -pecho, cuál la profundidad de su pensar y manera de ver las cosas, el -_Weltansicht_, digámoslo á la alemana con Humboldt, el panorama del -mundo que la nación se forma, según sus pensamientos y deseos, como se -lo forma al respecto cada individuo, según los alcances de su cabeza y -de su corazón. - -Entretanto, hay una piedra de toque para distinguir lo castizo de lo -que no lo es. Ya la apunté en mi artículo anterior y voy á declararla -algo más detenidamente. El mismo nombre de idioma lleva en cifra el -criterio del casticismo. Díjose idioma el habla particular de un -pueblo. El pueblo lo formó en cuanto pueblo; no fulano ó mengano. -Es su propiedad, el retrato de su interior. ¿Quién ha de ser, pues, -el maestro que lo enseñe y sepa discernir lo castizo y propio de lo -extraño y ajeno, sino el pueblo? Pero ¿qué es el pueblo? ¿Las personas -cultas, las cuales según las gramáticas todas (página primera) nos -dicen que son la norma del buen decir? Pueblo es, desde el rey, -inclusive, hasta el último gañán de cortijo; pero aquí solamente cuando -hablan como puros españoles, no como más ó menos sabidos en francés, -ó como más ó menos enamoriscados del latín y del griego. Sólo que -las personas cultas, con esos enamoramientos, andan embelecadas, y -ofreciéndoseles tres caminos, el trillado español, el abierto por la -moda francesa y la antigua calzada romana, echan por uno de estos dos -últimos, dejando el primero que lo chacoloteen los patanes. Para decir -lo que siento y saben todos muy bien sabido, ese dictamen gramatical -lo que preconiza como dechado de hablar y escribir, es lo culto, lo -que se aparta del habla común de las gentes que no escriben y si leen -lo hacen á trompicones ó tomando, como el aldeano del cuento en casa -del óptico, el periódico al revés. En puridad, pues, el tal dictamen y -precepto ha de volverse también patas arriba para que sea valedero. - -¡Horror! ¡Hablar como los tíos! Sí, señores míos, con perdón del que -no lo sea, como los tíos! Entendámonos, y amohínese el que guste, que -por mucha mohina que tome, no dejará de ser cierto que el pueblo que -hizo el idioma es el único que tiene en él vara alta; ó bórrese del -Diccionario el término _idioma_, con que lo bautizaron los mismos -eruditos, arrastrados por la naturaleza misma á desmentir esos espantos -y alharacas. Para curarles de ellos con otro espanto mayor, como con -otro clavo, voy á saltar de la lingüística á la agricultura, que -no será más que rodear el terreno de lo castizo por otro cabo. Los -labriegos españoles, la gente campestre, los tíos, son los verdaderos -maestros de la agricultura española. Y ojo con no espantarse, porque -sería triste caso de supina ignorancia, el cual con todo es de temer -que se dé, si para alguno fuese cosa del otro jueves que los españoles -han sido en todo tiempo los grandes maestros de cultivar la tierra, -los maestros de romanos, árabes y europeos. Y esos maestros claro está -que han sido los tíos. No suelte nadie el trapo, repito, que quedaría -graduado de ignorantón á carta cabal. Y no me amenacen los peritos y -agrónomos y los peritoagrónomos y otros profesores de agricultura al -menorete de Institutos y Escuelas con echarme á la cara centenares -de cartillas agrarias, millares de teorías agronómicas, colecciones -á pasto de Gacetas, proyectos de granjas modelos, Diccionarios -enciclopédicos de agricultura, revistas de ídem, y toda la balumba de -papeles que de eso se han escrito desde los tiempos de Carlos III. -Porque, sin meterme en más dibujos, sin tenerles que decir bobería -tamaña como la de que la Moncloa no es Campiel, ni las riberas -del Guadalquivir, ni las huertas de Murcia y Valencia, todos esos -papelorrios se revolverán desagradecidos contra ellos al soplo de una -sencilla, natural y nada estudiada carcajada mía, con que los habré -de recibir, si soy español de casta, que creo que sí. Porque con esa -carcajada han despedido bonitamente de todas partes nuestros labradores -á los agrónomos, que cargados de mamotretos, aparatos con tornillos y -torniquetes, y de dietas, que es lo más sabroso, han ido, enviados por -el Estado, á enseñarles á ellos, los tíos. ¡Y esto tiene miga! á los -tíos, digo á los baturros de mi tierra, á los del zorongo de entrambas -riberas, del Ebro y Jalón, á los de la anguarina de Navarra y Rioja, á -los de los zaragüelles de levante, y basta. Llegaron, bien así como -llegaban un siglo ha los granaderos franceses á enseñarles justicia, -derechos y civilización, llegaron; y después de tanto pompear y -pavonear, tras tanto ruido y estruendo, hubieron, cuitaos, de volverse, -rabo entre piernas, dejando en los viñedos repastándose á mesa puesta -muy á su sosiego y sabor, todas esas animalias (gusana dicen los tíos) -que con tanta furia iban á descastar. En aquel entonces soltaron los -tíos la carcajada, que aún no la han recogido, que para rato tienen, -porque las remesas de gente adietada se suceden que es un descalzarse -de risa para los unos, y un ir y venir y un tomar y dejar planes y -papeles para los otros. - -Pues, señor, que con cuatro ó cuatro mil nociones sobre terrenos y -cosechas ideales y aéreas, se nos vuelve un mozuelo al pueblo, donde -le vieron en la edad de los tres bolsillos, sin entender jota de cosas -que los viejos traen en las uñas y en los callos de sus manos de medio -siglo atrás, y pretende el muy estirado y guapo volver de arriba abajo -lo que tienen sabido y resabido los vecinos, que así lo aprendieron -de sus tatarabuelos, y éstos de sus trasbisabuelos hasta Alonso -de Herrera, el primero que trató de agricultura en la Europa moderna -sudando más en sus fincas paternas de Talavera que en su escritorio, -hasta los escritores árabes de agricultura, que por boca de Iben Galib -y de Almaccarí se dan por discípulos de los españoles, en fin, hasta -Columela, y aquellos famosos turdetanos é iberos, tan tíos como los -de hoy. Y luego nos vendrán con lo de la rutina, la testarudez, la -superstición y la ignorancia de los tíos! - -Recuerdo que el maestro Clarín, una de las tardes que charla charlando -nos pasábamos, él enseñando sin pretenderlo, yo aprendiendo como quien -no quiere la cosa, lastimándose de las ligerezas juveniles en que -había caído al tratar de puntos religiosos, me dijo estas palabras -que se me quedaron hondamente clavadas, porque eran fruto sazonado de -aquel profundo pensador: «Hay que tentarse mucho la ropa, y yo cada -vez tiemblo más de hacerlo, en eso de hablar sin ton ni son contra -una institución, que ha pasado ilesa al través de tantos siglos y de -tantas inteligencias superiores, á lo menos tan entendidas como las -nuestras». Profundo respeto me infunden á mí todas las cosas populares. -_Vox populi, vox naturae putanda est._ Por algo harán los tíos lo -que hacen. Fruto es de infinitas experiencias de los siglos, de las -generaciones que pasaron, de hombres, que no somos nosotros más que -ellos, que ponían todo su interés en granjear lo más posible con su -terruño, que conocían, si no todos los terrenos en teoría, el suyo -cada cual en concreto, y el clima, y lo que lleva ó no lleva el pedazo -de tierra que heredaron de sus padres. No digo que no sufra mejoras -la tradición española, pero á bien que ella y nuestros labradores -merecen todo respeto y reverencia. No así como así puede decirse que -tal máquina, tal rotación, etc., es buena para tal tierra y su colono, -que en correaje gastaría más de lo que saca, aun dado que fueran cosas -apropiadas y tan buenas en concreto como lo son en general en las -lucubraciones de los sabios. Las cosas del pueblo arraigan muy hondo, -donde quiera que se ve la mano del hombre en común, hay que ver la -fuerza del instinto humano, de todos los individuos mancomunados de -un pueblo, y ese instinto es algo tan natural como las leyes físicas -del universo y tan sabio como el instinto en los animales y plantas, -y algo más, si el hombre vale algo más que todo eso. Y al aplicar el -cuento al idioma, téngase presente que éste es la obra de las obras del -hombre y del instinto social, no de uno ú otro individuo. El idioma -es lo más sagrado que existe de tejas abajo, pero con tal que sea -ese idioma fabricado instintivamente por toda una raza. Es el fruto -de la inteligencia humana colectiva, lo más precioso que florece en -la naturaleza. La sabiduría de todas las Academias y filósofos es un -grano de anís delante de la sabiduría que encierra, como su meollo, -el idioma. Que el arte literario, al aprovecharse de esa habla vulgar -busque maneras de combinar los materiales, como las demás artes, es -cosa que se cae de su peso; pero no lo es el que se eche mano de otros -materiales extranjerizos ó el que se tome por módulo el módulo latino -ó francés, como hacen los cultos. El pueblo es, pues, el maestro del -idioma, es la piedra de toque del casticismo. - - - III - -¿Fueron castizos nuestros clásicos, quiero decir, los escritores -alistados como tales en el Diccionario de autoridades de la Academia, -con buen golpe de otros allí omitidos? Desentrañemos el vocablo -_castizo_. - -Doble valor, activo y pasivo, suelen tener los adjetivos castellanos -acabados en _izo_. _Espantadiza_ es la bestia que se asombra y espanta; -pero no es menos _espantadizo_ lo que causa espanto y asombro, y así -pudo decir Cabrera de la ley de Moisés que fué _espantadiza y de -temor_ (pág. 292). _Castizo_ llamamos á lo que viene de casta; pero -no lo es menos lo que la produce, por lo cual Herrera escribió de las -palomas: _que sean muy castizas, de muchas crías_ (l. 5, c. 34); y de -los toros: _Si el señor de las vacas procura tener buen toro castizo_ -(l. 5, c. 42). Es, pues, _castizo_, lo que viene de casta y lo que la -engendra, y sin duda estos dos casticismos, de atrás y de adelante, de -pecho y espaldas, que coge á todo el individuo, es todo uno, es decir, -que si de casta le viene al galgo el ser rabilargo, rabilargos y no -rabicortos saldrán los galguillos. - -Estéril es la mula, digamos en castellano _mañera_ ó _mañosa_, sin -casta, porque tampoco la tuvo en sus padres, fué descastada. Lo híbrido -ó mestizo es un producto teratológico, aislado, que sale del hilo de la -corriente natural, es algo pasiva y activamente no castizo. Terciando -en la generación de todas las cosas el espacio y el tiempo, castas se -dan que desdicen, decaen y degeneran, se descastan, así como otras -van criándose poco á poco merced á las apropiadas condiciones que las -rodean. - -Los merinos españoles han descaecido y venido á menos al salir de -España, y aun en España, trocadas las condiciones y privilegios de la -mesta; mientras que en Inglaterra, los esmerados y prolijos cuidados de -una sabia zootecnia han dado castas de caballos, cerdos, perros y otros -animales acomodados al intento que se pretendía. - -Las obras de arte más calificadas han sido las más castizas, por el -arraigo mayor de los autores en el terreno de su propia raza y época y -de su propia personalidad, y al mismo tiempo por lo fecundas en alentar -y dar vida á otras muchas posteriores, es decir, por su ascendencia -y descendencia, por su casticismo pasivo y activo. El original y -sugestivo Unamuno ha tratado lindamente de lo segundo en un artículo -de _Los Lunes de El Imparcial_. «Lo más grande de la obra de arte», -dice, «es que sirve de incentivo para nuevas obras de arte; apenas hay -grande obra poética que no tenga copiosa y dilatada descendencia». Es -el casticismo activo, mirado por delante. El pasivo, mirado por detrás, -consiste en que la obra arraigue en lo más hondo de la personalidad del -escritor, que si éste es español de pura sangre, por el mismo hecho, -arraigará á la par en lo más hondo é ingénito de la raza española. -El casticismo está, pues, entre pecho y espaldas, en el corazón del -artista y de su raza. Y cuanto más personal, más suya, sea la obra, más -de Fulano y más española, será á la vez más trascendental, más humana, -traspasando las lindes del individuo y de la nación. Don Quijote y -Sancho son dos retratos personalísimos del alma de Cervantes, y del -alma española, y por eso lo son de todo el linaje humano y de cada uno -de sus individuos. - -La razón es clara: en lo hondo de la personalidad y de la raza es -donde asienta lo universal humano, porque allí está monda y limpia -la naturaleza, la cual es una, de manera que la naturaleza humana se -espeja en la nacional y en la individual, tanto más cuanto más hacia lo -hondo las miremos, como se espeja tanto más diáfana y límpida la luna -en la sobrehaz de las aguas de un pozo, cuanto más hondo y envuelto en -tinieblas. - -Nuestros clásicos fueron grandes artistas; pero digámoslo sin rebozo, -lo fueron á medias. No son aquellos trozos arrancados del pentélico -y labrados por las castizas musas del Pindo ó del Parnaso. De esos -montecillos distan bastante el Pirineo y Sierra Nevada. Estamos en una -península codiciada de todas las gentes, que la han ido barriendo, -sembrando á su paso semilla de perfumadas rosas y de emponzoñado beleño. - -En el siglo XVI eran harto andariegos nuestros padres, y por más que -cual señores paseasen la Europa y el mundo, algo se les había de pegar -de fino oro y de mentido oropel en sus azarosas correrías. Ello es -que la savia nacional, alquitarada por el aislamiento y rudo vivir -cercado de luchas durante ocho siglos, pujaba recia y bullidora, y si -el espacio y el tiempo le hubieran favorecido, el ancho y rico follaje -que al soplo del Renacimiento brotó como por ensalmo, podía haber sido -gloria y prez de la raza, á ser castizo del todo y por todo: la España -del siglo XVI podía haber sido, como ha dicho alguien, la Grecia de -los tiempos modernos. Pero no fué así. Desmañados podadores desceparon -las más briosas de sus ramas, menospreciando su pujanza por demasiado -bronca, vulgar y cerril, quiero decir que lo más sano de la Celestina -y de Lope de Rueda fué apartado á un lado por los más enguantados -escritores. En cambio injertos desproporcionados de peregrinas -literaturas dieron abigarrada mezcolanza de hojas y frutos al árbol -nacional. Despego y menosprecio de lo de casa, ciega admiración de -lo de fuera: cosas son que se echan de ver no sólo en los frutos -literarios de aquel entonces, sino en las quejas y en los anhelos de -los escritores. Briosa y rica vena la de fray Luis de León, alma suya -de pintor, á quien hablaban los colores de la vera del Tormes, de -músico, para quien el gorjear de sus pájaros era lenguaje conocido, -cuajado en concertadas armonías, de ángel, que todo lo convertía en -apacibles sentimientos al tocar en su pecho sereno y sosegado. - -Ante aquel hombre de hechura helénica - - El aire se serena - y viste de hermosura y luz no usada. - -Y ese artista, ese poeta, ese pintor, ese músico, oreada su frente -por el céfiro de la Hélada, pero que ¡ay! ya venía de muy lejos -y muy ensalmuerado al través del Mediterráneo, deja caer de sus -manos la vihuela castiza española, y empuñando bravamente la cítara -antigua remienda lastimosamente la maravillosa profecía del Tajo con -aquella, para los españoles fría, amanerada, extranjeriza é incolora -personificación del muy reverendo señor el padre río, el cual, sin más -ni más, con toda la desenvoltura de un jayán nadador - - el pecho sacó fuera - y le habló de esta manera. - -Triste de D. Rodrigo y de la hermosa Caba, que no entendían tamañas -teologías gentílicas, y tristes de los españoles que sólo ven en el río -agua que corre, cuando ven y oyen que - - el pecho sacó fuera - el río, y le habló de esta manera. - -De esta manera, el gran poeta español lo que hace es echarnos, no un -jarro de agua, sino todo un río, y por dejar de ser castizo deja de -ser poeta español y de ser sencillamente poeta. Esa es la ficción que -envenena y encona la más sana y fresca vena poética, ese el desacertado -injerto que afea nuestra literatura clásica. - -Porque el casticismo no está sólo en el lenguaje, sino también en -la idea y en toda la vida; y si menospreciado y tenido como caso -de menos valer el casticismo del lenguaje, la literatura española, -y aun europea, se descaminó viniendo al cabo á donde bien se podía -esperar, á despeñarse en el culteranismo, no menos llegó á desbocarse -el pensamiento desarrendado y sin freno en el conceptismo, y se -enflaqueció y aniquiló la vida nacional toda entera, parando en el -entecado y espiritado fantasma y sombra de pueblo de fines del siglo -XVII. - -Gallardas hazañerías aquellas del hombre de más talento é ingenio tal -vez que ha criado esta tierra española, por haberle hecho nacer el -malhadado sino en una era de desquiciamiento del casticismo: de Quevedo -hablo. - -Desde Cervantes hasta él se abre un abismo literario, y eso que unas -mismas prensas hubieran podido publicar sus obras. - -Mentira parece que sólo pasara menos de una década entre la creación -de lo más castizo en ideas y palabras, el _Quijote_, las _Comedias_, -las _Novelas ejemplares_ de Cervantes y los monstruosos partos de -Quevedo, que nos ponen admiración y lástima á la vez, porque en ellos -riñen fiera pelea el poderoso ingenio que se yergue braveando con sus -músculos de acero, que llevan la tradición naturalista española en -sus venas, y el huero fantasmón del convencionalismo pintarrajeado y -retumbante, el robusto pensar de un Séneca y las melindrosas madamerías -de aquella infatuada corte. ¿Qué decir de Lope, coetáneo enteramente -de Cervantes, bosque secular donde crecen los más corpulentos árboles -de la tradición española, pero que injertados con toda suerte de frías -mitologías y escuetos escolasticismos resultó una enmarañada selva que -no hay quien se meta en ella que no se espine á cada paso y pierda la -paciencia? - -El que crea que exagero compare en la primera Celestina, en Lisandro -y Roselia, en la Selvagia, en Lope de Rueda, los dichos de la gente -de casta española con los de la gente de cuenta. Allí está en germen -la decadencia: el clasicismo castizo y el clasicismo no castizo bien -se ve allí de dónde y cómo se originan. «Maticen los delicados aires -mis muchas y dolorosas lágrimas, de miserables y profundos suspiros -esmaltadas. Descúbranse los furibundos alaridos, quebrantando los -claustros y encerramientos que tanto tiempo han tenido, esparzan con su -ligero ímpetu las delicadas exhalaciones de que el no domable corazón -solía ser cercado». - -Tras estas lindezas hay que oir lo que el mismo Villegas pone en boca -de la Libina aquella que sabe desdeñar con recancanillas que abran la -bolsa al desgraciado que cae en sus doradas uñas: «Xó que te estriego; -por mi vida, que le soltéis el freno y escopirá, ó le asgáis de la -barba y deciros ha mil gracias: axó, niño, dalde un tres, que dos -merece; ya los diablos le besen, que no tiene mocos». Cotéjese con la -insulsez pasada la socarronería presente, el humorismo español, que nos -han querido devolver como una gran cosa después de enfriado allá en su -paso por Inglaterra; compárese el dilatar del período, el deshilachar -de la frase á la latina, con lo apretado y tupido de la castizamente -española. Altísima concepción la de _La vida es sueño_; pero todos los -hipogrifos violentos, que corrieron parejas con el viento, amontándose -de lo español hacia regiones anticastizas, no supieron jamás escribir -ese sencillo párrafo de la menos apreciada de las Celestinas. Tal es -el colorido y el brío de nuestra manera castiza de decir, el jugo que -encierra, las chispas que despide. - - - IV - -La cuestión del casticismo, que toqué tan someramente como lo pedían -las circunstancias en mis últimos artículos de _Los Lunes de El -Imparcial_, no parece ha dejado del todo convencidos á algunos de -los aficionados de por acá á las genuinas letras españolas, que por -desgracia son menos de lo que pudiéramos y debiéramos prometernos. -Según ellos no quedó bien claro mi pensamiento; y como les picó la -curiosidad por entrever algo de cierto y de no poco momento para la -restauración del estudio del castellano, creo no se llevará á mal el -que vuelva á lo mismo, particularizando algunos puntos, en los que no -me detuve por creerlos sobradamente conocidos. - -Hay quien supone que por mis aficiones al éuskera, pretendía yo no ser -castizos cuantos vocablos tiene el castellano de otras lenguas, fuera -de ésta, por manera que los del _Quijote_ quedarían reducidos poco -menos que á un millar y harto mermado el léxico castellano de nuestros -más clásicos autores. Hase dicho que he manifestado en mis obras cierta -prevención ó malquerencia á romanistas y al romanismo del castellano. -Mal debí darme á entender, cuando personas de tan claro talento no me -entendieron. - -Dado el concepto general de lo castizo, que á mi manera declaré y creo -se aceptará, pues no es más que el de tener por español aquello que se -ha usado y usa por la generalidad del pueblo de España, y de la América -española, añado aquí, naturalmente, cuanto más español sea un vocablo -tanto será más castizo. Y no cabe duda que hay en esto sus más y sus -menos. El latín, que evolucionando vulgarmente nos dió toda nuestra -gramática, es la base y fundamento del estudio del castellano. El -romanismo ó estudio de esa evolución en todas y cada una de las lenguas -romances, es, por consiguiente, de la mayor importancia. Que yo sienta -prevenciones contra ese romanismo no podrá sospecharlo quien conozca -mis obras, pues sobre esos estudios, mayormente los de la _Fonética_, -los más dificultosos é importantes, va cimentado todo mi trabajo -sobre _La lengua de Cervantes_. Tampoco ha de achacarse á prevención -contra los romanistas el que por encima de lo que ellos tratan haya yo -proclamado la necesidad de estudiar el elemento euskérico en nuestro -idioma. Lo cual no es más que extender el estudio del castellano, -sacándolo de los estrechos linderos del romanismo, y esto con alguna -razón, ya que por poco que se admita de cuanto he traído yo del -éuskera, siempre quedarán sufijos, vocablos y fenómenos fónicos tan -claramente euskéricos en nuestra lengua, que merezcan estudiarse y -tenerse en cuenta. Romanista soy yo, como los demás: mal puedo tener -semejantes prevenciones contra los romanistas. - -Castizo es en castellano todo cuanto procede del éuskera, quiero decir -de la lengua prerromana hablada por los españoles. Nadie me tachará -de exagerado al decir que lo que era nuestro, antes de venir ningún -extranjero á traernos lo suyo, es lo más nuestro que tenemos. - -Llegan los romanos, añaden su civilización y cultura ó dígase la -cultura helénica, y con ella la gramática y gran parte del vocabulario -de la lengua de los españoles se hacen latinos. - -Todo este elemento latino de nuestro idioma claro está que es castizo, -aunque no lo sea tanto como la masa de la herencia que antes ya -teníamos, y cuyo origen hay que ponerlo en la misma cuna de nuestra -raza, que, ciertamente, no es latina. Pero hay que distinguir muy bien -cuál es el elemento latino en nuestro léxico, como procedente por -evolución natural del latín al pasar por labios españoles en aquella -primera época del nacimiento de nuestro romance, para no confundirlo -con la mitad del diccionario oficial, que es latino, pero de acarreo, -traído en diversas épocas por los eruditos, no del habla viva de los -romanos, sino del diccionario del latín, cuando ya este idioma había -fenecido. Esa avenida de voces, que ha ido creciendo y subiendo, -sobre todo del Renacimiento acá, es lo que yo no tengo por castizo ni -lo tienen los demás romanistas. Algunos de estos vocablos, los más -antiguos y que se refieren á instituciones populares, han entrado -de lleno en la turquesa fonética del castellano por haber penetrado -hasta el pueblo. Son los vocablos llamados semieruditos, que ya son -castizos por lo mismo, aunque no tanto como los latinos procedentes de -la primitiva evolución. Los demás, que no los usa el pueblo, ó si los -toma en su boca los estropea, mejor diremos los acomoda al fonetismo -castellano, mientras pugnen con este fonetismo y no se derramen á todas -las clases sociales, no pueden considerarse como castizos; son la -escoria del castellano. - -¿Que en qué se diferencian de los anteriores? Nada más claro y -averiguado para los romanistas. Los vocablos que evolucionaron -naturalmente, desde un principio se atienen á ciertas leyes fonéticas, -que pueden verse en _La lengua de Cervantes_. Los semieruditos -atiénense á las mismas leyes en general, aunque en parte á otras que -surgieron posteriormente. Pero los vocablos puramente eruditos que -no son castellanos saltan por cima de esas leyes y se pronuncian, no -ya como los pronunciaban los romanos, sino conforme á la tradición -rutinaria y en parte falseada de la pronunciación del latín, porque -no se tomaron del habla viva, sino de los escritos y como aparecen -escritos se pronuncian. Reputare dió en puro castellano retar, en -erudito reputar; pensare dió igualmente pesar y pensar; collocare dió -colgar y colocar; examen dió enjambre y examen; limpidus dió limpio y -límpido; computare dió contar y computar; fames dió hambre y famélico; -colligere dió coger y colegir; pauper dió pobre y paupérrimo; fabulari -dió hablar y confabularse; tractus dió trecho, y tratar trato; filius -dió hijo y filial. Todos los terminados en ivo son eruditos y vienen de -ivus, como repulsivo; vulgarmente ío, como natío, nativo, nativus. Los -que llevan dis, son vulgarmente con des, disculpar, entre los clásicos -del siglo XVI desculpar. Los que tienen in, vulgarmente con en, an, -entender, intendere; añadir, antiguamente, eñadir, inaddere. Los que -comienzan por f sonaron antiguamente con h andaluza, ó dígase con j -suave; los eruditos trajeron la f, que ni sonaba así en latín, sino -como bilabial. De aquí hilo, hilar, á la hila son vulgares, y eruditos -filo, fila; hogar, huego, hoguera, ahogar, vulgares; fuego, desfogar, -eruditos. Toda la letra F y los que comienzan por in, en el diccionario -llevan el influjo erudito. - -Resultado, que al fonetismo castellano hase añadido otro fonetismo -anticastellano, que ni siquiera es latino. El grupo ns sonaba s en -latín, como suena en castellano costar de constare; los eruditos han -sacado del cementerio latino el constar, que no pronunciaron los -romanos. Estúdiese la _Fonética_ en _La lengua de Cervantes_; los -términos que no se acomoden á ella son eruditos. El pueblo los estropea -porque no son suyos. Traed una máquina nueva de Inglaterra y tendréis -que traer un ingeniero inglés para montarla, y gracias que nuestros -ingenieros sepan ponerle una pieza estropeada aun después de aprender -su manipulación, y aun no será mucho no sepan echarle aceite. El pueblo -y nuestros clásicos, más castizos y mejores latinistas que los lindos -latinistas que hoy gastamos, dice y decían dotor por el feo doctor de -hoy; dice y decían malino por el no menos feo maligno, y así de otras -muchas palabras en que la ignorancia presuntuosa moderna ha querido -corregir á nuestros grandes humanistas de antaño y al pueblo, que es el -que mejor conoce su idioma. - -¿Hemos, pues, de dejar todo ese caudal que, según dicen, enriquece -nuestro léxico literario? Y ¿quién soy yo para imponer leyes á nadie? -Yo mismo echo mano de esas palabras cuando me hacen falta, porque -una vez formado con ellas el léxico técnico en asuntos no vulgares, -extravagancia fuera buscar términos técnicos equivalentes, derivándolos -del diccionario vulgar. - -Eso se pudo hacer antes, en el siglo XVI, y en parte se hizo; pero -estuvieron de moda el latín y el griego, y venció el tecnicismo -greco-latino. - -Lo único que yo pretendo es poner en claro los hechos, tal como la -ciencia lingüística los conoce. La aplicación á la práctica queda á -merced de la literatura. Lo que sí debieran hacer los literatos es, -reconociendo estas doctrinas, no favorecer tanto los vocablos eruditos -como los de buena cepa castellana, no poner de moda los unos y afear -como groseros los otros, y en todo caso evitar lo más posible los -eruditos, usando cuanto se pueda los vulgares. - -Los vocablos eruditos nada dicen á los oídos puramente españoles; -mientras que los vulgares llevan en su raíz castiza y conocida y en sus -sufijos y prefijos castellanos el sello de la raza y el concepto propio -que encierran: son, pues, más estéticos, más coloristas, más sentidos, -más españoles. - -Amputar lo entendemos los que sabemos latín, que vemos un podar -todo alrededor; para los eruditos no latinistas y para el pueblo es -un vocablo que nada suena á sus oídos. Sepultar, ni aun para los -latinistas dice gran cosa; pero enterrar ó soterrar, bien claro indican -que es poner en ó so tierra. Le introdujo la espada en el cuerpo: -¿cuánto más gráfico que ese introdujo no fuera se la envainó, se la -envasó, se la ensartó? Defenderse no sabe el pueblo á qué suena; pero -dígasele se escudó, se abroqueló, se reparó, se adargó, y además de la -idea abstracta ven un cuadro completo, un hombre que se cubre con su -escudo, broquel ó adarga, ó se para, echándose atrás. Un hombre confuso -ante el rey, es un puro concepto; pero es una pintura si decimos que -se corre, se pone colorado, se aturde como tordo, se acoquina como si -viera el coco ó fantasma, se empacha como el empachado de indigestión, -se azora como la gallina al ver el gavilán, y otra infinidad de -vocablos pintorescos, que á manos llenas puede hallar el que ha -estudiado el castellano castizo. Siga usted la dirección del camino. El -aldeano de Castilla le dirá: Siga el anhelo del camino. Déjase ir al -amor del agua, dice Cabrera, lo que el hinchado culto diría siguiendo -el agua ó la corriente. - -Y esta es la razón por la cual yo prefiero las Celestinas y el -primitivo teatro de Juan del Encina, Lucas Fernández, Naharro, Lope -de Rueda y los entremeses de Cervantes, al teatro posterior, que ganó -en grandiosidad, porque así lo llevaba el adelanto, pero perdió en -españolismo y en casticismo de lenguaje. El teatro primitivo pudiera -haber llegado á la cumbre á donde llegó el teatro medio escolástico y -medio gentílico de Lope y Calderón, si siempre hubieran escuchado con -el cariño que Rueda y Cervantes el habla popular en vez de dar oídos -á latiniparlantes ó medio latiniparlantes. Español tan español como -Lope de Vega en sus mejores dramas, no creo hubiera perdido en apreciar -el habla puramente española como apreciaba los asuntos puramente -españoles. Por eso yo prefiero el _Quijote_ al _Persiles_, _Rinconete -y Cortadillo_ á la _Española inglesa_. ¿Y quién que esté convencido de -la importancia del material artístico para la ejecución de las obras -de arte, y del color local y la sangre de raza que envuelve el léxico -vulgar, junto á lo aguado, seco y descolorido de los términos traídos -de fuera, no estará de mi parte? ¿Que el asunto también hace al caso? -¿Quién lo duda? El del _Persiles_ y de la _Española inglesa_ hace que -Cervantes sea otro que el Cervantes de los entremeses y de _Rinconete -y Cortadillo_. Pero es por lo mismo, porque el asunto no castizo -difícilmente lleva á usar el lenguaje castizo; pero cuando el asunto -es español, hablan los personajes á la española, ó pueden por lo menos -hablar, como en Cervantes lo hacen, aunque no lo hagan siempre en Lope -y Calderón. - -Y es que esta cuestioncilla del casticismo, que parece tan baladí, -tiene más miga, porque el idioma es el alma de la raza, y abogar por el -casticismo del castellano es tirar bastante más allá, es anhelar por -el renacimiento castizo de España en todo orden de cosas, es querer -que volvamos los ojos á lo nuestro, aunque sin desechar lo bueno que -de fuera pueda venirnos; porque si España no renace de sí misma, -arrimada á sus tradiciones de raza, en vano serán todos los emplastos -y paños calientes que se le quieran poner por defuera. Á eso voy yo -por lo menos, y vamos todos los que salimos á romper lanzas en pro del -casticismo. Literatura en España que no se haga con lengua castiza no -será literatura española. Claro está que peor enemigo es el galicismo; -pero ese es enemigo declarado, que todo el mundo reconoce. El solapado -es el latino-helénico de antaño, que hoy va tomando mayores fuerzas con -el tecnicismo científico, que acorrala al lenguaje todo entero y se -infiltra hasta en la literatura, tendiendo á convertir su lenguaje en -la aguachinada jerga de comerciantes é industriales, jerga cosmopolita -y por lo mismo sin color, sin brío, sin aceros, sin alma nacional. - - [Ilustración] - - - - - NAVARRO LEDESMA - EL HOMBRE Y EL LITERATO - - -Los pocos renglones que me es dado escribir aquí de estos dos que -pudieran servir como encabezamientos para los dos capítulos de la -biografía de Navarro Ledesma, habré de gastarlos en desagraviarle. -Porque acaecen cosas en este cuitado mundo, que aunque parezcan -mentira, no lo son. _Paz á los muertos_ no debió decirse por aquel -á quien no bastó ser terrero inmerecido en vida de mil golpes de la -fortuna que sobre él llovieron, sino que aun después de muerto no -habían de faltar lenguas que se ensañasen cruelmente en su memoria. -Á Paco (así le llamaba todo el que tratándole un par de días tenía -entendederas y corazón de carne), á Paco, digo, á aquel hombre de bien -á carta cabal, á aquel amigo de quienquiera que le conocía, salvo si -no era un necio ó un malvado, á Paco se le ha tenido por un adocenado -escritor, borrajeador de artículos de mediana estofa, y lo que peor -es, por un mal hombre. - -Hay literatos á medias: en España lo son los más. Los hay que miran -atrás, los hay que miran adelante, pero con terquedad y tesón muy de -nuestra tierra. Llamo mirar atrás, tener los ojos y los cinco sentidos -clavados en legajos de archivos. Bichos real y verdaderamente risibles, -cuando no contentos con su tarea, merecedora de todo encomio, como que -sin estos peones que acarrean los materiales de la cantera no subiría -la fábrica, se sonríen con autorizada sorna de los maestros que, -asentando los sillares, la hacen subir, de los que discurriendo, digo, -sobre esos datos que ellos allegan, forjan teorías, traban los hechos, -deducen leyes, alzan un cuerpo de doctrina. El mirar solamente adelante -es de algunos que están muy puestos en que hasta el día que ellos -abrieron los ojos, nada se hizo que valga la pena de tomarse en cuenta, -esto es, que los hombres hasta ese feliz momento fueron lastimosamente -unos tontos de capirote. - -Paco fué literato de cuerpo entero. No era de los que llevan á mal que -todavía se enseñe en España la miseria de latín y griego que hoy se -enseña; sino de que se hayan dejado por puertas los estudios clásicos, -que sabía él muy bien llevan á donde quiera que van la maciza y honda -cultura, desde Italia y España en la Era del Renacimiento, hasta -Alemania é Inglaterra en la época presente. - -Cierto que su natural y exquisito gusto le arrastraban ya de suyo al -puro clasicismo, hollando el clasicismo académico ó de oropel. Tengo el -placer de saborearme leyendo á Cicerón en el ejemplar que él lo leía, -quizá mientras algunos de sus émulos refocilaban sus luengos alcances -con el folletín de algún periódico. - -Pero más que clásico, fué Paco español, enamorado de las letras -españolas de nuestros buenos tiempos. También han parado en mi librería -algunos de sus libros castellanos, y es de ver el tino con que cuatro -rasgos de lápiz apostillan los pasajes que más le entretuvieron: -_Es una walkyria_; _Como Rosalinda_; _Parecen estos pastores de -Shakespeare_; _¡Trozo bucólico admirable!_ _Ambiente selvático -misterioso_, como en _As you like it_; _Este vizcaíno, copiado de Lope -de Rueda, es el primer gracioso de nuestro teatro_; _Muy bien imitado -el romance fronterizo_; _Esta escena es de lo más original que se ha -hecho en nuestro teatro_; _Es un final de acto de ópera_; _Escena -sainetesca, que no se hubieran atrevido á introducir en una comedia -Lope ni Calderón_; _Todos estos señores nobles no cenan_; _Angels and -ministers of glory, etc._; _Lo mismo que hablan ahora_. Basten estos -ejemplos que hallo en las comedias de Cervantes. He entresacado algunos -que llevan el cotejo de literaturas extranjeras y modernas, en las -que por demás fuera detenerse á probar que Navarro Ledesma no estaba -atrasado de noticias en esta parte. Vamos, pues, á lo otro. - -Y lo otro es... no sé cómo calificarlo. _El desdichado, el tristemente -célebre Navarro Ledesma_, y otras pestíferas gorgozadas á este lindo -tenor y sonsonete, se han estampado á raíz de su muerte. Y se han -estampado (horresco referens) en papeles y revistas serias y graves, y -bajo la firma de personas que profesan el más acendrado catolicismo. -Santiago, español por predestinación, se deslenguó delante del Divino -Maestro, y pidió rayos y centellas contra los que no les querían -recibir. Españoles habían de ser los discípulos de Jesús que pidieran -esos rayos y centellas contra uno de los hombres de corazón más de oro -que he conocido, contra aquel hombre de condición mansa y apacible, por -más que saltara como un león en oyendo embustes sociales, compadrazgos -y caciquismos, y sobre todo farisaismos rebozados con capa de virtud. Y -¿quién es nadie para asentar su tribunal en el fuero de una conciencia, -donde sólo tienen voz y voto el alma y su Criador? ¿Qué cristianismo es -ese que juzga los insondables abismos de una conciencia, y promulga por -sí y ante sí el fallo que sólo es conocido de Dios? - -Yo tengo una manera de pensar muy original y rara, creo que opuesta á -todos los que escriben y leen este periódico. Yo siento que nos hace -falta la Inquisición. Ojalá venga la negra, la sangrienta Inquisición. -¿Que para qué? Para poder hablar con la libertad con que hablaban -y escribían los españoles del siglo XVI de cosas que ahora no nos -atrevemos á tocar siquiera los que tememos escandalizar á la gente -menuda. La gente menuda escandalizable es hoy las tres cuartas partes -de los españoles, casi todos los católicos. Tal nos la han criado -ciertos fariseos. - -Entre los ingleses no hay niños, porque desde las mantillas los crían -para hombres; aquí no hay hombres, porque hasta los setenta años nos -crían como á niños. Lo que el padre de familia, el pedagogo, el Estado -dan á entender á los suyos que son, eso son y eso serán. Regañad á -un muchacho diciéndole que es un pillo: pillo será. Dadle alientos, -diciéndole que tiene nobles sentimientos, que es para grandes cosas: -grandes cosas hará, tendrá sentimientos nobles, será un hombre. El -farisaismo no engendrará más que almas mezquinas, raquíticas, aniñadas, -avillanadas. Malo es el remedio, pero casi estoy por vocear prefiriendo -aquellos tiempos inquisitoriales á éstos, donde á la sordina, á socapa, -solapadamente atan de pies y manos, no los inquisidores á hombres -barbados, sino cierto aire farisaico, melindroso y para poco, que no sé -quién lo ha soltado, á toda la raza antes de que deje los andadores. -Venga, pues, si es necesario, la Inquisición y barra, ese farisaismo, -y hablaremos con la santa libertad de aquellos nuestros padres que, en -no tocando al dogma, escribían cosas que hoy nos asombran y espantan y -eran harto mejores católicos que nosotros. - -Pero es que eran hombres, grandes en sus solturas y grandes en sus -hazañas. La casta de los fariseos era rara; hoy ha cundido la podre -farisaica y ha consumido, encanijado, empequeñecido el natural -arrogante de esta descaecida nación. - - [Ilustración] - - - - - CHOCANO Y LOS DEMÁS POETAS JÓVENES DE AMÉRICA - - -La poesía en América se halla hoy, iba á decir en embrión, pero ni á -eso llega, que el embrión ya encierra en sí lo que será el organismo, y -la poesía americana todavía no sabemos lo que será ni ofrece siquiera -muestras de organización distinta y caracterizada. Mejor diremos que -se están echando en el crisol toda suerte de metales, estilos de todas -las escuelas, y que la fusión va á empezar. Tampoco ha empezado. Las -Repúblicas americanas están en la cuna, todavía no han desplegado del -todo los labios; balbucean, pero no se entiende muy claro lo que dicen. -Tras el amaneramiento de la época del coloniaje surgió la revolución -literaria, poco bullanguera, á la verdad, en algunas partes, porque la -señora poesía pide otro sosiego y otra brillantez de cultura de la que -podían tener políticos improvisados que les faltaba el tiempo para -arrojarse cada día los trastos á la cabeza, convertirse en guerreros de -lastimosas lides civiles, y en legisladores sin norma, instrucción ni -práctica. Todo andaba manga por hombro, y los versos ni más ni menos. -Dadas las espaldas á España, cuyas menguas tampoco eran para llamarles -la atención, las miras de cuantos anhelaban emprender algo se pusieron -en Francia é Inglaterra. Con esto el modernismo pasó los mares. Sus -tres precursores fueron un bogotano, José Asunción Silva; un mejicano, -Manuel Gutiérrez Nájera; un cubano, Julián del Casal. Los tres son ya -muertos. Silva fué el más original, alzando una verdadera enseña con -su _Nocturno_, que tenemos todos á mano en _La Corte de los Poetas_. -Gutiérrez Nájera es el Catulle Mendes de Ultramar, preciosista con -dejos de Copée y, por supuesto, menos aristocrático y menos terso. -Casal, parnasiano de largos y clásicos arpegios, no abandona los -antiguos moldes, moderniza el endecasílabo castellano sin juguetear con -ritmos, rimas y demás zarandajas de la escuela, sólo trata de barnizar -con lo que de Francia le llega halagándole el oído, lo que él tiene -por ideal de la poesía castellana. No hubiera jamás trocado su alteza -de pensamiento y su galanura musical espontánea por ciertas rarezas -modernistas. - -Viniendo ya á los vivos, de Rubén Darío nada habrá que añadir á lo que -todos saben. Portaestandarte del modernismo en América y en España, es -un Schumann en poesía: tras una melodía de gasa azul que ondula sin -rozar los aires, salta un desacorde que hiela el tímpano, transición -inconsciente para el autor, pero que yergue los nervios del oyente -para dejarlos después descansar adormecidos más suavemente con otra -sonada todavía más muelle y cadenciosa. Golpes estrafalarios acá y -allá, rarezas inesperadas, despertadoras de una justa condena, que -se apaga en la mente del crítico tan pronto como estuvo á punto de -estallar. No tiene pentagrama, es ya violín que juega encaramado sobre -él, ya violón que se sume á lo bajo. Ni quiere compases, porque el -ritmo ha de nacer de la misma imperiodicidad de los golpes, y ha de ser -la cláusula poética un período prosaico, cadencioso y versificado en -líneas de desigual largura, algo así como el período métrico del poeta -tebano, aunque sin repetición de estancias. Nombres y vocablos traídos -de todos los climas, ideas barajadas de todas las doctrinas las más -opuestas, plegarias y reniegos, orientalismos vagos y convencionalismos -cortados occidentales. Pero siempre nuevo como los variados paisajes -que cruzan á la vista del viajero en un tren, y siempre como este mismo -tren en continuo movimiento. Es un Hugo más humano, menos titánico, -más preciosista, más musical, aunque á las veces no menos barroco y -engravedado. ¡Y eso que quería pasarlo por alto! - -_Las Montañas del oro_ del argentino Leopoldo Lugones entrañan pepitas -de muy reconcentrada poesía. Remeda á Edgard Poe y al portugués Eugenio -de Castro con buena fortuna. Menor la tuvo al imitar á D’Anunzio y -Laforgue en _Los Crepúsculos del jardín_. Con toda esta descaminada -tendencia hacia lo ingenioso y deslumbrador, es Lugones, según dicen, -el más alto representante del simbolismo en castellano. - -Del neomisticismo lo es el mejicano Amado Nervo, alma contemplativa y -melancólica, pero sin norte fijo. Sabe soñar, pero como quien sueña -fuera de su hogar, en una casa de huéspedes. Hace á veces un pisto -tan extravagante como sabroso de ideas católicas y panteísticas, -rebujándolo después con cierta melancolía religiosa de las razas -indígenas de América. _Místicas_ es lo mejor que ha escrito. Anda entre -Luis Cardonnell y Baubille, sin ser místico francés del todo, pero -mucho menos español. - -El primer parnasiano en América es el bogotano Guillermo Valencia, muy -clásico en la cultura y muy modernista en la forma, como puede verse en -su libro intitulado _Ritos_. - -También es bogotano Julio Flores, poeta repentista á cuyos labios -acuden acentos melancólicos al son de las cantatas populares, con -espontaneidad y frescura. Pero su gran facilidad lo hace indomeñable, -que ni quiere cultura ni modernismos ni ataduras de ningún género. -Es, pues, poeta popular, que ni siquiera se ha cuidado de recoger los -versos que deja volar á los cuatro vientos, como el ruiseñor suelta -y no recoge sus notas. Claro está que todo ello da bien á entender -lo mucho que tendrían que retocar sus poesías, y los altibajos y -desigualdades de su entonación. - -Para que ningún género falte en esta galería tan abigarrada, el -mejicano Salvador Díaz Mirón es el poeta encrespado y melenudo á lo -Víctor Hugo y Castelar. _Oruga enamorada de una chispa, ó águila -seducida por un astro._ Aunque esa es la gloria para él, él y sus -maestros ideales también tienen algo de eso, bien que el mejicano -no trompetee tan alto y sonoro como el francés y el español. No es, -ciertamente, _la sibila de oro_, pero en otros tiempos hubiera sido -puesto en el pináculo del templo de la fama, porque á verbosidad y -soltura y á riqueza de metáforas pocos le llegan. Es la liana de -América, que se enreda á todos los árboles de la selva tropical y no se -detiene en ninguno. Para él la poesía es, entre otra infinidad de cosas: - - «Flor que en la cumbre brilla y perfuma; - copo de nieve; gasa de espuma; - zarza encendida do el cielo está: - nube de oro, vistosa y rauda; - fugaz cometa de inmensa cauda; - onda de gloria que viene y va, - Nébula vaga de que gotea, - como una perla de luz, la idea; - espiga herida por la segur; - brasa de incienso; vapor de plata; - fulgor de aurora que se dilata - de Oriente á Ocaso, de Norte á Sur». - -Todo, menos humilde violeta que pide nos abajemos á recogerla, que se -nos ofrece vestida de melancolía, pero que en su aroma lleva un mundo -de suaves y delicados sentimientos. - -Este poeta es ave que pasó. Otra acaba de llegar aleteando; y digo -acaba, porque José Santos Chocano, de quien hablo, desea que se rompan, -como desgraciados ensayos, todos sus versos anteriores, comenzando -vida nueva, armado de una estética personal y bien definida y la -mirada fija en un ideal alto y noble. Chocano ha declamado sus versos -en el Ateneo y en el Conservatorio, y los ha declamado muy bien. Son -versos precisamente para declamar. Al quererlos leer se le yergue á -uno instintivamente la cabeza y se le escapan los brazos. El timbre -poético de Chocano es el del clarín, por eso el ritmo y las ideas de -su composición. _Lo que dicen los clarines_ es lo más característico -y suyo de todo el libro _Alma América_. El mismo metro ha empleado en -otras composiciones. Es metro oratorio y esencialmente declamador. -Nótense, sobre todo, las repeticiones: - - «_Los clarines suenan_ trémulos... - _Los clarines suenan_ lánguidos... - - ......................................... - - _Se dijera que las notas de los épicos clarines_ - _son_ los ayes de la raza, _son_ las voces del pasado; - _se dijera que las notas de los épicos clarines_ - vienen, llenas de penumbras _y_ misterios _y_ milagros, - de países muy distantes - _y_ de tiempos muy lejanos... - _Tales fueron los clarines españoles, - tales fueron los clarines españoles_ que sonaron - en las cumbres luminosas - y en los lóbregos barrancos,»... - ........................................ - «_ya pasaron... ya pasaron... ya pasaron... - ya pasaron para siempre... - ya pasaron para siempre... ya pasaron...! - Los clarines suenan_ trémulos... - _Los clarines suenan_ lánguidos...» - -Confieso que este reteñir y tornar á reteñir el mismo retín y retintín -es un dejo simbolista muy bien expresado, que da sonido de cobre á toda -la composición. La misma largura de los versos, sus cortes, su mezcla -con otros breves, remedan maravillosamente la tendida y dilatada voz -del clarín. - -Hay pocas poesías en la literatura francesa, dice Max Nordau, -comparables á la _Canción de otoño_ de Verlaine. La calma melancólica -de la estación está expresada en versos ricamente cadenciosos y llenos -de música. - -Otra composición pudo tener también Chocano en sus oídos, tal vez sin -darse cuenta de ello, y tal vez más simbolista y expresiva, la de -_Ennuie_ de Maeterlinck[17]. - -En lugar del aburrimiento, del fastidio, Chocano quiere despertar una -cierta melancolía al recordar por la voz de los clarines que: - - «Ya pasaron las historias que eran cuentos de heroísmo, - las audacias que eran timbres, los ensueños que eran lauros, - los arranques imperiosos de la raza primitiva: - ya pasaron... ya pasaron... ya pasaron... - y lo lloran los clarines - con acentos desgarrados». - -Siempre la armonía imitativa la tuvieron muy en cuenta los poetas... -que pasaron; y de las extravagancias de los simbolistas ha quedado la -confirmación doctrinaria y científica de este elemento musical de la -expresión poética. Ha hecho muy bien Chocano en aprovecharse de él, si -es que lo ha hecho á sabiendas; y si no, lo mismo da, son rastros de -esa escuela que también pasó, los cuales quedaron en los oídos de todo -artista, porque tienen una razón de ser estética innegable. - -Fuera de esto, Chocano es declamador. Sus versos declamados, ó escritos -sin división de líneas como la prosa, forman períodos prosaicos, sin -dejar de ser por eso extremada poesía en la expresión metafórica del -pensamiento, en el ritmo, aunque libre y suelto, no tanto como el de -la prosa, en la ilación lírica y á saltos de las ideas, siguiendo al -sentimiento más que al pensamiento frío y razonador. - -El ideal y la estética de Chocano pueden resumirse en estos puntos. -Cree que una cosa es la métrica y otra la poesía. Sólo quiere hacer -poesía americana, en todas sus formas, antiguas y modernistas. Piensa -que América puede y debe tener una poesía propia, con raíces españolas -é indígenas. Finalmente, su poesía ha de ser objetiva, y en tal -sentido, sólo quiere ser Poeta de América. Todos estos principios ó -los pone el mismo autor en su libro ó me los ha confesado á mí en -particular. Pueden servirles de comentario estas palabras que le ha -dicho Rubén Darío: «Su musa es la representativa de nuestra cultura, de -nuestros anhelos, de nuestra alma hispano-americana actual. Lugones, -Nervo, yo mismo, parecemos extranjeros. Y ante todo hay que ser de su -tierra». «Darío hace justicia á mis intenciones», me ha dicho el mismo -autor. «Otros levantarán, añade modestamente, el palacio; pero yo he -osado poner la primera piedra». - -Graves problemas surgen aquí, no ya tan sólo sobre Chocano, si ha -acertado ó no en la ejecución de este su programa, sino además sobre la -poesía en general americana. - -Cuanto á lo primero, bien claro se ve que Chocano ha tratado, no digo -de poner en ejecución lo que se propuso, antes creo que llevado de -su inclinación hizo poesía americana y objetiva en metros antiguos y -modernistas, con raíces españolas é indígenas, y que luego dedujo de -su poesía sus principios. Cábele la gloria de haberse inspirado en las -raíces de la civilización de su país, que son el pasado español y el -pasado indígena, y por consiguiente de haber hecho poesía americana; -sin por eso echar en saco roto lo bueno francés transplantable á -América, como hemos visto de los metros y del simbolismo. Y en esto -Darío y los demás, realmente, no pueden ser más que un eco lejano de -América, puesto que se inspiran en el extranjero. - -He dicho que la poesía americana estaba aún en estado balbuciente: es -poesía por la mayor parte extranjeriza. Los jóvenes poetas han echado -en el crisol todo linaje de metales y doctrinas estéticas, traídas -de fuera. Preciosista fué Gutiérrez Nájera, Casal y Silva fueron -modernistas á medias, Lugones es simbolista decidido, Nervo neomístico -á la francesa, Valencia parnasiano, Flores trovador popular á medias, -y pudiera ser el poeta americano si no fuera tan despreocupado de la -cultura como del modernismo, Díaz es un huguiano trasnochado, Rubén -Darío un modernista á la francesa, con ribetes de todas las escuelas -vivas y ya fenecidas de Europa. - -Chocano es el más americano de los poetas. Yo desearía que fuera la -musa americana por excelencia; pero he repetido que la poesía en -América comienza á balbucir, y Chocano, el representante más genuino de -esa poesía, balbuce y nada más. - -No lo lleve á mal mi inteligente y buen amigo. Yo tengo un concepto -algo más amplio y hondo de la poesía, y sin saberlo acaso, también -lo tiene el mismo Chocano; y si no, él me lo dirá en llegando á las -inmediatas. Yo tengo por lo mismo mis esperanzas de que esa poesía -americana, que en sus labios balbuce tan solamente hoy, llegará con -el tiempo á hablar claro y en su propio idioma poético americano. -Á no ser así, habría que aceptar un hecho que contradice á toda la -historia, y es que no hay pueblo medianamente culto, y aun estoy por -añadir salvaje, que no tenga su poesía propia y nacional, más ó menos -desarrollada y con ingenios de más ó menos subidos quilates. - -Qué poesía haya de ser la americana, qué natural característico haya de -ser el suyo, cuando sepa expresarse de por sí como nacida en América -y no traída de acarreo de otras partes: ese es el punto capital del -problema, y acerca de él podríamos discurrir mano á mano Chocano y yo, -si yo fuera tan artista y filósofo que tuviera algunos fundamentos para -poder adivinar lo por venir. - -Chocano cree resueltamente que la poesía propiamente americana ha -de ser objetiva, y por eso él se tiene por _Poeta de América_. Bien -pudiera ser que tuviera razón; pero también cabe que no la tenga -enteramente. Lo que me pone algún tropiezo para seguirle sin temor en -su manera de opinar, es ver que la humanidad ha ya siglos que pasó de -la infancia, cuando embobada con las objetivas hazañas de los hombres -los convertía en héroes, y antes más embebecida con los fenómenos -naturales los había personificado al admirarlos y cantarlos. ¿Cómo -una civilización tan adelantada como la americana va á volver á aquel -primitivo embobamiento de lo humano objetivo ó de lo puramente físico -é inanimado también objetivo? Con aquel pasmo y admiración faltábales -á los hombres antiguos tiempo y reflexión para mirarse á sí mismos, -para entrañarse en su propia alma y quedar más embebecidos aún ante -el espectáculo, que en ella se les ofrece á los modernos, del mundo -psicológico. Los antiguos, como niños, lo objetivaban todo y llevaban á -lo exterior su antropomorfismo; los modernos, por el contrario, reducen -todo el mundo visible á la propia personalidad, y en lo exterior no -ven más que un reflejo que les permite estudiar y contemplar mejor su -interior. - -Me podrá argüir el Sr. Chocano que las Repúblicas americanas son niñas, -y que ya que no tengan héroes, salvo los antiguos españoles, que no los -admiran, ó los antiguos indígenas, que no son de su raza, tienen ante -sí un mundo nuevo lleno de maravillas, con el cual juguetean mientras -están en la cuna y se mueven con andadores. - -Esa poesía de la naturaleza pudiera ser la poesía objetiva para los -americanos. No sé si ellos se contentarán con esos muñecos, ni si en -hecho de verdad podrán pasar por niños, por recientes que sean sus -nacionalidades. Más bien se me antojan á mí niños bastante amocetados, -zagalones con pretensiones de gente madura. Además los pueblos -primitivos que poetizaban la naturaleza creían firmemente que toda ella -estaba animada, veían tras cada árbol una dríada, entre las ondas de -cada riachuelo una náyade, en el fondo de las minas y en los volcanes -creían oir resoplar á Vulcano, en el fondo de los mares encresparse -y amolinarse á Neptuno, á Venus la admiraban entre las espumas del -mar, á Apolo lo veían atisbar desde el sol, á Diana desde la luna, -al padre Eolo lo fantaseaban soltando los vientos desde su caverna ó -encarcelándolos y refrenando sus furores. - -Nada de eso creen los americanos, por manera que esa poesía objetiva -quedaría reducida á describir, ó digamos al arte ornamental, á -cincelar el marco, dentro del cual el hombre moderno quiere ver alguna -porción de su alma, y aun se deja de marcos y molduras y á su alma se -atiene. - -En Chocano el marco es, conforme á cierta moda, por extremo -desmesuradamente grande; pero también encuadra algo de más humano y -subjetivo. Por eso interesan sus composiciones, y se saborean; que á -ser todo marco, no despertaran el poco interés que despiertan otros -adocenados poetas americanos. - -Ahora entenderá el Sr. Chocano por qué yo pido y espero más de la -musa de su tierra y por qué no creo que esté del todo en lo cierto al -suponer que la poesía americana haya de ser objetiva, en fin por qué he -repetido que esa poesía comienza á balbucir, sin hablar claro todavía. -Los descubrimientos geográficos, los estudios físicos ó naturales, -han traído la moda de dilatarse en esas enfadosísimas descripciones, -hojarasca que ahoga toda la literatura moderna. Se siente, dicen, hoy -mucho mejor la naturaleza que en otros tiempos. Mejor, digo yo, la -siente el salvaje y la sentían nuestros antepasados, cuando dieron -cuerpo á la mitología, que es el más elevado pensamiento del mundo, -mirado al través de la poesía objetiva, que ha podido imaginarse. No -creo sintiesen menos la naturaleza Platón, que enseñaba al aire libre, -y Cervantes, que al aire libre pinta á su principal héroe; sólo que el -alma humana les atraía más, y del arte ornamental no querían formar -el principal asunto de sus obras. Ni creo que se contentarán con él -los americanos. También ellos tienen su alma en su armario, y vendrán -poetas, ¿quién lo duda? que sepan abrir el armario y ponernos de -manifiesto el alma americana. - -Si Chocano lo ha entreabierto, como yo creo, será poeta americano -y su obra podrá intitularse _Alma de América_, ó como él dice poco -castizamente _Alma América_; si es que esto ha querido dar á entender; -que tomado alma como adjetivo no veo claro, y aunque lo entreveo, no -viene muy al caso. - -Precisamente yo quería alabarle por el elemento lírico, que se le -desliza en su sereno objetivismo. Unamuno le ha dicho que es poco -lírico, y es verdad; pero hay muchos lirismos. Chocano pretende sólo -cantar objetivamente la naturaleza; pero, como poeta que es, se le -rezuma el lirismo de su alma, que aparece medio latente ante las -asombrosas escenas de la naturaleza. - -Es, pongo por caso, un precioso paisaje sin alma viviente. ¡Bien! -¡muy bien! ¿y qué? Alabamos la ejecución, lo bien remedada que está -la naturaleza, lo bien idealizada, si se quiere. Añada el pintor una -pareja como de enamorados que se encuentran. El cuadro ha ganado -infinitamente. Chocano pinta allá á lo lejos á él por un lado, á ella -por otro, atisbos de lirismo; no llegan á encontrarse todavía, ni -surgen los afectos del alma, pues no sabemos si son dos paseantes que -se desconocen. Un paso más, y el alma aparecerá en el encuentro. - -Si Chocano no se atreve á juntar la pareja, no faltará quien la junte. -Ello es difícil, lo confieso, pintar un alma ó dos no es tan llano -como pintar uno ó dos países; pero ya vendrá quien tenga más delgados -pinceles. ¿Acaso en América no hay más que caobas y orquídeas, selvas y -saltos, montes y mares, cóndores y boas? - -Hay hombres y mujeres, almas vivientes y pasiones. La poesía entrará -algún día por ahí, por las almas americanas, que todavía no conocemos. -Ese día habrá nacido la poesía americana. - - [Ilustración] - - - NOTAS: - -[17] Véase en la página 93 de este mismo tomo. - - - - - EL CASTELLANO EN AMÉRICA - - - I - -Es un asunto este de esos que, por ajenos que parezcan al acaloramiento -de las pasiones, y por fríamente que se discutan en la región serena -de la ciencia y de las ideas, si no levantan ronchas, no pueden menos -de hacer cosquillas. Si americano hablase á americanos, si español á -solamente españoles, buscando á contentar á unos ó á otros, el carril -estaba trazado. Si como español que soy pretendiese darme á conocer en -el mercado americano, no había más que seguir el que otros han abierto -con gran contentamiento de sus ánimas y bolsillo, y con no menos bien -satisfecha vanidad de los lectores que pagan el pato. Soy demasiado -Quijote y me apaño harto desmañadamente en estas cosas; en cambio mi -brutal aragonesismo me arrastra, quieras que no, á cantar las verdades -en sí bemol, si á mano viene, con tal de quedarme satisfecho con el -desahogo de la cantata. Soy admirador y amante de los americanos. El -gran movimiento lingüístico promovido entre ellos por la ocurrencia -que tuvo un Andrés Bello de publicar una sugestiva gramática, y el -silencio, lingüístico también, que al propio tiempo por acá en España -formaba notabilísimo y lamentable contraste, me pone de parte de los -de allá y me aleja de los míos. Á los escritores americanos que de una -ó de otra manera conozco, no debo más que mil finezas y atenciones. -Nada para mí se ha escrito de más subidos quilates acerca de nuestra -lengua que el _Diccionario de construcción y régimen_, y con más hondo -conocimiento de la psicología del castellano que las _Apuntaciones -críticas sobre el lenguaje bogotano_, y las modestísimas y magníficas -_Notas_ á la gramática de Bello. Estas obras, producto del cerebro -lingüístico de primer orden y del arsenal inmenso de papeletas de la -incansable y bien organizada laboriosidad de don Rufino José Cuervo, me -atarían de pies y manos para no soltar la lengua sino en toda suerte -de encomios para los escritores americanos, aunque la talla gigantesca -del jefe no me dejara ver la cerrada falange que le sigue. Y cuenta -que no son astros de pequeña magnitud Emiliano Isaza, con el mejor -_Diccionario de la conjugación castellana_ que poseemos; ni Bello, con -su genial _Gramática castellana_; ni Peña, con la suya; y pasando -del estudio del castellano general al de americanismos, tampoco son -estrellas telescópicas Esteban Pichardo, que abrió á todos el camino -con el _Diccionario provincial casi razonado de voces cubanas_; ni -Zorobabel Rodríguez, con su _Diccionario de chilenismos_; ni Daniel -Granada (español), con su _Vocabulario rioplatense razonado_; ni -Ricardo Palma, con sus _Neologismos i americanismos_ y sus _Papeletas -lexicográficas_; ni Julio Calcaño, con _El castellano en Venezuela_; -ni Alberto Membreño, con su _Vocabulario de los provincialismos de -Honduras_; ni Antonio Batres Jáuregui, con los _Provincialismos de -Guatemala_; ni Eufemio Mendoza, con sus _Apuntes para un catálogo -razonado de las palabras mejicanas introducidas en el castellano_. -Menos para Bolivia, Nicaragua y Paraguay, existen obras especiales -que tratan de los provincialismos de cada una de las Repúblicas -americanas. En España, si exceptuamos el _Diccionario aragonés_ de -Borao, apenas si merece citarse hasta estos últimos años obra alguna, -no sólo de provincialismos, pero tal vez ni aun de gramática castellana -en general. En cambio, de toda esa inmensa labor americana, sólo se -conoce aquí de veras el _Diccionario de galicismos_ de Baralt. No se -conocen ni siquiera las obras trascendentales ó, como ahora dicen, -mundiales, de Cuervo, Bello é Isaza; porque no es conocerlas el que el -_Diccionario de construcción y régimen_ se halle en algunas bibliotecas -públicas tan cerrado como el cofre del Cid, ni el que de la _Gramática_ -de Bello se hayan hecho dos infames reimpresiones en Madrid, mientras -serán contadísimos los maestros de escuela que hayan oído el nombre de -Bello y los profesores de latín y castellano de nuestros Institutos -que hayan tenido la curiosidad de consultar, y hasta de abrir, su -_Gramática_. - -Estoy, pues, por los americanos, y desearía dar á conocer á los -españoles ese inmenso trabajo lingüístico, ese nuevo mundo intelectual, -enteramente inexplorado y desconocido; pero no sé si en este -artículo me quedará espacio para hacerlo. Pocos meses ha nos convocó -á unos cuantos aficionados á los estudios lingüísticos la Unión -Ibero-Americana, para que tratásemos de una ponencia sobre lengua -castellana: habían comprendido los señores de la Junta general lo que -el peruano Palma escribió hace tiempo: que «el lazo más fuerte, el -único quizá que, hoy por hoy, nos une con España, es el del idioma». -Todo se desbarató, como suele suceder aquí, por causas que me guardaré -bien de manifestar. Pero lo que viene al caso es que se propuso una -especie de Congreso lingüístico, moral, por decirlo así, sin asistencia -de los congresistas, y consistente en que se invitase á los centros -literarios y á las personas competentes de América á contribuir con -papeletas á la formación de un _Diccionario_ de vicios y deficiencias -de la lengua castellana en todos los países donde se habla, y de sus -correspondientes enmiendas. Lo que allí no se dijo fué que ese sin -fin de papeletas que se buscaban estaban ya no sólo recogidas, sino -publicadas en otro sin fin de libros americanos, de los cuales son -contados los ejemplares llegados á Madrid, y eso de las obras que hayan -tocado las costas de la Península, que son la menor parte. - -Nuestras publicaciones pasan el charco á duras penas, mayormente si -no son novelas, y tresdoblan su precio en manos de aquellos libreros, -y aun en las de éstos, hasta el punto de que ciertos libros, aquí -baratísimos, solamente los muy acomodados se los pueden procurar. Pero -las publicaciones de allá, ni á peso de oro se hallan en nuestras -librerías. Si tienen ó no la culpa los libreros, ó los estafadores de -correos, ó lo que fuere, otros lo sabrán, que no yo. Ello es que la vía -más directa y económica es la de Alemania ó Francia, camino que, por -corto que sea, no deja de ser tan largo como extraño y peregrino. - -Pero yo me sospecho que si de América no se traen más libros, es -sencillamente porque á los españoles no nos da el naipe ni nos pirramos -por la literatura americana. Y aquí entra el cuento. Apreciabilísimas -son las obras que por allí se han escrito acerca del castellano, y no -menos de estimar algunas obras literarias. Pero, digámoslo brutal y -secamente, es tan floja por término general la literatura americana, -tan ligera y tan híbrida en el fondo y en la forma, en el pensamiento -y en el lenguaje, es un reflejo tan pálido de otras literaturas que -tenemos ahí en pasando los Pirineos, y se presenta con tan desgarbado -desaliño de lenguaje y estilo, con tan extraña vestimenta de -percalinas, cuya hilaza, de manufactura francesa, choca con el clima de -los trópicos, de las selvas, de las pampas, que no hay paladar español -capaz de arrostrar diez estrofas ó tres capítulos de tan desaborido -manjar. Ésta es una verdad como un templo: está en la conciencia de -todo literato español. Y el menosprecio por esa literatura descolorida -y extranjeriza, que suena á castellana y americana y no tiene el alma -americana ni el timbre castellano, ha envuelto en la condena general -toda producción de allende los mares, desde los más genuinos partos de -las musas andinas, que (¿quién lo duda?) bailotean por aquellos oteros -que es una delicia, hasta los trabajos lingüísticos, que deberían ser -de otra manera apreciados. - -La cuestión es compleja, el ovillo bastante enmarañado. Yo voy á -prescindir del elemento estético, ciñéndome al lingüístico; aunque á -decir verdad, si por el hilo se ha de sacar el ovillo, los cabos del -hilo estético y del hilo lingüístico hay que buscarlos en París de -Francia: allí está la devanadera, allí se devanó la madeja, se hizo el -ovillo, se armó el telar, se cruzaron los lizos, y de allí se embarcó -la hilaza para ultramar. - -Al hilo, pues, lingüístico, y á París por él. Pero ante todo aclaremos -ideas sin salir de casa. - -Hay aquí quien, juzgando solamente por los escritos que han caído en -sus manos, se ha formado una idea muy errada de lo que es el habla -americana, y está muy persuadido de que en América el castellano -se halla en un estado de corrupción que no tiene remedio, está -desahuciado. Y ese _quien_ son la mayor parte de los españoles que -no han salido de su casa. Contra tan general opinión conviene hacer -ver que no es así, poniendo las cosas en su punto. Yo distingo en -América dos lenguas de tendencias muy diversas, que se encuentran en -pugna. No es fácil adivinar cuál saldrá vencedora. Estas dos lenguas -son el habla del pueblo no ilustrado y el habla de los escritores y -de la gente culta que los imita. El habla del pueblo americano no -sólo no está en decadencia, sino que se conserva más sana y fresca -que el habla de la Península. Regiones hay, como Chile, donde el -carácter fonético del habla indígena y otras circunstancias han hecho -evolucionar al castellano en una dirección abiertamente separatista: -una nueva lengua se está formando; ni hay diques que la contengan -ni lágrimas y quejas que valgan, ni siquiera que sean justificadas. -En otras, como en la Plata, es una verdadera Babilonia, donde se han -amontonado toda suerte de pueblos y labios. Las lenguas andan como -las sociedades y la historia. Forjarse un idioma en la fantasía como -algo que va perfeccionándose, pero que al llegar á la cumbre de una -imaginada perfección se estanca ó debe pretenderse que se estanque, ó -que, por el contrario, al emprender la carrera por la opuesta pendiente -degenera, se corrompe y fenece, es un puro fantasear de los antiguos -gramáticos, que contradice á la naturaleza del lenguaje. No nace hoy -una lengua, mañana florece y al día siguiente se deshoja y marchita. El -habla es una misma en todo el curso de la historia, pero que siempre -evoluciona y por lo mismo es siempre distinta. Ni tiene momentos de -subida ó de bajada, de perfección ó enfermedad; siempre es un organismo -completo, acomodado á la sociedad que lo elaboró, y el más perfecto y -acabado para aquel momento histórico de aquella sociedad. Tan acabada -es el habla castellana del siglo XII para los españoles del siglo XII, -como el habla americana del siglo XX para los americanos del siglo XX. -Tan mal entallada le vendría al Cid el habla de Porfirio Díaz, como á -Porfirio Díaz el habla del Cid. Las ideas son otras, los sentimientos -son otros, y otro es el lenguaje. Dejemos ya estas alturas, y bajando á -lo llano, vuelvo al lenguaje de algunas regiones americanas. Estábamos -en Chile, y repito que allí ha tomado el castellano otro derrotero. ¿Lo -habrá tomado igualmente en las demás regiones americanas? Si es así, -¿estará escrito en la historia del porvenir que divergirán cada vez más -aquellas hablas y se apartarán para siempre del castellano? Parecer mío -particular es que sí, rotundamente que sí. La naturaleza del lenguaje -lo lleva consigo. No hay profecía más cierta para un lingüista, ó -la lingüística es una filfa. Para los que se les hace duro queda un -consuelo. La evolución lingüística es muy lenta: tenemos para siglos. -Y si se añade el freno de la literatura, cada vez más influyente en -las hablas vulgares, podemos tranquilamente aguardar y podrán aguardar -nuestros nietos hasta que puedan decirse lenguas distintas del -castellano las americanas. - -El daño está en que la literatura americana, si sigue por el camino -emprendido, en vez de contener la evolución la despeñará, y por -derroteros más desviados todavía que los seguidos por el curso natural -del habla vulgar. Ésta en América, hablando en general, se guarda más -tradicional y conservadora que en España en muchos puntos. Podría -citar centenares de vocablos y construcciones, que los españoles -hemos desechado, y que los americanos conservan desde la época de la -conquista. Algunos de los autores de americanismos la emprenden contra -estos hermosos restos de nuestros mayores, teniéndolos por corruptelas -del vulgo ó groserías de la gente rústica. Con esto no hacen más que -contribuir á la emancipación del habla americana, dando bien á entender -el criterio que les guía, que no es otro que el de la segunda lengua -que he dicho hallo en América: la lengua literaria y del habla entre -las gentes de cuenta, en cuanto en ella se infiltra del elemento -literario. De esta lengua es de la que he dicho que teníamos que ir á -París á buscar el hilo y toda su manufactura. Voy á copiar un ejemplar -del género, porque no hay manera de formarse idea cabal de lo que él -es, pues sobrepuja á cuanto pueda inventar el más destartalado ingenio, -aunque sea el de Don Quijote. El párrafo trata precisamente del punto -que ventilamos: es un bocado exquisito, ó digamos retal, que á los -lectores dejo decidir si se tejió en cerebro americano de raza española -ó en cerebro americano que piensa y teje en París, ó en cerebro que de -todo eso tiene, como es lo más cierto. Estamos, pues, en París, y dice -así: - -_Antes de solucionar una cuestión, precisa llevarla á la barra_ -(llegamos al puerto). _De momento, el juicio crítico, que se ha hecho -hoy un prestigio remarcable, debe dictaminar las prescripciones donde -tenga lugar una contestación de idioma._ ¿Entiendes, lector? Pues yo -tampoco: y eso que todos los vocablos son latinos; sólo que con el -latín se pueden hacer muchas cosas: puede hacerse francés, castellano, -y mezcla, como la presente, que el diablo que la digiera. Y sigue: _No -tenemos de menester más razones. Y el juicio crítico no es más que el -uso que nos fundamentalizamos_ (hay que tomar el exprés para cogerle el -rabo á ese vocablillo) _para plantear el monopolio de palabras nuevas. -El que no las adopcione merece que le espuyan el nombre como hostil á -las grandes conquistas modernas, y tras espuirle débese fustigarle el -dorso del honor como imbécil que se sale del rango debido. ¿Qué nos -interesa el que los sexcentistas expresionasen sus sentimientos con -palabras y ambages que ya persona no entiende? ¿Por cuáles imprentamos -nosotros sino por los de hoy? ¿Y cómo nos haremos entender de ellos -si los propinamos una dosis repelente?_ (Con esas propinas repelentes -te entenderán, ¡vaya, hombre imprentador!..., hasta los cocheros). -_No resultará; y no sólo arruinaremos el éxito_ (parece un fabricante -francés), _si que también privaremos de las ovaciones debidas al genio -inventor_ (aquí al fabricante le nacen alas y vuela, es un genio). -_¿Quién sería en estado de obligacionarnos?_ (¡señores viajeros, al -tren!) _á llevar aparejo,_ (¡demonio!) _para comulgar_ (¡tres veces -demonio!), _á catar heridas al enfermo, á cutir con el enemigo, ó -topar con el amigo, á recordar del sueño, á tener responsión de los -criados_ (¿quién diablos, ó aparejos de diablos, le dice que hable -así?) _y á otras mil banalidades de los sexcentistas_ (Cervantes á la -cabeza) _que pudibundizarían_ (¡ay Cervantes de mi alma! ¡ay rucio de -mis entretelas! échale el aparejo que se cubra á ese buen señor que se -pu-di-bun-di-za) _al hombre menos dotado del espíritu de combatividad? -De todos modos, no me hace menester desilusionar á los sabios; ellos no -revocan en duda_ (¡qué han de revocar, si ese testuz aun para pared no -es buena!) _que esas minquionerías, que son el ridículo al colmo_ (_al_ -con acento de tres varas), _no pueden hacer la ley en un siglo de luz. -Abajo, pues, las antiguallas, que no llenan más condiciones valiosas_ -(aquí debía de estar llenando la valija y haciendo la maleta para -echar á andar). _Al que me hiciese homenaje de semejante retroceso, -yo, después de ringraciarle_ (¿no decía yo? aquí de la propina á la -criada) _con correctas maneras, le diría que tratar de imponerse al -siglo es erigirse en juez sin serlo y portarse como inconveniente_ -(él no se erige en juez, es muy conveniente). _Pocas contestaciones_ -(habla á la criada, que sin duda no era respondona) _tendría yo con -el que pretendiese que yo defeccionase de mis ideales literarios_ (con -su pan se los coma). _Porque es incontestablemente cierto_ (¡algo -menos, hombre!) _que las frases antes sublineadas ya muchos y valiosos -sexcentistas las miraban como de insignificancia absoluta y no insumían -tiempo en perseguir el placer de usarlas_ (menos Sancho Panza, que era -así... tan dócil). _¿Por qué nos han de estorquear_ (nadie le aprieta -las tuercas, no hay que apurarse) _á nosotros el sacrificio de nuestra -respetabilidad_ (aquí sin querer imitó á Teresa Panza, cuando trata á -la duquesa de _vuestra pomposidad_; pero no es hurto mayor; adelante) -_con tan estudiada manera? Lo que es por nosotros, no caemos en su -sentir; queremos independizarnos en absoluto_ (hágase, pues, de una vez -turco). _Trabajemos en grande escala_ (aquí se mete á farolero) _por -dispensar favoritismo á la propaganda del nuevo estilo, y no choquemos -las pretensiones modernas_ (no hay miedo que tropiece; sube usted -por esa escala que es un primor). _Como sepamos mantenernos en una -conducta perfectamente correcta_ (aquí ya es moralista de confesonario) -_respecto de un estilo racional_ (nada de estilos asnales), _no habemos -de menester implantar unas leyes absurdas sobre la dicción. Si estas -líneas están concebidas en un tono autoritativo y rotundo_ (en do de -pecho muy redondo, quiere decir; nada de becuadros), _es debido á las -circunstancias que atraviesa la prensa actual. Nuestra misión, que no -puede pasar desapercibida, sería improducente atacarla por el lado más -sensible, que es el de la libertad moderna. Del resto_ (de los relieves -que caen de esa mesa de _la libertad_, de la cual no quiere perder -migaja; aunque la de disparatar la tiene todo el que quiera parlar por -parlar), _sería darse los aires_ (con abanico japonés) _de redentor_ -(¡recóncholis!) _y hablar en el aire_ (como un acróbata) _el querer -con tan pretencioso designio avanzar un sistema preconcebido, que se -haría responsable á los resultados de hacer atmósfera_ (aquí nos mete -en una fábrica de gas) _que de ahí se inseguirían bajo estas bases_ -(bajo bases y losas nada se insigue, no puede uno menear un dedo, está -uno aconchado como una tortuga). _Breve: la síntesis del lenguaje está -reasumida en el uso. Bajo este punto de vista, el adoptamiento de los -clásicos faltará siempre de idiosincrasia_ (idiota sin grasa, que diría -Sancho). _No nos ocupemos de ellos, toda vez que su caracterización no -se compagina con nuestros sentimientos y lesiona_ (esto es ya grave) -_los más sagrados_ (¡tate!) _intereses_ (¡ah! vamos, era cosa de -cuartos!) _de la actual sociedad; por esto no puede tener suceso todo -autorizado que se le suponga_. - -_Nuestra actitud reluctante no sabría ser bastante enérgica para -hacer aparecer más profunda la solución de continuidad entre ellos -y nosotros. El que se coaliga con otros para implantar reformas -literarias, se inmiscuye donde no le piden, y como á tal se expone á -que le mixtifiquen_ (hacerle mixtos ó fósforos) _si no va á retiro -buscándose otra misión_ (entre infieles como misionero, ó al retiro -como paseante en corte). _Sólo resta de practicar lo corriente en -el estilo, y en lo respectante á la locución picar á la puerta -del uso_ (bien se conoce que no se la abren, pues ni una de sus -locuciones las entienden allá adentro los americanos que hablan -puro español, y aun yo le entiendo á medias con saber francés) _en -demanda de proteccionalidad_ (que bien la ha _de_ menester), _pues las -ilustraciones_ (no ibero-americanas) _de la prensa y las notabilidades -de la ciencia se enrolaron hace tiempo_ (usted sí que está hecho -un buen rollo de mantequilla de Soria) _al sistema de hablar que -personalizamos_ (y tan personalizado, que es exclusivísimo de su -fábrica de usted). _Después de todo, jugar el papel de reformista_ -(que lo juega usted á las mil maravillas) _es no prevenirse contra el -peligro de perder todo el prestigio_ (porque ya lo tiene perdido). -_Estar á la altura del presente_ (haciendo pinitos sobre la veleta -de la pedantería) _y lanzar en olvido el pasado, es el espíritu de -conducta_ (de vino será mejor para acabar de disparatar) _que se debe -perseguir_ (como al ratón el gato), _si debemos resumir en síntesis -concreta lo exposicionado_ (buena medalla le habrán dado en tal -exposición). _Inspirémonos en el uso_ (de fulano, que se llama yo); -_fijarse bien en ello_ (no equivocar la persona, aunque no es fácil), -_bajo el respecto del lenguaje español_ (¡eso no! español, ni por -asomo), _que hoy debe de ser el portabandera de nuestra cultura contra -los faramalleros de fantasía_ (como un servidor de ustedes). - - «En idioma genízaro y mestizo, - Diciendo á cada voz: yo te bautizo - Con el agua del Tajo, - Por más que hayas nacido junto al Sena, - Y rabie Garcilaso, en hora buena. - Que si él hablaba lengua castellana, - Yo hablo la lengua que me da la gana». - -¡Ay, Iriarte de mis pecados, que no sabías de la misa la media cuando -esto escribiste! Ahora, ahora es cuando hay que rechupetearse los -dedos, que los dan con azúcar y canela. El nuevo _espíritu de conducta_ -no cabe en odres viejos, es demasiado volátil. La agudeza de un Quevedo -es chata junto á los conceptos de _las grandes conquistas modernas_, -que hay que _expresionar_ é _imprentar_ en _condiciones_ más _valiosas_ -y _fundamentalizadas_, para que no _pudibundicen al hombre menos dotado -de combatividad_. - -Esta jerga literaria, en vez de arrancar de la tradición, de la -literatura clásica castellana, es un mal injerto de castellano -en francés; es querer pensar y hablar á la francesa con palabras -castellanas, de origen castellano por lo menos. Y esta hibridez, vive -Dios que nada tiene de loable. Esa es la gangrena del lenguaje empleado -por los autores americanos. Por ella no gustan en España sus escritos, -ni pueden gustar á nadie. En vano la quieren colorear con el pomposo -calificativo de progreso, de evolución del lenguaje, y riñen á brazo -partido descomunales batallas contra la literatura clásica, contra la -literatura española que en la clásica arraiga, y contra los centros -conservadores, como la Academia Española. Pero eso ni es progreso, -ni verdadera evolución del habla. La avenida del culteranismo, que -inundó el castellano literario de palabras latinas, era de ese jaez, -no hizo más que emporcar las claras aguas del castellano, que se -deslizaban por su curso natural. El aguaducho galiparlista desde -el siglo XVIII no lo ha llenado de menores inmundicias. Nada de -evolución natural ni de progresivo desarrollo del lenguaje hay en -todo eso, y menos le hay en el afrancesamiento del modo de pensar y -de escribir de los americanos. ¿Por qué extrañan que el Diccionario -no dé pasaporte á tan sucia mercancía? Vengan con vocablos del habla -vulgar de las diversas regiones americanas, con términos de plantas y -animales que la necesidad hizo tomar de las lenguas indígenas. Todo -eso es castellano de América, y deberá aceptarlo el Diccionario, como -los vocablos exclusivos de Castilla, Aragón y Andalucía. Pero no se -confundan las cosas. Esa habla reciente de los escritores americanos -no es castellana; acudan con ella á su Academia correspondiente. Ni es -del habla genuina del pueblo americano; son, repito, dos lenguajes tan -distintos como antagónicos en sus tendencias. - -Estas tendencias no pueden ser más claras. Copio á Palma: «Jóvenes muy -inteligentes é ilustrados de la nueva generación me han revelado su -poco ó ningún apego por la lengua castellana, con estas palabras no -escasas de fundamento: la pobreza del anémico vocabulario español, en -la marcha progresiva del siglo, es una rémora para la expresión fiel -del pensamiento. El cartabón académico es exageradamente estrecho, y -para acatarlo habría que pasar la existencia hojeando el Diccionario -para convencerse de qué vocablos de uso frecuente están excluídos del -léxico. Hoy, en la mayoría de las Repúblicas, no son muy leídos los -libros españoles, y la juventud universitaria devora los textos en -francés, inglés ó alemán. No es entusiasta, como la de la anterior -generación, por la lectura de los clásicos españoles. El purismo -pasó de moda. El siglo XX impone un vocabulario más rico que el tan -admirado del siglo de oro ó de esplendor para las letras castellanas. -Hoy tiene caracteres de aforismo esta espiritual frase de Unamuno: «no -caben, en punto á lenguaje, vinos nuevos en viejos odres». - -Aquí está bien puntualizada con todos sus pelos y señales esa jerga -literaria, que han barrido sobre todo del francés «jóvenes muy -inteligentes é ilustrados de la nueva generación», pero que tienen -«poco ó ningún apego por la lengua castellana». Á la verdad, no quieren -castellano; quieren otra lengua distinta, híbrida de castellano y -francés. ¿Y los nuevos términos extranjerizos de esa jerigonza, son -los que tienen empeño en que los acepte la Academia Española? Á nueva -lengua, nueva Academia. Ténganse ellos, pues, su Academia de esa nueva -lengua. Si tienen poco ó ningún apego á la lengua castellana, ¿qué les -importa de nuestra Academia ni de nuestra lengua? - -Esotra cantilena de que «la pobreza del anémico vocabulario español, -en la marcha progresiva del siglo, es una rémora para la expresión -fiel del pensamiento», no faltan jóvenes que la solfeen también -por acá en España. El vocabulario español lo dejaron precisamente -anémico, en camisa y casi en cueros los galiparlistas, que redujeron -el sobreabundantísimo léxico del siglo XVI al pobrísimo del siglo -XVIII por ceñirse en castellano á solos los términos que tienen su -equivalente en francés. Y á pesar de eso, ese «anémico vocabulario -español» es el doble en grueso del vocabulario francés; y no tiene -el lector, para convencerse, más que tomar en su mano cualquier -Diccionario español-francés y francés-español, y comparar el grueso -del lomo de los volúmenes. Si con la mitad tienen los franceses que -les sobra para «la expresión fiel del pensamiento», ¿por qué con el -doble de palabras y con el triple de metáforas y frases que empleaban -nuestros clásicos, y en parte no queremos nosotros emplear, sólo porque -no las tienen los franceses, no podremos expresar ese pensamiento? ¿Tan -sutil es y alambicado, tan hondo, tan cerrado, ese pensamiento moderno, -que no cabe en el castellano, que abarcó, cual ninguna lengua, desde -la mística hasta la picaresca, desde el Renacimiento, donde se hallaba -todo lo moderno, hasta la antigüedad greco-latina, que distaba bastante -más del siglo XVI que no dista del mismo siglo el siglo XX? Por lo -menos esos jóvenes «muy inteligentes é ilustrados» en su nueva jerga, -¿habrán expresado esas sutilezas, alambicamientos y honduras, que pasan -del alcance del castellano? En la literatura americana yo no hallo nada -de eso, sino más bien mucha ligereza y superficialidad, y conceptos más -romos que agudos, sentimientos más secos que jugosos, filosofías que -nada tienen de germánicas, de hondas, de trascendentales. El Sr. Palma -escribe lindísimamente: no por esa nueva jerga, que él no emplea, sino -por lo picaresco de su habla, adaptada á la bohemia, á la picaresca, -que remedó allá en Lima el modo de ser y de hablar de la vieja España. - -Claro está que si esos jóvenes no leen nuestra literatura, sino la -francesa, tropezarán á cada paso al querer expresar tan bien en -castellano como los hallan escritos en francés los sentimientos y -pensamientos franceses. Es que cada pueblo tiene su matiz propio y -exclusivo en el sentir y pensar, que sólo puede expresarse en el -propio idioma, que con ese sentir y pensar nació. Ahora, que el sentir -y pensar francés y su idioma sean más ricos, originales, hondos, -pintorescos, vivos, que los del pueblo que creó el castellano, esa -es una cuestión que puede resolver la literatura comparada y la -comparación de los idiomas de entrambas naciones, y el fallo está dado -tiempo ha por nacionales y extranjeros. - -El sol de Andalucía no cabe parearlo con las nieblas de París, ni la -sangre hirviente, negra y tenaz española con la belicosa y rubia, pero -ligera como el agua, de nuestros vecinos. La picaresca, la mística, -el teatro á lo Calderón y Lope, la novela cervantista, los manolos y -chulas, son cosas que les dan á ellos en rostro y que los críticos -alemanes é ingleses califican, por el contrario, de lo más original, -naturalista, profundo y característico en punto á costumbres y -literatura. - -Ejemplo al canto: esta _espiritual frase_ dice Palma del dicho del -Evangelio y de Horacio. ¿Qué significa aquí _espiritual_? Mucho en -francés, porque tiene un matiz intraducible. Pero en castellano es -simplemente una gansada. Toda frase que exprese un pensamiento, ó -dígase cosa del _espíritu_, es _espiritual_. Ese matiz francés del -vocablo es, pues, tan bonito como ligero, pero tan poco profundo como -lo son ellos mismos: bueno para hacer efecto al primer golpe, y por lo -mismo para que lo lleven y sepan venderlo en todos los escaparates del -globo terráqueo los modistos parisinos y esté de moda unos días; pero -como le falta profundidad filosófica y colorido de fantasía, su moda -pasa y se desvanece como todas las modas parisinas. - -Pero, en fin, es inútil que á esos «jóvenes muy inteligentes é -ilustrados» les queramos persuadir de que el léxico castellano nada -tiene de anémico, sino de sobrado, que es por lo que siempre pecó, -como por lo sobrado y exuberante pecaron nuestros ingenios, desde -Séneca y Lucano hasta Lope y Calderón, desde Castelar hasta el anémico -Tostado. Porque bastaría preguntarles que ¿por dónde saben ellos que -nuestra lengua padece de anemia, si, como dice Palma, no han leído á -nuestros clásicos? Tiene gracia que, movidos de aversión por todo lo -que sepa algo al nombre español, devoren textos no castellanos, piensen -extranjerizamente, no hayan abierto un libro clásico castellano, ¡y -nos vengan después con lo de la anemia de nuestro caudal léxico! -Pero aún tiene más gracia el que, después de haberse hecho para su -uso particular un vocabulario de palabras barridas con ignorante é -inexperta mano de otras lenguas, nos vengan con la ingenua pretensión -de que las incluya la Academia en el Diccionario castellano. Pónganlas, -noraental, en el Diccionario de esa riquísima, progresiva y espiritual -lengua, que ellos se van apañando con tanta inteligencia como -ilustración, y dejen estar al Diccionario castellano con lo que es -suyo y á la Academia con lo único que le incumbe, que es registrar los -vocablos que emplea todo aquel que pretende hablar castellano, no los -que empleen «jóvenes inteligentes é ilustrados que tienen poco ó ningún -apego por la lengua castellana». - -Para no condenar en globo á todos los escritores americanos, conviene -aclarar las cosas y hacer una distinción importante, que hace el -mismo Palma, escritor tan castizo y á la antigua española, que más -bien tiende á lo viejo que á lo moderno en su vocabulario y estilo, -aunque ciertos desabrimientos, en parte justificados, le hayan hecho -últimamente portaestandarte del neologismo y párroco de esa nueva -feligresía, muy inteligente é ilustrada. - -Los americanos ya entrados en años, los hijos de los que se hicieron -independientes, á vueltas de cierta aprensión de tiranía, que acerca de -los españoles les llevó á las narices el humo de la pólvora que cuando -niños les rodeaba, conservaron un grato recuerdo de la madre patria, -que, si no todas veces oyeron de labios de sus padres, leyeron por lo -menos en sus más hondos y arraigados sentimientos. - -Los que de entre ellos se han dedicado á las letras se han mostrado -hasta extremosos en acatar la autoridad de nuestros clásicos y de la -Academia Española. No conozco obra lingüística escrita en España donde -tantos miramientos se guarden con la Academia, como se echan luego -de ver en las mejores compuestas en América. Bello, Cuervo, Peña, -Isaza, Baralt, Calcaño, Membreño, Batres Jáuregui, el mismo Palma, -son académicos hasta exagerados. No lo soy yo tanto, ni muchos de los -mismos miembros de la Academia, y en este punto había de llevarles -la contra. Quéjanse, es cierto, y repiten en todos los tonos de la -gama, de que son una mayoría, cuyos modismos debiera tener en cuenta -el Diccionario académico, que algo pesa el voto de cincuenta millones -junto al de diez y seis, que el castellano es tan suyo como nuestro; -pero estas mismas quejas y la escrupulosidad con que hojean el -Diccionario y Gramática de la Academia compulsando con las de ella sus -propias doctrinas, y el afán de que se les atienda y el proclamarla -como centro de autoridad, ¿no prueban más que manifiestamente que son -quejas de hijo desatendido, pero en ninguna manera desamorado y rebelde? - -¡Cuán otros se nos presentan los jóvenes de la nueva generación! Sin -el menor apego á la España, que sus padres, al cabo como españoles, -respetaban; antes, con la prevención y aun inquina no disimulada, -cautelosos y escamados, han vuelto la espalda y alejádose lo más que -han podido de cuanto huela á español. Cual perro recién desatado de -la cadena, se lanzaron tras el resplandor que admiraron en países de -otra raza, y allí, encandilados, embaucados, emborrachados como niños -inexpertos, que niñas son las nuevas nacionalidades, con los vicios y -virtudes de los hombres niños, dieron rienda suelta á su hambre por -los apetitosos pastos de la novedad, y se hicieron franceses y hasta -ingleses ó canchadales, con tal de dejar el habla castellana, último -resto que les quedaba de españoles. - -Alimentos extraños, mal digeridos y asimilados, no podían producir -más que ese hartazgo y esa jerigonza de lenguaje que afea las obras -de los mejores ingenios sudamericanos. Los españoles no nos hemos -cuidado para nada de esos pródigos del habla castellana. No asomó á -nuestros labios la menor mueca de desdén ó de resentimiento. Creer que -en España se odia ó se mira, aunque no sea nada más que con cierta -prevención, á los americanos, es otra niñería por parte de los que por -allá crean semejante paparrucha. Lo único que aquí ha caído mal entre -los literatos que conocen sus escritos es esa monserga empleada por -escritores que, gloriándose de hablar castellano, lo han ido á aprender -á París. No hay punta de malquerencia en ello: es el desagrado natural -que causa lo deforme, y el sentimiento de que de lo deforme se alardee. - -Y el hecho es á todas luces clarísimo, mal que les siente á nuestros -hermanos de allende los mares. Hay que decirlo francamente. Salvo -las raras excepciones de aquellos varones eminentes, que en punto á -literatura estudian nuestro pasado, los americanos escriben mal, la -mayor parte horriblemente mal, y, á vueltas de delicadísimos chispazos -de poesía, los mejores poetas dan de bruces y sueltan necedades de -á tomo. No es el habla del pueblo americano, ni el ingenio de los -escritores: es esa novelería extranjeriza, la que los malea. El -galicismo es un cáncer que hay que sajar hasta en sus últimas fibras. -Los que lo defienden, sea como fuere, favorecen esa peste del lenguaje -literario de América. Ni admite defensa alguna razonable, porque el -galicismo es cosa distinta del neologismo necesario. - -Hablando de galicismos y anglicismos, dice seriamente el -inteligentísimo y muy querido amigo mío Sr. Palma «que algunos de ellos -son precisos por no existir en castellano voz equivalente, como sucede -con las palabras _revancha_, _sport_ y otras pocas». Adán, cuando llegó -á ser abuelo, no sé yo si mandaría traer de París los juguetes que el -día de Reyes regalaba, sin duda alguna, á sus rubios netezuelos; lo -que sí tengo muy averiguado es que aquellos rapazuelos jugaban y se -daban al deporte con más gusto que el más estirado de los ingleses. -También sé de buena tinta que cuando Caín jugó aquella mala partida á -su hermano, de dejarle en el sitio de un guijarrazo, no faltó quien -desease tomar el desquite, y, para que no se desquitasen sin cuenta y -razón, tomó Dios por suya la causa del fratricida, señalándole en la -frente, y él por su parte se tuvo el cuidado de guardar la pelleja, -emboscándose lejos de la gente. ¿Cree el señor Palma que nuestros -abuelos tenían sangre de chufas, para no sentirse picados y procurarse -el despique, y que los nietos del rey que rabió fueron tan severos que -en su niñez, ni en su mocedad, ni en su edad madura, ni en su misma -chochez, no les gustaba entretenerse, divertirse, jugar, espaciarse, -holgarse y echar una cana al aire cuando llegaron á tenerlas? Pues -créame que todos hemos sido hijos de Adán y nietos del rey que rabió. -Y á eso se reduce todo el alegato en favor del galicismo, y esa es la -sencilla contestación que se le debe dar. - - - II - -Ya yo me lo había calado, que por algo me quise curar en salud. -Parece que al leer mi último artículo en _La España Moderna_ no ha -faltado quien sintiese cierto cosquilleo y una no del todo agradable -comezoncilla, hasta el punto de hacerle soltar la maldita contra el -arrojado é insolente español que tan malparados dejó á los americanos. -Doleríame que el que así se picó fuera de los que les coge de lleno mi -caritativa crítica. Que caritativa fué en el fondo, aunque confieso -llanamente que en el modo anduve un si es no es de indiscreto. Tal les -ha parecido también á mis amigos de por acá, y yo, reconociendo la -culpa, pido de ella perdón. Lejos de mí el haber intentado envolver en -la condena á todos los que por América se dan á escribir. Por ejemplo, -al autor de un libro impreso el año 1904 y que hará unos meses llegó -á mis manos. Su encabezamiento es precisamente este mismo de _El -castellano en América_. No es él un fulano de por ahí; es «individuo de -la Facultad de Derecho, abogado honorario del Brasil, correspondiente -de la Real Academia de la Lengua, de la Matritense de Jurisprudencia y -Legislación, de la Sociedad de Historia Diplomática de París», y hasta -catorce líneas de títulos, según reza la portada. No nos las habemos -ya aquí con cualquier mequetrefe, que se deja embair por ñoñerías -insustanciales; sus años bien cumplidos lleva á cuestas á par de sus -títulos y fama. Creo que para conocer la cultura americana, hará al -caso ver qué piensa de estas quisquillas lingüísticas y cómo maneja la -pluma escritor tan calificado. - -En el primer capítulo, donde hace una sucinta reseña de la historia -del castellano, deja ya entrever lo al tanto que está de las últimas -conclusiones de la ciencia. Allí vemos que «los egipcios fueron dejando -rastros de su cultura y lengua en el castellano». Efectivamente, -los antiguos nos hablan del egipcio Osiris, que muchos piensan no -distinguirse de Baco, y de sus celebérrimas excursiones y andanzas -por todo el universo mundo; y aunque no conozcamos con certeza el -itinerario que siguió al frente de sus huestes, ¿quién será tan -osado que niegue la posibilidad de haber venido á España, donde sin -duda dejaría rastros de su cultura y lengua? ¡Cuántas etimologías -castellanas están por averiguar, entre las cuales una buena porción -bien pudiera aclararse por el egipcio, lengua antiquísima, merecedora -de esto y de mucho más! - -Añade que el castellano «tuvo origen y extendióse en las montañas -de Castilla la Vieja». Los mozárabes, los castellanos nuevos, los -aragoneses, hablaron siempre castellano, sin haber bajado de esas -montañas; pero ¿quién duda de que el castellano nació en Castilla, pues -ahí está su mismo nombre que lo está diciendo? - -Dice que «el germano concluyó con el latín literario». Bien es verdad -que literatura latina hubo y sigue habiéndola todavía; pero realmente -de entonces acá el latín que se ha escrito dista tanto del de Cicerón, -que muy bien puede afirmar el autor haber desaparecido el latín -literario para el tiempo de las invasiones germánicas, tanto más que el -germano nunca supo escribir en buen latín; de modo que podemos decir -que el germano de una ú otra época concluyó con él. - -De los que han trabajado acerca de la gesta del Cid conoce el autor á -Bello. Aquí vemos confirmado lo que en el artículo anterior insinué: -son tantas las dificultades que se ofrecen para la comunicación con -algunas Repúblicas americanas, que no sólo de Europa, pero ni aun de -los Estados Unidos han podido llegar noticias de los muchos trabajos -que después de Bello se han hecho sobre tan interesante poema, y eso -á un autor, como el nuestro, que sigue tan de cerca la pista de los -últimos descubrimientos científicos. - -Yo tenía creído que por América no se estudiaban las lenguas -orientales; pero me ha sacado, y con gran gusto mío, de esta ignorancia -nuestro eruditísimo autor, el cual no sólo parece ser aficionado, sino -que ha debido de hacer de ellas estudios muy profundos, según se ve -claramente por estas palabras: «Oriental la sintaxis española durante -los siglos XIII y XIV, llega después á ser clásica, con ricas galas -y hermosas preseas». Algo de esto había apuntado cierto académico de -la Española en su discurso de recepción; pero eso no quita el mérito -al escritor americano, cuyo descubrimiento no puede negarse que es -sobre todo encarecimiento importantísimo, y el día que lo exponga -detenidamente en libro particular, que sí lo hará, como lo requiere -el asunto, la gramática histórica del castellano se volverá de arriba -abajo, y la lingüística general podrá asentar como una de las partidas -más raras y asombrosas este fenómeno, desconocido hasta hoy, del paso -de una sintaxis á otra muy desemejante en una misma lengua. - -No menos enterado en los estudios románicos se nos presenta el autor -en esta gravísima afirmación: «Los germanos, destruyendo el patriciado -romano, propagaron el latín popular, el romance paladino». Es una nueva -y originalísima solución del intrincado problema del latín vulgar y -del nacimiento de los idiomas neolatinos, que asimismo toca á otra -cuestión histórica, á la del fenecimiento del patriciado. Y era lógico -y natural que, desaparecidos los patricios, sólo quedase pueblo, cuyo -lenguaje bien pudieron propagar los germanos, aunque ellos mismos no lo -hablasen, y ese es el «romance paladino». - -Aunque en los siglos XIII y XIV la construcción sintáctica del -castellano fué oriental según la teoría del autor, hasta las _Partidas_ -no fué menos extraña, pues éstas son «la obra portentosa en que el -castellano se exhibe ya con propias construcciones». Tenemos, pues, una -sintaxis extraña hasta las _Partidas_, otra propia hasta el siglo XIII, -otra oriental durante los siglos XIII y XIV, finalmente, otra clásica -de entonces acá. Todo ello quiso tal vez condensarlo el autor en el -siguiente párrafo, cuya oscuridad se debe á la preñez de tantas y tan -exquisitas ideas: bien merece que el lector lo lea y torne á leer, y -lo estudie con toda calma y sosiego, para desentrañar toda la doctrina -que encierra. Dice así: «El Poema del Cid colmó de orgullo á la musa -castellana, que, restaurado en 1215 el puro latín de Cicerón, se entra -prepotente por catedrales y monasterios, suntuosísimos _alcázeres_ -(sic) de todo saber; y allí, en las sagradas inspiraciones del monge -de Berceo, nos da ya transformado en hermosa leyenda literaria y -artística el _román paladino_, en qual suele el pueblo fablar á su -vecino». - -Finalmente: «Desde que los reyes Católicos, Don Fernando y Doña Isabel, -proclamaron la lengua de Castilla como idioma oficial, cobró inmenso -lustre y donosura»; acto que debió de ser de ruido y estruendo, aunque -la incuria de los tiempos y la poca curiosidad de los historiadores lo -hayan dejado (¡mal pecado!) en las tinieblas del olvido. - -Con tan concisas y luminosas frases nos pone al tanto de los últimos -descubrimientos acerca de la filología castellana. Los demás libros -de esta clase publicados en América suelen llevar una introducción -parecida; aunque hay que confesar que, por lo general, con menor -brillantez y con datos menos apurados por la crítica moderna. -Ponderadas después las grandes ventajas que aportó á nuestra lengua -el descubrimiento del Nuevo Mundo, saca el autor las conclusiones, -que, por leerse casi por las mismas palabras en los demás libros sus -congéneres, pasaré por alto. ¿Á qué repetir el conocido cascabeleo -de que «no deben repelerse de los diccionarios aquellos numerosos -vocablos que usan millones de gentes», es á saber, los americanos, y -la machaqueadora estadística de los «cincuenta millones de hombres», -que por allá dicen que hablan nuestra lengua? Bien que estos desahogos, -por cargantes que nos parezcan á nosotros con tanto repetirlos, no -dejan de tener grave fundamento. ¿Por qué, efectivamente, no han de -ser atendidos 50 millones de hombres, tanto por lo menos como los 10 -millones á que se reducen los que por acá hablamos castellano, cifra -sin duda exacta, pues según cómputo del autor el castellano es hablado -«por sesenta millones?» - -Ya que hasta aquí he alabado y puesto en su punto, como se merece, al -autor, no dejaré, para que no se me tenga por demasiado parcial, de -advertir algunas faltas, que se le han escapado, de menor cuantía. - -Como lo de decir que «difiere el latín del español en la falta de -conjugación por terminaciones diversas que tiene el primero, y de la -(¿falta?) que carece nuestra lengua». «_La palabra_ que en dilatadas -regiones _acostumbra_ la gente culta»: debió dejarse el cajista algún -verbo. «Pues bien, ese poeta, que si hubiera escrito en español, -_supera_ á Bello»: _hubiera superado_ piden los rudimentos de la -sintaxis. «El árbol de ancha copa y rico follaje _riega_ al viento -su semilla para que nunca se extinga». Pero estos deslices han de -atribuirse á la pujanza de aquellas tierras vírgenes, pues el lenguaje -del autor, sin ser ampuloso ni retumbante, lleva ecos andinos; y, sin -recargo de perfumes picantes, huele al suave aroma de las sabanas. -Verdad es que hay entre esos ecos andinos algunos que hieren algo -ásperamente el tímpano. Pongo por caso, cuando el pronombre viene tras -el nombre suelen sufijarlo malamente los escritores americanos. «Y ya -que mencionamos al insigne don Andrés Bello, es el caso de apuntar que -cábele la gloria de». Semejantes pujos de cursilería fuera de tono, de -la cual disculpo como es debido, al autor, van cundiendo también entre -los periodistas españoles, y me sospecho que lo que les ha embotado los -oídos para no percibir lo poco rítmico de tal sufijación, hasta poco -ha desconocida, ha podido ser el estilo telegramático, añadiéndosele -un cierto pisto de gusto estrafalario, afectado por los que andan á -caza de originalidad. «El elemento popular americano debe ser _materia -prima_ en el diccionario de nuestra lengua». Por haber olvidado -que hubo, allá en tiempo del rey que rabió por gachas, una cierta -filosofía que llamaron escolástica, puso aquí el autor esa materia -prima que ofrece alguna ambigüedad «Los hombres no se clasifican -sociológicamente..., sino _á mérito_ de la educación, de la cultura». - -_Á mérito_ de su origen americano habrá que conceder al autor el -que exagere tal vez más de lo que pidiera un razonable andalucismo -el valer de los que por allá escriben levantándolos por cima de los -demás, como sobre una basa que sustente la memoria de tan peregrinos -ingenios. «Pero quien ha manejado con más abundancia de vocablos la -rica lengua de Castilla, quien más de cerca ha seguido al autor del -_Quijote_, quien con más limpieza emplea múltiples y variados giros, -quien derrocha primores y elegancias de dicción, quien arcaico, si -se quiere, es el más clásico de cuantos últimamente han escrito en -castellano, es el atildado estilista D. Juan Montalvo, de quien pudo -decirse, en verdad, que al dejar su espíritu la tierra, recibióle en el -empíreo Garcilaso y fué á confundirse con Cervantes». ¡Cáspita con el -encarecimiento! ¡Confundirse con Cervantes! Contento se vería sirviendo -de caudatario al americano Palma, por no citar á otros americanos -y españoles. Montalvo enjaretó en su libro no pocos galicismos y -extravagancias cultas y modernas, pensando buenamente que remedaba á -Cervantes, y creyó darle cierta tonalidad arcaica con añadirle cuatro -antiguallas que le llenaron el ojo. Recrecióseles á los lectores -americanos, digo á los que estaban ayunos de clasicismo, y lo han -levantado sobre los cuernos de la luna. Aquí sí que debieran leer á -Valera y atender á lo que de Montalvo escribió, en vez de agarrarse á -él, como á lapas, cuando abogan por la introducción de americanismos. - -Ahí está publicado el _Diccionario del Quijote_: el que guste, puede -buscar en él todo ese derroche de primores y elegancias de Montalvo. -Seamos más mirados y modestos, dejando á Montalvo á la cabeza de los -que en la imitación del asendereado manco gloriosamente fracasaron, y -no será pequeño lustre el permitirle capitanear esas huestes. - -Que «Don Antonio José de Irisarri desentrañó, en sus _Cuestiones -Filológicas_, los organismos del castellano», sí será verdad, pero -con eso y con todo lo de más allá, á pesar de nuestras ganas y de -leer libros de Irisarri y de los no Irisarri, no ya las entrañas y -redaños, pero ni dos dedos de la piel adentro hemos logrado, los demás -y yo, calar y ver de esos organismos. Lo cual no se entienda contra -el saber de Irisarri, que sabía tan bien como nosotros lo poquísimo -que de tales organismos se nos alcanza á los lingüistas de estos -tiempos. Otros vendrán, en los cuales se sepa más y haya más «dignos -intérpretes de las galas académicas de nuestra abundosa lengua, _asaz -esmaltada_ por el ameno estilista de aquella tierra (Venezuela), el -popular y _talentoso_ Nicanor Bolet Peraza». Por vía de los talentosos, -académicos y asaz esmaltados, y cuan abundantes y por los suelos andan -en América, «La obra de Zorobabel Rodríguez, de la Barra y de Reyes -son, si vale la frase, una autopsia de la lengua»: y ¡cómo que vale!; -que con esas y esotras la van poniendo de talle, que pronto habrá -menester la pobre lengua castellana que se la hagan en alguna clínica -de París, á pesar de los que, como nuestro autor, se desviven por -conservarla lozana y fresca. - -«Eduardo de la Barra es un filólogo insigne, que escribió lo mejor -que se ha publicado sobre métrica castellana». ¿No sobraría decir -que escribió mucho de bueno? Por lo menos los admiradores de Benot, -Sicilia y Bello se retorcerán los mostachos al estampido de tan fiero -escopetazo. Bello tuvo un oído delicadísimo y apuntó observaciones -métricas de gran valer y de mayor alcance de lo que se figuran los -que no lo han estudiado; Benot no le va en zaga, añadiendo otras de -no menor sagacidad; De la Barra ha sistematizado matemáticamente, -como buen ingeniero que es, algunas leyes, que podrán ser de mayor ó -menor provecho; pero la Métrica castellana continúa sin hacer, á pesar -de estos autores, de Sicilia y de Robles con su _Ortología clásica_, -estrellado pajar donde centellean algunos tenues hilos de luz. - -Lo que no se debiera tolerar es que se pregonaran á bombo y platillos -libros disparatados hasta dejarlo de sobra: «ha publicado el doctor D. -Santiago Ignacio Barberena _El curso elemental de Historia de la Lengua -Española_, que contiene mucho de filología de los idiomas sabios, -y no poco respecto del germen, desarrollo y pubescencia del habla -castellana. El lujo de doctrina y las citas oportunas avaloran esa -obra interesante, en la cual se engolfa D. Santiago Ignacio, buscando -el origen del lenguaje como andaba el inglés de marras en pos de la -calavera de Adán, para ofrecerla al Museo Británico de Londres... Sea -de todo eso lo que fuere, la obra del doctor Barberena es una prueba -más de que en la América latina hay hombres de letras merecedores de -sincero elogio, que honran la lengua que de sus antepasados heredaron. -_Los Quicheísmos_ de tan apreciable filólogo así como varios otros de -sus libros, le han recomendado en el mundo científico, en el cual ya -gozaba, en concepto de matemático, de una reputación bien adquirida». -¡Válame la burra de Balaam! y ¡qué de _sinceros elogios_ nos vemos -precisados á tragar los que escribimos! ¡Con esto, vaya usted á -almibararse y ponerse bien hueco, cuando en revistas y periódicos -le espeten una andanada de encomios lisonjeros y adormecedores! Es -cosa de chuparse los dedos y de confitarse el alma de gusto dando -de patas en ellos como mosca golosa. ¿De veras dice el autor todo -eso del famosísimo y celebérrimo Barberena, tan recomendado en el -mundo científico por lo entretenido y graciosísimo de sus escarceos -y payasadas? Mejor le hubiera estado al bueno del Doctor haberse -quedado en su retraimiento de cándida doncella, resolviendo inocentes -incógnitas matemáticas, sin meterse en caballerías, ni _Quicheísmos_, -ni _Historias_ de lenguas. Todo lo cual, mía fe, que no son inquinas ni -exageraciones de crítico malhumorado: nadie mejor que el autor lo sabe, -y no había para qué venírsenos á ensalzar tan ladinamente las cosas -patrias con libros de esa marca. - - * * * * * - -En el capítulo segundo, donde el autor descubre los _Vicios de locución -en la América latina_, tenemos una bonita muestra de lo que pasaría en -España, si se lograse, como muchos pretenden, desterrar de la enseñanza -el estudio greco-latino, madre del cordero, que habiéndolo abandonado -por aquellas tierras, no es mucho lo hallemos tan roñoso, trasijado -y enclenque. _Quezada_, _quezo_, _Baltazar_, _faces_, _exhuberante_, -_silvido_, _explendor_, _expontáneo_, _hechar_, _cólega_, _diábetes_, -_páis_, _bául_, _máiz_, _autopsía_, _disinteria_, _ópimo_, etc., son -lindezas que dice se dicen y escriben por aquellas bienaventuradas -regiones. En cambio entre estos barbarismos pone _Sardanápalo_ y -_cóndor_, que él cree deben decirse _Sardanapálo_ y _condór_, aunque -no veo por qué, pues cuanto á _cóndor_, tal sonaba en la lengua -quechua, de donde procede, si hemos de dar crédito á Arona, Lafone, -Lenz, Mitre, Bello, y á la misma Academia, que lo aceptó en 1884, y -al uso de Chile, y puede decirse que de toda la América. Que por acá -digan _condór_ no lo extraña el que sabe que las voces terminadas en -consonante suelen ser agudas en castellano; pero en éstas y otras -palabras americanas los americanos son los que han de dar la ley. Por -las mismas tendencias idiomáticas prefiero yo _Sardanápalo_, pues en -voz tan extraña se nos hace recio el decir cosa que suene á _palo_ -tratándose de un tan pomposo emperador. Menos razón asiste al autor -cuando reprueba arcaísmos que no lo son en América. _Enjaguar_ es más -castizo que _enjuagar_, que es su metátesis, de _ex-aquare_; _la color_ -no es «remembranza de Berceo y Santillana, que usaron esa palabra como -femenina, á la provenzal, que daba tal género á los acabados en _or_», -sino de uso no interrumpido en todos los siglos, en Cervantes y demás -clásicos, y hoy día en Castilla; ni es de origen provenzal. Menos se -me alcanza por qué hayamos de tener por arcaísmos _truje_, _mesmo_, -_agora_, siendo así que viven en todas las regiones de habla castellana -y son más conformes á la etimología. - -Lo diré francamente: las Academias y autores que no hacen caso de tales -formas, prefiriendo _traje_, _mismo_, _ahora_, como _únicas_ voces -correctas, juzgan con arbitrariedad injustificada lo que no es suyo, -pues de las voces _populares_, como son éstas, el pueblo es el único -juez. Ni me vengan con que el juez son las personas cultas. Tales -personas cultas saben más latín que el pueblo, y por eso son suyas -infinitas voces traídas á manos limpias del latín, contraviniendo, -por supuesto, al fonetismo castellano; pero saben menos del habla -popular, que precisamente por eso acuden al latín. El pueblo dice -_maniego_; ignorándolo los cultos, acógense al _ambidextro_ latino, -y se quedan tan campantes y satisfechos. Tal es la razón por qué el -pueblo pronuncia mal esas voces latinas, diciendo _ambidestro_, si es -que alguno lo dice. Es que no sabe el pueblo más que su lengua; pero -esa la sabe á las mil maravillas. ¿Quién, si no, la sabe? Á él toca, -pues, juzgar de lo suyo, y á los cultos del lenguaje culto. Así cae -por tierra aquel criterio de los gramáticos, de que el juez son las -personas cultas y doctas. Error es este que, por asentado que esté en -la mollera de todos los gramaticastros á la antigua, la lingüística -moderna combate victoriosamente. ¿Queréis verlo? Tomad un fonógrafo y -recoged en él toda una conversación entre personas cultas, aunque sea -de insignes literatos. Idos después á una aldea y haced otro tanto con -los tíos en la taberna ó en el portal de la parroquia. Confrontad, y -sacaréis en limpio varias importantísimas conclusiones. - -La primera, que los cultos pronuncian muy bien las voces eruditas, y -las pronuncian muy mal los tíos; porque no son castellano, sino latín -á medio castellanizar. Y de aquí el común decir, de que el pueblo -estropea los vocablos. ¡No ha de estropear los que os empeñáis que se -los apropie siendo latinos! Precisamente con estropearlos muestran -saber mejor el castellano que los doctos, pues los adaptan al fonetismo -castellano. No estropearán así las voces realmente castellanas; antes -los doctos son los que las echan á perder, diciendo, por ejemplo, -_ahora_ en vez de _agora_, ya que _hac hora_, conforme á la evolución -natural, ha de sonar _agora_. - -Tras esta segunda conclusión viene la tercera, y es que en la -conversación de los eruditos hallaréis que más de la mitad de los -vocablos son latinos de ese jaez, traídos del Diccionario latino, y -pronunciándolos, no como los latinos, sino como jamás se pronunciaron, -guiándose tan solamente por las letras escritas y dando á éstas sonidos -en gran parte diferentes de los que entre los romanos tuvieron. En vez -de castellano hablan, pues, jerigonza, mezcla de una lengua viva, de -otra que murió y de otra artificial que se han forjado y que no existió -nunca. En cambio, los tíos hablan castellano, y sólo se les han pegado -de los eruditos algunos de esos vocablos extraños, y aun esos los -adaptan mejor á la pronunciación castellana. - -Cuarta consecuencia: lo dicho de los latinismos pasa con los -galicismos: el pueblo, alguno que otro, va cogiéndoles á los doctos; -pero en la conversación de éstos campean que es una bendición. - -Total: la gente culta sabe mejor el latín y el francés que la gente -indocta; pero en vez de castellano usa una jerga de castellano, mal -latín y mal francés. Y luego, como parte interesada, se nos descuelgan -los mismos doctísimos varones con que el pueblo habla mal, y que ellos -son los jueces del lenguaje. Los lingüistas modernos juzgan de muy -diversa manera. Ningún botánico que quiera enseñar á sus discípulos la -taxonomía ó la naturaleza de las plantas, de la rosa y el clavel, pongo -por caso, los llevará á un jardín, y mucho menos á una tienda de flores -de tela ó celuloide, sino al campo. Tratándose de lenguaje, el campo -son los tíos, y los doctos son fabricadores de flores de trapo. - -Estoy oyendo ya decir entre dientes á más de cuatro: «Pero la rosa -de cien hojas del jardín es más vistosa que la natural de cinco, que -brota por los campos, y el lenguaje literario es el lenguaje vulgar -perfeccionado por los buenos ingenios». Muchos distingos y salvedades -había que hacer para desenmarañar esta vieja opinión. También es más -hermosa la Venus de Milo que todas las mujeres del mundo; y con todo, -si en el arte la rosa de cien hojas y la Venus de Milo son hermosas, -en la Naturaleza lo son más la rosa de los prados y las mujeres de -carne y hueso, cuanto va de lo natural á lo artificial y de lo vivo á -lo pintado. Hasta hace muy poco no se ha tenido verdadera noción de -lo que es el habla; creíase un artificio como el de la escritura. Un -abismo los separa. El habla es tan natural y efecto de todo el genio -de una raza, como lo es el gesto y el carácter de la misma raza. Un -lenguaje artificial, como el que los literatos han formado tomando -vocablos del Diccionario latino, cual viejas osamentas desenterradas de -un cementerio, se parece al artificio con que el cómico remeda en las -tablas el hablar, el gesticular, el pensar y querer, el carácter, en -suma, de un personaje histórico. Cuanto difiere esa farsa que remeda á -Alejandro del mismo Alejandro, tanto difiere un lenguaje artificial del -lenguaje natural, producto espontáneo y secular de un pueblo, que lleva -el sello de su pensar, querer y fantasear, que vive en la cabeza y en -la fantasía y en el corazón de los hombres, y sale afuera formando un -todo con su pensamiento y sus afectos. Todos los eruditos y gramáticos -del mundo son incapaces de crear un solo vocablo metiendo en él el alma -de una raza, como la lleva cada uno de los vocablos del habla natural. - -Pero dejando este terreno, que no hago más que señalar desde lejos, -en el mismo lenguaje literario lo sano es cuanto encierra del habla -vulgar; lo que se le añada de otras lenguas sin asimilación lenta, -y como apegándose superficialmente, repugna en el fonetismo y en -la semántica al genio del propio idioma. El arte literario no debe -amalgamar elementos léxicos ni gramaticales que sean ajenos al idioma, -so pena de formar un lenguaje híbrido, y por lo mismo repugnante é -infecundo. Por eso tales elementos flotan, cambian á cada época, van y -vienen, y si de ellos solamente constara el lenguaje literario, éste -perecería, como pereció el latín clásico, mientras el vulgar siguió -viviendo. Cuanto á la estética de los vocablos, los que vienen de -fuera nada dicen á los españoles, fuera del significado convencional -en el que se les emplea, mientras que los castizos llevan consigo -larga historia, presentan en su leyenda el color de la época en que -fueron acuñados y el carácter del ingenio patrio. La estética en el -lenguaje literario no está en barajar el castellano con toda suerte de -extranjerismos léxicos ó sintácticos, sino en saber sacar al alma del -idioma sus propios aceros. - -Y dejando ya este episodio, dice el autor que no se usan del todo -_zahareño_, _añasca_, _azacán_. No es de maravillar que un americano -haga tales afirmaciones, cuando los mismos españoles ignoramos multitud -de voces corrientes entre la gente vulgar. Tampoco debe admirarnos de -que tenga por castizas otras que no lo son, porque otro tanto sucede á -muchos de por acá, que no gustan de leer libros viejos. «Así y todo, -dice, creo yo que es muy castizo ese verbo _batirse_». Dijera que le -entraba por el ojo derecho, ó que á pesar de haber venido de Francia -parece que se ha connaturalizado en España y América, y estuviera en -lo cierto; pero ni castizo, ni menos muy castizo, es un verbo que -ningún americano ni español empleó antes del siglo XVIII, es decir, -antes de la invasión galiparlera. _Combatirse_ de _combate_, es como -se dijo siempre; eso de batirse se deja para los huevos en tortilla. -Sólo que _batir_ dicen los franceses, y _batir_ hemos de decir sus -acólitos; y para colmo de servilismo é ignorancia, hemos de afirmar que -es _castizo_ y _muy castizo_. Al revés, tacha de galicismo _demasiada -amistad_, _demasiada confianza_, y aun aprovechándose de sus vastos -conocimientos éticos, añade que _demasiada virtud_ y _demasiado bueno_ -«son frases disparatadas, toda vez que en la virtud y en la bondad no -cabe exceso». Si con criterio tan cerrado hubiésemos de apurar las -frases castellanas, quedarían calificadas sus dos terceras partes -como solemnísimos disparates. El castellano es exagerador y andaluz -hasta por los pelos de la cabeza, complácese en las metáforas más -estupendas, en las elipsis más descomunales. No hay frases elípticas -más castizas y comunes que éstas, reprobadas por el autor: _otro que -tú lo habría hecho_, que dice debe ser: _cualquiera otro, menos tú, -lo habría hecho_; y _si cede, no es que tema sus iras_, que asegura -ha de dejarse por esta otra: _si cede, no es porque tema sus iras_. -Mucha flema ha de gastar y mucha saliva el que así quiera hablar en -castellano. ¿Á qué detenernos en pelillos, como en las dos aes que se -deja el autor al decir «_Provoca risa el oir ciertas gentes_», en vez -de: _Provoca á risa el oir á ciertas gentes_; en la «_melomanía en la -dicción_», por _melodía_ ó _euritmia_, ó como se quiera decir, pues la -_manía_ la dejamos para indicar el prurito vicioso y de loco, la cual -no tiene lugar en el buscar el _melos_ ó sonoridad, dote muy envidiable -en el escritor. Tampoco suena bien: «_Con vista de_ todo eso, creo que -_en mérito de_ la sonoridad». - -Tiene el autor por impropia la frase _asestar un palo, una bofetada, -una puñada_, porque dice que «_asestar_ es apuntar ó dirigir el -tiro de cañón, de flecha, de pistola ó de otra arma que necesite -puntería»; pero además de que el uso corriente antiguo y moderno le -llevan la contra, la misma etimología de _asestar_ dice que equivale á -_asentar_, y sólo por metáfora se dijo por apuntar; y si no, échese á -discurrir sobre la puntería que hay en el echar uno la _siesta_ y en -el _sessitare_ ó _sedere_. «_Atravesar_ un puente no es propio, dado -que lo que se atraviesa es el río»: el puente es lo que propiamente -atraviesa el río, y sólo atravesando ó pasando el primero atravesamos -el segundo sin mojarnos. «_El análisis filosófico_ es en castellano _la -análisis filosófica_»; ó _el análisis_, con perdón, pues de entrambas -maneras se dice, y más todavía como masculino. - -No conviene ser tan apretados y cortos de manga en ciertas quisquillas, -cuando se ensancha más de lo justo tratándose de galicismos y otras -aves de mal agüero. La _exquisitez_, que en Valera criticó Fabié, que -el mismo Valera puso entre los pecados cometidos en su larga vida, -que el conde de Cheste creyó mejor arrojar al limbo, de donde había -nacido, según nos dice el autor, es un vocablo muy bien formado, -como los formaban á porrillo Cervantes y los demás clásicos; y si la -Academia no lo aceptó, allá ella. Si ni para eso tenemos autoridad los -que tenemos por hacienda nuestra nuestro idioma, quiero decir para -valernos de él, con tal que no vayamos contra su manera de ser, ¿qué -decir de los que le hacen hablar á la francesa? De esos vocablos de -común derivación tiene derecho á inventarlos todo español, cuanto más -un tan discretísimo literato como D. Juan Valera. El Diccionario de la -Academia no es un código cerrado de leyes, ni los señores académicos -sueñan en que lo sea, que fuera un desvariado soñar. Ninguno mejor -que ellos sabe que es faltosísimo en palabras y frases, y asaz rico -en gazapos, que se han trasconejado, como por fuerza ha de suceder -en obra de tal índole, tan vasta y nunca acabable, en la que tantas -manos han andado y personas de tan diversos criterios y pareceres. El -discreto ha de saber escoger y enmendar en todas partes, sin exceptuar -el Diccionario de la Academia y los escritos de los académicos, que al -entrar allá no se desnudan de los galicismos y de las extravagancias -que antes pudieron tener. - -Hablando de la _y_ griega nos dice el autor cosas que, á oirlas de -labios de otro, las rebatiera sin más; pero que en latinista tan -consumado no puedo menos de acatarlas y oirlas con pasmo y admiración: -«Pero el hecho es que esa letra mal llamada _y_ griega no es griega, -sino la forma que prevaleció para representar la _i_ doble de genitivos -latinos, como _ingeii_, que se escribía _ingeny_». Confieso mi supina -ignorancia: no he visto jamás tal _ingeny_ entre los romanos, y aunque -_ingenij_ es cosa conocida, pero la _y_ no creía que viniese de _ij_, -sino que no eran más que dos _íes_, _ii_, y, en fin, yo suponía que los -romanos habían adoptado sencillamente la _y_ griega mayúscula, de la -cual procede nuestro signo _y_; pero puesto que el eruditísimo autor -americano así lo asevera, sus razones tendrá. - -Otras muchísimas originalísimas doctrinas pudiéramos ir viendo, todas -como parto de su feliz ingenio; pero sería por demás prolijo querer -examinar todo el libro. Lo apuntado creo que bastará para formar idea -del nivel á que se hallan los conocimientos lingüísticos por aquellas -tierras. - - - III - - _A D. Julio Saavedra._ - - (Santiago de Chile). - -Muy señor mío y de toda mi consideración. Mi artículo de Setiembre -en _La España Moderna_ con este mismo encabezamiento le ha movido á -usted á enviarme una atenta carta, un artículo del Sr. Manuel J. Ortiz -para que me entere de «las ideas que al respecto flotan en nuestra -atmósfera», y la revista _Le Maître phonétique y Panthesis_ con -artículos de usted. - -Ante todo, he preferido contestarle aquí, porque deseo que sirva para -el público chileno y americano, y aun español, lo que dijere, ya que no -será otra cosa más que aclarar las mismas doctrinas que he sustentado -en _La España Moderna_. - -Mi segundo artículo lo habrá usted leído para cuando éste salga, y si -el primero le pareció algún tanto inexacto y molesto ¿qué no le habrá -parecido el segundo? Y con todo, dejando aparte lo de la molestia, -que su benevolencia de usted sabrá disculpar, reconociendo que no ha -sido mi intención el causársela, sino que es un efecto natural el que -amargue lo que va contra lo propio, por más que el médico trate de -dorar la píldora, voy á satisfacerle en la mejor forma que pudiere, -siempre, por supuesto, dando el primer lugar á la verdad, de la cual es -usted tan amante como yo. - -Contentóme en extremo ver que mi artículo hubiese interesado á un -escritor de la valía de usted, que ha estudiado la lingüística moderna -en París; lo cual no es poco para que mejor nos entendamos, á causa de -profesar entrambos las mismas doctrinas glotológicas. - -Mi intención no fué envolver á todos los americanos en la censura, como -su finura le hace reconocer, añadiendo que esa censura es _justa_. -Yo hice una distinción capital respecto del castellano en América, -distinción que aclara todas las dudas y torcidas interpretaciones, y es -la que separa enteramente el habla del pueblo, no contaminada con lo -que viene de París, y el lenguaje de los escritores, su habla y la de -las personas cultas, que está empapada y calada hasta los tuétanos de -galicismo en todos los órdenes de cosas, en lingüística, en literatura, -en doctrinas morales, sociológicas, etc., etc. Esta distinción usted -mismo y todos los americanos convendrán en que hay que hacerla antes -de pasar adelante. Ustedes mismos se glorían de traer á la patria la -cultura y modales de París, y no trataré yo de censurarles en esto, -porque en París hay cosas harto buenas y dignas de tomarse, y de París -se sacan y traen á España y América muy nobles ideas, modas elegantes -y bonitas, juguetes entretenidos, perfumes y cosméticos delicados, -en fin, un sinnúmero de doctrinas y de artefactos, con las cuales -damos nuevo lustre á lo enrutinado de nuestras opiniones, y con los -cuales pulimos, acicalamos y desengrasamos nuestras herrumbrosas y -mugrientas personas de lo que se nos pegó durante varios siglos, en que -el lavarse, y más con jabón, era melindre de sólo los más atildados y -curiosos. - -Puesta y admitida esa distinción, tomo de su carta de usted la nota que -distingue esos dos lenguajes: «En estos mismos impresos, me escribe -usted, puede usted comprobar que nuestro castellano corriente ni es -afrancesado ni arcaico, sino en un todo semejante al suyo de Castilla -ó Aragón». Lo de _afrancesado_ y _arcaico_ son para mí las notas que -califican esos dos lenguajes. El habla del pueblo americano es tan -castiza como el habla de Castilla y Aragón; pero es más arcaica. -Esto, no sólo en Chile, sino en toda América, y más que en el resto -de América en Chile. Y no es una tacha, ni mengua ese arcaísmo, -antes una prenda segura de más acrisolado casticismo, y de que _el -pueblo_ americano es más español que el pueblo español. Porque hay -construcciones gramaticales, fonemas y vocablos, que el pueblo de -España ha olvidado, trastrocado, cambiado por otros menos castizos, -mientras que en el pueblo de América se conservan con un tan delicioso -saborcillo á antigüedad, que se cree uno trasportado á otros tiempos -dorados, y se imagina encontrar por esas sabanas y serranías al -primitivo conquistador, con su caballo anterior al de la raza cordobesa -de los guzmanes. Figúrese usted si yo me voy á amohinar de esto, sino -antes regocijar y sentirme metido como en un baño de Reyes Católicos. -Mayormente Chile fué una segunda España, no como la Nueva España ó -Méjico, sino como un pedazo de la Península llevado al Pacífico, con -la ventaja de una grandiosidad de cordilleras que sobrepujan á Sierra -Morena y los Pirineos, tanto como al Mediterráneo el Pacífico. No había -pasado siglo y medio desde Colón, y hubo un escritor chileno, natural -de Santiago, el P. Ovalle, que manejaba el castellano como el que mejor -lo ha manejado, y que era artista de la palabra de tan subidos colores, -que no hay poeta americano que en sus descripciones le haya llegado -á la suela del zapato. Humboldt se quedó corto y descolorido y como -asombrado por aquel maravilloso pintor de los Andes. - -Pero me dirá usted que á dónde voy á parar, y le contestaré que me -deje, por su vida, desahogarme recordando aquella cinta de oro, pedazo -de tierra española, que se llama Chile, y aquel su valiente historiador -Ovalle, que harto lo he menester. Porque se me aprieta el corazón y -se me nublan los ojos al considerar qué ha sido por allí de aquellos -grandes humanistas que quedaron después de la independencia. Creyeron -que el latín y el griego olían á vieja España, desterraron estos -estudios, á los cuales debían cuanto ellos eran, y eran grandes, que -grande fué Bello, para no mentar más que uno, y desde entonces, si -el habla popular siguió tan virgen, tan casta, tan española, porque -el castellano vulgar tiempo ha ya que no necesita de su madre la -lengua del Lacio, el lenguaje literario y el habla de las altas capas -sociales se despeñó y se dió á juguetear por las novelerías francesas, -y abrazó todo lo que de extranjis se le metía en casa con halagos de -civilización. El amor á los estudios había echado hondas raíces, y ya -que, como suele, con los estudios clásicos se había desterrado todo -estudio macizo, se llamó á Profesores extranjeros. Ellos han removido -el rescoldo y avivado las medio apagadas cenizas. Por ellos Chile -es el rincón de América donde más se sabe, sobre todo en materias -lingüísticas. Pero voy á decirle al oído algo que me descontenta: como -extranjeros, esos insignes Profesores no tienen cariño al castellano, -digo al castellano práctico, á la literatura castellana. Les traen -mucha y muy sana lingüística, estudian lingüísticamente el mismo -castellano, más el preclásico que el clásico; pero con la frialdad del -químico que deshace despiadadamente en su laboratorio un magnífico -trozo de roca por el capricho, científico sin duda, de analizar sus -elementos componentes. No aman con cariño el castellano, no sienten -aversión á lo extraño, y el lenguaje literario y el habla de la gente -culta se va embebiendo más y más de galicismos é italianismos. En -este punto veo que usted disiente, pues me asegura que el castellano -corriente de la clase social instruída no es afrancesado. Yo desearía -que así fuese, porque tengo más cariño á nuestra lengua y más amor á la -literatura chilena que apego á lo que puedo sacar en llevarle la contra -á una persona tan fina y amable y á un lingüista tan serio como usted. -¿Pero he de creer más á quien pudiera estar algún tanto cegado por amor -á su patria, que á mis ojos y oídos, que han visto y oído y ven y oyen -harto frecuentemente lo contrario? Póngase en mi lugar y falle. Claro -está que hay sus más y sus menos, que personas habrá en Chile, y usted -puede contarse entre ellas, que no quieren el galicismo extremado, y -que no lo menudean. Pero, créame que demasiados abogados tiene y que -son muchos sus aficionados, y más son todavía los que sin darse cuenta, -por sólo seguir lo que suena como de buen tono, chorrean extranjerismos -por todos los poros de sus afrancesados cuerpos y de sus empecatadas -ánimas. El saber distinguir lo castizo de lo que no lo es parece -fácil; pero no es sino grandemente dificultoso, aun estudiando mucho y -leyendo á pasto libros de castellano clásico. Yo estoy metido en libros -clásicos hasta los codos, y con todo se me escapan no pocos gazapos. -¿Qué será de los que no leen más que obras modernas? ¿Qué, de los que -sólo leen en francés y se educan en Francia? ¿Qué, de los que tienen -declarada ojeriza á los clásicos? ¿Qué, de los que son esclavos del -buen tono, digo del mal tono? Y en esto último he de hacer hincapié, -porque sabido es que son rarísimos los que saben sobreponerse á las -modas pasajeras, y no lo es menos que el galicismo anda más de moda de -lo que fuera menester. Usted mismo me lo da á entender al enviarme el -artículo del señor Ortiz, que aboga por el neologismo con los falsos -sofismas que ya he rebatido yo en mis artículos, y lleva la contra al -Sr. Oyuela, que sustenta la doctrina más sólida. - -Comienzo por esta frase que ciertamente no es castellana: «Deja -constancia el señor Oyuela de que en la Argentina se habla y se escribe -mal el castellano». Yo pregunto á todos los españoles, si hay uno que -entienda esa frase. Tal vez lo habrá, si ha estado por América; pero si -no, con saber castellano los españoles, que creo que lo saben, no habrá -uno que la entienda. - -Mas vengamos á la doctrina del Sr. Ortiz, doctrina que usted dice -contener «las ideas que al respecto flotan en esa atmósfera». «Podrá -argüirse, dice Ortiz, que no se trata de las transformaciones del -lenguaje hablado, sino de las que se verifican en el lenguaje -literario; no de las que involuntariamente produce el pueblo, sino de -las que con pleno conocimiento introducen en la lengua los escritores -por medio de sus obras». Efectivamente, la evolución del lenguaje es -un fenómeno admitido, irresistible y loable, como todo lo natural. -Pero las innovaciones por las cuales ustedes abogan no son efecto -de la evolución natural del habla, sino aguaducho que nos traen de -París los malos escritores, es algo pegadizo, como costra de gente -poco limpia, al habla natural, cuya evolución es lentísima y sigue -otros rumbos diametralmente opuestos, como que siguen el cauce del -fonetismo de la raza, mientras que los extranjerismos rebosan de él -y se van hacia fonetismos extraños. ¿Cómo suelta el señor Ortiz esta -dificultad, que él mismo se objeta? De una manera muy cándida. Dice: -«Pero los escritores no hacen ni pueden hacer otra cosa que seguir al -pueblo, de lejos ó de cerca, en esta obra de evolución». Repito que -esta es una candidez columbina. Los escritores galicistas no siguen al -pueblo, el cual está muy ayuno de galicismos y ni los entiende ni los -quiere. Sálgase usted al campo, acompañe al Sr. Lenz en sus excursiones -lingüísticas, á ver qué galicismos oye en los bohíos y barracas de la -gente enteramente alejada de esa influencia francesa. Los escritores -siguen y _pueden_ seguir á otro que al pueblo, siguen á los franceses; -¿quién lo duda que pueden y lo hacen con delectación y gusto? Ojalá -siguieran sólo al pueblo; pero qué han de seguirlo, si se aborrecen -con muchos de sus términos, teniéndolos por groseros, cuando son -los de más noble abolengo, como que los hallará usted en Oviedo, en -Ovalle, en nuestros gigantes del habla castellana. ¿No dicen ustedes -por ahí _un roto_ á un pillete, como lo llamaban ellos juntamente con -_desgarrado_, y _rotura_ como _desgarro_, siempre en el sentido moral, -por natural metáfora de lo físico? Esa es habla de Cervantes, que los -escritores pocas veces imitan, porque no es de buen tono. La atmósfera -de que usted me habla es una atmósfera del Sena, cuajadita de los vahos -malsanos que encierran las nieblas flotantes sobre el Sena. Y añade: -«Si por desgracia todos los escritores resistieran por sistema la -corriente popular, ello, sencillamente, los dejaría atrás». No, sino -que la que se queda atrás y avejentada es el habla popular, que la -literaria es demasiado progresista. - -«Creo que todo neologismo aceptado por el uso general responde á una -verdadera necesidad». Ese uso general no lo es del pueblo: prueba -manifiesta de que la gente culta está de una manera general contaminada -del neologismo. Esotro de la necesidad, ya sabemos que hay muchas -necesidades que nos creamos innecesitadamente, y una vez creada no nos -faltan argumentos para cohonestarla. El uso del tabaco es un ejemplo -fehaciente. - -«La mayoría de ellos, dando pruebas de un loable buen sentido, se -amoldan sencillamente al uso corriente del país en que escriben; dan -cabida en sus obras á todo neologismo aceptado por la generalidad de -las personas medianamente cultas, en lo cual no hacen otra cosa que -ejecutar hoy de buen grado lo que mañana tendrían que hacer á pesar -suyo, para no quedarse, como los dómines y latinistas de la Edad Media, -sin lectores que pudieran entenderles». Ya ve usted cómo esas ideas son -las que flotan en la atmósfera. ¿Por qué, pues, extraña usted que yo -diga que por América lenguaje y literatura son un descolorido reflejo -de lo que se hace en París, que generalmente se escribe mal por ahí -y que el galicismo está en boga? Por supuesto que eso de quedarse -sin lectores no empleando neologismos, es cosa de risa. No habrá -americano que no haya entendido mis artículos, con no llevarlos. Si -el pueblo americano es más bien arcaico, hasta el punto de estar en -mejor disposición que el español para entender á Cervantes, ¿cómo no -ha de entender lo que se le sirva sin esos condimentos de neologismos -y francesismos? Cada cual entiende cuanto se le habla en su lengua; lo -que no entiende es lo extraño y nuevo. ¡Tener que echar mano de esos -pistos para «hacerse comprensibles»! Lo que hace falta para darse bien -á entender á todo individuo de raza española es hablar á la antigua -española, en cristiano, como Dios manda, como habla el pueblo español -ó americano, no como quieren que se hable cuatro pelagatos, que con -haber venido á Francia ya creen que ellos solos hablan como se debe, -cuando son los únicos que lo hacen muy retemal, que hablan algarabía, -franchutería insoportable. Y luego cándidamente se dan á creer que para -que les entiendan han de hablar así. Esto, mi señor Saavedra, y querido -colombroño, ya usted lo ve, es candidez de marca mayor, y necedad -campanuda y pistonuda, y bobería por los cuatro costados, y es cosa de -descostillarse, y de apretarse las quijadas, y de despatarrarse á puro -reir. - -Los que se figuran que con esas importaciones de mercancía extraña va -á ganar el lenguaje literario de Chile, se engañan de medio á medio. -Con esto no hacen más que desviarse del vulgar, no á pasos agigantados, -sino á pasos de zapatos de siete leguas, como los que se calzó el -pulgarcito. Con eso van contra la evolución natural, que ellos suelen -echarnos á la cara para cohonestar sus desafueros. - -No soy purista cimarrón y empedernido. Un bledo se me dan ciertos -galicismos que se me escapen de menor cuantía, aunque procuro estar -en los estribos y declararles á todos en general y á cada uno en -particular guerra sin cuartel. Lo que sí aborrezco á par de muerte, -porque es la muerte y perdición del castellano, es que por principio -se les dé audiencia, se les acaricie y regale como á personas de -casa, siendo unos tunos aventureros que se nos cuelan para atosigar -nuestra lengua, que se les defienda en nombre de la evolución natural -lingüística y de otros principios científicos, y que lo que es -vilísimo rebajamiento y servilismo de nuestra casta, de españoles y -americanos, para con gentes extrañas que no nos lo agradecen para -nada, y hacen bien porque el servilismo no debe agradecerse, sino -mirarse con malos ojos, pase entre españoles y americanos por cosa de -buen tono, de europeización y de adelanto. Cada cual ha de procurar -desenvolver y acrecentar lo propio, no con emplastos traídos de fuera, -sino como lo pide y lleva todo organismo, por intususcepción y propio -desenvolvimiento orgánico, por asimilación lenta y duradera. - -Por último, tengo que decirle que, aunque no es universal mi censura de -que maleen el castellano los escritores de esas Repúblicas, es general, -de los más, y que aun los que de ello están libres, como usted, no -dejan de caer en groseros galicismos cuando menos se percatan. Para -evitarlo es fuerza leer mucho castellano rancio de los siglos XVI y -XVII, y mejor del XVI, porque el del XVII está repleto de necedades aun -en los mejores escritores, y no tienen la frescura, la originalidad, -el casticismo, la fuerza inventiva dentro de lo castizo, que tienen -los escritores del siglo XVI. Y ese leer continuo es faena con la cual -poquísimos quieren apechugar. Usted lo sabrá de sí, yo lo sé de otros y -de mí mismo. - -Afectísimo servidor y amigo, etc. - - - IV - -Los tristísimos sucesos de Cuba en estos días no pueden menos de -llegarnos al alma á cuantos llevamos en las venas una misma sangre, -á todos los españoles y americanos. Americanos son y españoles los -cubanos, que no así como quiera se desmembra y descuartiza en trozos -una raza de una plumada, aunque esa plumada se rasguñe en un Congreso -de París. Dolorosos acaecimientos que sólo pueden parar en una de dos: -ó en la pérdida de la independencia y el consiguiente deshacerse y -desleirse la raza cual gota que cae en el océano de otra raza extraña, -como está sucediendo á ojos vistas á nuestros hermanos de ayer, los -españoles de La Florida, de California, de Tejas, que no sé yo hasta -qué punto lo serán ya hoy; ó pasar por la secular tragedia de guerras -intestinas, tiranías brutales, degüellos y bandolerías, por donde han -pasado las demás Repúblicas americanas después de haberse escabullido -del regazo de la madre patria. Paraderos lastimosos, pero ello era de -esperar, y no pocos cubanos se lo temían con sobrada razón á poco que -tuviesen conocido y calado el metal de nuestra gente. - -Si algo hay que pueda sacarse en limpio del estudio de nuestra -historia, es el humor levantisco, nada domeñable, y como efecto natural -el amor á la independencia, entrañado hasta el tuétano de nuestros -huesos, pero de la independencia tan por el cabo que no se ciñe dentro -de las fronteras de la Nación para desalojar al extranjero que se -arroje á hollarlas, sino que va particularizándose á la provincia, al -municipio, al barrio, á la familia, hasta llegar al individuo. Ese -individualismo que diz trajeron al imperio romano los germanos, era -fruta asaz saboreada y resaboreada por estas tierras de los Viriatos -y de las Numancias, de los Saguntos y Calahorras. Cada español fué -siempre rey en su casa, y los cubanos son españoles, éranlo por lo -menos hace unos meses, y los hispano-americanos son españoles, fuéronlo -al menos hace unos años, y ni unos meses, ni unos años, ni aun unos -siglos pesan un comino ni miden un jeme tratándose de razas. - -Achaque excusado, porque nadie se lo pide, es el no quererse llamar -españoles, ni hispano-americanos, sino latino-americanos. Dícese que -somos de raza latina, y todo porque pasaron acá hará la friolera de -veinte ó veintiún siglos algunos miles de latinos; en cambio los -americanos no son españoles, por más que toda la población culta esté -compuesta de españoles que pasaron, ayer como quien dice, á América. -Los negros allá llevados de África no son para ellos americanos, y sí -los _latinos_ llegados de España. Es donoso el cuento. D. Pedro Pérez -y D.ª Juana López hubieron de partirse para la Cochinchina, no sé con -qué motivo. Nacióles allí un robusto vástago á quien llamaron José -Pérez y López, doméstica y caseramente Pepito. ¡Vaya usted á decir á D. -Pedro Pérez y á D.ª Juana López que José Pérez y López no es español! -Arremangaráse el uno sus mostachos y encrespará la otra su copete, y -hechos unas furias os dirán que su Pepito nada tiene de cochín ni de -chino. - -El hábito no hace al monje: menos lo hace un nombre que se pega -todavía menos á las carnes. Eres peruano, mejicano, chileno, -rioplatense, cubano; pero esos son sobrenombres: tu propio y natural -nombre, el que brota de la sangre de tus venas, de tu testarudez -y apego á lo tuyo, de tu individualismo brutal, de tu cariño á -_independizarte_, es el de español. No te sonroje el apelativo de tu -raza, no te corras de proceder de esta tierra de garbanzos, que no es, -créeme, tan villana y ratera como te lo zumban al oído algunos lindos -que ayer andaban por las selvas. - -La raza y el idioma son los que fraguan el natural de los hombres: la -raza en el cuerpo, el idioma en el alma; bien que, á decir verdad, raza -é idioma se compenetran tal vez más que alma y cuerpo. - -Al cubano de casta, quiero decir al español de Cuba, no puede caerle -muy en gracia el que los anglo-sajones, con ser la flor y nata del -género humano, como dicen, con ser los sobrehombres de la presente -generación, vayan á meterle en pretina, y el que su sangre, sea latina -ó sea española, se desustancie y aniquile, anegada en el mar de otra -raza. Tampoco es de esperar que eso caiga en gracia á los demás -hispano-americanos. Á vista del peligro común todas esas Repúblicas se -mancomunarán, porque siempre fué así, que olvidadas las reyertas de -barrio, los españoles, acicateados por el espíritu de conservación, -convirtieron su individualismo en amor á la independencia nacional. - -El idioma no es una simple enseña y bandera; es algo más, es el alma -de la raza, y por consiguiente la fuerza y baluarte último, el más -interior y recogido, el que ante todo y por cima de todo hemos de -procurar defender los que en caso de rebato esperamos alzarnos como un -solo hombre. El pensar y el querer, las dos caras del alma, distinguen -la manera de ser de cada raza; y el idioma no es un mero espejo del -pensar y del querer, es la turquesa en que se han vaciado, al propio -tiempo que es el vaciado sonoro formado en la turquesa del pensar y -querer de la raza. Porque son dos cosas que se forjaron á la par el -alma y el idioma de cada pueblo, moldeándose entre sí, siendo cada -una materia y forma á la vez de la otra, correspondiéndose como los -dos polos eléctricos, positivo y negativo, que sólo se distinguen -convencionalmente por esos nombres, siendo entrambos tan importantes el -uno como el otro para que salte la chispa y se establezca la corriente, -es decir, para que brote esa fuerza que llamamos electricidad. - -Tal es para mí la importancia de procurar la conservación del idioma -castizo, y ajeno de extrañas escorias, entre todos los pueblos de -raza española. Mientras esa unidad de idioma se guarde como la joya -más rica y preciada que es, el alma será una, la raza no se habrá -despedazado, la unión de pensares y quereres se levantará sobre -las divisiones políticas y territoriales habidas y por haber, y al -estruendo de los invasores venidos de fuera, esa raza una despertará -por adormecida que esté y se apiñará como un solo pueblo robusto y -recio al amago del peligro común. - -Ahora bien, la conservación y unidad de un idioma repartido entre -Naciones y Repúblicas tan distantes y separadas geográfica y -políticamente sólo puede lograrse mirando todos á un ideal, á un -dechado común, norma y pauta del lenguaje literario. Ese dechado no -puede ser otro que el lenguaje del cual arranca toda la literatura -hispano-americana, el lenguaje clásico del siglo XVI, de aquel -maravilloso lenguaje que, llevando en sí la pujanza del movimiento -histórico en que nuestra raza se agigantó y rayó más alto que en ningún -otro de antes ni después, mostró más á las claras lo que bien cultivado -y cuidado con esmero puede dar de sí. No que nuestro lenguaje de hoy -haya de enlazarse y abrazarse á él cual hiedra á un tronco envejecido -y trasañejado. El lenguaje literario de hoy está pegoteado y empañado -de remiendos traídos de otras lenguas, con los que creyeron ataviar -nuestro idioma los que lo tuvieron por enfermizo, enclenque y para -poco. No es el lenguaje un ser orgánico que crece por yuxtaposición ó -agregación externa de moléculas; es un organismo, un árbol que crece -por intususcepción, como dicen, por desenvolvimiento propio, por empuje -del zumo vital que echa nuevos brotes y lozanos ramones, escogollándose -y acopándose conforme á su natural gallardía. - -Ese zumo vital está en el habla popular, lo mismo de América como -de España, y de él ha de renovar el suyo á la continua el lenguaje -literario. Nuestros clásicos no fueron modelos de lenguaje castizo por -haber abierto la puerta á todas las novedades, ó digamos vejestorios -del latín y del griego de lo cual se lamentan Lope y todos los buenos -españoles á vueltas de caer ellos mismos en lo que condenaban. Fuéronlo -por haber sabido diestramente traer á la literatura el riquísimo y -nunca agotado caudal del habla del pueblo español, de aquel pueblo -que pasó á América con su habla pintoresca de Castilla, y por haber -tenido habilidad para formar derivados y compuestos lindos y expresivos -conforme al ingenio del mismo idioma y al buen humor y poético natural -de la raza. - -El que quiera engalanar su pluma con bizarría verdaderamente castiza, -no tiene que andarse mendigando términos desusados del francés ó del -latín; los hallará á manos llenas en nuestros clásicos y entre las -gentes del campo y de las aldeas. - -Los vocablos traídos de fuera ni encajan en el fonetismo castellano -ni los entienden más que los que conocen esos idiomas; los populares -y los clásicos llevan todo el corte fonético y semántico del modo -de pensar y fantasear de nuestra raza, y su valor se trasluce tan -claramente como el agua de la fuente para todos los que se criaron con -el idioma castellano, porque está encerrado en los radicales y sufijos -derivativos bien conocidos. - -Desentendámonos, pues, de cierta nota infamante, de cierto olor á -rutina leñosa y sin vida, que lleva malhadadamente consigo el término -de _clásico_, y entendiendo por él lo castizo, lo ingénito y propio -de esta tan menospreciada y hollada casta española, no sólo por los -extraños que la ven postrada, sino por sus mismos hijos de España y -América, apreciemos en lo que vale nuestro idioma bebiéndolo en el -clasicismo castizo de otros tiempos mejores, envidia y causa tal vez de -la mordacidad de los extranjeros y en los siempre corrientes manantíos -del habla popular de España y América, no menos despreciada por las -personas de juicio somero, que sólo se pagan de culturas superficiales -y de oropeles, por no haber gustado jamás los insondables veneros de la -virgen naturaleza. - - [Ilustración] - - - - - EL NEOLOGISMO - - - I - -Alguien me ha tenido por sobradamente purista, por enemigo de los -neologismos, sean franceses, sean latino-eruditos. - -Acerca de los neologismos, soy tan holgado de mangas como esos -reverendos abades benedictinos que vemos en las hornacinas de nuestras -catedrales, que les cuelgan hasta el suelo. No les tengo la menor -inquina por ser neologismos, y por poco autorizada que sea mi opinión, -no dejaré de decir que me allano á recibir con los brazos abiertos todo -vocablo que nos venga de fuera, con tal que responda á un concepto ó á -un artefacto nuevo sin nombre castellano. No es el idioma un vestuario -de teatro, cuyas piezas inventariadas puedan servir en caso de penuria -para muchos y variados personajes, ó un almacén de prendería, donde -entran y salen según la temporada y la moda todo linaje de prendas ya -hechas de vestir. Un idioma atesora un cierto número de radicales y de -sufijos, que sin darnos cuenta hormiguean por la enredada y recóndita -madeja del cerebro. Las ideas que en cada momento ocurren, salen á las -tablas rebozadas de su correspondiente vestimenta, cortada y cosida de -uno ú otro radical y de uno ú otro sufijo. Pero acontece que la idea -viene de extranjis y lleva, como es natural, el traje del país de donde -viene: es tal la trabazón y entalle de la forma fónica á su idea, que -dificultosamente hallará ésta en tierra extraña sastre que le acierte -en el corte y que le entalle bien la ropa. Bienvenidas seáis, pues. -Pero ¡por vida mía!, así como al llegar acá habéis de españolizaros más -ó menos, pues no hay idea que no coloree su matiz al mudar de temple, -españolizad también vuestro traje cuanto os sea posible. - -Loable es el neologismo, cuando viene como marbete (en francés -_etiqueta_) sobre la envoltura de algún nuevo artefacto ó idea -flamante. Ya que hayamos sacrificado en aras del lenguaje cosmopolita -de la ciencia el derecho de sacar los términos técnicos de nuestro -caudal de radicales, como podíamos haberlo hecho, pese á quien suponga -que el castellano no da de sí para ello, lo menos que se puede pedir -es que se manejen los radicales greco-latinos con mano adestrada y sin -herir ni degollar á nuestro lastimado idioma. No es tan hacedero, como -parece, esto de bautizar una criatura, y no pocas veces la erraron -los inventores ó padres del nuevo parto, por falta de conocimientos -lingüísticos. Ante todo es menester saber el griego y el latín, y -luego, ó si se quiere antes, saber el castellano. Sabidurías son éstas -que en España se les alcanzan á muy pocos. Diríanse aves de altanería, -que vuelan allá remontadas por cima de las nubes, seguras de que se -acabaron tiempo ha los halcones, sacres, neblíes y azores, por más -que «haya por ahí ciento que apenas saben leer y gobiernan como unos -gerifaltes». - -Aquí no se sabe griego, ni latín, ni castellano; y aunque esto suene -á encarecimiento de pesada burla, y el detenerme á probarlo lleve -trazas de digresión impertinente, nada hay de eso, ni de esotro, ni -de lo de más allá. No me vengan á tapar la boca con estadísticas de -alumnos matriculados en Institutos, Universidades y Seminarios. De los -Institutos, con esos programazos kilométricos de lengua latina, en los -cuales se agota toda la teoría del latín, salen los imberbes muchachos -de diez y once años sin pizca de latinidad. Ábraseles el primer libro -que se ofreciere escrito en latín, y por macarrónico que sea darán -de bruces á la segunda palabra que pretendan traducir, si es que no -dieron á la primera, ó si es que lo pretendieron; que á ser algún -tanto discretos, volverán la cabeza á otra parte sin pretensiones de -entender poco ni mucho. El hecho es dolorosísimo, pero tan cierto y -reconocido como doloroso. Apelo á los mismos profesores y discípulos, á -los padres de familia y á todos los españoles que lo tienen sabido de -sobra. En las Universidades se les exige un trozo de versión, como si -no se supiese que no están en disposición de hacerla. En los Seminarios -todo lo más que se logra es que entiendan á medias el Breviario, y yo -conozco un buen golpe de lucidos y lucios eclesiásticos que ni á medias -lo entienden. ¿Quién, pues, sabrá latín en España? Sólo quedan las -monjas, que lo destripan en el coro, y se dan á entender que el _qui -temperas rerum vices_ bien pudiera traducirse por _quiten peras (en el -huerto) raras veces_. - -El tiempo que en los Institutos se dedica al latín no es para hacer -muchos milagros ni estupendas maravillas. Eso suelen reponer los -profesores, y yo estoy con ellos. Pero todavía me atrevería á decirles, -al oído, por supuesto: «Y ustedes ese corto tiempo lo acortan más con -sus programas». - -Un prolijo programa de teoría latina encajaría, como de molde, después -que los discípulos tuviesen el suficiente conocimiento práctico -para leer á libro abierto los autores corrientes: lo entenderían -y aprenderían á pocas lecciones que se les dieran después en la -Universidad, porque se reduciría á recordarles y encasillar en un -sistema lógico lo que ellos ya se sabían prácticamente sin caer en -la cuenta. Pero, para esos mezquinos y alternos cursos de latín del -Instituto, los brillantes programas de que alardean algunos profesores -sólo sirven, cifrando en breves palabras lo que requeriría un volumen: -primero, para acortar más el poco tiempo disponible; segundo, para -hacer aborrecible el estudio del latín á los tristes muchachos, que han -de llevar pegadas con alfileres al examen un montón de respuestas sin -atadero y de pura memoria, por no tener conocimiento práctico de la -lengua; tercero, para que los anticlasicistas griten en son de triunfo -que esa asignatura es inútil, pues no da resultados, y que mejor sería -invertir el tiempo en aprender lenguas vivas ó en hacer gimnasia; -cuarto, para lucir el profesor sus hondos conocimientos y su habilidosa -destreza en saber copiar á Guardia ú otro autor, de los conocidos en -España, cuyas doctrinas de segunda mano están ya podridas de puro -viejas; quinto, para dar trabajo á los impresores y salida á los libros -de texto por tan socorrida manera compuestos; sexto, para que los -extranjeros crean que aquí se estudia el latín; séptimo, para que los -españoles nos acostumbremos más y más á buscar en todo las apariencias -y los juegos de efecto, y hagamos callo en la farsa nacional. Este -septenario yámbico-trocaico, verdaderamente cataléctico, es el que ha -matado el estudio del latín en España. - -Muy duro contra los profesores está usted, me dirá alguno. Pero se -engaña de medio á medio, porque yo no iba á echar la culpa á los -profesores. ¿Cómo han de tenerla, si no hacen más que seguir el -espíritu de la Ley, la cual les enseña este método de los programas? -La Ley les ordena, cuando se presentan á oposiciones, que enjareten -un programita muy cumplido y que por él expliquen una lección como si -se hallaran en clase. Ese programita es la madre del cordero, y la -abuela es otro no menos cumplido, y á veces extravagante programa, -que la misma Ley manda endilgar á los vocales del tribunal, para que -sirva de pauta en la elección de profesores. Es cosa averiguada que con -semejante programa salen á flote los que tienen más poderosa memoria y -más linda labia; pero no los que saben más latín. Con ese programa muy -bien sabido, puede estar uno enteramente ayuno de latín, y teniendo muy -bien sabido el latín, puede quedarse parado sin saber contestar á él. Y -llamo saber latín á lo principal, que es entenderlo á libro abierto, y -aun escribir y hablar en latín, para todo lo cual el programa teórico -está demás. - -No me meto en los Seminarios, porque la tela sería harto larga. Del -griego nada he dicho, porque con él pasa lo mismo que con el latín, -salvo que se le dedica menos tiempo y son muchos menos los que tienen -que cursarlo para obtener los certificados académicos, único fin al -cual están enderezados los estudios todos en esta tierra del papel -timbrado. - -Que no se sabe latín ni griego en España se prueba mucho mejor por los -hechos. Y el hecho que voy á recordar solamente, porque todo el mundo -lo sabe, es tan fehaciente y tan fresco, que no hay más que pedir. Con -él estamos en el corazón de la cuestión de los neologismos y voces -técnicas. Si en alguna parte ó rincón de España se puede buenamente -suponer que se sabe latín y griego, es en la Academia de la lengua. No -seré yo el que afirme que los señores Académicos no saben griego ni -latín. ¿Quién va á suponer tal de Menéndez y Pelayo, de Saavedra, de -Mir, de los señores Pidales, de Benot, etc., etc.? Digo sinceramente que -esos esclarecidos varones saben griego y latín, más ó menos, y algunos -de ellos me consta de que lo saben muy bien sabido. Pero ello es que en -la Academia, como tal, se ha decidido como jamás hubiera decidido el -último de nuestros humanistas del siglo XVI. Déjenme desahogarme: ¡oh -sombras de los Sepúlvedas, Vergaras, Castros, Abriles, Monzós, Ruizes, -Morcillos, Vives, Nebrijas, Victorias, Núñez, Agustines, Chacones, -Sánchez, Barbosas, Correas, Palmirenos, Montanos, Zamoras, Mendozas, -Lagunas, Escobares, Roas, Estazos y demás latinos y helenistas! Las -manos á la cabeza se llevarían, si la alzaran y vieran y oyeran lo que -jamás se vió ni oyó sino en España y en el siglo XX. - -Bastaría apuntar el hecho, si en Alemania estuviéramos; pero aquí -menester será poner en antecedentes greco-latinos al público, que -pudiera suceder no penetrase la ignorancia que el hecho supone. En -la transcripción y pronunciación de voces griegas, sabido es que en -castellano se ha seguido siempre este doble principio: _el uso_ ante -todo, que con el tiempo ha ido modificando los vocablos, por adaptarlos -al ingenio de nuestra lengua; y luego el modo de pronunciarse _en -latín_, cuando se trata de voces nuevamente traídas del griego. -La razón de lo segundo es porque todas las palabras que vinieron -al castellano del griego nos las trajeron los latinos. Pongamos -un ejemplo. Del _kírkinos_ griego hizo el latín la expresión _ad -circinum_, que pasó al castellano en la forma _á cércen_, de donde -_cercenar_. Así nuestros clásicos pronunciaban como grave esta palabra: -«Antes llevando _á cércen_ la alta cresta» (Valbuena, _Bernardo_, -c. 24); «Ensalmo sé yo | con que un hombre en Salamanca, | á quien -cortaron _á cércen_ | un brazo con media espalda, | volviéndosela á -pegar | en menos de una semana» (Alarcón, _La Verdad sospechosa_). -Y con todo hoy decimos _á cercén_, y muy bien dicho, porque natural -condición del castellano es el pronunciar agudas las voces terminadas -en consonante, y particularmente las terminadas en _en_. Las dos _c_ -en _cercen_ suenan como en latín al venir tal vocablo al castellano, -aunque antes sonaran _k_, lo mismo que en griego; el acento se mudó -después por la analogía conforme á la acentuación castellana: son los -dos principios expuestos. - -Robles Dégano en su _Ortología clásica_ ha sacado como conclusión del -estudio de nuestros clásicos, que preferían deshacer los diptongos -en la mayor parte de los vocablos nuevamente traídos del latín y del -griego, es decir, que preferían la diéresis al diptongo; hoy en día -vemos, por el contrario, que nuestros poetas prefieren el diptongo á -la diéresis, y que ésta sólo por licencia poética y como excepción la -admiten á veces. El Sr. Robles se amohina y enfurruña contra esta que -él tiene por novedad y dice que lo hacían mucho mejor los clásicos, -y que la diéresis da mayor sonoridad al lenguaje. Purismo vicioso es -éste del Sr. Robles, como lo es el de aquellos que en todo y por todo -alzan la bandera del casticismo mal entendido, sin dar oídos á otras -razones sino á que así lo usaron los clásicos. No es ir contra lo -castizo admitir en el lenguaje lo que da de sí su natural evolución; -antes bien, por castizo se ha de tener lo que esa evolución natural da -de sí, pues si de casta le viene al galgo el ser rabilargo, de casta le -viene al lenguaje el evolucionar, el ir mudando de una manera lenta é -inconsciente, lo cual, por lo mismo, es muy castizo. Sirva de ejemplo -el caso mismo de que tratamos. Los clásicos tomaron esas voces como -sonaban en latín, que era sin formar diptongo: hicieron muy bien. Pero -propio del castellano es formar diptongo siempre que se puede: ese -es su carácter, que le viene muy de casta, eso es lo castizo. Á poco -tiempo de tomadas esas voces greco-latinas, los mismos clásicos les -hicieron formar el diptongo poco á poco, y hoy es la regla general. - -No es castiza una cosa porque la usaran los clásicos, sino que los -clásicos la usaron por ser castiza. Natural era que se tomasen las -voces greco-latinas tal como se hallaban, pero lo castizo fué que poco -á poco fuesen entrando en la turquesa común castellana. Y á fe que la -sonoridad del castellano se debe en gran parte al diptongo; tan lejos -de la verdad está lo que Robles dice. Y aunque así no fuera, lo más -sonoro en cada idioma es su fonetismo propio, al cual debe acomodarse -cuanto venga de fuera, y de hecho se acomoda por ese proceso lento -que llamamos evolución, la cual no es otra cosa que el casticismo en -ejercicio continuo, el incesante acomodarse del material lingüístico -fónica y semánticamente al modo de ser de la raza en cada momento de -su historia. No basta, pues, conocer lo clásico, lo de los siglos XVI -y XVII, para poder decidir de lo castizo de un vocablo ó construcción; -menester es además conocer á fondo el modo de ser del idioma en sí, -en sus tendencias seculares y de cada época; es necesario tener bien -conocidos el fonetismo y la semántica del castellano, y la psicología -de la raza en general y en su continuo desenvolvimiento, con los mil -factores y causas que de fuera y de dentro obran en el pensamiento -español y en su manifestación fónica, que llamamos idioma español ó -castellano. - -Tenemos pues, que, habiendo pasado por mediación del latín todas -las voces que el castellano posee del griego, no hace al caso la -pronunciación que en griego tuvieran, sino la que tuvieron en latín. -La unidad del idioma, como en las obras artísticas y en todo lo que -refleja el pensamiento, es una perfección, á la cual los idiomas se -encaminan por una cierta vereda, muy trillada por las lenguas todas, -la cual, en lingüística, llamamos _analogía_, principio unificador que -da carácter propio á cada idioma, haciendo que los elementos extraños -ó los desbaratados del mismo idioma vayan poco á poco encajando en el -molde común, cuanto lo sufren los demás agentes que en la evolución del -habla obran á la continua. De aquí el que las voces que los españoles -fueron tomando después directamente del griego, para expresar nuevas -ideas ó artefactos, las tomasen, no como sonaban en griego, sino como -sonaron en latín ó como debieran haber sonado conforme al fonetismo -conocido de esta lengua. Los griegos decían _Socrátes_, _Demosténes_; -los latinos _Sócrates_, _Demóstenes_, y lo mismo _década_, _pirámide_, -_Carnéades_, _acéfalo_, _bucéfalo_, aunque los griegos pronunciaban -estas voces con _k_ en vez de _c_. - -También en latín sonó _c_ como _k_; pero al pasar á las románicas -este sonido se silbantizaba; y así, _cepulla_, que sonó antes -_kepulla_, dió _cebolla_, y _cilia_ dió _ceja_, _cena_ dió _cena_. -Siguiendo esta analogía, á nuestros humanistas jamás se les ocurrió -decir _queleridad_, aunque así había sonado en latín clásico, sino -_celeridad_, como sonó después, y conforme á la silbantización de -_ce_, _ci_ en castellano. Ni dijeron _á kirkin_, á la griega, sino _á -cércen_, de _ad circinum_, porque tenían delante á sabiendas, ó no á -sabiendas, la _cera_ del latín _cera_, del griego _keros_, y todos los -demás vocablos greco-latinos. - -No era menester para eso ser grandes conocedores de las lenguas -clásicas; bastaba dejarse ir agua abajo por la corriente de la -analogía, que lleva con toda seguridad á lo más castizo, á lo propio -del idioma. Del tema griego _kin_, movimiento, formaron los sabios -el término _cinemática_, y de ayer son _cinematógrafo_ y otros -vocablos, en los cuales, sin grandes quebraderos de cabeza, con sólo -obedecer á la analogía, se atuvieron á la índole del castellano y á la -transcripción tradicional. - -Y ahora viene la hazaña cometida en la Academia Española. De esa misma -raíz y de la otra _tele_, que vale lejos, quiso formar un nombre para -su nuevo invento el Sr. Torres Quevedo. No atreviéndose á hacerlo por -sí y ante sí, acudió á la Academia. Hubo sus dimes y diretes, y, por -consiguiente, con todo conocimiento de causa, tenga la culpa quien la -tuviere, que yo no me he puesto á averiguarlo, salió del bureo, como -diría Cervantes, el nuevo y flamante terminajo _telekino_, con _k_ -escrita y pronunciada. Tal vez _telecino_, como debía decirse, les olió -á tocino y no quisieron pringarse las manos. - -¡Oh sombras de!... los poco humanistas que acertaron, con menos bureo, -á dar nombre al _cinematógrafo_ y á la _cinemática_. Ya no me espanto -al dar con el rótulo _bideograf_, estampado en una barraca de Madrid. -Los barraqueros se fueron á traer de Francia su interesante rótulo, -porque al menos allí todo es _très intéressant_; pero el _telekino_ no -sé de qué rincón del mundo planetario se haya traído, porque en ninguna -parte se halla tal modo de pronunciar. Casi casi sería preferible -seguir el consejo de un escritor americano, que coincide con lo que -hicieron los barraqueros. Dice que no podemos prescindir del francés -para todos los términos técnicos, es decir, que Francia debe ser la -aduana por donde hayan de pasar los vocablos greco-latinos. Para -traerlos acá habría que suplicar á los franceses, quitada la gorra, -si podrá pasar tal ó cual voz con su anuencia y visto bueno; y ¡ojo!, -no nos desmandemos á pasarla de contrabando, no se nos vaya á atufar -y torcerse los mostachos el jayán del gendarme, que gasta malísimas -pulgas. Malo, disparatado, eminentemente servil es el criterio del -autor americano; pero es más sano y menos dispuesto á errar que el que -echó al mundo el voquible _telekino_. - -Creo que fué Lineo el que separando al hombre y á los monos de los -demás animales, los encasilló en un nuevo orden, que llamó de los -_primates_. El vocablo fué tan á sabor de los naturalistas, que -despertó en la cabeza de un sabio americano nada menos que la teoría -de la evolución de las especies, ya entrevista por Lamarck. Como cada -vocablo lleva consigo una representación ó fantasma, me sucede á mí -por lo menos, que cada vez que empleo ú oigo el término _primates_, se -me van los ojos á las selvas de Borneo y cuando no te me cato sale de -entre unos troncos y malezas un reverendo gorila, garrote en mano, ó un -chimpancé de gruesas posaderas, ó un orangután haciendo visajes. Ahora -les ha petado el terminajo á los periodistas y se lo aplican harto -donosamente á los prohombres ó cabezas de la política española. Es una -chistosísima obsesión despertadora de cierta desapoderada hilaridad y -jolgorio, la que padezco cada y cuando que al pasar los ojos por los -periódicos doy con una colección de semejantes alimañas. Gedeón les -pondría cara de fulano ó de mengano. Pero que en un artículo serio -nos conviertan á todos en Gedeones, por pazguatos y poco bullangueros -que seamos, y nos hagan juguetear tan cruelmente con personas tal vez -amigas, ó por lo menos simpáticas y respetables... Á la verdad, ese -neologismo político no me parece decoroso. He ahí un campo, tiempo ha -en barbecho, que podía cultivar la Academia Española. Estos son los -puntos que más de cerca le tocan. Y es trabajo urgente, tan urgente, -que á poco que se descuiden, esas malas hierbas se enseñorearán de la -tierra y no habrá layas que las puedan desarraigar. - -Baralt pasó de la raya en su rebusca de galicismos, pero convengamos -en que hay enfermedades que no se curan con paños calientes. Hay -infinidad de galicismos que, con no traernos nada nuevo, han matado -términos que ya no podemos suplir. _Prestigio_ era antes una especie -de ilusión ó apariencia, ó algo más que ya no podemos expresar, algo -que con su autoridad engañosa le dejaba á uno embaucado, una añagaza -aristocrática. Hoy se lee á cada triquitraque «es un sujeto de -prestigio ó que tiene prestigio», por no querer ó no saber decir que -tiene crédito, buen nombre, excelente opinión ó fama». «El Gobierno -goza de prestigio» vale en esta jerga «que tiene poder, poderío, -influjo, influencia, crédito». Pues ¿y las _orientaciones_? Diríase -que todos nos hemos convertido en brújulas. ¿Tienen los franceses algo -que equivalga á la _modorra_ española? ¡Si la inocente _apatía_ se ha -de convertir en verdadera _modorra_ al pasar los Pirineos! Dejemos ese -término simplón, que es harto suave para la holgazanería española. - -«Me sentía turbado; una singular emoción me ganaba; era como un mareo; -_la tête m’en tournait_, para decirlo con una fuerte y gráfica frase -francesa, intraducible al español». El autor que ha escrito esta -sarta de galicismos traducía á libro abierto del francés ó acababa de -darse un hartazgo de lectura francesa, no puede menos. ¡Pero que en -castellano falte manera de expresar lo de _la tête m’en tournait_! ¿No -ha oído nunca decir que _le dan vahídos_, que _se marea_, que _se le -va la cabeza_ al que mira desde una torre? Pues harto más recio es eso -de írsele y quedarse sin ella, que no el _darle vueltas la cabeza_, ó -_andársele la cabeza_, que responden enteramente á la frase francesa. -Y si no le contentan tales rodeos, escoja entre estos otros: «De -haber puesto atención á las muchas cosas que habéis dicho, que me han -desvanecido la cabeza» (Juan de Pineda, _Agricultura Cristiana_, Dial. -7, 17). «Era tanto el ruido, que se desvanecía la cabeza» (Quevedo, -_Zahurdas de Plutón_). «La corriente del agua le desvaneció la -cabeza» (Cervantes, _Persiles_, l. 3, c. 15). «Los muchos truenos... -desvanecían la cabeza y parecíale que andaba al rededor» (Cáceres, -_Paráfrasis de los Salmos_, s. 76). «Que ya me tiene quebrada la -cabeza» (_Tía fingida_). «Como cuando un hombre anda mucho al rededor -y da muchas vueltas, queda desatinado y le parece que todo el mundo se -anda y se viene abajo» (Diego de Vega, _Paraíso de los Santos_, _S. -Miguel_). «Se le desvanece la cabeza y le parece que todo el mundo se -le anda» (Ídem, _S. Francisco_). Pero hay una palabra en castellano que -precisamente nació de aquí, y es la de _retortero_, del dar vueltas, -_tortus_. «Y que los había de traer al retortero á todos» (Quevedo, -_Cuento de cuentos_). «En cerco andan los pecadores, al rededor y al -retortero, cuando como beodos y sin juicio...» (Cabrera, pág. 335). -«Se les anduviese la cabeza al retortero» (Antonio Álvarez, _Silva -espiritual_, Feria 6 de la Dom. 5 de cuar., 5 c.) «Inquietaldos, -turbaldos, de manera que se desvanezcan, les den vaguidos de cabeza y -no sepan de sí. Anden siempre al rededor. No tengan firmeza en nada. -Traedios, Señor, al retortero» (Cáceres, _salmo_ 82). «Es un vaguido -de cabeza, un andar al retortero y tener trabucado el juicio» (Diego -Vega, _S. Miguel_). Ahí tenía el autor frases harto más gráficas que -el «me sentía turbado, una singular emoción me ganaba, la tête m’en -tournait» ¿Qué es eso de ganarle á uno fuera de ganarle los cuartos ó -de llevarle ventaja? Y esotro de _emoción_ será bueno en Psicología; en -castellano se dice de otras mil maneras más coloristas y más poéticas. -_Emoción_ y _conmoción_, que después añade no es más que un meneo, y -aun eso para los que saben latín; y lo de _auscultor_ es puro latino, -y _aúscopa_ puro greco-latino rematadamente híbrido y nauseabundo, -digamos asqueroso en castellano. Aquí _nos pasmamos_, _nos admiramos_, -_nos espantamos_, _nos maravillamos_, _nos estremecemos_, y según sea -la emoción usamos más concretamente otra infinidad de verbos, que -los tenemos á granel y á montones, á porrillo y á puntapiés por esos -suelos, y nos dejamos de secas y descoloridas gabachadas. - -Porque descoloridos son todos esos vocablos que hoy privan por ser los -únicos que tienen los franceses, que por la mayor parte son puramente -latinos ó griegos y que por lo mismo no suenan á nada á los oídos -españoles, ni pintan nada á sus ojos, ni menos les tocan al corazón por -no ser sentidos, digo por no haber salido ni de la cabeza, ni de la -imaginación ó magín, ni del corazón de la raza española. - -No llevan el color del terruño, ni engastan el sentir de nuestra gente, -ni se han calentado al sol de Castilla. Llenamos nuestra tienda de -géneros extraños, embaucados como niños, por la bonitura del envase -iba á decir, y sólo es porque los vemos en manos de aquellos ya de -antaño reconocidos buhoneros, de los que decía Quevedo que nos venían -á engatusar y sacarnos los cuartos vendiéndonos ratoneras y agujetas. -No nos percatamos del trueque ni de que por ser de peor calidad se -han de averiar antes, y que los libros que con ese aguado decir -escribamos, quedarán muertos al mes siguiente. Pero lo peor del caso es -que retiramos á la trastienda los géneros nacionales, donde quedan á -trasmano arrinconados y mohosos. Hay en las más hondas capas del habla -vulgar castellana muchedumbre sinnúmero de voces tan pintorescas, tan -agudas y primorosas, de tan recio sentir y tan bien sonantes, que nos -las envidiarían los escritores extranjeros. Son vocablos que dicen con -el pensar español, que se vaciaron en la creadora fantasía española, -que dieron color, brío y vida á las obras de Cervantes y Quevedo; pero -que la literatura moderna deja ratonarse y apolillarse, por andarse á -mendigar otros cosmopolitas, franceses, desustanciados, manoseados, de -cajón, que no responden más que al menguado, poco poético y feo pensar -de los bulevares modernos, ó dígase las rondas afrancesadas. El que en -ellos se ha criado, ó ha deseado y soñado criarse, halla mezquino y -faltoso nuestro rico caudal, y se quedará muy más convencido de ello al -tropezar con tres ó cuatro palabras anglo-francesas que se le antojan -exquisitas é intraducibles, porque está de todo en todo ayuno de idioma -castellano. - -¿Pero acaso hay palabra verdaderamente traducible entre dos lenguas? -Eso fuera si dos pueblos tuvieran la misma cabeza, la misma sangre, el -mismo natural, el mismo humor, la misma alma. Lo que aquí hay es que -pretenden hacer literatura española pensando en francés, leyendo libros -franceses, empapándose en imágenes y sentimientos que en Francia son -tan delicados como sus vinos; pero que en España saben á aguachirle. La -espuma del champán es harto agradable; pero como les decía un baturro -á unos que estaban bebiéndolo: ¡buenas pantorrillicas echarán con eso! -Dejemos cada cosa en su lugar, y si queremos escribir en castellano y -hacer arte castellano, pensemos y sintamos y hablemos como se piensa, -se siente y se habla en esta tierra, que no es tan desaprovechada é -ingrata como creen los que no la conocen. - - - II - -Traemos achacosa, enclenque y más que medio tísica á nuestra lengua -los que escribimos y nos europeizamos. Europeizarse hace cinco siglos -era hacerse romanos; hoy, hacerse franceses. La lengua castellana y -nuestra literatura padecieron desde entonces de achaque latino; desde -el siglo XVIII ha cargado con otros alifafes, sufre de achaque gálico y -de achaque helénico. No es de bien avisado doctor mudarle la enfermedad -al paciente en cada visita por comezón de novedades. He de volver otra -vez y ciento á este mi diagnóstico, pese á quien me tenga por moledor y -machacón. Antes el mal le venía de Italia; hoy el malhadado neologismo, -que cifra esas tres enfermedades, le llega por Francia; contra ella, -pues, y darle. - -No es cosa de tomarse un mal rato por los afrancesados terminajos -que ponen de moda industriales y comerciantes. En un pecho logrero -y mercenario no caben delgadeces literarias. El toque está en -atraerse parroquianos, dar golpe, arremolinar boquiabiertos frente -al escaparate, ofrecer novedades que despierten el apetito, si no -por la sustancia, al menos por lo extraño del rótulo que lleve la -mercancía; y si ese rótulo huele á francés ó es francés puro, tanto -que mejor. Compradores bobillos que paguen lo extranjerizo de un -nombre no faltarán. Señoritas cabizhueras que lo repicoteen después en -los salones, y caballeritos casquivanos que les alaben el buen gusto, -lo lleven á los cuatro vientos, y lo pongan de moda, y le vacíen el -almacén al tendero, sobrarán en esta sociedad, que es una verdadera y -bien surtida pavera. - -Tampoco es muy ajeno á la condición de nuestra casta el arremeter á -escritores en busca de honra y provecho barbilampiños mozalbetes, -que no hallan oficio más socorrido. ¿Qué van á hacer? ¿Meterse á -compositores de música, á pintores, á arquitectos? Todo eso pide largos -años de solfear, dibujar, pasar hambre, soledad y silencio, cosas -que no se avienen con lo corto de la vida y la prisa por farolear. -El literato no ha menester más que cuatro cuartillas y un lápiz, y -eso está ahí al alcance del más flaco bolsillo: en las esquinas de -la Puerta del Sol lo ofrecen á voz en cuello los buhoneros con los -Toribios que sacan la lengua. ¿Ideas? En los libros. ¿Y libros? En -las bibliotecas públicas, sin gastar un maravedí. Pero ¿y palabras? -Es lo más barato. El músico se quema las cejas estudiando armonía y -combinaciones de sonidos; el pintor masculla barro y aceite á fuerza de -barajar y templar colores, y se magulla los dedos á puro dibujar. El -material del literato, el habla, maldita la falta que hace írselo á -rebuscar entre las gentes del pueblo ó en los libros clásicos. Á más, -que atiborrándose de lecturas francesas se cazan con las ideas que hoy -halagan una buena montonera de citas y nombres de libros y autores, que -es un consuelo poderlos ir encajando y empedrando entre lo que á uno -le vaya ocurriendo, y otra porción de no menos bienquistos galicismos, -luces y primores del escribir moderno. Allí es donde aprenden griego y -latín, inglés y ruso, los que no tienen lugar ni tiempo para aprenderlo -en esta pícara España. - -De los varios géneros literarios no todos abren sus puertas. Hay que -descartar el dramático, que pudiera ir acompañado de poco sabrosos -silbidos y runrunes nada apacibles; el de toda labor seria y erudita, -que tiene contados lectores y es una antigualla; el de la verdadera -poesía, dama antojadiza, no con todos afable y generosa. Queda uno, -el de mayor alcance filosófico, el de más viso, el que hoy como nunca -es apreciado: el de la crítica literaria. Fruto de toda una vida de -estudios macizos, flor del más exquisito y apurado gusto, alquitarado -por el hondo conocimiento de las literaturas antiguas y modernas, la -crítica literaria es para los susodichos mancebos cosa de coser y -cantar, que ni pide tiempo, ni gastos, ni aun saber manejar el idioma. -Para halagar al común de los lectores cortando sayos al vecino, basta -con afilar bien la pluma y desvergonzarse de una vez. Para colgar de -los cuernos de la luna una obra que sale á luz, dejando probablemente -también colgado y pataleando á la vergüenza pública á su autor, no es -menester más que encaramarla á son de bombo y platillos, música barata -y callejera, que tiene otra ventaja, la de dejarle á uno bien con -todos, lo cual no es de pequeña monta para muchos menesteres. - -El tal crítico literario no pasará á la historia, aunque se acompañe -de muchedumbre de autores que suele citar en comprobación de una -perogrullada; pero él se lo cree bonitamente á los pocos aplausos que -oiga, de fueren quienes fueren; que ya los habrá tan contentadizos que -les llene y le alienten á él con sus encomios. - -¿Y todo eso á propósito del neologismo gálico-greco-latino? Allá voy, -que estos tales son los que nos lo traen, cuando habían de ser los -mastines que guardasen el rebaño y ahuyentasen el lobo. - -Hay críticos literarios que, sin ser de esos adocenados parlanchines, -por falta de hondos conocimientos en el habla castellana, trompiquean -no menos que ellos. Para poner el dedo en la llaga y no hablar en el -aire, abro una revista de estos días y doy con sendos artículos sobre -Rubén Darío en dos de sus números seguidos. Su autor acaba de publicar -en París otros dos, no artículos, sino tomos de crítica literaria. -Maguer mozo, no es lerdo ni poco avispado: baste decir que llegan -editados por Garnier, hombre que sabe dónde le aprieta el zapato y -entiende del oficio. En los artículos hay derroche de citas, lecturas, -autores, todo de fuera de España. Es un dolor que por acá, donde él -vive y le dan de comer, no haya autor, libro ni sentencia digna de -citarse. - -Voy á lo mío, al neologismo, al desconocimiento y menosprecio del -castellano, y por ende al lenguaje poco artístico en un crítico de arte -literario. «Voz asexuada y argentina, voz de timbre metálico, voz de -querubín entre nubes rosa, voz tiple, voz alba y angélica...» Siguen -muchedumbre ensordecedora de voces de todos calibres, entre ellas la de -tenor, que dice ser _ambigua_, é _intersexual_ y _guapa_ y _rubia_; y -la de contralto, que se le antoja «voz de monja andaluza, que llora en -el coro su vocación perdida». Son las siete voces de la lira humana. -Dejo la voz de monja y monja andaluza, no gallega, que sería dar en la -tercera por dar en la prima. Lo de voz _asexuada_ y voz _intersexual_ -es lo guapo y rubio. Por extravagancias gongorinas pasaran en otro -tiempo. Hoy deben de ser lindezas de los modernistas españoles, que no -es lo mismo que modernistas de buena ley. No hay hombre ni mujer, chico -ni chaco, que no tenga voz _asexuada_, y no hay alma viva que la tenga -_intersexual_, á lo menos no ha llegado á mi noticia. - -Si os pregunta un castellano viejo, de ésos que tararean coplas de -Gabriel y Galán, que cómo se come eso de _voz asexuada_, porque no es -fruta de su tierra, decidle que es voz de sexo. Y si añade que qué es -_voz de seso_, después de corregirle porque no sabe pronunciar la _x_ -latina, le declararéis que _sexo_ es un cierto vocablo que usaron, allá -hace dieciocho ó veinte siglos, unos señores romanos, y que significa -el ser hombre ó mujer, y no las dos cosas á la vez. ¡Acabáramos!, os -responderá; pero ¿por qué no lo dijo así en cristiano? Voz hombruna ó -voz mujeril: no hay quien no lo entienda.--Pero es que el autor que tal -escribe no ha querido decir eso.--Os apretará reponiendo si se trata -de una voz que sea hombruna y mujeril de una sola pieza.--Tal es lo -que la palabra suena, le diréis, si no significa hombruna ó mujeril -exclusivamente; pero yo creo que ese señor quiso decir voz mujeril, por -más que el vocablo no lo diga. Convendrá el castellano viejo en que -seguramente hay en Madrid literatos que saben más que él, pues saben -escribir; pero que no hablan ni escriben castellano, sino lengua de -romanos, y que ellos se sabrán su por qué. - -_Asexuada_ es una rareza fabricada malamente sobre otra rareza -francesa, cual es la de llamar _personas del sexo_ á las mujeres, como -si los demás fuéramos eunucos á nativitate. Pican á la puerta y entra -á pasarme la doméstica el siguiente recado: ¡¡¡Viene una persona del -sexo!!! - -Es como lo otro de llamarlas del «bello sexo». En sana filosofía, -hermosas son las mujeres para mujeres; pero más hermoso y acabado -es el varón, como lo es el macho más que la hembra en todo linaje -de animales, el pavo real, el león, el toro, el caballo. Para las -mujeres me sospecho yo que el hombre es más hermoso; y si no lo creen -así, allá ellas con su avieso gusto, que á nosotros más hermosas nos -parecen ellas que los barbados, aunque sabemos que en hecho fisiológico -y psicológico de verdad es todo lo contrario. De todos modos no deja -de ser un galicismo muy cortés y una cortesía muy francesa y muy -cumplimentera, mentirosa y bobalicona eso del _bello sexo_. - -Pues ¿y la _voz intersexual_? El autor quiso decir que es á la vez de -hombre y mujer, y lo que dijo es que se halla en medio de los dos, es -decir, que no es ni uno ni otro. Además, en tierra castellana siempre -se dijo _entre_, no _inter_. Los que han formado vocablos con _inter_, -como con _super_ por _sobre_, ejemplo _superhombre_, sabrán tanto latín -como ese señor crítico literario; pero castellano, ni por pienso. - -Las _nubes rosa_ es una vizcainada. ¿También sabe vizcaíno el hondo -crítico? Pues no bastan esas hondas sabidurías para venirnos á -destrozar el castellano, que llama á eso nubes rosadas ó de rosa ó -sonrosadas, ó más castizamente arreboles, término que sin duda no le -ocurrió porque andaba en aquel entonces pensando en Francia, donde á la -cuenta no los debe de haber. - -Decidle, pues, al castellano viejo que _voz rosa_ es voz de rosa. ¡Así -entenderá él de por sí que _voz alba_ es voz del alba ó de alborada! -¿Qué más dice alba que blanca? Pues dice que el crítico su autor se -pica de latino y de buscar regodeos en el hablar. - -Otra muestra de francés y latín que pasa por castellano: «la tendencia -á la fusión de estos géneros se ha ido acentuando». ¡Recórcholis!, -¿eso francés y latín? Todos entendemos la frase. Triste habla la -nuestra literaria, que la entendamos los españoles y por castellana -la tengamos. Tendencia, fusión, género, acentuar no nacieron acá ni -vinieron del habla de los romanos; nos los regalaron los latinistas, -tomándolos del Diccionario latino-francés. Lo de acentuarse una -tendencia es una raquítica metáfora de escribidores que van á beber su -inspiración poética, no en las fuentes de la umbría, sino en la seca -prosodia. ¡Bonita fuente de galanas metáforas, la prosodia! Esa y otras -francesas de su laya las repetimos á diario, dejando marchitar las -ricas y frescas de nuestro pueblo. - -«El poeta lírico debe ser un susceptible, en la hermosa acepción de -esta palabra». ¿Véis cómo el mal viene de Roma, pero pasando por -Francia? ¿Qué dice á la fantasía ese _susceptible_ para ser nada menos -que hermoso? ¿Quién sabe si le dió ese epíteto por llevar la contra -á Baralt y á todo el mundo, pues todo el mundo siente lo feo de ese -galicismo? El poeta siente, es blando, tierno, delicado, sensible, -impresionable. Pero estos señores críticos no entienden ni conocen el -castellano, y todo lo que leen en francés les sabe á mieles. «Tiende á -rebajar el arte _en l’amignonant_, para decirlo con intraducible frase -francesa». Este señor debe de ser el único en España que no sabe decir -empequeñecer, achicar, apocar, aniñar, amuchachar. - -«En un aire de matinée inmundo y equívoco». Cuidado, que no se trata -del aire de la mañana, ni del garbo y desenvuelto meneo, que es lo que -aire suena en castellano. Un garbo inmundo, sólo le ocurre decirlo á -un galiparlante. Aire es, pues, aquí tan puro francés como _matinée_, -é inmundo y equívoco son francés y latín. ¡Aire equívoco! El que -ha equivocado los aires de su vocación es el que se mete á crítico -y pretende escribir artísticamente con esa jerga franco-latina. Á -cualquier cosa llaman escribir estos ensartadores de citas francesas. - -«O en esta otra, que tanto se le asimila (ó inversamente, á lo cual -tanto aquélla se asimila)». Yo no negaré que en el Diccionario oficial -se halle el verbo asimilar; pero ¿qué tiene que ver el Diccionario -oficial con la lengua castellana? Preguntad en cualquier villorrio -de Castilla qué es eso de asimilar, y no os sabrán responder. Pero -lo entenderán, me replicará alguno, en las ciudades. Es decir, que -ese verbo y otros sin cuento, que andan en el Diccionario, no los -entienden en los pueblos, y sí en las ciudades. Señal clara de que -hay dos lenguas en España: una la castellana del pueblo, otra la -afeada con toda suerte de escorias gálico-latinas, que le han echado -encima los cultos y galiparleros. Esas, lacras son, pues, y achaques -del castellano. Como necios latiniparlantes los ha habido por aquí á -montones, raras serán las palabras latinas que no se les haya ocurrido -á uno ú á otro de nuestros escritores de cuenta poner en sus escritos. -Ahora bien, en la Academia reina y puja el criterio de tener por -castellano cuanto se halle en nuestros escritores más salientes y aun -en los que no lo son tanto. Así el Diccionario está encostrado de -latinismos, que ocupan el lugar de muchedumbre de vocablos de castizo -abolorio, los cuales usan las gentes por toda España y usaron nuestros -mismos clásicos. Sólo que el criterio latinista ha sobrepujado allí -siempre, y los tales latinistas no tienen oídos para oir lo que no -sea claramente latino, y en cambio no se les trasconeja al revisar -los libros un solo latinismo, porque andan al husmeo y á caza de -ellos. ¿Qué más da decir asimilarse ó decir, como todo español dice, -asemejarse, que se derivó de ese verbo latino? Ganas de novelerías -sosas y hueras. ¿Por qué no dicen alio por ajo, palia por paja, cilia -por ceja? Porque se trata de vocablos caseros y de todos los españoles; -y los que afectan latinismos no escriben para todos los españoles, sino -para los que saben latín. ¿No fuera, pues, mejor escribirles en latín? -Es que no lo entenderían ni ellos sabrían escribirlo. ¿Á qué, pues, -esos pujos de escribir en una lengua que ni unos ni otros conocen? -¡Velay! ¡Qué verdad es que los menos entendidos en una cosa son los -que más de ella se pican, por ejemplo, los que tanto francés, latín -y griego entrometen en sus escritos, á falta de limpio castellano! -Dejémosles en esas niñerías de copistas; pero quede asentado que ellas -son las que tienen postrada y achacosa la lengua castellana. - - [Ilustración] - - - - - EL ALMA DE SANTA TERESA EN SU ESTILO Y LENGUAJE - - -Inteligencia de ángeles había de tener todo aquel que osara tomar -la pluma para tratar las cosas de la Madre Teresa de Jesús; labios -de querubines el que se atreviera á tomar en los suyos, impuros y -terrenales, el nombre de tan excelsa mujer. No sé qué tiene de níveo y -delicado, y como si al llegar de las manos hubiese de empañarse, cuanto -atañe á las vírgenes, y fuera de la que lo es sobre todas, Teresa de -Jesús paréceme un finísimo brillante de los que tachonan el camarín -de Dios, tan único y de tan deslumbradoras luces, que siempre tuve á -temeridad y caso de profanación tomar sus libros para más de aprender, -acatado y tembloroso, de sus celestiales doctrinas. ¿Por dónde íbame á -desmandar yo á juzgar con mi mezquino entender nada de lo que á ella -tocase? Sobre lo arduo de tan más que humana empresa, viene á acabar -de dejarme más embarazado y perplejo el deseo manifestado por S. A. -la Infanta de España, Doña Paz, de que escriba alguna cosa acerca del -castellano y del lenguaje de la Santa. Yo me siento tan apesadumbrado -bajo el peso de esta para mí honrosa carga, pero carga al cabo y á la -postre que pesa sobre mis hombros más de lo que ellos sufren, que ruego -á S. A. R. y á los demás que me leyeren no reparen en lo descosido y -pobre de mis ideas y lo desmañado de mis palabras en trance en que -no soy dueño de mis escasas fuerzas para discurrir y hablar con la -serenidad y maestría que el asunto pidiera. - -Acerca del lenguaje de Santa Teresa pudiera sacarse un juicio claro y -terminante de dos premisas que pasan por averiguadas, y no dejan de -encerrar, lealmente hablando, ciertos visos de verdad. Conocido es el -dicho del gran Emperador Carlos V, bien enterado en los principales -idiomas europeos, de que el castellano es la lengua para hablar con -Dios. Por donaire pudiera haber repuesto Santa Teresa que, para hablar -con Dios, la lengua mejor es la que no habla, la del silencio. Pero -demos que también la lengua haya de emplearse en alabar á Dios, como -David lo hacía en sus salmos, y la Santa en sus villancicos. Si con -Dios se pasaba días y noches la extática Virgen de Ávila conversando -con Él familiarmente y mano á mano, como pocos de los más regalados -Santos, habremos de inferir que el lenguaje de la Santa, tan hecha á -tratar con Dios en la lengua para ello más apropiada, es el más divino -y soberano de los lenguajes. Lo cual me ataría á mí de pies y manos si, -asiendo desatentadamente de este cabo del hilo, me empeñara en deshilar -todo el ovillo, para tornar á enhilar un vistoso panegírico de variados -encarecimientos y apasionados elogios, descaminándome así del intento -que me he propuesto, de ir á buscar la verdad, fuese cual fuese, en -unos escritos cuya más alta virtud y aliciente está, sin duda alguna, -en reflejar, como en un limpio y transparente estanque, el alma entera -de la más sincera de las santas y escritoras. - -El que se pone á escribir va muy puesto en que ha de hablar con la -pluma, bien de otra más levantada y elegante manera de como habla á -diario con la lengua. Sabe que es un arte dificultoso y muy cuesta -arriba, que es un asunto de peso y harto serio eso de dejar estampado -su pensar y á la luz del día, su sentir y querer, á merced de todo -el que quiera enterarse, y como en testamento imperecedero para los -tiempos adelante, abierto á los ojos de las gentes. De aquí que, cuando -nos avistamos por primera vez con un escritor, por cuyos libros le -teníamos en singular aprecio, suele acontecer llevarnos un solemnísimo -desengaño, al ver y tocar con las manos que es un hombre que habla -y discurre más ó menos como el resto de los mortales. Derrúmbase de -golpe el pedestal, sobre el cual le había encumbrado nuestra fantasía, -y si no somos unos necios que le menospreciemos, en lugar de caer en -la cuenta de nuestro poco seso, nos persuadimos una vez más de que el -escribir es un arte, que dista bastante del palique en que pasamos y -divertimos un rato con nuestros amigos, y que, por el mismo caso, hay -siempre algo de amanerado y hechizo, que ha de despintar algún tanto -el alma del artista, coloreando su natural espontáneo con matices -rebuscados y más ó menos ajenos á su ordinaria manera de expresarse. - -Santa Teresa es de los raros casos en que podemos quedar seguros no -haber entrado á la parte en sus escritos el menor elemento estético -allegadizo, convencional ó afectado. Lo que en ellos hubiere de -estético, á buen seguro que es de su propio natío. - -Menudéase, más de lo que la verdad pidiera, con los escritores, esta -mentirosa loa de que escriben como piensan, sin rebozos de postizos -afeites. Ello es más raro y dificultoso de lo que cabe pensar. De la -Santa no hay duda. No quiere de suyo escribir, ni le pasó en su vida -por el pensamiento que lo que á ratos perdidos deja en sus papeles por -orden precisa de quien le puede mandar, ha de ir á parar á otras manos -que á las de sus hijas, que nada saben de achaque de literaturas. Su -escribir es llanamente su hablar. - -No busquemos, pues, en sus escritos aquellos exquisitos rodeos -y acabadas maneras que pudiéramos requerir y aun exigir en un -artista de la palabra. Digo mal. Lo que no le demandaremos será -cierto atildamiento retórico, y un no sé qué de recortado, limado y -repulido, que en los escritos de algunos autores, por encubierto y -bien disimulado que esté, lleva el recuerdo á los afeites que ciertas -damas sobreponen á la frescura nacida del cutis. No negaré yo, que -cuando en ello ha andado la mano bien amaestrada de algún perfumista -consumado, digo de algún maestro del buen decir, no añada algún matiz -halagüeño y agradable á los que gustan más bien de apariencias, no -pagándose tanto de lo natural, si se nos ofrece menoscabado con las -mellas que en hombres y animales, plantas y piedras, echamos de ver á -cada paso. Gloria da ver algunas caras así repintadas, mayormente á la -luz artificial de calles y salones, y no deja uno de pasmarse de la -destreza y artificio del que por tan maravilloso arte manejó pastas -y pinceles. Pero los colores y el frescor de rosa en las caras que -los llevan cual Dios se las dió, engendran en el pecho un sentimiento -algo más hondo y entrañable, que se derrama y desaparece poco á poco -y deliciosamente por todo nuestro ser, y nos levanta en alas de ese -pío general del alma humana en busca de aquella soberana y no creada -hermosura, tan cantada por místicos y poetas, de la cual es sombra y -mal rasguñado bosquejo toda otra belleza fabricada por manos de hombres -mortales y menguados. - -Es corto en sus entendederas el alcance de los nacidos. Las que -pasaron en ciertas épocas por tachas y descuidos, que parecían afear y -emborronar la hermosura y concierto del universo, son hoy día para los -sabios recamos y joyeles que lo realzan. El arte ha abierto también -los ojos, y ya no pretende enmendar á la naturaleza, encerrando sus -obras en los cánones estrechos de la teoría. Lo natural es harto más -enrevesado y tiene sus raíces más hondamente entrelazadas, embrolladas -y desparramadas, de lo que aparece en la sobrehaz de las cosas. El -arte, que ha de retraer y reflejar á la naturaleza, será un muy chico -y aniñado arte, si con esas apariencias se contenta; ha de ahondar y -cavar como ella, algo más, si quiere bien imitarla. El universo es -vida, y, por lo mismo, lucha nunca acabable. Y ese luchar, que es su -vivir, es su verdadera alma, la cual se manifiesta en el abigarrado -enredo de los fenómenos, de los combates, digamos, á diario entre los -seres todos. - -El color, el semblante, las apariencias de las cosas, si arraigan en la -primitiva traza que se transparenta en su estructura íntima, no menos -se deben á ese su perdurable y jamás cansado luchar y contrastarse -entre sí. El ejército retorna del campo de batalla, vencedor ó vencido, -muy de otra suerte que salió á ella del cuartel. Si vistoso era su -orden y bizarros sus arreos al marchar, más para pensar y sentir es el -polvoriento y ensangrentado porte con que vuelve. - -Un discurso á lo Solís en el Senado de Tlascala, ó de Cicerón en -los rostros de Roma, que cierra con el enemigo, en prieta y bien -concertada falange de argumentos certeros, períodos atronadores, frases -relampagueantes, es un pasmo de simetría y de belleza, que pudiera -parearse á la línea no rompida de batallones, que desfilan al hacer -la muestra y parada antes de salir al campo. Pero dadme otro pedazo -de elocuencia, roto en mil jirones, chorreando sangre verdadera y -encarnada, á lo Mirabeau en la Asamblea revolucionaria de París ó -á lo Demóstenes contra los filipizantes en el Pnix de Atenas. Allí -admirábamos la belleza en su idealismo teórico y de alarde; aquí nos -estremece la lucha de la vida real, el chispear de las espadas, el -estruendo de las máquinas mortíferas; y esa lucha es más poderosa á -arrebatarnos, cuanto más llegada á los hechos, y de mayor alcance -filosófico para el contemplador de la naturaleza. - -Pero es que de aquí también nace que la obra artística que no lleve -grabada esa sangrienta huella del vivir, que es el luchar, no puede -menos de estar falseada, por muy delgadamente que se haya tejido y por -muy sutilmente que se hayan atado todos los cabos. El acicalado autor -de la _Conquista de Nueva España_, nos pinta un Senado y un orador -que platican, como se platicaría en las más refinadas Academias del -Renacimiento, como podría platicar cualquiera de los personajes del -«Cortesano». Aquéllos no son tlaxcaltecas, ni Dios que lo vió. Allí -está Solís y sólo Solís, con su alechugada y bien almidonada valona de -puntas, con sus sedosos y perfumados guantes. Maravíllanos el corte -de sus frases, la redondez de sus períodos, lo pulimentado de sus -sentencias, el orden y trabazón de sus razonamientos. Es una labor de -fina taracea ó ataujía, hija de la paciencia y del ingenio; pero la -pintura, por lindas y bonitas que sean las pinceladas, es falsa de -todo punto. Grande ingenio, ó muy culto, más que grande: es la única -filosofía, el único pensamiento que nos queda de tan cincelada obra. - -Si, á ser más natural y filósofo, nos hubiera puesto delante de los -ojos lo que aquel pueblo era en hecho de verdad, sus hombres robustos, -altaneros, pero salvajes; sus razonamientos, de sentido común, pero -briosos y á tirones, recios como las caobas de sus bosques, ardientes -como las avenidas de fuego y lava de sus volcanes, los maestros de -retórica no hubieran tal vez insertado la pieza en sus _Colecciones de -trozos escogidos_, pero hubieran dado más que pensar y que sentir al -filósofo y al amante del supremo y verdadero arte. - -Enséñannos los botánicos que la estructura natural de cada -planta, manifiesta desde la primera célula embrionaria hasta su -desenvolvimiento último, lleva consigo cierta simetría en la colocación -geométrica de sus partes, de las hojas en los ramones, de los ramones -en las ramas, de las ramas en el tronco, lo mismo que de los estambres -y pistilos en medio de los pétalos, de los pétalos y hojuelas en la -corola y cáliz de la flor. - -Á ser dioses ciertos escritores, nos hubieran aburrido muy presto, -llenando valles y montes de árboles, arbustos y matas acabadísimos, sin -la menor tacha en esta teórica simetría que les trazó el Criador. Á -buena dicha, ni Solís, ni otros de su linda ralea, han tenido jamás las -riendas del gobierno del universo, y los seres todos se nos ofrecen con -las muestras de la lucha en que viven y se desenvuelven en medio de las -contrastadas fuerzas de la naturaleza, con las cicatrices, digamos, de -la pelea, que á la par de la variedad riquísima en formas dentro de la -traza única de su estructura, nos descubren algo de más hondo, el vivir -social de todas las cosas, que tal vez entrañe la explicación del ser -y de los fenómenos todos del universo. - -Hay obras de arte que por su monótona regularidad hastían el gusto del -más espetado amigo de la línea recta. El estilo ornamental simétrico -europeo va perdiendo tierra, mientras la va ganando el irregular, -caprichoso, despareado y harto más natural cuanto más variado de los -japoneses. - -Nada de japonés ni de guerrero belicoso tenía el alma de la Teresa -española; pero, como no escribía por hacer arte, ni estaba mostrada á -tijeretear y repulir lo una vez caído de su pluma, con sólo saber muy -bien sabida su habla castellana, sin más recetas modernistas ni menos -palabrillas y frasecitas de cajón ó tiroir francés, nos dejó unos -tratados y cartas, que es un contento el leerlos. Porque, para cifrarlo -en una sola palabra, en ellos dejó retratada toda su alma. Y el alma, -que bulle en la obra de arte, es la que hace que lo sea, que lleve en -sí espejado su propio vivir, sentir y luchar, no en línea recta, sino -serpeando y meneándose en encontrados pasos, llevada de sus afectos, á -cada rato variados y de mil visos y tonalidades, aunque esa alma viva -en tan serena región como la de la Madre Teresa. - -Asunto de más vagar y para más delgado ingenio que el mío fuera éste de -descubrir y sacar el alma de Santa Teresa en sus escritos. Para ver en -ellos su alma entera no es menester, cierto, ser un águila ni perderse -de vuelo; yo la veo tan claramente, como mi semblante al mirarme en -el espejo. Pero no es lo mismo ver y sentir las cosas, que saber -expresarlas. Eso se queda para artistas tan verdaderamente sinceros y -tan ricamente dotados del don de la expresión artística, como la misma -Santa. - -Y torno á hacer hincapié en lo sincero, porque es cualidad de los -niños ésta de la sinceridad, bien que algún tanto arrebujada á veces -con cierto espiritillo de mentirijilla, que les carcome, y oscureciera -su franqueza, á no ponerla más de relieve su infantil creencia de que -engañan á los demás no engañándose más que á sí mismos. - -Tengo para mí que los más ingeniosos escritores deben el encanto con -que nos traen embelesados á esta sinceridad de niños. Hácense niños al -poner los ojos en el asunto que quieren escudriñar, porque no hay nube -que así nos ciegue y embote la vista como el uso, que traen consigo -los años, de mirar como por rutina las cosas más maravillosas. Que las -gasta y les roba toda aquella frescura y lustre, con que de niños nos -embebecían y nos paraban como abobados. ¿Pues qué, si se allega la -huera hinchazón del escritor, que da tontamente crédito á los elogios, -los cuales le hinchen á la letra el ojo, así como suena, hasta volverle -miope, y hacerle creer que puede echárselas de maestro autorizado, -y así se pone á estudiar y escribir con el hipo de descubrir y decir -maravillas? - -Santa Teresa, fuera de su discreción más que de mujer, escribía como -escribiría una niña candorosa y primeriza en esto de tomar la pluma. No -se le entiende á ella de enjaretar períodos rodados y cuadrimembres, ni -de casar los toques de los colores en su cuadro, de arte que resalten -y rebulten las luces de entre las sombras, ni de tornear sus frases, -ni de alambicar los conceptos, ni de hacerlos parir unos á otros -mirándolos por sus diferentes haces ó contraponiéndolos en brillantes -paradojas, ni siquiera de seguir la hebra del razonamiento hasta el -cabo. Corta por donde se le antoja, digo, cuando se le atraviesa otra -cosa de mayor momento, y luego ya no se le acuerda de tornarlo á -enhebrar. ¿No pensamos y discurrimos así, á retazos, tomando á lo mejor -un cabo suelto que andaba allá por la madeja y se nos viene de pronto á -los ojos, sin cuidarnos del concierto en las sentencias? ¿Pues por qué -no habré de escribirlo así?, hubiera respondido la Santa al empecatado -preceptista que le hubiera salido con estos escrúpulos de retóricas -manidas. - -Vengamos ya, que ya es hora, á ver cómo se las entiende la Santa -en esto de escribir. No habrá ido fuera de propósito cuanto hemos -discurrido hasta aquí, si en su estilo y lenguaje hallamos puesto -en su punto ese que yo llamaría naturismo ó realismo español, para -no enmarañarnos, ni tengan que achacarme nada, usando el vocablo -naturalismo, que ha tomado en Francia, y de allí se ha corrido á las -demás naciones, un sentido harto distinto, bien que cimentado en la -misma propensión á buscar los hechos naturales, tal como se nos ofrecen -en el mundo. Ahí, repito, han venido á parar la literatura y el arte, -arrastrados por las corrientes científicas que han dado este colorido y -sabor á todo linaje de estudios y disciplinas, descostrándolas de las -impurezas añejas, de los convencionalismos y dogmatismos de antaño. Así -ha quedado sepultada la antigua retórica, en lo que encerraba de falsos -puntos de mira y de procedimientos rutinarios, y sobre sus ruinas han -brotado toda suerte de escuelas y teorías, encaminadas por este eterno -sendero de la verdadera estética, de la naturalidad y realidad. - -No habíamos menester, nosotros los españoles, ese naturalismo francés á -lo Zola, que por irse tras los hechos, cierra los ojos á otros que no -lo son menos, al anhelo del alma humana por un ideal elevado de vida y -por la virtud, hoy tan vivo y aun más vivo y sentido que nunca, y se -abate y encharca y se zambulle en las podredumbres del vicio y de la -miseria. - -Nuestra literatura fué siempre natural y realista. En una sociedad -tan falseada como la de Versalles, buena falta hacía que tras la -revolución, que desterrase la mentira política, viniese el realismo en -el arte, que acabase con el embuste retórico. - -Pero acá en España, aun á vueltas de las más desatadas locuras del -gongorismo y conceptismo, el realismo sano, la naturalidad, arraigaba -tan hondamente en nuestra raza, que seguía tan lozano como en las -épocas de la Celestina, de los místicos y de la picaresca. Ese -realismo español, á donde no ha llegado todavía el arte francés en sus -altibajos y vaivenes, y no sé si algún día llegará, porque el carácter -de la raza no lo lleva, ha tenido en España casi tantos seguidores -en todos tiempos como artistas y escritores; pero, sin hacer injuria -á ninguno, bien podemos asegurar que Santa Teresa les lleva á todos -ventaja en esta parte. De aquí que su lenguaje sea lo menos rebuscado -que pueda concebirse. El artificio, no ya la afectación, es cosa que -se despegaba de un alma tan sincera como la de nuestra Santa. No hay -en todos sus escritos una frase, una sola palabra, que huela al menor -artificio retórico de escuela. Y cosa maravillosa, pero que nada -tiene de extraña, Santa Teresa no discanta un punto de los preceptos -retóricos ni gramaticales, digo, de los que se fundan en los principios -eternos del arte y del organismo idiomático del castellano. He oído -decir á algunos que nuestra escritora es descuidada, por lo mismo que -es tan llana y poco curiosa en escribir. La queja es antigua. Ciertos -teologazos y retoricuelos de su tiempo se daban á entender que «algunas -veces la Madre Teresa en sus libros interrumpe el razonamiento, que -llevaba, con otras pláticas, y entremete unas exclamaciones, con que -se olvida de lo que iba diciendo, y unas paréntesis prolijas que hacen -oscuro el sentido: al fin como quien no sabe los preceptos de la -Retórica y el orden que ha de llevar el buen libro. Y demás desto dicen -que usa de vocablos que no son propios ni verdaderos para declarar su -conceto». Bien de otra manera lo entendía el P. Jerónimo Gracián, de -cuyo libro _Dilucidario del verdadero espíritu_, donde «se declara la -doctrina de la Madre Teresa de Jesús» (pág. 15), he tomado esta cita. - -Cuenta allí mismo este verdadero discípulo de la Santa que, como la -importunase, estando en Toledo, para que escribiese el libro de las -_Moradas_, ella le respondía por estas palabras, que pondré aquí como -muestra al propio tiempo de su habla y estilo: «¿Para qué quieren que -escriba? Escriban los letrados, que han estudiado; que yo soy una -tonta, y no sabré lo que me digo: pondré un vocablo por otro, con que -haré daño. Hartos libros hay escritos de cosas de oración. Por amor -de Dios, que me dejen hilar mi rueca y seguir mi coro y oficios de -Religión, como las demás hermanas, que no soy para escribir ni tengo -salud y cabeza para ello». - -No quiero defraudar al lector del juicio que el mismo P. Gracián formó -del estilo y habla de la Santa, por ser libro raro este «Dilucidario», -y encerrar en sí cuanto yo pudiera declarar con bastante peores -palabras: «Y en ir en aquel estilo muestra con llaneza la verdad, sin -composturas, retóricas ni artificios. Aunque (si bien se mira) el -estilo es altísimo para persuadir y hacer fruto; el lenguaje, purísimo -y de los más elegantes en lengua española; que quizá muchos letrados -no acertaran á decir una cláusula tan rodada y bien dicha como ella -la dice, aunque borren y enmienden mil veces: y ella lo escribió sin -enmendar papel suyo de los que escribía, y con gran velocidad, porque -su letra (aunque de mujer) era muy clara, y escrebía tan apriesa y -velozmente, como suelen hacer los notarios públicos, que me admiraba -las muchas cartas que cada día escrebía de su mano á todos los -conventos, y respondía á cualquier monja ó seglar en los negocios de la -orden ó en los puntos y dudas de oración que la preguntaban». - -Y cómo olvidar á otro más famoso teólogo y maestro consumado de las -letras españolas, á Fray Luis de León, el cual, en la carta que á las -Madres descalzas escribió y puso al frente de las obras de Santa -Teresa en su edición primera, año 1588, dice á este propósito: «En la -alteza de las cosas que trata, y en la delicadeza y claridad con que -las trata, excede á muchos ingenios: y en la forma del decir, y en la -pureza y facilidad del estilo, y en la gracia y buena compostura de -las palabras, y en una elegancia desafeitada que deleita en extremo, -dudo yo que haya en nuestra lengua escritura que con ellos se iguale. -Y ansí, siempre que los leo, me admiro de nuevo, y en muchas partes de -ellos me parece que no es ingenio de hombre el que oigo; y no dudo, -sino que hablaba el Espíritu Santo en ella en muchos lugares, y que la -regía la pluma y la mano: que ansí lo manifiesta la luz que pone en las -cosas oscuras, y el fuego que enciende con sus palabras en el corazón -que las lee». - -Con harto pesar habría de acabar este artículo sin dar alguna muestra -de este estilo y lenguaje. Y así, remitiéndome á la curiosidad del -lector que no conozca las obras de Santa Teresa, que son cosas que -suceden en España, para que él por sí mismo las saboree, si quiere -formar cabal juicio, sólo citaré algún párrafo suelto. - -Cae, vaya por caso, plática del temor con que vivían los santos que -antes fueran grandes pecadores. Vase la Santa al hilo del pesar, que -se le despierta entonces más vivo por las niñerías de atrás, que á sus -ojos se le aparecen ofensas gravísimas, y con una extraña humildad, -dificultosa de hallar aun en los mayores santos, dice así: «Por cierto, -hijas mías, que estoy con tanto temor escribiendo esto, que no sé cómo -lo escribo, ni cómo vivo, cuando se me acuerda, que es muchas veces. -Pedidle, hijas mías, que viva Su Majestad en mí siempre, porque si no -es así, ¿qué seguridad puede tener una vida tan mal gastada como la -mía?» Y no son éstas ñoñerías monjiles ni humildades de garabato: oid -cuál prosigue abriéndoles todo su pecho y doliéndose con ellas de sus -imaginadas maldades: «Y no os pese de entender que esto es así, como -algunas veces lo he visto en vosotras cuando os lo digo, y procede de -que quisiérades que hubiera sido muy santa; y tenéis razón, también lo -quisiera yo. ¡Mas, qué tengo de hacer, si lo perdí por sola mi culpa! -Que no me quejaré de Dios, que dejó de darme bastantes ayudas para que -se cumplieran vuestros deseos». ¡Cree ingenuamente que tienen razón -sus hijas al suponer que ella había sido pecadora! Tan bobillas las -monjitas, y tan profundamente humilde la madre, que con todo su claro -talento les cree y se lo cree. «No puedo decir esto sin lágrimas y gran -confusión de ver que escriba yo cosa para las que me pueden enseñar á -mí. - -Recia obediencia ha sido: plega al Señor, que pues se hace por Él, -sea para que os aprovechéis de algo, porque le pidáis perdone á esta -miserable atrevida... no tenéis para qué os afrentar de que sea yo -ruin, pues tenéis tan buena Madre», dice refiriéndose á la Virgen. -Y sigue en lo mismo, hasta que de repente exclama: «Ya no sé lo que -decía, que me he divertido mucho, y en acordándome de mí, se me -quiebran las alas para decir cosa buena». - -¡Por tan malas tenía todas las suyas! - -Ahí está toda entera el alma de la Santa en un solo párrafo; y lo mismo -la echaríamos de ver en todos los de sus obras. Es delicioso contemplar -su viveza, las salidas inesperadas con que pasa de un punto á otro, y -con qué gallarda desenvoltura se ahorra de estorbos y va á lo suyo con -certero paso y sin embarazarse ni enredarse en menudencias y remilgos, -tan propios de mujeres. - -Quiere que entren en el castillo de sus almas sus hijas; pero entrar -un alma en el alma misma, no deja de ser un peregrino entrar: «Pues -tornando á nuestro hermoso y deleitoso castillo, hemos de ver cómo -podremos entrar en él. Parece que digo algún disparate, porque si este -castillo es el alma, claro está que no hay para qué entrar, pues ella -es él mismo: como parecería desatino decir á uno que entrase en una -pieza estando ya dentro. Mas va mucho de estar á estar; que hay muchas -almas que se están en la ronda del castillo, que es adonde están los -que le guardan, y que no se les da nada de entrar dentro, ni saben -qué hay en aquel tan precioso lugar, ni quién está dentro, ni aun qué -piezas tiene. Ya habéis oído en algunos libros de oraciones aconsejar -al alma que entre dentro de sí: pues esto mesmo es lo que digo». - -Escribe á su hermano, y no parece escribirle: esta mujer habla con un -presente: «Pensé que nos enviara V. M. el Villancico suyo: porque éstos -no tienen pies ni cabeza, y todo lo cantan. Ahora se me acuerda uno, -que hice una vez estando con harta oración, y parecía que descansaba -más. Eran (ya no sé si eran así), y porque vea que desde acá le quiero -dar recreación: - - ¡Oh hermosura que excedéis - Á todas las hermosuras! - Sin herir, dolor hacéis, - Y sin dolor deshacéis - El amor de las criaturas. - ............................. - -No se me acuerda más. ¡Qué seso de fundadora! Pues yo le digo que -estaba con harto cuando dije esto. Dios se lo perdone, que me hace -gastar tiempo. Y pienso le ha de enternecer esta copla y hacelle -devoción. Y esto no lo diga á nadie. D.ª Guiomar y yo andábamos juntas -en este tiempo. Déla mis encomiendas». - -Así las gastaban nuestros místicos, á quienes achacan hoy día algunos -haber ennegrecido y aovillado el carácter de los españoles de aquellos -tiempos. Tan cariacontecidas, rostrituertas y cabizcaídas eran nuestras -gentes, que en ninguna literatura, ni en la serena y placentera de -Grecia, han jugado así con la muerte y hecho donaire de los trances -más terribles y de las más hondas miserias de la vida como nuestros -desgarrados, desarrapados y hambrientos profesores de la jábega y de -la picaresca. Al cabo y á la postre fueron descendientes del estoico y -sereno Séneca y de los defensores de Calahorra, Sagunto y Numancia. - -Ese desprecio de todo lo de acá, ese volar hacia arriba y mirar las -cosas todas con el desdén de un alma grande, engreída y soberbia, si -se quiere, ese lanzarse á las más estupendas aventuras, rompiendo -por todas las dificultades, es el alma de nuestros místicos lo mismo -que de nuestros pícaros, de nuestros conquistadores de América, como -de nuestros guerreros de Italia y Flandes: es el alma de la raza. Lo -que es D. Quijote, el noble, el más limpio de toda tacha y libre de -todo temor en la caballería, es Santa Teresa en la religión y en el -claustro. Sólo que Don Quijote no graceja, ni ríe jamás, porque los -locos no ríen, ni gracejan, y los santos y santas sí. - -No es menester apurar mucho lo castizo de esa habla de la Madre Teresa, -ni la elegancia y propiedad, ni el garbo y brío. Si alguna, esta vez -encaja bien aquí lo de ello mismo se alaba, no es menester alaballo. -Menguado gusto ha de tener el que no saboree tan delicada manera de -hablar. Santa Teresa no hizo ningún estudio de la lengua castellana. La -nación florecía, y no tenían que temer influjos extraños como hoy, y -todo español hablaba de perlas. - -¿Quiere decir que el que busca más y más hacienda, no llegará á las -más interiores moradas? Pues véase el desenfado con que se rodea y el -pintoresco diálogo que entabla: «Tiene una persona bien de comer y aun -sobrado. Ofrécesele poder adquirir más hacienda. Tomarlo, si se lo dan, -en hora buena, pase; mas procurarlo, y después de tenerlo, procurar más -y más? Tenga cuan buena intención quisiere (que sí debe tener, porque, -como he dicho, son estas personas de oración y virtuosas); que no hayan -miedo que suban á las moradas más junto al Rey». - -No citaré aquí aquel elegantísimo y gallardo trozo de la meditación del -Crucificado, que puede ver el lector en la carta al Obispo de Osma, en -el cual ha sobrepujado á lo mejor de Fray Luis de Granada. - -Cuanto á lo galano de su fantasía, baste recordar aquella maravillosa -concepción de las Moradas, que engasta todo el tratado como un cuadro -de rica pedrería. En cuatro palabras declara toda la traza del libro: -«Estando hoy suplicando á Nuestro Señor hablase por mí, porque no -atinaba cosa que decir ni cómo comenzar á cumplir esta obediencia, se -me ofreció lo que ahora diré para comenzar con algún fundamento, que -es considerar nuestra alma como un castillo todo de un diamante ó muy -claro cristal, adonde hay muchos aposentos, así como en el cielo hay -muchas moradas. Si bien lo consideramos, hermanas, no es otra cosa el -alma del justo sino un paraíso, adonde (dice) el Señor de él tiene -sus deleites». Al más exigente le llena las medidas la sencillez y -unidad de este plan que no lo buscó, sino que se lo ofreció su rica -fantasía. Porque el alma, que se mete en un asunto, y al desenvolverlo -queda envuelta en la expresión artística, lleva consigo esa unidad -substancial que hace de la obra artística un acabado y bien trabado -organismo, y la pega á cuanto toca. Sólo que para ciertas escuelas esa -unidad ha de ser de esta ó de aquella clase, y para la naturaleza no es -á veces ni de aquella ni de esta, sino de esotra, que está más adentro, -en el corazón del intento propuesto. Así resulta á menudo manifiesta -esa unidad de acción sin pretenderla, ó está encubierta á los ojos del -crítico somero, aunque de hecho se halle donde hallarse debe, en lo más -hondo de la idea y traza, que es como el quicio donde se mueve y gira -toda la obra. - -Veo me he alargado en demasía, sin haber hecho más que arañar y -escarbar la haza. Querer penetrar más, fuera enredarme en asuntos -prolijos, cansar al lector, malusar de la licencia que se me ha dado -y quitar espacio y lugar á otras mejor cortadas plumas que la mía. Y -así pondré aquí punto, y no habremos poco logrado si con este solo -pensamiento de recrearnos en la inimitable naturalidad y verdad de -la Madre Teresa, que, dejando caer de su pluma al desgaire y sin el -menor asomo de pretensión ni pedantería las mismas sencillas palabras -y candorosas frases que salían de su boca en la familiar plática de -vieja castellana, nos remonta á los más encumbrados conceptos de la -unión del alma con Dios, y nos desentraña las más recónditas delgadeces -y sutilezas de la teología mística, nos alentamos á leer y releer sus -maravillosos escritos, veneros que siempre serán de altísima doctrina -y ejemplar no sobrepujado de la más cendrada y varonil elegancia en -lengua castellana. - - [Ilustración] - - - - - EL LATÍN Y LA EVOLUCIÓN DEL CASTELLANO - - - I - -No derivan los radicales castellanos de las formas clásicas, sino de -sus similares del habla vulgar de los romanos. Autores hay que parten -de formas latino-vulgares; pero, no siendo éstas más que fórmulas -hipotéticas, en las que se han condensado los resultados del estudio -comparativo de los vocablos románicos correspondientes, paréceme en -demasía sistemático y poco científico el procedimiento. - -Voy á decir cuatro palabras acerca del intrincado problema del latín -vulgar en cuanto se relaciona con el origen del castellano, problema -que hoy por hoy sigue todavía sin resolver. Cualquiera que conozca el -espíritu de los antiguos sabe de sobra que para las personas cultas de -aquellos tiempos no había más latín que el literario. Á nadie se le -ocurrió jamás escribir en aquella jerga vulgar, que se consideraba como -una degeneración del latín culto, torpemente desfigurado y estropeado -en labios de la gente plebeya. Tal es la causa de que las únicas -noticias que tenemos del latín vulgar las debamos á la investigación -científica, que por medios indirectos ha llegado á rastrear algunos -datos: de ahí la dificultad del problema. Y aquí ocurre una observación -crítica de la mayor importancia. Ese menosprecio y extravagante manera -de considerar el habla vulgar se mantuvo aún después de fenecido el -Imperio. Hasta bien avanzada la Edad Media, las personas instruídas -no se pusieron á escribir en romance por creerlo indigno instrumento -para la literatura; mas antes del siglo XII todos creían que su habla -era latín, bien que estropeado. Sólo así se explica que los escritores -modificaran el romance vulgar, acercándolo en su ortografía al latín -cuanto podían, y que emplearan todos los términos latinos que les -venían á la cabeza con sólo darles un ligero tinte castellano. De -aquí esa dualidad lingüística en un mismo autor, que emplea, no -sólo términos desconocidos del vulgo, sino aun los vulgares con una -ortografía semilatina ó etimológica y semifonética. Es imposible que -en tiempo de Berceo sonara de tres maneras el mismo verbo: dannar, -danpnar, damnar. Estas variantes ortográficas respondían á dañar, -que era como únicamente se decía entonces, lo mismo que ahora. Pero -hubieran creído estropear el latín si lo escribían tal como lo -pronunciaban. Tenían un lenguaje para escribir, y creían echarlo á -perder al hablar su _román paladino_. Y aquí han tropezado no pocos, -aduciendo esas variantes ortográficas como formas que realmente -sonaron tal como están escritas, y que, por consiguiente, eran las -formas comprobantes intermedias de la evolución, en las cuales vemos -convertirse el latín en castellano, vemos nacer á nuestro romance. - -Esta observación crítica se aplica lo mismo á los escritos latinos que -á los castellanos de aquellos tiempos, y es de tal importancia para -la investigación de la etimología y origen del castellano, que voy á -descender á casos concretos. - -Está tan lejos de ser cierto que en los escritos medioevales se vea -nacer el castellano, que, por el contrario, lo que se ve nacer en ellos -es el latín. El castellano aparece la primera vez que se le encuentra -escrito, como una lengua robusta y acabada, y los vocablos sueltos que -aparecen en los documentos latinos más antiguos son tan castellanos -como hoy día. Antes bien, las formas que aparecen antes son las más -castellanas, y poco á poco se van acercando más á las latinas. Es que -los escritores iban sabiendo mejor el latín conforme avanzaban los -tiempos. Por ej., _linde_ se encuentra en el Fuero de Évora el año 1166 -(_M. P. Leges_, p. 392): «Qui _linde_ alieno crebantaverit, pectet -quinque solidos et septem ad Palacio». En la segunda recensión, Fuero -de Abrantès en 1179, y de Corucha en 1182 (ibid., p. 419 y 427): «Qui -_limde_ alienum quebrantaverit». En la tercera, F. de Palmella en 1185 -(ibid., p. 430): «Qui _limede_ (al. _limide_) alieno crebantar...» En -la cuarta, F. de Covilhan del 1186 y de Centocellas del 1194 (ibid., -p. 457 y 487): «Qui _limitem_ alienum fregerit...». En la quinta, -F. de San Vicente de Beira en 1195 (ibid., p. 495): «Qui _limidem_ -alienum fregerit». Á la verdad, aquí no se ve nacer el castellano, sino -diríase que el latín: _linde_, _limde_, _limede_, _limitem_, _limidem_. -Otro tanto sucede con el término _azor_ y el _azorera_, que aparecen -antes que _acetore_ y _aceptore_. De las formas _arroyo_, _arroio_ y -_arrogio_, la primera es la más antigua, del año 841, en la donación -de Alfonso _el Casto_ á la catedral de Lugo. En la era 916 hallamos -_quoto_: «factum est in supradicto quoto 8 idibus junias»; y después -en las eras 937, 940 y 983, _cautum_; y en la de 984, _cautamus_. No -parece sino que el castellano va á convertirse otra vez en latín; y es -que la cultura adelantaba, y lo único que pretendían era escribir en -latín, haciéndolo cada vez mejor. Siendo para ellos el habla vulgar un -latín corrompido, lo saqueaban latinizándolo en sus escritos: abatire -de abatir, abadagium, acampanare, acannizare, alcanzare, advescit = -consuevit (_Glos. got. Card._) de avezar, «dña Thereysia mea _ama_», -del ama castellano, attondus (er. 1100, _Arch. Arlam._) ó atuendo en -ablativo (ch. Ferdin. I, SOTA), del bascuence atondo, «terras cultas -vel _barbatas_» de vervactun = barbecho (c. Adeph. imper., era 1117, -_Arch. Naj._), campidator de campeador, campear (ch. Adeph., 1111, -SOTA), cargas de feno, carnerus, cavalcator, cerrus de cerro, collacius -de collazo, collata, ganare, ganatus, autero de otero, heretarius de -heredero, ingamno de engaño, quadrare, quitare, sacare, spolas. Sería -insensatez figurarse que tales formas latinas hayan existido jamás -en el habla: son vocablos castellanos, sin origen latino muchos de -ellos, pero latinizados por los pendolistas de aquellos tiempos. El -que sin criterio quiera amontonar los términos intermedios entre los -castellanos y los latinos, los hallará todos en los documentos; pero -no son términos medios de la evolución natural del latín hasta hacerse -castellano, sino muchas veces, al revés, es la latinización cada vez -más perfecta del habla vulgar. Por ejemplo. En Berceo hallamos miraculo -(_Mil._, 46), miraclo (íd. 869) y miraglo (_S. Dom._, 315). «Berceo -nos conserva tres de las cinco formas por que ha pasado miraculum para -fijarse en milagro», dice Lanchetas. Si esto fuera verdad, en tiempo -de Berceo aún no había nacido el castellano, ni aun siquiera el latín -vulgar, pues el miraclo del vulgar latino es posterior al miraculo de -Berceo. Lo que hay es que, menospreciándose entonces el romance vulgar, -los escritores creían que debían escribirlo lo más parecido al latín, -única lengua literaria para ellos; de modo que en vez de escribir -siempre miraglo, que es como se decía en el pueblo, escribían á veces -miraclo por acercarse al latín, y aun miraculo, tomado del latín -clásico, del cual no había salido miraglo, sino del vulgar miraclo. -Siempre la reacción literaria corrigiendo el habla vulgar. - -No se pueden tomar sin discernimiento todas las formas que hallamos -escritas en los autores: la más vulgar es la única fehaciente; las -otras son préstamos eruditos del latín y no reflejan el castellano -hablado. Mixtura por mezcla en Berceo (_Duel._, 40), es de origen -muy posterior respecto de mesturar por mezclar y de mesta por cosa -mezclada, así como lo es misto. La x de mixtura denuncia un préstamo -del latín; hoy ya ha pasado misto al pueblo, pero ha perdido la -x, que ni los romanos pronunciaban, cuanto menos los riojanos del -tiempo de su poeta Berceo. Modrar (_S. Mill._, 271), aunque erudito -de origen, ya ha perdido la e; la reacción posterior originó el -moderar, calcándolo sobre moderare. Como modrar no se usaba entre el -pueblo, desapareció ante moderar. Aquí se ve cómo la lengua erudita -vive en parte enteramente divorciada del habla vulgar, puesto que -en cada época ha tomado los vocablos latinos modificándolos, no -según el fonetismo castellano, sino conforme al uso que los eruditos -tenían en la adaptación, mayor ó menor, según las épocas, á ese mismo -fonetismo. Hoy la reacción latina es mayor, y lo ha sido cada vez -más desde el Renacimiento. Hoy no nos parece bien se quite la e á -moderare, y decimos moderar, con sólo quitarle la e final, para que -quepa dentro de la turquesa de los infinitivos. No se atrevían á tanto -los clérigos del siglo XIII, y decían modrar; pero ambas formas han -flotado y flotado sobre el habla vulgar, sin penetrar en ella, como -escoria erudita que va y viene y se cambia, conforme al capricho de -los que la emplean en sus escritos, y aun en la conversación. El mismo -Berceo emplea ya modulado: «Odi sonos de aves dulces e _modulados_» -(_Mil._, 7); pero ese préstamo es posterior al que convirtió modulus en -molde, que también es erudito, pero de época anterior, de mod(u)lus, -perdida la u, que nunca sonó en el latín vulgar, y con la metátesis -común que afectaron los eruditos más antiguos al trascribir vocablos -parecidos, como tilde, si viene de titulus, espalda de spat(u)la. -Hoy no nos atreveríamos á derivar con tales metátesis, porque nos -picamos de mejores latinistas y tenemos menos cariño al fonetismo -nacional. ¿Quién se atrevería hoy á decir motral junto á mortal, como -se atreve Berceo? Muebda por movida, es de formación erudita de -aquel tiempo (_S. Dom._, 119), como debda de debita; mover, movido, -á ser vulgares, hubieran perdido la v. También existe mueda = causa -motiva (_S. Mill._, 387), ya más castellanizado, como muedo por modo -(_Mil._, 29), que nadie se atrevería hoy á decir, aunque es conforme -al cambio sin excepción de ŏ acentuada en ue, lo mismo que muesso por -mordisco (_Lor._, 77) de morsus, perdida la r según ley. En cambio -multo (_Mil._, 259) es una condescendencia por multum, que hoy nadie -la tendría, como no diría nadie nodicia, que dice Berceo (_S. Mill._, -164) suavizando legítimamente la t de notitia, ni nudrir ó nodrir por -nutrire (_S. Dom._, 59, 528). No creo que odir ni udir se dijeran -en tiempo de Berceo, juntamente con oir, aunque él escriba de estas -tres maneras (_Sacr._, 56, _S. Dom._, 312, _Duel._, 209); la d es por -reacción erudita, como en odiendo por oyendo. Tampoco creo sonara -palomba, como escribe junto á paloma (_S. Or._, 40, 46), sino que la b -era otra condescendencia de escritor hecha al latín. Toda cautela es -poca, cuando de los escritos queremos deducir lo que realmente debemos -atribuir al romance hablado, separándolo de lo que los escritores -añadían de su cosecha, por la preocupación de que sólo el latín era un -lenguaje digno de escribirse, y de que el romance, no siendo más que -un mal latín, debía purificarse lo más posible para hacerlo digno de -emplearse en los escritos, y que se podía y aun debía echarse mano de -todo el vocabulario latino, por ser latín lo que se escribía y no ser -más que una misma lengua la hablada y la escrita. Tal es el poder de -una lengua literaria, cuando ha pertenecido á un gran imperio y á una -gran civilización. Esas mismas preocupaciones indican que el romance -no nació de un golpe, sino que fué, sin solución de continuidad, el -mismo latín, que hablado en España en tiempo de los romanos, había ido -evolucionando insensiblemente, hasta el punto de no cambiar de nombre. - -En los últimos tiempos del Imperio, verificada ya la fusión de -razas, cuando las provincias, adquiridos todos los derechos de los -antiguos ciudadanos de Roma por el edicto de Caracalla (212), se -tuvieron por tan romanas como la misma ciudad de Rómulo, despertando -el espíritu patriótico de la nacionalidad romana ante los pueblos -bárbaros ó extranjeros que por todas partes rondaban las fronteras, -el adjetivo _romanus_, aplicado antes á solos los habitantes y cosas -de Roma, hubo de generalizarse á todo el Imperio en oposición al de -_barbarus_. Orosio llamó _Romania_ á todo el conjunto de razas y -países comprendidos dentro del Imperio, como se llamaban Hispania, -Britannia, Graecia, Gallia cada uno de ellos. Lo más propio de la -Romanía, su idioma, llamóse, por lo mismo, _lengua romana_, hablar -en _román_, _romanice_, _en romance_ era hablar el lenguaje de la -Romanía, del Imperio romano, era lo mismo que hablar en _latín_. El -tipo de esa habla era naturalmente el latín literario y oficial de la -administración, que era el que más se acercaba al literario; pero el -habla vulgar de las provincias no se creía ser más que ese mismo latín, -bien que algo estropeado. Ese mismo latín siguió hablándose por varios -siglos; pero ¡qué diferencias no había causado la evolución incesante! -Virgilio Cordobés, citado por Sarmiento[18], escribía en el siglo -IX: «Ille est vituperandus qui loquitur _latinum circa romancium_, -maxime coram laicis, ita quod ipsimet intelligunt totum... Et ita -debent omnes clerici loqui _latinum suum obscure_ in quantum possunt -et non _circa romancium_». En este notable pasaje se traslucen algunos -hechos históricos de la mayor importancia. En aquel mismo siglo (842) -se redactó el convenio entre Carlos _el Calvo_ y Luis de Alemania -en francés ó romance del Norte de la Galia, el primer monumento que -poseemos en lengua vulgar[19], del cual dice Sarmiento que lo podrían -entender los gallegos sin necesidad de versión. Los clérigos hablaban -_su latín_--dice el autor cordobés--, es decir, un latín de cocina, -que distaba bastante por una parte del latín clásico, y por otra del -habla vulgar, puesto que les aconseja que lo empleen entre sí delante -de la gente lega, cuando conviene que ésta no les entienda. Por donde -se verá el craso error de Martínez Marina al sostener que sólo á -principios del siglo XII pudo hablarse de tal manera que se tuviese el -romance por distinto de la lengua latina. - -Por lo mismo, cuando se querellaba[20] Álvaro Cordobés de que el -_latín_, habla de los cristianos, lo hubiesen olvidado los españoles -que andaban entre los moros, teniendo en mayor estima la lengua -arábiga, puesto que se refiere al pueblo español, trata del romance -vulgar español, llamado por él latín por las razones antes apuntadas; -no trata del latín clásico, que sin género de duda hacía siglos sólo -habían conocido algunos privilegiados eruditos, ni siquiera del -latín vulgar, que para el siglo IX ya había desaparecido. Les dice, -pues, Virgilio que hablen su mal latín, _latinum suum_, lo menos -parecidamente al habla vulgar, _obscure et non circa romancium_. Ese -_circa romancium_ ó _romance_, ya no era el _romano_ ó habla romana y -latina de la Romanía, y con todo conserva el nombre. - -¿Qué habla fué la de la Romanía, es decir, qué fué el llamado latín -vulgar? Por las dichas preocupaciones, nadie escribió en ese latín, no -tenemos ni el menor documento redactado verdaderamente en esta lengua: -de ahí la dificultad del problema. Se trata de reconstruirla por el -estudio comparativo de las lenguas románicas, sus sucesoras; por el -estudio del latín vulgar antiguo, sólo conocido en los arcaísmos y -vulgarismos de Plauto y otros autores y en las escasas inscripciones -latinas de la época republicana; por el estudio de los dialectos -itálicos, el úmbrio, el osco, el falisco, el volsco, etc., que sin -duda modificaron el latín de los conquistadores antes de llevarlo -éstos á las demás provincias; por los defectos que á los lapidarios -se les escapaban en las inscripciones de la época imperial, á causa -de las diferencias entre el habla vulgar y el latín oficial en que -las redactaban; por las correcciones de los gramáticos latinos, en -las que enmiendan defectos de pronunciación y ortografía debidos -al habla común y popular; por los glosarios vulgares coleccionados -algo posteriormente, sobre todo por autores africanos y españoles, -en los que hicieron notar las diferencias dialectales de estas -provincias[21]. Pero todas estas fuentes de información, ó no bastan, -ó no se han estudiado á la vez con el único empeño de sacar á luz -el latín vulgar. Los romanistas, que son los que más interesados -están en hacer ese estudio, ocupados en el de las mismas románicas, -tienen que formarse para su propio uso un sistema é idea particular -de esa lengua problemática, encomendando su investigación exprofeso á -los indo-europeistas. Estos en cambio la dejan para los romanistas, -por verse atareados con las antiguas lenguas de nuestra familia. -Resultado: que sólo tenemos datos sueltos, algunos jalones cronológicos -y geográficos; pero que nos falta conocer, no sólo esa lengua, pero -hasta su cronología y su geografía, los dos ojos que nos la permitirían -ver. Estoy, pues, muy lejos de pretender hacer yo la historia del latín -vulgar; sólo propondré algunas ideas, algunos datos indispensables para -conocer el fonetismo latino-castellano. - -Sabemos con toda certeza que además del latín escrito, que conocemos -por las obras literarias, existió el habla de los romanos, algo -distinta de ese latín literario y distinta en las diversas épocas. -Á esa habla se refieren los mismos autores latinos, cuando mientan -los términos vagos de _sermo vulgaris_, _plebeius_, _usualis_, -_cottidianus_, _inconditus_, _proletarius_, _prisca latinitas_, etc., -etc., en oposición á los de _sermo urbanus_, _eruditus_, _perpolitus_, -etc. Unos y otros desaparecieron de hecho con la caída del Imperio, -ahogados y puestos en olvido por las lenguas románicas, que habían ido -formándose insensiblemente en las provincias al evolucionar el habla -vulgar romana entre razas tan distintas, que habían hablado antes sus -idiomas indígenas y tenían sus particulares tendencias fonéticas y -semánticas, efecto de la idiosincrasia fisiológica y psicológica de -cada raza. - -Lo primero que echa de ver el que ha estudiado comparativamente las -lenguas indo-europeas, es que el latín antiguo vulgar, tal cual se -trasparenta en las inscripciones, en los mismos autores clásicos que -afectan arcaísmos, y en los más viejos documentos, se allega más en -el fonetismo á las demás lenguas de la familia y á las otras lenguas -itálicas en particular, que no el latín clásico de la época de Cicerón -y de Augusto. Luego veremos algunos casos prácticos que lo demuestran -palpablemente: baste decir en general que e, o del antiguo latín, -de muchos dialectos itálicos y de las demás I E, toman en el latín -literario un timbre más estable, i, u; que los antiguos diptongos -debidos al refuerzo ó guna, por el que deico es paralelo á δείχ-νυμι -etc., etc., se contraen en latín literario en i, u, etc. No menos -manifiesto es que las tendencias del literario van formando y dando -carácter cada vez más idiomático á esta lengua semioficial conforme -adelantan los tiempos, pues se les ve apuntar en los más antiguos -escritores y ya generalizarse en la época clásica. De modo que en -sus principios el literario no se distingue apenas del vulgar; pero -poco á poco cada una de estas lenguas, evolucionando conforme á sus -particulares tendencias, van diferenciándose más y más. Con todo, al -paso que crece la potencia del literario, por ser habla oficial é -imponerse por la administración central, por el establecimiento de -escuelas, por el mismo influjo del esplendor de la literatura, la -reacción, por decirlo así, oficial y erudita, entabla lucha mortal -con el habla ordinaria del Imperio, y llega en la época del mayor -esplendor literario y político, desde Augusto á los Antoninos, á -influir poderosamente en esa habla ordinaria. Pero declinando el poder -imperial, enflaquecida esa fuerza impuesta, el latín vulgar prosigue -su camino, arrolla al literario y lo vence, haciéndole desaparecer de -la escena. Tenemos, pues, una _prisca rusticitas_, más conforme al -indo-europeismo, y que encerraba en germen las tendencias que después -se desenvolvieron, dando su carácter analítico y aun su fonetismo á -las románicas; y junto á ella un latín _literario_, que tomando otra -dirección se desarrolla, y apoyado en la fuerza de la política y de -la literatura trata de matar el habla común, sucesora de la _prisca -rusticitas_, influye en ella, pero á su vez vencida y avasallada al -faltarle el apoyo oficial, muere á sus manos. Esta victoria del -elemento democrático sobre el aristocrático podría dar margen á -largas y profundas consideraciones en el terreno sociológico y en el -lingüístico; pero no me detendré más, y paso adelante. - -Aquella _prisca rusticitas_, verdadero representante romano del -habla aria en Roma, siguió su camino desenvolviendo sus tendencias -analíticas, como siguieron desenvolviendo las mismas tendencias las -germánicas y el griego vulgar en Europa y las lenguas ario-iranias en -la India, en la Persia y en la Armenia, pasando sobre los cadáveres -de las lenguas literarias, que buscaron su sepultura en el efímero -engalanamiento del artificio de un día. La naturaleza sola es duradera; -lo artificial, momentáneo. El latín literario, una variante del -verdadero ó antiguo latín vulgar, por haberse separado de éste para -acomodarse á las modas de unos cuantos literatos y al modo de ser -extranjerizo del griego, atrofiado en manos de los mismos literatos y -helenizantes, fosilizado en las brillantes oraciones ciceronianas, el -autor más clásico y el ápice del latín literario, hubo de fenecer con -la misma literatura y pinchado en la misma lengua del orador romano. -La diferenciación había comenzado probablemente con la formación de la -misma ciudad y pueblo de Roma[22]. Sus dos clases de puros latinos, -que fueron luego el patriciado, y de sabelios y otras gentes itálicas, -oriundas, sobre todo de la montaña, y de los demás elementos allegados -de la llanura ó Campania, llevaban en sus labios todos los gérmenes de -idiomas algún tanto diversos. Esta divergencia fué agrandándose, cual -se separan los dos lados de un ángulo, ya por la natural tendencia -de la aristocracia á distinguirse de la plebe, ya por el prurito, -poco después avasallador, de helenizarlo todo, mayormente desde que -Andrónico llevó á Roma el culto artístico de los helenos. Verdadero -dialecto del latín común, y distinguiéndose apenas del habla popular -en un principio, fué separándose cada vez más, quedando enteramente -fijado por los autores del siglo de Augusto. Pero como el lenguaje no -puede detenerse en su curso, so pena de quedar petrificado como la -mujer de Loth, esa sanción literaria le condenó á muerte. La historia -suele repetirse, y un mismo sol alumbró en distanciadas regiones dos -acontecimientos gemelos. El idioma védico siguió al pasar el Ganjes -su evolución; pero los himnos de los antiguos Richis se refugiaron en -los conventos, donde toda la civilización del Sapta-Sindhu, encerrada -cual crisálida en su capullo, había de convertirse en la esplendente -civilización brahmánica. Allí nació Brahma, endiosamiento del lenguaje, -de los Vedas, y allí entre las glosas, prātiçākhyas y casuismos -gramaticales, políticos y religiosos de los monjes guardadores del -depósito sagrado, nació el habla perfecta, el sanskrit, que pudo -consignarse después por escrito cerca ya de la Era cristiana en un -alfabeto tan divino como le correspondía, en la escritura devanāgarī. - -El elemento semidemocrático alzóse contra los tiranos Brahmanes, -valiéndose de los mismos principios sobre que se levantaba todo su -artificioso poder, y con el nombre de Budhismo luchó á brazo partido -y se llevó de calle los pueblos orientales. Aquel fué el momento -en que los adoradores de Brahma sacaron su Verbo, y el Sanskrit -clásico, desenclaustrado, comenzó su era de esplendorosa literatura, -reaccionando contra el Budhismo y contra su instrumento el Pali. Tan -artificial como el latín clásico, obtuvo el Sanskrit largos siglos la -hegemonía; pero las hablas vulgares, que en vez de estacionarse entre -los laureles gramaticales de los Paninis ó Quintilianos siguen adelante -en su natural evolución, dejaron fosilizada aquella habla divina, hoy -sacada de su sarcófago por los indianistas, como de su sarcófago habían -sacado al latín literario los del Renacimiento. - -Las lenguas románicas no mataron al latín vulgar: fueron sus -continuadoras en la Romanía. Pero antes de salir de Italia y conquistar -el Mediodía de la Europa occidental, aquella _prisca latinitas_ hubo -de recorrer toda la Península, y si logró imponerse y triunfar de las -lenguas todas itálicas, no fué sino á costa propia, coloreándose de los -matices de todas, enriqueciéndose con sus despojos, al par que perdía -algo de su original personalidad. - -Es menester no conocer las antiguas lenguas de Italia, no haber hecho -el cernido del latín vulgar, ya en sus elementos fonéticos, ya en los -lexicológicos, para creer que el latín llevado á las provincias por -los conquistadores era el latín puro de la antigua Roma, y mucho menos -el de las familias aristocráticas. Conocemos por Tito Livio (XXVII, -9, 10) las colonias latinas que hasta Aníbal (208 antes de J. C.) se -habían desparramado por Italia. Desde este momento para el habla de -los Romanos hubo de empezar una nueva era. Hasta la guerra social, -época en que se extinguen las últimas protestas patrióticas de los -pueblos subyugados, y sobre todo hasta Sila, los dialectos meridionales -llevan al latín nuevos elementos lingüísticos, y las diversas hablas -de Italia se constituyen, todas ellas cual dialectos latinos, pero -seguramente matizados por el fonetismo local. Sin admitir la hipotética -división de dialectos sugerida por Mohl[23], en general su idea no -puede rechazarse; la unidad del latín vulgar, si tal vez llegó jamás -á realizarse de una manera completa, á pesar del dicho de Quintiliano -de que el latín era en toda Italia sensiblemente uniforme (lo cual -puede entenderse del vulgar tanto como del literario), mucho menos -se había realizado por aquella época, en que, vivaces aún al dar el -último suspiro las lenguas itálicas, no tenían por enemigos la mayor -centralización posterior, las escuelas que después en las provincias se -establecieron, y la literatura, que aún no había difundido su pujante -influencia. - -Aún bastante más tarde asevera Quintiliano (_Inst._ I, v. 56) que los -italiotas se distinguen en la pronunciación como los metales. Suetonio -(_Oct. 88_) habla de un funcionario palatino que disgustó á Augusto por -decir isse en vez de ipse: era vulgar, como se ve por las inscripciones -de Pompeya, en osco essuf, en úmbrio essu, isoc, eso. En Plinio (_Ep._ -IX, 23) se pregunta: «¿Italicus es an provincialis?» La _lex Julia -municipalis_, al fijar el latín como lengua oficial de toda Italia, dió -el golpe mortal á todas las lenguas de la Península, que desde aquel -momento fueron despeñándose más y más y acabaron por fenecer más tarde -ó más temprano. Pero en aquella lucha, en que había de vencer, el latín -hubo de colorearse con no pocos matices de las lenguas vencidas, tanto -más cuanto mayor era el parecido fonético. «Neque solum _rusticam_ -asperitatem, sed etiam _peregrinam_ insolentiam fugere discamus», -escribía Cicerón (_De Orat._ III, XII, 44). - -La lengua que primero y más decisivamente influyó en la antigua -rusticitas del Lacio fué el úmbrio, por el mayor parecido en sus -tendencias con aquel latín vulgar y por las circunstancias históricas -en las que se fusionaron. Conquistada y colonizada la Umbría desde el -s. IV ant. de J. C, sus habitantes fueron siempre amigos de los romanos -y de los más favorecidos en todos los derechos políticos. Siguió -hablándose el úmbrio, pero influyendo en el latín y perdiendo cada día -terreno. Abandonóse el alfabeto nacional, que era el etrusco, hacia el -s. III ant. de J. C., conservándose tan sólo en los escritos rituales. -En el s. I por la ley Julia todo se latiniza y el úmbrio sólo queda -como lengua religiosa. Así se escribieron las _Tablas Eugubinas_ con -letras etruscas y con letras latinas, sirviendo el texto latino para el -uso ordinario y el otro como documento testificativo y religioso de la -venerable antigüedad. Fuera de las II y IV, todas las tablas son del -reinado de Augusto, de modo que los documentos úmbrios que poseemos -datan del II ó I siglos antes de J. C. y del I después de J. C. La -parte escrita con caracteres latinos no puede por su epigrafía ponerse -antes del principio del s. I después de J. C. El latín vulgar, influído -poderosamente por el úmbrio, fué el núcleo del latín hablado de Italia. -El Osco y demás dialectos del Sur de la Península influyeron menos y -tenían tendencias más parecidas á las del latín literario que no á las -de la antigua rusticitas. - -Si el úmbrio influyó sobre el latín hablado, el osco parece debió -influir más bien sobre el latín literario. Según Tito Livio (IX, 36), -el etrusco era todavía la lengua literaria de los romanos cuando los -pueblos de lengua osca recibieron los primeros establecimientos de -los vencedores en el siglo IV, Capua en 342, Luceria en 320, Venusa -en 290. La cultura de estas ciudades era muy superior á la de los -entonces toscos romanos, merced á la influencia helénica; el osco, -tras un glorioso pasado, llegaba á lo sumo de su apogeo literario, y -pudo educar la naciente literatura latina. Ennius, Pacuvius, Lucilius -eran naturales de países donde se hablaba el osco; un samnita hacía -tragedias griegas en Catana (PLUT., _Timol._ 31, 1); un orador lucano -peroraba en Siracusa (DION CRISOST., _Or._ II, pág. 113); había -filósofos samnitas discípulos de los griegos (CIC., _Senect._, 41). El -latín apenas adelantó un paso en la Italia meridional hasta la época -de la guerra social, en que la fuerza venció todas las resistencias -patrióticas. Por lo demás, las vocales, los diptongos, las consonantes -del osco convenían casi enteramente con los sonidos latinos, y su -fonetismo fué el fonetismo que distinguió al latín literario del latín -vulgar. El osco, refractario á la contracción de diptongos y á la -debilitación de i en e, de u en o, fenómenos propios del úmbrio y del -latín vulgar, se opuso á que éste, modificado ya por aquél, pasase al -Sur de la Península. En el siglo I después de J. C. todavía se empleaba -el osco en las actas oficiales, nada menos que en Nápoles, cuando ya -el úmbrio sólo se conservaba entre literatos y sacerdotes, y siguió -hablándose durante el Imperio en las ciudades y en los campos. En -el latín de Cartago es donde más influjo tuvieron las lenguas de la -Italia meridional. El osco tuvo que empezar á perder terreno desde la -guerra social, sobre todo cuando, despoblado casi el Samnium y traídos -habitantes de otras regiones además de las colonias militares romanas, -echó Sila las bases de la latinización completa de Italia, abandonando -la antigua política romana de dejar la administración y la lengua -indígenas en los países conquistados. Esta política de Sila fué la que -siguieron después Augusto y sus sucesores en las provincias, originando -así la uniformidad mayor ó menor del latín hablado en todo el Imperio, -ayudándose mutuamente, como suele suceder, la unidad política y la -unidad de idioma. - -El latín que las legiones romanas llevaron á sus primeras conquistas -fué el latín vulgar, no influído todavía por el literario, y cargado -en cambio de los arcaísmos de la antigua rusticitas[24] é impregnado -ya con toda suerte de elementos itálicos. Tal es el primer fondo del -latín vulgar de España y de Cerdeña, que contiene rasgos arcaicos y -dialectales itálicos, no hallados en las demás provincias. Conviene -recordar el orden en que fué introducido en éstas el latín: Italia, -Cerdeña (siglo III antes de J. C.), España (siglo II), Cisalpina, -África, Iliria, Provenza (125), Galia septentrional, Rethia, Dacia. En -lo que se refiere á España, Artemidoro de Éfeso, que escribía hacia la -época de la guerra social, dice en un fragmento de su _Periplo_ que -algunas tribus españolas de las costas hablaban, no el latín, sino -la lengua de los italiotas: «γραμματιχῆ δὲ Χρῶνται τᾗ τῶν Ὶταλῶν οἱ -παρἀ θάλασσαν οἱχουντες των Ὶβήρων» (Cfr. SCHUCHARDT, _Vok._ 1, 93). -Era, sin duda, el latín cargado de umbrismos de la Italia central, que -entonces empezaba á bajar también hacia el Sur de la Península italiana. - -Naturalmente, cuanto antes fué colonizada una provincia, tanto más -arcaico hubo de ser el latín que formó la primera base del romance. -Los autores de glosarios y compiladores de arcaísmos son africanos, -precisamente porque allí se usaban tales términos: Nonius, Fulgencio, -Placido, que escribió en África ó tal vez en España, Charisio, de -origen africano, el mismo Apuleyo de Madaura, en África. Estos -autores hicieron lo que nuestro S. Isidoro, cuando recogía los -términos característicos del habla vulgar de España. El comienzo de la -colonización de nuestra patria fué á fines de la República por colonos -italiotas, con muchos auxiliares pelignianos, marrucios, campanos, -samnitas. El italismo aparece aquí antes que en ninguna parte. Sertorio -quiso tal vez formar una nueva Italia en España, en la que todos los -de nacionalidad italiana gozasen de los mismos derechos. Su senado -constaba de 300 miembros después de habérsele unido Perpenna el año 77, -tanto de italiotas como de romanos. Escipión el africano fundó en 204 á -Itálica famosa, favoreciendo la colonización de los mismos italiotas. -Sus habitantes, coloni italicenses, formaban parte de la tribu Sergia. -Eran, pues, políticamente romanos; pero italiotas de origen, sabinos, -faliscos, marsos, oscos; y sin duda entre los vencidos en la guerra -social no faltarían quienes vinieran á buscar aquí una nueva patria. - -Tal es la causa de que el castellano contenga bastantes elementos de -la antigua rusticitas del Lacio y de las lenguas itálicas, elementos -procedentes de los siglos II y I antes de J. C. Por ej., cueva de cova, -ñūdo por nōdus, por la ū del osco, del sabino, en vez de la ō latina. -Varron dice del coenaculum falisco, que se empleaba por comedor en -Faleria, Lanuvio y _Córdoba_. Ya hemos visto que isse por ipse era -dialectal, y que en úmbrio se decía essu y eso: es nuestro ese, eso, -que sin duda viene del úmbrio, pues en Cerdeña es usadísimo (issu, su), -y en España se encuentra (ipse) en las inscripciones, en vez de los -demás demostrativos. La contracción de au átono en o, excepto delante -de sílaba con u, procede del úmbrio, y era propia del antiguo latín -vulgar; el influjo literario restauró después en gran parte el au. La -3.ª p. plural -unt, legunt, substituyó durante el Imperio por reacción -erudita á la itálica antigua -ent del osco-úmbrio stahint, benurent; -pero se conservó donde ya había echado hondas raíces, en Cerdeña y en -España: elien, fachen y piden, abren, cogen. La preposición per en -vez de prō se encuentra en todos nuestros documentos más antiguos, -como en el testamento de Odoar del año 747: «_Per_ suis terminis»: es -el per úmbrio empleado con ablativo, tota-per, nomne-per, como περί, -empleado por el antiguo latín, de donde el per italiano, el per del -antiguo castellano, del cual derivan pero, para y por. Conocida es -la -i del plural italiano, que colorea con este timbre delgado toda -aquella lengua. Ni en España ni en Cerdeña existe. Ninguna lengua -itálica formó el nominativo plural en -ī excepto el latín: aun en las -inscripciones antiguas latino-itálicas se ven formarse nominativos -como filios, vireis, scalas. En úmbrio la 1.ª declinación lleva -as en -el nom. plural, urtas, anglar por rotacismo, en vez del -ai latino, -musai. Lo mismo en osco: pas exaisc-en ligis scrif_tas_ set = qu_ae_ -hisce legibus script_ae_ sunt. En la 2.ª decl. el úmbrio lleva -us, -prinuvatus; el osco lo mismo, Abellanus; mientras que el latín -i, -domini. Sólo, pues, por la reacción erudita del tiempo del Imperio se -explica esa -i italiana; pero esa reacción nada pudo en Cerdeña ni -en España. El dativo pronominal uī, eī de formación reciente, masc. -illuī, fem. illeī, por el epiceno illī, existe en todas las románicas, -y aparece en las inscripciones italianas desde los primeros siglos del -Imperio. Sólo falta en castellano-portugués y en sardo; en España y -África no aparece ni en una sola inscripción. - -Estos hechos prueban varias cosas. En primer lugar, el influjo de -la antigua rusticitas y del úmbrio en el latín de España y en el -castellano. En segundo lugar, que la reacción erudita no fué tan -poderosa en España como en Italia, contra lo que asevera Mohl, el -cual parece que con insistir en esta aseveración ya da satisfacciones -cumplidas á los defensores de la unidad del latín vulgar y á los que -dicen que las lenguas indígenas no influyeron en las románicas. Cuanto -más distanciadas estaban, dice Mohl, estas lenguas del latín, tanto -más puro se habló el latín, tanta mayor influencia tuvo la reacción -literaria y tanto mejor se olvidaron los idiomas indígenas; y por eso, -aunque el latín viniendo á España antes que á otras provincias hubo de -traer elementos arcaicos y dialectales itálicos y el castellano hubo de -evolucionar antes que las otras románicas; pero la reacción literaria, -mayor aquí, niveló pronto el latín de España con el resto del Imperio. -Tal parece discurrir, ó debe de discurrir, á mantener el dogma de la -unicidad del latín vulgar. Pero los hechos desmienten este razonamiento -y prueban que los elementos arcaicos y dialectales subsistieron en -España, sin que la reacción erudita pudiera borrarlos, y que, por lo -mismo, si el latín de toda la Romanía fué esencialmente el mismo, en -concreto existieron diferencias dialectales de tanta monta como las -que acabamos de ver y otras que irán insinuándose, sin contar con el -elemento ibérico. Sólo añado por ahora la no existencia en España, -demostrada por el mismo Mohl, del hic y del dativo reaccionario, que -dió lui y leur á casi toda la Romanía, pero que no entró en España. La -verdad es que no acabo de entender la última decisión de Mohl cuanto á -la doctrina de la unicidad del latín vulgar: los hechos se la hacen -negar unas veces, otras la opinión general le arrastra tras sí. - -La teoría generalmente admitida entre los romanistas es que los -romances provienen de un latín vulgar, idéntico en todo el Imperio, -entre los siglos II y IV después de J. C., es decir, después de -la conquista de la Cisalpina en el s. II, y sobre todo durante la -romanización de la Transalpina. Esta teoría supone que sólo el celtismo -pudo influir en ese latín vulgar, y que no influyeron ni el latín -antiguo (antiqua rusticitas), ni las lenguas itálicas. En esta época -fué realmente cuando el latín hablado llegó en todo el Imperio á ser -más uniforme y á parecerse más al latín literario y oficial, por razón -de la mayor unificación y centralización política y del mayor apogeo -de la literatura. De aquel latín vulgar común provienen los caracteres -comunes de todas las románicas y cuanto se encuentra de común en todas -ellas. Es más, de entonces data el trasiego de vocablos y radicales á -todas las regiones de la Romanía, los cuales eran indígenas de una ó de -otra exclusivamente. El léxico románico, compuesto de radicales latinos -y no latinos, se fundió entonces y se generalizó en todo el Imperio -románico. En esta doctrina se apoyan los romanistas para inventar una -forma latino-vulgar que explique cualquiera otra forma de cualquier -romance. De tales formas latinas bien se puede repetir lo que dijo -Sittl: «Das Vulgärlatein, mit welchem die Latinisten operieren, ist ein -Phantasiegebilde» (_Jahresb. Fortsch. Klass. Altert._, t. LXVIII, p. -526-540): es un latín de pura fantasía. Seduce la precisión matemática -con que se reconstruye de esta manera el léxico latino y con que se -deducen de tales formas forjadas todo un sistema de leyes fonéticas, -que después se aplican mejor ó peor á otros vocablos. Y como para -que quepan todas las variantes románicas no hay más que ensanchar la -fórmula latina, el negocio es fácil, no hay más que poner fórmulas -generales. Se trata, dice Mohl, de explicar la contradicción entre el -it. orzo y el cast. orzuelo ante el prov. ordi y fr. orge. Se dice que -en latín vulgar -di- en hiato después de consonante todavía no había -consonantizado la i, que en todo el Imperio se pronunciaba *ordĕu ú -ordĭu. Con esto las formas modernas provienen de aquella época, lo -mismo que las antiguas: en la fórmula caben todas ellas. Es lo que -hacen los indo-europeistas al explicar todas las formas de las lenguas -indo-europeas, sin tener en cuenta la cronología ni la evolución -particular de cada una de ellas. - -Tal es el sistema _comparativo_, cuando á la vez no es _histórico_: se -exagera y convierte en teórico y ultrametafísico. Si el latín vulgar no -es más que lo que podamos deducir de las románicas, ese latín siempre -será una lengua típica y formularia, que explique las románicas, y nada -más, una lengua de abstracciones. Y claro está, no teniendo en cuenta -la investigación histórica, prescindiendo de la cronología de las -formas, la ilusión de rigor científico que presenta este procedimiento -teórico arrastra y satisface. Pero la realidad es harto más compleja. -Cuando se nota la predilección en España por los pronombres iste, -ipse, y lo esporádico de hic, y la ausencia completa de huic, huius en -toda nuestra epigrafía, mientras se menudea tanto en otras partes, no -puede menos de ocurrir la sospecha de que el latín de España en algo -difería del de Francia é Italia, y que es una ilusión pretender poner -como tipos del latín vulgar general hic, huic, illuī, illūius, que en -España no aparecen jamás. Los elementos arcaicos que no pueden menos de -confesarse, se tratan de explicar como formas aisladas y de acarreo, -con tal de que subsista en pie la unidad del latín vulgar. Pero las -tesis deben desaparecer, cuando los hechos claman contra ellas. Además -esta tesis lleva prácticamente á querer hallar un vocablo latino para -cada vocablo románico, como si las románicas no tuvieran formas debidas -á su propia evolución. Este elemento idiomático, originado dentro de la -vida de los romances, es precisamente el más interesante para cada uno -de ellos, y es el que con mayor empeño pretendo yo que resalte en mis -estudios acerca del castellano, sin negar nada de lo que legítimamente -ha de atribuirse á la lengua común latino-vulgar. - -Desde la guerra social el latín oficial y literario lucha contra el -latín hablado y contra todas las tendencias dialectales que había -ido recogiendo al través de Italia y en su marcha triunfante por -las provincias. Esta reacción erudita va creciendo á la par que el -poder y la centralización oficial romana hasta Augusto y sus primeros -sucesores. Las escuelas, la administración oficial, el arte literario -son sus principales palancas. Desde los Antoninos en el s. III la -lengua literaria y oficial comienza á decaer vencida en toda la línea -y á principios del s. IV desaparece. Las provincias más tardíamente -conquistadas recibieron, por consiguiente, un latín más parecido al -literario, Portugal ó Lusitania y el Norte de la Galia. Mientras en -España _conocer_ y en Italia _conoscere_ provienen del antiguo y vulgar -_conōscere_, en Portugal el erudito _cognōscere_ dió _conhecer_, en -Francia _conoistre_ con _n_ por _gn_; pero al Sur _conoscere_ junto -á _cognātus_, prov. _conhat_, cast. _cuñado_. El latín hablado en -todo el Imperio adquiere en esta época su mayor unidad, coadyuvando -poderosamente el continuo trasiego de las legiones que pasan de un -punto á otro llevando á todas partes las variantes dialectales de -todas. - -En algunos centros españoles el latín literario debió reaccionar -poderosamente. Conocida es la completa latinización de parte de -Andalucía: las escuelas de Córdoba fueron famosas, más todavía que las -de Narbona, fundadas para romanizar la Provenza. Sólo en Provenza y en -España existe el pluscuamperfecto, que era rarísimo en latín vulgar, y -cuyo empleo en estas dos regiones parece deberse al influjo literario. -Otro tanto se diga de los tipos del perfecto de subjuntivo, fuerim, -habuerim, cantaverim, que no existen ni en Cerdeña: fuere, hubiere, -cantare, en portugués fôr, houver, cantar, no vienen del vulgar latino, -sino de la reacción literaria. Pero no es completamente exacto el dicho -de Mohl: Sin el latín literario no se hubiera uniformado el latín -vulgar, y los romances hubieran aparecido cuatro siglos antes. ¿Acaso -el latín se plantó en España sin evolucionar, aguardando á que se le -llevara á las últimas provincias conquistadas? ¿Ó tuvo tal poder la -reacción literaria que deshizo todo lo producido evolucionando durante -ese lapso de tiempo? No desaparecieron los arcaísmos y dialectalismos -itálicos, ni se volvió atrás en su evolución el latín de España: por -consiguiente, siempre hubo de tener algunos caracteres que le fueron -propios. - -Hay, pues, en nuestro romance una mezcla de elementos eruditos con -otros arcaicos, debidos á que cuando vino por primera vez el latín -vulgar el literario todavía no estaba del todo fijado ni había influído -sobre el habla vulgar, llena de italianismos. Este doble carácter -distingue á nuestro romance de todos los demás, conviniendo con el -sardo en el elemento arcaico y diferenciándose de él en el literario, -que en Cerdeña dejó muy pronto de influir en la época imperial. -Cadiello viene del katel úmbrio, como catellus en Reichenau, no del -catulus. El influjo úmbrio dominó durante el Imperio extendiendo _-el_ -de nominativo á los demás casos, haciendo olvidar el _-olo_, lat. -_-ulus_, _-ulum_: catel, acus. catello (úmbrio katlu): de aquí el -vulgar _-ello_, cast. _-iello_, luego _-illo_, cuchiello, cuchillo de -cultellus, preferido con vitellus por Plauto á los clásicos catulus, -vitulus. Estas huellas itálicas deben de subsistir más claras y en -mayor número en los patois italianos, donde siempre debieron de existir -dialectos rústicos del latín vulgar: al finalizar el Imperio se hablaba -mejor el latín en algunas poblaciones de España y Provenza que en -Italia. La lucha entre el latín literario y el vulgar termina en el s. -III, en el que vence el vulgar en los autores cristianos; en el s. IV -Claudiano y los puristas versifican ya en un idioma literario muerto. -El latín de Dacia ó su descendiente el rumano merece especial interés, -pues nos presenta el latín que hablaban las legiones imperiales en los -siglos II y III, ya que pronto quedaron allí los colonizadores como -separados del resto de la Romanía y nunca hubo especial influencia -literaria. - -En Italia el latín en tiempo de los Gracos se componía de infinidad -de patois locales, que fueron unificándose hacia la guerra social en -una lengua común bastante uniforme. En Dacia el país estaba abandonado -casi enteramente al invadirlo los romanos, el latín militar llevado -por Trajano era el general del Imperio durante los siglos II y III de -nuestra era. Los colonos eran «ex toto orbe romano» (Eutropio VIII, -6), sobre todo eran legionarios, unos 25.000 hombres; la literatura -no influyó allí, pues no hubo escuelas por no haber bárbaros que -latinizar, la dominación fué efímera. El rumano presenta el latín -vulgar común del Imperio á fines del s. II: los plurales -i, -e, las -2.^{as} personas en -i, la caída de las consonantes finales, o u, como -representantes del au átono, el tratamiento de las paladiales, son -fenómenos comunes al rumano y al italiano, y de Italia debieron partir -la mayor parte de los colonos de Dacia. Después del fondo italiano -contribuyeron más al latín de Dacia el de Rethia y el de España por -medio de los auxiliares militares de las legiones, pues los de la -colonia trajana, según aparece por las listas de Goos, son casi todos -españoles, retos y sirios. Los hispanismos del rumano actual son -manifiestos. El verbo ajuná, macedonio adzuná = ayunar. Al finalizar -de la República jā- átona se hace jē- en literario; Plauto no conoce -más que iāiūnus, iānuārius quedó junto al iēnuario vulgar á causa de -Iānus. De modo que iāiūnus es más antiguo que iēiūnus, y Thurneysen -cree que antes fué *ēiūnos, skt. ājūna. En Philoxeno ēiunat, de donde -por asimilación iaiunat, luego por reacción literaria ieiunat, ó tal -vez de eiunus salió aiunos. La legión VII Galviana, compuesta de -tarraconenses y llevada por Galba á Roma y al Lacio (TAC., _Hist._ I, -6; SUET., _Galba_, 10), fué la que más hispanismos llevó á Roma y á la -Campania. Un hispanismo es la general suavización de las explosivas, -sin excepción en España, sin duda por influencia itálica anterior. En -Italia la reacción erudita se opuso á la generalización de la ley. En -úmbrio las explosivas tendían á suavizarse ante r, l: subra = lat. -supra, kabru y kapru mandraclo, podruhpei; en osco también: embratur = -imperator; peligniano empratois, osco Aderl(ú) = Atella, úmbrio adro, -adrer = āter, en Igubium -br- por -pr-. En el latín imperial de Italia -las mudas ante la r nunca llegaron á suavizarse del todo, pietra, -padre, ladro; capra, cavriulo en Toscana. La -t final cae pronto en las -inscripciones provinciales; en Roma y el Lacio, al revés, tarda mucho -en caer. En Pompeya (s. I) pedikaud, liciid, ya se suaviza en -d, -como en osco; luego las formas sin dental, muy generales al Norte, se -generalizan. Del s. IV al V sólo persiste la dental ante vocal. - -Después de los Antoninos, desde el s. IV el latín imperial hablado -se descompone perdiendo la unidad que en mayor ó menor grado había -conseguido apoyándose en el lenguaje literario y oficial. Las -provincias caen en la cuenta de la debilidad del poder central, -despiértanse sus iniciativas y su autonomía política y administrativa, -la disolución comienza en la lengua como en la política. - -Al retirarse en 329 Constantino á Bizancio da á entender que no podía -ya conservar la unidad política, abandona el Occidente á su propia -suerte, á la futura civilización que ya despuntaba. Teodosio en 395 -no hizo más que confirmar oficialmente esta escisión, dividiendo para -siempre el Imperio. Las lenguas románicas habían ahogado, no sólo á la -lengua latina literaria, sino á la latina vulgar, de la cual habían -nacido. Cuando Odoacro destruyó el Imperio de Occidente en 476, todo -latín había dejado de existir, dice Gröber[25]. Francia quedó libre de -toda relación con el Imperio romano en 538, España entre el 615 y el -623, Italia en 650[26]. - -Pero el latín literario continuó siendo la lengua oficial y -diplomática, el habla de la ciencia y de la cultura. Se enseñaba -exclusivamente en las escuelas y era el único instrumento de -comunicación para todo el que escribía. Los romances eran considerados -como no distintos del latín, eran el latín mal pronunciado, que -no podía escribirse. Sin embargo, la cultura iba decayendo, y los -escritores aprendían cada vez peor esta lengua oficial. Además las -instituciones y costumbres traían consigo sus términos propios en las -lenguas vulgares, ya derivados del latín vulgar, ya de las lenguas -nacionales, ya de las que trajeron los bárbaros del Norte, ya del -griego en el culto católico, etc., etc. Parte por la necesidad de -tener que nombrar nuevos objetos, parte por ignorancia del buen -latín clásico; los mismos escritores de los tiempos medios se veían -precisados á latinizar todos esos términos vulgares. Ese latín -medioeval es el llamado bajo latín, y es de suma importancia tener -entendido que ese latín no fué jamás lengua vulgar que se hablara; era -la lengua literaria antigua, bien que no bien sabida, con latinización -de muchos vocablos vulgares; era una lengua muerta de nacimiento y -artificial, como lo era en el s. XVI entre los teólogos y filósofos y -aun entre los autores de cualquiera materia que escribiesen, cuando lo -hacían en latín. Es, por consiguiente, un crasísimo error el creer que -los escritos en mal latín de los siglos VIII, IX, X, XI están en la -lengua vulgar hablada, y deducir de aquí que en tales escritos se ve -cómo se transforma el latín en las lenguas romances. Tales documentos -son latinos, escritos en una lengua artificial y muerta ya hacía -siglos; aunque á veces es tan malo el latín, que induce á creer que -era el latín que se iba corrompiendo y transformando en romance. Si -el _Fuero de Avilés_ estuviese redactado en lengua vulgar, se daría -el caso de que desde él hasta las _Partidas_ la evolución lingüística -hubiera sido cien veces más rápida y mayor que desde las _Partidas_ -al _Quijote_. El Fuero de Avilés quiso escribirse en latín y resultó -escrito en una mezcla de lenguas, parte reales, parte imaginarias: es -el documento más polilingüe que existe, el arlequín de los documentos. - - - II - -La palabra evoluciona, cambia lentamente, ya en su significación, ya en -su forma fónica. Despréndese de este hecho trascendental de la moderna -ciencia del lenguaje, que los idiomas propiamente hablando no pueden -llamarse padres ó madres é hijos, que el castellano no es, por ej., -hijo del latín, sino el mismo latín plebeyo en un cierto momento de su -evolución. Así como el latín vulgar de la época del Imperio, aunque -distinto del de la época de la República, es el mismo en un momento -dado de su evolución, así lo es el habla romana de España del s. VI -y el habla del s. XII y la del s. XVI y la del s. XX. Es un solo río -considerado en distintos puntos de su curso. Pero considerado ese río -desde el s. III antes de J. C. al s. III después de J. C., en su curso -entre la gente romana se observa que tiene ciertos caracteres bastante -distintos de los que ofrece entre la gente española desde el s. IX, en -que podemos descubrirlo en palabras sueltas, hasta el s. XX: al primer -curso del río llamamos latín vulgar, al segundo romance castellano. -Como se ve, un mismo río primitivo se dividió en dos, uno que siguió -entre los romanos, otro derivado que llegó á España. Entre los mismos -romanos existió otra derivación, la del latín literario, que á poco de -nacer desapareció, como desaparece el Guadiana en medio de su curso. -Las lenguas nacen, por consiguiente, pues el castellano nació ó derivó -del latín; pero ese nacimiento no es instantáneo, sino evolutivo. Es -imposible fijar el momento del nacimiento; sólo se conoce la diferencia -de cauce y de aguas tomando en consideración un largo espacio de -tiempo. Más que nacimiento, es ésta una evolución. Pero esa evolución -puede ser más ó menos lenta ó precipitada. El castellano ha cambiado -poquísimo desde el s. XIII, tal como se encuentra en las _Partidas_, -es decir, en siete siglos, si se compara con el cambio sufrido por el -francés desde el s. XV al s. XVII, es decir, en dos siglos, pasando -del antiguo francés por el medio francés al francés moderno. Para un -francés, no iniciado, del s. XVII era incomprensible un escrito del -s. XIII ó del s. XIV, mientras que las _Partidas_ son inteligibles -para todo español medianamente instruído. Así creo yo que el latín -vulgar un siglo ó tal vez medio siglo después de traído á España, -sería ininteligible en labios de españoles de pura raza para los puros -romanos. Y es que pasando ese latín á labios extranjeros acostumbrados -á otra fonética, hubo de evolucionar rápidamente, además del gran -caudal de vocablos indígenas que se latinizaron, ó mejor dicho, se -romancearon, acomodándose á la turquesa latino-hispánica de la nueva -lengua. - -La evolución fonética es _gradual_, están las voces en continuo cambio; -pero la diferencia no se echa de ver sino á la larga, por verificarse -pasando por grados infinitesimales, insensibles dentro de una misma -generación. No se pasó de un salto de laudare á loar. La articulación -necesaria para pronunciar la- fué cerrándose, y abriéndose la de u, de -modo que llegó un momento en que sonaba un sonido medio entre a y u, ó -sea o, lo-; las explosivas suaves, como la -d-, fueron perdiendo fuerza -hasta desaparecer, y resultó lodare, loare, y la e final sin acento -fué perdiéndose poco á poco. Esta evolución débese, por consiguiente, á -las condiciones requeridas para la articulación de voces consecutivas. -La ley del menor esfuerzo, ó sea de la economía muscular, lleva á no -distinguir bien las dos articulaciones a, u, articulando á medias cada -una de estas vocales. Como hay que cerrar la boca para la u, no se -abre tanto como se debiera para emitir clara la a, de donde resulta -una a que tiende á o; y al pasar de la a á la u no se cierra lo -bastante la cavidad oral, de modo que resulta una u que tiende á o: y -llega un momento en que ambos sonidos a, u, se encuentran en una sola -articulación intermedia o. - -La evolución fonética es, por lo mismo, _inconsciente_, pues se -opera tan lentamente que es insensible el paso, y cada individuo, no -sabiendo cómo se pronunciaba antes de venir él al mundo, toma el sonido -corriente y contribuye á la evolución en una parte infinitesimal, -practicando inconscientemente la ley de la economía muscular. - -Es además la evolución tan _regular_, que obedece á leyes constantes -dentro de un cierto territorio en el que las comunicaciones conservan -unificada el habla. Si au no acentuado se hace o en loar de laudare, -también se hace o en oir de audire, en posar de pausare; la d -desaparece en loar y en oir, la -e en loar, oir, posar. Si examen dió -enjambre, bien puede asegurarse que lumen dará lumbre y costumen -costumbre y homen hombre: un mismo fonema no puede evolucionar de -dos maneras diferentes, puesto en las mismas circunstancias. Pero -cambiadas éstas, la evolución cambiará, venciendo otra ley fisiológica -distinta. Tal sucede en los dialectos, los cuales no se ajustan á -unidades geográficas ó políticas, sino propiamente á identidad de -circunstancias. Ni hay propiamente dialectos, sino caracteres que se -combinan de diversas maneras; de modo que el habla de un territorio -tendrá algunos caracteres comunes con el habla de sus vecinos del -oriente, y otros que no los tendrá comunes más que con el habla de -sus vecinos de occidente. Los límites dentro de los cuales existe tal -carácter fonético no coinciden siempre con los que encierran tal otro -carácter fonético ó tales otros caracteres fonéticos, ni coinciden con -los límites territoriales de una provincia ó nación. - -El fonema _lio_ latino se hace _llo_ en Galicia, Portugal y Provenza, -mientras que en Castilla se hace _jo_; la _f_ desaparece en Castilla -y en Gascuña, conservándose en el resto de la Romanía, á pesar de -estar separadas esas dos regiones; pero es que en ambas rechazaba -tal articulación el fonetismo euskérico indígena pre-romano. Los -límites naturales, como montañas, ríos, etc., que dificultan la -comunicación entre dos regiones, son los únicos que pueden cambiar -las circunstancias de manera que la evolución fonética sea distinta. -Pero como se ve por el ejemplo anterior, á pesar de esa separación la -evolución puede ser la misma cuando coincide un principio fisiológico -que la endereza en determinada dirección. - -Las excepciones no son más que aparentes, responden á otras leyes que -obraban más intensamente en otras circunstancias. Es lo que sucede en -los fenómenos todos de la naturaleza, que por distintos que parezcan -nunca son excepcionales, sino debidos á diversas combinaciones de -las mismas leyes físicas, que de suyo obran cuanto les permiten las -circunstancias. _Acto_ y _hecho_ vienen de _actum_ y de _factum_. -Pero _hecho_ es efecto de la evolución natural; _acto_ es un préstamo -directo de los eruditos más ó menos mal acomodado al castellano; nada, -pues, extraño que en el uno ct se haya convertido en ch, conservándose -en el otro sin modificación: en cambio actum dió auto en portugués, -de donde pasó al castellano. Chamiza, chamarasca, chamusco, vienen de -flamma, lo mismo que llama y flamígero; pero el último es erudito, -los tres primeros responden al fonetismo del NO. De las diversas -circunstancias en que evolucionaron las palabras resultan los -_dobletes_: plegar y llegar de plicare, fingir y heñir de fingere, -comparar y comprar de comparare, computar y contar de computare, -reputar y retar de reputare, aduana y divan de dîûân, arsenal, dársena -y atarazana de dâr aç-çanagha. Al revés, por la evolución llegan á -coincidir formas, partidas de puntos muy distantes: acerico viene de -faciem y de aciare. Si aquéllas pudieran llamarse formas _divergentes_, -éstas se dirían _convergentes_. - -Es un hecho notabilísimo en la formación de los romances la -simultaneidad en algunos procedimientos. Todos han convertido en -artículos, que el latín desconocía el pronombre ille y el numeral unus; -del primero salió el artículo definido el, del segundo el indefinido -un. Todos desecharon los casos de la declinación, supliéndolos con las -preposiciones. Todos desechan el futuro latino y forman otro nuevo -con el infinitivo y el presente de indicativo de haber: amar he, -amar has, amar ha, ó amaré, amarás, amará. Todos desechan la pasiva -sustituyéndola con las formas compuestas del verbo ser: amor = soy -amado. Todos abandonan el género neutro, no conservándose más que -rastros en el artículo y pronombres castellanos. Todos emplean los -verbos auxiliares haber, ser, estar, y aun otros varios. Todos forman -los adverbios con la palabra -mente añadida al adjetivo en femenino, -dichosa-mente, buena-mente, loca-mente, folle-ment, heureuse-ment, -bonne-ment. Todos conservan la acentuación latina, aunque en el francés -parezca superficialmente lo contrario por efecto de las contracciones -y de tender á la acentuación aguda, dejada la grave de las demás. - -¿La razón de este fenómeno? El único elemento común, que es el latín -popular. El latín hablado tendía al análisis, como el griego y el -sanskrit, como se ve comparando los diversos momentos históricos -de estas lenguas. Ahora bien, todos esos hechos simultáneamente -verificados en los romances, se verificaron igualmente en los -derivados del griego y del sanskrit. Y todos esos hechos comunes -son manifestaciones de la tendencia á la estructura analítica. Esa -tendencia responde á la orientación del pensamiento, que en toda la -familia indo-europea se dirigía de la síntesis al análisis. Y no sólo -en toda la familia, sino que estoy por decir que en todo el género -humano existe esta tendencia. Las lenguas todas muestran este cambio en -mayor ó menor grado, los dialectos arábigos respecto del árabe antiguo, -las lenguas camíticas, las indo-chinas, etc. - -El sintetismo fué condición del pensamiento primitivo, el análisis -del pensamiento posterior de la humanidad. Cuanto más antiguas las -lenguas, son más sintéticas. No fueron, pues, los bárbaros los que por -ignorancia no pudieron entender ni conservar las desinencias latinas. -Los bárbaros las tenían en sus lenguas lo mismo que el latín, los -bárbaros llegaron cuando los romances estaban ya formados y sin esas -desinencias, las desinencias se iban perdiendo y se perdieron más ó -menos en las germánicas lo mismo que en las latinas, la tendencia -analítica dominaba y dominó después lo mismo en todas las lenguas. - -Dogma capital de los romanistas es que el latín vulgar en la época del -Imperio era una lengua uniforme en toda la Romanía, y que sólo así -se explica la conformidad esencial que se nota en todas las lenguas -románicas. Sin duda podía llamarse único el idioma romano de toda la -Romanía: la gramática, el fondo general del léxico, gran parte del -fonetismo, eran comunes; y esto basta para explicar esa conformidad -y parentesco de los romances. Ni hay que olvidar que perteneciendo -todos estos países á una misma civilización romana, siendo el latín -para todos ellos el único medio de comunicación social y científica, -y añadiéndose la unidad religiosa, que de todos ellos formó la que se -llamó Cristiandad, aun después de caer el Imperio, las ideas y las -palabras siempre estuvieron en continuo y mutuo cambio entre todos -ellos. Las lenguas románicas no pudieron ser más que dialectos de un -idioma común románico. - -Pero los romanistas han exagerado esa unidad, como exageraron los -indianistas boppianos la unidad indo-europea. Hora es ya de que, como -éstos, volvamos más bien los ojos á lo que cada romance ofrece de -individual é idiomático. Sólo así podremos ahondar en la evolución -particular semántica y fonética de cada uno de ellos, ver su potencia -creadora y distinguir los procedimientos psíquicos de cada raza. El -fonetismo del latín vulgar fué el punto de partida común á todas las -lenguas románicas; pero el fonetismo indígena de cada una de las razas -que comprendía la Romanía, le dió una ú otra dirección, formando los -diversos dialectos latinos, ó sean las lenguas románicas. - -La nueva dirección, que también merced al elemento indígena tomó el -latín vulgar en España, le hizo evolucionar paulatinamente. Y aquí -entra de lleno la historia, la única que nos puede explicar los -diversos pasos que fué dando el fonetismo castellano: sólo ella nos -puede decir cuándo y cómo el fonema lio, lia ha parado en el jo, -ja actual; ge, gi, en je, ji; ke, ki, en ce, ci, etc., etc. Para -reducir á breve sistema las leyes evolutivas que cambiaron el latín -vulgar en romance castellano, hay que partir de muy pocos principios -fisiológicos, hay que recoger brevemente los datos que la lingüística -moderna ha alcanzado acerca del fonetismo del latín vulgar, y hay que -firmar las leyes con la mayor parte de los radicales; es lo que he -procurado hacer en la Fonética de _La Lengua de Cervantes_. - -La ley del universo es la de la economía: nada se crea, y se desecha -todo lo no necesario. Esta ley rige en la lucha del dinamismo de la -materia, lo mismo que en la lucha de los organismos por la existencia. -La sobrevivencia del más fuerte, la resultante de fuerzas y leyes -físicas, son el resultado de esa lucha. El lenguaje es en cierto -modo un ser inerte expuesto á los influjos del medio ambiente, y en -cierto modo un organismo: en él la economía enciende la lucha y da -por resultado la evolución fonética de las tendencias más poderosas, -borrando los efectos de las vencidas y neutralizadas. La forma ó -unidad lingüística es en el lenguaje el cuerpo, el acento es su alma. -Forman cuerpo los sonidos reunidos en una forma, y su alma ó centro de -gravedad es la sílaba acentuada. De aquí los dos factores que modifican -y alteran el fonetismo: el influjo de unos sonidos en otros por formar -un solo cuerpo en una forma dada, en un vocablo; y la acentuación. -Ambos obran merced al silabismo, quiero decir que los sonidos de por -sí casi serían inmutables, si no fuera por estar reunidos formando un -cuerpo total, cuya unidad fonética está en el acento. El influjo de -unos sonidos en otros, especie de atracción ó de reacción, de armonía -ó desarmonía, de asimilación ó disimilación, responde fisiológicamente -al principio económico del menor esfuerzo en la articulación. Pero al -mismo responde el influjo del acento, pues cargando en una de las -sílabas, centraliza en ella la mayor parte de la energía articulativa, -haciéndola más fuerte y aun acrecentando su valor fónico, á expensas -de las demás sílabas, sobre todo de las más cercanas al centro -de gravedad, las cuales, desprovistas de energía, se debilitan ó -desaparecen. - -De estos dos factores, la acentuación es la que más ha influído en la -alteración de las vocales; la vecindad de los sonidos ha influído más -en la de las consonantes. Hay que tratar, pues, por separado estas -dos clases de sonidos. En las vocales la acentuación ha obtenido -efectos más generales; pero la vecindad de los sonidos, aunque en -menor extensión, ha tenido más potencia intensiva, contrarrestando los -efectos de la acentuación. De aquí que los efectos del acento puedan -ponerse como efectos de leyes generales, y los de la vecindad fónica -como excepciones de esas leyes, aunque de hecho sean también leyes, más -potentes en intensidad, aunque sean más raros los casos en que pueden -obrar. - - - III - -Pasando ya á la evolución semántica ó significativa, basta abrir un -Diccionario cualquiera para echar de ver la variedad de acepciones -que ha ido tomando una raíz en sus diversos derivados, y aun en cada -palabra en particular. Pero no es de esta parte principalísima de -la Semántica, ó historia de la significación de las palabras, de la -que aquí trato, sino de lo que la significación de las palabras ha -contribuído á la evolución de las mismas en su forma fónica. Siempre -que dos ideas convergen en un punto cualquiera, hay tendencia á hacer -que converjan las palabras con que se expresan. Es la ley de la -atracción que obra entre palabras é ideas, así como en la Semántica -obra entre las ideas asociándolas, y en el terreno puramente fonético -obra igualando ó desigualando los sonidos por la asimilación ó la -disimilación. El nombre Pedro ó Perico es tan frecuente entre los -nombres propios, que originó el dicho de _Petrus in cunctis_, en todas -partes Pedro. En algunos pueblos de Aragón, como en Remolinos, por -ej., pericotiar significa meterse uno en todo, curiosear, enredar, -ser Peric-ote, y en toda España se llama _perico_ á cierto utensilio -de indispensable y perentoria necesidad, y aun corre muy valida la -opinión de que el perro tomó el nombre de _Pedro_, sin duda por haberse -dado con tanta frecuencia este nombre al animal en cuestión como á las -personas. _Pericón_ se dice del que suple por todos, y más comúnmente -hablando del caballo ó mula que en el tiro hace á todos los puestos, -y en el juego de quínolas el caballo de bastos, porque se puede hacer -que valga lo que cualquiera otra carta y del palo que se quiere. Para -decir un fulano decimos _Perico el de los palotes_. Si ha llegado este -nombre á tomar el sentido de perro, de caballo y de original (como -algunos pronuncian), nada tiene de extraño que haya llegado hasta -significar hombre: _Perico entre ellas_ equivale á hombre mujeriego. - -Entre mujeres el nombre más común es el de María, que, por lo mismo, -se ha empleado simplemente por _mujer_: «Después de María casada, -tengan las otras malas hadas». «¿De cuando acá Marica con guantes?» -De aquí _Maricastaña_ en las frases «en tiempo de Maricastaña», -_marimacho_ por mujer hombruna, _marimanta_ por fantasma, _llamarse -marimarica, marimorena_ por pendencia, _marisabidilla_ por mujer que -sabe, _maripérez_ por moza, última mano en el juego, _mariposa_, -_marica_ por hombre amujerado y por urraca. _Maripajuela_ en Álava -se dice del remolino de polvo y pajas que se forma en los caminos, -_mariselva_ la madreselva por etimología popular. En Bilbao _marimolso_ -por mujer desaseada, _marimoño_ por vanidosa, _marimurco_ por brusca, -_marisasquel_ por sucia, _marisorqui_ por la que lleva el sorqui ó -roldana sobre la cabeza para transportar cargas. En Cuba _marilópez_, -en Méjico _mariguana_, _marimoño_, en Álava _maricóncola_, son nombres -de plantas. En el Quijote tenemos á _Mari Gutiérrez_, á _Mari -Sancha_, y todos conocemos á _Mari Ramos_, á _Mari Moco_, á _Mari -Gargajo_ y á _Maritornes_. En Juan del Encina se lee: «Sabete que -Bartolilla | La hija de Mari-Mingo | Se desposó di domingo». En Aragón -Mari-prisas, Mari-enredos, Mari-apuros, etc., se aplican lo mismo á los -hombres, hombre de las prisas, enredos ó apuros. En Hernán Núñez: «Á -_Mari_-ardida (atrevida) nunca le falta mal día: Á _Marimontón_, Dios -se lo da, y Dios se lo pon». - -¿Qué es lo que hizo que estos dos nombres propios Perico y María se -convirtieran en apelativos de hombre y mujer y aun se aplicaran á -plantas, animales y á otros objetos? La atracción entre las ideas y -sus nombres. Pero esta atracción lleva á modificar fónicamente los -vocablos, originando varios fenómenos que toman diversos nombres aunque -en resumidas cuentas no sean más que aplicación del mismo principio -analógico y relativo que caracteriza á nuestra inteligencia. No se -reduce el lenguaje á formas fónicas, cual si fueran objetos mecánicos -que una vez fabricados nos sirvan, como nos sirven la pluma y el papel -para escribir, el tenedor y la cuchara para comer. Es el lenguaje -un fenómeno psíquico, la psiquis cambia la significación y la forma -fónica de las palabras. De aquí la analogía, la etimología popular, la -contaminación y otros fenómenos que alteran el fonetismo. - -_Analogía._--La analogía, tomada en su más amplia acepción, dió -antiguamente nombre á la que hoy llamamos _Morfología_, porque señalado -un tipo morfológico, una declinación, una conjugación, un sufijo -casual, derivativo, etc., se pueden formar otros muchos cortados por -el mismo patrón. Pero exagerándose esta ley, en que se funda todo -el lenguaje, se aplica á veces, ya en el terreno fonético, ya en el -semántico, á despecho de otras leyes. Cuando el niño dice sabo por sé -no hace más que aplicar la ley de la analogía: así como de tropezar -dice tropiezo, así de saber dice sabo, de caber cabo, á despecho de -las leyes que hicieron sé de sapio, quepo de capio. En el terreno -semántico los términos correlativos tienden á uniformarse en el sonido, -y si se dijo primero, se formó por analogía postrero, dejándose el -postremus latino, con diestra se igualó siniestra, que según ley -debiera haberse dicho sinestra, de sinĭstra. La analogía obra sobre -todo en los verbos, unificándolos conforme á un único patrón, y en -los pronombres, adverbios y demás formas correlativas. La forma de -genitivo en Lunes, Miércoles, se debe á la de Jueves, Martes, Viernes. -Llevar de lievar tiene diptongo por las formas lievo, lievas de lĕvo, -lĕvas, que lo tenían por evolución regular; y otro tanto sucedió más -tarde con otras formas verbales y nominales, que han tomado ó dejado el -diptongo originario por adaptarse á otras formas del mismo radical. -Una vez tomados del latín ciertos vocablos se añadieron sus sufijos á -otros muchos radicales: así el -entar de calentar, caliente, se añadió -á temas no participiales, alentar de alare, ahuyentar de huir. Por -la analogía se forman los pseudo-sufijos, ó sufijos, que no siéndolo -etimológicamente, se toman como tales. En muche-dumbre es -dumbre un -pseudo-sufijo, por analogía con pesad-umbre, donde la -d es del tema -pesado. - -Los nombres neutros latinos en -us se tomaron, ya como plurales por -creerse que lo era la -s, ya como singulares; pero al cabo perdieron -esta letra que parecía de plural. Pechos de pectus, pero aún decimos -«tomar á pechos», «le atravesó los pechos», y en Navarra el pueblo lo -usa casi siempre en plural. Díjose antes «tener ó dar en, á peños, -dar peños», de pignus, luego empeño. «Hubo en tiempos, en tiempos -de...», de tempus. Lo mismo lado viene del lados antiguo como plural -del latus singular, virto ant. salió de virtos, tomado como plural -del virtus singular. Los plurales neutros en -a se sustituyeron por -los ordinarios en -s: prado-s y no prada de pratum. Algunos plurales -en -a se consideraron como singulares femeninos: arma, obra, ya eran -singulares en latín, aunque en literario fueran plurales; pero hueva -de ova, entraña, boda, ceja, herramienta, hoja, leña, son en su origen -plurales neutros. Los adjetivos en -or, -on han tomado -a para el -femenino, hablador y habladora, ladrón y ladrona. - -_Etimología popular._--El hombre pretende que sus vocablos no sean -enteramente convencionales, sino que respondan á la idea; y cuando -no halla esta relación, él mismo se la busca. El nombre de la ciudad -de León era Legionem en latín; pero legión no existía en castellano -vulgar, y en cambio león tenía ya un sentido propio; el pueblo -creyó que León se refería al león, y dió por emblema á la ciudad y -á su reino el león. Truchuela se conformó con trucha por sonar este -término á algo concreto que parecía ser el origen del diminutivo -truchuela, una vez olvidado trechar de tractare, ó no conociendo la -relación que lo unía: así truchuela, derivando de trechar, se dijo en -vez de trechuela. Vagabundo nada decía á los oídos del pueblo, y lo -convirtió en vagamundo, creyendo que se trataba de vagar por el mundo. -Artemisa sonaba como á misa y alto, y se convirtió en altamisa. El -paraveredus céltico por caballo de posta, sonaba á cosa de freno, y -se convirtió en parafrenum, palafrén. La necro-mantia ó adivinación -por los difuntos, se creyó que como cosa de magia negra había que -llamarla nigromancia. Capi-gorrón ó que anda viviendo de gorra, se -formó de gorra en el sentido de comer de gorra; pero creyéndose que -significaría la gorra, se le añadió capí-. A veces los sabios son -pueblo. La estrella α del León se llama Regulus: es una alteración del -arábigo ridjl al-asad pie del león, por sonar ridjl pie como regulus. -En cambio ha quedado intacto _Rigel_, nombre de la β de Orion, del -mismo ridjl arábigo. Y eso que ambas estrellas se encuentran al _pie_ -ó _ridjl_ de esas constelaciones. Entre las gentes del pueblo, que lo -diga Sancho, los términos incomprensibles se hacen claros: por busilis -hay quien dice «ahí está el fusilis», por de alto bordo «de alto -gordo», por momento «memento» «y los nabos en al viento», por hombre -de carácter se oye decir entre el pueblo «yo to mucho _carate_», como -si se tratara de cara, «no subió el Ayuntamiento á tomar la comunión -allá al _Pepiterio_», «meterse en los _lobos_ (globos) y ir polaire», -«jué en la guerra é la _pendencia_ (independencia)», «unas siñoras -_dalto gordo_ han formau una suciedá», «se destruya» por se instruya, -«iconocanastas» por iconoclastas, «los que han estudiau tiología y -morral»[27]. - -_Contaminación._--Palabras de significado parecido y de sonido -semejante se contaminan, tomando la una algún sonido de la otra. -Del antiguo aborrir pudo formarse aburrir contaminándose con burro, -siguiendo la tendencia á formar verbos de los nombres de animales, -como azorarse de azor. Ensalzar se contaminó con otras formas ens- -de ex-, escupir con otras en es. La contaminación es en estos casos -puramente fónica; en el anterior es semántica y se confunde ya con la -etimología popular. La contaminación fónica es, á su vez, un caso de -analogía entre términos parecidos. Ensanchar viene de ancho y de en-, -pero con la silbante de ensalzar. Carnecería se lee en la mayor parte -de los rótulos de Madrid, que debieran decir carnicería, como se dice -carnicero, de carniza; pero se piensa en carne por haberse olvidado -este origen. - -_La ortografía._--Los eruditos, que parece debieran estar más al tanto -de los fenómenos lingüísticos, caen con mayor facilidad en ciertas -aberraciones que solemos achacar al pueblo. Cuando el habla no sólo -se aprende y se maneja con el oído, su órgano propio, sino con los -ojos, por la lectura, se toma como norma del lenguaje la escritura, -que no es más que su signo. De aquí la descabellada fórmula de los que -han dicho que la pronunciación debe adaptarse á la escritura y no la -escritura á la pronunciación, «porque la pronunciación es deleznable -y propia de todo el mundo, donde los más son idiotas é ignorantes; -mientras que la escritura es más fija y exclusiva de los sabios», como -dijo Guillaume des Autels. Entre las personas de buen tono es muy -corriente esta manera de pensar, y así se les ve pronunciar letra por -letra como si estuvieran leyendo. Hasta el siglo XVI la h procedente -de f latina tenía un sonido gutural suave, como todavía se conserva -en el pueblo, juerte, juerza; pero la reacción erudita la cambió en -f en la ortografía. Es tal el influjo de la escritura, que de signo -gráfico, debido á un capricho de erudición mal entendida, puesto que -lo que sonaba era h, y no f, que siempre ha sido un signo de un fonema -muy distinto, se convirtió en verdadero sonido, cambiando el antiguo -fonema h en el moderno dento-labial f, fuerte, fuerza. El haberse -añadido la c etimológica á la grafía antigua _dotor_, que respondía -á su pronunciación, fué causa de que hoy no sólo escribamos, sino -que pronunciemos _doctor_. La ortografía es la que ha introducido en -la pronunciación todos esos fonemas que el castellano había dejado -y que en el mismo latín vulgar ya no se pronunciaban, la n ante s, -inspeccionar; la x, exasperar, extender; la m ante labial, imfame, -amparar; la doble c, acción; la doble n, perenne; la b y la p ante -algunas consonantes, abstenerse, apto, etc., etc. - -_Eufemismos._--Por temor, por respeto, por decencia se quisieran dejar -de emplear ciertos términos; pero la idea, la pasión los traen á la -boca, y en la indecisión se sale del paso modificándolos algún tanto -en el sonido. Tal es el origen de pardiez en vez de por Dios, diantre -por diablo, mecachis, por vida de sanes. La reina Cristina tuvo la -mala suerte de verse convertida en el albañal de todos los juramentos -desviados de Cristo, y Santander lleva camino de serlo de los desviados -de los Santos. Las mujeres, no atreviéndose con el _cunnus_ de los -hombres, le ponen faldas haciéndolo femenino, y hasta los niños se -atreven con él, terminándolo en el sonido más débil e. - -_Términos hipocorísticos._--Son los que por cariño se recortan, se -repiten y adaptan al lenguaje infantil. Se nota la abreviación, sobre -todo en nombres propios, debiéndose al hipocorismo y á su frecuente -empleo para llamar Tanis = Estanislao, Boni = Bonifacio, Trini = -Trinidad, Nati = Natividad, Presen = Presentación, Patro = Patrocinio, -Encarna = Encarnación, Sindo = Gumersindo, Fani por Estefania; en el -_Cid_ Fernán por Fernando, Galin por Galindo, Ferrán por Ferrando, -Jeron por Jerónimo, etc. Á veces se han transformado enteramente: Pepe, -Pepito, Pepín por José; Frasco, Frasquito, Pachito por Francisco; Lola -por Dolores; Perico, del antiguo Pero, por Pedro; Santiago, Saiago, de -Sant y Iago por Iacobo, Jaime como James y Jacome, Jeromo por Jerónimo. - -Existen otras causas más secundarias que modifican los vocablos, -como la moda, el lenguaje rufianesco, los retruécanos, el influjo de -la rima y de las consonantes, «que obliga á decir que son blancas -las hormigas», etc. Debo advertir que los términos infantiles, los -rufianescos y los de los carreteros de ordinario, en vez de ser formas -modificadas, son las más primitivas, y forman el más profundo estrato -del lenguaje, como tendré ocasión de exponer despacio en otro lugar. - - - NOTAS: - -[18] _Memor. para la Hist. de la poesía cast._ I, párr. 252. - -[19] Puede verse en el número 36 del Prólogo al Glosario de Du Cange. - -[20] _Esp. Sagr._, XI, 274. - -[21] Merece especial mención el _Appendiæ Probi_, donde se corrigen -formas del latín de Cartago del s. III (_G. París_). - -[22] Hasta el 450 antes de Jesucristo, poco más ó menos, el etrusco, -con su propio alfabeto, fué en Roma la única lengua literaria. -(LEPSIUS, _De Tabul. Eugub._, p. 23). - -[23] _Introd. à la Chronologie du latin vulgaire._ - -[24] Hay que hacer hincapié en esta idea, por lo mismo que muchos hoy -parecen prescindir de ella. El elemento arcaico del latín vulgar es más -considerable de lo que creen los que se empeñan en convertirlo casi en -latín literario en la época imperial: «Was wir als spätlateinisch zu -betrachten gewohnt sind, oft viele Jahrhunderte früher schon in der -alten Volkssprache gelebt hat». (VÖLFFLIN, _Arch. Lat. Lex._, I, 100). - -[25] _Arch. Lat. Lex._, I, 44. - -[26] Meyer-Lübke dice que las naciones romanas comienzan el año 600. - -[27] Tomados del _Celtíbero_, año 1850. - - - OTRAS OBRAS DEL AUTOR - -GRAMÁTICA GRIEGA, _según el sistema histórico comparado_. Librería de -Luis Gili.--Cortes, 581, Barcelona. Ptas. 15. - -Obra recomendada por los mejores helenistas nacionales y extranjeros, -y que sirve de texto, y al propio tiempo de consulta para los señores -Profesores y para cuantos deseen tener una idea completa de la hermosa -lengua de los Helenos. - - - =Juicio de D. Marcelino Menéndez y Pelayo - acerca de esta importantísima obra= - - - «_Sr. D. Julio Cejador y Frauca._ - - Muy señor mío y de todo mi aprecio: Felicito á usted - sinceramente por la publicación de su GRAMÁTICA GRIEGA, de - la cual ha tenido la bondad de remitirme un ejemplar. En mi - humilde parecer, esta obra significa el principio de una - nueva era para los estudios helénicos, hoy tan decaídos entre - nosotros. - - _Aventaja mucho_, en método y copia de doctrina, _á todas las - Gramáticas_ publicadas en España, y no creo que quede deslucida - en comparación con las extranjeras. Su autor se muestra - enterado de todos los progresos de la filología clásica, y esto - no de un modo atropellado, y superficial, sino con pleno y - maduro conocimiento, y con la habilidad necesaria para adaptar - los resultados de esta investigación al estado actual de - nuestra cultura. - - La creo más útil para la enseñanza que la de Curtius, y más - completa en algunos puntos. - - Si la obra de usted llega á introducirse en nuestras escuelas, - creo que ha de producir excelentes frutos, á pesar del corto - tiempo que se dedica á esta clase tan fundamental. - - De usted afmo. seguro servidor, q. b. s. m., - - _M. Menéndez y Pelayo_». - - -EL LENGUAJE.--Serie de estudios, de los que van ya publicados tres -tomos. - -Tomo I.--INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL LENGUAJE.--Agotado. - -Tomo II.--LOS GÉRMENES DEL LENGUAJE. _Estudio fisiológico y psicológico -de las voces del lenguaje, como base para la investigación de sus -orígenes._--En España, pesetas 10. - -Tomo III.--EMBRIOGENIA DEL LENGUAJE. _Su estructura y formación -primitivas, sacadas del estudio comparativo de los elementos -demostrativos de las lenguas._--En España, pesetas 12. - - * * * * * - - «Desenterrar las raíces del lenguaje, poner al descubierto la - lengua primitiva, declarar y demostrar con pruebas de todos - los géneros y con ejemplos de todos los idiomas que esa - lengua primitiva es el _éuskera_ ó bascongado, y proclamar - que las formas elementales de ella son las voces dictadas por - la naturaleza ó sugeridas por el simple funcionamiento del - organismo á los primeros hombres, y conservadas vivas al través - de siglos y siglos en ambas vertientes de la región pirenaica - donde el basco y sus dialectos viven, es lo que hasta ahora ha - iniciado Cejador en el primer tomo ó prólogo de su maravilloso - libro _El Lenguaje_ (Salamanca, 1901), ha expuesto en el - segundo tomo _Los Gérmenes del Lenguaje_ (Bilbao, 1902), y - acaba de probar cumplidamente en el tercer volumen _Embriogenia - del Lenguaje_ (Madrid, 1904). En los dos primeros tomos exponía - con lucidez pasmosa un novísimo, claro y racional criterio - para tratar la cuestión. Ya en ellos se comprendía que era - Cejador un _monista_ convencido, un Haeckel de la ciencia - lingüística, un psicólogo de la fuerza de las Wundt y de los - Sergi, un observador ó inductor de la talla de los Max Müller - y de los Spencer. Pero en este último volumen, al tratar de la - _Embriogenia del Lenguaje_, fundando la investigación en el - estudio de las palabras demostrativas de todos los idiomas del - mundo, construyendo, como repetiría Adelung el _Mitrídates_ del - _yo_, del _tú_, del _él_, del _nosotros_, etcétera, para lo - cual le ha sido necesario recorrer y manejar cuantas gramáticas - y cuantos léxicos existen relativos á las innumerables formas - de hablar notorias en el planeta, Cejador se presenta á - nuestros ojos como el hombre que ve claro y que claro habla, - cual veía Platón el divino, cual hablaba Renan el humano». - - * * * * * - - «Pero, por honra de España, bueno será creer que existe alguien - capaz de menospreciar esas ratoniles pequeñeces. Alguien - habrá á quien si no le convence la inteligencia, le conmoverá - hondamente el corazón el hecho de que un sabio español, pobre, - solo y sin ayuda oficial ni títulos académicos hasta hace pocos - días, haya fundado una doctrina completa, lógica, y por lo - menos científicamente aceptable acerca del primer idioma que se - habló en la tierra, y haya probado que ese idioma fué el que - hablan los campesinos y los trabajadores en una región de las - más pobladas y cultas de nuestro país». - - * * * * * - - «_El idioma primitivo no es un invento de los hombres._ - - Claro es, por consiguiente, que la lengua primitiva fué - inventada por Dios. ¿Cómo? Como inventa Dios las cosas, creando - organismos naturales y haciéndolos servir á necesidades - naturales también. Imposible parece que hayan transcurrido - tantos siglos sin que los sabios llegaran á persuadirse de - esto, de que el hablar es tan natural y tan necesario como el - andar y el digerir, y si conocemos la digestión y la locomoción - estudiando anatómica y fisiológicamente los órganos en ellas - empleados sin andarnos con elucubraciones metafísicas sobre el - páncreas ó sobre el tendón de Aquiles, necio será creer que - podemos conocer el origen del lenguaje si no estudiamos los - órganos y las funciones naturales del habla». - - _F. Navarro Ledesma._ - - * * * * * - - «Pero en donde resulta probada hasta la evidencia más - convincente la unidad originaria de todas las lenguas que se - hablan en nuestro planeta, es en el estudio que el Sr. Cejador - hace en el capítulo V de la obra, de los grupos NI y GU, - empleados ambos para significar la primera persona, el YO y el - NOS, por todas las lenguas del mundo». - - * * * * * - - «Léase la obra del Sr. Cejador, estúdiese con el detenimiento - que merece objeto tan profundo y tan transcendente; téngase - la debida preparación para comprender algunos cambios fónicos - que son muy normales y ordinarios y concede todo el que haya - estudiado, no muchas lenguas, sino sólo las de una familia, y - se verá que las deducciones del Sr. Cejador son tan lógicas y - conformes á las leyes de la lingüística, que puede afirmar, - como lo hace, que no ha torturado á ningún grupo fónico para - derivarlo de otro. Y no puede menos de suceder esto; y no puede - ser más legítima la conclusión del autor, dada la base sobre - que asienta su teoría». - - _José Alemany._ - Profesor de la Universidad Central. - - -LA LENGUA DE CERVANTES.--_Gramática y Diccionario de la lengua -castellana en el Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha._--Tomo -I. _Gramática._ En España, pesetas 10.--Tomo II. _Diccionario y -comentarios._ Pesetas 25. - - - =Juicio del gran hispanista D. Rufino J. Cuervo - en cartas al autor= - - «Aunque las capillas no traían portada, me bastó recorrer - algunas páginas para decir _ex ungue leonem_: este libro no - puede venir sino del autor de los _Gérmenes_ y la _Embriogenia - del Lenguaje_. Ya supondrá usted que no he podido todavía - leerlo íntegramente y con detención, línea por línea, como debo - hacerlo; y no ocultaré á usted que me ha acometido cierto pujo - de vanidad al ver que es más considerable el número de casos en - que estamos de acuerdo que el de aquellos en que disentimos: - vanidad que no carece de su poquito de modestia, pues que me - obliga á más escrupuloso estudio. - - Mayáns dijo por ahí que las Partidas eran la Tesorería Mayor - de la lengua castellana; juzgo que si le hubiera tocado en - suerte vivir en nuestros días y leer la GRAMÁTICA DEL QUIJOTE, - y el Diccionario que la acompañará, hubiera vacilado en la - aplicación de la frase. Sin duda que el código del Rey Sabio - abarca grandísimo número de cuestiones y materias que exigen - un vocabulario propio; pero las lenguas no son palabras - solamente, sino frases, construcciones, metáforas, giros; - variedad de estilos y lenguaje según las clases sociales y las - circunstancias de la vida. En este concepto no cabe comparación - entre los dos insignes monumentos de la literatura castellana. - Quien acuda á la sintaxis de usted, se quedará pasmado de ver - los insuperables recursos de que dispone nuestra lengua para - formar y enlazar las frases, y construir oraciones y períodos, - con la más cumplida precisión y elegancia. Basta leer algunos - capítulos de Cervantes para saber cómo se explicaban en su - tiempo los literatos y el pueblo, para estimar el estilo llano - de la gente culta y el desaliñado del vulgo, vivificado todo - con la intuición más sorprendente de las almas que viven y - palpitan en esas frases. - - La gramática del _Quijote_ puede decirse, pues, que es la - gramática de la lengua castellana en su forma más nacional - y genuina; y en ninguna labor pudiera usted haber empleado - mejor sus profundos conocimientos filológicos y su penetración - científica. En la exposición y análisis de la obra de Cervantes - ha hecho usted converger todos los elementos de la ciencia - del lenguaje, la fonética como la psicología, la crítica del - texto como la estimación estética de la elocución; y lo que - vale más, para tan ardua tarea ha usado usted de un criterio - libérrimo como el de Cervantes, para quien la gramática era - «la discreción del buen lenguaje»... He celebrado mucho ver - cómo se burla usted de ciertas reglas que parecen forjadas por - sordos y mudos para sordos y mudos, por gente y para gente que - ignora lo que habla y lo que oye, por el estilo de los que han - querido hacernos creer que en castellano, ni más ni menos que - en latín, tenemos sílabas largas y breves por naturaleza y por - posición, ó que nuestros adjetivos concuerdan con el sustantivo - en género, número y _caso_. La naturaleza misma de la obra de - usted le ha favorecido en la empresa de escombrar este terreno - de las malezas de la rutina y del capricho individual: hechos - estudiados con rigor científico, esas son sus reglas. - - * * * * * - - He recibido y he estado hojeando el Diccionario y Comentario - del Quijote; y con _santa_ envidia me he quedado pasmado del - cúmulo de trabajo, y más que todo, del saber que aparece - dondequiera. Lo tendré sobre mi mesa y lo consultaré á cada - paso como á maestro consumado...» - - _Rufino J. Cuervo._ - - -NUEVO MÉTODO TEÓRICO-PRÁCTICO PARA APRENDER LA LENGUA LATINA.--Dos -tomos, pesetas 12.--Palencia, 1907. - -*** END OF THE PROJECT GUTENBERG EBOOK CABOS SUELTOS *** - -Updated editions will replace the previous one--the old editions will -be renamed. - -Creating the works from print editions not protected by U.S. copyright -law means that no one owns a United States copyright in these works, -so the Foundation (and you!) can copy and distribute it in the -United States without permission and without paying copyright -royalties. Special rules, set forth in the General Terms of Use part -of this license, apply to copying and distributing Project -Gutenberg-tm electronic works to protect the PROJECT GUTENBERG-tm -concept and trademark. Project Gutenberg is a registered trademark, -and may not be used if you charge for an eBook, except by following -the terms of the trademark license, including paying royalties for use -of the Project Gutenberg trademark. 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Hart was the originator of the Project -Gutenberg-tm concept of a library of electronic works that could be -freely shared with anyone. For forty years, he produced and -distributed Project Gutenberg-tm eBooks with only a loose network of -volunteer support. - -Project Gutenberg-tm eBooks are often created from several printed -editions, all of which are confirmed as not protected by copyright in -the U.S. unless a copyright notice is included. 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You may copy it, give it away or re-use it under the terms -of the Project Gutenberg License included with this eBook or online -at <a href="https://www.gutenberg.org">www.gutenberg.org</a>. If you -are not located in the United States, you will have to check the laws of the -country where you are located before using this eBook. -</div> -</div> - -<p style='display:block; margin-top:1em; margin-bottom:0; margin-left:2em; text-indent:-2em'>Title: <span lang='es' xml:lang='es'>Cabos sueltos</span></p> -<p style='display:block; margin-left:2em; text-indent:0; margin-top:0; margin-bottom:1em;'><span lang='es' xml:lang='es'>Literatura y lingüística</span></p> -<p style='display:block; margin-top:1em; margin-bottom:0; margin-left:2em; text-indent:-2em'>Author: Julio Cejador y Fraucas</p> -<p style='display:block; text-indent:0; margin:1em 0'>Release Date: August 18, 2022 [eBook #68787]</p> -<p style='display:block; text-indent:0; margin:1em 0'>Language: Spanish</p> - <p style='display:block; margin-top:1em; margin-bottom:0; margin-left:2em; text-indent:-2em; text-align:left'>Produced by: Andrés V. Galia, Sanly Bowitts and the Online Distributed Proofreading Team at https://www.pgdp.net (This book was produced from images made available by the HathiTrust Digital Library.)</p> -<div style='margin-top:2em; margin-bottom:4em'>*** START OF THE PROJECT GUTENBERG EBOOK <span lang='es' xml:lang='es'>CABOS SUELTOS</span> ***</div> - -<div class="figcenter illowp49" id="cover" style="max-width: 61.75em;"> - <img class="w100" src="images/cover.jpg" alt="cover" /> -</div> - -<div class="chapter"> -<div class="tnote"> - <p class="center big1">NOTAS DEL TRANSCRIPTOR</p> - -<p>En la versión de texto sin formatear las palabras en itálicas están -indicadas con _guiones bajos_ mientras que las palabras en negritas -se indican =de este modo=. Los super-índices se indican de este modo -^{texto}.</p> - -<p>La cubierta del libro fue agregada por el Transcriptor y ha sido puesta -en el dominio público.</p> - -<p>El criterio utilizado para llevar a cabo esta transcripción ha sido el -de respetar las reglas de la Real Academia Española vigentes cuando se -imprimió la presente edición. Es posible encontrar palabras que en ese -momento tenían una ortografiía que no sigue las reglas actuales de la -RAE. Por ejemplo, monosílabos como “fue” y “vio”, en esta obra están -acentuados, mientras que en la actualidad se escriben sin acento. Esto -se aplica al texto producido por el autor de la obra, Julio Cejador y -Frauca. También se adecuó la ortografía de las mayúsculas acentuadas a -las reglas establecidas por la RAE.</p> - -<p>Sin embargo, en instancias en que el autor cita textos de otros -autores el criterio seguido fue el de preservar la forma de escritura -original. Es posible que debido a esto se pueda encontrar una misma -palabra escritas con ortografía diferente.</p> - -<p>Errores evidentes de impresión y de puntuación han sido corregidos.</p> - -<p>El Índice de capítulos, incluido al final en la publicación original, -ha sido trasladado al principio por el Transcriptor.</p> -</div> -</div> - -<div class="chapter"> -<hr class="tb x-ebookmaker-drop" /> -</div> - -<p class="center big2">JULIO CEJADOR Y FRAUCA</p> - -<p class="center big3 p2b">CABOS SUELTOS<br /> - -Literatura y Lingüística</p> - -<div class="figcenter illowp59" id="title-p-ilo" style="max-width: 4.875em;"> - <img class="w100" src="images/title-p-ilo.jpg" alt="tpilo" /> -</div> - -<p class="center p4">PERLADO, PÁEZ Y COMP.ª<br /> - -SUCESORES DE HERNANDO</p> - -<p class="center">Arenal, 11, y Quintana, 31 y 33.—Madrid.<br /> -1907</p> - - - - -<div class="chapter"> -<p class="half-title p6b"> -CABOS SUELTOS<br /> -<small>LITERATURA Y LINGÜÍSTICA</small></p> - -</div> - -<div class="chapter"> -<p class="big3 p2 center ">JULIO CEJADOR Y FRAUCA</p> -</div> - -<h1>CABOS SUELTOS<br /> -Literatura y Lingüística</h1> - -<div class="figcenter illowp56" id="tpilo2" style="max-width: 4.875em;"> - <img class="w100 p6" src="images/tpilo2.jpg" alt="tpilo2" /> -</div> - -<p class="p6 big1 center">PERLADO, PÁEZ Y COMP.ª</p> - -<p class="center">SUCESORES DE HERNANDO</p> - -<p class="center">Arenal, 11, y Quintana, 31 y 33.—Madrid. -1907</p> - - - -<div class="chapter"> -<p class="center p6">Esta obra es propiedad del autor.</p> -</div> - -<p class="center p6b">Queda hecho el depósito que marca la ley.</p> - - -<div class="chapter"> -<p><span class="pagenum" id="Page_v">[Pg v]</span></p> - -<p class="center p6">Á MI QUERIDO DISCÍPULO</p> -</div> - -<p class="center big1 p2b">DON JOSÉ ORTEGA GASSET</p> - - -<p>Allá te van dedicados, mi querido -Pepe, esos articulejos, que según iban -saliendo en revistas y periódicos con -tanto gusto leiste y más de lo que ellos -se merecían me alabaste. Niñerías habrán -de parecerte ahora, según son de -hondas las filosofías en que andas metido -por la docta Alemania, y ricas y cada -día más nuevas las humanidades que te -traen tan sabrosamente entretenido. Pero -como lleven alguna doctrina, para aquí -algún tanto nueva, me ha parecido recogerlos -en un tomito, que, si no á los -maestros, pudieran ser de provecho á los -que ya comienzan á aficionarse á estas<span class="pagenum" id="Page_vi">[Pg vi]</span> -cosas por esta nuestra España. Y ya era -hora que retoñase en ella, ó apuntase al -menos, algún renuevo de aquellas tan -arraigadas aficiones filológicas que dieron -lustre á nuestras letras, renombre á -nuestros humanistas y donosura á nuestra -lengua castellana. Con ser tan corrientes -y molientes fuera de aquí las -más de mis doctrinas lingüísticas, tiénenlas -no pocos por desusadas y aun revolucionarias: -tan recio es el tesón de nuestra -casta, tan grande el apego á lo que -una vez se le asentó, tan no hacedero el -desasirla y destrabarla de lo que con -empeño aferró y prendió.</p> - -<p>Por otro cabo, la gente moza, que -siente en el rostro las blandas caricias -con que le halagan los aires extranjerizos -que corren, más que en el corazón -las grandezas nacionales que pasaron y -ellos tienen por áurea y embustera leyenda, -bien así como tiene por quimera -el ver aquel que nació ciego, ó por quijotismos<span class="pagenum" id="Page_vii">[Pg vii]</span> -extravagantes cualquier empresa -levantada el que se crió con pecho apocado -y mezquino, no saben ni quieren -apreciar nuestra lengua en lo que se -aparta de la francesa, ni reconocer la -reciura del sentir y la naturalidad del -fantasear de nuestros añejos escritores.</p> - -<p>Traer por acá lo bueno de lo moderno -y despertar las ganas de conocer lo bueno -de lo viejo y castizo, son los dos intentos -que, como siempre me he propuesto, espero -se dejen traslucir en estos ligeros -escritos. En los cuales en lo tocante á la -manera del decir no poco te desagradará, -como á mí mismo me descontenta, -por ser algunos ya trasañejados y de mis -primeros escritos. Supla la sinceridad y -buena intención mía, y la indulgencia -tuya y de mis amigos que los hayan de -leer.</p> - -<p>Tu siempre afectísimo amigo,</p> - -<p class="right" style="padding-right: 2em;"><span class="smcap">Julio Cejador</span>.</p> - - - - -<div class="chapter"> -<p class="center p4 big2">ÍNDICE<br /> -DE LOS CAPÍTULOS QUE CONTIENE ESTE LIBRO</p> -</div> - - -<table class="autotable" summary="índice"> - -<tr> -<td class="tdl"> </td> -<td class="tdr">Pág.</td> -</tr> - - -<tr> -<td class="tdl">Dedicatoria: á D. José Ortega Gasset</td> -<td class="tdr"><a href="#Page_v">v</a></td> -</tr> - - -<tr> -<td class="tdl">Lingüística y Filología</td> -<td class="tdr"><a href="#Page_1">1</a> </td> -</tr> - - -<tr> -<td class="tdl">Estudio del castellano</td> -<td class="tdr"><a href="#Page_19">19</a> </td> -</tr> - - -<tr> -<td class="tdl">Idolillos de gramáticos</td> -<td class="tdr"><a href="#Page_37">37</a> </td> -</tr> - - -<tr> -<td class="tdl">Los orígenes de la lengua castellana según un libro reciente</td> -<td class="tdr"><a href="#Page_61">61</a> </td> -</tr> - - -<tr> -<td class="tdl">Los simbolistas</td> -<td class="tdr"><a href="#Page_81">81</a> </td> -</tr> - - -<tr> -<td class="tdl">La ironía y el gracejo en los refranes</td> -<td class="tdr"><a href="#Page_111">111</a> </td> -</tr> - - -<tr> -<td class="tdl">El imperfecto y el futuro de subjuntivo en el «Quijote»</td> -<td class="tdr"><a href="#Page_139">139</a> </td> -</tr> - - -<tr> -<td class="tdl">La concordancia gramatical en el «Quijote»</td> -<td class="tdr"><a href="#Page_159">159</a> </td> -</tr> - - -<tr> -<td class="tdl">El mitógrafo D. Estanislao Sánchez Calvo</td> -<td class="tdr"><a href="#Page_175">175</a> </td> -</tr> - - -<tr> -<td class="tdl">Motes ó apodos</td> -<td class="tdr"><a href="#Page_189">189</a> </td> -</tr> - - -<tr> -<td class="tdl">Á propósito de un libro</td> -<td class="tdr"><a href="#Page_215">215</a> </td> -</tr> - - -<tr> -<td class="tdl">Ortología castellana</td> -<td class="tdr"><a href="#Page_233">233</a> </td> -</tr> - - -<tr> -<td class="tdl">Sir William Jones y Lorenzo Hervás y Panduro</td> -<td class="tdr"><a href="#Page_245">245</a> </td> -</tr> - - -<tr> -<td class="tdl">El primer Congreso de la Lengua catalana</td> -<td class="tdr"><a href="#Page_255">255</a> </td> -</tr> - - -<tr> -<td class="tdl">Extravagancias del lenguaje</td> -<td class="tdr"><a href="#Page_265">265</a> </td> -</tr> - - -<tr> -<td class="tdl">Criterio del casticismo</td> -<td class="tdr"><a href="#Page_303">303</a> </td> -</tr> - - -<tr> -<td class="tdl">Navarro Ledesma: el hombre y el literato</td> -<td class="tdr"><a href="#Page_345">345</a> </td> -</tr> - - -<tr> -<td class="tdl">Chocano y los demás poetas jóvenes de América</td> -<td class="tdr"><a href="#Page_351">351</a> </td> -</tr> - - -<tr> -<td class="tdl">El castellano en América</td> -<td class="tdr"><a href="#Page_367">367</a> </td> -</tr> - - -<tr> -<td class="tdl">El neologismo</td> -<td class="tdr"><a href="#Page_437">437</a> </td> -</tr> - - -<tr> -<td class="tdl">El alma de Santa Teresa en su estilo y lenguaje</td> -<td class="tdr"><a href="#Page_469">469</a> </td> -</tr> - - -<tr> -<td class="tdl">El latín y la evolución del castellano</td> -<td class="tdr"><a href="#Page_493">493</a> </td> -</tr> - - -<tr> -<td class="tdl"></td> -</tr> -</table> - - - -<div class="chapter"> -<div class="figcenter illowp100" id="p1ilo" style="max-width: 31.25em;"> - <img class="w100 p6 p6b" src="images/p1ilo.jpg" alt="p1ilo" /> -</div> -<p><span class="pagenum" id="Page_1">[Pg 1]</span></p> -<h2 class="nobreak">Lingüística y Filología</h2> -</div> - - -<p>Ha tiempo que un servidor de ustedes anda -buscando en las revistas que se publican -en España, ya que buscarlo en los anuncios -bibliográficos sería pedir cotufas en el -golfo, algo que sepa á esa nueva ciencia del -lenguaje que nuestros vecinos los franceses -llaman <em>Lingüistique</em>; los italianos, más comunmente, -<em>Glottologia</em>; los ingleses, <em>Science -of language</em>; pero en balde. Eso sí, se ve estampado -en letras de molde, y se oye á cada -paso, el nombre de <em>Lingüística</em>, y más aún, -el de <em>Filología</em>; pero ni siquiera parece que -se entienden (digo del público en general) -estos términos, puesto que se truecan indistintamente -el uno y el otro, y suelen aplicarse -al estudio práctico de las lenguas ó á -las obras que miran á ese blanco, lo cual ni -es Filología, ni es Lingüística, propiamente -hablando. Fuera de los rótulos en las bibliotecas -y de los títulos de secciones en las<span class="pagenum" id="Page_2">[Pg 2]</span> -revistas, donde, de pocos años á esta parte, -aparece más á menudo el de <em>Lingüística</em>, -sin duda por copiar á los franceses, en las -conversaciones, y aun en los libros, se halla, -sobre todo, el nombre de <em>Filología</em>. Todo lo -cual da bien á entender que hemos oído campanas; -pero..., y que, si del nombre no se nos -alcanza gran cosa, de lo que el nombre suena -se nos alcanza menos. De los contados escritores -que daban alguna esperanza de traernos -acá algunas ideas de esa nueva ciencia -alemana, á unos hemos tenido la desgracia -de perderlos, como Ayuso y Simonet; otros, -andan desperdigados, y no hallan favor, ni -arrimo, ni medios, ni aun público para emprender -tamaña empresa, que lo ha sido -siempre en España todo buen deseo de traer -algo nuevo.</p> - -<p>Cansado, pues, de buscar y de esperar, -me he resuelto yo á ser el primero. Voy á -darme, pues, el gusto de leer un artículo de -Lingüística en una revista española, aunque -para ello tenga que escribírmelo yo mismo.</p> - -<p>El asunto es muy vago; tan vago, que muchos -ni distinguen, como digo, la Lingüística -de la Filología, ni podrían declarar buenamente -lo que son una y otra; por eso lo he tomado -yo también tan vagamente como reza -el título del presente artículo. Luego que -hayamos echado hoy una ojeada sobre esta -nueva región, aunque sea tan ligera como la -del turista, que la ve <em>al vapor</em> desde la ventanilla<span class="pagenum" id="Page_3">[Pg 3]</span> -del tren, y después que la hayamos -deslindado y dividido en sus términos naturales, -podremos estudiarla más en particular, -parcela por parcela, si es que los lectores -no se cansan, y tampoco yo.</p> - -<p>Pero, ante todo, ¿qué se entiende por <em>Lingüística</em> -y por <em>Filología</em>? Porque, fuera de -España, semejante pregunta sabría ya á rancio; -pero aquí, ogaño, todavía es pregunta -que puede y debe hacerse, y, sobre todo, -merece la pena de que se le dé alguna respuesta.</p> - -<p>Siempre que he puesto los pies por vez -primera en una ciudad, lo primero que he -hecho, si mis ocupaciones me lo permitían, -ha sido irme á las bibliotecas públicas, como -los pretendientes á las porterías, y los que -por primera vez llegan á la Corte, á la Puerta -del Sol. Y en las bibliotecas me voy derecho -á las secciones de <em>Lingüística</em> y de <em>Literatura</em>.</p> - -<p>Ésta última, en las bibliotecas españolas -de provincias, suele reducirse á dos docenas -de libros viejos, que tuvieron la dicha de acogerse -allí como á sagrado, cuando la exclaustración -de los frailes, y á unos cuantos menos -de autores modernos, menos todavía de los -que de camino se habrán podido ver en el -escaparate de cualquier librero. Si los Gobiernos -no abastecen nuestras bibliotecas -públicas de obras literarias, será, sin duda, -porque las tendrán por obras ligeras, que los<span class="pagenum" id="Page_4">[Pg 4]</span> -españoles, según somos hechos, diz que nos -damos de preferencia á estudios más serios. -Pero, consolémonos, que la sección de -Lingüística estará mejor surtida, aunque, al -parecer, no es más que una hijuela de la anterior, -allá en el último rincón. En ella daremos, -de hecho, con cuatro ó diez, ó, si á mano -viene, veinte Gramáticas de Ahn, Ollendorf, -etc., para aprender á las mil maravillas -y <em>sin maestro</em> el francés ó el inglés, por -si alguno, aprovechando la serena quietud -que allí reina, y la no interrumpida soledad, -tan á propósito para el estudio, se decide á -frecuentar aquel silencioso cementerio de la -ciencia antigua.</p> - -<p>También topará allí el sabio con no pocos -<em>Auctores latinatitis</em> de las Escuelas Pías ó -de otros coleccionistas, y buen golpe de Gramáticas -latinas, de esas que corren hoy de -texto, y que los muchachos, ratonadas y todo -las puntas, y con originales glosas en las -márgenes, suelen abandonar en las profanas -manos de bedeles ó de ilustrados libreros de -viejo. ¡Y sobre todo eso se lee el pomposo -rótulo de <em>Lingüística</em> ó el de <em>Filología</em>! Gracias -que los conserjes, como personas de -algún sentido común, al preguntarles por -dicha sección, suelen responder con toda -llaneza: «De eso que usted busca hay muy -poco». ¡Y tan poco!</p> - -<p>Con que, á los encargados de rotular los -estantes, plúteos y anaqueles de nuestras bibliotecas,<span class="pagenum" id="Page_5">[Pg 5]</span> -si no lo llevan á mal, me atrevería -á decirles quedo y al oído, para que no se -escandalicen los extranjeros que las visiten: -«Pongan todos esos libracos en la sección del -desecho ó del rastro; pero, ¡por honra de la -cultura española!, no les ocurra llamar á eso -<em>Lingüística</em>, por más que lean el título de -esa sección en algún <em>Manual del Bibliotecario</em>, -aunque éste sea el del Congreso de los -ídem de Bélgica; y mucho menos lo llamen -<em>Filología</em>».</p> - -<p>¿Qué se entiende entonces por <em>Filología</em> -y <em>Lingüística</em>?, porque ahora lo entiendo -menos. Si fuéramos á atenernos á la etimología -de estas dos palabras, y no al sentido -en que se toman en el mundo literario, que -es lo que tratamos de aclarar, no tendríamos -poco que reponer. <em>Filología</em> vale <em>afición al -lenguaje</em>; como <em>Filosofía, afición á la sabiduría</em>. -Llevado de un sentimiento de modestia, -se llamó á sí mismo por vez primera <em>filólogo</em> -el eruditísimo Wolf, como por parecido -sentimiento se había llamado <em>filósofo</em> el sabio -Pitágoras. En otra acepción muy distinta usó -el término <em>filólogo</em> Platón<a id="FNanchor_1" href="#Footnote_1" class="fnanchor">[1]</a>; y el de <em>sofistas</em> -ó <em>profesores de sabiduría</em>, aplicándoselo á -sus propias personas, sus conocidos adversarios -Protágoras, Gorgias y Compañía.</p> -<p><span class="pagenum" id="Page_6">[Pg 6]</span></p> -<p><em>Lingüística</em> suena propiamente <em>arte del -lenguaje</em>; pero la <em>Lingüística</em> moderna no -es un arte, es una <em>ciencia del lenguaje</em>. Para -deslindar el sentido corriente que hoy tienen -estos dos términos, menester será acudir á -la Historia, puesto que histórica es la discusión -del valor de cualesquiera términos, y -más de los términos de que tratamos.</p> - -<p>La Filología y la Lingüística son cosas muy -distintas: la primera, es ya de antiguo abolengo, -nació en Alejandría antes de la Era -Cristiana, aunque tomó nuevos y desusados -vuelos, y se la bautizó con este nombre, en -Alemania por los tiempos del renacimiento -de la Crítica; la segunda, es ciencia de ayer, -nació el siglo pasado, de la Filología.</p> - -<p>En la época del renacimiento de los estudios -clásicos, renovóse, por decirlo así, el de -la Gramática greco-latina, como base indispensable -para los estudios de Humanidades -y Retórica clásica, que tanto empuje tomaron -con los bizantinos llegados por entonces -á Italia. En aquel movimiento helénico, los -ojos se volvieron á la antigua Atenas y á la -antigua Roma; la belleza serena del Apolo -de Belveder y de la Venus de Milo, los extremados -poemas de Virgilio y Homero, las -elegantes líneas y el viviente relieve de -aquel divino Partenon, que resalta como una -síntesis simbólica de la Atenas del siglo de -Pericles en el riente azul del cielo de la Grecia, -eran el único ideal artístico de aquellos<span class="pagenum" id="Page_7">[Pg 7]</span> -cristianos, que olvidados de las fuentes en -que habían bebido sus doctrinas los Santos -Padres, abrieron con ansia los ojos á la nueva -luz étnica que se levantaba á alumbrar el -siglo de los Médicis y de León X, después -de una noche de diez y ocho siglos. Todo el -afán se ponía en remedar las obras clásicas, -y era natural que la institución de la juventud -siguiera la norma de los nuevos Quintilianos. -Se necesitaba saber manejar el instrumento -propio de aquel arte consumado, el griego y -el latín; se quería hablar y escribir como Cicerón -y Virgilio, como Demóstenes y Homero; -así que la Gramática greco-latina y el -ejercicio de composición se pusieron en práctica -con mayor fervor que en los tiempos de -Quintiliano y de Donato.</p> - -<p>Pero aquel primer empuje, venido de -fuera, sea que lo acabado del modelo hiciera -caer el cincel y la pluma de mano de los artistas, -desesperanzados de alcanzar lo que -ansiaban, sea que la plasticidad y la galanura -de la forma no llenase los anhelos que la cultura -cristiana, más espiritual que plástica, -más subjetiva que objetiva, más lírica que -épica, había hecho nacer en los pueblos de -Europa, lo cierto es que, llegado á cierta altura -de su trayectoria, torció luego el camino, -y volvió á entrar en la atmósfera del -mundo cristiano.</p> - -<p>El alma cristiana se había empapado del -lirismo de David, de la profunda y filosófica<span class="pagenum" id="Page_8">[Pg 8]</span> -poesía de <em>Job</em> y del <em>Cantar de los Cantares</em>; la -elocuencia arrebatadora de los profetas, que -lleva en alas de lo sublime misterioso á la vida -inmortal y al reino eterno de Cristo, henchía -el alma cristiana; y ni los dioses del Olimpo, -ni las arengas del Foro lograron otra cosa -más que despertarla de su adormecimiento -y hacerla volver á la más honda inspiración -cristiana, ó, por lo menos, al arte espiritualista -del sentimiento, que de ella procede.</p> - -<p>Esta inspiración, incubada en el corazón -de las razas europeas durante toda la Edad -Media, el romanticismo en lo que tiene de sincera -aspiración y quitada toda la hojarasca -de que hubo de vestirse en un principio, el -arte subjetivo del vuelo hacia lo infinito, el -arte del corazón, en fin, estalló y prendió -fuego á los mismos dioses paganos y al arte -clásico que le había servido de despertador.</p> - -<p>Tras unas cuantas frías y amaneradas -muestras que, más bien como alardes y escarceos -de escuela, que como obras imperecederas -de un arte espontáneo, dió aquel -primer movimiento clásico, el romanticismo, -el arte cristiano, brotó como por ensalmo y -volvió á recobrar sus antiguos fueros. En -vano las vallas francesas quisieron atajarle -los pasos: el seudo-clasicismo, en que había -de degenerar necesariamente el clasicismo -al ser trasplantado entre cristianos, feneció -con la mentida pompa de la corte de Versalles -para no volverse á levantar jamás.</p> - -<p><span class="pagenum" id="Page_9">[Pg 9]</span></p> - -<p>Á nuevo arte, nuevo instrumento: las lenguas -nacionales tomaron el lugar y vez de -las lenguas clásicas; porque el hervor y la -vida no se dejaban encerrar en aquellas lenguas -muertas, que no daban de sí nuevas -formas sin mudarse por el mismo hecho y -dejar de ser lo que eran bajo el sol de la cultura -antigua. La inspiración romántica y moderna -rebosaba en aquellos tiesos y viejos -moldes, y la Gramática greco-latina sólo se -siguió estudiando con la única mira de penetrar -en la Literatura clásica, no con el de -crear obras artísticas.</p> - -<p>Pero precisamente mientras el griego y -latín iban perdiendo tierra como instrumentos -de hablar y escribir, acrecentábase su -valer y dignidad, y hacíanse más fáciles, -primero gracias á la Filología y luego á la -Lingüística.</p> - -<p>El movimiento romántico en las artes, y -sobre todo en la Literatura, fué al principio -algún tanto brusco y hasta brutal, como el -de toda reacción; pero pasados los primeros -ímpetus, se ciñó al renacimiento de las literaturas -nacionales. Todas ellas, bañadas del -espíritu cristiano y fraguadas en el crisol de -la civilización europea, hija de ese mismo -espíritu, se distinguieron hasta lo infinito por -su propio natural, conforme á la manera de -ser de cada pueblo. Shakespeare, Calderón y -Schiller, nos ofrecen tres facetas muy distintas -de un mismo prisma, por reflejar ingenios<span class="pagenum" id="Page_10">[Pg 10]</span> -de pueblos muy diferentes, siquiera todos -tres lleven el sello de una misma idea cristiana -y de una misma civilización europea.</p> - -<p>No paró aquí esta nueva tendencia literaria. -Los europeos recorrieron el mundo, se -entraron por todos los pueblos y razas, dieron -sacomano, una tras otra, á todas las literaturas, -y el rico botín tomó el nombre de -<em>Filología</em>. Verdad es que sus más preciados -tesoros el codicioso Renacimiento no los había -podido desenterrar en Grecia é Italia: las -antigüedades helénicas y latinas, apuradas y -acrisoladas con el trabajo de la crítica, con -el fehaciente veredicto de la numismática, -etcétera, etc., encaminaron más derechamente -al filólogo para conocer y penetrar el -espíritu de las antiguas gentes y pueblos clásicos, -harto más acabadamente que lo que -alcanzaron los humanistas del Renacimiento. -Pero, fuera de la Europa clásica, los estudios -orientales descubrieron nuevos veneros -en el hebreo, el siriaco y el árabe, el copto -y los caracteres geroglíficos del Egipto; dieron -con las desconocidas y no sospechadas -lenguas y alfabetos cuneiformes de Besitun, -Nínive y Babilonia; llegaron á señorearse de -las ricas literaturas persa, china y japonesa; -coronándolo todo el trascendental hallazgo -de la lengua, de la literatura y de la sabiduría -de los indios, que abrió la puerta á la -comparación del sanskrit, del zend y de las -lenguas europeas.</p> - -<p><span class="pagenum" id="Page_11">[Pg 11]</span></p> - -<p>El estudio de la Gramática, dado de manos -por los literatos, cayó entonces en las de los -filólogos y más tarde en las de los lingüistas. -No sirvió ya de mero instrumento para hablar -ó escribir en lenguas muertas, sino para -buscar los restos literarios de todos los pueblos -de las pasadas generaciones, restos que -nos daban á conocer las variadas manifestaciones -del ingenio y de la belleza en toda la -humanidad, no ya en un solo rincón de Grecia: -la Gramática vino á ser el instrumento -de la <em>Filología</em>. Y mientras la <em>Estética</em> nacía -entre las manos de Hegel al abarcar con su -mirada los varios monumentos que de todos -los rincones del mundo le ponía delante el -incansable afán de los filólogos; mientras la -<em>Psicología de los pueblos</em> se delineaba ante -la vista de los Steinthal y Lazarus al abrazar -de una ojeada estos mismos monumentos de -la humanidad entera; mientras la <em>Etnología</em> -se aprovechaba de los datos aportados por -los viajeros y descubiertos en los libros indígenas -de todas las naciones; mientras la -Literatura se iba embebiendo de todos los colores -y matices que le traían las maneras de -ver y fantasear de todos los pueblos, ¿quién -se iba á entretener en aprender griego y latín -para escribir ó hablar con los muertos, -sino sólo para entender la Literatura clásica, -como se estudiaban el sanskrit y el árabe, el -chino y el asirio, el godo y el celta, para seguir -el movimiento filológico más universal<span class="pagenum" id="Page_12">[Pg 12]</span> -ó para crear obras de arte, cada cual en su -lengua patria, allegando ideas y elementos -estéticos de todo el universo? Otro fué, pues, -el rumbo de la enseñanza gramatical en Europa, -porque otras eran las miras á que se -enderezaba, otro el gusto artístico que la dirigía, -otro el espíritu que la alentaba.</p> - -<p>La <em>Filología</em> es, pues, el estudio de todos -los monumentos de un cierto pueblo, mayormente -de los literarios, para calar más á -fondo en el ingenio y las ideas, en el espíritu -y la cultura, en una palabra, en la civilización -de ese mismo pueblo.</p> - -<p>Pero de la <em>Filología</em> nació la <em>Lingüística</em>. -Al rebuscar y escudriñar las literaturas -y los demás monumentos de las gentes -que pasaron con el intento filológico de hacer -revivir las antiguas civilizaciones, se preguntó -el hombre pensador si no era por ventura -el habla el de mayor momento y valía, -el espejo que retrataba el ingenio y la cultura -de cada raza, el tesoro de todos sus conocimientos -é instituciones, la obra de las obras -humanas, no sólo como instrumento literario, -sino como monumento propio de cada -raza y de cada pueblo. «Nada presta tanta -luz á la investigación de los orígenes de las -naciones, como el estudio de las lenguas», -dijo Leibnitz. Y Creuzer: «El lenguaje es el -documento más fidedigno de los pueblos». -<em>Die Sprache ist die treueste Urkunde der -Völker.</em> De esta suerte consideraron el lenguaje<span class="pagenum" id="Page_13">[Pg 13]</span> -los fundadores de la Lingüística, Leibnitz, -Hervás y G. Humboldt, y creyeron que -en su estudio hallarían solución los más intrincados -é interesantes problemas de Psicología, -de Etnología, de Historia.</p> - -<p>De aquí á mirar el lenguaje como objeto -propio y particular de estudio, prescindiendo -hasta de las luces que su estructura, sus palabras, -sus conexiones con otras lenguas -podían derramar en las investigaciones etnológicas, -psicológicas, en una palabra, filológicas, -no había más que un paso. Y ese paso -se dió, y lo que antes había sido puro arte, se -remontó á la categoría de ciencia, y el estudio -de las lenguas, que hasta entonces sólo -se emprendía como un medio para ser literato -ó filólogo, que sólo era simple instrumento -literario ó filológico, se tomó como objeto -final y propio, constituyendo <em>la Ciencia -del lenguaje</em> ó <em>Lingüística</em>.</p> - -<p>La Ciencia del lenguaje ó Lingüística prescinde, -por lo tanto, de cualquiera aplicación -práctica que se quiera hacer de sus consecuencias -á las demás ramas de la ciencia. -Teniendo su objeto propio, es una ciencia ó -arte, de cuyas conclusiones puede valerse el -filólogo, ya para conocer el espíritu y la civilización -de los pueblos, ya para aprender -mejor la lengua que le ha de servir de instrumento -en sus investigaciones propias.</p> - -<p>El lenguaje es <em>medio</em> para el filólogo y <em>objeto</em> -propio de estudio para el lingüista. Además,<span class="pagenum" id="Page_14">[Pg 14]</span> -el filólogo sólo mira al uso de aquella -lengua particular que le puede servir para -su propósito; el lingüista abarca todas las -lenguas en general, aunque se ciña á una -sola familia, ó tal vez á una sola lengua; y -no para usarlas, sino en sí, en su naturaleza, -causas, mudanzas y origen, como término -final de investigación. ¿Quién no distingue el -oficio del droguero, que echa mano de los -cuerpos para otros intentos, y las ciencias -Química y Botánica, que se detienen á desmenuzar -y estudiar las substancias y las -plantas en sí mismas, y no por su aplicación -práctica para confeccionar drogas?</p> - -<p>Ya lo dijo bien claramente Castrén (Ethnologisch. -Vorlesung, 3): «<em>Die Sprachenkunde -in ihrer hochsten, wissenschaftlichen -Bedeutung, tragt den Namen Linguistik, -und ihr Zweck ist die Sprache -selbst als solche</em>». «El conocimiento del lenguaje, -en el sentido más elevado y científico -de la palabra, se llama <em>Lingüística</em>, y su fin -es el lenguaje mismo, como tal».</p> - -<p>Muy de otra suerte se han desgajado en -ramas especiales de la Ciencia filológica la -Numismática, la Crítica, la Arqueología, etcétera; -pues semejantes disciplinas, por más -que se ensanchen, siempre quedarán como -ayudadoras del filólogo y del historiador, -siempre serán ciencias auxiliares; mientras -que la Lingüística, aunque pueda servir, en -parte, como ciencia auxiliar (puesto que en<span class="pagenum" id="Page_15">[Pg 15]</span> -su aplicación utilitaria principal entra como -indispensable instrumento de la Filología y -queda bajo el dominio del filólogo y del literato), -pero en sí tiene su objeto propio y dignísimo -de estudio, que la convierte en ciencia -aparte; bien así como la Zoología y la -Botánica son ciencias separadas y no caen -bajo el dominio de la Agricultura y de la Industria, -aunque su principal aplicación práctica -esté en la Industria y en la Agricultura.</p> - -<p>Tampoco es objeto propio de la Lingüística -el aprender á leer, entender, hablar y escribir -una ó más lenguas, para todo lo cual vale -el arte gramatical. La ciencia y el arte son -cosas bien distintas: la una es conocimiento -especulativo, el otro es conocimiento práctico. -Lo cual, por claro que parezca, lo confunden, -con todo, no pocos. Hay quien no alcanza -cómo pueda darse un lingüista que no -sepa hablar, ó por lo menos entender las lenguas, -en las cuales trae puesto su estudio. -Pero menos alcanzo yo cómo haya quien -sepa hablar una ó más lenguas, sin tener un -solo átomo de ciencia Lingüística: cosa, sin -embargo, que vemos todos los días.</p> - -<p>Si hay muchos, que leyendo, y aun oyendo, -entienden una lengua, la cual no saben -hablar, porque les falta, como se dice, el -<em>ejercicio</em>; más hacedero es que, sin saber -hablar y aun sin entender una lengua, puedan -darse cuenta de las leyes que la gobiernan, -de su estructura y cambios fónicos y<span class="pagenum" id="Page_16">[Pg 16]</span> -morfológicos. Y si esto no fuera así, nunca -podría lingüista alguno pretender que conocía -el lenguaje científicamente. A lo más conocería -alguna ó varias lenguas; pero no las -bastantes para poder decir que conocía el -lenguaje. Yo no sé que Bopp supiese hablar -y escribir las lenguas que estudió en su Gramática -comparada: creo que no; y con todo -eso fué el primer fundador de la Lingüística -indo-europea. ¿Y quién es capaz de aprenderse, -hasta entender y hablar, ni la vigésima -parte de las lenguas que tiene que conocer -el que desee poseer á fondo la ciencia -del lenguaje?</p> - -<p>Max Müller, cierto que no sabía así todas -esas lenguas de que trata ó que trae á colación -en sus obras; en cambio el Cardenal -Mezzofanti, que dicen sabía tantas lenguas, -era, en verdad, un gran hablista, si puede -pasar el término, pero no creo fuera ni aun -pequeño lingüista.</p> - -<p>Hay personas que poseen una potencia -asombrosa de asimilación para aprender -lenguas; y que, sin embargo, por falta de ingenio -comparativo y raciocinador, no se dan -cuenta de la trabazón que encadena entre sí -las diversas lenguas que tan bien manejan, -y serán capaces de derivar <em>lacayo</em> de <em>leguleyo</em>, -á la manera de Lope de Vega: tendrán -excelente memoria mecánica y de papagayo, -pero no ingenio ni cabeza de lingüista.</p> - -<p>En resumen, la práctica de las lenguas y<span class="pagenum" id="Page_17">[Pg 17]</span> -su conocimiento científico distan <em>toto coelo</em>: -tanto como las Gramáticas de Ahn, Ollendorf, -etc., de las de Bopp, Brugmann, etc.; á -pesar de los rótulos de las bibliotecas, que -llaman <em>Lingüística</em> á las primeras y... nada -á las segundas, porque están ausentes.</p> - -<div class="chapter"> -<p><span class="pagenum" id="Page_18">[Pg 18]</span></p> -</div> - - -<div class="footnotes"> -<p class="center p2 big2">NOTAS:</p> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_1" href="#FNanchor_1" class="label">[1]</a> En las <em>Leyes</em> de Platón, <em>filólogo</em> vale <em>amigo de echar -discursos</em> (I., pág. 641). Así dice hablando de Atenas: <em>Todos -los Griegos tienen á nuestra ciudad por amiga de echar discursos, -y más discursos</em>.</p> - -</div> -</div> - - - - -<div class="chapter"> -<div class="figcenter illowp100" id="p19ilo" style="max-width: 31.25em;"> - <img class="w100 p6 p6b" src="images/p19ilo.jpg" alt="p19ilo" /> -</div> -<p><span class="pagenum" id="Page_19">[Pg 19]</span></p> -<h2 class="nobreak">Estudio del castellano</h2> -</div> - - -<p>Tan seguro andaba yo de que en España no -había quien se diese á la ciencia Lingüística -moderna, que ni por pensamiento me -había ocurrido jamás enterarme de los libros -que aquí se publicaban, hasta que por acaso -venían á caer en mis manos. Bien chasqueado -quedé el otro día y bien pagué la -pena de mi presunción. Tres tomos nada menos -de color de rosa se me vinieron á los -ojos; no acababa de abrirlos ni de dar crédito -á lo que leía: <em>¡Primera Gramática española -razonada!</em> ¡Al fin y al cabo! Mi extrañeza -y asombro subió de punto al ver que -era <em>Segunda edición, corregida y aumentada. -Décima tirada.</em> Me engullí las primeras -hojas; pero presto me quedé más que -helado. Del estilo no hablemos, desleído, sin -color; pero ¡la doctrina! ¡Por los clavos de<span class="pagenum" id="Page_20">[Pg 20]</span> -Cristo y qué novedades! La primera cita es -de Roque Barcia. ¿Á ver la última? De Roque -Barcia. Abro por donde cae el primer tomo: -Roque Barcia. El segundo, el tercero: Barcia... -Barcia... Roque Barcia. ¡Y yo, desdichado -yo!, ¡que tenía á Barcia por un triste -saqueador del Diccionario de la Academia, -que ni ha saludado las obras más elementales -de Fonética, ni supo en su vida que hubiese -en el mundo estudios románicos! ¿Á -dónde irá á parar este señor <em>Misántropo</em>, -como se firma el autor de los tres tomos de -color de rosa, guiado por tan amaestrado lazarillo? -Á la torre de Babel, donde dice que -«principia la Historia de las lenguas... Desde -el año 2244 antes de Jesucristo (ni uno más -ni uno menos) principia este gran estudio, -no cabiendo la menor duda que la lengua -primitiva fué dada por Dios al hombre»<a id="FNanchor_2" href="#Footnote_2" class="fnanchor">[2]</a>. -Luego vienen autoridades y notas de Cantú -y más Cantú, de Rousseau, ¡hasta del P. Isla! -Y todos entre Roques y Barcias, que es un -pisto, verdaderamente manchego.</p> - -<p>«Lo que podemos afirmar ahora, sin temor -de errar, es que el lenguaje no le hemos -recibido tal y conforme hoy le poseemos»<a id="FNanchor_3" href="#Footnote_3" class="fnanchor">[3]</a>. -¡Valor necesitaba para afirmar, <em>sin temor de -errar</em>, que Adán no habló el castellano del -siglo <span class="allsmcap">XIX</span>! Pero mayor se necesita para añadir:<span class="pagenum" id="Page_21">[Pg 21]</span> -«Todas las lenguas son analíticas, porque -preciso es descomponer el pensamiento -para enunciarlo, además que la palabra es -un instrumento de análisis, no un principio; -es la expresión un medio para la consecución -de nuestro fin, y por esta razón las primitivas -lenguas son sintéticas, porque dejan en el -pensamiento muchos puntos que analizar»<a id="FNanchor_4" href="#Footnote_4" class="fnanchor">[4]</a>. -¿Quieren más?</p> - - -<p>«En el Asia había siete lenguas, entre éstas -estaba el sánscrito propio de los indos, -llena de dialectos, todos derivados de este -idioma... De los muchos dialectos que de él -se derivan hay dos principales, que son el -<em>hammiar</em> ó de Oriente..., y el de Occidente, -que fué el de la Meca, ó sea el <em>coreisch</em>, -idioma en que Albu-Bekr escribió el <em>Korán</em>». -Todas estas noticias las sabe el Misántropo -de muy buena tinta, como que las ha leído -(sin estar escritas, que es lo notable) en -Cantú.</p> - -<p>Otras más estupendas. Dice que como «el -idioma originario de los españoles no era -grato al oído, ni se prestaba fácilmente á la -pronunciación, adoptaron (los españoles) el -del Ejército romano»<a id="FNanchor_5" href="#Footnote_5" class="fnanchor">[5]</a>. ¡Por manera que no -se prestaba á la pronunciación la lengua que -únicamente habían sabido pronunciar hasta -entonces!</p> -<p><span class="pagenum" id="Page_22">[Pg 22]</span></p> -<p>Bastan estas citas para entrever los insondables -repliegues de la sabiduría de este -eruditísimo autor. Y para no despedirnos de -él dejándolo á solas, justo será le acompañe -su mejor amigo ó inspirador el Sr. Barcia, -cuyo solo nombre <em>elogio complido es asaz</em>: -«La celebérrima obra del Sr. Barcia, dice al -hacer el recuento de los que han escrito de -nuestra lengua, obra nueva en su género, -nueva en su doctrina, nueva en su forma, -nueva en su estudio, nueva en su formación -y hasta nueva en sus conclusiones; pudiéndose -afirmar sin temor de errar que es un -justo tributo á la Literatura Española y engrandecimiento -de nuestras <em>Letras</em> el <span class="smcap">Primer -Diccionario de la Lengua Española -etimológico</span>, distintivo que honrará siempre -á su autor, que por satisfecho puede darse, -viendo que su trabajo, tan magnífico, tan excelente, -ha cubierto el inmenso vacío que -verdaderamente quedaba en el vasto campo -literario»<a id="FNanchor_6" href="#Footnote_6" class="fnanchor">[6]</a>.</p> - -<p>Conste, pues, que en España se leen las -obras de Lingüística, aunque sean tan rematadamente -lastimosas como la misantrópica -que ha tenido la honra y gloria de llegar á la -segunda edición, décima tirada; que si no se -leen mejores, es porque no las hay.</p> - -<hr class="tb" /> -<p><span class="pagenum" id="Page_23">[Pg 23]</span></p> -<p>No, no las hay, duelo da decirlo; somos -los españoles unos grandísimos perezosos. -Los estudios románicos están á la hora que -corre en su mayor esplendor fuera de España, -hasta los americanos han sido arrastrados -en ese movimiento general. Pero en -la Península no se sabe siquiera si han venido -al mundo. Lo saben muy contados, pero cogidos -entre la masa glacial de los que les -rodean, no hacen esfuerzo alguno para desasirse -y quédanse entre ellos formando el -témpano nacional. No hay, aun entre la gente -instruída y que lee libros ó revistas, quien -apechugue con un artículo del <em>Zeitschrift -für Romanische Philologie</em>.</p> - -<p>Dicen algunos que se les cae la revista de -las manos al pensar que de nada les ha de -servir todo aquello, ya que no han de ponerse -á escribir, so pena de gastarse los cuartos -en imprimir lo que nadie ha de leer, que -sus mejores deseos se estrellan en el menosprecio -y las aviesas aficiones de nuestro público -que no gusta se le hable de tales cosas. -Y sin embargo ahí está la 2.ª edición, décima -tirada, cobrando el barato. Si en vez de esas -insulseces, se diera al público una buena -Gramática histórica del castellano, <em>razonada</em> -si es preciso, la cultura lingüística iría filtrándose -en todas las capas sociales.</p> - -<p>He oído por ahí que el ilustradísimo don -Eduardo Benot, uno de los pocos que han -tenido el atrevimiento de dar á luz un libro<span class="pagenum" id="Page_24">[Pg 24]</span> -de estas cosas, tiene de la Academia el cargo -de hacer una Gramática castellana. Mucha -filosofía del lenguaje tiene en su cabeza el -Sr. Benot para no salir con la empresa, si, -como supongo, está además al tanto del romanismo -moderno y ha revuelto muy bien revueltos -y estudiados nuestros clásicos. Allá -veo venir con la visera muy calada, acicateando -los ijares de su tordillo, al no menos insigne -D. Francisco Navarro Ledesma. Bienvenido -sea. Si no hiciera más que desbaratar -vejeces lingüísticas allanando el terreno, no -hiciera poco.</p> - -<p>El Sr. Alemany acaba de publicar un compendio -muy á propósito para que el público -se vaya enterando en la faena que ha de verificarse -acá abajo en el coso. Pues digo, y lo -que promete aquel otro de vistoso y variado -plumaje sobre chispeante casco, cuyo corcel -caracolea que no se da manos el caballero á -sujetar tan fogoso bruto: por las señas es -D. Edmundo González Blanco, autor de un -artículo acerca del lenguaje en la «España -Moderna», que parece va á ser el primero de -una gran obra de Lingüística general.</p> - -<p>Pero hay otro lidiador que aguarda para -entrar en la liza la última hora, á quien puede -temer el mundo entero. No hablo del señor -Múgica, que ha tiempo anda acicalando sus -armas allá por la sabia Alemania, aunque -bien pudiera ser que se nos presentara el día -menos pensado. Hablo del originalísimo fundador<span class="pagenum" id="Page_25">[Pg 25]</span> -de la ciencia cocotológica. Bohordos -parecerán sus pajaritas, pero tras ellas vendrán -las huestes revolucionarias de una juventud -modernista, que acata sus órdenes y -espera una señal de sus negras y brillantes -pupilas. Tiene hechos, al decir de algunos, -hondos estudios sobre la evolución del castellano, -y me sospecho que su libro el día que -aparezca, si es que amanece ese bienhadado -día, ha de estallar como una bomba.</p> - -<p>¿Y qué hacen otros dos caballeros, por -apellido Robles los dos, que no vienen, de -Santiago el uno, á continuar sus trabajos fonéticos, -el otro de Ávila, á mostrarnos los -que tiene preparados acerca de la prosodia -castellana? Y no quiero citar arabizantes y -otros filólogos de más recóndita erudición. -Yo tengo mis esperanzas de que los estudios -lingüísticos han de acabar por levantarse en -nuestra patria de la postración en que han -caído hace más de tres siglos.</p> - -<p>Lo que más se echa de menos en los autores -que escriben por acá acerca del castellano, -es esa gimnasia bien enderezada y duradera -en la Fonética, tal como la enseñó -Bopp y la han ejercitado los lingüistas alemanes -en las lenguas indo-europeas. El análisis -concienzudo del griego y del latín, amén -de algunas correrías por las lenguas ario-iranias -y aun por las germánicas, aunque sin -hacer en ellas tanto asiento como pretendía -Ayuso, es el fundamento de la educación<span class="pagenum" id="Page_26">[Pg 26]</span> -lingüística. Sin él se podrá florear y parlar -más ó menos elegantemente á lo Max Müller, -bien que sin ahondar como él, ó endilgar -algún artículo de revista; pero no hay -poder dar un paso en la etimología ni en la -gramática. No son estos asuntos de pura erudición, -cuyos datos quepa tomarlos confiadamente -de mano ajena. Siempre me pareció -la Lingüística muy semejante á las Matemáticas -en esto del rudo y largo aprendizaje que -entrambas requieren. Lo bueno es que en España -no se ahonda en el latín ni en el griego, -por lo menos de esa manera maciza y sosegada, -especie de gimnasia intelectual que se -hace descomponiendo vocablos en sus temas, -raíces y sufijos, cotejándolos con los de -otras lenguas emparentadas y con los antiguos -de la misma lengua, entresacando las -leyes que rigen las mudanzas y la evolución -fonética, y todo lo demás que abarca la verdadera -lingüística hoy en uso. Aquí hemos -de sonrojarnos confesando llanamente que -nada de eso se nos alcanza, y mucho será -que no lo tengan algunos que pasan por lingüistas -como cosa baladí y de menos valer.</p> - -<p>En lo que toca al estudio del castellano, el -aprendizaje y preparación para entrar en él -con buen pie, abraza todavía algo más.</p> - -<p>No basta el estudio del latín, como lo entienden -los romanistas, que se ciñen á él y -cercenan lo que el primer maestro Dietz y -el sentido común piden no se cercene. El<span class="pagenum" id="Page_27">[Pg 27]</span> -caudal de las lenguas románicas, mayormente -del castellano, se deriva de otras varias -fuentes, que han de tenerse bien conocidas. -Acaece no saber los romanistas nada ó -poca cosa de las lenguas germánicas, es muy -corriente no entender jota de árabe, y menos -del habla prerrománica de España, del -eúskera ó vascuence.</p> - -<p>En cambio los arabizantes no poseen bastantes -conocimientos en lo que atañe al indo-europeismo -y al romanismo. Desvíanse así -á la una ó la otra banda, y no hay quien -pueda mirar á entrambas y juzgar por sí del -conjunto.</p> - -<p>Del eúskera no hay para qué traerlo á -colación. Cuando no se halla etimología llana -ó forzada en las demás lenguas, aunque sea -en la de los zulúes ó patagones, se coge á -Larramandi, y se sale del atolladero sin poder -aquilatar lo que él diga, porque el eúskera -es lengua endiablada, cerril y que no -merece la pena de acordarse de ella. El elemento -latino es del mayor momento para el -castellano. Pero para un romanista es tan -claro como el agua en nuestro romance. -Ábrase, si no, el Diccionario y hágase la -prueba de analizar cualquier término derivado -del latín. Convengo en que tropiezos -los habrá; pero lo ordinario es que la comparación -fluya limpia y segura, que los cambios -fónicos se expliquen con toda facilidad. -¿En qué consiste, pues, que los autores hallen<span class="pagenum" id="Page_28">[Pg 28]</span> -tan espinoso el camino que parece de suyo -tan llano? En que creen ser latino lo que no -lo es, en que no se tienen bien en cuenta las -demás fuentes del castellano, como vamos á -verlo en seguida. Y no se atemorice alguno -con que le vaya yo á salir ahora con el indispensable -conocimiento del árabe, de las lenguas -germánicas y célticas, del persa, del -sanskrit, hasta del frigio y del gálata: ya que -á todas ellas acude el <em>Diccionario de la Academia</em> -para desembrollar las etimologías. El -sanskrit no explica ninguna palabra castellana, -si no son de esas contadísimas que han -pasado antes por toda Europa; el sanskrit -aclarará los radicales greco-latinos, no las -palabras castellanas. En cuanto al griego no -sé cuantos vocablos nos habrá dado directamente -sin pasar por el latín, á no ser del tecnicismo -moderno: creo que ni uno solo; para -las verdaderas dificultades etimológicas del -castellano, el griego no da ninguna luz.</p> - -<p>El elemento arábigo no toca á la Gramática, -fuera del sabido fenómeno de la prefijación -del artículo <em>al</em>-, <em>a</em>- en vocablos conocidos. -El caudal léxico que el castellano tomó -del árabe ha ido disminuyendo pasmosamente -hasta quedar reducido á contados -términos pertenecientes á la industria y agricultura. -Los trabajos de Simonet y de Eguilaz -y Yangüas nada dejan que desear: hay -que desechar en ellos algunas etimologías, -que no son arábigas ni orientales, pero no<span class="pagenum" id="Page_29">[Pg 29]</span> -que añadirles, tal vez ni una sola. Es, pues, -un trabajo de selección, que requiere el conocimiento -de las lenguas semíticas, pero no -exige profundos estudios especiales. El sello -de raza se echa de ver, por lo demás, al momento. -Sólo sí se necesita conocer bien los -sonidos arábigos y sus correspondientes al -pasar al castellano las palabras orientales. -Los trabajos de los citados autores, los de -Baist, los de los textos aljamiados y la obra -de P. de Alcalá son guías seguros que no -dejan lugar á duda.</p> - -<p>La dificultad empieza en una multitud de -vocablos, comunes á la mayor parte de los -romances, inexplicables por el latín, y en -otra todavía mayor, si cabe, exclusivos del -castellano.</p> - -<hr class="tb" /> - -<p>Y aquí se nos vienen con sus credenciales -más ó menos valederas las lenguas germánicas -con el derecho de conquista, y las célticas -con el de posesión del territorio románico -en España y Francia. La cuestión está -en la autenticidad de esas credenciales en -cada caso particular. Las lenguas germánicas -nos son más conocidas, por lo menos en -cuanto á lo que pueden interesarnos para el -caso de que se trata; las célticas están rodeadas -de nebulosidades, bajo las cuales corren -á guarecerse ciertos etimólogos en los -trances apurados, que son tratándose de<span class="pagenum" id="Page_30">[Pg 30]</span> -nuestra lengua, en la cuarta parte, por lo -menos, de nuestro vocabulario: ¡ahí es nada!</p> - -<p>No sólo conocemos la evolución de las -germánicas casi tan bien como la del griego -y latín, sino que los términos góticos quedan -limitados á muy corto número, pertenecientes -á la guerra. La mayor parte de los derivados -germánicos vinieron, ó del godo medio -latinizado, ó por Francia del bajo alemán.</p> - -<p>En francés son abundantísimos, y repito -que del bajo alemán, sobre todo del antiguo -frisón, y algunos del sajón antiguo. Hay que -estudiarlos, pues, en el francés, antes de darles -aquí carta de naturaleza germánica, y -más todavía hay que estudiarlos en los patois -de allende el Pirineo. ¿Llegarán á 500 las -raíces germánicas del castellano? Mucho -lo dudo. Quedan todavía casi la mitad de las -raíces castellanas por aclarar. Esta sola -enunciación escandalizará á los romanistas. -Apelo á los hechos. Abran el Diccionario por -la <em>ch</em>, por la <em>j</em>, por la <em>z</em> y aun por la <em>b</em> y la <em>g</em>: -tropezarán en cada 20 vocablos de las primeras y -en uno sin otro de las segundas de estas -letras: quiero decir que para un término <em>claramente</em> -latino en las letras <em>ch</em>, <em>j</em>, <em>z</em>, hallarán -20, por no decir 40, que no sabrán explicar -si no es á fuerza de contorsiones, y por -uno latino en la <em>b</em> ó en la <em>g</em>, hallarán tal vez -otro que no lo parece tanto.</p> - -<p>Y aquí es donde yo quisiera ver á los más -aguerridos romanistas valerse de las leyes<span class="pagenum" id="Page_31">[Pg 31]</span> -fonéticas, tal como se aplican en la escuela -de Bopp, Curtius, Schleicher y Brugmann. -Dejarían pronto el latín á un lado, confesando -paladinamente que el latín de nada -sirve en tales casos. No falta quien en ello -convenga, prefiriendo la ignorancia al error. -Pero algunos están por el latín á todo trance. -¿En virtud de qué leyes fonéticas se sacan -<em>empatar</em> de <em>impedire</em>, <em>baile</em> de <em>baiulus</em>, <em>cecina</em> -de <em>kigen</em>, <em>chicha</em> de <em>scissa</em>, <em>chichón</em> de -<em>cicer</em>, <em>chinche</em> de <em>cimex</em>, <em>china</em> de <em>stein</em>, -<em>chillar</em> de <em>ululare</em>, <em>zarpar</em> de <em>harpadzo</em>, -<em>chivo</em> de <em>capreolus</em>, <em>chorro</em> de <em>sorctus</em>? Ni -por el sonido ni por la idea tienen atadero. -De <em>iocus</em> se han sacado nada menos que -<em>chiste</em>, <em>chueca</em>, <em>chusco</em>, <em>chacota</em>, <em>jugar</em>... ¡qué -se yo cuántas palabras más!</p> - -<p>«<em>Chalán</em>: del arábigo <em>challab</em>», que no -suena así en árabe, sino <em>djalãb</em>. «<em>Chapaleteo</em>: -de <em>kolaptein</em>, golpear de plano». ¡Cambiando -<em>ko</em> en <em>cha</em>, <em>lap</em> en <em>pal</em>! «<em>Chaparra</em>: del vascongado -<em>chabarra</em>, derivado de <em>abarra</em>, encina, -roble»; sólo que <em>abarra</em> no significa ni tiene -que ver con eso, ni la Fonética puede aquí -nada con todos sus bisturís y algunos más. -«<em>Churre</em> de <em>escurrir</em>, <em>churro</em> de <em>spurius</em>, <em>chirumen</em> -de <em>saturamen</em>...»</p> - -<p>Paréceme que todo esto es maravilloso en -grado superlativo; pero por el descaro en -reirse del público. Eso no lo escribe el de -Coria, aunque se lo paguen, y eso lo ha escrito -no la Academia, porque es imposible<span class="pagenum" id="Page_32">[Pg 32]</span> -que hombres tan eminentes jugueteen tan -puerilmente; eso lo ha escrito alguno que -quería pasar por filólogo y lingüista. Tener -la frescura de derivar <em>cha-morrar</em> por esquilar -de <em>caput mutilum</em>, ya es tener frescura, -é ignorancia del castellano, donde -<em>morra</em> vale cabeza, y el prefijo <em>cha</em>-, <em>za</em>-, <em>sa</em>-cortar -ó un pedazo en <em>sa-humar</em> ahumar un -poco, <em>za-herir</em> herir un poco, <em>cha-purrear</em> -estropear el habla (<em>apurra</em> desmenuzar en -eúskera), <em>cha-podar</em> podar un poco, etc., etc.</p> - -<p>Ya he dicho que la etimología castellana -necesita algo más que el latín. El celta y el -germánico, el teutón, el gálata y el frigio son -burladeros y nada más.</p> - -<p>Otro burladero es la onomatopeya. ¿Podrán -decirme ustedes qué onomatopeya ó -remedo natural hay del objeto en <em>cháchara</em>? -¿A ver? Imitemos la «abundancia de palabras -inútiles», por ejemplo, la abundancia del «voz -imitativa», que pega á multitud de vocablos -el etimólogo del Diccionario oficial. ¿Qué -voz imitativa hay en <em>chacón</em>, en <em>chapurrar</em>, -en <em>chasquido</em>, en <em>chicharrón</em>, en <em>chirlar</em>, -en <em>chirriar</em>, en <em>chisguete</em>? ¿Qué significará -<em>chisguete</em>? ¿No les suena á ustedes á... <em>chisguete</em>? -«¡Es voz imitativa!» Yo al menos no -sé de qué. ¿Y <em>chuchear</em>, <em>churrupear</em>, <em>zambomba</em>, -<em>zangarrear</em>, <em>zaparrazo</em>...?</p> - -<p>Verdaderamente, eso no es serio: es lo -menos que se puede decir.</p> - -<p><span class="pagenum" id="Page_33">[Pg 33]</span></p> - -<hr class="tb" /> - -<p>¿Hay más fuentes de donde pueda derivarse -el castellano? El vascuence. ¡Ya pareció -el fantasma! El vascuence, ó mejor dicho el -eúskera, es el fantasma, el coco de los etimologistas. -«Más difícil es todavía, dice Meyer -Lübke<a id="FNanchor_7" href="#Footnote_7" class="fnanchor">[7]</a>, determinar lo que el vocabulario -español debe á los antiguos iberos, á -causa de que el vascuence actual, lo mismo -que el antiguo ibero, nos son todavía mucho -menos conocidos que el celta». Pues señor, -les diría una vieja vascongada que yo conozco, -pues apréndalo usted. Mejor sería, digo -yo por mi parte, que aprendiera primero el -castellano el que pretende enseñarlo. Las -obras francesas que tratan de nuestra lengua, -no sé por qué ó por qué no, estropean -nuestros vocablos con la mayor desfachatez -del mundo. ¿Pueden achacarse á erratas de -imprenta los innumerables deslices que se -notan en tan sabia Gramática? Es imposible -que lo sean: no los hay, cuando se trata de -otras lenguas. El castellano es la cenicienta -de la Lingüística. Pero, en fin, si no conocen -el vascuence es porque no se toman la molestia -de aprenderlo. Y á fe que merecía bien -la pena. El castellano y el francés han vivido -largos siglos junto al vascuence: ¿hay quien -crea que no se les ha pegado nada? Sería un -caso excepcional en la vida de las lenguas: -no hay una que no deba algo á sus vecinas.</p> -<p><span class="pagenum" id="Page_34">[Pg 34]</span></p> -<p>¡Ah!, ¡pero el vascuence! ¡He ahí el fantasma!</p> - -<p>No sé si llegarán á una docena los términos -castellanos que la Academia deriva del -eúskera; Unamuno y Múgica dicen que sólo -derivan cuatro, y aún se los regatea el segundo -de estos autores. El cual añade: «Y -vamos ahora á dar un mal rato á los vascófilos -españoles, que se empeñan en hacer derivar -el castellano del vascuence de esta manera: -augurio de agur, báculo de maquila, -chapeo de chapela, chiquito de chiquera, -chorizo de charri, mutilar de mutil, relincho -de irrintzi, vía de videa, etc.» Y en una nota -de la <em>Gramática del antiguo castellano</em> -pone estas palabras de Unamuno: «El vascuence -es inferior al castellano <em>en todos conceptos</em>; -es más pobre, más obscuro, más embarazoso».</p> - -<p>Para desagraviar á la Lingüística básteme -apuntar que el Sr. Múgica no conoce el eúskera, -que si lo conociera, no se riyera de que -á <em>mutilar</em> lo deriven de <em>mutil</em>, de donde deriva -manifiestamente, ni diría lo de <em>chiquito</em> -de <em>chiquera</em>. La Academia trae un <em>cicus</em> latino -como etimología de <em>chico</em>, que tal vez -agrade más al Sr. Múgica<a id="FNanchor_8" href="#Footnote_8" class="fnanchor">[8]</a>. Chiquito y -chico no sé qué vascófilo ande trayéndolos de -ninguna parte, puesto que si sabe vascuence, -<span class="pagenum" id="Page_35">[Pg 35]</span>sabe que ni <em>chiquera</em> es término vascongado, -ni <em>chiquito</em> necesita tomar la boína por el -sombrero para serlo. Si en esa etimología -alude, según creo, á Larramendi, el Sr. Múgica, -cegado por la inquina anti-vascófila, no -supo leer á Larramendi: «Chico, -ca, es voz -vascongada, <em>chiquia</em>, <em>chiquerra</em>, <em>tipia</em>, <em>mendrea</em>. -Lat. parvus, exiguus». Tal es el texto, -en el cual no se lee <em>chiquera</em>, ni se trae á -<em>chico</em> de <em>chiquerra</em>, como no se trae de <em>mendrea</em>, -ni de <em>parvus</em>.</p> - -<p>El vascófilo que derive <em>augurio</em> de <em>agur</em> -ó <em>chapeo</em> de <em>chapela</em> no merecía ser citado -para nada. ¿Son parecidas todas las etimologías -que aducen los vascófilos? Hinque, pues, -el diente el Sr. Múgica en las que yo haya de -traer, que no serán cuatro, sino cuatrocientas -y bastantes más. La etimología castellana -está envuelta en nieblas impenetrables. -No hay lengua en Europa que tenga tales -misterios á estas fechas. ¡El fantasma, señores, -el fantasma! No parece sino que los más -avisados lingüistas, arredrados ante tamaña -esfinge, se quedan á competente distancia.</p> - -<p>No sé á qué otro motivo atribuir el que el -insigne Díez, tratando de la etimología de -los romances, pase de largo y se deje en el -tintero casi la mitad de las raíces castellanas, -sin mentarlas siquiera, como parece lo -pedía la empresa acabada con tan feliz suceso, -por lo menos para confesar que eran -inexplicables. Cuando trae etimologías vascongadas<span class="pagenum" id="Page_36">[Pg 36]</span> -se ciñe á copiar á Larramendi: y -así salen ellas.</p> - -<p>Pero esta cuestión del iberismo y del influjo -del eúskera en el castellano tiene más -hondas raíces y he de tratarla despacio, porque -la creo de gran momento para el conocimiento -de nuestra lengua y de nuestra etimología.</p> - -<div class="chapter"> -<div class="footnotes"> -<p class="center p2 big2">NOTAS:</p> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_2" href="#FNanchor_2" class="label">[2]</a> Tomo I, pág. III.</p> - -</div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_3" href="#FNanchor_3" class="label">[3]</a> Tomo I, pág. V.</p> - -</div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_4" href="#FNanchor_4" class="label">[4]</a> Tomo I, pág. IX.</p> - -</div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_5" href="#FNanchor_5" class="label">[5]</a> Pág. XIII.</p> - -</div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_6" href="#FNanchor_6" class="label">[6]</a> Pág. XIX.</p> - -</div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_7" href="#FNanchor_7" class="label">[7]</a> <em>Grammaire des Lang. Romanes</em>, tomo I, pág. 47.</p> - -</div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_8" href="#FNanchor_8" class="label">[8]</a> Para que haya donde escoger nos ofrece <em>chiqui</em> y -<em>exiguus</em> en la última edición, y en el <em>Suplemento</em> añade -<em>cicum</em>.</p> - -</div> -</div> -</div> - - -<div class="chapter"> -<p><span class="pagenum" id="Page_37">[Pg 37]</span></p> -<div class="figcenter illowp100" id="p37ilo" style="max-width: 31.25em;"> - <img class="w100 p6 p6b" src="images/p37ilo.jpg" alt="p37ilo" /> -</div> - - -<h2 class="nobreak">Idolillos de gramáticos</h2> -</div> - - -<p>Es todavía muy corriente entre personas -no iniciadas en la Lingüística moderna el -creer que la gente del pueblo habla mal el -castellano, que corrompe los vocablos y -pronuncia de cualquier manera. Si esto es -verdad, el castellano debe de ser una jerga -horrible, puesto que antes de nacer la Literatura -y de que ésta influyese en el habla -vulgar estuvo nuestra lengua á merced del -pueblo. Pueblo eran hasta los más linajudos -señores de horca y cuchillo, que encerrados -entre sus almenas en invierno y lanza en ristre, -cabalgando por las tierras del señor vecino, -en verano, estaban tan ayunos de lo -negro, que apenas si sabían firmar, si no era -con dos palotes en forma de cruz. Y pueblo -fueron también los primeros españoles, que -pronunciando malamente el latín, digo, pronunciándolo -á la española, dieron origen á -nuestro romance.</p> - -<p><span class="pagenum" id="Page_38">[Pg 38]</span></p> - -<p>En su nacimiento y evolución durante -muchos siglos, el castellano estuvo á merced -de ese pueblo que habla mal, corrompe -los vocablos y pronuncia de cualquier manera. -¿Acaso desde que nació la Literatura, -el romance vulgar se ha pulido y perfeccionado? -¿Lo ha sacado la Literatura de manos -de villanos quitándole esa corrupción con -que nació y se crió y esa pronunciación -aviesa de los que lo engendraron y criaron? -Á mí, por lo menos, se me cae de las manos -la Historia de la conquista de Méjico que -escribió con mano muy enguantada el atildadísimo -Solís, á pesar de lo que el asunto -me halaga; y me voy en busca de escritores -que tiran á copiar el habla vulgar, del -autor de la <em>Celestina</em> y del <em>Quijote</em>, de nuestros -primeros dramaturgos Juan del Encina, -Lope de Rueda y Lucas Fernández. -Juan de Mena, que salido del polvo, fué -persona de cuenta en la corte, si se hubiera -ceñido al habla que aprendió en Córdoba á -las faldas de su madre, hubiera sido algo -más ameno y castizo de lo que fué en su Laberinto -y en su Coronación.</p> - -<p>Eso de <em>subverter muros</em>, de <em>Pierio subsidio</em>, -de <em>ignoto</em>, de <em>vecina planura</em>, de <em>medios -especulares</em>, de <em>magnos clarores</em>, de -<em>templo immoto</em>, de <em>gran pudicicia</em> ó <em>inimicicia</em>, -de <em>docta ductriz</em>, de <em>carbasos</em>, de -<em>nueva pruina</em>, de <em>morir sepelidos</em>, de <em>rostro -jocundo</em>, etc., etc., sería todo lo jocundo que<span class="pagenum" id="Page_39">[Pg 39]</span> -se quiera para los que creían que fuera del -latín no existían más que lenguas bárbaras, -las cuales era preciso pulir y ataviar con tales -joyas; pero á los ojos de un español todas -esas joyas no podían dar gran brillo ni tales -terminachos sonar más que cual bronca y -desapacible jerga <em>ignota</em>, poco <em>ductriz</em> de -movimientos y de <em>clarores</em> poéticos.</p> - -<p>Pero le dió por saquear el vocabulario -latino españolizándolo como pudo. ¡Gran -letrado! Sólo que como pronunciaba <em>mejor -que el pueblo</em>, no supo dar á esos infinitos -términos latinos, que incrustó en su lenguaje -literario, el corte y la pronunciación -genuinamente castellanos. ¿Por qué? Porque -lo genuinamente castellano es lo vulgar, -la pronunciación castellana es la del -pueblo, que fraguó nuestro romance. Juan -de Mena pronunciaba, pues, y escribía, no -mejor que el pueblo, sino horriblemente mal -los términos latinos que nos regaló. Y claro -está: cuando el pueblo al terciar con la gente -culta se ve precisado á emplear algunos de -esos términos, que le han querido regalar -los eruditos, los estropea y corrompe. Pero -los corrompe, como se corrompe el mosto -en el lagar, para trasformarlos en términos -castellanos, para darles el corte y la pronunciación -que pide el fonetismo del castellano. -Y eso sin reflexión ni principios; sólo por lo -que se ha llamado <em>genio particular</em> del -idioma, por ese carácter fonético propio de<span class="pagenum" id="Page_40">[Pg 40]</span> -cada raza, que lo poseen las gentes que hablan -cada idioma, las gentes del pueblo tan -bien y mejor que las personas ilustradas. -El labriego de tierra de Campos no se ha -metido nunca á distinguir una letra de otra -en su habla, no sabe si pronuncia <em>m</em> ó <em>n</em> al -decir á su mujer que se va <em>al campo</em>, ni siquiera -ha analizado <em>campo</em> en la raíz <em>camp</em> -y en el sufijo <em>o</em>. Pero el que tenga buen oído, -notará que ese labriego no dice <em>campo</em>, sino -<em>canpo</em>.</p> - -<p>Así lo pronunciaron nuestros padres, -puesto que <em>canpo</em> escribieron hasta que se -le ocurrió á algún erudito que en latín era -<em>campus</em>, y que, por lo mismo, había que -decirse y escribirse <em>campo</em>. Si se lo hubiera -advertido á nuestro labriego, le hubiera -tal vez respondido: «¿Y qué tengo yo -que ver, ni qué tiene usted que ver con ese -latín y con esos romanos de que usted me -habla? ¿Son acaso los <em>maistros</em> que vienen -de los Madriles? Porque entonces, bien podrá -ser que tengan razón».</p> - -<p>Hasta ahí llega la docilidad de nuestro -pueblo, que da la razón á cuantos llegan de -los Madriles ó ven que manejan la pluma ó -que saben por lo menos leer. El sacristán, á -quien acudían en tiempo de Sancho Panza -para que les redactasen una carta, era un -sabio profundo. ¿No lo había de ser, si sabía -de letra? Y lo cierto es que los que tienen -razón son ese nuestro labriego y los demás<span class="pagenum" id="Page_41">[Pg 41]</span> -plebeyos, que os escucharán con la boca un -palmo, y con movimientos afirmativos de -cabeza, siempre que les habléis en nombre -de los sabios, aunque esos sabios sean de los -que saben muy á ciencia cierta que <em>campo</em> -debe pronunciarse y escribirse con <em>m</em> y no -con <em>n</em>. ¡Herejía ortográfica! Y dígame usted, -por vida de los romanos, que bien podridos -y repodridos estén en tierra, ya que no en -gloria: ¿Usted pronuncia realmente <em>campo</em> -con <em>m</em>? Repare un momento y pronúncielo -usted con <em>m</em>, á buen seguro que se echa usted -á reir. Como que tendrá usted que cortar -el vocablo y decir <em>cam po</em>. Lo cual si es -muy castellano, venga el labriego y lo diga, -ó vengan los romanos, que son los que para -usted tienen más voto en la <em>materia</em>.</p> - -<p>Recuerdo que un tío, que tenía alguna -confianza conmigo, en cierta ocasión, habiéndome -oído pronunciar esta misma frase, -se me quedó mirando sin pestañear, y luego -murmuró entre dientes: <em>¡materia! ¡materia!</em> -Él no entendía por <em>materia</em> más de lo -que sale de un dedo enconado ó de otra apostema -por el estilo. Y eso porque los médicos -han llevado el vocablo hasta las alcobas de -los últimos barrios; que antes, digo, cuando -los primeros españoles oyeron á los romanos -el término <em>materia</em> aplicado á los materiales -de construcción, les sonó á <em>madera</em>, -y tal lo pronunciaron. Así corrompieron los -españoles el latín, formando el castellano,<span class="pagenum" id="Page_42">[Pg 42]</span> -y, según he dicho al principio, <em>madera</em> será -vocablo mal pronunciado. Lo es ciertamente: -latinamente, no castellanamente hablando. -Los médicos, como gente sabiada, no han -querido corromper tan feamente la <em>materia</em> -latina al cogerla del Diccionario latino para -expresar el <em>pus</em>, ni los literatos para expresar -el asunto de una obra literaria. Pero el -caso es que <em>madera</em>, si no es tan latino como -<em>materia</em>, es en cambio más castellano. Toda -<em>t</em> latina entre dos vocales sonó en España -como <em>d</em>: <em>lado</em> de <em>latus</em>, <em>pedir</em> de <em>petere</em>, -<em>amado</em> de <em>amatus</em>, <em>verdad</em> de <em>veritatem</em>, -<em>miedo</em> de <em>metus</em>.</p> - -<p>Tal es el ingenio fonético de nuestro romance. -Los médicos y literatos tienen más -ojo al ingenio latino: he ahí por qué después -nos dicen que el pueblo corrompe los vocablos. -Los corrompe, claro está, para mudarlos -de latinos, como ellos se los traen, en castellanos. -Pronuncia, no de cualquier manera, -sino á la castellana; mientras que ellos quieren -pronunciar á la romana. Pronunciar á -la castellana llaman ellos corromper, echar -á perder el habla. Tienen grandísima razón: -es corromper, echar á perder el habla <em>latina</em>; -pero ellos corrompen y echan á perder el -habla castellana, pretendiendo que hablemos -medio en latín y con pronunciación latina. -Total, que el pueblo pronuncia mal para -los que tienen por ideal el latín. Es chistosísimo: -el ideal del idioma castellano debe<span class="pagenum" id="Page_43">[Pg 43]</span> -ser el latín. ¿Y por qué no ha de ser el ideal -del latín, que ellos nos traen, nuestro castellano? -¿Los muertos han de vencer y señorear -á los vivos? ¿En la ley general de la lucha -por la existencia sólo el lenguaje ha de andar -patas arriba, quedando vencidos los sobrevivientes -y vencedores los que sucumbieron? -Eso es querer resucitar á los difuntos y -matar á los vivos.</p> - -<p>No parece, pues, tan cierto que el pueblo -corrompa los vocablos y pronuncie de cualquier -manera. Los que corrompen la pronunciación -castellana y pronuncian de cualquier -manera el castellano son los que, por pruritos -de erudición, pero pruritos morbosos que -exigirían una nueva soba ó un francesísimo -<em>masaje</em>, pretenden que dejando el ingenio -propio del fonetismo idiomático del habla de -los españoles, resucitemos el ingenio fonético -del latín, que murió hace ya una buena -porción de días. La cultura literaria debe -servir para elaborar rotundos períodos, si á alguno -le gustan, ó abrillantar con vistosos -epítetos y cortar y recortar de mil maneras -la frase, y sobre todo para crear obras artísticas -encarnando ideas peregrinas en el material -lingüístico que el lenguaje ya hecho -le ofrece. Pretender dar nuevo natural y -otro colorido fónico á ese lenguaje, es mucha -altanería y mayor insensatez. El pueblo, -que labra y remuda el habla, hace uso instintivamente -de una sabiduría tan honda,<span class="pagenum" id="Page_44">[Pg 44]</span> -que desconcierta á cuantos se paran un momento -á estudiar lo que un idioma cualquiera -significa. Pero me llevaría demasiado lejos -este nuevo punto de vista, y lo dejaré para -otro día.</p> - -<hr class="tb" /> - -<p>Al decir en mi anterior artículo que el -lenguaje formado por el pueblo encierra -profunda filosofía, no me refería á esa filosofía -vulgar de dichos y refranes, que de -ordinario más tienen de gramática parda -que de filosofía moral ó metafísica, y que se -deben al fin y al cabo á la reflexión, á algún -individuo particular que tuvo una buena salida -ó que supo cifrar en breve fórmula una -verdad de experiencia, que ya estaba en el -ánimo de todos.</p> - -<p>Donde se descubre esa profunda filosofía -es en el mismo lenguaje que inconscientemente -elabora el pueblo, concurriendo todos -á la vez, sin creer nadie que concurra -en particular. Nosotros mismos, que al parecer -conservamos el idioma castellano como -nos lo entregaron nuestros padres, lo estamos -sin saber trasformando, y no lo entregaremos -á nuestros sucesores tal como lo -recibimos. Compárese el habla del siglo <span class="allsmcap">XVI</span> -con la actual, prescindiendo de los escritos, -pues la letra puede ser la misma cambiando -la pronunciación: las diferencias saltan á los -ojos. Hemos reducido al actual sonido <em>j</em> los<span class="pagenum" id="Page_45">[Pg 45]</span> -dos sonidos franceses de <em>j</em> en <em>jamais</em> y de <em>ch</em> -en <em>chat</em>, que ellos tenían y que hemos perdido, -y á la actual <em>z</em> los dos sonidos, que -ellos pintaban por <em>ç</em> y <em>z</em>, y que se distinguían -entre sí y ninguno se pronunciaba mordiéndose -la lengua. ¿Vamos á ser nosotros los -primeros que podamos oponernos á la corriente -que va trasformando incesante, aunque -inconscientemente, el habla?</p> - -<p>Ni cien Academias, ni todos los literatos -juntos, podrían lograr que los españoles digan -<em>obscuro</em> con <em>b</em>, <em>Septiembre</em> con <em>p</em>. Los -mismos literatos y Académicos, cuando hablan -como españoles, dicen <em>oscuro</em>, <em>Setiembre</em>, -y los que mejor pronuncian dicen <em>escuro</em>.—¡Eso -es del pueblo bajo!—Y... de Granada, -León y Cervantes. Y no es que en esto -haya evolucionado el castellano. En esto habrá -evolucionado la reacción erudita, como -en decir <em>afuera</em> por el <em>ajuera</em> vulgar, ó el -<em>ahuera</em> del siglo <span class="allsmcap">XVI</span>, que sonaba casi lo -mismo; en decir <em>fué</em> por el <em>jué</em> vulgar ó <em>hué</em> -antiguo; en decir <em>fuerza</em> por el <em>juerza</em> de la -gente del campo y de nuestros literatos de -antaño; en decir <em>indigno</em> por <em>endino</em> é <em>indino</em>, -como los tíos de hoy y Calderón y Cervantes. -Pero el habla castellana en nada de -eso ha evolucionado, porque sería esa la -evolución del cangrejo, sería volver al latín, -cosa en que los españoles no tienen gran comezón -por seguir á los eruditos.</p> - -<p>Hay ciertos principios fonéticos que rigen<span class="pagenum" id="Page_46">[Pg 46]</span> -la idiosincrasia de cada idioma, y que arraigan -en lo más hondo de la fisiología y de la -psicología de la raza, contra los cuales las -Academias nada pueden, si no es mostrar -á veces un tremendo desconocimiento de las -leyes y principios del lenguaje. De esos principios -arrancan las leyes fonéticas que se observan -dentro de cada idioma con una filosofía -y regularidad que pasman. Contra esas -leyes pretende levantarse el dómine, henchido -de toda la arrogancia que le presta el -nombre romano. El lenguaje no es la manifestación -del pensamiento y de la razón individuales, -ni aun de la prepujante arrogancia -del dómine que se nos viene encima con -todo el peso del Imperio cesáreo; es la manifestación -de la razón y del pensamiento de -una raza, de la raza española, que no es lo -mismo que la raza latina. No es el lenguaje -la voz de un individuo, aunque ese individuo -se llame Cervantes ó Calderón, es la voz de -la sociedad entera, mejor dicho, es la voz -de raza.</p> - -<p>El idioma es la propia é inmediata creación -de un pueblo. Es el mundo ideal, en el -cual viven las inteligencias de todos sus individuos, -y cuya atmósfera común lleva á -todos los pensamientos de todos, armonizando -en íntima unidad el pensar y el sentir -de los particulares, y haciendo latir de la -misma vida espiritual todas las inteligencias. -En sí mismo, el lenguaje es algo impalpable,<span class="pagenum" id="Page_47">[Pg 47]</span> -que no vive en uno ó en otro individuo, sino -en el conjunto de todas las inteligencias, en -la fusión íntima del pensamiento, del espíritu -de un pueblo con el material fónico de su -idioma. El mayor talento queda aniquilado, -cual gota echada en el océano, ante la potencia -intelectual de toda la raza, acumulada -en su idioma. Las tendencias fonéticas, que -hacen evolucionar la pronunciación, siguen -los mismos pasos, obedecen á los mismos -principios, son tan producto de raza como el -habla en su elemento ideal.</p> - -<p>No pronuncian, pues, á capricho y de -cualquier manera los tíos que hacen reir al -erudito inconsiderado. No hay fenómeno en -la naturaleza que no tenga su razón de ser; -el acaso es la receta con que se consuelan el -ignorante ó el perezoso. Esa pronunciación -del rústico, que al gramático se le antoja -corrompida, no es sino muy regular, harto -más regular que la que él quiere enseñarle, -aprendida del latín: obedece á leyes fonéticas -tan ciertas y regulares como el movimiento -de los astros, puesto que son producto, -no del capricho individual, sino del -carácter y de las tendencias fisiológico-psíquicas -de toda la raza durante centenares de -generaciones. ¡Cuán ridículo no aparece el -gramático que, pagado de su latín, mejor ó -peor aprendido, pretende dar una lección de -pronunciación al pueblo! ¿Qué vale ese átomo -de reflexión gramatical ante los principios<span class="pagenum" id="Page_48">[Pg 48]</span> -de raza que le hacen pronunciar al rústico -de una manera instintiva é inconsciente?</p> - -<p>Se ha disputado y sigue disputando entre -los partidarios de la Lingüística novísima y -los de la antigua escuela de Bopp y Schleicher, -sobre si las leyes fonéticas son leyes sin -excepción. No basta para llevar la negativa -el considerar la variedad fonética que distingue -á los dialectos, la cual llega á veces -hasta diferenciar el habla de dos poblaciones -vecinas. Eso no arguye más que una cosa, -que los factores han sido distintos en naturaleza -ó en intensidad, y que á veces nos es -difícil averiguar esos factores y la potencia -con que concurrieron al efecto total.</p> - -<p>Esa debatida cuestión de la universalidad -de las leyes fonéticas tiene una solución clarísima, -que sólo puede descontentar á los -que se empeñan en buscar tres pies al gato. -Por cuanto acabo de decir, el fonetismo de -un idioma ha sido producto inconsciente de -toda la raza. No se convirtió el latín <em>materia</em> -en <em>madera</em> porque así se le ocurrió -pronunciarlo á Juan ó á Pedro, como se le -ocurre pronunciar un vocablo latino á un -erudito, cuando lo trae por primera vez al -léxico castellano. Si así fuera, á Antonio y á -Esteban se les hubiera ocurrido pronunciar -ese término <em>materia</em> de otra manera, lo cual -no sucedió. La prueba es manifiesta: en castellano -toda <em>t</em> intervocal se ha hecho <em>d</em>: luego -no hubo tales ocurrencias individuales para<span class="pagenum" id="Page_49">[Pg 49]</span> -que resultase <em>madera</em> y resultase <em>mudo</em> de -<em>mutus</em>, y <em>boda</em> de <em>vota</em>, etc., etc. El individuo -es impotente; los cambios fónicos resultan -de toda la masa de la nación, provienen -de causas comunes y generales, que arraigan -en la fisiología y psicología, no del individuo, -sino del pueblo, puesto en tales circunstancias -y con su carácter y civilización propias. -Pero, así como en un fenómeno físico -entran á veces como factores muchas leyes -físicas, hasta el punto de no poderse deslindar -el influjo de cada una de ellas en la -resultante total, y de que mucho menos se -pueda prever un efecto determinado puestas -varias causas, por ignorarse las que pueden -intervenir en esta colisión y lucha de leyes -y fuerzas, así es difícil llegar á conocer todas -las leyes que intervienen en la producción -de un fenómeno fonético, y mucho más -el poder predecir de antemano la resultante -de varias leyes fonéticas.</p> - -<p>Las leyes obran sin excepción cuanto -pueden. Si después su acción queda neutralizada -por otras más ó menos opuestas, -¿llamaremos excepción á la resultante que -no se atiene enteramente á las leyes que -creíamos nosotros que únicamente intervenían? -Llámense, si se quiere, excepciones: -en este supuesto, la naturaleza es un caos, -un montón de excepciones, no es un <em>cosmos</em>, -un <em>mundo</em> ordenado. Pase ese término, -como hijo de nuestra ignorancia; pero en la<span class="pagenum" id="Page_50">[Pg 50]</span> -pura y cabal inteligencia del universo, ese -término carece de sentido.</p> - -<p>El rústico que dice <em>madera</em> hace uso de -harto más profunda filosofía, bien que inconsciente, -que el necio gramático que pronuncia -<em>materia</em>. El gramático está solo con -su capricho, con el capricho de pronunciar -el castellano á la latina, que es capricho tan -respetable, ciertamente, como el de aquellos -ostrogodos que les daba por servirse de -cráneos de difuntos para beber en sus festines. -Ese gramático será un gran latino, pero -también es un gran ostrogodo. En cambio el -rústico se apoya sobre el inquebrantable cimiento -de las leyes de la naturaleza, y tiene -tras sí la masa imponente de toda la raza.</p> - -<p>El infeliz se ve un día precisado á llamar -al médico para que vea á su hijo que se le -muere: <em>señor Dotor</em>, le dice. Y al grave <em>Doctor</em> -con <em>c</em> se le escapa una doctorísima sonrisa. -Durante diez y nueve siglos han evitado -pronunciar todos los españoles el grupo <em>ct</em>, -hasta lo evitaron los mismos eruditos del -Renacimiento. No sé desde cuándo las personas -cultas han dado en pronunciarlo diciendo -<em>Doctor</em> en vez de <em>Dotor</em>. ¿Quién es el -necio? En su primera evolución castellana <em>ct</em> -dió <em>ch</em>, <em>pecho</em> de <em>pectus</em>, <em>lecho</em> de <em>lectus</em>, <em>hecho</em> -de <em>factus</em>, <em>lechuga</em> de <em>lactuca</em>. Cuando -después los eruditos trajeron nuevos términos -latinos con <em>ct</em>, al llegar al pueblo, y -aun entre los mismos eruditos, dejóse siempre<span class="pagenum" id="Page_51">[Pg 51]</span> -la <em>c</em> y sonaban <em>Dotor</em>, <em>dotrina</em> y <em>dotrino</em>, -<em>afeto</em>, <em>bendito</em>, <em>maldito</em>, y no <em>bendicto</em>, -<em>maldicto</em>. Hoy día es tal la fuerza de la cultura, -que aprovechándose de ella, los nuevos -eruditos han conseguido que <em>Doctor</em>, <em>doctrina</em>, -<em>afecto</em>, etc., lleguen á pronunciarse -así á la latina, contra el ingenio del castellano, -en la clase elevada y en la clase media; -sólo quedan <em>doto</em> y <em>afeto</em>, ó <em>afeuto</em> (ó lo que -ustedes quieran, con tal de no decir <em>afecto</em>) -para el ínfimo pueblo, cuando se ve necesitado -á emplear estos terminajos, que á nada -les suenan, y sólo sí les descerrajan los -oídos.</p> - -<p>La costumbre es una segunda naturaleza; -no me extrañará, pues, que aquí el gramático -erudito vuelva á su tema: <em>Eso, por más que -digan, es corromper los vocablos</em>. Corromper -es un término muy vago, propio de épocas -ignorantes en cosas de química: hoy -se prefieren los términos mudarse ó evolucionar, -ú otros más conformes á los nuevos -conocimientos. Repito que eso es corromper -los vocablos latinos, pero que también el -mosto tiene que corromperse, si hemos de -seguir saboreando el vino en nuestras mesas. -Convendría que esos tales gramáticos, -sin tener en cuenta la evolución que ha sufrido -el vestido, se echaran la túnica y la -toga, en vez de las prendas que acostumbren -llevar, y se marcharan muy satisfechos <em>en -pernetas</em> á la Puerta del Sol. Otras consecuencias,<span class="pagenum" id="Page_52">[Pg 52]</span> -no ya vestuarias, sino puramente -gramaticales, las dejo para otro día.</p> - -<hr class="tb" /> - -<p><em>El pueblo no pronuncia bien.</em>—Aunque -someramente, he procurado hacer ver en -mis anteriores artículos que los que no pronuncian -bien son los eruditos, cuando por -mirar al latín se apartan de la pronunciación -del pueblo. Las consecuencias de tal -manera de pensar son tan graves, que no un -artículo, sino un libro, estaría bien empleado -en declararlas. Para mí nunca ha tenido sentido -el símbolo ó cifra, empresa ó mote de la -<em>Real Academia Española</em>. No digo que no -lo tenga: los claros varones que en las primeras -juntas del año 1713 resolvieron que -el escudo y sello de la Academia, que con -tanto acierto, y tan patriótico interés acababan -de fundar, había de tener por cifra <em>Limpia, -fija y da esplendor</em>, hubieron de saber -muy bien lo que se hacían. Veamos si llegamos -nosotros también á saberlo. Toda <em>cifra</em> -pide se <em>des-cifre</em>. El crisol puesto al fuego -alude, dice la primera edición del Diccionario -(p. XIII) «á que en el metal se representan -las voces, y en el fuego el trabajo de la -Academia, que reduciéndolas al crisol de su -examen, las limpia, purifica y da esplendor, -quedando sólo la operación de fijar, que únicamente -se consigue apartando de las llamas -el crisol y las voces del examen». El<span class="pagenum" id="Page_53">[Pg 53]</span> -crisol es, pues, el examen académico. Pero -para que el crisol sea bueno, por lo menos -es menester que sea <em>de barro muy refractario</em>: -lo cual en nuestro caso entiendo que -debe ser la fijeza y estabilidad de principios -á que atenerse para juzgar y examinar -los vocablos. Sin principios fijos el juicio -no puede ser certero: quiébrase el crisol, y la -materia fundida se derrama sin limpiarse el -buen metal ni separarse de su escoria. Pues -bien: la pronunciación vulgar va por un -lado, la erudita por otro. El pueblo conserva -sus vocablos pronunciándolos como los pronunciaron -los antiguos españoles ó con las -modificaciones debidas á la evolución lenta -y natural; los eruditos de un golpe, sin encomendarse -á Dios ni al diablo, sino todo lo -demás al <em>Dius Fidius</em> de los <em>Quirites</em>, quitan -ó ponen letras, admitiendo nuevos fonemas -que riñen batalla campal en labios del desdichado -labriego que se ve precisado á emplearlos. -Luego, no hay principios, á no ser -que se tengan por tales los del fonetismo latino, -que caen tan bien al castellano como el -traje romano al que dijimos se fuera á tomar -el fresco un rato por la Puerta del Sol. No -les bastará, pues, la mejor intención del -mundo á los Sres. Académicos para que á -lo mejor de la función no se les quiebre el -cacharro entre las manos. Por sabios, discretos -y bien intencionados que sean (¿y -quién pondrá peros á los mejores hablistas<span class="pagenum" id="Page_54">[Pg 54]</span> -castellanos?), tienen que volverse á sus casas -sin haber limpiado dos adarmes de idioma -castellano. ¿Qué digo? Sin haber logrado -llegar á la indispensable fusión: porque faltó -cacharro. Aquí sí que viene de perillas -aquello de que <em>No se quiebra por delgado, -sino por gordo y mal hilado</em>, que reza su -Diccionario. Lo primero es lo primero, es -decir, los principios, que lleven en una ú otra -dirección el juicio de los examinadores.</p> - -<p>Abro la última edición, en la página 370 -leo: «<em>Dotor</em>, m. ant. <em>Doctor</em>. <em>Dotrina</em>, f. ant. -<em>Doctrina</em>. <em>Dotrinar</em>, a. ant. <em>Doctrinar</em>». En -la primera edición aquellos insignes Académicos -pusieron <em>dotor</em>, <em>dotrina</em>, y no como -anticuados, pues así lo pronunciaban ellos y -el pueblo y así lo habían pronunciado y escrito -los clásicos. Cierro para hacerme cruces -con calma y espacio, y ¡para mi santiguada! -me digo y pregunto: <em>dotrino</em> no lo -hallo, y á buen seguro lo habrán dicho bastantes -veces todos los Sres. Académicos; y -al volver de la primera esquina oirán, aunque -no sea á Luis Taboada: <em>chica, voy en -casa del Dotor</em>. ¿Por qué se han dejado <em>dotrino</em> -en el tintero y han anticuado los Académicos -esos nombres que se oyen á cada -paso? ¿Por creer que así limpiaban el castellano, -convirtiéndolo en latín? No, porque se -les quebró el cacharro, y esos nombres, que -sin duda les había tocado estar en él, se derramaron -por las calles.</p> - -<p><span class="pagenum" id="Page_55">[Pg 55]</span></p> - -<p>En la misma página: «<em>Doy</em> (Contracc. de -<em>de hoy</em>), adv. t. ant. De hoy, desde hoy». -No es antiguo. En el habla vulgar se evitan -este y otros hiatus. Sólo que los antiguos -escribían como hablaban, que es lo que dicen -se debe hacer, nada menos que Valdés -y Nebrija y... todos los Académicos; y hoy -queremos inventar una nueva lengua cuando -escribimos, lengua que bien pudiéramos llamar -<em>culta-latiniparla</em>, ya que no podamos -llamarla española, por el hecho de apartarnos -en ella del habla de los españoles.</p> - -<p>No exagero: en toda la página siguiente -(371) no hay más que una palabra de uso -vulgar, <em>dragón</em>. Lo cual no quiere decir que -se hayan de borrar las demás del Diccionario. -El habla, como todos los organismos, -necesita alimentarse durante su vida, el neologismo -y el arcaísmo son condiciones indispensables -de su existencia, son los materiales -de su asimilación y desasimilación. Pero -si el vegetal se mantiene de principios minerales -y el animal de vegetales, el lenguaje -tiene su mantenimiento apropiado, cada cual -el suyo. Los términos antes de asimilárselos -cada idioma los digiere dándoles el colorido -fonético que le es propio. <em>Doctor</em>, <em>doctrina</em> -son indigestos; <em>dotor</em>, <em>dotrina</em> dijeron y escribieron -todos nuestros autores que tenían -uso de razón y dice todo español que no ha -sido tocado de esta enfermedad ya endémica. -Claro está que <em>doctor</em> y <em>doctrina</em> diré y escribiré<span class="pagenum" id="Page_56">[Pg 56]</span> -yo, como todo el que hoy escribe y -habla cultamente. Pero convengamos en -que los que trajeron esta epidemia, hoy convertida -en endemia, hicieron mucho daño, -puesto que dividieron en dos el idioma antes -único, lo partieron por el eje. Los sabios -Académicos ¿qué habrán de decidir entre -tan encontrados principios? Atenerse á lo -que yo, á lo culto y poner un <em>anticuado</em> á lo -que no lo es. Esto significa más de lo que -parece: es matar oficialmente, no sólo cuatro -palabras, <em>dotrino</em>, que se omite, y <em>dotor</em>, -<em>dotrina</em>, <em>dotrinar</em>, que se jubilan, sino el fonetismo -castellano que es evitar <em>ct</em>. Y como -el que á hierro mata á hierro muere, al portarse -así con indefensos individuos, aunque -sean golfos sin hogar lujoso y culto, se dan -muerte á sí mismos: desechan ese principio -fonético que les serviría para limpiar, fijar -y dar esplendor, y se hallan metidos de cabeza -en medio de un Babel: nosotros diremos -<em>doctor</em>, el pueblo dirá <em>dotor</em>, pese á -quien pese, y pueblo y nosotros diremos <em>dotrino</em>. -Eso no es fijar, sino poner en danza -unas y otras variantes; no es limpiar, sino -revolver el cotarro; no es dar esplendor, -sino oscuridad y vaguedad al idioma.</p> - -<p>La primera edición del Diccionario dice -que uno de los capítulos de su plan era «desterrar -las voces nuevas, inventadas sin prudente -elección, y restituir las antiguas, con -su propiedad, hermosura y sonido mejor<span class="pagenum" id="Page_57">[Pg 57]</span> -que las subrayadas: como por <em>inspeccionar</em>, -<em>averiguar</em>». Nuevo es <em>inspeccionar</em>, como -todos los que comienzan por la preposición -<em>in</em>, que en castellano se hizo <em>en</em>, <em>an</em>, <em>añadir</em> -de <em>inaddere</em>, <em>entender</em> de <em>intendere</em>, <em>antruejo</em> -de <em>introitus</em>, <em>amparar</em> por <em>imparar</em>. -Ese amontonamiento de consonantes en <em>inspeccionar</em>, -tan parecido al de <em>doctor</em>, pugna -con la sonoridad propia y natural que distingue -al castellano entre todas las lenguas de -Europa. Y esa sonoridad no es hija de la -reacción latina, sino del fonetismo vulgar. -Entre esas dos tendencias ¿á cuál nos atendremos? -Á la más bárbara. Hoy todo el -mundo progresa, que es una barbaridad.</p> - -<p>La Academia Española no pudo mostrarse -más modesta, discreta y avisada en -esta solemne declaración. «El poner estas -autoridades (en el Diccionario) pareció necesario, -porque deseando limpiar, purificar -y fijar la lengua, es obligación precisa que -la Academia califique la voz...: pues con este -método muestra la moderación con que procede, -y desvanece las inventadas objeciones -de querer constituirse maestra de la lengua...: -que la Academia no es maestra, ni -maestros los Académicos, sino jueces...; sólo -da censura á las que por anticuadas, nuevas, -supérfluas, ó bárbaras la necesitan». ¿<em>Dotor</em> -es palabra anticuada? Ya hemos visto que -no. ¿<em>Doctor</em> es nueva? Por lo menos para el -pueblo, <em>penes quem</em>..., y para nuestros clásicos,<span class="pagenum" id="Page_58">[Pg 58]</span> -que decían <em>dotor</em>. ¿Es <em>doctor</em> supérflua? -Supongo que sí, habiendo <em>dotor</em>. ¿Es bárbara? -Sí, aunque sea muy romana, y por el -mismo caso de serlo. Bárbaro no es lo no -latino, sino lo no idiomático en cada lengua. -Barbarismo sería decir en castellano <em>collocare</em> -por <em>colgar</em>, como decir en latín <em>colgar</em> -por <em>collocare</em>. No hay, pues, reglas fijas. Repito -que el cacharro se quiebra, y los Académicos -no pueden limpiar ni fijar nada, -mientras no desechemos esas prevenciones -<span class="pagenum" id="Page_59">[Pg 59]</span> -añejas, y estudiando bien el ingenio del castellano -tengamos principios ciertos á que -bandearnos.</p> - -<p><span class="pagenum" id="Page_60">[Pg 60]</span></p> - -<p>¿Qué ingenio es ese del castellano? Si -aquellos primeros Académicos, á pesar de -su autorizado saber y juicioso aviso, declaran -que no son maestros, menos lo soy yo. -Ni es fácil, por lo demás, declararlo en unos -artículos. Con todo, algo pudiera apuntar -escudriñando y poniendo en claro esa misma -pronunciación vulgar tan menospreciada. Si -la sangre popular dicen los sociólogos que -es la que renueva y vigoriza siempre la masa -gastada de las clases altas, los lingüistas -por su parte afirman que el habla popular ha -de llevar siempre nueva vida, nuevos bríos, -al lenguaje erudito y literario, so pena de -quedar éste convertido en una lengua muerta -entre los papeles de los literatos. Tal sucedió -al griego y al latín clásicos desde el momento -que dejaron de arraigar en los dialectos -vulgares, y tal sucedería á nuestra lengua, -si fuera creciendo esa divergencia entre -el lenguaje escrito y el habla del pueblo -español.</p> - - - - - -<div class="chapter"> -<p><span class="pagenum" id="Page_61">[Pg 61]</span></p> -<div class="figcenter illowp100" id="p61ilo" style="max-width: 31.25em;"> - <img class="w100 p6 p6b" src="images/p61ilo.jpg" alt="p61ilo" /> -</div> -<h2 class="nobreak">Los orígenes de la lengua castellana -según un libro reciente</h2> -</div> - -<p><em>La Gramática y Vocabulario de las obras -de Gonzalo de Berceo</em>, obra premiada en público -certamen por la Real Academia Española, -acaba de salir publicada á sus expensas. -Su autor, D. Rufino Lanchetas, no ha -menester nuevos elogios. Bien conocido -como uno de los buenos filólogos españoles, -y como el que mejor ha comprendido la -fonética del verbo castellano, en esta monumental -obra de 1.042 páginas ha vertido todos -sus conocimientos y erudición lingüística -acerca de las evoluciones de nuestra -lengua.</p> - -<p>No conociéndose los códices manuscritos -que tuvieron á la vista el P. Sarmiento y -D. Tomás Sánchez, y no habiéndose hecho -la edición crítica de las obras del poeta riojano, -trabajo indispensable que debiera haber -precedido al de su estudio lingüístico, ha<span class="pagenum" id="Page_62">[Pg 62]</span> -debido acogerse á las tres conocidas colecciones -de los Sres. D. Tomás Sánchez, don -Eugenio de Ochoa y D. Florencio Janer y á -otras obras particulares por otros publicadas, -llenando en cuanto ha podido esta falta -de texto crítico y depurado con los conocimientos -teológicos y bíblicos necesarios -para interpretar á un poeta erudito-religioso, -que en medio de las guerras y glorias -nacionales de su época no salió de su -rincón de la Rioja, tratando con los monjes -como uno de ellos, aunque sólo fuera sacerdote -seglar, y ocupado solamente en cantar -el sentimiento religioso por sus dos caras, -positiva ó del bien, y negativa ó del -mal, de la gracia y del pecado, del cielo y -del infierno. Pero, en lo literario, nos ha -dado á conocer á Berceo D. Marcelino Menéndez -y Pelayo en el tomo II su Antología -de poetas líricos castellanos tan cumplidamente, -que en pocas páginas al poeta castellano -más antiguo que conocemos nos lo ha -hecho ya familiar y agradable por la suavidad -y delicada unción mística, por el realismo -de la narración, por el candor del estilo, -no exento de cierta socarronería é inocente -malicia, y por la armonía con que supo -combinar y disponer las palabras de su lengua, -como dijo Puymaigre.</p> - -<p>Lanchetas se ha ceñido á la parte lingüística. -Para mí, lo más original, fuera de -las doctrinas que ya conocíamos por su tratado<span class="pagenum" id="Page_63">[Pg 63]</span> -del Verbo castellano, es el Apéndice -que versa sobre la versificación de Berceo. -Parece que para los postres ha querido reservarnos -el mejor plato. El asunto es difícil -y cuya solución nunca podrá pasar las lindes -de cierta probabilidad; pero creo que el autor, -enterado, como pocos en España, en los -secretos de la Métrica antigua, y encariñado -con esta cuestión, la ha aclarado cual ninguno. -No hay que pensar en el pentámetro -al querer buscar el origen del alejandrino. -De ritmo dactílico, por su naturaleza y origen, -puesto que derivó del epos ó exámetro, -este metro exigía necesariamente la base de -la versificación antigua, la cantidad prosódica. -No sé cómo Sánchez, Amador de los -Ríos y Revilla pensaron y se detuvieron en -él. El dímetro yámbico cataléctico, compuesto -de dos dipodias yámbicas, la segunda -incompleta, con los golpes fuertes -propios de los yambos en la segunda parte -de cada uno de los pies, y precediendo el -golpe más fuerte al que lo es menos, fué -muy usado en los himnos eclesiásticos, por -ser de los que mejor se acomodaban al principio -de la nueva versificación, basada solamente -en el acento espiratorio. Reunidos de -dos en dos estos dímetros yámbicos, que rimaban -por pares como el romance, es decir, -que eran versos heptasílabos de rima -consonante alternada en los pares, resultó -la serie de alejandrinos. Desdoblando un<span class="pagenum" id="Page_64">[Pg 64]</span> -cuarteto alejandrino, resulta, por el contrario, -una octavilla de rima consonante en los -pares:</p> - -<div class="poetry-container p11 pw20"> -<div class="poetry"> -<p><span style="margin-left: 1em;">Dabán olór sabéio</span><br /> -Las flóres bién oliéntes.<br /> -Refréscabán en ómne<br /> -Las cáras é las miéntes.<br /> -Manában cáda cánto<br /> -Fuentés clarás caliéntes,<br /> -En véranó bien frías,<br /> -En yviernó caliéntes, (<em>Milagros</em>, 3).</p> -</div> -</div> - - -<p>Compárese ahora con el Θέλω λέγειν 'Aτρείδας -| Θέλω δε Κἁδμον ᾅδειν en dímetro yámbico cataléctico -de la conocida anacreóntica, y con el -himno <em>ante Somnum</em> de nuestro Prudencio:</p> - - -<div class="poetry-container p11 pw15"> -<div class="poetry"> -<p><span style="margin-left: 1em;">Adés Patér supréme</span><br /> -Quem némo vídit únquam,<br /> -Patrísque sérmo Chríste,<br /> -Et Spíritús benígne.</p> -</div> -</div> - - -<p>Los hemistiquios esdrújulos alejandrinos -corresponden naturalmente al dímetro yámbico -acataléctico completo: «El fruto de los -árboles» (<em>Mil.</em>, 15), y «A sólis órtu cárdine» -(Himno de la Virgen). El paralelismo no -puede estar más claro. Lanchetas ha desenvuelto, -pues, y redondeado la doctrina ya -emitida por Bello y Benot, y la ha declarado -con todo el aparato de la técnica métrica de -Christ (<em>Metrik d. Griech. und Römer</em>).</p> - -<p>Este autor emplea el término griego θέσις -en el sentido etimológico en que lo emplearon -los griegos, en el de golpe fuerte, que<span class="pagenum" id="Page_65">[Pg 65]</span> -correspondía al bajar de la batuta ó dar un -golpe con el pie en el suelo, conforme al tecnicismo -de la música y de la orquéstrica, de -donde tomaron sus términos los poetas. Lanchetas -llama á ese golpe fuerte <em>arsis</em>, siguiendo -á Bentley y Hermann, que lo tomaron -de los gramáticos latinos posteriores -(<span class="smcap">S. Isidoro</span>, <em>Orig.</em>, <span class="allsmcap">I</span>, 16), los cuales confundieron -los dos vocablos <em>arsis</em> y <em>thesis</em>, dándoles -opuesta significación á la que entre los -griegos habían tenido. Es lo único que tengo -que advertir, además de los dos deslices siguientes -que noto en este apéndice. En el -final del verso, dice en la página 1.027, está la -norma de nuestra versificación, «así como el -de la metrificación clásica estaba <em>en el comienzo -de ellos</em>» (de los versos). Y en el final, -que es el que daba precisamente el tono. En -la página 1.038 dice que el pentámetro «pasó -de Grecia á Roma, donde se le usó también -con el exámetro, pero destinado casi exclusivamente -á los asuntos de carácter triste. -De aquí el llamarlo también <em>pentámetro elegíaco</em>». -Este nombre viene de elegos, que -era el propio del dístico, compuesto de exámetro -y pentámetro, fuera del cual nunca se -empleó. Por lo demás, el <em>elegos</em> se usó en -todo linaje de poesías, que nada tenían de -tristes, tanto en Grecia como en Roma.</p> - -<p>Del Vocabulario, lo que podemos decir -es, que para los estudios lingüísticos del castellano -nos hacía muchísima falta; bastantes<span class="pagenum" id="Page_66">[Pg 66]</span> -etimologías habría que corregir; pero, por -no entrar ahora en menudencias, lo dejaré -para hacerlo en otra ocasión. Tampoco me -detendré en particularidades tocantes al estudio -gramatical del autor. Sólo sí me parece -debo hacer notar algunos conceptos -poco apurados vertidos en la Fonología, por -ser de consecuencia y tocar al método.</p> - -<p>El que mira una lengua extraña al través -de un Diccionario y de una Gramática, natural -es que se forme un concepto inexacto de -esa lengua. El tal Diccionario es para él un -almacén donde se guardan los términos; y -la Gramática, un inventario donde, por orden -de clases, se describen las particularidades -de los mismos términos; esa lengua es -una colección de objetos, determinados en -número, hechos y acabados, que no admiten -retoque. Semejante concepto del lenguaje -es, sencillamente, una niñería. Un idioma no -es más que un conjunto de temas y de sufijos; -pero la infinidad de combinaciones de -estos elementos no está ya hecha de una vez. -El pueblo que lo habla lleva en su cabeza -tantos conceptos generales como son esos -temas, y tantas clases de relaciones como -son esos sufijos; pero de la combinación de -esos conceptos entre sí, y de esas relaciones -entre sí, y de esos conceptos con esas relaciones -surge un mundo ideal sin riberas, al -cual responde otro mundo fónico tan sin cabo -de vocablos que, al brotar cada nuevo concepto,<span class="pagenum" id="Page_67">[Pg 67]</span> -lo viste de una forma sonora, resultando -una nueva palabra, una nueva frase. -Es, pues, el idioma, no un almacén de cosas -contadas é inventariadas, sino una herramienta -que puede fabricar, ó un campo que -puede dar de sí cuanto necesite la mente. Es -tan imposible que en un Diccionario puedan -inventariarse todas las palabras, como que -puedan almacenarse en un lugar, por grande -que se le suponga, los géneros que pueden -salir de una fábrica bien organizada. Además, -renovándose las ideas de la sociedad -continuamente, á la continua se renuevan -las calidades de esos géneros.</p> - -<p>Por eso, ó yo no entiendo este párrafo de -Lanchetas, ó la idea que él tiene del lenguaje -no es la que acabo de exponer. «Berceo floreció, -dice, en un tiempo en que la lengua -castellana no tenía para las transformaciones -más freno que el de la comprensión de -los que con él hablaban la misma lengua»; -de donde infiere un dualismo lingüístico en -el poeta riojano. Ese único freno de la comprensión, -si freno ha de llamarse, lo ha habido -siempre en el habla, sin que empezca -para que los idiomas sean algo uno y bien -trabado, sin esa dualidad lingüística, un verdadero -sistema fónico.</p> - -<p>Yo veo en esas palabras el efecto de otra -ilusión óptica del que mira el castellano antiguo -como algo ya muerto, y lo coteja con -el actual. Parécele que aquellos sufijos y<span class="pagenum" id="Page_68">[Pg 68]</span> -aquellas formas, que hoy no tienen ya vida, -eran como dañinos chupones en el tronco, -que una Academia hubiera podido y debido -podar. Los fenómenos lingüísticos del castellano -de entonces, por no parecerse á los del -actual, se le antojan como sin norma ni principios, -cual excrescencias irregulares. Es -otra ilusión: ésos son géneros que producía -en aquel momento histórico la misma fábrica -que hoy produce los que nos parecen más -regularizados. No es mucho extrañemos los -trajes y modas pasadas; pero lo mismo extrañarán -mañana los de hoy nuestros nietos. -Ni en Berceo ni en el habla vulgar de su -tiempo se dió tal dualismo lingüístico; el que -sí se dió y se da hoy es el apuntado después -por el Sr. Lanchetas, y que el mismo Berceo -da bien á entender: el del habla erudita, tomada -del latín, que contrasta con el habla -vulgar. Pero aquella habla vulgar, como la -de hoy, créame Lanchetas que era muy regular, -y tan sistemática en sus principios -como cualquier otro idioma. Los dialectos -literarios y eruditos, que en parte arraigan -en el habla vulgar y en parte se les estira -hacia otra lengua, como el castellano escrito -hacia el latín, ésos son los que llevan en su -seno la dualidad lingüística, la disparidad de -tendencias, la hibridez de sistemas.</p> - -<p>No hay que darle vueltas: el hombre es -una gran cosa, sus obras son una grandísima -cosa, pero la naturaleza es algo más grandísima<span class="pagenum" id="Page_69">[Pg 69]</span> -cosa. Todo lo artificial es un juguete -que remeda toscamente, y hasta de una manera -visible, como un muñeco, á la naturaleza; -y el habla natural es el habla del pueblo, -y los muñecos que la remedan, todos -esos pegotes de la erudición.</p> - -<p>Es que se considera el idioma cual si fuera -un artificio tan hechizo como la Literatura, -distando de ella cien leguas. La Literatura, -hablo de la erudita, como la Pintura y todas -las demás artes, son, al fin y al cabo, muñecos, -bebés, carrillos, toros, caballos de cartón, -de madera, de cualquier otra cosa, menos -de carne y hueso. Á la verdad que son -juguetes de personas de edad, con los que -muy honestamente podemos entretenernos. -Pero no por eso hemos de parear, y aun preferir, -los cartones pintados, los ojos de vidrio -y aun el serrín embutido en el bebé, á -un angelito que sola la naturaleza supo fraguar -en el seno de una inconsciente é ignorante -mujer. Sólo que, como cada cual alaba -sus agujetas, desde que hay hombres, con -todas sus necedades metidas en el cuerpo, -se han forjado la candorosa opinión de que -los muñecos que él se fabrica para su honesto -solaz ó para sus apremiantes menesteres -son más hermosos y acabados que los -de la madre naturaleza. Por eso llama artes, -cultura, civilización, progreso, á esos juguetes -y á su manufactura, dejando para los salvajes -primitivos el cielo estrellado y los prados<span class="pagenum" id="Page_70">[Pg 70]</span> -vestidos de verdura. El niño se regocija -y embebece con un caballo de cartón y se -estremece ante un caballo que, sin darle -cuerda, puede y sabe relinchar; la niña besuquea -un burujo de trapos pintados y riñe -con su hermanito chiquito. El habla vulgar -es la expresión natural en la que vierte un -pueblo sus ideas; el habla erudita, en cuanto -de esa habla vulgar se aparta, son trapos y -cintajos con los que, por un pudor mal entendido, -queremos encubrir la belleza natural -de las formas. Otrosí: el <em>cake-walk</em> parece -tan saleroso y bonito danzado por estirados -ingleses, como el latín que han traído los eruditos, -pronunciado por un manchego. Pero -quede aquí esta digresión.</p> - -<p>Es un crasísimo error el creer que las -lenguas tienen un período de formación en -el que domina la anarquía; otro de perfección, -y otro de caduca vejez. En cualquier -momento histórico que se le considere, un -idioma es un sistema único y, por consiguiente, -acabado en su género; un instrumento -de expresión no sistematizado, sino -en plena anarquía, no ha existido jamás, -porque no serviría para el caso, y porque el -idioma no es una mesa que los bárbaros del -Norte puedan desvencijar de un par de hachazos -y dejarla coja; sino un instrumento -de expresión que va evolucionando en mejor -ó peor dirección, pero que está sistematizado -y organizado en todas sus piezas, en<span class="pagenum" id="Page_71">[Pg 71]</span> -cualquier momento histórico que se considere. -Mirándolo en aquel momento hacia -atrás, parece que aún se hallaba informe y -sin acabar, y para cada época el idioma en -las épocas precedentes se halla en vías de -formación. De ahí todos esos epítetos que se -derrochan contra las antiguas maneras de -ser del idioma: Cicerón llamaba informe, -bronco y rudo al latín de Enio; León lo repetía -respecto del castellano del siglo <span class="allsmcap">XIV</span>; -Salvá respecto del del siglo <span class="allsmcap">XVI</span> y <span class="allsmcap">XVII</span>, y en -el siglo <span class="allsmcap">XXI</span> lo repetirán de nuestro castellano -de hoy. Son ilusiones. Claro es que -cada estado del idioma es preparación para -los que le han de seguir, y en este supuesto -puede decirse que se halla en un estado informe; -pero tan acabado está en una época -como en otra. Algo de esto parece tenía en la -cabeza Lanchetas, cuando en la página 34, -al describir la historia del castellano, llama -á sus tres períodos <em>Morfológico</em>, en el cual -se forma; de <em>Perfeccionamiento fonético</em>, y -de <em>Fijación</em>. Lo más chusco en esta clasificación -falsa, si las ideas anteriores no lo son, -está en ese último término de <em>Fijación</em>. Ni -el castellano ni ningún otro idioma llega á -<em>fijarse</em> jamás; el día que se plante, es porque -hay que cantarle sin remedio el <em>gori, gori</em>.</p> - -<p>Otra ilusión todavía más generalizada, á -pesar de ser más tonta. Por no haberse escrito -en castellano hasta la época en que -aparece el Poema del Cid, hay quien tiene<span class="pagenum" id="Page_72">[Pg 72]</span> -la candidez de creer que el castellano no -había nacido hasta entonces, y todo lo más -se le concede un siglo atrás para que pudiera -formarse. Y en esa candidez han caído nada -menos que nuestros mayores eruditos; no -hay para qué citar nombres. Como si la Literatura -naciera con el idioma, ó no hubiera -más idioma que el escrito. «Al primero (período), -aunque no tiene comienzo bien definido, -puede señalarse para su desarrollo la -invasión de los bárbaros del Norte, y con -especialidad el siglo <span class="allsmcap">VIII</span>, que coincide con -la venida de los árabes á España y la gran -decadencia en la antigua cultura, y su término -puede fijarse provisionalmente en el -Poema del Cid». ¿No hay alguna punta de -esa candidez en fijar estos dos mojones?</p> - -<p>Para cuando vinieron los bárbaros, el -castellano era ya tan buen mozo, que no le -tocaron los nuevos huéspedes ni un pelo de -la barba. De haberse formado el castellano -por efecto de aquel choque, hubiera tomado -no pocos elementos germánicos, y no ha tomado -ni uno morfológico, y sólo cuatro términos, -tan cuatro y contados, que tiene más -del inglés que no del godo cogidos entonces. -Menos me explico el segundo mojón, si no es -por confundir el habla con la escritura. El -tercero nos lo planta el año 1492, fecha en -que se publicó la Gramática de Nebrija. Pero -una golondrina, digo una Gramática, aunque -sea la del más alto y esclarecido lingüista<span class="pagenum" id="Page_73">[Pg 73]</span> -que ha producido España, como para mí lo -es Nebrija, no hace verano. Precisamente el -fonetismo castellano había de dar un vuelco -tremendo desde Nebrija hasta principios del -siglo <span class="allsmcap">XVII</span>. El mojón había que ponerlo donde -el vuelco se dió; y como las lenguas tardan -años y años en dar un cuarto de vuelta para -ese vuelco, el mayor que ha dado el fonetismo -castellano durante toda su vida, necesitó -nuestra lengua un siglo, años más, años -menos: el mojón es todo el siglo <span class="allsmcap">XVI</span>, pero no -la época de Nebrija, en la que siguió el fonetismo -antiguo.</p> - -<p>«En el período morfológico, es decir, -desde el siglo <span class="allsmcap">VIII</span>, continúa diciendo Lanchetas, -se consuma todo lo más esencial de -nuestras flexiones; en él se transforma la declinación -sintética y pospositiva en perifrástica -y prepositiva». Con perdón de mi buen -amigo, esa trasformación hacía tiempo se -había ya verificado, como que se ve la enfermedad -(y no ya los síntomas, que están en el -antiquísimo uso de las preposiciones) desde -que se conocen documentos del latín vulgar, -y en la época del Imperio ya éste había -sustituído los casos por preposiciones. «Se -pierde la pasiva sintética y se uniforma, -haciéndose toda ella perifrástica; desaparecen -los deponentes, se pierden ciertos tiempos -de la conjugación activa, y se crean dos -nuevos futuros». Todo eso se ve ya iniciado -hasta en los autores clásicos, y ya existía en<span class="pagenum" id="Page_74">[Pg 74]</span> -el latín hablado de la época imperial, á pesar -de la reacción que el lenguaje literario y oficial -ejerció por entonces sobre el vulgar latino, -del cual nacieron los romances. El día -en que se disolvió el Imperio quedaba ya -deshecho el latín, y de muy atrás habían comenzado -á evolucionar las románicas, sobre -todo el castellano, que fué de las primeras y -que con el sardo conserva huellas del latín -vulgar republicano, anterior á la formación -de las otras románicas. El castellano puede -asegurarse que nació y pudo bautizársele -con su nombre de pila desde el primer momento -en que el habla de los conquistadores -pasó á labios de españoles de pura raza. -Cuanto á la pérdida de la cantidad y al cambio -del acento musical en respiratorio, es un -fenómeno de la época imperial, y en España -yo tengo para mí que jamás los españoles -distinguieron las largas de las breves ni salmodiaron -el latín. Los cambios de <em>ŏ</em> breve -acentuada en <em>uo</em>, <em>ue</em>, y de <em>ĕ</em> breve acentuada -en <em>ie</em>, son tan antiguos como nuestro romance, -pues sería casualidad se hubieran -formado tales diptongos en las vocales <em>o</em>, <em>e</em>, -que habían sido breves en otro tiempo y que -ya no se oían como tales.</p> - -<p>Los fenómenos de asimilación y disimilación -en vocales y consonantes fueron, realmente, -efecto posterior de la eufonía castellana; -pero las trasformaciones fónicas -esenciales son tan antiguas como el castellano,<span class="pagenum" id="Page_75">[Pg 75]</span> -el cual nació bastante antes de los siglos -<span class="allsmcap">VIII</span> y <span class="allsmcap">VII</span>.</p> - -<p>«El tercer período, dice, viene á ser como -una especie de estacionamiento fonético y -formal». ¿Es decir, que desde la Gramática -de Nebrija ya no ha habido evolución fonética? -Pues desde entonces hasta los comienzos -del siglo <span class="allsmcap">XVII</span> es cuando la hubo más pujante -y extraordinaria que nunca, ya que -varios sonidos, que Nebrija describe en su -<em>Ortografía</em>, se perdieron, naciendo otros -que él no conoció. Me refiero á los sonidos -antiguos <em>ç</em>, <em>z</em>, <em>x</em>, <em>g</em>=<em>i</em>, y á los modernos <em>z</em>, <em>j</em>. -Hoy no tenemos el fonetismo de principios -del siglo <span class="allsmcap">XVI</span>; de modo que no es exacto el que -«los elementos que en el período anterior no -terminaron su evolución fonética, por regla -general quedaron fijos y estacionados, y hoy -se hallan regularmente con poca diferencia -de lo que eran cuando penetraron en el siglo -<span class="allsmcap">XVI</span>». Precisamente los cuatro fonemas -indicados comenzaron entonces á perderse, -originando otros dos nuevos, y <em>h</em>, <em>f</em>, ó <em>ff</em>, que -hasta entonces sonaban como una aspiración -que nada tenía de dental ni de labial, se cambiaron -de suerte que <em>h</em> ya nada sonó, y <em>f</em>, <em>ff</em> -sonó como labio-dental por influjo erudito -del Renacimiento. No era nada lo del ojo y... -<em>los</em> traía en la mano.</p> - -<p>Al hablar de la analogía, vuelve el autor -á su idea sobre el origen del castellano: «sin -la barbarie de la Edad Media, las lenguas<span class="pagenum" id="Page_76">[Pg 76]</span> -románicas son inconcebibles». Trae como -ejemplo de la analogía la formación del pretérito -en <em>i</em> conforme al tipo de <em>partivi</em>, <em>partí</em>, -y cree encontrar en los documentos latinos -de los siglos <span class="allsmcap">XI</span> y <span class="allsmcap">XII</span> esa trasformación: <em>cadierit</em>, -por <em>ceciderit</em>; <em>poterit</em>, por <em>potuerit</em>; -<em>morierit</em>, por <em>mortuus fuerit</em>; <em>perdissent</em>, -por <em>perdidissent</em>; <em>sequire</em>, por <em>sequi</em>, etc. -«Todo lo cual prueba que en las diferentes -regiones de España, como si obedeciesen á -una consigna, todos iban uniformando los -perfectos y otras formas del verbo». Pero -ese ¿era el castellano que se iba formando y -uniformando? De aquella época tenemos -nada menos que las Partidas y Berceo y el -Cid, donde el castellano es castellano; eso -es mal latín. La única consigna á que obedecían -en toda España era la de no saber -bien latín; y como lo que sabían era el castellano, -escribían el latín castellanizándolo. -El <em>sequire</em> estaba calcado en <em>seguir</em>; <em>sequire</em> -no era del castellano; <em>cadierit</em>, <em>poterit</em>, <em>morierit</em>, -ni las demás en <em>erit</em>, fueron jamás -formas románicas, sino del latín clásico, que -es lo que pretendían escribir los que tal escribieron; -sino que no lo sabían bien. No es -que iban todos á una unificando los perfectos -castellanos; sino que, no sabiendo latín, -al escribirlo les reteñía dentro de los cascos -su román paladino, y les salía un latín romanceado.</p> - -<p>En la <em>Fonología</em> es sensible que el señor<span class="pagenum" id="Page_77">[Pg 77]</span> -Lanchetas, dejada la doctrina corriente del -timbre en las vocales latino-vulgares, continuación -de la cantidad clásica, quiera explicar -el vocalismo castellano por el acento, y -acento latino. No encuentro pruebas suficientes -para apoyar este nuevo método. «La -o tónica latina, por regla general, se ha conservado», -dice en la ley 2.ª, y en la 3.ª: «la <em>o</em> -tónica latina se transforma en <em>ue</em> en gran -multitud de palabras». Como se ve, ambas -reglas pugnan entre sí. «<em>Puente</em>, <em>ruego</em>, tienen -<em>ue</em>, por ser tónica latina la <em>o</em> de <em>pontem</em>, -<em>rogo</em>». Pues tan tónica latina era en <em>pontarrón</em> -y <em>rogar</em>, y no se ha diptongado. Es que -aquí no se trata de la tónica latina, sino de -la tónica <em>castellana</em>, y la ley debe formularse -así: «Toda <em>ŏ</em> abierta del latín vulgar, ó -breve del literario, cuando en castellano -lleva acento, se abre en <em>ue</em>; y no se abre, -cuando no lleva acento». La pugna entre las -dos leyes de Lanchetas queda disuelta con -esta ley: «Toda <em>ŏ</em> cerrada del latín vulgar, ó -larga del literario, cuando en castellano -lleva acento, permanece como <em>o</em>». Como se -ve, todo pende del acento castellano (que de -ordinario conviene con el latino) y de la cantidad -latina de la vocal en el literario, ó del -timbre correspondiente en el vulgar. El -acento latino no es la madre del cordero; -es una tatarabuela, en cuanto que originó -el acento castellano, y éste es uno de los -factores que producen ese cambio fónico.</p> - -<p><span class="pagenum" id="Page_78">[Pg 78]</span></p> - -<p>Apártase luego Lanchetas de Meyer y -Cornu en creer que <em>uo</em> no fué el paso de <em>o</em> á -<em>ue</em>. El problema no es tan evidente como el -anterior, pero no veo fuerza alguna en los -argumentos de Lanchetas, los cuales prescinden, -y aun se oponen, á la evolución de -<em>e</em> en <em>ie</em>. Ahora bien: <em>o</em> en <em>ue</em>, y <em>e</em> en <em>ie</em>, son -dos fenómenos paralelos que hay que explicar -á la vez. Así como <em>e</em> se abre en <em>ie</em> con la <em>i</em> -próxima en la serie natural <em>u o a e i</em>, así <em>o</em> en -<em>ue</em> no debió abrirse sino por intermedio del -<em>uo</em> con la <em>u</em> próxima. Y de hecho <em>uo</em> existe -en la mayor parte de las románicas: en italiano -<em>nuovo</em>-<em>nuevo</em>, <em>duolo</em>-<em>duelo</em>; en francés, -antes del siglo <span class="allsmcap">XI</span>, <em>buona</em>, <em>duol</em> (<em>Sta. Eulalia</em> -y <em>S. Léger</em>), y después de principios del siglo -<span class="allsmcap">XI</span> <em>ue</em>, <em>avuec</em>, <em>duel</em> (<em>S. Alexis</em>); en León -y Asturias, <em>uortu</em>-<em>huerto</em>, <em>tuorto</em>-<em>tuerto</em>. En -cambio, ¿en qué se funda el que <em>o</em> se hiciera -<em>oe</em> de repente, tomando una <em>e</em> que no tiene -razón de ser, y luego <em>ue</em>? Ese <em>boeno</em> que -habrá oído, es el <em>bueno</em> descuidado; <em>moete</em> -es el <em>mocete</em>, empleado juntamente con -<em>moete</em> en Navarra. Hay más; el paso de <em>o</em> á -<em>uo</em> y de <em>e</em> á <em>ie</em> es el único explicable fisiológicamente. -¿Por qué <em>fĭde</em> da <em>fe</em> y <em>pĕde</em> da -<em>pié</em>? Por la acentuación intensiva la duración -de la vocal es doble, y la <em>e</em> abierta latina -de <em>pĕde</em> da <em>pèède</em>; pero, obrando la refracción -de vocales, la primera parte de esa -vocal tiene un timbre cerrado; la segunda, -que es la más intensa, un timbre abierto, resultando<span class="pagenum" id="Page_79">[Pg 79]</span> -<em>piède</em>. Al revés, en <em>fe</em>, de <em>fĭde</em>, con -el acento suena <em>fééde</em>, cuya <em>é</em> es cerrada, pasándose -del timbre más abierto al más cerrado, -y resulta <em>fe</em> con <em>e</em> cerrada. Lo mismo -de <em>bóno</em>, <em>bòòno</em>, por refracción <em>buono</em>; mientras -que <em>bŭcca</em> da <em>bóóca</em>, <em>bóca</em>. La acentuación -alarga la vocal; y si ésta es abierta, su -articulación comienza cerrada para abrirse -en la segunda parte de la duración, que es la -más intensa; si es cerrada, comienza abierta -para cerrarse en la segunda parte. De esta -manera, las dos leyes opuestas de la <em>o</em> y las -otras dos de la <em>e</em>, «la <em>é</em> tónica latina se conserva -con mucha frecuencia», y «la <em>é</em> tónica -latina se transforma en <em>ie</em> en muchísimas palabras», -quedan reducidas á una: «Las <em>o</em>, <em>e</em> -breves, al llevar el acento castellano, se -abren en <em>ue</em>, <em>ie</em>, y no cambian cuando desaparece -el acento; y las <em>o</em>, <em>e</em> largas subsisten».</p> - -<p>Pero estos y otros pequeños lunares, -efecto de no haber modificado algunas ideas -desde que publicó su obra acerca del verbo -castellano, en nada amenguan el mérito principal -del concienzudo trabajo del Sr. Lanchetas. -Él solo sabrá apreciar debidamente -el tiempo y las molestias que le habrá costado -entresacar, interpretar y ordenar cerca -de 4.000 palabras, estudiando las 100.000, -poco más ó menos, de que constan las obras -de Berceo. Los que nos dedicamos al estudio -del castellano, no sólo tendremos que agradecerle -los inmensos servicios que prestó á<span class="pagenum" id="Page_80">[Pg 80]</span> -la Lingüística española con su estudio acerca -del verbo, por el cual con toda justicia merece -ser llamado el iniciador y maestro del -romanismo en nuestra patria, sino que nos -veremos con mucho gusto precisados á tenerle -siempre en la memoria al acudir á ésta -su nueva obra en busca de los imprescindibles -datos que habremos de necesitar del -más antiguo poeta español que conocemos.</p> - - - -<div class="chapter"> -<p><span class="pagenum" id="Page_81">[Pg 81]</span></p> -<div class="figcenter illowp100" id="p81ilo" style="max-width: 31.25em;"> - <img class="w100 p6 p6b" src="images/p81ilo.jpg" alt="p81ilo" /> -</div> - - -<h2 class="nobreak">Los Simbolistas</h2> -</div> - - -<p>No sé qué juveniles bríos llevan consigo -las ideas nuevas, que remozan las más -añosas osamentas y prenden fuego en el -mismo hielo de la vejez. Testigos, las últimas -Conferencias ó discusiones del Ateneo de Madrid. -Las ideas eran viejas, pero acá en España, -que caminamos tres leguas rezagados -de Europa, eran como flamantes. Tampoco -es un viejo helado, sino un manojo de nervios -siempre recio y bullidor, el chispeante antiguo -escritor Sr. Zahonero. Perdóneme si no -le pongo entre la gente moza; pero el otro -día se echó de encima cuarenta abriles como -cuarenta soles. Lo que puso fuego á aquel -que debiera ser severo areópago fué una -idea, para acá nueva, la del simbolismo, lanzada -á deshora por unos cuantos jóvenes, -mal avenidos con el soñoliento tema que se -ventilaba.</p> - -<p><span class="pagenum" id="Page_82">[Pg 82]</span></p> - -<p>Pero ¿qué simbolismo es ese? Por de contado, -el del Ateneo fué simbolismo español -rabioso, simbolismo á raja tabla, á palo limpio. -En España no hay simbolistas, y ya ni -siquiera los hay en Francia. Lo que hay aquí -es un montón de jóvenes muy estudiosos, de -grandes arrestos, muy amigos de que se -desestanque nuestra parada y caída literatura, -que tienen sobrada razón de verla agonizar, -muy aburridos de hallarse en plena -Siberia entre literatos eminentes que fueron, -pero que ya no tienen alientos ni ganas de -renovarse ni de enterarse de lo que pasa al -otro lado de los Pirineos. No es sino muy de -loar que esos jóvenes se vayan en busca -de vida literaria, fresca y flamante, adonde -se barruntan que la han de hallar, siquiera -hayan de atenerse á las revistas, y en vez de -traernos un clavel esponjoso y lozano, nos -regalen con un ramillete marchito y ya polvoriento.</p> - -<p>Confesemos que en Francia florece la literatura -como nunca, y que en España andamos -agotados ha tiempo. Será un florecimiento -el francés, en el cual haya no poca -hojarasca que barrer, mucha madera que -pide hierro, hartas matas que no se harían á -nuestro temple, á ser traspuestas en esta tierra -de fuego y de hielos. Pero el hecho es que -la lengua francesa, con su cortedad de doncella -y su claridad de aguachirle, va soltándose -de sus clásicas trabas y coloreándose<span class="pagenum" id="Page_83">[Pg 83]</span> -con sus ingenios modernos, cuyo estilo se -atilda, se robustece, cobra nervio, soltura y -delicadeza cada día; mientras que nuestro -lenguaje literario, como dice Navarro Ledesma, -se va avejentando y convirtiéndose -en ropa vieja, que no entalla al psicologismo -moderno. No que el habla castellana no dé -de sí para todas las delgadeces y honduras -del pensar de hoy, pues les bastó á nuestros -clásicos para hilar más alambicadas sutilezas -y calar más adentro todavía de lo que se -figuran los que no los conocen; sino que nuestra -poltronería y descaecimiento rehuye el -trabajo de darle nuevo temple y sacarle los -aceros, engastando en él las modernas ideas -y acomodándolo al pensar que muda en matices -con los tiempos. Si el lenguaje literario -no sigue de cerca al pensamiento, llega un -día en que se queda atrás, porque el pensamiento -adelanta á la continua y no sabe -quedarse estancado. El anhelo de esos jóvenes -es, por consiguiente, muy loable y merecedor -de aplausos. Enséñeseles, norabuena, -el camino, en vez de ponerles tropiezos y tirarles -del faldón de la levita; hágaseles ver -cómo se podrán naturalizar entre nosotros -las ideas artísticas extranjeras, haciéndolas -españolas; pero ahogar esos alientos y matar -esas aspiraciones, eso jamás. Toda aspiración -en un joven es un germen caído en tierra -virgen, que el sol primaveral ha de fecundar, -si extraños estorbos no le hacen<span class="pagenum" id="Page_84">[Pg 84]</span> -sombra ó la sequedad de la tierra no lo -agosta. No seré yo quien haga tan feo oficio; -antes desearía contribuir á esa lozanía y pujanza, -que me hace simpáticos á cuantos veo -ganosos de aprender y hasta de enseñar y de -crear tal vez antes de tiempo. Las obras magistrales, -fruto son de los años y de la discreción, -los únicos que maduran una doctrina y -asientan las ideas en el cerebro después de -cernerlas, apurarlas y acendrarlas poco á -poco, para que puedan contrastar el embate -de todas las pruebas y pasar á la posteridad.</p> - -<p>Pero si la rosa que aún no se ha abierto -del todo, no ofrece en toda su galanura aquel -rojo vivo que pintó el sol en sus pétalos, no -por eso es menos agradable, antes más delicada, -cuando saca su tímida cabecita de -tierna niña del entreabierto capullo, y como -avergonzada se para sonrosada y ligeramente -ruborosa, con esos suaves matices -que le dan mayor realce. ¿Que los jóvenes no -han de crear una <em>Divina Comedia</em> ó una -<em>Iliada</em>? Dejadlos hacer, que siempre serán -brotes naturales los que de ellos salgan, y si -les falta el vivo carmín y el rico aroma de la -rosa, tendrán en cambio el inmaculado candor -y el encanto no buscado del capullo. En -España no hay simbolistas á la francesa, ni -los habrá nunca; pero esos jóvenes buscan -algo, y el simbolismo, que hasta en Francia -ya pasó de moda, encierra algo que no estará -demás escudriñar y poner en claro.<span class="pagenum" id="Page_85">[Pg 85]</span> -Hablemos, pues, del simbolismo y de los simbolistas.</p> - -<hr class="tb" /> - -<p>«<em>Nombrar</em> un objeto, es suprimir las tres -cuartas partes del placer estético... <em>Sugerirlo</em>, -tal es el ideal». He aquí la fórmula del -simbolismo, si hemos de dar crédito á Stéphane -Mallarmé, el jefe menos controvertido -de la escuela. No sé si veré claro ó turbio, -pero para mí esas palabras encierran no poca -filosofía del arte y mucha filosofía del lenguaje. -Lo primero lo dejo á los artistas filósofos; -me atengo á lo segundo, que es de lo -que se me entiende á mí algo. Bien que, si el -fondo y la forma no son como el gabán y el -sujeto que lo lleva, querer separar la filosofía -del arte literario, de la filosofía de su -material técnico, es querer dar mandobles -contra entes de razón.</p> - -<p>Todo el mundo conoce la obra trascendental -del Lombroso de la literatura, de -Max Nordau. <em>Dégénérescence</em> es un libro de -clínica sociológica, que ha condensado los -síntomas de la vida moderna. Su autor ha -tomado el pulso á la sociedad actual, ha formulado -el diagnóstico y redactado la correspondiente -receta. Un siniestro movimiento -de cabeza del Doctor hizo presagiar á los -asistentes que la receta era una simple orden -de trasladar al paciente á alguna casa de -orates. Yo no juzgo el trabajo. Lo creo trascendental,<span class="pagenum" id="Page_86">[Pg 86]</span> -admirable. Su autor tiene ojo médico -en verdad. Pero todo libro que vale, y -precisamente porque lleva una idea grande, -anda á riesgo de exagerar en el desarrollo -de la teoría que encierra. Yo hallo algo de -exagerado en lo que atañe á los simbolistas. -No es que los defienda en todo y por todo, ni -mucho menos; pero ó la tinta del Doctor era -demasiado negra, cuando escribió el capítulo -III del libro II, tomo I, ó le había revuelto -la bilis la caterva de Prerafaelitas que -acababa de pasar unos momentos antes por -delante de sus ojos. Lo cierto es que los presentimientos -aciagos y los juicios pesimistas -se le debieron de amontonar en las células -grises y blancas de su doctoral cerebro, cual -nubes borrascosas que estallan sin orden ni -concierto. Y los míseros <em>hidropatos</em> han tenido -que aguantar el chubasco que les ha calado -hasta los huesos y los ha dejado hechos -una sopa.</p> - -<p>Por el pronto entran á formar parte del -inmenso tropel de seres vivientes y semovientes, -que Max Nordau ha calificado de -<em>místicos</em>, y en el cual, dicho sea de paso, se -ven revueltos y dándose codo con codo Mahoma -con San Ignacio de Loyola, Baudelaire -con Zola y con Santa Teresa de Jesús, Ibsen -con Maeterlinck y con Nietzsche, Tolstoï con -Wagner: todos son unos <em>degenerados</em>.</p> - -<p>La médula del simbolismo está en aquel -<em>sugerir</em>, que á Max se le antoja quisicosa indescifrable:<span class="pagenum" id="Page_87">[Pg 87]</span> -«le <em>suggérer</em> voilà le rêve». Y -Mallarmé lo comenta en estos términos, que -nada tienen de oscuros ni de enigmáticos: -«El empleo perfecto de este principio constituye -todo el misterio del simbolismo: evocar -poco á poco un objeto para manifestar el estado -interior del alma, ó por el contrario, escoger -un objeto y descubrir en él un estado -del alma por una serie de desciframientos». -No sólo me parece muy claro y muy bien -dicho como clave del simbolismo, sino también -como cifra de toda honda poesía y de -todo el arte. ¿Qué es el arte sino un simbolismo, -un modo de expresión por signos externos -de un estado interno del alma? Desenvolver -esta idea creo que es desenvolver -el concepto del arte. Margarita, Fausto, Mefistófeles, -son tres creaciones de Goethe, que -si algo valen es porque son la expresión de -tres mundos morales, que cuajaron en tres -personalidades. ¿Dicen algo esas personalidades? -Esto equivale á preguntar si algo significan, -expresan y simbolizan. El cielo, la -lluvia, la tierra, son tres nombres: el arte los -simbolizó en Zeus, Indra y Hera. Otras tres -personalidades, producto de la Mitología, es -decir, del arte popular, y tan artísticas como -simbólicas, y que por ser simbólicas son artísticas. -Muchos diablos han producido el arte -popular y el arte literario. Si Mefistófeles los -ha oscurecido á todos, es porque en la pujanza -expresiva de su concepción Goethe los<span class="pagenum" id="Page_88">[Pg 88]</span> -incorporó á todos ellos con todos sus cuernos, -colas y artimañas en la plasticidad más saliente -que pudo producir poeta alguno. La -riqueza poética de un Fausto está en la condensación -expresiva de toda una sociedad incrédula. -Ese Fausto, de hecho y en realidad -de verdad, no es más que un montón de palabras -arrebujadas en forma de maniquí; pero -es un maniquí artístico, es decir, un ser que -viviendo en el mundo ideal del arte literario, -ya deja de ser un mero arrebujamiento de -palabras, trasformándose en una personificación -del estado interior del alma de un -pueblo, en la cual bullen las doctrinas y opiniones -todas que han cruzado por una generación -de filósofos y sabios: ese personaje -endiablado es el atizador siempre curioso, el -ansia de conocer, hasta dar por resultado el -escepticismo altanero de la ciencia moderna. -Si Fausto es una creación artística, lo es por -su expresión intensa de la conciencia de un -siglo, lo es por su simbolismo.</p> - -<p>Eso es <em>sugerir</em>, expresar. Pero las cosas, -se me dirá, se expresan por sus nombres, -que para eso los tienen, y esa es su expresión -más clara; lo demás es decadentismo, misticismo -literario. La fuerza expresiva de los -nombres se gasta al roce de los siglos: al arte -toca rejuvenecerla, y para rejuvenecer la -expresión hay que acudir al mismo procedimiento -que emplearon las primeras gentes -al acuñar los nombres, á la metáfora. Es decir:<span class="pagenum" id="Page_89">[Pg 89]</span> -al simbolismo. Llamar <em>luna</em> á la luna será -muy claro, exacto, preciso: así debe llamarla -en sus libros todo astrónomo que quiera declararnos -los eclipses. El poeta «evoca poco -á poco otro objeto», acude á la idea del lucir -tenue y mortecino. No hicieron otra cosa los -antiguos al forjar el término <em>luna</em>, por <em>luc-na</em>, -la de luz tan tenue como la que se filtra por -entre los árboles en un espacio en que se han -cortado para practicar á media luz los ritos -religiosos. Ese espacio á media luz en lo más -cerrado del bosque se llamó <em>luc-us</em> ó templo, -y por lucir á media luz se dijo de aquí <em>luc-êre -lucir</em>, y por la <em>luna luc-na</em> la que así luce. -Ese es el arte del poeta: el mismo arte del -pueblo que creó los nombres, aplicado á quitarles -la pátina y herrumbre de que los ha -cubierto el tiempo. «Yo definiría el arte, dice -Paul Adam, otro simbolista de segundo orden, -diciendo que es la inscripción de un -dogma en un símbolo; es un medio de hacer -que prevalezca un sistema y de poner en -claro una verdad». Del modo de entender el -simbolismo hablaré después; pero que arte -sea expresión, ó por otro nombre simbolismo, -¿hay cosa más clara? Oigamos á otro -de la escuela, á Charles Morice: «El símbolo -es la fusión de los objetos, que han despertado -nuestro sentimiento, y de nuestra alma -en una ficción. El medio es la sugestión: se -trata de comunicar el recuerdo de algo que -otro no ha visto ni sentido jamás».</p> - -<p><span class="pagenum" id="Page_90">[Pg 90]</span></p> - -<p>Yo no veo hasta aquí en nada de esto «la -locura y el charlatanismo», que ve Max Nordau. -Si los simbolistas no han hecho más que -eso, no han hecho más que lo que han hecho -siempre los poetas y los artistas todos. Es -muy socorrido eso de meterse en las intenciones -y llevar la literatura hasta el terreno -crematístico. Hay un partido de descontentos -y de gente apurada. ¡Es el <em>boulangisme</em> -literario! Hay que vivir. Hay que buscar un -puesto, darse á conocer. Buen redoble de -tambor, ya que no se tenga bombo á mano... -Ese es su verdadero símbolo: «bulto urgente». -Todo el mundo toma asiento en el -tren rápido. Destino: «¡la fama!» Así Haraucourt. -Y Quillard: «no hay escuela simbolista; -bajo esta denominación se han reunido arbitrariamente -poetas de talento verdadero -y verdaderos imbéciles». Pero esas citas no -vienen á cuento, señor Doctor.</p> - -<p>«Hicimos un ensayo sobre la inteligencia -condescendiente de las vocales coloreadas...» -Confesión de un simbolista, de Laurent -Tailhade. Es un pasatiempo como otro -cualquiera. ¿Consiste en eso el simbolismo? -Creo que no; si en eso consistiera, á fe que -no hubiera poetas simbolistas; sería una tertulia -de muchachos que se entretenían honradamente -en discutir una cuestión psicológica. -Entre ellos dice Max Nordau que hay -«poetas de talento verdadero». Pueden, pues, -muy bien ponerse á ventilar ese punto, sin<span class="pagenum" id="Page_91">[Pg 91]</span> -dejar por eso de ser artistas. Y hacen bien -en ventilarlo, pues no son las vocales tan -condescendientes que lo mismo les importe -ir vestidas de blanco que de negro. La audición -coloreada tiene un fundamento más -científico y sólido de lo que cree el mismo -Sr. Tailhade, y es un elemento estético del -lenguaje y del arte literario que bien merece -la pena de estudiarse.</p> - -<p>Más diré, y voy á manifestar lo que siento -de los simbolistas. Los extremosos de la -escuela toman el rábano por las hojas, como -suele decirse. Pero en esa escuela bulle algo -de muy trascendental para la literatura, bulle -el germen de la literatura del porvenir, es su -primer atisbo. Aquellas figurillas retóricas -de los antiguos van á convertirse en nuevas -fuentes de estilo chispeante, nutrido de vida. -¿Cómo? Por la ciencia psicológica. La ciencia, -que algunos fantasean cual amarillo hermitaño, -seco de carnes, cejijunto, intratable -y adusto, que algunos se figuran que jamás -ha de volver á cohabitar con el arte desde -que se divorció al parecer para siempre, la -ciencia ha de volver á ser lo que fué en Platón, -ha de alentar la estética del porvenir y -la ha de realzar cual nunca lo hizo. Lejos y -asomos de esto es lo que yo vislumbro en el -Simbolismo, y mis esperanzas estriban en -que la ciencia ha enderezado por nuevas veredas -todos los acontecimientos, todos los -procedimientos, todas las empresas. Su<span class="pagenum" id="Page_92">[Pg 92]</span> -fuerza avasalladora ha triunfado de todo y -triunfará de la rutina en el arte. En una -palabra, digo que el Simbolismo me parece -que es (ó pudiera ser) la ciencia, enderezando -al arte y el arte acogiéndose al regazo -maternal de la ciencia. Harta falta le -hacía á esa pródiga, después de tantos desengaños -recogidos en los falsos oropeles del -pseudo-clasicismo, en la pseudo-filosofía y falsas -sabanas americanas, ó dígase chatobrianescas, -y entre los falsos salvajes á lo Rousseau, -y entre las lechuzas y cementerios del -romanticismo, y entre las podredumbres del -naturalismo de entre cuyos harapos acaba -de escapar. En la ciencia está la salvación -del arte, como está la salvación del espíritu -del hombre y de todas sus aspiraciones. Max -Nordau se ha atenido á los del rábano por -las hojas, porque servían á completar su -diagnóstico social; no ha caído en la cuenta -del elemento subconsciente que latía en esa -aspiración modernista, que yo desearía se -convirtiese en conciencia pública, y que vendrá -un día en que se convertirá.</p> - -<hr class="tb" /> - -<p>«Hay pocas poesías en la literatura francesa, -dice Max Nordau, comparables á la <em>Canción -de otoño</em> de Verlaine. La calma <em>melancólica</em> -de la estación está <em>expresada</em> en versos -ricamente cadenciosos y llenos de música».</p> - -<p><span class="pagenum" id="Page_93">[Pg 93]</span></p> - -<div class="poetry-container p11 pw12"> -<div class="poetry"> -<p>«Les sanglots longs<br /> -Des violons<br /> -<span style="margin-left: 1em;">De l’automne</span><br /> -Blessent mon cœur<br /> -D’une langueur<br /> -<span style="margin-left: 1em;">Monotone».</span></p> -</div> -</div> - -<p>Esa <em>melancolía expresada</em> tan magistralmente -en esta estrofa, ni Max Nordau, ni tal -vez Tailhade saben de qué depende. Analícese -el mismo término <em>melancolía</em> y se verá -si la audición coloreada es ó no elemento estético. -<em>Melan-colía</em> vale <em>bilis negra</em>, que -abate al individuo hinchéndolo de honda y -<em>oscura</em> tristeza; bien que no removiéndose -las fibras del alma, como sucede con las pasiones -vehementes, esa tristeza tiene algo de -la calma y del abatimiento de la naturaleza -en otoño. Semejante afección nos la pintamos -como algo de sombrío y oscuro, cual el -otoño y la bilis. Ahora bien, esa oscuridad -es la que consigo llevan las vocales <em>o</em>, <em>u</em>: la -<em>u</em> es más profunda de color, la <em>o</em> es más bien -gris. Cada verso de esa estrofa contiene dos -<em>oes</em>, fuera del penúltimo que tiene dos <em>ues</em>, y -el último que da el golpe final lleva tres <em>oes</em> -en sus tres sílabas. Añádase el timbre oscuro -de la nasal que acompaña á la mayor -parte de esos sonidos oscuros, y el que estando -en las sílabas acentuadas resalten y -den el tono á todo el ritmo, y se tendrá descifrado -el enigma. Realmente el otoño es el -tiempo gris, la calma que lo caracteriza parece<span class="pagenum" id="Page_94">[Pg 94]</span> -alargar más y más las horas, que caen -y se aploman pausadamente, cual tristes y -oscuros sollozos, comparados maravillosamente -á los pesados golpes del violón. Oscuro -es el otoño, oscuro es el sollozo, oscuro -es el sonido del violón. Dígase en su -lugar los <em>vibrantes suspiros de un violín</em>, y -la luz parece desgarrar de repente las tinieblas -que nos envolvían: estamos en primavera.</p> - -<p>El sonido <em>u</em> no encierra armónicos, es el -más igual, el más simple de los sonidos vocales; -su característica es la nota más baja, -que crece en este orden: u o a e i.</p> - -<p>Síguele la <em>o</em>, que no es tan oscura: <em>u</em> es -negra, <em>o</em> es gris. Hablándose del invierno yo -preferiría la <em>u</em>, para el verano la <em>a</em>, para la -primavera la <em>i</em>, para el otoño me quedo con -la <em>o</em> de color gris.</p> - -<p>El nombre <em>violón</em> con sus dos <em>oes</em> en las -dos sílabas más salientes y acentuadas y con -su oscura nasal al fin tiene realmente el color -del sonido que produce.</p> - -<p>Pero, ahora caigo en la cuenta de que estoy -hablando en castellano y de que en castellano -<em>violón</em> significa violón; <em>violon</em> en francés -es el violín. No tengo para qué borrar lo -escrito. ¿Verlaine tuvo en su imaginación el -violín? Pues el violín por sonar en <em>in</em> es mejor -para la primavera.</p> - -<p>La lengua francesa no le fué propicia. Yo -no pintaría los largos y grises sollozos del<span class="pagenum" id="Page_95">[Pg 95]</span> -otoño con chirridos de violín que me suenan -á <em>iiiii</em> y á gorgoritos de jilguero; sino con el -bronco retumbar de corpulento violón, que -suene <em>ooooo</em>! Anduvo, pues, mal acertado y -fué mal simbolista. La estrofa tiene un pero; -la teoría de la audición coloreada queda -en pie.</p> - -<p>Y si no, juzgue el lector, respondiendo -sinceramente á esta pregunta: ¿suena oscuro -el violín? Nada de eso, contestará seguramente: -el violín suena agudo, y su cuerda -más gruesa chilla más agudamente que la -cuerda más delgada del violón. Como que la -altura del tono, según las leyes de la Acústica, -está en razón inversa de la largura y -del grosor de las cuerdas, y de la cantidad -de la masa vibrante de la caja de resonancia.</p> - -<p>¿Cómo ha de sonar más agudo un bombo -que un parche ó caja, un helicón que un cornetín -de órdenes, un fagot que un pito? -Cuanto mayor sea el instrumento, mayor es -la masa vibrante y más grave es su sonido.</p> - -<p>Ahora bien; sonido agudo llamamos al -más alto, y grave al más bajo; y lo agudo y -alto es más claro, lo grave y bajo es más oscuro. -La audición coloreada tiene, por consiguiente, -alguna razón de ser, y no van tan -descaminados los simbolistas, como pudiera -creerse á primera vista.</p> - -<p><span class="pagenum" id="Page_96">[Pg 96]</span></p> - -<hr class="tb" /> - -<p>La cuestión de la audición coloreada la -han tocado varios autores; pero de propósito -la trató un oculista francés, llamado Suárez -de Mendoza, en un libro que intituló: <em>L’Audition -colorée: étude sur les fausses sensations -secondaires physiologiques</em>. Véase -cómo la define: «Es una facultad de asociar -los colores á los sonidos, por la cual toda -percepción acústica objetiva, de una intensidad -suficiente, y aun su simple evocación -mental, puede despertar y presentar á algunas -personas cierta imagen, luminosa ó no -luminosa, constante para la misma letra del -mismo timbre de voz ó de instrumento, de la -misma intensidad y de la misma altura de -sonido». Esta definición no la creo exacta; -René Ghil describe el valor cromático, no -sólo de las vocales por separado, sino también -de los instrumentos músicos. Pueden, -en efecto, despertar distintas imágenes todos -los elementos componentes de un sonido. Un -sonido idéntico en todo, dado por un violín, -tiene otro color que el dado por una corneta: -lo cual quiere decir que cada timbre tiene su -color, tanto, que los alemanes llaman al timbre -<em>Klangfarbe</em>, <em>color del sonido</em>.</p> - -<p>Y yo estoy por que el timbre es la esencia, -por decirlo así, de los sonidos y que cada -timbre es un color acústico. La intensidad -no es más que un grado mayor ó menor de -fuerza en el sonido, y que también puede sugerir -variedad de colores, aunque no tan fácilmente<span class="pagenum" id="Page_97">[Pg 97]</span> -como el timbre. Algo mejor sugiere -esa variedad el tono ó altura, pues efectivamente -los tonos bajos nos parecen oscuros, -y brillantes los muy elevados.</p> - -<p>Como los diversos instrumentos músicos -sólo se distinguen en el timbre, que es precisamente -en lo que se distinguen cada una -de las vocales y cada una de las consonantes -del habla, el grupo de la escuela simbólica, -que admite la propiedad en las vocales y consonantes -de despertar un color determinado, -pudo muy bien llamarse de <em>los instrumentistas</em>. -Su jefe René Ghil, en el tratado que -escribió del Verbo, expone el valor cromático -de cada instrumento: «Las harpas, dice, -son blancas; azules los violines, enmuellecidos -á veces por una fosforescencia que lleva -al paroxismo. En plena oración, los cobres -son rojos; las flautas, amarillas, que modulan -ingenuamente, extrañándose de la luz mortecina -de los labios; y los órganos, ensordeciendo -la tierra y los púlpitos, como cifra y -suma de los instrumentos sencillos, con sus -roncos plañidos ennegrecen el aire». ¿Quién -va á negarle á René Ghil que esos son los -colores de cada instrumento, si así lo afirma? -Lo más que se le podrá reponer es que á otros -las harpas se le antojan de color violeta; los -cobres, amarillos; el órgano, rojo; los violines, -verdes, y las flautas, de color de ala de -mosca.</p> - -<p>Cuanto á las vocales, hízose famoso el soneto<span class="pagenum" id="Page_98">[Pg 98]</span> -<em>Les voyelles</em> de Arthur Rimbaud, que -comienza:</p> - -<p> -«A noir, E blanc, I rouge, U vert, O bleu, voyelles,<br /> -Je dirai quelque jour vos naissances latentes...».<br /> -</p> - -<p>Paréceme que Ghil tenía más sentido acústico-cromático -que Rimbaud: puedo asegurar -que ese verso está lleno de disparates. -Juzgue por sí mismo el lector. Cuando oye -pronunciar <em>¡ah!</em> á uno que se extraña, ó que se -ríe, ó que se pasma, ¿le viene á las mientes el -color negro? Tal vez no le venga ni el negro -ni ningún otro; pero si es de las personas que -realmente poseen la audición coloreada, estoy -seguro que el negro no le ocurre al oir -la <em>a</em>. Al menos á mí la vocal <em>a</em> me parece tan -<em>blanca</em> como <em>clara</em>. Es la vocal más clara: -eso lo sabe todo el mundo: y todo el mundo -sabe que lo más claro es lo blanco. Pero, en -fin, si Rimbaud da en que es negra la <em>a</em>, será -que así se lo parece, por lo menos hoy por -hoy y hasta que se ría y tome á broma lo que -antes escribió. De colores no hay nada escrito. -Entretanto que ellos se tiran los trastos -á la cabeza ó discuten graves y serios atusándose -los bigotes en señal de que no creen del -todo lo que dicen, el maestro Mallarmé sonríe -olímpicamente. Y hace bien, pues si todo -libro tiene tantos ejemplares distintos cuantos -son los que lo leen, y si la vista de la campiña -tiene tantos visos cuantos son los que por ella -se pasean, bien podemos barruntarnos que<span class="pagenum" id="Page_99">[Pg 99]</span> -cada sonido podrá tener tantos colores cuantos -son los que lo oyen.</p> - -<p>El fenómeno llamado <em>sinestesia</em> por Millet, -ó sea de la asociación de las sensaciones, -está hoy admitido por todos los psicólogos, y -podía bien presuponerse, dada la teoría corriente -de las representaciones, de la asociación -de las imágenes y de las ideas, de la convivencia -de éstas en las células del cerebro -y de la comunicación constante que tienen -entre sí, recorriendo mutuamente cada una -todas las celdas en esa especie de casa de vecindad -encerrada dentro del cráneo. Binet y -otros psicólogos, en <em>L’année psychologique</em> -y en otras revistas, van allegando datos que -podrán condensarse un día en teoría precisa -y razonada.</p> - -<p>Cuanto á la coloración, no hay duda que -hace el papel principal, como lo hace la vista -entre las demás sensaciones y la fantasía óptica -entre las demás fantasías. Los que poseen -gran potencia de fantasía visiva, la mezclan -con todas las demás: toda sensación, -toda representación es para ellos visiva ante -todo.</p> - -<p>Viene después la fantasía acústica, hoy -más desarrollada que nunca en Europa merced -á la gran cultura musical moderna. ¿Qué -extraño, que colores y sonidos se confundan, -si se confunden sonidos, olores y gustos? «El -<em>kirsch</em> suena cual furibunda trompeta, el <em>gin</em> -y el <em>whisky</em> le arrancan á uno el paladar con<span class="pagenum" id="Page_100">[Pg 100]</span> -sus sones estridentes de pistones y bombardinos, -el aguardiente lanza rayos y centellas -con el ruido ensordecedor de las tubas<a id="FNanchor_9" href="#Footnote_9" class="fnanchor">[9]</a>».</p> - -<p>Desdígase, pues, Rimbaud y ríase de su -propia obra; Baudelaire previó ya la teoría:</p> - -<p class="indent20 p11">«Comme de longs échos, qui de loin se confondent,<br /> -.............................................................................<br /> -Les parfums, les couleurs et les sons se répondent».</p> - -<p>Y todas las demás sensaciones y objetos. -¿Qué es la analogía? ¿Y qué es la inteligencia -humana, sino la gran fabricadora de analogías? -La analogía es una relación; relacionar -es atar cabos: la inteligencia es tejedora -por excelencia; el cerebro el telar. Cuando -Remy de Gourmont en las <em>Oraisons Mauvaises</em> -compara cada afecto, cada acción de -Jesús á una piedra preciosa, está en pleno -simbolismo, y en pleno trabajo textil. El -ópalo es el último suspiro de Jesús, el triste -y doliente ópalo; el zafiro es su última mirada, -el jacinto su último amor, el topacio su último -deseo, el rubí su última herida, la amatista -su último estremecimiento.</p> - -<p>En suma, el Simbolismo es una Retórica -más refinada y más científica. Los antiguos -clasificaban sus figuras en figuras de palabras -y de ideas; los modernos han encontrado -un nuevo tropo, cercano á la metonimia, la -<em>sinestesia</em>. El tropo es un modo de hablar -con viveza á la fantasía y al sentimiento, -<span class="pagenum" id="Page_101">[Pg 101]</span>haciendo más sensible, más pintoresca la -idea abstracta, por medio de una imagen, de -una comparación.</p> - -<p>El objeto del lenguaje es expresar el interior: -cuanto con mayor viveza y colorido, -mejor logrará su objeto. Eso es el estilo: los -modernos lo han afinado y además han ahondado -más en su concepto, valiéndose de la -ciencia. Tal es la <em>sinestesia</em>: la ciencia ó el -arte, ó lo que queráis, de hallar el porqué de -las figuras retóricas y de perfeccionarlas. -«Sí, el racimo de las sensaciones, estrujado -en la prensa del espíritu, da el vino fuerte de -la expresión... El arte se ha completado -haciéndose <em>sintético</em>, <em>sinfónico</em>»<a id="FNanchor_10" href="#Footnote_10" class="fnanchor">[10]</a>. «Habiendo -reunido y cotejado entre sí nuestras sensaciones, -el campo doctrinal se ha dilatado. -Pues en la escala infinita de los movimientos -vibratorios, sólo algunas modalidades son -materia. Podemos extenderlas, no contentándonos -con los siete colores del espectro, con -los siete grados del diatonismo... Hemos -hecho que los rayos ultra-violeta nos revelasen -nuevas gamas: pasemos más allá y nos -veremos anegados en un nuevo mar de ondulaciones -desconocidas, cuyos ritmos serán -nuevos alicientes del arte y del placer estético».</p> - -<hr class="tb" /> -<p><span class="pagenum" id="Page_102">[Pg 102]</span></p> -<p>Como escribo para españoles, que generalmente -no están al cabo de lo que se escribe -por allá afuera, voy á detenerme un -poco más en la audición coloreada, aplicada -por los simbolistas á la literatura. Nada de -nuevo diré para los que leen libros franceses -de filosofía y arte.</p> - -<p>El hecho es innegable, la audición coloreada -se da en todos los individuos en mayor -ó menor grado, y se da en toda la humanidad; -pero al tratar de hallar el porqué del -fenómeno, los autores se dividen. Unos se -lo preguntan á la Psicología, otros á la Fisiología. -Es una pura <em>asociación de ideas</em>, -dicen aquéllos; <em>engranaje</em> de los centros, -comunicaciones ó irradiaciones intercéntricas, -responden los otros. Lo que sí engranan -son ambas teorías. La asociación de ideas ó -de imágenes no puede explicarse sin ese engranaje -de centros y comunicación intercéntrica. -Por lejanas y disparatadas que estén -entre sí dos imágenes, la una visual, la -otra auditiva, no pueden menos de despertarse -y llamarse mutuamente las unas á las -otras, cuando coinciden en algún punto que -se refiere á los movimientos internos, es decir, -cuando son corrientes que tienen que -cruzarse por necesidad á causa de los puntos -comunes afectivos en que convienen. -Pero dejando estas filosofías abstrusas de la -cerebración, vengamos á los hechos.</p> - -<p>La boca es una cavidad, que podemos ir<span class="pagenum" id="Page_103">[Pg 103]</span> -estrechando ó ensanchando más ó menos. -Alargándola lo más posible y echando los -labios hacia adelante, toma la forma de una -botella: es una caja de resonancia honda, -que produce la vocal más oscura <em>u</em>. Por el -contrario, estrechándola lo más posible, de -manera que se forme un delgado tubo entre -la lengua y el paladar, la caja de resonancia -es estrecha y produce el sonido más delgado -y claro <em>i</em>.</p> - -<p>Entre estas dos conformaciones extremas -están las que producen las demás vocales, -en este orden, que es el que se encierra en -el <em>mieaou</em> del gato, cuando va abriendo cada -vez más la boca: <em>i</em> <em>e</em> <em>a</em> <em>o</em> <em>u</em>.</p> - -<p>Si hablamos metiendo la cabeza en una -tinaja, la caja de resonancia es mayor y -mayor la masa vibrante, y por consiguiente -la voz es más oscura. Otro tanto sucede -cuando voceamos en una caverna. El timbre -de la voz es entonces del mismo timbre -que el de la vocal <em>u</em>. Pero poniendo junto -á la boca un tubo estrecho, la voz saldrá -aguda, del timbre de la <em>i</em>. Las vocales son -diversos timbres que una misma voz formada -en la laringe toma en la boca, según -se conforme su cavidad, mudándose, por -consiguiente, la caja de resonancia. Tal es -la razón fisiológica de la coloración de las -vocales.</p> - -<p>La razón física hay que buscarla en la -naturaleza de las mismas.</p> - -<p><span class="pagenum" id="Page_104">[Pg 104]</span></p> - -<p>En mi obra <em>Los Gérmenes del Lenguaje</em> -he tratado de demostrar que el timbre nasal -expresa la quietud, el ningún movimiento, -el Nirwana de las voces del habla. Es el -único, efectivamente, que resulta del reflejarse -y volverse atrás el aliento espirado por -encontrar cerradas las puertas. Vuelto atrás -da en el <em>velum pendulum</em> ó galillo, y rechazado -se vuelve adelante, reflejándose cien -veces en la cavidad cerrada, como pelota -que resurte de pared en pared. Siendo el -conducto nasal el único que da alguna salida -á ese vaivén de la onda sonora, por él -resuena como por una chimenea. Es lo que -acontece en una caverna sin salida, que la -voz se refleja cien veces, resultando un timbre -oscuro y triste. Por eso la <em>n</em> es la nota -de <em>la negación</em>, y la de lugar <em>en donde</em> en -muchísimas lenguas, y la del <em>yo</em>, cuya idea -es la de la reflexión: <b>n</b>osotros <b>n</b>o damos -e<b>n</b> ello.</p> - -<p>¿Quiere el poeta simbolizar en sus versos -la dejadez, la pereza, la galbana del estado -físico y anémico del que acaba de despertar? -Óigase á Maeterlinck en su piececilla <em>Ennui</em>: -todos son sonidos nasales y <em>oes</em> graves -y pesadas.</p> - -<div class="poetry-container p11 pw25"> -<div class="poetry"> -<p>«Les paons nonchalants, les paons blancs ont fui,<br /> -Les paons blancs ont fui l’ennui du réveil;<br /> -Je vois les paons blancs, les paons d’aujourd’hui,<br /> -Les paons en allés pendant mon sommeil,<br /> -Les paons nonchalants les paons d’aujourd’hui,<br /> -<span class="pagenum" id="Page_105">[Pg 105]</span> -Atteindre indolents l’étang sans soleil,<br /> -J’entends les paons blancs, les paons de l’ennui,<br /> -Attendre indolents les temps sans soleil».</p> -</div> -</div> - -<p>Todos los elementos concurren á simbolizar -en esta estrofa el fastidio, el aburrimiento: -la elección de una alimaña tan -fastidiosa y tarda en sus movimientos como -el pavón, el empleo de palabras largas y -pesadas, la repetición de los nombres, de -versos enteros, la insistencia y repetición -de la misma idea. Pero sobre todo esas oes -con <em>n</em> en sílaba acentuada, esos <em>pa</em><b>ons</b>, que -caen y vuelven á caer con el movimiento -grave y enojoso de un péndulo. Es la ecolalia -del enfermo aquel alemán, que decía y -repetía palabras incoherentes en <em>an</em>:</p> - -<p><em>Man kann dann ran Mann wann Clan -Bann Schwan Hahn.</em></p> - -<p>Y seguiría así dándole que le darás, como -la onda sonora en el fondo de la boca al resonar -<em>n</em>, que va y viene, viene y va, y cuya -traducción pudiera ser aquel:</p> - -<div class="poetry-container p11 pw25"> -<div class="poetry"> -<p>«Yo sé, yo sé, yo sé una habanera<br /> -que le da, que le da, que le da la lata á cualquiera».</p> -</div> -</div> - -<p>Estribillo que se repite, hasta que el -oyente queda prácticamente convencido de -que realmente le han dado la lata la habanera -y el que se la cantaba.</p> - -<p>Augusto Lemaître en su <em>Audition colorée -et phénomènes connexes observés chez -des écoliers</em> trata largamente de los experimentos -hechos por él mismo en niños de<span class="pagenum" id="Page_106">[Pg 106]</span> -doce á catorce años en el colegio de Génova -en 1900. Por la tabla de los colores, en la que -resume los experimentos, se ve que ninguna -vocal tiene el color violado, que <em>a</em> es lo más -ordinariamente roja ó blanca, que <em>é</em> es amarilla, -<em>i</em> blanca (más raras veces roja), <em>o</em> negra, -<em>u</em> verde, pero tan á menudo negra, amarilla -ó azul. Las preferencias generales concuerdan -con las aducidas por Flournoy<a id="FNanchor_11" href="#Footnote_11" class="fnanchor">[11]</a>; sólo -hay divergencia en la o, que ordinariamente -es roja ó amarilla en las preguntas de Claparède, -y que Lemaître halla resueltamente -como negra. He tratado despacio de este -asunto en la <em>Embriogenia del lenguaje</em>, y -no me detendré más en él.</p> - -<p><em>Rojos</em> son los instrumentos de cobre para -Stuart Merril, no sé si por su color material -ó por lo desgarrador de su estridencia. Por -lo menos en sus <em>Gammes</em> se lee:</p> - -<div class="poetry-container p11 pw20"> -<div class="poetry"> -<p>«Que les Espérances écloses<br /> -Clament au cœur des <em>clairons roux</em><br /> -Dans l’Azur des apothéoses:<br /> -Gloire aux amants fervents et doux!».</p> -</div> -</div> - -<p>Y nótese que el sonido silbante en que -terminan estos versos expresa el salir y -cortar, como sale el aliento cortado por los -dientes.</p> - -<p>Más sinestésico anduvo Pierre Richard -hasta en el título de su</p> - -<p> -<em>Tuba mirum spargens sonum</em>,<br /> -</p> -<p><span class="pagenum" id="Page_107">[Pg 107]</span></p> -<p>que encabeza la descripción del Occidente, -ardiendo en rojas llamas.</p> - - -<p>La silbante se encarga también aquí del -trompeteo en las sílabas del golpe rítmico:</p> - -<div class="poetry-container p11 pw25"> -<div class="poetry"> -<p>«Les <em>Cuivres</em> du couchant sonnent un long appel.<br /> -Et le métal en <em>feu</em> ruisselant sur le ciel<br /> -Couvre de ses <em>clameurs</em> les chansons éphémères<br /> -Du Rêve...<br /> -Ainsi que le <em>buccin</em> de l’Archange implacable<br /> -Évoquera les morts au dernier Jugement,<br /> -L’Angoisse, dans les cœurs, s’éveille, impitoyable<br /> -Aux sinistres <em>fanfarres</em> du soir <em>coruscant...</em>».</p> -</div> -</div> - -<p>Las sensaciones auditivas despiertan en -nuestra fantasía hasta formas geométricas. -Bleuhler y Lehman han reconocido que los -tonos elevados hacen fantasear á veces una -serie de ángulos agudos; los graves, ángulos -más obtusos, y hasta arcos de círculo. -¿Es un soñar despierto? Ni mucho menos. -Los sonidos se encargan ellos mismos de demostrárnoslo -pintando esos ángulos. Las -llamas manométricas de Kœnig toman toda -especie de figuras, según sean los sonidos -que las originan. Las vocales más agudas en -su nota característica y más abundantes en -armónicos, la <em>i</em> por ejemplo, dan una llama -más angulosa y aguda que las vocales graves -como la <em>u</em>. «Un canto lento, desolado -subía, el <em>De profundis</em>. Haces de voces rehilaban -por las bóvedas, se fundían con los -sonidos casi verdes de las armónicas, con<span class="pagenum" id="Page_108">[Pg 108]</span> -los timbres punzantes de los cristales que -estallaban. Apoyadas sobre el bramido continuo -del órgano, recostadas en los bajos, -tan huecos que parecían haberse bajado dentro -de sí mismos como en un soterraño, brincaban -saltando sobre el versículo.</p> - -<p>Y tras una pausa, el órgano, acompañado -de dos contrabajos, mugía arrastrando en -su tornado las voces, los barítonos, los tenores -y los bajos, y sin embargo, la vibrante -voz de los sopranos agujereaba y pasaba al -través de la tromba, como una flecha de cristal. -Y al terminar el salmo, las voces infantiles -se desgarraban en un gemido doliente -de seda, en un quejido afilado, que temblaba -sobre la palabra <em>eis</em>, la cual quedaba colgada -del vacío... Estas voces claras y aceradas -introducían en las nieblas del canto, claridades -del alba...»<a id="FNanchor_12" href="#Footnote_12" class="fnanchor">[12]</a>.</p> - -<p>Las líneas, las superficies, los espacios -juegan en toda esta descripción, pero juegan -en toda la expresión del lenguaje. Todo él -se reduce á expresar las diversas relaciones -espaciales<a id="FNanchor_13" href="#Footnote_13" class="fnanchor">[13]</a>.</p> - -<p>He hecho hincapié en la audición coloreada -de las consonantes, porque los psicólogos -sólo han tocado la de las vocales, por -ser de timbre más despejado, menos borroso -al parecer. Sin embargo, las consonantes y -<span class="pagenum" id="Page_109">[Pg 109]</span>los demás ruidos tienen tal vez un timbre -más delicado y menos chillón, por ser cabalmente -más ruidoso y esquinudo. Sólo que, -como dice Remy de Gourmont, «la palabra -tiene una forma determinada por las consonantes, -un perfume, bien que difícil de percibir -por lo grosero de nuestra fantasía». En -una buena charanga ú orquesta, el estruendo -de los instrumentos acompañadores, bombo -y platillos, contrabajo, etc., no deben oscurecer -la melodía, ni el acompañamiento sinfónico -que suena entre ella y los ruidos bajos: -debe ser como un zumbido que crece ó -descrece, pero que forma como una atmósfera -fónica que rodea y como fondo de un -cuadro que da unidad y base al todo.</p> - -<div class="chapter"> -<p><span class="pagenum" id="Page_110">[Pg 110]</span></p> -</div> - -<div class="footnotes"> -<p class="center p2 big2">NOTAS:</p> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_9" href="#FNanchor_9" class="label">[9]</a> J. K. Huysmans, <em>A Rebours</em>, p. 63.</p> - -</div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_10" href="#FNanchor_10" class="label">[10]</a> Saint-Pol-Roux. <em>Mercure de France</em>, XLII, p. 90.</p> - -</div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_11" href="#FNanchor_11" class="label">[11]</a> <em>Synopsies</em>, p. 67.</p> - -</div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_12" href="#FNanchor_12" class="label">[12]</a> <em>En Route.</em> Stock, 1899, p. 5-15.</p> - -</div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_13" href="#FNanchor_13" class="label">[13]</a> <span class="smcap">Cejador.</span>—<em>Gérmenes del Lenguaje.</em></p> - -</div> -</div> - - - - -<div class="chapter"> -<p><span class="pagenum" id="Page_111">[Pg 111]</span></p> -<div class="figcenter illowp100" id="p111ilo" style="max-width: 31.25em;"> - <img class="w100 p6 p6b" src="images/p111ilo.jpg" alt="p111ilo" /> -</div> - -<h2 class="nobreak">La ironía y el gracejo en los refranes</h2> -</div> - - -<p>Dicen que los refranes encierran la sabiduría -popular. La hay, cierto, á vueltas de no -poca gramática parda y de mayor inspiración -poética. No hay regla de retórica que no -pudiera confirmarse con un buen montón de -refranes. Pero lo que me parece más importante -es buscar en ellos el ingenio nacional, -que se retrata en las maneras graciosas de -formular la sentencia. La flor y nata es la -ironía, en sus variados matices. No es del -caso hacer aquí un tratado de ella; baste recordar -que consiste en decir lo contrario de -lo que se quiere dar á entender, por manera -que la forma contradiga al fondo, quedando -éste por lo mismo tanto más clavado en las -mientes cuanto más entra en ellas por el -choque y chispazo debido al contraste. Brilla -así más la doctrina y queda más hondamente<span class="pagenum" id="Page_112">[Pg 112]</span> -impresa. Además, no sé qué de -encanto tiene para el hombre el mentir, que, -ya que no mintamos por el fondo, nos contenta -mentir á lo menos por la forma. Ello -es que la ironía es la única mentira provechosa -y la flor más delicada y olorosa del -ingenio. Y esta flor es variadísima y rica en -matices; el caso es que tenga alguna pinta -de ingeniosa mentira. <em>En tiempo y lugar, -el perder es ganar</em>, dice un refrán de singular -consejo. Paradoja hay entre el perder y -el ganar, y mentira parece que gane el que -pierde. Pero ahondad un poco, y hallaréis -que el dar tiempo al tiempo, perdiéndolo al -parecer, es ganar, y no sólo cualquier empresa, -sino hasta ganar tiempo. Dígalo si no -la tortuga, que se fué paso tras paso, y llegó -antes que el caballo, el cual perdió el tiempo -con quererlo aprovechar harto de corrida. -Cede el lugar al superior, humíllate, y pronto -te verás ensalzado, ganando puesto y lugar -con lo que parece lo perdías.</p> - -<p><em>En todo hay bellaquería, si no es en la -ropería</em>, dice otro. ¡Cómo!, ¿que no lo hay -en la ropería? Porque allí no hay simple bellaquería, -sino grandísima bellaquería, en -grado superlativo. Mientras discurres, el refrán -te va entrando más y más, y cuando -caes en ello, ves que el contraste entre la -forma y la idea te dice que no es como las -demás la bellaquería de los roperos, sino de -grado especial, al punto de que esa bellaquería<span class="pagenum" id="Page_113">[Pg 113]</span> -ordinaria no existe realmente entre -ellos.</p> - -<p><em>En todo se mete Peralvillos, como el -agua en los cestillos.</em>—No es que se meta, -sino que con la misma facilidad con que se -mete se sale, como el agua que se echa en -cesto. Á no ser así, allí dentro se quedaría; -y entonces, ¿cómo se podría ir á meter en -otro asunto?</p> - -<p><em>En muriéndome yo, todo se acaba.</em>—Valiente -pata de gallo, está uno por decir; á no -ser que salte y diga: te acabarás tú, que los -demás... Y con todo, ni aquello es verdad, -ni estotro; y ni es pata de gallo ó simpleza -de vara y media, sino gravísima cordura; ni -es cierto que se acabará el que lo dice, y no -los demás, porque para él todo se acabó, y -él de sí habla, no del Papa Marcelo II, de -quien nada sabe ni le importa una higa. Salgamos -de tan hondas filosofías, que á fe nos -habían de anegar á poco que en ellas nos -detuviéramos. No hay verdad más colosal -que la de ese refrancillo, vestido de bobo.</p> - -<p><em>En Hornachos, todos los asnos son machos.</em>—Tiene -gracia la perogrullada. Eso -quiso el refrán ó el pueblo que lo inventó: -que os cayera en gracia. Pero guardaos, no -haya más en la aldehuela, que suena. No sea -algún chalán, que os capee con esa gracia -para atraeros y vender su mercancía. Y así -es la verdad, que los asnos de Hornachos -son ó eran antes, que yo no los conozco, pero<span class="pagenum" id="Page_114">[Pg 114]</span> -me consta que fueron tamaños como machos -ó mulos. El equívoco tiene de la ironía no -menos que de la paradoja, puesto que una -cosa dicen á la vista y otra tienen en el anverso, -y la gracia está en que, engolosinados -con la mentira, busquéis con mayor afán la -verdad, volviendo la moneda, que ese manosearla -os la dará mejor á conocer y os hará -que menos la olvidéis.</p> - -<p>Y ya que por machos va, vaya aquel otro: -<em>En efecto, que el Rey era macho</em>.—¿No lo -entendéis? Decidlo ante un corro, después -que Fulano haya mostrado su crasa y supina -ignorancia en cualquier materia, y á -buen seguro que lo entiendan todos y vos -con ellos.</p> - -<p><em>Soñaba Gil, el ciego, que veía, y soñaba -lo que quería.</em>—Gracia tiene en el ciego Gil -ó en el ciego Menga; pero más gracia tiene, -por lo menos más risa da, en Perico el de -los Palotes, que se despepita por servir á -Don Espera-un-rato hasta echársele por los -suelos, ó se quema las cejas á caza de consonantes -en el Diccionario de los ídem, -creyendo muy á pie juntillas que con eso -va á subir á la cima del Parnaso, ó... ó... -Añadid aquí, que tela hay cortada para -cualquier parroquiano del barrio de la Quimera.</p> - -<p><em>Enderezaos, Lucía, que váis torcida.</em>—Este -refrán no tiene hoy aplicación con las -señoritas, por estar de moda el ir sobrado<span class="pagenum" id="Page_115">[Pg 115]</span> -de tiesas y erguidas, bien sacados el polisón -para atrás y los pechos adelante, porque no -todo sea figurín pasado con un asador.</p> - -<p><em>Envaine vuestra merced, que bien lo ha -hecho.</em>—Podéis decirlo á muchos militares, -no después que hayan dejado de un guantazo -roja como un tomate la cara del pobre -quinto que se salió de la fila ó trabucó el -paso, sino cuando los sintáis á las espaldas -por el olor á perfumes, en lo que (en Dios y -en mi ánima que no miento) vencen á las -damas más emperejiladas. Bien podéis decirles -aquel otro: <em>En cueros y con sombrero -y guantes y pañizuelo</em>.</p> - -<p><em>Entendió que pescaba bogas.</em>—Tal vez -se dijo por el que, llamados sus compañeros -á cabo de gran esperanza y regocijo, sacó -á la ribera el cadáver de todo un señor asno. -Pero más vale dejarnos de glosas y saborear -la ironía en los mismos refranes.</p> - -<p><em>Entre bobos anda el juego, y eran todos -fulleros.</em>—La segunda parte en éste y sus -semejantes suele naturalmente omitirse.</p> - -<p><em>Entre gavilla y gavilla, hambre amarilla.</em>—Paradoja -que queda deshecha al advertir -que se trata de la mengua que sienten -los labradores entre la siega de la cebada y -la del trigo, por haberse acabado el repuesto -del año anterior.</p> - -<p><em>Entre col y col, lechuga.</em>—Así plantan los -hortelanos; dícese del tomar algún alivio -entre el trabajo.</p> - -<p><span class="pagenum" id="Page_116">[Pg 116]</span></p> - -<p><em>Es moza de buen recaudo, que antes que -salga se manca en el establo.</em></p> - -<p><em>Es hablar adefesios.</em>—Á quien no entiende, -ó lo que es lo mismo, cosas disparatadas, -que lo son para ese tal: como cuando -San Pablo escribió <em>ad Ephesios</em> á los de -Éfeso, que no le atendían por estar apasionados -con su famoso templo de Diana.</p> - -<p><em>Eso y nada lleváoslo en la halda.</em>—Todo -eso no vale nada.</p> - -<p><em>El mur</em> (ratón) <em>no cabía en el horado</em> -(agujero), <em>y atóse una maza al rabo</em>.</p> - -<p><em>El muleto siempre parece asno, quier en -la oreja, quier en el rabo.</em></p> - -<p><em>El rosario al cuello, y el diablo en el -cuerpo.</em>—De los devotos farisaicos.</p> - -<p><em>El hato de la liebre.</em>—Para decir que no -tiene más que lo puesto.</p> - -<p><em>El harto de ayuno no tiene duelo ninguno.</em></p> - -<p><em>El herrero de Arganda, que á puras -martilladas olvidó el oficio.</em></p> - -<p><em>El hijo de la cabra siempre ha de ser cabrito.</em>—El -natural tiene que aparecer en -cada uno: <em>El hijo del asno dos veces rebuzna</em>; -<em>El hijo del gato mata al rato</em>; ó <em>El -hijo de la gata, ratones mata</em>; ó <em>El hijo de -la cabra, de una hora á otra bala</em>.</p> - -<p><em>En aldeas, pon la capa do la veas.</em>—No -te la espulguen.</p> - -<p><em>En Aracena, quien no tiene pan no cena.</em>—Y -fuera de Aracena tres cuartos de lo<span class="pagenum" id="Page_117">[Pg 117]</span> -mismo; como <em>En Atienza, cada uno de sí -piensa</em>; y <em>En el andar y el meneo, luego vi -que era de Toledo</em>, porque en todas partes -<em>En el andar y en el vestir, serás juzgado -entre mil</em>. Lo mismo: <em>En la tierra de Matadura, -quien no trabaja no manduca</em>.</p> - -<p><em>En eso estaba pensando.</em>—Ironía con que -niega uno lo que le piden.</p> - -<p><em>En la mula de San Francisco.</em>—Cuando -uno camina á pie.</p> - -<p><em>En Cantillana, el que madruga se levanta -de mañana.</em></p> - -<p><em>¿En qué mes cae Santa María de Agosto?</em>—Á -los simples; como <em>¿La mujer del -quesero que será?</em></p> - -<p><em>El polluelo del labrador y el bizcocho de -la monja traen costa.</em>—Dan poco para que -les den mucho; ó <em>El mensajero de Villamelera, -lo que trae en el papo lo lleva</em>.</p> - -<p><em>El primer año, doctor; el segundo, licenciado; -el tercero, bachiller; el cuarto, estudiante; -el quinto, ignorante que comienza -y quiere saber.</em>—Atrás como el cangrejo es -este progreso, aplicable de lleno á los estudiantes -del día, gracias á los excelentes planes -de enseñanza que nos desasnan.</p> - -<p><em>El tal por tal debe ser igual, como el -tanto por tanto, que es otro tanto.</em>—Aclárase -por el otro: <em>El tal por tal es bueno, si -es tanto, como tanto por tanto</em>.</p> - -<p><em>El tejedor del villar huelga toda la semana, -y el domingo quiere trabajar.</em></p> - -<p><span class="pagenum" id="Page_118">[Pg 118]</span></p> - -<p><em>El tiempo lo cura todo, ó lo pone del lodo</em>; -ó <em>El tiempo aclara las cosas y el tiempo las -oscurece</em>.—Contra los que fían demasiado -del tiempo diciendo: <em>El tiempo cura las cosas</em>; -ó <em>El tiempo y yo, para otros dos</em>, como -repetía Felipe II. Lo mismo: <em>El tiempo todo -lo trae y todo se lo lleva</em>.</p> - -<p><em>El toro se lo rompa.</em>—Al que trae vestido -nuevo, con ironía.</p> - -<p><em>El villano y el nogal, á palos dan lo -que dan.</em></p> - -<p><em>El mejor lance de los dados es no jugarlos</em>; -ó <em>El mejor nadar es guardar la -ropa</em>.</p> - -<p><em>El mejor pienso del caballo es el ojo del -amo; y con la cebada que le sobra, fregarle -la cola</em>; ó <em>El pienso mejor es el ojo del señor</em>.</p> - -<p><em>El mozo bueno, bueno es; de tres torreznos, -dadle los dos, y el mandado hacéoslo -vos.</em></p> - -<p><em>El buen estudiante, harto de sueño y -muerto de hambre.</em>—Se supone no de estudiar, -sino de andar á picos pardos y ser gastador.</p> - -<p><em>El buen hombre al sol se seque.</em>—Ironía -y maldición.</p> - -<p><em>El buen vino ha de ser añejo, y ha de tener -buen olor, y buen color, y buen gusto, y -mal dejo.</em>—Mala gana de dejarlo de la boca; -esperábase <em>buen dejo</em>.</p> - -<p><em>El caso es que me caso, y no hay más -caso.</em>—Linda repetición.</p> - -<p><span class="pagenum" id="Page_119">[Pg 119]</span></p> - -<p><em>El caballo del rey cayó á mi puerta, -y en mi portal la haca de la reina.</em>—De -los que se jactan de vanos favores de los -mayores.</p> - -<p><em>El que las sabe, las tañe; y eran campanas.</em></p> - -<p><em>El que no tiene casa de suyo, vecino es -de todo el mundo.</em></p> - -<p><em>El convite del cordobés: ya habréis almorzado, -no querréis comer.</em>—Pasan por -tacaños los cordobeses: no lo sé por experiencia. -Las gentes maliciosas siempre achacan -á otros las cosas. Así otros dicen de los -toledanos: <em>El convite del toledano: bebiérades, -si hubiéredes almorzado</em>.</p> - -<p><em>El papagayo tiene cuartanas, porque no -le dan almendras confitadas.</em>—Contra regalones.</p> - -<p><em>El pensar no es saber.</em>—Del que menudea -el <em>pensé que</em>; y le dicen: <em>penseque</em>, <em>asneque</em>, -<em>burreque</em>.</p> - -<p><em>El pobre que pide pan, carne toma si se -lo dan.</em></p> - -<p><em>El potro de Merlín, cada día más ruín.</em></p> - -<p><em>Él se sabe su canción con dos guiaderas.</em>—Del -doblado.</p> - -<p><em>El ser señor no es saber; más eslo el saberlo -ser.</em>—Sentencia bien torneada.</p> - -<p><em>El secreto de Anchuelo, que lo decía -dando voces</em>; ó <em>secreto á voces</em>.</p> - -<p><em>El sastre que no hurta no es rico por la -aguja.</em>—Todos son sisadores.</p> - -<p><span class="pagenum" id="Page_120">[Pg 120]</span></p> - -<p><em>El día de hoy no hay de quién fiar.</em>—Como -<em>Hoy no se fía aquí, mañana sí</em>; y <em>El -día de mañana no le vimos</em>.</p> - -<p><em>El dormir no quiere prisa, ni la prisa -quiere dormir.</em></p> - -<p><em>El dolor de cabeza es mío, y las vacas son -nuestras.</em>—El trabajo, para el particular; y -el provecho que de él se saca, para la comunidad.</p> - -<p><em>El fraile predicaba que no se debe hurtar, -y él tenía en el capillo el ansar.</em></p> - -<p><em>El gaitero de Arganda, que le dan uno -por que comience y diez por que lo deje.</em>—Tan -bien lo hace. Ó <em>El gaitero de Bujalance, -un maravedí por que tanga y diez -por que acabe</em>.</p> - -<p><em>El barato de Juan del Carpio.</em>—Aporreó -á su mujer, pidiéndole barato, y al revés: <em>El -barato de Cordovilla</em>.—Que alumbró toda la -noche á los jugadores por el barato, y ellos -le dieron con el candelero en la cabeza.</p> - -<p><em>El bobo de Coria, que empreñó á su madre -y hermanas, y preguntaba si era pecado.</em></p> - -<p><em>El buen escribano, primero el borrón que -la pluma en la mano.</em></p> - -<p><em>Años no me lleves, que meses los que -quisieres.</em>—Es pedir que no le den de comer, -pero que le hinchan el pancho.</p> - -<p><em>Ea, caballeros, que entre señores no ha -de haber pesadumbres; y eran tejedores.</em></p> - -<p><em>¿Heredástelo ó ganástelo?</em>—Que lo heredado<span class="pagenum" id="Page_121">[Pg 121]</span> -se gasta con menos duelo que lo ganado -por sí mismo.</p> - -<p><em>El aliño de Pedro Fernández, que vino -el jueves y fuése el martes.</em>—Fuése dos días -antes de venir.</p> - -<p><em>El alfayate de la encrucijada, que ponía -el hilo de su casa</em>; ó <em>El sastre del campillo, -que cosía de balde y ponía el hilo</em>; ó <em>del cantillo</em>, -como dicen otros; ó <em>El alfayate del -castillo, que hacía la costura de balde y ponía -el hilo</em>.—Este refrán, del cual conozco -hasta diez variantes, dícese del que pide gollerías.</p> - -<p><em>El sastre de Ciguñuela, que pone la costa -y hace de balde la obra. El sastre de Peralvillo, -que hacía la costura de balde y ponía -el hilo. El sastre de Piedras Albas, que ponía -el hilo de su casa. El sastre del cantillo, -que cosía de balde y ponía el hilo.</em></p> - -<p><em>El abad de la Magdalena, si bien come, -mejor cena.</em>—Adversativa en la forma, -que refuerza más que si fuera copulativa; -como <em>El asno chiquillo, siempre borriquillo</em>, -donde se esperaba algo que saliera -en su favor.</p> - -<p><em>El abad de Bamba, lo que no puede comer -dalo por su alma.</em></p> - -<p><em>El invierno en Burgos, y el verano en -Sevilla.</em>—Esperábase todo lo contrario; pero -es que tienen comodidad las viviendas en -cada lugar para estos tiempos. Atribuyen el -dicho á Isabel la Católica.</p> - -<p><span class="pagenum" id="Page_122">[Pg 122]</span></p> - -<p><em>El olivar de Lope de Rueda.</em>—Alusión á -las olivas del olivar que sólo tenían en esperanza. -Como <em>Hijo no tenemos y nombre le -ponemos</em>; y <em>No asamos y ya empringamos</em>.</p> - -<p><em>El olivar, hacerte ha bien, si le haces -mal.</em>—Requiere atocharle y cortarle las ramas -viejas para renovarse y varearle al coger -la aceituna.</p> - -<p><em>El hombre desgraciado, en la cama se -despalda.</em>—¡Ya es tener mala suerte!</p> - -<p><em>El oficio del gato: matar el rato.</em>—Al -ratón. De los que no dejan sus mañas; lo -mismo que: <em>El oficio del perezoso</em>.</p> - -<p><em>El lobo harto de carne métese fraile.</em>—Dícese -del que, harto y regalado, trata de la -estrechez que deben guardar los religiosos, -estando él tan lejos de imitarles como el -lobo. Y aplícase á otras cosas, conforme al -otro refrán: <em>Médico, cúrate á tí mismo</em>.</p> - -<p><em>El lunes á la Parla, el martes á Paliza, -el miércoles á Puño en rostro, el jueves á -Cocea, el viernes á la Greña, el sábado -Cierne y masa, el domingo descansa.</em>—De -las vecinas del barrio, que por parlar y holgar, -sus maridos las castigan á puñete, palo -y coz, etc.</p> - -<p><em>El lunes mojo, el martes lavo, el miércoles -cuelo, el jueves saco, el viernes cierno, -el sábado maso; el domingo, que yo hilaría, -todos me dicen que no es día.</em>—De los -perezosos y para poco, que todo se les va en -preparativos y aun en propósitos.</p> - -<p><span class="pagenum" id="Page_123">[Pg 123]</span></p> - -<p><em>El sabio de Almudévar, Pedro Zaputo.</em>—Por -ironía del necio; como <em>El santo macarro -jugando al abejón</em>.</p> - -<p><em>Él se sabe su salmo.</em>—Del astuto.</p> - -<p><em>Aquélla es mi nuera, la de los pabilones -en la rueca; y aquélla es mi hija, la que bonito -hila.</em>—De los que alaban sus agujetas.</p> - -<p><em>Aquí es donde se daban los frailes de -capillazos por falta de piedras.</em>—Ironía -para decir que hay allí muchos guijarros.</p> - -<p><em>Aquí estáis vos, y la horca vacía.</em>—Hablando -de un bellaco.</p> - -<p><em>Aquí cómense las capas.</em>—Dícese donde -hay aire frío y no se puede parar. Metáfora -con ironía de los que venden las capas con -necesidad para comer y dicen es para que -no se coman de polilla.</p> - -<p><em>Aquí venden ropa.</em>—De lugar airoso -y frío.</p> - -<p><em>Apagar el fuego con aceite.</em>—En vez de -remediar la cosa, la enconan y encienden -más.</p> - -<p><em>El maestro Ciruela, que no sabía leer y -puso escuela</em>; ó <em>Aprendiz de Portugal: no -sabe coser y quiere cortar</em>.</p> - -<p><em>Ave por ave, el carnero si volase.</em>—Así -al carnero, cabrito, etc., llamaba el ventero -de la segunda parte del <em>Quijote</em> (c. 59) <em>aves -de la tierra</em>, en oposición á <em>las pajaricas -del aire</em>.</p> - -<p><em>Amigo por amigo, mi pan y mi vino.</em>—Como -<em>Ave de tuyo</em>.</p> - -<p><span class="pagenum" id="Page_124">[Pg 124]</span></p> - -<p><em>Arremangóse pereza, y echó fuego á la -leña.</em></p> - -<p><em>Arriba, caudal; y jugaba las hormas.</em></p> - -<p><em>Arrópate, que sudas.</em>—Al que de poco se -cansa.</p> - -<p><em>Achaques al jueves, para no ayunar el -viernes.</em></p> - -<p><em>Ande la recua, que ya está cargada.</em>—Á -los corcovados.</p> - -<p><em>Antes de mil años, todos seremos calvos.</em>—De -lo muy lejano.</p> - -<p><em>Asienta, escribano, que una blanca me -debe fulano.</em>—Es el testamento del gallego, -entre cuyos capítulos era uno: «que dejo á -mi hermano un olivar, que no tiene olivos -ni dónde plantar»; otro: «una camisa, que no -tiene faldas, pechera ni mangas».</p> - -<p><em>Aciértalo tú, que yo lo diré.</em></p> - -<p><em>¿Adónde pondremos este santo?</em>—Del -que se regala y se estima en mucho.</p> - -<p><em>Adivino de Salamanca, que no tiene dinero -quien no tiene blanca.</em>—Como la ciencia -de Pero Grullo, que á la mano cerrada -llamaba puño.</p> - -<p><em>Adelante los de Cascante, siete con tres -orejas y las dos lleva el asno.</em>—Por la cuenta, -entre todos no había más que una oreja. Motéjalos -de ladrones desorejados.</p> - -<p><em>Agua, agua, que se quema la fragua.</em></p> - -<p><em>Agua lo dió, y agua lo llevó.</em>—Del tabernero, -á quien el agua le inundó la bodega.</p> - -<p><span class="pagenum" id="Page_125">[Pg 125]</span></p> - -<p><em>Agudo como punta de colchón, ó de majadero.</em>—Contra -el rudo y romo.</p> - -<p><em>Agradecédmelo, vecinas, que echo salvado -á mis gallinas.</em>—Contra los que quieren -se les agradezca lo que interesadamente -emprenden.</p> - -<p><em>Más acá hay posada.</em>—Sofrenada al que -se alarga en mentir y encarecer, como <em>Baja -acá, Marica</em>, ó <em>Baja acá, gallo, que estás -encaramado</em>.</p> - -<p><em>Alabaos, nariguda.</em>—Como <em>Alábate, burro, -que te crece el rabo</em>; y <em>Alábate, cesto, -que venderte quiero</em>; ó <em>Alábate, polla, que -un huevo has puesto, y ese huero</em>.</p> - -<p><em>Alegraos, perros, que ya podan.</em>—Á las -esperanzas largas.</p> - -<p><em>Algarabía de allende, que el que la habla -no la entiende.</em>—De aplicación continua -en estos tiempos de <em>ignorancia española</em>, -en que somos tantos los <em>intelectuales</em>.</p> - -<p><em>Algo ajeno no hace heredero.</em></p> - -<p><em>Algún ciego me quisiera ver.</em>—¡Y tanto!</p> - -<p><em>Albricias, padre, que el obispo es chantre.</em>—Del -que se alegra neciamente, cuando -debiera llorar.</p> - -<p><em>Alquimista certero, del hierro pensó hacer -oro, é hizo del oro hierro.</em></p> - -<p><em>Al revés me la vestí, mas ándese así.</em>—Contra -flojos y desaliñados, y los que no enmiendan -sus defectos.</p> - -<p><em>Así medre mi suegro, como la rama tras -el fuego.</em></p> - -<p><span class="pagenum" id="Page_126">[Pg 126]</span></p> - -<p><em>Ángel patudo, que quiso volar y no pudo.</em></p> - -<p><em>Anda, mozo, anda, de Burgos á Aranda; -que de Aranda á Extremadura, yo te llevaré -en mi mula.</em>—Pasado el puente de -Aranda ya se está en Extremadura, como lo -dice este nombre, <em>extremun Duriæ</em>, extremo -del río Duero, el río de Aranda.</p> - -<p><em>Andar á caza con hurón muerto.</em></p> - -<p><em>¿Hay más pan que rebane este fraile?</em>—Del -gorrón.</p> - -<p><em>Ahí me las den todas.</em>—En otro, donde -no duele.</p> - -<p><em>Ayuna, como el cuervo en el arado y la -gallina en casa.</em></p> - -<p><em>¿Ayunáis, gallego?</em>—<em>Sí, á pesar de o -demo.</em></p> - -<p><em>Ayúdame aquí, don Estorba.</em></p> - -<p><em>Ahora te lloraré, abuelo, después de un -año muerto.</em></p> - -<p><em>Aramos, dijo la mosca, y estaba en el -cuerno del buey.</em>—Á los que no siendo nada -dan á entender que son mucho, y no teniendo -parte en las cosas se venden como -principales en ellas.</p> - -<p><em>Al ojo con el codo.</em>—Del restregarse los -ojos, que ha de ser con el codo, lo cual es -imposible: por no decir que jamás se ha de -restregar. Es como lo otro de que sólo conviene -tomar el sol los meses que no tienen -<em>r</em>, que son los calurosos, cuando nadie -lo apetece.</p> - -<p><em>Al diablo que no vi, beso que le di.</em>—Ironía<span class="pagenum" id="Page_127">[Pg 127]</span> -de lo que nunca vió y desprecio de lo que -no se conoce.</p> - -<p><em>Al fiar, vista, dulcedo; al pagar, á tí -suspiramos.</em></p> - -<p><em>Al que te quiere comer, almuérzale primero.</em></p> - -<p><em>Al que te quiere mal, cómele el pan; y al -que bien, también.</em>—Es decir, que <em>hay cosas -que parecen mangas; vueltas del revés, -mangas otra vez</em>.</p> - -<p><em>Á asno lerdo, modorro arriero</em>; ó <em>Á asno -tocho, arriero tonto</em>; ó <em>Á asno tonto, arriero -modorro</em>.—El sentido es que á uno mal inclinado -ó que necesita de corrección hásele -de dar quien pueda enderezarle. Y con todo -eso, en vez de darle un buen maestro ó guía -que carezca de las malas mañas del discípulo, -dice que le den otro que sea horma de -su zapato y tan avieso como él. Además de -estas tres variantes, se dijo poniendo <em>recuero</em> -por <em>arriero</em>.</p> - -<p><em>Á Aznaga por aceite, y á la Granja por -naranja.</em>—Es como pedir peras al olmo y -cinco pies al gato, pues en tales lugares no -se dan esos frutos.</p> - -<p><em>Á ese paso, llevaos mi mula</em>; ó <em>Á ese precio -vendimiado es lo mollar</em>; ó <em>Para eso no -necesitábamos alforjas</em>.—En vez de <em>es demasiado -caro lo que pedís</em>, se le da encima -la mula. Sin ironía dijo Jesucristo que al que -le quiten la capa le den el sayo también.</p> - -<p><em>Á esotra puerta, que ésta no se abre.</em>—No<span class="pagenum" id="Page_128">[Pg 128]</span> -es despedir á uno, como parece á primera -vista. Dícese cuando no responde un -sordo ú otros, y en vez de decir ¿qué queréis?, -hablando uno por el desatento, dice: -no oigo.</p> - -<p><em>Á escudero pobre, carbón de cañuto.</em>—El -carbón de cañuto se gasta mucho y dura -poco, y el escudero pobre había menester -lo contrario, lo que dice el otro refrán: <em>Á escudero -pobre, taza de plata y cántaro de -cobre</em>, por que le dure.</p> - -<p><em>¿Á cómo vale el quintal de hierro? Dadme -una aguja.</em>—Contra los que para comprar -una nonada se informan y preguntan á -cómo vale la arroba.</p> - -<p>Aquí del <em>¡eche usted jierro! ¡quite usted -jierro!</em></p> - -<p><em>Á propósito, Dr. Jarro.</em>—Al gorrón borracho, -y puede servirle de comentario el -siguiente sucedido, que no cuento, y fué en -Tudela. Merendaban en el campo unas costillas, -y vieron venir hacia ellos un conocido -gorrón.—Cuidado con convidarle.—Llega, -nota que no le invitan, y <em>á propósito</em> de haberle -preguntado que qué le hizo á fulano -el otro día cuando le faltó en la taberna, y -respondiendo él que ¿qué le podía hacer? -Paciencia—repone uno de los de la merienda:—Haberle -roto las <em>costillas</em>.—Tómale -la palabra el de gorra, y sentándose muy -frescamente, dice: <em>¡Pa no hacer disprecio...!</em>. -Y dió en las <em>costillas</em> con tan fiero<span class="pagenum" id="Page_129">[Pg 129]</span> -y hambriento diente, que hubieron de apretar -los otros los suyos para que no les dejase -en ayunas, y sus propias costillas por no -descostillarse de risa.</p> - -<p>Y á propósito también de equívocos, no -es malo el siguiente refrán con su comento -de un grave autor antiguo, de principios del -siglo <span class="allsmcap">XVII</span>. «<em>Á teatino, ni el dedo menino</em>». -(Que no se les ha de dar entrada ni en muy -mínima cosa, porque no se alcen con todo; -ya es notorio á quiénes llaman teatinos en -Castilla. Dícelo aquel jeroglífico «pues que -nadie te atina, yo te atino, dinero mío»).</p> - -<p><em>Á tí lo digo, hijuela; entiéndelo, mi nuera.</em></p> - -<p><em>Á tu tía.</em>—Despidiendo, que se vaya con -Dios. O como dice otro: <em>Á Tuta, que es lugar -de limosnas</em>, ó <em>á Tetuán</em>. Despide y -burla del que pide lo que le quieren dar, remitiéndole -adonde no halle bien ninguno. -<em>Tuta</em>, lugar imaginario, y <em>tu-tía</em> por el sonsonete: -equivalen á <em>pedir</em>; <em>tute</em> y <em>tus-tus</em> explican -la etimología del <em>tu-ta</em>, <em>tu-s</em>, <em>tu</em>=<em>to</em>, -llamar á uno y pedir en éuskera.</p> - -<p><em>Á vísperas dan paz.</em>—Por lo que es fuera -de sazón, pues la paz se da en la misa y no -en las vísperas.</p> - -<p><em>Á maravedí el palmo.</em>—Dícese en lo que -á uno no le va ni le viene, ni maldito lo que -le importa en lo que se entremete.</p> - -<p><em>Á más priesa, más vagar.</em>—Paradoja -bien clara en <em>Vísteme despacio, que estoy -de prisa</em>.</p> - -<p><span class="pagenum" id="Page_130">[Pg 130]</span></p> - -<p><em>Á mí que no pido.</em>—Cuando se reparte -algo, los muchachos todos piden y son importunos; -el que no lo es, tomando su modestia -por derecho, dice el refrán. Otros -muchos, por no parecer muchachos, dícenlo -para su capote. Á todos alcanza el dicho.</p> - -<p><em>¡Ay, ay, ay!, que me quejo y no tengo mal.</em></p> - -<p><em>Ahí es, junto á casa.</em>—Ironía cuando está -muy lejos aquello por que se pregunta.</p> - -<p><em>Hay hombres bestias como ansares pardas.</em>—Por -no decir que hay pocos que no -lo sean.</p> - -<p><em>¡Ay qué trabajo, vecina; el ciervo muda -el penacho cada año, y vuestro marido cada -día!</em>—Pulla manifiesta.</p> - -<p><em>Á ésta no la toco, á ésta no la toco.</em>—Del -que finge no querer y se lo está comiendo -con los ojos, y así otros añaden: <em>y todas se -las comió</em>. Suele pasar á los niños bien criados, -á quienes se les enseña á rehusar cortesmente -en sociedad cuando se les ofrece -algo. Sólo que después resulta que si el ofrecimiento -es sincero y acaba por aceptar, -como debe hacerlo, no deja ni las raspas y -muestra su mala crianza, en lo que quiso -mostrarla demasiado esmerada. Otra variante: -<em>Á éste le dió, á éste no le dió, y todos -se los comió</em>.</p> - -<p><em>¡Á ellos!, ¡á ellos!; é iban huyendo.</em>—Entiéndese -que lo decían los que huían.</p> - -<p><em>¡Á ellos, padre! Vos á las berzas, y yo á -la carne: y si os sentís agraviado, vos á las<span class="pagenum" id="Page_131">[Pg 131]</span> -berzas, y yo al jarro.</em>—Es la figura retórica -<em>aprosdoqueton</em>, que denota lo que no se esperaba; -se espera una cosa y dispara en otra -irónicamente. Como decimos: <em>el que parte, -bien reparte</em>; <em>bien</em> para sí, por supuesto.</p> - -<p><em>Á la sierra, ni dueña ni cigüeña.</em>—Modo -de decir que las dueñas se meten en -todo, pues se las encuentra hasta en despoblado, -aunque el dicho diga de hecho lo -contrario.</p> - -<p><em>Á la dicha que habéis, padre, ahorcado -habéis de morir.</em>—Otro <em>aprosdoqueton</em>. -<em>Dicha</em> vale buena y mala ventura, como -suerte y casualidad, y aunque de suyo díjose -de la buena, por el irónico modo de hablar -tomó también el valor opuesto, como -sucede en otros vocablos, por antítesis, -como dicen. Por ejemplo, en el <em>Quijote</em> -(I, c. 40): «si á dicha se pierden, ó los cautivan, -sacan sus firmas»: es decir, si por mala -suerte.</p> - -<p><em>Á la boda de Don García, lleva pan en la -capilla.</em>—Es paradoja, pues en las bodas -suele haber abundancia; pero enseña que -nadie se fíe en hacienda y provisión ajena, -por rico que sea el otro y favorecedor que -se presente.</p> - -<p><em>Á la boda del herrero, cada cual con su -dinero.</em>—También parece paradoja; como -todos han menester de él en los pueblos chicos, -van en su boda á ofrecerle, en vez de -comer á su costa.</p> - -<p><span class="pagenum" id="Page_132">[Pg 132]</span></p> - -<p><em>Á la boda del horno, perdió Mariquita -el bollo.</em>—Paradoja clara, y la sentencia bien -se clarea tras la metáfora.</p> - -<p><em>Á la borracha, pasas.</em>—Lo que ella quisiera -fuera vino: dénselo en pasas.</p> - -<p><em>Á la borrica arrodillada doblar la carga.</em>—En -vez de aliviársela; como <em>al que no -quiere taza, taza y media</em>.</p> - -<p><em>Á la buena, júntate con ella, y á la mala, -ponla la almohada.</em>—No por darle gusto, -sino porque haga sus visitas de puro cumplido -y se parta cuanto antes.</p> - -<p><em>Á la vieja que no puede andar, meterla -en el arenal.</em>—Desayudarla; en vez de sacarla -del atolladero, meterla en otro peor.</p> - -<p><em>Á la mosca, que es verano.</em>—Dícenlo por -los que se van libres de amo.</p> - -<p><em>Á la muerte no hay remedio cuando -venga sino tender la pierna.</em>—Dejarse morir, -que es remedio eficaz para salir del paso.</p> - -<p><em>Á la mula con halago, y al caballo con el -palo.</em>—Al revés te lo digo, para que me entiendas.</p> - -<p><em>Á la mujer barbuda, de lejos me la saluda, -con dos piedras, que no con una.</em></p> - -<p><em>Á la mujer ventanera, tuércela el cuello -si la quieres buena.</em>—Buen remedio acabar -con ella; pero no hay otro, porque es resabio -sin remedio.</p> - -<p><em>Á las veces más vale el vino que las heces.</em>—Esperábase -oir todo lo contrario; como -<em>lo barato es caro</em>.</p> - -<p><span class="pagenum" id="Page_133">[Pg 133]</span></p> - -<p><em>Á los de la facultad no llevamos dinero.</em>—Así -un albéitar á un médico que le pagaba -la cura de su mula.</p> - -<p><em>Á nadar anadinos, patos y patinos; entrad -vos, patón, nadaréis mejor.</em>—En vez -de lo haréis peor.</p> - -<p><em>No hay cosa mejor dicha que la que está -por decir.</em>—Paradoja, aconsejando el secreto -y la discreción.</p> - -<p><em>Á segar son idos tres con una hoz.</em>—Suéltase -el problema irónico: <em>mientras uno -siega holgaban los dos</em>.</p> - -<p><em>¡Ah, señor, por quien tú eres, no se acaben -las mujeres!</em>—En vez de decir: ojalá -cargue con todas el diablo.</p> - -<p><em>Á su tiempo viene lo que Dios envía y -quiere</em>; y <em>Á su tiempo se cogen las uvas, -cuando están maduras</em>.—Esperábase más -honda razón. Y es la explicación de Don -Quijote á Sancho del por qué le dolían todas -las espaldas, declarándoselo profundamente, -que como el palo con que le molieron -era largo y tendido, le dolía cuanto el palo -le cogió, y «si más te cogiera más te doliera».</p> - -<p><em>Á jueces galicianos, con los pies en las -manos.</em>—Á magistrados codiciosos ó gallegos, -llevarles aves asidas por los pies con -las manos.</p> - -<p><em>Á Dios y á ventura dígola abutarda.</em>—Siendo -la guía, debiera saber el camino, -y llama gobernador al desgobernador y<span class="pagenum" id="Page_134">[Pg 134]</span> -que no sabe de trazas ni lo que se pesca.</p> - -<p><em>Á Dios y veámonos, y eran dos ciegos.</em>—Como -<em>veamos, dijo el ciego, y nunca -veía</em>.</p> - -<p><em>Á Dios, Benavente, que se parte el Conde; -y salía un cocinero.</em>—De la población llamada -Benavente; como <em>Á Dios, Madrid, que -te quedas sin gente</em>.</p> - -<p><em>Á Dios, que pinta la uva.</em>—los mozos -que se despiden del amo, cuando más los -había menester.</p> - -<p><em>Á Dios, paredes, que me voy á ser santo; -é iba á ser ventero.</em>—Tan de buena conciencia -como el que armó caballero á Don Quijote.</p> - -<p><em>Á do te quieren mucho, no vayas á menudo.</em>—Y -no es ironía; para no cansar y hacer -que te dejen de querer. Sentencia bien -honda y práctica.</p> - -<p><em>Á dos palabras, tres porradas.</em>—Habla el -necio dos palabras y son tres necedades.</p> - -<p><em>Á falta de hombres buenos, hicieron á -mi padre alcalde.</em>—De quien el hijo no tenía -muy buena opinión que digamos.</p> - -<p><em>Á falta de caldo, buena es la carne.</em>—Como -<em>á falta de pan, buenas son tortas</em>; ó -<em>á falta de vaca, buenos son pollos con tocino</em>.</p> - -<p><em>Á bien te salgan, hijo, tus barraganadas.</em>—Ironía -contra los presuntuosos. Barraganadas -son valentías; y prosigue: <em>El -toro estaba muerto, y hacíale alcocarras<span class="pagenum" id="Page_135">[Pg 135]</span> -con el capirote desde las ventanas</em>, que hoy -diríamos <em>le quería capear desde la talanquera</em>.</p> - -<p><em>Á buey viejo, cencerro nuevo.</em>—Cosas -desproporcionadas, y en particular el que -casa de viejo con mujer moza; ó <em>á casas viejas, -puertas nuevas</em>.</p> - -<p><em>Á buen santo lo encomendáis.</em>—Á quien -no tiene influencias, santo de poca cabida -con Dios.</p> - -<p><em>Á buen comer ó mal comer, tres veces -beber: la primera pura, la segunda como -Dios la crió en la uva, la tercera como sale -de la cuba.</em>—Siempre y en todo caso buen -trago y de lo no bautizado.</p> - -<p><em>Á buen tiempo hemos llegado.</em>—Del -tiempo trabajoso y del verse desdeñados.</p> - -<p><em>Á buen viento está la parva.</em>—Del descuidado -é inepto.</p> - -<p><em>Á buscarla ando, la mala de la rueca, y -no la hallo.</em>—Dicen que lo dice la perezosa, -que carga á la rueca la culpa de su dejadez.</p> - -<p><em>Á quien da y toma, nácele una corcova.</em>—Los -muchachos á los cicateros, mudando -irónicamente el otro: <em>Á quien da y toma, -nácele una corona</em>, que el dar le fué granjeo, -porque el que siembra coge.</p> - -<p><em>Á quien da no escoge; y dábanle de -palos.</em></p> - -<p><em>Ha comido cazuela.</em>—Dícenle á uno que -se pasea por no tener blanca.</p> - -<p><em>Allá va la lengua, do duele la muela.</em>—El<span class="pagenum" id="Page_136">[Pg 136]</span> -que mejor lo aplicaba fué el que lo decía -á las vecinas del barrio, cuando hablaban -mal de otras, pues acaece las más veces que -lo que más critican es lo que más falta les -hace, y esto aunque no sean vecinas del barrio. -Y confírmalo el otro refrán: <em>Allí perdió -la dueña el honor, donde habló mal y oyó -peor</em>.—Porque <em>Allí tiene la gallina los ojos, -donde tiene los huevos y pollos</em>.</p> - -<p><em>Año de siete, ¡quién lo oyese y no lo -viese!</em>—Común y antigua creencia es que -en las enfermedades el seteno día, y en la -vida el año siete y todos sus múltiplos, son -peligrosos. Aun en las frutas, cada año de -siete no lo tienen por bueno los labradores, -porque dicen que parece que descansa en él -la tierra. Los hebreos no sembraban el año -séptimo; pero era por el septenario de la -creación con su descanso final, como en la -semana, que terminaba en sábado ó descanso. -El que quiera enterarse de las virtudes -y daños del número siete lea lo que de -Varron trae Aulo Gelio, en el capítulo 10 del -libro 3.º de sus <em>Noches áticas</em>, donde, entre -otras mil, trae esta misma supersticiosa -creencia. «En los septenarios se verifican -los que llaman <em>climacteres</em> los Caldeos, las -crisis peligrosas de la vida del hombre y de -su fortuna». Estos mismos datos y otros -muchos de diversos autores recuerdo haber -leído en el primero de los Diálogos que escribió -en riquísimo castellano el P. Fray<span class="pagenum" id="Page_137">[Pg 137]</span> -Juan de Pineda sobre la Agricultura cristiana, -libro raro, de lo mejor que se ha escrito -en castellano, fuera de su desmesurada extensión, -pues consta de dos tomos en folio; -hállase en la Biblioteca Nacional.</p> - -<p><span class="pagenum" id="Page_138">[Pg 138]</span></p> - - - - - - -<div class="chapter"> -<p><span class="pagenum" id="Page_139">[Pg 139]</span></p> -<div class="figcenter illowp100" id="p139ilo" style="max-width: 31.25em;"> - <img class="w100 p6 p6b" src="images/p139ilo.jpg" alt="p139ilo" /> -</div> -<h2 class="nobreak">El imperfecto y el futuro de subjuntivo -en el «Quijote»</h2> -</div> - - -<p>Bajo esta denominación siguen estudiándose -en nuestras gramáticas las tres formas -verbales, <em>ra</em>, <em>ría</em> y <em>se</em>, <em>amara</em>, <em>amaría</em> y -<em>amase</em>, para eterno baldón de nuestros arrestos -científicos en achaque de lingüística. Ni -<em>amara</em> ni <em>amaría</em> son imperfectos, ni <em>amaría</em> -es subjuntivo, ni estos tres tiempos significan -lo mismo, para que sigan unidos en feroz -maridaje bajo una misma denominación. En -ello convienen Bello y Benot, y todos los extranjeros. -Dejemos por ahora la forma <em>amaría</em>, -que es de indicativo, y estudiemos un -poco las otras dos, y con ellas sus compuestos -correspondientes <em>hubiese amado</em> y <em>hubiera -amado</em>.</p> - -<p>Las formas <em>amase</em>, <em>hubiese amado</em>, siempre -son subordinadas de pasado, esté expreso -ó tácito el verbo subordinante; y esto,<span class="pagenum" id="Page_140">[Pg 140]</span> -en todos los monumentos antiguos, antes del -clasicismo y en el clasicismo, y hoy día; es -decir, que es un imperfecto del subjuntivo -ó, mejor dicho, del conjuntivo.</p> - -<p>Proviene <em>amase</em> de <em>ama-vi-ssem</em>, que tenía -el mismo empleo y valor. Conviene entender -bien este empleo para no confundir -este tiempo con <em>amara</em>, como se confunde -hoy, y no se confundía en tiempo de Cervantes. -<em>Amase</em>—repito—es siempre conjuntivo, -es decir, subordinado de otro verbo con <em>que</em> -expreso ó tácito, é indica tiempo pasado. -Véanse estos ejemplos del <em>Quijote</em>, entre -otros mil<a id="FNanchor_14" href="#Footnote_14" class="fnanchor">[14]</a>: «Consideren lo mucho, que -<em>estuuo</em> despierto por dar la luz de su obra -con la menos sombra que <em>pudiesse</em> (I, 3, 13). -Y sus historias ya que no las <em>quemassen</em>, -<em>merecian</em> que a cada una se le <em>echasse</em> un -sambenito, o alguna señal, en que <em>fuesse</em> conocida -por infame (II, 6, 20). Y la bolsa de -dinero, que le <em>dio</em> don Quixote, para lo que -<em>se ofreciesse</em> (I, 7, 26). No <em>estaua</em> tan claro, -que <em>pudiesse</em> echar de si rayos algunos -(II, 8, 27). Y diziendo que que <em>auia visto</em> en -ella, para no ponerla en el numero de las -otras, que <em>alargasse</em> la satira, y la <em>pusiesse</em> -en el ensanche, sino que <em>mirasse</em> para lo que -auia nacido (II, 8, 27). <em>Abraso</em> el templo famoso -de Diana... solo porque <em>quedasse</em> viuo -<span class="pagenum" id="Page_141">[Pg 141]</span>su nombre en los siglos venideros (II, 8, 28). -Y el dia siguiente, sin acontecerles cosa, que -de contar <em>fuesse</em> (II, 8, 30). Sin <em>auer hablado</em> -antes a su señora, pidiendola <em>fuesse</em> seruida, -de (I, 10, 32). Sin esperar son de trompeta ni -otra señal que los <em>auisasse</em> (II, 14, 51). Sobre -que medio se podria tomar, para reduzir a -don Quixote, a que <em>se estuuiesse</em> en su casa -quieto y sossegado, sin que le <em>alborotassen</em> -sus mal buscadas auenturas, de cuyo consejo -<em>salio</em>... que <em>dexassen</em> salir a don Quixote, y -que Sanson le <em>saliesse</em> al camino... y <em>trabasse</em> -batalla con el... y le <em>venciesse</em>... y que -<em>fuesse</em> pacto y concierto, que el vencido <em>quedasse</em> -a merced del vencedor (II, 15, 53)».</p> - - -<p>Así como el presente de subjuntivo se -subordina al de indicativo, así el imperfecto -<em>amase</em> se subordina á los tiempos pasados, -siempre con <em>que</em> expreso ó subentendido: -«Ni <em>procuro que</em> nadie me <em>tenga</em> por discreto -(II, 1, 4). <em>Mando</em> a un Capellán suyo se <em>informasse</em> -del Rector de la casa (II, 1, 3): suple -<em>que</em>. De cuyo consejo <em>salio</em>... <em>que dexassen</em> -salir a don Quixote (II, 15, 53)». Hoy dicen: -«Salio... <em>que dejaran</em>». En Cervantes <em>amara</em> -jamás se emplea en este caso: nunca es conjuntivo -de pasado.</p> - -<hr class="tb" /> - -<p>En las condicionales, <em>amase</em> se halla en -la hipótesis de tiempo pasado, y de ella pasó -más tarde á la apódosis, pero sólo cuando<span class="pagenum" id="Page_142">[Pg 142]</span> -hay también <em>amase</em> en la hipótesis, sin duda -por atracción; así como <em>amara</em>, que pasó de -la apódosis á la hipótesis. En Berceo siempre -hay <em>amase</em> en la hipótesis de pasado, nunca -<em>amara</em>. «Si tu nunca <em>moriesses</em>, viuir yo non -podría» (<em>Loor</em> 97). «Si nacido non <em>fuesse</em>, mucho -meior auria» (<em>Mil.</em>, 756). Lo mismo en el -<em>Poema del Cid</em>: «Dios que buen vassalo, si -<em>ouiesse</em> buen sennor» (20). «Que si non la -<em>quebrantas</em> por fuerça, que non gela <em>abriese</em> -nadi» (34). Otro tanto sucede en el <em>Quijote</em>: -«Si a los oydos de los Principes <em>llegasse</em> la -verdad desnuda, otros siglos correrian -(II, 2, 8). Y que si le <em>pareciesse</em> que tenia -juyzio le <em>sacasse</em>, y <em>pusiesse</em> en libertad -(II, 1, 3). Quando yo <em>quisiesse</em> oluidarme de -los garrotazos que me han dado, no lo consentiran -los cardenales, que (II, 3, 11). Que no -diran cosa por otra si <em>rebentassen</em> (II, 7, 23). -Bonico soy yo para esso, mal me conoce: -pues a fê que si me <em>conociesse</em>, que me <em>ayunasse</em>» -(I, 25, 115).</p> - -<p>Sólo cuando hay <em>amase</em> en la hipótesis, -puede ir <em>amase</em> en la apódosis, como en los -citados ejemplos. Es queja general que en -estos últimos años ha cundido en España el -uso de <em>amase</em> en la apódosis de las condicionales -fuera del caso dicho. Efectivamente, se -suele oir y leer: «si al menos hubiera tenido -la cordura del silencio, <em>hubiese</em> conservado -la vida», «yo te <em>hubiese</em> escrito, si hubiera -tenido ocasión». Cervantes hubiera empleado<span class="pagenum" id="Page_143">[Pg 143]</span> -<em>hubiera</em> en la hipótesis y en la apódosis, en -ambos casos. Que si le <em>pareciesse</em> que tenia -juyzio le <em>sacasse</em>; y no siendo pasado conjuntivo, -<em>amara</em>: Que <em>dixera</em> el señor Amadis, si -lo tal <em>oyera</em> (II, 6, 20). Nótese bien la diferencia: -en el primer ejemplo es puro conjuntivo -ó subjuntivo, subordinado, se subentiende el -<em>que</em>: <em>que le sacasse</em>; en el segundo es potencial, -no subordinado á otro verbo, sin <em>que</em>.</p> - -<p>La confusión que actualmente cunde entre -<em>amara</em> y <em>amase</em>, fuera de las condicionales, -es la causa de emplearse <em>amase</em> en la -apódosis de las condicionales fuera del único -caso en que se ha empleado hasta ahora. Y -esta confusión es de grandísima trascendencia -para el castellano. No se trata de una palabra -exótica que hiere más ó menos con -desapacible dejo los oídos de los puristas: -trátase de dos formas verbales de vital importancia -en la sintaxis castellana; mejor -dicho, de tres, porque, como veremos, también -el <em>amare</em> anda aquí en cartas.</p> - -<p>Á juzgar por la tendencia que arrastra á -esa confusión, las formas en peligro son -<em>amara</em> y <em>amare</em>, precisamente las más idiomáticas -de nuestro romance y las de matiz -más delicado. Es que no existen tales formas -en francés. Son flores demasiado exquisitas -para el gusto nivelador y cosmopolita de -ciertas gentes, que quisieran reducir el habla -á cuatro fórmulas breves comerciales, y -para quienes el inglés de oficina es el ápice<span class="pagenum" id="Page_144">[Pg 144]</span> -del ideal. Mal año para la estética del lenguaje, -para la literatura. Pero no de sólo -pan vive el hombre; y si los comerciantes -sajones prefieren la brevedad seca y escueta -de una fórmula, los meridionales han sido -siempre artistas y han concedido al elemento -estético del habla lo que se le debía conceder, -si el hombre es algo más que un alcabalero -ó que un trujamán. Si algo se nos da -por el arte, debemos oponernos con todas -nuestras fuerzas á que cundan entre nuestros -escritores esas teorías cosmopolitas de -lengua internacional, reducida á descarnados -guarismos. Venga, norabuena, esa lengua -para el comercio; pero déjennos para la -literatura y para la vida nuestra rica y hermosa -lengua castellana. Y para ello todos -nuestros esfuerzos estarán muy bien empleados -en desterrar el abuso, que hoy va cundiendo, -de confundir <em>amara</em> con <em>amase</em> por -una parte, y por otra estas dos formas con -<em>amare</em>. Los americanos, á quienes achacan -algunos el que vayan corrompiendo el castellano, -pudieran con mayor razón achacárnoslo -á los españoles en este y otros puntos.</p> - -<hr class="tb" /> - -<p>Hoy ponen los autores como sinónimos -<em>amara</em> y <em>amase</em> como imperfectos de subjuntivo; -es decir, subordinándose á otro -verbo, y correspondiendo al imperfecto y al -pretérito de indicativo. Horrible confusión,<span class="pagenum" id="Page_145">[Pg 145]</span> -que ha llegado ya al extremo de que ni los -gramáticos la tengan por tal. En Cervantes, -en los clásicos y en los monumentos más -antiguos, yo no he hallado <em>amara</em> con semejante -empleo. Sólo hay excepciones raras -(<em>Cid</em>, 3319, 3591), y casi siempre en la apódosis -de las condicionales, donde equivale á la -acepción potencial que vamos á ver siempre -en esta forma <em>amara</em>, y que puede compararse -con «Si non errasset, <em>fecerat</em> illa minus» -de Marcial (I, 22). Así en Berceo: «Si -a Millan crouiessen, <em>ficieran</em> muy meior» -(<em>S. Mill.</em>, 288). Hoy se dice: «dijo <em>que vinieras</em>»; -Cervantes diría: «dijo <em>que vinieses</em>».</p> - -<p><em>Amara</em> viene de <em>ama-ve-ram</em> = había -amado, y este valor de pluscuamperfecto lo -tuvo <em>amara</em> hasta el siglo <span class="allsmcap">XVII</span>, en que cayó -en desuso, tal vez por emplearse en tantas -otras acepciones. En Berceo: «Lo que les -<em>prometiera</em> el padre verdadero «Tardar non -gelo quiso por al dia tercero» (<em>S. Dom.</em>, 370). -En <em>Calila e Dymna</em>: entendio que el su saber -non le tenia pro, pues que non <em>usara</em> -del» (<em>Prólogo</em>). En esta acepción han vuelto -á resucitarlo modernamente, y no lo tengo -sino por muy loable, pues conviene á veces -echar mano de esta forma breve, para la velocidad -en la frase y para la poesía en vez -del compuesto <em>había amado</em>.</p> - -<p>No así el empleo de <em>amara</em> por <em>amé</em>, -<em>amaba</em>, <em>he amado</em>, confusión en que han -caído algunos, sin que les valga el que antiguamente<span class="pagenum" id="Page_146">[Pg 146]</span> -se empleó por el pretérito: «El -padre le <em>echara</em> fuera, | que nada le huvo -hablado, | A los dos <em>metiera</em> juntos... | Al -Cid <em>metiera</em> el postrero» (<span class="smcap">M. Pelayo</span>, <em>Antología</em>, -VIII, 55). Emplear <em>amara</em> por todos -los tiempos pasados de indicativo sería el -caos.</p> - -<hr class="tb" /> - -<p>El empleo propio de <em>amara</em> es el de un -<em>subjuntivo potencial</em>, que difiere de <em>amaría</em>, -verdadero potencial de indicativo, en que, -como toda forma de subjuntivo, siempre -lleva envuelta la idea de apreciación subjetiva, -de la que carecen las formas de indicativo, -las cuales enuncian el hecho objetivo -sin apreciación alguna subjetiva. Por ser -<em>amara</em> un <em>potencial</em>, conviene con <em>amaría</em>, -y por eso dijo tal vez Cuervo<a id="FNanchor_15" href="#Footnote_15" class="fnanchor">[15]</a> que se emplea -en nuestros clásicos «en frases que pudiéramos -llamar <em>potenciales</em>, en las cuales -se representan los hechos como meramente -<em>posibles</em>». Por ser <em>subjuntivo</em>, es decir, por -llevar consigo la duda, el deseo ó cualquiera -otra apreciación subjetiva, difiere <em>amara</em> de -<em>amaría</em>, y en este sentido pudo añadir el -mismo Cuervo que se emplea: (en frases...) -«que son en cierto modo oraciones condicionales -incompletas, por faltarles una hipótesis -vaga, que varía según los casos». Digo -<span class="pagenum" id="Page_147">[Pg 147]</span>que en este sentido, porque de otra manera -no veo que tales oraciones lleven <em>hipótesis -vaga</em> de ninguna especie, fuera del dudar, -desear, etc., del carácter subjuntivo.</p> - -<p>Véanse ejemplos con ese doble matiz de -potencial y de subjuntivo, pero sin hipótesis -alguna. En <em>Calila e Dimna</em>: «ca serie atal -como el mercadero perdidoso que vendio sus -piedras por vidrio que non valia nada, é <em>podiera</em> -haber del precio dellas riqueza para -en toda su vida» (c. 2). Aquí se está viendo -cómo del valor de pluscuamperfecto sale el -de potencial subjetivo, <em>había podido</em>, <em>hubiera -podido</em> ó <em>pudiera</em>. «E podrie acaescer -cosa por ello que <em>pesara</em> a mi et a ti» (íd.): -<em>que pudiera pesar</em>. «Non <em>debieras</em> tu decir -cerca del pozo, pues yo habia de ir al -caño» (íd.): <em>no debías haberme dicho</em>. «Desi -temime que non <em>pudiera</em> sofrir la su vida (de -religioso), et que me tornaria a la costumbre» -(íd.) «Et que dejaria algunas cosas que -tenia comenzadas et habria fechas ante de -que <em>hobiera</em> galardon». En estos mismos -ejemplos se halla la distinción entre <em>amara</em>, -subjuntivo ó subjetivo, y <em>amaría</em>, indicativo -ú objetivo.</p> - -<p>Vengamos al <em>Quijote</em>: Assi es, dixo el -Barbero, y <em>holgara</em> mucho saber, que trataran -aora los dos (II, 2, 7).—En la manta no -hize yo cabriolas, en el aire si, y aun mas de -las que yo <em>quisiera</em> (II, 3, 11).—Dizen algunos, -que han leydo la historia, que se <em>holgâran</em>,<span class="pagenum" id="Page_148">[Pg 148]</span> -se les <em>huuiera oluidado</em> a los autores della -algunos de los infinitos palos, que (II, 3, 11).—Tambien -<em>pudieran</em> callarlos por equidad (íd.)—Esso -<em>fuera</em> hazer milagros (II, 3, 12).—Pero -a buen seguro que el te <em>perdonara</em>, -porque (II, 6, 20).—mas tal te <em>pudiera</em> hauer -oydo, que no te <em>fuera</em> bien dello (íd.)—y -cosas te <em>pudiera</em> yo dezir... que te <em>admiraran</em> -(II, 6, 21).—venia tal el triste, que no le -<em>conociera</em> la madre que le pario (II, 7, 23).—assi -<em>pudiera</em> cantar el romance de Calainos, -que todo <em>fuera</em> uno (II, 9, 31).—dize que <em>quisiera</em> -passarle en silencio temeroso de que -no auia de ser creido (II, 10, 32).—y quien os -<em>viera</em> a todos ensartados por las agallas -como sardinas en lercha (II, 10, 36).—y si ello -es encantamento como v. m. ha dicho, no -auia en el mundo otros dos a quien se <em>parecieran</em> -(II, 16, 54).—Esso <em>tuuiera</em> yo por -afrenta, mas que quantas <em>pudieran</em> dezirme -(II, 31, 117).—que en el particular de mi asno -que no le <em>trocara</em> yo con el rozin del señor -Lanzarote (íd.)—Al mismo Duque de Alua -se la <em>quitara</em>, para darsela al señor maesse -Pedro (II, 25, 96).—que persuasion <em>fuera</em> -bastante para persuadirme que (II, 25, 97).—el -sentido, que no se lo <em>sacara</em>, ni las <em>entendiera</em> -el mismo Aristoteles, si <em>resucitara</em> -para solo ello (I, 1, 1).—donde puso el amor -toda la gloria que yo <em>acertara</em> a desearme -(I, 24, 102).</p> - -<p><span class="pagenum" id="Page_149">[Pg 149]</span></p> - -<hr class="tb" /> - -<p>Es muy propio <em>amara</em> de la apódosis de -las condicionales, precisamente por esta potencialidad -dependiente de la condición; pero -de la apódosis pasó también á la hipótesis; al -revés de <em>amase</em>, que de la hipótesis pasó á -la apódosis: pero aunque <em>fuera</em> de mezcla, -<em>cumpliera</em> mi palabra (II, 41, 154).—y sino lo -<em>cumpliera</em>, me parece que <em>rebentara</em> (II, 41, -157).—y si yo <em>fuera</em> tan agorero como otros, -tu pusilanimidad me <em>hiziera</em> cosquillas en el -animo (II, 41, 154).</p> - -<p>Con otra forma en la hipótesis, no hallo -<em>amara</em> en la apódosis; pero sí en la hipótesis, -cuya apódosis tiene <em>amaría</em>, <em>había de amar</em>: -Mira Sancho, yo bien te <em>señalaría</em> salario, -si <em>huuiera hallado</em> en alguna de las historias... -exemplo (II, 7, 24).—que si <em>huuiera dicho</em> -de mi cosas, que no fueran, muy de -christiano viejo... que nos <em>auuian de oyr</em> -los sordos (II, 3, 12). <em>Amaría</em> no puede ir en -la hipótesis, porque toda hipótesis subjuntiva -lleva consigo el subjetivismo del que la -enuncia; en cambio, <em>amara</em> cabe muy bien -en los dos miembros.</p> - -<p>He dicho que hoy <em>amara</em> equivale á -<em>amase</em> en la acepción de subordinada subjuntiva -de tiempo pasado. En el <em>Quijote</em> no -hallo ni un solo ejemplo de <em>amara</em> en tal -acepción y empleo, ni tampoco en los demás -clásicos ni en los autores anteriores al siglo -<span class="allsmcap">XVI</span>. «De la apódosis pasó <em>amara</em> á la hipótesis, -y de las oraciones condicionales á<span class="pagenum" id="Page_150">[Pg 150]</span> -las puramente subjuntivas», dice Cuervo. No -son, pues, sinónimos <em>amara</em> y <em>amase</em>. En -Berceo nunca se confunden, ni <em>amara</em> es -subordinada subjuntiva, ni está en la hipótesis -de tiempos imperfectos ó perfectos, es -decir, pasados; en todos estos casos hay -<em>amase</em> (<span class="smcap">Lanchetas</span>).</p> - -<hr class="tb" /> - -<p>En el subjuntivo optativo las formas -<em>amase</em> y <em>amara</em> y sus compuestas indican lo -inútil del deseo, cuyo cumplimiento ya no se -espera: Y <em>pluguiera</em> á los altos cielos que -el amor no me <em>tuuiera</em> tan rendido, y tan -sujeto á sus leyes, y los ojos de aquella hermosa -ingrata, que digo entre mis dientes, -que los desta fermosa donzella <em>fueran</em> señores -de mi libertad (I, 16, 57). Al revés, se espera -como posible el cumplimiento del deseo, -cuando se expresa con formas de presente-futuro: -<em>Plegaos</em> señora de membraros (I, 2, 4).—A -Dios <em>plega</em>, que esta llegue a vuestras -manos (I, 27, 126).—Oy dia a tantos de tal mes, -y de tal año tomô la possession desta insula -el señor don Sancho Pança, que muchos años -la <em>goze</em> (II, 45, 169).—<em>llore</em>, o <em>cante</em> Altisidora, -<em>desesperese</em> Madama..., que yo tengo de ser -de Dulcinea (II, 44, 168).</p> - -<p>La forma <em>amara</em>, como subjuntivo optativo, -indica pesar de un hecho no cumplido, -y no pende de otro verbo: es forma elegantísima: -Pero ya tenia abierto uno el barbero,<span class="pagenum" id="Page_151">[Pg 151]</span> -que se llamaua las <em>Lagrimas de Angélica</em>. -<em>Lloraralas</em> yo, dixo el Cura en oyendo el -nombre, si tal libro huuiera mandado quemar -(I, 6, 20).—que me tiene tomada una -pierna entre el estribo y la silla. <em>Hablara</em> yo -para mañana, dixo don Quixote, y hasta -quando aguardauades a dezirme vuestro -afan? (I, 19, 73): expresión aplicada por Covarrubias -al «que viendo que se trata de su -negocio, no alega de su justicia». Véase -el Soneto: O quien <em>tuuiera</em> hermosa Dulcinea -(VII), todo en optativo. En Berceo: -«Mas plus seli <em>valiera</em> que souiesse quedado» -(<em>Loor</em> 58).</p> - -<p>Con <em>amase</em>: y oxala <em>parasse</em> en ellos lo -que amenaza esta auentura tan desuenturada -(II, 68, 261): se subentiende <em>que</em>. Y <em>que</em> -no <em>viesse</em> yo todo esso Sancho (II, 10, 36).</p> - -<hr class="tb" /> - -<p>El llamado futuro de subjuntivo <em>amare</em> y -su compuesto <em>hubiere amado</em> no existieron -en latín, y de las demás románicas sólo en -portugués y en válaco. Deriva del futuro -perfecto subjuntivo <em>ama-ve-ro</em>. En castellano -todos convienen en que también es -subjuntivo y futuro, aunque no futuro perfecto. -Lo han llamado algunos subjuntivo -hipotético ó condicional; pero subjuntivos -é hipotéticos ó condicionales son también -<em>amase</em> y <em>amara</em>, además de que no siempre -<em>amare</em> es condicional, ni pertenece á las oraciones<span class="pagenum" id="Page_152">[Pg 152]</span> -condicionales. Futuro simplemente -tampoco es, además de que el llamado presente -<em>ame</em> es un futuro.</p> - -<p>Como hipotético pide en la apódosis futuro -de indicativo ó imperativo, ó presente -de subjuntivo cuando sustituye al imperativo. -En el <em>Cid</em>: «Si essa despensa nos <em>falleciere</em> -o nos <em>menguare</em> algo, | Bien las -abastad, yo assi uos lo mando» (258). En el -<em>Quijote</em>: Y si yo no me <em>declarare</em> entonces -podra enmendarme (II, 7, 23).—si alguna cosa -<em>faltâre</em>, y si <em>fuere</em> necesidad seruir a tu magnificencia -de escudero, lo tendrê a felicissima -ventura (íd.)—si tu me los <em>relatares</em>, como -ellos fueron, sacare yo lo que ella tiene escondido -en lo secreto de su coraçon (II, 10, 32).—si -acaso <em>viniere</em> a verte, quando estês en -tu insula alguno de tus parientes, no le desheches -(II, 42, 160).—Si <em>truxeres</em> a tu muger -contigo... enseñala, doctrinala (íd.)—Si -acaso <em>enuiudares</em> (cosa que puede suceder) -y con el cargo <em>mejorares</em> de consorte, no la -tomes, tal que (íd.)—Quando <em>pudiere</em> y <em>deuiere</em> -tener lugar la equidad, no cargues -todo el rigor de la ley al delinquente (II, 42, -160).—Si acaso <em>doblares</em> la vara de la justicia, -no sea con el peso de la dadiua, sino con -el de la misericordia (íd.)—si ella <em>fuere</em> de -tanta hermosura como significays, de buena -gana... confessaremos la verdad (I, 4, 13).</p> - -<p>Comparado con <em>amara</em>, se ve que en éste -lo condicionado puede ó pudo ó podría ser,<span class="pagenum" id="Page_153">[Pg 153]</span> -á verificarse la condición; pero que ésta no -se verificó, ó no se verificará. En cambio, -con <em>amare</em>, lo condicionado se espera y supone -como cierto, dado que se verifique la -condición, la cual por su parte no se supone -que haya de verificarse ó dejar de verificarse. -Es decir, que la condición es puramente -hipotética con <em>amare</em> y negativa con -<em>amara</em>, así como es positiva con indicativo. -Son las tres clases de condicionales castellanas. -En <em>amara</em> se trasluce su origen de pasado, -en <em>amare</em> la contingencia propia de lo -futuro, y de lo futuro precisamente no conocido, -y que no está en nuestra mano. Compárense. -Indicativo: Si por buena fama, y si -por buen nombre <em>va</em> solo v. m. <em>lleua</em> la palma -a todos los Caualleros Andantes (II, 3, 10.)—mas -si v. m. <em>quiere</em> saber todo lo que ay..., -yo le <em>traere</em> aqui luego al momento quien se -las diga (II, 2, 9).—si â ti te <em>mantearon</em> una -vez, â mi me <em>han molido</em> ciento (II, 2, 8). -Con <em>amara</em>: si yo <em>fuera</em> tan agorero como -otros, tu pusilanimidad me <em>hiziera</em> algunas -cosquillas en el animo (II, 41, 154).—Mala -Pascua me <em>dê</em> Dios..., si le <em>trocara</em> por el -(II, 13, 44). Con <em>amare</em>: si tu me los <em>relatares</em>... -sacare yo (II, 10, 32).</p> - -<p>Por la misma idea de contingencia pura, -no puede emplearse nunca <em>amare</em> cuando -pende de otro verbo, es decir, cuando había -de ser puro subjuntivo ó conjuntivo. No cabe -decir <em>dudo que viniere</em>, como se dice <em>dudo<span class="pagenum" id="Page_154">[Pg 154]</span> -que venga</em> ó <em>dudé que viniese</em>. Por consiguiente, -hay un caso en que la tercera clase -de condicionales, la de pura hipótesis, no -puede llevar <em>amare</em>, y es cuando la oración -condicional pende de otra ó por la idea tiene -que ser subjuntiva: en este caso se emplea -<em>amase</em>: Y pareceos que fuera acertado, y -bien hecho que si los del Toboso <em>supiessen</em> -que estays vos aqui con intencion de yr a -sonsacarles sus Princessas... <em>viniessen</em> y os -<em>moliessen</em> las costillas a puros palos, y no os -<em>dexassen</em> huesso sano? (II, 10, 33).—quiero -que sepas, que si a los oydos de los Principes -<em>llegasse</em> la verdad desnuda... otros siglos -<em>correrian</em> (II, 2, 8).</p> - -<hr class="tb" /> - -<p>Véase ahora <em>amare</em> fuera de las condicionales, -siempre como un futuro contingente: -En verdad te digo, que de todo aquello que -la muger del juez <em>recibiere</em>, ha de dar cuenta -el marido en la residencia uniuersal, donde -pagarâ con el quatro tanto en la muerte las -partidas, de que no <em>se huuiere hecho</em> cargo -en la vida (II, 42, 160).—Al culpado que <em>cayere</em> -debaxo de tu juridicion... y en todo -quanto <em>fuere</em> de tu parte... muestratele piadoso -(íd.)—Toma con discrecion el pulso a -lo que <em>pudiere</em> valer tu oficio (II, 43, 161).—uno -ha de ser el mejor, y del que <em>abatieres</em> -seras aborrecido, y del que <em>leuantares</em> en -ninguna manera premiado (íd.)—teniendo<span class="pagenum" id="Page_155">[Pg 155]</span> -yo el mando, y el palo harê lo que <em>quissiere</em> -(íd.)—el bien que <em>viniere</em> para todos sea, y -el mal para quien lo <em>fuere</em> a buscar (I,20,77).—o -haz lo que <em>quissieres</em>, que yo haré lo que -<em>viere</em> que más viene con mi pretension -(I, 20, 77).—acabe norabuena donde <em>quisiere</em> -(I, 20,79).—de lo que acerca desto les <em>huuiere -sucedido</em> (II, 11, 37).—Assi que de cualquiera -manera que responda, saldrê del conflicto, y -trabajo en que me <em>dexares</em>, gozando del bien -que me <em>truxeres</em> por cuerdo, o no sintiendo -el mal que me <em>aportares</em> por loco (I, 25, 109).</p> - -<p>Pero hay un modismo propio de la forma -<em>amare</em>, fundado precisamente en este valor -de <em>futuro contingente</em> desconocido, y es el -de las oraciones concesivas: dude quien <em>dudare</em> -(I, 50, 193): es decir, quienquiera que -sea el que quiera dudar.—sea quien <em>se quisiere</em> -(II, 59, 228).—lleguen por <em>do llegaren</em> -(II, 60, 229).—sea lo que <em>fuere</em> (I, 34, 173).—se -puso a escriuirla: salga lo que <em>saliere</em> -(II, 3,12).—sease ella señoria, y venga lo que -<em>viniere</em> (II, 5, 17).—pero vengan sobre lo que -<em>vinieren</em>, ellas vienen lo mas galanas señoras -del mundo (II, 10, 34).—pese a quien <em>pesare</em> -(II, 7, 25).—sea el que <em>se fuere</em> (I, 16, 54).</p> - -<p>Esta contingencia futura, este valor de -concesión por desconocerse la cosa, dándose -tan sólo como posible, indican que esta forma -es potencial, y la más potencial, la de lo puro -contingente: es, pues, <em>un subjuntivo futuro -potencial</em> ó <em>contingente</em>.</p> - -<p><span class="pagenum" id="Page_156">[Pg 156]</span></p> - -<p>Tal es la razón de que no esté bien empleado -<em>amase</em> por <em>amare</em>, cuando se trata de -lo futuro. Es un solecismo decir: «si <em>hubiese</em> -teatro esta noche, iré»; «si <em>hubiese</em> llegado -mañana Fulano, iré á verle»; debe decirse: -«si <em>hubiere</em> teatro» ó «si <em>hay</em>», «si <em>hubiere</em> -llegado»; pues se trata de futuro, no de pasado, -que es lo que indican <em>hubiese</em> y <em>hubiese -llegado</em>. Ya hemos visto el único caso en que -se debe emplear <em>si amase</em> como condicional, -cuando pende de otro tiempo, que es cuando -no se dice <em>amare</em>.</p> - -<p>Conviene repetir el principio práctico de -Bello (470): «Siempre que á la forma en <em>ase</em>, -<em>ese</em> vemos que consiente la lengua sustituir -la forma en <em>are</em>, <em>ere</em> (acerca de lo cual no -cabe error en los que tengan por lengua nativa -la castellana), podemos estar seguros de -que esta segunda es la forma propia». Porque -<em>amare</em> sólo cabe en el futuro potencial, -cuyo dominio le quiere usurpar hoy el <em>amase</em> -pasado, con grave perjuicio de nuestra -lengua.</p> - -<p>Hemos visto que <em>amase</em> está hoy malamente -desposeyendo á <em>amara</em> y á <em>amare</em> de -sus propios lugares. Este hecho es una corruptela, -que nos pueden echar en cara los -americanos á los españoles, en cambio de las -que nosotros les achacamos. Los delicados -matices de <em>amara</em> y <em>amare</em> están en vías de -desaparecer. Yo me barrunto que la culpa -está en que el francés no tiene estos tiempos,<span class="pagenum" id="Page_157">[Pg 157]</span> -y que los malos traductores y los que piensan -en francés al hablar en castellano, se -atienen al <em>amase</em> de munición, por no conocer -bien los resortes que posee nuestra lengua. -Añádase á esto la deficiencia de nuestros -estudios gramaticales. En pocas gramáticas -se deslindan bien los valores de estas formas, -y la nomenclatura imperfectísima con que -son llamadas perpetúa la ignorancia y aun -la canoniza. Poniendo <em>amara</em> y <em>amase</em> como -<em>imperfectos de subjuntivo</em>, nadie duda de -que pueden emplearse indistintamente; llamando -á <em>amare</em> futuro ó condicional, queda -confundido con otros tiempos. Pero ¿quién -ha deslindado hasta hoy las clases de las -oraciones condicionales? Que yo sepa, nadie: -en Bello este campo es un berenjenal; en -otros, un desierto.</p> - -<div class="chapter"> -<p><span class="pagenum" id="Page_158">[Pg 158]</span></p> -</div> - -<div class="footnotes"> -<p class="center p2 big2">NOTAS:</p> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_14" href="#FNanchor_14" class="label">[14]</a> El primer número indica el capítulo; el segundo, el -folio de la edición de Cuesta de 1608 y 1615.</p> - -</div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_15" href="#FNanchor_15" class="label">[15]</a> Bello-Cuervo: <em>Gramát. cast.</em>, 7.ª edic., nota 94.</p> - -</div> -</div> - - - - -<div class="chapter"> -<p><span class="pagenum" id="Page_159">[Pg 159]</span></p> -<div class="figcenter illowp100" id="p159ilo" style="max-width: 31.25em;"> - <img class="w100 p6 p6b" src="images/p159ilo.jpg" alt="p159ilo" /> -</div> - -<h2 class="nobreak">La concordancia gramatical en el «Quijote»</h2> -</div> - - -<p>Famosa fué entre griegos y romanos la divergencia -de principios gramaticales que -dividió á las escuelas de Alejandría y Pérgamo, -y luego á los gramáticos romanos. La -primera optaba por la <em>analogía</em>, la segunda -por la <em>anomalía</em>. Después tomó otro giro la -controversia, y los unos, continuadores de -los analogistas, ponían por principio supremo -<em>las reglas</em>; los otros, sucesores de -los anomalistas, anteponían el <em>uso</em>, conforme -al dicho de Horacio: <em>penes quem est ius et -norma loquendi</em>. Estas dos tendencias han -continuado en todo tiempo, aunque los rígidos -legisladores hayan tenido que ceder generalmente, -y más hoy día, cuando toda la -ciencia del lenguaje se funda en el hecho -averiguado é incontestable de que los idiomas -son producto del pueblo, no sistema que -haya salido del cerebro de un sabio, y que<span class="pagenum" id="Page_160">[Pg 160]</span> -por consiguiente no hay leyes que valgan, -si no son el resultado de los hechos reales. -El habla hay que tomarla tal cual es, sin -mixtificaciones de escuelas ni de teorías de -los que las estudian para formular su gramática. -¿Hay que decir así, ó hay que decir -asá? Todas las reglas huelgan, y la misma -pregunta contiene resabios añejos. ¿Cómo -se dice entre el pueblo? Tal es la verdadera -pregunta, cuya respuesta le toca dar al -pueblo, al uso. Y llamo pueblo á los que escriben -y á los que no escriben, con tal de que -los que escriben lo hagan conforme al uso -de los que hablan. De aquí la autoridad de -los más afamados escritores, cuyos escritos -nos muestran el uso de un idioma en una -época determinada. Su valor como autoridades -en materia de lenguaje se funda en -que todos convengan en aceptar su manera -de escribir como castiza y conforme al ingenio -del idioma. Si alguno, Cervantes es tenido -con razón por maestro de lengua castellana.</p> - -<p>Pero suele suceder que el reglamentarismo -trasforma los fenómenos gramaticales -en algunas cabezas por maneras tan -suyas que, al darnos una Gramática como -conjunto sistemático de dichos fenómenos -reales, aparecen no pocas veces coloreados -por ciertas teorías apriorísticas del gramático, -de modo que en vez de ser una Gramática -de tal idioma tenemos una Gramática -del idioma fantaseado por Fulano de<span class="pagenum" id="Page_161">[Pg 161]</span> -Tal. En semejantes casos urge contrastar -las doctrinas en esa Gramática asentadas -con los hechos verdaderos, y acudimos á los -escritores de mayor autoridad, si el uso no -nos despeja enteramente la incógnita.</p> - -<hr class="tb" /> - -<p>La concordancia es uno de los asuntos -que más se han resentido en las Gramáticas -del subjetivismo teórico de sus autores. Se -parte del principio general de que han de -concordar las formas en la oración; y cuando -no se halla en los hechos esa concordancia, -no porque no exista, sino porque no aparece -en la sobrehaz, se condenan temerariamente -los hechos, sacrificándolos torpemente á la -ignorancia revestida de sabia. Clemencin -reprueba como viciosa esta concordancia -de Cervantes: «Lo mismo <em>confirmó</em> Cardenio, -don Fernando y sus camaradas».</p> - -<p><em>Confirmaron</em> debió decirse, puesto que el -sujeto del verbo está en plural. La regla de -concordancia reza que sujeto plural exige -verbo plural.</p> - -<p>Muy bien; pero ¿cuál es el sujeto de <em>confirmó</em>? -Sin vacilar se dirá: un plural, es decir, -<em>Cardenio, don Fernando y sus camaradas</em>. -Pues permítame Clemencin que le diga -de nones; el sujeto es singular, y usted no -lo ve.</p> - -<p>Viene Salvá, y efectivamente le corrige. -Si el verbo <em>precede</em> á varios sujetos singulares<span class="pagenum" id="Page_162">[Pg 162]</span> -ligados por la conjunción y, puede -ponerse en plural ó concertar con el primero: -«(<em>Causaron</em> ó) <em>causó</em> á todos admiración la -hora, la soledad, la voz y la destreza del -que cantaba» (<span class="smcap">Cerv.</span>) «<em>Crecía</em> el número de -los enemigos y la fatiga de los españoles» -(<span class="smcap">Solís</span>). «Crecieron al mismo tiempo el cultivo, -el ganado errante y la población rústica» -(<span class="smcap">Jovellanos</span>).</p> - -<p>Salvá cayó en la cuenta de que nuestros -autores no se atenían á la regla supuesta por -Clemencin, y le dió mayores ensanches. -Viene Bello, y dice: «Observando con atención -el uso, se encontrará tal vez que estas -dos autoridades son conciliables aplicadas á -diferentes casos: que si se habla de cosas -rige la regla de Salvá, y si de personas la -de Clemencin: «<em>Acaudillaba</em> la conjuración -Bruto y Casio», «<em>Llegó</em> el gobernador y el -alcalde», son frases que incurrirían, cuando -menos, en la nota de inelegantes y desaliñadas».</p> - -<p>Todo esto por partir de una regla teórica -y querer ajustar á ella los hechos, en vez de -partir de los hechos, deduciendo de ellos la -regla verdadera. ¿Qué es <em>inelegancia</em> y qué -es <em>desaliño</em>? Negro se vería Bello para contestar -á esta pregunta. El ideal de la elegancia -y del aliño se pone en la regla teórica de -la concordancia á lo Clemencin: no hay otra -razón. Y ¿por qué ha de ser ese el ideal? El -ideal del idioma, ¿lo hemos de forjar nosotros<span class="pagenum" id="Page_163">[Pg 163]</span> -á fuerza de combinar reglas, escuadras -y compases en nuestra fantasía, ó lo lleva -consigo el mismo idioma?</p> - -<hr class="tb" /> - -<p>Ni la regla de Clemencin, ni la de Salvá, -ni la de Bello, se halla observada en nuestros -clásicos. Cervantes pone el verbo en -singular ó en plural, ya precedan, ya sigan -varios nombres; véanse estos ejemplos: -El buen passo, el regalo y el reposo, allá <em>se -inuento</em> para los blandos cortesanos (I, 13, -41)<a id="FNanchor_16" href="#Footnote_16" class="fnanchor">[16]</a>. El lenguaje no entendido de las señoras, -y el mal talle de nuestro cauallero <em>acrecentaua</em> -en ellas la risa, y en el el enojo (I, 2, -5). <em>Ordenó</em>, pues, la suerte, y el diablo, que -no todas veces duerme (I, 15, 52). Esta marauillosa -quietud, y los pensamientos que -siempre nuestro cauallero traîa... le <em>truxo</em> -a la imaginacion una de las estrañas locuras -que (I, 16, 58). Y ya se â que <em>sabe</em> el vizcocho, -y el corbacho (I, 22, 92). A los que Dios y -naturaleza <em>hizo</em> libres (I, 22, 92). El calor, y -el dia que alli llegaron, <em>era</em> de los del mes -de Agosto (I, 27, 121). La hora, el tiempo, la -soledad, la voz, la destreza del que cantaua, -<em>causô</em> admiracion, y contento en los dos -oyentes (I, 27, 122). Orden, y mandato <em>fue</em> -este, que me <em>puso</em> (I, 27, 125). No me <em>dio</em> lugar<span class="pagenum" id="Page_164">[Pg 164]</span> -mi suspension y arrobamiento (I, 27, 127). -Pero a todo esto <em>se opone</em> mi honestidad y -los consejos continuos, que mis padres me -dauan (I, 28, 134). Mas la honesta presencia -de Camila, la grauedad de su rostro, la compostura -de su persona, <em>era tanta</em>, que <em>ponia</em> -freno a la lengua de Lotario (I, 38, 171). Es -(Camila) archiuo donde assiste la honestidad -y <em>viue</em> el comedimiento, y el recato, y todas -las virtudes (I, 34, 172). Porque en el <em>se desengaño</em> -el mundo, y todas las naciones, del -error en que <em>estauan</em> (I, 39, 203). De lo qual -<em>quedô</em> Camacho y sus valedores tan <em>corridos</em> -(II, 21, 80). Con las quales <em>quedo</em> Camacho -y los de su parcialidad <em>pacificos</em> y <em>sossegados</em> -(II, 21, 81). <em>Consolado</em> pues y <em>pacifico</em> -Camacho y los de su mesnada (ídem). La -<em>esplendida</em> comida y fiestas de Camacho -(ídem). Y el con otro <em>auian</em> entrado en el -monasterio (I, 36, 193). Otro, y otro le <em>sucede</em> -(I, 38, 200). Yo me auendre con <em>quantas</em> espias, -y matadores, y encantadores vinieren -(II, 47, 176). Y aunque la hambre, y desnudez -<em>pudiera</em> fatigarnos a vezes (I, 40, 208). -<em>Auia</em> el, y todos nosotros de tener libertad -(I, 40, 210). Y que podria ser, que el -poco animo que aquel tuuo en el tormento, -la falta de dineros deste, el poco fauor del -otro, y finalmente el torcido juyzio del juez, -<em>huuiesse</em> sido causa de vuestra perdicion -(I, 22, 92). Las donzellas, y la honestidad -<em>andauan</em>... por donde quiera, <em>sola</em> y <em>señera</em>,<span class="pagenum" id="Page_165">[Pg 165]</span> -sin temer que la agena desemboltura y lasciuo -intento <em>la</em> menoscabassen (I, 11, 34).</p> - - -<hr class="tb" /> - -<p>Este último ejemplo, y los demás en que -el adjetivo parece chocar, prueban manifiestamente -que tales concordancias nacen de -tener solamente presente el vocablo más -cercano, prescindiendo de los demás. No -pueden atribuirse á erratas de imprenta los -casos en que se falta á las leyes de los dichos -gramáticos, porque son innumerables. Hay -que confesar que Cervantes, siguiendo en -esto al habla vulgar, no tenía por descuido, -sino por ley, el concordar el verbo y el adjetivo -con el sustantivo más cercano, en singular, -prescindiendo de que precedieran ó -siguieran otros sustantivos. Así en: «de lo -qual <em>quedó Camacho</em> y sus <em>valedores</em> tan -<em>corridos</em>», el verbo va en singular y el adjetivo -en plural; ejemplo bien instructivo y -fehaciente.</p> - -<p>Son descuidos de Cervantes, se dirá. -Pero es que en todos los clásicos se halla lo -mismo.</p> - -<p>Nuestros clásicos eran muy descuidados.</p> - -<p>Entonces ¿para qué sirve la autoridad de -los clásicos? ¿Para aceptar lo que nos guste -y desechar lo que nos disguste? En ese caso -no son ellos los que forman autoridad, sino -nosotros, nuestro gusto, nuestras reglas <em>à -priori</em>. Será más correcto lo contrario á<span class="pagenum" id="Page_166">[Pg 166]</span> -nuestros clásicos. Pero ¿á qué se da el nombre -de corrección? ¿Á lo que pueden legislar -algunos gramáticos atendiendo á una lógica -que ellos <em>à priori</em> se han forjado? Lo correcto -en el habla es lo que se usa por brotar -del ingenio del idioma. ¿Y por qué hemos -de creer que es lógico lo que <em>à priori</em> se -fantasea, y hemos de tener por poco lógico -lo que el habla da de sí? Tan lógico es que -la mente atienda tan sólo al sustantivo más -cercano, para concordar con él el verbo ó -el adjetivo, como que atienda á la suma total -de sustantivos de la oración. El verbo ó -el adjetivo se refiere en el primer caso tan -sólo al sustantivo inmediato, y <em>se suple</em> el -verbo ó el adjetivo de los demás sustantivos; -en el segundo caso todos los sustantivos -forman un todo lógico plural, con el cual -concuerda el verbo ó el adjetivo. Esto es lo -que no han considerado los gramáticos aludidos. -Los hechos son muy respetables, -harto más respetables que todas nuestras -filosofías, que si en ellos no se fundan, se -reducen á burbujas fantasmagóricas, á entes -de razón. Esos entes de razón los creen -sus autores de carne y hueso, los niños los -aprenden á conocer por sus nombres en los -bancos de la escuela, se familiarizan con -ellos y, llegados á mayores, les parece oir -una necedad de chiflados si alguien les dice -que no hay tal. Esa necedad es la que acabo -yo de decir. Yo mismo, como todos los demás,<span class="pagenum" id="Page_167">[Pg 167]</span> -he creído por largo tiempo en tales patrañas, -condecoradas con el rimbombante -calificativo de <em>reglas gramaticales</em>. Cercioréme -al cabo de su falsedad, busqué el -origen que les dió la existencia, y no lo hallé. -¿Quién ha inventado leyes de concordancia -tan acatadas? Del castellano no han -salido. ¿Vendrán acaso del francés? El francés -dicen que es muy lógico y muy claro. -De la lógica ya he hablado. Esa claridad -del francés se me antoja á mí como la del -agua; pero... mejor es el vino que el agua, -como dice el dicho vulgar. La claridad, -cuando proviene de pobreza de elementos y -de rigidez de movimientos, no es cosa muy -de alabar. Eso es como el hombre libre que -envidia al encarcelado, porque todo lo tiene -conforme á ordenanza, de antemano. Prefiero -la libertad castellana, que es tan lógica -como el libre pensamiento.</p> - -<hr class="tb" /> - -<p>No faltará alguno que crea que esas reglas -de concordancia no son exclusivas de -nuestros gramáticos, sino naturales, necesarias -en toda lengua culta, y aun quién -sabe si se llegará á sospechar que existían -en latín. No estará, pues, de más advertir -que en latín no existen semejantes trabas. -Dice Cicerón (<em>Ad famil.</em>, 9, 18, 2): «Pompeius, -Lentulus tuus, Scipio, Afranius foede -<em>perierunt</em>»; pero también escribe (<em>De offic.</em>,<span class="pagenum" id="Page_168">[Pg 168]</span> -1, 13, 81): «quom tempus necessitas que <em>postulat</em>». -Terencio (<em>Andr.</em>, 54): «aetas, metus, -magister <em>prohibebant</em>»; pero también (<em>Ad.</em>, -340): «tua fama et gnatae vita in dubium -<em>veniet</em>». Lo mismo precediendo el predicado: -«in omnibus rebus <em>difficilis</em> optima -perfectio atque absolutio» (<span class="smcap">Cic.</span>, <em>Brut.</em>, 36, -137); «<em>dixit</em> hoc apud vos Zossipus et Ismenias, -homines <em>nobilissimi</em>» (<em>Verr.</em>, 3, 42, 91).</p> - -<p>Y no hay autor latino que no tenga idéntico -criterio. César (<em>De bello gal.</em>, 2, 19, 1): -«ratio ordoque agminis aliter <em>se habebat</em>». -Salustio (<em>Cat.</em>, 52, 6): «libertas et anima nostra -in dubio <em>est</em>». Livio (10, 20, 10): «caedes ac -tumultus <em>erat</em> in castris». Tácito (<em>Hist.</em>, 475): -«urbem atque Italiam interno bello <em>consumptam</em> -(esse)».</p> - -<p>¿De dónde, pues, se ha sacado tan tradicional -y consagrado principio de concordancia? -No es fácil averiguar quién fuese el -primero que dió en él, porque todos los -gramáticos, salvas raras excepciones, parece -que han llevado unas mismas antiparras. -De dónde se haya sacado ya es más -fácil decidirlo: del espíritu apocado y atado -de los del oficio.</p> - -<hr class="tb" /> - -<p>Vamos á poner ahora de manifiesto la -necedad de esa estrecha regla, para hacer -ver que no sólo el uso, sino también la <em>lógica -del castellano</em> va contra ella. Porque<span class="pagenum" id="Page_169">[Pg 169]</span> -cada lengua tiene su lógica, que es la del -pensamiento del pueblo que la habla; si no, -la Gramática de todas las lenguas sería -idéntica. Hay una lógica universal del pensamiento -<em>humano</em>; pero dentro de ella existen -tantas lógicas particulares como lenguas, -y dentro de cada lengua tantas como -individuos. Mi lógica no es la de Clemencin, -Salvá y Bello, por lo menos en el punto de -que tratamos y en otros varios. No se trata -aquí de examinar cuál es la mejor; veamos -la lógica castellana respecto de la concordancia, -que es lo que hace al caso.</p> - -<p>En castellano, el <em>verbo</em> de la proposición -principal, que tiene por sujetos subordinados -dos ó más proposiciones, va necesariamente -en <em>singular</em>: aora me <em>falta</em> rasgar las -vestiduras, <em>esparzir</em> las armas y <em>darme</em> de -calabaçadas por estas peñas, con otras cosas -deste jaez, que te han de admirar (I, 25, 111). -Aquí hallamos la misma ley que acabamos -de ver en los ejemplos de Cervantes, donde -los gramáticos sólo hallan un descuido intolerable. -Sujetos de <em>falta</em> son esos tres infinitivos, -como lo son <em>partida</em> y <em>locura</em> del -verbo <em>va</em> en este otro ejemplo: Y en verdad -señor cauallero de la triste Figura, que si es -que mi <em>partida</em>, y su <em>locura</em> de v. m., <em>va</em> de -veras, que sera bien tornar a ensillar a Rozinante, -para que supla la falta del ruzio -(I, 25, 110). Puédese decir «<em>faltan</em> la escopeta -y los perdigones», ó «<em>falta</em> la escopeta y los<span class="pagenum" id="Page_170">[Pg 170]</span> -perdigones», por lo menos tal es la concordancia -cervantina. Qué extraño se diga: -«falta rasgar... esparcir... y dar». Y á la verdad, -tan nombre es el infinitivo como otro -cualquiera, sobre todo como el abstracto -<em>locura</em> y el de acción <em>partida</em>, que equivale -á <em>partir</em>.</p> - -<p>Pero aun fuera de los infinitivos, la ley es -general: <em>lo</em> más <em>acertado será</em>..., <em>que cortes</em> -algunas retamas..., y las <em>vayas</em> poniendo de -trecho en trecho (I, 25, 115). Ten memoria: y -no se te <em>passe</em> della, <em>como</em> te recibe, <em>si</em> muda -los colores el tiempo, que la estuuieres dando -mi embaxada, <em>si</em> se desasossiega, y turba, -oyendo mi nombre, <em>si</em> no cabe en la almohada... -(II, 10, 32). El verbo singular con varias -subordinadas que hacen de sujeto.</p> - -<p>Sólo va el verbo en plural cuando los -sujetos, por indicarse reciprocidad, deben -separarse en la mente como distintos, ó -cuando hay sustantivo predicativo plural: -«Holgazanear y aprender <em>son incompatibles</em>», -«Sentir y moverse <em>son cualidades</em> -características del animal».</p> - -<p>Otro caso. El verbo puede ir en singular -ó en plural, cuando varios sujetos, ya le precedan, -ya le sigan, van unidos con la conjunción -<em>ni</em>; pero si con el primero va <em>no</em>, y -con los demás <em>ni</em>, el verbo sigue al <em>no</em>, concertando -con el primer sujeto, y <em>subentendiéndose</em>, -al modo antes dicho, con los demás. -Y era tanta la ceguedad del pobre<span class="pagenum" id="Page_171">[Pg 171]</span> -hidalgo que el tacto, ni el aliento, ni otras -cosas... <em>no</em> le <em>desengañauan</em> (I, 16, 58). Hombre, -ni gigante, ni cauallero de quantos v. m. -dice, <em>parece</em> por todo esto, á lo menos yo <em>no -los veo</em> (I, 18, 68). <em>No</em> te <em>ygualo</em> en ligereça -el Hipogrifo de Astolfo, ni el nombrado -Frontino (I, 25, 110).</p> - -<p>El verbo puede ir en singular ó en plural -cuando varios sujetos, ya le precedan, ya le -sigan, van unidos con la conjunción <em>ó</em>: qual -<em>auia sido</em> mejor cauallero, Palmerin de Ingalaterra -ó Amadis de Gaula (I, 1, 2). Alguna -fuente, o arroyo, que estas yeruas <em>humedece</em> -(I, 20, 75). El tiempo ô la muerte <em>ha de acabar</em> -el enojo de sus padres (I, 21, 88).</p> - -<p>Está visto que en todos estos casos puede -ir el verbo en singular, <em>subentendiéndose</em> -con los demás sujetos. Tal es la razón de -permitirse el singular en Cervantes, aun -cuando los varios sujetos estén unidos con <em>y</em> -ó no lleven conjunción alguna. Y esa razón -general no es otra más que el concordar el -verbo con un solo sujeto, el más próximo, -supliéndose con los demás.</p> - -<p>Preguntábamos al principio: ¿cuál es el -sujeto en esos casos? Sólo el próximo al -verbo; los demás lo son de los verbos que se -omiten.</p> - -<hr class="tb" /> - -<p>Y es que la elipsis juega un gran papel -en el habla, y más en castellano. La ley de<span class="pagenum" id="Page_172">[Pg 172]</span> -la economía rige en el habla lo mismo que -en los demás fenómenos del universo.</p> - -<p>Cualquier parte de la oración se omite -una vez empleada con el primer sustantivo, -ya precedan, ya sigan, los demás, á no ser -que se pretenda hacer resaltar, que entonces -se repite cuanto se quiera. Mudar <em>esse</em> -seruicio y montazgo (I, 22, 94); en vez de: -<em>esos</em> servicio y montazgo; ó de: <em>ese</em> servicio -y <em>ese</em> montazgo. <em>El</em> llagado y falto de sueño -(I, 26, 119); en vez de: <em>el</em> llagado y <em>el</em> falto de -sueño, que precisamente indicaría ser dos -distintos. Falto de <em>todo</em> buen sentido, y conocimiento -(I, 27,123); en vez de: falto de <em>todos</em> -buen sentido y conocimiento, ó de <em>todo</em> buen -sentido y de <em>todo</em> conocimiento. Començô -su lastimada historia, casi por <em>las mismas</em> -palabras, y passos que (I, 27, 124); en vez de: -con <em>las mismas</em> palabras y <em>los mismos</em> pasos, -ó con <em>los mismos</em> palabras y pasos. No -porque no tuuiese bien <em>conocida</em> la calidad, -bondad, virtud y hermosura de Luscinda -(I, 27, 124); en vez de: <em>conocidas</em>, ó <em>conocida</em> -la calidad, <em>conocida</em> la bondad, etc. <em>Daua</em> el -harriero a Sancho, Sancho a la moça, la -moça a el, el ventero a la moça (I, 16, 59); en -vez de: <em>daban</em> el arriero á Sancho, Sancho -á..., ó <em>daba</em> el arriero á Sancho, <em>daba</em> Sancho -á, etc.</p> - -<p>Pueden, sin embargo, ir en plural <em>los mismos</em>, -<em>los dichos</em>, <em>los referidos</em>, etc., ante -varios nombres propios ó apelativos de persona.<span class="pagenum" id="Page_173">[Pg 173]</span> -«<em>Los mismos</em> Antonio Pérez y hermanos», -«Las referidas madre é hija», «Los -magnánimos Isabel y Fernando». Pero es -porque en la mente se toman como un todo -compuesto de varios, y por consiguiente, -como un todo plural.</p> - -<hr class="tb" /> - -<p>La tendencia entre literatos hoy día es á -emplear en plural el verbo ó el adjetivo que -se refiere á varios sujetos. Esta tendencia -existía también en tiempo de Cervantes, ó -mejor dicho, entonces había libertad en el -empleo del singular ó del plural. La tendencia -moderna se debe á los gramáticos que -han enseñado esa regla del plural. Esa no es -razón para tener lo contrario en Cervantes -por descuido. Esos gramáticos han atado la -construcción castellana. ¡Gran servicio, por -cierto! Y esa atadura la tienen por más lógica, -digo mal, por únicamente lógica. Lo -será, como he dicho, en la lógica de tales -gramáticos, no en la lógica castellana, que -de suyo es libérrima, y nos la están trabando -en muchas cosas que es una compasión. Pero -campee la verdad, ante todo. Cervantes no -puede ser tachado de descuidado por esa libertad, -como ni por otras parecidas. Ni esa -regla debe constar en las gramáticas como -regla del castellano, sino como <em>tendencia -moderna</em>, y como tendencia debida al artificio<span class="pagenum" id="Page_174">[Pg 174]</span> -literario y nacida en la hueca mollera de -dómines sandios y cortos de vista.</p> - -<p>Eso de llamar <em>descuidos</em> á lo que no se -ajusta con nuestras reglas, aun en el caso -de que éstas fueran reflejo de la realidad de -los hechos, indica, por lo menos, aviesa manera -de concebir el lenguaje.</p> - -<p>El lenguaje vive en continua evolución, y -lo que hoy nos parece mal ó descuido, estaba -bien en otra época. César fué un descuidado, -un tío Calzorras, pues nunca usó medias á -pesar de que Suetonio le tilde de extremadamente -esmerado en su manera de vestir. Eso -se dice, cuando se tacha de descuidado á -Cervantes en cosas que eran del habla de su -tiempo y que no lo son del habla actual. Porque, -cuando se trata de puntos como el que -acabo de exponer, lo que hay que decir es -que nuestros mayores no iban á aprender el -castellano á París para que les pusiesen trabas, -tenidas por muy lógicas, en su hablar; -y que nuestros gramáticos y escritores, desentendiéndose -del habla del pueblo, que es -el habla castellana, se han ido fuera de casa -á traer modas que no ajustan á nuestro talle.</p> - - -<div class="chapter"> -<div class="footnotes"> -<p class="center p2 big2">NOTAS:</p> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_16" href="#FNanchor_16" class="label">[16]</a> El primer número es del capítulo, el segundo del -folio de las ediciones de Cuesta de 1608 y 1615.</p> - -</div> -</div> -</div> - - - -<div class="chapter"> -<p><span class="pagenum" id="Page_175">[Pg 175]</span></p> - -<div class="figcenter illowp100" id="p175ilo" style="max-width: 31.25em;"> - <img class="w100 p6 p6b" src="images/p175ilo.jpg" alt="p175ilo" /> -</div> - -<h2 class="nobreak">El mitógrafo D. Estanislao Sánchez Calvo</h2> -</div> - - -<p>Suena el reloj: las tres, y desvelado. Abro -las contraventanas: ¡es de noche! Silencio... -que parece bajar de la bóveda celeste. En -el fondo azulado, sin fondo, chispean un sinnúmero -de riquísimos brillantes de todos tamaños. -Amontonados al azar en algunos -puntos, en otros uno ó más solitarios parpadean -vivísimos destellos. ¿Qué mano esparció -ese puñado de pulverizada nieve que veo -formar una franja de oriente á occidente? -¿Á dónde se ha ido á ocultar en ese mar sin -orillas el disco plateado de la luna, que días -atrás navegaba silenciosa derramando por -el espacio el cándido sosiego de su tenue -palidez?</p> - -<p>Toda esta palabrería me parece tan desapacible, -tan tosca, tan barroca, al querer -expresar lo que estoy sintiendo ante la vista -del cielo estrellado, que me voy á callar, -y seguiré contemplándolo embebecido en -casto silencio. ¡Cuántos antes de mí os<span class="pagenum" id="Page_176">[Pg 176]</span> -habrán mirado suspensos y meditabundos -como yo! ¡Yo no soy el primero que os miro -embelesado! ¡Qué de cosas habréis sugerido -al corazón de las generaciones que ya no os -volverán á preguntar el misterio de nuestra -existencia! Desaparecieron ellos mismos en -ese hondo tan misterioso de la muerte, como -del que habían nacido y del que he nacido -yo también. Y vosotras, luces silenciosas, -¿desde cuándo estáis ahí brillando? ¿De dónde -venís? ¿Á dónde váis? Los griegos, sabios y -soñadores á la vez, te veían, lucero de la -mañana, que ahora te levantas sobre el horizonte, -cual si salieras del fondo del mar, -goteando blanquísimas espumas. ¿Cómo no -envidiarte, oh rojo Marte, tu ventura al contemplarla -tan bella y deslumbradora?</p> - -<p>Allí las hyades destilando rocío. Acullá -Arturo dirigiendo sus bueyes y su carro. -¡El pulgarcito, cuya historia me contaban de -niño y que he oído conocieron los Richis del -Sapta-Sindhu! Al lado la osa, y entre ellos -retorciendo sus anillos la serpiente. Y la -lira, y el can, y el cochero, y Perseo. Todos -érais dioses para aquel pueblo poeta y filósofo. -¿Quién, sino vosotros, podía engendrar -y traernos la lluvia, el calor, la nieve, los -vientos?</p> - -<p>¿Quién podía cuajar en las entrañas de la -madre tierra los ricos filones de plomo argentífero, -tan codiciado por los mercaderes -fenicios, cuando venían desde las costas de<span class="pagenum" id="Page_177">[Pg 177]</span> -Siria á las nuestras de Andalucía, lo cargaban -en sus largas naves y lo llevaban á todos -los puertos del Mediterráneo? Sólo tú, -Saturno, padre de Júpiter, abuelo de los -dioses. ¡Neptuno! tú reinabas con tu tridente -desde el carro de delfines sobre el líquido -elemento; y tú, Urano, derramabas la lluvia -que fecunda el seno de la tierra. Rodeado -de los satélites de tu corte, te paseas, benéfico -Júpiter, por las nubes del Olimpo, gobernando -con el pestañear de tus ojos, con -el movimiento de tu celestial cabellera los -acontecimientos de los mortales, que bullimos -cual enjambre en este bajo suelo y nos -arrastramos cual imperceptibles gusanillos. -Á tu disposición el águila que nos augura -tus designios, el trueno que nos anuncia tu -encono, el rayo con que hieres al culpable, -Mercurio, tu heraldo y alado mensajero, -tu ministro de fomento, que enseñó á los -hombres la medicina, el comercio, la industria.</p> - -<p>Hubo un tiempo en que los griegos todavía -no habían fantaseado todos estos entretenidos -y sabios cuentos, por la sencilla razón -de que no habían aún nacido. Ni siquiera -habían venido á Europa sus progenitores, -los pelasgos, los de las moles giganteas -levantadas con peñascos en Tirinto y Micenas. -El nombre romano no había sido pronunciado -por humanos labios. En fin, que -antes de estas y de otras muchas naciones,<span class="pagenum" id="Page_178">[Pg 178]</span> -vivió una raza de hombres, los primeros que -vieron la luz del sol, los primeros que admiraron, -como estoy ahora admirando yo, la -majestad del cielo en una noche serena, como -ésta. También aquellos hombres tenían ojos -para ver y fantasía para dar en ocurrencias -tan geniales y para urdir y tramar comedias -tan bonitas, como las de los mitos que urdieron -y tramaron los griegos, sus sucesores. -Sólo que, como más en contacto con la naturaleza, -como niños de la humanidad que -acababan de abrir los ojos á la luz del sol, -(¡ó quién sabe si de la luna!), debieron de -quedarse todavía más atónitos, maravillados, -asombrados y absortos ante el espectáculo -que les rodeaba. Algo diría á su -corazón infantil la vista de esa llanura sin -límites, líquida y movediza, que llamamos el -mar, sin orillas y sin fondo; algo ese horno -de fuego que viste de colores las flores, de -verdor los valles, de un azul tenue las montañas -allá lejanas y de blancura inmaculada -sus altas y empinadas crestas; algo el murmujear -del viento, el temblotear de las hojas -en las selvas, el discurrir de las mansas ondas -entre las guijas del riachuelo, el retumbar -de la tempestad, el cantar de tanta variedad -de canoras aves. Etcétera, etc. Todo eso -lo han cantado los poetas en mil tonos, ya -sinceros, que salían como gemidos arrancados -del fondo del alma, ya convencionales -y falsos en los salones de sociedades embusteras.<span class="pagenum" id="Page_179">[Pg 179]</span> -Aquellos primeros hombres creo que -debieron ser poetas verdaderamente sinceros, -porque sentían, lo que se llama de veras. -¿Qué pensaron del mundo, de su origen, -de los fenómenos que veían sucederse sin -intervención ninguna de su voluntad, antes -muchas veces contra lo que ellos hubieran -deseado? ¿Quién hablaba en el trueno, quién -miraba desde el sol ó atisbaba desde las estrellas, -quién alentaba en el céfiro ó soplaba -airado en el vendaval, quién se entretenía -en rizar y revolver las olas del océano? Sin -duda tenían que ser algunos seres más superiores -que ellos mismos, seres que conocían, -veían, oían tanto y tan bien como ellos, y de -una manera más levantada y recóndita. El -problema del universo, el problema de la -vida, del origen, del destino del hombre, -quedaba planteado. De aquí arrancan la filosofía -y la religión, que han tratado de resolver -ese pavoroso problema.</p> - -<p>Si hemos de dar crédito á los <em>Gritos del -combate</em>, en los que un gran poeta español -ha sintetizado los sentimientos de la actual -generación, ese problema aguarda todavía -solución en el pecho de muchas almas. Ciertos -glaciales vientos, venidos de la septentrional -Germania, han congelado en el corazón -de la actual sociedad las creencias y -esperanzas que habían florecido en las sociedades -de otros siglos más religiosos. El -indiferentismo ha agostado la fe plantada<span class="pagenum" id="Page_180">[Pg 180]</span> -por Cristo. Pero el problema subsiste, y si -su historia es tan interesante por encerrar -el pensamiento de la humanidad, su primer -origen, su prehistoria, lo es todavía más, ya -que nos puede llevar á la raíz misma de -donde arranca, y conocido el origen ó causa -de un fenómeno, queda á descubierto su -misma naturaleza y esencia. He aquí por -qué tiene y tendrá siempre interés el estudio -de la antigüedad y de la historia, y sobre todo -de sus orígenes. La Lingüística ó ciencia de -las lenguas, y la Mitología ó ciencia de las -religiones, son los únicos medios que poseemos -para internarnos entre las nieblas que -más allá de la historia rodean los orígenes -de la humanidad. Las palabras que hoy empleamos -son monedas, desgastadas, sí, en -parte, por el roce de los siglos, pero que habiendo -sido acuñadas en aquellas épocas -remotas, á donde no alcanza ningún otro -monumento histórico, nos permiten descifrar -en su carcomida leyenda lo que pensaron, -filosofaron y creyeron las primitivas -gentes. Las lenguas son los archivos del -pensamiento humano, en ellas damos con los -documentos más fehacientes que nos dicen -las ideas que pasaron por la cabeza de los -hombres hace veinte, treinta y cuarenta siglos. -Pero dentro de ese archivo hay un anaquel -privilegiado, donde se han coleccionado -cuantos datos atañen á los dioses, quiero -decir á la personificación de las creencias<span class="pagenum" id="Page_181">[Pg 181]</span> -de los primeros hombres, de sus ideas religiosas, -personificaciones creadas por el espíritu -filosófico y vestidas de su rica y multicolor -vestimenta por la fantasía poética de -la primitiva humanidad: ese anaquel son los -nombres de los dioses. El primero que tuvo -la idea de entrar en ese archivo y dirigirse -á ese anaquel fué Platón. Por orden suya en -el diálogo llamado Crátilo vemos á Sócrates -y á Hermógenes revolviendo este tumbo religioso, -que pocos años hace ha vuelto á -desempolvar el insigne lingüista Max Müller, -fundando así la Mitología comparada. -En España, triste es confesarlo, la Lingüística -y la Mitología son ciencias que hoy no -se cultivan. Consolémonos con que no son -las únicas que están en este caso. Dignísima -excepción ha sido el genial, erudito y profundo -pensador D. Estanislao Sánchez Calvo, -cuya memoria acaban de honrar los asturianos. -Por todas partes en Asturias he -oído encarecer la agudeza y profundidad de -su ingenio, la finura exquisita de su trato, la -amenidad de su conversación, el tino que -poseía para entreverar sus discretos razonamientos -con algún dicho festivo ó sazonada -conseja, que él sólo había sido capaz -de atesorar con sus vastas lecturas.</p> - -<p>En su obra <em>Los nombres de los dioses</em> -aparece su personalidad tal como me la han -pintado los que le conocieron. Tiene puntos -de vista filosóficos, profundos y originales.<span class="pagenum" id="Page_182">[Pg 182]</span> -Pero lo diré desde luego, su defecto es el de -la mayor parte de nuestros intelectuales: la -falta de educación literaria, sólidamente -dirigida y metodizada, la falta de verdadera -disciplina, que encauce y aproveche tanto -derroche de dotes naturales. Increíble parece -que un talento como el suyo, que comprendió -lo que vale la Lingüística en el -asunto de que trata, no llegara ni á barruntar -lo que es la Lingüística. La ensalza hasta -las nubes, la proclama como la única que -ha de hacer caer el velo de Iris, pretende servirse -de ella en todas sus investigaciones, -y... no tiene un átomo de ciencia Lingüística -moderna, no la entiende; la entiende -á la manera de Becano, de Tomassin, de -Varron. Todas sus investigaciones particulares -son por lo mismo, telas de araña, que -se deshacen al solo contacto de una mirada: -al ir leyendo, el más profano en achaque -de lingüística, va destruyendo mentalmente -tan aéreas y telarañescas fantasías. -No bastan ingenio, lectura, ni aun criterio: -sobre todo en materias de tan exquisita -exactitud como las matemáticas y la lingüística, -es indispensable un largo y sólido -aprendizaje, una formación lenta y metodizada. -El lingüista no se improvisa: aun dejando -aparte el conocimiento de las lenguas, -que exige largos y penosos trabajos, el manejo -del método moderno, el conocimiento -de los resortes de la fonética, no pueden ser<span class="pagenum" id="Page_183">[Pg 183]</span> -fruto sino de un largo y bien dirigido ejercicio. -La enseñanza, como actualmente se halla -en España, es la más á propósito para que -no pueda darse un verdadero lingüista, y ni -aun un verdadero hombre de ciencia entre -nosotros. Basta de jeremiadas, y vuelvo á -nuestro insigne asturiano, que, por lo dicho -yo considero cual exuberante planta tropical, -pero nacida en clima poco adecuado y -cuyo cultivo estuvo desatendido. Observaciones -atinadísimas se hallarán, cual brotes -naturales y espontáneos, en cualquier página -de sus obras.</p> - -<p>De la naturaleza de los dioses nada sabemos, -había dicho Platón; pero por sus nombres -podemos conocer lo que han pensado -de ellos los pueblos. Y en el Crátilo intenta -descifrar esos nombres por medio de la lengua -griega, aunque confesando que otros se -tomaron de los bárbaros. Aquí nuestro escritor: -«El error de Platón y aun el de muchos -mitógrafos modernos consiste en querer -averiguar ó descubrir el significado ó -sentido de los nombres míticos en la lengua -misma del país en que recibieron culto». -Indra, Pardjania, Aditya, no son, efectivamente, -nombres sánscritos, ni tan siquiera -ariacos; Apolo, Athene, Baco y Perséfone -no son nombres griegos, ni aun pelásgicos: -como no son castellanos de origen Dios, -santo, diablo, demonio. Querer interpretar -tales nombres por el griego ó el sanskrit, es<span class="pagenum" id="Page_184">[Pg 184]</span> -como querer interpretar estos otros por el -castellano. Al nombre de ¡o demo! huyen -las viejas en Galicia, y si no huimos nosotros -al de ¡demonio! es porque somos ya tan malos -como él; que otra cosa hacen las monjitas -en el claustro. Pues ahora oigamos á -Sócrates: «Yo afirmo que todo el que es demonio, -es decir <em>hombre de bien</em>, es verdaderamente -demonio durante su vida y después -de la muerte, y que este nombre le -conviene propiamente». Los demonios para -los griegos eran los dioses de la edad de -oro: el cristianismo les ha puesto los cuernos -y el rabo. ¿Qué hace Sánchez Calvo? -Acude á otras lenguas más antiguas, á las -turanias y al éuskera. Á la civilización semítica -de la Caldea precedió otra turania, -que le legó su escritura cuneiforme. Los -semitas se valieron de ella; pero los nombres -de cada signo eran letra muerta para -ellos, sólo tenían significado en la lengua -turania preexistente. Los modernos han -reconstituído no sólo la lengua asiria y toda -la historia de Nínive y Babilonia, escrita en -la lengua semítica cuneiforme, sino hasta la -lengua turania que se encerraba en aquellos -signos, la lengua llamada acadiana por -unos, por otros sumeriana. Razón hay, pues, -para acudir al turanismo, cuando las lenguas -arias no dan más de sí. ¿Y el éuskera? -Ni siquiera saben muchos españoles qué -lengua es. Allá antes de los albores de la<span class="pagenum" id="Page_185">[Pg 185]</span> -Historia, ha descubierto la Prehistoria la -existencia de varias razas, que ocuparon el -suelo de Europa antes de los arios, sean éstos -celtas, pelasgos, griegos, romanos, germanos -ó eslavos: las razas de Canstadt, de -Cro-magnon ó guancho, de Furfooz. Aquellas -antiquísimas razas sólo nos han dejado -grandes pedruscos (megalíticos), hachas y -flechas de piedra y hueso, y espesos montones -de conchas y otros relieves de sus primitivos -banquetes. Si nos hubieran dejado -un solo libro, algo más sabríamos de ellos.</p> - -<p>Ahí está un libro y bien voluminoso: es -el Diccionario bascongado. Los bascos ó -euscaldunas pertenecen á una de aquellas -razas; su lengua es el bascuence ó éuskera, -que significa <em>el habla</em>. Con razón acude, -pues, á ella nuestro docto asturiano. Este -nuevo derrotero, abierto á la Historia y á la -Mitología comparada en las primeras líneas -de su obra, bien merecía que á su autor se -le considerara como á un escritor genial, por -lo menos, por no decir como al fundador de -la Mitología comparada del porvenir. No es -esto sólo; él ha dado los primeros pasos por -el nuevo camino y ha puesto los primeros -jalones. El primero como punto de partida, -el segundo como método. La noción de Dios -en el hombre crece ó disminuye á medida -que crece ó disminuye el pensamiento humano. -Los mitólogos modernos asientan -que la religión primitiva de los arios fué<span class="pagenum" id="Page_186">[Pg 186]</span> -muy parecida á la de los salvajes de África -ú Oceanía: el fetichismo. Sánchez Calvo se -coloca enfrente de este punto de partida y -dice: Si el fetichismo no es más que la adoración -de una forma cualquiera material, sin -representación <em>metafísica</em> ninguna, en este -caso el fetichismo no pudo ser de ningún -modo la primera fase teológica de la humanidad. -No se concibe que el hombre primitivo -rindiese culto á un objeto natural sin -ver en él la imagen ó la morada predilecta -de un poder misterioso, <em>invisible</em>, pero manifestándose -en ciertos fenómenos; y entonces -deja de ser tal fetichismo y se convierte -en una idolatría vulgar. El verdadero fetichismo -no existe, pues, sino como una degradación -en muy pocos pueblos, y aun en -ellos, si se investiga bien, se encontrará -seguramente un resto del animismo ó del -espiritualismo primitivo. Hay que estudiar -en la humanidad la idolatría, es decir, la -adoración de un ente metafísico <em>desconocido</em>, -pero cuya existencia deduce el hombre de -manifestaciones de fuerza ó inteligencia que -observa en los fenómenos de la naturaleza. -El elemento metafísico se impuso al hombre -desde el momento en que empezó á hacer -uso de su razón por medio del principio de -causalidad. Los hombres prehistóricos de la -edad del bronce, del reno ó de la piedra, -eran espiritualistas ya, creyendo en multitud -de agentes animadores de la naturaleza, al<span class="pagenum" id="Page_187">[Pg 187]</span> -observar sus movimientos, ni más ni menos -que aquel perro que ladraba á un paraguas -movido por el viento.</p> - -<p>Cuanto al método, el Sr. Calvo se decide -terminantemente por la lingüística comparativa -de todas las lenguas. La religión y la -mitología son contemporáneas de la razón -humana; por consiguiente, ni el griego ni el -sanskrit, que son de ayer, bastan para descifrar -los nombres de los dioses, que proceden -de la primitiva humanidad. Los mitos -no pueden ser comprendidos y apreciados, -dice Grote, si no se refiere uno al sistema -de concepciones y creencias de las edades -en que nacieron. Pero ¿dónde encontrar ese -mito primitivo, y á qué raza ó á qué pueblo -hemos de recurrir para verle nacer? Le encontramos -formado y más ó menos joven en -el Aria, en Grecia, en el Lacio y en Germania, -en Asiria y en Israel; mas ¿dónde puede -estar su cuna? La lingüística es el único y -más poderoso auxiliar que en este caso se -presenta. De aquí que el autor nos hable -luego de la lingüística, y después del turanismo -y del éuskaro, como fuentes las más -antiguas que nos pueden llevar á la lengua -primitiva, á la cual pertenecen los nombres -mitológicos. Si después, á pesar de partir -de donde debía y de emplear estos medios -de investigación, nada ha conseguido nuestro -abortado mitólogo en los demás capítulos -de su obra, débese, ya lo he dicho, al<span class="pagenum" id="Page_188">[Pg 188]</span> -completo desconocimiento que tenía de la -verdadera lingüística, que es el método moderno, -comparativo é histórico. Saquemos, -pues, como moraleja de estas líneas, que -aunque es verdad que <em>quod natura non dat, -Salmantica non praestat</em>, no lo es menos -que las mejores condiciones naturales dan -frutos abortados, si no se cultivan con una -severa y larga disciplina literaria.</p> - - - - - - -<div class="chapter"> -<p><span class="pagenum" id="Page_189">[Pg 189]</span></p> - -<div class="figcenter illowp100" id="p190ilo" style="max-width: 31.25em;"> - <img class="w100 p6 p6b" src="images/p190ilo.jpg" alt="p190ilo" /> -</div> -<h2 class="nobreak">Motes ó apodos</h2> -</div> - - -<p>Los motes ó apodos son de suma importancia -en el estudio de un idioma. De ellos nacieron -la mayor parte de los nombres y -apellidos, cuyo estudio ha ocupado á muchos -escritores, que han impreso libros sobre -este particular. Conocido es el de Godoy y -Alcántara sobre los apellidos castellanos. -Puede decirse que se reduce á una lista por -siglos y categorías de una buena cantidad -de apellidos, cuya etimología, cuando pretende -desentrañarla, no aparece en general -muy clara. Pero, sobre todo, no se halla en -él idea psicológica de ninguna especie. Y, -con todo, lo más curioso de apellidos, nombres -y motes es lo que de ellos se desprende -para el estudio psicológico del pueblo que -los formó. En este particular, los motes son -todavía más importantes, por ser, digámoslo -así, los nombres en su primera edad, cuando -aún están frescos, tiernecitos y flamantes.</p> - -<p>Si se pudieran reunir todos los apodos<span class="pagenum" id="Page_190">[Pg 190]</span> -que hoy suenan por toda España, formarían -un caudal de vocablos tan abundante como -el del Diccionario castellano, y aún más, -porque hay muchos motes que sólo se emplean -como tales y no son del uso ordinario -del habla.</p> - -<p>Lo más sabroso, sin embargo, y á la vez -lo más instructivo que habría en esa lista, -sería ver, como en un cuadro, el ingenio -poético y filosófico de nuestro pueblo.</p> - -<p>Y nótese que ahí es un grano de anís el -ver de una manera tan clara y pintoresca el -colorido de la fantasía y la penetración de -la inteligencia de una raza.</p> - -<p>Pero como los españoles tenemos otras -cosas de más tomo en que entretenernos, y -gracias que no haya hecho asomar en mis -lectores la risa á los labios al ver que escribo -un artículo sobre cosa tan baladí como son -los motes, tendré que contentarme con los -pocos recogidos por mí, aguardando que -mis amigos, ó los que por estas cosas se tomen -algún interés, me vayan enviando listas -de motes fehacientes y verdaderos, de cualquier -parte que sean.</p> - -<p>Poesía y filosofía he dicho que encierran -los apodos. Son obra natural, espontánea del -pueblo. Pero el pueblo no habla; hablan los -individuos que lo forman, y no cualquier hijo -de vecino es quién para inventar y poner un -apodo, sino los listos, los chistosos, los -chuscos.</p> - -<p><span class="pagenum" id="Page_191">[Pg 191]</span></p> - -<p>Ingenio es menester para dar con un mote -que venga á pelo, que choque y dé golpe. Y -á fe que en España todo eso abunda como -en ninguna parte. ¿Cómo concibe el chusco -que inventa un apodo el carácter ó la facha -exterior de la persona á quien se lo aplica? -Como otra cosa á las veces muy diferente, -pero que tiene con ella un punto de contacto. -La metáfora interviene, pues, aquí, y el -chusco da gallarda muestra de su penetración -y de su fantasía: es un verdadero filósofo -y un verdadero poeta. Filósofo, porque -tiene ingenio para saber coger en la persona -el rasgo más saliente que le caracteriza; -poeta, porque en su fantasía surge por la -metáfora la imagen de otro objeto que remeda -ó pinta ese rasgo saliente.</p> - -<p>Los ejemplos que voy á poner están tomados -del natural: son apodos recogidos en -Tudela de Navarra, y á mis instancias, en la -tertulia de mi buen amigo el canónigo don -Federico Pérez.</p> - -<p>Es un individuo que siempre está apurado, -no por negocios que carguen sobre él, -sino porque tal lo lleva su carácter nervioso -y vivo: llámanle <em>Agonía</em>. Échese á discurrir -quien quiera cuál es el trance más apurado -de la vida, y no hallará otro que aquel en el -que ella se acaba. Emplear un sustantivo -por un adjetivo dicen los retóricos que es -cosa galana y que da fuerza y novedad á la -expresión. El chusco tudelano que inventó<span class="pagenum" id="Page_192">[Pg 192]</span> -el mote no entendía de retóricas; pero dió -en lo más poético y filosófico.</p> - -<p>Pescador en el Ebro es el patrón y casero -de mi amigo D. Federico: se llama <em>Anguilica</em>. -Otro, bastante goloso, ó como allí se -dice, laminero ó lambinero, se llama <em>Bizcochada</em>, -nombre dado á las natillas, encima -de las cuales van algunos bizcochos. ¿Queréis -motes poéticos, gráficos, chistosos? <em>Bate-cristos</em>, -<em>Carra-cuca</em>, <em>Caga-tieso</em>, <em>Caga-en-l’aire</em>, -<em>Cag-ansias</em>, sinónimo de <em>Agonía</em>, -pero más castizo y más gráfico. <em>Cardenillo</em> -es uno de mal genio: y aquí tenemos todo un -cuadro, que no es fácil pintar ni con el pincel -ni con la pluma. ¿Será el efecto del cardenillo -pintado en un envenenado? <em>Veneno</em> -es otro apodo que vale lo mismo; todos conocen -al <em>capitán Veneno</em> de Pedro de Alarcón. -<em>Cagarruta</em> es un hombre pequeño: -advierto que así se llaman los granillos del -excremento del ganado lanar. <em>Carrañé</em> es -otro de mal humor; <em>encarrañarse</em> vale enfadarse. -Diminutivo de otro excremento es -el apodo <em>Carajucho</em>. Muchos y diversos pasos -debe dar en sus asuntos el llamado <em>Cagateclas</em>. -Pequeños son <em>Currusco</em>, <em>Currutaco</em> -y <em>Curruto</em>; en todas partes mete la -cucharada <em>Cucharón</em>, é hinca el diente el -llamado <em>Diente</em>. ¿Es uno amigo de hacer -la corte á gentes de cuenta? Le llaman -<em>Estira-levitas</em>, tan gráfico como <em>Colín</em> por -adulador, que menea la cola tras otro,<span class="pagenum" id="Page_193">[Pg 193]</span> -como el perro. Optimista es <em>El Dichoso</em>, -de aspecto quijotil <em>El Seco</em>, cerduno <em>El -Cucho</em>, zanquilargo <em>El Guitarro</em>. Ello mismo -lo dice cómo serán <em>El Negro</em>, <em>El Patán</em>, <em>El -Zorrico</em>, <em>El Abogado</em>, <em>El Curto</em>, <em>El Potra</em>, -<em>El Gatico</em>, <em>El Chafo</em>, <em>El Chilín</em>, y lo mismo -<em>Barricate</em>, <em>Brazos-Cortos</em>, <em>Carabina</em>, <em>Carpa</em>, -<em>Casaca</em>, <em>Calzones</em>, <em>Cazuelo</em>, <em>Cazuelica</em>, <em>Carrasca</em>, -<em>Cavila</em>, <em>Cogote</em>, <em>Carrizo</em>, <em>Mortero</em>, -<em>Manazas</em>, <em>Madero</em>, <em>Malcarao</em>, <em>Mosquito</em>, -<em>Palomo</em>, <em>Pajuela</em>, <em>Peladilla</em>, <em>Pimentón</em>, <em>Piñica</em>, -<em>Pingo</em>, <em>Putica</em>, <em>Raboso</em>, <em>Raspa</em>, <em>Rata</em>, -<em>Rana</em>, <em>Ratilla</em>, <em>Tropezones</em>, <em>Zaragata</em>.</p> - -<p><em>Mano-e-hierro</em> pudiera ser del corral de -Monipodio. <em>Mascarrabias</em> es un rabieta que -tiene que mascarlas. Nos parece calificativo -tan sencillo y tan vulgar, que nadie repara -en él. Y, sin embargo, es expresión de lo -más pintoresco que se concibe. Buscadle -equivalente en francés, ó en latín, ó en -griego. Cada pueblo tiene su temperamento -poético, y no es muy sandio el pueblo que -tales expresiones inventa. Fulano suele presentarse -con tanta prosopopeya como un -navío de alto bordo: llámanle <em>Navío</em>. <em>Mata-ratas</em>, -<em>Mata-burras</em>, ¿se aclararán por aquel -dicho: «Por un perro que maté, me llamaron -<em>Mata-perros</em>»? ¡Qué ha de matar el infeliz ni -una burra siquiera, si no es capaz de matar -una rata! Tan irónicos son estos motes como -el de otro á quien llaman <em>Mata-curas</em>, que -suele matarlos de pico, y nada más. <em>Mal-año<span class="pagenum" id="Page_194">[Pg 194]</span></em>, -<em>Mil-duros</em>, <em>Merendón</em>, <em>Paticas-cortas</em>, -<em>Pisa-flores</em>, que es harto más bonito que pisaverde.</p> - -<p>Hay motes que, mirados con las delicadas -lentes de las conveniencias sociales, son -de lo más feo y vitando; pero no dejan de -ser de lo más gracioso. Apunten los suscriptores -y los redactores de la revista internacional -<em>Criptadia</em>: <em>Pedo-lobo</em>, <em>Pichorrín</em>, <em>Pijota</em>, -<em>Pijorro</em>, <em>Cachurrín</em>, <em>La Cachorrona</em>, -<em>Minguica</em>, <em>Picha-rota</em>.</p> - -<p>De carácter farisaico es un tal <em>Servamandata</em>; -tan vivo de genio como <em>Agonía</em> -y <em>Cardenillo</em> es <em>Solimán</em>. Parlanchín que -menea sin cesar la sin hueso es <em>Taravilla</em>; -un para poco es <em>Tararo</em>, y para menos <em>Tararura</em>. -Muletilla ordinaria suya debía de -ser <em>¡quién sabe!</em>, cuando á otro le llamaron -<em>Quisabe</em>, donde tenemos la etimología de -<em>quizás</em>, antiguamente <em>qui sab</em>. <em>¡Por vida -de!</em> es otra muletilla que originó el mote -<em>Repor-vide</em>, y sangre sosa debía de tener -el llamado <em>Sangracha</em> y el <em>Chanchan</em>, y -demasiado encendida el <em>Sopetón</em> y el <em>Rabiau</em>.</p> - -<p>De un asiduo á los cultos del Corazón de -Jesús es el apodo muy moderno <em>Reinaré</em>. -Diminutivo de pito es <em>Pitito</em>, que los muchachos -hacen con dos pedacitos de caña y un -hilo para pitar ó echar pitidos.</p> - -<p>De las patas hay motes gráficos: <em>Patán</em>, -<em>Pat-araña</em>, <em>Pato-lea</em>, <em>Patirraco</em>, <em>Paticas-cortas<span class="pagenum" id="Page_195">[Pg 195]</span></em>, -<em>Paticas-verdes</em>, <em>Patas-verdes</em>. Del -pelo y pelar, pelear: <em>Pela-panes</em>, <em>Pelacho</em>, -<em>Peladilla</em>, <em>Pela-morros</em>, <em>Pelucón</em>, <em>Chorreta</em>, -<em>Chafarreta</em>, <em>Churumbela</em>, <em>Chirimbolo</em>, -<em>Cherre</em>, <em>Churri-pample</em>, <em>Chirri</em>, <em>Chorche</em>, -<em>Chorrio</em>, <em>Chirpi</em>, <em>Zarambote</em>, <em>Zamacuco</em>, -<em>Zampas</em>, <em>Zaragata</em>, son de origen euskérico.</p> - -<p>Pintorescos son <em>Esgarra-manzanos</em>, <em>Morrocuto</em>, -<em>Tripota</em> y, sobre toda ponderación, -<em>Tripa-triste</em>, que se refiere al hambre.</p> - -<p>Á las mujeres se les da el mote de sus -maridos, mudándoles la terminación en <em>a</em>: -<em>Corazones</em> es el mote de uno; á su mujer la -llaman <em>La Corazonas</em>, y así <em>La Cascorra</em> de -<em>Cascorro</em>, etc. Pero otras lo tienen propio: -<em>La Trona</em>, <em>La Mari</em>, <em>La Coronada</em>, <em>La -Hurona</em>, <em>La Canóniga</em>, <em>La del ancho</em>, <em>La -Gorriona</em>, <em>La Murilla</em>, <em>La Vinagre</em>, <em>La Pelos</em>, -<em>La Gimia</em>, <em>La Ciela</em>, <em>La Ochava</em>, <em>La -Perrandina</em>, <em>La Cachorrona</em>, <em>La Resalada</em>, -<em>La Rico-pelo</em>, <em>La Colé</em>, etc.</p> - -<p>No faltan motes fundados en un chusco -equívoco. Llega de la aldea una vendedora -de pollos, y le dicen: Ahí en esa casa le comprarán. -Son gentes que vienen de Madrid á -veranear. Pregunte por <em>Doña Jovita</em>. Llama -á la puerta la buena mujer, le abren y al subir -se da de manos á boca con una señorona -de tomo y lomo. Iba á preguntarle si era -Doña <em>Jovita</em>; pero parecióle demasiada mujer -para nombre tan chico, y le dice: ¿Es<span class="pagenum" id="Page_196">[Pg 196]</span> -usted Doña <em>Jova</em>? El nombre <em>Jova</em> ya no hay -quien se lo quite á la jamona madrileña.</p> - -<p>Todos los motes apuntados son de Tudela, -donde no habrá hombre ni mujer, chico -ni chaco, que no tenga el suyo. Pero otro -tanto sucede en las demás ciudades españolas, -y mucho más en los pueblos y aldeas.</p> - -<p>En Calatayud, á la otra vertiente del -Moncayo, el dialecto es el mismo que en la -merindad de Tudela: el aragonés; pero más -cerrado y con vocablos más regionales. Mi -excelente amigo el conocido novelista de -costumbres aragonesas D. Juan Blas y -Ubide, que entre el ejercicio de la abogacía -no descuida el culto á la literatura, me obsequió -este verano con un rico tesoro de -palabras, frases y motes, por él recogidos -en aquella ciudad para servirse de ellos en -sus novelas.</p> - -<p>Voy á confirmar lo expuesto hasta aquí -con esos motes hoy vivos en Calatayud; y -para que se noten mejor las tendencias psicológico-poéticas -de los bilbilitanos, los ordenaré -por clases. Hay motes tomados de -objetos inanimados, otros de defectos corporales, -otros de cualidades morales, otros -de plantas, otros de animales, otros de oficios, -otros de regiones y pueblos, otros cuyo -significado es bastante oscuro, y otros, finalmente, -tomados de todo el Diccionario é inclasificables.</p> - -<p><span class="pagenum" id="Page_197">[Pg 197]</span></p> - - -<p>DE OBJETOS INANIMADOS</p> - -<p>Chaqueta, Coronica, Medio-almú, Pitos, -Silleta, Chimeneas, Tablares, Bomba, Perniles, -Alforjas, Pitón, Pitorro, Botijo, Candiles, -Cascarrias, Cataplasma, Chavo-ó-hilo, -Bolsa-de-hierro, Pizarrines, Mota, Cuaderna, -Cerillicas, Cerote, Chupilla, Porrón, Puchero, -Coscurro, Punzas, Cachirulo, Boto, -Botitos, Sartenes, Madera, Candelas, Tijeras, -Zurriago, Sarro, Puntales, Guitarro, -Bolas, Pelotas, Bolsicas, Banderica, Mostillo, -Bombarda, Ratonera, Camisilla, Terriza, -Martillo, Manta, Huevete, Morcillica, Fregadera, -Torretas, Calzones de yesca, Mitra, -Coscarana (nuez huera), Cornijales, Cuartico-especias, -Cañete, Callejica, Casillas, -Goma-seca, Mala-lana, Gotera, Gatera, Manchas, -Casquina, Chocho, Brozas, Cache (Cacho), -Gazote de gamón, Chorré (chorro), -Garamaya, Chichetas (de chicha), Colodro, -Chicherre (chicha quemada ó <em>erre</em> en éuskera), -Zaraballa, Chirro, Chumina, Cachupico, -Chorrillas, Cachupo (pedazo de tronco), -Cachacho, Ciclón, Peteneras, Reino, Duende, -Cazolón, Chiripa.</p> - - -<p>DE PLANTAS</p> - -<p>Ciruelo, Berros, Melón, Cebollas, Calabacines, -Mielga, Moscatel, Borrajas, Clavel, -Cañamones, Patata, Cepa roya, Pilongo, -a, -Parra, Seta, Cabecica de ajo, Cabeza de<span class="pagenum" id="Page_198">[Pg 198]</span> -pepino, Chiles (pimientos), Carrasco, Mora, -Lapazas.</p> - - -<p>DE ANIMALES</p> - -<p>Caracoles, Gato, Gurrión, Pajarito, -Cuervo, Zorra, Pollo, Gallo, -a, Cuco, -a, -Mirlo, Cigüeña, Ratón, Tábano, Chorlito, -Mosca, Venau, Culebras, Chincho, Bicho, -Pichona, Cordericos, Ratica, Polilla, Oveja, -Gusano, Rata, Nutria, Cabrito, Pulga, Rana, -Abeja, Lobo, Pájaro, Burras, Güina (ó fuina), -Potra, Chocha, Zarandilla, Perdigano, -a, -Conejo, Zorrilla, Cucho, Garra-miau (gato), -Cardelinos, Mosquirre, Bichocho, Chites, -Rabosa.</p> - - -<p>DE OFICIOS</p> - -<p>Estudiante, Capellán, Alguacil, Zagal, -Gaitero, -a, Brujo, Zapatera, Campanero, -Badajero, Farolero, Bolero (mentiroso), -Reyecillo, Monje, Fraile, Monago, Sacris -(sacristán), Capitán, -a, Payaso, -a, Regador, -Santero, -a, Tiple, -ón, Corneta, Cafetero, -Monjero, Macera, Señorito, El rey, Botero, -Saca-cuadras, Pañero, Obispo, Curilla, Ratonero, -Diablo, Letrado, Confita-moscas, -Pregonero, Zagalón, Realista, Gitanillo, Piloto, -Picón, Moricos.</p> - - -<p>DE REGIONES Y PUEBLOS</p> - -<p>Vetos, Lumpiaque, Castillica, El turco, -El ché (valenciano), Polaco, Cartagena, Zaragoza,<span class="pagenum" id="Page_199">[Pg 199]</span> -Provincial, Villalobos, Moresano, -Perules (del Perú).</p> - - -<p>DE DEFECTOS Y CUALIDADES CORPORALES</p> - -<p>Bizco, Cojo, Zurdo, Manco, Royo, Canoso, -Largo, Viejo, Feo, Chepa, Manazas, -Manitas, Ojitos, Mocos, Dientes, Cojogo-doño, -Morreto, Moquito, Pardillo, Rojo, -Cabezota, Narigones, Patas, Carota, Pelos, -Galano, Canelo, Garrillas, Caspa, Blanco, -Jibeta, Robusto, Garrido, Regañau, Peludo, -Maneta, Colorau, Chiquitín, Patillas, Tripa-larga, -Mala-cara, Culo-de-goma, Cara-de-culo, -Cinco-arrobas, Pelo-malo, Cabeza de -barandán, Morros, Negreta, Oreja, Cabecica, -Mala-boca, Pelón, -a, Caga-blanco, -Peli-blanco, Empalmado, Orejazas, Blanquillo, -Negrillo, Negro, Moreno, Cetrino, Paticas, -Verde, Anciano, Manota, Gordo, Cabezona, -Calvo, Garrancho, Rajau, Carrillo, -Cana, Cacau (cagado), Patés (de pata), Pelete, -Pataco (de pata), Cagacho, Peluches, -Pichorrín, Picha, Tetillo, Cagachas, Carajilla, -Blinca-pozos, Tocatas (paliza), Traga-lamas, -Chata, Gambeta, Cholas, Mamau, -Guarro, Manjunto, Menina.</p> - - -<p>DE CUALIDADES MORALES</p> - -<p>Pela-pobres, Lame, Curda, Chispa, Rasca-miajas, -Manso, Mata-abuelas, Zancocha, -Muermo, Chulo, Sueños, Zarrias, Zangolotino, -Carca, Mata-moros, Fachenda, Tabacón,<span class="pagenum" id="Page_200">[Pg 200]</span> Corre-mundo, Loco, Santo, Machaca, -Mata-perros, Roba-masas, Mil-hombres, -Roba-pellejos, Roba-carneros, Mata-curas, -Azota-cristos, Arroja-cristo, Empenta-salves -(empentar es empujar), Come-cochinos, -Cavila, Licos-pechos, Loque-zoquete, Pintolique -(que la pinta), Mano-güisa, Zámpara -(de zampar), Zampias (ídem), Cucarro (que -cuca), Motorro (morrudo en éuskera), Jalaco -(adj. de jalar, jalear, aficionar en éuskera), -Cachacho, Locarra, Borde, Marica, Maruso, -Mal-pica, Marión, Machaca, Remacha, -Traga-huesos, Mata-lamba, Traga-buques, -Caga-lesnas, Tene-moscas, Pica-moras, -Traga-bolas, Bate-cargas, Contento, Mucho, -Piculín (que acusa), Saca-cuadras, Confita-moscas, -Mala-boca.</p> - - -<p>MOTES DE PUEBLOS</p> - -<p> -Torrijo.—Los belloteros.<br /> -Vijuesca.—Los tocineros.<br /> -Aiñón.—Los huecos.<br /> -Cervera.—Los de la abubilla.<br /> -Villalengua.—Camuesos.<br /> -Sediles.—El cuco.<br /> -Terrer.—Llegar y meter.<br /> -Ateca.—La puerta abierta.<br /> -Daroca.—Puta ó loca.<br /> -Ricla.—Los cañiceros, ajeros.<br /> -Campiel.—Melocotones.<br /> -Morata.—La del Conde.<br /> -Torres.—El tío Pepe Roque y la ballena.<span class="pagenum" id="Page_201">[Pg 201]</span><br /> -Maluenda.—Mucho mantel y poca merienda.<br /> -Castejón de las Armas.—El de las cerezas.<br /> -Castejón de Alarba.—El de los ricos.<br /> -Chodes.—Se prohibe repicar y andar en la procesión.<br /> -</p> - -<p>En toda España reza el refrán que no se -puede á un tiempo repicar y andar en la -procesión. Á los de Chodes, pueblo cerca -de Morata de la Ribera, ó del Jalón, se les -prohibe, porque son los únicos que pueden -hacerlo. El conde de Morata edificó de tal -suerte el pueblo, que forma una sola plaza -y no grande. Puede tirar de la cuerda de la -campana el sacristán y no salirse de la procesión.</p> - -<p>Las causas de la imposición de los -apodos son diversísimas. Los que significan -defectos corporales ó un miembro del -cuerpo, que por alguna razón caracterizaba -al individuo, no ofrecen dificultad. Llamar -á uno bizco, ó bizconde, como suele decirse -por equívoco malicioso, es aplicarle de ordinario -un apelativo, con lo cual queda convertido -en nombre propio. Hemos de pensar -que el hombre siempre ha sido el mismo, y -que por consiguiente tal fué el origen de los -nombres propios. Y no sólo de los propios -de persona, sino de lugares y de objetos, -cualesquiera que ellos sean. Proceden, pues, -los nombres de los calificativos, ó llámense<span class="pagenum" id="Page_202">[Pg 202]</span> -adjetivos. Los vocablos, efectivamente, sólo -expresan un concepto de las cosas; es decir, -un modo de ser, una apariencia, una cualidad -genérica, la cual puede aplicarse á todos -los objetos que la poseen. Cojo, zurdo, -royo, peli-blanco, guarro, galano, son adjetivos -que sólo expresan una cualidad. Pero -aplicándose de ordinario á una persona quedan -convertidos en mote, y luego en nombres. -Carrillo, Cana, Pelete, Cabezota, -Dientes, son nombres apelativos, que por el -mismo medio vienen á ser apodos y nombres -y apellidos personales. Pero de la -misma manera llegaron á ser nombres apelativos: -fueron antes expresiones comunes -aplicables á muchos objetos, fueron calificativos. -No expresa el vocablo <em>carrillo</em> la -esencia, ni siquiera el conjunto de cualidades -esenciales, á modo de descripción, del -miembro corporal así llamado; sólo indica -una cualidad del <em>carrillo</em>, la de poder girar -y moverse como un carro: carr-illo es un -carr-ito, un diminutivo de carro. Otro tanto -sucede con el vocablo carro, que los latinos -tomaron de los Aquitanos, que hablaban -éuskera, como iberos que eran. Carr-us -viene del éuskaro e-karr-i llevar, da-kar-t -yo llevo, da-kar-zu tú llevas, na-kar-zu tú -me llevas. Del llevar se dijo carr-us lo que -lleva. Pero kar raíz de llevar sólo indica una -acción, un modo de obrar de las cosas. Manota -es otro apodo, sin duda porque el así<span class="pagenum" id="Page_203">[Pg 203]</span> -llamado tenía una mano grande y deforme. -Pero, á su vez, mano, del latín manus, se -dijo por ser extendida y servir para medir, -que no es más que extender una cosa, la -medida, sobre otra, como el pañero, que -extiende su vara sobre el paño una ó más -veces según las varas que le pidió el comprador. -Ma-nus vale la extendida, como ple-nus -lo lleno, y dig-nus lo señalado, de ma- -extender, medir, pl-, pl-us, llenar, dic-ere -señalar, decir. Y así la luna, medida del -tiempo, es mêna en godo, alemán Mond, -lituano ménu, griego mên, latín Mena menstruationis -dea, como mênê en griego, y -men-s-is més, mens-s-truus. Extender y medir -es en sanskrit mâ-mi, mi-mê, la medida -ma-tram, el me-tron griego ó metro, lo que -mide, como ara-trum lo que ara, el arado, -en latín mê-tare, mê-tiri, de donde medir, en -eslavo mê-ra y en lituano më-rá es la medida, -ma-túti medir, en griego mî-me-omai -imitar, mî-mos remedador, de donde mímica, -habiéndose dicho el remedar del medir, por -comparar é igualar dos cosas, como nuestro -vocablo remedar viene de re-imitari -volver á imitar, comparar, medir. El nombre -mano fué, pues, antes un adjetivo, lo -extendido, como lo son lleno y digno.</p> - -<p>Los motes que indican cualidades morales -son también adjetivos ó nombres concretados -en un individuo. Loco, Santo, Curda, -Chispa; Cavila, ó tío Cavila, el que<span class="pagenum" id="Page_204">[Pg 204]</span> -cavila mucho: es un verbo, lo mismo que -Lame, Rasca-miajas, Pela-pobres, Caga-lesnas, -Traga-bolas, ó que cree las exageraciones -y mentiras. La metáfora campea aquí -de una manera maravillosa. ¿Qué quiso decir -el chistoso que inventó el mote de Caga-lesnas, -el de Traga-buques, y el de Confita-moscas, -y el de Azota-cristos, y el de Mata-abuelas? -No conozco ingenio entre escritores -y poetas que tan alto hayan rayado como -el oscuro y desconocido autor de tan ingeniosos -apodos.</p> - -<p>No es menester ir á Andalucía para hallar -en España andaluzadas, ni sal, ni gracia, -ni poesía. Aragón es el polo opuesto de Andalucía. -Pocos poetas ha criado, porque el -carácter de los aragoneses es muy serio y -enemigo de toda mentira y exageración. -Pero por lo mismo es muy realista y tan -fogoso como el que más. Los escritores aragoneses -no descuellan por las obras de puro -fantasear; pero son vigorosos, exactos en -sus metáforas, y de un colorido y nervio que -los hace poetas de otro género. Prudencio, -Quintiliano, Marcial, los Argensolas, el gran -fabulista riojano, el gran filósofo bilbilitano -Gracián, el historiador Zurita, son de esta -cepa, de la misma que los guerreros de Numancia, -y de Calahorra, y de Zaragoza, de -la misma que el anti-papa Luna, y que el fabricante -de la campana de Huesca, y que los -magnates de aquel reino.</p> - -<p><span class="pagenum" id="Page_205">[Pg 205]</span></p> - -<p>Los motes de oficios y clases sociales han -originado muchos apellidos: Botero, Monje, -Fraile, Alguacil, Obispo, Picón, Capitán, -etcétera.</p> - -<p>Y no menos los de plantas y animales, -donde la metáfora y el ingenio poético de los -españoles es muy digno de notar: Ciruelo, -Parra, Carrasco, Mora, Cuervo, Gallo, -Lobo, Zorrilla.</p> - -<p>El apólogo, de origen indiano, parte del -principio antropológico, tan innato en el -hombre, que quiere atribuir á los demás seres -sus propias cualidades. El hombre no -conoce las cosas del mundo exterior sino en -cuanto halla en sí algo que sea común con -ellas. Sus facultades aprehensivas son anteojos -que colorean los objetos del color que -ellos mismos tienen. Mira á los animales -con el anteojo antropológico, les atribuye -sus propios sentimientos y fantasea una ética -animal, paralela á la ética humana. El león -es noble, la gallina cobarde, la liebre tímida, -la hormiga diligente, la abeja laboriosa, el -toro valiente, el perro fiel, el murciélago -alevoso, el tigre encarnizado, el sapo vil, la -serpiente prudente, la paloma candorosa, el -zorro artero, la cabra caprichosa, la cotorra -parlera, el potro insolente, el asno estúpido, -el pavo vanidoso, la oveja mansa, el -gallo orgulloso. En hecho de verdad, toda -esa ética, con los apólogos que en ella estriban, -es una ética fantástica. Las pasiones<span class="pagenum" id="Page_206">[Pg 206]</span> -no menos radican en el alma racional que -en la parte sensitiva del organismo. Pero el -hombre es poeta por instinto, y humaniza -cuanto le sale al paso.</p> - -<p>Una de las riquezas poéticas del castellano -tiene aquí su origen. Apenas habrá -animal que no haya servido de punto de -comparación á los españoles para concebir -las cualidades morales humanas, que de -suyo eran tan difíciles de expresar por lo -complejas y abstrusas. No creo que haya -idioma alguno cuya penetración y fantasía -puedan parearse, ni aun de lejos, con la penetración -y fantasía de nuestro pueblo. Algunas -expresiones parecidas se hallan en -todos los idiomas; pero tantas y tan bien -apropiadas creo que en ninguno. ¿Hay términos -franceses ó latinos, ingleses ó griegos, -que pinten y respondan á nuestros verbos -<em>azorarse</em> como la garza perseguida por -el azor, <em>amilanarse</em> como los pajaritos á -la vista del milano, <em>aconcharse</em> como la -tortuga ó el caracol, <em>aturdirse</em> como el -tordo, <em>encabritarse</em> como el cabrito, <em>alebronarse</em> -ó <em>alebretarse</em> ó <em>alebrarse</em> como -las liebres, <em>emporcarse</em> como el puerco, -<em>avisparse</em> como la avispa, <em>ratonarse</em> como -lo comido de ratones, <em>emperrarse</em> como el -perro, <em>atortolarse</em> como la tórtola, <em>pavonearse</em> -como el pavo, <em>encapricharse</em> como -la cabra que se encarama, <em>acurrucarse</em> como -la curruca, <em>enviperarse</em> como la víbora, <em>entigrecerse<span class="pagenum" id="Page_207">[Pg 207]</span></em> -como el tigre, <em>agazaparse</em> como -el gazapo, <em>achicharrarse</em> como la chicharra -con el calor, <em>amoscarse</em> como el molestado -de las moscas, <em>cotorrear</em> como la cotorra, -<em>gatear</em> como el gato, <em>serpear</em> como la sierpe, -<em>serpentear</em> como la serpiente, <em>culebrear</em> -como la culebra, <em>culebrinear</em> como la culebrina, -<em>gallear</em> como el gallo, <em>engatusar</em> -como el gato, <em>hormiguear</em> como el sitio lleno -de hormigas ú hormiguero, <em>desasnar</em> -como el estúpido que deja de ser asno, -<em>apolillarse</em> como lo roído de la polilla, -<em>caracolear</em> dando las vueltas del caracol, -<em>mariposear</em> como las mariposas, <em>mosquear</em> -como moscas, <em>potrear</em> como el potro, <em>podenquear</em> -como el podenco, <em>torear</em> como el -toro, <em>andar aperreado</em> como el perro, <em>ratear</em> -como la rata, <em>aborregarse</em> el cielo como establo -lleno de borregos, <em>acaballar</em> ó <em>encaballar</em> -montado como jinete en el caballo, -<em>chinchorrear</em> como el <em>chinchorrero</em>, que es -tan molesto como la <em>chinche</em>, <em>escarabajear</em> -como el escarabajo, <em>garrapatear</em> como -la garrapata, <em>berrear</em> y <em>emberrenchinarse</em> -como el verraco, <em>chotear</em> como el choto, -<em>patear</em> como el pato, <em>babosear</em> como la babosa, -<em>zanganear</em> como zángano, <em>agusanarse</em> -como lo lleno de gusanos, <em>trasconejarse</em> -como el conejo, <em>zabullirse</em> como el -sapo (<em>zabu</em> en éuskera, <em>zab-uli</em> revolcarse -como <em>zabu</em>), <em>erizarse</em> como el erizo, <em>achuchar</em> -como al chucho, <em>desperdigarse</em> como<span class="pagenum" id="Page_208">[Pg 208]</span> -los perdigones, d<em>espotricar</em> como el potro?</p> - -<p>En España no parece sino que todos somos -zoólogos, y que vivimos en un parque -zoológico. Fulano es un chinche, es muy -zorro, es un gallina, un puerco, un puercoespín, -un pavo, un asno, una sabandija, parla -como un chorlito ó como una cotorra, es un -avestruz, un borrego, un moscón, una mosquita -muerta, un toro, un pichón, una mariposa, -un cernícalo, una víbora, un rata, corre -más que un galgo ó que una liebre, es -más tratable que una paloma sin hiel, canta -como una calandria ó como un jilguero, es -más listo que una ardilla, más tragón que un -tiburón, más intratable que un potro, más -escurridizo que una anguila, come como -una sanguijuela, tiene más conchas que un -galápago, tiene el genio de un toro, se menea -más que una lagartija, salta como un -gamo, es más cruel que el tigre, no es rana, -no morirá de cornada de burro, no se apea -del burro, es más pesado que las moscas, -lloriquea como un becerro, engorda como -un tocino, brama como un toro, es un pollo -ó una polla á pesar de sus treinta abriles, -tiene un pico de chorlito, unos ojos de besugo, -una nariz aguileña, unas orejas de -asno, unos pies como pezuñas, un cuello de -cisne, unas uñas de cernícalo, más pelo que -un oso, es lince como él solo, es muy patudo -y muy ganso, viene hecho una merluza, es -todo un zángano, tiene un genio de hiena y<span class="pagenum" id="Page_209">[Pg 209]</span> -un cuello toroso, es más bruto que un mulo -y más terco que un macho, no sabe más que -un buitre, se viste como el grajo de plumas -ajenas, se hincha como una rana, cacarea -sus cosas como la gallina, se le va la cabeza -ó le duele como á una cabra, es un puerco y -un cochino y un gorrino de sucio, tiene malas -pulgas, gruñe como un cerdo, es necio -como un pollino, es una tarasca, un renacuajo -de chico, un buey Apis de gordo, un -tórtolo de cariñoso, un camaleón de mudable, -adelanta como el cangrejo, se pega -como una lapa, allega como una urraca, -está hecho un bacalao, gorronea como un -gorrión, anda de golondros como una golondrina, -duerme como un lirón, es más feo -que un mico, más vivo que una comadreja, -más blanco que un armiño, de más monerías -que un mono; es, en fin, un animal por los -cuatro costados, con rabo y todo.</p> - -<p>Los apodos tomados de objetos inanimados -son más difíciles de aclarar. Algunos -son tan metafóricos como los anteriores y -se refieren á cualidades corporales ó morales. -Medio almú se dijo de uno que era pequeño, -Botijo del que era tan gordo como -un botijo, Cataplasma del pesado, tardo y -molesto, Cascarrias del sucio ó del cansado -en su trato ó del quisquilloso, Cerote del tímido, -Porrón del gordinfla, Mostillo del pegajoso -y dulzachón en su trato, Morcillica -del larguirucho, Coscarana del huero de<span class="pagenum" id="Page_210">[Pg 210]</span> -cascos, Fregadera del sucio y descuidado, -Callejica del corretero y callejero, Mala-lana -del que presto se sube á la parra, Chicherre -del que se enfada y arde por un quítame -allá esas pajas, como Calzones-de-yesca, -Peteneras del alegre, Duende del -entrometido, Ciclón del vivo y furruña. En -esto se ha seguido el tenor que han tenido -los españoles en la derivación de vocablos -por medio de la metáfora, y en el empleo -metafórico de las cosas en refranes y frases -hechas, donde podríamos señalar un tesoro -tan rico y poético como el zoológico que hemos -indicado.</p> - -<p>Otras veces el mote se refiere á una muletilla -del individuo, ó á un caso particular, -cuya historia se conserva entre las gentes -del pueblo, ó no se conserva. ¡Cuántos motes -no pasan de padres á hijos olvidándose -el motivo que los originó! Tal es la fuente -de muchos apellidos, y la razón del <em>de</em> ó de -la silbante en los patronímicos castellanos. -<em>Juan de Diego</em> es un Juan hijo de Diego, -Láinez es <em>el de Laín</em>, Pérez <em>el de Pero</em> ó -Pedro, López <em>el de Lope</em>. El hijo del rey -Silo se llama en un documento de su época -<em>Siliz, el de Silo</em>. <em>Márquez</em> es el hijo de -Marco, Álvarez el de Álvaro, Domínguez -el de Domingo. Pero de los patronímicos, y -en general de los apellidos, habría que tratar -por separado.</p> - -<p>Los apellidos son motes que por su antigüedad<span class="pagenum" id="Page_211">[Pg 211]</span> -han perdido ya la razón de su significado. -Por eso el pueblo que gusta de llamar -las cosas por sus nombres, quiero decir, -no á ciegas, sino por nombres que les convengan, -no hace caso de los apellidos é -inventa motes de continuo. Los apellidos -ahí se quedan para el <em>Registro</em> y para la -sociedad, que vive de convencionalismos -y rutinas. El pueblo no vive como ella de -sangre gastada hasta tomar ese tinte azul -de que se paga la nobleza; vive de sangre -fresca, bien roja y bullente. Y así como no -quiere vocablos de extranjis, que para él es -letra muerta, aunque vengan de Roma y -Atenas, porque los considera como pelucas -y otros armatostes postizos, y como tales -los trata, estropeándolos cuando se ve precisado -á tomarlos en sus labios, así tampoco -hace caso de apellidos, ni nombres, si no -son de su hechura y pintan al individuo.</p> - -<p>No faltan eruditos que menosprecien toda -esa vida, todo ese realismo, toda esa verdad -que encierra lo popular, y que prefieran lo -que se llama de buen tono, correcto, atildado.</p> - -<p>De gustos no disputaremos. Yo tengo por -de mejor tono, por más correcto y atildado, -el árbol que comienza á echar sus frutos, el -joven de quince á veinte años, el modo de -decir que espontánea y naturalmente nace -en labios del pueblo y que tiene su arraigo -en el idioma tradicional y propio, porque ese<span class="pagenum" id="Page_212">[Pg 212]</span> -árbol, ese joven, ese decir, son brotes naturales -llenos de savia y de vida. Los viejos -robles son mejores para quemados en invierno, -que nos den calor; los ancianos son -más de respetar y oir como consejeros; los -vocablos de la veneranda antigüedad, para -leer los autores que los emplearon y para -estudiar la psicología de los pueblos que ya -pasaron.</p> - -<p>Por eso á otros causará risa; á mí me -sabe á poco el siguiente cuento que trae -Polo y Peyrolón, que ni siquiera lo es, porque -yo mismo lo he presenciado, <em>mutatis -mutandis</em>, y lo habrá presenciado cualquiera -que sea un poco observador de las -costumbres populares. Reunidos en cierta -ocasión los cofrades de San Roque en la casa -rectoral del pueblo de Tramacastilla para -celebrar una junta, quiso el párroco cerciorarse -de la puntual ó escasa asistencia de -los asociados, y al efecto tomó el libro de -los cofrades y fué leyendo, uno por uno, sus -nombres y apellidos. La sala estaba llena, y -nadie, sin embargo, decía esta boca es mía.</p> - -<p>—Hombre, muchos faltan—observó el señor -cura, dejando de leer.</p> - -<p>—¡Ca! No, señor—contestó el maestro de -escuela.—Déme usted ese libro.</p> - -<p>Nada comprendió el párroco, pero obedeció.</p> - -<p>—<em>Cuquita</em>—voceó el maestro, principiando -la tarea.</p> - -<p><span class="pagenum" id="Page_213">[Pg 213]</span></p> - -<p>—Presente.</p> - -<p>—<em>Goticaaceite.</em></p> - -<p>—Presente.</p> - -<p>—<em>Mediamisa.</em></p> - -<p>—Presente.</p> - -<p>—<em>Perotes.</em></p> - -<p>—Presente.</p> - -<p>Y al punto contestaron, uno tras otro, á -sus respectivos apodos, los que momentos -antes permanecieron mudos al oir sus nombres -y apellidos. No es cuento el que muchos -ignoren su apellido: es un hecho que yo he -tocado con las manos. Los apellidos son -nombres muertos que yacen en el <em>Registro</em> -y con los que se entretienen las personas de -sociedad. El pueblo no gusta de autopsias -ni de manipular cadáveres: quiere nombres -vivos, que son los motes por él dados, y muy -bien dados.</p> - -<p><span class="pagenum" id="Page_214">[Pg 214]</span></p> -<p><span class="pagenum" id="Page_215">[Pg 215]</span></p> - - -<div class="chapter"> -<div class="figcenter illowp100" id="p215ilo" style="max-width: 31.25em;"> - <img class="w100 p6 p6b" src="images/p215ilo.jpg" alt="p215ilo" /> -</div> -<h2 class="nobreak">Á propósito de un libro</h2> -</div> - - -<p>Don Francisco Rodríguez Marín es uno de -los más apasionados cervantistas, un verdadero -ratón de archivos y bibliotecas, un estilista -que gusta de remozar el viejo y castizo -lenguaje de los clásicos y, por reciente elección, -un Académico de la Lengua. Si hemos -de dar crédito y aceptar por buenas ciertas -voces que por ahí andan repitiéndose ya más -de lo que las gentes serias y sosegadas pueden -oir con paciencia, todos esos, al parecer -títulos suficientes y sobrantes para ser tenido -y estimado en la república de las letras, -son en el credo literario de ciertos pensadores -y publicistas otras tantas razones para -que se le tenga por un elemento nocivo á las -letras, á la cultura moderna, á la misma memoria -de Cervantes, á la Academia, al habla -castellana, y no sé á cuántas cosas más. -Porque todos estos y otros infinitos cargos -se llevan y traen, se dicen y oyen, y aun se<span class="pagenum" id="Page_216">[Pg 216]</span> -celebran y acogen como verdades de un -nuevo evangelio literario. Y con todo, si por -los frutos se conoce el árbol, algo muy distinto -ha de pensar y decir del escritor sevillano -cualquiera persona formal que lea su -último libro sobre <em>Rinconete y Cortadillo</em>. -Y cuenta que, si en alguno, en éste caen tan -de lleno esas mazas de Fraga, que de ser -cierto el dicho de que <em>sacan polvo debajo del -agua</em>, habían de dejarlo triturado, hecho trizas -y polvo cual á ningún otro. Porque el -<em>Rinconete y Cortadillo</em> de Rodríguez Marín -es un libro cervantino por el asunto, que contiene -un texto de Cervantes, un comentario -del mismo y un discurso preliminar donde -corren á las parejas los hallazgos de bibliotecas -y archivos con las palabras y estilo de -los clásicos.</p> - -<p>Aquí hay, pues, un problema que merece -estudiarse y resolverse. La cuestión la juzgo -grave y de interés para las letras españolas. -No da esas voces un loco de atar, ni las echa -al viento un D. Quijote entre las risas de los -que le escuchan; salen envueltas en ciertas -teorías filosóficas, ó que filosóficas parecen, -se proclaman en estilo sugestivo, sentencioso -y halagador, escúchanlas con aplauso y se las -apropian con cariño no pocos jóvenes, entusiastas -de lo nuevo y apasionados por una -cultura novísima, que se imaginan entrever -para gloria de la patria en el horizonte arrebolado, -juntamente con toda una nueva filosofía<span class="pagenum" id="Page_217">[Pg 217]</span> -del arte, una no menos flamante evolución -del pensamiento. Repito que es cuestión -de gravedad. Forma parte de eso que llaman -modernismo, proteo inasequible que, en resumidas -cuentas, no parece ser otra cosa -más que una nueva manera de pensar y de -ver las cosas, que en el actual momento histórico -no ha acabado de tomar forma concreta -ni color bien definido, por hallarse todavía -en fermentación. En este estado evolutivo -del pensamiento, en el cual luchan ideas antiguas -é ideas modernas y andan barajados -problemas de diversa índole, literarios, filosóficos, -económico-sociales, religiosos, según -sean los ingredientes que los más avisados ó -los más atrevidos echen en la cuba, así habrá -de resultar un vino de una ú otra calidad, -de inesperado color, fuerza y dejo, suavísimo -néctar al paladar de los dioses, ó emponzoñado -brebaje para nuestros tristes nietos.</p> - -<p>Rodríguez Marín es un cervantista. Los -cervantistas han echado á perder á Cervantes, -han hecho de su persona un ídolo intangible -y de sus obras un Corán envuelto en -sedas, oculto entre la balumba de comentarios, -propiedad exclusiva de algunos iniciados -y libro sellado para el pueblo. Todas -estas sandeces se han dicho; y á no serlo, -sino cargos justificados, Rodríguez Marín -sería uno de los sacerdotes de autorizadas -ínfulas, de mirar severo y melancólico, que -con cara de pocos amigos se encierra allá,<span class="pagenum" id="Page_218">[Pg 218]</span> -en lo más recóndito del santuario, y con refinado -egoismo roba á los demás lo que es de -todos, gozando á su sabor y á sus solas lo que -debiera ser propiedad de los profanos. Pero -Rodríguez Marín lo que hace es purificar una -novela de Cervantes, explicarla con notas -que aclaren las expresiones en que el lector -pudiera tropezar, engastar el lindo lienzo en -un marco de oro, cuyos bajos relieves son -escenas de la vida sevillana, del ambiente -que da luz á las escenas de la novela, y entregar -á los profanos todo ello, diciendo: leed -y entended á Cervantes; asimilaos, los artistas, -su estética, su manera, su visión de la -naturaleza, su estilo, su lenguaje; disfrutad, -los no artistas de profesión, de una de las joyas -del arte literario más español y más -exquisito, y... dejaos de novedades ultrapirenaicas, -que ni de estuche digno pudieran servirle.</p> - -<p>Y para componer este libro se metió -Rodríguez Marín á ratón de bibliotecas y -archivos. Figurarse que una obra de arte -sale de la cabeza del artista, cual Minerva, -armada de todas armas, de la cabeza de Júpiter, -es hacerse una muy triste figura por -empresa quijotesca de sus ideales literarios. -La <em>Iliada</em> no nació como aislada seta en el -otero, por más que nada sepamos del arte -que le precedió. Toda obra de arte arraiga -en la tradición literaria y tiende su follaje -hacia el cielo del porvenir. No hay dar un<span class="pagenum" id="Page_219">[Pg 219]</span> -paso adelante sin avanzar el pie derecho; -pero tampoco sin afianzar atrás el izquierdo. -Toda obra literaria es producto á medias del -ingenio inventivo de su autor, á medias del -ambiente y de la tradición literaria. Toda -literatura tiene su arraigo en la tradición, y -en el ambiente tradicional de ella brota toda -obra artística. Tener potencia visiva bastante -á ahondar hasta el alma de la literatura nacional -y saberse apoderar de esa alma, y -hacerse dueño del ingenio característico que -vivificó sus obras, es condición no menos indispensable -que el poseer la necesaria inventiva -para producir algo que sea nuevo. La -creación espontánea es una quimera, que -ahora parece sueñan en resucitar algunos -naturalistas. La materia preexistente, de la -cual ha de fraguar algo nuevo el artista, no -se limita al mármol, á la pluma y papel, ni -siquiera al lenguaje recibido, sino que se -extiende al mundo de las ideas tradicionales, -de los sentimientos de la raza, del alma nacional.</p> - -<p>Y he aquí la genuina noción del loable -casticismo en el lenguaje, y de la filología, ó -conocimiento del pasado para penetrar en el -alma de la raza. El ratón de bibliotecas y -archivos es el que rebusca y entresaca de -los empolvados papeles y cartapacios ese -casticismo del hablar, del pensar, del sentir, -para provecho propio y de los demás: ese -ratón se llama <em>filólogo</em>. Rodríguez Marín lo<span class="pagenum" id="Page_220">[Pg 220]</span> -es de todo en todo. Ese sentir, ese pensar, -ese hablar castizamente españoles, esa alma -española, palpita en todas sus obras, y más -en la última de <em>Rinconete y Cortadillo</em>.</p> - -<p>Por eso es un libro que se lee con gratísimo -placer, que se saborea como una sabrosísima -fruta del cercado propio, del huerto -nacional, del huerto de casa. No andan en él -envueltas las ideas en nebulosidades septentrionales, -ni hastían los sentimientos, cual -los de literaturas artificiales y gastadas, ni -rechinan las palabras cual guijarros esquinudos, -arrancados á otra lengua de ritmo y -fonetismo más rudos y ásperos que á lo -que estamos hechos. Todo es de casa, y de -cuando nuestra casa estaba bien en pie y se -bastaba á sí misma y aun le sobraba para -dar á los vecinos.</p> - -<p>Las cosas más soberanas se prestan más -á ponerse en ridículo. Con dos cornados de -jengibre y pimienta de la abacería de enfrente, -un mediano escritor espolvorea al -filólogo y lo presenta ante las gentes convertido -en ratón de biblioteca.</p> - -<p>Pero estudiemos ese ratón, despolvoreándolo -de la pimienta y del jengibre.</p> - -<p>Hay dos castas de literatos. Unos rebuscan -la tradición, la estudian, la dan á conocer: -son los filólogos (no confundirlos con los -lingüistas, que sólo tratan del lenguaje y de -los idiomas como objeto final de investigación). -Otros se aprovechan de esos sudores<span class="pagenum" id="Page_221">[Pg 221]</span> -de los filólogos, elaboran la materia prima y -cosechan los frutos de lo que otros sembraron: -son los artistas de la palabra. Sin los -primeros, los segundos no tendrían qué segar. -Y aún hay segadores que después de -coger á manos limpias su cosecha se enfurruñan -y menosprecian á los que se lo sembraron. -Vense más raras veces literatos que -son ambas cosas: Goethe no era un Zorrilla, -había estudiado y apropiádose honda y extensamente -el arte clásico. Menéndez y Pelayo, -contra quien he oído pullas medio -enmascaradas y aun descubiertas, es un -maestro, el único maestro que tenemos: es -filólogo y artista de la palabra. Rodríguez -Marín es de la misma cepa, discípulo del -maestro, que será maestro á su debido -tiempo. Portentosa es la cantidad de hallazgos -y novedades literarias con que nos regala -en <em>Rinconete y Cortadillo</em>; y no menos -portentosa la habilidad con que ha sabido -valerse de esos sillares extraídos de bibliotecas -y archivos para volver á reconstruir y -levantar ante nosotros la ciudad de Sevilla -del siglo <span class="allsmcap">XVI</span>, en su físico y en su moral, con -sus antiguos edificios y las costumbres y -lenguaje de sus habitantes. No apreciarán la -obra del artista los que con ese nuevo módulo -de vaga é incierta medida sólo quisieran -un arte entrecrepuscular, cual en noche -oscura sueña la despierta fantasía castillos -aéreos medioevales, de abigarrado conjunto,<span class="pagenum" id="Page_222">[Pg 222]</span> -de no medibles torres, sombreados los cimientos -por boscajes de trópico, y escondidas -las almenas entre nubes de dudoso presagio; -ó cual llegan á nuestros oídos voces -semisonoras de una lejana música, revueltas -con el rumor confuso de las hojas de la selva, -de las ondas del riachuelo y de otros mil susurros -de la naturaleza. Poesía adormecedora, -que arrulla sentimientos vagos, y que confieso -me halaga, cuando brota de la lira de -un buen poeta; pero que no pondrá jamás en -olvido ese otro arte español, sevillano, cervantino, -de colores soleados por el radiante -sol de Andalucía, de aristas bien salientes, -de vida bullente y meridional. El idealismo -soñador y romántico no apagará con sus nebulosidades -los destellos del naturalismo -sano, que brilla en nuestra más castiza literatura.</p> - -<p>Tampoco verán con buenos ojos la labor -erudita y filológica de Rodríguez Marín los -que creen trabajo infecundo esa tarea oscura -entre viejos papeles, que da poco brillo -y pesa menos en la balanza crematística del -que busca juntamente con la honra el provecho. -Quizá el temor al trabajo, la mancillosa -pereza, sea la que dicte ese fallo desde -el fondo del corazón, y quién sabe si la envenenada -y envenenadora envidia retuerce -á la par allá adentro su ensortijada cola. Todo -pudiera ser, y de menos nos hizo Dios, y almas -agusanadas hay en todas partes, como<span class="pagenum" id="Page_223">[Pg 223]</span> -entre las manzanas de la pomarada al caer -del verano.</p> - -<p>Canten, pues, cuanto quieran y como quieran -las perezosas cigarras, y dejen al ratón -en su biblioteca, no roer papeles, sino comerse -la polilla que los pudiera gastar. El -día que no haya ratones no habrá cigarras. -Esos graves maestros que desentierran los -monumentos de la venerable antigüedad, -son los que dan consistencia y estabilidad al -movimiento literario, para que en alas de la -vivaracha juventud no se lo lleve el viento de -la novedad; ellos son el contrapeso grave de -la balanza, el Senado ante el Congreso, el -elemento conservador ante el revolucionario. -Y todo hace falta: entre dos polos opuestos -gira el globo y voltean todas las cosas -humanas.</p> - -<p>Del libro de Rodríguez Marín dedúcese -todavía otra conclusión, que responde á otro -de los cargos que se rugen tiempo ha entre -algunos exageradores del modernismo. El -cargo es maravilloso y singular. El de que -la lengua castellana no basta para lo que pide -el pensamiento moderno, que está por formar, -que es pobre. El tecnicismo científico -existe en castellano, como en las demás lenguas -europeas, sin ser de ninguna de ellas, -pues está tomado del griego y del latín. Del -latín se volcó y vació todo el diccionario en -el habla literaria castellana, y ha venido á -formar parte de su caudal desde el siglo <span class="allsmcap">XVI</span>.<span class="pagenum" id="Page_224">[Pg 224]</span> -Con menos de la mitad de ese elemento latino -castellanizado y con el caudal hereditario -de nuestra lengua escribieron nuestros -clásicos. ¿Y de qué escribieron? De todo lo -escribible y un poco más. Moldearon el período, -dieron viveza y colorido á la frase, derivaron -conforme al ingenio del idioma toda -suerte de vocablos y se crearon diccionarios -particulares para la poesía, para la mística, -para el teatro, para la picaresca, para todos -los géneros literarios, porque en todos sobresalieron -nuestros escritores. El que desee -ver una pequeña muestra de lenguaje -técnico, no traído del griego, sino formado -del castizo castellano, abra las <em>Cartas</em> de -Eugenio Salazar, y cuando saboree aquella -riqueza y quede ahito de tanto término -para él nuevo y desconocido, lea á <em>Rinconete -y Cortadillo</em> y el <em>Quijote</em> de Cervantes, -y después le aguarda un número sin número -de autores, en todos los cuales tendrá -donde henchir á manos llenas su apetito, por -desapoderado que sea. ¡Pobre la lengua castellana! -Dijérase que no se conoce, porque -no se leen los clásicos, y quizá se acertara. -¿Y qué mucho, si teniendo entre las manos -un tesoro se guarda cerrado y no se quiere -abrir?—Es que ese tesoro está anticuado, -huele á añejo.—Á esto responde precisamente -el libro de Rodríguez Marín, desmintiendo -tan extraño parecer. Las lenguas literarias, -cuando, como la nuestra, arraigan en<span class="pagenum" id="Page_225">[Pg 225]</span> -el habla viva de un pueblo, que conserva los -más de sus vocablos y expresiones, no fenece -en dos siglos, ni menos envejece porque se -mude una dinastía. La borbónica dió media -vuelta á nuestra literatura, por haber dado -media vuelta nuestros escritores de principios -del siglo <span class="allsmcap">XVIII</span> para mirar á Francia, dejando -desdeñosamente á su espalda la gran -tradición española de los siglos precedentes. -Así quedó el habla literaria de repente y en -un día empobrecida, cuajada de galicismos, -ética y enclenque, sin movimientos, descolorida -y marchita. Pero en el pueblo siguió tan -viva y lozana como el día antes. El renacimiento -del siglo <span class="allsmcap">XIX</span> comenzó á remozar el -antiguo lenguaje literario, conforme nos íbamos -enterando de que habíamos tenido también -nosotros escritores tan elegantes y profundos -y, sin duda, más desenfadados, más -sueltos, más coloristas, más ricos que los de -la Corte de Versalles. Y hoy día puede decirse -que con el progresivo conocimiento de -nuestros clásicos no hay en ellos expresión -que no pueda usarse en la literatura moderna. -Y ¿por qué no se han de usar, si viven -entre las gentes del pueblo, y la antigua literatura -resucita, mejor dicho, vuelve en sí -del espasmo y postración en que cayó por la -boba é infantil admiración de nuestros abuelos -hacia lo que veían en París de Francia? -Una literatura como la nuestra, que tiene -tan rica tradición, no debe desdecir de ella,<span class="pagenum" id="Page_226">[Pg 226]</span> -no puede vivir aislada, cual mata que acaba -de brotar en terreno baldío; es la continuadora -de un glorioso pasado, en el cual ha de -tomar, como en sus propias raíces, la savia -que le haga falta, sin irla á mendigar fuera -de casa. Rodríguez Marín sabe encajar tan -al propio los vocablos y expresiones antiguas, -que no lo parecen, como de hecho no lo son. -El ansia de novedad pudiera excusar á los -escritores que buscan términos extraños por -lo desusados, porque realmente con el continuo -roce no parece sino que se menoscaba el -lustre de las palabras, hiriendo menos la -fantasía. Pues ¿qué mejor manera de abrillantar -la oración que con las menos manoseadas -de nuestros clásicos, ya que sobre la -novedad llevan consigo cierto aire venerable -que la hacen grave, solemne y hierática, -atrayendo la atención del lector, con lo que -se le inculca y graba más la sentencia? Nadie -como los nuestros en esto de variar la -frase, de ser derrochadores y abundantísimos -en todo género de expresiones galanas, -metáforas apropiadas, sutiles y elegantes. -Era precisamente su flaco, y así enriquecieron -el léxico castellano sobre el de cualquiera -otra lengua de Europa. La mina de -nuestros clásicos aguarda todavía quien -vaya á beneficiarla, y promete no esperados -tesoros. Despilfarradores y manirrotos más -bien fueron siempre los españoles en el hablar, -nada les hartó. Doy por seguro á los<span class="pagenum" id="Page_227">[Pg 227]</span> -que se quejan de la penuria del castellano, -que si abren por cualquier parte los libros -de los siglos <span class="allsmcap">XVI</span> y <span class="allsmcap">XVII</span> se hallarán de manos -á boca en cada página con vocablos y frases -que jamás les ocurrieron, ó que por lo menos -no usaron en todos los días de su vida. -Yo ando tras un autor que tuviera todos los -vocablos de la lengua castellana, para tomarlo -como punto de partida de un diccionario -completo. Cuando esos quejumbrosos -hayan hecho uso de todos los de nuestros -antiguos escritores y estén en el caso de que -se les dé la razón, nos ocuparemos con muchísimo -gusto en buscar traza cómo acrecentemos -nuestro caudal léxico. Entretanto, -teniendo todavía harto tiempo hasta que tal -logren, les aconsejo que moderen su llanto -y no hagan del avariento, que se le van los -ojos tras las peluconas que ve en el escaparate -del cambista, teniendo en poco sus arcones -repletos de ellas. No son los diccionarios -hasta el día impresos los que den fe de -nuestra herencia, por abultados que sean, -que lo son más que el doble de los diccionarios -franceses; faltan en ellos centenares de -vocablos, que yacen enterrados en nuestros -antiguos libros, y millares que andan por -ahí en boca de las gentes en todos los rincones -de España y América. Si se pensara menos -en el latín, y sobre todo en el francés, y -se fuera á oir á los únicos dueños de esa herencia -y propiedad, que se llama idioma, que<span class="pagenum" id="Page_228">[Pg 228]</span> -son las gentes de los cortijos, los pastores, -los labriegos, sería de ver lo apropiado y -gráfico de sus expresiones para cada uno de -los menesteres de la vida, y la ninguna necesidad -que sienten de aprender francés, ni -latín, ni griego para llamar con nombre -adecuado sus faenas y aperos. Los escritores -del siglo <span class="allsmcap">XVI</span>, al saludar con júbilo el renacimiento -clásico y al apropiarse las ideas y -palabras de Grecia y Roma, traían todavía -en sus labios mil vocablos populares que en -sus casas habían aprendido, y los prodigaron -en sus libros mezclándolos con los recientes -greco-latinos. Las generaciones siguientes -educaron su gusto literario tan sólo en los -escritos, y más en los latinos que en los españoles, -de donde resultó que el caudal latino -fué subiendo y aumentando, mientras -bajaba y menguaba el de rancio abolengo -castellano. Nosotros, que ni siquiera leemos -aquellos clásicos que supieron entreverar -los elementos de entrambas procedencias, y -sólo sabemos leer libros franceses, nos vemos -reducidos al caudal léxico del francés, -el más mezquino de los léxicos europeos. -Tras lo cual nos llevamos las manos á la cabeza -y deploramos nuestra penuria con la -más risible candidez del mundo. Tenemos -veinte verbos y frases para expresar una -idea, y no echamos mano más que del verbo -que tiene su equivalente en francés, y aun -retorciéndolo para que ajuste con la acepción<span class="pagenum" id="Page_229">[Pg 229]</span> -metafórica que en francés lleva, por más que -la metáfora riña con nuestra manera de ver -las cosas.</p> - -<p>¿Cuántos hay que conozcan á Cáceres? -En su <em>Paráfrasis de los Salmos</em> halla cuatro, -seis, diez maneras diferentes de verter -cualquier frase hebraica. Abro al azar -(fol. 130 v.): «Infixus sum in limo profundi. -Véome atollado en un gran lodazal... Es -de manera que no hallo en qué estribar, no -puedo hazer pie, ni me han quedado fuerças -para sostenerme». «Veni in altitudinem maris, -et tempestas demersit me. Las fuerças -de las olas del mar me han traydo á lo más -hondo, hanme sumido, véome anegado, y sin -remedio de salir de aquí con vida». «Laboravi -clamans. Estoy cansado de dar vozes en -balde... Háseme secado la boca. Héme enronquecido. -No puedo echar el habla del -cuerpo. No me oyrán de aquí allí». «Defecerunt -oculi mei. Háseme enflaquecido la vista. -He perdido la vista de los ojos..., tráenme -deslumbrado». «Quae non rapui tunc exsolvebam. -Pagan los justos por pecadores. Otro -lo hizo y yo lo pago. Házenme gormar á mí -lo que no comí. El bocado de Adán llovió -sobre mí. Parece que dieron carta de lasto -(<em>lastar</em> en Cervantes) contra mi persona y -bienes, sin deber yo á nadie nada pago por -todos, y á todos». «Me tratan como á un estraño, -hazen que no me conocen, házense -de nueuas quando me ven». «Abrásome en<span class="pagenum" id="Page_230">[Pg 230]</span> -deseo..., congóxome, consúmome, deshágome». -«Abroquélome, ampárome, escúdome, -defiéndome». Y todo el libro por este -estilo. ¿Cómo traducir <em>tabescere</em> en «Anima -eorum in ipsis tabescebat?» «Les hazía el -miedo perder el color, congoxáuanse, pudríanse -con la aflicción que les causaua el -peligro, dexáualos el miedo medio muertos, -quedauan desconjuntados, perdían los pulsos» -(fol. 200 v.) Habría que transcribir toda -esta maravillosa obra del Obispo de Astorga: -es un tejido de frases sinónimas, que -prueban la riqueza del castellano y su potencia -para verter los conceptos más orientales -del libro de los Salmos. Pero, mal avenidos -con esa abundancia y colorido del habla de -nuestros clásicos, queremos limitarnos á los -términos franceses, y no ajustándose á un -gigante las armas de un enano, decimos que -nos faltan palabras.</p> - -<p>Así nos hemos quedado sin lo nuestro y -sin lo ajeno. Hay un remedio: dejarnos de -correr la ribera en busca de aventuras fuera -de casa, y quedarnos en ella á revolver los -gruesos legajos de nuestra herencia, imitar -á Rodríguez Marín en el cariño por las cosas -españolas, y no dejarnos embaucar por la -moda.</p> - -<p>El que compare las paráfrasis que se han -hecho de la Biblia en francés y en castellano -echará bien de ver cuál es la pobre y cuál la -rica. En la Carta prólogo á la suya escribe<span class="pagenum" id="Page_231">[Pg 231]</span> -el mismo Cáceres: «pero reducirlo todo al -phrasis y modo de hablar propio de nuestra -lengua Castellana por version paraphrastica, -sera sin duda difficultosissimo: esto he visto -yo claramente en un autor Frances muy -erudito y grave: que declarando los Psalmos, -y procurando aprovecharse del phrasis de -su lengua para declarar algunos sentidos -difficultosos, <em>lo haze muy pocas vezes, porque -la lengua no lleua mas</em>». Realmente, -dificilísimo es que una lengua de las modernas -dé de sí para desentrañar y trasladar el -libro más oriental y lírico de la Biblia, cual -es el de los Salmos; y con todo, ahí está la -<em>Paráfrasis</em> de Cáceres, que prueba por sí -sola hasta dónde llega el castellano y tapa la -boca á los quejumbrosos mozuelos que nos -echan en cara su pobreza. Acabemos, pues, -con las palabras que el mismo autor escribe -al fin de su Carta prólogo: «y quiça por este -camino se vendrá mas á conocer la grauedad -de palauras, el espiritu, y enfasi de la significacion, -las muchas sentencias, la variedad -en los phrasis, y generalmente <em>la abundancia, -y riqueza de la lengua Española, que -tan infamada nos la traen los estrangeros, -llamandola estrecha, encogida, faltosa, pobre, -y mendiga de palauras, y que ha menester -buscallas de lenguas forasteras</em>».</p> - -<p>Natural y humano era el que los extraños, -envidiando nuestro poderío, pusieran mengua -y tacha en nuestro idioma. Hoy, que España<span class="pagenum" id="Page_232">[Pg 232]</span> -anda tan de capa caída en el habla -como en todo lo demás, nos la vienen á ensalzar -y poner en los cuernos de la luna, -compadecidos, sin duda, de nuestro abatimiento, -y queriendo alentarnos en nuestras -desventuras. Pero los españoles, que á pesar -de nuestra proverbial arrogancia y fanfarronería -somos los primeros en reconocer -y aun exagerar nuestras faltas, en vez de estudiar -á nuestros clásicos como los estudian -los extranjeros que nos los envidian, nos -damos á lamentar con jeremiadas lo que -sólo ha sido resultado de nuestra dejadez y -lo que pudiéramos remediar sin salir de casa, -con sólo leer unos cuantos libros, que los -mismos extranjeros y los pocos Rodríguez -Marín que tenemos nos dan reimpresos, criticados -y comentados.</p> - - - - - - -<div class="chapter"> -<p><span class="pagenum" id="Page_233">[Pg 233]</span></p> - -<div class="figcenter illowp100" id="p233ilo" style="max-width: 31.25em;"> - <img class="w100 p6 p6b" src="images/p233ilo.jpg" alt="ilop233" /> -</div> -<h2 class="nobreak">Ortología castellana</h2> -</div> - - -<p>Por no corresponder con una crítica tal vez -algo dura, aunque no nada apasionada, sino -sincera, á la atención que tuvo el autor del -libro de que voy á hablar regalándome un -ejemplar, no quise publicarla cuando la escribí -hace unos meses. Algunos amigos han -creído que sería de algún provecho para la -prosodia y versificación, mayormente después -que han publicado sus reparos D. Julio -Calcaño, el P. Aicardo y el P. Juan Mir y -contestádoles su autor en «El Siglo Futuro». -Allá va, pues, tal como la escribí á raíz de -la publicación del libro.</p> - -<p>Con el título de <em>Ortología clásica de la -lengua castellana</em> acaba de publicarse un -libro de 380 páginas, precedido de una carta -de D. Marcelino Menéndez y Pelayo. Su autor, -D. Felipe Robles Dégano, es buen amigo -mío, Presbítero, que ha enseñado Gramática, -de ingenio sutil, trabajador incansable, muy<span class="pagenum" id="Page_234">[Pg 234]</span> -dado á los estudios escolásticos de filosofía -y teología, y castellano de la provincia de -Ávila. Todo esto había que decirlo para formarse -idea de una obra que merece estudiarse -y criticarse. No por ser amigo mío -trato de darle bombo, ni dejaré de juzgarle -con toda libertad. Como Presbítero y muy escolástico, -tiene un estilo que más es de otros -tiempos que del nuestro, el silogístico en toda -su desnudez, con sus teorías de la materia y -forma, del supuesto, etc., etc., que aduce á -veces á modo de comparación para aclarar -algunas ideas, que son más claras que esas -vetustas y abstrusas teorías, por lo menos -para los que no tenemos la sutileza de ingenio -de mi buen amigo. No obstante esto, su -dicción es clarísima, sin pretensiones y al -alcance de todos.</p> - -<p>Fuera de España, cuando un autor ha trabajado -acerca de un punto cualquiera de una -ciencia con particular estudio, y ha dado en -algo nuevo, digno de que se publique, escribe -un artículo ó una monografía, que, por -lo mismo, las hay interesantísimas y á veces -son fruto de la labor de varios años. Por acá -en España es achaque bastante general no -contentarse con eso, sino rellenar un libro -tratando de toda la ciencia, con lo cual se -consigue formar un tomo, en el que fuera de -la novedad descubierta por el autor, todo -lo demás se reduce á repetir mejor ó peor lo -que contienen ya otros libros. Algo de esto<span class="pagenum" id="Page_235">[Pg 235]</span> -le ha pasado al Sr. Robles. Si en vez de escribir -una <em>Ortología</em> completa, hubiera redactado -una monografía sobre <em>el diptongo -y la diéresis en nuestros poetas de la época -clásica</em>, es decir, si se hubiera ceñido al <em>libro -cuarto</em> de su obra, hubiera hecho una obrita, -en la cual nada habría que criticar, y sólo sí, -muchísimo que alabar. La <em>Ortología</em> de Robles -es un pajar, en el que ha enterrado una -perla. Hablemos antes del pajar, para que el -lector no pierda tiempo ni se impaciente al -tener que hojear 211 páginas, ó sean los tres -primeros libros, sin hallar nada que merezca -la aprobación que le da el Sr. Menéndez y -Pelayo. Por ella y por lo que yo conocía al -autor comencé á leer la obra muy en su favor. -La desilusión fué horrible. Ya iba á soltar -el libro de las manos, cuando di en la -perla, que es el libro cuarto.</p> - -<p>La <em>Ortología</em> trata de la pronunciación. La -divide el autor en Ortología <em>fonética</em> (l. 1.º), -<em>rítmica</em> (l. 2.º), <em>prosódica</em> (l. 3.º), <em>silábica</em> -(l. 4.º), <em>retórica ó periódica</em> (complemento). -Los tres primeros libros no están al nivel -de los conocimientos actuales. El autor parece -desconocer las hondas cuestiones, tan -traídas y llevadas, acerca de cada letra, su -ortografía y su sonido en las épocas pasadas. -Define la sílaba: «el sonido ó conjunto -de sonidos que se emiten á la vez en cada -articulación de la voz» (p. 33). <em>En cada articulación -de la voz</em> sólo puede emitirse un<span class="pagenum" id="Page_236">[Pg 236]</span> -sonido; no varios, lo cual es indispensable -para que haya <em>sílaba</em>. Inventa un nuevo término, -el de <em>azeuxis</em>, para indicar «la contigüidad -de dos vocales que naturalmente no -se unen para formar una sílaba»: esto se ha -llamado siempre <em>diéresis</em>. El término <em>adiptongo</em> -del Sr. Benot lo critica el autor en razón -de que no se trata, de <em>no dos sonidos</em>, que -es lo que el término significa. Pero el término -<em>diptongo</em> etimológicamente sólo vale <em>dos -sonidos</em>; y una vez convenidos en la acepción, -no etimológica, sino usual, de <em>diptongo</em>, -la unión de vocales que no lo forman puede -muy bien llamarse <em>a-diptongo</em>. Hay otras -muchas definiciones que nada tienen de nuevo, -y algunas que no hacen al caso para la -<em>Ortología</em>. Menos nuevo tienen las observaciones -sobre la pronunciación y la ortografía -de cada sonido y letra. El criterio es aquí el -vulgar de la Academia, ó más vulgar todavía. -Alaba el que se ponga la <em>p</em> antes de <em>t</em> y <em>c</em>, -como en <em>Septiembre</em>; llama viciosa la omisión -de la <em>d</em> en <em>colorao</em>; de la diferencia entre -<em>ç</em> y <em>z</em> sólo dice que «antiguamente usaban -también una <em>c</em> con una coma ó virgulilla», sin -añadir qué sonido tenían estas dos letras; dice -que es defecto decir <em>leción</em>, etc., como todo el -mundo dice y como dijeron los clásicos de -cuya <em>Ortología</em> trata; afirma que la pronunciación -de la <em>j</em> la hemos tomado de los árabes; -asevera que <em>ch</em> y <em>ye</em> «se pronuncian con -la misma articulación», y que la articulación<span class="pagenum" id="Page_237">[Pg 237]</span> -de la <em>ñ</em> «tiene grande semejanza con la <em>y</em>»; -corrige lo que enseña la Academia acerca de -la antigua aspiración de la <em>h</em>, diciendo que -«desde muy antiguo comenzó en España á suprimirse -la aspiración», cuando precisamente -existió desde el origen del castellano hasta -mediado el siglo <span class="allsmcap">XVI</span>; dice que es vicio el -suprimir la <em>n</em> en <em>ins</em>, <em>ons</em>, <em>uns</em>, como la suprimen -todos los castellanos y la suprimían -los clásicos. Como se ve, esta <em>Ortología</em> ni es -la de la época clásica ni la de la Castilla -actual: es la <em>Ortología</em> de algunos eruditos -latinizantes, que pronuncian el latín, no -como lo pronunciaban los romanos, sino -como suena articulando todas las letras, tal -como están escritas, y trayendo al castellano -esa artificial pronunciación. En el libro segundo -sólo se mientan las ideas más comunes -sobre el consonante y asonante, y el -acento en los versos. En el libro tercero trata -del acento; pero mezcla muchas cosas de -pura <em>Morfología</em>, sobre todo un completo -tratado del Verbo, que dice tenía escrito hacía -algunos años, todo ello conforme á las -ideas vulgares de las Gramáticas más adocenadas. -Como buen castellano, aboga por -los pronombres <em>la</em>, <em>las</em>, dativos femeninos; -no ve con buenos ojos el <em>lo</em> masculino, y prefiere -<em>los</em> para los dos casos dativo y acusativo. -Más castellano todavía se muestra al -defender que los posesivos <em>mi</em>, <em>tu</em>, <em>su</em> con -nombre se acentúen; cuando precisamente<span class="pagenum" id="Page_238">[Pg 238]</span> -por ser enclíticos atómos se abreviaron, y á -nadie le gustaría que confundiendo el posesivo -con la expresión apositiva le dijeran: -<em>cuando tú caballo</em>, en vez de <em>cuando tu caballo</em>. -Ni este abuso de Castilla ni otras cosas, -que el autor pretende probar con los -versos, quedan con ellos probadas, pues suenan -tan bien y mejor sin acentuar las enclíticas.</p> - -<p>Tocante á etimologías, el autor pertenece -á la antigua escuela. <em>Prosa</em> dice que viene -de <em>porro versa</em> ó <em>proversa</em>, <em>litera</em> de <em>linere -litum</em>, <em>palabra</em> no de <em>parabola</em>, sino de <em>hablar</em>, -añadiendo al tema <em>fal</em> el sufijo <em>abra</em> -(<em>abrum</em> en latín), <em>pabilo</em> de <em>pábulo</em>, con lo -cual canoniza el que se pronuncie <em>pábilo</em>, -como jamás sonó hasta que los doctos le dieran -esta falsa etimología, por lo cual autoriza -la Academia las dos maneras de decir -<em>pábilo</em> y <em>pabilo</em>.</p> - -<p>Acerca de la acentuación que los clásicos -dieron á ciertos términos, desconocidos de -pueblo y no castellanos de buena cepa, es -curiosa la estadística que trae el autor; pero -no forma autoridad para el día de hoy, pues -han ido cambiando á veces su acentuación -por ir entrando en la turquesa prosódica -propia del castellano, conservando otras la -acentuación etimológica, ó siendo dudosas -por el conflicto entre ambos principios. <em>Ambrosía</em> -se dice hoy, por el <em>ambrósia</em> de entonces, -que seguía al latín; <em>Anacréon</em> no lo<span class="pagenum" id="Page_239">[Pg 239]</span> -diría hoy nadie, como lo decían nuestros clásicos -siguiendo al griego; <em>Anibál</em>, <em>Asdrubál</em>, -<em>Amilcár</em>, <em>Tubál</em>, decían ellos siguiendo la -tendencia castellana á tener por agudos los -terminados en consonante en vocablos cuya -acentuación originaria no era manifiesta; -<em>areopágo petréa</em>, por ser graves los terminados -en vocal; <em>á cércen</em> decían conforme á -la etimología, hoy <em>á cercén</em> según la tendencia -castellana; <em>océano</em> y <em>oceáno</em> luchando los -dos criterios; <em>pénsil</em>, <em>réptil</em> antiguamente -conforme á la etimología, como <em>débil</em>, <em>fácil</em>, -hoy <em>pensíl</em>, <em>reptíl</em> conforme á la tendencia -castellana.</p> - -<p>Pero supongamos que toda esta paja sólo -sirve para resguardar la alhaja del libro -cuarto, y vengamos ya á ella. El fruto de -nueve años de estudio del autor ha sido poder -deducir de los versos de los autores clásicos -ocho reglas, que rigen la diptongación -de su métrica.</p> - -<p>La regla fundamental es: «Toda combinación -de vocales átonas es siempre diptongo». -Su razón de ser está en la tendencia -del castellano á formar diptongo siempre que -puede. Los antiguos versificadores hacían -poco caso del habla genuinamente castellana: -la poesía era una obra erudita que podía no -tener en cuenta la pronunciación vulgar, y -así las diéresis se menudeaban; el caso era -que constara el verso, estirando ó aflojando -la pronunciación para que el verso tuviera<span class="pagenum" id="Page_240">[Pg 240]</span> -su longitud necesaria. El movimiento clásico, -iniciado por Lope, arraigaba en lo más vulgar -y nacional, y la regla dicha se observó -hasta Pitillas, Villaroel y N. Moratín. Decíase -<em>óidóres</em>, <em>réiréis</em>, <em>óiré</em>, <em>réiterár</em>, <em>críádór</em>, -<em>húirán</em>, etc.</p> - -<p>Regla 2.ª. «Toda combinación de fuerte -tónica con débil átona es siempre diptongo»: -<em>ái</em>, <em>éi</em>, <em>ói</em>; <em>áu</em>, <em>éu</em>, <em>óu</em>. La razón es la misma -tendencia dicha, siendo todos diptongos castellano-vulgares, -menos el último.</p> - -<p>Regla 3.ª. «Toda combinación de vocal -tónica con fuerte átona es azeuxis», es decir, -diéresis, no diptongo. En efecto, es principio -del castellano el que para que haya diptongo -ha de llevar el acento la vocal más fuerte, ó -sea gruesa, <em>a</em>, <em>o</em>, <em>e</em>, respecto de <em>u</em>, <em>i</em>, que son -las débiles ó delgadas. No pueden, pues, formar -diptongo:</p> - - -<p class="indent20"><em>aí</em>, <em>eí</em>, <em>oí</em>; <em>ía</em>, <em>íe</em>, <em>ío</em>;<br /> -<em>aú</em>, <em>eú</em>, <em>oú</em>; <em>úa</em>, <em>úe</em>, <em>úo</em>,</p> - - - -<p>que son las combinaciones del castellano -vulgar; en el erudito siguen la misma tendencia -las combinaciones <em>áa</em>, <em>áe</em>, <em>áo</em>; <em>aá</em>, <em>aé</em>, <em>aó</em>; -<em>éa</em>, <em>ée</em>, <em>éo</em>; <em>eá</em>, <em>eé</em>, <em>eó</em>; <em>óa</em>, <em>óe</em>, <em>óo</em>; <em>oá</em>, <em>oé</em>, <em>oó</em>. -Estas combinaciones desaparecieron en castellano -vulgar, como explico en la <em>Lengua -de Cervantes</em> (<em>Fonética</em>), donde están expuestos -los principios de la diptongación castellana.</p> - -<p>Regla 4.ª. «Toda combinación tónica de -dos vocales débiles es azeuxis», es decir, no<span class="pagenum" id="Page_241">[Pg 241]</span> -diptongo: <em>úi</em>, <em>íu</em>; <em>ií</em>, <em>iú</em>, <em>uí</em>, <em>uú</em>. En castellano -vulgar sólo forman diptongo las gruesas con -las débiles, es decir, <em>a</em>, <em>o</em>, <em>e</em> con <em>u</em>, <em>i</em>, y <em>u</em>, <em>i</em> -entre sí, por ser <em>u</em> gruesa respecto de <em>i</em>. Vulgarmente -<em>uí</em>, <em>iú</em> forman diptongo: fuí, viúda, -y así suenan por regla general en los clásicos -por confesión del mismo Robles, contra -su regla. En otros términos no vulgares, y -en los grupos <em>ií</em>, <em>uú</em>, sólo eruditos, los poetas -hicieron lo que se les antojó. La inducción -no puede hacerse por lo raro de estos -términos; de <em>fortuito</em> no hay, dice, ejemplo; -de <em>gratuito</em> dos, uno con esdrújulo, otro con -sinéresis. Diptongos son <em>Ruy</em>, <em>muy</em>, <em>triunfo</em>, -<em>viuda</em>, <em>monsiur</em>, <em>agüita</em>, <em>buitre</em>, <em>cuido</em>, -<em>cuita</em>, <em>Luis</em>, <em>Monjuí</em>, <em>fuí</em>, que son los vocablos -vulgares y conocidos, no menos que <em>juicio</em>, -<em>ruido</em>, <em>ruin</em>, <em>ruina</em>.</p> - -<p>La regla 4.ª, no creo, por consiguiente, -que deba admitirse.</p> - -<p>Regla 5.ª. «Toda vocal débil forma azeuxis -con la vocal tónica siguiente, cuando -cada una pertenece á distinto elemento componente». -Pero el pueblo en España diptonga -siempre estas combinaciones: <em>cariharto</em>, -<em>diez y ocho</em>; los ejemplos aducidos sólo prueban -que los poetas hacían también mangas y -capirotes de la pronunciación vulgar.</p> - -<p>Regla 6.ª. «<em>Uá</em>, <em>uó</em> son siempre azeuxis, -si no van detrás de consonante gutural». -Esta regla va también contra la tendencia -castellana vulgar, que diptonga siempre estas<span class="pagenum" id="Page_242">[Pg 242]</span> -combinaciones, hasta el punto de haber -perdido la <em>u</em> los vocablos latinos que pasaron -al castellano vulgar. La estadística que trae -el autor no decide nada más, sino que nuestros -poetas emplearon preferentemente la -diéresis en <em>suave</em>, <em>suntuoso</em>, <em>virtuoso</em>, etcétera, -por seguir la tendencia latina, creyendo -así pronunciar fino, como algunos pedantes -hoy día.</p> - -<p>Regla 7.ª. «<em>Iá</em>, <em>ió</em> derivadas de <em>ía</em>, <em>ío</em>, ó adyacentes -á la primera consonante (ó combinación -primera de consonantes) del vocablo, -son también azeuxis». De esta regla digo lo -mismo que de la anterior.</p> - -<p>Regla 8.ª. «<em>Iá</em>, <em>ió</em>, fuera de los casos dichos, -y las combinaciones <em>ié</em>, <em>ué</em> no derivadas -de azeuxis, son generalmente diptongos». -Es conforme á la tendencia castellana -de que las débiles con gruesas acentuadas -formen diptongo.</p> - -<hr class="tb" /> - -<p>Los principios de la combinación castellana -del habla vulgar, tales como se desprenden -del estudio fonético (<em>La Lengua de -Cervantes</em>), se reducen á estos:</p> - -<p>1.º. Toda agrupación de vocales, sin acento, -forma diptongo. Tal es la 1.ª regla del -autor, seguida también por los poetas, aunque -con excepciones.</p> - -<p>2.º. Toda agrupación de vocales, forma<span class="pagenum" id="Page_243">[Pg 243]</span> -diptongo, si el acento va sobre la gruesa; y -no lo forma, si va sobre la débil.</p> - -<p>Tal es la razón de la 2.ª y 3.ª reglas, con -excepciones entre los poetas.</p> - -<p>3.º. Los grupos <em>uí</em>, <em>iú</em> forman diptongo -vulgarmente; en los poetas hay variedad.</p> - -<p>4.º. Los grupos <em>uá</em>, <em>uó</em>, <em>ué</em>; <em>iá</em>, <em>ió</em>, <em>ié</em> son -diptongos vulgarmente, como que entran en -el principio 2.º. Los poetas tendieron algo á -la diéresis del latín literario en ciertos casos.</p> - -<p>5.º. En castellano vulgar las combinaciones -de vocales son las gruesas <em>a</em>, <em>o</em>, <em>e</em> con las -débiles <em>u</em>, <em>i</em>, ó estas dos entre sí, considerándose -<em>u</em> como gruesa, <em>i</em> como débil; cuando -por <em>u</em>, <em>i</em> había <em>o</em>, <em>e</em>, se convirtieron en <em>u</em>, <em>i</em>. -Los poetas admiten vocablos con cualesquiera -combinaciones de vocales, porque son -vocablos extranjeros que emplean sin pasarlos -por la hilera fonética del castellano.</p> - -<p>¿Qué deducir, pues, del estudio del Sr. Robles? -Que el método es excelente, puesto que -ha formado una trabajosísima estadística con -los datos de la Biblioteca de Rivadeneira, la -cual, sea dicho de paso, no siempre es exacta -en sus textos. Que de esta labor ha sacado -las tendencias de nuestros poetas clásicos, en -parte conformes al ingenio del castellano, en -parte conforme al ingenio del latín literario -y contra el castellano.</p> - -<p>Pero hoy día la tendencia es á seguir el ingenio -del castellano, expuesto en los principios -precedentes, y á considerar como licencias<span class="pagenum" id="Page_244">[Pg 244]</span> -poéticas los casos en que se va contra él. -Lo cual es muy de alabar, no cabe duda. No -son, pues, nuestros clásicos los que tuvieron -en esta parte más cuenta con la sonoridad -de nuestro idioma, como declara el autor, ni -han de ser en ello imitados: la sonoridad del -castellano pende precisamente de sus propios -principios fonéticos, no de los del latín, -que en este punto son menos perfectos y naturales, -como puede verse por lo expuesto en -<em>La Lengua de Cervantes</em>.</p> - -<p>Al fin y al cabo, pedantismo fué anticastellano -en nuestros poetas el sacar de quicio -el silabismo castellano, por acercarlo al latino. -Sólo pueden alabar el hecho los que -piensan que la perfección de nuestro romance -está en llevarlo por esa orientación, -en latinizarlo. Para los lingüistas, que saben -apreciar los idiomas como organismos que -se desenvuelven conforme á principios propios, -todo eso no es más que pedantería, artificio, -hibridez, confusión y degeneración.</p> - - -<div class="chapter"> -<p><span class="pagenum" id="Page_245">[Pg 245]</span></p> - -<div class="figcenter illowp100" id="p245ilo" style="max-width: 31.25em;"> - <img class="w100 p6 p6b" src="images/p245ilo.jpg" alt="ilop245" /> -</div> -<h2 class="nobreak">Sir William Jones -y Lorenzo Hervás y Panduro</h2> -</div> - - -<p>Al rayar los primeros albores de la lingüística -moderna, en la segunda mitad del siglo -<span class="allsmcap">XVIII</span>, una misma generación produjo en -Inglaterra y España estos dos insignes varones, -predestinados por el mismo sino á -correr parecida fortuna y llegar á la misma -meta. Los cuarenta y ocho años de la vida -de Jones y los setenta y cuatro de la de Hervás -forman dos círculos concéntricos, paralelos, -con la distancia de una docena de años. -Nació primero Hervás, el 1735 en Cuenca, y -murió lejos de su patria, en Italia, el 1809: -más joven de once años, Jones vió la luz en -Londres el 1746, y falleció en la India el 1794, -quince años antes que Hervás. Larga educación -lingüística ocupó los primeros años -de entrambos, á entrambos una fortuita casualidad -los llevó á tierras lejanas y los puso<span class="pagenum" id="Page_246">[Pg 246]</span> -en circunstancias las más propicias para que -la misma afición al estudio de las lenguas -que los alentaba diesen rico y sazonado fruto. -Inclinado el inglés, como hijo de su raza, á -estudiar el lenguaje en sus manifestaciones -concretas, en los idiomas y literaturas orientales, -el español, como hijo de la suya, se dió -á filosofar sobre ellos con miras más generales -y levantadas: así naciones de tan encontradas -tendencias produjeron ingenios, -desemejantes en los derroteros y maneras de -mirar el mismo objeto, pero tan parecidos -en las aficiones y en la vasta erudición, como -en el término final adonde llegaron.</p> - -<p>Á poco de emprender sus primeros estudios -en Harrow, mal avenido Jones con las -tradicionales rutinas de escuela, dedícase en -particular al árabe y al hebreo, y aprovecha -las vacaciones para aprender el francés y el -italiano. Pasa en 1764 al University College -de Oxford, y á la par de los estudios clásicos -añade él por su cuenta los del árabe, del -persa valiéndose del sirio Mirza, del italiano, -del castellano, del portugués, y luego del -alemán y del chino. Á los treinta y dos años -de edad era un orientalista de general nombradía. -En 1770 publica la traducción francesa -en dos volúmenes (nuev. edic. 1790) de -la vida de Nadir Chah, escrita en persano; -luego un tratado en francés de poesía oriental -y la versión en verso de las odas de Hafiz. -Habiéndola emprendido contra la Universidad<span class="pagenum" id="Page_247">[Pg 247]</span> -de Oxford Anquetil Du Perron -en la Introducción de su traslado del Zend -Avesta, salió en su defensa Jones con una -carta anónima en tan elegante francés, que -la atribuyeron á algún <em>bel esprit</em> de París. -Publicó el mismo año la <em>Gramática persa</em>, -en 1772 poesías vertidas de varias lenguas -orientales, en 1774 los <em>Poeseos Asiaticae -commentariorum libri sex</em>, y de 1780 á 1781, -mientras ejercía la magistratura, tradujo el -<em>Moallakât</em>. Obtenida la administración de -Shelburne, llega á Calcuta, donde funda en -1784 la <em>Asiatic Society</em>, de la cual fué presidente -hasta que murió. Celebérrima ha sido -en los fastos de la filología y lingüística esta -Sociedad, fecundo plantel de egregios indianistas, -fuente de la cual se derivaron y llegaron -á Europa los tesoros literarios del Oriente. -Con el intento de consultar el texto original -de las leyes de aquella tierra estudió Jones -el sanskrit, lengua clásica y religiosa de los -Brahmanes. En 1788 empezó la colección de -leyes indianas y mahometanas, que Colebrooke -terminó en 1800 con el título de <em>Digest of -Hindu Laws</em>. En 1787 publicó el primer tomo -de las <em>Asiatic Researches</em>, la versión del -drama Sakuntalâ, la joya del dramaturgo -Kâlidâsa, del Hitopadeça de Gitagovinda, -del poema herótico de Jayadeva, de parte -del Veda y del Ritusamhâra, poemita de -Kâlidâsa; y en 1794 la versión de las Leyes -ó <em>Institutes of Manu</em>. Las obras completas<span class="pagenum" id="Page_248">[Pg 248]</span> -de Jones se publicaron en seis tomos en -cuarto el 1799, y en 13 volúmenes en octavo -el 1807.</p> - -<p>La ciencia del lenguaje será deudora -eterna al lingüista inglés por dos cosas de -trascendencia suma: por haber sido el primero -que de una manera manifiesta, competente -y oficial declaró en 1786 el íntimo parentesco -entre el sanskrit y las lenguas de -Europa, dando á entender cuanto podía prometerse -la lingüística del estudio comparativo -de todas estas lenguas; en segundo lugar, -por haber fundado la Sociedad Asiática -de Calcuta, donde se formaron los grandes -maestros de los estudios indianos, y de donde -salieron los libros, ya originales, ya traducidos, -que sirvieron de materiales para los -estudios de la Gramática comparada indo-europea. -Ésta segunda es la gran obra de Jones, -puesto que el parentesco del sanskrit -con nuestras lenguas era tan manifiesto que -lo vieron ya los primeros europeos que llegaron -á conocer la lengua de los brahmanes; -Roberto de Nobili, que fué allá en 1606; -Heinrich Roth, que volvió á Roma en 1666 y -enseñó al P. Kircher el alfabeto sánskrito, -incluído en su <em>China Illustrata</em> (1667); los -misioneros enviados en 1697 por Luis XIV, -sobre todo el P. Coeurdoux, como se ve por -las respuestas que desde el 1767 daba á las -preguntas que le hacían el Abbé Barthélemy -y Anquetil Du Perron; en fin, Paulino á<span class="pagenum" id="Page_249">[Pg 249]</span> -Santo Bartholomaeo, carmelita alemán, que -imprimió en Roma el 1790 la primera Gramática -sánsckrita. Más tarde, el 1808, en <em>El -lenguaje y sabiduría de los Indios</em>, llamó -Federico Schlegel lenguas <em>Indo-germánicas</em> -á las de la India y Europa, y avivó más y -más la afición por estos estudios. Finalmente -Francisco Bopp, aprovechándose de las obras -de Jones, Wilkins, Carey, Forster, Colebrooke, -maestros todos de la Sociedad Asiática -de Calcuta, compuso su famosa <em>Gramática -comparada</em> desde el 1833 al 1852, con la -cual quedó fundada la lingüística moderna.</p> - -<p>Más escondida fué la vida de Hervás en -la Compañía de Jesús, siguiendo los estudios -de su Orden y trabajando como misionero -en América, hasta que llegado á Italia con -los demás jesuítas expulsados por Carlos III, -logró la rara ocasión de verse entre compañeros, -que se habían allí reunido de todas las -partes del mundo, entre ellos misioneros que -conocían toda suerte de lenguas, que habían -compuesto Gramáticas y Diccionarios, que -hablaban y se habían ejercitado por muchos -años en los más peregrinos idiomas de América, -África, Asia y Oceanía. Allí sus aficiones -lingüísticas, sus ansias de allegar todo -género de erudición, su ingenio investigador, -comparador, sintetizador, hallaron -largo pasto y satisfacción cumplida.</p> - -<p>Desde 1784 á 1787 fué publicando en Cesena -sus obras, que después tradujo, mejorándolas,<span class="pagenum" id="Page_250">[Pg 250]</span> -al castellano. El <em>Catálogo delle lingue -conosciute e notizia della loro affinitá -e diversitá</em> en 1784, cuya edición castellana -de 1800-1805 puede considerarse, por sus -aumentos, como obra distinta; el <em>Origine, -formazione, mecanismo ed armonia degl’idiomi</em>, -1785; el <em>Vocabulario poliglotto con -prolegomeni sopra più di 150 lingue</em>, 1787; -el <em>Saggio prattico delle lingue</em>, 1787. Pero -todas estas obras son parte de una á manera -de enciclopedia filosófica, intitulada <em>Idea -dell’Universo</em>, en 22 tomos, entre los cuales -están la <em>Storia della vita dell’uomo</em>, <em>Elementi -cosmografici</em>, <em>Viaggio statico al -mondo planetario</em>, <em>Storia della terra</em>. Desde -el tomo <span class="allsmcap">XVIII</span> comienzan las de filología, entre -las cuales la <em>Aritmetica delle nazioni e -divisione del tempo fra gli Orientali</em>. El -<em>Catálogo de las lenguas</em> comprende en la -edición castellana 6 volúmenes y quedó sin -terminar.</p> - -<p>Hervás tenía ingenio filosófico, y aunque -sus particulares aficiones le llevasen al estudio -de las razas y pueblos, es decir, de lo -que se llamó filología, y en particular de sus -lenguas, que es la lingüística propiamente -dicha, abarcó campos tan inmensos y con -ojeadas tan generales, que no pudo profundizar -por el análisis, como después lo hizo -Bopp, en las leyes fonéticas que rigen la evolución -de los idiomas y es la única clave segura -para ver sus derivaciones, afinidades<span class="pagenum" id="Page_251">[Pg 251]</span> -y entronques. Con todo, su erudición inmensa, -que abrazaba á más de 300 lenguas, -su rara penetración, su mismo talento generalizador -y filosófico le llevaron á descubrir -el parentesco de la familia semítica, el de la -turania, el de la malayo-polinesia y el de las -indo-europeas. No menos que Jones, proclamó -«la importancia de las lenguas y mitología -del Indostán para entender la de los persas -y griegos». Desterró para siempre la -comparación léxica por la cual tanto se había -desbarrado hasta entonces al emparentar -las lenguas, é introdujo el principio de la -comparación gramatical ó morfológica. No -es necesario repetir los elogios que de él hacen -Wiseman, Volney, Pott, Max Müller y -otros; pero tampoco se le ha de llamar á boca -llena el padre de la lingüística.</p> - -<p>Ni Hervás ni Jones fueron unos genios. -Ambos derramaron demasiado su atención -y esfuerzos para poder penetrar un solo -asunto y desentrañarlo, como sin duda lo -hubieran hecho á limitar más el campo de -sus observaciones. Hervás era demasiado -filósofo, Jones demasiado filólogo: la pura -lingüística hubo de resentirse. Jones conoció -bien 30 lenguas, tuvo no vulgares nociones -de otras 28, poseyó una erudición en las literaturas -orientales asombrosa y una gran -potencia para asimilarse y reproducir toda -suerte de noticias; pero ninguna originalidad -ni en descubrir verdades nuevas, ni en exponer<span class="pagenum" id="Page_252">[Pg 252]</span> -mejor las ya sabidas. Observador positivista -de los hechos, como buen inglés, -aunque con la desventaja de no haber concentrado -sus fuerzas y trabajos en un solo -punto. Hervás los desparramó todavía más -comparando infinidad de lenguas y filosofando -sobre otros puntos de antropología, -de etnografía y hasta de fisiología é historia -natural. Como buen español, se levantó -harto sobre los fenómenos, fué más filósofo -que mero observador. Resumamos.</p> - -<p>Franz Bopp es el verdadero padre de la -ciencia del lenguaje, como inventor del severo -análisis lingüístico y como fundador -que aplicándolo echó los cimientos y levantó -las paredes maestras del edificio: Sir William -Jones y Lorenzo Hervás y Panduro -podemos decir que fueron sus más inmediatos -precursores. El lingüista inglés señaló el -terreno y emplazamiento de la obra con el -descubrimiento de lo que el estudio del sanskrit -podía dar de sí, comparándolo con las -lenguas europeas, y fundó la Asiatic Society -de Calcuta, seminario de obreros aparejadores -que suministraron á los lingüistas -europeos y en particular al mismo Bopp los -materiales brahmánicos de los cuales se habían -de servir. El lingüista español levantó -el andamiaje reuniendo las infinitas lenguas -del globo, clasificándolas, distinguiendo sus -familias y entronque, y orientó las obras -de fábrica fijando de una vez para siempre<span class="pagenum" id="Page_253">[Pg 253]</span> -la dirección del estudio comparativo de los -idiomas en el elemento morfológico ó gramatical, -en vez del lexicológico, en el cual se -había estudiado hasta entonces.</p> - -<p><span class="pagenum" id="Page_254">[Pg 254]</span></p> - - - - - -<div class="chapter"> -<p><span class="pagenum" id="Page_255">[Pg 255]</span></p> -<div class="figcenter illowp100" id="p255ilo" style="max-width: 31.25em;"> - <img class="w100 p6 p6b" src="images/p255ilo.jpg" alt="ilop255" /> -</div> -<h2 class="nobreak">El primer Congreso de la Lengua Catalana</h2> -</div> - - -<p>Ó que el desinterés y frialdad con que estos -estudios se miran por el común de los -lectores, ó que cierta suspicacia harto de -lamentar y algún resquemor en parte pueril -é infundado, ello es que quizá uno y otro, -y esto y lo de más allá, me sospecho que -han atajado las plumas de los periodistas -para no alargarse, cual la cosa lo merecía, -en lo tocante al Congreso de la Lengua Catalana, -habido los días 13, 14, 15, 16, 17 y 18 -del pasado Octubre en Barcelona. Tiempo -ha que cuanto nos viene de allá trae consigo -un cierto olorcillo á enemiga por Madrid y -el resto de España, ribeteada, ó si se quiere, -estofada, con dejos de separatismo, que, á -la verdad, á los españoles de corazón nos -atufa y nos apesta: los buenos españoles de -Cataluña, si serenamente lo miran y meten -la mano en el pecho, convendrán en que hay -alguna razón para ello y me la darán, aunque<span class="pagenum" id="Page_256">[Pg 256]</span> -no sea más que á boca cerrada. Á boca -llena con todo eso, Dios loado, podemos, al -menos por esta vez, congratularnos todos, -ellos y nosotros, y discurrir reposadamente -sobre lo que este Congreso nos dice y enseña -para la cultura española. Acontecimiento -literario y filológico, que ha sobrepujado las -esperanzas de los que lo organizaron, ajeno -y desnudo de todo color político ó de otros -bastardos intereses. El alma catalana, que -alienta en diversas provincias y territorios -de distinta nacionalidad, ha vibrado aquí al -unísono, se ha recogido y doblado sobre sí -misma, y contenta y muy pagada de lo conseguido -desde el reciente renacimiento literario, -ha tomado nuevas alas y bríos para -lo venidero. Abierto por el Alcalde de Barcelona, -cerrado por el Presidente de la Diputación, -coronado por el descubrimiento -de una lápida al soberano vate Verdaguer, -orlado por la rica exposición bibliográfica, -regocijado y festejado por el Orfeón catalán -y las populares sardanas, el <em>Garden-party</em> -en el Parque de Güel y la función histórica -del Teatro Catalán, el Congreso ha -resultado brillante y serio á la vez, ha sido -al par que una reunión de toda la familia -catalana y de sus mejores amigos, un consejo -de sabios y eruditos.</p> - -<p>El Congreso no se propuso definir ni -acotar, decretar ni determinar nada en particular: -todo eso es contrario al espíritu democrático<span class="pagenum" id="Page_257">[Pg 257]</span> -catalán, y probablemente inútil -en actos de este género, cuyo fruto natural -y espontáneo no está en las cacareadas decisiones -prácticas que no suelen llevarse á -ejecución, sino en ese encendido anhelo y -aliento divino que brota en el pecho de -cuantos se reúnen con algún propósito levantado -y nacido de las aspiraciones de todos, -aliento que se comunica entre ellos y -hierve y rebulle y arrebata á no esperadas -empresas. Estos Congresos, como las Exposiciones -industriales, son unos como balances -científicos que ponen de manifiesto el -estado presente de los estudios en aquella -rama del saber de que se trata, y un programa -para orientarlos en adelante. Con -razón pueden enorgullecerse los catalanes -de lo uno y alentarse con las esperanzas de -lo otro. La literatura y el estudio de la lengua -catalana han ganado tanto en poco -tiempo, son tan sobresalientes sus obras literarias -y lingüísticas desde mediado el siglo -<span class="allsmcap">XIX</span>, en que hay que poner el renacimiento -de las lenguas literarias de estirpe -provenzal, comenzado por los <em>Felibres</em>, con -su famosa Sociedad lingüístico-literaria, fundada -en 1854, que ni hay para qué detenerse -en ello, ni habría vagar para hacerlo, aunque -fuera en cifra y sucintamente, en un solo -artículo.</p> - -<p>¿Quién no ha oído celebrar á sus principales -campeones, Rubio y Ors, el Gayter del<span class="pagenum" id="Page_258">[Pg 258]</span> -Llobregat; Milá y Fontanals, el maestro más -enterado de los trovadores provenzales; -Verdaguer, la flor más delicada de la poesía -mística moderna; Víctor Balaguer, sus -fundaciones y obras, y sobre todo el apóstol -más entusiasta del catalán, el que recorría -las aldeas y ciudades, los montes y los llanos, -en rebusca de vocablos populares, Mariano -Aguiló, gloria de la Biblioteca provincial -y de la Universidad barcelonesa? -Tras éstos, que pasaron, no hay persona -culta en Cataluña que no haya saboreado -los elegantes escritos de los dos mejores -prosistas, Ruyra y la escritora de Escala en -Gerona, que se ocultó tanto tiempo bajo la -firma de Víctor Catalá. No son menos conocidos -como lingüistas Nonell, Fabra, Grandia -y Alcover, alma este último del Congreso -y su primer iniciador, y á cuya laboriosidad -deberemos, si Dios le conserva -los años y fuerzas que tamaña empresa requiere, -el grande y universal Diccionario -de la lengua catalana y de todos sus dialectos, -literarios y vulgares, antiguos y modernos.</p> - -<p>Pero en el Congreso se han dado á conocer -como verdaderos lingüistas otros nombres -que no sonaban. No quisiera ofender á -los que callo, pero no puedo menos de recordar -los del farmacéutico de Tarrasa, -Sallent; de los dos presbíteros del Rosellón, -Casaponsa y Blazy; del jesuíta Casanovas;<span class="pagenum" id="Page_259">[Pg 259]</span> -del franciscano Fullana, Provincial de su -Orden en Valencia, y del archivero de Perpiñán, -Pedro Vidal.</p> - -<p>De todas partes han concurrido personas -estudiosas y amantes de la lengua catalana. -Alguer de Cerdeña estuvo representado por -el poeta Ciuffo, el gramático Palomba y el -lingüista Dr. Guarnerio, profesor en la Universidad -de Pavía; el Rosellón por tres -sacerdotes y varios seglares, todos competentes, -sobresaliendo los sencillos y simpáticos -mosén Casaponsa y D. Pere Vidal; -Mallorca por D. Antonio María Alcover, -mosén Miguel Costa, maestro en Gay Saber, -el Sr. Obradors, etc., etc.; Ibiza por don -Vicente Serra, Canónigo y Rector del Seminario; -Valencia por el laureado poeta don -Teodoro Llorente, el Dr. Manxo de aquella -Universidad, el P. Fullana, etc.</p> - -<p>El amor á Cataluña, á su lengua y literatura, -en el resto de España, en Francia, Bélgica, -Portugal, Italia, ha llevado al Congreso -á no pocos eminentes romanistas y -filólogos. Baste citar á Foulché del Bosch, -Calmette, Counzon, Lima Duque, Saroïhandy -y Bonilla. Memorias y sobre todo adhesiones -llegaron hasta de Roma y San Petersburgo. -El Congreso ha sido, por lo mismo, internacional, -no sólo por haber tomado en él parte -el Rosellón de Francia y Alguer de Italia, -sino porque han acudido sabios de distintas -nacionalidades; ha sido numeroso, llegando<span class="pagenum" id="Page_260">[Pg 260]</span> -á 3.000 los admitidos, y no más por no tener -mayor cabida el teatro.</p> - -<p>Lo bueno siempre es digno de imitarse. -¡Qué bien vendría en Madrid un Congreso -de filología y lingüística castellana! El terreno -quizá no está aquí tan en sazón como -debiera; pero en cambio los hispanistas de -fuera de España son tantos y tan eminentes, -que pudieran venir con esa coyuntura á -levantar nuestros ánimos decaídos. Triste -muestra de descaecimiento, en verdad, que -el ambiente sobrepuje al organismo, y que -de fuera hayan de traerse los remedios que -infundan vigor y vida en el cuerpo enfermo, -cuando la vida y el vigor de todo organismo -sano y robusto ha de salir del centro irradiando -hacia la periferia. Por allá, por Cataluña, -es por donde más se oye aquello de -que en Madrid no se hace más que política, -mientras que en las provincias costaneras -se hace hierro y tejidos. Algo de eso pudiera -haber. La primera Exposición industrial -habida en España fué barcelonesa; los -bilbaínos tendrán tal vez la segunda. Lo que -no nos podíamos prometer era que el catalán, -para quien <em>la cuestión son cuartos</em>, -tuviera también tiempo y humor para un -Congreso científico, y menos filológico-lingüístico. -¿Qué cuartos, ni qué niño muerto, -puede dar eso de sí? Pero la vida se manifiesta -en todos los órdenes de cosas. La -espada, que á las veces echó las zanjas de la<span class="pagenum" id="Page_261">[Pg 261]</span> -grandeza de las naciones, afiló las plumas y -despertó los ingenios; la riqueza, tal vez debida -al natural ahorrativo y aun tacaño, pudo -ser base de una brillante cultura. El pueblo -de la meseta castellana no tiene otra riqueza -que la envuelta en los pergaminos de su hidalguía -trasañeja, ni siquiera otras aficiones -mercantiles ni industriales que las del Caballero -de la Tenaza y del dómine Cabra, ó las -del Buscón y de Guzmanillo. Es, en punto -á alientos, la marmórea estatua yacente, -que en su magnífica soledad y en su secular -silencio aguarda sosegada y señorilmente á -que los curiosos y turistas vengan á quitársele -la gorra, á deshacerse en encomios y á -dejar algunas monedas en el cepillo para su -entretenimiento y conservación. Sería una -insulsez abogar en Madrid por un Congreso -de lengua castellana, si de los de casa hubiéramos -de prometernos la menor cosa.</p> - -<p>Y con todo, los aficionados al estudio del -castellano fuera de ella van siendo tan numerosos -como los visitantes de la estatua, -bastante más que los aficionados al catalán. -En el momento presente casi estoy por decir -que es la lengua que priva. Al estudiar -el castellano los extranjeros, franceses, ingleses, -alemanes y yanquis, unos tienen el -ojo puesto en América, donde hay un mercado -que aparroquiarse y una presa con que -alzarse; otros lo tienen puesto en España, -donde hay una antigualla digna de estudiar<span class="pagenum" id="Page_262">[Pg 262]</span> -y aun un cachivache digno de coleccionar. -El caso es que á centenares se abren cada -día las cátedras de castellano en Europa y -América, y se publican fuera de España más -libros, monografías y artículos sobre nuestras -cosas y nuestras anticuadas personillas -que en la misma Península. Se dió el caso, -hará unos meses, de que un extraño explicó -á todo un señor de alto copete de Madrid -una de las frases más vulgares y traídas por -los suelos, que él no entendía. Con ocasión -de un Congreso lingüístico vendrían sabios -que nos enseñarían cosas que creemos saber -y no sabemos si ignoramos. Aquí la lingüística -moderna es un nombre vacío, la fonética -se nos antoja una endiablada jerigonza, -el estudio de nuestro lenguaje literario, -clásico y actual, y de nuestros dialectos, -son rozas y embreñado monte, que encierran -ricas minas por beneficiar. Los que pasan -por gramáticos y lexicólogos, siguen soñando -y fantaseando á la antigua española, -etimólogos de otra casta que pereció en -Europa, pero de la que á dicha conservamos -en España ejemplares preciosísimos, que nos -los pagarían los congresistas á peso de oro. -El aire que trajeran echaría por tierra de -una vez todos esos vejestorios y nos encaminaría -por las veredas de la realidad científica. -Algo cuesta arriba se les haría á no -pocos romper con su soñada ciencia gramatical -y dejarse despojar de la aureola con<span class="pagenum" id="Page_263">[Pg 263]</span> -que la ignorancia general les había coronado; -pero la ciencia española no perdería -gran cosa echando algunas canas al aire. -Dejarían de oirse hasta en las más encumbradas -cátedras oficiales disparatones mayúsculos, -de los cuales, para solaz y recreo -de curiosos, tengo recogido un buen golpe -de los más chistosos y festivos; pero en cambio, -la gente moza y bien dispuesta vería -que se les abrían nuevos horizontes por -donde volar y nuevos mundos por donde -discurrir. No se henchirían las librerías de -viejo de textos mal traducidos y muy bien -pagados; pero hallaríamos en ellas los libros -que hoy hay que ir á buscar á Alemania, -con la pequeña molestia de haberse aprendido -antes aquella enrevesada lengua. No -tendríamos tantos diccionarios castellanos -como cada año se publican, repitiéndose -por milésima vez las voces del Diccionario -de autoridades de la Academia y las graciosas -y jocundas etimologías de su Diccionario -oficial; pero en retorno saldría alguno -que contuviera las infinitas voces de nuestros -clásicos y de nuestro pueblo, que en el -uno faltan, y las etimologías serias que en -el otro no sobran. Algunos abrirían los ojos -y echarían de ver para qué sirve el latín y -el griego, que los extranjeros tanto estudian, -sin que por eso dejen de saber algo más que -nosotros; y los que no los quisieran abrir, -se coserían por lo menos la boca para no<span class="pagenum" id="Page_264">[Pg 264]</span> -quedar feos disparatando de lo que no entienden. -La lingüística y la filología (cosas -que entonces aprenderíamos á distinguir, -que aquí no sabemos por carecer de una y -otra) son los sólidos fundamentos de los estudios -literarios, históricos y aun jurídicos -y sociológicos; teniendo fundamentos podríamos -pensar en edificar algo de esto, -dejándonos ya de diletantismos superficiales -en todas estas ramas del saber.</p> - -<p>Tales son las ideíllas que me ocurren al -admirar el feliz suceso del Congreso de -Lengua Catalana. Desgraciadamente, la estatua -seguirá estatua, yacente por más señas, -y los que escribimos, por ver si le comunicamos -aliento y vida, seguiremos (es -de esperar) cantando aquello de <em>las tres -ánades, madre</em>, que es también un muy -añejo y muy castellano cantar.</p> - - - - - - -<div class="chapter"> -<p><span class="pagenum" id="Page_265">[Pg 265]</span></p> - -<div class="figcenter illowp100" id="p265ilo" style="max-width: 31.25em;"> - <img class="w100 p6 p6b" src="images/p265ilo.jpg" alt="ilop265" /> -</div> -<h2 class="nobreak">Extravagancias del Lenguaje</h2> -</div> - - -<h3>I</h3> - -<p>Mucha filosofía dicen que atesoran las lenguas. -No lo negaré; pero también hay que -añadir que encierran no menos disparates y -extravagancias. De éstas me toca hablar -ahora, y para que no se crea que sólo se les -escapan á la gente rústica é incivil, la tomaré -con lo más granado de entre nuestros escritores -clásicos. Digo que nuestros encomiados -clásicos fueron los hombres de más disparatada -sesera que Dios echó al mundo. -El famosísimo Dr. Laguna dicen que tradujo -elegantemente á Dioscórides. Mi buen -amigo, el también Dr. Olmedilla, escribió un -folleto sobre tan venerable varón y lo pone -como uno de los primeros, si no el primero, -de los médicos del siglo <span class="allsmcap">XVI</span>. Y efectivamente -lo fué del Emperador Carlos V y del Papa. -Pero no le vale á Laguna el haber sido todo -eso, ni el que lo celebrara Cervantes, ni el<span class="pagenum" id="Page_266">[Pg 266]</span> -que escribiera su elegante traducción en la -misma quinta Tusculana donde Cicerón había -escrito sus filosofías. <em>Cuájanse con frío -los metales</em>, dice Laguna (<em>Diosc.</em>, 5, 44). ¿Qué -mayor disparate que decir todo un Doctor -en medicina, médico de Carlos V y del Papa, -que los metales cuando están en fusión se -tornan cuajada? Merced al cuajo se convierte -en cuajada, se cuaja la leche. Echad -un poco de cuajo, viene á decir el Doctor, -en los metales fundidos, y hételos hechos -cuajada. Pues permítame el Sr. Doctor, médico -de Carlos V y del Papa, que le diga que -eso es un solemnísimo disparate.</p> - -<p>La frase debió de caer en gracia, pues -otro disparatadísimo Doctor estampó en un -libro devoto: <em>Las perlas se cuajan con el -rocío de la mañana</em>. Y si esto parece declarada -locura, que el rocío haga de cuajo y las -perlas sean cuajada de leche ó de otra cosa, -con razón se tiene por locos á los poetas, -que repiten lo de que el rocío son <em>perlas que -brillan sobre la yerba</em>, y que ésta <em>amanece -aljofarada</em>, y locura de remate fué la del -más loco de todos ellos, del celebrado Garcilaso, -cuando ordenó á las ovejas que <em>paciesen -la yerba aljofarada</em>. ¡Lindo rechinar -de dientes se oiría en un rebaño de 200 cabezas, -con el áspero masticar de esas perlillas -que llaman aljófar! En la <em>Histórica relación -del reino de Chile</em> amontonó juntos todos -esos disparates el P. Alonso de Ovalle: <em>Esta<span class="pagenum" id="Page_267">[Pg 267]</span> -yerba se cubre el verano de unos granitos -de sal, como perlas y aljófar, que cuaja sobre -sus hojas</em>. De luengas tierras luengas -mentiras. Los chilenos nos podrán decir si -es cierto que por allá se cubra alguna yerba -de granitos de sal, y si esos granitos se hacen -cuajada sobre sus hojas, y si esa cuajada -son perlas y aljófar.</p> - -<p>No conozco más que un escritor que se -riese de tales bernardinas; los demás españoles -las tuvieron por gallardas elegancias -del buen decir. El gravísimo fraile jerónimo -José de Sigüenza en obra tan seria y elocuente -como la <em>Vida de San Jerónimo</em>, en -folio por más señas y á dos columnas, nos -habla (l. 1, disc. 4) de <em>tomar puerto en la isla</em>. -Quiere decir que unos navegantes llegan á -una isla, siéntanse sobre la verde alfombra, -<em>fronde super viridi</em>, y con todo el sosiego -del mundo, como quien se toma una jícara -de chocolate, comienzan á embaularse el -puerto que tienen delante con bajeles y -todo y hasta con sus muelles y cargaderos, -se lo sorben, se lo echan al coleto, se lo -meten entre pecho y espalda. ¡Todo esto es -ridículo! Pues este fraile tan descomunal en -su manera de expresarse, se vuelve tan melindroso -en el mismo discurso, que repite la -misma idea llamando á eso <em>tocar el puerto -y la deseada ribera</em>. Si no hace uno más que -tocar el puerto y la ribera y no desembarca, -no comprendo yo cómo pudo desearla tanto.<span class="pagenum" id="Page_268">[Pg 268]</span> -Y ¿qué diremos del discreto P. Mariana, que -tal vez por evitar tales dislates escribió todo -lo contrario de lo que en la cabeza tenía y -pensaba escribir? <em>Dió fondo</em>, dice, <em>junto á -Cádiz</em>. Quiso decir que llegó á tierra sano y -salvo, y se nos descuelga con que se fué á pique, -pues la letra esto da á entender, á lo -menos el fondo del mar no es la playa, á mi -pobre entender. El cejijunto jesuíta tiene cosas -muy buenas: en el libro 4.º, capítulo 4.º de -su <em>Historia de España</em> dice: <em>tenía sujeta -toda la provincia</em>. ¡Buenas cadenas ó sogas -tuvieron que hacer los herreros y cordeleros -de aquellos tiempos, no se les morirían -los hijos de hambre! En otra parte (9, 36) -añade: <em>Al cabo de tres días de cerco alzaron -mano de él</em>. ¡Vamos, que ni los días tienen -cabo, como las velas ó las costas, ni se estuvieron -sin comer ni dormir tres días mortales -puestas las manos sobre cosa alguna, -y menos sobre un cerco, que no tiene donde -se puedan poner! Todo eso son sandeces -más que de marca. ¡Pues digo! del otro, que -escribió: <em>Cuando Dios alzare las manos de -los buenos</em>. ¡Largos brazos serían los de -Dios, si desde lo alto del cielo tuviera puestas -las manos sobre los hombros de los buenos! -El descabellado Gonzalo de Correas -habla en su <em>Vocabulario</em> (l. <em>D</em>) del <em>dejar en -jerga la cosa</em> por abandonar ó dejar sin la -debida perfección. Según eso los albañiles, -cuando al propietario le faltan los cuartos<span class="pagenum" id="Page_269">[Pg 269]</span> -para terminar una casa, la dejan en jerga, y -en jerga dejo yo el almuerzo, cuando lo dejo -por acudir á otra parte.</p> - -<p>Buena jerga la del catedrático de griego -de Salamanca. El cual en la letra <em>U</em> escribe: -<em>Un sudor se le iba y otro se le venía</em>, como -si el sudor tuviese pies y se fuese y viniese, -y no saliese del cuero. En la letra <em>A</em> nos habla -de <em>armar caramillos, armar zancadillas -y armar tranquillas</em>, cuando es así que -ningún soldado vi yo armado de tales pertrechos, -y el caramillo sólo lo he visto en -los labios para chiflar. Para decir que lo apetece -todo nos espeta en la letra <em>E</em> el <em>empreñarse -del aire ó de lo primero que oye</em>. Preñez -del aire sólo la había yo oído en Plinio, -que lo dice de las antiguas yeguas lusitanas, -y aun tal vez el discreto naturalista puso -yeguas por no dar matraca á los finchados -hidalgos de Portugal. Preñez de lo que se -oye es una preñez harto cuestionable; pero -Correas sabía mucho, y su razón tendría -cuando lo dijo. Que sabía mucho no hay que -ponerlo en duda: en la letra <em>T</em> nos habla del -<em>tener asomos de una cosa</em>, sin que intervenga -ventana ni <em>somo</em> ó altura alguna; en -la letra <em>H</em> nos repite lo del <em>hacer sudar la -gota gorda</em>, que yo he oído cien veces por -ahí, sin lograr jamás entender qué <em>gota -gorda</em> será esa, y cuál será la <em>gota flaca</em>. -También añade el <em>hacer sudar como gato -de algalia</em>, gato que debe ser muy raro,<span class="pagenum" id="Page_270">[Pg 270]</span> -pues, que yo sepa, los gatos no sudan. El -lector supondrá que hablo en broma; puede -tomarla por tal, si así se le antoja: yo digo -la verdad como la siento.</p> - -<p>Si nos entrásemos por los escritos de -Quevedo, aunque es el único que tomó por -bernardinas, como apunté, todos estos dislates, -no nos daríamos manos á toma y deja, -á esta quiero, esta no quiero, porque es el -disparatador por excelencia. Por ejemplo, -en la <em>Musa</em> 6, 1, dice: <em>Si yo mi argumentillo -mal no entablo</em>. Buen medio para ponerlo -ante la vista, entablarlo entre cuatro tablas. -<em>Tiene izquierdo discurso</em> (<em>Tir. la Piedr.</em>), de -modo que el habla se le iba por la zurda. <em>Remojar -la palabra</em> (<em>Mus.</em> 5, j. 14), como un bizcocho -en vino. <em>Enjugar las lágrimas á las -viudas</em>, llevando, naturalmente, á prevención -en el bolsillo tres docenas de moqueros, -y no sé si bastarán para enjugárselas á la -primera que topáremos. <em>Ser ojo á los ciegos</em>, -metiéndose uno bien aovilladico en una de las -cuencas de los ídem, por no decir otra cosa. -Todo eso lo escribe al tratar de <em>La Providencia</em> -(tr. 2), libro que dicen es muy serio; -pero así son las seriedades de Quevedo, -pues en las <em>Musas</em> (6, r. 9) dice: <em>En cada bostezo -gasta una cruz de dos palmos</em>, quiere -decir que al bostezar roe una cruz larga de -dos palmos; y en <em>Marco Bruto: Fanfarronea -con la sangre civil entre amores faranduleros</em>, -quiere decir que en dando con un<span class="pagenum" id="Page_271">[Pg 271]</span> -civil, le saca la sangre para darse pisto enseñándola -por las calles; y aun por eso me -explico que sean todos ellos como espátulas -de flacos y arguellados. <em>Nada bueno le -puede entrar de los dientes adentro</em>, dice -en la <em>Visita de los chistes</em>; pero no le veo -la punta, porque el chiste estaría en que no -le entrase de los dientes afuera. <em>Me ha llenado -el ojo</em> (<em>Entremet.</em>), dejándole ciego, -será de suponer. Ya sabrá él buscarse quien -le ayude á vaciarlo, pues en la <em>Visita</em> dice -que <em>tomó una purga confeccionada con hojas -de Calepino</em>. Sin duda eran entonces -mejores los estudiantes que hoy, que el Calepino -hoy más bien empacha que aligera. -Repito que, fuera de toda guasa, esto y lo -otro y lo que sigue, son chirigotas y es hablar -en necio.</p> - -<p>Dejando ya á Quevedo, leo en la <em>Mosquea</em> -de Villaviciosa (2, 62): <em>Al palacio se parte -el pueblo junto</em>, verso que no entiendo, -pues ó sobra el <em>se</em> y quiere decir que todo -el pueblo rompe el castillo y lo divide en dos -partes, que ya es tarea para animalitos tamaños, -ó el que se quiebra y parte en dos es -el pueblo junto, lo cual también tiene su intríngulis, -como lo tiene el <em>partir la baraja</em>, -pues no forma un todo pegado, y el <em>partirse -los viajeros</em> cuando sale el tren, pues ellos -bien enteros se asoman por las ventanillas.</p> - -<p><em>En él ponéis los ojos con agrado</em>, escribe -Villegas en el <em>Soliloquio</em> 8, capítulo 4, y no<span class="pagenum" id="Page_272">[Pg 272]</span> -hay quien lleve su necedad hasta el punto de -sacarse los ojos para ponerlos <em>con agrado</em> -en parte alguna. <em>Las flores á los ojos ofreciendo -diversidad extraña de pintura</em>, dice -tontamente Garcilaso (<em>Egl.</em> 2), pues convierte -en pintores á las flores. <em>Cubrir mentiras -con capa de retórica</em>, añade Correas -(<em>Vocab.</em>, l. <em>E</em>): paño es ese de la retórica que -no sé hayan sabido nunca cortar los sastres. -<em>La justicia tomó la mano de todo</em>, dijo <em>El -Donado hablador</em> (p. 2, c. 9), en lo cual mostró -tener poco donaire, pues hasta los niños -de la escuela saben que el todo tiene partes, -pero no manos. <em>Sintieron en lo vivo la -nueva determinación</em>, dijo Argensola (<em>Anales</em>, -l. 1, c. 44): ¡no, que la iban á sentir <em>en lo -muerto</em>! Y el bendito del P. Acosta en su -<em>Historia natural de las Indias</em>, se nos viene -con cien mil candideces, que quiso se las -creyésemos por ser de cosas lejanas, que no -íbamos nosotros á averiguar. En el libro 4, -capítulo 10, nos quiere hacer creer que <em>con -maravilloso afecto se pega el azogue al oro -y le busca</em>, como si fuese su novia, y <em>que el -azogue se va al oro donde quiera que le -huele</em>, cual si fuese perro de la calle, y que -<em>á ningún otro metal abraza sino al oro</em>, y -que <em>de esotros metales no hace caso el azogue</em>, -y que <em>todo lo come y todo lo gasta</em>: -¿acaso no teníamos azogue en España y no -sabíamos á qué atenernos en todas esas patochadas, -que le cuelga el buen Padre? Cuénteselo<span class="pagenum" id="Page_273">[Pg 273]</span> -á su abuela, que no somos niños de la -dotrina. Otro Padre, Fray Juan Márquez, -en los <em>Trenos de Jeremías</em> (v. 2, con. 3, 4), -nos habla de <em>abrir las puertas al contento</em>, -y sobre esta mentira, pues el contento no -tiene puertas ni ventanas, dice que <em>rompieron -el aire las voces</em>, y las voces no rompen -nada, ni menos se puede romper el aire, ó -yo entiendo poco de física. Pero de física se -sabía poco en aquellos tiempos, y así no extraño -se lea en la <em>Celestina</em> (acto 12): <em>desadormecieron -mis pies y manos</em>, y aun en -pleno siglo <span class="allsmcap">XX</span>, para que se vea la ignorancia -española en achaque de ciencias biológicas, -he oído ó creído oir decir que á fulano <em>se le -adormeció el pie</em>. Falta nos hacía otro Feijóo, -para enseñar á esos necios que los pies -no duermen, ni despiertan, que esas son -creencias vulgares de la ciencia antigua.</p> - -<p>Pues no, que el P. Fray José Láinez, -agustino, sabía de cosas, que es para alabar -á Dios, dador de todo bien. En el <em>Privado -cristiano</em> nos dice de los <em>pensamientos vanos</em>, -que sin duda el buen señor tomaba por -algo así como nueces vanas y hueras, que -<em>son hijos de pasos ociosos</em>, frase que no -tiene pierde, pues los <em>pasos</em> dicen todo lo -contrario del estar ocioso y no pueden llamarse -ociosos, sino á lo más andariegos, y -los pasos no tienen hijos, como lo prueba el -concluyente argumento de no tener padres, -pues sabido es que hijos y padres, padres é<span class="pagenum" id="Page_274">[Pg 274]</span> -hijos son cosas correlativas, que no se dan -la una sin la otra, y tampoco los pensamientos -pueden tener hijos, porque á admitirlo -algún filósofo, ya hubieran tratado los teólogos -de investigar un <em>cuesito</em> de mucha importancia, -que no faltaría en la <em>Suma</em> de -Santo Tomás con estos ó parecidos términos: -<em>Utrum filii cogitationum possint baptizari -et quomodo</em>. Y los tomistas se hubieran -devanado los sesos inútilmente, porque -el caso era de los peliagudos, y de los que -sobrepujaban las entendederas del <em>Doctor -subtilissimus</em>. Por todo lo cual la frase del -susodicho fraile hay que darla por un completo -disparate de tomo y lomo. Otro fraile, -Fray Antonio Pérez, benedictino, dijo con -no menor inexactitud, en sus <em>Sermones dominicales</em> -(p. 170), que <em>la salud que le dió -tan á pie quedo</em>, y no es menester saber -quién ni á quién, pues basta saber que nadie -puede dar cosa <em>á pie corriendo</em> sin detenerse -por lo menos un segundo, y que de todas -suertes lo del <em>á pie quedo</em> tratándose del <em>dar</em> -es y será siempre una niñería, indigna de un -grave benedictino.</p> - -<p>¿Pues qué decir de estotras truculentas -pamplinas, que leo en la página 6: <em>Desconfiados -los hombres, se atericiarán y se secarán, -y quedarán como estatuas con el -pellejo enjuto, y con sólo la armadura, de -puro amedrentados y ajudiados de lo que -en todo el mundo ha de suceder?</em> Lo que no<span class="pagenum" id="Page_275">[Pg 275]</span> -sucedió, por la inmensa misericordia de -Dios y la excesiva paciencia de los oyentes, -es que le echasen con cajas destempladas -del púlpito abajo á predicador tan lenguaraz, -que en la cátedra de la verdad osaba -mentir por mitad de la barba. Si se secan y -quedan con el pellejo enjuto, ¿cómo han de -poder soportar el peso de <em>la armadura</em>?; y -si se convierten en judías, ¿qué tienen que -temer en el día del juicio, si el juicio ha de -ser de los hombres, y no de las judías ni de -las calabazas? Son sandeces del lenguaje, y -de nuestros clásicos, los más sandios de los -sandios.</p> - -<p>Pero oigamos cómo Correas (<em>Vocab.</em>, l. <em>C</em>) -expresa el <em>peligrar</em>, porque no parece sino -que estos señores clásicos españoles han -perdido la chaveta con los volatines que hacen: -<em>estar colgado por un hilo</em> es el primer -ejercicio gimnástico, el segundo <em>estar colgado -de los cabellos</em>, el tercero <em>estar con el -agua á la boca</em>, suplicio de Tántalo, <em>estar -con el agua á la garganta</em>, cosa buena en -estío, <em>estar con la soga á la garganta</em> cosa -de ahorcados, y con esto se acabó la función.</p> - -<p>El sapientísimo Fray Luis de León nos -da una muestra de su sabiduría en el libro -de <em>Job</em> (16): <em>recoge la ira en sí</em>, como si fuese -el ganado que se le desmana, y mejor fuera; -<em>poner leña á la cólera</em>, que si antes era ganado, -ahora es fuego; <em>regaña los dientes</em>, -<em>aguza los ojos</em>, que por supuesto no tienen<span class="pagenum" id="Page_276">[Pg 276]</span> -punta, aunque lo diga Su Reverencia; <em>enclavar -los ojos en él</em>, y sostengo y resostengo -que siguen sin punta ni cabeza; <em>le pone fiera -la cara</em>, <em>le saca el enojo afuera por los ojos</em>. -Todo eso dice ó quiere decir que significa -<em>enfadarse</em>, cosa enteramente psico-física del -ánimo, que no tiene que ver con clavos, -puntas, dientes, leña, fieras, cara ni ojos, -más que con las nubes de antaño. <em>Se iría -con el alma en los dientes</em>, dice Quevedo -(<em>Cuent.</em>), para lo mismo; y miren que tiene -bemoles eso de atascarse y tenerse que sacar -con palillo de entre los dientes el alma. -Pero los españoles debemos de ser gente de -malísimas pulgas y de un genio de todos los -demonios, porque las expresiones para indicar -el enfado no paran aquí, ni con mucho, -y todas son á cual más descabelladas. Castro -en su <em>Reformación cristiana</em> dice (tr. 4, c. 4): -<em>es más desabrida y amarga que la misma -muerte</em>, aunque nadie se ha comido á la -muerte, ni por acá nos comemos á persona -viva ni muerta para saber si es desabrida y -amarga. <em>Su malicia</em>, añade, <em>te hace gemir -con la carga</em>, no habiendo quien se eche á -cuestas la malicia de nadie. La Palma en la -<em>Historia de la Pasión</em> (c. 2): <em>revolvió como -víbora, con rostro fiero y voz desentonada -dijo, mirando con los ojos turbados y encendidos</em>: -ya se ve que eso de enturbiarse y -encenderse los ojos son mentiras elegantes. -Fray Juan de los Ángeles en el <em>Diálogo</em> 4:<span class="pagenum" id="Page_277">[Pg 277]</span> -<em>tomó un poco de cólera diciendo eso</em>, como -tomaba él tal vez un polvo de rapé; <em>se me -enciende el corazón</em>, sin quemarse; <em>se me -afloja el alma viendo</em>, figúrense ustedes -si es flojera. Solís en la <em>Conquista de Méjico</em> -(l. 1, c. 8): <em>Mezclóse el alborozo con el -desabrimiento</em>, como si el genio fuera algo -de comer; <em>estaba fuera de los términos razonables</em>, -y probablemente no se meneó de -su lugar. Torres en la <em>Filosofía moral de -príncipes</em> (l. 7, c. 9): <em>abrasarse con el fuego -de la ira</em>, que ni es fuego ni abrasa; <em>embriagarse -con el enojo</em>; <em>la ira arrebata la -razón y le despeña</em>; <em>abrir la puerta al -cierzo de la ira</em>; <em>la ira le hace dar por las -paredes como ciego</em>; y en el libro 24, capítulo -7: <em>le sacó de sus casillas</em>, donde no sé -quién le había metido; <em>al más sosegado sacan -de su paso</em>. Estebanillo González en su -<em>Vida</em>, dice por enfadarse: <em>echando el bodegón -por la ventana</em>, que ya es echar, con -mesas, vasijas, vino y borrachos y toda la -jacarandana. Cervantes (<em>Quijote</em>, I, 14): <em>le -haré despertar la cólera</em>, como si fuese -cosa dormida y sosegada. En la <em>Pícara Justina</em> -(f. 200): <em>ni la ayudara aunque la viera -echar los bofes</em>, tal debía de soplar de puro -enojo; <em>comenzó á meter fagina y echar de -bolina y decir fanfarrias</em> (ídem, fol. 132), -donde se mete á soldado, á marinero y andaluz. -Correas (<em>Vocab.</em>, l. <em>Q</em>): <em>quísome comer -los ojos</em>, ¡ya es hambre!; <em>agotar y apurar<span class="pagenum" id="Page_278">[Pg 278]</span> -la paciencia</em> (l. <em>S</em>), <em>sacar de paciencia, -de tino</em>. En la <em>Celestina</em>: <em>no me hinches las -narices con esas memorias</em>; en las narices -mora, según esto, el enfado. Solórzano (<em>Donaires -del Parnaso</em>): <em>me deshago y me destrizo</em>. -Ovalle (<em>Hist. chil.</em>, 3, 3): <em>para echar -de sí el miedo, comienzan á patear el suelo; -se revisten todos de un gran furor</em>. Quiñones -(<em>El murmurador</em>): <em>no hay cosa de que -no se pudra; traigo la sangre requemada</em>. -Todo eso, si es enfadarse, es un enfadarse -muy raro.</p> - -<p>Fray Laurencio de Zamora, cisterciense, -en su <em>Monarquía mística de la Iglesia</em> -(l. 1, sím. 6) escribe: <em>Comienza la tierra -á vestirse de hermosura</em>, por manera que -antes estaba desnuda; ¡desvergonzada! Pero -oigamos al <em>Donado hablador</em> (p. 2, c. 2 y 3), -que llama al desnudarse <em>quedar en carnes, -en pelota</em>. ¡Habráse visto! Pues ¿en qué iba -á quedarse? ¿En huesos? Y lo de comparar -un hombre desnudo á una pelota es chistoso. -<em>Apeó la dificultad y dió alcance á la dificultad</em>, -dice Correas (<em>Vocab.</em>, l. <em>A</em>), que significan -entender, como si eso se hiciese con -los pies. Fonseca convierte en árboles las -banderas, y se queda tan satisfecho: <em>enarbólanse -banderas</em> (<em>Vida de Cristo</em>, p. 1, c. 31). -Aguado convierte una azotaina en jubón: -<em>Se le ajusta al enemigo un jubón de azotes</em> -(<em>El perfecto religioso</em>, p. 1, tít. 7, c. 6). Don -Oton Edilo Nato de Betissana en el <em>Epítome<span class="pagenum" id="Page_279">[Pg 279]</span> -de Guichiardino</em> (p. 45) llega al descaro de -convertir al Papa en lo que oiréis: <em>Remover -el embarazo del Pontífice</em>, y eso que dicen -que es elegante y castizo escritor. Nuestros -castizos y elegantes escritores hicieron, -pues, mangas y capirotes del castellano. ¿Á -quién, sino á Quevedo, en el <em>Cuento de cuentos</em>, -se le ocurre decir que <em>andaba ya de -capa caída</em>? Pero lo que no puede creerse, -aunque lo diga de Dios el Obispo de Astorga, -D. Antonio de Cáceres, en su <em>Paráfrasis -de los Salmos</em> (salmo 17, fol. 31), es -que <em>apretó y estrujó los cielos para que -diesen jugo, y que con cielos y todo se bajó -á nosotros</em>, como si Dios fuese uno de esos -que pisan las uvas y luego un jayán de cordel -que se viene con los cielos á cuestas. -Este Obispo tenía rarezas muy suyas; dice -que <em>hace Dios chispear el cielo</em> (fol. 30), -como si ardiese, y que <em>por un oído les entra -y por otro les sale</em>, como si la cabeza -estuviera horadada, y dice en nombre de -Dios de los malos tales necedades como estas: -<em>se atan las manos con su ingratitud</em>, -<em>han querido apurarme</em>, <em>hacerme dar la -cuerda</em>. Según Fray Pedro de Vega, en el -salmo 1.º, hay quien <em>ve la muerte al ojo</em>, y -añade que <em>qué alborotada saldría aquella -alma de las carnes</em>. Realmente estas son -chocheces, como lo que escribe Sigüenza -en la <em>Vida de San Jerónimo</em> (l. 6): <em>que el -alma rompió las cuerdas y desasida voló<span class="pagenum" id="Page_280">[Pg 280]</span> -como paloma cándida á las moradas eternas</em>; -y ahora me explico yo por qué algunos -dicen que la religión católica es religión de -un estado muy niño de cultura, cuya época -ya pasó. La culpa la tienen estos reverendos -frailes que florearon tanto en sus expresiones, -como si hablasen á niños, siendo así que -la Humanidad ha dejado ya, como se dice, -de ser niña, y ha llegado á su madurez, que -sólo se paga de verdades y pensamientos, -no de imágenes y símbolos. Dice Luis Muñoz -en la <em>Vida del P. Granada</em> (l. 2, c. 15) -que <em>se venía acercando á paso largo la -muerte</em>. La muerte no viene á paso largo ni -á paso corto; no es más que el echarse á -perder la máquina del organismo humano.</p> - -<p>Y en esto hasta los que no eran frailes -desbarraron, pues Torres de Villarroel, el -famoso confeccionador de almanaques, catedrático -de Salamanca, en un soneto á -Mejía dice que <em>Un mulo allí levanta sus -resuellos</em>. ¡Qué ha de levantar, hombre! -Lope en su <em>Filomena</em> (f. 72) ya había dicho -que <em>se lleva de un aliento tres pliegos de -un romance</em>; pero Lope, aunque clérigo, -era poeta; lo mismo que Alonso de Fuentes, -que hizo de filósofo en la <em>Suma de filosofía -natural</em>, cuando escribió: <em>Los que tienen -calenturas alientan muy recio</em>, como si el -aliento fuese delgado ó recio como una tela -ó una tabla. Poetas y filósofos han pertenecido -siempre al gremio de los orates. León,<span class="pagenum" id="Page_281">[Pg 281]</span> -que era fraile, filósofo y poeta, pudo decir -(<em>Faces</em>) que <em>es gracioso en los ojos de Dios</em>, -atribuyendo á Dios <em>ojos</em>, lo cual es muy -poético, filosófico y frailuno; pero no deja -de ser una mentira, y en ello convendrán -los mayores entusiastas de Fray Luis, y aun -toda la Orden de San Agustín. Pero que todo -un Príncipe de Esquilache estampara en sus -obras: <em>Del alma humilde dilaté los senos</em>, -es cosa que no se puede tolerar, pues sabido -es que no tiene tales senos dilatables ni por -dilatar el alma. El mercenario Fray Hernando -de Santiago en su <em>Cuaresma</em> (serm. 5) -dijo de la rosa que <em>queda lacia, mustia y melancólica</em>, -como quien está de mal humor, -cosa que á las rosas no se puede atribuir; y -el agustino Pedro de Valderrama en su <em>Teatro -de las religiones</em> (serm. 1) dijo que <em>un -rayo de sol quema y abrasa las flores</em>, que -aunque el sol queme y abrase, no sé yo -quién habrá visto flores ardiendo por causa -del sol; pero al cabo fueron frailes. Mas que -Ibarra en la <em>Guerra del Palatinado</em> (l. 4) -escribiese <em>seguir la derrota del pueblo</em>, sabiendo -que en las cosas de la guerra una <em>derrota</em> -es... pues una derrota, téngolo por -descuido incalificable.</p> - -<p>Melo, de quien se dice que es gravísimo -historiador, me parece algo fanfarrón y -muito portugués cuando lanza estas exageraciones -(<em>Guerr. de Catal.</em>, l. 4): <em>Todo el -suelo era sangre, todo el aire era clamores,<span class="pagenum" id="Page_282">[Pg 282]</span> -no se oían sino quejas, voces y llantos, todos -mataban, todos se compadecían</em>, y todo eso -es filfa retórica y mentira calificada. ¿Cabe -mayor desenfado, mayor ceguedad y mayor -tontada que esta frase de Anastasio Pantaleón -de Rivera: <em>La vez que me kirieleisan, -responsan y parcemican</em> (P. 2, rom. 21)? Sí, -lo de Jacinto Polo (<em>Obr.</em>, p. 224): <em>me llevaron -en diablandas, en un diablamen nos pusimos -allá</em>. Hay quien tiene estas majaderías -por expresiones galanas y hasta divinas, -Pero</p> - -<div class="poetry-container p11 pw20"> -<div class="poetry"> -<p><span style="margin-left: 1em;">¿No fuera harto más claro y más divino</span><br /> -llamar á cada cosa por su nombre<br /> -y decir al pan, pan, y al vino, vino?</p> -</div> -</div> - -<p>Góngora (<em>Rom. burl.</em>, 4) nos viene con -que <em>Le bebían las palabras</em>, Rebolledo -(<em>Ocios</em>, egl. 3) con que <em>Las miré tanto que -ni pestañeaba el pensamiento</em>, Estebanillo -(c. 10) con que <em>Me dejó hecho estatua de -Baco en el jardín de Flora</em>, Santa Teresa -(<em>Vida</em>, c. 18) con que <em>Es mi intención engolosinar -las almas</em>, Nieremberg (<em>Obras y -días</em>, c. 42) con <em>Comprar voluntades, feriar -corazones</em>, Lope (<em>Filomena</em>, 158) con que -<em>Es vanidad ingerta en bobería</em>, Correas -(<em>Vocab.</em>, l. <em>C</em>) con <em>caerse la baba á uno</em>.</p> - -<p>Y para decir sencillamente <em>callar</em> ¡qué -de circunloquios hueros, qué de tonterías -babilónicas, qué de pamplinas pamplináceas -nos regalaron nuestros palabreros clásicos! -Cuando lo más á propósito para expresar<span class="pagenum" id="Page_283">[Pg 283]</span> -el callar parece debía ser hablar lo menos -posible. Burguillos (<em>Gatom.</em>, s. 1) dice <em>sellar -los labios</em>, cual si fuera carta la boca. Tejada -(<em>L. pro.</em>, 1, 37), no contento con esto -añade: <em>Lleva cada uno en la boca para sellar -el silencio una piedra</em>; y luego nos reiremos -del helénico <em>tener un buey sobre la -lengua</em>. <em>Santo silencio profeso</em>, dice Quevedo -en la <em>Musa 5</em>, á pesar de ser tan hablador -que no acaba de charlar para indicar -el silencio. Así en <em>La Providencia</em> -(tr. 3): <em>no permitir voz alguna á su inocencia</em>, -<em>enmudecer los acentos de la fragilidad -humana</em>, <em>no gastar palabras</em>, <em>servir de -aplauso á la calamidad callando</em>, <em>asistir á -uno con el silencio</em>; en el <em>Cuento de cuentos</em>: -<em>El padre no hacía sino chitón, como entendía -el busilis, ni chistó ni mistó</em>. <em>Él no dijo -esta boca es mía, y tieso que tieso</em>; en los -<em>Riesgos del matrimonio</em>: <em>La lengua y las -palabras se me hielan</em>. Cervantes entre -otros mil despropósitos dice: <em>Punto en boca -y atended</em> (<em>Novel.</em> 8), <em>morderse la lengua</em> -(<em>Quij.</em>, II, 23), <em>casi no he hablado palabra -hasta ahora</em> (ídem, c. 1), <em>él se diera tres -puntos en la boca y aun se mordiera tres -veces la lengua</em> (ídem, I, c. 30), <em>díjole al oído -que no descosiera los labios</em> (ídem, II, 69), <em>no -se probará que haya desplegado el labio -donde yo hablo</em> (II, 12), <em>nos hemos de coser -la boca</em> (I, 25), <em>depositar una cosa en lo más -escondido del silencio</em> (<em>El am. liber.</em>). Si tal<span class="pagenum" id="Page_284">[Pg 284]</span> -despotricaron los maestros, ¿qué harían los -discípulos? Aguado dijo: <em>Sepulte su boca</em> -(<em>Per. rel.</em>, 2, 10, 10), <em>tener enfrenada la lengua</em> -(ídem, 3, 6, 2), <em>guardar cerrados los labios</em>, -<em>poner guarda á la boca</em>, <em>poner freno -á la boca</em>, <em>poner sello á los labios</em> (ídem, c. 4); -Quiñones (<em>Las Civilid.</em>): <em>Sin chistar, sin -paular y sin maular</em>. Correas llega hasta -la ridiculez: dice que callar puede expresarse -por <em>coser la boca y coser la boca á dos -cabos</em> (<em>Vocab.</em>, l. <em>C</em>), como si uno no bastara; -y: <em>No dijo ni oste ni moste</em>, <em>No hubo ni chuz -ni muz</em>, <em>No dijo ni uste ni muste</em>, <em>No despegó -la boca</em>, <em>No desplegó la boca</em>, <em>No dijo -esta boca es mía</em> (l. <em>N</em>); y: <em>Tener la barba -queda</em>, <em>Tener la boca llena de agua</em> (l. <em>T</em>). -¡Habráse visto palabrería, y charlatanería, -y parlanchinería! <em>Pusiera á los labios el candado -y á las puertas el cerrojo</em>, dice hasta -el grave de Esquilache (<em>Rim.</em>, r. 230). Zamora -(<em>Monar.</em>, 3, 3) dijo: <em>Vivir á la sorda</em>. Calderón: -<em>Suspender la voz</em>, <em>Ten el acento</em>, etc. -Estebanillo (c. 7): <em>Dime un centenar de -tapabocas</em>, <em>Poniéndome la planta de las -manos en los labios</em>. En la <em>Pícara Justina</em> -(l. 2, p. 2, c. 2): <em>Tenía caídas las golillas -de pura vergüenza</em>, <em>Tragaba saliva á duras -penas</em>; Nieremberg (<em>Obr. y días</em>, c. 20): -<em>echar grillos á la lengua</em>. En fin, que fuera -el cuento de nunca acabar, si sobre el callar -hubiéramos de decir cuantos dislates vinieron -al magín á nuestros parleros clásicos.</p> - -<p><span class="pagenum" id="Page_285">[Pg 285]</span></p> - -<p>Acabemos, pues, aquí esto de las extravagancias -del lenguaje entre ellos, y dejemos -para otro día otras de no menor calibre -del lenguaje en general.</p> - -<p>El lector ha leído este artículo, y se -figura que todo él es una pura guasa y aún -me tildará de poco avisado en haber sostenido -tan á la larga el tono irónico. Pues, -desengáñese. Si cree que es ironía, y que de -hecho el lenguaje no está lleno de barbaridades, -se engaña de medio á medio, y yo he -logrado cogerle como á un chino. Yo lo habré -hecho muy mal; pero mi intención era expresar -lo que siento, que nuestros clásicos -dijeron mil necedades, que hicieron con el -lenguaje cien mil barrabasadas. Que en este -hecho se encierra un problema, no lo negaré, -y precisamente lo he querido exponer para -discurrir acerca de él y ver de soltarlo, si -fuere posible, en otro artículo.</p> - - -<h3>II</h3> - -<p><em>El cielo no ha querido que yo ame por -destino</em>, dice Cervantes (<em>Quijote</em>, II, 14), es -decir por designio: <em>destinar</em> es fijar un objeto -para algo. Es la idea de fijación, y así -<em>resbalar sin tino por una verdad</em> (<span class="smcap">Quev.</span>, <em>Polit. -de Dios</em>) es no quedarse fijo en ella, sino -pasar y caer de ella, como <em>no dar en el blanco -de la razón</em> (<span class="smcap">Rivad.</span>, <em>Eucarist.</em>) ¿Por qué,<span class="pagenum" id="Page_286">[Pg 286]</span> -pues, <em>destino</em> y <em>desatino</em> valen lo opuesto -lo uno de lo otro: <em>decir y publicar desatinos</em> -(<span class="smcap">Illescas</span>, <em>Hist. Pontif.</em>, l. 6, c. 24, § 12)? Ambos -llevan <em>des</em>, y puesto que en <em>des-tino</em> no -indica negación de <em>tino</em>, ¿por qué la indica -en <em>des-a-tino</em>? La <em>a</em> no es negativa; <em>a-tinar</em> -es tener <em>tino</em>.</p> - -<p>He aquí una extravagancia del lenguaje. -Extravagancia que nos enseña el origen de -<em>destinar</em>, <em>destino</em>. Siempre el <em>des-</em> en castellano -fué negativo; pero en latín <em>dis-</em>, de -donde <em>des</em> procede, sólo indicó <em>pasar al -través</em>, de donde la acepción castellana de -<em>fuera de</em>, <em>no</em>. Ese valor latino dió en el -mismo latín la acepción derivada de entera -y perfectamente, abarcando y recorriendo -toda la cosa, lo mismo que en <em>per-</em>, y esta -acepción es la del <em>des-</em> en <em>destino</em>, <em>destinar</em>, -<em>fijar enteramente</em>. Luego estos vocablos -tuvieron origen erudito, los forjaron los -eruditos mirando al <em>dis-</em> latino; el pueblo -era incapaz de atribuir á <em>des-</em> otro valor que -el de negación. La extravagancia de <em>destinar</em>, -<em>destino</em>, recae, por consiguiente, sobre -los eruditos que componen vocablos castellanos, -dando á uno de sus elementos en su -forma castellana una acepción que en castellano -no tiene. Así, á las veces, el saber -lleva á <em>hacer desatinos</em> y á <em>desatinar</em>, fabricando -el <em>destino</em>.</p> - -<p>Pero el hombre no se desmiente á sí -mismo. No hay mayor desatino ni mayor<span class="pagenum" id="Page_287">[Pg 287]</span> -instabilidad en España que los <em>destinos</em>: se -logran por toda suerte de medios injustos, -desposeen de su derecho á otros que los -merecían, paran en tristes é inesperadas -cesantías y fomentan en los que los dan el -caciquismo, la mayor de las injusticias sociales. -El <em>destino</em> es, pues, un mal social, un -mal del que lo da y del que lo recibe, es un -verdadero <em>desatino</em>. El <em>destino</em> es obra de -los poderosos, de los mismos que desatinaron -al fraguar el vocablo; hicieron mal la -palabra, y la cosa por ella significada es -mala. Esta palabra encierra la historia de -uno de nuestros males sociales, al decir de -muchos, del peor de los males de nuestra -sociedad, y probablemente tendrán razón, -pues de los males sociales el peor y el padre -de todos es la injusticia.</p> - -<p>Las extravagancias del lenguaje encierran, -por consiguiente, honda filosofía. Los -mismos vocablos llevan en su raíz esas ideas. -En <em>La lengua de Cervantes</em>, (II, vocablo -<em>atinar</em>) pruebo que <em>tin-o</em>, <em>a-tin-ar</em> significó -<em>justo</em> en su origen, y <em>fijo</em>, <em>exacto</em>: <em>des-tino</em> -vale pues <em>in-justo</em>, pese á los inventores del -término, que quisieron decir todo lo contrario -al poner en <em>des-</em> el valor del <em>dis-</em> latino. -La extravagancia no está en el lenguaje, -sino en el hombre desatinado; antes el lenguaje -sale por sí y le desmiente y publica -sus depravados y torcidos desafueros: <em>mentita -est iniquitas sibi</em>.</p> - -<p><span class="pagenum" id="Page_288">[Pg 288]</span></p> - -<p>Uno de los infinitos vocablos que faltan -en el <em>Diccionario</em> oficial es <em>descantarrear</em>, -sin duda por ser de pura cepa castellana. -<em>Des-cant-ar</em> es salirse de tono, del canto, -que malamente los eruditos latinizaron en -<em>dis-cantar</em>, con ese <em>dis-</em> latino, que nunca -fué castellano vulgar. Pero <em>des-cant-ar</em> también -hubo de decirse de <em>cant-o</em> por esquina -y piedra, y como de <em>guij-a</em> se dijo <em>guij-arro</em>, -de <em>cant-o</em> se dijo <em>cant-arro</em> y <em>des-cant-arr-ear</em> -romper las esquinas, los cantos, las puntas: -<em>Se muerden los jabalíes y descantarrean -en la comida</em>, dicen los <em>Diálogos de Montería</em> -(1.2), publicados por la Sociedad de -Bibliófilos españoles, 1890, de un manuscrito -del siglo <span class="allsmcap">XVI</span>. Equivale aquí á morder, del -quitar un pedazo, una punta ó esquina, como -<em>cant-ero</em> es la esquina y pedazo más duro, -con la corteza, del pan, equivaliendo, por -consiguiente, á <em>des-pedaz-ar</em>. ¿Qué tiene que -ver un canto ó piedra con morder? ¿Acaso -se muerden los cantos ó los cantos muerden? -Extravagancias del lenguaje. Pero el -camino de la psíquica y del pensamiento -humano es la metáfora. No anda, pues, descaminado -el pensamiento que concibe el -morder como un <em>clavar el diente y sacar -bocado</em> (<span class="smcap">Aguado</span>, <em>Perf. rel.</em>, p. 2, t. 1, c. 2), ó -como un <em>dar una tenazada con las quijadas</em> -(<span class="smcap">Hernández</span>, <em>Eneid.</em>, l. 12), ó como <em>darle buenos -mordiscones</em> (<span class="smcap">Espinel</span>, <em>Obreg.</em>, I, 3), ó -<em>dar su dentellada</em> (<span class="smcap">Cácer.</span>, <em>Salm.</em> 21, fol. 42).<span class="pagenum" id="Page_289">[Pg 289]</span> -Lo mordido y el bocado mordido es un pedazo, -morder es <em>des-pedazar</em>; pero la piedra -se concibió como un pedazo, un canto ó esquina, -porque tiene esquinas y puntas, y -canto valió pedazo y esquina, y <em>descantarrear</em>, -morder ó despedazar.</p> - -<p>Lo que en el lenguaje nos parecía extravagancia -no era sino cosa muy encaminada, -muy encarrilada, y nos descubre la ley fundamental -del pensamiento, que es la metáfora.</p> - -<p>¿Qué tienen que ver las nubes llamadas -<em>cirrus</em> con el <em>cerro</em> ó parte superior de un -caballo? Los cirrus son agua en estado aeriforme, -el cerro ni es agua ni es aire. Pero -no mira el pensamiento ni el lenguaje al ser, -sino al aparecer y figurar de las cosas. El -latino <em>cirrus</em> dió <em>cerro</em> por monte, que tampoco -es aire ni agua, pero que presenta el -apelotonamiento de los cirrus. Y aunque el -cerro de un caballo y un monte sean cosas -bien distintas, ambos se <em>mont-an</em>, se sube á -entrambos, y <em>mont-ura</em> viene á significar -animal que se monta. <em>Mont-ero</em> y <em>caball-ero</em> -son cosas idénticas, el uno se remonta, se -encima y sube por el monte, el otro sobre el -caballo. <em>Cim-arr-ones</em> son en América las -bestias <em>mont-ar-ac-es</em>, remontadas, que andan -por las cimas y montes, y por lo llano -en último término, extendiéndose así el vocablo -de manera que <em>cimarrón</em> es bestia -suelta del campo, de lo raso, cuando precisamente<span class="pagenum" id="Page_290">[Pg 290]</span> -el campo raso, la sabana, la campiña -es todo lo contrario del monte y la -cima, como lo bajo lo es de lo alto, lo llano -de lo en cuesta. Así la metáfora entrelaza -toda especie de ideas, hasta hacer que un -vocablo signifique lo contrario de lo que indica -su etimología. Cervantes habla del ir -caballero sobre una mula ó sobre un hermoso -asno, y del tirar á caballero, ó digamos -de lo alto que sobrepuja ó monta en un -fuerte. Dijérase ir mulero ó asnero sobre la -mula ó el asno; pero precisamente el mulero -no suele ir montado, sino á pie llevando á la -mula del señor que la monta.</p> - -<p>¿Son extravagancias del lenguaje? No. -Son filosofías, poesías é historias del habla. -Allá dijo el otro que la poesía era más filosófica -que la historia. El lenguaje es, pues, -filosófico, ya que es poesía en sus metáforas, -historia en las costumbres que encierra de -los pueblos, y psicología en el retratar los -trámites del pensamiento y el modo de concebir -de la mente.</p> - -<p><em>Torcían del verdadero camino</em>, dice el -P. Roa (<em>Flos. S. S.</em>, 11 marzo). ¿Y si el verdadero -camino era el torcido, y torcían tirando -por el camino derecho? Pero ¿qué -derecho, si el camino recto por donde torcían -iba hacia la izquierda? Y ¿qué es eso de -iba hacia la izquierda, si el que oye refiere -todo á su propia persona, y lo que es izquierda -para el que habla es derecha para<span class="pagenum" id="Page_291">[Pg 291]</span> -el que oye? Y ¿qué digo camino recto, si -recto significa lo dirigido, <em>reg-ere</em>, si el buen -gobierno las más veces debe tomar en los -asuntos las trasversales?</p> - -<p>Pero y la trasversal ¿no puede ir en línea -recta, aunque cruce el campo? Y el cruzar, -ó hacer cruz en un campo ¿cómo significa -atravesarlo, si la cruz comprende y encierra -precisamente los cuatro puntos del horizonte, -por manera que no puede servir de -orientación, ya que coge todo el círculo? Y -si me oriento hacia el occidente ¿no es un -occidentarse, es decir no ir al oriente, no -orientarse? Y el occidente, que se dijo del -ponerse el sol, ¿no es una mentira poética, -ya que el sol no se menea ni occidit, cae, ni -se pone? Pues decidme qué es eso de ponerse, -porque no hay cosa más vaga; ponerse -es colocarse, es decir tomar un lugar, lo -cual sólo significa mudar el espacio donde -uno estaba. Y el mudar el espacio no deja -de ser todo lo contrario de lo que queremos -decir, pues el espacio no se muda, ni podemos -mudarlo, sino que nosotros nos movemos -de lugar, cambiándose por el consiguiente -las relaciones espaciales respecto -de nosotros. Y así sucesivamente, si siguiésemos -con intención de corregir nuestras -expresiones, iríamos dando trompicón tras -trompicón y amontonando dislates sobre -dislates.</p> - -<p>Este amontonar dislates se llama razonar;<span class="pagenum" id="Page_292">[Pg 292]</span> -razón es la facultad de ensartar dislates, el -hombre razonador es el que los ensarta, el -hombre razonable es el hombre de los dislates, -y la cosa más razonable es el dislate -mayor: dislate y razón son una misma cosa. -Y realmente este disparatar al expresarnos -por medio del habla era lo más razonable -que pudiera darse, porque no es más que -metaforear, poetizar, y todo hombre que -habla es poeta, el habla, la más honda poesía. -Tal vez por eso los poetas se dijeron -locos, porque eran los que mejor hablaban, -es decir, los que más galanamente disparataban. -Toda metáfora no es más que un disparate -sonoro, si suena; mental, si queda -sin salir de la cabeza. Lo dice el mismo vocablo -de metáfora, que significa traslación, -ir de una á otra parte: y ¿qué es dis-paratar -sino dispararse, no pararse, sino ir á otra -parte? Ahora comprendo yo cómo el famoso -escritor Unamuno, á quien muchos tienen -por un solemnísimo disparatador, es un -gran poeta, y el hombre más razonable del -mundo. Los que charlamos menos es porque -somos menos poetas, menos razonables, -menos hombres. Pueden, pues, ponerse -como miembros iguales de una ecuación los -términos: disparate = poesía = razón = -mentira, quedando despejada la última incógnita -y X del problema humano en aquella -fórmula del Sabio: <em>Omnis homo mendax</em>.</p> - -<p>Siempre hablamos por metáforas, es decir,<span class="pagenum" id="Page_293">[Pg 293]</span> -por términos impropios, y lo impropio es -lo no propio, lo que no es, la mentira: hablamos -por medio de mentiras, hablar es -mentir, ni más ni menos. Aquel que más y -mejor mienta, será el que más y mejor hable. -El destino del hombre es el desatino, el -desatinar sin tino: <em>destino</em> y <em>desatino</em> volvemos -otra vez á hallarlos como vocablos -equivalentes.</p> - -<p><em>Hacer de alegre, estando reventando -la tristeza</em>, dijo Márquez (<em>Esp. Jer.</em>, v. 3, -cons. 3). La tristeza más bien aovilla, reconcentra -y sume; la risa y alegría es la que -ensancha y hace salir de sí, porque <em>retoza -la risa en el cuerpo</em> (<span class="smcap">Correas</span>, 1. <em>R</em>), y así <em>es -para quebrar el cuerpo de risa</em> (ídem, 1. <em>E</em>), -y como que <em>quebrar</em> díjose de <em>crepare</em> ó reventar, -<em>sale del pecho la alegría á la cara</em> -(<span class="smcap">León</span>, <em>Job.</em> 8), enciéndese el rostro: <em>Con -la cara encendida en fuego de alegría</em> -(<em>Guzm. de Alfar.</em>), <em>Se hinche de risa la boca</em> -(<span class="smcap">León</span>, <em>Job.</em> 8), hace <em>descubrir el chorro de -la risa</em> (<em>Estebanillo</em>, c. 3), y de aquí <em>reventándome -la risa en el cuerpo</em> (ídem, c. 50), <em>me -reventaban los ojos de alegría</em> (ídem, c. 7), -y en fin <em>Nos despedazábamos de risa todos</em> -(<span class="smcap">Quevedo</span>, <em>Tac.</em>, c. 6), ó <em>nos desternillamos</em> -ó <em>nos despepitamos de risa</em>, hasta que <em>Todos -nos descalzamos de risa</em> (<span class="smcap">J. Polo</span>, p. 235), -y <em>Su alteza se moría de risa y sus criados -de placer</em> (<em>Estebanillo </em>, c. 8), <em>pereciéndome -de risa</em> (<span class="smcap">Quevedo</span>, <em>Tac.</em>, c. 6), <em>Hubiéronse de<span class="pagenum" id="Page_294">[Pg 294]</span> -caer de risa los presentes</em> (<em>Diabl. coj.</em>, tr. 4 -y 7). ¿Por qué, pues se dijo reventar de tristeza? -Porque el español consideró al hombre -entristecido como un saco lleno de tristeza, -no distinguiéndolo de los sacos llenos -de harina, que á lo mejor revientan. Otras -veces vió en la tristeza como una nube que -oscurece la vista del alma, y dijo: <em>cubrírseme -el corazón y los ojos de nieblas y sombras</em> -(<span class="smcap">Barbad.</span>, <em>Alej. Camal.</em>), <em>se le cubrió -el corazón</em> (<span class="smcap">Cerv.</span>, <em>Nov.</em> 1), <em>abrumado con</em> -(<span class="smcap">Cornejo</span>, <em>Crón.</em>, 3, 4, 6), <em>cubriósele el corazón -de un velo grande de tristeza</em> (<span class="smcap">Arias</span>, -<em>Aprov. espir.</em>, t. 5, p. 2, c. 10). Otras se le -antojó un cuchillo: <em>Era cuchillo que entrañablemente -lastimaba su corazón</em> (<span class="smcap">La -Palma</span>, <em>Pasión</em>, c. 8, 9). Otras cual viento -abrasador que consume y agosta: <em>La tristeza -le seca los huesos</em> (<span class="smcap">Arias</span>, ibid.) Otras carga -que hace caer: <em>Venir cargado de luto</em> (<span class="smcap">Chaide</span>, -<em>Magd.</em>, p. 3, c. 25), ó algo que aprieta: -<em>Oprimido del dolor</em> (<span class="smcap">Rivad.</span>, <em>V. de Cr.</em>), <em>La -congoja apretaba su corazón</em> (ídem). Otras -bebida amarga: <em>gustar tragos de amargura</em> -(ídem). Por manera que á propósito de un -triste pasan por la fantasía sacos de harina, -velos, brumas, cuchillos, vientos, cargas, -tragos, cordeles, todo ello en gentil danza -macabra, que si no espeluzna, hace soltar -el trapo.</p> - -<p>Y este <em>soltar el trapo</em> ¿qué mayor incongruencia? -Pues no, ¡que el <em>creer á pie juntillas<span class="pagenum" id="Page_295">[Pg 295]</span> ó á puño cerrado!</em> Pues todo eso es muy -verdadero y filosófico, á la par que muy poético -y mentiroso. Claro está que para reir á -sus anchas no se ponen primero los marineros -á soltar las velas, pero el que así se ríe -es navío que corre á vela tendida por el -mar de la felicidad y consigue llegar antes -al puerto, que el triste ensimismado y cabizcaído -que se arrincona en su casa. Ni los -pies ni los puños son los que creen, pero el -que cree no aparta un paso los pies de lo que -le dicen y lo recibe sin mirarlo, pasándolo, -como moneda, de puño á puño, y hasta á la -faltriquera. Son verdades mentirosas y mentiras -verdaderas.</p> - -<p>Tan mentira es <em>estar con el oído de un -palmo</em> (<span class="smcap">Correas</span>, 1. <em>C</em>), como <em>tener blandos -los oídos</em> (<span class="smcap">Torres</span>, <em>Filos. mor.</em>, l. 24, c. 12), -cuando se trata del atender; pero el hecho -de verdad es que lo alargamos un palmo -haciendo del asno, para lo que nos valemos -de la mano, y lo tenemos más blando que la -cera, pues se nos imprime bien en él lo que -oímos con atención.</p> - -<p>En este caso no hay metáfora, la oreja -queda alargada un palmo con la mano, el -sonido hace mella física en el oído como en -blanda cera el punzón, ó en la placa ó rodillo -fonográfico la misma voz. Casi estoy por -decir que no existe la metáfora en el pensamiento -ni en el habla, y que no nos valemos -de conceptos y expresiones impropias,<span class="pagenum" id="Page_296">[Pg 296]</span> -sino que todo es real y físicamente como lo -pensamos y lo decimos. Por lo menos tal -debemos sentir los que creemos que todo en -el mundo es materia que obra por contacto -físico, ó espíritu que se sirve, al pensar y al -hablar, de la materia como de instrumento -indispensable.</p> - -<p>No hay pensamiento sin entrechoque y -trasformación química de la materia gris, y -menos hay habla sin entrechoque y trasformación -física, y aun química, de toda suerte -de materias, desde el pulmón hasta la boca -y el aire del ambiente, desde el oído que -escucha hasta el cerebro que trasforma el -movimiento sonoro en ideas.</p> - -<p><em>Meter la pluma en lo religioso</em> dijo por -<em>escribir de cosas religiosas</em> Fr. Jerónimo -en el <em>Genio de la Historia</em> (l. 2). Claro es que -no se trata de meter una pluma de ganso en -el pecho de los religiosos, como hacen ciertos -anticlericales que no saben manejar más -que la de otros mil que han repetido las mismas -gansadas. Pero el bueno del fraile metía -su pluma de ave en el tintero y la clavaba -en el papel, la metía al escribir, y el -tintero, el papel y lo escrito eran cosas religiosas, -por simpleza que parezca decirlo, -no sólo porque eran cosas del fraile, sino -porque lo que escribía era asunto religioso. -Y eso de asunto religioso no es cosa puramente -moral y metafísica, es físicamente -trasformación de masa gris en el cerebro,<span class="pagenum" id="Page_297">[Pg 297]</span> -de sangre en la mano que lleva y mueve la -pluma, y de otras muchas cosas.</p> - -<p>Ni deja por eso de haber metáfora ó traslación -mental de idea á idea. La mente no -se cuida de que en la realidad sea un hecho -físico; ella relaciona dos ideas y salta de la -una á la otra, considera <em>lo religioso</em> como -el tintero, y aplica el <em>meter la pluma</em> á lo -primero como ve que sucede en lo segundo. -De hecho en el cerebro cada una de esas -ideas es una molécula ó montón de moléculas -grises, que al relacionarse las ideas se -entrechocan, se saludan dándose una cabezada -y quién sabe si se mezclan engendrando -otra molécula representante de la nueva -idea relativa. Lo físico no impide á lo metafísico, -antes éste siempre va acompañado -de aquél. <em>Pluma</em>, <em>meter</em>, <em>lo religioso</em> se toman -desde otro punto de vista, y estos cuadros -así mirados resultan otros, con cariz -distinto, resultan una pluma, un meter y un -religioso metafóricos, que se han trasladado, -que han pasado á ser otra cosa sin dejar de -referirse á lo que antes eran. Metáfora es -un referirse de lo nuevamente engendrado -á lo que lo engendró, de una idea hija á una -idea madre. La mente es gran engendradora -de relaciones, pues á relaciones se reduce -el pensar. Así el pensar es un relacionar, -un metaforear; el pensamiento una relación, -una metáfora. ¿Cómo podía ser otra cosa el -habla sino una sarta de metáforas, como lo<span class="pagenum" id="Page_298">[Pg 298]</span> -es el razonamiento? Si la metáfora es una -mentira, lo es también el pensar. El hombre -por ser pensador es el gran mentiroso. Otra -vez el <em>omnis homo mendax</em>.</p> - -<p>¿No existe, pues, la verdad? Allá dentro -de los seres, en el númeno, habrá su verdad -ontológica; en el fenómeno percibido y en -las relaciones entre esos fenómenos, ó en el -pensar, llamamos verdad el pensar todos -más ó menos de una manera, aunque ese -más ó menos sea muy elástico: de hecho ya -se ve que es una mentira. Y no se me tache -de idealista ni de tradicionalista. <em>Tristes visiones -mira</em>, dice Quevedo en la <em>Musa</em> 7. -¿Por qué tristes? Porque á fulano le entristecen. -Y ¿por qué no le entristecen á mengano? -Porque los dos llevan al mirarlas distintos -anteojos. Las visiones no son, pues, tristes, -sino la percepción de ellas en el estado -anímico de fulano: subjetivismo puro. Dijera -mejor <em>mira visiones y se entristece con ellas</em>. -El acto de mirar y el de entristecerse son -las únicas verdades, y esas en fulano; que -en mengano no hay de qué, ni menos en mí -que las escribo y en los lectores que las leen, -que nos quedamos tan frescos. ¿Qué es eso -de la verdad en este caso concreto? Un modo -de mirar las cosas; luego, una relación. Y el -relacionar algo es, es una verdad ontológica, -como las demás del númeno.</p> - -<p>De hecho eso objetivo, la relación como -algo objetivo, fuera de la operación psico-física,<span class="pagenum" id="Page_299">[Pg 299]</span> -es menos que aire, es nada, es la visión -y el sujeto que la mira, dos númenos: -la relación sólo tiene la entidad lógica que -le damos en nuestra mente objetivándola -como si fuese algo físico proyectado en un -telón de conferencias, es decir, en el telón -fónico de las palabras, donde lo enseña el -conferenciante que habla á los espectadores -que le escuchan. ¿Qué es, pues, la verdad? -Una cosa que no sabemos, pues á poco que -queramos cogerla se nos desliza como anguila -de entre las manos. Mientras no lleguemos -al plano augoeide de los teósofos -y permanezcamos columpiándonos bonitamente, -es decir, haciendo la plancha en el -plano austral, no haremos más que un papel -ridículo. Los que se meten á filosofar pierden -el equilibrio y se quiebran la cabeza, -dando que reir á los que nos contentamos -con tomar el aire dejándonos mecer acá y -allá. Ese filosofar díjose <em>ventilar una cuestión</em> -que no admite polilla ni paja. La verdad -dijo el poeta que voló hacia las estrellas. -Dejémosla, pues, estar, que es tan intangible -é invisible como Dios, porque no es más -que Él. Todo lo demás es mentira, mal que -les pese á los panteístas. <em>Omnis homo mendax</em> -por tercera vez.</p> - -<p>Ya irá viendo el lector que no jugueteaba -yo con la ironía en mi precedente artículo, -al tener por necedades las expresiones de -los clásicos.</p> - -<p><span class="pagenum" id="Page_300">[Pg 300]</span></p> - -<p>Todos mentimos de lo lindo, aunque ellos -hicieron raya y nos ganaron en este entretenimiento -de muchachos. Porque muchachos -somos de la cuna á la sepultura, y sólo -deja de serlo un momento el que un momento -tiene un destello de la luz de la verdad para -ver que realmente lo es.</p> - -<p><em>Derramar y disipar las santas reliquias</em> -dice Pedro de Rivadeneira (<em>V. de San -Ign.</em>, 1. 2, c. 18). No hay ramas ni disipación -que valgan, fuera de la mollera que encerraba -en lucia calva el bueno del Padre. -¿Qué ramas, vamos á ver, se figuró el bendito -autor, formadas por las santas reliquias? -Si hubiera pensado en ramas, le hubiera parecido -tan fuera de propósito que si á mano -viene hubiera acudido á otro verbo. ¿No -pensó en ramas? No, es lo más probable. -Pues entonces dijo lo que no quería, pues -<em>derramar</em>, para mí al menos, su lector, cosa -de ramas es; y decir lo que uno no quería es -necedad de á libra y media. Además á mí -me engañó, y fué, por lo mismo, un mentiroso. -Mentiroso y necio es todo aquel que -echa mano de los vocablos y se porta tan -gentilmente como el P. Pedro. Lo malo es -que ese lo somos todos al hablar, pues tomamos -y damos las palabras como moneda -corriente, sin mirarle la leyenda y menos -pesar su plata y cobre, y menos fundirla para -examinarla y cerciorarnos de que es buena -y verdadera y tiene los quilates debidos conforme<span class="pagenum" id="Page_301">[Pg 301]</span> -á la ley de aleación. ¡Aviados estábamos, -si otra cosa hiciéramos! ¿No hacemos -otro tanto con todas las demás cosas? -¿Apuramos en el laboratorio cuanto llevamos -á la boca? ¿Deshacemos el billete de -banco para asegurarnos de si es paja de las -eras ó pedazo de la camisa del Preste Juan -de las Indias lo que se metió en la tina de -donde salió papel para billetes de banco? -¿Hacemos un estudio, acompañados de dos -ó tres ingenieros de quienes podamos fiarnos, -del piso de la calle por donde vamos á -pasar? ¿Sabemos si esos ingenieros, hoy fieles, -no fueron ayer unos tunos de siete suelas, -y que pudiera haberles quedado algo de -sus antiguas malas mañas y pudieran engañarnos -en el examen de la susodicha calle? -Eso no sería vivir. Convengamos, pues, en -que vivir es ser mentiroso y andar todo el -día entre mentiras: la vida y el hombre que -la vive son mentira sobre mentira; la verdad -no habita por acá. Por cuarta vez <em>omnis -homo mendax</em>.</p> - -<p>Cualquiera diría que esto es sermón de -cuaresma, y no es más que pura filosofía, -forrada de lingüística poética, es decir, mentira -forrada de mentira. Pero, pues de ella -no podemos prescindir, dispense el lector -que le haya también yo engañado con este -artículo, que es una mentira más, con tal de -que conceda y vea que el lenguaje, el de -nuestros clásicos á la cabeza, es una hermosa,<span class="pagenum" id="Page_302">[Pg 302]</span> -filosófica y poética mentira y un vistosísimo -tejido de solemnísimos disparates. -Y si no lo cree así, comprueba con su incredulidad -que, pues ó él ó yo nos engañamos -y disparatamos, el mundo está lleno, á lo -menos mediado, de engañadores y engañados, -de disparates ó extravagancias. <em>Omnis -homo mendax</em>, ó como cantó Hesíodo: <em>idmen -pseudea polla legein etymoisin homoia</em>.</p> - - - - - - -<div class="chapter"> -<p><span class="pagenum" id="Page_303">[Pg 303]</span></p> - -<div class="figcenter illowp100" id="p303ilo" style="max-width: 31.25em;"> - <img class="w100 p6 p6b" src="images/p303ilo.jpg" alt="ilop303" /> -</div> -<h2 class="nobreak">Criterio del casticismo</h2> -</div> - -<h3>I</h3> - -<p>Paréceme que esto de lo castizo en el -habla es tan claro y tan llano, que por -serlo tanto no lo han echado muchos de ver: -acaece todos los días que por tender la mirada -allá á lo lejos, cuando algo se busca -con afán, se nos pasa por alto, teniéndolo -menos de dos palmos de las narices. Los que -se las echan de muy modernos, con serlo -tanto como ellos cuantos hoy pisamos la faz -de la tierra y haberlo sido para su hoy los -que la pisaron en todo tiempo, torciendo el -gesto á todo lo que huele á retórica añeja, -oyen con pesadumbre hasta esta misma palabra -de castizo, y estoy seguro que algún -lector habrá doblado la hoja al leerla como -epígrafe de estas líneas. No es, sin embargo, -tan necio el león como le pintan, ni por más -que á mí me vendan por lingüista y por -amigo de lo castizo, estoy muy lejos en la -manera de pensar de los que así se amohinan<span class="pagenum" id="Page_304">[Pg 304]</span> -con sólo quererles hacer que miren un -momento atrás. Todos nos reimos de las -retoricadas de antaño; pero lo del casticismo, -precisamente como yo lo entiendo, -es cosa tan modernista, y si se quiere es -cuestión tan étnica y social, que por eso no -la alcanzaron los antiguos. Los estudios sociales -y psicológicos de los pueblos han sacado -al hombre de entre las instituciones -rutinarias y convencionales, y lo han colocado -al aire libre, en el campo, rodeado de -la bullente naturaleza. Fuera dogmatismos -cerrados, escuelas acartonadas, metafísicas -empedernidas, fórmulas leguleyas. Y fuera -trataditos de retórica, añado yo, Nebrijas y -Calepinos. Hasta las ciencias más hondas -del espíritu se han convertido en ciencias -naturales; el soplo de la naturaleza, que es -el de la verdad, ha henchido los pulmones -de los sabios.</p> - -<p>La cuestión del casticismo no es una cartapuebla -sobada y mugrienta; es un capullo -por abrir, tan entera está y tan fresca. Lo -nacional en el traje son las prendas que visten -todos los de una nación y sólo los de -aquella nación, digamos, entre españoles -hasta la llegada del prosaico pantalón parisién, -la capa, el zorongo, la faja, el calzón -corto, y, según los gabachos, la navaja en -la liga. Pues lo nacional en el habla, eso es -lo castizo. Cuestión por consiguiente, de etnografía. -Y si el hábito no hace al monje, es<span class="pagenum" id="Page_305">[Pg 305]</span> -porque el monje es el que hace el hábito: la -vestimenta no es la psiquis de un pueblo; -pero son los rasgos exteriores de su fisonomía. -Tampoco el idioma es el alma del pueblo -que lo habla; pero es el ropaje sonoro -con que se manifiesta afuera. Idioma pobre -arguye poca capacidad; mucho préstamo de -términos, pobretería y servilismo; falta de -color y nervio, flema y sangre de chufas. En -ciertas latitudes nevadas y nubosas no se -concibe un pincel tan rusiente como el del -Greco, el de Velázquez, el de Goya; ni una -pluma tan aguzada como la del autor de la -«Celestina», del «Quijote», de la «Farsalia»; -ni un despeñadero de tan honda y asentada -idea ética como la de un Séneca, la de un -Quevedo, de una Santa Teresa, un San Juan -de la Cruz.</p> - -<p>Á todas estas manifestaciones puntiagudas -y chillonas del arte ha de responder un -idioma en nuestro pueblo de tan finos aceros, -de tan honda osamenta, de tan recios nervios. -Los vinos de Aragón ni agua admiten, -no ya el sabroso agridulce de los vinos franceses: -son en demasía broncos y cerriles, la -misma azúcar por lo abundante cierra el -paso á la fermentación alcohólica y quedan -siempre montosos. Aguapiés y agua de cerrajas -son ciertos idiomas de por ahí arriba -ante el pizmiento castellano. Esa sangre negruzca -y ardiente, que corre por sus venas, -es su característica; eso, que lo distingue<span class="pagenum" id="Page_306">[Pg 306]</span> -de las demás lenguas, es lo que llamamos -castizo. En todo género de cosas apreciamos -más lo que lleva más saliente su correspondiente -nota propia. La personalidad en -el estilo es el estilo de la persona del escritor; -los que no lo tienen nos dan una gota -de licor desleída en una tinaja de agua, agua -de fulano tan parecida al agua de mengano -como el agua al agua. ¿Por qué merece -esotro el premio? Por haber llevado la nota -de sobresaliente, saliéndose de la docena. -Cuanto más saliente la nota característica -de un idioma es más idioma, y si ninguna -trae deja de ser idioma. «Yo no me cuido de -casticismo»: salida tan sandia como la del -pintor que nos viniera con que él no entiende -ni quiere entender de colores. Es pintor que -quiere pintura, pero que lo mismo zambulle -su brocha en el cieno de la calle que en su -paleta: no le importa ésta un bledo. Yo -no trato más que de expresar lo mejor que -puedo mi pensamiento, dice un escritor enemigo -de casticismos. Pues el casticismo no -trata de enseñaros más que eso, los matices -y combinaciones de los colores.</p> - -<p>Enhorabuena que por instinto acertéis en -cada caso con el más á propósito; pero ¿no -ahorraríais tiempo, trabajo é incertidumbre -estudiándolos bien de antemano, formándoos -un criterio cierto de lo que es castizo -y propio? Los españoles hemos siempre pecado -en este punto. Esta falta de disciplina<span class="pagenum" id="Page_307">[Pg 307]</span> -y reflexión se llama filosófica y vulgarmente -«pereza».</p> - -<p>Hoy saldrá del taller una obra maestra; -mañana una mamarrachada. ¿Cómo se llaman -esos artistas tan geniales como poco -precavidos? Lope y Zorrilla, Goya y todo -escritor de pura raza española.</p> - -<p>Pero volvamos al propósito. Escojamos -de la balumba del Diccionario los vocablos -y modos de decir usados en toda España, y -que sólo se usan en España: ese es el caudal -castizo del castellano. Hacer esa elección -no es tan hacedero. Los retóricos y -gramáticos que se enojaban al notar un galicismo, -jamás se pusieron á hacerla. El casticismo -para muchos no es más que eso, el -criterio es hoy en día el mismo que entre los -antiguos gramáticos y retóricos: razón tienen -los modernistas que menosprecian tales -niñerías. Evitar en un escrito todos los pecadillos -contenidos en los mandamientos de -Baralt, es como cepillarse la ropa para quitar -de encima las motitas que le han caído -estando en la percha; pero la ropa puede -ser de uno ú otro paño, y de hechura tan -bien entallada y elegante como descuidada -y de estrafalario corte. Dejáos de motas, -que de lo que se os burlarán será de lo otro.</p> - -<p>Descartados los galicismos y neologismos -burdos innecesarios, aún quedan las -tres cuartas partes del Diccionario, que no -es más que borra y tan castizo castellano<span class="pagenum" id="Page_308">[Pg 308]</span> -como el que habló el Preste Juan de las Indias. -Esto sí que no lo alcanzaron creo que -jamás los gramáticos ni los escritores españoles, -por puro llano y claro, salvo escasísimas -excepciones.</p> - -<p>Castizo para muchos es sinónimo de antiguo: -por manera que, conforme á esto, más -castizo es Berceo que Cervantes; y, sin embargo, -Berceo es de los escritores menos -castizos que conozco. Escribió en un lenguaje -medio castellano y medio latino, tomó -la mayor parte de su caudal léxico, no de -labios españoles, sino de los libros de clérigos -y escribas. Blasfemia parecerá á los que -no distinguen por sus cabales el elemento -castellano, que sin duda era el que usaba el -pueblo riojano, entre quienes escribía, del -elemento artificial que las gentes de letras -se habían malamente confeccionado para -cuando tomaban la pluma. Y véase aquí lo -que hace el criterio acerca del casticismo. -Aquellos escritores medioevales tenían por -cosa muy asentada que lo que hablaba el -pueblo era un latín corrompido, y que, por -consiguiente, no debía escribirse sino en un -latín algo mejor. Lo malo es que ni sabían -cuál era el buen latín, y así se habían ido fabricando -uno, que no fuera tan difícil de -aprender por parecerse al habla vulgar, y -que, sin embargo, no fuera tan corrompido -como ésta, no tan cerrado como el latín ni -tan mocoso como el romance de los patanes.<span class="pagenum" id="Page_309">[Pg 309]</span> -Á eso llamaban román paladino, que, por -más que dijeran, era el que empleaba cada -cual para fablar con su vecino, no había -tal, ni por pienso. Abro el diccionario de -Berceo á ojo: <em>plenero</em>, <em>pleno</em>, <em>pleytesía</em>, -<em>plogo</em>, <em>plorar</em>, <em>ploroso</em>, <em>pluvia</em>, <em>pluia</em>. Nada -de eso es castellano, y es imposible que el -pueblo, cuando cada cual hablaba con su -vecino, dijese <em>pleno</em> y <em>lleno</em> indistintamente, -<em>plorar</em> y <em>llorar</em>, <em>pluvia</em> y <em>lluvia</em>. <em>Lleno</em>, <em>llorar</em> -y <em>lluvia</em> es como los riojanos decían entonces, -dicen ahora y habían dicho no pocos -siglos antes. Esos terminajos <em>pleno</em>, <em>plorar</em>, -<em>pluvia</em>, son del mal latín que hallaban en los -escritos y que les parecían más bonitos que -<em>lleno</em>, <em>llorar</em> y <em>lluvia</em>. Tal es el criterio medioeval -acerca del casticismo. Lo <em>ploroso</em> -es que criterio tan monacal é infantil prevaleciera -en la misma época del Renacimiento -y prevalezca todavía hoy entre los que no -calan una cosa tan recóndita como es que lo -castizo de un idioma es lo propio del idioma, -y lo poco castizo es lo ajeno al idioma, aunque -ese ajeno sea mal latín ó buen latín. Lo -propio del rabadán es su pellica y cayado, y -sería muy de ver qué tal le caía y ajustaba -andando con sus cabras el uniforme de -capitán general, aunque todos, incluso el -mismo rabadán, sabemos que el tal uniforme -es más lucido y rico que la sebosa pellica. -Por supuesto, que no doy por averiguado el -que la lengua latina sea lengua con entorchados<span class="pagenum" id="Page_310">[Pg 310]</span> -y la castellana lengua velluda y cazcarrienta.</p> - -<p>Nada de lego tenía el autor de la maravillosa -<em>Comedia de Calixto y Malibea</em>, y por lo -mismo, en la primera página comienza su -erudito protagonista á emplear voces como -<em>natura</em>, <em>perfeta</em>, <em>inmérito</em>, <em>incomparablemente</em>, -<em>sacrificio</em>, <em>complir</em>, <em>sanctos</em>, etcétera, -etc., que tienen tanto de castellano -como yo de chino. Verdad es que ni Celestina -ni Parmeno ni la demás gente non -sancta que anda por allá, habla así: porque -son, á pesar de todo, españoles, con cuatro -dedos de enjundia de casticismo rancioso; -que, á haber hablado tan á lo señor como -sus amos, no lo fueran, ni la Comedia valiera -lo que vale.</p> - -<p>Si castizo no es lo opuesto á neologismos -innecesarios y no es lo viejo y rancio, ¿qué -podrá ser?</p> - -<p>Pues, repito que lo propio, lo <em>idiomático</em> -del <em>idioma</em>, y cuanto más exclusivo sea, -será más castizo. Un verbo derivado del latín -podrá hallarse en francés, en italiano y -en castellano, y aun con el mismo valor. Si -lo usan todos los españoles, castizo será; -pero lo será más otro que, empleándolo italianos -y franceses, tenga en España un matiz -diferente, porque esa diferencia es el sello -nacional, que lo ha diferenciado; y todavía -será más castizo otro que ni con diferente -ni con el mismo significado se halle en Francia<span class="pagenum" id="Page_311">[Pg 311]</span> -ni Italia, porque en este caso todo él se -fraguó en España, lleva el sello español, no -ya en la superficie, en una distinción del significado, -en el cuño, sino en toda su hechura -y en los materiales y ley de la aleación.</p> - -<p>De estos tres casos, en el segundo, lo -castizo, ó digamos lo propio y exclusivo de -España, no puede venir de muy atrás: es -agua derivada de la misma fuente latina, -que toma cualidades propias en cada terreno, -en Francia, Italia, España. En el primero, -cuando ni aun ese sabor del terruño -lleva consigo, sino que en todas partes es el -mismo vocablo y con idéntico sentido, bien -podemos pensar que se trajo ayer mismo del -latín por los eruditos. En el tercero, ramas, -tronco y raíz, corteza y médula, saben á español. -¿De dónde se deriva el árbol? Para los -que conocen mis teorías, nada más obvio: -es vocablo ibérico, nacional de la primitiva -época.</p> - -<p>Todas estas simplezas lo son tanto, que -repito que no las han visto nuestros autores. -Hoy hace el gasto el verbo <em>saciar</em> para -expresar lo que todos sabemos. En los siglos -<span class="allsmcap">XVI</span> y <span class="allsmcap">XVII</span> estaba en muy poco aprecio, -mayormente aplicado á cosas intelectuales, -y es que se ha traído del diccionario latino; -si fuera común en España desde los romanos, -hubiera sonado <em>sazar</em>. Nuestros clásicos -preferían <em>hartar</em>, <em>ahitar</em>, <em>llenar</em>, <em>satisfacer</em>. -De éstos, <em>satisfacer</em> gustaba por lo nuevo á<span class="pagenum" id="Page_312">[Pg 312]</span> -los escritores, pero no usándolo el pueblo, -es claro que tampoco era muy castizo, como -lo dice su misma forma, puramente latina. -<em>Llenar</em>, ya era más español, pasó al castellano -desde los primeros tiempos. Tal indica -su fonetismo, pues <em>lleno</em> de donde salió, viene -de <em>plenum</em>, como <em>llorar</em> de <em>plorare</em>, <em>llano</em> de -<em>planum</em>, y no menos su significación concretada -de la genérica que tuvo <em>plenum</em>, y -aun tienen <em>lleno</em> y <em>llenar</em>. El gran orador y -obispo aragonés de Barbastro Fr. Jerónimo -Bautista Lanuza empleó más que nadie el -verbo saciar en sus <em>Homilías sobre los evangelios</em>, -1621. Pero más castizos son sin duda -<em>hartar</em> y <em>ahitar</em>. <em>Hartar</em> de <em>harto</em>, es el <em>fartum</em> -latino, venido á España en la época romana, -y así lo usaba el pueblo lo mismo que -los eruditos. Si lo comparamos con <em>ahitar</em>, -no hay quien no eche de ver que éste encierra -una fuerza y un colorido que deja -oscurecidos á los otros. Al oir <em>ahitarse</em> ó -<em>ahito</em> se nos van los ojos á la garganta, y nos -decimos <em>éste está hasta aquí</em>, y ese <em>aquí</em> es el -que señala todo español con el dedo. En Correas -leo: <em>darse un papo</em>, <em>una hartazga</em>; en -Quevedo: <em>estoy hasta el gollete</em>. <em>Ahitarse</em>, -<em>papo</em> y <em>gollete</em> son tan gráficos como el <em>hasta -aquí</em>, y sinónimos de todo punto. Este cuadro -naturalista, no menos que el otro del -dicho de Correas: <em>darse una ventrada</em>, y el -popularísimo <em>sacar el vientre de mal año</em>, -son exclusivamente españoles. Eso es lo<span class="pagenum" id="Page_313">[Pg 313]</span> -castizo. <em>Ahitarse</em> y <em>ahito</em>, <em>papo</em> y <em>repapilarse</em> -ó <em>empapizarse</em>, no son de origen -latino, sino ibérico. <em>Vientre</em>, que viene del -latín, es muy español; pero nadie negará que -lo son mucho más <em>papo</em>, <em>panza</em>, <em>pancho</em>, -<em>tripa</em>, todos ibéricos.</p> - -<p>Si de entre estos vocablos hubieran de -escoger tres autores, pongo por caso Granada, -Santa Teresa y Lope de Rueda, á buen -seguro que Granada se quedaría con <em>satisfacer</em> -y <em>vientre</em>; la santa, menos erudita, bien -que algo mirada, daría la ventaja al <em>hartarse</em> -y al <em>papo</em>, y el para mí primer cómico -español Rueda diría á boca llena, sin melindres, -porque sin melindres lo dice el pueblo -y lo que el pueblo dice es lo más sano y natural: -<em>panza</em>, <em>pancho</em>, <em>tripa</em>, <em>ahitarse</em> y -<em>hasta aquí</em>.</p> - -<p>Claro está que los que escriben son los -eruditos, y que por tales quieren pasar; por -el consiguiente, no es de maravillar que lo -más castizo quede postergado, y que al <em>regoldar</em> -ibérico de Sancho prefieran como -curiosos y limpios el latino <em>erutar</em> de Don -Quijote, ó el más latino y menos español -<em>eructar</em>. Por supuesto, que tan limpio y curioso -es lo uno como lo otro, ni los romanos -dejaban de regoldar tan feamente como los -españoles cuando el caso llegaba, y su vientre -no era más de azucenas que la panza y -las tripas de esta tierra de garbanzos; pero -el hombre vive de fantasías y embelecos, y<span class="pagenum" id="Page_314">[Pg 314]</span> -más las gentes de guantes y levita, hechas -á no llamar al pan, pan, y al vino, vino, como -los aldeanos que beben puro y sin mezcla el -aliento de la naturaleza.</p> - -<p>Por este camino el castellano va perdiendo -su color, marchitando su fragancia, -borrando su sello nacional, deshaciendo lo -que tiene de castizo, de genial y propio. El -idioma se convierte en lingua franca, gálico-latina, -de fácil manejo para el comercio y -para darse á entender con extranjeros, pero -muy poco estética y menos varonil para el -arte y la vida. Porque la vida no se encierra -en la bolsa ó aduana, sino en la conversación -ordinaria, en la cháchara familiar, en el palique -de estrados, portales, rejas y plazas.</p> - -<p>De aquí que las comadres del barrio y los -tíos del soportal de la parroquia sean para -mí y para todo el que entiende algo de arte -ó aprecia un grano de la naturaleza más que -cien arrobas de artificioso pedantismo, los -que más castizamente conservan el castellano, -los que mejor lo parlan y los verdaderos -maestros de lingüistas, escritores y académicos.</p> - -<p>Saber francés, latín y hotentote, cosas -son harto buenas para otros menesteres, y -aun para conocer á fondo el mismo castellano; -pero cuando para hablar castellano -castizo ó para formarse un criterio cierto -del casticismo sólo sirven de embarazo, -como suele suceder, de desear sería que nos<span class="pagenum" id="Page_315">[Pg 315]</span> -olvidásemos del hotentote, del griego y del -latín. Y no hay para qué aspaventar, porque -no hay novio, por lo menos de los que yo -conozco, que le importe un ardite la cara -más ó menos apabullada de su futura suegra, -con tal que sea linda la de la polla. -Cuando hablo ó escribo castellano, viene á -decir Valdés en no sé que folio de su <em>Diálogo</em>, -procuro olvidarme del latín. No faltaba -más, sino que un ochentón, como el -castellano, más que diezdoblado, no supiera -todavía andar sin andadores y sin su ama -de cría al lado, repiqueteando las sonajas.</p> - -<p>Yo no digo que prescindamos de todo -punto de las millaradas de vocablos latinos -que ya han tomado carta de naturaleza en -la literatura y aun en el habla de las personas -cultas. Lo que sí habíamos de hacer los -amantes del castellano, es menudearlos lo -menos posible, cerrar la puerta á otros infinitos -que nos pretenden introducir los que -sin saber latín se entretienen en hacernos -creer que lo saben, y sobre todo apurar y -acrisolar nuestro criterio acerca del casticismo, -estudiando nuestro caudal léxico, -para poder dar la preferencia á lo más idiomático, -á lo que se amolda á nuestro fonetismo, -y á los radicales exclusivos españoles, -que son los más pintorescos y robustos por -lo mismo que llevan la estampa de la fantasía -y del corazón de nuestro pueblo. Tal es -el secreto de los grandes hablistas, conocedores<span class="pagenum" id="Page_316">[Pg 316]</span> -de su hacienda, que tienen á gala pasarse -la vida desentrañando el tesoro que -nos legaron nuestros padres y en él el alma -entera del pueblo español, no por prurito de -desempolvar vegestorios, sino de sacudir -de nuestro idioma la polilla galiparlera que -la ignorancia y pisaverdismo ha puesto de -moda, sometiendo nuestra rica lengua, como -todo lo demás, al yugo extranjero. Los pueblos -y los individuos son grandes, cuando -libres de ajenos arrimos rebosan de vida -propia, cuando llegan á ser verdaderos caracteres, -ingenios que se levantan sobre el -rebaño de las medianías.</p> - - -<h3>II</h3> - -<p>Á nada conducen patrioterías halagadoras -de hueras vanidades, si no es á acallar con -fanfarronadas el grito interior de la propia -flaqueza y á colorear la falta de sangre con -postizos afeites; pero también harto nos hemos -querellado y hecho alarde, más de lo -que se nos pedía, de nuestro abatimiento y -desgracias.</p> - -<p>Ciertas ráfagas de nuevos alientos corren -ya entre los escritos de nuestros autores, -y la mejor señal para mí de que los -desmayos pasaron es advertir que se va cayendo -en la cuenta de que no estamos tan -muertos, ni aun tan maltrechos como nos -figurábamos ó nos hicieron figurar, y de que<span class="pagenum" id="Page_317">[Pg 317]</span> -abriendo los ojos al pasado nos vamos persuadiendo -de que nuestra gente ha valido y -sido y hecho algo en el mundo, de que también -hemos tenido nosotros por acá algunas -cosillas no de menospreciar del todo. Un -pueblo que reconoce su valor, sea el que -fuere, y que alimenta esperanzas y fantasea -ideales dignos de sus mayores, no es un pueblo -muerto ni herido de muerte.</p> - -<p>He dicho esto, abriendo toda la trompetería -á propósito del revivir que se nota entre -nuestros jóvenes escritores á las letras -castizamente españolas. Ya no hay aquí ni -un modernista. Fué un sueño de verano eso -del modernismo, que dejó como embriagados -á unos cuantos mozos hambrientos de -ideal, al creerlo hallar en los últimos ecos -acá llegados de las escuelas en descomposición -de París. ¡Quién sabe si el manco de -Lepanto al hacerles volver atrás la vista con -su Centenario los despertó de ese sueño y -les hizo parar mientes en nuestras cosas de -antaño, donde pudieran á poca costa descubrirse -soterrados mineros de invención genuinamente -nacional, y hacer brotar frescos -raudales de aguas que ya corrieron y dejaron -cegar los galicistas del siglo <span class="allsmcap">XVIII</span>! Lo -cierto es que á la par de la oscura labor -con que nuestros eruditos labran sus panales, -editando libros clásicos antiguos en -abundancia que sorprende, tomo tras tomo, -biblioteca tras biblioteca, que no se dan<span class="pagenum" id="Page_318">[Pg 318]</span> -manos editores y libreros, la florida juventud -que se estrena con artículos sueltos en -revistas y periódicos y aun alza el vuelo -hasta llenar libritos de poesías, cuentos y -novelas, más preñadas de ricas esperanzas -que de madura mies, ha dado en poco tiempo -una vuelta redonda, y ya no se va tras los -oropeles de allende con el afán de antes; -ganosa de loable novedad sale al campo á -escuchar las voces de la naturaleza, requiere -las aldeas y ciudades de provincia -para conocer á los hombres como ellos son, -y acoge codiciosa cuanto los más leídos descubren -en nuestros viejos libros, ya voces -de buena cepa y maneras de decir lozanas á -vueltas de su antigüedad, ya ideas de nuestros -peregrinos é inagotables ingenios.</p> - -<p>Ateniéndome al lenguaje castellano, mi -anterior articulillo <em>Criterio del casticismo</em> -comprueba esto mismo; tanto, que me ha -vuelto á poner la pluma en las manos para -desenvolver algunas cosas que en él apunté -y me han pedido declare más despacio. Sin -merecerlo, por sus modestas pretensiones, -el articulejo parece que ha hecho vibrar la -cuerda patria en algunos, y cuando esa -cuerda ha respondido al unísono, de creer -es que no está tan destemplada. Siete cartas, -amén de las felicitaciones, sinceras ó de -cumplido, de amigos y conocidos, han llegado -á mis manos, y todas se resumen en -darme á entender que mi idea les paladeó el<span class="pagenum" id="Page_319">[Pg 319]</span> -gusto, dejándoles con gana de algo más. -¿Cómo podríamos encauzar los deseos de -muchos que sienten la necesidad de españolizar -la literatura y el lenguaje literario, que -quisieran conocer, sin meterse en hondas -disquisiciones, cuáles son los vocablos y modos -de decir castizos, de cuño verdaderamente -español, fraguados por la fantasía y -el corazón de nuestro pueblo?</p> - -<p>En esto se cifra el contenido de las cartas -á que aludo y á esto quisiera yo responder -en este artículo ó en otros que me barrunto -habré de enhilar á poco que me dilate. No es -tan hacedero, escribía yo, distinguir lo castizo -de lo no castizo, mayormente desconociendo -tantas lenguas antiguas y modernas, -como son las que rodearon desde su cuna al -castellano, y han influído y están á la continua -influyendo sobre él en bien ó en mal. Ello -es que requeriría un estudio muy al por menudo -de nuestro caudal léxico. No á la manera -tradicional de los diccionarios, especie -de museos, donde se hallan amontonados -toda suerte de cachivaches fuera de su propio -lugar, sin que pueda acertar el lector, si -es que no lo sabe, el manejo y papel de cada -uno en el habla real, corriente y moliente; -sino apurando el origen y mudanzas de los -vocablos fónica y semánticamente y con citas -de autores, en las cuales se viese su valor -y empleo. Por la fonética se vería cuáles -eran las voces que llevaban el sello de<span class="pagenum" id="Page_320">[Pg 320]</span> -nuestro fonetismo, y cuáles las traídas en -bruto de fuera. Por la semántica nos entraríamos -recorriendo el hilo de las mudanzas -metafóricas de las voces al través de los -tiempos, hasta el obrador donde la metáfora -se hila y se teje, que no es más que lo íntimo -del alma española, de esa fantasía, cabeza, -corazón español, llámesele como se quiera, -donde arraigan el sentir, el pensar, el querer, -el fantasear de ese todo lógico llamado -España. Este cernido y desmenuzamiento -psico-fisiológico, fonético-semántico, que -hoy llaman análisis fonético y psicológico, -pondría á descubierto el alma toda española, -tal cual en nuestro idioma se refleja y -retrata, y nos aseguraría y abonaría el criterio -que habíamos de tener en el elegir de -los vocablos, frases y construcciones.</p> - -<p>Estudio semejante no se ha hecho de lengua -alguna; pero lo creo de tanta monta y -gusto, que no me despido yo de emprenderlo -y llevarlo hasta donde mis flacas fuerzas alcanzaren. -Entonces conoceríamos cuál es la -finura y delicadeza de oído de nuestra raza, -cuáles los colores que se pintan en su fantasía, -cuáles los sentimientos que bullen en su -pecho, cuál la profundidad de su pensar y -manera de ver las cosas, el <em>Weltansicht</em>, digámoslo -á la alemana con Humboldt, el panorama -del mundo que la nación se forma, -según sus pensamientos y deseos, como se -lo forma al respecto cada individuo, según<span class="pagenum" id="Page_321">[Pg 321]</span> -los alcances de su cabeza y de su corazón.</p> - -<p>Entretanto, hay una piedra de toque para -distinguir lo castizo de lo que no lo es. -Ya la apunté en mi artículo anterior y voy -á declararla algo más detenidamente. El -mismo nombre de idioma lleva en cifra el -criterio del casticismo. Díjose idioma el habla -particular de un pueblo. El pueblo lo -formó en cuanto pueblo; no fulano ó mengano. -Es su propiedad, el retrato de su interior. -¿Quién ha de ser, pues, el maestro que -lo enseñe y sepa discernir lo castizo y propio -de lo extraño y ajeno, sino el pueblo? -Pero ¿qué es el pueblo? ¿Las personas cultas, -las cuales según las gramáticas todas -(página primera) nos dicen que son la norma -del buen decir? Pueblo es, desde el rey, inclusive, -hasta el último gañán de cortijo; -pero aquí solamente cuando hablan como -puros españoles, no como más ó menos sabidos -en francés, ó como más ó menos enamoriscados -del latín y del griego. Sólo que -las personas cultas, con esos enamoramientos, -andan embelecadas, y ofreciéndoseles -tres caminos, el trillado español, el abierto -por la moda francesa y la antigua calzada -romana, echan por uno de estos dos últimos, -dejando el primero que lo chacoloteen los -patanes. Para decir lo que siento y saben -todos muy bien sabido, ese dictamen gramatical -lo que preconiza como dechado de hablar -y escribir, es lo culto, lo que se aparta<span class="pagenum" id="Page_322">[Pg 322]</span> -del habla común de las gentes que no escriben -y si leen lo hacen á trompicones ó tomando, -como el aldeano del cuento en casa -del óptico, el periódico al revés. En puridad, -pues, el tal dictamen y precepto ha de volverse -también patas arriba para que sea -valedero.</p> - -<p>¡Horror! ¡Hablar como los tíos! Sí, señores -míos, con perdón del que no lo sea, como -los tíos! Entendámonos, y amohínese el que -guste, que por mucha mohina que tome, -no dejará de ser cierto que el pueblo que -hizo el idioma es el único que tiene en él -vara alta; ó bórrese del Diccionario el término -<em>idioma</em>, con que lo bautizaron los mismos -eruditos, arrastrados por la naturaleza -misma á desmentir esos espantos y alharacas. -Para curarles de ellos con otro espanto -mayor, como con otro clavo, voy á saltar de -la lingüística á la agricultura, que no será -más que rodear el terreno de lo castizo por -otro cabo. Los labriegos españoles, la gente -campestre, los tíos, son los verdaderos -maestros de la agricultura española. Y ojo -con no espantarse, porque sería triste caso -de supina ignorancia, el cual con todo es de -temer que se dé, si para alguno fuese cosa -del otro jueves que los españoles han sido -en todo tiempo los grandes maestros de cultivar -la tierra, los maestros de romanos, -árabes y europeos. Y esos maestros claro -está que han sido los tíos. No suelte nadie el<span class="pagenum" id="Page_323">[Pg 323]</span> -trapo, repito, que quedaría graduado de ignorantón -á carta cabal. Y no me amenacen -los peritos y agrónomos y los peritoagrónomos -y otros profesores de agricultura al menorete -de Institutos y Escuelas con echarme -á la cara centenares de cartillas agrarias, -millares de teorías agronómicas, colecciones -á pasto de Gacetas, proyectos de granjas -modelos, Diccionarios enciclopédicos de -agricultura, revistas de ídem, y toda la balumba -de papeles que de eso se han escrito -desde los tiempos de Carlos III. Porque, sin -meterme en más dibujos, sin tenerles que -decir bobería tamaña como la de que la -Moncloa no es Campiel, ni las riberas del -Guadalquivir, ni las huertas de Murcia y -Valencia, todos esos papelorrios se revolverán -desagradecidos contra ellos al soplo -de una sencilla, natural y nada estudiada -carcajada mía, con que los habré de recibir, -si soy español de casta, que creo que sí. Porque -con esa carcajada han despedido bonitamente -de todas partes nuestros labradores -á los agrónomos, que cargados de mamotretos, -aparatos con tornillos y torniquetes, y -de dietas, que es lo más sabroso, han ido, -enviados por el Estado, á enseñarles á ellos, -los tíos. ¡Y esto tiene miga! á los tíos, digo -á los baturros de mi tierra, á los del zorongo -de entrambas riberas, del Ebro y -Jalón, á los de la anguarina de Navarra y -Rioja, á los de los zaragüelles de levante, y<span class="pagenum" id="Page_324">[Pg 324]</span> -basta. Llegaron, bien así como llegaban un -siglo ha los granaderos franceses á enseñarles -justicia, derechos y civilización, llegaron; -y después de tanto pompear y pavonear, -tras tanto ruido y estruendo, hubieron, -cuitaos, de volverse, rabo entre piernas, -dejando en los viñedos repastándose á mesa -puesta muy á su sosiego y sabor, todas esas -animalias (gusana dicen los tíos) que con -tanta furia iban á descastar. En aquel entonces -soltaron los tíos la carcajada, que -aún no la han recogido, que para rato tienen, -porque las remesas de gente adietada -se suceden que es un descalzarse de risa -para los unos, y un ir y venir y un tomar y -dejar planes y papeles para los otros.</p> - -<p>Pues, señor, que con cuatro ó cuatro mil -nociones sobre terrenos y cosechas ideales -y aéreas, se nos vuelve un mozuelo al pueblo, -donde le vieron en la edad de los tres -bolsillos, sin entender jota de cosas que los -viejos traen en las uñas y en los callos de -sus manos de medio siglo atrás, y pretende -el muy estirado y guapo volver de arriba -abajo lo que tienen sabido y resabido los -vecinos, que así lo aprendieron de sus tatarabuelos, -y éstos de sus trasbisabuelos -hasta Alonso de Herrera, el primero que -trató de agricultura en la Europa moderna -sudando más en sus fincas paternas de Talavera -que en su escritorio, hasta los escritores -árabes de agricultura, que por boca<span class="pagenum" id="Page_325">[Pg 325]</span> -de Iben Galib y de Almaccarí se dan por -discípulos de los españoles, en fin, hasta Columela, -y aquellos famosos turdetanos é iberos, -tan tíos como los de hoy. Y luego nos -vendrán con lo de la rutina, la testarudez, -la superstición y la ignorancia de los tíos!</p> - -<p>Recuerdo que el maestro Clarín, una de -las tardes que charla charlando nos pasábamos, -él enseñando sin pretenderlo, yo aprendiendo -como quien no quiere la cosa, lastimándose -de las ligerezas juveniles en que -había caído al tratar de puntos religiosos, -me dijo estas palabras que se me quedaron -hondamente clavadas, porque eran fruto sazonado -de aquel profundo pensador: «Hay -que tentarse mucho la ropa, y yo cada vez -tiemblo más de hacerlo, en eso de hablar sin -ton ni son contra una institución, que ha -pasado ilesa al través de tantos siglos y de -tantas inteligencias superiores, á lo menos -tan entendidas como las nuestras». Profundo -respeto me infunden á mí todas las cosas -populares. <em>Vox populi, vox naturae putanda -est.</em> Por algo harán los tíos lo que hacen. -Fruto es de infinitas experiencias de los siglos, -de las generaciones que pasaron, de -hombres, que no somos nosotros más que -ellos, que ponían todo su interés en granjear -lo más posible con su terruño, que conocían, -si no todos los terrenos en teoría, el suyo -cada cual en concreto, y el clima, y lo que -lleva ó no lleva el pedazo de tierra que heredaron<span class="pagenum" id="Page_326">[Pg 326]</span> -de sus padres. No digo que no sufra -mejoras la tradición española, pero á bien -que ella y nuestros labradores merecen todo -respeto y reverencia. No así como así puede -decirse que tal máquina, tal rotación, etc., -es buena para tal tierra y su colono, que en -correaje gastaría más de lo que saca, aun -dado que fueran cosas apropiadas y tan buenas -en concreto como lo son en general en -las lucubraciones de los sabios. Las cosas del -pueblo arraigan muy hondo, donde quiera -que se ve la mano del hombre en común, hay -que ver la fuerza del instinto humano, de todos -los individuos mancomunados de un pueblo, -y ese instinto es algo tan natural como -las leyes físicas del universo y tan sabio como -el instinto en los animales y plantas, y algo -más, si el hombre vale algo más que todo eso. -Y al aplicar el cuento al idioma, téngase -presente que éste es la obra de las obras del -hombre y del instinto social, no de uno ú -otro individuo. El idioma es lo más sagrado -que existe de tejas abajo, pero con tal que -sea ese idioma fabricado instintivamente por -toda una raza. Es el fruto de la inteligencia -humana colectiva, lo más precioso que florece -en la naturaleza. La sabiduría de todas -las Academias y filósofos es un grano de anís -delante de la sabiduría que encierra, como -su meollo, el idioma. Que el arte literario, -al aprovecharse de esa habla vulgar busque -maneras de combinar los materiales, como<span class="pagenum" id="Page_327">[Pg 327]</span> -las demás artes, es cosa que se cae de su -peso; pero no lo es el que se eche mano de -otros materiales extranjerizos ó el que se -tome por módulo el módulo latino ó francés, -como hacen los cultos. El pueblo es, pues, -el maestro del idioma, es la piedra de toque -del casticismo.</p> - - -<h3>III</h3> - -<p>¿Fueron castizos nuestros clásicos, quiero -decir, los escritores alistados como tales en -el Diccionario de autoridades de la Academia, -con buen golpe de otros allí omitidos? -Desentrañemos el vocablo <em>castizo</em>.</p> - -<p>Doble valor, activo y pasivo, suelen tener -los adjetivos castellanos acabados en -<em>izo</em>. <em>Espantadiza</em> es la bestia que se asombra -y espanta; pero no es menos <em>espantadizo</em> -lo que causa espanto y asombro, y así -pudo decir Cabrera de la ley de Moisés -que fué <em>espantadiza y de temor</em> (pág. 292). -<em>Castizo</em> llamamos á lo que viene de casta; -pero no lo es menos lo que la produce, por -lo cual Herrera escribió de las palomas: -<em>que sean muy castizas, de muchas crías</em> -(l. 5, c. 34); y de los toros: <em>Si el señor de -las vacas procura tener buen toro castizo</em> -(l. 5, c. 42). Es, pues, <em>castizo</em>, lo que viene -de casta y lo que la engendra, y sin duda -estos dos casticismos, de atrás y de adelante, -de pecho y espaldas, que coge á todo el individuo, -es todo uno, es decir, que si de<span class="pagenum" id="Page_328">[Pg 328]</span> -casta le viene al galgo el ser rabilargo, rabilargos -y no rabicortos saldrán los galguillos.</p> - -<p>Estéril es la mula, digamos en castellano -<em>mañera</em> ó <em>mañosa</em>, sin casta, porque tampoco -la tuvo en sus padres, fué descastada. -Lo híbrido ó mestizo es un producto teratológico, -aislado, que sale del hilo de la corriente -natural, es algo pasiva y activamente -no castizo. Terciando en la generación de -todas las cosas el espacio y el tiempo, castas -se dan que desdicen, decaen y degeneran, -se descastan, así como otras van criándose -poco á poco merced á las apropiadas -condiciones que las rodean.</p> - -<p>Los merinos españoles han descaecido y -venido á menos al salir de España, y aun en -España, trocadas las condiciones y privilegios -de la mesta; mientras que en Inglaterra, -los esmerados y prolijos cuidados de una -sabia zootecnia han dado castas de caballos, -cerdos, perros y otros animales acomodados -al intento que se pretendía.</p> - -<p>Las obras de arte más calificadas han -sido las más castizas, por el arraigo mayor -de los autores en el terreno de su propia -raza y época y de su propia personalidad, y -al mismo tiempo por lo fecundas en alentar -y dar vida á otras muchas posteriores, es -decir, por su ascendencia y descendencia, -por su casticismo pasivo y activo. El original -y sugestivo Unamuno ha tratado lindamente<span class="pagenum" id="Page_329">[Pg 329]</span> -de lo segundo en un artículo de <em>Los -Lunes de El Imparcial</em>. «Lo más grande -de la obra de arte», dice, «es que sirve de -incentivo para nuevas obras de arte; apenas -hay grande obra poética que no tenga -copiosa y dilatada descendencia». Es el casticismo -activo, mirado por delante. El pasivo, -mirado por detrás, consiste en que la -obra arraigue en lo más hondo de la personalidad -del escritor, que si éste es español -de pura sangre, por el mismo hecho, arraigará -á la par en lo más hondo é ingénito de la -raza española. El casticismo está, pues, entre -pecho y espaldas, en el corazón del artista -y de su raza. Y cuanto más personal, más -suya, sea la obra, más de Fulano y más española, -será á la vez más trascendental, más -humana, traspasando las lindes del individuo -y de la nación. Don Quijote y Sancho -son dos retratos personalísimos del alma de -Cervantes, y del alma española, y por eso -lo son de todo el linaje humano y de cada -uno de sus individuos.</p> - -<p>La razón es clara: en lo hondo de la personalidad -y de la raza es donde asienta lo -universal humano, porque allí está monda y -limpia la naturaleza, la cual es una, de manera -que la naturaleza humana se espeja en -la nacional y en la individual, tanto más -cuanto más hacia lo hondo las miremos, -como se espeja tanto más diáfana y límpida -la luna en la sobrehaz de las aguas de un<span class="pagenum" id="Page_330">[Pg 330]</span> -pozo, cuanto más hondo y envuelto en tinieblas.</p> - -<p>Nuestros clásicos fueron grandes artistas; -pero digámoslo sin rebozo, lo fueron á -medias. No son aquellos trozos arrancados -del pentélico y labrados por las castizas -musas del Pindo ó del Parnaso. De esos -montecillos distan bastante el Pirineo y Sierra -Nevada. Estamos en una península codiciada -de todas las gentes, que la han ido -barriendo, sembrando á su paso semilla -de perfumadas rosas y de emponzoñado -beleño.</p> - -<p>En el siglo <span class="allsmcap">XVI</span> eran harto andariegos -nuestros padres, y por más que cual señores -paseasen la Europa y el mundo, algo se les -había de pegar de fino oro y de mentido oropel -en sus azarosas correrías. Ello es que -la savia nacional, alquitarada por el aislamiento -y rudo vivir cercado de luchas durante -ocho siglos, pujaba recia y bullidora, -y si el espacio y el tiempo le hubieran favorecido, -el ancho y rico follaje que al soplo -del Renacimiento brotó como por ensalmo, -podía haber sido gloria y prez de la raza, á -ser castizo del todo y por todo: la España -del siglo <span class="allsmcap">XVI</span> podía haber sido, como ha dicho -alguien, la Grecia de los tiempos modernos. -Pero no fué así. Desmañados podadores -desceparon las más briosas de sus -ramas, menospreciando su pujanza por demasiado -bronca, vulgar y cerril, quiero<span class="pagenum" id="Page_331">[Pg 331]</span> -decir que lo más sano de la Celestina y de -Lope de Rueda fué apartado á un lado por -los más enguantados escritores. En cambio -injertos desproporcionados de peregrinas -literaturas dieron abigarrada mezcolanza -de hojas y frutos al árbol nacional. Despego -y menosprecio de lo de casa, ciega admiración -de lo de fuera: cosas son que se echan -de ver no sólo en los frutos literarios de -aquel entonces, sino en las quejas y en los -anhelos de los escritores. Briosa y rica vena -la de fray Luis de León, alma suya de pintor, -á quien hablaban los colores de la vera del -Tormes, de músico, para quien el gorjear de -sus pájaros era lenguaje conocido, cuajado -en concertadas armonías, de ángel, que todo -lo convertía en apacibles sentimientos al -tocar en su pecho sereno y sosegado.</p> - -<p>Ante aquel hombre de hechura helénica</p> - -<div class="poetry-container p11 pw18"> -<div class="poetry"> -<p><span style="margin-left: 1em;">El aire se serena</span><br /> -y viste de hermosura y luz no usada.</p> -</div> -</div> - -<p>Y ese artista, ese poeta, ese pintor, ese -músico, oreada su frente por el céfiro de la -Hélada, pero que ¡ay! ya venía de muy lejos -y muy ensalmuerado al través del Mediterráneo, -deja caer de sus manos la vihuela -castiza española, y empuñando bravamente -la cítara antigua remienda lastimosamente -la maravillosa profecía del Tajo con aquella, -para los españoles fría, amanerada, extranjeriza -é incolora personificación del muy -reverendo señor el padre río, el cual, sin<span class="pagenum" id="Page_332">[Pg 332]</span> -más ni más, con toda la desenvoltura de un -jayán nadador</p> - -<div class="poetry-container p11 pw15"> -<div class="poetry"> -<p>el pecho sacó fuera<br /> -y le habló de esta manera.</p> -</div> -</div> - -<p>Triste de D. Rodrigo y de la hermosa -Caba, que no entendían tamañas teologías -gentílicas, y tristes de los españoles que sólo -ven en el río agua que corre, cuando ven y -oyen que</p> - -<div class="poetry-container p11 pw18"> -<div class="poetry"> -<p>el pecho sacó fuera<br /> -el río, y le habló de esta manera.</p> -</div> -</div> - -<p>De esta manera, el gran poeta español lo -que hace es echarnos, no un jarro de agua, -sino todo un río, y por dejar de ser castizo -deja de ser poeta español y de ser sencillamente -poeta. Esa es la ficción que envenena -y encona la más sana y fresca vena poética, -ese el desacertado injerto que afea nuestra -literatura clásica.</p> - -<p>Porque el casticismo no está sólo en el -lenguaje, sino también en la idea y en toda -la vida; y si menospreciado y tenido como -caso de menos valer el casticismo del lenguaje, -la literatura española, y aun europea, -se descaminó viniendo al cabo á donde bien -se podía esperar, á despeñarse en el culteranismo, -no menos llegó á desbocarse el -pensamiento desarrendado y sin freno en el -conceptismo, y se enflaqueció y aniquiló la -vida nacional toda entera, parando en el entecado -y espiritado fantasma y sombra de -pueblo de fines del siglo <span class="allsmcap">XVII</span>.</p> - -<p><span class="pagenum" id="Page_333">[Pg 333]</span></p> - -<p>Gallardas hazañerías aquellas del hombre -de más talento é ingenio tal vez que ha -criado esta tierra española, por haberle hecho -nacer el malhadado sino en una era de -desquiciamiento del casticismo: de Quevedo -hablo.</p> - -<p>Desde Cervantes hasta él se abre un -abismo literario, y eso que unas mismas -prensas hubieran podido publicar sus obras.</p> - -<p>Mentira parece que sólo pasara menos -de una década entre la creación de lo más -castizo en ideas y palabras, el <em>Quijote</em>, las -<em>Comedias</em>, las <em>Novelas ejemplares</em> de Cervantes -y los monstruosos partos de Quevedo, -que nos ponen admiración y lástima -á la vez, porque en ellos riñen fiera pelea el -poderoso ingenio que se yergue braveando -con sus músculos de acero, que llevan la -tradición naturalista española en sus venas, -y el huero fantasmón del convencionalismo -pintarrajeado y retumbante, el robusto pensar -de un Séneca y las melindrosas madamerías -de aquella infatuada corte. ¿Qué -decir de Lope, coetáneo enteramente de -Cervantes, bosque secular donde crecen los -más corpulentos árboles de la tradición española, -pero que injertados con toda suerte -de frías mitologías y escuetos escolasticismos -resultó una enmarañada selva que no -hay quien se meta en ella que no se espine -á cada paso y pierda la paciencia?</p> - -<p>El que crea que exagero compare en la<span class="pagenum" id="Page_334">[Pg 334]</span> -primera Celestina, en Lisandro y Roselia, -en la Selvagia, en Lope de Rueda, los dichos -de la gente de casta española con los de la -gente de cuenta. Allí está en germen la decadencia: -el clasicismo castizo y el clasicismo -no castizo bien se ve allí de dónde y -cómo se originan. «Maticen los delicados -aires mis muchas y dolorosas lágrimas, de -miserables y profundos suspiros esmaltadas. -Descúbranse los furibundos alaridos, quebrantando -los claustros y encerramientos -que tanto tiempo han tenido, esparzan con -su ligero ímpetu las delicadas exhalaciones -de que el no domable corazón solía ser cercado».</p> - -<p>Tras estas lindezas hay que oir lo que el -mismo Villegas pone en boca de la Libina -aquella que sabe desdeñar con recancanillas -que abran la bolsa al desgraciado que cae -en sus doradas uñas: «Xó que te estriego; -por mi vida, que le soltéis el freno y escopirá, -ó le asgáis de la barba y deciros ha -mil gracias: axó, niño, dalde un tres, que -dos merece; ya los diablos le besen, que no -tiene mocos». Cotéjese con la insulsez pasada -la socarronería presente, el humorismo -español, que nos han querido devolver como -una gran cosa después de enfriado allá en -su paso por Inglaterra; compárese el dilatar -del período, el deshilachar de la frase á la -latina, con lo apretado y tupido de la castizamente -española. Altísima concepción la<span class="pagenum" id="Page_335">[Pg 335]</span> -de <em>La vida es sueño</em>; pero todos los hipogrifos -violentos, que corrieron parejas con -el viento, amontándose de lo español hacia -regiones anticastizas, no supieron jamás escribir -ese sencillo párrafo de la menos apreciada -de las Celestinas. Tal es el colorido y -el brío de nuestra manera castiza de decir, -el jugo que encierra, las chispas que despide.</p> - - -<h3>IV</h3> - -<p>La cuestión del casticismo, que toqué tan -someramente como lo pedían las circunstancias -en mis últimos artículos de <em>Los Lunes -de El Imparcial</em>, no parece ha dejado del -todo convencidos á algunos de los aficionados -de por acá á las genuinas letras españolas, -que por desgracia son menos de lo -que pudiéramos y debiéramos prometernos. -Según ellos no quedó bien claro mi pensamiento; -y como les picó la curiosidad por -entrever algo de cierto y de no poco momento -para la restauración del estudio del -castellano, creo no se llevará á mal el que -vuelva á lo mismo, particularizando algunos -puntos, en los que no me detuve por -creerlos sobradamente conocidos.</p> - -<p>Hay quien supone que por mis aficiones -al éuskera, pretendía yo no ser castizos -cuantos vocablos tiene el castellano de otras -lenguas, fuera de ésta, por manera que los -del <em>Quijote</em> quedarían reducidos poco menos<span class="pagenum" id="Page_336">[Pg 336]</span> -que á un millar y harto mermado el léxico -castellano de nuestros más clásicos autores. -Hase dicho que he manifestado en mis obras -cierta prevención ó malquerencia á romanistas -y al romanismo del castellano. Mal -debí darme á entender, cuando personas de -tan claro talento no me entendieron.</p> - -<p>Dado el concepto general de lo castizo, -que á mi manera declaré y creo se aceptará, -pues no es más que el de tener por español -aquello que se ha usado y usa por la generalidad -del pueblo de España, y de la América -española, añado aquí, naturalmente, -cuanto más español sea un vocablo tanto -será más castizo. Y no cabe duda que hay -en esto sus más y sus menos. El latín, que -evolucionando vulgarmente nos dió toda -nuestra gramática, es la base y fundamento -del estudio del castellano. El romanismo ó -estudio de esa evolución en todas y cada una -de las lenguas romances, es, por consiguiente, -de la mayor importancia. Que yo -sienta prevenciones contra ese romanismo -no podrá sospecharlo quien conozca mis -obras, pues sobre esos estudios, mayormente -los de la <em>Fonética</em>, los más dificultosos -é importantes, va cimentado todo mi trabajo -sobre <em>La lengua de Cervantes</em>. Tampoco -ha de achacarse á prevención contra los romanistas -el que por encima de lo que ellos -tratan haya yo proclamado la necesidad de -estudiar el elemento euskérico en nuestro<span class="pagenum" id="Page_337">[Pg 337]</span> -idioma. Lo cual no es más que extender el -estudio del castellano, sacándolo de los estrechos -linderos del romanismo, y esto con -alguna razón, ya que por poco que se admita -de cuanto he traído yo del éuskera, siempre -quedarán sufijos, vocablos y fenómenos fónicos -tan claramente euskéricos en nuestra -lengua, que merezcan estudiarse y tenerse -en cuenta. Romanista soy yo, como los demás: -mal puedo tener semejantes prevenciones -contra los romanistas.</p> - -<p>Castizo es en castellano todo cuanto procede -del éuskera, quiero decir de la lengua -prerromana hablada por los españoles. Nadie -me tachará de exagerado al decir que lo -que era nuestro, antes de venir ningún extranjero -á traernos lo suyo, es lo más nuestro -que tenemos.</p> - -<p>Llegan los romanos, añaden su civilización -y cultura ó dígase la cultura helénica, -y con ella la gramática y gran parte del -vocabulario de la lengua de los españoles se -hacen latinos.</p> - -<p>Todo este elemento latino de nuestro -idioma claro está que es castizo, aunque no -lo sea tanto como la masa de la herencia que -antes ya teníamos, y cuyo origen hay que -ponerlo en la misma cuna de nuestra raza, -que, ciertamente, no es latina. Pero hay que -distinguir muy bien cuál es el elemento latino -en nuestro léxico, como procedente por -evolución natural del latín al pasar por labios<span class="pagenum" id="Page_338">[Pg 338]</span> -españoles en aquella primera época del -nacimiento de nuestro romance, para no -confundirlo con la mitad del diccionario oficial, -que es latino, pero de acarreo, traído -en diversas épocas por los eruditos, no del -habla viva de los romanos, sino del diccionario -del latín, cuando ya este idioma había -fenecido. Esa avenida de voces, que ha ido -creciendo y subiendo, sobre todo del Renacimiento -acá, es lo que yo no tengo por castizo -ni lo tienen los demás romanistas. Algunos -de estos vocablos, los más antiguos -y que se refieren á instituciones populares, -han entrado de lleno en la turquesa fonética -del castellano por haber penetrado hasta el -pueblo. Son los vocablos llamados semieruditos, -que ya son castizos por lo mismo, aunque -no tanto como los latinos procedentes -de la primitiva evolución. Los demás, que -no los usa el pueblo, ó si los toma en su boca -los estropea, mejor diremos los acomoda al -fonetismo castellano, mientras pugnen con -este fonetismo y no se derramen á todas las -clases sociales, no pueden considerarse como -castizos; son la escoria del castellano.</p> - -<p>¿Que en qué se diferencian de los anteriores? -Nada más claro y averiguado para -los romanistas. Los vocablos que evolucionaron -naturalmente, desde un principio se -atienen á ciertas leyes fonéticas, que pueden -verse en <em>La lengua de Cervantes</em>. Los semieruditos -atiénense á las mismas leyes en general,<span class="pagenum" id="Page_339">[Pg 339]</span> -aunque en parte á otras que surgieron -posteriormente. Pero los vocablos puramente -eruditos que no son castellanos -saltan por cima de esas leyes y se pronuncian, -no ya como los pronunciaban los romanos, -sino conforme á la tradición rutinaria y -en parte falseada de la pronunciación del -latín, porque no se tomaron del habla viva, -sino de los escritos y como aparecen escritos -se pronuncian. Reputare dió en puro castellano -retar, en erudito reputar; pensare dió -igualmente pesar y pensar; collocare dió -colgar y colocar; examen dió enjambre y -examen; limpidus dió limpio y límpido; computare -dió contar y computar; fames dió -hambre y famélico; colligere dió coger y colegir; -pauper dió pobre y paupérrimo; fabulari -dió hablar y confabularse; tractus dió -trecho, y tratar trato; filius dió hijo y filial. -Todos los terminados en ivo son eruditos y -vienen de ivus, como repulsivo; vulgarmente -ío, como natío, nativo, nativus. Los -que llevan dis, son vulgarmente con des, -disculpar, entre los clásicos del siglo <span class="allsmcap">XVI</span> -desculpar. Los que tienen in, vulgarmente -con en, an, entender, intendere; añadir, antiguamente, -eñadir, inaddere. Los que comienzan -por f sonaron antiguamente con h -andaluza, ó dígase con j suave; los eruditos -trajeron la f, que ni sonaba así en latín, sino -como bilabial. De aquí hilo, hilar, á la hila -son vulgares, y eruditos filo, fila; hogar,<span class="pagenum" id="Page_340">[Pg 340]</span> -huego, hoguera, ahogar, vulgares; fuego, -desfogar, eruditos. Toda la letra F y los que -comienzan por in, en el diccionario llevan el -influjo erudito.</p> - -<p>Resultado, que al fonetismo castellano -hase añadido otro fonetismo anticastellano, -que ni siquiera es latino. El grupo ns sonaba -s en latín, como suena en castellano -costar de constare; los eruditos han sacado -del cementerio latino el constar, que no pronunciaron -los romanos. Estúdiese la <em>Fonética</em> -en <em>La lengua de Cervantes</em>; los términos -que no se acomoden á ella son eruditos. -El pueblo los estropea porque no son suyos. -Traed una máquina nueva de Inglaterra y -tendréis que traer un ingeniero inglés para -montarla, y gracias que nuestros ingenieros -sepan ponerle una pieza estropeada aun después -de aprender su manipulación, y aun no -será mucho no sepan echarle aceite. El pueblo -y nuestros clásicos, más castizos y mejores -latinistas que los lindos latinistas que -hoy gastamos, dice y decían dotor por el -feo doctor de hoy; dice y decían malino por -el no menos feo maligno, y así de otras muchas -palabras en que la ignorancia presuntuosa -moderna ha querido corregir á nuestros -grandes humanistas de antaño y al -pueblo, que es el que mejor conoce su idioma.</p> - -<p>¿Hemos, pues, de dejar todo ese caudal -que, según dicen, enriquece nuestro léxico -literario? Y ¿quién soy yo para imponer leyes<span class="pagenum" id="Page_341">[Pg 341]</span> -á nadie? Yo mismo echo mano de esas palabras -cuando me hacen falta, porque una vez -formado con ellas el léxico técnico en asuntos -no vulgares, extravagancia fuera buscar -términos técnicos equivalentes, derivándolos -del diccionario vulgar.</p> - -<p>Eso se pudo hacer antes, en el siglo <span class="allsmcap">XVI</span>, -y en parte se hizo; pero estuvieron de moda -el latín y el griego, y venció el tecnicismo -greco-latino.</p> - -<p>Lo único que yo pretendo es poner en -claro los hechos, tal como la ciencia lingüística -los conoce. La aplicación á la práctica -queda á merced de la literatura. Lo que sí -debieran hacer los literatos es, reconociendo -estas doctrinas, no favorecer tanto los vocablos -eruditos como los de buena cepa castellana, -no poner de moda los unos y afear -como groseros los otros, y en todo caso -evitar lo más posible los eruditos, usando -cuanto se pueda los vulgares.</p> - -<p>Los vocablos eruditos nada dicen á los -oídos puramente españoles; mientras que -los vulgares llevan en su raíz castiza y conocida -y en sus sufijos y prefijos castellanos -el sello de la raza y el concepto propio que -encierran: son, pues, más estéticos, más -coloristas, más sentidos, más españoles.</p> - -<p>Amputar lo entendemos los que sabemos -latín, que vemos un podar todo alrededor; -para los eruditos no latinistas y para el pueblo -es un vocablo que nada suena á sus oídos.<span class="pagenum" id="Page_342">[Pg 342]</span> -Sepultar, ni aun para los latinistas dice -gran cosa; pero enterrar ó soterrar, bien -claro indican que es poner en ó so tierra. Le -introdujo la espada en el cuerpo: ¿cuánto -más gráfico que ese introdujo no fuera se la -envainó, se la envasó, se la ensartó? Defenderse -no sabe el pueblo á qué suena; pero -dígasele se escudó, se abroqueló, se reparó, -se adargó, y además de la idea abstracta ven -un cuadro completo, un hombre que se cubre -con su escudo, broquel ó adarga, ó se -para, echándose atrás. Un hombre confuso -ante el rey, es un puro concepto; pero es -una pintura si decimos que se corre, se pone -colorado, se aturde como tordo, se acoquina -como si viera el coco ó fantasma, se empacha -como el empachado de indigestión, se -azora como la gallina al ver el gavilán, y -otra infinidad de vocablos pintorescos, que -á manos llenas puede hallar el que ha estudiado -el castellano castizo. Siga usted la dirección -del camino. El aldeano de Castilla -le dirá: Siga el anhelo del camino. Déjase ir -al amor del agua, dice Cabrera, lo que el -hinchado culto diría siguiendo el agua ó la -corriente.</p> - -<p>Y esta es la razón por la cual yo prefiero -las Celestinas y el primitivo teatro de -Juan del Encina, Lucas Fernández, Naharro, -Lope de Rueda y los entremeses de Cervantes, -al teatro posterior, que ganó en grandiosidad, -porque así lo llevaba el adelanto,<span class="pagenum" id="Page_343">[Pg 343]</span> -pero perdió en españolismo y en casticismo -de lenguaje. El teatro primitivo pudiera haber -llegado á la cumbre á donde llegó el -teatro medio escolástico y medio gentílico -de Lope y Calderón, si siempre hubieran -escuchado con el cariño que Rueda y Cervantes -el habla popular en vez de dar oídos -á latiniparlantes ó medio latiniparlantes. -Español tan español como Lope de Vega en -sus mejores dramas, no creo hubiera perdido -en apreciar el habla puramente española -como apreciaba los asuntos puramente -españoles. Por eso yo prefiero el <em>Quijote</em> al -<em>Persiles</em>, <em>Rinconete y Cortadillo</em> á la <em>Española -inglesa</em>. ¿Y quién que esté convencido -de la importancia del material artístico para -la ejecución de las obras de arte, y del color -local y la sangre de raza que envuelve el léxico -vulgar, junto á lo aguado, seco y descolorido -de los términos traídos de fuera, -no estará de mi parte? ¿Que el asunto también -hace al caso? ¿Quién lo duda? El del -<em>Persiles</em> y de la <em>Española inglesa</em> hace que -Cervantes sea otro que el Cervantes de los -entremeses y de <em>Rinconete y Cortadillo</em>. -Pero es por lo mismo, porque el asunto no -castizo difícilmente lleva á usar el lenguaje -castizo; pero cuando el asunto es español, -hablan los personajes á la española, ó pueden -por lo menos hablar, como en Cervantes -lo hacen, aunque no lo hagan siempre en -Lope y Calderón.</p> - -<p><span class="pagenum" id="Page_344">[Pg 344]</span></p> - -<p>Y es que esta cuestioncilla del casticismo, -que parece tan baladí, tiene más miga, porque -el idioma es el alma de la raza, y abogar -por el casticismo del castellano es tirar -bastante más allá, es anhelar por el renacimiento -castizo de España en todo orden -de cosas, es querer que volvamos los ojos á -lo nuestro, aunque sin desechar lo bueno que -de fuera pueda venirnos; porque si España -no renace de sí misma, arrimada á sus tradiciones -de raza, en vano serán todos los -emplastos y paños calientes que se le quieran -poner por defuera. Á eso voy yo por lo -menos, y vamos todos los que salimos á -romper lanzas en pro del casticismo. Literatura -en España que no se haga con lengua -castiza no será literatura española. -Claro está que peor enemigo es el galicismo; -pero ese es enemigo declarado, que -todo el mundo reconoce. El solapado es el -latino-helénico de antaño, que hoy va tomando -mayores fuerzas con el tecnicismo -científico, que acorrala al lenguaje todo -entero y se infiltra hasta en la literatura, tendiendo -á convertir su lenguaje en la aguachinada -jerga de comerciantes é industriales, -jerga cosmopolita y por lo mismo sin -color, sin brío, sin aceros, sin alma nacional.</p> - -<div class="chapter"> -<p><span class="pagenum" id="Page_345">[Pg 345]</span></p> - -<div class="figcenter illowp100" id="p345ilo" style="max-width: 31.25em;"> - <img class="w100 p6 p6b" src="images/p345ilo.jpg" alt="ilop345" /> -</div> -<h2 class="nobreak">Navarro Ledesma<br /> -<small>El hombre y el literato</small></h2> -</div> - - - - -<p>Los pocos renglones que me es dado escribir -aquí de estos dos que pudieran servir -como encabezamientos para los dos capítulos -de la biografía de Navarro Ledesma, habré -de gastarlos en desagraviarle. Porque acaecen -cosas en este cuitado mundo, que aunque -parezcan mentira, no lo son. <em>Paz á los muertos</em> -no debió decirse por aquel á quien no -bastó ser terrero inmerecido en vida de mil -golpes de la fortuna que sobre él llovieron, -sino que aun después de muerto no habían -de faltar lenguas que se ensañasen cruelmente -en su memoria. Á Paco (así le llamaba -todo el que tratándole un par de días tenía -entendederas y corazón de carne), á Paco, -digo, á aquel hombre de bien á carta cabal, -á aquel amigo de quienquiera que le conocía, -salvo si no era un necio ó un malvado, á -Paco se le ha tenido por un adocenado escritor,<span class="pagenum" id="Page_346">[Pg 346]</span> -borrajeador de artículos de mediana estofa, -y lo que peor es, por un mal hombre.</p> - -<p>Hay literatos á medias: en España lo son -los más. Los hay que miran atrás, los hay -que miran adelante, pero con terquedad y -tesón muy de nuestra tierra. Llamo mirar -atrás, tener los ojos y los cinco sentidos clavados -en legajos de archivos. Bichos real y -verdaderamente risibles, cuando no contentos -con su tarea, merecedora de todo encomio, -como que sin estos peones que acarrean -los materiales de la cantera no subiría la fábrica, -se sonríen con autorizada sorna de los -maestros que, asentando los sillares, la hacen -subir, de los que discurriendo, digo, sobre -esos datos que ellos allegan, forjan teorías, -traban los hechos, deducen leyes, alzan -un cuerpo de doctrina. El mirar solamente -adelante es de algunos que están muy puestos -en que hasta el día que ellos abrieron los -ojos, nada se hizo que valga la pena de tomarse -en cuenta, esto es, que los hombres -hasta ese feliz momento fueron lastimosamente -unos tontos de capirote.</p> - -<p>Paco fué literato de cuerpo entero. No era -de los que llevan á mal que todavía se enseñe -en España la miseria de latín y griego -que hoy se enseña; sino de que se hayan dejado -por puertas los estudios clásicos, que -sabía él muy bien llevan á donde quiera que -van la maciza y honda cultura, desde Italia -y España en la Era del Renacimiento, hasta<span class="pagenum" id="Page_347">[Pg 347]</span> -Alemania é Inglaterra en la época presente.</p> - -<p>Cierto que su natural y exquisito gusto le -arrastraban ya de suyo al puro clasicismo, -hollando el clasicismo académico ó de oropel. -Tengo el placer de saborearme leyendo á -Cicerón en el ejemplar que él lo leía, quizá -mientras algunos de sus émulos refocilaban -sus luengos alcances con el folletín de algún -periódico.</p> - -<p>Pero más que clásico, fué Paco español, -enamorado de las letras españolas de nuestros -buenos tiempos. También han parado en -mi librería algunos de sus libros castellanos, -y es de ver el tino con que cuatro rasgos de -lápiz apostillan los pasajes que más le entretuvieron: -<em>Es una walkyria</em>; <em>Como Rosalinda</em>; -<em>Parecen estos pastores de Shakespeare</em>; -<em>¡Trozo bucólico admirable!</em> <em>Ambiente selvático -misterioso</em>, como en <em>As you like it</em>; -<em>Este vizcaíno, copiado de Lope de Rueda, -es el primer gracioso de nuestro teatro</em>; -<em>Muy bien imitado el romance fronterizo</em>; -<em>Esta escena es de lo más original que se ha -hecho en nuestro teatro</em>; <em>Es un final de acto -de ópera</em>; <em>Escena sainetesca, que no se hubieran -atrevido á introducir en una comedia -Lope ni Calderón</em>; <em>Todos estos señores -nobles no cenan</em>; <em>Angels and ministers of -glory, etc.</em>; <em>Lo mismo que hablan ahora</em>. -Basten estos ejemplos que hallo en las comedias -de Cervantes. He entresacado algunos -que llevan el cotejo de literaturas extranjeras<span class="pagenum" id="Page_348">[Pg 348]</span> -y modernas, en las que por demás fuera -detenerse á probar que Navarro Ledesma no -estaba atrasado de noticias en esta parte. -Vamos, pues, á lo otro.</p> - -<p>Y lo otro es... no sé cómo calificarlo. <em>El -desdichado, el tristemente célebre Navarro -Ledesma</em>, y otras pestíferas gorgozadas á -este lindo tenor y sonsonete, se han estampado -á raíz de su muerte. Y se han estampado -(horresco referens) en papeles y revistas serias -y graves, y bajo la firma de personas -que profesan el más acendrado catolicismo. -Santiago, español por predestinación, se deslenguó -delante del Divino Maestro, y pidió -rayos y centellas contra los que no les querían -recibir. Españoles habían de ser los discípulos -de Jesús que pidieran esos rayos y -centellas contra uno de los hombres de corazón -más de oro que he conocido, contra aquel -hombre de condición mansa y apacible, por -más que saltara como un león en oyendo -embustes sociales, compadrazgos y caciquismos, -y sobre todo farisaismos rebozados con -capa de virtud. Y ¿quién es nadie para asentar -su tribunal en el fuero de una conciencia, -donde sólo tienen voz y voto el alma y su -Criador? ¿Qué cristianismo es ese que juzga -los insondables abismos de una conciencia, -y promulga por sí y ante sí el fallo que sólo -es conocido de Dios?</p> - -<p>Yo tengo una manera de pensar muy original -y rara, creo que opuesta á todos los<span class="pagenum" id="Page_349">[Pg 349]</span> -que escriben y leen este periódico. Yo siento -que nos hace falta la Inquisición. Ojalá venga -la negra, la sangrienta Inquisición. ¿Que para -qué? Para poder hablar con la libertad con -que hablaban y escribían los españoles del -siglo <span class="allsmcap">XVI</span> de cosas que ahora no nos atrevemos -á tocar siquiera los que tememos escandalizar -á la gente menuda. La gente menuda -escandalizable es hoy las tres cuartas partes -de los españoles, casi todos los católicos. Tal -nos la han criado ciertos fariseos.</p> - -<p>Entre los ingleses no hay niños, porque -desde las mantillas los crían para hombres; -aquí no hay hombres, porque hasta los setenta -años nos crían como á niños. Lo que el -padre de familia, el pedagogo, el Estado dan -á entender á los suyos que son, eso son y eso -serán. Regañad á un muchacho diciéndole -que es un pillo: pillo será. Dadle alientos, -diciéndole que tiene nobles sentimientos, que -es para grandes cosas: grandes cosas hará, -tendrá sentimientos nobles, será un hombre. -El farisaismo no engendrará más que almas -mezquinas, raquíticas, aniñadas, avillanadas. -Malo es el remedio, pero casi estoy por -vocear prefiriendo aquellos tiempos inquisitoriales -á éstos, donde á la sordina, á socapa, -solapadamente atan de pies y manos, no los -inquisidores á hombres barbados, sino cierto -aire farisaico, melindroso y para poco, que -no sé quién lo ha soltado, á toda la raza antes -de que deje los andadores. Venga, pues,<span class="pagenum" id="Page_350">[Pg 350]</span> -si es necesario, la Inquisición y barra, ese -farisaismo, y hablaremos con la santa libertad -de aquellos nuestros padres que, en no -tocando al dogma, escribían cosas que hoy -nos asombran y espantan y eran harto mejores -católicos que nosotros.</p> - -<p>Pero es que eran hombres, grandes en -sus solturas y grandes en sus hazañas. La -casta de los fariseos era rara; hoy ha cundido -la podre farisaica y ha consumido, encanijado, -empequeñecido el natural arrogante -de esta descaecida nación.</p> - - - - - - -<div class="chapter"> -<p><span class="pagenum" id="Page_351">[Pg 351]</span></p> - -<div class="figcenter illowp100" id="p351ilo" style="max-width: 31.25em;"> - <img class="w100 p6 p6b" src="images/p351ilo.jpg" alt="ilop351" /> -</div> -<h2 class="nobreak">Chocano y los demás poetas jóvenes -de América</h2> -</div> - - -<p>La poesía en América se halla hoy, iba á -decir en embrión, pero ni á eso llega, que el -embrión ya encierra en sí lo que será el organismo, -y la poesía americana todavía no -sabemos lo que será ni ofrece siquiera muestras -de organización distinta y caracterizada. -Mejor diremos que se están echando en el -crisol toda suerte de metales, estilos de todas -las escuelas, y que la fusión va á empezar. -Tampoco ha empezado. Las Repúblicas -americanas están en la cuna, todavía no han -desplegado del todo los labios; balbucean, -pero no se entiende muy claro lo que dicen. -Tras el amaneramiento de la época del coloniaje -surgió la revolución literaria, poco bullanguera, -á la verdad, en algunas partes, -porque la señora poesía pide otro sosiego y -otra brillantez de cultura de la que podían -tener políticos improvisados que les faltaba<span class="pagenum" id="Page_352">[Pg 352]</span> -el tiempo para arrojarse cada día los trastos -á la cabeza, convertirse en guerreros de lastimosas -lides civiles, y en legisladores sin -norma, instrucción ni práctica. Todo andaba -manga por hombro, y los versos ni más ni -menos. Dadas las espaldas á España, cuyas -menguas tampoco eran para llamarles la -atención, las miras de cuantos anhelaban -emprender algo se pusieron en Francia é Inglaterra. -Con esto el modernismo pasó los -mares. Sus tres precursores fueron un bogotano, -José Asunción Silva; un mejicano, -Manuel Gutiérrez Nájera; un cubano, Julián -del Casal. Los tres son ya muertos. Silva fué -el más original, alzando una verdadera enseña -con su <em>Nocturno</em>, que tenemos todos á -mano en <em>La Corte de los Poetas</em>. Gutiérrez -Nájera es el Catulle Mendes de Ultramar, preciosista -con dejos de Copée y, por supuesto, -menos aristocrático y menos terso. Casal, -parnasiano de largos y clásicos arpegios, no -abandona los antiguos moldes, moderniza el -endecasílabo castellano sin juguetear con -ritmos, rimas y demás zarandajas de la escuela, -sólo trata de barnizar con lo que de -Francia le llega halagándole el oído, lo que -él tiene por ideal de la poesía castellana. No -hubiera jamás trocado su alteza de pensamiento -y su galanura musical espontánea -por ciertas rarezas modernistas.</p> - -<p>Viniendo ya á los vivos, de Rubén Darío -nada habrá que añadir á lo que todos saben.<span class="pagenum" id="Page_353">[Pg 353]</span> -Portaestandarte del modernismo en América -y en España, es un Schumann en poesía: -tras una melodía de gasa azul que ondula -sin rozar los aires, salta un desacorde -que hiela el tímpano, transición inconsciente -para el autor, pero que yergue los nervios -del oyente para dejarlos después descansar -adormecidos más suavemente con otra sonada -todavía más muelle y cadenciosa. Golpes -estrafalarios acá y allá, rarezas inesperadas, -despertadoras de una justa condena, -que se apaga en la mente del crítico tan -pronto como estuvo á punto de estallar. No -tiene pentagrama, es ya violín que juega -encaramado sobre él, ya violón que se sume -á lo bajo. Ni quiere compases, porque el -ritmo ha de nacer de la misma imperiodicidad -de los golpes, y ha de ser la cláusula -poética un período prosaico, cadencioso y -versificado en líneas de desigual largura, algo -así como el período métrico del poeta tebano, -aunque sin repetición de estancias. Nombres -y vocablos traídos de todos los climas, ideas -barajadas de todas las doctrinas las más -opuestas, plegarias y reniegos, orientalismos -vagos y convencionalismos cortados occidentales. -Pero siempre nuevo como los -variados paisajes que cruzan á la vista del -viajero en un tren, y siempre como este -mismo tren en continuo movimiento. Es un -Hugo más humano, menos titánico, más preciosista, -más musical, aunque á las veces no<span class="pagenum" id="Page_354">[Pg 354]</span> -menos barroco y engravedado. ¡Y eso que -quería pasarlo por alto!</p> - -<p><em>Las Montañas del oro</em> del argentino Leopoldo -Lugones entrañan pepitas de muy reconcentrada -poesía. Remeda á Edgard Poe -y al portugués Eugenio de Castro con buena -fortuna. Menor la tuvo al imitar á D’Anunzio -y Laforgue en <em>Los Crepúsculos del jardín</em>. -Con toda esta descaminada tendencia -hacia lo ingenioso y deslumbrador, es Lugones, -según dicen, el más alto representante -del simbolismo en castellano.</p> - -<p>Del neomisticismo lo es el mejicano Amado -Nervo, alma contemplativa y melancólica, -pero sin norte fijo. Sabe soñar, pero -como quien sueña fuera de su hogar, en una -casa de huéspedes. Hace á veces un pisto tan -extravagante como sabroso de ideas católicas -y panteísticas, rebujándolo después con -cierta melancolía religiosa de las razas indígenas -de América. <em>Místicas</em> es lo mejor que -ha escrito. Anda entre Luis Cardonnell y -Baubille, sin ser místico francés del todo, -pero mucho menos español.</p> - -<p>El primer parnasiano en América es el -bogotano Guillermo Valencia, muy clásico -en la cultura y muy modernista en la forma, -como puede verse en su libro intitulado -<em>Ritos</em>.</p> - -<p>También es bogotano Julio Flores, poeta -repentista á cuyos labios acuden acentos melancólicos -al son de las cantatas populares,<span class="pagenum" id="Page_355">[Pg 355]</span> -con espontaneidad y frescura. Pero su gran -facilidad lo hace indomeñable, que ni quiere -cultura ni modernismos ni ataduras de ningún -género. Es, pues, poeta popular, que ni -siquiera se ha cuidado de recoger los versos -que deja volar á los cuatro vientos, como el -ruiseñor suelta y no recoge sus notas. Claro -está que todo ello da bien á entender lo mucho -que tendrían que retocar sus poesías, y -los altibajos y desigualdades de su entonación.</p> - -<p>Para que ningún género falte en esta galería -tan abigarrada, el mejicano Salvador -Díaz Mirón es el poeta encrespado y melenudo -á lo Víctor Hugo y Castelar. <em>Oruga -enamorada de una chispa, ó águila seducida -por un astro.</em> Aunque esa es la gloria -para él, él y sus maestros ideales también -tienen algo de eso, bien que el mejicano no -trompetee tan alto y sonoro como el francés -y el español. No es, ciertamente, <em>la sibila -de oro</em>, pero en otros tiempos hubiera sido -puesto en el pináculo del templo de la fama, -porque á verbosidad y soltura y á riqueza de -metáforas pocos le llegan. Es la liana de -América, que se enreda á todos los árboles -de la selva tropical y no se detiene en ninguno. -Para él la poesía es, entre otra infinidad -de cosas:</p> - - -<div class="poetry-container p11 pw20"> -<div class="poetry"> -<p><span style="margin-left: 1em;">«Flor que en la cumbre brilla y perfuma;</span><br /> -copo de nieve; gasa de espuma;<br /> -zarza encendida do el cielo está:<br /> -<span class="pagenum" id="Page_356">[Pg 356]</span> -nube de oro, vistosa y rauda;<br /> -fugaz cometa de inmensa cauda;<br /> -onda de gloria que viene y va,<br /> -Nébula vaga de que gotea,<br /> -como una perla de luz, la idea;<br /> -espiga herida por la segur;<br /> -brasa de incienso; vapor de plata;<br /> -fulgor de aurora que se dilata<br /> -de Oriente á Ocaso, de Norte á Sur».</p> -</div> -</div> - -<p>Todo, menos humilde violeta que pide nos -abajemos á recogerla, que se nos ofrece vestida -de melancolía, pero que en su aroma lleva -un mundo de suaves y delicados sentimientos.</p> - -<p>Este poeta es ave que pasó. Otra acaba -de llegar aleteando; y digo acaba, porque -José Santos Chocano, de quien hablo, desea -que se rompan, como desgraciados ensayos, -todos sus versos anteriores, comenzando -vida nueva, armado de una estética personal -y bien definida y la mirada fija en un -ideal alto y noble. Chocano ha declamado -sus versos en el Ateneo y en el Conservatorio, -y los ha declamado muy bien. Son versos -precisamente para declamar. Al quererlos -leer se le yergue á uno instintivamente la -cabeza y se le escapan los brazos. El timbre -poético de Chocano es el del clarín, por eso -el ritmo y las ideas de su composición. <em>Lo -que dicen los clarines</em> es lo más característico -y suyo de todo el libro <em>Alma América</em>. -El mismo metro ha empleado en otras composiciones. -Es metro oratorio y esencialmente<span class="pagenum" id="Page_357">[Pg 357]</span> -declamador. Nótense, sobre todo, las -repeticiones:</p> - - -<div class="poetry-container p11 pw20"> -<div class="poetry"> -<p>«<em>Los clarines suenan</em> trémulos...<br /> -<em>Los clarines suenan</em> lánguidos...<br /> - -......................................................<br /> - -<em>Se dijera que las notas de los épicos clarines</em><br /> -<em>son</em> los ayes de la raza, <em>son</em> las voces del pasado;<br /> -<em>se dijera que las notas de los épicos clarines</em><br /> -vienen, llenas de penumbras <em>y</em> misterios <em>y</em> milagros,<br /> -de países muy distantes<br /> -<em>y</em> de tiempos muy lejanos...<br /> -<em>Tales fueron los clarines españoles,<br /> -tales fueron los clarines españoles</em> que sonaron<br /> -en las cumbres luminosas<br /> -y en los lóbregos barrancos,»...<br /> -......................................................<br /> -«<em>ya pasaron... ya pasaron... ya pasaron...<br /> -ya pasaron para siempre...<br /> -ya pasaron para siempre... ya pasaron...!<br /> -Los clarines suenan</em> trémulos...<br /> -<em>Los clarines suenan</em> lánguidos...»</p> -</div> -</div> - -<p>Confieso que este reteñir y tornar á reteñir -el mismo retín y retintín es un dejo simbolista -muy bien expresado, que da sonido -de cobre á toda la composición. La misma -largura de los versos, sus cortes, su mezcla -con otros breves, remedan maravillosamente -la tendida y dilatada voz del clarín.</p> - -<p>Hay pocas poesías en la literatura francesa, -dice Max Nordau, comparables á la -<em>Canción de otoño</em> de Verlaine. La calma melancólica<span class="pagenum" id="Page_358">[Pg 358]</span> -de la estación está expresada en -versos ricamente cadenciosos y llenos de -música.</p> - -<p>Otra composición pudo tener también Chocano -en sus oídos, tal vez sin darse cuenta -de ello, y tal vez más simbolista y expresiva, -la de <em>Ennuie</em> de Maeterlinck<a id="FNanchor_17" href="#Footnote_17" class="fnanchor">[17]</a>.</p> - -<p>En lugar del aburrimiento, del fastidio, -Chocano quiere despertar una cierta melancolía -al recordar por la voz de los clarines -que:</p> - -<div class="poetry-container p11 pw25"> -<div class="poetry"> -<p>«Ya pasaron las historias que eran cuentos de heroísmo,<br /> -las audacias que eran timbres, los ensueños que eran lauros,<br /> -los arranques imperiosos de la raza primitiva:<br /> -ya pasaron... ya pasaron... ya pasaron...<br /> -y lo lloran los clarines<br /> -con acentos desgarrados».</p> -</div> -</div> - -<p>Siempre la armonía imitativa la tuvieron -muy en cuenta los poetas... que pasaron; y -de las extravagancias de los simbolistas ha -quedado la confirmación doctrinaria y científica -de este elemento musical de la expresión -poética. Ha hecho muy bien Chocano en -aprovecharse de él, si es que lo ha hecho á -sabiendas; y si no, lo mismo da, son rastros -de esa escuela que también pasó, los cuales -quedaron en los oídos de todo artista, porque -tienen una razón de ser estética innegable.</p> -<p><span class="pagenum" id="Page_359">[Pg 359]</span></p> -<p>Fuera de esto, Chocano es declamador. -Sus versos declamados, ó escritos sin división -de líneas como la prosa, forman períodos -prosaicos, sin dejar de ser por eso extremada -poesía en la expresión metafórica del -pensamiento, en el ritmo, aunque libre y -suelto, no tanto como el de la prosa, en la -ilación lírica y á saltos de las ideas, siguiendo -al sentimiento más que al pensamiento frío -y razonador.</p> - -<p>El ideal y la estética de Chocano pueden -resumirse en estos puntos. Cree que una cosa -es la métrica y otra la poesía. Sólo quiere -hacer poesía americana, en todas sus formas, -antiguas y modernistas. Piensa que -América puede y debe tener una poesía propia, -con raíces españolas é indígenas. Finalmente, -su poesía ha de ser objetiva, y en tal -sentido, sólo quiere ser Poeta de América. -Todos estos principios ó los pone el mismo -autor en su libro ó me los ha confesado á mí -en particular. Pueden servirles de comentario -estas palabras que le ha dicho Rubén -Darío: «Su musa es la representativa de -nuestra cultura, de nuestros anhelos, de -nuestra alma hispano-americana actual. Lugones, -Nervo, yo mismo, parecemos extranjeros. -Y ante todo hay que ser de su tierra». -«Darío hace justicia á mis intenciones», me -ha dicho el mismo autor. «Otros levantarán, -añade modestamente, el palacio; pero yo he -osado poner la primera piedra».</p> - -<p><span class="pagenum" id="Page_360">[Pg 360]</span></p> - -<p>Graves problemas surgen aquí, no ya tan -sólo sobre Chocano, si ha acertado ó no en la -ejecución de este su programa, sino además -sobre la poesía en general americana.</p> - -<p>Cuanto á lo primero, bien claro se ve que -Chocano ha tratado, no digo de poner en -ejecución lo que se propuso, antes creo que -llevado de su inclinación hizo poesía americana -y objetiva en metros antiguos y modernistas, -con raíces españolas é indígenas, -y que luego dedujo de su poesía sus principios. -Cábele la gloria de haberse inspirado -en las raíces de la civilización de su país, -que son el pasado español y el pasado indígena, -y por consiguiente de haber hecho -poesía americana; sin por eso echar en saco -roto lo bueno francés transplantable á América, -como hemos visto de los metros y del -simbolismo. Y en esto Darío y los demás, -realmente, no pueden ser más que un eco -lejano de América, puesto que se inspiran en -el extranjero.</p> - -<p>He dicho que la poesía americana estaba -aún en estado balbuciente: es poesía por la -mayor parte extranjeriza. Los jóvenes poetas -han echado en el crisol todo linaje de -metales y doctrinas estéticas, traídas de -fuera. Preciosista fué Gutiérrez Nájera, Casal -y Silva fueron modernistas á medias, Lugones -es simbolista decidido, Nervo neomístico -á la francesa, Valencia parnasiano, Flores -trovador popular á medias, y pudiera<span class="pagenum" id="Page_361">[Pg 361]</span> -ser el poeta americano si no fuera tan despreocupado -de la cultura como del modernismo, -Díaz es un huguiano trasnochado, -Rubén Darío un modernista á la francesa, -con ribetes de todas las escuelas vivas y ya -fenecidas de Europa.</p> - -<p>Chocano es el más americano de los poetas. -Yo desearía que fuera la musa americana -por excelencia; pero he repetido que la poesía -en América comienza á balbucir, y Chocano, -el representante más genuino de esa -poesía, balbuce y nada más.</p> - -<p>No lo lleve á mal mi inteligente y buen -amigo. Yo tengo un concepto algo más amplio -y hondo de la poesía, y sin saberlo acaso, -también lo tiene el mismo Chocano; y si no, -él me lo dirá en llegando á las inmediatas. -Yo tengo por lo mismo mis esperanzas de -que esa poesía americana, que en sus labios -balbuce tan solamente hoy, llegará con el -tiempo á hablar claro y en su propio idioma -poético americano. Á no ser así, habría que -aceptar un hecho que contradice á toda la -historia, y es que no hay pueblo medianamente -culto, y aun estoy por añadir salvaje, -que no tenga su poesía propia y nacional, -más ó menos desarrollada y con ingenios de -más ó menos subidos quilates.</p> - -<p>Qué poesía haya de ser la americana, qué -natural característico haya de ser el suyo, -cuando sepa expresarse de por sí como nacida -en América y no traída de acarreo de<span class="pagenum" id="Page_362">[Pg 362]</span> -otras partes: ese es el punto capital del problema, -y acerca de él podríamos discurrir -mano á mano Chocano y yo, si yo fuera tan -artista y filósofo que tuviera algunos fundamentos -para poder adivinar lo por venir.</p> - -<p>Chocano cree resueltamente que la poesía -propiamente americana ha de ser objetiva, -y por eso él se tiene por <em>Poeta de América</em>. -Bien pudiera ser que tuviera razón; pero -también cabe que no la tenga enteramente. -Lo que me pone algún tropiezo para seguirle -sin temor en su manera de opinar, es ver que -la humanidad ha ya siglos que pasó de la infancia, -cuando embobada con las objetivas -hazañas de los hombres los convertía en héroes, -y antes más embebecida con los fenómenos -naturales los había personificado al -admirarlos y cantarlos. ¿Cómo una civilización -tan adelantada como la americana va á -volver á aquel primitivo embobamiento de -lo humano objetivo ó de lo puramente físico -é inanimado también objetivo? Con aquel -pasmo y admiración faltábales á los hombres -antiguos tiempo y reflexión para mirarse á sí -mismos, para entrañarse en su propia alma y -quedar más embebecidos aún ante el espectáculo, -que en ella se les ofrece á los modernos, -del mundo psicológico. Los antiguos, -como niños, lo objetivaban todo y llevaban -á lo exterior su antropomorfismo; los modernos, -por el contrario, reducen todo el mundo -visible á la propia personalidad, y en lo exterior<span class="pagenum" id="Page_363">[Pg 363]</span> -no ven más que un reflejo que les permite -estudiar y contemplar mejor su interior.</p> - -<p>Me podrá argüir el Sr. Chocano que las -Repúblicas americanas son niñas, y que ya -que no tengan héroes, salvo los antiguos españoles, -que no los admiran, ó los antiguos -indígenas, que no son de su raza, tienen ante -sí un mundo nuevo lleno de maravillas, con -el cual juguetean mientras están en la cuna -y se mueven con andadores.</p> - -<p>Esa poesía de la naturaleza pudiera ser la -poesía objetiva para los americanos. No sé -si ellos se contentarán con esos muñecos, ni -si en hecho de verdad podrán pasar por niños, -por recientes que sean sus nacionalidades. -Más bien se me antojan á mí niños bastante -amocetados, zagalones con pretensiones de -gente madura. Además los pueblos primitivos -que poetizaban la naturaleza creían firmemente -que toda ella estaba animada, veían -tras cada árbol una dríada, entre las ondas -de cada riachuelo una náyade, en el fondo -de las minas y en los volcanes creían oir resoplar -á Vulcano, en el fondo de los mares -encresparse y amolinarse á Neptuno, á Venus -la admiraban entre las espumas del mar, -á Apolo lo veían atisbar desde el sol, á Diana -desde la luna, al padre Eolo lo fantaseaban -soltando los vientos desde su caverna ó encarcelándolos -y refrenando sus furores.</p> - -<p>Nada de eso creen los americanos, por -manera que esa poesía objetiva quedaría reducida<span class="pagenum" id="Page_364">[Pg 364]</span> -á describir, ó digamos al arte ornamental, -á cincelar el marco, dentro del cual -el hombre moderno quiere ver alguna porción -de su alma, y aun se deja de marcos y -molduras y á su alma se atiene.</p> - -<p>En Chocano el marco es, conforme á -cierta moda, por extremo desmesuradamente -grande; pero también encuadra algo de más -humano y subjetivo. Por eso interesan sus -composiciones, y se saborean; que á ser todo -marco, no despertaran el poco interés que -despiertan otros adocenados poetas americanos.</p> - -<p>Ahora entenderá el Sr. Chocano por qué -yo pido y espero más de la musa de su tierra -y por qué no creo que esté del todo en lo -cierto al suponer que la poesía americana -haya de ser objetiva, en fin por qué he repetido -que esa poesía comienza á balbucir, sin -hablar claro todavía. Los descubrimientos -geográficos, los estudios físicos ó naturales, -han traído la moda de dilatarse en esas enfadosísimas -descripciones, hojarasca que -ahoga toda la literatura moderna. Se siente, -dicen, hoy mucho mejor la naturaleza que -en otros tiempos. Mejor, digo yo, la siente -el salvaje y la sentían nuestros antepasados, -cuando dieron cuerpo á la mitología, que es -el más elevado pensamiento del mundo, mirado -al través de la poesía objetiva, que ha -podido imaginarse. No creo sintiesen menos -la naturaleza Platón, que enseñaba al aire<span class="pagenum" id="Page_365">[Pg 365]</span> -libre, y Cervantes, que al aire libre pinta á -su principal héroe; sólo que el alma humana -les atraía más, y del arte ornamental no -querían formar el principal asunto de sus -obras. Ni creo que se contentarán con él los -americanos. También ellos tienen su alma -en su armario, y vendrán poetas, ¿quién lo -duda? que sepan abrir el armario y ponernos -de manifiesto el alma americana.</p> - -<p>Si Chocano lo ha entreabierto, como yo -creo, será poeta americano y su obra podrá -intitularse <em>Alma de América</em>, ó como él -dice poco castizamente <em>Alma América</em>; si -es que esto ha querido dar á entender; que -tomado alma como adjetivo no veo claro, y -aunque lo entreveo, no viene muy al caso.</p> - -<p>Precisamente yo quería alabarle por el -elemento lírico, que se le desliza en su sereno -objetivismo. Unamuno le ha dicho que -es poco lírico, y es verdad; pero hay muchos -lirismos. Chocano pretende sólo cantar objetivamente -la naturaleza; pero, como poeta -que es, se le rezuma el lirismo de su alma, -que aparece medio latente ante las asombrosas -escenas de la naturaleza.</p> - -<p>Es, pongo por caso, un precioso paisaje -sin alma viviente. ¡Bien! ¡muy bien! ¿y qué? -Alabamos la ejecución, lo bien remedada -que está la naturaleza, lo bien idealizada, si -se quiere. Añada el pintor una pareja como -de enamorados que se encuentran. El cuadro -ha ganado infinitamente. Chocano pinta<span class="pagenum" id="Page_366">[Pg 366]</span> -allá á lo lejos á él por un lado, á ella por -otro, atisbos de lirismo; no llegan á encontrarse -todavía, ni surgen los afectos del -alma, pues no sabemos si son dos paseantes -que se desconocen. Un paso más, y el alma -aparecerá en el encuentro.</p> - -<p>Si Chocano no se atreve á juntar la pareja, -no faltará quien la junte. Ello es difícil, -lo confieso, pintar un alma ó dos no es tan -llano como pintar uno ó dos países; pero ya -vendrá quien tenga más delgados pinceles. -¿Acaso en América no hay más que caobas -y orquídeas, selvas y saltos, montes y mares, -cóndores y boas?</p> - -<p>Hay hombres y mujeres, almas vivientes -y pasiones. La poesía entrará algún día por -ahí, por las almas americanas, que todavía -no conocemos. Ese día habrá nacido la poesía -americana.</p> - - - - -<div class="chapter"> -<div class="footnotes"> -<p class="center p2 big2">NOTAS:</p> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_17" href="#FNanchor_17" class="label">[17]</a> Véase en la página 93 de este mismo tomo.</p> - -</div> -</div> -</div> - - - -<div class="chapter"> -<p><span class="pagenum" id="Page_367">[Pg 367]</span></p> - -<div class="figcenter illowp100" id="p367ilo" style="max-width: 31.25em;"> - <img class="w100 p6 p6b" src="images/p367ilo.jpg" alt="ilop367" /> -</div> -<h2 class="nobreak">El castellano en América</h2> -</div> - -<h3>I</h3> - -<p>Es un asunto este de esos que, por ajenos -que parezcan al acaloramiento de las pasiones, -y por fríamente que se discutan en la -región serena de la ciencia y de las ideas, si -no levantan ronchas, no pueden menos de -hacer cosquillas. Si americano hablase á -americanos, si español á solamente españoles, -buscando á contentar á unos ó á otros, -el carril estaba trazado. Si como español que -soy pretendiese darme á conocer en el mercado -americano, no había más que seguir el -que otros han abierto con gran contentamiento -de sus ánimas y bolsillo, y con no menos -bien satisfecha vanidad de los lectores -que pagan el pato. Soy demasiado Quijote y -me apaño harto desmañadamente en estas -cosas; en cambio mi brutal aragonesismo me -arrastra, quieras que no, á cantar las verdades -en sí bemol, si á mano viene, con tal de -quedarme satisfecho con el desahogo de la<span class="pagenum" id="Page_368">[Pg 368]</span> -cantata. Soy admirador y amante de los -americanos. El gran movimiento lingüístico -promovido entre ellos por la ocurrencia que -tuvo un Andrés Bello de publicar una sugestiva -gramática, y el silencio, lingüístico -también, que al propio tiempo por acá en -España formaba notabilísimo y lamentable -contraste, me pone de parte de los de allá y -me aleja de los míos. Á los escritores americanos -que de una ó de otra manera conozco, -no debo más que mil finezas y atenciones. -Nada para mí se ha escrito de más subidos -quilates acerca de nuestra lengua que el -<em>Diccionario de construcción y régimen</em>, y -con más hondo conocimiento de la psicología -del castellano que las <em>Apuntaciones -críticas sobre el lenguaje bogotano</em>, y las -modestísimas y magníficas <em>Notas</em> á la gramática -de Bello. Estas obras, producto del -cerebro lingüístico de primer orden y del -arsenal inmenso de papeletas de la incansable -y bien organizada laboriosidad de don -Rufino José Cuervo, me atarían de pies y -manos para no soltar la lengua sino en toda -suerte de encomios para los escritores americanos, -aunque la talla gigantesca del jefe -no me dejara ver la cerrada falange que le -sigue. Y cuenta que no son astros de pequeña -magnitud Emiliano Isaza, con el mejor -<em>Diccionario de la conjugación castellana</em> -que poseemos; ni Bello, con su genial -<em>Gramática castellana</em>; ni Peña, con la suya;<span class="pagenum" id="Page_369">[Pg 369]</span> -y pasando del estudio del castellano general -al de americanismos, tampoco son estrellas -telescópicas Esteban Pichardo, que abrió á -todos el camino con el <em>Diccionario provincial -casi razonado de voces cubanas</em>; ni Zorobabel -Rodríguez, con su <em>Diccionario de -chilenismos</em>; ni Daniel Granada (español), -con su <em>Vocabulario rioplatense razonado</em>; -ni Ricardo Palma, con sus <em>Neologismos i -americanismos</em> y sus <em>Papeletas lexicográficas</em>; -ni Julio Calcaño, con <em>El castellano en -Venezuela</em>; ni Alberto Membreño, con su -<em>Vocabulario de los provincialismos de Honduras</em>; -ni Antonio Batres Jáuregui, con los -<em>Provincialismos de Guatemala</em>; ni Eufemio -Mendoza, con sus <em>Apuntes para un catálogo -razonado de las palabras mejicanas -introducidas en el castellano</em>. Menos para -Bolivia, Nicaragua y Paraguay, existen -obras especiales que tratan de los provincialismos -de cada una de las Repúblicas -americanas. En España, si exceptuamos el -<em>Diccionario aragonés</em> de Borao, apenas si -merece citarse hasta estos últimos años obra -alguna, no sólo de provincialismos, pero tal -vez ni aun de gramática castellana en general. -En cambio, de toda esa inmensa labor -americana, sólo se conoce aquí de veras el -<em>Diccionario de galicismos</em> de Baralt. No se -conocen ni siquiera las obras trascendentales -ó, como ahora dicen, mundiales, de -Cuervo, Bello é Isaza; porque no es conocerlas<span class="pagenum" id="Page_370">[Pg 370]</span> -el que el <em>Diccionario de construcción -y régimen</em> se halle en algunas bibliotecas -públicas tan cerrado como el cofre del Cid, -ni el que de la <em>Gramática</em> de Bello se hayan -hecho dos infames reimpresiones en Madrid, -mientras serán contadísimos los maestros -de escuela que hayan oído el nombre de Bello -y los profesores de latín y castellano de -nuestros Institutos que hayan tenido la curiosidad -de consultar, y hasta de abrir, su -<em>Gramática</em>.</p> - -<p>Estoy, pues, por los americanos, y desearía -dar á conocer á los españoles ese inmenso -trabajo lingüístico, ese nuevo mundo intelectual, -enteramente inexplorado y desconocido; -pero no sé si en este artículo me quedará -espacio para hacerlo. Pocos meses ha -nos convocó á unos cuantos aficionados á los -estudios lingüísticos la Unión Ibero-Americana, -para que tratásemos de una ponencia -sobre lengua castellana: habían comprendido -los señores de la Junta general lo que el peruano -Palma escribió hace tiempo: que «el -lazo más fuerte, el único quizá que, hoy por -hoy, nos une con España, es el del idioma». -Todo se desbarató, como suele suceder aquí, -por causas que me guardaré bien de manifestar. -Pero lo que viene al caso es que se -propuso una especie de Congreso lingüístico, -moral, por decirlo así, sin asistencia de los -congresistas, y consistente en que se invitase -á los centros literarios y á las personas competentes<span class="pagenum" id="Page_371">[Pg 371]</span> -de América á contribuir con papeletas -á la formación de un <em>Diccionario</em> de -vicios y deficiencias de la lengua castellana -en todos los países donde se habla, y de sus -correspondientes enmiendas. Lo que allí no -se dijo fué que ese sin fin de papeletas que -se buscaban estaban ya no sólo recogidas, -sino publicadas en otro sin fin de libros americanos, -de los cuales son contados los ejemplares -llegados á Madrid, y eso de las obras -que hayan tocado las costas de la Península, -que son la menor parte.</p> - -<p>Nuestras publicaciones pasan el charco á -duras penas, mayormente si no son novelas, -y tresdoblan su precio en manos de aquellos -libreros, y aun en las de éstos, hasta el punto -de que ciertos libros, aquí baratísimos, solamente -los muy acomodados se los pueden -procurar. Pero las publicaciones de allá, ni -á peso de oro se hallan en nuestras librerías. -Si tienen ó no la culpa los libreros, ó los estafadores -de correos, ó lo que fuere, otros lo -sabrán, que no yo. Ello es que la vía más directa -y económica es la de Alemania ó Francia, -camino que, por corto que sea, no deja -de ser tan largo como extraño y peregrino.</p> - -<p>Pero yo me sospecho que si de América -no se traen más libros, es sencillamente porque -á los españoles no nos da el naipe ni nos -pirramos por la literatura americana. Y aquí -entra el cuento. Apreciabilísimas son las -obras que por allí se han escrito acerca del<span class="pagenum" id="Page_372">[Pg 372]</span> -castellano, y no menos de estimar algunas -obras literarias. Pero, digámoslo brutal y -secamente, es tan floja por término general -la literatura americana, tan ligera y tan -híbrida en el fondo y en la forma, en el pensamiento -y en el lenguaje, es un reflejo tan -pálido de otras literaturas que tenemos ahí -en pasando los Pirineos, y se presenta con -tan desgarbado desaliño de lenguaje y estilo, -con tan extraña vestimenta de percalinas, -cuya hilaza, de manufactura francesa, choca -con el clima de los trópicos, de las selvas, de -las pampas, que no hay paladar español capaz -de arrostrar diez estrofas ó tres capítulos -de tan desaborido manjar. Ésta es una -verdad como un templo: está en la conciencia -de todo literato español. Y el menosprecio -por esa literatura descolorida y extranjeriza, -que suena á castellana y americana y -no tiene el alma americana ni el timbre castellano, -ha envuelto en la condena general -toda producción de allende los mares, desde -los más genuinos partos de las musas andinas, -que (¿quién lo duda?) bailotean por aquellos -oteros que es una delicia, hasta los trabajos -lingüísticos, que deberían ser de otra -manera apreciados.</p> - -<p>La cuestión es compleja, el ovillo bastante -enmarañado. Yo voy á prescindir del -elemento estético, ciñéndome al lingüístico; -aunque á decir verdad, si por el hilo se ha -de sacar el ovillo, los cabos del hilo estético<span class="pagenum" id="Page_373">[Pg 373]</span> -y del hilo lingüístico hay que buscarlos en -París de Francia: allí está la devanadera, allí -se devanó la madeja, se hizo el ovillo, se armó -el telar, se cruzaron los lizos, y de allí se embarcó -la hilaza para ultramar.</p> - -<p>Al hilo, pues, lingüístico, y á París por él. -Pero ante todo aclaremos ideas sin salir -de casa.</p> - -<p>Hay aquí quien, juzgando solamente por -los escritos que han caído en sus manos, se -ha formado una idea muy errada de lo que -es el habla americana, y está muy persuadido -de que en América el castellano se halla -en un estado de corrupción que no tiene -remedio, está desahuciado. Y ese <em>quien</em> son -la mayor parte de los españoles que no han -salido de su casa. Contra tan general opinión -conviene hacer ver que no es así, poniendo -las cosas en su punto. Yo distingo en América -dos lenguas de tendencias muy diversas, -que se encuentran en pugna. No es fácil -adivinar cuál saldrá vencedora. Estas dos -lenguas son el habla del pueblo no ilustrado -y el habla de los escritores y de la gente -culta que los imita. El habla del pueblo americano -no sólo no está en decadencia, sino -que se conserva más sana y fresca que el -habla de la Península. Regiones hay, como -Chile, donde el carácter fonético del habla -indígena y otras circunstancias han hecho -evolucionar al castellano en una dirección -abiertamente separatista: una nueva lengua<span class="pagenum" id="Page_374">[Pg 374]</span> -se está formando; ni hay diques que la contengan -ni lágrimas y quejas que valgan, ni -siquiera que sean justificadas. En otras, -como en la Plata, es una verdadera Babilonia, -donde se han amontonado toda suerte -de pueblos y labios. Las lenguas andan como -las sociedades y la historia. Forjarse un idioma -en la fantasía como algo que va perfeccionándose, -pero que al llegar á la cumbre -de una imaginada perfección se estanca ó -debe pretenderse que se estanque, ó que, -por el contrario, al emprender la carrera por -la opuesta pendiente degenera, se corrompe -y fenece, es un puro fantasear de los antiguos -gramáticos, que contradice á la naturaleza -del lenguaje. No nace hoy una lengua, -mañana florece y al día siguiente se -deshoja y marchita. El habla es una misma -en todo el curso de la historia, pero que -siempre evoluciona y por lo mismo es siempre -distinta. Ni tiene momentos de subida -ó de bajada, de perfección ó enfermedad; -siempre es un organismo completo, acomodado -á la sociedad que lo elaboró, y el más -perfecto y acabado para aquel momento histórico -de aquella sociedad. Tan acabada es -el habla castellana del siglo <span class="allsmcap">XII</span> para los españoles -del siglo <span class="allsmcap">XII</span>, como el habla americana -del siglo <span class="allsmcap">XX</span> para los americanos del -siglo <span class="allsmcap">XX</span>. Tan mal entallada le vendría al -Cid el habla de Porfirio Díaz, como á Porfirio -Díaz el habla del Cid. Las ideas son<span class="pagenum" id="Page_375">[Pg 375]</span> -otras, los sentimientos son otros, y otro es -el lenguaje. Dejemos ya estas alturas, y bajando -á lo llano, vuelvo al lenguaje de algunas -regiones americanas. Estábamos en -Chile, y repito que allí ha tomado el castellano -otro derrotero. ¿Lo habrá tomado -igualmente en las demás regiones americanas? -Si es así, ¿estará escrito en la historia -del porvenir que divergirán cada vez más -aquellas hablas y se apartarán para siempre -del castellano? Parecer mío particular es que -sí, rotundamente que sí. La naturaleza del -lenguaje lo lleva consigo. No hay profecía -más cierta para un lingüista, ó la lingüística -es una filfa. Para los que se les hace duro -queda un consuelo. La evolución lingüística -es muy lenta: tenemos para siglos. Y si se -añade el freno de la literatura, cada vez más -influyente en las hablas vulgares, podemos -tranquilamente aguardar y podrán aguardar -nuestros nietos hasta que puedan decirse -lenguas distintas del castellano las -americanas.</p> - -<p>El daño está en que la literatura americana, -si sigue por el camino emprendido, en -vez de contener la evolución la despeñará, y -por derroteros más desviados todavía que -los seguidos por el curso natural del habla -vulgar. Ésta en América, hablando en general, -se guarda más tradicional y conservadora -que en España en muchos puntos. -Podría citar centenares de vocablos y construcciones,<span class="pagenum" id="Page_376">[Pg 376]</span> -que los españoles hemos desechado, -y que los americanos conservan -desde la época de la conquista. Algunos de -los autores de americanismos la emprenden -contra estos hermosos restos de nuestros -mayores, teniéndolos por corruptelas del -vulgo ó groserías de la gente rústica. Con -esto no hacen más que contribuir á la emancipación -del habla americana, dando bien á -entender el criterio que les guía, que no es -otro que el de la segunda lengua que he dicho -hallo en América: la lengua literaria y -del habla entre las gentes de cuenta, en -cuanto en ella se infiltra del elemento literario. -De esta lengua es de la que he dicho -que teníamos que ir á París á buscar el hilo -y toda su manufactura. Voy á copiar un -ejemplar del género, porque no hay manera -de formarse idea cabal de lo que él es, pues -sobrepuja á cuanto pueda inventar el más -destartalado ingenio, aunque sea el de Don -Quijote. El párrafo trata precisamente del -punto que ventilamos: es un bocado exquisito, -ó digamos retal, que á los lectores dejo -decidir si se tejió en cerebro americano de -raza española ó en cerebro americano que -piensa y teje en París, ó en cerebro que de -todo eso tiene, como es lo más cierto. Estamos, -pues, en París, y dice así:</p> - -<p><em>Antes de solucionar una cuestión, precisa -llevarla á la barra</em> (llegamos al puerto). -<em>De momento, el juicio crítico, que se ha<span class="pagenum" id="Page_377">[Pg 377]</span> -hecho hoy un prestigio remarcable, debe -dictaminar las prescripciones donde tenga -lugar una contestación de idioma.</em> ¿Entiendes, -lector? Pues yo tampoco: y eso -que todos los vocablos son latinos; sólo que -con el latín se pueden hacer muchas cosas: -puede hacerse francés, castellano, y mezcla, -como la presente, que el diablo que la digiera. -Y sigue: <em>No tenemos de menester más -razones. Y el juicio crítico no es más que -el uso que nos fundamentalizamos</em> (hay -que tomar el exprés para cogerle el rabo á -ese vocablillo) <em>para plantear el monopolio -de palabras nuevas. El que no las adopcione -merece que le espuyan el nombre -como hostil á las grandes conquistas modernas, -y tras espuirle débese fustigarle -el dorso del honor como imbécil que se sale -del rango debido. ¿Qué nos interesa el que -los sexcentistas expresionasen sus sentimientos -con palabras y ambages que ya -persona no entiende? ¿Por cuáles imprentamos -nosotros sino por los de hoy? ¿Y -cómo nos haremos entender de ellos si los -propinamos una dosis repelente?</em> (Con esas -propinas repelentes te entenderán, ¡vaya, -hombre imprentador!..., hasta los cocheros). -<em>No resultará; y no sólo arruinaremos el -éxito</em> (parece un fabricante francés), <em>si que -también privaremos de las ovaciones debidas -al genio inventor</em> (aquí al fabricante -le nacen alas y vuela, es un genio). <em>¿Quién<span class="pagenum" id="Page_378">[Pg 378]</span> -sería en estado de obligacionarnos?</em> (¡señores -viajeros, al tren!) <em>á llevar aparejo,</em> (¡demonio!) -<em>para comulgar</em> (¡tres veces demonio!), -<em>á catar heridas al enfermo, á cutir -con el enemigo, ó topar con el amigo, á recordar -del sueño, á tener responsión de los -criados</em> (¿quién diablos, ó aparejos de diablos, -le dice que hable así?) <em>y á otras mil -banalidades de los sexcentistas</em> (Cervantes -á la cabeza) <em>que pudibundizarían</em> (¡ay Cervantes -de mi alma! ¡ay rucio de mis entretelas! -échale el aparejo que se cubra á ese buen -señor que se pu-di-bun-di-za) <em>al hombre menos -dotado del espíritu de combatividad? -De todos modos, no me hace menester desilusionar -á los sabios; ellos no revocan en -duda</em> (¡qué han de revocar, si ese testuz aun -para pared no es buena!) <em>que esas minquionerías, -que son el ridículo al colmo</em> (<em>al</em> con -acento de tres varas), <em>no pueden hacer la ley -en un siglo de luz. Abajo, pues, las antiguallas, -que no llenan más condiciones -valiosas</em> (aquí debía de estar llenando la -valija y haciendo la maleta para echar á -andar). <em>Al que me hiciese homenaje de semejante -retroceso, yo, después de ringraciarle</em> -(¿no decía yo? aquí de la propina á la -criada) <em>con correctas maneras, le diría que -tratar de imponerse al siglo es erigirse en -juez sin serlo y portarse como inconveniente</em> -(él no se erige en juez, es muy conveniente). -<em>Pocas contestaciones</em> (habla á la<span class="pagenum" id="Page_379">[Pg 379]</span> -criada, que sin duda no era respondona) -<em>tendría yo con el que pretendiese que yo defeccionase -de mis ideales literarios</em> (con su -pan se los coma). <em>Porque es incontestablemente -cierto</em> (¡algo menos, hombre!) <em>que las -frases antes sublineadas ya muchos y valiosos -sexcentistas las miraban como de -insignificancia absoluta y no insumían -tiempo en perseguir el placer de usarlas</em> -(menos Sancho Panza, que era así... tan dócil). -<em>¿Por qué nos han de estorquear</em> (nadie -le aprieta las tuercas, no hay que apurarse) -<em>á nosotros el sacrificio de nuestra respetabilidad</em> -(aquí sin querer imitó á Teresa -Panza, cuando trata á la duquesa de <em>vuestra -pomposidad</em>; pero no es hurto mayor; adelante) -<em>con tan estudiada manera? Lo que -es por nosotros, no caemos en su sentir; -queremos independizarnos en absoluto</em> (hágase, -pues, de una vez turco). <em>Trabajemos -en grande escala</em> (aquí se mete á farolero) -<em>por dispensar favoritismo á la propaganda -del nuevo estilo, y no choquemos las pretensiones -modernas</em> (no hay miedo que tropiece; -sube usted por esa escala que es un -primor). <em>Como sepamos mantenernos en -una conducta perfectamente correcta</em> (aquí -ya es moralista de confesonario) <em>respecto de -un estilo racional</em> (nada de estilos asnales), -<em>no habemos de menester implantar unas -leyes absurdas sobre la dicción. Si estas líneas -están concebidas en un tono autoritativo<span class="pagenum" id="Page_380">[Pg 380]</span> -y rotundo</em> (en do de pecho muy redondo, -quiere decir; nada de becuadros), <em>es -debido á las circunstancias que atraviesa -la prensa actual. Nuestra misión, que no -puede pasar desapercibida, sería improducente -atacarla por el lado más sensible, que -es el de la libertad moderna. Del resto</em> (de -los relieves que caen de esa mesa de <em>la libertad</em>, -de la cual no quiere perder migaja; -aunque la de disparatar la tiene todo el que -quiera parlar por parlar), <em>sería darse los -aires</em> (con abanico japonés) <em>de redentor</em> (¡recóncholis!) -<em>y hablar en el aire</em> (como un acróbata) -<em>el querer con tan pretencioso designio -avanzar un sistema preconcebido, que se -haría responsable á los resultados de hacer -atmósfera</em> (aquí nos mete en una fábrica de -gas) <em>que de ahí se inseguirían bajo estas -bases</em> (bajo bases y losas nada se insigue, no -puede uno menear un dedo, está uno aconchado -como una tortuga). <em>Breve: la síntesis -del lenguaje está reasumida en el uso. Bajo -este punto de vista, el adoptamiento de los -clásicos faltará siempre de idiosincrasia</em> -(idiota sin grasa, que diría Sancho). <em>No nos -ocupemos de ellos, toda vez que su caracterización -no se compagina con nuestros sentimientos -y lesiona</em> (esto es ya grave) <em>los -más sagrados</em> (¡tate!) <em>intereses</em> (¡ah! vamos, -era cosa de cuartos!) <em>de la actual sociedad; -por esto no puede tener suceso todo autorizado -que se le suponga</em>.</p> - -<p><span class="pagenum" id="Page_381">[Pg 381]</span></p> - -<p><em>Nuestra actitud reluctante no sabría ser -bastante enérgica para hacer aparecer más -profunda la solución de continuidad entre -ellos y nosotros. El que se coaliga con otros -para implantar reformas literarias, se inmiscuye -donde no le piden, y como á tal se -expone á que le mixtifiquen</em> (hacerle mixtos -ó fósforos) <em>si no va á retiro buscándose otra -misión</em> (entre infieles como misionero, ó al -retiro como paseante en corte). <em>Sólo resta de -practicar lo corriente en el estilo, y en lo -respectante á la locución picar á la puerta -del uso</em> (bien se conoce que no se la abren, -pues ni una de sus locuciones las entienden -allá adentro los americanos que hablan puro -español, y aun yo le entiendo á medias con -saber francés) <em>en demanda de proteccionalidad</em> -(que bien la ha <em>de</em> menester), <em>pues las -ilustraciones</em> (no ibero-americanas) <em>de la -prensa y las notabilidades de la ciencia se -enrolaron hace tiempo</em> (usted sí que está hecho -un buen rollo de mantequilla de Soria) -<em>al sistema de hablar que personalizamos</em> -(y tan personalizado, que es exclusivísimo -de su fábrica de usted). <em>Después de todo, jugar -el papel de reformista</em> (que lo juega -usted á las mil maravillas) <em>es no prevenirse -contra el peligro de perder todo el prestigio</em> -(porque ya lo tiene perdido). <em>Estar á la altura -del presente</em> (haciendo pinitos sobre la -veleta de la pedantería) <em>y lanzar en olvido -el pasado, es el espíritu de conducta</em> (de<span class="pagenum" id="Page_382">[Pg 382]</span> -vino será mejor para acabar de disparatar) -<em>que se debe perseguir</em> (como al ratón el -gato), <em>si debemos resumir en síntesis concreta -lo exposicionado</em> (buena medalla le -habrán dado en tal exposición). <em>Inspirémonos -en el uso</em> (de fulano, que se llama yo); -<em>fijarse bien en ello</em> (no equivocar la persona, -aunque no es fácil), <em>bajo el respecto del -lenguaje español</em> (¡eso no! español, ni por -asomo), <em>que hoy debe de ser el portabandera -de nuestra cultura contra los faramalleros -de fantasía</em> (como un servidor de ustedes).</p> - -<div class="poetry-container p11 pw18"> -<div class="poetry"> -<p><span style="margin-left: 1em;">«En idioma genízaro y mestizo,</span><br /> -Diciendo á cada voz: yo te bautizo<br /> -Con el agua del Tajo,<br /> -Por más que hayas nacido junto al Sena,<br /> -Y rabie Garcilaso, en hora buena.<br /> -Que si él hablaba lengua castellana,<br /> -Yo hablo la lengua que me da la gana».</p> -</div> -</div> - -<p>¡Ay, Iriarte de mis pecados, que no sabías -de la misa la media cuando esto escribiste! -Ahora, ahora es cuando hay que rechupetearse -los dedos, que los dan con azúcar y -canela. El nuevo <em>espíritu de conducta</em> no -cabe en odres viejos, es demasiado volátil. -La agudeza de un Quevedo es chata junto á -los conceptos de <em>las grandes conquistas -modernas</em>, que hay que <em>expresionar</em> é <em>imprentar</em> -en <em>condiciones</em> más <em>valiosas</em> y <em>fundamentalizadas</em>, -para que no <em>pudibundicen -al hombre menos dotado de combatividad</em>.</p> - -<p>Esta jerga literaria, en vez de arrancar de<span class="pagenum" id="Page_383">[Pg 383]</span> -la tradición, de la literatura clásica castellana, -es un mal injerto de castellano en francés; -es querer pensar y hablar á la francesa -con palabras castellanas, de origen castellano -por lo menos. Y esta hibridez, vive -Dios que nada tiene de loable. Esa es la gangrena -del lenguaje empleado por los autores -americanos. Por ella no gustan en España -sus escritos, ni pueden gustar á nadie. En -vano la quieren colorear con el pomposo calificativo -de progreso, de evolución del lenguaje, -y riñen á brazo partido descomunales -batallas contra la literatura clásica, contra la -literatura española que en la clásica arraiga, -y contra los centros conservadores, como la -Academia Española. Pero eso ni es progreso, -ni verdadera evolución del habla. La -avenida del culteranismo, que inundó el castellano -literario de palabras latinas, era de -ese jaez, no hizo más que emporcar las claras -aguas del castellano, que se deslizaban -por su curso natural. El aguaducho galiparlista -desde el siglo <span class="allsmcap">XVIII</span> no lo ha llenado de -menores inmundicias. Nada de evolución -natural ni de progresivo desarrollo del lenguaje -hay en todo eso, y menos le hay en el -afrancesamiento del modo de pensar y de -escribir de los americanos. ¿Por qué extrañan -que el Diccionario no dé pasaporte á tan -sucia mercancía? Vengan con vocablos del -habla vulgar de las diversas regiones americanas, -con términos de plantas y animales<span class="pagenum" id="Page_384">[Pg 384]</span> -que la necesidad hizo tomar de las lenguas -indígenas. Todo eso es castellano de América, -y deberá aceptarlo el Diccionario, como -los vocablos exclusivos de Castilla, Aragón -y Andalucía. Pero no se confundan las cosas. -Esa habla reciente de los escritores americanos -no es castellana; acudan con ella á su -Academia correspondiente. Ni es del habla -genuina del pueblo americano; son, repito, -dos lenguajes tan distintos como antagónicos -en sus tendencias.</p> - -<p>Estas tendencias no pueden ser más claras. -Copio á Palma: «Jóvenes muy inteligentes -é ilustrados de la nueva generación me -han revelado su poco ó ningún apego por la -lengua castellana, con estas palabras no escasas -de fundamento: la pobreza del anémico -vocabulario español, en la marcha progresiva -del siglo, es una rémora para la expresión -fiel del pensamiento. El cartabón académico -es exageradamente estrecho, y para -acatarlo habría que pasar la existencia hojeando -el Diccionario para convencerse de -qué vocablos de uso frecuente están excluídos -del léxico. Hoy, en la mayoría de las -Repúblicas, no son muy leídos los libros españoles, -y la juventud universitaria devora -los textos en francés, inglés ó alemán. No es -entusiasta, como la de la anterior generación, -por la lectura de los clásicos españoles. -El purismo pasó de moda. El siglo <span class="allsmcap">XX</span> impone -un vocabulario más rico que el tan admirado<span class="pagenum" id="Page_385">[Pg 385]</span> -del siglo de oro ó de esplendor para las letras -castellanas. Hoy tiene caracteres de aforismo -esta espiritual frase de Unamuno: «no caben, -en punto á lenguaje, vinos nuevos en viejos -odres».</p> - -<p>Aquí está bien puntualizada con todos -sus pelos y señales esa jerga literaria, que -han barrido sobre todo del francés «jóvenes -muy inteligentes é ilustrados de la nueva -generación», pero que tienen «poco ó ningún -apego por la lengua castellana». Á la verdad, -no quieren castellano; quieren otra lengua -distinta, híbrida de castellano y francés. ¿Y -los nuevos términos extranjerizos de esa jerigonza, -son los que tienen empeño en que -los acepte la Academia Española? Á nueva -lengua, nueva Academia. Ténganse ellos, -pues, su Academia de esa nueva lengua. Si -tienen poco ó ningún apego á la lengua castellana, -¿qué les importa de nuestra Academia -ni de nuestra lengua?</p> - -<p>Esotra cantilena de que «la pobreza del -anémico vocabulario español, en la marcha -progresiva del siglo, es una rémora para la -expresión fiel del pensamiento», no faltan -jóvenes que la solfeen también por acá en -España. El vocabulario español lo dejaron -precisamente anémico, en camisa y casi en -cueros los galiparlistas, que redujeron el -sobreabundantísimo léxico del siglo <span class="allsmcap">XVI</span> al -pobrísimo del siglo <span class="allsmcap">XVIII</span> por ceñirse en castellano -á solos los términos que tienen su<span class="pagenum" id="Page_386">[Pg 386]</span> -equivalente en francés. Y á pesar de eso, ese -«anémico vocabulario español» es el doble en -grueso del vocabulario francés; y no tiene el -lector, para convencerse, más que tomar en -su mano cualquier Diccionario español-francés -y francés-español, y comparar el grueso -del lomo de los volúmenes. Si con la mitad -tienen los franceses que les sobra para «la -expresión fiel del pensamiento», ¿por qué -con el doble de palabras y con el triple de -metáforas y frases que empleaban nuestros -clásicos, y en parte no queremos nosotros -emplear, sólo porque no las tienen los franceses, -no podremos expresar ese pensamiento? -¿Tan sutil es y alambicado, tan hondo, tan -cerrado, ese pensamiento moderno, que no -cabe en el castellano, que abarcó, cual ninguna -lengua, desde la mística hasta la picaresca, -desde el Renacimiento, donde se hallaba -todo lo moderno, hasta la antigüedad -greco-latina, que distaba bastante más del -siglo <span class="allsmcap">XVI</span> que no dista del mismo siglo el siglo -<span class="allsmcap">XX</span>? Por lo menos esos jóvenes «muy inteligentes -é ilustrados» en su nueva jerga, -¿habrán expresado esas sutilezas, alambicamientos -y honduras, que pasan del alcance -del castellano? En la literatura americana -yo no hallo nada de eso, sino más bien mucha -ligereza y superficialidad, y conceptos -más romos que agudos, sentimientos más secos -que jugosos, filosofías que nada tienen -de germánicas, de hondas, de trascendentales.<span class="pagenum" id="Page_387">[Pg 387]</span> -El Sr. Palma escribe lindísimamente: -no por esa nueva jerga, que él no emplea, -sino por lo picaresco de su habla, adaptada á -la bohemia, á la picaresca, que remedó allá -en Lima el modo de ser y de hablar de la -vieja España.</p> - -<p>Claro está que si esos jóvenes no leen -nuestra literatura, sino la francesa, tropezarán -á cada paso al querer expresar tan bien -en castellano como los hallan escritos en -francés los sentimientos y pensamientos franceses. -Es que cada pueblo tiene su matiz -propio y exclusivo en el sentir y pensar, que -sólo puede expresarse en el propio idioma, -que con ese sentir y pensar nació. Ahora, -que el sentir y pensar francés y su idioma -sean más ricos, originales, hondos, pintorescos, -vivos, que los del pueblo que creó el -castellano, esa es una cuestión que puede -resolver la literatura comparada y la comparación -de los idiomas de entrambas naciones, -y el fallo está dado tiempo ha por nacionales -y extranjeros.</p> - -<p>El sol de Andalucía no cabe parearlo con -las nieblas de París, ni la sangre hirviente, -negra y tenaz española con la belicosa y rubia, -pero ligera como el agua, de nuestros -vecinos. La picaresca, la mística, el teatro á -lo Calderón y Lope, la novela cervantista, -los manolos y chulas, son cosas que les dan -á ellos en rostro y que los críticos alemanes -é ingleses califican, por el contrario, de lo<span class="pagenum" id="Page_388">[Pg 388]</span> -más original, naturalista, profundo y característico -en punto á costumbres y literatura.</p> - -<p>Ejemplo al canto: esta <em>espiritual frase</em> -dice Palma del dicho del Evangelio y de Horacio. -¿Qué significa aquí <em>espiritual</em>? Mucho -en francés, porque tiene un matiz intraducible. -Pero en castellano es simplemente una -gansada. Toda frase que exprese un pensamiento, -ó dígase cosa del <em>espíritu</em>, es <em>espiritual</em>. -Ese matiz francés del vocablo es, -pues, tan bonito como ligero, pero tan poco -profundo como lo son ellos mismos: bueno -para hacer efecto al primer golpe, y por lo -mismo para que lo lleven y sepan venderlo -en todos los escaparates del globo terráqueo -los modistos parisinos y esté de moda unos -días; pero como le falta profundidad filosófica -y colorido de fantasía, su moda pasa y -se desvanece como todas las modas parisinas.</p> - -<p>Pero, en fin, es inútil que á esos «jóvenes -muy inteligentes é ilustrados» les queramos -persuadir de que el léxico castellano nada -tiene de anémico, sino de sobrado, que es por -lo que siempre pecó, como por lo sobrado y -exuberante pecaron nuestros ingenios, desde -Séneca y Lucano hasta Lope y Calderón, -desde Castelar hasta el anémico Tostado. -Porque bastaría preguntarles que ¿por dónde -saben ellos que nuestra lengua padece de -anemia, si, como dice Palma, no han leído á -nuestros clásicos? Tiene gracia que, movidos<span class="pagenum" id="Page_389">[Pg 389]</span> -de aversión por todo lo que sepa algo al -nombre español, devoren textos no castellanos, -piensen extranjerizamente, no hayan -abierto un libro clásico castellano, ¡y nos -vengan después con lo de la anemia de nuestro -caudal léxico! Pero aún tiene más gracia -el que, después de haberse hecho para su -uso particular un vocabulario de palabras -barridas con ignorante é inexperta mano de -otras lenguas, nos vengan con la ingenua -pretensión de que las incluya la Academia en -el Diccionario castellano. Pónganlas, noraental, -en el Diccionario de esa riquísima, -progresiva y espiritual lengua, que ellos se -van apañando con tanta inteligencia como -ilustración, y dejen estar al Diccionario castellano -con lo que es suyo y á la Academia -con lo único que le incumbe, que es registrar -los vocablos que emplea todo aquel que pretende -hablar castellano, no los que empleen -«jóvenes inteligentes é ilustrados que tienen -poco ó ningún apego por la lengua castellana».</p> - -<p>Para no condenar en globo á todos los escritores -americanos, conviene aclarar las -cosas y hacer una distinción importante, que -hace el mismo Palma, escritor tan castizo y -á la antigua española, que más bien tiende á -lo viejo que á lo moderno en su vocabulario -y estilo, aunque ciertos desabrimientos, en -parte justificados, le hayan hecho últimamente -portaestandarte del neologismo y párroco<span class="pagenum" id="Page_390">[Pg 390]</span> -de esa nueva feligresía, muy inteligente -é ilustrada.</p> - -<p>Los americanos ya entrados en años, los -hijos de los que se hicieron independientes, -á vueltas de cierta aprensión de tiranía, -que acerca de los españoles les llevó á las -narices el humo de la pólvora que cuando -niños les rodeaba, conservaron un grato recuerdo -de la madre patria, que, si no todas -veces oyeron de labios de sus padres, leyeron -por lo menos en sus más hondos y arraigados -sentimientos.</p> - -<p>Los que de entre ellos se han dedicado á las -letras se han mostrado hasta extremosos en -acatar la autoridad de nuestros clásicos y -de la Academia Española. No conozco obra -lingüística escrita en España donde tantos -miramientos se guarden con la Academia, -como se echan luego de ver en las mejores -compuestas en América. Bello, Cuervo, -Peña, Isaza, Baralt, Calcaño, Membreño, -Batres Jáuregui, el mismo Palma, son académicos -hasta exagerados. No lo soy yo -tanto, ni muchos de los mismos miembros -de la Academia, y en este punto había de -llevarles la contra. Quéjanse, es cierto, y -repiten en todos los tonos de la gama, de -que son una mayoría, cuyos modismos debiera -tener en cuenta el Diccionario académico, -que algo pesa el voto de cincuenta -millones junto al de diez y seis, que el castellano -es tan suyo como nuestro; pero estas<span class="pagenum" id="Page_391">[Pg 391]</span> -mismas quejas y la escrupulosidad con que -hojean el Diccionario y Gramática de la -Academia compulsando con las de ella sus -propias doctrinas, y el afán de que se les -atienda y el proclamarla como centro de autoridad, -¿no prueban más que manifiestamente -que son quejas de hijo desatendido, -pero en ninguna manera desamorado y rebelde?</p> - -<p>¡Cuán otros se nos presentan los jóvenes -de la nueva generación! Sin el menor apego -á la España, que sus padres, al cabo como -españoles, respetaban; antes, con la prevención -y aun inquina no disimulada, cautelosos -y escamados, han vuelto la espalda y alejádose -lo más que han podido de cuanto huela -á español. Cual perro recién desatado de la -cadena, se lanzaron tras el resplandor que -admiraron en países de otra raza, y allí, -encandilados, embaucados, emborrachados -como niños inexpertos, que niñas son las -nuevas nacionalidades, con los vicios y virtudes -de los hombres niños, dieron rienda -suelta á su hambre por los apetitosos pastos -de la novedad, y se hicieron franceses y -hasta ingleses ó canchadales, con tal de dejar -el habla castellana, último resto que les quedaba -de españoles.</p> - -<p>Alimentos extraños, mal digeridos y asimilados, -no podían producir más que ese hartazgo -y esa jerigonza de lenguaje que afea -las obras de los mejores ingenios sudamericanos.<span class="pagenum" id="Page_392">[Pg 392]</span> -Los españoles no nos hemos cuidado -para nada de esos pródigos del habla castellana. -No asomó á nuestros labios la menor -mueca de desdén ó de resentimiento. Creer -que en España se odia ó se mira, aunque no -sea nada más que con cierta prevención, á -los americanos, es otra niñería por parte de -los que por allá crean semejante paparrucha. -Lo único que aquí ha caído mal entre los -literatos que conocen sus escritos es esa monserga -empleada por escritores que, gloriándose -de hablar castellano, lo han ido á aprender -á París. No hay punta de malquerencia -en ello: es el desagrado natural que causa -lo deforme, y el sentimiento de que de lo -deforme se alardee.</p> - -<p>Y el hecho es á todas luces clarísimo, -mal que les siente á nuestros hermanos de -allende los mares. Hay que decirlo francamente. -Salvo las raras excepciones de -aquellos varones eminentes, que en punto á -literatura estudian nuestro pasado, los americanos -escriben mal, la mayor parte horriblemente -mal, y, á vueltas de delicadísimos -chispazos de poesía, los mejores poetas dan -de bruces y sueltan necedades de á tomo. -No es el habla del pueblo americano, ni el -ingenio de los escritores: es esa novelería -extranjeriza, la que los malea. El galicismo -es un cáncer que hay que sajar hasta en sus -últimas fibras. Los que lo defienden, sea -como fuere, favorecen esa peste del lenguaje<span class="pagenum" id="Page_393">[Pg 393]</span> -literario de América. Ni admite defensa -alguna razonable, porque el galicismo -es cosa distinta del neologismo necesario.</p> - -<p>Hablando de galicismos y anglicismos, -dice seriamente el inteligentísimo y muy -querido amigo mío Sr. Palma «que algunos -de ellos son precisos por no existir en castellano -voz equivalente, como sucede con -las palabras <em>revancha</em>, <em>sport</em> y otras pocas». -Adán, cuando llegó á ser abuelo, no sé -yo si mandaría traer de París los juguetes -que el día de Reyes regalaba, sin duda alguna, -á sus rubios netezuelos; lo que sí tengo -muy averiguado es que aquellos rapazuelos -jugaban y se daban al deporte con más -gusto que el más estirado de los ingleses. -También sé de buena tinta que cuando Caín -jugó aquella mala partida á su hermano, de -dejarle en el sitio de un guijarrazo, no faltó -quien desease tomar el desquite, y, para que -no se desquitasen sin cuenta y razón, tomó -Dios por suya la causa del fratricida, señalándole -en la frente, y él por su parte se -tuvo el cuidado de guardar la pelleja, emboscándose -lejos de la gente. ¿Cree el señor -Palma que nuestros abuelos tenían sangre -de chufas, para no sentirse picados y procurarse -el despique, y que los nietos del rey -que rabió fueron tan severos que en su niñez, -ni en su mocedad, ni en su edad madura, -ni en su misma chochez, no les gustaba -entretenerse, divertirse, jugar, espaciarse,<span class="pagenum" id="Page_394">[Pg 394]</span> -holgarse y echar una cana al aire cuando -llegaron á tenerlas? Pues créame que todos -hemos sido hijos de Adán y nietos del rey -que rabió. Y á eso se reduce todo el alegato -en favor del galicismo, y esa es la sencilla -contestación que se le debe dar.</p> - - -<h3>II</h3> - -<p>Ya yo me lo había calado, que por algo -me quise curar en salud. Parece que al leer -mi último artículo en <em>La España Moderna</em> -no ha faltado quien sintiese cierto cosquilleo -y una no del todo agradable comezoncilla, -hasta el punto de hacerle soltar la maldita -contra el arrojado é insolente español que -tan malparados dejó á los americanos. Doleríame -que el que así se picó fuera de los que -les coge de lleno mi caritativa crítica. Que -caritativa fué en el fondo, aunque confieso -llanamente que en el modo anduve un si es -no es de indiscreto. Tal les ha parecido también -á mis amigos de por acá, y yo, reconociendo -la culpa, pido de ella perdón. Lejos -de mí el haber intentado envolver en la condena -á todos los que por América se dan á escribir. -Por ejemplo, al autor de un libro impreso -el año 1904 y que hará unos meses llegó -á mis manos. Su encabezamiento es precisamente -este mismo de <em>El castellano en -América</em>. No es él un fulano de por ahí; es -«individuo de la Facultad de Derecho, abogado -honorario del Brasil, correspondiente<span class="pagenum" id="Page_395">[Pg 395]</span> -de la Real Academia de la Lengua, de la -Matritense de Jurisprudencia y Legislación, -de la Sociedad de Historia Diplomática de -París», y hasta catorce líneas de títulos, según -reza la portada. No nos las habemos ya -aquí con cualquier mequetrefe, que se deja -embair por ñoñerías insustanciales; sus años -bien cumplidos lleva á cuestas á par de sus -títulos y fama. Creo que para conocer la cultura -americana, hará al caso ver qué piensa -de estas quisquillas lingüísticas y cómo maneja -la pluma escritor tan calificado.</p> - -<p>En el primer capítulo, donde hace una -sucinta reseña de la historia del castellano, -deja ya entrever lo al tanto que está de las -últimas conclusiones de la ciencia. Allí vemos -que «los egipcios fueron dejando rastros -de su cultura y lengua en el castellano». -Efectivamente, los antiguos nos hablan del -egipcio Osiris, que muchos piensan no distinguirse -de Baco, y de sus celebérrimas -excursiones y andanzas por todo el universo -mundo; y aunque no conozcamos con certeza -el itinerario que siguió al frente de sus -huestes, ¿quién será tan osado que niegue la -posibilidad de haber venido á España, donde -sin duda dejaría rastros de su cultura y lengua? -¡Cuántas etimologías castellanas están -por averiguar, entre las cuales una buena -porción bien pudiera aclararse por el egipcio, -lengua antiquísima, merecedora de esto -y de mucho más!</p> - -<p><span class="pagenum" id="Page_396">[Pg 396]</span></p> - -<p>Añade que el castellano «tuvo origen y -extendióse en las montañas de Castilla la -Vieja». Los mozárabes, los castellanos nuevos, -los aragoneses, hablaron siempre castellano, -sin haber bajado de esas montañas; -pero ¿quién duda de que el castellano nació -en Castilla, pues ahí está su mismo nombre -que lo está diciendo?</p> - -<p>Dice que «el germano concluyó con el latín -literario». Bien es verdad que literatura -latina hubo y sigue habiéndola todavía; pero -realmente de entonces acá el latín que se ha -escrito dista tanto del de Cicerón, que muy -bien puede afirmar el autor haber desaparecido -el latín literario para el tiempo de las -invasiones germánicas, tanto más que el germano -nunca supo escribir en buen latín; de -modo que podemos decir que el germano de -una ú otra época concluyó con él.</p> - -<p>De los que han trabajado acerca de la -gesta del Cid conoce el autor á Bello. Aquí -vemos confirmado lo que en el artículo anterior -insinué: son tantas las dificultades que -se ofrecen para la comunicación con algunas -Repúblicas americanas, que no sólo de -Europa, pero ni aun de los Estados Unidos -han podido llegar noticias de los muchos -trabajos que después de Bello se han hecho -sobre tan interesante poema, y eso á un -autor, como el nuestro, que sigue tan de -cerca la pista de los últimos descubrimientos -científicos.</p> - -<p><span class="pagenum" id="Page_397">[Pg 397]</span></p> - -<p>Yo tenía creído que por América no se -estudiaban las lenguas orientales; pero me -ha sacado, y con gran gusto mío, de esta ignorancia -nuestro eruditísimo autor, el cual -no sólo parece ser aficionado, sino que ha -debido de hacer de ellas estudios muy profundos, -según se ve claramente por estas -palabras: «Oriental la sintaxis española durante -los siglos <span class="allsmcap">XIII</span> y <span class="allsmcap">XIV</span>, llega después á -ser clásica, con ricas galas y hermosas preseas». -Algo de esto había apuntado cierto -académico de la Española en su discurso -de recepción; pero eso no quita el mérito -al escritor americano, cuyo descubrimiento -no puede negarse que es sobre todo encarecimiento -importantísimo, y el día que lo -exponga detenidamente en libro particular, -que sí lo hará, como lo requiere el -asunto, la gramática histórica del castellano -se volverá de arriba abajo, y la lingüística -general podrá asentar como una -de las partidas más raras y asombrosas este -fenómeno, desconocido hasta hoy, del paso -de una sintaxis á otra muy desemejante en -una misma lengua.</p> - -<p>No menos enterado en los estudios románicos -se nos presenta el autor en esta gravísima -afirmación: «Los germanos, destruyendo -el patriciado romano, propagaron el latín -popular, el romance paladino». Es una nueva -y originalísima solución del intrincado problema -del latín vulgar y del nacimiento de<span class="pagenum" id="Page_398">[Pg 398]</span> -los idiomas neolatinos, que asimismo toca á -otra cuestión histórica, á la del fenecimiento -del patriciado. Y era lógico y natural que, -desaparecidos los patricios, sólo quedase -pueblo, cuyo lenguaje bien pudieron propagar -los germanos, aunque ellos mismos -no lo hablasen, y ese es el «romance paladino».</p> - -<p>Aunque en los siglos <span class="allsmcap">XIII</span> y <span class="allsmcap">XIV</span> la construcción -sintáctica del castellano fué oriental -según la teoría del autor, hasta las <em>Partidas</em> -no fué menos extraña, pues éstas son -«la obra portentosa en que el castellano se -exhibe ya con propias construcciones». Tenemos, -pues, una sintaxis extraña hasta las -<em>Partidas</em>, otra propia hasta el siglo <span class="allsmcap">XIII</span>, otra -oriental durante los siglos <span class="allsmcap">XIII</span> y <span class="allsmcap">XIV</span>, finalmente, -otra clásica de entonces acá. Todo -ello quiso tal vez condensarlo el autor en el -siguiente párrafo, cuya oscuridad se debe á -la preñez de tantas y tan exquisitas ideas: -bien merece que el lector lo lea y torne á -leer, y lo estudie con toda calma y sosiego, -para desentrañar toda la doctrina que encierra. -Dice así: «El Poema del Cid colmó -de orgullo á la musa castellana, que, restaurado -en 1215 el puro latín de Cicerón, se -entra prepotente por catedrales y monasterios, -suntuosísimos <em>alcázeres</em> (sic) de todo -saber; y allí, en las sagradas inspiraciones -del monge de Berceo, nos da ya transformado -en hermosa leyenda literaria y artística<span class="pagenum" id="Page_399">[Pg 399]</span> -el <em>román paladino</em>, en qual suele el pueblo -fablar á su vecino».</p> - -<p>Finalmente: «Desde que los reyes Católicos, -Don Fernando y Doña Isabel, proclamaron -la lengua de Castilla como idioma -oficial, cobró inmenso lustre y donosura»; -acto que debió de ser de ruido y estruendo, -aunque la incuria de los tiempos y la poca -curiosidad de los historiadores lo hayan -dejado (¡mal pecado!) en las tinieblas del -olvido.</p> - -<p>Con tan concisas y luminosas frases nos -pone al tanto de los últimos descubrimientos -acerca de la filología castellana. Los demás -libros de esta clase publicados en América -suelen llevar una introducción parecida; -aunque hay que confesar que, por lo general, -con menor brillantez y con datos menos -apurados por la crítica moderna. Ponderadas -después las grandes ventajas que aportó -á nuestra lengua el descubrimiento del Nuevo -Mundo, saca el autor las conclusiones, -que, por leerse casi por las mismas palabras -en los demás libros sus congéneres, pasaré -por alto. ¿Á qué repetir el conocido cascabeleo -de que «no deben repelerse de los -diccionarios aquellos numerosos vocablos -que usan millones de gentes», es á saber, los -americanos, y la machaqueadora estadística -de los «cincuenta millones de hombres», que -por allá dicen que hablan nuestra lengua? -Bien que estos desahogos, por cargantes que<span class="pagenum" id="Page_400">[Pg 400]</span> -nos parezcan á nosotros con tanto repetirlos, -no dejan de tener grave fundamento. ¿Por -qué, efectivamente, no han de ser atendidos -50 millones de hombres, tanto por lo menos -como los 10 millones á que se reducen los -que por acá hablamos castellano, cifra sin -duda exacta, pues según cómputo del autor -el castellano es hablado «por sesenta millones?»</p> - -<p>Ya que hasta aquí he alabado y puesto -en su punto, como se merece, al autor, no -dejaré, para que no se me tenga por demasiado -parcial, de advertir algunas faltas, -que se le han escapado, de menor cuantía.</p> - -<p>Como lo de decir que «difiere el latín del -español en la falta de conjugación por terminaciones -diversas que tiene el primero, -y de la (¿falta?) que carece nuestra lengua». -«<em>La palabra</em> que en dilatadas regiones <em>acostumbra</em> -la gente culta»: debió dejarse el -cajista algún verbo. «Pues bien, ese poeta, -que si hubiera escrito en español, <em>supera</em> á -Bello»: <em>hubiera superado</em> piden los rudimentos -de la sintaxis. «El árbol de ancha -copa y rico follaje <em>riega</em> al viento su semilla -para que nunca se extinga». Pero estos -deslices han de atribuirse á la pujanza de -aquellas tierras vírgenes, pues el lenguaje -del autor, sin ser ampuloso ni retumbante, -lleva ecos andinos; y, sin recargo de perfumes -picantes, huele al suave aroma de las -sabanas. Verdad es que hay entre esos ecos<span class="pagenum" id="Page_401">[Pg 401]</span> -andinos algunos que hieren algo ásperamente -el tímpano. Pongo por caso, cuando -el pronombre viene tras el nombre suelen -sufijarlo malamente los escritores americanos. -«Y ya que mencionamos al insigne don -Andrés Bello, es el caso de apuntar que cábele -la gloria de». Semejantes pujos de cursilería -fuera de tono, de la cual disculpo -como es debido, al autor, van cundiendo -también entre los periodistas españoles, y -me sospecho que lo que les ha embotado los -oídos para no percibir lo poco rítmico de -tal sufijación, hasta poco ha desconocida, ha -podido ser el estilo telegramático, añadiéndosele -un cierto pisto de gusto estrafalario, -afectado por los que andan á caza de originalidad. -«El elemento popular americano -debe ser <em>materia prima</em> en el diccionario -de nuestra lengua». Por haber olvidado -que hubo, allá en tiempo del rey que rabió -por gachas, una cierta filosofía que llamaron -escolástica, puso aquí el autor esa materia -prima que ofrece alguna ambigüedad -«Los hombres no se clasifican sociológicamente..., -sino <em>á mérito</em> de la educación, -de la cultura».</p> - -<p><em>Á mérito</em> de su origen americano habrá -que conceder al autor el que exagere tal vez -más de lo que pidiera un razonable andalucismo -el valer de los que por allá escriben -levantándolos por cima de los demás, como -sobre una basa que sustente la memoria de<span class="pagenum" id="Page_402">[Pg 402]</span> -tan peregrinos ingenios. «Pero quien ha manejado -con más abundancia de vocablos la -rica lengua de Castilla, quien más de cerca -ha seguido al autor del <em>Quijote</em>, quien con -más limpieza emplea múltiples y variados -giros, quien derrocha primores y elegancias -de dicción, quien arcaico, si se quiere, es el -más clásico de cuantos últimamente han escrito -en castellano, es el atildado estilista -D. Juan Montalvo, de quien pudo decirse, -en verdad, que al dejar su espíritu la tierra, -recibióle en el empíreo Garcilaso y fué á -confundirse con Cervantes». ¡Cáspita con el -encarecimiento! ¡Confundirse con Cervantes! -Contento se vería sirviendo de caudatario -al americano Palma, por no citar á -otros americanos y españoles. Montalvo enjaretó -en su libro no pocos galicismos y extravagancias -cultas y modernas, pensando -buenamente que remedaba á Cervantes, y -creyó darle cierta tonalidad arcaica con -añadirle cuatro antiguallas que le llenaron -el ojo. Recrecióseles á los lectores americanos, -digo á los que estaban ayunos de clasicismo, -y lo han levantado sobre los cuernos -de la luna. Aquí sí que debieran leer á -Valera y atender á lo que de Montalvo escribió, -en vez de agarrarse á él, como á lapas, -cuando abogan por la introducción de -americanismos.</p> - -<p>Ahí está publicado el <em>Diccionario del -Quijote</em>: el que guste, puede buscar en él<span class="pagenum" id="Page_403">[Pg 403]</span> -todo ese derroche de primores y elegancias -de Montalvo. Seamos más mirados y -modestos, dejando á Montalvo á la cabeza -de los que en la imitación del asendereado -manco gloriosamente fracasaron, y no será -pequeño lustre el permitirle capitanear esas -huestes.</p> - -<p>Que «Don Antonio José de Irisarri desentrañó, -en sus <em>Cuestiones Filológicas</em>, los -organismos del castellano», sí será verdad, -pero con eso y con todo lo de más allá, á -pesar de nuestras ganas y de leer libros de -Irisarri y de los no Irisarri, no ya las entrañas -y redaños, pero ni dos dedos de la piel -adentro hemos logrado, los demás y yo, calar -y ver de esos organismos. Lo cual no se -entienda contra el saber de Irisarri, que sabía -tan bien como nosotros lo poquísimo que -de tales organismos se nos alcanza á los -lingüistas de estos tiempos. Otros vendrán, -en los cuales se sepa más y haya más «dignos -intérpretes de las galas académicas de -nuestra abundosa lengua, <em>asaz esmaltada</em> -por el ameno estilista de aquella tierra (Venezuela), -el popular y <em>talentoso</em> Nicanor -Bolet Peraza». Por vía de los talentosos, -académicos y asaz esmaltados, y cuan abundantes -y por los suelos andan en América, -«La obra de Zorobabel Rodríguez, de la -Barra y de Reyes son, si vale la frase, una -autopsia de la lengua»: y ¡cómo que vale!; que -con esas y esotras la van poniendo de talle,<span class="pagenum" id="Page_404">[Pg 404]</span> -que pronto habrá menester la pobre lengua -castellana que se la hagan en alguna clínica -de París, á pesar de los que, como nuestro -autor, se desviven por conservarla lozana -y fresca.</p> - -<p>«Eduardo de la Barra es un filólogo insigne, -que escribió lo mejor que se ha publicado -sobre métrica castellana». ¿No sobraría -decir que escribió mucho de bueno? Por -lo menos los admiradores de Benot, Sicilia -y Bello se retorcerán los mostachos al estampido -de tan fiero escopetazo. Bello tuvo -un oído delicadísimo y apuntó observaciones -métricas de gran valer y de mayor alcance -de lo que se figuran los que no lo han estudiado; -Benot no le va en zaga, añadiendo -otras de no menor sagacidad; De la Barra -ha sistematizado matemáticamente, como -buen ingeniero que es, algunas leyes, que -podrán ser de mayor ó menor provecho; -pero la Métrica castellana continúa sin hacer, -á pesar de estos autores, de Sicilia y de -Robles con su <em>Ortología clásica</em>, estrellado -pajar donde centellean algunos tenues hilos -de luz.</p> - -<p>Lo que no se debiera tolerar es que se -pregonaran á bombo y platillos libros disparatados -hasta dejarlo de sobra: «ha publicado -el doctor D. Santiago Ignacio Barberena -<em>El curso elemental de Historia de la -Lengua Española</em>, que contiene mucho de -filología de los idiomas sabios, y no poco<span class="pagenum" id="Page_405">[Pg 405]</span> -respecto del germen, desarrollo y pubescencia -del habla castellana. El lujo de doctrina -y las citas oportunas avaloran esa obra -interesante, en la cual se engolfa D. Santiago -Ignacio, buscando el origen del lenguaje -como andaba el inglés de marras en -pos de la calavera de Adán, para ofrecerla -al Museo Británico de Londres... Sea de -todo eso lo que fuere, la obra del doctor -Barberena es una prueba más de que en la -América latina hay hombres de letras merecedores -de sincero elogio, que honran la -lengua que de sus antepasados heredaron. -<em>Los Quicheísmos</em> de tan apreciable filólogo -así como varios otros de sus libros, le han -recomendado en el mundo científico, en el -cual ya gozaba, en concepto de matemático, -de una reputación bien adquirida». ¡Válame -la burra de Balaam! y ¡qué de <em>sinceros elogios</em> -nos vemos precisados á tragar los que -escribimos! ¡Con esto, vaya usted á almibararse -y ponerse bien hueco, cuando en revistas -y periódicos le espeten una andanada -de encomios lisonjeros y adormecedores! -Es cosa de chuparse los dedos y de confitarse -el alma de gusto dando de patas en -ellos como mosca golosa. ¿De veras dice el -autor todo eso del famosísimo y celebérrimo -Barberena, tan recomendado en el mundo -científico por lo entretenido y graciosísimo -de sus escarceos y payasadas? Mejor le hubiera -estado al bueno del Doctor haberse<span class="pagenum" id="Page_406">[Pg 406]</span> -quedado en su retraimiento de cándida doncella, -resolviendo inocentes incógnitas matemáticas, -sin meterse en caballerías, ni <em>Quicheísmos</em>, -ni <em>Historias</em> de lenguas. Todo lo -cual, mía fe, que no son inquinas ni exageraciones -de crítico malhumorado: nadie mejor -que el autor lo sabe, y no había para qué -venírsenos á ensalzar tan ladinamente las -cosas patrias con libros de esa marca.</p> - -<hr class="tb" /> - -<p>En el capítulo segundo, donde el autor -descubre los <em>Vicios de locución en la América -latina</em>, tenemos una bonita muestra -de lo que pasaría en España, si se lograse, -como muchos pretenden, desterrar de la enseñanza -el estudio greco-latino, madre del -cordero, que habiéndolo abandonado por -aquellas tierras, no es mucho lo hallemos -tan roñoso, trasijado y enclenque. <em>Quezada</em>, -<em>quezo</em>, <em>Baltazar</em>, <em>faces</em>, <em>exhuberante</em>, <em>silvido</em>, -<em>explendor</em>, <em>expontáneo</em>, <em>hechar</em>, <em>cólega</em>, -<em>diábetes</em>, <em>páis</em>, <em>bául</em>, <em>máiz</em>, <em>autopsía</em>, -<em>disinteria</em>, <em>ópimo</em>, etc., son lindezas que -dice se dicen y escriben por aquellas bienaventuradas -regiones. En cambio entre estos -barbarismos pone <em>Sardanápalo</em> y <em>cóndor</em>, -que él cree deben decirse <em>Sardanapálo</em> -y <em>condór</em>, aunque no veo por qué, pues -cuanto á <em>cóndor</em>, tal sonaba en la lengua -quechua, de donde procede, si hemos de dar -crédito á Arona, Lafone, Lenz, Mitre, Bello,<span class="pagenum" id="Page_407">[Pg 407]</span> -y á la misma Academia, que lo aceptó en -1884, y al uso de Chile, y puede decirse que -de toda la América. Que por acá digan <em>condór</em> -no lo extraña el que sabe que las voces -terminadas en consonante suelen ser agudas -en castellano; pero en éstas y otras palabras -americanas los americanos son los -que han de dar la ley. Por las mismas tendencias -idiomáticas prefiero yo <em>Sardanápalo</em>, -pues en voz tan extraña se nos hace -recio el decir cosa que suene á <em>palo</em> tratándose -de un tan pomposo emperador. Menos -razón asiste al autor cuando reprueba arcaísmos -que no lo son en América. <em>Enjaguar</em> -es más castizo que <em>enjuagar</em>, que es -su metátesis, de <em>ex-aquare</em>; <em>la color</em> no es -«remembranza de Berceo y Santillana, que -usaron esa palabra como femenina, á la provenzal, -que daba tal género á los acabados -en <em>or</em>», sino de uso no interrumpido en todos -los siglos, en Cervantes y demás clásicos, y -hoy día en Castilla; ni es de origen provenzal. -Menos se me alcanza por qué hayamos -de tener por arcaísmos <em>truje</em>, <em>mesmo</em>, <em>agora</em>, -siendo así que viven en todas las regiones -de habla castellana y son más conformes á -la etimología.</p> - -<p>Lo diré francamente: las Academias y -autores que no hacen caso de tales formas, -prefiriendo <em>traje</em>, <em>mismo</em>, <em>ahora</em>, como <em>únicas</em> -voces correctas, juzgan con arbitrariedad -injustificada lo que no es suyo, pues de<span class="pagenum" id="Page_408">[Pg 408]</span> -las voces <em>populares</em>, como son éstas, el pueblo -es el único juez. Ni me vengan con que -el juez son las personas cultas. Tales personas -cultas saben más latín que el pueblo, -y por eso son suyas infinitas voces traídas á -manos limpias del latín, contraviniendo, por -supuesto, al fonetismo castellano; pero saben -menos del habla popular, que precisamente -por eso acuden al latín. El pueblo -dice <em>maniego</em>; ignorándolo los cultos, acógense -al <em>ambidextro</em> latino, y se quedan tan -campantes y satisfechos. Tal es la razón por -qué el pueblo pronuncia mal esas voces latinas, -diciendo <em>ambidestro</em>, si es que alguno -lo dice. Es que no sabe el pueblo más que su -lengua; pero esa la sabe á las mil maravillas. -¿Quién, si no, la sabe? Á él toca, pues, juzgar -de lo suyo, y á los cultos del lenguaje -culto. Así cae por tierra aquel criterio de -los gramáticos, de que el juez son las personas -cultas y doctas. Error es este que, por -asentado que esté en la mollera de todos los -gramaticastros á la antigua, la lingüística -moderna combate victoriosamente. ¿Queréis -verlo? Tomad un fonógrafo y recoged -en él toda una conversación entre personas -cultas, aunque sea de insignes literatos. Idos -después á una aldea y haced otro tanto con -los tíos en la taberna ó en el portal de la parroquia. -Confrontad, y sacaréis en limpio -varias importantísimas conclusiones.</p> - -<p>La primera, que los cultos pronuncian<span class="pagenum" id="Page_409">[Pg 409]</span> -muy bien las voces eruditas, y las pronuncian -muy mal los tíos; porque no son castellano, -sino latín á medio castellanizar. Y de -aquí el común decir, de que el pueblo estropea -los vocablos. ¡No ha de estropear -los que os empeñáis que se los apropie -siendo latinos! Precisamente con estropearlos -muestran saber mejor el castellano que -los doctos, pues los adaptan al fonetismo -castellano. No estropearán así las voces -realmente castellanas; antes los doctos son -los que las echan á perder, diciendo, por -ejemplo, <em>ahora</em> en vez de <em>agora</em>, ya que <em>hac -hora</em>, conforme á la evolución natural, ha -de sonar <em>agora</em>.</p> - -<p>Tras esta segunda conclusión viene la -tercera, y es que en la conversación de los -eruditos hallaréis que más de la mitad de -los vocablos son latinos de ese jaez, traídos -del Diccionario latino, y pronunciándolos, -no como los latinos, sino como jamás se -pronunciaron, guiándose tan solamente por -las letras escritas y dando á éstas sonidos -en gran parte diferentes de los que entre los -romanos tuvieron. En vez de castellano hablan, -pues, jerigonza, mezcla de una lengua -viva, de otra que murió y de otra artificial -que se han forjado y que no existió nunca. -En cambio, los tíos hablan castellano, y sólo -se les han pegado de los eruditos algunos -de esos vocablos extraños, y aun esos los -adaptan mejor á la pronunciación castellana.</p> - -<p><span class="pagenum" id="Page_410">[Pg 410]</span></p> - -<p>Cuarta consecuencia: lo dicho de los latinismos -pasa con los galicismos: el pueblo, -alguno que otro, va cogiéndoles á los doctos; -pero en la conversación de éstos campean -que es una bendición.</p> - -<p>Total: la gente culta sabe mejor el latín -y el francés que la gente indocta; pero en -vez de castellano usa una jerga de castellano, -mal latín y mal francés. Y luego, -como parte interesada, se nos descuelgan -los mismos doctísimos varones con que el -pueblo habla mal, y que ellos son los jueces -del lenguaje. Los lingüistas modernos juzgan -de muy diversa manera. Ningún botánico -que quiera enseñar á sus discípulos la -taxonomía ó la naturaleza de las plantas, -de la rosa y el clavel, pongo por caso, los -llevará á un jardín, y mucho menos á una -tienda de flores de tela ó celuloide, sino al -campo. Tratándose de lenguaje, el campo -son los tíos, y los doctos son fabricadores -de flores de trapo.</p> - -<p>Estoy oyendo ya decir entre dientes á -más de cuatro: «Pero la rosa de cien hojas -del jardín es más vistosa que la natural de -cinco, que brota por los campos, y el lenguaje -literario es el lenguaje vulgar perfeccionado -por los buenos ingenios». Muchos -distingos y salvedades había que hacer para -desenmarañar esta vieja opinión. También -es más hermosa la Venus de Milo que todas -las mujeres del mundo; y con todo, si en el<span class="pagenum" id="Page_411">[Pg 411]</span> -arte la rosa de cien hojas y la Venus de Milo -son hermosas, en la Naturaleza lo son más -la rosa de los prados y las mujeres de carne -y hueso, cuanto va de lo natural á lo artificial -y de lo vivo á lo pintado. Hasta hace -muy poco no se ha tenido verdadera noción -de lo que es el habla; creíase un artificio -como el de la escritura. Un abismo los separa. -El habla es tan natural y efecto de -todo el genio de una raza, como lo es el -gesto y el carácter de la misma raza. Un -lenguaje artificial, como el que los literatos -han formado tomando vocablos del Diccionario -latino, cual viejas osamentas desenterradas -de un cementerio, se parece al artificio -con que el cómico remeda en las tablas -el hablar, el gesticular, el pensar y querer, -el carácter, en suma, de un personaje histórico. -Cuanto difiere esa farsa que remeda á -Alejandro del mismo Alejandro, tanto difiere -un lenguaje artificial del lenguaje natural, -producto espontáneo y secular de un -pueblo, que lleva el sello de su pensar, querer -y fantasear, que vive en la cabeza y en -la fantasía y en el corazón de los hombres, -y sale afuera formando un todo con su pensamiento -y sus afectos. Todos los eruditos -y gramáticos del mundo son incapaces de -crear un solo vocablo metiendo en él el alma -de una raza, como la lleva cada uno de los -vocablos del habla natural.</p> - -<p>Pero dejando este terreno, que no hago<span class="pagenum" id="Page_412">[Pg 412]</span> -más que señalar desde lejos, en el mismo -lenguaje literario lo sano es cuanto encierra -del habla vulgar; lo que se le añada de otras -lenguas sin asimilación lenta, y como apegándose -superficialmente, repugna en el -fonetismo y en la semántica al genio del propio -idioma. El arte literario no debe amalgamar -elementos léxicos ni gramaticales -que sean ajenos al idioma, so pena de formar -un lenguaje híbrido, y por lo mismo -repugnante é infecundo. Por eso tales elementos -flotan, cambian á cada época, van y -vienen, y si de ellos solamente constara el -lenguaje literario, éste perecería, como pereció -el latín clásico, mientras el vulgar siguió -viviendo. Cuanto á la estética de los -vocablos, los que vienen de fuera nada dicen -á los españoles, fuera del significado convencional -en el que se les emplea, mientras -que los castizos llevan consigo larga historia, -presentan en su leyenda el color de la -época en que fueron acuñados y el carácter -del ingenio patrio. La estética en el lenguaje -literario no está en barajar el castellano -con toda suerte de extranjerismos léxicos -ó sintácticos, sino en saber sacar al -alma del idioma sus propios aceros.</p> - -<p>Y dejando ya este episodio, dice el autor -que no se usan del todo <em>zahareño</em>, <em>añasca</em>, -<em>azacán</em>. No es de maravillar que un americano -haga tales afirmaciones, cuando los -mismos españoles ignoramos multitud de<span class="pagenum" id="Page_413">[Pg 413]</span> -voces corrientes entre la gente vulgar. Tampoco -debe admirarnos de que tenga por castizas -otras que no lo son, porque otro tanto -sucede á muchos de por acá, que no gustan -de leer libros viejos. «Así y todo, dice, -creo yo que es muy castizo ese verbo <em>batirse</em>». -Dijera que le entraba por el ojo derecho, -ó que á pesar de haber venido de -Francia parece que se ha connaturalizado -en España y América, y estuviera en lo -cierto; pero ni castizo, ni menos muy castizo, -es un verbo que ningún americano ni español -empleó antes del siglo <span class="allsmcap">XVIII</span>, es decir, -antes de la invasión galiparlera. <em>Combatirse</em> -de <em>combate</em>, es como se dijo siempre; -eso de batirse se deja para los huevos en -tortilla. Sólo que <em>batir</em> dicen los franceses, -y <em>batir</em> hemos de decir sus acólitos; y para -colmo de servilismo é ignorancia, hemos de -afirmar que es <em>castizo</em> y <em>muy castizo</em>. Al -revés, tacha de galicismo <em>demasiada amistad</em>, -<em>demasiada confianza</em>, y aun aprovechándose -de sus vastos conocimientos -éticos, añade que <em>demasiada virtud</em> y <em>demasiado -bueno</em> «son frases disparatadas, -toda vez que en la virtud y en la bondad no -cabe exceso». Si con criterio tan cerrado -hubiésemos de apurar las frases castellanas, -quedarían calificadas sus dos terceras partes -como solemnísimos disparates. El castellano -es exagerador y andaluz hasta por -los pelos de la cabeza, complácese en las<span class="pagenum" id="Page_414">[Pg 414]</span> -metáforas más estupendas, en las elipsis -más descomunales. No hay frases elípticas -más castizas y comunes que éstas, reprobadas -por el autor: <em>otro que tú lo habría hecho</em>, -que dice debe ser: <em>cualquiera otro, menos -tú, lo habría hecho</em>; y <em>si cede, no es que -tema sus iras</em>, que asegura ha de dejarse -por esta otra: <em>si cede, no es porque tema sus -iras</em>. Mucha flema ha de gastar y mucha saliva -el que así quiera hablar en castellano. -¿Á qué detenernos en pelillos, como en las -dos aes que se deja el autor al decir «<em>Provoca -risa el oir ciertas gentes</em>», en vez de: -<em>Provoca á risa el oir á ciertas gentes</em>; en la -«<em>melomanía en la dicción</em>», por <em>melodía</em> ó -<em>euritmia</em>, ó como se quiera decir, pues la -<em>manía</em> la dejamos para indicar el prurito vicioso -y de loco, la cual no tiene lugar en el -buscar el <em>melos</em> ó sonoridad, dote muy envidiable -en el escritor. Tampoco suena bien: -«<em>Con vista de</em> todo eso, creo que <em>en mérito -de</em> la sonoridad».</p> - -<p>Tiene el autor por impropia la frase <em>asestar -un palo, una bofetada, una puñada</em>, -porque dice que «<em>asestar</em> es apuntar ó dirigir -el tiro de cañón, de flecha, de pistola ó -de otra arma que necesite puntería»; pero -además de que el uso corriente antiguo y -moderno le llevan la contra, la misma etimología -de <em>asestar</em> dice que equivale á <em>asentar</em>, -y sólo por metáfora se dijo por apuntar; -y si no, échese á discurrir sobre la puntería<span class="pagenum" id="Page_415">[Pg 415]</span> -que hay en el echar uno la <em>siesta</em> y en el -<em>sessitare</em> ó <em>sedere</em>. «<em>Atravesar</em> un puente -no es propio, dado que lo que se atraviesa -es el río»: el puente es lo que propiamente -atraviesa el río, y sólo atravesando ó pasando -el primero atravesamos el segundo -sin mojarnos. «<em>El análisis filosófico</em> es en -castellano <em>la análisis filosófica</em>»; ó <em>el análisis</em>, -con perdón, pues de entrambas maneras -se dice, y más todavía como masculino.</p> - -<p>No conviene ser tan apretados y cortos -de manga en ciertas quisquillas, cuando se -ensancha más de lo justo tratándose de galicismos -y otras aves de mal agüero. La <em>exquisitez</em>, -que en Valera criticó Fabié, que -el mismo Valera puso entre los pecados cometidos -en su larga vida, que el conde de -Cheste creyó mejor arrojar al limbo, de -donde había nacido, según nos dice el autor, -es un vocablo muy bien formado, como los -formaban á porrillo Cervantes y los demás -clásicos; y si la Academia no lo aceptó, allá -ella. Si ni para eso tenemos autoridad los -que tenemos por hacienda nuestra nuestro -idioma, quiero decir para valernos de él, con -tal que no vayamos contra su manera de ser, -¿qué decir de los que le hacen hablar á la -francesa? De esos vocablos de común derivación -tiene derecho á inventarlos todo español, -cuanto más un tan discretísimo literato -como D. Juan Valera. El Diccionario -de la Academia no es un código cerrado de<span class="pagenum" id="Page_416">[Pg 416]</span> -leyes, ni los señores académicos sueñan en -que lo sea, que fuera un desvariado soñar. -Ninguno mejor que ellos sabe que es faltosísimo -en palabras y frases, y asaz rico en -gazapos, que se han trasconejado, como por -fuerza ha de suceder en obra de tal índole, -tan vasta y nunca acabable, en la que tantas -manos han andado y personas de tan diversos -criterios y pareceres. El discreto ha de -saber escoger y enmendar en todas partes, -sin exceptuar el Diccionario de la Academia -y los escritos de los académicos, que al entrar -allá no se desnudan de los galicismos -y de las extravagancias que antes pudieron -tener.</p> - -<p>Hablando de la <em>y</em> griega nos dice el autor -cosas que, á oirlas de labios de otro, las rebatiera -sin más; pero que en latinista tan -consumado no puedo menos de acatarlas y -oirlas con pasmo y admiración: «Pero el hecho -es que esa letra mal llamada <em>y</em> griega -no es griega, sino la forma que prevaleció -para representar la <em>i</em> doble de genitivos latinos, -como <em>ingeii</em>, que se escribía <em>ingeny</em>». -Confieso mi supina ignorancia: no he visto -jamás tal <em>ingeny</em> entre los romanos, y aunque -<em>ingenij</em> es cosa conocida, pero la <em>y</em> no -creía que viniese de <em>ij</em>, sino que no eran -más que dos <em>íes</em>, <em>ii</em>, y, en fin, yo suponía que -los romanos habían adoptado sencillamente -la <em>y</em> griega mayúscula, de la cual procede -nuestro signo <em>y</em>; pero puesto que el eruditísimo<span class="pagenum" id="Page_417">[Pg 417]</span> -autor americano así lo asevera, sus razones -tendrá.</p> - -<p>Otras muchísimas originalísimas doctrinas -pudiéramos ir viendo, todas como parto -de su feliz ingenio; pero sería por demás -prolijo querer examinar todo el libro. Lo -apuntado creo que bastará para formar idea -del nivel á que se hallan los conocimientos -lingüísticos por aquellas tierras.</p> - - -<h3>III</h3> - -<p class="indent20 p1b"><em>A D. Julio Saavedra.</em><br /> - -(Santiago de Chile).</p> - -<p>Muy señor mío y de toda mi consideración. -Mi artículo de Setiembre en <em>La España Moderna</em> -con este mismo encabezamiento le ha -movido á usted á enviarme una atenta carta, -un artículo del Sr. Manuel J. Ortiz para que -me entere de «las ideas que al respecto flotan -en nuestra atmósfera», y la revista <em>Le -Maître phonétique y Panthesis</em> con artículos -de usted.</p> - -<p>Ante todo, he preferido contestarle aquí, -porque deseo que sirva para el público chileno -y americano, y aun español, lo que -dijere, ya que no será otra cosa más que -aclarar las mismas doctrinas que he sustentado -en <em>La España Moderna</em>.</p> - -<p>Mi segundo artículo lo habrá usted leído -para cuando éste salga, y si el primero le -pareció algún tanto inexacto y molesto ¿qué<span class="pagenum" id="Page_418">[Pg 418]</span> -no le habrá parecido el segundo? Y con todo, -dejando aparte lo de la molestia, que su benevolencia -de usted sabrá disculpar, reconociendo -que no ha sido mi intención el -causársela, sino que es un efecto natural el -que amargue lo que va contra lo propio, por -más que el médico trate de dorar la píldora, -voy á satisfacerle en la mejor forma que -pudiere, siempre, por supuesto, dando el primer -lugar á la verdad, de la cual es usted -tan amante como yo.</p> - -<p>Contentóme en extremo ver que mi artículo -hubiese interesado á un escritor de la -valía de usted, que ha estudiado la lingüística -moderna en París; lo cual no es poco -para que mejor nos entendamos, á causa de -profesar entrambos las mismas doctrinas -glotológicas.</p> - -<p>Mi intención no fué envolver á todos los -americanos en la censura, como su finura le -hace reconocer, añadiendo que esa censura -es <em>justa</em>. Yo hice una distinción capital respecto -del castellano en América, distinción -que aclara todas las dudas y torcidas interpretaciones, -y es la que separa enteramente -el habla del pueblo, no contaminada con lo -que viene de París, y el lenguaje de los escritores, -su habla y la de las personas cultas, -que está empapada y calada hasta los tuétanos -de galicismo en todos los órdenes de -cosas, en lingüística, en literatura, en doctrinas -morales, sociológicas, etc., etc. Esta<span class="pagenum" id="Page_419">[Pg 419]</span> -distinción usted mismo y todos los americanos -convendrán en que hay que hacerla antes -de pasar adelante. Ustedes mismos se -glorían de traer á la patria la cultura y modales -de París, y no trataré yo de censurarles -en esto, porque en París hay cosas harto -buenas y dignas de tomarse, y de París se -sacan y traen á España y América muy nobles -ideas, modas elegantes y bonitas, juguetes -entretenidos, perfumes y cosméticos -delicados, en fin, un sinnúmero de doctrinas -y de artefactos, con las cuales damos nuevo -lustre á lo enrutinado de nuestras opiniones, -y con los cuales pulimos, acicalamos -y desengrasamos nuestras herrumbrosas y -mugrientas personas de lo que se nos pegó -durante varios siglos, en que el lavarse, y -más con jabón, era melindre de sólo los más -atildados y curiosos.</p> - -<p>Puesta y admitida esa distinción, tomo de -su carta de usted la nota que distingue esos -dos lenguajes: «En estos mismos impresos, -me escribe usted, puede usted comprobar -que nuestro castellano corriente ni es afrancesado -ni arcaico, sino en un todo semejante -al suyo de Castilla ó Aragón». Lo de <em>afrancesado</em> -y <em>arcaico</em> son para mí las notas que -califican esos dos lenguajes. El habla del -pueblo americano es tan castiza como el -habla de Castilla y Aragón; pero es más arcaica. -Esto, no sólo en Chile, sino en toda -América, y más que en el resto de América<span class="pagenum" id="Page_420">[Pg 420]</span> -en Chile. Y no es una tacha, ni mengua ese -arcaísmo, antes una prenda segura de más -acrisolado casticismo, y de que <em>el pueblo</em> -americano es más español que el pueblo español. -Porque hay construcciones gramaticales, -fonemas y vocablos, que el pueblo de -España ha olvidado, trastrocado, cambiado -por otros menos castizos, mientras que en -el pueblo de América se conservan con un -tan delicioso saborcillo á antigüedad, que se -cree uno trasportado á otros tiempos dorados, -y se imagina encontrar por esas sabanas -y serranías al primitivo conquistador, -con su caballo anterior al de la raza cordobesa -de los guzmanes. Figúrese usted si yo -me voy á amohinar de esto, sino antes regocijar -y sentirme metido como en un baño de -Reyes Católicos. Mayormente Chile fué una -segunda España, no como la Nueva España -ó Méjico, sino como un pedazo de la Península -llevado al Pacífico, con la ventaja de -una grandiosidad de cordilleras que sobrepujan -á Sierra Morena y los Pirineos, tanto -como al Mediterráneo el Pacífico. No había -pasado siglo y medio desde Colón, y hubo -un escritor chileno, natural de Santiago, -el P. Ovalle, que manejaba el castellano -como el que mejor lo ha manejado, y que -era artista de la palabra de tan subidos colores, -que no hay poeta americano que en sus -descripciones le haya llegado á la suela del -zapato. Humboldt se quedó corto y descolorido<span class="pagenum" id="Page_421">[Pg 421]</span> -y como asombrado por aquel maravilloso -pintor de los Andes.</p> - -<p>Pero me dirá usted que á dónde voy á parar, -y le contestaré que me deje, por su vida, -desahogarme recordando aquella cinta de -oro, pedazo de tierra española, que se llama -Chile, y aquel su valiente historiador Ovalle, -que harto lo he menester. Porque se me -aprieta el corazón y se me nublan los ojos al -considerar qué ha sido por allí de aquellos -grandes humanistas que quedaron después -de la independencia. Creyeron que el latín -y el griego olían á vieja España, desterraron -estos estudios, á los cuales debían cuanto -ellos eran, y eran grandes, que grande fué -Bello, para no mentar más que uno, y desde -entonces, si el habla popular siguió tan virgen, -tan casta, tan española, porque el castellano -vulgar tiempo ha ya que no necesita -de su madre la lengua del Lacio, el lenguaje -literario y el habla de las altas capas sociales -se despeñó y se dió á juguetear por las novelerías -francesas, y abrazó todo lo que de extranjis -se le metía en casa con halagos de -civilización. El amor á los estudios había -echado hondas raíces, y ya que, como suele, -con los estudios clásicos se había desterrado -todo estudio macizo, se llamó á Profesores -extranjeros. Ellos han removido el rescoldo -y avivado las medio apagadas cenizas. Por -ellos Chile es el rincón de América donde -más se sabe, sobre todo en materias lingüísticas.<span class="pagenum" id="Page_422">[Pg 422]</span> -Pero voy á decirle al oído algo que me -descontenta: como extranjeros, esos insignes -Profesores no tienen cariño al castellano, -digo al castellano práctico, á la literatura castellana. -Les traen mucha y muy sana lingüística, -estudian lingüísticamente el mismo castellano, -más el preclásico que el clásico; pero -con la frialdad del químico que deshace despiadadamente -en su laboratorio un magnífico -trozo de roca por el capricho, científico sin -duda, de analizar sus elementos componentes. -No aman con cariño el castellano, no -sienten aversión á lo extraño, y el lenguaje -literario y el habla de la gente culta se va embebiendo -más y más de galicismos é italianismos. -En este punto veo que usted disiente, -pues me asegura que el castellano corriente -de la clase social instruída no es afrancesado. -Yo desearía que así fuese, porque tengo -más cariño á nuestra lengua y más amor á la -literatura chilena que apego á lo que puedo -sacar en llevarle la contra á una persona tan -fina y amable y á un lingüista tan serio como -usted. ¿Pero he de creer más á quien pudiera -estar algún tanto cegado por amor á su patria, -que á mis ojos y oídos, que han visto y -oído y ven y oyen harto frecuentemente lo -contrario? Póngase en mi lugar y falle. Claro -está que hay sus más y sus menos, que personas -habrá en Chile, y usted puede contarse -entre ellas, que no quieren el galicismo extremado, -y que no lo menudean. Pero, créame<span class="pagenum" id="Page_423">[Pg 423]</span> -que demasiados abogados tiene y que son muchos -sus aficionados, y más son todavía los -que sin darse cuenta, por sólo seguir lo que -suena como de buen tono, chorrean extranjerismos -por todos los poros de sus afrancesados -cuerpos y de sus empecatadas ánimas. -El saber distinguir lo castizo de lo que no -lo es parece fácil; pero no es sino grandemente -dificultoso, aun estudiando mucho y -leyendo á pasto libros de castellano clásico. -Yo estoy metido en libros clásicos hasta los -codos, y con todo se me escapan no pocos -gazapos. ¿Qué será de los que no leen más -que obras modernas? ¿Qué, de los que sólo -leen en francés y se educan en Francia? -¿Qué, de los que tienen declarada ojeriza á -los clásicos? ¿Qué, de los que son esclavos del -buen tono, digo del mal tono? Y en esto último -he de hacer hincapié, porque sabido es -que son rarísimos los que saben sobreponerse -á las modas pasajeras, y no lo es menos -que el galicismo anda más de moda de -lo que fuera menester. Usted mismo me lo -da á entender al enviarme el artículo del señor -Ortiz, que aboga por el neologismo con -los falsos sofismas que ya he rebatido yo en -mis artículos, y lleva la contra al Sr. Oyuela, -que sustenta la doctrina más sólida.</p> - -<p>Comienzo por esta frase que ciertamente -no es castellana: «Deja constancia el señor -Oyuela de que en la Argentina se habla y se -escribe mal el castellano». Yo pregunto á<span class="pagenum" id="Page_424">[Pg 424]</span> -todos los españoles, si hay uno que entienda -esa frase. Tal vez lo habrá, si ha estado por -América; pero si no, con saber castellano -los españoles, que creo que lo saben, no habrá -uno que la entienda.</p> - -<p>Mas vengamos á la doctrina del Sr. Ortiz, -doctrina que usted dice contener «las -ideas que al respecto flotan en esa atmósfera». -«Podrá argüirse, dice Ortiz, que no se -trata de las transformaciones del lenguaje -hablado, sino de las que se verifican en el -lenguaje literario; no de las que involuntariamente -produce el pueblo, sino de las que -con pleno conocimiento introducen en la lengua -los escritores por medio de sus obras». -Efectivamente, la evolución del lenguaje es -un fenómeno admitido, irresistible y loable, -como todo lo natural. Pero las innovaciones -por las cuales ustedes abogan no son efecto -de la evolución natural del habla, sino aguaducho -que nos traen de París los malos escritores, -es algo pegadizo, como costra de gente -poco limpia, al habla natural, cuya evolución -es lentísima y sigue otros rumbos diametralmente -opuestos, como que siguen el cauce -del fonetismo de la raza, mientras que los -extranjerismos rebosan de él y se van hacia -fonetismos extraños. ¿Cómo suelta el señor -Ortiz esta dificultad, que él mismo se objeta? -De una manera muy cándida. Dice: «Pero -los escritores no hacen ni pueden hacer otra -cosa que seguir al pueblo, de lejos ó de cerca,<span class="pagenum" id="Page_425">[Pg 425]</span> -en esta obra de evolución». Repito que esta -es una candidez columbina. Los escritores -galicistas no siguen al pueblo, el cual está -muy ayuno de galicismos y ni los entiende -ni los quiere. Sálgase usted al campo, acompañe -al Sr. Lenz en sus excursiones lingüísticas, -á ver qué galicismos oye en los bohíos -y barracas de la gente enteramente alejada -de esa influencia francesa. Los escritores -siguen y <em>pueden</em> seguir á otro que al -pueblo, siguen á los franceses; ¿quién lo duda -que pueden y lo hacen con delectación y -gusto? Ojalá siguieran sólo al pueblo; pero -qué han de seguirlo, si se aborrecen con muchos -de sus términos, teniéndolos por groseros, -cuando son los de más noble abolengo, -como que los hallará usted en Oviedo, en -Ovalle, en nuestros gigantes del habla castellana. -¿No dicen ustedes por ahí <em>un roto</em> -á un pillete, como lo llamaban ellos juntamente -con <em>desgarrado</em>, y <em>rotura</em> como <em>desgarro</em>, -siempre en el sentido moral, por natural -metáfora de lo físico? Esa es habla de -Cervantes, que los escritores pocas veces -imitan, porque no es de buen tono. La atmósfera -de que usted me habla es una atmósfera -del Sena, cuajadita de los vahos -malsanos que encierran las nieblas flotantes -sobre el Sena. Y añade: «Si por desgracia -todos los escritores resistieran por sistema -la corriente popular, ello, sencillamente, los -dejaría atrás». No, sino que la que se queda<span class="pagenum" id="Page_426">[Pg 426]</span> -atrás y avejentada es el habla popular, que -la literaria es demasiado progresista.</p> - -<p>«Creo que todo neologismo aceptado por -el uso general responde á una verdadera -necesidad». Ese uso general no lo es del -pueblo: prueba manifiesta de que la gente -culta está de una manera general contaminada -del neologismo. Esotro de la necesidad, -ya sabemos que hay muchas necesidades -que nos creamos innecesitadamente, y una -vez creada no nos faltan argumentos para -cohonestarla. El uso del tabaco es un ejemplo -fehaciente.</p> - -<p>«La mayoría de ellos, dando pruebas de -un loable buen sentido, se amoldan sencillamente -al uso corriente del país en que escriben; -dan cabida en sus obras á todo neologismo -aceptado por la generalidad de las -personas medianamente cultas, en lo cual no -hacen otra cosa que ejecutar hoy de buen -grado lo que mañana tendrían que hacer á -pesar suyo, para no quedarse, como los dómines -y latinistas de la Edad Media, sin lectores -que pudieran entenderles». Ya ve usted -cómo esas ideas son las que flotan en la -atmósfera. ¿Por qué, pues, extraña usted que -yo diga que por América lenguaje y literatura -son un descolorido reflejo de lo que se -hace en París, que generalmente se escribe -mal por ahí y que el galicismo está en boga? -Por supuesto que eso de quedarse sin lectores -no empleando neologismos, es cosa de<span class="pagenum" id="Page_427">[Pg 427]</span> -risa. No habrá americano que no haya entendido -mis artículos, con no llevarlos. Si el pueblo -americano es más bien arcaico, hasta el -punto de estar en mejor disposición que el -español para entender á Cervantes, ¿cómo -no ha de entender lo que se le sirva sin esos -condimentos de neologismos y francesismos? -Cada cual entiende cuanto se le habla en su -lengua; lo que no entiende es lo extraño y -nuevo. ¡Tener que echar mano de esos pistos -para «hacerse comprensibles»! Lo que -hace falta para darse bien á entender á todo -individuo de raza española es hablar á la -antigua española, en cristiano, como Dios -manda, como habla el pueblo español ó americano, -no como quieren que se hable cuatro -pelagatos, que con haber venido á Francia -ya creen que ellos solos hablan como se debe, -cuando son los únicos que lo hacen muy retemal, -que hablan algarabía, franchutería -insoportable. Y luego cándidamente se dan -á creer que para que les entiendan han de -hablar así. Esto, mi señor Saavedra, y querido -colombroño, ya usted lo ve, es candidez -de marca mayor, y necedad campanuda y -pistonuda, y bobería por los cuatro costados, -y es cosa de descostillarse, y de apretarse -las quijadas, y de despatarrarse á puro -reir.</p> - -<p>Los que se figuran que con esas importaciones -de mercancía extraña va á ganar el -lenguaje literario de Chile, se engañan de<span class="pagenum" id="Page_428">[Pg 428]</span> -medio á medio. Con esto no hacen más que -desviarse del vulgar, no á pasos agigantados, -sino á pasos de zapatos de siete leguas, como -los que se calzó el pulgarcito. Con eso van -contra la evolución natural, que ellos suelen -echarnos á la cara para cohonestar sus -desafueros.</p> - -<p>No soy purista cimarrón y empedernido. -Un bledo se me dan ciertos galicismos que -se me escapen de menor cuantía, aunque procuro -estar en los estribos y declararles á todos -en general y á cada uno en particular -guerra sin cuartel. Lo que sí aborrezco á -par de muerte, porque es la muerte y perdición -del castellano, es que por principio se -les dé audiencia, se les acaricie y regale -como á personas de casa, siendo unos tunos -aventureros que se nos cuelan para atosigar -nuestra lengua, que se les defienda en nombre -de la evolución natural lingüística y de -otros principios científicos, y que lo que es -vilísimo rebajamiento y servilismo de nuestra -casta, de españoles y americanos, para -con gentes extrañas que no nos lo agradecen -para nada, y hacen bien porque el servilismo -no debe agradecerse, sino mirarse con malos -ojos, pase entre españoles y americanos -por cosa de buen tono, de europeización y de -adelanto. Cada cual ha de procurar desenvolver -y acrecentar lo propio, no con emplastos -traídos de fuera, sino como lo pide y -lleva todo organismo, por intususcepción y<span class="pagenum" id="Page_429">[Pg 429]</span> -propio desenvolvimiento orgánico, por asimilación -lenta y duradera.</p> - -<p>Por último, tengo que decirle que, aunque -no es universal mi censura de que maleen -el castellano los escritores de esas Repúblicas, -es general, de los más, y que aun los -que de ello están libres, como usted, no dejan -de caer en groseros galicismos cuando menos -se percatan. Para evitarlo es fuerza leer -mucho castellano rancio de los siglos <span class="allsmcap">XVI</span> y -<span class="allsmcap">XVII</span>, y mejor del <span class="allsmcap">XVI</span>, porque el del <span class="allsmcap">XVII</span> está -repleto de necedades aun en los mejores escritores, -y no tienen la frescura, la originalidad, -el casticismo, la fuerza inventiva dentro -de lo castizo, que tienen los escritores -del siglo <span class="allsmcap">XVI</span>. Y ese leer continuo es faena -con la cual poquísimos quieren apechugar. -Usted lo sabrá de sí, yo lo sé de otros y de -mí mismo.</p> - -<p>Afectísimo servidor y amigo, etc.</p> - - -<h3>IV</h3> - -<p>Los tristísimos sucesos de Cuba en estos -días no pueden menos de llegarnos al alma -á cuantos llevamos en las venas una misma -sangre, á todos los españoles y americanos. -Americanos son y españoles los cubanos, -que no así como quiera se desmembra y descuartiza -en trozos una raza de una plumada, -aunque esa plumada se rasguñe en un Congreso -de París. Dolorosos acaecimientos<span class="pagenum" id="Page_430">[Pg 430]</span> -que sólo pueden parar en una de dos: ó en -la pérdida de la independencia y el consiguiente -deshacerse y desleirse la raza cual -gota que cae en el océano de otra raza extraña, -como está sucediendo á ojos vistas á -nuestros hermanos de ayer, los españoles -de La Florida, de California, de Tejas, que -no sé yo hasta qué punto lo serán ya hoy; ó -pasar por la secular tragedia de guerras intestinas, -tiranías brutales, degüellos y bandolerías, -por donde han pasado las demás -Repúblicas americanas después de haberse -escabullido del regazo de la madre patria. -Paraderos lastimosos, pero ello era de esperar, -y no pocos cubanos se lo temían con -sobrada razón á poco que tuviesen conocido -y calado el metal de nuestra gente.</p> - -<p>Si algo hay que pueda sacarse en limpio -del estudio de nuestra historia, es el humor -levantisco, nada domeñable, y como efecto -natural el amor á la independencia, entrañado -hasta el tuétano de nuestros huesos, -pero de la independencia tan por el cabo -que no se ciñe dentro de las fronteras de la -Nación para desalojar al extranjero que se -arroje á hollarlas, sino que va particularizándose -á la provincia, al municipio, al barrio, -á la familia, hasta llegar al individuo. -Ese individualismo que diz trajeron al imperio -romano los germanos, era fruta asaz -saboreada y resaboreada por estas tierras -de los Viriatos y de las Numancias, de los<span class="pagenum" id="Page_431">[Pg 431]</span> -Saguntos y Calahorras. Cada español fué -siempre rey en su casa, y los cubanos son -españoles, éranlo por lo menos hace unos -meses, y los hispano-americanos son españoles, -fuéronlo al menos hace unos años, y -ni unos meses, ni unos años, ni aun unos siglos -pesan un comino ni miden un jeme tratándose -de razas.</p> - -<p>Achaque excusado, porque nadie se lo -pide, es el no quererse llamar españoles, ni -hispano-americanos, sino latino-americanos. -Dícese que somos de raza latina, y todo porque -pasaron acá hará la friolera de veinte ó -veintiún siglos algunos miles de latinos; en -cambio los americanos no son españoles, por -más que toda la población culta esté compuesta -de españoles que pasaron, ayer como -quien dice, á América. Los negros allá llevados -de África no son para ellos americanos, -y sí los <em>latinos</em> llegados de España. Es -donoso el cuento. D. Pedro Pérez y D.ª Juana -López hubieron de partirse para la Cochinchina, -no sé con qué motivo. Nacióles allí -un robusto vástago á quien llamaron José -Pérez y López, doméstica y caseramente -Pepito. ¡Vaya usted á decir á D. Pedro Pérez -y á D.ª Juana López que José Pérez y -López no es español! Arremangaráse el uno -sus mostachos y encrespará la otra su copete, -y hechos unas furias os dirán que su -Pepito nada tiene de cochín ni de chino.</p> - -<p>El hábito no hace al monje: menos lo hace<span class="pagenum" id="Page_432">[Pg 432]</span> -un nombre que se pega todavía menos á las -carnes. Eres peruano, mejicano, chileno, -rioplatense, cubano; pero esos son sobrenombres: -tu propio y natural nombre, el que -brota de la sangre de tus venas, de tu testarudez -y apego á lo tuyo, de tu individualismo -brutal, de tu cariño á <em>independizarte</em>, -es el de español. No te sonroje el apelativo -de tu raza, no te corras de proceder de esta -tierra de garbanzos, que no es, créeme, tan -villana y ratera como te lo zumban al oído -algunos lindos que ayer andaban por las -selvas.</p> - -<p>La raza y el idioma son los que fraguan el -natural de los hombres: la raza en el cuerpo, -el idioma en el alma; bien que, á decir verdad, -raza é idioma se compenetran tal vez -más que alma y cuerpo.</p> - -<p>Al cubano de casta, quiero decir al español -de Cuba, no puede caerle muy en gracia -el que los anglo-sajones, con ser la flor y -nata del género humano, como dicen, con -ser los sobrehombres de la presente generación, -vayan á meterle en pretina, y el que -su sangre, sea latina ó sea española, se desustancie -y aniquile, anegada en el mar de -otra raza. Tampoco es de esperar que eso -caiga en gracia á los demás hispano-americanos. -Á vista del peligro común todas esas -Repúblicas se mancomunarán, porque siempre -fué así, que olvidadas las reyertas de -barrio, los españoles, acicateados por el espíritu<span class="pagenum" id="Page_433">[Pg 433]</span> -de conservación, convirtieron su individualismo -en amor á la independencia nacional.</p> - -<p>El idioma no es una simple enseña y bandera; -es algo más, es el alma de la raza, y -por consiguiente la fuerza y baluarte último, -el más interior y recogido, el que ante todo -y por cima de todo hemos de procurar defender -los que en caso de rebato esperamos -alzarnos como un solo hombre. El pensar y -el querer, las dos caras del alma, distinguen -la manera de ser de cada raza; y el idioma -no es un mero espejo del pensar y del querer, -es la turquesa en que se han vaciado, al propio -tiempo que es el vaciado sonoro formado -en la turquesa del pensar y querer de la -raza. Porque son dos cosas que se forjaron -á la par el alma y el idioma de cada pueblo, -moldeándose entre sí, siendo cada una materia -y forma á la vez de la otra, correspondiéndose -como los dos polos eléctricos, positivo -y negativo, que sólo se distinguen convencionalmente -por esos nombres, siendo -entrambos tan importantes el uno como el -otro para que salte la chispa y se establezca -la corriente, es decir, para que brote esa -fuerza que llamamos electricidad.</p> - -<p>Tal es para mí la importancia de procurar -la conservación del idioma castizo, y -ajeno de extrañas escorias, entre todos los -pueblos de raza española. Mientras esa unidad -de idioma se guarde como la joya más<span class="pagenum" id="Page_434">[Pg 434]</span> -rica y preciada que es, el alma será una, la -raza no se habrá despedazado, la unión de -pensares y quereres se levantará sobre las -divisiones políticas y territoriales habidas -y por haber, y al estruendo de los invasores -venidos de fuera, esa raza una despertará -por adormecida que esté y se apiñará como -un solo pueblo robusto y recio al amago del -peligro común.</p> - -<p>Ahora bien, la conservación y unidad de -un idioma repartido entre Naciones y Repúblicas -tan distantes y separadas geográfica y -políticamente sólo puede lograrse mirando -todos á un ideal, á un dechado común, norma -y pauta del lenguaje literario. Ese dechado -no puede ser otro que el lenguaje del -cual arranca toda la literatura hispano-americana, -el lenguaje clásico del siglo <span class="allsmcap">XVI</span>, de -aquel maravilloso lenguaje que, llevando en -sí la pujanza del movimiento histórico en -que nuestra raza se agigantó y rayó más -alto que en ningún otro de antes ni después, -mostró más á las claras lo que bien cultivado -y cuidado con esmero puede dar de sí. -No que nuestro lenguaje de hoy haya de enlazarse -y abrazarse á él cual hiedra á un -tronco envejecido y trasañejado. El lenguaje -literario de hoy está pegoteado y empañado -de remiendos traídos de otras lenguas, con -los que creyeron ataviar nuestro idioma los -que lo tuvieron por enfermizo, enclenque y -para poco. No es el lenguaje un ser orgánico<span class="pagenum" id="Page_435">[Pg 435]</span> -que crece por yuxtaposición ó agregación -externa de moléculas; es un organismo, un -árbol que crece por intususcepción, como -dicen, por desenvolvimiento propio, por empuje -del zumo vital que echa nuevos brotes -y lozanos ramones, escogollándose y acopándose -conforme á su natural gallardía.</p> - -<p>Ese zumo vital está en el habla popular, -lo mismo de América como de España, y -de él ha de renovar el suyo á la continua el -lenguaje literario. Nuestros clásicos no fueron -modelos de lenguaje castizo por haber -abierto la puerta á todas las novedades, ó -digamos vejestorios del latín y del griego -de lo cual se lamentan Lope y todos los buenos -españoles á vueltas de caer ellos mismos -en lo que condenaban. Fuéronlo por haber -sabido diestramente traer á la literatura el -riquísimo y nunca agotado caudal del habla -del pueblo español, de aquel pueblo que pasó -á América con su habla pintoresca de Castilla, -y por haber tenido habilidad para formar -derivados y compuestos lindos y expresivos -conforme al ingenio del mismo idioma -y al buen humor y poético natural de la raza.</p> - -<p>El que quiera engalanar su pluma con -bizarría verdaderamente castiza, no tiene -que andarse mendigando términos desusados -del francés ó del latín; los hallará á manos -llenas en nuestros clásicos y entre las -gentes del campo y de las aldeas.</p> - -<p>Los vocablos traídos de fuera ni encajan<span class="pagenum" id="Page_436">[Pg 436]</span> -en el fonetismo castellano ni los entienden -más que los que conocen esos idiomas; los -populares y los clásicos llevan todo el corte -fonético y semántico del modo de pensar -y fantasear de nuestra raza, y su valor se -trasluce tan claramente como el agua de la -fuente para todos los que se criaron con el -idioma castellano, porque está encerrado en -los radicales y sufijos derivativos bien conocidos.</p> - -<p>Desentendámonos, pues, de cierta nota -infamante, de cierto olor á rutina leñosa y -sin vida, que lleva malhadadamente consigo -el término de <em>clásico</em>, y entendiendo por él -lo castizo, lo ingénito y propio de esta tan -menospreciada y hollada casta española, no -sólo por los extraños que la ven postrada, -sino por sus mismos hijos de España y América, -apreciemos en lo que vale nuestro idioma -bebiéndolo en el clasicismo castizo de -otros tiempos mejores, envidia y causa tal -vez de la mordacidad de los extranjeros y -en los siempre corrientes manantíos del habla -popular de España y América, no menos -despreciada por las personas de juicio somero, -que sólo se pagan de culturas superficiales -y de oropeles, por no haber gustado -jamás los insondables veneros de la virgen -naturaleza.</p> - -<div class="chapter"> -<p><span class="pagenum" id="Page_437">[Pg 437]</span></p> - -<div class="figcenter illowp100" id="p437ilo" style="max-width: 31.25em;"> - <img class="w100 p6 p6b" src="images/p437ilo.jpg" alt="ilop437" /> -</div> -<h2 class="nobreak">El Neologismo</h2> -</div> - -<h3>I</h3> - -<p>Alguien me ha tenido por sobradamente -purista, por enemigo de los neologismos, -sean franceses, sean latino-eruditos.</p> - -<p>Acerca de los neologismos, soy tan holgado -de mangas como esos reverendos abades -benedictinos que vemos en las hornacinas -de nuestras catedrales, que les cuelgan -hasta el suelo. No les tengo la menor inquina -por ser neologismos, y por poco autorizada -que sea mi opinión, no dejaré de decir que -me allano á recibir con los brazos abiertos -todo vocablo que nos venga de fuera, con -tal que responda á un concepto ó á un artefacto -nuevo sin nombre castellano. No es el -idioma un vestuario de teatro, cuyas piezas -inventariadas puedan servir en caso de penuria -para muchos y variados personajes, ó -un almacén de prendería, donde entran y -salen según la temporada y la moda todo<span class="pagenum" id="Page_438">[Pg 438]</span> -linaje de prendas ya hechas de vestir. Un -idioma atesora un cierto número de radicales -y de sufijos, que sin darnos cuenta hormiguean -por la enredada y recóndita madeja -del cerebro. Las ideas que en cada -momento ocurren, salen á las tablas rebozadas -de su correspondiente vestimenta, -cortada y cosida de uno ú otro radical y de -uno ú otro sufijo. Pero acontece que la idea -viene de extranjis y lleva, como es natural, -el traje del país de donde viene: es tal la trabazón -y entalle de la forma fónica á su idea, -que dificultosamente hallará ésta en tierra -extraña sastre que le acierte en el corte -y que le entalle bien la ropa. Bienvenidas -seáis, pues. Pero ¡por vida mía!, así como -al llegar acá habéis de españolizaros más ó -menos, pues no hay idea que no coloree su -matiz al mudar de temple, españolizad también -vuestro traje cuanto os sea posible.</p> - -<p>Loable es el neologismo, cuando viene -como marbete (en francés <em>etiqueta</em>) sobre -la envoltura de algún nuevo artefacto ó idea -flamante. Ya que hayamos sacrificado en -aras del lenguaje cosmopolita de la ciencia -el derecho de sacar los términos técnicos -de nuestro caudal de radicales, como podíamos -haberlo hecho, pese á quien suponga -que el castellano no da de sí para ello, lo -menos que se puede pedir es que se manejen -los radicales greco-latinos con mano adestrada -y sin herir ni degollar á nuestro lastimado<span class="pagenum" id="Page_439">[Pg 439]</span> -idioma. No es tan hacedero, como parece, -esto de bautizar una criatura, y no pocas -veces la erraron los inventores ó padres -del nuevo parto, por falta de conocimientos -lingüísticos. Ante todo es menester saber el -griego y el latín, y luego, ó si se quiere antes, -saber el castellano. Sabidurías son éstas -que en España se les alcanzan á muy -pocos. Diríanse aves de altanería, que vuelan -allá remontadas por cima de las nubes, -seguras de que se acabaron tiempo ha los -halcones, sacres, neblíes y azores, por más -que «haya por ahí ciento que apenas saben -leer y gobiernan como unos gerifaltes».</p> - -<p>Aquí no se sabe griego, ni latín, ni castellano; -y aunque esto suene á encarecimiento -de pesada burla, y el detenerme á probarlo -lleve trazas de digresión impertinente, nada -hay de eso, ni de esotro, ni de lo de más allá. -No me vengan á tapar la boca con estadísticas -de alumnos matriculados en Institutos, -Universidades y Seminarios. De los Institutos, -con esos programazos kilométricos de -lengua latina, en los cuales se agota toda la -teoría del latín, salen los imberbes muchachos -de diez y once años sin pizca de latinidad. -Ábraseles el primer libro que se ofreciere -escrito en latín, y por macarrónico que -sea darán de bruces á la segunda palabra -que pretendan traducir, si es que no dieron á -la primera, ó si es que lo pretendieron; que -á ser algún tanto discretos, volverán la cabeza<span class="pagenum" id="Page_440">[Pg 440]</span> -á otra parte sin pretensiones de entender -poco ni mucho. El hecho es dolorosísimo, -pero tan cierto y reconocido como doloroso. -Apelo á los mismos profesores y discípulos, -á los padres de familia y á todos los -españoles que lo tienen sabido de sobra. En -las Universidades se les exige un trozo de -versión, como si no se supiese que no están -en disposición de hacerla. En los Seminarios -todo lo más que se logra es que entiendan á -medias el Breviario, y yo conozco un buen -golpe de lucidos y lucios eclesiásticos que -ni á medias lo entienden. ¿Quién, pues, sabrá -latín en España? Sólo quedan las monjas, -que lo destripan en el coro, y se dan á -entender que el <em>qui temperas rerum vices</em> -bien pudiera traducirse por <em>quiten peras (en -el huerto) raras veces</em>.</p> - -<p>El tiempo que en los Institutos se dedica -al latín no es para hacer muchos milagros -ni estupendas maravillas. Eso suelen reponer -los profesores, y yo estoy con ellos. -Pero todavía me atrevería á decirles, al -oído, por supuesto: «Y ustedes ese corto -tiempo lo acortan más con sus programas».</p> - -<p>Un prolijo programa de teoría latina encajaría, -como de molde, después que los discípulos -tuviesen el suficiente conocimiento -práctico para leer á libro abierto los autores -corrientes: lo entenderían y aprenderían -á pocas lecciones que se les dieran después -en la Universidad, porque se reduciría á recordarles<span class="pagenum" id="Page_441">[Pg 441]</span> -y encasillar en un sistema lógico -lo que ellos ya se sabían prácticamente sin -caer en la cuenta. Pero, para esos mezquinos -y alternos cursos de latín del Instituto, -los brillantes programas de que alardean -algunos profesores sólo sirven, cifrando en -breves palabras lo que requeriría un volumen: -primero, para acortar más el poco -tiempo disponible; segundo, para hacer aborrecible -el estudio del latín á los tristes muchachos, -que han de llevar pegadas con alfileres -al examen un montón de respuestas -sin atadero y de pura memoria, por no tener -conocimiento práctico de la lengua; tercero, -para que los anticlasicistas griten en son de -triunfo que esa asignatura es inútil, pues no -da resultados, y que mejor sería invertir el -tiempo en aprender lenguas vivas ó en hacer -gimnasia; cuarto, para lucir el profesor -sus hondos conocimientos y su habilidosa -destreza en saber copiar á Guardia ú otro -autor, de los conocidos en España, cuyas -doctrinas de segunda mano están ya podridas -de puro viejas; quinto, para dar trabajo -á los impresores y salida á los libros de texto -por tan socorrida manera compuestos; sexto, -para que los extranjeros crean que aquí se -estudia el latín; séptimo, para que los españoles -nos acostumbremos más y más á buscar -en todo las apariencias y los juegos de -efecto, y hagamos callo en la farsa nacional. -Este septenario yámbico-trocaico, verdaderamente<span class="pagenum" id="Page_442">[Pg 442]</span> -cataléctico, es el que ha matado el -estudio del latín en España.</p> - -<p>Muy duro contra los profesores está usted, -me dirá alguno. Pero se engaña de medio -á medio, porque yo no iba á echar la -culpa á los profesores. ¿Cómo han de tenerla, -si no hacen más que seguir el espíritu -de la Ley, la cual les enseña este método de -los programas? La Ley les ordena, cuando -se presentan á oposiciones, que enjareten -un programita muy cumplido y que por él -expliquen una lección como si se hallaran -en clase. Ese programita es la madre del -cordero, y la abuela es otro no menos cumplido, -y á veces extravagante programa, -que la misma Ley manda endilgar á los vocales -del tribunal, para que sirva de pauta -en la elección de profesores. Es cosa averiguada -que con semejante programa salen á -flote los que tienen más poderosa memoria -y más linda labia; pero no los que saben más -latín. Con ese programa muy bien sabido, -puede estar uno enteramente ayuno de latín, -y teniendo muy bien sabido el latín, puede -quedarse parado sin saber contestar á él. Y -llamo saber latín á lo principal, que es entenderlo -á libro abierto, y aun escribir y hablar -en latín, para todo lo cual el programa -teórico está demás.</p> - -<p>No me meto en los Seminarios, porque -la tela sería harto larga. Del griego nada -he dicho, porque con él pasa lo mismo que<span class="pagenum" id="Page_443">[Pg 443]</span> -con el latín, salvo que se le dedica menos -tiempo y son muchos menos los que tienen -que cursarlo para obtener los certificados -académicos, único fin al cual están enderezados -los estudios todos en esta tierra del -papel timbrado.</p> - -<p>Que no se sabe latín ni griego en España -se prueba mucho mejor por los hechos. Y -el hecho que voy á recordar solamente, porque -todo el mundo lo sabe, es tan fehaciente -y tan fresco, que no hay más que pedir. Con -él estamos en el corazón de la cuestión de -los neologismos y voces técnicas. Si en alguna -parte ó rincón de España se puede -buenamente suponer que se sabe latín y -griego, es en la Academia de la lengua. No -seré yo el que afirme que los señores Académicos -no saben griego ni latín. ¿Quién va -á suponer tal de Menéndez y Pelayo, de -Saavedra, de Mir, de los señores Pidales, -de Benot, etc., etc.? Digo sinceramente que -esos esclarecidos varones saben griego y -latín, más ó menos, y algunos de ellos me -consta de que lo saben muy bien sabido. -Pero ello es que en la Academia, como tal, -se ha decidido como jamás hubiera decidido -el último de nuestros humanistas del -siglo <span class="allsmcap">XVI</span>. Déjenme desahogarme: ¡oh sombras -de los Sepúlvedas, Vergaras, Castros, -Abriles, Monzós, Ruizes, Morcillos, Vives, -Nebrijas, Victorias, Núñez, Agustines, Chacones, -Sánchez, Barbosas, Correas, Palmirenos,<span class="pagenum" id="Page_444">[Pg 444]</span> -Montanos, Zamoras, Mendozas, Lagunas, -Escobares, Roas, Estazos y demás -latinos y helenistas! Las manos á la cabeza -se llevarían, si la alzaran y vieran y oyeran -lo que jamás se vió ni oyó sino en España y -en el siglo <span class="allsmcap">XX</span>.</p> - -<p>Bastaría apuntar el hecho, si en Alemania -estuviéramos; pero aquí menester será -poner en antecedentes greco-latinos al público, -que pudiera suceder no penetrase la -ignorancia que el hecho supone. En la transcripción -y pronunciación de voces griegas, -sabido es que en castellano se ha seguido -siempre este doble principio: <em>el uso</em> ante -todo, que con el tiempo ha ido modificando -los vocablos, por adaptarlos al ingenio de -nuestra lengua; y luego el modo de pronunciarse -<em>en latín</em>, cuando se trata de voces -nuevamente traídas del griego. La razón de -lo segundo es porque todas las palabras que -vinieron al castellano del griego nos las -trajeron los latinos. Pongamos un ejemplo. -Del <em>kírkinos</em> griego hizo el latín la expresión -<em>ad circinum</em>, que pasó al castellano en -la forma <em>á cércen</em>, de donde <em>cercenar</em>. Así -nuestros clásicos pronunciaban como grave -esta palabra: «Antes llevando <em>á cércen</em> la -alta cresta» (Valbuena, <em>Bernardo</em>, c. 24); -«Ensalmo sé yo | con que un hombre en Salamanca, -| á quien cortaron <em>á cércen</em> | un -brazo con media espalda, | volviéndosela á -pegar | en menos de una semana» (Alarcón,<span class="pagenum" id="Page_445">[Pg 445]</span> -<em>La Verdad sospechosa</em>). Y con todo -hoy decimos <em>á cercén</em>, y muy bien dicho, -porque natural condición del castellano es -el pronunciar agudas las voces terminadas -en consonante, y particularmente las terminadas -en <em>en</em>. Las dos <em>c</em> en <em>cercen</em> suenan -como en latín al venir tal vocablo al castellano, -aunque antes sonaran <em>k</em>, lo mismo que -en griego; el acento se mudó después por la -analogía conforme á la acentuación castellana: -son los dos principios expuestos.</p> - -<p>Robles Dégano en su <em>Ortología clásica</em> -ha sacado como conclusión del estudio de -nuestros clásicos, que preferían deshacer los -diptongos en la mayor parte de los vocablos -nuevamente traídos del latín y del griego, -es decir, que preferían la diéresis al diptongo; -hoy en día vemos, por el contrario, que -nuestros poetas prefieren el diptongo á la -diéresis, y que ésta sólo por licencia poética -y como excepción la admiten á veces. El -Sr. Robles se amohina y enfurruña contra -esta que él tiene por novedad y dice que lo -hacían mucho mejor los clásicos, y que la -diéresis da mayor sonoridad al lenguaje. Purismo -vicioso es éste del Sr. Robles, como lo -es el de aquellos que en todo y por todo alzan -la bandera del casticismo mal entendido, -sin dar oídos á otras razones sino á que -así lo usaron los clásicos. No es ir contra lo -castizo admitir en el lenguaje lo que da de -sí su natural evolución; antes bien, por castizo<span class="pagenum" id="Page_446">[Pg 446]</span> -se ha de tener lo que esa evolución natural -da de sí, pues si de casta le viene al -galgo el ser rabilargo, de casta le viene al -lenguaje el evolucionar, el ir mudando de -una manera lenta é inconsciente, lo cual, por -lo mismo, es muy castizo. Sirva de ejemplo -el caso mismo de que tratamos. Los clásicos -tomaron esas voces como sonaban en latín, -que era sin formar diptongo: hicieron muy -bien. Pero propio del castellano es formar -diptongo siempre que se puede: ese es su -carácter, que le viene muy de casta, eso es -lo castizo. Á poco tiempo de tomadas esas -voces greco-latinas, los mismos clásicos les -hicieron formar el diptongo poco á poco, y -hoy es la regla general.</p> - -<p>No es castiza una cosa porque la usaran -los clásicos, sino que los clásicos la usaron -por ser castiza. Natural era que se tomasen -las voces greco-latinas tal como se hallaban, -pero lo castizo fué que poco á poco fuesen -entrando en la turquesa común castellana. -Y á fe que la sonoridad del castellano se -debe en gran parte al diptongo; tan lejos de -la verdad está lo que Robles dice. Y aunque -así no fuera, lo más sonoro en cada idioma -es su fonetismo propio, al cual debe acomodarse -cuanto venga de fuera, y de hecho se -acomoda por ese proceso lento que llamamos -evolución, la cual no es otra cosa que -el casticismo en ejercicio continuo, el incesante -acomodarse del material lingüístico<span class="pagenum" id="Page_447">[Pg 447]</span> -fónica y semánticamente al modo de ser de -la raza en cada momento de su historia. No -basta, pues, conocer lo clásico, lo de los siglos -<span class="allsmcap">XVI</span> y <span class="allsmcap">XVII</span>, para poder decidir de lo castizo -de un vocablo ó construcción; menester -es además conocer á fondo el modo de ser -del idioma en sí, en sus tendencias seculares -y de cada época; es necesario tener bien conocidos -el fonetismo y la semántica del castellano, -y la psicología de la raza en general -y en su continuo desenvolvimiento, con los -mil factores y causas que de fuera y de dentro -obran en el pensamiento español y en su -manifestación fónica, que llamamos idioma -español ó castellano.</p> - -<p>Tenemos pues, que, habiendo pasado por -mediación del latín todas las voces que el -castellano posee del griego, no hace al caso -la pronunciación que en griego tuvieran, -sino la que tuvieron en latín. La unidad del -idioma, como en las obras artísticas y en -todo lo que refleja el pensamiento, es una -perfección, á la cual los idiomas se encaminan -por una cierta vereda, muy trillada por -las lenguas todas, la cual, en lingüística, llamamos -<em>analogía</em>, principio unificador que da -carácter propio á cada idioma, haciendo que -los elementos extraños ó los desbaratados -del mismo idioma vayan poco á poco encajando -en el molde común, cuanto lo sufren -los demás agentes que en la evolución del -habla obran á la continua. De aquí el que<span class="pagenum" id="Page_448">[Pg 448]</span> -las voces que los españoles fueron tomando -después directamente del griego, para expresar -nuevas ideas ó artefactos, las tomasen, -no como sonaban en griego, sino como -sonaron en latín ó como debieran haber sonado -conforme al fonetismo conocido de -esta lengua. Los griegos decían <em>Socrátes</em>, -<em>Demosténes</em>; los latinos <em>Sócrates</em>, <em>Demóstenes</em>, -y lo mismo <em>década</em>, <em>pirámide</em>, <em>Carnéades</em>, -<em>acéfalo</em>, <em>bucéfalo</em>, aunque los griegos -pronunciaban estas voces con <em>k</em> en vez de <em>c</em>.</p> - -<p>También en latín sonó <em>c</em> como <em>k</em>; pero al -pasar á las románicas este sonido se silbantizaba; -y así, <em>cepulla</em>, que sonó antes <em>kepulla</em>, -dió <em>cebolla</em>, y <em>cilia</em> dió <em>ceja</em>, <em>cena</em> dió -<em>cena</em>. Siguiendo esta analogía, á nuestros -humanistas jamás se les ocurrió decir <em>queleridad</em>, -aunque así había sonado en latín clásico, -sino <em>celeridad</em>, como sonó después, y -conforme á la silbantización de <em>ce</em>, <em>ci</em> en castellano. -Ni dijeron <em>á kirkin</em>, á la griega, sino -<em>á cércen</em>, de <em>ad circinum</em>, porque tenían delante -á sabiendas, ó no á sabiendas, la <em>cera</em> -del latín <em>cera</em>, del griego <em>keros</em>, y todos los -demás vocablos greco-latinos.</p> - -<p>No era menester para eso ser grandes -conocedores de las lenguas clásicas; bastaba -dejarse ir agua abajo por la corriente -de la analogía, que lleva con toda seguridad -á lo más castizo, á lo propio del idioma. Del -tema griego <em>kin</em>, movimiento, formaron los -sabios el término <em>cinemática</em>, y de ayer son<span class="pagenum" id="Page_449">[Pg 449]</span> -<em>cinematógrafo</em> y otros vocablos, en los cuales, -sin grandes quebraderos de cabeza, con -sólo obedecer á la analogía, se atuvieron á -la índole del castellano y á la transcripción -tradicional.</p> - -<p>Y ahora viene la hazaña cometida en la -Academia Española. De esa misma raíz y de -la otra <em>tele</em>, que vale lejos, quiso formar un -nombre para su nuevo invento el Sr. Torres -Quevedo. No atreviéndose á hacerlo por sí -y ante sí, acudió á la Academia. Hubo sus -dimes y diretes, y, por consiguiente, con -todo conocimiento de causa, tenga la culpa -quien la tuviere, que yo no me he puesto -á averiguarlo, salió del bureo, como diría -Cervantes, el nuevo y flamante terminajo -<em>telekino</em>, con <em>k</em> escrita y pronunciada. Tal -vez <em>telecino</em>, como debía decirse, les olió á -tocino y no quisieron pringarse las manos.</p> - -<p>¡Oh sombras de!... los poco humanistas -que acertaron, con menos bureo, á dar nombre -al <em>cinematógrafo</em> y á la <em>cinemática</em>. Ya -no me espanto al dar con el rótulo <em>bideograf</em>, -estampado en una barraca de Madrid. Los -barraqueros se fueron á traer de Francia su -interesante rótulo, porque al menos allí todo -es <em>très intéressant</em>; pero el <em>telekino</em> no sé -de qué rincón del mundo planetario se haya -traído, porque en ninguna parte se halla tal -modo de pronunciar. Casi casi sería preferible -seguir el consejo de un escritor americano, -que coincide con lo que hicieron los<span class="pagenum" id="Page_450">[Pg 450]</span> -barraqueros. Dice que no podemos prescindir -del francés para todos los términos técnicos, -es decir, que Francia debe ser la aduana -por donde hayan de pasar los vocablos -greco-latinos. Para traerlos acá habría que -suplicar á los franceses, quitada la gorra, si -podrá pasar tal ó cual voz con su anuencia -y visto bueno; y ¡ojo!, no nos desmandemos -á pasarla de contrabando, no se nos vaya -á atufar y torcerse los mostachos el jayán -del gendarme, que gasta malísimas pulgas. -Malo, disparatado, eminentemente servil es -el criterio del autor americano; pero es más -sano y menos dispuesto á errar que el que -echó al mundo el voquible <em>telekino</em>.</p> - -<p>Creo que fué Lineo el que separando al -hombre y á los monos de los demás animales, -los encasilló en un nuevo orden, que llamó -de los <em>primates</em>. El vocablo fué tan á -sabor de los naturalistas, que despertó en la -cabeza de un sabio americano nada menos -que la teoría de la evolución de las especies, -ya entrevista por Lamarck. Como cada vocablo -lleva consigo una representación ó -fantasma, me sucede á mí por lo menos, que -cada vez que empleo ú oigo el término <em>primates</em>, -se me van los ojos á las selvas de -Borneo y cuando no te me cato sale de entre -unos troncos y malezas un reverendo gorila, -garrote en mano, ó un chimpancé de gruesas -posaderas, ó un orangután haciendo visajes. -Ahora les ha petado el terminajo á los<span class="pagenum" id="Page_451">[Pg 451]</span> -periodistas y se lo aplican harto donosamente -á los prohombres ó cabezas de la -política española. Es una chistosísima obsesión -despertadora de cierta desapoderada -hilaridad y jolgorio, la que padezco cada y -cuando que al pasar los ojos por los periódicos -doy con una colección de semejantes alimañas. -Gedeón les pondría cara de fulano ó -de mengano. Pero que en un artículo serio -nos conviertan á todos en Gedeones, por -pazguatos y poco bullangueros que seamos, -y nos hagan juguetear tan cruelmente con -personas tal vez amigas, ó por lo menos simpáticas -y respetables... Á la verdad, ese -neologismo político no me parece decoroso. -He ahí un campo, tiempo ha en barbecho, -que podía cultivar la Academia Española. -Estos son los puntos que más de cerca le -tocan. Y es trabajo urgente, tan urgente, -que á poco que se descuiden, esas malas -hierbas se enseñorearán de la tierra y no habrá -layas que las puedan desarraigar.</p> - -<p>Baralt pasó de la raya en su rebusca de -galicismos, pero convengamos en que hay -enfermedades que no se curan con paños -calientes. Hay infinidad de galicismos que, -con no traernos nada nuevo, han matado -términos que ya no podemos suplir. <em>Prestigio</em> -era antes una especie de ilusión ó apariencia, -ó algo más que ya no podemos expresar, -algo que con su autoridad engañosa -le dejaba á uno embaucado, una añagaza<span class="pagenum" id="Page_452">[Pg 452]</span> -aristocrática. Hoy se lee á cada triquitraque -«es un sujeto de prestigio ó que tiene prestigio», -por no querer ó no saber decir que -tiene crédito, buen nombre, excelente opinión -ó fama». «El Gobierno goza de prestigio» -vale en esta jerga «que tiene poder, poderío, -influjo, influencia, crédito». Pues ¿y -las <em>orientaciones</em>? Diríase que todos nos -hemos convertido en brújulas. ¿Tienen los -franceses algo que equivalga á la <em>modorra</em> -española? ¡Si la inocente <em>apatía</em> se ha de -convertir en verdadera <em>modorra</em> al pasar -los Pirineos! Dejemos ese término simplón, -que es harto suave para la holgazanería española.</p> - -<p>«Me sentía turbado; una singular emoción -me ganaba; era como un mareo; <em>la tête -m’en tournait</em>, para decirlo con una fuerte -y gráfica frase francesa, intraducible al español». -El autor que ha escrito esta sarta de -galicismos traducía á libro abierto del francés -ó acababa de darse un hartazgo de lectura -francesa, no puede menos. ¡Pero que -en castellano falte manera de expresar lo de -<em>la tête m’en tournait</em>! ¿No ha oído nunca decir -que <em>le dan vahídos</em>, que <em>se marea</em>, que -<em>se le va la cabeza</em> al que mira desde una -torre? Pues harto más recio es eso de írsele -y quedarse sin ella, que no el <em>darle vueltas -la cabeza</em>, ó <em>andársele la cabeza</em>, que responden -enteramente á la frase francesa. Y si -no le contentan tales rodeos, escoja entre<span class="pagenum" id="Page_453">[Pg 453]</span> -estos otros: «De haber puesto atención á las -muchas cosas que habéis dicho, que me han -desvanecido la cabeza» (Juan de Pineda, -<em>Agricultura Cristiana</em>, Dial. 7, 17). «Era -tanto el ruido, que se desvanecía la cabeza» -(Quevedo, <em>Zahurdas de Plutón</em>). «La corriente -del agua le desvaneció la cabeza» -(Cervantes, <em>Persiles</em>, l. 3, c. 15). «Los muchos -truenos... desvanecían la cabeza y -parecíale que andaba al rededor» (Cáceres, -<em>Paráfrasis de los Salmos</em>, s. 76). «Que ya -me tiene quebrada la cabeza» (<em>Tía fingida</em>). -«Como cuando un hombre anda mucho al -rededor y da muchas vueltas, queda desatinado -y le parece que todo el mundo se anda -y se viene abajo» (Diego de Vega, <em>Paraíso -de los Santos</em>, <em>S. Miguel</em>). «Se le desvanece -la cabeza y le parece que todo el mundo se -le anda» (Ídem, <em>S. Francisco</em>). Pero hay una -palabra en castellano que precisamente nació -de aquí, y es la de <em>retortero</em>, del dar vueltas, -<em>tortus</em>. «Y que los había de traer al retortero -á todos» (Quevedo, <em>Cuento de cuentos</em>). -«En cerco andan los pecadores, al rededor -y al retortero, cuando como beodos y -sin juicio...» (Cabrera, pág. 335). «Se les anduviese -la cabeza al retortero» (Antonio Álvarez, -<em>Silva espiritual</em>, Feria 6 de la Dom. 5 -de cuar., 5 c.) «Inquietaldos, turbaldos, de -manera que se desvanezcan, les den vaguidos -de cabeza y no sepan de sí. Anden siempre -al rededor. No tengan firmeza en nada.<span class="pagenum" id="Page_454">[Pg 454]</span> -Traedios, Señor, al retortero» (Cáceres, <em>salmo</em> -82). «Es un vaguido de cabeza, un andar al -retortero y tener trabucado el juicio» (Diego -Vega, <em>S. Miguel</em>). Ahí tenía el autor frases -harto más gráficas que el «me sentía turbado, -una singular emoción me ganaba, la tête -m’en tournait» ¿Qué es eso de ganarle á uno -fuera de ganarle los cuartos ó de llevarle -ventaja? Y esotro de <em>emoción</em> será bueno en -Psicología; en castellano se dice de otras -mil maneras más coloristas y más poéticas. -<em>Emoción</em> y <em>conmoción</em>, que después añade -no es más que un meneo, y aun eso para los -que saben latín; y lo de <em>auscultor</em> es puro -latino, y <em>aúscopa</em> puro greco-latino rematadamente -híbrido y nauseabundo, digamos -asqueroso en castellano. Aquí <em>nos pasmamos</em>, -<em>nos admiramos</em>, <em>nos espantamos</em>, <em>nos -maravillamos</em>, <em>nos estremecemos</em>, y según -sea la emoción usamos más concretamente -otra infinidad de verbos, que los tenemos á -granel y á montones, á porrillo y á puntapiés -por esos suelos, y nos dejamos de secas -y descoloridas gabachadas.</p> - -<p>Porque descoloridos son todos esos vocablos -que hoy privan por ser los únicos que -tienen los franceses, que por la mayor parte -son puramente latinos ó griegos y que por -lo mismo no suenan á nada á los oídos españoles, -ni pintan nada á sus ojos, ni menos les -tocan al corazón por no ser sentidos, digo -por no haber salido ni de la cabeza, ni de la<span class="pagenum" id="Page_455">[Pg 455]</span> -imaginación ó magín, ni del corazón de la -raza española.</p> - -<p>No llevan el color del terruño, ni engastan -el sentir de nuestra gente, ni se han calentado -al sol de Castilla. Llenamos nuestra -tienda de géneros extraños, embaucados -como niños, por la bonitura del envase iba -á decir, y sólo es porque los vemos en manos -de aquellos ya de antaño reconocidos -buhoneros, de los que decía Quevedo que -nos venían á engatusar y sacarnos los cuartos -vendiéndonos ratoneras y agujetas. No -nos percatamos del trueque ni de que por -ser de peor calidad se han de averiar antes, -y que los libros que con ese aguado decir -escribamos, quedarán muertos al mes siguiente. -Pero lo peor del caso es que retiramos -á la trastienda los géneros nacionales, -donde quedan á trasmano arrinconados y -mohosos. Hay en las más hondas capas del -habla vulgar castellana muchedumbre sinnúmero -de voces tan pintorescas, tan agudas -y primorosas, de tan recio sentir y tan -bien sonantes, que nos las envidiarían los -escritores extranjeros. Son vocablos que dicen -con el pensar español, que se vaciaron -en la creadora fantasía española, que dieron -color, brío y vida á las obras de Cervantes -y Quevedo; pero que la literatura moderna -deja ratonarse y apolillarse, por andarse -á mendigar otros cosmopolitas, franceses, -desustanciados, manoseados, de cajón, que<span class="pagenum" id="Page_456">[Pg 456]</span> -no responden más que al menguado, poco -poético y feo pensar de los bulevares modernos, -ó dígase las rondas afrancesadas. -El que en ellos se ha criado, ó ha deseado -y soñado criarse, halla mezquino y faltoso -nuestro rico caudal, y se quedará muy más -convencido de ello al tropezar con tres ó -cuatro palabras anglo-francesas que se le -antojan exquisitas é intraducibles, porque -está de todo en todo ayuno de idioma castellano.</p> - -<p>¿Pero acaso hay palabra verdaderamente -traducible entre dos lenguas? Eso fuera si -dos pueblos tuvieran la misma cabeza, la -misma sangre, el mismo natural, el mismo -humor, la misma alma. Lo que aquí hay -es que pretenden hacer literatura española -pensando en francés, leyendo libros franceses, -empapándose en imágenes y sentimientos -que en Francia son tan delicados como -sus vinos; pero que en España saben á aguachirle. -La espuma del champán es harto -agradable; pero como les decía un baturro -á unos que estaban bebiéndolo: ¡buenas pantorrillicas -echarán con eso! Dejemos cada -cosa en su lugar, y si queremos escribir en -castellano y hacer arte castellano, pensemos -y sintamos y hablemos como se piensa, -se siente y se habla en esta tierra, que no es -tan desaprovechada é ingrata como creen -los que no la conocen.</p> - -<p><span class="pagenum" id="Page_457">[Pg 457]</span></p> - - -<h3>II</h3> - -<p>Traemos achacosa, enclenque y más que -medio tísica á nuestra lengua los que escribimos -y nos europeizamos. Europeizarse hace -cinco siglos era hacerse romanos; hoy, hacerse -franceses. La lengua castellana y nuestra -literatura padecieron desde entonces de -achaque latino; desde el siglo <span class="allsmcap">XVIII</span> ha cargado -con otros alifafes, sufre de achaque -gálico y de achaque helénico. No es de bien -avisado doctor mudarle la enfermedad al -paciente en cada visita por comezón de novedades. -He de volver otra vez y ciento á -este mi diagnóstico, pese á quien me tenga -por moledor y machacón. Antes el mal le -venía de Italia; hoy el malhadado neologismo, -que cifra esas tres enfermedades, le -llega por Francia; contra ella, pues, y -darle.</p> - -<p>No es cosa de tomarse un mal rato por -los afrancesados terminajos que ponen de -moda industriales y comerciantes. En un -pecho logrero y mercenario no caben delgadeces -literarias. El toque está en atraerse -parroquianos, dar golpe, arremolinar boquiabiertos -frente al escaparate, ofrecer novedades -que despierten el apetito, si no por la -sustancia, al menos por lo extraño del rótulo -que lleve la mercancía; y si ese rótulo huele -á francés ó es francés puro, tanto que mejor.<span class="pagenum" id="Page_458">[Pg 458]</span> -Compradores bobillos que paguen lo extranjerizo -de un nombre no faltarán. Señoritas -cabizhueras que lo repicoteen después -en los salones, y caballeritos casquivanos -que les alaben el buen gusto, lo lleven á los -cuatro vientos, y lo pongan de moda, y le -vacíen el almacén al tendero, sobrarán en -esta sociedad, que es una verdadera y bien -surtida pavera.</p> - -<p>Tampoco es muy ajeno á la condición de -nuestra casta el arremeter á escritores en -busca de honra y provecho barbilampiños -mozalbetes, que no hallan oficio más socorrido. -¿Qué van á hacer? ¿Meterse á compositores -de música, á pintores, á arquitectos? -Todo eso pide largos años de solfear, dibujar, -pasar hambre, soledad y silencio, cosas -que no se avienen con lo corto de la vida y -la prisa por farolear. El literato no ha menester -más que cuatro cuartillas y un lápiz, -y eso está ahí al alcance del más flaco bolsillo: -en las esquinas de la Puerta del Sol lo -ofrecen á voz en cuello los buhoneros con -los Toribios que sacan la lengua. ¿Ideas? En -los libros. ¿Y libros? En las bibliotecas públicas, -sin gastar un maravedí. Pero ¿y palabras? -Es lo más barato. El músico se quema -las cejas estudiando armonía y combinaciones -de sonidos; el pintor masculla barro y -aceite á fuerza de barajar y templar colores, -y se magulla los dedos á puro dibujar. El -material del literato, el habla, maldita la<span class="pagenum" id="Page_459">[Pg 459]</span> -falta que hace írselo á rebuscar entre las -gentes del pueblo ó en los libros clásicos. Á -más, que atiborrándose de lecturas francesas -se cazan con las ideas que hoy halagan -una buena montonera de citas y nombres -de libros y autores, que es un consuelo poderlos -ir encajando y empedrando entre lo -que á uno le vaya ocurriendo, y otra porción -de no menos bienquistos galicismos, -luces y primores del escribir moderno. Allí -es donde aprenden griego y latín, inglés y -ruso, los que no tienen lugar ni tiempo para -aprenderlo en esta pícara España.</p> - -<p>De los varios géneros literarios no todos -abren sus puertas. Hay que descartar el dramático, -que pudiera ir acompañado de poco -sabrosos silbidos y runrunes nada apacibles; -el de toda labor seria y erudita, que tiene -contados lectores y es una antigualla; el de -la verdadera poesía, dama antojadiza, no -con todos afable y generosa. Queda uno, el -de mayor alcance filosófico, el de más viso, -el que hoy como nunca es apreciado: el de -la crítica literaria. Fruto de toda una vida -de estudios macizos, flor del más exquisito y -apurado gusto, alquitarado por el hondo conocimiento -de las literaturas antiguas y modernas, -la crítica literaria es para los susodichos -mancebos cosa de coser y cantar, que -ni pide tiempo, ni gastos, ni aun saber manejar -el idioma. Para halagar al común de los -lectores cortando sayos al vecino, basta con<span class="pagenum" id="Page_460">[Pg 460]</span> -afilar bien la pluma y desvergonzarse de -una vez. Para colgar de los cuernos de la -luna una obra que sale á luz, dejando probablemente -también colgado y pataleando á la -vergüenza pública á su autor, no es menester -más que encaramarla á son de bombo y -platillos, música barata y callejera, que tiene -otra ventaja, la de dejarle á uno bien con -todos, lo cual no es de pequeña monta para -muchos menesteres.</p> - -<p>El tal crítico literario no pasará á la historia, -aunque se acompañe de muchedumbre -de autores que suele citar en comprobación -de una perogrullada; pero él se lo -cree bonitamente á los pocos aplausos que -oiga, de fueren quienes fueren; que ya los -habrá tan contentadizos que les llene y le -alienten á él con sus encomios.</p> - -<p>¿Y todo eso á propósito del neologismo -gálico-greco-latino? Allá voy, que estos tales -son los que nos lo traen, cuando habían -de ser los mastines que guardasen el rebaño -y ahuyentasen el lobo.</p> - -<p>Hay críticos literarios que, sin ser de esos -adocenados parlanchines, por falta de hondos -conocimientos en el habla castellana, -trompiquean no menos que ellos. Para poner -el dedo en la llaga y no hablar en el aire, -abro una revista de estos días y doy con -sendos artículos sobre Rubén Darío en dos -de sus números seguidos. Su autor acaba -de publicar en París otros dos, no artículos,<span class="pagenum" id="Page_461">[Pg 461]</span> -sino tomos de crítica literaria. Maguer mozo, -no es lerdo ni poco avispado: baste decir que -llegan editados por Garnier, hombre que -sabe dónde le aprieta el zapato y entiende del -oficio. En los artículos hay derroche de citas, -lecturas, autores, todo de fuera de España. -Es un dolor que por acá, donde él vive -y le dan de comer, no haya autor, libro ni -sentencia digna de citarse.</p> - -<p>Voy á lo mío, al neologismo, al desconocimiento -y menosprecio del castellano, y -por ende al lenguaje poco artístico en un -crítico de arte literario. «Voz asexuada y -argentina, voz de timbre metálico, voz de -querubín entre nubes rosa, voz tiple, voz -alba y angélica...» Siguen muchedumbre -ensordecedora de voces de todos calibres, -entre ellas la de tenor, que dice ser <em>ambigua</em>, -é <em>intersexual</em> y <em>guapa</em> y <em>rubia</em>; y la -de contralto, que se le antoja «voz de monja -andaluza, que llora en el coro su vocación -perdida». Son las siete voces de la lira humana. -Dejo la voz de monja y monja andaluza, -no gallega, que sería dar en la tercera -por dar en la prima. Lo de voz <em>asexuada</em> y -voz <em>intersexual</em> es lo guapo y rubio. Por extravagancias -gongorinas pasaran en otro -tiempo. Hoy deben de ser lindezas de los -modernistas españoles, que no es lo mismo -que modernistas de buena ley. No hay hombre -ni mujer, chico ni chaco, que no tenga -voz <em>asexuada</em>, y no hay alma viva que la<span class="pagenum" id="Page_462">[Pg 462]</span> -tenga <em>intersexual</em>, á lo menos no ha llegado -á mi noticia.</p> - -<p>Si os pregunta un castellano viejo, de ésos -que tararean coplas de Gabriel y Galán, que -cómo se come eso de <em>voz asexuada</em>, porque -no es fruta de su tierra, decidle que es voz -de sexo. Y si añade que qué es <em>voz de seso</em>, -después de corregirle porque no sabe pronunciar -la <em>x</em> latina, le declararéis que <em>sexo</em> -es un cierto vocablo que usaron, allá hace -dieciocho ó veinte siglos, unos señores romanos, -y que significa el ser hombre ó mujer, -y no las dos cosas á la vez. ¡Acabáramos!, -os responderá; pero ¿por qué no lo dijo -así en cristiano? Voz hombruna ó voz mujeril: -no hay quien no lo entienda.—Pero es -que el autor que tal escribe no ha querido -decir eso.—Os apretará reponiendo si se -trata de una voz que sea hombruna y mujeril -de una sola pieza.—Tal es lo que la palabra -suena, le diréis, si no significa hombruna -ó mujeril exclusivamente; pero yo creo que -ese señor quiso decir voz mujeril, por más -que el vocablo no lo diga. Convendrá el castellano -viejo en que seguramente hay en Madrid -literatos que saben más que él, pues -saben escribir; pero que no hablan ni escriben -castellano, sino lengua de romanos, y -que ellos se sabrán su por qué.</p> - -<p><em>Asexuada</em> es una rareza fabricada malamente -sobre otra rareza francesa, cual es -la de llamar <em>personas del sexo</em> á las mujeres,<span class="pagenum" id="Page_463">[Pg 463]</span> -como si los demás fuéramos eunucos á nativitate. -Pican á la puerta y entra á pasarme -la doméstica el siguiente recado: ¡¡¡Viene -una persona del sexo!!!</p> - -<p>Es como lo otro de llamarlas del «bello -sexo». En sana filosofía, hermosas son las -mujeres para mujeres; pero más hermoso y -acabado es el varón, como lo es el macho -más que la hembra en todo linaje de animales, -el pavo real, el león, el toro, el caballo. -Para las mujeres me sospecho yo que el -hombre es más hermoso; y si no lo creen -así, allá ellas con su avieso gusto, que á nosotros -más hermosas nos parecen ellas que -los barbados, aunque sabemos que en hecho -fisiológico y psicológico de verdad es todo -lo contrario. De todos modos no deja de ser -un galicismo muy cortés y una cortesía muy -francesa y muy cumplimentera, mentirosa -y bobalicona eso del <em>bello sexo</em>.</p> - -<p>Pues ¿y la <em>voz intersexual</em>? El autor quiso -decir que es á la vez de hombre y mujer, y -lo que dijo es que se halla en medio de los -dos, es decir, que no es ni uno ni otro. Además, -en tierra castellana siempre se dijo -<em>entre</em>, no <em>inter</em>. Los que han formado vocablos -con <em>inter</em>, como con <em>super</em> por <em>sobre</em>, -ejemplo <em>superhombre</em>, sabrán tanto latín -como ese señor crítico literario; pero castellano, -ni por pienso.</p> - -<p>Las <em>nubes rosa</em> es una vizcainada. ¿También -sabe vizcaíno el hondo crítico? Pues<span class="pagenum" id="Page_464">[Pg 464]</span> -no bastan esas hondas sabidurías para venirnos -á destrozar el castellano, que llama -á eso nubes rosadas ó de rosa ó sonrosadas, -ó más castizamente arreboles, término que -sin duda no le ocurrió porque andaba en -aquel entonces pensando en Francia, donde -á la cuenta no los debe de haber.</p> - -<p>Decidle, pues, al castellano viejo que <em>voz -rosa</em> es voz de rosa. ¡Así entenderá él de por -sí que <em>voz alba</em> es voz del alba ó de alborada! -¿Qué más dice alba que blanca? Pues dice -que el crítico su autor se pica de latino y de -buscar regodeos en el hablar.</p> - -<p>Otra muestra de francés y latín que pasa -por castellano: «la tendencia á la fusión de -estos géneros se ha ido acentuando». ¡Recórcholis!, -¿eso francés y latín? Todos entendemos -la frase. Triste habla la nuestra -literaria, que la entendamos los españoles y -por castellana la tengamos. Tendencia, fusión, -género, acentuar no nacieron acá ni -vinieron del habla de los romanos; nos los -regalaron los latinistas, tomándolos del Diccionario -latino-francés. Lo de acentuarse -una tendencia es una raquítica metáfora de -escribidores que van á beber su inspiración -poética, no en las fuentes de la umbría, -sino en la seca prosodia. ¡Bonita fuente de -galanas metáforas, la prosodia! Esa y otras -francesas de su laya las repetimos á diario, -dejando marchitar las ricas y frescas de -nuestro pueblo.</p> - -<p><span class="pagenum" id="Page_465">[Pg 465]</span></p> - -<p>«El poeta lírico debe ser un susceptible, en -la hermosa acepción de esta palabra». ¿Véis -cómo el mal viene de Roma, pero pasando -por Francia? ¿Qué dice á la fantasía ese <em>susceptible</em> -para ser nada menos que hermoso? -¿Quién sabe si le dió ese epíteto por llevar -la contra á Baralt y á todo el mundo, pues -todo el mundo siente lo feo de ese galicismo? -El poeta siente, es blando, tierno, delicado, -sensible, impresionable. Pero estos señores -críticos no entienden ni conocen el castellano, -y todo lo que leen en francés les sabe -á mieles. «Tiende á rebajar el arte <em>en l’amignonant</em>, -para decirlo con intraducible frase -francesa». Este señor debe de ser el único en -España que no sabe decir empequeñecer, -achicar, apocar, aniñar, amuchachar.</p> - -<p>«En un aire de matinée inmundo y equívoco». -Cuidado, que no se trata del aire de -la mañana, ni del garbo y desenvuelto meneo, -que es lo que aire suena en castellano. -Un garbo inmundo, sólo le ocurre decirlo á -un galiparlante. Aire es, pues, aquí tan puro -francés como <em>matinée</em>, é inmundo y equívoco -son francés y latín. ¡Aire equívoco! El -que ha equivocado los aires de su vocación -es el que se mete á crítico y pretende escribir -artísticamente con esa jerga franco-latina. -Á cualquier cosa llaman escribir estos -ensartadores de citas francesas.</p> - -<p>«O en esta otra, que tanto se le asimila (ó -inversamente, á lo cual tanto aquélla se asimila)».<span class="pagenum" id="Page_466">[Pg 466]</span> -Yo no negaré que en el Diccionario -oficial se halle el verbo asimilar; pero ¿qué -tiene que ver el Diccionario oficial con la -lengua castellana? Preguntad en cualquier -villorrio de Castilla qué es eso de asimilar, -y no os sabrán responder. Pero lo entenderán, -me replicará alguno, en las ciudades. Es -decir, que ese verbo y otros sin cuento, que -andan en el Diccionario, no los entienden en -los pueblos, y sí en las ciudades. Señal clara -de que hay dos lenguas en España: una la -castellana del pueblo, otra la afeada con -toda suerte de escorias gálico-latinas, que -le han echado encima los cultos y galiparleros. -Esas, lacras son, pues, y achaques del -castellano. Como necios latiniparlantes los -ha habido por aquí á montones, raras serán -las palabras latinas que no se les haya ocurrido -á uno ú á otro de nuestros escritores -de cuenta poner en sus escritos. Ahora bien, -en la Academia reina y puja el criterio de -tener por castellano cuanto se halle en nuestros -escritores más salientes y aun en los -que no lo son tanto. Así el Diccionario está -encostrado de latinismos, que ocupan el lugar -de muchedumbre de vocablos de castizo -abolorio, los cuales usan las gentes por toda -España y usaron nuestros mismos clásicos. -Sólo que el criterio latinista ha sobrepujado -allí siempre, y los tales latinistas no tienen -oídos para oir lo que no sea claramente latino, -y en cambio no se les trasconeja al<span class="pagenum" id="Page_467">[Pg 467]</span> -revisar los libros un solo latinismo, porque -andan al husmeo y á caza de ellos. ¿Qué más -da decir asimilarse ó decir, como todo español -dice, asemejarse, que se derivó de ese -verbo latino? Ganas de novelerías sosas y -hueras. ¿Por qué no dicen alio por ajo, palia -por paja, cilia por ceja? Porque se trata de -vocablos caseros y de todos los españoles; -y los que afectan latinismos no escriben para -todos los españoles, sino para los que saben -latín. ¿No fuera, pues, mejor escribirles en -latín? Es que no lo entenderían ni ellos sabrían -escribirlo. ¿Á qué, pues, esos pujos de -escribir en una lengua que ni unos ni otros -conocen? ¡Velay! ¡Qué verdad es que los -menos entendidos en una cosa son los que -más de ella se pican, por ejemplo, los que -tanto francés, latín y griego entrometen en -sus escritos, á falta de limpio castellano! -Dejémosles en esas niñerías de copistas; -pero quede asentado que ellas son las que -tienen postrada y achacosa la lengua castellana.</p> - -<p><span class="pagenum" id="Page_468">[Pg 468]</span></p> - -<div class="chapter"> -<p><span class="pagenum" id="Page_469">[Pg 469]</span></p> -<div class="figcenter illowp100" id="p469ilo" style="max-width: 31.25em;"> - <img class="w100 p6 p6b" src="images/p469ilo.jpg" alt="ilop469" /> -</div> -<h2 class="nobreak">El alma de Santa Teresa -en su estilo y lenguaje</h2> -</div> - - -<p>Inteligencia de ángeles había de tener -todo aquel que osara tomar la pluma para -tratar las cosas de la Madre Teresa de Jesús; -labios de querubines el que se atreviera -á tomar en los suyos, impuros y terrenales, -el nombre de tan excelsa mujer. No sé qué -tiene de níveo y delicado, y como si al llegar -de las manos hubiese de empañarse, -cuanto atañe á las vírgenes, y fuera de la -que lo es sobre todas, Teresa de Jesús paréceme -un finísimo brillante de los que tachonan -el camarín de Dios, tan único y de -tan deslumbradoras luces, que siempre tuve -á temeridad y caso de profanación tomar -sus libros para más de aprender, acatado -y tembloroso, de sus celestiales doctrinas. -¿Por dónde íbame á desmandar yo á juzgar -con mi mezquino entender nada de lo que -á ella tocase? Sobre lo arduo de tan más que -humana empresa, viene á acabar de dejarme<span class="pagenum" id="Page_470">[Pg 470]</span> -más embarazado y perplejo el deseo manifestado -por S. A. la Infanta de España, Doña -Paz, de que escriba alguna cosa acerca del -castellano y del lenguaje de la Santa. Yo -me siento tan apesadumbrado bajo el peso -de esta para mí honrosa carga, pero carga -al cabo y á la postre que pesa sobre mis -hombros más de lo que ellos sufren, que -ruego á S. A. R. y á los demás que me leyeren -no reparen en lo descosido y pobre de -mis ideas y lo desmañado de mis palabras -en trance en que no soy dueño de mis escasas -fuerzas para discurrir y hablar con la -serenidad y maestría que el asunto pidiera.</p> - -<p>Acerca del lenguaje de Santa Teresa pudiera -sacarse un juicio claro y terminante -de dos premisas que pasan por averiguadas, -y no dejan de encerrar, lealmente hablando, -ciertos visos de verdad. Conocido es el dicho -del gran Emperador Carlos V, bien enterado -en los principales idiomas europeos, -de que el castellano es la lengua para hablar -con Dios. Por donaire pudiera haber -repuesto Santa Teresa que, para hablar con -Dios, la lengua mejor es la que no habla, la -del silencio. Pero demos que también la lengua -haya de emplearse en alabar á Dios, -como David lo hacía en sus salmos, y la -Santa en sus villancicos. Si con Dios se pasaba -días y noches la extática Virgen de -Ávila conversando con Él familiarmente y -mano á mano, como pocos de los más regalados<span class="pagenum" id="Page_471">[Pg 471]</span> -Santos, habremos de inferir que el -lenguaje de la Santa, tan hecha á tratar -con Dios en la lengua para ello más apropiada, -es el más divino y soberano de los lenguajes. -Lo cual me ataría á mí de pies y -manos si, asiendo desatentadamente de este -cabo del hilo, me empeñara en deshilar todo -el ovillo, para tornar á enhilar un vistoso -panegírico de variados encarecimientos y -apasionados elogios, descaminándome así -del intento que me he propuesto, de ir á buscar -la verdad, fuese cual fuese, en unos escritos -cuya más alta virtud y aliciente está, -sin duda alguna, en reflejar, como en un limpio -y transparente estanque, el alma entera -de la más sincera de las santas y escritoras.</p> - -<p>El que se pone á escribir va muy puesto -en que ha de hablar con la pluma, bien de -otra más levantada y elegante manera de -como habla á diario con la lengua. Sabe que -es un arte dificultoso y muy cuesta arriba, -que es un asunto de peso y harto serio eso -de dejar estampado su pensar y á la luz del -día, su sentir y querer, á merced de todo el -que quiera enterarse, y como en testamento -imperecedero para los tiempos adelante, -abierto á los ojos de las gentes. De aquí que, -cuando nos avistamos por primera vez con -un escritor, por cuyos libros le teníamos en -singular aprecio, suele acontecer llevarnos -un solemnísimo desengaño, al ver y tocar -con las manos que es un hombre que habla<span class="pagenum" id="Page_472">[Pg 472]</span> -y discurre más ó menos como el resto de los -mortales. Derrúmbase de golpe el pedestal, -sobre el cual le había encumbrado nuestra -fantasía, y si no somos unos necios que -le menospreciemos, en lugar de caer en la -cuenta de nuestro poco seso, nos persuadimos -una vez más de que el escribir es un arte, -que dista bastante del palique en que pasamos -y divertimos un rato con nuestros amigos, -y que, por el mismo caso, hay siempre -algo de amanerado y hechizo, que ha de despintar -algún tanto el alma del artista, coloreando -su natural espontáneo con matices -rebuscados y más ó menos ajenos á su ordinaria -manera de expresarse.</p> - -<p>Santa Teresa es de los raros casos en que -podemos quedar seguros no haber entrado -á la parte en sus escritos el menor elemento -estético allegadizo, convencional ó afectado. -Lo que en ellos hubiere de estético, á buen -seguro que es de su propio natío.</p> - -<p>Menudéase, más de lo que la verdad pidiera, -con los escritores, esta mentirosa loa -de que escriben como piensan, sin rebozos -de postizos afeites. Ello es más raro y dificultoso -de lo que cabe pensar. De la Santa -no hay duda. No quiere de suyo escribir, ni -le pasó en su vida por el pensamiento que lo -que á ratos perdidos deja en sus papeles por -orden precisa de quien le puede mandar, ha -de ir á parar á otras manos que á las de sus -hijas, que nada saben de achaque de literaturas.<span class="pagenum" id="Page_473">[Pg 473]</span> -Su escribir es llanamente su hablar.</p> - -<p>No busquemos, pues, en sus escritos aquellos -exquisitos rodeos y acabadas maneras -que pudiéramos requerir y aun exigir en un -artista de la palabra. Digo mal. Lo que no -le demandaremos será cierto atildamiento -retórico, y un no sé qué de recortado, limado -y repulido, que en los escritos de algunos -autores, por encubierto y bien disimulado -que esté, lleva el recuerdo á los -afeites que ciertas damas sobreponen á la -frescura nacida del cutis. No negaré yo, -que cuando en ello ha andado la mano bien -amaestrada de algún perfumista consumado, -digo de algún maestro del buen decir, no -añada algún matiz halagüeño y agradable -á los que gustan más bien de apariencias, -no pagándose tanto de lo natural, si se nos -ofrece menoscabado con las mellas que en -hombres y animales, plantas y piedras, echamos -de ver á cada paso. Gloria da ver algunas -caras así repintadas, mayormente á la -luz artificial de calles y salones, y no deja -uno de pasmarse de la destreza y artificio -del que por tan maravilloso arte manejó -pastas y pinceles. Pero los colores y el frescor -de rosa en las caras que los llevan cual -Dios se las dió, engendran en el pecho un -sentimiento algo más hondo y entrañable, -que se derrama y desaparece poco á poco y -deliciosamente por todo nuestro ser, y nos -levanta en alas de ese pío general del alma<span class="pagenum" id="Page_474">[Pg 474]</span> -humana en busca de aquella soberana y no -creada hermosura, tan cantada por místicos -y poetas, de la cual es sombra y mal rasguñado -bosquejo toda otra belleza fabricada -por manos de hombres mortales y menguados.</p> - -<p>Es corto en sus entendederas el alcance -de los nacidos. Las que pasaron en ciertas -épocas por tachas y descuidos, que parecían -afear y emborronar la hermosura y concierto -del universo, son hoy día para los sabios -recamos y joyeles que lo realzan. El -arte ha abierto también los ojos, y ya no pretende -enmendar á la naturaleza, encerrando -sus obras en los cánones estrechos de la teoría. -Lo natural es harto más enrevesado y -tiene sus raíces más hondamente entrelazadas, -embrolladas y desparramadas, de lo -que aparece en la sobrehaz de las cosas. El -arte, que ha de retraer y reflejar á la naturaleza, -será un muy chico y aniñado arte, -si con esas apariencias se contenta; ha de -ahondar y cavar como ella, algo más, si -quiere bien imitarla. El universo es vida, y, -por lo mismo, lucha nunca acabable. Y ese -luchar, que es su vivir, es su verdadera alma, -la cual se manifiesta en el abigarrado enredo -de los fenómenos, de los combates, digamos, -á diario entre los seres todos.</p> - -<p>El color, el semblante, las apariencias de -las cosas, si arraigan en la primitiva traza -que se transparenta en su estructura íntima,<span class="pagenum" id="Page_475">[Pg 475]</span> -no menos se deben á ese su perdurable y -jamás cansado luchar y contrastarse entre -sí. El ejército retorna del campo de batalla, -vencedor ó vencido, muy de otra suerte que -salió á ella del cuartel. Si vistoso era su orden -y bizarros sus arreos al marchar, más -para pensar y sentir es el polvoriento y ensangrentado -porte con que vuelve.</p> - -<p>Un discurso á lo Solís en el Senado de -Tlascala, ó de Cicerón en los rostros de -Roma, que cierra con el enemigo, en prieta -y bien concertada falange de argumentos -certeros, períodos atronadores, frases relampagueantes, -es un pasmo de simetría y -de belleza, que pudiera parearse á la línea -no rompida de batallones, que desfilan al -hacer la muestra y parada antes de salir al -campo. Pero dadme otro pedazo de elocuencia, -roto en mil jirones, chorreando sangre -verdadera y encarnada, á lo Mirabeau en la -Asamblea revolucionaria de París ó á lo Demóstenes -contra los filipizantes en el Pnix -de Atenas. Allí admirábamos la belleza en -su idealismo teórico y de alarde; aquí nos -estremece la lucha de la vida real, el chispear -de las espadas, el estruendo de las máquinas -mortíferas; y esa lucha es más poderosa -á arrebatarnos, cuanto más llegada á -los hechos, y de mayor alcance filosófico -para el contemplador de la naturaleza.</p> - -<p>Pero es que de aquí también nace que la -obra artística que no lleve grabada esa sangrienta<span class="pagenum" id="Page_476">[Pg 476]</span> -huella del vivir, que es el luchar, no -puede menos de estar falseada, por muy delgadamente -que se haya tejido y por muy -sutilmente que se hayan atado todos los cabos. -El acicalado autor de la <em>Conquista de -Nueva España</em>, nos pinta un Senado y un -orador que platican, como se platicaría en las -más refinadas Academias del Renacimiento, -como podría platicar cualquiera de los personajes -del «Cortesano». Aquéllos no son -tlaxcaltecas, ni Dios que lo vió. Allí está -Solís y sólo Solís, con su alechugada y bien -almidonada valona de puntas, con sus sedosos -y perfumados guantes. Maravíllanos el -corte de sus frases, la redondez de sus períodos, -lo pulimentado de sus sentencias, el -orden y trabazón de sus razonamientos. Es -una labor de fina taracea ó ataujía, hija de -la paciencia y del ingenio; pero la pintura, -por lindas y bonitas que sean las pinceladas, -es falsa de todo punto. Grande ingenio, ó -muy culto, más que grande: es la única filosofía, -el único pensamiento que nos queda -de tan cincelada obra.</p> - -<p>Si, á ser más natural y filósofo, nos hubiera -puesto delante de los ojos lo que aquel -pueblo era en hecho de verdad, sus hombres -robustos, altaneros, pero salvajes; sus razonamientos, -de sentido común, pero briosos -y á tirones, recios como las caobas de sus -bosques, ardientes como las avenidas de -fuego y lava de sus volcanes, los maestros<span class="pagenum" id="Page_477">[Pg 477]</span> -de retórica no hubieran tal vez insertado la -pieza en sus <em>Colecciones de trozos escogidos</em>, -pero hubieran dado más que pensar y que -sentir al filósofo y al amante del supremo y -verdadero arte.</p> - -<p>Enséñannos los botánicos que la estructura -natural de cada planta, manifiesta desde -la primera célula embrionaria hasta su desenvolvimiento -último, lleva consigo cierta -simetría en la colocación geométrica de sus -partes, de las hojas en los ramones, de los -ramones en las ramas, de las ramas en el -tronco, lo mismo que de los estambres y -pistilos en medio de los pétalos, de los pétalos -y hojuelas en la corola y cáliz de la -flor.</p> - -<p>Á ser dioses ciertos escritores, nos hubieran -aburrido muy presto, llenando valles -y montes de árboles, arbustos y matas acabadísimos, -sin la menor tacha en esta teórica -simetría que les trazó el Criador. Á buena -dicha, ni Solís, ni otros de su linda ralea, -han tenido jamás las riendas del gobierno -del universo, y los seres todos se nos ofrecen -con las muestras de la lucha en que viven -y se desenvuelven en medio de las contrastadas -fuerzas de la naturaleza, con las -cicatrices, digamos, de la pelea, que á la par -de la variedad riquísima en formas dentro -de la traza única de su estructura, nos descubren -algo de más hondo, el vivir social de -todas las cosas, que tal vez entrañe la explicación<span class="pagenum" id="Page_478">[Pg 478]</span> -del ser y de los fenómenos todos -del universo.</p> - -<p>Hay obras de arte que por su monótona -regularidad hastían el gusto del más espetado -amigo de la línea recta. El estilo ornamental -simétrico europeo va perdiendo tierra, -mientras la va ganando el irregular, -caprichoso, despareado y harto más natural -cuanto más variado de los japoneses.</p> - -<p>Nada de japonés ni de guerrero belicoso -tenía el alma de la Teresa española; pero, -como no escribía por hacer arte, ni estaba -mostrada á tijeretear y repulir lo una vez -caído de su pluma, con sólo saber muy bien -sabida su habla castellana, sin más recetas -modernistas ni menos palabrillas y frasecitas -de cajón ó tiroir francés, nos dejó unos -tratados y cartas, que es un contento el leerlos. -Porque, para cifrarlo en una sola palabra, -en ellos dejó retratada toda su alma. Y -el alma, que bulle en la obra de arte, es la -que hace que lo sea, que lleve en sí espejado -su propio vivir, sentir y luchar, no en línea -recta, sino serpeando y meneándose en encontrados -pasos, llevada de sus afectos, á -cada rato variados y de mil visos y tonalidades, -aunque esa alma viva en tan serena -región como la de la Madre Teresa.</p> - -<p>Asunto de más vagar y para más delgado -ingenio que el mío fuera éste de descubrir y -sacar el alma de Santa Teresa en sus escritos. -Para ver en ellos su alma entera no es<span class="pagenum" id="Page_479">[Pg 479]</span> -menester, cierto, ser un águila ni perderse -de vuelo; yo la veo tan claramente, como -mi semblante al mirarme en el espejo. Pero -no es lo mismo ver y sentir las cosas, que -saber expresarlas. Eso se queda para artistas -tan verdaderamente sinceros y tan ricamente -dotados del don de la expresión artística, -como la misma Santa.</p> - -<p>Y torno á hacer hincapié en lo sincero, -porque es cualidad de los niños ésta de la -sinceridad, bien que algún tanto arrebujada -á veces con cierto espiritillo de mentirijilla, -que les carcome, y oscureciera su franqueza, -á no ponerla más de relieve su infantil -creencia de que engañan á los demás no -engañándose más que á sí mismos.</p> - -<p>Tengo para mí que los más ingeniosos -escritores deben el encanto con que nos -traen embelesados á esta sinceridad de niños. -Hácense niños al poner los ojos en el -asunto que quieren escudriñar, porque no -hay nube que así nos ciegue y embote la -vista como el uso, que traen consigo los -años, de mirar como por rutina las cosas -más maravillosas. Que las gasta y les roba -toda aquella frescura y lustre, con que de -niños nos embebecían y nos paraban como -abobados. ¿Pues qué, si se allega la huera -hinchazón del escritor, que da tontamente -crédito á los elogios, los cuales le hinchen -á la letra el ojo, así como suena, hasta volverle -miope, y hacerle creer que puede<span class="pagenum" id="Page_480">[Pg 480]</span> -echárselas de maestro autorizado, y así se -pone á estudiar y escribir con el hipo de descubrir -y decir maravillas?</p> - -<p>Santa Teresa, fuera de su discreción más -que de mujer, escribía como escribiría una -niña candorosa y primeriza en esto de tomar -la pluma. No se le entiende á ella de enjaretar -períodos rodados y cuadrimembres, ni -de casar los toques de los colores en su cuadro, -de arte que resalten y rebulten las luces -de entre las sombras, ni de tornear sus -frases, ni de alambicar los conceptos, ni de -hacerlos parir unos á otros mirándolos por -sus diferentes haces ó contraponiéndolos en -brillantes paradojas, ni siquiera de seguir -la hebra del razonamiento hasta el cabo. -Corta por donde se le antoja, digo, cuando -se le atraviesa otra cosa de mayor momento, -y luego ya no se le acuerda de tornarlo á -enhebrar. ¿No pensamos y discurrimos así, á -retazos, tomando á lo mejor un cabo suelto -que andaba allá por la madeja y se nos viene -de pronto á los ojos, sin cuidarnos del concierto -en las sentencias? ¿Pues por qué no -habré de escribirlo así?, hubiera respondido -la Santa al empecatado preceptista que le -hubiera salido con estos escrúpulos de retóricas -manidas.</p> - -<p>Vengamos ya, que ya es hora, á ver cómo -se las entiende la Santa en esto de escribir. -No habrá ido fuera de propósito cuanto hemos -discurrido hasta aquí, si en su estilo y<span class="pagenum" id="Page_481">[Pg 481]</span> -lenguaje hallamos puesto en su punto ese -que yo llamaría naturismo ó realismo español, -para no enmarañarnos, ni tengan que -achacarme nada, usando el vocablo naturalismo, -que ha tomado en Francia, y de allí -se ha corrido á las demás naciones, un sentido -harto distinto, bien que cimentado en la -misma propensión á buscar los hechos naturales, -tal como se nos ofrecen en el mundo. -Ahí, repito, han venido á parar la literatura -y el arte, arrastrados por las corrientes científicas -que han dado este colorido y sabor á -todo linaje de estudios y disciplinas, descostrándolas -de las impurezas añejas, de los -convencionalismos y dogmatismos de antaño. -Así ha quedado sepultada la antigua -retórica, en lo que encerraba de falsos puntos -de mira y de procedimientos rutinarios, -y sobre sus ruinas han brotado toda suerte -de escuelas y teorías, encaminadas por este -eterno sendero de la verdadera estética, de -la naturalidad y realidad.</p> - -<p>No habíamos menester, nosotros los españoles, -ese naturalismo francés á lo Zola, -que por irse tras los hechos, cierra los ojos -á otros que no lo son menos, al anhelo del -alma humana por un ideal elevado de vida y -por la virtud, hoy tan vivo y aun más vivo y -sentido que nunca, y se abate y encharca -y se zambulle en las podredumbres del vicio -y de la miseria.</p> - -<p>Nuestra literatura fué siempre natural y<span class="pagenum" id="Page_482">[Pg 482]</span> -realista. En una sociedad tan falseada como -la de Versalles, buena falta hacía que tras -la revolución, que desterrase la mentira política, -viniese el realismo en el arte, que acabase -con el embuste retórico.</p> - -<p>Pero acá en España, aun á vueltas de las -más desatadas locuras del gongorismo y -conceptismo, el realismo sano, la naturalidad, -arraigaba tan hondamente en nuestra -raza, que seguía tan lozano como en las épocas -de la Celestina, de los místicos y de la -picaresca. Ese realismo español, á donde no -ha llegado todavía el arte francés en sus altibajos -y vaivenes, y no sé si algún día llegará, -porque el carácter de la raza no lo -lleva, ha tenido en España casi tantos seguidores -en todos tiempos como artistas y -escritores; pero, sin hacer injuria á ninguno, -bien podemos asegurar que Santa Teresa -les lleva á todos ventaja en esta parte. De -aquí que su lenguaje sea lo menos rebuscado -que pueda concebirse. El artificio, no -ya la afectación, es cosa que se despegaba -de un alma tan sincera como la de nuestra -Santa. No hay en todos sus escritos una frase, -una sola palabra, que huela al menor artificio -retórico de escuela. Y cosa maravillosa, -pero que nada tiene de extraña, Santa Teresa -no discanta un punto de los preceptos -retóricos ni gramaticales, digo, de los que se -fundan en los principios eternos del arte y -del organismo idiomático del castellano. He<span class="pagenum" id="Page_483">[Pg 483]</span> -oído decir á algunos que nuestra escritora -es descuidada, por lo mismo que es tan llana -y poco curiosa en escribir. La queja es antigua. -Ciertos teologazos y retoricuelos de -su tiempo se daban á entender que «algunas -veces la Madre Teresa en sus libros interrumpe -el razonamiento, que llevaba, con -otras pláticas, y entremete unas exclamaciones, -con que se olvida de lo que iba diciendo, -y unas paréntesis prolijas que hacen -oscuro el sentido: al fin como quien no sabe -los preceptos de la Retórica y el orden que -ha de llevar el buen libro. Y demás desto -dicen que usa de vocablos que no son propios -ni verdaderos para declarar su conceto». -Bien de otra manera lo entendía el -P. Jerónimo Gracián, de cuyo libro <em>Dilucidario -del verdadero espíritu</em>, donde «se declara -la doctrina de la Madre Teresa de Jesús» -(pág. 15), he tomado esta cita.</p> - -<p>Cuenta allí mismo este verdadero discípulo -de la Santa que, como la importunase, -estando en Toledo, para que escribiese el libro -de las <em>Moradas</em>, ella le respondía por -estas palabras, que pondré aquí como muestra -al propio tiempo de su habla y estilo: -«¿Para qué quieren que escriba? Escriban -los letrados, que han estudiado; que yo soy -una tonta, y no sabré lo que me digo: pondré -un vocablo por otro, con que haré daño. -Hartos libros hay escritos de cosas de oración. -Por amor de Dios, que me dejen hilar<span class="pagenum" id="Page_484">[Pg 484]</span> -mi rueca y seguir mi coro y oficios de Religión, -como las demás hermanas, que no soy -para escribir ni tengo salud y cabeza para -ello».</p> - -<p>No quiero defraudar al lector del juicio -que el mismo P. Gracián formó del estilo -y habla de la Santa, por ser libro raro este -«Dilucidario», y encerrar en sí cuanto yo pudiera -declarar con bastante peores palabras: -«Y en ir en aquel estilo muestra con llaneza -la verdad, sin composturas, retóricas ni artificios. -Aunque (si bien se mira) el estilo es -altísimo para persuadir y hacer fruto; el lenguaje, -purísimo y de los más elegantes en -lengua española; que quizá muchos letrados -no acertaran á decir una cláusula tan rodada -y bien dicha como ella la dice, aunque borren -y enmienden mil veces: y ella lo escribió -sin enmendar papel suyo de los que escribía, -y con gran velocidad, porque su letra -(aunque de mujer) era muy clara, y escrebía -tan apriesa y velozmente, como suelen hacer -los notarios públicos, que me admiraba las -muchas cartas que cada día escrebía de su -mano á todos los conventos, y respondía á -cualquier monja ó seglar en los negocios de -la orden ó en los puntos y dudas de oración -que la preguntaban».</p> - -<p>Y cómo olvidar á otro más famoso teólogo -y maestro consumado de las letras españolas, -á Fray Luis de León, el cual, en la carta -que á las Madres descalzas escribió y puso<span class="pagenum" id="Page_485">[Pg 485]</span> -al frente de las obras de Santa Teresa en su -edición primera, año 1588, dice á este propósito: -«En la alteza de las cosas que trata, y -en la delicadeza y claridad con que las trata, -excede á muchos ingenios: y en la forma del -decir, y en la pureza y facilidad del estilo, y -en la gracia y buena compostura de las palabras, -y en una elegancia desafeitada que -deleita en extremo, dudo yo que haya en -nuestra lengua escritura que con ellos se -iguale. Y ansí, siempre que los leo, me admiro -de nuevo, y en muchas partes de ellos -me parece que no es ingenio de hombre el -que oigo; y no dudo, sino que hablaba el Espíritu -Santo en ella en muchos lugares, y -que la regía la pluma y la mano: que ansí -lo manifiesta la luz que pone en las cosas -oscuras, y el fuego que enciende con sus -palabras en el corazón que las lee».</p> - -<p>Con harto pesar habría de acabar este -artículo sin dar alguna muestra de este estilo -y lenguaje. Y así, remitiéndome á la curiosidad -del lector que no conozca las obras -de Santa Teresa, que son cosas que suceden -en España, para que él por sí mismo las saboree, -si quiere formar cabal juicio, sólo citaré -algún párrafo suelto.</p> - -<p>Cae, vaya por caso, plática del temor con -que vivían los santos que antes fueran grandes -pecadores. Vase la Santa al hilo del pesar, -que se le despierta entonces más vivo -por las niñerías de atrás, que á sus ojos se<span class="pagenum" id="Page_486">[Pg 486]</span> -le aparecen ofensas gravísimas, y con una -extraña humildad, dificultosa de hallar aun -en los mayores santos, dice así: «Por cierto, -hijas mías, que estoy con tanto temor escribiendo -esto, que no sé cómo lo escribo, ni -cómo vivo, cuando se me acuerda, que es -muchas veces. Pedidle, hijas mías, que viva -Su Majestad en mí siempre, porque si no es -así, ¿qué seguridad puede tener una vida tan -mal gastada como la mía?» Y no son éstas -ñoñerías monjiles ni humildades de garabato: -oid cuál prosigue abriéndoles todo su -pecho y doliéndose con ellas de sus imaginadas -maldades: «Y no os pese de entender -que esto es así, como algunas veces lo he -visto en vosotras cuando os lo digo, y procede -de que quisiérades que hubiera sido -muy santa; y tenéis razón, también lo quisiera -yo. ¡Mas, qué tengo de hacer, si lo perdí -por sola mi culpa! Que no me quejaré de Dios, -que dejó de darme bastantes ayudas para -que se cumplieran vuestros deseos». ¡Cree -ingenuamente que tienen razón sus hijas al -suponer que ella había sido pecadora! Tan -bobillas las monjitas, y tan profundamente -humilde la madre, que con todo su claro talento -les cree y se lo cree. «No puedo decir -esto sin lágrimas y gran confusión de ver -que escriba yo cosa para las que me pueden -enseñar á mí.</p> - -<p>Recia obediencia ha sido: plega al Señor, -que pues se hace por Él, sea para que os<span class="pagenum" id="Page_487">[Pg 487]</span> -aprovechéis de algo, porque le pidáis perdone -á esta miserable atrevida... no tenéis -para qué os afrentar de que sea yo ruin, pues -tenéis tan buena Madre», dice refiriéndose á -la Virgen. Y sigue en lo mismo, hasta que -de repente exclama: «Ya no sé lo que decía, -que me he divertido mucho, y en acordándome -de mí, se me quiebran las alas para -decir cosa buena».</p> - -<p>¡Por tan malas tenía todas las suyas!</p> - -<p>Ahí está toda entera el alma de la Santa -en un solo párrafo; y lo mismo la echaríamos -de ver en todos los de sus obras. Es delicioso -contemplar su viveza, las salidas inesperadas -con que pasa de un punto á otro, y -con qué gallarda desenvoltura se ahorra de -estorbos y va á lo suyo con certero paso y -sin embarazarse ni enredarse en menudencias -y remilgos, tan propios de mujeres.</p> - -<p>Quiere que entren en el castillo de sus -almas sus hijas; pero entrar un alma en el -alma misma, no deja de ser un peregrino entrar: -«Pues tornando á nuestro hermoso y -deleitoso castillo, hemos de ver cómo podremos -entrar en él. Parece que digo algún disparate, -porque si este castillo es el alma, -claro está que no hay para qué entrar, pues -ella es él mismo: como parecería desatino -decir á uno que entrase en una pieza estando -ya dentro. Mas va mucho de estar á estar; -que hay muchas almas que se están en la -ronda del castillo, que es adonde están los<span class="pagenum" id="Page_488">[Pg 488]</span> -que le guardan, y que no se les da nada de -entrar dentro, ni saben qué hay en aquel tan -precioso lugar, ni quién está dentro, ni aun -qué piezas tiene. Ya habéis oído en algunos -libros de oraciones aconsejar al alma que -entre dentro de sí: pues esto mesmo es lo que -digo».</p> - -<p>Escribe á su hermano, y no parece escribirle: -esta mujer habla con un presente: -«Pensé que nos enviara V. M. el Villancico -suyo: porque éstos no tienen pies ni cabeza, -y todo lo cantan. Ahora se me acuerda uno, -que hice una vez estando con harta oración, -y parecía que descansaba más. Eran (ya no -sé si eran así), y porque vea que desde acá -le quiero dar recreación:</p> - -<div class="poetry-container p11 pw18"> -<div class="poetry"> -<p><span style="margin-left: 1em;">¡Oh hermosura que excedéis</span><br /> -Á todas las hermosuras!<br /> -Sin herir, dolor hacéis,<br /> -Y sin dolor deshacéis<br /> -El amor de las criaturas.<br /> -.............................</p> -</div> -</div> - -<p>No se me acuerda más. ¡Qué seso de -fundadora! Pues yo le digo que estaba con -harto cuando dije esto. Dios se lo perdone, -que me hace gastar tiempo. Y pienso le ha -de enternecer esta copla y hacelle devoción. -Y esto no lo diga á nadie. D.ª Guiomar y yo -andábamos juntas en este tiempo. Déla mis -encomiendas».</p> - -<p>Así las gastaban nuestros místicos, á quienes -achacan hoy día algunos haber ennegrecido<span class="pagenum" id="Page_489">[Pg 489]</span> -y aovillado el carácter de los españoles -de aquellos tiempos. Tan cariacontecidas, -rostrituertas y cabizcaídas eran nuestras -gentes, que en ninguna literatura, ni en -la serena y placentera de Grecia, han jugado -así con la muerte y hecho donaire de los trances -más terribles y de las más hondas miserias -de la vida como nuestros desgarrados, -desarrapados y hambrientos profesores de -la jábega y de la picaresca. Al cabo y á la -postre fueron descendientes del estoico y sereno -Séneca y de los defensores de Calahorra, -Sagunto y Numancia.</p> - -<p>Ese desprecio de todo lo de acá, ese volar -hacia arriba y mirar las cosas todas con el -desdén de un alma grande, engreída y soberbia, -si se quiere, ese lanzarse á las más estupendas -aventuras, rompiendo por todas las -dificultades, es el alma de nuestros místicos -lo mismo que de nuestros pícaros, de nuestros -conquistadores de América, como de -nuestros guerreros de Italia y Flandes: es -el alma de la raza. Lo que es D. Quijote, el -noble, el más limpio de toda tacha y libre de -todo temor en la caballería, es Santa Teresa -en la religión y en el claustro. Sólo que Don -Quijote no graceja, ni ríe jamás, porque los -locos no ríen, ni gracejan, y los santos y -santas sí.</p> - -<p>No es menester apurar mucho lo castizo -de esa habla de la Madre Teresa, ni la elegancia -y propiedad, ni el garbo y brío. Si<span class="pagenum" id="Page_490">[Pg 490]</span> -alguna, esta vez encaja bien aquí lo de ello -mismo se alaba, no es menester alaballo. -Menguado gusto ha de tener el que no saboree -tan delicada manera de hablar. Santa -Teresa no hizo ningún estudio de la lengua -castellana. La nación florecía, y no tenían -que temer influjos extraños como hoy, y -todo español hablaba de perlas.</p> - -<p>¿Quiere decir que el que busca más y -más hacienda, no llegará á las más interiores -moradas? Pues véase el desenfado con -que se rodea y el pintoresco diálogo que entabla: -«Tiene una persona bien de comer y -aun sobrado. Ofrécesele poder adquirir más -hacienda. Tomarlo, si se lo dan, en hora buena, -pase; mas procurarlo, y después de tenerlo, -procurar más y más? Tenga cuan buena -intención quisiere (que sí debe tener, porque, -como he dicho, son estas personas de -oración y virtuosas); que no hayan miedo -que suban á las moradas más junto al Rey».</p> - -<p>No citaré aquí aquel elegantísimo y gallardo -trozo de la meditación del Crucificado, -que puede ver el lector en la carta al -Obispo de Osma, en el cual ha sobrepujado -á lo mejor de Fray Luis de Granada.</p> - -<p>Cuanto á lo galano de su fantasía, baste -recordar aquella maravillosa concepción de -las Moradas, que engasta todo el tratado -como un cuadro de rica pedrería. En cuatro -palabras declara toda la traza del libro: «Estando -hoy suplicando á Nuestro Señor hablase<span class="pagenum" id="Page_491">[Pg 491]</span> -por mí, porque no atinaba cosa que -decir ni cómo comenzar á cumplir esta obediencia, -se me ofreció lo que ahora diré para -comenzar con algún fundamento, que es considerar -nuestra alma como un castillo todo -de un diamante ó muy claro cristal, adonde -hay muchos aposentos, así como en el cielo -hay muchas moradas. Si bien lo consideramos, -hermanas, no es otra cosa el alma del -justo sino un paraíso, adonde (dice) el Señor -de él tiene sus deleites». Al más exigente le -llena las medidas la sencillez y unidad de -este plan que no lo buscó, sino que se lo ofreció -su rica fantasía. Porque el alma, que se -mete en un asunto, y al desenvolverlo queda -envuelta en la expresión artística, lleva consigo -esa unidad substancial que hace de la -obra artística un acabado y bien trabado organismo, -y la pega á cuanto toca. Sólo que -para ciertas escuelas esa unidad ha de ser -de esta ó de aquella clase, y para la naturaleza -no es á veces ni de aquella ni de esta, -sino de esotra, que está más adentro, en el -corazón del intento propuesto. Así resulta -á menudo manifiesta esa unidad de acción -sin pretenderla, ó está encubierta á los ojos -del crítico somero, aunque de hecho se halle -donde hallarse debe, en lo más hondo de la -idea y traza, que es como el quicio donde se -mueve y gira toda la obra.</p> - -<p>Veo me he alargado en demasía, sin haber -hecho más que arañar y escarbar la haza.<span class="pagenum" id="Page_492">[Pg 492]</span> -Querer penetrar más, fuera enredarme en -asuntos prolijos, cansar al lector, malusar -de la licencia que se me ha dado y quitar espacio -y lugar á otras mejor cortadas plumas -que la mía. Y así pondré aquí punto, y no -habremos poco logrado si con este solo pensamiento -de recrearnos en la inimitable naturalidad -y verdad de la Madre Teresa, que, -dejando caer de su pluma al desgaire y sin -el menor asomo de pretensión ni pedantería -las mismas sencillas palabras y candorosas -frases que salían de su boca en la familiar -plática de vieja castellana, nos remonta á -los más encumbrados conceptos de la unión -del alma con Dios, y nos desentraña las más -recónditas delgadeces y sutilezas de la teología -mística, nos alentamos á leer y releer -sus maravillosos escritos, veneros que siempre -serán de altísima doctrina y ejemplar no -sobrepujado de la más cendrada y varonil -elegancia en lengua castellana.</p> - - - - - -<div class="chapter"> -<p><span class="pagenum" id="Page_493">[Pg 493]</span></p> - -<div class="figcenter illowp100" id="p493ilo" style="max-width: 31.25em;"> - <img class="w100 p6 p6b" src="images/p493ilo.jpg" alt="ilop493" /> -</div> - -<h2 class="nobreak">El latín y la evolución del castellano</h2> -</div> - -<h3>I</h3> - -<p>No derivan los radicales castellanos de las -formas clásicas, sino de sus similares del -habla vulgar de los romanos. Autores hay -que parten de formas latino-vulgares; pero, -no siendo éstas más que fórmulas hipotéticas, -en las que se han condensado los resultados -del estudio comparativo de los vocablos -románicos correspondientes, paréceme -en demasía sistemático y poco científico el -procedimiento.</p> - -<p>Voy á decir cuatro palabras acerca del intrincado -problema del latín vulgar en cuanto -se relaciona con el origen del castellano, problema -que hoy por hoy sigue todavía sin resolver. -Cualquiera que conozca el espíritu -de los antiguos sabe de sobra que para las -personas cultas de aquellos tiempos no había -más latín que el literario. Á nadie se le ocurrió -jamás escribir en aquella jerga vulgar, -que se consideraba como una degeneración<span class="pagenum" id="Page_494">[Pg 494]</span> -del latín culto, torpemente desfigurado y estropeado -en labios de la gente plebeya. Tal -es la causa de que las únicas noticias que tenemos -del latín vulgar las debamos á la investigación -científica, que por medios indirectos -ha llegado á rastrear algunos datos: -de ahí la dificultad del problema. Y aquí ocurre -una observación crítica de la mayor importancia. -Ese menosprecio y extravagante -manera de considerar el habla vulgar se -mantuvo aún después de fenecido el Imperio. -Hasta bien avanzada la Edad Media, las -personas instruídas no se pusieron á escribir -en romance por creerlo indigno instrumento -para la literatura; mas antes del siglo <span class="allsmcap">XII</span> -todos creían que su habla era latín, bien que -estropeado. Sólo así se explica que los escritores -modificaran el romance vulgar, acercándolo -en su ortografía al latín cuanto podían, -y que emplearan todos los términos -latinos que les venían á la cabeza con sólo -darles un ligero tinte castellano. De aquí esa -dualidad lingüística en un mismo autor, que -emplea, no sólo términos desconocidos del -vulgo, sino aun los vulgares con una ortografía -semilatina ó etimológica y semifonética. -Es imposible que en tiempo de Berceo -sonara de tres maneras el mismo verbo: dannar, -danpnar, damnar. Estas variantes ortográficas -respondían á dañar, que era como -únicamente se decía entonces, lo mismo que -ahora. Pero hubieran creído estropear el latín<span class="pagenum" id="Page_495">[Pg 495]</span> -si lo escribían tal como lo pronunciaban. -Tenían un lenguaje para escribir, y creían -echarlo á perder al hablar su <em>román paladino</em>. -Y aquí han tropezado no pocos, aduciendo -esas variantes ortográficas como formas -que realmente sonaron tal como están -escritas, y que, por consiguiente, eran las -formas comprobantes intermedias de la evolución, -en las cuales vemos convertirse el -latín en castellano, vemos nacer á nuestro -romance.</p> - -<p>Esta observación crítica se aplica lo mismo -á los escritos latinos que á los castellanos -de aquellos tiempos, y es de tal importancia -para la investigación de la etimología -y origen del castellano, que voy á descender -á casos concretos.</p> - -<p>Está tan lejos de ser cierto que en los escritos -medioevales se vea nacer el castellano, -que, por el contrario, lo que se ve nacer -en ellos es el latín. El castellano aparece -la primera vez que se le encuentra escrito, -como una lengua robusta y acabada, y los -vocablos sueltos que aparecen en los documentos -latinos más antiguos son tan castellanos -como hoy día. Antes bien, las formas -que aparecen antes son las más castellanas, -y poco á poco se van acercando más á las -latinas. Es que los escritores iban sabiendo -mejor el latín conforme avanzaban los tiempos. -Por ej., <em>linde</em> se encuentra en el Fuero -de Évora el año 1166 (<em>M. P. Leges</em>, p. 392):<span class="pagenum" id="Page_496">[Pg 496]</span> -«Qui <em>linde</em> alieno crebantaverit, pectet quinque -solidos et septem ad Palacio». En la segunda -recensión, Fuero de Abrantès en 1179, -y de Corucha en 1182 (ibid., p. 419 y 427): «Qui -<em>limde</em> alienum quebrantaverit». En la tercera, -F. de Palmella en 1185 (ibid., p. 430): -«Qui <em>limede</em> (al. <em>limide</em>) alieno crebantar...» -En la cuarta, F. de Covilhan del 1186 y de -Centocellas del 1194 (ibid., p. 457 y 487): «Qui -<em>limitem</em> alienum fregerit...». En la quinta, -F. de San Vicente de Beira en 1195 (ibid., -p. 495): «Qui <em>limidem</em> alienum fregerit». Á la -verdad, aquí no se ve nacer el castellano, -sino diríase que el latín: <em>linde</em>, <em>limde</em>, <em>limede</em>, -<em>limitem</em>, <em>limidem</em>. Otro tanto sucede -con el término <em>azor</em> y el <em>azorera</em>, que aparecen -antes que <em>acetore</em> y <em>aceptore</em>. De las -formas <em>arroyo</em>, <em>arroio</em> y <em>arrogio</em>, la primera -es la más antigua, del año 841, en la donación -de Alfonso <em>el Casto</em> á la catedral de Lugo. -En la era 916 hallamos <em>quoto</em>: «factum est -in supradicto quoto 8 idibus junias»; y después -en las eras 937, 940 y 983, <em>cautum</em>; y en -la de 984, <em>cautamus</em>. No parece sino que el -castellano va á convertirse otra vez en latín; -y es que la cultura adelantaba, y lo único -que pretendían era escribir en latín, haciéndolo -cada vez mejor. Siendo para ellos el -habla vulgar un latín corrompido, lo saqueaban -latinizándolo en sus escritos: abatire de -abatir, abadagium, acampanare, acannizare, -alcanzare, advescit = consuevit (<em>Glos.<span class="pagenum" id="Page_497">[Pg 497]</span> -got. Card.</em>) de avezar, «dña Thereysia mea -<em>ama</em>», del ama castellano, attondus (er. 1100, -<em>Arch. Arlam.</em>) ó atuendo en ablativo (ch. -Ferdin. I, <span class="smcap">Sota</span>), del bascuence atondo, «terras -cultas vel <em>barbatas</em>» de vervactun = barbecho -(c. Adeph. imper., era 1117, <em>Arch. -Naj.</em>), campidator de campeador, campear -(ch. Adeph., 1111, <span class="smcap">Sota</span>), cargas de feno, -carnerus, cavalcator, cerrus de cerro, collacius -de collazo, collata, ganare, ganatus, -autero de otero, heretarius de heredero, ingamno -de engaño, quadrare, quitare, sacare, -spolas. Sería insensatez figurarse que -tales formas latinas hayan existido jamás en -el habla: son vocablos castellanos, sin origen -latino muchos de ellos, pero latinizados -por los pendolistas de aquellos tiempos. El -que sin criterio quiera amontonar los términos -intermedios entre los castellanos y los -latinos, los hallará todos en los documentos; -pero no son términos medios de la evolución -natural del latín hasta hacerse castellano, -sino muchas veces, al revés, es la latinización -cada vez más perfecta del habla vulgar. -Por ejemplo. En Berceo hallamos miraculo -(<em>Mil.</em>, 46), miraclo (íd. 869) y miraglo -(<em>S. Dom.</em>, 315). «Berceo nos conserva tres de -las cinco formas por que ha pasado miraculum -para fijarse en milagro», dice Lanchetas. -Si esto fuera verdad, en tiempo de Berceo -aún no había nacido el castellano, ni aun -siquiera el latín vulgar, pues el miraclo del<span class="pagenum" id="Page_498">[Pg 498]</span> -vulgar latino es posterior al miraculo de -Berceo. Lo que hay es que, menospreciándose -entonces el romance vulgar, los escritores -creían que debían escribirlo lo más parecido -al latín, única lengua literaria para -ellos; de modo que en vez de escribir siempre -miraglo, que es como se decía en el pueblo, -escribían á veces miraclo por acercarse -al latín, y aun miraculo, tomado del latín -clásico, del cual no había salido miraglo, -sino del vulgar miraclo. Siempre la reacción -literaria corrigiendo el habla vulgar.</p> - -<p>No se pueden tomar sin discernimiento -todas las formas que hallamos escritas en -los autores: la más vulgar es la única fehaciente; -las otras son préstamos eruditos del -latín y no reflejan el castellano hablado. Mixtura -por mezcla en Berceo (<em>Duel.</em>, 40), es de -origen muy posterior respecto de mesturar -por mezclar y de mesta por cosa mezclada, -así como lo es misto. La x de mixtura denuncia -un préstamo del latín; hoy ya ha pasado -misto al pueblo, pero ha perdido la x, que ni -los romanos pronunciaban, cuanto menos los -riojanos del tiempo de su poeta Berceo. Modrar -(<em>S. Mill.</em>, 271), aunque erudito de origen, -ya ha perdido la e; la reacción posterior -originó el moderar, calcándolo sobre moderare. -Como modrar no se usaba entre el -pueblo, desapareció ante moderar. Aquí se -ve cómo la lengua erudita vive en parte -enteramente divorciada del habla vulgar,<span class="pagenum" id="Page_499">[Pg 499]</span> -puesto que en cada época ha tomado los vocablos -latinos modificándolos, no según el -fonetismo castellano, sino conforme al uso -que los eruditos tenían en la adaptación, mayor -ó menor, según las épocas, á ese mismo -fonetismo. Hoy la reacción latina es mayor, -y lo ha sido cada vez más desde el Renacimiento. -Hoy no nos parece bien se quite la -e á moderare, y decimos moderar, con sólo -quitarle la e final, para que quepa dentro de -la turquesa de los infinitivos. No se atrevían -á tanto los clérigos del siglo <span class="allsmcap">XIII</span>, y decían -modrar; pero ambas formas han flotado y flotado -sobre el habla vulgar, sin penetrar en -ella, como escoria erudita que va y viene y -se cambia, conforme al capricho de los que -la emplean en sus escritos, y aun en la conversación. -El mismo Berceo emplea ya modulado: -«Odi sonos de aves dulces e <em>modulados</em>» -(<em>Mil.</em>, 7); pero ese préstamo es posterior -al que convirtió modulus en molde, que también -es erudito, pero de época anterior, de -mod(u)lus, perdida la u, que nunca sonó en -el latín vulgar, y con la metátesis común -que afectaron los eruditos más antiguos al -trascribir vocablos parecidos, como tilde, si -viene de titulus, espalda de spat(u)la. Hoy -no nos atreveríamos á derivar con tales metátesis, -porque nos picamos de mejores latinistas -y tenemos menos cariño al fonetismo -nacional. ¿Quién se atrevería hoy á decir -motral junto á mortal, como se atreve Berceo?<span class="pagenum" id="Page_500">[Pg 500]</span> -Muebda por movida, es de formación -erudita de aquel tiempo (<em>S. Dom.</em>, 119), como -debda de debita; mover, movido, á ser vulgares, -hubieran perdido la v. También existe -mueda = causa motiva (<em>S. Mill.</em>, 387), ya -más castellanizado, como muedo por modo -(<em>Mil.</em>, 29), que nadie se atrevería hoy á decir, -aunque es conforme al cambio sin excepción -de ŏ acentuada en ue, lo mismo que muesso -por mordisco (<em>Lor.</em>, 77) de morsus, perdida -la r según ley. En cambio multo (<em>Mil.</em>, 259) -es una condescendencia por multum, que hoy -nadie la tendría, como no diría nadie nodicia, -que dice Berceo (<em>S. Mill.</em>, 164) suavizando -legítimamente la t de notitia, ni nudrir ó nodrir -por nutrire (<em>S. Dom.</em>, 59, 528). No creo -que odir ni udir se dijeran en tiempo de Berceo, -juntamente con oir, aunque él escriba -de estas tres maneras (<em>Sacr.</em>, 56, <em>S. Dom.</em>, 312, -<em>Duel.</em>, 209); la d es por reacción erudita, como -en odiendo por oyendo. Tampoco creo sonara -palomba, como escribe junto á paloma -(<em>S. Or.</em>, 40, 46), sino que la b era otra condescendencia -de escritor hecha al latín. Toda -cautela es poca, cuando de los escritos queremos -deducir lo que realmente debemos -atribuir al romance hablado, separándolo de -lo que los escritores añadían de su cosecha, -por la preocupación de que sólo el latín era -un lenguaje digno de escribirse, y de que el -romance, no siendo más que un mal latín, -debía purificarse lo más posible para hacerlo<span class="pagenum" id="Page_501">[Pg 501]</span> -digno de emplearse en los escritos, y que se -podía y aun debía echarse mano de todo el -vocabulario latino, por ser latín lo que se -escribía y no ser más que una misma lengua -la hablada y la escrita. Tal es el poder de una -lengua literaria, cuando ha pertenecido á -un gran imperio y á una gran civilización. -Esas mismas preocupaciones indican que el -romance no nació de un golpe, sino que fué, -sin solución de continuidad, el mismo latín, -que hablado en España en tiempo de los -romanos, había ido evolucionando insensiblemente, -hasta el punto de no cambiar de -nombre.</p> - -<p>En los últimos tiempos del Imperio, verificada -ya la fusión de razas, cuando las provincias, -adquiridos todos los derechos de los -antiguos ciudadanos de Roma por el edicto -de Caracalla (212), se tuvieron por tan romanas -como la misma ciudad de Rómulo, despertando -el espíritu patriótico de la nacionalidad -romana ante los pueblos bárbaros ó -extranjeros que por todas partes rondaban las -fronteras, el adjetivo <em>romanus</em>, aplicado antes -á solos los habitantes y cosas de Roma, -hubo de generalizarse á todo el Imperio en -oposición al de <em>barbarus</em>. Orosio llamó <em>Romania</em> -á todo el conjunto de razas y países -comprendidos dentro del Imperio, como se -llamaban Hispania, Britannia, Graecia, Gallia -cada uno de ellos. Lo más propio de la -Romanía, su idioma, llamóse, por lo mismo,<span class="pagenum" id="Page_502">[Pg 502]</span> -<em>lengua romana</em>, hablar en <em>román</em>, <em>romanice</em>, -<em>en romance</em> era hablar el lenguaje de -la Romanía, del Imperio romano, era lo -mismo que hablar en <em>latín</em>. El tipo de esa -habla era naturalmente el latín literario y -oficial de la administración, que era el que -más se acercaba al literario; pero el habla -vulgar de las provincias no se creía ser más -que ese mismo latín, bien que algo estropeado. -Ese mismo latín siguió hablándose -por varios siglos; pero ¡qué diferencias no -había causado la evolución incesante! Virgilio -Cordobés, citado por Sarmiento<a id="FNanchor_18" href="#Footnote_18" class="fnanchor">[18]</a>, escribía -en el siglo <span class="allsmcap">IX</span>: «Ille est vituperandus -qui loquitur <em>latinum circa romancium</em>, maxime -coram laicis, ita quod ipsimet intelligunt -totum... Et ita debent omnes clerici -loqui <em>latinum suum obscure</em> in quantum -possunt et non <em>circa romancium</em>». En este -notable pasaje se traslucen algunos hechos -históricos de la mayor importancia. En aquel -mismo siglo (842) se redactó el convenio entre -Carlos <em>el Calvo</em> y Luis de Alemania en -francés ó romance del Norte de la Galia, el -primer monumento que poseemos en lengua -vulgar<a id="FNanchor_19" href="#Footnote_19" class="fnanchor">[19]</a>, del cual dice Sarmiento que lo -podrían entender los gallegos sin necesidad -de versión. Los clérigos hablaban <em>su latín</em>—dice<span class="pagenum" id="Page_503">[Pg 503]</span> -el autor cordobés—, es decir, un latín -de cocina, que distaba bastante por una parte -del latín clásico, y por otra del habla vulgar, -puesto que les aconseja que lo empleen entre -sí delante de la gente lega, cuando conviene -que ésta no les entienda. Por donde se verá -el craso error de Martínez Marina al sostener -que sólo á principios del siglo <span class="allsmcap">XII</span> pudo hablarse -de tal manera que se tuviese el romance -por distinto de la lengua latina.</p> - -<p>Por lo mismo, cuando se querellaba<a id="FNanchor_20" href="#Footnote_20" class="fnanchor">[20]</a> Álvaro -Cordobés de que el <em>latín</em>, habla de los -cristianos, lo hubiesen olvidado los españoles -que andaban entre los moros, teniendo -en mayor estima la lengua arábiga, puesto -que se refiere al pueblo español, trata del romance -vulgar español, llamado por él latín -por las razones antes apuntadas; no trata del -latín clásico, que sin género de duda hacía -siglos sólo habían conocido algunos privilegiados -eruditos, ni siquiera del latín vulgar, -que para el siglo <span class="allsmcap">IX</span> ya había desaparecido. -Les dice, pues, Virgilio que hablen su mal -latín, <em>latinum suum</em>, lo menos parecidamente -al habla vulgar, <em>obscure et non circa -romancium</em>. Ese <em>circa romancium</em> ó <em>romance</em>, -ya no era el <em>romano</em> ó habla romana -y latina de la Romanía, y con todo conserva -el nombre.</p> - -<p>¿Qué habla fué la de la Romanía, es decir, -<span class="pagenum" id="Page_504">[Pg 504]</span>qué fué el llamado latín vulgar? Por las dichas -preocupaciones, nadie escribió en ese -latín, no tenemos ni el menor documento -redactado verdaderamente en esta lengua: -de ahí la dificultad del problema. Se trata -de reconstruirla por el estudio comparativo -de las lenguas románicas, sus sucesoras; -por el estudio del latín vulgar antiguo, sólo -conocido en los arcaísmos y vulgarismos -de Plauto y otros autores y en las escasas -inscripciones latinas de la época republicana; -por el estudio de los dialectos itálicos, -el úmbrio, el osco, el falisco, el volsco, etc., -que sin duda modificaron el latín de los conquistadores -antes de llevarlo éstos á las demás -provincias; por los defectos que á los -lapidarios se les escapaban en las inscripciones -de la época imperial, á causa de las -diferencias entre el habla vulgar y el latín -oficial en que las redactaban; por las correcciones -de los gramáticos latinos, en las que -enmiendan defectos de pronunciación y ortografía -debidos al habla común y popular; -por los glosarios vulgares coleccionados algo -posteriormente, sobre todo por autores africanos -y españoles, en los que hicieron notar -las diferencias dialectales de estas provincias<a id="FNanchor_21" href="#Footnote_21" class="fnanchor">[21]</a>. -Pero todas estas fuentes de información, -ó no bastan, ó no se han estudiado á la -<span class="pagenum" id="Page_505">[Pg 505]</span>vez con el único empeño de sacar á luz el -latín vulgar. Los romanistas, que son los que -más interesados están en hacer ese estudio, -ocupados en el de las mismas románicas, -tienen que formarse para su propio uso un -sistema é idea particular de esa lengua problemática, -encomendando su investigación -exprofeso á los indo-europeistas. Estos en -cambio la dejan para los romanistas, por -verse atareados con las antiguas lenguas de -nuestra familia. Resultado: que sólo tenemos -datos sueltos, algunos jalones cronológicos -y geográficos; pero que nos falta conocer, no -sólo esa lengua, pero hasta su cronología y -su geografía, los dos ojos que nos la permitirían -ver. Estoy, pues, muy lejos de pretender -hacer yo la historia del latín vulgar; -sólo propondré algunas ideas, algunos datos -indispensables para conocer el fonetismo -latino-castellano.</p> - -<p>Sabemos con toda certeza que además del -latín escrito, que conocemos por las obras -literarias, existió el habla de los romanos, -algo distinta de ese latín literario y distinta -en las diversas épocas. Á esa habla se refieren -los mismos autores latinos, cuando mientan -los términos vagos de <em>sermo vulgaris</em>, -<em>plebeius</em>, <em>usualis</em>, <em>cottidianus</em>, <em>inconditus</em>, -<em>proletarius</em>, <em>prisca latinitas</em>, etc., etc., en -oposición á los de <em>sermo urbanus</em>, <em>eruditus</em>, -<em>perpolitus</em>, etc. Unos y otros desaparecieron -de hecho con la caída del Imperio, ahogados<span class="pagenum" id="Page_506">[Pg 506]</span> -y puestos en olvido por las lenguas románicas, -que habían ido formándose insensiblemente -en las provincias al evolucionar el habla -vulgar romana entre razas tan distintas, -que habían hablado antes sus idiomas indígenas -y tenían sus particulares tendencias -fonéticas y semánticas, efecto de la idiosincrasia -fisiológica y psicológica de cada raza.</p> - -<p>Lo primero que echa de ver el que ha estudiado -comparativamente las lenguas indo-europeas, -es que el latín antiguo vulgar, tal -cual se trasparenta en las inscripciones, en -los mismos autores clásicos que afectan arcaísmos, -y en los más viejos documentos, se -allega más en el fonetismo á las demás lenguas -de la familia y á las otras lenguas itálicas -en particular, que no el latín clásico de -la época de Cicerón y de Augusto. Luego -veremos algunos casos prácticos que lo demuestran -palpablemente: baste decir en general -que e, o del antiguo latín, de muchos -dialectos itálicos y de las demás I E, toman -en el latín literario un timbre más estable, i, -u; que los antiguos diptongos debidos al refuerzo -ó guna, por el que deico es paralelo -á δείχ-νυμι etc., etc., se contraen en latín literario -en i, u, etc. No menos manifiesto es que -las tendencias del literario van formando y -dando carácter cada vez más idiomático á -esta lengua semioficial conforme adelantan -los tiempos, pues se les ve apuntar en los -más antiguos escritores y ya generalizarse<span class="pagenum" id="Page_507">[Pg 507]</span> -en la época clásica. De modo que en sus principios -el literario no se distingue apenas del -vulgar; pero poco á poco cada una de estas -lenguas, evolucionando conforme á sus -particulares tendencias, van diferenciándose -más y más. Con todo, al paso que crece la -potencia del literario, por ser habla oficial é -imponerse por la administración central, por -el establecimiento de escuelas, por el mismo -influjo del esplendor de la literatura, la reacción, -por decirlo así, oficial y erudita, entabla -lucha mortal con el habla ordinaria del -Imperio, y llega en la época del mayor esplendor -literario y político, desde Augusto -á los Antoninos, á influir poderosamente en -esa habla ordinaria. Pero declinando el poder -imperial, enflaquecida esa fuerza impuesta, -el latín vulgar prosigue su camino, -arrolla al literario y lo vence, haciéndole -desaparecer de la escena. Tenemos, pues, -una <em>prisca rusticitas</em>, más conforme al indo-europeismo, -y que encerraba en germen -las tendencias que después se desenvolvieron, -dando su carácter analítico y aun su fonetismo -á las románicas; y junto á ella un -latín <em>literario</em>, que tomando otra dirección -se desarrolla, y apoyado en la fuerza de la -política y de la literatura trata de matar el -habla común, sucesora de la <em>prisca rusticitas</em>, -influye en ella, pero á su vez vencida y avasallada -al faltarle el apoyo oficial, muere á -sus manos. Esta victoria del elemento democrático<span class="pagenum" id="Page_508">[Pg 508]</span> -sobre el aristocrático podría dar margen -á largas y profundas consideraciones en -el terreno sociológico y en el lingüístico; pero -no me detendré más, y paso adelante.</p> - -<p>Aquella <em>prisca rusticitas</em>, verdadero representante -romano del habla aria en Roma, -siguió su camino desenvolviendo sus tendencias -analíticas, como siguieron desenvolviendo -las mismas tendencias las germánicas y el -griego vulgar en Europa y las lenguas ario-iranias -en la India, en la Persia y en la Armenia, -pasando sobre los cadáveres de las -lenguas literarias, que buscaron su sepultura -en el efímero engalanamiento del artificio -de un día. La naturaleza sola es duradera; -lo artificial, momentáneo. El latín literario, -una variante del verdadero ó antiguo -latín vulgar, por haberse separado de éste -para acomodarse á las modas de unos cuantos -literatos y al modo de ser extranjerizo -del griego, atrofiado en manos de los mismos -literatos y helenizantes, fosilizado en las brillantes -oraciones ciceronianas, el autor más -clásico y el ápice del latín literario, hubo de -fenecer con la misma literatura y pinchado -en la misma lengua del orador romano. La -diferenciación había comenzado probablemente -con la formación de la misma ciudad -y pueblo de Roma<a id="FNanchor_22" href="#Footnote_22" class="fnanchor">[22]</a>. Sus dos clases -<span class="pagenum" id="Page_509">[Pg 509]</span>de puros latinos, que fueron luego el patriciado, -y de sabelios y otras gentes itálicas, -oriundas, sobre todo de la montaña, y de -los demás elementos allegados de la llanura -ó Campania, llevaban en sus labios todos los -gérmenes de idiomas algún tanto diversos. -Esta divergencia fué agrandándose, cual se -separan los dos lados de un ángulo, ya por la -natural tendencia de la aristocracia á distinguirse -de la plebe, ya por el prurito, poco -después avasallador, de helenizarlo todo, mayormente -desde que Andrónico llevó á Roma -el culto artístico de los helenos. Verdadero -dialecto del latín común, y distinguiéndose -apenas del habla popular en un principio, fué -separándose cada vez más, quedando enteramente -fijado por los autores del siglo de -Augusto. Pero como el lenguaje no puede -detenerse en su curso, so pena de quedar -petrificado como la mujer de Loth, esa sanción -literaria le condenó á muerte. La historia -suele repetirse, y un mismo sol alumbró -en distanciadas regiones dos acontecimientos -gemelos. El idioma védico siguió al pasar -el Ganjes su evolución; pero los himnos de -los antiguos Richis se refugiaron en los conventos, -donde toda la civilización del Sapta-Sindhu, -encerrada cual crisálida en su capullo, -había de convertirse en la esplendente -civilización brahmánica. Allí nació Brahma, -endiosamiento del lenguaje, de los Vedas, y -allí entre las glosas, prātiçākhyas y casuismos<span class="pagenum" id="Page_510">[Pg 510]</span> -gramaticales, políticos y religiosos de -los monjes guardadores del depósito sagrado, -nació el habla perfecta, el sanskrit, que -pudo consignarse después por escrito cerca -ya de la Era cristiana en un alfabeto tan divino -como le correspondía, en la escritura -devanāgarī.</p> - -<p>El elemento semidemocrático alzóse contra -los tiranos Brahmanes, valiéndose de los -mismos principios sobre que se levantaba -todo su artificioso poder, y con el nombre de -Budhismo luchó á brazo partido y se llevó de -calle los pueblos orientales. Aquel fué el momento -en que los adoradores de Brahma sacaron -su Verbo, y el Sanskrit clásico, desenclaustrado, -comenzó su era de esplendorosa -literatura, reaccionando contra el Budhismo -y contra su instrumento el Pali. Tan artificial -como el latín clásico, obtuvo el Sanskrit largos -siglos la hegemonía; pero las hablas -vulgares, que en vez de estacionarse entre -los laureles gramaticales de los Paninis ó -Quintilianos siguen adelante en su natural -evolución, dejaron fosilizada aquella habla -divina, hoy sacada de su sarcófago por -los indianistas, como de su sarcófago habían -sacado al latín literario los del Renacimiento.</p> - -<p>Las lenguas románicas no mataron al -latín vulgar: fueron sus continuadoras en -la Romanía. Pero antes de salir de Italia y -conquistar el Mediodía de la Europa occidental,<span class="pagenum" id="Page_511">[Pg 511]</span> -aquella <em>prisca latinitas</em> hubo de recorrer -toda la Península, y si logró imponerse -y triunfar de las lenguas todas itálicas, -no fué sino á costa propia, coloreándose de -los matices de todas, enriqueciéndose con -sus despojos, al par que perdía algo de su -original personalidad.</p> - -<p>Es menester no conocer las antiguas lenguas -de Italia, no haber hecho el cernido del -latín vulgar, ya en sus elementos fonéticos, -ya en los lexicológicos, para creer que el latín -llevado á las provincias por los conquistadores -era el latín puro de la antigua Roma, -y mucho menos el de las familias aristocráticas. -Conocemos por Tito Livio (XXVII, 9, 10) -las colonias latinas que hasta Aníbal (208 antes -de J. C.) se habían desparramado por -Italia. Desde este momento para el habla de -los Romanos hubo de empezar una nueva -era. Hasta la guerra social, época en que se -extinguen las últimas protestas patrióticas -de los pueblos subyugados, y sobre todo -hasta Sila, los dialectos meridionales llevan -al latín nuevos elementos lingüísticos, y las -diversas hablas de Italia se constituyen, todas -ellas cual dialectos latinos, pero seguramente -matizados por el fonetismo local. Sin -admitir la hipotética división de dialectos -sugerida por Mohl<a id="FNanchor_23" href="#Footnote_23" class="fnanchor">[23]</a>, en general su idea no -puede rechazarse; la unidad del latín vulgar, -<span class="pagenum" id="Page_512">[Pg 512]</span>si tal vez llegó jamás á realizarse de una manera -completa, á pesar del dicho de Quintiliano -de que el latín era en toda Italia sensiblemente -uniforme (lo cual puede entenderse -del vulgar tanto como del literario), -mucho menos se había realizado por aquella -época, en que, vivaces aún al dar el último -suspiro las lenguas itálicas, no tenían por -enemigos la mayor centralización posterior, -las escuelas que después en las provincias -se establecieron, y la literatura, que aún no -había difundido su pujante influencia.</p> - -<p>Aún bastante más tarde asevera Quintiliano -(<em>Inst.</em> I, v. 56) que los italiotas se distinguen -en la pronunciación como los metales. -Suetonio (<em>Oct. 88</em>) habla de un funcionario -palatino que disgustó á Augusto por -decir isse en vez de ipse: era vulgar, como -se ve por las inscripciones de Pompeya, en -osco essuf, en úmbrio essu, isoc, eso. En Plinio -(<em>Ep.</em> IX, 23) se pregunta: «¿Italicus es an -provincialis?» La <em>lex Julia municipalis</em>, al -fijar el latín como lengua oficial de toda Italia, -dió el golpe mortal á todas las lenguas -de la Península, que desde aquel momento -fueron despeñándose más y más y acabaron -por fenecer más tarde ó más temprano. Pero -en aquella lucha, en que había de vencer, el -latín hubo de colorearse con no pocos matices -de las lenguas vencidas, tanto más cuanto -mayor era el parecido fonético. «Neque solum -<em>rusticam</em> asperitatem, sed etiam <em>peregrinam<span class="pagenum" id="Page_513">[Pg 513]</span></em> -insolentiam fugere discamus», escribía -Cicerón (<em>De Orat.</em> III, XII, 44).</p> - -<p>La lengua que primero y más decisivamente -influyó en la antigua rusticitas del Lacio -fué el úmbrio, por el mayor parecido en -sus tendencias con aquel latín vulgar y por -las circunstancias históricas en las que se -fusionaron. Conquistada y colonizada la Umbría -desde el s. <span class="allsmcap">IV</span> ant. de J. C, sus habitantes -fueron siempre amigos de los romanos y -de los más favorecidos en todos los derechos -políticos. Siguió hablándose el úmbrio, pero -influyendo en el latín y perdiendo cada día -terreno. Abandonóse el alfabeto nacional, -que era el etrusco, hacia el s. <span class="allsmcap">III</span> ant. de J. C., -conservándose tan sólo en los escritos rituales. -En el s. <span class="allsmcap">I</span> por la ley Julia todo se latiniza -y el úmbrio sólo queda como lengua religiosa. -Así se escribieron las <em>Tablas Eugubinas</em> -con letras etruscas y con letras latinas, -sirviendo el texto latino para el uso ordinario -y el otro como documento testificativo y -religioso de la venerable antigüedad. Fuera -de las II y IV, todas las tablas son del reinado -de Augusto, de modo que los documentos -úmbrios que poseemos datan del <span class="allsmcap">II</span> ó <span class="allsmcap">I</span> siglos -antes de J. C. y del <span class="allsmcap">I</span> después de J. C. La -parte escrita con caracteres latinos no puede -por su epigrafía ponerse antes del principio -del s. <span class="allsmcap">I</span> después de J. C. El latín vulgar, influído -poderosamente por el úmbrio, fué el -núcleo del latín hablado de Italia. El Osco<span class="pagenum" id="Page_514">[Pg 514]</span> -y demás dialectos del Sur de la Península -influyeron menos y tenían tendencias más -parecidas á las del latín literario que no á -las de la antigua rusticitas.</p> - -<p>Si el úmbrio influyó sobre el latín hablado, -el osco parece debió influir más bien -sobre el latín literario. Según Tito Livio -(IX, 36), el etrusco era todavía la lengua literaria -de los romanos cuando los pueblos -de lengua osca recibieron los primeros establecimientos -de los vencedores en el siglo <span class="allsmcap">IV</span>, -Capua en 342, Luceria en 320, Venusa en 290. -La cultura de estas ciudades era muy superior -á la de los entonces toscos romanos, -merced á la influencia helénica; el osco, tras -un glorioso pasado, llegaba á lo sumo de su -apogeo literario, y pudo educar la naciente -literatura latina. Ennius, Pacuvius, Lucilius -eran naturales de países donde se hablaba -el osco; un samnita hacía tragedias griegas -en Catana (<span class="smcap">Plut.</span>, <em>Timol.</em> 31, 1); un orador -lucano peroraba en Siracusa (<span class="smcap">Dion Crisost.</span>, -<em>Or.</em> II, pág. 113); había filósofos samnitas discípulos -de los griegos (<span class="smcap">Cic.</span>, <em>Senect.</em>, 41). El -latín apenas adelantó un paso en la Italia meridional -hasta la época de la guerra social, -en que la fuerza venció todas las resistencias -patrióticas. Por lo demás, las vocales, -los diptongos, las consonantes del osco convenían -casi enteramente con los sonidos latinos, -y su fonetismo fué el fonetismo que distinguió -al latín literario del latín vulgar. El<span class="pagenum" id="Page_515">[Pg 515]</span> -osco, refractario á la contracción de diptongos -y á la debilitación de i en e, de u en o, -fenómenos propios del úmbrio y del latín -vulgar, se opuso á que éste, modificado ya -por aquél, pasase al Sur de la Península. En -el siglo <span class="allsmcap">I</span> después de J. C. todavía se empleaba -el osco en las actas oficiales, nada -menos que en Nápoles, cuando ya el úmbrio -sólo se conservaba entre literatos y sacerdotes, -y siguió hablándose durante el Imperio -en las ciudades y en los campos. En el latín -de Cartago es donde más influjo tuvieron -las lenguas de la Italia meridional. El osco -tuvo que empezar á perder terreno desde -la guerra social, sobre todo cuando, despoblado -casi el Samnium y traídos habitantes -de otras regiones además de las colonias -militares romanas, echó Sila las bases de la -latinización completa de Italia, abandonando -la antigua política romana de dejar la administración -y la lengua indígenas en los -países conquistados. Esta política de Sila -fué la que siguieron después Augusto y sus -sucesores en las provincias, originando así -la uniformidad mayor ó menor del latín hablado -en todo el Imperio, ayudándose mutuamente, -como suele suceder, la unidad política -y la unidad de idioma.</p> - -<p>El latín que las legiones romanas llevaron -á sus primeras conquistas fué el latín -vulgar, no influído todavía por el literario, -y cargado en cambio de los arcaísmos de la<span class="pagenum" id="Page_516">[Pg 516]</span> -antigua rusticitas<a id="FNanchor_24" href="#Footnote_24" class="fnanchor">[24]</a> é impregnado ya con -toda suerte de elementos itálicos. Tal es el -primer fondo del latín vulgar de España y -de Cerdeña, que contiene rasgos arcaicos y -dialectales itálicos, no hallados en las demás -provincias. Conviene recordar el orden -en que fué introducido en éstas el latín: -Italia, Cerdeña (siglo <span class="allsmcap">III</span> antes de J. C.), -España (siglo <span class="allsmcap">II</span>), Cisalpina, África, Iliria, -Provenza (125), Galia septentrional, Rethia, -Dacia. En lo que se refiere á España, Artemidoro -de Éfeso, que escribía hacia la época -de la guerra social, dice en un fragmento -de su <em>Periplo</em> que algunas tribus españolas -de las costas hablaban, no el latín, sino la -lengua de los italiotas: «γραμματιχῆ δὲ Χρῶνται -τᾗ τῶν Ὶταλῶν οἱ παρἀ θάλασσαν οἱχουντες των Ὶβήρων» -(Cfr. <span class="smcap">Schuchardt</span>, <em>Vok.</em> 1, 93). Era, sin duda, -el latín cargado de umbrismos de la Italia -central, que entonces empezaba á bajar también -hacia el Sur de la Península italiana.</p> - -<p>Naturalmente, cuanto antes fué colonizada -una provincia, tanto más arcaico hubo -de ser el latín que formó la primera base del -<span class="pagenum" id="Page_517">[Pg 517]</span>romance. Los autores de glosarios y compiladores -de arcaísmos son africanos, precisamente -porque allí se usaban tales términos: -Nonius, Fulgencio, Placido, que escribió -en África ó tal vez en España, Charisio, -de origen africano, el mismo Apuleyo de -Madaura, en África. Estos autores hicieron -lo que nuestro S. Isidoro, cuando recogía -los términos característicos del habla vulgar -de España. El comienzo de la colonización -de nuestra patria fué á fines de la República -por colonos italiotas, con muchos -auxiliares pelignianos, marrucios, campanos, -samnitas. El italismo aparece aquí antes -que en ninguna parte. Sertorio quiso tal -vez formar una nueva Italia en España, en -la que todos los de nacionalidad italiana gozasen -de los mismos derechos. Su senado -constaba de 300 miembros después de habérsele -unido Perpenna el año 77, tanto de -italiotas como de romanos. Escipión el africano -fundó en 204 á Itálica famosa, favoreciendo -la colonización de los mismos italiotas. -Sus habitantes, coloni italicenses, -formaban parte de la tribu Sergia. Eran, -pues, políticamente romanos; pero italiotas -de origen, sabinos, faliscos, marsos, oscos; -y sin duda entre los vencidos en la guerra -social no faltarían quienes vinieran á buscar -aquí una nueva patria.</p> - -<p>Tal es la causa de que el castellano contenga -bastantes elementos de la antigua rusticitas<span class="pagenum" id="Page_518">[Pg 518]</span> -del Lacio y de las lenguas itálicas, -elementos procedentes de los siglos <span class="allsmcap">II</span> y <span class="allsmcap">I</span> antes -de J. C. Por ej., cueva de cova, ñūdo por -nōdus, por la ū del osco, del sabino, en vez -de la ō latina. Varron dice del coenaculum -falisco, que se empleaba por comedor en -Faleria, Lanuvio y <em>Córdoba</em>. Ya hemos visto -que isse por ipse era dialectal, y que en úmbrio -se decía essu y eso: es nuestro ese, eso, -que sin duda viene del úmbrio, pues en Cerdeña -es usadísimo (issu, su), y en España se -encuentra (ipse) en las inscripciones, en vez -de los demás demostrativos. La contracción -de au átono en o, excepto delante de sílaba -con u, procede del úmbrio, y era propia del -antiguo latín vulgar; el influjo literario restauró -después en gran parte el au. La 3.ª p. -plural -unt, legunt, substituyó durante el Imperio -por reacción erudita á la itálica antigua --ent del osco-úmbrio stahint, benurent; -pero se conservó donde ya había echado -hondas raíces, en Cerdeña y en España: -elien, fachen y piden, abren, cogen. La preposición -per en vez de prō se encuentra en -todos nuestros documentos más antiguos, -como en el testamento de Odoar del año 747: -«<em>Per</em> suis terminis»: es el per úmbrio empleado -con ablativo, tota-per, nomne-per, -como περί, empleado por el antiguo latín, de -donde el per italiano, el per del antiguo castellano, -del cual derivan pero, para y por. -Conocida es la -i del plural italiano, que colorea<span class="pagenum" id="Page_519">[Pg 519]</span> -con este timbre delgado toda aquella -lengua. Ni en España ni en Cerdeña existe. -Ninguna lengua itálica formó el nominativo -plural en -ī excepto el latín: aun en las inscripciones -antiguas latino-itálicas se ven formarse -nominativos como filios, vireis, scalas. -En úmbrio la 1.ª declinación lleva -as -en el nom. plural, urtas, anglar por rotacismo, -en vez del -ai latino, musai. Lo mismo en -osco: pas exaisc-en ligis scrif<em>tas</em> set = qu<em>ae</em> -hisce legibus script<em>ae</em> sunt. En la 2.ª decl. el -úmbrio lleva -us, prinuvatus; el osco lo mismo, -Abellanus; mientras que el latín -i, domini. -Sólo, pues, por la reacción erudita del -tiempo del Imperio se explica esa -i italiana; -pero esa reacción nada pudo en Cerdeña -ni en España. El dativo pronominal uī, eī de -formación reciente, masc. illuī, fem. illeī, -por el epiceno illī, existe en todas las románicas, -y aparece en las inscripciones italianas -desde los primeros siglos del Imperio. -Sólo falta en castellano-portugués y en sardo; -en España y África no aparece ni en una -sola inscripción.</p> - -<p>Estos hechos prueban varias cosas. En -primer lugar, el influjo de la antigua rusticitas -y del úmbrio en el latín de España y en -el castellano. En segundo lugar, que la reacción -erudita no fué tan poderosa en España -como en Italia, contra lo que asevera Mohl, -el cual parece que con insistir en esta aseveración -ya da satisfacciones cumplidas á<span class="pagenum" id="Page_520">[Pg 520]</span> -los defensores de la unidad del latín vulgar -y á los que dicen que las lenguas indígenas -no influyeron en las románicas. Cuanto más -distanciadas estaban, dice Mohl, estas lenguas -del latín, tanto más puro se habló el -latín, tanta mayor influencia tuvo la reacción -literaria y tanto mejor se olvidaron los -idiomas indígenas; y por eso, aunque el latín -viniendo á España antes que á otras provincias -hubo de traer elementos arcaicos y dialectales -itálicos y el castellano hubo de evolucionar -antes que las otras románicas; pero -la reacción literaria, mayor aquí, niveló -pronto el latín de España con el resto del -Imperio. Tal parece discurrir, ó debe de discurrir, -á mantener el dogma de la unicidad -del latín vulgar. Pero los hechos desmienten -este razonamiento y prueban que los elementos -arcaicos y dialectales subsistieron en -España, sin que la reacción erudita pudiera -borrarlos, y que, por lo mismo, si el latín de -toda la Romanía fué esencialmente el mismo, -en concreto existieron diferencias dialectales -de tanta monta como las que acabamos de -ver y otras que irán insinuándose, sin contar -con el elemento ibérico. Sólo añado por -ahora la no existencia en España, demostrada -por el mismo Mohl, del hic y del dativo -reaccionario, que dió lui y leur á casi -toda la Romanía, pero que no entró en España. -La verdad es que no acabo de entender -la última decisión de Mohl cuanto á la<span class="pagenum" id="Page_521">[Pg 521]</span> -doctrina de la unicidad del latín vulgar: los -hechos se la hacen negar unas veces, otras -la opinión general le arrastra tras sí.</p> - -<p>La teoría generalmente admitida entre -los romanistas es que los romances provienen -de un latín vulgar, idéntico en todo el -Imperio, entre los siglos <span class="allsmcap">II</span> y <span class="allsmcap">IV</span> después de -J. C., es decir, después de la conquista de la -Cisalpina en el s. <span class="allsmcap">II</span>, y sobre todo durante la -romanización de la Transalpina. Esta teoría -supone que sólo el celtismo pudo influir en -ese latín vulgar, y que no influyeron ni el -latín antiguo (antiqua rusticitas), ni las lenguas -itálicas. En esta época fué realmente -cuando el latín hablado llegó en todo el Imperio -á ser más uniforme y á parecerse más -al latín literario y oficial, por razón de la -mayor unificación y centralización política -y del mayor apogeo de la literatura. De -aquel latín vulgar común provienen los caracteres -comunes de todas las románicas -y cuanto se encuentra de común en todas -ellas. Es más, de entonces data el trasiego -de vocablos y radicales á todas las regiones -de la Romanía, los cuales eran indígenas de -una ó de otra exclusivamente. El léxico románico, -compuesto de radicales latinos y no -latinos, se fundió entonces y se generalizó en -todo el Imperio románico. En esta doctrina -se apoyan los romanistas para inventar una -forma latino-vulgar que explique cualquiera -otra forma de cualquier romance. De tales<span class="pagenum" id="Page_522">[Pg 522]</span> -formas latinas bien se puede repetir lo que -dijo Sittl: «Das Vulgärlatein, mit welchem -die Latinisten operieren, ist ein Phantasiegebilde» -(<em>Jahresb. Fortsch. Klass. Altert.</em>, -t. LXVIII, p. 526-540): es un latín de pura -fantasía. Seduce la precisión matemática -con que se reconstruye de esta manera el -léxico latino y con que se deducen de tales -formas forjadas todo un sistema de leyes fonéticas, -que después se aplican mejor ó peor -á otros vocablos. Y como para que quepan -todas las variantes románicas no hay más -que ensanchar la fórmula latina, el negocio -es fácil, no hay más que poner fórmulas generales. -Se trata, dice Mohl, de explicar la -contradicción entre el it. orzo y el cast. orzuelo -ante el prov. ordi y fr. orge. Se dice -que en latín vulgar -di- en hiato después de -consonante todavía no había consonantizado -la i, que en todo el Imperio se pronunciaba -*ordĕu ú ordĭu. Con esto las formas -modernas provienen de aquella época, lo -mismo que las antiguas: en la fórmula caben -todas ellas. Es lo que hacen los indo-europeistas -al explicar todas las formas de -las lenguas indo-europeas, sin tener en cuenta -la cronología ni la evolución particular de -cada una de ellas.</p> - -<p>Tal es el sistema <em>comparativo</em>, cuando á -la vez no es <em>histórico</em>: se exagera y convierte -en teórico y ultrametafísico. Si el latín -vulgar no es más que lo que podamos<span class="pagenum" id="Page_523">[Pg 523]</span> -deducir de las románicas, ese latín siempre -será una lengua típica y formularia, que -explique las románicas, y nada más, una -lengua de abstracciones. Y claro está, no -teniendo en cuenta la investigación histórica, -prescindiendo de la cronología de las -formas, la ilusión de rigor científico que presenta -este procedimiento teórico arrastra y -satisface. Pero la realidad es harto más compleja. -Cuando se nota la predilección en España -por los pronombres iste, ipse, y lo esporádico -de hic, y la ausencia completa de -huic, huius en toda nuestra epigrafía, mientras -se menudea tanto en otras partes, no -puede menos de ocurrir la sospecha de que -el latín de España en algo difería del de -Francia é Italia, y que es una ilusión pretender -poner como tipos del latín vulgar general -hic, huic, illuī, illūius, que en España no -aparecen jamás. Los elementos arcaicos que -no pueden menos de confesarse, se tratan -de explicar como formas aisladas y de acarreo, -con tal de que subsista en pie la unidad -del latín vulgar. Pero las tesis deben desaparecer, -cuando los hechos claman contra -ellas. Además esta tesis lleva prácticamente -á querer hallar un vocablo latino para cada -vocablo románico, como si las románicas no -tuvieran formas debidas á su propia evolución. -Este elemento idiomático, originado -dentro de la vida de los romances, es precisamente -el más interesante para cada uno<span class="pagenum" id="Page_524">[Pg 524]</span> -de ellos, y es el que con mayor empeño pretendo -yo que resalte en mis estudios acerca -del castellano, sin negar nada de lo que legítimamente -ha de atribuirse á la lengua -común latino-vulgar.</p> - -<p>Desde la guerra social el latín oficial y -literario lucha contra el latín hablado y contra -todas las tendencias dialectales que había -ido recogiendo al través de Italia y en -su marcha triunfante por las provincias. -Esta reacción erudita va creciendo á la par -que el poder y la centralización oficial romana -hasta Augusto y sus primeros sucesores. -Las escuelas, la administración oficial, -el arte literario son sus principales -palancas. Desde los Antoninos en el s. <span class="allsmcap">III</span> la -lengua literaria y oficial comienza á decaer -vencida en toda la línea y á principios del -s. <span class="allsmcap">IV</span> desaparece. Las provincias más tardíamente -conquistadas recibieron, por consiguiente, -un latín más parecido al literario, -Portugal ó Lusitania y el Norte de la -Galia. Mientras en España <em>conocer</em> y en Italia -<em>conoscere</em> provienen del antiguo y vulgar -<em>conōscere</em>, en Portugal el erudito <em>cognōscere</em> -dió <em>conhecer</em>, en Francia <em>conoistre</em> con <em>n</em> por -<em>gn</em>; pero al Sur <em>conoscere</em> junto á <em>cognātus</em>, -prov. <em>conhat</em>, cast. <em>cuñado</em>. El latín hablado -en todo el Imperio adquiere en esta época -su mayor unidad, coadyuvando poderosamente -el continuo trasiego de las legiones -que pasan de un punto á otro llevando á todas<span class="pagenum" id="Page_525">[Pg 525]</span> -partes las variantes dialectales de todas.</p> - -<p>En algunos centros españoles el latín -literario debió reaccionar poderosamente. -Conocida es la completa latinización de -parte de Andalucía: las escuelas de Córdoba -fueron famosas, más todavía que las de Narbona, -fundadas para romanizar la Provenza. -Sólo en Provenza y en España existe el pluscuamperfecto, -que era rarísimo en latín vulgar, -y cuyo empleo en estas dos regiones -parece deberse al influjo literario. Otro tanto -se diga de los tipos del perfecto de subjuntivo, -fuerim, habuerim, cantaverim, que no -existen ni en Cerdeña: fuere, hubiere, cantare, -en portugués fôr, houver, cantar, no -vienen del vulgar latino, sino de la reacción -literaria. Pero no es completamente exacto -el dicho de Mohl: Sin el latín literario no se -hubiera uniformado el latín vulgar, y los -romances hubieran aparecido cuatro siglos -antes. ¿Acaso el latín se plantó en España -sin evolucionar, aguardando á que se le llevara -á las últimas provincias conquistadas? -¿Ó tuvo tal poder la reacción literaria que -deshizo todo lo producido evolucionando -durante ese lapso de tiempo? No desaparecieron -los arcaísmos y dialectalismos itálicos, -ni se volvió atrás en su evolución el -latín de España: por consiguiente, siempre -hubo de tener algunos caracteres que le fueron -propios.</p> - -<p>Hay, pues, en nuestro romance una mezcla<span class="pagenum" id="Page_526">[Pg 526]</span> -de elementos eruditos con otros arcaicos, -debidos á que cuando vino por primera -vez el latín vulgar el literario todavía no -estaba del todo fijado ni había influído sobre -el habla vulgar, llena de italianismos. Este -doble carácter distingue á nuestro romance -de todos los demás, conviniendo con el sardo -en el elemento arcaico y diferenciándose de -él en el literario, que en Cerdeña dejó muy -pronto de influir en la época imperial. Cadiello -viene del katel úmbrio, como catellus -en Reichenau, no del catulus. El influjo úmbrio -dominó durante el Imperio extendiendo -<em>-el</em> de nominativo á los demás casos, haciendo -olvidar el <em>-olo</em>, lat. <em>-ulus</em>, <em>-ulum</em>: catel, acus. -catello (úmbrio katlu): de aquí el vulgar <em>-ello</em>, -cast. <em>-iello</em>, luego <em>-illo</em>, cuchiello, cuchillo de -cultellus, preferido con vitellus por Plauto -á los clásicos catulus, vitulus. Estas huellas -itálicas deben de subsistir más claras y en -mayor número en los patois italianos, donde -siempre debieron de existir dialectos rústicos -del latín vulgar: al finalizar el Imperio -se hablaba mejor el latín en algunas poblaciones -de España y Provenza que en Italia. -La lucha entre el latín literario y el vulgar -termina en el s. <span class="allsmcap">III</span>, en el que vence el vulgar -en los autores cristianos; en el s. <span class="allsmcap">IV</span> Claudiano -y los puristas versifican ya en un -idioma literario muerto. El latín de Dacia -ó su descendiente el rumano merece especial -interés, pues nos presenta el latín que<span class="pagenum" id="Page_527">[Pg 527]</span> -hablaban las legiones imperiales en los siglos -<span class="allsmcap">II</span> y <span class="allsmcap">III</span>, ya que pronto quedaron allí los -colonizadores como separados del resto de -la Romanía y nunca hubo especial influencia -literaria.</p> - -<p>En Italia el latín en tiempo de los Gracos -se componía de infinidad de patois locales, -que fueron unificándose hacia la guerra social -en una lengua común bastante uniforme. -En Dacia el país estaba abandonado casi -enteramente al invadirlo los romanos, el latín -militar llevado por Trajano era el general -del Imperio durante los siglos <span class="allsmcap">II</span> y <span class="allsmcap">III</span> de -nuestra era. Los colonos eran «ex toto orbe -romano» (Eutropio VIII, 6), sobre todo eran -legionarios, unos 25.000 hombres; la literatura -no influyó allí, pues no hubo escuelas -por no haber bárbaros que latinizar, la dominación -fué efímera. El rumano presenta -el latín vulgar común del Imperio á fines -del s. <span class="allsmcap">II</span>: los plurales -i, -e, las 2.<sup>as</sup> personas -en -i, la caída de las consonantes finales, o -u, como representantes del au átono, el tratamiento -de las paladiales, son fenómenos -comunes al rumano y al italiano, y de Italia -debieron partir la mayor parte de los colonos -de Dacia. Después del fondo italiano -contribuyeron más al latín de Dacia el de -Rethia y el de España por medio de los auxiliares -militares de las legiones, pues los -de la colonia trajana, según aparece por las -listas de Goos, son casi todos españoles, retos<span class="pagenum" id="Page_528">[Pg 528]</span> -y sirios. Los hispanismos del rumano -actual son manifiestos. El verbo ajuná, macedonio -adzuná = ayunar. Al finalizar de la -República jā- átona se hace jē- en literario; -Plauto no conoce más que iāiūnus, iānuārius -quedó junto al iēnuario vulgar á causa de -Iānus. De modo que iāiūnus es más antiguo -que iēiūnus, y Thurneysen cree que antes -fué *ēiūnos, skt. ājūna. En Philoxeno ēiunat, -de donde por asimilación iaiunat, luego por -reacción literaria ieiunat, ó tal vez de eiunus -salió aiunos. La legión VII Galviana, compuesta -de tarraconenses y llevada por Galba -á Roma y al Lacio (<span class="smcap">Tac.</span>, <em>Hist.</em> I, 6; <span class="smcap">Suet.</span>, -<em>Galba</em>, 10), fué la que más hispanismos llevó -á Roma y á la Campania. Un hispanismo es -la general suavización de las explosivas, sin -excepción en España, sin duda por influencia -itálica anterior. En Italia la reacción erudita -se opuso á la generalización de la ley. -En úmbrio las explosivas tendían á suavizarse -ante r, l: subra = lat. supra, kabru y -kapru mandraclo, podruhpei; en osco también: -embratur = imperator; peligniano empratois, -osco Aderl(ú) = Atella, úmbrio adro, -adrer = āter, en Igubium -br- por -pr-. En -el latín imperial de Italia las mudas ante -la r nunca llegaron á suavizarse del todo, -pietra, padre, ladro; capra, cavriulo en Toscana. -La -t final cae pronto en las inscripciones -provinciales; en Roma y el Lacio, al revés, -tarda mucho en caer. En Pompeya (s. <span class="allsmcap">I</span>)<span class="pagenum" id="Page_529">[Pg 529]</span> -pedikaud, liciid, ya se suaviza en -d, como -en osco; luego las formas sin dental, muy generales -al Norte, se generalizan. Del s. <span class="allsmcap">IV</span> -al <span class="allsmcap">V</span> sólo persiste la dental ante vocal.</p> - -<p>Después de los Antoninos, desde el s. <span class="allsmcap">IV</span> -el latín imperial hablado se descompone -perdiendo la unidad que en mayor ó menor -grado había conseguido apoyándose en el -lenguaje literario y oficial. Las provincias -caen en la cuenta de la debilidad del poder -central, despiértanse sus iniciativas y su autonomía -política y administrativa, la disolución -comienza en la lengua como en la política.</p> - -<p>Al retirarse en 329 Constantino á Bizancio -da á entender que no podía ya conservar -la unidad política, abandona el Occidente á -su propia suerte, á la futura civilización que -ya despuntaba. Teodosio en 395 no hizo más -que confirmar oficialmente esta escisión, dividiendo -para siempre el Imperio. Las lenguas -románicas habían ahogado, no sólo á la -lengua latina literaria, sino á la latina vulgar, -de la cual habían nacido. Cuando Odoacro -destruyó el Imperio de Occidente en 476, -todo latín había dejado de existir, dice Gröber<a id="FNanchor_25" href="#Footnote_25" class="fnanchor">[25]</a>. -Francia quedó libre de toda relación -con el Imperio romano en 538, España entre -el 615 y el 623, Italia en 650<a id="FNanchor_26" href="#Footnote_26" class="fnanchor">[26]</a>.</p> - -<p><span class="pagenum" id="Page_530">[Pg 530]</span></p> - -<p>Pero el latín literario continuó siendo la -lengua oficial y diplomática, el habla de la -ciencia y de la cultura. Se enseñaba exclusivamente -en las escuelas y era el único instrumento -de comunicación para todo el que -escribía. Los romances eran considerados -como no distintos del latín, eran el latín mal -pronunciado, que no podía escribirse. Sin -embargo, la cultura iba decayendo, y los escritores -aprendían cada vez peor esta lengua -oficial. Además las instituciones y costumbres -traían consigo sus términos propios -en las lenguas vulgares, ya derivados del latín -vulgar, ya de las lenguas nacionales, ya -de las que trajeron los bárbaros del Norte, -ya del griego en el culto católico, etc., etc. -Parte por la necesidad de tener que nombrar -nuevos objetos, parte por ignorancia -del buen latín clásico; los mismos escritores -de los tiempos medios se veían precisados -á latinizar todos esos términos vulgares. -Ese latín medioeval es el llamado bajo latín, -y es de suma importancia tener entendido -que ese latín no fué jamás lengua vulgar que -se hablara; era la lengua literaria antigua, -bien que no bien sabida, con latinización de -muchos vocablos vulgares; era una lengua -muerta de nacimiento y artificial, como lo -era en el s. <span class="allsmcap">XVI</span> entre los teólogos y filósofos -y aun entre los autores de cualquiera materia -que escribiesen, cuando lo hacían en latín. -Es, por consiguiente, un crasísimo error<span class="pagenum" id="Page_531">[Pg 531]</span> -el creer que los escritos en mal latín de los -siglos <span class="allsmcap">VIII</span>, <span class="allsmcap">IX</span>, <span class="allsmcap">X</span>, <span class="allsmcap">XI</span> están en la lengua vulgar -hablada, y deducir de aquí que en tales -escritos se ve cómo se transforma el latín en -las lenguas romances. Tales documentos -son latinos, escritos en una lengua artificial -y muerta ya hacía siglos; aunque á veces es -tan malo el latín, que induce á creer que era -el latín que se iba corrompiendo y transformando -en romance. Si el <em>Fuero de Avilés</em> -estuviese redactado en lengua vulgar, se daría -el caso de que desde él hasta las <em>Partidas</em> -la evolución lingüística hubiera sido cien -veces más rápida y mayor que desde las <em>Partidas</em> -al <em>Quijote</em>. El Fuero de Avilés quiso -escribirse en latín y resultó escrito en una -mezcla de lenguas, parte reales, parte imaginarias: -es el documento más polilingüe -que existe, el arlequín de los documentos.</p> - - -<h3>II</h3> - -<p>La palabra evoluciona, cambia lentamente, -ya en su significación, ya en su forma -fónica. Despréndese de este hecho trascendental -de la moderna ciencia del lenguaje, -que los idiomas propiamente hablando no -pueden llamarse padres ó madres é hijos, -que el castellano no es, por ej., hijo del latín, -sino el mismo latín plebeyo en un cierto -momento de su evolución. Así como el latín -vulgar de la época del Imperio, aunque distinto -del de la época de la República, es el<span class="pagenum" id="Page_532">[Pg 532]</span> -mismo en un momento dado de su evolución, -así lo es el habla romana de España del s. <span class="allsmcap">VI</span> -y el habla del s. <span class="allsmcap">XII</span> y la del s. <span class="allsmcap">XVI</span> y la del -s. <span class="allsmcap">XX</span>. Es un solo río considerado en distintos -puntos de su curso. Pero considerado -ese río desde el s. <span class="allsmcap">III</span> antes de J. C. al s. <span class="allsmcap">III</span> -después de J. C., en su curso entre la gente -romana se observa que tiene ciertos caracteres -bastante distintos de los que ofrece -entre la gente española desde el s. <span class="allsmcap">IX</span>, en -que podemos descubrirlo en palabras sueltas, -hasta el s. <span class="allsmcap">XX</span>: al primer curso del río -llamamos latín vulgar, al segundo romance -castellano. Como se ve, un mismo río primitivo -se dividió en dos, uno que siguió entre -los romanos, otro derivado que llegó á -España. Entre los mismos romanos existió -otra derivación, la del latín literario, que á -poco de nacer desapareció, como desaparece -el Guadiana en medio de su curso. Las lenguas -nacen, por consiguiente, pues el castellano -nació ó derivó del latín; pero ese -nacimiento no es instantáneo, sino evolutivo. -Es imposible fijar el momento del nacimiento; -sólo se conoce la diferencia de -cauce y de aguas tomando en consideración -un largo espacio de tiempo. Más que nacimiento, -es ésta una evolución. Pero esa -evolución puede ser más ó menos lenta ó -precipitada. El castellano ha cambiado poquísimo -desde el s. <span class="allsmcap">XIII</span>, tal como se encuentra -en las <em>Partidas</em>, es decir, en siete siglos,<span class="pagenum" id="Page_533">[Pg 533]</span> -si se compara con el cambio sufrido por el -francés desde el s. <span class="allsmcap">XV</span> al s. <span class="allsmcap">XVII</span>, es decir, en -dos siglos, pasando del antiguo francés por -el medio francés al francés moderno. Para -un francés, no iniciado, del s. <span class="allsmcap">XVII</span> era incomprensible -un escrito del s. <span class="allsmcap">XIII</span> ó del s. <span class="allsmcap">XIV</span>, -mientras que las <em>Partidas</em> son inteligibles -para todo español medianamente instruído. -Así creo yo que el latín vulgar un siglo ó -tal vez medio siglo después de traído á España, -sería ininteligible en labios de españoles -de pura raza para los puros romanos. -Y es que pasando ese latín á labios extranjeros -acostumbrados á otra fonética, hubo de -evolucionar rápidamente, además del gran -caudal de vocablos indígenas que se latinizaron, -ó mejor dicho, se romancearon, acomodándose -á la turquesa latino-hispánica de -la nueva lengua.</p> - -<p>La evolución fonética es <em>gradual</em>, están -las voces en continuo cambio; pero la diferencia -no se echa de ver sino á la larga, por -verificarse pasando por grados infinitesimales, -insensibles dentro de una misma generación. -No se pasó de un salto de laudare á -loar. La articulación necesaria para pronunciar -la- fué cerrándose, y abriéndose la -de u, de modo que llegó un momento en que -sonaba un sonido medio entre a y u, ó sea o, -lo-; las explosivas suaves, como la -d-, fueron -perdiendo fuerza hasta desaparecer, y -resultó lodare, loare, y la e final sin acento<span class="pagenum" id="Page_534">[Pg 534]</span> -fué perdiéndose poco á poco. Esta evolución -débese, por consiguiente, á las condiciones -requeridas para la articulación de voces -consecutivas. La ley del menor esfuerzo, -ó sea de la economía muscular, lleva á no -distinguir bien las dos articulaciones a, u, -articulando á medias cada una de estas vocales. -Como hay que cerrar la boca para -la u, no se abre tanto como se debiera para -emitir clara la a, de donde resulta una a que -tiende á o; y al pasar de la a á la u no se cierra -lo bastante la cavidad oral, de modo que -resulta una u que tiende á o: y llega un momento -en que ambos sonidos a, u, se encuentran -en una sola articulación intermedia o.</p> - -<p>La evolución fonética es, por lo mismo, -<em>inconsciente</em>, pues se opera tan lentamente -que es insensible el paso, y cada individuo, -no sabiendo cómo se pronunciaba antes de -venir él al mundo, toma el sonido corriente -y contribuye á la evolución en una parte infinitesimal, -practicando inconscientemente la -ley de la economía muscular.</p> - -<p>Es además la evolución tan <em>regular</em>, que -obedece á leyes constantes dentro de un -cierto territorio en el que las comunicaciones -conservan unificada el habla. Si au no acentuado -se hace o en loar de laudare, también -se hace o en oir de audire, en posar de pausare; -la d desaparece en loar y en oir, la -e -en loar, oir, posar. Si examen dió enjambre, -bien puede asegurarse que lumen dará lumbre<span class="pagenum" id="Page_535">[Pg 535]</span> -y costumen costumbre y homen hombre: -un mismo fonema no puede evolucionar de -dos maneras diferentes, puesto en las mismas -circunstancias. Pero cambiadas éstas, -la evolución cambiará, venciendo otra ley -fisiológica distinta. Tal sucede en los dialectos, -los cuales no se ajustan á unidades geográficas -ó políticas, sino propiamente á identidad -de circunstancias. Ni hay propiamente -dialectos, sino caracteres que se combinan -de diversas maneras; de modo que el habla -de un territorio tendrá algunos caracteres -comunes con el habla de sus vecinos del -oriente, y otros que no los tendrá comunes -más que con el habla de sus vecinos de occidente. -Los límites dentro de los cuales -existe tal carácter fonético no coinciden -siempre con los que encierran tal otro carácter -fonético ó tales otros caracteres fonéticos, -ni coinciden con los límites territoriales -de una provincia ó nación.</p> - -<p>El fonema <em>lio</em> latino se hace <em>llo</em> en Galicia, -Portugal y Provenza, mientras que en Castilla -se hace <em>jo</em>; la <em>f</em> desaparece en Castilla -y en Gascuña, conservándose en el resto -de la Romanía, á pesar de estar separadas -esas dos regiones; pero es que en ambas rechazaba -tal articulación el fonetismo euskérico -indígena pre-romano. Los límites naturales, -como montañas, ríos, etc., que dificultan -la comunicación entre dos regiones, son -los únicos que pueden cambiar las circunstancias<span class="pagenum" id="Page_536">[Pg 536]</span> -de manera que la evolución fonética -sea distinta. Pero como se ve por el ejemplo -anterior, á pesar de esa separación la evolución -puede ser la misma cuando coincide -un principio fisiológico que la endereza en -determinada dirección.</p> - -<p>Las excepciones no son más que aparentes, -responden á otras leyes que obraban -más intensamente en otras circunstancias. -Es lo que sucede en los fenómenos todos de -la naturaleza, que por distintos que parezcan -nunca son excepcionales, sino debidos á diversas -combinaciones de las mismas leyes -físicas, que de suyo obran cuanto les permiten -las circunstancias. <em>Acto</em> y <em>hecho</em> vienen -de <em>actum</em> y de <em>factum</em>. Pero <em>hecho</em> es efecto -de la evolución natural; <em>acto</em> es un préstamo -directo de los eruditos más ó menos mal -acomodado al castellano; nada, pues, extraño -que en el uno ct se haya convertido en -ch, conservándose en el otro sin modificación: -en cambio actum dió auto en portugués, -de donde pasó al castellano. Chamiza, chamarasca, -chamusco, vienen de flamma, lo -mismo que llama y flamígero; pero el último -es erudito, los tres primeros responden al -fonetismo del NO. De las diversas circunstancias -en que evolucionaron las palabras -resultan los <em>dobletes</em>: plegar y llegar de plicare, -fingir y heñir de fingere, comparar y -comprar de comparare, computar y contar -de computare, reputar y retar de reputare,<span class="pagenum" id="Page_537">[Pg 537]</span> -aduana y divan de dîûân, arsenal, dársena -y atarazana de dâr aç-çanagha. Al revés, -por la evolución llegan á coincidir formas, -partidas de puntos muy distantes: acerico -viene de faciem y de aciare. Si aquéllas pudieran -llamarse formas <em>divergentes</em>, éstas -se dirían <em>convergentes</em>.</p> - -<p>Es un hecho notabilísimo en la formación -de los romances la simultaneidad en algunos -procedimientos. Todos han convertido en -artículos, que el latín desconocía el pronombre -ille y el numeral unus; del primero salió -el artículo definido el, del segundo el indefinido -un. Todos desecharon los casos de la -declinación, supliéndolos con las preposiciones. -Todos desechan el futuro latino y forman -otro nuevo con el infinitivo y el presente -de indicativo de haber: amar he, amar has, -amar ha, ó amaré, amarás, amará. Todos -desechan la pasiva sustituyéndola con las -formas compuestas del verbo ser: amor = soy -amado. Todos abandonan el género neutro, -no conservándose más que rastros en el artículo -y pronombres castellanos. Todos emplean -los verbos auxiliares haber, ser, estar, -y aun otros varios. Todos forman los adverbios -con la palabra -mente añadida al adjetivo -en femenino, dichosa-mente, buena-mente, -loca-mente, folle-ment, heureuse-ment, -bonne-ment. Todos conservan la acentuación -latina, aunque en el francés parezca -superficialmente lo contrario por efecto de<span class="pagenum" id="Page_538">[Pg 538]</span> -las contracciones y de tender á la acentuación -aguda, dejada la grave de las demás.</p> - -<p>¿La razón de este fenómeno? El único -elemento común, que es el latín popular. El -latín hablado tendía al análisis, como el -griego y el sanskrit, como se ve comparando -los diversos momentos históricos de estas -lenguas. Ahora bien, todos esos hechos simultáneamente -verificados en los romances, -se verificaron igualmente en los derivados -del griego y del sanskrit. Y todos esos hechos -comunes son manifestaciones de la -tendencia á la estructura analítica. Esa tendencia -responde á la orientación del pensamiento, -que en toda la familia indo-europea -se dirigía de la síntesis al análisis. Y -no sólo en toda la familia, sino que estoy -por decir que en todo el género humano -existe esta tendencia. Las lenguas todas -muestran este cambio en mayor ó menor -grado, los dialectos arábigos respecto del -árabe antiguo, las lenguas camíticas, las indo-chinas, -etc.</p> - -<p>El sintetismo fué condición del pensamiento -primitivo, el análisis del pensamiento -posterior de la humanidad. Cuanto más antiguas -las lenguas, son más sintéticas. No -fueron, pues, los bárbaros los que por ignorancia -no pudieron entender ni conservar -las desinencias latinas. Los bárbaros las tenían -en sus lenguas lo mismo que el latín, -los bárbaros llegaron cuando los romances<span class="pagenum" id="Page_539">[Pg 539]</span> -estaban ya formados y sin esas desinencias, -las desinencias se iban perdiendo y se perdieron -más ó menos en las germánicas lo -mismo que en las latinas, la tendencia analítica -dominaba y dominó después lo mismo -en todas las lenguas.</p> - -<p>Dogma capital de los romanistas es que -el latín vulgar en la época del Imperio era -una lengua uniforme en toda la Romanía, y -que sólo así se explica la conformidad esencial -que se nota en todas las lenguas románicas. -Sin duda podía llamarse único el -idioma romano de toda la Romanía: la gramática, -el fondo general del léxico, gran -parte del fonetismo, eran comunes; y esto -basta para explicar esa conformidad y parentesco -de los romances. Ni hay que olvidar -que perteneciendo todos estos países -á una misma civilización romana, siendo el -latín para todos ellos el único medio de comunicación -social y científica, y añadiéndose -la unidad religiosa, que de todos ellos -formó la que se llamó Cristiandad, aun después -de caer el Imperio, las ideas y las palabras -siempre estuvieron en continuo y -mutuo cambio entre todos ellos. Las lenguas -románicas no pudieron ser más que dialectos -de un idioma común románico.</p> - -<p>Pero los romanistas han exagerado esa -unidad, como exageraron los indianistas -boppianos la unidad indo-europea. Hora es -ya de que, como éstos, volvamos más bien<span class="pagenum" id="Page_540">[Pg 540]</span> -los ojos á lo que cada romance ofrece de individual -é idiomático. Sólo así podremos -ahondar en la evolución particular semántica -y fonética de cada uno de ellos, ver su -potencia creadora y distinguir los procedimientos -psíquicos de cada raza. El fonetismo -del latín vulgar fué el punto de partida -común á todas las lenguas románicas; pero -el fonetismo indígena de cada una de las razas -que comprendía la Romanía, le dió una -ú otra dirección, formando los diversos dialectos -latinos, ó sean las lenguas románicas.</p> - -<p>La nueva dirección, que también merced -al elemento indígena tomó el latín vulgar -en España, le hizo evolucionar paulatinamente. -Y aquí entra de lleno la historia, la -única que nos puede explicar los diversos -pasos que fué dando el fonetismo castellano: -sólo ella nos puede decir cuándo y cómo el -fonema lio, lia ha parado en el jo, ja actual; -ge, gi, en je, ji; ke, ki, en ce, ci, etc., etc. Para -reducir á breve sistema las leyes evolutivas -que cambiaron el latín vulgar en romance -castellano, hay que partir de muy pocos -principios fisiológicos, hay que recoger brevemente -los datos que la lingüística moderna -ha alcanzado acerca del fonetismo del -latín vulgar, y hay que firmar las leyes con -la mayor parte de los radicales; es lo que he -procurado hacer en la Fonética de <em>La Lengua -de Cervantes</em>.</p> - -<p>La ley del universo es la de la economía:<span class="pagenum" id="Page_541">[Pg 541]</span> -nada se crea, y se desecha todo lo no necesario. -Esta ley rige en la lucha del dinamismo -de la materia, lo mismo que en la lucha -de los organismos por la existencia. La sobrevivencia -del más fuerte, la resultante de -fuerzas y leyes físicas, son el resultado de -esa lucha. El lenguaje es en cierto modo un -ser inerte expuesto á los influjos del medio -ambiente, y en cierto modo un organismo: -en él la economía enciende la lucha y da por -resultado la evolución fonética de las tendencias -más poderosas, borrando los efectos -de las vencidas y neutralizadas. La forma -ó unidad lingüística es en el lenguaje el -cuerpo, el acento es su alma. Forman cuerpo -los sonidos reunidos en una forma, y su alma -ó centro de gravedad es la sílaba acentuada. -De aquí los dos factores que modifican y alteran -el fonetismo: el influjo de unos sonidos -en otros por formar un solo cuerpo en -una forma dada, en un vocablo; y la acentuación. -Ambos obran merced al silabismo, -quiero decir que los sonidos de por sí casi -serían inmutables, si no fuera por estar reunidos -formando un cuerpo total, cuya unidad -fonética está en el acento. El influjo de -unos sonidos en otros, especie de atracción -ó de reacción, de armonía ó desarmonía, de -asimilación ó disimilación, responde fisiológicamente -al principio económico del menor -esfuerzo en la articulación. Pero al mismo -responde el influjo del acento, pues cargando<span class="pagenum" id="Page_542">[Pg 542]</span> -en una de las sílabas, centraliza en ella -la mayor parte de la energía articulativa, -haciéndola más fuerte y aun acrecentando -su valor fónico, á expensas de las demás sílabas, -sobre todo de las más cercanas al -centro de gravedad, las cuales, desprovistas -de energía, se debilitan ó desaparecen.</p> - -<div class="section"> -<p>De estos dos factores, la acentuación es -la que más ha influído en la alteración de las -vocales; la vecindad de los sonidos ha influído -más en la de las consonantes. Hay que -tratar, pues, por separado estas dos clases -de sonidos. En las vocales la acentuación ha -obtenido efectos más generales; pero la vecindad -de los sonidos, aunque en menor extensión, -ha tenido más potencia intensiva, -contrarrestando los efectos de la acentuación. -De aquí que los efectos del acento puedan -ponerse como efectos de leyes generales, -y los de la vecindad fónica como excepciones -de esas leyes, aunque de hecho sean -también leyes, más potentes en intensidad, -aunque sean más raros los casos en que -pueden obrar.</p> -</div> - -<h3>III</h3> - -<p>Pasando ya á la evolución semántica -ó significativa, basta abrir un Diccionario -cualquiera para echar de ver la variedad de -acepciones que ha ido tomando una raíz en -sus diversos derivados, y aun en cada palabra<span class="pagenum" id="Page_543">[Pg 543]</span> -en particular. Pero no es de esta parte -principalísima de la Semántica, ó historia -de la significación de las palabras, de la que -aquí trato, sino de lo que la significación de -las palabras ha contribuído á la evolución -de las mismas en su forma fónica. Siempre -que dos ideas convergen en un punto cualquiera, -hay tendencia á hacer que converjan -las palabras con que se expresan. Es la ley -de la atracción que obra entre palabras é -ideas, así como en la Semántica obra entre -las ideas asociándolas, y en el terreno puramente -fonético obra igualando ó desigualando -los sonidos por la asimilación ó la disimilación. -El nombre Pedro ó Perico es tan -frecuente entre los nombres propios, que -originó el dicho de <em>Petrus in cunctis</em>, en todas -partes Pedro. En algunos pueblos de -Aragón, como en Remolinos, por ej., pericotiar -significa meterse uno en todo, curiosear, -enredar, ser Peric-ote, y en toda España -se llama <em>perico</em> á cierto utensilio de -indispensable y perentoria necesidad, y aun -corre muy valida la opinión de que el perro -tomó el nombre de <em>Pedro</em>, sin duda por haberse -dado con tanta frecuencia este nombre -al animal en cuestión como á las personas. -<em>Pericón</em> se dice del que suple por todos, -y más comúnmente hablando del caballo ó -mula que en el tiro hace á todos los puestos, -y en el juego de quínolas el caballo de bastos, -porque se puede hacer que valga lo<span class="pagenum" id="Page_544">[Pg 544]</span> -que cualquiera otra carta y del palo que se -quiere. Para decir un fulano decimos <em>Perico -el de los palotes</em>. Si ha llegado este nombre -á tomar el sentido de perro, de caballo y de -original (como algunos pronuncian), nada -tiene de extraño que haya llegado hasta significar -hombre: <em>Perico entre ellas</em> equivale -á hombre mujeriego.</p> - -<p>Entre mujeres el nombre más común es -el de María, que, por lo mismo, se ha empleado -simplemente por <em>mujer</em>: «Después -de María casada, tengan las otras malas -hadas». «¿De cuando acá Marica con guantes?» -De aquí <em>Maricastaña</em> en las frases «en -tiempo de Maricastaña», <em>marimacho</em> por -mujer hombruna, <em>marimanta</em> por fantasma, -<em>llamarse marimarica, marimorena</em> -por pendencia, <em>marisabidilla</em> por mujer que -sabe, <em>maripérez</em> por moza, última mano en -el juego, <em>mariposa</em>, <em>marica</em> por hombre -amujerado y por urraca. <em>Maripajuela</em> en -Álava se dice del remolino de polvo y pajas -que se forma en los caminos, <em>mariselva</em> la -madreselva por etimología popular. En Bilbao -<em>marimolso</em> por mujer desaseada, <em>marimoño</em> -por vanidosa, <em>marimurco</em> por brusca, -<em>marisasquel</em> por sucia, <em>marisorqui</em> por la -que lleva el sorqui ó roldana sobre la cabeza -para transportar cargas. En Cuba <em>marilópez</em>, -en Méjico <em>mariguana</em>, <em>marimoño</em>, -en Álava <em>maricóncola</em>, son nombres de plantas. -En el Quijote tenemos á <em>Mari Gutiérrez</em>,<span class="pagenum" id="Page_545">[Pg 545]</span> -á <em>Mari Sancha</em>, y todos conocemos á <em>Mari -Ramos</em>, á <em>Mari Moco</em>, á <em>Mari Gargajo</em> y á -<em>Maritornes</em>. En Juan del Encina se lee: «Sabete -que Bartolilla | La hija de Mari-Mingo | -Se desposó di domingo». En Aragón Mari-prisas, -Mari-enredos, Mari-apuros, etc., se -aplican lo mismo á los hombres, hombre de -las prisas, enredos ó apuros. En Hernán -Núñez: «Á <em>Mari</em>-ardida (atrevida) nunca le -falta mal día: Á <em>Marimontón</em>, Dios se lo da, -y Dios se lo pon».</p> - -<p>¿Qué es lo que hizo que estos dos nombres -propios Perico y María se convirtieran -en apelativos de hombre y mujer y aun se -aplicaran á plantas, animales y á otros objetos? -La atracción entre las ideas y sus nombres. -Pero esta atracción lleva á modificar -fónicamente los vocablos, originando varios -fenómenos que toman diversos nombres -aunque en resumidas cuentas no sean más -que aplicación del mismo principio analógico -y relativo que caracteriza á nuestra inteligencia. -No se reduce el lenguaje á formas -fónicas, cual si fueran objetos mecánicos -que una vez fabricados nos sirvan, como nos -sirven la pluma y el papel para escribir, el -tenedor y la cuchara para comer. Es el lenguaje -un fenómeno psíquico, la psiquis cambia -la significación y la forma fónica de las -palabras. De aquí la analogía, la etimología -popular, la contaminación y otros fenómenos -que alteran el fonetismo.</p> - -<p><span class="pagenum" id="Page_546">[Pg 546]</span></p> - -<p><em>Analogía.</em>—La analogía, tomada en su -más amplia acepción, dió antiguamente nombre -á la que hoy llamamos <em>Morfología</em>, porque -señalado un tipo morfológico, una declinación, -una conjugación, un sufijo casual, -derivativo, etc., se pueden formar otros muchos -cortados por el mismo patrón. Pero -exagerándose esta ley, en que se funda todo -el lenguaje, se aplica á veces, ya en el terreno -fonético, ya en el semántico, á despecho -de otras leyes. Cuando el niño dice sabo -por sé no hace más que aplicar la ley de la -analogía: así como de tropezar dice tropiezo, -así de saber dice sabo, de caber cabo, á despecho -de las leyes que hicieron sé de sapio, -quepo de capio. En el terreno semántico los -términos correlativos tienden á uniformarse -en el sonido, y si se dijo primero, se formó -por analogía postrero, dejándose el postremus -latino, con diestra se igualó siniestra, -que según ley debiera haberse dicho sinestra, -de sinĭstra. La analogía obra sobre todo -en los verbos, unificándolos conforme á un -único patrón, y en los pronombres, adverbios -y demás formas correlativas. La forma -de genitivo en Lunes, Miércoles, se debe á -la de Jueves, Martes, Viernes. Llevar de lievar -tiene diptongo por las formas lievo, lievas -de lĕvo, lĕvas, que lo tenían por evolución -regular; y otro tanto sucedió más tarde -con otras formas verbales y nominales, que -han tomado ó dejado el diptongo originario<span class="pagenum" id="Page_547">[Pg 547]</span> -por adaptarse á otras formas del mismo radical. -Una vez tomados del latín ciertos vocablos -se añadieron sus sufijos á otros muchos -radicales: así el -entar de calentar, caliente, -se añadió á temas no participiales, -alentar de alare, ahuyentar de huir. Por la -analogía se forman los pseudo-sufijos, ó sufijos, -que no siéndolo etimológicamente, se -toman como tales. En muche-dumbre es --dumbre un pseudo-sufijo, por analogía con -pesad-umbre, donde la -d es del tema pesado.</p> - -<p>Los nombres neutros latinos en -us se tomaron, -ya como plurales por creerse que lo -era la -s, ya como singulares; pero al cabo -perdieron esta letra que parecía de plural. -Pechos de pectus, pero aún decimos «tomar -á pechos», «le atravesó los pechos», y en Navarra -el pueblo lo usa casi siempre en plural. -Díjose antes «tener ó dar en, á peños, -dar peños», de pignus, luego empeño. «Hubo -en tiempos, en tiempos de...», de tempus. Lo -mismo lado viene del lados antiguo como -plural del latus singular, virto ant. salió de -virtos, tomado como plural del virtus singular. -Los plurales neutros en -a se sustituyeron -por los ordinarios en -s: prado-s y -no prada de pratum. Algunos plurales en --a se consideraron como singulares femeninos: -arma, obra, ya eran singulares en latín, -aunque en literario fueran plurales; pero -hueva de ova, entraña, boda, ceja, herramienta, -hoja, leña, son en su origen plurales<span class="pagenum" id="Page_548">[Pg 548]</span> -neutros. Los adjetivos en -or, -on han tomado --a para el femenino, hablador y habladora, -ladrón y ladrona.</p> - -<p><em>Etimología popular.</em>—El hombre pretende -que sus vocablos no sean enteramente -convencionales, sino que respondan á la idea; -y cuando no halla esta relación, él mismo se -la busca. El nombre de la ciudad de León era -Legionem en latín; pero legión no existía -en castellano vulgar, y en cambio león tenía -ya un sentido propio; el pueblo creyó que -León se refería al león, y dió por emblema -á la ciudad y á su reino el león. Truchuela -se conformó con trucha por sonar este término -á algo concreto que parecía ser el origen -del diminutivo truchuela, una vez olvidado -trechar de tractare, ó no conociendo -la relación que lo unía: así truchuela, derivando -de trechar, se dijo en vez de trechuela. -Vagabundo nada decía á los oídos -del pueblo, y lo convirtió en vagamundo, -creyendo que se trataba de vagar por el -mundo. Artemisa sonaba como á misa y -alto, y se convirtió en altamisa. El paraveredus -céltico por caballo de posta, sonaba á -cosa de freno, y se convirtió en parafrenum, -palafrén. La necro-mantia ó adivinación por -los difuntos, se creyó que como cosa de magia -negra había que llamarla nigromancia. -Capi-gorrón ó que anda viviendo de gorra, -se formó de gorra en el sentido de comer de -gorra; pero creyéndose que significaría la<span class="pagenum" id="Page_549">[Pg 549]</span> -gorra, se le añadió capí-. A veces los sabios -son pueblo. La estrella α del León se llama -Regulus: es una alteración del arábigo ridjl -al-asad pie del león, por sonar ridjl pie como -regulus. En cambio ha quedado intacto <em>Rigel</em>, -nombre de la β de Orion, del mismo ridjl -arábigo. Y eso que ambas estrellas se encuentran -al <em>pie</em> ó <em>ridjl</em> de esas constelaciones. -Entre las gentes del pueblo, que lo diga -Sancho, los términos incomprensibles se hacen -claros: por busilis hay quien dice «ahí -está el fusilis», por de alto bordo «de alto -gordo», por momento «memento» «y los nabos -en al viento», por hombre de carácter se -oye decir entre el pueblo «yo to mucho <em>carate</em>», -como si se tratara de cara, «no subió -el Ayuntamiento á tomar la comunión allá -al <em>Pepiterio</em>», «meterse en los <em>lobos</em> (globos) -y ir polaire», «jué en la guerra é la <em>pendencia</em> -(independencia)», «unas siñoras <em>dalto -gordo</em> han formau una suciedá», «se destruya» -por se instruya, «iconocanastas» por -iconoclastas, «los que han estudiau tiología -y morral»<a id="FNanchor_27" href="#Footnote_27" class="fnanchor">[27]</a>.</p> - -<p><em>Contaminación.</em>—Palabras de significado -parecido y de sonido semejante se contaminan, -tomando la una algún sonido de la otra. -Del antiguo aborrir pudo formarse aburrir -contaminándose con burro, siguiendo la tendencia -á formar verbos de los nombres de -<span class="pagenum" id="Page_550">[Pg 550]</span>animales, como azorarse de azor. Ensalzar -se contaminó con otras formas ens- de ex-, -escupir con otras en es. La contaminación -es en estos casos puramente fónica; en el -anterior es semántica y se confunde ya con -la etimología popular. La contaminación -fónica es, á su vez, un caso de analogía entre -términos parecidos. Ensanchar viene de -ancho y de en-, pero con la silbante de ensalzar. -Carnecería se lee en la mayor parte -de los rótulos de Madrid, que debieran decir -carnicería, como se dice carnicero, de carniza; -pero se piensa en carne por haberse -olvidado este origen.</p> - -<p><em>La ortografía.</em>—Los eruditos, que parece -debieran estar más al tanto de los fenómenos -lingüísticos, caen con mayor facilidad en -ciertas aberraciones que solemos achacar al -pueblo. Cuando el habla no sólo se aprende -y se maneja con el oído, su órgano propio, -sino con los ojos, por la lectura, se toma -como norma del lenguaje la escritura, que -no es más que su signo. De aquí la descabellada -fórmula de los que han dicho que -la pronunciación debe adaptarse á la escritura -y no la escritura á la pronunciación, -«porque la pronunciación es deleznable y -propia de todo el mundo, donde los más son -idiotas é ignorantes; mientras que la escritura -es más fija y exclusiva de los sabios», -como dijo Guillaume des Autels. Entre las -personas de buen tono es muy corriente esta<span class="pagenum" id="Page_551">[Pg 551]</span> -manera de pensar, y así se les ve pronunciar -letra por letra como si estuvieran leyendo. -Hasta el siglo <span class="allsmcap">XVI</span> la h procedente de f latina -tenía un sonido gutural suave, como todavía -se conserva en el pueblo, juerte, juerza; pero -la reacción erudita la cambió en f en la ortografía. -Es tal el influjo de la escritura, que -de signo gráfico, debido á un capricho de -erudición mal entendida, puesto que lo que -sonaba era h, y no f, que siempre ha sido un -signo de un fonema muy distinto, se convirtió -en verdadero sonido, cambiando el antiguo -fonema h en el moderno dento-labial f, -fuerte, fuerza. El haberse añadido la c etimológica -á la grafía antigua <em>dotor</em>, que respondía -á su pronunciación, fué causa de que -hoy no sólo escribamos, sino que pronunciemos -<em>doctor</em>. La ortografía es la que ha introducido -en la pronunciación todos esos fonemas -que el castellano había dejado y que en -el mismo latín vulgar ya no se pronunciaban, -la n ante s, inspeccionar; la x, exasperar, extender; -la m ante labial, imfame, amparar; la -doble c, acción; la doble n, perenne; la b y -la p ante algunas consonantes, abstenerse, -apto, etc., etc.</p> - -<p><em>Eufemismos.</em>—Por temor, por respeto, -por decencia se quisieran dejar de emplear -ciertos términos; pero la idea, la pasión los -traen á la boca, y en la indecisión se sale -del paso modificándolos algún tanto en el -sonido. Tal es el origen de pardiez en vez<span class="pagenum" id="Page_552">[Pg 552]</span> -de por Dios, diantre por diablo, mecachis, -por vida de sanes. La reina Cristina tuvo la -mala suerte de verse convertida en el albañal -de todos los juramentos desviados de -Cristo, y Santander lleva camino de serlo -de los desviados de los Santos. Las mujeres, -no atreviéndose con el <em>cunnus</em> de los hombres, -le ponen faldas haciéndolo femenino, -y hasta los niños se atreven con él, terminándolo -en el sonido más débil e.</p> - -<p><em>Términos hipocorísticos.</em>—Son los que -por cariño se recortan, se repiten y adaptan -al lenguaje infantil. Se nota la abreviación, -sobre todo en nombres propios, debiéndose -al hipocorismo y á su frecuente empleo para -llamar Tanis = Estanislao, Boni = Bonifacio, -Trini = Trinidad, Nati = Natividad, Presen = -Presentación, Patro = Patrocinio, Encarna = -Encarnación, Sindo = Gumersindo, Fani por -Estefania; en el <em>Cid</em> Fernán por Fernando, -Galin por Galindo, Ferrán por Ferrando, -Jeron por Jerónimo, etc. Á veces se han -transformado enteramente: Pepe, Pepito, -Pepín por José; Frasco, Frasquito, Pachito -por Francisco; Lola por Dolores; Perico, -del antiguo Pero, por Pedro; Santiago, Saiago, -de Sant y Iago por Iacobo, Jaime como -James y Jacome, Jeromo por Jerónimo.</p> - -<p>Existen otras causas más secundarias que -modifican los vocablos, como la moda, el -lenguaje rufianesco, los retruécanos, el influjo -de la rima y de las consonantes, «que<span class="pagenum" id="Page_553">[Pg 553]</span> -obliga á decir que son blancas las hormigas», -etc. Debo advertir que los términos -infantiles, los rufianescos y los de los carreteros -de ordinario, en vez de ser formas modificadas, -son las más primitivas, y forman el -más profundo estrato del lenguaje, como -tendré ocasión de exponer despacio en otro -lugar.</p> - -<div class="chapter"> -<p><span class="pagenum" id="Page_554">[Pg 554]</span></p> -</div> - -<div class="footnotes"> -<p class="center p2 big2">NOTAS:</p> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_18" href="#FNanchor_18" class="label">[18]</a> <em>Memor. para la Hist. de la poesía cast.</em> I, párr. 252.</p> - -</div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_19" href="#FNanchor_19" class="label">[19]</a> Puede verse en el número 36 del Prólogo al Glosario -de Du Cange.</p> - -</div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_20" href="#FNanchor_20" class="label">[20]</a> <em>Esp. Sagr.</em>, XI, 274.</p> - -</div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_21" href="#FNanchor_21" class="label">[21]</a> Merece especial mención el <em>Appendiæ Probi</em>, donde -se corrigen formas del latín de Cartago del s. <span class="allsmcap">III</span> (<em>G. París</em>).</p> - -</div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_22" href="#FNanchor_22" class="label">[22]</a> Hasta el 450 antes de Jesucristo, poco más ó menos, -el etrusco, con su propio alfabeto, fué en Roma la única -lengua literaria. (<span class="smcap">Lepsius</span>, <em>De Tabul. Eugub.</em>, p. 23).</p> - -</div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_23" href="#FNanchor_23" class="label">[23]</a> <em>Introd. à la Chronologie du latin vulgaire.</em></p> - -</div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_24" href="#FNanchor_24" class="label">[24]</a> Hay que hacer hincapié en esta idea, por lo mismo -que muchos hoy parecen prescindir de ella. El elemento -arcaico del latín vulgar es más considerable de lo que -creen los que se empeñan en convertirlo casi en latín literario -en la época imperial: «Was wir als spätlateinisch -zu betrachten gewohnt sind, oft viele Jahrhunderte früher -schon in der alten Volkssprache gelebt hat». (<span class="smcap">Völfflin</span>, -<em>Arch. Lat. Lex.</em>, I, 100).</p> - -</div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_25" href="#FNanchor_25" class="label">[25]</a> <em>Arch. Lat. Lex.</em>, I, 44.</p> - -</div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_26" href="#FNanchor_26" class="label">[26]</a> Meyer-Lübke dice que las naciones romanas comienzan -el año 600.</p> - -</div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_27" href="#FNanchor_27" class="label">[27]</a> Tomados del <em>Celtíbero</em>, año 1850.</p> - -</div> -</div> - - - -<hr class="r60 x-ebookmaker-drop" /> - -<div class="chapter"> -<p><span class="pagenum" id="Page_557">[Pg 557]</span></p> -<p class="center p4 big2">OTRAS OBRAS DEL AUTOR</p> -</div> - - -<p class="p2"><span class="smcap">Gramática Griega</span>, <em>según el sistema histórico -comparado</em>. Librería de Luis Gili.—Cortes, -581, Barcelona. Ptas. 15.</p> - -<p>Obra recomendada por los mejores helenistas -nacionales y extranjeros, y que sirve -de texto, y al propio tiempo de consulta para -los señores Profesores y para cuantos deseen -tener una idea completa de la hermosa -lengua de los Helenos.</p> - - -<p class="center p1 big1">Juicio de D. Marcelino Menéndez y Pelayo -acerca de esta importantísima obra</p> - -<div class="blockquot"> -<p>«<em>Sr. D. Julio Cejador y Frauca.</em></p> - -<p>Muy señor mío y de todo mi aprecio: Felicito -á usted sinceramente por la publicación de su -<span class="smcap">Gramática Griega</span>, de la cual ha tenido la -bondad de remitirme un ejemplar. En mi humilde -parecer, esta obra significa el principio -de una nueva era para los estudios helénicos, -hoy tan decaídos entre nosotros.</p> - -<p><em>Aventaja mucho</em>, en método y copia de doctrina, -<em>á todas las Gramáticas</em> publicadas en España, -y no creo que quede deslucida en comparación -con las extranjeras. Su autor se muestra -enterado de todos los progresos de la filología -clásica, y esto no de un modo atropellado, y superficial,<span class="pagenum" id="Page_558">[Pg 558]</span> -sino con pleno y maduro conocimiento, -y con la habilidad necesaria para adaptar los -resultados de esta investigación al estado actual -de nuestra cultura.</p> - -<p>La creo más útil para la enseñanza que la -de Curtius, y más completa en algunos puntos.</p> - -<p>Si la obra de usted llega á introducirse en -nuestras escuelas, creo que ha de producir excelentes -frutos, á pesar del corto tiempo que se -dedica á esta clase tan fundamental.</p> - -<p>De usted afmo. seguro servidor, q. b. s. m.,</p> - -<p class="right" style="padding-right: 2em;"><em>M. Menéndez y Pelayo</em>».</p> -</div> - - -<p class="p2"><span class="smcap">El Lenguaje.</span>—Serie de estudios, de los -que van ya publicados tres tomos.</p> - -<p>Tomo I.—<span class="smcap">Introducción al estudio del -Lenguaje.</span>—Agotado.</p> - -<p>Tomo II.—<span class="smcap">Los Gérmenes del Lenguaje.</span> -<em>Estudio fisiológico y psicológico de las voces -del lenguaje, como base para la investigación -de sus orígenes.</em>—En España, pesetas -10.</p> - -<p>Tomo III.—<span class="smcap">Embriogenia del Lenguaje.</span> -<em>Su estructura y formación primitivas, sacadas -del estudio comparativo de los elementos -demostrativos de las lenguas.</em>—En -España, pesetas 12.</p> - -<hr class="tb" /> - -<div class="blockquot"> - -<p>«Desenterrar las raíces del lenguaje, poner -al descubierto la lengua primitiva, declarar y -demostrar con pruebas de todos los géneros y<span class="pagenum" id="Page_559">[Pg 559]</span> -con ejemplos de todos los idiomas que esa lengua -primitiva es el <em>éuskera</em> ó bascongado, y -proclamar que las formas elementales de ella -son las voces dictadas por la naturaleza ó sugeridas -por el simple funcionamiento del organismo -á los primeros hombres, y conservadas -vivas al través de siglos y siglos en ambas vertientes -de la región pirenaica donde el basco y -sus dialectos viven, es lo que hasta ahora ha -iniciado Cejador en el primer tomo ó prólogo -de su maravilloso libro <em>El Lenguaje</em> (Salamanca, -1901), ha expuesto en el segundo tomo <em>Los -Gérmenes del Lenguaje</em> (Bilbao, 1902), y acaba -de probar cumplidamente en el tercer volumen -<em>Embriogenia del Lenguaje</em> (Madrid, 1904). En -los dos primeros tomos exponía con lucidez pasmosa -un novísimo, claro y racional criterio para -tratar la cuestión. Ya en ellos se comprendía que -era Cejador un <em>monista</em> convencido, un Haeckel -de la ciencia lingüística, un psicólogo de la fuerza -de las Wundt y de los Sergi, un observador -ó inductor de la talla de los Max Müller y de -los Spencer. Pero en este último volumen, al -tratar de la <em>Embriogenia del Lenguaje</em>, fundando -la investigación en el estudio de las palabras -demostrativas de todos los idiomas del -mundo, construyendo, como repetiría Adelung -el <em>Mitrídates</em> del <em>yo</em>, del <em>tú</em>, del <em>él</em>, del <em>nosotros</em>, -etcétera, para lo cual le ha sido necesario recorrer -y manejar cuantas gramáticas y cuantos -léxicos existen relativos á las innumerables -formas de hablar notorias en el planeta, Cejador<span class="pagenum" id="Page_560">[Pg 560]</span> -se presenta á nuestros ojos como el hombre -que ve claro y que claro habla, cual veía Platón -el divino, cual hablaba Renan el humano».</p> - -<hr class="tb" /> - -<p>«Pero, por honra de España, bueno será creer -que existe alguien capaz de menospreciar esas -ratoniles pequeñeces. Alguien habrá á quien -si no le convence la inteligencia, le conmoverá -hondamente el corazón el hecho de que un sabio -español, pobre, solo y sin ayuda oficial ni títulos -académicos hasta hace pocos días, haya fundado -una doctrina completa, lógica, y por lo -menos científicamente aceptable acerca del primer -idioma que se habló en la tierra, y haya -probado que ese idioma fué el que hablan los -campesinos y los trabajadores en una región de -las más pobladas y cultas de nuestro país».</p> - -<hr class="tb" /> - -<p>«<em>El idioma primitivo no es un invento de los -hombres.</em></p> - -<p>Claro es, por consiguiente, que la lengua -primitiva fué inventada por Dios. ¿Cómo? Como -inventa Dios las cosas, creando organismos naturales -y haciéndolos servir á necesidades naturales -también. Imposible parece que hayan -transcurrido tantos siglos sin que los sabios -llegaran á persuadirse de esto, de que el hablar -es tan natural y tan necesario como el andar y -el digerir, y si conocemos la digestión y la locomoción -estudiando anatómica y fisiológicamente -los órganos en ellas empleados sin andarnos -con elucubraciones metafísicas sobre el<span class="pagenum" id="Page_561">[Pg 561]</span> -páncreas ó sobre el tendón de Aquiles, necio -será creer que podemos conocer el origen del -lenguaje si no estudiamos los órganos y las funciones -naturales del habla».</p> - -<p class="right" style="padding-right: 2em;"><em>F. Navarro Ledesma.</em></p> - -<hr class="tb" /> - -<p>«Pero en donde resulta probada hasta la evidencia -más convincente la unidad originaria -de todas las lenguas que se hablan en nuestro -planeta, es en el estudio que el Sr. Cejador hace -en el capítulo V de la obra, de los grupos <span class="allsmcap">NI</span> y -<span class="allsmcap">GU</span>, empleados ambos para significar la primera -persona, el <span class="allsmcap">YO</span> y el <span class="allsmcap">NOS</span>, por todas las lenguas -del mundo».</p> - -<hr class="tb" /> - -<p>«Léase la obra del Sr. Cejador, estúdiese con -el detenimiento que merece objeto tan profundo -y tan transcendente; téngase la debida preparación -para comprender algunos cambios fónicos -que son muy normales y ordinarios y concede -todo el que haya estudiado, no muchas -lenguas, sino sólo las de una familia, y se verá -que las deducciones del Sr. Cejador son tan lógicas -y conformes á las leyes de la lingüística, -que puede afirmar, como lo hace, que no ha -torturado á ningún grupo fónico para derivarlo -de otro. Y no puede menos de suceder esto; y -no puede ser más legítima la conclusión del -autor, dada la base sobre que asienta su teoría».</p> - -<p class="right"><span style="padding-right: 10.5em;"><em>José Alemany.</em></span><br /> -<span style="padding-right: 2em;">Profesor de la Universidad Central.</span></p> -</div> - -<p><span class="pagenum" id="Page_562">[Pg 562]</span></p> - - -<p class="p2"><span class="smcap">La Lengua de Cervantes.</span>—<em>Gramática -y Diccionario de la lengua castellana en el -Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha.</em>—Tomo -I. <em>Gramática.</em> En España, pesetas -10.—Tomo II. <em>Diccionario y comentarios.</em> -Pesetas 25.</p> - - -<p class="center p1 big1">Juicio del gran hispanista D. Rufino J. Cuervo -en cartas al autor</p> - -<div class="blockquot"> - -<p>«Aunque las capillas no traían portada, me -bastó recorrer algunas páginas para decir <em>ex -ungue leonem</em>: este libro no puede venir sino del -autor de los <em>Gérmenes</em> y la <em>Embriogenia del Lenguaje</em>. -Ya supondrá usted que no he podido todavía -leerlo íntegramente y con detención, línea -por línea, como debo hacerlo; y no ocultaré -á usted que me ha acometido cierto pujo de -vanidad al ver que es más considerable el número -de casos en que estamos de acuerdo que -el de aquellos en que disentimos: vanidad que -no carece de su poquito de modestia, pues que -me obliga á más escrupuloso estudio.</p> - -<p>Mayáns dijo por ahí que las Partidas eran la -Tesorería Mayor de la lengua castellana; juzgo -que si le hubiera tocado en suerte vivir en nuestros -días y leer la <span class="smcap">Gramática del Quijote</span>, y -el Diccionario que la acompañará, hubiera vacilado -en la aplicación de la frase. Sin duda que -el código del Rey Sabio abarca grandísimo número -de cuestiones y materias que exigen un<span class="pagenum" id="Page_563">[Pg 563]</span> -vocabulario propio; pero las lenguas no son palabras -solamente, sino frases, construcciones, -metáforas, giros; variedad de estilos y lenguaje -según las clases sociales y las circunstancias -de la vida. En este concepto no cabe comparación -entre los dos insignes monumentos de la -literatura castellana. Quien acuda á la sintaxis -de usted, se quedará pasmado de ver los insuperables -recursos de que dispone nuestra lengua -para formar y enlazar las frases, y construir -oraciones y períodos, con la más cumplida precisión -y elegancia. Basta leer algunos capítulos -de Cervantes para saber cómo se explicaban en -su tiempo los literatos y el pueblo, para estimar -el estilo llano de la gente culta y el desaliñado -del vulgo, vivificado todo con la intuición más -sorprendente de las almas que viven y palpitan -en esas frases.</p> - -<p>La gramática del <em>Quijote</em> puede decirse, pues, -que es la gramática de la lengua castellana en -su forma más nacional y genuina; y en ninguna -labor pudiera usted haber empleado mejor sus -profundos conocimientos filológicos y su penetración -científica. En la exposición y análisis -de la obra de Cervantes ha hecho usted converger -todos los elementos de la ciencia del lenguaje, -la fonética como la psicología, la crítica -del texto como la estimación estética de la elocución; -y lo que vale más, para tan ardua tarea -ha usado usted de un criterio libérrimo como -el de Cervantes, para quien la gramática era -«la discreción del buen lenguaje»... He celebrado -<span class="pagenum" id="Page_564">[Pg 564]</span> -mucho ver cómo se burla usted de ciertas -reglas que parecen forjadas por sordos y mudos -para sordos y mudos, por gente y para gente -que ignora lo que habla y lo que oye, por el -estilo de los que han querido hacernos creer que -en castellano, ni más ni menos que en latín, tenemos -sílabas largas y breves por naturaleza y -por posición, ó que nuestros adjetivos concuerdan -con el sustantivo en género, número y <em>caso</em>. -La naturaleza misma de la obra de usted le ha -favorecido en la empresa de escombrar este terreno -de las malezas de la rutina y del capricho -individual: hechos estudiados con rigor científico, -esas son sus reglas.</p> - -<hr class="tb" /> - -<p>He recibido y he estado hojeando el Diccionario -y Comentario del Quijote; y con <em>santa</em> envidia -me he quedado pasmado del cúmulo de -trabajo, y más que todo, del saber que aparece -dondequiera. Lo tendré sobre mi mesa y lo consultaré -á cada paso como á maestro consumado...»</p> - -<p class="right" style="padding-right: 2em; "> -<em>Rufino J. Cuervo.</em></p> -</div> - - -<p class="p2"><span class="smcap">Nuevo método teórico-práctico para -aprender la lengua latina.</span>—Dos tomos, -pesetas 12.—Palencia, 1907.</p> -<div lang='en' xml:lang='en'> -<div style='display:block; margin-top:4em'>*** END OF THE PROJECT GUTENBERG EBOOK <span lang='es' xml:lang='es'>CABOS SUELTOS</span> ***</div> -<div style='text-align:left'> - -<div style='display:block; margin:1em 0'> -Updated editions will replace the previous one—the old editions will -be renamed. -</div> - -<div style='display:block; margin:1em 0'> -Creating the works from print editions not protected by U.S. copyright -law means that no one owns a United States copyright in these works, -so the Foundation (and you!) can copy and distribute it in the United -States without permission and without paying copyright -royalties. 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Redistribution is subject to the trademark -license, especially commercial redistribution. -</div> - -<div style='margin-top:1em; font-size:1.1em; text-align:center'>START: FULL LICENSE</div> -<div style='text-align:center;font-size:0.9em'>THE FULL PROJECT GUTENBERG LICENSE</div> -<div style='text-align:center;font-size:0.9em'>PLEASE READ THIS BEFORE YOU DISTRIBUTE OR USE THIS WORK</div> - -<div style='display:block; margin:1em 0'> -To protect the Project Gutenberg™ mission of promoting the free -distribution of electronic works, by using or distributing this work -(or any other work associated in any way with the phrase “Project -Gutenberg”), you agree to comply with all the terms of the Full -Project Gutenberg™ License available with this file or online at -www.gutenberg.org/license. -</div> - -<div style='display:block; font-size:1.1em; margin:1em 0; font-weight:bold'> -Section 1. General Terms of Use and Redistributing Project Gutenberg™ electronic works -</div> - -<div style='display:block; margin:1em 0'> -1.A. By reading or using any part of this Project Gutenberg™ -electronic work, you indicate that you have read, understand, agree to -and accept all the terms of this license and intellectual property -(trademark/copyright) agreement. If you do not agree to abide by all -the terms of this agreement, you must cease using and return or -destroy all copies of Project Gutenberg™ electronic works in your -possession. If you paid a fee for obtaining a copy of or access to a -Project Gutenberg™ electronic work and you do not agree to be bound -by the terms of this agreement, you may obtain a refund from the person -or entity to whom you paid the fee as set forth in paragraph 1.E.8. -</div> - -<div style='display:block; margin:1em 0'> -1.B. “Project Gutenberg” is a registered trademark. 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Information about the Mission of Project Gutenberg™ -</div> - -<div style='display:block; margin:1em 0'> -Project Gutenberg™ is synonymous with the free distribution of -electronic works in formats readable by the widest variety of -computers including obsolete, old, middle-aged and new computers. It -exists because of the efforts of hundreds of volunteers and donations -from people in all walks of life. -</div> - -<div style='display:block; margin:1em 0'> -Volunteers and financial support to provide volunteers with the -assistance they need are critical to reaching Project Gutenberg™’s -goals and ensuring that the Project Gutenberg™ collection will -remain freely available for generations to come. In 2001, the Project -Gutenberg Literary Archive Foundation was created to provide a secure -and permanent future for Project Gutenberg™ and future -generations. 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Contributions to the Project Gutenberg Literary -Archive Foundation are tax deductible to the full extent permitted by -U.S. federal laws and your state’s laws. -</div> - -<div style='display:block; margin:1em 0'> -The Foundation’s business office is located at 809 North 1500 West, -Salt Lake City, UT 84116, (801) 596-1887. Email contact links and up -to date contact information can be found at the Foundation’s website -and official page at www.gutenberg.org/contact -</div> - -<div style='display:block; font-size:1.1em; margin:1em 0; font-weight:bold'> -Section 4. Information about Donations to the Project Gutenberg Literary Archive Foundation -</div> - -<div style='display:block; margin:1em 0'> -Project Gutenberg™ depends upon and cannot survive without widespread -public support and donations to carry out its mission of -increasing the number of public domain and licensed works that can be -freely distributed in machine-readable form accessible by the widest -array of equipment including outdated equipment. Many small donations -($1 to $5,000) are particularly important to maintaining tax exempt -status with the IRS. -</div> - -<div style='display:block; margin:1em 0'> -The Foundation is committed to complying with the laws regulating -charities and charitable donations in all 50 states of the United -States. Compliance requirements are not uniform and it takes a -considerable effort, much paperwork and many fees to meet and keep up -with these requirements. 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Thus, we do not -necessarily keep eBooks in compliance with any particular paper -edition. -</div> - -<div style='display:block; margin:1em 0'> -Most people start at our website which has the main PG search -facility: <a href="https://www.gutenberg.org">www.gutenberg.org</a>. -</div> - -<div style='display:block; margin:1em 0'> -This website includes information about Project Gutenberg™, -including how to make donations to the Project Gutenberg Literary -Archive Foundation, how to help produce our new eBooks, and how to -subscribe to our email newsletter to hear about new eBooks. -</div> - -</div> -</div> -</body> -</html> diff --git a/old/68787-h/images/cover.jpg b/old/68787-h/images/cover.jpg Binary files differdeleted file mode 100644 index b5c3f92..0000000 --- a/old/68787-h/images/cover.jpg +++ /dev/null diff --git a/old/68787-h/images/p111ilo.jpg b/old/68787-h/images/p111ilo.jpg Binary files differdeleted file mode 100644 index 3d3eccb..0000000 --- a/old/68787-h/images/p111ilo.jpg 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