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-The Project Gutenberg eBook of Historia de la Conquista de Mexico,
-Volume 2 (of 3), by Antonio de Solís
-
-This eBook is for the use of anyone anywhere in the United States and
-most other parts of the world at no cost and with almost no restrictions
-whatsoever. You may copy it, give it away or re-use it under the terms
-of the Project Gutenberg License included with this eBook or online at
-www.gutenberg.org. If you are not located in the United States, you
-will have to check the laws of the country where you are located before
-using this eBook.
-
-Title: Historia de la Conquista de Mexico, Volume 2 (of 3)
- Poblacion y Progresos de la America Septentrional, Conocida por
- el Nombre de Nueva España
-
-Author: Antonio de Solís
-
-Contributor: Agustin Luis Josse
-
-Release Date: February 28, 2022 [eBook #67524]
-
-Language: Spanish
-
-Produced by: Adrian Mastronardi and the Online Distributed Proofreading
- Team at https://www.pgdp.net (This book was produced from
- scanned images of public domain material from the Google
- Books project.)
-
-*** START OF THE PROJECT GUTENBERG EBOOK HISTORIA DE LA CONQUISTA DE
-MEXICO, VOLUME 2 (OF 3) ***
-
-
-
-
-
- HISTORIA
- DE LA
- CONQUISTA DE MEXICO,
- POBLACION Y PROGRESOS
- DE LA
- AMERICA SEPTENTRIONAL,
- CONOCIDA POR EL NOMBRE DE
- NUEVA ESPAÑA,
-
- ESCRIBIALA
- DON ANTONIO DE SOLÍS
- SECRETARIO DE SU MAGESTAD, Y SU CRONISTA MAYOR
- DE INDIAS.
-
- NUEVA EDICION
-
- CORREGIDA POR
- _DON AGUSTIN LUIS JOSSE._
-
- TOMO SEGUNDO.
-
- ==================
-
- EN LONDRES:
-
-_En la Imprenta de R. Juigné, 17, Margaret-street, Cavendish-square._
-
- A EXPENSAS DEL DICHO EDITOR,
-
- Se Hallará
-
- En su casa, No. 18, Broad-street, Golden-square;
-
- Y en las de B. DULAU y Co. Soho-square; T. BOOSEY, Broad-street,
- Royal Exchange; WHITE, Fleet-street; DE CONCHY, New Bond-street;
- WINGRAVE, Strand; LONGMAN y REES, Paternoster-row; y
- LACKINGTON y ALLEN, Finsbury-square.
-
- 1809.
-
-
-
-
-THIS WORK, as well as LAS FÁBULAS LITERARIAS, por _Don Tomas de
-Yriarte_, 1 volume, small 8vo. vellum paper, price 7s. may be had at
-
- A. L. JOSSE'S,
-
-Professor of the French and Spanish Languages, author of a Spanish
-Grammar, a Course of Exercises, &c. No. 18, Broad Street, Golden
-Square.
-
-
-
-
- HISTORIA
- _De la Conquista, Poblacion y Progresos de Nueva España._
-
-
-
-
- _LIBRO III._
-
-
-
-
- CAPITULO PRIMERO.
-
- _Dáse noticia del viage que hicieron á España los Enviados de
- Cortés; y de las contradicciones y embarazos que retardaron su
- despacho._
-
-
-Razon es ya que volvamos á los Capitanes Alonso Hernandez Portocarrero
-y Francisco de Montejo, que partieron de la Vera Cruz con el presente
-y cartas para el Rey: primera noticia y primer tributo de la Nueva
-España. Hicieron su viage con felicidad, aunque pudieron aventurarla,
-por no guardar literalmente las órdenes que llevaban; cuyas
-interpretaciones suelen destruir los negocios, y aciertan pocas veces
-con el dictámen del superior. Tenia Francisco de Montejo en la Isla
-de Cuba cerca de la Habana una de las estancias de su repartimiento:
-y quando llegaron á vista del Cabo de San Anton, propuso á su
-compañero, y al piloto Juan de Alaminos, que sería bien acercarse á
-ella, y proveerse algunos bastimentos de regalo para el viage; pues
-estando aquella poblacion tan distante de la ciudad de Santiago, donde
-residia Diego Velazquez, se contravenia poco á la substancia del
-precepto que les puso Cortés para que se apartasen de su distrito.
-Consiguió su intento, logrando con este color el deseo que tenia de
-ver su hacienda; y arriesgó no solo el baxel, sino el presente y todo
-el negocio de su cargo: porque Diego Velazquez, á quien desvelaban
-continuamente los zelos de Cortés, tenia distribuidas por todas las
-poblaciones vecinas á la costa diferentes espías que le avisasen de
-qualquiera novedad, temiendo que enviáse alguno de sus navios á la
-Isla de Santo Domingo para dar cuenta de su descubrimiento, y pedir
-socorro á los Religiosos Gobernadores: cuya instancia deseaba prevenir
-y embarazar. Supo luego por este medio lo que pasaba en la estancia de
-Montejo, y despachó en breves horas dos baxeles muy veleros, bien
-artillados y guarnecidos, para que procurasen aprehender, á todo
-riesgo, el navio de Cortés, disponiendo la faccion con tanto
-celeridad, que fué necesaria toda la ciencia y toda la fortuna del
-piloto Alaminos para escapar de este peligro, que puso en
-contingencia todos los progresos de Nueva España.
-
-Bernal Diaz del Castillo mancha, con poca razon, la fama de Francisco
-de Montejo, digno por su calidad y valor de mejores ausencias. Culpale
-de que faltó á la obligacion en que le puso la confianza de Cortés:
-dice que salió á su estancia con ánimo de suspender la navegacion,
-para que tuviese tiempo Diego Velazquez de aprehender el navio: que le
-escribió una carta con el aviso: que la llevó un marinero arrojándose
-al agua; y otras circunstancias de poco fundamento, en que se
-contradice despues, haciendo particular memoria de la resolucion y
-actividad con que se opuso Francisco de Montejo en la Corte á los
-agentes y valedores de Diego Velazquez; pero tambien escribe que no
-hallaron estos Enviados de Cortés al Emperador en España, y afirma
-otras cosas, de que se conoce la facilidad con que daba los oídos, y
-que se deben leer con rezelo sus noticias en todo aquello que no le
-informaron sus ojos. Continuaron su viage por el canal de Bahama,
-siendo Anton de Alaminos el primer piloto que se arrojó al peligro de
-sus corrientes: y fué menester entónces toda la violencia con que se
-precipitan por aquella parte las aguas entre las Islas Lucáyas y la
-Florida para salir á lo ancho con brevedad, y dexar frustradas las
-asechanzas de Diego Velazquez.
-
-Favoreciólos el tiempo, y arribaron á Sevilla por Octubre de este año
-en ménos favorable ocasion, porque se hallaba en aquella Ciudad el
-Capellan Benito Martin, que vino á la Corte, como diximos, á solicitar
-las conveniencias de Diego Velazquez: y habiéndole remitido los
-títulos de su Adelantamiento, aguardaba embarcacion para volverse á la
-Isla de Cuba. Hizole gran novedad este accidente; y valiéndose de su
-introduccion y solicitud, se querelló de Hernan Cortés, y de los que
-venian en su nombre ante los Ministros de la Contratacion, que ya se
-llamaba de las Indias, refiriendo:
-
- "Que aquel navio era de su amo Diego Velazquez, y todo lo que
- venía en él perteneciente á sus conquistas: que la entrada en
- las provincias de Tierra Firme se habia executado furtivamente,
- y sin autoridad, alzándose Cortés y los que le acompañaban con
- la armada que Diego Velazquez tenia prevenida para la misma
- empresa: que los Capitanes Portocarrero y Montejo eran dignos
- de grave castigo; y por lo ménos se debia embargar el baxel y
- su carga mientras no legitimasen los títulos, de cuya virtud
- emanaba su comision."
-
-Tenia Diego Velazquez muchos defensores en Sevilla, porque regalaba
-con liberalidad: y esto era lo mismo que tener razon, por lo ménos en
-los casos dudosos, que se interpretan las mas veces con la voluntad.
-Admitióse la instancia; y últimamente se hizo el embargo, permitiendo
-á los Enviados de Cortés por gran equivalencia que acudiesen al Rey.
-
-Partieron con esta permision á Barcelona dos Capitanes y el piloto
-Alaminos, creyendo hallar la Corte en aquella ciudad; pero llegaron á
-tiempo que acabada de partir el Rey á la Coruña, donde tenia
-convocadas las Cortes de Castilla, y prevenida su armada para pasar á
-Flandes, instado ya prolixamente de los clamores de Alemania, que le
-llamaban á la corona del Imperio. No se resolvieron á seguir la Corte,
-por no hablar de paso en negocio tan grave, que, mezclado entre las
-inquietudes del camino, perderia la novedad, sin hallar la
-consideracion: por cuyo reparo se encaminaron á Medellin con ánimo de
-visitar á Martin Cortés y ver si podian conseguir que viniese con
-ellos á la presencia del Rey, para que autorizáse con sus canas y con
-su representacion la instancia y la persona de su hijo. Recibiólos
-aquel venerable anciano con la ternura que se dexa considerar en un
-padre cuidadoso y desconsolado, que ya le lloraba muerto; y halló con
-las nuevas de su vida tanto que admirar en sus acciones, y tanto que
-celebrar en su fortuna.
-
-Determinóse luego á seguirlos, y tomando noticia del parage donde se
-hallaba el Emperador (asi le llamarémos ya) supieron que habia de
-hacer mansion en Tordesillas, para despedirse de la Reyna Doña Juana
-su madre, y despachar algunas dependencias de su jornada. Aquí le
-esperaron, y aquí tuvieron la primera audiencia, favorecidos de una
-casualidad oportuna: porque los Ministros de Sevilla no se atrevieron
-á detener en el embargo lo que venia para el Emperador; y llegaron á
-la misma sazon el presente de Cortés y los Indios de la nueva
-conquista: con cuyo accidente fueron mejor escuchadas las novedades
-que referian, facilitándose por los ojos la estrañeza de los oídos:
-porque aquellas alhajas de oro preciosas por la materia y por el arte,
-aquellas curiosidades y primores de pluma y algodon, y aquellos
-racionales de tan rara fisonomía que parecian hombres de segunda
-especie, fueron otros tantos testigos que hicieron creible, dexando
-admirable su narracion.
-
-Oyólos el Emperador con mucha gratitud: y el primer movimiento de
-aquel ánimo Real fué volverse á Dios, y darle rendidas gracias de que
-en su tiempo se hallasen nuevas regiones donde introducir su nombre, y
-dilatar su Evangelio. Tuvo con ellos diferentes conferencias:
-informóse cuidadosamente de las cosas de aquel nuevo Mundo, del
-dominio y fuerzas de Motezuma, de la calidad y talento de Cortés: hizo
-algunas preguntas al piloto Alaminos concernientes á la navegacion:
-mandó que los Indios se llevasen á Sevilla, para que se conservasen
-mejor en temple mas benigno: y segun lo que se pudo colegir entónces
-del afecto con que deseaba fomentar aquella empresa, fuera breve y
-favorable su resolucion, si no le embarazáran otras dependencias de
-gravísimo peso.
-
-Llegaban cada dia nuevas cartas de las ciudades con proposiciones poco
-reverentes: lamentabase Castilla de que se sacasen sus Cortes á
-Galicia: estaba zeloso el Reyno de que pesáse mas el Imperio: andaba
-mezclada con protestas la obediencia: y finalmente se iba derramando
-poco á poco en los ánimos la semilla de las comunidades. Todos amaban
-al Rey, y todos le perdian el respeto: sentian su ausencia, lloraban
-su falta; y este amor natural convertido en pasion, ó mal
-administrado, se hizo brevemente amenaza de su dominio. Resolvió
-apresurar su jornada, por apartarse de las quejas; y la executó,
-creyendo volver con brevedad, y que no le sería dificultoso corregir
-despues aquellos malos humores que dexaba movidos. Así lo consiguió;
-pero respetando los altos motivos que le obligaron á este viage, no
-podemos dexar de conocer que se aventuró á gran pérdida: y que, á la
-verdad, hace poco por la salud quien se fia del exceso, en suposicion
-de que habrá remedios quando llegue la necesidad.
-
-Quedó remitida, por estos embarazos, la instancia de Cortés al
-Cardenal Adriano, y á la junta de Prelados y Ministros que le habian
-de aconsejar en el gobierno durante la ausencia del Emperador, con
-órden para que, oyendo al Consejo de Indias, se tomáse medio en las
-pretensiones de Diego Velazquez, y se diese calor al descubrimiento y
-conquista espiritual de aquella tierra, que ya se iba dexando conocer
-por el nombre de Nuera España.
-
-Presidia en este Consejo, formado pocos dias ántes, Juan Rodriguez de
-Fonseca, Obispo de Burgos, y concurrian en él Hernando de Vega Señor
-de Grajal, Don Francisco Zapata y Don Antonio de Padilla, del Consejo
-Real, y Pedro Martir de Angleria, Protonotario de Aragon. Tenia el
-Presidente gran suposicion en las materias de las Indias, porque las
-habia manejado muchos dias, y todos cedian á su autoridad y á su
-experiencia. Favorecia con descubierta voluntad á Diego Velazquez, y
-pudo ser que le hiciese fuerza su razon, ó el concepto en que le
-tenia: que Bernal Diaz del Castillo refiere las causas de su pasion
-con indecencia y prolixidad: pero tambien dice lo que oyó, y sería
-mucho ménos, ó no sería. Lo que no se puede negar es, que perdió mucho
-en sus informes la causa de Cortés, y que dió mal nombre á su
-conquista tratándola como delito de mala conseqüencia. Representaba
-que Diego Velazquez, segun el título que tenia del Emperador, era
-dueño de la empresa, y segun justicia, de los mismos medios con que se
-habia conseguido. Ponderaba lo poco que se podia fiar de un hombre
-rebelde á su mismo superior, y lo que se debian temer en provincias
-tan remotas estos principios de sedicion: protestaba los daños; y
-últimamente cargó tanto la mano en sus representaciones, que puso en
-cuidado al Cardenal y á los de la junta. No dexaban de conocer que se
-afectaba con sobrado fervor la razon de Diego Velazquez; pero no se
-atrevian á resolver negocio tan grave contra el parecer de un Ministro
-tan graduado; ni tenian por conveniente desconfiar á Cortés, quando
-estaba tan arrestado, y en la verdad se le debia un descubrimiento
-tanto mayor que los pasados. Cuyas dudas y contradicciones fueron
-retardando la resolucion de modo que volvió el Emperador de su
-jornada, y llegaron segundos Comisarios de Cortés, primero que se
-tomáse acuerdo en sus pretensiones. Lo mas que pudieron conseguir
-Martin Cortés y sus compañeros fué, que se les mandasen librar algunas
-cantidades para su gasto sobre los mismos efectos que tenian
-embargados en Sevilla; con cuya moderada subvencion estuvieron dos
-años en la Corte, siguiendo los Tribunales como pretendientes
-desvalidos: hecho esta vez negocio particular el interés de la
-Monarquía, de quantas suelen hacerse causa pública los intereses
-particulares.
-
-
-
-
- CAPITULO II.
-
- _Procura Motezuma Desviar la paz de Tlascála: vienen los de
- aquella república á continuar su instancia; y Hernan Cortés
- executa su marcha, y hace su entrada en la ciudad._
-
-
-En el discurso de los seis dias que se detuvo Hernan Cortés en su
-alojamiento para cumplir con los Mexicanos, se conoció con nuevas
-experiencias el afecto con que deseaban la paz los de Tlascála, y
-quanto se rezelaban de los oficios y diligencias de Motezuma. Llegaron
-dentro del plazo señalado los Embaxadores que se esperaban, y fueron
-recibidos con la urbanidad acostumbrada. Venian seis caballeros de la
-familia Real con lucido acompañamiento, y otro presente de la misma
-calidad, y poco mas valor que el pasado. Habló el uno de ellos, y, no
-sin aparato de palabras y exâgeraciones, ponderó:
-
- "Quánto deseaba el supremo Emperador (y al decir su nombre
- hicieron todos una profunda humiliacion) ser amigo y
- confederado del Príncipe grande, á quien obedecian los
- Españoles, cuya magestad resplandecia tanto en el valor de sus
- vasallos, que se hallaba inclinado á pagarle todos los años
- algun tributo, partiendo con él las riquezas de que abundaba,
- porque le tenia en gran veneracion, considerándole hijo del
- sol, ó por lo ménos señor de las regiones felicísimas donde
- nace la luz; pero que habian de preceder á este ajustamiento
- dos condiciones. La primera, que se abstuviesen Hernan Cortés y
- los suyos de confederarse con los de Tlascála; pues no era bien
- que, hallándose tan obligados de sus dádivas, se hiciesen
- parciales de sus enemigos. Y la segunda, que acabasen de
- persuadirse á que no era posible, ni puesto en razon el intento
- de pasar á México: porque, segun las leyes de su imperio, ni él
- podia dexarse ver de gentes extrangera_s_, ni sus vasallos lo
- permitirian. Que considerasen bien los peligros de ambas
- temeridades; porque los Tlascaltécas eran tan inclinados á la
- traicion y al latrocinio, que solo tratarian de asegurarlos
- para vengarse de ellos, y aprovecharse del oro con que los
- habia enriquecido; y los Mexicanos tan zelosos de sus leyes, y
- tan mal acondicionados, que no podria reprimirlos su autoridad,
- ni los Españoles quejarse de lo que padeciesen, tantas veces
- amonestados de lo que aventuraban."
-
-De este género fué la oracion del Mexicano, y todas las embaxadas y
-diligencias de Motezuma paraban en procurar que no se le acercasen los
-Españoles. Mirabalos con el horror de sus presagios; y fingiéndose la
-obediencia de sus dioses, hacia religion de su mismo desaliento.
-Suspendió Cortés por entónces su respuesta, y solo dixo:
-
- "Que sería razon que descansasen de su jornada, y que los
- despacharia brevemente."
-
-Deseaba que fuesen testigos de la paz de Tlascála; y miró tambien á lo
-que importaba detenerlos, porque no se despecháse Motezuma con la
-noticia de su resolucion, y tratáse de ponerse en defensa: que ya se
-sabía su desprevencion, y no se ignoraba la facilidad con que podia
-convocar sus exércitos.
-
-Dieron tanto cuidado en Tlascála estas embaxadas, á que atribuían la
-detencion de Cortés, que resolvieron los del gobierno, por última
-demostracion de su afecto, venir al quartel en forma de Senado para
-conducirle á su ciudad; ó no volver á ella sin dexar enteramente
-acreditada la sinceridad de su trato, y desvanecidas las negociaciones
-de Motezuma.
-
-Era solemne y numeroso el acompañamiento, y pacífico el color de los
-adornos y las plumas. Venian los Senadores en andas ó sillas
-portátiles sobre los hombros de ministros inferiores; y en el mejor
-lugar Magiscatzín, que favoreció siempre la causa de los Españoles, y
-el padre de Xicotencál, anciano venerable, á quien habia quitado los
-ojos la vejez, pero sin ofender la cabeza; pues se conservaba todavia
-con opinion de sabio entre los Consejeros. Apearonse poco ántes de
-llegar á la casa donde los esperaba Cortés: y el ciego se adelantó á
-los demas, pidiendo á los que le conducian que le acercasen al Capitan
-de los Orientales. Abrazóle con extraordinario contento, y despues le
-aplicaba por diferentes partes el tacto, como quien deseaba conocerle,
-supliendo con las manos el defecto de los ojos. Sentáronse todos, y á
-ruego de Magiscatzín habló el ciego en esta substancia:
-
-
- "Ya, valeroso Capitan, seas, ó no, del género mortal, tienes
- en tu poder al Senado de Tlascála, última señal de nuestro
- rendimiento. No venimos á disculpar el yerro de nuestra
- nacion; sino á tomarle sobre nosotros, fiando á nuestra verdad
- tu desenojo. Nuestra fué la resolucion de la guerra: pero
- tambien ha sido nuestra la determinacion de la paz. Apresurada
- fué la primera, y tarda es la segunda; pero no suelen ser de
- peor calidad las resoluciones mas consideradas; ántes se borra
- con trabajo lo que se imprime con dificultad: y puedo asegurar
- que la misma detencion nos dió mayor conocimiento de tu valor,
- y profundó los cimientos de nuestra constancia. No ignoramos
- que Motezuma intenta disuadirte de nuestra confederacion:
- escuchale como á nuestro enemigo, si no le considerares como
- tirano, que ya lo parece quien te busca para la sinrazon.
- Nosotros no queremos que nos ayudes contra él, que, para todo
- lo que no eres tú, nos bastan nuestras fuerzas: solo
- sentirémos que fies tu seguridad de sus ofertas; porque
- conocemos sus artificios y maquinaciones, y acá en mi ceguedad
- se me ofrecen algunas luces que me descubren desde lejos tu
- peligro. Puede ser que Tlascála se haga famosa en el mundo por
- la defensa de tu razon; pero dexemos al tiempo tu desengaño:
- que no es vaticinio lo que se colige fácilmente de su tiranía
- y de nuestra fidelidad. Ya nos ofreciste la paz: ¿si no te
- detiene Motezuma, qué te detiene? ¿Por qué te niegas á
- nuestras instancias? ¿Por qué dexas de honrar nuestra ciudad
- con tu presencia? Resueltos venimos á conquistar de una vez tu
- voluntad y tu confianza, ó poner en tus manos nuestra
- libertad: elige, pues, de estos dos partidos el que mas te
- agradáre: que para nosotros nada es tercero entre las dos
- fortunas, de tus amigos ó tus prisioneros."
-
-Así concluyó su oracion el ciego venerable, porque no faltáse algun
-Apio Claudio en este consistorio, como el otro que oró en el Senado
-contra los Epirótas: y no se puede negar que los Tlascaltécas eran
-hombres de mas que ordinario discurso, como se ha visto en su
-gobierno, acciones y razonamientos. Algunos escritores poco afectos á
-la nacion Española tratan á los Indios como brutos incapaces de razon,
-para dar ménos estimacion á su conquista. Es verdad que se admiraban
-con simplicidad de ver hombres de otro género, color y trage: que
-tenian por monstruosidad las barbas, accidente que negó á sus rostros
-la naturaleza: que daban el oro por el vidrio: que tenian por rayos
-las armas de fuego, y por fieras los caballos; pero todos eran efectos
-de la novedad, que ofenden poco al entendimiento: porque la
-admiracion, aunque suponga ignorancia, no supone incapacidad; ni
-propiamente se puede llamar ignorancia la falta de noticia. Dios los
-hizo racionales; y no, porque permitió su ceguedad, dexó de poner en
-ellos toda la capacidad y dotes naturales que fueron necesarios á la
-conservacion de la especie, y debidos á la perfeccion de sus obras.
-Volvamos, empero, á nuestra narracion, y no autorizemos la calumnia
-sobrando en la defensa.
-
-No pudo resistir Hernan Cortés á esta demostracion del Senado, ni
-tenia ya que esperar, habiéndose cumplido el término que ofreció á los
-Mexicanos; y así respondió con toda estimacion á los Senadores, y los
-hizo regalar con algunos presentes, deseando acreditar con ellos su
-agrado y su confianza. Fué necesario persuadirlos con resolucion para
-que se volviesen: y lo consiguió, dándoles palabra de mudar luego su
-alojamiento á la ciudad, sin mas detencion que la necesaria para
-juntar alguna gente de los lugares vecinos que conduxesen la
-artillería y el bagage. Aceptaron ellos la palabra, haciéndosela
-repetir con mas afecto que desconfianza; y partieron contentos y
-asegurados, tomando á su cuenta la diligencia de juntar y remitir los
-Indios de carga que fuesen menester: y apénas rayó la primera luz del
-dia siguiente, quando se hallaron á la puerta del quartel quinientos
-Tamenes tan bien industriados, que competian sobre la carga, haciendo
-pretension de su mismo trabajo.
-
-Tratóse luego de la marcha: pusose la gente en esquadron, y dando su
-lugar á la artillería y al bagage, se fué siguiendo el camino de
-Tlascála con toda la buena ordenanza, prevencion y cuidado que
-observaba siempre aquel pequeño exército: á cuya rigurosa disciplina
-se debió mucha parte de sus operaciones. Estaba la campaña por ambos
-lados poblada de innumerables Indios, que salian de sus pueblos á la
-novedad: y eran tantos sus gritos y ademanes, que pudieran pasar por
-clamores ó amenazas de las que usaban en la guerra, si no dixera Doña
-Marina que usaban tambien de aquellos alaridos en sus mayores fiestas,
-y que, celebrando á su modo la dicha que habian conseguido,
-victoreaban y bendecian á los nuevos amigos: con cuya noticia se llevó
-mejor la molestia de las voces, siendo necesaria entónces la paciencia
-para el aplauso.
-
-Salieron los Senadores largo trecho de la ciudad á recibir el exército
-con toda la ostentacion y pompa de sus funciones públicas, asistidos
-de los nobles, que hacian vanidad en semejantes casos de autorizar á
-los ministros de su república. Hicieron al llegar sus reverencias; y
-sin detenerse caminaron delante, dando á entender con este apresurado
-rendimiento lo que deseaban adelantar la marcha, ó no detener á los
-que acompañaban.
-
-Al entrar en la ciudad resonaron los víctores y aclamaciones con mayor
-estruendo; porque se mezclaba con el grito popular la música disonante
-de sus flautas, atabalillos y bocinas. Era tanto el concurso de la
-gente, que trabajaron mucho los ministros del Senado en concertar la
-muchedumbre, para desembarazar las calles. Arrojaban las mugeres
-diferentes flores sobre los Españoles, y las mas atrevidas ó ménos
-recatadas se acercaban hasta ponerlas en sus manos. Los sacerdotes
-arrastrando las ropas talares de sus sacrificios, salieron al paso con
-sus braserillos de copal; y sin saber que acertaban, significaron el
-aplauso con el humo. Dexábase conocer en los semblantes de todos la
-sinceridad del ánimo; pero con varios afectos: porque andaba la
-admiracion mezclada con el contento, y el alborozo templado con la
-veneracion. El alojamiento que tenian prevenido con todo lo necesario
-para la comodidad y el regalo, era la mejor casa de la ciudad, donde
-habia tres ó quatro patios muy espaciosos, con tantos y tan capaces
-aposentos, que consiguió Cortés sin dificultad la conveniencia de
-tener unida su gente. Llevó consigo á los Embaxadores de Motezuma, por
-mas que lo resistieron, y los alojó cerca de sí: porque iban
-asegurados en su respeto, y estaban temerosos de que se les hiciese
-alguna violencia. Fué la entrada, y última reduccion de Tlascála en
-veinte y tres de Septiembre del mismo año de mil y quinientos y diez y
-nueve: dia en que los Españoles consiguieron una paz con
-circunstancias de triunfo, tan durable y de tanta conseqüencia para la
-conquista de Nueva España, que se conservan hoy en aquella provincia
-diferentes prerogativas y exênciones obtenidas en remuneracion de
-aquella primera constancia. Honrado monumento de su antigua fidelidad.
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- CAPITULO III.
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- _Describese La Ciudad de Tlascála: quejanse los Senadores de
- que anduviesen armados los Españoles, sintiendo su
- desconfianza; y Cortés los satisface, y procura reducir á que
- dexen la idolatría:_
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-Era entónces Tlascála una ciudad muy populosa, fundada sobre quatro
-eminencias poco distantes, que se prolongaban de oriente á poniente
-con desigual magnitud: y fiadas en la natural fortaleza de sus
-peñascos contenian en sí los edificios, formando quatro cabeceras ó
-barrios distintos, cuya division se unia y comunicaba por diferentes
-calles de paredes gruesas que servian de muralla. Gobernaban estas
-poblaciones con señorio de vasallage quatro Caciques descendientes de
-sus primeros fundadores, que pendian del Senado, y ordinariamente
-concurrian en él; pero con sujecion á sus órdenes en todo lo político,
-y segundas instancias de sus vasallos. Las casas se levantaban
-moderadamente de la tierra, porque no usaban segundo techo: su fábrica
-de piedra y ladrillo; y en vez de tejados, azoteas y corredores. Las
-calles angostas y torcidas, segun conservaba su dificultad la aspereza
-de la montaña. ¡Extraordinaria situacion y arquitectura! ménos á la
-comodidad, que á la defensa.
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-Tenia toda la provincia cincuenta leguas de circunferencia: diez su
-longitud de oriente á poniente; y quatro su latitud de norte á sur.
-Pais montuoso y quebrado, pero muy fertil, y bien cultivado en todos
-los parages donde la freqüencia de los riscos daba lugar al beneficio
-de la tierra. Confinaba por todas partes con provincias de la faccion
-de Motezuma: solo por la del norte cerraba, mas que dividia, sus
-límites la gran cordillera, por cuyas montañas inaccesibles se
-comunicaban con los Otomíes, Totonaques y otras naciones bárbaras de
-su confederacion. Las poblaciones eran muchas y de numerosa vecindad.
-La gente, inclinada desde la niñez á la supersticion, y al exercicio
-de las armas, en cuyo manejo se imponian y habilitaban con emulacion;
-hicieselos montaraces el clima, ó valientes la necesidad. Abundaban de
-maiz, y esta semilla respondia tan bien al sudor de los villanos, que
-dió á la provincia el nombre de Tlascála: voz que en su lengua es lo
-mismo que tierra de pan. Habia frutas de gran variedad y regalo: cazas
-de todo género; y era una de sus fertilidades la Cochinilla, cuyo uso
-no conocian, hasta que le aprendieron de los Españoles. Debióse de
-llamar así del grano coccineo, que dió entre nosotros nombre á la
-grana; pero en aquellas partes es un género de insecto como gusanillo
-pequeño, que nace, y adquiere la última sazon sobre las hojas de un
-arbol rústico y espinoso, que llamaban entónces tuna silvestre, y ya
-le benefician como fructífero; debiendo su mayor comercio y utilidad
-al precioso tinte de sus gusanos, nada inferior al que hallaron los
-antiguos en la sangre del múrice y la púrpura, tan celebrado en los
-mantos de sus Reyes.
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-Tenia tambien sus pensiones la felicidad natural de aquella provincia
-sujeta, por la vecindad de las montañas, á grandes tempestades,
-horribles huracanes, y freqüentes inundaciones del rio Zahual, que no
-contento algunos años con destruir las mieses, y arrancar los árboles,
-solia buscar los edificios en lo mas alto de las eminencias. Dicen que
-Zahual en su idioma significa rio de sarna, porque se cubrian de ella
-los que usaban de sus aguas en la bebida ó en el baño: segunda
-malignidad de su corriente. Y no era la menor entre las calamidades
-que padecia Tlascála el carecer de sal, cuya falta desazonaba todas
-sus abundancias: y aunque pudieran traerla fácilmente de las tierras
-de Motezuma con el precio de sus granos, tenian á menor inconveniente
-sufrir el sinsabor de sus manjares, que abrir el comercio á sus
-enemigos.
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-Estas y otras observaciones de su gobierno reparables á la verdad en
-la rudeza de aquella gente, hacian admiracion, y ponian en cuidado á
-los Españoles. Cortés escondia su rezelo; pero continuaba las guardias
-en su alojamiento: y quando salia con los Indios á la ciudad, llevaba
-consigo parte de su gente, sin olvidar las armas de fuego. Andaban
-tambien en tropas los soldados, y con la misma prevencion, procurando
-todas acreditar la confianza, de manera que no pareciese descuido.
-Pero los Indios, que deseaban sin artificio ni afectacion la amistad
-de los Españoles, se desconsolaban pundonorosamente de que no se
-arrimasen las armas, y se acabáse de creer su fidelidad: punto que se
-discurrió en el Senado; por cuyo decreto vino Magiscatzín á significar
-este sentimiento á Cortés, y ponderó mucho:
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- "Quanto disonaban aquellas prevenciones de guerra donde todos
- estaban sujetos, obedientes y deseosos de agradar: que la
- vigilancia con que se vivia en el quartel denotaba poca
- seguridad; y los soldados que salian á la ciudad con sus rayos
- al hombro; puesto que no hiciesen mal, ofendian mas con la
- desconfianza, que ofendieran con el agravio. Dixo que las armas
- se debian tratar como peso inútil donde no eran necesarias, y
- parecian mal entre amigos de buena ley, y desarmados:"
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-y concluyó, suplicando encarecidamente á Cortés de parte del Senado, y
-toda la ciudad:
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- "Que mandáse cesar en aquellas demostraciones y aparatos, que,
- al parecer, conservaban señales de guerra mal fenecida, ó por
- lo ménos eran indicios de amistad escrupulosa."
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-Cortés le respondió:
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- "Que tenia conocida la buena correspondencia de sus ciudadanos,
- y estaba sin rezelo de que pudiesen contravenir á la paz que
- tanto habian deseado: que las guardias que se hacian, y el
- cuidado que reparaban en su alojamiento, era conforme á la
- usanza de su tierra, donde vivian siempre militarmente los
- soldados, y se habilitaban en el tiempo de la paz á los
- trabajos de la guerra, por cuyo medio se aprendia la
- obediencia, y se hacia costumbre la vigilancia: que las armas
- tambien eran adorno y circunstancia de su trage, y las traían
- como gala de su profesion; por cuya causa les pedia que se
- asegurasen de su amistad, y no estrañasen aquellas
- demostraciones propias de su milicia, y compatibles con la paz
- entre los de su nacion."
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-Halló camino de satisfacer á sus amigos, sin faltar á la razon de su
-cautela: y Magiscatzín, hombre de espíritu guerrero, que habia
-gobernado en su mocedad las armas de su república, se agradó tanto de
-aquel estilo militar y loable costumbre, que no solo volvió sin queja,
-pero fué deseoso de introducir en sus exércitos este género de
-vigilancia y exercicios, que distinguian y habilitaban los soldados.
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-Quietaronse con esta noticia los paisanos, y asistian todos con
-diligente servidumbre al obsequio de los Españoles. Conociase mas cada
-dia su voluntad: los regalos fueron muchos, cazas de todos géneros, y
-frutas extraordinarias, con algunas ropas y curiosidades de poco
-precio, pero lo mejor que daba de sí la penuría de aquellos montes,
-cerrados al comercio de las regiones que producian el oro y la plata.
-La mejor sala del alojamiento se reservó para capilla, donde se
-levantó sobre gradas el altar, y se colocaron algunas imágenes con la
-mayor decencia que fué posible. Celebrabase todos los dias el santo
-sacrificio de la Misa con asistencia de los Indios principales, que
-callaban admirados ó respectivos; y aunque no estuviesen devotos,
-cuidaban de no estorvar la devocion. Todo lo reparaban, y tódo les
-hacia novedad, y mayor estimacion de los Españoles: cuyas virtudes
-conocian y veneraban, mas por lo que se hacen ellas amar, que porque
-las supiesen el nombre, ni las exercitasen.
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-Un dia preguntó Magiscatzín á Cortés:
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- "Si era mortal: porque sus obras y las de su gente parecian mas
- que naturales, y contenian en sí aquel género de bondad y
- grandeza que consideraban ellos en sus Dioses; pero que no
- entendian aquellas ceremonias con que, al parecer, reconocian
- otra Deidad superior: porque los aparatos eran de sacrificio, y
- no hallaban en él la víctima, ó la ofrenda con que se aplacaban
- los Dioses; ni sabian que pudiese haber sacrificio, sin que
- muriese alguno por la salud de los demas."
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-Con esta ocasion tomó la mano Cortés, y satisfaciendo á sus preguntas,
-confesó con ingenuidad:
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- "Que su naturaleza, y la de todos sus soldados era mortal;"
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-porque no se atrevió á contemporizar con el engaño de aquella gente,
-quando trataba de volver por la verdad infalible de su Religion; pero
-añadió:
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- "Que como hijos de mejor clima tenian mas espíritu y mayores
- fuerzas que los otros hombres:"
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-y sin admitir el atributo de inmortal, se quedó con la reputacion de
-invencible. Dixoles tambien:
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- "Que no solo reconocian superior en el Cielo, donde adoraban al
- único Señor de todo el universo; pero tambien eran súbditos y
- vasallos del mayor Príncipe de la tierra, en cuyo dominio
- estaban ya los de Tlascála: pues siendo hermanos de los
- Españoles, no podian dexar de obedecer á quien ellos
- obedecian."
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-Pasó luego á discurrir en lo mas esencial; y aunque oró fervorosamente
-contra la idolatría, hallando con su buena razon bastantes fundamentos
-para impugnar y destruir la multiplicidad de los Dioses, y el error
-abominable de sus sacrificios, quando llegó á tocar en los misterios
-de la Fé, le parecieron dignos de mejor explicacion, y dió lugar,
-discreto hasta en callar á tiempo, para que habláse el Padre Fray
-Bartolomé de Olmedo. Procuró este Religioso introducirlos poco á poco
-en el conocimiento de la verdad, explicando como docto y como prudente
-los puntos principales de la Religion Christiana, de modo que pudiese
-abrazarlos la voluntad sin fatiga del entendimiento: porque nunca es
-bien dar con toda la luz en los ojos á los que habitan en la
-obscuridad. Pero Magiscatzín, y los demas que le asistian, dieron por
-entónces poca esperanza de reducirse. Decian:
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- "Que aquel Dios, á quien adoraban los Españoles, era muy
- grande, y sería mayor que los suyos; pero que cada uno tenia
- poder en su tierra, y allí necesitaban de un Dios contra los
- rayos y tempestades: de otro para la guerra: y así de las demas
- necesidades; porque no era posible que uno solo cuidáse de
- todo."
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-Mejor admitieron la proposicion del Señor temporal: porque se
-allanaron desde luego á ser sus vasallos, y preguntaban si los
-defenderia de Motezuma, poniendo en esto la razon de su obediencia;
-pero al mismo tiempo pedian con humildad y encogimiento:
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- "Que no saliese de allí la plática de mudar religion, porque si
- lo llegaban á entender sus Dioses, llamarian á sus tempestades,
- y echarian mano de sus avenidas para que los aniquilasen."
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-Así los tenia poseídos el error, y atemorizados el demonio. Lo mas que
-se pudo conseguir entónces fué, que dexasen los sacrificios de sangre
-humana, porque les hizo fuerza lo que se oponian á la ley natural: y
-con efecto fueron puestos en libertad los miserables cautivos que
-habian de morir en sus festividades, y se rompieron diferentes
-cárceles y jaulas, donde los tenian y preparaban con el buen
-tratamiento, no tanto porque llegasen decentes al sacrificio, como
-porque no viniesen deslucidos al plato.
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-No quedó satisfecho Hernan Cortés con esta demostracion; ántes
-proponia entre los suyos que se derribasen los ídolos, trayendo en
-conseqüencia la faccion y el suceso de Zempoala; como si fuera lo
-mismo intentar semejante novedad en lugar de tanto mayor poblacion:
-engañabale su zelo, y no le desengañaba su ánimo. Pero el Padre Fray
-Bartolomé de Olmedo le puso en razon, diciéndole con entereza
-religiosa:
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- "Que no estaba sin escrúpulo de la fuerza que se hizo á los de
- Zempoala: porque se compadecian mal la violencia y el
- Evangelio; y aquello en la substancia era derribar los altares,
- y dexar los ídolos en el corazon. A que añadió: que la empresa
- de reducir aquellos Gentiles pedia mas tiempo y mas suavidad:
- porque no era buen camino para darles á conocer su engaño,
- malquistar con torcedores la verdad; y ántes de introducir á
- Dios, se debia desterrar al demonio: guerra de otra milicia y
- de otras armas."
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-A cuya persuasion y autoridad rindió Hernan Cortés su dictámen,
-reprimiendo los ímpetus de su piedad; y de allí adelante se trató
-solamente de ganar y disponer las voluntades de aquellos Indios,
-haciendo amable con las obras la Religion, para que, á vista de ellas,
-conociesen la disonancia y abominacion de sus costumbres, y por estas
-la deformidad y torpeza de sus Dioses.
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- CAPITULO IV.
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- _Despacha Hernan Cortés los Embaxadores de Motezuma. Reconoce
- Diego de Ordaz el volcan de Popocatepec, y se resuelve la
- jornada por Cholúla._
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-Pasados tres ó quatro dias, que se gastaron en estas primeras
-funciones de Tlascála, volvió el ánimo Cortés al despacho de los
-Embaxadores Mexicanos. Detuvolos para que viesen totalmente rendidos á
-los que tenian por indómitos: y la respuesta que les dió fué breve y
-artificiosa:
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- "Que dixesen á Motezuma lo que llevaban entendido, y habia
- pasado en su presencia: las instancias y demostraciones con que
- solicitaron y merecieron la paz los de Tlascála: el afecto y
- buena correspondencia con que la mantenian: que ya estaban á su
- disposicion, y era tan dueño de sus voluntades, que esperaba
- reducirlos á la obediencia de su Príncipe, siendo esta una de
- las conveniencias que resultarian de su embaxada, entre otras
- de mayor importancia, que le obligaban á continuar el viage, y
- á solicitar entónces su benignidad, para merecer despues su
- agradecimiento."
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-Con cuyo despacho, y la escolta que pareció necesaria, partieron
-luego los Embaxadores mas enterados de la verdad, que satisfechos de
-la respuesta. Y Hernan Cortés se halló empeñado en detenerse algunos
-dias en Tlascála, porque iban llegando á dar la obediencia los pueblos
-principales de la república, y las naciones de su confederacion, cuyo
-acto se revalidaba con instrumento público, y se autorizaba con el
-nombre del Rey Don Carlos, conocido ya y venerado entre aquellos
-Indios con un género de verdad en la sujecion, que se dexaba colegir
-del respeto que tenian á sus vasallos.
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-Sucedió por este tiempo un accidente que hizo novedad á los Españoles,
-y puso en confusion á los Indios. Descubrese desde lo alto del sitio,
-donde estaba entónces la ciudad de Tlascála, el volcan de Popocatepec
-en la cumbre de una sierra, que á distancia de ocho leguas se
-descuella considerablemente sobre los otros montes. Empezó en aquella
-sazon á turbar el dia con grandes y espantosas avenidas de humo tan
-rápido y violento, que subia derecho largo espacio del ayre, sin ceder
-á los ímpetus del viento, hasta que, perdiendo la fuerza en lo alto,
-se dexaba esparcir y dilatar á todas partes, y formaba una nube mas ó
-ménos obscura, segun la porcion de ceniza que llevaba consigo. Salian
-de quando en quando mezcladas con el humo algunas llamaradas ó globos
-de fuego, que, al parecer, se dividian en centellas; y serian las
-piedras encendidas que arrojaba el volcan, ó algunos pedazos de
-materia combustible, que duraban segun su alimento.
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-No se espantaban los Indios de ver el humo, por ser freqüente y casi
-ordinario en este volcan; pero el fuego, que se manifestaba pocas
-veces, los entristecia y atemorizaba como presagio de venideros males:
-porque tenian aprendido que las centellas, quando se derramaban por el
-ayre, y no volvian á caer en el volcan, eran las almas de los tiranos
-que salian á castigar la tierra: y que sus Dioses, quando estaban
-indignados, se valian de ellos como instrumentos adequados á la
-calamidad de los pueblos.
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-En este delirio de su imaginacion estaban discurriendo con Hernan
-Cortés Magiscatzín, y algunos de aquellos magnátes que ordinariamente
-le asistian: y él reparando en aquel rudo conocimiento que mostraban
-de la inmortalidad, premio y castigo de las almas, procuraba darles á
-entender los errores con que tenian desfigurada esta verdad, quando
-entró Diego de Ordaz á pedirle licencia para reconocer desde mas cerca
-el volcan, ofreciendo subir á lo alto de la sierra, y observar todo el
-secreto de aquella novedad. Espantaronse los Indios de oir semejante
-proposicion; y procurando informarle del peligro, y desviarle del
-intento, decian:
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- "Que los mas valientes de su tierra solo se atrevian á visitar
- alguna vez unas ermitas de sus Dioses que estaban á la mitad
- de la eminencia; pero que de allí adelante no se hallaria
- huella de humano pie, ni eran sufribles los temblores y
- bramidos con que se defendia la montaña."
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-Diego de Ordaz se encendió mas en su deseo con la misma dificultad que
-le ponderaban: y Hernan Cortés, aunque lo tuvo por temeridad, le dió
-licencia para intentarlo, porque viesen aquellos Indios, que no
-estaban negados, sus imposibles al valor de los Españoles: zeloso á
-todas horas de su reputacion y la de su gente.
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-Acompañaron á Diego de Ordaz en esta faccion dos soldados de su
-compañía y algunos Indios principales, que ofrecieron llegar con él
-hasta las ermitas, lastimándose mucho de que iban á ser testigos de su
-muerte. Es el monte muy delicioso en su principio: hermoseanle por
-todas partes frondosas arboledas, que, subiendo largo trecho con la
-cuesta, suavizan el camino con su amenidad, y, al parecer, con
-engañoso divertimiento llevan al peligro por el deleyte. Vase despues
-esterilizando la tierra, parte con la nieve que dura todo el año en
-los parages que desampara el sol ó perdona el fuego, y parte con la
-ceniza que blanquea tambien desde lejos con la oposicion del humo.
-Quedaronse los Indios en la estancia de las ermitas, y partió Diego de
-Ordaz con sus dos soldados, trepando animosamente por los riscos, y
-poniendo muchas veces los pies donde estuvieron las manos: pero
-quando llegaron á poca distancia de la cumbre, sintieron que se movia
-la tierra con violentos y repetidos bayvenes, y percibieron los
-bramidos horribles del volcan, que á breve rato disparó con mayor
-estruendo gran cantidad de fuego envuelto en humo y ceniza: y aunque
-subió derecho sin calentar lo transversal del ayre, se dilató despues
-en lo alto, y volvió sobre los tres una lluvia de ceniza tan espesa y
-tan encendida, que necesitaron de buscar su defensa en el cóncavo de
-una peña, donde faltó el aliento á los Españoles, y quisieron
-volverse; pero Diego de Ordaz viendo que cesaba el terremoto, que se
-mitigaba el estruendo, y salia ménos denso el humo, los ánimo con
-adelantarse, y llegó intrepidamente á la boca del volcan, en cuyo
-fondo observó una gran masa de fuego, que, al parecer, hervia como
-materia líquida y resplandeciente; y reparó en el tamaño de la boca
-que ocupaba casi toda la cumbre, y tendria como un quarto de legua su
-circunferencia. Volvieron con esta noticia, y recibieron enhorabuenas
-de su hazaña, con grande asombro de los Indios, que redundó en mayor
-estimacion de los Españoles. Esta bizarría de Diego de Ordaz no pasó
-entónces de una curiosidad temeraria; pero el tiempo la hizo de
-conseqüencia, y todo servia en esta obra: pues hallándose despues el
-exército con falta de pólvora para la segunda entrada que se hizo por
-fuerza de armas en México, se acordó Cortés de los hervores de fuego
-líquido que se vieron en este volcan, y halló en él toda la cantidad
-que hubo menester de finísimo azufre para fabricar esta municion: con
-que se hizo recomendable y necesario el arrojamiento de Diego de
-Ordaz, y fué su noticia de tanto provecho en la conquista, que se la
-premió despues el Emperador con algunas mercedes, y ennobleció la
-misma faccion dándole por armas el volcan.
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-Veinte dias se detuvieron los Españoles en Tlascála, parte por las
-visitas que ocurrieron de las naciones vecinas, y parte por el
-consuelo de los mismos naturales, tan bien hallados ya con los
-Españoles, que procuraban dilatar el plazo de su ausencia con varios
-festejos y regocijos públicos, bayles á su modo, y exercicios de sus
-agilidades. Señalado el dia para la jornada, se movió disputa sobre la
-eleccion del camino: inclinabase Cortés á ir por Cholúla, ciudad, como
-diximos, de gran poblacion, en cuyo distrito solian alojarse las
-tropas veteranas de Motezuma.
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-Contradecian esta resolucion los Tlascaltécas, aconsejando que se
-guiáse la marcha por Guajozingo, pais abundante y seguro: porque los
-de Cholúla, sobre ser naturalmente sagaces y traydores, obedecian con
-miedo servil á Motezuma, siendo los vasallos de su mayor confianza y
-satisfaccion; á que añadian:
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- "Que aquella ciudad estaba reputada en todos sus contornos por
- tierra sagrada y religiosa, por tener dentro de sus muros mas
- de quatrocientos templos con unos Dioses tan mal
- acondicionados, que asombraban el mundo con sus prodigios: por
- cuya razon no era seguro penetrar sus términos, sin tener
- primero algunas señales de su beneplácito."
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-Los Zempoales, ménos supersticiosos ya con el trato de los Españoles,
-despreciaban estos prodigios; pero seguian la misma opinion, acordando
-y repitiendo los motivos que dieron en Zocothlán para desviar el
-exército de aquella ciudad.
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-Pero ántes que se tomáse acuerdo en este punto, llegaron nuevos
-Embaxadores de Motezuma con otro presente, y noticia de que ya estaba
-su Emperador reducido á dexarse visitar de los Españoles, dignándose
-de recibir gratamente la embaxada que le traían: y entre otras cosas
-que discurrieron concernientes al viage, dieron á entender que dexaban
-prevenido el alojamiento en Cholúla; con que se hizo necesario el
-empeño de ir por aquella ciudad; no porque se fiáse mucho de esta
-inopinada y repentina mudanza de Motezuma, ni dexáse de parecer
-intempestiva y sospechosa tanta facilidad sobre tanta resistencia:
-pero Hernan Cortés ponia gran cuidado en que no le viesen aquellos
-Mexicanos rezeloso, de cuyo temor se componia su mayor seguridad. Los
-Tlascaltécas del gobierno, quando supieron la proposicion de Motezuma,
-dieron por hecho el trato doble de Cholúla, y volvieron á su
-instancia, temiendo con buena voluntad el peligro de sus amigos: y
-Magiscatzín, que tenia mayor afecto á los Españoles, y amaba
-particularmente á Cortés con inclinacion apasionada, le apretó mucho
-en que no fuese por aquella ciudad; pero él, que deseaba darle
-satisfaccion de lo que agradecia su cuidado, y estimaba su consejo,
-convocó luego á sus Capitanes, y en su presencia se propuso la duda, y
-se pesaron las razones que por una y otra parte ocurrian: cuya
-resolucion fué:
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- "Que ya no era posible dexar de admitir el alojamiento que
- proponian los Mexicanos, sin que pareciese rezelo anticipado;
- ni quando fuese cierta la sospecha, convenia pasar á mayor
- empeño, dexando la traycion á las espaldas; ántes se debia ir á
- Cholúla para descubrir el ánimo de Motezuma, y dar nueva
- reputacion al exército con el castigo de sus asechanzas."
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-Reduxose Magiscatzín al mismo dictámen, venerando con docilidad el
-superior juicio de los Españoles. Peno sin apartarse del rezelo que le
-obligó á sentir lo contrario, pidió licencia para juntar las tropas de
-su república, y asistir á la defensa de sus amigos en un peligro tan
-evidente: que no era razon que, por ser ellos invencibles, quitasen á
-los Tlascaltécas la gloria de cumplir con su obligacion. Pero Hernan
-Cortés, aunque no dexaba de conocer el riesgo, ni le sonó mal este
-ofrecimiento, se detuvo en admitirle, porque le hacia disonancia el
-empezar tan presto á desfrutar los socorros de aquella gente recien
-pacificada: y así le respondió agradeciendo mucho su atencion; y
-últimamente le dixo:
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- "Que no era necesaria por entónces aquella prevencion;"
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-pero se lo dixo con floxedad, como quien deseaba que se hiciese, y no
-queria darlo á entender: especie de rehusar, que suele ser poco ménos
-que pedir.
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- CAPITULO V.
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- _Hallanse nuevos indicios del trato doble de Cholúla: marcha el
- exército la vuelta de aquella ciudad, reforzado con algunas
- Capitanías de Tlascála._
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-Era cierto que Motezuma, sin resolverse á tomar las armas contra los
-Españoles, trataba de acabar con ellos, sirviéndose del ardid, primero
-que de la fuerza. Tenianle de nuevo atemorizado las respuestas de sus
-oráculos: y el demonio, á quien embarazaba mucho la vecindad de los
-Christianos, le apretaba con horribles amenazas en que los apartáse de
-sí: unas veces enfurecia los sacerdotes y agoreros para que le
-irritasen y enfureciesen: otras se le aparecia, tomando la figura de
-sus ídolos, y le hablaba para introducir desde mas cerca el espíritu
-de la ira en su corazon; pero siempre le dexaba inclinado á la
-traycion y al engaño, sin proponerle que usáse de su poder y de sus
-fuerzas. O no tendria permision para mayor violencia, ó como nunca
-sabe aconsejar lo mejor, le retiraba los medios generosos, para
-envilecerle con lo mismo que le animaba. Por una parte le faltaba el
-valor para dexarse ver de aquella gente prodigiosa; y por otra le
-parecia despreciable y de corto número su exército para empeñar
-descubiertamente sus armas: y hallando pundonor en los engaños,
-trataba solo de apartarlos de Tlascála, donde no podia introducir las
-asechanzas, y llevarlos á Cholúla, donde las tenia ya dispuestas y
-prevenidas.
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-Reparó Hernan Cortés en que no venian los de aquel gobierno á
-visitarle, y comunicó su reparo á los Embaxadores Mexicanos,
-estrañando mucho la desatencion de los Caciques, á cuyo cargo estaba
-su alojamiento: pues no podian ignorar que le habian visitado con
-ménos obligacion todas las poblaciones del contorno. Procuraron ellos
-disculpar á los de Cholúla, sin dexar de confesar su inadvertencia: y
-al parecer, solicitaron la emienda con algun aviso en diligencia;
-porque tardaron poco en venir de parte de la ciudad quatro Indios mal
-ataviados, gente de poca suposicion para Embaxadores, segun el uso de
-aquellas naciones. Desacato que acriminaron los de Tlascála como nuevo
-indicio de su mala intencion: y Hernan Cortés no los quiso admitir;
-ántes mandó que se volviesen luego, diciendo en presencia de los
-Mexicanos:
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- "Que sabian poco de urbanidad los Caciques de Cholúla, pues
- querian emendar un descuido con una descortesía."
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-Llegó el dia de la marcha; y por mas que los Españoles tomaron la
-mañana para formar su esquadron y el de los Zempoales, hallaron ya en
-el campo un exército de Tlascaltécas prevenido por el Senado á
-instancia de Magiscatzín, cuyos Cabos dixeron á Cortés:
-
- "Que tenian órden de la república para servir debaxo de su
- mano, y seguir sus banderas en aquella jornada, no solo hasta
- Cholúla, sino hasta México, donde consideraban el mayor peligro
- de su empresa."
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-Estaba la gente puesta en órden; y aunque unida y apretada, segun el
-estílo de su milicia, ocupaba largo espacio de tierra; porque habian
-convocado todas las naciones de su confederacion, y hecho un esfuerzo
-extraordinario para la defensa de sus amigos, suponiendo que llegaria
-el caso de afrontarse con las huestes de Motezuma. Distinguianse las
-Capitanías por el color de los penachos, y por la diferencia de las
-insignias, águilas, leones y otros animales feroces levantados en
-alto, que, no sin presuncion de geroglíficos ó empresas, contenian
-significacion, y acordaban á los soldados la gloria militar de su
-nacion. Algunos de nuestros escritores se alargan á decir que constaba
-todo el grueso de cien mil hombres armados: otros andan mas detenidos
-en lo verisímil; pero con el número menor queda grande la accion de
-los Tlascaltécas, digna verdaderamente de ponderacion por la
-substancia y por el modo. Agradeció Cortés con palabras de todo
-encarecimiento esta demostracion: y necesitó de alguna porfía para
-reducirlos á que no convenia que le siguiese tanta gente quando iba de
-paz; pero lo consiguió finalmente, dexándolos satisfechos con permitir
-que le siguiesen algunas Capitanías con sus Cabos, y quedáse reservado
-el grueso para marchar en su socorro, si lo pidiese la necesidad.
-Nuestro Bernal Diaz escribe que llevó consigo dos mil Tlascaltécas.
-Antonio de Herrera dice tres mil; pero el mismo Hernan Cortés confiesa
-en sus relaciones que llevó seis mil; y no cuidaba tan poco de su
-gloria, que supondria mayor número de gente, para dexar ménos
-admirable su resolucion.
-
-Puesta en órden la marcha.... Pero no pasemos en silencio una novedad
-que merece reflexîon, y pertenece á este lugar. Quedó en Tlascála,
-quando salieron los Españoles de aquella ciudad, una cruz de madera,
-fixa en un lugar eminente y descubierto, que se colocó de comun
-consentimiento el dia de la entrada: y Hernan Cortés no quiso que se
-deshiciese, por mas que se tratasen como culpas los excesos de su
-piedad, ántes encargó á los Caciques su veneracion; pero debia de ser
-necesaria mayor recomendacion para que duráse con seguridad entre
-aquellos Infieles: porque apénas se apartaron de la ciudad los
-Christianos, quando á vista de los Indios baxó del cielo una
-prodigiosa nube á cuidar de su defensa. Era de agradable y exquisita
-blancura, y fué descendiendo por la region del ayre, hasta que,
-dilatada en forma de coluna, se detuvo perpendicularmente sobre la
-misma cruz, donde perseveró mas ó ménos distinta (maravillosa
-providencia) tres ó quatro años que se dilató por varios accidentes la
-conversion de aquella provincia. Salia de la nube un género de
-resplandor mitigado, que infundia veneracion, y no se dexaba mezclar
-entre las tinieblas de la noche. Los Indios se atemorizaban al
-principio, conociendo el prodigio, sin discurrir en el misterio; pero
-despues consideraron mejor aquella novedad, y perdieron el miedo sin
-menoscabo de la admiracion. Decian públicamente que aquella santa
-señal encerraba dentro de sí alguna Deidad, y que no en vano la
-veneraban tanto sus amigos los Españoles: procuraban imitarlos,
-doblando la rodilla en su presencia, y acudian á ella con sus
-necesidades, sin acordarse de los ídolos, ó freqüentando ménos sus
-adoratorios: cuya devocion (si así se puede llamar aquel género de
-afecto que sentian como influencia de causa no conocida) fué
-creciendo con tanto fervor de nobles y plebeyos, que los sacerdotes y
-agoreros entraron en zelos de su religion, y procuraron diversas veces
-arrancar y hacer pedazos la cruz; pero siempre volvian escarmentados,
-sin atreverse á decir lo que les sucedia, por no desautorizarse con el
-pueblo. Así lo refieren Autores fidedignos, y así cuidaba el Cielo de
-ir disponiendo aquellos ánimos para que recibiesen despues con ménos
-resistencia el Evangelio: como el labrador, que, ántes de repartir la
-semilla, facilita su produccion con el primer beneficio de la tierra.
-
-No se ofreció novedad en la primera marcha; porque ya no lo era el
-concurso innumerable de los Indios que salian á los caminos, ni
-aquellos alaridos que pasaban por aclamaciones. Caminaronse quatro
-leguas de las cinco que distaba entónces Cholúla de la antigua
-Tlascála: y pareció hacer alto cerca de un rio de apacible ribera, por
-no entrar con la noche á los ojos en lugar de tanta poblacion. Poco
-despues que se asentó el quartel, y distribuyeron las órdenes
-convenientes á su defensa y seguridad, llegaron segundos Embaxadores
-de aquella ciudad, gente de mas porte, y mejor adornada. Traían un
-regalo de vituallas diferentes, y dieron su embaxada con grande
-aparato de reverencias, que se reduxo á disculpar la tardanza de sus
-Caciques, con pretexto de que no podian entrar en Tlascála, siendo
-sus enemigos los de aquella nacion: ofrecer el alojamiento que tenia
-prevenido su ciudad; y ponderar el regocijo con que celebraban sus
-ciudadanos la dicha de merecer unos huespedes tan aplaudidos por sus
-hazañas, y tan amables por su benignidad: dicho uno y otro con
-palabras, al parecer, sencillas, ó que traían bien desfigurado el
-artificio. Hernan Cortés admitió gratamente la disculpa y el regalo,
-cuidando tambien de que no se conociese afectacion en su seguridad: y
-el dia siguiente, poco despues de amanecer, se continuó la marcha con
-la misma órden, y no sin algun cuidado, que obligó á mayor vigilancia:
-porque tardaba el recibimiento de la ciudad, y no dexaba de hacer
-ruido este reparo entre los demas indicios. Pero al llegar el exército
-cerca de la poblacion, prevenidas ya las armas para el combate, se
-dexaron ver los Caciques y sacerdotes con numeroso acompañamiento de
-gente desarmada. Mandó Cortés que se hiciese alto para recibirlos; y
-ellos cumplieron con su funcion tan reverentes y regocijados, que no
-dexaron que rezelar por entónces al cuidado con que se observaban sus
-acciones y movimientos; pero al reconocer el grueso de los
-Tlascaltécas que venía en la retaguardia, torcieron el semblante, y se
-levantó entre los mas principales del recibimiento un rumor
-desagradable, que volvió á despertar el rezelo en los Españoles.
-Dióse órden á Doña Marina para que averiguáse la causa de aquella
-novedad; y por su medio respondieron:
-
- "Que los de Tlascála no podian entrar con armas en su ciudad,
- siendo enemigos de su nacion, y rebeldes á su Rey."
-
-Instaban en que se detuviesen, y retirasen luego á su tierra como
-estorvos de la paz que se venía publicando, y representaban sus
-inconvenientes sin alterarse ni descomponerse, firmes en que no era
-posible; pero contenida la determinacion en los límites del ruego.
-
-Hallóse Cortés algo embarazado con esta demanda, que parecia
-justificada, y podia ser poco segura: procuró sosegarlos con
-esperanzas de algun temperamento, que mediáse aquella diferencia; y
-comunicando brevemente la materia con sus Capitanes, pareció que sería
-bien proponer á los Tlascaltécas que se alojasen fuera de la ciudad,
-hasta que se penetráse la intencion de aquellos Caciques, ó se
-volviese á la marcha. Fueron con esta proposicion, que, al parecer,
-tenia su dureza, los Capitanes Pedro de Alvarado y Christoval de Olid,
-y la hicieron, valiéndose igualmente de la persuasion y de la
-autoridad, como quien llevaba la órden, y obligaba con dar la razon.
-Pero ellos anduvieron tan atentos, que atajaron la instancia,
-diciendo:
-
- "Que no venian á disputar, sino á obedecer, y que tratarian
- luego de abarracarse fuera de la poblacion en parage donde
- pudiesen acudir prontamente á la defensa de sus amigos, ya que
- se querian aventurar contra toda razon, fiándose de aquellos
- traydores."
-
-Comunicóse luego este partido con los de Cholúla, y le abrazaron
-tambien con facilidad, quedando ambas naciones no solo satisfechas,
-sino con algun género de vanidad, hecha de su misma oposicion: los
-unos, porque se persuadieron á que vencian, dexando poco ayrosos y
-desacomodados á sus enemigos; y los otros, porque se dieron á entender
-que el no admitirlos en su ciudad era lo mismo que temerlos. Así
-equivoca la imaginacion de los hombres la esencia y el color de las
-cosas, que ordinariamente se estiman como se aprenden, y se aprenden
-como se desean.
-
-
-
-
- CAPITULO VI.
-
- _Entran los Españoles en Cholúla, donde procuran engañarlos con
- hacerles en lo exterior buena acogida: descubrese la traycion
- que tenian prevenida, y se dispone su castigo._
-
-
-La entrada que los Españoles hicieron en Cholúla fué semejante á la de
-Tlascála: innumerable concurso de gente, que se dexaba romper con
-dificultad: aclamaciones de bullicio: mugeres que arrojaban y
-repartian ramilletes de flores: Caciques y sacerdotes que freqüentaban
-reverencias y perfumes: variedad de instrumentos, que hacian mas
-estruendo que música, repartidos por las calles: y tan bien imitado en
-todos el regocijo, que llegaron á tenerle por verdadero los mismos que
-venian rezelosos. Era la ciudad de tan hermosa vista, que la
-comparaban á nuestra Valladolid, situada en un llano desahogado por
-todas partes del horizonte, y de grande amenidad: dicen que tendria
-veinte mil vecinos dentro de sus muros, y que pasaria de este número
-la poblacion de sus arrabales. Freqüentabanla ordinariamente muchos
-forasteros, parte como santuario de sus Dioses, y parte como emporio
-de su mercancía. Las calles eran anchas y bien distribuidas: los
-edificios mayores y de mejor arquitectura que los de Tlascála, cuya
-opulencia se hacia mas suntuosa con las torres, que daban á conocer la
-multitud de sus templos. La gente ménos belicosa que sagaz: hombres de
-trato, y oficiales: poca distincion, y mucho pueblo.
-
-El alojamiento que tenian prevenido se componia de dos ó tres casas
-grandes y contiguas, donde cupieron Españoles y Zempoales, y pudieron
-fortificarse unos y otros, como lo aconsejaba la ocasion, y no lo
-estrañaba la costumbre. Los Tlascaltécas eligieron sitio para su
-quartel poco distante de la poblacion; y cerrándole con algunos
-reparos, hacian sus guardias, y ponian sus centinelas, mejorada ya su
-milicia con la imitacion de sus amigos. Los primeros tres ó quatro
-dias fué todo quietud y buen pasage.
-
-Los Caciques acudian con puntualidad al obsequio de Cortés, y
-procuraban familiarizarse con sus Capitanes. La provision de las
-vituallas corria con abundancia y liberalidad, y todas las
-demostraciones eran favorables, y convidaban á la seguridad; tanto,
-que se llegaron á tener por falsos y ligeramente creidos los rumores
-antecedentes: fácil á todas horas en fabricar ó fingir sus alivios el
-cuidado. Pero no tardó mucho en manifestarse la verdad; ni aquella
-gente acertó á durar en su artificio hasta lograr sus intentos:
-astuta por naturaleza y profesion; pero no tan despierta y avisada,
-que se supiesen entender su habilidad y su malicia.
-
-Fueron poco á poco retirando los víveres: cesó de una vez el agasajo y
-asistencia de los Caciques: los Embaxadores de Motezuma tenian sus
-conferencias recatadas con los sacerdotes; conociase algun género de
-irrision y falsedad en los semblantes; y todas las señales inducian
-novedad, y despertaban el rezelo mal adormecido. Trató Cortés de
-aplicar algunos medios para inquirir y averiguar el ánimo de aquella
-gente; y al mismo tiempo se descubrió de sí misma la verdad,
-adelantándose á las diligencias humanas la providencia del Cielo
-tantas veces experimentada en esta conquista.
-
-Estrechó amistad con Doña Marina una India anciana, muger principal, y
-emparentada en Cholúla. Visitabala muchas veces con familiaridad, y
-ella no se lo desmerecia con el atractivo natural de su agrado y
-discrecion. Vino aquel dia mas temprano, y al parecer, asustada ó
-cuidadosa: retiróla misteriosamente de los Españoles, y encargando el
-secreto con lo mismo que recataba la voz, empezó á condolerse de su
-esclavitud, y á persuadirla:
-
- "Que se apartáse de aquellos extrangeros aborrecibles, y se
- fuese á su casa, cuyo alvergue la ofrecia como refugio de su
- libertad."
-
-Doña Marina, que tenia bastante sagacidad, confirió esta prevencion
-con los demas indicios: y fingiendo que venía oprimida, y contra su
-voluntad entre aquella gente, facilitó la fuga, y aceptó el hospedage
-con tantas ponderaciones de su agradecimiento, que la India se dió por
-segura, y descubrió todo el corazon. Dixola:
-
- "Que convenia en todo caso que se fuese luego, porque se
- acercaba el plazo señalado entre los suyos para destruir á los
- Españoles; y no era razon que una muger de sus prendas
- pereciese con ellos: que Motezuma tenia prevenidos á poca
- distancia veinte mil hombres de guerra para dar calor á la
- faccion: que de este grueso habian entrado ya en la ciudad á la
- deshilada seis mil soldados escogidos: que se habia repartido
- cantidad de armas entre los paisanos: que tenian de repuesto
- muchas piedras sobre los terrados, y abiertas en las calles
- profundas zanjas, en cuyo fondo habian fixado estacas
- puntiagudas, fingiendo el plano con una cubierta de la misma
- tierra, fundada sobre apoyos frágiles, para que cayesen y se
- mancasen los caballos: que Motezuma trataba de acabar con todos
- los Españoles; pero encargaba que le llevasen algunos vivos
- para satisfacer á su curiosidad y al obsequio de sus Dioses; y
- que habia presentado á la ciudad una caxa de guerra, hecha de
- oro cóncavo, primorosamente vaciado, para excitar los ánimos
- con este favor militar."
-
-Y últimamente Doña Marina, dando á entender que se alegraba de lo
-bien que tenian dispuesta su empresa, y dexando caer algunas
-preguntas, como quien celebraba lo que inquiria, se halló con noticia
-cabal de toda la conjuracion. Fingió que se queria ir luego en su
-compañía, y con pretexto de recoger sus joyas, y algunas preseas de su
-peculio, hizo lugar para desviarse de ella sin desconfiarla. Dió
-cuenta de todo á Cortés; y él mandó prender á la India, que, á pocas
-amenazas, confesó la verdad entre turbada y convencida.
-
-Poco despues vinieron unos soldados Tlascaltécas recatados en trage de
-paisanos, y dixeron á Cortés de parte de sus Cabos:
-
- "Que no se descuidáse, porque habian visto desde su quartel que
- los de Cholúla retiraban á los lugares del contorno su ropa y
- sus mugeres;"
-
-señal evidente de que maquinaban alguna traycion. Súpose tambien que
-aquella mañana se habia celebrado en el templo mayor de la ciudad un
-sacrificio de diez niños de ambos sexôs: ceremonia de que usaban
-quando querian emprender algun hecho militar; y al mismo tiempo
-llegaron dos ó tres Zempoales, que saliendo casualmente á la ciudad,
-habian descubierto el engaño de las zanjas, y visto en las calles de
-los lados algunos reparos y estacadas que tenian hechos para guiar los
-caballos al precipicio.
-
-No se necesitaba de mayor comprobacion para verificar el intento de
-aquella gente; pero Hernan Cortés quiso apurar mas la noticia, y poner
-su razon en estado que no se la pudiesen negar, teniendo algunos
-testigos principales de la misma nacion que hubiesen confesado el
-delito: para cuyo efecto mandó llamar al primer sacerdote, de cuya
-obediencia pendian los demas, y que le truxesen otros dos ó tres de la
-misma profesion: gente que tenia grande autoridad con los Caciques, y
-mayor con el pueblo. Fuélos exâminando separadamente, no como quien
-dudaba su intencion, sino como quien se lamentaba de su alevosía; y
-dándoles todas las señas de lo que sabía, callaba el modo, para cebar
-su admiracion con el misterio, y dexarlos desvariar en el concepto de
-su ciencia. Ellos se persuadieron á que hablaban con alguna Deidad que
-penetraba lo mas oculto de los corazones, y no se atrevieron á
-proseguir su engaño; ántes confesaron luego la traycion con todas sus
-circunstancias, culpando á Motezuma, de cuya órden estaba dispuesta y
-prevenida. Mandólos aprisionar secretamente, porque no moviesen algun
-ruido en la ciudad. Dispuso tambien que se tuviese cuidado con los
-Embaxadores de Motezuma, sin dexarlos salir, ni comunicar con los de
-la tierra: y convocando á sus Capitanes, les refirió todo el caso, y
-les dió á entender quánto convenia no dexar sin castigo todo aquel
-atentado: facilitando la faccion, y ponderando sus conseqüencias con
-tanta energía y resolucion, que todos se reduxeron á obedecerle,
-dexando á su prudencia la direccion y el acierto.
-
-Hecha esta diligencia, llamó á los Caciques Gobernadores de la ciudad,
-y publicó su jornada para otro dia; no porque la tuviese dispuesta, ni
-fuese posible, sino por estrechar el término á sus prevenciones.
-Pidióles bastimentos para la marcha, Indios de carga para el bagage, y
-hasta dos mil hombres de guerra que le acompañasen, como lo habian
-hecho los Tlascaltécas y Zempoales. Ellos ofrecieron con alguna
-tibieza y falsedad los bastimentos y Tamenes, y con mayor prontitud la
-gente armada que se les pedia, en que andaban encontrados los
-designios: pediala Cortés para desunir sus fuerzas, y tener en su
-poder parte de los traydores que habia de castigar; y los Caciques la
-ofrecian para introducir en el exército contrario aquellos enemigos
-encubiertos, y servirse de ellos, quando llegáse la ocasion. Ardides
-ambos que tenian su razon militar; si pueden llamarse razon este
-género de engaños que hizo lícitos la guerra, y nobles el exemplo.
-
-Dióse noticia de todo á los Tlascaltécas, y órden para que estuviesen
-alerta, y al rayar el dia se fuesen acercando á la poblacion, como que
-se movian para seguir la marcha: y en oyendo el primer golpe de los
-arcabuces entrasen á viva fuerza en la ciudad, y viniesen á
-incorporarse con el exército, llevándose tras sí toda la gente que
-hallasen armada. Cuidóse tambien de que los Españoles y Zempoales
-tuviesen prevenidas sus armas, y entendida la faccion en que las
-habian de emplear. Y luego que llegó la noche, cerrado ya el quartel
-con las guardias y centinelas á que obligaba la ocurrencia presente,
-llamó Cortés á los Embaxadores de Motezuma, y con señas de intimidad,
-como quien les fiaba lo que no sabian, les dixo:
-
- "Que habia descubierto y averiguado una gran conjuracion que le
- tenian armada los Caciques y ciudadanos de Cholúla: dióles
- señas de todo lo que ordenaban y disponian contra su persona y
- exército: ponderó quanto faltaban á las leyes de la
- hospitalidad, al establecimiento de la paz, y al seguro de su
- Príncipe. Y añadió: que no solamente lo sabía por su propia
- especulacion y vigilancia; pero se lo habian confesado ya los
- principales conjurados, disculpándose del trato doble con otra
- mayor culpa: pues se atrevian á decir que tenian órden y
- asistencias de Motezuma para deshacer alevosamente su exército:
- lo qual ni era verisímil, ni se podia creer semejante
- indignidad de un Príncipe tan grande. Por cuya causa estaba
- resuelto á tomar satisfaccion de su ofensa con todo él rigor de
- sus armas: y se lo comunicaba para que tuviesen comprehendida
- su razon, y entendido que no le irritaba tanto el delito
- principal, como la circunstancia de querer aquellos sediciosos
- autorizar su traycion con el nombre de su Rey."
-
-Los Embaxadores procuraron fingir, como pudieron, que no sabian la
-conjuracion, y trataron de salvar el credito de su Príncipe, siguiendo
-el camino en que los puso Cortés con baxar el punto de su queja. No
-convenia entónces desconfiar á Motezuma, ni hacer de un poderoso
-resuelto á disimular, un enemigo poderoso y descubierto: por cuya
-consideracion se determinó á desbaratar sus designios, sin darle á
-entender que los conocia, tratando solamente de castigar la obra en
-sus instrumentos, y contentándose con reparar el golpe sin atender al
-brazo. Miraba como empresa de poca dificultad el deshacer aquel trozo
-de gente armada que tenia prevenida para socorrer la sedicion, hecho á
-mayores hazañas con menores fuerzas; y estaba tan lejos de poner duda
-en el suceso, que tuvo á felicidad (ó por lo ménos así lo ponderaba
-entre los suyos) que se le ofreciese aquella ocasion de adelantar con
-los Mexicanos la reputacion de sus armas. Y á la verdad, no le pesó de
-ver tan embarazado en los ardides el ánimo de Motezuma, pareciéndole
-que no discurriria en mayores intentos quien la buscaba por las
-espaldas, y descubria entre sus mismos engaños la flaqueza de su
-resolucion.
-
-
-
-
- CAPITULO VII.
-
- _Castígase la traycion de Cholúla: vuelvese á reducir y
- pacificar la ciudad, y se hacen amigos los de esta nacion con
- los Tlascaltécas._
-
-
-Fueron llegando con el dia los Indios de carga que se habian pedido, y
-algunos bastimentos, prevenido uno y otro con engañosa puntualidad.
-Vinieron despues en tropas deshiladas los Indios armados, que, con
-pretexto de acompañar la marcha, traían su contraseña para embestir
-por la retaguardia, quando llegáse la ocasion: en cuyo número no
-anduvieron escasos los Caciques; ántes dieron otro indicio de su
-intencion, enviando mas gente que se les pedia. Pero Hernan Cortés los
-hizo dividir en los patios del alojamiento, donde los aseguró
-mañosamente, dándoles á entender que necesitaba de aquella separacion
-para ir formando los esquadrones á su modo. Puso luego en órden sus
-soldados, bien instruidos en lo que debian executar; y montando á
-caballo con los que le habian de seguir en la faccion, hizo llamar á
-los Caciques para justificar con ellos su determinacion: de los quales
-vinieron algunos, y otros se excusaron. Dixoles en voz alta, y Doña
-Marina se lo interpretó con igual vehemencia:
-
- "Que ya estaba descubierta su traycion, y resuelto su castigo,
- de cuyo rigor conocerian quánto les convenia la paz que
- trataban de romper alevosamente."
-
-Y apénas empezó á protestarles el daño que recibiesen, quando ellos se
-retiraron á incorporarse con sus tropas, huyendo en mas que ordinaria
-diligencia, y rompiendo la guerra con algunas injurias y amenazas, que
-se dexaron oir desde lejos. Mandó entónces Hernan Cortés que cerrase
-la infantería con los Indios naturales que tenia divididos en los
-patios: y aunque fueron hallados con las armas prevenidas para
-executar su traycion, y trataron de unirse para defenderse, quedaron
-rotos y deshechos con poca dificultad, escapando solamente con la vida
-los que pudieron esconderse, ó se arrojaron por las paredes,
-sirviéndose de su ligereza, y de sus mismas lanzas para saltar de la
-otra parte.
-
-Aseguradas las espaldas con el estrago de aquellos enemigos
-encubiertos, se hizo la seña para que se moviesen los Tlascaltécas:
-avanzó poco á poco el exército por la calle principal, dexando en el
-quartel la guardia que pareció necesaria. Echaronse delante algunos de
-los Zempoales, que fuesen descubriendo las zanjas, porque no
-peligrasen los caballos. No estaban descuidados entónces los de
-Cholúla: que hallándose ya empeñados en la guerra descubierta,
-convocaron el resto de los Mexicanos, y unidos en una gran plaza,
-donde habia tres ó quatro adoratorios, pusieron en lo alto de sus
-atrios y torres parte de su gente, y los demas se dividieron en
-diferentes esquadrones para cerrar con los Españoles. Pero al mismo
-tiempo que desembocó en la plaza el exército de Cortés, y se dió de
-una parte y otra la primera carga, cerró por la retaguardia con los
-enemigos el trozo de Tlascála, cuyo inopinado accidente los puso en
-tanto pavor y desconcierto, que ni pudieron huir, ni supieron
-defenderse; y solo se hallaba mas embarazo que oposicion en algunas
-tropas descaminadas, que andaban de un peligro en otro con poca ó
-ninguna eleccion: gente sin consejo, que acometia para escapar, y las
-mas veces daban el pecho, sin acordarse de las manos. Murieron muchos
-en este género de combates repetidos; pero el mayor número escapó á
-los adoratorios, en cuyas gradas y terrados se descubrió una multitud
-de hombres armados, que ocupaban, mas que guarnecian, las eminencias
-de aquellos grandes edificios. Encargaronse de su defensa los
-Mexicanos; pero se hallaban ya tan embarazados y oprimidos, que apénas
-pudieron revolverse para dar algunas flechas al viento.
-
-Acercóse con su exército Hernan Cortés al mayor de los adoratorios, y
-mandó á sus intérpretes, que, levantando la voz, ofreciesen buen
-pasage á los que voluntariamente baxasen á rendirse: cuya diligencia
-se repitió con segundo y tercer requerimiento; y viendo que ninguno
-se movia, ordenó que se pusiese fuego á los torreones del mismo
-adoratorio: lo qual asientan que llegó á executarse, y que perecieron
-muchos al rigor del incendio y la ruina. No parece fácil que se
-pudiese introducir la llama en aquellos altos edificios, sin abrir
-primero el paso de las gradas; si ya no lo consiguió Hernan Cortés,
-valiéndose de las flechas encendidas con que arrojaban los Indios á
-larga distancia sus fuegos artificiales. Pero nada bastó para
-desalojar al enemigo, hasta que se abrevió el asalto por el camino que
-abrió la artillería; y se observó dignamente que solo uno de tantos
-como fueron deshechos en este adoratorio se rindió voluntariamente á
-la merced de los Españoles. ¡Notable seña de su obstinacion!
-
-Hizose la misma diligencia en los demas adoratorios, y despues se
-corrió la ciudad, que á breve rato quedó enteramente despoblada, y
-cesó la guerra por falta de enemigos. Los Tlascaltécas se desmandaron
-con algun exceso en el pillage, y costó su dificultad el recogerlos:
-hicieron muchos prisioneros: cargaron de ropas y mercaderías de valor;
-y particularmente se cebaron en los almacenes de la sal, de cuya
-provision remitieron luego algunas cargas á su ciudad, atendiendo á la
-necesidad de su patria en el mismo calor de su codicia. Quedaron
-muertos en las calles, templos y casas fuertes mas de seis mil hombres
-entre naturales y Mexicanos. Faccion bien ordenada, y conseguida sin
-alguna pérdida de los nuestros, que en la verdad tuvo mas de castigo
-que de victoria.
-
-Retiróse luego Hernan Cortés á su alojamiento con los Españoles y
-Zempoales: y señalando quartel dentro de la ciudad á los Tlascaltécas,
-trató de que fuesen puestos en libertad todos los prisioneros de ambas
-naciones, cuyo número se componia de la gente mas principal, que se
-iba reservando como presa de mas estimacion. Llamólos primero á su
-presencia: y mandando que saliesen tambien de su retiro los
-sacerdotes, la India que descubrió el trato, y los Embaxadores de
-Motezuma, hizo á todos un breve razonamiento, doliéndose de que le
-hubiesen obligado los vecinos de aquella ciudad á tan severa
-demostracion; y despues de ponderar el delito, y de asegurar á todos
-que ya estaba desenojado y satisfecho, mandó pregonar el perdon
-general de lo pasado, sin excepcion de personas; y pidió con agradable
-resolucion á los Caciques, que tratasen de que se volviese á poblar su
-ciudad, recogiendo los fugitivos, y asegurando á los temerosos.
-
-No acababan ellos de creer su libertad, enseñados al rigor con que
-solian tratar á sus prisioneros; y besando la tierra en demostracion
-de su agradecimiento, se ofrecieron con humilde solicitud á la
-execucion de esta órden. Los Embaxadores procuraron disimular su
-confusion, aplaudiendo el suceso de aquel dia: y Hernan Cortés se
-congratuló con ellos, dexándose llevar de su disimulacion para
-mantenerlos en buena fé, y afirmarse con nuevas exterioridades en la
-política de interesar á Motezuma en el castigo de sus mismos
-estratagemas. Volvióse á poblar brevemente la ciudad, porque la
-demostracion de poner en libertad á los Caciques y sacerdotes con
-tanta prontitud, y lo que ponderaron ellos esta clemencia de los
-Españoles sobre tan justa provocacion, bastó para que se aseguráse la
-gente que andaba derramada por los lugares del contorno.
-Restituyeronse luego á sus casas los vecinos con sus familias:
-abrieronse las tiendas, manifestaronse las mercaderías, y el tumulto
-se convirtió de una vez en obediencia y seguridad. Accion en que no se
-conoció tanto la natural facilidad con que se movian aquellos Indios
-de un extremo á otro, como el gran concepto en que tenian á los
-Españoles: pues hallaron en la misma justificacion de su castigo toda
-la razon que hubieron menester para fiarse de su emienda.
-
-El dia siguiente á la faccion llegó Xicotencál con un exército de
-veinte mil hombres que, al primer aviso de los suyos, remitió la
-república de Tlascála para el socorro de los Españoles. Tenian
-prevenidas sus tropas, rezelando el suceso, y en todo se iban
-experimentando las atenciones de aquella nacion. Hicieron alto fuera
-de la ciudad, y Hernan Cortés los visitó y regaló con toda estimacion
-de su fineza; pero los reduxo á que se volviesen, diciendo á
-Xicotencál y á sus Capitanes:
-
- "Que ya no era necesaria su asistencia para la reduccion de
- Cholúla, y que hallándose con resolucion de marchar brevemente
- la vuelta de México, no le convenia despertar la resistencia de
- Motezuma, ó provocarle á que rompiese la guerra, introduciendo
- en su dominio un grueso tan numeroso de Tlascaltécas enemigos
- descubiertos de los Mexicanos."
-
-A cuya razon no tuvieron que replicar; ántes la conocieron y
-confesaron con ingenuidad, ofreciendo tener prevenidas sus tropas, y
-acudir al socorro siempre que lo pidiese la necesidad.
-
-Trató Cortés, primero que se retirasen, de hacer amigas aquellas dos
-naciones de Tlascála y Cholúla: introduxo la plática, desvió las
-dificultades; y como tenia ya tan asentada su autoridad con ambas
-parcialidades, lo consiguió en breves dias, y se celebró acto de
-confederacion y alianza entre las dos ciudades y sus distritos con
-asistencia de sus Magistrados, y con las solemnidades y ceremonias de
-su costumbre: cuerda mediacion, á que le obligaria la conveniencia de
-abrir el paso á los de Tlascála, para que pudiesen subministrar con
-mayor facilidad los socorros de que necesitáse, ó no dexar aquel
-estorvo en su retirada, si el suceso no respondiese favorablemente á
-su esperanza.
-
-Así pasó el castigo de Cholúla, tan ponderado en los libros
-extrangeros y en alguno de los naturales, que consiguió por este medio
-el aplauso miserable de verse citado contra su nacion. Ponen esta
-faccion entre las atrocidades que refieren de los Españoles en las
-Indias, de cuyo encarecimiento se valen para desaprobar, ó satirizar
-la conquista. Quieren dar al impulso de la codicia, y á la sed del oro
-toda la gloria de lo que obraron nuestras armas, sin acordarse de que
-abrieron el paso á la Religion, concurriendo en sus operaciones
-especial asistencia el brazo de Dios. Lastímanse mucho de los Indios,
-tratándolos como gente indefensa y sencilla, para que sobresalga lo
-que padecieron: maligna compasion, hija del odio y de la envidia. No
-necesita el caso de Cholúla de mas defensa que su misma narracion. En
-él se conoce la malicia de aquellos bárbaros, como se sabian
-aprovechar de la fuerza y del engaño, y quan justamente fué castigada
-su alevosía: y de él se puede colegir quan apasionadamente se refieren
-otros casos de horrible inhumanidad, ponderados con la misma
-afectacion. No dexamos de conocer que se vieron en algunas partes de
-las Indias acciones dignas de reprehension, obradas con queja de la
-piedad y de la razon; pero ¿en quál empresa justa ó santa se dexaron
-de perdonar algunos inconvenientes? ¿De quál exército bien
-disciplinado se pudieron desterrar enteramente los abusos y
-desórdenes, que llama el mundo licencias militares? ¿Y qué tienen que
-ver estos inconvenientes menores con el acierto principal de la
-conquista? No pueden negar los émulos de la nacion Española, que
-resultó de este principio, y se consiguió con estos instrumentos la
-conversion de aquella gentilidad, y el verse hoy restituida tanta
-parte del mundo á su Criador. Querer que no fuese del agrado de Dios,
-y de su altísima ordenacion la conquista de las Indias, por este ó
-aquel delito de los Conquistadores, es equivocar la substancia con los
-accidentes: que hasta en la obra inefable de nuestra Redencion se
-presupuso como necesaria para la salud universal, la malicia de
-aquellos pecadores permitidos, que ayudaron á labrar el mayor remedio
-con la mayor iniquidad. Puedense conocer los fines de Dios en algunas
-disposiciones, que traen consigo las señales de su providencia; pero
-la proporcion, ó congruencia de los medios por donde se encaminan, es
-punto reservado á su eterna sabiduría, y tan escondido á la prudencia
-humana, que se deben oir con desprecio estos juicios apasionados,
-cuyas sutilezas quieren parecer valentías del entendimiento, siendo en
-la verdad atrevimientos de la ignorancia.
-
-
-
-
- CAPITULO VIII.
-
- _Parten los Españoles de Cholúla: ofreceseles nueva dificultad
- en la montaña de Chalco; y Motezuma procura detenerlos por
- medio de sus nigrománticos._
-
-
-Ibase acercando el plazo de la jornada, y algunos Zempoales de los que
-militaban en el exército (temiesen el empeño de pasar á la corte de
-Motezuma, ó pudiese mas que su reputacion el amor de la patria)
-pidieron licencia para retirarse á sus casas. Concediósela Cortés sin
-dificultad, agradeciéndoles mucho lo bien que le habian asistido; y
-con esta ocasion envió algunas alhajas de presente al Cacique de
-Zempoala, encargándole de nuevo los Españoles que dexó en su distrito
-sobre la fé de su amistad y confederacion.
-
-Escribió tambien á Juan de Escalante, ordenándole con particular
-instancia, que procuráse remitirle alguna cantidad de harina para las
-hostias, y vino para las Misas, cuya provision se iba estrechando, y
-cuya falta sería de gran desconsuelo suyo y de toda su gente. Dióle
-noticia por menor de los progresos de su jornada, para que estuviese
-de buen ánimo, y asistiese con mayor cuidado á la fortaleza de la
-Vera Cruz, tratando de ponerla en defensa, no ménos por su propia
-seguridad, que por lo que se debia rezelar de Diego Velazquez: cuya
-natural inquietud y desconfianza no dexaba de hacer algun ruido entre
-los demas cuidados.
-
-Llegaron á esta sazon nuevos Embaxadores de Motezuma, que, con noticia
-ya de todo el suceso de Cholúla, trató de sincerarse con los
-Españoles, dando las gracias á Cortés de que hubiese castigado aquella
-sedicion. Ponderaron frivolamente la indignacion y el sentimiento de
-su Rey, cuyo artificio se reduxo á infamar con el nombre de traydores
-á los mismos que le habian obedecido en la traycion. Vino dorada esta
-noticia con otro presente de igual riqueza y ostentacion; y segun lo
-que sucedió despues, no dexó de tener mayor designio la embaxada:
-porque miró tambien al intento de poner en nueva seguridad á Cortés,
-para que marcháse ménos rezeloso, y se dexáse llevar á otra zelada que
-le tenian prevenida en el camino.
-
-Executóse finalmente la marcha despues de catorce dias que ocuparon
-los accidentes referidos: y la primera noche se aquarteló el exército
-en un village de la jurisdiccion de Guajozingo, donde acudieron luego
-los principales de aquel gobierno, y de otras poblaciones vecinas con
-bastante provision de bastimentos, y algunos presentes de poco valor,
-bastantes para conocer el afecto con que aguardaban á los Españoles.
-Halló Cortés entre aquella gente las mismas quejas de Motezuma que se
-oyeron en las provincias mas distantes; y no le pesó de que durasen
-aquellos humores tan cerca del corazon, pareciéndole que no podia ser
-muy poderoso un Príncipe con tantas señas de tirano, á quien faltaba
-en el amor de sus vasallos el mayor presidio de los Reyes.
-
-El dia siguiente se prosiguió la marcha por una sierra muy aspera, que
-se comunicaba, mas ó ménos eminente, con la montaña del volcan. Iba
-cuidadoso Cortés; porque uno de los Caciques de Guajozingo le dixo, al
-partir, que no se fiáse de los Mexicanos, porque tenian emboscada
-mucha gente de la otra parte de la cumbre, y habian cegado con grandes
-piedras y árboles cortados el camino real que baxa desde lo alto á la
-provincia de Chalco, abriendo el paso, y facilitando el principio de
-la cuesta por el parage ménos penetrable, donde habian aumentado los
-precipicios naturales con algunas cortaduras hechas á la mano, para
-dexar que se fuese poco á poco empeñando su exército en la dificultad,
-y cargarle de improviso quando no se pudiesen revolver los caballos,
-ni afirmar el pie los soldados. Fuése venciendo la cumbre, no sin
-alguna fatiga de la gente, porque nevaba con viento destemplado; y en
-lo mas alto se hallaron poco distantes los dos caminos con las mismas
-señas que se traían, el uno encubierto y embarazado, y el otro fácil
-á la vista, y recien aderezado. Reconociólos Hernan Cortés; y aunque
-se irritó de hallar verificada la noticia de aquella traycion, estuvo
-tan en sí, que, sin hacer ruido, ni mostrar sentimiento, preguntó á
-los Embaxadores de Motezuma que marchaban cerca de su persona:
-
- "Por qué razon estaban así aquellos dos caminos."
-
-Respondieron:
-
- "que habian hecho allanar el mejor para que pasáse su exército,
- cegando el otro, por ser el mas aspero y dificultoso;"
-
-y él, con la misma igualdad en la voz y el semblante:
-
- "Mal conoceis (dixo) á los de mi Nacion. Ese camino que habeis
- embarazado se ha de seguir, sin otra razon que su misma
- dificultad: porque los Españoles, siempre que tenemos eleccion,
- nos inclinamos á lo mas dificultoso."
-
-Y sin detenerse mandó á los Indios amigos que pasasen á desembarazar
-el camino, desviando á un lado y otro aquellos estorvos mal
-disimulados que procuraban esconderle. Lo qual se executó prontamente
-con grande asombro de los Embaxadores, que, sin discurrir en que se
-habia descubierto el ardid de su Príncipe, tuvieron á especie de
-adivinacion aquel acierto casual, hallando que admirar y que temer en
-la misma bizarría de la resolucion. Sirvióse Cortés primorosamente de
-la noticia que llevaba; y consiguió el apartarse del peligro sin
-perder reputacion: cuidando tambien de no desconfiar á Motezuma,
-diestro ya en el arte de quebrantar insidias, con no quererlas
-entender.
-
-Los Indios emboscados, luego que reconocieron desde sus puestos que
-los Españoles se apartaban de la zelada, y seguian el camino real, se
-dieron por descubiertos, y trataron de retirarse, tan amedrentados y
-en tanto desórden como si volvieran vencidos: con que pudo baxar el
-exército á lo llano sin oposicion, y aquella noche se alojó en unas
-caserías de bastante capacidad, que se hallaron en la misma falda de
-la sierra, fundadas allí para hospedage de los mercaderes Mexicanos
-que freqüentaban las ferias de Cholúla, donde se dispuso el quartel
-con todos los resguardos y prevenciones que aconsejaba la poca
-seguridad con que se iba pisando aquella tierra.
-
-Motezuma entretanto duraba en su irresolucion, desanimado con el
-malogro de sus ardides, y sin aliento para usar de sus fuerzas. Hizose
-devocion esta falta de espíritu: estrechóse con sus Dioses:
-freqüentaba los templos y los sacrificios: manchó de sangre humana
-todos sus altares: mas cruel quando mas afligido; y siempre crecia su
-confusion, y se hallaba en mayor desconsuelo: porque andaban
-encontradas las respuestas de sus ídolos, y discordes en el dictámen
-los espíritus inmundos que le hablaban en ellos. Unos le decian que
-franqueáse las puertas de la ciudad á los Españoles, y así
-conseguiria el sacrificarlos, sin que se pudiesen escapar ni defender:
-otros, que los apartáse de sí, y tratáse de acabar con ellos sin
-dexarse ver: y él se inclinaba mas á esta opinion, haciéndole
-disonancia el atrevimiento de querer entrar en su Corte contra su
-voluntad, y teniendo á desayre de su poder aquella porfía contra sus
-órdenes, ó sirviéndose de la autoridad para mejorar el nombre á la
-soberbia. Pero quando supo que se hallaban ya en la provincia de
-Chalco, frustrado el último estratagema de la montaña, fué mayor su
-inquietud y su impaciencia: andaba como fuera de sí, no sabía que
-partido tomar: sus consejeros le dexaban en la misma incertidumbre que
-sus oráculos. Convocó finalmente una junta de sus magos y agoreros:
-profesion muy estimada en aquella tierra, donde habia muchos que se
-entendian con el demonio, y la falta de las ciencias daba opinion de
-sabios á los mas engañados. Propusoles que necesitaba de su habilidad
-para detener aquellos extrangeros, de cuyos designios estaba rezeloso.
-Mandóles que saliesen al camino y los ahuyentasen ó entorpeciesen con
-sus encantos, á la manera que solian obrar otros efectos
-extraordinarios en ocasiones de menor importancia. Ofrecióles grandes
-premios si lo consiguiesen, y los amenazó con pena de la vida si
-volviesen á su presencia sin haberlo conseguido.
-
-Esta órden se puso en execucion, y con tantas veras, que se juntaron
-brevemente numerosas quadrillas de nigrománticos, y salieron contra
-los Españoles, fiados en la eficacia de sus conjuros, y en el imperio
-que, á su parecer, tenian sobre la naturaleza. Refieren el Padre Josef
-de Acosta, y otros autores fidedignos, que, quando llegaron al camino
-de Chalco, por donde venía marchando el exército, y al empezar sus
-invocaciones y sus círculos, se les apareció el demonio en figura de
-uno de sus ídolos, á quien llamaba Tezcatlepuca, Dios infausto y
-formidable, por cuya mano pasaban, á su entender, las pestes, las
-esterilidades y otros castigos del Cielo. Venia como despechado y
-enfurecido, afeando con el ceño de la ira la misma fiereza del ídolo
-inclemente: y traía sobre sus adornos ceñida una soga de esparto, que
-le apretaba con diferentes vueltas el pecho, para mayor significacion
-de su congoja, ó para dar á entender que le arrastraba mano invisible.
-Postraronse todos para darle adoracion: y él, sin dexarse obligar de
-su rendimiento, y fingiendo la voz con la misma ilusion que imitó la
-figura, les habló en esta substancia:
-
- "Ya, Mexicanos infelíces, perdieron la fuerza vuestros
- conjuros, ya se desató enteramente la trabazon de nuestros
- pactos. Decid á Motezuma, que por sus crueldades y tiranías
- tiene decretada el Cielo su ruina: y para que le representeis
- mas vivamente la desolacion de su imperio, volved á mirar esa
- ciudad miserable desamparada ya de vuestros Dioses."
-
-Dicho esto, desapareció; y ellos vieron arder la ciudad en horribles
-llamas, que desvanecieron poco á poco, desocupando el ayre, y dexando
-sin alguna lesion los edificios. Volvieron á Motezuma con esta
-noticia, temerosos de su rigor, librando en ella su disculpa; pero le
-hicieron tanto asombro las amenazas de aquel Dios infortunado y
-calamitoso, que se detuvo un rato sin responder, como quien recogia
-las fuerzas interiores, ó se acordaba de sí para no descaecer; y
-depuesta desde aquel instante su natural ferocidad, dixo, volviendo á
-mirar á los magos y á los demas que le asistian:
-
- "¿Qué podemos hacer si nos desamparan nuestros Dioses? Vengan
- los extrangeros, y cayga sobre nosotros el cielo; que no nos
- hemos de esconder, ni es razon que nos halle fugitivos la
- calamidad. Y prosiguió poco despues: Solo me lastiman los
- viejos, niños y mugeres, á quien faltan las manos para cuidar
- de su defensa."
-
-En cuya consideracion se hizo alguna fuerza para detener las lágrimas.
-No se puede negar que tuvo algo de Príncipe la primera proposicion:
-pues ofreció el pecho descubierto á la calamidad que tenia por
-inevitable; y no desdixo de la magestad la ternura con que llegó á
-considerar la opresion de sus vasallos. Afectos ambos de ánimo real,
-entre cuyas virtudes ó propiedades no es ménos heróica la piedad, que
-la constancia.
-
-Empezóse luego á tratar del hospedage que se habia de hacer á los
-Españoles, de la solemnidad y aparatos del recibimiento: y con esta
-ocasion se volvió á discurrir en sus hazañas, en los prodigios con que
-habia prevenido el Cielo su venida, en las señas que traían de
-aquellos hombres orientales prometidos á sus mayores, y en la
-turbacion y desaliento de sus Dioses, que, á su parecer, se daban por
-vencidos, y cedian el dominio de aquella tierra, como Deidades de
-inferior gerarquía: y todo fué menester para que se llegáse á poner en
-términos posibles aquella gran dificultad de penetrar, sobre tan
-porfiada resistencia, y con tan poca gente, hasta la misma corte de un
-Príncipe tan poderoso, absoluto en sus determinaciones, obedecido con
-adoracion, y enseñado al temor de sus vasallos.
-
-
-
-
- CAPITULO IX.
-
- _Viene al Quartel á Visitar á Cortés de parte de Motezuma el
- Señor de Tezcuco su sobrino: continuase la marcha, y se hace
- alto en Quitlavaca, dentro ya de la lagúna, de México._
-
-
-De aquellas caserías, donde se alojó el exército de la otra parte de
-la montaña, pasó el dia siguiente á un pequeño lugar, jurisdiccion de
-Chalco, situado en el camino real á poco mas de dos leguas, donde
-acudieron luego el Cacique principal de la misma provincia, y otros de
-la comarca. Traían sus presentes con algunos bastimentos; y Cortés los
-agasajó con mucha humanidad y con algunas dádivas. Pero se reconoció
-luego en su conversacion que se recataban de los Embaxadores
-Mexicanos; porque se detenian y embarazaban fuera de tiempo, y daban á
-entender lo que callaban en lo mismo que decian. Apartóse con ellos
-Hernan Cortés, y á poca diligencia de los intérpretes dieron todo el
-veneno del corazon. Quejaronse destempladamente de las crueldades y
-tiranías de Motezuma: ponderaron lo intolerable de sus tributos, que
-pasaban ya de las haciendas á las personas; pues los hacia trabajar
-sin estipendio en sus jardines, y en otras obras de su vanidad.
-Decian con lágrimas:
-
- "Que hasta las mugeres se habian hecho contribucion de su
- torpeza y la de sus ministros, puesto que las elegian y
- desechaban á su antojo, sin que pudiesen defender los brazos de
- la madre á la doncella, ni la presencia del marido á la
- casada:"
-
-representando uno y otro á Hernan Cortés como á quien lo podia
-remediar, y mirándole como á Deidad que baxaba del Cielo con
-jurisdiccion sobre los tiranos. El las escuchó compadecido, y procuró
-mantenerlos en la esperanza del remedio, dexándose llevar por entónces
-del concepto en que le tenian, ó resistiendo á su engaño con alguna
-falsedad. No pasaba en estas permisiones de su política los términos
-de la modestia; pero tampoco gustaba de obscurecer su fama, donde se
-miraba como parte de razon el desvarío de aquella gente.
-
-Volvióse á la marcha el dia siguiente, y se caminaron quatro leguas
-por tierra de mejor temple y mayor amenidad, donde se conocia el favor
-de la naturaleza en las arboledas, y el beneficio del arte en los
-jardines. Hizose alto en Amecameca, donde se alojó el exército: lugar
-de mediana poblacion, fundado en una ensenada de la gran lagúna, la
-mitad en tierra firme al pie de una montañuela estéril y fragosa.
-Concurrieron aquí muchos Mexicanos con sus armas y adornos militares:
-y aunque al principio se creyó que los traía la curiosidad, creció
-tanto el número, que dieron cuidado; y no faltaron indicios que
-persuadiesen al rezelo. Valióse Cortés de algunas exterioridades para
-detenerlos y atemorizarlos: hizose ruido con las bocas de fuego:
-dispararonse al ayre algunas piezas de artillería: ponderóse, y aun se
-provocó la ferocidad de los caballos, cuidando, los intérpretes de dar
-significacion al estruendo, y engrandecer el peligro; por cuyo medio
-se consiguió el apartarlos del alojamiento ántes que cerrase la noche.
-No se verificó que viniesen con ánimo de ofender, ni parece verisímil
-que se intentáse nueva traycion, quando estaba Motezuma reducido á
-dexarse ver; aunque despues mataron las centinelas algunos Indios
-sobre acercarse demasiado con apariencias de reconocer el quartel: y
-pudo ser que alguno de los caudillos Mexicanos conduxese aquella gente
-con ánimo de asaltar cautelosamente á los Españoles, creyendo no sería
-desagradable á su Rey, por considerarle rendido á la paz con
-repugnancia de su natural y de su conveniencia; pero esto se quedó en
-presuncion, porque á la mañana solo se descubrieron en el camino que
-se habia de seguir algunas tropas de gente desarmada, que tomaban
-lugar para ver á los extrangeros.
-
-Tratábase ya de poner en marcha el exército, quando llegaron al
-quartel quatro Caballeros Mexicanos con aviso de que venía el Príncipe
-Cacumatzin, sobrino de Motezuma, y Señor de Tezcuco á visitar á Cortés
-de parte de su tio; y tardó poco en llegar. Acompañábanle muchos
-nobles con insignias de paz y ricamente adornados. Traíanle sobre sus
-hombros otros Indios de su familia en unas andas cubiertas de varias
-plumas, cuya diversidad de colores se correspondia con proporcion. Era
-mozo de hasta veinte y cinco años, de recomendable presencia: y luego
-que se apeó, pasaron delante algunos de sus criados á varrer el suelo
-que habia de pisar, y á desviar con grandes ademanes y contenencias la
-gente de los lados: ceremonias, que siendo ridículas, daban autoridad.
-Salió Cortés á recibirle hasta la puerta de su alojamiento con todo
-aquel aparato de que adornaba su persona en semejantes funciones.
-Hizole al llegar una cumplida reverencia, y él correspondió tocando la
-tierra, y despues los labios con la mano derecha. Tomó su lugar
-despejadamente, y habló con sosiego de hombre que sabía estar sin
-admiracion á vista de la novedad. La substancia de su razonamiento
-fué:
-
- "Dar la bien venida, con palabras puestas en su lugar, á Cortés
- y á todos los Cabos de su exército: ponderar la gratitud con
- que los esperaba el Gran Motezuma, y quánto deseaba la
- correspondencia y amistad de aquel Príncipe del oriente que los
- enviaba: cuya grandeza debia reconocer por algunas razones que
- entenderian de su boca:"
-
-y por via de discurso propio volvió á dificultar, como los demas
-Embaxadores, la entrada de México,
-
- "fingiendo que se padecia esterilidad en todos los pueblos de
- su contribucion: y proponiendo, como punto que sentia su Rey,
- lo mal asistidos que se hallarian los Españoles donde faltaba
- el sustento para los vecinos."
-
-Cortés respondió, sin apartarse del misterio con que iba cebando las
-aprehensiones de aquella gente:
-
- "Que su Rey, siendo un Monarca sin igual en otro mundo cercano
- al nacimiento del sol, tenia tambien algunas razones de alta
- consideracion para ofrecer su amistad á Motezuma, y comunicarle
- diferentes noticias que miraban á su persona y esencial
- conveniencia: cuya proposicion no desmereceria su gratitud; ni
- él podia dexar de admitir con singular estimacion la licencia
- que se le concedia para dar su embaxada, sin que le hiciese
- algun embarazo la esterilidad que se padecia en aquella Corte:
- porque sus Españoles necesitaban de poco alimento para
- conservar sus fuerzas, y venian enseñados á padecer y
- despreciar las incomodidades y trabajos de que se afligian los
- hombres de inferior naturaleza."
-
-No tuvo Cacumatzin que replicar á esta resolucion; ántes recibió con
-estimacion y rendimiento algunas joyuelas de vidrio extraordinario que
-le dió Cortés: y acompañó el exército hasta Tezcuco, ciudad capital de
-su dominio, donde se adelantó con la respuesta de su embaxada.
-
-Era entónces Tezcuco una de las mayores ciudades de aquel imperio:
-refieren algunos que sería como dos veces Sevilla; y otros, que podia
-competir con la corte de Motezuma en la grandeza, y presumia, no sin
-fundamento, de mayor antigüedad. Estaba la frente principal de sus
-edificios sobre la orilla de aquel espacioso lago en parage de grande
-amenidad, donde tomaba su principio la calzada oriental de México.
-Siguióse por ella la marcha sin detencion, porque se llevaba intento
-de pasar á Iztacpalapa, tres leguas mas adelante, sitio proporcionado
-para entrar en México el dia siguiente á buena hora. Tendria por esta
-parte la calzada veinte pies de ancho, y era de piedra y cal, con
-algunas labores en la superficie. Habia en la mitad del camino sobre
-la misma calzada otro lugar de hasta dos mil casas, que se llamaba
-Quitlavaca; y por estar fundado en el agua, le llamaron entónces
-Venezuela. Salió el Cacique muy acompañado y lucido al recibimiento de
-Cortés, y le pidió que honráse por aquella noche su ciudad, con tanto
-afecto y tan repetidas instancias, que fué preciso condescender á sus
-ruegos por no desconfiarle. Y no dexó de hallarse alguna conveniencia
-en hacer aquella mansion para tomar noticias; porque viendo desde mas
-cerca la dificultad, entró Cortés en algun rezelo de que le rompiesen
-la calzada, ó levantasen los puentes para embarazar el paso á su
-gente.
-
-Registrabase desde allí mucha parte de la lagúna, en cuyo espacio se
-descubrian varias poblaciones y calzadas que la interrumpian y la
-hermoseaban: torres y capitéles, que, al parecer, nadaban sobre las
-aguas: árboles y jardines fuera de su elemento: y una inmensidad de
-Indios, que, navegando en sus canoas, procuraban acercarse á ver los
-Españoles; siendo mayor la muchedumbre que se dexaba reparar en los
-terrados y azoteas mas distantes. Hermosa vista, y maravillosa
-novedad, de que se llevaba noticia, y fué mayor en los ojos que en la
-imaginacion.
-
-Tuvo el exército bastante comodidad en este alojamiento, y los
-paisanos asistieron con agrado y urbanidad al regalo de sus huespedes:
-gente de cuya policía se dexaba conocer la vecindad de la Corte.
-Manifestó el Cacique, sin poderse contener, poco afecto á Motezuma, y
-el mismo deseo que los demas de sacudir el yugo intolerable de aquel
-gobierno; porque alentaba los soldados, facilitaba la empresa,
-diciendo á los intérpretes, como quien deseaba que lo entendiesen
-todos:
-
- "Que la calzada que se habia de seguir hasta México era mas
- capaz y de mejor calidad que la pasada, sin que hubiese que
- rezelar en ella, ni en las poblaciones de su márgen: que la
- ciudad de Iztacpalapa, donde se habia de hacer tránsito, estaba
- de paz, y tenia órden para recibir y alojar amigablemente á los
- Españoles: que el Señor de esta ciudad era pariente de
- Motezuma; pero que ya no habia que temer en los de su faccion,
- porque le tenian rendido y sin espíritu los prodigios del
- Cielo, las respuestas de sus oráculos, y las hazañas que le
- referian de aquel exército; por cuya razon le hallarian deseoso
- de la paz, y con el ánimo dispuesto ántes á sufrir que á
- provocar."
-
-Decia la verdad este Cacique; pero con alguna mezcla de pasion y de
-lisonja: y Hernan Cortés, aunque no dexaba de conocer este defecto en
-sus noticias, procuraba divulgarlas y encarecerlas entre sus soldados.
-Y no se puede negar que llegaron á buen tiempo, para que no se
-desanimáse la gente de ménos obligaciones con aquella variedad de
-objetos admirables que se tenian á la vista, de que pudiera colegir la
-grandeza de aquella Corte, y el poder formidable de aquel Príncipe;
-pero los informes del Cacique, y las ponderaciones que se hacian de su
-turbacion y desaliento pudieron tanto en esta concurrencia de
-novedades, que alegrándose todos de lo que se habian de asombrar, se
-aprovecharon de su admiracion para mejorar las esperanzas de su
-fortuna.
-
-
-
-
- CAPITULO X.
-
- _Pasa el exército á iztacpalapa, donde se dispone la entrada de
- México. Refierese la grandeza con que salió Motezuma á recibir
- á los Españoles._
-
-
-La mañana siguiente, poco despues de amanecer, se puso en órden la
-gente sobre la misma calzada, segun su capacidad, bastante por aquella
-parte, para que pudiesen ir ocho caballos en hilera. Constaba entónces
-el exército de quatrocientos y cincuenta Españoles no cabales, y hasta
-seis mil Indios Tlascaltécas y Zempoales, y de otras naciones amigas.
-Siguióse la marcha, sin nuevo accidente que diese cuidado, hasta la
-misma ciudad de Iztacpalapa donde se habia de hacer alto: lugar que
-sobresalia entre los demas por la grandeza de sus torres, y por el
-vulto de sus edificios: sería de hasta diez mil casas de segundo y
-tercer alto, que ocupaban mucha parte de la lagúna, y se dilataban
-algo mas sobre la ribera en sitio delicioso y abundante. El Señor de
-esta ciudad salió muy autorizado á recibir el exército: y le
-asistieron para esta funcion los Príncipes de Magicalzingo y Cuyoacán,
-dominios de la misma lagúna. Traían todos tres su presente separado
-de varias frutas, cazas y otros bastimentos, con algunas piezas de
-oro, que valdrian hasta dos mil pesos. Llegaron juntos, y se dieron á
-conocer, diciendo cada uno su nombre y dignidad, y remitiendo á la
-discrecion de la ofrenda todo lo que faltaba en el razonamiento.
-
-Hizose la entrada en esta ciudad con aquel aplauso que consistia en el
-bullicio y gritería de la gente, cuya inquietud alegre daba seguridad
-á los mas rezelosos. Estaba prevenido el alojamiento en el mismo
-palacio del Cacique, donde cupieron todos los Españoles debaxo de
-cubierto, quedando los demas en los patios y zaguanes con bastante
-comodidad para una noche que se habia de pasar sin descuido. Era el
-palacio grande y bien fabricado, con separacion de quartos alto y
-baxo, muchas salas con techumbre de cedro, y no sin adorno; porque
-algunas de ellas tenian sus colgaduras de algodon, texido á colores
-con dibuxo y proporcion. Habia en Iztacpalapa diversas fuentes de agua
-dulce y saludable, traída por diferentes conductos de las sierras
-vecinas, y muchos jardines cultivados con prolixidad: entre los quales
-se hacia reparar una huerta de admirable grandeza y hermosura que
-tenia el Cacique para su recreacion, donde llevó aquella tarde á
-Cortés con algunos de sus Capitanes y soldados, como quien deseaba
-cumplir á un tiempo con el agasajo de los huespedes, y con su propia
-jactancia y vanidad. Habia en ella diversos géneros de árboles
-fructíferos, que formaban calles muy dilatadas, dexando su lugar á las
-plantas menores, y un espacioso jardin, que tenia sus divisiones, y
-paredes hechas de cañas entretexidas, y cubiertas de yerbas olorosas,
-con diferentes quadros de agricultura cuidadosa, donde hacian labor
-las flores con ordenada variedad. Estaba en medio un estanque de agua
-dulce, de forma quadrangular: fábrica de piedra y argamasa, con gradas
-por todas partes hasta el fondo, tan grande, que tenia cada uno de sus
-lados quatrocientos pasos, donde se alimentaba la pesca de mayor
-regalo, y acudian varias especies de aves palustres, algunas conocidas
-en Europa, y otras de figura exquisita, y pluma extraordinaria: obra
-digna de Príncipe, y que hallada en un súbdito de Motezuma, se miraba
-como argumento de mayores opulencias.
-
-Pasóse bien la noche, y la gente acudió con agrado y sencillez al
-agasajo de los Españoles: solo se reparó en que hablaban ya en este
-lugar con otro estílo de las cosas de Motezuma, porque alababan todos
-su gobierno, y encarecian su grandeza; ó tuviese los de aquella
-opinion el parentesco del Cacique, ó ménos atrevidos la cercanía del
-tirano. Habia dos leguas de calzada que pasar hasta México, y se tomó
-la mañana, porque deseaba Cortés hacer su entrada, y cumplir con la
-primera funcion de visitar á Motezuma, quedando con alguna parte del
-dia para reconocer y fortificar su quartel. Siguióse la marcha con la
-misma órden: y dexando á los lados la ciudad de Magicalzingo en el
-agua, y la de Cuyoacán en la ribera, sin otras grandes poblaciones que
-se descubrian en la misma lagúna, se dió vista desde mas cerca, y no
-sin admiracion, á la gran ciudad de México, que se levantaba con
-exceso entre las demas, y, al parecer, se le conocia el predominio
-hasta en la soberbia de sus edificios. Salieron á poco ménos que la
-mitad del camino mas de quatro mil nobles y ministros de la ciudad á
-recibir el exército, cuyos cumplimientos detuvieron largo rato la
-marcha, aunque solo hacian reverencia, y pasaban delante para volver
-acompañando. Estaba poco ántes de la ciudad un baluarte de piedra con
-dos castillejos á los lados, que ocupaba todo el plano de la calzada:
-cuyas puertas desembocaban sobre otro pedazo de calzada, y esta
-terminaba en una puente levadiza, que defendia la entrada con segunda
-fortificacion. Luego que pasaron de la otra parte los magnátes del
-acompañamiento, se fueron desviando á los lados para franquear el paso
-al exército, y se descubrió una calle muy larga y espaciosa, de
-grandes casas edificadas con igualdad y correspondencia, cubiertos de
-gente los miradores y terrados; pero la calle totalmente desocupada: y
-dixeron á Cortés que se habia despejado cuidadosamente, porque
-Motezuma estaba en ánimo de salir á recibirle para mayor demostracion
-de su benevolencia.
-
-Poco despues se fué dexando ver la primera comitiva real, que serian
-hasta doscientos nobles de su familia, vestidos de librea con grandes
-penachos conformes en la hechura y el color. Venian en dos hileras con
-notable silencio y compostura, descalzos todos, y sin levantar los
-ojos de la tierra: acompañamiento con apariencias de procesion. Luego
-que llegaron cerca del exército, se fueron arrimando á las paredes en
-la misma órden; y se vió á lo lejos una gran tropa de gente mejor
-adornada y de mayor dignidad, en cuyo medio venía Motezuma sobre los
-hombros de sus favorecidos en unas andas de oro bruñido, que brillaba
-con proporcion entre diferentes labores de pluma sobrepuesta, cuya
-primorosa distribucion procuraba obscurecer la riqueza con el
-artificio. Seguian el paso de las andas quatro personages de gran
-suposicion, que le llevaban debaxo de un palio hecho de plumas verdes
-entretexidas y dispuestas de manera que formaban tela, con algunos
-adornos de argentería: y poco delante iban tres Magistrados con unas
-varas de oro en las manos que levantaban en alto sucesivamente, como
-avisando que se acercaba el Rey, para que se humillasen todos, y no se
-atreviesen á mirarle: desacato que se castigaba como sacrilegio.
-Cortés se arrojó del caballo poco ántes que llegáse, y al mismo
-tiempo se apeó Motezuma de sus andas, y se adelantaron algunos Indios
-que alfombraron el camino para que no pusiese los pies sobre la
-tierra, que, á su parecer, era indigna de sus huellas.
-
-Previnose á la funcion con espacio y gravedad; puestas las dos manos
-sobre los brazos del Señor de Iztacpalapa, y el de Tezcuco sus
-sobrinos, dió algunos pasos para recibir á Cortés. Era de buena
-presencia: su edad hasta quarenta años, de mediana estatura, mas
-delgado que robusto: el rostro aguileño, de color ménos obscuro que el
-natural de aquellos Indios: el cabello largo hasta el extremo de la
-oreja, los ojos vivos, y el semblante magestuoso, con algo de
-intencion: su trage un manto de sutilísimo algodon, anudado sin
-desayre sobre los hombros, de manera que cubria la mayor parte del
-cuerpo, dexando arrastrar la falda. Traía, sobre sí diferentes joyas
-de oro, perlas y piedras preciosas en tanto número, que servían mas al
-peso que al adorno. La corona una mitra de oro ligero, que por delante
-remataba en punta, y la mitad posterior algo mas obtusa se inclinaba
-sobre la cerviz: y el calzado unas suelas de oro macizo, cuyas correas
-tachonadas de lo mismo ceñian el pie, y abrazaban parte de la pierna,
-semejante á las caligas militares de los Romanos.
-
-Llegó Cortés apresurando el paso sin desautorizarse, y le hizo una
-profunda sumision; á que respondió poniendo la mano cerca de la
-tierra, y llevándola despues á los labios: cortesía de inaudita
-novedad en aquellos Príncipes, y mas desproporcionada en Motezuma, que
-apénas doblaba la cerviz á sus Dioses, y afectaba la soberbia, ó no la
-sabía distinguir de la magestad: cuya demostracion, y la de salir
-personalmente al recibimiento, se reparó mucho entre los Indios, y
-cedió en mayor estimacion de los Españoles: porque no se persuadian á
-que fuese inadvertencia de su Rey, cuyas determinaciones veneraban
-sujetando el entendimiento. Habiase puesto Cortés sobre las armas una
-banda ó cadena de vidrio, compuesta vistosamente de várias piedras que
-imitaban los diamantes y las esmeraldas, reservada para el presente de
-la primera audiencia; y hallándose cerca en estos cumplimientos, se la
-echó sobre los hombros á Motezuma. Detuvieronle, no sin alguna
-destemplanza, los dos brazeros, dándole á entender que no era lícito
-el acercarse tanto á la persona del Rey; pero él los reprehendió,
-quedando tan gustoso del presente, que le miraba y celebraba entre los
-suyos como presea de inestimable valor: y para desempeñar su
-agradecimiento con alguna liberalidad, hizo traer, entretanto que
-llegaban á darse á conocer los demas Capitanes, un collar, que tenia
-la primera estimacion entre sus joyas. Era de unas conchas carmesíes
-de gran precio en aquella tierra, dispuestas y engazadas con tal arte,
-que de cada una de ellas pendian quatro gámbaros ó cangrejos de oro,
-imitados prolixamente del natural. Y él mismo con sus manos se le puso
-en el cuello á Cortés: humanidad y agasajo, que hizo segundo ruido
-entre los Mexicanos. El razonamiento de Cortés fué breve y rendido,
-como lo pedia la ocasion, y su respuesta de pocas palabras, que
-cumplieron con la discrecion, sin faltar á la decencia. Mandó luego al
-uno de aquellos dos Príncipes sus colaterales que se quedáse para
-conducir y acompañar á Hernan Cortés hasta su alojamiento, y arrimado
-al otro volvió á tomar sus andas, y se retiró á su palacio con la
-misma pompa y gravedad.
-
-Fué la entrada en esta ciudad á ocho de Noviembre del mismo año de mil
-y quinientos y diez y nueve, dia de los Santos quatro coronados
-Mártires: y el alojamiento que tenian prevenido, una de las casas
-reales que fabricó Axayáca, padre de Motezuma. Competia en la grandeza
-con el palacio principal de los Reyes, y tenia sus presunciones de
-fortaleza: paredes gruesas de piedra, con algunos torreones que
-servian de traveses, y daban facilidad á la defensa. Cupo en ella todo
-el exército: y la primera diligencia de Cortés fué reconocerla por
-todas partes, para distribuir sus guardias, alojar su artillería, y
-cerrar su quartel. Algunas salas, que tenian destinadas para la gente
-de mas cuenta, estaban adornadas con sus tapicerías de varios colores,
-hechas de aquel algodon á que se reducian todas sus telas, mas ó ménos
-delicadas: las sillas de madera labradas de una pieza: las camas
-entoldadas con sus colgaduras en forma de pabellones; pero el lecho se
-componia de aquellas sus esteras de palma, donde servia de cabecera
-una de las mismas esteras arrollada. No alcanzaban allí mejor cama los
-Príncipes mas regalados, ni cuidaba mucho aquella gente de su
-comodidad, porque vivian á la naturaleza, contentándose con los
-remedios de la necesidad: y no sabemos si se debe llamar felicidad en
-aquellos bárbaros esta ignorancia de las superfluidades.
-
-
-
-
- CAPITULO XI.
-
- _Viene Motezuma el mismo dia por la tarde á visitar á Cortés en
- su alojamiento. Refierese la oracion que hizo ántes de oir la
- embaxada: y la respuesta de Cortés._
-
-
-Era poco mas de medio dia quando entraron los Españoles en su
-alojamiento; hallaron prevenido un banquete regalado y espléndido para
-Cortés y los Cabos de su exército, con grande abundancia de
-bastimentos ménos delicados para el resto de la gente, y muchos Indios
-de servicio que ministraban los manjares y las bebidas con igual
-silencio y puntualidad. Por la tarde vino Motezuma con la misma pompa
-y acompañamiento á visitar á Cortés, que, avisado poco ántes, salió á
-recibirle hasta el patio principal con todo el obsequio debido á
-semejante favor. Acompañóle hasta la puerta de su quarto, donde le
-hizo una profunda reverencia; y él pasó á tomar su asiento con despejo
-y gravedad. Mandó luego que acercasen otro á Cortés: hizo seña para
-que se apartasen á la pared los Caballeros que andaban cerca de su
-persona; y Cortés advirtió lo mismo á los Capitanes que le asistian.
-Llegaron los intérpretes: y quando se prevenia Hernan Cortés para dar
-principio á su oracion, le detuvo Motezuma, dando á entender que tenia
-que hablar ántes de oir: y se refiere que discurrió en esta
-substancia:
-
- "Antes que me deis la embaxada, ilustre Capitan y valerosos
- extrangeros, del Príncipe grande que os envia, debeis vosotros,
- y debo yo desestimar y poner en olvido lo que ha divulgado la
- fama de nuestras personas y costumbres, introduciendo en
- nuestros oídos aquellos vanos rumores que van delante de la
- verdad, y suelen obscurecerla, declinando en lisonja ó
- vituperio. En algunas partes os habrán dicho de mí que soy uno
- de los Dioses inmortales, levantando hasta los Cielos mi poder
- y mi naturaleza: en otras, que se desvela en mis opulencias la
- fortuna: que son de oro las paredes y los ladrillos de mis
- palacios, y que no cabe la tierra mis tesoros; y en otras, que
- soy tirano, cruel y soberbio, que aborrezco la justicia, y que
- no conozco la piedad. Pero los unos y los otros os han engañado
- con igual encarecimiento: y para que no imagineis que soy
- alguno de los Dioses, ó conozcais el desvarío de los que así me
- imaginan, esta porcion de mi cuerpo (y desnudó parte del brazo)
- desengañará vuestros ojos de que hablais con un hombre mortal
- de la misma especie; pero mas noble, y mas poderoso que los
- otros hombres. Mis riquezas no niego que son grandes; pero las
- hace mayores la exâgeracion de mis vasallos. Esta casa que
- habitais es uno de mis palacios. Mirad esas paredes hechas de
- piedra y cal, materia vil que debe al arte su estimacion; y
- colegid de uno y otro el mismo engaño y el mismo encarecimiento
- en lo que os hubieren dicho de mis tiranías, suspendiendo el
- juicio hasta que os entereis de mi razon, y despreciando ese
- lenguage de mis rebeldes, hasta que veais si es castigo lo que
- llaman infelicidad, y si pueden acusarle sin dexar de
- merecerle. No de otra suerte han llegado á nuestros oídos
- varios informes de vuestra naturaleza y operaciones. Algunos
- han dicho que sois Deidades, que os obedecen las fieras, que
- manejais los rayos, y que mandais en los elementos; y otros,
- que os dexais dominar de los vicios, y que venis con una sed
- insaciable del oro que produce nuestra tierra. Pero yo veo que
- sois hombres de la misma composicion y masa que los demas;
- aunque os diferencian de nosotros algunos accidentes de los que
- suele influir el temperamento de la tierra en los mortales.
- Esos brutos que os obedecen, ya conozco que son unos venados
- grandes, que traeis domesticados y embebidos en aquella
- doctrina imperfecta que puede comprehender el instinto de los
- animales. Esas armas que se asemejan á los rayos, tambien
- alcanzo que son unos cañones de metal no conocido, cuyo efecto
- es como el de nuestras cerbatanas, ayre oprimido que busca
- salida, y arroja el impedimento. Ese fuego que despiden con
- mayor estruendo, será quando mucho algun secreto mas que
- natural de la misma ciencia que alcanzan nuestros magos. Y en
- lo demas que han dicho de vuestro proceder, hallo tambien,
- segun la observacion que han hecho de vuestras costumbres mis
- Embaxadores y confidentes, que sois benignos y religiosos, que
- os enojais con razon, que sufris con alegría los trabajos, y
- que no falta entre vuestras virtudes la liberalidad, que se
- acompaña pocas veces con la codicia. De suerte que unos y otros
- debemos olvidar las noticias pasadas y agradecer á nuestros
- ojos el desengaño de nuestra imaginacion: con cuyo presupuesto
- quiero que sepais ántes de hablarme, que no se ignora entre
- nosotros, ni necesitamos de vuestra persuasion para creer que
- el Príncipe grande, á quien obedeceis, es descendiente de
- nuestro antiguo Quezalcoál, señor de las siete cuevas de los
- Nautlácas, y Rey legítimo de aquellas siete naciones que dieron
- principio al Imperio Mexicano. Por una profecía suya, que
- veneramos como verdad infalible, y por la tradicion de los
- siglos que se conserva en nuestros anales, sabemos que salió de
- estas regiones á conquistar nuevas tierras hácia la parte del
- oriente, y dexó prometido que, andando el tiempo, vendrian sus
- descendientes á moderar nuestras leyes, ó poner en razon
- nuestro gobierno. Y porque las señas que traeis conforman con
- este vaticinio, y el Príncipe del oriente que os envia
- manifiesta en vuestras mismas hazañas la grandeza de tan
- ilustre progenitor, tenemos ya determinado que se haga en
- obsequio suyo todo lo que alcanzaren nuestras fuerzas. De que
- me ha parecido advertiros, para que hableis sin embarazo en sus
- proposiciones, y atribuyais á tan alto principio estos excesos
- de mi humanidad."
-
-Acabó Motezuma su oracion, previniendo el oído con entereza y
-magestad: cuya substancia dió bastante disposicion á Cortés para que,
-sin apartarse del engaño que hallaba introducido en el concepto de
-aquellos hombres, pudiese responderle, segun lo que hallamos escrito,
-éstas ó semejantes razones:
-
- "Despues, Señor, de rendiros las gracias por la suma benignidad
- con que permitis vuestros oídos á nuestra embaxada, y por el
- superior conocimiento con que nos habeis favorecido,
- menospreciando en nuestro abono los siniestros informes de la
- opinion, debo deciros, que tambien acerca de nosotros se ha
- tratado la vuestra con aquel respeto y veneracion que
- corresponde á vuestra grandeza. Mucho nos han dicho de vos en
- esas tierras de vuestro dominio, unos afeando vuestras obras, y
- otros poniendo entre sus Dioses vuestra persona; pero los
- encarecimientos crecen ordinariamente con injuria de la verdad:
- que, como es la voz de los hombres el instrumento de la fama,
- suele participar de sus pasiones; y estas ó no entienden las
- cosas como son, ó no las dicen como las entienden. Los
- Españoles, Señor, tenemos otra vista con que pasamos á
- discernir el color de las palabras, y por ellas el semblante
- del corazon. Ni hemos creido á vuestros rebeldes, ni á vuestros
- lisonjeros: con certidumbre de que sois Príncipe grande, y
- amigo de la razon, venimos á vuestra presencia, sin necesitar
- de los sentidos para conocer que sois Príncipe mortal. Mortales
- somos tambien los Españoles, aunque mas valerosos, y de mayor
- entendimiento que vuestros vasallos, por haber nacido en otro
- clima de mas robustas influencias. Los animales que nos
- obedecen no son como vuestros venados, porque tienen mayor
- nobleza y ferocidad: brutos inclinados á la guerra, que saben
- aspirar con alguna especie de ambicion á la gloria de su dueño.
- El fuego de nuestras armas es obra natural de la industria
- humana, sin que tenga parte alguna en su produccion esa
- facultad que profesan vuestros magos, ciencia entre nosotros
- abominable, y digna de mayor desprecio que la misma
- ignorancia: con cuya suposicion, que me ha parecido necesaria
- para satisfacer á vuestras advertencias, os hago saber con todo
- el acatamiento debido á vuestra Magestad, que vengo á visitaros
- como Embaxador del mas poderoso Monarca que registra el sol
- desde su nacimiento: en cuyo nombre os propongo, que desea ser
- vuestro amigo y confederado sin acordarse de los derechos
- antiguos que habeis referido para otro fin que abrir el
- comercio entre ambas Monarquías, y conseguir por este medio
- vuestra comunicacion y vuestro desengaño. Y aunque pudiera,
- segun la tradicion de vuestras mismas historias, aspirar á
- mayor reconocimiento en estos dominios, solo quiere usar de su
- autoridad para que le creais en lo mismo que os conviene, y
- daros á entender que vos, Señor, y vosotros Mexicanos que me
- oís (volviendo el rostro á los circunstantes) vivis engañados
- en la religion que profesais, adorando unos leños insensibles,
- obra de vuestras manos y de vuestra fantasía: porque solo hay
- un Dios verdadero, Principio eterno, sin principio ni fin, de
- todas las cosas, cuya omnipotencia infinita crió de nada esa
- fábrica maravillosa de los cielos, el sol que nos alumbra, la
- tierra que nos sustenta, y el primer hombre, de quien
- procedemos todos con igual obligacion de reconocer y adorar á
- nuestra Primera Causa. Esta Misma obligacion teneis vosotros
- impresa en el alma; y conociendo su inmortalidad, la
- desestimais y destruis, dando adoracion á los demonios, que son
- unos espíritus inmundos, criaturas del mismo Dios, que por su
- ingratitud y rebeldía fueron lanzados en ese fuego subterráno,
- de que teneis alguna imperfecta noticia en el horror de
- vuestros volcanes. Estos, que por su envidia y malignidad son
- enemigos mortales del género humano, solicitan vuestra
- perdicion, haciéndose adorar en esos ídolos abominables: suya
- es la voz que alguna vez escuchais en las respuestas de
- vuestros oráculos, y suyas las ilusiones con que suele
- introducir, en vuestro entendimiento los errores de la
- imaginacion. Ya conozco, Señor, que no son de este lugar los
- misterios de tan alta enseñanza; pero solamente os amonesta ese
- mismo Rey, á quien reconoceis tan antigua superioridad, que nos
- oygais en este punto con ánimo indiferente, para que veais como
- descansa vuestro espíritu en la verdad que os anunciamos, y
- quantas veces habeis resistido á la razon natural, que os daba
- luz suficiente para conocer vuestra ceguedad. Esto es lo
- primero que desea de vuestra Magestad el Rey mi Señor, y esto
- lo principal que os propone, como el medio mas eficaz para que
- pueda estrecharse con durable amistad la confederacion de
- ambas coronas, y no falten á su firmeza los fundamentos de la
- Religion, que, sin dexar alguna discordia en los dictámenes,
- introduzcan en el ánimo los vínculos de la voluntad."
-
-Así procuró Hernan Cortés mantener entre aquella gente la estimacion
-de sus fuerzas, sin apartarse de la verdad, y servirse del orígen que
-buscaban á su Rey, ó no contradecir lo que tenian aprehendido, para
-dar mayor autoridad á su embaxada. Pero Motezuma oyó con señas de poca
-docilidad el punto de la Religion, obstinado con hipocresía en los
-errores de su gentilidad; y levantándose de la silla:
-
- "Yo acepto (dixo) con toda gratitud la confederacion y amistad
- que me proponeis del gran descendiente de Quezalcoál; pero
- todos los Dioses son buenos, y el vuestro puede ser todo lo que
- decis sin ofensa de los mios. Descansad ahora, que en vuestra
- casa estais, donde seréis asistido con todo el cuidado que se
- debe á vuestro valor, y al Príncipe que os envia."
-
-Mandó luego que entrasen algunos Indios de carga que traia prevenidos,
-y ántes de partir presentó á Hernan Cortés diferentes piezas de oro,
-cantidad de ropas de algodon, y varias curiosidades de pluma, dádiva
-considerable por el valor y por el modo; y repartió algunas joyas y
-preseas del mismo género entre los Españoles que estaban presentes,
-dando uno y otro con alegre generosidad, sin hacer mucho caso del
-beneficio; pero mirando á Cortés y á los suyos con un género de
-satisfaccion, en que se conocia el cuidado antecedente, como los que
-manifiestan su temor en lo mismo que se complacen de haberle perdido.
-
-
-
-
- CAPITULO XII.
-
- _Visita Cortés á Motezuma en su palacio, cuya grandeza y
- aparato se describe, y se da noticia de lo que pasó en esta
- conferencia, y en otras que se tuvieron despues sobre la
- Religion._
-
-
-Pidió Hernan Cortés audiencia el dia siguiente, y la consiguió con
-tanta prontitud, que vinieron con la respuesta los mismos que le
-habian de acompañar en esta visita: cierto género de ministros que
-solian asistir á los Embaxadores, y tenian á su cargo el magisterio de
-las ceremonias y estílos de su nacion. Vistióse de gala, sin dexar las
-armas (que se habian de introducir á trage militar) y llevó consigo á
-los Capitanes Pedro de Alvarado, Gonzalo de Sandoval, Juan Velazquez
-de Leon y Diego de Ordaz, con seis ó siete soldados particulares de su
-satisfaccion: entre los quales fué Bernal Diaz del Castillo, que ya
-trataba de observar para escribir.
-
-Las calles estaban pobladas por todas partes de innumerable concurso,
-que trabajaba en su misma muchedumbre para ver á los Españoles sin
-embarazarles el paso, entre cuyas reverencias y sumisiones, se oía
-muchas veces la palabra _teules_, que en su lengua significa Dioses:
-voz que ya se entendia, y que no sonaba mal á los que fundaban parte
-de su valor en el respeto ageno.
-
-Dexóse ver á larga distancia el palacio de Motezuma, que manifestaba,
-no sin encarecimiento, la magnificencia de aquellos Reyes. Edificio
-tan desmesurado, que se mandaba por treinta puertas á diferentes
-calles. La fachada principal, que ocupaba toda la frente de una plaza
-muy espaciosa, era de varios jaspes negros, roxos y blancos, de no mal
-entendida colocacion y pulimento. Sobre la portada se hacian reparar
-en un escudo grande las armas de los Motezumas: un grifo medio águila,
-y medio leon, en ademan de volar, con un tigre feroz entre las garras.
-Algunos quieren que fuese águila, y se ponen de propósito á impugnar
-el grifo con la razon de que no los hay en aquella tierra, como si no
-se pudiese dudar si los hay en el mundo, segun los autores que los
-pusieron entre las aves fabulosas. Diriamos ántes que pudo inventar
-acá y allá este género de monstruos el desvarío artificioso, que
-llaman licencia los poetas, y valentía los pintores.
-
-Al llegar cerca de la puerta principal se encaminaron hácia el uno de
-sus lados los ministros del acompañamiento, y retirándose atras con
-pasos de gran misterio, formaron un semicírculo para llegar á la
-puerta de dos en dos: ceremonia de su costumbre, porque tenian á falta
-de respeto el entrar de tropel en la casa real, y reconocian con este
-desvío la dificultad de pisar aquellos umbrales. Pasados tres patios
-de la misma fábrica y materia que la fechada, llegaron al quarto donde
-residia Motezuma, en cuyos salones era de igual admiracion la grandeza
-y el adorno. Los pavimentos con esteras de varias labores: las paredes
-con diferentes colgaduras de algodon, pelo de conejo, y en lo mas
-interior de pluma: unas y otras hermoseadas con la viveza de los
-colores, y con la diferencia de las figuras. Los techos de ciprés,
-cedro y otras maderas olorosas, con diversos follages y relieves: en
-cuya contextura se reparó que, sin haber hallado el uso de los clavos,
-formaban grandes artesones, afirmando el maderamen y las tablas en su
-misma trabazon.
-
-Habia en cada una de estas salas numerosas y diferentes gerarquías de
-criados, que tenian la entrada segun su calidad y ministerio: y en la
-puerta de la antecámara esperaban los próceres y magistrados, que
-recibieron á Cortés con grande urbanidad; pero le hicieron esperar
-para quitarse las sandalias, y dexar los mantos ricos de que venian
-adornados, tomando en su lugar otros de ménos gala. Era entre aquella
-gente irreverencia el atreverse á lucir delante del Rey. Todo lo
-reparaban los Españoles, todo hacia novedad, y todo infundia respeto:
-la grandeza del palacio, las ceremonias, el aparato, y hasta el
-silencio de la familia.
-
-Estaba Motezuma en pie con todas sus insignias reales, y dió algunos
-pasos para recibir á Cortés, poniéndole al llegar los brazos sobre los
-hombros: agasajó despues con el semblante á los Españoles que le
-acompañaban; y tomando su asiento, mandó sentar á Cortés y á todos los
-demas, sin dexarles accion para que replicasen. La visita fué larga, y
-de conversacion familiar: hizo varias preguntas á Cortés sobre lo
-natural y político de las regiones orientales, aprobando á tiempo lo
-que le parecia bien, y mostrando que sabía discurrir en lo que sabía
-dudar. Volvió á referir la dependencia y obligacion que tenian los
-Mexicanos al descendiente de su primero Rey; y se congratuló muy
-particularmente de que se hubiese cumplido en su tiempo la profecía de
-los extrangeros, que tantos siglos ántes habian sido prometidos á sus
-mayores. Si fué con afectacion, supo esconder lo que sentia: y siendo
-esta una credulidad vana y despreciable por su orígen y
-circunstancias, importó mucho en aquella ocasion para que los
-Españoles hallasen hecho el camino á su introduccion. Así baxan muchas
-veces encadenadas y dependientes de ligeros principios las cosas
-mayores. Hernan Cortés le puso con destreza en la plática de la
-religion, tocando, entre las demas noticias que le daba de su nacion,
-los ritos y costumbres de los Christianos; para que le hiciesen
-disonancia los vicios y abominaciones de su idolatría: con cuya
-ocasion exclamó contra los sacrificios de sangre humana, y contra el
-horror aborrecible á la naturaleza, con que se comian los hombres que
-sacrificaban: bestialidad muy introducida en aquella corte, por ser
-mayor el número de los sacrificados, y mas culpable por esta razon el
-exceso de los banquetes.
-
-No fué del todo inútil esta sesion, porque Motezuma, sintiendo en algo
-la fuerza de la razon, desterró de su mesa los platos de carne humana;
-pero no se atrevió á prohibir de una vez este manjar á sus vasallos,
-ni se dió por vencido en el punto de los sacrificios; ántes decia que
-no era crueldad ofrecer á sus Dioses unos prisioneros de guerra que
-venian ya condenados á muerte, no hallando razon que le hiciese capaz
-de que fuesen proxîmos los enemigos.
-
-Dió pocas esperanzas de reducirse, aunque procuraron varias veces
-Hernan Cortés y el Padre Fray Bartolomé de Olmedo traerle al camino de
-la verdad. Tenia entendimiento para conocer algunas ventajas en la
-religion Católica, y para no desconocer en todo los abusos de la suya;
-pero se volvia luego al tema de que sus Dioses eran buenos en aquella
-tierra, como el de los Christianos en su distrito; y se hacia fuerza
-para no enojarse quando le apretaban los argumentos, padeciendo mucho
-consigo en estas conferencias, porque deseaba complacer á los
-Españoles con un género de cuidado que parecia sujecion; y por otra
-parte le tiraban las afectaciones de religioso, que le adquirieron, y
-á su parecer, le mantenian la corona: obligándole á temer con mayor
-abatimiento la desestimacion de sus vasallos, si le viesen ménos
-atento al culto de sus Dioses. Política miserable, propia del tirano,
-dominar con soberbia, y contemplar con servidumbre.
-
-Hacia tanta ostentacion de su resistencia, que, llevando consigo, uno
-de aquellos primeros dias, á Hernan Cortés y al Padre Fray Bartolomé
-con algunos de los Capitanes y soldados particulares para que viesen á
-su lado las grandezas de su corte, deseó, no sin alguna vanidad,
-enseñarles el mayor de sus templos. Mandóles que se detuviesen poco
-ántes de la entrada, y se adelantó para conferir con los sacerdotes,
-si sería lícito que llegáse á la presencia de sus Dioses una gente que
-no los adoraba. Resolvióse que podrian entrar, amonestándolos primero
-que no se descomidiesen: y salieron dos ó tres de los mas ancianos con
-la permision y el requerimiento. Franquearonse luego todas las puertas
-de aquel espantoso edificio, y Motezuma tomó á su cargo el explicar
-los secretos, oficinas y simulacros del adoratorio, tan reverente y
-ceremonioso, que los Españoles no pudieron contenerse de hacer alguna
-irrision, de que no se dió por entendido; pero volvió á mirarlos como
-quien deseaba reprimirlos. A cuyo tiempo Hernan Cortés, dexándose
-llevar del zelo que ardia en su corazon, le dixo:
-
- "Permitidme, Señor, fixar una cruz de Christo delante de esas
- imágenes del demonio, y veréis si merecen adoracion ó
- menosprecio."
-
-Enfurecieronse los sacerdotes al oir esta proposicion: y Motezuma
-quedó confuso y mortificado, faltándole á un tiempo la paciencia para
-sufrirlo, y la resolucion para enojarse; pero tomando partido con su
-primera turbacion, y procurando que no quedáse mal su hipocresía:
-
- "Pudierais (dixo á los Españoles) conceder á este lugar las
- atenciones, por lo ménos, que debeis á mi persona."
-
-Y salió del adoratorio para que le siguiesen; pero se detuvo en el
-atrio, y prosiguió diciendo algo mas reportado:
-
- "Bien podeis, amigos, volveros á vuestro alojamiento; que yo me
- quedo á pedir perdon á mis Dioses de lo mucho que os he
- sufrido."
-
-Notable salida del empeño en que se hallaba, y pocas palabras dignas
-de reparo, que dieron á entender su resolucion, y lo que se reprimia
-para no destemplarse.
-
-Con esta experiencia, y otras que se hicieron del mismo género,
-resolvió Cortés, siguiendo el parecer del Padre Fray Bartolomé de
-Olmedo y del Licenciado Juan Diaz, que no se le habláse mas por
-entónces en la religion, porque solo servia de irritarle y
-endurecerle. Pero al mismo tiempo se consiguió fácilmente su licencia
-para que los Christianos diesen culto público á su Dios; y él mismo
-envió sus alarífes para que se le fabricáse templo á su costa como le
-pidiese Cortés. ¡Tanto deseaba que le dexasen descansar en su error!
-Desembarazóse luego uno de los salones principales de aquel palacio
-donde habitaban los Españoles: y blanqueándole de nuevo, se levantó el
-altar, y en su frontispicio se colocó una imágen de Nuestra Señora
-sobre algunas gradas, que se adornaron vistosamente: y fixando una
-cruz grande cerca de la puerta, quedó formada una capilla muy decente,
-donde se celebraba Misa todos los dias, se rezaba el Rosario, y hacian
-otros actos de piedad y devocion, asistiendo algunas veces Motezuma
-con los príncipes y ministros que andaban á su lado: entre los quales
-se alababa mucho la mansedumbre de aquellos sacrificios, sin conocer
-la inhumanidad y malicia de los suyos. Gente ciega y supersticiosa,
-que palpaba las tinieblas, y se defendia de la razon con la costumbre.
-
-Pero ántes de referir los sucesos de aquella corte, nos llama su
-descripcion, la grandeza de sus edificios, su forma de gobierno y
-policia, con otras noticias que son convenientes para la inteligencia
-ó concepto de los mismos sucesos. Desvíos de la narracion, necesarios
-en la historia, como no sean peregrinos del argumento, y carezcan de
-otros lunares que hacen viciosa la digresion.
-
-
-
-
- CAPITULO XIII.
-
- _Describese la ciudad de México, su temperamento y situacion,
- el mercado del Tlatelúlco, y el mayor de sus templos dedicado
- al Dios de la guerra._
-
-
-La gran ciudad de México, que fué conocida en su antigüedad por el
-nombre de Tenuchtitlán, ó por otros de poco diferente sonido (sobre
-cuya denominacion se cansan voluntariamente los autores) tendria en
-aquel tiempo sesenta mil familias de vecindad repartida en dos
-barrios, de los quales se llamaba el uno Tlatelúlco, habitacion de
-gente popular, y el otro México, que, por residir en él la corte y la
-nobleza, dió su nombre á toda la poblacion.
-
-Estaba fundada en un plano muy espacioso, coronado por todas partes de
-altísimas sierras y montañas, de cuyos rios y vertientes rebalsadas
-en el valle se formaban diferentes lagunas, y en lo mas profundo los
-dos lagos mayores, que ocupaba con mas de cincuenta poblaciones la
-nacion Mexicana. Tendria este pequeño mar treinta leguas de
-circunferencia, y los dos lagos que le formaban se unian y comunicaban
-entre sí por un dique de piedra que los dividia, reservando algunas
-aberturas con puentes de madera, en cuyos lados tenian sus compuertas
-levadizas para cebar el lago inferior siempre que necesitaban de
-socorrer la mengua del uno con la redundancia del otro. Era el mas
-alto de agua dulce y clara, donde se hallaban algunos pescados de
-agradable mantenimiento: y el otro de agua salobre y obscura,
-semejante á la marítima; no porque fuesen, de otra calidad las
-vertientes de que se alimentaba, sino por vicio natural de la misma
-tierra donde se detenian, gruesa y salitrosa por aquel parage; pero de
-grande utilidad para la fábrica de la sal que beneficiaban cerca de
-sus orillas, purificando al sol, y adelgazando con el fuego las
-espumas y superfluidades que despedia la resaca.
-
-En el medio casi de esta lagúna salobre tenia su asiento la ciudad,
-cuya situacion se apartaba de la línea equinoccial, hácia el norte,
-diez y nueve grados y trece minutos, dentro aun de la torrida zona,
-que imaginaron de fuego inhabitable los filósofos antiguos: para que
-aprendiese nuestra experiencia quan poco se puede fiar de la humana
-sabiduría en todas aquellas noticias que no entran por los sentidos á
-desengañar el entendimiento. Era su clima benigno y saludable, donde
-se dexaban conocer á su tiempo el frio y el calor, ambos con moderada
-intension: y la humedad, que, por la naturaleza del sitio, pudiera
-ofender á la salud, estaba corregida con el favor de los vientos, ó
-morigerada con el beneficio del sol.
-
-Tenia hermosísimos lejos en medio de las aguas esta gran poblacion, y
-se daba la mano con la tierra por sus diques ó calzadas principales:
-fábrica suntuosa, que servia tanto al ornamento como á la necesidad:
-la una, de dos leguas hácia la parte del mediodia, por donde hicieron
-su entrada los Españoles: la otra, de una legua, mirando al
-septentrion: y la otra, poco menor, por la parte occidental. Eran las
-calles bien niveladas y espaciosas: unas de agua con sus puentes para
-la comunicacion de los vecinos; otras de tierra sola hechas á la mano;
-y otras de agua y tierra, los lados para el paso de la gente, y el
-medio para el uso de las canoas ó barcas de tamaños diferentes, que
-navegaban por la ciudad, ó servian al comercio: cuyo número toca en
-increible; pues dicen que tendria México entónces mas de cincuenta
-mil, sin otras embarcaciones pequeñas, que allí se llamaban acales,
-hechas de un tronco, y capaces de un hombre que remaba para sí.
-
-Los edificios públicos y casas de los nobles, de que se componia la
-mayor parte de la ciudad, eran de piedra, y bien fabricadas: las que
-ocupaba la gente popular, humildes y desiguales; pero unas y otras en
-tal disposicion, que hacian lugar á diferentes plazas de terraplen,
-donde tenian sus mercados.
-
-Era entre todas la del Tlatelúlco de admirable capacidad y concurso, á
-cuyas ferias acudian ciertos dias en el año todos los mercaderes y
-comerciantes del Reyno con lo mas precioso de sus frutos y
-manifacturas; y solian concurrir tantos, que, siendo esta plaza, segun
-dice Antonio de Herrera, una de las mayores del mundo, se llenaba de
-tiendas puestas en hileras, y tan apretadas, que apénas dexaban calle
-á los compradores. Conocian todos su puesto, y armaban su oficina de
-bastidores portátiles, cubiertos de algodon basto, capaz de resistir
-al agua y al sol. No acaban de ponderar nuestros escritores el órden,
-la variedad y la riqueza de estos mercados. Habia hileras de plateros,
-donde se vendian joyas y cadenas extraordinarias, diversas hechuras de
-animales, y vasos de oro y plata labrados con tanto primor, que
-algunos de ellos dieron que discurrir á nuestros artífices:
-particularmente unas calderillas de asas movibles, que salian así de
-la fundicion, y otras piezas del mismo género, donde se hallaban
-molduras y relieves, sin que se conociese impulso de martillo, ni
-golpe de sincel. Habia tambien hileras de pintores, con raras ideas y
-paises de aquella interposicion de plumas que daba el colorido, y
-animaba la figura, en cuyo género se hallaron raros aciertos de la
-paciencia y la prolixidad. Venian tambien á este mercado quantos
-géneros de telas se fabricaban en todo el Reyno para diferentes usos,
-hechas de algodon y pelo de conejo, que hilaban delicadamente las
-mugeres, enemigas en aquella tierra de la ociosidad, y aplicadas al
-ingenio de las manos. Eran muy de reparar los búcaros y hechuras
-exquisitas de finísimo barro que traían á vender, diverso en el color
-y en la fragrancia, de que labraban con primor extraordinario quantas
-piezas y vasijas son necesarias para el servicio y el adorno de una
-casa: porque no usaban de oro ni de plata en sus vaxillas, profusion
-que solo era permitida en la mesa real, y esto en dias muy señalados.
-Hallábanse con la misma distribucion y abundancia los mantenimientos,
-las frutas, los pescados, y finalmente quantas cosas hizo venales el
-deleyte y la necesidad.
-
-Hacianse las compras y ventas por via de permutacion, con que daba
-cada uno lo que le sobraba por lo que habia menester: y el maiz ó el
-cacao servia de moneda para las cosas menores. No se gobernaban por el
-peso, ni le conocieron, pero tenian diferentes medidas con que
-distinguir las cantidades, y sus números ó caractéres con que ajustar
-los precios segun sus tasaciones.
-
-Habia casa diputada para los jueces del comercio, en cuyo tribunal se
-decidian las diferencias de los comerciantes; y otros ministros
-inferiores, que andaban entre la gente cuidando de la igualdad de los
-contratos, y llevaban al tribunal las causas de fraude ó exceso que
-necesitaban de castigo. Admiraron justamente nuestros Españoles la
-primera vista de este mercado por su abundancia, por su variedad, y
-por el órden y concierto con que estaba puesta en razon aquella
-muchedumbre: aparador verdaderamente maravilloso, en que se venian de
-una vez á los ojos la grandeza y el gobierno de aquella Corte.
-
-Los templos (si es lícito darles este nombre) se levantaban
-suntuosamente sobre los demas edificios: y el mayor, donde residia la
-suma dignidad de aquellos inmundos sacerdotes, estaba dedicado al
-ídolo Viztzilipuztli, que en su lengua significaba Dios de la guerra,
-y le tenian por el supremo de sus Dioses: primacía de que se infiere
-quánto se preciaba de militar aquella nacion. El vulgo de los soldados
-Españoles le llamaba Hachilobos, tropezando en la pronunciacion: y así
-le nombra Bernal Diaz del Castillo, hallando en la pluma la misma
-dificultad. Notablemente discuerdan los autores en la descripcion de
-este soberbio edificio. Antonio de Herrera se conforma demasiado con
-Francisco Lopez de Gómara: los que le vieron entónces tenian otras
-cosas en el cuidado, y los demas tiraron las líneas á la voluntad de
-su consideracion. Seguimos al Padre Josef de Acosta, y á otros autores
-de los mejor informados.
-
-Su primera mansion era una gran plaza en quadro, con su muralla de
-sillería, labrada por la parte de afuera con diferentes lazos de
-culebras encadenadas, que daban horror al pórtico, y estaban allí con
-alguna propiedad. Poco ántes de llegar á la puerta principal estaba un
-humilladero no ménos horroroso. Era de piedra con treinta gradas de lo
-mismo que subian á lo alto, donde habia un género de azotea
-prolongada, y fixos en ella muchos troncos de crecidos árboles puestos
-en hilera: tenian estos sus taladros iguales á poca distancia, y por
-ellos pasaban de un arbol á otro diferentes varas, ensartando cada una
-por las sienes algunas calaveras de hombres sacrificados, cuyo número,
-que no se puede referir sin escándalo, tenian siempre cabal los
-ministros del templo, renovando las que padecian algun destrozo con el
-tiempo. Lastimoso trofeo, en que manifestaba su rencor el enemigo del
-hombre: y aquellos bárbaros le tenian á la vista sin algun
-remordimiento de la naturaleza, hecha devocion la inhumanidad, y
-desaprovechada en la costumbre de los ojos la memoria de la muerte.
-
-Tenia la plaza quatro puertas correspondientes en sus quatro lienzos
-que miraban á los quatro vientos principales. En lo alto de las
-portadas habia quatro estátuas de piedra, que señalaban el camino,
-como despidiendo á los que se acercaban mal dispuestos: y tenian su
-presuncion de Dioses liminares, porque recibian algunas reverencias á
-la entrada. Por la parte interior de la muralla estaban las
-habitaciones de los sacerdotes y dependientes de su ministerio, con
-algunas oficinas que corrian todo el ámbito de la plaza sin ofender el
-quadro, dexándola tan capaz, que solian baylar en ella ocho y diez mil
-personas quando se juntaban á celebrar sus festividades.
-
-Ocupaba el centro de esta plaza, una gran máquina de piedra, que á
-cielo descubierto se levantaba sobre las torres de la ciudad,
-creciendo en diminucion hasta formar una media pirámide, los tres
-lados pendientes, y en el otro labrada la escalera: edificio suntuoso
-y de buenas medidas, tan alto que tenia ciento y veinte gradas la
-escalera, y tan corpulento que terminaba en un plano de quarenta pies
-en quadro, cuyo pavimento enlosado primorosamente de varios jaspes
-guarnecia por todas partes un pretil con sus almenas retorcidas á
-manera de caracoles, formado por ambas hazes de unas piedras negras
-semejantes al azabache, puestas con órden, y unidas con betunes
-blancos y roxos que adornaban mucho el edificio.
-
-Sobre la division del pretil, donde terminaba la escalera, estaban
-dos estátuas de marmol, que sustentaban, imitando bien la fuerza de
-los brazos, unos grandes candeleros de hechura extraordinaria: mas
-adelante una losa verde, que se levantaba cinco palmos del suelo, y
-remataba en esquina, donde afirmaban por las espaldas al miserable que
-habian de sacrificar, para sacarle por los pechos el corazon. Y en la
-frente una capilla de mejor fábrica y materia, cubierta por lo alto
-con su techumbre de maderas preciosas, donde tenian el ídolo sobre un
-altar muy alto, y detras de cortinas. Era de figura humana, y estaba
-sentado en una silla con apariencias de trono, fundada sobre un globo
-azul que llamaban cielo, de cuyos lados salian quatro varas con
-cabezas de sierpes, á que aplicaban los hombros para conducirle quando
-le manifestaban al pueblo. Tenia sobre la cabeza un penacho de plumas
-varias en forma de páxaro con el pico y la cresta de oro bruñido; el
-rostro de horrible severidad, y mas afeado con dos faxas azules, una
-sobre la frente, y otra sobre la nariz. En la mano derecha una culebra
-ondeada que le servia de baston, y en la izquierda quatro saetas, que
-veneraban como traidas del Cielo, y una rodela con cinco plumages
-blancos puestos en cruz, sobre cuyos adornos, y la significacion de
-aquellas insignias y colores decian notables desvaríos con lastimosa
-ponderacion.
-
-Al lado siniestro de esta capilla estaba otra de la misma hechura y
-tamaño con un ídolo que llamaban Tlaloch, en todo semejante á su
-compañero. Tenianlos por hermanos, y tan amigos, que dividian entre sí
-los patrocinios de la guerra: iguales en el poder, y uniformes en la
-voluntad: por cuya razon acudian á entrambos con una víctima y un
-ruego, y les daban las gracias de los sucesos, teniendo en equilibrio
-la devocion.
-
-El ornato de ambas capillas era de inestimable valor, colgadas las
-paredes, y cubiertos los altares de joyas y piedras preciosas puestas
-sobre plumas de colores. Y habia de este género y opulencia ocho
-templos en aquella ciudad, siendo los menores mas de dos mil, donde se
-adoraban otros tantos ídolos diferentes en el nombre, figura y
-advocacion. Apénas habia calle sin su Dios tutelar; ni se conocia
-calamidad entre las pensiones de la naturaleza que no tuviese altar
-donde acudir por el remedio. Ellos se fingian y fabricaban sus Dioses
-de su mismo temor, sin conocer que enflaquecian el poder de los unos
-con lo que fiaban de los otros: y el demonio ensanchaba su dominio por
-instantes, violentísimo tirano de aquellos racionales, y en pacífica
-posesion de tantos siglos. ¡O permisiones inescrutables del Altísimo!
-
-
-
-
- CAPITULO XIV.
-
- _Describense diferentes casas que tenia Motezuma para su
- divertimiento, sus armerías, sus jardines y sus quintas, con
- otros edificios notables que habia dentro y fuera de la
- ciudad._
-
-
-Demas del palacio principal que dexamos referido, y el que habitaban
-los Españoles, tenia Motezuma diferentes casas de recreacion que
-adornaban la ciudad, y engrandecian su persona. En una de ellas
-(edificio real donde se vieron grandes corredores sobre columnas de
-jaspe) habia quantos géneros de aves se crian en la Nueva España
-dignas de alguna estimacion por la pluma ó por el canto: entre cuya
-diversidad se hallaron muchas extraordinarias, y no conocidas hasta
-entónces en Europa. Las marítimas se conservaban en estanques de agua
-salobre; y en otros de agua dulce las que se traían de rios ó lagunas.
-Dicen que habia páxaros de cinco y seis colores, y los pelaban á su
-tiempo, dexándolos vivos para que repitiesen á su dueño la utilidad de
-la pluma: género de mucho valor entre los Mexicanos, porque se
-aprovechaban de ella en sus telas, en sus pinturas y en todos sus
-adornos. Era tanto el número de las aves, y se ponia tanto cuidado en
-su conservacion, que se ocupaban en este ministerio mas de trescientos
-hombres diestros en el conocimiento de sus enfermedades, y obligados á
-subministrarles el cebo de que se alimentaban en su libertad. Poco
-distante de esta casa tenia otra Motezuma de mayor grandeza y variedad
-con habitacion capaz de su persona y familia, donde residian sus
-cazadores y se criaban las aves de rapiña: unas en jaulas de igual
-aliño y limpieza, que solo servian á la observacion de los ojos; y
-otras en alcándaras, obedientes al lazo de la pihuela, y domesticadas
-para el exercicio de la cetrería; cuyos primores alcanzaron,
-sirviéndose de algunos páxaros de razas excelentes que se hallan en
-aquella tierra, parecidos á los nuestros, y nada inferiores en la
-docilidad con que reconocen á su dueño, y en la resolucion con que se
-arrojan á la presa. Habia entre las aves que tenian encerradas muchas
-de rara fiereza y tamaño, que parecieron entónces monstruosas, y
-algunas águilas reales de grandeza exquisita y prodigiosa voracidad.
-No falta quien diga que una de ellas gastaba un carnero en cada
-comida: debanos el autor que no apoyemos con su nombre lo que, á
-nuestro parecer, creyó con facilidad.
-
-En el segundo patio de la misma casa estaban las fieras que
-presentaban á Motezuma, ó prendian sus cazadores, en fuertes jaulas de
-madera, puestas con buena distribucion y debaxo de cubierto: leones,
-tigres, osos, y quantos géneros de brutos silvestres produce la Nueva
-España, entre los quales hizo mayor novedad el toro Mexicano, rarísimo
-compuesto de varios animales, gibada y corva la espalda como el
-camello, enjuto el ijar, larga la cola y guedejudo el cuello como el
-leon, hendido el pie y armada la frente como el toro, cuya ferocidad
-imita con igual ligereza y execucion. Anfiteatro que pareció á los
-Españoles digno de Príncipe grande, por ser tan antiguo en el mundo
-esto de significarse por las fieras la grandeza de los hombres.
-
-En otra separacion de este palacio dicen algunos de nuestros
-escritores que se criaba con cebo quotidiano una multitud horrible de
-animales ponzoñosos, y que anidaban en diferentes vasijas y cavernas
-las viboras, las culebras de cascabel, los escorpiones: y crece la
-ponderacion hasta encontrar con los crocodilos; pero tambien afirman
-que no alcanzaron esta venenosa grandeza nuestros Españoles, y que
-solo vieron el parage donde se criaban: cuya limitacion nos basta para
-tocarlo como inverisímil, creyendo ántes que lo entenderian así los
-Indios, de cuya relacion se tomó la noticia, y que sería este uno de
-aquellos horrores que suele inventar el vulgo contra la fiereza de los
-tiranos, particularmente quando sirve afligido, y discurre
-atemorizado.
-
-Sobre la mansion que ocupaban las fieras habia un quartel muy capaz,
-donde habitaban los bufones, y otras sabandijas de palacio, que
-servian al entretenimiento del Rey, en cuyo número se contaban los
-monstruos, los enanos, los corcovados y otros errores de la
-naturaleza: cada género tenia su habitacion separada, y cada
-separacion sus maestros de habilidades, y sus personas diputadas para
-cuidar de su regalo, donde los servian con tanta puntualidad, que
-algunos padres, entre la gente pobre, desfiguraban á sus hijos para
-que lograsen esta conveniencia, y emendar su fortuna, dándoles el
-merito en la deformidad.
-
-No se conocia ménos la grandeza de Motezuma en otras dos casas que
-ocupaba su armería. Era la una para la fábrica, y la otra para el
-depósito de las armas. En la primera vivian y trabajaban todos los
-maestros de esta facultad, distribuidos en diferentes oficinas, segun
-sus ministerios: en una parte se adelgazaban las varas para las
-flechas: en otra se labraban los pedernales para las puntas: y cada
-género de armas ofensivas y defensivas tenia su obrador y sus
-oficiales distintos con algunos superintendentes que llevaban á su
-modo la cuenta y razon de lo que se trabajaba. La otra casa, cuyo
-edificio tenia mayor representacion, servia de almacen donde se
-recogian las armas despues de acabadas, cada género en pieza distinta:
-y de allí se repartian á los exércitos y fronteras, segun la
-ocurrencia de las ocasiones. En lo alto se guardaban las armas de la
-persona real colgadas por las paredes con buena colocacion: en una
-pieza los arcos, flechas y aljabas, con varios embutidos y labores de
-oro y pedrería: en otra las espadas y montantes de madera
-extraordinaria con sus filos de pedernal, y la misma riqueza en las
-empuñaduras: en otra los dardos, y así los demas géneros, tan
-adornados y resplandecientes, que daban que reparar hasta las hondas y
-las piedras. Habia diferentes hechuras de petos y zeladas con láminas
-y follages de oro, muchas casacas de aquellos colchados que resistian
-á las flechas, hermosas invenciones de rodelas ó escudos, y un género
-de paveses ó adargas de pieles impenetrables que cubrian todo el
-cuerpo, y hasta la ocasion de pelear andaban arrolladas al hombro
-izquierdo. Fué de admiracion á los Españoles esta grande armería, que
-pareció tambien alhaja de Príncipe, y Príncipe guerrero, en que se
-acreditaban igualmente su opulencia y su inclinacion.
-
-En todas estas casas tenia grandes jardines prolixamente cultivados.
-No gustaba de árboles fructíferos, ni plantas comestibles en sus
-recreaciones; ántes solia decir que las huertas, eran posesiones de
-gente ordinaria, pareciéndole mas propio en los Príncipes el deleyte
-sin mezcla de utilidad. Todo era flores de rara diversidad y
-fragrancia, y yerbas medicinales, que servian á los quadros y
-cenadores: de cuyo beneficio cuidaba mucho, haciendo traer á sus
-jardines quantos géneros produce la benignidad de aquella tierra,
-donde no aprendian los físicos otra facultad que la noticia de sus
-nombres, y el conocimiento de sus virtudes. Tenian hierbas para todas
-las enfermedades y dolores, de cuyos zumos y aplicaciones componian
-sus remedios, y lograban admirables efectos, hijos de la experiencia,
-que sin distinguir la causa de la enfermedad, acertaban con la salud
-del enfermo. Repartianse francamente de los jardines del Rey todas las
-hierbas que recetaban los médicos, ó pedian los dolientes; y solia
-preguntar si aprovechaban, hallando vanidad en sus medicinas, ó
-persuadido á que cumplió con la obligacion del gobierno cuidando así
-de la salud de sus vasallos.
-
-En todos estos jardines y casas de recreacion habia muchas fuentes de
-agua dulce y saludable, que traían de los montes vecinos guiada por
-diferentes canales, hasta encontrar con las calzadas, donde se
-ocultaban los encañados que la introducian en la ciudad: para cuya
-provision se dexaban algunas fuentes públicas, y se permitia, no sin
-tributo considerable, que los Indios vendiesen por las calles la que
-podian conducir de otros manantiales. Creció mucho en tiempo de
-Motezuma el beneficio de las fuentes, porque fué suya la obra del gran
-conducto por donde vienen á México las aguas vivas que se
-descubrieron en la sierra de Chapultepec, distante una legua de la
-ciudad. Hizose primero de su órden y traza un estanque de piedra donde
-recogerlas, midiendo su altura con la declinacion que pedia la
-corriente: y despues un paredon grueso con dos canales descubiertas de
-fuerte argamasa, de las quales servia la una mientras se limpiaba la
-otra. Fábrica de grande utilidad, cuya invencion le dexó tan
-vanaglorioso, que mandó poner su efigie y la de su padre, no sin
-alguna semejanza, esculpidas en dos medallas de piedra, con ambicion
-de hacerse memorable por aquel beneficio de su ciudad.
-
-Uno de los edificios que hizo mayor novedad entre las obras de
-Motezuma fué la casa que llamaban de la tristeza, donde solia
-retirarse quando se morian sus parientes, y en otras ocasiones de
-calamidad ó mal suceso que pidiese pública demostracion. Era de
-horrible arquitectura, negras las paredes, los techos y los adornos, y
-tenia un género de claraboyas ó ventanas pequeñas que daban penada la
-luz, ó permitian solamente la que bastaba para que se viese la
-obscuridad. Formidable habitacion, donde se detenia todo lo que
-tardaba en despedir sus quebrantos, y donde se le aparecia con mas
-facilidad el demonio: fuese por lo que ama los horrores el príncipe de
-las tinieblas, ó por la congruencia que tienen entre sí el espíritu
-maligno y el humor melancólico.
-
-Fuera de la ciudad tenia grandes quintas y casas de recreacion con
-muchas y copiosas fuentes que daban agua para los baños, ó estanques
-para la pesca; en cuya vecindad habia diferentes bosques para
-diferentes géneros de caza, exercicio que freqüentaba y entendia,
-manejando con primor el arco y la flecha. Era la montería su principal
-divertimiento, y solia muchas veces salir con sus nobles á un parque
-muy espacioso y ameno, cuyo distrito estaba cercado por todas partes
-con un foso de agua, donde le traían y encerraban las reses de los
-montes vecinos: entre las quales solian venir algunos tigres y leones.
-Habia gente señalada en México y en otros lugares del contorno que se
-adelantaba para estrechar y conducir las fieras al sitio destinado,
-siguiendo casi en estas batidas el estílo de nuestros monteros. Tenian
-aquellos Indios Mexicanos grande osadía y agilidad en perseguir y
-sujetar los animales mas feroces: y Motezuma gustaba mucho de mirar el
-combate de sus cazadores, y lograr algunos tiros, que se aplaudian
-como aciertos de mayor importancia. Nunca se apeaba de sus andas sino
-es quando se ponia en algun lugar eminente, y siempre con bastante
-circunvalacion de chuzos y flechas que asegurasen su persona; no
-porque le faltáse valor, ni dexáse de aventajar á todos en la
-destreza, sino porque miraba como indignos de su magestad aquellos
-riesgos voluntarios: pareciéndole (y no sin conocimiento de su
-dignidad) que solo eran decentes para el Rey los peligros de la
-guerra.
-
-
-
-
- CAPITULO XV.
-
- _Dáse noticia de la ostentacion y puntualidad con que se hacia
- servir Motezuma en su palacio, del gasto de su mesa, de sus
- audiencias, y otras particularidades de su economía y
- divertimientos._
-
-
-Era correspondiente á la suntuosidad y soberbia de sus edificios el
-fausto de su casa, y los aparatos de que adornaba su persona, para
-mantener la reverencia y el temor de sus vasallos: á cuyo fin inventó
-nuevas ceremonias y superfluidades, emendando, como defecto, la
-humanidad con que se trataron hasta él los Reyes Mexicanos. Aumentó,
-como diximos, en los principios de su reynado el número, la calidad y
-el lucimiento de la familia real, componiéndola de gente noble, mas ó
-ménos ilustre, segun los ministerios de su ocupacion: punto que
-resistieron entónces sus consejeros, representándole que no convenia
-desconsolar al pueblo con excluirle totalmente de su servicio; pero él
-executó lo que le aconsejaba su vanidad: y era una de sus máxîmas,
-que los Príncipes debian favorecer desde lejos á la gente sin
-obligaciones, y considerar que no se hicieron los beneficios de la
-confianza para los ánimos plebeyos.
-
-Tenia dos géneros de guardias, una de gente militar, y tan numerosa,
-que ocupaba los patios, y repartia diferentes esquadras á las puertas
-principales: y otra de caballeros, cuya introduccion fué tambien de su
-tiempo: constaba de hasta doscientos hombres de calidad conocida, y
-estos entraban todos los dias en palacio con el mismo fin de guardar
-la persona real, y asistir á su cortejo. Estaba repartido por turnos
-con tiempo señalado este servicio de los nobles, y se iban mudando con
-tal disposicion, que comprehendia toda la nobleza, no solo de la
-ciudad, sino del reyno: y venian, á cumplir con esta obligacion,
-quando les tocaba el turno, desde las ciudades mas remotas. Era su
-asistencia en las antecámaras, donde comian de lo que sobraba en la
-mesa del Rey. Solia permitir que entrasen algunos en su cámara,
-mandándolos llamar, no tanto por favorecerlos, como para saber si
-asistian, y tenerlos á todos en cuidado. Jactabase de haber
-introducido este género de guardia, y no sin alguna política mas que
-vulgar; porque solia decir á sus ministros que le servia de tener en
-algun exercicio la obediencia de los nobles para enseñarlos á vivir
-dependientes, y de conocer los sugetos de su Reyno para emplearlos
-segun su capacidad.
-
-Casaban los Reyes Mexicanos con hijas de otros Reyes tributarios
-suyos: y Motezuma tenia dos mugeres de esta calidad con título de
-Reynas en quartos separados de igual pompa y ostentacion. El número de
-sus concubinas era exôrbitante y escandaloso; pues hallamos escrito
-que habitaban dentro de su palacio mas de tres mil mugeres entre amas
-y criadas, y que venian al exâmen de su antojo quantas nacian con
-alguna hermosura en sus dominios, porque sus ministros y executores
-las recogian á manera de tributo y vasallage: tratándose como
-importancia del Reyno la torpeza del Rey.
-
-Deshaciase de este género de mugeres con facilidad, poniéndolas en
-estado para que ocupasen otras su lugar; y hallaban maridos entre la
-gente de mayor calidad, porque salian ricas, y á su parecer,
-condecoradas: tan lejos estaba de tener estimacion de virtud la
-honestidad en una religion, donde no solo se permitian, pero se
-mandaban las violencias de la razon natural. Afectaba mucho el
-recogimiento de su casa, y tenia mugeres ancianas que atendiesen al
-decoro de sus concubinas, sin permitir el menor desacierto en su
-proceder; no tanto porque le disonasen las indecencias, como porque le
-predominaban los zelos: y este cuidado con que procuraba mantener el
-recato de su familia, que tiene por sí tanto de loable y puesto en
-razon, era en él segunda liviandad, y pundonor poco generoso que se
-formaba en la flaqueza de otra pasion.
-
-Sus audiencias no eran fáciles ni freqüentes; pero duraban mucho, y se
-adornaba esta funcion de grande aparato y solemnidad. Asistian á ellas
-los próceres que tenian entrada en su quarto, seis ó siete consejeros
-cerca de la silla, por si ocurriese alguna materia digna de consulta,
-y diferentes secretarios que iban notando, con aquellos símbolos que
-les servian de letras, las resoluciones y decretos, cada uno segun su
-negociacion. Entraba descalzo el pretendiente, y hacia tres
-reverencias sin levantar los ojos de la tierra, diciendo en la
-primera, _Señor_: en la segunda, _mi Señor_: y en la tercera, _gran
-Señor_. Hablaba en acto de mayor humiliacion, y se volvia despues á
-retirar por los mismos pasos, repitiendo sus referencias sin volver
-las espaldas, y cuidando mucho de los ojos; porque habia ciertos
-ministros que castigaban luego los menores descuidos; y Motezuma era
-observantísimo en estas ceremonias: cuidado que no se debe culpar en
-los Príncipes, por consistir en ellas una de las prerogativas que los
-diferencian de los otros hombres, y tener algo de substancia en el
-respeto de los súbditos estas delicadezas de la Magestad. Escuchaba
-con atencion, y respondia con severidad, midiendo, al parecer, la voz
-con el semblante. Si alguno se turbaba en el razonamiento, le
-procuraba cobrar, ó le señalaba uno de los ministros que le asistian,
-para que le habláse con ménos embarazo: y solia despacharle mejor,
-hallando en aquel miedo respectivo lisonja y discrecion. Preciabase
-mucho del agrado y humanidad con que sufria las impertinencias de los
-pretendientes, y la desproporcion de las pretensiones: y á la verdad
-procuraba por aquel rato corregir los ímpetus de su condicion; pero no
-todas veces lo podia conseguir, porque cedia lo violento á lo natural,
-y la soberbia reprimida se parece poco á la benignidad.
-
-Comia solo, y muchas veces en público; pero siempre con igual aparato.
-Cubrianse los aparadores ordinariamente con mas de doscientos platos
-de varios manjares á la condicion de su paladar, y algunos de ellos
-tan bien sazonados, que no solo agradaron entónces á los Españoles,
-pero se han procurado imitar en España: que no hay tierra tan bárbara
-donde no se precie de ingenioso en sus desórdenes el apetito.
-
-Antes de sentarse á comer registraba los platos, saliendo á reconocer
-las diferencias de regalos que contenian; y satisfecha la gula de los
-ojos, elegia los que mas le agradaban, y se repartian los demas entre
-los Caballeros de su guardia: siendo esta profusion quotidiana una
-pequeña parte del gasto que se hacia de ordinario en sus cocinas;
-porque comian á su costa quantos habitaban en palacio, y quantos
-acudian á él por obligacion de su oficio. La mesa era grande, pero
-baxa de pies, y el asiento un taburete proporcionado. Los manteles de
-blanco y sutil algodon, y las servilletas de lo mismo, algo
-prolongadas. Atajábase la pieza por la mitad con una baranda, ó
-biombo, que, sin impedir la vista, señalaba término al concurso, y
-apartaba la familia. Quedaban dentro cerca de la mesa tres ó quatro
-ministros ancianos de los mas favorecidos, y cerca de la baranda uno
-de los criados mayores que alcanzaba los platos. Salian luego hasta
-veinte mugeres vistosamente ataviadas, que servian la vianda, y
-ministraban la copa con el mismo género de reverencias que usaban en
-sus templos. Los platos eran de barro muy fino y solo servian una vez,
-como los manteles y servilletas, que se repartian luego entre los
-criados: los vasos de oro sobre salvas de lo mismo; y algunas veces
-solia beber en cocos ó conchas naturales costosamente guarnecidas.
-Tenian siempre á la mano diferentes géneros de bebidas, y él señalaba
-las que apetecia: unas con olor, otras de hierbas saludables, y
-algunas confecciones de ménos honesta calidad. Usaba con moderacion de
-los vinos, ó mejor diriamos cervezas, que hacian aquellos Indios,
-liquidando los granos del maiz por infusion y cocimiento, bebida que
-turbaba la cabeza como el vino mas robusto. Al acabar de comer tomaba
-ordinariamente un género de chocolate á su modo, en que iba la
-substancia del cacao batida con el molinillo hasta llenar la xicara de
-mas espuma que licor; y despues el humo del tabaco suavizado con
-liquidambar: vicio que llamaban medicina, y en ellos tuvo algo de
-supersticion, por ser el zumo de esta yerba uno de los ingredientes
-con que se dementaban y enfurecian los sacerdotes siempre que
-necesitaban de perder el entendimiento para entender al demonio.
-
-Asistian ordinariamente á la comida tres ó quatro juglares de los que
-mas sobresalian en el número de sus sabandijas: y estos procuraban
-entretenerle, poniendo, como suelen, su felicidad en la risa de los
-otros; y vistiendo las mas veces en trage de gracia la falta de
-respeto. Solia decir Motezuma que los permitia cerca de su persona,
-porque le decian algunas verdades: (poco las apeteceria quien las
-buscaba en ellos, ó tendria por verdades las lisonjas): sentencia que
-se pondera entre sus discreciones; pero mas reparamos en que llegáse á
-conocer hasta un Príncipe bárbaro la culpa de admitirlos, pues buscaba
-colores con que honestarlo.
-
-Despues del rato del sosiego solian entrar sus músicos á divertirle: y
-al son de flautas y caracoles, cuya desigualdad de sonidos concertaban
-con algun género de consonancia, le cantaban diferentes composiciones
-en varios metros, que tenian su número y cadencia: variando los tonos
-con alguna modulacion buscada en la voluntad de su oído. El ordinario
-asunto de sus canciones eran los acaecimientos de sus mayores, y los
-hechos memorables de sus Reyes; y estas se cantaban en los templos, y
-enseñaban á los niños, para que no se olvidasen las hazañas de su
-nacion, haciendo el oficio de la historia con todos aquellos que no
-entendian las pinturas y geroglíficos de sus anales. Tenian tambien
-sus cantilenas alegres, de que usaban en sus bayles, con estribillos y
-repeticiones de música mas bulliciosa: y eran tan inclinados á este
-género de regocijos, y á otros espectáculos en que mostraban sus
-habilidades, que, casi todas las tardes, habia fiestas públicas en
-alguno de los barrios, unas veces de la nobleza, y otras de la gente
-popular: y en aquella sazon fueron mas freqüentes, y de mayor
-solemnidad, por el agasajo de los Españoles, fomentándolas y
-asistiéndolas Motezuma contra el estilo de su austeridad; como quien
-deseaba con algun género de ambicion que se contasen los exercicios de
-la ociosidad entre las grandezas de su corte.
-
-La mas señalada entre sus fiestas era un género de danzas que llamaban
-mitotes: componianse de innumerable muchedumbre; unos vistosamente
-adornados, y otros en trages y figuras extraordinarias. Entraban en
-ellas los nobles, mezclándose con los plebeyos en honor de la
-festividad: y tenian exemplar de haber entrado sus Reyes. Hacian el
-son dos atabales de madera cóncava, desiguales en el tamaño y en el
-sonido, baxo y tiple, unidos y templados no sin alguna conformidad.
-Entraban de dos en dos haciendo sus mudanzas: y despues formaban
-corro, hiriendo todos á un tiempo la tierra y el ayre con los pies,
-sin perder el compás. Cansado un corro, sucedia otro con diferentes
-saltos y movimientos, imitando los tripudios y coreas que celebró la
-antigüedad; y algunas veces se mezclaban todos en alegre inquietud,
-hasta que, mediando los brindis, y venciendo la embriaguez, de que se
-hacia gala en estos dias, cesaba la fiesta, ó se convertia en otra
-locura ménos ordenada.
-
-Juntabase otras veces el pueblo en las plazas ó en los atrios de sus
-templos á diferentes espectáculos y juegos. Habia desafíos de tirar al
-blanco, y hacer otras destrezas admirables con el arco y la flecha.
-Usaban de la carrera y la lucha con sus apuestas particulares, y
-premios públicos para el vencedor. Tenian hombres agilísimos que
-baylaban sin equilibrio en la maroma; y otros que hacian mudanzas y
-vueltas con segundo baylarin sobre los hombros. Jugaban tambien á la
-pelota igual número de competidores con un género de goma que
-levantaba mucho los botes, y la traían largo rato en el ayre, hasta
-que ganaban la raya los que daban con ella en el término contrapuesto:
-victoria que se disputaba con tanta solemnidad, que venian los
-sacerdotes con el Dios de la pelota (ridícula supersticion!) y
-colocándole á la vista, conjuraban el trinquete con ciertas
-ceremonias, que, á su parecer, dexaban corregidos los azares del
-juego, igualando la fortuna de los jugadores.
-
-Raros eran los dias en que no hubiese alguna fiesta que alegráse la
-ciudad: y Motezuma gustaba de que se freqüentasen los bayles y los
-regocijos; no porque fuesen de su genio, ni dexáse de conocer los
-inconvenientes que se perdonan, ó se disimulan en estos bullicios de
-la plebe; sino porque hallaba conveniencia en traer divertidos
-aquellos ánimos inquietos, de cuya fidelidad vivia rezeloso. Propia
-cavilacion de Príncipe tirano, dexar al pueblo estos incitamentos de
-los vicios, para que no discurra en lo que padece: y mayor servidumbre
-de la tiranía, necesitar de indignas permisiones, para introducir la
-servidumbre con especie de libertad.
-
-
-
-
- CAPITULO XVI.
-
- _Dáse noticia de las grandes riquezas de Motezuma, del estílo
- con que se administraba la hacienda, y se cuidaba de la
- justicia: con otras particularidades del gobierno político y
- militar de los Mexicanos._
-
-
-Era Príncipe tan rico Motezuma, que, no solo podia sustentar los
-gastos y delicias de su corte, pero mantenia continuamente dos ó tres
-exércitos en campaña para sujetar sus rebeldes, ó cubrir sus
-fronteras; y sobraba caudal opulento de que se formaban sus tesoros.
-Daban grande utilidad á la corona las minas de oro y plata, las
-salinas, y otros derechos de antigua introduccion; pero el mayor
-capital de las rentas reales se componia de las contribuciones de los
-vasallos, cuya imposicion creció con exôrbitancia en tiempo de
-Motezuma. Todos los hombres llanos de aquel vasto y populoso dominio
-pagaban de tres uno al Rey de sus labranzas y grangerías: los pobres
-conducian sin estipendio los géneros que se remitian á la corte ó
-reconocian el vasallage con otro servicio personal.
-
-Andaban por el Reyno diferentes audiencias, que, con el auxîlio de
-las justicias ordinarias, iban cobrando y remitiendo los tributos.
-Dependian estos ministros del tribunal de hacienda, que residia en la
-corte, obligados á dar cuenta por menor de lo que producian sus
-distritos; y se castigaban con pena de la vida sus fraudes ó sus
-descuidos, de que resultaba mayor violencia en las cobranzas; porque
-se miraban como igual delito en el executor la piedad y el latrocinio.
-
-Eran grandes los clamores de los pueblos, y no los ignoraba Motezuma;
-pero solia poner entre los primores de su gobierno la opresion de sus
-vasallos; diciendo muchas veces que conocia su mala inclinacion, y que
-necesitaban de aquella carga para su misma quietud, porque no los
-pudiera sujetar si los dexára enriquecer. ¡Grande hombre de buscar
-pretextos y colores que hiciesen el oficio de la razon! Los lugares
-vecinos á la ciudad daban gente para las obras reales, proveían de
-leña el palacio, y pagaban otras pensiones á costa de sus comunidades.
-
-Los nobles contribuian con asistir á las guardias, acudian con sus
-vasallos á los exércitos, y hacian contínuos presentes al Rey, que se
-recibian como dádivas, sin perder el nombre de obligacion. Habia
-diferentes depositarios y tesoreros donde paraban los géneros que
-procedian de las contribuciones: y el tribunal de hacienda libraba en
-ellos todo lo necesario para el gasto de las casas reales, y
-provisiones de la guerra; y cuidaba de que se fuese beneficiando lo
-que sobraba, para guardarlo en el tesoro principal, reducido á géneros
-durables, y particularmente á piezas de oro, cuyo valor conocian y
-estimaban, sin que la copia llegáse á envilecerle; ántes le apetecian
-y guardaban los poderosos, ó bien fuese por la nobleza y hermosura del
-metal, ó porque nació destinado á la codicia mas que á la necesidad de
-los hombres.
-
-Tenian los Mexicanos dispuesto y organizado su gobierno con notable
-concierto y armonía. Demas del consejo de hacienda, que corria, como
-hemos dicho, con las dependencias del patrimonio real, habia consejo
-de justicia, donde venian las apelaciones de los tribunales
-inferiores: consejo de guerra, donde se cuidaba de la formacion y
-asistencias de los exércitos: y consejo de estado que se hacia las mas
-veces en presencia del Rey, donde se trataban los negocios de mayor
-peso. Habia tambien jueces del comercio y del abasto, y otro género de
-ministros, como Alcaldes de corte que rondaban la ciudad, y perseguian
-los delinqüentes. Traían sus varas ellos y sus alguaciles para ser
-conocidos por la insignia del oficio, y tenian su tribunal donde se
-juntaban á oir las partes, y determinar los pleytos en primera
-instancia. Los juicios eran sumarios y verbales: el actor y el reo
-comparecian con su razon y sus testigos, y el pleyto se acababa de
-una vez, durando poco mas, si era materia de recurso á tribunal
-superior. No tenian leyes escritas; pero se gobernaban por el estílo
-de sus mayores, supliendo la costumbre por la ley siempre que la
-voluntad del Príncipe no alteraba la costumbre. Todos estos consejos
-se componian de personas experimentadas en los cargos de la paz y de
-la guerra: y el de estado, superior á todos los demas, se formaba de
-los Electores del Imperio, á cuya dignidad ascendian los Príncipes
-ancianos de la sangre Real: y quando se ofrecia materia de mucha
-consideracion, eran llamados al consejo los Reyes de Tezcuco y Tacuba,
-principales Electores, á quien tocaba por sucesion esta prerogativa.
-Los quatro primeros vivian en palacio, y andaban siempre cerca del
-Rey, para darle su parecer en lo que se ofrecia y autorizar con el
-pueblo sus resoluciones.
-
-Cuidaban del premio y del castigo con igual atencion. Eran delitos
-capitales el homicidio, el hurto, el adulterio, y qualquier leve
-desacato contra el Rey ó contra la religion. Las demas culpas se
-perdonaban con facilidad, porque la misma religion desarmaba la
-justicia permitiendo las iniquidades. Castigábase tambien con pena de
-la vida la falta de integridad en los ministros, sin que se diese
-culpa venial en los que servian oficio público: y Motezuma puso en
-mayor observancia esta costumbre, haciendo exquisitas diligencias
-para saber como procedian, hasta exâminar su desinterés con algunos
-regalos ofrecidos por mano de sus confidentes; y el que faltaba en
-algo á su obligacion, moria por ello irremisiblemente: severidad que
-merecia Príncipe ménos bárbaro, y república mejor acostumbrada. Pero
-no se puede negar á los Mexicanos que tuvieron algunas virtudes
-morales, y particularmente la de procurar que se administráse con
-rectitud aquel género de justicia que llegaron á conocer, bastante á
-deshacer los agravios, y á mantener la sociedad entre los suyos:
-porque no dexaban de conservar entre sus abusos y bestialidades
-algunas luces de aquella primitiva equidad que dió á los hombres la
-naturaleza, quando faltaban las leyes, porque se ignoraban los
-delitos.
-
-Una de las atenciones mas notables de su gobierno era el cuidado con
-que se trataba la educacion de los muchachos, y el desvelo con que
-iban formando y reconociendo sus inclinaciones. Tenian escuelas
-públicas para la enseñanza de la gente popular, y otros colegios ó
-seminarios de mayor providencia y aparato donde se criaban los hijos
-de los nobles: perseverando en ellos desde la tierna edad, hasta que
-salian capaces de hacer su fortuna, ó seguir su inclinacion. Habia
-maestros de niñez, adolescencia y juventud, que tenian autoridad y
-estimacion de ministros; y no sin fundamento, pues cuidaban de
-aquellos rudimentos y exercicios que aprovechaban despues á la
-república. Allí los enseñaban á descifrar los caractéres y figuras de
-que se componian sus escritos, y los hacian tomar de memoria las
-canciones historiales en que se contenian los hechos de sus mayores, y
-las alabanzas de sus Dioses. Pasaban despues á otra clase, donde se
-aprendia la modestia y la cortesía, y dicen que hasta la compostura en
-el andar. Eran de mayor suposicion estos segundos preceptores, porque
-tenian á su cargo las costumbres de aquella edad, en que se dexan
-corregir los defectos y quebrantar las pasiones.
-
-Despiertos ya, y crecidos en este género de sujecion y enseñanza,
-pasaban á la tercera clase, donde se habilitaban en exercicios mas
-robustos: probaban las fuerzas en el peso y la lucha, competian unos
-con otros en el salto y la carrera, y se enseñaban á manejar las
-armas, esgrimir el montante, despedir el dardo, y dar impulso y
-certidumbre á la flecha: hacianlos sufrir la hambre y la sed: y tenian
-sus ratos de resistir á las inclemencias del tiempo, hasta que volvian
-hábiles y endurecidos á la casa de sus padres, para ser aplicados,
-segun la noticia que daban los maestros de su inclinacion, al gobierno
-político, al exercicio militar, ó al sacerdocio: tres caminos en que
-podia elegir la gente noble, poco diferentes en la estimacion, aunque
-precedia el de la guerra, por ser mayores sus ascensos.
-
-Habia tambien otros colegios de matronas dedicadas al culto de los
-templos, donde se criaban las doncellas de calidad, guardando
-clausura, y entregadas á sus maestras desde la niñez hasta que salian
-á tomar estado, con aprobacion de sus padres, y licencia del Rey:
-diestras ya en aquellas habilidades y labores que daban opinion á las
-mugeres.
-
-Los hijos de la gente noble, que, al salir de los seminarios, se
-inclinaban á la guerra, pasaban por otro exâmen digno de
-consideracion: porque sus padres los enviaban á los exércitos para que
-viesen lo que se padecia en la campaña, ó supiesen lo que intentaban
-ántes de alistarse por soldados: y solian enviarlos entre los Tamenes
-vulgares con su carga de bastimentos al hombro, para que perdiesen la
-vanidad y fuesen enseñados al trabajo.
-
-No se admitian á la profesion los que mudaban el semblante al horror
-de las batallas, ó no daban alguna experiencia de su valor: de que
-resultaba el ser de mucho servicio estos bisoños en el tiempo de su
-aprobacion, porque todos procuraban señalarse con algun hecho
-particular, arrojándose á los mayores peligros; y conociendo, al
-parecer, que, para entrar en el número de los valientes, era
-necesario dar algo de temeridad á los principios de la fama.
-
-En nada pusieron tanto su felicidad los Mexicanos como en las cosas de
-la guerra: profesion que miraban los Reyes como principal instituto de
-su poder, y los súbditos como propia de su nacion. Subian por ella los
-plebeyos á nobles, y los nobles á las mayores ocupaciones de la
-monarquía: con que se animaban todos á servir, ó por lo ménos
-aspiraban á la virtud militar quantos nacian con ambicion, ó tenian
-espíritu para salir de su esfera. No habia lugar sin milicia
-determinada con preeminencias que diferenciaban al soldado entre los
-demas vecinos. Formábanse los exércitos con facilidad: porque los
-Príncipes del reyno, y los Caciques de las provincias tenian
-obligacion de acudir á la plaza de armas que se les señalaba con el
-número de gente que se les repartia: y se pondera entre las grandezas
-de aquel imperio, que llegó á tener Motezuma treinta vasallos tan
-poderosos, que podia cada uno poner en campaña cien mil hombres
-armados. Gobernaban estos la gente de su cargo en la ocasion,
-dependientes del Capitan general, á quien obedecian, reconociendo en
-él la representacion de su Rey, quando faltaba su persona del
-exército, que sucedia pocas veces: porque aquellos Príncipes tenian á
-desayre de su autoridad el apartarse de sus armas, hallando alguna
-monstruosidad política en aquella disonancia, que hacen fuerzas
-propias en ageno brazo.
-
-Su modo de pelear era el mismo que dexamos referido en la batalla de
-Tabasco: mejor disciplinados los exércitos, ménos confusa la
-obediencia de los soldados, mas nobleza, y mayores esperanzas.
-Deshacianse brevemente de las armas arrojadizas para llegar á las
-espadas, y muchas veces á los brazos, por ser entre aquella gente
-mayor hazaña el cautiverio que la muerte del enemigo, y mas valeroso
-el que daba mas prisioneros para los sacrificios. Tenian estimacion y
-conveniencia los cargos militares, y Motezuma premiaba con liberalidad
-á los que sobresalian en las batallas: tan inclinado á la milicia, y
-tan atento á la reputacion de sus armas, que inventó premios
-honoríficos para los nobles que servian en la guerra, instituyendo
-cierto género de órdenes militares con sus hábitos ó insignias que
-daban honra y distincion. Habia unos caballeros que llamaban de las
-águilas, otros de los tigres, y otros de los leones, que llevaban
-pendiente ó pintada en los mantos la empresa de su religion. Fundó
-tambien otra caballería superior, á que solo eran admitidos los
-Príncipes ó nobles de alcuña real, y se hizo alistar en ella. Traían
-estos atada parte del cabello con una cinta roxa, y entre las plumas,
-de que adornaban la cabeza, unas borlas del mismo color, que pendian
-sobre las espaldas, mas ó ménos, segun las hazañas del caballero, las
-quales se contaban por el número de las borlas, y se aumentaban con
-nueva solemnidad como iban creciendo los hechos memorables de la
-guerra: con que habia dentro de la misma dignidad algo mas que
-merecer.
-
-Debemos alabar en los Mexicanos la generosidad con que anhelaban á
-semejantes pundonores; y en Motezuma, el haber inventado en su
-república estos premios honoríficos: que, siendo la moneda mas fácil
-de batir, tienen el primer lugar en los tesoros del Rey.
-
-
-
-
- CAPITULO XVII.
-
- _Dáse noticia del estilo con que se medían y computaban en
- aquella tierra los meses y los años: de sus festividades,
- matrimonios, y otros ritos y costumbres dignas de
- consideracion._
-
-
-Tenian los Mexicanos dispuesto y regulado su calendario con notable
-observacion. Gobernabanse por el movimiento del sol, y midiendo sus
-alturas y declinaciones para entenderse con el tiempo. Daban al año
-trescientos y sesenta y cinco dias como nosotros: pero le dividian en
-diez y ocho meses, señalando á cada mes veinte dias, de cuyo número
-se componian los trescientos y sesenta; y los cinco restantes eran
-como dias intercaláres, que se añadian al fin del año para igualar el
-curso del sol. Mientras duraban estos cinco dias, (que, á su parecer,
-dexaron advertidamente sus mayores como vacíos y fuera de cuenta) se
-daban á la ociosidad, y trataban solo de perder, como podian, aquellas
-sobras del tiempo. Dexaban el trabajo los oficiales, cerrabanse las
-tiendas, cesaba el despacho de los tribunales, y hasta los sacrificios
-en los templos. Visitabanse unos á otros, y procuraban todos
-divertirse con varios entretenimientos, dando á entender que se
-prevenian con el descanso para entrar en los afanes y tareas del año
-siguiente: cuyo ingreso ponian en el principio de la primavera,
-discrepando del año solar, segun el cómputo de los astrólogos, en
-solos tres dias que venian á tomar de nuestro mes de Febrero.
-
-Tenian tambien sus semanas de á trece dias con nombres diferentes, que
-se notaban por imágenes en el calendario; y sus siglos, que constaban
-de quatro semanas de años: cuyo método y dibuxo era de notable
-artificio, y se guardaba cuidadosamente para memoria de los sucesos.
-Formaban un círculo grande, y le dividian en cincuenta y dos grados,
-dando un año á cada grado. En el centro pintaban una efigie del sol, y
-de sus rayos salian quatro faxas de colores diferentes que partian
-igualmente, la circunferencia, dexando trece grados á cada
-semidiámetro: cuyas divisiones eran como signos de su zodiaco, donde
-tenian el siglo sus revoluciones, y el sol sus aspectos prósperos ó
-adversos, segun el color de la faxa. Por defuera iban notando en otro
-círculo mayor con sus figuras y caractéres los acaecimientos del
-siglo, y quantas novedades se ofrecian dignas de memoria: y estos
-mapas seculares eran como instrumentos públicos que servian á la
-comprobacion de sus historias. Puédese contar entre las providencias
-de aquel gobierno el tener historiadores que mandasen á la posteridad
-los hechos de su nacion.
-
-Habia su mezcla de supersticion en este cómputo de los siglos, porque
-tenian aprehendido que peligraba la duracion del mundo siempre que
-terminaba el sol aquella carrera de las quatro semanas mayores: y
-quando llegaba el último dia de los cincuenta y dos años, se prevenian
-todos para la última calamidad. Despedianse de la luz con lágrimas,
-disponianse para morir sin enfermedad, rompian las vasijas de su
-menage como trastos inútiles, apagaban los fuegos, y andaban toda la
-noche como frenéticos, sin atreverse á descansar hasta saber si
-estaban de asiento en la region de las tinieblas. Pero al primer
-crepúsculo de la mañana empezaban á respirar con la vista en el
-oriente: y en saliendo el sol, le saludaban con todos sus
-instrumentos, cantándole diferentes himnos y canciones de alegría
-desconcertada: congratulábanse despues unos con otros de que ya tenian
-segura la duracion del mundo por otro siglo, y acudian luego á los
-templos á congratularse con sus Dioses, y á recibir la nueva lumbre de
-los sacerdotes, que se encendia delante de los altares con vehemente
-agitación de leños combustibles. Prevenianse despues de todo lo
-necesario para empezar á vivir: y este dia se celebraba con públicos
-regocijos, llenándose la ciudad de bayles y otros exercicios de
-agilidad dedicados á la renovacion del tiempo, no de otra suerte que
-celebró Roma sus juegos seculares.
-
-La coronacion de sus Reyes tenia extraordinarios requisitos. Hecha la
-eleccion, como se ha dicho, quedaba el nuevo Rey obligado á salir en
-campaña con las armas del Imperio, y conseguir alguna victoria de sus
-enemigos, ó sujetar alguna província de las confinantes ó rebeldes
-ántes de coronarse, ni ascender al trono real: costumbre digna de
-observacion, por cuyo medio creció tanto en pocos años aquella
-Monarquía. Luego que se hallaba capaz del dominio con la recomendacion
-de victorioso, volvia triunfante á la ciudad, y se le hacia público
-recibimiento de grande ostentacion. Acompañábanle todos los nobles,
-ministros y sacerdotes hasta el templo del Dios de la guerra, donde
-se apeaba de sus andas, y hechos los sacrificios de aquella funcion,
-le ponian los Príncipes electores la vestidura y manto real: le
-armaban la mano diestra con un estoque de oro y pedernal, insignia de
-la justicia; la siniestra con el arco y flechas, que significaban la
-potestad, ó el arbitrio de la guerra: y el Rey de Tezcuco le ponia la
-corona, prerogativa de primer elector.
-
-Oraba despues largo rato uno de los magistrados mas eloqüentes,
-dándole por todo el Imperio la enhorabuena de aquella dignidad, y
-algunos documentos en que le representaba los cuidados y desvelos que
-traia consigo la corona, lo que debia mirar por el bien público de sus
-reynos, y le ponia delante la imitacion de sus antecesores. Acabada
-esta oracion, se acercaba con gran reverencia el mayor de los
-sacerdotes, y en sus manos hacia un juramento de reparables
-circunstancias. Juraba primero que mantendria la religion de sus
-mayores, que observaria las leyes y fueros del Imperio, que trataria
-con benignidad á sus vasallos; y que, mientras él reynáse, andarian
-concertadas las lluvias, que no habria inundaciones en los rios,
-esterilidad en los campos, ni malignas influencias en el sol. Notable
-pacto entre Rey y vasallos, de que se rie Justo Lipsio; y pudieramos
-decir que le querian obligar con este juramento á que reynáse con tal
-moderacion, que no mereciese por su parte las iras del Cielo, no sin
-algun conocimiento de que suelen caer sobre los súbditos estos
-castigos y calamidades públicas por los pecados y exôrbitancias de los
-Reyes.
-
-En los demas ritos y costumbres de aquella nacion tocarémos solamente
-lo que fuere digno de historia, dexando las supersticiones,
-indecencias y obscenidades que manchan la narracion, por mas que se
-digan sin ofensa de la verdad. Siendo tanta como se ha referido la
-muchedumbre de sus Dioses, y tan obscura la ceguedad de su idolatría,
-no dexaban de conocer una Deidad superior, á quien atribuían la
-creacion del cielo y de la tierra: y este principio de las cosas era
-entre los Mexicanos un Dios sin nombre, porque no tenian en su lengua
-voz con que significarle; solo daban á entender que le conocian
-mirando al cielo con veneracion, y dándole á su modo el atributo de
-inefable con aquel género de religiosa incertidumbre que veneraron los
-Athenienses al Dios no conocido. Pero esta noticia de la primera
-causa, que, al parecer, habia de facilitar su desengaño, sirvió poco
-en aquella ocasion; porque no se hallaba camino de reducirlos á que
-pudiese gobernar todo el mundo, sin necesitar de otras manos, aquella
-misma Deidad, que, segun su inteligencia, tuvo poder para criarle: y
-estaban persuadidos á que no hubo Dioses de esotra parte del Cielo,
-hasta que multiplicándose los hombres, empezaron sus calamidades,
-considerando los Dioses como unos genios favorables, que se producian
-quando era necesaria su operacion; sin hacerles disonancia que
-adquiriesen el ser y la divinidad en las miserias de la naturaleza.
-
-Creían la inmortalidad del alma, y daban premio y castigo en la
-eternidad: mal entendido el merito y la culpa, y obscurecida esta
-verdad con otros errores: sobre cuyo presupuesto enterraban con los
-difuntos cantidad de oro y plata para los gastos del viage, que
-consideraban largo y trabajoso. Mataban algunos de sus criados para
-que los acompañasen: y era fineza ordinaria en las mugeres propias
-celebrar con su muerte las exêquias del marido. Los Príncipes
-necesitaban de gran sepultura, porque se llevaban tras sí la mayor
-parte de sus riquezas y familia: uno y otro correspondiente á su
-grandeza, llenos los oficios de la casa, y algunos lisonjeros que
-padecian el engaño de su misma profesion. Los cuerpos se llevaban á
-los templos con solemnidad y acompañamiento, donde los salian á
-recibir aquellos que llamaban sacerdotes con sus braserillos de copal,
-cantando al son de flautas roncas y destempladas diferentes himnos y
-versos fúnebres en tono melancólico. Levantaban repetidas veces en
-alto el ataud mientras duraba el sacrificio voluntario de aquellos
-miserables que introducian en el alma la servidumbre. Funcion de
-notable variedad, compuesta de abusiones ridículas, y atrocidades
-lastimosas.
-
-Sus matrimonios tenian su forma de contrato, y sus ceremonias de
-religion. Hechos los tratados, comparecian ambos contrayentes en el
-templo, y uno de los sacerdotes exâminaba su voluntad con preguntas
-rituales; y despues tomaba con una mano el velo de la muger, y con
-otra el manto del marido, y los anudaba por los extremos, significando
-el vínculo interior de las dos voluntades. Con este género de yugo
-nupcial volvian á su casa en compañía del mismo sacerdote: donde,
-imitando la supersticion de los Dioses Lares, entraban á visitar el
-fuego doméstico, que, á su parecer, mediaban en la paz de los casados,
-y daban siete vueltas á él siguiendo al sacerdote: con cuya
-diligencia, y la de sentarse despues á recibir el calor de
-conformidad, quedaba perfecto el matrimonio. Hacíase memoria con
-instrumento público de los bienes dotales que llevaba la muger: y el
-marido quedaba obligado á restituirlos en caso de apartarse; lo qual
-sucedia muchas veces, y se tenia por bastante causa para el divorcio
-que se conformasen los dos: pleyto en que no entraban las leyes,
-porque se juzgaban los que se conocian. Quedábase con las hijas la
-muger, llevándose los hijos el marido; y una vez disuelto el
-matrimonio, tenian pena de la vida irremisible si se volvian á
-juntar: siendo en su natural inconstancia la única dificultad de los
-repudios el peligro de la reincidencia. Zelaban como punto de honra la
-honestidad y el recato de las mugeres propias, y entre aquella
-desordenada licencia, con que se daban al vicio de la sensualidad, se
-aborrecia y castigaba con rigor el adulterio, no tanto por su
-deformidad, como por sus inconvenientes.
-
-Llevábanse á los templos con solemnidad los niños recien nacidos, y
-los sacerdotes los recibian con ciertas amonestaciones, en que les
-notificaban los trabajos á que nacian. Aplicábanles, si eran nobles, á
-la mano derecha una espada, y al brazo izquierdo un escudo, que tenian
-para este ministerio: si eran plebeyos, hacian la misma diligencia con
-algunos instrumentos de los oficios mecánicos; y las hembras de una y
-otra calidad empuñaban la rueca y el uso, manifestando á cada uno el
-género de fatiga con que le aguardaba su destino. Hecha esta primera
-ceremonia, los llevaban cerca del altar, y con espinas de maguey, ó
-con lancetas de pedernal les sacaban alguna sangre de las partes de la
-generacion, y despues les echaban agua, ó los bañaban con otras
-imprecaciones. En que parece quiso el demonio, inventor de aquellos
-ritos, imitar el bautismo y la circuncision con la misma soberbia que
-intentó contrahacer otras ceremonias, y hasta los otros Sacramentos de
-la Religion Católica; pues introduxo entre aquellos bárbaros la
-confesion de los pecados, dándoles á entender que se ponian con ella
-en gracia de sus Dioses, ó un género de comunion ridícula, que
-ministraban los sacerdotes, ciertos dias del año, repartiendo en
-pequeños bocados un ídolo de harina masada con miel, que llamaban Dios
-de la penitencia. Ordenó tambien sus jubileos, instituyó las
-procesiones, los incensarios y otros remedos del verdadero culto,
-hasta disponer que se llamasen papas en aquella lengua los sumos
-sacerdotes. En que se conoce que le costaba particular estudio esta
-imitacion; fuese por abusar de las ceremonias sacrosantas mezclándolas
-con sus abominaciones, ó porque no sabe arrepentirse de aspirar con
-este género de afectaciones á la semejanza del Altísimo.
-
-Los demas ritos y ceremonias de aquella miserable gentilidad eran
-horribles á la razon y á la naturaleza; bestialidades, absurdos y
-locuras, que parecieran incompatibles con las demas atenciones que se
-han notado en su gobierno, si no estuvieran llenas las historias de
-semejantes engaños de la humana capacidad en otras naciones que vivian
-mas dentro del mundo, igualmente ciegas en menor obscuridad. Los
-sacrificios de sangre humana empezaron casi con la idolatría; y siglos
-ántes los introduxo el demonio entre aquellas gentes, de quien vino
-hasta los Israelitas el sacrificar sus hijos á las esculturas de
-Canaan. El horror de comerse los hombres á los hombres se vió primero
-en otros bárbaros de nuestro emisferio, como lo confiesa entre sus
-antigüedades la Galacia, y en sus antropófagos la Scitia. Los leños
-adorados como Dioses, las supersticiones, los agüeros, los furores de
-los sacerdotes, la comunicacion con el demonio en sus oráculos, y
-otros absurdos de igual abominacion, se hallan admitidos y venerados
-por otros gentiles que supieron discurrir y obrar con acierto en lo
-moral y político. Grecia y Roma desatinaron en la religion, y en lo
-demas dieron leyes al mundo, y exemplos á la posteridad. De que se
-conoce la corta jurisdiccion del entendimiento humano, que vuela poco
-sobre las noticias que recibe de los sentidos y de las experiencias,
-quando falta en él aquella luz participada con que se descubre la
-esencia de la verdad. Era la religion de los Mexicanos un compuesto
-abominable de todos los errores y atrocidades que recibió en
-diferentes partes la gentilidad. Dexamos de referir por menor las
-circunstancias de sus festividades y sacrificios, sus ceremonias,
-hechicerías y supersticiones, porque se hallan á cada paso, y con
-prolixa repeticion en las Historias de las Indias; y porque, á nuestro
-parecer, sobre ser materia en que se puede confesar el rezelo de la
-pluma, es leccion poco necesaria, en que falta la dulzura, y está
-lejos la utilidad.
-
-
-
-
- CAPITULO XVIII.
-
- _Continua Motezuma sus agasajos y dádivas á los Españoles.
- Llegan cartas de la Vera Cruz con noticia de la batalla en que
- murió Juan de Escalante; y con este motivo se resuelve la
- prision de Motezuma._
-
-
-Observaban los Españoles todas estas novedades, no sin grande
-admiracion, aunque procuraban reprimirla y disimularla, costándoles
-cuidado el apartarla del semblante, por mantener la superioridad que
-afectaban entre aquellos Indios. Los primeros dias se ocuparon en
-varios entrenimientos. Hicieron los Mexicanos vistosa ostentacion de
-todas sus habilidades, con deseo de festejar á los forasteros, y no
-sin ambicion de parecer diestros en el manejo de sus armas, y ágiles
-en los demas exercicios. Motezuma fomentaba los espectáculos y
-regocijos, depuesta la magestad contra el estílo de su elevacion.
-Llevaba siempre consigo á Cortés, asistido de sus Capitanes: tratábale
-con un género de humanidad respectiva, que parecia monstruosa en su
-natural, y daba estimacion á los Españoles entre los que le conocian.
-Freqüentábanse las visitas, unas veces Cortés en el palacio, y otras
-Motezuma en el alojamiento. No acababa de admirar las cosas de España,
-considerándola como parte del Cielo; y hacia tan alto concepto de su
-Rey, que no pensaba tanto de sus Dioses. Procuraba siempre ganar las
-voluntades, repartiendo alhajas y joyas entre los Capitanes y
-soldados, no sin discrecion y conocimiento de los sugetos; porque
-hacia mayor agasajo á los de mayor suposicion, y sabía proporcionar la
-dádiva con la importancia del agradecimiento. Los nobles, á imitacion
-de su Príncipe, deseaban obligar á todos con un género de obsequio que
-tocaba en obediencia. El pueblo doblaba las rodillas al menor de los
-soldados. Gozábase de un sosiego divertido: mucho que ver, y nada que
-rezelar. Pero tardó poco en volver á su exercicio el cuidado, porque
-llegaron á este tiempo dos soldados Tlascaltécas, que vinieron á la
-ciudad por caminos desusados, desmentida su nacion con el trage de los
-Mexicanos: y buscando recatadamente á Cortés, le dieron una carta de
-la Vera Cruz, que mudó el semblante de las cosas, y obligó á discursos
-ménos sosegados.
-
-Juan de Escalante, que, como diximos, quedó con el gobierno de aquella
-nueva poblacion, trataba de continuar sus fortificaciones, conservando
-los amigos que le dexó Cortés, y duró en esta quietud sin accidente de
-cuidado, hasta que recibió noticia de que andaba por aquellos parages
-un Capitan general de Motezuma con exército considerable castigando
-algunos lugares de su confederacion, porque habian retirado los
-tributos con el abrigo de los Españoles. Llamábase Qualpopóca, y
-gobernaba la gente de guerra que residia en las fronteras de Zempoala;
-y habiendo convocado las milicias de su cargo, hacia grandes
-extorsiones y violencias en aquellos pueblos, acompañando el rigor de
-los executores con la licencia de los soldados. Gente una y otra de
-insaciable codicia, que tratan el robo como negocio del Rey.
-
-Viniéronse á quejar los Totonaques de la serranía, cuyas poblaciones
-andaba destruyendo entónces aquel exército. Pidieron á Juan de
-Escalante que los amparáse tomando las armas en defensa de sus
-aliados: y ofrecieron asistir á la faccion con todo el resto de su
-gente. Procuró consolarlos, tomando por suyo el agravio que padecian;
-y ántes de llegar á los términos de la fuerza, resolvió enviar sus
-mensageros al Capitan general pidiéndole amigablemente:
-
- "Que suspendiese aquellas hostilidades hasta recibir nueva
- órden de su Rey, pues no era posible que se la hubiese dado
- para semejante novedad, quando habia permitido que pasasen á su
- Corte los Embaxadores del Monarca oriental á introducir
- pláticas de paz y confederacion entre las dos coronas."
-
-Executaron este mensage dos Zempoales de los mas ladinos que residian
-en la Vera Cruz; y la respuesta fué atrevida y descortés:
-
- "Que él sabía entender y executar las órdenes de su Rey: y si
- alguno intentáse poner embarazo en el castigo de aquellos
- rebeldes, sabria tambien defender en la campaña su resolucion."
-
-No pudo Juan de Escalante disimular su enojo, ni debió negarse á este
-desafío, hallándose á la vista de aquellos Indios, interesados en el
-suceso de los Totonaques, iguales en el riesgo, y asegurados en la
-misma proteccion: y habiéndose informado de que no pasaria de quatro
-mil hombres el grueso del enemigo, juntó brevemente un exército de
-hasta dos mil Indios, la mayor parte de la serranía, que fugitivos, ó
-irritados vinieron á ponerse á su sombra; con los quales bien armados
-á su modo, y con quarenta Españoles, dos arcabuces, tres ballestas, y
-dos tiros de artillería, que pudo sacar de la plaza, dexándola con
-bien moderada guarnicion, caminó la vuelta de aquellas poblaciones que
-le llamaban á su defensa. Tuvo Qualpopóca noticia de su marcha, y
-salió á recibirle con toda su gente puesta en órden cerca de un lugar
-pequeño, que se llamó despues Almería. Dieronse vista los dos
-exércitos poco despues de amanecer, y se acometieron ambos con igual
-resolucion; pero á breve rato cedieron los Mexicanos, y empezaron á
-retirarse puestos en desórden. Sucedió al mismo tiempo que los
-Totonaques de nuestra faccion (ó por no ser soldados, ó por la
-costumbre que tenian de temer á los Mexicanos) se cayeron de ánimo, y
-se fueron quedando atras, hasta que últimamente se pusieron en fuga,
-sin que la fuerza ni el exemplo bastase á detenerlos. Raro accidente,
-que se debe notar entre las monstruosidades. Iba el enemigo tan
-atemorizado, y tan cuidadoso de la propia salud, que no reparó en la
-diminucion de nuestra gente, y solo trató de retirarse
-desordenadamente á la poblacion vecina: donde se acercó Juan de
-Escalante con poco mas que sus quarenta Españoles; y mandando poner
-fuego al lugar por diferentes partes, acometió, al mismo tiempo que
-tomó cuerpo la llama, con tanta resolucion, que, sin dexarles lugar
-para que pudiesen discurrir en su flaqueza, los rompió y desalojó
-enteramente, obligándolos á que volviesen las espaldas, y se
-derramasen á los bosques. Dixeron despues aquellos Indios haber visto
-en el ayre una Señora como la que adoraban los forasteros por madre de
-su Dios, que los deslumbraba y entorpecia para que no pudiesen pelear.
-No se manifestó á los Españoles este milagro; pero el suceso le hizo
-creible: y ya estaban todos enseñados á partir con el Cielo sus
-hazañas.
-
-Fué muy señalada esta victoria, pero igualmente costosa: porque Juan
-de Escalante quedó herido mortalmente con otros siete soldados, de
-los quales se llevaron los Indios á Juan de Arguello, natural de Leon,
-hombre muy corpulento y de grandes fuerzas, que cayó peleando
-valerosamente á tiempo que no pudo ser socorrido: y los demas murieron
-de las heridas en la Vera Cruz dentro de tres dias.
-
-De cuya pérdida con todas sus circunstancias daba cuenta el
-Ayuntamiento en aquella carta, para que se nombráse sucesor á Juan de
-Escalante, y se tuviese noticia del estado en que se hallaban. Leyóla
-Cortés con el desconsuelo que pedia semejante novedad. Comunicó el
-caso á sus Capitanes; y sin ponderar entónces sus conseqüencias, ni
-manifestarles todo su cuidado, les pidió que discurriesen la materia,
-y se la dexasen discurrir, encomendando á Dios la resolucion que se
-hubiese de tomar: lo qual encargó muy particularmente al Padre Fray
-Bartolomé de Olmedo, y á todos el secreto, porque no corriese la voz
-entre los soldados, y en negocio de tanta importancia se diese lugar á
-dictámenes vulgares.
-
-Retiróse despues á su aposento, y dexó correr la consideracion por
-todos los inconvenientes que podian resultar de aquella desgracia.
-Entraba y salia con dudosa eleccion en los caminos que le ofrecia su
-discurso: cuya viveza misma le fatigaba, dándole á un tiempo los
-remedios y las dificultades. Dicen que se anduvo paseando gran parte
-de la noche, y que descubrió entónces una pieza recien tabicada, en
-que tenia Motezuma las riquezas de su padre (y aquí las refieren por
-menor) y que habiéndolas reconocido, mandó cerrar el tabique, sin
-permitir que se tocáse á ellas. No nos detengamos en esta digresion de
-su cuidado, que no debió de ser larga, pues hizo lugar á otras
-diligencias, para tomar punto fixo en la resolucion que andaba
-madurando.
-
-Mandó llamar reservadamente á los Indios mas capaces y confidentes de
-su exército; preguntóles:
-
- "Si habian reconocido alguna novedad en los ánimos de los
- Mexicanos, y como corria entre aquella gente la estimacion de
- los Españoles. Respondieron: que lo comun del pueblo estaba
- divertido con sus fiestas, y los veneraba por verlos aplaudidos
- de su Rey; pero que los nobles andaban ya pensativos y
- misteriosos, que se hablaban en secreto, y se dexaba conocer el
- recato en sus corrillos."
-
-Tenian observadas algunas medias palabras de sospechosa
-interpretacion: y una de ellas fué: _Que sería fácil romper los
-puentes_, con otras de este género, que juntas decian lo bastante para
-el rezelo. Dos ó tres de aquellos Indios habian oido decir, que pocos
-dias ántes truxeron de presente á Motezuma la cabeza de un Español, y
-que la mandó esconder y retirar, despues de haberla mirado con
-asombro, por ser muy fiera y desmesurada: señas que convenian con la
-de Juan de Arguello; y novedad que puso á Cortés en mayor cuidado,
-por el indicio de que hubiese cooperado Motezuma en la faccion de su
-General.
-
-Con estas noticias, y lo que llevaba discurrido en ellas, se encerró
-al amanecer con sus Capitanes, y con algunos de los soldados
-principales que solian concurrir á las juntas por su calidad ó
-entendimiento. Propusoles el caso con todas sus circunstancias:
-refirió lo que le habian advertido aquella noche los Indios
-confidentes: ponderó sin desaliento las contingencias de que se
-hallaban amenazados: tocó con espíritu las dificultades que podian
-ocurrir: y sin manifestar la inclinacion de su dictámen, calló, para
-que hablasen los demas. Hubo diversos pareceres; unos querian que se
-pidiese pasaporte á Motezuma, y se acudiese luego al riesgo de la Vera
-Cruz: otros dificultaban la retirada, y se inclinaban á salir
-ocultamente, sin dexarse olvidadas las riquezas que habian adquirido:
-los mas fueron de sentir que convenia perseverar, sin darse por
-entendidos del suceso de la Vera Cruz, hasta sacar algunos partidos
-para retirarse. Pero Hernan Cortés, recogiendo lo que venia
-discurrido, y alabando el zelo con que deseaban todos el acierto,
-dixo:
-
- "Que no se conformaba con el medio propuesto de pedir pasaporte
- á Motezuma; porque habiéndose abierto el camino con las armas
- para entrar en su corte, á pesar de su repugnancia, caerian
- mucho del concepto en que los tenia, si llegáse á entender que
- necesitaban de su favor para retirarse: que si estaba de mal
- ánimo, podria concederles el pasaporte para deshacerlos en la
- retirada; y si le negase, quedaban obligados á salir contra su
- voluntad, entrando en el peligro, descubierta la flaqueza. Que
- le agradaba ménos la resolucion de salir ocultamente, porque
- sería ponerse de una vez en términos de fugitivos, y Motezuma
- podria con gran facilidad cortarles el paso, adelantando por
- sus correos la noticia de su marcha. Que, á su parecer, no era
- conveniente por entónces la retirada; porque, de qualquiera
- suerte que la intentasen, volverian sin reputacion: y perdiendo
- los amigos y confederados que se mantenian con ella, se
- hallarian despues sin un palmo de tierra donde poner los pies
- con seguridad. Por cuyas consideraciones (dixo) soy de sentir
- que se apartan ménos de la razon los que se inclinan á que
- perseveremos sin hacer novedad hasta salir con honra, y ver lo
- que dan de sí nuestras esperanzas. Ambas resoluciones son
- igualmente aventuradas; pero no igualmente pundonorosas: y
- sería infelicidad indigna de Españoles morir por eleccion en el
- peligro mas desayrado. Yo no pongo duda en que nos debemos
- mantener: el modo con que se ha de conseguir es en lo que mas
- se detiene mi cuidado. Vienense á los ojos estos principios de
- rumor que se han reconocido entre los Mexicanos. El suceso de la
- Vera Cruz, executado con las armas de su nacion, pide nuevas
- consideraciones al discurso. La cabeza de Arguello, presentada
- en lisonja de Motezuma, es indicio de que supo ántes la faccion
- de su General: y su mismo silencio nos está diciendo lo que
- debemos rezelar de su intencion. Pero á vista de todo me parece
- que, para mantenernos en esta ciudad ménos aventurados, es
- necesario que pensemos en algun hecho grande, que asombre de
- nuevo á sus moradores, resarciendo lo que se hubiere perdido en
- su estimacion con estos accidentes. Para cuyo efecto, despues
- de haber discurrido en otras hazañas de mas ruido que
- substancia, tengo por conveniente que nos apoderemos de
- Motezuma, trayéndole preso á nuestro quartel: resolucion que, á
- mi entender, los ha de atemorizar y reprimir, dándonos
- disposicion para que podamos capitular despues con Rey y
- vasallos lo que mas conviniere á nuestro Príncipe y á nuestra
- seguridad. El pretexto de la prision, si yo no discurro mal, ha
- de ser la muerte de Arguello que ha llegado á su noticia, y el
- rompimiento de la paz cometido por su General: de cuyas dos
- ofensas debemos darnos por entendidos, y pedir satisfaccion,
- porque no conviene suponer una ignorancia de lo que saben
- ellos, quando estan creyendo que lo alcanzamos todo; y éste y
- los demas engaños de su imaginacion se deben por lo ménos
- tolerar como parciales de nuestra osadía. Bien reconozco las
- dificultades y contingencias de tan ardua resolucion; pero las
- grandes hazañas son hijas de los grandes peligros: y Dios nos
- ha de favorecer, que son muchas las maravillas (y pudiera decir
- milagros evidentes) con que se ha declarado por nosotros en
- esta jornada, para que no miremos ahora como inspiracion suya
- nuestra perseverancia. Su causa es la primera razon de nuestros
- intentos; y yo no he de creer que nos ha traido en hombros de
- su providencia extraordinaria para introducirnos en el empeño,
- y dexarnos con nuestra flaqueza en la mayor necesidad."
-
-Dilatóse con tanta energía en esta piadosa consideracion, que comunicó
-á los corazones de todos el vigor de su ánimo, y se reduxeron al mismo
-dictámen, primero los Capitanes Juan Velazquez de Leon, Diego de
-Ordaz, Gonzalo de Sandoval; y despues alabaron todos el discurso de su
-Capitan, hallando, al parecer, lo eficaz del remedio en lo heroyco de
-la resolucion: con que se disolvió la junta, quedando entónces
-determinada la prision de Motezuma, y remitida la disposicion de todo
-á la prudencia de Cortés.
-
-Bernal Diaz del Castillo, que no pierde ocasion de introducirse á
-inventor de las resoluciones grandes, dice que le aconsejaron esta
-prision él y otros soldados algunos dias ántes que llegáse la nueva
-de la Vera Cruz: no convienen con él las demas relaciones, ni entónces
-habia causa para discurrir con tanto arrojamiento: pudiera detenerse
-un poco, y quedára su consejo sin la nota de inverisímil, ó sin la
-excepcion de intempestivo.
-
-
-
-
- CAPITULO XIX.
-
- _Execútase la prision de Motezuma: dáse noticia del modo como
- se dispuso, y como se recibió entre sus vasallos._
-
-
-No se puede negar que fué atrevimiento sin exemplar esta resolucion
-que tomaron aquellos pocos Españoles de prender á un Rey tan poderoso
-dentro de su corte. Accion que, siendo verdad, parece incompatible con
-la sencillez de la historia: y pareciera sin proporcion, quando se
-hallára entre las demasías ó licencias de la fábula. Pudiérase llamar
-temeridad, si se hubiera entrado en ella voluntariamente, ó con mas
-eleccion; pero no es temerario propiamente quien se ciega porque no
-puede mas. Vióse Cortés igualmente perdido si se retiraba sin
-reputacion, que aventurado si se mantenia sin volver por ella con
-algun hecho memorable: y el ánimo, quando se halla ceñido por todas
-partes de la dificultad, se arroja violentamente á los peligros
-menores. Pensó en lo mas difícil, por asegurarse de una vez, ó porque
-no se acomodaba su discurso á las medianías. Pudieramos decir que fué
-magnanimidad suya el poner tan alta la mira, ó que la prudencia
-militar no es tan enemiga de los extremos como la prudencia política;
-pero mejor es que se quede sin nombre su resolucion, ó que, mirando al
-suceso, la pongamos entre aquellos medios imperceptibles de que se
-valió Dios en esta conquista, excluyendo, al parecer, los impulsos
-naturales.
-
-Eligióse finalmente la hora en que solian hacer su visita los
-Españoles, porque no se extrañáse la novedad. Ordenó Cortés que se
-tomasen las armas en su quartel: que se pusiesen las sillas á los
-caballos, y estuviesen todos alerta, sin hacer ruido ni moverse hasta
-nueva órden. Ocupó con algunas quadrillas á la deshilada las bocas de
-las calles, y partió al palacio con los Capitanes Pedro de Alvarado,
-Gonzalo de Sandoval, Juan Velazquez de Leon, Francisco de Lugo, y
-Alonso Dávila: y mandó que le siguiesen disimuladamente hasta treinta
-Españoles de su satisfaccion.
-
-No hizo novedad el verlos con todas sus armas, porque las traían
-ordinariamente, introducidas ya como trage militar. Salió Motezuma,
-segun su costumbre, á recibir la visita: ocuparon todos sus asientos;
-retiráronse á otra pieza sus criados, como ya lo estilaban de su
-órden: y poniendo á Doña Marina y Gerónimo de Aguilar en el lugar que
-solia, empezó Hernan Cortés á dar su queja, dexando al enojo todo el
-semblante.
-
- "Refirió primero el hecho de su General, y ponderó despues el
- atrevimiento de haber formado exército, y acometido á sus
- compañeros, rompiendo la paz y la salvaguardia real en que
- vivian asegurados. Acriminó, como delito de que se debia dar
- satisfaccion á Dios y al mundo, el haber muerto los Mexicanos á
- un Español que hicieron prisionero: vengando en él á sangre
- fria la propia ignominia con que volvieron vencidos. Y
- últimamente se detuvo en afear, como punto de mayor
- consideracion, la disculpa de que se valian Qualpopóca y sus
- Capitanes, dando á entender que se hacia de su órden aquella
- guerra tan fuera de razon: y añadió, por ser accion indigna de
- su grandeza el estarlos favoreciendo en una parte, para
- destruirlos en otra."
-
-Perdió Motezuma el color al oir este cargo suyo; y con señales de
-ánimo convencido interrumpió á Cortés para negar, como pudo, el haber
-dado semejante órden. Pero él socorrió su turbacion, volviéndole á
-decir:
-
- "Que así lo tenia por indubitable; pero que sus soldados no se
- darian por satisfechos, ni sus mismos vasallos dexarian de
- creer lo que afirmaba su General, si no le viesen hacer alguna
- demostracion extraordinaria, que borráse totalmente la
- impresión de semejante calumnia: y así venía resuelto á
- suplicarle que, sin hacer ruido, y como que nacia de su propia
- eleccion, se fuese luego al alojamiento de los Españoles,
- determinándose á no salir dél hasta que constase á todos que no
- habia cooperado en aquella maldad. A cuyo efecto le ponia en
- consideracion que, con esta generosa confianza, digna de ánimo
- real, no solo se quietaria el enojo de su Príncipe, y el rezelo
- de sus compañeros; pero él volveria por su mismo decoro y
- pundonor, ofendido entónces de mayor indecencia: y que le daba
- su palabra, como Caballero, y como Ministro del mayor Rey de la
- tierra, de que sería tratado entre los Españoles con todo el
- acatamiento debido á su persona: porque solo deseaban
- asegurarse de su voluntad para servirle y obedecerle con mayor
- reverencia."
-
-Calló Cortés, y calló tambien Motezuma, como estrañando el
-atrevimiento de la proposicion; pero él, deseando reducirle con
-suavidad, ántes que se determináse á contrario dictámen, prosiguió
-diciendo:
-
- "Que aquel alojamiento que les habia señalado era otro palacio
- suyo, donde solia residir algunas veces: y que no se podria
- extrañar entré sus vasallos que se mudáse á él para deshacerse
- de una culpa, que, puesta en su cabeza, sería pleyto de Rey á
- Rey; y quedando en la de su General, se podria emendar con el
- castigo, sin pasar á los inconvenientes y violencias con que
- suele decidirse la justicia de los Reyes."
-
-No pudo sufrir Motezuma que se alargasen mas los motivos de una
-persuasion impracticable á su parecer: y dándose por entendido de lo
-que llevaba dentro de sí aquella demanda, respondió con alguna
-impaciencia:
-
- "Que los Príncipes como él no se daban á prision, ni sus
- vasallos lo permitirian, quando él se olvidáse de su dignidad,
- ó se dexáse humillar á semejante baxeza. Replicóle Cortés: Que,
- como él fuese voluntariamente, sin dar lugar á que le perdiesen
- el respeto, importaria poco la resistencia de sus vasallos,
- contra los quales podria usar de sus fuerzas sin queja de su
- atencion."
-
-Duró largo rato la porfía, resistiendo siempre Motezuma el dexar su
-palacio, y procurando Hernan Cortés reducirle y asegurarle sin llegar
-á lo estrecho. Salió á diferentes partidos, cuidadoso ya del aprieto
-en que se hallaba. Ofreció enviar luego por Qualpopóca y por los demas
-Cabos de su exército, y entregarselos á Cortés para que los castigáse.
-Daba en rehenes dos hijos suyos, para que los tuviese presos en su
-quartel hasta que cumpliese su palabra; y repetia con alguna
-pusilanimidad, que no era hombre que se podia esconder, ni se habia de
-huir á los montes. A nada salia Cortés, ni él se daba por vencido;
-pero los Capitanes que se hallaban presentes, viendo lo que se
-aventuraba en la dilacion, empezaron á desabrirse, deseando que se
-remitiese á las manos aquella disputa: y Juan Velazquez de Leon dixo
-en voz alta: _Dexémonos de palabras, y tratemos de prenderle ó
-matarle._ Reparó en ello Motezuma, preguntando á Doña Marina qué decia
-tan descompuesto aquel Español: y ella con este motivo, y con aquella
-discrecion natural, que le daba hechas las razones, y hallada la
-oportunidad, le dixo, como quien se recataba de ser entendida:
-
- "Mucho aventurais, Señor, si no cedeis á las instancias de esta
- gente: ya conoceis su resolucion, y la fuerza superior que los
- asiste. Yo soy una vasalla vuestra, que desea naturalmente
- vuestra felicidad; y soy una confidente suya que sabe todo el
- secreto de su intencion. Si vais con ellos, seréis tratado con
- el respeto que se debe á vuestra persona; y si haceis mayor
- resistencia peligra vuestra vida."
-
-Esta breve oracion dicha con buen modo y en buena ocasion le acabó de
-reducir, y sin dar lugar á nuevas réplicas, se levantó de la silla
-diciendo á los Españoles:
-
- "Yo me fio de vosotros: vamos á vuestro alojamiento, que así lo
- quieren los Dioses, pues vosotros lo conseguis, y yo lo
- determino."
-
-Llamó luego á sus criados: mandó prevenir sus andas y su
-acompañamiento, y dixo á sus ministros:
-
- "Que por ciertas consideraciones de estado, que tenia
- comunicadas con sus Dioses, habia resuelto mudar su habitacion
- por unos dias al quartel de los Españoles: que lo tuviesen
- entendido, y lo publicasen así, diciendo á todos que iba por su
- voluntad y conveniencia."
-
-Ordenó despues á uno de los Capitanes de sus guardias que le traxese
-preso á Qualpopóca y á los demas Cabos que hubiesen cooperado en la
-invasion de Zempoala: para cuyo efecto le dió el sello real que traía
-siempre atado al brazo derecho, y le advirtió que lleváse gente armada
-para no aventurar la prision. Todas estas órdenes se daban en público,
-y Doña Marina se las iba interpretando á Cortés y á los demas
-Capitanes, porque no se rezelasen de verle hablar con los suyos, y
-quisiesen pasar á la violencia fuera de tiempo.
-
-Salió sin mas dilacion de su palacio, llevando consigo todo el
-acompañamiento que solia: los Españoles iban á pie junto á las andas,
-y le cercaban con pretexto de acompañarle. Corrió luego la voz de que
-se llevaban á su Rey los extrangeros, y se llenaron de gente las
-calles, no sin algunos indicios de tumulto, porque daban grandes
-voces, y se arrojaban en tierra, unos despechados, y otros
-enternecidos; pero Motezuma con exterior de alegría y seguridad los
-iba sosegando y satisfaciendo. Mandábales primero que callasen, y al
-movimiento de su mano sucedia repentino el silencio. Deciales despues,
-que aquella no era prision, sino ir por su gusto á vivir unos dias con
-sus amigos los extrangeros: satisfacciones adelantadas, ó respuestas
-sin pregunta, que niegan lo que afirman. En llegando al quartel (que
-como diximos era la casa real que fabricó su padre) mandó á su guardia
-que despejáse la gente popular, y á sus ministros que impusiesen pena
-de la vida contra los que se moviesen á la menor inquietud. Agasajó
-mucho á los soldados Españoles que le salieron á recibir con reverente
-alborozo. Eligió despues el quarto donde queria residir: y la casa era
-capaz de separacion decente. Adornóse luego por sus mismos criados con
-las mejores alhajas de su guardaropa: pusose á la entrada suficiente
-guardia de soldados Españoles: dobláronse las que solian asistir á la
-seguridad ordinaria del quartel: alargáronse á las calles vecinas
-algunas centinelas, y no se perdonó diligencia de las que
-correspondian á la novedad del empeño. Dióse órden á todos para que
-dexasen entrar á los que fuesen de la familia real, que ya eran
-conocidos, y á los nobles y ministros que viniesen á verle: cuidando
-de que entrasen unos y saliesen otros, con pretexto de que no
-embarazasen. Cortés entró á visitarle aquella misma tarde, pidiendo
-licencia, y observando las puntualidades y ceremonias que quando le
-visitaba en su palacio. Hicieron la misma diligencia los Capitanes y
-soldados de cuenta: diéronle rendidas gracias de que honráse aquella
-casa, como si le hubiera traido á ella su eleccion; y él estuvo tan
-alegre y agradable con todos, como si no se hallaran presentes los que
-fueron testigos de su resistencia. Repartió por su mano algunas joyas
-que hizo traer advertidamente para ostentar su desenojo; y por mas que
-se observaban sus acciones y palabras, no se conocia flaqueza en su
-seguridad, ni dexaba de parecer Rey en la constancia con que procuraba
-juntar los dos extremos de la dependencia y de la magestad. A ninguno
-de sus criados y ministros (cuya comunicacion se le permitió desde
-luego) descubrió el secreto de su opresion, ó porque se avergonzase de
-confesarla, ó porque temió perder la vida, si ellos se inquietasen.
-Todos miraron por entónces como resolucion suya este retiro: con que
-no pasaron á discurrir en la osadía de los Españoles, que, de muy
-grande, se les pudo esconder entre los imposibles, á que no está
-obligada la imaginacion.
-
-Así se dispuso y consiguió la prision de Motezuma, y él estuvo dentro
-de pocos dias tan bien hallado en ella, que apénas tuvo espíritu para
-desear otra fortuna. Pero sus vasallos vinieron á conocer con el
-tiempo que le tenian preso los Españoles, por mas que le dorasen con
-el respeto la sujecion. No se lo dexaron dudar las guardias que
-asistian á su quarto, y el nuevo cuidado con que se tomaban las armas
-en el quartel; pero ninguno se movió á tratar de su libertad, ni se
-sabe que razon tuviesen, él para dexarse estar sin repugnancia en
-aquella prision, y ellos para vivir en la misma insensibilidad, sin
-extrañar la indecencia de su Rey. Digno fué de grande admiracion el
-ardimiento de los Españoles; pero no se debe admirar ménos este
-apocamiento de ánimo en Motezuma, Príncipe tan poderoso, y de tan
-soberbio natural; y esta falta de resolucion en los Mexicanos, gente
-belicosa, y de suma vigilancia en la defensa de sus Reyes. Podriamos
-decir que anduvo tambien la mano de Dios en estos corazones; y no
-pareceria sobrada credulidad, ni sería nuevo en su providencia: que ya
-le vió el mundo facilitar las impresas de su pueblo, quitando el
-espíritu á sus enemigos.
-
-
-
-
- CAPITULO XX.
-
- _Como se portaba en la prision Motezuma con los suyos y con los
- Españoles. Traen preso á Qualpopóca, y Cortés le hace castigar
- con pena de muerte, mandando echar unos grillos á Motezuma
- mientras se executaba la sentencia._
-
-
-Vieron los Españoles dentro de breves dias convertido en palacio su
-alojamiento, sin dexar de guardarle como carcel de tal prisionero.
-Perdió la novedad entre los Mexicanos aquella gran resolucion.
-Algunos, sintiendo mal de la guerra que movió Qualpopóca en la Vera
-Cruz, alababan la demostracion de Motezuma, y ponderaban como grandeza
-suya el haber dado su libertad en rehenes de su inocencia. Otros
-creían que los Dioses, con quien tenia familiar comunicacion, le
-habrian aconsejado lo mas conveniente á su persona. Y otros, que iban
-mejor, veneraban su determinacion, sin atreverse á exâminarla: que la
-razon de los Reyes no habla con el entendimiento, sino con la
-obligacion de los vasallos. El hacia sus funciones de Rey con la misma
-distribucion de horas que solia: daba sus audiencias, escuchaba las
-consultas ó representaciones de sus ministros, y cuidaba del gobierno
-político y militar de sus reynos, poniendo particular estudio en que
-no se conociese la falta de su libertad.
-
-La comida se le traia de palacio con numeroso acompañamiento de
-criados, y con mayor abundancia que otras veces: repartianse las
-sobras entre los soldados Españoles, y él enviaba los platos mas
-regalados á Cortés y á sus Capitanes: conocialos á todos por sus
-nombres, y tenia observados hasta los genios y las condiciones; de
-cuya noticia usaba en la conversacion, dando al buen gusto y á la
-discrecion algunos ratos, sin ofender á la Magestad ni á la decencia.
-Estaba con los Españoles todo el tiempo que le dexaban los negocios: y
-solia decir que no se hallaba sin ellos. Procuraban todos agradarle, y
-era su mayor lisonja el respeto con que le trataban: desagradábase de
-las llanezas; y si alguno se descuidaba en ellas, procuraba reprimir
-el exceso, dando á entender que le conocia: tan zeloso de su dignidad,
-que sucedió el ofenderse con grande irritacion de una indecencia que
-le pareció advertida en cierto soldado Español, y pidió al Cabo de la
-guardia que le ocupáse otra vez lejos de su persona, ó le mandaria
-castigar, si se le pusiese delante.
-
-Algunas tardes jugaba con Hernan Cortés al totoloque: juego que se
-componia de unas bolas pequeñas de oro, con que tiraban á herir ó
-derribar ciertos bolillos ó señales del mismo metal á distancia
-proporcionada. Jugabanse diferentes joyas y otras alhajas, que se
-perdian ó ganaban á cinco rayas. Motezuma repartia sus ganancias con
-los Españoles, y Cortés hacia lo mismo con sus criados. Solia tantear
-Pedro de Alvarado, y porque algunas veces se descuidaba en añadir
-algunas rayas á Cortés, le motejaba con galantería de mal contador;
-pero no por eso dexaba de pedirle otras veces que no se le olvidáse la
-verdad. Parecia Señor hasta en el juego, sintiendo el perder como
-desayre de la fortuna, y estimando la ganancia como premio de la
-victoria.
-
-No se dexaba de introducir en estas conversaciones privadas el punto
-de la Religion. Hernan Cortés le habló diferentes veces, procurando
-reducirle con suavidad á que conociese su engaño. Fray Bartolomé de
-Olmedo repetia sus argumentos con la misma piedad, y con mayor
-fundamento. Doña Marina interpretaba estos razonamientos con
-particular afecto, y añadia sus razones caseras, como persona recien
-desengañada, que tenia presentes los motivos que la reduxeron; pero el
-demonio le tenia tan ocupado el ánimo, que se dexaba conquistar su
-entendimiento, y se quedaba inexpugnable su corazon. No se sabe que le
-habláse, ó se le apareciese, como solia, desde que los Españoles
-entraron en México; ántes se tiene por cierto que, al dexarse ver la
-cruz de Christo en aquella ciudad, perdieron la fuerza los conjuros,
-y enmudecieron los oráculos; pero estaba tan ciego y tan dexado á sus
-errores, que no tuvo actividad para desviarlos, ni supo aprovecharse
-de la luz que se le puso delante. Pudo ser esta dureza de su ánimo
-fruto miserable de los otros vicios y atrocidades con que tenia
-desobligado á Dios, ó castigo de aquella misma negligencia con que
-daba los oídos y negaba la inclinacion á la verdad.
-
-A veinte dias, ó poco mas, llegó el Capitan de la guardia que partió á
-la frontera de la Vera Cruz, y truxo preso á Qualpopóca con otros
-Cabos de su exército, que se dieron al sello real sin resistencia.
-Entró con ellos á la presencia de Motezuma, y él los habló
-reservadamente, permitiéndolo Cortés, porque deseaba, que los reduxese
-á callar la órden que tuvieron suya, y dexarse engañar de aquella
-exterior confianza en que le mantenia. Pasó despues con ellos el mismo
-Capitan al quarto de Cortés y se los entregó, diciéndole de parte de
-su Amo:
-
- "Que se los enviaba para que averiguáse la verdad, y los
- castigáse por su mano con el rigor que merecian."
-
-Encerróse con ellos:
-
- "Y confesaron luego los cargos de haber roto la paz de su
- autoridad: haber provocado con las armas á los Españoles, de la
- Vera Cruz, y ocasionado la muerte de Arguello, hecha de su
- órden á sangre fria en un prisionero de guerra";
-
-sin tomar en la boca la órden que tuvieron de su Rey, hasta que,
-reconociendo que iba de veras su castigo, tentaron el camino de
-hacerle complice para escapar las vidas; pero Hernan Cortés negó los
-oídos á este descargo, tratándole como invencion de los delinqüentes.
-Juzgóse militarmente la causa, y se les dió sentencia de muerte, con
-la circunstancia de que fuesen quemados públicamente sus cuerpos
-delante del palacio real, como reos que habian incurrido en caso de
-lesa Magestad. Discurrióse luego en la execucion, y pareció no
-dilatarla; pero temiendo Hernan Cortés que se inquietáse Motezuma, ó
-quisiese defender á los que morian por haber executado sus órdenes,
-resolvió atemorizarle con alguna bizarría, que tuviese apariencias de
-amenaza, y le acordase la sujecion en que se hallaba. Ocurrióle otro
-arrojamiento notable, á que le debió de inducir la facilidad con que
-se consiguió el de su prision, ó el ver tan rendida su paciencia.
-Mandó buscar unos grillos de los que se traían prevenidos para los
-delinqüentes, y con ellos descubiertos en las manos de un soldado se
-puso en su presencia, llevando consigo á Doña Marina, y tres ó quatro
-de sus Capitanes. No perdonó las reverencias con que solia respetarle;
-pero dando á la voz y al semblante mayor entereza, le dixo:
-
- "Que ya quedaban condenados á muerte Qualpopóca y los demas
- delinqüentes, por haber confesado su delito, y ser digno de
- semejante demostracion; pero que le habian culpado en él,
- diciendo afirmativamente que le cometieron de su órden: y así
- era necesario que purgáse aquellos indicios vehementes con
- alguna mortificacion personal: porque los Reyes, aunque no
- estaban obligados á las penas ordinarias, eran súbditos de otra
- ley superior que mandaba en las coronas, y debian imitar en
- algo á los reos, quando se hallaban culpados, y trataban de
- satisfacer á la justicia del Cielo."
-
-Dicho esto, mandó con imperio y resolucion que le pusiesen las
-prisiones, sin dar lugar á que le replicáse: y en dexándole con ellas,
-le volvió las espaldas, y se retiró á su quarto, dando nueva órden á
-las guardias para que no se le permitiese por entónces la comunicacion
-de sus ministros.
-
-Fué tanto el asombro de Motezuma, quando se vió tratar con aquella
-ignominia, que le faltó al principio la accion para resistir, y
-despues la voz para quejarse. Estuvo mucho rato como fuera de sí: los
-criados que le asistian, acompañaban su dolor con el llanto, sin
-atreverse á las palabras, arrojándose á sus pies para recibir el peso
-de los grillos: y él volvió de su confusion con principios de
-impaciencia; pero se reprimió brevemente: y atribuyendo su infelicidad
-á la disposicion de sus Dioses, esperó el suceso, no sin cuidado, al
-parecer, de que peligraba su vida; pero acordándose de quien era, para
-temer sin falta de valor.
-
-No perdió tiempo Cortés en lo que llevaba resuelto: salieron los reos
-al suplicio, hechas las prevenciones necesarias para que no se
-aventuráse la execucion. Consiguióse á vista de innumerable pueblo,
-sin que se oyése una voz descompuesta, ni hubiese que rezelar. Cayó
-sobre aquella gente un terror, que tenia parte de admiracion, y parte
-de respeto. Extrañaban aquellos actos de jurisdiccion en unos
-extrangeros, que, quando mucho, se debian portar como Embaxadores de
-otro Príncipe; y no se atrevieron á poner duda en su potestad,
-viéndola establecida con la tolerancia de su Rey: de que resultó el
-concurrir todos al espectáculo con un género de quietud amortiguada,
-que, sin saber en que consistia, dexó su lugar al escarmiento. Ayudó
-mucho en esta ocasion el estar mal recibida entre los Mexicanos la
-invasion de Qualpopóca, y se hizo su delito mas aborrecible con la
-circunstancia de culpar á su Rey: descargo que pasó por increible; y
-aun siendo verdadero, se culpára como atrevido sedicioso. Débese mirar
-este castigo como tercer atrevimiento de Cortés, que se logró como se
-habia discurrido, y se discurrió sobre principios irregulares. El lo
-resolvió, y lo tuvo por conveniente y posible: conocia la gente con
-quien trataba, y lo que suponia en qualquier acontecimiento la gran
-prenda que tenian en su poder. Dexémonos cegar de su razon, ó no la
-traygamos al juicio de la Historia, contentándonos con referir el
-hecho como pasó, y que una vez executado, fué de gran conseqüencia
-para dar seguridad á los Españoles de la Vera Cruz, y reprimir por
-entónces los principios de rumor que andaban entre los nobles de la
-ciudad.
-
-Volvió luego Cortés al quarto de Motezuma, y con alegre urbanidad le
-dixo:
-
- "Que ya quedaban castigados los traydores que se atrevieron á
- manchar su fama: y él habia cumplido ventajosamente con su
- obligacion, sujetándose á la justicia de Dios con aquella breve
- intermision de su libertad."
-
-Y sin mas dilacion le mandó quitar los grillos, ó como escriben
-algunos, se puso de rodillas para quitarselos él mismo por sus manos:
-y se puede creer de su advertencia que procuraria dar con semejante
-cortesanía mayor recomendacion al desagravio. Recibió Motezuma con
-grande alborozo este alivio de su libertad: abrazó dos ó tres veces á
-Cortés, y no acababa de cumplir con su agradecimiento. Sentáronse
-luego en conversacion amigable; y Cortés usó con él de otro primor,
-como los que andaba siempre meditando, porque mandó que se retirasen
-las guardias, diciéndole que se podria volver á su palacio, quando
-quisiese, por haber cesado ya la causa de su detencion. Y le ofreció
-este partido sobre seguro de que no le aceptaria, por haberle oido
-decir muchas veces con firme resolucion, que ya no le convenia
-volverse á su palacio, ni apartarse de los Españoles hasta que se
-retirasen de su corte, porque perderia mucho de su estimacion, si
-llegasen á entender sus vasallos que recibia de agena mano su
-libertad. Dictámen que se hizo suyo con el tiempo, siendo en la verdad
-influido; porque Doña Marina, y algunos de los Capitanes le habian
-puesto en él á instancia de Cortés, que se valia de su misma razon de
-estado para tenerle mas seguro en la prision. Pero entónces,
-conociendo lo que traía dentro de sí la oferta de Cortés, dexó este
-motivo, tratándole como ageno de aquella ocasion, y se valió de otro
-mas artificioso: porque le respondió:
-
- "Que agradecia mucho la voluntad con que deseaba restituirle á
- su casa; pero que tenia resuelto no hacer novedad, atendiendo á
- la conveniencia de los Españoles; porque una vez en su palacio,
- le apretarian sus nobles y ministros en que tomáse las armas
- contra ellos, para satisfacerse del agravio que habia
- recibido."
-
-Por cuyo medio quiso dar á entender, que se dexaba estar en la prision
-para cubrirlos y ampararlos con su autoridad. Alabó Cortés el
-pensamiento, agradeciendo su atencion, como si la creyera; y quedaron
-los dos satisfechos de su destreza, creyendo entrambos que se
-entendian, y se dexaban engañar por su conveniencia, con aquel género
-de astucia ó disimulacion que ponen los políticos entre los misterios
-de la prudencia, dando el nombre de esta virtud á los artificios de la
-sagacidad.
-
-
-
-
- HISTORIA
-
- _De la Conquista, Poblacion y Progresos de Nueva España._
-
-
- _LIBRO IV._
-
-
-
-
- CAPITULO PRIMERO.
-
- _Permitese á Motezuma que se dexe ver en público, saliendo á
- sus templos y recreaciones. Trata Cortés de algunas
- prevenciones que tuvo por necesarias; y se duda que intentasen
- los Españoles en esta sazon derribar los ídolos de México._
-
-
-Quedó Motezuma desde aquel dia prisionero voluntario de los Españoles:
-hizose amable á todos con su agrado y liberalidad. Sus mismos criados
-desconocian su mansedumbre y moderacion, como virtudes adquiridas en
-el trato de los extrangeros, ó extrangeras de su natural. Acreditó
-diversas veces con palabras y acciones la sinceridad de su ánimo: y
-quando le pareció que tenian segura y merecida la confianza de
-Cortés, se resolvió á experimentarla, pidiéndole licencia para salir
-alguna vez á sus templos. Dióle palabra de que se volveria
-puntualmente á la prision, que así la solia llamar, quando no estaba
-presente alguno de los suyos. Dixole:
-
- "Que ya deseaba, por su conveniencia y la de los mismos
- Españoles, dexarse ver de su pueblo, porque se iba creyendo que
- le tenian oprimido, como habia cesado la causa de su detencion
- con el castigo de Qualpopóca; y se podria temer alguna
- turbacion mas que popular, si no se ocurria brevemente al
- remedio con aquella demostracion de su libertad."
-
-Hernan Cortés, conociendo su razon, y deseando tambien complacer á los
-Mexicanos, le respondió liberal y cortesanamente:
-
- "Que podria salir quando gustáse: atribuyendo á exceso de su
- benignidad el pedir semejante permision, quando él y todos los
- suyos estaban á su obediencia."
-
-Pero aceptó la palabra que le daba de no hacer novedad en su
-habitacion, como quien deseaba no perder la honra que recibia.
-
-Hizole alguna interior disonancia el motivo de acudir á sus templos; y
-para cumplir consigo en la forma que podia, capituló con él que habian
-de cesar desde aquel dia los sacrificios de sangre humana:
-contentándose con esta parte de remedio, porque no era tiempo de
-aspirar á la enmienda total de los demas errores; y siempre que no se
-puede lo mejor, es prudencia dividir la dificultad, para vencer uno á
-uno los inconvenientes. Ofreciólo así Motezuma, prohibiendo con efecto
-en todos sus adoratorios este género de sacrificios: y aunque se duda
-si lo cumplió, es cierto que cesó la publicidad, y que, si los
-hicieron alguna vez, fué á puerta cerrada, y tratándolos como delito.
-
-Su primera salida fué al templo mayor de la ciudad, con la misma
-grandeza y acompañamiento que acostumbraba: llevó consigo algunos
-Españoles; y se previno, llamándolos él mismo, ántes que se los
-pusiesen al lado como guardas ó testigos. Celebró con grandes
-regocijos el pueblo esta primera vista de su Rey: procuraron todos
-manifestar su alegría con aquellas demostraciones de que se componian
-sus aplausos; no porque le amasen, ó tuviesen olvidada la opresion en
-que vivian, sino porque hacia la natural obligacion el oficio de la
-voluntad: y tiene sus influencias, hasta en la frente del tirano, la
-corona. El iba recibiendo las aclamaciones con gratitud magestuosa: y
-anduvo aquel dia muy liberal, porque hizo diferentes mercedes á sus
-nobles, y repartió algunas dádivas entre la gente popular. Subió
-despues al templo, descansando sobre los brazos de los sacerdotes: y
-en cumpliendo con los ritos ménos escandalosos de su adoracion, se
-volvió al quartel, donde se congratuló nuevamente con los Españoles,
-dando á entender que le traían con igual fuerza el desempeño de su
-palabra, y el gusto de vivir entre sus amigos.
-
-Continuaronse despues sus salidas sin hacer novedad, unas veces al
-palacio donde tenia sus mugeres, y otras á sus adoratorios ó casas de
-recreacion: usando siempre con Hernan Cortés la ceremonia de tomar su
-licencia, ó llevándole consigo, quando era decente la funcion; pero
-nunca hizo noche fuera del alojamiento, ni discurrió en mudar
-habitacion: ántes se llegó á mirar entre los Mexicanos aquella
-perseverancia suya como favor de los Españoles, tanto que ya visitaban
-á Cortés los ministros y los nobles de la ciudad, valiéndose de su
-intercesion para encaminar sus pretensiones: y todos los Españoles que
-tenian algun lugar en su gracia, se hallaron asistidos y
-contemporizados: achaque ordinario de las cortes, adorar á los
-favorecidos, fabricando con el ruego estos ídolos humanos.
-
-Entretanto que duraba este género de tranquilidad, no se descuidaba
-Hernan Cortés en las prevenciones que podrian conducir á su seguridad,
-y adelantar los altos designios que perseveraban en su corazon, sin
-objeto determinado, ni saber hasta entónces hacia donde le llamaba la
-obscuridad lisonjera de sus esperanzas. Luego que vacó el gobierno de
-la Vera Cruz por muerte de Juan de Escalante, y se aseguraron los
-caminos con el castigo de los culpados, nombró en aquella ocupacion
-al Capitan Gonzalo de Sandoval: y porque no faltáse de su lado en esta
-ocurrencia un Cabo de tanta satisfaccion, envió con título de Teniente
-suyo á un soldado particular que llamaban Alonso de Grado, sugeto de
-habilidad y talento, pero de ánimo inquieto, y uno de los que se
-hicieron conocer en las turbaciones pasadas. Creyóse que le ocupaba
-por satisfacerle y desviarle; pero no fué buena política poner hombre
-poco seguro en una plaza que se mantenia para la retirada, y contra
-las avenidas que se podian temer de la Isla de Cuba. Pudiera ser de
-grave inconveniente su asistencia en aquel puerto, si llegáran poco
-ántes los baxeles que fletó Diego Velazquez en prosecucion de su
-antigua demanda; pero el mismo Alonso de Grado emendó con su proceder
-el yerro de su eleccion; porque vinieron dentro de pocos dias tantas
-quejas de los vecinos y lugares del contorno, que fué necesario
-traerle preso, y enviar al propietario.
-
-Con la ocasion de estos viages dispuso Hernan Cortés que se conduxesen
-de la Vera Cruz algunas xarcias, velas, clavazon, y otros despojos de
-los navios que se barrenaron, con ánimo de fabricar dos bergantines,
-para tener á su disposicion el paso de la laguna: porque no podia
-echar de sí las medias palabras que oyeron los Tlascaltécas sobre
-cortar los puentes, ó romper las calzadas. Introduxo primero esta
-novedad, haciéndosela desear á Motezuma, con pretexto de que viese las
-grandes embarcaciones que se usaban en España, y la facilidad con que
-se movian, haciendo trabajar al viento en alivio de los remos: primor
-de que no se hacia capaz sin la demostracion; porque ignoraban los
-Mexicanos el uso de las velas, y ya miraba como punto de conveniencia
-suya que aprendiesen aquel arte de navegar sus marineros. Llegaron
-brevemente de la Vera Cruz los géneros que se habian pedido, y se dió
-principio á la fábrica por mano de algunos maestros de esta profesion,
-que vinieron en el exército con plaza de soldados, asistiendo á cortar
-y conducir la madera, de órden de Motezuma, los carpinteros de la
-ciudad: con que se acabaron los dos bergantines dentro de breves dias,
-y él mismo determinó estrenarlos, embarcándose con los Españoles, para
-reconocer desde mas cerca las maestrías de aquella navegacion.
-
-Previno para este fin una de sus monterías mas solemnes en parage de
-larga travesía, porque no faltáse tiempo á su observacion: y el dia
-señalado amanecieron sobre la laguna todas las canoas del séquito real
-con su familia y cazadores, reforzada en ellas la boga, no sin
-presuncion de acreditar su ligereza, con descredito de las
-embarcaciones extrangeras, que á su parecer, eran pesadas, y serian
-dificultosas de manejar; pero tardaron poco en desengañarse, porque
-los bergantines partieron á vela y remo, favorecidos oportunamente del
-viento, y se dexaron atras las canoas con largo espacio, y no menor
-admiracion de los Indios. Fué dia muy festivo, y de gran divertimiento
-para los Españoles, tanto por la novedad y circunstancias de la
-montería, como por la opulencia del banquete: y Motezuma estuvo muy
-entretenido con sus marineros, burlándose de lo que forcejaban en el
-alcance de los bergantines, y celebrando como suya la victoria de los
-Españoles.
-
-Concurrió despues toda la ciudad á ver aquellas, que en su lengua
-llamaban casas portátiles: hizo sus ordinarios efectos la novedad, y
-sobre todo admiraron el manejo del timon, y el oficio de las velas,
-que, á su entender, mandaban al agua y al viento: invencion que
-celebraron los mas avisados como industria del arte superior á su
-ingenio, y el vulgo como sutileza mas que natural, ó predominio sobre
-los elementos. Consiguióse finalmente que fuesen bien recibidos
-aquellos bergantines, que se fabricaron á mayor intento; y tuvo su
-parte de felicidad esta providencia de Cortés, pues se hizo lo que
-convenia, y se ganó reputacion.
-
-Al mismo tiempo iba caminando en otras diligencias que le dictaban su
-vigilancia y actividad. Introducia con Motezuma y con los nobles, que
-le visitaban, la estimacion de su Rey: ponderaba su clemencia, y
-engrandecia su poder, trayendo á su dictámen los ánimos con tanta
-suavidad y destreza, que llegó á desearse generalmente la
-confederacion que proponia, y el comercio de los Españoles, como
-interés de aquella Monarquía. Tomaba tambien algunas noticias
-importantes por via de conversacion y sencilla curiosidad. Informóse
-muy particularmente de la magnitud y límites del Imperio Mexicano, de
-sus provincias y confines, de los montes, rios y minas principales, de
-las distancias de ambos mares, su calidad y surgideros: tan lejos de
-mostrar cuidado en sus observaciones, que Motezuma, para informarle
-mejor y complacerle, hizo que sus pintores delineasen, con asistencia
-de hombres noticiosos, un lienzo semejante á nuestros mapas, en que se
-contenia la demarcacion de sus dominios: á cuya vista le hizo capaz de
-todas las particularidades que merecian reflexîon; y permitió despues
-que fuesen algunos Españoles á reconocer las minas de mayor nombre, y
-los puertos ó ensenadas que parecian capaces de baxeles. Propusolo
-Hernan Cortés con pretexto de llevar á su Príncipe distinta relacion
-de lo mas notable; y él concedió no solamente su beneplácito, pero
-señaló gente militar que los acompañáse, y despachó sus órdenes para
-que les franqueasen el paso y las noticias: bastante seña de que vivia
-sin rezelo, y andaban conformes su intencion y sus palabras.
-
-Pero en esta sazon, y quando mas se debian temer las novedades, como
-peligro de la quietud y de la confianza, refieren nuestros
-historiadores una resolucion de los Españoles tan desproporcionada y
-fuera de tiempo, que nos inclinamos á dudarla, ya que no hallamos
-razon para omitirla. Dice Bernal Diaz del Castillo, ó lo escribió
-primero Francisco Lopez de Gómara (concordando alguna vez en lo ménos
-tolerable) que se determinaron á derribar los ídolos de México, y
-convertir en Iglesia el adoratorio principal: que salieron á
-executarlo, por mas que lo resistió, y procuró embarazar Motezuma: que
-se armaron los sacerdotes, y estuvo conmovida toda la ciudad en
-defensa de sus Dioses, durando la porfía sin llegar á rompimiento,
-hasta que por bien de paz se quedaron los ídolos en su lugar, y se
-limpió una capilla, y levantó un altar dentro del mismo adoratorio,
-donde se colocó la Cruz de Christo, y la imágen de su Madre santísima,
-se celebró Misa cantada, y perseveró muchos dias el altar, cuidando de
-su limpieza y adorno los mismos sacerdotes de los ídolos. Así lo
-refiere tambien Antonio de Herrera, y se aparta de los dos, añadiendo
-algunas circunstancias que pasan los límites de la exornacion, si esta
-puede caber en la retórica del historiador: porque describe una
-procesion devota y armada que se ordenó para conducir las santas
-Imágenes al adoratorio: pone á la letra, ó supone la oracion recta
-que hizo Cortés delante de un Crucifixo: y pondera un casi milagro de
-su devocion, animándose á decir, no sabemos de que orígen, que se
-inquietaron poco despues los Mexicanos, porque faltó el agua del cielo
-para el beneficio de sus campos: que acudieron al mismo Cortés, con
-principios de sedicion, clamando sobre que no llovian sus Dioses,
-porque se habian introducido en su templo Deidades forasteras: que,
-para conseguir que se quietasen, les ofreció de parte de su Dios
-copiosa lluvia dentro de breves horas; y que respondió el Cielo
-puntualmente á su promesa con grande admiracion de Motezuma y de toda
-la ciudad.
-
-No discurrimos del empeño en que se puso, prometiendo milagros delante
-de unos infieles, en prueba de su Religion: que pudo ser ímpetu de su
-piedad; ni estrañamos la maravilla del suceso: que tambien pudo tener
-entónces aquel átomo de fé viva, con que se merecen y consiguen los
-milagros. Pero el mismo hecho disuena tanto á la razon, que parece
-dificultoso de creer en las advertencias de Cortés, y en el genio y
-letras de Fray Bartolomé de Olmedo. Pero caso que sucediese así el
-hecho de arruinar los ídolos de México en la forma y en el tiempo que
-viene supuesto (siendo lícito al historiador el hacer juicio alguna
-vez de las acciones que refiere) hallamos en esta diferentes reparos,
-que nos obligan por lo ménos á dudar el acierto de semejante
-determinacion en una ciudad tan populosa, donde se pudo tener por
-imposible lo que fué dificultoso en Cozumel. Corriase bien con
-Motezuma: consistia en su benevolencia toda la seguridad que se
-gozaba: no habia dado esperanzas de admitir el Evangelio, ántes duraba
-inexôrable y obstinado en su idolatría. Los Mexicanos, sobre la dureza
-con que adoraban y defendian sus errores, andaban fáciles de inquietar
-contra los Españoles. ¿Pues, que prudencia pudo aconsejar que se
-intentáse contra la voluntad de Motezuma semejante contratiempo? Si
-miramos al fin que se pretendia, le hallarémos inútil y fuera de toda
-razon. Empezar por los ídolos el desengaño de los Idólatras: tratar
-una exterioridad infructuoso como triunfo de la Religion: colocar las
-santas Imágenes en un lugar inmundo y detestable: dexarlas al arbitrio
-de los sacerdotes gentiles, aventuradas á la irreverencia y al
-sacrilegio: celebrar entre los simulacros del demonio el inefable
-sacrificio de la Misa. Y Antonio de Herrera califica estos atentados
-con título de faccion memorable. Júzguelo quien lo leyere, que
-nosotros no hallamos razon de congruencia política ó christiana para
-que se perdonasen tantos inconvenientes; y dexando en duda el acierto,
-querriamos ántes que no hubiera sucedido esta irregularidad como la
-refieren, ó que no tuvieran lugar en la Historia las verdades
-increibles.
-
-
-
-
- CAPITULO II.
-
- _Descúbrese una conjuracion que se iba disponiendo contra los
- Españoles, ordenada por el Rey de Tezcúco: y Motezuma, parte
- con su industria, y parte por las advertencias de Cortés, la
- sosiega castigando al que la fomentaba._
-
-
-Tuvo desde sus principios esta empresa de los Españoles notable
-desigualdad de accidentes: alternábanse continuamente la quietud y los
-cuidados: unos dias reynaba sobre las dificultades la esperanza, y
-otros renacian los peligros de la misma seguridad. Propia condicion de
-los sucesos humanos, encadenarse, y sucederse con breve intermision
-los bienes y los males. Y debemos creer que fué conveniente su
-instabilidad para corregir la destemplanza de nuestras pasiones.
-
-La ciega gentilidad ponia esta serie de los acaecimientos en una rueda
-imaginaria, que se formaba en la trabazon de lo próspero y adverso, á
-cuyo movimiento daban cierta inteligencia sin eleccion, que llamaron
-fortuna: con que dexaban al acaso todo lo que deseaban ó temian,
-siendo en la verdad alta disposicion de la divina Providencia que
-duren poco en un estado las felicidades y los infortunios de la
-tierra, para que se posean ó toleren con moderacion, y suba el
-entendimiento á buscar la realidad de las cosas en la religion de las
-almas.
-
-Hallábanse ya los Españoles bastantemente asegurados en la voluntad de
-Motezuma, y en la estimacion de los Mexicanos; pero al mismo tiempo
-que se gozaba de aquel sosiego favorable, se levantó nueva tempestad,
-que puso en contingencia todas las prevenciones de Cortés. Movióla
-Cacumatzín, sobrino de Motezuma, Rey de Tezcúco, y primer Elector del
-Imperio. Era mozo inconsiderado y bullicioso; y dexándose aconsejar de
-su ambicion, determinó hacerse memorable á su nacion, sacando la cara
-contra los Españoles con pretexto de poner en libertad á su Rey.
-Favorecianle su dignidad y su sangre para esperar en la primera
-eleccion el Imperio; y le pareció, que una vez desnuda la espada,
-podria llegar el caso de acercarse á la corona. Su primera diligencia
-fué desacreditar á Motezuma, murmurando entre los suyos de la
-indignidad y falta de espíritu con que se dexaba estar en aquella
-violenta sujecion. Acusó despues á los Españoles, culpando como
-principio de tiranía la opresion en que le tenian, y la mano que se
-iban tomando en el gobierno; sin perdonar medio alguno de hacerlos
-odiosos y despreciables. Sembró despues la misma cizaña entre los
-demas Reyezuelos de la laguna: y hallando bastante disposicion en los
-ánimos, se resolvió á poner en execucion sus intentos: á cuyo fin
-convocó una junta de todos sus amigos y parientes, que se hizo de
-secreto en su palacio, concurriendo en ella los Reyes de Cuyoacán,
-Iztacpalápa, Tacúba y Matalcingo, y otros Señores ó Caciques del
-contorno: personas de séquito y suposicion, que mandaban gente de
-guerra, y se preciaban de soldados.
-
-Hizoles un razonamiento de grande aparato; y dando colores de zelo á
-sus ocultos designios, ponderó el estado en que se hallaba su Rey,
-olvidado, al parecer, de su misma libertad, y la obligacion que tenian
-de concurrir todos como buenos vasallos á sacarle de aquella
-servidumbre. Sinceróse con la proxîmidad de la sangre, que le
-interesaba en los aciertos de su tio: y volviendo la mira contra los
-Españoles:
-
- "¿A qué aguardamos, amigos y parientes (dixo) que no abrimos
- los ojos al oprobrio de nuestra nacion, y á la vileza de
- nuestro sufrimiento? ¿Nosotros, que nacimos á las armas, y
- ponemos nuestra mayor felicidad en el terror de nuestros
- enemigos, concedemos la cerviz al yugo afrentoso de una gente
- advenediza? ¿Qué son sus atrevimientos sino acusaciones de
- nuestra floxedad, y desprecios de nuestra paciencia?
- Consideremos lo que han conseguido en breves dias, y
- conocerémos primero nuestro desayre, y despues nuestra
- obligacion. Arrojáronse á la corte de México, insolentes de
- quatro victorias en que los hizo valientes la falta de
- resistencia. Entraron en ella triunfantes á despecho de nuestro
- Rey, y contra la voluntad de la nobleza y gobierno.
- Introduxeron consigo á nuestros enemigos ó rebeldes, y los
- mantienen armados á nuestros ojos, dando vanidad á los
- Tlascaltécas, y pisando el pundonor de los Mexicanos. Quitaron
- la vida con público y escandaloso castigo á un General del
- Imperio, tomando en ageno dominio jurisdiccion de magistrados,
- ó autoridad de legisladores. Y últimamente prendieron al Gran
- Motezuma en su alojamiento, sacándole violentamente de su
- palacio; y no contentos con ponerle guardas á nuestra vista,
- pasaron á ultrajar su persona y dignidad con las prisiones de
- sus delinqüentes. Así pasó: todos lo sabemos; ¿pero quién habrá
- que lo crea sin desmentir á sus ojos? ¡O verdad ignominiosa,
- digna del silencio, y mejor para el olvido! ¿Pues en qué os
- deteneis, ilustres Mexicanos? ¿Preso vuestro Rey, y vosotros
- desarmados? Esa libertad aparente de que le veis gozar estos
- dias no es libertad, sino un tránsito engañoso, por el qual ha
- pasado insensiblemente á otro cautiverio de mayor indecencia:
- pues le han tiranizado el corazon, y se han hecho dueños de su
- voluntad, que es la prision mas indigna de los Reyes. Ellos nos
- gobiernan y nos mandan, pues el que nos habia de mandar les
- obedece. Ya le veis descuidado en la conservacion de sus
- dominios, desatento á la defensa de sus leyes, y convertido el
- ánimo real en espíritu servil. Nosotros, que suponemos tanto en
- el Imperio Mexicano, debemos impedir con todo el hombro su
- ruina. Lo que nos toca es juntar nuestras fuerzas, acabar con
- estos advenedizos, y poner en libertad á nuestro Rey. Si le
- desagradáremos, dexándole de obedecer en lo que le conviene,
- conocerá el remedio quando convalezca de la enfermedad: y si no
- le conociere, hombres tiene México que sabrán llenar con sus
- sienes la corona; y no será el primero de nuestros Reyes, que,
- por no saber reynar, ó reynar descuidadamente, se dexó caer el
- cetro de las manos."
-
-En esta substancia oró Cacumatzín, y con tanto fervor, que le
-siguieron todos, prorumpiendo en grandes amenazas contra los
-Españoles, y ofreciendo servir en la faccion personalmente. Solo el
-Señor de Matalcingo, que se hallaba en el mismo grado pariente de
-Motezuma, y tenia sus pensamientos de reynar, conoció lo interior de
-la propuesta, y tiró á desvanecer los designios de su competidor,
-añadiendo:
-
- "Que tenia por necesario, y por mas conveniente á la
- obligacion de todos, que se previniese á Motezuma de lo que
- intentaban, y se tomáse primero su licencia; pues no era razon
- que se arrojasen armados á la casa donde residia, sin poner en
- salvo su persona, tanto por el peligro de su vida como por la
- disonancia de que pereciesen aquellos hombres debaxo de las
- alas de su Rey."
-
-Barajaron los demas esta proposicion como impracticable, diciéndole
-Cacumatzín algunos pesares, que sufrió por no descomponer sus
-esperanzas; y se acabó la junta, quedando señalado el dia, discurrido
-el modo, y encargado el secreto.
-
-Supieron casi á un mismo tiempo Motezuma y Cortés esta conjuracion:
-Motezuma por un aviso reservado que se atribuyó al Señor de
-Matalcingo: y Cortés por la inteligencia de sus espías y confidentes.
-Buscáronse luego los dos, para comunicarse la noticia de semejante
-novedad; y tuvo Motezuma la dicha de hablar primero, con que dexó
-saneada su intencion. Dióle cuenta de lo que pasaba: mostró grande
-irritacion contra su sobrino el de Tezcúco, y contra los demas
-conjurados: y propuso castigarlos con el rigor que merecian. Pero
-Hernan Cortés (dándole á entender que sabía todo el caso con algunas
-circunstancias, que no dexasen en duda su comprehension) le respondió:
-
- "Que sentia mucho haber ocasionado aquella inquietud en sus
- vasallos: y que, por la misma razon, se hallaba obligado á
- tomar por su cuenta el remedio, y venia con ánimo de pedirle
- licencia para marchar luego con sus Españoles á Tezcúco, y
- atajar en su orígen el daño, trayéndole preso á Cacumatzín
- ántes que se uniese con los demas coligados, y fuese necesario
- pasar á mayores remedios."
-
-No admitió Motezuma esta proposicion, ántes procuró desviarla con
-total repugnancia, conociendo lo que perderia su autoridad y su poder
-si se valiese de armas forasteras para castigar atrevimientos de esta
-calidad en hombres de aquella suposicion. Pidióle que disimuláse por
-él su desabrimiento; y le dixo por última resolucion:
-
- "Que no queria, ni era conveniente que se moviesen los
- Españoles, porque no se hiciese obstinacion el odio con que
- procuraban apartarlos de su lado; sino que le ayudasen á
- sujetar aquellos rebeldes, asistiéndole con el consejo, y
- haciendo, si fuese menester, el oficio de medianeros."
-
-Parecióle despues, que sería bien intentar primero los medios suaves,
-y que su sobrino, como persona mas dependiente de su respeto, sería
-fácil de reducir á la quietud, acordándole su obligacion, y haciéndole
-amigo de los Españoles. Para cuyo efecto le envió llamar con uno de
-sus criados principales: el qual le intimó la órden que llevaba de su
-Rey, y le dixo de parte de Cortés:
-
- "Que deseaba su amistad y tenerle mas cerca para que la
- experimentáse."
-
-Pero él, que se hallaba ya lejos de la obediencia, ó tenia mas cerca
-su ambicion, respondió á Motezuma con desacato de hombre precipitado,
-y á Cortés con tanta desestimacion y arrojamiento, que le obligó á
-pedir con nueva instancia la empresa de sujetarle, cuya propuesta
-reprimió segunda vez Motezuma, diciéndole:
-
- "Que aquel era de los casos en que se debia usar primero del
- entendimiento que de las manos: y que le dexáse obrar segun la
- experiencia y conocimiento que tenia de aquellos humores y de
- sus causas."
-
-Portóse despues con gran reserva entre sus ministros, despreciando el
-delito para descuidar al delinqüente; á cuyo fin les decia:
-
- "Que aquel atrevimiento de su sobrino se debia tomar como ardor
- juvenil, ó primer movimiento de hombre sin capacidad."
-
-Y al mismo tiempo formó una conjuracion secreta contra el mismo
-conjurado, valiéndose de algunos criados suyos, que atendieron á su
-primera obligacion, ó la conocieron á vista de las dádivas y las
-promesas. Por cuyo medio consiguió que le asaltasen una noche dentro
-de su casa, y embarcándose con él en una canoa que tenian prevenida,
-le truxesen preso á México sin que pudiese resistirlo. Descubrió
-entónces Motezuma todo el enojo que disimulaba: y sin permitir que le
-viese, ni dar lugar á sus disculpas, le mandó poner, con acuerdo y
-parecer de Cortés, en la carcel mas estrecha de sus nobles, tratándole
-como á reo de culpa irremisible, y de pena capital.
-
-Hallábase á esta sazon en México un hermano de Cacumatzín, que pocos
-dias ántes escapó dichosamente de sus manos, porque intentó quitarle
-insidiosamente la vida sobre algunas desconfianzas domésticas de poco
-fundamento. Amparóle Motezuma en su palacio, y le hizo alistar en su
-familia para darle mayor seguridad. Era mozo de valor, y grandes
-habilidades, bien recibido en la corte y entre los vasallos de su
-hermano: haciéndole con unos y otros mas recomendable la circunstancia
-de perseguido. Puso Cortés los ojos en él: y deseando ganarle por
-amigo, y traerle á su partido, propuso á Motezuma que le diese la
-investidura y Señorío de Tezcuco, pues ya no era capaz su hermano de
-volver á reynar, habiendo conspirado contra su Príncipe. Dixole:
-
- "Que no era seguro castigar por entónces con pena de la vida á
- un delinqüente de tanto séquito, quando estaban conmovidos los
- ánimos de los nobles: que, privándole del reyno, le daba otro
- género de muerte ménos ruidosa, y de bastante severidad para el
- terror de sus parciales: que aquel mozo tenia mejor natural, y
- debiéndole ya la vida, le debria tambien la corona, y quedaria
- mas obligado á su obediencia por la oposicion de su hermano: y
- últimamente, que con esta demostracion daba el reyno á quien
- debia suceder en él, y dexaba en su sangre la dignidad de
- primer Elector, que tanto suponia en el Imperio."
-
-Agradó tanto á Motezuma este pensamiento de Cortés, que le comunicó
-luego á su consejo, donde se alabó como benigna y justificada la
-resolucion: y autorizando los ministros el decreto real, fué
-desposeido Cacumatzín, segun la costumbre de aquella tierra, de todos
-sus honores, como rebelde á su Príncipe, y nombrado su hermano por
-sucesor del reyno y voz electoral. Llamóle despues Motezuma, y en el
-acto de la investidura, que tenia sus ceremonias y solemnidades, le
-hizo una oracion magestuosa, en que reduxo á pocas palabras todos los
-motivos que podian acrecentar el empeño de su fidelidad: y le dixo
-públicamente:
-
- "Que habia tomado aquella determinacion por consejo de Hernan
- Cortés:"
-
-dándole á conocer que le debia la corona. Puedese creer que ya lo
-sabria el interesado, porque no era tiempo de obscurecer los
-beneficios; pero es de reparar lo que cuidaba Motezuma de hacerle bien
-quisto, y de ganar los ánimos de los suyos á favor de los Españoles.
-
-Partió luego el nuevo Rey á su corte, y fué recibido y coronado en
-ella con grandes aclamaciones y regocijos, celebrando todos su
-exâltacion con diferentes motivos: unos, porque le amaban, y sentian
-su persecucion: otros, por la mala voluntad que tenian á Cacumatzín; y
-los mas, por dar á entender que aborrecian su delito. Tuvo notable
-aplauso en todo el Imperio este género de castigo sin sangre, que se
-atribuyó al superior juicio de los Españoles, porque no esperaban de
-Motezuma semejante moderacion: y fué de tanta conseqüencia la misma
-novedad para el escarmiento, que los demas conjurados derramaron luego
-sus tropas, y trataron de recurrir desarmados á la clemencia de su
-Rey. Valiéronse de Cortés, y últimamente consiguieron por su medio el
-perdon: con que se deshizo aquella tempestad; y habiéndose levantado
-contra él, salió del peligro mejorado, parte por su industria, y parte
-porque le favorecieron los mismos accidentes: pues Motezuma le
-agradeció la quietud de su reyno: se declaró por su hechura el mayor
-Príncipe del Imperio: y favoreciendo á los demas que intentaban
-destruirle, se halló con nuevo caudal de amigos y obligados.
-
-
-
-
- CAPITULO III.
-
- _Resuelve Motezuma despachar á Cortés respondiendo á su
- embaxada: junta sus nobles, y dispone que sea reconocido el Rey
- de España por sucesor de aquel Imperio: determinando que se le
- dé la obediencia, y pague tributo como á descendiente de su
- Conquistador._
-
-
-Sosegados aquellos rumores, que llegaron á ocupar todo el cuidado,
-sintió Motezuma el ruido que dexa en la imaginacion la memoria del
-peligro. Empezó á discurrir para consigo el estado en que se hallaba:
-parecióle que ya se detenian mucho los Españoles, y que habiéndose
-mirado como falta de libertad en él la benevolencia con que los
-trataba, debia familiarizarse ménos y dar otro color á las
-exterioridades. Avergonzabase del pretexto que tomó Cacumatzín para su
-conjuracion, atribuyendo á falta de espíritu su benignidad; y alguna
-vez se acusaba de haber ocasionado aquella murmuracion: sentia la
-flaqueza de su autoridad, cuyos zelos andan siempre cerca de la
-corona, y ocupan el primer lugar entre las pasiones que mandan á los
-Reyes. Temia que se volviesen á inquietar sus vasallos, y que saltasen
-nuevas centellas de aquel incendio recien apagado. Quisiera decir á
-Cortés que tratáse de abreviar su jornada, y no hallaba camino decente
-de proponerselo: ni los rezelos, por ser especie de miedo, se
-confiesan con facilidad. Duró algunos dias en esta irresolucion: y
-últimamente determinó que le convenia en todo caso despachar luego á
-los Españoles, y quitar aquel tropiezo á la fidelidad de sus vasallos.
-
-Dispuso la materia con notable sagacidad: porque ántes de comunicar su
-intento á Cortés, llevó prevenida sus réplicas, saliendo á todos los
-motivos en que pudiera fundar su detencion. Aguardó que le viniese á
-visitar como solia: recibióle sin hacer novedad en el agrado, ni en el
-cumplimiento: introduxo la plática de su Rey al modo que otras veces:
-ponderó quanto le veneraba: y dexando traer su propuesta de la misma
-conversacion, le dixo:
-
- "Que habia discurrido en reconocerle de su propia voluntad el
- vasallage que se le debia como á sucesor de Quezalcoál, y dueño
- propietario de aquel Imperio."
-
-Así lo entendia, y en esto solo habló con afectacion; no se trataba
-entónces de restituirle sus dominios, sino de apartar á Cortés, y
-facilitar su despacho: á cuyo fin añadió:
-
- "Que pensaba convocar la nobleza de sus reynos, y hacer en su
- presencia este razonamiento, para que todos, á su imitacion, le
- diesen la obediencia, y estableciesen el vasallage con alguna
- contribucion: en que pensaba tambien darles exemplo; pues tenia
- ya prevenidas diferentes joyas y preseas de mucho valor, para
- cumplir por su parte con esta obligacion; y no dudaba que sus
- nobles acudirian á ella con lo mejor de sus riquezas, ni
- desconfiaba de que se juntaria cantidad tan considerable, que
- pudiese llegar sin desayre á la presencia de aquel Príncipe,
- como primera demostracion del Imperio Mexicano."
-
-Esta fué su proposicion, y en ella concedia de una vez todo lo que, á
-su parecer, podian atreverse á desear los Españoles, satisfaciendo á
-su ambicion y á su codicia, para quitarles enteramente la razon de
-perseverar en su corte, ántes de ordenarles que se retirasen. Y
-encubrió con tanta destreza el fin á que caminaba, que no le conoció
-entónces Hernan Cortés; ántes le rindió las gracias de aquella
-liberalidad, sin estrañarla ni encarecerla, como quien aceptaba de
-parte de su Rey lo que se le debia; y quedó sumamente gustoso de haber
-conseguido mas de lo que parecia practicable, segun el estado presente
-de las cosas. Celebró despues con sus Capitanes y soldados el servicio
-que harian al Rey Don Carlos, si conseguian que se declaráse por
-súbdito y tributario suyo un Monarca tan poderoso: discurrió en las
-grandes riquezas con que podrian acompañar esta noticia, para que no
-llegáse desnuda la relacion, y peligrase de increible. Y, á la
-verdad, no pensaba entónces apartarse de su empresa, ni le parecia
-dificultoso el mantenerse, hasta que, sabiendo en España el estado en
-que la tenia, se le ordenáse lo que debia executar: seguridad á que le
-pudo inducir lo que le favorecia Motezuma, los amigos que iba ganando,
-la facilidad con que se le venian á las manos los sucesos, ó alguna
-causa de orígen superior que le dilataba el ánimo, para que, á vista
-de quanto pudiera desear, no se acabáse de componer con sus
-esperanzas.
-
-Pero Motezuma, que tiraba sus líneas á otro centro, y sabía resolver
-de espacio, y executar sin dilacion, despachó luego sus convocatorias
-á los Caciques de su reyno, como se acostumbraba quando se ofrecia
-negocio público en que hubiese de intervenir la nobleza, sin alargarse
-á los mas distantes, por abreviar el intento principal de aquella
-diligencia. Vinieron todos á México dentro de pocos dias con el
-séquito que solian asistir en la corte, y tan numeroso, que hiciera
-ruido en el cuidado, si se ignorára la ocasion y la costumbre.
-Juntólos Motezuma en el quarto de su habitacion, y en presencia de
-Cortés (que fué llamado á esta conferencia, y concurrió en ella con
-sus intérpretes y algunos de sus Capitanes) les hizo un razonamiento,
-en que dió los motivos, y facilitó la dureza de aquella notable
-resolucion. Bernal Diaz del Castillo dice que hubo dos juntas, y que
-no asistió Cortés en la primera: pudo ser alguna de sus
-equivocaciones, porque no lo callaria el mismo Hernan Cortés en la
-segunda relacion de su jornada; y quando se trataba de satisfacerle y
-confiarle, no era tiempo de juntas reservadas.
-
-Fué de grande aparato y autoridad esta funcion, porque asistieron
-tambien á ella los nobles y ministros que residian en la corte: y
-Motezuma, despues de haberlos mirado una y dos veces con agradable
-magestad, empezó su oracion, haciéndolos benévolos y atentos con
-ponerles delante
-
- "Quánto los amaba, y quánto le debian: acordóles que tenian de
- su mano todas las riquezas y dignidades que poseían: y sacó por
- ilacion de este principio la obligacion en que se hallaban de
- creer que no les propondria materia que no fuese de su mayor
- conveniencia, despues de haberla premeditado con madura
- deliberacion, consultado, á sus Dioses el acierto, y tenido
- señales evidentes de que hacia su voluntad."
-
-Afectaba muchas veces estas vislumbres de inspiracion, para dar algo
-de divinidad á sus resoluciones: y entónces le creyeron, porque no era
-novedad que le favoreciese con sus respuestas el demonio. Asentada
-esta reconvencion y este misterio, refirió con brevedad
-
- "El orígen del Imperio Mexicano, la expedicion de los
- Nabatlácas, las hazañas prodigiosas de Quezalcoál, su primer
- Emperador, y lo que dexó profetizado quando se apartó á las
- conquistas del oriente, previniendo, con impulso del Cielo, que
- habian de volver á reynar en aquella tierra sus descendientes.
- Tocó despues como punto indubitable: Que el Rey de los
- Españoles, que dominaba en aquellas regiones orientales, era
- legítimo sucesor del mismo Quezalcoál. Y añadió: Que siendo él
- Monarca de quien habia de proceder aquel Príncipe tan deseado
- entre los Mexicanos, y tan prometido en los oráculos y
- profecías que veneraba su nacion, debian todos reconocer en su
- persona este derecho hereditario, dando á su sangre lo que, á
- falta de ella, se introduxo en eleccion: que si hubiera venido
- entónces personalmente, como envió sus Embaxadores, era tan
- amigo de la razon, y amaba tanto á sus vasallos, que por su
- mayor felicidad sería el primero en desnudarse de la dignidad
- que poseía, rindiendo á sus piés la corona, fuese para dexarla
- en sus sienes, ó para recibirla de su mano. Pero que debiendo á
- los Dioses la buena fortuna de que hubiese llegado en su tiempo
- noticia tan deseada, queria ser el primero en manifestar la
- prontitud de su ánimo, y habia discurrido en ofrecerle desde
- luego su obediencia, y hacerle algun servicio considerable. A
- cuyo fin tenia destinadas las joyas mas preciosas de su tesoro,
- y queria que sus nobles le imitasen, no solo en hacer el mismo
- reconocimiento, sino en acompañarle con alguna contribucion de
- sus riquezas, para que siendo mayor el servicio, llegáse mas
- decoroso á los ojos de aquel Príncipe."
-
-En esta substancia concluyó Motezuma su razonamiento, aunque no de una
-vez: porque á despecho de lo que se procuró esforzar en este acto,
-quando llegó á pronunciarse vasallo de otro Rey, le hizo tal
-disonancia esta proposicion, que se detuvo un rato, sin hallar las
-palabras con que habia de formar la razon; y al acabarla se enterneció
-tan declaradamente, que se vieron algunas lágrimas discurrir por su
-rostro, como lloradas contra la voluntad de los ojos. Y los Mexicanos,
-conociendo su turbacion, y la causa de que procedia, empezaron tambien
-á enternecerse, prorumpiendo en sollozos ménos recatados, y deseando,
-al parecer, con algo de lisonja, que hiciese ruido su fidelidad. Fué
-necesario que Cortés pidiese licencia de hablar, y alentase á
-Motezuma, diciendo:
-
- "Que no era el ánimo de su Rey desposeerle de su dignidad, ni
- trataba de que se hiciese novedad en sus dominios: porque solo
- querria que se aclaráse por entónces su derecho á favor de sus
- descendientes, respecto de hallarse tan distante de aquellas
- regiones, y tan ocupado en otras conquistas, que no podria
- llegar en muchos años el caso en que hablaban sus tradiciones y
- profecías."
-
-Con cuyo desahogo cobró el aliento, volvió á serenar el semblante, y
-acabó su oracion como se ha referido.
-
-Quedaron los Mexicanos atónitos, ó confusos de oir semejante
-resolucion, estrañándola como desproporcionada, ó ménos decente á la
-magestad de un Príncipe tan grande, y tan zeloso de su dominacion.
-Miráronse unos á otros sin atreverse á replicar, ni á conceder,
-dudando en qué se ajustarian mas á su intencion; y duró este silencio
-reverente hasta que tomó la mano el primero de sus magistrados, y con
-mejor conocimiento de su dictámen respondió por los demas:
-
- "Que todos los nobles que concurrian en aquella junta le
- respetaban como á su Rey y Señor natural, y estarian prontos á
- obedecer lo que proponia por su benignidad, y mandaba con su
- exemplo: porque no dudaban que lo tendria bien discurrido y
- consultado con el Cielo, ni tenian instrumento mas sagrado que
- el de su voz para entender la voluntad de los Dioses."
-
-Concurrieron todos en el mismo sentir: y Hernan Cortés, quando llegó
-el caso de significar su agradecimiento, fué dictando á sus
-intérpretes otra oracion no ménos artificiosa, en que dió las gracias
-á Motezuma, y á todos los circunstantes, de aquella demostracion,
-aceptando en nombre de su Rey el servicio, y midiendo sus
-ponderaciones con la máxima de no estrañar mucho que asistiesen á su
-obligacion, al modo que se recibe la deuda, y se agradece la
-puntualidad en el deudor.
-
-Pero no bastaron aquellas lágrimas de Motezuma para que se rezeláse
-Cortés entónces de su liberalidad, ni conociese que se trataba de su
-despacho final; en que se dexó llevar del primer sonido con alguna
-disculpa: porque donde halló introducida como verdad infalible aquella
-notable aprehension de los descendientes de Quezalcoál, y tenian á su
-Rey indubitable por uno de ellos, no le pareceria tan irregular esta
-demostracion, que se debiese mirar como afectada ó sospechosa. Sobre
-cuyo presupuesto pudo tambien atribuir el llanto de Motezuma, y
-aquella congoja con que llegó á pronunciar las cláusulas del
-vasallage, á la misma violencia con que se desprende la corona, y se
-mide la suma distancia que hay entre la soberanía y la sujecion: caso
-verdaderamente de aquellos en que puede faltar el ánimo con algo de
-magnanimidad. Pero se debe creer que Motezuma, por mas que miráse al
-Rey de España como legítimo sucesor de aquel Imperio, no tuvo intento
-de cumplir lo que ofrecia. Su mira fué deshacerse de los Españoles, y
-tomar tiempo para entenderse despues con su ambicion, sin hacer mucho
-caso de su palabra: y no estaria fuera de su centro entre aquellos
-Reyes bárbaros la simulacion, cuya indignidad, bastante á manchar el
-pundonor de un hombre particular, pusieron otros bárbaros estadistas
-entre las artes necesarias del reynar.
-
-Desde aquel dia, como quiera que fuese, quedó reconocido el Emperador
-Carlos Quinto por Señor del Imperio Mexicano, legítimo y hereditario
-en el sentir de aquella gente, y en la verdad destinado por el Cielo á
-mejor posesion de aquella corona; sobre cuya resolucion se formó
-público instrumento con todas las solemnidades que parecieron
-necesarias, segun el estilo de los homenages que solian prestar á sus
-Reyes: dando este allanamiento de Príncipe y vasallos poco mas que el
-nombre de Rey al Emperador; y siendo una como insinuacion misteriosa
-del título que se debió despues al derecho de las armas, sobre justa
-provocacion, como lo verémos en su lugar: circunstancia particular,
-que concurrió en la conquista de México para mayor justificacion de
-aquel dominio, sobre las demas consideraciones generales, que no solo
-hicieron lícita la guerra en otras partes, sino legítima y razonable
-siempre que se puso en términos de medio necesario para la
-introduccion del Evangelio.
-
-
-
-
- CAPITULO IV.
-
- _Entra en poder de Hernan Cortés el oro y joyas que se juntaron
- de aquellos presentes. Dicele Motezuma con resolucion que trate
- de su jornada: y él procura dilatarla sin replicarle, al mismo
- tiempo que se tiene aviso de que han llegado navios Españoles á
- la costa._
-
-
-No se descuidó Motezuma en acercarse como pudo al fin que deseaba,
-resuelto á ganar las horas en el despacho de los Españoles, y ya
-violento en aquel género de sujecion que se habia obligado á
-conservar, porque no dexáse de parecer voluntaria. Entregó con este
-cuidado á Cortés el presente que tenia prevenido, y se componia de
-varias curiosidades de oro con alguna pedrería, unas de las que usaba
-en el adorno de su persona, y otras de las que se guardaban por
-grandeza, y servian á la ostentacion: diferentes piezas del mismo
-género y metal en figura de animales, aves y pescados, en que se
-miraba como segunda riqueza el artificio: cantidad de aquellas piedras
-que llamaban chalcuítes, parecidas en el color á las esmeraldas, y en
-la vana estimacion á nuestros diamantes: y algunas pinturas de pluma,
-cuyos colores naturales ó imitaban mejor, ó tenian ménos que fingir
-en la imitacion de la naturaleza; dádiva de ánimo real que se hallaba
-oprimido, y trataba de poner en precio su libertad.
-
-Siguieronse á esta demostracion los presentes de los nobles, que
-venian con título de contribucion y se reduxeron á piezas de oro, y
-otras preseas de la misma calidad, en que se compitieron unos á otros
-con deseo, al parecer, de sobresalir en la obediencia de su Rey, y
-mezclando esta subordinacion con algo de propia vanidad. Todo venia
-dirigido á Motezuma, y pasaba con recado suyo al quarto de Cortés.
-Nombraronse contador y tesorero, para que se lleváse la razon de lo
-que se iba recibiendo: y se juntó en breves dias tanta cantidad de
-oro, que, reservando las joyas, y piezas de primor, y habiéndose
-fundido lo demas se hallaron seiscientos mil pesos reducidos á barras
-de buena ley: de cuya suma se apartó el quinto para el Rey; y del
-residuo, segundo quinto para Hernan Cortés, con beneplácito de su
-gente, y cargo de acudir á las necesidades públicas del exército.
-Separó tambien la cantidad en que estaba empeñado para satisfacer la
-deuda de Diego Velazquez, y lo que le prestaron sus amigos en la Isla
-de Cuba; y lo demas se repartió entre los Capitanes y soldados,
-comprehendiendo á los que se hallaban en la Vera Cruz.
-
-Dieronse iguales porciones á los que tenian ocupacion; pero entre los
-de plaza sencilla hubo alguna diferencia, porque fueron mejor
-remunerados los de mayores servicios, ó ménos inquietos en los rumores
-antecedentes: peligrosa equidad, en que hace agraviados el premio, y
-quejosos la comparacion. Hubo murmuraciones y palabras atrevidas
-contra Hernan Cortés, y contra los Capitanes; porque al ver tanta
-riqueza junta, querian igual recompensa los que merecian ménos; y no
-era posible llenar su codicia, ni conviniera fundar en razon la
-desigualdad.
-
-Bernal Diaz del Castillo discurre con indecencia en este punto, y
-gasta demasiado papel en ponderar y encarecer lo que padecieron los
-pobres soldados en este repartimiento; hasta referir como donayre ó
-discrecion lo que dixo este ó aquel en los corrillos.
-
-Habla mas como pobre soldado, que como historiador: y Antonio de
-Herrera le sigue con descuidada seguridad; siendo en la Historia igual
-prevaricacion decir de paso lo que se debe ponderar, y detenerse mucho
-en lo que pudiera omitir. Pero uno y otro asientan que se quietó este
-desabrimiento de los soldados, repartiendo Cortés, del oro que le
-habia tocado, todo lo que fué necesario para satisfacer á los
-quejosos: y alaban despues su liberalidad y desinteres, deshaciendo,
-en vez de borrar, lo que sobra en su narracion.
-
-Motezuma, luego que por su parte y la de sus nobles se dió
-cumplimiento al servicio que se ofreció en la junta, hizo llamar á
-Cortés, y con alguna severidad, fuera de su costumbre, le dixo:
-
- "Que ya era razon que tratáse de su jornada, pues se hallaba
- enteramente despachado: y que habiendo cesado todos los motivos
- ó pretextos de su detencion, y conseguido en obsequio de su Rey
- tan favorable respuesta de su embaxada, ni sus vasallos
- dexarian de presumir intentos mayores, si le viesen perseverar
- en su corte voluntariamente, ni él podria estar de su parte
- quando no estaba de su parte la razon."
-
-Esta breve insinuacion de su ánimo, dicha en términos de amenaza, y
-con señas de resolucion premeditada, hizo tanta novedad á Cortés, que
-tardó en socorrerse de su discrecion para la respuesta: y conociendo
-entónces el artificio de aquellas liberalidades y favores de la junta
-pasada, tuvo primeros movimientos de replicarle con alguna entereza,
-valiéndose del genio superior con que le dominaba: y fuese con este
-fin, ó porque llegó á rezelar, viéndole tan sobre sí, que traeria
-guardadas las espaldas, ordenó recatadamente á uno de su Capitanes que
-hiciese tomar las armas á los soldados, y los tuviese prontos para lo
-que se ofreciese. Pero entrando en mejor consejo, se determinó á
-condescender por entónces con su voluntad: y para dar motivo á la
-detencion de la respuesta, disculpó cortesanamente lo que se habia
-embarazado, viéndole ménos agradable, quando era tan puesto en razon
-lo que ordenaba. Dixole:
-
- "Que trataria luego de abreviar su viage: que ya traia entre
- las manos las prevenciones de que necesitaba: y que deseando
- executarle sin dilacion, habia discurrido en pedirle licencia
- para que se fabricasen algunos baxeles capaces de tan larga
- navegacion, por haberse perdido, como sabía, los que le
- conduxeron á sus costas."
-
-Con que dexó introducida y pendiente su obediencia, satisfaciendo al
-empeño en que se hallaba, y dando tiempo á la resolucion.
-
-Dicen que tuvo Motezuma prevenidos cincuenta mil hombres para este
-lance, y que vino con determinacion de hacerse obedecer, valiéndose de
-la fuerza si fuese necesario: y es cierto que temió la réplica de
-Cortés, y que deseaba excusar el rompimiento; porque le abrazó con
-particular afecto, estimando su respuesta como quien no la esperaba.
-Obligóse de que le quitáse la ocasion de irritarse contra él. Amable
-con un género de voluntad que tenia parte de inclinacion, y parte de
-respeto: y bien hallado con su mismo desenojo, le dixo:
-
- "Que no era su intento apresurar su jornada, sin darle medios
- para que la executáse: que se dispondria luego la fábrica de
- los baxeles; y entretanto no tenia que hacer novedad, ni
- apartarse de su lado: pues bastaria para la satisfaccion de sus
- Dioses, y quietud de sus vasallos aquella prontitud con que se
- trataba de obedecer á los unos, y complacer á los otros."
-
-Fatigabale aquellos dias el demonio con horribles amenazas, dando voz,
-ó semejanza de voz á los ídolos para irritarle contra los Españoles.
-Congojabanle tambien los nuevos rumores que se iban encendiendo entre
-los suyos, por haberse recibido mal que se hiciese tributario de otro
-Príncipe, mirando aquella desautoridad suya como nuevo gravamen, que
-baxaria con el tiempo á los hombros de sus vasallos. De suerte que se
-hallaba combatido por una parte de la política, y por otra de la
-religion: y fué mucho que se determináse á dar esta permision á
-Cortés, por ser observantísimo con sus Dioses, y no ménos
-supersticioso con el ídolo de su conservacion.
-
-Dieronse luego las órdenes para la fábrica de los baxéles. Publicóse
-la jornada, y Motezuma hizo pregonar que acudiesen á la costa de Ulúa
-todos los carpinteros del contorno, señalando los parages donde se
-podria cortar la madera, y los lugares que habian de contribuir con
-Indios de carga para que la conduxesen al astillero. Hernan Cortés por
-su parte afectó las exterioridades de obediente. Despachó luego á los
-maestros y oficiales que fabricaron los bergantines, conocidos ya
-entre los Mexicanos. Discurrió públicamente con ellos del porte y
-calidad de los baxeles, ordenándoles que se aprovechasen del hierro,
-xarcias y velamen de los que le barrenaron: y todo era tratar del
-viage, como si le tuviera resuelto; con que adormeció las inquietudes
-que se iban forjando, y se aseguró en la confianza de Motezuma.
-
-Pero al tiempo de partir esta gente á la Vera Cruz, habló
-reservadamente á Martin Lopez, Vizcaíno de nacion, que iba por cabo
-principal: y siendo maestro consumado en este género de fábricas,
-sabía cumplir mejor con la profesion de soldado.
-
- "Encargóle que se fuese poco á poco en la formacion de los
- baxeles, y procuráse alargar la obra quanto pudiese, con tal
- artificio, que se consiguiese la tardanza sin que pareciese
- dilacion."
-
-Era su fin conservarse con este color en aquella corte, y hacer lugar
-para que pudiesen volver de España sus comisarios Alonzo Hernandez
-Portocarrero, y Francisco de Montejo, con esperanza de que le truxesen
-algun socorro de gente, ó por lo ménos el despacho y órdenes de que
-necesitaba para la direccion de su empresa: porque siempre tuvo firme
-resolucion de proseguirla. Y caso que le arrojáse de México la última
-necesidad, pensaba esperarlos en la Vera Cruz, y matenerse al abrigo
-de aquella fortificacion, valiéndose de las naciones amigas para
-resistir á los Mexicanos. Admirable constancia, que no solo duraba
-entre las dificultades presentes, pero se prevenia para no descaecer
-en las contingencias.
-
-Sobrevino dentro de pocos dias otro accidente que descompuso estas
-disposiciones, llamando la prudencia y el valor á nuevo cuidado. Tuvo
-noticia Motezuma de que andaban en la costa de Ulúa diez y ocho navios
-extrangeros: y los ministros de aquel parage se los enviaron pintados
-en aquellos lienzos, que hacian el oficio de las cartas, con las señas
-de la gente que se habia dexado ver en ellos, y algunos caracteres, en
-que venia significado lo que se podia rezelar de sus intentos siendo
-Españoles al parecer, y llegando en ocasion que se trataba de aviar á
-los que residian en su corte. Diesele ó no cuidado esta representacion
-de sus Gobernadores, lo que resultó de ella fué llamar luego á Cortés,
-ponerle delante la pintura, y decirle:
-
- "Que ya no sería necesaria la prevencion que se hacia para su
- jornada, pues habian llegado á la costa baxeles de su Nacion en
- que podria executarla."
-
-Miró Cortés la pintura con mas atencion que sobresalto; y aunque no
-entendió los caracteres que la especificaban, conoció en el trage de
-la gente, porte y hechura de los navios lo bastante para no dudar que
-fuesen Españoles. Su primer movimiento fué alegrarse, teniendo por
-cierto que habrian llegado sus procuradores, y fingiéndose grandes
-socorros en tanto número de baxeles. Vase con facilidad la
-imaginacion á lo que se desea, y no se persuadió entónces á que
-pudiese venir contra él armada tan poderosa: porque discurria
-noblemente, segun la llaneza de su proceder: y las sinrazones ocurren
-tarde á los bien intencionados. Su respuesta fué:
-
- "Que se partiria luego, si aquellos navios estuviesen de vuelta
- para los dominios de su Rey."
-
-Y no estrañando que hubiese llegado primero á su noticia esta novedad,
-porque sabía la incesable diligencia de sus correos, añadió:
-
- "Que no podia tardar el aviso de los Españoles que asistian en
- Zempoala, por cuyo medio se sabrian con fundamento la derrota y
- designios de aquella gente, y se veria si era necesario
- proseguir en la fábrica de los baxeles, ó posible adelantar sin
- ellos su viage."
-
-Aprobó Motezuma este reparo, agradeciendo la prontitud, y conociendo
-la razon. Pero tardaron poco en llegar las cartas de la Vera Cruz, en
-que avisaba Gonzalo de Sandoval:
-
- "Que aquellos baxeles eran de Diego Velazquez, y venian en
- ellos ochocientos Españoles contra Hernan Cortés y su
- conquista:"
-
-cuyo golpe no esperado recibió en presencia de Motezuma, y necesitó de
-todo su aliento para encubrir su turbacion. Hallóse con el peligro
-donde aguardaba el socorro. La ocasion era terrible: angustias por
-todas partes: desconfianzas en México, y enemigos en la costa. Pero
-haciendo lo que pudo para componer el semblante con la respiracion,
-negó su cuidado á Motezuma: endulzó la noticia entre los suyos; y se
-retiró despues á desapasionar el discurso, para que se diese con
-libertad á las diligencias del remedio.
-
-
-
-
- CAPITULO V.
-
- _Refierense las Nuevas prevenciones que hizo Diego Velazquez
- para destruir á Hernan Cortés: el exército y armada que envió
- contra él á cargo de Pámphilo de Narbáez: su arribo á las
- costas de Nueva España; y su primer intento de reducir á los
- Españoles de la Vera Cruz._
-
-
-Dexamos á Diego Velazquez envuelto en sus desconfianzas, impaciente de
-que se hubiesen malogrado los esfuerzos que hizo para detener á Hernan
-Cortés, y desacreditando con nombre de traycion la fuga que
-ocasionaron sus violencias, para disponer su venganza con título de
-remedio. Recibió las cartas del Licenciado Benito Martin su Capellan,
-con nombramiento de Adelantado por el Rey no solo de aquella Isla,
-sino de las tierras que se descubriesen y conquistasen por su
-inteligencia. Dabale noticia de la gratitud, ó fuese agradecimiento
-con que le defendia y patrocinaba el Presidente de las Indias Obispo
-de Burgos, desfavoreciendo por este respecto á los procuradores de
-Cortés; pero al mismo tiempo le avisaba de la benignidad con que los
-oyó el Emperador en Tordesillas, del ruido que habian hecho en España
-las riquezas que llevaron, y del concepto grande con que se hablaba ya
-en aquella conquista, dándola el primero lugar entre las antecedentes.
-
-Entró con el nuevo dictado en mayores pensamientos. Dieronle osadía y
-presuncion los favores del Presidente; y como crecen con el poder las
-pasiones humanas, ó es propiedad en ellas el mandar mas en los mas
-poderosos, miró su ofensa con otro género de irritacion mas empeñada,
-ó con otra especie de superioridad, que le desfiguraba la envidia con
-el trage de la justificacion. Afligian y precipitaban su paciencia los
-aplausos de Cortés; y aunque no le pesaba de ver tan adelantada la
-conquista, porque las obligaciones de su sangre dexaban siempre su
-lugar al servicio del Rey, no podia sufrir que se lleváse otro las
-gracias que, á su parecer, se le debian: tan vanaglorioso en el
-aprecio de la parte que tuvo en la primera disposicion de aquella
-jornada, que se atribuía, sin otro fundamento, el renombre de
-Conquistador: y tan dueño en su estimacion de toda la empresa, que le
-parecian suyas hasta las hazañas con que se habia conseguido.
-
-Con estos motivos, y con esta destemplanza de aprehensiones, trató
-luego de formar armada y exército con que destruir á Hernan Cortés, y
-á quantos le seguian: compró baxeles, alistó soldados, y discurrió
-personalmente por toda la Isla, visitando las estancias de los
-Españoles, y animándolos á la faccion. Poniales delante la obligacion
-que tenian de asistir á su desagravio: partia con ellos
-anticipadamente las grandes riquezas de aquella conquista, usurpadas
-entónces, así lo decia, por unos rebeldes mal aconsejados, que
-salieron de Cuba fugitivos, para no dexar en duda su falta de valor:
-con cuyas esperanzas, y algunos socorros, en que gastó mucha parte de
-su caudal, juntó en breves dias un exército, que allí se pudo llamar
-formidable por el número y calidad de la gente. Constaba de
-ochocientos infantes Españoles, ochenta caballos, y diez ó doce piezas
-de artillería, con abundante provision de bastimentos, armas y
-municion. Nombró por Cabo principal á Pámphilo de Narbáez, natural de
-Valladolid, sugeto capaz, y en aquella Isla de la primera estimacion;
-aunque amigo de sus opiniones, y de alguna dureza en los dictámenes.
-Dióle título de Teniente suyo, nombrándose Gobernador, quando ménos,
-de la Nueva España.
-
-Dióle tambien instruccion secreta en que le ordenaba:
-
- "Que procuráse prender á Cortés, y se le remitiese con buena
- guardia, para que recibiese de su mano el castigo que merecia:
- que hiciese lo mismo con la gente principal que le seguia, si
- no se reduxesen á dexar su partido: y que tomáse posesion en su
- nombre de todo lo conquistado, adjudicándolo al distrito de su
- Adelantamiento:"
-
-sin detenerse mucho á discurrir en los accidentes que se le podian
-ofrecer; porque á vista de tan ventajosas fuerzas le parecia fácil de
-conseguir quanto le proponia su deseo: y la confianza, vicio familiar
-de ingenios apasionados, ó mira desde lejos los peligros, ó no conoce
-hasta que padece las dificultades.
-
-Tuvieron aviso de este movimiento y prevenciones los Religiosos de San
-Gerónimo, que presidian á la Real Audiencia de Santo Domingo con
-suprema jurisdiccion sobre las otras Islas; y previniendo los
-inconvenientes que podian resultar de tan ruidosa competencia,
-enviaron al Licenciado Lucas Vazquez de Ayllon, juez de la misma Real
-Audiencia, para que procuráse poner en razon á Diego Velazquez; y no
-bastando los medios suaves, le intimáse las órdenes que llevaba,
-mandándole con graves penas que desarmáse la gente, deshiciese la
-armada, y no perturbáse, ó pusiese impedimento á la conquista en que
-estaba entendiendo Hernan Cortés, so color de pertenecerle, por
-qualquiera razon, ó pretexto que fuese: y que, dado que tuviese
-alguna querella contra su persona, ó algun derecho sobre la tierra que
-andaba pacificando, acudiese á los tribunales del Rey, donde tendria
-segura, por los términos regulares, su justicia.
-
-Llegó este Ministro á la Isla de Cuba quando ya estaba prevenida la
-armada, que se componia de once navios de alto borde, y siete poco mas
-que bergantines, unos y otros de buena calidad: y Diego Velazquez
-andaba muy solícito en adelantar la embarcacion de la gente. Procuró
-reducirle, sirviéndose amigablemente de quantas razones le ocurrieron
-para detenerle y confiarle. Dióle á conocer
-
- "Lo que aventuraba si se pusiese Cortés en resistencia,
- interesados ya en defender sus mismas utilidades los soldados
- que le seguian: el daño que podria resultar de que viesen
- aquellos Indios belicosos, y recien conquistados, una guerra
- civil entre los Españoles: que si por esta desunion se perdiese
- una conquista, de que ya se hacia tanta estimacion en España,
- peligraria su credito en un cargo de mala calidad, sin que le
- pudiesen defender los que mas le favorecian. Pusose de parte de
- su justicia para persuadirle á que la pidiese donde se miraria
- con diferente atencion, si no la desacreditáse con aquella
- violencia."
-
-Y últimamente, viéndole incapaz de consejo, porque le parecia
-impracticable todo lo que no fuese destruir á Hernan Cortés, pasó á
-lo judicial, manifestó las órdenes, y se las hizo notificar por un
-escribano que llevaba prevenido, acompañándolas con diferentes
-requerimientos y protestas; pero nada bastó á detener su resolucion,
-porque sonaba tanto en su concepto el título de Adelantado, que dió
-muestras de no reconocer superior en su distrito: y se quedó en su
-obstinacion, hecha ya porfía la inobediencia. Disimuló el Oidor
-algunos desacatos, sin atreverse á contradecirle derechamente, por no
-hacer mayor su precipicio; y viendo que trataba de abreviar la
-embarcacion de la gente, fingió deseo de ver aquella tierra tan
-encarecida, y se ofreció á seguir el viage con apariencias de
-curiosidad: á que salió fácilmente Diego Velazquez, porque llegáse mas
-tarde á la Isla de Santo Domingo la noticia de su atrevimiento; y él
-consiguió el embarcarse con gusto y estimacion de todos. Resolucion,
-que (bien fuese de su dictámen, ó procediese de su instruccion)
-pareció bien discurrida, ó conveniente para estorvar el rompimiento de
-aquellos Españoles. Persuadióse con bastante probabilidad á que sería
-mas fácil de conseguir lejos de Diego Velazquez la obediencia de las
-órdenes, ó tendria diferente autoridad su mediacion con Pámphilo de
-Narbáez: y aunque fué su asistencia de nuevo inconveniente, como lo
-verémos despues, no por eso dexaron de merecer alabanza su zelo y su
-discurso: que los sucesos, por el mismo caso que se apartan muchas
-veces de los medios proporcionados, no pueden quitar el nombre al
-acierto de las resoluciones. Embarcóse tambien Andres de Duero, aquel
-Secretario de Velazquez que favoreció tanto á Cortés en los principios
-de su fortuna. Dicen unos que se ofreció á esta jornada por desfrutar
-sus riquezas, acordando el beneficio; y otros, que fué su intencion
-mediar con Narbáez, y embarazar en quanto pudiese la ruina de su
-amigo: á cuyo sentir nos aplicarémos ántes que al primero, por no
-estar bien con los historiadores que se precian de tener mal
-inclinadas las conjeturas.
-
-Hicieronse á la vela, y favoreciéndolos el viento, se hallaron en
-breves dias á vista de la tierra que buscaban. Surgió la armada en el
-puerto de Ulúa, y Pámphilo de Narbáez echó algunos soldados en tierra
-para que tomasen lengua, y reconociesen las poblaciones vecinas.
-Hallaron estos á poca diligencia dos ó tres Españoles que andaban
-desmandados por aquel parage. Llevaronlos á la presencia de su
-Capitan; y ellos, ó temerosos de alguna violencia, ó inclinados á la
-novedad, le informaron de todo lo que pasaba en México y en la Vera
-Cruz, buscando su lisonja en el descredito de Cortés: sobre cuya
-noticia, fué lo primero que resolvió, tratar con Gonzalo de Sandoval
-que le rindiese aquella fortaleza de su cargo, manteniéndola por él, ó
-la desmanteláse, pasándose á su exército con la gente de la
-guarnicion. Encargó esta negociacion á su Clérigo que llevaba consigo,
-llamado Juan Ruiz de Guevara, hombre de condicion ménos reprimida que
-pedia el sacerdocio. Fueron con él tres soldados que sirviesen de
-testigos, y un Escribano Real, por si fuese necesario llegar á
-términos de notificacion. Tenia Gonzalo de Sandoval sus centinelas á
-trechos que observasen los movimientos de la armada, y se fuesen
-avisando unas á otras, por cuyo medio supo que venia mucho ántes que
-llegasen; y con certidumbre de que no los seguia mayor número de
-gente, mandó abrir las puertas de la villa, y se retiró á esperarlos
-en su posada. Llegaron ellos, no sin alguna presuncion de que serian
-bien admitidos: y el Clérigo, despues de las primeras urbanidades, y
-haber puesto en manos de Sandoval su carta de creencia, le dió noticia
-de las fuerzas con que venia Pámphilo de Narbáez á tomar satisfaccion
-por Diego Velazquez de la ofensa que le hizo Hernan Cortés en
-apartarse de su obediencia, siendo suya enteramente la conquista de
-aquella tierra, por haberse intentado de su órden, y á su costa. Hizo
-su proposicion como punto sin dificultad en que sobraban los motivos:
-y esperó gracias de venirle á buscar con un partido ventajoso, donde
-se habian juntado la fuerza y la razon. Respondióle Gonzalo de
-Sandoval con alguna destemplanza (mal escondida en el sosiego
-exterior):
-
- "Que Pámphilo de Narbáez era su amigo, y tan atento vasallo de
- su Rey, que solo desearia lo que fuese mas conveniente á su
- servicio: que la ocurrencia de las cosas, y el mismo estado en
- que se hallaba la conquista, pedian que se uniesen sus fuerzas
- con las de Cortés, y le ayudáse á perficionar lo que tenia tan
- adelantado, tratándose primero de la primera obligacion; pues
- no se hizo el tribunal de las armas para querellas de
- particulares. Pero que dado caso que, anteponiendo el interés,
- ó la venganza de su amigo, se arrojáse á intentar alguna
- violencia contra Hernan Cortés, tuviese desde luego entendido
- que así él, como todos los soldados de aquella plaza querrian
- ántes morir á su lado, que concurrir á semejante
- desalumbramiento."
-
-Sintió el Clérigo, como golpe improviso, esta repulsa; y mas
-acostumbrado á dexarse llevar, que á reprimir su natural, prorumpió en
-injurias y amenazas contra Hernan Cortés, llamándole traydor, y
-alargándose á decir que lo serian Gonzalo de Sandoval, y quantos le
-siguiesen. Procuraron unos y otros moderarle y contenerle, acordándole
-su dignidad, para que supiese á lo ménos la razon porque le sufrian;
-pero él, levantando la voz, sin mudar el estilo, mandó al Escribano:
-
- "Que hiciese notorias las órdenes que llevaba, para que
- supiesen todos que habian de obedecer á Narbáez, pena de la
- vida:"
-
-y no pudo lograr esta diligencia, porque la embarazó Gonzalo de
-Sandoval diciendo al Escribano, que le haria poner en una horca si se
-atreviese á notificarle órdenes que no fuesen del Rey. Crecieron tanto
-las voces y los desacatos, que los mandó llevar presos, no sin alguna
-impaciencia. Pero considerando poco despues el daño que podrian hacer
-si volviesen irritados á la presencia de Narbáez, resolvió enviarlos á
-México, para que se aseguráse de ellos Hernan Cortés, ó procuráse
-reducirlos: y lo executó sin dilacion, haciendo prevenir Indios de
-carga que los llevasen aprisionados sobre sus hombros en aquel género
-de andas que les servian de litéras. Fué con ellos por cabo de la
-guardia un Español de su confianza que se llamaba Pedro de Solís;
-encargóle que no se les hiciese molestia ni mal tratamiento en el
-camino: despachó correo, adelantando á Cortés esta noticia: y trató de
-prevenir su gente, y convocar los Indios amigos para la defensa de su
-plaza, disponiendo quanto le tocaba como advertido y cuidadoso
-Capitan.
-
-No se puede negar que obró con algun arrojamiento mas que militar en
-la prision de aquel Sacerdote, dando á su irritacion sobrada licencia:
-si ya no la resolvió políticamente, considerando que no estaria bien
-cerca de Narbáez un hombre de aquella violencia y precipitacion, para
-que se consiguiese la paz que tanto convenia. Puedese creer que se
-dieron la mano en su resolucion el propio sentimiento, y la
-conveniencia principal: y si obró con esta mira, como lo persuade la
-misma reportacion con que le habia sufrido y respetado, no se debe
-culpar todo el hecho por este ó aquel motivo ménos moderado: que
-algunas veces acierta el enojo lo que no acertára la modestia, y sirve
-la ira de dar calor á la prudencia.
-
-
-
-
- CAPITULO VI.
-
- _Discursos y prevenciones de Hernan Cortés en órden á excusar
- el rompimiento: introduce tratados de paz, no los admite
- Narbáez; ántes publica la guerra, y prende al Licenciado Lucas
- Vazquez de Ayllon._
-
-
-De todas estas particularidades iba teniendo Hernan Cortés freqüentes
-avisos, que hicieron evidencia su rezelo: y poco despues supo que
-habia tomado tierra Pámphilo de Narbáez, y marchaba con su exército en
-órden la vuelta de Zempoala. Padeció mucho aquellos dias con su mismo
-discurso vario, en los medios, y perspicaz en los inconvenientes. No
-hallaba partido en que no quedáse mal satisfecho su cuidado. Buscar á
-Narbáez en la campaña con fuerzas tan desiguales era temeridad,
-particularmente quando se hallaba obligado á dexar en México parte de
-su gente, para cubrir el quartel, defender el tesoro adquirido, y
-conservar aquel género de guardia en que se dexaba estar Motezuma.
-Esperar á su enemigo en la ciudad era revolver los humores sediciosos,
-de que adolecian ya los Mexicanos, darles ocasion para que se armasen
-con pretexto de la propia defensa y tener otro peligro á las espaldas.
-Introducir pláticas de paz con Narbáez, y solicitar la union de
-aquellas fuerzas, siendo lo mas conveniente, le pareció lo mas
-dificultoso, por conocer la dureza de su condicion, y no hallar camino
-de reducirle, aunque se rindiese á rogarle con su amistad; á que no se
-determinaba, por ser el ruego poco feliz con los porfiados, y en
-proposiciones de paz desayrado medianero. Poniasele delante la
-perdicion total de su conquista, el malogro de aquellos grandes
-principios, la causa de la Religion desatendida el servicio del Rey
-atropellado; y era su mayor congoja el hallarse obligado á fingir
-seguridad y desahogo, trayendo en el rostro la quietud, y dexando en
-el pecho la tempestad.
-
-A Motezuma decia que aquellos Españoles eran vasallos de su Rey, que
-traerian segunda embaxada, en prosecucion de la primera: que venian
-con exército por costumbre de su Nacion: que procuraria disponer que
-se volviesen, y volveria con ellos, pues se hallaba ya despachado, sin
-que hubiese dexado su grandeza que desear á los que venian de nuevo
-con la misma proposicion. A sus soldados animaba con varios
-presupuestos, cuya falencia conocia. Deciales que Narbáez era su
-amigo, y hombre de tantas obligaciones, y de tan buena capacidad, que
-no dexaria de inclinarse á la razon, anteponiendo el servicio de Dios
-y del Rey á los intereses de un particular: que Diego Velazquez habia
-despoblado la Isla de Cuba, para disponer su venganza, y á su parecer,
-les enviaba un socorro de gente con que proseguir su conquista; porque
-no desconfiaba de que se hiciesen compañeros los que venian como
-enemigos. Con sus Capitanes andaba ménos recatado: comunicabales parte
-de sus rezelos: discurria como de prevencion en los accidentes que se
-podian ofrecer: ponderaba la poca milicia de Narbáez, la mala calidad
-de su gente, la injusticia de su causa y otros motivos de consuelo, en
-que trabajaba tambien su disimulacion, dándoles en la verdad mas
-esperanzas que tenia.
-
-Pidióles finalmente su parecer, como lo acostumbraba en casos de
-semejante conseqüencia, y disponiendo que le aconsejasen lo que tenia
-por mejor, resolvió tentar primero el camino de la paz, y hacer tales
-partidos á Narbáez, que no se pudiese negar á ellos, sin cargar sobre
-sí los inconvenientes del rompimiento. Pero al mismo tiempo hizo
-algunas prevenciones para cumplir con su actividad. Avisó á sus amigos
-los de Tlascála que le tuviesen prontos hasta seis mil hombres de
-guerra para una faccion en que sería posible haberlos menester. Ordenó
-al cabo de tres ó quatro soldados Españoles, que andaban en la
-provincia de Chinantlá descubriendo las minas de aquel parage, que
-procuráse disponer con los Caciques una leva de otros dos mil hombres,
-y que los tuviese prevenidos para marchar con ellos al primer aviso.
-Eran los Chinantécas enemigos de los Mexicanos, y se habian declarado
-con grande afecto por los Españoles, y enviado secretamente á dar la
-obediencia: gente valerosa y guerrera, que le pareció tambien á
-propósito para reforzar su exército: y acordándose de haber oido
-alabar las picas, ó lanzas de que usaban en sus guerras, por ser de
-vara consistente, y de mayor alcance que las nuestras, dispuso que le
-traxesen luego trescientas para repartirlas entre sus soldados, y las
-hizo armar con puntas de cobre templado, que suplia bastantemente la
-falta del hierro; prevencion que adelantó á las demas, porque le daba
-cuidado la cabellería de Narbáez, y porque hubiese tiempo de imponer
-en el manejo de ellas á los Españoles.
-
-Llegó entretanto Pedro de Solís con los presos que remitia Gonzalo de
-Sandoval: avisó á Cortés, y esperó su órden ántes de entrar en la
-laguna. Pero él, que ya los aguardaba por la noticia que vino delante,
-salió á recibirlos con mas que ordinario acompañamiento. Mandó que les
-quitasen las prisiones. Abrazólos con grande humanidad, y al
-Licenciado Guevara primera y segunda vez con mayor agasajo. Dixole:
-
- "Que castigaria á Gonzalo de Sandoval la desatencion de no
- respetar como debia su persona y dignidad."
-
-Llevóle á su quarto, dióle su mesa, y le significó algunas veces con
-bien adornada exterioridad
-
- "Quánto celebraba la dicha de tener á Pámphilo de Narbáez en
- aquella tierra, por lo que se prometia de su amistad, y
- antiguas obligaciones."
-
-Cuidó de que anduviesen delante de él alegres y animosos los
-Españoles. Pusole donde viese los favores que le hacia Motezuma, y la
-veneracion con que le trataban los Príncipes Mexicanos. Dióle algunas
-joyas de valor, con que iba quebrantando los ímpetus de su natural.
-Hizo lo mismo con sus compañeros; y sin darles á entender que
-necesitaba de sus oficios para suavizar á Narbáez, los despachó dentro
-de quatro dias, inclinados á su razon, y cautivos de su liberalidad.
-
-Hecha esta primorosa diligencia, y dexando al tiempo lo que podria
-fructificar, resolvió enviar persona de satisfaccion que propusiese á
-Narbáez los medios que parecian practicables, y eran convenientes.
-Eligió para esta negociacion al Padre Fray Bartolomé de Olmedo, en
-quien concurrian con ventajas conocidas la eloqüencia y la autoridad.
-Abrevió quanto fué posible su despacho, y le dió cartas para Narbáez,
-para el Licenciado Lucas Vazquez de Ayllon, y para el Secretario
-Andres de Duero, con diferentes joyas que repartiese conforme al
-dictámen de su prudencia. Era la importancia de la paz el argumento de
-las cartas, y en la de Narbáez
-
- "Le daba la bien venida con palabras de toda estimacion: y
- despues de acordarle su amistad y confianza, le informaba el
- estado en que tenia su conquista, descubriéndole por mayor las
- provincias que habia sujetado la sagacidad y valentía de sus
- naturales, el poder y grandezas de Motezuma;"
-
-no tanto para encarecer su hazaña, como para traerle al conocimiento
-de lo que importaba que se uniesen ambos exércitos á perficionar la
-empresa. Dabale á entender
-
- "Quánto se debia rezelar que los Mexicanos, gente advertida y
- belicosa, llegasen á conocer discordia entre los Españoles,
- porque sabrian aprovecharse de la ocasion, y destruir ambos
- partidos para sacudir el yugo forastero. Y últimamente le
- decia: que para excusar lances y disputas, convendria que sin
- mas dilacion le hiciese notorias las órdenes que llevaba:
- porque si eran del Rey, estaba pronto á obedecerlas, dexando en
- sus manos el baston y el exército de su cargo; pero si eran de
- Diego Velazquez, debian ambos considerar con igual atencion lo
- que aventuraban: porque á vista de una dependencia en que se
- interponia la causa del Rey, hacian poco vulto las pretensiones
- de un vasallo, que se podrian ajustar á ménos costa: siendo su
- ánimo satisfacerle todo el gasto de su primer avío, y partir
- con él, no solamente las riquezas, sino la misma gloria de la
- conquista."
-
-En este sentir concluyó su carta: y pareciéndole que se habia detenido
-mucho en el deseo de la paz, añadió en el fin algunas claúsulas
-briosas, dándole á entender
-
- "Que no se valia de la razon porque le faltasen las manos; y
- que de la misma suerte que sabía ponderarla, sabria
- defenderla."
-
-Tenia Pámphilo de Narbáez asentado su quartel, y alojado su exército
-en Zempoala: y el Cacique gordo anduvo muy solícito en el agasajo de
-aquellos Españoles, creyendo que venian de socorro á su amigo Hernan
-Cortés; pero tardó poco en desengañarse, porque no hallaba en ellos el
-estilo á que le tenian enseñado los primeros: y aunque no traian
-lengua para darse á entender, hablaban las demostraciones, y los
-diferenciaba el proceder. Recononció en Narbáez un género de imperiosa
-desazon que le puso en cuidado: y no le quedó que dudar, quando vió
-que le quitaba contra su voluntad todas las alhajas y joyas que habia
-dexado en su casa Hernan Cortés. Los soldados, á quien servia de
-licencia el exemplo de su Capitan, trataban á sus huespedes como
-enemigos, y executaba la extorsion lo que mandaba la codicia.
-
-Llegó el Licenciado Guevara, y refirió los sucesos de su jornada, las
-grandezas de México, quan bien recibido estaba Hernan Cortés en
-aquella corte: lo que le amaba Motezuma, y respetaban sus vasallos:
-encareció la humanidad y cortesía con que le habia recibido y
-hospedado: empezó á discurrir en lo que deseaba que no se llegáse á
-conocer discordia entre los Españoles, inclinándose al ajustamiento; y
-no pudo proseguir, porque le atajó Narbáez, diciéndole que se volviese
-á México, si le hacian tanta fuerza los artificios de Cortés, y le
-arrojó de su presencia con desabrimiento. Pero el Clérigo y sus
-compañeros buscaron nuevo auditorio, pasando con aquellas dádivas á
-los corrillos de soldados, y se logró, en lo que mas importaba, la
-diligencia de Cortés: porque algunos se inclinaron á su razon; otros á
-la paz, y llegando los mas á tener por sospechosa la dureza de
-Narbáez.
-
-Poco despues vino el Padre Fray Bartolomé de Olmedo, y halló en
-Pámphilo de Narbáez mas entereza que agasajo. Puso en sus manos la
-carta: leyóla por cumplimiento; y con señas de hombre que se reprimia,
-se dispuso á escucharle, dando á entender que sufria la embaxada por
-el Embaxador. Fué la oracion del Religioso eloqüente y substancial:
-
- "Acordó en el exôrdio las obligaciones de su profesion, para
- introducirse á medianero desinteresado en aquellas diferencias:
- procuró sincerar el ánimo de Cortés, como testigo de vista
- obligado á la verdad. Asentó que por su parte sería fácil de
- conseguir quanto se le propusiese razonable y conveniente:
- ponderó lo que se aventuraba en la desunion de los Españoles:
- quánto adelantaria Diego Velazquez su derecho, si cooperáse con
- aquellas armas á la perfeccion de la conquista; y añadió: que
- teniéndolas él á su disposicion, debia medir el uso de ellas
- con el estado presente de las cosas: punto que vendria
- presupuesto en su instruccion, pues se dexaba siempre á la
- prudencia de los Capitanes el arbitrio de los medios con que se
- habia de asegurar el fin pretendido: y ellos estaban obligados
- á obrar segun el tiempo y sus accidentes, para no destruir con
- la execucion el intento de las órdenes."
-
-La respuesta de Narbáez fué precipitada y descompuesta:
-
- "Que no era decente á Diego Velazquez el pactar con un súbdito
- rebelde, cuyo castigo era el primer negocio de aquel exército:
- que mandaria luego declarar por traydores á quantos le
- siguiesen: y que traía bastantes fuerzas para quitarle de las
- manos la conquista, sin necesitar de advertencias presumidas,
- ó consejos de culpados, que se valian para persuadirle de la
- razon con que se hallaban para temerle."
-
-Replicóle Fray Bartolomé sin dexar su moderacion:
-
- "Que miráse bien lo que determinaba, porque, ántes de llegar á
- México, habia provincias enteras de Indios guerreros, amigos de
- Cortés que tomarian las armas en su defensa: y que no era tan
- fácil, como pensaba, el atropellarle, porque sus Españoles
- estaban arrestados á perderse con él, y tenia de su parte á
- Motezuma, Príncipe de tantas fuerzas, que podria juntar un
- exército para cada uno de sus soldados: y últimamente, que una
- materia de aquella calidad, no era para resuelta de la primera
- vez: que la discurriese con segunda reflexîon, y el volviera
- por la respuesta."
-
-Con lo qual se despidió, dexando en sus oidos este género de
-animosidad, que le pareció necesaria para mitigar aquella confianza de
-sus fuerzas, en que consistia la mayor vehemencia de su obstinacion.
-
-Pasó luego á executar las otras diligencias de su instruccion. Visitó
-al Licenciado Lucas Vazquez de Ayllon, y al Secretario Andres de
-Duero, que alabaron su zelo, aprobando lo que propuso á Narbáez, y
-ofreciendo asistir á su despacho con todos los medios posibles para
-que se consiguiese la paz que tanto convenia. Dexóse ver de los
-Capitanes y soldados que conocia: publicó su comision: procuró
-acreditar la intencion de Cortés: hizo desear el ajustamiento:
-repartió con buena eleccion sus joyas y sus ofertas: y pudo esperar
-que se formáse partido á favor de Cortés, ó por lo ménos á favor de la
-paz, si Pámphilo de Narbáez, que tuvo noticia de estas pláticas, no le
-hubiera estrechado á que no las prosiguiese. Mandóle venir á su
-presencia, y á grandes voces le atropelló con injurias y amenazas.
-Llamóle amotinador y sedicioso: calificó por especie de traycion el
-andar sembrando entre su gente las alabanzas de Cortés; y estuvo
-resuelto á prenderle, como se hubiera executado, sino se interpusiera
-el Secretario Andres de Duero, cuya instancia corrigió su dictámen,
-ordenando que saliese luego de Zempoala.
-
-Pero el Licenciado Lucas Vazquez de Ayllon, que llegó advertidamente á
-la sazon, fué de sentir que se debia convocar ántes una junta en que
-se hallasen todos los Cabos del exército, para que se discurriese con
-mayor acuerdo la respuesta que se habia de dar á Hernan Cortés, puesto
-que se mostraba inclinado á la paz, y no parecia dificultoso que se
-llegáse á poner en términos proporcionados y decentes: á cuya
-proposicion se inclinaban algunos de los Capitanes que se hallaron
-presentes; pero Narbáez la oyó con un género de impaciencia, que
-tocaba en desprecio: y para responder de una vez al Oidor y al
-Religioso, mandó publicar á sus oidos con voz de pregonero la guerra
-contra Hernan Cortés á sangre y fuego, declarándole por traydor al
-Rey, señalando talla para quien le prendiese ó matáse, y dando las
-órdenes para que se previniese la marcha del exército.
-
-No pudo, ni debió aquel Ministro sufrir, ó tolerar semejante desacato,
-ni dexar de ocurrir al remedio con su autoridad. Mandó que cesasen los
-pregones: hizole notificar
-
- "Que no se moviese de Zempoala, pena de la vida, ni usáse de
- aquellas armas sin acuerdo y parecer de todo el exército."
-
-Ordenó á los Capitanes y soldados que no le obedeciesen, y duró en sus
-protestas y requerimientos con tanta resolucion, que Narbáez, ciego ya
-de cólera, y perdido el respeto á su persona y representacion, le hizo
-prender ignominiosamente, y dispuso que le llevasen luego á la Isla de
-Cuba en uno de sus baxeles: de cuya execucion volvió escandalizado el
-Padre Fray Bartolomé de Olmedo sin otra respuesta: y lo quedaron tanto
-sus mismos Capitanes y soldados, que los de mayor discurso, viendo
-prender á un Ministro de aquella suposicion, se hallaron obligados á
-mirar con alguna cautela por el servicio del Rey; y los de ménos
-punto, con bastante materia para la murmuracion, y el desafecto á su
-Capitan: mejorándose con este atrevimiento de Narbáez la causa de
-Cortés en la inclinacion de los soldados, y sirviéndole como
-diligencias suyas los mismos desaciertos de su enemigo.
-
-
-
-
- CAPITULO VII.
-
- _Persevera Motezuma en su buen ánimo para con los Españoles de
- Cortés, y se tiene por improbable la mudanza que atribuyen
- algunos á diligencias de Narbáez. Resuelve Cortés, su jornada,
- y la executa, dexando en México parte de su gente._
-
-
-Asientan algunos de nuestros escritores, que Pámphilo de Narbáez
-introduxo pláticas de grande intimidad y confidencia con Motezuma: que
-iban y venian correos de México á Zempoala, por cuyo medio le dió á
-entender que traia comision de su Rey para castigar los desafueros y
-exôrbitancias de Cortés: que no solo él, sino todos los que seguian
-sus banderas, andaban foragidos, y fuera de obediencia: y que,
-habiendo sabido la opresion en que se hallaba su persona, trataria
-luego de marchar con su exército, para dexarle restituido en su
-libertad, y en pacífica posesion de sus dominios, con otras imposturas
-de semejante malignidad. A cuyas esperanzas, dicen, no solo asintió
-Motezuma, pero que llegó á entenderse con él, y le hizo grandes
-presentes, recatándose de Cortés, y deseando romper su prision con
-ocultas diligencias. No sabemos como pudieron llegar á sus oidos estas
-sugestiones; porque Narbáez no tuvo intérpretes con que darse á
-entender á los Indios, ni pudo introducir por su medio, con el
-lenguage de las señas, tan concertada negociacion. De sus Españoles
-solo vinieron á México el Licenciado Guevara con los demas que remitió
-Sandoval: y estos no hablaron reservadamente á Motezuma; ni quando se
-diera en Cortés semejante descuido, pudieran hacer este razonamiento
-sin valerse de Aguilar y Doña Marina: caso incompatible con lo que se
-refiere de su fidelidad. Debese creer que los Indios Zempoales
-conocieron de los semblantes y señas exteriores la enemistad y
-oposicion de aquellos dos exércitos, cuya noticia dieron á Motezuma
-sus confidentes ó ministros: porque no es dudable que la tuvo, ántes
-que se la participáse Cortés; pero de lo mismo que obró en esta
-ocasion, se arguye que tenia el ánimo seguro, y sin alguna
-preocupacion de siniestros informes.
-
-No se niega que hizo algunos presentes de consideracion á Narbáez;
-pero tampoco se colige de ellos que hubiese correspondencia entre los
-dos; porque aquellos Príncipes solian usar este género de agasajo con
-los extrangeros que arribaban á sus costas, como se hizo con el
-exército de Cortés, á quien pudo encubrir sin artificio esta
-demostracion, por ser materia sin novedad, ó por hacer ménos caso de
-sus dádivas. Pero es de reparar que hasta en ellas mismas, fuesen
-ocultas ó ignoradas, hubo requisitos ó circunstancias casuales que
-aprovecharon al credito de Cortés; porque al recibirlas descubrió
-Narbáez mas complacencia ó mas aplicacion que fuera conveniente.
-Mandabalas guardar con demasiada cuenta y razon, sin dar alguna seña
-de su liberalidad á los que mas favorecia: y los soldados (que no
-conocen su avaricia quando culpan la de sus Capitanes) empezaron á
-desanimarse con este desengaño de sus esperanzas: y poniendo el propio
-interés entre las causas de la guerra, ó daban la razon á Cortés, ó se
-la quitaban al ménos generoso.
-
-Volvió finalmente de su jornada Fray Bartolomé de Olmedo; y Hernan
-Cortés halló en su relacion lo mismo que rezelaba de Narbáez: sintió
-el desprecio de sus proposiciones ménos por sí, que por su razon:
-conoció en la prision del Oidor quan lejos estaba de atender al
-servicio del Rey quien traía tan desenfrenada la osadía: oyó sin
-enojo, á lo ménos exterior, las injurias y denuestos con que
-maltrataba sus ausencias: y ponderan justamente los autores que,
-llegando á su noticia por diversas partes el menosprecio con que
-hablaba de su persona, las indecencias de su estilo, y quánto le
-repetia el oprobio de traydor, no se le oyó jamas una palabra
-descompuesta, ni dexar de llamar á Pámphilo de Narbáez por su nombre.
-¡Rara constancia ó predominio sobre sus pasiones! y digno siempre de
-envidia un corazon donde caben los agravios sin estorvar el
-sufrimiento!
-
-Consolóse mucho con la noticia que le dió Fray Bartolomé de Olmedo de
-la buena disposicion que habia reconocido en la gente de Narbáez, por
-la mayor parte deseosa de la paz, ó con poco afecto á sus dictámenes;
-y no desconfió de hacerle la guerra, ó traerle al ajustamiento que
-deseaba con la fuerza ó con la floxedad de sus mismos soldados.
-Comunicó uno y otro á sus Capitanes; y considerados los inconvenientes
-que por todas partes ocurrian, se tuvo por el menor ó el ménos
-aventurado salir á la campaña con el mayor número de gente que fuese
-posible: procurar incorporarse con los Indios que se habian prevenido
-en Tlascála y Chinantlá; y marchar unidos la vuelta de Zempoala con
-presupuesto de hacer alto en algun lugar amigo, para volver á
-introducir desde mas cerca las pláticas de la paz: logrando la ventaja
-de capitular con las armas en la mano, y la conveniencia de asistir en
-parage donde se pudiese recoger la gente de Narbáez que se determináse
-á dexar su partido. Publicóse luego entre los soldados esta
-resolucion, y se recibió con notable aplauso y alegría. No ignoraban
-la desigualdad incomparable del exército contrario; pero estuvieron á
-vista del peligro tan lejos del temor, que los de ménos obligaciones
-hicieron pretension de salir á la empresa: y fué necesario que
-trabajasen el ruego y la autoridad, quando llegó el caso de nombrar á
-los que se dexaron en México. Tanto se fiaban los unos en la
-prudencia, los otros en el valor, y los mas en la fortuna de su
-Capitan: que así llamaban aquella repeticion extraordinaria de sucesos
-favorables con que solia conseguir quanto intentaba: propiedad que
-puede mucho en el ánimo de los soldados, y pudiera mas, si supieran
-retribuir á su Autor estos efectos inopinados, que se llaman
-felicidades, porque vienen de causa no entendida.
-
-Pasó luego Hernan Cortés al quarto de Motezuma, prevenido ya de varios
-pretextos para darle cuenta de su viage, sin descubrirle su cuidado;
-pero él le obligó á tomar nueva senda en su discurso dando principio á
-la conversacion. Recibióle diciendo:
-
- "Que habia reparado en que andaba cuidadoso, y sentia que le
- hubiese recatado la ocasion, quando por diferentes partes le
- avisaban que venia de mal ánimo contra él y contra los suyos
- aquel Capitan de su Nacion que residia en Zempoala: y que no
- estrañaba tanto que fuesen enemigos por alguna querella
- particular, como que, siendo vasallos de un Rey, acaudillasen
- dos exércitos de contraria faccion; en los quales era preciso
- que por lo ménos el uno anduviese fuera de su obediencia."
-
-Esta noticia no esperada en Motezuma, y esta reconvencion que tenia
-fuerza de argumento, pudieran embarazar á Cortés: y no dexaron de
-turbarle interiormente; pero con aquella prontitud natural que le
-sacaba de semejantes aprietos, le respondió sin detenerse:
-
- "Que los que habian observado la mala voluntad de aquella
- gente, y las amenazas imprudentes de su caudillo, le avisaban
- la verdad, y él venia con ánimo de comunicarsela, no habiendo
- podido cumplir ántes con esta obligacion, porque acababa de
- llegar el Padre Fray Bartolomé de Olmedo con el primer aviso de
- semejante novedad. Que aquel Capitan de su Nacion, aunque tan
- arrojado en las demostraciones de su enojo, no se debia mirar
- como inobediente, sino como engañado en el servicio de su Rey:
- porque venia despachado con veces de substituto y Lugarteniente
- de un Gobernador poco advertido, que por residir en provincia
- muy distante, no sabía las últimas resoluciones de la Corte, y
- estaba persuadido á que le tocaba por su puesto la funcion de
- aquella embaxada. Pero que todo el aparato de tan frívola
- pretension se desvaneceria fácilmente sin mas diligencia que
- manifestarle sus despachos: en cuya virtud se hallaba con plena
- jurisdiccion para que le obedeciesen todos los Capitanes y
- soldados que se dexasen ver en aquellas costas; y ántes que
- pasáse á mayor empeño su ceguedad, habia resuelto marchar á
- Zempoala con parte de su gente para disponer que se volviesen á
- embarcar aquellos Españoles, y darles á entender que ya debian
- respetar los pueblos del Imperio Mexicano como admitidos á la
- proteccion de su Rey. Lo qual executaria luego; siendo el
- principal motivo de abreviar su jornada la justa consideracion
- de no permitir que se acercasen á su corte, por componerse
- aquel exército de gente ménos atenta y ménos corregida que
- fuera razon, para fiarse de su vecindad sin riesgo de que
- pudiesen ocasionar alguna turbacion entre sus vasallos."
-
-Así procuró interesarle como pudo en su resolucion: y Motezuma, que
-sabía ya las vexaciones de que se quejaban los Zempoales, alabó su
-atencion, teniendo por conveniente que se procurasen apartar de su
-corte aquellos soldados de tan violento proceder; pero le pareció
-temeridad que, habiéndose ya declarado por sus enemigos, y hallándose
-con fuerzas tan superiores á las suyas, se aventuráse á la
-contingencia de que no le atendiesen ó le atropellasen. Ofrecióle
-formar exército que le guardáse las espaldas, cuyos cabos irian á su
-órden, y la llevarian de obedecerle y respetarle como á su misma
-persona: punto que procuró esforzar con diferentes instancias, en que
-se dexaba conocer el afecto sin alguna mezcla de afectacion. Pero
-Hernan Cortés agradeció la oferta, y se defendió de admitirla; porque,
-á la verdad, fiaba poco de los Mexicanos, y no quiso incurrir en el
-desacierto de admitir armas auxîliares que le pudiesen dominar: como
-quien sabía quánto embaraza en las facciones de la guerra tener á un
-tiempo empeñada la frente, y el lado rezeloso.
-
-Suavizados en esta forma los motivos de su viage, dió todo el cuidado
-á las demas prevenciones, con ánimo de volver á sus inteligencias
-ántes que se moviese Narbáez. Resolvió dexar en México hasta ochenta
-Españoles á cargo de Pedro de Alvarado, que pareció á todos mas á
-propósito, porque tenia el afecto de Motezuma, y sobre ser Capitan de
-valor y entendimiento, le ayudaban mucho la cortesanía y el despejo
-natural para no ceder á las dificultades, y pedir al ingenio lo que
-faltáse á las fuerzas. Encargóle que procuráse mantener á Motezuma en
-aquella especie de libertad que le hacia desconocer su prision:
-resistiendo quanto fuese posible que se estrecháse pláticas secretas
-con los Mexicanos: dexó á su cargo el tesoro del Rey y de los
-particulares; y sobre todo, le advirtió
-
- "quánto importaba conservar aquel pie de su exército en la
- corte, y aquel Príncipe á su devocion:"
-
-presupuestos á que debia encaminar sus operaciones con igual
-vigilancia, por consistir en ellos la comun seguridad.
-
-A los soldados ordenó
-
- "que obedeciesen á su Capitan: que sirviesen y respetasen con
- mayor solicitud y rendimiento á Motezuma: que corriesen de
- buena conformidad con su familia, y los de su cortejo:"
-
-exôrtandolos, por su misma seguridad, á la union entre sí, y á la
-modestia con los demas.
-
-Despachó correo á Gonzalo de Sandoval, ordenándole que le saliese á
-recibir, ó le esperase con los Españoles de su cargo en el parage
-donde pensaba detenerse, y que dexáse la fortaleza de la Vera Cruz á
-la confianza de los confederados, que sería poco ménos que
-abandonarla: porque ya no era tiempo de mantenerse desunidos, ni
-aquella fortificacion, que se fabricaba contra los Indios, era capaz
-de resistir á los Españoles. Previno los víveres que parecieron
-necesarios, para no ir á la providencia, ó á la extorsion de los
-paisanos. Hizo juntar los Indios de carga que habian de conducir el
-bagage: y tomando la mañana el dia de la marcha, dispuso que se dixese
-una Misa del Espíritu Santo, y que la oyesen todos sus soldados, y
-encomendasen á Dios el buen suceso de aquella jornada: protestando, en
-presencia del altar, que solo deseaba su servicio y el de su Rey,
-inseparables en aquella ocurrencia: y que iba sin odio ni ambicion,
-puesta la mira en ambas obligaciones, y asegurado en lo mismo que
-abogaba por él la justicia de su causa.
-
-Entró luego á despedirse de Motezuma, y le pidió con encarecimiento:
-
- "Qué cuídase de aquellos pocos Españoles que dexaba en su
- compañía: que no los desamparáse, ó descubriese con apartarse
- de ellos, porque de qualquiera mudanza, ó ménos gratitud que
- reconociesen los suyos, podrian resultar graves inconvenientes,
- que pidiesen graves remedios: y que sentiria mucho hallarse
- obligado á volver quejoso, quando iba tan reconocido. A que
- añadió, que Pedro de Alvarado quedaba substituyendo su persona;
- y así como le tocaban en su ausencia las prerogativas de
- Embaxador, dexaba en él su misma obligacion de asistir en todo
- á su mayor servicio: y que no desconfiaba de volver con mucha
- brevedad á su presencia, libre de aquel embarazo, para recibir
- sus órdenes, disponer su viage, y llevar al Emperador, con sus
- presentes, la noticia de su amistad y confederacion, que sería
- la joya de su mayor aprecio."
-
-Volvióse á contristar Motezuma de que saliese con fuerzas tan
-desiguales. Pidióle:
-
- "Que si necesitáse de las armas para dar á entender su razon,
- procuráse dilatar el rompimiento hasta que llegasen los
- socorros de su gente, que tendria prontos en el número que los
- pidiese. Dióle palabra de no desamparar á los Españoles que
- dexaba con Pedro de Alvarado, ni hacer mudanza en su habitacion
- pendiente su ausencia."
-
-Y añade Antonio de Herrera que le salió acompañando largo trecho con
-todo el séquito de su corte; pero atribuye con malicia voluntaria esta
-demostracion á lo que deseaba verse libre de los Españoles,
-suponiéndole ya desabrido y de mal ánimo contra Hernan Cortés y contra
-los suyos. Lo que vemos es que cumplió puntualmente su palabra
-perseverando en aquel alojamiento y en su primera benignidad, por mas
-que se le ofrecieron grandes turbaciones, que pudo remediar con
-volverse á su palacio: y tanto en lo que obró para defender á los
-Españoles que le asistian, como en lo que dexó de obrar contra los
-demas en esta desunion de sus fuerzas, se conoce que no hubo doblez ó
-novedad en su intencion. Es verdad que llegó á desear que se fuesen,
-porque le instaba la quietud de su república; pero nunca se determinó
-á romper con ellos, ni dexó de conocer el vínculo de la salvaguardia
-real en que vivian: y aunque parecen estas atenciones de Príncipe
-ménos bárbaro, y poco adequadas á su condicion, fué una de las
-maravillas que obró Dios, para facilitar esta conquista, la mudanza
-total de aquel hombre interior: porque la rara inclinacion, y el temor
-reverencial que tuvo siempre á Cortés, se oponian derechamente á su
-altivez desenfrenada, y se deben mirar como dos afectos enemigos de
-su genio, que tuvieron de inspirados todo aquello que les faltaba de
-naturales.
-
-
-
-
- CAPITULO VIII.
-
- _Marcha Hernan Cortés la vuelta de Zempoala, y sin conseguir la
- gente que tenia prevenida en Tlascála. Continua su viage hasta
- Matalequíta donde vuelve á las pláticas de la paz, y con nueva
- irritacion rompe la guerra._
-
-
-Dióse principio á la marcha, y se fué siguiendo el camino de Cholúla
-con todas las cautelas y resguardos que pedia la seguridad, y abrazaba
-fácilmente la costumbre de aquellos soldados, diestros en las
-puntualidades que ordena la milicia, y hechos á obedecer sin
-discurrir. Fueron recibidos en aquella ciudad con agradable prontitud,
-convertido ya en veneracion afectuosa el miedo servil con que vinieron
-á la obediencia. De allí pasaron á Tlascála, y media legua de aquella
-ciudad hallaron un lucido acompañamiento, que se componia de la
-Nobleza y el Senado. La entrada se celebró con notables demostraciones
-de alegría, correspondientes al nuevo merito con que volvian los
-Españoles, por haber preso á Motezuma, y quebrantado el orgullo de
-los Mexicanos: circunstancia que multiplicó entónces los aplausos, y
-mejoró las asistencias. Juntóse luego el Senado para tratar de la
-respuesta que se debia dar á Hernan Cortés sobre la gente de guerra
-que habia pedido á la república. Y aquí hallamos otra de aquellas
-discordancias de Autores, que ocurren con freqüente infelicidad en
-estas narraciones de las Indias, obligando algunas veces á que se
-abraze lo mas verisímil, y otras á buscar trabajosamente lo posible.
-Dice Bernal Diaz que pidió quatro mil hombres, y que se los negaron
-con pretexto de que no se atrevian sus soldados á tomar las armas
-contra Españoles, porque no se hallaban capaces de resistir á los
-caballos y armas de fuego: y Antonio de Herrera, que dieron seis mil
-hombres efectivos, y le ofrecian mayor número. Los quales refiere que
-se agregaron á las compañías de los Españoles, y que á tres leguas de
-marcha se volvieron, por no estar acostumbrados á pelear lejos de sus
-confines. Pero como quiera que sucediese (que no todo se debe apurar)
-es cierto que no se hallaron los Tlascaltécas en esta faccion.
-Pidiólos Hernan Cortés mas por hacer ruido á Narbáez, que porque se
-fiáse de sus armas, ni fuese de codicia su estilo de pelear contra
-enemigos Españoles. Pero tambien es cierto que salió de aquella ciudad
-sin queja suya, ni desconfianza de los Tlascaltécas, porque los buscó
-despues y los halló quando los hubo menester contra otros Indios: en
-cuyos combates eran valientes y resueltos, como lo asegura el haber
-conservado su libertad á despecho de los Mexicanos tan cerca de su
-corte, y en tiempo de un Príncipe que tenia su mayor vanidad en el
-renombre de conquistador.
-
-Detuvose poco el exército en Tlascála, y alargando los tránsitos, pasó
-á Matalequíta, lugar de Indios amigos distante doce leguas de
-Zempoala, donde llegó casi al mismo tiempo Gonzalo de Sandoval con la
-gente de su cargo, y siete soldados mas, que se pasaron á la Vera Cruz
-del exército de Narbáez el dia siguiente á la prision del Oidor,
-teniendo por sospechoso aquel partido. Supo de ellos Hernan Cortés
-quanto pasaba en el quartel de su enemigo: y Gonzalo de Sandoval le
-dió mas frescas noticias de todo; porque ántes de partir tuvo
-inteligencia para introducir en Zempoala dos soldados Españoles, que
-imitaban con propiedad los ademanes y movimientos de los Indios, y no
-les desayudaba el color para la semejanza. Estos se desnudaron con
-alegre solicitud: y cubriendo parte de su desnudez con los arreos de
-la tierra, entraron al amanecer en Zempoala con dos banastas de fruta
-sobre la cabeza, y puestos entre los demas que manejaban este género
-de grangería, la fueron trocando á cuentas de vidrio: tan diestros en
-fingir la simplicidad y la codicia de los paisanos, que nadie hizo
-reparo en ellos; con que pudieron discurrir por la villa, y escapar á
-su salvo con la noticia que buscaban. Pero no contentos con esta
-diligencia, y deseando tambien llevar averiguado con que género de
-guardias pasaba la noche aquel exército, volvieron á entrar con
-segunda carga de hierba entre algunos Indios que salian á forragear; y
-no solo reconocieron la poca vigilancia del quartel, pero la
-comprobaron, trayendo á la Vera Cruz un caballo que pudieron sacar de
-la misma plaza sin que hubiese quien se lo embarazáse, y acertó á ser
-del Capitan Salvatierra, uno de los que mas irritaban á Narbáez contra
-Hernan Cortés: circunstancia que dió estimacion á la presa. Hicieron
-estos exploradores por su fama quanto cupo en la industria y el valor;
-y se callaron desgraciadamente sus nombres en una faccion tan bien
-executada, y en una Historia donde se hallan á cada paso hazañas
-menores con dueño encarecido.
-
-Fundaba Cortés parte de sus esperanzas en la corta milicia de aquella
-gente: y el descuido con que gobernaba su quartel Pámphilo de Narbáez
-le traía varios designios á la imaginacion. Podia nacer de lo mismo
-que desestimaba sus fuerzas, y así lo conocia; pero no le pesaba de
-verlas tan desacreditadas que produxesen aquella seguridad en el
-exército contrario, la qual favorecia su intento, y, á su parecer,
-militaba de su parte: en que discurria sobre buenos principios,
-siendo evidente que la seguridad es enemiga del cuidado, y ha
-destruido á muchos Capitanes. Debese poner entre los peligros de la
-guerra; porque ordinariamente, quando llega el caso de medir las
-fuerzas, queda mejor el enemigo despreciado. Trató de abreviar sus
-disposiciones, y estrechar á Narbáez con las instancias de la paz, que
-por su parte debian preceder al rompimiento.
-
-Hizo reseña de su gente, y se halló con doscientos y sesenta y seis
-Españoles, inclusos los Oficiales y los soldados que vinieron con
-Gonzalo de Sandoval, sin los Indios de carga que fueron necesarios
-para el bagage. Despachó segunda vez al Padre Fray Bartolomé de
-Olmeda, para que volviese á porfiar en el ajustamiento; y le avisó
-brevemente del poco efecto que producian sus diligencias. Pero
-deseando hacer algo mas por la razon, ó ganar algun tiempo en que
-pudiesen llegar los dos mil Indios que aguardaba de Chinantelá,
-determinó enviar al Capitan Juan Velazquez de Leon, creyendo que por
-su autoridad, y por el parentesco de Diego Velazquez, sería mejor
-admitida su mediacion. Tenia experimentada su fidelidad, y pocos dias
-ántes le habia repetido las ofertas de morir á su lado, con ocasion de
-poner en sus manos una carta que le escribió Narbáez llamándole á su
-partido con grandes conveniencias. Demostracion á cuyo agradecimiento
-correspondió Hernan Cortés, fiando entónces de su ingenuidad y
-entereza tan peligrosa negociacion.
-
-Creyeron todos, quando llegó á Zempoala, que iba reducido á seguir las
-banderas de su pariente; y Narbáez salió á recibirle con grande
-alborozo; pero quando llegó á entender su comision, y conoció que se
-iba empeñando en apadrinar la razon de Cortés, atajó el razonamiento,
-y se apartó de él con alguna desazon, aunque no sin esperanza de
-reducirle: porque ántes de volver á la plática, ordenó que se hiciese
-un alarde á sus ojos de toda su gente, deseando, al parecer,
-atemorizarle, ó convencerle con aquella vana ostentacion de sus
-fuerzas. Aconsejaronle algunos que le prendiese; pero no se atrevió,
-porque tenia muchos amigos en aquel exército; ántes le convidó á comer
-el dia siguiente, y convidó tambien á los Capitanes de su confidencia
-para que le ayudasen á persuadirle. Dieronse á la urbanidad y
-cumplimiento los principios de la conversacion; pero á breve rato se
-introduxo la murmuracion de Cortés entre las licencias del banquete. Y
-aunque procuró disimular Juan Velazquez por no destruir el negocio de
-su cargo, pasando á términos indecentes la irrision y el desacato, no
-se pudo contener en el desayre de su paciencia, y dixo en voz alta y
-descompuesta:
-
- "Que pasasen á otra plática, porque delante de un hombre como
- él no debian tratar como ausente á su Capitan: y que qualquiera
- de ellos que no tuviese á Cortés y á quantos le seguian por
- buenos vasallos del Rey, se lo dixese con ménos testigos, y le
- desengañaria como quisiese."
-
-Callaron todos, y calló Pámphilo de Narbáez como embarazado en la
-dificultad de la respuesta; pero un Capitan mozo, sobrino de Diego
-Velazquez, y de su mismo nombre, se adelantó á decirle:
-
- "Que no tenia sangre de Velazquez, ó la tenia indignamente
- quien apadrinaba con tanto empeño la causa de un traydor."
-
-A que respondió Juan Velazquez desmintiéndole, y sacando la espada con
-tanta resolucion de castigar su atrevimiento, que trabajaron todos en
-reprimirle; y últimamente le instaron en que se volviese al real de
-Cortés, porque temieron los inconvenientes que podria ocasionar su
-detencion; y él lo executó luego, llevándose consigo al Padre Fray
-Bartolomé de Olmedo, y diciendo al partir algunas palabras poco
-advertidas, que hacian á su venganza, ó la trataban como decision del
-rompimiento.
-
-Quedaron algunos de los Capitanes mal satisfechos de que Narbáez le
-dexáse volver sin ajustar el duelo de su pariente, para oirle y
-despacharle bien ó mal, segun lo que de nuevo representáse: á cuyo
-propósito decian:
-
- "Que una persona de aquella suposicion y autoridad se debia
- tratar con otro género de atencion: que de su juicio y
- entereza no se podia creer que hubiese venido con proposiciones
- descaminadas, ó ménos razonables: que las puntualidades de la
- guerra nunca llegaban á impedir la franqueza de los oidos; ni
- era buena política ó buen camino de poner en cuidado al enemigo
- darle á entender que se temia su razon."
-
-Discursos que pasaron de los Capitanes á los soldados con tanto
-conocimiento de la poca justificacion con que se procedia en aquella
-guerra, que Pámphilo de Narbáez necesitó, para sosegarlos, de nombrar
-persona que fuese á disculpar en su nombre y el de todos aquella falta
-de urbanidad, y á saber de Cortés á qué puntos se reducia la comision
-de Juan Velazquez de Leon: para cuya diligencia eligieron él y los
-suyos el Secretario Andres de Duero, que por ménos apasionado contra
-Hernan Cortés pareció á propósito para la satisfaccion de los mal
-contentos; y por criado de Diego Velazquez no desmereció la confianza
-de los que procuraban estorvar el ajustamiento.
-
-Hernan Cortés entretanto, con las noticias que llevaron Fray Bartolomé
-de Olmedo y Juan Velazquez de Leon, entró en conocimiento de que habia
-cumplido sobradamente con las diligencias de la paz: y teniendo ya por
-necesario el rompimiento, movió su exército con ánimo de acercarse mas
-y ocupar algun puesto ventajoso donde aguardar á los Chinantécas, y
-aconsejarse con el tiempo.
-
-Iba continuando su marcha, quando volvieron los batidores con noticia
-de que venia de Zempoala el Secretario Andres de Duero: y Hernan
-Cortés, no sin esperanza de alguna favorable novedad, se adelantó á
-recibirle. Saludaronse los dos con igual demostracion de su afecto:
-renovaronse con los abrazos, ó se volvieron á formar los antiguos
-vínculos de su amistad: concurrieron al aplauso de su venida todos los
-Capitanes: y ántes de llegar á lo inmediato de la negociacion, le hizo
-Cortés algunos presentes mezclados con mayores ofertas. Detuvose hasta
-otro dia despues de comer: y en este tiempo se apartaron los dos á
-diferentes conferencias de grande intimidad. Discurrieronse algunos
-medios en órden á la union de ambos partidos, con deseo de hallar
-camino para reducir á Narbáez, cuya obstinacion era el único
-impedimento de la paz. Llegó Cortés á ofrecer que le dexaria la
-empresa de México, y se apartaria con los suyos á otras conquistas. Y
-Andres de Duero, viéndole tan liberal con su enemigo, le propuso que
-se viese con él, pareciéndole que podria conseguir de Narbáez este
-abocamiento, y que se vencerian mejor las dificultades con la
-presencia y viva voz de las partes. Dicen unos que llevaba órden para
-introducir esta plática: otros, que fué pensamiento de Cortés; y
-concuerdan todos en que se ajustaron las vistas de ambos Capitanes
-luego que volvió Andres de Duero á Zempoala, por cuya solicitud se
-hizo capitulacion auténtica, señalando la hora y el sitio donde habia
-de ser la conferencia: y asegurando cada uno con su palabra y su firma
-que saldrian al puesto señalado con solos diez compañeros, para que
-fuesen testigos de lo que se discurriese y ajustáse.
-
-Pero al mismo tiempo que se disponia Hernan Cortés para dar
-cumplimiento por su parte á lo capitulado, le avisó de secreto Andres
-de Duero, que se andaba previniendo una emboscada con ánimo de
-prenderle ó matarle sobre seguro: cuya noticia, que se confirmó
-tambien por otros confidentes, le obligó á darse por entendido con
-Narbáez de que habia descubierto el doblez de su trato: y con el
-primer calor de su enojo, le escribió una carta rompiendo la
-capitulacion, y remitiendo á la espada su desagravio. Llevabale
-ciegamente á las manos de su enemigo la misma nobleza de su proceder;
-y acertaba mal á disculpar con los suyos aquella falta de cautela ó
-precipitada sinceridad con que se fiaba de Narbáez, teniendo conocida
-su intencion y mala voluntad: pero nadie pudo acusarle de poco
-advertido Capitan en esta confianza, siendo el rompimiento de la
-palabra en semejantes convenciones una de las malignidades que no se
-deben rezelar del enemigo: porque las supercherías no estan en el
-número de los estratagemas, ni caben estos engaños que manchan el
-pundonor en toda la malicia de la guerra.
-
-
-
-
- CAPITULO IX.
-
- _Prosigue su marcha Hernan Cortés hasta una legua de Zempoala;
- sale con su exército en campaña, Pámphilo de Narbáez:
- sobreviene una tempestad, y se retira; con cuya noticia
- resuelve Cortés acometerle en su alojamiento._
-
-
-Quedó Hernan Cortés mas animoso que irritado con esta última sinrazon
-de Narbáez, pareciéndole indigno de su temor un enemigo de tan
-humildes pensamientos; y que no fiaba mucho de su exército, ni de sí,
-quien trataba de asegurar la victoria con detrimento de la reputacion.
-Siguió su marcha en mas que ordinaria diligencia; no porque tuviese
-resuelta la faccion, ni discurridos los medios; sino porque llevaba el
-corazon lleno de esperanzas, madrugando á confortar su resolucion
-aquellas premisas que suelen venir delante de los sucesos. Asentó su
-quartel una legua de Zempoala, en parage defendido por la frente del
-rio que llamaban de Canoas, y abrigado por las espaldas con la
-vecindad de la Vera Cruz, donde le dieron unas caserías ó habitaciones
-bastante comodidad para que se reparáse la gente de lo que habia
-padecido con la fuerza del sol, y prolixidad del camino. Hizo pasar
-algunos batidores y centinelas á la otra parte del río: y dando el
-primer lugar al descanso de su exército, reservó para despues el
-discurrir con sus Capitanes lo que se hubiese de intentar, segun las
-noticias que llegasen del exército contrario, donde tenia ganados
-algunos confidentes, y estaba creyendo que lo habian de ser en la
-ocasion quantos aborrecian aquella guerra: cuyo presupuesto, y las
-cortas experiencias de Narbáez, le dieron bastante seguridad para que
-pudiese acercarse tanto á Zempoala sin falta de precaucion, ó nota de
-temeridad.
-
-Llegó á Narbáez la noticia del parage donde se hallaba su enemigo; y
-mas apresurado que diligente, ó con un género de celeridad embarazada,
-que tocaba en turbacion, trató de sacar su exército en campaña. Hizo
-pregonar la guerra, como si ya no estuviera pública: señaló dos mil
-pesos de talla por la cabeza de Cortés: puso en precio menor las de
-Gonzalo de Sandoval y Juan Velazquez de Leon. Mandaba muchas cosas á
-un tiempo sin olvidarse de su enojo: mezclabanse las órdenes con las
-amenazas; y todo era despreciar al enemigo con apariencias de temerle.
-Puesto en órden el exército, ménos por su disposicion, que por lo que
-acertaron sin obedecer sus Capitanes, marchó como un quarto de legua
-con todo el grueso, y resolvió hacer alto para esperar á Cortés en
-campo abierto: persuadiéndose á que venia tan desalumbrado, que le
-habia de acometer donde pudiese lograr todas sus ventajas el mayor
-número de su gente. Duró en este sitio y en esta credulidad todo el
-dia, gastando el tiempo, y engañando la imaginacion con varios
-discursos de alegre confianza: conceder el pillage á los soldados:
-enriquecer con el tesoro de México á los Capitanes: y hablar mas en la
-victoria que de la batalla. Pero al caer el sol se levantó un nublado
-que adelantó la noche, y empezó á despedir tanta cantidad de agua, que
-aquellos soldados maldixeron la salida, y clamaron por volverse al
-quartel: en cuya impaciencia entraron poco despues los Capitanes, y no
-se trabajó mucho en reducir á Narbáez, que sentia tambien su
-incomodidad: faltando en todos la costumbre de resistir á las
-inclemencias del tiempo; y en muchos la inclinacion á un rompimiento
-de tantos inconvenientes.
-
-Habia llegado poco ántes aviso de que se mantenia Cortés de la otra
-parte del rio: de que, no sin alguna disculpa, conjeturaron que no
-habia que rezelar por aquella noche; y como nunca se halla con
-dificultad la razon que busca el deseo, dieron todos por conveniente
-la retirada, y la pusieron en execucion desconcertadamente, caminando
-al cubierto, ménos como soldados, que como fugitivos.
-
-No permitió Narbáez que su exército se desuniese aquella noche, mas
-porque discurrió en salir temprano á la campaña, que porque tuviese
-algun rezelo de Cortés; aunque afectó por los demas el cuidado á que
-obligaba la cercanía del enemigo. Alojaronse todos en el adoratorio
-principal de la villa, que constaba de tres torreones ó capillas poco
-distantes: sitio eminente y capaz, á cuyo plano se subia por unas
-gradas pendientes y desabridas, que daban mayor seguridad á la
-eminencia.
-
-Guarneció con su artillería el pretil que servia de remate á las
-gradas; eligió para su persona el torreon de en medio, donde se retiró
-con algunos Capitanes, y hasta cien hombres de su confidencia, y
-repartió en los otros dos el resto de la gente: dispuso que saliesen
-algunos caballos á correr la campaña; nombró dos centinelas que se
-alargasen á reconocer las avenidas: y con estos resguardos que, á su
-parecer, no dexaban que desear á la buena disciplina, dió al sosiego
-lo que restaba de la noche, tan lejos el peligro de su imaginacion,
-que se dexó rendir al sueño con poca ó ninguna resistencia del
-cuidado.
-
-Despachó luego Andres de Duero á Hernan Cortés un confidente suyo, que
-pudo echar fuera de la plaza con poco riesgo, para que á boca le
-diese cuenta de la retirada, y de la forma en que se habia dispuesto
-el alojamiento, mas por asegurarle amigablemente que podia pasar la
-noche sin rezelo, que por advertirle ó provocarle á nuevos designios.
-Pero él con esta noticia tardó poco en determinarse á lograr la
-ocasion que, á su parecer, le convidaba con el suceso. Tenia
-premeditados todos los lances que se le podian ofrecer en aquella
-guerra: y alguna vez se deben cerrar los ojos á las dificultades,
-porque suelen parecer mayores desde lejos; y hay casos en que daña el
-discurrir al executar. Convocó su gente sin mas dilacion y la puso en
-órden, aunque duraba la tempestad; pero aquellos soldados, endurecidos
-ya en mayores trabajos, obedecieron, sin hacer caso de su incomodidad,
-ni preguntar la ocasion de aquel movimiento inopinado: tanto se
-dexaban á la providencia de su Capitan. Pasaron el rio con el agua
-sobre la cintura: y vencida esta dificultad, hizo á todos un breve
-razonamiento, en que les comunicó lo que llevaba discurrido, sin poner
-duda en su resolucion, ni cerrar las puertas al consejo. Dióles
-noticia de la turbacion con que se habian retirado los enemigos,
-buscando el abrigo de su quartel contra el rigor de la noche, y de la
-separacion y desórden con que habian ocupado los torreones del
-adoratorio: ponderó él el descuido y seguridad en que se hallaban: la
-facilidad con que podrian ser asaltados ántes que llegasen á unirse, ó
-tuviesen lugar para doblarse: y viendo que no solo se aprobaba, pero
-se aplaudia la proposicion:
-
- "Esta noche, prosiguió diciendo con nuevo fervor, esta noche,
- amigos, ha puesto el Cielo en nuestras manos la mayor ocasion
- que se pudiera fingir nuestro deseo: veréis agora lo que fio de
- vuestro valor; y yo confesaré que vuestro mismo valor hace
- grandes mis intentos. Poco ha que aguardabamos á nuestros
- enemigos con esperanza de vencerlos al reparo de esa ribera: ya
- los tenemos descuidados y desunidos, militando por nosotros el
- mismo desprecio con que nos tratan. De la impaciencia
- vergonzosa con que desampararon la campaña, huyendo esos
- rigores de la noche, pequeños males de la naturaleza, se colige
- como estarán en el sosiego unos hombres que le buscaron con
- floxedad, y le desfrutan sin rezelo. Narbáez entiende poco de
- las puntualidades á que obligan las contingencias de la guerra.
- Sus soldados por la mayor parte son visoños, gente de la
- primera ocasion, que no ha menester la noche para moverse con
- desacierto y ceguedad: muchos se hallan desobligados ó quejosos
- de su Capitan: no faltan algunos á quien debe inclinacion
- nuestro partido; ni son pocos los que aborrecen como voluntario
- este rompimiento: y suelen pesar los brazos quando se mueven
- contra el dictámen ó contra la voluntad. Unos y otros se deben
- tratar como enemigos hasta que se declaren: porque, si ellos
- nos vencen, hemos de ser nosotros los traydores. Verdad es que
- nos asiste la razon; pero en la guerra es la razon enemiga de
- los negligentes, y ordinariamente se quedan con ella los que
- pueden mas. A usurparos vienen quanto habeis adquirido; no
- aspiran á ménos que hacerse dueños de vuestra libertad, de
- vuestras haciendas, y de vuestras esperanzas: suyas han de
- llamar nuestras victorias; suya la tierra que habeis
- conquistado con vuestra sangre: suya la gloria de vuestras
- hazañas: y lo peor es, que con el mismo pie que intentan pisar
- nuestra cerviz, quieren atropellar el servicio de nuestro Rey,
- y atajar los progresos de nuestra Religion; porque se han de
- perder si nos pierden; y siendo suyo el delito, han de quedar
- en duda los culpados. A todo se ocurre con que obreis esta
- noche como acostumbrais; mejor sabréis executarlo, que yo
- discurrirlo: alto á las armas y á la costumbre de vencer: Dios
- y el Rey en el corazon, el pundonor á la vista, y la razon en
- las manos, que yo seré vuestro compañero en el peligro; y
- entiendo ménos de animar con las palabras, que de persuadir con
- el exemplo."
-
-Quedaron tan encendidos los ánimos con esta oracion de Cortés, que
-hacian instancia los saldados sobre que no se dilatáse la marcha.
-Todos le agradecieron el acierto de la resolucion, y algunos le
-protestaron que, si trataba de ajustarse con Narbáez, le habian de
-negar la obediencia: palabras de hombres resueltos, que no le sonaron
-mal, porque hacian al brio mas que al desacato. Formó, sin perder
-tiempo, tres pequeños esquadrones de su gente, los quales se habian de
-ir sucediendo en el asalto. Encargó el primero á Gonzalo de Sandoval
-con sesenta hombres, en cuyo número fueron comprehendidos los
-Capitanes Jorge y Gonzalo de Alvarado, Alonso Dávila, Juan Velazquez
-de Leon, Juan Nuñez de Mercado, y nuestro Bernal Diaz del Castillo.
-Nombró por Cabo del segundo al Maestre de Campo Christoval de Olid,
-con otros sesenta hombres, y asistencia de Andres de Tapia, Rodrigo
-Rangel, Juan Xaramillo y Bernardino Vazquez de Tapia: y él se quedó
-con el resto de la gente, y con los Capitanes Diego de Ordaz, Alonso
-de Grado, Christoval y Martin de Gamboa, Diego Pizarro y Domingo de
-Alburquerque. La órden fué, que Gonzalo de Sandoval con su vanguardia
-procuráse vencer la primera dificultad de las gradas, y embarazar el
-uso de la artillería, dividiéndose á estorvar la comunicacion de los
-dos torreones de los lados, y poniendo gran cuidado en el silencio de
-su gente. Que Christoval de Olid subiese inmediatamente con mayor
-diligencia, y embistiese al torreon de Narbáez, apretando el ataque á
-viva fuerza; y él seguiria con los suyos para dar calor, y asistir
-donde llamáse la necesidad, rompiendo entónces las caxas y demas
-estruendos militares, para que su misma novedad diese al asombro y á
-la confusion el primer movimiento del enemigo.
-
-Entró luego Fray Bartolomé de Olmedo con su exôrtacion espiritual, y
-asentado el presupuesto de que iban á pelear por la causa de Dios, los
-dispuso á que hiciesen de su parte lo que debian para merecer su
-favor. Habia una cruz en el camino, que fixaron ellos mismos quando
-pasaron á México; y puesto de rodillas delante de ella todo el
-exército, les dictó un acto de contricion, que iban repitiendo con voz
-afectuosa: mandóles decir la confesion general, y bendiciéndolos
-despues con la forma de la absolucion, dexó en sus corazones otro
-espíritu de mejor calidad, aunque parecido al primero: porque la
-quietud de la conciencia quita el horror á los peligros, ó mejora el
-desprecio de la muerte.
-
-Concluida esta piadosa diligencia, formó Hernan Cortés sus tres
-esquadrones: puso en su lugar las picas y las bocas de fuego: repitió
-las órdenes á los Cabos: encargó á todos el silencio: dió por seña y
-por invocacion el nombre del Espíritu Santo, en cuya Pascua sucedió
-esta interpresa: y empezó á marchar en la misma ordenanza que se habia
-de acometer, caminando muy poco á poco, porque llegáse descansada la
-gente, y por dar tiempo á la noche para que se apoderáse mas de su
-enemigo; de cuya ciega seguridad y culpable descuido pensaba servirse
-para vencerle á ménos costa, sin quedarle algun escrúpulo de que
-obraba ménos valerosamente que solia en este género de insidias
-generosas, que llamó la antigüedad delitos de Emperadores ó Capitanes
-Generales; siendo los engaños, que no se oponen á la buena fé, lícitas
-permisiones del arte militar, y disputable la preferencia entre la
-industria y el valor de los soldados.
-
-
-
-
- CAPITULO X.
-
- _Llega Hernan Cortés á Zempoala, donde halla resistencia:
- consigue con las armas la victoria: prende á Narbáez, cuyo
- exército se reduce á servir debaxo de su mano._
-
-
-Habria marchado el exército de Cortés algo mas de media legua, quando
-volvieron los batidores con una centinela de Narbáez, que cayó en sus
-manos, y dieron noticia de que se les habia escapado entre la maleza
-otra que venia poco despues: accidente que destruia el presupuesto de
-hallar descuidado al enemigo. Hizose una breve consulta entre
-Capitanes: y vinieron todos en que no era posible que aquel soldado
-(caso que hubiese descubierto el exército) se atreviese por entónces á
-seguir el camino derecho, siendo mas verisímil que tómase algun rodeo,
-por no dar en el peligro: de que resultó, con aplauso comun, la
-resolucion de alargar el paso para llegar ántes que la espía, ó entrar
-al mismo tiempo en el quartel de los enemigos: suponiendo, que si no
-se lográse la ventaja de asaltarlos dormidos, se conseguiria por lo
-ménos la de hallarlos mal despiertos, y en el preciso embarazo de la
-primera turbacion. Así lo discurrieron sin detenerse, y empezaron á
-marchar en mayor diligencia, dexando en un ribazo fuera del camino los
-caballos, el bagage y los demas impedimentos. Pero la centinela, que
-debió á su miedo parte de su agilidad, consiguió el llegar ántes, y
-puso en arma el quartel, diciendo á voces que venia el enemigo.
-Acudieron á las armas los que se hallaron mas prontos. Llevaronle á la
-presencia de Narbáez; y él, despues de hacerle algunas preguntas,
-despreció el aviso y al que le traia, teniendo por impracticable que
-se atreviese Cortés á buscarle con tan poca gente dentro de su
-alojamiento, ni pudiese campear en noche tan obscura y tempestuosa.
-
-Serian poco mas de las doce quando llegó Hernan Cortés á Zempoala, y
-tuvo dicha en que no le descubriesen los caballos de Narbáez que, al
-parecer, perdieron el camino con la obscuridad, sino se apartaron de
-él para buscar algun abrigo en que defenderse del agua. Pudo entrar en
-la villa, y llegar con su exército á vista del adoratorio, sin hallar
-un cuerpo de guardia, ni una centinela en que detenerse. Duraba
-entónces la disputa de Narbáez con el soldado, que se afirmaba de
-haber reconocido, no solamente los batidores, sino todo el exército en
-marcha diligente; pero se buscaban todavia pretextos á la seguridad, y
-se perdia en el exâmen de la noticia el tiempo que, aun siendo
-incierta, se debia lograr en la prevencion. La gente andaba inquieta
-y desvelada cruzando por el atrio superior: unos dudosos, y otros en
-la inteligencia de su Capitan; pero todos con las armas en las manos;
-y poco ménos que prevenidos.
-
-Conoció Hernan Cortés que le habian descubierto: y hallándose ya en el
-segundo caso que llevaba discurrido, trató de asaltarlos ántes que se
-ordenasen. Hizo la seña de acometer: y Gonzalo de Sandoval con su
-vanguardia empezó á subir las gradas, segun el órden que llevaba.
-Sintieron el rumor algunos de los artilleros que estaban de guardia: y
-dando fuego á dos ó tres piezas, tocaron arma segunda vez, sin dexar
-duda en la primera. Siguióse al estruendo de la artillería el de las
-caxas y las voces: y acudieron luego á la defensa de las gradas los
-que se hallaron mas cerca. Creció brevemente la oposicion: estrechóse
-á las picas y á las espadas el combate: y Gonzalo de Sandoval hizo
-mucho en mantenerse, forcejando á un tiempo con el mayor número de la
-gente, y con la diferencia del sitio inferior; pero le socorrió
-entónces Christoval de Olid: y Hernan Cortés, dexando formado su
-reten, se arrojó á lo mas ardiente del conflicto, y facilitó el avance
-de unos y otros, obrando con la espada lo que infundia con la voz: á
-cuyo esfuerzo no pudieron resistir los enemigos, que tardaron poco en
-dexar libre la última grada, y poco mas en retirarse
-desordenadamente, desamparando el atrio y la artillería. Huyeron
-muchos á sus alojamientos, y otros acudieron á cubrir la puerta del
-torreon principal, donde se volvió á pelear breve rato con igual valor
-de ambas partes.
-
-Dexóse ver á este tiempo Pámphilo de Narbáez, que se detuvo en armarse
-á persuasion de sus amigos; y despues de animar á los que peleaban, y
-hacer quanto pudo para ordenarlos, se adelantó con tanto denuedo á lo
-mas recio del combate, que, hallándose cerca Pedro Sanchez Farfan, uno
-de los soldados que asistian á Sandoval, le dió un picazo en el
-rostro, de cuyo golpe le sacó un ojo, y derribó en tierra, sin mas
-aliento que el que hubo menester para decir que le habian muerto.
-Corrió esta voz entre sus soldados, y cayó sobre todos el espanto y
-turbacion con varios efectos: porque unos le desampararon
-ignominiosamente; otros se detuvieron por falta de movimiento; y los
-que mas se quisieron esforzar á socorrerle, peleaban embarazados y
-confusos del súbito accidente: con que se hallaron obligados á
-retroceder, dando lugar á los vencedores para que le retirasen.
-Baxaronle por las gradas poco ménos que arrastrado. Envió Cortés á
-Gonzalo de Sandoval para que cuidáse de asegurar su persona, lo qual
-se executó, entregándole al último esquadron: y el que poco ántes
-miraba con tanto descuido aquella guerra se halló al volver en sí, no
-solo con el dolor de su herida, sino en poder de sus enemigos, y con
-dos pares de grillos, que le ponian mas lejos su libertad.
-
-Llegó el caso de cesar la batalla, porque cesó la resistencia.
-Encerraronse todos los de Narbáez en sus torreones tan amedrentados
-que no se atrevian á disparar, y solo cuidaban de poner estorvos á la
-entrada. Los de Cortés apellidaron á voces la victoria, unos por
-Cortés, y otros por el Rey, y los mas atentos por el Espíritu Santo:
-gritos de alborozo anticipado, que ayudaron entónces al terror de los
-enemigos: y fué circunstancia que hizo al caso en aquella coyuntura,
-que se persuadiesen los mas á que traia Cortés un exército muy
-poderoso, el qual, á su parecer, ocupaba gran parte de la campaña;
-porque desde las ventanas de su encerramiento descubrian á diferentes
-distancias algunas luces, que, interrumpiendo la obscuridad, parecian
-á sus ojos cuerdas encendipas y tropas de arcabuceros: siendo unos
-gusanos que resplandecen de noche, semejantes á nuestras lucernas ó
-noctilúcas, aunque de mayor tamaño y resplandor en aquel hemisferio.
-Aprehension que hizo particular batería en el vulgo del exército, y
-que dexó dudosos á los que mas se animaban. Tanto engaña el temor á
-los afligidos, y tanto se inclinan los adminículos menores de la
-casualidad á ser parciales de los afortunados.
-
-Mandó Cortés que cesasen las aclamaciones de la victoria, cuya
-credulidad intempestiva suele dañar en los exércitos, y se debe
-atajar, porque descuida y desordena los soldados. Hizo volver la
-artillería contra los torreones; dispuso que á guisa de pregon se
-publicáse indulto general á favor de los que se rindiesen, ofreciendo
-partidos razonables y comunicacion de interéses á los que se
-determinasen á seguir sus banderas, libertad y pasage á los que se
-quisiesen retirar á la Isla de Cuba, y á todos salva la ropa y las
-personas: diligencia que fué bien discurrida, porque importó mucho que
-se hiciese notoria esta manifestacion de su ánimo, ántes que el dia,
-cuya primera luz no estaba lejos, desengañáse aquella gente de las
-pocas fuerzas que los tenian oprimidos, y les diese resolucion para
-cobrarse de la pusilanimidad mal concebida: que algunas veces el miedo
-suele hacerse temeridad, avergonzando al que le tuvo con poco
-fundamento.
-
-Apénas se acabó de intimar el bando á las tres separaciones donde se
-habia retraido la gente, quando empezaron á venir tropas de Oficiales
-y soldados á rendirse. Iban entregando las armas como llegaban: y
-Cortés, sin faltar á la urbanidad ni al agasajo, hizo tambien desarmar
-á sus confidentes, porque no se les conociese la inclinacion, ó porque
-diesen exemplo á los demas. Creció tanto en breve tiempo el número de
-los rendidos, que fué necesario dividirlos, y asegurarlos con guardia
-suficiente, hasta que, saliendo el dia, se descubriesen las caras y
-los afectos.
-
-Cuidó en este intermedio Gonzalo de Sandoval de que se curáse la
-herida de Narbáez: y Hernan Cortés, que acudia incansablemente á todas
-partes, y tenia en aquella su principal cuidado, se acercó á verle con
-algun recato, por no afligirle con su presencia; pero le descubrió el
-respeto de sus soldados: y Narbáez, volviéndole á mirar con semblante
-de hombre que no acababa de conocer su fortuna, le dixo:
-
- "Tened en mucho, señor Capitan, la dicha que habeis conseguido
- en hacerme vuestro prisionero."
-
-A que le respondió Cortés;
-
- "De todo, amigo, se deben las gracias á Dios; pero sin género
- de vanidad os puedo asegurar que pongo esta victoria y vuestra
- prision entre las cosas menores que se han obrado en esta
- tierra."
-
-Llegó entónces noticia de que se resistia con obstinacion uno de los
-torreones donde se habian hecho fuertes el Capitan Salvatierra y Diego
-Velazquez el mozo, deteniendo con su autoridad y persuasiones á los
-soldados que se hallaban con ellos. Volvió Cortés á subir las gradas:
-hizoles intimar que se rindiesen, ó serian tratados con todo el rigor
-de la guerra; y viéndolos resueltos á defenderse ó capitular, dispuso,
-no sin alguna cólera, que se disparasen al torreon dos piezas de
-artillería: y poco despues ordenó á los artilleros que levantasen la
-mira, y diesen la carga en lo alto del edificio, mas para espantar que
-para ofender. Así lo executaron; y no fué necesaria mayor diligencia
-para que saliesen muchos á pedir quartel, dexando libre la entrada de
-la torre, que acabó da allanar Juan Velazquez de Leon con una esquadra
-de los suyos, prendiendo á los Capitanes Salvatierra y Velazquez,
-enemigos declarados, de quien se podia temer que aspirasen á ocupar el
-vacío de Narbáez: con que se declaró enteramente la victoria por
-Cortés. Murieron de su parte solo dos soldados, y hubo algunos
-heridos, de los quales hay quien diga que murieron otros dos. En el
-exército contrario quedaron muertos quince soldados, un Alferez y un
-Capitan, y fué mucho mayor el número de los heridos. Narbáez y
-Salvatierra fueron llevados á la Vera Cruz con la guardia que pareció
-necesaria. Quedó prisionero de Juan Velazquez de Leon Diego Velazquez
-el mozo: y aunque le tenia justamente irritado con el lance de
-Zempoala, cuidó con particular asistencia de su cura y regalo.
-Generosidad, en que medió como intercesora la igualdad de la sangre, y
-como superior la nobleza del ánimo. Y todo esto quedó executado ántes
-de amanecer. ¡Notable faccion, en que se midieron por instantes los
-aciertos de Cortés, y los desalumbramientos de Narbáez!
-
-Al romper del Alva llegaron los dos mil Chinantécas que se habian
-prevenido; y aunque vinieron despues de la victoria, celebró Cortés el
-socorro, teniéndole por oportuno, para que viesen los de Narbáez que
-no faltaban amigos que le asistiesen. Miraban aquellos pobres rendidos
-con vergüenza y confusion el estado en que se hallaban: dióles el dia
-con su ignominia en los ojos: vieron llegar este socorro, y conocieron
-las pocas fuerzas con que se habia conseguido la victoria: maldecian
-la confianza de Narbáez: acusaban su descuido: y todo cedia en mayor
-estimacion de Cortés, cuya vigilancia y ardimiento ponderaban con
-igual admiracion. Prerogativa es del valor, en la guerra
-particularmente, que no le aborrezcan los mismos que le envidian:
-pueden sentir su fortuna los perdidosos; pero nunca desagradan al
-vencido las hazañas del vencedor. Máxîma que se verificó en esta
-ocasion: porque cada uno, sin fiarse de los demas, se iba inclinando á
-mejorar de Capitan, y á seguir las banderas de un exército donde
-vencian y mendraban los soldados. Habia entre los prisioneros algunos
-amigos de Cortés, muchos aficionados á su valor y muchos á su
-liberalidad. Rompieron los amigos el velo de la disimulacion, dieron
-principio á sus aclamaciones, con que se declararon luego los
-aficionados, siguiendo á la mayor parte los demas. Permitióse que
-fuesen llegando á la presencia del nuevo Capitan: arrojáronse muchos
-á sus pies, si él no los detuviera con los brazos: dieron todos el
-nombre, haciendo pretension de ganar antigüedad en las listas: no hubo
-entre tantos uno que se quisiese volver á la Isla de Cuba: y logró con
-esto Hernan Cortés el principal fruto de su empresa; porque no deseaba
-tanto vencer, como conquistar aquellos Españoles. Fué reconociendo los
-ánimos, y halló en todos bastante sinceridad, pues ordenó luego que se
-les volviesen las armas: accion que resistieron algunos de sus
-Capitanes; pero no faltarian motivos á esta seguridad, siendo amigos
-los que mas suponian entre aquella gente, y estando allí los
-Chinantécas, que aseguraban su partido. Conocieron ellos el favor que
-recibian: aplaudieron esta confianza con nuevas aclamaciones; y él se
-halló en breves horas con un exército que pasaba ya de mil Españoles,
-presos los enemigos de quien se podia rezelar, con una armada de once
-navios y siete bergantines á su disposicion, deshecho el último
-esfuerzo de Velazquez, y con fuerzas proporcionadas para volver á la
-conquista principal: debiéndose todo á su gran corazon, suma
-vigilancia y talento militar; y no ménos al valor de sus soldados, que
-abrazaron primero con el ánimo una resolucion tan peligrosa; y despues
-con la espada y con el brio le dieron, no solamente la victoria, sino
-el acierto de la misma resolucion; porque al voto de los hombres, que
-dan ó quitan la fama, el conseguir es credito del intentar, y las mas
-veces se debe á los sucesos el quedar con opinion de prudentes los
-consejos aventurados.
-
-
-
-
- CAPITULO XI.
-
- _Pone Cortés en obediencia la cabellería de Narbáez, que andaba
- en la campaña: recibe noticia de que habian tomado las armas
- los Mexicanos contra los Españoles que dexó en aquella corte:
- marcha luego con su exército, y entra en ella sin oposicion._
-
-
-No se dexó ver aquella noche la cabellería de Narbáez, que pudiera
-embarazar mucho á Cortés, si hubiera quedado en la disposicion que
-pedia una plaza de armas en tan corta distancia del enemigo. Pero allí
-se olvidaron todas las reglas de la milicia, y dado el yerro de la
-negligencia en un Capitan, ó se hace ménos extraño lo que se dexó de
-advertir, ó pasan por conseqüencias los absurdos. Valiéronse de los
-caballos para escapar los que duraron ménos en la ocasion: y á la
-mañana se tuvo noticia de que andaban incorporados con los batidores
-que salieron la noche ántes, formando un cuerpo de hasta quarenta
-caballos que discurrian por la campaña con señas de resistir. Dió
-poco rezelo esta novedad, y Hernan Cortés, ántes de pasar á términos
-de mayor resolucion, nombró al Maestre de Campo Christoval de Olid, y
-al Capitan Diego de Ordaz para que fuesen á procurar reducirlos con
-suavidad: como lo executaron y consiguieron á la primera insinuacion
-de que serian admitidos en el exército con la misma gratitud que sus
-compañeros, cuyo partido y exemplar bastó para que viniesen todos á
-rendirse y tomar servicio con sus armas y caballos. Tratóse luego de
-curar los heridos y alojar la gente, á que asistieron alegres y
-oficiosos el Cacique y sus Zempoales, celebrando la victoria, y
-disponiendo el hospedage de sus amigos con un género de regocijo
-interesado, en que, al parecer, respiraban de la fatiga y servidumbre
-antecedente.
-
-No se descuidó Hernan Cortés en asegurarse de la armada, punto
-esencial en aquella ocurrencia. Despachó sin dilacion al Capitan
-Francisco de Lugo para que hiciese poner en tierra, y conducir á la
-Vera Cruz las velas, xarcias y timones de todos los baxeles. Ordenó
-que viniesen á Zempoala los pilotos y marineros de Narbáez, y envió de
-los suyos los que parecieron bastantes para la seguridad de los
-buques: por cuyo cabo fué un Maestre que se llamaba Pedro Caballero:
-bastante ocupacion para que le honráse Bernal Diaz con título de
-Almirante de la mar.
-
-Dispuso que se volviesen á su provincia los Chinantécas, agradeciendo
-el socorro como si hubiera servido: y despues se dieron algunos dias
-al descanso de la gente, en los quales vinieron los pueblos vecinos y
-Caciques del contorno á congratularse con los Españoles buenos ó
-Teules mansos, que así llamaban á los de Cortés. Volvieron á revalidar
-su obediencia y á ofrecer su amistad: acompañando esta demostracion
-con varios presentes y regalos, de que no poco se admiraban los de
-Narbáez: empezando á experimentar las mejoras del nuevo partido en el
-agasajo y seguridad de aquella gente, que vieron poco ántes
-escarmentada y desabrida.
-
-En todo este fervor de sucesos favorables traia Hernan Cortés á México
-en el corazon: no se apartaba un instante su memoria del riesgo en que
-dexó á Pedro de Alvarado y sus Españoles, cuya defensa consistia
-únicamente en aquello poco que se podia fiar de la palabra que le dió
-Motezuma de no hacer novedad en su ausencia: vínculo desacreditado en
-la soberana voluntad de los Reyes; porque algunos estadistas le
-procuran desatar con varias soluciones, defendiendo que no les obliga
-su observancia como á los particulares: en cuyo dictámen pudo hallar
-entónces Hernan Cortés bastante razon de temer, sin aprobar con su
-rezelo esta política irreverente, por ser lo mismo hallar falencia en
-las palabras de los Reyes, que apartar de los Príncipes la obligacion
-de Caballeros.
-
-Hecho el ánimo á volverse luego, y no atreviéndose á llevar consigo
-tanta gente, por no desconfiar á Motezuma ó remover los humores de su
-corte, resolvió dividir el exército, y emplear alguna parte de él en
-otras conquistas. Nombró á Juan Velazquez de Leon para que fuese con
-doscientos hombres á pacificar la provincia de Panúco, y á Diego de
-Ordaz para que se apartáse con otros doscientos á poblar la de
-Guazacoalco: reservando para sí poco mas de seiscientos Españoles,
-número que le pareció proporcionado para entrar en la corte con
-apariencias de modesto, sin olvidar las señas de vencedor.
-
-Pero al mismo tiempo que se daba execucion á este designio, se ofreció
-novedad, que le obligó á tomar otra senda en sus disposiciones. Llegó
-carta de Pedro de Alvarado en que le avisaba:
-
- "que habian tomado las armas contra él los Mexicanos; y á pesar
- de Motezuma, que perseveraba todavia en su alojamiento, le
- combatian con freqüentes asaltos, y tanto número de gente, que
- se perderian sin remedio él y todos los suyos, si no fuesen
- socorridos con brevedad."
-
-Vino con esta noticia un soldado Español, y en su escolta un Embaxador
-de Motezuma, cuya representacion fué
-
- "darle á entender que no habia sido en su mano el reprimir á
- sus vasallos: ponerle delante lo que padecia su autoridad con
- los amotinados: asegurarle que no se apartaria de Pedro de
- Alvarado y sus Españoles: y últimamente llamarle á su corte
- para el remedio:"
-
-fuese de la misma sedicion, ó fuese del peligro en que se hallaban
-aquellos Españoles, que uno y otro arguye confianza y sinceridad.
-
-No fué necesario poner en consulta la resolucion que se debia tomar en
-este caso, porque se adelantó el voto comun de los Capitanes, y
-soldados á mirar como empeño inexcusable la jornada: pasando algunos á
-tener por oportuno y de buen presagio un accidente que les servia de
-pretexto para excusar la desunion de sus fuerzas, y volver con todo el
-grueso á la corte; de cuya reduccion debian tomar su principio las
-demas conquistas. Nombró luego Hernan Cortés por Gobernador de la Vera
-Cruz, como Teniente de Gonzalo de Sandoval, á Rodrigo Rangel, persona
-de cuya inteligencia y cuidado pudo fiar la seguridad de los
-prisioneros y la conservacion de los aliados. Hizo que pasáse muestra
-su exército; y dexando en aquella plaza la guarnicion que pareció
-necesaria, y bastante seguridad en los baxeles, halló que constaba de
-mil infantes y cien caballos. Dividióse la marcha en diferentes
-veredas, por no incomodar los pueblos, ó por facilitar la provision de
-los víveres: señalóse por plaza de armas un parage conocido cerca de
-Tlascála, donde pareció que debian entrar unidos y ordenados: y
-aunque fueron delante algunos comisarios á tener bastecidos los
-tránsitos, no bastó su diligencia para que dexasen de padecer los que
-iban fuera del camino principal algunos ratos de hambre y sed
-intolerable. Fatiga que sufrieron los de Narbáez sin descaecer ni
-murmurar; siendo aquellos mismos que poco ántes rindieron el
-sufrimiento á menor inclemencia. Pudose atribuir esta novedad al
-exemplo de los veteranos, ó á las esperanzas que llevaban en el
-corazon: dexando alguna parte á la diferencia del Capitan, cuya
-opinion suele tener sus influencias ocultas en la paciencia de los
-soldados.
-
-Antes de partir, respondió Hernan Cortés por escrito á Pedro de
-Alvarado, y por su Embaxador á Motezuma, dándoles cuenta de su
-victoria, de su vuelta y del aumento de su exército: al uno, para que
-se alentase con esperanza de mayor socorro: y al otro, para que no
-extrañáse verle con tantas fuerzas, quando los tumultos de su corte le
-obligaban á no dividirlas. Procuró medir el tiempo con la necesidad:
-alargó las marchas quanto pudo: estrechó las horas al descanso,
-hallándole su actividad en su mismo trabajo. Hizo alguna mansion en la
-plaza de armas para recoger la gente que venia extraviada: y
-últimamente llegó á Tlascála en diez y siete de Junio con todo el
-exército puesto en órden, cuya entrada fué lucida y festejada.
-Magiscatzín hospedó á Cortés en su casa: los demas hallaron
-comodidad, obsequio y regalo en su alojamiento. Andaba en los
-Tlascaltécas mal encubierto el odio de los Mexicanos con el amor de
-los Españoles: referian su conspiracion, y el aprieto en que se
-hallaba Pedro de Alvarado, con circunstancias de mas afectacion que
-certidumbre: ponderaban el atrevimiento y la poca fé de aquella
-nacion, provocando los ánimos á la venganza, y mezclando con poco
-artificio el avisar y el influir. Culpas encarecidas con zelo
-sospechoso, y verdades en boca del enemigo, que se introducen como
-informes para declinar en acusaciones.
-
-Resolvió el Senado hacer un esfuerzo grande, y convocar todas sus
-milicias para que asistiesen á Cortés en esta ocasion, no sin alguna
-razon de estado, mejor entendida que recatada: porque deseaban arrimar
-su interés á la causa del amigo, y servirse de sus fuerzas para
-destruir de una vez la nacion dominante que tanto aborrecian.
-Conocióse fácilmente su intencion; y Hernan Cortés con señas de
-agradecido y lisonjeado reprimió el orgullo con que se disponian á
-seguirle, contraponiendo á las instancias del Senado algunas razones
-aparentes, que en la substancia venian á ser pretextos contra
-pretextos. Pero admitió hasta dos mil hombres de buena calidad, con
-sus Capitanes ó Cabos de quadrillas, los quales siguieron su marcha,
-y fueron de servicio en las ocasiones siguientes. Llevó esta gente por
-dar mayor seguridad á su empresa, ó mantener la confianza de los
-Tlascaltécas, acreditados ya de valientes contra los Mexicanos: y no
-llevó mayor número por no escandalizar á Motezuma, ó poner en
-desesperacion á los rebeldes. Era su intento entrar en México de paz,
-y ver si podia reducir aquel pueblo con los remedios moderados, sin
-acordarse por entónces de su irritacion, ni discurrir en el castigo de
-los culpados; si ya no queria que fuese primero la quietud: por ser
-dos cosas que se consiguen mal á un mismo tiempo, el sosiego de la
-sedicion, y el escarmiento de los sediciosos.
-
-Llegó á México dia de San Juan, sin haber hallado en el camino mas
-embarazo que la variedad y discordancia de las noticias. Pasó el
-exército la laguna sin oposicion, aunque no faltaron señales que
-hiciesen novedad en el cuidado. Hallaronse deshechos y abrasados los
-dos bergantines de fábrica Española; desiertos los arrabales y el
-barrio de la entrada: rotos los puentes que servian á la comunicacion
-de las calles: y todo en un silencio que parecia cauteloso. Indicios
-que obligaron á caminar poco á poco, suspendiendo los avances, y
-ocupando la infantería lo que dexaban reconocido los caballos. Duró
-este rezelo hasta que, descubriendo el socorro los Españoles que
-asistian á Motezuma, levantaron el grito y aseguraron la marcha. Baxó
-con ellos Pedro de Alvarado á la puerta del alojamiento, y se celebró
-la comun felicidad con igual recocijo. Victoreabanse unos á otros en
-vez de saludarse: todos se interrumpian: dixeron mucho los brazos y
-las medias razones: eloqüencias del contento, en que significan mas
-las voces que las palabras.
-
-Salió Motezuma con algunos de sus criados hasta el primer patio, donde
-recibió á Cortés, tan copiosa de afectos su alegría, que tocó en
-exceso, y se llevó tras sí la majestad. Es cierto, y nadie lo niega,
-que deseaba su venida, porque ya necesitaba de sus fuerzas y consejo
-para reprimir á los suyos, ó por la misma privacion en que se hallaba
-de aquel género de libertad que le permitia Cortés, dexándole salir á
-sus divertimientos: licencia de que no quiso usar en todo el tiempo de
-su ausencia: siendo cierto que ya consistia su prision en la fuerza de
-su palabra, cuyo desempeño le obligó á no desviarse de los Españoles
-en aquella turbacion de su república.
-
-Bernal Diaz del Castillo dice que correspondió Hernan Cortés con
-desabrimiento á esta demostracion de Motezuma: que le torció el
-rostro, y se retiró á su quarto sin visitarle ni dexarse visitar: que
-dixo contra él algunas palabras descompuestas delante de sus mismos
-criados: y añade como de propio dictámen:
-
- "Que por tener consigo tantos Españoles, hablaba tan ayrado y
- descomedido."
-
-Terminos son de su Historia. Y Antonio de Herrera le desautoriza mas
-en la suya: porque se vale de su misma confesion para comprobar su
-desacierto con estas palabras:
-
- "Muchos han dicho haber oido decir á Hernando Cortés que, si en
- llegando visitára á Motezuma, sus cosas pasaran bien; y que lo
- dexó, estimándole en poco por hallarse tan poderoso."
-
-Y trae á este propósito un lugar de Cornelio Tácito, cuya substancia
-es, que los sucesos prósperos hacen insolentes á los grandes
-Capitanes. No lo dice así Francisco Lopez de Gómara, ni el mismo
-Hernan Cortés en la segunda relacion de su jornada, que pudiera
-tocarlo para dar los motivos que le obligaron á semejante aspereza,
-tuviese razon, ó fuese disculpa. Quede al arbitrio de la sinceridad el
-credito que se debe á los Autores, y seanos lícito dudar en Cortés una
-sinrazon tan fuera de propósito. Los mismos Herrera y Castillo
-asientan que Motezuma resistió esta sedicion de sus vasallos: que los
-detuvo y reprimió siempre: que intentaron asaltar el quartel: y que,
-si no fuera por la sombra de su autoridad, hubieran perecido
-infaliblemente Pedro de Alvarado y los suyos. Nadie niega que Cortés
-lo llevó entendido así; ni el hallarle cumpliendo su palabra le dexaba
-razon de dudar: siendo fuera de toda proporcion que aquel Príncipe
-moviese las armas que detenia, y se dexáse estar cerca de los que
-intentaba destruir. Accion parece indigna de Cortés el despreciarle,
-quando podia llegar el caso de haberle menester, y no era de su genio
-la destemplanza que se le atribuye como efecto de la prosperidad.
-Puedese creer, ó sospechar á lo ménos, que Antonio de Herrera entró
-con poco fundamento en esta noticia, reincidiendo en los manuscritos
-de Bernal Diaz, apasionado intérprete de Cortés: y pudo ser que se
-inclináse á seguir su opinion por lograr la sentencia de Tácito.
-Ambicion peligrosa en los historiadores: porque suele torcerse ó
-ladearse la narracion para que vengan á propósito las márgenes y no es
-de todos entenderse á un tiempo con la verdad y con la erudicion.
-
-
-
-
- CAPITULO XII.
-
- _Dáse noticia de los motivos que tuvieron los Mexicanos para
- tomar las armas. Sale Diego de Ordaz con algunas compañías á
- reconocer la ciudad: da en una zelada que tenian prevenida; y
- Hernan Cortés resuelve la guerra._
-
-
-Dos ó tres dias ántes que llegáse á México el exército de Cortés se
-retiraron los rebeldes á la otra parte de la ciudad; cesando en sus
-hostilidades cavilosamente, segun lo que se pudo inferir del suceso.
-Hallábanse asegurados en el exceso de sus fuerzas, y orgullosos de
-haber muerto en los combates pasados tres ó quatro Españoles: caso
-extraordinario, en que adquirieron, á costa de mucha gente, nueva
-osadía ó mayor insolencia. Supieron que venia Cortés, y no pudieron
-ignorar lo que habia crecido su exército; pero estuvieron tan lejos de
-temerle, que hicieron aquel ademan de retirarse para dexarle franca la
-entrada, y acabar con todos los Españoles despues de tenerlos juntos
-en la ciudad. No se llegó á penetrar entónces este designio, aunque se
-tuvo por ardid la retirada: y pocas veces se engaña quien discurre con
-malicia en las acciones del enemigo.
-
-Alojóse todo el exército en el recinto del mismo quartel, donde
-cupieron Españoles y Tlascaltécas con bastante comodidad:
-distribuyeronse las guardias y las centinelas, segun el rezelo á que
-obligaba una guerra que habia cesado sin ocasion; y Hernan Cortés se
-apartó con Pedro de Alvarado para inquirir el orígen de aquella
-sedicion, y pasar á los remedios con noticia de la causa. Hallamos en
-este punto la misma variedad en que otras veces ha tropezado el curso
-de la pluma. Dicen unos que las inteligencias de Narbáez consiguieron
-esta conjuracion del pueblo Mexicano; y otros que dispuso el motin, y
-le fomentó Motezuma con ansia de su libertad: en que no es necesario
-detenernos, pues se ha visto ya el poco fundamento con que se
-atribuyeron á Narbáez estas negociaciones ocultas; y queda
-bastantemente defendido Motezuma de semejante inconseqüencia. Dieron
-algunos el principio de la conspiracion á la fidelidad de los
-Mexicanos, refiriendo que tomaron las armas para sacar de opresion á
-su Rey: dictámen que se acerca mas á la razon que á la verdad. Otros
-atribuyeron este rompimiento al gremio de los sacerdotes, y no sin
-alguna probabilidad: porque anduvieron mezclados en el tumulto,
-publicando á voces las amenazas de sus Dioses, y enfureciendo á los
-demas con aquel mismo furor que los disponia para recibir sus
-respuestas. Repetian ellos lo que hablaba el demonio en sus ídolos; y
-aunque no fué suyo el primer movimiento, tuvieron eficacia y
-actividad para irritar los ánimos, y mantener la sedicion.
-
-Los Escritores forasteros se apartan mas de lo verisímil, poniendo el
-orígen y los motivos de aquella turbacion entre las atrocidades con
-que procuran desacreditar á los Españoles en la conquista de las
-Indias: y lo peor es que apoyan su malignidad citando al Padre Fray
-Bartolomé de las Casas ó Casaus, que fué despues Obispo de Chiapa,
-cuyas palabras copian y traducen, dándonos con el argumento de Autor
-nuestro y testigo calificado. Lo que dexó escrito y anda en sus obras
-es, que los Mexicanos dispusieron un bayle público, de aquellos que
-llamaban mitotes, para divertir ó festejar á Motezuma: y que Pedro de
-Alvarado, viendo las joyas de que iban adornados, convocó su gente, y
-embistió con ellos, haciéndolos pedazos para quitarselas: en cuyo
-miserable despojo, dice, que fueron pasados á cuchillo mas de dos mil
-hombres de la Nobleza Mexicana; con que dexa la conspiracion en
-términos de justa venganza. Notable despropósito de accion, en que
-hace falta lo congruente y lo posible. Solicitaba entónces este
-Prelado el alivio de los Indios, y encareciendo lo que padecian, cuidó
-ménos de la verdad que de la ponderacion. Los mas de nuestros
-Escritores le convencen de mal informado en esta y otras enormidades
-que dexó escritas contra los Españoles. Dicha es hallarle impugnado,
-para entendernos mejor con el respeto que se debe á su dignidad.
-
-Pero lo cierto fué, que Pedro de Alvarado, poco despues que se apartó
-de México Hernan Cortés, reconoció en los nobles de aquella corte
-ménos atencion ó ménos agrado; cuya novedad le obligó á vivir
-cuidadoso, y velar sobre sus acciones. Valióse de algunos confidentes,
-que observasen lo que pasaba en la ciudad: supo que andaba la gente
-inquieta y misteriosa, y que se hacian juntas en casas particulares,
-con un género de recato mal seguro, que ocultaba el intento, y
-descubria la intencion. Dió calor á sus inteligencias, y consiguió con
-ellas la noticia evidente de una conjuracion que se iba forjando
-contra los Españoles; porque ganó algunos de los mismos conjurados que
-venian con los avisos, afeando la traycion, sin olvidar el interés.
-Ibase acercando una fiesta muy solemne de sus ídolos, que celebraban
-con aquellos bayles públicos, mezcla de nobleza y plebe, y conmocion
-de toda la ciudad. Eligieron este dia para su faccion, suponiendo que
-se podrian juntar descubiertamente sin que hiciese novedad. Era su
-intento dar principio al bayle para convocar el pueblo, y llevarsele
-tras sí con la diligencia de apellidar la libertad de su Rey y la
-defensa de sus Dioses: reservando para entónces el publicar la
-conjuracion, por no aventurar el secreto, fiándose anticipadamente de
-la muchedumbre: y á la verdad no tenian mal discurrido: que pocas
-veces falta el ingenio á la maldad.
-
-Vinieron la mañana precedente al dia señalado algunos de los
-promovedores del motin á verse con Pedro de Alvarado, y le pidieron
-licencia para celebrar su festividad: rendimiento afectado con que
-procuraron deslumbrarle; y él, mal asegurado todavia en su rezelo, se
-la concedió con calidad que no llevasen armas, ni se hiciesen
-sacrificios de sangre humana; pero aquella misma noche supo que
-andaban muy solícitos escondiendo las armas en el barrio mas vecino al
-templo: noticia que no le dexó que dudar, y le dió motivo para
-discurrir en una temeridad, que tuvo sus apariencias de remedio; y lo
-pudiera ser, si se aplicára con la debida moderacion. Resolvió
-asaltarlos en el principio de su fiesta, sin dexarles lugar para que
-tomasen las armas, ni levantasen el pueblo: y así lo puso en
-execucion, saliendo á la hora señalada con cincuenta de los suyos, y
-dando á entender que le llevaba la curiosidad ó el divertimiento.
-Hallólos entregados á la embriaguez, y envueltos en el regocijo
-cauteloso, de que se iba formando la traycion. Embistió con ellos, y
-los atropelló con poca ó ninguna resistencia, hiriendo y matando
-algunos que no pudieron huir, ó tardaron mas en arrojarse por las
-cercas y ventanas del adoratorio. Su intento fué castigarlos y
-desunirlos, lo qual se consiguió sin dificultad, pero no sin
-desórden, porque los Españoles despojaron de sus joyas á los heridos y
-á los muertos. Licencia mal reprimida entónces, y siempre dificultosa
-de reprimir en los soldados, quando se hallan con la espada en la
-mano, y el oro á la vista.
-
-Dispuso esta faccion Pedro de Alvarado con mas ardor que providencia.
-Retiróse con desahogos de vencedor, sin dar á entender al concurso
-popular los motivos de su enojo. Debiera publicar entónces la traycion
-que prevenian contra él aquellos nobles: manifestar las armas que
-tenian escondidas; ó hacer algo de su parte para ganar contra ellos el
-voto de la plebe, fácil siempre de mover contra la nobleza; pero
-volvió satisfecho de que habia sido justo el castigo, y conveniente la
-resolucion; ó no conoció lo que importan al acierto los adornos de la
-razon. Y aquel pueblo, que ignoraba la provocacion, y vió el estrago
-de los suyos y el despojo de las joyas, atribuyó á la codicia todo el
-hecho, y quedó tan irritado, que tomó luego las armas, y dió cuerpo
-formidable á la sedicion, hallándose dentro del tumulto con poca ó
-ninguna diligencia de los primeros conjurados.
-
-Reprehendió Hernan Cortés á Pedro de Alvarado por el arrojamiento y
-falta de consideracion con que aventuró la mayor parte de sus fuerzas
-en dia de tanta comocion, dexando el quartel y su primer cuidado al
-arbitrio de los accidentes que podian sobrevenir. Sintió que recatáse
-á Motezuma los primeros lances de aquella inquietud, porque no se fió
-de él, hasta que le vió á su lado en la ocasion: y debiera comunicarle
-sus rezelos, quando no para valerse de su autoridad, para sondar su
-ánimo, y saber si le dexaba seguro con tan poca guarnicion: lo qual
-fué lo mismo que volver las espaldas al enemigo, de quien mas se debia
-rezelar: culpó la inadvertencia de no justificar á voces con el pueblo
-y con los mismos delinqüentes una resolucion de tan violenta
-exterioridad. De que se conoce que no hubo en el hecho, ni en sus
-motivos ó circunstancias, la maldad que le imputaron; porque no se
-contentára Hernan Cortés con reprehender solamente un delito de
-semejante atrocidad, ni perdiera la ocasion de castigarle, ó prenderle
-por lo ménos, para introducir la paz con este género de satisfaccion.
-Antes hallamos que le propuso el mismo Alvarado su prision como uno de
-los medios que podrian facilitar la reduccion de aquella gente; y no
-vino en ello, porque le pareció camino mas real servirse de la razon
-que tuvo el mismo Alvarado contra los primeros amotinados, para
-desengañar el pueblo, y enflaquecer la faccion de los nobles.
-
-No se dexaron ver aquella tarde los rebeldes, ni despues hubo
-accidente que turbáse la quietud de la noche. Llegó la mañana, y
-viendo Hernan Cortés que duraba el silencio del enemigo con señas de
-cavilacion, porque no parecia un hombre por las calles, ni en todo lo
-que se alcanzaba con la vista, dispuso que saliese Diego de Ordaz á
-reconocer la ciudad, y apurar el fondo á este misterio. Llevó
-quatrocientos hombres Españoles y Tlascaltécas: marchó con buena órden
-por la calle principal, y á poca distancia descubrió una tropa de
-gente armada, que le arrojaron, al parecer, los enemigos para cebarle:
-y avanzando entónces, con ánimo de hacer algunos prisioneros para
-tomar lengua, descubrió un exército de innumerable muchedumbre que le
-buscaba por la frente, y otro á las espaldas, que tenian oculto en las
-calles de los lados, cerrando el paso á la retirada. Embisterionle
-unos y otros con igual ferocidad, al mismo tiempo que se dexó ver en
-las ventanas y azuteas de las casas tercer exército de gente popular
-que cerraba tambien el camino de la respiracion, llenando el ayre de
-piedras y armas arrojadizas.
-
-Pero Diego de Ordaz, que necesitó de su valor y experiencia para
-juntar en este conflicto el desahogo con la celeridad, formó y dividió
-su esquadron segun el terreno, dando segunda frente á la retaguardia:
-picas y espadas contra las dos avenidas; y bocas de fuego contra las
-ofensas de arriba. No le fué posible avisar á Cortés del aprieto en
-que se hallaba; ni él, sin esta noticia, tuvo por necesario el
-socorrerle, quando le suponia con bastantes fuerzas para executar la
-órden que llevaba. Pero duró poco el calor de la batalla; porque los
-Indios embistieron tumultuariamente, y anegados en su mismo número, se
-impedian el uso de las armas: perdiendo tantos la vida en el primer
-acometimiento que se reduxeron los demas á distancia que ni podian
-ofender, ni ser ofendidos. Las bocas de fuego despejaron brevemente
-los terrados. Y Diego de Ordaz, que venia solo á reconocer, y no debia
-pasar á mayor empeño, viendo que los enemigos le sitiaban á lo largo,
-reducidos á pelear con las voces y las amenazas, se resolvió á
-retirarse abriendo el camino con la espada: y dada la órden, se movió
-en la misma formacion que se hallaba, cerrando á viva fuerza con los
-que ocupaban el paso del quartel, y peleando al mismo tiempo con los
-que se le acercaban, por la parte contrapuesta, ó se descubrian en lo
-alto de las casas. Consiguióse con dificultad la retirada, y no dexó
-de costar alguna sangre, porque volvieron heridos Diego de Ordaz y los
-mas de los suyos, quedando muertos ocho soldados que no se pudieron
-retirar. Serian acaso Tlascaltécas; porque solo se hace memoria de un
-Español, que obró señaladamente aquel dia, y murió cumpliendo con su
-obligacion. Bernal Diaz refiere sus hazañas, y dice que se llamaba
-Lezcano. Los demas no hablan en él. Quedó sin el nombre cabal que
-merecia; pero no quede sin la recomendacion de que se puede honrar su
-apellido. Conoció Hernan Cortés en este suceso que ya no era tiempo de
-intentar proposiciones de paz, que, disminuyendo la reputacion de sus
-fuerzas, aumentasen la insolencia de los sediciosos. Determinó
-hacersela desear ántes de proponersela, y salir á la ciudad con la
-mayor parte de su exército, para llamarlos con el rigor á la quietud.
-No se hallaba persona entónces por cuyo medio se pudiese introducir el
-tratado. Motezuma desconfiaba de su autoridad, ó temia la inobediencia
-de sus vasallos. Entre los rebeldes no habia quien mandáse, ni quien
-obedeciese, ó mandaban todos, y nadie obedecia: vulgo entónces sin
-distincion ni gobierno, que se componia de nobles y plebeyos. Deseaba
-Cortés con todo el ánimo seguir el camino de la moderacion, y no
-desconfió de volverle á cobrar; pero tuvo por necesario hacerse
-atender ántes de ponerse á persuadir: en que obró como diestro
-Capitan; porque nunca es seguro fiarse de la razon desarmada para
-detener los ímpetus de un pueblo sedicioso: ella encogida ó
-balbuciente quando no lleva seguras las espaldas: y él un monstruo
-inexôrable que, aun teniendo cabeza, le faltan los oidos.
-
-
-
-
- CAPITULO XIII
-
- _Intentan los Mexicanos asaltar el quartel, y son rechazados:
- hace dos salidas contra ellos Hernan Cortés; y aunque ambas
- veces fueron vencidos y desbaratados, queda con alguna
- desconfianza de reducirlos._
-
-
-Persiguieron los Mexicanos á Diego de Ordaz, tratando como fuga su
-retirada, y siguiendo con ímpetu desordenado el alcance, hasta que los
-detuvo, á su despecho, la artillería del quartel, cuyo estrago los
-obligó á retroceder lo que tuvieron por necesario para desviarse del
-peligro; pero hicieron alto á la vista, y se conoció del silencio y
-diligencia con que se andaban convocando y disponiendo, que trataban
-de pasar á nuevo designio.
-
-Era su intento asaltar á viva fuerza el quartel por todas partes; y á
-breve rato se vieron cubiertas de gente las calles del contorno.
-Hicieron poco despues la seña de acometer atabales y bocinas:
-avanzaron todos á un tiempo con igual precipitacion. Traian de
-vanguardia tropas de Flecheros, para que barriendo la muralla,
-pudiesen acercarse los demas. Fueron tan cerradas y tan repetidas las
-cargas que despidieron, haciendo lugar á los que iban señalados para
-el asalto, que se hallaron los defensores en confusion, acudiendo con
-dificultad á los dos tiempos de reparar y ofender. Vióse casi anegado
-en flechas el quartel: y no parezca locucion sobradamente animosa;
-pues se llegó á señalar gente que las apartáse, porque ofendian
-segunda vez cerrando el paso á la defensa. Las piezas de artillería, y
-demas bocas de fuego hacian horrible destrozo en los enemigos; pero
-venian tan resueltos á morir ó vencer, que se adelantaban de tropel á
-ocupar el vacío de los que iban cayendo, y se volvian á cerrar
-animosamente, pisando los muertos, y atropellando los heridos.
-
-Llegaron muchos á ponerse debaxo del cañon, y á intentar el asalto con
-increible determinacion: valianse de sus instrumentos de pedernal para
-romper las puertas, y picar las paredes: unos trepaban sobre sus
-compañeros para suplir el alcance de sus armas: otros hacian escalas
-de sus mismas picas para ganar las ventanas ó terrados; y todos se
-arrojaban al hierro y al fuego como fieras irritadas. Notable
-repeticion de temeridades, que pudieran celebrarse como hazañas, si
-obrara en ellos el valor algo de lo que obraba la ferocidad.
-
-Pero últimamente fueron rechazados, y se retiraron, para cubrirse, á
-las travesías de las calles, donde se mantuvieron hasta que los
-dividió la noche, mas por la costumbre que tenian de no pelear en
-ausencia del sol, que porque diesen esperanzas de haberse decidido la
-qüestion. Antes se atrevieron poco despues á turbar el sosiego de los
-Españoles, poniendo por diferentes partes fuego al quartel: ó ya lo
-consiguiesen arrimándose á las puertas y ventanas con el amparo de la
-obscuridad; ó ya le arrojasen á mayor distancia con las flechas de
-fuego artificial: que pareció mas verisímil, porque la llama creció
-subitamente á tomar posesion del edificio con tanto vigor, que fué
-necesario atajarla derribando algunas paredes, y trabajar despues en
-cerrar y poner en defensa los portillos que se hicieron para impedir
-la comunicacion del incendio: fatiga que duró la mayor parte de la
-noche.
-
-Pero apénas se declaró la primera luz de la mañana, quando se dexaron
-ver los enemigos, escarmentados, al parecer, de acercarse á la
-muralla, porque solo provocaban á los Españoles para que saliesen de
-sus reparos: llamabanlos á la batalla con grandes injurias:
-tratabanlos de cobardes porque se defendian encerrados: y Hernan
-Cortés, que habia resuelto salir contra ellos aquel dia, tuvo por
-oportuna esta provocacion para encender los suyos. Dispusolos con una
-breve oracion al desagravio de su ofensa, y formó, sin mas dilacion,
-tres esquadrones del grueso que pareció conveniente, dando á cada uno
-mas Españoles que Tlascaltécas: los dos para que fuesen
-desembarazando las calles vecinas ó colaterales; y el tercero, donde
-iba su persona y la fuerza principal de su exército, para que
-acometiese por la calle de Tacuba, donde habia cargado el mayor grueso
-del enemigo. Dispuso las hileras, y distribuyó las armas segun la
-necesidad que habia de pelear por la frente y por los lados,
-acomodándose á lo que observó Diego de Ordaz en su retirada, y
-teniendo por digno de su imitacion lo que poco ántes mereció su
-alabanza: en que mostró la ingenuidad de su ánimo, y que no ignoraba
-quanto aventuran los superiores que se dedignan de caminar por las
-huellas de los que fueron delante, quando hay tan poca distancia entre
-el errar, y él diferenciarse de los que acertaron.
-
-Embistieron todos á un tiempo y los enemigos dieron y recibieron las
-primeras cargas sin perder tierra ni conocer el peligro, esperando
-unas veces, y otras acometiendo, hasta llegar á lo estrecho de las
-armas y los brazos. Esgrimian los chuzos y los montantes con
-desesperada intrepidez. Entrabanse por las picas y las espadas para
-lograr el golpe á precio de la vida. Las bocas de fuego, que iban
-señaladas al opósito de las azuteas y ventanas, no podian atajar la
-lluvia de las piedras, porque las arrojaban sin descubrirse, y fué
-necesario poner fuego en algunas casas para que cesáse aquella prolixa
-hostilidad.
-
-Cedieron finalmente al esfuerzo de los Españoles; pero iban rompiendo
-los puentes de las calles, y hacian rostro de la otra parte,
-obligándolos á que cegasen, peleando, las acequias, para seguir el
-alcance. Los que partieron á desembarazar las calles de los lados
-cargaron la multitud que las ocupaba con tanta resolucion, que se
-consiguió por su medio el asegurar la retaguardia, y el llevar siempre
-al enemigo por la frente, hasta que saliendo á lo ancho de una plaza,
-se unieron los tres esquadrones, y á su primer ataque desmayaron los
-Indios, y volvieron las espaldas atropelladamente, dando á la fuga el
-mismo ímpetu que dieron á la batalla.
-
-No permitió Hernan Cortés que se pasáse á destruir enteramente
-aquellos vasallos de Motezuma, fugitivos ya y desordenados, ó no le
-sufrió su ánimo que se hiciese mas sangrienta la victoria,
-pareciéndole que dexaba castigado con bastante rigor su atrevimiento.
-Recogió su gente, y se retiró sin hallar oposicion que le obligáse á
-pelear. Faltaron de su exército diez ó doce soldados, y hubo muchos
-heridos, los mas de piedra ó flecha, y ninguno de cuidado. En el
-exército de los Mexicanos murió innumerable gente: los cuerpos que no
-pudieron retirar llenaban de horror las calles, despues de haber
-teñido en su sangre las acequias. Duró toda la mañana el combate, y se
-llegaron á ver en conflicto algunas veces los Españoles; pero se debió
-á su valor el suceso, y le hizo posible su experiencia y buena
-disciplina. No hubo quien sobresaliese, porque obraron todos con igual
-bizarría, señalándose los soldados como los Capitanes, y quitando unas
-hazañas el nombre de las otras. Hizo la imitacion valientes sin
-precipicio á los Tlascaltécas: y Hernan Cortés gobernó la faccion como
-valeroso y prudente Capitan, acudiendo á todas partes, y mas diligente
-á los peligros: siempre la espada en el enemigo, la vista en los
-suyos, y el consejo en su lugar: dexando en duda si se debió mas á su
-ardimiento que á su pericia militar. Virtudes ambas que poseyó en
-grado eminente, y que se desean sin distincion, ó concurren sin
-preferencia en los grandes Capitanes.
-
-Fué necesario dexar algun tiempo al descanso de la gente, y á la cura
-de los heridos, cuya suspension duró tres dias, ó poco mas, en que se
-atendió solamente á la defensa del quartel, que tuvo siempre á la
-vista el exército de los amotinados, y fué algunas veces combatido con
-ligeras escaramuzas, en que andaba mezclado el huir y el acometer. En
-este mediotiempo volvió Cortés á las pláticas de la paz, y fueron
-saliendo con diferentes partidos algunos Mexicanos de los que asistian
-al servicio de Motezuma; pero no se descuidó mientras duraba la
-negociacion en las demas prevenciones. Hizo fabricar al mismo tiempo
-quatro castillos de madera, que se movian sobre ruedas con poca
-dificultad, por si llegáse la ocasion de hacer nueva salida. Era
-capaz cada uno de veinte ó treinta hombres, guarnecido el techo de
-gruesos tablones contra las piedras que venian de lo alto; frente y
-lados con sus troneras para dar la carga sin descubrir el pecho:
-imitacion de las mantas que usa la milicia para echar gente á picar
-las murallas: cuyo reparo tuvo entónces por conveniente para que se
-pudiesen arrimar sus soldados á poner fuego en las casas, y á romper
-las trincheras con que iban atajando las calles; si ya no fué para que
-al embestir aquellas máquinas portátiles, peleáse tambien la novedad
-asombrando al enemigo.
-
-De los Mexicanos que salieron á proponer la paz, volvieron unos mal
-despachados, y otros se quedaron entre los rebeldes, no sin grande
-irritacion de Motezuma, que deseaba con empeño la reduccion de sus
-vasallos, y recataba con artificio, fácil de penetrar, el rezelo de
-que acabasen de perder el miedo á su autoridad. Hacianse á este tiempo
-nuevas prevenciones de guerra en la ciudad. Los Señores de vasallos,
-que andaban en la sedicion, iban llamando la gente de sus lugares;
-crecia por instantes la fuerza del enemigo; y no cesaba la provocacion
-en el quartel de los Españoles, cansados ya de sufrir la embarazosa
-repeticion de voces y flechas, que, aunque se perdian en el viento, no
-dexaban de ofender en la paciencia.
-
-Con esta buena disposicion de su gente, con el parecer de sus
-Capitanes, y aprobacion de Motezuma, executa Cortés la segunda salida
-contra los Mexicanos. Llevó consigo la mayor parte de los Españoles, y
-hasta dos mil Tlascaltécas, algunas piezas de artillería, las máquinas
-de madera con guarnicion proporcionada, y algunos caballos á la mano
-para usar de ellos quando lo permitiesen las quiebras del terreno.
-Estaba entónces el tumulto en un profundo silencio, y apénas se dió
-principio á la marcha, quando se conoció la primera dificultad de la
-empresa en lo que abultaron subitamente los gritos de la multitud,
-alternados con el estruendo pavoroso de los atabales y caracoles. No
-esperaron á ser acometidos; ántes se vinieron á los Españoles con
-notable resolucion y movimiento ménos atropellado que solian. Dieron y
-recibieron las primeras cargas sin descomponerse ni precipitarse; pero
-á breve rato conocieron el daño que recibian, y se fueron retirando
-poco á poco, sin volver las espaldas, al primero de los reparos con
-que tenian atajadas las calles: en cuya defensa volvieron á pelear con
-tanta obstinacion, que fué necesario adelantar algunas piezas de
-artillería para desalojarlos. Tenian cerca las retiradas, y en algunas
-levantados los puentes de las acequias, con que se repetia
-importunamente la dificultad, y no se hallaba la sazon de poderlos
-combatir en descubierto. Vieronse aquel dia en sus operaciones algunas
-advertencias, que parecian de guerra mas que popular. Disparaban á
-tiempo, y baxa la puntería para no malograr el tiro en la resistencia
-de las armas. Los puestos se defendian con desahogo, y se abandonaban
-sin desórden. Echaron gente á las acequias para que ofendiesen nadando
-con el bote de las picas. Hicieron subir grandes peñascos á las
-azuteas para destruir los castillos de madera, y lo consiguieron
-haciéndolos pedazos. Todas las señas daban á entender que habia quien
-gobernase, porque se animaban y socorrian tempestivamente, y se dexaba
-conocer alguna obediencia entre los mismos desconciertos de la
-multitud.
-
-Duró el combate la mayor parte del dia, reducidos los Españoles y sus
-aliados á ganar terreno de trinchera en trinchera; hizose gran daño en
-la ciudad, quemaronse muchas casas, y costó mas sangre á los Mexicanos
-esta ocasion que las dos antecedentes, porque anduvieron mas cerca de
-las balas, ó porque no pudieron huir como solian con el impedimento de
-sus mismos reparos.
-
-Ibase acercando la noche, y Hernan Cortés viéndose obligado, no sin
-alguna desazon, á la disputa inútil de ganar puestos, que no se habian
-de mantener, se volvió á su alojamiento, dexando, en la verdad, ménos
-corregida que hostigada la sedicion. Perdió hasta quarenta soldados,
-los mas Tlascaltécas: salieron heridos y maltratados mas de cincuenta
-Españoles, y él con un flechazo en la mano izquierda: pero mas herido
-interiormente de haber conocido en esta ocasion que no era posible
-continuar aquella guerra tan desigual, sin riesgo de perder el
-exército y la reputacion. Primer desaliento suyo, cuya novedad extrañó
-su corazon, y padeció su constancia. Encerróse con pretexto de la
-herida, y con deseo de alargar las riendas al discurso. Tuvo mucho que
-hacer consigo la mayor parte de la noche. Sentia el retirarse de
-México, y no hallaba camino de mantenerse. Procuraba esforzarse contra
-la dificultad, y se ponia la razon de parte del rezelo. No se
-conformaban su entendimiento y su valor, y todo era batallar sin
-resolver: impaciente y desabrido con los dictámenes de la prudencia, ó
-mal hallado con lo que duele, ántes de aprovechar el desengaño.
-
-
-
-
- INDICE
-
- DE LOS CAPÍTULOS QUE SE CONTIENEN EN EL TOMO II.
-
-
- LIBRO III.
-
- PAG.
- Cap. I. Dáse noticia del viage que hicieron á España
- los Enviados de Cortés; y de las contradiciones y
- embarazos que retardaron su despacho 1
-
- Cap. II. Procura Motezuma desviar la paz de Tlascála:
- vienen los de aquella república á continuar su instancia;
- y Hernan Cortés executa su marcha, y hace
- su entrada en la ciudad 10
-
- Cap. III. Describese la ciudad de Tlascála: quejanse
- los Senadores de que anduviesen armados los Españoles,
- sintiendo su desconfianza; y Cortés los satisface,
- y procura reducir á que dexen la idolatría 18
-
- Cap. IV. Despacha Hernan Cortés los Embaxadores
- de Motezuma. Reconoce Diego de Ordaz el volcan
- de Popocatepec, y se resuelve la jornada para Cholúla 28
-
- Cap. V. Hallanse nuevos indicios del trato doble de
- Cholúla: marcha el exército la vuelta de aquella ciudad,
- reforzado con algunas Capitanías de Tlascála 36
-
- Cap. VI. Entran los Españoles de Cholúla, donde procuran
- engañarlos con hacerles en lo exterior buena
- acogida: descubrese la traycion que tenian prevenida,
- y se dispone su castigo 45
-
- Cap. VII. Castígase la traycion de Cholúla: vuelvese
- á reducir y pacificar la ciudad, y se hacen amigos los
- de esta nacion con los Tlascaltécas 54
-
- Cap. VIII. Parten los Españoles de Cholúla: ofreceseles
- nueva dificultad en la montaña de Chalco; y
- Motezuma procura detenerlos por medio de sus nigrománticos 63
-
- Cap. IX. Viene al quartel á visitar á Cortés de parte
- de Motezuma el Señor de Tezcúco su sobrino; continuase
- la marcha, y se hace alto en Quitlavaca, dentro
- ya de la laguna de México 72
-
- Cap. X. Pasa el exército á Iztapalápa, donde se dispone
- la entrada de México. Refierese la grandeza
- con que salió Motezuma á recibir á los Españoles 80
-
- Cap. XI. Viene Motezuma el mismo dia por la tarde
- á visitar á Cortés en su alojamiento. Refierese la oracion
- que hizo ántes de oir la embaxada: y la respuesta
- de Cortés 89
-
- Cap. XII. Visita Cortés á Motezuma en su palacio,
- cuya grandeza y aparato se describe: y se da noticia
- de lo que pasó en esta conferencia, y en otras que se
- tuvieron despues sobre la Religion 98
-
- Cap. XIII. Describese la ciudad de México, su temperamento
- y situacion, el mercado del Tlatelúlco, y
- el mayor de sus templos dedicado al Dios de la
- guerra 106
-
- Cap. XIV. Describense diferentes casas que tenia Motezuma
- para su divertimiento, sus armerías, sus jardines
- y sus quintas, con otros edificios notables que
- habia dentro y fuera de la ciudad 116
-
- Cap. XV. Dáse noticia de la ostentacion y puntualidad
- con que se hacia servir Motezuma en su palacio,
- del gasto de su mesa, de sus audiencias, y otras particularidades
- de su economía y divertimientos 124
-
- Cap. XVI. Dáse noticia de las grandes riquezas de
- Motezuma, del estilo con que se administraba la hacienda,
- y se cuidaba de la justicia: con otras particularidades
- del gobierno político y militar de los Mexicanos 134
-
- Cap. XVII. Dáse noticia del estilo con que se medían
- y computaban en aquella tierra los meses y los años;
- de sus festividades, matrimonios, y otros ritos y costumbres
- dignas de consideracion 143
-
- Cap. XVIII. Continua Motezuma sus agasajos y dádivas
- á los Españoles. Llegan cartas de la Vera Cruz
- con noticia de la batalla en que murió Juan de Escalante;
- y con este motivo se resuelve la prision de
- Motezuma 154
-
- Cap. XIX. Execútase la prision de Motezuma; dáse
- noticia del modo como se dispuso, y como se recibió
- entre sus vasallos 165
-
- Cap. XX. Como se portaba en la prision Motezuma
- con los suyos y con los Españoles. Traen preso á
- Qualpopóca, y Cortés le hace castigar con pena de
- muerte, mandando echar unos grillos á Motezuma
- mientras se executaba la sentencia 175
-
-
- LIBRO IV.
-
- Cap. I. Permitese á Motezuma que se dexe ver en público,
- saliendo á sus templos y recreaciones. Trata
- Cortés de algunas prevenciones que tuvo por necesarias;
- y se duda que intentasen los Españoles en esta
- sazon derribar los ídolos de México 185
-
- Cap. II. Descubrese una conjuracion que se iba disponiendo
- contra los Españoles, ordenada por el Rey
- de Tezcúco: y Motezuma, parte con su industria, y
- parte por las advertencias de Cortés, la sosiega castigando
- al que la fomentaba 196
-
- Cap. III. Resuelve Motezuma despachar á Cortés
- respondiendo á su embaxada: junta sus nobles, y
- dispone que sea reconocido el Rey de España por
- sucesor de aquel Imperio: determinando que se le dé
- la obediencia, y pague tributo como á descendiente
- de su Conquistador 207
-
- Cap. IV. Entra en poder de Hernan Cortés el oro y joyas
- que se juntaron de aquellos presentes. Dicele
- Motezuma con resolucion que trate de su jornada: y
- él procura dilatarla sin replicarle, al mismo tiempo
- que se tiene aviso de que han llegado navios Españoles
- á la costa 217
-
- Cap. V. Refierense las muchas prevenciones que hizo
- Diego Velazquez para destruir á Hernan Cortés: el
- exército y armada que envió contra él á cargo de
- Pámphilo de Narbáez: su arribo á las costas de Nueva
- España; y su primer intento de reducir á los Españoles
- de la Vera Cruz 226
-
- Cap. VI. Discursos y prevenciones de Hernan Cortés
- en órden á excusar el rompimiento: introduce tratados
- de paz; no los admite Narbáez; ántes publica la
- guerra, y prende al Licenciado Lucas Vasquez de Ayllon 236
-
- Cap. VII. Persevera Motezuma en su buen ánimo para
- con los Españoles de Cortés, y se tiene por improbable
- la mudanza que atribuyen algunos á diligencias
- de Narbáez. Resuelve Cortés su jornada, y la
- executa, dexando en México parte de su gente 248
-
- Cap. VIII. Marcha Hernan Cortés la vuelta de Zempoala,
- y sin conseguir la gente que tenia prevenida en
- Tlascála. Continúa su viage hasta Motalequita,
- donde vuelve á las pláticas de paz, y con nueva irritacion
- rompe la guerra 259
-
- Cap. IX. Prosigue su marcha Hernan Cortés hasta
- una legua de Zempoala: sale con su exército en campaña
- Pámphilo de Narbáez: sobreviene una tempestad,
- y se retira: con cuya noticia resuelve Cortés acometerle
- en su alojamiento 269
-
- Cap. X. Llega Hernan Cortés á Zempoala, donde halla
- resistencia: consigue con las armas la victoria:
- prende á Narbáez, cuyo exército se reduce á servir
- debaxo de su mano 279
-
- Cap. XI. Pone Cortés en obediencia la caballería de
- Narbáez, que andaba en la campaña: recibe noticia
- de que habian tomado las armas los Mexicanos contra
- los Españoles que dexó en aquella corte: marcha
- luego con su exército, y entra en ella sin oposicion 289
-
- Cap. XII. Dáse noticia de los motivos que tuvieron
- los Mexicanos para tomar las armas. Sale Diego de
- Ordaz con algunas compañías á reconocer la ciudad:
- da en una zelada que tenian prevenida; y Hernan
- Cortés resuelve la guerra 300
-
- Cap. XIII. Intentan los Mexicanos asaltar el quartel,
- y son rechazados: hace dos salidas contra ellos Hernan
- Cortés; y aunque ambas veces fueron vencidos
- y desbaratados, queda con alguna desconfianza de reducirlos 310
-
-
- R. Juigné, Impresor, 17, Margaret Street, Cavendish Square.
-
-
-
-
-Notas
-
-Se corrigieron errores obvios de puntuación e la ortografia.
-
-*** END OF THE PROJECT GUTENBERG EBOOK HISTORIA DE LA CONQUISTA DE
-MEXICO, VOLUME 2 (OF 3) ***
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- <title>The Project Gutenberg eBook of Historia De La Conquista De México, by Don Antonio De Solís</title>
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-<p style='text-align:center; font-size:1.2em; font-weight:bold'>The Project Gutenberg eBook of <span lang='es' xml:lang='es'>Historia de la Conquista de Mexico, Volume 2 (of 3)</span>, by Antonio de Solís</p>
-<div style='display:block; margin:1em 0'>
-This eBook is for the use of anyone anywhere in the United States and
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-</div>
-
-<p style='display:block; margin-top:1em; margin-bottom:0; margin-left:2em; text-indent:-2em'>Title: <span lang='es' xml:lang='es'>Historia de la Conquista de Mexico, Volume 2 (of 3)</span></p>
-<p style='display:block; margin-left:2em; text-indent:0; margin-top:0; margin-bottom:1em;'><span lang='es' xml:lang='es'>Poblacion y Progresos de la America Septentrional, Conocida por el Nombre de Nueva España</span></p>
-<p style='display:block; margin-top:1em; margin-bottom:0; margin-left:2em; text-indent:-2em'>Author: Antonio de Solís</p>
-<p style='display:block; margin-top:1em; margin-bottom:0; margin-left:2em; text-indent:-2em'>Contributor: Agustin Luis Josse</p>
-<p style='display:block; text-indent:0; margin:1em 0'>Release Date: February 28, 2022 [eBook #67524]</p>
-<p style='display:block; text-indent:0; margin:1em 0'>Language: Spanish</p>
- <p style='display:block; margin-top:1em; margin-bottom:0; margin-left:2em; text-indent:-2em; text-align:left'>Produced by: Adrian Mastronardi and the Online Distributed Proofreading Team at https://www.pgdp.net (This book was produced from scanned images of public domain material from the Google Books project.)</p>
-<div style='margin-top:2em; margin-bottom:4em'>*** START OF THE PROJECT GUTENBERG EBOOK <span lang='es' xml:lang='es'>HISTORIA DE LA CONQUISTA DE MEXICO, VOLUME 2 (OF 3)</span> ***</div>
-
-
-<h1>HISTORIA<br />
-<span class="ssf">DE LA</span><br />
-<span class="mmf">CONQUISTA DE MEXICO,</span><br />
-<span class="sf">POBLACION Y PROGRESOS</span><br />
-<span class="ssf">DE LA</span><br />
-<span class="sf">AMERICA SEPTENTRIONAL,</span><br />
-<span class="ssf">CONOCIDA POR EL NOMBRE DE</span><br />
-NUEVA ESPAÑA,<br /></h1>
-
-<p class="ph1"><span class="ssf">ESCRIBIALA</span><br />
-<span class="sf">DON ANTONIO DE SOLÍS</span><br />
-<span class="ssf">SECRETARIO DE SU MAGESTAD, Y SU CRONISTA MAYOR<br />
- DE INDIAS.</span></p>
-
-<p class="ph2">NUEVA EDICION</p>
-<p class="ph3">CORREGIDA POR<br />
-<i>DON AGUSTIN LUIS JOSSE.</i></p>
-
-<hr class="small" />
-<p class="ph3">TOMO SEGUNDO.</p>
-<hr class="small" />
-
-<p class="ph3">EN LONDRES:</p>
-<p class="tdc"><i>En la Imprenta de R. Juigné, 17, Margaret-street, Cavendish-square.</i></p>
-<p class="tdc">A EXPENSAS DEL DICHO EDITOR,</p>
-<p class="tdc">Se Hallará<br />
- En su casa, No. 18, Broad-street, Golden-square;</p>
-<p class="hang">Y en las de B. <span class="smcap">Dulau</span> y Co. Soho-square; T. <span class="smcap">Boosey</span>, Broad-street,
- Royal Exchange; <span class="smcap">White</span>, Fleet-street;
- <span class="smcap">De Conchy</span>, New Bond-street;
-<span class="smcap">Wingrave</span>, Strand;
-<span class="smcap">Longman</span> y <span class="smcap">Rees</span>, Paternoster-row; y
-<span class="smcap">Lackington</span> y <span class="smcap">Allen</span>, Finsbury-square.</p>
-<p class="ph3 tdc">1809. </p>
-
-<hr class="chap" />
-
-<p class="marg10"><span class="smcap">This Work</span>, as well as LAS FÁBULAS LITERARIAS,
- por <i>Don Tomas de Yriarte</i>, 1 volume, small 8vo. vellum
- paper, price 7s. may be had at</p>
-<p class="tdc marg10"> A. L. JOSSE'S,<br />
- </p>
-<p class="marg10">Professor of the French and Spanish Languages, author of
- a Spanish Grammar, a Course of Exercises, &amp;c. No. 18,
- Broad Street, Golden Square.</p>
-
-<hr class="chap" />
-
-<div class="chapter">
-
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_1">[Pg 1]</a></span></p>
-
-<p class="ph2">HISTORIA<br />
-<span class="sf"><i>De la Conquista, Poblacion y Progresos de
- Nueva España.</i></span></p>
-</div>
-<hr />
-
-
-<h2 class="nobreak"><i>LIBRO III.</i></h2>
-
-<hr class="chap" />
-<h3>CAPITULO PRIMERO.</h3>
-<blockquote>
- <p><i>Dáse noticia del viage que hicieron á España los
- Enviados de Cortés; y de las contradicciones y
- embarazos que retardaron su despacho.</i></p>
- </blockquote>
-<p>Razon es ya que volvamos á los Capitanes Alonso
- Hernandez Portocarrero y Francisco de Montejo,
- que partieron de la Vera Cruz con el presente y
- cartas para el Rey: primera noticia y primer tributo
- de la Nueva España. Hicieron su viage con
- felicidad, aunque pudieron aventurarla, por no
- guardar literalmente las órdenes que llevaban;
- cuyas interpretaciones suelen destruir los negocios,
- y aciertan pocas veces con el dictámen del superior.
- Tenia Francisco de Montejo en la Isla de<span class="pagenum"><a id="Page_2">[Pg 2]</a></span> Cuba cerca de la Habana una de las estancias de
- su repartimiento: y quando llegaron á vista del
- Cabo de San Anton, propuso á su compañero, y al
- piloto Juan de Alaminos, que sería bien acercarse
- á ella, y proveerse algunos bastimentos de regalo
- para el viage; pues estando aquella poblacion
- tan distante de la ciudad de Santiago, donde residia
- Diego Velazquez, se contravenia poco á la
- substancia del precepto que les puso Cortés para
- que se apartasen de su distrito. Consiguió su intento,
- logrando con este color el deseo que tenia de
- ver su hacienda; y arriesgó no solo el baxel, sino
- el presente y todo el negocio de su cargo: porque
- Diego Velazquez, á quien desvelaban continuamente
- los zelos de Cortés, tenia distribuidas por
- todas las poblaciones vecinas á la costa diferentes
- espías que le avisasen de qualquiera novedad, temiendo
- que enviáse alguno de sus navios á la Isla
- de Santo Domingo para dar cuenta de su descubrimiento,
- y pedir socorro á los Religiosos Gobernadores:
- cuya instancia deseaba prevenir y embarazar.
- Supo luego por este medio lo que pasaba
- en la estancia de Montejo, y despachó en
- breves horas dos baxeles muy veleros, bien artillados
- y guarnecidos, para que procurasen aprehender,
- á todo riesgo, el navio de Cortés, disponiendo
- la faccion con tanto celeridad, que fué necesaria
- toda la ciencia y toda la fortuna del piloto
- Alaminos para escapar de este peligro, que puso<span class="pagenum"><a id="Page_3">[Pg 3]</a></span> en contingencia todos los progresos de Nueva
- España.</p>
-<p>Bernal Diaz del Castillo mancha, con poca razon,
- la fama de Francisco de Montejo, digno por
- su calidad y valor de mejores ausencias. Culpale
- de que faltó á la obligacion en que le puso la confianza
- de Cortés: dice que salió á su estancia con
- ánimo de suspender la navegacion, para que tuviese
- tiempo Diego Velazquez de aprehender el
- navio: que le escribió una carta con el aviso: que
- la llevó un marinero arrojándose al agua; y otras
- circunstancias de poco fundamento, en que se contradice
- despues, haciendo particular memoria de
- la resolucion y actividad con que se opuso Francisco
- de Montejo en la Corte á los agentes y valedores
- de Diego Velazquez; pero tambien escribe
- que no hallaron estos Enviados de Cortés al Emperador
- en España, y afirma otras cosas, de que se
- conoce la facilidad con que daba los oídos, y que
- se deben leer con rezelo sus noticias en todo aquello
- que no le informaron sus ojos. Continuaron
- su viage por el canal de Bahama, siendo Anton
- de Alaminos el primer piloto que se arrojó al
- peligro de sus corrientes: y fué menester entónces
- toda la violencia con que se precipitan por aquella
- parte las aguas entre las Islas Lucáyas y la Florida
- para salir á lo ancho con brevedad, y dexar frustradas
- las asechanzas de Diego Velazquez.</p>
-<p>Favoreciólos el tiempo, y arribaron á Sevilla<span class="pagenum"><a id="Page_4">[Pg 4]</a></span> por Octubre de este año en ménos favorable ocasion,
- porque se hallaba en aquella Ciudad el Capellan
- Benito Martin, que vino á la Corte, como
- diximos, á solicitar las conveniencias de Diego Velazquez:
- y habiéndole remitido los títulos de su
- Adelantamiento, aguardaba embarcacion para volverse
- á la Isla de Cuba. Hizole gran novedad
- este accidente; y valiéndose de su introduccion y
- solicitud, se querelló de Hernan Cortés, y de los
- que venian en su nombre ante los Ministros de la
- Contratacion, que ya se llamaba de las Indias, refiriendo:</p>
-<blockquote>
- <p>&quot;Que aquel navio era de su amo Diego
- Velazquez, y todo lo que venía en él perteneciente
- á sus conquistas: que la entrada en las
- provincias de Tierra Firme se habia executado
- furtivamente, y sin autoridad, alzándose Cortés
- y los que le acompañaban con la armada que
- Diego Velazquez tenia prevenida para la misma
- empresa: que los Capitanes Portocarrero y
- Montejo eran dignos de grave castigo; y por lo
- ménos se debia embargar el baxel y su carga
- mientras no legitimasen los títulos, de cuya
- virtud emanaba su comision.&quot;</p>
- </blockquote>
-<p>Tenia Diego
- Velazquez muchos defensores en Sevilla, porque
- regalaba con liberalidad: y esto era lo mismo que
- tener razon, por lo ménos en los casos dudosos,
- que se interpretan las mas veces con la voluntad.
- Admitióse la instancia; y últimamente
- se hizo el embargo, permitiendo á los Enviados<span class="pagenum"><a id="Page_5">[Pg 5]</a></span> de Cortés por gran equivalencia que acudiesen al
- Rey.</p>
-<p>Partieron con esta permision á Barcelona dos
- Capitanes y el piloto Alaminos, creyendo hallar
- la Corte en aquella ciudad; pero llegaron á tiempo
- que acabada de partir el Rey á la Coruña, donde
- tenia convocadas las Cortes de Castilla, y prevenida
- su armada para pasar á Flandes, instado ya
- prolixamente de los clamores de Alemania, que le
- llamaban á la corona del Imperio. No se resolvieron
- á seguir la Corte, por no hablar de paso en
- negocio tan grave, que, mezclado entre las inquietudes
- del camino, perderia la novedad, sin hallar
- la consideracion: por cuyo reparo se encaminaron
- á Medellin con ánimo de visitar á Martin Cortés
- y ver si podian conseguir que viniese con ellos á la
- presencia del Rey, para que autorizáse con sus canas
- y con su representacion la instancia y la persona
- de su hijo. Recibiólos aquel venerable anciano
- con la ternura que se dexa considerar en un
- padre cuidadoso y desconsolado, que ya le lloraba
- muerto; y halló con las nuevas de su vida tanto
- que admirar en sus acciones, y tanto que celebrar
- en su fortuna.</p>
-<p>Determinóse luego á seguirlos, y tomando noticia
- del parage donde se hallaba el Emperador (asi
- le llamarémos ya) supieron que habia de hacer
- mansion en Tordesillas, para despedirse de la Reyna
- Doña Juana su madre, y despachar algunas<span class="pagenum"><a id="Page_6">[Pg 6]</a></span> dependencias de su jornada. Aquí le esperaron, y
- aquí tuvieron la primera audiencia, favorecidos de
- una casualidad oportuna: porque los Ministros de
- Sevilla no se atrevieron á detener en el embargo lo
- que venia para el Emperador; y llegaron á la misma
- sazon el presente de Cortés y los Indios de la
- nueva conquista: con cuyo accidente fueron mejor
- escuchadas las novedades que referian, facilitándose
- por los ojos la estrañeza de los oídos: porque
- aquellas alhajas de oro preciosas por la materia
- y por el arte, aquellas curiosidades y primores de
- pluma y algodon, y aquellos racionales de tan rara
- fisonomía que parecian hombres de segunda especie,
- fueron otros tantos testigos que hicieron
- creible, dexando admirable su narracion.</p>
-<p>Oyólos el Emperador con mucha gratitud: y el
- primer movimiento de aquel ánimo Real fué volverse
- á Dios, y darle rendidas gracias de que en
- su tiempo se hallasen nuevas regiones donde introducir
- su nombre, y dilatar su Evangelio. Tuvo
- con ellos diferentes conferencias: informóse cuidadosamente
- de las cosas de aquel nuevo Mundo,
- del dominio y fuerzas de Motezuma, de la calidad
- y talento de Cortés: hizo algunas preguntas al piloto
- Alaminos concernientes á la navegacion: mandó
- que los Indios se llevasen á Sevilla, para que se
- conservasen mejor en temple mas benigno: y segun
- lo que se pudo colegir entónces del afecto con
- que deseaba fomentar aquella empresa, fuera breve<span class="pagenum"><a id="Page_7">[Pg 7]</a></span> y favorable su resolucion, si no le embarazáran
- otras dependencias de gravísimo peso.</p>
-<p>Llegaban cada dia nuevas cartas de las ciudades
- con proposiciones poco reverentes: lamentabase
- Castilla de que se sacasen sus Cortes á Galicia:
- estaba zeloso el Reyno de que pesáse mas el Imperio:
- andaba mezclada con protestas la obediencia:
- y finalmente se iba derramando poco á poco
- en los ánimos la semilla de las comunidades. Todos
- amaban al Rey, y todos le perdian el respeto:
- sentian su ausencia, lloraban su falta; y este amor
- natural convertido en pasion, ó mal administrado,
- se hizo brevemente amenaza de su dominio. Resolvió
- apresurar su jornada, por apartarse de las
- quejas; y la executó, creyendo volver con brevedad,
- y que no le sería dificultoso corregir despues
- aquellos malos humores que dexaba movidos. Así
- lo consiguió; pero respetando los altos motivos
- que le obligaron á este viage, no podemos dexar
- de conocer que se aventuró á gran pérdida: y que,
- á la verdad, hace poco por la salud quien se fia del
- exceso, en suposicion de que habrá remedios
- quando llegue la necesidad.</p>
-<p>Quedó remitida, por estos embarazos, la instancia
- de Cortés al Cardenal Adriano, y á la junta de
- Prelados y Ministros que le habian de aconsejar en
- el gobierno durante la ausencia del Emperador,
- con órden para que, oyendo al Consejo de Indias,
- se tomáse medio en las pretensiones de Diego<span class="pagenum"><a id="Page_8">[Pg 8]</a></span> Velazquez, y se diese calor al descubrimiento y conquista
- espiritual de aquella tierra, que ya se iba
- dexando conocer por el nombre de Nuera España.</p>
-<p>Presidia en este Consejo, formado pocos dias ántes,
- Juan Rodriguez de Fonseca, Obispo de Burgos,
- y concurrian en él Hernando de Vega Señor de
- Grajal, Don Francisco Zapata y Don Antonio de
- Padilla, del Consejo Real, y Pedro Martir de Angleria,
- Protonotario de Aragon. Tenia el Presidente
- gran suposicion en las materias de las Indias,
- porque las habia manejado muchos dias, y todos
- cedian á su autoridad y á su experiencia. Favorecia
- con descubierta voluntad á Diego Velazquez,
- y pudo ser que le hiciese fuerza su razon, ó el concepto
- en que le tenia: que Bernal Diaz del Castillo
- refiere las causas de su pasion con indecencia
- y prolixidad: pero tambien dice lo que oyó, y sería
- mucho ménos, ó no sería. Lo que no se puede
- negar es, que perdió mucho en sus informes la
- causa de Cortés, y que dió mal nombre á su conquista
- tratándola como delito de mala conseqüencia.
- Representaba que Diego Velazquez, segun
- el título que tenia del Emperador, era dueño de la
- empresa, y segun justicia, de los mismos medios
- con que se habia conseguido. Ponderaba lo poco
- que se podia fiar de un hombre rebelde á su mismo
- superior, y lo que se debian temer en provincias
- tan remotas estos principios de sedicion: protestaba
- los daños; y últimamente cargó tanto la<span class="pagenum"><a id="Page_9">[Pg 9]</a></span> mano en sus representaciones, que puso en cuidado
- al Cardenal y á los de la junta. No dexaban
- de conocer que se afectaba con sobrado fervor la
- razon de Diego Velazquez; pero no se atrevian á
- resolver negocio tan grave contra el parecer de un
- Ministro tan graduado; ni tenian por conveniente
- desconfiar á Cortés, quando estaba tan arrestado,
- y en la verdad se le debia un descubrimiento tanto
- mayor que los pasados. Cuyas dudas y contradicciones
- fueron retardando la resolucion de modo
- que volvió el Emperador de su jornada, y llegaron
- segundos Comisarios de Cortés, primero que se tomáse
- acuerdo en sus pretensiones. Lo mas que
- pudieron conseguir Martin Cortés y sus compañeros
- fué, que se les mandasen librar algunas cantidades
- para su gasto sobre los mismos efectos que
- tenian embargados en Sevilla; con cuya moderada
- subvencion estuvieron dos años en la Corte, siguiendo
- los Tribunales como pretendientes desvalidos:
- hecho esta vez negocio particular el interés de la
- Monarquía, de quantas suelen hacerse causa pública
- los intereses particulares.</p>
-<hr class="chap" />
-<div class="chapter">
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_10">[Pg 10]</a></span></p>
-<h3>CAPITULO II.</h3>
-</div>
-<blockquote>
- <p><i>Procura Motezuma Desviar la paz de Tlascála:
- vienen los de aquella república á continuar su
- instancia; y Hernan Cortés executa su marcha,
- y hace su entrada en la ciudad.</i></p>
- </blockquote>
-<p>En el discurso de los seis dias que se detuvo Hernan
- Cortés en su alojamiento para cumplir con los
- Mexicanos, se conoció con nuevas experiencias el
- afecto con que deseaban la paz los de Tlascála, y
- quanto se rezelaban de los oficios y diligencias de
- Motezuma. Llegaron dentro del plazo señalado
- los Embaxadores que se esperaban, y fueron recibidos
- con la urbanidad acostumbrada. Venian seis
- caballeros de la familia Real con lucido acompañamiento,
- y otro presente de la misma calidad, y poco
- mas valor que el pasado. Habló el uno de
- ellos, y, no sin aparato de palabras y exâgeraciones,
- ponderó:</p>
-<blockquote>
- <p>&quot;Quánto deseaba el supremo Emperador
- (y al decir su nombre hicieron todos una
- profunda humiliacion) ser amigo y confederado
- del Príncipe grande, á quien obedecian los Españoles,
- cuya magestad resplandecia tanto en el
- valor de sus vasallos, que se hallaba inclinado á
- pagarle todos los años algun tributo, partiendo<span class="pagenum"><a id="Page_11">[Pg 11]</a></span> con él las riquezas de que abundaba, porque le
- tenia en gran veneracion, considerándole hijo
- del sol, ó por lo ménos señor de las regiones felicísimas
- donde nace la luz; pero que habian de
- preceder á este ajustamiento dos condiciones.
- La primera, que se abstuviesen Hernan Cortés
- y los suyos de confederarse con los de Tlascála;
- pues no era bien que, hallándose tan obligados
- de sus dádivas, se hiciesen parciales de sus enemigos.
- Y la segunda, que acabasen de persuadirse
- á que no era posible, ni puesto en razon el
- intento de pasar á México: porque, segun las
- leyes de su imperio, ni él podia dexarse ver de
- gentes extrangera<i>s</i>, ni sus vasallos lo permitirian.
- Que considerasen bien los peligros de
- ambas temeridades; porque los Tlascaltécas
- eran tan inclinados á la traicion y al latrocinio,
- que solo tratarian de asegurarlos para vengarse
- de ellos, y aprovecharse del oro con que los habia
- enriquecido; y los Mexicanos tan zelosos de
- sus leyes, y tan mal acondicionados, que no podria
- reprimirlos su autoridad, ni los Españoles
- quejarse de lo que padeciesen, tantas veces
- amonestados de lo que aventuraban.&quot;</p>
- </blockquote>
-<p>De este género fué la oracion del Mexicano, y
- todas las embaxadas y diligencias de Motezuma
- paraban en procurar que no se le acercasen los
- Españoles. Mirabalos con el horror de sus presagios;
- y fingiéndose la obediencia de sus dioses,<span class="pagenum"><a id="Page_12">[Pg 12]</a></span> hacia religion de su mismo desaliento. Suspendió
- Cortés por entónces su respuesta, y solo dixo:</p>
-<blockquote>
- <p>&quot;Que sería razon que descansasen de su jornada,
- y que los despacharia brevemente.&quot;</p>
- </blockquote>
-<p>Deseaba
- que fuesen testigos de la paz de Tlascála; y miró
- tambien á lo que importaba detenerlos, porque no
- se despecháse Motezuma con la noticia de su resolucion,
- y tratáse de ponerse en defensa: que ya se
- sabía su desprevencion, y no se ignoraba la facilidad
- con que podia convocar sus exércitos.</p>
-<p>Dieron tanto cuidado en Tlascála estas embaxadas,
- á que atribuían la detencion de Cortés, que
- resolvieron los del gobierno, por última demostracion
- de su afecto, venir al quartel en forma de Senado
- para conducirle á su ciudad; ó no volver á
- ella sin dexar enteramente acreditada la sinceridad
- de su trato, y desvanecidas las negociaciones de
- Motezuma.</p>
-<p>Era solemne y numeroso el acompañamiento, y
- pacífico el color de los adornos y las plumas. Venian
- los Senadores en andas ó sillas portátiles sobre
- los hombros de ministros inferiores; y en el
- mejor lugar Magiscatzín, que favoreció siempre la
- causa de los Españoles, y el padre de Xicotencál,
- anciano venerable, á quien habia quitado los ojos
- la vejez, pero sin ofender la cabeza; pues se conservaba
- todavia con opinion de sabio entre los
- Consejeros. Apearonse poco ántes de llegar á la
- casa donde los esperaba Cortés: y el ciego se<span class="pagenum"><a id="Page_13">[Pg 13]</a></span> adelantó á los demas, pidiendo á los que le conducian
- que le acercasen al Capitan de los Orientales. Abrazóle
- con extraordinario contento, y despues le
- aplicaba por diferentes partes el tacto, como quien
- deseaba conocerle, supliendo con las manos el defecto
- de los ojos. Sentáronse todos, y á ruego de
- Magiscatzín habló el ciego en esta substancia:</p>
-<blockquote>
- <p>&quot;Ya, valeroso Capitan, seas, ó no, del género
- mortal, tienes en tu poder al Senado de Tlascála,
- última señal de nuestro rendimiento. No venimos
- á disculpar el yerro de nuestra nacion;
- sino á tomarle sobre nosotros, fiando á nuestra
- verdad tu desenojo. Nuestra fué la resolucion
- de la guerra: pero tambien ha sido nuestra la
- determinacion de la paz. Apresurada fué la
- primera, y tarda es la segunda; pero no suelen
- ser de peor calidad las resoluciones mas consideradas;
- ántes se borra con trabajo lo que se
- imprime con dificultad: y puedo asegurar que
- la misma detencion nos dió mayor conocimiento
- de tu valor, y profundó los cimientos de nuestra
- constancia. No ignoramos que Motezuma intenta
- disuadirte de nuestra confederacion: escuchale
- como á nuestro enemigo, si no le considerares
- como tirano, que ya lo parece quien te
- busca para la sinrazon. Nosotros no queremos
- que nos ayudes contra él, que, para todo lo que
- no eres tú, nos bastan nuestras fuerzas: solo
- sentirémos que fies tu seguridad de sus ofertas;<span class="pagenum"><a id="Page_14">[Pg 14]</a></span> porque conocemos sus artificios y maquinaciones,
- y acá en mi ceguedad se me ofrecen algunas luces
- que me descubren desde lejos tu peligro.
- Puede ser que Tlascála se haga famosa en el
- mundo por la defensa de tu razon; pero dexemos
- al tiempo tu desengaño: que no es vaticinio
- lo que se colige fácilmente de su tiranía y
- de nuestra fidelidad. Ya nos ofreciste la paz:
- ¿si no te detiene Motezuma, qué te detiene?
- ¿Por qué te niegas á nuestras instancias? ¿Por
- qué dexas de honrar nuestra ciudad con tu presencia?
- Resueltos venimos á conquistar de una
- vez tu voluntad y tu confianza, ó poner en tus
- manos nuestra libertad: elige, pues, de estos
- dos partidos el que mas te agradáre: que para
- nosotros nada es tercero entre las dos fortunas,
- de tus amigos ó tus prisioneros.&quot;</p>
- </blockquote>
-<p>Así concluyó su oracion el ciego venerable, porque
- no faltáse algun Apio Claudio en este consistorio,
- como el otro que oró en el Senado contra los
- Epirótas: y no se puede negar que los Tlascaltécas
- eran hombres de mas que ordinario discurso, como
- se ha visto en su gobierno, acciones y razonamientos.
- Algunos escritores poco afectos á la nacion
- Española tratan á los Indios como brutos incapaces
- de razon, para dar ménos estimacion á su
- conquista. Es verdad que se admiraban con simplicidad
- de ver hombres de otro género, color y
- trage: que tenian por monstruosidad las barbas,<span class="pagenum"><a id="Page_15">[Pg 15]</a></span> accidente que negó á sus rostros la naturaleza: que
- daban el oro por el vidrio: que tenian por rayos
- las armas de fuego, y por fieras los caballos; pero
- todos eran efectos de la novedad, que ofenden poco
- al entendimiento: porque la admiracion, aunque
- suponga ignorancia, no supone incapacidad; ni
- propiamente se puede llamar ignorancia la falta de
- noticia. Dios los hizo racionales; y no, porque
- permitió su ceguedad, dexó de poner en ellos toda
- la capacidad y dotes naturales que fueron necesarios
- á la conservacion de la especie, y debidos á la
- perfeccion de sus obras. Volvamos, empero, á
- nuestra narracion, y no autorizemos la calumnia
- sobrando en la defensa.</p>
-<p>No pudo resistir Hernan Cortés á esta demostracion
- del Senado, ni tenia ya que esperar, habiéndose
- cumplido el término que ofreció á los Mexicanos;
- y así respondió con toda estimacion á los
- Senadores, y los hizo regalar con algunos presentes,
- deseando acreditar con ellos su agrado y su confianza.
- Fué necesario persuadirlos con resolucion
- para que se volviesen: y lo consiguió, dándoles
- palabra de mudar luego su alojamiento á la ciudad,
- sin mas detencion que la necesaria para juntar
- alguna gente de los lugares vecinos que conduxesen
- la artillería y el bagage. Aceptaron ellos
- la palabra, haciéndosela repetir con mas afecto que
- desconfianza; y partieron contentos y asegurados,
- tomando á su cuenta la diligencia de juntar y<span class="pagenum"><a id="Page_16">[Pg 16]</a></span> remitir los Indios de carga que fuesen menester: y
- apénas rayó la primera luz del dia siguiente,
- quando se hallaron á la puerta del quartel quinientos
- Tamenes tan bien industriados, que competian
- sobre la carga, haciendo pretension de su mismo
- trabajo.</p>
-<p>Tratóse luego de la marcha: pusose la gente en
- esquadron, y dando su lugar á la artillería y al bagage,
- se fué siguiendo el camino de Tlascála con
- toda la buena ordenanza, prevencion y cuidado
- que observaba siempre aquel pequeño exército: á
- cuya rigurosa disciplina se debió mucha parte de
- sus operaciones. Estaba la campaña por ambos
- lados poblada de innumerables Indios, que salian
- de sus pueblos á la novedad: y eran tantos sus
- gritos y ademanes, que pudieran pasar por clamores
- ó amenazas de las que usaban en la guerra,
- si no dixera Doña Marina que usaban tambien de
- aquellos alaridos en sus mayores fiestas, y que, celebrando
- á su modo la dicha que habian conseguido,
- victoreaban y bendecian á los nuevos amigos:
- con cuya noticia se llevó mejor la molestia de las
- voces, siendo necesaria entónces la paciencia para
- el aplauso.</p>
-<p>Salieron los Senadores largo trecho de la ciudad
- á recibir el exército con toda la ostentacion y pompa
- de sus funciones públicas, asistidos de los nobles,
- que hacian vanidad en semejantes casos de
- autorizar á los ministros de su república.<span class="pagenum"><a id="Page_17">[Pg 17]</a></span> Hicieron al llegar sus reverencias; y sin detenerse
- caminaron delante, dando á entender con este apresurado
- rendimiento lo que deseaban adelantar
- la marcha, ó no detener á los que acompañaban.</p>
-<p>Al entrar en la ciudad resonaron los víctores y
- aclamaciones con mayor estruendo; porque se
- mezclaba con el grito popular la música disonante
- de sus flautas, atabalillos y bocinas. Era tanto el
- concurso de la gente, que trabajaron mucho los
- ministros del Senado en concertar la muchedumbre,
- para desembarazar las calles. Arrojaban las
- mugeres diferentes flores sobre los Españoles, y las
- mas atrevidas ó ménos recatadas se acercaban
- hasta ponerlas en sus manos. Los sacerdotes arrastrando
- las ropas talares de sus sacrificios, salieron
- al paso con sus braserillos de copal; y sin
- saber que acertaban, significaron el aplauso con el
- humo. Dexábase conocer en los semblantes de
- todos la sinceridad del ánimo; pero con varios
- afectos: porque andaba la admiracion mezclada
- con el contento, y el alborozo templado con la veneracion.
- El alojamiento que tenian prevenido
- con todo lo necesario para la comodidad y el regalo,
- era la mejor casa de la ciudad, donde habia
- tres ó quatro patios muy espaciosos, con tantos y
- tan capaces aposentos, que consiguió Cortés sin
- dificultad la conveniencia de tener unida su gente.
- Llevó consigo á los Embaxadores de Motezuma,
- por mas que lo resistieron, y los alojó cerca de sí:<span class="pagenum"><a id="Page_18">[Pg 18]</a></span> porque iban asegurados en su respeto, y estaban
- temerosos de que se les hiciese alguna violencia.
- Fué la entrada, y última reduccion de Tlascála en
- veinte y tres de Septiembre del mismo año de mil
- y quinientos y diez y nueve: dia en que los Españoles
- consiguieron una paz con circunstancias de
- triunfo, tan durable y de tanta conseqüencia para
- la conquista de Nueva España, que se conservan
- hoy en aquella provincia diferentes prerogativas y
- exênciones obtenidas en remuneracion de aquella
- primera constancia. Honrado monumento de su
- antigua fidelidad.</p>
-<hr class="chap" />
-<div class="chapter">
-<h3>CAPITULO III.</h3>
-</div>
-<blockquote>
- <p><i>Describese La Ciudad de Tlascála: quejanse los
- Senadores de que anduviesen armados los Españoles,
- sintiendo su desconfianza; y Cortés
- los satisface, y procura reducir á que dexen la
- idolatría:</i></p>
- </blockquote>
-<p>Era entónces Tlascála una ciudad muy populosa,
- fundada sobre quatro eminencias poco distantes,
- que se prolongaban de oriente á poniente con desigual
- magnitud: y fiadas en la natural fortaleza
- de sus peñascos contenian en sí los edificios, formando
- quatro cabeceras ó barrios distintos, cuya<span class="pagenum"><a id="Page_19">[Pg 19]</a></span> division se unia y comunicaba por diferentes calles
- de paredes gruesas que servian de muralla. Gobernaban
- estas poblaciones con señorio de vasallage
- quatro Caciques descendientes de sus primeros
- fundadores, que pendian del Senado, y ordinariamente
- concurrian en él; pero con sujecion á
- sus órdenes en todo lo político, y segundas instancias
- de sus vasallos. Las casas se levantaban moderadamente
- de la tierra, porque no usaban segundo
- techo: su fábrica de piedra y ladrillo; y en
- vez de tejados, azoteas y corredores. Las calles
- angostas y torcidas, segun conservaba su dificultad
- la aspereza de la montaña. ¡Extraordinaria situacion
- y arquitectura! ménos á la comodidad, que
- á la defensa.</p>
-<p>Tenia toda la provincia cincuenta leguas de circunferencia:
- diez su longitud de oriente á poniente;
- y quatro su latitud de norte á sur. Pais
- montuoso y quebrado, pero muy fertil, y bien cultivado
- en todos los parages donde la freqüencia de
- los riscos daba lugar al beneficio de la tierra.
- Confinaba por todas partes con provincias de la
- faccion de Motezuma: solo por la del norte cerraba,
- mas que dividia, sus límites la gran cordillera,
- por cuyas montañas inaccesibles se comunicaban
- con los Otomíes, Totonaques y otras naciones bárbaras
- de su confederacion. Las poblaciones eran
- muchas y de numerosa vecindad. La gente, inclinada
- desde la niñez á la supersticion, y al exercicio<span class="pagenum"><a id="Page_20">[Pg 20]</a></span> de las armas, en cuyo manejo se imponian y
- habilitaban con emulacion; hicieselos montaraces
- el clima, ó valientes la necesidad. Abundaban de
- maiz, y esta semilla respondia tan bien al sudor de
- los villanos, que dió á la provincia el nombre de
- Tlascála: voz que en su lengua es lo mismo que
- tierra de pan. Habia frutas de gran variedad y
- regalo: cazas de todo género; y era una de sus
- fertilidades la Cochinilla, cuyo uso no conocian,
- hasta que le aprendieron de los Españoles. Debióse
- de llamar así del grano coccineo, que dió entre
- nosotros nombre á la grana; pero en aquellas
- partes es un género de insecto como gusanillo pequeño,
- que nace, y adquiere la última sazon sobre
- las hojas de un arbol rústico y espinoso, que llamaban
- entónces tuna silvestre, y ya le benefician
- como fructífero; debiendo su mayor comercio y
- utilidad al precioso tinte de sus gusanos, nada inferior
- al que hallaron los antiguos en la sangre del
- múrice y la púrpura, tan celebrado en los mantos
- de sus Reyes.</p>
-<p>Tenia tambien sus pensiones la felicidad natural
- de aquella provincia sujeta, por la vecindad de
- las montañas, á grandes tempestades, horribles
- huracanes, y freqüentes inundaciones del rio Zahual,
- que no contento algunos años con destruir
- las mieses, y arrancar los árboles, solia buscar los
- edificios en lo mas alto de las eminencias. Dicen
- que Zahual en su idioma significa rio de sarna,<span class="pagenum"><a id="Page_21">[Pg 21]</a></span> porque se cubrian de ella los que usaban de sus
- aguas en la bebida ó en el baño: segunda malignidad
- de su corriente. Y no era la menor entre las
- calamidades que padecia Tlascála el carecer de sal,
- cuya falta desazonaba todas sus abundancias: y
- aunque pudieran traerla fácilmente de las tierras
- de Motezuma con el precio de sus granos, tenian á
- menor inconveniente sufrir el sinsabor de sus manjares,
- que abrir el comercio á sus enemigos.</p>
-<p>Estas y otras observaciones de su gobierno reparables
- á la verdad en la rudeza de aquella gente,
- hacian admiracion, y ponian en cuidado á los Españoles.
- Cortés escondia su rezelo; pero continuaba
- las guardias en su alojamiento: y quando
- salia con los Indios á la ciudad, llevaba consigo
- parte de su gente, sin olvidar las armas de fuego.
- Andaban tambien en tropas los soldados, y con la
- misma prevencion, procurando todas acreditar la
- confianza, de manera que no pareciese descuido.
- Pero los Indios, que deseaban sin artificio ni afectacion
- la amistad de los Españoles, se desconsolaban
- pundonorosamente de que no se arrimasen las
- armas, y se acabáse de creer su fidelidad: punto
- que se discurrió en el Senado; por cuyo decreto
- vino Magiscatzín á significar este sentimiento á
- Cortés, y ponderó mucho:</p>
-<blockquote>
- <p>&quot;Quanto disonaban
- aquellas prevenciones de guerra donde todos
- estaban sujetos, obedientes y deseosos de agradar:
- que la vigilancia con que se vivia en el<span class="pagenum"><a id="Page_22">[Pg 22]</a></span> quartel denotaba poca seguridad; y los soldados
- que salian á la ciudad con sus rayos al hombro;
- puesto que no hiciesen mal, ofendian mas
- con la desconfianza, que ofendieran con el agravio.
- Dixo que las armas se debian tratar como
- peso inútil donde no eran necesarias, y parecian
- mal entre amigos de buena ley, y desarmados:&quot;</p>
- </blockquote>
-<p>y concluyó, suplicando encarecidamente á Cortés
- de parte del Senado, y toda la ciudad:</p>
-<blockquote>
- <p>&quot;Que
- mandáse cesar en aquellas demostraciones y aparatos,
- que, al parecer, conservaban señales de
- guerra mal fenecida, ó por lo ménos eran indicios
- de amistad escrupulosa.&quot;</p>
- </blockquote>
-<p>Cortés le respondió:</p>
-<blockquote>
- <p>&quot;Que tenia conocida la
- buena correspondencia de sus ciudadanos, y
- estaba sin rezelo de que pudiesen contravenir á
- la paz que tanto habian deseado: que las guardias
- que se hacian, y el cuidado que reparaban
- en su alojamiento, era conforme á la usanza de
- su tierra, donde vivian siempre militarmente
- los soldados, y se habilitaban en el tiempo de
- la paz á los trabajos de la guerra, por cuyo medio
- se aprendia la obediencia, y se hacia costumbre
- la vigilancia: que las armas tambien
- eran adorno y circunstancia de su trage, y las
- traían como gala de su profesion; por cuya causa
- les pedia que se asegurasen de su amistad, y
- no estrañasen aquellas demostraciones propias de
- su milicia, y compatibles con la paz entre los de<span class="pagenum"><a id="Page_23">[Pg 23]</a></span> su nacion.&quot;</p>
- </blockquote>
-<p>Halló camino de satisfacer á sus
- amigos, sin faltar á la razon de su cautela: y Magiscatzín,
- hombre de espíritu guerrero, que habia
- gobernado en su mocedad las armas de su república,
- se agradó tanto de aquel estilo militar y loable
- costumbre, que no solo volvió sin queja, pero fué
- deseoso de introducir en sus exércitos este género
- de vigilancia y exercicios, que distinguian y habilitaban
- los soldados.</p>
-<p>Quietaronse con esta noticia los paisanos, y asistian
- todos con diligente servidumbre al obsequio
- de los Españoles. Conociase mas cada dia su voluntad:
- los regalos fueron muchos, cazas de todos
- géneros, y frutas extraordinarias, con algunas ropas
- y curiosidades de poco precio, pero lo mejor
- que daba de sí la penuría de aquellos montes, cerrados
- al comercio de las regiones que producian el
- oro y la plata. La mejor sala del alojamiento se
- reservó para capilla, donde se levantó sobre gradas
- el altar, y se colocaron algunas imágenes con la
- mayor decencia que fué posible. Celebrabase todos
- los dias el santo sacrificio de la Misa con asistencia
- de los Indios principales, que callaban admirados
- ó respectivos; y aunque no estuviesen devotos,
- cuidaban de no estorvar la devocion. Todo
- lo reparaban, y tódo les hacia novedad, y mayor
- estimacion de los Españoles: cuyas virtudes conocian
- y veneraban, mas por lo que se hacen ellas<span class="pagenum"><a id="Page_24">[Pg 24]</a></span> amar, que porque las supiesen el nombre, ni las
- exercitasen.</p>
-<p>Un dia preguntó Magiscatzín á Cortés:</p>
-<blockquote>
- <p>&quot;Si
- era mortal: porque sus obras y las de su gente
- parecian mas que naturales, y contenian en sí
- aquel género de bondad y grandeza que consideraban
- ellos en sus Dioses; pero que no entendian
- aquellas ceremonias con que, al parecer,
- reconocian otra Deidad superior: porque los
- aparatos eran de sacrificio, y no hallaban en él
- la víctima, ó la ofrenda con que se aplacaban
- los Dioses; ni sabian que pudiese haber sacrificio,
- sin que muriese alguno por la salud de los
- demas.&quot;</p>
- </blockquote>
-<p>Con esta ocasion tomó la mano Cortés, y satisfaciendo
- á sus preguntas, confesó con ingenuidad:</p>
-<blockquote>
- <p>&quot;Que su naturaleza, y la de todos sus soldados
- era mortal;&quot;</p>
- </blockquote>
-<p>porque no se atrevió á contemporizar
- con el engaño de aquella gente, quando trataba
- de volver por la verdad infalible de su Religion;
- pero añadió:</p>
-<blockquote>
- <p>&quot;Que como hijos de mejor
- clima tenian mas espíritu y mayores fuerzas que
- los otros hombres:&quot;</p>
- </blockquote>
-<p>y sin admitir el atributo de
- inmortal, se quedó con la reputacion de invencible.
- Dixoles tambien:</p>
-<blockquote>
- <p>&quot;Que no solo reconocian superior
- en el Cielo, donde adoraban al único Señor
- de todo el universo; pero tambien eran súbditos
- y vasallos del mayor Príncipe de la tierra,<span class="pagenum"><a id="Page_25">[Pg 25]</a></span> en cuyo dominio estaban ya los de Tlascála:
- pues siendo hermanos de los Españoles, no podian
- dexar de obedecer á quien ellos obedecian.&quot;</p>
- </blockquote>
-<p>Pasó luego á discurrir en lo mas esencial; y aunque
- oró fervorosamente contra la idolatría, hallando
- con su buena razon bastantes fundamentos para
- impugnar y destruir la multiplicidad de los
- Dioses, y el error abominable de sus sacrificios,
- quando llegó á tocar en los misterios de la Fé, le
- parecieron dignos de mejor explicacion, y dió lugar,
- discreto hasta en callar á tiempo, para que
- habláse el Padre Fray Bartolomé de Olmedo.
- Procuró este Religioso introducirlos poco á poco
- en el conocimiento de la verdad, explicando como
- docto y como prudente los puntos principales de
- la Religion Christiana, de modo que pudiese abrazarlos
- la voluntad sin fatiga del entendimiento:
- porque nunca es bien dar con toda la luz en los
- ojos á los que habitan en la obscuridad. Pero
- Magiscatzín, y los demas que le asistian, dieron
- por entónces poca esperanza de reducirse. Decian:</p>
-<blockquote>
- <p>&quot;Que aquel Dios, á quien adoraban los
- Españoles, era muy grande, y sería mayor que
- los suyos; pero que cada uno tenia poder en su
- tierra, y allí necesitaban de un Dios contra los
- rayos y tempestades: de otro para la guerra: y
- así de las demas necesidades; porque no era posible
- que uno solo cuidáse de todo.&quot;</p>
- </blockquote>
-<p>Mejor<span class="pagenum"><a id="Page_26">[Pg 26]</a></span> admitieron la proposicion del Señor temporal: porque
- se allanaron desde luego á ser sus vasallos, y
- preguntaban si los defenderia de Motezuma, poniendo
- en esto la razon de su obediencia; pero al
- mismo tiempo pedian con humildad y encogimiento:</p>
-<blockquote>
- <p>&quot;Que no saliese de allí la plática de
- mudar religion, porque si lo llegaban á entender
- sus Dioses, llamarian á sus tempestades, y
- echarian mano de sus avenidas para que los aniquilasen.&quot;</p>
- </blockquote>
-<p>Así los tenia poseídos el error, y
- atemorizados el demonio. Lo mas que se pudo
- conseguir entónces fué, que dexasen los sacrificios
- de sangre humana, porque les hizo fuerza lo que
- se oponian á la ley natural: y con efecto fueron
- puestos en libertad los miserables cautivos que habian
- de morir en sus festividades, y se rompieron
- diferentes cárceles y jaulas, donde los tenian y
- preparaban con el buen tratamiento, no tanto porque
- llegasen decentes al sacrificio, como porque
- no viniesen deslucidos al plato.</p>
-<p>No quedó satisfecho Hernan Cortés con esta
- demostracion; ántes proponia entre los suyos que
- se derribasen los ídolos, trayendo en conseqüencia
- la faccion y el suceso de Zempoala; como si fuera
- lo mismo intentar semejante novedad en lugar de
- tanto mayor poblacion: engañabale su zelo, y no
- le desengañaba su ánimo. Pero el Padre Fray
- Bartolomé de Olmedo le puso en razon, diciéndole<span class="pagenum"><a id="Page_27">[Pg 27]</a></span> con entereza religiosa:</p>
-<blockquote>
- <p>&quot;Que no estaba sin
- escrúpulo de la fuerza que se hizo á los de Zempoala:
- porque se compadecian mal la violencia
- y el Evangelio; y aquello en la substancia era
- derribar los altares, y dexar los ídolos en el corazon.
- A que añadió: que la empresa de reducir
- aquellos Gentiles pedia mas tiempo y mas
- suavidad: porque no era buen camino para
- darles á conocer su engaño, malquistar con torcedores
- la verdad; y ántes de introducir á Dios,
- se debia desterrar al demonio: guerra de otra
- milicia y de otras armas.&quot;</p>
- </blockquote>
-<p>A cuya persuasion
- y autoridad rindió Hernan Cortés su dictámen,
- reprimiendo los ímpetus de su piedad; y de allí
- adelante se trató solamente de ganar y disponer
- las voluntades de aquellos Indios, haciendo amable
- con las obras la Religion, para que, á vista de ellas,
- conociesen la disonancia y abominacion de sus
- costumbres, y por estas la deformidad y torpeza
- de sus Dioses.</p>
-<hr class="chap" />
-<div class="chapter">
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_28">[Pg 28]</a></span></p>
-<h3>CAPITULO IV.</h3>
-</div>
-<blockquote>
- <p><i>Despacha Hernan Cortés los Embaxadores de
- Motezuma. Reconoce Diego de Ordaz el volcan
- de Popocatepec, y se resuelve la jornada
- por Cholúla.</i></p>
- </blockquote>
-<p>Pasados tres ó quatro dias, que se gastaron en estas
- primeras funciones de Tlascála, volvió el ánimo
- Cortés al despacho de los Embaxadores Mexicanos.
- Detuvolos para que viesen totalmente
- rendidos á los que tenian por indómitos: y la respuesta
- que les dió fué breve y artificiosa: </p>
-<p class="blockquot">&quot;Que
- dixesen á Motezuma lo que llevaban entendido,
- y habia pasado en su presencia: las instancias
- y demostraciones con que solicitaron y merecieron
- la paz los de Tlascála: el afecto y buena
- correspondencia con que la mantenian: que ya
- estaban á su disposicion, y era tan dueño de sus
- voluntades, que esperaba reducirlos á la obediencia
- de su Príncipe, siendo esta una de las conveniencias
- que resultarian de su embaxada, entre
- otras de mayor importancia, que le obligaban
- á continuar el viage, y á solicitar entónces
- su benignidad, para merecer despues su agradecimiento.&quot;</p>
-<p>Con cuyo despacho, y la escolta<span class="pagenum"><a id="Page_29">[Pg 29]</a></span> que pareció necesaria, partieron luego los Embaxadores
- mas enterados de la verdad, que satisfechos
- de la respuesta. Y Hernan Cortés se halló empeñado
- en detenerse algunos dias en Tlascála,
- porque iban llegando á dar la obediencia los pueblos
- principales de la república, y las naciones de
- su confederacion, cuyo acto se revalidaba con instrumento
- público, y se autorizaba con el nombre
- del Rey Don Carlos, conocido ya y venerado entre
- aquellos Indios con un género de verdad en la sujecion,
- que se dexaba colegir del respeto que tenian
- á sus vasallos.</p>
-<p>Sucedió por este tiempo un accidente que hizo
- novedad á los Españoles, y puso en confusion á
- los Indios. Descubrese desde lo alto del sitio,
- donde estaba entónces la ciudad de Tlascála, el
- volcan de Popocatepec en la cumbre de una sierra,
- que á distancia de ocho leguas se descuella considerablemente
- sobre los otros montes. Empezó
- en aquella sazon á turbar el dia con grandes y espantosas
- avenidas de humo tan rápido y violento,
- que subia derecho largo espacio del ayre, sin ceder
- á los ímpetus del viento, hasta que, perdiendo la
- fuerza en lo alto, se dexaba esparcir y dilatar á todas
- partes, y formaba una nube mas ó ménos obscura,
- segun la porcion de ceniza que llevaba consigo.
- Salian de quando en quando mezcladas con
- el humo algunas llamaradas ó globos de fuego, que,
- al parecer, se dividian en centellas; y serian las<span class="pagenum"><a id="Page_30">[Pg 30]</a></span> piedras encendidas que arrojaba el volcan, ó algunos
- pedazos de materia combustible, que duraban
- segun su alimento.</p>
-<p>No se espantaban los Indios de ver el humo,
- por ser freqüente y casi ordinario en este volcan;
- pero el fuego, que se manifestaba pocas veces, los
- entristecia y atemorizaba como presagio de venideros
- males: porque tenian aprendido que las
- centellas, quando se derramaban por el ayre, y no
- volvian á caer en el volcan, eran las almas de los
- tiranos que salian á castigar la tierra: y que sus
- Dioses, quando estaban indignados, se valian de
- ellos como instrumentos adequados á la calamidad
- de los pueblos.</p>
-<p>En este delirio de su imaginacion estaban discurriendo
- con Hernan Cortés Magiscatzín, y algunos
- de aquellos magnátes que ordinariamente le
- asistian: y él reparando en aquel rudo conocimiento
- que mostraban de la inmortalidad, premio y
- castigo de las almas, procuraba darles á entender
- los errores con que tenian desfigurada esta verdad,
- quando entró Diego de Ordaz á pedirle licencia
- para reconocer desde mas cerca el volcan, ofreciendo
- subir á lo alto de la sierra, y observar todo el
- secreto de aquella novedad. Espantaronse los Indios
- de oir semejante proposicion; y procurando
- informarle del peligro, y desviarle del intento, decian:</p>
-<blockquote>
- <p>&quot;Que los mas valientes de su tierra solo
- se atrevian á visitar alguna vez unas ermitas de<span class="pagenum"><a id="Page_31">[Pg 31]</a></span> sus Dioses que estaban á la mitad de la eminencia;
- pero que de allí adelante no se hallaria
- huella de humano pie, ni eran sufribles los
- temblores y bramidos con que se defendia la
- montaña.&quot;</p>
- </blockquote>
-<p>Diego de Ordaz se encendió mas
- en su deseo con la misma dificultad que le ponderaban:
- y Hernan Cortés, aunque lo tuvo por
- temeridad, le dió licencia para intentarlo, porque
- viesen aquellos Indios, que no estaban negados, sus
- imposibles al valor de los Españoles: zeloso á todas
- horas de su reputacion y la de su gente.</p>
-<p>Acompañaron á Diego de Ordaz en esta faccion
- dos soldados de su compañía y algunos Indios
- principales, que ofrecieron llegar con él hasta las
- ermitas, lastimándose mucho de que iban á ser
- testigos de su muerte. Es el monte muy delicioso
- en su principio: hermoseanle por todas partes
- frondosas arboledas, que, subiendo largo trecho
- con la cuesta, suavizan el camino con su amenidad,
- y, al parecer, con engañoso divertimiento llevan
- al peligro por el deleyte. Vase despues esterilizando
- la tierra, parte con la nieve que dura todo
- el año en los parages que desampara el sol ó
- perdona el fuego, y parte con la ceniza que blanquea
- tambien desde lejos con la oposicion del humo.
- Quedaronse los Indios en la estancia de las
- ermitas, y partió Diego de Ordaz con sus dos soldados,
- trepando animosamente por los riscos, y poniendo
- muchas veces los pies donde estuvieron las<span class="pagenum"><a id="Page_32">[Pg 32]</a></span> manos: pero quando llegaron á poca distancia de
- la cumbre, sintieron que se movia la tierra con violentos
- y repetidos bayvenes, y percibieron los bramidos
- horribles del volcan, que á breve rato disparó
- con mayor estruendo gran cantidad de fuego
- envuelto en humo y ceniza: y aunque subió derecho
- sin calentar lo transversal del ayre, se dilató
- despues en lo alto, y volvió sobre los tres una lluvia
- de ceniza tan espesa y tan encendida, que necesitaron
- de buscar su defensa en el cóncavo de
- una peña, donde faltó el aliento á los Españoles, y
- quisieron volverse; pero Diego de Ordaz viendo
- que cesaba el terremoto, que se mitigaba el estruendo,
- y salia ménos denso el humo, los ánimo con
- adelantarse, y llegó intrepidamente á la boca del
- volcan, en cuyo fondo observó una gran masa de
- fuego, que, al parecer, hervia como materia líquida
- y resplandeciente; y reparó en el tamaño de la
- boca que ocupaba casi toda la cumbre, y tendria
- como un quarto de legua su circunferencia. Volvieron
- con esta noticia, y recibieron enhorabuenas
- de su hazaña, con grande asombro de los Indios,
- que redundó en mayor estimacion de los Españoles.
- Esta bizarría de Diego de Ordaz no pasó
- entónces de una curiosidad temeraria; pero el
- tiempo la hizo de conseqüencia, y todo servia en
- esta obra: pues hallándose despues el exército con
- falta de pólvora para la segunda entrada que se
- hizo por fuerza de armas en México, se acordó<span class="pagenum"><a id="Page_33">[Pg 33]</a></span> Cortés de los hervores de fuego líquido que se
- vieron en este volcan, y halló en él toda la cantidad
- que hubo menester de finísimo azufre para fabricar
- esta municion: con que se hizo recomendable
- y necesario el arrojamiento de Diego de Ordaz,
- y fué su noticia de tanto provecho en la conquista,
- que se la premió despues el Emperador con
- algunas mercedes, y ennobleció la misma faccion
- dándole por armas el volcan.</p>
-<p>Veinte dias se detuvieron los Españoles en Tlascála,
- parte por las visitas que ocurrieron de las naciones
- vecinas, y parte por el consuelo de los mismos
- naturales, tan bien hallados ya con los Españoles,
- que procuraban dilatar el plazo de su ausencia
- con varios festejos y regocijos públicos, bayles
- á su modo, y exercicios de sus agilidades. Señalado
- el dia para la jornada, se movió disputa sobre
- la eleccion del camino: inclinabase Cortés á
- ir por Cholúla, ciudad, como diximos, de gran poblacion,
- en cuyo distrito solian alojarse las tropas
- veteranas de Motezuma.</p>
-<p>Contradecian esta resolucion los Tlascaltécas,
- aconsejando que se guiáse la marcha por Guajozingo,
- pais abundante y seguro: porque los de
- Cholúla, sobre ser naturalmente sagaces y traydores,
- obedecian con miedo servil á Motezuma, siendo
- los vasallos de su mayor confianza y satisfaccion;
- á que añadian:</p>
-<blockquote>
- <p>&quot;Que aquella ciudad estaba reputada
- en todos sus contornos por tierra sagrada<span class="pagenum"><a id="Page_34">[Pg 34]</a></span> y religiosa, por tener dentro de sus muros
- mas de quatrocientos templos con unos Dioses
- tan mal acondicionados, que asombraban el
- mundo con sus prodigios: por cuya razon no
- era seguro penetrar sus términos, sin tener primero
- algunas señales de su beneplácito.&quot;</p>
- </blockquote>
-<p>Los
- Zempoales, ménos supersticiosos ya con el trato de
- los Españoles, despreciaban estos prodigios; pero
- seguian la misma opinion, acordando y repitiendo
- los motivos que dieron en Zocothlán para desviar
- el exército de aquella ciudad.</p>
-<p>Pero ántes que se tomáse acuerdo en este punto,
- llegaron nuevos Embaxadores de Motezuma con
- otro presente, y noticia de que ya estaba su Emperador
- reducido á dexarse visitar de los Españoles,
- dignándose de recibir gratamente la embaxada que
- le traían: y entre otras cosas que discurrieron concernientes
- al viage, dieron á entender que dexaban
- prevenido el alojamiento en Cholúla; con que se
- hizo necesario el empeño de ir por aquella ciudad;
- no porque se fiáse mucho de esta inopinada y repentina
- mudanza de Motezuma, ni dexáse de parecer
- intempestiva y sospechosa tanta facilidad sobre
- tanta resistencia: pero Hernan Cortés ponia
- gran cuidado en que no le viesen aquellos Mexicanos
- rezeloso, de cuyo temor se componia su
- mayor seguridad. Los Tlascaltécas del gobierno,
- quando supieron la proposicion de Motezuma,
- dieron por hecho el trato doble de Cholúla, y volvieron<span class="pagenum"><a id="Page_35">[Pg 35]</a></span> á su instancia, temiendo con buena voluntad
- el peligro de sus amigos: y Magiscatzín, que
- tenia mayor afecto á los Españoles, y amaba particularmente
- á Cortés con inclinacion apasionada,
- le apretó mucho en que no fuese por aquella ciudad;
- pero él, que deseaba darle satisfaccion de lo
- que agradecia su cuidado, y estimaba su consejo,
- convocó luego á sus Capitanes, y en su presencia
- se propuso la duda, y se pesaron las razones que
- por una y otra parte ocurrian: cuya resolucion
- fué:</p>
-<blockquote>
- <p>&quot;Que ya no era posible dexar de admitir el
- alojamiento que proponian los Mexicanos, sin
- que pareciese rezelo anticipado; ni quando
- fuese cierta la sospecha, convenia pasar á mayor
- empeño, dexando la traycion á las espaldas;
- ántes se debia ir á Cholúla para descubrir el
- ánimo de Motezuma, y dar nueva reputacion al
- exército con el castigo de sus asechanzas.&quot;</p>
- </blockquote>
-<p>Reduxose
- Magiscatzín al mismo dictámen, venerando
- con docilidad el superior juicio de los Españoles.
- Peno sin apartarse del rezelo que le obligó
- á sentir lo contrario, pidió licencia para juntar las
- tropas de su república, y asistir á la defensa de sus
- amigos en un peligro tan evidente: que no era razon
- que, por ser ellos invencibles, quitasen á los
- Tlascaltécas la gloria de cumplir con su obligacion.
- Pero Hernan Cortés, aunque no dexaba de conocer
- el riesgo, ni le sonó mal este ofrecimiento, se
- detuvo en admitirle, porque le hacia disonancia el<span class="pagenum"><a id="Page_36">[Pg 36]</a></span> empezar tan presto á desfrutar los socorros de
- aquella gente recien pacificada: y así le respondió
- agradeciendo mucho su atencion; y últimamente
- le dixo:</p>
-<blockquote>
- <p>&quot;Que no era necesaria por entónces
- aquella prevencion;&quot;</p>
- </blockquote>
-<p>pero se lo dixo con floxedad,
- como quien deseaba que se hiciese, y no queria
- darlo á entender: especie de rehusar, que suele
- ser poco ménos que pedir.</p>
-<hr class="chap" />
-<div class="chapter">
-<h3>CAPITULO V.</h3>
-</div>
-<blockquote>
- <p><i>Hallanse nuevos indicios del trato doble de Cholúla:
- marcha el exército la vuelta de aquella
- ciudad, reforzado con algunas Capitanías de
- Tlascála.</i></p>
- </blockquote>
-<p>Era cierto que Motezuma, sin resolverse á tomar
- las armas contra los Españoles, trataba de acabar
- con ellos, sirviéndose del ardid, primero que de la
- fuerza. Tenianle de nuevo atemorizado las respuestas
- de sus oráculos: y el demonio, á quien
- embarazaba mucho la vecindad de los Christianos,
- le apretaba con horribles amenazas en que los
- apartáse de sí: unas veces enfurecia los sacerdotes
- y agoreros para que le irritasen y enfureciesen:
- otras se le aparecia, tomando la figura de sus ídolos,
- y le hablaba para introducir desde mas cerca<span class="pagenum"><a id="Page_37">[Pg 37]</a></span> el espíritu de la ira en su corazon; pero siempre
- le dexaba inclinado á la traycion y al engaño, sin
- proponerle que usáse de su poder y de sus fuerzas.
- O no tendria permision para mayor violencia, ó como
- nunca sabe aconsejar lo mejor, le retiraba los
- medios generosos, para envilecerle con lo mismo
- que le animaba. Por una parte le faltaba el valor
- para dexarse ver de aquella gente prodigiosa; y por
- otra le parecia despreciable y de corto número su
- exército para empeñar descubiertamente sus armas:
- y hallando pundonor en los engaños, trataba solo
- de apartarlos de Tlascála, donde no podia introducir
- las asechanzas, y llevarlos á Cholúla, donde las
- tenia ya dispuestas y prevenidas.</p>
-<p>Reparó Hernan Cortés en que no venian los de
- aquel gobierno á visitarle, y comunicó su reparo á
- los Embaxadores Mexicanos, estrañando mucho la
- desatencion de los Caciques, á cuyo cargo estaba su
- alojamiento: pues no podian ignorar que le habian
- visitado con ménos obligacion todas las poblaciones
- del contorno. Procuraron ellos disculpar
- á los de Cholúla, sin dexar de confesar su inadvertencia:
- y al parecer, solicitaron la emienda
- con algun aviso en diligencia; porque tardaron
- poco en venir de parte de la ciudad quatro Indios
- mal ataviados, gente de poca suposicion para Embaxadores,
- segun el uso de aquellas naciones. Desacato
- que acriminaron los de Tlascála como nuevo
- indicio de su mala intencion: y Hernan Cortés no<span class="pagenum"><a id="Page_38">[Pg 38]</a></span> los quiso admitir; ántes mandó que se volviesen
- luego, diciendo en presencia de los Mexicanos:</p>
-<blockquote>
- <p>&quot;Que sabian poco de urbanidad los Caciques de
- Cholúla, pues querian emendar un descuido con
- una descortesía.&quot;</p>
- </blockquote>
-<p>Llegó el dia de la marcha; y por mas que los
- Españoles tomaron la mañana para formar su esquadron
- y el de los Zempoales, hallaron ya en el
- campo un exército de Tlascaltécas prevenido por
- el Senado á instancia de Magiscatzín, cuyos Cabos
- dixeron á Cortés:</p>
-<blockquote>
- <p>&quot;Que tenian órden de la república
- para servir debaxo de su mano, y seguir
- sus banderas en aquella jornada, no solo hasta
- Cholúla, sino hasta México, donde consideraban
- el mayor peligro de su empresa.&quot;</p>
- </blockquote>
-<p>Estaba
- la gente puesta en órden; y aunque unida y apretada,
- segun el estílo de su milicia, ocupaba largo
- espacio de tierra; porque habian convocado todas
- las naciones de su confederacion, y hecho un esfuerzo
- extraordinario para la defensa de sus amigos,
- suponiendo que llegaria el caso de afrontarse
- con las huestes de Motezuma. Distinguianse las
- Capitanías por el color de los penachos, y por la
- diferencia de las insignias, águilas, leones y otros
- animales feroces levantados en alto, que, no sin
- presuncion de geroglíficos ó empresas, contenian
- significacion, y acordaban á los soldados la gloria
- militar de su nacion. Algunos de nuestros escritores
- se alargan á decir que constaba todo el<span class="pagenum"><a id="Page_39">[Pg 39]</a></span> grueso de cien mil hombres armados: otros andan
- mas detenidos en lo verisímil; pero con el número
- menor queda grande la accion de los Tlascaltécas,
- digna verdaderamente de ponderacion por la
- substancia y por el modo. Agradeció Cortés con
- palabras de todo encarecimiento esta demostracion:
- y necesitó de alguna porfía para reducirlos
- á que no convenia que le siguiese tanta gente
- quando iba de paz; pero lo consiguió finalmente,
- dexándolos satisfechos con permitir que le siguiesen
- algunas Capitanías con sus Cabos, y quedáse
- reservado el grueso para marchar en su socorro, si
- lo pidiese la necesidad. Nuestro Bernal Diaz escribe
- que llevó consigo dos mil Tlascaltécas. Antonio
- de Herrera dice tres mil; pero el mismo
- Hernan Cortés confiesa en sus relaciones que llevó
- seis mil; y no cuidaba tan poco de su gloria, que
- supondria mayor número de gente, para dexar
- ménos admirable su resolucion.</p>
-<p>Puesta en órden la marcha.... Pero no pasemos
- en silencio una novedad que merece reflexîon, y
- pertenece á este lugar. Quedó en Tlascála, quando
- salieron los Españoles de aquella ciudad, una
- cruz de madera, fixa en un lugar eminente y descubierto,
- que se colocó de comun consentimiento
- el dia de la entrada: y Hernan Cortés no quiso
- que se deshiciese, por mas que se tratasen como
- culpas los excesos de su piedad, ántes encargó á<span class="pagenum"><a id="Page_40">[Pg 40]</a></span> los Caciques su veneracion; pero debia de ser necesaria
- mayor recomendacion para que duráse con
- seguridad entre aquellos Infieles: porque apénas
- se apartaron de la ciudad los Christianos, quando
- á vista de los Indios baxó del cielo una prodigiosa
- nube á cuidar de su defensa. Era de agradable y
- exquisita blancura, y fué descendiendo por la region
- del ayre, hasta que, dilatada en forma de coluna,
- se detuvo perpendicularmente sobre la misma
- cruz, donde perseveró mas ó ménos distinta
- (maravillosa providencia) tres ó quatro años que
- se dilató por varios accidentes la conversion de
- aquella provincia. Salia de la nube un género de
- resplandor mitigado, que infundia veneracion, y
- no se dexaba mezclar entre las tinieblas de la
- noche. Los Indios se atemorizaban al principio,
- conociendo el prodigio, sin discurrir en el misterio;
- pero despues consideraron mejor aquella novedad,
- y perdieron el miedo sin menoscabo de la
- admiracion. Decian públicamente que aquella
- santa señal encerraba dentro de sí alguna Deidad,
- y que no en vano la veneraban tanto sus amigos
- los Españoles: procuraban imitarlos, doblando la
- rodilla en su presencia, y acudian á ella con sus
- necesidades, sin acordarse de los ídolos, ó freqüentando
- ménos sus adoratorios: cuya devocion (si
- así se puede llamar aquel género de afecto que
- sentian como influencia de causa no conocida)<span class="pagenum"><a id="Page_41">[Pg 41]</a></span> fué creciendo con tanto fervor de nobles y plebeyos,
- que los sacerdotes y agoreros entraron en
- zelos de su religion, y procuraron diversas veces
- arrancar y hacer pedazos la cruz; pero siempre
- volvian escarmentados, sin atreverse á decir lo que
- les sucedia, por no desautorizarse con el pueblo.
- Así lo refieren Autores fidedignos, y así cuidaba
- el Cielo de ir disponiendo aquellos ánimos para
- que recibiesen despues con ménos resistencia el
- Evangelio: como el labrador, que, ántes de repartir
- la semilla, facilita su produccion con el primer
- beneficio de la tierra.</p>
-<p>No se ofreció novedad en la primera marcha;
- porque ya no lo era el concurso innumerable de
- los Indios que salian á los caminos, ni aquellos
- alaridos que pasaban por aclamaciones. Caminaronse
- quatro leguas de las cinco que distaba entónces
- Cholúla de la antigua Tlascála: y pareció
- hacer alto cerca de un rio de apacible ribera, por
- no entrar con la noche á los ojos en lugar de tanta
- poblacion. Poco despues que se asentó el quartel,
- y distribuyeron las órdenes convenientes á
- su defensa y seguridad, llegaron segundos Embaxadores
- de aquella ciudad, gente de mas porte,
- y mejor adornada. Traían un regalo de vituallas
- diferentes, y dieron su embaxada con grande aparato
- de reverencias, que se reduxo á disculpar la
- tardanza de sus Caciques, con pretexto de que no<span class="pagenum"><a id="Page_42">[Pg 42]</a></span> podian entrar en Tlascála, siendo sus enemigos
- los de aquella nacion: ofrecer el alojamiento que
- tenia prevenido su ciudad; y ponderar el regocijo
- con que celebraban sus ciudadanos la dicha de
- merecer unos huespedes tan aplaudidos por sus
- hazañas, y tan amables por su benignidad: dicho
- uno y otro con palabras, al parecer, sencillas, ó
- que traían bien desfigurado el artificio. Hernan
- Cortés admitió gratamente la disculpa y el regalo,
- cuidando tambien de que no se conociese afectacion
- en su seguridad: y el dia siguiente, poco despues
- de amanecer, se continuó la marcha con la
- misma órden, y no sin algun cuidado, que obligó
- á mayor vigilancia: porque tardaba el recibimiento
- de la ciudad, y no dexaba de hacer ruido
- este reparo entre los demas indicios. Pero al llegar
- el exército cerca de la poblacion, prevenidas
- ya las armas para el combate, se dexaron ver los
- Caciques y sacerdotes con numeroso acompañamiento
- de gente desarmada. Mandó Cortés que
- se hiciese alto para recibirlos; y ellos cumplieron
- con su funcion tan reverentes y regocijados, que
- no dexaron que rezelar por entónces al cuidado
- con que se observaban sus acciones y movimientos;
- pero al reconocer el grueso de los Tlascaltécas
- que venía en la retaguardia, torcieron el semblante,
- y se levantó entre los mas principales del
- recibimiento un rumor desagradable, que volvió<span class="pagenum"><a id="Page_43">[Pg 43]</a></span> á despertar el rezelo en los Españoles. Dióse órden
- á Doña Marina para que averiguáse la causa
- de aquella novedad; y por su medio respondieron:</p>
-<blockquote>
- <p>&quot;Que los de Tlascála no podian entrar
- con armas en su ciudad, siendo enemigos
- de su nacion, y rebeldes á su Rey.&quot;</p>
- </blockquote>
-<p>Instaban
- en que se detuviesen, y retirasen luego á su tierra
- como estorvos de la paz que se venía publicando,
- y representaban sus inconvenientes sin alterarse
- ni descomponerse, firmes en que no era posible;
- pero contenida la determinacion en los límites
- del ruego.</p>
-<p>Hallóse Cortés algo embarazado con esta demanda,
- que parecia justificada, y podia ser poco
- segura: procuró sosegarlos con esperanzas de algun
- temperamento, que mediáse aquella diferencia;
- y comunicando brevemente la materia con
- sus Capitanes, pareció que sería bien proponer á
- los Tlascaltécas que se alojasen fuera de la ciudad,
- hasta que se penetráse la intencion de aquellos
- Caciques, ó se volviese á la marcha. Fueron con
- esta proposicion, que, al parecer, tenia su dureza,
- los Capitanes Pedro de Alvarado y Christoval de
- Olid, y la hicieron, valiéndose igualmente de la
- persuasion y de la autoridad, como quien llevaba
- la órden, y obligaba con dar la razon. Pero
- ellos anduvieron tan atentos, que atajaron la
- instancia, diciendo:</p>
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_44">[Pg 44]</a></span></p>
-<blockquote>
- <p>&quot;Que no venian á
- disputar, sino á obedecer, y que tratarian luego de
- abarracarse fuera de la poblacion en parage
- donde pudiesen acudir prontamente á la defensa
- de sus amigos, ya que se querian aventurar
- contra toda razon, fiándose de aquellos traydores.&quot;</p>
- </blockquote>
-<p>Comunicóse luego este partido con
- los de Cholúla, y le abrazaron tambien con facilidad,
- quedando ambas naciones no solo satisfechas,
- sino con algun género de vanidad, hecha de su
- misma oposicion: los unos, porque se persuadieron
- á que vencian, dexando poco ayrosos y desacomodados
- á sus enemigos; y los otros, porque se
- dieron á entender que el no admitirlos en su ciudad
- era lo mismo que temerlos. Así equivoca la
- imaginacion de los hombres la esencia y el color
- de las cosas, que ordinariamente se estiman como
- se aprenden, y se aprenden como se desean.</p>
-<hr class="chap" />
-<div class="chapter">
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_45">[Pg 45]</a></span></p>
-<h3>CAPITULO VI.</h3>
-</div>
-<blockquote>
- <p><i>Entran los Españoles en Cholúla, donde procuran
- engañarlos con hacerles en lo exterior
- buena acogida: descubrese la traycion que tenian
- prevenida, y se dispone su castigo.</i></p>
- </blockquote>
-<p>La entrada que los Españoles hicieron en Cholúla
- fué semejante á la de Tlascála: innumerable concurso
- de gente, que se dexaba romper con dificultad:
- aclamaciones de bullicio: mugeres que arrojaban
- y repartian ramilletes de flores: Caciques
- y sacerdotes que freqüentaban reverencias y perfumes:
- variedad de instrumentos, que hacian mas
- estruendo que música, repartidos por las calles: y
- tan bien imitado en todos el regocijo, que llegaron
- á tenerle por verdadero los mismos que venian
- rezelosos. Era la ciudad de tan hermosa vista,
- que la comparaban á nuestra Valladolid, situada
- en un llano desahogado por todas partes del horizonte,
- y de grande amenidad: dicen que tendria
- veinte mil vecinos dentro de sus muros, y que
- pasaria de este número la poblacion de sus arrabales.
- Freqüentabanla ordinariamente muchos
- forasteros, parte como santuario de sus Dioses, y
- parte como emporio de su mercancía. Las calles<span class="pagenum"><a id="Page_46">[Pg 46]</a></span> eran anchas y bien distribuidas: los edificios mayores
- y de mejor arquitectura que los de Tlascála,
- cuya opulencia se hacia mas suntuosa con las
- torres, que daban á conocer la multitud de sus
- templos. La gente ménos belicosa que sagaz:
- hombres de trato, y oficiales: poca distincion, y
- mucho pueblo.</p>
-<p>El alojamiento que tenian prevenido se componia
- de dos ó tres casas grandes y contiguas, donde
- cupieron Españoles y Zempoales, y pudieron fortificarse
- unos y otros, como lo aconsejaba la ocasion,
- y no lo estrañaba la costumbre. Los Tlascaltécas
- eligieron sitio para su quartel poco distante
- de la poblacion; y cerrándole con algunos
- reparos, hacian sus guardias, y ponian sus centinelas,
- mejorada ya su milicia con la imitacion de
- sus amigos. Los primeros tres ó quatro dias fué
- todo quietud y buen pasage.</p>
-<p>Los Caciques acudian con puntualidad al obsequio
- de Cortés, y procuraban familiarizarse con
- sus Capitanes. La provision de las vituallas corria
- con abundancia y liberalidad, y todas las demostraciones
- eran favorables, y convidaban á la
- seguridad; tanto, que se llegaron á tener por falsos
- y ligeramente creidos los rumores antecedentes:
- fácil á todas horas en fabricar ó fingir sus alivios
- el cuidado. Pero no tardó mucho en manifestarse
- la verdad; ni aquella gente acertó á durar
- en su artificio hasta lograr sus intentos: astuta<span class="pagenum"><a id="Page_47">[Pg 47]</a></span> por naturaleza y profesion; pero no tan despierta
- y avisada, que se supiesen entender su habilidad
- y su malicia.</p>
-<p>Fueron poco á poco retirando los víveres: cesó
- de una vez el agasajo y asistencia de los Caciques:
- los Embaxadores de Motezuma tenian sus conferencias
- recatadas con los sacerdotes; conociase
- algun género de irrision y falsedad en los semblantes;
- y todas las señales inducian novedad, y
- despertaban el rezelo mal adormecido. Trató
- Cortés de aplicar algunos medios para inquirir y
- averiguar el ánimo de aquella gente; y al mismo
- tiempo se descubrió de sí misma la verdad, adelantándose
- á las diligencias humanas la providencia
- del Cielo tantas veces experimentada en esta
- conquista.</p>
-<p>Estrechó amistad con Doña Marina una India
- anciana, muger principal, y emparentada en Cholúla.
- Visitabala muchas veces con familiaridad, y
- ella no se lo desmerecia con el atractivo natural de
- su agrado y discrecion. Vino aquel dia mas temprano,
- y al parecer, asustada ó cuidadosa: retiróla
- misteriosamente de los Españoles, y encargando el
- secreto con lo mismo que recataba la voz, empezó
- á condolerse de su esclavitud, y á persuadirla:</p>
-<blockquote>
- <p>&quot;Que se apartáse de aquellos extrangeros aborrecibles,
- y se fuese á su casa, cuyo alvergue la
- ofrecia como refugio de su libertad.&quot;</p>
- </blockquote>
-<p>Doña
- Marina, que tenia bastante sagacidad, confirió<span class="pagenum"><a id="Page_48">[Pg 48]</a></span> esta prevencion con los demas indicios: y fingiendo
- que venía oprimida, y contra su voluntad
- entre aquella gente, facilitó la fuga, y aceptó el
- hospedage con tantas ponderaciones de su agradecimiento,
- que la India se dió por segura, y descubrió
- todo el corazon. Dixola:</p>
-<blockquote>
- <p>&quot;Que convenia
- en todo caso que se fuese luego, porque se
- acercaba el plazo señalado entre los suyos para
- destruir á los Españoles; y no era razon que
- una muger de sus prendas pereciese con ellos:
- que Motezuma tenia prevenidos á poca distancia
- veinte mil hombres de guerra para dar calor
- á la faccion: que de este grueso habian entrado
- ya en la ciudad á la deshilada seis mil soldados
- escogidos: que se habia repartido cantidad de
- armas entre los paisanos: que tenian de repuesto
- muchas piedras sobre los terrados, y
- abiertas en las calles profundas zanjas, en cuyo
- fondo habian fixado estacas puntiagudas, fingiendo
- el plano con una cubierta de la misma
- tierra, fundada sobre apoyos frágiles, para que
- cayesen y se mancasen los caballos: que Motezuma
- trataba de acabar con todos los Españoles;
- pero encargaba que le llevasen algunos
- vivos para satisfacer á su curiosidad y al obsequio
- de sus Dioses; y que habia presentado á
- la ciudad una caxa de guerra, hecha de oro cóncavo,
- primorosamente vaciado, para excitar los
- ánimos con este favor militar.&quot;</p>
- </blockquote>
-<p>Y últimamente<span class="pagenum"><a id="Page_49">[Pg 49]</a></span> Doña Marina, dando á entender que se alegraba
- de lo bien que tenian dispuesta su empresa, y
- dexando caer algunas preguntas, como quien celebraba
- lo que inquiria, se halló con noticia cabal
- de toda la conjuracion. Fingió que se queria ir
- luego en su compañía, y con pretexto de recoger
- sus joyas, y algunas preseas de su peculio, hizo
- lugar para desviarse de ella sin desconfiarla. Dió
- cuenta de todo á Cortés; y él mandó prender á la
- India, que, á pocas amenazas, confesó la verdad
- entre turbada y convencida.</p>
-<p>Poco despues vinieron unos soldados Tlascaltécas
- recatados en trage de paisanos, y dixeron á
- Cortés de parte de sus Cabos:</p>
-<blockquote>
- <p>&quot;Que no se descuidáse,
- porque habian visto desde su quartel
- que los de Cholúla retiraban á los lugares del
- contorno su ropa y sus mugeres;&quot;</p>
- </blockquote>
-<p>señal evidente
- de que maquinaban alguna traycion. Súpose
- tambien que aquella mañana se habia celebrado
- en el templo mayor de la ciudad un sacrificio
- de diez niños de ambos sexôs: ceremonia de
- que usaban quando querian emprender algun hecho
- militar; y al mismo tiempo llegaron dos ó
- tres Zempoales, que saliendo casualmente á la
- ciudad, habian descubierto el engaño de las zanjas,
- y visto en las calles de los lados algunos reparos
- y estacadas que tenian hechos para guiar los
- caballos al precipicio.</p>
-<p>No se necesitaba de mayor comprobacion para<span class="pagenum"><a id="Page_50">[Pg 50]</a></span> verificar el intento de aquella gente; pero Hernan
- Cortés quiso apurar mas la noticia, y poner su razon
- en estado que no se la pudiesen negar, teniendo
- algunos testigos principales de la misma nacion
- que hubiesen confesado el delito: para cuyo
- efecto mandó llamar al primer sacerdote, de cuya
- obediencia pendian los demas, y que le truxesen
- otros dos ó tres de la misma profesion: gente que
- tenia grande autoridad con los Caciques, y mayor
- con el pueblo. Fuélos exâminando separadamente,
- no como quien dudaba su intencion, sino
- como quien se lamentaba de su alevosía; y dándoles
- todas las señas de lo que sabía, callaba el
- modo, para cebar su admiracion con el misterio,
- y dexarlos desvariar en el concepto de su ciencia.
- Ellos se persuadieron á que hablaban con alguna
- Deidad que penetraba lo mas oculto de los corazones,
- y no se atrevieron á proseguir su engaño;
- ántes confesaron luego la traycion con todas sus
- circunstancias, culpando á Motezuma, de cuya
- órden estaba dispuesta y prevenida. Mandólos
- aprisionar secretamente, porque no moviesen algun
- ruido en la ciudad. Dispuso tambien que se
- tuviese cuidado con los Embaxadores de Motezuma,
- sin dexarlos salir, ni comunicar con los de la
- tierra: y convocando á sus Capitanes, les refirió
- todo el caso, y les dió á entender quánto convenia
- no dexar sin castigo todo aquel atentado: facilitando
- la faccion, y ponderando sus conseqüencias<span class="pagenum"><a id="Page_51">[Pg 51]</a></span> con tanta energía y resolucion, que todos se reduxeron
- á obedecerle, dexando á su prudencia la
- direccion y el acierto.</p>
-<p>Hecha esta diligencia, llamó á los Caciques Gobernadores
- de la ciudad, y publicó su jornada para
- otro dia; no porque la tuviese dispuesta, ni fuese
- posible, sino por estrechar el término á sus prevenciones.
- Pidióles bastimentos para la marcha,
- Indios de carga para el bagage, y hasta dos mil
- hombres de guerra que le acompañasen, como lo
- habian hecho los Tlascaltécas y Zempoales. Ellos
- ofrecieron con alguna tibieza y falsedad los bastimentos
- y Tamenes, y con mayor prontitud la
- gente armada que se les pedia, en que andaban
- encontrados los designios: pediala Cortés para
- desunir sus fuerzas, y tener en su poder parte de
- los traydores que habia de castigar; y los Caciques
- la ofrecian para introducir en el exército
- contrario aquellos enemigos encubiertos, y servirse
- de ellos, quando llegáse la ocasion. Ardides
- ambos que tenian su razon militar; si pueden llamarse
- razon este género de engaños que hizo lícitos
- la guerra, y nobles el exemplo.</p>
-<p>Dióse noticia de todo á los Tlascaltécas, y órden
- para que estuviesen alerta, y al rayar el dia se
- fuesen acercando á la poblacion, como que se movian
- para seguir la marcha: y en oyendo el primer
- golpe de los arcabuces entrasen á viva fuerza
- en la ciudad, y viniesen á incorporarse con el<span class="pagenum"><a id="Page_52">[Pg 52]</a></span> exército, llevándose tras sí toda la gente que hallasen
- armada. Cuidóse tambien de que los Españoles
- y Zempoales tuviesen prevenidas sus armas,
- y entendida la faccion en que las habian de emplear.
- Y luego que llegó la noche, cerrado ya el
- quartel con las guardias y centinelas á que obligaba
- la ocurrencia presente, llamó Cortés á los Embaxadores
- de Motezuma, y con señas de intimidad,
- como quien les fiaba lo que no sabian, les dixo:</p>
-<blockquote>
- <p>&quot;Que habia descubierto y averiguado una gran
- conjuracion que le tenian armada los Caciques
- y ciudadanos de Cholúla: dióles señas de todo
- lo que ordenaban y disponian contra su persona
- y exército: ponderó quanto faltaban á las leyes
- de la hospitalidad, al establecimiento de la paz,
- y al seguro de su Príncipe. Y añadió: que no
- solamente lo sabía por su propia especulacion y
- vigilancia; pero se lo habian confesado ya los
- principales conjurados, disculpándose del trato
- doble con otra mayor culpa: pues se atrevian á
- decir que tenian órden y asistencias de Motezuma
- para deshacer alevosamente su exército: lo
- qual ni era verisímil, ni se podia creer semejante
- indignidad de un Príncipe tan grande.
- Por cuya causa estaba resuelto á tomar satisfaccion
- de su ofensa con todo él rigor de sus armas:
- y se lo comunicaba para que tuviesen
- comprehendida su razon, y entendido que no le
- irritaba tanto el delito principal, como la<span class="pagenum"><a id="Page_53">[Pg 53]</a></span> circunstancia de querer aquellos sediciosos autorizar
- su traycion con el nombre de su Rey.&quot;</p>
- </blockquote>
-<p>Los Embaxadores procuraron fingir, como pudieron,
- que no sabian la conjuracion, y trataron de
- salvar el credito de su Príncipe, siguiendo el camino
- en que los puso Cortés con baxar el punto de
- su queja. No convenia entónces desconfiar á Motezuma,
- ni hacer de un poderoso resuelto á disimular,
- un enemigo poderoso y descubierto: por
- cuya consideracion se determinó á desbaratar sus
- designios, sin darle á entender que los conocia,
- tratando solamente de castigar la obra en sus instrumentos,
- y contentándose con reparar el golpe
- sin atender al brazo. Miraba como empresa de
- poca dificultad el deshacer aquel trozo de gente
- armada que tenia prevenida para socorrer la sedicion,
- hecho á mayores hazañas con menores fuerzas;
- y estaba tan lejos de poner duda en el suceso,
- que tuvo á felicidad (ó por lo ménos así lo ponderaba
- entre los suyos) que se le ofreciese aquella
- ocasion de adelantar con los Mexicanos la reputacion
- de sus armas. Y á la verdad, no le pesó de
- ver tan embarazado en los ardides el ánimo de
- Motezuma, pareciéndole que no discurriria en mayores
- intentos quien la buscaba por las espaldas, y
- descubria entre sus mismos engaños la flaqueza de
- su resolucion.</p>
-<hr class="chap" />
-<div class="chapter">
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_54">[Pg 54]</a></span></p>
-<h3>CAPITULO VII.</h3>
-</div>
-<blockquote>
- <p><i>Castígase la traycion de Cholúla: vuelvese á reducir
- y pacificar la ciudad, y se hacen amigos
- los de esta nacion con los Tlascaltécas.</i></p>
- </blockquote>
-<p>Fueron llegando con el dia los Indios de carga
- que se habian pedido, y algunos bastimentos, prevenido
- uno y otro con engañosa puntualidad. Vinieron
- despues en tropas deshiladas los Indios armados,
- que, con pretexto de acompañar la marcha,
- traían su contraseña para embestir por la retaguardia,
- quando llegáse la ocasion: en cuyo número no
- anduvieron escasos los Caciques; ántes dieron
- otro indicio de su intencion, enviando mas gente
- que se les pedia. Pero Hernan Cortés los hizo
- dividir en los patios del alojamiento, donde los
- aseguró mañosamente, dándoles á entender que
- necesitaba de aquella separacion para ir formando
- los esquadrones á su modo. Puso luego en órden
- sus soldados, bien instruidos en lo que debian
- executar; y montando á caballo con los que le habian
- de seguir en la faccion, hizo llamar á los Caciques
- para justificar con ellos su determinacion:
- de los quales vinieron algunos, y otros se excusaron.
- Dixoles en voz alta, y Doña Marina se lo<span class="pagenum"><a id="Page_55">[Pg 55]</a></span> interpretó con igual vehemencia:</p>
-<blockquote>
- <p>&quot;Que ya estaba
- descubierta su traycion, y resuelto su castigo,
- de cuyo rigor conocerian quánto les convenia la
- paz que trataban de romper alevosamente.&quot;</p>
- </blockquote>
-<p>Y
- apénas empezó á protestarles el daño que recibiesen,
- quando ellos se retiraron á incorporarse con
- sus tropas, huyendo en mas que ordinaria diligencia,
- y rompiendo la guerra con algunas injurias y
- amenazas, que se dexaron oir desde lejos. Mandó
- entónces Hernan Cortés que cerrase la infantería
- con los Indios naturales que tenia divididos en los
- patios: y aunque fueron hallados con las armas
- prevenidas para executar su traycion, y trataron de
- unirse para defenderse, quedaron rotos y deshechos
- con poca dificultad, escapando solamente con
- la vida los que pudieron esconderse, ó se arrojaron
- por las paredes, sirviéndose de su ligereza, y de
- sus mismas lanzas para saltar de la otra parte.</p>
-<p>Aseguradas las espaldas con el estrago de aquellos
- enemigos encubiertos, se hizo la seña para que
- se moviesen los Tlascaltécas: avanzó poco á poco
- el exército por la calle principal, dexando en el
- quartel la guardia que pareció necesaria. Echaronse
- delante algunos de los Zempoales, que fuesen
- descubriendo las zanjas, porque no peligrasen
- los caballos. No estaban descuidados entónces los
- de Cholúla: que hallándose ya empeñados en la
- guerra descubierta, convocaron el resto de los
- Mexicanos, y unidos en una gran plaza, donde<span class="pagenum"><a id="Page_56">[Pg 56]</a></span> habia tres ó quatro adoratorios, pusieron en lo alto
- de sus atrios y torres parte de su gente, y los demas
- se dividieron en diferentes esquadrones para
- cerrar con los Españoles. Pero al mismo tiempo
- que desembocó en la plaza el exército de Cortés,
- y se dió de una parte y otra la primera carga,
- cerró por la retaguardia con los enemigos el trozo
- de Tlascála, cuyo inopinado accidente los puso en
- tanto pavor y desconcierto, que ni pudieron huir,
- ni supieron defenderse; y solo se hallaba mas embarazo
- que oposicion en algunas tropas descaminadas,
- que andaban de un peligro en otro con poca
- ó ninguna eleccion: gente sin consejo, que acometia
- para escapar, y las mas veces daban el pecho,
- sin acordarse de las manos. Murieron muchos
- en este género de combates repetidos; pero
- el mayor número escapó á los adoratorios, en cuyas
- gradas y terrados se descubrió una multitud de
- hombres armados, que ocupaban, mas que guarnecian,
- las eminencias de aquellos grandes edificios.
- Encargaronse de su defensa los Mexicanos;
- pero se hallaban ya tan embarazados y oprimidos,
- que apénas pudieron revolverse para dar algunas
- flechas al viento.</p>
-<p>Acercóse con su exército Hernan Cortés al
- mayor de los adoratorios, y mandó á sus intérpretes,
- que, levantando la voz, ofreciesen buen pasage
- á los que voluntariamente baxasen á rendirse:
- cuya diligencia se repitió con segundo y tercer<span class="pagenum"><a id="Page_57">[Pg 57]</a></span> requerimiento; y viendo que ninguno se movia, ordenó
- que se pusiese fuego á los torreones del mismo
- adoratorio: lo qual asientan que llegó á executarse,
- y que perecieron muchos al rigor del incendio
- y la ruina. No parece fácil que se pudiese
- introducir la llama en aquellos altos edificios, sin
- abrir primero el paso de las gradas; si ya no lo
- consiguió Hernan Cortés, valiéndose de las flechas
- encendidas con que arrojaban los Indios á larga
- distancia sus fuegos artificiales. Pero nada bastó
- para desalojar al enemigo, hasta que se abrevió el
- asalto por el camino que abrió la artillería; y se
- observó dignamente que solo uno de tantos como
- fueron deshechos en este adoratorio se rindió voluntariamente
- á la merced de los Españoles. ¡Notable
- seña de su obstinacion!</p>
-<p>Hizose la misma diligencia en los demas adoratorios,
- y despues se corrió la ciudad, que á breve
- rato quedó enteramente despoblada, y cesó la
- guerra por falta de enemigos. Los Tlascaltécas se
- desmandaron con algun exceso en el pillage, y
- costó su dificultad el recogerlos: hicieron muchos
- prisioneros: cargaron de ropas y mercaderías de
- valor; y particularmente se cebaron en los almacenes
- de la sal, de cuya provision remitieron luego
- algunas cargas á su ciudad, atendiendo á la necesidad
- de su patria en el mismo calor de su codicia.
- Quedaron muertos en las calles, templos y casas
- fuertes mas de seis mil hombres entre naturales y<span class="pagenum"><a id="Page_58">[Pg 58]</a></span> Mexicanos. Faccion bien ordenada, y conseguida
- sin alguna pérdida de los nuestros, que en la verdad
- tuvo mas de castigo que de victoria.</p>
-<p>Retiróse luego Hernan Cortés á su alojamiento
- con los Españoles y Zempoales: y señalando
- quartel dentro de la ciudad á los Tlascaltécas, trató
- de que fuesen puestos en libertad todos los prisioneros
- de ambas naciones, cuyo número se componia
- de la gente mas principal, que se iba reservando
- como presa de mas estimacion. Llamólos
- primero á su presencia: y mandando que saliesen
- tambien de su retiro los sacerdotes, la India que
- descubrió el trato, y los Embaxadores de Motezuma,
- hizo á todos un breve razonamiento, doliéndose
- de que le hubiesen obligado los vecinos de
- aquella ciudad á tan severa demostracion; y despues
- de ponderar el delito, y de asegurar á todos
- que ya estaba desenojado y satisfecho, mandó pregonar
- el perdon general de lo pasado, sin excepcion
- de personas; y pidió con agradable resolucion
- á los Caciques, que tratasen de que se volviese
- á poblar su ciudad, recogiendo los fugitivos, y asegurando
- á los temerosos.</p>
-<p>No acababan ellos de creer su libertad, enseñados
- al rigor con que solian tratar á sus prisioneros;
- y besando la tierra en demostracion de su agradecimiento,
- se ofrecieron con humilde solicitud á la
- execucion de esta órden. Los Embaxadores procuraron
- disimular su confusion, aplaudiendo el suceso<span class="pagenum"><a id="Page_59">[Pg 59]</a></span> de aquel dia: y Hernan Cortés se congratuló
- con ellos, dexándose llevar de su disimulacion para
- mantenerlos en buena fé, y afirmarse con nuevas
- exterioridades en la política de interesar á Motezuma
- en el castigo de sus mismos estratagemas.
- Volvióse á poblar brevemente la ciudad, porque la
- demostracion de poner en libertad á los Caciques
- y sacerdotes con tanta prontitud, y lo que ponderaron
- ellos esta clemencia de los Españoles sobre
- tan justa provocacion, bastó para que se aseguráse
- la gente que andaba derramada por los lugares del
- contorno. Restituyeronse luego á sus casas los vecinos
- con sus familias: abrieronse las tiendas, manifestaronse
- las mercaderías, y el tumulto se convirtió
- de una vez en obediencia y seguridad. Accion
- en que no se conoció tanto la natural facilidad
- con que se movian aquellos Indios de un extremo
- á otro, como el gran concepto en que tenian
- á los Españoles: pues hallaron en la misma justificacion
- de su castigo toda la razon que hubieron
- menester para fiarse de su emienda.</p>
-<p>El dia siguiente á la faccion llegó Xicotencál
- con un exército de veinte mil hombres que, al
- primer aviso de los suyos, remitió la república de
- Tlascála para el socorro de los Españoles. Tenian
- prevenidas sus tropas, rezelando el suceso, y en
- todo se iban experimentando las atenciones de
- aquella nacion. Hicieron alto fuera de la ciudad,
- y Hernan Cortés los visitó y regaló con toda estimacion<span class="pagenum"><a id="Page_60">[Pg 60]</a></span> de su fineza; pero los reduxo á que se
- volviesen, diciendo á Xicotencál y á sus Capitanes:</p>
-<blockquote>
- <p>&quot;Que ya no era necesaria su asistencia
- para la reduccion de Cholúla, y que hallándose
- con resolucion de marchar brevemente la vuelta
- de México, no le convenia despertar la resistencia
- de Motezuma, ó provocarle á que rompiese
- la guerra, introduciendo en su dominio un
- grueso tan numeroso de Tlascaltécas enemigos
- descubiertos de los Mexicanos.&quot;</p>
- </blockquote>
-<p>A cuya razon
- no tuvieron que replicar; ántes la conocieron y
- confesaron con ingenuidad, ofreciendo tener prevenidas
- sus tropas, y acudir al socorro siempre que
- lo pidiese la necesidad.</p>
-<p>Trató Cortés, primero que se retirasen, de hacer
- amigas aquellas dos naciones de Tlascála y Cholúla:
- introduxo la plática, desvió las dificultades;
- y como tenia ya tan asentada su autoridad con
- ambas parcialidades, lo consiguió en breves dias,
- y se celebró acto de confederacion y alianza entre
- las dos ciudades y sus distritos con asistencia de
- sus Magistrados, y con las solemnidades y ceremonias
- de su costumbre: cuerda mediacion, á que
- le obligaria la conveniencia de abrir el paso á los
- de Tlascála, para que pudiesen subministrar con
- mayor facilidad los socorros de que necesitáse, ó no
- dexar aquel estorvo en su retirada, si el suceso no
- respondiese favorablemente á su esperanza.</p>
-<p>Así pasó el castigo de Cholúla, tan ponderado en<span class="pagenum"><a id="Page_61">[Pg 61]</a></span> los libros extrangeros y en alguno de los naturales,
- que consiguió por este medio el aplauso miserable
- de verse citado contra su nacion. Ponen esta faccion
- entre las atrocidades que refieren de los Españoles
- en las Indias, de cuyo encarecimiento se valen
- para desaprobar, ó satirizar la conquista.
- Quieren dar al impulso de la codicia, y á la sed
- del oro toda la gloria de lo que obraron nuestras
- armas, sin acordarse de que abrieron el paso á la
- Religion, concurriendo en sus operaciones especial
- asistencia el brazo de Dios. Lastímanse
- mucho de los Indios, tratándolos como gente indefensa
- y sencilla, para que sobresalga lo que padecieron:
- maligna compasion, hija del odio y de
- la envidia. No necesita el caso de Cholúla de
- mas defensa que su misma narracion. En él se
- conoce la malicia de aquellos bárbaros, como se
- sabian aprovechar de la fuerza y del engaño, y
- quan justamente fué castigada su alevosía: y de él
- se puede colegir quan apasionadamente se refieren
- otros casos de horrible inhumanidad, ponderados
- con la misma afectacion. No dexamos de conocer
- que se vieron en algunas partes de las Indias acciones
- dignas de reprehension, obradas con queja
- de la piedad y de la razon; pero ¿en quál empresa
- justa ó santa se dexaron de perdonar algunos
- inconvenientes? ¿De quál exército bien disciplinado
- se pudieron desterrar enteramente los abusos
- y desórdenes, que llama el mundo licencias militares?<span class="pagenum"><a id="Page_62">[Pg 62]</a></span> ¿Y qué tienen que ver estos inconvenientes
- menores con el acierto principal de la conquista?
- No pueden negar los émulos de la nacion Española,
- que resultó de este principio, y se consiguió
- con estos instrumentos la conversion de aquella
- gentilidad, y el verse hoy restituida tanta parte del
- mundo á su Criador. Querer que no fuese del
- agrado de Dios, y de su altísima ordenacion la
- conquista de las Indias, por este ó aquel delito de
- los Conquistadores, es equivocar la substancia con
- los accidentes: que hasta en la obra inefable de
- nuestra Redencion se presupuso como necesaria
- para la salud universal, la malicia de aquellos pecadores
- permitidos, que ayudaron á labrar el mayor
- remedio con la mayor iniquidad. Puedense conocer
- los fines de Dios en algunas disposiciones,
- que traen consigo las señales de su providencia;
- pero la proporcion, ó congruencia de los medios
- por donde se encaminan, es punto reservado á su
- eterna sabiduría, y tan escondido á la prudencia
- humana, que se deben oir con desprecio estos
- juicios apasionados, cuyas sutilezas quieren parecer
- valentías del entendimiento, siendo en la verdad
- atrevimientos de la ignorancia.</p>
-<hr class="chap" />
-<div class="chapter">
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_63">[Pg 63]</a></span></p>
-<h3>CAPITULO VIII.</h3>
-</div>
-<blockquote>
- <p><i>Parten los Españoles de Cholúla: ofreceseles
- nueva dificultad en la montaña de Chalco; y
- Motezuma procura detenerlos por medio de sus
- nigrománticos.</i></p>
- </blockquote>
-<p>Ibase acercando el plazo de la jornada, y algunos
- Zempoales de los que militaban en el exército
- (temiesen el empeño de pasar á la corte de Motezuma,
- ó pudiese mas que su reputacion el amor de
- la patria) pidieron licencia para retirarse á sus casas.
- Concediósela Cortés sin dificultad, agradeciéndoles
- mucho lo bien que le habian asistido; y
- con esta ocasion envió algunas alhajas de presente
- al Cacique de Zempoala, encargándole de nuevo
- los Españoles que dexó en su distrito sobre la fé
- de su amistad y confederacion.</p>
-<p>Escribió tambien á Juan de Escalante, ordenándole
- con particular instancia, que procuráse remitirle
- alguna cantidad de harina para las hostias, y
- vino para las Misas, cuya provision se iba estrechando,
- y cuya falta sería de gran desconsuelo
- suyo y de toda su gente. Dióle noticia por menor
- de los progresos de su jornada, para que estuviese
- de buen ánimo, y asistiese con mayor cuidado<span class="pagenum"><a id="Page_64">[Pg 64]</a></span> á la fortaleza de la Vera Cruz, tratando de ponerla
- en defensa, no ménos por su propia seguridad,
- que por lo que se debia rezelar de Diego Velazquez:
- cuya natural inquietud y desconfianza no
- dexaba de hacer algun ruido entre los demas cuidados.</p>
-<p>Llegaron á esta sazon nuevos Embaxadores de
- Motezuma, que, con noticia ya de todo el suceso
- de Cholúla, trató de sincerarse con los Españoles,
- dando las gracias á Cortés de que hubiese castigado
- aquella sedicion. Ponderaron frivolamente
- la indignacion y el sentimiento de su Rey, cuyo
- artificio se reduxo á infamar con el nombre de
- traydores á los mismos que le habian obedecido en
- la traycion. Vino dorada esta noticia con otro
- presente de igual riqueza y ostentacion; y segun
- lo que sucedió despues, no dexó de tener mayor
- designio la embaxada: porque miró tambien al
- intento de poner en nueva seguridad á Cortés,
- para que marcháse ménos rezeloso, y se dexáse
- llevar á otra zelada que le tenian prevenida en el
- camino.</p>
-<p>Executóse finalmente la marcha despues de catorce
- dias que ocuparon los accidentes referidos:
- y la primera noche se aquarteló el exército en un
- village de la jurisdiccion de Guajozingo, donde acudieron
- luego los principales de aquel gobierno, y
- de otras poblaciones vecinas con bastante provision
- de bastimentos, y algunos presentes de poco<span class="pagenum"><a id="Page_65">[Pg 65]</a></span> valor, bastantes para conocer el afecto con que
- aguardaban á los Españoles. Halló Cortés entre
- aquella gente las mismas quejas de Motezuma que
- se oyeron en las provincias mas distantes; y no le
- pesó de que durasen aquellos humores tan cerca
- del corazon, pareciéndole que no podia ser muy
- poderoso un Príncipe con tantas señas de tirano,
- á quien faltaba en el amor de sus vasallos el mayor
- presidio de los Reyes.</p>
-<p>El dia siguiente se prosiguió la marcha por una
- sierra muy aspera, que se comunicaba, mas ó ménos
- eminente, con la montaña del volcan. Iba
- cuidadoso Cortés; porque uno de los Caciques de
- Guajozingo le dixo, al partir, que no se fiáse de
- los Mexicanos, porque tenian emboscada mucha
- gente de la otra parte de la cumbre, y habian cegado
- con grandes piedras y árboles cortados el camino
- real que baxa desde lo alto á la provincia de
- Chalco, abriendo el paso, y facilitando el principio
- de la cuesta por el parage ménos penetrable, donde
- habian aumentado los precipicios naturales con algunas
- cortaduras hechas á la mano, para dexar
- que se fuese poco á poco empeñando su exército
- en la dificultad, y cargarle de improviso quando no
- se pudiesen revolver los caballos, ni afirmar el pie
- los soldados. Fuése venciendo la cumbre, no sin
- alguna fatiga de la gente, porque nevaba con viento
- destemplado; y en lo mas alto se hallaron poco
- distantes los dos caminos con las mismas señas que<span class="pagenum"><a id="Page_66">[Pg 66]</a></span> se traían, el uno encubierto y embarazado, y el
- otro fácil á la vista, y recien aderezado. Reconociólos
- Hernan Cortés; y aunque se irritó de hallar
- verificada la noticia de aquella traycion, estuvo
- tan en sí, que, sin hacer ruido, ni mostrar sentimiento,
- preguntó á los Embaxadores de Motezuma
- que marchaban cerca de su persona:</p>
-<blockquote>
- <p>&quot;Por
- qué razon estaban así aquellos dos caminos.&quot;</p>
- </blockquote>
-<p>Respondieron:</p>
-<blockquote>
- <p>&quot;que habian hecho allanar el
- mejor para que pasáse su exército, cegando el
- otro, por ser el mas aspero y dificultoso;&quot;</p>
- </blockquote>
-<p>y él, con la misma igualdad en la voz y el semblante:</p>
-<blockquote>
- <p>&quot;Mal conoceis (dixo) á los de mi Nacion. Ese
- camino que habeis embarazado se ha de seguir,
- sin otra razon que su misma dificultad: porque
- los Españoles, siempre que tenemos eleccion,
- nos inclinamos á lo mas dificultoso.&quot;</p>
- </blockquote>
-<p>Y sin detenerse
- mandó á los Indios amigos que pasasen á
- desembarazar el camino, desviando á un lado y
- otro aquellos estorvos mal disimulados que procuraban
- esconderle. Lo qual se executó prontamente
- con grande asombro de los Embaxadores,
- que, sin discurrir en que se habia descubierto el
- ardid de su Príncipe, tuvieron á especie de adivinacion
- aquel acierto casual, hallando que admirar
- y que temer en la misma bizarría de la resolucion.
- Sirvióse Cortés primorosamente de la noticia que
- llevaba; y consiguió el apartarse del peligro sin
- perder reputacion: cuidando tambien de no<span class="pagenum"><a id="Page_67">[Pg 67]</a></span> desconfiar á Motezuma, diestro ya en el arte de quebrantar
- insidias, con no quererlas entender.</p>
-<p>Los Indios emboscados, luego que reconocieron
- desde sus puestos que los Españoles se apartaban
- de la zelada, y seguian el camino real, se dieron
- por descubiertos, y trataron de retirarse, tan
- amedrentados y en tanto desórden como si volvieran
- vencidos: con que pudo baxar el exército á
- lo llano sin oposicion, y aquella noche se alojó en
- unas caserías de bastante capacidad, que se hallaron
- en la misma falda de la sierra, fundadas allí
- para hospedage de los mercaderes Mexicanos que
- freqüentaban las ferias de Cholúla, donde se dispuso
- el quartel con todos los resguardos y prevenciones
- que aconsejaba la poca seguridad con que
- se iba pisando aquella tierra.</p>
-<p>Motezuma entretanto duraba en su irresolucion,
- desanimado con el malogro de sus ardides, y sin
- aliento para usar de sus fuerzas. Hizose devocion
- esta falta de espíritu: estrechóse con sus Dioses:
- freqüentaba los templos y los sacrificios: manchó
- de sangre humana todos sus altares: mas cruel
- quando mas afligido; y siempre crecia su confusion,
- y se hallaba en mayor desconsuelo: porque
- andaban encontradas las respuestas de sus ídolos,
- y discordes en el dictámen los espíritus inmundos
- que le hablaban en ellos. Unos le decian que
- franqueáse las puertas de la ciudad á los Españoles,<span class="pagenum"><a id="Page_68">[Pg 68]</a></span> y así conseguiria el sacrificarlos, sin que
- se pudiesen escapar ni defender: otros, que los
- apartáse de sí, y tratáse de acabar con ellos sin
- dexarse ver: y él se inclinaba mas á esta opinion,
- haciéndole disonancia el atrevimiento de querer
- entrar en su Corte contra su voluntad, y teniendo
- á desayre de su poder aquella porfía contra sus
- órdenes, ó sirviéndose de la autoridad para mejorar
- el nombre á la soberbia. Pero quando supo
- que se hallaban ya en la provincia de Chalco,
- frustrado el último estratagema de la montaña, fué
- mayor su inquietud y su impaciencia: andaba
- como fuera de sí, no sabía que partido tomar: sus
- consejeros le dexaban en la misma incertidumbre
- que sus oráculos. Convocó finalmente una junta
- de sus magos y agoreros: profesion muy estimada
- en aquella tierra, donde habia muchos que se entendian
- con el demonio, y la falta de las ciencias
- daba opinion de sabios á los mas engañados. Propusoles
- que necesitaba de su habilidad para detener
- aquellos extrangeros, de cuyos designios estaba
- rezeloso. Mandóles que saliesen al camino y los
- ahuyentasen ó entorpeciesen con sus encantos, á
- la manera que solian obrar otros efectos extraordinarios
- en ocasiones de menor importancia.
- Ofrecióles grandes premios si lo consiguiesen, y
- los amenazó con pena de la vida si volviesen á su
- presencia sin haberlo conseguido.</p>
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_69">[Pg 69]</a></span></p>
-<p>Esta órden se puso en execucion, y con tantas
- veras, que se juntaron brevemente numerosas quadrillas
- de nigrománticos, y salieron contra los Españoles,
- fiados en la eficacia de sus conjuros, y en
- el imperio que, á su parecer, tenian sobre la naturaleza.
- Refieren el Padre Josef de Acosta, y
- otros autores fidedignos, que, quando llegaron al
- camino de Chalco, por donde venía marchando el
- exército, y al empezar sus invocaciones y sus círculos,
- se les apareció el demonio en figura de uno
- de sus ídolos, á quien llamaba Tezcatlepuca, Dios
- infausto y formidable, por cuya mano pasaban, á
- su entender, las pestes, las esterilidades y otros
- castigos del Cielo. Venia como despechado y
- enfurecido, afeando con el ceño de la ira la misma
- fiereza del ídolo inclemente: y traía sobre sus
- adornos ceñida una soga de esparto, que le apretaba
- con diferentes vueltas el pecho, para mayor
- significacion de su congoja, ó para dar á entender
- que le arrastraba mano invisible. Postraronse todos
- para darle adoracion: y él, sin dexarse obligar
- de su rendimiento, y fingiendo la voz con la misma
- ilusion que imitó la figura, les habló en esta
- substancia:</p>
-<blockquote>
- <p>&quot;Ya, Mexicanos infelíces, perdieron
- la fuerza vuestros conjuros, ya se desató enteramente
- la trabazon de nuestros pactos. Decid
- á Motezuma, que por sus crueldades y tiranías
- tiene decretada el Cielo su ruina: y para que<span class="pagenum"><a id="Page_70">[Pg 70]</a></span> le representeis mas vivamente la desolacion de
- su imperio, volved á mirar esa ciudad miserable
- desamparada ya de vuestros Dioses.&quot;</p>
- </blockquote>
-<p>Dicho
- esto, desapareció; y ellos vieron arder la ciudad
- en horribles llamas, que desvanecieron poco á poco,
- desocupando el ayre, y dexando sin alguna lesion
- los edificios. Volvieron á Motezuma con
- esta noticia, temerosos de su rigor, librando en ella
- su disculpa; pero le hicieron tanto asombro las
- amenazas de aquel Dios infortunado y calamitoso,
- que se detuvo un rato sin responder, como quien
- recogia las fuerzas interiores, ó se acordaba de sí
- para no descaecer; y depuesta desde aquel instante
- su natural ferocidad, dixo, volviendo á mirar
- á los magos y á los demas que le asistian:</p>
-<blockquote>
- <p>&quot;¿Qué
- podemos hacer si nos desamparan nuestros
- Dioses? Vengan los extrangeros, y cayga sobre
- nosotros el cielo; que no nos hemos de esconder,
- ni es razon que nos halle fugitivos la calamidad.
- Y prosiguió poco despues: Solo me
- lastiman los viejos, niños y mugeres, á quien
- faltan las manos para cuidar de su defensa.&quot;</p>
- </blockquote>
-<p>En
- cuya consideracion se hizo alguna fuerza para detener
- las lágrimas. No se puede negar que tuvo
- algo de Príncipe la primera proposicion: pues
- ofreció el pecho descubierto á la calamidad que
- tenia por inevitable; y no desdixo de la magestad
- la ternura con que llegó á considerar la opresion<span class="pagenum"><a id="Page_71">[Pg 71]</a></span> de sus vasallos. Afectos ambos de ánimo real,
- entre cuyas virtudes ó propiedades no es ménos
- heróica la piedad, que la constancia.</p>
-<p>Empezóse luego á tratar del hospedage que se
- habia de hacer á los Españoles, de la solemnidad y
- aparatos del recibimiento: y con esta ocasion se
- volvió á discurrir en sus hazañas, en los prodigios
- con que habia prevenido el Cielo su venida, en las
- señas que traían de aquellos hombres orientales
- prometidos á sus mayores, y en la turbacion y desaliento
- de sus Dioses, que, á su parecer, se daban
- por vencidos, y cedian el dominio de aquella
- tierra, como Deidades de inferior gerarquía: y
- todo fué menester para que se llegáse á poner en
- términos posibles aquella gran dificultad de penetrar,
- sobre tan porfiada resistencia, y con tan poca
- gente, hasta la misma corte de un Príncipe tan
- poderoso, absoluto en sus determinaciones, obedecido
- con adoracion, y enseñado al temor de sus
- vasallos.</p>
-<hr class="chap" />
-<div class="chapter">
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_72">[Pg 72]</a></span></p>
-<h3>CAPITULO IX.</h3>
-</div>
-<blockquote>
- <p><i>Viene al Quartel á Visitar á Cortés de parte de
- Motezuma el Señor de Tezcuco su sobrino:
- continuase la marcha, y se hace alto en Quitlavaca,
- dentro ya de la lagúna, de México.</i></p>
- </blockquote>
-<p>De aquellas caserías, donde se alojó el exército de
- la otra parte de la montaña, pasó el dia siguiente á
- un pequeño lugar, jurisdiccion de Chalco, situado
- en el camino real á poco mas de dos leguas, donde
- acudieron luego el Cacique principal de la misma
- provincia, y otros de la comarca. Traían sus presentes
- con algunos bastimentos; y Cortés los agasajó
- con mucha humanidad y con algunas dádivas.
- Pero se reconoció luego en su conversacion que se
- recataban de los Embaxadores Mexicanos; porque
- se detenian y embarazaban fuera de tiempo, y daban
- á entender lo que callaban en lo mismo que
- decian. Apartóse con ellos Hernan Cortés, y á
- poca diligencia de los intérpretes dieron todo el
- veneno del corazon. Quejaronse destempladamente
- de las crueldades y tiranías de Motezuma:
- ponderaron lo intolerable de sus tributos, que pasaban
- ya de las haciendas á las personas; pues los
- hacia trabajar sin estipendio en sus jardines, y en<span class="pagenum"><a id="Page_73">[Pg 73]</a></span> otras obras de su vanidad. Decian con lágrimas:</p>
-<blockquote>
- <p>&quot;Que hasta las mugeres se habian hecho contribucion
- de su torpeza y la de sus ministros, puesto
- que las elegian y desechaban á su antojo, sin
- que pudiesen defender los brazos de la madre á
- la doncella, ni la presencia del marido á la casada:&quot;</p>
- </blockquote>
-<p>representando uno y otro á Hernan Cortés
- como á quien lo podia remediar, y mirándole como
- á Deidad que baxaba del Cielo con jurisdiccion
- sobre los tiranos. El las escuchó compadecido,
- y procuró mantenerlos en la esperanza del remedio,
- dexándose llevar por entónces del concepto
- en que le tenian, ó resistiendo á su engaño con alguna
- falsedad. No pasaba en estas permisiones
- de su política los términos de la modestia; pero
- tampoco gustaba de obscurecer su fama, donde se
- miraba como parte de razon el desvarío de aquella
- gente.</p>
-<p>Volvióse á la marcha el dia siguiente, y se caminaron
- quatro leguas por tierra de mejor temple
- y mayor amenidad, donde se conocia el favor de la
- naturaleza en las arboledas, y el beneficio del arte
- en los jardines. Hizose alto en Amecameca,
- donde se alojó el exército: lugar de mediana
- poblacion, fundado en una ensenada de la gran lagúna,
- la mitad en tierra firme al pie de una montañuela
- estéril y fragosa. Concurrieron aquí muchos
- Mexicanos con sus armas y adornos militares:
- y aunque al principio se creyó que los traía la<span class="pagenum"><a id="Page_74">[Pg 74]</a></span> curiosidad, creció tanto el número, que dieron cuidado;
- y no faltaron indicios que persuadiesen al
- rezelo. Valióse Cortés de algunas exterioridades
- para detenerlos y atemorizarlos: hizose ruido con
- las bocas de fuego: dispararonse al ayre algunas
- piezas de artillería: ponderóse, y aun se provocó
- la ferocidad de los caballos, cuidando, los intérpretes
- de dar significacion al estruendo, y engrandecer
- el peligro; por cuyo medio se consiguió el
- apartarlos del alojamiento ántes que cerrase la
- noche. No se verificó que viniesen con ánimo de
- ofender, ni parece verisímil que se intentáse nueva
- traycion, quando estaba Motezuma reducido á dexarse
- ver; aunque despues mataron las centinelas
- algunos Indios sobre acercarse demasiado con apariencias
- de reconocer el quartel: y pudo ser que
- alguno de los caudillos Mexicanos conduxese aquella
- gente con ánimo de asaltar cautelosamente á
- los Españoles, creyendo no sería desagradable á
- su Rey, por considerarle rendido á la paz con repugnancia
- de su natural y de su conveniencia;
- pero esto se quedó en presuncion, porque á la mañana
- solo se descubrieron en el camino que se habia
- de seguir algunas tropas de gente desarmada,
- que tomaban lugar para ver á los extrangeros.</p>
-<p>Tratábase ya de poner en marcha el exército,
- quando llegaron al quartel quatro Caballeros Mexicanos
- con aviso de que venía el Príncipe Cacumatzin,
- sobrino de Motezuma, y Señor de Tezcuco
- á visitar á Cortés de parte de su tio; y tardó<span class="pagenum"><a id="Page_75">[Pg 75]</a></span> poco en llegar. Acompañábanle muchos nobles
- con insignias de paz y ricamente adornados. Traíanle
- sobre sus hombros otros Indios de su familia
- en unas andas cubiertas de varias plumas, cuya diversidad
- de colores se correspondia con proporcion.
- Era mozo de hasta veinte y cinco años, de
- recomendable presencia: y luego que se apeó, pasaron
- delante algunos de sus criados á varrer el
- suelo que habia de pisar, y á desviar con grandes
- ademanes y contenencias la gente de los lados:
- ceremonias, que siendo ridículas, daban autoridad.
- Salió Cortés á recibirle hasta la puerta de su alojamiento
- con todo aquel aparato de que adornaba su
- persona en semejantes funciones. Hizole al llegar
- una cumplida reverencia, y él correspondió tocando
- la tierra, y despues los labios con la mano derecha.
- Tomó su lugar despejadamente, y habló
- con sosiego de hombre que sabía estar sin admiracion
- á vista de la novedad. La substancia de su
- razonamiento fué:</p>
-<blockquote>
- <p>&quot;Dar la bien venida, con palabras
- puestas en su lugar, á Cortés y á todos
- los Cabos de su exército: ponderar la gratitud
- con que los esperaba el Gran Motezuma, y
- quánto deseaba la correspondencia y amistad
- de aquel Príncipe del oriente que los enviaba:
- cuya grandeza debia reconocer por algunas razones
- que entenderian de su boca:&quot;</p>
- </blockquote>
-<p>y por via
- de discurso propio volvió á dificultar, como los
- demas Embaxadores, la entrada de México,</p>
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_76">[Pg 76]</a></span></p>
-<blockquote>
- <p>&quot;fingiendo que se padecia esterilidad en todos los
- pueblos de su contribucion: y proponiendo,
- como punto que sentia su Rey, lo mal asistidos
- que se hallarian los Españoles donde faltaba el
- sustento para los vecinos.&quot;</p>
- </blockquote>
-<p>Cortés respondió,
- sin apartarse del misterio con que iba cebando las
- aprehensiones de aquella gente:</p>
-<blockquote>
- <p>&quot;Que su Rey,
- siendo un Monarca sin igual en otro mundo
- cercano al nacimiento del sol, tenia tambien algunas
- razones de alta consideracion para ofrecer
- su amistad á Motezuma, y comunicarle diferentes
- noticias que miraban á su persona y
- esencial conveniencia: cuya proposicion no
- desmereceria su gratitud; ni él podia dexar
- de admitir con singular estimacion la licencia
- que se le concedia para dar su embaxada, sin
- que le hiciese algun embarazo la esterilidad que
- se padecia en aquella Corte: porque sus Españoles
- necesitaban de poco alimento para conservar
- sus fuerzas, y venian enseñados á padecer y
- despreciar las incomodidades y trabajos de que
- se afligian los hombres de inferior naturaleza.&quot;</p>
- </blockquote>
-<p>No tuvo Cacumatzin que replicar á esta resolucion;
- ántes recibió con estimacion y rendimiento
- algunas joyuelas de vidrio extraordinario que le
- dió Cortés: y acompañó el exército hasta Tezcuco,
- ciudad capital de su dominio, donde se adelantó
- con la respuesta de su embaxada.</p>
-<p>Era entónces Tezcuco una de las mayores ciudades<span class="pagenum"><a id="Page_77">[Pg 77]</a></span> de aquel imperio: refieren algunos que sería
- como dos veces Sevilla; y otros, que podia
- competir con la corte de Motezuma en la grandeza,
- y presumia, no sin fundamento, de mayor antigüedad.
- Estaba la frente principal de sus edificios
- sobre la orilla de aquel espacioso lago en parage
- de grande amenidad, donde tomaba su principio
- la calzada oriental de México. Siguióse por
- ella la marcha sin detencion, porque se llevaba intento
- de pasar á Iztacpalapa, tres leguas mas adelante,
- sitio proporcionado para entrar en México
- el dia siguiente á buena hora. Tendria por esta
- parte la calzada veinte pies de ancho, y era de
- piedra y cal, con algunas labores en la superficie.
- Habia en la mitad del camino sobre la misma calzada
- otro lugar de hasta dos mil casas, que se llamaba
- Quitlavaca; y por estar fundado en el agua,
- le llamaron entónces Venezuela. Salió el Cacique
- muy acompañado y lucido al recibimiento
- de Cortés, y le pidió que honráse por aquella
- noche su ciudad, con tanto afecto y tan repetidas
- instancias, que fué preciso condescender á sus ruegos
- por no desconfiarle. Y no dexó de hallarse
- alguna conveniencia en hacer aquella mansion para
- tomar noticias; porque viendo desde mas cerca
- la dificultad, entró Cortés en algun rezelo de que
- le rompiesen la calzada, ó levantasen los puentes
- para embarazar el paso á su gente.</p>
-<p>Registrabase desde allí mucha parte de la lagúna,<span class="pagenum"><a id="Page_78">[Pg 78]</a></span> en cuyo espacio se descubrian varias poblaciones
- y calzadas que la interrumpian y la hermoseaban:
- torres y capitéles, que, al parecer, nadaban
- sobre las aguas: árboles y jardines fuera de su
- elemento: y una inmensidad de Indios, que, navegando
- en sus canoas, procuraban acercarse á ver
- los Españoles; siendo mayor la muchedumbre que
- se dexaba reparar en los terrados y azoteas mas
- distantes. Hermosa vista, y maravillosa novedad,
- de que se llevaba noticia, y fué mayor en los ojos
- que en la imaginacion.</p>
-<p>Tuvo el exército bastante comodidad en este
- alojamiento, y los paisanos asistieron con agrado y
- urbanidad al regalo de sus huespedes: gente de
- cuya policía se dexaba conocer la vecindad de la
- Corte. Manifestó el Cacique, sin poderse contener,
- poco afecto á Motezuma, y el mismo deseo
- que los demas de sacudir el yugo intolerable de
- aquel gobierno; porque alentaba los soldados, facilitaba
- la empresa, diciendo á los intérpretes, como
- quien deseaba que lo entendiesen todos:</p>
-<blockquote>
- <p>&quot;Que la calzada que se habia de seguir hasta México
- era mas capaz y de mejor calidad que la
- pasada, sin que hubiese que rezelar en ella, ni
- en las poblaciones de su márgen: que la ciudad
- de Iztacpalapa, donde se habia de hacer tránsito,
- estaba de paz, y tenia órden para recibir y
- alojar amigablemente á los Españoles: que el
- Señor de esta ciudad era pariente de Motezuma;<span class="pagenum"><a id="Page_79">[Pg 79]</a></span> pero que ya no habia que temer en los de
- su faccion, porque le tenian rendido y sin espíritu
- los prodigios del Cielo, las respuestas de
- sus oráculos, y las hazañas que le referian de
- aquel exército; por cuya razon le hallarian deseoso
- de la paz, y con el ánimo dispuesto ántes
- á sufrir que á provocar.&quot;</p>
- </blockquote>
-<p>Decia la verdad este
- Cacique; pero con alguna mezcla de pasion y de
- lisonja: y Hernan Cortés, aunque no dexaba de
- conocer este defecto en sus noticias, procuraba divulgarlas
- y encarecerlas entre sus soldados. Y no
- se puede negar que llegaron á buen tiempo, para
- que no se desanimáse la gente de ménos obligaciones
- con aquella variedad de objetos admirables
- que se tenian á la vista, de que pudiera colegir la
- grandeza de aquella Corte, y el poder formidable
- de aquel Príncipe; pero los informes del Cacique,
- y las ponderaciones que se hacian de su turbacion
- y desaliento pudieron tanto en esta concurrencia
- de novedades, que alegrándose todos de lo que se
- habian de asombrar, se aprovecharon de su admiracion
- para mejorar las esperanzas de su fortuna.</p>
-<hr class="chap" />
-<div class="chapter">
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_80">[Pg 80]</a></span></p>
-<h3>CAPITULO X.</h3>
-</div>
-<blockquote>
- <p><i>Pasa el exército á iztacpalapa, donde se dispone
- la entrada de México. Refierese la grandeza
- con que salió Motezuma á recibir á los Españoles.</i></p>
- </blockquote>
-<p>La mañana siguiente, poco despues de amanecer,
- se puso en órden la gente sobre la misma calzada,
- segun su capacidad, bastante por aquella
- parte, para que pudiesen ir ocho caballos en hilera.
- Constaba entónces el exército de quatrocientos y
- cincuenta Españoles no cabales, y hasta seis mil
- Indios Tlascaltécas y Zempoales, y de otras naciones
- amigas. Siguióse la marcha, sin nuevo accidente
- que diese cuidado, hasta la misma ciudad
- de Iztacpalapa donde se habia de hacer alto: lugar
- que sobresalia entre los demas por la grandeza
- de sus torres, y por el vulto de sus edificios: sería
- de hasta diez mil casas de segundo y tercer alto,
- que ocupaban mucha parte de la lagúna, y se dilataban
- algo mas sobre la ribera en sitio delicioso y
- abundante. El Señor de esta ciudad salió muy
- autorizado á recibir el exército: y le asistieron
- para esta funcion los Príncipes de Magicalzingo y
- Cuyoacán, dominios de la misma lagúna. Traían<span class="pagenum"><a id="Page_81">[Pg 81]</a></span> todos tres su presente separado de varias frutas,
- cazas y otros bastimentos, con algunas piezas de
- oro, que valdrian hasta dos mil pesos. Llegaron
- juntos, y se dieron á conocer, diciendo cada uno
- su nombre y dignidad, y remitiendo á la discrecion
- de la ofrenda todo lo que faltaba en el razonamiento.</p>
-<p>Hizose la entrada en esta ciudad con aquel
- aplauso que consistia en el bullicio y gritería de la
- gente, cuya inquietud alegre daba seguridad á los
- mas rezelosos. Estaba prevenido el alojamiento
- en el mismo palacio del Cacique, donde cupieron
- todos los Españoles debaxo de cubierto, quedando
- los demas en los patios y zaguanes con bastante
- comodidad para una noche que se habia de pasar
- sin descuido. Era el palacio grande y bien fabricado,
- con separacion de quartos alto y baxo, muchas
- salas con techumbre de cedro, y no sin adorno;
- porque algunas de ellas tenian sus colgaduras
- de algodon, texido á colores con dibuxo y proporcion.
- Habia en Iztacpalapa diversas fuentes de
- agua dulce y saludable, traída por diferentes conductos
- de las sierras vecinas, y muchos jardines
- cultivados con prolixidad: entre los quales se hacia
- reparar una huerta de admirable grandeza y
- hermosura que tenia el Cacique para su recreacion,
- donde llevó aquella tarde á Cortés con algunos de
- sus Capitanes y soldados, como quien deseaba
- cumplir á un tiempo con el agasajo de los huespedes,<span class="pagenum"><a id="Page_82">[Pg 82]</a></span> y con su propia jactancia y vanidad. Habia
- en ella diversos géneros de árboles fructíferos, que
- formaban calles muy dilatadas, dexando su lugar á
- las plantas menores, y un espacioso jardin, que tenia
- sus divisiones, y paredes hechas de cañas entretexidas,
- y cubiertas de yerbas olorosas, con diferentes
- quadros de agricultura cuidadosa, donde
- hacian labor las flores con ordenada variedad.
- Estaba en medio un estanque de agua dulce, de
- forma quadrangular: fábrica de piedra y argamasa,
- con gradas por todas partes hasta el fondo, tan
- grande, que tenia cada uno de sus lados quatrocientos
- pasos, donde se alimentaba la pesca de
- mayor regalo, y acudian varias especies de aves
- palustres, algunas conocidas en Europa, y otras de
- figura exquisita, y pluma extraordinaria: obra
- digna de Príncipe, y que hallada en un súbdito de
- Motezuma, se miraba como argumento de mayores
- opulencias.</p>
-<p>Pasóse bien la noche, y la gente acudió con
- agrado y sencillez al agasajo de los Españoles: solo
- se reparó en que hablaban ya en este lugar con
- otro estílo de las cosas de Motezuma, porque alababan
- todos su gobierno, y encarecian su grandeza;
- ó tuviese los de aquella opinion el parentesco
- del Cacique, ó ménos atrevidos la cercanía del tirano.
- Habia dos leguas de calzada que pasar hasta
- México, y se tomó la mañana, porque deseaba
- Cortés hacer su entrada, y cumplir con la primera<span class="pagenum"><a id="Page_83">[Pg 83]</a></span> funcion de visitar á Motezuma, quedando con alguna
- parte del dia para reconocer y fortificar su
- quartel. Siguióse la marcha con la misma órden:
- y dexando á los lados la ciudad de Magicalzingo
- en el agua, y la de Cuyoacán en la ribera, sin otras
- grandes poblaciones que se descubrian en la misma
- lagúna, se dió vista desde mas cerca, y no sin admiracion,
- á la gran ciudad de México, que se levantaba
- con exceso entre las demas, y, al parecer,
- se le conocia el predominio hasta en la soberbia de
- sus edificios. Salieron á poco ménos que la mitad
- del camino mas de quatro mil nobles y ministros
- de la ciudad á recibir el exército, cuyos cumplimientos
- detuvieron largo rato la marcha, aunque
- solo hacian reverencia, y pasaban delante para volver
- acompañando. Estaba poco ántes de la ciudad
- un baluarte de piedra con dos castillejos á los lados,
- que ocupaba todo el plano de la calzada:
- cuyas puertas desembocaban sobre otro pedazo de
- calzada, y esta terminaba en una puente levadiza,
- que defendia la entrada con segunda fortificacion.
- Luego que pasaron de la otra parte los magnátes
- del acompañamiento, se fueron desviando á los
- lados para franquear el paso al exército, y se descubrió
- una calle muy larga y espaciosa, de grandes
- casas edificadas con igualdad y correspondencia,
- cubiertos de gente los miradores y terrados; pero
- la calle totalmente desocupada: y dixeron á Cortés
- que se habia despejado cuidadosamente, porque<span class="pagenum"><a id="Page_84">[Pg 84]</a></span> Motezuma estaba en ánimo de salir á recibirle
- para mayor demostracion de su benevolencia.</p>
-<p>Poco despues se fué dexando ver la primera comitiva
- real, que serian hasta doscientos nobles de
- su familia, vestidos de librea con grandes penachos
- conformes en la hechura y el color. Venian en
- dos hileras con notable silencio y compostura, descalzos
- todos, y sin levantar los ojos de la tierra:
- acompañamiento con apariencias de procesion.
- Luego que llegaron cerca del exército, se fueron
- arrimando á las paredes en la misma órden; y se
- vió á lo lejos una gran tropa de gente mejor adornada
- y de mayor dignidad, en cuyo medio venía
- Motezuma sobre los hombros de sus favorecidos
- en unas andas de oro bruñido, que brillaba con
- proporcion entre diferentes labores de pluma sobrepuesta,
- cuya primorosa distribucion procuraba
- obscurecer la riqueza con el artificio. Seguian el
- paso de las andas quatro personages de gran suposicion,
- que le llevaban debaxo de un palio hecho
- de plumas verdes entretexidas y dispuestas de
- manera que formaban tela, con algunos adornos
- de argentería: y poco delante iban tres Magistrados
- con unas varas de oro en las manos que levantaban
- en alto sucesivamente, como avisando que se
- acercaba el Rey, para que se humillasen todos, y
- no se atreviesen á mirarle: desacato que se castigaba
- como sacrilegio. Cortés se arrojó del caballo<span class="pagenum"><a id="Page_85">[Pg 85]</a></span> poco ántes que llegáse, y al mismo tiempo se apeó
- Motezuma de sus andas, y se adelantaron algunos
- Indios que alfombraron el camino para que no pusiese
- los pies sobre la tierra, que, á su parecer, era
- indigna de sus huellas.</p>
-<p>Previnose á la funcion con espacio y gravedad;
- puestas las dos manos sobre los brazos del Señor
- de Iztacpalapa, y el de Tezcuco sus sobrinos, dió
- algunos pasos para recibir á Cortés. Era de buena
- presencia: su edad hasta quarenta años, de
- mediana estatura, mas delgado que robusto: el
- rostro aguileño, de color ménos obscuro que el natural
- de aquellos Indios: el cabello largo hasta el
- extremo de la oreja, los ojos vivos, y el semblante
- magestuoso, con algo de intencion: su trage un
- manto de sutilísimo algodon, anudado sin desayre
- sobre los hombros, de manera que cubria la mayor
- parte del cuerpo, dexando arrastrar la falda. Traía,
- sobre sí diferentes joyas de oro, perlas y piedras
- preciosas en tanto número, que servían mas al peso
- que al adorno. La corona una mitra de oro ligero,
- que por delante remataba en punta, y la mitad
- posterior algo mas obtusa se inclinaba sobre la
- cerviz: y el calzado unas suelas de oro macizo,
- cuyas correas tachonadas de lo mismo ceñian el
- pie, y abrazaban parte de la pierna, semejante á
- las caligas militares de los Romanos.</p>
-<p>Llegó Cortés apresurando el paso sin desautorizarse,<span class="pagenum"><a id="Page_86">[Pg 86]</a></span> y le hizo una profunda sumision; á que
- respondió poniendo la mano cerca de la tierra, y
- llevándola despues á los labios: cortesía de inaudita
- novedad en aquellos Príncipes, y mas desproporcionada
- en Motezuma, que apénas doblaba la
- cerviz á sus Dioses, y afectaba la soberbia, ó no la
- sabía distinguir de la magestad: cuya demostracion,
- y la de salir personalmente al recibimiento,
- se reparó mucho entre los Indios, y cedió en
- mayor estimacion de los Españoles: porque no
- se persuadian á que fuese inadvertencia de su Rey,
- cuyas determinaciones veneraban sujetando el entendimiento.
- Habiase puesto Cortés sobre las armas
- una banda ó cadena de vidrio, compuesta vistosamente
- de várias piedras que imitaban los diamantes
- y las esmeraldas, reservada para el presente
- de la primera audiencia; y hallándose cerca en
- estos cumplimientos, se la echó sobre los hombros
- á Motezuma. Detuvieronle, no sin alguna destemplanza,
- los dos brazeros, dándole á entender
- que no era lícito el acercarse tanto á la persona del
- Rey; pero él los reprehendió, quedando tan gustoso
- del presente, que le miraba y celebraba entre
- los suyos como presea de inestimable valor: y para
- desempeñar su agradecimiento con alguna liberalidad,
- hizo traer, entretanto que llegaban á darse
- á conocer los demas Capitanes, un collar, que tenia
- la primera estimacion entre sus joyas. Era<span class="pagenum"><a id="Page_87">[Pg 87]</a></span> de unas conchas carmesíes de gran precio en
- aquella tierra, dispuestas y engazadas con tal arte,
- que de cada una de ellas pendian quatro gámbaros
- ó cangrejos de oro, imitados prolixamente del natural.
- Y él mismo con sus manos se le puso en el
- cuello á Cortés: humanidad y agasajo, que hizo
- segundo ruido entre los Mexicanos. El razonamiento
- de Cortés fué breve y rendido, como lo
- pedia la ocasion, y su respuesta de pocas palabras,
- que cumplieron con la discrecion, sin faltar á la
- decencia. Mandó luego al uno de aquellos dos
- Príncipes sus colaterales que se quedáse para conducir
- y acompañar á Hernan Cortés hasta su alojamiento,
- y arrimado al otro volvió á tomar sus
- andas, y se retiró á su palacio con la misma pompa
- y gravedad.</p>
-<p>Fué la entrada en esta ciudad á ocho de Noviembre
- del mismo año de mil y quinientos y diez
- y nueve, dia de los Santos quatro coronados Mártires:
- y el alojamiento que tenian prevenido, una
- de las casas reales que fabricó Axayáca, padre de
- Motezuma. Competia en la grandeza con el palacio
- principal de los Reyes, y tenia sus presunciones
- de fortaleza: paredes gruesas de piedra,
- con algunos torreones que servian de traveses, y
- daban facilidad á la defensa. Cupo en ella todo el
- exército: y la primera diligencia de Cortés fué
- reconocerla por todas partes, para distribuir sus<span class="pagenum"><a id="Page_88">[Pg 88]</a></span> guardias, alojar su artillería, y cerrar su quartel.
- Algunas salas, que tenian destinadas para la
- gente de mas cuenta, estaban adornadas con sus
- tapicerías de varios colores, hechas de aquel algodon
- á que se reducian todas sus telas, mas ó ménos
- delicadas: las sillas de madera labradas de
- una pieza: las camas entoldadas con sus colgaduras
- en forma de pabellones; pero el lecho se componia
- de aquellas sus esteras de palma, donde servia
- de cabecera una de las mismas esteras arrollada.
- No alcanzaban allí mejor cama los Príncipes
- mas regalados, ni cuidaba mucho aquella gente de
- su comodidad, porque vivian á la naturaleza, contentándose
- con los remedios de la necesidad: y
- no sabemos si se debe llamar felicidad en aquellos
- bárbaros esta ignorancia de las superfluidades.</p>
-<hr class="chap" />
-<div class="chapter">
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_89">[Pg 89]</a></span></p>
-<h3>CAPITULO XI.</h3>
-</div>
-<blockquote>
- <p><i>Viene Motezuma el mismo dia por la tarde á visitar
- á Cortés en su alojamiento. Refierese la
- oracion que hizo ántes de oir la embaxada: y
- la respuesta de Cortés.</i></p>
- </blockquote>
-<p>Era poco mas de medio dia quando entraron
- los Españoles en su alojamiento; hallaron prevenido
- un banquete regalado y espléndido para
- Cortés y los Cabos de su exército, con grande
- abundancia de bastimentos ménos delicados para
- el resto de la gente, y muchos Indios de servicio
- que ministraban los manjares y las bebidas con
- igual silencio y puntualidad. Por la tarde vino
- Motezuma con la misma pompa y acompañamiento
- á visitar á Cortés, que, avisado poco ántes, salió
- á recibirle hasta el patio principal con todo el
- obsequio debido á semejante favor. Acompañóle
- hasta la puerta de su quarto, donde le hizo una
- profunda reverencia; y él pasó á tomar su asiento
- con despejo y gravedad. Mandó luego que acercasen
- otro á Cortés: hizo seña para que se apartasen
- á la pared los Caballeros que andaban cerca
- de su persona; y Cortés advirtió lo mismo á los
- Capitanes que le asistian. Llegaron los intérpretes:<span class="pagenum"><a id="Page_90">[Pg 90]</a></span> y quando se prevenia Hernan Cortés para
- dar principio á su oracion, le detuvo Motezuma,
- dando á entender que tenia que hablar ántes de
- oir: y se refiere que discurrió en esta substancia:</p>
-<blockquote>
- <p>&quot;Antes que me deis la embaxada, ilustre Capitan
- y valerosos extrangeros, del Príncipe
- grande que os envia, debeis vosotros, y debo yo
- desestimar y poner en olvido lo que ha divulgado
- la fama de nuestras personas y costumbres,
- introduciendo en nuestros oídos aquellos vanos
- rumores que van delante de la verdad, y suelen
- obscurecerla, declinando en lisonja ó vituperio.
- En algunas partes os habrán dicho de mí que
- soy uno de los Dioses inmortales, levantando
- hasta los Cielos mi poder y mi naturaleza: en
- otras, que se desvela en mis opulencias la fortuna:
- que son de oro las paredes y los ladrillos
- de mis palacios, y que no cabe la tierra mis tesoros;
- y en otras, que soy tirano, cruel y soberbio,
- que aborrezco la justicia, y que no conozco
- la piedad. Pero los unos y los otros os han
- engañado con igual encarecimiento: y para que
- no imagineis que soy alguno de los Dioses, ó
- conozcais el desvarío de los que así me imaginan,
- esta porcion de mi cuerpo (y desnudó
- parte del brazo) desengañará vuestros ojos de
- que hablais con un hombre mortal de la misma
- especie; pero mas noble, y mas poderoso que
- los otros hombres. Mis riquezas no niego que<span class="pagenum"><a id="Page_91">[Pg 91]</a></span> son grandes; pero las hace mayores la exâgeracion
- de mis vasallos. Esta casa que habitais es
- uno de mis palacios. Mirad esas paredes hechas
- de piedra y cal, materia vil que debe al arte
- su estimacion; y colegid de uno y otro el mismo
- engaño y el mismo encarecimiento en lo
- que os hubieren dicho de mis tiranías, suspendiendo
- el juicio hasta que os entereis de mi razon,
- y despreciando ese lenguage de mis rebeldes,
- hasta que veais si es castigo lo que llaman
- infelicidad, y si pueden acusarle sin dexar de
- merecerle. No de otra suerte han llegado á
- nuestros oídos varios informes de vuestra naturaleza
- y operaciones. Algunos han dicho que
- sois Deidades, que os obedecen las fieras, que
- manejais los rayos, y que mandais en los elementos;
- y otros, que os dexais dominar de los
- vicios, y que venis con una sed insaciable del
- oro que produce nuestra tierra. Pero yo veo
- que sois hombres de la misma composicion y
- masa que los demas; aunque os diferencian de
- nosotros algunos accidentes de los que suele influir
- el temperamento de la tierra en los mortales.
- Esos brutos que os obedecen, ya conozco
- que son unos venados grandes, que traeis
- domesticados y embebidos en aquella doctrina
- imperfecta que puede comprehender el instinto
- de los animales. Esas armas que se asemejan
- á los rayos, tambien alcanzo que son unos<span class="pagenum"><a id="Page_92">[Pg 92]</a></span> cañones de metal no conocido, cuyo efecto es como
- el de nuestras cerbatanas, ayre oprimido
- que busca salida, y arroja el impedimento.
- Ese fuego que despiden con mayor estruendo,
- será quando mucho algun secreto mas que natural
- de la misma ciencia que alcanzan nuestros
- magos. Y en lo demas que han dicho de vuestro
- proceder, hallo tambien, segun la observacion
- que han hecho de vuestras costumbres mis
- Embaxadores y confidentes, que sois benignos
- y religiosos, que os enojais con razon, que sufris
- con alegría los trabajos, y que no falta entre
- vuestras virtudes la liberalidad, que se acompaña
- pocas veces con la codicia. De suerte que
- unos y otros debemos olvidar las noticias pasadas
- y agradecer á nuestros ojos el desengaño de
- nuestra imaginacion: con cuyo presupuesto
- quiero que sepais ántes de hablarme, que no se
- ignora entre nosotros, ni necesitamos de vuestra
- persuasion para creer que el Príncipe grande, á
- quien obedeceis, es descendiente de nuestro antiguo
- Quezalcoál, señor de las siete cuevas de los
- Nautlácas, y Rey legítimo de aquellas siete naciones
- que dieron principio al Imperio Mexicano.
- Por una profecía suya, que veneramos como
- verdad infalible, y por la tradicion de los
- siglos que se conserva en nuestros anales, sabemos
- que salió de estas regiones á conquistar
- nuevas tierras hácia la parte del oriente, y dexó<span class="pagenum"><a id="Page_93">[Pg 93]</a></span> prometido que, andando el tiempo, vendrian
- sus descendientes á moderar nuestras leyes, ó
- poner en razon nuestro gobierno. Y porque
- las señas que traeis conforman con este vaticinio,
- y el Príncipe del oriente que os envia
- manifiesta en vuestras mismas hazañas la grandeza
- de tan ilustre progenitor, tenemos ya determinado
- que se haga en obsequio suyo todo lo
- que alcanzaren nuestras fuerzas. De que me ha
- parecido advertiros, para que hableis sin embarazo
- en sus proposiciones, y atribuyais á
- tan alto principio estos excesos de mi humanidad.&quot;</p>
- </blockquote>
-<p>Acabó Motezuma su oracion, previniendo el
- oído con entereza y magestad: cuya substancia
- dió bastante disposicion á Cortés para que, sin
- apartarse del engaño que hallaba introducido en
- el concepto de aquellos hombres, pudiese responderle,
- segun lo que hallamos escrito, éstas ó
- semejantes razones:</p>
-<blockquote>
- <p>&quot;Despues, Señor, de rendiros las gracias por
- la suma benignidad con que permitis vuestros
- oídos á nuestra embaxada, y por el superior
- conocimiento con que nos habeis favorecido,
- menospreciando en nuestro abono los siniestros
- informes de la opinion, debo deciros, que
- tambien acerca de nosotros se ha tratado la
- vuestra con aquel respeto y veneracion que corresponde
- á vuestra grandeza. Mucho nos han<span class="pagenum"><a id="Page_94">[Pg 94]</a></span> dicho de vos en esas tierras de vuestro dominio,
- unos afeando vuestras obras, y otros poniendo
- entre sus Dioses vuestra persona; pero los
- encarecimientos crecen ordinariamente con injuria
- de la verdad: que, como es la voz de los
- hombres el instrumento de la fama, suele participar
- de sus pasiones; y estas ó no entienden
- las cosas como son, ó no las dicen como las
- entienden. Los Españoles, Señor, tenemos
- otra vista con que pasamos á discernir el color
- de las palabras, y por ellas el semblante del
- corazon. Ni hemos creido á vuestros rebeldes,
- ni á vuestros lisonjeros: con certidumbre de
- que sois Príncipe grande, y amigo de la razon,
- venimos á vuestra presencia, sin necesitar de
- los sentidos para conocer que sois Príncipe
- mortal. Mortales somos tambien los Españoles,
- aunque mas valerosos, y de mayor entendimiento
- que vuestros vasallos, por haber nacido en
- otro clima de mas robustas influencias. Los
- animales que nos obedecen no son como vuestros
- venados, porque tienen mayor nobleza y ferocidad:
- brutos inclinados á la guerra, que saben
- aspirar con alguna especie de ambicion á la
- gloria de su dueño. El fuego de nuestras
- armas es obra natural de la industria humana,
- sin que tenga parte alguna en su produccion
- esa facultad que profesan vuestros magos, ciencia
- entre nosotros abominable, y digna de mayor<span class="pagenum"><a id="Page_95">[Pg 95]</a></span> desprecio que la misma ignorancia: con cuya
- suposicion, que me ha parecido necesaria para
- satisfacer á vuestras advertencias, os hago saber
- con todo el acatamiento debido á vuestra Magestad,
- que vengo á visitaros como Embaxador
- del mas poderoso Monarca que registra el sol
- desde su nacimiento: en cuyo nombre os propongo,
- que desea ser vuestro amigo y confederado
- sin acordarse de los derechos antiguos que
- habeis referido para otro fin que abrir el
- comercio entre ambas Monarquías, y conseguir
- por este medio vuestra comunicacion y vuestro
- desengaño. Y aunque pudiera, segun la tradicion
- de vuestras mismas historias, aspirar á
- mayor reconocimiento en estos dominios, solo
- quiere usar de su autoridad para que le creais
- en lo mismo que os conviene, y daros á entender
- que vos, Señor, y vosotros Mexicanos que
- me oís (volviendo el rostro á los circunstantes)
- vivis engañados en la religion que profesais,
- adorando unos leños insensibles, obra de vuestras
- manos y de vuestra fantasía: porque solo
- hay un Dios verdadero, Principio eterno, sin
- principio ni fin, de todas las cosas, cuya omnipotencia
- infinita crió de nada esa fábrica
- maravillosa de los cielos, el sol que nos alumbra,
- la tierra que nos sustenta, y el primer
- hombre, de quien procedemos todos con igual
- obligacion de reconocer y adorar á nuestra<span class="pagenum"><a id="Page_96">[Pg 96]</a></span> Primera Causa. Esta Misma obligacion teneis
- vosotros impresa en el alma; y conociendo su
- inmortalidad, la desestimais y destruis, dando
- adoracion á los demonios, que son unos espíritus
- inmundos, criaturas del mismo Dios, que
- por su ingratitud y rebeldía fueron lanzados en
- ese fuego subterráno, de que teneis alguna
- imperfecta noticia en el horror de vuestros
- volcanes. Estos, que por su envidia y malignidad
- son enemigos mortales del género humano,
- solicitan vuestra perdicion, haciéndose adorar
- en esos ídolos abominables: suya es la voz que
- alguna vez escuchais en las respuestas de
- vuestros oráculos, y suyas las ilusiones con que
- suele introducir, en vuestro entendimiento los
- errores de la imaginacion. Ya conozco, Señor,
- que no son de este lugar los misterios de tan
- alta enseñanza; pero solamente os amonesta
- ese mismo Rey, á quien reconoceis tan antigua
- superioridad, que nos oygais en este punto con
- ánimo indiferente, para que veais como descansa
- vuestro espíritu en la verdad que os
- anunciamos, y quantas veces habeis resistido á
- la razon natural, que os daba luz suficiente
- para conocer vuestra ceguedad. Esto es lo
- primero que desea de vuestra Magestad el Rey
- mi Señor, y esto lo principal que os propone,
- como el medio mas eficaz para que pueda
- estrecharse con durable amistad la confederacion<span class="pagenum"><a id="Page_97">[Pg 97]</a></span> de ambas coronas, y no falten á su firmeza los
- fundamentos de la Religion, que, sin dexar
- alguna discordia en los dictámenes, introduzcan
- en el ánimo los vínculos de la voluntad.&quot;</p>
- </blockquote>
-<p>Así procuró Hernan Cortés mantener entre
- aquella gente la estimacion de sus fuerzas, sin
- apartarse de la verdad, y servirse del orígen que
- buscaban á su Rey, ó no contradecir lo que
- tenian aprehendido, para dar mayor autoridad
- á su embaxada. Pero Motezuma oyó con señas
- de poca docilidad el punto de la Religion, obstinado
- con hipocresía en los errores de su gentilidad;
- y levantándose de la silla:</p>
-<blockquote>
- <p>&quot;Yo acepto
- (dixo) con toda gratitud la confederacion y
- amistad que me proponeis del gran descendiente
- de Quezalcoál; pero todos los Dioses son
- buenos, y el vuestro puede ser todo lo que
- decis sin ofensa de los mios. Descansad ahora,
- que en vuestra casa estais, donde seréis asistido
- con todo el cuidado que se debe á vuestro valor,
- y al Príncipe que os envia.&quot;</p>
- </blockquote>
-<p>Mandó luego que
- entrasen algunos Indios de carga que traia prevenidos,
- y ántes de partir presentó á Hernan Cortés
- diferentes piezas de oro, cantidad de ropas de
- algodon, y varias curiosidades de pluma, dádiva
- considerable por el valor y por el modo; y repartió
- algunas joyas y preseas del mismo género
- entre los Españoles que estaban presentes, dando
- uno y otro con alegre generosidad, sin hacer<span class="pagenum"><a id="Page_98">[Pg 98]</a></span> mucho caso del beneficio; pero mirando á Cortés
- y á los suyos con un género de satisfaccion, en
- que se conocia el cuidado antecedente, como los
- que manifiestan su temor en lo mismo que se
- complacen de haberle perdido.</p>
-<hr class="chap" />
-<div class="chapter">
-<h3>CAPITULO XII.</h3>
-</div>
-<blockquote>
- <p><i>Visita Cortés á Motezuma en su palacio, cuya
- grandeza y aparato se describe, y se da
- noticia de lo que pasó en esta conferencia, y en
- otras que se tuvieron despues sobre la Religion.</i></p>
- </blockquote>
-<p>Pidió Hernan Cortés audiencia el dia siguiente,
- y la consiguió con tanta prontitud, que vinieron
- con la respuesta los mismos que le habian de
- acompañar en esta visita: cierto género de ministros
- que solian asistir á los Embaxadores, y tenian
- á su cargo el magisterio de las ceremonias y estílos
- de su nacion. Vistióse de gala, sin dexar las
- armas (que se habian de introducir á trage militar)
- y llevó consigo á los Capitanes Pedro de Alvarado,
- Gonzalo de Sandoval, Juan Velazquez de Leon y
- Diego de Ordaz, con seis ó siete soldados particulares
- de su satisfaccion: entre los quales fué
- Bernal Diaz del Castillo, que ya trataba de observar
- para escribir.</p>
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_99">[Pg 99]</a></span></p>
-<p>Las calles estaban pobladas por todas partes de
- innumerable concurso, que trabajaba en su misma
- muchedumbre para ver á los Españoles sin embarazarles
- el paso, entre cuyas reverencias y sumisiones,
- se oía muchas veces la palabra <i>teules</i>,
- que en su lengua significa Dioses: voz que ya se
- entendia, y que no sonaba mal á los que fundaban
- parte de su valor en el respeto ageno.</p>
-<p>Dexóse ver á larga distancia el palacio de
- Motezuma, que manifestaba, no sin encarecimiento,
- la magnificencia de aquellos Reyes.
- Edificio tan desmesurado, que se mandaba por
- treinta puertas á diferentes calles. La fachada
- principal, que ocupaba toda la frente de una
- plaza muy espaciosa, era de varios jaspes negros,
- roxos y blancos, de no mal entendida colocacion
- y pulimento. Sobre la portada se hacian reparar
- en un escudo grande las armas de los Motezumas:
- un grifo medio águila, y medio leon, en ademan
- de volar, con un tigre feroz entre las garras. Algunos
- quieren que fuese águila, y se ponen de
- propósito á impugnar el grifo con la razon de que
- no los hay en aquella tierra, como si no se pudiese
- dudar si los hay en el mundo, segun los autores que
- los pusieron entre las aves fabulosas. Diriamos
- ántes que pudo inventar acá y allá este género
- de monstruos el desvarío artificioso, que llaman
- licencia los poetas, y valentía los pintores.</p>
-<p>Al llegar cerca de la puerta principal se encaminaron<span class="pagenum"><a id="Page_100">[Pg 100]</a></span> hácia el uno de sus lados los ministros del
- acompañamiento, y retirándose atras con pasos
- de gran misterio, formaron un semicírculo para
- llegar á la puerta de dos en dos: ceremonia de su
- costumbre, porque tenian á falta de respeto el
- entrar de tropel en la casa real, y reconocian con
- este desvío la dificultad de pisar aquellos umbrales.
- Pasados tres patios de la misma fábrica y materia
- que la fechada, llegaron al quarto donde residia
- Motezuma, en cuyos salones era de igual admiracion
- la grandeza y el adorno. Los pavimentos
- con esteras de varias labores: las paredes con
- diferentes colgaduras de algodon, pelo de conejo,
- y en lo mas interior de pluma: unas y otras
- hermoseadas con la viveza de los colores, y con la
- diferencia de las figuras. Los techos de ciprés,
- cedro y otras maderas olorosas, con diversos
- follages y relieves: en cuya contextura se reparó
- que, sin haber hallado el uso de los clavos, formaban
- grandes artesones, afirmando el maderamen y
- las tablas en su misma trabazon.</p>
-<p>Habia en cada una de estas salas numerosas y
- diferentes gerarquías de criados, que tenian la
- entrada segun su calidad y ministerio: y en la
- puerta de la antecámara esperaban los próceres y
- magistrados, que recibieron á Cortés con grande
- urbanidad; pero le hicieron esperar para quitarse
- las sandalias, y dexar los mantos ricos de que
- venian adornados, tomando en su lugar otros de<span class="pagenum"><a id="Page_101">[Pg 101]</a></span> ménos gala. Era entre aquella gente irreverencia
- el atreverse á lucir delante del Rey. Todo lo reparaban
- los Españoles, todo hacia novedad, y
- todo infundia respeto: la grandeza del palacio,
- las ceremonias, el aparato, y hasta el silencio de
- la familia.</p>
-<p>Estaba Motezuma en pie con todas sus insignias
- reales, y dió algunos pasos para recibir á Cortés,
- poniéndole al llegar los brazos sobre los hombros:
- agasajó despues con el semblante á los Españoles
- que le acompañaban; y tomando su asiento,
- mandó sentar á Cortés y á todos los demas, sin
- dexarles accion para que replicasen. La visita
- fué larga, y de conversacion familiar: hizo varias
- preguntas á Cortés sobre lo natural y político de
- las regiones orientales, aprobando á tiempo lo que
- le parecia bien, y mostrando que sabía discurrir
- en lo que sabía dudar. Volvió á referir la dependencia
- y obligacion que tenian los Mexicanos al
- descendiente de su primero Rey; y se congratuló
- muy particularmente de que se hubiese cumplido
- en su tiempo la profecía de los extrangeros, que
- tantos siglos ántes habian sido prometidos á sus
- mayores. Si fué con afectacion, supo esconder
- lo que sentia: y siendo esta una credulidad vana
- y despreciable por su orígen y circunstancias,
- importó mucho en aquella ocasion para que los
- Españoles hallasen hecho el camino á su introduccion.
- Así baxan muchas veces encadenadas y<span class="pagenum"><a id="Page_102">[Pg 102]</a></span> dependientes de ligeros principios las cosas mayores.
- Hernan Cortés le puso con destreza en la
- plática de la religion, tocando, entre las demas
- noticias que le daba de su nacion, los ritos y
- costumbres de los Christianos; para que le
- hiciesen disonancia los vicios y abominaciones de
- su idolatría: con cuya ocasion exclamó contra los
- sacrificios de sangre humana, y contra el horror
- aborrecible á la naturaleza, con que se comian los
- hombres que sacrificaban: bestialidad muy introducida
- en aquella corte, por ser mayor el número
- de los sacrificados, y mas culpable por esta razon
- el exceso de los banquetes.</p>
-<p>No fué del todo inútil esta sesion, porque
- Motezuma, sintiendo en algo la fuerza de la
- razon, desterró de su mesa los platos de carne
- humana; pero no se atrevió á prohibir de una
- vez este manjar á sus vasallos, ni se dió por
- vencido en el punto de los sacrificios; ántes decia
- que no era crueldad ofrecer á sus Dioses unos
- prisioneros de guerra que venian ya condenados á
- muerte, no hallando razon que le hiciese capaz
- de que fuesen proxîmos los enemigos.</p>
-<p>Dió pocas esperanzas de reducirse, aunque
- procuraron varias veces Hernan Cortés y el Padre
- Fray Bartolomé de Olmedo traerle al camino de
- la verdad. Tenia entendimiento para conocer
- algunas ventajas en la religion Católica, y para no
- desconocer en todo los abusos de la suya; pero se<span class="pagenum"><a id="Page_103">[Pg 103]</a></span> volvia luego al tema de que sus Dioses eran
- buenos en aquella tierra, como el de los Christianos
- en su distrito; y se hacia fuerza para no enojarse
- quando le apretaban los argumentos, padeciendo
- mucho consigo en estas conferencias, porque deseaba
- complacer á los Españoles con un género
- de cuidado que parecia sujecion; y por otra parte
- le tiraban las afectaciones de religioso, que le
- adquirieron, y á su parecer, le mantenian la
- corona: obligándole á temer con mayor abatimiento
- la desestimacion de sus vasallos, si le viesen
- ménos atento al culto de sus Dioses. Política
- miserable, propia del tirano, dominar con soberbia,
- y contemplar con servidumbre.</p>
-<p>Hacia tanta ostentacion de su resistencia, que,
- llevando consigo, uno de aquellos primeros dias,
- á Hernan Cortés y al Padre Fray Bartolomé con
- algunos de los Capitanes y soldados particulares
- para que viesen á su lado las grandezas de su
- corte, deseó, no sin alguna vanidad, enseñarles
- el mayor de sus templos. Mandóles que se detuviesen
- poco ántes de la entrada, y se adelantó
- para conferir con los sacerdotes, si sería lícito que
- llegáse á la presencia de sus Dioses una gente que
- no los adoraba. Resolvióse que podrian entrar,
- amonestándolos primero que no se descomidiesen:
- y salieron dos ó tres de los mas ancianos con la
- permision y el requerimiento. Franquearonse
- luego todas las puertas de aquel espantoso edificio,<span class="pagenum"><a id="Page_104">[Pg 104]</a></span> y Motezuma tomó á su cargo el explicar los
- secretos, oficinas y simulacros del adoratorio, tan
- reverente y ceremonioso, que los Españoles no
- pudieron contenerse de hacer alguna irrision, de
- que no se dió por entendido; pero volvió á
- mirarlos como quien deseaba reprimirlos. A cuyo
- tiempo Hernan Cortés, dexándose llevar del zelo
- que ardia en su corazon, le dixo:</p>
-<blockquote>
- <p>&quot;Permitidme,
- Señor, fixar una cruz de Christo delante de
- esas imágenes del demonio, y veréis si merecen
- adoracion ó menosprecio.&quot;</p>
- </blockquote>
-<p>Enfurecieronse los
- sacerdotes al oir esta proposicion: y Motezuma
- quedó confuso y mortificado, faltándole á un
- tiempo la paciencia para sufrirlo, y la resolucion
- para enojarse; pero tomando partido con su primera
- turbacion, y procurando que no quedáse
- mal su hipocresía:</p>
-<blockquote>
- <p>&quot;Pudierais (dixo á los Españoles)
- conceder á este lugar las atenciones, por
- lo ménos, que debeis á mi persona.&quot;</p>
- </blockquote>
-<p>Y salió
- del adoratorio para que le siguiesen; pero se
- detuvo en el atrio, y prosiguió diciendo algo mas
- reportado:</p>
-<blockquote>
- <p>&quot;Bien podeis, amigos, volveros á
- vuestro alojamiento; que yo me quedo á pedir
- perdon á mis Dioses de lo mucho que os he
- sufrido.&quot;</p>
- </blockquote>
-<p>Notable salida del empeño en que se
- hallaba, y pocas palabras dignas de reparo, que
- dieron á entender su resolucion, y lo que se reprimia
- para no destemplarse.</p>
-<p>Con esta experiencia, y otras que se hicieron<span class="pagenum"><a id="Page_105">[Pg 105]</a></span> del mismo género, resolvió Cortés, siguiendo el
- parecer del Padre Fray Bartolomé de Olmedo y
- del Licenciado Juan Diaz, que no se le habláse
- mas por entónces en la religion, porque solo
- servia de irritarle y endurecerle. Pero al mismo
- tiempo se consiguió fácilmente su licencia para
- que los Christianos diesen culto público á su
- Dios; y él mismo envió sus alarífes para que se
- le fabricáse templo á su costa como le pidiese
- Cortés. ¡Tanto deseaba que le dexasen descansar
- en su error! Desembarazóse luego uno de los
- salones principales de aquel palacio donde habitaban
- los Españoles: y blanqueándole de nuevo, se
- levantó el altar, y en su frontispicio se colocó una
- imágen de Nuestra Señora sobre algunas gradas,
- que se adornaron vistosamente: y fixando una
- cruz grande cerca de la puerta, quedó formada
- una capilla muy decente, donde se celebraba
- Misa todos los dias, se rezaba el Rosario, y hacian
- otros actos de piedad y devocion, asistiendo
- algunas veces Motezuma con los príncipes y
- ministros que andaban á su lado: entre los quales
- se alababa mucho la mansedumbre de aquellos
- sacrificios, sin conocer la inhumanidad y malicia
- de los suyos. Gente ciega y supersticiosa, que
- palpaba las tinieblas, y se defendia de la razon
- con la costumbre.</p>
-<p>Pero ántes de referir los sucesos de aquella
- corte, nos llama su descripcion, la grandeza de<span class="pagenum"><a id="Page_106">[Pg 106]</a></span> sus edificios, su forma de gobierno y policia, con
- otras noticias que son convenientes para la inteligencia
- ó concepto de los mismos sucesos. Desvíos
- de la narracion, necesarios en la historia, como
- no sean peregrinos del argumento, y carezcan de
- otros lunares que hacen viciosa la digresion.</p>
-<hr class="chap" />
-<div class="chapter">
-<h3>CAPITULO XIII.</h3>
-</div>
-<blockquote>
- <p><i>Describese la ciudad de México, su temperamento
- y situacion, el mercado del Tlatelúlco, y el
- mayor de sus templos dedicado al Dios de la
- guerra.</i></p>
- </blockquote>
-<p>La gran ciudad de México, que fué conocida en
- su antigüedad por el nombre de Tenuchtitlán, ó
- por otros de poco diferente sonido (sobre cuya
- denominacion se cansan voluntariamente los autores)
- tendria en aquel tiempo sesenta mil familias
- de vecindad repartida en dos barrios, de los quales
- se llamaba el uno Tlatelúlco, habitacion de gente
- popular, y el otro México, que, por residir en él
- la corte y la nobleza, dió su nombre á toda la
- poblacion.</p>
-<p>Estaba fundada en un plano muy espacioso,
- coronado por todas partes de altísimas sierras y
- montañas, de cuyos rios y vertientes rebalsadas<span class="pagenum"><a id="Page_107">[Pg 107]</a></span> en el valle se formaban diferentes lagunas, y en
- lo mas profundo los dos lagos mayores, que
- ocupaba con mas de cincuenta poblaciones la
- nacion Mexicana. Tendria este pequeño mar
- treinta leguas de circunferencia, y los dos lagos
- que le formaban se unian y comunicaban entre sí
- por un dique de piedra que los dividia, reservando
- algunas aberturas con puentes de madera, en
- cuyos lados tenian sus compuertas levadizas para
- cebar el lago inferior siempre que necesitaban de
- socorrer la mengua del uno con la redundancia del
- otro. Era el mas alto de agua dulce y clara,
- donde se hallaban algunos pescados de agradable
- mantenimiento: y el otro de agua salobre y obscura,
- semejante á la marítima; no porque fuesen,
- de otra calidad las vertientes de que se alimentaba,
- sino por vicio natural de la misma tierra donde se
- detenian, gruesa y salitrosa por aquel parage;
- pero de grande utilidad para la fábrica de la sal
- que beneficiaban cerca de sus orillas, purificando
- al sol, y adelgazando con el fuego las espumas y
- superfluidades que despedia la resaca.</p>
-<p>En el medio casi de esta lagúna salobre tenia
- su asiento la ciudad, cuya situacion se apartaba
- de la línea equinoccial, hácia el norte, diez y
- nueve grados y trece minutos, dentro aun de la
- torrida zona, que imaginaron de fuego inhabitable
- los filósofos antiguos: para que aprendiese nuestra
- experiencia quan poco se puede fiar de la humana<span class="pagenum"><a id="Page_108">[Pg 108]</a></span> sabiduría en todas aquellas noticias que no entran
- por los sentidos á desengañar el entendimiento.
- Era su clima benigno y saludable, donde se
- dexaban conocer á su tiempo el frio y el calor,
- ambos con moderada intension: y la humedad,
- que, por la naturaleza del sitio, pudiera ofender á
- la salud, estaba corregida con el favor de los
- vientos, ó morigerada con el beneficio del sol.</p>
-<p>Tenia hermosísimos lejos en medio de las
- aguas esta gran poblacion, y se daba la mano con
- la tierra por sus diques ó calzadas principales:
- fábrica suntuosa, que servia tanto al ornamento
- como á la necesidad: la una, de dos leguas hácia
- la parte del mediodia, por donde hicieron su
- entrada los Españoles: la otra, de una legua,
- mirando al septentrion: y la otra, poco menor,
- por la parte occidental. Eran las calles bien
- niveladas y espaciosas: unas de agua con sus
- puentes para la comunicacion de los vecinos;
- otras de tierra sola hechas á la mano; y otras de
- agua y tierra, los lados para el paso de la gente,
- y el medio para el uso de las canoas ó barcas de
- tamaños diferentes, que navegaban por la ciudad,
- ó servian al comercio: cuyo número toca en increible;
- pues dicen que tendria México entónces
- mas de cincuenta mil, sin otras embarcaciones
- pequeñas, que allí se llamaban acales, hechas de
- un tronco, y capaces de un hombre que remaba
- para sí.</p>
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_109">[Pg 109]</a></span></p>
-<p>Los edificios públicos y casas de los nobles, de
- que se componia la mayor parte de la ciudad,
- eran de piedra, y bien fabricadas: las que ocupaba
- la gente popular, humildes y desiguales; pero
- unas y otras en tal disposicion, que hacian lugar
- á diferentes plazas de terraplen, donde tenian sus
- mercados.</p>
-<p>Era entre todas la del Tlatelúlco de admirable
- capacidad y concurso, á cuyas ferias acudian
- ciertos dias en el año todos los mercaderes y
- comerciantes del Reyno con lo mas precioso de
- sus frutos y manifacturas; y solian concurrir
- tantos, que, siendo esta plaza, segun dice Antonio
- de Herrera, una de las mayores del mundo, se
- llenaba de tiendas puestas en hileras, y tan apretadas,
- que apénas dexaban calle á los compradores.
- Conocian todos su puesto, y armaban
- su oficina de bastidores portátiles, cubiertos de
- algodon basto, capaz de resistir al agua y al sol.
- No acaban de ponderar nuestros escritores el
- órden, la variedad y la riqueza de estos mercados.
- Habia hileras de plateros, donde se vendian joyas
- y cadenas extraordinarias, diversas hechuras de
- animales, y vasos de oro y plata labrados con
- tanto primor, que algunos de ellos dieron que
- discurrir á nuestros artífices: particularmente unas
- calderillas de asas movibles, que salian así de
- la fundicion, y otras piezas del mismo género,
- donde se hallaban molduras y relieves, sin que se<span class="pagenum"><a id="Page_110">[Pg 110]</a></span> conociese impulso de martillo, ni golpe de sincel.
- Habia tambien hileras de pintores, con raras ideas
- y paises de aquella interposicion de plumas que
- daba el colorido, y animaba la figura, en cuyo
- género se hallaron raros aciertos de la paciencia y
- la prolixidad. Venian tambien á este mercado
- quantos géneros de telas se fabricaban en todo el
- Reyno para diferentes usos, hechas de algodon y
- pelo de conejo, que hilaban delicadamente las
- mugeres, enemigas en aquella tierra de la ociosidad,
- y aplicadas al ingenio de las manos. Eran
- muy de reparar los búcaros y hechuras exquisitas
- de finísimo barro que traían á vender, diverso en
- el color y en la fragrancia, de que labraban con
- primor extraordinario quantas piezas y vasijas son
- necesarias para el servicio y el adorno de una
- casa: porque no usaban de oro ni de plata en sus
- vaxillas, profusion que solo era permitida en la
- mesa real, y esto en dias muy señalados. Hallábanse
- con la misma distribucion y abundancia los
- mantenimientos, las frutas, los pescados, y finalmente
- quantas cosas hizo venales el deleyte y la
- necesidad.</p>
-<p>Hacianse las compras y ventas por via de permutacion,
- con que daba cada uno lo que le
- sobraba por lo que habia menester: y el maiz ó el
- cacao servia de moneda para las cosas menores.
- No se gobernaban por el peso, ni le conocieron,
- pero tenian diferentes medidas con que distinguir<span class="pagenum"><a id="Page_111">[Pg 111]</a></span> las cantidades, y sus números ó caractéres con
- que ajustar los precios segun sus tasaciones.</p>
-<p>Habia casa diputada para los jueces del comercio,
- en cuyo tribunal se decidian las diferencias
- de los comerciantes; y otros ministros inferiores,
- que andaban entre la gente cuidando de la igualdad
- de los contratos, y llevaban al tribunal las
- causas de fraude ó exceso que necesitaban de
- castigo. Admiraron justamente nuestros Españoles
- la primera vista de este mercado por su
- abundancia, por su variedad, y por el órden y
- concierto con que estaba puesta en razon aquella
- muchedumbre: aparador verdaderamente maravilloso,
- en que se venian de una vez á los ojos la
- grandeza y el gobierno de aquella Corte.</p>
-<p>Los templos (si es lícito darles este nombre) se
- levantaban suntuosamente sobre los demas edificios:
- y el mayor, donde residia la suma dignidad
- de aquellos inmundos sacerdotes, estaba dedicado
- al ídolo Viztzilipuztli, que en su lengua significaba
- Dios de la guerra, y le tenian por el supremo de
- sus Dioses: primacía de que se infiere quánto se
- preciaba de militar aquella nacion. El vulgo de
- los soldados Españoles le llamaba Hachilobos,
- tropezando en la pronunciacion: y así le nombra
- Bernal Diaz del Castillo, hallando en la pluma la
- misma dificultad. Notablemente discuerdan los
- autores en la descripcion de este soberbio edificio.
- Antonio de Herrera se conforma demasiado con<span class="pagenum"><a id="Page_112">[Pg 112]</a></span> Francisco Lopez de Gómara: los que le vieron
- entónces tenian otras cosas en el cuidado, y los
- demas tiraron las líneas á la voluntad de su consideracion.
- Seguimos al Padre Josef de Acosta,
- y á otros autores de los mejor informados.</p>
-<p>Su primera mansion era una gran plaza en
- quadro, con su muralla de sillería, labrada por la
- parte de afuera con diferentes lazos de culebras
- encadenadas, que daban horror al pórtico, y
- estaban allí con alguna propiedad. Poco ántes
- de llegar á la puerta principal estaba un humilladero
- no ménos horroroso. Era de piedra con
- treinta gradas de lo mismo que subian á lo alto,
- donde habia un género de azotea prolongada, y
- fixos en ella muchos troncos de crecidos árboles
- puestos en hilera: tenian estos sus taladros iguales
- á poca distancia, y por ellos pasaban de un
- arbol á otro diferentes varas, ensartando cada una
- por las sienes algunas calaveras de hombres sacrificados,
- cuyo número, que no se puede referir sin
- escándalo, tenian siempre cabal los ministros del
- templo, renovando las que padecian algun destrozo
- con el tiempo. Lastimoso trofeo, en que manifestaba
- su rencor el enemigo del hombre: y
- aquellos bárbaros le tenian á la vista sin algun
- remordimiento de la naturaleza, hecha devocion
- la inhumanidad, y desaprovechada en la costumbre
- de los ojos la memoria de la muerte.</p>
-<p>Tenia la plaza quatro puertas correspondientes<span class="pagenum"><a id="Page_113">[Pg 113]</a></span> en sus quatro lienzos que miraban á los quatro
- vientos principales. En lo alto de las portadas
- habia quatro estátuas de piedra, que señalaban el
- camino, como despidiendo á los que se acercaban
- mal dispuestos: y tenian su presuncion de Dioses
- liminares, porque recibian algunas reverencias á
- la entrada. Por la parte interior de la muralla
- estaban las habitaciones de los sacerdotes y dependientes
- de su ministerio, con algunas oficinas que
- corrian todo el ámbito de la plaza sin ofender el
- quadro, dexándola tan capaz, que solian baylar
- en ella ocho y diez mil personas quando se juntaban
- á celebrar sus festividades.</p>
-<p>Ocupaba el centro de esta plaza, una gran máquina
- de piedra, que á cielo descubierto se levantaba
- sobre las torres de la ciudad, creciendo en
- diminucion hasta formar una media pirámide, los
- tres lados pendientes, y en el otro labrada la
- escalera: edificio suntuoso y de buenas medidas,
- tan alto que tenia ciento y veinte gradas la escalera,
- y tan corpulento que terminaba en un plano
- de quarenta pies en quadro, cuyo pavimento enlosado
- primorosamente de varios jaspes guarnecia
- por todas partes un pretil con sus almenas retorcidas
- á manera de caracoles, formado por ambas
- hazes de unas piedras negras semejantes al azabache,
- puestas con órden, y unidas con betunes
- blancos y roxos que adornaban mucho el edificio.</p>
-<p>Sobre la division del pretil, donde terminaba<span class="pagenum"><a id="Page_114">[Pg 114]</a></span> la escalera, estaban dos estátuas de marmol, que
- sustentaban, imitando bien la fuerza de los brazos,
- unos grandes candeleros de hechura extraordinaria:
- mas adelante una losa verde, que se levantaba
- cinco palmos del suelo, y remataba en
- esquina, donde afirmaban por las espaldas al
- miserable que habian de sacrificar, para sacarle
- por los pechos el corazon. Y en la frente una
- capilla de mejor fábrica y materia, cubierta por
- lo alto con su techumbre de maderas preciosas,
- donde tenian el ídolo sobre un altar muy alto, y
- detras de cortinas. Era de figura humana, y estaba
- sentado en una silla con apariencias de
- trono, fundada sobre un globo azul que llamaban
- cielo, de cuyos lados salian quatro varas con
- cabezas de sierpes, á que aplicaban los hombros
- para conducirle quando le manifestaban al pueblo.
- Tenia sobre la cabeza un penacho de plumas
- varias en forma de páxaro con el pico y la cresta
- de oro bruñido; el rostro de horrible severidad, y
- mas afeado con dos faxas azules, una sobre la
- frente, y otra sobre la nariz. En la mano derecha
- una culebra ondeada que le servia de baston,
- y en la izquierda quatro saetas, que veneraban
- como traidas del Cielo, y una rodela con cinco
- plumages blancos puestos en cruz, sobre cuyos
- adornos, y la significacion de aquellas insignias y
- colores decian notables desvaríos con lastimosa
- ponderacion.</p>
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_115">[Pg 115]</a></span></p>
-<p>Al lado siniestro de esta capilla estaba otra de
- la misma hechura y tamaño con un ídolo que
- llamaban Tlaloch, en todo semejante á su compañero.
- Tenianlos por hermanos, y tan amigos,
- que dividian entre sí los patrocinios de la guerra:
- iguales en el poder, y uniformes en la voluntad:
- por cuya razon acudian á entrambos con una
- víctima y un ruego, y les daban las gracias de
- los sucesos, teniendo en equilibrio la devocion.</p>
-<p>El ornato de ambas capillas era de inestimable
- valor, colgadas las paredes, y cubiertos los altares
- de joyas y piedras preciosas puestas sobre plumas
- de colores. Y habia de este género y opulencia
- ocho templos en aquella ciudad, siendo los
- menores mas de dos mil, donde se adoraban otros
- tantos ídolos diferentes en el nombre, figura y
- advocacion. Apénas habia calle sin su Dios
- tutelar; ni se conocia calamidad entre las pensiones
- de la naturaleza que no tuviese altar donde
- acudir por el remedio. Ellos se fingian y fabricaban
- sus Dioses de su mismo temor, sin conocer
- que enflaquecian el poder de los unos con lo que
- fiaban de los otros: y el demonio ensanchaba su
- dominio por instantes, violentísimo tirano de
- aquellos racionales, y en pacífica posesion de
- tantos siglos. ¡O permisiones inescrutables del
- Altísimo!</p>
-<hr class="chap" />
-<div class="chapter">
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_116">[Pg 116]</a></span></p>
-<h3>CAPITULO XIV.</h3>
-</div>
-<blockquote>
- <p><i>Describense diferentes casas que tenia Motezuma
- para su divertimiento, sus armerías, sus jardines
- y sus quintas, con otros edificios notables
- que habia dentro y fuera de la ciudad.</i></p>
- </blockquote>
-<p>Demas del palacio principal que dexamos referido,
- y el que habitaban los Españoles, tenia
- Motezuma diferentes casas de recreacion que adornaban
- la ciudad, y engrandecian su persona. En
- una de ellas (edificio real donde se vieron grandes
- corredores sobre columnas de jaspe) habia quantos
- géneros de aves se crian en la Nueva España dignas
- de alguna estimacion por la pluma ó por el canto:
- entre cuya diversidad se hallaron muchas extraordinarias,
- y no conocidas hasta entónces en Europa.
- Las marítimas se conservaban en estanques
- de agua salobre; y en otros de agua dulce las que
- se traían de rios ó lagunas. Dicen que habia
- páxaros de cinco y seis colores, y los pelaban á
- su tiempo, dexándolos vivos para que repitiesen á
- su dueño la utilidad de la pluma: género de
- mucho valor entre los Mexicanos, porque se
- aprovechaban de ella en sus telas, en sus pinturas
- y en todos sus adornos. Era tanto el número de<span class="pagenum"><a id="Page_117">[Pg 117]</a></span> las aves, y se ponia tanto cuidado en su conservacion,
- que se ocupaban en este ministerio mas de
- trescientos hombres diestros en el conocimiento
- de sus enfermedades, y obligados á subministrarles
- el cebo de que se alimentaban en su libertad.
- Poco distante de esta casa tenia otra Motezuma
- de mayor grandeza y variedad con habitacion
- capaz de su persona y familia, donde residian sus
- cazadores y se criaban las aves de rapiña: unas
- en jaulas de igual aliño y limpieza, que solo
- servian á la observacion de los ojos; y otras en
- alcándaras, obedientes al lazo de la pihuela, y
- domesticadas para el exercicio de la cetrería;
- cuyos primores alcanzaron, sirviéndose de algunos
- páxaros de razas excelentes que se hallan en
- aquella tierra, parecidos á los nuestros, y nada
- inferiores en la docilidad con que reconocen á su
- dueño, y en la resolucion con que se arrojan á la
- presa. Habia entre las aves que tenian encerradas
- muchas de rara fiereza y tamaño, que parecieron
- entónces monstruosas, y algunas águilas reales de
- grandeza exquisita y prodigiosa voracidad. No
- falta quien diga que una de ellas gastaba un carnero
- en cada comida: debanos el autor que no
- apoyemos con su nombre lo que, á nuestro parecer,
- creyó con facilidad.</p>
-<p>En el segundo patio de la misma casa estaban
- las fieras que presentaban á Motezuma, ó prendian
- sus cazadores, en fuertes jaulas de madera,<span class="pagenum"><a id="Page_118">[Pg 118]</a></span> puestas con buena distribucion y debaxo de cubierto:
- leones, tigres, osos, y quantos géneros de
- brutos silvestres produce la Nueva España, entre
- los quales hizo mayor novedad el toro Mexicano,
- rarísimo compuesto de varios animales, gibada y
- corva la espalda como el camello, enjuto el ijar,
- larga la cola y guedejudo el cuello como el leon,
- hendido el pie y armada la frente como el toro,
- cuya ferocidad imita con igual ligereza y execucion.
- Anfiteatro que pareció á los Españoles
- digno de Príncipe grande, por ser tan antiguo en
- el mundo esto de significarse por las fieras la
- grandeza de los hombres.</p>
-<p>En otra separacion de este palacio dicen algunos
- de nuestros escritores que se criaba con cebo
- quotidiano una multitud horrible de animales
- ponzoñosos, y que anidaban en diferentes vasijas
- y cavernas las viboras, las culebras de cascabel,
- los escorpiones: y crece la ponderacion hasta encontrar
- con los crocodilos; pero tambien afirman
- que no alcanzaron esta venenosa grandeza nuestros
- Españoles, y que solo vieron el parage donde se
- criaban: cuya limitacion nos basta para tocarlo
- como inverisímil, creyendo ántes que lo entenderian
- así los Indios, de cuya relacion se tomó la
- noticia, y que sería este uno de aquellos horrores
- que suele inventar el vulgo contra la fiereza de los
- tiranos, particularmente quando sirve afligido, y
- discurre atemorizado.</p>
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_119">[Pg 119]</a></span></p>
-<p>Sobre la mansion que ocupaban las fieras habia
- un quartel muy capaz, donde habitaban los bufones,
- y otras sabandijas de palacio, que servian al
- entretenimiento del Rey, en cuyo número se contaban
- los monstruos, los enanos, los corcovados y
- otros errores de la naturaleza: cada género tenia
- su habitacion separada, y cada separacion sus
- maestros de habilidades, y sus personas diputadas
- para cuidar de su regalo, donde los servian con
- tanta puntualidad, que algunos padres, entre la
- gente pobre, desfiguraban á sus hijos para que
- lograsen esta conveniencia, y emendar su fortuna,
- dándoles el merito en la deformidad.</p>
-<p>No se conocia ménos la grandeza de Motezuma
- en otras dos casas que ocupaba su armería. Era
- la una para la fábrica, y la otra para el depósito
- de las armas. En la primera vivian y trabajaban
- todos los maestros de esta facultad, distribuidos
- en diferentes oficinas, segun sus ministerios: en
- una parte se adelgazaban las varas para las
- flechas: en otra se labraban los pedernales para
- las puntas: y cada género de armas ofensivas y
- defensivas tenia su obrador y sus oficiales distintos
- con algunos superintendentes que llevaban
- á su modo la cuenta y razon de lo que se trabajaba.
- La otra casa, cuyo edificio tenia mayor representacion,
- servia de almacen donde se recogian las
- armas despues de acabadas, cada género en pieza
- distinta: y de allí se repartian á los exércitos y<span class="pagenum"><a id="Page_120">[Pg 120]</a></span> fronteras, segun la ocurrencia de las ocasiones.
- En lo alto se guardaban las armas de la persona
- real colgadas por las paredes con buena colocacion:
- en una pieza los arcos, flechas y aljabas,
- con varios embutidos y labores de oro y pedrería:
- en otra las espadas y montantes de madera extraordinaria
- con sus filos de pedernal, y la misma
- riqueza en las empuñaduras: en otra los dardos,
- y así los demas géneros, tan adornados y resplandecientes,
- que daban que reparar hasta las hondas
- y las piedras. Habia diferentes hechuras de petos
- y zeladas con láminas y follages de oro, muchas
- casacas de aquellos colchados que resistian á las
- flechas, hermosas invenciones de rodelas ó escudos,
- y un género de paveses ó adargas de pieles
- impenetrables que cubrian todo el cuerpo, y hasta
- la ocasion de pelear andaban arrolladas al hombro
- izquierdo. Fué de admiracion á los Españoles
- esta grande armería, que pareció tambien alhaja
- de Príncipe, y Príncipe guerrero, en que se acreditaban
- igualmente su opulencia y su inclinacion.</p>
-<p>En todas estas casas tenia grandes jardines prolixamente
- cultivados. No gustaba de árboles
- fructíferos, ni plantas comestibles en sus recreaciones;
- ántes solia decir que las huertas, eran
- posesiones de gente ordinaria, pareciéndole mas
- propio en los Príncipes el deleyte sin mezcla de
- utilidad. Todo era flores de rara diversidad y
- fragrancia, y yerbas medicinales, que servian á<span class="pagenum"><a id="Page_121">[Pg 121]</a></span> los quadros y cenadores: de cuyo beneficio cuidaba
- mucho, haciendo traer á sus jardines quantos
- géneros produce la benignidad de aquella tierra,
- donde no aprendian los físicos otra facultad que
- la noticia de sus nombres, y el conocimiento de
- sus virtudes. Tenian hierbas para todas las enfermedades
- y dolores, de cuyos zumos y aplicaciones
- componian sus remedios, y lograban admirables
- efectos, hijos de la experiencia, que sin distinguir
- la causa de la enfermedad, acertaban con la salud
- del enfermo. Repartianse francamente de los
- jardines del Rey todas las hierbas que recetaban
- los médicos, ó pedian los dolientes; y solia preguntar
- si aprovechaban, hallando vanidad en sus
- medicinas, ó persuadido á que cumplió con la
- obligacion del gobierno cuidando así de la salud
- de sus vasallos.</p>
-<p>En todos estos jardines y casas de recreacion
- habia muchas fuentes de agua dulce y saludable,
- que traían de los montes vecinos guiada por
- diferentes canales, hasta encontrar con las calzadas,
- donde se ocultaban los encañados que la
- introducian en la ciudad: para cuya provision se
- dexaban algunas fuentes públicas, y se permitia,
- no sin tributo considerable, que los Indios vendiesen
- por las calles la que podian conducir de
- otros manantiales. Creció mucho en tiempo de
- Motezuma el beneficio de las fuentes, porque fué
- suya la obra del gran conducto por donde vienen<span class="pagenum"><a id="Page_122">[Pg 122]</a></span> á México las aguas vivas que se descubrieron en
- la sierra de Chapultepec, distante una legua de la
- ciudad. Hizose primero de su órden y traza un
- estanque de piedra donde recogerlas, midiendo su
- altura con la declinacion que pedia la corriente:
- y despues un paredon grueso con dos canales
- descubiertas de fuerte argamasa, de las quales
- servia la una mientras se limpiaba la otra. Fábrica
- de grande utilidad, cuya invencion le dexó tan
- vanaglorioso, que mandó poner su efigie y la de
- su padre, no sin alguna semejanza, esculpidas en
- dos medallas de piedra, con ambicion de hacerse
- memorable por aquel beneficio de su ciudad.</p>
-<p>Uno de los edificios que hizo mayor novedad
- entre las obras de Motezuma fué la casa que
- llamaban de la tristeza, donde solia retirarse
- quando se morian sus parientes, y en otras ocasiones
- de calamidad ó mal suceso que pidiese pública
- demostracion. Era de horrible arquitectura,
- negras las paredes, los techos y los adornos, y
- tenia un género de claraboyas ó ventanas pequeñas
- que daban penada la luz, ó permitian solamente
- la que bastaba para que se viese la obscuridad.
- Formidable habitacion, donde se detenia todo lo
- que tardaba en despedir sus quebrantos, y donde
- se le aparecia con mas facilidad el demonio: fuese
- por lo que ama los horrores el príncipe de las
- tinieblas, ó por la congruencia que tienen entre
- sí el espíritu maligno y el humor melancólico.</p>
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_123">[Pg 123]</a></span></p>
-<p>Fuera de la ciudad tenia grandes quintas y casas
- de recreacion con muchas y copiosas fuentes que
- daban agua para los baños, ó estanques para la
- pesca; en cuya vecindad habia diferentes bosques
- para diferentes géneros de caza, exercicio que
- freqüentaba y entendia, manejando con primor el
- arco y la flecha. Era la montería su principal
- divertimiento, y solia muchas veces salir con sus
- nobles á un parque muy espacioso y ameno, cuyo
- distrito estaba cercado por todas partes con un
- foso de agua, donde le traían y encerraban las
- reses de los montes vecinos: entre las quales
- solian venir algunos tigres y leones. Habia gente
- señalada en México y en otros lugares del contorno
- que se adelantaba para estrechar y conducir
- las fieras al sitio destinado, siguiendo casi en
- estas batidas el estílo de nuestros monteros.
- Tenian aquellos Indios Mexicanos grande osadía
- y agilidad en perseguir y sujetar los animales mas
- feroces: y Motezuma gustaba mucho de mirar el
- combate de sus cazadores, y lograr algunos tiros,
- que se aplaudian como aciertos de mayor importancia.
- Nunca se apeaba de sus andas sino es
- quando se ponia en algun lugar eminente, y siempre
- con bastante circunvalacion de chuzos y
- flechas que asegurasen su persona; no porque le
- faltáse valor, ni dexáse de aventajar á todos en la
- destreza, sino porque miraba como indignos de
- su magestad aquellos riesgos voluntarios:<span class="pagenum"><a id="Page_124">[Pg 124]</a></span> pareciéndole (y no sin conocimiento de su dignidad)
- que solo eran decentes para el Rey los peligros de
- la guerra.</p>
-<hr class="chap" />
-<div class="chapter">
-<h3>CAPITULO XV.</h3>
-</div>
-<blockquote>
- <p><i>Dáse noticia de la ostentacion y puntualidad con
- que se hacia servir Motezuma en su palacio,
- del gasto de su mesa, de sus audiencias, y
- otras particularidades de su economía y divertimientos.</i></p>
- </blockquote>
-<p>Era correspondiente á la suntuosidad y soberbia
- de sus edificios el fausto de su casa, y los aparatos
- de que adornaba su persona, para mantener la
- reverencia y el temor de sus vasallos: á cuyo fin
- inventó nuevas ceremonias y superfluidades, emendando,
- como defecto, la humanidad con que se
- trataron hasta él los Reyes Mexicanos. Aumentó,
- como diximos, en los principios de su reynado el
- número, la calidad y el lucimiento de la familia
- real, componiéndola de gente noble, mas ó ménos
- ilustre, segun los ministerios de su ocupacion:
- punto que resistieron entónces sus consejeros,
- representándole que no convenia desconsolar al
- pueblo con excluirle totalmente de su servicio;
- pero él executó lo que le aconsejaba su vanidad:<span class="pagenum"><a id="Page_125">[Pg 125]</a></span> y era una de sus máxîmas, que los Príncipes
- debian favorecer desde lejos á la gente sin obligaciones,
- y considerar que no se hicieron los beneficios
- de la confianza para los ánimos plebeyos.</p>
-<p>Tenia dos géneros de guardias, una de gente
- militar, y tan numerosa, que ocupaba los patios,
- y repartia diferentes esquadras á las puertas principales:
- y otra de caballeros, cuya introduccion
- fué tambien de su tiempo: constaba de hasta
- doscientos hombres de calidad conocida, y estos
- entraban todos los dias en palacio con el mismo
- fin de guardar la persona real, y asistir á su
- cortejo. Estaba repartido por turnos con tiempo
- señalado este servicio de los nobles, y se iban
- mudando con tal disposicion, que comprehendia
- toda la nobleza, no solo de la ciudad, sino del
- reyno: y venian, á cumplir con esta obligacion,
- quando les tocaba el turno, desde las ciudades
- mas remotas. Era su asistencia en las antecámaras,
- donde comian de lo que sobraba en la
- mesa del Rey. Solia permitir que entrasen algunos
- en su cámara, mandándolos llamar, no tanto
- por favorecerlos, como para saber si asistian, y
- tenerlos á todos en cuidado. Jactabase de haber
- introducido este género de guardia, y no sin
- alguna política mas que vulgar; porque solia
- decir á sus ministros que le servia de tener en
- algun exercicio la obediencia de los nobles para
- enseñarlos á vivir dependientes, y de conocer los<span class="pagenum"><a id="Page_126">[Pg 126]</a></span> sugetos de su Reyno para emplearlos segun su
- capacidad.</p>
-<p>Casaban los Reyes Mexicanos con hijas de otros
- Reyes tributarios suyos: y Motezuma tenia dos
- mugeres de esta calidad con título de Reynas en
- quartos separados de igual pompa y ostentacion.
- El número de sus concubinas era exôrbitante y
- escandaloso; pues hallamos escrito que habitaban
- dentro de su palacio mas de tres mil mugeres
- entre amas y criadas, y que venian al exâmen de
- su antojo quantas nacian con alguna hermosura
- en sus dominios, porque sus ministros y executores
- las recogian á manera de tributo y vasallage:
- tratándose como importancia del Reyno la torpeza
- del Rey.</p>
-<p>Deshaciase de este género de mugeres con facilidad,
- poniéndolas en estado para que ocupasen
- otras su lugar; y hallaban maridos entre la gente
- de mayor calidad, porque salian ricas, y á su
- parecer, condecoradas: tan lejos estaba de tener
- estimacion de virtud la honestidad en una religion,
- donde no solo se permitian, pero se mandaban
- las violencias de la razon natural. Afectaba
- mucho el recogimiento de su casa, y tenia mugeres
- ancianas que atendiesen al decoro de sus concubinas,
- sin permitir el menor desacierto en su proceder;
- no tanto porque le disonasen las indecencias,
- como porque le predominaban los zelos: y
- este cuidado con que procuraba mantener el recato<span class="pagenum"><a id="Page_127">[Pg 127]</a></span> de su familia, que tiene por sí tanto de loable y
- puesto en razon, era en él segunda liviandad, y
- pundonor poco generoso que se formaba en la
- flaqueza de otra pasion.</p>
-<p>Sus audiencias no eran fáciles ni freqüentes;
- pero duraban mucho, y se adornaba esta funcion
- de grande aparato y solemnidad. Asistian á ellas
- los próceres que tenian entrada en su quarto, seis
- ó siete consejeros cerca de la silla, por si ocurriese
- alguna materia digna de consulta, y diferentes
- secretarios que iban notando, con aquellos símbolos
- que les servian de letras, las resoluciones y
- decretos, cada uno segun su negociacion. Entraba
- descalzo el pretendiente, y hacia tres reverencias
- sin levantar los ojos de la tierra, diciendo en la
- primera, <i>Señor</i>: en la segunda, <i>mi Señor</i>: y en
- la tercera, <i>gran Señor</i>. Hablaba en acto de
- mayor humiliacion, y se volvia despues á retirar
- por los mismos pasos, repitiendo sus referencias
- sin volver las espaldas, y cuidando mucho de los
- ojos; porque habia ciertos ministros que castigaban
- luego los menores descuidos; y Motezuma
- era observantísimo en estas ceremonias: cuidado
- que no se debe culpar en los Príncipes, por consistir
- en ellas una de las prerogativas que los
- diferencian de los otros hombres, y tener algo de
- substancia en el respeto de los súbditos estas delicadezas
- de la Magestad. Escuchaba con atencion,
- y respondia con severidad, midiendo, al parecer,<span class="pagenum"><a id="Page_128">[Pg 128]</a></span> la voz con el semblante. Si alguno se turbaba en
- el razonamiento, le procuraba cobrar, ó le señalaba
- uno de los ministros que le asistian, para que le
- habláse con ménos embarazo: y solia despacharle
- mejor, hallando en aquel miedo respectivo lisonja
- y discrecion. Preciabase mucho del agrado y
- humanidad con que sufria las impertinencias de
- los pretendientes, y la desproporcion de las pretensiones:
- y á la verdad procuraba por aquel rato
- corregir los ímpetus de su condicion; pero no
- todas veces lo podia conseguir, porque cedia lo
- violento á lo natural, y la soberbia reprimida se
- parece poco á la benignidad.</p>
-<p>Comia solo, y muchas veces en público; pero
- siempre con igual aparato. Cubrianse los aparadores
- ordinariamente con mas de doscientos platos
- de varios manjares á la condicion de su paladar,
- y algunos de ellos tan bien sazonados, que no
- solo agradaron entónces á los Españoles, pero se
- han procurado imitar en España: que no hay
- tierra tan bárbara donde no se precie de ingenioso
- en sus desórdenes el apetito.</p>
-<p>Antes de sentarse á comer registraba los platos,
- saliendo á reconocer las diferencias de regalos que
- contenian; y satisfecha la gula de los ojos, elegia
- los que mas le agradaban, y se repartian los
- demas entre los Caballeros de su guardia: siendo
- esta profusion quotidiana una pequeña parte del
- gasto que se hacia de ordinario en sus cocinas;<span class="pagenum"><a id="Page_129">[Pg 129]</a></span> porque comian á su costa quantos habitaban en
- palacio, y quantos acudian á él por obligacion de
- su oficio. La mesa era grande, pero baxa de
- pies, y el asiento un taburete proporcionado.
- Los manteles de blanco y sutil algodon, y las
- servilletas de lo mismo, algo prolongadas. Atajábase
- la pieza por la mitad con una baranda, ó
- biombo, que, sin impedir la vista, señalaba término
- al concurso, y apartaba la familia. Quedaban
- dentro cerca de la mesa tres ó quatro ministros
- ancianos de los mas favorecidos, y cerca de la
- baranda uno de los criados mayores que alcanzaba
- los platos. Salian luego hasta veinte mugeres
- vistosamente ataviadas, que servian la vianda, y
- ministraban la copa con el mismo género de
- reverencias que usaban en sus templos. Los platos
- eran de barro muy fino y solo servian una vez,
- como los manteles y servilletas, que se repartian
- luego entre los criados: los vasos de oro sobre
- salvas de lo mismo; y algunas veces solia beber
- en cocos ó conchas naturales costosamente guarnecidas.
- Tenian siempre á la mano diferentes
- géneros de bebidas, y él señalaba las que apetecia:
- unas con olor, otras de hierbas saludables, y algunas
- confecciones de ménos honesta calidad. Usaba
- con moderacion de los vinos, ó mejor diriamos
- cervezas, que hacian aquellos Indios, liquidando
- los granos del maiz por infusion y cocimiento,
- bebida que turbaba la cabeza como el vino mas<span class="pagenum"><a id="Page_130">[Pg 130]</a></span> robusto. Al acabar de comer tomaba ordinariamente
- un género de chocolate á su modo, en que
- iba la substancia del cacao batida con el molinillo
- hasta llenar la xicara de mas espuma que licor;
- y despues el humo del tabaco suavizado con liquidambar:
- vicio que llamaban medicina, y en ellos
- tuvo algo de supersticion, por ser el zumo de
- esta yerba uno de los ingredientes con que se
- dementaban y enfurecian los sacerdotes siempre
- que necesitaban de perder el entendimiento para
- entender al demonio.</p>
-<p>Asistian ordinariamente á la comida tres ó
- quatro juglares de los que mas sobresalian en el
- número de sus sabandijas: y estos procuraban
- entretenerle, poniendo, como suelen, su felicidad
- en la risa de los otros; y vistiendo las mas veces
- en trage de gracia la falta de respeto. Solia
- decir Motezuma que los permitia cerca de su
- persona, porque le decian algunas verdades: (poco
- las apeteceria quien las buscaba en ellos, ó tendria
- por verdades las lisonjas): sentencia que se pondera
- entre sus discreciones; pero mas reparamos
- en que llegáse á conocer hasta un Príncipe bárbaro
- la culpa de admitirlos, pues buscaba colores con
- que honestarlo.</p>
-<p>Despues del rato del sosiego solian entrar sus
- músicos á divertirle: y al son de flautas y caracoles,
- cuya desigualdad de sonidos concertaban con
- algun género de consonancia, le cantaban<span class="pagenum"><a id="Page_131">[Pg 131]</a></span> diferentes composiciones en varios metros, que tenian
- su número y cadencia: variando los tonos con
- alguna modulacion buscada en la voluntad de su
- oído. El ordinario asunto de sus canciones eran
- los acaecimientos de sus mayores, y los hechos
- memorables de sus Reyes; y estas se cantaban en
- los templos, y enseñaban á los niños, para que no
- se olvidasen las hazañas de su nacion, haciendo el
- oficio de la historia con todos aquellos que no
- entendian las pinturas y geroglíficos de sus anales.
- Tenian tambien sus cantilenas alegres, de que
- usaban en sus bayles, con estribillos y repeticiones
- de música mas bulliciosa: y eran tan inclinados á
- este género de regocijos, y á otros espectáculos
- en que mostraban sus habilidades, que, casi todas
- las tardes, habia fiestas públicas en alguno de los
- barrios, unas veces de la nobleza, y otras de la
- gente popular: y en aquella sazon fueron mas
- freqüentes, y de mayor solemnidad, por el agasajo
- de los Españoles, fomentándolas y asistiéndolas
- Motezuma contra el estilo de su austeridad; como
- quien deseaba con algun género de ambicion que
- se contasen los exercicios de la ociosidad entre las
- grandezas de su corte.</p>
-<p>La mas señalada entre sus fiestas era un género
- de danzas que llamaban mitotes: componianse de
- innumerable muchedumbre; unos vistosamente
- adornados, y otros en trages y figuras extraordinarias.<span class="pagenum"><a id="Page_132">[Pg 132]</a></span> Entraban en ellas los nobles, mezclándose
- con los plebeyos en honor de la festividad: y
- tenian exemplar de haber entrado sus Reyes.
- Hacian el son dos atabales de madera cóncava,
- desiguales en el tamaño y en el sonido, baxo y
- tiple, unidos y templados no sin alguna conformidad.
- Entraban de dos en dos haciendo sus
- mudanzas: y despues formaban corro, hiriendo
- todos á un tiempo la tierra y el ayre con los pies,
- sin perder el compás. Cansado un corro, sucedia
- otro con diferentes saltos y movimientos, imitando
- los tripudios y coreas que celebró la antigüedad;
- y algunas veces se mezclaban todos en alegre inquietud,
- hasta que, mediando los brindis, y venciendo
- la embriaguez, de que se hacia gala en
- estos dias, cesaba la fiesta, ó se convertia en otra
- locura ménos ordenada.</p>
-<p>Juntabase otras veces el pueblo en las plazas ó
- en los atrios de sus templos á diferentes espectáculos
- y juegos. Habia desafíos de tirar al blanco,
- y hacer otras destrezas admirables con el arco y
- la flecha. Usaban de la carrera y la lucha con
- sus apuestas particulares, y premios públicos para
- el vencedor. Tenian hombres agilísimos que
- baylaban sin equilibrio en la maroma; y otros
- que hacian mudanzas y vueltas con segundo baylarin
- sobre los hombros. Jugaban tambien á la
- pelota igual número de competidores con un género
- de goma que levantaba mucho los botes, y<span class="pagenum"><a id="Page_133">[Pg 133]</a></span> la traían largo rato en el ayre, hasta que ganaban
- la raya los que daban con ella en el término contrapuesto:
- victoria que se disputaba con tanta
- solemnidad, que venian los sacerdotes con el
- Dios de la pelota (ridícula supersticion!) y colocándole
- á la vista, conjuraban el trinquete con
- ciertas ceremonias, que, á su parecer, dexaban
- corregidos los azares del juego, igualando la
- fortuna de los jugadores.</p>
-<p>Raros eran los dias en que no hubiese alguna
- fiesta que alegráse la ciudad: y Motezuma gustaba
- de que se freqüentasen los bayles y los regocijos;
- no porque fuesen de su genio, ni dexáse de conocer
- los inconvenientes que se perdonan, ó se disimulan
- en estos bullicios de la plebe; sino porque
- hallaba conveniencia en traer divertidos aquellos
- ánimos inquietos, de cuya fidelidad vivia rezeloso.
- Propia cavilacion de Príncipe tirano, dexar al
- pueblo estos incitamentos de los vicios, para que
- no discurra en lo que padece: y mayor servidumbre
- de la tiranía, necesitar de indignas permisiones,
- para introducir la servidumbre con especie
- de libertad.</p>
-<hr class="chap" />
-<div class="chapter">
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_134">[Pg 134]</a></span></p>
-<h3>CAPITULO XVI.</h3>
-</div>
-<blockquote>
- <p><i>Dáse noticia de las grandes riquezas de Motezuma,
- del estílo con que se administraba la
- hacienda, y se cuidaba de la justicia: con otras
- particularidades del gobierno político y militar
- de los Mexicanos.</i></p>
- </blockquote>
-<p>Era Príncipe tan rico Motezuma, que, no solo
- podia sustentar los gastos y delicias de su corte,
- pero mantenia continuamente dos ó tres exércitos
- en campaña para sujetar sus rebeldes, ó cubrir sus
- fronteras; y sobraba caudal opulento de que se
- formaban sus tesoros. Daban grande utilidad á
- la corona las minas de oro y plata, las salinas, y
- otros derechos de antigua introduccion; pero el
- mayor capital de las rentas reales se componia de
- las contribuciones de los vasallos, cuya imposicion
- creció con exôrbitancia en tiempo de Motezuma.
- Todos los hombres llanos de aquel vasto y populoso
- dominio pagaban de tres uno al Rey de sus
- labranzas y grangerías: los pobres conducian sin
- estipendio los géneros que se remitian á la corte
- ó reconocian el vasallage con otro servicio personal.</p>
-<p>Andaban por el Reyno diferentes audiencias,<span class="pagenum"><a id="Page_135">[Pg 135]</a></span> que, con el auxîlio de las justicias ordinarias, iban
- cobrando y remitiendo los tributos. Dependian
- estos ministros del tribunal de hacienda, que
- residia en la corte, obligados á dar cuenta por
- menor de lo que producian sus distritos; y se
- castigaban con pena de la vida sus fraudes ó sus
- descuidos, de que resultaba mayor violencia en
- las cobranzas; porque se miraban como igual
- delito en el executor la piedad y el latrocinio.</p>
-<p>Eran grandes los clamores de los pueblos, y no
- los ignoraba Motezuma; pero solia poner entre
- los primores de su gobierno la opresion de sus
- vasallos; diciendo muchas veces que conocia su
- mala inclinacion, y que necesitaban de aquella
- carga para su misma quietud, porque no los
- pudiera sujetar si los dexára enriquecer. ¡Grande
- hombre de buscar pretextos y colores que hiciesen
- el oficio de la razon! Los lugares vecinos á la
- ciudad daban gente para las obras reales, proveían
- de leña el palacio, y pagaban otras pensiones á
- costa de sus comunidades.</p>
-<p>Los nobles contribuian con asistir á las guardias,
- acudian con sus vasallos á los exércitos, y hacian
- contínuos presentes al Rey, que se recibian como
- dádivas, sin perder el nombre de obligacion.
- Habia diferentes depositarios y tesoreros donde
- paraban los géneros que procedian de las contribuciones:
- y el tribunal de hacienda libraba en
- ellos todo lo necesario para el gasto de las casas<span class="pagenum"><a id="Page_136">[Pg 136]</a></span> reales, y provisiones de la guerra; y cuidaba de
- que se fuese beneficiando lo que sobraba, para
- guardarlo en el tesoro principal, reducido á
- géneros durables, y particularmente á piezas de
- oro, cuyo valor conocian y estimaban, sin que la
- copia llegáse á envilecerle; ántes le apetecian y
- guardaban los poderosos, ó bien fuese por la
- nobleza y hermosura del metal, ó porque nació
- destinado á la codicia mas que á la necesidad de
- los hombres.</p>
-<p>Tenian los Mexicanos dispuesto y organizado
- su gobierno con notable concierto y armonía.
- Demas del consejo de hacienda, que corria, como
- hemos dicho, con las dependencias del patrimonio
- real, habia consejo de justicia, donde venian las
- apelaciones de los tribunales inferiores: consejo
- de guerra, donde se cuidaba de la formacion y
- asistencias de los exércitos: y consejo de estado
- que se hacia las mas veces en presencia del Rey,
- donde se trataban los negocios de mayor peso.
- Habia tambien jueces del comercio y del abasto,
- y otro género de ministros, como Alcaldes de
- corte que rondaban la ciudad, y perseguian los
- delinqüentes. Traían sus varas ellos y sus alguaciles
- para ser conocidos por la insignia del oficio,
- y tenian su tribunal donde se juntaban á oir las
- partes, y determinar los pleytos en primera instancia.
- Los juicios eran sumarios y verbales: el
- actor y el reo comparecian con su razon y sus<span class="pagenum"><a id="Page_137">[Pg 137]</a></span> testigos, y el pleyto se acababa de una vez, durando
- poco mas, si era materia de recurso á
- tribunal superior. No tenian leyes escritas; pero
- se gobernaban por el estílo de sus mayores, supliendo
- la costumbre por la ley siempre que la
- voluntad del Príncipe no alteraba la costumbre.
- Todos estos consejos se componian de personas
- experimentadas en los cargos de la paz y de la
- guerra: y el de estado, superior á todos los demas,
- se formaba de los Electores del Imperio, á
- cuya dignidad ascendian los Príncipes ancianos
- de la sangre Real: y quando se ofrecia materia de
- mucha consideracion, eran llamados al consejo
- los Reyes de Tezcuco y Tacuba, principales
- Electores, á quien tocaba por sucesion esta prerogativa.
- Los quatro primeros vivian en palacio,
- y andaban siempre cerca del Rey, para darle su
- parecer en lo que se ofrecia y autorizar con el
- pueblo sus resoluciones.</p>
-<p>Cuidaban del premio y del castigo con igual
- atencion. Eran delitos capitales el homicidio, el
- hurto, el adulterio, y qualquier leve desacato
- contra el Rey ó contra la religion. Las demas
- culpas se perdonaban con facilidad, porque la
- misma religion desarmaba la justicia permitiendo
- las iniquidades. Castigábase tambien con pena
- de la vida la falta de integridad en los ministros,
- sin que se diese culpa venial en los que servian
- oficio público: y Motezuma puso en mayor<span class="pagenum"><a id="Page_138">[Pg 138]</a></span> observancia esta costumbre, haciendo exquisitas
- diligencias para saber como procedian, hasta exâminar
- su desinterés con algunos regalos ofrecidos
- por mano de sus confidentes; y el que faltaba en
- algo á su obligacion, moria por ello irremisiblemente:
- severidad que merecia Príncipe ménos
- bárbaro, y república mejor acostumbrada. Pero
- no se puede negar á los Mexicanos que tuvieron
- algunas virtudes morales, y particularmente la de
- procurar que se administráse con rectitud aquel
- género de justicia que llegaron á conocer, bastante
- á deshacer los agravios, y á mantener la sociedad
- entre los suyos: porque no dexaban de conservar
- entre sus abusos y bestialidades algunas luces de
- aquella primitiva equidad que dió á los hombres
- la naturaleza, quando faltaban las leyes, porque
- se ignoraban los delitos.</p>
-<p>Una de las atenciones mas notables de su gobierno
- era el cuidado con que se trataba la educacion
- de los muchachos, y el desvelo con que iban
- formando y reconociendo sus inclinaciones. Tenian
- escuelas públicas para la enseñanza de la gente
- popular, y otros colegios ó seminarios de mayor
- providencia y aparato donde se criaban los hijos
- de los nobles: perseverando en ellos desde la
- tierna edad, hasta que salian capaces de hacer su
- fortuna, ó seguir su inclinacion. Habia maestros
- de niñez, adolescencia y juventud, que tenian
- autoridad y estimacion de ministros; y no sin<span class="pagenum"><a id="Page_139">[Pg 139]</a></span> fundamento, pues cuidaban de aquellos rudimentos
- y exercicios que aprovechaban despues á la república.
- Allí los enseñaban á descifrar los caractéres
- y figuras de que se componian sus escritos, y los
- hacian tomar de memoria las canciones historiales
- en que se contenian los hechos de sus mayores, y
- las alabanzas de sus Dioses. Pasaban despues á
- otra clase, donde se aprendia la modestia y la
- cortesía, y dicen que hasta la compostura en el
- andar. Eran de mayor suposicion estos segundos
- preceptores, porque tenian á su cargo las costumbres
- de aquella edad, en que se dexan corregir
- los defectos y quebrantar las pasiones.</p>
-<p>Despiertos ya, y crecidos en este género de sujecion
- y enseñanza, pasaban á la tercera clase,
- donde se habilitaban en exercicios mas robustos:
- probaban las fuerzas en el peso y la lucha, competian
- unos con otros en el salto y la carrera, y se
- enseñaban á manejar las armas, esgrimir el montante,
- despedir el dardo, y dar impulso y certidumbre
- á la flecha: hacianlos sufrir la hambre y
- la sed: y tenian sus ratos de resistir á las inclemencias
- del tiempo, hasta que volvian hábiles y
- endurecidos á la casa de sus padres, para ser
- aplicados, segun la noticia que daban los maestros de
- su inclinacion, al gobierno político, al exercicio
- militar, ó al sacerdocio: tres caminos en que
- podia elegir la gente noble, poco diferentes en la<span class="pagenum"><a id="Page_140">[Pg 140]</a></span> estimacion, aunque precedia el de la guerra, por
- ser mayores sus ascensos.</p>
-<p>Habia tambien otros colegios de matronas dedicadas
- al culto de los templos, donde se criaban
- las doncellas de calidad, guardando clausura, y
- entregadas á sus maestras desde la niñez hasta
- que salian á tomar estado, con aprobacion de sus
- padres, y licencia del Rey: diestras ya en aquellas
- habilidades y labores que daban opinion á las
- mugeres.</p>
-<p>Los hijos de la gente noble, que, al salir de los
- seminarios, se inclinaban á la guerra, pasaban
- por otro exâmen digno de consideracion: porque
- sus padres los enviaban á los exércitos para que
- viesen lo que se padecia en la campaña, ó supiesen
- lo que intentaban ántes de alistarse por soldados:
- y solian enviarlos entre los Tamenes vulgares con
- su carga de bastimentos al hombro, para que
- perdiesen la vanidad y fuesen enseñados al trabajo.</p>
-<p>No se admitian á la profesion los que mudaban
- el semblante al horror de las batallas, ó no daban
- alguna experiencia de su valor: de que resultaba
- el ser de mucho servicio estos bisoños en el tiempo
- de su aprobacion, porque todos procuraban señalarse
- con algun hecho particular, arrojándose á
- los mayores peligros; y conociendo, al parecer,
- que, para entrar en el número de los valientes,<span class="pagenum"><a id="Page_141">[Pg 141]</a></span> era necesario dar algo de temeridad á los principios
- de la fama.</p>
-<p>En nada pusieron tanto su felicidad los Mexicanos
- como en las cosas de la guerra: profesion que
- miraban los Reyes como principal instituto de su
- poder, y los súbditos como propia de su nacion.
- Subian por ella los plebeyos á nobles, y los nobles
- á las mayores ocupaciones de la monarquía: con
- que se animaban todos á servir, ó por lo ménos
- aspiraban á la virtud militar quantos nacian con
- ambicion, ó tenian espíritu para salir de su
- esfera. No habia lugar sin milicia determinada
- con preeminencias que diferenciaban al soldado
- entre los demas vecinos. Formábanse los exércitos
- con facilidad: porque los Príncipes del
- reyno, y los Caciques de las provincias tenian
- obligacion de acudir á la plaza de armas que se
- les señalaba con el número de gente que se les
- repartia: y se pondera entre las grandezas de
- aquel imperio, que llegó á tener Motezuma
- treinta vasallos tan poderosos, que podia cada uno
- poner en campaña cien mil hombres armados.
- Gobernaban estos la gente de su cargo en la
- ocasion, dependientes del Capitan general, á
- quien obedecian, reconociendo en él la representacion
- de su Rey, quando faltaba su persona del
- exército, que sucedia pocas veces: porque aquellos
- Príncipes tenian á desayre de su autoridad el
- apartarse de sus armas, hallando alguna monstruosidad<span class="pagenum"><a id="Page_142">[Pg 142]</a></span> política en aquella disonancia, que hacen
- fuerzas propias en ageno brazo.</p>
-<p>Su modo de pelear era el mismo que dexamos
- referido en la batalla de Tabasco: mejor disciplinados
- los exércitos, ménos confusa la obediencia
- de los soldados, mas nobleza, y mayores esperanzas.
- Deshacianse brevemente de las armas
- arrojadizas para llegar á las espadas, y muchas
- veces á los brazos, por ser entre aquella gente
- mayor hazaña el cautiverio que la muerte del
- enemigo, y mas valeroso el que daba mas prisioneros
- para los sacrificios. Tenian estimacion y
- conveniencia los cargos militares, y Motezuma
- premiaba con liberalidad á los que sobresalian en
- las batallas: tan inclinado á la milicia, y tan
- atento á la reputacion de sus armas, que inventó
- premios honoríficos para los nobles que servian
- en la guerra, instituyendo cierto género de
- órdenes militares con sus hábitos ó insignias que
- daban honra y distincion. Habia unos caballeros
- que llamaban de las águilas, otros de los tigres,
- y otros de los leones, que llevaban pendiente ó
- pintada en los mantos la empresa de su religion.
- Fundó tambien otra caballería superior, á que
- solo eran admitidos los Príncipes ó nobles de
- alcuña real, y se hizo alistar en ella. Traían
- estos atada parte del cabello con una cinta roxa, y
- entre las plumas, de que adornaban la cabeza, unas
- borlas del mismo color, que pendian sobre las<span class="pagenum"><a id="Page_143">[Pg 143]</a></span> espaldas, mas ó ménos, segun las hazañas del
- caballero, las quales se contaban por el número
- de las borlas, y se aumentaban con nueva solemnidad
- como iban creciendo los hechos memorables
- de la guerra: con que habia dentro de la misma
- dignidad algo mas que merecer.</p>
-<p>Debemos alabar en los Mexicanos la generosidad
- con que anhelaban á semejantes pundonores; y
- en Motezuma, el haber inventado en su república
- estos premios honoríficos: que, siendo la moneda
- mas fácil de batir, tienen el primer lugar en los
- tesoros del Rey.</p>
-<hr class="chap" />
-<div class="chapter">
-<h3>CAPITULO XVII.</h3>
-</div>
-<blockquote>
- <p><i>Dáse noticia del estilo con que se medían y computaban
- en aquella tierra los meses y los años:
- de sus festividades, matrimonios, y otros ritos
- y costumbres dignas de consideracion.</i></p>
- </blockquote>
-<p>Tenian los Mexicanos dispuesto y regulado su
- calendario con notable observacion. Gobernabanse
- por el movimiento del sol, y midiendo sus
- alturas y declinaciones para entenderse con el
- tiempo. Daban al año trescientos y sesenta y
- cinco dias como nosotros: pero le dividian en diez
- y ocho meses, señalando á cada mes veinte dias,<span class="pagenum"><a id="Page_144">[Pg 144]</a></span> de cuyo número se componian los trescientos y
- sesenta; y los cinco restantes eran como dias
- intercaláres, que se añadian al fin del año para
- igualar el curso del sol. Mientras duraban estos
- cinco dias, (que, á su parecer, dexaron advertidamente
- sus mayores como vacíos y fuera de cuenta)
- se daban á la ociosidad, y trataban solo de perder,
- como podian, aquellas sobras del tiempo. Dexaban
- el trabajo los oficiales, cerrabanse las tiendas,
- cesaba el despacho de los tribunales, y hasta los
- sacrificios en los templos. Visitabanse unos á
- otros, y procuraban todos divertirse con varios
- entretenimientos, dando á entender que se prevenian
- con el descanso para entrar en los afanes
- y tareas del año siguiente: cuyo ingreso ponian
- en el principio de la primavera, discrepando del
- año solar, segun el cómputo de los astrólogos, en
- solos tres dias que venian á tomar de nuestro mes
- de Febrero.</p>
-<p>Tenian tambien sus semanas de á trece dias con
- nombres diferentes, que se notaban por imágenes
- en el calendario; y sus siglos, que constaban de
- quatro semanas de años: cuyo método y dibuxo
- era de notable artificio, y se guardaba cuidadosamente
- para memoria de los sucesos. Formaban
- un círculo grande, y le dividian en cincuenta y
- dos grados, dando un año á cada grado. En el
- centro pintaban una efigie del sol, y de sus rayos
- salian quatro faxas de colores diferentes que<span class="pagenum"><a id="Page_145">[Pg 145]</a></span> partian igualmente, la circunferencia, dexando trece
- grados á cada semidiámetro: cuyas divisiones
- eran como signos de su zodiaco, donde tenian el
- siglo sus revoluciones, y el sol sus aspectos prósperos
- ó adversos, segun el color de la faxa. Por
- defuera iban notando en otro círculo mayor con
- sus figuras y caractéres los acaecimientos del
- siglo, y quantas novedades se ofrecian dignas de
- memoria: y estos mapas seculares eran como
- instrumentos públicos que servian á la comprobacion
- de sus historias. Puédese contar entre las
- providencias de aquel gobierno el tener historiadores
- que mandasen á la posteridad los hechos de
- su nacion.</p>
-<p>Habia su mezcla de supersticion en este cómputo
- de los siglos, porque tenian aprehendido
- que peligraba la duracion del mundo siempre que
- terminaba el sol aquella carrera de las quatro
- semanas mayores: y quando llegaba el último dia
- de los cincuenta y dos años, se prevenian todos
- para la última calamidad. Despedianse de la luz
- con lágrimas, disponianse para morir sin enfermedad,
- rompian las vasijas de su menage como
- trastos inútiles, apagaban los fuegos, y andaban
- toda la noche como frenéticos, sin atreverse á
- descansar hasta saber si estaban de asiento en la
- region de las tinieblas. Pero al primer crepúsculo
- de la mañana empezaban á respirar con la vista<span class="pagenum"><a id="Page_146">[Pg 146]</a></span> en el oriente: y en saliendo el sol, le saludaban
- con todos sus instrumentos, cantándole diferentes
- himnos y canciones de alegría desconcertada:
- congratulábanse despues unos con otros de que ya
- tenian segura la duracion del mundo por otro
- siglo, y acudian luego á los templos á congratularse
- con sus Dioses, y á recibir la nueva lumbre
- de los sacerdotes, que se encendia delante de los
- altares con vehemente agitación de leños combustibles.
- Prevenianse despues de todo lo necesario
- para empezar á vivir: y este dia se celebraba
- con públicos regocijos, llenándose la ciudad de
- bayles y otros exercicios de agilidad dedicados á
- la renovacion del tiempo, no de otra suerte que
- celebró Roma sus juegos seculares.</p>
-<p>La coronacion de sus Reyes tenia extraordinarios
- requisitos. Hecha la eleccion, como se ha dicho,
- quedaba el nuevo Rey obligado á salir en campaña
- con las armas del Imperio, y conseguir alguna
- victoria de sus enemigos, ó sujetar alguna província
- de las confinantes ó rebeldes ántes de coronarse, ni
- ascender al trono real: costumbre digna de observacion,
- por cuyo medio creció tanto en pocos años
- aquella Monarquía. Luego que se hallaba capaz
- del dominio con la recomendacion de victorioso,
- volvia triunfante á la ciudad, y se le hacia público
- recibimiento de grande ostentacion. Acompañábanle
- todos los nobles, ministros y sacerdotes
- hasta el templo del Dios de la guerra, donde se<span class="pagenum"><a id="Page_147">[Pg 147]</a></span> apeaba de sus andas, y hechos los sacrificios de
- aquella funcion, le ponian los Príncipes electores
- la vestidura y manto real: le armaban la mano
- diestra con un estoque de oro y pedernal, insignia
- de la justicia; la siniestra con el arco y flechas,
- que significaban la potestad, ó el arbitrio de la
- guerra: y el Rey de Tezcuco le ponia la corona,
- prerogativa de primer elector.</p>
-<p>Oraba despues largo rato uno de los magistrados
- mas eloqüentes, dándole por todo el Imperio la
- enhorabuena de aquella dignidad, y algunos documentos
- en que le representaba los cuidados y
- desvelos que traia consigo la corona, lo que debia
- mirar por el bien público de sus reynos, y le
- ponia delante la imitacion de sus antecesores.
- Acabada esta oracion, se acercaba con gran reverencia
- el mayor de los sacerdotes, y en sus manos
- hacia un juramento de reparables circunstancias.
- Juraba primero que mantendria la religion de sus
- mayores, que observaria las leyes y fueros del
- Imperio, que trataria con benignidad á sus vasallos;
- y que, mientras él reynáse, andarian concertadas
- las lluvias, que no habria inundaciones en los
- rios, esterilidad en los campos, ni malignas influencias
- en el sol. Notable pacto entre Rey y
- vasallos, de que se rie Justo Lipsio; y pudieramos
- decir que le querian obligar con este juramento á
- que reynáse con tal moderacion, que no mereciese
- por su parte las iras del Cielo, no sin algun<span class="pagenum"><a id="Page_148">[Pg 148]</a></span> conocimiento de que suelen caer sobre los súbditos
- estos castigos y calamidades públicas por los pecados
- y exôrbitancias de los Reyes.</p>
-<p>En los demas ritos y costumbres de aquella nacion
- tocarémos solamente lo que fuere digno de
- historia, dexando las supersticiones, indecencias
- y obscenidades que manchan la narracion, por
- mas que se digan sin ofensa de la verdad. Siendo
- tanta como se ha referido la muchedumbre de sus
- Dioses, y tan obscura la ceguedad de su idolatría,
- no dexaban de conocer una Deidad superior, á
- quien atribuían la creacion del cielo y de la tierra:
- y este principio de las cosas era entre los Mexicanos
- un Dios sin nombre, porque no tenian en
- su lengua voz con que significarle; solo daban á
- entender que le conocian mirando al cielo con
- veneracion, y dándole á su modo el atributo de
- inefable con aquel género de religiosa incertidumbre
- que veneraron los Athenienses al Dios no
- conocido. Pero esta noticia de la primera causa,
- que, al parecer, habia de facilitar su desengaño,
- sirvió poco en aquella ocasion; porque no se
- hallaba camino de reducirlos á que pudiese gobernar
- todo el mundo, sin necesitar de otras manos,
- aquella misma Deidad, que, segun su inteligencia,
- tuvo poder para criarle: y estaban persuadidos á
- que no hubo Dioses de esotra parte del Cielo,
- hasta que multiplicándose los hombres, empezaron
- sus calamidades, considerando los Dioses como<span class="pagenum"><a id="Page_149">[Pg 149]</a></span> unos genios favorables, que se producian quando
- era necesaria su operacion; sin hacerles disonancia
- que adquiriesen el ser y la divinidad en las
- miserias de la naturaleza.</p>
-<p>Creían la inmortalidad del alma, y daban premio
- y castigo en la eternidad: mal entendido el
- merito y la culpa, y obscurecida esta verdad con
- otros errores: sobre cuyo presupuesto enterraban con
- los difuntos cantidad de oro y plata para los
- gastos del viage, que consideraban largo y trabajoso.
- Mataban algunos de sus criados para que
- los acompañasen: y era fineza ordinaria en las
- mugeres propias celebrar con su muerte las exêquias
- del marido. Los Príncipes necesitaban de
- gran sepultura, porque se llevaban tras sí la mayor
- parte de sus riquezas y familia: uno y otro correspondiente
- á su grandeza, llenos los oficios de
- la casa, y algunos lisonjeros que padecian el engaño
- de su misma profesion. Los cuerpos se
- llevaban á los templos con solemnidad y acompañamiento,
- donde los salian á recibir aquellos que
- llamaban sacerdotes con sus braserillos de copal,
- cantando al son de flautas roncas y destempladas
- diferentes himnos y versos fúnebres en tono melancólico.
- Levantaban repetidas veces en alto el
- ataud mientras duraba el sacrificio voluntario de
- aquellos miserables que introducian en el alma la
- servidumbre. Funcion de notable variedad,<span class="pagenum"><a id="Page_150">[Pg 150]</a></span> compuesta de abusiones ridículas, y atrocidades lastimosas.</p>
-<p>Sus matrimonios tenian su forma de contrato,
- y sus ceremonias de religion. Hechos los tratados,
- comparecian ambos contrayentes en el
- templo, y uno de los sacerdotes exâminaba su
- voluntad con preguntas rituales; y despues tomaba
- con una mano el velo de la muger, y con otra el
- manto del marido, y los anudaba por los extremos,
- significando el vínculo interior de las dos voluntades.
- Con este género de yugo nupcial volvian
- á su casa en compañía del mismo sacerdote:
- donde, imitando la supersticion de los Dioses
- Lares, entraban á visitar el fuego doméstico, que,
- á su parecer, mediaban en la paz de los casados,
- y daban siete vueltas á él siguiendo al sacerdote:
- con cuya diligencia, y la de sentarse despues á
- recibir el calor de conformidad, quedaba perfecto
- el matrimonio. Hacíase memoria con instrumento
- público de los bienes dotales que llevaba la muger:
- y el marido quedaba obligado á restituirlos en
- caso de apartarse; lo qual sucedia muchas veces,
- y se tenia por bastante causa para el divorcio que
- se conformasen los dos: pleyto en que no entraban
- las leyes, porque se juzgaban los que se conocian.
- Quedábase con las hijas la muger, llevándose los
- hijos el marido; y una vez disuelto el matrimonio,
- tenian pena de la vida irremisible si se volvian á<span class="pagenum"><a id="Page_151">[Pg 151]</a></span> juntar: siendo en su natural inconstancia la única
- dificultad de los repudios el peligro de la reincidencia.
- Zelaban como punto de honra la honestidad
- y el recato de las mugeres propias, y entre
- aquella desordenada licencia, con que se daban al
- vicio de la sensualidad, se aborrecia y castigaba
- con rigor el adulterio, no tanto por su deformidad,
- como por sus inconvenientes.</p>
-<p>Llevábanse á los templos con solemnidad los
- niños recien nacidos, y los sacerdotes los recibian
- con ciertas amonestaciones, en que les notificaban
- los trabajos á que nacian. Aplicábanles, si eran
- nobles, á la mano derecha una espada, y al
- brazo izquierdo un escudo, que tenian para este
- ministerio: si eran plebeyos, hacian la misma
- diligencia con algunos instrumentos de los oficios
- mecánicos; y las hembras de una y otra calidad
- empuñaban la rueca y el uso, manifestando á cada
- uno el género de fatiga con que le aguardaba su
- destino. Hecha esta primera ceremonia, los llevaban
- cerca del altar, y con espinas de maguey,
- ó con lancetas de pedernal les sacaban alguna
- sangre de las partes de la generacion, y despues
- les echaban agua, ó los bañaban con otras imprecaciones.
- En que parece quiso el demonio, inventor
- de aquellos ritos, imitar el bautismo y la
- circuncision con la misma soberbia que intentó
- contrahacer otras ceremonias, y hasta los otros
- Sacramentos de la Religion Católica; pues introduxo<span class="pagenum"><a id="Page_152">[Pg 152]</a></span> entre aquellos bárbaros la confesion de los
- pecados, dándoles á entender que se ponian con
- ella en gracia de sus Dioses, ó un género de
- comunion ridícula, que ministraban los sacerdotes,
- ciertos dias del año, repartiendo en pequeños
- bocados un ídolo de harina masada con miel, que
- llamaban Dios de la penitencia. Ordenó tambien
- sus jubileos, instituyó las procesiones, los incensarios
- y otros remedos del verdadero culto, hasta
- disponer que se llamasen papas en aquella lengua
- los sumos sacerdotes. En que se conoce que le
- costaba particular estudio esta imitacion; fuese
- por abusar de las ceremonias sacrosantas mezclándolas
- con sus abominaciones, ó porque no
- sabe arrepentirse de aspirar con este género de
- afectaciones á la semejanza del Altísimo.</p>
-<p>Los demas ritos y ceremonias de aquella miserable
- gentilidad eran horribles á la razon y á la
- naturaleza; bestialidades, absurdos y locuras, que
- parecieran incompatibles con las demas atenciones
- que se han notado en su gobierno, si no estuvieran
- llenas las historias de semejantes engaños de la
- humana capacidad en otras naciones que vivian
- mas dentro del mundo, igualmente ciegas en
- menor obscuridad. Los sacrificios de sangre humana
- empezaron casi con la idolatría; y siglos
- ántes los introduxo el demonio entre aquellas
- gentes, de quien vino hasta los Israelitas el sacrificar
- sus hijos á las esculturas de Canaan. El<span class="pagenum"><a id="Page_153">[Pg 153]</a></span> horror de comerse los hombres á los hombres se
- vió primero en otros bárbaros de nuestro emisferio,
- como lo confiesa entre sus antigüedades la Galacia,
- y en sus antropófagos la Scitia. Los leños adorados
- como Dioses, las supersticiones, los agüeros,
- los furores de los sacerdotes, la comunicacion con
- el demonio en sus oráculos, y otros absurdos
- de igual abominacion, se hallan admitidos y venerados
- por otros gentiles que supieron discurrir y
- obrar con acierto en lo moral y político. Grecia
- y Roma desatinaron en la religion, y en lo demas
- dieron leyes al mundo, y exemplos á la posteridad.
- De que se conoce la corta jurisdiccion del entendimiento
- humano, que vuela poco sobre las noticias
- que recibe de los sentidos y de las experiencias,
- quando falta en él aquella luz participada
- con que se descubre la esencia de la verdad. Era
- la religion de los Mexicanos un compuesto abominable
- de todos los errores y atrocidades que recibió
- en diferentes partes la gentilidad. Dexamos
- de referir por menor las circunstancias de sus
- festividades y sacrificios, sus ceremonias, hechicerías
- y supersticiones, porque se hallan á cada
- paso, y con prolixa repeticion en las Historias de
- las Indias; y porque, á nuestro parecer, sobre
- ser materia en que se puede confesar el rezelo de
- la pluma, es leccion poco necesaria, en que
- falta la dulzura, y está lejos la utilidad.</p>
-<hr class="chap" />
-<div class="chapter">
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_154">[Pg 154]</a></span></p>
-<h3>CAPITULO XVIII.</h3>
-</div>
-<blockquote>
- <p><i>Continua Motezuma sus agasajos y dádivas á los
- Españoles. Llegan cartas de la Vera Cruz
- con noticia de la batalla en que murió Juan de
- Escalante; y con este motivo se resuelve la
- prision de Motezuma.</i></p>
- </blockquote>
-<p>Observaban los Españoles todas estas novedades,
- no sin grande admiracion, aunque procuraban
- reprimirla y disimularla, costándoles cuidado el
- apartarla del semblante, por mantener la superioridad
- que afectaban entre aquellos Indios. Los
- primeros dias se ocuparon en varios entrenimientos.
- Hicieron los Mexicanos vistosa ostentacion
- de todas sus habilidades, con deseo de festejar á
- los forasteros, y no sin ambicion de parecer
- diestros en el manejo de sus armas, y ágiles en
- los demas exercicios. Motezuma fomentaba los
- espectáculos y regocijos, depuesta la magestad
- contra el estílo de su elevacion. Llevaba siempre
- consigo á Cortés, asistido de sus Capitanes: tratábale
- con un género de humanidad respectiva,
- que parecia monstruosa en su natural, y daba
- estimacion á los Españoles entre los que le conocian.
- Freqüentábanse las visitas, unas veces<span class="pagenum"><a id="Page_155">[Pg 155]</a></span> Cortés en el palacio, y otras Motezuma en el
- alojamiento. No acababa de admirar las cosas
- de España, considerándola como parte del Cielo;
- y hacia tan alto concepto de su Rey, que no
- pensaba tanto de sus Dioses. Procuraba siempre
- ganar las voluntades, repartiendo alhajas y joyas
- entre los Capitanes y soldados, no sin discrecion
- y conocimiento de los sugetos; porque hacia
- mayor agasajo á los de mayor suposicion, y sabía
- proporcionar la dádiva con la importancia del
- agradecimiento. Los nobles, á imitacion de su
- Príncipe, deseaban obligar á todos con un género
- de obsequio que tocaba en obediencia. El pueblo
- doblaba las rodillas al menor de los soldados.
- Gozábase de un sosiego divertido: mucho que
- ver, y nada que rezelar. Pero tardó poco en
- volver á su exercicio el cuidado, porque llegaron
- á este tiempo dos soldados Tlascaltécas, que
- vinieron á la ciudad por caminos desusados, desmentida
- su nacion con el trage de los Mexicanos:
- y buscando recatadamente á Cortés, le dieron una
- carta de la Vera Cruz, que mudó el semblante de
- las cosas, y obligó á discursos ménos sosegados.</p>
-<p>Juan de Escalante, que, como diximos, quedó
- con el gobierno de aquella nueva poblacion, trataba
- de continuar sus fortificaciones, conservando
- los amigos que le dexó Cortés, y duró en esta
- quietud sin accidente de cuidado, hasta que
- recibió noticia de que andaba por aquellos parages<span class="pagenum"><a id="Page_156">[Pg 156]</a></span> un Capitan general de Motezuma con exército
- considerable castigando algunos lugares de su
- confederacion, porque habian retirado los tributos
- con el abrigo de los Españoles. Llamábase Qualpopóca,
- y gobernaba la gente de guerra que
- residia en las fronteras de Zempoala; y habiendo
- convocado las milicias de su cargo, hacia grandes
- extorsiones y violencias en aquellos pueblos, acompañando
- el rigor de los executores con la licencia
- de los soldados. Gente una y otra de insaciable
- codicia, que tratan el robo como negocio del Rey.</p>
-<p>Viniéronse á quejar los Totonaques de la serranía,
- cuyas poblaciones andaba destruyendo entónces
- aquel exército. Pidieron á Juan de Escalante
- que los amparáse tomando las armas en
- defensa de sus aliados: y ofrecieron asistir á la
- faccion con todo el resto de su gente. Procuró
- consolarlos, tomando por suyo el agravio que
- padecian; y ántes de llegar á los términos de la
- fuerza, resolvió enviar sus mensageros al Capitan
- general pidiéndole amigablemente:</p>
-<blockquote>
- <p>&quot;Que suspendiese
- aquellas hostilidades hasta recibir
- nueva órden de su Rey, pues no era posible
- que se la hubiese dado para semejante novedad,
- quando habia permitido que pasasen á su Corte
- los Embaxadores del Monarca oriental á introducir
- pláticas de paz y confederacion entre las
- dos coronas.&quot;</p>
- </blockquote>
-<p>Executaron este mensage dos
- Zempoales de los mas ladinos que residian en la<span class="pagenum"><a id="Page_157">[Pg 157]</a></span> Vera Cruz; y la respuesta fué atrevida y descortés:</p>
-<blockquote>
- <p>&quot;Que él sabía entender y executar las
- órdenes de su Rey: y si alguno intentáse
- poner embarazo en el castigo de aquellos rebeldes,
- sabria tambien defender en la campaña
- su resolucion.&quot;</p>
- </blockquote>
-<p>No pudo Juan de Escalante disimular su enojo,
- ni debió negarse á este desafío, hallándose á la
- vista de aquellos Indios, interesados en el suceso
- de los Totonaques, iguales en el riesgo, y asegurados
- en la misma proteccion: y habiéndose
- informado de que no pasaria de quatro mil hombres
- el grueso del enemigo, juntó brevemente un
- exército de hasta dos mil Indios, la mayor parte
- de la serranía, que fugitivos, ó irritados vinieron
- á ponerse á su sombra; con los quales bien
- armados á su modo, y con quarenta Españoles,
- dos arcabuces, tres ballestas, y dos tiros de artillería,
- que pudo sacar de la plaza, dexándola con
- bien moderada guarnicion, caminó la vuelta de
- aquellas poblaciones que le llamaban á su defensa.
- Tuvo Qualpopóca noticia de su marcha, y salió á
- recibirle con toda su gente puesta en órden cerca
- de un lugar pequeño, que se llamó despues Almería.
- Dieronse vista los dos exércitos poco
- despues de amanecer, y se acometieron ambos
- con igual resolucion; pero á breve rato cedieron
- los Mexicanos, y empezaron á retirarse puestos
- en desórden. Sucedió al mismo tiempo que los<span class="pagenum"><a id="Page_158">[Pg 158]</a></span> Totonaques de nuestra faccion (ó por no ser
- soldados, ó por la costumbre que tenian de temer
- á los Mexicanos) se cayeron de ánimo, y se fueron
- quedando atras, hasta que últimamente se pusieron
- en fuga, sin que la fuerza ni el exemplo bastase
- á detenerlos. Raro accidente, que se debe
- notar entre las monstruosidades. Iba el enemigo
- tan atemorizado, y tan cuidadoso de la propia
- salud, que no reparó en la diminucion de nuestra
- gente, y solo trató de retirarse desordenadamente
- á la poblacion vecina: donde se acercó Juan de
- Escalante con poco mas que sus quarenta Españoles;
- y mandando poner fuego al lugar por
- diferentes partes, acometió, al mismo tiempo
- que tomó cuerpo la llama, con tanta resolucion,
- que, sin dexarles lugar para que pudiesen discurrir
- en su flaqueza, los rompió y desalojó enteramente,
- obligándolos á que volviesen las espaldas, y se
- derramasen á los bosques. Dixeron despues
- aquellos Indios haber visto en el ayre una Señora
- como la que adoraban los forasteros por madre de
- su Dios, que los deslumbraba y entorpecia para
- que no pudiesen pelear. No se manifestó á los
- Españoles este milagro; pero el suceso le hizo
- creible: y ya estaban todos enseñados á partir
- con el Cielo sus hazañas.</p>
-<p>Fué muy señalada esta victoria, pero igualmente
- costosa: porque Juan de Escalante quedó
- herido mortalmente con otros siete soldados, de<span class="pagenum"><a id="Page_159">[Pg 159]</a></span> los quales se llevaron los Indios á Juan de Arguello,
- natural de Leon, hombre muy corpulento
- y de grandes fuerzas, que cayó peleando valerosamente
- á tiempo que no pudo ser socorrido: y los
- demas murieron de las heridas en la Vera Cruz
- dentro de tres dias.</p>
-<p>De cuya pérdida con todas sus circunstancias
- daba cuenta el Ayuntamiento en aquella carta, para
- que se nombráse sucesor á Juan de Escalante, y
- se tuviese noticia del estado en que se hallaban.
- Leyóla Cortés con el desconsuelo que pedia semejante
- novedad. Comunicó el caso á sus Capitanes;
- y sin ponderar entónces sus conseqüencias, ni
- manifestarles todo su cuidado, les pidió que discurriesen
- la materia, y se la dexasen discurrir,
- encomendando á Dios la resolucion que se hubiese
- de tomar: lo qual encargó muy particularmente
- al Padre Fray Bartolomé de Olmedo, y á todos el
- secreto, porque no corriese la voz entre los
- soldados, y en negocio de tanta importancia se
- diese lugar á dictámenes vulgares.</p>
-<p>Retiróse despues á su aposento, y dexó correr
- la consideracion por todos los inconvenientes que
- podian resultar de aquella desgracia. Entraba
- y salia con dudosa eleccion en los caminos que le
- ofrecia su discurso: cuya viveza misma le fatigaba,
- dándole á un tiempo los remedios y las dificultades.
- Dicen que se anduvo paseando gran parte
- de la noche, y que descubrió entónces una pieza<span class="pagenum"><a id="Page_160">[Pg 160]</a></span> recien tabicada, en que tenia Motezuma las riquezas
- de su padre (y aquí las refieren por menor)
- y que habiéndolas reconocido, mandó cerrar el
- tabique, sin permitir que se tocáse á ellas. No
- nos detengamos en esta digresion de su cuidado,
- que no debió de ser larga, pues hizo lugar á otras
- diligencias, para tomar punto fixo en la resolucion
- que andaba madurando.</p>
-<p>Mandó llamar reservadamente á los Indios mas
- capaces y confidentes de su exército; preguntóles:</p>
-<blockquote>
- <p>&quot;Si habian reconocido alguna novedad en los
- ánimos de los Mexicanos, y como corria entre
- aquella gente la estimacion de los Españoles.
- Respondieron: que lo comun del pueblo estaba
- divertido con sus fiestas, y los veneraba por
- verlos aplaudidos de su Rey; pero que los
- nobles andaban ya pensativos y misteriosos,
- que se hablaban en secreto, y se dexaba conocer
- el recato en sus corrillos.&quot;</p>
- </blockquote>
-<p>Tenian observadas
- algunas medias palabras de sospechosa interpretacion:
- y una de ellas fué: <i>Que sería fácil romper
- los puentes</i>, con otras de este género, que juntas
- decian lo bastante para el rezelo. Dos ó tres de
- aquellos Indios habian oido decir, que pocos dias
- ántes truxeron de presente á Motezuma la cabeza
- de un Español, y que la mandó esconder y retirar,
- despues de haberla mirado con asombro, por ser
- muy fiera y desmesurada: señas que convenian
- con la de Juan de Arguello; y novedad que puso<span class="pagenum"><a id="Page_161">[Pg 161]</a></span> á Cortés en mayor cuidado, por el indicio de que
- hubiese cooperado Motezuma en la faccion de su
- General.</p>
-<p>Con estas noticias, y lo que llevaba discurrido
- en ellas, se encerró al amanecer con sus Capitanes,
- y con algunos de los soldados principales que
- solian concurrir á las juntas por su calidad ó entendimiento.
- Propusoles el caso con todas sus
- circunstancias: refirió lo que le habian advertido
- aquella noche los Indios confidentes: ponderó sin
- desaliento las contingencias de que se hallaban
- amenazados: tocó con espíritu las dificultades que
- podian ocurrir: y sin manifestar la inclinacion de
- su dictámen, calló, para que hablasen los demas.
- Hubo diversos pareceres; unos querian que se
- pidiese pasaporte á Motezuma, y se acudiese
- luego al riesgo de la Vera Cruz: otros dificultaban
- la retirada, y se inclinaban á salir ocultamente,
- sin dexarse olvidadas las riquezas que habian
- adquirido: los mas fueron de sentir que convenia
- perseverar, sin darse por entendidos del suceso de
- la Vera Cruz, hasta sacar algunos partidos para
- retirarse. Pero Hernan Cortés, recogiendo lo
- que venia discurrido, y alabando el zelo con que
- deseaban todos el acierto, dixo:</p>
-<blockquote>
- <p>&quot;Que no se
- conformaba con el medio propuesto de pedir
- pasaporte á Motezuma; porque habiéndose
- abierto el camino con las armas para entrar en
- su corte, á pesar de su repugnancia, caerian<span class="pagenum"><a id="Page_162">[Pg 162]</a></span> mucho del concepto en que los tenia, si llegáse
- á entender que necesitaban de su favor para
- retirarse: que si estaba de mal ánimo, podria
- concederles el pasaporte para deshacerlos en la
- retirada; y si le negase, quedaban obligados á
- salir contra su voluntad, entrando en el peligro,
- descubierta la flaqueza. Que le agradaba ménos
- la resolucion de salir ocultamente, porque
- sería ponerse de una vez en términos de fugitivos,
- y Motezuma podria con gran facilidad
- cortarles el paso, adelantando por sus correos
- la noticia de su marcha. Que, á su parecer,
- no era conveniente por entónces la retirada;
- porque, de qualquiera suerte que la intentasen,
- volverian sin reputacion: y perdiendo los amigos
- y confederados que se mantenian con ella,
- se hallarian despues sin un palmo de tierra
- donde poner los pies con seguridad. Por cuyas
- consideraciones (dixo) soy de sentir que se
- apartan ménos de la razon los que se inclinan
- á que perseveremos sin hacer novedad
- hasta salir con honra, y ver lo que dan de sí
- nuestras esperanzas. Ambas resoluciones son
- igualmente aventuradas; pero no igualmente
- pundonorosas: y sería infelicidad indigna de
- Españoles morir por eleccion en el peligro mas
- desayrado. Yo no pongo duda en que nos debemos
- mantener: el modo con que se ha de
- conseguir es en lo que mas se detiene mi cuidado.
- Vienense á los ojos estos principios de<span class="pagenum"><a id="Page_163">[Pg 163]</a></span> rumor que se han reconocido entre los Mexicanos.
- El suceso de la Vera Cruz, executado
- con las armas de su nacion, pide nuevas consideraciones
- al discurso. La cabeza de Arguello,
- presentada en lisonja de Motezuma, es indicio
- de que supo ántes la faccion de su General: y
- su mismo silencio nos está diciendo lo que
- debemos rezelar de su intencion. Pero á vista
- de todo me parece que, para mantenernos en
- esta ciudad ménos aventurados, es necesario que
- pensemos en algun hecho grande, que asombre
- de nuevo á sus moradores, resarciendo lo que
- se hubiere perdido en su estimacion con estos
- accidentes. Para cuyo efecto, despues de haber
- discurrido en otras hazañas de mas ruido que
- substancia, tengo por conveniente que nos
- apoderemos de Motezuma, trayéndole preso á
- nuestro quartel: resolucion que, á mi entender,
- los ha de atemorizar y reprimir, dándonos
- disposicion para que podamos capitular despues
- con Rey y vasallos lo que mas conviniere á
- nuestro Príncipe y á nuestra seguridad. El
- pretexto de la prision, si yo no discurro mal,
- ha de ser la muerte de Arguello que ha llegado á
- su noticia, y el rompimiento de la paz cometido
- por su General: de cuyas dos ofensas
- debemos darnos por entendidos, y pedir satisfaccion,
- porque no conviene suponer una ignorancia
- de lo que saben ellos, quando estan<span class="pagenum"><a id="Page_164">[Pg 164]</a></span> creyendo que lo alcanzamos todo; y éste y los
- demas engaños de su imaginacion se deben por
- lo ménos tolerar como parciales de nuestra
- osadía. Bien reconozco las dificultades y
- contingencias de tan ardua resolucion; pero
- las grandes hazañas son hijas de los grandes
- peligros: y Dios nos ha de favorecer, que
- son muchas las maravillas (y pudiera decir
- milagros evidentes) con que se ha declarado
- por nosotros en esta jornada, para que no
- miremos ahora como inspiracion suya nuestra
- perseverancia. Su causa es la primera razon
- de nuestros intentos; y yo no he de creer que
- nos ha traido en hombros de su providencia
- extraordinaria para introducirnos en el empeño,
- y dexarnos con nuestra flaqueza en la mayor
- necesidad.&quot;</p>
- </blockquote>
-<p>Dilatóse con tanta energía en esta
- piadosa consideracion, que comunicó á los corazones
- de todos el vigor de su ánimo, y se reduxeron
- al mismo dictámen, primero los Capitanes Juan
- Velazquez de Leon, Diego de Ordaz, Gonzalo
- de Sandoval; y despues alabaron todos el discurso
- de su Capitan, hallando, al parecer, lo eficaz del
- remedio en lo heroyco de la resolucion: con que
- se disolvió la junta, quedando entónces determinada
- la prision de Motezuma, y remitida la disposicion
- de todo á la prudencia de Cortés.</p>
-<p>Bernal Diaz del Castillo, que no pierde ocasion
- de introducirse á inventor de las resoluciones
- grandes, dice que le aconsejaron esta prision él y<span class="pagenum"><a id="Page_165">[Pg 165]</a></span> otros soldados algunos dias ántes que llegáse la
- nueva de la Vera Cruz: no convienen con él las
- demas relaciones, ni entónces habia causa para
- discurrir con tanto arrojamiento: pudiera detenerse
- un poco, y quedára su consejo sin la nota
- de inverisímil, ó sin la excepcion de intempestivo.</p>
-<hr class="chap" />
-<div class="chapter">
-<h3>CAPITULO XIX.</h3>
-</div>
-<blockquote>
- <p><i>Execútase la prision de Motezuma: dáse noticia
- del modo como se dispuso, y como se recibió
- entre sus vasallos.</i></p>
- </blockquote>
-<p>No se puede negar que fué atrevimiento sin
- exemplar esta resolucion que tomaron aquellos
- pocos Españoles de prender á un Rey tan poderoso
- dentro de su corte. Accion que, siendo
- verdad, parece incompatible con la sencillez de
- la historia: y pareciera sin proporcion, quando
- se hallára entre las demasías ó licencias de la
- fábula. Pudiérase llamar temeridad, si se hubiera
- entrado en ella voluntariamente, ó con mas eleccion;
- pero no es temerario propiamente quien se
- ciega porque no puede mas. Vióse Cortés igualmente
- perdido si se retiraba sin reputacion, que
- aventurado si se mantenia sin volver por ella con
- algun hecho memorable: y el ánimo, quando se<span class="pagenum"><a id="Page_166">[Pg 166]</a></span> halla ceñido por todas partes de la dificultad, se
- arroja violentamente á los peligros menores. Pensó
- en lo mas difícil, por asegurarse de una vez, ó
- porque no se acomodaba su discurso á las medianías.
- Pudieramos decir que fué magnanimidad
- suya el poner tan alta la mira, ó que la prudencia
- militar no es tan enemiga de los extremos como
- la prudencia política; pero mejor es que se quede
- sin nombre su resolucion, ó que, mirando al
- suceso, la pongamos entre aquellos medios imperceptibles
- de que se valió Dios en esta conquista,
- excluyendo, al parecer, los impulsos naturales.</p>
-<p>Eligióse finalmente la hora en que solian hacer
- su visita los Españoles, porque no se extrañáse la
- novedad. Ordenó Cortés que se tomasen las
- armas en su quartel: que se pusiesen las sillas á
- los caballos, y estuviesen todos alerta, sin hacer
- ruido ni moverse hasta nueva órden. Ocupó con
- algunas quadrillas á la deshilada las bocas de las
- calles, y partió al palacio con los Capitanes Pedro
- de Alvarado, Gonzalo de Sandoval, Juan Velazquez
- de Leon, Francisco de Lugo, y Alonso
- Dávila: y mandó que le siguiesen disimuladamente
- hasta treinta Españoles de su satisfaccion.</p>
-<p>No hizo novedad el verlos con todas sus armas,
- porque las traían ordinariamente, introducidas ya
- como trage militar. Salió Motezuma, segun su
- costumbre, á recibir la visita: ocuparon todos sus
- asientos; retiráronse á otra pieza sus criados,<span class="pagenum"><a id="Page_167">[Pg 167]</a></span> como ya lo estilaban de su órden: y poniendo
- á Doña Marina y Gerónimo de Aguilar en el
- lugar que solia, empezó Hernan Cortés á dar su
- queja, dexando al enojo todo el semblante.</p>
-<blockquote>
- <p>&quot;Refirió primero el hecho de su General, y ponderó
- despues el atrevimiento de haber formado
- exército, y acometido á sus compañeros, rompiendo
- la paz y la salvaguardia real en que
- vivian asegurados. Acriminó, como delito de
- que se debia dar satisfaccion á Dios y al
- mundo, el haber muerto los Mexicanos á un
- Español que hicieron prisionero: vengando en
- él á sangre fria la propia ignominia con que
- volvieron vencidos. Y últimamente se detuvo
- en afear, como punto de mayor consideracion,
- la disculpa de que se valian Qualpopóca y sus
- Capitanes, dando á entender que se hacia de
- su órden aquella guerra tan fuera de razon: y
- añadió, por ser accion indigna de su grandeza
- el estarlos favoreciendo en una parte, para
- destruirlos en otra.&quot;</p>
- </blockquote>
-<p>Perdió Motezuma el color al oir este cargo
- suyo; y con señales de ánimo convencido interrumpió
- á Cortés para negar, como pudo, el haber
- dado semejante órden. Pero él socorrió su turbacion,
- volviéndole á decir:</p>
-<blockquote>
- <p>&quot;Que así lo tenia por
- indubitable; pero que sus soldados no se darian
- por satisfechos, ni sus mismos vasallos dexarian
- de creer lo que afirmaba su General, si no le<span class="pagenum"><a id="Page_168">[Pg 168]</a></span> viesen hacer alguna demostracion extraordinaria,
- que borráse totalmente la impresión de semejante
- calumnia: y así venía resuelto á suplicarle
- que, sin hacer ruido, y como que nacia de su
- propia eleccion, se fuese luego al alojamiento
- de los Españoles, determinándose á no salir
- dél hasta que constase á todos que no habia
- cooperado en aquella maldad. A cuyo efecto
- le ponia en consideracion que, con esta generosa
- confianza, digna de ánimo real, no solo se
- quietaria el enojo de su Príncipe, y el rezelo
- de sus compañeros; pero él volveria por su
- mismo decoro y pundonor, ofendido entónces
- de mayor indecencia: y que le daba su palabra,
- como Caballero, y como Ministro del mayor
- Rey de la tierra, de que sería tratado entre los
- Españoles con todo el acatamiento debido á su
- persona: porque solo deseaban asegurarse de
- su voluntad para servirle y obedecerle con
- mayor reverencia.&quot;</p>
- </blockquote>
-<p>Calló Cortés, y calló tambien
- Motezuma, como estrañando el atrevimiento
- de la proposicion; pero él, deseando reducirle
- con suavidad, ántes que se determináse á contrario
- dictámen, prosiguió diciendo:</p>
-<blockquote>
- <p>&quot;Que aquel alojamiento
- que les habia señalado era otro palacio
- suyo, donde solia residir algunas veces: y que
- no se podria extrañar entré sus vasallos que se
- mudáse á él para deshacerse de una culpa, que,
- puesta en su cabeza, sería pleyto de Rey á<span class="pagenum"><a id="Page_169">[Pg 169]</a></span> Rey; y quedando en la de su General, se
- podria emendar con el castigo, sin pasar á los
- inconvenientes y violencias con que suele decidirse
- la justicia de los Reyes.&quot;</p>
- </blockquote>
-<p>No pudo sufrir Motezuma que se alargasen mas
- los motivos de una persuasion impracticable á su
- parecer: y dándose por entendido de lo que
- llevaba dentro de sí aquella demanda, respondió
- con alguna impaciencia:</p>
-<blockquote>
- <p>&quot;Que los Príncipes
- como él no se daban á prision, ni sus vasallos
- lo permitirian, quando él se olvidáse de su
- dignidad, ó se dexáse humillar á semejante
- baxeza. Replicóle Cortés: Que, como él fuese
- voluntariamente, sin dar lugar á que le perdiesen
- el respeto, importaria poco la resistencia
- de sus vasallos, contra los quales podria usar
- de sus fuerzas sin queja de su atencion.&quot;</p>
- </blockquote>
-<p>Duró
- largo rato la porfía, resistiendo siempre Motezuma
- el dexar su palacio, y procurando Hernan Cortés
- reducirle y asegurarle sin llegar á lo estrecho.
- Salió á diferentes partidos, cuidadoso ya del aprieto
- en que se hallaba. Ofreció enviar luego por
- Qualpopóca y por los demas Cabos de su exército,
- y entregarselos á Cortés para que los castigáse.
- Daba en rehenes dos hijos suyos, para que los
- tuviese presos en su quartel hasta que cumpliese
- su palabra; y repetia con alguna pusilanimidad,
- que no era hombre que se podia esconder, ni se
- habia de huir á los montes. A nada salia Cortés,<span class="pagenum"><a id="Page_170">[Pg 170]</a></span> ni él se daba por vencido; pero los Capitanes que
- se hallaban presentes, viendo lo que se aventuraba
- en la dilacion, empezaron á desabrirse, deseando
- que se remitiese á las manos aquella disputa: y
- Juan Velazquez de Leon dixo en voz alta: <i>Dexémonos de palabras, y tratemos de prenderle
- ó matarle.</i> Reparó en ello Motezuma, preguntando
- á Doña Marina qué decia tan descompuesto
- aquel Español: y ella con este motivo, y con
- aquella discrecion natural, que le daba hechas las
- razones, y hallada la oportunidad, le dixo, como
- quien se recataba de ser entendida:</p>
-<blockquote>
- <p>&quot;Mucho
- aventurais, Señor, si no cedeis á las instancias
- de esta gente: ya conoceis su resolucion, y la
- fuerza superior que los asiste. Yo soy una
- vasalla vuestra, que desea naturalmente vuestra
- felicidad; y soy una confidente suya que sabe
- todo el secreto de su intencion. Si vais con
- ellos, seréis tratado con el respeto que se debe
- á vuestra persona; y si haceis mayor resistencia
- peligra vuestra vida.&quot;</p>
- </blockquote>
-<p>Esta breve oracion dicha con buen modo y en
- buena ocasion le acabó de reducir, y sin dar
- lugar á nuevas réplicas, se levantó de la silla
- diciendo á los Españoles:</p>
-<blockquote>
- <p>&quot;Yo me fio de vosotros:
- vamos á vuestro alojamiento, que así lo
- quieren los Dioses, pues vosotros lo conseguis,
- y yo lo determino.&quot;</p>
- </blockquote>
-<p>Llamó luego á sus criados:
- mandó prevenir sus andas y su acompañamiento,<span class="pagenum"><a id="Page_171">[Pg 171]</a></span> y dixo á sus ministros:</p>
-<blockquote>
- <p>&quot;Que por ciertas consideraciones
- de estado, que tenia comunicadas
- con sus Dioses, habia resuelto mudar su habitacion
- por unos dias al quartel de los Españoles:
- que lo tuviesen entendido, y lo publicasen así,
- diciendo á todos que iba por su voluntad y conveniencia.&quot;</p>
- </blockquote>
-<p>Ordenó despues á uno de los
- Capitanes de sus guardias que le traxese preso á
- Qualpopóca y á los demas Cabos que hubiesen
- cooperado en la invasion de Zempoala: para cuyo
- efecto le dió el sello real que traía siempre atado
- al brazo derecho, y le advirtió que lleváse gente
- armada para no aventurar la prision. Todas estas
- órdenes se daban en público, y Doña Marina se
- las iba interpretando á Cortés y á los demas Capitanes,
- porque no se rezelasen de verle hablar con
- los suyos, y quisiesen pasar á la violencia fuera de
- tiempo.</p>
-<p>Salió sin mas dilacion de su palacio, llevando
- consigo todo el acompañamiento que solia: los
- Españoles iban á pie junto á las andas, y le cercaban
- con pretexto de acompañarle. Corrió luego
- la voz de que se llevaban á su Rey los extrangeros,
- y se llenaron de gente las calles, no sin algunos
- indicios de tumulto, porque daban grandes voces,
- y se arrojaban en tierra, unos despechados, y
- otros enternecidos; pero Motezuma con exterior
- de alegría y seguridad los iba sosegando y satisfaciendo.
- Mandábales primero que callasen, y al<span class="pagenum"><a id="Page_172">[Pg 172]</a></span> movimiento de su mano sucedia repentino el silencio.
- Deciales despues, que aquella no era
- prision, sino ir por su gusto á vivir unos dias con
- sus amigos los extrangeros: satisfacciones adelantadas,
- ó respuestas sin pregunta, que niegan lo que
- afirman. En llegando al quartel (que como diximos
- era la casa real que fabricó su padre) mandó
- á su guardia que despejáse la gente popular, y á
- sus ministros que impusiesen pena de la vida
- contra los que se moviesen á la menor inquietud.
- Agasajó mucho á los soldados Españoles que le
- salieron á recibir con reverente alborozo. Eligió
- despues el quarto donde queria residir: y la casa
- era capaz de separacion decente. Adornóse luego
- por sus mismos criados con las mejores alhajas de
- su guardaropa: pusose á la entrada suficiente
- guardia de soldados Españoles: dobláronse las
- que solian asistir á la seguridad ordinaria del
- quartel: alargáronse á las calles vecinas algunas
- centinelas, y no se perdonó diligencia de las que
- correspondian á la novedad del empeño. Dióse
- órden á todos para que dexasen entrar á los que
- fuesen de la familia real, que ya eran conocidos,
- y á los nobles y ministros que viniesen á verle:
- cuidando de que entrasen unos y saliesen otros,
- con pretexto de que no embarazasen. Cortés
- entró á visitarle aquella misma tarde, pidiendo
- licencia, y observando las puntualidades y ceremonias
- que quando le visitaba en su palacio.<span class="pagenum"><a id="Page_173">[Pg 173]</a></span> Hicieron la misma diligencia los Capitanes y soldados
- de cuenta: diéronle rendidas gracias de
- que honráse aquella casa, como si le hubiera
- traido á ella su eleccion; y él estuvo tan alegre y
- agradable con todos, como si no se hallaran presentes
- los que fueron testigos de su resistencia.
- Repartió por su mano algunas joyas que hizo
- traer advertidamente para ostentar su desenojo; y
- por mas que se observaban sus acciones y palabras,
- no se conocia flaqueza en su seguridad, ni dexaba
- de parecer Rey en la constancia con que procuraba
- juntar los dos extremos de la dependencia y
- de la magestad. A ninguno de sus criados y
- ministros (cuya comunicacion se le permitió
- desde luego) descubrió el secreto de su opresion,
- ó porque se avergonzase de confesarla, ó porque
- temió perder la vida, si ellos se inquietasen.
- Todos miraron por entónces como resolucion suya
- este retiro: con que no pasaron á discurrir en la
- osadía de los Españoles, que, de muy grande, se
- les pudo esconder entre los imposibles, á que no
- está obligada la imaginacion.</p>
-<p>Así se dispuso y consiguió la prision de Motezuma,
- y él estuvo dentro de pocos dias tan bien
- hallado en ella, que apénas tuvo espíritu para
- desear otra fortuna. Pero sus vasallos vinieron á
- conocer con el tiempo que le tenian preso los
- Españoles, por mas que le dorasen con el respeto
- la sujecion. No se lo dexaron dudar las guardias<span class="pagenum"><a id="Page_174">[Pg 174]</a></span> que asistian á su quarto, y el nuevo cuidado con
- que se tomaban las armas en el quartel; pero
- ninguno se movió á tratar de su libertad, ni se
- sabe que razon tuviesen, él para dexarse estar sin
- repugnancia en aquella prision, y ellos para vivir
- en la misma insensibilidad, sin extrañar la indecencia
- de su Rey. Digno fué de grande admiracion
- el ardimiento de los Españoles; pero no se
- debe admirar ménos este apocamiento de ánimo
- en Motezuma, Príncipe tan poderoso, y de tan
- soberbio natural; y esta falta de resolucion en los
- Mexicanos, gente belicosa, y de suma vigilancia
- en la defensa de sus Reyes. Podriamos decir que
- anduvo tambien la mano de Dios en estos corazones;
- y no pareceria sobrada credulidad, ni
- sería nuevo en su providencia: que ya le vió el
- mundo facilitar las impresas de su pueblo, quitando
- el espíritu á sus enemigos.</p>
-<hr class="chap" />
-<div class="chapter">
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_175">[Pg 175]</a></span></p>
-<h3>CAPITULO XX.</h3>
-</div>
-<blockquote>
- <p><i>Como se portaba en la prision Motezuma con los
- suyos y con los Españoles. Traen preso á
- Qualpopóca, y Cortés le hace castigar con pena
- de muerte, mandando echar unos grillos á
- Motezuma mientras se executaba la sentencia.</i></p>
- </blockquote>
-<p>Vieron los Españoles dentro de breves dias convertido
- en palacio su alojamiento, sin dexar de
- guardarle como carcel de tal prisionero. Perdió
- la novedad entre los Mexicanos aquella gran resolucion.
- Algunos, sintiendo mal de la guerra que
- movió Qualpopóca en la Vera Cruz, alababan la
- demostracion de Motezuma, y ponderaban como
- grandeza suya el haber dado su libertad en rehenes
- de su inocencia. Otros creían que los Dioses,
- con quien tenia familiar comunicacion, le habrian
- aconsejado lo mas conveniente á su persona. Y
- otros, que iban mejor, veneraban su determinacion,
- sin atreverse á exâminarla: que la razon de
- los Reyes no habla con el entendimiento, sino con
- la obligacion de los vasallos. El hacia sus funciones
- de Rey con la misma distribucion de horas
- que solia: daba sus audiencias, escuchaba las
- consultas ó representaciones de sus ministros, y<span class="pagenum"><a id="Page_176">[Pg 176]</a></span> cuidaba del gobierno político y militar de sus
- reynos, poniendo particular estudio en que no se
- conociese la falta de su libertad.</p>
-<p>La comida se le traia de palacio con numeroso
- acompañamiento de criados, y con mayor abundancia
- que otras veces: repartianse las sobras
- entre los soldados Españoles, y él enviaba los
- platos mas regalados á Cortés y á sus Capitanes:
- conocialos á todos por sus nombres, y tenia observados
- hasta los genios y las condiciones; de
- cuya noticia usaba en la conversacion, dando al
- buen gusto y á la discrecion algunos ratos, sin
- ofender á la Magestad ni á la decencia. Estaba
- con los Españoles todo el tiempo que le dexaban
- los negocios: y solia decir que no se hallaba sin
- ellos. Procuraban todos agradarle, y era su mayor
- lisonja el respeto con que le trataban: desagradábase
- de las llanezas; y si alguno se descuidaba en
- ellas, procuraba reprimir el exceso, dando á entender
- que le conocia: tan zeloso de su dignidad,
- que sucedió el ofenderse con grande irritacion de
- una indecencia que le pareció advertida en cierto
- soldado Español, y pidió al Cabo de la guardia
- que le ocupáse otra vez lejos de su persona, ó le
- mandaria castigar, si se le pusiese delante.</p>
-<p>Algunas tardes jugaba con Hernan Cortés al
- totoloque: juego que se componia de unas bolas
- pequeñas de oro, con que tiraban á herir ó derribar
- ciertos bolillos ó señales del mismo metal á<span class="pagenum"><a id="Page_177">[Pg 177]</a></span> distancia proporcionada. Jugabanse diferentes
- joyas y otras alhajas, que se perdian ó ganaban á
- cinco rayas. Motezuma repartia sus ganancias
- con los Españoles, y Cortés hacia lo mismo con
- sus criados. Solia tantear Pedro de Alvarado, y
- porque algunas veces se descuidaba en añadir
- algunas rayas á Cortés, le motejaba con galantería
- de mal contador; pero no por eso dexaba de
- pedirle otras veces que no se le olvidáse la verdad.
- Parecia Señor hasta en el juego, sintiendo el perder
- como desayre de la fortuna, y estimando la
- ganancia como premio de la victoria.</p>
-<p>No se dexaba de introducir en estas conversaciones
- privadas el punto de la Religion. Hernan
- Cortés le habló diferentes veces, procurando reducirle
- con suavidad á que conociese su engaño.
- Fray Bartolomé de Olmedo repetia sus argumentos
- con la misma piedad, y con mayor fundamento.
- Doña Marina interpretaba estos razonamientos
- con particular afecto, y añadia sus razones caseras,
- como persona recien desengañada, que tenia presentes
- los motivos que la reduxeron; pero el
- demonio le tenia tan ocupado el ánimo, que se
- dexaba conquistar su entendimiento, y se quedaba
- inexpugnable su corazon. No se sabe que le habláse,
- ó se le apareciese, como solia, desde que los
- Españoles entraron en México; ántes se tiene por
- cierto que, al dexarse ver la cruz de Christo en
- aquella ciudad, perdieron la fuerza los conjuros,<span class="pagenum"><a id="Page_178">[Pg 178]</a></span> y enmudecieron los oráculos; pero estaba tan
- ciego y tan dexado á sus errores, que no tuvo
- actividad para desviarlos, ni supo aprovecharse
- de la luz que se le puso delante. Pudo ser esta
- dureza de su ánimo fruto miserable de los otros
- vicios y atrocidades con que tenia desobligado á
- Dios, ó castigo de aquella misma negligencia con
- que daba los oídos y negaba la inclinacion á la
- verdad.</p>
-<p>A veinte dias, ó poco mas, llegó el Capitan de
- la guardia que partió á la frontera de la Vera
- Cruz, y truxo preso á Qualpopóca con otros
- Cabos de su exército, que se dieron al sello real
- sin resistencia. Entró con ellos á la presencia de
- Motezuma, y él los habló reservadamente, permitiéndolo
- Cortés, porque deseaba, que los reduxese
- á callar la órden que tuvieron suya, y
- dexarse engañar de aquella exterior confianza en
- que le mantenia. Pasó despues con ellos el
- mismo Capitan al quarto de Cortés y se los entregó,
- diciéndole de parte de su Amo:</p>
-<blockquote>
- <p>&quot;Que se
- los enviaba para que averiguáse la verdad, y los
- castigáse por su mano con el rigor que merecian.&quot;</p>
- </blockquote>
-<p>Encerróse con ellos:</p>
-<blockquote>
- <p>&quot;Y confesaron
- luego los cargos de haber roto la paz de su
- autoridad: haber provocado con las armas á los
- Españoles, de la Vera Cruz, y ocasionado la
- muerte de Arguello, hecha de su órden á
- sangre fria en un prisionero de guerra&quot;;</p>
- </blockquote>
-<p>sin
- tomar en la boca la órden que tuvieron de su<span class="pagenum"><a id="Page_179">[Pg 179]</a></span> Rey, hasta que, reconociendo que iba de veras su
- castigo, tentaron el camino de hacerle complice
- para escapar las vidas; pero Hernan Cortés negó
- los oídos á este descargo, tratándole como invencion
- de los delinqüentes. Juzgóse militarmente
- la causa, y se les dió sentencia de muerte, con la
- circunstancia de que fuesen quemados públicamente
- sus cuerpos delante del palacio real, como
- reos que habian incurrido en caso de lesa Magestad.
- Discurrióse luego en la execucion, y pareció
- no dilatarla; pero temiendo Hernan Cortés que
- se inquietáse Motezuma, ó quisiese defender á
- los que morian por haber executado sus órdenes,
- resolvió atemorizarle con alguna bizarría, que
- tuviese apariencias de amenaza, y le acordase la
- sujecion en que se hallaba. Ocurrióle otro arrojamiento
- notable, á que le debió de inducir la
- facilidad con que se consiguió el de su prision, ó
- el ver tan rendida su paciencia. Mandó buscar
- unos grillos de los que se traían prevenidos para
- los delinqüentes, y con ellos descubiertos en las
- manos de un soldado se puso en su presencia,
- llevando consigo á Doña Marina, y tres ó quatro
- de sus Capitanes. No perdonó las reverencias
- con que solia respetarle; pero dando á la voz y al
- semblante mayor entereza, le dixo:</p>
-<blockquote>
- <p>&quot;Que ya
- quedaban condenados á muerte Qualpopóca y
- los demas delinqüentes, por haber confesado<span class="pagenum"><a id="Page_180">[Pg 180]</a></span> su delito, y ser digno de semejante demostracion;
- pero que le habian culpado en él, diciendo
- afirmativamente que le cometieron de
- su órden: y así era necesario que purgáse
- aquellos indicios vehementes con alguna mortificacion
- personal: porque los Reyes, aunque
- no estaban obligados á las penas ordinarias,
- eran súbditos de otra ley superior que mandaba
- en las coronas, y debian imitar en algo á los
- reos, quando se hallaban culpados, y trataban
- de satisfacer á la justicia del Cielo.&quot;</p>
- </blockquote>
-<p>Dicho
- esto, mandó con imperio y resolucion que le pusiesen
- las prisiones, sin dar lugar á que le replicáse:
- y en dexándole con ellas, le volvió las
- espaldas, y se retiró á su quarto, dando nueva
- órden á las guardias para que no se le permitiese
- por entónces la comunicacion de sus ministros.</p>
-<p>Fué tanto el asombro de Motezuma, quando se
- vió tratar con aquella ignominia, que le faltó al
- principio la accion para resistir, y despues la voz
- para quejarse. Estuvo mucho rato como fuera de
- sí: los criados que le asistian, acompañaban su
- dolor con el llanto, sin atreverse á las palabras,
- arrojándose á sus pies para recibir el peso de los
- grillos: y él volvió de su confusion con principios
- de impaciencia; pero se reprimió brevemente: y
- atribuyendo su infelicidad á la disposicion de sus
- Dioses, esperó el suceso, no sin cuidado, al<span class="pagenum"><a id="Page_181">[Pg 181]</a></span> parecer, de que peligraba su vida; pero acordándose
- de quien era, para temer sin falta de
- valor.</p>
-<p>No perdió tiempo Cortés en lo que llevaba resuelto:
- salieron los reos al suplicio, hechas las
- prevenciones necesarias para que no se aventuráse
- la execucion. Consiguióse á vista de innumerable
- pueblo, sin que se oyése una voz descompuesta,
- ni hubiese que rezelar. Cayó sobre aquella gente
- un terror, que tenia parte de admiracion, y parte
- de respeto. Extrañaban aquellos actos de jurisdiccion
- en unos extrangeros, que, quando mucho,
- se debian portar como Embaxadores de otro Príncipe;
- y no se atrevieron á poner duda en su
- potestad, viéndola establecida con la tolerancia de
- su Rey: de que resultó el concurrir todos al espectáculo
- con un género de quietud amortiguada,
- que, sin saber en que consistia, dexó su
- lugar al escarmiento. Ayudó mucho en esta
- ocasion el estar mal recibida entre los Mexicanos
- la invasion de Qualpopóca, y se hizo su delito
- mas aborrecible con la circunstancia de culpar á su
- Rey: descargo que pasó por increible; y aun
- siendo verdadero, se culpára como atrevido sedicioso.
- Débese mirar este castigo como tercer
- atrevimiento de Cortés, que se logró como se
- habia discurrido, y se discurrió sobre principios
- irregulares. El lo resolvió, y lo tuvo por conveniente
- y posible: conocia la gente con quien<span class="pagenum"><a id="Page_182">[Pg 182]</a></span> trataba, y lo que suponia en qualquier acontecimiento
- la gran prenda que tenian en su poder.
- Dexémonos cegar de su razon, ó no la traygamos
- al juicio de la Historia, contentándonos con referir
- el hecho como pasó, y que una vez executado,
- fué de gran conseqüencia para dar seguridad á los
- Españoles de la Vera Cruz, y reprimir por entónces
- los principios de rumor que andaban entre
- los nobles de la ciudad.</p>
-<p>Volvió luego Cortés al quarto de Motezuma, y
- con alegre urbanidad le dixo:</p>
-<blockquote>
- <p>&quot;Que ya quedaban
- castigados los traydores que se atrevieron á
- manchar su fama: y él habia cumplido ventajosamente
- con su obligacion, sujetándose á la
- justicia de Dios con aquella breve intermision
- de su libertad.&quot;</p>
- </blockquote>
-<p>Y sin mas dilacion le mandó
- quitar los grillos, ó como escriben algunos, se
- puso de rodillas para quitarselos él mismo por sus
- manos: y se puede creer de su advertencia que
- procuraria dar con semejante cortesanía mayor
- recomendacion al desagravio. Recibió Motezuma
- con grande alborozo este alivio de su libertad:
- abrazó dos ó tres veces á Cortés, y no acababa de
- cumplir con su agradecimiento. Sentáronse luego
- en conversacion amigable; y Cortés usó con él de
- otro primor, como los que andaba siempre meditando,
- porque mandó que se retirasen las guardias,
- diciéndole que se podria volver á su palacio,
- quando quisiese, por haber cesado ya la causa de<span class="pagenum"><a id="Page_183">[Pg 183]</a></span> su detencion. Y le ofreció este partido sobre
- seguro de que no le aceptaria, por haberle oido
- decir muchas veces con firme resolucion, que ya
- no le convenia volverse á su palacio, ni apartarse
- de los Españoles hasta que se retirasen de su
- corte, porque perderia mucho de su estimacion,
- si llegasen á entender sus vasallos que recibia de
- agena mano su libertad. Dictámen que se hizo
- suyo con el tiempo, siendo en la verdad influido;
- porque Doña Marina, y algunos de los Capitanes
- le habian puesto en él á instancia de Cortés, que
- se valia de su misma razon de estado para tenerle
- mas seguro en la prision. Pero entónces, conociendo
- lo que traía dentro de sí la oferta de
- Cortés, dexó este motivo, tratándole como ageno
- de aquella ocasion, y se valió de otro mas artificioso:
- porque le respondió:</p>
-<blockquote>
- <p>&quot;Que agradecia
- mucho la voluntad con que deseaba restituirle
- á su casa; pero que tenia resuelto no hacer
- novedad, atendiendo á la conveniencia de los
- Españoles; porque una vez en su palacio, le
- apretarian sus nobles y ministros en que tomáse
- las armas contra ellos, para satisfacerse del
- agravio que habia recibido.&quot;</p>
- </blockquote>
-<p>Por cuyo medio
- quiso dar á entender, que se dexaba estar en la
- prision para cubrirlos y ampararlos con su autoridad.
- Alabó Cortés el pensamiento, agradeciendo
- su atencion, como si la creyera; y quedaron los<span class="pagenum"><a id="Page_184">[Pg 184]</a></span> dos satisfechos de su destreza, creyendo entrambos
- que se entendian, y se dexaban engañar por
- su conveniencia, con aquel género de astucia ó
- disimulacion que ponen los políticos entre los
- misterios de la prudencia, dando el nombre de
- esta virtud á los artificios de la sagacidad.</p>
-
-<hr class="chap" />
-
-<div class="chapter">
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_185">[Pg 185]</a></span></p>
-
-<p class="ph2">HISTORIA<br />
-<span class="sf"><i>De la Conquista, Poblacion y Progresos de
- Nueva España.</i></span></p>
-</div>
-
-<hr />
-<h2 class="nobreak"><i>LIBRO IV.</i></h2>
-<hr class="chap" />
-<h3>CAPITULO PRIMERO.</h3>
-<blockquote>
- <p><i>Permitese á Motezuma que se dexe ver en público,
- saliendo á sus templos y recreaciones. Trata
- Cortés de algunas prevenciones que tuvo por
- necesarias; y se duda que intentasen los
- Españoles en esta sazon derribar los ídolos de
- México.</i></p>
- </blockquote>
-<p>Quedó Motezuma desde aquel dia prisionero voluntario
- de los Españoles: hizose amable á todos
- con su agrado y liberalidad. Sus mismos criados
- desconocian su mansedumbre y moderacion, como
- virtudes adquiridas en el trato de los extrangeros,
- ó extrangeras de su natural. Acreditó diversas
- veces con palabras y acciones la sinceridad de su
- ánimo: y quando le pareció que tenian segura y<span class="pagenum"><a id="Page_186">[Pg 186]</a></span> merecida la confianza de Cortés, se resolvió á experimentarla,
- pidiéndole licencia para salir alguna
- vez á sus templos. Dióle palabra de que se volveria
- puntualmente á la prision, que así la solia
- llamar, quando no estaba presente alguno de los
- suyos. Dixole:</p>
-<blockquote>
- <p>&quot;Que ya deseaba, por su conveniencia
- y la de los mismos Españoles, dexarse
- ver de su pueblo, porque se iba creyendo que
- le tenian oprimido, como habia cesado la causa
- de su detencion con el castigo de Qualpopóca;
- y se podria temer alguna turbacion mas que
- popular, si no se ocurria brevemente al remedio
- con aquella demostracion de su libertad.&quot;</p>
- </blockquote>
-<p>Hernan Cortés, conociendo su razon, y deseando
- tambien complacer á los Mexicanos, le respondió
- liberal y cortesanamente:</p>
-<blockquote>
- <p>&quot;Que podria salir
- quando gustáse: atribuyendo á exceso de su
- benignidad el pedir semejante permision,
- quando él y todos los suyos estaban á su obediencia.&quot;</p>
- </blockquote>
-<p>Pero aceptó la palabra que le daba
- de no hacer novedad en su habitacion, como quien
- deseaba no perder la honra que recibia.</p>
-<p>Hizole alguna interior disonancia el motivo de
- acudir á sus templos; y para cumplir consigo en
- la forma que podia, capituló con él que habian de
- cesar desde aquel dia los sacrificios de sangre
- humana: contentándose con esta parte de remedio,
- porque no era tiempo de aspirar á la
- enmienda total de los demas errores; y siempre<span class="pagenum"><a id="Page_187">[Pg 187]</a></span> que no se puede lo mejor, es prudencia dividir la
- dificultad, para vencer uno á uno los inconvenientes.
- Ofreciólo así Motezuma, prohibiendo con
- efecto en todos sus adoratorios este género de
- sacrificios: y aunque se duda si lo cumplió, es
- cierto que cesó la publicidad, y que, si los hicieron
- alguna vez, fué á puerta cerrada, y tratándolos
- como delito.</p>
-<p>Su primera salida fué al templo mayor de la
- ciudad, con la misma grandeza y acompañamiento
- que acostumbraba: llevó consigo algunos Españoles;
- y se previno, llamándolos él mismo, ántes
- que se los pusiesen al lado como guardas ó testigos.
- Celebró con grandes regocijos el pueblo esta primera
- vista de su Rey: procuraron todos manifestar
- su alegría con aquellas demostraciones de que se
- componian sus aplausos; no porque le amasen, ó
- tuviesen olvidada la opresion en que vivian, sino
- porque hacia la natural obligacion el oficio de la
- voluntad: y tiene sus influencias, hasta en la
- frente del tirano, la corona. El iba recibiendo
- las aclamaciones con gratitud magestuosa: y anduvo
- aquel dia muy liberal, porque hizo diferentes
- mercedes á sus nobles, y repartió algunas dádivas
- entre la gente popular. Subió despues al templo,
- descansando sobre los brazos de los sacerdotes: y
- en cumpliendo con los ritos ménos escandalosos
- de su adoracion, se volvió al quartel, donde se
- congratuló nuevamente con los Españoles, dando<span class="pagenum"><a id="Page_188">[Pg 188]</a></span> á entender que le traían con igual fuerza el desempeño
- de su palabra, y el gusto de vivir entre sus
- amigos.</p>
-<p>Continuaronse despues sus salidas sin hacer
- novedad, unas veces al palacio donde tenia sus
- mugeres, y otras á sus adoratorios ó casas de
- recreacion: usando siempre con Hernan Cortés la
- ceremonia de tomar su licencia, ó llevándole consigo,
- quando era decente la funcion; pero nunca
- hizo noche fuera del alojamiento, ni discurrió en
- mudar habitacion: ántes se llegó á mirar entre
- los Mexicanos aquella perseverancia suya como
- favor de los Españoles, tanto que ya visitaban á
- Cortés los ministros y los nobles de la ciudad,
- valiéndose de su intercesion para encaminar sus
- pretensiones: y todos los Españoles que tenian
- algun lugar en su gracia, se hallaron asistidos y
- contemporizados: achaque ordinario de las cortes,
- adorar á los favorecidos, fabricando con el ruego
- estos ídolos humanos.</p>
-<p>Entretanto que duraba este género de tranquilidad,
- no se descuidaba Hernan Cortés en las prevenciones
- que podrian conducir á su seguridad, y
- adelantar los altos designios que perseveraban en
- su corazon, sin objeto determinado, ni saber hasta
- entónces hacia donde le llamaba la obscuridad
- lisonjera de sus esperanzas. Luego que vacó el
- gobierno de la Vera Cruz por muerte de Juan de
- Escalante, y se aseguraron los caminos con el<span class="pagenum"><a id="Page_189">[Pg 189]</a></span> castigo de los culpados, nombró en aquella ocupacion
- al Capitan Gonzalo de Sandoval: y porque
- no faltáse de su lado en esta ocurrencia un Cabo
- de tanta satisfaccion, envió con título de Teniente
- suyo á un soldado particular que llamaban Alonso
- de Grado, sugeto de habilidad y talento, pero de
- ánimo inquieto, y uno de los que se hicieron
- conocer en las turbaciones pasadas. Creyóse que
- le ocupaba por satisfacerle y desviarle; pero no
- fué buena política poner hombre poco seguro en
- una plaza que se mantenia para la retirada, y
- contra las avenidas que se podian temer de la Isla
- de Cuba. Pudiera ser de grave inconveniente su
- asistencia en aquel puerto, si llegáran poco ántes
- los baxeles que fletó Diego Velazquez en prosecucion
- de su antigua demanda; pero el mismo
- Alonso de Grado emendó con su proceder el yerro
- de su eleccion; porque vinieron dentro de pocos
- dias tantas quejas de los vecinos y lugares del
- contorno, que fué necesario traerle preso, y enviar
- al propietario.</p>
-<p>Con la ocasion de estos viages dispuso Hernan
- Cortés que se conduxesen de la Vera Cruz algunas
- xarcias, velas, clavazon, y otros despojos de los
- navios que se barrenaron, con ánimo de fabricar
- dos bergantines, para tener á su disposicion el
- paso de la laguna: porque no podia echar de sí
- las medias palabras que oyeron los Tlascaltécas
- sobre cortar los puentes, ó romper las calzadas.<span class="pagenum"><a id="Page_190">[Pg 190]</a></span> Introduxo primero esta novedad, haciéndosela
- desear á Motezuma, con pretexto de que viese las
- grandes embarcaciones que se usaban en España,
- y la facilidad con que se movian, haciendo trabajar
- al viento en alivio de los remos: primor de que
- no se hacia capaz sin la demostracion; porque
- ignoraban los Mexicanos el uso de las velas, y ya
- miraba como punto de conveniencia suya que
- aprendiesen aquel arte de navegar sus marineros.
- Llegaron brevemente de la Vera Cruz los géneros
- que se habian pedido, y se dió principio á la
- fábrica por mano de algunos maestros de esta
- profesion, que vinieron en el exército con plaza
- de soldados, asistiendo á cortar y conducir la
- madera, de órden de Motezuma, los carpinteros
- de la ciudad: con que se acabaron los dos bergantines
- dentro de breves dias, y él mismo determinó
- estrenarlos, embarcándose con los Españoles,
- para reconocer desde mas cerca las maestrías
- de aquella navegacion.</p>
-<p>Previno para este fin una de sus monterías mas
- solemnes en parage de larga travesía, porque no
- faltáse tiempo á su observacion: y el dia señalado
- amanecieron sobre la laguna todas las canoas del
- séquito real con su familia y cazadores, reforzada
- en ellas la boga, no sin presuncion de acreditar
- su ligereza, con descredito de las embarcaciones
- extrangeras, que á su parecer, eran pesadas, y
- serian dificultosas de manejar; pero tardaron poco<span class="pagenum"><a id="Page_191">[Pg 191]</a></span> en desengañarse, porque los bergantines partieron
- á vela y remo, favorecidos oportunamente del
- viento, y se dexaron atras las canoas con largo
- espacio, y no menor admiracion de los Indios.
- Fué dia muy festivo, y de gran divertimiento
- para los Españoles, tanto por la novedad y circunstancias
- de la montería, como por la opulencia
- del banquete: y Motezuma estuvo muy entretenido
- con sus marineros, burlándose de lo que
- forcejaban en el alcance de los bergantines, y
- celebrando como suya la victoria de los Españoles.</p>
-<p>Concurrió despues toda la ciudad á ver aquellas,
- que en su lengua llamaban casas portátiles: hizo
- sus ordinarios efectos la novedad, y sobre todo
- admiraron el manejo del timon, y el oficio de las
- velas, que, á su entender, mandaban al agua y al
- viento: invencion que celebraron los mas avisados
- como industria del arte superior á su ingenio, y
- el vulgo como sutileza mas que natural, ó predominio
- sobre los elementos. Consiguióse finalmente
- que fuesen bien recibidos aquellos bergantines,
- que se fabricaron á mayor intento; y tuvo
- su parte de felicidad esta providencia de Cortés,
- pues se hizo lo que convenia, y se ganó reputacion.</p>
-<p>Al mismo tiempo iba caminando en otras diligencias
- que le dictaban su vigilancia y actividad.
- Introducia con Motezuma y con los nobles, que
- le visitaban, la estimacion de su Rey: ponderaba<span class="pagenum"><a id="Page_192">[Pg 192]</a></span> su clemencia, y engrandecia su poder, trayendo
- á su dictámen los ánimos con tanta suavidad y
- destreza, que llegó á desearse generalmente la
- confederacion que proponia, y el comercio de los
- Españoles, como interés de aquella Monarquía.
- Tomaba tambien algunas noticias importantes por
- via de conversacion y sencilla curiosidad. Informóse
- muy particularmente de la magnitud y
- límites del Imperio Mexicano, de sus provincias
- y confines, de los montes, rios y minas principales,
- de las distancias de ambos mares, su calidad
- y surgideros: tan lejos de mostrar cuidado en sus
- observaciones, que Motezuma, para informarle
- mejor y complacerle, hizo que sus pintores delineasen,
- con asistencia de hombres noticiosos, un
- lienzo semejante á nuestros mapas, en que se
- contenia la demarcacion de sus dominios: á cuya
- vista le hizo capaz de todas las particularidades
- que merecian reflexîon; y permitió despues que
- fuesen algunos Españoles á reconocer las minas
- de mayor nombre, y los puertos ó ensenadas que
- parecian capaces de baxeles. Propusolo Hernan
- Cortés con pretexto de llevar á su Príncipe distinta
- relacion de lo mas notable; y él concedió no
- solamente su beneplácito, pero señaló gente militar
- que los acompañáse, y despachó sus órdenes
- para que les franqueasen el paso y las noticias:
- bastante seña de que vivia sin rezelo, y andaban
- conformes su intencion y sus palabras.</p>
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_193">[Pg 193]</a></span></p>
-<p>Pero en esta sazon, y quando mas se debian
- temer las novedades, como peligro de la quietud
- y de la confianza, refieren nuestros historiadores
- una resolucion de los Españoles tan desproporcionada
- y fuera de tiempo, que nos inclinamos á
- dudarla, ya que no hallamos razon para omitirla.
- Dice Bernal Diaz del Castillo, ó lo escribió primero
- Francisco Lopez de Gómara (concordando
- alguna vez en lo ménos tolerable) que se determinaron
- á derribar los ídolos de México, y convertir
- en Iglesia el adoratorio principal: que salieron á
- executarlo, por mas que lo resistió, y procuró
- embarazar Motezuma: que se armaron los sacerdotes,
- y estuvo conmovida toda la ciudad en defensa
- de sus Dioses, durando la porfía sin llegar á
- rompimiento, hasta que por bien de paz se quedaron
- los ídolos en su lugar, y se limpió una
- capilla, y levantó un altar dentro del mismo adoratorio,
- donde se colocó la Cruz de Christo, y la
- imágen de su Madre santísima, se celebró Misa
- cantada, y perseveró muchos dias el altar, cuidando
- de su limpieza y adorno los mismos sacerdotes
- de los ídolos. Así lo refiere tambien Antonio
- de Herrera, y se aparta de los dos, añadiendo
- algunas circunstancias que pasan los límites de la
- exornacion, si esta puede caber en la retórica del
- historiador: porque describe una procesion devota
- y armada que se ordenó para conducir las santas
- Imágenes al adoratorio: pone á la letra, ó supone<span class="pagenum"><a id="Page_194">[Pg 194]</a></span> la oracion recta que hizo Cortés delante de un
- Crucifixo: y pondera un casi milagro de su devocion,
- animándose á decir, no sabemos de que
- orígen, que se inquietaron poco despues los Mexicanos,
- porque faltó el agua del cielo para el
- beneficio de sus campos: que acudieron al mismo
- Cortés, con principios de sedicion, clamando
- sobre que no llovian sus Dioses, porque se habian
- introducido en su templo Deidades forasteras:
- que, para conseguir que se quietasen, les ofreció
- de parte de su Dios copiosa lluvia dentro de
- breves horas; y que respondió el Cielo puntualmente
- á su promesa con grande admiracion de
- Motezuma y de toda la ciudad.</p>
-<p>No discurrimos del empeño en que se puso,
- prometiendo milagros delante de unos infieles, en
- prueba de su Religion: que pudo ser ímpetu de su
- piedad; ni estrañamos la maravilla del suceso:
- que tambien pudo tener entónces aquel átomo de
- fé viva, con que se merecen y consiguen los
- milagros. Pero el mismo hecho disuena tanto á
- la razon, que parece dificultoso de creer en las
- advertencias de Cortés, y en el genio y letras de
- Fray Bartolomé de Olmedo. Pero caso que sucediese
- así el hecho de arruinar los ídolos de México
- en la forma y en el tiempo que viene supuesto
- (siendo lícito al historiador el hacer juicio alguna
- vez de las acciones que refiere) hallamos en esta
- diferentes reparos, que nos obligan por lo ménos<span class="pagenum"><a id="Page_195">[Pg 195]</a></span> á dudar el acierto de semejante determinacion en
- una ciudad tan populosa, donde se pudo tener
- por imposible lo que fué dificultoso en Cozumel.
- Corriase bien con Motezuma: consistia en su
- benevolencia toda la seguridad que se gozaba: no
- habia dado esperanzas de admitir el Evangelio,
- ántes duraba inexôrable y obstinado en su idolatría.
- Los Mexicanos, sobre la dureza con que
- adoraban y defendian sus errores, andaban fáciles
- de inquietar contra los Españoles. ¿Pues, que
- prudencia pudo aconsejar que se intentáse contra
- la voluntad de Motezuma semejante contratiempo?
- Si miramos al fin que se pretendia, le hallarémos
- inútil y fuera de toda razon. Empezar por los
- ídolos el desengaño de los Idólatras: tratar una
- exterioridad infructuoso como triunfo de la Religion:
- colocar las santas Imágenes en un lugar
- inmundo y detestable: dexarlas al arbitrio de los
- sacerdotes gentiles, aventuradas á la irreverencia
- y al sacrilegio: celebrar entre los simulacros del
- demonio el inefable sacrificio de la Misa. Y Antonio
- de Herrera califica estos atentados con título
- de faccion memorable. Júzguelo quien lo leyere,
- que nosotros no hallamos razon de congruencia
- política ó christiana para que se perdonasen tantos
- inconvenientes; y dexando en duda el acierto,
- querriamos ántes que no hubiera sucedido esta
- irregularidad como la refieren, ó que no tuvieran
- lugar en la Historia las verdades increibles.</p>
-<hr class="chap" />
-<div class="chapter">
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_196">[Pg 196]</a></span></p>
-<h3>CAPITULO II.</h3>
-</div>
-<blockquote>
- <p><i>Descúbrese una conjuracion que se iba disponiendo
- contra los Españoles, ordenada por el Rey de
- Tezcúco: y Motezuma, parte con su industria,
- y parte por las advertencias de Cortés, la
- sosiega castigando al que la fomentaba.</i></p>
- </blockquote>
-<p>Tuvo desde sus principios esta empresa de los
- Españoles notable desigualdad de accidentes: alternábanse
- continuamente la quietud y los cuidados:
- unos dias reynaba sobre las dificultades la
- esperanza, y otros renacian los peligros de la
- misma seguridad. Propia condicion de los sucesos
- humanos, encadenarse, y sucederse con breve intermision
- los bienes y los males. Y debemos
- creer que fué conveniente su instabilidad para
- corregir la destemplanza de nuestras pasiones.</p>
-<p>La ciega gentilidad ponia esta serie de los acaecimientos
- en una rueda imaginaria, que se formaba
- en la trabazon de lo próspero y adverso, á
- cuyo movimiento daban cierta inteligencia sin
- eleccion, que llamaron fortuna: con que dexaban
- al acaso todo lo que deseaban ó temian, siendo en
- la verdad alta disposicion de la divina Providencia<span class="pagenum"><a id="Page_197">[Pg 197]</a></span> que duren poco en un estado las felicidades y los
- infortunios de la tierra, para que se posean ó
- toleren con moderacion, y suba el entendimiento
- á buscar la realidad de las cosas en la religion de
- las almas.</p>
-<p>Hallábanse ya los Españoles bastantemente asegurados
- en la voluntad de Motezuma, y en la
- estimacion de los Mexicanos; pero al mismo
- tiempo que se gozaba de aquel sosiego favorable,
- se levantó nueva tempestad, que puso en contingencia
- todas las prevenciones de Cortés. Movióla
- Cacumatzín, sobrino de Motezuma, Rey de Tezcúco,
- y primer Elector del Imperio. Era mozo
- inconsiderado y bullicioso; y dexándose aconsejar
- de su ambicion, determinó hacerse memorable á
- su nacion, sacando la cara contra los Españoles
- con pretexto de poner en libertad á su Rey.
- Favorecianle su dignidad y su sangre para esperar
- en la primera eleccion el Imperio; y le pareció,
- que una vez desnuda la espada, podria llegar el
- caso de acercarse á la corona. Su primera diligencia
- fué desacreditar á Motezuma, murmurando
- entre los suyos de la indignidad y falta de espíritu
- con que se dexaba estar en aquella violenta sujecion.
- Acusó despues á los Españoles, culpando
- como principio de tiranía la opresion en que le
- tenian, y la mano que se iban tomando en el
- gobierno; sin perdonar medio alguno de hacerlos
- odiosos y despreciables. Sembró despues la misma<span class="pagenum"><a id="Page_198">[Pg 198]</a></span> cizaña entre los demas Reyezuelos de la
- laguna: y hallando bastante disposicion en los
- ánimos, se resolvió á poner en execucion sus intentos:
- á cuyo fin convocó una junta de todos sus
- amigos y parientes, que se hizo de secreto en su
- palacio, concurriendo en ella los Reyes de Cuyoacán,
- Iztacpalápa, Tacúba y Matalcingo, y otros
- Señores ó Caciques del contorno: personas de
- séquito y suposicion, que mandaban gente de
- guerra, y se preciaban de soldados.</p>
-<p>Hizoles un razonamiento de grande aparato; y
- dando colores de zelo á sus ocultos designios,
- ponderó el estado en que se hallaba su Rey,
- olvidado, al parecer, de su misma libertad, y la
- obligacion que tenian de concurrir todos como
- buenos vasallos á sacarle de aquella servidumbre.
- Sinceróse con la proxîmidad de la sangre, que le
- interesaba en los aciertos de su tio: y volviendo
- la mira contra los Españoles:</p>
-<blockquote>
- <p>&quot;¿A qué aguardamos,
- amigos y parientes (dixo) que no abrimos
- los ojos al oprobrio de nuestra nacion, y á
- la vileza de nuestro sufrimiento? ¿Nosotros,
- que nacimos á las armas, y ponemos nuestra
- mayor felicidad en el terror de nuestros enemigos,
- concedemos la cerviz al yugo afrentoso de
- una gente advenediza? ¿Qué son sus atrevimientos
- sino acusaciones de nuestra floxedad,
- y desprecios de nuestra paciencia? Consideremos
- lo que han conseguido en breves dias, y<span class="pagenum"><a id="Page_199">[Pg 199]</a></span> conocerémos primero nuestro desayre, y despues
- nuestra obligacion. Arrojáronse á la corte
- de México, insolentes de quatro victorias en
- que los hizo valientes la falta de resistencia.
- Entraron en ella triunfantes á despecho de
- nuestro Rey, y contra la voluntad de la nobleza
- y gobierno. Introduxeron consigo á nuestros
- enemigos ó rebeldes, y los mantienen armados
- á nuestros ojos, dando vanidad á los Tlascaltécas,
- y pisando el pundonor de los Mexicanos.
- Quitaron la vida con público y escandaloso
- castigo á un General del Imperio, tomando en
- ageno dominio jurisdiccion de magistrados, ó
- autoridad de legisladores. Y últimamente prendieron
- al Gran Motezuma en su alojamiento,
- sacándole violentamente de su palacio; y no
- contentos con ponerle guardas á nuestra vista,
- pasaron á ultrajar su persona y dignidad con
- las prisiones de sus delinqüentes. Así pasó:
- todos lo sabemos; ¿pero quién habrá que lo
- crea sin desmentir á sus ojos? ¡O verdad
- ignominiosa, digna del silencio, y mejor para
- el olvido! ¿Pues en qué os deteneis, ilustres
- Mexicanos? ¿Preso vuestro Rey, y vosotros
- desarmados? Esa libertad aparente de que le
- veis gozar estos dias no es libertad, sino un
- tránsito engañoso, por el qual ha pasado insensiblemente
- á otro cautiverio de mayor indecencia:
- pues le han tiranizado el corazon, y se<span class="pagenum"><a id="Page_200">[Pg 200]</a></span> han hecho dueños de su voluntad, que es la
- prision mas indigna de los Reyes. Ellos nos
- gobiernan y nos mandan, pues el que nos
- habia de mandar les obedece. Ya le veis descuidado
- en la conservacion de sus dominios,
- desatento á la defensa de sus leyes, y convertido
- el ánimo real en espíritu servil. Nosotros,
- que suponemos tanto en el Imperio Mexicano,
- debemos impedir con todo el hombro su ruina.
- Lo que nos toca es juntar nuestras fuerzas,
- acabar con estos advenedizos, y poner en libertad
- á nuestro Rey. Si le desagradáremos, dexándole
- de obedecer en lo que le conviene, conocerá
- el remedio quando convalezca de la enfermedad:
- y si no le conociere, hombres tiene
- México que sabrán llenar con sus sienes la
- corona; y no será el primero de nuestros
- Reyes, que, por no saber reynar, ó reynar
- descuidadamente, se dexó caer el cetro de las
- manos.&quot;</p>
- </blockquote>
-<p>En esta substancia oró Cacumatzín, y con
- tanto fervor, que le siguieron todos, prorumpiendo
- en grandes amenazas contra los Españoles,
- y ofreciendo servir en la faccion personalmente.
- Solo el Señor de Matalcingo, que se hallaba en el
- mismo grado pariente de Motezuma, y tenia sus
- pensamientos de reynar, conoció lo interior de la
- propuesta, y tiró á desvanecer los designios de su
- competidor, añadiendo:</p>
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_201">[Pg 201]</a></span></p>
-<blockquote>
- <p>&quot;Que tenia por necesario,
- y por mas conveniente á la obligacion de todos,
- que se previniese á Motezuma de lo que intentaban,
- y se tomáse primero su licencia; pues
- no era razon que se arrojasen armados á la casa
- donde residia, sin poner en salvo su persona,
- tanto por el peligro de su vida como por la
- disonancia de que pereciesen aquellos hombres
- debaxo de las alas de su Rey.&quot;</p>
- </blockquote>
-<p>Barajaron los
- demas esta proposicion como impracticable, diciéndole
- Cacumatzín algunos pesares, que sufrió
- por no descomponer sus esperanzas; y se acabó
- la junta, quedando señalado el dia, discurrido el
- modo, y encargado el secreto.</p>
-<p>Supieron casi á un mismo tiempo Motezuma
- y Cortés esta conjuracion: Motezuma por un
- aviso reservado que se atribuyó al Señor de Matalcingo:
- y Cortés por la inteligencia de sus
- espías y confidentes. Buscáronse luego los dos,
- para comunicarse la noticia de semejante novedad;
- y tuvo Motezuma la dicha de hablar primero, con
- que dexó saneada su intencion. Dióle cuenta de
- lo que pasaba: mostró grande irritacion contra su
- sobrino el de Tezcúco, y contra los demas conjurados:
- y propuso castigarlos con el rigor que
- merecian. Pero Hernan Cortés (dándole á entender
- que sabía todo el caso con algunas circunstancias,
- que no dexasen en duda su comprehension)
- le respondió:</p>
-<blockquote>
- <p>&quot;Que sentia mucho
- haber ocasionado aquella inquietud en sus<span class="pagenum"><a id="Page_202">[Pg 202]</a></span> vasallos: y que, por la misma razon, se hallaba
- obligado á tomar por su cuenta el remedio, y
- venia con ánimo de pedirle licencia para marchar
- luego con sus Españoles á Tezcúco, y
- atajar en su orígen el daño, trayéndole preso á
- Cacumatzín ántes que se uniese con los demas
- coligados, y fuese necesario pasar á mayores
- remedios.&quot;</p>
- </blockquote>
-<p>No admitió Motezuma esta proposicion,
- ántes procuró desviarla con total repugnancia,
- conociendo lo que perderia su autoridad
- y su poder si se valiese de armas forasteras para
- castigar atrevimientos de esta calidad en hombres
- de aquella suposicion. Pidióle que disimuláse
- por él su desabrimiento; y le dixo por última
- resolucion:</p>
-<blockquote>
- <p>&quot;Que no queria, ni era conveniente
- que se moviesen los Españoles, porque no se
- hiciese obstinacion el odio con que procuraban
- apartarlos de su lado; sino que le ayudasen á
- sujetar aquellos rebeldes, asistiéndole con el
- consejo, y haciendo, si fuese menester, el oficio
- de medianeros.&quot;</p>
- </blockquote>
-<p>Parecióle despues, que sería bien intentar primero
- los medios suaves, y que su sobrino, como
- persona mas dependiente de su respeto, sería
- fácil de reducir á la quietud, acordándole su obligacion,
- y haciéndole amigo de los Españoles. Para
- cuyo efecto le envió llamar con uno de sus
- criados principales: el qual le intimó la órden que
- llevaba de su Rey, y le dixo de parte de Cortés:</p>
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_203">[Pg 203]</a></span></p>
-<blockquote>
- <p>&quot;Que deseaba su amistad y tenerle mas cerca
- para que la experimentáse.&quot;</p>
- </blockquote>
-<p>Pero él, que se
- hallaba ya lejos de la obediencia, ó tenia mas cerca
- su ambicion, respondió á Motezuma con desacato
- de hombre precipitado, y á Cortés con tanta
- desestimacion y arrojamiento, que le obligó á pedir
- con nueva instancia la empresa de sujetarle,
- cuya propuesta reprimió segunda vez Motezuma,
- diciéndole:</p>
-<blockquote>
- <p>&quot;Que aquel era de los casos en
- que se debia usar primero del entendimiento
- que de las manos: y que le dexáse obrar segun
- la experiencia y conocimiento que tenia de
- aquellos humores y de sus causas.&quot;</p>
- </blockquote>
-<p>Portóse despues con gran reserva entre sus ministros,
- despreciando el delito para descuidar al
- delinqüente; á cuyo fin les decia:</p>
-<blockquote>
- <p>&quot;Que aquel
- atrevimiento de su sobrino se debia tomar
- como ardor juvenil, ó primer movimiento de
- hombre sin capacidad.&quot;</p>
- </blockquote>
-<p>Y al mismo tiempo
- formó una conjuracion secreta contra el mismo
- conjurado, valiéndose de algunos criados suyos,
- que atendieron á su primera obligacion, ó la conocieron
- á vista de las dádivas y las promesas.
- Por cuyo medio consiguió que le asaltasen una
- noche dentro de su casa, y embarcándose con él
- en una canoa que tenian prevenida, le truxesen
- preso á México sin que pudiese resistirlo. Descubrió
- entónces Motezuma todo el enojo que disimulaba:
- y sin permitir que le viese, ni dar lugar<span class="pagenum"><a id="Page_204">[Pg 204]</a></span> á sus disculpas, le mandó poner, con acuerdo y
- parecer de Cortés, en la carcel mas estrecha de sus
- nobles, tratándole como á reo de culpa irremisible,
- y de pena capital.</p>
-<p>Hallábase á esta sazon en México un hermano
- de Cacumatzín, que pocos dias ántes escapó dichosamente
- de sus manos, porque intentó quitarle
- insidiosamente la vida sobre algunas desconfianzas
- domésticas de poco fundamento. Amparóle Motezuma
- en su palacio, y le hizo alistar en su familia
- para darle mayor seguridad. Era mozo de
- valor, y grandes habilidades, bien recibido en la
- corte y entre los vasallos de su hermano: haciéndole
- con unos y otros mas recomendable la circunstancia
- de perseguido. Puso Cortés los ojos
- en él: y deseando ganarle por amigo, y traerle á
- su partido, propuso á Motezuma que le diese la
- investidura y Señorío de Tezcuco, pues ya no era
- capaz su hermano de volver á reynar, habiendo
- conspirado contra su Príncipe. Dixole:</p>
-<blockquote>
- <p>&quot;Que
- no era seguro castigar por entónces con pena de
- la vida á un delinqüente de tanto séquito, quando
- estaban conmovidos los ánimos de los nobles:
- que, privándole del reyno, le daba otro género
- de muerte ménos ruidosa, y de bastante severidad
- para el terror de sus parciales: que aquel
- mozo tenia mejor natural, y debiéndole ya la
- vida, le debria tambien la corona, y quedaria
- mas obligado á su obediencia por la oposicion<span class="pagenum"><a id="Page_205">[Pg 205]</a></span> de su hermano: y últimamente, que con esta
- demostracion daba el reyno á quien debia suceder
- en él, y dexaba en su sangre la dignidad
- de primer Elector, que tanto suponia en
- el Imperio.&quot;</p>
- </blockquote>
-<p>Agradó tanto á Motezuma este pensamiento de
- Cortés, que le comunicó luego á su consejo, donde
- se alabó como benigna y justificada la resolucion:
- y autorizando los ministros el decreto real, fué
- desposeido Cacumatzín, segun la costumbre de
- aquella tierra, de todos sus honores, como rebelde
- á su Príncipe, y nombrado su hermano por sucesor
- del reyno y voz electoral. Llamóle despues
- Motezuma, y en el acto de la investidura, que tenia
- sus ceremonias y solemnidades, le hizo una
- oracion magestuosa, en que reduxo á pocas palabras
- todos los motivos que podian acrecentar el
- empeño de su fidelidad: y le dixo públicamente:</p>
-<blockquote>
- <p>&quot;Que habia tomado aquella determinacion por
- consejo de Hernan Cortés:&quot;</p>
- </blockquote>
-<p>dándole á conocer
- que le debia la corona. Puedese creer que ya lo
- sabria el interesado, porque no era tiempo de
- obscurecer los beneficios; pero es de reparar lo
- que cuidaba Motezuma de hacerle bien quisto, y
- de ganar los ánimos de los suyos á favor de los
- Españoles.</p>
-<p>Partió luego el nuevo Rey á su corte, y fué recibido
- y coronado en ella con grandes aclamaciones
- y regocijos, celebrando todos su exâltacion<span class="pagenum"><a id="Page_206">[Pg 206]</a></span> con diferentes motivos: unos, porque le amaban,
- y sentian su persecucion: otros, por la mala voluntad
- que tenian á Cacumatzín; y los mas, por
- dar á entender que aborrecian su delito. Tuvo
- notable aplauso en todo el Imperio este género de
- castigo sin sangre, que se atribuyó al superior juicio
- de los Españoles, porque no esperaban de Motezuma
- semejante moderacion: y fué de tanta conseqüencia
- la misma novedad para el escarmiento,
- que los demas conjurados derramaron luego sus
- tropas, y trataron de recurrir desarmados á la clemencia
- de su Rey. Valiéronse de Cortés, y últimamente
- consiguieron por su medio el perdon:
- con que se deshizo aquella tempestad; y habiéndose
- levantado contra él, salió del peligro mejorado,
- parte por su industria, y parte porque le favorecieron
- los mismos accidentes: pues Motezuma
- le agradeció la quietud de su reyno: se declaró
- por su hechura el mayor Príncipe del Imperio:
- y favoreciendo á los demas que intentaban destruirle,
- se halló con nuevo caudal de amigos y
- obligados.</p>
-<hr class="chap" />
-<div class="chapter">
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_207">[Pg 207]</a></span></p>
-<h3>CAPITULO III.</h3>
-</div>
-<blockquote>
- <p><i>Resuelve Motezuma despachar á Cortés respondiendo
- á su embaxada: junta sus nobles, y
- dispone que sea reconocido el Rey de España
- por sucesor de aquel Imperio: determinando
- que se le dé la obediencia, y pague tributo
- como á descendiente de su Conquistador.</i></p>
- </blockquote>
-<p>Sosegados aquellos rumores, que llegaron á ocupar
- todo el cuidado, sintió Motezuma el ruido
- que dexa en la imaginacion la memoria del peligro.
- Empezó á discurrir para consigo el estado en que
- se hallaba: parecióle que ya se detenian mucho
- los Españoles, y que habiéndose mirado como
- falta de libertad en él la benevolencia con que los
- trataba, debia familiarizarse ménos y dar otro color
- á las exterioridades. Avergonzabase del pretexto
- que tomó Cacumatzín para su conjuracion,
- atribuyendo á falta de espíritu su benignidad; y
- alguna vez se acusaba de haber ocasionado aquella
- murmuracion: sentia la flaqueza de su autoridad,
- cuyos zelos andan siempre cerca de la corona, y
- ocupan el primer lugar entre las pasiones que mandan
- á los Reyes. Temia que se volviesen á inquietar
- sus vasallos, y que saltasen nuevas centellas<span class="pagenum"><a id="Page_208">[Pg 208]</a></span> de aquel incendio recien apagado. Quisiera decir
- á Cortés que tratáse de abreviar su jornada, y no
- hallaba camino decente de proponerselo: ni los
- rezelos, por ser especie de miedo, se confiesan con
- facilidad. Duró algunos dias en esta irresolucion:
- y últimamente determinó que le convenia en
- todo caso despachar luego á los Españoles, y
- quitar aquel tropiezo á la fidelidad de sus vasallos.</p>
-<p>Dispuso la materia con notable sagacidad:
- porque ántes de comunicar su intento á Cortés,
- llevó prevenida sus réplicas, saliendo á todos los
- motivos en que pudiera fundar su detencion.
- Aguardó que le viniese á visitar como solia: recibióle
- sin hacer novedad en el agrado, ni en el
- cumplimiento: introduxo la plática de su Rey al
- modo que otras veces: ponderó quanto le veneraba:
- y dexando traer su propuesta de la misma
- conversacion, le dixo:</p>
-<blockquote>
- <p>&quot;Que habia discurrido
- en reconocerle de su propia voluntad el vasallage
- que se le debia como á sucesor de Quezalcoál,
- y dueño propietario de aquel Imperio.&quot;</p>
- </blockquote>
-<p>Así lo entendia, y en esto solo habló con afectacion;
- no se trataba entónces de restituirle sus
- dominios, sino de apartar á Cortés, y facilitar su
- despacho: á cuyo fin añadió:</p>
-<blockquote>
- <p>&quot;Que pensaba
- convocar la nobleza de sus reynos, y hacer en
- su presencia este razonamiento, para que todos,
- á su imitacion, le diesen la obediencia, y<span class="pagenum"><a id="Page_209">[Pg 209]</a></span> estableciesen el vasallage con alguna contribucion:
- en que pensaba tambien darles exemplo; pues
- tenia ya prevenidas diferentes joyas y preseas
- de mucho valor, para cumplir por su parte con
- esta obligacion; y no dudaba que sus nobles
- acudirian á ella con lo mejor de sus riquezas,
- ni desconfiaba de que se juntaria cantidad tan
- considerable, que pudiese llegar sin desayre á
- la presencia de aquel Príncipe, como primera
- demostracion del Imperio Mexicano.&quot;</p>
- </blockquote>
-<p>Esta fué su proposicion, y en ella concedia de
- una vez todo lo que, á su parecer, podian atreverse
- á desear los Españoles, satisfaciendo á su
- ambicion y á su codicia, para quitarles enteramente
- la razon de perseverar en su corte, ántes
- de ordenarles que se retirasen. Y encubrió con
- tanta destreza el fin á que caminaba, que no le
- conoció entónces Hernan Cortés; ántes le rindió
- las gracias de aquella liberalidad, sin estrañarla ni
- encarecerla, como quien aceptaba de parte de su
- Rey lo que se le debia; y quedó sumamente
- gustoso de haber conseguido mas de lo que parecia
- practicable, segun el estado presente de las cosas.
- Celebró despues con sus Capitanes y soldados el
- servicio que harian al Rey Don Carlos, si conseguian
- que se declaráse por súbdito y tributario
- suyo un Monarca tan poderoso: discurrió en las
- grandes riquezas con que podrian acompañar esta
- noticia, para que no llegáse desnuda la relacion,<span class="pagenum"><a id="Page_210">[Pg 210]</a></span> y peligrase de increible. Y, á la verdad, no pensaba
- entónces apartarse de su empresa, ni le
- parecia dificultoso el mantenerse, hasta que, sabiendo
- en España el estado en que la tenia, se le
- ordenáse lo que debia executar: seguridad á que
- le pudo inducir lo que le favorecia Motezuma, los
- amigos que iba ganando, la facilidad con que se
- le venian á las manos los sucesos, ó alguna causa
- de orígen superior que le dilataba el ánimo, para
- que, á vista de quanto pudiera desear, no se acabáse
- de componer con sus esperanzas.</p>
-<p>Pero Motezuma, que tiraba sus líneas á otro
- centro, y sabía resolver de espacio, y executar sin
- dilacion, despachó luego sus convocatorias á los
- Caciques de su reyno, como se acostumbraba
- quando se ofrecia negocio público en que hubiese
- de intervenir la nobleza, sin alargarse á los mas
- distantes, por abreviar el intento principal de
- aquella diligencia. Vinieron todos á México
- dentro de pocos dias con el séquito que solian
- asistir en la corte, y tan numeroso, que hiciera
- ruido en el cuidado, si se ignorára la ocasion y la
- costumbre. Juntólos Motezuma en el quarto de
- su habitacion, y en presencia de Cortés (que fué
- llamado á esta conferencia, y concurrió en ella
- con sus intérpretes y algunos de sus Capitanes)
- les hizo un razonamiento, en que dió los motivos,
- y facilitó la dureza de aquella notable resolucion.
- Bernal Diaz del Castillo dice que hubo dos juntas,<span class="pagenum"><a id="Page_211">[Pg 211]</a></span> y que no asistió Cortés en la primera: pudo ser
- alguna de sus equivocaciones, porque no lo callaria
- el mismo Hernan Cortés en la segunda relacion
- de su jornada; y quando se trataba de satisfacerle
- y confiarle, no era tiempo de juntas reservadas.</p>
-<p>Fué de grande aparato y autoridad esta funcion,
- porque asistieron tambien á ella los nobles y ministros
- que residian en la corte: y Motezuma,
- despues de haberlos mirado una y dos veces con
- agradable magestad, empezó su oracion, haciéndolos
- benévolos y atentos con ponerles delante</p>
-<blockquote>
- <p>&quot;Quánto los amaba, y quánto le debian: acordóles
- que tenian de su mano todas las riquezas
- y dignidades que poseían: y sacó por ilacion
- de este principio la obligacion en que se hallaban
- de creer que no les propondria materia que
- no fuese de su mayor conveniencia, despues de
- haberla premeditado con madura deliberacion,
- consultado, á sus Dioses el acierto, y tenido
- señales evidentes de que hacia su voluntad.&quot;</p>
- </blockquote>
-<p>Afectaba muchas veces estas vislumbres de inspiracion,
- para dar algo de divinidad á sus resoluciones:
- y entónces le creyeron, porque no era
- novedad que le favoreciese con sus respuestas el
- demonio. Asentada esta reconvencion y este
- misterio, refirió con brevedad</p>
-<blockquote>
- <p>&quot;El orígen del
- Imperio Mexicano, la expedicion de los Nabatlácas,
- las hazañas prodigiosas de Quezalcoál,
- su primer Emperador, y lo que dexó profetizado<span class="pagenum"><a id="Page_212">[Pg 212]</a></span> quando se apartó á las conquistas del
- oriente, previniendo, con impulso del Cielo,
- que habian de volver á reynar en aquella tierra
- sus descendientes. Tocó despues como punto
- indubitable: Que el Rey de los Españoles, que
- dominaba en aquellas regiones orientales, era
- legítimo sucesor del mismo Quezalcoál. Y añadió:
- Que siendo él Monarca de quien habia
- de proceder aquel Príncipe tan deseado entre
- los Mexicanos, y tan prometido en los oráculos
- y profecías que veneraba su nacion, debian
- todos reconocer en su persona este derecho
- hereditario, dando á su sangre lo que, á falta
- de ella, se introduxo en eleccion: que si hubiera
- venido entónces personalmente, como
- envió sus Embaxadores, era tan amigo de la
- razon, y amaba tanto á sus vasallos, que por
- su mayor felicidad sería el primero en desnudarse
- de la dignidad que poseía, rindiendo á sus piés
- la corona, fuese para dexarla en sus sienes, ó
- para recibirla de su mano. Pero que debiendo
- á los Dioses la buena fortuna de que hubiese
- llegado en su tiempo noticia tan deseada,
- queria ser el primero en manifestar la prontitud
- de su ánimo, y habia discurrido en ofrecerle
- desde luego su obediencia, y hacerle algun
- servicio considerable. A cuyo fin tenia destinadas
- las joyas mas preciosas de su tesoro, y
- queria que sus nobles le imitasen, no solo en
- hacer el mismo reconocimiento, sino en<span class="pagenum"><a id="Page_213">[Pg 213]</a></span> acompañarle con alguna contribucion de sus riquezas,
- para que siendo mayor el servicio, llegáse
- mas decoroso á los ojos de aquel Príncipe.&quot;</p>
- </blockquote>
-<p>En esta substancia concluyó Motezuma su razonamiento,
- aunque no de una vez: porque á
- despecho de lo que se procuró esforzar en este
- acto, quando llegó á pronunciarse vasallo de otro
- Rey, le hizo tal disonancia esta proposicion, que
- se detuvo un rato, sin hallar las palabras con que
- habia de formar la razon; y al acabarla se enterneció
- tan declaradamente, que se vieron algunas
- lágrimas discurrir por su rostro, como lloradas
- contra la voluntad de los ojos. Y los Mexicanos,
- conociendo su turbacion, y la causa de que procedia,
- empezaron tambien á enternecerse, prorumpiendo
- en sollozos ménos recatados, y deseando,
- al parecer, con algo de lisonja, que
- hiciese ruido su fidelidad. Fué necesario que
- Cortés pidiese licencia de hablar, y alentase á
- Motezuma, diciendo:</p>
-<blockquote>
- <p>&quot;Que no era el ánimo de
- su Rey desposeerle de su dignidad, ni trataba
- de que se hiciese novedad en sus dominios:
- porque solo querria que se aclaráse por entónces
- su derecho á favor de sus descendientes, respecto
- de hallarse tan distante de aquellas regiones, y
- tan ocupado en otras conquistas, que no podria
- llegar en muchos años el caso en que hablaban
- sus tradiciones y profecías.&quot;</p>
- </blockquote>
-<p>Con cuyo desahogo<span class="pagenum"><a id="Page_214">[Pg 214]</a></span> cobró el aliento, volvió á serenar el semblante,
- y acabó su oracion como se ha referido.</p>
-<p>Quedaron los Mexicanos atónitos, ó confusos
- de oir semejante resolucion, estrañándola como
- desproporcionada, ó ménos decente á la magestad
- de un Príncipe tan grande, y tan zeloso de su
- dominacion. Miráronse unos á otros sin atreverse
- á replicar, ni á conceder, dudando en qué se
- ajustarian mas á su intencion; y duró este silencio
- reverente hasta que tomó la mano el primero de
- sus magistrados, y con mejor conocimiento de su
- dictámen respondió por los demas:</p>
-<blockquote>
- <p>&quot;Que todos
- los nobles que concurrian en aquella junta le
- respetaban como á su Rey y Señor natural, y
- estarian prontos á obedecer lo que proponia
- por su benignidad, y mandaba con su exemplo:
- porque no dudaban que lo tendria bien discurrido
- y consultado con el Cielo, ni tenian instrumento
- mas sagrado que el de su voz para
- entender la voluntad de los Dioses.&quot;</p>
- </blockquote>
-<p>Concurrieron
- todos en el mismo sentir: y Hernan Cortés,
- quando llegó el caso de significar su agradecimiento,
- fué dictando á sus intérpretes otra oracion
- no ménos artificiosa, en que dió las gracias á Motezuma,
- y á todos los circunstantes, de aquella
- demostracion, aceptando en nombre de su Rey
- el servicio, y midiendo sus ponderaciones con la
- máxima de no estrañar mucho que asistiesen á su<span class="pagenum"><a id="Page_215">[Pg 215]</a></span> obligacion, al modo que se recibe la deuda, y se
- agradece la puntualidad en el deudor.</p>
-<p>Pero no bastaron aquellas lágrimas de Motezuma
- para que se rezeláse Cortés entónces de su
- liberalidad, ni conociese que se trataba de su
- despacho final; en que se dexó llevar del primer
- sonido con alguna disculpa: porque donde halló
- introducida como verdad infalible aquella notable
- aprehension de los descendientes de Quezalcoál,
- y tenian á su Rey indubitable por uno de ellos,
- no le pareceria tan irregular esta demostracion,
- que se debiese mirar como afectada ó sospechosa.
- Sobre cuyo presupuesto pudo tambien atribuir el
- llanto de Motezuma, y aquella congoja con que
- llegó á pronunciar las cláusulas del vasallage, á la
- misma violencia con que se desprende la corona,
- y se mide la suma distancia que hay entre la
- soberanía y la sujecion: caso verdaderamente de
- aquellos en que puede faltar el ánimo con algo de
- magnanimidad. Pero se debe creer que Motezuma,
- por mas que miráse al Rey de España
- como legítimo sucesor de aquel Imperio, no
- tuvo intento de cumplir lo que ofrecia. Su mira
- fué deshacerse de los Españoles, y tomar tiempo
- para entenderse despues con su ambicion, sin
- hacer mucho caso de su palabra: y no estaria
- fuera de su centro entre aquellos Reyes bárbaros
- la simulacion, cuya indignidad, bastante á manchar
- el pundonor de un hombre particular, pusieron<span class="pagenum"><a id="Page_216">[Pg 216]</a></span> otros bárbaros estadistas entre las artes
- necesarias del reynar.</p>
-<p>Desde aquel dia, como quiera que fuese, quedó
- reconocido el Emperador Carlos Quinto por Señor
- del Imperio Mexicano, legítimo y hereditario en
- el sentir de aquella gente, y en la verdad destinado
- por el Cielo á mejor posesion de aquella
- corona; sobre cuya resolucion se formó público
- instrumento con todas las solemnidades que parecieron
- necesarias, segun el estilo de los homenages
- que solian prestar á sus Reyes: dando este allanamiento
- de Príncipe y vasallos poco mas que el
- nombre de Rey al Emperador; y siendo una
- como insinuacion misteriosa del título que se
- debió despues al derecho de las armas, sobre
- justa provocacion, como lo verémos en su lugar:
- circunstancia particular, que concurrió en la conquista
- de México para mayor justificacion de aquel
- dominio, sobre las demas consideraciones generales,
- que no solo hicieron lícita la guerra en
- otras partes, sino legítima y razonable siempre
- que se puso en términos de medio necesario para
- la introduccion del Evangelio.</p>
-<hr class="chap" />
-<div class="chapter">
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_217">[Pg 217]</a></span></p>
-<h3>CAPITULO IV.</h3>
-</div>
-<blockquote>
- <p><i>Entra en poder de Hernan Cortés el oro y joyas
- que se juntaron de aquellos presentes. Dicele
- Motezuma con resolucion que trate de su jornada:
- y él procura dilatarla sin replicarle, al
- mismo tiempo que se tiene aviso de que han
- llegado navios Españoles á la costa.</i></p>
- </blockquote>
-<p>No se descuidó Motezuma en acercarse como
- pudo al fin que deseaba, resuelto á ganar las horas
- en el despacho de los Españoles, y ya violento en
- aquel género de sujecion que se habia obligado á
- conservar, porque no dexáse de parecer voluntaria.
- Entregó con este cuidado á Cortés el presente
- que tenia prevenido, y se componia de varias curiosidades
- de oro con alguna pedrería, unas de las
- que usaba en el adorno de su persona, y otras de
- las que se guardaban por grandeza, y servian á la
- ostentacion: diferentes piezas del mismo género
- y metal en figura de animales, aves y pescados,
- en que se miraba como segunda riqueza el artificio:
- cantidad de aquellas piedras que llamaban
- chalcuítes, parecidas en el color á las esmeraldas,
- y en la vana estimacion á nuestros diamantes: y
- algunas pinturas de pluma, cuyos colores naturales<span class="pagenum"><a id="Page_218">[Pg 218]</a></span> ó imitaban mejor, ó tenian ménos que fingir
- en la imitacion de la naturaleza; dádiva de ánimo
- real que se hallaba oprimido, y trataba de poner
- en precio su libertad.</p>
-<p>Siguieronse á esta demostracion los presentes
- de los nobles, que venian con título de contribucion
- y se reduxeron á piezas de oro, y otras preseas
- de la misma calidad, en que se compitieron
- unos á otros con deseo, al parecer, de sobresalir en
- la obediencia de su Rey, y mezclando esta subordinacion
- con algo de propia vanidad. Todo venia
- dirigido á Motezuma, y pasaba con recado suyo
- al quarto de Cortés. Nombraronse contador y tesorero,
- para que se lleváse la razon de lo que se
- iba recibiendo: y se juntó en breves dias tanta
- cantidad de oro, que, reservando las joyas, y piezas
- de primor, y habiéndose fundido lo demas se
- hallaron seiscientos mil pesos reducidos á barras
- de buena ley: de cuya suma se apartó el quinto
- para el Rey; y del residuo, segundo quinto para
- Hernan Cortés, con beneplácito de su gente, y
- cargo de acudir á las necesidades públicas del
- exército. Separó tambien la cantidad en que
- estaba empeñado para satisfacer la deuda de
- Diego Velazquez, y lo que le prestaron sus amigos
- en la Isla de Cuba; y lo demas se repartió
- entre los Capitanes y soldados, comprehendiendo
- á los que se hallaban en la Vera Cruz.</p>
-<p>Dieronse iguales porciones á los que tenian<span class="pagenum"><a id="Page_219">[Pg 219]</a></span> ocupacion; pero entre los de plaza sencilla hubo
- alguna diferencia, porque fueron mejor remunerados
- los de mayores servicios, ó ménos inquietos en
- los rumores antecedentes: peligrosa equidad, en
- que hace agraviados el premio, y quejosos la comparacion.
- Hubo murmuraciones y palabras atrevidas
- contra Hernan Cortés, y contra los Capitanes;
- porque al ver tanta riqueza junta, querian
- igual recompensa los que merecian ménos; y no
- era posible llenar su codicia, ni conviniera fundar
- en razon la desigualdad.</p>
-<p>Bernal Diaz del Castillo discurre con indecencia
- en este punto, y gasta demasiado papel en ponderar
- y encarecer lo que padecieron los pobres
- soldados en este repartimiento; hasta referir como
- donayre ó discrecion lo que dixo este ó aquel
- en los corrillos.</p>
-<p>Habla mas como pobre soldado, que como historiador:
- y Antonio de Herrera le sigue con descuidada
- seguridad; siendo en la Historia igual
- prevaricacion decir de paso lo que se debe ponderar,
- y detenerse mucho en lo que pudiera omitir.
- Pero uno y otro asientan que se quietó este
- desabrimiento de los soldados, repartiendo Cortés,
- del oro que le habia tocado, todo lo que fué necesario
- para satisfacer á los quejosos: y alaban
- despues su liberalidad y desinteres, deshaciendo,
- en vez de borrar, lo que sobra en su narracion.</p>
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_220">[Pg 220]</a></span></p>
-<p>Motezuma, luego que por su parte y la de sus
- nobles se dió cumplimiento al servicio que se
- ofreció en la junta, hizo llamar á Cortés, y con
- alguna severidad, fuera de su costumbre, le dixo:</p>
-<blockquote>
- <p>&quot;Que ya era razon que tratáse de su jornada,
- pues se hallaba enteramente despachado: y que
- habiendo cesado todos los motivos ó pretextos
- de su detencion, y conseguido en obsequio de
- su Rey tan favorable respuesta de su embaxada,
- ni sus vasallos dexarian de presumir intentos
- mayores, si le viesen perseverar en su corte voluntariamente,
- ni él podria estar de su parte
- quando no estaba de su parte la razon.&quot;</p>
- </blockquote>
-<p>Esta
- breve insinuacion de su ánimo, dicha en términos
- de amenaza, y con señas de resolucion premeditada,
- hizo tanta novedad á Cortés, que tardó en
- socorrerse de su discrecion para la respuesta: y conociendo
- entónces el artificio de aquellas liberalidades
- y favores de la junta pasada, tuvo primeros
- movimientos de replicarle con alguna entereza,
- valiéndose del genio superior con que le dominaba:
- y fuese con este fin, ó porque llegó á rezelar,
- viéndole tan sobre sí, que traeria guardadas las
- espaldas, ordenó recatadamente á uno de su Capitanes
- que hiciese tomar las armas á los soldados,
- y los tuviese prontos para lo que se ofreciese. Pero
- entrando en mejor consejo, se determinó á condescender
- por entónces con su voluntad: y para<span class="pagenum"><a id="Page_221">[Pg 221]</a></span> dar motivo á la detencion de la respuesta, disculpó
- cortesanamente lo que se habia embarazado, viéndole
- ménos agradable, quando era tan puesto en
- razon lo que ordenaba. Dixole:</p>
-<blockquote>
- <p>&quot;Que trataria
- luego de abreviar su viage: que ya traia entre
- las manos las prevenciones de que necesitaba:
- y que deseando executarle sin dilacion, habia
- discurrido en pedirle licencia para que se fabricasen
- algunos baxeles capaces de tan larga
- navegacion, por haberse perdido, como sabía,
- los que le conduxeron á sus costas.&quot;</p>
- </blockquote>
-<p>Con que
- dexó introducida y pendiente su obediencia, satisfaciendo
- al empeño en que se hallaba, y dando
- tiempo á la resolucion.</p>
-<p>Dicen que tuvo Motezuma prevenidos cincuenta
- mil hombres para este lance, y que vino con determinacion
- de hacerse obedecer, valiéndose de la
- fuerza si fuese necesario: y es cierto que temió la
- réplica de Cortés, y que deseaba excusar el rompimiento;
- porque le abrazó con particular afecto,
- estimando su respuesta como quien no la esperaba.
- Obligóse de que le quitáse la ocasion de irritarse
- contra él. Amable con un género de voluntad
- que tenia parte de inclinacion, y parte de respeto:
- y bien hallado con su mismo desenojo, le dixo:</p>
-<blockquote>
- <p>&quot;Que no era su intento apresurar su jornada, sin
- darle medios para que la executáse: que se
- dispondria luego la fábrica de los baxeles; y
- entretanto no tenia que hacer novedad, ni<span class="pagenum"><a id="Page_222">[Pg 222]</a></span> apartarse de su lado: pues bastaria para la satisfaccion
- de sus Dioses, y quietud de sus vasallos
- aquella prontitud con que se trataba de
- obedecer á los unos, y complacer á los otros.&quot;</p>
- </blockquote>
-<p>Fatigabale aquellos dias el demonio con horribles
- amenazas, dando voz, ó semejanza de voz á los
- ídolos para irritarle contra los Españoles. Congojabanle
- tambien los nuevos rumores que se iban
- encendiendo entre los suyos, por haberse recibido
- mal que se hiciese tributario de otro Príncipe, mirando
- aquella desautoridad suya como nuevo gravamen,
- que baxaria con el tiempo á los hombros
- de sus vasallos. De suerte que se hallaba combatido
- por una parte de la política, y por otra de
- la religion: y fué mucho que se determináse á dar
- esta permision á Cortés, por ser observantísimo
- con sus Dioses, y no ménos supersticioso con el
- ídolo de su conservacion.</p>
-<p>Dieronse luego las órdenes para la fábrica de los
- baxéles. Publicóse la jornada, y Motezuma hizo
- pregonar que acudiesen á la costa de Ulúa todos
- los carpinteros del contorno, señalando los parages
- donde se podria cortar la madera, y los lugares
- que habian de contribuir con Indios de carga para
- que la conduxesen al astillero. Hernan Cortés
- por su parte afectó las exterioridades de obediente.
- Despachó luego á los maestros y oficiales que fabricaron
- los bergantines, conocidos ya entre los
- Mexicanos. Discurrió públicamente con ellos<span class="pagenum"><a id="Page_223">[Pg 223]</a></span> del porte y calidad de los baxeles, ordenándoles
- que se aprovechasen del hierro, xarcias y velamen
- de los que le barrenaron: y todo era tratar del
- viage, como si le tuviera resuelto; con que adormeció
- las inquietudes que se iban forjando, y
- se aseguró en la confianza de Motezuma.</p>
-<p>Pero al tiempo de partir esta gente á la Vera
- Cruz, habló reservadamente á Martin Lopez,
- Vizcaíno de nacion, que iba por cabo principal:
- y siendo maestro consumado en este género de fábricas,
- sabía cumplir mejor con la profesion de
- soldado.</p>
-<blockquote>
- <p>&quot;Encargóle que se fuese poco á poco
- en la formacion de los baxeles, y procuráse alargar
- la obra quanto pudiese, con tal artificio, que
- se consiguiese la tardanza sin que pareciese dilacion.&quot;</p>
- </blockquote>
-<p>Era su fin conservarse con este color
- en aquella corte, y hacer lugar para que pudiesen
- volver de España sus comisarios Alonzo Hernandez
- Portocarrero, y Francisco de Montejo, con
- esperanza de que le truxesen algun socorro de
- gente, ó por lo ménos el despacho y órdenes de
- que necesitaba para la direccion de su empresa:
- porque siempre tuvo firme resolucion de proseguirla.
- Y caso que le arrojáse de México la última
- necesidad, pensaba esperarlos en la Vera Cruz,
- y matenerse al abrigo de aquella fortificacion, valiéndose
- de las naciones amigas para resistir á los
- Mexicanos. Admirable constancia, que no solo<span class="pagenum"><a id="Page_224">[Pg 224]</a></span> duraba entre las dificultades presentes, pero se
- prevenia para no descaecer en las contingencias.</p>
-<p>Sobrevino dentro de pocos dias otro accidente
- que descompuso estas disposiciones, llamando la
- prudencia y el valor á nuevo cuidado. Tuvo noticia
- Motezuma de que andaban en la costa de
- Ulúa diez y ocho navios extrangeros: y los ministros
- de aquel parage se los enviaron pintados en
- aquellos lienzos, que hacian el oficio de las cartas,
- con las señas de la gente que se habia dexado ver
- en ellos, y algunos caracteres, en que venia significado
- lo que se podia rezelar de sus intentos
- siendo Españoles al parecer, y llegando en ocasion
- que se trataba de aviar á los que residian en su
- corte. Diesele ó no cuidado esta representacion
- de sus Gobernadores, lo que resultó de ella fué
- llamar luego á Cortés, ponerle delante la pintura,
- y decirle:</p>
-<blockquote>
- <p>&quot;Que ya no sería necesaria la prevencion
- que se hacia para su jornada, pues habian
- llegado á la costa baxeles de su Nacion en
- que podria executarla.&quot;</p>
- </blockquote>
-<p>Miró Cortés la pintura
- con mas atencion que sobresalto; y aunque
- no entendió los caracteres que la especificaban,
- conoció en el trage de la gente, porte y hechura
- de los navios lo bastante para no dudar que fuesen
- Españoles. Su primer movimiento fué alegrarse,
- teniendo por cierto que habrian llegado sus procuradores,
- y fingiéndose grandes socorros en<span class="pagenum"><a id="Page_225">[Pg 225]</a></span> tanto número de baxeles. Vase con facilidad la
- imaginacion á lo que se desea, y no se persuadió
- entónces á que pudiese venir contra él armada tan
- poderosa: porque discurria noblemente, segun la
- llaneza de su proceder: y las sinrazones ocurren
- tarde á los bien intencionados. Su respuesta fué:</p>
-<blockquote>
- <p>&quot;Que se partiria luego, si aquellos navios estuviesen
- de vuelta para los dominios de su Rey.&quot;</p>
- </blockquote>
-<p>Y no estrañando que hubiese llegado primero á su
- noticia esta novedad, porque sabía la incesable
- diligencia de sus correos, añadió:</p>
-<blockquote>
- <p>&quot;Que no
- podia tardar el aviso de los Españoles que asistian
- en Zempoala, por cuyo medio se sabrian
- con fundamento la derrota y designios de aquella
- gente, y se veria si era necesario proseguir en
- la fábrica de los baxeles, ó posible adelantar
- sin ellos su viage.&quot;</p>
- </blockquote>
-<p>Aprobó Motezuma este
- reparo, agradeciendo la prontitud, y conociendo
- la razon. Pero tardaron poco en llegar las cartas
- de la Vera Cruz, en que avisaba Gonzalo de Sandoval:</p>
-<blockquote>
- <p>&quot;Que aquellos baxeles eran de Diego
- Velazquez, y venian en ellos ochocientos Españoles
- contra Hernan Cortés y su conquista:&quot;</p>
- </blockquote>
-<p>cuyo golpe no esperado recibió en presencia de
- Motezuma, y necesitó de todo su aliento para
- encubrir su turbacion. Hallóse con el peligro
- donde aguardaba el socorro. La ocasion era terrible:
- angustias por todas partes: desconfianzas<span class="pagenum"><a id="Page_226">[Pg 226]</a></span> en México, y enemigos en la costa. Pero haciendo
- lo que pudo para componer el semblante con la
- respiracion, negó su cuidado á Motezuma: endulzó
- la noticia entre los suyos; y se retiró
- despues á desapasionar el discurso, para que se
- diese con libertad á las diligencias del remedio.</p>
-<hr class="chap" />
-<div class="chapter">
-<h3>CAPITULO V.</h3>
-</div>
-<blockquote>
- <p><i>Refierense las Nuevas prevenciones que hizo
- Diego Velazquez para destruir á Hernan
- Cortés: el exército y armada que envió contra
- él á cargo de Pámphilo de Narbáez: su arribo
- á las costas de Nueva España; y su primer
- intento de reducir á los Españoles de la Vera
- Cruz.</i></p>
- </blockquote>
-<p>Dexamos á Diego Velazquez envuelto en sus
- desconfianzas, impaciente de que se hubiesen
- malogrado los esfuerzos que hizo para detener á
- Hernan Cortés, y desacreditando con nombre de
- traycion la fuga que ocasionaron sus violencias,
- para disponer su venganza con título de remedio.
- Recibió las cartas del Licenciado Benito Martin
- su Capellan, con nombramiento de Adelantado
- por el Rey no solo de aquella Isla, sino de las
- tierras que se descubriesen y conquistasen por su<span class="pagenum"><a id="Page_227">[Pg 227]</a></span> inteligencia. Dabale noticia de la gratitud, ó
- fuese agradecimiento con que le defendia y patrocinaba
- el Presidente de las Indias Obispo de
- Burgos, desfavoreciendo por este respecto á los
- procuradores de Cortés; pero al mismo tiempo le
- avisaba de la benignidad con que los oyó el Emperador
- en Tordesillas, del ruido que habian hecho
- en España las riquezas que llevaron, y del concepto
- grande con que se hablaba ya en aquella
- conquista, dándola el primero lugar entre las
- antecedentes.</p>
-<p>Entró con el nuevo dictado en mayores pensamientos.
- Dieronle osadía y presuncion los favores
- del Presidente; y como crecen con el poder las
- pasiones humanas, ó es propiedad en ellas el
- mandar mas en los mas poderosos, miró su ofensa
- con otro género de irritacion mas empeñada, ó
- con otra especie de superioridad, que le desfiguraba
- la envidia con el trage de la justificacion.
- Afligian y precipitaban su paciencia los aplausos
- de Cortés; y aunque no le pesaba de ver tan
- adelantada la conquista, porque las obligaciones
- de su sangre dexaban siempre su lugar al servicio
- del Rey, no podia sufrir que se lleváse otro las
- gracias que, á su parecer, se le debian: tan vanaglorioso
- en el aprecio de la parte que tuvo en la
- primera disposicion de aquella jornada, que se
- atribuía, sin otro fundamento, el renombre de
- Conquistador: y tan dueño en su estimacion de<span class="pagenum"><a id="Page_228">[Pg 228]</a></span> toda la empresa, que le parecian suyas hasta las
- hazañas con que se habia conseguido.</p>
-<p>Con estos motivos, y con esta destemplanza de
- aprehensiones, trató luego de formar armada y
- exército con que destruir á Hernan Cortés, y á
- quantos le seguian: compró baxeles, alistó soldados,
- y discurrió personalmente por toda la Isla,
- visitando las estancias de los Españoles, y animándolos
- á la faccion. Poniales delante la obligacion
- que tenian de asistir á su desagravio: partia
- con ellos anticipadamente las grandes riquezas de
- aquella conquista, usurpadas entónces, así lo
- decia, por unos rebeldes mal aconsejados, que
- salieron de Cuba fugitivos, para no dexar en duda
- su falta de valor: con cuyas esperanzas, y algunos
- socorros, en que gastó mucha parte de su caudal,
- juntó en breves dias un exército, que allí se pudo
- llamar formidable por el número y calidad de la
- gente. Constaba de ochocientos infantes Españoles,
- ochenta caballos, y diez ó doce piezas de
- artillería, con abundante provision de bastimentos,
- armas y municion. Nombró por Cabo principal
- á Pámphilo de Narbáez, natural de Valladolid,
- sugeto capaz, y en aquella Isla de la primera
- estimacion; aunque amigo de sus opiniones, y de
- alguna dureza en los dictámenes. Dióle título de
- Teniente suyo, nombrándose Gobernador, quando
- ménos, de la Nueva España.</p>
-<p>Dióle tambien instruccion secreta en que le<span class="pagenum"><a id="Page_229">[Pg 229]</a></span> ordenaba:</p>
-<blockquote>
- <p>&quot;Que procuráse prender á Cortés, y
- se le remitiese con buena guardia, para que
- recibiese de su mano el castigo que merecia:
- que hiciese lo mismo con la gente principal
- que le seguia, si no se reduxesen á dexar su
- partido: y que tomáse posesion en su nombre
- de todo lo conquistado, adjudicándolo al distrito
- de su Adelantamiento:&quot;</p>
- </blockquote>
-<p>sin detenerse mucho
- á discurrir en los accidentes que se le podian
- ofrecer; porque á vista de tan ventajosas fuerzas
- le parecia fácil de conseguir quanto le proponia
- su deseo: y la confianza, vicio familiar de ingenios
- apasionados, ó mira desde lejos los peligros,
- ó no conoce hasta que padece las dificultades.</p>
-<p>Tuvieron aviso de este movimiento y prevenciones
- los Religiosos de San Gerónimo, que presidian
- á la Real Audiencia de Santo Domingo con
- suprema jurisdiccion sobre las otras Islas; y previniendo
- los inconvenientes que podian resultar
- de tan ruidosa competencia, enviaron al Licenciado
- Lucas Vazquez de Ayllon, juez de la
- misma Real Audiencia, para que procuráse poner
- en razon á Diego Velazquez; y no bastando los
- medios suaves, le intimáse las órdenes que llevaba,
- mandándole con graves penas que desarmáse la
- gente, deshiciese la armada, y no perturbáse, ó
- pusiese impedimento á la conquista en que estaba
- entendiendo Hernan Cortés, so color de pertenecerle,
- por qualquiera razon, ó pretexto que fuese:<span class="pagenum"><a id="Page_230">[Pg 230]</a></span> y que, dado que tuviese alguna querella contra su
- persona, ó algun derecho sobre la tierra que
- andaba pacificando, acudiese á los tribunales del
- Rey, donde tendria segura, por los términos regulares,
- su justicia.</p>
-<p>Llegó este Ministro á la Isla de Cuba quando
- ya estaba prevenida la armada, que se componia
- de once navios de alto borde, y siete poco mas
- que bergantines, unos y otros de buena calidad:
- y Diego Velazquez andaba muy solícito en adelantar
- la embarcacion de la gente. Procuró reducirle,
- sirviéndose amigablemente de quantas razones
- le ocurrieron para detenerle y confiarle.
- Dióle á conocer</p>
-<blockquote>
- <p>&quot;Lo que aventuraba si se pusiese
- Cortés en resistencia, interesados ya en defender
- sus mismas utilidades los soldados que le
- seguian: el daño que podria resultar de que
- viesen aquellos Indios belicosos, y recien conquistados,
- una guerra civil entre los Españoles:
- que si por esta desunion se perdiese una conquista,
- de que ya se hacia tanta estimacion en
- España, peligraria su credito en un cargo de
- mala calidad, sin que le pudiesen defender los
- que mas le favorecian. Pusose de parte de su
- justicia para persuadirle á que la pidiese donde
- se miraria con diferente atencion, si no la desacreditáse
- con aquella violencia.&quot;</p>
- </blockquote>
-<p>Y últimamente,
- viéndole incapaz de consejo, porque le
- parecia impracticable todo lo que no fuese destruir<span class="pagenum"><a id="Page_231">[Pg 231]</a></span> á Hernan Cortés, pasó á lo judicial, manifestó las
- órdenes, y se las hizo notificar por un escribano
- que llevaba prevenido, acompañándolas con diferentes
- requerimientos y protestas; pero nada
- bastó á detener su resolucion, porque sonaba
- tanto en su concepto el título de Adelantado, que
- dió muestras de no reconocer superior en su distrito:
- y se quedó en su obstinacion, hecha ya porfía
- la inobediencia. Disimuló el Oidor algunos desacatos,
- sin atreverse á contradecirle derechamente,
- por no hacer mayor su precipicio; y viendo que trataba
- de abreviar la embarcacion de la gente, fingió
- deseo de ver aquella tierra tan encarecida, y se
- ofreció á seguir el viage con apariencias de curiosidad:
- á que salió fácilmente Diego Velazquez, porque
- llegáse mas tarde á la Isla de Santo Domingo
- la noticia de su atrevimiento; y él consiguió el
- embarcarse con gusto y estimacion de todos.
- Resolucion, que (bien fuese de su dictámen, ó
- procediese de su instruccion) pareció bien discurrida,
- ó conveniente para estorvar el rompimiento
- de aquellos Españoles. Persuadióse con
- bastante probabilidad á que sería mas fácil de
- conseguir lejos de Diego Velazquez la obediencia
- de las órdenes, ó tendria diferente autoridad
- su mediacion con Pámphilo de Narbáez: y aunque
- fué su asistencia de nuevo inconveniente,
- como lo verémos despues, no por eso dexaron
- de merecer alabanza su zelo y su discurso: que<span class="pagenum"><a id="Page_232">[Pg 232]</a></span> los sucesos, por el mismo caso que se apartan
- muchas veces de los medios proporcionados, no
- pueden quitar el nombre al acierto de las resoluciones.
- Embarcóse tambien Andres de Duero,
- aquel Secretario de Velazquez que favoreció tanto
- á Cortés en los principios de su fortuna. Dicen
- unos que se ofreció á esta jornada por desfrutar
- sus riquezas, acordando el beneficio; y otros, que
- fué su intencion mediar con Narbáez, y embarazar
- en quanto pudiese la ruina de su amigo: á cuyo
- sentir nos aplicarémos ántes que al primero, por
- no estar bien con los historiadores que se precian
- de tener mal inclinadas las conjeturas.</p>
-<p>Hicieronse á la vela, y favoreciéndolos el viento,
- se hallaron en breves dias á vista de la tierra que
- buscaban. Surgió la armada en el puerto de
- Ulúa, y Pámphilo de Narbáez echó algunos soldados
- en tierra para que tomasen lengua, y reconociesen
- las poblaciones vecinas. Hallaron estos
- á poca diligencia dos ó tres Españoles que andaban
- desmandados por aquel parage. Llevaronlos
- á la presencia de su Capitan; y ellos, ó temerosos
- de alguna violencia, ó inclinados á la novedad,
- le informaron de todo lo que pasaba en
- México y en la Vera Cruz, buscando su lisonja
- en el descredito de Cortés: sobre cuya noticia,
- fué lo primero que resolvió, tratar con Gonzalo
- de Sandoval que le rindiese aquella fortaleza de su
- cargo, manteniéndola por él, ó la desmanteláse,<span class="pagenum"><a id="Page_233">[Pg 233]</a></span> pasándose á su exército con la gente de la guarnicion.
- Encargó esta negociacion á su Clérigo que
- llevaba consigo, llamado Juan Ruiz de Guevara,
- hombre de condicion ménos reprimida que pedia
- el sacerdocio. Fueron con él tres soldados que
- sirviesen de testigos, y un Escribano Real, por si
- fuese necesario llegar á términos de notificacion.
- Tenia Gonzalo de Sandoval sus centinelas á trechos
- que observasen los movimientos de la armada,
- y se fuesen avisando unas á otras, por cuyo medio
- supo que venia mucho ántes que llegasen; y con
- certidumbre de que no los seguia mayor número
- de gente, mandó abrir las puertas de la villa, y se
- retiró á esperarlos en su posada. Llegaron ellos,
- no sin alguna presuncion de que serian bien admitidos:
- y el Clérigo, despues de las primeras
- urbanidades, y haber puesto en manos de Sandoval
- su carta de creencia, le dió noticia de las fuerzas
- con que venia Pámphilo de Narbáez á tomar
- satisfaccion por Diego Velazquez de la ofensa que
- le hizo Hernan Cortés en apartarse de su obediencia,
- siendo suya enteramente la conquista de
- aquella tierra, por haberse intentado de su órden,
- y á su costa. Hizo su proposicion como
- punto sin dificultad en que sobraban los motivos:
- y esperó gracias de venirle á buscar con
- un partido ventajoso, donde se habian juntado
- la fuerza y la razon. Respondióle Gonzalo de
- Sandoval con alguna destemplanza (mal escondida<span class="pagenum"><a id="Page_234">[Pg 234]</a></span> en el sosiego exterior):</p>
-<blockquote>
- <p>&quot;Que Pámphilo
- de Narbáez era su amigo, y tan atento vasallo
- de su Rey, que solo desearia lo que fuese
- mas conveniente á su servicio: que la ocurrencia
- de las cosas, y el mismo estado en que
- se hallaba la conquista, pedian que se uniesen
- sus fuerzas con las de Cortés, y le ayudáse
- á perficionar lo que tenia tan adelantado,
- tratándose primero de la primera obligacion;
- pues no se hizo el tribunal de las armas
- para querellas de particulares. Pero que
- dado caso que, anteponiendo el interés, ó la
- venganza de su amigo, se arrojáse á intentar
- alguna violencia contra Hernan Cortés, tuviese
- desde luego entendido que así él, como
- todos los soldados de aquella plaza querrian
- ántes morir á su lado, que concurrir á semejante
- desalumbramiento.&quot;</p>
- </blockquote>
-<p>Sintió el Clérigo, como golpe improviso, esta
- repulsa; y mas acostumbrado á dexarse llevar,
- que á reprimir su natural, prorumpió en injurias
- y amenazas contra Hernan Cortés, llamándole
- traydor, y alargándose á decir que lo serian Gonzalo
- de Sandoval, y quantos le siguiesen. Procuraron
- unos y otros moderarle y contenerle, acordándole
- su dignidad, para que supiese á lo ménos
- la razon porque le sufrian; pero él, levantando la
- voz, sin mudar el estilo, mandó al Escribano:</p>
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_235">[Pg 235]</a></span></p>
-<blockquote>
- <p>&quot;Que hiciese notorias las órdenes que llevaba,
- para que supiesen todos que habian de obedecer
- á Narbáez, pena de la vida:&quot;</p>
- </blockquote>
-<p>y no pudo lograr
- esta diligencia, porque la embarazó Gonzalo de
- Sandoval diciendo al Escribano, que le haria poner
- en una horca si se atreviese á notificarle órdenes
- que no fuesen del Rey. Crecieron tanto las
- voces y los desacatos, que los mandó llevar presos,
- no sin alguna impaciencia. Pero considerando
- poco despues el daño que podrian hacer si volviesen
- irritados á la presencia de Narbáez, resolvió
- enviarlos á México, para que se aseguráse de
- ellos Hernan Cortés, ó procuráse reducirlos: y
- lo executó sin dilacion, haciendo prevenir Indios
- de carga que los llevasen aprisionados sobre
- sus hombros en aquel género de andas que
- les servian de litéras. Fué con ellos por cabo
- de la guardia un Español de su confianza que
- se llamaba Pedro de Solís; encargóle que no se
- les hiciese molestia ni mal tratamiento en el
- camino: despachó correo, adelantando á Cortés
- esta noticia: y trató de prevenir su gente, y
- convocar los Indios amigos para la defensa de
- su plaza, disponiendo quanto le tocaba como
- advertido y cuidadoso Capitan.</p>
-<p>No se puede negar que obró con algun arrojamiento
- mas que militar en la prision de aquel
- Sacerdote, dando á su irritacion sobrada licencia:
- si ya no la resolvió políticamente, considerando
- que no estaria bien cerca de Narbáez<span class="pagenum"><a id="Page_236">[Pg 236]</a></span> un hombre de aquella violencia y precipitacion,
- para que se consiguiese la paz que tanto convenia.
- Puedese creer que se dieron la mano
- en su resolucion el propio sentimiento, y la
- conveniencia principal: y si obró con esta mira,
- como lo persuade la misma reportacion con
- que le habia sufrido y respetado, no se debe
- culpar todo el hecho por este ó aquel motivo
- ménos moderado: que algunas veces acierta el
- enojo lo que no acertára la modestia, y sirve
- la ira de dar calor á la prudencia.</p>
-<hr class="chap" />
-<div class="chapter">
-<h3>CAPITULO VI.</h3>
-</div>
-<blockquote>
- <p><i>Discursos y prevenciones de Hernan Cortés en
- órden á excusar el rompimiento: introduce
- tratados de paz, no los admite Narbáez; ántes
- publica la guerra, y prende al Licenciado
- Lucas Vazquez de Ayllon.</i></p>
- </blockquote>
-<p>De todas estas particularidades iba teniendo Hernan
- Cortés freqüentes avisos, que hicieron evidencia
- su rezelo: y poco despues supo que habia
- tomado tierra Pámphilo de Narbáez, y marchaba
- con su exército en órden la vuelta de Zempoala.
- Padeció mucho aquellos dias con su mismo discurso
- vario, en los medios, y perspicaz en los<span class="pagenum"><a id="Page_237">[Pg 237]</a></span> inconvenientes. No hallaba partido en que no quedáse
- mal satisfecho su cuidado. Buscar á Narbáez
- en la campaña con fuerzas tan desiguales era temeridad,
- particularmente quando se hallaba obligado
- á dexar en México parte de su gente, para cubrir el
- quartel, defender el tesoro adquirido, y conservar
- aquel género de guardia en que se dexaba estar
- Motezuma. Esperar á su enemigo en la ciudad
- era revolver los humores sediciosos, de que adolecian
- ya los Mexicanos, darles ocasion para que se
- armasen con pretexto de la propia defensa y tener
- otro peligro á las espaldas. Introducir pláticas de
- paz con Narbáez, y solicitar la union de aquellas
- fuerzas, siendo lo mas conveniente, le pareció lo
- mas dificultoso, por conocer la dureza de su condicion,
- y no hallar camino de reducirle, aunque se
- rindiese á rogarle con su amistad; á que no se determinaba,
- por ser el ruego poco feliz con los porfiados,
- y en proposiciones de paz desayrado medianero.
- Poniasele delante la perdicion total de
- su conquista, el malogro de aquellos grandes principios,
- la causa de la Religion desatendida el servicio
- del Rey atropellado; y era su mayor congoja
- el hallarse obligado á fingir seguridad y desahogo,
- trayendo en el rostro la quietud, y dexando en el
- pecho la tempestad.</p>
-<p>A Motezuma decia que aquellos Españoles eran
- vasallos de su Rey, que traerian segunda embaxada,
- en prosecucion de la primera: que venian con<span class="pagenum"><a id="Page_238">[Pg 238]</a></span> exército por costumbre de su Nacion: que procuraria
- disponer que se volviesen, y volveria con
- ellos, pues se hallaba ya despachado, sin que hubiese
- dexado su grandeza que desear á los que venian
- de nuevo con la misma proposicion. A sus
- soldados animaba con varios presupuestos, cuya
- falencia conocia. Deciales que Narbáez era su
- amigo, y hombre de tantas obligaciones, y de tan
- buena capacidad, que no dexaria de inclinarse á
- la razon, anteponiendo el servicio de Dios y del
- Rey á los intereses de un particular: que Diego
- Velazquez habia despoblado la Isla de Cuba, para
- disponer su venganza, y á su parecer, les enviaba
- un socorro de gente con que proseguir su conquista;
- porque no desconfiaba de que se hiciesen
- compañeros los que venian como enemigos. Con
- sus Capitanes andaba ménos recatado: comunicabales
- parte de sus rezelos: discurria como de prevencion
- en los accidentes que se podian ofrecer:
- ponderaba la poca milicia de Narbáez, la mala calidad
- de su gente, la injusticia de su causa y otros
- motivos de consuelo, en que trabajaba tambien su
- disimulacion, dándoles en la verdad mas esperanzas
- que tenia.</p>
-<p>Pidióles finalmente su parecer, como lo acostumbraba
- en casos de semejante conseqüencia, y
- disponiendo que le aconsejasen lo que tenia por
- mejor, resolvió tentar primero el camino de la paz,
- y hacer tales partidos á Narbáez, que no se<span class="pagenum"><a id="Page_239">[Pg 239]</a></span> pudiese negar á ellos, sin cargar sobre sí los inconvenientes
- del rompimiento. Pero al mismo tiempo
- hizo algunas prevenciones para cumplir con su
- actividad. Avisó á sus amigos los de Tlascála
- que le tuviesen prontos hasta seis mil hombres de
- guerra para una faccion en que sería posible haberlos
- menester. Ordenó al cabo de tres ó quatro
- soldados Españoles, que andaban en la provincia
- de Chinantlá descubriendo las minas de aquel parage,
- que procuráse disponer con los Caciques
- una leva de otros dos mil hombres, y que los tuviese
- prevenidos para marchar con ellos al primer
- aviso. Eran los Chinantécas enemigos de los
- Mexicanos, y se habian declarado con grande
- afecto por los Españoles, y enviado secretamente
- á dar la obediencia: gente valerosa y guerrera, que
- le pareció tambien á propósito para reforzar su
- exército: y acordándose de haber oido alabar las
- picas, ó lanzas de que usaban en sus guerras, por
- ser de vara consistente, y de mayor alcance que
- las nuestras, dispuso que le traxesen luego trescientas
- para repartirlas entre sus soldados, y las
- hizo armar con puntas de cobre templado, que
- suplia bastantemente la falta del hierro; prevencion
- que adelantó á las demas, porque le daba cuidado
- la cabellería de Narbáez, y porque hubiese
- tiempo de imponer en el manejo de ellas á los
- Españoles.</p>
-<p>Llegó entretanto Pedro de Solís con los presos<span class="pagenum"><a id="Page_240">[Pg 240]</a></span> que remitia Gonzalo de Sandoval: avisó á Cortés,
- y esperó su órden ántes de entrar en la laguna.
- Pero él, que ya los aguardaba por la noticia que
- vino delante, salió á recibirlos con mas que ordinario
- acompañamiento. Mandó que les quitasen
- las prisiones. Abrazólos con grande humanidad,
- y al Licenciado Guevara primera y segunda vez
- con mayor agasajo. Dixole:</p>
-<blockquote>
- <p>&quot;Que castigaria á
- Gonzalo de Sandoval la desatencion de no
- respetar como debia su persona y dignidad.&quot;</p>
- </blockquote>
-<p>Llevóle á su quarto, dióle su mesa, y le significó
- algunas veces con bien adornada exterioridad</p>
-<blockquote>
- <p>&quot;Quánto celebraba la dicha de tener á Pámphilo de
- Narbáez en aquella tierra, por lo que se prometia
- de su amistad, y antiguas obligaciones.&quot;</p>
- </blockquote>
-<p>Cuidó
- de que anduviesen delante de él alegres y animosos
- los Españoles. Pusole donde viese los favores
- que le hacia Motezuma, y la veneracion con que
- le trataban los Príncipes Mexicanos. Dióle algunas
- joyas de valor, con que iba quebrantando los
- ímpetus de su natural. Hizo lo mismo con sus
- compañeros; y sin darles á entender que necesitaba
- de sus oficios para suavizar á Narbáez, los
- despachó dentro de quatro dias, inclinados á su
- razon, y cautivos de su liberalidad.</p>
-<p>Hecha esta primorosa diligencia, y dexando al
- tiempo lo que podria fructificar, resolvió enviar
- persona de satisfaccion que propusiese á Narbáez
- los medios que parecian practicables, y eran<span class="pagenum"><a id="Page_241">[Pg 241]</a></span> convenientes. Eligió para esta negociacion al Padre
- Fray Bartolomé de Olmedo, en quien concurrian
- con ventajas conocidas la eloqüencia y la autoridad.
- Abrevió quanto fué posible su despacho, y
- le dió cartas para Narbáez, para el Licenciado
- Lucas Vazquez de Ayllon, y para el Secretario
- Andres de Duero, con diferentes joyas que repartiese
- conforme al dictámen de su prudencia. Era
- la importancia de la paz el argumento de las cartas,
- y en la de Narbáez</p>
-<blockquote>
- <p>&quot;Le daba la bien venida
- con palabras de toda estimacion: y despues de
- acordarle su amistad y confianza, le informaba
- el estado en que tenia su conquista, descubriéndole
- por mayor las provincias que habia sujetado
- la sagacidad y valentía de sus naturales, el poder
- y grandezas de Motezuma;&quot;</p>
- </blockquote>
-<p>no tanto para
- encarecer su hazaña, como para traerle al conocimiento
- de lo que importaba que se uniesen ambos
- exércitos á perficionar la empresa. Dabale á
- entender</p>
-<blockquote>
- <p>&quot;Quánto se debia rezelar que los Mexicanos,
- gente advertida y belicosa, llegasen á
- conocer discordia entre los Españoles, porque
- sabrian aprovecharse de la ocasion, y destruir
- ambos partidos para sacudir el yugo forastero.
- Y últimamente le decia: que para excusar lances
- y disputas, convendria que sin mas dilacion
- le hiciese notorias las órdenes que llevaba:
- porque si eran del Rey, estaba pronto á obedecerlas,
- dexando en sus manos el baston y el<span class="pagenum"><a id="Page_242">[Pg 242]</a></span> exército de su cargo; pero si eran de Diego
- Velazquez, debian ambos considerar con igual
- atencion lo que aventuraban: porque á vista de
- una dependencia en que se interponia la causa
- del Rey, hacian poco vulto las pretensiones de
- un vasallo, que se podrian ajustar á ménos costa:
- siendo su ánimo satisfacerle todo el gasto de
- su primer avío, y partir con él, no solamente las
- riquezas, sino la misma gloria de la conquista.&quot;</p>
- </blockquote>
-<p>En este sentir concluyó su carta: y pareciéndole
- que se habia detenido mucho en el deseo de la
- paz, añadió en el fin algunas claúsulas briosas,
- dándole á entender</p>
-<blockquote>
- <p>&quot;Que no se valia de la razon
- porque le faltasen las manos; y que de la misma
- suerte que sabía ponderarla, sabria defenderla.&quot;</p>
- </blockquote>
-<p>Tenia Pámphilo de Narbáez asentado su quartel,
- y alojado su exército en Zempoala: y el Cacique
- gordo anduvo muy solícito en el agasajo de
- aquellos Españoles, creyendo que venian de socorro
- á su amigo Hernan Cortés; pero tardó poco
- en desengañarse, porque no hallaba en ellos el
- estilo á que le tenian enseñado los primeros: y
- aunque no traian lengua para darse á entender,
- hablaban las demostraciones, y los diferenciaba el
- proceder. Recononció en Narbáez un género de
- imperiosa desazon que le puso en cuidado: y no
- le quedó que dudar, quando vió que le quitaba
- contra su voluntad todas las alhajas y joyas que<span class="pagenum"><a id="Page_243">[Pg 243]</a></span> habia dexado en su casa Hernan Cortés. Los
- soldados, á quien servia de licencia el exemplo
- de su Capitan, trataban á sus huespedes como
- enemigos, y executaba la extorsion lo que mandaba
- la codicia.</p>
-<p>Llegó el Licenciado Guevara, y refirió los sucesos
- de su jornada, las grandezas de México, quan
- bien recibido estaba Hernan Cortés en aquella
- corte: lo que le amaba Motezuma, y respetaban
- sus vasallos: encareció la humanidad y cortesía con
- que le habia recibido y hospedado: empezó á
- discurrir en lo que deseaba que no se llegáse á
- conocer discordia entre los Españoles, inclinándose
- al ajustamiento; y no pudo proseguir, porque
- le atajó Narbáez, diciéndole que se volviese á
- México, si le hacian tanta fuerza los artificios de
- Cortés, y le arrojó de su presencia con desabrimiento.
- Pero el Clérigo y sus compañeros buscaron
- nuevo auditorio, pasando con aquellas dádivas
- á los corrillos de soldados, y se logró, en lo que
- mas importaba, la diligencia de Cortés: porque
- algunos se inclinaron á su razon; otros á la paz,
- y llegando los mas á tener por sospechosa la dureza
- de Narbáez.</p>
-<p>Poco despues vino el Padre Fray Bartolomé de
- Olmedo, y halló en Pámphilo de Narbáez mas
- entereza que agasajo. Puso en sus manos la carta:
- leyóla por cumplimiento; y con señas de hombre
- que se reprimia, se dispuso á escucharle, dando á<span class="pagenum"><a id="Page_244">[Pg 244]</a></span> entender que sufria la embaxada por el Embaxador.
- Fué la oracion del Religioso eloqüente y
- substancial:</p>
-<blockquote>
- <p>&quot;Acordó en el exôrdio las obligaciones
- de su profesion, para introducirse á medianero
- desinteresado en aquellas diferencias:
- procuró sincerar el ánimo de Cortés, como testigo
- de vista obligado á la verdad. Asentó que
- por su parte sería fácil de conseguir quanto se
- le propusiese razonable y conveniente: ponderó
- lo que se aventuraba en la desunion de los
- Españoles: quánto adelantaria Diego Velazquez
- su derecho, si cooperáse con aquellas armas
- á la perfeccion de la conquista; y añadió:
- que teniéndolas él á su disposicion, debia medir
- el uso de ellas con el estado presente de las cosas:
- punto que vendria presupuesto en su instruccion,
- pues se dexaba siempre á la prudencia
- de los Capitanes el arbitrio de los medios
- con que se habia de asegurar el fin pretendido:
- y ellos estaban obligados á obrar segun el tiempo
- y sus accidentes, para no destruir con la
- execucion el intento de las órdenes.&quot;</p>
- </blockquote>
-<p>La respuesta de Narbáez fué precipitada y descompuesta:</p>
-<blockquote>
- <p>&quot;Que no era decente á Diego Velazquez
- el pactar con un súbdito rebelde, cuyo
- castigo era el primer negocio de aquel exército:
- que mandaria luego declarar por traydores á
- quantos le siguiesen: y que traía bastantes
- fuerzas para quitarle de las manos la conquista,<span class="pagenum"><a id="Page_245">[Pg 245]</a></span> sin necesitar de advertencias presumidas, ó
- consejos de culpados, que se valian para persuadirle
- de la razon con que se hallaban para temerle.&quot;</p>
- </blockquote>
-<p>Replicóle Fray Bartolomé sin dexar su
- moderacion:</p>
-<blockquote>
- <p>&quot;Que miráse bien lo que determinaba,
- porque, ántes de llegar á México, habia
- provincias enteras de Indios guerreros, amigos
- de Cortés que tomarian las armas en su defensa:
- y que no era tan fácil, como pensaba, el atropellarle,
- porque sus Españoles estaban arrestados
- á perderse con él, y tenia de su parte á
- Motezuma, Príncipe de tantas fuerzas, que
- podria juntar un exército para cada uno de sus
- soldados: y últimamente, que una materia de
- aquella calidad, no era para resuelta de la primera
- vez: que la discurriese con segunda reflexîon,
- y el volviera por la respuesta.&quot;</p>
- </blockquote>
-<p>Con lo qual se
- despidió, dexando en sus oidos este género de animosidad,
- que le pareció necesaria para mitigar aquella
- confianza de sus fuerzas, en que consistia la
- mayor vehemencia de su obstinacion.</p>
-<p>Pasó luego á executar las otras diligencias de su
- instruccion. Visitó al Licenciado Lucas Vazquez
- de Ayllon, y al Secretario Andres de Duero, que
- alabaron su zelo, aprobando lo que propuso á Narbáez,
- y ofreciendo asistir á su despacho con todos
- los medios posibles para que se consiguiese la paz
- que tanto convenia. Dexóse ver de los Capitanes
- y soldados que conocia: publicó su comision:<span class="pagenum"><a id="Page_246">[Pg 246]</a></span> procuró acreditar la intencion de Cortés: hizo desear
- el ajustamiento: repartió con buena eleccion
- sus joyas y sus ofertas: y pudo esperar que
- se formáse partido á favor de Cortés, ó por lo
- ménos á favor de la paz, si Pámphilo de Narbáez,
- que tuvo noticia de estas pláticas, no le hubiera
- estrechado á que no las prosiguiese. Mandóle venir
- á su presencia, y á grandes voces le atropelló
- con injurias y amenazas. Llamóle amotinador y
- sedicioso: calificó por especie de traycion el andar
- sembrando entre su gente las alabanzas de Cortés;
- y estuvo resuelto á prenderle, como se hubiera
- executado, sino se interpusiera el Secretario
- Andres de Duero, cuya instancia corrigió su
- dictámen, ordenando que saliese luego de Zempoala.</p>
-<p>Pero el Licenciado Lucas Vazquez de Ayllon,
- que llegó advertidamente á la sazon, fué de sentir
- que se debia convocar ántes una junta en que se
- hallasen todos los Cabos del exército, para que se
- discurriese con mayor acuerdo la respuesta que se
- habia de dar á Hernan Cortés, puesto que se mostraba
- inclinado á la paz, y no parecia dificultoso
- que se llegáse á poner en términos proporcionados
- y decentes: á cuya proposicion se inclinaban algunos
- de los Capitanes que se hallaron presentes;
- pero Narbáez la oyó con un género de impaciencia,
- que tocaba en desprecio: y para responder de
- una vez al Oidor y al Religioso, mandó publicar á<span class="pagenum"><a id="Page_247">[Pg 247]</a></span> sus oidos con voz de pregonero la guerra contra
- Hernan Cortés á sangre y fuego, declarándole por
- traydor al Rey, señalando talla para quien le prendiese
- ó matáse, y dando las órdenes para que se
- previniese la marcha del exército.</p>
-<p>No pudo, ni debió aquel Ministro sufrir, ó tolerar
- semejante desacato, ni dexar de ocurrir al remedio
- con su autoridad. Mandó que cesasen los
- pregones: hizole notificar</p>
-<blockquote>
- <p>&quot;Que no se moviese
- de Zempoala, pena de la vida, ni usáse de aquellas
- armas sin acuerdo y parecer de todo el
- exército.&quot;</p>
- </blockquote>
-<p>Ordenó á los Capitanes y soldados
- que no le obedeciesen, y duró en sus protestas y
- requerimientos con tanta resolucion, que Narbáez,
- ciego ya de cólera, y perdido el respeto á su persona
- y representacion, le hizo prender ignominiosamente,
- y dispuso que le llevasen luego á la Isla
- de Cuba en uno de sus baxeles: de cuya execucion
- volvió escandalizado el Padre Fray Bartolomé
- de Olmedo sin otra respuesta: y lo quedaron
- tanto sus mismos Capitanes y soldados, que
- los de mayor discurso, viendo prender á un Ministro
- de aquella suposicion, se hallaron obligados
- á mirar con alguna cautela por el servicio del
- Rey; y los de ménos punto, con bastante materia
- para la murmuracion, y el desafecto á su Capitan:
- mejorándose con este atrevimiento de Narbáez
- la causa de Cortés en la inclinacion de los<span class="pagenum"><a id="Page_248">[Pg 248]</a></span> soldados, y sirviéndole como diligencias suyas los
- mismos desaciertos de su enemigo.</p>
-<hr class="chap" />
-<div class="chapter">
-<h3>CAPITULO VII.</h3>
-</div>
-<blockquote>
- <p><i>Persevera Motezuma en su buen ánimo para con
- los Españoles de Cortés, y se tiene por improbable
- la mudanza que atribuyen algunos á diligencias
- de Narbáez. Resuelve Cortés, su
- jornada, y la executa, dexando en México
- parte de su gente.</i></p>
- </blockquote>
-<p>Asientan algunos de nuestros escritores, que
- Pámphilo de Narbáez introduxo pláticas de grande
- intimidad y confidencia con Motezuma: que
- iban y venian correos de México á Zempoala, por
- cuyo medio le dió á entender que traia comision
- de su Rey para castigar los desafueros y exôrbitancias
- de Cortés: que no solo él, sino todos los
- que seguian sus banderas, andaban foragidos, y
- fuera de obediencia: y que, habiendo sabido la
- opresion en que se hallaba su persona, trataria
- luego de marchar con su exército, para dexarle
- restituido en su libertad, y en pacífica posesion de
- sus dominios, con otras imposturas de semejante
- malignidad. A cuyas esperanzas, dicen, no solo<span class="pagenum"><a id="Page_249">[Pg 249]</a></span> asintió Motezuma, pero que llegó á entenderse
- con él, y le hizo grandes presentes, recatándose
- de Cortés, y deseando romper su prision con
- ocultas diligencias. No sabemos como pudieron
- llegar á sus oidos estas sugestiones; porque Narbáez
- no tuvo intérpretes con que darse á entender á los
- Indios, ni pudo introducir por su medio, con el
- lenguage de las señas, tan concertada negociacion.
- De sus Españoles solo vinieron á México el Licenciado
- Guevara con los demas que remitió Sandoval:
- y estos no hablaron reservadamente á Motezuma;
- ni quando se diera en Cortés semejante
- descuido, pudieran hacer este razonamiento sin
- valerse de Aguilar y Doña Marina: caso incompatible
- con lo que se refiere de su fidelidad.
- Debese creer que los Indios Zempoales conocieron
- de los semblantes y señas exteriores la enemistad
- y oposicion de aquellos dos exércitos, cuya noticia
- dieron á Motezuma sus confidentes ó ministros:
- porque no es dudable que la tuvo, ántes que se la
- participáse Cortés; pero de lo mismo que obró
- en esta ocasion, se arguye que tenia el ánimo
- seguro, y sin alguna preocupacion de siniestros
- informes.</p>
-<p>No se niega que hizo algunos presentes de consideracion
- á Narbáez; pero tampoco se colige de
- ellos que hubiese correspondencia entre los dos;
- porque aquellos Príncipes solian usar este género
- de agasajo con los extrangeros que arribaban á sus<span class="pagenum"><a id="Page_250">[Pg 250]</a></span> costas, como se hizo con el exército de Cortés, á
- quien pudo encubrir sin artificio esta demostracion,
- por ser materia sin novedad, ó por hacer
- ménos caso de sus dádivas. Pero es de reparar
- que hasta en ellas mismas, fuesen ocultas ó ignoradas,
- hubo requisitos ó circunstancias casuales
- que aprovecharon al credito de Cortés; porque al
- recibirlas descubrió Narbáez mas complacencia ó
- mas aplicacion que fuera conveniente. Mandabalas
- guardar con demasiada cuenta y razon, sin
- dar alguna seña de su liberalidad á los que mas
- favorecia: y los soldados (que no conocen su
- avaricia quando culpan la de sus Capitanes) empezaron
- á desanimarse con este desengaño de sus
- esperanzas: y poniendo el propio interés entre
- las causas de la guerra, ó daban la razon á Cortés,
- ó se la quitaban al ménos generoso.</p>
-<p>Volvió finalmente de su jornada Fray Bartolomé
- de Olmedo; y Hernan Cortés halló en su relacion
- lo mismo que rezelaba de Narbáez: sintió el
- desprecio de sus proposiciones ménos por sí, que
- por su razon: conoció en la prision del Oidor
- quan lejos estaba de atender al servicio del Rey
- quien traía tan desenfrenada la osadía: oyó sin
- enojo, á lo ménos exterior, las injurias y denuestos
- con que maltrataba sus ausencias: y ponderan
- justamente los autores que, llegando á su noticia
- por diversas partes el menosprecio con que hablaba
- de su persona, las indecencias de su estilo, y<span class="pagenum"><a id="Page_251">[Pg 251]</a></span> quánto le repetia el oprobio de traydor, no se le
- oyó jamas una palabra descompuesta, ni dexar de
- llamar á Pámphilo de Narbáez por su nombre.
- ¡Rara constancia ó predominio sobre sus pasiones!
- y digno siempre de envidia un corazon donde
- caben los agravios sin estorvar el sufrimiento!</p>
-<p>Consolóse mucho con la noticia que le dió
- Fray Bartolomé de Olmedo de la buena disposicion
- que habia reconocido en la gente de Narbáez,
- por la mayor parte deseosa de la paz, ó con poco
- afecto á sus dictámenes; y no desconfió de hacerle
- la guerra, ó traerle al ajustamiento que deseaba
- con la fuerza ó con la floxedad de sus mismos
- soldados. Comunicó uno y otro á sus Capitanes;
- y considerados los inconvenientes que por todas
- partes ocurrian, se tuvo por el menor ó el ménos
- aventurado salir á la campaña con el mayor
- número de gente que fuese posible: procurar
- incorporarse con los Indios que se habian prevenido
- en Tlascála y Chinantlá; y marchar unidos
- la vuelta de Zempoala con presupuesto de hacer
- alto en algun lugar amigo, para volver á introducir
- desde mas cerca las pláticas de la paz: logrando la
- ventaja de capitular con las armas en la mano, y la
- conveniencia de asistir en parage donde se pudiese
- recoger la gente de Narbáez que se determináse á
- dexar su partido. Publicóse luego entre los soldados
- esta resolucion, y se recibió con notable
- aplauso y alegría. No ignoraban la desigualdad<span class="pagenum"><a id="Page_252">[Pg 252]</a></span> incomparable del exército contrario; pero estuvieron
- á vista del peligro tan lejos del temor, que
- los de ménos obligaciones hicieron pretension de
- salir á la empresa: y fué necesario que trabajasen
- el ruego y la autoridad, quando llegó el caso de
- nombrar á los que se dexaron en México. Tanto
- se fiaban los unos en la prudencia, los otros en el
- valor, y los mas en la fortuna de su Capitan: que
- así llamaban aquella repeticion extraordinaria de
- sucesos favorables con que solia conseguir quanto
- intentaba: propiedad que puede mucho en el
- ánimo de los soldados, y pudiera mas, si supieran
- retribuir á su Autor estos efectos inopinados, que
- se llaman felicidades, porque vienen de causa no
- entendida.</p>
-<p>Pasó luego Hernan Cortés al quarto de Motezuma,
- prevenido ya de varios pretextos para darle
- cuenta de su viage, sin descubrirle su cuidado;
- pero él le obligó á tomar nueva senda en su discurso
- dando principio á la conversacion. Recibióle
- diciendo:</p>
-<blockquote>
- <p>&quot;Que habia reparado en que
- andaba cuidadoso, y sentia que le hubiese recatado
- la ocasion, quando por diferentes partes le
- avisaban que venia de mal ánimo contra él y
- contra los suyos aquel Capitan de su Nacion
- que residia en Zempoala: y que no estrañaba
- tanto que fuesen enemigos por alguna querella
- particular, como que, siendo vasallos de un
- Rey, acaudillasen dos exércitos de contraria<span class="pagenum"><a id="Page_253">[Pg 253]</a></span> faccion; en los quales era preciso que por lo
- ménos el uno anduviese fuera de su obediencia.&quot;</p>
- </blockquote>
-<p>Esta noticia no esperada en Motezuma, y esta reconvencion
- que tenia fuerza de argumento, pudieran
- embarazar á Cortés: y no dexaron de
- turbarle interiormente; pero con aquella prontitud
- natural que le sacaba de semejantes aprietos, le
- respondió sin detenerse:</p>
-<blockquote>
- <p>&quot;Que los que habian
- observado la mala voluntad de aquella gente, y
- las amenazas imprudentes de su caudillo, le
- avisaban la verdad, y él venia con ánimo de
- comunicarsela, no habiendo podido cumplir
- ántes con esta obligacion, porque acababa de
- llegar el Padre Fray Bartolomé de Olmedo con
- el primer aviso de semejante novedad. Que
- aquel Capitan de su Nacion, aunque tan arrojado
- en las demostraciones de su enojo, no se
- debia mirar como inobediente, sino como engañado
- en el servicio de su Rey: porque venia
- despachado con veces de substituto y Lugarteniente
- de un Gobernador poco advertido, que
- por residir en provincia muy distante, no sabía
- las últimas resoluciones de la Corte, y estaba
- persuadido á que le tocaba por su puesto la
- funcion de aquella embaxada. Pero que todo
- el aparato de tan frívola pretension se desvaneceria
- fácilmente sin mas diligencia que manifestarle
- sus despachos: en cuya virtud se hallaba
- con plena jurisdiccion para que le obedeciesen<span class="pagenum"><a id="Page_254">[Pg 254]</a></span> todos los Capitanes y soldados que se dexasen
- ver en aquellas costas; y ántes que pasáse á
- mayor empeño su ceguedad, habia resuelto
- marchar á Zempoala con parte de su gente
- para disponer que se volviesen á embarcar
- aquellos Españoles, y darles á entender que ya
- debian respetar los pueblos del Imperio Mexicano
- como admitidos á la proteccion de su
- Rey. Lo qual executaria luego; siendo el
- principal motivo de abreviar su jornada la
- justa consideracion de no permitir que se acercasen
- á su corte, por componerse aquel exército
- de gente ménos atenta y ménos corregida
- que fuera razon, para fiarse de su vecindad sin
- riesgo de que pudiesen ocasionar alguna turbacion
- entre sus vasallos.&quot;</p>
- </blockquote>
-<p>Así procuró interesarle como pudo en su resolucion:
- y Motezuma, que sabía ya las vexaciones
- de que se quejaban los Zempoales, alabó su atencion,
- teniendo por conveniente que se procurasen
- apartar de su corte aquellos soldados de tan violento
- proceder; pero le pareció temeridad que,
- habiéndose ya declarado por sus enemigos, y
- hallándose con fuerzas tan superiores á las suyas,
- se aventuráse á la contingencia de que no le atendiesen
- ó le atropellasen. Ofrecióle formar exército
- que le guardáse las espaldas, cuyos cabos
- irian á su órden, y la llevarian de obedecerle y
- respetarle como á su misma persona: punto que<span class="pagenum"><a id="Page_255">[Pg 255]</a></span> procuró esforzar con diferentes instancias, en que
- se dexaba conocer el afecto sin alguna mezcla de
- afectacion. Pero Hernan Cortés agradeció la
- oferta, y se defendió de admitirla; porque, á la
- verdad, fiaba poco de los Mexicanos, y no quiso
- incurrir en el desacierto de admitir armas auxîliares
- que le pudiesen dominar: como quien sabía
- quánto embaraza en las facciones de la guerra
- tener á un tiempo empeñada la frente, y el lado
- rezeloso.</p>
-<p>Suavizados en esta forma los motivos de su
- viage, dió todo el cuidado á las demas prevenciones,
- con ánimo de volver á sus inteligencias
- ántes que se moviese Narbáez. Resolvió dexar
- en México hasta ochenta Españoles á cargo de
- Pedro de Alvarado, que pareció á todos mas á
- propósito, porque tenia el afecto de Motezuma,
- y sobre ser Capitan de valor y entendimiento, le
- ayudaban mucho la cortesanía y el despejo natural
- para no ceder á las dificultades, y pedir al ingenio
- lo que faltáse á las fuerzas. Encargóle que procuráse
- mantener á Motezuma en aquella especie
- de libertad que le hacia desconocer su prision:
- resistiendo quanto fuese posible que se estrecháse
- pláticas secretas con los Mexicanos: dexó á su
- cargo el tesoro del Rey y de los particulares; y
- sobre todo, le advirtió</p>
-<blockquote>
- <p>&quot;quánto importaba conservar
- aquel pie de su exército en la corte, y
- aquel Príncipe á su devocion:&quot;</p>
- </blockquote>
-<p>presupuestos á<span class="pagenum"><a id="Page_256">[Pg 256]</a></span> que debia encaminar sus operaciones con igual
- vigilancia, por consistir en ellos la comun seguridad.</p>
-<p>A los soldados ordenó</p>
-<blockquote>
- <p>&quot;que obedeciesen á su
- Capitan: que sirviesen y respetasen con mayor
- solicitud y rendimiento á Motezuma: que corriesen
- de buena conformidad con su familia, y
- los de su cortejo:&quot;</p>
- </blockquote>
-<p>exôrtandolos, por su misma
- seguridad, á la union entre sí, y á la modestia con
- los demas.</p>
-<p>Despachó correo á Gonzalo de Sandoval, ordenándole
- que le saliese á recibir, ó le esperase con
- los Españoles de su cargo en el parage donde
- pensaba detenerse, y que dexáse la fortaleza de la
- Vera Cruz á la confianza de los confederados, que
- sería poco ménos que abandonarla: porque ya no
- era tiempo de mantenerse desunidos, ni aquella
- fortificacion, que se fabricaba contra los Indios,
- era capaz de resistir á los Españoles. Previno
- los víveres que parecieron necesarios, para no ir
- á la providencia, ó á la extorsion de los paisanos.
- Hizo juntar los Indios de carga que habian de
- conducir el bagage: y tomando la mañana el dia
- de la marcha, dispuso que se dixese una Misa
- del Espíritu Santo, y que la oyesen todos sus
- soldados, y encomendasen á Dios el buen suceso
- de aquella jornada: protestando, en presencia del
- altar, que solo deseaba su servicio y el de su Rey,
- inseparables en aquella ocurrencia: y que iba sin<span class="pagenum"><a id="Page_257">[Pg 257]</a></span> odio ni ambicion, puesta la mira en ambas obligaciones,
- y asegurado en lo mismo que abogaba por
- él la justicia de su causa.</p>
-<p>Entró luego á despedirse de Motezuma, y le
- pidió con encarecimiento:</p>
-<blockquote>
- <p>&quot;Qué cuídase de aquellos
- pocos Españoles que dexaba en su compañía:
- que no los desamparáse, ó descubriese
- con apartarse de ellos, porque de qualquiera
- mudanza, ó ménos gratitud que reconociesen
- los suyos, podrian resultar graves inconvenientes,
- que pidiesen graves remedios: y que sentiria
- mucho hallarse obligado á volver quejoso,
- quando iba tan reconocido. A que añadió, que
- Pedro de Alvarado quedaba substituyendo su
- persona; y así como le tocaban en su ausencia
- las prerogativas de Embaxador, dexaba en él
- su misma obligacion de asistir en todo á su mayor
- servicio: y que no desconfiaba de volver
- con mucha brevedad á su presencia, libre de aquel
- embarazo, para recibir sus órdenes, disponer
- su viage, y llevar al Emperador, con sus
- presentes, la noticia de su amistad y confederacion,
- que sería la joya de su mayor aprecio.&quot;</p>
- </blockquote>
-<p>Volvióse á contristar Motezuma de que saliese
- con fuerzas tan desiguales. Pidióle:</p>
-<blockquote>
- <p>&quot;Que si
- necesitáse de las armas para dar á entender su
- razon, procuráse dilatar el rompimiento hasta
- que llegasen los socorros de su gente, que tendria
- prontos en el número que los pidiese.<span class="pagenum"><a id="Page_258">[Pg 258]</a></span> Dióle palabra de no desamparar á los Españoles
- que dexaba con Pedro de Alvarado, ni hacer
- mudanza en su habitacion pendiente su ausencia.&quot;</p>
- </blockquote>
-<p>Y añade Antonio de Herrera que le salió
- acompañando largo trecho con todo el séquito
- de su corte; pero atribuye con malicia voluntaria
- esta demostracion á lo que deseaba verse libre de
- los Españoles, suponiéndole ya desabrido y de mal
- ánimo contra Hernan Cortés y contra los suyos.
- Lo que vemos es que cumplió puntualmente su
- palabra perseverando en aquel alojamiento y en su
- primera benignidad, por mas que se le ofrecieron
- grandes turbaciones, que pudo remediar con volverse
- á su palacio: y tanto en lo que obró para
- defender á los Españoles que le asistian, como
- en lo que dexó de obrar contra los demas en esta
- desunion de sus fuerzas, se conoce que no hubo
- doblez ó novedad en su intencion. Es verdad
- que llegó á desear que se fuesen, porque le instaba
- la quietud de su república; pero nunca se determinó
- á romper con ellos, ni dexó de conocer el
- vínculo de la salvaguardia real en que vivian: y
- aunque parecen estas atenciones de Príncipe ménos
- bárbaro, y poco adequadas á su condicion, fué
- una de las maravillas que obró Dios, para facilitar
- esta conquista, la mudanza total de aquel hombre
- interior: porque la rara inclinacion, y el temor reverencial
- que tuvo siempre á Cortés, se oponian
- derechamente á su altivez desenfrenada, y se deben<span class="pagenum"><a id="Page_259">[Pg 259]</a></span> mirar como dos afectos enemigos de su genio,
- que tuvieron de inspirados todo aquello que les
- faltaba de naturales.</p>
-<hr class="chap" />
-<div class="chapter">
-<h3>CAPITULO VIII.</h3>
-</div>
-<blockquote>
- <p><i>Marcha Hernan Cortés la vuelta de Zempoala,
- y sin conseguir la gente que tenia prevenida
- en Tlascála. Continua su viage hasta Matalequíta
- donde vuelve á las pláticas de la paz,
- y con nueva irritacion rompe la guerra.</i></p>
- </blockquote>
-<p>Dióse principio á la marcha, y se fué siguiendo
- el camino de Cholúla con todas las cautelas y resguardos
- que pedia la seguridad, y abrazaba fácilmente
- la costumbre de aquellos soldados, diestros
- en las puntualidades que ordena la milicia, y hechos
- á obedecer sin discurrir. Fueron recibidos
- en aquella ciudad con agradable prontitud, convertido
- ya en veneracion afectuosa el miedo servil
- con que vinieron á la obediencia. De allí pasaron
- á Tlascála, y media legua de aquella ciudad hallaron
- un lucido acompañamiento, que se componia
- de la Nobleza y el Senado. La entrada se celebró
- con notables demostraciones de alegría, correspondientes
- al nuevo merito con que volvian los
- Españoles, por haber preso á Motezuma, y<span class="pagenum"><a id="Page_260">[Pg 260]</a></span> quebrantado el orgullo de los Mexicanos: circunstancia
- que multiplicó entónces los aplausos,
- y mejoró las asistencias. Juntóse luego el
- Senado para tratar de la respuesta que se debia
- dar á Hernan Cortés sobre la gente de guerra que
- habia pedido á la república. Y aquí hallamos
- otra de aquellas discordancias de Autores, que
- ocurren con freqüente infelicidad en estas narraciones
- de las Indias, obligando algunas veces á que
- se abraze lo mas verisímil, y otras á buscar trabajosamente
- lo posible. Dice Bernal Diaz que pidió
- quatro mil hombres, y que se los negaron con
- pretexto de que no se atrevian sus soldados á tomar
- las armas contra Españoles, porque no se hallaban
- capaces de resistir á los caballos y armas
- de fuego: y Antonio de Herrera, que dieron seis
- mil hombres efectivos, y le ofrecian mayor número.
- Los quales refiere que se agregaron á las
- compañías de los Españoles, y que á tres leguas
- de marcha se volvieron, por no estar acostumbrados
- á pelear lejos de sus confines. Pero como
- quiera que sucediese (que no todo se debe apurar)
- es cierto que no se hallaron los Tlascaltécas en esta
- faccion. Pidiólos Hernan Cortés mas por hacer
- ruido á Narbáez, que porque se fiáse de sus armas,
- ni fuese de codicia su estilo de pelear contra enemigos
- Españoles. Pero tambien es cierto que salió
- de aquella ciudad sin queja suya, ni desconfianza
- de los Tlascaltécas, porque los buscó despues<span class="pagenum"><a id="Page_261">[Pg 261]</a></span> y los halló quando los hubo menester contra
- otros Indios: en cuyos combates eran valientes y
- resueltos, como lo asegura el haber conservado su
- libertad á despecho de los Mexicanos tan cerca
- de su corte, y en tiempo de un Príncipe que
- tenia su mayor vanidad en el renombre de conquistador.</p>
-<p>Detuvose poco el exército en Tlascála, y alargando
- los tránsitos, pasó á Matalequíta, lugar de
- Indios amigos distante doce leguas de Zempoala,
- donde llegó casi al mismo tiempo Gonzalo de Sandoval
- con la gente de su cargo, y siete soldados
- mas, que se pasaron á la Vera Cruz del exército
- de Narbáez el dia siguiente á la prision del Oidor,
- teniendo por sospechoso aquel partido. Supo de
- ellos Hernan Cortés quanto pasaba en el quartel
- de su enemigo: y Gonzalo de Sandoval le dió
- mas frescas noticias de todo; porque ántes de
- partir tuvo inteligencia para introducir en Zempoala
- dos soldados Españoles, que imitaban con
- propiedad los ademanes y movimientos de los
- Indios, y no les desayudaba el color para la semejanza.
- Estos se desnudaron con alegre solicitud:
- y cubriendo parte de su desnudez con los arreos
- de la tierra, entraron al amanecer en Zempoala
- con dos banastas de fruta sobre la cabeza, y puestos
- entre los demas que manejaban este género de
- grangería, la fueron trocando á cuentas de vidrio:
- tan diestros en fingir la simplicidad y la codicia<span class="pagenum"><a id="Page_262">[Pg 262]</a></span> de los paisanos, que nadie hizo reparo en ellos;
- con que pudieron discurrir por la villa, y escapar
- á su salvo con la noticia que buscaban. Pero no
- contentos con esta diligencia, y deseando tambien
- llevar averiguado con que género de guardias pasaba
- la noche aquel exército, volvieron á entrar
- con segunda carga de hierba entre algunos Indios
- que salian á forragear; y no solo reconocieron la
- poca vigilancia del quartel, pero la comprobaron,
- trayendo á la Vera Cruz un caballo que pudieron
- sacar de la misma plaza sin que hubiese quien se
- lo embarazáse, y acertó á ser del Capitan Salvatierra,
- uno de los que mas irritaban á Narbáez
- contra Hernan Cortés: circunstancia que dió estimacion
- á la presa. Hicieron estos exploradores
- por su fama quanto cupo en la industria y el
- valor; y se callaron desgraciadamente sus nombres
- en una faccion tan bien executada, y en una
- Historia donde se hallan á cada paso hazañas menores
- con dueño encarecido.</p>
-<p>Fundaba Cortés parte de sus esperanzas en la
- corta milicia de aquella gente: y el descuido con
- que gobernaba su quartel Pámphilo de Narbáez le
- traía varios designios á la imaginacion. Podia
- nacer de lo mismo que desestimaba sus fuerzas, y
- así lo conocia; pero no le pesaba de verlas tan desacreditadas
- que produxesen aquella seguridad en
- el exército contrario, la qual favorecia su intento,
- y, á su parecer, militaba de su parte: en que discurria<span class="pagenum"><a id="Page_263">[Pg 263]</a></span> sobre buenos principios, siendo evidente
- que la seguridad es enemiga del cuidado, y ha
- destruido á muchos Capitanes. Debese poner entre
- los peligros de la guerra; porque ordinariamente,
- quando llega el caso de medir las fuerzas,
- queda mejor el enemigo despreciado. Trató de
- abreviar sus disposiciones, y estrechar á Narbáez
- con las instancias de la paz, que por su parte debian
- preceder al rompimiento.</p>
-<p>Hizo reseña de su gente, y se halló con doscientos
- y sesenta y seis Españoles, inclusos los
- Oficiales y los soldados que vinieron con Gonzalo
- de Sandoval, sin los Indios de carga que fueron
- necesarios para el bagage. Despachó segunda vez
- al Padre Fray Bartolomé de Olmeda, para que
- volviese á porfiar en el ajustamiento; y le avisó
- brevemente del poco efecto que producian sus diligencias.
- Pero deseando hacer algo mas por la
- razon, ó ganar algun tiempo en que pudiesen llegar
- los dos mil Indios que aguardaba de Chinantelá,
- determinó enviar al Capitan Juan Velazquez
- de Leon, creyendo que por su autoridad, y por el
- parentesco de Diego Velazquez, sería mejor admitida
- su mediacion. Tenia experimentada su fidelidad,
- y pocos dias ántes le habia repetido las ofertas
- de morir á su lado, con ocasion de poner en
- sus manos una carta que le escribió Narbáez llamándole
- á su partido con grandes conveniencias.<span class="pagenum"><a id="Page_264">[Pg 264]</a></span> Demostracion á cuyo agradecimiento correspondió
- Hernan Cortés, fiando entónces de su ingenuidad
- y entereza tan peligrosa negociacion.</p>
-<p>Creyeron todos, quando llegó á Zempoala, que
- iba reducido á seguir las banderas de su pariente;
- y Narbáez salió á recibirle con grande alborozo;
- pero quando llegó á entender su comision, y conoció
- que se iba empeñando en apadrinar la razon
- de Cortés, atajó el razonamiento, y se apartó de él
- con alguna desazon, aunque no sin esperanza de
- reducirle: porque ántes de volver á la plática, ordenó
- que se hiciese un alarde á sus ojos de toda
- su gente, deseando, al parecer, atemorizarle, ó
- convencerle con aquella vana ostentacion de sus
- fuerzas. Aconsejaronle algunos que le prendiese;
- pero no se atrevió, porque tenia muchos amigos
- en aquel exército; ántes le convidó á comer el dia
- siguiente, y convidó tambien á los Capitanes de
- su confidencia para que le ayudasen á persuadirle.
- Dieronse á la urbanidad y cumplimiento los principios
- de la conversacion; pero á breve rato se
- introduxo la murmuracion de Cortés entre las licencias
- del banquete. Y aunque procuró disimular
- Juan Velazquez por no destruir el negocio de
- su cargo, pasando á términos indecentes la irrision
- y el desacato, no se pudo contener en el desayre
- de su paciencia, y dixo en voz alta y descompuesta:</p>
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_265">[Pg 265]</a></span></p>
-<blockquote>
- <p>&quot;Que pasasen á otra plática, porque
- delante de un hombre como él no debian tratar
- como ausente á su Capitan: y que qualquiera
- de ellos que no tuviese á Cortés y á quantos
- le seguian por buenos vasallos del Rey, se lo
- dixese con ménos testigos, y le desengañaria
- como quisiese.&quot;</p>
- </blockquote>
-<p>Callaron todos, y calló Pámphilo
- de Narbáez como embarazado en la dificultad
- de la respuesta; pero un Capitan mozo, sobrino
- de Diego Velazquez, y de su mismo nombre,
- se adelantó á decirle:</p>
-<blockquote>
- <p>&quot;Que no tenia sangre de
- Velazquez, ó la tenia indignamente quien apadrinaba
- con tanto empeño la causa de un traydor.&quot;</p>
- </blockquote>
-<p>A que respondió Juan Velazquez desmintiéndole,
- y sacando la espada con tanta resolucion
- de castigar su atrevimiento, que trabajaron
- todos en reprimirle; y últimamente le instaron en
- que se volviese al real de Cortés, porque temieron
- los inconvenientes que podria ocasionar su detencion;
- y él lo executó luego, llevándose consigo al
- Padre Fray Bartolomé de Olmedo, y diciendo al
- partir algunas palabras poco advertidas, que hacian
- á su venganza, ó la trataban como decision del
- rompimiento.</p>
-<p>Quedaron algunos de los Capitanes mal satisfechos
- de que Narbáez le dexáse volver sin ajustar
- el duelo de su pariente, para oirle y despacharle
- bien ó mal, segun lo que de nuevo representáse:
- á cuyo propósito decian:</p>
-<blockquote>
- <p>&quot;Que una persona de
- aquella suposicion y autoridad se debia tratar<span class="pagenum"><a id="Page_266">[Pg 266]</a></span> con otro género de atencion: que de su juicio
- y entereza no se podia creer que hubiese venido
- con proposiciones descaminadas, ó ménos razonables:
- que las puntualidades de la guerra
- nunca llegaban á impedir la franqueza de los
- oidos; ni era buena política ó buen camino de
- poner en cuidado al enemigo darle á entender
- que se temia su razon.&quot;</p>
- </blockquote>
-<p>Discursos que pasaron
- de los Capitanes á los soldados con tanto conocimiento
- de la poca justificacion con que se procedia
- en aquella guerra, que Pámphilo de Narbáez
- necesitó, para sosegarlos, de nombrar persona que
- fuese á disculpar en su nombre y el de todos
- aquella falta de urbanidad, y á saber de Cortés á
- qué puntos se reducia la comision de Juan Velazquez
- de Leon: para cuya diligencia eligieron él y
- los suyos el Secretario Andres de Duero, que por
- ménos apasionado contra Hernan Cortés pareció á
- propósito para la satisfaccion de los mal contentos;
- y por criado de Diego Velazquez no desmereció
- la confianza de los que procuraban estorvar
- el ajustamiento.</p>
-<p>Hernan Cortés entretanto, con las noticias que
- llevaron Fray Bartolomé de Olmedo y Juan Velazquez
- de Leon, entró en conocimiento de que
- habia cumplido sobradamente con las diligencias de
- la paz: y teniendo ya por necesario el rompimiento,
- movió su exército con ánimo de acercarse
- mas y ocupar algun puesto ventajoso donde<span class="pagenum"><a id="Page_267">[Pg 267]</a></span> aguardar á los Chinantécas, y aconsejarse con el
- tiempo.</p>
-<p>Iba continuando su marcha, quando volvieron
- los batidores con noticia de que venia de Zempoala
- el Secretario Andres de Duero: y Hernan
- Cortés, no sin esperanza de alguna favorable novedad,
- se adelantó á recibirle. Saludaronse los
- dos con igual demostracion de su afecto: renovaronse
- con los abrazos, ó se volvieron á formar los
- antiguos vínculos de su amistad: concurrieron al
- aplauso de su venida todos los Capitanes: y ántes
- de llegar á lo inmediato de la negociacion, le hizo
- Cortés algunos presentes mezclados con mayores
- ofertas. Detuvose hasta otro dia despues de
- comer: y en este tiempo se apartaron los dos á
- diferentes conferencias de grande intimidad. Discurrieronse
- algunos medios en órden á la union de
- ambos partidos, con deseo de hallar camino para
- reducir á Narbáez, cuya obstinacion era el único
- impedimento de la paz. Llegó Cortés á ofrecer
- que le dexaria la empresa de México, y se apartaria
- con los suyos á otras conquistas. Y Andres
- de Duero, viéndole tan liberal con su enemigo, le
- propuso que se viese con él, pareciéndole que podria
- conseguir de Narbáez este abocamiento, y
- que se vencerian mejor las dificultades con la presencia
- y viva voz de las partes. Dicen unos que
- llevaba órden para introducir esta plática: otros,<span class="pagenum"><a id="Page_268">[Pg 268]</a></span> que fué pensamiento de Cortés; y concuerdan
- todos en que se ajustaron las vistas de ambos
- Capitanes luego que volvió Andres de Duero á
- Zempoala, por cuya solicitud se hizo capitulacion
- auténtica, señalando la hora y el sitio donde habia
- de ser la conferencia: y asegurando cada uno con
- su palabra y su firma que saldrian al puesto señalado
- con solos diez compañeros, para que fuesen
- testigos de lo que se discurriese y ajustáse.</p>
-<p>Pero al mismo tiempo que se disponia Hernan
- Cortés para dar cumplimiento por su parte á lo
- capitulado, le avisó de secreto Andres de Duero,
- que se andaba previniendo una emboscada con
- ánimo de prenderle ó matarle sobre seguro: cuya
- noticia, que se confirmó tambien por otros confidentes,
- le obligó á darse por entendido con Narbáez
- de que habia descubierto el doblez de su
- trato: y con el primer calor de su enojo, le escribió
- una carta rompiendo la capitulacion, y remitiendo
- á la espada su desagravio. Llevabale
- ciegamente á las manos de su enemigo la misma
- nobleza de su proceder; y acertaba mal á disculpar
- con los suyos aquella falta de cautela ó precipitada
- sinceridad con que se fiaba de Narbáez, teniendo
- conocida su intencion y mala voluntad:
- pero nadie pudo acusarle de poco advertido Capitan
- en esta confianza, siendo el rompimiento de
- la palabra en semejantes convenciones una de las<span class="pagenum"><a id="Page_269">[Pg 269]</a></span> malignidades que no se deben rezelar del enemigo:
- porque las supercherías no estan en el número
- de los estratagemas, ni caben estos engaños que
- manchan el pundonor en toda la malicia de la
- guerra.</p>
-<hr class="chap" />
-<div class="chapter">
-<h3>CAPITULO IX.</h3>
-</div>
-<blockquote>
- <p><i>Prosigue su marcha Hernan Cortés hasta una
- legua de Zempoala; sale con su exército en
- campaña, Pámphilo de Narbáez: sobreviene
- una tempestad, y se retira; con cuya noticia
- resuelve Cortés acometerle en su alojamiento.</i></p>
- </blockquote>
-<p>Quedó Hernan Cortés mas animoso que irritado
- con esta última sinrazon de Narbáez, pareciéndole
- indigno de su temor un enemigo de tan humildes
- pensamientos; y que no fiaba mucho de su exército,
- ni de sí, quien trataba de asegurar la victoria
- con detrimento de la reputacion. Siguió su
- marcha en mas que ordinaria diligencia; no porque
- tuviese resuelta la faccion, ni discurridos los
- medios; sino porque llevaba el corazon lleno de
- esperanzas, madrugando á confortar su resolucion
- aquellas premisas que suelen venir delante de los
- sucesos. Asentó su quartel una legua de Zempoala,
- en parage defendido por la frente del rio<span class="pagenum"><a id="Page_270">[Pg 270]</a></span> que llamaban de Canoas, y abrigado por las espaldas
- con la vecindad de la Vera Cruz, donde le
- dieron unas caserías ó habitaciones bastante comodidad
- para que se reparáse la gente de lo que
- habia padecido con la fuerza del sol, y prolixidad
- del camino. Hizo pasar algunos batidores y centinelas
- á la otra parte del río: y dando el primer
- lugar al descanso de su exército, reservó para despues
- el discurrir con sus Capitanes lo que se hubiese
- de intentar, segun las noticias que llegasen
- del exército contrario, donde tenia ganados algunos
- confidentes, y estaba creyendo que lo habian
- de ser en la ocasion quantos aborrecian aquella
- guerra: cuyo presupuesto, y las cortas experiencias
- de Narbáez, le dieron bastante seguridad para
- que pudiese acercarse tanto á Zempoala sin falta
- de precaucion, ó nota de temeridad.</p>
-<p>Llegó á Narbáez la noticia del parage donde se
- hallaba su enemigo; y mas apresurado que diligente,
- ó con un género de celeridad embarazada,
- que tocaba en turbacion, trató de sacar su exército
- en campaña. Hizo pregonar la guerra, como si
- ya no estuviera pública: señaló dos mil pesos de
- talla por la cabeza de Cortés: puso en precio menor
- las de Gonzalo de Sandoval y Juan Velazquez
- de Leon. Mandaba muchas cosas á un tiempo
- sin olvidarse de su enojo: mezclabanse las órdenes
- con las amenazas; y todo era despreciar al enemigo
- con apariencias de temerle. Puesto en órden<span class="pagenum"><a id="Page_271">[Pg 271]</a></span> el exército, ménos por su disposicion, que por
- lo que acertaron sin obedecer sus Capitanes, marchó
- como un quarto de legua con todo el grueso,
- y resolvió hacer alto para esperar á Cortés en campo
- abierto: persuadiéndose á que venia tan desalumbrado,
- que le habia de acometer donde pudiese
- lograr todas sus ventajas el mayor número
- de su gente. Duró en este sitio y en esta credulidad
- todo el dia, gastando el tiempo, y engañando
- la imaginacion con varios discursos de alegre confianza:
- conceder el pillage á los soldados: enriquecer
- con el tesoro de México á los Capitanes:
- y hablar mas en la victoria que de la batalla.
- Pero al caer el sol se levantó un nublado que adelantó
- la noche, y empezó á despedir tanta cantidad
- de agua, que aquellos soldados maldixeron la
- salida, y clamaron por volverse al quartel: en
- cuya impaciencia entraron poco despues los Capitanes,
- y no se trabajó mucho en reducir á Narbáez,
- que sentia tambien su incomodidad: faltando
- en todos la costumbre de resistir á las inclemencias
- del tiempo; y en muchos la inclinacion
- á un rompimiento de tantos inconvenientes.</p>
-<p>Habia llegado poco ántes aviso de que se mantenia
- Cortés de la otra parte del rio: de que, no
- sin alguna disculpa, conjeturaron que no habia
- que rezelar por aquella noche; y como nunca se
- halla con dificultad la razon que busca el deseo,
- dieron todos por conveniente la retirada, y la pusieron<span class="pagenum"><a id="Page_272">[Pg 272]</a></span> en execucion desconcertadamente, caminando
- al cubierto, ménos como soldados, que como
- fugitivos.</p>
-<p>No permitió Narbáez que su exército se desuniese
- aquella noche, mas porque discurrió en
- salir temprano á la campaña, que porque tuviese
- algun rezelo de Cortés; aunque afectó por los
- demas el cuidado á que obligaba la cercanía del
- enemigo. Alojaronse todos en el adoratorio principal
- de la villa, que constaba de tres torreones ó
- capillas poco distantes: sitio eminente y capaz, á
- cuyo plano se subia por unas gradas pendientes y
- desabridas, que daban mayor seguridad á la eminencia.</p>
-<p>Guarneció con su artillería el pretil que servia
- de remate á las gradas; eligió para su persona el
- torreon de en medio, donde se retiró con algunos
- Capitanes, y hasta cien hombres de su confidencia,
- y repartió en los otros dos el resto de la
- gente: dispuso que saliesen algunos caballos á
- correr la campaña; nombró dos centinelas que
- se alargasen á reconocer las avenidas: y con estos
- resguardos que, á su parecer, no dexaban que
- desear á la buena disciplina, dió al sosiego lo que
- restaba de la noche, tan lejos el peligro de su imaginacion,
- que se dexó rendir al sueño con poca ó
- ninguna resistencia del cuidado.</p>
-<p>Despachó luego Andres de Duero á Hernan
- Cortés un confidente suyo, que pudo echar fuera<span class="pagenum"><a id="Page_273">[Pg 273]</a></span> de la plaza con poco riesgo, para que á boca le
- diese cuenta de la retirada, y de la forma en que
- se habia dispuesto el alojamiento, mas por asegurarle
- amigablemente que podia pasar la noche sin
- rezelo, que por advertirle ó provocarle á nuevos
- designios. Pero él con esta noticia tardó poco en
- determinarse á lograr la ocasion que, á su parecer,
- le convidaba con el suceso. Tenia premeditados
- todos los lances que se le podian ofrecer en aquella
- guerra: y alguna vez se deben cerrar los ojos
- á las dificultades, porque suelen parecer mayores
- desde lejos; y hay casos en que daña el discurrir
- al executar. Convocó su gente sin mas dilacion
- y la puso en órden, aunque duraba la tempestad;
- pero aquellos soldados, endurecidos ya en mayores
- trabajos, obedecieron, sin hacer caso de su incomodidad,
- ni preguntar la ocasion de aquel movimiento
- inopinado: tanto se dexaban á la providencia
- de su Capitan. Pasaron el rio con el agua
- sobre la cintura: y vencida esta dificultad, hizo á
- todos un breve razonamiento, en que les comunicó
- lo que llevaba discurrido, sin poner duda en su
- resolucion, ni cerrar las puertas al consejo. Dióles
- noticia de la turbacion con que se habian retirado
- los enemigos, buscando el abrigo de su quartel contra
- el rigor de la noche, y de la separacion y desórden
- con que habian ocupado los torreones del
- adoratorio: ponderó él el descuido y seguridad en<span class="pagenum"><a id="Page_274">[Pg 274]</a></span> que se hallaban: la facilidad con que podrian ser
- asaltados ántes que llegasen á unirse, ó tuviesen
- lugar para doblarse: y viendo que no solo se
- aprobaba, pero se aplaudia la proposicion:</p>
-<blockquote>
- <p>&quot;Esta
- noche, prosiguió diciendo con nuevo fervor,
- esta noche, amigos, ha puesto el Cielo en nuestras
- manos la mayor ocasion que se pudiera fingir
- nuestro deseo: veréis agora lo que fio de
- vuestro valor; y yo confesaré que vuestro mismo
- valor hace grandes mis intentos. Poco ha
- que aguardabamos á nuestros enemigos con esperanza
- de vencerlos al reparo de esa ribera: ya
- los tenemos descuidados y desunidos, militando
- por nosotros el mismo desprecio con que
- nos tratan. De la impaciencia vergonzosa con
- que desampararon la campaña, huyendo esos rigores
- de la noche, pequeños males de la naturaleza,
- se colige como estarán en el sosiego unos
- hombres que le buscaron con floxedad, y le
- desfrutan sin rezelo. Narbáez entiende poco
- de las puntualidades á que obligan las contingencias
- de la guerra. Sus soldados por la mayor
- parte son visoños, gente de la primera ocasion,
- que no ha menester la noche para moverse
- con desacierto y ceguedad: muchos se hallan
- desobligados ó quejosos de su Capitan: no faltan
- algunos á quien debe inclinacion nuestro
- partido; ni son pocos los que aborrecen como
- voluntario este rompimiento: y suelen pesar<span class="pagenum"><a id="Page_275">[Pg 275]</a></span> los brazos quando se mueven contra el dictámen
- ó contra la voluntad. Unos y otros se
- deben tratar como enemigos hasta que se declaren:
- porque, si ellos nos vencen, hemos
- de ser nosotros los traydores. Verdad es que
- nos asiste la razon; pero en la guerra es la
- razon enemiga de los negligentes, y ordinariamente
- se quedan con ella los que pueden
- mas. A usurparos vienen quanto habeis adquirido;
- no aspiran á ménos que hacerse
- dueños de vuestra libertad, de vuestras haciendas,
- y de vuestras esperanzas: suyas han de
- llamar nuestras victorias; suya la tierra que
- habeis conquistado con vuestra sangre: suya
- la gloria de vuestras hazañas: y lo peor es, que
- con el mismo pie que intentan pisar nuestra cerviz,
- quieren atropellar el servicio de nuestro Rey,
- y atajar los progresos de nuestra Religion;
- porque se han de perder si nos pierden; y
- siendo suyo el delito, han de quedar en duda
- los culpados. A todo se ocurre con que
- obreis esta noche como acostumbrais; mejor
- sabréis executarlo, que yo discurrirlo: alto á
- las armas y á la costumbre de vencer: Dios
- y el Rey en el corazon, el pundonor á la
- vista, y la razon en las manos, que yo seré
- vuestro compañero en el peligro; y entiendo
- ménos de animar con las palabras, que de persuadir
- con el exemplo.&quot;</p>
- <p><span class="pagenum"><a id="Page_276">[Pg 276]</a></span></p>
- </blockquote>
-<p>Quedaron tan encendidos los ánimos con esta
- oracion de Cortés, que hacian instancia los saldados
- sobre que no se dilatáse la marcha. Todos
- le agradecieron el acierto de la resolucion, y algunos
- le protestaron que, si trataba de ajustarse con
- Narbáez, le habian de negar la obediencia:
- palabras de hombres resueltos, que no le sonaron
- mal, porque hacian al brio mas que al desacato.
- Formó, sin perder tiempo, tres pequeños esquadrones
- de su gente, los quales se habian de ir
- sucediendo en el asalto. Encargó el primero á
- Gonzalo de Sandoval con sesenta hombres, en
- cuyo número fueron comprehendidos los Capitanes
- Jorge y Gonzalo de Alvarado, Alonso Dávila,
- Juan Velazquez de Leon, Juan Nuñez de
- Mercado, y nuestro Bernal Diaz del Castillo.
- Nombró por Cabo del segundo al Maestre de
- Campo Christoval de Olid, con otros sesenta
- hombres, y asistencia de Andres de Tapia, Rodrigo
- Rangel, Juan Xaramillo y Bernardino Vazquez
- de Tapia: y él se quedó con el resto de la
- gente, y con los Capitanes Diego de Ordaz,
- Alonso de Grado, Christoval y Martin de Gamboa,
- Diego Pizarro y Domingo de Alburquerque. La
- órden fué, que Gonzalo de Sandoval con su vanguardia
- procuráse vencer la primera dificultad de
- las gradas, y embarazar el uso de la artillería, dividiéndose
- á estorvar la comunicacion de los dos
- torreones de los lados, y poniendo gran cuidado<span class="pagenum"><a id="Page_277">[Pg 277]</a></span> en el silencio de su gente. Que Christoval de
- Olid subiese inmediatamente con mayor diligencia,
- y embistiese al torreon de Narbáez, apretando el
- ataque á viva fuerza; y él seguiria con los suyos
- para dar calor, y asistir donde llamáse la necesidad,
- rompiendo entónces las caxas y demas
- estruendos militares, para que su misma novedad
- diese al asombro y á la confusion el primer movimiento
- del enemigo.</p>
-<p>Entró luego Fray Bartolomé de Olmedo con su
- exôrtacion espiritual, y asentado el presupuesto
- de que iban á pelear por la causa de Dios, los
- dispuso á que hiciesen de su parte lo que debian
- para merecer su favor. Habia una cruz en el
- camino, que fixaron ellos mismos quando pasaron
- á México; y puesto de rodillas delante de ella
- todo el exército, les dictó un acto de contricion,
- que iban repitiendo con voz afectuosa: mandóles
- decir la confesion general, y bendiciéndolos despues
- con la forma de la absolucion, dexó en sus
- corazones otro espíritu de mejor calidad, aunque
- parecido al primero: porque la quietud de la
- conciencia quita el horror á los peligros, ó mejora
- el desprecio de la muerte.</p>
-<p>Concluida esta piadosa diligencia, formó Hernan
- Cortés sus tres esquadrones: puso en su
- lugar las picas y las bocas de fuego: repitió las
- órdenes á los Cabos: encargó á todos el silencio:
- dió por seña y por invocacion el nombre del<span class="pagenum"><a id="Page_278">[Pg 278]</a></span> Espíritu Santo, en cuya Pascua sucedió esta interpresa:
- y empezó á marchar en la misma ordenanza
- que se habia de acometer, caminando muy
- poco á poco, porque llegáse descansada la gente,
- y por dar tiempo á la noche para que se apoderáse
- mas de su enemigo; de cuya ciega seguridad
- y culpable descuido pensaba servirse para vencerle
- á ménos costa, sin quedarle algun escrúpulo de
- que obraba ménos valerosamente que solia en este
- género de insidias generosas, que llamó la antigüedad
- delitos de Emperadores ó Capitanes Generales;
- siendo los engaños, que no se oponen á
- la buena fé, lícitas permisiones del arte militar, y
- disputable la preferencia entre la industria y el
- valor de los soldados.</p>
-<hr class="chap" />
-<div class="chapter">
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_279">[Pg 279]</a></span></p>
-<h3>CAPITULO X.</h3>
-</div>
-<blockquote>
- <p><i>Llega Hernan Cortés á Zempoala, donde halla
- resistencia: consigue con las armas la victoria:
- prende á Narbáez, cuyo exército se reduce á
- servir debaxo de su mano.</i></p>
- </blockquote>
-<p>Habria marchado el exército de Cortés algo mas
- de media legua, quando volvieron los batidores
- con una centinela de Narbáez, que cayó en sus
- manos, y dieron noticia de que se les habia
- escapado entre la maleza otra que venia poco
- despues: accidente que destruia el presupuesto de
- hallar descuidado al enemigo. Hizose una breve
- consulta entre Capitanes: y vinieron todos en que
- no era posible que aquel soldado (caso que hubiese
- descubierto el exército) se atreviese por entónces
- á seguir el camino derecho, siendo mas verisímil
- que tómase algun rodeo, por no dar en el peligro:
- de que resultó, con aplauso comun, la resolucion
- de alargar el paso para llegar ántes que la espía, ó
- entrar al mismo tiempo en el quartel de los
- enemigos: suponiendo, que si no se lográse la
- ventaja de asaltarlos dormidos, se conseguiria por
- lo ménos la de hallarlos mal despiertos, y en el
- preciso embarazo de la primera turbacion. Así<span class="pagenum"><a id="Page_280">[Pg 280]</a></span> lo discurrieron sin detenerse, y empezaron á
- marchar en mayor diligencia, dexando en un
- ribazo fuera del camino los caballos, el bagage y
- los demas impedimentos. Pero la centinela, que
- debió á su miedo parte de su agilidad, consiguió
- el llegar ántes, y puso en arma el quartel, diciendo
- á voces que venia el enemigo. Acudieron á las
- armas los que se hallaron mas prontos. Llevaronle
- á la presencia de Narbáez; y él, despues de
- hacerle algunas preguntas, despreció el aviso y al
- que le traia, teniendo por impracticable que se
- atreviese Cortés á buscarle con tan poca gente
- dentro de su alojamiento, ni pudiese campear en
- noche tan obscura y tempestuosa.</p>
-<p>Serian poco mas de las doce quando llegó Hernan
- Cortés á Zempoala, y tuvo dicha en que no
- le descubriesen los caballos de Narbáez que, al
- parecer, perdieron el camino con la obscuridad,
- sino se apartaron de él para buscar algun abrigo
- en que defenderse del agua. Pudo entrar en la
- villa, y llegar con su exército á vista del adoratorio,
- sin hallar un cuerpo de guardia, ni una
- centinela en que detenerse. Duraba entónces la
- disputa de Narbáez con el soldado, que se afirmaba
- de haber reconocido, no solamente los batidores,
- sino todo el exército en marcha diligente;
- pero se buscaban todavia pretextos á la seguridad,
- y se perdia en el exâmen de la noticia el tiempo
- que, aun siendo incierta, se debia lograr en la<span class="pagenum"><a id="Page_281">[Pg 281]</a></span> prevencion. La gente andaba inquieta y desvelada
- cruzando por el atrio superior: unos dudosos,
- y otros en la inteligencia de su Capitan; pero
- todos con las armas en las manos; y poco ménos
- que prevenidos.</p>
-<p>Conoció Hernan Cortés que le habian descubierto:
- y hallándose ya en el segundo caso que
- llevaba discurrido, trató de asaltarlos ántes que se
- ordenasen. Hizo la seña de acometer: y Gonzalo
- de Sandoval con su vanguardia empezó á subir
- las gradas, segun el órden que llevaba. Sintieron
- el rumor algunos de los artilleros que estaban de
- guardia: y dando fuego á dos ó tres piezas,
- tocaron arma segunda vez, sin dexar duda en la
- primera. Siguióse al estruendo de la artillería el
- de las caxas y las voces: y acudieron luego á la
- defensa de las gradas los que se hallaron mas
- cerca. Creció brevemente la oposicion: estrechóse
- á las picas y á las espadas el combate: y
- Gonzalo de Sandoval hizo mucho en mantenerse,
- forcejando á un tiempo con el mayor número de
- la gente, y con la diferencia del sitio inferior;
- pero le socorrió entónces Christoval de Olid: y
- Hernan Cortés, dexando formado su reten, se
- arrojó á lo mas ardiente del conflicto, y facilitó el
- avance de unos y otros, obrando con la espada lo
- que infundia con la voz: á cuyo esfuerzo no
- pudieron resistir los enemigos, que tardaron poco
- en dexar libre la última grada, y poco mas en<span class="pagenum"><a id="Page_282">[Pg 282]</a></span> retirarse desordenadamente, desamparando el atrio
- y la artillería. Huyeron muchos á sus alojamientos,
- y otros acudieron á cubrir la puerta del torreon
- principal, donde se volvió á pelear breve rato
- con igual valor de ambas partes.</p>
-<p>Dexóse ver á este tiempo Pámphilo de Narbáez,
- que se detuvo en armarse á persuasion de
- sus amigos; y despues de animar á los que peleaban,
- y hacer quanto pudo para ordenarlos, se adelantó
- con tanto denuedo á lo mas recio del combate,
- que, hallándose cerca Pedro Sanchez Farfan,
- uno de los soldados que asistian á Sandoval, le dió
- un picazo en el rostro, de cuyo golpe le sacó un ojo,
- y derribó en tierra, sin mas aliento que el que hubo
- menester para decir que le habian muerto.
- Corrió esta voz entre sus soldados, y cayó sobre todos
- el espanto y turbacion con varios efectos:
- porque unos le desampararon ignominiosamente;
- otros se detuvieron por falta de movimiento; y
- los que mas se quisieron esforzar á socorrerle, peleaban
- embarazados y confusos del súbito accidente:
- con que se hallaron obligados á retroceder,
- dando lugar á los vencedores para que le retirasen.
- Baxaronle por las gradas poco ménos que arrastrado.
- Envió Cortés á Gonzalo de Sandoval para
- que cuidáse de asegurar su persona, lo qual se
- executó, entregándole al último esquadron: y el
- que poco ántes miraba con tanto descuido aquella
- guerra se halló al volver en sí, no solo con el dolor<span class="pagenum"><a id="Page_283">[Pg 283]</a></span> de su herida, sino en poder de sus enemigos, y
- con dos pares de grillos, que le ponian mas lejos
- su libertad.</p>
-<p>Llegó el caso de cesar la batalla, porque cesó
- la resistencia. Encerraronse todos los de Narbáez
- en sus torreones tan amedrentados que no se atrevian
- á disparar, y solo cuidaban de poner estorvos
- á la entrada. Los de Cortés apellidaron á voces
- la victoria, unos por Cortés, y otros por el Rey,
- y los mas atentos por el Espíritu Santo: gritos
- de alborozo anticipado, que ayudaron entónces
- al terror de los enemigos: y fué circunstancia
- que hizo al caso en aquella coyuntura, que se
- persuadiesen los mas á que traia Cortés un exército
- muy poderoso, el qual, á su parecer, ocupaba
- gran parte de la campaña; porque desde las ventanas
- de su encerramiento descubrian á diferentes
- distancias algunas luces, que, interrumpiendo
- la obscuridad, parecian á sus ojos cuerdas encendipas
- y tropas de arcabuceros: siendo unos gusanos
- que resplandecen de noche, semejantes á nuestras
- lucernas ó noctilúcas, aunque de mayor tamaño
- y resplandor en aquel hemisferio. Aprehension
- que hizo particular batería en el vulgo del
- exército, y que dexó dudosos á los que mas se
- animaban. Tanto engaña el temor á los afligidos,
- y tanto se inclinan los adminículos menores de la
- casualidad á ser parciales de los afortunados.</p>
-<p>Mandó Cortés que cesasen las aclamaciones de<span class="pagenum"><a id="Page_284">[Pg 284]</a></span> la victoria, cuya credulidad intempestiva suele
- dañar en los exércitos, y se debe atajar, porque
- descuida y desordena los soldados. Hizo volver
- la artillería contra los torreones; dispuso que á
- guisa de pregon se publicáse indulto general á
- favor de los que se rindiesen, ofreciendo partidos
- razonables y comunicacion de interéses á los que
- se determinasen á seguir sus banderas, libertad y
- pasage á los que se quisiesen retirar á la Isla de
- Cuba, y á todos salva la ropa y las personas: diligencia
- que fué bien discurrida, porque importó
- mucho que se hiciese notoria esta manifestacion
- de su ánimo, ántes que el dia, cuya primera luz no
- estaba lejos, desengañáse aquella gente de las pocas
- fuerzas que los tenian oprimidos, y les diese
- resolucion para cobrarse de la pusilanimidad mal
- concebida: que algunas veces el miedo suele hacerse
- temeridad, avergonzando al que le tuvo con
- poco fundamento.</p>
-<p>Apénas se acabó de intimar el bando á las tres
- separaciones donde se habia retraido la gente,
- quando empezaron á venir tropas de Oficiales y
- soldados á rendirse. Iban entregando las armas
- como llegaban: y Cortés, sin faltar á la urbanidad
- ni al agasajo, hizo tambien desarmar á sus confidentes,
- porque no se les conociese la inclinacion,
- ó porque diesen exemplo á los demas. Creció
- tanto en breve tiempo el número de los rendidos,
- que fué necesario dividirlos, y asegurarlos con<span class="pagenum"><a id="Page_285">[Pg 285]</a></span> guardia suficiente, hasta que, saliendo el dia, se
- descubriesen las caras y los afectos.</p>
-<p>Cuidó en este intermedio Gonzalo de Sandoval
- de que se curáse la herida de Narbáez: y Hernan
- Cortés, que acudia incansablemente á todas partes,
- y tenia en aquella su principal cuidado, se acercó
- á verle con algun recato, por no afligirle con su
- presencia; pero le descubrió el respeto de sus soldados:
- y Narbáez, volviéndole á mirar con semblante
- de hombre que no acababa de conocer su
- fortuna, le dixo:</p>
-<blockquote>
- <p>&quot;Tened en mucho, señor Capitan,
- la dicha que habeis conseguido en hacerme
- vuestro prisionero.&quot;</p>
- </blockquote>
-<p>A que le respondió
- Cortés;</p>
-<blockquote>
- <p>&quot;De todo, amigo, se deben las gracias
- á Dios; pero sin género de vanidad os puedo
- asegurar que pongo esta victoria y vuestra prision
- entre las cosas menores que se han obrado
- en esta tierra.&quot;</p>
- </blockquote>
-<p>Llegó entónces noticia de que se resistia con
- obstinacion uno de los torreones donde se habian
- hecho fuertes el Capitan Salvatierra y Diego Velazquez
- el mozo, deteniendo con su autoridad y
- persuasiones á los soldados que se hallaban con
- ellos. Volvió Cortés á subir las gradas: hizoles
- intimar que se rindiesen, ó serian tratados con
- todo el rigor de la guerra; y viéndolos resueltos á
- defenderse ó capitular, dispuso, no sin alguna cólera,
- que se disparasen al torreon dos piezas de
- artillería: y poco despues ordenó á los artilleros<span class="pagenum"><a id="Page_286">[Pg 286]</a></span> que levantasen la mira, y diesen la carga en lo alto
- del edificio, mas para espantar que para ofender.
- Así lo executaron; y no fué necesaria mayor diligencia
- para que saliesen muchos á pedir quartel,
- dexando libre la entrada de la torre, que acabó da
- allanar Juan Velazquez de Leon con una esquadra
- de los suyos, prendiendo á los Capitanes Salvatierra
- y Velazquez, enemigos declarados, de quien
- se podia temer que aspirasen á ocupar el vacío de
- Narbáez: con que se declaró enteramente la victoria
- por Cortés. Murieron de su parte solo dos soldados,
- y hubo algunos heridos, de los quales hay quien
- diga que murieron otros dos. En el exército contrario
- quedaron muertos quince soldados, un Alferez
- y un Capitan, y fué mucho mayor el número
- de los heridos. Narbáez y Salvatierra fueron
- llevados á la Vera Cruz con la guardia que
- pareció necesaria. Quedó prisionero de Juan Velazquez
- de Leon Diego Velazquez el mozo: y
- aunque le tenia justamente irritado con el lance
- de Zempoala, cuidó con particular asistencia de
- su cura y regalo. Generosidad, en que medió
- como intercesora la igualdad de la sangre, y como
- superior la nobleza del ánimo. Y todo esto
- quedó executado ántes de amanecer. ¡Notable
- faccion, en que se midieron por instantes los
- aciertos de Cortés, y los desalumbramientos de
- Narbáez!</p>
-<p>Al romper del Alva llegaron los dos mil<span class="pagenum"><a id="Page_287">[Pg 287]</a></span> Chinantécas que se habian prevenido; y aunque
- vinieron despues de la victoria, celebró Cortés el
- socorro, teniéndole por oportuno, para que viesen
- los de Narbáez que no faltaban amigos que le
- asistiesen. Miraban aquellos pobres rendidos con
- vergüenza y confusion el estado en que se hallaban:
- dióles el dia con su ignominia en los ojos:
- vieron llegar este socorro, y conocieron las pocas
- fuerzas con que se habia conseguido la victoria:
- maldecian la confianza de Narbáez: acusaban su
- descuido: y todo cedia en mayor estimacion de
- Cortés, cuya vigilancia y ardimiento ponderaban
- con igual admiracion. Prerogativa es del valor,
- en la guerra particularmente, que no le aborrezcan
- los mismos que le envidian: pueden sentir su fortuna
- los perdidosos; pero nunca desagradan al vencido
- las hazañas del vencedor. Máxîma que se
- verificó en esta ocasion: porque cada uno, sin
- fiarse de los demas, se iba inclinando á mejorar de
- Capitan, y á seguir las banderas de un exército
- donde vencian y mendraban los soldados. Habia
- entre los prisioneros algunos amigos de Cortés,
- muchos aficionados á su valor y muchos á su liberalidad.
- Rompieron los amigos el velo de la
- disimulacion, dieron principio á sus aclamaciones,
- con que se declararon luego los aficionados, siguiendo
- á la mayor parte los demas. Permitióse
- que fuesen llegando á la presencia del nuevo<span class="pagenum"><a id="Page_288">[Pg 288]</a></span> Capitan: arrojáronse muchos á sus pies, si él no los
- detuviera con los brazos: dieron todos el nombre,
- haciendo pretension de ganar antigüedad en las
- listas: no hubo entre tantos uno que se quisiese
- volver á la Isla de Cuba: y logró con esto Hernan
- Cortés el principal fruto de su empresa; porque
- no deseaba tanto vencer, como conquistar aquellos
- Españoles. Fué reconociendo los ánimos, y halló
- en todos bastante sinceridad, pues ordenó luego
- que se les volviesen las armas: accion que resistieron
- algunos de sus Capitanes; pero no faltarian
- motivos á esta seguridad, siendo amigos los que
- mas suponian entre aquella gente, y estando allí
- los Chinantécas, que aseguraban su partido. Conocieron
- ellos el favor que recibian: aplaudieron
- esta confianza con nuevas aclamaciones; y él se
- halló en breves horas con un exército que pasaba
- ya de mil Españoles, presos los enemigos de quien
- se podia rezelar, con una armada de once navios
- y siete bergantines á su disposicion, deshecho el
- último esfuerzo de Velazquez, y con fuerzas proporcionadas
- para volver á la conquista principal:
- debiéndose todo á su gran corazon, suma vigilancia
- y talento militar; y no ménos al valor de
- sus soldados, que abrazaron primero con el ánimo
- una resolucion tan peligrosa; y despues con la espada
- y con el brio le dieron, no solamente la victoria,
- sino el acierto de la misma resolucion; porque<span class="pagenum"><a id="Page_289">[Pg 289]</a></span> al voto de los hombres, que dan ó quitan la
- fama, el conseguir es credito del intentar, y las
- mas veces se debe á los sucesos el quedar con opinion
- de prudentes los consejos aventurados.</p>
-<hr class="chap" />
-<div class="chapter">
-<h3>CAPITULO XI.</h3>
-</div>
-<blockquote>
- <p><i>Pone Cortés en obediencia la cabellería de Narbáez,
- que andaba en la campaña: recibe noticia
- de que habian tomado las armas los Mexicanos
- contra los Españoles que dexó en aquella
- corte: marcha luego con su exército, y entra
- en ella sin oposicion.</i></p>
- </blockquote>
-<p>No se dexó ver aquella noche la cabellería de
- Narbáez, que pudiera embarazar mucho á Cortés,
- si hubiera quedado en la disposicion que pedia
- una plaza de armas en tan corta distancia del enemigo.
- Pero allí se olvidaron todas las reglas de la
- milicia, y dado el yerro de la negligencia en un
- Capitan, ó se hace ménos extraño lo que se dexó
- de advertir, ó pasan por conseqüencias los absurdos.
- Valiéronse de los caballos para escapar los que duraron
- ménos en la ocasion: y á la mañana se tuvo
- noticia de que andaban incorporados con los batidores
- que salieron la noche ántes, formando un
- cuerpo de hasta quarenta caballos que discurrian<span class="pagenum"><a id="Page_290">[Pg 290]</a></span> por la campaña con señas de resistir. Dió poco
- rezelo esta novedad, y Hernan Cortés, ántes de
- pasar á términos de mayor resolucion, nombró al
- Maestre de Campo Christoval de Olid, y al Capitan
- Diego de Ordaz para que fuesen á procurar
- reducirlos con suavidad: como lo executaron y
- consiguieron á la primera insinuacion de que
- serian admitidos en el exército con la misma
- gratitud que sus compañeros, cuyo partido y
- exemplar bastó para que viniesen todos á rendirse
- y tomar servicio con sus armas y caballos. Tratóse
- luego de curar los heridos y alojar la gente,
- á que asistieron alegres y oficiosos el Cacique y
- sus Zempoales, celebrando la victoria, y disponiendo
- el hospedage de sus amigos con un género
- de regocijo interesado, en que, al parecer, respiraban
- de la fatiga y servidumbre antecedente.</p>
-<p>No se descuidó Hernan Cortés en asegurarse de
- la armada, punto esencial en aquella ocurrencia.
- Despachó sin dilacion al Capitan Francisco de
- Lugo para que hiciese poner en tierra, y conducir
- á la Vera Cruz las velas, xarcias y timones de
- todos los baxeles. Ordenó que viniesen á Zempoala
- los pilotos y marineros de Narbáez, y envió
- de los suyos los que parecieron bastantes para la
- seguridad de los buques: por cuyo cabo fué un
- Maestre que se llamaba Pedro Caballero: bastante
- ocupacion para que le honráse Bernal Diaz con
- título de Almirante de la mar.</p>
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_291">[Pg 291]</a></span></p>
-<p>Dispuso que se volviesen á su provincia los
- Chinantécas, agradeciendo el socorro como si
- hubiera servido: y despues se dieron algunos dias
- al descanso de la gente, en los quales vinieron los
- pueblos vecinos y Caciques del contorno á congratularse
- con los Españoles buenos ó Teules
- mansos, que así llamaban á los de Cortés. Volvieron
- á revalidar su obediencia y á ofrecer su
- amistad: acompañando esta demostracion con
- varios presentes y regalos, de que no poco se
- admiraban los de Narbáez: empezando á experimentar
- las mejoras del nuevo partido en el agasajo
- y seguridad de aquella gente, que vieron poco
- ántes escarmentada y desabrida.</p>
-<p>En todo este fervor de sucesos favorables traia
- Hernan Cortés á México en el corazon: no se
- apartaba un instante su memoria del riesgo en que
- dexó á Pedro de Alvarado y sus Españoles, cuya
- defensa consistia únicamente en aquello poco que
- se podia fiar de la palabra que le dió Motezuma
- de no hacer novedad en su ausencia: vínculo desacreditado
- en la soberana voluntad de los Reyes;
- porque algunos estadistas le procuran desatar con
- varias soluciones, defendiendo que no les obliga
- su observancia como á los particulares: en cuyo
- dictámen pudo hallar entónces Hernan Cortés
- bastante razon de temer, sin aprobar con su
- rezelo esta política irreverente, por ser lo mismo
- hallar falencia en las palabras de los Reyes, que<span class="pagenum"><a id="Page_292">[Pg 292]</a></span> apartar de los Príncipes la obligacion de Caballeros.</p>
-<p>Hecho el ánimo á volverse luego, y no atreviéndose
- á llevar consigo tanta gente, por no desconfiar
- á Motezuma ó remover los humores de su
- corte, resolvió dividir el exército, y emplear
- alguna parte de él en otras conquistas. Nombró
- á Juan Velazquez de Leon para que fuese con
- doscientos hombres á pacificar la provincia de
- Panúco, y á Diego de Ordaz para que se apartáse
- con otros doscientos á poblar la de Guazacoalco:
- reservando para sí poco mas de seiscientos Españoles,
- número que le pareció proporcionado para
- entrar en la corte con apariencias de modesto, sin
- olvidar las señas de vencedor.</p>
-<p>Pero al mismo tiempo que se daba execucion á
- este designio, se ofreció novedad, que le obligó á
- tomar otra senda en sus disposiciones. Llegó
- carta de Pedro de Alvarado en que le avisaba:</p>
-<blockquote>
- <p>&quot;que habian tomado las armas contra él los
- Mexicanos; y á pesar de Motezuma, que perseveraba
- todavia en su alojamiento, le combatian
- con freqüentes asaltos, y tanto número de
- gente, que se perderian sin remedio él y todos
- los suyos, si no fuesen socorridos con brevedad.&quot;</p>
- </blockquote>
-<p>Vino con esta noticia un soldado Español, y en
- su escolta un Embaxador de Motezuma, cuya representacion
- fué</p>
-<blockquote>
- <p>&quot;darle á entender que no habia
- sido en su mano el reprimir á sus vasallos:<span class="pagenum"><a id="Page_293">[Pg 293]</a></span> ponerle delante lo que padecia su autoridad con
- los amotinados: asegurarle que no se apartaria
- de Pedro de Alvarado y sus Españoles: y últimamente
- llamarle á su corte para el remedio:&quot;</p>
- </blockquote>
-<p>fuese de la misma sedicion, ó fuese del peligro en
- que se hallaban aquellos Españoles, que uno y
- otro arguye confianza y sinceridad.</p>
-<p>No fué necesario poner en consulta la resolucion
- que se debia tomar en este caso, porque se adelantó
- el voto comun de los Capitanes, y soldados
- á mirar como empeño inexcusable la jornada:
- pasando algunos á tener por oportuno y de buen
- presagio un accidente que les servia de pretexto
- para excusar la desunion de sus fuerzas, y volver
- con todo el grueso á la corte; de cuya reduccion
- debian tomar su principio las demas conquistas.
- Nombró luego Hernan Cortés por Gobernador de
- la Vera Cruz, como Teniente de Gonzalo de
- Sandoval, á Rodrigo Rangel, persona de cuya
- inteligencia y cuidado pudo fiar la seguridad de
- los prisioneros y la conservacion de los aliados.
- Hizo que pasáse muestra su exército; y dexando
- en aquella plaza la guarnicion que pareció necesaria,
- y bastante seguridad en los baxeles, halló
- que constaba de mil infantes y cien caballos.
- Dividióse la marcha en diferentes veredas, por no
- incomodar los pueblos, ó por facilitar la provision
- de los víveres: señalóse por plaza de armas un
- parage conocido cerca de Tlascála, donde pareció<span class="pagenum"><a id="Page_294">[Pg 294]</a></span> que debian entrar unidos y ordenados: y aunque
- fueron delante algunos comisarios á tener bastecidos
- los tránsitos, no bastó su diligencia para que
- dexasen de padecer los que iban fuera del camino
- principal algunos ratos de hambre y sed intolerable.
- Fatiga que sufrieron los de Narbáez sin descaecer
- ni murmurar; siendo aquellos mismos que
- poco ántes rindieron el sufrimiento á menor inclemencia.
- Pudose atribuir esta novedad al exemplo
- de los veteranos, ó á las esperanzas que llevaban
- en el corazon: dexando alguna parte á la diferencia
- del Capitan, cuya opinion suele tener sus
- influencias ocultas en la paciencia de los soldados.</p>
-<p>Antes de partir, respondió Hernan Cortés por
- escrito á Pedro de Alvarado, y por su Embaxador
- á Motezuma, dándoles cuenta de su victoria, de su
- vuelta y del aumento de su exército: al uno, para
- que se alentase con esperanza de mayor socorro: y
- al otro, para que no extrañáse verle con tantas
- fuerzas, quando los tumultos de su corte le obligaban
- á no dividirlas. Procuró medir el tiempo
- con la necesidad: alargó las marchas quanto pudo:
- estrechó las horas al descanso, hallándole su
- actividad en su mismo trabajo. Hizo alguna
- mansion en la plaza de armas para recoger la gente
- que venia extraviada: y últimamente llegó á Tlascála
- en diez y siete de Junio con todo el exército
- puesto en órden, cuya entrada fué lucida y festejada.
- Magiscatzín hospedó á Cortés en su casa:<span class="pagenum"><a id="Page_295">[Pg 295]</a></span> los demas hallaron comodidad, obsequio y regalo
- en su alojamiento. Andaba en los Tlascaltécas
- mal encubierto el odio de los Mexicanos con el
- amor de los Españoles: referian su conspiracion,
- y el aprieto en que se hallaba Pedro de Alvarado,
- con circunstancias de mas afectacion que certidumbre:
- ponderaban el atrevimiento y la poca fé
- de aquella nacion, provocando los ánimos á la
- venganza, y mezclando con poco artificio el avisar
- y el influir. Culpas encarecidas con zelo
- sospechoso, y verdades en boca del enemigo, que
- se introducen como informes para declinar en
- acusaciones.</p>
-<p>Resolvió el Senado hacer un esfuerzo grande, y
- convocar todas sus milicias para que asistiesen á
- Cortés en esta ocasion, no sin alguna razon de estado,
- mejor entendida que recatada: porque deseaban
- arrimar su interés á la causa del amigo, y servirse
- de sus fuerzas para destruir de una vez la nacion
- dominante que tanto aborrecian. Conocióse
- fácilmente su intencion; y Hernan Cortés con
- señas de agradecido y lisonjeado reprimió el orgullo
- con que se disponian á seguirle, contraponiendo
- á las instancias del Senado algunas razones
- aparentes, que en la substancia venian á ser pretextos
- contra pretextos. Pero admitió hasta dos
- mil hombres de buena calidad, con sus Capitanes
- ó Cabos de quadrillas, los quales siguieron su marcha,<span class="pagenum"><a id="Page_296">[Pg 296]</a></span> y fueron de servicio en las ocasiones siguientes.
- Llevó esta gente por dar mayor seguridad á
- su empresa, ó mantener la confianza de los Tlascaltécas,
- acreditados ya de valientes contra los
- Mexicanos: y no llevó mayor número por no
- escandalizar á Motezuma, ó poner en desesperacion
- á los rebeldes. Era su intento entrar en México
- de paz, y ver si podia reducir aquel pueblo
- con los remedios moderados, sin acordarse por entónces
- de su irritacion, ni discurrir en el castigo
- de los culpados; si ya no queria que fuese primero
- la quietud: por ser dos cosas que se consiguen
- mal á un mismo tiempo, el sosiego de la sedicion,
- y el escarmiento de los sediciosos.</p>
-<p>Llegó á México dia de San Juan, sin haber hallado
- en el camino mas embarazo que la variedad
- y discordancia de las noticias. Pasó el exército
- la laguna sin oposicion, aunque no faltaron señales
- que hiciesen novedad en el cuidado. Hallaronse
- deshechos y abrasados los dos bergantines de fábrica
- Española; desiertos los arrabales y el barrio
- de la entrada: rotos los puentes que servian á
- la comunicacion de las calles: y todo en un silencio
- que parecia cauteloso. Indicios que obligaron
- á caminar poco á poco, suspendiendo los avances,
- y ocupando la infantería lo que dexaban reconocido
- los caballos. Duró este rezelo hasta que,
- descubriendo el socorro los Españoles que asistian<span class="pagenum"><a id="Page_297">[Pg 297]</a></span> á Motezuma, levantaron el grito y aseguraron la
- marcha. Baxó con ellos Pedro de Alvarado á
- la puerta del alojamiento, y se celebró la comun
- felicidad con igual recocijo. Victoreabanse unos
- á otros en vez de saludarse: todos se interrumpian:
- dixeron mucho los brazos y las medias razones:
- eloqüencias del contento, en que significan
- mas las voces que las palabras.</p>
-<p>Salió Motezuma con algunos de sus criados hasta
- el primer patio, donde recibió á Cortés, tan copiosa
- de afectos su alegría, que tocó en exceso, y
- se llevó tras sí la majestad. Es cierto, y nadie lo
- niega, que deseaba su venida, porque ya necesitaba
- de sus fuerzas y consejo para reprimir á los suyos,
- ó por la misma privacion en que se hallaba de
- aquel género de libertad que le permitia Cortés,
- dexándole salir á sus divertimientos: licencia de
- que no quiso usar en todo el tiempo de su ausencia:
- siendo cierto que ya consistia su prision en la
- fuerza de su palabra, cuyo desempeño le obligó á
- no desviarse de los Españoles en aquella turbacion
- de su república.</p>
-<p>Bernal Diaz del Castillo dice que correspondió
- Hernan Cortés con desabrimiento á esta demostracion
- de Motezuma: que le torció el rostro, y se
- retiró á su quarto sin visitarle ni dexarse visitar:
- que dixo contra él algunas palabras descompuestas
- delante de sus mismos criados: y añade como de
- propio dictámen:</p>
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_298">[Pg 298]</a></span></p>
-<blockquote>
- <p>&quot;Que por tener consigo tantos
- Españoles, hablaba tan ayrado y descomedido.&quot;</p>
- </blockquote>
-<p>Terminos son de su Historia. Y Antonio de Herrera
- le desautoriza mas en la suya: porque se vale
- de su misma confesion para comprobar su desacierto
- con estas palabras:</p>
-<blockquote>
- <p>&quot;Muchos han dicho
- haber oido decir á Hernando Cortés que, si en
- llegando visitára á Motezuma, sus cosas pasaran
- bien; y que lo dexó, estimándole en poco por
- hallarse tan poderoso.&quot;</p>
- </blockquote>
-<p>Y trae á este propósito
- un lugar de Cornelio Tácito, cuya substancia es,
- que los sucesos prósperos hacen insolentes á los
- grandes Capitanes. No lo dice así Francisco Lopez
- de Gómara, ni el mismo Hernan Cortés en la
- segunda relacion de su jornada, que pudiera tocarlo
- para dar los motivos que le obligaron á semejante
- aspereza, tuviese razon, ó fuese disculpa.
- Quede al arbitrio de la sinceridad el credito que
- se debe á los Autores, y seanos lícito dudar en
- Cortés una sinrazon tan fuera de propósito. Los
- mismos Herrera y Castillo asientan que Motezuma
- resistió esta sedicion de sus vasallos: que los
- detuvo y reprimió siempre: que intentaron asaltar
- el quartel: y que, si no fuera por la sombra de
- su autoridad, hubieran perecido infaliblemente
- Pedro de Alvarado y los suyos. Nadie niega que
- Cortés lo llevó entendido así; ni el hallarle cumpliendo
- su palabra le dexaba razon de dudar:
- siendo fuera de toda proporcion que aquel Príncipe
- moviese las armas que detenia, y se dexáse<span class="pagenum"><a id="Page_299">[Pg 299]</a></span> estar cerca de los que intentaba destruir. Accion
- parece indigna de Cortés el despreciarle, quando
- podia llegar el caso de haberle menester, y no era
- de su genio la destemplanza que se le atribuye como
- efecto de la prosperidad. Puedese creer, ó
- sospechar á lo ménos, que Antonio de Herrera
- entró con poco fundamento en esta noticia, reincidiendo
- en los manuscritos de Bernal Diaz, apasionado
- intérprete de Cortés: y pudo ser que se
- inclináse á seguir su opinion por lograr la sentencia
- de Tácito. Ambicion peligrosa en los historiadores:
- porque suele torcerse ó ladearse la narracion
- para que vengan á propósito las márgenes
- y no es de todos entenderse á un tiempo con la
- verdad y con la erudicion.</p>
-<hr class="chap" />
-<div class="chapter">
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_300">[Pg 300]</a></span></p>
-<h3>CAPITULO XII.</h3>
-</div>
-<blockquote>
- <p><i>Dáse noticia de los motivos que tuvieron los Mexicanos
- para tomar las armas. Sale Diego de
- Ordaz con algunas compañías á reconocer la
- ciudad: da en una zelada que tenian prevenida;
- y Hernan Cortés resuelve la guerra.</i></p>
- </blockquote>
-<p>Dos ó tres dias ántes que llegáse á México el
- exército de Cortés se retiraron los rebeldes á la
- otra parte de la ciudad; cesando en sus hostilidades
- cavilosamente, segun lo que se pudo inferir
- del suceso. Hallábanse asegurados en el exceso de
- sus fuerzas, y orgullosos de haber muerto en los
- combates pasados tres ó quatro Españoles: caso
- extraordinario, en que adquirieron, á costa de mucha
- gente, nueva osadía ó mayor insolencia. Supieron
- que venia Cortés, y no pudieron ignorar lo
- que habia crecido su exército; pero estuvieron tan
- lejos de temerle, que hicieron aquel ademan de
- retirarse para dexarle franca la entrada, y acabar
- con todos los Españoles despues de tenerlos juntos
- en la ciudad. No se llegó á penetrar entónces
- este designio, aunque se tuvo por ardid la retirada:
- y pocas veces se engaña quien discurre con
- malicia en las acciones del enemigo.</p>
-<p>Alojóse todo el exército en el recinto del mismo<span class="pagenum"><a id="Page_301">[Pg 301]</a></span> quartel, donde cupieron Españoles y Tlascaltécas
- con bastante comodidad: distribuyeronse las
- guardias y las centinelas, segun el rezelo á que
- obligaba una guerra que habia cesado sin ocasion;
- y Hernan Cortés se apartó con Pedro de Alvarado
- para inquirir el orígen de aquella sedicion, y pasar
- á los remedios con noticia de la causa. Hallamos
- en este punto la misma variedad en que otras veces
- ha tropezado el curso de la pluma. Dicen
- unos que las inteligencias de Narbáez consiguieron
- esta conjuracion del pueblo Mexicano; y
- otros que dispuso el motin, y le fomentó Motezuma
- con ansia de su libertad: en que no es
- necesario detenernos, pues se ha visto ya el poco
- fundamento con que se atribuyeron á Narbáez
- estas negociaciones ocultas; y queda bastantemente
- defendido Motezuma de semejante inconseqüencia.
- Dieron algunos el principio de la
- conspiracion á la fidelidad de los Mexicanos, refiriendo
- que tomaron las armas para sacar de opresion
- á su Rey: dictámen que se acerca mas á la
- razon que á la verdad. Otros atribuyeron este
- rompimiento al gremio de los sacerdotes, y no sin
- alguna probabilidad: porque anduvieron mezclados
- en el tumulto, publicando á voces las amenazas
- de sus Dioses, y enfureciendo á los demas con
- aquel mismo furor que los disponia para recibir
- sus respuestas. Repetian ellos lo que hablaba el
- demonio en sus ídolos; y aunque no fué suyo el<span class="pagenum"><a id="Page_302">[Pg 302]</a></span> primer movimiento, tuvieron eficacia y actividad
- para irritar los ánimos, y mantener la sedicion.</p>
-<p>Los Escritores forasteros se apartan mas de lo
- verisímil, poniendo el orígen y los motivos de aquella
- turbacion entre las atrocidades con que procuran
- desacreditar á los Españoles en la conquista
- de las Indias: y lo peor es que apoyan su malignidad
- citando al Padre Fray Bartolomé de las
- Casas ó Casaus, que fué despues Obispo de Chiapa,
- cuyas palabras copian y traducen, dándonos
- con el argumento de Autor nuestro y testigo calificado.
- Lo que dexó escrito y anda en sus obras
- es, que los Mexicanos dispusieron un bayle público,
- de aquellos que llamaban mitotes, para divertir
- ó festejar á Motezuma: y que Pedro de Alvarado,
- viendo las joyas de que iban adornados, convocó
- su gente, y embistió con ellos, haciéndolos pedazos
- para quitarselas: en cuyo miserable despojo,
- dice, que fueron pasados á cuchillo mas de dos
- mil hombres de la Nobleza Mexicana; con que
- dexa la conspiracion en términos de justa venganza.
- Notable despropósito de accion, en que hace
- falta lo congruente y lo posible. Solicitaba entónces
- este Prelado el alivio de los Indios, y encareciendo
- lo que padecian, cuidó ménos de la verdad
- que de la ponderacion. Los mas de nuestros
- Escritores le convencen de mal informado en esta
- y otras enormidades que dexó escritas contra los
- Españoles. Dicha es hallarle impugnado, para<span class="pagenum"><a id="Page_303">[Pg 303]</a></span> entendernos mejor con el respeto que se debe á su
- dignidad.</p>
-<p>Pero lo cierto fué, que Pedro de Alvarado, poco
- despues que se apartó de México Hernan Cortés,
- reconoció en los nobles de aquella corte ménos atencion
- ó ménos agrado; cuya novedad le obligó
- á vivir cuidadoso, y velar sobre sus acciones. Valióse
- de algunos confidentes, que observasen lo que
- pasaba en la ciudad: supo que andaba la gente
- inquieta y misteriosa, y que se hacian juntas en
- casas particulares, con un género de recato mal seguro,
- que ocultaba el intento, y descubria la intencion.
- Dió calor á sus inteligencias, y consiguió
- con ellas la noticia evidente de una conjuracion
- que se iba forjando contra los Españoles;
- porque ganó algunos de los mismos conjurados que
- venian con los avisos, afeando la traycion, sin olvidar
- el interés. Ibase acercando una fiesta muy
- solemne de sus ídolos, que celebraban con aquellos
- bayles públicos, mezcla de nobleza y plebe, y conmocion
- de toda la ciudad. Eligieron este dia para
- su faccion, suponiendo que se podrian juntar
- descubiertamente sin que hiciese novedad. Era su
- intento dar principio al bayle para convocar el
- pueblo, y llevarsele tras sí con la diligencia de
- apellidar la libertad de su Rey y la defensa de sus
- Dioses: reservando para entónces el publicar la
- conjuracion, por no aventurar el secreto, fiándose
- anticipadamente de la muchedumbre: y á la verdad<span class="pagenum"><a id="Page_304">[Pg 304]</a></span> no tenian mal discurrido: que pocas veces
- falta el ingenio á la maldad.</p>
-<p>Vinieron la mañana precedente al dia señalado
- algunos de los promovedores del motin á verse
- con Pedro de Alvarado, y le pidieron licencia para
- celebrar su festividad: rendimiento afectado con
- que procuraron deslumbrarle; y él, mal asegurado
- todavia en su rezelo, se la concedió con calidad
- que no llevasen armas, ni se hiciesen sacrificios
- de sangre humana; pero aquella misma noche supo
- que andaban muy solícitos escondiendo las armas
- en el barrio mas vecino al templo: noticia
- que no le dexó que dudar, y le dió motivo para
- discurrir en una temeridad, que tuvo sus apariencias
- de remedio; y lo pudiera ser, si se aplicára
- con la debida moderacion. Resolvió asaltarlos en
- el principio de su fiesta, sin dexarles lugar para
- que tomasen las armas, ni levantasen el pueblo:
- y así lo puso en execucion, saliendo á la hora
- señalada con cincuenta de los suyos, y dando á entender
- que le llevaba la curiosidad ó el divertimiento.
- Hallólos entregados á la embriaguez, y
- envueltos en el regocijo cauteloso, de que se iba
- formando la traycion. Embistió con ellos, y los
- atropelló con poca ó ninguna resistencia, hiriendo
- y matando algunos que no pudieron huir, ó tardaron
- mas en arrojarse por las cercas y ventanas
- del adoratorio. Su intento fué castigarlos y desunirlos,
- lo qual se consiguió sin dificultad, pero<span class="pagenum"><a id="Page_305">[Pg 305]</a></span> no sin desórden, porque los Españoles despojaron
- de sus joyas á los heridos y á los muertos. Licencia
- mal reprimida entónces, y siempre dificultosa
- de reprimir en los soldados, quando se hallan con
- la espada en la mano, y el oro á la vista.</p>
-<p>Dispuso esta faccion Pedro de Alvarado con
- mas ardor que providencia. Retiróse con desahogos
- de vencedor, sin dar á entender al concurso
- popular los motivos de su enojo. Debiera publicar
- entónces la traycion que prevenian contra él
- aquellos nobles: manifestar las armas que tenian
- escondidas; ó hacer algo de su parte para ganar
- contra ellos el voto de la plebe, fácil siempre de
- mover contra la nobleza; pero volvió satisfecho de
- que habia sido justo el castigo, y conveniente la
- resolucion; ó no conoció lo que importan al acierto
- los adornos de la razon. Y aquel pueblo, que
- ignoraba la provocacion, y vió el estrago de los
- suyos y el despojo de las joyas, atribuyó á la codicia
- todo el hecho, y quedó tan irritado, que tomó
- luego las armas, y dió cuerpo formidable á la sedicion,
- hallándose dentro del tumulto con poca ó
- ninguna diligencia de los primeros conjurados.</p>
-<p>Reprehendió Hernan Cortés á Pedro de Alvarado
- por el arrojamiento y falta de consideracion con
- que aventuró la mayor parte de sus fuerzas en dia
- de tanta comocion, dexando el quartel y su primer
- cuidado al arbitrio de los accidentes que podian
- sobrevenir. Sintió que recatáse á Motezuma<span class="pagenum"><a id="Page_306">[Pg 306]</a></span> los primeros lances de aquella inquietud, porque
- no se fió de él, hasta que le vió á su lado en la
- ocasion: y debiera comunicarle sus rezelos, quando
- no para valerse de su autoridad, para sondar su
- ánimo, y saber si le dexaba seguro con tan poca
- guarnicion: lo qual fué lo mismo que volver las
- espaldas al enemigo, de quien mas se debia rezelar:
- culpó la inadvertencia de no justificar á voces
- con el pueblo y con los mismos delinqüentes una
- resolucion de tan violenta exterioridad. De que
- se conoce que no hubo en el hecho, ni en sus motivos
- ó circunstancias, la maldad que le imputaron;
- porque no se contentára Hernan Cortés con reprehender
- solamente un delito de semejante atrocidad,
- ni perdiera la ocasion de castigarle, ó prenderle
- por lo ménos, para introducir la paz con este
- género de satisfaccion. Antes hallamos que le
- propuso el mismo Alvarado su prision como uno
- de los medios que podrian facilitar la reduccion de
- aquella gente; y no vino en ello, porque le pareció
- camino mas real servirse de la razon que tuvo el
- mismo Alvarado contra los primeros amotinados,
- para desengañar el pueblo, y enflaquecer la faccion
- de los nobles.</p>
-<p>No se dexaron ver aquella tarde los rebeldes, ni
- despues hubo accidente que turbáse la quietud de
- la noche. Llegó la mañana, y viendo Hernan
- Cortés que duraba el silencio del enemigo con
- señas de cavilacion, porque no parecia un hombre<span class="pagenum"><a id="Page_307">[Pg 307]</a></span> por las calles, ni en todo lo que se alcanzaba con
- la vista, dispuso que saliese Diego de Ordaz á reconocer
- la ciudad, y apurar el fondo á este misterio.
- Llevó quatrocientos hombres Españoles y
- Tlascaltécas: marchó con buena órden por la calle
- principal, y á poca distancia descubrió una tropa
- de gente armada, que le arrojaron, al parecer, los
- enemigos para cebarle: y avanzando entónces, con
- ánimo de hacer algunos prisioneros para tomar
- lengua, descubrió un exército de innumerable
- muchedumbre que le buscaba por la frente, y otro
- á las espaldas, que tenian oculto en las calles de
- los lados, cerrando el paso á la retirada. Embisterionle
- unos y otros con igual ferocidad, al mismo
- tiempo que se dexó ver en las ventanas y azuteas
- de las casas tercer exército de gente popular
- que cerraba tambien el camino de la respiracion,
- llenando el ayre de piedras y armas arrojadizas.</p>
-<p>Pero Diego de Ordaz, que necesitó de su valor
- y experiencia para juntar en este conflicto el desahogo
- con la celeridad, formó y dividió su esquadron
- segun el terreno, dando segunda frente á la
- retaguardia: picas y espadas contra las dos avenidas;
- y bocas de fuego contra las ofensas de arriba.
- No le fué posible avisar á Cortés del aprieto en
- que se hallaba; ni él, sin esta noticia, tuvo por
- necesario el socorrerle, quando le suponia con
- bastantes fuerzas para executar la órden que llevaba.
- Pero duró poco el calor de la batalla; porque<span class="pagenum"><a id="Page_308">[Pg 308]</a></span> los Indios embistieron tumultuariamente, y
- anegados en su mismo número, se impedian el
- uso de las armas: perdiendo tantos la vida en el
- primer acometimiento que se reduxeron los demas
- á distancia que ni podian ofender, ni ser ofendidos.
- Las bocas de fuego despejaron brevemente
- los terrados. Y Diego de Ordaz, que venia solo
- á reconocer, y no debia pasar á mayor empeño,
- viendo que los enemigos le sitiaban á lo largo, reducidos
- á pelear con las voces y las amenazas, se
- resolvió á retirarse abriendo el camino con la espada:
- y dada la órden, se movió en la misma formacion
- que se hallaba, cerrando á viva fuerza con los
- que ocupaban el paso del quartel, y peleando al
- mismo tiempo con los que se le acercaban, por la
- parte contrapuesta, ó se descubrian en lo alto de
- las casas. Consiguióse con dificultad la retirada,
- y no dexó de costar alguna sangre, porque volvieron
- heridos Diego de Ordaz y los mas de los suyos,
- quedando muertos ocho soldados que no se pudieron
- retirar. Serian acaso Tlascaltécas; porque
- solo se hace memoria de un Español, que obró señaladamente
- aquel dia, y murió cumpliendo con
- su obligacion. Bernal Diaz refiere sus hazañas, y
- dice que se llamaba Lezcano. Los demas no hablan
- en él. Quedó sin el nombre cabal que merecia;
- pero no quede sin la recomendacion de que
- se puede honrar su apellido. Conoció Hernan
- Cortés en este suceso que ya no era tiempo de intentar<span class="pagenum"><a id="Page_309">[Pg 309]</a></span> proposiciones de paz, que, disminuyendo la
- reputacion de sus fuerzas, aumentasen la insolencia
- de los sediciosos. Determinó hacersela desear
- ántes de proponersela, y salir á la ciudad con la
- mayor parte de su exército, para llamarlos con el
- rigor á la quietud. No se hallaba persona entónces
- por cuyo medio se pudiese introducir el tratado.
- Motezuma desconfiaba de su autoridad, ó
- temia la inobediencia de sus vasallos. Entre los
- rebeldes no habia quien mandáse, ni quien obedeciese,
- ó mandaban todos, y nadie obedecia: vulgo
- entónces sin distincion ni gobierno, que se componia
- de nobles y plebeyos. Deseaba Cortés con
- todo el ánimo seguir el camino de la moderacion,
- y no desconfió de volverle á cobrar; pero tuvo
- por necesario hacerse atender ántes de ponerse á
- persuadir: en que obró como diestro Capitan;
- porque nunca es seguro fiarse de la razon desarmada
- para detener los ímpetus de un pueblo sedicioso:
- ella encogida ó balbuciente quando no lleva
- seguras las espaldas: y él un monstruo inexôrable
- que, aun teniendo cabeza, le faltan los oidos.</p>
-<hr class="chap" />
-<div class="chapter">
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_310">[Pg 310]</a></span></p>
-<h3>CAPITULO XIII</h3>
-</div>
-<blockquote>
- <p><i>Intentan los Mexicanos asaltar el quartel, y
- son rechazados: hace dos salidas contra ellos
- Hernan Cortés; y aunque ambas veces fueron
- vencidos y desbaratados, queda con alguna
- desconfianza de reducirlos.</i></p>
- </blockquote>
-<p>Persiguieron los Mexicanos á Diego de Ordaz,
- tratando como fuga su retirada, y siguiendo con
- ímpetu desordenado el alcance, hasta que los detuvo,
- á su despecho, la artillería del quartel, cuyo
- estrago los obligó á retroceder lo que tuvieron por
- necesario para desviarse del peligro; pero hicieron
- alto á la vista, y se conoció del silencio y diligencia
- con que se andaban convocando y disponiendo,
- que trataban de pasar á nuevo designio.</p>
-<p>Era su intento asaltar á viva fuerza el quartel
- por todas partes; y á breve rato se vieron cubiertas
- de gente las calles del contorno. Hicieron poco
- despues la seña de acometer atabales y bocinas:
- avanzaron todos á un tiempo con igual precipitacion.
- Traian de vanguardia tropas de Flecheros,
- para que barriendo la muralla, pudiesen acercarse
- los demas. Fueron tan cerradas y tan repetidas
- las cargas que despidieron, haciendo lugar á los<span class="pagenum"><a id="Page_311">[Pg 311]</a></span> que iban señalados para el asalto, que se hallaron
- los defensores en confusion, acudiendo con
- dificultad á los dos tiempos de reparar y ofender.
- Vióse casi anegado en flechas el quartel: y
- no parezca locucion sobradamente animosa; pues
- se llegó á señalar gente que las apartáse, porque
- ofendian segunda vez cerrando el paso á la defensa.
- Las piezas de artillería, y demas bocas
- de fuego hacian horrible destrozo en los enemigos;
- pero venian tan resueltos á morir ó vencer, que se
- adelantaban de tropel á ocupar el vacío de los que
- iban cayendo, y se volvian á cerrar animosamente,
- pisando los muertos, y atropellando los heridos.</p>
-<p>Llegaron muchos á ponerse debaxo del cañon,
- y á intentar el asalto con increible determinacion:
- valianse de sus instrumentos de pedernal para romper
- las puertas, y picar las paredes: unos trepaban
- sobre sus compañeros para suplir el alcance de
- sus armas: otros hacian escalas de sus mismas picas
- para ganar las ventanas ó terrados; y todos se
- arrojaban al hierro y al fuego como fieras irritadas.
- Notable repeticion de temeridades, que pudieran
- celebrarse como hazañas, si obrara en ellos el valor
- algo de lo que obraba la ferocidad.</p>
-<p>Pero últimamente fueron rechazados, y se retiraron,
- para cubrirse, á las travesías de las calles,
- donde se mantuvieron hasta que los dividió la
- noche, mas por la costumbre que tenian de no pelear<span class="pagenum"><a id="Page_312">[Pg 312]</a></span> en ausencia del sol, que porque diesen esperanzas
- de haberse decidido la qüestion. Antes se
- atrevieron poco despues á turbar el sosiego de los
- Españoles, poniendo por diferentes partes fuego al
- quartel: ó ya lo consiguiesen arrimándose á las
- puertas y ventanas con el amparo de la obscuridad;
- ó ya le arrojasen á mayor distancia con
- las flechas de fuego artificial: que pareció mas verisímil,
- porque la llama creció subitamente á tomar
- posesion del edificio con tanto vigor, que fué
- necesario atajarla derribando algunas paredes, y
- trabajar despues en cerrar y poner en defensa los
- portillos que se hicieron para impedir la comunicacion
- del incendio: fatiga que duró la mayor parte
- de la noche.</p>
-<p>Pero apénas se declaró la primera luz de la mañana,
- quando se dexaron ver los enemigos, escarmentados,
- al parecer, de acercarse á la muralla,
- porque solo provocaban á los Españoles para que
- saliesen de sus reparos: llamabanlos á la batalla
- con grandes injurias: tratabanlos de cobardes porque
- se defendian encerrados: y Hernan Cortés,
- que habia resuelto salir contra ellos aquel dia, tuvo
- por oportuna esta provocacion para encender
- los suyos. Dispusolos con una breve oracion al
- desagravio de su ofensa, y formó, sin mas dilacion,
- tres esquadrones del grueso que pareció conveniente,
- dando á cada uno mas Españoles que Tlascaltécas:<span class="pagenum"><a id="Page_313">[Pg 313]</a></span> los dos para que fuesen desembarazando
- las calles vecinas ó colaterales; y el tercero, donde
- iba su persona y la fuerza principal de su exército,
- para que acometiese por la calle de Tacuba,
- donde habia cargado el mayor grueso del enemigo.
- Dispuso las hileras, y distribuyó las armas
- segun la necesidad que habia de pelear por la
- frente y por los lados, acomodándose á lo que observó
- Diego de Ordaz en su retirada, y teniendo
- por digno de su imitacion lo que poco ántes mereció
- su alabanza: en que mostró la ingenuidad
- de su ánimo, y que no ignoraba quanto aventuran
- los superiores que se dedignan de caminar por las
- huellas de los que fueron delante, quando hay tan
- poca distancia entre el errar, y él diferenciarse de
- los que acertaron.</p>
-<p>Embistieron todos á un tiempo y los enemigos
- dieron y recibieron las primeras cargas sin perder
- tierra ni conocer el peligro, esperando unas veces,
- y otras acometiendo, hasta llegar á lo estrecho de
- las armas y los brazos. Esgrimian los chuzos y
- los montantes con desesperada intrepidez. Entrabanse
- por las picas y las espadas para lograr el
- golpe á precio de la vida. Las bocas de fuego,
- que iban señaladas al opósito de las azuteas y ventanas,
- no podian atajar la lluvia de las piedras,
- porque las arrojaban sin descubrirse, y fué necesario
- poner fuego en algunas casas para que cesáse
- aquella prolixa hostilidad.</p>
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_314">[Pg 314]</a></span></p>
-<p>Cedieron finalmente al esfuerzo de los Españoles;
- pero iban rompiendo los puentes de las calles, y hacian
- rostro de la otra parte, obligándolos á que cegasen,
- peleando, las acequias, para seguir el alcance.
- Los que partieron á desembarazar las calles de los
- lados cargaron la multitud que las ocupaba con
- tanta resolucion, que se consiguió por su medio el
- asegurar la retaguardia, y el llevar siempre al enemigo
- por la frente, hasta que saliendo á lo ancho
- de una plaza, se unieron los tres esquadrones, y á
- su primer ataque desmayaron los Indios, y volvieron
- las espaldas atropelladamente, dando á la fuga
- el mismo ímpetu que dieron á la batalla.</p>
-<p>No permitió Hernan Cortés que se pasáse á destruir
- enteramente aquellos vasallos de Motezuma,
- fugitivos ya y desordenados, ó no le sufrió su ánimo
- que se hiciese mas sangrienta la victoria, pareciéndole
- que dexaba castigado con bastante rigor
- su atrevimiento. Recogió su gente, y se retiró
- sin hallar oposicion que le obligáse á pelear. Faltaron
- de su exército diez ó doce soldados, y hubo
- muchos heridos, los mas de piedra ó flecha, y ninguno
- de cuidado. En el exército de los Mexicanos
- murió innumerable gente: los cuerpos que no
- pudieron retirar llenaban de horror las calles, despues
- de haber teñido en su sangre las acequias.
- Duró toda la mañana el combate, y se llegaron á
- ver en conflicto algunas veces los Españoles; pero
- se debió á su valor el suceso, y le hizo posible<span class="pagenum"><a id="Page_315">[Pg 315]</a></span> su experiencia y buena disciplina. No hubo quien
- sobresaliese, porque obraron todos con igual
- bizarría, señalándose los soldados como los Capitanes,
- y quitando unas hazañas el nombre de las
- otras. Hizo la imitacion valientes sin precipicio
- á los Tlascaltécas: y Hernan Cortés gobernó la
- faccion como valeroso y prudente Capitan, acudiendo
- á todas partes, y mas diligente á los peligros:
- siempre la espada en el enemigo, la vista
- en los suyos, y el consejo en su lugar: dexando
- en duda si se debió mas á su ardimiento que á
- su pericia militar. Virtudes ambas que poseyó
- en grado eminente, y que se desean sin distincion,
- ó concurren sin preferencia en los grandes Capitanes.</p>
-<p>Fué necesario dexar algun tiempo al descanso
- de la gente, y á la cura de los heridos, cuya suspension
- duró tres dias, ó poco mas, en que se atendió
- solamente á la defensa del quartel, que tuvo siempre
- á la vista el exército de los amotinados, y fué
- algunas veces combatido con ligeras escaramuzas,
- en que andaba mezclado el huir y el acometer.
- En este mediotiempo volvió Cortés á las pláticas
- de la paz, y fueron saliendo con diferentes partidos
- algunos Mexicanos de los que asistian al servicio
- de Motezuma; pero no se descuidó mientras duraba
- la negociacion en las demas prevenciones.
- Hizo fabricar al mismo tiempo quatro castillos de
- madera, que se movian sobre ruedas con poca dificultad,<span class="pagenum"><a id="Page_316">[Pg 316]</a></span> por si llegáse la ocasion de hacer nueva salida.
- Era capaz cada uno de veinte ó treinta
- hombres, guarnecido el techo de gruesos tablones
- contra las piedras que venian de lo alto; frente y
- lados con sus troneras para dar la carga sin descubrir
- el pecho: imitacion de las mantas que usa la
- milicia para echar gente á picar las murallas: cuyo
- reparo tuvo entónces por conveniente para que se
- pudiesen arrimar sus soldados á poner fuego en
- las casas, y á romper las trincheras con que iban
- atajando las calles; si ya no fué para que al embestir
- aquellas máquinas portátiles, peleáse tambien
- la novedad asombrando al enemigo.</p>
-<p>De los Mexicanos que salieron á proponer la
- paz, volvieron unos mal despachados, y otros se
- quedaron entre los rebeldes, no sin grande irritacion
- de Motezuma, que deseaba con empeño la
- reduccion de sus vasallos, y recataba con artificio,
- fácil de penetrar, el rezelo de que acabasen de perder
- el miedo á su autoridad. Hacianse á este
- tiempo nuevas prevenciones de guerra en la ciudad.
- Los Señores de vasallos, que andaban en la
- sedicion, iban llamando la gente de sus lugares;
- crecia por instantes la fuerza del enemigo; y no
- cesaba la provocacion en el quartel de los Españoles,
- cansados ya de sufrir la embarazosa repeticion
- de voces y flechas, que, aunque se perdian en el
- viento, no dexaban de ofender en la paciencia.</p>
-<p>Con esta buena disposicion de su gente, con el<span class="pagenum"><a id="Page_317">[Pg 317]</a></span> parecer de sus Capitanes, y aprobacion de Motezuma,
- executa Cortés la segunda salida contra los
- Mexicanos. Llevó consigo la mayor parte de los
- Españoles, y hasta dos mil Tlascaltécas, algunas
- piezas de artillería, las máquinas de madera con
- guarnicion proporcionada, y algunos caballos á la
- mano para usar de ellos quando lo permitiesen las
- quiebras del terreno. Estaba entónces el tumulto
- en un profundo silencio, y apénas se dió principio
- á la marcha, quando se conoció la primera dificultad
- de la empresa en lo que abultaron subitamente
- los gritos de la multitud, alternados con el estruendo
- pavoroso de los atabales y caracoles. No esperaron
- á ser acometidos; ántes se vinieron á los Españoles
- con notable resolucion y movimiento ménos
- atropellado que solian. Dieron y recibieron
- las primeras cargas sin descomponerse ni precipitarse;
- pero á breve rato conocieron el daño que
- recibian, y se fueron retirando poco á poco, sin
- volver las espaldas, al primero de los reparos con
- que tenian atajadas las calles: en cuya defensa
- volvieron á pelear con tanta obstinacion, que fué
- necesario adelantar algunas piezas de artillería para
- desalojarlos. Tenian cerca las retiradas, y en
- algunas levantados los puentes de las acequias,
- con que se repetia importunamente la dificultad, y
- no se hallaba la sazon de poderlos combatir en
- descubierto. Vieronse aquel dia en sus operaciones
- algunas advertencias, que parecian de<span class="pagenum"><a id="Page_318">[Pg 318]</a></span> guerra mas que popular. Disparaban á tiempo,
- y baxa la puntería para no malograr el tiro en la
- resistencia de las armas. Los puestos se defendian
- con desahogo, y se abandonaban sin desórden.
- Echaron gente á las acequias para que ofendiesen
- nadando con el bote de las picas. Hicieron subir
- grandes peñascos á las azuteas para destruir los
- castillos de madera, y lo consiguieron haciéndolos
- pedazos. Todas las señas daban á entender que
- habia quien gobernase, porque se animaban y socorrian
- tempestivamente, y se dexaba conocer alguna
- obediencia entre los mismos desconciertos de
- la multitud.</p>
-<p>Duró el combate la mayor parte del dia, reducidos
- los Españoles y sus aliados á ganar terreno
- de trinchera en trinchera; hizose gran daño en la
- ciudad, quemaronse muchas casas, y costó mas
- sangre á los Mexicanos esta ocasion que las dos
- antecedentes, porque anduvieron mas cerca de las
- balas, ó porque no pudieron huir como solian con
- el impedimento de sus mismos reparos.</p>
-<p>Ibase acercando la noche, y Hernan Cortés viéndose
- obligado, no sin alguna desazon, á la disputa
- inútil de ganar puestos, que no se habian de mantener,
- se volvió á su alojamiento, dexando, en la
- verdad, ménos corregida que hostigada la sedicion.
- Perdió hasta quarenta soldados, los mas Tlascaltécas:
- salieron heridos y maltratados mas de cincuenta
- Españoles, y él con un flechazo en la mano<span class="pagenum"><a id="Page_319">[Pg 319]</a></span> izquierda: pero mas herido interiormente de haber
- conocido en esta ocasion que no era posible
- continuar aquella guerra tan desigual, sin riesgo
- de perder el exército y la reputacion. Primer
- desaliento suyo, cuya novedad extrañó su corazon,
- y padeció su constancia. Encerróse con pretexto
- de la herida, y con deseo de alargar las riendas al
- discurso. Tuvo mucho que hacer consigo la mayor
- parte de la noche. Sentia el retirarse de México,
- y no hallaba camino de mantenerse. Procuraba
- esforzarse contra la dificultad, y se ponia
- la razon de parte del rezelo. No se conformaban
- su entendimiento y su valor, y todo era batallar
- sin resolver: impaciente y desabrido con los dictámenes
- de la prudencia, ó mal hallado con lo que
- duele, ántes de aprovechar el desengaño.</p>
-<hr class="chap" />
-<div class="chapter">
-<p><span class="pagenum"><a id="Page_321">[Pg 321]</a></span></p>
-<h2 class="nobreak">INDICE<br />
-<span class="sf">DE LOS CAPÍTULOS QUE SE CONTIENEN EN
- EL TOMO II.</span></h2>
-</div>
-
-<table border="0" summary="indice" id="table1">
- <tr>
- <td class="tdc" colspan="2"><b>LIBRO III.</b></td>
-
- </tr>
- <tr>
- <td>&nbsp;</td>
- <td class="tdr sf">PAG.</td>
- </tr>
- <tr>
- <td>Cap. I. Dáse noticia del viage que hicieron á España
- los Enviados de Cortés; y de las contradiciones y
- embarazos que retardaron su despacho </td>
- <td class="tdr"><a href="#Page_1">1</a></td>
- </tr>
- <tr>
- <td>Cap. II. Procura Motezuma desviar la paz de Tlascála:
- vienen los de aquella república á continuar su instancia;
- y Hernan Cortés executa su marcha, y hace
- su entrada en la ciudad </td>
- <td class="tdr"><a href="#Page_10">10</a></td>
- </tr>
- <tr>
- <td>Cap. III. Describese la ciudad de Tlascála: quejanse
- los Senadores de que anduviesen armados los Españoles,
- sintiendo su desconfianza; y Cortés los satisface,
- y procura reducir á que dexen la idolatría </td>
- <td class="tdr"><a href="#Page_18">18</a></td>
- </tr>
- <tr>
- <td>Cap. IV. Despacha Hernan Cortés los Embaxadores
- de Motezuma. Reconoce Diego de Ordaz el volcan
- de Popocatepec, y se resuelve la jornada para Cholúla </td>
- <td class="tdr"><a href="#Page_28">28</a></td>
- </tr>
- <tr>
- <td>Cap. V. Hallanse nuevos indicios del trato doble de
- Cholúla: marcha el exército la vuelta de aquella ciudad,
- reforzado con algunas Capitanías de Tlascála </td>
- <td class="tdr"><a href="#Page_36">36</a></td>
- </tr>
- <tr>
- <td>Cap. VI. Entran los Españoles de Cholúla, donde procuran
- engañarlos con hacerles en lo exterior buena
- acogida: descubrese la traycion que tenian prevenida,
- y se dispone su castigo </td>
- <td class="tdr"><a href="#Page_45">45</a></td>
- </tr>
- <tr>
- <td>Cap. VII. Castígase la traycion de Cholúla: vuelvese
- á reducir y pacificar la ciudad, y se hacen amigos los
- <span class="pagenum"><a id="Page_322">[Pg 322]</a></span>de esta nacion con los Tlascaltécas </td>
- <td class="tdr"><a href="#Page_54">54</a></td>
- </tr>
- <tr>
- <td>Cap. VIII. Parten los Españoles de Cholúla: ofreceseles
- nueva dificultad en la montaña de Chalco; y
- Motezuma procura detenerlos por medio de sus nigrománticos </td>
- <td class="tdr"><a href="#Page_63">63</a></td>
- </tr>
- <tr>
- <td>Cap. IX. Viene al quartel á visitar á Cortés de parte
- de Motezuma el Señor de Tezcúco su sobrino; continuase
- la marcha, y se hace alto en Quitlavaca, dentro
- ya de la laguna de México </td>
- <td class="tdr"><a href="#Page_72">72</a></td>
- </tr>
- <tr>
- <td>Cap. X. Pasa el exército á Iztapalápa, donde se dispone
- la entrada de México. Refierese la grandeza
- con que salió Motezuma á recibir á los Españoles </td>
- <td class="tdr"><a href="#Page_80">80</a></td>
- </tr>
- <tr>
- <td>Cap. XI. Viene Motezuma el mismo dia por la tarde
- á visitar á Cortés en su alojamiento. Refierese la oracion
- que hizo ántes de oir la embaxada: y la respuesta
- de Cortés </td>
- <td class="tdr"><a href="#Page_89">89</a></td>
- </tr>
- <tr>
- <td>Cap. XII. Visita Cortés á Motezuma en su palacio,
- cuya grandeza y aparato se describe: y se da noticia
- de lo que pasó en esta conferencia, y en otras que se
- tuvieron despues sobre la Religion </td>
- <td class="tdr"><a href="#Page_98">98</a></td>
- </tr>
- <tr>
- <td>Cap. XIII. Describese la ciudad de México, su temperamento
- y situacion, el mercado del Tlatelúlco, y
- el mayor de sus templos dedicado al Dios de la
- guerra </td>
- <td class="tdr"><a href="#Page_106">106</a></td>
- </tr>
- <tr>
- <td>Cap. XIV. Describense diferentes casas que tenia Motezuma
- para su divertimiento, sus armerías, sus jardines
- y sus quintas, con otros edificios notables que
- habia dentro y fuera de la ciudad </td>
- <td class="tdr"><a href="#Page_116">116</a></td>
- </tr>
- <tr>
- <td>Cap. XV. Dáse noticia de la ostentacion y puntualidad
- con que se hacia servir Motezuma en su palacio,
- del gasto de su mesa, de sus audiencias, y otras particularidades
- de su economía y divertimientos </td>
- <td class="tdr"><a href="#Page_124">124</a></td>
- </tr>
- <tr>
- <td>Cap. XVI. Dáse noticia de las grandes riquezas de
- Motezuma, del estilo con que se administraba la hacienda,
- <span class="pagenum"><a id="Page_323">[Pg 323]</a></span>y se cuidaba de la justicia: con otras particularidades
- del gobierno político y militar de los Mexicanos </td>
- <td class="tdr"><a href="#Page_134">134</a></td>
- </tr>
- <tr>
- <td>Cap. XVII. Dáse noticia del estilo con que se medían
- y computaban en aquella tierra los meses y los años;
- de sus festividades, matrimonios, y otros ritos y costumbres
- dignas de consideracion </td>
- <td class="tdr"><a href="#Page_143">143</a></td>
- </tr>
- <tr>
- <td>Cap. XVIII. Continua Motezuma sus agasajos y dádivas
- á los Españoles. Llegan cartas de la Vera Cruz
- con noticia de la batalla en que murió Juan de Escalante;
- y con este motivo se resuelve la prision de
- Motezuma </td>
- <td class="tdr"><a href="#Page_154">154</a></td>
- </tr>
- <tr>
- <td>Cap. XIX. Execútase la prision de Motezuma; dáse
- noticia del modo como se dispuso, y como se recibió
- entre sus vasallos </td>
- <td class="tdr"><a href="#Page_165">165</a></td>
- </tr>
- <tr>
- <td>Cap. XX. Como se portaba en la prision Motezuma
- con los suyos y con los Españoles. Traen preso á
- Qualpopóca, y Cortés le hace castigar con pena de
- muerte, mandando echar unos grillos á Motezuma
- mientras se executaba la sentencia </td>
- <td class="tdr"><a href="#Page_175">175</a></td>
- </tr>
- <tr>
- <td>&nbsp;</td><td>&nbsp;</td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdc" colspan="2"><b>LIBRO IV.</b></td>
- </tr>
- <tr>
- <td>Cap. I. Permitese á Motezuma que se dexe ver en público,
- saliendo á sus templos y recreaciones. Trata
- Cortés de algunas prevenciones que tuvo por necesarias;
- y se duda que intentasen los Españoles en esta
- sazon derribar los ídolos de México </td>
- <td class="tdr"><a href="#Page_185">185</a></td>
- </tr>
- <tr>
- <td>Cap. II. Descubrese una conjuracion que se iba disponiendo
- contra los Españoles, ordenada por el Rey
- de Tezcúco: y Motezuma, parte con su industria, y
- parte por las advertencias de Cortés, la sosiega castigando
- al que la fomentaba </td>
- <td class="tdr"><a href="#Page_196">196</a></td>
- </tr>
- <tr>
- <td>Cap. III. Resuelve Motezuma despachar á Cortés
- respondiendo á su embaxada: junta sus nobles, y
- <span class="pagenum"><a id="Page_324">[Pg 324]</a></span>dispone que sea reconocido el Rey de España por
- sucesor de aquel Imperio: determinando que se le dé
- la obediencia, y pague tributo como á descendiente
- de su Conquistador </td>
- <td class="tdr"><a href="#Page_207">207</a></td>
- </tr>
- <tr>
- <td>Cap. IV. Entra en poder de Hernan Cortés el oro y joyas
- que se juntaron de aquellos presentes. Dicele
- Motezuma con resolucion que trate de su jornada: y
- él procura dilatarla sin replicarle, al mismo tiempo
- que se tiene aviso de que han llegado navios Españoles
- á la costa </td>
- <td class="tdr"><a href="#Page_217">217</a></td>
- </tr>
- <tr>
- <td>Cap. V. Refierense las muchas prevenciones que hizo
- Diego Velazquez para destruir á Hernan Cortés: el
- exército y armada que envió contra él á cargo de
- Pámphilo de Narbáez: su arribo á las costas de Nueva
- España; y su primer intento de reducir á los Españoles
- de la Vera Cruz </td>
- <td class="tdr"><a href="#Page_226">226</a></td>
- </tr>
- <tr>
- <td>Cap. VI. Discursos y prevenciones de Hernan Cortés
- en órden á excusar el rompimiento: introduce tratados
- de paz; no los admite Narbáez; ántes publica la
- guerra, y prende al Licenciado Lucas Vasquez de Ayllon </td>
- <td class="tdr"><a href="#Page_236">236</a></td>
- </tr>
- <tr>
- <td>Cap. VII. Persevera Motezuma en su buen ánimo para
- con los Españoles de Cortés, y se tiene por improbable
- la mudanza que atribuyen algunos á diligencias
- de Narbáez. Resuelve Cortés su jornada, y la
- executa, dexando en México parte de su gente </td>
- <td class="tdr"><a href="#Page_248">248</a></td>
- </tr>
- <tr>
- <td>Cap. VIII. Marcha Hernan Cortés la vuelta de Zempoala,
- y sin conseguir la gente que tenia prevenida en
- Tlascála. Continúa su viage hasta Motalequita,
- donde vuelve á las pláticas de paz, y con nueva irritacion
- rompe la guerra </td>
- <td class="tdr"><a href="#Page_259">259</a></td>
- </tr>
- <tr>
- <td>Cap. IX. Prosigue su marcha Hernan Cortés hasta
- una legua de Zempoala: sale con su exército en campaña
- Pámphilo de Narbáez: sobreviene una tempestad,
- y se retira: con cuya noticia resuelve Cortés acometerle
- <span class="pagenum"><a id="Page_325">[Pg 325]</a></span>en su alojamiento </td>
- <td class="tdr"><a href="#Page_269">269</a></td>
- </tr>
- <tr>
- <td>Cap. X. Llega Hernan Cortés á Zempoala, donde halla
- resistencia: consigue con las armas la victoria:
- prende á Narbáez, cuyo exército se reduce á servir
- debaxo de su mano </td>
- <td class="tdr"><a href="#Page_279">279</a></td>
- </tr>
- <tr>
- <td>Cap. XI. Pone Cortés en obediencia la caballería de
- Narbáez, que andaba en la campaña: recibe noticia
- de que habian tomado las armas los Mexicanos contra
- los Españoles que dexó en aquella corte: marcha
- luego con su exército, y entra en ella sin oposicion </td>
- <td class="tdr"><a href="#Page_289">289</a></td>
- </tr>
- <tr>
- <td>Cap. XII. Dáse noticia de los motivos que tuvieron
- los Mexicanos para tomar las armas. Sale Diego de
- Ordaz con algunas compañías á reconocer la ciudad:
- da en una zelada que tenian prevenida; y Hernan
- Cortés resuelve la guerra </td>
- <td class="tdr"><a href="#Page_300">300</a></td>
- </tr>
- <tr>
- <td>Cap. XIII. Intentan los Mexicanos asaltar el quartel,
- y son rechazados: hace dos salidas contra ellos Hernan
- Cortés; y aunque ambas veces fueron vencidos
- y desbaratados, queda con alguna desconfianza de reducirlos </td>
- <td class="tdr"><a href="#Page_310">310</a></td>
- </tr>
- </table>
-
-<hr class="chap" />
-<p class="tdc">R. Juigné, Impresor, 17, Margaret Street, Cavendish Square.</p>
-
-
-<hr class="chap" />
-
-
-<p class="ph2">Notas</p>
-
-<p>Se corrigieron errores obvios de puntuación e la ortografia.</p>
-
-<div lang='en' xml:lang='en'>
-<div style='display:block; margin-top:4em'>*** END OF THE PROJECT GUTENBERG EBOOK <span lang='es' xml:lang='es'>HISTORIA DE LA CONQUISTA DE MEXICO, VOLUME 2 (OF 3)</span> ***</div>
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-Gutenberg&#8482; electronic works if you follow the terms of this
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-of Project Gutenberg&#8482; electronic works. Nearly all the individual
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-States. If an individual work is unprotected by copyright law in the
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-1.D. The copyright laws of the place where you are located also govern
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- This eBook is for the use of anyone anywhere in the United States and most
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- whatsoever. You may copy it, give it away or re-use it under the terms
- of the Project Gutenberg License included with this eBook or online
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- </div>
-</blockquote>
-
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-posted with the permission of the copyright holder found at the
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-provided that:
-</div>
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-1.E.9. If you wish to charge a fee or distribute a Project
-Gutenberg&#8482; electronic work or group of works on different terms than
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-from the Project Gutenberg Literary Archive Foundation, the manager of
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-forth in Section 3 below.
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-1.F.
-</div>
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-</div>
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-1.F.5. Some states do not allow disclaimers of certain implied
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-</div>
-
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-the following which you do or cause to occur: (a) distribution of this
-or any Project Gutenberg&#8482; work, (b) alteration, modification, or
-additions or deletions to any Project Gutenberg&#8482; work, and (c) any
-Defect you cause.
-</div>
-
-<div style='display:block; font-size:1.1em; margin:1em 0; font-weight:bold'>
-Section 2. Information about the Mission of Project Gutenberg&#8482;
-</div>
-
-<div style='display:block; margin:1em 0'>
-Project Gutenberg&#8482; is synonymous with the free distribution of
-electronic works in formats readable by the widest variety of
-computers including obsolete, old, middle-aged and new computers. It
-exists because of the efforts of hundreds of volunteers and donations
-from people in all walks of life.
-</div>
-
-<div style='display:block; margin:1em 0'>
-Volunteers and financial support to provide volunteers with the
-assistance they need are critical to reaching Project Gutenberg&#8482;&#8217;s
-goals and ensuring that the Project Gutenberg&#8482; collection will
-remain freely available for generations to come. In 2001, the Project
-Gutenberg Literary Archive Foundation was created to provide a secure
-and permanent future for Project Gutenberg&#8482; and future
-generations. To learn more about the Project Gutenberg Literary
-Archive Foundation and how your efforts and donations can help, see
-Sections 3 and 4 and the Foundation information page at www.gutenberg.org.
-</div>
-
-<div style='display:block; font-size:1.1em; margin:1em 0; font-weight:bold'>
-Section 3. Information about the Project Gutenberg Literary Archive Foundation
-</div>
-
-<div style='display:block; margin:1em 0'>
-The Project Gutenberg Literary Archive Foundation is a non-profit
-501(c)(3) educational corporation organized under the laws of the
-state of Mississippi and granted tax exempt status by the Internal
-Revenue Service. The Foundation&#8217;s EIN or federal tax identification
-number is 64-6221541. Contributions to the Project Gutenberg Literary
-Archive Foundation are tax deductible to the full extent permitted by
-U.S. federal laws and your state&#8217;s laws.
-</div>
-
-<div style='display:block; margin:1em 0'>
-The Foundation&#8217;s business office is located at 809 North 1500 West,
-Salt Lake City, UT 84116, (801) 596-1887. Email contact links and up
-to date contact information can be found at the Foundation&#8217;s website
-and official page at www.gutenberg.org/contact
-</div>
-
-<div style='display:block; font-size:1.1em; margin:1em 0; font-weight:bold'>
-Section 4. Information about Donations to the Project Gutenberg Literary Archive Foundation
-</div>
-
-<div style='display:block; margin:1em 0'>
-Project Gutenberg&#8482; depends upon and cannot survive without widespread
-public support and donations to carry out its mission of
-increasing the number of public domain and licensed works that can be
-freely distributed in machine-readable form accessible by the widest
-array of equipment including outdated equipment. Many small donations
-($1 to $5,000) are particularly important to maintaining tax exempt
-status with the IRS.
-</div>
-
-<div style='display:block; margin:1em 0'>
-The Foundation is committed to complying with the laws regulating
-charities and charitable donations in all 50 states of the United
-States. Compliance requirements are not uniform and it takes a
-considerable effort, much paperwork and many fees to meet and keep up
-with these requirements. We do not solicit donations in locations
-where we have not received written confirmation of compliance. To SEND
-DONATIONS or determine the status of compliance for any particular state
-visit <a href="https://www.gutenberg.org/donate/">www.gutenberg.org/donate</a>.
-</div>
-
-<div style='display:block; margin:1em 0'>
-While we cannot and do not solicit contributions from states where we
-have not met the solicitation requirements, we know of no prohibition
-against accepting unsolicited donations from donors in such states who
-approach us with offers to donate.
-</div>
-
-<div style='display:block; margin:1em 0'>
-International donations are gratefully accepted, but we cannot make
-any statements concerning tax treatment of donations received from
-outside the United States. U.S. laws alone swamp our small staff.
-</div>
-
-<div style='display:block; margin:1em 0'>
-Please check the Project Gutenberg web pages for current donation
-methods and addresses. Donations are accepted in a number of other
-ways including checks, online payments and credit card donations. To
-donate, please visit: www.gutenberg.org/donate
-</div>
-
-<div style='display:block; font-size:1.1em; margin:1em 0; font-weight:bold'>
-Section 5. General Information About Project Gutenberg&#8482; electronic works
-</div>
-
-<div style='display:block; margin:1em 0'>
-Professor Michael S. Hart was the originator of the Project
-Gutenberg&#8482; concept of a library of electronic works that could be
-freely shared with anyone. For forty years, he produced and
-distributed Project Gutenberg&#8482; eBooks with only a loose network of
-volunteer support.
-</div>
-
-<div style='display:block; margin:1em 0'>
-Project Gutenberg&#8482; eBooks are often created from several printed
-editions, all of which are confirmed as not protected by copyright in
-the U.S. unless a copyright notice is included. Thus, we do not
-necessarily keep eBooks in compliance with any particular paper
-edition.
-</div>
-
-<div style='display:block; margin:1em 0'>
-Most people start at our website which has the main PG search
-facility: <a href="https://www.gutenberg.org">www.gutenberg.org</a>.
-</div>
-
-<div style='display:block; margin:1em 0'>
-This website includes information about Project Gutenberg&#8482;,
-including how to make donations to the Project Gutenberg Literary
-Archive Foundation, how to help produce our new eBooks, and how to
-subscribe to our email newsletter to hear about new eBooks.
-</div>
-
-</div>
-</div>
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