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If you are not located in the United States, you -will have to check the laws of the country where you are located before -using this eBook. - -Title: Historia de la Conquista de Mexico, Volume 2 (of 3) - Poblacion y Progresos de la America Septentrional, Conocida por - el Nombre de Nueva España - -Author: Antonio de Solís - -Contributor: Agustin Luis Josse - -Release Date: February 28, 2022 [eBook #67524] - -Language: Spanish - -Produced by: Adrian Mastronardi and the Online Distributed Proofreading - Team at https://www.pgdp.net (This book was produced from - scanned images of public domain material from the Google - Books project.) - -*** START OF THE PROJECT GUTENBERG EBOOK HISTORIA DE LA CONQUISTA DE -MEXICO, VOLUME 2 (OF 3) *** - - - - - - HISTORIA - DE LA - CONQUISTA DE MEXICO, - POBLACION Y PROGRESOS - DE LA - AMERICA SEPTENTRIONAL, - CONOCIDA POR EL NOMBRE DE - NUEVA ESPAÑA, - - ESCRIBIALA - DON ANTONIO DE SOLÍS - SECRETARIO DE SU MAGESTAD, Y SU CRONISTA MAYOR - DE INDIAS. - - NUEVA EDICION - - CORREGIDA POR - _DON AGUSTIN LUIS JOSSE._ - - TOMO SEGUNDO. - - ================== - - EN LONDRES: - -_En la Imprenta de R. Juigné, 17, Margaret-street, Cavendish-square._ - - A EXPENSAS DEL DICHO EDITOR, - - Se Hallará - - En su casa, No. 18, Broad-street, Golden-square; - - Y en las de B. DULAU y Co. Soho-square; T. BOOSEY, Broad-street, - Royal Exchange; WHITE, Fleet-street; DE CONCHY, New Bond-street; - WINGRAVE, Strand; LONGMAN y REES, Paternoster-row; y - LACKINGTON y ALLEN, Finsbury-square. - - 1809. - - - - -THIS WORK, as well as LAS FÁBULAS LITERARIAS, por _Don Tomas de -Yriarte_, 1 volume, small 8vo. vellum paper, price 7s. may be had at - - A. L. JOSSE'S, - -Professor of the French and Spanish Languages, author of a Spanish -Grammar, a Course of Exercises, &c. No. 18, Broad Street, Golden -Square. - - - - - HISTORIA - _De la Conquista, Poblacion y Progresos de Nueva España._ - - - - - _LIBRO III._ - - - - - CAPITULO PRIMERO. - - _Dáse noticia del viage que hicieron á España los Enviados de - Cortés; y de las contradicciones y embarazos que retardaron su - despacho._ - - -Razon es ya que volvamos á los Capitanes Alonso Hernandez Portocarrero -y Francisco de Montejo, que partieron de la Vera Cruz con el presente -y cartas para el Rey: primera noticia y primer tributo de la Nueva -España. Hicieron su viage con felicidad, aunque pudieron aventurarla, -por no guardar literalmente las órdenes que llevaban; cuyas -interpretaciones suelen destruir los negocios, y aciertan pocas veces -con el dictámen del superior. Tenia Francisco de Montejo en la Isla -de Cuba cerca de la Habana una de las estancias de su repartimiento: -y quando llegaron á vista del Cabo de San Anton, propuso á su -compañero, y al piloto Juan de Alaminos, que sería bien acercarse á -ella, y proveerse algunos bastimentos de regalo para el viage; pues -estando aquella poblacion tan distante de la ciudad de Santiago, donde -residia Diego Velazquez, se contravenia poco á la substancia del -precepto que les puso Cortés para que se apartasen de su distrito. -Consiguió su intento, logrando con este color el deseo que tenia de -ver su hacienda; y arriesgó no solo el baxel, sino el presente y todo -el negocio de su cargo: porque Diego Velazquez, á quien desvelaban -continuamente los zelos de Cortés, tenia distribuidas por todas las -poblaciones vecinas á la costa diferentes espías que le avisasen de -qualquiera novedad, temiendo que enviáse alguno de sus navios á la -Isla de Santo Domingo para dar cuenta de su descubrimiento, y pedir -socorro á los Religiosos Gobernadores: cuya instancia deseaba prevenir -y embarazar. Supo luego por este medio lo que pasaba en la estancia de -Montejo, y despachó en breves horas dos baxeles muy veleros, bien -artillados y guarnecidos, para que procurasen aprehender, á todo -riesgo, el navio de Cortés, disponiendo la faccion con tanto -celeridad, que fué necesaria toda la ciencia y toda la fortuna del -piloto Alaminos para escapar de este peligro, que puso en -contingencia todos los progresos de Nueva España. - -Bernal Diaz del Castillo mancha, con poca razon, la fama de Francisco -de Montejo, digno por su calidad y valor de mejores ausencias. Culpale -de que faltó á la obligacion en que le puso la confianza de Cortés: -dice que salió á su estancia con ánimo de suspender la navegacion, -para que tuviese tiempo Diego Velazquez de aprehender el navio: que le -escribió una carta con el aviso: que la llevó un marinero arrojándose -al agua; y otras circunstancias de poco fundamento, en que se -contradice despues, haciendo particular memoria de la resolucion y -actividad con que se opuso Francisco de Montejo en la Corte á los -agentes y valedores de Diego Velazquez; pero tambien escribe que no -hallaron estos Enviados de Cortés al Emperador en España, y afirma -otras cosas, de que se conoce la facilidad con que daba los oídos, y -que se deben leer con rezelo sus noticias en todo aquello que no le -informaron sus ojos. Continuaron su viage por el canal de Bahama, -siendo Anton de Alaminos el primer piloto que se arrojó al peligro de -sus corrientes: y fué menester entónces toda la violencia con que se -precipitan por aquella parte las aguas entre las Islas Lucáyas y la -Florida para salir á lo ancho con brevedad, y dexar frustradas las -asechanzas de Diego Velazquez. - -Favoreciólos el tiempo, y arribaron á Sevilla por Octubre de este año -en ménos favorable ocasion, porque se hallaba en aquella Ciudad el -Capellan Benito Martin, que vino á la Corte, como diximos, á solicitar -las conveniencias de Diego Velazquez: y habiéndole remitido los -títulos de su Adelantamiento, aguardaba embarcacion para volverse á la -Isla de Cuba. Hizole gran novedad este accidente; y valiéndose de su -introduccion y solicitud, se querelló de Hernan Cortés, y de los que -venian en su nombre ante los Ministros de la Contratacion, que ya se -llamaba de las Indias, refiriendo: - - "Que aquel navio era de su amo Diego Velazquez, y todo lo que - venía en él perteneciente á sus conquistas: que la entrada en - las provincias de Tierra Firme se habia executado furtivamente, - y sin autoridad, alzándose Cortés y los que le acompañaban con - la armada que Diego Velazquez tenia prevenida para la misma - empresa: que los Capitanes Portocarrero y Montejo eran dignos - de grave castigo; y por lo ménos se debia embargar el baxel y - su carga mientras no legitimasen los títulos, de cuya virtud - emanaba su comision." - -Tenia Diego Velazquez muchos defensores en Sevilla, porque regalaba -con liberalidad: y esto era lo mismo que tener razon, por lo ménos en -los casos dudosos, que se interpretan las mas veces con la voluntad. -Admitióse la instancia; y últimamente se hizo el embargo, permitiendo -á los Enviados de Cortés por gran equivalencia que acudiesen al Rey. - -Partieron con esta permision á Barcelona dos Capitanes y el piloto -Alaminos, creyendo hallar la Corte en aquella ciudad; pero llegaron á -tiempo que acabada de partir el Rey á la Coruña, donde tenia -convocadas las Cortes de Castilla, y prevenida su armada para pasar á -Flandes, instado ya prolixamente de los clamores de Alemania, que le -llamaban á la corona del Imperio. No se resolvieron á seguir la Corte, -por no hablar de paso en negocio tan grave, que, mezclado entre las -inquietudes del camino, perderia la novedad, sin hallar la -consideracion: por cuyo reparo se encaminaron á Medellin con ánimo de -visitar á Martin Cortés y ver si podian conseguir que viniese con -ellos á la presencia del Rey, para que autorizáse con sus canas y con -su representacion la instancia y la persona de su hijo. Recibiólos -aquel venerable anciano con la ternura que se dexa considerar en un -padre cuidadoso y desconsolado, que ya le lloraba muerto; y halló con -las nuevas de su vida tanto que admirar en sus acciones, y tanto que -celebrar en su fortuna. - -Determinóse luego á seguirlos, y tomando noticia del parage donde se -hallaba el Emperador (asi le llamarémos ya) supieron que habia de -hacer mansion en Tordesillas, para despedirse de la Reyna Doña Juana -su madre, y despachar algunas dependencias de su jornada. Aquí le -esperaron, y aquí tuvieron la primera audiencia, favorecidos de una -casualidad oportuna: porque los Ministros de Sevilla no se atrevieron -á detener en el embargo lo que venia para el Emperador; y llegaron á -la misma sazon el presente de Cortés y los Indios de la nueva -conquista: con cuyo accidente fueron mejor escuchadas las novedades -que referian, facilitándose por los ojos la estrañeza de los oídos: -porque aquellas alhajas de oro preciosas por la materia y por el arte, -aquellas curiosidades y primores de pluma y algodon, y aquellos -racionales de tan rara fisonomía que parecian hombres de segunda -especie, fueron otros tantos testigos que hicieron creible, dexando -admirable su narracion. - -Oyólos el Emperador con mucha gratitud: y el primer movimiento de -aquel ánimo Real fué volverse á Dios, y darle rendidas gracias de que -en su tiempo se hallasen nuevas regiones donde introducir su nombre, y -dilatar su Evangelio. Tuvo con ellos diferentes conferencias: -informóse cuidadosamente de las cosas de aquel nuevo Mundo, del -dominio y fuerzas de Motezuma, de la calidad y talento de Cortés: hizo -algunas preguntas al piloto Alaminos concernientes á la navegacion: -mandó que los Indios se llevasen á Sevilla, para que se conservasen -mejor en temple mas benigno: y segun lo que se pudo colegir entónces -del afecto con que deseaba fomentar aquella empresa, fuera breve y -favorable su resolucion, si no le embarazáran otras dependencias de -gravísimo peso. - -Llegaban cada dia nuevas cartas de las ciudades con proposiciones poco -reverentes: lamentabase Castilla de que se sacasen sus Cortes á -Galicia: estaba zeloso el Reyno de que pesáse mas el Imperio: andaba -mezclada con protestas la obediencia: y finalmente se iba derramando -poco á poco en los ánimos la semilla de las comunidades. Todos amaban -al Rey, y todos le perdian el respeto: sentian su ausencia, lloraban -su falta; y este amor natural convertido en pasion, ó mal -administrado, se hizo brevemente amenaza de su dominio. Resolvió -apresurar su jornada, por apartarse de las quejas; y la executó, -creyendo volver con brevedad, y que no le sería dificultoso corregir -despues aquellos malos humores que dexaba movidos. Así lo consiguió; -pero respetando los altos motivos que le obligaron á este viage, no -podemos dexar de conocer que se aventuró á gran pérdida: y que, á la -verdad, hace poco por la salud quien se fia del exceso, en suposicion -de que habrá remedios quando llegue la necesidad. - -Quedó remitida, por estos embarazos, la instancia de Cortés al -Cardenal Adriano, y á la junta de Prelados y Ministros que le habian -de aconsejar en el gobierno durante la ausencia del Emperador, con -órden para que, oyendo al Consejo de Indias, se tomáse medio en las -pretensiones de Diego Velazquez, y se diese calor al descubrimiento y -conquista espiritual de aquella tierra, que ya se iba dexando conocer -por el nombre de Nuera España. - -Presidia en este Consejo, formado pocos dias ántes, Juan Rodriguez de -Fonseca, Obispo de Burgos, y concurrian en él Hernando de Vega Señor -de Grajal, Don Francisco Zapata y Don Antonio de Padilla, del Consejo -Real, y Pedro Martir de Angleria, Protonotario de Aragon. Tenia el -Presidente gran suposicion en las materias de las Indias, porque las -habia manejado muchos dias, y todos cedian á su autoridad y á su -experiencia. Favorecia con descubierta voluntad á Diego Velazquez, y -pudo ser que le hiciese fuerza su razon, ó el concepto en que le -tenia: que Bernal Diaz del Castillo refiere las causas de su pasion -con indecencia y prolixidad: pero tambien dice lo que oyó, y sería -mucho ménos, ó no sería. Lo que no se puede negar es, que perdió mucho -en sus informes la causa de Cortés, y que dió mal nombre á su -conquista tratándola como delito de mala conseqüencia. Representaba -que Diego Velazquez, segun el título que tenia del Emperador, era -dueño de la empresa, y segun justicia, de los mismos medios con que se -habia conseguido. Ponderaba lo poco que se podia fiar de un hombre -rebelde á su mismo superior, y lo que se debian temer en provincias -tan remotas estos principios de sedicion: protestaba los daños; y -últimamente cargó tanto la mano en sus representaciones, que puso en -cuidado al Cardenal y á los de la junta. No dexaban de conocer que se -afectaba con sobrado fervor la razon de Diego Velazquez; pero no se -atrevian á resolver negocio tan grave contra el parecer de un Ministro -tan graduado; ni tenian por conveniente desconfiar á Cortés, quando -estaba tan arrestado, y en la verdad se le debia un descubrimiento -tanto mayor que los pasados. Cuyas dudas y contradicciones fueron -retardando la resolucion de modo que volvió el Emperador de su -jornada, y llegaron segundos Comisarios de Cortés, primero que se -tomáse acuerdo en sus pretensiones. Lo mas que pudieron conseguir -Martin Cortés y sus compañeros fué, que se les mandasen librar algunas -cantidades para su gasto sobre los mismos efectos que tenian -embargados en Sevilla; con cuya moderada subvencion estuvieron dos -años en la Corte, siguiendo los Tribunales como pretendientes -desvalidos: hecho esta vez negocio particular el interés de la -Monarquía, de quantas suelen hacerse causa pública los intereses -particulares. - - - - - CAPITULO II. - - _Procura Motezuma Desviar la paz de Tlascála: vienen los de - aquella república á continuar su instancia; y Hernan Cortés - executa su marcha, y hace su entrada en la ciudad._ - - -En el discurso de los seis dias que se detuvo Hernan Cortés en su -alojamiento para cumplir con los Mexicanos, se conoció con nuevas -experiencias el afecto con que deseaban la paz los de Tlascála, y -quanto se rezelaban de los oficios y diligencias de Motezuma. Llegaron -dentro del plazo señalado los Embaxadores que se esperaban, y fueron -recibidos con la urbanidad acostumbrada. Venian seis caballeros de la -familia Real con lucido acompañamiento, y otro presente de la misma -calidad, y poco mas valor que el pasado. Habló el uno de ellos, y, no -sin aparato de palabras y exâgeraciones, ponderó: - - "Quánto deseaba el supremo Emperador (y al decir su nombre - hicieron todos una profunda humiliacion) ser amigo y - confederado del Príncipe grande, á quien obedecian los - Españoles, cuya magestad resplandecia tanto en el valor de sus - vasallos, que se hallaba inclinado á pagarle todos los años - algun tributo, partiendo con él las riquezas de que abundaba, - porque le tenia en gran veneracion, considerándole hijo del - sol, ó por lo ménos señor de las regiones felicísimas donde - nace la luz; pero que habian de preceder á este ajustamiento - dos condiciones. La primera, que se abstuviesen Hernan Cortés y - los suyos de confederarse con los de Tlascála; pues no era bien - que, hallándose tan obligados de sus dádivas, se hiciesen - parciales de sus enemigos. Y la segunda, que acabasen de - persuadirse á que no era posible, ni puesto en razon el intento - de pasar á México: porque, segun las leyes de su imperio, ni él - podia dexarse ver de gentes extrangera_s_, ni sus vasallos lo - permitirian. Que considerasen bien los peligros de ambas - temeridades; porque los Tlascaltécas eran tan inclinados á la - traicion y al latrocinio, que solo tratarian de asegurarlos - para vengarse de ellos, y aprovecharse del oro con que los - habia enriquecido; y los Mexicanos tan zelosos de sus leyes, y - tan mal acondicionados, que no podria reprimirlos su autoridad, - ni los Españoles quejarse de lo que padeciesen, tantas veces - amonestados de lo que aventuraban." - -De este género fué la oracion del Mexicano, y todas las embaxadas y -diligencias de Motezuma paraban en procurar que no se le acercasen los -Españoles. Mirabalos con el horror de sus presagios; y fingiéndose la -obediencia de sus dioses, hacia religion de su mismo desaliento. -Suspendió Cortés por entónces su respuesta, y solo dixo: - - "Que sería razon que descansasen de su jornada, y que los - despacharia brevemente." - -Deseaba que fuesen testigos de la paz de Tlascála; y miró tambien á lo -que importaba detenerlos, porque no se despecháse Motezuma con la -noticia de su resolucion, y tratáse de ponerse en defensa: que ya se -sabía su desprevencion, y no se ignoraba la facilidad con que podia -convocar sus exércitos. - -Dieron tanto cuidado en Tlascála estas embaxadas, á que atribuían la -detencion de Cortés, que resolvieron los del gobierno, por última -demostracion de su afecto, venir al quartel en forma de Senado para -conducirle á su ciudad; ó no volver á ella sin dexar enteramente -acreditada la sinceridad de su trato, y desvanecidas las negociaciones -de Motezuma. - -Era solemne y numeroso el acompañamiento, y pacífico el color de los -adornos y las plumas. Venian los Senadores en andas ó sillas -portátiles sobre los hombros de ministros inferiores; y en el mejor -lugar Magiscatzín, que favoreció siempre la causa de los Españoles, y -el padre de Xicotencál, anciano venerable, á quien habia quitado los -ojos la vejez, pero sin ofender la cabeza; pues se conservaba todavia -con opinion de sabio entre los Consejeros. Apearonse poco ántes de -llegar á la casa donde los esperaba Cortés: y el ciego se adelantó á -los demas, pidiendo á los que le conducian que le acercasen al Capitan -de los Orientales. Abrazóle con extraordinario contento, y despues le -aplicaba por diferentes partes el tacto, como quien deseaba conocerle, -supliendo con las manos el defecto de los ojos. Sentáronse todos, y á -ruego de Magiscatzín habló el ciego en esta substancia: - - - "Ya, valeroso Capitan, seas, ó no, del género mortal, tienes - en tu poder al Senado de Tlascála, última señal de nuestro - rendimiento. No venimos á disculpar el yerro de nuestra - nacion; sino á tomarle sobre nosotros, fiando á nuestra verdad - tu desenojo. Nuestra fué la resolucion de la guerra: pero - tambien ha sido nuestra la determinacion de la paz. Apresurada - fué la primera, y tarda es la segunda; pero no suelen ser de - peor calidad las resoluciones mas consideradas; ántes se borra - con trabajo lo que se imprime con dificultad: y puedo asegurar - que la misma detencion nos dió mayor conocimiento de tu valor, - y profundó los cimientos de nuestra constancia. No ignoramos - que Motezuma intenta disuadirte de nuestra confederacion: - escuchale como á nuestro enemigo, si no le considerares como - tirano, que ya lo parece quien te busca para la sinrazon. - Nosotros no queremos que nos ayudes contra él, que, para todo - lo que no eres tú, nos bastan nuestras fuerzas: solo - sentirémos que fies tu seguridad de sus ofertas; porque - conocemos sus artificios y maquinaciones, y acá en mi ceguedad - se me ofrecen algunas luces que me descubren desde lejos tu - peligro. Puede ser que Tlascála se haga famosa en el mundo por - la defensa de tu razon; pero dexemos al tiempo tu desengaño: - que no es vaticinio lo que se colige fácilmente de su tiranía - y de nuestra fidelidad. Ya nos ofreciste la paz: ¿si no te - detiene Motezuma, qué te detiene? ¿Por qué te niegas á - nuestras instancias? ¿Por qué dexas de honrar nuestra ciudad - con tu presencia? Resueltos venimos á conquistar de una vez tu - voluntad y tu confianza, ó poner en tus manos nuestra - libertad: elige, pues, de estos dos partidos el que mas te - agradáre: que para nosotros nada es tercero entre las dos - fortunas, de tus amigos ó tus prisioneros." - -Así concluyó su oracion el ciego venerable, porque no faltáse algun -Apio Claudio en este consistorio, como el otro que oró en el Senado -contra los Epirótas: y no se puede negar que los Tlascaltécas eran -hombres de mas que ordinario discurso, como se ha visto en su -gobierno, acciones y razonamientos. Algunos escritores poco afectos á -la nacion Española tratan á los Indios como brutos incapaces de razon, -para dar ménos estimacion á su conquista. Es verdad que se admiraban -con simplicidad de ver hombres de otro género, color y trage: que -tenian por monstruosidad las barbas, accidente que negó á sus rostros -la naturaleza: que daban el oro por el vidrio: que tenian por rayos -las armas de fuego, y por fieras los caballos; pero todos eran efectos -de la novedad, que ofenden poco al entendimiento: porque la -admiracion, aunque suponga ignorancia, no supone incapacidad; ni -propiamente se puede llamar ignorancia la falta de noticia. Dios los -hizo racionales; y no, porque permitió su ceguedad, dexó de poner en -ellos toda la capacidad y dotes naturales que fueron necesarios á la -conservacion de la especie, y debidos á la perfeccion de sus obras. -Volvamos, empero, á nuestra narracion, y no autorizemos la calumnia -sobrando en la defensa. - -No pudo resistir Hernan Cortés á esta demostracion del Senado, ni -tenia ya que esperar, habiéndose cumplido el término que ofreció á los -Mexicanos; y así respondió con toda estimacion á los Senadores, y los -hizo regalar con algunos presentes, deseando acreditar con ellos su -agrado y su confianza. Fué necesario persuadirlos con resolucion para -que se volviesen: y lo consiguió, dándoles palabra de mudar luego su -alojamiento á la ciudad, sin mas detencion que la necesaria para -juntar alguna gente de los lugares vecinos que conduxesen la -artillería y el bagage. Aceptaron ellos la palabra, haciéndosela -repetir con mas afecto que desconfianza; y partieron contentos y -asegurados, tomando á su cuenta la diligencia de juntar y remitir los -Indios de carga que fuesen menester: y apénas rayó la primera luz del -dia siguiente, quando se hallaron á la puerta del quartel quinientos -Tamenes tan bien industriados, que competian sobre la carga, haciendo -pretension de su mismo trabajo. - -Tratóse luego de la marcha: pusose la gente en esquadron, y dando su -lugar á la artillería y al bagage, se fué siguiendo el camino de -Tlascála con toda la buena ordenanza, prevencion y cuidado que -observaba siempre aquel pequeño exército: á cuya rigurosa disciplina -se debió mucha parte de sus operaciones. Estaba la campaña por ambos -lados poblada de innumerables Indios, que salian de sus pueblos á la -novedad: y eran tantos sus gritos y ademanes, que pudieran pasar por -clamores ó amenazas de las que usaban en la guerra, si no dixera Doña -Marina que usaban tambien de aquellos alaridos en sus mayores fiestas, -y que, celebrando á su modo la dicha que habian conseguido, -victoreaban y bendecian á los nuevos amigos: con cuya noticia se llevó -mejor la molestia de las voces, siendo necesaria entónces la paciencia -para el aplauso. - -Salieron los Senadores largo trecho de la ciudad á recibir el exército -con toda la ostentacion y pompa de sus funciones públicas, asistidos -de los nobles, que hacian vanidad en semejantes casos de autorizar á -los ministros de su república. Hicieron al llegar sus reverencias; y -sin detenerse caminaron delante, dando á entender con este apresurado -rendimiento lo que deseaban adelantar la marcha, ó no detener á los -que acompañaban. - -Al entrar en la ciudad resonaron los víctores y aclamaciones con mayor -estruendo; porque se mezclaba con el grito popular la música disonante -de sus flautas, atabalillos y bocinas. Era tanto el concurso de la -gente, que trabajaron mucho los ministros del Senado en concertar la -muchedumbre, para desembarazar las calles. Arrojaban las mugeres -diferentes flores sobre los Españoles, y las mas atrevidas ó ménos -recatadas se acercaban hasta ponerlas en sus manos. Los sacerdotes -arrastrando las ropas talares de sus sacrificios, salieron al paso con -sus braserillos de copal; y sin saber que acertaban, significaron el -aplauso con el humo. Dexábase conocer en los semblantes de todos la -sinceridad del ánimo; pero con varios afectos: porque andaba la -admiracion mezclada con el contento, y el alborozo templado con la -veneracion. El alojamiento que tenian prevenido con todo lo necesario -para la comodidad y el regalo, era la mejor casa de la ciudad, donde -habia tres ó quatro patios muy espaciosos, con tantos y tan capaces -aposentos, que consiguió Cortés sin dificultad la conveniencia de -tener unida su gente. Llevó consigo á los Embaxadores de Motezuma, por -mas que lo resistieron, y los alojó cerca de sí: porque iban -asegurados en su respeto, y estaban temerosos de que se les hiciese -alguna violencia. Fué la entrada, y última reduccion de Tlascála en -veinte y tres de Septiembre del mismo año de mil y quinientos y diez y -nueve: dia en que los Españoles consiguieron una paz con -circunstancias de triunfo, tan durable y de tanta conseqüencia para la -conquista de Nueva España, que se conservan hoy en aquella provincia -diferentes prerogativas y exênciones obtenidas en remuneracion de -aquella primera constancia. Honrado monumento de su antigua fidelidad. - - - - - CAPITULO III. - - _Describese La Ciudad de Tlascála: quejanse los Senadores de - que anduviesen armados los Españoles, sintiendo su - desconfianza; y Cortés los satisface, y procura reducir á que - dexen la idolatría:_ - - -Era entónces Tlascála una ciudad muy populosa, fundada sobre quatro -eminencias poco distantes, que se prolongaban de oriente á poniente -con desigual magnitud: y fiadas en la natural fortaleza de sus -peñascos contenian en sí los edificios, formando quatro cabeceras ó -barrios distintos, cuya division se unia y comunicaba por diferentes -calles de paredes gruesas que servian de muralla. Gobernaban estas -poblaciones con señorio de vasallage quatro Caciques descendientes de -sus primeros fundadores, que pendian del Senado, y ordinariamente -concurrian en él; pero con sujecion á sus órdenes en todo lo político, -y segundas instancias de sus vasallos. Las casas se levantaban -moderadamente de la tierra, porque no usaban segundo techo: su fábrica -de piedra y ladrillo; y en vez de tejados, azoteas y corredores. Las -calles angostas y torcidas, segun conservaba su dificultad la aspereza -de la montaña. ¡Extraordinaria situacion y arquitectura! ménos á la -comodidad, que á la defensa. - -Tenia toda la provincia cincuenta leguas de circunferencia: diez su -longitud de oriente á poniente; y quatro su latitud de norte á sur. -Pais montuoso y quebrado, pero muy fertil, y bien cultivado en todos -los parages donde la freqüencia de los riscos daba lugar al beneficio -de la tierra. Confinaba por todas partes con provincias de la faccion -de Motezuma: solo por la del norte cerraba, mas que dividia, sus -límites la gran cordillera, por cuyas montañas inaccesibles se -comunicaban con los Otomíes, Totonaques y otras naciones bárbaras de -su confederacion. Las poblaciones eran muchas y de numerosa vecindad. -La gente, inclinada desde la niñez á la supersticion, y al exercicio -de las armas, en cuyo manejo se imponian y habilitaban con emulacion; -hicieselos montaraces el clima, ó valientes la necesidad. Abundaban de -maiz, y esta semilla respondia tan bien al sudor de los villanos, que -dió á la provincia el nombre de Tlascála: voz que en su lengua es lo -mismo que tierra de pan. Habia frutas de gran variedad y regalo: cazas -de todo género; y era una de sus fertilidades la Cochinilla, cuyo uso -no conocian, hasta que le aprendieron de los Españoles. Debióse de -llamar así del grano coccineo, que dió entre nosotros nombre á la -grana; pero en aquellas partes es un género de insecto como gusanillo -pequeño, que nace, y adquiere la última sazon sobre las hojas de un -arbol rústico y espinoso, que llamaban entónces tuna silvestre, y ya -le benefician como fructífero; debiendo su mayor comercio y utilidad -al precioso tinte de sus gusanos, nada inferior al que hallaron los -antiguos en la sangre del múrice y la púrpura, tan celebrado en los -mantos de sus Reyes. - -Tenia tambien sus pensiones la felicidad natural de aquella provincia -sujeta, por la vecindad de las montañas, á grandes tempestades, -horribles huracanes, y freqüentes inundaciones del rio Zahual, que no -contento algunos años con destruir las mieses, y arrancar los árboles, -solia buscar los edificios en lo mas alto de las eminencias. Dicen que -Zahual en su idioma significa rio de sarna, porque se cubrian de ella -los que usaban de sus aguas en la bebida ó en el baño: segunda -malignidad de su corriente. Y no era la menor entre las calamidades -que padecia Tlascála el carecer de sal, cuya falta desazonaba todas -sus abundancias: y aunque pudieran traerla fácilmente de las tierras -de Motezuma con el precio de sus granos, tenian á menor inconveniente -sufrir el sinsabor de sus manjares, que abrir el comercio á sus -enemigos. - -Estas y otras observaciones de su gobierno reparables á la verdad en -la rudeza de aquella gente, hacian admiracion, y ponian en cuidado á -los Españoles. Cortés escondia su rezelo; pero continuaba las guardias -en su alojamiento: y quando salia con los Indios á la ciudad, llevaba -consigo parte de su gente, sin olvidar las armas de fuego. Andaban -tambien en tropas los soldados, y con la misma prevencion, procurando -todas acreditar la confianza, de manera que no pareciese descuido. -Pero los Indios, que deseaban sin artificio ni afectacion la amistad -de los Españoles, se desconsolaban pundonorosamente de que no se -arrimasen las armas, y se acabáse de creer su fidelidad: punto que se -discurrió en el Senado; por cuyo decreto vino Magiscatzín á significar -este sentimiento á Cortés, y ponderó mucho: - - "Quanto disonaban aquellas prevenciones de guerra donde todos - estaban sujetos, obedientes y deseosos de agradar: que la - vigilancia con que se vivia en el quartel denotaba poca - seguridad; y los soldados que salian á la ciudad con sus rayos - al hombro; puesto que no hiciesen mal, ofendian mas con la - desconfianza, que ofendieran con el agravio. Dixo que las armas - se debian tratar como peso inútil donde no eran necesarias, y - parecian mal entre amigos de buena ley, y desarmados:" - -y concluyó, suplicando encarecidamente á Cortés de parte del Senado, y -toda la ciudad: - - "Que mandáse cesar en aquellas demostraciones y aparatos, que, - al parecer, conservaban señales de guerra mal fenecida, ó por - lo ménos eran indicios de amistad escrupulosa." - -Cortés le respondió: - - "Que tenia conocida la buena correspondencia de sus ciudadanos, - y estaba sin rezelo de que pudiesen contravenir á la paz que - tanto habian deseado: que las guardias que se hacian, y el - cuidado que reparaban en su alojamiento, era conforme á la - usanza de su tierra, donde vivian siempre militarmente los - soldados, y se habilitaban en el tiempo de la paz á los - trabajos de la guerra, por cuyo medio se aprendia la - obediencia, y se hacia costumbre la vigilancia: que las armas - tambien eran adorno y circunstancia de su trage, y las traían - como gala de su profesion; por cuya causa les pedia que se - asegurasen de su amistad, y no estrañasen aquellas - demostraciones propias de su milicia, y compatibles con la paz - entre los de su nacion." - -Halló camino de satisfacer á sus amigos, sin faltar á la razon de su -cautela: y Magiscatzín, hombre de espíritu guerrero, que habia -gobernado en su mocedad las armas de su república, se agradó tanto de -aquel estilo militar y loable costumbre, que no solo volvió sin queja, -pero fué deseoso de introducir en sus exércitos este género de -vigilancia y exercicios, que distinguian y habilitaban los soldados. - -Quietaronse con esta noticia los paisanos, y asistian todos con -diligente servidumbre al obsequio de los Españoles. Conociase mas cada -dia su voluntad: los regalos fueron muchos, cazas de todos géneros, y -frutas extraordinarias, con algunas ropas y curiosidades de poco -precio, pero lo mejor que daba de sí la penuría de aquellos montes, -cerrados al comercio de las regiones que producian el oro y la plata. -La mejor sala del alojamiento se reservó para capilla, donde se -levantó sobre gradas el altar, y se colocaron algunas imágenes con la -mayor decencia que fué posible. Celebrabase todos los dias el santo -sacrificio de la Misa con asistencia de los Indios principales, que -callaban admirados ó respectivos; y aunque no estuviesen devotos, -cuidaban de no estorvar la devocion. Todo lo reparaban, y tódo les -hacia novedad, y mayor estimacion de los Españoles: cuyas virtudes -conocian y veneraban, mas por lo que se hacen ellas amar, que porque -las supiesen el nombre, ni las exercitasen. - -Un dia preguntó Magiscatzín á Cortés: - - "Si era mortal: porque sus obras y las de su gente parecian mas - que naturales, y contenian en sí aquel género de bondad y - grandeza que consideraban ellos en sus Dioses; pero que no - entendian aquellas ceremonias con que, al parecer, reconocian - otra Deidad superior: porque los aparatos eran de sacrificio, y - no hallaban en él la víctima, ó la ofrenda con que se aplacaban - los Dioses; ni sabian que pudiese haber sacrificio, sin que - muriese alguno por la salud de los demas." - -Con esta ocasion tomó la mano Cortés, y satisfaciendo á sus preguntas, -confesó con ingenuidad: - - - "Que su naturaleza, y la de todos sus soldados era mortal;" - -porque no se atrevió á contemporizar con el engaño de aquella gente, -quando trataba de volver por la verdad infalible de su Religion; pero -añadió: - - "Que como hijos de mejor clima tenian mas espíritu y mayores - fuerzas que los otros hombres:" - -y sin admitir el atributo de inmortal, se quedó con la reputacion de -invencible. Dixoles tambien: - - "Que no solo reconocian superior en el Cielo, donde adoraban al - único Señor de todo el universo; pero tambien eran súbditos y - vasallos del mayor Príncipe de la tierra, en cuyo dominio - estaban ya los de Tlascála: pues siendo hermanos de los - Españoles, no podian dexar de obedecer á quien ellos - obedecian." - -Pasó luego á discurrir en lo mas esencial; y aunque oró fervorosamente -contra la idolatría, hallando con su buena razon bastantes fundamentos -para impugnar y destruir la multiplicidad de los Dioses, y el error -abominable de sus sacrificios, quando llegó á tocar en los misterios -de la Fé, le parecieron dignos de mejor explicacion, y dió lugar, -discreto hasta en callar á tiempo, para que habláse el Padre Fray -Bartolomé de Olmedo. Procuró este Religioso introducirlos poco á poco -en el conocimiento de la verdad, explicando como docto y como prudente -los puntos principales de la Religion Christiana, de modo que pudiese -abrazarlos la voluntad sin fatiga del entendimiento: porque nunca es -bien dar con toda la luz en los ojos á los que habitan en la -obscuridad. Pero Magiscatzín, y los demas que le asistian, dieron por -entónces poca esperanza de reducirse. Decian: - - - "Que aquel Dios, á quien adoraban los Españoles, era muy - grande, y sería mayor que los suyos; pero que cada uno tenia - poder en su tierra, y allí necesitaban de un Dios contra los - rayos y tempestades: de otro para la guerra: y así de las demas - necesidades; porque no era posible que uno solo cuidáse de - todo." - -Mejor admitieron la proposicion del Señor temporal: porque se -allanaron desde luego á ser sus vasallos, y preguntaban si los -defenderia de Motezuma, poniendo en esto la razon de su obediencia; -pero al mismo tiempo pedian con humildad y encogimiento: - - - "Que no saliese de allí la plática de mudar religion, porque si - lo llegaban á entender sus Dioses, llamarian á sus tempestades, - y echarian mano de sus avenidas para que los aniquilasen." - -Así los tenia poseídos el error, y atemorizados el demonio. Lo mas que -se pudo conseguir entónces fué, que dexasen los sacrificios de sangre -humana, porque les hizo fuerza lo que se oponian á la ley natural: y -con efecto fueron puestos en libertad los miserables cautivos que -habian de morir en sus festividades, y se rompieron diferentes -cárceles y jaulas, donde los tenian y preparaban con el buen -tratamiento, no tanto porque llegasen decentes al sacrificio, como -porque no viniesen deslucidos al plato. - -No quedó satisfecho Hernan Cortés con esta demostracion; ántes -proponia entre los suyos que se derribasen los ídolos, trayendo en -conseqüencia la faccion y el suceso de Zempoala; como si fuera lo -mismo intentar semejante novedad en lugar de tanto mayor poblacion: -engañabale su zelo, y no le desengañaba su ánimo. Pero el Padre Fray -Bartolomé de Olmedo le puso en razon, diciéndole con entereza -religiosa: - - "Que no estaba sin escrúpulo de la fuerza que se hizo á los de - Zempoala: porque se compadecian mal la violencia y el - Evangelio; y aquello en la substancia era derribar los altares, - y dexar los ídolos en el corazon. A que añadió: que la empresa - de reducir aquellos Gentiles pedia mas tiempo y mas suavidad: - porque no era buen camino para darles á conocer su engaño, - malquistar con torcedores la verdad; y ántes de introducir á - Dios, se debia desterrar al demonio: guerra de otra milicia y - de otras armas." - -A cuya persuasion y autoridad rindió Hernan Cortés su dictámen, -reprimiendo los ímpetus de su piedad; y de allí adelante se trató -solamente de ganar y disponer las voluntades de aquellos Indios, -haciendo amable con las obras la Religion, para que, á vista de ellas, -conociesen la disonancia y abominacion de sus costumbres, y por estas -la deformidad y torpeza de sus Dioses. - - - - - CAPITULO IV. - - _Despacha Hernan Cortés los Embaxadores de Motezuma. Reconoce - Diego de Ordaz el volcan de Popocatepec, y se resuelve la - jornada por Cholúla._ - - -Pasados tres ó quatro dias, que se gastaron en estas primeras -funciones de Tlascála, volvió el ánimo Cortés al despacho de los -Embaxadores Mexicanos. Detuvolos para que viesen totalmente rendidos á -los que tenian por indómitos: y la respuesta que les dió fué breve y -artificiosa: - - "Que dixesen á Motezuma lo que llevaban entendido, y habia - pasado en su presencia: las instancias y demostraciones con que - solicitaron y merecieron la paz los de Tlascála: el afecto y - buena correspondencia con que la mantenian: que ya estaban á su - disposicion, y era tan dueño de sus voluntades, que esperaba - reducirlos á la obediencia de su Príncipe, siendo esta una de - las conveniencias que resultarian de su embaxada, entre otras - de mayor importancia, que le obligaban á continuar el viage, y - á solicitar entónces su benignidad, para merecer despues su - agradecimiento." - -Con cuyo despacho, y la escolta que pareció necesaria, partieron -luego los Embaxadores mas enterados de la verdad, que satisfechos de -la respuesta. Y Hernan Cortés se halló empeñado en detenerse algunos -dias en Tlascála, porque iban llegando á dar la obediencia los pueblos -principales de la república, y las naciones de su confederacion, cuyo -acto se revalidaba con instrumento público, y se autorizaba con el -nombre del Rey Don Carlos, conocido ya y venerado entre aquellos -Indios con un género de verdad en la sujecion, que se dexaba colegir -del respeto que tenian á sus vasallos. - -Sucedió por este tiempo un accidente que hizo novedad á los Españoles, -y puso en confusion á los Indios. Descubrese desde lo alto del sitio, -donde estaba entónces la ciudad de Tlascála, el volcan de Popocatepec -en la cumbre de una sierra, que á distancia de ocho leguas se -descuella considerablemente sobre los otros montes. Empezó en aquella -sazon á turbar el dia con grandes y espantosas avenidas de humo tan -rápido y violento, que subia derecho largo espacio del ayre, sin ceder -á los ímpetus del viento, hasta que, perdiendo la fuerza en lo alto, -se dexaba esparcir y dilatar á todas partes, y formaba una nube mas ó -ménos obscura, segun la porcion de ceniza que llevaba consigo. Salian -de quando en quando mezcladas con el humo algunas llamaradas ó globos -de fuego, que, al parecer, se dividian en centellas; y serian las -piedras encendidas que arrojaba el volcan, ó algunos pedazos de -materia combustible, que duraban segun su alimento. - -No se espantaban los Indios de ver el humo, por ser freqüente y casi -ordinario en este volcan; pero el fuego, que se manifestaba pocas -veces, los entristecia y atemorizaba como presagio de venideros males: -porque tenian aprendido que las centellas, quando se derramaban por el -ayre, y no volvian á caer en el volcan, eran las almas de los tiranos -que salian á castigar la tierra: y que sus Dioses, quando estaban -indignados, se valian de ellos como instrumentos adequados á la -calamidad de los pueblos. - -En este delirio de su imaginacion estaban discurriendo con Hernan -Cortés Magiscatzín, y algunos de aquellos magnátes que ordinariamente -le asistian: y él reparando en aquel rudo conocimiento que mostraban -de la inmortalidad, premio y castigo de las almas, procuraba darles á -entender los errores con que tenian desfigurada esta verdad, quando -entró Diego de Ordaz á pedirle licencia para reconocer desde mas cerca -el volcan, ofreciendo subir á lo alto de la sierra, y observar todo el -secreto de aquella novedad. Espantaronse los Indios de oir semejante -proposicion; y procurando informarle del peligro, y desviarle del -intento, decian: - - "Que los mas valientes de su tierra solo se atrevian á visitar - alguna vez unas ermitas de sus Dioses que estaban á la mitad - de la eminencia; pero que de allí adelante no se hallaria - huella de humano pie, ni eran sufribles los temblores y - bramidos con que se defendia la montaña." - -Diego de Ordaz se encendió mas en su deseo con la misma dificultad que -le ponderaban: y Hernan Cortés, aunque lo tuvo por temeridad, le dió -licencia para intentarlo, porque viesen aquellos Indios, que no -estaban negados, sus imposibles al valor de los Españoles: zeloso á -todas horas de su reputacion y la de su gente. - -Acompañaron á Diego de Ordaz en esta faccion dos soldados de su -compañía y algunos Indios principales, que ofrecieron llegar con él -hasta las ermitas, lastimándose mucho de que iban á ser testigos de su -muerte. Es el monte muy delicioso en su principio: hermoseanle por -todas partes frondosas arboledas, que, subiendo largo trecho con la -cuesta, suavizan el camino con su amenidad, y, al parecer, con -engañoso divertimiento llevan al peligro por el deleyte. Vase despues -esterilizando la tierra, parte con la nieve que dura todo el año en -los parages que desampara el sol ó perdona el fuego, y parte con la -ceniza que blanquea tambien desde lejos con la oposicion del humo. -Quedaronse los Indios en la estancia de las ermitas, y partió Diego de -Ordaz con sus dos soldados, trepando animosamente por los riscos, y -poniendo muchas veces los pies donde estuvieron las manos: pero -quando llegaron á poca distancia de la cumbre, sintieron que se movia -la tierra con violentos y repetidos bayvenes, y percibieron los -bramidos horribles del volcan, que á breve rato disparó con mayor -estruendo gran cantidad de fuego envuelto en humo y ceniza: y aunque -subió derecho sin calentar lo transversal del ayre, se dilató despues -en lo alto, y volvió sobre los tres una lluvia de ceniza tan espesa y -tan encendida, que necesitaron de buscar su defensa en el cóncavo de -una peña, donde faltó el aliento á los Españoles, y quisieron -volverse; pero Diego de Ordaz viendo que cesaba el terremoto, que se -mitigaba el estruendo, y salia ménos denso el humo, los ánimo con -adelantarse, y llegó intrepidamente á la boca del volcan, en cuyo -fondo observó una gran masa de fuego, que, al parecer, hervia como -materia líquida y resplandeciente; y reparó en el tamaño de la boca -que ocupaba casi toda la cumbre, y tendria como un quarto de legua su -circunferencia. Volvieron con esta noticia, y recibieron enhorabuenas -de su hazaña, con grande asombro de los Indios, que redundó en mayor -estimacion de los Españoles. Esta bizarría de Diego de Ordaz no pasó -entónces de una curiosidad temeraria; pero el tiempo la hizo de -conseqüencia, y todo servia en esta obra: pues hallándose despues el -exército con falta de pólvora para la segunda entrada que se hizo por -fuerza de armas en México, se acordó Cortés de los hervores de fuego -líquido que se vieron en este volcan, y halló en él toda la cantidad -que hubo menester de finísimo azufre para fabricar esta municion: con -que se hizo recomendable y necesario el arrojamiento de Diego de -Ordaz, y fué su noticia de tanto provecho en la conquista, que se la -premió despues el Emperador con algunas mercedes, y ennobleció la -misma faccion dándole por armas el volcan. - -Veinte dias se detuvieron los Españoles en Tlascála, parte por las -visitas que ocurrieron de las naciones vecinas, y parte por el -consuelo de los mismos naturales, tan bien hallados ya con los -Españoles, que procuraban dilatar el plazo de su ausencia con varios -festejos y regocijos públicos, bayles á su modo, y exercicios de sus -agilidades. Señalado el dia para la jornada, se movió disputa sobre la -eleccion del camino: inclinabase Cortés á ir por Cholúla, ciudad, como -diximos, de gran poblacion, en cuyo distrito solian alojarse las -tropas veteranas de Motezuma. - -Contradecian esta resolucion los Tlascaltécas, aconsejando que se -guiáse la marcha por Guajozingo, pais abundante y seguro: porque los -de Cholúla, sobre ser naturalmente sagaces y traydores, obedecian con -miedo servil á Motezuma, siendo los vasallos de su mayor confianza y -satisfaccion; á que añadian: - - "Que aquella ciudad estaba reputada en todos sus contornos por - tierra sagrada y religiosa, por tener dentro de sus muros mas - de quatrocientos templos con unos Dioses tan mal - acondicionados, que asombraban el mundo con sus prodigios: por - cuya razon no era seguro penetrar sus términos, sin tener - primero algunas señales de su beneplácito." - -Los Zempoales, ménos supersticiosos ya con el trato de los Españoles, -despreciaban estos prodigios; pero seguian la misma opinion, acordando -y repitiendo los motivos que dieron en Zocothlán para desviar el -exército de aquella ciudad. - -Pero ántes que se tomáse acuerdo en este punto, llegaron nuevos -Embaxadores de Motezuma con otro presente, y noticia de que ya estaba -su Emperador reducido á dexarse visitar de los Españoles, dignándose -de recibir gratamente la embaxada que le traían: y entre otras cosas -que discurrieron concernientes al viage, dieron á entender que dexaban -prevenido el alojamiento en Cholúla; con que se hizo necesario el -empeño de ir por aquella ciudad; no porque se fiáse mucho de esta -inopinada y repentina mudanza de Motezuma, ni dexáse de parecer -intempestiva y sospechosa tanta facilidad sobre tanta resistencia: -pero Hernan Cortés ponia gran cuidado en que no le viesen aquellos -Mexicanos rezeloso, de cuyo temor se componia su mayor seguridad. Los -Tlascaltécas del gobierno, quando supieron la proposicion de Motezuma, -dieron por hecho el trato doble de Cholúla, y volvieron á su -instancia, temiendo con buena voluntad el peligro de sus amigos: y -Magiscatzín, que tenia mayor afecto á los Españoles, y amaba -particularmente á Cortés con inclinacion apasionada, le apretó mucho -en que no fuese por aquella ciudad; pero él, que deseaba darle -satisfaccion de lo que agradecia su cuidado, y estimaba su consejo, -convocó luego á sus Capitanes, y en su presencia se propuso la duda, y -se pesaron las razones que por una y otra parte ocurrian: cuya -resolucion fué: - - "Que ya no era posible dexar de admitir el alojamiento que - proponian los Mexicanos, sin que pareciese rezelo anticipado; - ni quando fuese cierta la sospecha, convenia pasar á mayor - empeño, dexando la traycion á las espaldas; ántes se debia ir á - Cholúla para descubrir el ánimo de Motezuma, y dar nueva - reputacion al exército con el castigo de sus asechanzas." - -Reduxose Magiscatzín al mismo dictámen, venerando con docilidad el -superior juicio de los Españoles. Peno sin apartarse del rezelo que le -obligó á sentir lo contrario, pidió licencia para juntar las tropas de -su república, y asistir á la defensa de sus amigos en un peligro tan -evidente: que no era razon que, por ser ellos invencibles, quitasen á -los Tlascaltécas la gloria de cumplir con su obligacion. Pero Hernan -Cortés, aunque no dexaba de conocer el riesgo, ni le sonó mal este -ofrecimiento, se detuvo en admitirle, porque le hacia disonancia el -empezar tan presto á desfrutar los socorros de aquella gente recien -pacificada: y así le respondió agradeciendo mucho su atencion; y -últimamente le dixo: - - "Que no era necesaria por entónces aquella prevencion;" - -pero se lo dixo con floxedad, como quien deseaba que se hiciese, y no -queria darlo á entender: especie de rehusar, que suele ser poco ménos -que pedir. - - - - - CAPITULO V. - - _Hallanse nuevos indicios del trato doble de Cholúla: marcha el - exército la vuelta de aquella ciudad, reforzado con algunas - Capitanías de Tlascála._ - - -Era cierto que Motezuma, sin resolverse á tomar las armas contra los -Españoles, trataba de acabar con ellos, sirviéndose del ardid, primero -que de la fuerza. Tenianle de nuevo atemorizado las respuestas de sus -oráculos: y el demonio, á quien embarazaba mucho la vecindad de los -Christianos, le apretaba con horribles amenazas en que los apartáse de -sí: unas veces enfurecia los sacerdotes y agoreros para que le -irritasen y enfureciesen: otras se le aparecia, tomando la figura de -sus ídolos, y le hablaba para introducir desde mas cerca el espíritu -de la ira en su corazon; pero siempre le dexaba inclinado á la -traycion y al engaño, sin proponerle que usáse de su poder y de sus -fuerzas. O no tendria permision para mayor violencia, ó como nunca -sabe aconsejar lo mejor, le retiraba los medios generosos, para -envilecerle con lo mismo que le animaba. Por una parte le faltaba el -valor para dexarse ver de aquella gente prodigiosa; y por otra le -parecia despreciable y de corto número su exército para empeñar -descubiertamente sus armas: y hallando pundonor en los engaños, -trataba solo de apartarlos de Tlascála, donde no podia introducir las -asechanzas, y llevarlos á Cholúla, donde las tenia ya dispuestas y -prevenidas. - -Reparó Hernan Cortés en que no venian los de aquel gobierno á -visitarle, y comunicó su reparo á los Embaxadores Mexicanos, -estrañando mucho la desatencion de los Caciques, á cuyo cargo estaba -su alojamiento: pues no podian ignorar que le habian visitado con -ménos obligacion todas las poblaciones del contorno. Procuraron ellos -disculpar á los de Cholúla, sin dexar de confesar su inadvertencia: y -al parecer, solicitaron la emienda con algun aviso en diligencia; -porque tardaron poco en venir de parte de la ciudad quatro Indios mal -ataviados, gente de poca suposicion para Embaxadores, segun el uso de -aquellas naciones. Desacato que acriminaron los de Tlascála como nuevo -indicio de su mala intencion: y Hernan Cortés no los quiso admitir; -ántes mandó que se volviesen luego, diciendo en presencia de los -Mexicanos: - - "Que sabian poco de urbanidad los Caciques de Cholúla, pues - querian emendar un descuido con una descortesía." - -Llegó el dia de la marcha; y por mas que los Españoles tomaron la -mañana para formar su esquadron y el de los Zempoales, hallaron ya en -el campo un exército de Tlascaltécas prevenido por el Senado á -instancia de Magiscatzín, cuyos Cabos dixeron á Cortés: - - "Que tenian órden de la república para servir debaxo de su - mano, y seguir sus banderas en aquella jornada, no solo hasta - Cholúla, sino hasta México, donde consideraban el mayor peligro - de su empresa." - -Estaba la gente puesta en órden; y aunque unida y apretada, segun el -estílo de su milicia, ocupaba largo espacio de tierra; porque habian -convocado todas las naciones de su confederacion, y hecho un esfuerzo -extraordinario para la defensa de sus amigos, suponiendo que llegaria -el caso de afrontarse con las huestes de Motezuma. Distinguianse las -Capitanías por el color de los penachos, y por la diferencia de las -insignias, águilas, leones y otros animales feroces levantados en -alto, que, no sin presuncion de geroglíficos ó empresas, contenian -significacion, y acordaban á los soldados la gloria militar de su -nacion. Algunos de nuestros escritores se alargan á decir que constaba -todo el grueso de cien mil hombres armados: otros andan mas detenidos -en lo verisímil; pero con el número menor queda grande la accion de -los Tlascaltécas, digna verdaderamente de ponderacion por la -substancia y por el modo. Agradeció Cortés con palabras de todo -encarecimiento esta demostracion: y necesitó de alguna porfía para -reducirlos á que no convenia que le siguiese tanta gente quando iba de -paz; pero lo consiguió finalmente, dexándolos satisfechos con permitir -que le siguiesen algunas Capitanías con sus Cabos, y quedáse reservado -el grueso para marchar en su socorro, si lo pidiese la necesidad. -Nuestro Bernal Diaz escribe que llevó consigo dos mil Tlascaltécas. -Antonio de Herrera dice tres mil; pero el mismo Hernan Cortés confiesa -en sus relaciones que llevó seis mil; y no cuidaba tan poco de su -gloria, que supondria mayor número de gente, para dexar ménos -admirable su resolucion. - -Puesta en órden la marcha.... Pero no pasemos en silencio una novedad -que merece reflexîon, y pertenece á este lugar. Quedó en Tlascála, -quando salieron los Españoles de aquella ciudad, una cruz de madera, -fixa en un lugar eminente y descubierto, que se colocó de comun -consentimiento el dia de la entrada: y Hernan Cortés no quiso que se -deshiciese, por mas que se tratasen como culpas los excesos de su -piedad, ántes encargó á los Caciques su veneracion; pero debia de ser -necesaria mayor recomendacion para que duráse con seguridad entre -aquellos Infieles: porque apénas se apartaron de la ciudad los -Christianos, quando á vista de los Indios baxó del cielo una -prodigiosa nube á cuidar de su defensa. Era de agradable y exquisita -blancura, y fué descendiendo por la region del ayre, hasta que, -dilatada en forma de coluna, se detuvo perpendicularmente sobre la -misma cruz, donde perseveró mas ó ménos distinta (maravillosa -providencia) tres ó quatro años que se dilató por varios accidentes la -conversion de aquella provincia. Salia de la nube un género de -resplandor mitigado, que infundia veneracion, y no se dexaba mezclar -entre las tinieblas de la noche. Los Indios se atemorizaban al -principio, conociendo el prodigio, sin discurrir en el misterio; pero -despues consideraron mejor aquella novedad, y perdieron el miedo sin -menoscabo de la admiracion. Decian públicamente que aquella santa -señal encerraba dentro de sí alguna Deidad, y que no en vano la -veneraban tanto sus amigos los Españoles: procuraban imitarlos, -doblando la rodilla en su presencia, y acudian á ella con sus -necesidades, sin acordarse de los ídolos, ó freqüentando ménos sus -adoratorios: cuya devocion (si así se puede llamar aquel género de -afecto que sentian como influencia de causa no conocida) fué -creciendo con tanto fervor de nobles y plebeyos, que los sacerdotes y -agoreros entraron en zelos de su religion, y procuraron diversas veces -arrancar y hacer pedazos la cruz; pero siempre volvian escarmentados, -sin atreverse á decir lo que les sucedia, por no desautorizarse con el -pueblo. Así lo refieren Autores fidedignos, y así cuidaba el Cielo de -ir disponiendo aquellos ánimos para que recibiesen despues con ménos -resistencia el Evangelio: como el labrador, que, ántes de repartir la -semilla, facilita su produccion con el primer beneficio de la tierra. - -No se ofreció novedad en la primera marcha; porque ya no lo era el -concurso innumerable de los Indios que salian á los caminos, ni -aquellos alaridos que pasaban por aclamaciones. Caminaronse quatro -leguas de las cinco que distaba entónces Cholúla de la antigua -Tlascála: y pareció hacer alto cerca de un rio de apacible ribera, por -no entrar con la noche á los ojos en lugar de tanta poblacion. Poco -despues que se asentó el quartel, y distribuyeron las órdenes -convenientes á su defensa y seguridad, llegaron segundos Embaxadores -de aquella ciudad, gente de mas porte, y mejor adornada. Traían un -regalo de vituallas diferentes, y dieron su embaxada con grande -aparato de reverencias, que se reduxo á disculpar la tardanza de sus -Caciques, con pretexto de que no podian entrar en Tlascála, siendo -sus enemigos los de aquella nacion: ofrecer el alojamiento que tenia -prevenido su ciudad; y ponderar el regocijo con que celebraban sus -ciudadanos la dicha de merecer unos huespedes tan aplaudidos por sus -hazañas, y tan amables por su benignidad: dicho uno y otro con -palabras, al parecer, sencillas, ó que traían bien desfigurado el -artificio. Hernan Cortés admitió gratamente la disculpa y el regalo, -cuidando tambien de que no se conociese afectacion en su seguridad: y -el dia siguiente, poco despues de amanecer, se continuó la marcha con -la misma órden, y no sin algun cuidado, que obligó á mayor vigilancia: -porque tardaba el recibimiento de la ciudad, y no dexaba de hacer -ruido este reparo entre los demas indicios. Pero al llegar el exército -cerca de la poblacion, prevenidas ya las armas para el combate, se -dexaron ver los Caciques y sacerdotes con numeroso acompañamiento de -gente desarmada. Mandó Cortés que se hiciese alto para recibirlos; y -ellos cumplieron con su funcion tan reverentes y regocijados, que no -dexaron que rezelar por entónces al cuidado con que se observaban sus -acciones y movimientos; pero al reconocer el grueso de los -Tlascaltécas que venía en la retaguardia, torcieron el semblante, y se -levantó entre los mas principales del recibimiento un rumor -desagradable, que volvió á despertar el rezelo en los Españoles. -Dióse órden á Doña Marina para que averiguáse la causa de aquella -novedad; y por su medio respondieron: - - "Que los de Tlascála no podian entrar con armas en su ciudad, - siendo enemigos de su nacion, y rebeldes á su Rey." - -Instaban en que se detuviesen, y retirasen luego á su tierra como -estorvos de la paz que se venía publicando, y representaban sus -inconvenientes sin alterarse ni descomponerse, firmes en que no era -posible; pero contenida la determinacion en los límites del ruego. - -Hallóse Cortés algo embarazado con esta demanda, que parecia -justificada, y podia ser poco segura: procuró sosegarlos con -esperanzas de algun temperamento, que mediáse aquella diferencia; y -comunicando brevemente la materia con sus Capitanes, pareció que sería -bien proponer á los Tlascaltécas que se alojasen fuera de la ciudad, -hasta que se penetráse la intencion de aquellos Caciques, ó se -volviese á la marcha. Fueron con esta proposicion, que, al parecer, -tenia su dureza, los Capitanes Pedro de Alvarado y Christoval de Olid, -y la hicieron, valiéndose igualmente de la persuasion y de la -autoridad, como quien llevaba la órden, y obligaba con dar la razon. -Pero ellos anduvieron tan atentos, que atajaron la instancia, -diciendo: - - "Que no venian á disputar, sino á obedecer, y que tratarian - luego de abarracarse fuera de la poblacion en parage donde - pudiesen acudir prontamente á la defensa de sus amigos, ya que - se querian aventurar contra toda razon, fiándose de aquellos - traydores." - -Comunicóse luego este partido con los de Cholúla, y le abrazaron -tambien con facilidad, quedando ambas naciones no solo satisfechas, -sino con algun género de vanidad, hecha de su misma oposicion: los -unos, porque se persuadieron á que vencian, dexando poco ayrosos y -desacomodados á sus enemigos; y los otros, porque se dieron á entender -que el no admitirlos en su ciudad era lo mismo que temerlos. Así -equivoca la imaginacion de los hombres la esencia y el color de las -cosas, que ordinariamente se estiman como se aprenden, y se aprenden -como se desean. - - - - - CAPITULO VI. - - _Entran los Españoles en Cholúla, donde procuran engañarlos con - hacerles en lo exterior buena acogida: descubrese la traycion - que tenian prevenida, y se dispone su castigo._ - - -La entrada que los Españoles hicieron en Cholúla fué semejante á la de -Tlascála: innumerable concurso de gente, que se dexaba romper con -dificultad: aclamaciones de bullicio: mugeres que arrojaban y -repartian ramilletes de flores: Caciques y sacerdotes que freqüentaban -reverencias y perfumes: variedad de instrumentos, que hacian mas -estruendo que música, repartidos por las calles: y tan bien imitado en -todos el regocijo, que llegaron á tenerle por verdadero los mismos que -venian rezelosos. Era la ciudad de tan hermosa vista, que la -comparaban á nuestra Valladolid, situada en un llano desahogado por -todas partes del horizonte, y de grande amenidad: dicen que tendria -veinte mil vecinos dentro de sus muros, y que pasaria de este número -la poblacion de sus arrabales. Freqüentabanla ordinariamente muchos -forasteros, parte como santuario de sus Dioses, y parte como emporio -de su mercancía. Las calles eran anchas y bien distribuidas: los -edificios mayores y de mejor arquitectura que los de Tlascála, cuya -opulencia se hacia mas suntuosa con las torres, que daban á conocer la -multitud de sus templos. La gente ménos belicosa que sagaz: hombres de -trato, y oficiales: poca distincion, y mucho pueblo. - -El alojamiento que tenian prevenido se componia de dos ó tres casas -grandes y contiguas, donde cupieron Españoles y Zempoales, y pudieron -fortificarse unos y otros, como lo aconsejaba la ocasion, y no lo -estrañaba la costumbre. Los Tlascaltécas eligieron sitio para su -quartel poco distante de la poblacion; y cerrándole con algunos -reparos, hacian sus guardias, y ponian sus centinelas, mejorada ya su -milicia con la imitacion de sus amigos. Los primeros tres ó quatro -dias fué todo quietud y buen pasage. - -Los Caciques acudian con puntualidad al obsequio de Cortés, y -procuraban familiarizarse con sus Capitanes. La provision de las -vituallas corria con abundancia y liberalidad, y todas las -demostraciones eran favorables, y convidaban á la seguridad; tanto, -que se llegaron á tener por falsos y ligeramente creidos los rumores -antecedentes: fácil á todas horas en fabricar ó fingir sus alivios el -cuidado. Pero no tardó mucho en manifestarse la verdad; ni aquella -gente acertó á durar en su artificio hasta lograr sus intentos: -astuta por naturaleza y profesion; pero no tan despierta y avisada, -que se supiesen entender su habilidad y su malicia. - -Fueron poco á poco retirando los víveres: cesó de una vez el agasajo y -asistencia de los Caciques: los Embaxadores de Motezuma tenian sus -conferencias recatadas con los sacerdotes; conociase algun género de -irrision y falsedad en los semblantes; y todas las señales inducian -novedad, y despertaban el rezelo mal adormecido. Trató Cortés de -aplicar algunos medios para inquirir y averiguar el ánimo de aquella -gente; y al mismo tiempo se descubrió de sí misma la verdad, -adelantándose á las diligencias humanas la providencia del Cielo -tantas veces experimentada en esta conquista. - -Estrechó amistad con Doña Marina una India anciana, muger principal, y -emparentada en Cholúla. Visitabala muchas veces con familiaridad, y -ella no se lo desmerecia con el atractivo natural de su agrado y -discrecion. Vino aquel dia mas temprano, y al parecer, asustada ó -cuidadosa: retiróla misteriosamente de los Españoles, y encargando el -secreto con lo mismo que recataba la voz, empezó á condolerse de su -esclavitud, y á persuadirla: - - "Que se apartáse de aquellos extrangeros aborrecibles, y se - fuese á su casa, cuyo alvergue la ofrecia como refugio de su - libertad." - -Doña Marina, que tenia bastante sagacidad, confirió esta prevencion -con los demas indicios: y fingiendo que venía oprimida, y contra su -voluntad entre aquella gente, facilitó la fuga, y aceptó el hospedage -con tantas ponderaciones de su agradecimiento, que la India se dió por -segura, y descubrió todo el corazon. Dixola: - - "Que convenia en todo caso que se fuese luego, porque se - acercaba el plazo señalado entre los suyos para destruir á los - Españoles; y no era razon que una muger de sus prendas - pereciese con ellos: que Motezuma tenia prevenidos á poca - distancia veinte mil hombres de guerra para dar calor á la - faccion: que de este grueso habian entrado ya en la ciudad á la - deshilada seis mil soldados escogidos: que se habia repartido - cantidad de armas entre los paisanos: que tenian de repuesto - muchas piedras sobre los terrados, y abiertas en las calles - profundas zanjas, en cuyo fondo habian fixado estacas - puntiagudas, fingiendo el plano con una cubierta de la misma - tierra, fundada sobre apoyos frágiles, para que cayesen y se - mancasen los caballos: que Motezuma trataba de acabar con todos - los Españoles; pero encargaba que le llevasen algunos vivos - para satisfacer á su curiosidad y al obsequio de sus Dioses; y - que habia presentado á la ciudad una caxa de guerra, hecha de - oro cóncavo, primorosamente vaciado, para excitar los ánimos - con este favor militar." - -Y últimamente Doña Marina, dando á entender que se alegraba de lo -bien que tenian dispuesta su empresa, y dexando caer algunas -preguntas, como quien celebraba lo que inquiria, se halló con noticia -cabal de toda la conjuracion. Fingió que se queria ir luego en su -compañía, y con pretexto de recoger sus joyas, y algunas preseas de su -peculio, hizo lugar para desviarse de ella sin desconfiarla. Dió -cuenta de todo á Cortés; y él mandó prender á la India, que, á pocas -amenazas, confesó la verdad entre turbada y convencida. - -Poco despues vinieron unos soldados Tlascaltécas recatados en trage de -paisanos, y dixeron á Cortés de parte de sus Cabos: - - "Que no se descuidáse, porque habian visto desde su quartel que - los de Cholúla retiraban á los lugares del contorno su ropa y - sus mugeres;" - -señal evidente de que maquinaban alguna traycion. Súpose tambien que -aquella mañana se habia celebrado en el templo mayor de la ciudad un -sacrificio de diez niños de ambos sexôs: ceremonia de que usaban -quando querian emprender algun hecho militar; y al mismo tiempo -llegaron dos ó tres Zempoales, que saliendo casualmente á la ciudad, -habian descubierto el engaño de las zanjas, y visto en las calles de -los lados algunos reparos y estacadas que tenian hechos para guiar los -caballos al precipicio. - -No se necesitaba de mayor comprobacion para verificar el intento de -aquella gente; pero Hernan Cortés quiso apurar mas la noticia, y poner -su razon en estado que no se la pudiesen negar, teniendo algunos -testigos principales de la misma nacion que hubiesen confesado el -delito: para cuyo efecto mandó llamar al primer sacerdote, de cuya -obediencia pendian los demas, y que le truxesen otros dos ó tres de la -misma profesion: gente que tenia grande autoridad con los Caciques, y -mayor con el pueblo. Fuélos exâminando separadamente, no como quien -dudaba su intencion, sino como quien se lamentaba de su alevosía; y -dándoles todas las señas de lo que sabía, callaba el modo, para cebar -su admiracion con el misterio, y dexarlos desvariar en el concepto de -su ciencia. Ellos se persuadieron á que hablaban con alguna Deidad que -penetraba lo mas oculto de los corazones, y no se atrevieron á -proseguir su engaño; ántes confesaron luego la traycion con todas sus -circunstancias, culpando á Motezuma, de cuya órden estaba dispuesta y -prevenida. Mandólos aprisionar secretamente, porque no moviesen algun -ruido en la ciudad. Dispuso tambien que se tuviese cuidado con los -Embaxadores de Motezuma, sin dexarlos salir, ni comunicar con los de -la tierra: y convocando á sus Capitanes, les refirió todo el caso, y -les dió á entender quánto convenia no dexar sin castigo todo aquel -atentado: facilitando la faccion, y ponderando sus conseqüencias con -tanta energía y resolucion, que todos se reduxeron á obedecerle, -dexando á su prudencia la direccion y el acierto. - -Hecha esta diligencia, llamó á los Caciques Gobernadores de la ciudad, -y publicó su jornada para otro dia; no porque la tuviese dispuesta, ni -fuese posible, sino por estrechar el término á sus prevenciones. -Pidióles bastimentos para la marcha, Indios de carga para el bagage, y -hasta dos mil hombres de guerra que le acompañasen, como lo habian -hecho los Tlascaltécas y Zempoales. Ellos ofrecieron con alguna -tibieza y falsedad los bastimentos y Tamenes, y con mayor prontitud la -gente armada que se les pedia, en que andaban encontrados los -designios: pediala Cortés para desunir sus fuerzas, y tener en su -poder parte de los traydores que habia de castigar; y los Caciques la -ofrecian para introducir en el exército contrario aquellos enemigos -encubiertos, y servirse de ellos, quando llegáse la ocasion. Ardides -ambos que tenian su razon militar; si pueden llamarse razon este -género de engaños que hizo lícitos la guerra, y nobles el exemplo. - -Dióse noticia de todo á los Tlascaltécas, y órden para que estuviesen -alerta, y al rayar el dia se fuesen acercando á la poblacion, como que -se movian para seguir la marcha: y en oyendo el primer golpe de los -arcabuces entrasen á viva fuerza en la ciudad, y viniesen á -incorporarse con el exército, llevándose tras sí toda la gente que -hallasen armada. Cuidóse tambien de que los Españoles y Zempoales -tuviesen prevenidas sus armas, y entendida la faccion en que las -habian de emplear. Y luego que llegó la noche, cerrado ya el quartel -con las guardias y centinelas á que obligaba la ocurrencia presente, -llamó Cortés á los Embaxadores de Motezuma, y con señas de intimidad, -como quien les fiaba lo que no sabian, les dixo: - - "Que habia descubierto y averiguado una gran conjuracion que le - tenian armada los Caciques y ciudadanos de Cholúla: dióles - señas de todo lo que ordenaban y disponian contra su persona y - exército: ponderó quanto faltaban á las leyes de la - hospitalidad, al establecimiento de la paz, y al seguro de su - Príncipe. Y añadió: que no solamente lo sabía por su propia - especulacion y vigilancia; pero se lo habian confesado ya los - principales conjurados, disculpándose del trato doble con otra - mayor culpa: pues se atrevian á decir que tenian órden y - asistencias de Motezuma para deshacer alevosamente su exército: - lo qual ni era verisímil, ni se podia creer semejante - indignidad de un Príncipe tan grande. Por cuya causa estaba - resuelto á tomar satisfaccion de su ofensa con todo él rigor de - sus armas: y se lo comunicaba para que tuviesen comprehendida - su razon, y entendido que no le irritaba tanto el delito - principal, como la circunstancia de querer aquellos sediciosos - autorizar su traycion con el nombre de su Rey." - -Los Embaxadores procuraron fingir, como pudieron, que no sabian la -conjuracion, y trataron de salvar el credito de su Príncipe, siguiendo -el camino en que los puso Cortés con baxar el punto de su queja. No -convenia entónces desconfiar á Motezuma, ni hacer de un poderoso -resuelto á disimular, un enemigo poderoso y descubierto: por cuya -consideracion se determinó á desbaratar sus designios, sin darle á -entender que los conocia, tratando solamente de castigar la obra en -sus instrumentos, y contentándose con reparar el golpe sin atender al -brazo. Miraba como empresa de poca dificultad el deshacer aquel trozo -de gente armada que tenia prevenida para socorrer la sedicion, hecho á -mayores hazañas con menores fuerzas; y estaba tan lejos de poner duda -en el suceso, que tuvo á felicidad (ó por lo ménos así lo ponderaba -entre los suyos) que se le ofreciese aquella ocasion de adelantar con -los Mexicanos la reputacion de sus armas. Y á la verdad, no le pesó de -ver tan embarazado en los ardides el ánimo de Motezuma, pareciéndole -que no discurriria en mayores intentos quien la buscaba por las -espaldas, y descubria entre sus mismos engaños la flaqueza de su -resolucion. - - - - - CAPITULO VII. - - _Castígase la traycion de Cholúla: vuelvese á reducir y - pacificar la ciudad, y se hacen amigos los de esta nacion con - los Tlascaltécas._ - - -Fueron llegando con el dia los Indios de carga que se habian pedido, y -algunos bastimentos, prevenido uno y otro con engañosa puntualidad. -Vinieron despues en tropas deshiladas los Indios armados, que, con -pretexto de acompañar la marcha, traían su contraseña para embestir -por la retaguardia, quando llegáse la ocasion: en cuyo número no -anduvieron escasos los Caciques; ántes dieron otro indicio de su -intencion, enviando mas gente que se les pedia. Pero Hernan Cortés los -hizo dividir en los patios del alojamiento, donde los aseguró -mañosamente, dándoles á entender que necesitaba de aquella separacion -para ir formando los esquadrones á su modo. Puso luego en órden sus -soldados, bien instruidos en lo que debian executar; y montando á -caballo con los que le habian de seguir en la faccion, hizo llamar á -los Caciques para justificar con ellos su determinacion: de los quales -vinieron algunos, y otros se excusaron. Dixoles en voz alta, y Doña -Marina se lo interpretó con igual vehemencia: - - "Que ya estaba descubierta su traycion, y resuelto su castigo, - de cuyo rigor conocerian quánto les convenia la paz que - trataban de romper alevosamente." - -Y apénas empezó á protestarles el daño que recibiesen, quando ellos se -retiraron á incorporarse con sus tropas, huyendo en mas que ordinaria -diligencia, y rompiendo la guerra con algunas injurias y amenazas, que -se dexaron oir desde lejos. Mandó entónces Hernan Cortés que cerrase -la infantería con los Indios naturales que tenia divididos en los -patios: y aunque fueron hallados con las armas prevenidas para -executar su traycion, y trataron de unirse para defenderse, quedaron -rotos y deshechos con poca dificultad, escapando solamente con la vida -los que pudieron esconderse, ó se arrojaron por las paredes, -sirviéndose de su ligereza, y de sus mismas lanzas para saltar de la -otra parte. - -Aseguradas las espaldas con el estrago de aquellos enemigos -encubiertos, se hizo la seña para que se moviesen los Tlascaltécas: -avanzó poco á poco el exército por la calle principal, dexando en el -quartel la guardia que pareció necesaria. Echaronse delante algunos de -los Zempoales, que fuesen descubriendo las zanjas, porque no -peligrasen los caballos. No estaban descuidados entónces los de -Cholúla: que hallándose ya empeñados en la guerra descubierta, -convocaron el resto de los Mexicanos, y unidos en una gran plaza, -donde habia tres ó quatro adoratorios, pusieron en lo alto de sus -atrios y torres parte de su gente, y los demas se dividieron en -diferentes esquadrones para cerrar con los Españoles. Pero al mismo -tiempo que desembocó en la plaza el exército de Cortés, y se dió de -una parte y otra la primera carga, cerró por la retaguardia con los -enemigos el trozo de Tlascála, cuyo inopinado accidente los puso en -tanto pavor y desconcierto, que ni pudieron huir, ni supieron -defenderse; y solo se hallaba mas embarazo que oposicion en algunas -tropas descaminadas, que andaban de un peligro en otro con poca ó -ninguna eleccion: gente sin consejo, que acometia para escapar, y las -mas veces daban el pecho, sin acordarse de las manos. Murieron muchos -en este género de combates repetidos; pero el mayor número escapó á -los adoratorios, en cuyas gradas y terrados se descubrió una multitud -de hombres armados, que ocupaban, mas que guarnecian, las eminencias -de aquellos grandes edificios. Encargaronse de su defensa los -Mexicanos; pero se hallaban ya tan embarazados y oprimidos, que apénas -pudieron revolverse para dar algunas flechas al viento. - -Acercóse con su exército Hernan Cortés al mayor de los adoratorios, y -mandó á sus intérpretes, que, levantando la voz, ofreciesen buen -pasage á los que voluntariamente baxasen á rendirse: cuya diligencia -se repitió con segundo y tercer requerimiento; y viendo que ninguno -se movia, ordenó que se pusiese fuego á los torreones del mismo -adoratorio: lo qual asientan que llegó á executarse, y que perecieron -muchos al rigor del incendio y la ruina. No parece fácil que se -pudiese introducir la llama en aquellos altos edificios, sin abrir -primero el paso de las gradas; si ya no lo consiguió Hernan Cortés, -valiéndose de las flechas encendidas con que arrojaban los Indios á -larga distancia sus fuegos artificiales. Pero nada bastó para -desalojar al enemigo, hasta que se abrevió el asalto por el camino que -abrió la artillería; y se observó dignamente que solo uno de tantos -como fueron deshechos en este adoratorio se rindió voluntariamente á -la merced de los Españoles. ¡Notable seña de su obstinacion! - -Hizose la misma diligencia en los demas adoratorios, y despues se -corrió la ciudad, que á breve rato quedó enteramente despoblada, y -cesó la guerra por falta de enemigos. Los Tlascaltécas se desmandaron -con algun exceso en el pillage, y costó su dificultad el recogerlos: -hicieron muchos prisioneros: cargaron de ropas y mercaderías de valor; -y particularmente se cebaron en los almacenes de la sal, de cuya -provision remitieron luego algunas cargas á su ciudad, atendiendo á la -necesidad de su patria en el mismo calor de su codicia. Quedaron -muertos en las calles, templos y casas fuertes mas de seis mil hombres -entre naturales y Mexicanos. Faccion bien ordenada, y conseguida sin -alguna pérdida de los nuestros, que en la verdad tuvo mas de castigo -que de victoria. - -Retiróse luego Hernan Cortés á su alojamiento con los Españoles y -Zempoales: y señalando quartel dentro de la ciudad á los Tlascaltécas, -trató de que fuesen puestos en libertad todos los prisioneros de ambas -naciones, cuyo número se componia de la gente mas principal, que se -iba reservando como presa de mas estimacion. Llamólos primero á su -presencia: y mandando que saliesen tambien de su retiro los -sacerdotes, la India que descubrió el trato, y los Embaxadores de -Motezuma, hizo á todos un breve razonamiento, doliéndose de que le -hubiesen obligado los vecinos de aquella ciudad á tan severa -demostracion; y despues de ponderar el delito, y de asegurar á todos -que ya estaba desenojado y satisfecho, mandó pregonar el perdon -general de lo pasado, sin excepcion de personas; y pidió con agradable -resolucion á los Caciques, que tratasen de que se volviese á poblar su -ciudad, recogiendo los fugitivos, y asegurando á los temerosos. - -No acababan ellos de creer su libertad, enseñados al rigor con que -solian tratar á sus prisioneros; y besando la tierra en demostracion -de su agradecimiento, se ofrecieron con humilde solicitud á la -execucion de esta órden. Los Embaxadores procuraron disimular su -confusion, aplaudiendo el suceso de aquel dia: y Hernan Cortés se -congratuló con ellos, dexándose llevar de su disimulacion para -mantenerlos en buena fé, y afirmarse con nuevas exterioridades en la -política de interesar á Motezuma en el castigo de sus mismos -estratagemas. Volvióse á poblar brevemente la ciudad, porque la -demostracion de poner en libertad á los Caciques y sacerdotes con -tanta prontitud, y lo que ponderaron ellos esta clemencia de los -Españoles sobre tan justa provocacion, bastó para que se aseguráse la -gente que andaba derramada por los lugares del contorno. -Restituyeronse luego á sus casas los vecinos con sus familias: -abrieronse las tiendas, manifestaronse las mercaderías, y el tumulto -se convirtió de una vez en obediencia y seguridad. Accion en que no se -conoció tanto la natural facilidad con que se movian aquellos Indios -de un extremo á otro, como el gran concepto en que tenian á los -Españoles: pues hallaron en la misma justificacion de su castigo toda -la razon que hubieron menester para fiarse de su emienda. - -El dia siguiente á la faccion llegó Xicotencál con un exército de -veinte mil hombres que, al primer aviso de los suyos, remitió la -república de Tlascála para el socorro de los Españoles. Tenian -prevenidas sus tropas, rezelando el suceso, y en todo se iban -experimentando las atenciones de aquella nacion. Hicieron alto fuera -de la ciudad, y Hernan Cortés los visitó y regaló con toda estimacion -de su fineza; pero los reduxo á que se volviesen, diciendo á -Xicotencál y á sus Capitanes: - - "Que ya no era necesaria su asistencia para la reduccion de - Cholúla, y que hallándose con resolucion de marchar brevemente - la vuelta de México, no le convenia despertar la resistencia de - Motezuma, ó provocarle á que rompiese la guerra, introduciendo - en su dominio un grueso tan numeroso de Tlascaltécas enemigos - descubiertos de los Mexicanos." - -A cuya razon no tuvieron que replicar; ántes la conocieron y -confesaron con ingenuidad, ofreciendo tener prevenidas sus tropas, y -acudir al socorro siempre que lo pidiese la necesidad. - -Trató Cortés, primero que se retirasen, de hacer amigas aquellas dos -naciones de Tlascála y Cholúla: introduxo la plática, desvió las -dificultades; y como tenia ya tan asentada su autoridad con ambas -parcialidades, lo consiguió en breves dias, y se celebró acto de -confederacion y alianza entre las dos ciudades y sus distritos con -asistencia de sus Magistrados, y con las solemnidades y ceremonias de -su costumbre: cuerda mediacion, á que le obligaria la conveniencia de -abrir el paso á los de Tlascála, para que pudiesen subministrar con -mayor facilidad los socorros de que necesitáse, ó no dexar aquel -estorvo en su retirada, si el suceso no respondiese favorablemente á -su esperanza. - -Así pasó el castigo de Cholúla, tan ponderado en los libros -extrangeros y en alguno de los naturales, que consiguió por este medio -el aplauso miserable de verse citado contra su nacion. Ponen esta -faccion entre las atrocidades que refieren de los Españoles en las -Indias, de cuyo encarecimiento se valen para desaprobar, ó satirizar -la conquista. Quieren dar al impulso de la codicia, y á la sed del oro -toda la gloria de lo que obraron nuestras armas, sin acordarse de que -abrieron el paso á la Religion, concurriendo en sus operaciones -especial asistencia el brazo de Dios. Lastímanse mucho de los Indios, -tratándolos como gente indefensa y sencilla, para que sobresalga lo -que padecieron: maligna compasion, hija del odio y de la envidia. No -necesita el caso de Cholúla de mas defensa que su misma narracion. En -él se conoce la malicia de aquellos bárbaros, como se sabian -aprovechar de la fuerza y del engaño, y quan justamente fué castigada -su alevosía: y de él se puede colegir quan apasionadamente se refieren -otros casos de horrible inhumanidad, ponderados con la misma -afectacion. No dexamos de conocer que se vieron en algunas partes de -las Indias acciones dignas de reprehension, obradas con queja de la -piedad y de la razon; pero ¿en quál empresa justa ó santa se dexaron -de perdonar algunos inconvenientes? ¿De quál exército bien -disciplinado se pudieron desterrar enteramente los abusos y -desórdenes, que llama el mundo licencias militares? ¿Y qué tienen que -ver estos inconvenientes menores con el acierto principal de la -conquista? No pueden negar los émulos de la nacion Española, que -resultó de este principio, y se consiguió con estos instrumentos la -conversion de aquella gentilidad, y el verse hoy restituida tanta -parte del mundo á su Criador. Querer que no fuese del agrado de Dios, -y de su altísima ordenacion la conquista de las Indias, por este ó -aquel delito de los Conquistadores, es equivocar la substancia con los -accidentes: que hasta en la obra inefable de nuestra Redencion se -presupuso como necesaria para la salud universal, la malicia de -aquellos pecadores permitidos, que ayudaron á labrar el mayor remedio -con la mayor iniquidad. Puedense conocer los fines de Dios en algunas -disposiciones, que traen consigo las señales de su providencia; pero -la proporcion, ó congruencia de los medios por donde se encaminan, es -punto reservado á su eterna sabiduría, y tan escondido á la prudencia -humana, que se deben oir con desprecio estos juicios apasionados, -cuyas sutilezas quieren parecer valentías del entendimiento, siendo en -la verdad atrevimientos de la ignorancia. - - - - - CAPITULO VIII. - - _Parten los Españoles de Cholúla: ofreceseles nueva dificultad - en la montaña de Chalco; y Motezuma procura detenerlos por - medio de sus nigrománticos._ - - -Ibase acercando el plazo de la jornada, y algunos Zempoales de los que -militaban en el exército (temiesen el empeño de pasar á la corte de -Motezuma, ó pudiese mas que su reputacion el amor de la patria) -pidieron licencia para retirarse á sus casas. Concediósela Cortés sin -dificultad, agradeciéndoles mucho lo bien que le habian asistido; y -con esta ocasion envió algunas alhajas de presente al Cacique de -Zempoala, encargándole de nuevo los Españoles que dexó en su distrito -sobre la fé de su amistad y confederacion. - -Escribió tambien á Juan de Escalante, ordenándole con particular -instancia, que procuráse remitirle alguna cantidad de harina para las -hostias, y vino para las Misas, cuya provision se iba estrechando, y -cuya falta sería de gran desconsuelo suyo y de toda su gente. Dióle -noticia por menor de los progresos de su jornada, para que estuviese -de buen ánimo, y asistiese con mayor cuidado á la fortaleza de la -Vera Cruz, tratando de ponerla en defensa, no ménos por su propia -seguridad, que por lo que se debia rezelar de Diego Velazquez: cuya -natural inquietud y desconfianza no dexaba de hacer algun ruido entre -los demas cuidados. - -Llegaron á esta sazon nuevos Embaxadores de Motezuma, que, con noticia -ya de todo el suceso de Cholúla, trató de sincerarse con los -Españoles, dando las gracias á Cortés de que hubiese castigado aquella -sedicion. Ponderaron frivolamente la indignacion y el sentimiento de -su Rey, cuyo artificio se reduxo á infamar con el nombre de traydores -á los mismos que le habian obedecido en la traycion. Vino dorada esta -noticia con otro presente de igual riqueza y ostentacion; y segun lo -que sucedió despues, no dexó de tener mayor designio la embaxada: -porque miró tambien al intento de poner en nueva seguridad á Cortés, -para que marcháse ménos rezeloso, y se dexáse llevar á otra zelada que -le tenian prevenida en el camino. - -Executóse finalmente la marcha despues de catorce dias que ocuparon -los accidentes referidos: y la primera noche se aquarteló el exército -en un village de la jurisdiccion de Guajozingo, donde acudieron luego -los principales de aquel gobierno, y de otras poblaciones vecinas con -bastante provision de bastimentos, y algunos presentes de poco valor, -bastantes para conocer el afecto con que aguardaban á los Españoles. -Halló Cortés entre aquella gente las mismas quejas de Motezuma que se -oyeron en las provincias mas distantes; y no le pesó de que durasen -aquellos humores tan cerca del corazon, pareciéndole que no podia ser -muy poderoso un Príncipe con tantas señas de tirano, á quien faltaba -en el amor de sus vasallos el mayor presidio de los Reyes. - -El dia siguiente se prosiguió la marcha por una sierra muy aspera, que -se comunicaba, mas ó ménos eminente, con la montaña del volcan. Iba -cuidadoso Cortés; porque uno de los Caciques de Guajozingo le dixo, al -partir, que no se fiáse de los Mexicanos, porque tenian emboscada -mucha gente de la otra parte de la cumbre, y habian cegado con grandes -piedras y árboles cortados el camino real que baxa desde lo alto á la -provincia de Chalco, abriendo el paso, y facilitando el principio de -la cuesta por el parage ménos penetrable, donde habian aumentado los -precipicios naturales con algunas cortaduras hechas á la mano, para -dexar que se fuese poco á poco empeñando su exército en la dificultad, -y cargarle de improviso quando no se pudiesen revolver los caballos, -ni afirmar el pie los soldados. Fuése venciendo la cumbre, no sin -alguna fatiga de la gente, porque nevaba con viento destemplado; y en -lo mas alto se hallaron poco distantes los dos caminos con las mismas -señas que se traían, el uno encubierto y embarazado, y el otro fácil -á la vista, y recien aderezado. Reconociólos Hernan Cortés; y aunque -se irritó de hallar verificada la noticia de aquella traycion, estuvo -tan en sí, que, sin hacer ruido, ni mostrar sentimiento, preguntó á -los Embaxadores de Motezuma que marchaban cerca de su persona: - - "Por qué razon estaban así aquellos dos caminos." - -Respondieron: - - "que habian hecho allanar el mejor para que pasáse su exército, - cegando el otro, por ser el mas aspero y dificultoso;" - -y él, con la misma igualdad en la voz y el semblante: - - "Mal conoceis (dixo) á los de mi Nacion. Ese camino que habeis - embarazado se ha de seguir, sin otra razon que su misma - dificultad: porque los Españoles, siempre que tenemos eleccion, - nos inclinamos á lo mas dificultoso." - -Y sin detenerse mandó á los Indios amigos que pasasen á desembarazar -el camino, desviando á un lado y otro aquellos estorvos mal -disimulados que procuraban esconderle. Lo qual se executó prontamente -con grande asombro de los Embaxadores, que, sin discurrir en que se -habia descubierto el ardid de su Príncipe, tuvieron á especie de -adivinacion aquel acierto casual, hallando que admirar y que temer en -la misma bizarría de la resolucion. Sirvióse Cortés primorosamente de -la noticia que llevaba; y consiguió el apartarse del peligro sin -perder reputacion: cuidando tambien de no desconfiar á Motezuma, -diestro ya en el arte de quebrantar insidias, con no quererlas -entender. - -Los Indios emboscados, luego que reconocieron desde sus puestos que -los Españoles se apartaban de la zelada, y seguian el camino real, se -dieron por descubiertos, y trataron de retirarse, tan amedrentados y -en tanto desórden como si volvieran vencidos: con que pudo baxar el -exército á lo llano sin oposicion, y aquella noche se alojó en unas -caserías de bastante capacidad, que se hallaron en la misma falda de -la sierra, fundadas allí para hospedage de los mercaderes Mexicanos -que freqüentaban las ferias de Cholúla, donde se dispuso el quartel -con todos los resguardos y prevenciones que aconsejaba la poca -seguridad con que se iba pisando aquella tierra. - -Motezuma entretanto duraba en su irresolucion, desanimado con el -malogro de sus ardides, y sin aliento para usar de sus fuerzas. Hizose -devocion esta falta de espíritu: estrechóse con sus Dioses: -freqüentaba los templos y los sacrificios: manchó de sangre humana -todos sus altares: mas cruel quando mas afligido; y siempre crecia su -confusion, y se hallaba en mayor desconsuelo: porque andaban -encontradas las respuestas de sus ídolos, y discordes en el dictámen -los espíritus inmundos que le hablaban en ellos. Unos le decian que -franqueáse las puertas de la ciudad á los Españoles, y así -conseguiria el sacrificarlos, sin que se pudiesen escapar ni defender: -otros, que los apartáse de sí, y tratáse de acabar con ellos sin -dexarse ver: y él se inclinaba mas á esta opinion, haciéndole -disonancia el atrevimiento de querer entrar en su Corte contra su -voluntad, y teniendo á desayre de su poder aquella porfía contra sus -órdenes, ó sirviéndose de la autoridad para mejorar el nombre á la -soberbia. Pero quando supo que se hallaban ya en la provincia de -Chalco, frustrado el último estratagema de la montaña, fué mayor su -inquietud y su impaciencia: andaba como fuera de sí, no sabía que -partido tomar: sus consejeros le dexaban en la misma incertidumbre que -sus oráculos. Convocó finalmente una junta de sus magos y agoreros: -profesion muy estimada en aquella tierra, donde habia muchos que se -entendian con el demonio, y la falta de las ciencias daba opinion de -sabios á los mas engañados. Propusoles que necesitaba de su habilidad -para detener aquellos extrangeros, de cuyos designios estaba rezeloso. -Mandóles que saliesen al camino y los ahuyentasen ó entorpeciesen con -sus encantos, á la manera que solian obrar otros efectos -extraordinarios en ocasiones de menor importancia. Ofrecióles grandes -premios si lo consiguiesen, y los amenazó con pena de la vida si -volviesen á su presencia sin haberlo conseguido. - -Esta órden se puso en execucion, y con tantas veras, que se juntaron -brevemente numerosas quadrillas de nigrománticos, y salieron contra -los Españoles, fiados en la eficacia de sus conjuros, y en el imperio -que, á su parecer, tenian sobre la naturaleza. Refieren el Padre Josef -de Acosta, y otros autores fidedignos, que, quando llegaron al camino -de Chalco, por donde venía marchando el exército, y al empezar sus -invocaciones y sus círculos, se les apareció el demonio en figura de -uno de sus ídolos, á quien llamaba Tezcatlepuca, Dios infausto y -formidable, por cuya mano pasaban, á su entender, las pestes, las -esterilidades y otros castigos del Cielo. Venia como despechado y -enfurecido, afeando con el ceño de la ira la misma fiereza del ídolo -inclemente: y traía sobre sus adornos ceñida una soga de esparto, que -le apretaba con diferentes vueltas el pecho, para mayor significacion -de su congoja, ó para dar á entender que le arrastraba mano invisible. -Postraronse todos para darle adoracion: y él, sin dexarse obligar de -su rendimiento, y fingiendo la voz con la misma ilusion que imitó la -figura, les habló en esta substancia: - - "Ya, Mexicanos infelíces, perdieron la fuerza vuestros - conjuros, ya se desató enteramente la trabazon de nuestros - pactos. Decid á Motezuma, que por sus crueldades y tiranías - tiene decretada el Cielo su ruina: y para que le representeis - mas vivamente la desolacion de su imperio, volved á mirar esa - ciudad miserable desamparada ya de vuestros Dioses." - -Dicho esto, desapareció; y ellos vieron arder la ciudad en horribles -llamas, que desvanecieron poco á poco, desocupando el ayre, y dexando -sin alguna lesion los edificios. Volvieron á Motezuma con esta -noticia, temerosos de su rigor, librando en ella su disculpa; pero le -hicieron tanto asombro las amenazas de aquel Dios infortunado y -calamitoso, que se detuvo un rato sin responder, como quien recogia -las fuerzas interiores, ó se acordaba de sí para no descaecer; y -depuesta desde aquel instante su natural ferocidad, dixo, volviendo á -mirar á los magos y á los demas que le asistian: - - "¿Qué podemos hacer si nos desamparan nuestros Dioses? Vengan - los extrangeros, y cayga sobre nosotros el cielo; que no nos - hemos de esconder, ni es razon que nos halle fugitivos la - calamidad. Y prosiguió poco despues: Solo me lastiman los - viejos, niños y mugeres, á quien faltan las manos para cuidar - de su defensa." - -En cuya consideracion se hizo alguna fuerza para detener las lágrimas. -No se puede negar que tuvo algo de Príncipe la primera proposicion: -pues ofreció el pecho descubierto á la calamidad que tenia por -inevitable; y no desdixo de la magestad la ternura con que llegó á -considerar la opresion de sus vasallos. Afectos ambos de ánimo real, -entre cuyas virtudes ó propiedades no es ménos heróica la piedad, que -la constancia. - -Empezóse luego á tratar del hospedage que se habia de hacer á los -Españoles, de la solemnidad y aparatos del recibimiento: y con esta -ocasion se volvió á discurrir en sus hazañas, en los prodigios con que -habia prevenido el Cielo su venida, en las señas que traían de -aquellos hombres orientales prometidos á sus mayores, y en la -turbacion y desaliento de sus Dioses, que, á su parecer, se daban por -vencidos, y cedian el dominio de aquella tierra, como Deidades de -inferior gerarquía: y todo fué menester para que se llegáse á poner en -términos posibles aquella gran dificultad de penetrar, sobre tan -porfiada resistencia, y con tan poca gente, hasta la misma corte de un -Príncipe tan poderoso, absoluto en sus determinaciones, obedecido con -adoracion, y enseñado al temor de sus vasallos. - - - - - CAPITULO IX. - - _Viene al Quartel á Visitar á Cortés de parte de Motezuma el - Señor de Tezcuco su sobrino: continuase la marcha, y se hace - alto en Quitlavaca, dentro ya de la lagúna, de México._ - - -De aquellas caserías, donde se alojó el exército de la otra parte de -la montaña, pasó el dia siguiente á un pequeño lugar, jurisdiccion de -Chalco, situado en el camino real á poco mas de dos leguas, donde -acudieron luego el Cacique principal de la misma provincia, y otros de -la comarca. Traían sus presentes con algunos bastimentos; y Cortés los -agasajó con mucha humanidad y con algunas dádivas. Pero se reconoció -luego en su conversacion que se recataban de los Embaxadores -Mexicanos; porque se detenian y embarazaban fuera de tiempo, y daban á -entender lo que callaban en lo mismo que decian. Apartóse con ellos -Hernan Cortés, y á poca diligencia de los intérpretes dieron todo el -veneno del corazon. Quejaronse destempladamente de las crueldades y -tiranías de Motezuma: ponderaron lo intolerable de sus tributos, que -pasaban ya de las haciendas á las personas; pues los hacia trabajar -sin estipendio en sus jardines, y en otras obras de su vanidad. -Decian con lágrimas: - - "Que hasta las mugeres se habian hecho contribucion de su - torpeza y la de sus ministros, puesto que las elegian y - desechaban á su antojo, sin que pudiesen defender los brazos de - la madre á la doncella, ni la presencia del marido á la - casada:" - -representando uno y otro á Hernan Cortés como á quien lo podia -remediar, y mirándole como á Deidad que baxaba del Cielo con -jurisdiccion sobre los tiranos. El las escuchó compadecido, y procuró -mantenerlos en la esperanza del remedio, dexándose llevar por entónces -del concepto en que le tenian, ó resistiendo á su engaño con alguna -falsedad. No pasaba en estas permisiones de su política los términos -de la modestia; pero tampoco gustaba de obscurecer su fama, donde se -miraba como parte de razon el desvarío de aquella gente. - -Volvióse á la marcha el dia siguiente, y se caminaron quatro leguas -por tierra de mejor temple y mayor amenidad, donde se conocia el favor -de la naturaleza en las arboledas, y el beneficio del arte en los -jardines. Hizose alto en Amecameca, donde se alojó el exército: lugar -de mediana poblacion, fundado en una ensenada de la gran lagúna, la -mitad en tierra firme al pie de una montañuela estéril y fragosa. -Concurrieron aquí muchos Mexicanos con sus armas y adornos militares: -y aunque al principio se creyó que los traía la curiosidad, creció -tanto el número, que dieron cuidado; y no faltaron indicios que -persuadiesen al rezelo. Valióse Cortés de algunas exterioridades para -detenerlos y atemorizarlos: hizose ruido con las bocas de fuego: -dispararonse al ayre algunas piezas de artillería: ponderóse, y aun se -provocó la ferocidad de los caballos, cuidando, los intérpretes de dar -significacion al estruendo, y engrandecer el peligro; por cuyo medio -se consiguió el apartarlos del alojamiento ántes que cerrase la noche. -No se verificó que viniesen con ánimo de ofender, ni parece verisímil -que se intentáse nueva traycion, quando estaba Motezuma reducido á -dexarse ver; aunque despues mataron las centinelas algunos Indios -sobre acercarse demasiado con apariencias de reconocer el quartel: y -pudo ser que alguno de los caudillos Mexicanos conduxese aquella gente -con ánimo de asaltar cautelosamente á los Españoles, creyendo no sería -desagradable á su Rey, por considerarle rendido á la paz con -repugnancia de su natural y de su conveniencia; pero esto se quedó en -presuncion, porque á la mañana solo se descubrieron en el camino que -se habia de seguir algunas tropas de gente desarmada, que tomaban -lugar para ver á los extrangeros. - -Tratábase ya de poner en marcha el exército, quando llegaron al -quartel quatro Caballeros Mexicanos con aviso de que venía el Príncipe -Cacumatzin, sobrino de Motezuma, y Señor de Tezcuco á visitar á Cortés -de parte de su tio; y tardó poco en llegar. Acompañábanle muchos -nobles con insignias de paz y ricamente adornados. Traíanle sobre sus -hombros otros Indios de su familia en unas andas cubiertas de varias -plumas, cuya diversidad de colores se correspondia con proporcion. Era -mozo de hasta veinte y cinco años, de recomendable presencia: y luego -que se apeó, pasaron delante algunos de sus criados á varrer el suelo -que habia de pisar, y á desviar con grandes ademanes y contenencias la -gente de los lados: ceremonias, que siendo ridículas, daban autoridad. -Salió Cortés á recibirle hasta la puerta de su alojamiento con todo -aquel aparato de que adornaba su persona en semejantes funciones. -Hizole al llegar una cumplida reverencia, y él correspondió tocando la -tierra, y despues los labios con la mano derecha. Tomó su lugar -despejadamente, y habló con sosiego de hombre que sabía estar sin -admiracion á vista de la novedad. La substancia de su razonamiento -fué: - - "Dar la bien venida, con palabras puestas en su lugar, á Cortés - y á todos los Cabos de su exército: ponderar la gratitud con - que los esperaba el Gran Motezuma, y quánto deseaba la - correspondencia y amistad de aquel Príncipe del oriente que los - enviaba: cuya grandeza debia reconocer por algunas razones que - entenderian de su boca:" - -y por via de discurso propio volvió á dificultar, como los demas -Embaxadores, la entrada de México, - - "fingiendo que se padecia esterilidad en todos los pueblos de - su contribucion: y proponiendo, como punto que sentia su Rey, - lo mal asistidos que se hallarian los Españoles donde faltaba - el sustento para los vecinos." - -Cortés respondió, sin apartarse del misterio con que iba cebando las -aprehensiones de aquella gente: - - "Que su Rey, siendo un Monarca sin igual en otro mundo cercano - al nacimiento del sol, tenia tambien algunas razones de alta - consideracion para ofrecer su amistad á Motezuma, y comunicarle - diferentes noticias que miraban á su persona y esencial - conveniencia: cuya proposicion no desmereceria su gratitud; ni - él podia dexar de admitir con singular estimacion la licencia - que se le concedia para dar su embaxada, sin que le hiciese - algun embarazo la esterilidad que se padecia en aquella Corte: - porque sus Españoles necesitaban de poco alimento para - conservar sus fuerzas, y venian enseñados á padecer y - despreciar las incomodidades y trabajos de que se afligian los - hombres de inferior naturaleza." - -No tuvo Cacumatzin que replicar á esta resolucion; ántes recibió con -estimacion y rendimiento algunas joyuelas de vidrio extraordinario que -le dió Cortés: y acompañó el exército hasta Tezcuco, ciudad capital de -su dominio, donde se adelantó con la respuesta de su embaxada. - -Era entónces Tezcuco una de las mayores ciudades de aquel imperio: -refieren algunos que sería como dos veces Sevilla; y otros, que podia -competir con la corte de Motezuma en la grandeza, y presumia, no sin -fundamento, de mayor antigüedad. Estaba la frente principal de sus -edificios sobre la orilla de aquel espacioso lago en parage de grande -amenidad, donde tomaba su principio la calzada oriental de México. -Siguióse por ella la marcha sin detencion, porque se llevaba intento -de pasar á Iztacpalapa, tres leguas mas adelante, sitio proporcionado -para entrar en México el dia siguiente á buena hora. Tendria por esta -parte la calzada veinte pies de ancho, y era de piedra y cal, con -algunas labores en la superficie. Habia en la mitad del camino sobre -la misma calzada otro lugar de hasta dos mil casas, que se llamaba -Quitlavaca; y por estar fundado en el agua, le llamaron entónces -Venezuela. Salió el Cacique muy acompañado y lucido al recibimiento de -Cortés, y le pidió que honráse por aquella noche su ciudad, con tanto -afecto y tan repetidas instancias, que fué preciso condescender á sus -ruegos por no desconfiarle. Y no dexó de hallarse alguna conveniencia -en hacer aquella mansion para tomar noticias; porque viendo desde mas -cerca la dificultad, entró Cortés en algun rezelo de que le rompiesen -la calzada, ó levantasen los puentes para embarazar el paso á su -gente. - -Registrabase desde allí mucha parte de la lagúna, en cuyo espacio se -descubrian varias poblaciones y calzadas que la interrumpian y la -hermoseaban: torres y capitéles, que, al parecer, nadaban sobre las -aguas: árboles y jardines fuera de su elemento: y una inmensidad de -Indios, que, navegando en sus canoas, procuraban acercarse á ver los -Españoles; siendo mayor la muchedumbre que se dexaba reparar en los -terrados y azoteas mas distantes. Hermosa vista, y maravillosa -novedad, de que se llevaba noticia, y fué mayor en los ojos que en la -imaginacion. - -Tuvo el exército bastante comodidad en este alojamiento, y los -paisanos asistieron con agrado y urbanidad al regalo de sus huespedes: -gente de cuya policía se dexaba conocer la vecindad de la Corte. -Manifestó el Cacique, sin poderse contener, poco afecto á Motezuma, y -el mismo deseo que los demas de sacudir el yugo intolerable de aquel -gobierno; porque alentaba los soldados, facilitaba la empresa, -diciendo á los intérpretes, como quien deseaba que lo entendiesen -todos: - - "Que la calzada que se habia de seguir hasta México era mas - capaz y de mejor calidad que la pasada, sin que hubiese que - rezelar en ella, ni en las poblaciones de su márgen: que la - ciudad de Iztacpalapa, donde se habia de hacer tránsito, estaba - de paz, y tenia órden para recibir y alojar amigablemente á los - Españoles: que el Señor de esta ciudad era pariente de - Motezuma; pero que ya no habia que temer en los de su faccion, - porque le tenian rendido y sin espíritu los prodigios del - Cielo, las respuestas de sus oráculos, y las hazañas que le - referian de aquel exército; por cuya razon le hallarian deseoso - de la paz, y con el ánimo dispuesto ántes á sufrir que á - provocar." - -Decia la verdad este Cacique; pero con alguna mezcla de pasion y de -lisonja: y Hernan Cortés, aunque no dexaba de conocer este defecto en -sus noticias, procuraba divulgarlas y encarecerlas entre sus soldados. -Y no se puede negar que llegaron á buen tiempo, para que no se -desanimáse la gente de ménos obligaciones con aquella variedad de -objetos admirables que se tenian á la vista, de que pudiera colegir la -grandeza de aquella Corte, y el poder formidable de aquel Príncipe; -pero los informes del Cacique, y las ponderaciones que se hacian de su -turbacion y desaliento pudieron tanto en esta concurrencia de -novedades, que alegrándose todos de lo que se habian de asombrar, se -aprovecharon de su admiracion para mejorar las esperanzas de su -fortuna. - - - - - CAPITULO X. - - _Pasa el exército á iztacpalapa, donde se dispone la entrada de - México. Refierese la grandeza con que salió Motezuma á recibir - á los Españoles._ - - -La mañana siguiente, poco despues de amanecer, se puso en órden la -gente sobre la misma calzada, segun su capacidad, bastante por aquella -parte, para que pudiesen ir ocho caballos en hilera. Constaba entónces -el exército de quatrocientos y cincuenta Españoles no cabales, y hasta -seis mil Indios Tlascaltécas y Zempoales, y de otras naciones amigas. -Siguióse la marcha, sin nuevo accidente que diese cuidado, hasta la -misma ciudad de Iztacpalapa donde se habia de hacer alto: lugar que -sobresalia entre los demas por la grandeza de sus torres, y por el -vulto de sus edificios: sería de hasta diez mil casas de segundo y -tercer alto, que ocupaban mucha parte de la lagúna, y se dilataban -algo mas sobre la ribera en sitio delicioso y abundante. El Señor de -esta ciudad salió muy autorizado á recibir el exército: y le -asistieron para esta funcion los Príncipes de Magicalzingo y Cuyoacán, -dominios de la misma lagúna. Traían todos tres su presente separado -de varias frutas, cazas y otros bastimentos, con algunas piezas de -oro, que valdrian hasta dos mil pesos. Llegaron juntos, y se dieron á -conocer, diciendo cada uno su nombre y dignidad, y remitiendo á la -discrecion de la ofrenda todo lo que faltaba en el razonamiento. - -Hizose la entrada en esta ciudad con aquel aplauso que consistia en el -bullicio y gritería de la gente, cuya inquietud alegre daba seguridad -á los mas rezelosos. Estaba prevenido el alojamiento en el mismo -palacio del Cacique, donde cupieron todos los Españoles debaxo de -cubierto, quedando los demas en los patios y zaguanes con bastante -comodidad para una noche que se habia de pasar sin descuido. Era el -palacio grande y bien fabricado, con separacion de quartos alto y -baxo, muchas salas con techumbre de cedro, y no sin adorno; porque -algunas de ellas tenian sus colgaduras de algodon, texido á colores -con dibuxo y proporcion. Habia en Iztacpalapa diversas fuentes de agua -dulce y saludable, traída por diferentes conductos de las sierras -vecinas, y muchos jardines cultivados con prolixidad: entre los quales -se hacia reparar una huerta de admirable grandeza y hermosura que -tenia el Cacique para su recreacion, donde llevó aquella tarde á -Cortés con algunos de sus Capitanes y soldados, como quien deseaba -cumplir á un tiempo con el agasajo de los huespedes, y con su propia -jactancia y vanidad. Habia en ella diversos géneros de árboles -fructíferos, que formaban calles muy dilatadas, dexando su lugar á las -plantas menores, y un espacioso jardin, que tenia sus divisiones, y -paredes hechas de cañas entretexidas, y cubiertas de yerbas olorosas, -con diferentes quadros de agricultura cuidadosa, donde hacian labor -las flores con ordenada variedad. Estaba en medio un estanque de agua -dulce, de forma quadrangular: fábrica de piedra y argamasa, con gradas -por todas partes hasta el fondo, tan grande, que tenia cada uno de sus -lados quatrocientos pasos, donde se alimentaba la pesca de mayor -regalo, y acudian varias especies de aves palustres, algunas conocidas -en Europa, y otras de figura exquisita, y pluma extraordinaria: obra -digna de Príncipe, y que hallada en un súbdito de Motezuma, se miraba -como argumento de mayores opulencias. - -Pasóse bien la noche, y la gente acudió con agrado y sencillez al -agasajo de los Españoles: solo se reparó en que hablaban ya en este -lugar con otro estílo de las cosas de Motezuma, porque alababan todos -su gobierno, y encarecian su grandeza; ó tuviese los de aquella -opinion el parentesco del Cacique, ó ménos atrevidos la cercanía del -tirano. Habia dos leguas de calzada que pasar hasta México, y se tomó -la mañana, porque deseaba Cortés hacer su entrada, y cumplir con la -primera funcion de visitar á Motezuma, quedando con alguna parte del -dia para reconocer y fortificar su quartel. Siguióse la marcha con la -misma órden: y dexando á los lados la ciudad de Magicalzingo en el -agua, y la de Cuyoacán en la ribera, sin otras grandes poblaciones que -se descubrian en la misma lagúna, se dió vista desde mas cerca, y no -sin admiracion, á la gran ciudad de México, que se levantaba con -exceso entre las demas, y, al parecer, se le conocia el predominio -hasta en la soberbia de sus edificios. Salieron á poco ménos que la -mitad del camino mas de quatro mil nobles y ministros de la ciudad á -recibir el exército, cuyos cumplimientos detuvieron largo rato la -marcha, aunque solo hacian reverencia, y pasaban delante para volver -acompañando. Estaba poco ántes de la ciudad un baluarte de piedra con -dos castillejos á los lados, que ocupaba todo el plano de la calzada: -cuyas puertas desembocaban sobre otro pedazo de calzada, y esta -terminaba en una puente levadiza, que defendia la entrada con segunda -fortificacion. Luego que pasaron de la otra parte los magnátes del -acompañamiento, se fueron desviando á los lados para franquear el paso -al exército, y se descubrió una calle muy larga y espaciosa, de -grandes casas edificadas con igualdad y correspondencia, cubiertos de -gente los miradores y terrados; pero la calle totalmente desocupada: y -dixeron á Cortés que se habia despejado cuidadosamente, porque -Motezuma estaba en ánimo de salir á recibirle para mayor demostracion -de su benevolencia. - -Poco despues se fué dexando ver la primera comitiva real, que serian -hasta doscientos nobles de su familia, vestidos de librea con grandes -penachos conformes en la hechura y el color. Venian en dos hileras con -notable silencio y compostura, descalzos todos, y sin levantar los -ojos de la tierra: acompañamiento con apariencias de procesion. Luego -que llegaron cerca del exército, se fueron arrimando á las paredes en -la misma órden; y se vió á lo lejos una gran tropa de gente mejor -adornada y de mayor dignidad, en cuyo medio venía Motezuma sobre los -hombros de sus favorecidos en unas andas de oro bruñido, que brillaba -con proporcion entre diferentes labores de pluma sobrepuesta, cuya -primorosa distribucion procuraba obscurecer la riqueza con el -artificio. Seguian el paso de las andas quatro personages de gran -suposicion, que le llevaban debaxo de un palio hecho de plumas verdes -entretexidas y dispuestas de manera que formaban tela, con algunos -adornos de argentería: y poco delante iban tres Magistrados con unas -varas de oro en las manos que levantaban en alto sucesivamente, como -avisando que se acercaba el Rey, para que se humillasen todos, y no se -atreviesen á mirarle: desacato que se castigaba como sacrilegio. -Cortés se arrojó del caballo poco ántes que llegáse, y al mismo -tiempo se apeó Motezuma de sus andas, y se adelantaron algunos Indios -que alfombraron el camino para que no pusiese los pies sobre la -tierra, que, á su parecer, era indigna de sus huellas. - -Previnose á la funcion con espacio y gravedad; puestas las dos manos -sobre los brazos del Señor de Iztacpalapa, y el de Tezcuco sus -sobrinos, dió algunos pasos para recibir á Cortés. Era de buena -presencia: su edad hasta quarenta años, de mediana estatura, mas -delgado que robusto: el rostro aguileño, de color ménos obscuro que el -natural de aquellos Indios: el cabello largo hasta el extremo de la -oreja, los ojos vivos, y el semblante magestuoso, con algo de -intencion: su trage un manto de sutilísimo algodon, anudado sin -desayre sobre los hombros, de manera que cubria la mayor parte del -cuerpo, dexando arrastrar la falda. Traía, sobre sí diferentes joyas -de oro, perlas y piedras preciosas en tanto número, que servían mas al -peso que al adorno. La corona una mitra de oro ligero, que por delante -remataba en punta, y la mitad posterior algo mas obtusa se inclinaba -sobre la cerviz: y el calzado unas suelas de oro macizo, cuyas correas -tachonadas de lo mismo ceñian el pie, y abrazaban parte de la pierna, -semejante á las caligas militares de los Romanos. - -Llegó Cortés apresurando el paso sin desautorizarse, y le hizo una -profunda sumision; á que respondió poniendo la mano cerca de la -tierra, y llevándola despues á los labios: cortesía de inaudita -novedad en aquellos Príncipes, y mas desproporcionada en Motezuma, que -apénas doblaba la cerviz á sus Dioses, y afectaba la soberbia, ó no la -sabía distinguir de la magestad: cuya demostracion, y la de salir -personalmente al recibimiento, se reparó mucho entre los Indios, y -cedió en mayor estimacion de los Españoles: porque no se persuadian á -que fuese inadvertencia de su Rey, cuyas determinaciones veneraban -sujetando el entendimiento. Habiase puesto Cortés sobre las armas una -banda ó cadena de vidrio, compuesta vistosamente de várias piedras que -imitaban los diamantes y las esmeraldas, reservada para el presente de -la primera audiencia; y hallándose cerca en estos cumplimientos, se la -echó sobre los hombros á Motezuma. Detuvieronle, no sin alguna -destemplanza, los dos brazeros, dándole á entender que no era lícito -el acercarse tanto á la persona del Rey; pero él los reprehendió, -quedando tan gustoso del presente, que le miraba y celebraba entre los -suyos como presea de inestimable valor: y para desempeñar su -agradecimiento con alguna liberalidad, hizo traer, entretanto que -llegaban á darse á conocer los demas Capitanes, un collar, que tenia -la primera estimacion entre sus joyas. Era de unas conchas carmesíes -de gran precio en aquella tierra, dispuestas y engazadas con tal arte, -que de cada una de ellas pendian quatro gámbaros ó cangrejos de oro, -imitados prolixamente del natural. Y él mismo con sus manos se le puso -en el cuello á Cortés: humanidad y agasajo, que hizo segundo ruido -entre los Mexicanos. El razonamiento de Cortés fué breve y rendido, -como lo pedia la ocasion, y su respuesta de pocas palabras, que -cumplieron con la discrecion, sin faltar á la decencia. Mandó luego al -uno de aquellos dos Príncipes sus colaterales que se quedáse para -conducir y acompañar á Hernan Cortés hasta su alojamiento, y arrimado -al otro volvió á tomar sus andas, y se retiró á su palacio con la -misma pompa y gravedad. - -Fué la entrada en esta ciudad á ocho de Noviembre del mismo año de mil -y quinientos y diez y nueve, dia de los Santos quatro coronados -Mártires: y el alojamiento que tenian prevenido, una de las casas -reales que fabricó Axayáca, padre de Motezuma. Competia en la grandeza -con el palacio principal de los Reyes, y tenia sus presunciones de -fortaleza: paredes gruesas de piedra, con algunos torreones que -servian de traveses, y daban facilidad á la defensa. Cupo en ella todo -el exército: y la primera diligencia de Cortés fué reconocerla por -todas partes, para distribuir sus guardias, alojar su artillería, y -cerrar su quartel. Algunas salas, que tenian destinadas para la gente -de mas cuenta, estaban adornadas con sus tapicerías de varios colores, -hechas de aquel algodon á que se reducian todas sus telas, mas ó ménos -delicadas: las sillas de madera labradas de una pieza: las camas -entoldadas con sus colgaduras en forma de pabellones; pero el lecho se -componia de aquellas sus esteras de palma, donde servia de cabecera -una de las mismas esteras arrollada. No alcanzaban allí mejor cama los -Príncipes mas regalados, ni cuidaba mucho aquella gente de su -comodidad, porque vivian á la naturaleza, contentándose con los -remedios de la necesidad: y no sabemos si se debe llamar felicidad en -aquellos bárbaros esta ignorancia de las superfluidades. - - - - - CAPITULO XI. - - _Viene Motezuma el mismo dia por la tarde á visitar á Cortés en - su alojamiento. Refierese la oracion que hizo ántes de oir la - embaxada: y la respuesta de Cortés._ - - -Era poco mas de medio dia quando entraron los Españoles en su -alojamiento; hallaron prevenido un banquete regalado y espléndido para -Cortés y los Cabos de su exército, con grande abundancia de -bastimentos ménos delicados para el resto de la gente, y muchos Indios -de servicio que ministraban los manjares y las bebidas con igual -silencio y puntualidad. Por la tarde vino Motezuma con la misma pompa -y acompañamiento á visitar á Cortés, que, avisado poco ántes, salió á -recibirle hasta el patio principal con todo el obsequio debido á -semejante favor. Acompañóle hasta la puerta de su quarto, donde le -hizo una profunda reverencia; y él pasó á tomar su asiento con despejo -y gravedad. Mandó luego que acercasen otro á Cortés: hizo seña para -que se apartasen á la pared los Caballeros que andaban cerca de su -persona; y Cortés advirtió lo mismo á los Capitanes que le asistian. -Llegaron los intérpretes: y quando se prevenia Hernan Cortés para dar -principio á su oracion, le detuvo Motezuma, dando á entender que tenia -que hablar ántes de oir: y se refiere que discurrió en esta -substancia: - - "Antes que me deis la embaxada, ilustre Capitan y valerosos - extrangeros, del Príncipe grande que os envia, debeis vosotros, - y debo yo desestimar y poner en olvido lo que ha divulgado la - fama de nuestras personas y costumbres, introduciendo en - nuestros oídos aquellos vanos rumores que van delante de la - verdad, y suelen obscurecerla, declinando en lisonja ó - vituperio. En algunas partes os habrán dicho de mí que soy uno - de los Dioses inmortales, levantando hasta los Cielos mi poder - y mi naturaleza: en otras, que se desvela en mis opulencias la - fortuna: que son de oro las paredes y los ladrillos de mis - palacios, y que no cabe la tierra mis tesoros; y en otras, que - soy tirano, cruel y soberbio, que aborrezco la justicia, y que - no conozco la piedad. Pero los unos y los otros os han engañado - con igual encarecimiento: y para que no imagineis que soy - alguno de los Dioses, ó conozcais el desvarío de los que así me - imaginan, esta porcion de mi cuerpo (y desnudó parte del brazo) - desengañará vuestros ojos de que hablais con un hombre mortal - de la misma especie; pero mas noble, y mas poderoso que los - otros hombres. Mis riquezas no niego que son grandes; pero las - hace mayores la exâgeracion de mis vasallos. Esta casa que - habitais es uno de mis palacios. Mirad esas paredes hechas de - piedra y cal, materia vil que debe al arte su estimacion; y - colegid de uno y otro el mismo engaño y el mismo encarecimiento - en lo que os hubieren dicho de mis tiranías, suspendiendo el - juicio hasta que os entereis de mi razon, y despreciando ese - lenguage de mis rebeldes, hasta que veais si es castigo lo que - llaman infelicidad, y si pueden acusarle sin dexar de - merecerle. No de otra suerte han llegado á nuestros oídos - varios informes de vuestra naturaleza y operaciones. Algunos - han dicho que sois Deidades, que os obedecen las fieras, que - manejais los rayos, y que mandais en los elementos; y otros, - que os dexais dominar de los vicios, y que venis con una sed - insaciable del oro que produce nuestra tierra. Pero yo veo que - sois hombres de la misma composicion y masa que los demas; - aunque os diferencian de nosotros algunos accidentes de los que - suele influir el temperamento de la tierra en los mortales. - Esos brutos que os obedecen, ya conozco que son unos venados - grandes, que traeis domesticados y embebidos en aquella - doctrina imperfecta que puede comprehender el instinto de los - animales. Esas armas que se asemejan á los rayos, tambien - alcanzo que son unos cañones de metal no conocido, cuyo efecto - es como el de nuestras cerbatanas, ayre oprimido que busca - salida, y arroja el impedimento. Ese fuego que despiden con - mayor estruendo, será quando mucho algun secreto mas que - natural de la misma ciencia que alcanzan nuestros magos. Y en - lo demas que han dicho de vuestro proceder, hallo tambien, - segun la observacion que han hecho de vuestras costumbres mis - Embaxadores y confidentes, que sois benignos y religiosos, que - os enojais con razon, que sufris con alegría los trabajos, y - que no falta entre vuestras virtudes la liberalidad, que se - acompaña pocas veces con la codicia. De suerte que unos y otros - debemos olvidar las noticias pasadas y agradecer á nuestros - ojos el desengaño de nuestra imaginacion: con cuyo presupuesto - quiero que sepais ántes de hablarme, que no se ignora entre - nosotros, ni necesitamos de vuestra persuasion para creer que - el Príncipe grande, á quien obedeceis, es descendiente de - nuestro antiguo Quezalcoál, señor de las siete cuevas de los - Nautlácas, y Rey legítimo de aquellas siete naciones que dieron - principio al Imperio Mexicano. Por una profecía suya, que - veneramos como verdad infalible, y por la tradicion de los - siglos que se conserva en nuestros anales, sabemos que salió de - estas regiones á conquistar nuevas tierras hácia la parte del - oriente, y dexó prometido que, andando el tiempo, vendrian sus - descendientes á moderar nuestras leyes, ó poner en razon - nuestro gobierno. Y porque las señas que traeis conforman con - este vaticinio, y el Príncipe del oriente que os envia - manifiesta en vuestras mismas hazañas la grandeza de tan - ilustre progenitor, tenemos ya determinado que se haga en - obsequio suyo todo lo que alcanzaren nuestras fuerzas. De que - me ha parecido advertiros, para que hableis sin embarazo en sus - proposiciones, y atribuyais á tan alto principio estos excesos - de mi humanidad." - -Acabó Motezuma su oracion, previniendo el oído con entereza y -magestad: cuya substancia dió bastante disposicion á Cortés para que, -sin apartarse del engaño que hallaba introducido en el concepto de -aquellos hombres, pudiese responderle, segun lo que hallamos escrito, -éstas ó semejantes razones: - - "Despues, Señor, de rendiros las gracias por la suma benignidad - con que permitis vuestros oídos á nuestra embaxada, y por el - superior conocimiento con que nos habeis favorecido, - menospreciando en nuestro abono los siniestros informes de la - opinion, debo deciros, que tambien acerca de nosotros se ha - tratado la vuestra con aquel respeto y veneracion que - corresponde á vuestra grandeza. Mucho nos han dicho de vos en - esas tierras de vuestro dominio, unos afeando vuestras obras, y - otros poniendo entre sus Dioses vuestra persona; pero los - encarecimientos crecen ordinariamente con injuria de la verdad: - que, como es la voz de los hombres el instrumento de la fama, - suele participar de sus pasiones; y estas ó no entienden las - cosas como son, ó no las dicen como las entienden. Los - Españoles, Señor, tenemos otra vista con que pasamos á - discernir el color de las palabras, y por ellas el semblante - del corazon. Ni hemos creido á vuestros rebeldes, ni á vuestros - lisonjeros: con certidumbre de que sois Príncipe grande, y - amigo de la razon, venimos á vuestra presencia, sin necesitar - de los sentidos para conocer que sois Príncipe mortal. Mortales - somos tambien los Españoles, aunque mas valerosos, y de mayor - entendimiento que vuestros vasallos, por haber nacido en otro - clima de mas robustas influencias. Los animales que nos - obedecen no son como vuestros venados, porque tienen mayor - nobleza y ferocidad: brutos inclinados á la guerra, que saben - aspirar con alguna especie de ambicion á la gloria de su dueño. - El fuego de nuestras armas es obra natural de la industria - humana, sin que tenga parte alguna en su produccion esa - facultad que profesan vuestros magos, ciencia entre nosotros - abominable, y digna de mayor desprecio que la misma - ignorancia: con cuya suposicion, que me ha parecido necesaria - para satisfacer á vuestras advertencias, os hago saber con todo - el acatamiento debido á vuestra Magestad, que vengo á visitaros - como Embaxador del mas poderoso Monarca que registra el sol - desde su nacimiento: en cuyo nombre os propongo, que desea ser - vuestro amigo y confederado sin acordarse de los derechos - antiguos que habeis referido para otro fin que abrir el - comercio entre ambas Monarquías, y conseguir por este medio - vuestra comunicacion y vuestro desengaño. Y aunque pudiera, - segun la tradicion de vuestras mismas historias, aspirar á - mayor reconocimiento en estos dominios, solo quiere usar de su - autoridad para que le creais en lo mismo que os conviene, y - daros á entender que vos, Señor, y vosotros Mexicanos que me - oís (volviendo el rostro á los circunstantes) vivis engañados - en la religion que profesais, adorando unos leños insensibles, - obra de vuestras manos y de vuestra fantasía: porque solo hay - un Dios verdadero, Principio eterno, sin principio ni fin, de - todas las cosas, cuya omnipotencia infinita crió de nada esa - fábrica maravillosa de los cielos, el sol que nos alumbra, la - tierra que nos sustenta, y el primer hombre, de quien - procedemos todos con igual obligacion de reconocer y adorar á - nuestra Primera Causa. Esta Misma obligacion teneis vosotros - impresa en el alma; y conociendo su inmortalidad, la - desestimais y destruis, dando adoracion á los demonios, que son - unos espíritus inmundos, criaturas del mismo Dios, que por su - ingratitud y rebeldía fueron lanzados en ese fuego subterráno, - de que teneis alguna imperfecta noticia en el horror de - vuestros volcanes. Estos, que por su envidia y malignidad son - enemigos mortales del género humano, solicitan vuestra - perdicion, haciéndose adorar en esos ídolos abominables: suya - es la voz que alguna vez escuchais en las respuestas de - vuestros oráculos, y suyas las ilusiones con que suele - introducir, en vuestro entendimiento los errores de la - imaginacion. Ya conozco, Señor, que no son de este lugar los - misterios de tan alta enseñanza; pero solamente os amonesta ese - mismo Rey, á quien reconoceis tan antigua superioridad, que nos - oygais en este punto con ánimo indiferente, para que veais como - descansa vuestro espíritu en la verdad que os anunciamos, y - quantas veces habeis resistido á la razon natural, que os daba - luz suficiente para conocer vuestra ceguedad. Esto es lo - primero que desea de vuestra Magestad el Rey mi Señor, y esto - lo principal que os propone, como el medio mas eficaz para que - pueda estrecharse con durable amistad la confederacion de - ambas coronas, y no falten á su firmeza los fundamentos de la - Religion, que, sin dexar alguna discordia en los dictámenes, - introduzcan en el ánimo los vínculos de la voluntad." - -Así procuró Hernan Cortés mantener entre aquella gente la estimacion -de sus fuerzas, sin apartarse de la verdad, y servirse del orígen que -buscaban á su Rey, ó no contradecir lo que tenian aprehendido, para -dar mayor autoridad á su embaxada. Pero Motezuma oyó con señas de poca -docilidad el punto de la Religion, obstinado con hipocresía en los -errores de su gentilidad; y levantándose de la silla: - - "Yo acepto (dixo) con toda gratitud la confederacion y amistad - que me proponeis del gran descendiente de Quezalcoál; pero - todos los Dioses son buenos, y el vuestro puede ser todo lo que - decis sin ofensa de los mios. Descansad ahora, que en vuestra - casa estais, donde seréis asistido con todo el cuidado que se - debe á vuestro valor, y al Príncipe que os envia." - -Mandó luego que entrasen algunos Indios de carga que traia prevenidos, -y ántes de partir presentó á Hernan Cortés diferentes piezas de oro, -cantidad de ropas de algodon, y varias curiosidades de pluma, dádiva -considerable por el valor y por el modo; y repartió algunas joyas y -preseas del mismo género entre los Españoles que estaban presentes, -dando uno y otro con alegre generosidad, sin hacer mucho caso del -beneficio; pero mirando á Cortés y á los suyos con un género de -satisfaccion, en que se conocia el cuidado antecedente, como los que -manifiestan su temor en lo mismo que se complacen de haberle perdido. - - - - - CAPITULO XII. - - _Visita Cortés á Motezuma en su palacio, cuya grandeza y - aparato se describe, y se da noticia de lo que pasó en esta - conferencia, y en otras que se tuvieron despues sobre la - Religion._ - - -Pidió Hernan Cortés audiencia el dia siguiente, y la consiguió con -tanta prontitud, que vinieron con la respuesta los mismos que le -habian de acompañar en esta visita: cierto género de ministros que -solian asistir á los Embaxadores, y tenian á su cargo el magisterio de -las ceremonias y estílos de su nacion. Vistióse de gala, sin dexar las -armas (que se habian de introducir á trage militar) y llevó consigo á -los Capitanes Pedro de Alvarado, Gonzalo de Sandoval, Juan Velazquez -de Leon y Diego de Ordaz, con seis ó siete soldados particulares de su -satisfaccion: entre los quales fué Bernal Diaz del Castillo, que ya -trataba de observar para escribir. - -Las calles estaban pobladas por todas partes de innumerable concurso, -que trabajaba en su misma muchedumbre para ver á los Españoles sin -embarazarles el paso, entre cuyas reverencias y sumisiones, se oía -muchas veces la palabra _teules_, que en su lengua significa Dioses: -voz que ya se entendia, y que no sonaba mal á los que fundaban parte -de su valor en el respeto ageno. - -Dexóse ver á larga distancia el palacio de Motezuma, que manifestaba, -no sin encarecimiento, la magnificencia de aquellos Reyes. Edificio -tan desmesurado, que se mandaba por treinta puertas á diferentes -calles. La fachada principal, que ocupaba toda la frente de una plaza -muy espaciosa, era de varios jaspes negros, roxos y blancos, de no mal -entendida colocacion y pulimento. Sobre la portada se hacian reparar -en un escudo grande las armas de los Motezumas: un grifo medio águila, -y medio leon, en ademan de volar, con un tigre feroz entre las garras. -Algunos quieren que fuese águila, y se ponen de propósito á impugnar -el grifo con la razon de que no los hay en aquella tierra, como si no -se pudiese dudar si los hay en el mundo, segun los autores que los -pusieron entre las aves fabulosas. Diriamos ántes que pudo inventar -acá y allá este género de monstruos el desvarío artificioso, que -llaman licencia los poetas, y valentía los pintores. - -Al llegar cerca de la puerta principal se encaminaron hácia el uno de -sus lados los ministros del acompañamiento, y retirándose atras con -pasos de gran misterio, formaron un semicírculo para llegar á la -puerta de dos en dos: ceremonia de su costumbre, porque tenian á falta -de respeto el entrar de tropel en la casa real, y reconocian con este -desvío la dificultad de pisar aquellos umbrales. Pasados tres patios -de la misma fábrica y materia que la fechada, llegaron al quarto donde -residia Motezuma, en cuyos salones era de igual admiracion la grandeza -y el adorno. Los pavimentos con esteras de varias labores: las paredes -con diferentes colgaduras de algodon, pelo de conejo, y en lo mas -interior de pluma: unas y otras hermoseadas con la viveza de los -colores, y con la diferencia de las figuras. Los techos de ciprés, -cedro y otras maderas olorosas, con diversos follages y relieves: en -cuya contextura se reparó que, sin haber hallado el uso de los clavos, -formaban grandes artesones, afirmando el maderamen y las tablas en su -misma trabazon. - -Habia en cada una de estas salas numerosas y diferentes gerarquías de -criados, que tenian la entrada segun su calidad y ministerio: y en la -puerta de la antecámara esperaban los próceres y magistrados, que -recibieron á Cortés con grande urbanidad; pero le hicieron esperar -para quitarse las sandalias, y dexar los mantos ricos de que venian -adornados, tomando en su lugar otros de ménos gala. Era entre aquella -gente irreverencia el atreverse á lucir delante del Rey. Todo lo -reparaban los Españoles, todo hacia novedad, y todo infundia respeto: -la grandeza del palacio, las ceremonias, el aparato, y hasta el -silencio de la familia. - -Estaba Motezuma en pie con todas sus insignias reales, y dió algunos -pasos para recibir á Cortés, poniéndole al llegar los brazos sobre los -hombros: agasajó despues con el semblante á los Españoles que le -acompañaban; y tomando su asiento, mandó sentar á Cortés y á todos los -demas, sin dexarles accion para que replicasen. La visita fué larga, y -de conversacion familiar: hizo varias preguntas á Cortés sobre lo -natural y político de las regiones orientales, aprobando á tiempo lo -que le parecia bien, y mostrando que sabía discurrir en lo que sabía -dudar. Volvió á referir la dependencia y obligacion que tenian los -Mexicanos al descendiente de su primero Rey; y se congratuló muy -particularmente de que se hubiese cumplido en su tiempo la profecía de -los extrangeros, que tantos siglos ántes habian sido prometidos á sus -mayores. Si fué con afectacion, supo esconder lo que sentia: y siendo -esta una credulidad vana y despreciable por su orígen y -circunstancias, importó mucho en aquella ocasion para que los -Españoles hallasen hecho el camino á su introduccion. Así baxan muchas -veces encadenadas y dependientes de ligeros principios las cosas -mayores. Hernan Cortés le puso con destreza en la plática de la -religion, tocando, entre las demas noticias que le daba de su nacion, -los ritos y costumbres de los Christianos; para que le hiciesen -disonancia los vicios y abominaciones de su idolatría: con cuya -ocasion exclamó contra los sacrificios de sangre humana, y contra el -horror aborrecible á la naturaleza, con que se comian los hombres que -sacrificaban: bestialidad muy introducida en aquella corte, por ser -mayor el número de los sacrificados, y mas culpable por esta razon el -exceso de los banquetes. - -No fué del todo inútil esta sesion, porque Motezuma, sintiendo en algo -la fuerza de la razon, desterró de su mesa los platos de carne humana; -pero no se atrevió á prohibir de una vez este manjar á sus vasallos, -ni se dió por vencido en el punto de los sacrificios; ántes decia que -no era crueldad ofrecer á sus Dioses unos prisioneros de guerra que -venian ya condenados á muerte, no hallando razon que le hiciese capaz -de que fuesen proxîmos los enemigos. - -Dió pocas esperanzas de reducirse, aunque procuraron varias veces -Hernan Cortés y el Padre Fray Bartolomé de Olmedo traerle al camino de -la verdad. Tenia entendimiento para conocer algunas ventajas en la -religion Católica, y para no desconocer en todo los abusos de la suya; -pero se volvia luego al tema de que sus Dioses eran buenos en aquella -tierra, como el de los Christianos en su distrito; y se hacia fuerza -para no enojarse quando le apretaban los argumentos, padeciendo mucho -consigo en estas conferencias, porque deseaba complacer á los -Españoles con un género de cuidado que parecia sujecion; y por otra -parte le tiraban las afectaciones de religioso, que le adquirieron, y -á su parecer, le mantenian la corona: obligándole á temer con mayor -abatimiento la desestimacion de sus vasallos, si le viesen ménos -atento al culto de sus Dioses. Política miserable, propia del tirano, -dominar con soberbia, y contemplar con servidumbre. - -Hacia tanta ostentacion de su resistencia, que, llevando consigo, uno -de aquellos primeros dias, á Hernan Cortés y al Padre Fray Bartolomé -con algunos de los Capitanes y soldados particulares para que viesen á -su lado las grandezas de su corte, deseó, no sin alguna vanidad, -enseñarles el mayor de sus templos. Mandóles que se detuviesen poco -ántes de la entrada, y se adelantó para conferir con los sacerdotes, -si sería lícito que llegáse á la presencia de sus Dioses una gente que -no los adoraba. Resolvióse que podrian entrar, amonestándolos primero -que no se descomidiesen: y salieron dos ó tres de los mas ancianos con -la permision y el requerimiento. Franquearonse luego todas las puertas -de aquel espantoso edificio, y Motezuma tomó á su cargo el explicar -los secretos, oficinas y simulacros del adoratorio, tan reverente y -ceremonioso, que los Españoles no pudieron contenerse de hacer alguna -irrision, de que no se dió por entendido; pero volvió á mirarlos como -quien deseaba reprimirlos. A cuyo tiempo Hernan Cortés, dexándose -llevar del zelo que ardia en su corazon, le dixo: - - "Permitidme, Señor, fixar una cruz de Christo delante de esas - imágenes del demonio, y veréis si merecen adoracion ó - menosprecio." - -Enfurecieronse los sacerdotes al oir esta proposicion: y Motezuma -quedó confuso y mortificado, faltándole á un tiempo la paciencia para -sufrirlo, y la resolucion para enojarse; pero tomando partido con su -primera turbacion, y procurando que no quedáse mal su hipocresía: - - "Pudierais (dixo á los Españoles) conceder á este lugar las - atenciones, por lo ménos, que debeis á mi persona." - -Y salió del adoratorio para que le siguiesen; pero se detuvo en el -atrio, y prosiguió diciendo algo mas reportado: - - "Bien podeis, amigos, volveros á vuestro alojamiento; que yo me - quedo á pedir perdon á mis Dioses de lo mucho que os he - sufrido." - -Notable salida del empeño en que se hallaba, y pocas palabras dignas -de reparo, que dieron á entender su resolucion, y lo que se reprimia -para no destemplarse. - -Con esta experiencia, y otras que se hicieron del mismo género, -resolvió Cortés, siguiendo el parecer del Padre Fray Bartolomé de -Olmedo y del Licenciado Juan Diaz, que no se le habláse mas por -entónces en la religion, porque solo servia de irritarle y -endurecerle. Pero al mismo tiempo se consiguió fácilmente su licencia -para que los Christianos diesen culto público á su Dios; y él mismo -envió sus alarífes para que se le fabricáse templo á su costa como le -pidiese Cortés. ¡Tanto deseaba que le dexasen descansar en su error! -Desembarazóse luego uno de los salones principales de aquel palacio -donde habitaban los Españoles: y blanqueándole de nuevo, se levantó el -altar, y en su frontispicio se colocó una imágen de Nuestra Señora -sobre algunas gradas, que se adornaron vistosamente: y fixando una -cruz grande cerca de la puerta, quedó formada una capilla muy decente, -donde se celebraba Misa todos los dias, se rezaba el Rosario, y hacian -otros actos de piedad y devocion, asistiendo algunas veces Motezuma -con los príncipes y ministros que andaban á su lado: entre los quales -se alababa mucho la mansedumbre de aquellos sacrificios, sin conocer -la inhumanidad y malicia de los suyos. Gente ciega y supersticiosa, -que palpaba las tinieblas, y se defendia de la razon con la costumbre. - -Pero ántes de referir los sucesos de aquella corte, nos llama su -descripcion, la grandeza de sus edificios, su forma de gobierno y -policia, con otras noticias que son convenientes para la inteligencia -ó concepto de los mismos sucesos. Desvíos de la narracion, necesarios -en la historia, como no sean peregrinos del argumento, y carezcan de -otros lunares que hacen viciosa la digresion. - - - - - CAPITULO XIII. - - _Describese la ciudad de México, su temperamento y situacion, - el mercado del Tlatelúlco, y el mayor de sus templos dedicado - al Dios de la guerra._ - - -La gran ciudad de México, que fué conocida en su antigüedad por el -nombre de Tenuchtitlán, ó por otros de poco diferente sonido (sobre -cuya denominacion se cansan voluntariamente los autores) tendria en -aquel tiempo sesenta mil familias de vecindad repartida en dos -barrios, de los quales se llamaba el uno Tlatelúlco, habitacion de -gente popular, y el otro México, que, por residir en él la corte y la -nobleza, dió su nombre á toda la poblacion. - -Estaba fundada en un plano muy espacioso, coronado por todas partes de -altísimas sierras y montañas, de cuyos rios y vertientes rebalsadas -en el valle se formaban diferentes lagunas, y en lo mas profundo los -dos lagos mayores, que ocupaba con mas de cincuenta poblaciones la -nacion Mexicana. Tendria este pequeño mar treinta leguas de -circunferencia, y los dos lagos que le formaban se unian y comunicaban -entre sí por un dique de piedra que los dividia, reservando algunas -aberturas con puentes de madera, en cuyos lados tenian sus compuertas -levadizas para cebar el lago inferior siempre que necesitaban de -socorrer la mengua del uno con la redundancia del otro. Era el mas -alto de agua dulce y clara, donde se hallaban algunos pescados de -agradable mantenimiento: y el otro de agua salobre y obscura, -semejante á la marítima; no porque fuesen, de otra calidad las -vertientes de que se alimentaba, sino por vicio natural de la misma -tierra donde se detenian, gruesa y salitrosa por aquel parage; pero de -grande utilidad para la fábrica de la sal que beneficiaban cerca de -sus orillas, purificando al sol, y adelgazando con el fuego las -espumas y superfluidades que despedia la resaca. - -En el medio casi de esta lagúna salobre tenia su asiento la ciudad, -cuya situacion se apartaba de la línea equinoccial, hácia el norte, -diez y nueve grados y trece minutos, dentro aun de la torrida zona, -que imaginaron de fuego inhabitable los filósofos antiguos: para que -aprendiese nuestra experiencia quan poco se puede fiar de la humana -sabiduría en todas aquellas noticias que no entran por los sentidos á -desengañar el entendimiento. Era su clima benigno y saludable, donde -se dexaban conocer á su tiempo el frio y el calor, ambos con moderada -intension: y la humedad, que, por la naturaleza del sitio, pudiera -ofender á la salud, estaba corregida con el favor de los vientos, ó -morigerada con el beneficio del sol. - -Tenia hermosísimos lejos en medio de las aguas esta gran poblacion, y -se daba la mano con la tierra por sus diques ó calzadas principales: -fábrica suntuosa, que servia tanto al ornamento como á la necesidad: -la una, de dos leguas hácia la parte del mediodia, por donde hicieron -su entrada los Españoles: la otra, de una legua, mirando al -septentrion: y la otra, poco menor, por la parte occidental. Eran las -calles bien niveladas y espaciosas: unas de agua con sus puentes para -la comunicacion de los vecinos; otras de tierra sola hechas á la mano; -y otras de agua y tierra, los lados para el paso de la gente, y el -medio para el uso de las canoas ó barcas de tamaños diferentes, que -navegaban por la ciudad, ó servian al comercio: cuyo número toca en -increible; pues dicen que tendria México entónces mas de cincuenta -mil, sin otras embarcaciones pequeñas, que allí se llamaban acales, -hechas de un tronco, y capaces de un hombre que remaba para sí. - -Los edificios públicos y casas de los nobles, de que se componia la -mayor parte de la ciudad, eran de piedra, y bien fabricadas: las que -ocupaba la gente popular, humildes y desiguales; pero unas y otras en -tal disposicion, que hacian lugar á diferentes plazas de terraplen, -donde tenian sus mercados. - -Era entre todas la del Tlatelúlco de admirable capacidad y concurso, á -cuyas ferias acudian ciertos dias en el año todos los mercaderes y -comerciantes del Reyno con lo mas precioso de sus frutos y -manifacturas; y solian concurrir tantos, que, siendo esta plaza, segun -dice Antonio de Herrera, una de las mayores del mundo, se llenaba de -tiendas puestas en hileras, y tan apretadas, que apénas dexaban calle -á los compradores. Conocian todos su puesto, y armaban su oficina de -bastidores portátiles, cubiertos de algodon basto, capaz de resistir -al agua y al sol. No acaban de ponderar nuestros escritores el órden, -la variedad y la riqueza de estos mercados. Habia hileras de plateros, -donde se vendian joyas y cadenas extraordinarias, diversas hechuras de -animales, y vasos de oro y plata labrados con tanto primor, que -algunos de ellos dieron que discurrir á nuestros artífices: -particularmente unas calderillas de asas movibles, que salian así de -la fundicion, y otras piezas del mismo género, donde se hallaban -molduras y relieves, sin que se conociese impulso de martillo, ni -golpe de sincel. Habia tambien hileras de pintores, con raras ideas y -paises de aquella interposicion de plumas que daba el colorido, y -animaba la figura, en cuyo género se hallaron raros aciertos de la -paciencia y la prolixidad. Venian tambien á este mercado quantos -géneros de telas se fabricaban en todo el Reyno para diferentes usos, -hechas de algodon y pelo de conejo, que hilaban delicadamente las -mugeres, enemigas en aquella tierra de la ociosidad, y aplicadas al -ingenio de las manos. Eran muy de reparar los búcaros y hechuras -exquisitas de finísimo barro que traían á vender, diverso en el color -y en la fragrancia, de que labraban con primor extraordinario quantas -piezas y vasijas son necesarias para el servicio y el adorno de una -casa: porque no usaban de oro ni de plata en sus vaxillas, profusion -que solo era permitida en la mesa real, y esto en dias muy señalados. -Hallábanse con la misma distribucion y abundancia los mantenimientos, -las frutas, los pescados, y finalmente quantas cosas hizo venales el -deleyte y la necesidad. - -Hacianse las compras y ventas por via de permutacion, con que daba -cada uno lo que le sobraba por lo que habia menester: y el maiz ó el -cacao servia de moneda para las cosas menores. No se gobernaban por el -peso, ni le conocieron, pero tenian diferentes medidas con que -distinguir las cantidades, y sus números ó caractéres con que ajustar -los precios segun sus tasaciones. - -Habia casa diputada para los jueces del comercio, en cuyo tribunal se -decidian las diferencias de los comerciantes; y otros ministros -inferiores, que andaban entre la gente cuidando de la igualdad de los -contratos, y llevaban al tribunal las causas de fraude ó exceso que -necesitaban de castigo. Admiraron justamente nuestros Españoles la -primera vista de este mercado por su abundancia, por su variedad, y -por el órden y concierto con que estaba puesta en razon aquella -muchedumbre: aparador verdaderamente maravilloso, en que se venian de -una vez á los ojos la grandeza y el gobierno de aquella Corte. - -Los templos (si es lícito darles este nombre) se levantaban -suntuosamente sobre los demas edificios: y el mayor, donde residia la -suma dignidad de aquellos inmundos sacerdotes, estaba dedicado al -ídolo Viztzilipuztli, que en su lengua significaba Dios de la guerra, -y le tenian por el supremo de sus Dioses: primacía de que se infiere -quánto se preciaba de militar aquella nacion. El vulgo de los soldados -Españoles le llamaba Hachilobos, tropezando en la pronunciacion: y así -le nombra Bernal Diaz del Castillo, hallando en la pluma la misma -dificultad. Notablemente discuerdan los autores en la descripcion de -este soberbio edificio. Antonio de Herrera se conforma demasiado con -Francisco Lopez de Gómara: los que le vieron entónces tenian otras -cosas en el cuidado, y los demas tiraron las líneas á la voluntad de -su consideracion. Seguimos al Padre Josef de Acosta, y á otros autores -de los mejor informados. - -Su primera mansion era una gran plaza en quadro, con su muralla de -sillería, labrada por la parte de afuera con diferentes lazos de -culebras encadenadas, que daban horror al pórtico, y estaban allí con -alguna propiedad. Poco ántes de llegar á la puerta principal estaba un -humilladero no ménos horroroso. Era de piedra con treinta gradas de lo -mismo que subian á lo alto, donde habia un género de azotea -prolongada, y fixos en ella muchos troncos de crecidos árboles puestos -en hilera: tenian estos sus taladros iguales á poca distancia, y por -ellos pasaban de un arbol á otro diferentes varas, ensartando cada una -por las sienes algunas calaveras de hombres sacrificados, cuyo número, -que no se puede referir sin escándalo, tenian siempre cabal los -ministros del templo, renovando las que padecian algun destrozo con el -tiempo. Lastimoso trofeo, en que manifestaba su rencor el enemigo del -hombre: y aquellos bárbaros le tenian á la vista sin algun -remordimiento de la naturaleza, hecha devocion la inhumanidad, y -desaprovechada en la costumbre de los ojos la memoria de la muerte. - -Tenia la plaza quatro puertas correspondientes en sus quatro lienzos -que miraban á los quatro vientos principales. En lo alto de las -portadas habia quatro estátuas de piedra, que señalaban el camino, -como despidiendo á los que se acercaban mal dispuestos: y tenian su -presuncion de Dioses liminares, porque recibian algunas reverencias á -la entrada. Por la parte interior de la muralla estaban las -habitaciones de los sacerdotes y dependientes de su ministerio, con -algunas oficinas que corrian todo el ámbito de la plaza sin ofender el -quadro, dexándola tan capaz, que solian baylar en ella ocho y diez mil -personas quando se juntaban á celebrar sus festividades. - -Ocupaba el centro de esta plaza, una gran máquina de piedra, que á -cielo descubierto se levantaba sobre las torres de la ciudad, -creciendo en diminucion hasta formar una media pirámide, los tres -lados pendientes, y en el otro labrada la escalera: edificio suntuoso -y de buenas medidas, tan alto que tenia ciento y veinte gradas la -escalera, y tan corpulento que terminaba en un plano de quarenta pies -en quadro, cuyo pavimento enlosado primorosamente de varios jaspes -guarnecia por todas partes un pretil con sus almenas retorcidas á -manera de caracoles, formado por ambas hazes de unas piedras negras -semejantes al azabache, puestas con órden, y unidas con betunes -blancos y roxos que adornaban mucho el edificio. - -Sobre la division del pretil, donde terminaba la escalera, estaban -dos estátuas de marmol, que sustentaban, imitando bien la fuerza de -los brazos, unos grandes candeleros de hechura extraordinaria: mas -adelante una losa verde, que se levantaba cinco palmos del suelo, y -remataba en esquina, donde afirmaban por las espaldas al miserable que -habian de sacrificar, para sacarle por los pechos el corazon. Y en la -frente una capilla de mejor fábrica y materia, cubierta por lo alto -con su techumbre de maderas preciosas, donde tenian el ídolo sobre un -altar muy alto, y detras de cortinas. Era de figura humana, y estaba -sentado en una silla con apariencias de trono, fundada sobre un globo -azul que llamaban cielo, de cuyos lados salian quatro varas con -cabezas de sierpes, á que aplicaban los hombros para conducirle quando -le manifestaban al pueblo. Tenia sobre la cabeza un penacho de plumas -varias en forma de páxaro con el pico y la cresta de oro bruñido; el -rostro de horrible severidad, y mas afeado con dos faxas azules, una -sobre la frente, y otra sobre la nariz. En la mano derecha una culebra -ondeada que le servia de baston, y en la izquierda quatro saetas, que -veneraban como traidas del Cielo, y una rodela con cinco plumages -blancos puestos en cruz, sobre cuyos adornos, y la significacion de -aquellas insignias y colores decian notables desvaríos con lastimosa -ponderacion. - -Al lado siniestro de esta capilla estaba otra de la misma hechura y -tamaño con un ídolo que llamaban Tlaloch, en todo semejante á su -compañero. Tenianlos por hermanos, y tan amigos, que dividian entre sí -los patrocinios de la guerra: iguales en el poder, y uniformes en la -voluntad: por cuya razon acudian á entrambos con una víctima y un -ruego, y les daban las gracias de los sucesos, teniendo en equilibrio -la devocion. - -El ornato de ambas capillas era de inestimable valor, colgadas las -paredes, y cubiertos los altares de joyas y piedras preciosas puestas -sobre plumas de colores. Y habia de este género y opulencia ocho -templos en aquella ciudad, siendo los menores mas de dos mil, donde se -adoraban otros tantos ídolos diferentes en el nombre, figura y -advocacion. Apénas habia calle sin su Dios tutelar; ni se conocia -calamidad entre las pensiones de la naturaleza que no tuviese altar -donde acudir por el remedio. Ellos se fingian y fabricaban sus Dioses -de su mismo temor, sin conocer que enflaquecian el poder de los unos -con lo que fiaban de los otros: y el demonio ensanchaba su dominio por -instantes, violentísimo tirano de aquellos racionales, y en pacífica -posesion de tantos siglos. ¡O permisiones inescrutables del Altísimo! - - - - - CAPITULO XIV. - - _Describense diferentes casas que tenia Motezuma para su - divertimiento, sus armerías, sus jardines y sus quintas, con - otros edificios notables que habia dentro y fuera de la - ciudad._ - - -Demas del palacio principal que dexamos referido, y el que habitaban -los Españoles, tenia Motezuma diferentes casas de recreacion que -adornaban la ciudad, y engrandecian su persona. En una de ellas -(edificio real donde se vieron grandes corredores sobre columnas de -jaspe) habia quantos géneros de aves se crian en la Nueva España -dignas de alguna estimacion por la pluma ó por el canto: entre cuya -diversidad se hallaron muchas extraordinarias, y no conocidas hasta -entónces en Europa. Las marítimas se conservaban en estanques de agua -salobre; y en otros de agua dulce las que se traían de rios ó lagunas. -Dicen que habia páxaros de cinco y seis colores, y los pelaban á su -tiempo, dexándolos vivos para que repitiesen á su dueño la utilidad de -la pluma: género de mucho valor entre los Mexicanos, porque se -aprovechaban de ella en sus telas, en sus pinturas y en todos sus -adornos. Era tanto el número de las aves, y se ponia tanto cuidado en -su conservacion, que se ocupaban en este ministerio mas de trescientos -hombres diestros en el conocimiento de sus enfermedades, y obligados á -subministrarles el cebo de que se alimentaban en su libertad. Poco -distante de esta casa tenia otra Motezuma de mayor grandeza y variedad -con habitacion capaz de su persona y familia, donde residian sus -cazadores y se criaban las aves de rapiña: unas en jaulas de igual -aliño y limpieza, que solo servian á la observacion de los ojos; y -otras en alcándaras, obedientes al lazo de la pihuela, y domesticadas -para el exercicio de la cetrería; cuyos primores alcanzaron, -sirviéndose de algunos páxaros de razas excelentes que se hallan en -aquella tierra, parecidos á los nuestros, y nada inferiores en la -docilidad con que reconocen á su dueño, y en la resolucion con que se -arrojan á la presa. Habia entre las aves que tenian encerradas muchas -de rara fiereza y tamaño, que parecieron entónces monstruosas, y -algunas águilas reales de grandeza exquisita y prodigiosa voracidad. -No falta quien diga que una de ellas gastaba un carnero en cada -comida: debanos el autor que no apoyemos con su nombre lo que, á -nuestro parecer, creyó con facilidad. - -En el segundo patio de la misma casa estaban las fieras que -presentaban á Motezuma, ó prendian sus cazadores, en fuertes jaulas de -madera, puestas con buena distribucion y debaxo de cubierto: leones, -tigres, osos, y quantos géneros de brutos silvestres produce la Nueva -España, entre los quales hizo mayor novedad el toro Mexicano, rarísimo -compuesto de varios animales, gibada y corva la espalda como el -camello, enjuto el ijar, larga la cola y guedejudo el cuello como el -leon, hendido el pie y armada la frente como el toro, cuya ferocidad -imita con igual ligereza y execucion. Anfiteatro que pareció á los -Españoles digno de Príncipe grande, por ser tan antiguo en el mundo -esto de significarse por las fieras la grandeza de los hombres. - -En otra separacion de este palacio dicen algunos de nuestros -escritores que se criaba con cebo quotidiano una multitud horrible de -animales ponzoñosos, y que anidaban en diferentes vasijas y cavernas -las viboras, las culebras de cascabel, los escorpiones: y crece la -ponderacion hasta encontrar con los crocodilos; pero tambien afirman -que no alcanzaron esta venenosa grandeza nuestros Españoles, y que -solo vieron el parage donde se criaban: cuya limitacion nos basta para -tocarlo como inverisímil, creyendo ántes que lo entenderian así los -Indios, de cuya relacion se tomó la noticia, y que sería este uno de -aquellos horrores que suele inventar el vulgo contra la fiereza de los -tiranos, particularmente quando sirve afligido, y discurre -atemorizado. - -Sobre la mansion que ocupaban las fieras habia un quartel muy capaz, -donde habitaban los bufones, y otras sabandijas de palacio, que -servian al entretenimiento del Rey, en cuyo número se contaban los -monstruos, los enanos, los corcovados y otros errores de la -naturaleza: cada género tenia su habitacion separada, y cada -separacion sus maestros de habilidades, y sus personas diputadas para -cuidar de su regalo, donde los servian con tanta puntualidad, que -algunos padres, entre la gente pobre, desfiguraban á sus hijos para -que lograsen esta conveniencia, y emendar su fortuna, dándoles el -merito en la deformidad. - -No se conocia ménos la grandeza de Motezuma en otras dos casas que -ocupaba su armería. Era la una para la fábrica, y la otra para el -depósito de las armas. En la primera vivian y trabajaban todos los -maestros de esta facultad, distribuidos en diferentes oficinas, segun -sus ministerios: en una parte se adelgazaban las varas para las -flechas: en otra se labraban los pedernales para las puntas: y cada -género de armas ofensivas y defensivas tenia su obrador y sus -oficiales distintos con algunos superintendentes que llevaban á su -modo la cuenta y razon de lo que se trabajaba. La otra casa, cuyo -edificio tenia mayor representacion, servia de almacen donde se -recogian las armas despues de acabadas, cada género en pieza distinta: -y de allí se repartian á los exércitos y fronteras, segun la -ocurrencia de las ocasiones. En lo alto se guardaban las armas de la -persona real colgadas por las paredes con buena colocacion: en una -pieza los arcos, flechas y aljabas, con varios embutidos y labores de -oro y pedrería: en otra las espadas y montantes de madera -extraordinaria con sus filos de pedernal, y la misma riqueza en las -empuñaduras: en otra los dardos, y así los demas géneros, tan -adornados y resplandecientes, que daban que reparar hasta las hondas y -las piedras. Habia diferentes hechuras de petos y zeladas con láminas -y follages de oro, muchas casacas de aquellos colchados que resistian -á las flechas, hermosas invenciones de rodelas ó escudos, y un género -de paveses ó adargas de pieles impenetrables que cubrian todo el -cuerpo, y hasta la ocasion de pelear andaban arrolladas al hombro -izquierdo. Fué de admiracion á los Españoles esta grande armería, que -pareció tambien alhaja de Príncipe, y Príncipe guerrero, en que se -acreditaban igualmente su opulencia y su inclinacion. - -En todas estas casas tenia grandes jardines prolixamente cultivados. -No gustaba de árboles fructíferos, ni plantas comestibles en sus -recreaciones; ántes solia decir que las huertas, eran posesiones de -gente ordinaria, pareciéndole mas propio en los Príncipes el deleyte -sin mezcla de utilidad. Todo era flores de rara diversidad y -fragrancia, y yerbas medicinales, que servian á los quadros y -cenadores: de cuyo beneficio cuidaba mucho, haciendo traer á sus -jardines quantos géneros produce la benignidad de aquella tierra, -donde no aprendian los físicos otra facultad que la noticia de sus -nombres, y el conocimiento de sus virtudes. Tenian hierbas para todas -las enfermedades y dolores, de cuyos zumos y aplicaciones componian -sus remedios, y lograban admirables efectos, hijos de la experiencia, -que sin distinguir la causa de la enfermedad, acertaban con la salud -del enfermo. Repartianse francamente de los jardines del Rey todas las -hierbas que recetaban los médicos, ó pedian los dolientes; y solia -preguntar si aprovechaban, hallando vanidad en sus medicinas, ó -persuadido á que cumplió con la obligacion del gobierno cuidando así -de la salud de sus vasallos. - -En todos estos jardines y casas de recreacion habia muchas fuentes de -agua dulce y saludable, que traían de los montes vecinos guiada por -diferentes canales, hasta encontrar con las calzadas, donde se -ocultaban los encañados que la introducian en la ciudad: para cuya -provision se dexaban algunas fuentes públicas, y se permitia, no sin -tributo considerable, que los Indios vendiesen por las calles la que -podian conducir de otros manantiales. Creció mucho en tiempo de -Motezuma el beneficio de las fuentes, porque fué suya la obra del gran -conducto por donde vienen á México las aguas vivas que se -descubrieron en la sierra de Chapultepec, distante una legua de la -ciudad. Hizose primero de su órden y traza un estanque de piedra donde -recogerlas, midiendo su altura con la declinacion que pedia la -corriente: y despues un paredon grueso con dos canales descubiertas de -fuerte argamasa, de las quales servia la una mientras se limpiaba la -otra. Fábrica de grande utilidad, cuya invencion le dexó tan -vanaglorioso, que mandó poner su efigie y la de su padre, no sin -alguna semejanza, esculpidas en dos medallas de piedra, con ambicion -de hacerse memorable por aquel beneficio de su ciudad. - -Uno de los edificios que hizo mayor novedad entre las obras de -Motezuma fué la casa que llamaban de la tristeza, donde solia -retirarse quando se morian sus parientes, y en otras ocasiones de -calamidad ó mal suceso que pidiese pública demostracion. Era de -horrible arquitectura, negras las paredes, los techos y los adornos, y -tenia un género de claraboyas ó ventanas pequeñas que daban penada la -luz, ó permitian solamente la que bastaba para que se viese la -obscuridad. Formidable habitacion, donde se detenia todo lo que -tardaba en despedir sus quebrantos, y donde se le aparecia con mas -facilidad el demonio: fuese por lo que ama los horrores el príncipe de -las tinieblas, ó por la congruencia que tienen entre sí el espíritu -maligno y el humor melancólico. - -Fuera de la ciudad tenia grandes quintas y casas de recreacion con -muchas y copiosas fuentes que daban agua para los baños, ó estanques -para la pesca; en cuya vecindad habia diferentes bosques para -diferentes géneros de caza, exercicio que freqüentaba y entendia, -manejando con primor el arco y la flecha. Era la montería su principal -divertimiento, y solia muchas veces salir con sus nobles á un parque -muy espacioso y ameno, cuyo distrito estaba cercado por todas partes -con un foso de agua, donde le traían y encerraban las reses de los -montes vecinos: entre las quales solian venir algunos tigres y leones. -Habia gente señalada en México y en otros lugares del contorno que se -adelantaba para estrechar y conducir las fieras al sitio destinado, -siguiendo casi en estas batidas el estílo de nuestros monteros. Tenian -aquellos Indios Mexicanos grande osadía y agilidad en perseguir y -sujetar los animales mas feroces: y Motezuma gustaba mucho de mirar el -combate de sus cazadores, y lograr algunos tiros, que se aplaudian -como aciertos de mayor importancia. Nunca se apeaba de sus andas sino -es quando se ponia en algun lugar eminente, y siempre con bastante -circunvalacion de chuzos y flechas que asegurasen su persona; no -porque le faltáse valor, ni dexáse de aventajar á todos en la -destreza, sino porque miraba como indignos de su magestad aquellos -riesgos voluntarios: pareciéndole (y no sin conocimiento de su -dignidad) que solo eran decentes para el Rey los peligros de la -guerra. - - - - - CAPITULO XV. - - _Dáse noticia de la ostentacion y puntualidad con que se hacia - servir Motezuma en su palacio, del gasto de su mesa, de sus - audiencias, y otras particularidades de su economía y - divertimientos._ - - -Era correspondiente á la suntuosidad y soberbia de sus edificios el -fausto de su casa, y los aparatos de que adornaba su persona, para -mantener la reverencia y el temor de sus vasallos: á cuyo fin inventó -nuevas ceremonias y superfluidades, emendando, como defecto, la -humanidad con que se trataron hasta él los Reyes Mexicanos. Aumentó, -como diximos, en los principios de su reynado el número, la calidad y -el lucimiento de la familia real, componiéndola de gente noble, mas ó -ménos ilustre, segun los ministerios de su ocupacion: punto que -resistieron entónces sus consejeros, representándole que no convenia -desconsolar al pueblo con excluirle totalmente de su servicio; pero él -executó lo que le aconsejaba su vanidad: y era una de sus máxîmas, -que los Príncipes debian favorecer desde lejos á la gente sin -obligaciones, y considerar que no se hicieron los beneficios de la -confianza para los ánimos plebeyos. - -Tenia dos géneros de guardias, una de gente militar, y tan numerosa, -que ocupaba los patios, y repartia diferentes esquadras á las puertas -principales: y otra de caballeros, cuya introduccion fué tambien de su -tiempo: constaba de hasta doscientos hombres de calidad conocida, y -estos entraban todos los dias en palacio con el mismo fin de guardar -la persona real, y asistir á su cortejo. Estaba repartido por turnos -con tiempo señalado este servicio de los nobles, y se iban mudando con -tal disposicion, que comprehendia toda la nobleza, no solo de la -ciudad, sino del reyno: y venian, á cumplir con esta obligacion, -quando les tocaba el turno, desde las ciudades mas remotas. Era su -asistencia en las antecámaras, donde comian de lo que sobraba en la -mesa del Rey. Solia permitir que entrasen algunos en su cámara, -mandándolos llamar, no tanto por favorecerlos, como para saber si -asistian, y tenerlos á todos en cuidado. Jactabase de haber -introducido este género de guardia, y no sin alguna política mas que -vulgar; porque solia decir á sus ministros que le servia de tener en -algun exercicio la obediencia de los nobles para enseñarlos á vivir -dependientes, y de conocer los sugetos de su Reyno para emplearlos -segun su capacidad. - -Casaban los Reyes Mexicanos con hijas de otros Reyes tributarios -suyos: y Motezuma tenia dos mugeres de esta calidad con título de -Reynas en quartos separados de igual pompa y ostentacion. El número de -sus concubinas era exôrbitante y escandaloso; pues hallamos escrito -que habitaban dentro de su palacio mas de tres mil mugeres entre amas -y criadas, y que venian al exâmen de su antojo quantas nacian con -alguna hermosura en sus dominios, porque sus ministros y executores -las recogian á manera de tributo y vasallage: tratándose como -importancia del Reyno la torpeza del Rey. - -Deshaciase de este género de mugeres con facilidad, poniéndolas en -estado para que ocupasen otras su lugar; y hallaban maridos entre la -gente de mayor calidad, porque salian ricas, y á su parecer, -condecoradas: tan lejos estaba de tener estimacion de virtud la -honestidad en una religion, donde no solo se permitian, pero se -mandaban las violencias de la razon natural. Afectaba mucho el -recogimiento de su casa, y tenia mugeres ancianas que atendiesen al -decoro de sus concubinas, sin permitir el menor desacierto en su -proceder; no tanto porque le disonasen las indecencias, como porque le -predominaban los zelos: y este cuidado con que procuraba mantener el -recato de su familia, que tiene por sí tanto de loable y puesto en -razon, era en él segunda liviandad, y pundonor poco generoso que se -formaba en la flaqueza de otra pasion. - -Sus audiencias no eran fáciles ni freqüentes; pero duraban mucho, y se -adornaba esta funcion de grande aparato y solemnidad. Asistian á ellas -los próceres que tenian entrada en su quarto, seis ó siete consejeros -cerca de la silla, por si ocurriese alguna materia digna de consulta, -y diferentes secretarios que iban notando, con aquellos símbolos que -les servian de letras, las resoluciones y decretos, cada uno segun su -negociacion. Entraba descalzo el pretendiente, y hacia tres -reverencias sin levantar los ojos de la tierra, diciendo en la -primera, _Señor_: en la segunda, _mi Señor_: y en la tercera, _gran -Señor_. Hablaba en acto de mayor humiliacion, y se volvia despues á -retirar por los mismos pasos, repitiendo sus referencias sin volver -las espaldas, y cuidando mucho de los ojos; porque habia ciertos -ministros que castigaban luego los menores descuidos; y Motezuma era -observantísimo en estas ceremonias: cuidado que no se debe culpar en -los Príncipes, por consistir en ellas una de las prerogativas que los -diferencian de los otros hombres, y tener algo de substancia en el -respeto de los súbditos estas delicadezas de la Magestad. Escuchaba -con atencion, y respondia con severidad, midiendo, al parecer, la voz -con el semblante. Si alguno se turbaba en el razonamiento, le -procuraba cobrar, ó le señalaba uno de los ministros que le asistian, -para que le habláse con ménos embarazo: y solia despacharle mejor, -hallando en aquel miedo respectivo lisonja y discrecion. Preciabase -mucho del agrado y humanidad con que sufria las impertinencias de los -pretendientes, y la desproporcion de las pretensiones: y á la verdad -procuraba por aquel rato corregir los ímpetus de su condicion; pero no -todas veces lo podia conseguir, porque cedia lo violento á lo natural, -y la soberbia reprimida se parece poco á la benignidad. - -Comia solo, y muchas veces en público; pero siempre con igual aparato. -Cubrianse los aparadores ordinariamente con mas de doscientos platos -de varios manjares á la condicion de su paladar, y algunos de ellos -tan bien sazonados, que no solo agradaron entónces á los Españoles, -pero se han procurado imitar en España: que no hay tierra tan bárbara -donde no se precie de ingenioso en sus desórdenes el apetito. - -Antes de sentarse á comer registraba los platos, saliendo á reconocer -las diferencias de regalos que contenian; y satisfecha la gula de los -ojos, elegia los que mas le agradaban, y se repartian los demas entre -los Caballeros de su guardia: siendo esta profusion quotidiana una -pequeña parte del gasto que se hacia de ordinario en sus cocinas; -porque comian á su costa quantos habitaban en palacio, y quantos -acudian á él por obligacion de su oficio. La mesa era grande, pero -baxa de pies, y el asiento un taburete proporcionado. Los manteles de -blanco y sutil algodon, y las servilletas de lo mismo, algo -prolongadas. Atajábase la pieza por la mitad con una baranda, ó -biombo, que, sin impedir la vista, señalaba término al concurso, y -apartaba la familia. Quedaban dentro cerca de la mesa tres ó quatro -ministros ancianos de los mas favorecidos, y cerca de la baranda uno -de los criados mayores que alcanzaba los platos. Salian luego hasta -veinte mugeres vistosamente ataviadas, que servian la vianda, y -ministraban la copa con el mismo género de reverencias que usaban en -sus templos. Los platos eran de barro muy fino y solo servian una vez, -como los manteles y servilletas, que se repartian luego entre los -criados: los vasos de oro sobre salvas de lo mismo; y algunas veces -solia beber en cocos ó conchas naturales costosamente guarnecidas. -Tenian siempre á la mano diferentes géneros de bebidas, y él señalaba -las que apetecia: unas con olor, otras de hierbas saludables, y -algunas confecciones de ménos honesta calidad. Usaba con moderacion de -los vinos, ó mejor diriamos cervezas, que hacian aquellos Indios, -liquidando los granos del maiz por infusion y cocimiento, bebida que -turbaba la cabeza como el vino mas robusto. Al acabar de comer tomaba -ordinariamente un género de chocolate á su modo, en que iba la -substancia del cacao batida con el molinillo hasta llenar la xicara de -mas espuma que licor; y despues el humo del tabaco suavizado con -liquidambar: vicio que llamaban medicina, y en ellos tuvo algo de -supersticion, por ser el zumo de esta yerba uno de los ingredientes -con que se dementaban y enfurecian los sacerdotes siempre que -necesitaban de perder el entendimiento para entender al demonio. - -Asistian ordinariamente á la comida tres ó quatro juglares de los que -mas sobresalian en el número de sus sabandijas: y estos procuraban -entretenerle, poniendo, como suelen, su felicidad en la risa de los -otros; y vistiendo las mas veces en trage de gracia la falta de -respeto. Solia decir Motezuma que los permitia cerca de su persona, -porque le decian algunas verdades: (poco las apeteceria quien las -buscaba en ellos, ó tendria por verdades las lisonjas): sentencia que -se pondera entre sus discreciones; pero mas reparamos en que llegáse á -conocer hasta un Príncipe bárbaro la culpa de admitirlos, pues buscaba -colores con que honestarlo. - -Despues del rato del sosiego solian entrar sus músicos á divertirle: y -al son de flautas y caracoles, cuya desigualdad de sonidos concertaban -con algun género de consonancia, le cantaban diferentes composiciones -en varios metros, que tenian su número y cadencia: variando los tonos -con alguna modulacion buscada en la voluntad de su oído. El ordinario -asunto de sus canciones eran los acaecimientos de sus mayores, y los -hechos memorables de sus Reyes; y estas se cantaban en los templos, y -enseñaban á los niños, para que no se olvidasen las hazañas de su -nacion, haciendo el oficio de la historia con todos aquellos que no -entendian las pinturas y geroglíficos de sus anales. Tenian tambien -sus cantilenas alegres, de que usaban en sus bayles, con estribillos y -repeticiones de música mas bulliciosa: y eran tan inclinados á este -género de regocijos, y á otros espectáculos en que mostraban sus -habilidades, que, casi todas las tardes, habia fiestas públicas en -alguno de los barrios, unas veces de la nobleza, y otras de la gente -popular: y en aquella sazon fueron mas freqüentes, y de mayor -solemnidad, por el agasajo de los Españoles, fomentándolas y -asistiéndolas Motezuma contra el estilo de su austeridad; como quien -deseaba con algun género de ambicion que se contasen los exercicios de -la ociosidad entre las grandezas de su corte. - -La mas señalada entre sus fiestas era un género de danzas que llamaban -mitotes: componianse de innumerable muchedumbre; unos vistosamente -adornados, y otros en trages y figuras extraordinarias. Entraban en -ellas los nobles, mezclándose con los plebeyos en honor de la -festividad: y tenian exemplar de haber entrado sus Reyes. Hacian el -son dos atabales de madera cóncava, desiguales en el tamaño y en el -sonido, baxo y tiple, unidos y templados no sin alguna conformidad. -Entraban de dos en dos haciendo sus mudanzas: y despues formaban -corro, hiriendo todos á un tiempo la tierra y el ayre con los pies, -sin perder el compás. Cansado un corro, sucedia otro con diferentes -saltos y movimientos, imitando los tripudios y coreas que celebró la -antigüedad; y algunas veces se mezclaban todos en alegre inquietud, -hasta que, mediando los brindis, y venciendo la embriaguez, de que se -hacia gala en estos dias, cesaba la fiesta, ó se convertia en otra -locura ménos ordenada. - -Juntabase otras veces el pueblo en las plazas ó en los atrios de sus -templos á diferentes espectáculos y juegos. Habia desafíos de tirar al -blanco, y hacer otras destrezas admirables con el arco y la flecha. -Usaban de la carrera y la lucha con sus apuestas particulares, y -premios públicos para el vencedor. Tenian hombres agilísimos que -baylaban sin equilibrio en la maroma; y otros que hacian mudanzas y -vueltas con segundo baylarin sobre los hombros. Jugaban tambien á la -pelota igual número de competidores con un género de goma que -levantaba mucho los botes, y la traían largo rato en el ayre, hasta -que ganaban la raya los que daban con ella en el término contrapuesto: -victoria que se disputaba con tanta solemnidad, que venian los -sacerdotes con el Dios de la pelota (ridícula supersticion!) y -colocándole á la vista, conjuraban el trinquete con ciertas -ceremonias, que, á su parecer, dexaban corregidos los azares del -juego, igualando la fortuna de los jugadores. - -Raros eran los dias en que no hubiese alguna fiesta que alegráse la -ciudad: y Motezuma gustaba de que se freqüentasen los bayles y los -regocijos; no porque fuesen de su genio, ni dexáse de conocer los -inconvenientes que se perdonan, ó se disimulan en estos bullicios de -la plebe; sino porque hallaba conveniencia en traer divertidos -aquellos ánimos inquietos, de cuya fidelidad vivia rezeloso. Propia -cavilacion de Príncipe tirano, dexar al pueblo estos incitamentos de -los vicios, para que no discurra en lo que padece: y mayor servidumbre -de la tiranía, necesitar de indignas permisiones, para introducir la -servidumbre con especie de libertad. - - - - - CAPITULO XVI. - - _Dáse noticia de las grandes riquezas de Motezuma, del estílo - con que se administraba la hacienda, y se cuidaba de la - justicia: con otras particularidades del gobierno político y - militar de los Mexicanos._ - - -Era Príncipe tan rico Motezuma, que, no solo podia sustentar los -gastos y delicias de su corte, pero mantenia continuamente dos ó tres -exércitos en campaña para sujetar sus rebeldes, ó cubrir sus -fronteras; y sobraba caudal opulento de que se formaban sus tesoros. -Daban grande utilidad á la corona las minas de oro y plata, las -salinas, y otros derechos de antigua introduccion; pero el mayor -capital de las rentas reales se componia de las contribuciones de los -vasallos, cuya imposicion creció con exôrbitancia en tiempo de -Motezuma. Todos los hombres llanos de aquel vasto y populoso dominio -pagaban de tres uno al Rey de sus labranzas y grangerías: los pobres -conducian sin estipendio los géneros que se remitian á la corte ó -reconocian el vasallage con otro servicio personal. - -Andaban por el Reyno diferentes audiencias, que, con el auxîlio de -las justicias ordinarias, iban cobrando y remitiendo los tributos. -Dependian estos ministros del tribunal de hacienda, que residia en la -corte, obligados á dar cuenta por menor de lo que producian sus -distritos; y se castigaban con pena de la vida sus fraudes ó sus -descuidos, de que resultaba mayor violencia en las cobranzas; porque -se miraban como igual delito en el executor la piedad y el latrocinio. - -Eran grandes los clamores de los pueblos, y no los ignoraba Motezuma; -pero solia poner entre los primores de su gobierno la opresion de sus -vasallos; diciendo muchas veces que conocia su mala inclinacion, y que -necesitaban de aquella carga para su misma quietud, porque no los -pudiera sujetar si los dexára enriquecer. ¡Grande hombre de buscar -pretextos y colores que hiciesen el oficio de la razon! Los lugares -vecinos á la ciudad daban gente para las obras reales, proveían de -leña el palacio, y pagaban otras pensiones á costa de sus comunidades. - -Los nobles contribuian con asistir á las guardias, acudian con sus -vasallos á los exércitos, y hacian contínuos presentes al Rey, que se -recibian como dádivas, sin perder el nombre de obligacion. Habia -diferentes depositarios y tesoreros donde paraban los géneros que -procedian de las contribuciones: y el tribunal de hacienda libraba en -ellos todo lo necesario para el gasto de las casas reales, y -provisiones de la guerra; y cuidaba de que se fuese beneficiando lo -que sobraba, para guardarlo en el tesoro principal, reducido á géneros -durables, y particularmente á piezas de oro, cuyo valor conocian y -estimaban, sin que la copia llegáse á envilecerle; ántes le apetecian -y guardaban los poderosos, ó bien fuese por la nobleza y hermosura del -metal, ó porque nació destinado á la codicia mas que á la necesidad de -los hombres. - -Tenian los Mexicanos dispuesto y organizado su gobierno con notable -concierto y armonía. Demas del consejo de hacienda, que corria, como -hemos dicho, con las dependencias del patrimonio real, habia consejo -de justicia, donde venian las apelaciones de los tribunales -inferiores: consejo de guerra, donde se cuidaba de la formacion y -asistencias de los exércitos: y consejo de estado que se hacia las mas -veces en presencia del Rey, donde se trataban los negocios de mayor -peso. Habia tambien jueces del comercio y del abasto, y otro género de -ministros, como Alcaldes de corte que rondaban la ciudad, y perseguian -los delinqüentes. Traían sus varas ellos y sus alguaciles para ser -conocidos por la insignia del oficio, y tenian su tribunal donde se -juntaban á oir las partes, y determinar los pleytos en primera -instancia. Los juicios eran sumarios y verbales: el actor y el reo -comparecian con su razon y sus testigos, y el pleyto se acababa de -una vez, durando poco mas, si era materia de recurso á tribunal -superior. No tenian leyes escritas; pero se gobernaban por el estílo -de sus mayores, supliendo la costumbre por la ley siempre que la -voluntad del Príncipe no alteraba la costumbre. Todos estos consejos -se componian de personas experimentadas en los cargos de la paz y de -la guerra: y el de estado, superior á todos los demas, se formaba de -los Electores del Imperio, á cuya dignidad ascendian los Príncipes -ancianos de la sangre Real: y quando se ofrecia materia de mucha -consideracion, eran llamados al consejo los Reyes de Tezcuco y Tacuba, -principales Electores, á quien tocaba por sucesion esta prerogativa. -Los quatro primeros vivian en palacio, y andaban siempre cerca del -Rey, para darle su parecer en lo que se ofrecia y autorizar con el -pueblo sus resoluciones. - -Cuidaban del premio y del castigo con igual atencion. Eran delitos -capitales el homicidio, el hurto, el adulterio, y qualquier leve -desacato contra el Rey ó contra la religion. Las demas culpas se -perdonaban con facilidad, porque la misma religion desarmaba la -justicia permitiendo las iniquidades. Castigábase tambien con pena de -la vida la falta de integridad en los ministros, sin que se diese -culpa venial en los que servian oficio público: y Motezuma puso en -mayor observancia esta costumbre, haciendo exquisitas diligencias -para saber como procedian, hasta exâminar su desinterés con algunos -regalos ofrecidos por mano de sus confidentes; y el que faltaba en -algo á su obligacion, moria por ello irremisiblemente: severidad que -merecia Príncipe ménos bárbaro, y república mejor acostumbrada. Pero -no se puede negar á los Mexicanos que tuvieron algunas virtudes -morales, y particularmente la de procurar que se administráse con -rectitud aquel género de justicia que llegaron á conocer, bastante á -deshacer los agravios, y á mantener la sociedad entre los suyos: -porque no dexaban de conservar entre sus abusos y bestialidades -algunas luces de aquella primitiva equidad que dió á los hombres la -naturaleza, quando faltaban las leyes, porque se ignoraban los -delitos. - -Una de las atenciones mas notables de su gobierno era el cuidado con -que se trataba la educacion de los muchachos, y el desvelo con que -iban formando y reconociendo sus inclinaciones. Tenian escuelas -públicas para la enseñanza de la gente popular, y otros colegios ó -seminarios de mayor providencia y aparato donde se criaban los hijos -de los nobles: perseverando en ellos desde la tierna edad, hasta que -salian capaces de hacer su fortuna, ó seguir su inclinacion. Habia -maestros de niñez, adolescencia y juventud, que tenian autoridad y -estimacion de ministros; y no sin fundamento, pues cuidaban de -aquellos rudimentos y exercicios que aprovechaban despues á la -república. Allí los enseñaban á descifrar los caractéres y figuras de -que se componian sus escritos, y los hacian tomar de memoria las -canciones historiales en que se contenian los hechos de sus mayores, y -las alabanzas de sus Dioses. Pasaban despues á otra clase, donde se -aprendia la modestia y la cortesía, y dicen que hasta la compostura en -el andar. Eran de mayor suposicion estos segundos preceptores, porque -tenian á su cargo las costumbres de aquella edad, en que se dexan -corregir los defectos y quebrantar las pasiones. - -Despiertos ya, y crecidos en este género de sujecion y enseñanza, -pasaban á la tercera clase, donde se habilitaban en exercicios mas -robustos: probaban las fuerzas en el peso y la lucha, competian unos -con otros en el salto y la carrera, y se enseñaban á manejar las -armas, esgrimir el montante, despedir el dardo, y dar impulso y -certidumbre á la flecha: hacianlos sufrir la hambre y la sed: y tenian -sus ratos de resistir á las inclemencias del tiempo, hasta que volvian -hábiles y endurecidos á la casa de sus padres, para ser aplicados, -segun la noticia que daban los maestros de su inclinacion, al gobierno -político, al exercicio militar, ó al sacerdocio: tres caminos en que -podia elegir la gente noble, poco diferentes en la estimacion, aunque -precedia el de la guerra, por ser mayores sus ascensos. - -Habia tambien otros colegios de matronas dedicadas al culto de los -templos, donde se criaban las doncellas de calidad, guardando -clausura, y entregadas á sus maestras desde la niñez hasta que salian -á tomar estado, con aprobacion de sus padres, y licencia del Rey: -diestras ya en aquellas habilidades y labores que daban opinion á las -mugeres. - -Los hijos de la gente noble, que, al salir de los seminarios, se -inclinaban á la guerra, pasaban por otro exâmen digno de -consideracion: porque sus padres los enviaban á los exércitos para que -viesen lo que se padecia en la campaña, ó supiesen lo que intentaban -ántes de alistarse por soldados: y solian enviarlos entre los Tamenes -vulgares con su carga de bastimentos al hombro, para que perdiesen la -vanidad y fuesen enseñados al trabajo. - -No se admitian á la profesion los que mudaban el semblante al horror -de las batallas, ó no daban alguna experiencia de su valor: de que -resultaba el ser de mucho servicio estos bisoños en el tiempo de su -aprobacion, porque todos procuraban señalarse con algun hecho -particular, arrojándose á los mayores peligros; y conociendo, al -parecer, que, para entrar en el número de los valientes, era -necesario dar algo de temeridad á los principios de la fama. - -En nada pusieron tanto su felicidad los Mexicanos como en las cosas de -la guerra: profesion que miraban los Reyes como principal instituto de -su poder, y los súbditos como propia de su nacion. Subian por ella los -plebeyos á nobles, y los nobles á las mayores ocupaciones de la -monarquía: con que se animaban todos á servir, ó por lo ménos -aspiraban á la virtud militar quantos nacian con ambicion, ó tenian -espíritu para salir de su esfera. No habia lugar sin milicia -determinada con preeminencias que diferenciaban al soldado entre los -demas vecinos. Formábanse los exércitos con facilidad: porque los -Príncipes del reyno, y los Caciques de las provincias tenian -obligacion de acudir á la plaza de armas que se les señalaba con el -número de gente que se les repartia: y se pondera entre las grandezas -de aquel imperio, que llegó á tener Motezuma treinta vasallos tan -poderosos, que podia cada uno poner en campaña cien mil hombres -armados. Gobernaban estos la gente de su cargo en la ocasion, -dependientes del Capitan general, á quien obedecian, reconociendo en -él la representacion de su Rey, quando faltaba su persona del -exército, que sucedia pocas veces: porque aquellos Príncipes tenian á -desayre de su autoridad el apartarse de sus armas, hallando alguna -monstruosidad política en aquella disonancia, que hacen fuerzas -propias en ageno brazo. - -Su modo de pelear era el mismo que dexamos referido en la batalla de -Tabasco: mejor disciplinados los exércitos, ménos confusa la -obediencia de los soldados, mas nobleza, y mayores esperanzas. -Deshacianse brevemente de las armas arrojadizas para llegar á las -espadas, y muchas veces á los brazos, por ser entre aquella gente -mayor hazaña el cautiverio que la muerte del enemigo, y mas valeroso -el que daba mas prisioneros para los sacrificios. Tenian estimacion y -conveniencia los cargos militares, y Motezuma premiaba con liberalidad -á los que sobresalian en las batallas: tan inclinado á la milicia, y -tan atento á la reputacion de sus armas, que inventó premios -honoríficos para los nobles que servian en la guerra, instituyendo -cierto género de órdenes militares con sus hábitos ó insignias que -daban honra y distincion. Habia unos caballeros que llamaban de las -águilas, otros de los tigres, y otros de los leones, que llevaban -pendiente ó pintada en los mantos la empresa de su religion. Fundó -tambien otra caballería superior, á que solo eran admitidos los -Príncipes ó nobles de alcuña real, y se hizo alistar en ella. Traían -estos atada parte del cabello con una cinta roxa, y entre las plumas, -de que adornaban la cabeza, unas borlas del mismo color, que pendian -sobre las espaldas, mas ó ménos, segun las hazañas del caballero, las -quales se contaban por el número de las borlas, y se aumentaban con -nueva solemnidad como iban creciendo los hechos memorables de la -guerra: con que habia dentro de la misma dignidad algo mas que -merecer. - -Debemos alabar en los Mexicanos la generosidad con que anhelaban á -semejantes pundonores; y en Motezuma, el haber inventado en su -república estos premios honoríficos: que, siendo la moneda mas fácil -de batir, tienen el primer lugar en los tesoros del Rey. - - - - - CAPITULO XVII. - - _Dáse noticia del estilo con que se medían y computaban en - aquella tierra los meses y los años: de sus festividades, - matrimonios, y otros ritos y costumbres dignas de - consideracion._ - - -Tenian los Mexicanos dispuesto y regulado su calendario con notable -observacion. Gobernabanse por el movimiento del sol, y midiendo sus -alturas y declinaciones para entenderse con el tiempo. Daban al año -trescientos y sesenta y cinco dias como nosotros: pero le dividian en -diez y ocho meses, señalando á cada mes veinte dias, de cuyo número -se componian los trescientos y sesenta; y los cinco restantes eran -como dias intercaláres, que se añadian al fin del año para igualar el -curso del sol. Mientras duraban estos cinco dias, (que, á su parecer, -dexaron advertidamente sus mayores como vacíos y fuera de cuenta) se -daban á la ociosidad, y trataban solo de perder, como podian, aquellas -sobras del tiempo. Dexaban el trabajo los oficiales, cerrabanse las -tiendas, cesaba el despacho de los tribunales, y hasta los sacrificios -en los templos. Visitabanse unos á otros, y procuraban todos -divertirse con varios entretenimientos, dando á entender que se -prevenian con el descanso para entrar en los afanes y tareas del año -siguiente: cuyo ingreso ponian en el principio de la primavera, -discrepando del año solar, segun el cómputo de los astrólogos, en -solos tres dias que venian á tomar de nuestro mes de Febrero. - -Tenian tambien sus semanas de á trece dias con nombres diferentes, que -se notaban por imágenes en el calendario; y sus siglos, que constaban -de quatro semanas de años: cuyo método y dibuxo era de notable -artificio, y se guardaba cuidadosamente para memoria de los sucesos. -Formaban un círculo grande, y le dividian en cincuenta y dos grados, -dando un año á cada grado. En el centro pintaban una efigie del sol, y -de sus rayos salian quatro faxas de colores diferentes que partian -igualmente, la circunferencia, dexando trece grados á cada -semidiámetro: cuyas divisiones eran como signos de su zodiaco, donde -tenian el siglo sus revoluciones, y el sol sus aspectos prósperos ó -adversos, segun el color de la faxa. Por defuera iban notando en otro -círculo mayor con sus figuras y caractéres los acaecimientos del -siglo, y quantas novedades se ofrecian dignas de memoria: y estos -mapas seculares eran como instrumentos públicos que servian á la -comprobacion de sus historias. Puédese contar entre las providencias -de aquel gobierno el tener historiadores que mandasen á la posteridad -los hechos de su nacion. - -Habia su mezcla de supersticion en este cómputo de los siglos, porque -tenian aprehendido que peligraba la duracion del mundo siempre que -terminaba el sol aquella carrera de las quatro semanas mayores: y -quando llegaba el último dia de los cincuenta y dos años, se prevenian -todos para la última calamidad. Despedianse de la luz con lágrimas, -disponianse para morir sin enfermedad, rompian las vasijas de su -menage como trastos inútiles, apagaban los fuegos, y andaban toda la -noche como frenéticos, sin atreverse á descansar hasta saber si -estaban de asiento en la region de las tinieblas. Pero al primer -crepúsculo de la mañana empezaban á respirar con la vista en el -oriente: y en saliendo el sol, le saludaban con todos sus -instrumentos, cantándole diferentes himnos y canciones de alegría -desconcertada: congratulábanse despues unos con otros de que ya tenian -segura la duracion del mundo por otro siglo, y acudian luego á los -templos á congratularse con sus Dioses, y á recibir la nueva lumbre de -los sacerdotes, que se encendia delante de los altares con vehemente -agitación de leños combustibles. Prevenianse despues de todo lo -necesario para empezar á vivir: y este dia se celebraba con públicos -regocijos, llenándose la ciudad de bayles y otros exercicios de -agilidad dedicados á la renovacion del tiempo, no de otra suerte que -celebró Roma sus juegos seculares. - -La coronacion de sus Reyes tenia extraordinarios requisitos. Hecha la -eleccion, como se ha dicho, quedaba el nuevo Rey obligado á salir en -campaña con las armas del Imperio, y conseguir alguna victoria de sus -enemigos, ó sujetar alguna província de las confinantes ó rebeldes -ántes de coronarse, ni ascender al trono real: costumbre digna de -observacion, por cuyo medio creció tanto en pocos años aquella -Monarquía. Luego que se hallaba capaz del dominio con la recomendacion -de victorioso, volvia triunfante á la ciudad, y se le hacia público -recibimiento de grande ostentacion. Acompañábanle todos los nobles, -ministros y sacerdotes hasta el templo del Dios de la guerra, donde -se apeaba de sus andas, y hechos los sacrificios de aquella funcion, -le ponian los Príncipes electores la vestidura y manto real: le -armaban la mano diestra con un estoque de oro y pedernal, insignia de -la justicia; la siniestra con el arco y flechas, que significaban la -potestad, ó el arbitrio de la guerra: y el Rey de Tezcuco le ponia la -corona, prerogativa de primer elector. - -Oraba despues largo rato uno de los magistrados mas eloqüentes, -dándole por todo el Imperio la enhorabuena de aquella dignidad, y -algunos documentos en que le representaba los cuidados y desvelos que -traia consigo la corona, lo que debia mirar por el bien público de sus -reynos, y le ponia delante la imitacion de sus antecesores. Acabada -esta oracion, se acercaba con gran reverencia el mayor de los -sacerdotes, y en sus manos hacia un juramento de reparables -circunstancias. Juraba primero que mantendria la religion de sus -mayores, que observaria las leyes y fueros del Imperio, que trataria -con benignidad á sus vasallos; y que, mientras él reynáse, andarian -concertadas las lluvias, que no habria inundaciones en los rios, -esterilidad en los campos, ni malignas influencias en el sol. Notable -pacto entre Rey y vasallos, de que se rie Justo Lipsio; y pudieramos -decir que le querian obligar con este juramento á que reynáse con tal -moderacion, que no mereciese por su parte las iras del Cielo, no sin -algun conocimiento de que suelen caer sobre los súbditos estos -castigos y calamidades públicas por los pecados y exôrbitancias de los -Reyes. - -En los demas ritos y costumbres de aquella nacion tocarémos solamente -lo que fuere digno de historia, dexando las supersticiones, -indecencias y obscenidades que manchan la narracion, por mas que se -digan sin ofensa de la verdad. Siendo tanta como se ha referido la -muchedumbre de sus Dioses, y tan obscura la ceguedad de su idolatría, -no dexaban de conocer una Deidad superior, á quien atribuían la -creacion del cielo y de la tierra: y este principio de las cosas era -entre los Mexicanos un Dios sin nombre, porque no tenian en su lengua -voz con que significarle; solo daban á entender que le conocian -mirando al cielo con veneracion, y dándole á su modo el atributo de -inefable con aquel género de religiosa incertidumbre que veneraron los -Athenienses al Dios no conocido. Pero esta noticia de la primera -causa, que, al parecer, habia de facilitar su desengaño, sirvió poco -en aquella ocasion; porque no se hallaba camino de reducirlos á que -pudiese gobernar todo el mundo, sin necesitar de otras manos, aquella -misma Deidad, que, segun su inteligencia, tuvo poder para criarle: y -estaban persuadidos á que no hubo Dioses de esotra parte del Cielo, -hasta que multiplicándose los hombres, empezaron sus calamidades, -considerando los Dioses como unos genios favorables, que se producian -quando era necesaria su operacion; sin hacerles disonancia que -adquiriesen el ser y la divinidad en las miserias de la naturaleza. - -Creían la inmortalidad del alma, y daban premio y castigo en la -eternidad: mal entendido el merito y la culpa, y obscurecida esta -verdad con otros errores: sobre cuyo presupuesto enterraban con los -difuntos cantidad de oro y plata para los gastos del viage, que -consideraban largo y trabajoso. Mataban algunos de sus criados para -que los acompañasen: y era fineza ordinaria en las mugeres propias -celebrar con su muerte las exêquias del marido. Los Príncipes -necesitaban de gran sepultura, porque se llevaban tras sí la mayor -parte de sus riquezas y familia: uno y otro correspondiente á su -grandeza, llenos los oficios de la casa, y algunos lisonjeros que -padecian el engaño de su misma profesion. Los cuerpos se llevaban á -los templos con solemnidad y acompañamiento, donde los salian á -recibir aquellos que llamaban sacerdotes con sus braserillos de copal, -cantando al son de flautas roncas y destempladas diferentes himnos y -versos fúnebres en tono melancólico. Levantaban repetidas veces en -alto el ataud mientras duraba el sacrificio voluntario de aquellos -miserables que introducian en el alma la servidumbre. Funcion de -notable variedad, compuesta de abusiones ridículas, y atrocidades -lastimosas. - -Sus matrimonios tenian su forma de contrato, y sus ceremonias de -religion. Hechos los tratados, comparecian ambos contrayentes en el -templo, y uno de los sacerdotes exâminaba su voluntad con preguntas -rituales; y despues tomaba con una mano el velo de la muger, y con -otra el manto del marido, y los anudaba por los extremos, significando -el vínculo interior de las dos voluntades. Con este género de yugo -nupcial volvian á su casa en compañía del mismo sacerdote: donde, -imitando la supersticion de los Dioses Lares, entraban á visitar el -fuego doméstico, que, á su parecer, mediaban en la paz de los casados, -y daban siete vueltas á él siguiendo al sacerdote: con cuya -diligencia, y la de sentarse despues á recibir el calor de -conformidad, quedaba perfecto el matrimonio. Hacíase memoria con -instrumento público de los bienes dotales que llevaba la muger: y el -marido quedaba obligado á restituirlos en caso de apartarse; lo qual -sucedia muchas veces, y se tenia por bastante causa para el divorcio -que se conformasen los dos: pleyto en que no entraban las leyes, -porque se juzgaban los que se conocian. Quedábase con las hijas la -muger, llevándose los hijos el marido; y una vez disuelto el -matrimonio, tenian pena de la vida irremisible si se volvian á -juntar: siendo en su natural inconstancia la única dificultad de los -repudios el peligro de la reincidencia. Zelaban como punto de honra la -honestidad y el recato de las mugeres propias, y entre aquella -desordenada licencia, con que se daban al vicio de la sensualidad, se -aborrecia y castigaba con rigor el adulterio, no tanto por su -deformidad, como por sus inconvenientes. - -Llevábanse á los templos con solemnidad los niños recien nacidos, y -los sacerdotes los recibian con ciertas amonestaciones, en que les -notificaban los trabajos á que nacian. Aplicábanles, si eran nobles, á -la mano derecha una espada, y al brazo izquierdo un escudo, que tenian -para este ministerio: si eran plebeyos, hacian la misma diligencia con -algunos instrumentos de los oficios mecánicos; y las hembras de una y -otra calidad empuñaban la rueca y el uso, manifestando á cada uno el -género de fatiga con que le aguardaba su destino. Hecha esta primera -ceremonia, los llevaban cerca del altar, y con espinas de maguey, ó -con lancetas de pedernal les sacaban alguna sangre de las partes de la -generacion, y despues les echaban agua, ó los bañaban con otras -imprecaciones. En que parece quiso el demonio, inventor de aquellos -ritos, imitar el bautismo y la circuncision con la misma soberbia que -intentó contrahacer otras ceremonias, y hasta los otros Sacramentos de -la Religion Católica; pues introduxo entre aquellos bárbaros la -confesion de los pecados, dándoles á entender que se ponian con ella -en gracia de sus Dioses, ó un género de comunion ridícula, que -ministraban los sacerdotes, ciertos dias del año, repartiendo en -pequeños bocados un ídolo de harina masada con miel, que llamaban Dios -de la penitencia. Ordenó tambien sus jubileos, instituyó las -procesiones, los incensarios y otros remedos del verdadero culto, -hasta disponer que se llamasen papas en aquella lengua los sumos -sacerdotes. En que se conoce que le costaba particular estudio esta -imitacion; fuese por abusar de las ceremonias sacrosantas mezclándolas -con sus abominaciones, ó porque no sabe arrepentirse de aspirar con -este género de afectaciones á la semejanza del Altísimo. - -Los demas ritos y ceremonias de aquella miserable gentilidad eran -horribles á la razon y á la naturaleza; bestialidades, absurdos y -locuras, que parecieran incompatibles con las demas atenciones que se -han notado en su gobierno, si no estuvieran llenas las historias de -semejantes engaños de la humana capacidad en otras naciones que vivian -mas dentro del mundo, igualmente ciegas en menor obscuridad. Los -sacrificios de sangre humana empezaron casi con la idolatría; y siglos -ántes los introduxo el demonio entre aquellas gentes, de quien vino -hasta los Israelitas el sacrificar sus hijos á las esculturas de -Canaan. El horror de comerse los hombres á los hombres se vió primero -en otros bárbaros de nuestro emisferio, como lo confiesa entre sus -antigüedades la Galacia, y en sus antropófagos la Scitia. Los leños -adorados como Dioses, las supersticiones, los agüeros, los furores de -los sacerdotes, la comunicacion con el demonio en sus oráculos, y -otros absurdos de igual abominacion, se hallan admitidos y venerados -por otros gentiles que supieron discurrir y obrar con acierto en lo -moral y político. Grecia y Roma desatinaron en la religion, y en lo -demas dieron leyes al mundo, y exemplos á la posteridad. De que se -conoce la corta jurisdiccion del entendimiento humano, que vuela poco -sobre las noticias que recibe de los sentidos y de las experiencias, -quando falta en él aquella luz participada con que se descubre la -esencia de la verdad. Era la religion de los Mexicanos un compuesto -abominable de todos los errores y atrocidades que recibió en -diferentes partes la gentilidad. Dexamos de referir por menor las -circunstancias de sus festividades y sacrificios, sus ceremonias, -hechicerías y supersticiones, porque se hallan á cada paso, y con -prolixa repeticion en las Historias de las Indias; y porque, á nuestro -parecer, sobre ser materia en que se puede confesar el rezelo de la -pluma, es leccion poco necesaria, en que falta la dulzura, y está -lejos la utilidad. - - - - - CAPITULO XVIII. - - _Continua Motezuma sus agasajos y dádivas á los Españoles. - Llegan cartas de la Vera Cruz con noticia de la batalla en que - murió Juan de Escalante; y con este motivo se resuelve la - prision de Motezuma._ - - -Observaban los Españoles todas estas novedades, no sin grande -admiracion, aunque procuraban reprimirla y disimularla, costándoles -cuidado el apartarla del semblante, por mantener la superioridad que -afectaban entre aquellos Indios. Los primeros dias se ocuparon en -varios entrenimientos. Hicieron los Mexicanos vistosa ostentacion de -todas sus habilidades, con deseo de festejar á los forasteros, y no -sin ambicion de parecer diestros en el manejo de sus armas, y ágiles -en los demas exercicios. Motezuma fomentaba los espectáculos y -regocijos, depuesta la magestad contra el estílo de su elevacion. -Llevaba siempre consigo á Cortés, asistido de sus Capitanes: tratábale -con un género de humanidad respectiva, que parecia monstruosa en su -natural, y daba estimacion á los Españoles entre los que le conocian. -Freqüentábanse las visitas, unas veces Cortés en el palacio, y otras -Motezuma en el alojamiento. No acababa de admirar las cosas de España, -considerándola como parte del Cielo; y hacia tan alto concepto de su -Rey, que no pensaba tanto de sus Dioses. Procuraba siempre ganar las -voluntades, repartiendo alhajas y joyas entre los Capitanes y -soldados, no sin discrecion y conocimiento de los sugetos; porque -hacia mayor agasajo á los de mayor suposicion, y sabía proporcionar la -dádiva con la importancia del agradecimiento. Los nobles, á imitacion -de su Príncipe, deseaban obligar á todos con un género de obsequio que -tocaba en obediencia. El pueblo doblaba las rodillas al menor de los -soldados. Gozábase de un sosiego divertido: mucho que ver, y nada que -rezelar. Pero tardó poco en volver á su exercicio el cuidado, porque -llegaron á este tiempo dos soldados Tlascaltécas, que vinieron á la -ciudad por caminos desusados, desmentida su nacion con el trage de los -Mexicanos: y buscando recatadamente á Cortés, le dieron una carta de -la Vera Cruz, que mudó el semblante de las cosas, y obligó á discursos -ménos sosegados. - -Juan de Escalante, que, como diximos, quedó con el gobierno de aquella -nueva poblacion, trataba de continuar sus fortificaciones, conservando -los amigos que le dexó Cortés, y duró en esta quietud sin accidente de -cuidado, hasta que recibió noticia de que andaba por aquellos parages -un Capitan general de Motezuma con exército considerable castigando -algunos lugares de su confederacion, porque habian retirado los -tributos con el abrigo de los Españoles. Llamábase Qualpopóca, y -gobernaba la gente de guerra que residia en las fronteras de Zempoala; -y habiendo convocado las milicias de su cargo, hacia grandes -extorsiones y violencias en aquellos pueblos, acompañando el rigor de -los executores con la licencia de los soldados. Gente una y otra de -insaciable codicia, que tratan el robo como negocio del Rey. - -Viniéronse á quejar los Totonaques de la serranía, cuyas poblaciones -andaba destruyendo entónces aquel exército. Pidieron á Juan de -Escalante que los amparáse tomando las armas en defensa de sus -aliados: y ofrecieron asistir á la faccion con todo el resto de su -gente. Procuró consolarlos, tomando por suyo el agravio que padecian; -y ántes de llegar á los términos de la fuerza, resolvió enviar sus -mensageros al Capitan general pidiéndole amigablemente: - - "Que suspendiese aquellas hostilidades hasta recibir nueva - órden de su Rey, pues no era posible que se la hubiese dado - para semejante novedad, quando habia permitido que pasasen á su - Corte los Embaxadores del Monarca oriental á introducir - pláticas de paz y confederacion entre las dos coronas." - -Executaron este mensage dos Zempoales de los mas ladinos que residian -en la Vera Cruz; y la respuesta fué atrevida y descortés: - - "Que él sabía entender y executar las órdenes de su Rey: y si - alguno intentáse poner embarazo en el castigo de aquellos - rebeldes, sabria tambien defender en la campaña su resolucion." - -No pudo Juan de Escalante disimular su enojo, ni debió negarse á este -desafío, hallándose á la vista de aquellos Indios, interesados en el -suceso de los Totonaques, iguales en el riesgo, y asegurados en la -misma proteccion: y habiéndose informado de que no pasaria de quatro -mil hombres el grueso del enemigo, juntó brevemente un exército de -hasta dos mil Indios, la mayor parte de la serranía, que fugitivos, ó -irritados vinieron á ponerse á su sombra; con los quales bien armados -á su modo, y con quarenta Españoles, dos arcabuces, tres ballestas, y -dos tiros de artillería, que pudo sacar de la plaza, dexándola con -bien moderada guarnicion, caminó la vuelta de aquellas poblaciones que -le llamaban á su defensa. Tuvo Qualpopóca noticia de su marcha, y -salió á recibirle con toda su gente puesta en órden cerca de un lugar -pequeño, que se llamó despues Almería. Dieronse vista los dos -exércitos poco despues de amanecer, y se acometieron ambos con igual -resolucion; pero á breve rato cedieron los Mexicanos, y empezaron á -retirarse puestos en desórden. Sucedió al mismo tiempo que los -Totonaques de nuestra faccion (ó por no ser soldados, ó por la -costumbre que tenian de temer á los Mexicanos) se cayeron de ánimo, y -se fueron quedando atras, hasta que últimamente se pusieron en fuga, -sin que la fuerza ni el exemplo bastase á detenerlos. Raro accidente, -que se debe notar entre las monstruosidades. Iba el enemigo tan -atemorizado, y tan cuidadoso de la propia salud, que no reparó en la -diminucion de nuestra gente, y solo trató de retirarse -desordenadamente á la poblacion vecina: donde se acercó Juan de -Escalante con poco mas que sus quarenta Españoles; y mandando poner -fuego al lugar por diferentes partes, acometió, al mismo tiempo que -tomó cuerpo la llama, con tanta resolucion, que, sin dexarles lugar -para que pudiesen discurrir en su flaqueza, los rompió y desalojó -enteramente, obligándolos á que volviesen las espaldas, y se -derramasen á los bosques. Dixeron despues aquellos Indios haber visto -en el ayre una Señora como la que adoraban los forasteros por madre de -su Dios, que los deslumbraba y entorpecia para que no pudiesen pelear. -No se manifestó á los Españoles este milagro; pero el suceso le hizo -creible: y ya estaban todos enseñados á partir con el Cielo sus -hazañas. - -Fué muy señalada esta victoria, pero igualmente costosa: porque Juan -de Escalante quedó herido mortalmente con otros siete soldados, de -los quales se llevaron los Indios á Juan de Arguello, natural de Leon, -hombre muy corpulento y de grandes fuerzas, que cayó peleando -valerosamente á tiempo que no pudo ser socorrido: y los demas murieron -de las heridas en la Vera Cruz dentro de tres dias. - -De cuya pérdida con todas sus circunstancias daba cuenta el -Ayuntamiento en aquella carta, para que se nombráse sucesor á Juan de -Escalante, y se tuviese noticia del estado en que se hallaban. Leyóla -Cortés con el desconsuelo que pedia semejante novedad. Comunicó el -caso á sus Capitanes; y sin ponderar entónces sus conseqüencias, ni -manifestarles todo su cuidado, les pidió que discurriesen la materia, -y se la dexasen discurrir, encomendando á Dios la resolucion que se -hubiese de tomar: lo qual encargó muy particularmente al Padre Fray -Bartolomé de Olmedo, y á todos el secreto, porque no corriese la voz -entre los soldados, y en negocio de tanta importancia se diese lugar á -dictámenes vulgares. - -Retiróse despues á su aposento, y dexó correr la consideracion por -todos los inconvenientes que podian resultar de aquella desgracia. -Entraba y salia con dudosa eleccion en los caminos que le ofrecia su -discurso: cuya viveza misma le fatigaba, dándole á un tiempo los -remedios y las dificultades. Dicen que se anduvo paseando gran parte -de la noche, y que descubrió entónces una pieza recien tabicada, en -que tenia Motezuma las riquezas de su padre (y aquí las refieren por -menor) y que habiéndolas reconocido, mandó cerrar el tabique, sin -permitir que se tocáse á ellas. No nos detengamos en esta digresion de -su cuidado, que no debió de ser larga, pues hizo lugar á otras -diligencias, para tomar punto fixo en la resolucion que andaba -madurando. - -Mandó llamar reservadamente á los Indios mas capaces y confidentes de -su exército; preguntóles: - - "Si habian reconocido alguna novedad en los ánimos de los - Mexicanos, y como corria entre aquella gente la estimacion de - los Españoles. Respondieron: que lo comun del pueblo estaba - divertido con sus fiestas, y los veneraba por verlos aplaudidos - de su Rey; pero que los nobles andaban ya pensativos y - misteriosos, que se hablaban en secreto, y se dexaba conocer el - recato en sus corrillos." - -Tenian observadas algunas medias palabras de sospechosa -interpretacion: y una de ellas fué: _Que sería fácil romper los -puentes_, con otras de este género, que juntas decian lo bastante para -el rezelo. Dos ó tres de aquellos Indios habian oido decir, que pocos -dias ántes truxeron de presente á Motezuma la cabeza de un Español, y -que la mandó esconder y retirar, despues de haberla mirado con -asombro, por ser muy fiera y desmesurada: señas que convenian con la -de Juan de Arguello; y novedad que puso á Cortés en mayor cuidado, -por el indicio de que hubiese cooperado Motezuma en la faccion de su -General. - -Con estas noticias, y lo que llevaba discurrido en ellas, se encerró -al amanecer con sus Capitanes, y con algunos de los soldados -principales que solian concurrir á las juntas por su calidad ó -entendimiento. Propusoles el caso con todas sus circunstancias: -refirió lo que le habian advertido aquella noche los Indios -confidentes: ponderó sin desaliento las contingencias de que se -hallaban amenazados: tocó con espíritu las dificultades que podian -ocurrir: y sin manifestar la inclinacion de su dictámen, calló, para -que hablasen los demas. Hubo diversos pareceres; unos querian que se -pidiese pasaporte á Motezuma, y se acudiese luego al riesgo de la Vera -Cruz: otros dificultaban la retirada, y se inclinaban á salir -ocultamente, sin dexarse olvidadas las riquezas que habian adquirido: -los mas fueron de sentir que convenia perseverar, sin darse por -entendidos del suceso de la Vera Cruz, hasta sacar algunos partidos -para retirarse. Pero Hernan Cortés, recogiendo lo que venia -discurrido, y alabando el zelo con que deseaban todos el acierto, -dixo: - - "Que no se conformaba con el medio propuesto de pedir pasaporte - á Motezuma; porque habiéndose abierto el camino con las armas - para entrar en su corte, á pesar de su repugnancia, caerian - mucho del concepto en que los tenia, si llegáse á entender que - necesitaban de su favor para retirarse: que si estaba de mal - ánimo, podria concederles el pasaporte para deshacerlos en la - retirada; y si le negase, quedaban obligados á salir contra su - voluntad, entrando en el peligro, descubierta la flaqueza. Que - le agradaba ménos la resolucion de salir ocultamente, porque - sería ponerse de una vez en términos de fugitivos, y Motezuma - podria con gran facilidad cortarles el paso, adelantando por - sus correos la noticia de su marcha. Que, á su parecer, no era - conveniente por entónces la retirada; porque, de qualquiera - suerte que la intentasen, volverian sin reputacion: y perdiendo - los amigos y confederados que se mantenian con ella, se - hallarian despues sin un palmo de tierra donde poner los pies - con seguridad. Por cuyas consideraciones (dixo) soy de sentir - que se apartan ménos de la razon los que se inclinan á que - perseveremos sin hacer novedad hasta salir con honra, y ver lo - que dan de sí nuestras esperanzas. Ambas resoluciones son - igualmente aventuradas; pero no igualmente pundonorosas: y - sería infelicidad indigna de Españoles morir por eleccion en el - peligro mas desayrado. Yo no pongo duda en que nos debemos - mantener: el modo con que se ha de conseguir es en lo que mas - se detiene mi cuidado. Vienense á los ojos estos principios de - rumor que se han reconocido entre los Mexicanos. El suceso de la - Vera Cruz, executado con las armas de su nacion, pide nuevas - consideraciones al discurso. La cabeza de Arguello, presentada - en lisonja de Motezuma, es indicio de que supo ántes la faccion - de su General: y su mismo silencio nos está diciendo lo que - debemos rezelar de su intencion. Pero á vista de todo me parece - que, para mantenernos en esta ciudad ménos aventurados, es - necesario que pensemos en algun hecho grande, que asombre de - nuevo á sus moradores, resarciendo lo que se hubiere perdido en - su estimacion con estos accidentes. Para cuyo efecto, despues - de haber discurrido en otras hazañas de mas ruido que - substancia, tengo por conveniente que nos apoderemos de - Motezuma, trayéndole preso á nuestro quartel: resolucion que, á - mi entender, los ha de atemorizar y reprimir, dándonos - disposicion para que podamos capitular despues con Rey y - vasallos lo que mas conviniere á nuestro Príncipe y á nuestra - seguridad. El pretexto de la prision, si yo no discurro mal, ha - de ser la muerte de Arguello que ha llegado á su noticia, y el - rompimiento de la paz cometido por su General: de cuyas dos - ofensas debemos darnos por entendidos, y pedir satisfaccion, - porque no conviene suponer una ignorancia de lo que saben - ellos, quando estan creyendo que lo alcanzamos todo; y éste y - los demas engaños de su imaginacion se deben por lo ménos - tolerar como parciales de nuestra osadía. Bien reconozco las - dificultades y contingencias de tan ardua resolucion; pero las - grandes hazañas son hijas de los grandes peligros: y Dios nos - ha de favorecer, que son muchas las maravillas (y pudiera decir - milagros evidentes) con que se ha declarado por nosotros en - esta jornada, para que no miremos ahora como inspiracion suya - nuestra perseverancia. Su causa es la primera razon de nuestros - intentos; y yo no he de creer que nos ha traido en hombros de - su providencia extraordinaria para introducirnos en el empeño, - y dexarnos con nuestra flaqueza en la mayor necesidad." - -Dilatóse con tanta energía en esta piadosa consideracion, que comunicó -á los corazones de todos el vigor de su ánimo, y se reduxeron al mismo -dictámen, primero los Capitanes Juan Velazquez de Leon, Diego de -Ordaz, Gonzalo de Sandoval; y despues alabaron todos el discurso de su -Capitan, hallando, al parecer, lo eficaz del remedio en lo heroyco de -la resolucion: con que se disolvió la junta, quedando entónces -determinada la prision de Motezuma, y remitida la disposicion de todo -á la prudencia de Cortés. - -Bernal Diaz del Castillo, que no pierde ocasion de introducirse á -inventor de las resoluciones grandes, dice que le aconsejaron esta -prision él y otros soldados algunos dias ántes que llegáse la nueva -de la Vera Cruz: no convienen con él las demas relaciones, ni entónces -habia causa para discurrir con tanto arrojamiento: pudiera detenerse -un poco, y quedára su consejo sin la nota de inverisímil, ó sin la -excepcion de intempestivo. - - - - - CAPITULO XIX. - - _Execútase la prision de Motezuma: dáse noticia del modo como - se dispuso, y como se recibió entre sus vasallos._ - - -No se puede negar que fué atrevimiento sin exemplar esta resolucion -que tomaron aquellos pocos Españoles de prender á un Rey tan poderoso -dentro de su corte. Accion que, siendo verdad, parece incompatible con -la sencillez de la historia: y pareciera sin proporcion, quando se -hallára entre las demasías ó licencias de la fábula. Pudiérase llamar -temeridad, si se hubiera entrado en ella voluntariamente, ó con mas -eleccion; pero no es temerario propiamente quien se ciega porque no -puede mas. Vióse Cortés igualmente perdido si se retiraba sin -reputacion, que aventurado si se mantenia sin volver por ella con -algun hecho memorable: y el ánimo, quando se halla ceñido por todas -partes de la dificultad, se arroja violentamente á los peligros -menores. Pensó en lo mas difícil, por asegurarse de una vez, ó porque -no se acomodaba su discurso á las medianías. Pudieramos decir que fué -magnanimidad suya el poner tan alta la mira, ó que la prudencia -militar no es tan enemiga de los extremos como la prudencia política; -pero mejor es que se quede sin nombre su resolucion, ó que, mirando al -suceso, la pongamos entre aquellos medios imperceptibles de que se -valió Dios en esta conquista, excluyendo, al parecer, los impulsos -naturales. - -Eligióse finalmente la hora en que solian hacer su visita los -Españoles, porque no se extrañáse la novedad. Ordenó Cortés que se -tomasen las armas en su quartel: que se pusiesen las sillas á los -caballos, y estuviesen todos alerta, sin hacer ruido ni moverse hasta -nueva órden. Ocupó con algunas quadrillas á la deshilada las bocas de -las calles, y partió al palacio con los Capitanes Pedro de Alvarado, -Gonzalo de Sandoval, Juan Velazquez de Leon, Francisco de Lugo, y -Alonso Dávila: y mandó que le siguiesen disimuladamente hasta treinta -Españoles de su satisfaccion. - -No hizo novedad el verlos con todas sus armas, porque las traían -ordinariamente, introducidas ya como trage militar. Salió Motezuma, -segun su costumbre, á recibir la visita: ocuparon todos sus asientos; -retiráronse á otra pieza sus criados, como ya lo estilaban de su -órden: y poniendo á Doña Marina y Gerónimo de Aguilar en el lugar que -solia, empezó Hernan Cortés á dar su queja, dexando al enojo todo el -semblante. - - "Refirió primero el hecho de su General, y ponderó despues el - atrevimiento de haber formado exército, y acometido á sus - compañeros, rompiendo la paz y la salvaguardia real en que - vivian asegurados. Acriminó, como delito de que se debia dar - satisfaccion á Dios y al mundo, el haber muerto los Mexicanos á - un Español que hicieron prisionero: vengando en él á sangre - fria la propia ignominia con que volvieron vencidos. Y - últimamente se detuvo en afear, como punto de mayor - consideracion, la disculpa de que se valian Qualpopóca y sus - Capitanes, dando á entender que se hacia de su órden aquella - guerra tan fuera de razon: y añadió, por ser accion indigna de - su grandeza el estarlos favoreciendo en una parte, para - destruirlos en otra." - -Perdió Motezuma el color al oir este cargo suyo; y con señales de -ánimo convencido interrumpió á Cortés para negar, como pudo, el haber -dado semejante órden. Pero él socorrió su turbacion, volviéndole á -decir: - - "Que así lo tenia por indubitable; pero que sus soldados no se - darian por satisfechos, ni sus mismos vasallos dexarian de - creer lo que afirmaba su General, si no le viesen hacer alguna - demostracion extraordinaria, que borráse totalmente la - impresión de semejante calumnia: y así venía resuelto á - suplicarle que, sin hacer ruido, y como que nacia de su propia - eleccion, se fuese luego al alojamiento de los Españoles, - determinándose á no salir dél hasta que constase á todos que no - habia cooperado en aquella maldad. A cuyo efecto le ponia en - consideracion que, con esta generosa confianza, digna de ánimo - real, no solo se quietaria el enojo de su Príncipe, y el rezelo - de sus compañeros; pero él volveria por su mismo decoro y - pundonor, ofendido entónces de mayor indecencia: y que le daba - su palabra, como Caballero, y como Ministro del mayor Rey de la - tierra, de que sería tratado entre los Españoles con todo el - acatamiento debido á su persona: porque solo deseaban - asegurarse de su voluntad para servirle y obedecerle con mayor - reverencia." - -Calló Cortés, y calló tambien Motezuma, como estrañando el -atrevimiento de la proposicion; pero él, deseando reducirle con -suavidad, ántes que se determináse á contrario dictámen, prosiguió -diciendo: - - "Que aquel alojamiento que les habia señalado era otro palacio - suyo, donde solia residir algunas veces: y que no se podria - extrañar entré sus vasallos que se mudáse á él para deshacerse - de una culpa, que, puesta en su cabeza, sería pleyto de Rey á - Rey; y quedando en la de su General, se podria emendar con el - castigo, sin pasar á los inconvenientes y violencias con que - suele decidirse la justicia de los Reyes." - -No pudo sufrir Motezuma que se alargasen mas los motivos de una -persuasion impracticable á su parecer: y dándose por entendido de lo -que llevaba dentro de sí aquella demanda, respondió con alguna -impaciencia: - - "Que los Príncipes como él no se daban á prision, ni sus - vasallos lo permitirian, quando él se olvidáse de su dignidad, - ó se dexáse humillar á semejante baxeza. Replicóle Cortés: Que, - como él fuese voluntariamente, sin dar lugar á que le perdiesen - el respeto, importaria poco la resistencia de sus vasallos, - contra los quales podria usar de sus fuerzas sin queja de su - atencion." - -Duró largo rato la porfía, resistiendo siempre Motezuma el dexar su -palacio, y procurando Hernan Cortés reducirle y asegurarle sin llegar -á lo estrecho. Salió á diferentes partidos, cuidadoso ya del aprieto -en que se hallaba. Ofreció enviar luego por Qualpopóca y por los demas -Cabos de su exército, y entregarselos á Cortés para que los castigáse. -Daba en rehenes dos hijos suyos, para que los tuviese presos en su -quartel hasta que cumpliese su palabra; y repetia con alguna -pusilanimidad, que no era hombre que se podia esconder, ni se habia de -huir á los montes. A nada salia Cortés, ni él se daba por vencido; -pero los Capitanes que se hallaban presentes, viendo lo que se -aventuraba en la dilacion, empezaron á desabrirse, deseando que se -remitiese á las manos aquella disputa: y Juan Velazquez de Leon dixo -en voz alta: _Dexémonos de palabras, y tratemos de prenderle ó -matarle._ Reparó en ello Motezuma, preguntando á Doña Marina qué decia -tan descompuesto aquel Español: y ella con este motivo, y con aquella -discrecion natural, que le daba hechas las razones, y hallada la -oportunidad, le dixo, como quien se recataba de ser entendida: - - "Mucho aventurais, Señor, si no cedeis á las instancias de esta - gente: ya conoceis su resolucion, y la fuerza superior que los - asiste. Yo soy una vasalla vuestra, que desea naturalmente - vuestra felicidad; y soy una confidente suya que sabe todo el - secreto de su intencion. Si vais con ellos, seréis tratado con - el respeto que se debe á vuestra persona; y si haceis mayor - resistencia peligra vuestra vida." - -Esta breve oracion dicha con buen modo y en buena ocasion le acabó de -reducir, y sin dar lugar á nuevas réplicas, se levantó de la silla -diciendo á los Españoles: - - "Yo me fio de vosotros: vamos á vuestro alojamiento, que así lo - quieren los Dioses, pues vosotros lo conseguis, y yo lo - determino." - -Llamó luego á sus criados: mandó prevenir sus andas y su -acompañamiento, y dixo á sus ministros: - - "Que por ciertas consideraciones de estado, que tenia - comunicadas con sus Dioses, habia resuelto mudar su habitacion - por unos dias al quartel de los Españoles: que lo tuviesen - entendido, y lo publicasen así, diciendo á todos que iba por su - voluntad y conveniencia." - -Ordenó despues á uno de los Capitanes de sus guardias que le traxese -preso á Qualpopóca y á los demas Cabos que hubiesen cooperado en la -invasion de Zempoala: para cuyo efecto le dió el sello real que traía -siempre atado al brazo derecho, y le advirtió que lleváse gente armada -para no aventurar la prision. Todas estas órdenes se daban en público, -y Doña Marina se las iba interpretando á Cortés y á los demas -Capitanes, porque no se rezelasen de verle hablar con los suyos, y -quisiesen pasar á la violencia fuera de tiempo. - -Salió sin mas dilacion de su palacio, llevando consigo todo el -acompañamiento que solia: los Españoles iban á pie junto á las andas, -y le cercaban con pretexto de acompañarle. Corrió luego la voz de que -se llevaban á su Rey los extrangeros, y se llenaron de gente las -calles, no sin algunos indicios de tumulto, porque daban grandes -voces, y se arrojaban en tierra, unos despechados, y otros -enternecidos; pero Motezuma con exterior de alegría y seguridad los -iba sosegando y satisfaciendo. Mandábales primero que callasen, y al -movimiento de su mano sucedia repentino el silencio. Deciales despues, -que aquella no era prision, sino ir por su gusto á vivir unos dias con -sus amigos los extrangeros: satisfacciones adelantadas, ó respuestas -sin pregunta, que niegan lo que afirman. En llegando al quartel (que -como diximos era la casa real que fabricó su padre) mandó á su guardia -que despejáse la gente popular, y á sus ministros que impusiesen pena -de la vida contra los que se moviesen á la menor inquietud. Agasajó -mucho á los soldados Españoles que le salieron á recibir con reverente -alborozo. Eligió despues el quarto donde queria residir: y la casa era -capaz de separacion decente. Adornóse luego por sus mismos criados con -las mejores alhajas de su guardaropa: pusose á la entrada suficiente -guardia de soldados Españoles: dobláronse las que solian asistir á la -seguridad ordinaria del quartel: alargáronse á las calles vecinas -algunas centinelas, y no se perdonó diligencia de las que -correspondian á la novedad del empeño. Dióse órden á todos para que -dexasen entrar á los que fuesen de la familia real, que ya eran -conocidos, y á los nobles y ministros que viniesen á verle: cuidando -de que entrasen unos y saliesen otros, con pretexto de que no -embarazasen. Cortés entró á visitarle aquella misma tarde, pidiendo -licencia, y observando las puntualidades y ceremonias que quando le -visitaba en su palacio. Hicieron la misma diligencia los Capitanes y -soldados de cuenta: diéronle rendidas gracias de que honráse aquella -casa, como si le hubiera traido á ella su eleccion; y él estuvo tan -alegre y agradable con todos, como si no se hallaran presentes los que -fueron testigos de su resistencia. Repartió por su mano algunas joyas -que hizo traer advertidamente para ostentar su desenojo; y por mas que -se observaban sus acciones y palabras, no se conocia flaqueza en su -seguridad, ni dexaba de parecer Rey en la constancia con que procuraba -juntar los dos extremos de la dependencia y de la magestad. A ninguno -de sus criados y ministros (cuya comunicacion se le permitió desde -luego) descubrió el secreto de su opresion, ó porque se avergonzase de -confesarla, ó porque temió perder la vida, si ellos se inquietasen. -Todos miraron por entónces como resolucion suya este retiro: con que -no pasaron á discurrir en la osadía de los Españoles, que, de muy -grande, se les pudo esconder entre los imposibles, á que no está -obligada la imaginacion. - -Así se dispuso y consiguió la prision de Motezuma, y él estuvo dentro -de pocos dias tan bien hallado en ella, que apénas tuvo espíritu para -desear otra fortuna. Pero sus vasallos vinieron á conocer con el -tiempo que le tenian preso los Españoles, por mas que le dorasen con -el respeto la sujecion. No se lo dexaron dudar las guardias que -asistian á su quarto, y el nuevo cuidado con que se tomaban las armas -en el quartel; pero ninguno se movió á tratar de su libertad, ni se -sabe que razon tuviesen, él para dexarse estar sin repugnancia en -aquella prision, y ellos para vivir en la misma insensibilidad, sin -extrañar la indecencia de su Rey. Digno fué de grande admiracion el -ardimiento de los Españoles; pero no se debe admirar ménos este -apocamiento de ánimo en Motezuma, Príncipe tan poderoso, y de tan -soberbio natural; y esta falta de resolucion en los Mexicanos, gente -belicosa, y de suma vigilancia en la defensa de sus Reyes. Podriamos -decir que anduvo tambien la mano de Dios en estos corazones; y no -pareceria sobrada credulidad, ni sería nuevo en su providencia: que ya -le vió el mundo facilitar las impresas de su pueblo, quitando el -espíritu á sus enemigos. - - - - - CAPITULO XX. - - _Como se portaba en la prision Motezuma con los suyos y con los - Españoles. Traen preso á Qualpopóca, y Cortés le hace castigar - con pena de muerte, mandando echar unos grillos á Motezuma - mientras se executaba la sentencia._ - - -Vieron los Españoles dentro de breves dias convertido en palacio su -alojamiento, sin dexar de guardarle como carcel de tal prisionero. -Perdió la novedad entre los Mexicanos aquella gran resolucion. -Algunos, sintiendo mal de la guerra que movió Qualpopóca en la Vera -Cruz, alababan la demostracion de Motezuma, y ponderaban como grandeza -suya el haber dado su libertad en rehenes de su inocencia. Otros -creían que los Dioses, con quien tenia familiar comunicacion, le -habrian aconsejado lo mas conveniente á su persona. Y otros, que iban -mejor, veneraban su determinacion, sin atreverse á exâminarla: que la -razon de los Reyes no habla con el entendimiento, sino con la -obligacion de los vasallos. El hacia sus funciones de Rey con la misma -distribucion de horas que solia: daba sus audiencias, escuchaba las -consultas ó representaciones de sus ministros, y cuidaba del gobierno -político y militar de sus reynos, poniendo particular estudio en que -no se conociese la falta de su libertad. - -La comida se le traia de palacio con numeroso acompañamiento de -criados, y con mayor abundancia que otras veces: repartianse las -sobras entre los soldados Españoles, y él enviaba los platos mas -regalados á Cortés y á sus Capitanes: conocialos á todos por sus -nombres, y tenia observados hasta los genios y las condiciones; de -cuya noticia usaba en la conversacion, dando al buen gusto y á la -discrecion algunos ratos, sin ofender á la Magestad ni á la decencia. -Estaba con los Españoles todo el tiempo que le dexaban los negocios: y -solia decir que no se hallaba sin ellos. Procuraban todos agradarle, y -era su mayor lisonja el respeto con que le trataban: desagradábase de -las llanezas; y si alguno se descuidaba en ellas, procuraba reprimir -el exceso, dando á entender que le conocia: tan zeloso de su dignidad, -que sucedió el ofenderse con grande irritacion de una indecencia que -le pareció advertida en cierto soldado Español, y pidió al Cabo de la -guardia que le ocupáse otra vez lejos de su persona, ó le mandaria -castigar, si se le pusiese delante. - -Algunas tardes jugaba con Hernan Cortés al totoloque: juego que se -componia de unas bolas pequeñas de oro, con que tiraban á herir ó -derribar ciertos bolillos ó señales del mismo metal á distancia -proporcionada. Jugabanse diferentes joyas y otras alhajas, que se -perdian ó ganaban á cinco rayas. Motezuma repartia sus ganancias con -los Españoles, y Cortés hacia lo mismo con sus criados. Solia tantear -Pedro de Alvarado, y porque algunas veces se descuidaba en añadir -algunas rayas á Cortés, le motejaba con galantería de mal contador; -pero no por eso dexaba de pedirle otras veces que no se le olvidáse la -verdad. Parecia Señor hasta en el juego, sintiendo el perder como -desayre de la fortuna, y estimando la ganancia como premio de la -victoria. - -No se dexaba de introducir en estas conversaciones privadas el punto -de la Religion. Hernan Cortés le habló diferentes veces, procurando -reducirle con suavidad á que conociese su engaño. Fray Bartolomé de -Olmedo repetia sus argumentos con la misma piedad, y con mayor -fundamento. Doña Marina interpretaba estos razonamientos con -particular afecto, y añadia sus razones caseras, como persona recien -desengañada, que tenia presentes los motivos que la reduxeron; pero el -demonio le tenia tan ocupado el ánimo, que se dexaba conquistar su -entendimiento, y se quedaba inexpugnable su corazon. No se sabe que le -habláse, ó se le apareciese, como solia, desde que los Españoles -entraron en México; ántes se tiene por cierto que, al dexarse ver la -cruz de Christo en aquella ciudad, perdieron la fuerza los conjuros, -y enmudecieron los oráculos; pero estaba tan ciego y tan dexado á sus -errores, que no tuvo actividad para desviarlos, ni supo aprovecharse -de la luz que se le puso delante. Pudo ser esta dureza de su ánimo -fruto miserable de los otros vicios y atrocidades con que tenia -desobligado á Dios, ó castigo de aquella misma negligencia con que -daba los oídos y negaba la inclinacion á la verdad. - -A veinte dias, ó poco mas, llegó el Capitan de la guardia que partió á -la frontera de la Vera Cruz, y truxo preso á Qualpopóca con otros -Cabos de su exército, que se dieron al sello real sin resistencia. -Entró con ellos á la presencia de Motezuma, y él los habló -reservadamente, permitiéndolo Cortés, porque deseaba, que los reduxese -á callar la órden que tuvieron suya, y dexarse engañar de aquella -exterior confianza en que le mantenia. Pasó despues con ellos el mismo -Capitan al quarto de Cortés y se los entregó, diciéndole de parte de -su Amo: - - "Que se los enviaba para que averiguáse la verdad, y los - castigáse por su mano con el rigor que merecian." - -Encerróse con ellos: - - "Y confesaron luego los cargos de haber roto la paz de su - autoridad: haber provocado con las armas á los Españoles, de la - Vera Cruz, y ocasionado la muerte de Arguello, hecha de su - órden á sangre fria en un prisionero de guerra"; - -sin tomar en la boca la órden que tuvieron de su Rey, hasta que, -reconociendo que iba de veras su castigo, tentaron el camino de -hacerle complice para escapar las vidas; pero Hernan Cortés negó los -oídos á este descargo, tratándole como invencion de los delinqüentes. -Juzgóse militarmente la causa, y se les dió sentencia de muerte, con -la circunstancia de que fuesen quemados públicamente sus cuerpos -delante del palacio real, como reos que habian incurrido en caso de -lesa Magestad. Discurrióse luego en la execucion, y pareció no -dilatarla; pero temiendo Hernan Cortés que se inquietáse Motezuma, ó -quisiese defender á los que morian por haber executado sus órdenes, -resolvió atemorizarle con alguna bizarría, que tuviese apariencias de -amenaza, y le acordase la sujecion en que se hallaba. Ocurrióle otro -arrojamiento notable, á que le debió de inducir la facilidad con que -se consiguió el de su prision, ó el ver tan rendida su paciencia. -Mandó buscar unos grillos de los que se traían prevenidos para los -delinqüentes, y con ellos descubiertos en las manos de un soldado se -puso en su presencia, llevando consigo á Doña Marina, y tres ó quatro -de sus Capitanes. No perdonó las reverencias con que solia respetarle; -pero dando á la voz y al semblante mayor entereza, le dixo: - - "Que ya quedaban condenados á muerte Qualpopóca y los demas - delinqüentes, por haber confesado su delito, y ser digno de - semejante demostracion; pero que le habian culpado en él, - diciendo afirmativamente que le cometieron de su órden: y así - era necesario que purgáse aquellos indicios vehementes con - alguna mortificacion personal: porque los Reyes, aunque no - estaban obligados á las penas ordinarias, eran súbditos de otra - ley superior que mandaba en las coronas, y debian imitar en - algo á los reos, quando se hallaban culpados, y trataban de - satisfacer á la justicia del Cielo." - -Dicho esto, mandó con imperio y resolucion que le pusiesen las -prisiones, sin dar lugar á que le replicáse: y en dexándole con ellas, -le volvió las espaldas, y se retiró á su quarto, dando nueva órden á -las guardias para que no se le permitiese por entónces la comunicacion -de sus ministros. - -Fué tanto el asombro de Motezuma, quando se vió tratar con aquella -ignominia, que le faltó al principio la accion para resistir, y -despues la voz para quejarse. Estuvo mucho rato como fuera de sí: los -criados que le asistian, acompañaban su dolor con el llanto, sin -atreverse á las palabras, arrojándose á sus pies para recibir el peso -de los grillos: y él volvió de su confusion con principios de -impaciencia; pero se reprimió brevemente: y atribuyendo su infelicidad -á la disposicion de sus Dioses, esperó el suceso, no sin cuidado, al -parecer, de que peligraba su vida; pero acordándose de quien era, para -temer sin falta de valor. - -No perdió tiempo Cortés en lo que llevaba resuelto: salieron los reos -al suplicio, hechas las prevenciones necesarias para que no se -aventuráse la execucion. Consiguióse á vista de innumerable pueblo, -sin que se oyése una voz descompuesta, ni hubiese que rezelar. Cayó -sobre aquella gente un terror, que tenia parte de admiracion, y parte -de respeto. Extrañaban aquellos actos de jurisdiccion en unos -extrangeros, que, quando mucho, se debian portar como Embaxadores de -otro Príncipe; y no se atrevieron á poner duda en su potestad, -viéndola establecida con la tolerancia de su Rey: de que resultó el -concurrir todos al espectáculo con un género de quietud amortiguada, -que, sin saber en que consistia, dexó su lugar al escarmiento. Ayudó -mucho en esta ocasion el estar mal recibida entre los Mexicanos la -invasion de Qualpopóca, y se hizo su delito mas aborrecible con la -circunstancia de culpar á su Rey: descargo que pasó por increible; y -aun siendo verdadero, se culpára como atrevido sedicioso. Débese mirar -este castigo como tercer atrevimiento de Cortés, que se logró como se -habia discurrido, y se discurrió sobre principios irregulares. El lo -resolvió, y lo tuvo por conveniente y posible: conocia la gente con -quien trataba, y lo que suponia en qualquier acontecimiento la gran -prenda que tenian en su poder. Dexémonos cegar de su razon, ó no la -traygamos al juicio de la Historia, contentándonos con referir el -hecho como pasó, y que una vez executado, fué de gran conseqüencia -para dar seguridad á los Españoles de la Vera Cruz, y reprimir por -entónces los principios de rumor que andaban entre los nobles de la -ciudad. - -Volvió luego Cortés al quarto de Motezuma, y con alegre urbanidad le -dixo: - - "Que ya quedaban castigados los traydores que se atrevieron á - manchar su fama: y él habia cumplido ventajosamente con su - obligacion, sujetándose á la justicia de Dios con aquella breve - intermision de su libertad." - -Y sin mas dilacion le mandó quitar los grillos, ó como escriben -algunos, se puso de rodillas para quitarselos él mismo por sus manos: -y se puede creer de su advertencia que procuraria dar con semejante -cortesanía mayor recomendacion al desagravio. Recibió Motezuma con -grande alborozo este alivio de su libertad: abrazó dos ó tres veces á -Cortés, y no acababa de cumplir con su agradecimiento. Sentáronse -luego en conversacion amigable; y Cortés usó con él de otro primor, -como los que andaba siempre meditando, porque mandó que se retirasen -las guardias, diciéndole que se podria volver á su palacio, quando -quisiese, por haber cesado ya la causa de su detencion. Y le ofreció -este partido sobre seguro de que no le aceptaria, por haberle oido -decir muchas veces con firme resolucion, que ya no le convenia -volverse á su palacio, ni apartarse de los Españoles hasta que se -retirasen de su corte, porque perderia mucho de su estimacion, si -llegasen á entender sus vasallos que recibia de agena mano su -libertad. Dictámen que se hizo suyo con el tiempo, siendo en la verdad -influido; porque Doña Marina, y algunos de los Capitanes le habian -puesto en él á instancia de Cortés, que se valia de su misma razon de -estado para tenerle mas seguro en la prision. Pero entónces, -conociendo lo que traía dentro de sí la oferta de Cortés, dexó este -motivo, tratándole como ageno de aquella ocasion, y se valió de otro -mas artificioso: porque le respondió: - - "Que agradecia mucho la voluntad con que deseaba restituirle á - su casa; pero que tenia resuelto no hacer novedad, atendiendo á - la conveniencia de los Españoles; porque una vez en su palacio, - le apretarian sus nobles y ministros en que tomáse las armas - contra ellos, para satisfacerse del agravio que habia - recibido." - -Por cuyo medio quiso dar á entender, que se dexaba estar en la prision -para cubrirlos y ampararlos con su autoridad. Alabó Cortés el -pensamiento, agradeciendo su atencion, como si la creyera; y quedaron -los dos satisfechos de su destreza, creyendo entrambos que se -entendian, y se dexaban engañar por su conveniencia, con aquel género -de astucia ó disimulacion que ponen los políticos entre los misterios -de la prudencia, dando el nombre de esta virtud á los artificios de la -sagacidad. - - - - - HISTORIA - - _De la Conquista, Poblacion y Progresos de Nueva España._ - - - _LIBRO IV._ - - - - - CAPITULO PRIMERO. - - _Permitese á Motezuma que se dexe ver en público, saliendo á - sus templos y recreaciones. Trata Cortés de algunas - prevenciones que tuvo por necesarias; y se duda que intentasen - los Españoles en esta sazon derribar los ídolos de México._ - - -Quedó Motezuma desde aquel dia prisionero voluntario de los Españoles: -hizose amable á todos con su agrado y liberalidad. Sus mismos criados -desconocian su mansedumbre y moderacion, como virtudes adquiridas en -el trato de los extrangeros, ó extrangeras de su natural. Acreditó -diversas veces con palabras y acciones la sinceridad de su ánimo: y -quando le pareció que tenian segura y merecida la confianza de -Cortés, se resolvió á experimentarla, pidiéndole licencia para salir -alguna vez á sus templos. Dióle palabra de que se volveria -puntualmente á la prision, que así la solia llamar, quando no estaba -presente alguno de los suyos. Dixole: - - "Que ya deseaba, por su conveniencia y la de los mismos - Españoles, dexarse ver de su pueblo, porque se iba creyendo que - le tenian oprimido, como habia cesado la causa de su detencion - con el castigo de Qualpopóca; y se podria temer alguna - turbacion mas que popular, si no se ocurria brevemente al - remedio con aquella demostracion de su libertad." - -Hernan Cortés, conociendo su razon, y deseando tambien complacer á los -Mexicanos, le respondió liberal y cortesanamente: - - "Que podria salir quando gustáse: atribuyendo á exceso de su - benignidad el pedir semejante permision, quando él y todos los - suyos estaban á su obediencia." - -Pero aceptó la palabra que le daba de no hacer novedad en su -habitacion, como quien deseaba no perder la honra que recibia. - -Hizole alguna interior disonancia el motivo de acudir á sus templos; y -para cumplir consigo en la forma que podia, capituló con él que habian -de cesar desde aquel dia los sacrificios de sangre humana: -contentándose con esta parte de remedio, porque no era tiempo de -aspirar á la enmienda total de los demas errores; y siempre que no se -puede lo mejor, es prudencia dividir la dificultad, para vencer uno á -uno los inconvenientes. Ofreciólo así Motezuma, prohibiendo con efecto -en todos sus adoratorios este género de sacrificios: y aunque se duda -si lo cumplió, es cierto que cesó la publicidad, y que, si los -hicieron alguna vez, fué á puerta cerrada, y tratándolos como delito. - -Su primera salida fué al templo mayor de la ciudad, con la misma -grandeza y acompañamiento que acostumbraba: llevó consigo algunos -Españoles; y se previno, llamándolos él mismo, ántes que se los -pusiesen al lado como guardas ó testigos. Celebró con grandes -regocijos el pueblo esta primera vista de su Rey: procuraron todos -manifestar su alegría con aquellas demostraciones de que se componian -sus aplausos; no porque le amasen, ó tuviesen olvidada la opresion en -que vivian, sino porque hacia la natural obligacion el oficio de la -voluntad: y tiene sus influencias, hasta en la frente del tirano, la -corona. El iba recibiendo las aclamaciones con gratitud magestuosa: y -anduvo aquel dia muy liberal, porque hizo diferentes mercedes á sus -nobles, y repartió algunas dádivas entre la gente popular. Subió -despues al templo, descansando sobre los brazos de los sacerdotes: y -en cumpliendo con los ritos ménos escandalosos de su adoracion, se -volvió al quartel, donde se congratuló nuevamente con los Españoles, -dando á entender que le traían con igual fuerza el desempeño de su -palabra, y el gusto de vivir entre sus amigos. - -Continuaronse despues sus salidas sin hacer novedad, unas veces al -palacio donde tenia sus mugeres, y otras á sus adoratorios ó casas de -recreacion: usando siempre con Hernan Cortés la ceremonia de tomar su -licencia, ó llevándole consigo, quando era decente la funcion; pero -nunca hizo noche fuera del alojamiento, ni discurrió en mudar -habitacion: ántes se llegó á mirar entre los Mexicanos aquella -perseverancia suya como favor de los Españoles, tanto que ya visitaban -á Cortés los ministros y los nobles de la ciudad, valiéndose de su -intercesion para encaminar sus pretensiones: y todos los Españoles que -tenian algun lugar en su gracia, se hallaron asistidos y -contemporizados: achaque ordinario de las cortes, adorar á los -favorecidos, fabricando con el ruego estos ídolos humanos. - -Entretanto que duraba este género de tranquilidad, no se descuidaba -Hernan Cortés en las prevenciones que podrian conducir á su seguridad, -y adelantar los altos designios que perseveraban en su corazon, sin -objeto determinado, ni saber hasta entónces hacia donde le llamaba la -obscuridad lisonjera de sus esperanzas. Luego que vacó el gobierno de -la Vera Cruz por muerte de Juan de Escalante, y se aseguraron los -caminos con el castigo de los culpados, nombró en aquella ocupacion -al Capitan Gonzalo de Sandoval: y porque no faltáse de su lado en esta -ocurrencia un Cabo de tanta satisfaccion, envió con título de Teniente -suyo á un soldado particular que llamaban Alonso de Grado, sugeto de -habilidad y talento, pero de ánimo inquieto, y uno de los que se -hicieron conocer en las turbaciones pasadas. Creyóse que le ocupaba -por satisfacerle y desviarle; pero no fué buena política poner hombre -poco seguro en una plaza que se mantenia para la retirada, y contra -las avenidas que se podian temer de la Isla de Cuba. Pudiera ser de -grave inconveniente su asistencia en aquel puerto, si llegáran poco -ántes los baxeles que fletó Diego Velazquez en prosecucion de su -antigua demanda; pero el mismo Alonso de Grado emendó con su proceder -el yerro de su eleccion; porque vinieron dentro de pocos dias tantas -quejas de los vecinos y lugares del contorno, que fué necesario -traerle preso, y enviar al propietario. - -Con la ocasion de estos viages dispuso Hernan Cortés que se conduxesen -de la Vera Cruz algunas xarcias, velas, clavazon, y otros despojos de -los navios que se barrenaron, con ánimo de fabricar dos bergantines, -para tener á su disposicion el paso de la laguna: porque no podia -echar de sí las medias palabras que oyeron los Tlascaltécas sobre -cortar los puentes, ó romper las calzadas. Introduxo primero esta -novedad, haciéndosela desear á Motezuma, con pretexto de que viese las -grandes embarcaciones que se usaban en España, y la facilidad con que -se movian, haciendo trabajar al viento en alivio de los remos: primor -de que no se hacia capaz sin la demostracion; porque ignoraban los -Mexicanos el uso de las velas, y ya miraba como punto de conveniencia -suya que aprendiesen aquel arte de navegar sus marineros. Llegaron -brevemente de la Vera Cruz los géneros que se habian pedido, y se dió -principio á la fábrica por mano de algunos maestros de esta profesion, -que vinieron en el exército con plaza de soldados, asistiendo á cortar -y conducir la madera, de órden de Motezuma, los carpinteros de la -ciudad: con que se acabaron los dos bergantines dentro de breves dias, -y él mismo determinó estrenarlos, embarcándose con los Españoles, para -reconocer desde mas cerca las maestrías de aquella navegacion. - -Previno para este fin una de sus monterías mas solemnes en parage de -larga travesía, porque no faltáse tiempo á su observacion: y el dia -señalado amanecieron sobre la laguna todas las canoas del séquito real -con su familia y cazadores, reforzada en ellas la boga, no sin -presuncion de acreditar su ligereza, con descredito de las -embarcaciones extrangeras, que á su parecer, eran pesadas, y serian -dificultosas de manejar; pero tardaron poco en desengañarse, porque -los bergantines partieron á vela y remo, favorecidos oportunamente del -viento, y se dexaron atras las canoas con largo espacio, y no menor -admiracion de los Indios. Fué dia muy festivo, y de gran divertimiento -para los Españoles, tanto por la novedad y circunstancias de la -montería, como por la opulencia del banquete: y Motezuma estuvo muy -entretenido con sus marineros, burlándose de lo que forcejaban en el -alcance de los bergantines, y celebrando como suya la victoria de los -Españoles. - -Concurrió despues toda la ciudad á ver aquellas, que en su lengua -llamaban casas portátiles: hizo sus ordinarios efectos la novedad, y -sobre todo admiraron el manejo del timon, y el oficio de las velas, -que, á su entender, mandaban al agua y al viento: invencion que -celebraron los mas avisados como industria del arte superior á su -ingenio, y el vulgo como sutileza mas que natural, ó predominio sobre -los elementos. Consiguióse finalmente que fuesen bien recibidos -aquellos bergantines, que se fabricaron á mayor intento; y tuvo su -parte de felicidad esta providencia de Cortés, pues se hizo lo que -convenia, y se ganó reputacion. - -Al mismo tiempo iba caminando en otras diligencias que le dictaban su -vigilancia y actividad. Introducia con Motezuma y con los nobles, que -le visitaban, la estimacion de su Rey: ponderaba su clemencia, y -engrandecia su poder, trayendo á su dictámen los ánimos con tanta -suavidad y destreza, que llegó á desearse generalmente la -confederacion que proponia, y el comercio de los Españoles, como -interés de aquella Monarquía. Tomaba tambien algunas noticias -importantes por via de conversacion y sencilla curiosidad. Informóse -muy particularmente de la magnitud y límites del Imperio Mexicano, de -sus provincias y confines, de los montes, rios y minas principales, de -las distancias de ambos mares, su calidad y surgideros: tan lejos de -mostrar cuidado en sus observaciones, que Motezuma, para informarle -mejor y complacerle, hizo que sus pintores delineasen, con asistencia -de hombres noticiosos, un lienzo semejante á nuestros mapas, en que se -contenia la demarcacion de sus dominios: á cuya vista le hizo capaz de -todas las particularidades que merecian reflexîon; y permitió despues -que fuesen algunos Españoles á reconocer las minas de mayor nombre, y -los puertos ó ensenadas que parecian capaces de baxeles. Propusolo -Hernan Cortés con pretexto de llevar á su Príncipe distinta relacion -de lo mas notable; y él concedió no solamente su beneplácito, pero -señaló gente militar que los acompañáse, y despachó sus órdenes para -que les franqueasen el paso y las noticias: bastante seña de que vivia -sin rezelo, y andaban conformes su intencion y sus palabras. - -Pero en esta sazon, y quando mas se debian temer las novedades, como -peligro de la quietud y de la confianza, refieren nuestros -historiadores una resolucion de los Españoles tan desproporcionada y -fuera de tiempo, que nos inclinamos á dudarla, ya que no hallamos -razon para omitirla. Dice Bernal Diaz del Castillo, ó lo escribió -primero Francisco Lopez de Gómara (concordando alguna vez en lo ménos -tolerable) que se determinaron á derribar los ídolos de México, y -convertir en Iglesia el adoratorio principal: que salieron á -executarlo, por mas que lo resistió, y procuró embarazar Motezuma: que -se armaron los sacerdotes, y estuvo conmovida toda la ciudad en -defensa de sus Dioses, durando la porfía sin llegar á rompimiento, -hasta que por bien de paz se quedaron los ídolos en su lugar, y se -limpió una capilla, y levantó un altar dentro del mismo adoratorio, -donde se colocó la Cruz de Christo, y la imágen de su Madre santísima, -se celebró Misa cantada, y perseveró muchos dias el altar, cuidando de -su limpieza y adorno los mismos sacerdotes de los ídolos. Así lo -refiere tambien Antonio de Herrera, y se aparta de los dos, añadiendo -algunas circunstancias que pasan los límites de la exornacion, si esta -puede caber en la retórica del historiador: porque describe una -procesion devota y armada que se ordenó para conducir las santas -Imágenes al adoratorio: pone á la letra, ó supone la oracion recta -que hizo Cortés delante de un Crucifixo: y pondera un casi milagro de -su devocion, animándose á decir, no sabemos de que orígen, que se -inquietaron poco despues los Mexicanos, porque faltó el agua del cielo -para el beneficio de sus campos: que acudieron al mismo Cortés, con -principios de sedicion, clamando sobre que no llovian sus Dioses, -porque se habian introducido en su templo Deidades forasteras: que, -para conseguir que se quietasen, les ofreció de parte de su Dios -copiosa lluvia dentro de breves horas; y que respondió el Cielo -puntualmente á su promesa con grande admiracion de Motezuma y de toda -la ciudad. - -No discurrimos del empeño en que se puso, prometiendo milagros delante -de unos infieles, en prueba de su Religion: que pudo ser ímpetu de su -piedad; ni estrañamos la maravilla del suceso: que tambien pudo tener -entónces aquel átomo de fé viva, con que se merecen y consiguen los -milagros. Pero el mismo hecho disuena tanto á la razon, que parece -dificultoso de creer en las advertencias de Cortés, y en el genio y -letras de Fray Bartolomé de Olmedo. Pero caso que sucediese así el -hecho de arruinar los ídolos de México en la forma y en el tiempo que -viene supuesto (siendo lícito al historiador el hacer juicio alguna -vez de las acciones que refiere) hallamos en esta diferentes reparos, -que nos obligan por lo ménos á dudar el acierto de semejante -determinacion en una ciudad tan populosa, donde se pudo tener por -imposible lo que fué dificultoso en Cozumel. Corriase bien con -Motezuma: consistia en su benevolencia toda la seguridad que se -gozaba: no habia dado esperanzas de admitir el Evangelio, ántes duraba -inexôrable y obstinado en su idolatría. Los Mexicanos, sobre la dureza -con que adoraban y defendian sus errores, andaban fáciles de inquietar -contra los Españoles. ¿Pues, que prudencia pudo aconsejar que se -intentáse contra la voluntad de Motezuma semejante contratiempo? Si -miramos al fin que se pretendia, le hallarémos inútil y fuera de toda -razon. Empezar por los ídolos el desengaño de los Idólatras: tratar -una exterioridad infructuoso como triunfo de la Religion: colocar las -santas Imágenes en un lugar inmundo y detestable: dexarlas al arbitrio -de los sacerdotes gentiles, aventuradas á la irreverencia y al -sacrilegio: celebrar entre los simulacros del demonio el inefable -sacrificio de la Misa. Y Antonio de Herrera califica estos atentados -con título de faccion memorable. Júzguelo quien lo leyere, que -nosotros no hallamos razon de congruencia política ó christiana para -que se perdonasen tantos inconvenientes; y dexando en duda el acierto, -querriamos ántes que no hubiera sucedido esta irregularidad como la -refieren, ó que no tuvieran lugar en la Historia las verdades -increibles. - - - - - CAPITULO II. - - _Descúbrese una conjuracion que se iba disponiendo contra los - Españoles, ordenada por el Rey de Tezcúco: y Motezuma, parte - con su industria, y parte por las advertencias de Cortés, la - sosiega castigando al que la fomentaba._ - - -Tuvo desde sus principios esta empresa de los Españoles notable -desigualdad de accidentes: alternábanse continuamente la quietud y los -cuidados: unos dias reynaba sobre las dificultades la esperanza, y -otros renacian los peligros de la misma seguridad. Propia condicion de -los sucesos humanos, encadenarse, y sucederse con breve intermision -los bienes y los males. Y debemos creer que fué conveniente su -instabilidad para corregir la destemplanza de nuestras pasiones. - -La ciega gentilidad ponia esta serie de los acaecimientos en una rueda -imaginaria, que se formaba en la trabazon de lo próspero y adverso, á -cuyo movimiento daban cierta inteligencia sin eleccion, que llamaron -fortuna: con que dexaban al acaso todo lo que deseaban ó temian, -siendo en la verdad alta disposicion de la divina Providencia que -duren poco en un estado las felicidades y los infortunios de la -tierra, para que se posean ó toleren con moderacion, y suba el -entendimiento á buscar la realidad de las cosas en la religion de las -almas. - -Hallábanse ya los Españoles bastantemente asegurados en la voluntad de -Motezuma, y en la estimacion de los Mexicanos; pero al mismo tiempo -que se gozaba de aquel sosiego favorable, se levantó nueva tempestad, -que puso en contingencia todas las prevenciones de Cortés. Movióla -Cacumatzín, sobrino de Motezuma, Rey de Tezcúco, y primer Elector del -Imperio. Era mozo inconsiderado y bullicioso; y dexándose aconsejar de -su ambicion, determinó hacerse memorable á su nacion, sacando la cara -contra los Españoles con pretexto de poner en libertad á su Rey. -Favorecianle su dignidad y su sangre para esperar en la primera -eleccion el Imperio; y le pareció, que una vez desnuda la espada, -podria llegar el caso de acercarse á la corona. Su primera diligencia -fué desacreditar á Motezuma, murmurando entre los suyos de la -indignidad y falta de espíritu con que se dexaba estar en aquella -violenta sujecion. Acusó despues á los Españoles, culpando como -principio de tiranía la opresion en que le tenian, y la mano que se -iban tomando en el gobierno; sin perdonar medio alguno de hacerlos -odiosos y despreciables. Sembró despues la misma cizaña entre los -demas Reyezuelos de la laguna: y hallando bastante disposicion en los -ánimos, se resolvió á poner en execucion sus intentos: á cuyo fin -convocó una junta de todos sus amigos y parientes, que se hizo de -secreto en su palacio, concurriendo en ella los Reyes de Cuyoacán, -Iztacpalápa, Tacúba y Matalcingo, y otros Señores ó Caciques del -contorno: personas de séquito y suposicion, que mandaban gente de -guerra, y se preciaban de soldados. - -Hizoles un razonamiento de grande aparato; y dando colores de zelo á -sus ocultos designios, ponderó el estado en que se hallaba su Rey, -olvidado, al parecer, de su misma libertad, y la obligacion que tenian -de concurrir todos como buenos vasallos á sacarle de aquella -servidumbre. Sinceróse con la proxîmidad de la sangre, que le -interesaba en los aciertos de su tio: y volviendo la mira contra los -Españoles: - - "¿A qué aguardamos, amigos y parientes (dixo) que no abrimos - los ojos al oprobrio de nuestra nacion, y á la vileza de - nuestro sufrimiento? ¿Nosotros, que nacimos á las armas, y - ponemos nuestra mayor felicidad en el terror de nuestros - enemigos, concedemos la cerviz al yugo afrentoso de una gente - advenediza? ¿Qué son sus atrevimientos sino acusaciones de - nuestra floxedad, y desprecios de nuestra paciencia? - Consideremos lo que han conseguido en breves dias, y - conocerémos primero nuestro desayre, y despues nuestra - obligacion. Arrojáronse á la corte de México, insolentes de - quatro victorias en que los hizo valientes la falta de - resistencia. Entraron en ella triunfantes á despecho de nuestro - Rey, y contra la voluntad de la nobleza y gobierno. - Introduxeron consigo á nuestros enemigos ó rebeldes, y los - mantienen armados á nuestros ojos, dando vanidad á los - Tlascaltécas, y pisando el pundonor de los Mexicanos. Quitaron - la vida con público y escandaloso castigo á un General del - Imperio, tomando en ageno dominio jurisdiccion de magistrados, - ó autoridad de legisladores. Y últimamente prendieron al Gran - Motezuma en su alojamiento, sacándole violentamente de su - palacio; y no contentos con ponerle guardas á nuestra vista, - pasaron á ultrajar su persona y dignidad con las prisiones de - sus delinqüentes. Así pasó: todos lo sabemos; ¿pero quién habrá - que lo crea sin desmentir á sus ojos? ¡O verdad ignominiosa, - digna del silencio, y mejor para el olvido! ¿Pues en qué os - deteneis, ilustres Mexicanos? ¿Preso vuestro Rey, y vosotros - desarmados? Esa libertad aparente de que le veis gozar estos - dias no es libertad, sino un tránsito engañoso, por el qual ha - pasado insensiblemente á otro cautiverio de mayor indecencia: - pues le han tiranizado el corazon, y se han hecho dueños de su - voluntad, que es la prision mas indigna de los Reyes. Ellos nos - gobiernan y nos mandan, pues el que nos habia de mandar les - obedece. Ya le veis descuidado en la conservacion de sus - dominios, desatento á la defensa de sus leyes, y convertido el - ánimo real en espíritu servil. Nosotros, que suponemos tanto en - el Imperio Mexicano, debemos impedir con todo el hombro su - ruina. Lo que nos toca es juntar nuestras fuerzas, acabar con - estos advenedizos, y poner en libertad á nuestro Rey. Si le - desagradáremos, dexándole de obedecer en lo que le conviene, - conocerá el remedio quando convalezca de la enfermedad: y si no - le conociere, hombres tiene México que sabrán llenar con sus - sienes la corona; y no será el primero de nuestros Reyes, que, - por no saber reynar, ó reynar descuidadamente, se dexó caer el - cetro de las manos." - -En esta substancia oró Cacumatzín, y con tanto fervor, que le -siguieron todos, prorumpiendo en grandes amenazas contra los -Españoles, y ofreciendo servir en la faccion personalmente. Solo el -Señor de Matalcingo, que se hallaba en el mismo grado pariente de -Motezuma, y tenia sus pensamientos de reynar, conoció lo interior de -la propuesta, y tiró á desvanecer los designios de su competidor, -añadiendo: - - "Que tenia por necesario, y por mas conveniente á la - obligacion de todos, que se previniese á Motezuma de lo que - intentaban, y se tomáse primero su licencia; pues no era razon - que se arrojasen armados á la casa donde residia, sin poner en - salvo su persona, tanto por el peligro de su vida como por la - disonancia de que pereciesen aquellos hombres debaxo de las - alas de su Rey." - -Barajaron los demas esta proposicion como impracticable, diciéndole -Cacumatzín algunos pesares, que sufrió por no descomponer sus -esperanzas; y se acabó la junta, quedando señalado el dia, discurrido -el modo, y encargado el secreto. - -Supieron casi á un mismo tiempo Motezuma y Cortés esta conjuracion: -Motezuma por un aviso reservado que se atribuyó al Señor de -Matalcingo: y Cortés por la inteligencia de sus espías y confidentes. -Buscáronse luego los dos, para comunicarse la noticia de semejante -novedad; y tuvo Motezuma la dicha de hablar primero, con que dexó -saneada su intencion. Dióle cuenta de lo que pasaba: mostró grande -irritacion contra su sobrino el de Tezcúco, y contra los demas -conjurados: y propuso castigarlos con el rigor que merecian. Pero -Hernan Cortés (dándole á entender que sabía todo el caso con algunas -circunstancias, que no dexasen en duda su comprehension) le respondió: - - "Que sentia mucho haber ocasionado aquella inquietud en sus - vasallos: y que, por la misma razon, se hallaba obligado á - tomar por su cuenta el remedio, y venia con ánimo de pedirle - licencia para marchar luego con sus Españoles á Tezcúco, y - atajar en su orígen el daño, trayéndole preso á Cacumatzín - ántes que se uniese con los demas coligados, y fuese necesario - pasar á mayores remedios." - -No admitió Motezuma esta proposicion, ántes procuró desviarla con -total repugnancia, conociendo lo que perderia su autoridad y su poder -si se valiese de armas forasteras para castigar atrevimientos de esta -calidad en hombres de aquella suposicion. Pidióle que disimuláse por -él su desabrimiento; y le dixo por última resolucion: - - "Que no queria, ni era conveniente que se moviesen los - Españoles, porque no se hiciese obstinacion el odio con que - procuraban apartarlos de su lado; sino que le ayudasen á - sujetar aquellos rebeldes, asistiéndole con el consejo, y - haciendo, si fuese menester, el oficio de medianeros." - -Parecióle despues, que sería bien intentar primero los medios suaves, -y que su sobrino, como persona mas dependiente de su respeto, sería -fácil de reducir á la quietud, acordándole su obligacion, y haciéndole -amigo de los Españoles. Para cuyo efecto le envió llamar con uno de -sus criados principales: el qual le intimó la órden que llevaba de su -Rey, y le dixo de parte de Cortés: - - "Que deseaba su amistad y tenerle mas cerca para que la - experimentáse." - -Pero él, que se hallaba ya lejos de la obediencia, ó tenia mas cerca -su ambicion, respondió á Motezuma con desacato de hombre precipitado, -y á Cortés con tanta desestimacion y arrojamiento, que le obligó á -pedir con nueva instancia la empresa de sujetarle, cuya propuesta -reprimió segunda vez Motezuma, diciéndole: - - "Que aquel era de los casos en que se debia usar primero del - entendimiento que de las manos: y que le dexáse obrar segun la - experiencia y conocimiento que tenia de aquellos humores y de - sus causas." - -Portóse despues con gran reserva entre sus ministros, despreciando el -delito para descuidar al delinqüente; á cuyo fin les decia: - - "Que aquel atrevimiento de su sobrino se debia tomar como ardor - juvenil, ó primer movimiento de hombre sin capacidad." - -Y al mismo tiempo formó una conjuracion secreta contra el mismo -conjurado, valiéndose de algunos criados suyos, que atendieron á su -primera obligacion, ó la conocieron á vista de las dádivas y las -promesas. Por cuyo medio consiguió que le asaltasen una noche dentro -de su casa, y embarcándose con él en una canoa que tenian prevenida, -le truxesen preso á México sin que pudiese resistirlo. Descubrió -entónces Motezuma todo el enojo que disimulaba: y sin permitir que le -viese, ni dar lugar á sus disculpas, le mandó poner, con acuerdo y -parecer de Cortés, en la carcel mas estrecha de sus nobles, tratándole -como á reo de culpa irremisible, y de pena capital. - -Hallábase á esta sazon en México un hermano de Cacumatzín, que pocos -dias ántes escapó dichosamente de sus manos, porque intentó quitarle -insidiosamente la vida sobre algunas desconfianzas domésticas de poco -fundamento. Amparóle Motezuma en su palacio, y le hizo alistar en su -familia para darle mayor seguridad. Era mozo de valor, y grandes -habilidades, bien recibido en la corte y entre los vasallos de su -hermano: haciéndole con unos y otros mas recomendable la circunstancia -de perseguido. Puso Cortés los ojos en él: y deseando ganarle por -amigo, y traerle á su partido, propuso á Motezuma que le diese la -investidura y Señorío de Tezcuco, pues ya no era capaz su hermano de -volver á reynar, habiendo conspirado contra su Príncipe. Dixole: - - "Que no era seguro castigar por entónces con pena de la vida á - un delinqüente de tanto séquito, quando estaban conmovidos los - ánimos de los nobles: que, privándole del reyno, le daba otro - género de muerte ménos ruidosa, y de bastante severidad para el - terror de sus parciales: que aquel mozo tenia mejor natural, y - debiéndole ya la vida, le debria tambien la corona, y quedaria - mas obligado á su obediencia por la oposicion de su hermano: y - últimamente, que con esta demostracion daba el reyno á quien - debia suceder en él, y dexaba en su sangre la dignidad de - primer Elector, que tanto suponia en el Imperio." - -Agradó tanto á Motezuma este pensamiento de Cortés, que le comunicó -luego á su consejo, donde se alabó como benigna y justificada la -resolucion: y autorizando los ministros el decreto real, fué -desposeido Cacumatzín, segun la costumbre de aquella tierra, de todos -sus honores, como rebelde á su Príncipe, y nombrado su hermano por -sucesor del reyno y voz electoral. Llamóle despues Motezuma, y en el -acto de la investidura, que tenia sus ceremonias y solemnidades, le -hizo una oracion magestuosa, en que reduxo á pocas palabras todos los -motivos que podian acrecentar el empeño de su fidelidad: y le dixo -públicamente: - - "Que habia tomado aquella determinacion por consejo de Hernan - Cortés:" - -dándole á conocer que le debia la corona. Puedese creer que ya lo -sabria el interesado, porque no era tiempo de obscurecer los -beneficios; pero es de reparar lo que cuidaba Motezuma de hacerle bien -quisto, y de ganar los ánimos de los suyos á favor de los Españoles. - -Partió luego el nuevo Rey á su corte, y fué recibido y coronado en -ella con grandes aclamaciones y regocijos, celebrando todos su -exâltacion con diferentes motivos: unos, porque le amaban, y sentian -su persecucion: otros, por la mala voluntad que tenian á Cacumatzín; y -los mas, por dar á entender que aborrecian su delito. Tuvo notable -aplauso en todo el Imperio este género de castigo sin sangre, que se -atribuyó al superior juicio de los Españoles, porque no esperaban de -Motezuma semejante moderacion: y fué de tanta conseqüencia la misma -novedad para el escarmiento, que los demas conjurados derramaron luego -sus tropas, y trataron de recurrir desarmados á la clemencia de su -Rey. Valiéronse de Cortés, y últimamente consiguieron por su medio el -perdon: con que se deshizo aquella tempestad; y habiéndose levantado -contra él, salió del peligro mejorado, parte por su industria, y parte -porque le favorecieron los mismos accidentes: pues Motezuma le -agradeció la quietud de su reyno: se declaró por su hechura el mayor -Príncipe del Imperio: y favoreciendo á los demas que intentaban -destruirle, se halló con nuevo caudal de amigos y obligados. - - - - - CAPITULO III. - - _Resuelve Motezuma despachar á Cortés respondiendo á su - embaxada: junta sus nobles, y dispone que sea reconocido el Rey - de España por sucesor de aquel Imperio: determinando que se le - dé la obediencia, y pague tributo como á descendiente de su - Conquistador._ - - -Sosegados aquellos rumores, que llegaron á ocupar todo el cuidado, -sintió Motezuma el ruido que dexa en la imaginacion la memoria del -peligro. Empezó á discurrir para consigo el estado en que se hallaba: -parecióle que ya se detenian mucho los Españoles, y que habiéndose -mirado como falta de libertad en él la benevolencia con que los -trataba, debia familiarizarse ménos y dar otro color á las -exterioridades. Avergonzabase del pretexto que tomó Cacumatzín para su -conjuracion, atribuyendo á falta de espíritu su benignidad; y alguna -vez se acusaba de haber ocasionado aquella murmuracion: sentia la -flaqueza de su autoridad, cuyos zelos andan siempre cerca de la -corona, y ocupan el primer lugar entre las pasiones que mandan á los -Reyes. Temia que se volviesen á inquietar sus vasallos, y que saltasen -nuevas centellas de aquel incendio recien apagado. Quisiera decir á -Cortés que tratáse de abreviar su jornada, y no hallaba camino decente -de proponerselo: ni los rezelos, por ser especie de miedo, se -confiesan con facilidad. Duró algunos dias en esta irresolucion: y -últimamente determinó que le convenia en todo caso despachar luego á -los Españoles, y quitar aquel tropiezo á la fidelidad de sus vasallos. - -Dispuso la materia con notable sagacidad: porque ántes de comunicar su -intento á Cortés, llevó prevenida sus réplicas, saliendo á todos los -motivos en que pudiera fundar su detencion. Aguardó que le viniese á -visitar como solia: recibióle sin hacer novedad en el agrado, ni en el -cumplimiento: introduxo la plática de su Rey al modo que otras veces: -ponderó quanto le veneraba: y dexando traer su propuesta de la misma -conversacion, le dixo: - - "Que habia discurrido en reconocerle de su propia voluntad el - vasallage que se le debia como á sucesor de Quezalcoál, y dueño - propietario de aquel Imperio." - -Así lo entendia, y en esto solo habló con afectacion; no se trataba -entónces de restituirle sus dominios, sino de apartar á Cortés, y -facilitar su despacho: á cuyo fin añadió: - - "Que pensaba convocar la nobleza de sus reynos, y hacer en su - presencia este razonamiento, para que todos, á su imitacion, le - diesen la obediencia, y estableciesen el vasallage con alguna - contribucion: en que pensaba tambien darles exemplo; pues tenia - ya prevenidas diferentes joyas y preseas de mucho valor, para - cumplir por su parte con esta obligacion; y no dudaba que sus - nobles acudirian á ella con lo mejor de sus riquezas, ni - desconfiaba de que se juntaria cantidad tan considerable, que - pudiese llegar sin desayre á la presencia de aquel Príncipe, - como primera demostracion del Imperio Mexicano." - -Esta fué su proposicion, y en ella concedia de una vez todo lo que, á -su parecer, podian atreverse á desear los Españoles, satisfaciendo á -su ambicion y á su codicia, para quitarles enteramente la razon de -perseverar en su corte, ántes de ordenarles que se retirasen. Y -encubrió con tanta destreza el fin á que caminaba, que no le conoció -entónces Hernan Cortés; ántes le rindió las gracias de aquella -liberalidad, sin estrañarla ni encarecerla, como quien aceptaba de -parte de su Rey lo que se le debia; y quedó sumamente gustoso de haber -conseguido mas de lo que parecia practicable, segun el estado presente -de las cosas. Celebró despues con sus Capitanes y soldados el servicio -que harian al Rey Don Carlos, si conseguian que se declaráse por -súbdito y tributario suyo un Monarca tan poderoso: discurrió en las -grandes riquezas con que podrian acompañar esta noticia, para que no -llegáse desnuda la relacion, y peligrase de increible. Y, á la -verdad, no pensaba entónces apartarse de su empresa, ni le parecia -dificultoso el mantenerse, hasta que, sabiendo en España el estado en -que la tenia, se le ordenáse lo que debia executar: seguridad á que le -pudo inducir lo que le favorecia Motezuma, los amigos que iba ganando, -la facilidad con que se le venian á las manos los sucesos, ó alguna -causa de orígen superior que le dilataba el ánimo, para que, á vista -de quanto pudiera desear, no se acabáse de componer con sus -esperanzas. - -Pero Motezuma, que tiraba sus líneas á otro centro, y sabía resolver -de espacio, y executar sin dilacion, despachó luego sus convocatorias -á los Caciques de su reyno, como se acostumbraba quando se ofrecia -negocio público en que hubiese de intervenir la nobleza, sin alargarse -á los mas distantes, por abreviar el intento principal de aquella -diligencia. Vinieron todos á México dentro de pocos dias con el -séquito que solian asistir en la corte, y tan numeroso, que hiciera -ruido en el cuidado, si se ignorára la ocasion y la costumbre. -Juntólos Motezuma en el quarto de su habitacion, y en presencia de -Cortés (que fué llamado á esta conferencia, y concurrió en ella con -sus intérpretes y algunos de sus Capitanes) les hizo un razonamiento, -en que dió los motivos, y facilitó la dureza de aquella notable -resolucion. Bernal Diaz del Castillo dice que hubo dos juntas, y que -no asistió Cortés en la primera: pudo ser alguna de sus -equivocaciones, porque no lo callaria el mismo Hernan Cortés en la -segunda relacion de su jornada; y quando se trataba de satisfacerle y -confiarle, no era tiempo de juntas reservadas. - -Fué de grande aparato y autoridad esta funcion, porque asistieron -tambien á ella los nobles y ministros que residian en la corte: y -Motezuma, despues de haberlos mirado una y dos veces con agradable -magestad, empezó su oracion, haciéndolos benévolos y atentos con -ponerles delante - - "Quánto los amaba, y quánto le debian: acordóles que tenian de - su mano todas las riquezas y dignidades que poseían: y sacó por - ilacion de este principio la obligacion en que se hallaban de - creer que no les propondria materia que no fuese de su mayor - conveniencia, despues de haberla premeditado con madura - deliberacion, consultado, á sus Dioses el acierto, y tenido - señales evidentes de que hacia su voluntad." - -Afectaba muchas veces estas vislumbres de inspiracion, para dar algo -de divinidad á sus resoluciones: y entónces le creyeron, porque no era -novedad que le favoreciese con sus respuestas el demonio. Asentada -esta reconvencion y este misterio, refirió con brevedad - - "El orígen del Imperio Mexicano, la expedicion de los - Nabatlácas, las hazañas prodigiosas de Quezalcoál, su primer - Emperador, y lo que dexó profetizado quando se apartó á las - conquistas del oriente, previniendo, con impulso del Cielo, que - habian de volver á reynar en aquella tierra sus descendientes. - Tocó despues como punto indubitable: Que el Rey de los - Españoles, que dominaba en aquellas regiones orientales, era - legítimo sucesor del mismo Quezalcoál. Y añadió: Que siendo él - Monarca de quien habia de proceder aquel Príncipe tan deseado - entre los Mexicanos, y tan prometido en los oráculos y - profecías que veneraba su nacion, debian todos reconocer en su - persona este derecho hereditario, dando á su sangre lo que, á - falta de ella, se introduxo en eleccion: que si hubiera venido - entónces personalmente, como envió sus Embaxadores, era tan - amigo de la razon, y amaba tanto á sus vasallos, que por su - mayor felicidad sería el primero en desnudarse de la dignidad - que poseía, rindiendo á sus piés la corona, fuese para dexarla - en sus sienes, ó para recibirla de su mano. Pero que debiendo á - los Dioses la buena fortuna de que hubiese llegado en su tiempo - noticia tan deseada, queria ser el primero en manifestar la - prontitud de su ánimo, y habia discurrido en ofrecerle desde - luego su obediencia, y hacerle algun servicio considerable. A - cuyo fin tenia destinadas las joyas mas preciosas de su tesoro, - y queria que sus nobles le imitasen, no solo en hacer el mismo - reconocimiento, sino en acompañarle con alguna contribucion de - sus riquezas, para que siendo mayor el servicio, llegáse mas - decoroso á los ojos de aquel Príncipe." - -En esta substancia concluyó Motezuma su razonamiento, aunque no de una -vez: porque á despecho de lo que se procuró esforzar en este acto, -quando llegó á pronunciarse vasallo de otro Rey, le hizo tal -disonancia esta proposicion, que se detuvo un rato, sin hallar las -palabras con que habia de formar la razon; y al acabarla se enterneció -tan declaradamente, que se vieron algunas lágrimas discurrir por su -rostro, como lloradas contra la voluntad de los ojos. Y los Mexicanos, -conociendo su turbacion, y la causa de que procedia, empezaron tambien -á enternecerse, prorumpiendo en sollozos ménos recatados, y deseando, -al parecer, con algo de lisonja, que hiciese ruido su fidelidad. Fué -necesario que Cortés pidiese licencia de hablar, y alentase á -Motezuma, diciendo: - - "Que no era el ánimo de su Rey desposeerle de su dignidad, ni - trataba de que se hiciese novedad en sus dominios: porque solo - querria que se aclaráse por entónces su derecho á favor de sus - descendientes, respecto de hallarse tan distante de aquellas - regiones, y tan ocupado en otras conquistas, que no podria - llegar en muchos años el caso en que hablaban sus tradiciones y - profecías." - -Con cuyo desahogo cobró el aliento, volvió á serenar el semblante, y -acabó su oracion como se ha referido. - -Quedaron los Mexicanos atónitos, ó confusos de oir semejante -resolucion, estrañándola como desproporcionada, ó ménos decente á la -magestad de un Príncipe tan grande, y tan zeloso de su dominacion. -Miráronse unos á otros sin atreverse á replicar, ni á conceder, -dudando en qué se ajustarian mas á su intencion; y duró este silencio -reverente hasta que tomó la mano el primero de sus magistrados, y con -mejor conocimiento de su dictámen respondió por los demas: - - "Que todos los nobles que concurrian en aquella junta le - respetaban como á su Rey y Señor natural, y estarian prontos á - obedecer lo que proponia por su benignidad, y mandaba con su - exemplo: porque no dudaban que lo tendria bien discurrido y - consultado con el Cielo, ni tenian instrumento mas sagrado que - el de su voz para entender la voluntad de los Dioses." - -Concurrieron todos en el mismo sentir: y Hernan Cortés, quando llegó -el caso de significar su agradecimiento, fué dictando á sus -intérpretes otra oracion no ménos artificiosa, en que dió las gracias -á Motezuma, y á todos los circunstantes, de aquella demostracion, -aceptando en nombre de su Rey el servicio, y midiendo sus -ponderaciones con la máxima de no estrañar mucho que asistiesen á su -obligacion, al modo que se recibe la deuda, y se agradece la -puntualidad en el deudor. - -Pero no bastaron aquellas lágrimas de Motezuma para que se rezeláse -Cortés entónces de su liberalidad, ni conociese que se trataba de su -despacho final; en que se dexó llevar del primer sonido con alguna -disculpa: porque donde halló introducida como verdad infalible aquella -notable aprehension de los descendientes de Quezalcoál, y tenian á su -Rey indubitable por uno de ellos, no le pareceria tan irregular esta -demostracion, que se debiese mirar como afectada ó sospechosa. Sobre -cuyo presupuesto pudo tambien atribuir el llanto de Motezuma, y -aquella congoja con que llegó á pronunciar las cláusulas del -vasallage, á la misma violencia con que se desprende la corona, y se -mide la suma distancia que hay entre la soberanía y la sujecion: caso -verdaderamente de aquellos en que puede faltar el ánimo con algo de -magnanimidad. Pero se debe creer que Motezuma, por mas que miráse al -Rey de España como legítimo sucesor de aquel Imperio, no tuvo intento -de cumplir lo que ofrecia. Su mira fué deshacerse de los Españoles, y -tomar tiempo para entenderse despues con su ambicion, sin hacer mucho -caso de su palabra: y no estaria fuera de su centro entre aquellos -Reyes bárbaros la simulacion, cuya indignidad, bastante á manchar el -pundonor de un hombre particular, pusieron otros bárbaros estadistas -entre las artes necesarias del reynar. - -Desde aquel dia, como quiera que fuese, quedó reconocido el Emperador -Carlos Quinto por Señor del Imperio Mexicano, legítimo y hereditario -en el sentir de aquella gente, y en la verdad destinado por el Cielo á -mejor posesion de aquella corona; sobre cuya resolucion se formó -público instrumento con todas las solemnidades que parecieron -necesarias, segun el estilo de los homenages que solian prestar á sus -Reyes: dando este allanamiento de Príncipe y vasallos poco mas que el -nombre de Rey al Emperador; y siendo una como insinuacion misteriosa -del título que se debió despues al derecho de las armas, sobre justa -provocacion, como lo verémos en su lugar: circunstancia particular, -que concurrió en la conquista de México para mayor justificacion de -aquel dominio, sobre las demas consideraciones generales, que no solo -hicieron lícita la guerra en otras partes, sino legítima y razonable -siempre que se puso en términos de medio necesario para la -introduccion del Evangelio. - - - - - CAPITULO IV. - - _Entra en poder de Hernan Cortés el oro y joyas que se juntaron - de aquellos presentes. Dicele Motezuma con resolucion que trate - de su jornada: y él procura dilatarla sin replicarle, al mismo - tiempo que se tiene aviso de que han llegado navios Españoles á - la costa._ - - -No se descuidó Motezuma en acercarse como pudo al fin que deseaba, -resuelto á ganar las horas en el despacho de los Españoles, y ya -violento en aquel género de sujecion que se habia obligado á -conservar, porque no dexáse de parecer voluntaria. Entregó con este -cuidado á Cortés el presente que tenia prevenido, y se componia de -varias curiosidades de oro con alguna pedrería, unas de las que usaba -en el adorno de su persona, y otras de las que se guardaban por -grandeza, y servian á la ostentacion: diferentes piezas del mismo -género y metal en figura de animales, aves y pescados, en que se -miraba como segunda riqueza el artificio: cantidad de aquellas piedras -que llamaban chalcuítes, parecidas en el color á las esmeraldas, y en -la vana estimacion á nuestros diamantes: y algunas pinturas de pluma, -cuyos colores naturales ó imitaban mejor, ó tenian ménos que fingir -en la imitacion de la naturaleza; dádiva de ánimo real que se hallaba -oprimido, y trataba de poner en precio su libertad. - -Siguieronse á esta demostracion los presentes de los nobles, que -venian con título de contribucion y se reduxeron á piezas de oro, y -otras preseas de la misma calidad, en que se compitieron unos á otros -con deseo, al parecer, de sobresalir en la obediencia de su Rey, y -mezclando esta subordinacion con algo de propia vanidad. Todo venia -dirigido á Motezuma, y pasaba con recado suyo al quarto de Cortés. -Nombraronse contador y tesorero, para que se lleváse la razon de lo -que se iba recibiendo: y se juntó en breves dias tanta cantidad de -oro, que, reservando las joyas, y piezas de primor, y habiéndose -fundido lo demas se hallaron seiscientos mil pesos reducidos á barras -de buena ley: de cuya suma se apartó el quinto para el Rey; y del -residuo, segundo quinto para Hernan Cortés, con beneplácito de su -gente, y cargo de acudir á las necesidades públicas del exército. -Separó tambien la cantidad en que estaba empeñado para satisfacer la -deuda de Diego Velazquez, y lo que le prestaron sus amigos en la Isla -de Cuba; y lo demas se repartió entre los Capitanes y soldados, -comprehendiendo á los que se hallaban en la Vera Cruz. - -Dieronse iguales porciones á los que tenian ocupacion; pero entre los -de plaza sencilla hubo alguna diferencia, porque fueron mejor -remunerados los de mayores servicios, ó ménos inquietos en los rumores -antecedentes: peligrosa equidad, en que hace agraviados el premio, y -quejosos la comparacion. Hubo murmuraciones y palabras atrevidas -contra Hernan Cortés, y contra los Capitanes; porque al ver tanta -riqueza junta, querian igual recompensa los que merecian ménos; y no -era posible llenar su codicia, ni conviniera fundar en razon la -desigualdad. - -Bernal Diaz del Castillo discurre con indecencia en este punto, y -gasta demasiado papel en ponderar y encarecer lo que padecieron los -pobres soldados en este repartimiento; hasta referir como donayre ó -discrecion lo que dixo este ó aquel en los corrillos. - -Habla mas como pobre soldado, que como historiador: y Antonio de -Herrera le sigue con descuidada seguridad; siendo en la Historia igual -prevaricacion decir de paso lo que se debe ponderar, y detenerse mucho -en lo que pudiera omitir. Pero uno y otro asientan que se quietó este -desabrimiento de los soldados, repartiendo Cortés, del oro que le -habia tocado, todo lo que fué necesario para satisfacer á los -quejosos: y alaban despues su liberalidad y desinteres, deshaciendo, -en vez de borrar, lo que sobra en su narracion. - -Motezuma, luego que por su parte y la de sus nobles se dió -cumplimiento al servicio que se ofreció en la junta, hizo llamar á -Cortés, y con alguna severidad, fuera de su costumbre, le dixo: - - "Que ya era razon que tratáse de su jornada, pues se hallaba - enteramente despachado: y que habiendo cesado todos los motivos - ó pretextos de su detencion, y conseguido en obsequio de su Rey - tan favorable respuesta de su embaxada, ni sus vasallos - dexarian de presumir intentos mayores, si le viesen perseverar - en su corte voluntariamente, ni él podria estar de su parte - quando no estaba de su parte la razon." - -Esta breve insinuacion de su ánimo, dicha en términos de amenaza, y -con señas de resolucion premeditada, hizo tanta novedad á Cortés, que -tardó en socorrerse de su discrecion para la respuesta: y conociendo -entónces el artificio de aquellas liberalidades y favores de la junta -pasada, tuvo primeros movimientos de replicarle con alguna entereza, -valiéndose del genio superior con que le dominaba: y fuese con este -fin, ó porque llegó á rezelar, viéndole tan sobre sí, que traeria -guardadas las espaldas, ordenó recatadamente á uno de su Capitanes que -hiciese tomar las armas á los soldados, y los tuviese prontos para lo -que se ofreciese. Pero entrando en mejor consejo, se determinó á -condescender por entónces con su voluntad: y para dar motivo á la -detencion de la respuesta, disculpó cortesanamente lo que se habia -embarazado, viéndole ménos agradable, quando era tan puesto en razon -lo que ordenaba. Dixole: - - "Que trataria luego de abreviar su viage: que ya traia entre - las manos las prevenciones de que necesitaba: y que deseando - executarle sin dilacion, habia discurrido en pedirle licencia - para que se fabricasen algunos baxeles capaces de tan larga - navegacion, por haberse perdido, como sabía, los que le - conduxeron á sus costas." - -Con que dexó introducida y pendiente su obediencia, satisfaciendo al -empeño en que se hallaba, y dando tiempo á la resolucion. - -Dicen que tuvo Motezuma prevenidos cincuenta mil hombres para este -lance, y que vino con determinacion de hacerse obedecer, valiéndose de -la fuerza si fuese necesario: y es cierto que temió la réplica de -Cortés, y que deseaba excusar el rompimiento; porque le abrazó con -particular afecto, estimando su respuesta como quien no la esperaba. -Obligóse de que le quitáse la ocasion de irritarse contra él. Amable -con un género de voluntad que tenia parte de inclinacion, y parte de -respeto: y bien hallado con su mismo desenojo, le dixo: - - "Que no era su intento apresurar su jornada, sin darle medios - para que la executáse: que se dispondria luego la fábrica de - los baxeles; y entretanto no tenia que hacer novedad, ni - apartarse de su lado: pues bastaria para la satisfaccion de sus - Dioses, y quietud de sus vasallos aquella prontitud con que se - trataba de obedecer á los unos, y complacer á los otros." - -Fatigabale aquellos dias el demonio con horribles amenazas, dando voz, -ó semejanza de voz á los ídolos para irritarle contra los Españoles. -Congojabanle tambien los nuevos rumores que se iban encendiendo entre -los suyos, por haberse recibido mal que se hiciese tributario de otro -Príncipe, mirando aquella desautoridad suya como nuevo gravamen, que -baxaria con el tiempo á los hombros de sus vasallos. De suerte que se -hallaba combatido por una parte de la política, y por otra de la -religion: y fué mucho que se determináse á dar esta permision á -Cortés, por ser observantísimo con sus Dioses, y no ménos -supersticioso con el ídolo de su conservacion. - -Dieronse luego las órdenes para la fábrica de los baxéles. Publicóse -la jornada, y Motezuma hizo pregonar que acudiesen á la costa de Ulúa -todos los carpinteros del contorno, señalando los parages donde se -podria cortar la madera, y los lugares que habian de contribuir con -Indios de carga para que la conduxesen al astillero. Hernan Cortés por -su parte afectó las exterioridades de obediente. Despachó luego á los -maestros y oficiales que fabricaron los bergantines, conocidos ya -entre los Mexicanos. Discurrió públicamente con ellos del porte y -calidad de los baxeles, ordenándoles que se aprovechasen del hierro, -xarcias y velamen de los que le barrenaron: y todo era tratar del -viage, como si le tuviera resuelto; con que adormeció las inquietudes -que se iban forjando, y se aseguró en la confianza de Motezuma. - -Pero al tiempo de partir esta gente á la Vera Cruz, habló -reservadamente á Martin Lopez, Vizcaíno de nacion, que iba por cabo -principal: y siendo maestro consumado en este género de fábricas, -sabía cumplir mejor con la profesion de soldado. - - "Encargóle que se fuese poco á poco en la formacion de los - baxeles, y procuráse alargar la obra quanto pudiese, con tal - artificio, que se consiguiese la tardanza sin que pareciese - dilacion." - -Era su fin conservarse con este color en aquella corte, y hacer lugar -para que pudiesen volver de España sus comisarios Alonzo Hernandez -Portocarrero, y Francisco de Montejo, con esperanza de que le truxesen -algun socorro de gente, ó por lo ménos el despacho y órdenes de que -necesitaba para la direccion de su empresa: porque siempre tuvo firme -resolucion de proseguirla. Y caso que le arrojáse de México la última -necesidad, pensaba esperarlos en la Vera Cruz, y matenerse al abrigo -de aquella fortificacion, valiéndose de las naciones amigas para -resistir á los Mexicanos. Admirable constancia, que no solo duraba -entre las dificultades presentes, pero se prevenia para no descaecer -en las contingencias. - -Sobrevino dentro de pocos dias otro accidente que descompuso estas -disposiciones, llamando la prudencia y el valor á nuevo cuidado. Tuvo -noticia Motezuma de que andaban en la costa de Ulúa diez y ocho navios -extrangeros: y los ministros de aquel parage se los enviaron pintados -en aquellos lienzos, que hacian el oficio de las cartas, con las señas -de la gente que se habia dexado ver en ellos, y algunos caracteres, en -que venia significado lo que se podia rezelar de sus intentos siendo -Españoles al parecer, y llegando en ocasion que se trataba de aviar á -los que residian en su corte. Diesele ó no cuidado esta representacion -de sus Gobernadores, lo que resultó de ella fué llamar luego á Cortés, -ponerle delante la pintura, y decirle: - - "Que ya no sería necesaria la prevencion que se hacia para su - jornada, pues habian llegado á la costa baxeles de su Nacion en - que podria executarla." - -Miró Cortés la pintura con mas atencion que sobresalto; y aunque no -entendió los caracteres que la especificaban, conoció en el trage de -la gente, porte y hechura de los navios lo bastante para no dudar que -fuesen Españoles. Su primer movimiento fué alegrarse, teniendo por -cierto que habrian llegado sus procuradores, y fingiéndose grandes -socorros en tanto número de baxeles. Vase con facilidad la -imaginacion á lo que se desea, y no se persuadió entónces á que -pudiese venir contra él armada tan poderosa: porque discurria -noblemente, segun la llaneza de su proceder: y las sinrazones ocurren -tarde á los bien intencionados. Su respuesta fué: - - "Que se partiria luego, si aquellos navios estuviesen de vuelta - para los dominios de su Rey." - -Y no estrañando que hubiese llegado primero á su noticia esta novedad, -porque sabía la incesable diligencia de sus correos, añadió: - - "Que no podia tardar el aviso de los Españoles que asistian en - Zempoala, por cuyo medio se sabrian con fundamento la derrota y - designios de aquella gente, y se veria si era necesario - proseguir en la fábrica de los baxeles, ó posible adelantar sin - ellos su viage." - -Aprobó Motezuma este reparo, agradeciendo la prontitud, y conociendo -la razon. Pero tardaron poco en llegar las cartas de la Vera Cruz, en -que avisaba Gonzalo de Sandoval: - - "Que aquellos baxeles eran de Diego Velazquez, y venian en - ellos ochocientos Españoles contra Hernan Cortés y su - conquista:" - -cuyo golpe no esperado recibió en presencia de Motezuma, y necesitó de -todo su aliento para encubrir su turbacion. Hallóse con el peligro -donde aguardaba el socorro. La ocasion era terrible: angustias por -todas partes: desconfianzas en México, y enemigos en la costa. Pero -haciendo lo que pudo para componer el semblante con la respiracion, -negó su cuidado á Motezuma: endulzó la noticia entre los suyos; y se -retiró despues á desapasionar el discurso, para que se diese con -libertad á las diligencias del remedio. - - - - - CAPITULO V. - - _Refierense las Nuevas prevenciones que hizo Diego Velazquez - para destruir á Hernan Cortés: el exército y armada que envió - contra él á cargo de Pámphilo de Narbáez: su arribo á las - costas de Nueva España; y su primer intento de reducir á los - Españoles de la Vera Cruz._ - - -Dexamos á Diego Velazquez envuelto en sus desconfianzas, impaciente de -que se hubiesen malogrado los esfuerzos que hizo para detener á Hernan -Cortés, y desacreditando con nombre de traycion la fuga que -ocasionaron sus violencias, para disponer su venganza con título de -remedio. Recibió las cartas del Licenciado Benito Martin su Capellan, -con nombramiento de Adelantado por el Rey no solo de aquella Isla, -sino de las tierras que se descubriesen y conquistasen por su -inteligencia. Dabale noticia de la gratitud, ó fuese agradecimiento -con que le defendia y patrocinaba el Presidente de las Indias Obispo -de Burgos, desfavoreciendo por este respecto á los procuradores de -Cortés; pero al mismo tiempo le avisaba de la benignidad con que los -oyó el Emperador en Tordesillas, del ruido que habian hecho en España -las riquezas que llevaron, y del concepto grande con que se hablaba ya -en aquella conquista, dándola el primero lugar entre las antecedentes. - -Entró con el nuevo dictado en mayores pensamientos. Dieronle osadía y -presuncion los favores del Presidente; y como crecen con el poder las -pasiones humanas, ó es propiedad en ellas el mandar mas en los mas -poderosos, miró su ofensa con otro género de irritacion mas empeñada, -ó con otra especie de superioridad, que le desfiguraba la envidia con -el trage de la justificacion. Afligian y precipitaban su paciencia los -aplausos de Cortés; y aunque no le pesaba de ver tan adelantada la -conquista, porque las obligaciones de su sangre dexaban siempre su -lugar al servicio del Rey, no podia sufrir que se lleváse otro las -gracias que, á su parecer, se le debian: tan vanaglorioso en el -aprecio de la parte que tuvo en la primera disposicion de aquella -jornada, que se atribuía, sin otro fundamento, el renombre de -Conquistador: y tan dueño en su estimacion de toda la empresa, que le -parecian suyas hasta las hazañas con que se habia conseguido. - -Con estos motivos, y con esta destemplanza de aprehensiones, trató -luego de formar armada y exército con que destruir á Hernan Cortés, y -á quantos le seguian: compró baxeles, alistó soldados, y discurrió -personalmente por toda la Isla, visitando las estancias de los -Españoles, y animándolos á la faccion. Poniales delante la obligacion -que tenian de asistir á su desagravio: partia con ellos -anticipadamente las grandes riquezas de aquella conquista, usurpadas -entónces, así lo decia, por unos rebeldes mal aconsejados, que -salieron de Cuba fugitivos, para no dexar en duda su falta de valor: -con cuyas esperanzas, y algunos socorros, en que gastó mucha parte de -su caudal, juntó en breves dias un exército, que allí se pudo llamar -formidable por el número y calidad de la gente. Constaba de -ochocientos infantes Españoles, ochenta caballos, y diez ó doce piezas -de artillería, con abundante provision de bastimentos, armas y -municion. Nombró por Cabo principal á Pámphilo de Narbáez, natural de -Valladolid, sugeto capaz, y en aquella Isla de la primera estimacion; -aunque amigo de sus opiniones, y de alguna dureza en los dictámenes. -Dióle título de Teniente suyo, nombrándose Gobernador, quando ménos, -de la Nueva España. - -Dióle tambien instruccion secreta en que le ordenaba: - - "Que procuráse prender á Cortés, y se le remitiese con buena - guardia, para que recibiese de su mano el castigo que merecia: - que hiciese lo mismo con la gente principal que le seguia, si - no se reduxesen á dexar su partido: y que tomáse posesion en su - nombre de todo lo conquistado, adjudicándolo al distrito de su - Adelantamiento:" - -sin detenerse mucho á discurrir en los accidentes que se le podian -ofrecer; porque á vista de tan ventajosas fuerzas le parecia fácil de -conseguir quanto le proponia su deseo: y la confianza, vicio familiar -de ingenios apasionados, ó mira desde lejos los peligros, ó no conoce -hasta que padece las dificultades. - -Tuvieron aviso de este movimiento y prevenciones los Religiosos de San -Gerónimo, que presidian á la Real Audiencia de Santo Domingo con -suprema jurisdiccion sobre las otras Islas; y previniendo los -inconvenientes que podian resultar de tan ruidosa competencia, -enviaron al Licenciado Lucas Vazquez de Ayllon, juez de la misma Real -Audiencia, para que procuráse poner en razon á Diego Velazquez; y no -bastando los medios suaves, le intimáse las órdenes que llevaba, -mandándole con graves penas que desarmáse la gente, deshiciese la -armada, y no perturbáse, ó pusiese impedimento á la conquista en que -estaba entendiendo Hernan Cortés, so color de pertenecerle, por -qualquiera razon, ó pretexto que fuese: y que, dado que tuviese -alguna querella contra su persona, ó algun derecho sobre la tierra que -andaba pacificando, acudiese á los tribunales del Rey, donde tendria -segura, por los términos regulares, su justicia. - -Llegó este Ministro á la Isla de Cuba quando ya estaba prevenida la -armada, que se componia de once navios de alto borde, y siete poco mas -que bergantines, unos y otros de buena calidad: y Diego Velazquez -andaba muy solícito en adelantar la embarcacion de la gente. Procuró -reducirle, sirviéndose amigablemente de quantas razones le ocurrieron -para detenerle y confiarle. Dióle á conocer - - "Lo que aventuraba si se pusiese Cortés en resistencia, - interesados ya en defender sus mismas utilidades los soldados - que le seguian: el daño que podria resultar de que viesen - aquellos Indios belicosos, y recien conquistados, una guerra - civil entre los Españoles: que si por esta desunion se perdiese - una conquista, de que ya se hacia tanta estimacion en España, - peligraria su credito en un cargo de mala calidad, sin que le - pudiesen defender los que mas le favorecian. Pusose de parte de - su justicia para persuadirle á que la pidiese donde se miraria - con diferente atencion, si no la desacreditáse con aquella - violencia." - -Y últimamente, viéndole incapaz de consejo, porque le parecia -impracticable todo lo que no fuese destruir á Hernan Cortés, pasó á -lo judicial, manifestó las órdenes, y se las hizo notificar por un -escribano que llevaba prevenido, acompañándolas con diferentes -requerimientos y protestas; pero nada bastó á detener su resolucion, -porque sonaba tanto en su concepto el título de Adelantado, que dió -muestras de no reconocer superior en su distrito: y se quedó en su -obstinacion, hecha ya porfía la inobediencia. Disimuló el Oidor -algunos desacatos, sin atreverse á contradecirle derechamente, por no -hacer mayor su precipicio; y viendo que trataba de abreviar la -embarcacion de la gente, fingió deseo de ver aquella tierra tan -encarecida, y se ofreció á seguir el viage con apariencias de -curiosidad: á que salió fácilmente Diego Velazquez, porque llegáse mas -tarde á la Isla de Santo Domingo la noticia de su atrevimiento; y él -consiguió el embarcarse con gusto y estimacion de todos. Resolucion, -que (bien fuese de su dictámen, ó procediese de su instruccion) -pareció bien discurrida, ó conveniente para estorvar el rompimiento de -aquellos Españoles. Persuadióse con bastante probabilidad á que sería -mas fácil de conseguir lejos de Diego Velazquez la obediencia de las -órdenes, ó tendria diferente autoridad su mediacion con Pámphilo de -Narbáez: y aunque fué su asistencia de nuevo inconveniente, como lo -verémos despues, no por eso dexaron de merecer alabanza su zelo y su -discurso: que los sucesos, por el mismo caso que se apartan muchas -veces de los medios proporcionados, no pueden quitar el nombre al -acierto de las resoluciones. Embarcóse tambien Andres de Duero, aquel -Secretario de Velazquez que favoreció tanto á Cortés en los principios -de su fortuna. Dicen unos que se ofreció á esta jornada por desfrutar -sus riquezas, acordando el beneficio; y otros, que fué su intencion -mediar con Narbáez, y embarazar en quanto pudiese la ruina de su -amigo: á cuyo sentir nos aplicarémos ántes que al primero, por no -estar bien con los historiadores que se precian de tener mal -inclinadas las conjeturas. - -Hicieronse á la vela, y favoreciéndolos el viento, se hallaron en -breves dias á vista de la tierra que buscaban. Surgió la armada en el -puerto de Ulúa, y Pámphilo de Narbáez echó algunos soldados en tierra -para que tomasen lengua, y reconociesen las poblaciones vecinas. -Hallaron estos á poca diligencia dos ó tres Españoles que andaban -desmandados por aquel parage. Llevaronlos á la presencia de su -Capitan; y ellos, ó temerosos de alguna violencia, ó inclinados á la -novedad, le informaron de todo lo que pasaba en México y en la Vera -Cruz, buscando su lisonja en el descredito de Cortés: sobre cuya -noticia, fué lo primero que resolvió, tratar con Gonzalo de Sandoval -que le rindiese aquella fortaleza de su cargo, manteniéndola por él, ó -la desmanteláse, pasándose á su exército con la gente de la -guarnicion. Encargó esta negociacion á su Clérigo que llevaba consigo, -llamado Juan Ruiz de Guevara, hombre de condicion ménos reprimida que -pedia el sacerdocio. Fueron con él tres soldados que sirviesen de -testigos, y un Escribano Real, por si fuese necesario llegar á -términos de notificacion. Tenia Gonzalo de Sandoval sus centinelas á -trechos que observasen los movimientos de la armada, y se fuesen -avisando unas á otras, por cuyo medio supo que venia mucho ántes que -llegasen; y con certidumbre de que no los seguia mayor número de -gente, mandó abrir las puertas de la villa, y se retiró á esperarlos -en su posada. Llegaron ellos, no sin alguna presuncion de que serian -bien admitidos: y el Clérigo, despues de las primeras urbanidades, y -haber puesto en manos de Sandoval su carta de creencia, le dió noticia -de las fuerzas con que venia Pámphilo de Narbáez á tomar satisfaccion -por Diego Velazquez de la ofensa que le hizo Hernan Cortés en -apartarse de su obediencia, siendo suya enteramente la conquista de -aquella tierra, por haberse intentado de su órden, y á su costa. Hizo -su proposicion como punto sin dificultad en que sobraban los motivos: -y esperó gracias de venirle á buscar con un partido ventajoso, donde -se habian juntado la fuerza y la razon. Respondióle Gonzalo de -Sandoval con alguna destemplanza (mal escondida en el sosiego -exterior): - - "Que Pámphilo de Narbáez era su amigo, y tan atento vasallo de - su Rey, que solo desearia lo que fuese mas conveniente á su - servicio: que la ocurrencia de las cosas, y el mismo estado en - que se hallaba la conquista, pedian que se uniesen sus fuerzas - con las de Cortés, y le ayudáse á perficionar lo que tenia tan - adelantado, tratándose primero de la primera obligacion; pues - no se hizo el tribunal de las armas para querellas de - particulares. Pero que dado caso que, anteponiendo el interés, - ó la venganza de su amigo, se arrojáse á intentar alguna - violencia contra Hernan Cortés, tuviese desde luego entendido - que así él, como todos los soldados de aquella plaza querrian - ántes morir á su lado, que concurrir á semejante - desalumbramiento." - -Sintió el Clérigo, como golpe improviso, esta repulsa; y mas -acostumbrado á dexarse llevar, que á reprimir su natural, prorumpió en -injurias y amenazas contra Hernan Cortés, llamándole traydor, y -alargándose á decir que lo serian Gonzalo de Sandoval, y quantos le -siguiesen. Procuraron unos y otros moderarle y contenerle, acordándole -su dignidad, para que supiese á lo ménos la razon porque le sufrian; -pero él, levantando la voz, sin mudar el estilo, mandó al Escribano: - - "Que hiciese notorias las órdenes que llevaba, para que - supiesen todos que habian de obedecer á Narbáez, pena de la - vida:" - -y no pudo lograr esta diligencia, porque la embarazó Gonzalo de -Sandoval diciendo al Escribano, que le haria poner en una horca si se -atreviese á notificarle órdenes que no fuesen del Rey. Crecieron tanto -las voces y los desacatos, que los mandó llevar presos, no sin alguna -impaciencia. Pero considerando poco despues el daño que podrian hacer -si volviesen irritados á la presencia de Narbáez, resolvió enviarlos á -México, para que se aseguráse de ellos Hernan Cortés, ó procuráse -reducirlos: y lo executó sin dilacion, haciendo prevenir Indios de -carga que los llevasen aprisionados sobre sus hombros en aquel género -de andas que les servian de litéras. Fué con ellos por cabo de la -guardia un Español de su confianza que se llamaba Pedro de Solís; -encargóle que no se les hiciese molestia ni mal tratamiento en el -camino: despachó correo, adelantando á Cortés esta noticia: y trató de -prevenir su gente, y convocar los Indios amigos para la defensa de su -plaza, disponiendo quanto le tocaba como advertido y cuidadoso -Capitan. - -No se puede negar que obró con algun arrojamiento mas que militar en -la prision de aquel Sacerdote, dando á su irritacion sobrada licencia: -si ya no la resolvió políticamente, considerando que no estaria bien -cerca de Narbáez un hombre de aquella violencia y precipitacion, para -que se consiguiese la paz que tanto convenia. Puedese creer que se -dieron la mano en su resolucion el propio sentimiento, y la -conveniencia principal: y si obró con esta mira, como lo persuade la -misma reportacion con que le habia sufrido y respetado, no se debe -culpar todo el hecho por este ó aquel motivo ménos moderado: que -algunas veces acierta el enojo lo que no acertára la modestia, y sirve -la ira de dar calor á la prudencia. - - - - - CAPITULO VI. - - _Discursos y prevenciones de Hernan Cortés en órden á excusar - el rompimiento: introduce tratados de paz, no los admite - Narbáez; ántes publica la guerra, y prende al Licenciado Lucas - Vazquez de Ayllon._ - - -De todas estas particularidades iba teniendo Hernan Cortés freqüentes -avisos, que hicieron evidencia su rezelo: y poco despues supo que -habia tomado tierra Pámphilo de Narbáez, y marchaba con su exército en -órden la vuelta de Zempoala. Padeció mucho aquellos dias con su mismo -discurso vario, en los medios, y perspicaz en los inconvenientes. No -hallaba partido en que no quedáse mal satisfecho su cuidado. Buscar á -Narbáez en la campaña con fuerzas tan desiguales era temeridad, -particularmente quando se hallaba obligado á dexar en México parte de -su gente, para cubrir el quartel, defender el tesoro adquirido, y -conservar aquel género de guardia en que se dexaba estar Motezuma. -Esperar á su enemigo en la ciudad era revolver los humores sediciosos, -de que adolecian ya los Mexicanos, darles ocasion para que se armasen -con pretexto de la propia defensa y tener otro peligro á las espaldas. -Introducir pláticas de paz con Narbáez, y solicitar la union de -aquellas fuerzas, siendo lo mas conveniente, le pareció lo mas -dificultoso, por conocer la dureza de su condicion, y no hallar camino -de reducirle, aunque se rindiese á rogarle con su amistad; á que no se -determinaba, por ser el ruego poco feliz con los porfiados, y en -proposiciones de paz desayrado medianero. Poniasele delante la -perdicion total de su conquista, el malogro de aquellos grandes -principios, la causa de la Religion desatendida el servicio del Rey -atropellado; y era su mayor congoja el hallarse obligado á fingir -seguridad y desahogo, trayendo en el rostro la quietud, y dexando en -el pecho la tempestad. - -A Motezuma decia que aquellos Españoles eran vasallos de su Rey, que -traerian segunda embaxada, en prosecucion de la primera: que venian -con exército por costumbre de su Nacion: que procuraria disponer que -se volviesen, y volveria con ellos, pues se hallaba ya despachado, sin -que hubiese dexado su grandeza que desear á los que venian de nuevo -con la misma proposicion. A sus soldados animaba con varios -presupuestos, cuya falencia conocia. Deciales que Narbáez era su -amigo, y hombre de tantas obligaciones, y de tan buena capacidad, que -no dexaria de inclinarse á la razon, anteponiendo el servicio de Dios -y del Rey á los intereses de un particular: que Diego Velazquez habia -despoblado la Isla de Cuba, para disponer su venganza, y á su parecer, -les enviaba un socorro de gente con que proseguir su conquista; porque -no desconfiaba de que se hiciesen compañeros los que venian como -enemigos. Con sus Capitanes andaba ménos recatado: comunicabales parte -de sus rezelos: discurria como de prevencion en los accidentes que se -podian ofrecer: ponderaba la poca milicia de Narbáez, la mala calidad -de su gente, la injusticia de su causa y otros motivos de consuelo, en -que trabajaba tambien su disimulacion, dándoles en la verdad mas -esperanzas que tenia. - -Pidióles finalmente su parecer, como lo acostumbraba en casos de -semejante conseqüencia, y disponiendo que le aconsejasen lo que tenia -por mejor, resolvió tentar primero el camino de la paz, y hacer tales -partidos á Narbáez, que no se pudiese negar á ellos, sin cargar sobre -sí los inconvenientes del rompimiento. Pero al mismo tiempo hizo -algunas prevenciones para cumplir con su actividad. Avisó á sus amigos -los de Tlascála que le tuviesen prontos hasta seis mil hombres de -guerra para una faccion en que sería posible haberlos menester. Ordenó -al cabo de tres ó quatro soldados Españoles, que andaban en la -provincia de Chinantlá descubriendo las minas de aquel parage, que -procuráse disponer con los Caciques una leva de otros dos mil hombres, -y que los tuviese prevenidos para marchar con ellos al primer aviso. -Eran los Chinantécas enemigos de los Mexicanos, y se habian declarado -con grande afecto por los Españoles, y enviado secretamente á dar la -obediencia: gente valerosa y guerrera, que le pareció tambien á -propósito para reforzar su exército: y acordándose de haber oido -alabar las picas, ó lanzas de que usaban en sus guerras, por ser de -vara consistente, y de mayor alcance que las nuestras, dispuso que le -traxesen luego trescientas para repartirlas entre sus soldados, y las -hizo armar con puntas de cobre templado, que suplia bastantemente la -falta del hierro; prevencion que adelantó á las demas, porque le daba -cuidado la cabellería de Narbáez, y porque hubiese tiempo de imponer -en el manejo de ellas á los Españoles. - -Llegó entretanto Pedro de Solís con los presos que remitia Gonzalo de -Sandoval: avisó á Cortés, y esperó su órden ántes de entrar en la -laguna. Pero él, que ya los aguardaba por la noticia que vino delante, -salió á recibirlos con mas que ordinario acompañamiento. Mandó que les -quitasen las prisiones. Abrazólos con grande humanidad, y al -Licenciado Guevara primera y segunda vez con mayor agasajo. Dixole: - - "Que castigaria á Gonzalo de Sandoval la desatencion de no - respetar como debia su persona y dignidad." - -Llevóle á su quarto, dióle su mesa, y le significó algunas veces con -bien adornada exterioridad - - "Quánto celebraba la dicha de tener á Pámphilo de Narbáez en - aquella tierra, por lo que se prometia de su amistad, y - antiguas obligaciones." - -Cuidó de que anduviesen delante de él alegres y animosos los -Españoles. Pusole donde viese los favores que le hacia Motezuma, y la -veneracion con que le trataban los Príncipes Mexicanos. Dióle algunas -joyas de valor, con que iba quebrantando los ímpetus de su natural. -Hizo lo mismo con sus compañeros; y sin darles á entender que -necesitaba de sus oficios para suavizar á Narbáez, los despachó dentro -de quatro dias, inclinados á su razon, y cautivos de su liberalidad. - -Hecha esta primorosa diligencia, y dexando al tiempo lo que podria -fructificar, resolvió enviar persona de satisfaccion que propusiese á -Narbáez los medios que parecian practicables, y eran convenientes. -Eligió para esta negociacion al Padre Fray Bartolomé de Olmedo, en -quien concurrian con ventajas conocidas la eloqüencia y la autoridad. -Abrevió quanto fué posible su despacho, y le dió cartas para Narbáez, -para el Licenciado Lucas Vazquez de Ayllon, y para el Secretario -Andres de Duero, con diferentes joyas que repartiese conforme al -dictámen de su prudencia. Era la importancia de la paz el argumento de -las cartas, y en la de Narbáez - - "Le daba la bien venida con palabras de toda estimacion: y - despues de acordarle su amistad y confianza, le informaba el - estado en que tenia su conquista, descubriéndole por mayor las - provincias que habia sujetado la sagacidad y valentía de sus - naturales, el poder y grandezas de Motezuma;" - -no tanto para encarecer su hazaña, como para traerle al conocimiento -de lo que importaba que se uniesen ambos exércitos á perficionar la -empresa. Dabale á entender - - "Quánto se debia rezelar que los Mexicanos, gente advertida y - belicosa, llegasen á conocer discordia entre los Españoles, - porque sabrian aprovecharse de la ocasion, y destruir ambos - partidos para sacudir el yugo forastero. Y últimamente le - decia: que para excusar lances y disputas, convendria que sin - mas dilacion le hiciese notorias las órdenes que llevaba: - porque si eran del Rey, estaba pronto á obedecerlas, dexando en - sus manos el baston y el exército de su cargo; pero si eran de - Diego Velazquez, debian ambos considerar con igual atencion lo - que aventuraban: porque á vista de una dependencia en que se - interponia la causa del Rey, hacian poco vulto las pretensiones - de un vasallo, que se podrian ajustar á ménos costa: siendo su - ánimo satisfacerle todo el gasto de su primer avío, y partir - con él, no solamente las riquezas, sino la misma gloria de la - conquista." - -En este sentir concluyó su carta: y pareciéndole que se habia detenido -mucho en el deseo de la paz, añadió en el fin algunas claúsulas -briosas, dándole á entender - - "Que no se valia de la razon porque le faltasen las manos; y - que de la misma suerte que sabía ponderarla, sabria - defenderla." - -Tenia Pámphilo de Narbáez asentado su quartel, y alojado su exército -en Zempoala: y el Cacique gordo anduvo muy solícito en el agasajo de -aquellos Españoles, creyendo que venian de socorro á su amigo Hernan -Cortés; pero tardó poco en desengañarse, porque no hallaba en ellos el -estilo á que le tenian enseñado los primeros: y aunque no traian -lengua para darse á entender, hablaban las demostraciones, y los -diferenciaba el proceder. Recononció en Narbáez un género de imperiosa -desazon que le puso en cuidado: y no le quedó que dudar, quando vió -que le quitaba contra su voluntad todas las alhajas y joyas que habia -dexado en su casa Hernan Cortés. Los soldados, á quien servia de -licencia el exemplo de su Capitan, trataban á sus huespedes como -enemigos, y executaba la extorsion lo que mandaba la codicia. - -Llegó el Licenciado Guevara, y refirió los sucesos de su jornada, las -grandezas de México, quan bien recibido estaba Hernan Cortés en -aquella corte: lo que le amaba Motezuma, y respetaban sus vasallos: -encareció la humanidad y cortesía con que le habia recibido y -hospedado: empezó á discurrir en lo que deseaba que no se llegáse á -conocer discordia entre los Españoles, inclinándose al ajustamiento; y -no pudo proseguir, porque le atajó Narbáez, diciéndole que se volviese -á México, si le hacian tanta fuerza los artificios de Cortés, y le -arrojó de su presencia con desabrimiento. Pero el Clérigo y sus -compañeros buscaron nuevo auditorio, pasando con aquellas dádivas á -los corrillos de soldados, y se logró, en lo que mas importaba, la -diligencia de Cortés: porque algunos se inclinaron á su razon; otros á -la paz, y llegando los mas á tener por sospechosa la dureza de -Narbáez. - -Poco despues vino el Padre Fray Bartolomé de Olmedo, y halló en -Pámphilo de Narbáez mas entereza que agasajo. Puso en sus manos la -carta: leyóla por cumplimiento; y con señas de hombre que se reprimia, -se dispuso á escucharle, dando á entender que sufria la embaxada por -el Embaxador. Fué la oracion del Religioso eloqüente y substancial: - - "Acordó en el exôrdio las obligaciones de su profesion, para - introducirse á medianero desinteresado en aquellas diferencias: - procuró sincerar el ánimo de Cortés, como testigo de vista - obligado á la verdad. Asentó que por su parte sería fácil de - conseguir quanto se le propusiese razonable y conveniente: - ponderó lo que se aventuraba en la desunion de los Españoles: - quánto adelantaria Diego Velazquez su derecho, si cooperáse con - aquellas armas á la perfeccion de la conquista; y añadió: que - teniéndolas él á su disposicion, debia medir el uso de ellas - con el estado presente de las cosas: punto que vendria - presupuesto en su instruccion, pues se dexaba siempre á la - prudencia de los Capitanes el arbitrio de los medios con que se - habia de asegurar el fin pretendido: y ellos estaban obligados - á obrar segun el tiempo y sus accidentes, para no destruir con - la execucion el intento de las órdenes." - -La respuesta de Narbáez fué precipitada y descompuesta: - - "Que no era decente á Diego Velazquez el pactar con un súbdito - rebelde, cuyo castigo era el primer negocio de aquel exército: - que mandaria luego declarar por traydores á quantos le - siguiesen: y que traía bastantes fuerzas para quitarle de las - manos la conquista, sin necesitar de advertencias presumidas, - ó consejos de culpados, que se valian para persuadirle de la - razon con que se hallaban para temerle." - -Replicóle Fray Bartolomé sin dexar su moderacion: - - "Que miráse bien lo que determinaba, porque, ántes de llegar á - México, habia provincias enteras de Indios guerreros, amigos de - Cortés que tomarian las armas en su defensa: y que no era tan - fácil, como pensaba, el atropellarle, porque sus Españoles - estaban arrestados á perderse con él, y tenia de su parte á - Motezuma, Príncipe de tantas fuerzas, que podria juntar un - exército para cada uno de sus soldados: y últimamente, que una - materia de aquella calidad, no era para resuelta de la primera - vez: que la discurriese con segunda reflexîon, y el volviera - por la respuesta." - -Con lo qual se despidió, dexando en sus oidos este género de -animosidad, que le pareció necesaria para mitigar aquella confianza de -sus fuerzas, en que consistia la mayor vehemencia de su obstinacion. - -Pasó luego á executar las otras diligencias de su instruccion. Visitó -al Licenciado Lucas Vazquez de Ayllon, y al Secretario Andres de -Duero, que alabaron su zelo, aprobando lo que propuso á Narbáez, y -ofreciendo asistir á su despacho con todos los medios posibles para -que se consiguiese la paz que tanto convenia. Dexóse ver de los -Capitanes y soldados que conocia: publicó su comision: procuró -acreditar la intencion de Cortés: hizo desear el ajustamiento: -repartió con buena eleccion sus joyas y sus ofertas: y pudo esperar -que se formáse partido á favor de Cortés, ó por lo ménos á favor de la -paz, si Pámphilo de Narbáez, que tuvo noticia de estas pláticas, no le -hubiera estrechado á que no las prosiguiese. Mandóle venir á su -presencia, y á grandes voces le atropelló con injurias y amenazas. -Llamóle amotinador y sedicioso: calificó por especie de traycion el -andar sembrando entre su gente las alabanzas de Cortés; y estuvo -resuelto á prenderle, como se hubiera executado, sino se interpusiera -el Secretario Andres de Duero, cuya instancia corrigió su dictámen, -ordenando que saliese luego de Zempoala. - -Pero el Licenciado Lucas Vazquez de Ayllon, que llegó advertidamente á -la sazon, fué de sentir que se debia convocar ántes una junta en que -se hallasen todos los Cabos del exército, para que se discurriese con -mayor acuerdo la respuesta que se habia de dar á Hernan Cortés, puesto -que se mostraba inclinado á la paz, y no parecia dificultoso que se -llegáse á poner en términos proporcionados y decentes: á cuya -proposicion se inclinaban algunos de los Capitanes que se hallaron -presentes; pero Narbáez la oyó con un género de impaciencia, que -tocaba en desprecio: y para responder de una vez al Oidor y al -Religioso, mandó publicar á sus oidos con voz de pregonero la guerra -contra Hernan Cortés á sangre y fuego, declarándole por traydor al -Rey, señalando talla para quien le prendiese ó matáse, y dando las -órdenes para que se previniese la marcha del exército. - -No pudo, ni debió aquel Ministro sufrir, ó tolerar semejante desacato, -ni dexar de ocurrir al remedio con su autoridad. Mandó que cesasen los -pregones: hizole notificar - - "Que no se moviese de Zempoala, pena de la vida, ni usáse de - aquellas armas sin acuerdo y parecer de todo el exército." - -Ordenó á los Capitanes y soldados que no le obedeciesen, y duró en sus -protestas y requerimientos con tanta resolucion, que Narbáez, ciego ya -de cólera, y perdido el respeto á su persona y representacion, le hizo -prender ignominiosamente, y dispuso que le llevasen luego á la Isla de -Cuba en uno de sus baxeles: de cuya execucion volvió escandalizado el -Padre Fray Bartolomé de Olmedo sin otra respuesta: y lo quedaron tanto -sus mismos Capitanes y soldados, que los de mayor discurso, viendo -prender á un Ministro de aquella suposicion, se hallaron obligados á -mirar con alguna cautela por el servicio del Rey; y los de ménos -punto, con bastante materia para la murmuracion, y el desafecto á su -Capitan: mejorándose con este atrevimiento de Narbáez la causa de -Cortés en la inclinacion de los soldados, y sirviéndole como -diligencias suyas los mismos desaciertos de su enemigo. - - - - - CAPITULO VII. - - _Persevera Motezuma en su buen ánimo para con los Españoles de - Cortés, y se tiene por improbable la mudanza que atribuyen - algunos á diligencias de Narbáez. Resuelve Cortés, su jornada, - y la executa, dexando en México parte de su gente._ - - -Asientan algunos de nuestros escritores, que Pámphilo de Narbáez -introduxo pláticas de grande intimidad y confidencia con Motezuma: que -iban y venian correos de México á Zempoala, por cuyo medio le dió á -entender que traia comision de su Rey para castigar los desafueros y -exôrbitancias de Cortés: que no solo él, sino todos los que seguian -sus banderas, andaban foragidos, y fuera de obediencia: y que, -habiendo sabido la opresion en que se hallaba su persona, trataria -luego de marchar con su exército, para dexarle restituido en su -libertad, y en pacífica posesion de sus dominios, con otras imposturas -de semejante malignidad. A cuyas esperanzas, dicen, no solo asintió -Motezuma, pero que llegó á entenderse con él, y le hizo grandes -presentes, recatándose de Cortés, y deseando romper su prision con -ocultas diligencias. No sabemos como pudieron llegar á sus oidos estas -sugestiones; porque Narbáez no tuvo intérpretes con que darse á -entender á los Indios, ni pudo introducir por su medio, con el -lenguage de las señas, tan concertada negociacion. De sus Españoles -solo vinieron á México el Licenciado Guevara con los demas que remitió -Sandoval: y estos no hablaron reservadamente á Motezuma; ni quando se -diera en Cortés semejante descuido, pudieran hacer este razonamiento -sin valerse de Aguilar y Doña Marina: caso incompatible con lo que se -refiere de su fidelidad. Debese creer que los Indios Zempoales -conocieron de los semblantes y señas exteriores la enemistad y -oposicion de aquellos dos exércitos, cuya noticia dieron á Motezuma -sus confidentes ó ministros: porque no es dudable que la tuvo, ántes -que se la participáse Cortés; pero de lo mismo que obró en esta -ocasion, se arguye que tenia el ánimo seguro, y sin alguna -preocupacion de siniestros informes. - -No se niega que hizo algunos presentes de consideracion á Narbáez; -pero tampoco se colige de ellos que hubiese correspondencia entre los -dos; porque aquellos Príncipes solian usar este género de agasajo con -los extrangeros que arribaban á sus costas, como se hizo con el -exército de Cortés, á quien pudo encubrir sin artificio esta -demostracion, por ser materia sin novedad, ó por hacer ménos caso de -sus dádivas. Pero es de reparar que hasta en ellas mismas, fuesen -ocultas ó ignoradas, hubo requisitos ó circunstancias casuales que -aprovecharon al credito de Cortés; porque al recibirlas descubrió -Narbáez mas complacencia ó mas aplicacion que fuera conveniente. -Mandabalas guardar con demasiada cuenta y razon, sin dar alguna seña -de su liberalidad á los que mas favorecia: y los soldados (que no -conocen su avaricia quando culpan la de sus Capitanes) empezaron á -desanimarse con este desengaño de sus esperanzas: y poniendo el propio -interés entre las causas de la guerra, ó daban la razon á Cortés, ó se -la quitaban al ménos generoso. - -Volvió finalmente de su jornada Fray Bartolomé de Olmedo; y Hernan -Cortés halló en su relacion lo mismo que rezelaba de Narbáez: sintió -el desprecio de sus proposiciones ménos por sí, que por su razon: -conoció en la prision del Oidor quan lejos estaba de atender al -servicio del Rey quien traía tan desenfrenada la osadía: oyó sin -enojo, á lo ménos exterior, las injurias y denuestos con que -maltrataba sus ausencias: y ponderan justamente los autores que, -llegando á su noticia por diversas partes el menosprecio con que -hablaba de su persona, las indecencias de su estilo, y quánto le -repetia el oprobio de traydor, no se le oyó jamas una palabra -descompuesta, ni dexar de llamar á Pámphilo de Narbáez por su nombre. -¡Rara constancia ó predominio sobre sus pasiones! y digno siempre de -envidia un corazon donde caben los agravios sin estorvar el -sufrimiento! - -Consolóse mucho con la noticia que le dió Fray Bartolomé de Olmedo de -la buena disposicion que habia reconocido en la gente de Narbáez, por -la mayor parte deseosa de la paz, ó con poco afecto á sus dictámenes; -y no desconfió de hacerle la guerra, ó traerle al ajustamiento que -deseaba con la fuerza ó con la floxedad de sus mismos soldados. -Comunicó uno y otro á sus Capitanes; y considerados los inconvenientes -que por todas partes ocurrian, se tuvo por el menor ó el ménos -aventurado salir á la campaña con el mayor número de gente que fuese -posible: procurar incorporarse con los Indios que se habian prevenido -en Tlascála y Chinantlá; y marchar unidos la vuelta de Zempoala con -presupuesto de hacer alto en algun lugar amigo, para volver á -introducir desde mas cerca las pláticas de la paz: logrando la ventaja -de capitular con las armas en la mano, y la conveniencia de asistir en -parage donde se pudiese recoger la gente de Narbáez que se determináse -á dexar su partido. Publicóse luego entre los soldados esta -resolucion, y se recibió con notable aplauso y alegría. No ignoraban -la desigualdad incomparable del exército contrario; pero estuvieron á -vista del peligro tan lejos del temor, que los de ménos obligaciones -hicieron pretension de salir á la empresa: y fué necesario que -trabajasen el ruego y la autoridad, quando llegó el caso de nombrar á -los que se dexaron en México. Tanto se fiaban los unos en la -prudencia, los otros en el valor, y los mas en la fortuna de su -Capitan: que así llamaban aquella repeticion extraordinaria de sucesos -favorables con que solia conseguir quanto intentaba: propiedad que -puede mucho en el ánimo de los soldados, y pudiera mas, si supieran -retribuir á su Autor estos efectos inopinados, que se llaman -felicidades, porque vienen de causa no entendida. - -Pasó luego Hernan Cortés al quarto de Motezuma, prevenido ya de varios -pretextos para darle cuenta de su viage, sin descubrirle su cuidado; -pero él le obligó á tomar nueva senda en su discurso dando principio á -la conversacion. Recibióle diciendo: - - "Que habia reparado en que andaba cuidadoso, y sentia que le - hubiese recatado la ocasion, quando por diferentes partes le - avisaban que venia de mal ánimo contra él y contra los suyos - aquel Capitan de su Nacion que residia en Zempoala: y que no - estrañaba tanto que fuesen enemigos por alguna querella - particular, como que, siendo vasallos de un Rey, acaudillasen - dos exércitos de contraria faccion; en los quales era preciso - que por lo ménos el uno anduviese fuera de su obediencia." - -Esta noticia no esperada en Motezuma, y esta reconvencion que tenia -fuerza de argumento, pudieran embarazar á Cortés: y no dexaron de -turbarle interiormente; pero con aquella prontitud natural que le -sacaba de semejantes aprietos, le respondió sin detenerse: - - "Que los que habian observado la mala voluntad de aquella - gente, y las amenazas imprudentes de su caudillo, le avisaban - la verdad, y él venia con ánimo de comunicarsela, no habiendo - podido cumplir ántes con esta obligacion, porque acababa de - llegar el Padre Fray Bartolomé de Olmedo con el primer aviso de - semejante novedad. Que aquel Capitan de su Nacion, aunque tan - arrojado en las demostraciones de su enojo, no se debia mirar - como inobediente, sino como engañado en el servicio de su Rey: - porque venia despachado con veces de substituto y Lugarteniente - de un Gobernador poco advertido, que por residir en provincia - muy distante, no sabía las últimas resoluciones de la Corte, y - estaba persuadido á que le tocaba por su puesto la funcion de - aquella embaxada. Pero que todo el aparato de tan frívola - pretension se desvaneceria fácilmente sin mas diligencia que - manifestarle sus despachos: en cuya virtud se hallaba con plena - jurisdiccion para que le obedeciesen todos los Capitanes y - soldados que se dexasen ver en aquellas costas; y ántes que - pasáse á mayor empeño su ceguedad, habia resuelto marchar á - Zempoala con parte de su gente para disponer que se volviesen á - embarcar aquellos Españoles, y darles á entender que ya debian - respetar los pueblos del Imperio Mexicano como admitidos á la - proteccion de su Rey. Lo qual executaria luego; siendo el - principal motivo de abreviar su jornada la justa consideracion - de no permitir que se acercasen á su corte, por componerse - aquel exército de gente ménos atenta y ménos corregida que - fuera razon, para fiarse de su vecindad sin riesgo de que - pudiesen ocasionar alguna turbacion entre sus vasallos." - -Así procuró interesarle como pudo en su resolucion: y Motezuma, que -sabía ya las vexaciones de que se quejaban los Zempoales, alabó su -atencion, teniendo por conveniente que se procurasen apartar de su -corte aquellos soldados de tan violento proceder; pero le pareció -temeridad que, habiéndose ya declarado por sus enemigos, y hallándose -con fuerzas tan superiores á las suyas, se aventuráse á la -contingencia de que no le atendiesen ó le atropellasen. Ofrecióle -formar exército que le guardáse las espaldas, cuyos cabos irian á su -órden, y la llevarian de obedecerle y respetarle como á su misma -persona: punto que procuró esforzar con diferentes instancias, en que -se dexaba conocer el afecto sin alguna mezcla de afectacion. Pero -Hernan Cortés agradeció la oferta, y se defendió de admitirla; porque, -á la verdad, fiaba poco de los Mexicanos, y no quiso incurrir en el -desacierto de admitir armas auxîliares que le pudiesen dominar: como -quien sabía quánto embaraza en las facciones de la guerra tener á un -tiempo empeñada la frente, y el lado rezeloso. - -Suavizados en esta forma los motivos de su viage, dió todo el cuidado -á las demas prevenciones, con ánimo de volver á sus inteligencias -ántes que se moviese Narbáez. Resolvió dexar en México hasta ochenta -Españoles á cargo de Pedro de Alvarado, que pareció á todos mas á -propósito, porque tenia el afecto de Motezuma, y sobre ser Capitan de -valor y entendimiento, le ayudaban mucho la cortesanía y el despejo -natural para no ceder á las dificultades, y pedir al ingenio lo que -faltáse á las fuerzas. Encargóle que procuráse mantener á Motezuma en -aquella especie de libertad que le hacia desconocer su prision: -resistiendo quanto fuese posible que se estrecháse pláticas secretas -con los Mexicanos: dexó á su cargo el tesoro del Rey y de los -particulares; y sobre todo, le advirtió - - "quánto importaba conservar aquel pie de su exército en la - corte, y aquel Príncipe á su devocion:" - -presupuestos á que debia encaminar sus operaciones con igual -vigilancia, por consistir en ellos la comun seguridad. - -A los soldados ordenó - - "que obedeciesen á su Capitan: que sirviesen y respetasen con - mayor solicitud y rendimiento á Motezuma: que corriesen de - buena conformidad con su familia, y los de su cortejo:" - -exôrtandolos, por su misma seguridad, á la union entre sí, y á la -modestia con los demas. - -Despachó correo á Gonzalo de Sandoval, ordenándole que le saliese á -recibir, ó le esperase con los Españoles de su cargo en el parage -donde pensaba detenerse, y que dexáse la fortaleza de la Vera Cruz á -la confianza de los confederados, que sería poco ménos que -abandonarla: porque ya no era tiempo de mantenerse desunidos, ni -aquella fortificacion, que se fabricaba contra los Indios, era capaz -de resistir á los Españoles. Previno los víveres que parecieron -necesarios, para no ir á la providencia, ó á la extorsion de los -paisanos. Hizo juntar los Indios de carga que habian de conducir el -bagage: y tomando la mañana el dia de la marcha, dispuso que se dixese -una Misa del Espíritu Santo, y que la oyesen todos sus soldados, y -encomendasen á Dios el buen suceso de aquella jornada: protestando, en -presencia del altar, que solo deseaba su servicio y el de su Rey, -inseparables en aquella ocurrencia: y que iba sin odio ni ambicion, -puesta la mira en ambas obligaciones, y asegurado en lo mismo que -abogaba por él la justicia de su causa. - -Entró luego á despedirse de Motezuma, y le pidió con encarecimiento: - - "Qué cuídase de aquellos pocos Españoles que dexaba en su - compañía: que no los desamparáse, ó descubriese con apartarse - de ellos, porque de qualquiera mudanza, ó ménos gratitud que - reconociesen los suyos, podrian resultar graves inconvenientes, - que pidiesen graves remedios: y que sentiria mucho hallarse - obligado á volver quejoso, quando iba tan reconocido. A que - añadió, que Pedro de Alvarado quedaba substituyendo su persona; - y así como le tocaban en su ausencia las prerogativas de - Embaxador, dexaba en él su misma obligacion de asistir en todo - á su mayor servicio: y que no desconfiaba de volver con mucha - brevedad á su presencia, libre de aquel embarazo, para recibir - sus órdenes, disponer su viage, y llevar al Emperador, con sus - presentes, la noticia de su amistad y confederacion, que sería - la joya de su mayor aprecio." - -Volvióse á contristar Motezuma de que saliese con fuerzas tan -desiguales. Pidióle: - - "Que si necesitáse de las armas para dar á entender su razon, - procuráse dilatar el rompimiento hasta que llegasen los - socorros de su gente, que tendria prontos en el número que los - pidiese. Dióle palabra de no desamparar á los Españoles que - dexaba con Pedro de Alvarado, ni hacer mudanza en su habitacion - pendiente su ausencia." - -Y añade Antonio de Herrera que le salió acompañando largo trecho con -todo el séquito de su corte; pero atribuye con malicia voluntaria esta -demostracion á lo que deseaba verse libre de los Españoles, -suponiéndole ya desabrido y de mal ánimo contra Hernan Cortés y contra -los suyos. Lo que vemos es que cumplió puntualmente su palabra -perseverando en aquel alojamiento y en su primera benignidad, por mas -que se le ofrecieron grandes turbaciones, que pudo remediar con -volverse á su palacio: y tanto en lo que obró para defender á los -Españoles que le asistian, como en lo que dexó de obrar contra los -demas en esta desunion de sus fuerzas, se conoce que no hubo doblez ó -novedad en su intencion. Es verdad que llegó á desear que se fuesen, -porque le instaba la quietud de su república; pero nunca se determinó -á romper con ellos, ni dexó de conocer el vínculo de la salvaguardia -real en que vivian: y aunque parecen estas atenciones de Príncipe -ménos bárbaro, y poco adequadas á su condicion, fué una de las -maravillas que obró Dios, para facilitar esta conquista, la mudanza -total de aquel hombre interior: porque la rara inclinacion, y el temor -reverencial que tuvo siempre á Cortés, se oponian derechamente á su -altivez desenfrenada, y se deben mirar como dos afectos enemigos de -su genio, que tuvieron de inspirados todo aquello que les faltaba de -naturales. - - - - - CAPITULO VIII. - - _Marcha Hernan Cortés la vuelta de Zempoala, y sin conseguir la - gente que tenia prevenida en Tlascála. Continua su viage hasta - Matalequíta donde vuelve á las pláticas de la paz, y con nueva - irritacion rompe la guerra._ - - -Dióse principio á la marcha, y se fué siguiendo el camino de Cholúla -con todas las cautelas y resguardos que pedia la seguridad, y abrazaba -fácilmente la costumbre de aquellos soldados, diestros en las -puntualidades que ordena la milicia, y hechos á obedecer sin -discurrir. Fueron recibidos en aquella ciudad con agradable prontitud, -convertido ya en veneracion afectuosa el miedo servil con que vinieron -á la obediencia. De allí pasaron á Tlascála, y media legua de aquella -ciudad hallaron un lucido acompañamiento, que se componia de la -Nobleza y el Senado. La entrada se celebró con notables demostraciones -de alegría, correspondientes al nuevo merito con que volvian los -Españoles, por haber preso á Motezuma, y quebrantado el orgullo de -los Mexicanos: circunstancia que multiplicó entónces los aplausos, y -mejoró las asistencias. Juntóse luego el Senado para tratar de la -respuesta que se debia dar á Hernan Cortés sobre la gente de guerra -que habia pedido á la república. Y aquí hallamos otra de aquellas -discordancias de Autores, que ocurren con freqüente infelicidad en -estas narraciones de las Indias, obligando algunas veces á que se -abraze lo mas verisímil, y otras á buscar trabajosamente lo posible. -Dice Bernal Diaz que pidió quatro mil hombres, y que se los negaron -con pretexto de que no se atrevian sus soldados á tomar las armas -contra Españoles, porque no se hallaban capaces de resistir á los -caballos y armas de fuego: y Antonio de Herrera, que dieron seis mil -hombres efectivos, y le ofrecian mayor número. Los quales refiere que -se agregaron á las compañías de los Españoles, y que á tres leguas de -marcha se volvieron, por no estar acostumbrados á pelear lejos de sus -confines. Pero como quiera que sucediese (que no todo se debe apurar) -es cierto que no se hallaron los Tlascaltécas en esta faccion. -Pidiólos Hernan Cortés mas por hacer ruido á Narbáez, que porque se -fiáse de sus armas, ni fuese de codicia su estilo de pelear contra -enemigos Españoles. Pero tambien es cierto que salió de aquella ciudad -sin queja suya, ni desconfianza de los Tlascaltécas, porque los buscó -despues y los halló quando los hubo menester contra otros Indios: en -cuyos combates eran valientes y resueltos, como lo asegura el haber -conservado su libertad á despecho de los Mexicanos tan cerca de su -corte, y en tiempo de un Príncipe que tenia su mayor vanidad en el -renombre de conquistador. - -Detuvose poco el exército en Tlascála, y alargando los tránsitos, pasó -á Matalequíta, lugar de Indios amigos distante doce leguas de -Zempoala, donde llegó casi al mismo tiempo Gonzalo de Sandoval con la -gente de su cargo, y siete soldados mas, que se pasaron á la Vera Cruz -del exército de Narbáez el dia siguiente á la prision del Oidor, -teniendo por sospechoso aquel partido. Supo de ellos Hernan Cortés -quanto pasaba en el quartel de su enemigo: y Gonzalo de Sandoval le -dió mas frescas noticias de todo; porque ántes de partir tuvo -inteligencia para introducir en Zempoala dos soldados Españoles, que -imitaban con propiedad los ademanes y movimientos de los Indios, y no -les desayudaba el color para la semejanza. Estos se desnudaron con -alegre solicitud: y cubriendo parte de su desnudez con los arreos de -la tierra, entraron al amanecer en Zempoala con dos banastas de fruta -sobre la cabeza, y puestos entre los demas que manejaban este género -de grangería, la fueron trocando á cuentas de vidrio: tan diestros en -fingir la simplicidad y la codicia de los paisanos, que nadie hizo -reparo en ellos; con que pudieron discurrir por la villa, y escapar á -su salvo con la noticia que buscaban. Pero no contentos con esta -diligencia, y deseando tambien llevar averiguado con que género de -guardias pasaba la noche aquel exército, volvieron á entrar con -segunda carga de hierba entre algunos Indios que salian á forragear; y -no solo reconocieron la poca vigilancia del quartel, pero la -comprobaron, trayendo á la Vera Cruz un caballo que pudieron sacar de -la misma plaza sin que hubiese quien se lo embarazáse, y acertó á ser -del Capitan Salvatierra, uno de los que mas irritaban á Narbáez contra -Hernan Cortés: circunstancia que dió estimacion á la presa. Hicieron -estos exploradores por su fama quanto cupo en la industria y el valor; -y se callaron desgraciadamente sus nombres en una faccion tan bien -executada, y en una Historia donde se hallan á cada paso hazañas -menores con dueño encarecido. - -Fundaba Cortés parte de sus esperanzas en la corta milicia de aquella -gente: y el descuido con que gobernaba su quartel Pámphilo de Narbáez -le traía varios designios á la imaginacion. Podia nacer de lo mismo -que desestimaba sus fuerzas, y así lo conocia; pero no le pesaba de -verlas tan desacreditadas que produxesen aquella seguridad en el -exército contrario, la qual favorecia su intento, y, á su parecer, -militaba de su parte: en que discurria sobre buenos principios, -siendo evidente que la seguridad es enemiga del cuidado, y ha -destruido á muchos Capitanes. Debese poner entre los peligros de la -guerra; porque ordinariamente, quando llega el caso de medir las -fuerzas, queda mejor el enemigo despreciado. Trató de abreviar sus -disposiciones, y estrechar á Narbáez con las instancias de la paz, que -por su parte debian preceder al rompimiento. - -Hizo reseña de su gente, y se halló con doscientos y sesenta y seis -Españoles, inclusos los Oficiales y los soldados que vinieron con -Gonzalo de Sandoval, sin los Indios de carga que fueron necesarios -para el bagage. Despachó segunda vez al Padre Fray Bartolomé de -Olmeda, para que volviese á porfiar en el ajustamiento; y le avisó -brevemente del poco efecto que producian sus diligencias. Pero -deseando hacer algo mas por la razon, ó ganar algun tiempo en que -pudiesen llegar los dos mil Indios que aguardaba de Chinantelá, -determinó enviar al Capitan Juan Velazquez de Leon, creyendo que por -su autoridad, y por el parentesco de Diego Velazquez, sería mejor -admitida su mediacion. Tenia experimentada su fidelidad, y pocos dias -ántes le habia repetido las ofertas de morir á su lado, con ocasion de -poner en sus manos una carta que le escribió Narbáez llamándole á su -partido con grandes conveniencias. Demostracion á cuyo agradecimiento -correspondió Hernan Cortés, fiando entónces de su ingenuidad y -entereza tan peligrosa negociacion. - -Creyeron todos, quando llegó á Zempoala, que iba reducido á seguir las -banderas de su pariente; y Narbáez salió á recibirle con grande -alborozo; pero quando llegó á entender su comision, y conoció que se -iba empeñando en apadrinar la razon de Cortés, atajó el razonamiento, -y se apartó de él con alguna desazon, aunque no sin esperanza de -reducirle: porque ántes de volver á la plática, ordenó que se hiciese -un alarde á sus ojos de toda su gente, deseando, al parecer, -atemorizarle, ó convencerle con aquella vana ostentacion de sus -fuerzas. Aconsejaronle algunos que le prendiese; pero no se atrevió, -porque tenia muchos amigos en aquel exército; ántes le convidó á comer -el dia siguiente, y convidó tambien á los Capitanes de su confidencia -para que le ayudasen á persuadirle. Dieronse á la urbanidad y -cumplimiento los principios de la conversacion; pero á breve rato se -introduxo la murmuracion de Cortés entre las licencias del banquete. Y -aunque procuró disimular Juan Velazquez por no destruir el negocio de -su cargo, pasando á términos indecentes la irrision y el desacato, no -se pudo contener en el desayre de su paciencia, y dixo en voz alta y -descompuesta: - - "Que pasasen á otra plática, porque delante de un hombre como - él no debian tratar como ausente á su Capitan: y que qualquiera - de ellos que no tuviese á Cortés y á quantos le seguian por - buenos vasallos del Rey, se lo dixese con ménos testigos, y le - desengañaria como quisiese." - -Callaron todos, y calló Pámphilo de Narbáez como embarazado en la -dificultad de la respuesta; pero un Capitan mozo, sobrino de Diego -Velazquez, y de su mismo nombre, se adelantó á decirle: - - "Que no tenia sangre de Velazquez, ó la tenia indignamente - quien apadrinaba con tanto empeño la causa de un traydor." - -A que respondió Juan Velazquez desmintiéndole, y sacando la espada con -tanta resolucion de castigar su atrevimiento, que trabajaron todos en -reprimirle; y últimamente le instaron en que se volviese al real de -Cortés, porque temieron los inconvenientes que podria ocasionar su -detencion; y él lo executó luego, llevándose consigo al Padre Fray -Bartolomé de Olmedo, y diciendo al partir algunas palabras poco -advertidas, que hacian á su venganza, ó la trataban como decision del -rompimiento. - -Quedaron algunos de los Capitanes mal satisfechos de que Narbáez le -dexáse volver sin ajustar el duelo de su pariente, para oirle y -despacharle bien ó mal, segun lo que de nuevo representáse: á cuyo -propósito decian: - - "Que una persona de aquella suposicion y autoridad se debia - tratar con otro género de atencion: que de su juicio y - entereza no se podia creer que hubiese venido con proposiciones - descaminadas, ó ménos razonables: que las puntualidades de la - guerra nunca llegaban á impedir la franqueza de los oidos; ni - era buena política ó buen camino de poner en cuidado al enemigo - darle á entender que se temia su razon." - -Discursos que pasaron de los Capitanes á los soldados con tanto -conocimiento de la poca justificacion con que se procedia en aquella -guerra, que Pámphilo de Narbáez necesitó, para sosegarlos, de nombrar -persona que fuese á disculpar en su nombre y el de todos aquella falta -de urbanidad, y á saber de Cortés á qué puntos se reducia la comision -de Juan Velazquez de Leon: para cuya diligencia eligieron él y los -suyos el Secretario Andres de Duero, que por ménos apasionado contra -Hernan Cortés pareció á propósito para la satisfaccion de los mal -contentos; y por criado de Diego Velazquez no desmereció la confianza -de los que procuraban estorvar el ajustamiento. - -Hernan Cortés entretanto, con las noticias que llevaron Fray Bartolomé -de Olmedo y Juan Velazquez de Leon, entró en conocimiento de que habia -cumplido sobradamente con las diligencias de la paz: y teniendo ya por -necesario el rompimiento, movió su exército con ánimo de acercarse mas -y ocupar algun puesto ventajoso donde aguardar á los Chinantécas, y -aconsejarse con el tiempo. - -Iba continuando su marcha, quando volvieron los batidores con noticia -de que venia de Zempoala el Secretario Andres de Duero: y Hernan -Cortés, no sin esperanza de alguna favorable novedad, se adelantó á -recibirle. Saludaronse los dos con igual demostracion de su afecto: -renovaronse con los abrazos, ó se volvieron á formar los antiguos -vínculos de su amistad: concurrieron al aplauso de su venida todos los -Capitanes: y ántes de llegar á lo inmediato de la negociacion, le hizo -Cortés algunos presentes mezclados con mayores ofertas. Detuvose hasta -otro dia despues de comer: y en este tiempo se apartaron los dos á -diferentes conferencias de grande intimidad. Discurrieronse algunos -medios en órden á la union de ambos partidos, con deseo de hallar -camino para reducir á Narbáez, cuya obstinacion era el único -impedimento de la paz. Llegó Cortés á ofrecer que le dexaria la -empresa de México, y se apartaria con los suyos á otras conquistas. Y -Andres de Duero, viéndole tan liberal con su enemigo, le propuso que -se viese con él, pareciéndole que podria conseguir de Narbáez este -abocamiento, y que se vencerian mejor las dificultades con la -presencia y viva voz de las partes. Dicen unos que llevaba órden para -introducir esta plática: otros, que fué pensamiento de Cortés; y -concuerdan todos en que se ajustaron las vistas de ambos Capitanes -luego que volvió Andres de Duero á Zempoala, por cuya solicitud se -hizo capitulacion auténtica, señalando la hora y el sitio donde habia -de ser la conferencia: y asegurando cada uno con su palabra y su firma -que saldrian al puesto señalado con solos diez compañeros, para que -fuesen testigos de lo que se discurriese y ajustáse. - -Pero al mismo tiempo que se disponia Hernan Cortés para dar -cumplimiento por su parte á lo capitulado, le avisó de secreto Andres -de Duero, que se andaba previniendo una emboscada con ánimo de -prenderle ó matarle sobre seguro: cuya noticia, que se confirmó -tambien por otros confidentes, le obligó á darse por entendido con -Narbáez de que habia descubierto el doblez de su trato: y con el -primer calor de su enojo, le escribió una carta rompiendo la -capitulacion, y remitiendo á la espada su desagravio. Llevabale -ciegamente á las manos de su enemigo la misma nobleza de su proceder; -y acertaba mal á disculpar con los suyos aquella falta de cautela ó -precipitada sinceridad con que se fiaba de Narbáez, teniendo conocida -su intencion y mala voluntad: pero nadie pudo acusarle de poco -advertido Capitan en esta confianza, siendo el rompimiento de la -palabra en semejantes convenciones una de las malignidades que no se -deben rezelar del enemigo: porque las supercherías no estan en el -número de los estratagemas, ni caben estos engaños que manchan el -pundonor en toda la malicia de la guerra. - - - - - CAPITULO IX. - - _Prosigue su marcha Hernan Cortés hasta una legua de Zempoala; - sale con su exército en campaña, Pámphilo de Narbáez: - sobreviene una tempestad, y se retira; con cuya noticia - resuelve Cortés acometerle en su alojamiento._ - - -Quedó Hernan Cortés mas animoso que irritado con esta última sinrazon -de Narbáez, pareciéndole indigno de su temor un enemigo de tan -humildes pensamientos; y que no fiaba mucho de su exército, ni de sí, -quien trataba de asegurar la victoria con detrimento de la reputacion. -Siguió su marcha en mas que ordinaria diligencia; no porque tuviese -resuelta la faccion, ni discurridos los medios; sino porque llevaba el -corazon lleno de esperanzas, madrugando á confortar su resolucion -aquellas premisas que suelen venir delante de los sucesos. Asentó su -quartel una legua de Zempoala, en parage defendido por la frente del -rio que llamaban de Canoas, y abrigado por las espaldas con la -vecindad de la Vera Cruz, donde le dieron unas caserías ó habitaciones -bastante comodidad para que se reparáse la gente de lo que habia -padecido con la fuerza del sol, y prolixidad del camino. Hizo pasar -algunos batidores y centinelas á la otra parte del río: y dando el -primer lugar al descanso de su exército, reservó para despues el -discurrir con sus Capitanes lo que se hubiese de intentar, segun las -noticias que llegasen del exército contrario, donde tenia ganados -algunos confidentes, y estaba creyendo que lo habian de ser en la -ocasion quantos aborrecian aquella guerra: cuyo presupuesto, y las -cortas experiencias de Narbáez, le dieron bastante seguridad para que -pudiese acercarse tanto á Zempoala sin falta de precaucion, ó nota de -temeridad. - -Llegó á Narbáez la noticia del parage donde se hallaba su enemigo; y -mas apresurado que diligente, ó con un género de celeridad embarazada, -que tocaba en turbacion, trató de sacar su exército en campaña. Hizo -pregonar la guerra, como si ya no estuviera pública: señaló dos mil -pesos de talla por la cabeza de Cortés: puso en precio menor las de -Gonzalo de Sandoval y Juan Velazquez de Leon. Mandaba muchas cosas á -un tiempo sin olvidarse de su enojo: mezclabanse las órdenes con las -amenazas; y todo era despreciar al enemigo con apariencias de temerle. -Puesto en órden el exército, ménos por su disposicion, que por lo que -acertaron sin obedecer sus Capitanes, marchó como un quarto de legua -con todo el grueso, y resolvió hacer alto para esperar á Cortés en -campo abierto: persuadiéndose á que venia tan desalumbrado, que le -habia de acometer donde pudiese lograr todas sus ventajas el mayor -número de su gente. Duró en este sitio y en esta credulidad todo el -dia, gastando el tiempo, y engañando la imaginacion con varios -discursos de alegre confianza: conceder el pillage á los soldados: -enriquecer con el tesoro de México á los Capitanes: y hablar mas en la -victoria que de la batalla. Pero al caer el sol se levantó un nublado -que adelantó la noche, y empezó á despedir tanta cantidad de agua, que -aquellos soldados maldixeron la salida, y clamaron por volverse al -quartel: en cuya impaciencia entraron poco despues los Capitanes, y no -se trabajó mucho en reducir á Narbáez, que sentia tambien su -incomodidad: faltando en todos la costumbre de resistir á las -inclemencias del tiempo; y en muchos la inclinacion á un rompimiento -de tantos inconvenientes. - -Habia llegado poco ántes aviso de que se mantenia Cortés de la otra -parte del rio: de que, no sin alguna disculpa, conjeturaron que no -habia que rezelar por aquella noche; y como nunca se halla con -dificultad la razon que busca el deseo, dieron todos por conveniente -la retirada, y la pusieron en execucion desconcertadamente, caminando -al cubierto, ménos como soldados, que como fugitivos. - -No permitió Narbáez que su exército se desuniese aquella noche, mas -porque discurrió en salir temprano á la campaña, que porque tuviese -algun rezelo de Cortés; aunque afectó por los demas el cuidado á que -obligaba la cercanía del enemigo. Alojaronse todos en el adoratorio -principal de la villa, que constaba de tres torreones ó capillas poco -distantes: sitio eminente y capaz, á cuyo plano se subia por unas -gradas pendientes y desabridas, que daban mayor seguridad á la -eminencia. - -Guarneció con su artillería el pretil que servia de remate á las -gradas; eligió para su persona el torreon de en medio, donde se retiró -con algunos Capitanes, y hasta cien hombres de su confidencia, y -repartió en los otros dos el resto de la gente: dispuso que saliesen -algunos caballos á correr la campaña; nombró dos centinelas que se -alargasen á reconocer las avenidas: y con estos resguardos que, á su -parecer, no dexaban que desear á la buena disciplina, dió al sosiego -lo que restaba de la noche, tan lejos el peligro de su imaginacion, -que se dexó rendir al sueño con poca ó ninguna resistencia del -cuidado. - -Despachó luego Andres de Duero á Hernan Cortés un confidente suyo, que -pudo echar fuera de la plaza con poco riesgo, para que á boca le -diese cuenta de la retirada, y de la forma en que se habia dispuesto -el alojamiento, mas por asegurarle amigablemente que podia pasar la -noche sin rezelo, que por advertirle ó provocarle á nuevos designios. -Pero él con esta noticia tardó poco en determinarse á lograr la -ocasion que, á su parecer, le convidaba con el suceso. Tenia -premeditados todos los lances que se le podian ofrecer en aquella -guerra: y alguna vez se deben cerrar los ojos á las dificultades, -porque suelen parecer mayores desde lejos; y hay casos en que daña el -discurrir al executar. Convocó su gente sin mas dilacion y la puso en -órden, aunque duraba la tempestad; pero aquellos soldados, endurecidos -ya en mayores trabajos, obedecieron, sin hacer caso de su incomodidad, -ni preguntar la ocasion de aquel movimiento inopinado: tanto se -dexaban á la providencia de su Capitan. Pasaron el rio con el agua -sobre la cintura: y vencida esta dificultad, hizo á todos un breve -razonamiento, en que les comunicó lo que llevaba discurrido, sin poner -duda en su resolucion, ni cerrar las puertas al consejo. Dióles -noticia de la turbacion con que se habian retirado los enemigos, -buscando el abrigo de su quartel contra el rigor de la noche, y de la -separacion y desórden con que habian ocupado los torreones del -adoratorio: ponderó él el descuido y seguridad en que se hallaban: la -facilidad con que podrian ser asaltados ántes que llegasen á unirse, ó -tuviesen lugar para doblarse: y viendo que no solo se aprobaba, pero -se aplaudia la proposicion: - - "Esta noche, prosiguió diciendo con nuevo fervor, esta noche, - amigos, ha puesto el Cielo en nuestras manos la mayor ocasion - que se pudiera fingir nuestro deseo: veréis agora lo que fio de - vuestro valor; y yo confesaré que vuestro mismo valor hace - grandes mis intentos. Poco ha que aguardabamos á nuestros - enemigos con esperanza de vencerlos al reparo de esa ribera: ya - los tenemos descuidados y desunidos, militando por nosotros el - mismo desprecio con que nos tratan. De la impaciencia - vergonzosa con que desampararon la campaña, huyendo esos - rigores de la noche, pequeños males de la naturaleza, se colige - como estarán en el sosiego unos hombres que le buscaron con - floxedad, y le desfrutan sin rezelo. Narbáez entiende poco de - las puntualidades á que obligan las contingencias de la guerra. - Sus soldados por la mayor parte son visoños, gente de la - primera ocasion, que no ha menester la noche para moverse con - desacierto y ceguedad: muchos se hallan desobligados ó quejosos - de su Capitan: no faltan algunos á quien debe inclinacion - nuestro partido; ni son pocos los que aborrecen como voluntario - este rompimiento: y suelen pesar los brazos quando se mueven - contra el dictámen ó contra la voluntad. Unos y otros se deben - tratar como enemigos hasta que se declaren: porque, si ellos - nos vencen, hemos de ser nosotros los traydores. Verdad es que - nos asiste la razon; pero en la guerra es la razon enemiga de - los negligentes, y ordinariamente se quedan con ella los que - pueden mas. A usurparos vienen quanto habeis adquirido; no - aspiran á ménos que hacerse dueños de vuestra libertad, de - vuestras haciendas, y de vuestras esperanzas: suyas han de - llamar nuestras victorias; suya la tierra que habeis - conquistado con vuestra sangre: suya la gloria de vuestras - hazañas: y lo peor es, que con el mismo pie que intentan pisar - nuestra cerviz, quieren atropellar el servicio de nuestro Rey, - y atajar los progresos de nuestra Religion; porque se han de - perder si nos pierden; y siendo suyo el delito, han de quedar - en duda los culpados. A todo se ocurre con que obreis esta - noche como acostumbrais; mejor sabréis executarlo, que yo - discurrirlo: alto á las armas y á la costumbre de vencer: Dios - y el Rey en el corazon, el pundonor á la vista, y la razon en - las manos, que yo seré vuestro compañero en el peligro; y - entiendo ménos de animar con las palabras, que de persuadir con - el exemplo." - -Quedaron tan encendidos los ánimos con esta oracion de Cortés, que -hacian instancia los saldados sobre que no se dilatáse la marcha. -Todos le agradecieron el acierto de la resolucion, y algunos le -protestaron que, si trataba de ajustarse con Narbáez, le habian de -negar la obediencia: palabras de hombres resueltos, que no le sonaron -mal, porque hacian al brio mas que al desacato. Formó, sin perder -tiempo, tres pequeños esquadrones de su gente, los quales se habian de -ir sucediendo en el asalto. Encargó el primero á Gonzalo de Sandoval -con sesenta hombres, en cuyo número fueron comprehendidos los -Capitanes Jorge y Gonzalo de Alvarado, Alonso Dávila, Juan Velazquez -de Leon, Juan Nuñez de Mercado, y nuestro Bernal Diaz del Castillo. -Nombró por Cabo del segundo al Maestre de Campo Christoval de Olid, -con otros sesenta hombres, y asistencia de Andres de Tapia, Rodrigo -Rangel, Juan Xaramillo y Bernardino Vazquez de Tapia: y él se quedó -con el resto de la gente, y con los Capitanes Diego de Ordaz, Alonso -de Grado, Christoval y Martin de Gamboa, Diego Pizarro y Domingo de -Alburquerque. La órden fué, que Gonzalo de Sandoval con su vanguardia -procuráse vencer la primera dificultad de las gradas, y embarazar el -uso de la artillería, dividiéndose á estorvar la comunicacion de los -dos torreones de los lados, y poniendo gran cuidado en el silencio de -su gente. Que Christoval de Olid subiese inmediatamente con mayor -diligencia, y embistiese al torreon de Narbáez, apretando el ataque á -viva fuerza; y él seguiria con los suyos para dar calor, y asistir -donde llamáse la necesidad, rompiendo entónces las caxas y demas -estruendos militares, para que su misma novedad diese al asombro y á -la confusion el primer movimiento del enemigo. - -Entró luego Fray Bartolomé de Olmedo con su exôrtacion espiritual, y -asentado el presupuesto de que iban á pelear por la causa de Dios, los -dispuso á que hiciesen de su parte lo que debian para merecer su -favor. Habia una cruz en el camino, que fixaron ellos mismos quando -pasaron á México; y puesto de rodillas delante de ella todo el -exército, les dictó un acto de contricion, que iban repitiendo con voz -afectuosa: mandóles decir la confesion general, y bendiciéndolos -despues con la forma de la absolucion, dexó en sus corazones otro -espíritu de mejor calidad, aunque parecido al primero: porque la -quietud de la conciencia quita el horror á los peligros, ó mejora el -desprecio de la muerte. - -Concluida esta piadosa diligencia, formó Hernan Cortés sus tres -esquadrones: puso en su lugar las picas y las bocas de fuego: repitió -las órdenes á los Cabos: encargó á todos el silencio: dió por seña y -por invocacion el nombre del Espíritu Santo, en cuya Pascua sucedió -esta interpresa: y empezó á marchar en la misma ordenanza que se habia -de acometer, caminando muy poco á poco, porque llegáse descansada la -gente, y por dar tiempo á la noche para que se apoderáse mas de su -enemigo; de cuya ciega seguridad y culpable descuido pensaba servirse -para vencerle á ménos costa, sin quedarle algun escrúpulo de que -obraba ménos valerosamente que solia en este género de insidias -generosas, que llamó la antigüedad delitos de Emperadores ó Capitanes -Generales; siendo los engaños, que no se oponen á la buena fé, lícitas -permisiones del arte militar, y disputable la preferencia entre la -industria y el valor de los soldados. - - - - - CAPITULO X. - - _Llega Hernan Cortés á Zempoala, donde halla resistencia: - consigue con las armas la victoria: prende á Narbáez, cuyo - exército se reduce á servir debaxo de su mano._ - - -Habria marchado el exército de Cortés algo mas de media legua, quando -volvieron los batidores con una centinela de Narbáez, que cayó en sus -manos, y dieron noticia de que se les habia escapado entre la maleza -otra que venia poco despues: accidente que destruia el presupuesto de -hallar descuidado al enemigo. Hizose una breve consulta entre -Capitanes: y vinieron todos en que no era posible que aquel soldado -(caso que hubiese descubierto el exército) se atreviese por entónces á -seguir el camino derecho, siendo mas verisímil que tómase algun rodeo, -por no dar en el peligro: de que resultó, con aplauso comun, la -resolucion de alargar el paso para llegar ántes que la espía, ó entrar -al mismo tiempo en el quartel de los enemigos: suponiendo, que si no -se lográse la ventaja de asaltarlos dormidos, se conseguiria por lo -ménos la de hallarlos mal despiertos, y en el preciso embarazo de la -primera turbacion. Así lo discurrieron sin detenerse, y empezaron á -marchar en mayor diligencia, dexando en un ribazo fuera del camino los -caballos, el bagage y los demas impedimentos. Pero la centinela, que -debió á su miedo parte de su agilidad, consiguió el llegar ántes, y -puso en arma el quartel, diciendo á voces que venia el enemigo. -Acudieron á las armas los que se hallaron mas prontos. Llevaronle á la -presencia de Narbáez; y él, despues de hacerle algunas preguntas, -despreció el aviso y al que le traia, teniendo por impracticable que -se atreviese Cortés á buscarle con tan poca gente dentro de su -alojamiento, ni pudiese campear en noche tan obscura y tempestuosa. - -Serian poco mas de las doce quando llegó Hernan Cortés á Zempoala, y -tuvo dicha en que no le descubriesen los caballos de Narbáez que, al -parecer, perdieron el camino con la obscuridad, sino se apartaron de -él para buscar algun abrigo en que defenderse del agua. Pudo entrar en -la villa, y llegar con su exército á vista del adoratorio, sin hallar -un cuerpo de guardia, ni una centinela en que detenerse. Duraba -entónces la disputa de Narbáez con el soldado, que se afirmaba de -haber reconocido, no solamente los batidores, sino todo el exército en -marcha diligente; pero se buscaban todavia pretextos á la seguridad, y -se perdia en el exâmen de la noticia el tiempo que, aun siendo -incierta, se debia lograr en la prevencion. La gente andaba inquieta -y desvelada cruzando por el atrio superior: unos dudosos, y otros en -la inteligencia de su Capitan; pero todos con las armas en las manos; -y poco ménos que prevenidos. - -Conoció Hernan Cortés que le habian descubierto: y hallándose ya en el -segundo caso que llevaba discurrido, trató de asaltarlos ántes que se -ordenasen. Hizo la seña de acometer: y Gonzalo de Sandoval con su -vanguardia empezó á subir las gradas, segun el órden que llevaba. -Sintieron el rumor algunos de los artilleros que estaban de guardia: y -dando fuego á dos ó tres piezas, tocaron arma segunda vez, sin dexar -duda en la primera. Siguióse al estruendo de la artillería el de las -caxas y las voces: y acudieron luego á la defensa de las gradas los -que se hallaron mas cerca. Creció brevemente la oposicion: estrechóse -á las picas y á las espadas el combate: y Gonzalo de Sandoval hizo -mucho en mantenerse, forcejando á un tiempo con el mayor número de la -gente, y con la diferencia del sitio inferior; pero le socorrió -entónces Christoval de Olid: y Hernan Cortés, dexando formado su -reten, se arrojó á lo mas ardiente del conflicto, y facilitó el avance -de unos y otros, obrando con la espada lo que infundia con la voz: á -cuyo esfuerzo no pudieron resistir los enemigos, que tardaron poco en -dexar libre la última grada, y poco mas en retirarse -desordenadamente, desamparando el atrio y la artillería. Huyeron -muchos á sus alojamientos, y otros acudieron á cubrir la puerta del -torreon principal, donde se volvió á pelear breve rato con igual valor -de ambas partes. - -Dexóse ver á este tiempo Pámphilo de Narbáez, que se detuvo en armarse -á persuasion de sus amigos; y despues de animar á los que peleaban, y -hacer quanto pudo para ordenarlos, se adelantó con tanto denuedo á lo -mas recio del combate, que, hallándose cerca Pedro Sanchez Farfan, uno -de los soldados que asistian á Sandoval, le dió un picazo en el -rostro, de cuyo golpe le sacó un ojo, y derribó en tierra, sin mas -aliento que el que hubo menester para decir que le habian muerto. -Corrió esta voz entre sus soldados, y cayó sobre todos el espanto y -turbacion con varios efectos: porque unos le desampararon -ignominiosamente; otros se detuvieron por falta de movimiento; y los -que mas se quisieron esforzar á socorrerle, peleaban embarazados y -confusos del súbito accidente: con que se hallaron obligados á -retroceder, dando lugar á los vencedores para que le retirasen. -Baxaronle por las gradas poco ménos que arrastrado. Envió Cortés á -Gonzalo de Sandoval para que cuidáse de asegurar su persona, lo qual -se executó, entregándole al último esquadron: y el que poco ántes -miraba con tanto descuido aquella guerra se halló al volver en sí, no -solo con el dolor de su herida, sino en poder de sus enemigos, y con -dos pares de grillos, que le ponian mas lejos su libertad. - -Llegó el caso de cesar la batalla, porque cesó la resistencia. -Encerraronse todos los de Narbáez en sus torreones tan amedrentados -que no se atrevian á disparar, y solo cuidaban de poner estorvos á la -entrada. Los de Cortés apellidaron á voces la victoria, unos por -Cortés, y otros por el Rey, y los mas atentos por el Espíritu Santo: -gritos de alborozo anticipado, que ayudaron entónces al terror de los -enemigos: y fué circunstancia que hizo al caso en aquella coyuntura, -que se persuadiesen los mas á que traia Cortés un exército muy -poderoso, el qual, á su parecer, ocupaba gran parte de la campaña; -porque desde las ventanas de su encerramiento descubrian á diferentes -distancias algunas luces, que, interrumpiendo la obscuridad, parecian -á sus ojos cuerdas encendipas y tropas de arcabuceros: siendo unos -gusanos que resplandecen de noche, semejantes á nuestras lucernas ó -noctilúcas, aunque de mayor tamaño y resplandor en aquel hemisferio. -Aprehension que hizo particular batería en el vulgo del exército, y -que dexó dudosos á los que mas se animaban. Tanto engaña el temor á -los afligidos, y tanto se inclinan los adminículos menores de la -casualidad á ser parciales de los afortunados. - -Mandó Cortés que cesasen las aclamaciones de la victoria, cuya -credulidad intempestiva suele dañar en los exércitos, y se debe -atajar, porque descuida y desordena los soldados. Hizo volver la -artillería contra los torreones; dispuso que á guisa de pregon se -publicáse indulto general á favor de los que se rindiesen, ofreciendo -partidos razonables y comunicacion de interéses á los que se -determinasen á seguir sus banderas, libertad y pasage á los que se -quisiesen retirar á la Isla de Cuba, y á todos salva la ropa y las -personas: diligencia que fué bien discurrida, porque importó mucho que -se hiciese notoria esta manifestacion de su ánimo, ántes que el dia, -cuya primera luz no estaba lejos, desengañáse aquella gente de las -pocas fuerzas que los tenian oprimidos, y les diese resolucion para -cobrarse de la pusilanimidad mal concebida: que algunas veces el miedo -suele hacerse temeridad, avergonzando al que le tuvo con poco -fundamento. - -Apénas se acabó de intimar el bando á las tres separaciones donde se -habia retraido la gente, quando empezaron á venir tropas de Oficiales -y soldados á rendirse. Iban entregando las armas como llegaban: y -Cortés, sin faltar á la urbanidad ni al agasajo, hizo tambien desarmar -á sus confidentes, porque no se les conociese la inclinacion, ó porque -diesen exemplo á los demas. Creció tanto en breve tiempo el número de -los rendidos, que fué necesario dividirlos, y asegurarlos con guardia -suficiente, hasta que, saliendo el dia, se descubriesen las caras y -los afectos. - -Cuidó en este intermedio Gonzalo de Sandoval de que se curáse la -herida de Narbáez: y Hernan Cortés, que acudia incansablemente á todas -partes, y tenia en aquella su principal cuidado, se acercó á verle con -algun recato, por no afligirle con su presencia; pero le descubrió el -respeto de sus soldados: y Narbáez, volviéndole á mirar con semblante -de hombre que no acababa de conocer su fortuna, le dixo: - - "Tened en mucho, señor Capitan, la dicha que habeis conseguido - en hacerme vuestro prisionero." - -A que le respondió Cortés; - - "De todo, amigo, se deben las gracias á Dios; pero sin género - de vanidad os puedo asegurar que pongo esta victoria y vuestra - prision entre las cosas menores que se han obrado en esta - tierra." - -Llegó entónces noticia de que se resistia con obstinacion uno de los -torreones donde se habian hecho fuertes el Capitan Salvatierra y Diego -Velazquez el mozo, deteniendo con su autoridad y persuasiones á los -soldados que se hallaban con ellos. Volvió Cortés á subir las gradas: -hizoles intimar que se rindiesen, ó serian tratados con todo el rigor -de la guerra; y viéndolos resueltos á defenderse ó capitular, dispuso, -no sin alguna cólera, que se disparasen al torreon dos piezas de -artillería: y poco despues ordenó á los artilleros que levantasen la -mira, y diesen la carga en lo alto del edificio, mas para espantar que -para ofender. Así lo executaron; y no fué necesaria mayor diligencia -para que saliesen muchos á pedir quartel, dexando libre la entrada de -la torre, que acabó da allanar Juan Velazquez de Leon con una esquadra -de los suyos, prendiendo á los Capitanes Salvatierra y Velazquez, -enemigos declarados, de quien se podia temer que aspirasen á ocupar el -vacío de Narbáez: con que se declaró enteramente la victoria por -Cortés. Murieron de su parte solo dos soldados, y hubo algunos -heridos, de los quales hay quien diga que murieron otros dos. En el -exército contrario quedaron muertos quince soldados, un Alferez y un -Capitan, y fué mucho mayor el número de los heridos. Narbáez y -Salvatierra fueron llevados á la Vera Cruz con la guardia que pareció -necesaria. Quedó prisionero de Juan Velazquez de Leon Diego Velazquez -el mozo: y aunque le tenia justamente irritado con el lance de -Zempoala, cuidó con particular asistencia de su cura y regalo. -Generosidad, en que medió como intercesora la igualdad de la sangre, y -como superior la nobleza del ánimo. Y todo esto quedó executado ántes -de amanecer. ¡Notable faccion, en que se midieron por instantes los -aciertos de Cortés, y los desalumbramientos de Narbáez! - -Al romper del Alva llegaron los dos mil Chinantécas que se habian -prevenido; y aunque vinieron despues de la victoria, celebró Cortés el -socorro, teniéndole por oportuno, para que viesen los de Narbáez que -no faltaban amigos que le asistiesen. Miraban aquellos pobres rendidos -con vergüenza y confusion el estado en que se hallaban: dióles el dia -con su ignominia en los ojos: vieron llegar este socorro, y conocieron -las pocas fuerzas con que se habia conseguido la victoria: maldecian -la confianza de Narbáez: acusaban su descuido: y todo cedia en mayor -estimacion de Cortés, cuya vigilancia y ardimiento ponderaban con -igual admiracion. Prerogativa es del valor, en la guerra -particularmente, que no le aborrezcan los mismos que le envidian: -pueden sentir su fortuna los perdidosos; pero nunca desagradan al -vencido las hazañas del vencedor. Máxîma que se verificó en esta -ocasion: porque cada uno, sin fiarse de los demas, se iba inclinando á -mejorar de Capitan, y á seguir las banderas de un exército donde -vencian y mendraban los soldados. Habia entre los prisioneros algunos -amigos de Cortés, muchos aficionados á su valor y muchos á su -liberalidad. Rompieron los amigos el velo de la disimulacion, dieron -principio á sus aclamaciones, con que se declararon luego los -aficionados, siguiendo á la mayor parte los demas. Permitióse que -fuesen llegando á la presencia del nuevo Capitan: arrojáronse muchos -á sus pies, si él no los detuviera con los brazos: dieron todos el -nombre, haciendo pretension de ganar antigüedad en las listas: no hubo -entre tantos uno que se quisiese volver á la Isla de Cuba: y logró con -esto Hernan Cortés el principal fruto de su empresa; porque no deseaba -tanto vencer, como conquistar aquellos Españoles. Fué reconociendo los -ánimos, y halló en todos bastante sinceridad, pues ordenó luego que se -les volviesen las armas: accion que resistieron algunos de sus -Capitanes; pero no faltarian motivos á esta seguridad, siendo amigos -los que mas suponian entre aquella gente, y estando allí los -Chinantécas, que aseguraban su partido. Conocieron ellos el favor que -recibian: aplaudieron esta confianza con nuevas aclamaciones; y él se -halló en breves horas con un exército que pasaba ya de mil Españoles, -presos los enemigos de quien se podia rezelar, con una armada de once -navios y siete bergantines á su disposicion, deshecho el último -esfuerzo de Velazquez, y con fuerzas proporcionadas para volver á la -conquista principal: debiéndose todo á su gran corazon, suma -vigilancia y talento militar; y no ménos al valor de sus soldados, que -abrazaron primero con el ánimo una resolucion tan peligrosa; y despues -con la espada y con el brio le dieron, no solamente la victoria, sino -el acierto de la misma resolucion; porque al voto de los hombres, que -dan ó quitan la fama, el conseguir es credito del intentar, y las mas -veces se debe á los sucesos el quedar con opinion de prudentes los -consejos aventurados. - - - - - CAPITULO XI. - - _Pone Cortés en obediencia la cabellería de Narbáez, que andaba - en la campaña: recibe noticia de que habian tomado las armas - los Mexicanos contra los Españoles que dexó en aquella corte: - marcha luego con su exército, y entra en ella sin oposicion._ - - -No se dexó ver aquella noche la cabellería de Narbáez, que pudiera -embarazar mucho á Cortés, si hubiera quedado en la disposicion que -pedia una plaza de armas en tan corta distancia del enemigo. Pero allí -se olvidaron todas las reglas de la milicia, y dado el yerro de la -negligencia en un Capitan, ó se hace ménos extraño lo que se dexó de -advertir, ó pasan por conseqüencias los absurdos. Valiéronse de los -caballos para escapar los que duraron ménos en la ocasion: y á la -mañana se tuvo noticia de que andaban incorporados con los batidores -que salieron la noche ántes, formando un cuerpo de hasta quarenta -caballos que discurrian por la campaña con señas de resistir. Dió -poco rezelo esta novedad, y Hernan Cortés, ántes de pasar á términos -de mayor resolucion, nombró al Maestre de Campo Christoval de Olid, y -al Capitan Diego de Ordaz para que fuesen á procurar reducirlos con -suavidad: como lo executaron y consiguieron á la primera insinuacion -de que serian admitidos en el exército con la misma gratitud que sus -compañeros, cuyo partido y exemplar bastó para que viniesen todos á -rendirse y tomar servicio con sus armas y caballos. Tratóse luego de -curar los heridos y alojar la gente, á que asistieron alegres y -oficiosos el Cacique y sus Zempoales, celebrando la victoria, y -disponiendo el hospedage de sus amigos con un género de regocijo -interesado, en que, al parecer, respiraban de la fatiga y servidumbre -antecedente. - -No se descuidó Hernan Cortés en asegurarse de la armada, punto -esencial en aquella ocurrencia. Despachó sin dilacion al Capitan -Francisco de Lugo para que hiciese poner en tierra, y conducir á la -Vera Cruz las velas, xarcias y timones de todos los baxeles. Ordenó -que viniesen á Zempoala los pilotos y marineros de Narbáez, y envió de -los suyos los que parecieron bastantes para la seguridad de los -buques: por cuyo cabo fué un Maestre que se llamaba Pedro Caballero: -bastante ocupacion para que le honráse Bernal Diaz con título de -Almirante de la mar. - -Dispuso que se volviesen á su provincia los Chinantécas, agradeciendo -el socorro como si hubiera servido: y despues se dieron algunos dias -al descanso de la gente, en los quales vinieron los pueblos vecinos y -Caciques del contorno á congratularse con los Españoles buenos ó -Teules mansos, que así llamaban á los de Cortés. Volvieron á revalidar -su obediencia y á ofrecer su amistad: acompañando esta demostracion -con varios presentes y regalos, de que no poco se admiraban los de -Narbáez: empezando á experimentar las mejoras del nuevo partido en el -agasajo y seguridad de aquella gente, que vieron poco ántes -escarmentada y desabrida. - -En todo este fervor de sucesos favorables traia Hernan Cortés á México -en el corazon: no se apartaba un instante su memoria del riesgo en que -dexó á Pedro de Alvarado y sus Españoles, cuya defensa consistia -únicamente en aquello poco que se podia fiar de la palabra que le dió -Motezuma de no hacer novedad en su ausencia: vínculo desacreditado en -la soberana voluntad de los Reyes; porque algunos estadistas le -procuran desatar con varias soluciones, defendiendo que no les obliga -su observancia como á los particulares: en cuyo dictámen pudo hallar -entónces Hernan Cortés bastante razon de temer, sin aprobar con su -rezelo esta política irreverente, por ser lo mismo hallar falencia en -las palabras de los Reyes, que apartar de los Príncipes la obligacion -de Caballeros. - -Hecho el ánimo á volverse luego, y no atreviéndose á llevar consigo -tanta gente, por no desconfiar á Motezuma ó remover los humores de su -corte, resolvió dividir el exército, y emplear alguna parte de él en -otras conquistas. Nombró á Juan Velazquez de Leon para que fuese con -doscientos hombres á pacificar la provincia de Panúco, y á Diego de -Ordaz para que se apartáse con otros doscientos á poblar la de -Guazacoalco: reservando para sí poco mas de seiscientos Españoles, -número que le pareció proporcionado para entrar en la corte con -apariencias de modesto, sin olvidar las señas de vencedor. - -Pero al mismo tiempo que se daba execucion á este designio, se ofreció -novedad, que le obligó á tomar otra senda en sus disposiciones. Llegó -carta de Pedro de Alvarado en que le avisaba: - - "que habian tomado las armas contra él los Mexicanos; y á pesar - de Motezuma, que perseveraba todavia en su alojamiento, le - combatian con freqüentes asaltos, y tanto número de gente, que - se perderian sin remedio él y todos los suyos, si no fuesen - socorridos con brevedad." - -Vino con esta noticia un soldado Español, y en su escolta un Embaxador -de Motezuma, cuya representacion fué - - "darle á entender que no habia sido en su mano el reprimir á - sus vasallos: ponerle delante lo que padecia su autoridad con - los amotinados: asegurarle que no se apartaria de Pedro de - Alvarado y sus Españoles: y últimamente llamarle á su corte - para el remedio:" - -fuese de la misma sedicion, ó fuese del peligro en que se hallaban -aquellos Españoles, que uno y otro arguye confianza y sinceridad. - -No fué necesario poner en consulta la resolucion que se debia tomar en -este caso, porque se adelantó el voto comun de los Capitanes, y -soldados á mirar como empeño inexcusable la jornada: pasando algunos á -tener por oportuno y de buen presagio un accidente que les servia de -pretexto para excusar la desunion de sus fuerzas, y volver con todo el -grueso á la corte; de cuya reduccion debian tomar su principio las -demas conquistas. Nombró luego Hernan Cortés por Gobernador de la Vera -Cruz, como Teniente de Gonzalo de Sandoval, á Rodrigo Rangel, persona -de cuya inteligencia y cuidado pudo fiar la seguridad de los -prisioneros y la conservacion de los aliados. Hizo que pasáse muestra -su exército; y dexando en aquella plaza la guarnicion que pareció -necesaria, y bastante seguridad en los baxeles, halló que constaba de -mil infantes y cien caballos. Dividióse la marcha en diferentes -veredas, por no incomodar los pueblos, ó por facilitar la provision de -los víveres: señalóse por plaza de armas un parage conocido cerca de -Tlascála, donde pareció que debian entrar unidos y ordenados: y -aunque fueron delante algunos comisarios á tener bastecidos los -tránsitos, no bastó su diligencia para que dexasen de padecer los que -iban fuera del camino principal algunos ratos de hambre y sed -intolerable. Fatiga que sufrieron los de Narbáez sin descaecer ni -murmurar; siendo aquellos mismos que poco ántes rindieron el -sufrimiento á menor inclemencia. Pudose atribuir esta novedad al -exemplo de los veteranos, ó á las esperanzas que llevaban en el -corazon: dexando alguna parte á la diferencia del Capitan, cuya -opinion suele tener sus influencias ocultas en la paciencia de los -soldados. - -Antes de partir, respondió Hernan Cortés por escrito á Pedro de -Alvarado, y por su Embaxador á Motezuma, dándoles cuenta de su -victoria, de su vuelta y del aumento de su exército: al uno, para que -se alentase con esperanza de mayor socorro: y al otro, para que no -extrañáse verle con tantas fuerzas, quando los tumultos de su corte le -obligaban á no dividirlas. Procuró medir el tiempo con la necesidad: -alargó las marchas quanto pudo: estrechó las horas al descanso, -hallándole su actividad en su mismo trabajo. Hizo alguna mansion en la -plaza de armas para recoger la gente que venia extraviada: y -últimamente llegó á Tlascála en diez y siete de Junio con todo el -exército puesto en órden, cuya entrada fué lucida y festejada. -Magiscatzín hospedó á Cortés en su casa: los demas hallaron -comodidad, obsequio y regalo en su alojamiento. Andaba en los -Tlascaltécas mal encubierto el odio de los Mexicanos con el amor de -los Españoles: referian su conspiracion, y el aprieto en que se -hallaba Pedro de Alvarado, con circunstancias de mas afectacion que -certidumbre: ponderaban el atrevimiento y la poca fé de aquella -nacion, provocando los ánimos á la venganza, y mezclando con poco -artificio el avisar y el influir. Culpas encarecidas con zelo -sospechoso, y verdades en boca del enemigo, que se introducen como -informes para declinar en acusaciones. - -Resolvió el Senado hacer un esfuerzo grande, y convocar todas sus -milicias para que asistiesen á Cortés en esta ocasion, no sin alguna -razon de estado, mejor entendida que recatada: porque deseaban arrimar -su interés á la causa del amigo, y servirse de sus fuerzas para -destruir de una vez la nacion dominante que tanto aborrecian. -Conocióse fácilmente su intencion; y Hernan Cortés con señas de -agradecido y lisonjeado reprimió el orgullo con que se disponian á -seguirle, contraponiendo á las instancias del Senado algunas razones -aparentes, que en la substancia venian á ser pretextos contra -pretextos. Pero admitió hasta dos mil hombres de buena calidad, con -sus Capitanes ó Cabos de quadrillas, los quales siguieron su marcha, -y fueron de servicio en las ocasiones siguientes. Llevó esta gente por -dar mayor seguridad á su empresa, ó mantener la confianza de los -Tlascaltécas, acreditados ya de valientes contra los Mexicanos: y no -llevó mayor número por no escandalizar á Motezuma, ó poner en -desesperacion á los rebeldes. Era su intento entrar en México de paz, -y ver si podia reducir aquel pueblo con los remedios moderados, sin -acordarse por entónces de su irritacion, ni discurrir en el castigo de -los culpados; si ya no queria que fuese primero la quietud: por ser -dos cosas que se consiguen mal á un mismo tiempo, el sosiego de la -sedicion, y el escarmiento de los sediciosos. - -Llegó á México dia de San Juan, sin haber hallado en el camino mas -embarazo que la variedad y discordancia de las noticias. Pasó el -exército la laguna sin oposicion, aunque no faltaron señales que -hiciesen novedad en el cuidado. Hallaronse deshechos y abrasados los -dos bergantines de fábrica Española; desiertos los arrabales y el -barrio de la entrada: rotos los puentes que servian á la comunicacion -de las calles: y todo en un silencio que parecia cauteloso. Indicios -que obligaron á caminar poco á poco, suspendiendo los avances, y -ocupando la infantería lo que dexaban reconocido los caballos. Duró -este rezelo hasta que, descubriendo el socorro los Españoles que -asistian á Motezuma, levantaron el grito y aseguraron la marcha. Baxó -con ellos Pedro de Alvarado á la puerta del alojamiento, y se celebró -la comun felicidad con igual recocijo. Victoreabanse unos á otros en -vez de saludarse: todos se interrumpian: dixeron mucho los brazos y -las medias razones: eloqüencias del contento, en que significan mas -las voces que las palabras. - -Salió Motezuma con algunos de sus criados hasta el primer patio, donde -recibió á Cortés, tan copiosa de afectos su alegría, que tocó en -exceso, y se llevó tras sí la majestad. Es cierto, y nadie lo niega, -que deseaba su venida, porque ya necesitaba de sus fuerzas y consejo -para reprimir á los suyos, ó por la misma privacion en que se hallaba -de aquel género de libertad que le permitia Cortés, dexándole salir á -sus divertimientos: licencia de que no quiso usar en todo el tiempo de -su ausencia: siendo cierto que ya consistia su prision en la fuerza de -su palabra, cuyo desempeño le obligó á no desviarse de los Españoles -en aquella turbacion de su república. - -Bernal Diaz del Castillo dice que correspondió Hernan Cortés con -desabrimiento á esta demostracion de Motezuma: que le torció el -rostro, y se retiró á su quarto sin visitarle ni dexarse visitar: que -dixo contra él algunas palabras descompuestas delante de sus mismos -criados: y añade como de propio dictámen: - - "Que por tener consigo tantos Españoles, hablaba tan ayrado y - descomedido." - -Terminos son de su Historia. Y Antonio de Herrera le desautoriza mas -en la suya: porque se vale de su misma confesion para comprobar su -desacierto con estas palabras: - - "Muchos han dicho haber oido decir á Hernando Cortés que, si en - llegando visitára á Motezuma, sus cosas pasaran bien; y que lo - dexó, estimándole en poco por hallarse tan poderoso." - -Y trae á este propósito un lugar de Cornelio Tácito, cuya substancia -es, que los sucesos prósperos hacen insolentes á los grandes -Capitanes. No lo dice así Francisco Lopez de Gómara, ni el mismo -Hernan Cortés en la segunda relacion de su jornada, que pudiera -tocarlo para dar los motivos que le obligaron á semejante aspereza, -tuviese razon, ó fuese disculpa. Quede al arbitrio de la sinceridad el -credito que se debe á los Autores, y seanos lícito dudar en Cortés una -sinrazon tan fuera de propósito. Los mismos Herrera y Castillo -asientan que Motezuma resistió esta sedicion de sus vasallos: que los -detuvo y reprimió siempre: que intentaron asaltar el quartel: y que, -si no fuera por la sombra de su autoridad, hubieran perecido -infaliblemente Pedro de Alvarado y los suyos. Nadie niega que Cortés -lo llevó entendido así; ni el hallarle cumpliendo su palabra le dexaba -razon de dudar: siendo fuera de toda proporcion que aquel Príncipe -moviese las armas que detenia, y se dexáse estar cerca de los que -intentaba destruir. Accion parece indigna de Cortés el despreciarle, -quando podia llegar el caso de haberle menester, y no era de su genio -la destemplanza que se le atribuye como efecto de la prosperidad. -Puedese creer, ó sospechar á lo ménos, que Antonio de Herrera entró -con poco fundamento en esta noticia, reincidiendo en los manuscritos -de Bernal Diaz, apasionado intérprete de Cortés: y pudo ser que se -inclináse á seguir su opinion por lograr la sentencia de Tácito. -Ambicion peligrosa en los historiadores: porque suele torcerse ó -ladearse la narracion para que vengan á propósito las márgenes y no es -de todos entenderse á un tiempo con la verdad y con la erudicion. - - - - - CAPITULO XII. - - _Dáse noticia de los motivos que tuvieron los Mexicanos para - tomar las armas. Sale Diego de Ordaz con algunas compañías á - reconocer la ciudad: da en una zelada que tenian prevenida; y - Hernan Cortés resuelve la guerra._ - - -Dos ó tres dias ántes que llegáse á México el exército de Cortés se -retiraron los rebeldes á la otra parte de la ciudad; cesando en sus -hostilidades cavilosamente, segun lo que se pudo inferir del suceso. -Hallábanse asegurados en el exceso de sus fuerzas, y orgullosos de -haber muerto en los combates pasados tres ó quatro Españoles: caso -extraordinario, en que adquirieron, á costa de mucha gente, nueva -osadía ó mayor insolencia. Supieron que venia Cortés, y no pudieron -ignorar lo que habia crecido su exército; pero estuvieron tan lejos de -temerle, que hicieron aquel ademan de retirarse para dexarle franca la -entrada, y acabar con todos los Españoles despues de tenerlos juntos -en la ciudad. No se llegó á penetrar entónces este designio, aunque se -tuvo por ardid la retirada: y pocas veces se engaña quien discurre con -malicia en las acciones del enemigo. - -Alojóse todo el exército en el recinto del mismo quartel, donde -cupieron Españoles y Tlascaltécas con bastante comodidad: -distribuyeronse las guardias y las centinelas, segun el rezelo á que -obligaba una guerra que habia cesado sin ocasion; y Hernan Cortés se -apartó con Pedro de Alvarado para inquirir el orígen de aquella -sedicion, y pasar á los remedios con noticia de la causa. Hallamos en -este punto la misma variedad en que otras veces ha tropezado el curso -de la pluma. Dicen unos que las inteligencias de Narbáez consiguieron -esta conjuracion del pueblo Mexicano; y otros que dispuso el motin, y -le fomentó Motezuma con ansia de su libertad: en que no es necesario -detenernos, pues se ha visto ya el poco fundamento con que se -atribuyeron á Narbáez estas negociaciones ocultas; y queda -bastantemente defendido Motezuma de semejante inconseqüencia. Dieron -algunos el principio de la conspiracion á la fidelidad de los -Mexicanos, refiriendo que tomaron las armas para sacar de opresion á -su Rey: dictámen que se acerca mas á la razon que á la verdad. Otros -atribuyeron este rompimiento al gremio de los sacerdotes, y no sin -alguna probabilidad: porque anduvieron mezclados en el tumulto, -publicando á voces las amenazas de sus Dioses, y enfureciendo á los -demas con aquel mismo furor que los disponia para recibir sus -respuestas. Repetian ellos lo que hablaba el demonio en sus ídolos; y -aunque no fué suyo el primer movimiento, tuvieron eficacia y -actividad para irritar los ánimos, y mantener la sedicion. - -Los Escritores forasteros se apartan mas de lo verisímil, poniendo el -orígen y los motivos de aquella turbacion entre las atrocidades con -que procuran desacreditar á los Españoles en la conquista de las -Indias: y lo peor es que apoyan su malignidad citando al Padre Fray -Bartolomé de las Casas ó Casaus, que fué despues Obispo de Chiapa, -cuyas palabras copian y traducen, dándonos con el argumento de Autor -nuestro y testigo calificado. Lo que dexó escrito y anda en sus obras -es, que los Mexicanos dispusieron un bayle público, de aquellos que -llamaban mitotes, para divertir ó festejar á Motezuma: y que Pedro de -Alvarado, viendo las joyas de que iban adornados, convocó su gente, y -embistió con ellos, haciéndolos pedazos para quitarselas: en cuyo -miserable despojo, dice, que fueron pasados á cuchillo mas de dos mil -hombres de la Nobleza Mexicana; con que dexa la conspiracion en -términos de justa venganza. Notable despropósito de accion, en que -hace falta lo congruente y lo posible. Solicitaba entónces este -Prelado el alivio de los Indios, y encareciendo lo que padecian, cuidó -ménos de la verdad que de la ponderacion. Los mas de nuestros -Escritores le convencen de mal informado en esta y otras enormidades -que dexó escritas contra los Españoles. Dicha es hallarle impugnado, -para entendernos mejor con el respeto que se debe á su dignidad. - -Pero lo cierto fué, que Pedro de Alvarado, poco despues que se apartó -de México Hernan Cortés, reconoció en los nobles de aquella corte -ménos atencion ó ménos agrado; cuya novedad le obligó á vivir -cuidadoso, y velar sobre sus acciones. Valióse de algunos confidentes, -que observasen lo que pasaba en la ciudad: supo que andaba la gente -inquieta y misteriosa, y que se hacian juntas en casas particulares, -con un género de recato mal seguro, que ocultaba el intento, y -descubria la intencion. Dió calor á sus inteligencias, y consiguió con -ellas la noticia evidente de una conjuracion que se iba forjando -contra los Españoles; porque ganó algunos de los mismos conjurados que -venian con los avisos, afeando la traycion, sin olvidar el interés. -Ibase acercando una fiesta muy solemne de sus ídolos, que celebraban -con aquellos bayles públicos, mezcla de nobleza y plebe, y conmocion -de toda la ciudad. Eligieron este dia para su faccion, suponiendo que -se podrian juntar descubiertamente sin que hiciese novedad. Era su -intento dar principio al bayle para convocar el pueblo, y llevarsele -tras sí con la diligencia de apellidar la libertad de su Rey y la -defensa de sus Dioses: reservando para entónces el publicar la -conjuracion, por no aventurar el secreto, fiándose anticipadamente de -la muchedumbre: y á la verdad no tenian mal discurrido: que pocas -veces falta el ingenio á la maldad. - -Vinieron la mañana precedente al dia señalado algunos de los -promovedores del motin á verse con Pedro de Alvarado, y le pidieron -licencia para celebrar su festividad: rendimiento afectado con que -procuraron deslumbrarle; y él, mal asegurado todavia en su rezelo, se -la concedió con calidad que no llevasen armas, ni se hiciesen -sacrificios de sangre humana; pero aquella misma noche supo que -andaban muy solícitos escondiendo las armas en el barrio mas vecino al -templo: noticia que no le dexó que dudar, y le dió motivo para -discurrir en una temeridad, que tuvo sus apariencias de remedio; y lo -pudiera ser, si se aplicára con la debida moderacion. Resolvió -asaltarlos en el principio de su fiesta, sin dexarles lugar para que -tomasen las armas, ni levantasen el pueblo: y así lo puso en -execucion, saliendo á la hora señalada con cincuenta de los suyos, y -dando á entender que le llevaba la curiosidad ó el divertimiento. -Hallólos entregados á la embriaguez, y envueltos en el regocijo -cauteloso, de que se iba formando la traycion. Embistió con ellos, y -los atropelló con poca ó ninguna resistencia, hiriendo y matando -algunos que no pudieron huir, ó tardaron mas en arrojarse por las -cercas y ventanas del adoratorio. Su intento fué castigarlos y -desunirlos, lo qual se consiguió sin dificultad, pero no sin -desórden, porque los Españoles despojaron de sus joyas á los heridos y -á los muertos. Licencia mal reprimida entónces, y siempre dificultosa -de reprimir en los soldados, quando se hallan con la espada en la -mano, y el oro á la vista. - -Dispuso esta faccion Pedro de Alvarado con mas ardor que providencia. -Retiróse con desahogos de vencedor, sin dar á entender al concurso -popular los motivos de su enojo. Debiera publicar entónces la traycion -que prevenian contra él aquellos nobles: manifestar las armas que -tenian escondidas; ó hacer algo de su parte para ganar contra ellos el -voto de la plebe, fácil siempre de mover contra la nobleza; pero -volvió satisfecho de que habia sido justo el castigo, y conveniente la -resolucion; ó no conoció lo que importan al acierto los adornos de la -razon. Y aquel pueblo, que ignoraba la provocacion, y vió el estrago -de los suyos y el despojo de las joyas, atribuyó á la codicia todo el -hecho, y quedó tan irritado, que tomó luego las armas, y dió cuerpo -formidable á la sedicion, hallándose dentro del tumulto con poca ó -ninguna diligencia de los primeros conjurados. - -Reprehendió Hernan Cortés á Pedro de Alvarado por el arrojamiento y -falta de consideracion con que aventuró la mayor parte de sus fuerzas -en dia de tanta comocion, dexando el quartel y su primer cuidado al -arbitrio de los accidentes que podian sobrevenir. Sintió que recatáse -á Motezuma los primeros lances de aquella inquietud, porque no se fió -de él, hasta que le vió á su lado en la ocasion: y debiera comunicarle -sus rezelos, quando no para valerse de su autoridad, para sondar su -ánimo, y saber si le dexaba seguro con tan poca guarnicion: lo qual -fué lo mismo que volver las espaldas al enemigo, de quien mas se debia -rezelar: culpó la inadvertencia de no justificar á voces con el pueblo -y con los mismos delinqüentes una resolucion de tan violenta -exterioridad. De que se conoce que no hubo en el hecho, ni en sus -motivos ó circunstancias, la maldad que le imputaron; porque no se -contentára Hernan Cortés con reprehender solamente un delito de -semejante atrocidad, ni perdiera la ocasion de castigarle, ó prenderle -por lo ménos, para introducir la paz con este género de satisfaccion. -Antes hallamos que le propuso el mismo Alvarado su prision como uno de -los medios que podrian facilitar la reduccion de aquella gente; y no -vino en ello, porque le pareció camino mas real servirse de la razon -que tuvo el mismo Alvarado contra los primeros amotinados, para -desengañar el pueblo, y enflaquecer la faccion de los nobles. - -No se dexaron ver aquella tarde los rebeldes, ni despues hubo -accidente que turbáse la quietud de la noche. Llegó la mañana, y -viendo Hernan Cortés que duraba el silencio del enemigo con señas de -cavilacion, porque no parecia un hombre por las calles, ni en todo lo -que se alcanzaba con la vista, dispuso que saliese Diego de Ordaz á -reconocer la ciudad, y apurar el fondo á este misterio. Llevó -quatrocientos hombres Españoles y Tlascaltécas: marchó con buena órden -por la calle principal, y á poca distancia descubrió una tropa de -gente armada, que le arrojaron, al parecer, los enemigos para cebarle: -y avanzando entónces, con ánimo de hacer algunos prisioneros para -tomar lengua, descubrió un exército de innumerable muchedumbre que le -buscaba por la frente, y otro á las espaldas, que tenian oculto en las -calles de los lados, cerrando el paso á la retirada. Embisterionle -unos y otros con igual ferocidad, al mismo tiempo que se dexó ver en -las ventanas y azuteas de las casas tercer exército de gente popular -que cerraba tambien el camino de la respiracion, llenando el ayre de -piedras y armas arrojadizas. - -Pero Diego de Ordaz, que necesitó de su valor y experiencia para -juntar en este conflicto el desahogo con la celeridad, formó y dividió -su esquadron segun el terreno, dando segunda frente á la retaguardia: -picas y espadas contra las dos avenidas; y bocas de fuego contra las -ofensas de arriba. No le fué posible avisar á Cortés del aprieto en -que se hallaba; ni él, sin esta noticia, tuvo por necesario el -socorrerle, quando le suponia con bastantes fuerzas para executar la -órden que llevaba. Pero duró poco el calor de la batalla; porque los -Indios embistieron tumultuariamente, y anegados en su mismo número, se -impedian el uso de las armas: perdiendo tantos la vida en el primer -acometimiento que se reduxeron los demas á distancia que ni podian -ofender, ni ser ofendidos. Las bocas de fuego despejaron brevemente -los terrados. Y Diego de Ordaz, que venia solo á reconocer, y no debia -pasar á mayor empeño, viendo que los enemigos le sitiaban á lo largo, -reducidos á pelear con las voces y las amenazas, se resolvió á -retirarse abriendo el camino con la espada: y dada la órden, se movió -en la misma formacion que se hallaba, cerrando á viva fuerza con los -que ocupaban el paso del quartel, y peleando al mismo tiempo con los -que se le acercaban, por la parte contrapuesta, ó se descubrian en lo -alto de las casas. Consiguióse con dificultad la retirada, y no dexó -de costar alguna sangre, porque volvieron heridos Diego de Ordaz y los -mas de los suyos, quedando muertos ocho soldados que no se pudieron -retirar. Serian acaso Tlascaltécas; porque solo se hace memoria de un -Español, que obró señaladamente aquel dia, y murió cumpliendo con su -obligacion. Bernal Diaz refiere sus hazañas, y dice que se llamaba -Lezcano. Los demas no hablan en él. Quedó sin el nombre cabal que -merecia; pero no quede sin la recomendacion de que se puede honrar su -apellido. Conoció Hernan Cortés en este suceso que ya no era tiempo de -intentar proposiciones de paz, que, disminuyendo la reputacion de sus -fuerzas, aumentasen la insolencia de los sediciosos. Determinó -hacersela desear ántes de proponersela, y salir á la ciudad con la -mayor parte de su exército, para llamarlos con el rigor á la quietud. -No se hallaba persona entónces por cuyo medio se pudiese introducir el -tratado. Motezuma desconfiaba de su autoridad, ó temia la inobediencia -de sus vasallos. Entre los rebeldes no habia quien mandáse, ni quien -obedeciese, ó mandaban todos, y nadie obedecia: vulgo entónces sin -distincion ni gobierno, que se componia de nobles y plebeyos. Deseaba -Cortés con todo el ánimo seguir el camino de la moderacion, y no -desconfió de volverle á cobrar; pero tuvo por necesario hacerse -atender ántes de ponerse á persuadir: en que obró como diestro -Capitan; porque nunca es seguro fiarse de la razon desarmada para -detener los ímpetus de un pueblo sedicioso: ella encogida ó -balbuciente quando no lleva seguras las espaldas: y él un monstruo -inexôrable que, aun teniendo cabeza, le faltan los oidos. - - - - - CAPITULO XIII - - _Intentan los Mexicanos asaltar el quartel, y son rechazados: - hace dos salidas contra ellos Hernan Cortés; y aunque ambas - veces fueron vencidos y desbaratados, queda con alguna - desconfianza de reducirlos._ - - -Persiguieron los Mexicanos á Diego de Ordaz, tratando como fuga su -retirada, y siguiendo con ímpetu desordenado el alcance, hasta que los -detuvo, á su despecho, la artillería del quartel, cuyo estrago los -obligó á retroceder lo que tuvieron por necesario para desviarse del -peligro; pero hicieron alto á la vista, y se conoció del silencio y -diligencia con que se andaban convocando y disponiendo, que trataban -de pasar á nuevo designio. - -Era su intento asaltar á viva fuerza el quartel por todas partes; y á -breve rato se vieron cubiertas de gente las calles del contorno. -Hicieron poco despues la seña de acometer atabales y bocinas: -avanzaron todos á un tiempo con igual precipitacion. Traian de -vanguardia tropas de Flecheros, para que barriendo la muralla, -pudiesen acercarse los demas. Fueron tan cerradas y tan repetidas las -cargas que despidieron, haciendo lugar á los que iban señalados para -el asalto, que se hallaron los defensores en confusion, acudiendo con -dificultad á los dos tiempos de reparar y ofender. Vióse casi anegado -en flechas el quartel: y no parezca locucion sobradamente animosa; -pues se llegó á señalar gente que las apartáse, porque ofendian -segunda vez cerrando el paso á la defensa. Las piezas de artillería, y -demas bocas de fuego hacian horrible destrozo en los enemigos; pero -venian tan resueltos á morir ó vencer, que se adelantaban de tropel á -ocupar el vacío de los que iban cayendo, y se volvian á cerrar -animosamente, pisando los muertos, y atropellando los heridos. - -Llegaron muchos á ponerse debaxo del cañon, y á intentar el asalto con -increible determinacion: valianse de sus instrumentos de pedernal para -romper las puertas, y picar las paredes: unos trepaban sobre sus -compañeros para suplir el alcance de sus armas: otros hacian escalas -de sus mismas picas para ganar las ventanas ó terrados; y todos se -arrojaban al hierro y al fuego como fieras irritadas. Notable -repeticion de temeridades, que pudieran celebrarse como hazañas, si -obrara en ellos el valor algo de lo que obraba la ferocidad. - -Pero últimamente fueron rechazados, y se retiraron, para cubrirse, á -las travesías de las calles, donde se mantuvieron hasta que los -dividió la noche, mas por la costumbre que tenian de no pelear en -ausencia del sol, que porque diesen esperanzas de haberse decidido la -qüestion. Antes se atrevieron poco despues á turbar el sosiego de los -Españoles, poniendo por diferentes partes fuego al quartel: ó ya lo -consiguiesen arrimándose á las puertas y ventanas con el amparo de la -obscuridad; ó ya le arrojasen á mayor distancia con las flechas de -fuego artificial: que pareció mas verisímil, porque la llama creció -subitamente á tomar posesion del edificio con tanto vigor, que fué -necesario atajarla derribando algunas paredes, y trabajar despues en -cerrar y poner en defensa los portillos que se hicieron para impedir -la comunicacion del incendio: fatiga que duró la mayor parte de la -noche. - -Pero apénas se declaró la primera luz de la mañana, quando se dexaron -ver los enemigos, escarmentados, al parecer, de acercarse á la -muralla, porque solo provocaban á los Españoles para que saliesen de -sus reparos: llamabanlos á la batalla con grandes injurias: -tratabanlos de cobardes porque se defendian encerrados: y Hernan -Cortés, que habia resuelto salir contra ellos aquel dia, tuvo por -oportuna esta provocacion para encender los suyos. Dispusolos con una -breve oracion al desagravio de su ofensa, y formó, sin mas dilacion, -tres esquadrones del grueso que pareció conveniente, dando á cada uno -mas Españoles que Tlascaltécas: los dos para que fuesen -desembarazando las calles vecinas ó colaterales; y el tercero, donde -iba su persona y la fuerza principal de su exército, para que -acometiese por la calle de Tacuba, donde habia cargado el mayor grueso -del enemigo. Dispuso las hileras, y distribuyó las armas segun la -necesidad que habia de pelear por la frente y por los lados, -acomodándose á lo que observó Diego de Ordaz en su retirada, y -teniendo por digno de su imitacion lo que poco ántes mereció su -alabanza: en que mostró la ingenuidad de su ánimo, y que no ignoraba -quanto aventuran los superiores que se dedignan de caminar por las -huellas de los que fueron delante, quando hay tan poca distancia entre -el errar, y él diferenciarse de los que acertaron. - -Embistieron todos á un tiempo y los enemigos dieron y recibieron las -primeras cargas sin perder tierra ni conocer el peligro, esperando -unas veces, y otras acometiendo, hasta llegar á lo estrecho de las -armas y los brazos. Esgrimian los chuzos y los montantes con -desesperada intrepidez. Entrabanse por las picas y las espadas para -lograr el golpe á precio de la vida. Las bocas de fuego, que iban -señaladas al opósito de las azuteas y ventanas, no podian atajar la -lluvia de las piedras, porque las arrojaban sin descubrirse, y fué -necesario poner fuego en algunas casas para que cesáse aquella prolixa -hostilidad. - -Cedieron finalmente al esfuerzo de los Españoles; pero iban rompiendo -los puentes de las calles, y hacian rostro de la otra parte, -obligándolos á que cegasen, peleando, las acequias, para seguir el -alcance. Los que partieron á desembarazar las calles de los lados -cargaron la multitud que las ocupaba con tanta resolucion, que se -consiguió por su medio el asegurar la retaguardia, y el llevar siempre -al enemigo por la frente, hasta que saliendo á lo ancho de una plaza, -se unieron los tres esquadrones, y á su primer ataque desmayaron los -Indios, y volvieron las espaldas atropelladamente, dando á la fuga el -mismo ímpetu que dieron á la batalla. - -No permitió Hernan Cortés que se pasáse á destruir enteramente -aquellos vasallos de Motezuma, fugitivos ya y desordenados, ó no le -sufrió su ánimo que se hiciese mas sangrienta la victoria, -pareciéndole que dexaba castigado con bastante rigor su atrevimiento. -Recogió su gente, y se retiró sin hallar oposicion que le obligáse á -pelear. Faltaron de su exército diez ó doce soldados, y hubo muchos -heridos, los mas de piedra ó flecha, y ninguno de cuidado. En el -exército de los Mexicanos murió innumerable gente: los cuerpos que no -pudieron retirar llenaban de horror las calles, despues de haber -teñido en su sangre las acequias. Duró toda la mañana el combate, y se -llegaron á ver en conflicto algunas veces los Españoles; pero se debió -á su valor el suceso, y le hizo posible su experiencia y buena -disciplina. No hubo quien sobresaliese, porque obraron todos con igual -bizarría, señalándose los soldados como los Capitanes, y quitando unas -hazañas el nombre de las otras. Hizo la imitacion valientes sin -precipicio á los Tlascaltécas: y Hernan Cortés gobernó la faccion como -valeroso y prudente Capitan, acudiendo á todas partes, y mas diligente -á los peligros: siempre la espada en el enemigo, la vista en los -suyos, y el consejo en su lugar: dexando en duda si se debió mas á su -ardimiento que á su pericia militar. Virtudes ambas que poseyó en -grado eminente, y que se desean sin distincion, ó concurren sin -preferencia en los grandes Capitanes. - -Fué necesario dexar algun tiempo al descanso de la gente, y á la cura -de los heridos, cuya suspension duró tres dias, ó poco mas, en que se -atendió solamente á la defensa del quartel, que tuvo siempre á la -vista el exército de los amotinados, y fué algunas veces combatido con -ligeras escaramuzas, en que andaba mezclado el huir y el acometer. En -este mediotiempo volvió Cortés á las pláticas de la paz, y fueron -saliendo con diferentes partidos algunos Mexicanos de los que asistian -al servicio de Motezuma; pero no se descuidó mientras duraba la -negociacion en las demas prevenciones. Hizo fabricar al mismo tiempo -quatro castillos de madera, que se movian sobre ruedas con poca -dificultad, por si llegáse la ocasion de hacer nueva salida. Era -capaz cada uno de veinte ó treinta hombres, guarnecido el techo de -gruesos tablones contra las piedras que venian de lo alto; frente y -lados con sus troneras para dar la carga sin descubrir el pecho: -imitacion de las mantas que usa la milicia para echar gente á picar -las murallas: cuyo reparo tuvo entónces por conveniente para que se -pudiesen arrimar sus soldados á poner fuego en las casas, y á romper -las trincheras con que iban atajando las calles; si ya no fué para que -al embestir aquellas máquinas portátiles, peleáse tambien la novedad -asombrando al enemigo. - -De los Mexicanos que salieron á proponer la paz, volvieron unos mal -despachados, y otros se quedaron entre los rebeldes, no sin grande -irritacion de Motezuma, que deseaba con empeño la reduccion de sus -vasallos, y recataba con artificio, fácil de penetrar, el rezelo de -que acabasen de perder el miedo á su autoridad. Hacianse á este tiempo -nuevas prevenciones de guerra en la ciudad. Los Señores de vasallos, -que andaban en la sedicion, iban llamando la gente de sus lugares; -crecia por instantes la fuerza del enemigo; y no cesaba la provocacion -en el quartel de los Españoles, cansados ya de sufrir la embarazosa -repeticion de voces y flechas, que, aunque se perdian en el viento, no -dexaban de ofender en la paciencia. - -Con esta buena disposicion de su gente, con el parecer de sus -Capitanes, y aprobacion de Motezuma, executa Cortés la segunda salida -contra los Mexicanos. Llevó consigo la mayor parte de los Españoles, y -hasta dos mil Tlascaltécas, algunas piezas de artillería, las máquinas -de madera con guarnicion proporcionada, y algunos caballos á la mano -para usar de ellos quando lo permitiesen las quiebras del terreno. -Estaba entónces el tumulto en un profundo silencio, y apénas se dió -principio á la marcha, quando se conoció la primera dificultad de la -empresa en lo que abultaron subitamente los gritos de la multitud, -alternados con el estruendo pavoroso de los atabales y caracoles. No -esperaron á ser acometidos; ántes se vinieron á los Españoles con -notable resolucion y movimiento ménos atropellado que solian. Dieron y -recibieron las primeras cargas sin descomponerse ni precipitarse; pero -á breve rato conocieron el daño que recibian, y se fueron retirando -poco á poco, sin volver las espaldas, al primero de los reparos con -que tenian atajadas las calles: en cuya defensa volvieron á pelear con -tanta obstinacion, que fué necesario adelantar algunas piezas de -artillería para desalojarlos. Tenian cerca las retiradas, y en algunas -levantados los puentes de las acequias, con que se repetia -importunamente la dificultad, y no se hallaba la sazon de poderlos -combatir en descubierto. Vieronse aquel dia en sus operaciones algunas -advertencias, que parecian de guerra mas que popular. Disparaban á -tiempo, y baxa la puntería para no malograr el tiro en la resistencia -de las armas. Los puestos se defendian con desahogo, y se abandonaban -sin desórden. Echaron gente á las acequias para que ofendiesen nadando -con el bote de las picas. Hicieron subir grandes peñascos á las -azuteas para destruir los castillos de madera, y lo consiguieron -haciéndolos pedazos. Todas las señas daban á entender que habia quien -gobernase, porque se animaban y socorrian tempestivamente, y se dexaba -conocer alguna obediencia entre los mismos desconciertos de la -multitud. - -Duró el combate la mayor parte del dia, reducidos los Españoles y sus -aliados á ganar terreno de trinchera en trinchera; hizose gran daño en -la ciudad, quemaronse muchas casas, y costó mas sangre á los Mexicanos -esta ocasion que las dos antecedentes, porque anduvieron mas cerca de -las balas, ó porque no pudieron huir como solian con el impedimento de -sus mismos reparos. - -Ibase acercando la noche, y Hernan Cortés viéndose obligado, no sin -alguna desazon, á la disputa inútil de ganar puestos, que no se habian -de mantener, se volvió á su alojamiento, dexando, en la verdad, ménos -corregida que hostigada la sedicion. Perdió hasta quarenta soldados, -los mas Tlascaltécas: salieron heridos y maltratados mas de cincuenta -Españoles, y él con un flechazo en la mano izquierda: pero mas herido -interiormente de haber conocido en esta ocasion que no era posible -continuar aquella guerra tan desigual, sin riesgo de perder el -exército y la reputacion. Primer desaliento suyo, cuya novedad extrañó -su corazon, y padeció su constancia. Encerróse con pretexto de la -herida, y con deseo de alargar las riendas al discurso. Tuvo mucho que -hacer consigo la mayor parte de la noche. Sentia el retirarse de -México, y no hallaba camino de mantenerse. Procuraba esforzarse contra -la dificultad, y se ponia la razon de parte del rezelo. No se -conformaban su entendimiento y su valor, y todo era batallar sin -resolver: impaciente y desabrido con los dictámenes de la prudencia, ó -mal hallado con lo que duele, ántes de aprovechar el desengaño. - - - - - INDICE - - DE LOS CAPÍTULOS QUE SE CONTIENEN EN EL TOMO II. - - - LIBRO III. - - PAG. - Cap. I. Dáse noticia del viage que hicieron á España - los Enviados de Cortés; y de las contradiciones y - embarazos que retardaron su despacho 1 - - Cap. II. Procura Motezuma desviar la paz de Tlascála: - vienen los de aquella república á continuar su instancia; - y Hernan Cortés executa su marcha, y hace - su entrada en la ciudad 10 - - Cap. III. Describese la ciudad de Tlascála: quejanse - los Senadores de que anduviesen armados los Españoles, - sintiendo su desconfianza; y Cortés los satisface, - y procura reducir á que dexen la idolatría 18 - - Cap. IV. Despacha Hernan Cortés los Embaxadores - de Motezuma. Reconoce Diego de Ordaz el volcan - de Popocatepec, y se resuelve la jornada para Cholúla 28 - - Cap. V. Hallanse nuevos indicios del trato doble de - Cholúla: marcha el exército la vuelta de aquella ciudad, - reforzado con algunas Capitanías de Tlascála 36 - - Cap. VI. Entran los Españoles de Cholúla, donde procuran - engañarlos con hacerles en lo exterior buena - acogida: descubrese la traycion que tenian prevenida, - y se dispone su castigo 45 - - Cap. VII. Castígase la traycion de Cholúla: vuelvese - á reducir y pacificar la ciudad, y se hacen amigos los - de esta nacion con los Tlascaltécas 54 - - Cap. VIII. Parten los Españoles de Cholúla: ofreceseles - nueva dificultad en la montaña de Chalco; y - Motezuma procura detenerlos por medio de sus nigrománticos 63 - - Cap. IX. Viene al quartel á visitar á Cortés de parte - de Motezuma el Señor de Tezcúco su sobrino; continuase - la marcha, y se hace alto en Quitlavaca, dentro - ya de la laguna de México 72 - - Cap. X. Pasa el exército á Iztapalápa, donde se dispone - la entrada de México. Refierese la grandeza - con que salió Motezuma á recibir á los Españoles 80 - - Cap. XI. Viene Motezuma el mismo dia por la tarde - á visitar á Cortés en su alojamiento. Refierese la oracion - que hizo ántes de oir la embaxada: y la respuesta - de Cortés 89 - - Cap. XII. Visita Cortés á Motezuma en su palacio, - cuya grandeza y aparato se describe: y se da noticia - de lo que pasó en esta conferencia, y en otras que se - tuvieron despues sobre la Religion 98 - - Cap. XIII. Describese la ciudad de México, su temperamento - y situacion, el mercado del Tlatelúlco, y - el mayor de sus templos dedicado al Dios de la - guerra 106 - - Cap. XIV. Describense diferentes casas que tenia Motezuma - para su divertimiento, sus armerías, sus jardines - y sus quintas, con otros edificios notables que - habia dentro y fuera de la ciudad 116 - - Cap. XV. Dáse noticia de la ostentacion y puntualidad - con que se hacia servir Motezuma en su palacio, - del gasto de su mesa, de sus audiencias, y otras particularidades - de su economía y divertimientos 124 - - Cap. XVI. Dáse noticia de las grandes riquezas de - Motezuma, del estilo con que se administraba la hacienda, - y se cuidaba de la justicia: con otras particularidades - del gobierno político y militar de los Mexicanos 134 - - Cap. XVII. Dáse noticia del estilo con que se medían - y computaban en aquella tierra los meses y los años; - de sus festividades, matrimonios, y otros ritos y costumbres - dignas de consideracion 143 - - Cap. XVIII. Continua Motezuma sus agasajos y dádivas - á los Españoles. Llegan cartas de la Vera Cruz - con noticia de la batalla en que murió Juan de Escalante; - y con este motivo se resuelve la prision de - Motezuma 154 - - Cap. XIX. Execútase la prision de Motezuma; dáse - noticia del modo como se dispuso, y como se recibió - entre sus vasallos 165 - - Cap. XX. Como se portaba en la prision Motezuma - con los suyos y con los Españoles. Traen preso á - Qualpopóca, y Cortés le hace castigar con pena de - muerte, mandando echar unos grillos á Motezuma - mientras se executaba la sentencia 175 - - - LIBRO IV. - - Cap. I. Permitese á Motezuma que se dexe ver en público, - saliendo á sus templos y recreaciones. Trata - Cortés de algunas prevenciones que tuvo por necesarias; - y se duda que intentasen los Españoles en esta - sazon derribar los ídolos de México 185 - - Cap. II. Descubrese una conjuracion que se iba disponiendo - contra los Españoles, ordenada por el Rey - de Tezcúco: y Motezuma, parte con su industria, y - parte por las advertencias de Cortés, la sosiega castigando - al que la fomentaba 196 - - Cap. III. Resuelve Motezuma despachar á Cortés - respondiendo á su embaxada: junta sus nobles, y - dispone que sea reconocido el Rey de España por - sucesor de aquel Imperio: determinando que se le dé - la obediencia, y pague tributo como á descendiente - de su Conquistador 207 - - Cap. IV. Entra en poder de Hernan Cortés el oro y joyas - que se juntaron de aquellos presentes. Dicele - Motezuma con resolucion que trate de su jornada: y - él procura dilatarla sin replicarle, al mismo tiempo - que se tiene aviso de que han llegado navios Españoles - á la costa 217 - - Cap. V. Refierense las muchas prevenciones que hizo - Diego Velazquez para destruir á Hernan Cortés: el - exército y armada que envió contra él á cargo de - Pámphilo de Narbáez: su arribo á las costas de Nueva - España; y su primer intento de reducir á los Españoles - de la Vera Cruz 226 - - Cap. VI. Discursos y prevenciones de Hernan Cortés - en órden á excusar el rompimiento: introduce tratados - de paz; no los admite Narbáez; ántes publica la - guerra, y prende al Licenciado Lucas Vasquez de Ayllon 236 - - Cap. VII. Persevera Motezuma en su buen ánimo para - con los Españoles de Cortés, y se tiene por improbable - la mudanza que atribuyen algunos á diligencias - de Narbáez. Resuelve Cortés su jornada, y la - executa, dexando en México parte de su gente 248 - - Cap. VIII. Marcha Hernan Cortés la vuelta de Zempoala, - y sin conseguir la gente que tenia prevenida en - Tlascála. Continúa su viage hasta Motalequita, - donde vuelve á las pláticas de paz, y con nueva irritacion - rompe la guerra 259 - - Cap. IX. Prosigue su marcha Hernan Cortés hasta - una legua de Zempoala: sale con su exército en campaña - Pámphilo de Narbáez: sobreviene una tempestad, - y se retira: con cuya noticia resuelve Cortés acometerle - en su alojamiento 269 - - Cap. X. Llega Hernan Cortés á Zempoala, donde halla - resistencia: consigue con las armas la victoria: - prende á Narbáez, cuyo exército se reduce á servir - debaxo de su mano 279 - - Cap. XI. Pone Cortés en obediencia la caballería de - Narbáez, que andaba en la campaña: recibe noticia - de que habian tomado las armas los Mexicanos contra - los Españoles que dexó en aquella corte: marcha - luego con su exército, y entra en ella sin oposicion 289 - - Cap. XII. Dáse noticia de los motivos que tuvieron - los Mexicanos para tomar las armas. Sale Diego de - Ordaz con algunas compañías á reconocer la ciudad: - da en una zelada que tenian prevenida; y Hernan - Cortés resuelve la guerra 300 - - Cap. XIII. Intentan los Mexicanos asaltar el quartel, - y son rechazados: hace dos salidas contra ellos Hernan - Cortés; y aunque ambas veces fueron vencidos - y desbaratados, queda con alguna desconfianza de reducirlos 310 - - - R. Juigné, Impresor, 17, Margaret Street, Cavendish Square. - - - - -Notas - -Se corrigieron errores obvios de puntuación e la ortografia. - -*** END OF THE PROJECT GUTENBERG EBOOK HISTORIA DE LA CONQUISTA DE -MEXICO, VOLUME 2 (OF 3) *** - -Updated editions will replace the previous one--the old editions will -be renamed. - -Creating the works from print editions not protected by U.S. copyright -law means that no one owns a United States copyright in these works, -so the Foundation (and you!) can copy and distribute it in the -United States without permission and without paying copyright -royalties. Special rules, set forth in the General Terms of Use part -of this license, apply to copying and distributing Project -Gutenberg-tm electronic works to protect the PROJECT GUTENBERG-tm -concept and trademark. 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Hart was the originator of the Project -Gutenberg-tm concept of a library of electronic works that could be -freely shared with anyone. For forty years, he produced and -distributed Project Gutenberg-tm eBooks with only a loose network of -volunteer support. - -Project Gutenberg-tm eBooks are often created from several printed -editions, all of which are confirmed as not protected by copyright in -the U.S. unless a copyright notice is included. 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You may copy it, give it away or re-use it under the terms -of the Project Gutenberg License included with this eBook or online -at <a href="https://www.gutenberg.org">www.gutenberg.org</a>. If you -are not located in the United States, you will have to check the laws of the -country where you are located before using this eBook. -</div> -</div> - -<p style='display:block; margin-top:1em; margin-bottom:0; margin-left:2em; text-indent:-2em'>Title: <span lang='es' xml:lang='es'>Historia de la Conquista de Mexico, Volume 2 (of 3)</span></p> -<p style='display:block; margin-left:2em; text-indent:0; margin-top:0; margin-bottom:1em;'><span lang='es' xml:lang='es'>Poblacion y Progresos de la America Septentrional, Conocida por el Nombre de Nueva España</span></p> -<p style='display:block; margin-top:1em; margin-bottom:0; margin-left:2em; text-indent:-2em'>Author: Antonio de Solís</p> -<p style='display:block; margin-top:1em; margin-bottom:0; margin-left:2em; text-indent:-2em'>Contributor: Agustin Luis Josse</p> -<p style='display:block; text-indent:0; margin:1em 0'>Release Date: February 28, 2022 [eBook #67524]</p> -<p style='display:block; text-indent:0; margin:1em 0'>Language: Spanish</p> - <p style='display:block; margin-top:1em; margin-bottom:0; margin-left:2em; text-indent:-2em; text-align:left'>Produced by: Adrian Mastronardi and the Online Distributed Proofreading Team at https://www.pgdp.net (This book was produced from scanned images of public domain material from the Google Books project.)</p> -<div style='margin-top:2em; margin-bottom:4em'>*** START OF THE PROJECT GUTENBERG EBOOK <span lang='es' xml:lang='es'>HISTORIA DE LA CONQUISTA DE MEXICO, VOLUME 2 (OF 3)</span> ***</div> - - -<h1>HISTORIA<br /> -<span class="ssf">DE LA</span><br /> -<span class="mmf">CONQUISTA DE MEXICO,</span><br /> -<span class="sf">POBLACION Y PROGRESOS</span><br /> -<span class="ssf">DE LA</span><br /> -<span class="sf">AMERICA SEPTENTRIONAL,</span><br /> -<span class="ssf">CONOCIDA POR EL NOMBRE DE</span><br /> -NUEVA ESPAÑA,<br /></h1> - -<p class="ph1"><span class="ssf">ESCRIBIALA</span><br /> -<span class="sf">DON ANTONIO DE SOLÍS</span><br /> -<span class="ssf">SECRETARIO DE SU MAGESTAD, Y SU CRONISTA MAYOR<br /> - DE INDIAS.</span></p> - -<p class="ph2">NUEVA EDICION</p> -<p class="ph3">CORREGIDA POR<br /> -<i>DON AGUSTIN LUIS JOSSE.</i></p> - -<hr class="small" /> -<p class="ph3">TOMO SEGUNDO.</p> -<hr class="small" /> - -<p class="ph3">EN LONDRES:</p> -<p class="tdc"><i>En la Imprenta de R. Juigné, 17, Margaret-street, Cavendish-square.</i></p> -<p class="tdc">A EXPENSAS DEL DICHO EDITOR,</p> -<p class="tdc">Se Hallará<br /> - En su casa, No. 18, Broad-street, Golden-square;</p> -<p class="hang">Y en las de B. <span class="smcap">Dulau</span> y Co. Soho-square; T. <span class="smcap">Boosey</span>, Broad-street, - Royal Exchange; <span class="smcap">White</span>, Fleet-street; - <span class="smcap">De Conchy</span>, New Bond-street; -<span class="smcap">Wingrave</span>, Strand; -<span class="smcap">Longman</span> y <span class="smcap">Rees</span>, Paternoster-row; y -<span class="smcap">Lackington</span> y <span class="smcap">Allen</span>, Finsbury-square.</p> -<p class="ph3 tdc">1809. </p> - -<hr class="chap" /> - -<p class="marg10"><span class="smcap">This Work</span>, as well as LAS FÁBULAS LITERARIAS, - por <i>Don Tomas de Yriarte</i>, 1 volume, small 8vo. vellum - paper, price 7s. may be had at</p> -<p class="tdc marg10"> A. L. JOSSE'S,<br /> - </p> -<p class="marg10">Professor of the French and Spanish Languages, author of - a Spanish Grammar, a Course of Exercises, &c. No. 18, - Broad Street, Golden Square.</p> - -<hr class="chap" /> - -<div class="chapter"> - -<p><span class="pagenum"><a id="Page_1">[Pg 1]</a></span></p> - -<p class="ph2">HISTORIA<br /> -<span class="sf"><i>De la Conquista, Poblacion y Progresos de - Nueva España.</i></span></p> -</div> -<hr /> - - -<h2 class="nobreak"><i>LIBRO III.</i></h2> - -<hr class="chap" /> -<h3>CAPITULO PRIMERO.</h3> -<blockquote> - <p><i>Dáse noticia del viage que hicieron á España los - Enviados de Cortés; y de las contradicciones y - embarazos que retardaron su despacho.</i></p> - </blockquote> -<p>Razon es ya que volvamos á los Capitanes Alonso - Hernandez Portocarrero y Francisco de Montejo, - que partieron de la Vera Cruz con el presente y - cartas para el Rey: primera noticia y primer tributo - de la Nueva España. Hicieron su viage con - felicidad, aunque pudieron aventurarla, por no - guardar literalmente las órdenes que llevaban; - cuyas interpretaciones suelen destruir los negocios, - y aciertan pocas veces con el dictámen del superior. - Tenia Francisco de Montejo en la Isla de<span class="pagenum"><a id="Page_2">[Pg 2]</a></span> Cuba cerca de la Habana una de las estancias de - su repartimiento: y quando llegaron á vista del - Cabo de San Anton, propuso á su compañero, y al - piloto Juan de Alaminos, que sería bien acercarse - á ella, y proveerse algunos bastimentos de regalo - para el viage; pues estando aquella poblacion - tan distante de la ciudad de Santiago, donde residia - Diego Velazquez, se contravenia poco á la - substancia del precepto que les puso Cortés para - que se apartasen de su distrito. Consiguió su intento, - logrando con este color el deseo que tenia de - ver su hacienda; y arriesgó no solo el baxel, sino - el presente y todo el negocio de su cargo: porque - Diego Velazquez, á quien desvelaban continuamente - los zelos de Cortés, tenia distribuidas por - todas las poblaciones vecinas á la costa diferentes - espías que le avisasen de qualquiera novedad, temiendo - que enviáse alguno de sus navios á la Isla - de Santo Domingo para dar cuenta de su descubrimiento, - y pedir socorro á los Religiosos Gobernadores: - cuya instancia deseaba prevenir y embarazar. - Supo luego por este medio lo que pasaba - en la estancia de Montejo, y despachó en - breves horas dos baxeles muy veleros, bien artillados - y guarnecidos, para que procurasen aprehender, - á todo riesgo, el navio de Cortés, disponiendo - la faccion con tanto celeridad, que fué necesaria - toda la ciencia y toda la fortuna del piloto - Alaminos para escapar de este peligro, que puso<span class="pagenum"><a id="Page_3">[Pg 3]</a></span> en contingencia todos los progresos de Nueva - España.</p> -<p>Bernal Diaz del Castillo mancha, con poca razon, - la fama de Francisco de Montejo, digno por - su calidad y valor de mejores ausencias. Culpale - de que faltó á la obligacion en que le puso la confianza - de Cortés: dice que salió á su estancia con - ánimo de suspender la navegacion, para que tuviese - tiempo Diego Velazquez de aprehender el - navio: que le escribió una carta con el aviso: que - la llevó un marinero arrojándose al agua; y otras - circunstancias de poco fundamento, en que se contradice - despues, haciendo particular memoria de - la resolucion y actividad con que se opuso Francisco - de Montejo en la Corte á los agentes y valedores - de Diego Velazquez; pero tambien escribe - que no hallaron estos Enviados de Cortés al Emperador - en España, y afirma otras cosas, de que se - conoce la facilidad con que daba los oídos, y que - se deben leer con rezelo sus noticias en todo aquello - que no le informaron sus ojos. Continuaron - su viage por el canal de Bahama, siendo Anton - de Alaminos el primer piloto que se arrojó al - peligro de sus corrientes: y fué menester entónces - toda la violencia con que se precipitan por aquella - parte las aguas entre las Islas Lucáyas y la Florida - para salir á lo ancho con brevedad, y dexar frustradas - las asechanzas de Diego Velazquez.</p> -<p>Favoreciólos el tiempo, y arribaron á Sevilla<span class="pagenum"><a id="Page_4">[Pg 4]</a></span> por Octubre de este año en ménos favorable ocasion, - porque se hallaba en aquella Ciudad el Capellan - Benito Martin, que vino á la Corte, como - diximos, á solicitar las conveniencias de Diego Velazquez: - y habiéndole remitido los títulos de su - Adelantamiento, aguardaba embarcacion para volverse - á la Isla de Cuba. Hizole gran novedad - este accidente; y valiéndose de su introduccion y - solicitud, se querelló de Hernan Cortés, y de los - que venian en su nombre ante los Ministros de la - Contratacion, que ya se llamaba de las Indias, refiriendo:</p> -<blockquote> - <p>"Que aquel navio era de su amo Diego - Velazquez, y todo lo que venía en él perteneciente - á sus conquistas: que la entrada en las - provincias de Tierra Firme se habia executado - furtivamente, y sin autoridad, alzándose Cortés - y los que le acompañaban con la armada que - Diego Velazquez tenia prevenida para la misma - empresa: que los Capitanes Portocarrero y - Montejo eran dignos de grave castigo; y por lo - ménos se debia embargar el baxel y su carga - mientras no legitimasen los títulos, de cuya - virtud emanaba su comision."</p> - </blockquote> -<p>Tenia Diego - Velazquez muchos defensores en Sevilla, porque - regalaba con liberalidad: y esto era lo mismo que - tener razon, por lo ménos en los casos dudosos, - que se interpretan las mas veces con la voluntad. - Admitióse la instancia; y últimamente - se hizo el embargo, permitiendo á los Enviados<span class="pagenum"><a id="Page_5">[Pg 5]</a></span> de Cortés por gran equivalencia que acudiesen al - Rey.</p> -<p>Partieron con esta permision á Barcelona dos - Capitanes y el piloto Alaminos, creyendo hallar - la Corte en aquella ciudad; pero llegaron á tiempo - que acabada de partir el Rey á la Coruña, donde - tenia convocadas las Cortes de Castilla, y prevenida - su armada para pasar á Flandes, instado ya - prolixamente de los clamores de Alemania, que le - llamaban á la corona del Imperio. No se resolvieron - á seguir la Corte, por no hablar de paso en - negocio tan grave, que, mezclado entre las inquietudes - del camino, perderia la novedad, sin hallar - la consideracion: por cuyo reparo se encaminaron - á Medellin con ánimo de visitar á Martin Cortés - y ver si podian conseguir que viniese con ellos á la - presencia del Rey, para que autorizáse con sus canas - y con su representacion la instancia y la persona - de su hijo. Recibiólos aquel venerable anciano - con la ternura que se dexa considerar en un - padre cuidadoso y desconsolado, que ya le lloraba - muerto; y halló con las nuevas de su vida tanto - que admirar en sus acciones, y tanto que celebrar - en su fortuna.</p> -<p>Determinóse luego á seguirlos, y tomando noticia - del parage donde se hallaba el Emperador (asi - le llamarémos ya) supieron que habia de hacer - mansion en Tordesillas, para despedirse de la Reyna - Doña Juana su madre, y despachar algunas<span class="pagenum"><a id="Page_6">[Pg 6]</a></span> dependencias de su jornada. Aquí le esperaron, y - aquí tuvieron la primera audiencia, favorecidos de - una casualidad oportuna: porque los Ministros de - Sevilla no se atrevieron á detener en el embargo lo - que venia para el Emperador; y llegaron á la misma - sazon el presente de Cortés y los Indios de la - nueva conquista: con cuyo accidente fueron mejor - escuchadas las novedades que referian, facilitándose - por los ojos la estrañeza de los oídos: porque - aquellas alhajas de oro preciosas por la materia - y por el arte, aquellas curiosidades y primores de - pluma y algodon, y aquellos racionales de tan rara - fisonomía que parecian hombres de segunda especie, - fueron otros tantos testigos que hicieron - creible, dexando admirable su narracion.</p> -<p>Oyólos el Emperador con mucha gratitud: y el - primer movimiento de aquel ánimo Real fué volverse - á Dios, y darle rendidas gracias de que en - su tiempo se hallasen nuevas regiones donde introducir - su nombre, y dilatar su Evangelio. Tuvo - con ellos diferentes conferencias: informóse cuidadosamente - de las cosas de aquel nuevo Mundo, - del dominio y fuerzas de Motezuma, de la calidad - y talento de Cortés: hizo algunas preguntas al piloto - Alaminos concernientes á la navegacion: mandó - que los Indios se llevasen á Sevilla, para que se - conservasen mejor en temple mas benigno: y segun - lo que se pudo colegir entónces del afecto con - que deseaba fomentar aquella empresa, fuera breve<span class="pagenum"><a id="Page_7">[Pg 7]</a></span> y favorable su resolucion, si no le embarazáran - otras dependencias de gravísimo peso.</p> -<p>Llegaban cada dia nuevas cartas de las ciudades - con proposiciones poco reverentes: lamentabase - Castilla de que se sacasen sus Cortes á Galicia: - estaba zeloso el Reyno de que pesáse mas el Imperio: - andaba mezclada con protestas la obediencia: - y finalmente se iba derramando poco á poco - en los ánimos la semilla de las comunidades. Todos - amaban al Rey, y todos le perdian el respeto: - sentian su ausencia, lloraban su falta; y este amor - natural convertido en pasion, ó mal administrado, - se hizo brevemente amenaza de su dominio. Resolvió - apresurar su jornada, por apartarse de las - quejas; y la executó, creyendo volver con brevedad, - y que no le sería dificultoso corregir despues - aquellos malos humores que dexaba movidos. Así - lo consiguió; pero respetando los altos motivos - que le obligaron á este viage, no podemos dexar - de conocer que se aventuró á gran pérdida: y que, - á la verdad, hace poco por la salud quien se fia del - exceso, en suposicion de que habrá remedios - quando llegue la necesidad.</p> -<p>Quedó remitida, por estos embarazos, la instancia - de Cortés al Cardenal Adriano, y á la junta de - Prelados y Ministros que le habian de aconsejar en - el gobierno durante la ausencia del Emperador, - con órden para que, oyendo al Consejo de Indias, - se tomáse medio en las pretensiones de Diego<span class="pagenum"><a id="Page_8">[Pg 8]</a></span> Velazquez, y se diese calor al descubrimiento y conquista - espiritual de aquella tierra, que ya se iba - dexando conocer por el nombre de Nuera España.</p> -<p>Presidia en este Consejo, formado pocos dias ántes, - Juan Rodriguez de Fonseca, Obispo de Burgos, - y concurrian en él Hernando de Vega Señor de - Grajal, Don Francisco Zapata y Don Antonio de - Padilla, del Consejo Real, y Pedro Martir de Angleria, - Protonotario de Aragon. Tenia el Presidente - gran suposicion en las materias de las Indias, - porque las habia manejado muchos dias, y todos - cedian á su autoridad y á su experiencia. Favorecia - con descubierta voluntad á Diego Velazquez, - y pudo ser que le hiciese fuerza su razon, ó el concepto - en que le tenia: que Bernal Diaz del Castillo - refiere las causas de su pasion con indecencia - y prolixidad: pero tambien dice lo que oyó, y sería - mucho ménos, ó no sería. Lo que no se puede - negar es, que perdió mucho en sus informes la - causa de Cortés, y que dió mal nombre á su conquista - tratándola como delito de mala conseqüencia. - Representaba que Diego Velazquez, segun - el título que tenia del Emperador, era dueño de la - empresa, y segun justicia, de los mismos medios - con que se habia conseguido. Ponderaba lo poco - que se podia fiar de un hombre rebelde á su mismo - superior, y lo que se debian temer en provincias - tan remotas estos principios de sedicion: protestaba - los daños; y últimamente cargó tanto la<span class="pagenum"><a id="Page_9">[Pg 9]</a></span> mano en sus representaciones, que puso en cuidado - al Cardenal y á los de la junta. No dexaban - de conocer que se afectaba con sobrado fervor la - razon de Diego Velazquez; pero no se atrevian á - resolver negocio tan grave contra el parecer de un - Ministro tan graduado; ni tenian por conveniente - desconfiar á Cortés, quando estaba tan arrestado, - y en la verdad se le debia un descubrimiento tanto - mayor que los pasados. Cuyas dudas y contradicciones - fueron retardando la resolucion de modo - que volvió el Emperador de su jornada, y llegaron - segundos Comisarios de Cortés, primero que se tomáse - acuerdo en sus pretensiones. Lo mas que - pudieron conseguir Martin Cortés y sus compañeros - fué, que se les mandasen librar algunas cantidades - para su gasto sobre los mismos efectos que - tenian embargados en Sevilla; con cuya moderada - subvencion estuvieron dos años en la Corte, siguiendo - los Tribunales como pretendientes desvalidos: - hecho esta vez negocio particular el interés de la - Monarquía, de quantas suelen hacerse causa pública - los intereses particulares.</p> -<hr class="chap" /> -<div class="chapter"> -<p><span class="pagenum"><a id="Page_10">[Pg 10]</a></span></p> -<h3>CAPITULO II.</h3> -</div> -<blockquote> - <p><i>Procura Motezuma Desviar la paz de Tlascála: - vienen los de aquella república á continuar su - instancia; y Hernan Cortés executa su marcha, - y hace su entrada en la ciudad.</i></p> - </blockquote> -<p>En el discurso de los seis dias que se detuvo Hernan - Cortés en su alojamiento para cumplir con los - Mexicanos, se conoció con nuevas experiencias el - afecto con que deseaban la paz los de Tlascála, y - quanto se rezelaban de los oficios y diligencias de - Motezuma. Llegaron dentro del plazo señalado - los Embaxadores que se esperaban, y fueron recibidos - con la urbanidad acostumbrada. Venian seis - caballeros de la familia Real con lucido acompañamiento, - y otro presente de la misma calidad, y poco - mas valor que el pasado. Habló el uno de - ellos, y, no sin aparato de palabras y exâgeraciones, - ponderó:</p> -<blockquote> - <p>"Quánto deseaba el supremo Emperador - (y al decir su nombre hicieron todos una - profunda humiliacion) ser amigo y confederado - del Príncipe grande, á quien obedecian los Españoles, - cuya magestad resplandecia tanto en el - valor de sus vasallos, que se hallaba inclinado á - pagarle todos los años algun tributo, partiendo<span class="pagenum"><a id="Page_11">[Pg 11]</a></span> con él las riquezas de que abundaba, porque le - tenia en gran veneracion, considerándole hijo - del sol, ó por lo ménos señor de las regiones felicísimas - donde nace la luz; pero que habian de - preceder á este ajustamiento dos condiciones. - La primera, que se abstuviesen Hernan Cortés - y los suyos de confederarse con los de Tlascála; - pues no era bien que, hallándose tan obligados - de sus dádivas, se hiciesen parciales de sus enemigos. - Y la segunda, que acabasen de persuadirse - á que no era posible, ni puesto en razon el - intento de pasar á México: porque, segun las - leyes de su imperio, ni él podia dexarse ver de - gentes extrangera<i>s</i>, ni sus vasallos lo permitirian. - Que considerasen bien los peligros de - ambas temeridades; porque los Tlascaltécas - eran tan inclinados á la traicion y al latrocinio, - que solo tratarian de asegurarlos para vengarse - de ellos, y aprovecharse del oro con que los habia - enriquecido; y los Mexicanos tan zelosos de - sus leyes, y tan mal acondicionados, que no podria - reprimirlos su autoridad, ni los Españoles - quejarse de lo que padeciesen, tantas veces - amonestados de lo que aventuraban."</p> - </blockquote> -<p>De este género fué la oracion del Mexicano, y - todas las embaxadas y diligencias de Motezuma - paraban en procurar que no se le acercasen los - Españoles. Mirabalos con el horror de sus presagios; - y fingiéndose la obediencia de sus dioses,<span class="pagenum"><a id="Page_12">[Pg 12]</a></span> hacia religion de su mismo desaliento. Suspendió - Cortés por entónces su respuesta, y solo dixo:</p> -<blockquote> - <p>"Que sería razon que descansasen de su jornada, - y que los despacharia brevemente."</p> - </blockquote> -<p>Deseaba - que fuesen testigos de la paz de Tlascála; y miró - tambien á lo que importaba detenerlos, porque no - se despecháse Motezuma con la noticia de su resolucion, - y tratáse de ponerse en defensa: que ya se - sabía su desprevencion, y no se ignoraba la facilidad - con que podia convocar sus exércitos.</p> -<p>Dieron tanto cuidado en Tlascála estas embaxadas, - á que atribuían la detencion de Cortés, que - resolvieron los del gobierno, por última demostracion - de su afecto, venir al quartel en forma de Senado - para conducirle á su ciudad; ó no volver á - ella sin dexar enteramente acreditada la sinceridad - de su trato, y desvanecidas las negociaciones de - Motezuma.</p> -<p>Era solemne y numeroso el acompañamiento, y - pacífico el color de los adornos y las plumas. Venian - los Senadores en andas ó sillas portátiles sobre - los hombros de ministros inferiores; y en el - mejor lugar Magiscatzín, que favoreció siempre la - causa de los Españoles, y el padre de Xicotencál, - anciano venerable, á quien habia quitado los ojos - la vejez, pero sin ofender la cabeza; pues se conservaba - todavia con opinion de sabio entre los - Consejeros. Apearonse poco ántes de llegar á la - casa donde los esperaba Cortés: y el ciego se<span class="pagenum"><a id="Page_13">[Pg 13]</a></span> adelantó á los demas, pidiendo á los que le conducian - que le acercasen al Capitan de los Orientales. Abrazóle - con extraordinario contento, y despues le - aplicaba por diferentes partes el tacto, como quien - deseaba conocerle, supliendo con las manos el defecto - de los ojos. Sentáronse todos, y á ruego de - Magiscatzín habló el ciego en esta substancia:</p> -<blockquote> - <p>"Ya, valeroso Capitan, seas, ó no, del género - mortal, tienes en tu poder al Senado de Tlascála, - última señal de nuestro rendimiento. No venimos - á disculpar el yerro de nuestra nacion; - sino á tomarle sobre nosotros, fiando á nuestra - verdad tu desenojo. Nuestra fué la resolucion - de la guerra: pero tambien ha sido nuestra la - determinacion de la paz. Apresurada fué la - primera, y tarda es la segunda; pero no suelen - ser de peor calidad las resoluciones mas consideradas; - ántes se borra con trabajo lo que se - imprime con dificultad: y puedo asegurar que - la misma detencion nos dió mayor conocimiento - de tu valor, y profundó los cimientos de nuestra - constancia. No ignoramos que Motezuma intenta - disuadirte de nuestra confederacion: escuchale - como á nuestro enemigo, si no le considerares - como tirano, que ya lo parece quien te - busca para la sinrazon. Nosotros no queremos - que nos ayudes contra él, que, para todo lo que - no eres tú, nos bastan nuestras fuerzas: solo - sentirémos que fies tu seguridad de sus ofertas;<span class="pagenum"><a id="Page_14">[Pg 14]</a></span> porque conocemos sus artificios y maquinaciones, - y acá en mi ceguedad se me ofrecen algunas luces - que me descubren desde lejos tu peligro. - Puede ser que Tlascála se haga famosa en el - mundo por la defensa de tu razon; pero dexemos - al tiempo tu desengaño: que no es vaticinio - lo que se colige fácilmente de su tiranía y - de nuestra fidelidad. Ya nos ofreciste la paz: - ¿si no te detiene Motezuma, qué te detiene? - ¿Por qué te niegas á nuestras instancias? ¿Por - qué dexas de honrar nuestra ciudad con tu presencia? - Resueltos venimos á conquistar de una - vez tu voluntad y tu confianza, ó poner en tus - manos nuestra libertad: elige, pues, de estos - dos partidos el que mas te agradáre: que para - nosotros nada es tercero entre las dos fortunas, - de tus amigos ó tus prisioneros."</p> - </blockquote> -<p>Así concluyó su oracion el ciego venerable, porque - no faltáse algun Apio Claudio en este consistorio, - como el otro que oró en el Senado contra los - Epirótas: y no se puede negar que los Tlascaltécas - eran hombres de mas que ordinario discurso, como - se ha visto en su gobierno, acciones y razonamientos. - Algunos escritores poco afectos á la nacion - Española tratan á los Indios como brutos incapaces - de razon, para dar ménos estimacion á su - conquista. Es verdad que se admiraban con simplicidad - de ver hombres de otro género, color y - trage: que tenian por monstruosidad las barbas,<span class="pagenum"><a id="Page_15">[Pg 15]</a></span> accidente que negó á sus rostros la naturaleza: que - daban el oro por el vidrio: que tenian por rayos - las armas de fuego, y por fieras los caballos; pero - todos eran efectos de la novedad, que ofenden poco - al entendimiento: porque la admiracion, aunque - suponga ignorancia, no supone incapacidad; ni - propiamente se puede llamar ignorancia la falta de - noticia. Dios los hizo racionales; y no, porque - permitió su ceguedad, dexó de poner en ellos toda - la capacidad y dotes naturales que fueron necesarios - á la conservacion de la especie, y debidos á la - perfeccion de sus obras. Volvamos, empero, á - nuestra narracion, y no autorizemos la calumnia - sobrando en la defensa.</p> -<p>No pudo resistir Hernan Cortés á esta demostracion - del Senado, ni tenia ya que esperar, habiéndose - cumplido el término que ofreció á los Mexicanos; - y así respondió con toda estimacion á los - Senadores, y los hizo regalar con algunos presentes, - deseando acreditar con ellos su agrado y su confianza. - Fué necesario persuadirlos con resolucion - para que se volviesen: y lo consiguió, dándoles - palabra de mudar luego su alojamiento á la ciudad, - sin mas detencion que la necesaria para juntar - alguna gente de los lugares vecinos que conduxesen - la artillería y el bagage. Aceptaron ellos - la palabra, haciéndosela repetir con mas afecto que - desconfianza; y partieron contentos y asegurados, - tomando á su cuenta la diligencia de juntar y<span class="pagenum"><a id="Page_16">[Pg 16]</a></span> remitir los Indios de carga que fuesen menester: y - apénas rayó la primera luz del dia siguiente, - quando se hallaron á la puerta del quartel quinientos - Tamenes tan bien industriados, que competian - sobre la carga, haciendo pretension de su mismo - trabajo.</p> -<p>Tratóse luego de la marcha: pusose la gente en - esquadron, y dando su lugar á la artillería y al bagage, - se fué siguiendo el camino de Tlascála con - toda la buena ordenanza, prevencion y cuidado - que observaba siempre aquel pequeño exército: á - cuya rigurosa disciplina se debió mucha parte de - sus operaciones. Estaba la campaña por ambos - lados poblada de innumerables Indios, que salian - de sus pueblos á la novedad: y eran tantos sus - gritos y ademanes, que pudieran pasar por clamores - ó amenazas de las que usaban en la guerra, - si no dixera Doña Marina que usaban tambien de - aquellos alaridos en sus mayores fiestas, y que, celebrando - á su modo la dicha que habian conseguido, - victoreaban y bendecian á los nuevos amigos: - con cuya noticia se llevó mejor la molestia de las - voces, siendo necesaria entónces la paciencia para - el aplauso.</p> -<p>Salieron los Senadores largo trecho de la ciudad - á recibir el exército con toda la ostentacion y pompa - de sus funciones públicas, asistidos de los nobles, - que hacian vanidad en semejantes casos de - autorizar á los ministros de su república.<span class="pagenum"><a id="Page_17">[Pg 17]</a></span> Hicieron al llegar sus reverencias; y sin detenerse - caminaron delante, dando á entender con este apresurado - rendimiento lo que deseaban adelantar - la marcha, ó no detener á los que acompañaban.</p> -<p>Al entrar en la ciudad resonaron los víctores y - aclamaciones con mayor estruendo; porque se - mezclaba con el grito popular la música disonante - de sus flautas, atabalillos y bocinas. Era tanto el - concurso de la gente, que trabajaron mucho los - ministros del Senado en concertar la muchedumbre, - para desembarazar las calles. Arrojaban las - mugeres diferentes flores sobre los Españoles, y las - mas atrevidas ó ménos recatadas se acercaban - hasta ponerlas en sus manos. Los sacerdotes arrastrando - las ropas talares de sus sacrificios, salieron - al paso con sus braserillos de copal; y sin - saber que acertaban, significaron el aplauso con el - humo. Dexábase conocer en los semblantes de - todos la sinceridad del ánimo; pero con varios - afectos: porque andaba la admiracion mezclada - con el contento, y el alborozo templado con la veneracion. - El alojamiento que tenian prevenido - con todo lo necesario para la comodidad y el regalo, - era la mejor casa de la ciudad, donde habia - tres ó quatro patios muy espaciosos, con tantos y - tan capaces aposentos, que consiguió Cortés sin - dificultad la conveniencia de tener unida su gente. - Llevó consigo á los Embaxadores de Motezuma, - por mas que lo resistieron, y los alojó cerca de sí:<span class="pagenum"><a id="Page_18">[Pg 18]</a></span> porque iban asegurados en su respeto, y estaban - temerosos de que se les hiciese alguna violencia. - Fué la entrada, y última reduccion de Tlascála en - veinte y tres de Septiembre del mismo año de mil - y quinientos y diez y nueve: dia en que los Españoles - consiguieron una paz con circunstancias de - triunfo, tan durable y de tanta conseqüencia para - la conquista de Nueva España, que se conservan - hoy en aquella provincia diferentes prerogativas y - exênciones obtenidas en remuneracion de aquella - primera constancia. Honrado monumento de su - antigua fidelidad.</p> -<hr class="chap" /> -<div class="chapter"> -<h3>CAPITULO III.</h3> -</div> -<blockquote> - <p><i>Describese La Ciudad de Tlascála: quejanse los - Senadores de que anduviesen armados los Españoles, - sintiendo su desconfianza; y Cortés - los satisface, y procura reducir á que dexen la - idolatría:</i></p> - </blockquote> -<p>Era entónces Tlascála una ciudad muy populosa, - fundada sobre quatro eminencias poco distantes, - que se prolongaban de oriente á poniente con desigual - magnitud: y fiadas en la natural fortaleza - de sus peñascos contenian en sí los edificios, formando - quatro cabeceras ó barrios distintos, cuya<span class="pagenum"><a id="Page_19">[Pg 19]</a></span> division se unia y comunicaba por diferentes calles - de paredes gruesas que servian de muralla. Gobernaban - estas poblaciones con señorio de vasallage - quatro Caciques descendientes de sus primeros - fundadores, que pendian del Senado, y ordinariamente - concurrian en él; pero con sujecion á - sus órdenes en todo lo político, y segundas instancias - de sus vasallos. Las casas se levantaban moderadamente - de la tierra, porque no usaban segundo - techo: su fábrica de piedra y ladrillo; y en - vez de tejados, azoteas y corredores. Las calles - angostas y torcidas, segun conservaba su dificultad - la aspereza de la montaña. ¡Extraordinaria situacion - y arquitectura! ménos á la comodidad, que - á la defensa.</p> -<p>Tenia toda la provincia cincuenta leguas de circunferencia: - diez su longitud de oriente á poniente; - y quatro su latitud de norte á sur. Pais - montuoso y quebrado, pero muy fertil, y bien cultivado - en todos los parages donde la freqüencia de - los riscos daba lugar al beneficio de la tierra. - Confinaba por todas partes con provincias de la - faccion de Motezuma: solo por la del norte cerraba, - mas que dividia, sus límites la gran cordillera, - por cuyas montañas inaccesibles se comunicaban - con los Otomíes, Totonaques y otras naciones bárbaras - de su confederacion. Las poblaciones eran - muchas y de numerosa vecindad. La gente, inclinada - desde la niñez á la supersticion, y al exercicio<span class="pagenum"><a id="Page_20">[Pg 20]</a></span> de las armas, en cuyo manejo se imponian y - habilitaban con emulacion; hicieselos montaraces - el clima, ó valientes la necesidad. Abundaban de - maiz, y esta semilla respondia tan bien al sudor de - los villanos, que dió á la provincia el nombre de - Tlascála: voz que en su lengua es lo mismo que - tierra de pan. Habia frutas de gran variedad y - regalo: cazas de todo género; y era una de sus - fertilidades la Cochinilla, cuyo uso no conocian, - hasta que le aprendieron de los Españoles. Debióse - de llamar así del grano coccineo, que dió entre - nosotros nombre á la grana; pero en aquellas - partes es un género de insecto como gusanillo pequeño, - que nace, y adquiere la última sazon sobre - las hojas de un arbol rústico y espinoso, que llamaban - entónces tuna silvestre, y ya le benefician - como fructífero; debiendo su mayor comercio y - utilidad al precioso tinte de sus gusanos, nada inferior - al que hallaron los antiguos en la sangre del - múrice y la púrpura, tan celebrado en los mantos - de sus Reyes.</p> -<p>Tenia tambien sus pensiones la felicidad natural - de aquella provincia sujeta, por la vecindad de - las montañas, á grandes tempestades, horribles - huracanes, y freqüentes inundaciones del rio Zahual, - que no contento algunos años con destruir - las mieses, y arrancar los árboles, solia buscar los - edificios en lo mas alto de las eminencias. Dicen - que Zahual en su idioma significa rio de sarna,<span class="pagenum"><a id="Page_21">[Pg 21]</a></span> porque se cubrian de ella los que usaban de sus - aguas en la bebida ó en el baño: segunda malignidad - de su corriente. Y no era la menor entre las - calamidades que padecia Tlascála el carecer de sal, - cuya falta desazonaba todas sus abundancias: y - aunque pudieran traerla fácilmente de las tierras - de Motezuma con el precio de sus granos, tenian á - menor inconveniente sufrir el sinsabor de sus manjares, - que abrir el comercio á sus enemigos.</p> -<p>Estas y otras observaciones de su gobierno reparables - á la verdad en la rudeza de aquella gente, - hacian admiracion, y ponian en cuidado á los Españoles. - Cortés escondia su rezelo; pero continuaba - las guardias en su alojamiento: y quando - salia con los Indios á la ciudad, llevaba consigo - parte de su gente, sin olvidar las armas de fuego. - Andaban tambien en tropas los soldados, y con la - misma prevencion, procurando todas acreditar la - confianza, de manera que no pareciese descuido. - Pero los Indios, que deseaban sin artificio ni afectacion - la amistad de los Españoles, se desconsolaban - pundonorosamente de que no se arrimasen las - armas, y se acabáse de creer su fidelidad: punto - que se discurrió en el Senado; por cuyo decreto - vino Magiscatzín á significar este sentimiento á - Cortés, y ponderó mucho:</p> -<blockquote> - <p>"Quanto disonaban - aquellas prevenciones de guerra donde todos - estaban sujetos, obedientes y deseosos de agradar: - que la vigilancia con que se vivia en el<span class="pagenum"><a id="Page_22">[Pg 22]</a></span> quartel denotaba poca seguridad; y los soldados - que salian á la ciudad con sus rayos al hombro; - puesto que no hiciesen mal, ofendian mas - con la desconfianza, que ofendieran con el agravio. - Dixo que las armas se debian tratar como - peso inútil donde no eran necesarias, y parecian - mal entre amigos de buena ley, y desarmados:"</p> - </blockquote> -<p>y concluyó, suplicando encarecidamente á Cortés - de parte del Senado, y toda la ciudad:</p> -<blockquote> - <p>"Que - mandáse cesar en aquellas demostraciones y aparatos, - que, al parecer, conservaban señales de - guerra mal fenecida, ó por lo ménos eran indicios - de amistad escrupulosa."</p> - </blockquote> -<p>Cortés le respondió:</p> -<blockquote> - <p>"Que tenia conocida la - buena correspondencia de sus ciudadanos, y - estaba sin rezelo de que pudiesen contravenir á - la paz que tanto habian deseado: que las guardias - que se hacian, y el cuidado que reparaban - en su alojamiento, era conforme á la usanza de - su tierra, donde vivian siempre militarmente - los soldados, y se habilitaban en el tiempo de - la paz á los trabajos de la guerra, por cuyo medio - se aprendia la obediencia, y se hacia costumbre - la vigilancia: que las armas tambien - eran adorno y circunstancia de su trage, y las - traían como gala de su profesion; por cuya causa - les pedia que se asegurasen de su amistad, y - no estrañasen aquellas demostraciones propias de - su milicia, y compatibles con la paz entre los de<span class="pagenum"><a id="Page_23">[Pg 23]</a></span> su nacion."</p> - </blockquote> -<p>Halló camino de satisfacer á sus - amigos, sin faltar á la razon de su cautela: y Magiscatzín, - hombre de espíritu guerrero, que habia - gobernado en su mocedad las armas de su república, - se agradó tanto de aquel estilo militar y loable - costumbre, que no solo volvió sin queja, pero fué - deseoso de introducir en sus exércitos este género - de vigilancia y exercicios, que distinguian y habilitaban - los soldados.</p> -<p>Quietaronse con esta noticia los paisanos, y asistian - todos con diligente servidumbre al obsequio - de los Españoles. Conociase mas cada dia su voluntad: - los regalos fueron muchos, cazas de todos - géneros, y frutas extraordinarias, con algunas ropas - y curiosidades de poco precio, pero lo mejor - que daba de sí la penuría de aquellos montes, cerrados - al comercio de las regiones que producian el - oro y la plata. La mejor sala del alojamiento se - reservó para capilla, donde se levantó sobre gradas - el altar, y se colocaron algunas imágenes con la - mayor decencia que fué posible. Celebrabase todos - los dias el santo sacrificio de la Misa con asistencia - de los Indios principales, que callaban admirados - ó respectivos; y aunque no estuviesen devotos, - cuidaban de no estorvar la devocion. Todo - lo reparaban, y tódo les hacia novedad, y mayor - estimacion de los Españoles: cuyas virtudes conocian - y veneraban, mas por lo que se hacen ellas<span class="pagenum"><a id="Page_24">[Pg 24]</a></span> amar, que porque las supiesen el nombre, ni las - exercitasen.</p> -<p>Un dia preguntó Magiscatzín á Cortés:</p> -<blockquote> - <p>"Si - era mortal: porque sus obras y las de su gente - parecian mas que naturales, y contenian en sí - aquel género de bondad y grandeza que consideraban - ellos en sus Dioses; pero que no entendian - aquellas ceremonias con que, al parecer, - reconocian otra Deidad superior: porque los - aparatos eran de sacrificio, y no hallaban en él - la víctima, ó la ofrenda con que se aplacaban - los Dioses; ni sabian que pudiese haber sacrificio, - sin que muriese alguno por la salud de los - demas."</p> - </blockquote> -<p>Con esta ocasion tomó la mano Cortés, y satisfaciendo - á sus preguntas, confesó con ingenuidad:</p> -<blockquote> - <p>"Que su naturaleza, y la de todos sus soldados - era mortal;"</p> - </blockquote> -<p>porque no se atrevió á contemporizar - con el engaño de aquella gente, quando trataba - de volver por la verdad infalible de su Religion; - pero añadió:</p> -<blockquote> - <p>"Que como hijos de mejor - clima tenian mas espíritu y mayores fuerzas que - los otros hombres:"</p> - </blockquote> -<p>y sin admitir el atributo de - inmortal, se quedó con la reputacion de invencible. - Dixoles tambien:</p> -<blockquote> - <p>"Que no solo reconocian superior - en el Cielo, donde adoraban al único Señor - de todo el universo; pero tambien eran súbditos - y vasallos del mayor Príncipe de la tierra,<span class="pagenum"><a id="Page_25">[Pg 25]</a></span> en cuyo dominio estaban ya los de Tlascála: - pues siendo hermanos de los Españoles, no podian - dexar de obedecer á quien ellos obedecian."</p> - </blockquote> -<p>Pasó luego á discurrir en lo mas esencial; y aunque - oró fervorosamente contra la idolatría, hallando - con su buena razon bastantes fundamentos para - impugnar y destruir la multiplicidad de los - Dioses, y el error abominable de sus sacrificios, - quando llegó á tocar en los misterios de la Fé, le - parecieron dignos de mejor explicacion, y dió lugar, - discreto hasta en callar á tiempo, para que - habláse el Padre Fray Bartolomé de Olmedo. - Procuró este Religioso introducirlos poco á poco - en el conocimiento de la verdad, explicando como - docto y como prudente los puntos principales de - la Religion Christiana, de modo que pudiese abrazarlos - la voluntad sin fatiga del entendimiento: - porque nunca es bien dar con toda la luz en los - ojos á los que habitan en la obscuridad. Pero - Magiscatzín, y los demas que le asistian, dieron - por entónces poca esperanza de reducirse. Decian:</p> -<blockquote> - <p>"Que aquel Dios, á quien adoraban los - Españoles, era muy grande, y sería mayor que - los suyos; pero que cada uno tenia poder en su - tierra, y allí necesitaban de un Dios contra los - rayos y tempestades: de otro para la guerra: y - así de las demas necesidades; porque no era posible - que uno solo cuidáse de todo."</p> - </blockquote> -<p>Mejor<span class="pagenum"><a id="Page_26">[Pg 26]</a></span> admitieron la proposicion del Señor temporal: porque - se allanaron desde luego á ser sus vasallos, y - preguntaban si los defenderia de Motezuma, poniendo - en esto la razon de su obediencia; pero al - mismo tiempo pedian con humildad y encogimiento:</p> -<blockquote> - <p>"Que no saliese de allí la plática de - mudar religion, porque si lo llegaban á entender - sus Dioses, llamarian á sus tempestades, y - echarian mano de sus avenidas para que los aniquilasen."</p> - </blockquote> -<p>Así los tenia poseídos el error, y - atemorizados el demonio. Lo mas que se pudo - conseguir entónces fué, que dexasen los sacrificios - de sangre humana, porque les hizo fuerza lo que - se oponian á la ley natural: y con efecto fueron - puestos en libertad los miserables cautivos que habian - de morir en sus festividades, y se rompieron - diferentes cárceles y jaulas, donde los tenian y - preparaban con el buen tratamiento, no tanto porque - llegasen decentes al sacrificio, como porque - no viniesen deslucidos al plato.</p> -<p>No quedó satisfecho Hernan Cortés con esta - demostracion; ántes proponia entre los suyos que - se derribasen los ídolos, trayendo en conseqüencia - la faccion y el suceso de Zempoala; como si fuera - lo mismo intentar semejante novedad en lugar de - tanto mayor poblacion: engañabale su zelo, y no - le desengañaba su ánimo. Pero el Padre Fray - Bartolomé de Olmedo le puso en razon, diciéndole<span class="pagenum"><a id="Page_27">[Pg 27]</a></span> con entereza religiosa:</p> -<blockquote> - <p>"Que no estaba sin - escrúpulo de la fuerza que se hizo á los de Zempoala: - porque se compadecian mal la violencia - y el Evangelio; y aquello en la substancia era - derribar los altares, y dexar los ídolos en el corazon. - A que añadió: que la empresa de reducir - aquellos Gentiles pedia mas tiempo y mas - suavidad: porque no era buen camino para - darles á conocer su engaño, malquistar con torcedores - la verdad; y ántes de introducir á Dios, - se debia desterrar al demonio: guerra de otra - milicia y de otras armas."</p> - </blockquote> -<p>A cuya persuasion - y autoridad rindió Hernan Cortés su dictámen, - reprimiendo los ímpetus de su piedad; y de allí - adelante se trató solamente de ganar y disponer - las voluntades de aquellos Indios, haciendo amable - con las obras la Religion, para que, á vista de ellas, - conociesen la disonancia y abominacion de sus - costumbres, y por estas la deformidad y torpeza - de sus Dioses.</p> -<hr class="chap" /> -<div class="chapter"> -<p><span class="pagenum"><a id="Page_28">[Pg 28]</a></span></p> -<h3>CAPITULO IV.</h3> -</div> -<blockquote> - <p><i>Despacha Hernan Cortés los Embaxadores de - Motezuma. Reconoce Diego de Ordaz el volcan - de Popocatepec, y se resuelve la jornada - por Cholúla.</i></p> - </blockquote> -<p>Pasados tres ó quatro dias, que se gastaron en estas - primeras funciones de Tlascála, volvió el ánimo - Cortés al despacho de los Embaxadores Mexicanos. - Detuvolos para que viesen totalmente - rendidos á los que tenian por indómitos: y la respuesta - que les dió fué breve y artificiosa: </p> -<p class="blockquot">"Que - dixesen á Motezuma lo que llevaban entendido, - y habia pasado en su presencia: las instancias - y demostraciones con que solicitaron y merecieron - la paz los de Tlascála: el afecto y buena - correspondencia con que la mantenian: que ya - estaban á su disposicion, y era tan dueño de sus - voluntades, que esperaba reducirlos á la obediencia - de su Príncipe, siendo esta una de las conveniencias - que resultarian de su embaxada, entre - otras de mayor importancia, que le obligaban - á continuar el viage, y á solicitar entónces - su benignidad, para merecer despues su agradecimiento."</p> -<p>Con cuyo despacho, y la escolta<span class="pagenum"><a id="Page_29">[Pg 29]</a></span> que pareció necesaria, partieron luego los Embaxadores - mas enterados de la verdad, que satisfechos - de la respuesta. Y Hernan Cortés se halló empeñado - en detenerse algunos dias en Tlascála, - porque iban llegando á dar la obediencia los pueblos - principales de la república, y las naciones de - su confederacion, cuyo acto se revalidaba con instrumento - público, y se autorizaba con el nombre - del Rey Don Carlos, conocido ya y venerado entre - aquellos Indios con un género de verdad en la sujecion, - que se dexaba colegir del respeto que tenian - á sus vasallos.</p> -<p>Sucedió por este tiempo un accidente que hizo - novedad á los Españoles, y puso en confusion á - los Indios. Descubrese desde lo alto del sitio, - donde estaba entónces la ciudad de Tlascála, el - volcan de Popocatepec en la cumbre de una sierra, - que á distancia de ocho leguas se descuella considerablemente - sobre los otros montes. Empezó - en aquella sazon á turbar el dia con grandes y espantosas - avenidas de humo tan rápido y violento, - que subia derecho largo espacio del ayre, sin ceder - á los ímpetus del viento, hasta que, perdiendo la - fuerza en lo alto, se dexaba esparcir y dilatar á todas - partes, y formaba una nube mas ó ménos obscura, - segun la porcion de ceniza que llevaba consigo. - Salian de quando en quando mezcladas con - el humo algunas llamaradas ó globos de fuego, que, - al parecer, se dividian en centellas; y serian las<span class="pagenum"><a id="Page_30">[Pg 30]</a></span> piedras encendidas que arrojaba el volcan, ó algunos - pedazos de materia combustible, que duraban - segun su alimento.</p> -<p>No se espantaban los Indios de ver el humo, - por ser freqüente y casi ordinario en este volcan; - pero el fuego, que se manifestaba pocas veces, los - entristecia y atemorizaba como presagio de venideros - males: porque tenian aprendido que las - centellas, quando se derramaban por el ayre, y no - volvian á caer en el volcan, eran las almas de los - tiranos que salian á castigar la tierra: y que sus - Dioses, quando estaban indignados, se valian de - ellos como instrumentos adequados á la calamidad - de los pueblos.</p> -<p>En este delirio de su imaginacion estaban discurriendo - con Hernan Cortés Magiscatzín, y algunos - de aquellos magnátes que ordinariamente le - asistian: y él reparando en aquel rudo conocimiento - que mostraban de la inmortalidad, premio y - castigo de las almas, procuraba darles á entender - los errores con que tenian desfigurada esta verdad, - quando entró Diego de Ordaz á pedirle licencia - para reconocer desde mas cerca el volcan, ofreciendo - subir á lo alto de la sierra, y observar todo el - secreto de aquella novedad. Espantaronse los Indios - de oir semejante proposicion; y procurando - informarle del peligro, y desviarle del intento, decian:</p> -<blockquote> - <p>"Que los mas valientes de su tierra solo - se atrevian á visitar alguna vez unas ermitas de<span class="pagenum"><a id="Page_31">[Pg 31]</a></span> sus Dioses que estaban á la mitad de la eminencia; - pero que de allí adelante no se hallaria - huella de humano pie, ni eran sufribles los - temblores y bramidos con que se defendia la - montaña."</p> - </blockquote> -<p>Diego de Ordaz se encendió mas - en su deseo con la misma dificultad que le ponderaban: - y Hernan Cortés, aunque lo tuvo por - temeridad, le dió licencia para intentarlo, porque - viesen aquellos Indios, que no estaban negados, sus - imposibles al valor de los Españoles: zeloso á todas - horas de su reputacion y la de su gente.</p> -<p>Acompañaron á Diego de Ordaz en esta faccion - dos soldados de su compañía y algunos Indios - principales, que ofrecieron llegar con él hasta las - ermitas, lastimándose mucho de que iban á ser - testigos de su muerte. Es el monte muy delicioso - en su principio: hermoseanle por todas partes - frondosas arboledas, que, subiendo largo trecho - con la cuesta, suavizan el camino con su amenidad, - y, al parecer, con engañoso divertimiento llevan - al peligro por el deleyte. Vase despues esterilizando - la tierra, parte con la nieve que dura todo - el año en los parages que desampara el sol ó - perdona el fuego, y parte con la ceniza que blanquea - tambien desde lejos con la oposicion del humo. - Quedaronse los Indios en la estancia de las - ermitas, y partió Diego de Ordaz con sus dos soldados, - trepando animosamente por los riscos, y poniendo - muchas veces los pies donde estuvieron las<span class="pagenum"><a id="Page_32">[Pg 32]</a></span> manos: pero quando llegaron á poca distancia de - la cumbre, sintieron que se movia la tierra con violentos - y repetidos bayvenes, y percibieron los bramidos - horribles del volcan, que á breve rato disparó - con mayor estruendo gran cantidad de fuego - envuelto en humo y ceniza: y aunque subió derecho - sin calentar lo transversal del ayre, se dilató - despues en lo alto, y volvió sobre los tres una lluvia - de ceniza tan espesa y tan encendida, que necesitaron - de buscar su defensa en el cóncavo de - una peña, donde faltó el aliento á los Españoles, y - quisieron volverse; pero Diego de Ordaz viendo - que cesaba el terremoto, que se mitigaba el estruendo, - y salia ménos denso el humo, los ánimo con - adelantarse, y llegó intrepidamente á la boca del - volcan, en cuyo fondo observó una gran masa de - fuego, que, al parecer, hervia como materia líquida - y resplandeciente; y reparó en el tamaño de la - boca que ocupaba casi toda la cumbre, y tendria - como un quarto de legua su circunferencia. Volvieron - con esta noticia, y recibieron enhorabuenas - de su hazaña, con grande asombro de los Indios, - que redundó en mayor estimacion de los Españoles. - Esta bizarría de Diego de Ordaz no pasó - entónces de una curiosidad temeraria; pero el - tiempo la hizo de conseqüencia, y todo servia en - esta obra: pues hallándose despues el exército con - falta de pólvora para la segunda entrada que se - hizo por fuerza de armas en México, se acordó<span class="pagenum"><a id="Page_33">[Pg 33]</a></span> Cortés de los hervores de fuego líquido que se - vieron en este volcan, y halló en él toda la cantidad - que hubo menester de finísimo azufre para fabricar - esta municion: con que se hizo recomendable - y necesario el arrojamiento de Diego de Ordaz, - y fué su noticia de tanto provecho en la conquista, - que se la premió despues el Emperador con - algunas mercedes, y ennobleció la misma faccion - dándole por armas el volcan.</p> -<p>Veinte dias se detuvieron los Españoles en Tlascála, - parte por las visitas que ocurrieron de las naciones - vecinas, y parte por el consuelo de los mismos - naturales, tan bien hallados ya con los Españoles, - que procuraban dilatar el plazo de su ausencia - con varios festejos y regocijos públicos, bayles - á su modo, y exercicios de sus agilidades. Señalado - el dia para la jornada, se movió disputa sobre - la eleccion del camino: inclinabase Cortés á - ir por Cholúla, ciudad, como diximos, de gran poblacion, - en cuyo distrito solian alojarse las tropas - veteranas de Motezuma.</p> -<p>Contradecian esta resolucion los Tlascaltécas, - aconsejando que se guiáse la marcha por Guajozingo, - pais abundante y seguro: porque los de - Cholúla, sobre ser naturalmente sagaces y traydores, - obedecian con miedo servil á Motezuma, siendo - los vasallos de su mayor confianza y satisfaccion; - á que añadian:</p> -<blockquote> - <p>"Que aquella ciudad estaba reputada - en todos sus contornos por tierra sagrada<span class="pagenum"><a id="Page_34">[Pg 34]</a></span> y religiosa, por tener dentro de sus muros - mas de quatrocientos templos con unos Dioses - tan mal acondicionados, que asombraban el - mundo con sus prodigios: por cuya razon no - era seguro penetrar sus términos, sin tener primero - algunas señales de su beneplácito."</p> - </blockquote> -<p>Los - Zempoales, ménos supersticiosos ya con el trato de - los Españoles, despreciaban estos prodigios; pero - seguian la misma opinion, acordando y repitiendo - los motivos que dieron en Zocothlán para desviar - el exército de aquella ciudad.</p> -<p>Pero ántes que se tomáse acuerdo en este punto, - llegaron nuevos Embaxadores de Motezuma con - otro presente, y noticia de que ya estaba su Emperador - reducido á dexarse visitar de los Españoles, - dignándose de recibir gratamente la embaxada que - le traían: y entre otras cosas que discurrieron concernientes - al viage, dieron á entender que dexaban - prevenido el alojamiento en Cholúla; con que se - hizo necesario el empeño de ir por aquella ciudad; - no porque se fiáse mucho de esta inopinada y repentina - mudanza de Motezuma, ni dexáse de parecer - intempestiva y sospechosa tanta facilidad sobre - tanta resistencia: pero Hernan Cortés ponia - gran cuidado en que no le viesen aquellos Mexicanos - rezeloso, de cuyo temor se componia su - mayor seguridad. Los Tlascaltécas del gobierno, - quando supieron la proposicion de Motezuma, - dieron por hecho el trato doble de Cholúla, y volvieron<span class="pagenum"><a id="Page_35">[Pg 35]</a></span> á su instancia, temiendo con buena voluntad - el peligro de sus amigos: y Magiscatzín, que - tenia mayor afecto á los Españoles, y amaba particularmente - á Cortés con inclinacion apasionada, - le apretó mucho en que no fuese por aquella ciudad; - pero él, que deseaba darle satisfaccion de lo - que agradecia su cuidado, y estimaba su consejo, - convocó luego á sus Capitanes, y en su presencia - se propuso la duda, y se pesaron las razones que - por una y otra parte ocurrian: cuya resolucion - fué:</p> -<blockquote> - <p>"Que ya no era posible dexar de admitir el - alojamiento que proponian los Mexicanos, sin - que pareciese rezelo anticipado; ni quando - fuese cierta la sospecha, convenia pasar á mayor - empeño, dexando la traycion á las espaldas; - ántes se debia ir á Cholúla para descubrir el - ánimo de Motezuma, y dar nueva reputacion al - exército con el castigo de sus asechanzas."</p> - </blockquote> -<p>Reduxose - Magiscatzín al mismo dictámen, venerando - con docilidad el superior juicio de los Españoles. - Peno sin apartarse del rezelo que le obligó - á sentir lo contrario, pidió licencia para juntar las - tropas de su república, y asistir á la defensa de sus - amigos en un peligro tan evidente: que no era razon - que, por ser ellos invencibles, quitasen á los - Tlascaltécas la gloria de cumplir con su obligacion. - Pero Hernan Cortés, aunque no dexaba de conocer - el riesgo, ni le sonó mal este ofrecimiento, se - detuvo en admitirle, porque le hacia disonancia el<span class="pagenum"><a id="Page_36">[Pg 36]</a></span> empezar tan presto á desfrutar los socorros de - aquella gente recien pacificada: y así le respondió - agradeciendo mucho su atencion; y últimamente - le dixo:</p> -<blockquote> - <p>"Que no era necesaria por entónces - aquella prevencion;"</p> - </blockquote> -<p>pero se lo dixo con floxedad, - como quien deseaba que se hiciese, y no queria - darlo á entender: especie de rehusar, que suele - ser poco ménos que pedir.</p> -<hr class="chap" /> -<div class="chapter"> -<h3>CAPITULO V.</h3> -</div> -<blockquote> - <p><i>Hallanse nuevos indicios del trato doble de Cholúla: - marcha el exército la vuelta de aquella - ciudad, reforzado con algunas Capitanías de - Tlascála.</i></p> - </blockquote> -<p>Era cierto que Motezuma, sin resolverse á tomar - las armas contra los Españoles, trataba de acabar - con ellos, sirviéndose del ardid, primero que de la - fuerza. Tenianle de nuevo atemorizado las respuestas - de sus oráculos: y el demonio, á quien - embarazaba mucho la vecindad de los Christianos, - le apretaba con horribles amenazas en que los - apartáse de sí: unas veces enfurecia los sacerdotes - y agoreros para que le irritasen y enfureciesen: - otras se le aparecia, tomando la figura de sus ídolos, - y le hablaba para introducir desde mas cerca<span class="pagenum"><a id="Page_37">[Pg 37]</a></span> el espíritu de la ira en su corazon; pero siempre - le dexaba inclinado á la traycion y al engaño, sin - proponerle que usáse de su poder y de sus fuerzas. - O no tendria permision para mayor violencia, ó como - nunca sabe aconsejar lo mejor, le retiraba los - medios generosos, para envilecerle con lo mismo - que le animaba. Por una parte le faltaba el valor - para dexarse ver de aquella gente prodigiosa; y por - otra le parecia despreciable y de corto número su - exército para empeñar descubiertamente sus armas: - y hallando pundonor en los engaños, trataba solo - de apartarlos de Tlascála, donde no podia introducir - las asechanzas, y llevarlos á Cholúla, donde las - tenia ya dispuestas y prevenidas.</p> -<p>Reparó Hernan Cortés en que no venian los de - aquel gobierno á visitarle, y comunicó su reparo á - los Embaxadores Mexicanos, estrañando mucho la - desatencion de los Caciques, á cuyo cargo estaba su - alojamiento: pues no podian ignorar que le habian - visitado con ménos obligacion todas las poblaciones - del contorno. Procuraron ellos disculpar - á los de Cholúla, sin dexar de confesar su inadvertencia: - y al parecer, solicitaron la emienda - con algun aviso en diligencia; porque tardaron - poco en venir de parte de la ciudad quatro Indios - mal ataviados, gente de poca suposicion para Embaxadores, - segun el uso de aquellas naciones. Desacato - que acriminaron los de Tlascála como nuevo - indicio de su mala intencion: y Hernan Cortés no<span class="pagenum"><a id="Page_38">[Pg 38]</a></span> los quiso admitir; ántes mandó que se volviesen - luego, diciendo en presencia de los Mexicanos:</p> -<blockquote> - <p>"Que sabian poco de urbanidad los Caciques de - Cholúla, pues querian emendar un descuido con - una descortesía."</p> - </blockquote> -<p>Llegó el dia de la marcha; y por mas que los - Españoles tomaron la mañana para formar su esquadron - y el de los Zempoales, hallaron ya en el - campo un exército de Tlascaltécas prevenido por - el Senado á instancia de Magiscatzín, cuyos Cabos - dixeron á Cortés:</p> -<blockquote> - <p>"Que tenian órden de la república - para servir debaxo de su mano, y seguir - sus banderas en aquella jornada, no solo hasta - Cholúla, sino hasta México, donde consideraban - el mayor peligro de su empresa."</p> - </blockquote> -<p>Estaba - la gente puesta en órden; y aunque unida y apretada, - segun el estílo de su milicia, ocupaba largo - espacio de tierra; porque habian convocado todas - las naciones de su confederacion, y hecho un esfuerzo - extraordinario para la defensa de sus amigos, - suponiendo que llegaria el caso de afrontarse - con las huestes de Motezuma. Distinguianse las - Capitanías por el color de los penachos, y por la - diferencia de las insignias, águilas, leones y otros - animales feroces levantados en alto, que, no sin - presuncion de geroglíficos ó empresas, contenian - significacion, y acordaban á los soldados la gloria - militar de su nacion. Algunos de nuestros escritores - se alargan á decir que constaba todo el<span class="pagenum"><a id="Page_39">[Pg 39]</a></span> grueso de cien mil hombres armados: otros andan - mas detenidos en lo verisímil; pero con el número - menor queda grande la accion de los Tlascaltécas, - digna verdaderamente de ponderacion por la - substancia y por el modo. Agradeció Cortés con - palabras de todo encarecimiento esta demostracion: - y necesitó de alguna porfía para reducirlos - á que no convenia que le siguiese tanta gente - quando iba de paz; pero lo consiguió finalmente, - dexándolos satisfechos con permitir que le siguiesen - algunas Capitanías con sus Cabos, y quedáse - reservado el grueso para marchar en su socorro, si - lo pidiese la necesidad. Nuestro Bernal Diaz escribe - que llevó consigo dos mil Tlascaltécas. Antonio - de Herrera dice tres mil; pero el mismo - Hernan Cortés confiesa en sus relaciones que llevó - seis mil; y no cuidaba tan poco de su gloria, que - supondria mayor número de gente, para dexar - ménos admirable su resolucion.</p> -<p>Puesta en órden la marcha.... Pero no pasemos - en silencio una novedad que merece reflexîon, y - pertenece á este lugar. Quedó en Tlascála, quando - salieron los Españoles de aquella ciudad, una - cruz de madera, fixa en un lugar eminente y descubierto, - que se colocó de comun consentimiento - el dia de la entrada: y Hernan Cortés no quiso - que se deshiciese, por mas que se tratasen como - culpas los excesos de su piedad, ántes encargó á<span class="pagenum"><a id="Page_40">[Pg 40]</a></span> los Caciques su veneracion; pero debia de ser necesaria - mayor recomendacion para que duráse con - seguridad entre aquellos Infieles: porque apénas - se apartaron de la ciudad los Christianos, quando - á vista de los Indios baxó del cielo una prodigiosa - nube á cuidar de su defensa. Era de agradable y - exquisita blancura, y fué descendiendo por la region - del ayre, hasta que, dilatada en forma de coluna, - se detuvo perpendicularmente sobre la misma - cruz, donde perseveró mas ó ménos distinta - (maravillosa providencia) tres ó quatro años que - se dilató por varios accidentes la conversion de - aquella provincia. Salia de la nube un género de - resplandor mitigado, que infundia veneracion, y - no se dexaba mezclar entre las tinieblas de la - noche. Los Indios se atemorizaban al principio, - conociendo el prodigio, sin discurrir en el misterio; - pero despues consideraron mejor aquella novedad, - y perdieron el miedo sin menoscabo de la - admiracion. Decian públicamente que aquella - santa señal encerraba dentro de sí alguna Deidad, - y que no en vano la veneraban tanto sus amigos - los Españoles: procuraban imitarlos, doblando la - rodilla en su presencia, y acudian á ella con sus - necesidades, sin acordarse de los ídolos, ó freqüentando - ménos sus adoratorios: cuya devocion (si - así se puede llamar aquel género de afecto que - sentian como influencia de causa no conocida)<span class="pagenum"><a id="Page_41">[Pg 41]</a></span> fué creciendo con tanto fervor de nobles y plebeyos, - que los sacerdotes y agoreros entraron en - zelos de su religion, y procuraron diversas veces - arrancar y hacer pedazos la cruz; pero siempre - volvian escarmentados, sin atreverse á decir lo que - les sucedia, por no desautorizarse con el pueblo. - Así lo refieren Autores fidedignos, y así cuidaba - el Cielo de ir disponiendo aquellos ánimos para - que recibiesen despues con ménos resistencia el - Evangelio: como el labrador, que, ántes de repartir - la semilla, facilita su produccion con el primer - beneficio de la tierra.</p> -<p>No se ofreció novedad en la primera marcha; - porque ya no lo era el concurso innumerable de - los Indios que salian á los caminos, ni aquellos - alaridos que pasaban por aclamaciones. Caminaronse - quatro leguas de las cinco que distaba entónces - Cholúla de la antigua Tlascála: y pareció - hacer alto cerca de un rio de apacible ribera, por - no entrar con la noche á los ojos en lugar de tanta - poblacion. Poco despues que se asentó el quartel, - y distribuyeron las órdenes convenientes á - su defensa y seguridad, llegaron segundos Embaxadores - de aquella ciudad, gente de mas porte, - y mejor adornada. Traían un regalo de vituallas - diferentes, y dieron su embaxada con grande aparato - de reverencias, que se reduxo á disculpar la - tardanza de sus Caciques, con pretexto de que no<span class="pagenum"><a id="Page_42">[Pg 42]</a></span> podian entrar en Tlascála, siendo sus enemigos - los de aquella nacion: ofrecer el alojamiento que - tenia prevenido su ciudad; y ponderar el regocijo - con que celebraban sus ciudadanos la dicha de - merecer unos huespedes tan aplaudidos por sus - hazañas, y tan amables por su benignidad: dicho - uno y otro con palabras, al parecer, sencillas, ó - que traían bien desfigurado el artificio. Hernan - Cortés admitió gratamente la disculpa y el regalo, - cuidando tambien de que no se conociese afectacion - en su seguridad: y el dia siguiente, poco despues - de amanecer, se continuó la marcha con la - misma órden, y no sin algun cuidado, que obligó - á mayor vigilancia: porque tardaba el recibimiento - de la ciudad, y no dexaba de hacer ruido - este reparo entre los demas indicios. Pero al llegar - el exército cerca de la poblacion, prevenidas - ya las armas para el combate, se dexaron ver los - Caciques y sacerdotes con numeroso acompañamiento - de gente desarmada. Mandó Cortés que - se hiciese alto para recibirlos; y ellos cumplieron - con su funcion tan reverentes y regocijados, que - no dexaron que rezelar por entónces al cuidado - con que se observaban sus acciones y movimientos; - pero al reconocer el grueso de los Tlascaltécas - que venía en la retaguardia, torcieron el semblante, - y se levantó entre los mas principales del - recibimiento un rumor desagradable, que volvió<span class="pagenum"><a id="Page_43">[Pg 43]</a></span> á despertar el rezelo en los Españoles. Dióse órden - á Doña Marina para que averiguáse la causa - de aquella novedad; y por su medio respondieron:</p> -<blockquote> - <p>"Que los de Tlascála no podian entrar - con armas en su ciudad, siendo enemigos - de su nacion, y rebeldes á su Rey."</p> - </blockquote> -<p>Instaban - en que se detuviesen, y retirasen luego á su tierra - como estorvos de la paz que se venía publicando, - y representaban sus inconvenientes sin alterarse - ni descomponerse, firmes en que no era posible; - pero contenida la determinacion en los límites - del ruego.</p> -<p>Hallóse Cortés algo embarazado con esta demanda, - que parecia justificada, y podia ser poco - segura: procuró sosegarlos con esperanzas de algun - temperamento, que mediáse aquella diferencia; - y comunicando brevemente la materia con - sus Capitanes, pareció que sería bien proponer á - los Tlascaltécas que se alojasen fuera de la ciudad, - hasta que se penetráse la intencion de aquellos - Caciques, ó se volviese á la marcha. Fueron con - esta proposicion, que, al parecer, tenia su dureza, - los Capitanes Pedro de Alvarado y Christoval de - Olid, y la hicieron, valiéndose igualmente de la - persuasion y de la autoridad, como quien llevaba - la órden, y obligaba con dar la razon. Pero - ellos anduvieron tan atentos, que atajaron la - instancia, diciendo:</p> -<p><span class="pagenum"><a id="Page_44">[Pg 44]</a></span></p> -<blockquote> - <p>"Que no venian á - disputar, sino á obedecer, y que tratarian luego de - abarracarse fuera de la poblacion en parage - donde pudiesen acudir prontamente á la defensa - de sus amigos, ya que se querian aventurar - contra toda razon, fiándose de aquellos traydores."</p> - </blockquote> -<p>Comunicóse luego este partido con - los de Cholúla, y le abrazaron tambien con facilidad, - quedando ambas naciones no solo satisfechas, - sino con algun género de vanidad, hecha de su - misma oposicion: los unos, porque se persuadieron - á que vencian, dexando poco ayrosos y desacomodados - á sus enemigos; y los otros, porque se - dieron á entender que el no admitirlos en su ciudad - era lo mismo que temerlos. Así equivoca la - imaginacion de los hombres la esencia y el color - de las cosas, que ordinariamente se estiman como - se aprenden, y se aprenden como se desean.</p> -<hr class="chap" /> -<div class="chapter"> -<p><span class="pagenum"><a id="Page_45">[Pg 45]</a></span></p> -<h3>CAPITULO VI.</h3> -</div> -<blockquote> - <p><i>Entran los Españoles en Cholúla, donde procuran - engañarlos con hacerles en lo exterior - buena acogida: descubrese la traycion que tenian - prevenida, y se dispone su castigo.</i></p> - </blockquote> -<p>La entrada que los Españoles hicieron en Cholúla - fué semejante á la de Tlascála: innumerable concurso - de gente, que se dexaba romper con dificultad: - aclamaciones de bullicio: mugeres que arrojaban - y repartian ramilletes de flores: Caciques - y sacerdotes que freqüentaban reverencias y perfumes: - variedad de instrumentos, que hacian mas - estruendo que música, repartidos por las calles: y - tan bien imitado en todos el regocijo, que llegaron - á tenerle por verdadero los mismos que venian - rezelosos. Era la ciudad de tan hermosa vista, - que la comparaban á nuestra Valladolid, situada - en un llano desahogado por todas partes del horizonte, - y de grande amenidad: dicen que tendria - veinte mil vecinos dentro de sus muros, y que - pasaria de este número la poblacion de sus arrabales. - Freqüentabanla ordinariamente muchos - forasteros, parte como santuario de sus Dioses, y - parte como emporio de su mercancía. Las calles<span class="pagenum"><a id="Page_46">[Pg 46]</a></span> eran anchas y bien distribuidas: los edificios mayores - y de mejor arquitectura que los de Tlascála, - cuya opulencia se hacia mas suntuosa con las - torres, que daban á conocer la multitud de sus - templos. La gente ménos belicosa que sagaz: - hombres de trato, y oficiales: poca distincion, y - mucho pueblo.</p> -<p>El alojamiento que tenian prevenido se componia - de dos ó tres casas grandes y contiguas, donde - cupieron Españoles y Zempoales, y pudieron fortificarse - unos y otros, como lo aconsejaba la ocasion, - y no lo estrañaba la costumbre. Los Tlascaltécas - eligieron sitio para su quartel poco distante - de la poblacion; y cerrándole con algunos - reparos, hacian sus guardias, y ponian sus centinelas, - mejorada ya su milicia con la imitacion de - sus amigos. Los primeros tres ó quatro dias fué - todo quietud y buen pasage.</p> -<p>Los Caciques acudian con puntualidad al obsequio - de Cortés, y procuraban familiarizarse con - sus Capitanes. La provision de las vituallas corria - con abundancia y liberalidad, y todas las demostraciones - eran favorables, y convidaban á la - seguridad; tanto, que se llegaron á tener por falsos - y ligeramente creidos los rumores antecedentes: - fácil á todas horas en fabricar ó fingir sus alivios - el cuidado. Pero no tardó mucho en manifestarse - la verdad; ni aquella gente acertó á durar - en su artificio hasta lograr sus intentos: astuta<span class="pagenum"><a id="Page_47">[Pg 47]</a></span> por naturaleza y profesion; pero no tan despierta - y avisada, que se supiesen entender su habilidad - y su malicia.</p> -<p>Fueron poco á poco retirando los víveres: cesó - de una vez el agasajo y asistencia de los Caciques: - los Embaxadores de Motezuma tenian sus conferencias - recatadas con los sacerdotes; conociase - algun género de irrision y falsedad en los semblantes; - y todas las señales inducian novedad, y - despertaban el rezelo mal adormecido. Trató - Cortés de aplicar algunos medios para inquirir y - averiguar el ánimo de aquella gente; y al mismo - tiempo se descubrió de sí misma la verdad, adelantándose - á las diligencias humanas la providencia - del Cielo tantas veces experimentada en esta - conquista.</p> -<p>Estrechó amistad con Doña Marina una India - anciana, muger principal, y emparentada en Cholúla. - Visitabala muchas veces con familiaridad, y - ella no se lo desmerecia con el atractivo natural de - su agrado y discrecion. Vino aquel dia mas temprano, - y al parecer, asustada ó cuidadosa: retiróla - misteriosamente de los Españoles, y encargando el - secreto con lo mismo que recataba la voz, empezó - á condolerse de su esclavitud, y á persuadirla:</p> -<blockquote> - <p>"Que se apartáse de aquellos extrangeros aborrecibles, - y se fuese á su casa, cuyo alvergue la - ofrecia como refugio de su libertad."</p> - </blockquote> -<p>Doña - Marina, que tenia bastante sagacidad, confirió<span class="pagenum"><a id="Page_48">[Pg 48]</a></span> esta prevencion con los demas indicios: y fingiendo - que venía oprimida, y contra su voluntad - entre aquella gente, facilitó la fuga, y aceptó el - hospedage con tantas ponderaciones de su agradecimiento, - que la India se dió por segura, y descubrió - todo el corazon. Dixola:</p> -<blockquote> - <p>"Que convenia - en todo caso que se fuese luego, porque se - acercaba el plazo señalado entre los suyos para - destruir á los Españoles; y no era razon que - una muger de sus prendas pereciese con ellos: - que Motezuma tenia prevenidos á poca distancia - veinte mil hombres de guerra para dar calor - á la faccion: que de este grueso habian entrado - ya en la ciudad á la deshilada seis mil soldados - escogidos: que se habia repartido cantidad de - armas entre los paisanos: que tenian de repuesto - muchas piedras sobre los terrados, y - abiertas en las calles profundas zanjas, en cuyo - fondo habian fixado estacas puntiagudas, fingiendo - el plano con una cubierta de la misma - tierra, fundada sobre apoyos frágiles, para que - cayesen y se mancasen los caballos: que Motezuma - trataba de acabar con todos los Españoles; - pero encargaba que le llevasen algunos - vivos para satisfacer á su curiosidad y al obsequio - de sus Dioses; y que habia presentado á - la ciudad una caxa de guerra, hecha de oro cóncavo, - primorosamente vaciado, para excitar los - ánimos con este favor militar."</p> - </blockquote> -<p>Y últimamente<span class="pagenum"><a id="Page_49">[Pg 49]</a></span> Doña Marina, dando á entender que se alegraba - de lo bien que tenian dispuesta su empresa, y - dexando caer algunas preguntas, como quien celebraba - lo que inquiria, se halló con noticia cabal - de toda la conjuracion. Fingió que se queria ir - luego en su compañía, y con pretexto de recoger - sus joyas, y algunas preseas de su peculio, hizo - lugar para desviarse de ella sin desconfiarla. Dió - cuenta de todo á Cortés; y él mandó prender á la - India, que, á pocas amenazas, confesó la verdad - entre turbada y convencida.</p> -<p>Poco despues vinieron unos soldados Tlascaltécas - recatados en trage de paisanos, y dixeron á - Cortés de parte de sus Cabos:</p> -<blockquote> - <p>"Que no se descuidáse, - porque habian visto desde su quartel - que los de Cholúla retiraban á los lugares del - contorno su ropa y sus mugeres;"</p> - </blockquote> -<p>señal evidente - de que maquinaban alguna traycion. Súpose - tambien que aquella mañana se habia celebrado - en el templo mayor de la ciudad un sacrificio - de diez niños de ambos sexôs: ceremonia de - que usaban quando querian emprender algun hecho - militar; y al mismo tiempo llegaron dos ó - tres Zempoales, que saliendo casualmente á la - ciudad, habian descubierto el engaño de las zanjas, - y visto en las calles de los lados algunos reparos - y estacadas que tenian hechos para guiar los - caballos al precipicio.</p> -<p>No se necesitaba de mayor comprobacion para<span class="pagenum"><a id="Page_50">[Pg 50]</a></span> verificar el intento de aquella gente; pero Hernan - Cortés quiso apurar mas la noticia, y poner su razon - en estado que no se la pudiesen negar, teniendo - algunos testigos principales de la misma nacion - que hubiesen confesado el delito: para cuyo - efecto mandó llamar al primer sacerdote, de cuya - obediencia pendian los demas, y que le truxesen - otros dos ó tres de la misma profesion: gente que - tenia grande autoridad con los Caciques, y mayor - con el pueblo. Fuélos exâminando separadamente, - no como quien dudaba su intencion, sino - como quien se lamentaba de su alevosía; y dándoles - todas las señas de lo que sabía, callaba el - modo, para cebar su admiracion con el misterio, - y dexarlos desvariar en el concepto de su ciencia. - Ellos se persuadieron á que hablaban con alguna - Deidad que penetraba lo mas oculto de los corazones, - y no se atrevieron á proseguir su engaño; - ántes confesaron luego la traycion con todas sus - circunstancias, culpando á Motezuma, de cuya - órden estaba dispuesta y prevenida. Mandólos - aprisionar secretamente, porque no moviesen algun - ruido en la ciudad. Dispuso tambien que se - tuviese cuidado con los Embaxadores de Motezuma, - sin dexarlos salir, ni comunicar con los de la - tierra: y convocando á sus Capitanes, les refirió - todo el caso, y les dió á entender quánto convenia - no dexar sin castigo todo aquel atentado: facilitando - la faccion, y ponderando sus conseqüencias<span class="pagenum"><a id="Page_51">[Pg 51]</a></span> con tanta energía y resolucion, que todos se reduxeron - á obedecerle, dexando á su prudencia la - direccion y el acierto.</p> -<p>Hecha esta diligencia, llamó á los Caciques Gobernadores - de la ciudad, y publicó su jornada para - otro dia; no porque la tuviese dispuesta, ni fuese - posible, sino por estrechar el término á sus prevenciones. - Pidióles bastimentos para la marcha, - Indios de carga para el bagage, y hasta dos mil - hombres de guerra que le acompañasen, como lo - habian hecho los Tlascaltécas y Zempoales. Ellos - ofrecieron con alguna tibieza y falsedad los bastimentos - y Tamenes, y con mayor prontitud la - gente armada que se les pedia, en que andaban - encontrados los designios: pediala Cortés para - desunir sus fuerzas, y tener en su poder parte de - los traydores que habia de castigar; y los Caciques - la ofrecian para introducir en el exército - contrario aquellos enemigos encubiertos, y servirse - de ellos, quando llegáse la ocasion. Ardides - ambos que tenian su razon militar; si pueden llamarse - razon este género de engaños que hizo lícitos - la guerra, y nobles el exemplo.</p> -<p>Dióse noticia de todo á los Tlascaltécas, y órden - para que estuviesen alerta, y al rayar el dia se - fuesen acercando á la poblacion, como que se movian - para seguir la marcha: y en oyendo el primer - golpe de los arcabuces entrasen á viva fuerza - en la ciudad, y viniesen á incorporarse con el<span class="pagenum"><a id="Page_52">[Pg 52]</a></span> exército, llevándose tras sí toda la gente que hallasen - armada. Cuidóse tambien de que los Españoles - y Zempoales tuviesen prevenidas sus armas, - y entendida la faccion en que las habian de emplear. - Y luego que llegó la noche, cerrado ya el - quartel con las guardias y centinelas á que obligaba - la ocurrencia presente, llamó Cortés á los Embaxadores - de Motezuma, y con señas de intimidad, - como quien les fiaba lo que no sabian, les dixo:</p> -<blockquote> - <p>"Que habia descubierto y averiguado una gran - conjuracion que le tenian armada los Caciques - y ciudadanos de Cholúla: dióles señas de todo - lo que ordenaban y disponian contra su persona - y exército: ponderó quanto faltaban á las leyes - de la hospitalidad, al establecimiento de la paz, - y al seguro de su Príncipe. Y añadió: que no - solamente lo sabía por su propia especulacion y - vigilancia; pero se lo habian confesado ya los - principales conjurados, disculpándose del trato - doble con otra mayor culpa: pues se atrevian á - decir que tenian órden y asistencias de Motezuma - para deshacer alevosamente su exército: lo - qual ni era verisímil, ni se podia creer semejante - indignidad de un Príncipe tan grande. - Por cuya causa estaba resuelto á tomar satisfaccion - de su ofensa con todo él rigor de sus armas: - y se lo comunicaba para que tuviesen - comprehendida su razon, y entendido que no le - irritaba tanto el delito principal, como la<span class="pagenum"><a id="Page_53">[Pg 53]</a></span> circunstancia de querer aquellos sediciosos autorizar - su traycion con el nombre de su Rey."</p> - </blockquote> -<p>Los Embaxadores procuraron fingir, como pudieron, - que no sabian la conjuracion, y trataron de - salvar el credito de su Príncipe, siguiendo el camino - en que los puso Cortés con baxar el punto de - su queja. No convenia entónces desconfiar á Motezuma, - ni hacer de un poderoso resuelto á disimular, - un enemigo poderoso y descubierto: por - cuya consideracion se determinó á desbaratar sus - designios, sin darle á entender que los conocia, - tratando solamente de castigar la obra en sus instrumentos, - y contentándose con reparar el golpe - sin atender al brazo. Miraba como empresa de - poca dificultad el deshacer aquel trozo de gente - armada que tenia prevenida para socorrer la sedicion, - hecho á mayores hazañas con menores fuerzas; - y estaba tan lejos de poner duda en el suceso, - que tuvo á felicidad (ó por lo ménos así lo ponderaba - entre los suyos) que se le ofreciese aquella - ocasion de adelantar con los Mexicanos la reputacion - de sus armas. Y á la verdad, no le pesó de - ver tan embarazado en los ardides el ánimo de - Motezuma, pareciéndole que no discurriria en mayores - intentos quien la buscaba por las espaldas, y - descubria entre sus mismos engaños la flaqueza de - su resolucion.</p> -<hr class="chap" /> -<div class="chapter"> -<p><span class="pagenum"><a id="Page_54">[Pg 54]</a></span></p> -<h3>CAPITULO VII.</h3> -</div> -<blockquote> - <p><i>Castígase la traycion de Cholúla: vuelvese á reducir - y pacificar la ciudad, y se hacen amigos - los de esta nacion con los Tlascaltécas.</i></p> - </blockquote> -<p>Fueron llegando con el dia los Indios de carga - que se habian pedido, y algunos bastimentos, prevenido - uno y otro con engañosa puntualidad. Vinieron - despues en tropas deshiladas los Indios armados, - que, con pretexto de acompañar la marcha, - traían su contraseña para embestir por la retaguardia, - quando llegáse la ocasion: en cuyo número no - anduvieron escasos los Caciques; ántes dieron - otro indicio de su intencion, enviando mas gente - que se les pedia. Pero Hernan Cortés los hizo - dividir en los patios del alojamiento, donde los - aseguró mañosamente, dándoles á entender que - necesitaba de aquella separacion para ir formando - los esquadrones á su modo. Puso luego en órden - sus soldados, bien instruidos en lo que debian - executar; y montando á caballo con los que le habian - de seguir en la faccion, hizo llamar á los Caciques - para justificar con ellos su determinacion: - de los quales vinieron algunos, y otros se excusaron. - Dixoles en voz alta, y Doña Marina se lo<span class="pagenum"><a id="Page_55">[Pg 55]</a></span> interpretó con igual vehemencia:</p> -<blockquote> - <p>"Que ya estaba - descubierta su traycion, y resuelto su castigo, - de cuyo rigor conocerian quánto les convenia la - paz que trataban de romper alevosamente."</p> - </blockquote> -<p>Y - apénas empezó á protestarles el daño que recibiesen, - quando ellos se retiraron á incorporarse con - sus tropas, huyendo en mas que ordinaria diligencia, - y rompiendo la guerra con algunas injurias y - amenazas, que se dexaron oir desde lejos. Mandó - entónces Hernan Cortés que cerrase la infantería - con los Indios naturales que tenia divididos en los - patios: y aunque fueron hallados con las armas - prevenidas para executar su traycion, y trataron de - unirse para defenderse, quedaron rotos y deshechos - con poca dificultad, escapando solamente con - la vida los que pudieron esconderse, ó se arrojaron - por las paredes, sirviéndose de su ligereza, y de - sus mismas lanzas para saltar de la otra parte.</p> -<p>Aseguradas las espaldas con el estrago de aquellos - enemigos encubiertos, se hizo la seña para que - se moviesen los Tlascaltécas: avanzó poco á poco - el exército por la calle principal, dexando en el - quartel la guardia que pareció necesaria. Echaronse - delante algunos de los Zempoales, que fuesen - descubriendo las zanjas, porque no peligrasen - los caballos. No estaban descuidados entónces los - de Cholúla: que hallándose ya empeñados en la - guerra descubierta, convocaron el resto de los - Mexicanos, y unidos en una gran plaza, donde<span class="pagenum"><a id="Page_56">[Pg 56]</a></span> habia tres ó quatro adoratorios, pusieron en lo alto - de sus atrios y torres parte de su gente, y los demas - se dividieron en diferentes esquadrones para - cerrar con los Españoles. Pero al mismo tiempo - que desembocó en la plaza el exército de Cortés, - y se dió de una parte y otra la primera carga, - cerró por la retaguardia con los enemigos el trozo - de Tlascála, cuyo inopinado accidente los puso en - tanto pavor y desconcierto, que ni pudieron huir, - ni supieron defenderse; y solo se hallaba mas embarazo - que oposicion en algunas tropas descaminadas, - que andaban de un peligro en otro con poca - ó ninguna eleccion: gente sin consejo, que acometia - para escapar, y las mas veces daban el pecho, - sin acordarse de las manos. Murieron muchos - en este género de combates repetidos; pero - el mayor número escapó á los adoratorios, en cuyas - gradas y terrados se descubrió una multitud de - hombres armados, que ocupaban, mas que guarnecian, - las eminencias de aquellos grandes edificios. - Encargaronse de su defensa los Mexicanos; - pero se hallaban ya tan embarazados y oprimidos, - que apénas pudieron revolverse para dar algunas - flechas al viento.</p> -<p>Acercóse con su exército Hernan Cortés al - mayor de los adoratorios, y mandó á sus intérpretes, - que, levantando la voz, ofreciesen buen pasage - á los que voluntariamente baxasen á rendirse: - cuya diligencia se repitió con segundo y tercer<span class="pagenum"><a id="Page_57">[Pg 57]</a></span> requerimiento; y viendo que ninguno se movia, ordenó - que se pusiese fuego á los torreones del mismo - adoratorio: lo qual asientan que llegó á executarse, - y que perecieron muchos al rigor del incendio - y la ruina. No parece fácil que se pudiese - introducir la llama en aquellos altos edificios, sin - abrir primero el paso de las gradas; si ya no lo - consiguió Hernan Cortés, valiéndose de las flechas - encendidas con que arrojaban los Indios á larga - distancia sus fuegos artificiales. Pero nada bastó - para desalojar al enemigo, hasta que se abrevió el - asalto por el camino que abrió la artillería; y se - observó dignamente que solo uno de tantos como - fueron deshechos en este adoratorio se rindió voluntariamente - á la merced de los Españoles. ¡Notable - seña de su obstinacion!</p> -<p>Hizose la misma diligencia en los demas adoratorios, - y despues se corrió la ciudad, que á breve - rato quedó enteramente despoblada, y cesó la - guerra por falta de enemigos. Los Tlascaltécas se - desmandaron con algun exceso en el pillage, y - costó su dificultad el recogerlos: hicieron muchos - prisioneros: cargaron de ropas y mercaderías de - valor; y particularmente se cebaron en los almacenes - de la sal, de cuya provision remitieron luego - algunas cargas á su ciudad, atendiendo á la necesidad - de su patria en el mismo calor de su codicia. - Quedaron muertos en las calles, templos y casas - fuertes mas de seis mil hombres entre naturales y<span class="pagenum"><a id="Page_58">[Pg 58]</a></span> Mexicanos. Faccion bien ordenada, y conseguida - sin alguna pérdida de los nuestros, que en la verdad - tuvo mas de castigo que de victoria.</p> -<p>Retiróse luego Hernan Cortés á su alojamiento - con los Españoles y Zempoales: y señalando - quartel dentro de la ciudad á los Tlascaltécas, trató - de que fuesen puestos en libertad todos los prisioneros - de ambas naciones, cuyo número se componia - de la gente mas principal, que se iba reservando - como presa de mas estimacion. Llamólos - primero á su presencia: y mandando que saliesen - tambien de su retiro los sacerdotes, la India que - descubrió el trato, y los Embaxadores de Motezuma, - hizo á todos un breve razonamiento, doliéndose - de que le hubiesen obligado los vecinos de - aquella ciudad á tan severa demostracion; y despues - de ponderar el delito, y de asegurar á todos - que ya estaba desenojado y satisfecho, mandó pregonar - el perdon general de lo pasado, sin excepcion - de personas; y pidió con agradable resolucion - á los Caciques, que tratasen de que se volviese - á poblar su ciudad, recogiendo los fugitivos, y asegurando - á los temerosos.</p> -<p>No acababan ellos de creer su libertad, enseñados - al rigor con que solian tratar á sus prisioneros; - y besando la tierra en demostracion de su agradecimiento, - se ofrecieron con humilde solicitud á la - execucion de esta órden. Los Embaxadores procuraron - disimular su confusion, aplaudiendo el suceso<span class="pagenum"><a id="Page_59">[Pg 59]</a></span> de aquel dia: y Hernan Cortés se congratuló - con ellos, dexándose llevar de su disimulacion para - mantenerlos en buena fé, y afirmarse con nuevas - exterioridades en la política de interesar á Motezuma - en el castigo de sus mismos estratagemas. - Volvióse á poblar brevemente la ciudad, porque la - demostracion de poner en libertad á los Caciques - y sacerdotes con tanta prontitud, y lo que ponderaron - ellos esta clemencia de los Españoles sobre - tan justa provocacion, bastó para que se aseguráse - la gente que andaba derramada por los lugares del - contorno. Restituyeronse luego á sus casas los vecinos - con sus familias: abrieronse las tiendas, manifestaronse - las mercaderías, y el tumulto se convirtió - de una vez en obediencia y seguridad. Accion - en que no se conoció tanto la natural facilidad - con que se movian aquellos Indios de un extremo - á otro, como el gran concepto en que tenian - á los Españoles: pues hallaron en la misma justificacion - de su castigo toda la razon que hubieron - menester para fiarse de su emienda.</p> -<p>El dia siguiente á la faccion llegó Xicotencál - con un exército de veinte mil hombres que, al - primer aviso de los suyos, remitió la república de - Tlascála para el socorro de los Españoles. Tenian - prevenidas sus tropas, rezelando el suceso, y en - todo se iban experimentando las atenciones de - aquella nacion. Hicieron alto fuera de la ciudad, - y Hernan Cortés los visitó y regaló con toda estimacion<span class="pagenum"><a id="Page_60">[Pg 60]</a></span> de su fineza; pero los reduxo á que se - volviesen, diciendo á Xicotencál y á sus Capitanes:</p> -<blockquote> - <p>"Que ya no era necesaria su asistencia - para la reduccion de Cholúla, y que hallándose - con resolucion de marchar brevemente la vuelta - de México, no le convenia despertar la resistencia - de Motezuma, ó provocarle á que rompiese - la guerra, introduciendo en su dominio un - grueso tan numeroso de Tlascaltécas enemigos - descubiertos de los Mexicanos."</p> - </blockquote> -<p>A cuya razon - no tuvieron que replicar; ántes la conocieron y - confesaron con ingenuidad, ofreciendo tener prevenidas - sus tropas, y acudir al socorro siempre que - lo pidiese la necesidad.</p> -<p>Trató Cortés, primero que se retirasen, de hacer - amigas aquellas dos naciones de Tlascála y Cholúla: - introduxo la plática, desvió las dificultades; - y como tenia ya tan asentada su autoridad con - ambas parcialidades, lo consiguió en breves dias, - y se celebró acto de confederacion y alianza entre - las dos ciudades y sus distritos con asistencia de - sus Magistrados, y con las solemnidades y ceremonias - de su costumbre: cuerda mediacion, á que - le obligaria la conveniencia de abrir el paso á los - de Tlascála, para que pudiesen subministrar con - mayor facilidad los socorros de que necesitáse, ó no - dexar aquel estorvo en su retirada, si el suceso no - respondiese favorablemente á su esperanza.</p> -<p>Así pasó el castigo de Cholúla, tan ponderado en<span class="pagenum"><a id="Page_61">[Pg 61]</a></span> los libros extrangeros y en alguno de los naturales, - que consiguió por este medio el aplauso miserable - de verse citado contra su nacion. Ponen esta faccion - entre las atrocidades que refieren de los Españoles - en las Indias, de cuyo encarecimiento se valen - para desaprobar, ó satirizar la conquista. - Quieren dar al impulso de la codicia, y á la sed - del oro toda la gloria de lo que obraron nuestras - armas, sin acordarse de que abrieron el paso á la - Religion, concurriendo en sus operaciones especial - asistencia el brazo de Dios. Lastímanse - mucho de los Indios, tratándolos como gente indefensa - y sencilla, para que sobresalga lo que padecieron: - maligna compasion, hija del odio y de - la envidia. No necesita el caso de Cholúla de - mas defensa que su misma narracion. En él se - conoce la malicia de aquellos bárbaros, como se - sabian aprovechar de la fuerza y del engaño, y - quan justamente fué castigada su alevosía: y de él - se puede colegir quan apasionadamente se refieren - otros casos de horrible inhumanidad, ponderados - con la misma afectacion. No dexamos de conocer - que se vieron en algunas partes de las Indias acciones - dignas de reprehension, obradas con queja - de la piedad y de la razon; pero ¿en quál empresa - justa ó santa se dexaron de perdonar algunos - inconvenientes? ¿De quál exército bien disciplinado - se pudieron desterrar enteramente los abusos - y desórdenes, que llama el mundo licencias militares?<span class="pagenum"><a id="Page_62">[Pg 62]</a></span> ¿Y qué tienen que ver estos inconvenientes - menores con el acierto principal de la conquista? - No pueden negar los émulos de la nacion Española, - que resultó de este principio, y se consiguió - con estos instrumentos la conversion de aquella - gentilidad, y el verse hoy restituida tanta parte del - mundo á su Criador. Querer que no fuese del - agrado de Dios, y de su altísima ordenacion la - conquista de las Indias, por este ó aquel delito de - los Conquistadores, es equivocar la substancia con - los accidentes: que hasta en la obra inefable de - nuestra Redencion se presupuso como necesaria - para la salud universal, la malicia de aquellos pecadores - permitidos, que ayudaron á labrar el mayor - remedio con la mayor iniquidad. Puedense conocer - los fines de Dios en algunas disposiciones, - que traen consigo las señales de su providencia; - pero la proporcion, ó congruencia de los medios - por donde se encaminan, es punto reservado á su - eterna sabiduría, y tan escondido á la prudencia - humana, que se deben oir con desprecio estos - juicios apasionados, cuyas sutilezas quieren parecer - valentías del entendimiento, siendo en la verdad - atrevimientos de la ignorancia.</p> -<hr class="chap" /> -<div class="chapter"> -<p><span class="pagenum"><a id="Page_63">[Pg 63]</a></span></p> -<h3>CAPITULO VIII.</h3> -</div> -<blockquote> - <p><i>Parten los Españoles de Cholúla: ofreceseles - nueva dificultad en la montaña de Chalco; y - Motezuma procura detenerlos por medio de sus - nigrománticos.</i></p> - </blockquote> -<p>Ibase acercando el plazo de la jornada, y algunos - Zempoales de los que militaban en el exército - (temiesen el empeño de pasar á la corte de Motezuma, - ó pudiese mas que su reputacion el amor de - la patria) pidieron licencia para retirarse á sus casas. - Concediósela Cortés sin dificultad, agradeciéndoles - mucho lo bien que le habian asistido; y - con esta ocasion envió algunas alhajas de presente - al Cacique de Zempoala, encargándole de nuevo - los Españoles que dexó en su distrito sobre la fé - de su amistad y confederacion.</p> -<p>Escribió tambien á Juan de Escalante, ordenándole - con particular instancia, que procuráse remitirle - alguna cantidad de harina para las hostias, y - vino para las Misas, cuya provision se iba estrechando, - y cuya falta sería de gran desconsuelo - suyo y de toda su gente. Dióle noticia por menor - de los progresos de su jornada, para que estuviese - de buen ánimo, y asistiese con mayor cuidado<span class="pagenum"><a id="Page_64">[Pg 64]</a></span> á la fortaleza de la Vera Cruz, tratando de ponerla - en defensa, no ménos por su propia seguridad, - que por lo que se debia rezelar de Diego Velazquez: - cuya natural inquietud y desconfianza no - dexaba de hacer algun ruido entre los demas cuidados.</p> -<p>Llegaron á esta sazon nuevos Embaxadores de - Motezuma, que, con noticia ya de todo el suceso - de Cholúla, trató de sincerarse con los Españoles, - dando las gracias á Cortés de que hubiese castigado - aquella sedicion. Ponderaron frivolamente - la indignacion y el sentimiento de su Rey, cuyo - artificio se reduxo á infamar con el nombre de - traydores á los mismos que le habian obedecido en - la traycion. Vino dorada esta noticia con otro - presente de igual riqueza y ostentacion; y segun - lo que sucedió despues, no dexó de tener mayor - designio la embaxada: porque miró tambien al - intento de poner en nueva seguridad á Cortés, - para que marcháse ménos rezeloso, y se dexáse - llevar á otra zelada que le tenian prevenida en el - camino.</p> -<p>Executóse finalmente la marcha despues de catorce - dias que ocuparon los accidentes referidos: - y la primera noche se aquarteló el exército en un - village de la jurisdiccion de Guajozingo, donde acudieron - luego los principales de aquel gobierno, y - de otras poblaciones vecinas con bastante provision - de bastimentos, y algunos presentes de poco<span class="pagenum"><a id="Page_65">[Pg 65]</a></span> valor, bastantes para conocer el afecto con que - aguardaban á los Españoles. Halló Cortés entre - aquella gente las mismas quejas de Motezuma que - se oyeron en las provincias mas distantes; y no le - pesó de que durasen aquellos humores tan cerca - del corazon, pareciéndole que no podia ser muy - poderoso un Príncipe con tantas señas de tirano, - á quien faltaba en el amor de sus vasallos el mayor - presidio de los Reyes.</p> -<p>El dia siguiente se prosiguió la marcha por una - sierra muy aspera, que se comunicaba, mas ó ménos - eminente, con la montaña del volcan. Iba - cuidadoso Cortés; porque uno de los Caciques de - Guajozingo le dixo, al partir, que no se fiáse de - los Mexicanos, porque tenian emboscada mucha - gente de la otra parte de la cumbre, y habian cegado - con grandes piedras y árboles cortados el camino - real que baxa desde lo alto á la provincia de - Chalco, abriendo el paso, y facilitando el principio - de la cuesta por el parage ménos penetrable, donde - habian aumentado los precipicios naturales con algunas - cortaduras hechas á la mano, para dexar - que se fuese poco á poco empeñando su exército - en la dificultad, y cargarle de improviso quando no - se pudiesen revolver los caballos, ni afirmar el pie - los soldados. Fuése venciendo la cumbre, no sin - alguna fatiga de la gente, porque nevaba con viento - destemplado; y en lo mas alto se hallaron poco - distantes los dos caminos con las mismas señas que<span class="pagenum"><a id="Page_66">[Pg 66]</a></span> se traían, el uno encubierto y embarazado, y el - otro fácil á la vista, y recien aderezado. Reconociólos - Hernan Cortés; y aunque se irritó de hallar - verificada la noticia de aquella traycion, estuvo - tan en sí, que, sin hacer ruido, ni mostrar sentimiento, - preguntó á los Embaxadores de Motezuma - que marchaban cerca de su persona:</p> -<blockquote> - <p>"Por - qué razon estaban así aquellos dos caminos."</p> - </blockquote> -<p>Respondieron:</p> -<blockquote> - <p>"que habian hecho allanar el - mejor para que pasáse su exército, cegando el - otro, por ser el mas aspero y dificultoso;"</p> - </blockquote> -<p>y él, con la misma igualdad en la voz y el semblante:</p> -<blockquote> - <p>"Mal conoceis (dixo) á los de mi Nacion. Ese - camino que habeis embarazado se ha de seguir, - sin otra razon que su misma dificultad: porque - los Españoles, siempre que tenemos eleccion, - nos inclinamos á lo mas dificultoso."</p> - </blockquote> -<p>Y sin detenerse - mandó á los Indios amigos que pasasen á - desembarazar el camino, desviando á un lado y - otro aquellos estorvos mal disimulados que procuraban - esconderle. Lo qual se executó prontamente - con grande asombro de los Embaxadores, - que, sin discurrir en que se habia descubierto el - ardid de su Príncipe, tuvieron á especie de adivinacion - aquel acierto casual, hallando que admirar - y que temer en la misma bizarría de la resolucion. - Sirvióse Cortés primorosamente de la noticia que - llevaba; y consiguió el apartarse del peligro sin - perder reputacion: cuidando tambien de no<span class="pagenum"><a id="Page_67">[Pg 67]</a></span> desconfiar á Motezuma, diestro ya en el arte de quebrantar - insidias, con no quererlas entender.</p> -<p>Los Indios emboscados, luego que reconocieron - desde sus puestos que los Españoles se apartaban - de la zelada, y seguian el camino real, se dieron - por descubiertos, y trataron de retirarse, tan - amedrentados y en tanto desórden como si volvieran - vencidos: con que pudo baxar el exército á - lo llano sin oposicion, y aquella noche se alojó en - unas caserías de bastante capacidad, que se hallaron - en la misma falda de la sierra, fundadas allí - para hospedage de los mercaderes Mexicanos que - freqüentaban las ferias de Cholúla, donde se dispuso - el quartel con todos los resguardos y prevenciones - que aconsejaba la poca seguridad con que - se iba pisando aquella tierra.</p> -<p>Motezuma entretanto duraba en su irresolucion, - desanimado con el malogro de sus ardides, y sin - aliento para usar de sus fuerzas. Hizose devocion - esta falta de espíritu: estrechóse con sus Dioses: - freqüentaba los templos y los sacrificios: manchó - de sangre humana todos sus altares: mas cruel - quando mas afligido; y siempre crecia su confusion, - y se hallaba en mayor desconsuelo: porque - andaban encontradas las respuestas de sus ídolos, - y discordes en el dictámen los espíritus inmundos - que le hablaban en ellos. Unos le decian que - franqueáse las puertas de la ciudad á los Españoles,<span class="pagenum"><a id="Page_68">[Pg 68]</a></span> y así conseguiria el sacrificarlos, sin que - se pudiesen escapar ni defender: otros, que los - apartáse de sí, y tratáse de acabar con ellos sin - dexarse ver: y él se inclinaba mas á esta opinion, - haciéndole disonancia el atrevimiento de querer - entrar en su Corte contra su voluntad, y teniendo - á desayre de su poder aquella porfía contra sus - órdenes, ó sirviéndose de la autoridad para mejorar - el nombre á la soberbia. Pero quando supo - que se hallaban ya en la provincia de Chalco, - frustrado el último estratagema de la montaña, fué - mayor su inquietud y su impaciencia: andaba - como fuera de sí, no sabía que partido tomar: sus - consejeros le dexaban en la misma incertidumbre - que sus oráculos. Convocó finalmente una junta - de sus magos y agoreros: profesion muy estimada - en aquella tierra, donde habia muchos que se entendian - con el demonio, y la falta de las ciencias - daba opinion de sabios á los mas engañados. Propusoles - que necesitaba de su habilidad para detener - aquellos extrangeros, de cuyos designios estaba - rezeloso. Mandóles que saliesen al camino y los - ahuyentasen ó entorpeciesen con sus encantos, á - la manera que solian obrar otros efectos extraordinarios - en ocasiones de menor importancia. - Ofrecióles grandes premios si lo consiguiesen, y - los amenazó con pena de la vida si volviesen á su - presencia sin haberlo conseguido.</p> -<p><span class="pagenum"><a id="Page_69">[Pg 69]</a></span></p> -<p>Esta órden se puso en execucion, y con tantas - veras, que se juntaron brevemente numerosas quadrillas - de nigrománticos, y salieron contra los Españoles, - fiados en la eficacia de sus conjuros, y en - el imperio que, á su parecer, tenian sobre la naturaleza. - Refieren el Padre Josef de Acosta, y - otros autores fidedignos, que, quando llegaron al - camino de Chalco, por donde venía marchando el - exército, y al empezar sus invocaciones y sus círculos, - se les apareció el demonio en figura de uno - de sus ídolos, á quien llamaba Tezcatlepuca, Dios - infausto y formidable, por cuya mano pasaban, á - su entender, las pestes, las esterilidades y otros - castigos del Cielo. Venia como despechado y - enfurecido, afeando con el ceño de la ira la misma - fiereza del ídolo inclemente: y traía sobre sus - adornos ceñida una soga de esparto, que le apretaba - con diferentes vueltas el pecho, para mayor - significacion de su congoja, ó para dar á entender - que le arrastraba mano invisible. Postraronse todos - para darle adoracion: y él, sin dexarse obligar - de su rendimiento, y fingiendo la voz con la misma - ilusion que imitó la figura, les habló en esta - substancia:</p> -<blockquote> - <p>"Ya, Mexicanos infelíces, perdieron - la fuerza vuestros conjuros, ya se desató enteramente - la trabazon de nuestros pactos. Decid - á Motezuma, que por sus crueldades y tiranías - tiene decretada el Cielo su ruina: y para que<span class="pagenum"><a id="Page_70">[Pg 70]</a></span> le representeis mas vivamente la desolacion de - su imperio, volved á mirar esa ciudad miserable - desamparada ya de vuestros Dioses."</p> - </blockquote> -<p>Dicho - esto, desapareció; y ellos vieron arder la ciudad - en horribles llamas, que desvanecieron poco á poco, - desocupando el ayre, y dexando sin alguna lesion - los edificios. Volvieron á Motezuma con - esta noticia, temerosos de su rigor, librando en ella - su disculpa; pero le hicieron tanto asombro las - amenazas de aquel Dios infortunado y calamitoso, - que se detuvo un rato sin responder, como quien - recogia las fuerzas interiores, ó se acordaba de sí - para no descaecer; y depuesta desde aquel instante - su natural ferocidad, dixo, volviendo á mirar - á los magos y á los demas que le asistian:</p> -<blockquote> - <p>"¿Qué - podemos hacer si nos desamparan nuestros - Dioses? Vengan los extrangeros, y cayga sobre - nosotros el cielo; que no nos hemos de esconder, - ni es razon que nos halle fugitivos la calamidad. - Y prosiguió poco despues: Solo me - lastiman los viejos, niños y mugeres, á quien - faltan las manos para cuidar de su defensa."</p> - </blockquote> -<p>En - cuya consideracion se hizo alguna fuerza para detener - las lágrimas. No se puede negar que tuvo - algo de Príncipe la primera proposicion: pues - ofreció el pecho descubierto á la calamidad que - tenia por inevitable; y no desdixo de la magestad - la ternura con que llegó á considerar la opresion<span class="pagenum"><a id="Page_71">[Pg 71]</a></span> de sus vasallos. Afectos ambos de ánimo real, - entre cuyas virtudes ó propiedades no es ménos - heróica la piedad, que la constancia.</p> -<p>Empezóse luego á tratar del hospedage que se - habia de hacer á los Españoles, de la solemnidad y - aparatos del recibimiento: y con esta ocasion se - volvió á discurrir en sus hazañas, en los prodigios - con que habia prevenido el Cielo su venida, en las - señas que traían de aquellos hombres orientales - prometidos á sus mayores, y en la turbacion y desaliento - de sus Dioses, que, á su parecer, se daban - por vencidos, y cedian el dominio de aquella - tierra, como Deidades de inferior gerarquía: y - todo fué menester para que se llegáse á poner en - términos posibles aquella gran dificultad de penetrar, - sobre tan porfiada resistencia, y con tan poca - gente, hasta la misma corte de un Príncipe tan - poderoso, absoluto en sus determinaciones, obedecido - con adoracion, y enseñado al temor de sus - vasallos.</p> -<hr class="chap" /> -<div class="chapter"> -<p><span class="pagenum"><a id="Page_72">[Pg 72]</a></span></p> -<h3>CAPITULO IX.</h3> -</div> -<blockquote> - <p><i>Viene al Quartel á Visitar á Cortés de parte de - Motezuma el Señor de Tezcuco su sobrino: - continuase la marcha, y se hace alto en Quitlavaca, - dentro ya de la lagúna, de México.</i></p> - </blockquote> -<p>De aquellas caserías, donde se alojó el exército de - la otra parte de la montaña, pasó el dia siguiente á - un pequeño lugar, jurisdiccion de Chalco, situado - en el camino real á poco mas de dos leguas, donde - acudieron luego el Cacique principal de la misma - provincia, y otros de la comarca. Traían sus presentes - con algunos bastimentos; y Cortés los agasajó - con mucha humanidad y con algunas dádivas. - Pero se reconoció luego en su conversacion que se - recataban de los Embaxadores Mexicanos; porque - se detenian y embarazaban fuera de tiempo, y daban - á entender lo que callaban en lo mismo que - decian. Apartóse con ellos Hernan Cortés, y á - poca diligencia de los intérpretes dieron todo el - veneno del corazon. Quejaronse destempladamente - de las crueldades y tiranías de Motezuma: - ponderaron lo intolerable de sus tributos, que pasaban - ya de las haciendas á las personas; pues los - hacia trabajar sin estipendio en sus jardines, y en<span class="pagenum"><a id="Page_73">[Pg 73]</a></span> otras obras de su vanidad. Decian con lágrimas:</p> -<blockquote> - <p>"Que hasta las mugeres se habian hecho contribucion - de su torpeza y la de sus ministros, puesto - que las elegian y desechaban á su antojo, sin - que pudiesen defender los brazos de la madre á - la doncella, ni la presencia del marido á la casada:"</p> - </blockquote> -<p>representando uno y otro á Hernan Cortés - como á quien lo podia remediar, y mirándole como - á Deidad que baxaba del Cielo con jurisdiccion - sobre los tiranos. El las escuchó compadecido, - y procuró mantenerlos en la esperanza del remedio, - dexándose llevar por entónces del concepto - en que le tenian, ó resistiendo á su engaño con alguna - falsedad. No pasaba en estas permisiones - de su política los términos de la modestia; pero - tampoco gustaba de obscurecer su fama, donde se - miraba como parte de razon el desvarío de aquella - gente.</p> -<p>Volvióse á la marcha el dia siguiente, y se caminaron - quatro leguas por tierra de mejor temple - y mayor amenidad, donde se conocia el favor de la - naturaleza en las arboledas, y el beneficio del arte - en los jardines. Hizose alto en Amecameca, - donde se alojó el exército: lugar de mediana - poblacion, fundado en una ensenada de la gran lagúna, - la mitad en tierra firme al pie de una montañuela - estéril y fragosa. Concurrieron aquí muchos - Mexicanos con sus armas y adornos militares: - y aunque al principio se creyó que los traía la<span class="pagenum"><a id="Page_74">[Pg 74]</a></span> curiosidad, creció tanto el número, que dieron cuidado; - y no faltaron indicios que persuadiesen al - rezelo. Valióse Cortés de algunas exterioridades - para detenerlos y atemorizarlos: hizose ruido con - las bocas de fuego: dispararonse al ayre algunas - piezas de artillería: ponderóse, y aun se provocó - la ferocidad de los caballos, cuidando, los intérpretes - de dar significacion al estruendo, y engrandecer - el peligro; por cuyo medio se consiguió el - apartarlos del alojamiento ántes que cerrase la - noche. No se verificó que viniesen con ánimo de - ofender, ni parece verisímil que se intentáse nueva - traycion, quando estaba Motezuma reducido á dexarse - ver; aunque despues mataron las centinelas - algunos Indios sobre acercarse demasiado con apariencias - de reconocer el quartel: y pudo ser que - alguno de los caudillos Mexicanos conduxese aquella - gente con ánimo de asaltar cautelosamente á - los Españoles, creyendo no sería desagradable á - su Rey, por considerarle rendido á la paz con repugnancia - de su natural y de su conveniencia; - pero esto se quedó en presuncion, porque á la mañana - solo se descubrieron en el camino que se habia - de seguir algunas tropas de gente desarmada, - que tomaban lugar para ver á los extrangeros.</p> -<p>Tratábase ya de poner en marcha el exército, - quando llegaron al quartel quatro Caballeros Mexicanos - con aviso de que venía el Príncipe Cacumatzin, - sobrino de Motezuma, y Señor de Tezcuco - á visitar á Cortés de parte de su tio; y tardó<span class="pagenum"><a id="Page_75">[Pg 75]</a></span> poco en llegar. Acompañábanle muchos nobles - con insignias de paz y ricamente adornados. Traíanle - sobre sus hombros otros Indios de su familia - en unas andas cubiertas de varias plumas, cuya diversidad - de colores se correspondia con proporcion. - Era mozo de hasta veinte y cinco años, de - recomendable presencia: y luego que se apeó, pasaron - delante algunos de sus criados á varrer el - suelo que habia de pisar, y á desviar con grandes - ademanes y contenencias la gente de los lados: - ceremonias, que siendo ridículas, daban autoridad. - Salió Cortés á recibirle hasta la puerta de su alojamiento - con todo aquel aparato de que adornaba su - persona en semejantes funciones. Hizole al llegar - una cumplida reverencia, y él correspondió tocando - la tierra, y despues los labios con la mano derecha. - Tomó su lugar despejadamente, y habló - con sosiego de hombre que sabía estar sin admiracion - á vista de la novedad. La substancia de su - razonamiento fué:</p> -<blockquote> - <p>"Dar la bien venida, con palabras - puestas en su lugar, á Cortés y á todos - los Cabos de su exército: ponderar la gratitud - con que los esperaba el Gran Motezuma, y - quánto deseaba la correspondencia y amistad - de aquel Príncipe del oriente que los enviaba: - cuya grandeza debia reconocer por algunas razones - que entenderian de su boca:"</p> - </blockquote> -<p>y por via - de discurso propio volvió á dificultar, como los - demas Embaxadores, la entrada de México,</p> -<p><span class="pagenum"><a id="Page_76">[Pg 76]</a></span></p> -<blockquote> - <p>"fingiendo que se padecia esterilidad en todos los - pueblos de su contribucion: y proponiendo, - como punto que sentia su Rey, lo mal asistidos - que se hallarian los Españoles donde faltaba el - sustento para los vecinos."</p> - </blockquote> -<p>Cortés respondió, - sin apartarse del misterio con que iba cebando las - aprehensiones de aquella gente:</p> -<blockquote> - <p>"Que su Rey, - siendo un Monarca sin igual en otro mundo - cercano al nacimiento del sol, tenia tambien algunas - razones de alta consideracion para ofrecer - su amistad á Motezuma, y comunicarle diferentes - noticias que miraban á su persona y - esencial conveniencia: cuya proposicion no - desmereceria su gratitud; ni él podia dexar - de admitir con singular estimacion la licencia - que se le concedia para dar su embaxada, sin - que le hiciese algun embarazo la esterilidad que - se padecia en aquella Corte: porque sus Españoles - necesitaban de poco alimento para conservar - sus fuerzas, y venian enseñados á padecer y - despreciar las incomodidades y trabajos de que - se afligian los hombres de inferior naturaleza."</p> - </blockquote> -<p>No tuvo Cacumatzin que replicar á esta resolucion; - ántes recibió con estimacion y rendimiento - algunas joyuelas de vidrio extraordinario que le - dió Cortés: y acompañó el exército hasta Tezcuco, - ciudad capital de su dominio, donde se adelantó - con la respuesta de su embaxada.</p> -<p>Era entónces Tezcuco una de las mayores ciudades<span class="pagenum"><a id="Page_77">[Pg 77]</a></span> de aquel imperio: refieren algunos que sería - como dos veces Sevilla; y otros, que podia - competir con la corte de Motezuma en la grandeza, - y presumia, no sin fundamento, de mayor antigüedad. - Estaba la frente principal de sus edificios - sobre la orilla de aquel espacioso lago en parage - de grande amenidad, donde tomaba su principio - la calzada oriental de México. Siguióse por - ella la marcha sin detencion, porque se llevaba intento - de pasar á Iztacpalapa, tres leguas mas adelante, - sitio proporcionado para entrar en México - el dia siguiente á buena hora. Tendria por esta - parte la calzada veinte pies de ancho, y era de - piedra y cal, con algunas labores en la superficie. - Habia en la mitad del camino sobre la misma calzada - otro lugar de hasta dos mil casas, que se llamaba - Quitlavaca; y por estar fundado en el agua, - le llamaron entónces Venezuela. Salió el Cacique - muy acompañado y lucido al recibimiento - de Cortés, y le pidió que honráse por aquella - noche su ciudad, con tanto afecto y tan repetidas - instancias, que fué preciso condescender á sus ruegos - por no desconfiarle. Y no dexó de hallarse - alguna conveniencia en hacer aquella mansion para - tomar noticias; porque viendo desde mas cerca - la dificultad, entró Cortés en algun rezelo de que - le rompiesen la calzada, ó levantasen los puentes - para embarazar el paso á su gente.</p> -<p>Registrabase desde allí mucha parte de la lagúna,<span class="pagenum"><a id="Page_78">[Pg 78]</a></span> en cuyo espacio se descubrian varias poblaciones - y calzadas que la interrumpian y la hermoseaban: - torres y capitéles, que, al parecer, nadaban - sobre las aguas: árboles y jardines fuera de su - elemento: y una inmensidad de Indios, que, navegando - en sus canoas, procuraban acercarse á ver - los Españoles; siendo mayor la muchedumbre que - se dexaba reparar en los terrados y azoteas mas - distantes. Hermosa vista, y maravillosa novedad, - de que se llevaba noticia, y fué mayor en los ojos - que en la imaginacion.</p> -<p>Tuvo el exército bastante comodidad en este - alojamiento, y los paisanos asistieron con agrado y - urbanidad al regalo de sus huespedes: gente de - cuya policía se dexaba conocer la vecindad de la - Corte. Manifestó el Cacique, sin poderse contener, - poco afecto á Motezuma, y el mismo deseo - que los demas de sacudir el yugo intolerable de - aquel gobierno; porque alentaba los soldados, facilitaba - la empresa, diciendo á los intérpretes, como - quien deseaba que lo entendiesen todos:</p> -<blockquote> - <p>"Que la calzada que se habia de seguir hasta México - era mas capaz y de mejor calidad que la - pasada, sin que hubiese que rezelar en ella, ni - en las poblaciones de su márgen: que la ciudad - de Iztacpalapa, donde se habia de hacer tránsito, - estaba de paz, y tenia órden para recibir y - alojar amigablemente á los Españoles: que el - Señor de esta ciudad era pariente de Motezuma;<span class="pagenum"><a id="Page_79">[Pg 79]</a></span> pero que ya no habia que temer en los de - su faccion, porque le tenian rendido y sin espíritu - los prodigios del Cielo, las respuestas de - sus oráculos, y las hazañas que le referian de - aquel exército; por cuya razon le hallarian deseoso - de la paz, y con el ánimo dispuesto ántes - á sufrir que á provocar."</p> - </blockquote> -<p>Decia la verdad este - Cacique; pero con alguna mezcla de pasion y de - lisonja: y Hernan Cortés, aunque no dexaba de - conocer este defecto en sus noticias, procuraba divulgarlas - y encarecerlas entre sus soldados. Y no - se puede negar que llegaron á buen tiempo, para - que no se desanimáse la gente de ménos obligaciones - con aquella variedad de objetos admirables - que se tenian á la vista, de que pudiera colegir la - grandeza de aquella Corte, y el poder formidable - de aquel Príncipe; pero los informes del Cacique, - y las ponderaciones que se hacian de su turbacion - y desaliento pudieron tanto en esta concurrencia - de novedades, que alegrándose todos de lo que se - habian de asombrar, se aprovecharon de su admiracion - para mejorar las esperanzas de su fortuna.</p> -<hr class="chap" /> -<div class="chapter"> -<p><span class="pagenum"><a id="Page_80">[Pg 80]</a></span></p> -<h3>CAPITULO X.</h3> -</div> -<blockquote> - <p><i>Pasa el exército á iztacpalapa, donde se dispone - la entrada de México. Refierese la grandeza - con que salió Motezuma á recibir á los Españoles.</i></p> - </blockquote> -<p>La mañana siguiente, poco despues de amanecer, - se puso en órden la gente sobre la misma calzada, - segun su capacidad, bastante por aquella - parte, para que pudiesen ir ocho caballos en hilera. - Constaba entónces el exército de quatrocientos y - cincuenta Españoles no cabales, y hasta seis mil - Indios Tlascaltécas y Zempoales, y de otras naciones - amigas. Siguióse la marcha, sin nuevo accidente - que diese cuidado, hasta la misma ciudad - de Iztacpalapa donde se habia de hacer alto: lugar - que sobresalia entre los demas por la grandeza - de sus torres, y por el vulto de sus edificios: sería - de hasta diez mil casas de segundo y tercer alto, - que ocupaban mucha parte de la lagúna, y se dilataban - algo mas sobre la ribera en sitio delicioso y - abundante. El Señor de esta ciudad salió muy - autorizado á recibir el exército: y le asistieron - para esta funcion los Príncipes de Magicalzingo y - Cuyoacán, dominios de la misma lagúna. Traían<span class="pagenum"><a id="Page_81">[Pg 81]</a></span> todos tres su presente separado de varias frutas, - cazas y otros bastimentos, con algunas piezas de - oro, que valdrian hasta dos mil pesos. Llegaron - juntos, y se dieron á conocer, diciendo cada uno - su nombre y dignidad, y remitiendo á la discrecion - de la ofrenda todo lo que faltaba en el razonamiento.</p> -<p>Hizose la entrada en esta ciudad con aquel - aplauso que consistia en el bullicio y gritería de la - gente, cuya inquietud alegre daba seguridad á los - mas rezelosos. Estaba prevenido el alojamiento - en el mismo palacio del Cacique, donde cupieron - todos los Españoles debaxo de cubierto, quedando - los demas en los patios y zaguanes con bastante - comodidad para una noche que se habia de pasar - sin descuido. Era el palacio grande y bien fabricado, - con separacion de quartos alto y baxo, muchas - salas con techumbre de cedro, y no sin adorno; - porque algunas de ellas tenian sus colgaduras - de algodon, texido á colores con dibuxo y proporcion. - Habia en Iztacpalapa diversas fuentes de - agua dulce y saludable, traída por diferentes conductos - de las sierras vecinas, y muchos jardines - cultivados con prolixidad: entre los quales se hacia - reparar una huerta de admirable grandeza y - hermosura que tenia el Cacique para su recreacion, - donde llevó aquella tarde á Cortés con algunos de - sus Capitanes y soldados, como quien deseaba - cumplir á un tiempo con el agasajo de los huespedes,<span class="pagenum"><a id="Page_82">[Pg 82]</a></span> y con su propia jactancia y vanidad. Habia - en ella diversos géneros de árboles fructíferos, que - formaban calles muy dilatadas, dexando su lugar á - las plantas menores, y un espacioso jardin, que tenia - sus divisiones, y paredes hechas de cañas entretexidas, - y cubiertas de yerbas olorosas, con diferentes - quadros de agricultura cuidadosa, donde - hacian labor las flores con ordenada variedad. - Estaba en medio un estanque de agua dulce, de - forma quadrangular: fábrica de piedra y argamasa, - con gradas por todas partes hasta el fondo, tan - grande, que tenia cada uno de sus lados quatrocientos - pasos, donde se alimentaba la pesca de - mayor regalo, y acudian varias especies de aves - palustres, algunas conocidas en Europa, y otras de - figura exquisita, y pluma extraordinaria: obra - digna de Príncipe, y que hallada en un súbdito de - Motezuma, se miraba como argumento de mayores - opulencias.</p> -<p>Pasóse bien la noche, y la gente acudió con - agrado y sencillez al agasajo de los Españoles: solo - se reparó en que hablaban ya en este lugar con - otro estílo de las cosas de Motezuma, porque alababan - todos su gobierno, y encarecian su grandeza; - ó tuviese los de aquella opinion el parentesco - del Cacique, ó ménos atrevidos la cercanía del tirano. - Habia dos leguas de calzada que pasar hasta - México, y se tomó la mañana, porque deseaba - Cortés hacer su entrada, y cumplir con la primera<span class="pagenum"><a id="Page_83">[Pg 83]</a></span> funcion de visitar á Motezuma, quedando con alguna - parte del dia para reconocer y fortificar su - quartel. Siguióse la marcha con la misma órden: - y dexando á los lados la ciudad de Magicalzingo - en el agua, y la de Cuyoacán en la ribera, sin otras - grandes poblaciones que se descubrian en la misma - lagúna, se dió vista desde mas cerca, y no sin admiracion, - á la gran ciudad de México, que se levantaba - con exceso entre las demas, y, al parecer, - se le conocia el predominio hasta en la soberbia de - sus edificios. Salieron á poco ménos que la mitad - del camino mas de quatro mil nobles y ministros - de la ciudad á recibir el exército, cuyos cumplimientos - detuvieron largo rato la marcha, aunque - solo hacian reverencia, y pasaban delante para volver - acompañando. Estaba poco ántes de la ciudad - un baluarte de piedra con dos castillejos á los lados, - que ocupaba todo el plano de la calzada: - cuyas puertas desembocaban sobre otro pedazo de - calzada, y esta terminaba en una puente levadiza, - que defendia la entrada con segunda fortificacion. - Luego que pasaron de la otra parte los magnátes - del acompañamiento, se fueron desviando á los - lados para franquear el paso al exército, y se descubrió - una calle muy larga y espaciosa, de grandes - casas edificadas con igualdad y correspondencia, - cubiertos de gente los miradores y terrados; pero - la calle totalmente desocupada: y dixeron á Cortés - que se habia despejado cuidadosamente, porque<span class="pagenum"><a id="Page_84">[Pg 84]</a></span> Motezuma estaba en ánimo de salir á recibirle - para mayor demostracion de su benevolencia.</p> -<p>Poco despues se fué dexando ver la primera comitiva - real, que serian hasta doscientos nobles de - su familia, vestidos de librea con grandes penachos - conformes en la hechura y el color. Venian en - dos hileras con notable silencio y compostura, descalzos - todos, y sin levantar los ojos de la tierra: - acompañamiento con apariencias de procesion. - Luego que llegaron cerca del exército, se fueron - arrimando á las paredes en la misma órden; y se - vió á lo lejos una gran tropa de gente mejor adornada - y de mayor dignidad, en cuyo medio venía - Motezuma sobre los hombros de sus favorecidos - en unas andas de oro bruñido, que brillaba con - proporcion entre diferentes labores de pluma sobrepuesta, - cuya primorosa distribucion procuraba - obscurecer la riqueza con el artificio. Seguian el - paso de las andas quatro personages de gran suposicion, - que le llevaban debaxo de un palio hecho - de plumas verdes entretexidas y dispuestas de - manera que formaban tela, con algunos adornos - de argentería: y poco delante iban tres Magistrados - con unas varas de oro en las manos que levantaban - en alto sucesivamente, como avisando que se - acercaba el Rey, para que se humillasen todos, y - no se atreviesen á mirarle: desacato que se castigaba - como sacrilegio. Cortés se arrojó del caballo<span class="pagenum"><a id="Page_85">[Pg 85]</a></span> poco ántes que llegáse, y al mismo tiempo se apeó - Motezuma de sus andas, y se adelantaron algunos - Indios que alfombraron el camino para que no pusiese - los pies sobre la tierra, que, á su parecer, era - indigna de sus huellas.</p> -<p>Previnose á la funcion con espacio y gravedad; - puestas las dos manos sobre los brazos del Señor - de Iztacpalapa, y el de Tezcuco sus sobrinos, dió - algunos pasos para recibir á Cortés. Era de buena - presencia: su edad hasta quarenta años, de - mediana estatura, mas delgado que robusto: el - rostro aguileño, de color ménos obscuro que el natural - de aquellos Indios: el cabello largo hasta el - extremo de la oreja, los ojos vivos, y el semblante - magestuoso, con algo de intencion: su trage un - manto de sutilísimo algodon, anudado sin desayre - sobre los hombros, de manera que cubria la mayor - parte del cuerpo, dexando arrastrar la falda. Traía, - sobre sí diferentes joyas de oro, perlas y piedras - preciosas en tanto número, que servían mas al peso - que al adorno. La corona una mitra de oro ligero, - que por delante remataba en punta, y la mitad - posterior algo mas obtusa se inclinaba sobre la - cerviz: y el calzado unas suelas de oro macizo, - cuyas correas tachonadas de lo mismo ceñian el - pie, y abrazaban parte de la pierna, semejante á - las caligas militares de los Romanos.</p> -<p>Llegó Cortés apresurando el paso sin desautorizarse,<span class="pagenum"><a id="Page_86">[Pg 86]</a></span> y le hizo una profunda sumision; á que - respondió poniendo la mano cerca de la tierra, y - llevándola despues á los labios: cortesía de inaudita - novedad en aquellos Príncipes, y mas desproporcionada - en Motezuma, que apénas doblaba la - cerviz á sus Dioses, y afectaba la soberbia, ó no la - sabía distinguir de la magestad: cuya demostracion, - y la de salir personalmente al recibimiento, - se reparó mucho entre los Indios, y cedió en - mayor estimacion de los Españoles: porque no - se persuadian á que fuese inadvertencia de su Rey, - cuyas determinaciones veneraban sujetando el entendimiento. - Habiase puesto Cortés sobre las armas - una banda ó cadena de vidrio, compuesta vistosamente - de várias piedras que imitaban los diamantes - y las esmeraldas, reservada para el presente - de la primera audiencia; y hallándose cerca en - estos cumplimientos, se la echó sobre los hombros - á Motezuma. Detuvieronle, no sin alguna destemplanza, - los dos brazeros, dándole á entender - que no era lícito el acercarse tanto á la persona del - Rey; pero él los reprehendió, quedando tan gustoso - del presente, que le miraba y celebraba entre - los suyos como presea de inestimable valor: y para - desempeñar su agradecimiento con alguna liberalidad, - hizo traer, entretanto que llegaban á darse - á conocer los demas Capitanes, un collar, que tenia - la primera estimacion entre sus joyas. Era<span class="pagenum"><a id="Page_87">[Pg 87]</a></span> de unas conchas carmesíes de gran precio en - aquella tierra, dispuestas y engazadas con tal arte, - que de cada una de ellas pendian quatro gámbaros - ó cangrejos de oro, imitados prolixamente del natural. - Y él mismo con sus manos se le puso en el - cuello á Cortés: humanidad y agasajo, que hizo - segundo ruido entre los Mexicanos. El razonamiento - de Cortés fué breve y rendido, como lo - pedia la ocasion, y su respuesta de pocas palabras, - que cumplieron con la discrecion, sin faltar á la - decencia. Mandó luego al uno de aquellos dos - Príncipes sus colaterales que se quedáse para conducir - y acompañar á Hernan Cortés hasta su alojamiento, - y arrimado al otro volvió á tomar sus - andas, y se retiró á su palacio con la misma pompa - y gravedad.</p> -<p>Fué la entrada en esta ciudad á ocho de Noviembre - del mismo año de mil y quinientos y diez - y nueve, dia de los Santos quatro coronados Mártires: - y el alojamiento que tenian prevenido, una - de las casas reales que fabricó Axayáca, padre de - Motezuma. Competia en la grandeza con el palacio - principal de los Reyes, y tenia sus presunciones - de fortaleza: paredes gruesas de piedra, - con algunos torreones que servian de traveses, y - daban facilidad á la defensa. Cupo en ella todo el - exército: y la primera diligencia de Cortés fué - reconocerla por todas partes, para distribuir sus<span class="pagenum"><a id="Page_88">[Pg 88]</a></span> guardias, alojar su artillería, y cerrar su quartel. - Algunas salas, que tenian destinadas para la - gente de mas cuenta, estaban adornadas con sus - tapicerías de varios colores, hechas de aquel algodon - á que se reducian todas sus telas, mas ó ménos - delicadas: las sillas de madera labradas de - una pieza: las camas entoldadas con sus colgaduras - en forma de pabellones; pero el lecho se componia - de aquellas sus esteras de palma, donde servia - de cabecera una de las mismas esteras arrollada. - No alcanzaban allí mejor cama los Príncipes - mas regalados, ni cuidaba mucho aquella gente de - su comodidad, porque vivian á la naturaleza, contentándose - con los remedios de la necesidad: y - no sabemos si se debe llamar felicidad en aquellos - bárbaros esta ignorancia de las superfluidades.</p> -<hr class="chap" /> -<div class="chapter"> -<p><span class="pagenum"><a id="Page_89">[Pg 89]</a></span></p> -<h3>CAPITULO XI.</h3> -</div> -<blockquote> - <p><i>Viene Motezuma el mismo dia por la tarde á visitar - á Cortés en su alojamiento. Refierese la - oracion que hizo ántes de oir la embaxada: y - la respuesta de Cortés.</i></p> - </blockquote> -<p>Era poco mas de medio dia quando entraron - los Españoles en su alojamiento; hallaron prevenido - un banquete regalado y espléndido para - Cortés y los Cabos de su exército, con grande - abundancia de bastimentos ménos delicados para - el resto de la gente, y muchos Indios de servicio - que ministraban los manjares y las bebidas con - igual silencio y puntualidad. Por la tarde vino - Motezuma con la misma pompa y acompañamiento - á visitar á Cortés, que, avisado poco ántes, salió - á recibirle hasta el patio principal con todo el - obsequio debido á semejante favor. Acompañóle - hasta la puerta de su quarto, donde le hizo una - profunda reverencia; y él pasó á tomar su asiento - con despejo y gravedad. Mandó luego que acercasen - otro á Cortés: hizo seña para que se apartasen - á la pared los Caballeros que andaban cerca - de su persona; y Cortés advirtió lo mismo á los - Capitanes que le asistian. Llegaron los intérpretes:<span class="pagenum"><a id="Page_90">[Pg 90]</a></span> y quando se prevenia Hernan Cortés para - dar principio á su oracion, le detuvo Motezuma, - dando á entender que tenia que hablar ántes de - oir: y se refiere que discurrió en esta substancia:</p> -<blockquote> - <p>"Antes que me deis la embaxada, ilustre Capitan - y valerosos extrangeros, del Príncipe - grande que os envia, debeis vosotros, y debo yo - desestimar y poner en olvido lo que ha divulgado - la fama de nuestras personas y costumbres, - introduciendo en nuestros oídos aquellos vanos - rumores que van delante de la verdad, y suelen - obscurecerla, declinando en lisonja ó vituperio. - En algunas partes os habrán dicho de mí que - soy uno de los Dioses inmortales, levantando - hasta los Cielos mi poder y mi naturaleza: en - otras, que se desvela en mis opulencias la fortuna: - que son de oro las paredes y los ladrillos - de mis palacios, y que no cabe la tierra mis tesoros; - y en otras, que soy tirano, cruel y soberbio, - que aborrezco la justicia, y que no conozco - la piedad. Pero los unos y los otros os han - engañado con igual encarecimiento: y para que - no imagineis que soy alguno de los Dioses, ó - conozcais el desvarío de los que así me imaginan, - esta porcion de mi cuerpo (y desnudó - parte del brazo) desengañará vuestros ojos de - que hablais con un hombre mortal de la misma - especie; pero mas noble, y mas poderoso que - los otros hombres. Mis riquezas no niego que<span class="pagenum"><a id="Page_91">[Pg 91]</a></span> son grandes; pero las hace mayores la exâgeracion - de mis vasallos. Esta casa que habitais es - uno de mis palacios. Mirad esas paredes hechas - de piedra y cal, materia vil que debe al arte - su estimacion; y colegid de uno y otro el mismo - engaño y el mismo encarecimiento en lo - que os hubieren dicho de mis tiranías, suspendiendo - el juicio hasta que os entereis de mi razon, - y despreciando ese lenguage de mis rebeldes, - hasta que veais si es castigo lo que llaman - infelicidad, y si pueden acusarle sin dexar de - merecerle. No de otra suerte han llegado á - nuestros oídos varios informes de vuestra naturaleza - y operaciones. Algunos han dicho que - sois Deidades, que os obedecen las fieras, que - manejais los rayos, y que mandais en los elementos; - y otros, que os dexais dominar de los - vicios, y que venis con una sed insaciable del - oro que produce nuestra tierra. Pero yo veo - que sois hombres de la misma composicion y - masa que los demas; aunque os diferencian de - nosotros algunos accidentes de los que suele influir - el temperamento de la tierra en los mortales. - Esos brutos que os obedecen, ya conozco - que son unos venados grandes, que traeis - domesticados y embebidos en aquella doctrina - imperfecta que puede comprehender el instinto - de los animales. Esas armas que se asemejan - á los rayos, tambien alcanzo que son unos<span class="pagenum"><a id="Page_92">[Pg 92]</a></span> cañones de metal no conocido, cuyo efecto es como - el de nuestras cerbatanas, ayre oprimido - que busca salida, y arroja el impedimento. - Ese fuego que despiden con mayor estruendo, - será quando mucho algun secreto mas que natural - de la misma ciencia que alcanzan nuestros - magos. Y en lo demas que han dicho de vuestro - proceder, hallo tambien, segun la observacion - que han hecho de vuestras costumbres mis - Embaxadores y confidentes, que sois benignos - y religiosos, que os enojais con razon, que sufris - con alegría los trabajos, y que no falta entre - vuestras virtudes la liberalidad, que se acompaña - pocas veces con la codicia. De suerte que - unos y otros debemos olvidar las noticias pasadas - y agradecer á nuestros ojos el desengaño de - nuestra imaginacion: con cuyo presupuesto - quiero que sepais ántes de hablarme, que no se - ignora entre nosotros, ni necesitamos de vuestra - persuasion para creer que el Príncipe grande, á - quien obedeceis, es descendiente de nuestro antiguo - Quezalcoál, señor de las siete cuevas de los - Nautlácas, y Rey legítimo de aquellas siete naciones - que dieron principio al Imperio Mexicano. - Por una profecía suya, que veneramos como - verdad infalible, y por la tradicion de los - siglos que se conserva en nuestros anales, sabemos - que salió de estas regiones á conquistar - nuevas tierras hácia la parte del oriente, y dexó<span class="pagenum"><a id="Page_93">[Pg 93]</a></span> prometido que, andando el tiempo, vendrian - sus descendientes á moderar nuestras leyes, ó - poner en razon nuestro gobierno. Y porque - las señas que traeis conforman con este vaticinio, - y el Príncipe del oriente que os envia - manifiesta en vuestras mismas hazañas la grandeza - de tan ilustre progenitor, tenemos ya determinado - que se haga en obsequio suyo todo lo - que alcanzaren nuestras fuerzas. De que me ha - parecido advertiros, para que hableis sin embarazo - en sus proposiciones, y atribuyais á - tan alto principio estos excesos de mi humanidad."</p> - </blockquote> -<p>Acabó Motezuma su oracion, previniendo el - oído con entereza y magestad: cuya substancia - dió bastante disposicion á Cortés para que, sin - apartarse del engaño que hallaba introducido en - el concepto de aquellos hombres, pudiese responderle, - segun lo que hallamos escrito, éstas ó - semejantes razones:</p> -<blockquote> - <p>"Despues, Señor, de rendiros las gracias por - la suma benignidad con que permitis vuestros - oídos á nuestra embaxada, y por el superior - conocimiento con que nos habeis favorecido, - menospreciando en nuestro abono los siniestros - informes de la opinion, debo deciros, que - tambien acerca de nosotros se ha tratado la - vuestra con aquel respeto y veneracion que corresponde - á vuestra grandeza. Mucho nos han<span class="pagenum"><a id="Page_94">[Pg 94]</a></span> dicho de vos en esas tierras de vuestro dominio, - unos afeando vuestras obras, y otros poniendo - entre sus Dioses vuestra persona; pero los - encarecimientos crecen ordinariamente con injuria - de la verdad: que, como es la voz de los - hombres el instrumento de la fama, suele participar - de sus pasiones; y estas ó no entienden - las cosas como son, ó no las dicen como las - entienden. Los Españoles, Señor, tenemos - otra vista con que pasamos á discernir el color - de las palabras, y por ellas el semblante del - corazon. Ni hemos creido á vuestros rebeldes, - ni á vuestros lisonjeros: con certidumbre de - que sois Príncipe grande, y amigo de la razon, - venimos á vuestra presencia, sin necesitar de - los sentidos para conocer que sois Príncipe - mortal. Mortales somos tambien los Españoles, - aunque mas valerosos, y de mayor entendimiento - que vuestros vasallos, por haber nacido en - otro clima de mas robustas influencias. Los - animales que nos obedecen no son como vuestros - venados, porque tienen mayor nobleza y ferocidad: - brutos inclinados á la guerra, que saben - aspirar con alguna especie de ambicion á la - gloria de su dueño. El fuego de nuestras - armas es obra natural de la industria humana, - sin que tenga parte alguna en su produccion - esa facultad que profesan vuestros magos, ciencia - entre nosotros abominable, y digna de mayor<span class="pagenum"><a id="Page_95">[Pg 95]</a></span> desprecio que la misma ignorancia: con cuya - suposicion, que me ha parecido necesaria para - satisfacer á vuestras advertencias, os hago saber - con todo el acatamiento debido á vuestra Magestad, - que vengo á visitaros como Embaxador - del mas poderoso Monarca que registra el sol - desde su nacimiento: en cuyo nombre os propongo, - que desea ser vuestro amigo y confederado - sin acordarse de los derechos antiguos que - habeis referido para otro fin que abrir el - comercio entre ambas Monarquías, y conseguir - por este medio vuestra comunicacion y vuestro - desengaño. Y aunque pudiera, segun la tradicion - de vuestras mismas historias, aspirar á - mayor reconocimiento en estos dominios, solo - quiere usar de su autoridad para que le creais - en lo mismo que os conviene, y daros á entender - que vos, Señor, y vosotros Mexicanos que - me oís (volviendo el rostro á los circunstantes) - vivis engañados en la religion que profesais, - adorando unos leños insensibles, obra de vuestras - manos y de vuestra fantasía: porque solo - hay un Dios verdadero, Principio eterno, sin - principio ni fin, de todas las cosas, cuya omnipotencia - infinita crió de nada esa fábrica - maravillosa de los cielos, el sol que nos alumbra, - la tierra que nos sustenta, y el primer - hombre, de quien procedemos todos con igual - obligacion de reconocer y adorar á nuestra<span class="pagenum"><a id="Page_96">[Pg 96]</a></span> Primera Causa. Esta Misma obligacion teneis - vosotros impresa en el alma; y conociendo su - inmortalidad, la desestimais y destruis, dando - adoracion á los demonios, que son unos espíritus - inmundos, criaturas del mismo Dios, que - por su ingratitud y rebeldía fueron lanzados en - ese fuego subterráno, de que teneis alguna - imperfecta noticia en el horror de vuestros - volcanes. Estos, que por su envidia y malignidad - son enemigos mortales del género humano, - solicitan vuestra perdicion, haciéndose adorar - en esos ídolos abominables: suya es la voz que - alguna vez escuchais en las respuestas de - vuestros oráculos, y suyas las ilusiones con que - suele introducir, en vuestro entendimiento los - errores de la imaginacion. Ya conozco, Señor, - que no son de este lugar los misterios de tan - alta enseñanza; pero solamente os amonesta - ese mismo Rey, á quien reconoceis tan antigua - superioridad, que nos oygais en este punto con - ánimo indiferente, para que veais como descansa - vuestro espíritu en la verdad que os - anunciamos, y quantas veces habeis resistido á - la razon natural, que os daba luz suficiente - para conocer vuestra ceguedad. Esto es lo - primero que desea de vuestra Magestad el Rey - mi Señor, y esto lo principal que os propone, - como el medio mas eficaz para que pueda - estrecharse con durable amistad la confederacion<span class="pagenum"><a id="Page_97">[Pg 97]</a></span> de ambas coronas, y no falten á su firmeza los - fundamentos de la Religion, que, sin dexar - alguna discordia en los dictámenes, introduzcan - en el ánimo los vínculos de la voluntad."</p> - </blockquote> -<p>Así procuró Hernan Cortés mantener entre - aquella gente la estimacion de sus fuerzas, sin - apartarse de la verdad, y servirse del orígen que - buscaban á su Rey, ó no contradecir lo que - tenian aprehendido, para dar mayor autoridad - á su embaxada. Pero Motezuma oyó con señas - de poca docilidad el punto de la Religion, obstinado - con hipocresía en los errores de su gentilidad; - y levantándose de la silla:</p> -<blockquote> - <p>"Yo acepto - (dixo) con toda gratitud la confederacion y - amistad que me proponeis del gran descendiente - de Quezalcoál; pero todos los Dioses son - buenos, y el vuestro puede ser todo lo que - decis sin ofensa de los mios. Descansad ahora, - que en vuestra casa estais, donde seréis asistido - con todo el cuidado que se debe á vuestro valor, - y al Príncipe que os envia."</p> - </blockquote> -<p>Mandó luego que - entrasen algunos Indios de carga que traia prevenidos, - y ántes de partir presentó á Hernan Cortés - diferentes piezas de oro, cantidad de ropas de - algodon, y varias curiosidades de pluma, dádiva - considerable por el valor y por el modo; y repartió - algunas joyas y preseas del mismo género - entre los Españoles que estaban presentes, dando - uno y otro con alegre generosidad, sin hacer<span class="pagenum"><a id="Page_98">[Pg 98]</a></span> mucho caso del beneficio; pero mirando á Cortés - y á los suyos con un género de satisfaccion, en - que se conocia el cuidado antecedente, como los - que manifiestan su temor en lo mismo que se - complacen de haberle perdido.</p> -<hr class="chap" /> -<div class="chapter"> -<h3>CAPITULO XII.</h3> -</div> -<blockquote> - <p><i>Visita Cortés á Motezuma en su palacio, cuya - grandeza y aparato se describe, y se da - noticia de lo que pasó en esta conferencia, y en - otras que se tuvieron despues sobre la Religion.</i></p> - </blockquote> -<p>Pidió Hernan Cortés audiencia el dia siguiente, - y la consiguió con tanta prontitud, que vinieron - con la respuesta los mismos que le habian de - acompañar en esta visita: cierto género de ministros - que solian asistir á los Embaxadores, y tenian - á su cargo el magisterio de las ceremonias y estílos - de su nacion. Vistióse de gala, sin dexar las - armas (que se habian de introducir á trage militar) - y llevó consigo á los Capitanes Pedro de Alvarado, - Gonzalo de Sandoval, Juan Velazquez de Leon y - Diego de Ordaz, con seis ó siete soldados particulares - de su satisfaccion: entre los quales fué - Bernal Diaz del Castillo, que ya trataba de observar - para escribir.</p> -<p><span class="pagenum"><a id="Page_99">[Pg 99]</a></span></p> -<p>Las calles estaban pobladas por todas partes de - innumerable concurso, que trabajaba en su misma - muchedumbre para ver á los Españoles sin embarazarles - el paso, entre cuyas reverencias y sumisiones, - se oía muchas veces la palabra <i>teules</i>, - que en su lengua significa Dioses: voz que ya se - entendia, y que no sonaba mal á los que fundaban - parte de su valor en el respeto ageno.</p> -<p>Dexóse ver á larga distancia el palacio de - Motezuma, que manifestaba, no sin encarecimiento, - la magnificencia de aquellos Reyes. - Edificio tan desmesurado, que se mandaba por - treinta puertas á diferentes calles. La fachada - principal, que ocupaba toda la frente de una - plaza muy espaciosa, era de varios jaspes negros, - roxos y blancos, de no mal entendida colocacion - y pulimento. Sobre la portada se hacian reparar - en un escudo grande las armas de los Motezumas: - un grifo medio águila, y medio leon, en ademan - de volar, con un tigre feroz entre las garras. Algunos - quieren que fuese águila, y se ponen de - propósito á impugnar el grifo con la razon de que - no los hay en aquella tierra, como si no se pudiese - dudar si los hay en el mundo, segun los autores que - los pusieron entre las aves fabulosas. Diriamos - ántes que pudo inventar acá y allá este género - de monstruos el desvarío artificioso, que llaman - licencia los poetas, y valentía los pintores.</p> -<p>Al llegar cerca de la puerta principal se encaminaron<span class="pagenum"><a id="Page_100">[Pg 100]</a></span> hácia el uno de sus lados los ministros del - acompañamiento, y retirándose atras con pasos - de gran misterio, formaron un semicírculo para - llegar á la puerta de dos en dos: ceremonia de su - costumbre, porque tenian á falta de respeto el - entrar de tropel en la casa real, y reconocian con - este desvío la dificultad de pisar aquellos umbrales. - Pasados tres patios de la misma fábrica y materia - que la fechada, llegaron al quarto donde residia - Motezuma, en cuyos salones era de igual admiracion - la grandeza y el adorno. Los pavimentos - con esteras de varias labores: las paredes con - diferentes colgaduras de algodon, pelo de conejo, - y en lo mas interior de pluma: unas y otras - hermoseadas con la viveza de los colores, y con la - diferencia de las figuras. Los techos de ciprés, - cedro y otras maderas olorosas, con diversos - follages y relieves: en cuya contextura se reparó - que, sin haber hallado el uso de los clavos, formaban - grandes artesones, afirmando el maderamen y - las tablas en su misma trabazon.</p> -<p>Habia en cada una de estas salas numerosas y - diferentes gerarquías de criados, que tenian la - entrada segun su calidad y ministerio: y en la - puerta de la antecámara esperaban los próceres y - magistrados, que recibieron á Cortés con grande - urbanidad; pero le hicieron esperar para quitarse - las sandalias, y dexar los mantos ricos de que - venian adornados, tomando en su lugar otros de<span class="pagenum"><a id="Page_101">[Pg 101]</a></span> ménos gala. Era entre aquella gente irreverencia - el atreverse á lucir delante del Rey. Todo lo reparaban - los Españoles, todo hacia novedad, y - todo infundia respeto: la grandeza del palacio, - las ceremonias, el aparato, y hasta el silencio de - la familia.</p> -<p>Estaba Motezuma en pie con todas sus insignias - reales, y dió algunos pasos para recibir á Cortés, - poniéndole al llegar los brazos sobre los hombros: - agasajó despues con el semblante á los Españoles - que le acompañaban; y tomando su asiento, - mandó sentar á Cortés y á todos los demas, sin - dexarles accion para que replicasen. La visita - fué larga, y de conversacion familiar: hizo varias - preguntas á Cortés sobre lo natural y político de - las regiones orientales, aprobando á tiempo lo que - le parecia bien, y mostrando que sabía discurrir - en lo que sabía dudar. Volvió á referir la dependencia - y obligacion que tenian los Mexicanos al - descendiente de su primero Rey; y se congratuló - muy particularmente de que se hubiese cumplido - en su tiempo la profecía de los extrangeros, que - tantos siglos ántes habian sido prometidos á sus - mayores. Si fué con afectacion, supo esconder - lo que sentia: y siendo esta una credulidad vana - y despreciable por su orígen y circunstancias, - importó mucho en aquella ocasion para que los - Españoles hallasen hecho el camino á su introduccion. - Así baxan muchas veces encadenadas y<span class="pagenum"><a id="Page_102">[Pg 102]</a></span> dependientes de ligeros principios las cosas mayores. - Hernan Cortés le puso con destreza en la - plática de la religion, tocando, entre las demas - noticias que le daba de su nacion, los ritos y - costumbres de los Christianos; para que le - hiciesen disonancia los vicios y abominaciones de - su idolatría: con cuya ocasion exclamó contra los - sacrificios de sangre humana, y contra el horror - aborrecible á la naturaleza, con que se comian los - hombres que sacrificaban: bestialidad muy introducida - en aquella corte, por ser mayor el número - de los sacrificados, y mas culpable por esta razon - el exceso de los banquetes.</p> -<p>No fué del todo inútil esta sesion, porque - Motezuma, sintiendo en algo la fuerza de la - razon, desterró de su mesa los platos de carne - humana; pero no se atrevió á prohibir de una - vez este manjar á sus vasallos, ni se dió por - vencido en el punto de los sacrificios; ántes decia - que no era crueldad ofrecer á sus Dioses unos - prisioneros de guerra que venian ya condenados á - muerte, no hallando razon que le hiciese capaz - de que fuesen proxîmos los enemigos.</p> -<p>Dió pocas esperanzas de reducirse, aunque - procuraron varias veces Hernan Cortés y el Padre - Fray Bartolomé de Olmedo traerle al camino de - la verdad. Tenia entendimiento para conocer - algunas ventajas en la religion Católica, y para no - desconocer en todo los abusos de la suya; pero se<span class="pagenum"><a id="Page_103">[Pg 103]</a></span> volvia luego al tema de que sus Dioses eran - buenos en aquella tierra, como el de los Christianos - en su distrito; y se hacia fuerza para no enojarse - quando le apretaban los argumentos, padeciendo - mucho consigo en estas conferencias, porque deseaba - complacer á los Españoles con un género - de cuidado que parecia sujecion; y por otra parte - le tiraban las afectaciones de religioso, que le - adquirieron, y á su parecer, le mantenian la - corona: obligándole á temer con mayor abatimiento - la desestimacion de sus vasallos, si le viesen - ménos atento al culto de sus Dioses. Política - miserable, propia del tirano, dominar con soberbia, - y contemplar con servidumbre.</p> -<p>Hacia tanta ostentacion de su resistencia, que, - llevando consigo, uno de aquellos primeros dias, - á Hernan Cortés y al Padre Fray Bartolomé con - algunos de los Capitanes y soldados particulares - para que viesen á su lado las grandezas de su - corte, deseó, no sin alguna vanidad, enseñarles - el mayor de sus templos. Mandóles que se detuviesen - poco ántes de la entrada, y se adelantó - para conferir con los sacerdotes, si sería lícito que - llegáse á la presencia de sus Dioses una gente que - no los adoraba. Resolvióse que podrian entrar, - amonestándolos primero que no se descomidiesen: - y salieron dos ó tres de los mas ancianos con la - permision y el requerimiento. Franquearonse - luego todas las puertas de aquel espantoso edificio,<span class="pagenum"><a id="Page_104">[Pg 104]</a></span> y Motezuma tomó á su cargo el explicar los - secretos, oficinas y simulacros del adoratorio, tan - reverente y ceremonioso, que los Españoles no - pudieron contenerse de hacer alguna irrision, de - que no se dió por entendido; pero volvió á - mirarlos como quien deseaba reprimirlos. A cuyo - tiempo Hernan Cortés, dexándose llevar del zelo - que ardia en su corazon, le dixo:</p> -<blockquote> - <p>"Permitidme, - Señor, fixar una cruz de Christo delante de - esas imágenes del demonio, y veréis si merecen - adoracion ó menosprecio."</p> - </blockquote> -<p>Enfurecieronse los - sacerdotes al oir esta proposicion: y Motezuma - quedó confuso y mortificado, faltándole á un - tiempo la paciencia para sufrirlo, y la resolucion - para enojarse; pero tomando partido con su primera - turbacion, y procurando que no quedáse - mal su hipocresía:</p> -<blockquote> - <p>"Pudierais (dixo á los Españoles) - conceder á este lugar las atenciones, por - lo ménos, que debeis á mi persona."</p> - </blockquote> -<p>Y salió - del adoratorio para que le siguiesen; pero se - detuvo en el atrio, y prosiguió diciendo algo mas - reportado:</p> -<blockquote> - <p>"Bien podeis, amigos, volveros á - vuestro alojamiento; que yo me quedo á pedir - perdon á mis Dioses de lo mucho que os he - sufrido."</p> - </blockquote> -<p>Notable salida del empeño en que se - hallaba, y pocas palabras dignas de reparo, que - dieron á entender su resolucion, y lo que se reprimia - para no destemplarse.</p> -<p>Con esta experiencia, y otras que se hicieron<span class="pagenum"><a id="Page_105">[Pg 105]</a></span> del mismo género, resolvió Cortés, siguiendo el - parecer del Padre Fray Bartolomé de Olmedo y - del Licenciado Juan Diaz, que no se le habláse - mas por entónces en la religion, porque solo - servia de irritarle y endurecerle. Pero al mismo - tiempo se consiguió fácilmente su licencia para - que los Christianos diesen culto público á su - Dios; y él mismo envió sus alarífes para que se - le fabricáse templo á su costa como le pidiese - Cortés. ¡Tanto deseaba que le dexasen descansar - en su error! Desembarazóse luego uno de los - salones principales de aquel palacio donde habitaban - los Españoles: y blanqueándole de nuevo, se - levantó el altar, y en su frontispicio se colocó una - imágen de Nuestra Señora sobre algunas gradas, - que se adornaron vistosamente: y fixando una - cruz grande cerca de la puerta, quedó formada - una capilla muy decente, donde se celebraba - Misa todos los dias, se rezaba el Rosario, y hacian - otros actos de piedad y devocion, asistiendo - algunas veces Motezuma con los príncipes y - ministros que andaban á su lado: entre los quales - se alababa mucho la mansedumbre de aquellos - sacrificios, sin conocer la inhumanidad y malicia - de los suyos. Gente ciega y supersticiosa, que - palpaba las tinieblas, y se defendia de la razon - con la costumbre.</p> -<p>Pero ántes de referir los sucesos de aquella - corte, nos llama su descripcion, la grandeza de<span class="pagenum"><a id="Page_106">[Pg 106]</a></span> sus edificios, su forma de gobierno y policia, con - otras noticias que son convenientes para la inteligencia - ó concepto de los mismos sucesos. Desvíos - de la narracion, necesarios en la historia, como - no sean peregrinos del argumento, y carezcan de - otros lunares que hacen viciosa la digresion.</p> -<hr class="chap" /> -<div class="chapter"> -<h3>CAPITULO XIII.</h3> -</div> -<blockquote> - <p><i>Describese la ciudad de México, su temperamento - y situacion, el mercado del Tlatelúlco, y el - mayor de sus templos dedicado al Dios de la - guerra.</i></p> - </blockquote> -<p>La gran ciudad de México, que fué conocida en - su antigüedad por el nombre de Tenuchtitlán, ó - por otros de poco diferente sonido (sobre cuya - denominacion se cansan voluntariamente los autores) - tendria en aquel tiempo sesenta mil familias - de vecindad repartida en dos barrios, de los quales - se llamaba el uno Tlatelúlco, habitacion de gente - popular, y el otro México, que, por residir en él - la corte y la nobleza, dió su nombre á toda la - poblacion.</p> -<p>Estaba fundada en un plano muy espacioso, - coronado por todas partes de altísimas sierras y - montañas, de cuyos rios y vertientes rebalsadas<span class="pagenum"><a id="Page_107">[Pg 107]</a></span> en el valle se formaban diferentes lagunas, y en - lo mas profundo los dos lagos mayores, que - ocupaba con mas de cincuenta poblaciones la - nacion Mexicana. Tendria este pequeño mar - treinta leguas de circunferencia, y los dos lagos - que le formaban se unian y comunicaban entre sí - por un dique de piedra que los dividia, reservando - algunas aberturas con puentes de madera, en - cuyos lados tenian sus compuertas levadizas para - cebar el lago inferior siempre que necesitaban de - socorrer la mengua del uno con la redundancia del - otro. Era el mas alto de agua dulce y clara, - donde se hallaban algunos pescados de agradable - mantenimiento: y el otro de agua salobre y obscura, - semejante á la marítima; no porque fuesen, - de otra calidad las vertientes de que se alimentaba, - sino por vicio natural de la misma tierra donde se - detenian, gruesa y salitrosa por aquel parage; - pero de grande utilidad para la fábrica de la sal - que beneficiaban cerca de sus orillas, purificando - al sol, y adelgazando con el fuego las espumas y - superfluidades que despedia la resaca.</p> -<p>En el medio casi de esta lagúna salobre tenia - su asiento la ciudad, cuya situacion se apartaba - de la línea equinoccial, hácia el norte, diez y - nueve grados y trece minutos, dentro aun de la - torrida zona, que imaginaron de fuego inhabitable - los filósofos antiguos: para que aprendiese nuestra - experiencia quan poco se puede fiar de la humana<span class="pagenum"><a id="Page_108">[Pg 108]</a></span> sabiduría en todas aquellas noticias que no entran - por los sentidos á desengañar el entendimiento. - Era su clima benigno y saludable, donde se - dexaban conocer á su tiempo el frio y el calor, - ambos con moderada intension: y la humedad, - que, por la naturaleza del sitio, pudiera ofender á - la salud, estaba corregida con el favor de los - vientos, ó morigerada con el beneficio del sol.</p> -<p>Tenia hermosísimos lejos en medio de las - aguas esta gran poblacion, y se daba la mano con - la tierra por sus diques ó calzadas principales: - fábrica suntuosa, que servia tanto al ornamento - como á la necesidad: la una, de dos leguas hácia - la parte del mediodia, por donde hicieron su - entrada los Españoles: la otra, de una legua, - mirando al septentrion: y la otra, poco menor, - por la parte occidental. Eran las calles bien - niveladas y espaciosas: unas de agua con sus - puentes para la comunicacion de los vecinos; - otras de tierra sola hechas á la mano; y otras de - agua y tierra, los lados para el paso de la gente, - y el medio para el uso de las canoas ó barcas de - tamaños diferentes, que navegaban por la ciudad, - ó servian al comercio: cuyo número toca en increible; - pues dicen que tendria México entónces - mas de cincuenta mil, sin otras embarcaciones - pequeñas, que allí se llamaban acales, hechas de - un tronco, y capaces de un hombre que remaba - para sí.</p> -<p><span class="pagenum"><a id="Page_109">[Pg 109]</a></span></p> -<p>Los edificios públicos y casas de los nobles, de - que se componia la mayor parte de la ciudad, - eran de piedra, y bien fabricadas: las que ocupaba - la gente popular, humildes y desiguales; pero - unas y otras en tal disposicion, que hacian lugar - á diferentes plazas de terraplen, donde tenian sus - mercados.</p> -<p>Era entre todas la del Tlatelúlco de admirable - capacidad y concurso, á cuyas ferias acudian - ciertos dias en el año todos los mercaderes y - comerciantes del Reyno con lo mas precioso de - sus frutos y manifacturas; y solian concurrir - tantos, que, siendo esta plaza, segun dice Antonio - de Herrera, una de las mayores del mundo, se - llenaba de tiendas puestas en hileras, y tan apretadas, - que apénas dexaban calle á los compradores. - Conocian todos su puesto, y armaban - su oficina de bastidores portátiles, cubiertos de - algodon basto, capaz de resistir al agua y al sol. - No acaban de ponderar nuestros escritores el - órden, la variedad y la riqueza de estos mercados. - Habia hileras de plateros, donde se vendian joyas - y cadenas extraordinarias, diversas hechuras de - animales, y vasos de oro y plata labrados con - tanto primor, que algunos de ellos dieron que - discurrir á nuestros artífices: particularmente unas - calderillas de asas movibles, que salian así de - la fundicion, y otras piezas del mismo género, - donde se hallaban molduras y relieves, sin que se<span class="pagenum"><a id="Page_110">[Pg 110]</a></span> conociese impulso de martillo, ni golpe de sincel. - Habia tambien hileras de pintores, con raras ideas - y paises de aquella interposicion de plumas que - daba el colorido, y animaba la figura, en cuyo - género se hallaron raros aciertos de la paciencia y - la prolixidad. Venian tambien á este mercado - quantos géneros de telas se fabricaban en todo el - Reyno para diferentes usos, hechas de algodon y - pelo de conejo, que hilaban delicadamente las - mugeres, enemigas en aquella tierra de la ociosidad, - y aplicadas al ingenio de las manos. Eran - muy de reparar los búcaros y hechuras exquisitas - de finísimo barro que traían á vender, diverso en - el color y en la fragrancia, de que labraban con - primor extraordinario quantas piezas y vasijas son - necesarias para el servicio y el adorno de una - casa: porque no usaban de oro ni de plata en sus - vaxillas, profusion que solo era permitida en la - mesa real, y esto en dias muy señalados. Hallábanse - con la misma distribucion y abundancia los - mantenimientos, las frutas, los pescados, y finalmente - quantas cosas hizo venales el deleyte y la - necesidad.</p> -<p>Hacianse las compras y ventas por via de permutacion, - con que daba cada uno lo que le - sobraba por lo que habia menester: y el maiz ó el - cacao servia de moneda para las cosas menores. - No se gobernaban por el peso, ni le conocieron, - pero tenian diferentes medidas con que distinguir<span class="pagenum"><a id="Page_111">[Pg 111]</a></span> las cantidades, y sus números ó caractéres con - que ajustar los precios segun sus tasaciones.</p> -<p>Habia casa diputada para los jueces del comercio, - en cuyo tribunal se decidian las diferencias - de los comerciantes; y otros ministros inferiores, - que andaban entre la gente cuidando de la igualdad - de los contratos, y llevaban al tribunal las - causas de fraude ó exceso que necesitaban de - castigo. Admiraron justamente nuestros Españoles - la primera vista de este mercado por su - abundancia, por su variedad, y por el órden y - concierto con que estaba puesta en razon aquella - muchedumbre: aparador verdaderamente maravilloso, - en que se venian de una vez á los ojos la - grandeza y el gobierno de aquella Corte.</p> -<p>Los templos (si es lícito darles este nombre) se - levantaban suntuosamente sobre los demas edificios: - y el mayor, donde residia la suma dignidad - de aquellos inmundos sacerdotes, estaba dedicado - al ídolo Viztzilipuztli, que en su lengua significaba - Dios de la guerra, y le tenian por el supremo de - sus Dioses: primacía de que se infiere quánto se - preciaba de militar aquella nacion. El vulgo de - los soldados Españoles le llamaba Hachilobos, - tropezando en la pronunciacion: y así le nombra - Bernal Diaz del Castillo, hallando en la pluma la - misma dificultad. Notablemente discuerdan los - autores en la descripcion de este soberbio edificio. - Antonio de Herrera se conforma demasiado con<span class="pagenum"><a id="Page_112">[Pg 112]</a></span> Francisco Lopez de Gómara: los que le vieron - entónces tenian otras cosas en el cuidado, y los - demas tiraron las líneas á la voluntad de su consideracion. - Seguimos al Padre Josef de Acosta, - y á otros autores de los mejor informados.</p> -<p>Su primera mansion era una gran plaza en - quadro, con su muralla de sillería, labrada por la - parte de afuera con diferentes lazos de culebras - encadenadas, que daban horror al pórtico, y - estaban allí con alguna propiedad. Poco ántes - de llegar á la puerta principal estaba un humilladero - no ménos horroroso. Era de piedra con - treinta gradas de lo mismo que subian á lo alto, - donde habia un género de azotea prolongada, y - fixos en ella muchos troncos de crecidos árboles - puestos en hilera: tenian estos sus taladros iguales - á poca distancia, y por ellos pasaban de un - arbol á otro diferentes varas, ensartando cada una - por las sienes algunas calaveras de hombres sacrificados, - cuyo número, que no se puede referir sin - escándalo, tenian siempre cabal los ministros del - templo, renovando las que padecian algun destrozo - con el tiempo. Lastimoso trofeo, en que manifestaba - su rencor el enemigo del hombre: y - aquellos bárbaros le tenian á la vista sin algun - remordimiento de la naturaleza, hecha devocion - la inhumanidad, y desaprovechada en la costumbre - de los ojos la memoria de la muerte.</p> -<p>Tenia la plaza quatro puertas correspondientes<span class="pagenum"><a id="Page_113">[Pg 113]</a></span> en sus quatro lienzos que miraban á los quatro - vientos principales. En lo alto de las portadas - habia quatro estátuas de piedra, que señalaban el - camino, como despidiendo á los que se acercaban - mal dispuestos: y tenian su presuncion de Dioses - liminares, porque recibian algunas reverencias á - la entrada. Por la parte interior de la muralla - estaban las habitaciones de los sacerdotes y dependientes - de su ministerio, con algunas oficinas que - corrian todo el ámbito de la plaza sin ofender el - quadro, dexándola tan capaz, que solian baylar - en ella ocho y diez mil personas quando se juntaban - á celebrar sus festividades.</p> -<p>Ocupaba el centro de esta plaza, una gran máquina - de piedra, que á cielo descubierto se levantaba - sobre las torres de la ciudad, creciendo en - diminucion hasta formar una media pirámide, los - tres lados pendientes, y en el otro labrada la - escalera: edificio suntuoso y de buenas medidas, - tan alto que tenia ciento y veinte gradas la escalera, - y tan corpulento que terminaba en un plano - de quarenta pies en quadro, cuyo pavimento enlosado - primorosamente de varios jaspes guarnecia - por todas partes un pretil con sus almenas retorcidas - á manera de caracoles, formado por ambas - hazes de unas piedras negras semejantes al azabache, - puestas con órden, y unidas con betunes - blancos y roxos que adornaban mucho el edificio.</p> -<p>Sobre la division del pretil, donde terminaba<span class="pagenum"><a id="Page_114">[Pg 114]</a></span> la escalera, estaban dos estátuas de marmol, que - sustentaban, imitando bien la fuerza de los brazos, - unos grandes candeleros de hechura extraordinaria: - mas adelante una losa verde, que se levantaba - cinco palmos del suelo, y remataba en - esquina, donde afirmaban por las espaldas al - miserable que habian de sacrificar, para sacarle - por los pechos el corazon. Y en la frente una - capilla de mejor fábrica y materia, cubierta por - lo alto con su techumbre de maderas preciosas, - donde tenian el ídolo sobre un altar muy alto, y - detras de cortinas. Era de figura humana, y estaba - sentado en una silla con apariencias de - trono, fundada sobre un globo azul que llamaban - cielo, de cuyos lados salian quatro varas con - cabezas de sierpes, á que aplicaban los hombros - para conducirle quando le manifestaban al pueblo. - Tenia sobre la cabeza un penacho de plumas - varias en forma de páxaro con el pico y la cresta - de oro bruñido; el rostro de horrible severidad, y - mas afeado con dos faxas azules, una sobre la - frente, y otra sobre la nariz. En la mano derecha - una culebra ondeada que le servia de baston, - y en la izquierda quatro saetas, que veneraban - como traidas del Cielo, y una rodela con cinco - plumages blancos puestos en cruz, sobre cuyos - adornos, y la significacion de aquellas insignias y - colores decian notables desvaríos con lastimosa - ponderacion.</p> -<p><span class="pagenum"><a id="Page_115">[Pg 115]</a></span></p> -<p>Al lado siniestro de esta capilla estaba otra de - la misma hechura y tamaño con un ídolo que - llamaban Tlaloch, en todo semejante á su compañero. - Tenianlos por hermanos, y tan amigos, - que dividian entre sí los patrocinios de la guerra: - iguales en el poder, y uniformes en la voluntad: - por cuya razon acudian á entrambos con una - víctima y un ruego, y les daban las gracias de - los sucesos, teniendo en equilibrio la devocion.</p> -<p>El ornato de ambas capillas era de inestimable - valor, colgadas las paredes, y cubiertos los altares - de joyas y piedras preciosas puestas sobre plumas - de colores. Y habia de este género y opulencia - ocho templos en aquella ciudad, siendo los - menores mas de dos mil, donde se adoraban otros - tantos ídolos diferentes en el nombre, figura y - advocacion. Apénas habia calle sin su Dios - tutelar; ni se conocia calamidad entre las pensiones - de la naturaleza que no tuviese altar donde - acudir por el remedio. Ellos se fingian y fabricaban - sus Dioses de su mismo temor, sin conocer - que enflaquecian el poder de los unos con lo que - fiaban de los otros: y el demonio ensanchaba su - dominio por instantes, violentísimo tirano de - aquellos racionales, y en pacífica posesion de - tantos siglos. ¡O permisiones inescrutables del - Altísimo!</p> -<hr class="chap" /> -<div class="chapter"> -<p><span class="pagenum"><a id="Page_116">[Pg 116]</a></span></p> -<h3>CAPITULO XIV.</h3> -</div> -<blockquote> - <p><i>Describense diferentes casas que tenia Motezuma - para su divertimiento, sus armerías, sus jardines - y sus quintas, con otros edificios notables - que habia dentro y fuera de la ciudad.</i></p> - </blockquote> -<p>Demas del palacio principal que dexamos referido, - y el que habitaban los Españoles, tenia - Motezuma diferentes casas de recreacion que adornaban - la ciudad, y engrandecian su persona. En - una de ellas (edificio real donde se vieron grandes - corredores sobre columnas de jaspe) habia quantos - géneros de aves se crian en la Nueva España dignas - de alguna estimacion por la pluma ó por el canto: - entre cuya diversidad se hallaron muchas extraordinarias, - y no conocidas hasta entónces en Europa. - Las marítimas se conservaban en estanques - de agua salobre; y en otros de agua dulce las que - se traían de rios ó lagunas. Dicen que habia - páxaros de cinco y seis colores, y los pelaban á - su tiempo, dexándolos vivos para que repitiesen á - su dueño la utilidad de la pluma: género de - mucho valor entre los Mexicanos, porque se - aprovechaban de ella en sus telas, en sus pinturas - y en todos sus adornos. Era tanto el número de<span class="pagenum"><a id="Page_117">[Pg 117]</a></span> las aves, y se ponia tanto cuidado en su conservacion, - que se ocupaban en este ministerio mas de - trescientos hombres diestros en el conocimiento - de sus enfermedades, y obligados á subministrarles - el cebo de que se alimentaban en su libertad. - Poco distante de esta casa tenia otra Motezuma - de mayor grandeza y variedad con habitacion - capaz de su persona y familia, donde residian sus - cazadores y se criaban las aves de rapiña: unas - en jaulas de igual aliño y limpieza, que solo - servian á la observacion de los ojos; y otras en - alcándaras, obedientes al lazo de la pihuela, y - domesticadas para el exercicio de la cetrería; - cuyos primores alcanzaron, sirviéndose de algunos - páxaros de razas excelentes que se hallan en - aquella tierra, parecidos á los nuestros, y nada - inferiores en la docilidad con que reconocen á su - dueño, y en la resolucion con que se arrojan á la - presa. Habia entre las aves que tenian encerradas - muchas de rara fiereza y tamaño, que parecieron - entónces monstruosas, y algunas águilas reales de - grandeza exquisita y prodigiosa voracidad. No - falta quien diga que una de ellas gastaba un carnero - en cada comida: debanos el autor que no - apoyemos con su nombre lo que, á nuestro parecer, - creyó con facilidad.</p> -<p>En el segundo patio de la misma casa estaban - las fieras que presentaban á Motezuma, ó prendian - sus cazadores, en fuertes jaulas de madera,<span class="pagenum"><a id="Page_118">[Pg 118]</a></span> puestas con buena distribucion y debaxo de cubierto: - leones, tigres, osos, y quantos géneros de - brutos silvestres produce la Nueva España, entre - los quales hizo mayor novedad el toro Mexicano, - rarísimo compuesto de varios animales, gibada y - corva la espalda como el camello, enjuto el ijar, - larga la cola y guedejudo el cuello como el leon, - hendido el pie y armada la frente como el toro, - cuya ferocidad imita con igual ligereza y execucion. - Anfiteatro que pareció á los Españoles - digno de Príncipe grande, por ser tan antiguo en - el mundo esto de significarse por las fieras la - grandeza de los hombres.</p> -<p>En otra separacion de este palacio dicen algunos - de nuestros escritores que se criaba con cebo - quotidiano una multitud horrible de animales - ponzoñosos, y que anidaban en diferentes vasijas - y cavernas las viboras, las culebras de cascabel, - los escorpiones: y crece la ponderacion hasta encontrar - con los crocodilos; pero tambien afirman - que no alcanzaron esta venenosa grandeza nuestros - Españoles, y que solo vieron el parage donde se - criaban: cuya limitacion nos basta para tocarlo - como inverisímil, creyendo ántes que lo entenderian - así los Indios, de cuya relacion se tomó la - noticia, y que sería este uno de aquellos horrores - que suele inventar el vulgo contra la fiereza de los - tiranos, particularmente quando sirve afligido, y - discurre atemorizado.</p> -<p><span class="pagenum"><a id="Page_119">[Pg 119]</a></span></p> -<p>Sobre la mansion que ocupaban las fieras habia - un quartel muy capaz, donde habitaban los bufones, - y otras sabandijas de palacio, que servian al - entretenimiento del Rey, en cuyo número se contaban - los monstruos, los enanos, los corcovados y - otros errores de la naturaleza: cada género tenia - su habitacion separada, y cada separacion sus - maestros de habilidades, y sus personas diputadas - para cuidar de su regalo, donde los servian con - tanta puntualidad, que algunos padres, entre la - gente pobre, desfiguraban á sus hijos para que - lograsen esta conveniencia, y emendar su fortuna, - dándoles el merito en la deformidad.</p> -<p>No se conocia ménos la grandeza de Motezuma - en otras dos casas que ocupaba su armería. Era - la una para la fábrica, y la otra para el depósito - de las armas. En la primera vivian y trabajaban - todos los maestros de esta facultad, distribuidos - en diferentes oficinas, segun sus ministerios: en - una parte se adelgazaban las varas para las - flechas: en otra se labraban los pedernales para - las puntas: y cada género de armas ofensivas y - defensivas tenia su obrador y sus oficiales distintos - con algunos superintendentes que llevaban - á su modo la cuenta y razon de lo que se trabajaba. - La otra casa, cuyo edificio tenia mayor representacion, - servia de almacen donde se recogian las - armas despues de acabadas, cada género en pieza - distinta: y de allí se repartian á los exércitos y<span class="pagenum"><a id="Page_120">[Pg 120]</a></span> fronteras, segun la ocurrencia de las ocasiones. - En lo alto se guardaban las armas de la persona - real colgadas por las paredes con buena colocacion: - en una pieza los arcos, flechas y aljabas, - con varios embutidos y labores de oro y pedrería: - en otra las espadas y montantes de madera extraordinaria - con sus filos de pedernal, y la misma - riqueza en las empuñaduras: en otra los dardos, - y así los demas géneros, tan adornados y resplandecientes, - que daban que reparar hasta las hondas - y las piedras. Habia diferentes hechuras de petos - y zeladas con láminas y follages de oro, muchas - casacas de aquellos colchados que resistian á las - flechas, hermosas invenciones de rodelas ó escudos, - y un género de paveses ó adargas de pieles - impenetrables que cubrian todo el cuerpo, y hasta - la ocasion de pelear andaban arrolladas al hombro - izquierdo. Fué de admiracion á los Españoles - esta grande armería, que pareció tambien alhaja - de Príncipe, y Príncipe guerrero, en que se acreditaban - igualmente su opulencia y su inclinacion.</p> -<p>En todas estas casas tenia grandes jardines prolixamente - cultivados. No gustaba de árboles - fructíferos, ni plantas comestibles en sus recreaciones; - ántes solia decir que las huertas, eran - posesiones de gente ordinaria, pareciéndole mas - propio en los Príncipes el deleyte sin mezcla de - utilidad. Todo era flores de rara diversidad y - fragrancia, y yerbas medicinales, que servian á<span class="pagenum"><a id="Page_121">[Pg 121]</a></span> los quadros y cenadores: de cuyo beneficio cuidaba - mucho, haciendo traer á sus jardines quantos - géneros produce la benignidad de aquella tierra, - donde no aprendian los físicos otra facultad que - la noticia de sus nombres, y el conocimiento de - sus virtudes. Tenian hierbas para todas las enfermedades - y dolores, de cuyos zumos y aplicaciones - componian sus remedios, y lograban admirables - efectos, hijos de la experiencia, que sin distinguir - la causa de la enfermedad, acertaban con la salud - del enfermo. Repartianse francamente de los - jardines del Rey todas las hierbas que recetaban - los médicos, ó pedian los dolientes; y solia preguntar - si aprovechaban, hallando vanidad en sus - medicinas, ó persuadido á que cumplió con la - obligacion del gobierno cuidando así de la salud - de sus vasallos.</p> -<p>En todos estos jardines y casas de recreacion - habia muchas fuentes de agua dulce y saludable, - que traían de los montes vecinos guiada por - diferentes canales, hasta encontrar con las calzadas, - donde se ocultaban los encañados que la - introducian en la ciudad: para cuya provision se - dexaban algunas fuentes públicas, y se permitia, - no sin tributo considerable, que los Indios vendiesen - por las calles la que podian conducir de - otros manantiales. Creció mucho en tiempo de - Motezuma el beneficio de las fuentes, porque fué - suya la obra del gran conducto por donde vienen<span class="pagenum"><a id="Page_122">[Pg 122]</a></span> á México las aguas vivas que se descubrieron en - la sierra de Chapultepec, distante una legua de la - ciudad. Hizose primero de su órden y traza un - estanque de piedra donde recogerlas, midiendo su - altura con la declinacion que pedia la corriente: - y despues un paredon grueso con dos canales - descubiertas de fuerte argamasa, de las quales - servia la una mientras se limpiaba la otra. Fábrica - de grande utilidad, cuya invencion le dexó tan - vanaglorioso, que mandó poner su efigie y la de - su padre, no sin alguna semejanza, esculpidas en - dos medallas de piedra, con ambicion de hacerse - memorable por aquel beneficio de su ciudad.</p> -<p>Uno de los edificios que hizo mayor novedad - entre las obras de Motezuma fué la casa que - llamaban de la tristeza, donde solia retirarse - quando se morian sus parientes, y en otras ocasiones - de calamidad ó mal suceso que pidiese pública - demostracion. Era de horrible arquitectura, - negras las paredes, los techos y los adornos, y - tenia un género de claraboyas ó ventanas pequeñas - que daban penada la luz, ó permitian solamente - la que bastaba para que se viese la obscuridad. - Formidable habitacion, donde se detenia todo lo - que tardaba en despedir sus quebrantos, y donde - se le aparecia con mas facilidad el demonio: fuese - por lo que ama los horrores el príncipe de las - tinieblas, ó por la congruencia que tienen entre - sí el espíritu maligno y el humor melancólico.</p> -<p><span class="pagenum"><a id="Page_123">[Pg 123]</a></span></p> -<p>Fuera de la ciudad tenia grandes quintas y casas - de recreacion con muchas y copiosas fuentes que - daban agua para los baños, ó estanques para la - pesca; en cuya vecindad habia diferentes bosques - para diferentes géneros de caza, exercicio que - freqüentaba y entendia, manejando con primor el - arco y la flecha. Era la montería su principal - divertimiento, y solia muchas veces salir con sus - nobles á un parque muy espacioso y ameno, cuyo - distrito estaba cercado por todas partes con un - foso de agua, donde le traían y encerraban las - reses de los montes vecinos: entre las quales - solian venir algunos tigres y leones. Habia gente - señalada en México y en otros lugares del contorno - que se adelantaba para estrechar y conducir - las fieras al sitio destinado, siguiendo casi en - estas batidas el estílo de nuestros monteros. - Tenian aquellos Indios Mexicanos grande osadía - y agilidad en perseguir y sujetar los animales mas - feroces: y Motezuma gustaba mucho de mirar el - combate de sus cazadores, y lograr algunos tiros, - que se aplaudian como aciertos de mayor importancia. - Nunca se apeaba de sus andas sino es - quando se ponia en algun lugar eminente, y siempre - con bastante circunvalacion de chuzos y - flechas que asegurasen su persona; no porque le - faltáse valor, ni dexáse de aventajar á todos en la - destreza, sino porque miraba como indignos de - su magestad aquellos riesgos voluntarios:<span class="pagenum"><a id="Page_124">[Pg 124]</a></span> pareciéndole (y no sin conocimiento de su dignidad) - que solo eran decentes para el Rey los peligros de - la guerra.</p> -<hr class="chap" /> -<div class="chapter"> -<h3>CAPITULO XV.</h3> -</div> -<blockquote> - <p><i>Dáse noticia de la ostentacion y puntualidad con - que se hacia servir Motezuma en su palacio, - del gasto de su mesa, de sus audiencias, y - otras particularidades de su economía y divertimientos.</i></p> - </blockquote> -<p>Era correspondiente á la suntuosidad y soberbia - de sus edificios el fausto de su casa, y los aparatos - de que adornaba su persona, para mantener la - reverencia y el temor de sus vasallos: á cuyo fin - inventó nuevas ceremonias y superfluidades, emendando, - como defecto, la humanidad con que se - trataron hasta él los Reyes Mexicanos. Aumentó, - como diximos, en los principios de su reynado el - número, la calidad y el lucimiento de la familia - real, componiéndola de gente noble, mas ó ménos - ilustre, segun los ministerios de su ocupacion: - punto que resistieron entónces sus consejeros, - representándole que no convenia desconsolar al - pueblo con excluirle totalmente de su servicio; - pero él executó lo que le aconsejaba su vanidad:<span class="pagenum"><a id="Page_125">[Pg 125]</a></span> y era una de sus máxîmas, que los Príncipes - debian favorecer desde lejos á la gente sin obligaciones, - y considerar que no se hicieron los beneficios - de la confianza para los ánimos plebeyos.</p> -<p>Tenia dos géneros de guardias, una de gente - militar, y tan numerosa, que ocupaba los patios, - y repartia diferentes esquadras á las puertas principales: - y otra de caballeros, cuya introduccion - fué tambien de su tiempo: constaba de hasta - doscientos hombres de calidad conocida, y estos - entraban todos los dias en palacio con el mismo - fin de guardar la persona real, y asistir á su - cortejo. Estaba repartido por turnos con tiempo - señalado este servicio de los nobles, y se iban - mudando con tal disposicion, que comprehendia - toda la nobleza, no solo de la ciudad, sino del - reyno: y venian, á cumplir con esta obligacion, - quando les tocaba el turno, desde las ciudades - mas remotas. Era su asistencia en las antecámaras, - donde comian de lo que sobraba en la - mesa del Rey. Solia permitir que entrasen algunos - en su cámara, mandándolos llamar, no tanto - por favorecerlos, como para saber si asistian, y - tenerlos á todos en cuidado. Jactabase de haber - introducido este género de guardia, y no sin - alguna política mas que vulgar; porque solia - decir á sus ministros que le servia de tener en - algun exercicio la obediencia de los nobles para - enseñarlos á vivir dependientes, y de conocer los<span class="pagenum"><a id="Page_126">[Pg 126]</a></span> sugetos de su Reyno para emplearlos segun su - capacidad.</p> -<p>Casaban los Reyes Mexicanos con hijas de otros - Reyes tributarios suyos: y Motezuma tenia dos - mugeres de esta calidad con título de Reynas en - quartos separados de igual pompa y ostentacion. - El número de sus concubinas era exôrbitante y - escandaloso; pues hallamos escrito que habitaban - dentro de su palacio mas de tres mil mugeres - entre amas y criadas, y que venian al exâmen de - su antojo quantas nacian con alguna hermosura - en sus dominios, porque sus ministros y executores - las recogian á manera de tributo y vasallage: - tratándose como importancia del Reyno la torpeza - del Rey.</p> -<p>Deshaciase de este género de mugeres con facilidad, - poniéndolas en estado para que ocupasen - otras su lugar; y hallaban maridos entre la gente - de mayor calidad, porque salian ricas, y á su - parecer, condecoradas: tan lejos estaba de tener - estimacion de virtud la honestidad en una religion, - donde no solo se permitian, pero se mandaban - las violencias de la razon natural. Afectaba - mucho el recogimiento de su casa, y tenia mugeres - ancianas que atendiesen al decoro de sus concubinas, - sin permitir el menor desacierto en su proceder; - no tanto porque le disonasen las indecencias, - como porque le predominaban los zelos: y - este cuidado con que procuraba mantener el recato<span class="pagenum"><a id="Page_127">[Pg 127]</a></span> de su familia, que tiene por sí tanto de loable y - puesto en razon, era en él segunda liviandad, y - pundonor poco generoso que se formaba en la - flaqueza de otra pasion.</p> -<p>Sus audiencias no eran fáciles ni freqüentes; - pero duraban mucho, y se adornaba esta funcion - de grande aparato y solemnidad. Asistian á ellas - los próceres que tenian entrada en su quarto, seis - ó siete consejeros cerca de la silla, por si ocurriese - alguna materia digna de consulta, y diferentes - secretarios que iban notando, con aquellos símbolos - que les servian de letras, las resoluciones y - decretos, cada uno segun su negociacion. Entraba - descalzo el pretendiente, y hacia tres reverencias - sin levantar los ojos de la tierra, diciendo en la - primera, <i>Señor</i>: en la segunda, <i>mi Señor</i>: y en - la tercera, <i>gran Señor</i>. Hablaba en acto de - mayor humiliacion, y se volvia despues á retirar - por los mismos pasos, repitiendo sus referencias - sin volver las espaldas, y cuidando mucho de los - ojos; porque habia ciertos ministros que castigaban - luego los menores descuidos; y Motezuma - era observantísimo en estas ceremonias: cuidado - que no se debe culpar en los Príncipes, por consistir - en ellas una de las prerogativas que los - diferencian de los otros hombres, y tener algo de - substancia en el respeto de los súbditos estas delicadezas - de la Magestad. Escuchaba con atencion, - y respondia con severidad, midiendo, al parecer,<span class="pagenum"><a id="Page_128">[Pg 128]</a></span> la voz con el semblante. Si alguno se turbaba en - el razonamiento, le procuraba cobrar, ó le señalaba - uno de los ministros que le asistian, para que le - habláse con ménos embarazo: y solia despacharle - mejor, hallando en aquel miedo respectivo lisonja - y discrecion. Preciabase mucho del agrado y - humanidad con que sufria las impertinencias de - los pretendientes, y la desproporcion de las pretensiones: - y á la verdad procuraba por aquel rato - corregir los ímpetus de su condicion; pero no - todas veces lo podia conseguir, porque cedia lo - violento á lo natural, y la soberbia reprimida se - parece poco á la benignidad.</p> -<p>Comia solo, y muchas veces en público; pero - siempre con igual aparato. Cubrianse los aparadores - ordinariamente con mas de doscientos platos - de varios manjares á la condicion de su paladar, - y algunos de ellos tan bien sazonados, que no - solo agradaron entónces á los Españoles, pero se - han procurado imitar en España: que no hay - tierra tan bárbara donde no se precie de ingenioso - en sus desórdenes el apetito.</p> -<p>Antes de sentarse á comer registraba los platos, - saliendo á reconocer las diferencias de regalos que - contenian; y satisfecha la gula de los ojos, elegia - los que mas le agradaban, y se repartian los - demas entre los Caballeros de su guardia: siendo - esta profusion quotidiana una pequeña parte del - gasto que se hacia de ordinario en sus cocinas;<span class="pagenum"><a id="Page_129">[Pg 129]</a></span> porque comian á su costa quantos habitaban en - palacio, y quantos acudian á él por obligacion de - su oficio. La mesa era grande, pero baxa de - pies, y el asiento un taburete proporcionado. - Los manteles de blanco y sutil algodon, y las - servilletas de lo mismo, algo prolongadas. Atajábase - la pieza por la mitad con una baranda, ó - biombo, que, sin impedir la vista, señalaba término - al concurso, y apartaba la familia. Quedaban - dentro cerca de la mesa tres ó quatro ministros - ancianos de los mas favorecidos, y cerca de la - baranda uno de los criados mayores que alcanzaba - los platos. Salian luego hasta veinte mugeres - vistosamente ataviadas, que servian la vianda, y - ministraban la copa con el mismo género de - reverencias que usaban en sus templos. Los platos - eran de barro muy fino y solo servian una vez, - como los manteles y servilletas, que se repartian - luego entre los criados: los vasos de oro sobre - salvas de lo mismo; y algunas veces solia beber - en cocos ó conchas naturales costosamente guarnecidas. - Tenian siempre á la mano diferentes - géneros de bebidas, y él señalaba las que apetecia: - unas con olor, otras de hierbas saludables, y algunas - confecciones de ménos honesta calidad. Usaba - con moderacion de los vinos, ó mejor diriamos - cervezas, que hacian aquellos Indios, liquidando - los granos del maiz por infusion y cocimiento, - bebida que turbaba la cabeza como el vino mas<span class="pagenum"><a id="Page_130">[Pg 130]</a></span> robusto. Al acabar de comer tomaba ordinariamente - un género de chocolate á su modo, en que - iba la substancia del cacao batida con el molinillo - hasta llenar la xicara de mas espuma que licor; - y despues el humo del tabaco suavizado con liquidambar: - vicio que llamaban medicina, y en ellos - tuvo algo de supersticion, por ser el zumo de - esta yerba uno de los ingredientes con que se - dementaban y enfurecian los sacerdotes siempre - que necesitaban de perder el entendimiento para - entender al demonio.</p> -<p>Asistian ordinariamente á la comida tres ó - quatro juglares de los que mas sobresalian en el - número de sus sabandijas: y estos procuraban - entretenerle, poniendo, como suelen, su felicidad - en la risa de los otros; y vistiendo las mas veces - en trage de gracia la falta de respeto. Solia - decir Motezuma que los permitia cerca de su - persona, porque le decian algunas verdades: (poco - las apeteceria quien las buscaba en ellos, ó tendria - por verdades las lisonjas): sentencia que se pondera - entre sus discreciones; pero mas reparamos - en que llegáse á conocer hasta un Príncipe bárbaro - la culpa de admitirlos, pues buscaba colores con - que honestarlo.</p> -<p>Despues del rato del sosiego solian entrar sus - músicos á divertirle: y al son de flautas y caracoles, - cuya desigualdad de sonidos concertaban con - algun género de consonancia, le cantaban<span class="pagenum"><a id="Page_131">[Pg 131]</a></span> diferentes composiciones en varios metros, que tenian - su número y cadencia: variando los tonos con - alguna modulacion buscada en la voluntad de su - oído. El ordinario asunto de sus canciones eran - los acaecimientos de sus mayores, y los hechos - memorables de sus Reyes; y estas se cantaban en - los templos, y enseñaban á los niños, para que no - se olvidasen las hazañas de su nacion, haciendo el - oficio de la historia con todos aquellos que no - entendian las pinturas y geroglíficos de sus anales. - Tenian tambien sus cantilenas alegres, de que - usaban en sus bayles, con estribillos y repeticiones - de música mas bulliciosa: y eran tan inclinados á - este género de regocijos, y á otros espectáculos - en que mostraban sus habilidades, que, casi todas - las tardes, habia fiestas públicas en alguno de los - barrios, unas veces de la nobleza, y otras de la - gente popular: y en aquella sazon fueron mas - freqüentes, y de mayor solemnidad, por el agasajo - de los Españoles, fomentándolas y asistiéndolas - Motezuma contra el estilo de su austeridad; como - quien deseaba con algun género de ambicion que - se contasen los exercicios de la ociosidad entre las - grandezas de su corte.</p> -<p>La mas señalada entre sus fiestas era un género - de danzas que llamaban mitotes: componianse de - innumerable muchedumbre; unos vistosamente - adornados, y otros en trages y figuras extraordinarias.<span class="pagenum"><a id="Page_132">[Pg 132]</a></span> Entraban en ellas los nobles, mezclándose - con los plebeyos en honor de la festividad: y - tenian exemplar de haber entrado sus Reyes. - Hacian el son dos atabales de madera cóncava, - desiguales en el tamaño y en el sonido, baxo y - tiple, unidos y templados no sin alguna conformidad. - Entraban de dos en dos haciendo sus - mudanzas: y despues formaban corro, hiriendo - todos á un tiempo la tierra y el ayre con los pies, - sin perder el compás. Cansado un corro, sucedia - otro con diferentes saltos y movimientos, imitando - los tripudios y coreas que celebró la antigüedad; - y algunas veces se mezclaban todos en alegre inquietud, - hasta que, mediando los brindis, y venciendo - la embriaguez, de que se hacia gala en - estos dias, cesaba la fiesta, ó se convertia en otra - locura ménos ordenada.</p> -<p>Juntabase otras veces el pueblo en las plazas ó - en los atrios de sus templos á diferentes espectáculos - y juegos. Habia desafíos de tirar al blanco, - y hacer otras destrezas admirables con el arco y - la flecha. Usaban de la carrera y la lucha con - sus apuestas particulares, y premios públicos para - el vencedor. Tenian hombres agilísimos que - baylaban sin equilibrio en la maroma; y otros - que hacian mudanzas y vueltas con segundo baylarin - sobre los hombros. Jugaban tambien á la - pelota igual número de competidores con un género - de goma que levantaba mucho los botes, y<span class="pagenum"><a id="Page_133">[Pg 133]</a></span> la traían largo rato en el ayre, hasta que ganaban - la raya los que daban con ella en el término contrapuesto: - victoria que se disputaba con tanta - solemnidad, que venian los sacerdotes con el - Dios de la pelota (ridícula supersticion!) y colocándole - á la vista, conjuraban el trinquete con - ciertas ceremonias, que, á su parecer, dexaban - corregidos los azares del juego, igualando la - fortuna de los jugadores.</p> -<p>Raros eran los dias en que no hubiese alguna - fiesta que alegráse la ciudad: y Motezuma gustaba - de que se freqüentasen los bayles y los regocijos; - no porque fuesen de su genio, ni dexáse de conocer - los inconvenientes que se perdonan, ó se disimulan - en estos bullicios de la plebe; sino porque - hallaba conveniencia en traer divertidos aquellos - ánimos inquietos, de cuya fidelidad vivia rezeloso. - Propia cavilacion de Príncipe tirano, dexar al - pueblo estos incitamentos de los vicios, para que - no discurra en lo que padece: y mayor servidumbre - de la tiranía, necesitar de indignas permisiones, - para introducir la servidumbre con especie - de libertad.</p> -<hr class="chap" /> -<div class="chapter"> -<p><span class="pagenum"><a id="Page_134">[Pg 134]</a></span></p> -<h3>CAPITULO XVI.</h3> -</div> -<blockquote> - <p><i>Dáse noticia de las grandes riquezas de Motezuma, - del estílo con que se administraba la - hacienda, y se cuidaba de la justicia: con otras - particularidades del gobierno político y militar - de los Mexicanos.</i></p> - </blockquote> -<p>Era Príncipe tan rico Motezuma, que, no solo - podia sustentar los gastos y delicias de su corte, - pero mantenia continuamente dos ó tres exércitos - en campaña para sujetar sus rebeldes, ó cubrir sus - fronteras; y sobraba caudal opulento de que se - formaban sus tesoros. Daban grande utilidad á - la corona las minas de oro y plata, las salinas, y - otros derechos de antigua introduccion; pero el - mayor capital de las rentas reales se componia de - las contribuciones de los vasallos, cuya imposicion - creció con exôrbitancia en tiempo de Motezuma. - Todos los hombres llanos de aquel vasto y populoso - dominio pagaban de tres uno al Rey de sus - labranzas y grangerías: los pobres conducian sin - estipendio los géneros que se remitian á la corte - ó reconocian el vasallage con otro servicio personal.</p> -<p>Andaban por el Reyno diferentes audiencias,<span class="pagenum"><a id="Page_135">[Pg 135]</a></span> que, con el auxîlio de las justicias ordinarias, iban - cobrando y remitiendo los tributos. Dependian - estos ministros del tribunal de hacienda, que - residia en la corte, obligados á dar cuenta por - menor de lo que producian sus distritos; y se - castigaban con pena de la vida sus fraudes ó sus - descuidos, de que resultaba mayor violencia en - las cobranzas; porque se miraban como igual - delito en el executor la piedad y el latrocinio.</p> -<p>Eran grandes los clamores de los pueblos, y no - los ignoraba Motezuma; pero solia poner entre - los primores de su gobierno la opresion de sus - vasallos; diciendo muchas veces que conocia su - mala inclinacion, y que necesitaban de aquella - carga para su misma quietud, porque no los - pudiera sujetar si los dexára enriquecer. ¡Grande - hombre de buscar pretextos y colores que hiciesen - el oficio de la razon! Los lugares vecinos á la - ciudad daban gente para las obras reales, proveían - de leña el palacio, y pagaban otras pensiones á - costa de sus comunidades.</p> -<p>Los nobles contribuian con asistir á las guardias, - acudian con sus vasallos á los exércitos, y hacian - contínuos presentes al Rey, que se recibian como - dádivas, sin perder el nombre de obligacion. - Habia diferentes depositarios y tesoreros donde - paraban los géneros que procedian de las contribuciones: - y el tribunal de hacienda libraba en - ellos todo lo necesario para el gasto de las casas<span class="pagenum"><a id="Page_136">[Pg 136]</a></span> reales, y provisiones de la guerra; y cuidaba de - que se fuese beneficiando lo que sobraba, para - guardarlo en el tesoro principal, reducido á - géneros durables, y particularmente á piezas de - oro, cuyo valor conocian y estimaban, sin que la - copia llegáse á envilecerle; ántes le apetecian y - guardaban los poderosos, ó bien fuese por la - nobleza y hermosura del metal, ó porque nació - destinado á la codicia mas que á la necesidad de - los hombres.</p> -<p>Tenian los Mexicanos dispuesto y organizado - su gobierno con notable concierto y armonía. - Demas del consejo de hacienda, que corria, como - hemos dicho, con las dependencias del patrimonio - real, habia consejo de justicia, donde venian las - apelaciones de los tribunales inferiores: consejo - de guerra, donde se cuidaba de la formacion y - asistencias de los exércitos: y consejo de estado - que se hacia las mas veces en presencia del Rey, - donde se trataban los negocios de mayor peso. - Habia tambien jueces del comercio y del abasto, - y otro género de ministros, como Alcaldes de - corte que rondaban la ciudad, y perseguian los - delinqüentes. Traían sus varas ellos y sus alguaciles - para ser conocidos por la insignia del oficio, - y tenian su tribunal donde se juntaban á oir las - partes, y determinar los pleytos en primera instancia. - Los juicios eran sumarios y verbales: el - actor y el reo comparecian con su razon y sus<span class="pagenum"><a id="Page_137">[Pg 137]</a></span> testigos, y el pleyto se acababa de una vez, durando - poco mas, si era materia de recurso á - tribunal superior. No tenian leyes escritas; pero - se gobernaban por el estílo de sus mayores, supliendo - la costumbre por la ley siempre que la - voluntad del Príncipe no alteraba la costumbre. - Todos estos consejos se componian de personas - experimentadas en los cargos de la paz y de la - guerra: y el de estado, superior á todos los demas, - se formaba de los Electores del Imperio, á - cuya dignidad ascendian los Príncipes ancianos - de la sangre Real: y quando se ofrecia materia de - mucha consideracion, eran llamados al consejo - los Reyes de Tezcuco y Tacuba, principales - Electores, á quien tocaba por sucesion esta prerogativa. - Los quatro primeros vivian en palacio, - y andaban siempre cerca del Rey, para darle su - parecer en lo que se ofrecia y autorizar con el - pueblo sus resoluciones.</p> -<p>Cuidaban del premio y del castigo con igual - atencion. Eran delitos capitales el homicidio, el - hurto, el adulterio, y qualquier leve desacato - contra el Rey ó contra la religion. Las demas - culpas se perdonaban con facilidad, porque la - misma religion desarmaba la justicia permitiendo - las iniquidades. Castigábase tambien con pena - de la vida la falta de integridad en los ministros, - sin que se diese culpa venial en los que servian - oficio público: y Motezuma puso en mayor<span class="pagenum"><a id="Page_138">[Pg 138]</a></span> observancia esta costumbre, haciendo exquisitas - diligencias para saber como procedian, hasta exâminar - su desinterés con algunos regalos ofrecidos - por mano de sus confidentes; y el que faltaba en - algo á su obligacion, moria por ello irremisiblemente: - severidad que merecia Príncipe ménos - bárbaro, y república mejor acostumbrada. Pero - no se puede negar á los Mexicanos que tuvieron - algunas virtudes morales, y particularmente la de - procurar que se administráse con rectitud aquel - género de justicia que llegaron á conocer, bastante - á deshacer los agravios, y á mantener la sociedad - entre los suyos: porque no dexaban de conservar - entre sus abusos y bestialidades algunas luces de - aquella primitiva equidad que dió á los hombres - la naturaleza, quando faltaban las leyes, porque - se ignoraban los delitos.</p> -<p>Una de las atenciones mas notables de su gobierno - era el cuidado con que se trataba la educacion - de los muchachos, y el desvelo con que iban - formando y reconociendo sus inclinaciones. Tenian - escuelas públicas para la enseñanza de la gente - popular, y otros colegios ó seminarios de mayor - providencia y aparato donde se criaban los hijos - de los nobles: perseverando en ellos desde la - tierna edad, hasta que salian capaces de hacer su - fortuna, ó seguir su inclinacion. Habia maestros - de niñez, adolescencia y juventud, que tenian - autoridad y estimacion de ministros; y no sin<span class="pagenum"><a id="Page_139">[Pg 139]</a></span> fundamento, pues cuidaban de aquellos rudimentos - y exercicios que aprovechaban despues á la república. - Allí los enseñaban á descifrar los caractéres - y figuras de que se componian sus escritos, y los - hacian tomar de memoria las canciones historiales - en que se contenian los hechos de sus mayores, y - las alabanzas de sus Dioses. Pasaban despues á - otra clase, donde se aprendia la modestia y la - cortesía, y dicen que hasta la compostura en el - andar. Eran de mayor suposicion estos segundos - preceptores, porque tenian á su cargo las costumbres - de aquella edad, en que se dexan corregir - los defectos y quebrantar las pasiones.</p> -<p>Despiertos ya, y crecidos en este género de sujecion - y enseñanza, pasaban á la tercera clase, - donde se habilitaban en exercicios mas robustos: - probaban las fuerzas en el peso y la lucha, competian - unos con otros en el salto y la carrera, y se - enseñaban á manejar las armas, esgrimir el montante, - despedir el dardo, y dar impulso y certidumbre - á la flecha: hacianlos sufrir la hambre y - la sed: y tenian sus ratos de resistir á las inclemencias - del tiempo, hasta que volvian hábiles y - endurecidos á la casa de sus padres, para ser - aplicados, segun la noticia que daban los maestros de - su inclinacion, al gobierno político, al exercicio - militar, ó al sacerdocio: tres caminos en que - podia elegir la gente noble, poco diferentes en la<span class="pagenum"><a id="Page_140">[Pg 140]</a></span> estimacion, aunque precedia el de la guerra, por - ser mayores sus ascensos.</p> -<p>Habia tambien otros colegios de matronas dedicadas - al culto de los templos, donde se criaban - las doncellas de calidad, guardando clausura, y - entregadas á sus maestras desde la niñez hasta - que salian á tomar estado, con aprobacion de sus - padres, y licencia del Rey: diestras ya en aquellas - habilidades y labores que daban opinion á las - mugeres.</p> -<p>Los hijos de la gente noble, que, al salir de los - seminarios, se inclinaban á la guerra, pasaban - por otro exâmen digno de consideracion: porque - sus padres los enviaban á los exércitos para que - viesen lo que se padecia en la campaña, ó supiesen - lo que intentaban ántes de alistarse por soldados: - y solian enviarlos entre los Tamenes vulgares con - su carga de bastimentos al hombro, para que - perdiesen la vanidad y fuesen enseñados al trabajo.</p> -<p>No se admitian á la profesion los que mudaban - el semblante al horror de las batallas, ó no daban - alguna experiencia de su valor: de que resultaba - el ser de mucho servicio estos bisoños en el tiempo - de su aprobacion, porque todos procuraban señalarse - con algun hecho particular, arrojándose á - los mayores peligros; y conociendo, al parecer, - que, para entrar en el número de los valientes,<span class="pagenum"><a id="Page_141">[Pg 141]</a></span> era necesario dar algo de temeridad á los principios - de la fama.</p> -<p>En nada pusieron tanto su felicidad los Mexicanos - como en las cosas de la guerra: profesion que - miraban los Reyes como principal instituto de su - poder, y los súbditos como propia de su nacion. - Subian por ella los plebeyos á nobles, y los nobles - á las mayores ocupaciones de la monarquía: con - que se animaban todos á servir, ó por lo ménos - aspiraban á la virtud militar quantos nacian con - ambicion, ó tenian espíritu para salir de su - esfera. No habia lugar sin milicia determinada - con preeminencias que diferenciaban al soldado - entre los demas vecinos. Formábanse los exércitos - con facilidad: porque los Príncipes del - reyno, y los Caciques de las provincias tenian - obligacion de acudir á la plaza de armas que se - les señalaba con el número de gente que se les - repartia: y se pondera entre las grandezas de - aquel imperio, que llegó á tener Motezuma - treinta vasallos tan poderosos, que podia cada uno - poner en campaña cien mil hombres armados. - Gobernaban estos la gente de su cargo en la - ocasion, dependientes del Capitan general, á - quien obedecian, reconociendo en él la representacion - de su Rey, quando faltaba su persona del - exército, que sucedia pocas veces: porque aquellos - Príncipes tenian á desayre de su autoridad el - apartarse de sus armas, hallando alguna monstruosidad<span class="pagenum"><a id="Page_142">[Pg 142]</a></span> política en aquella disonancia, que hacen - fuerzas propias en ageno brazo.</p> -<p>Su modo de pelear era el mismo que dexamos - referido en la batalla de Tabasco: mejor disciplinados - los exércitos, ménos confusa la obediencia - de los soldados, mas nobleza, y mayores esperanzas. - Deshacianse brevemente de las armas - arrojadizas para llegar á las espadas, y muchas - veces á los brazos, por ser entre aquella gente - mayor hazaña el cautiverio que la muerte del - enemigo, y mas valeroso el que daba mas prisioneros - para los sacrificios. Tenian estimacion y - conveniencia los cargos militares, y Motezuma - premiaba con liberalidad á los que sobresalian en - las batallas: tan inclinado á la milicia, y tan - atento á la reputacion de sus armas, que inventó - premios honoríficos para los nobles que servian - en la guerra, instituyendo cierto género de - órdenes militares con sus hábitos ó insignias que - daban honra y distincion. Habia unos caballeros - que llamaban de las águilas, otros de los tigres, - y otros de los leones, que llevaban pendiente ó - pintada en los mantos la empresa de su religion. - Fundó tambien otra caballería superior, á que - solo eran admitidos los Príncipes ó nobles de - alcuña real, y se hizo alistar en ella. Traían - estos atada parte del cabello con una cinta roxa, y - entre las plumas, de que adornaban la cabeza, unas - borlas del mismo color, que pendian sobre las<span class="pagenum"><a id="Page_143">[Pg 143]</a></span> espaldas, mas ó ménos, segun las hazañas del - caballero, las quales se contaban por el número - de las borlas, y se aumentaban con nueva solemnidad - como iban creciendo los hechos memorables - de la guerra: con que habia dentro de la misma - dignidad algo mas que merecer.</p> -<p>Debemos alabar en los Mexicanos la generosidad - con que anhelaban á semejantes pundonores; y - en Motezuma, el haber inventado en su república - estos premios honoríficos: que, siendo la moneda - mas fácil de batir, tienen el primer lugar en los - tesoros del Rey.</p> -<hr class="chap" /> -<div class="chapter"> -<h3>CAPITULO XVII.</h3> -</div> -<blockquote> - <p><i>Dáse noticia del estilo con que se medían y computaban - en aquella tierra los meses y los años: - de sus festividades, matrimonios, y otros ritos - y costumbres dignas de consideracion.</i></p> - </blockquote> -<p>Tenian los Mexicanos dispuesto y regulado su - calendario con notable observacion. Gobernabanse - por el movimiento del sol, y midiendo sus - alturas y declinaciones para entenderse con el - tiempo. Daban al año trescientos y sesenta y - cinco dias como nosotros: pero le dividian en diez - y ocho meses, señalando á cada mes veinte dias,<span class="pagenum"><a id="Page_144">[Pg 144]</a></span> de cuyo número se componian los trescientos y - sesenta; y los cinco restantes eran como dias - intercaláres, que se añadian al fin del año para - igualar el curso del sol. Mientras duraban estos - cinco dias, (que, á su parecer, dexaron advertidamente - sus mayores como vacíos y fuera de cuenta) - se daban á la ociosidad, y trataban solo de perder, - como podian, aquellas sobras del tiempo. Dexaban - el trabajo los oficiales, cerrabanse las tiendas, - cesaba el despacho de los tribunales, y hasta los - sacrificios en los templos. Visitabanse unos á - otros, y procuraban todos divertirse con varios - entretenimientos, dando á entender que se prevenian - con el descanso para entrar en los afanes - y tareas del año siguiente: cuyo ingreso ponian - en el principio de la primavera, discrepando del - año solar, segun el cómputo de los astrólogos, en - solos tres dias que venian á tomar de nuestro mes - de Febrero.</p> -<p>Tenian tambien sus semanas de á trece dias con - nombres diferentes, que se notaban por imágenes - en el calendario; y sus siglos, que constaban de - quatro semanas de años: cuyo método y dibuxo - era de notable artificio, y se guardaba cuidadosamente - para memoria de los sucesos. Formaban - un círculo grande, y le dividian en cincuenta y - dos grados, dando un año á cada grado. En el - centro pintaban una efigie del sol, y de sus rayos - salian quatro faxas de colores diferentes que<span class="pagenum"><a id="Page_145">[Pg 145]</a></span> partian igualmente, la circunferencia, dexando trece - grados á cada semidiámetro: cuyas divisiones - eran como signos de su zodiaco, donde tenian el - siglo sus revoluciones, y el sol sus aspectos prósperos - ó adversos, segun el color de la faxa. Por - defuera iban notando en otro círculo mayor con - sus figuras y caractéres los acaecimientos del - siglo, y quantas novedades se ofrecian dignas de - memoria: y estos mapas seculares eran como - instrumentos públicos que servian á la comprobacion - de sus historias. Puédese contar entre las - providencias de aquel gobierno el tener historiadores - que mandasen á la posteridad los hechos de - su nacion.</p> -<p>Habia su mezcla de supersticion en este cómputo - de los siglos, porque tenian aprehendido - que peligraba la duracion del mundo siempre que - terminaba el sol aquella carrera de las quatro - semanas mayores: y quando llegaba el último dia - de los cincuenta y dos años, se prevenian todos - para la última calamidad. Despedianse de la luz - con lágrimas, disponianse para morir sin enfermedad, - rompian las vasijas de su menage como - trastos inútiles, apagaban los fuegos, y andaban - toda la noche como frenéticos, sin atreverse á - descansar hasta saber si estaban de asiento en la - region de las tinieblas. Pero al primer crepúsculo - de la mañana empezaban á respirar con la vista<span class="pagenum"><a id="Page_146">[Pg 146]</a></span> en el oriente: y en saliendo el sol, le saludaban - con todos sus instrumentos, cantándole diferentes - himnos y canciones de alegría desconcertada: - congratulábanse despues unos con otros de que ya - tenian segura la duracion del mundo por otro - siglo, y acudian luego á los templos á congratularse - con sus Dioses, y á recibir la nueva lumbre - de los sacerdotes, que se encendia delante de los - altares con vehemente agitación de leños combustibles. - Prevenianse despues de todo lo necesario - para empezar á vivir: y este dia se celebraba - con públicos regocijos, llenándose la ciudad de - bayles y otros exercicios de agilidad dedicados á - la renovacion del tiempo, no de otra suerte que - celebró Roma sus juegos seculares.</p> -<p>La coronacion de sus Reyes tenia extraordinarios - requisitos. Hecha la eleccion, como se ha dicho, - quedaba el nuevo Rey obligado á salir en campaña - con las armas del Imperio, y conseguir alguna - victoria de sus enemigos, ó sujetar alguna província - de las confinantes ó rebeldes ántes de coronarse, ni - ascender al trono real: costumbre digna de observacion, - por cuyo medio creció tanto en pocos años - aquella Monarquía. Luego que se hallaba capaz - del dominio con la recomendacion de victorioso, - volvia triunfante á la ciudad, y se le hacia público - recibimiento de grande ostentacion. Acompañábanle - todos los nobles, ministros y sacerdotes - hasta el templo del Dios de la guerra, donde se<span class="pagenum"><a id="Page_147">[Pg 147]</a></span> apeaba de sus andas, y hechos los sacrificios de - aquella funcion, le ponian los Príncipes electores - la vestidura y manto real: le armaban la mano - diestra con un estoque de oro y pedernal, insignia - de la justicia; la siniestra con el arco y flechas, - que significaban la potestad, ó el arbitrio de la - guerra: y el Rey de Tezcuco le ponia la corona, - prerogativa de primer elector.</p> -<p>Oraba despues largo rato uno de los magistrados - mas eloqüentes, dándole por todo el Imperio la - enhorabuena de aquella dignidad, y algunos documentos - en que le representaba los cuidados y - desvelos que traia consigo la corona, lo que debia - mirar por el bien público de sus reynos, y le - ponia delante la imitacion de sus antecesores. - Acabada esta oracion, se acercaba con gran reverencia - el mayor de los sacerdotes, y en sus manos - hacia un juramento de reparables circunstancias. - Juraba primero que mantendria la religion de sus - mayores, que observaria las leyes y fueros del - Imperio, que trataria con benignidad á sus vasallos; - y que, mientras él reynáse, andarian concertadas - las lluvias, que no habria inundaciones en los - rios, esterilidad en los campos, ni malignas influencias - en el sol. Notable pacto entre Rey y - vasallos, de que se rie Justo Lipsio; y pudieramos - decir que le querian obligar con este juramento á - que reynáse con tal moderacion, que no mereciese - por su parte las iras del Cielo, no sin algun<span class="pagenum"><a id="Page_148">[Pg 148]</a></span> conocimiento de que suelen caer sobre los súbditos - estos castigos y calamidades públicas por los pecados - y exôrbitancias de los Reyes.</p> -<p>En los demas ritos y costumbres de aquella nacion - tocarémos solamente lo que fuere digno de - historia, dexando las supersticiones, indecencias - y obscenidades que manchan la narracion, por - mas que se digan sin ofensa de la verdad. Siendo - tanta como se ha referido la muchedumbre de sus - Dioses, y tan obscura la ceguedad de su idolatría, - no dexaban de conocer una Deidad superior, á - quien atribuían la creacion del cielo y de la tierra: - y este principio de las cosas era entre los Mexicanos - un Dios sin nombre, porque no tenian en - su lengua voz con que significarle; solo daban á - entender que le conocian mirando al cielo con - veneracion, y dándole á su modo el atributo de - inefable con aquel género de religiosa incertidumbre - que veneraron los Athenienses al Dios no - conocido. Pero esta noticia de la primera causa, - que, al parecer, habia de facilitar su desengaño, - sirvió poco en aquella ocasion; porque no se - hallaba camino de reducirlos á que pudiese gobernar - todo el mundo, sin necesitar de otras manos, - aquella misma Deidad, que, segun su inteligencia, - tuvo poder para criarle: y estaban persuadidos á - que no hubo Dioses de esotra parte del Cielo, - hasta que multiplicándose los hombres, empezaron - sus calamidades, considerando los Dioses como<span class="pagenum"><a id="Page_149">[Pg 149]</a></span> unos genios favorables, que se producian quando - era necesaria su operacion; sin hacerles disonancia - que adquiriesen el ser y la divinidad en las - miserias de la naturaleza.</p> -<p>Creían la inmortalidad del alma, y daban premio - y castigo en la eternidad: mal entendido el - merito y la culpa, y obscurecida esta verdad con - otros errores: sobre cuyo presupuesto enterraban con - los difuntos cantidad de oro y plata para los - gastos del viage, que consideraban largo y trabajoso. - Mataban algunos de sus criados para que - los acompañasen: y era fineza ordinaria en las - mugeres propias celebrar con su muerte las exêquias - del marido. Los Príncipes necesitaban de - gran sepultura, porque se llevaban tras sí la mayor - parte de sus riquezas y familia: uno y otro correspondiente - á su grandeza, llenos los oficios de - la casa, y algunos lisonjeros que padecian el engaño - de su misma profesion. Los cuerpos se - llevaban á los templos con solemnidad y acompañamiento, - donde los salian á recibir aquellos que - llamaban sacerdotes con sus braserillos de copal, - cantando al son de flautas roncas y destempladas - diferentes himnos y versos fúnebres en tono melancólico. - Levantaban repetidas veces en alto el - ataud mientras duraba el sacrificio voluntario de - aquellos miserables que introducian en el alma la - servidumbre. Funcion de notable variedad,<span class="pagenum"><a id="Page_150">[Pg 150]</a></span> compuesta de abusiones ridículas, y atrocidades lastimosas.</p> -<p>Sus matrimonios tenian su forma de contrato, - y sus ceremonias de religion. Hechos los tratados, - comparecian ambos contrayentes en el - templo, y uno de los sacerdotes exâminaba su - voluntad con preguntas rituales; y despues tomaba - con una mano el velo de la muger, y con otra el - manto del marido, y los anudaba por los extremos, - significando el vínculo interior de las dos voluntades. - Con este género de yugo nupcial volvian - á su casa en compañía del mismo sacerdote: - donde, imitando la supersticion de los Dioses - Lares, entraban á visitar el fuego doméstico, que, - á su parecer, mediaban en la paz de los casados, - y daban siete vueltas á él siguiendo al sacerdote: - con cuya diligencia, y la de sentarse despues á - recibir el calor de conformidad, quedaba perfecto - el matrimonio. Hacíase memoria con instrumento - público de los bienes dotales que llevaba la muger: - y el marido quedaba obligado á restituirlos en - caso de apartarse; lo qual sucedia muchas veces, - y se tenia por bastante causa para el divorcio que - se conformasen los dos: pleyto en que no entraban - las leyes, porque se juzgaban los que se conocian. - Quedábase con las hijas la muger, llevándose los - hijos el marido; y una vez disuelto el matrimonio, - tenian pena de la vida irremisible si se volvian á<span class="pagenum"><a id="Page_151">[Pg 151]</a></span> juntar: siendo en su natural inconstancia la única - dificultad de los repudios el peligro de la reincidencia. - Zelaban como punto de honra la honestidad - y el recato de las mugeres propias, y entre - aquella desordenada licencia, con que se daban al - vicio de la sensualidad, se aborrecia y castigaba - con rigor el adulterio, no tanto por su deformidad, - como por sus inconvenientes.</p> -<p>Llevábanse á los templos con solemnidad los - niños recien nacidos, y los sacerdotes los recibian - con ciertas amonestaciones, en que les notificaban - los trabajos á que nacian. Aplicábanles, si eran - nobles, á la mano derecha una espada, y al - brazo izquierdo un escudo, que tenian para este - ministerio: si eran plebeyos, hacian la misma - diligencia con algunos instrumentos de los oficios - mecánicos; y las hembras de una y otra calidad - empuñaban la rueca y el uso, manifestando á cada - uno el género de fatiga con que le aguardaba su - destino. Hecha esta primera ceremonia, los llevaban - cerca del altar, y con espinas de maguey, - ó con lancetas de pedernal les sacaban alguna - sangre de las partes de la generacion, y despues - les echaban agua, ó los bañaban con otras imprecaciones. - En que parece quiso el demonio, inventor - de aquellos ritos, imitar el bautismo y la - circuncision con la misma soberbia que intentó - contrahacer otras ceremonias, y hasta los otros - Sacramentos de la Religion Católica; pues introduxo<span class="pagenum"><a id="Page_152">[Pg 152]</a></span> entre aquellos bárbaros la confesion de los - pecados, dándoles á entender que se ponian con - ella en gracia de sus Dioses, ó un género de - comunion ridícula, que ministraban los sacerdotes, - ciertos dias del año, repartiendo en pequeños - bocados un ídolo de harina masada con miel, que - llamaban Dios de la penitencia. Ordenó tambien - sus jubileos, instituyó las procesiones, los incensarios - y otros remedos del verdadero culto, hasta - disponer que se llamasen papas en aquella lengua - los sumos sacerdotes. En que se conoce que le - costaba particular estudio esta imitacion; fuese - por abusar de las ceremonias sacrosantas mezclándolas - con sus abominaciones, ó porque no - sabe arrepentirse de aspirar con este género de - afectaciones á la semejanza del Altísimo.</p> -<p>Los demas ritos y ceremonias de aquella miserable - gentilidad eran horribles á la razon y á la - naturaleza; bestialidades, absurdos y locuras, que - parecieran incompatibles con las demas atenciones - que se han notado en su gobierno, si no estuvieran - llenas las historias de semejantes engaños de la - humana capacidad en otras naciones que vivian - mas dentro del mundo, igualmente ciegas en - menor obscuridad. Los sacrificios de sangre humana - empezaron casi con la idolatría; y siglos - ántes los introduxo el demonio entre aquellas - gentes, de quien vino hasta los Israelitas el sacrificar - sus hijos á las esculturas de Canaan. El<span class="pagenum"><a id="Page_153">[Pg 153]</a></span> horror de comerse los hombres á los hombres se - vió primero en otros bárbaros de nuestro emisferio, - como lo confiesa entre sus antigüedades la Galacia, - y en sus antropófagos la Scitia. Los leños adorados - como Dioses, las supersticiones, los agüeros, - los furores de los sacerdotes, la comunicacion con - el demonio en sus oráculos, y otros absurdos - de igual abominacion, se hallan admitidos y venerados - por otros gentiles que supieron discurrir y - obrar con acierto en lo moral y político. Grecia - y Roma desatinaron en la religion, y en lo demas - dieron leyes al mundo, y exemplos á la posteridad. - De que se conoce la corta jurisdiccion del entendimiento - humano, que vuela poco sobre las noticias - que recibe de los sentidos y de las experiencias, - quando falta en él aquella luz participada - con que se descubre la esencia de la verdad. Era - la religion de los Mexicanos un compuesto abominable - de todos los errores y atrocidades que recibió - en diferentes partes la gentilidad. Dexamos - de referir por menor las circunstancias de sus - festividades y sacrificios, sus ceremonias, hechicerías - y supersticiones, porque se hallan á cada - paso, y con prolixa repeticion en las Historias de - las Indias; y porque, á nuestro parecer, sobre - ser materia en que se puede confesar el rezelo de - la pluma, es leccion poco necesaria, en que - falta la dulzura, y está lejos la utilidad.</p> -<hr class="chap" /> -<div class="chapter"> -<p><span class="pagenum"><a id="Page_154">[Pg 154]</a></span></p> -<h3>CAPITULO XVIII.</h3> -</div> -<blockquote> - <p><i>Continua Motezuma sus agasajos y dádivas á los - Españoles. Llegan cartas de la Vera Cruz - con noticia de la batalla en que murió Juan de - Escalante; y con este motivo se resuelve la - prision de Motezuma.</i></p> - </blockquote> -<p>Observaban los Españoles todas estas novedades, - no sin grande admiracion, aunque procuraban - reprimirla y disimularla, costándoles cuidado el - apartarla del semblante, por mantener la superioridad - que afectaban entre aquellos Indios. Los - primeros dias se ocuparon en varios entrenimientos. - Hicieron los Mexicanos vistosa ostentacion - de todas sus habilidades, con deseo de festejar á - los forasteros, y no sin ambicion de parecer - diestros en el manejo de sus armas, y ágiles en - los demas exercicios. Motezuma fomentaba los - espectáculos y regocijos, depuesta la magestad - contra el estílo de su elevacion. Llevaba siempre - consigo á Cortés, asistido de sus Capitanes: tratábale - con un género de humanidad respectiva, - que parecia monstruosa en su natural, y daba - estimacion á los Españoles entre los que le conocian. - Freqüentábanse las visitas, unas veces<span class="pagenum"><a id="Page_155">[Pg 155]</a></span> Cortés en el palacio, y otras Motezuma en el - alojamiento. No acababa de admirar las cosas - de España, considerándola como parte del Cielo; - y hacia tan alto concepto de su Rey, que no - pensaba tanto de sus Dioses. Procuraba siempre - ganar las voluntades, repartiendo alhajas y joyas - entre los Capitanes y soldados, no sin discrecion - y conocimiento de los sugetos; porque hacia - mayor agasajo á los de mayor suposicion, y sabía - proporcionar la dádiva con la importancia del - agradecimiento. Los nobles, á imitacion de su - Príncipe, deseaban obligar á todos con un género - de obsequio que tocaba en obediencia. El pueblo - doblaba las rodillas al menor de los soldados. - Gozábase de un sosiego divertido: mucho que - ver, y nada que rezelar. Pero tardó poco en - volver á su exercicio el cuidado, porque llegaron - á este tiempo dos soldados Tlascaltécas, que - vinieron á la ciudad por caminos desusados, desmentida - su nacion con el trage de los Mexicanos: - y buscando recatadamente á Cortés, le dieron una - carta de la Vera Cruz, que mudó el semblante de - las cosas, y obligó á discursos ménos sosegados.</p> -<p>Juan de Escalante, que, como diximos, quedó - con el gobierno de aquella nueva poblacion, trataba - de continuar sus fortificaciones, conservando - los amigos que le dexó Cortés, y duró en esta - quietud sin accidente de cuidado, hasta que - recibió noticia de que andaba por aquellos parages<span class="pagenum"><a id="Page_156">[Pg 156]</a></span> un Capitan general de Motezuma con exército - considerable castigando algunos lugares de su - confederacion, porque habian retirado los tributos - con el abrigo de los Españoles. Llamábase Qualpopóca, - y gobernaba la gente de guerra que - residia en las fronteras de Zempoala; y habiendo - convocado las milicias de su cargo, hacia grandes - extorsiones y violencias en aquellos pueblos, acompañando - el rigor de los executores con la licencia - de los soldados. Gente una y otra de insaciable - codicia, que tratan el robo como negocio del Rey.</p> -<p>Viniéronse á quejar los Totonaques de la serranía, - cuyas poblaciones andaba destruyendo entónces - aquel exército. Pidieron á Juan de Escalante - que los amparáse tomando las armas en - defensa de sus aliados: y ofrecieron asistir á la - faccion con todo el resto de su gente. Procuró - consolarlos, tomando por suyo el agravio que - padecian; y ántes de llegar á los términos de la - fuerza, resolvió enviar sus mensageros al Capitan - general pidiéndole amigablemente:</p> -<blockquote> - <p>"Que suspendiese - aquellas hostilidades hasta recibir - nueva órden de su Rey, pues no era posible - que se la hubiese dado para semejante novedad, - quando habia permitido que pasasen á su Corte - los Embaxadores del Monarca oriental á introducir - pláticas de paz y confederacion entre las - dos coronas."</p> - </blockquote> -<p>Executaron este mensage dos - Zempoales de los mas ladinos que residian en la<span class="pagenum"><a id="Page_157">[Pg 157]</a></span> Vera Cruz; y la respuesta fué atrevida y descortés:</p> -<blockquote> - <p>"Que él sabía entender y executar las - órdenes de su Rey: y si alguno intentáse - poner embarazo en el castigo de aquellos rebeldes, - sabria tambien defender en la campaña - su resolucion."</p> - </blockquote> -<p>No pudo Juan de Escalante disimular su enojo, - ni debió negarse á este desafío, hallándose á la - vista de aquellos Indios, interesados en el suceso - de los Totonaques, iguales en el riesgo, y asegurados - en la misma proteccion: y habiéndose - informado de que no pasaria de quatro mil hombres - el grueso del enemigo, juntó brevemente un - exército de hasta dos mil Indios, la mayor parte - de la serranía, que fugitivos, ó irritados vinieron - á ponerse á su sombra; con los quales bien - armados á su modo, y con quarenta Españoles, - dos arcabuces, tres ballestas, y dos tiros de artillería, - que pudo sacar de la plaza, dexándola con - bien moderada guarnicion, caminó la vuelta de - aquellas poblaciones que le llamaban á su defensa. - Tuvo Qualpopóca noticia de su marcha, y salió á - recibirle con toda su gente puesta en órden cerca - de un lugar pequeño, que se llamó despues Almería. - Dieronse vista los dos exércitos poco - despues de amanecer, y se acometieron ambos - con igual resolucion; pero á breve rato cedieron - los Mexicanos, y empezaron á retirarse puestos - en desórden. Sucedió al mismo tiempo que los<span class="pagenum"><a id="Page_158">[Pg 158]</a></span> Totonaques de nuestra faccion (ó por no ser - soldados, ó por la costumbre que tenian de temer - á los Mexicanos) se cayeron de ánimo, y se fueron - quedando atras, hasta que últimamente se pusieron - en fuga, sin que la fuerza ni el exemplo bastase - á detenerlos. Raro accidente, que se debe - notar entre las monstruosidades. Iba el enemigo - tan atemorizado, y tan cuidadoso de la propia - salud, que no reparó en la diminucion de nuestra - gente, y solo trató de retirarse desordenadamente - á la poblacion vecina: donde se acercó Juan de - Escalante con poco mas que sus quarenta Españoles; - y mandando poner fuego al lugar por - diferentes partes, acometió, al mismo tiempo - que tomó cuerpo la llama, con tanta resolucion, - que, sin dexarles lugar para que pudiesen discurrir - en su flaqueza, los rompió y desalojó enteramente, - obligándolos á que volviesen las espaldas, y se - derramasen á los bosques. Dixeron despues - aquellos Indios haber visto en el ayre una Señora - como la que adoraban los forasteros por madre de - su Dios, que los deslumbraba y entorpecia para - que no pudiesen pelear. No se manifestó á los - Españoles este milagro; pero el suceso le hizo - creible: y ya estaban todos enseñados á partir - con el Cielo sus hazañas.</p> -<p>Fué muy señalada esta victoria, pero igualmente - costosa: porque Juan de Escalante quedó - herido mortalmente con otros siete soldados, de<span class="pagenum"><a id="Page_159">[Pg 159]</a></span> los quales se llevaron los Indios á Juan de Arguello, - natural de Leon, hombre muy corpulento - y de grandes fuerzas, que cayó peleando valerosamente - á tiempo que no pudo ser socorrido: y los - demas murieron de las heridas en la Vera Cruz - dentro de tres dias.</p> -<p>De cuya pérdida con todas sus circunstancias - daba cuenta el Ayuntamiento en aquella carta, para - que se nombráse sucesor á Juan de Escalante, y - se tuviese noticia del estado en que se hallaban. - Leyóla Cortés con el desconsuelo que pedia semejante - novedad. Comunicó el caso á sus Capitanes; - y sin ponderar entónces sus conseqüencias, ni - manifestarles todo su cuidado, les pidió que discurriesen - la materia, y se la dexasen discurrir, - encomendando á Dios la resolucion que se hubiese - de tomar: lo qual encargó muy particularmente - al Padre Fray Bartolomé de Olmedo, y á todos el - secreto, porque no corriese la voz entre los - soldados, y en negocio de tanta importancia se - diese lugar á dictámenes vulgares.</p> -<p>Retiróse despues á su aposento, y dexó correr - la consideracion por todos los inconvenientes que - podian resultar de aquella desgracia. Entraba - y salia con dudosa eleccion en los caminos que le - ofrecia su discurso: cuya viveza misma le fatigaba, - dándole á un tiempo los remedios y las dificultades. - Dicen que se anduvo paseando gran parte - de la noche, y que descubrió entónces una pieza<span class="pagenum"><a id="Page_160">[Pg 160]</a></span> recien tabicada, en que tenia Motezuma las riquezas - de su padre (y aquí las refieren por menor) - y que habiéndolas reconocido, mandó cerrar el - tabique, sin permitir que se tocáse á ellas. No - nos detengamos en esta digresion de su cuidado, - que no debió de ser larga, pues hizo lugar á otras - diligencias, para tomar punto fixo en la resolucion - que andaba madurando.</p> -<p>Mandó llamar reservadamente á los Indios mas - capaces y confidentes de su exército; preguntóles:</p> -<blockquote> - <p>"Si habian reconocido alguna novedad en los - ánimos de los Mexicanos, y como corria entre - aquella gente la estimacion de los Españoles. - Respondieron: que lo comun del pueblo estaba - divertido con sus fiestas, y los veneraba por - verlos aplaudidos de su Rey; pero que los - nobles andaban ya pensativos y misteriosos, - que se hablaban en secreto, y se dexaba conocer - el recato en sus corrillos."</p> - </blockquote> -<p>Tenian observadas - algunas medias palabras de sospechosa interpretacion: - y una de ellas fué: <i>Que sería fácil romper - los puentes</i>, con otras de este género, que juntas - decian lo bastante para el rezelo. Dos ó tres de - aquellos Indios habian oido decir, que pocos dias - ántes truxeron de presente á Motezuma la cabeza - de un Español, y que la mandó esconder y retirar, - despues de haberla mirado con asombro, por ser - muy fiera y desmesurada: señas que convenian - con la de Juan de Arguello; y novedad que puso<span class="pagenum"><a id="Page_161">[Pg 161]</a></span> á Cortés en mayor cuidado, por el indicio de que - hubiese cooperado Motezuma en la faccion de su - General.</p> -<p>Con estas noticias, y lo que llevaba discurrido - en ellas, se encerró al amanecer con sus Capitanes, - y con algunos de los soldados principales que - solian concurrir á las juntas por su calidad ó entendimiento. - Propusoles el caso con todas sus - circunstancias: refirió lo que le habian advertido - aquella noche los Indios confidentes: ponderó sin - desaliento las contingencias de que se hallaban - amenazados: tocó con espíritu las dificultades que - podian ocurrir: y sin manifestar la inclinacion de - su dictámen, calló, para que hablasen los demas. - Hubo diversos pareceres; unos querian que se - pidiese pasaporte á Motezuma, y se acudiese - luego al riesgo de la Vera Cruz: otros dificultaban - la retirada, y se inclinaban á salir ocultamente, - sin dexarse olvidadas las riquezas que habian - adquirido: los mas fueron de sentir que convenia - perseverar, sin darse por entendidos del suceso de - la Vera Cruz, hasta sacar algunos partidos para - retirarse. Pero Hernan Cortés, recogiendo lo - que venia discurrido, y alabando el zelo con que - deseaban todos el acierto, dixo:</p> -<blockquote> - <p>"Que no se - conformaba con el medio propuesto de pedir - pasaporte á Motezuma; porque habiéndose - abierto el camino con las armas para entrar en - su corte, á pesar de su repugnancia, caerian<span class="pagenum"><a id="Page_162">[Pg 162]</a></span> mucho del concepto en que los tenia, si llegáse - á entender que necesitaban de su favor para - retirarse: que si estaba de mal ánimo, podria - concederles el pasaporte para deshacerlos en la - retirada; y si le negase, quedaban obligados á - salir contra su voluntad, entrando en el peligro, - descubierta la flaqueza. Que le agradaba ménos - la resolucion de salir ocultamente, porque - sería ponerse de una vez en términos de fugitivos, - y Motezuma podria con gran facilidad - cortarles el paso, adelantando por sus correos - la noticia de su marcha. Que, á su parecer, - no era conveniente por entónces la retirada; - porque, de qualquiera suerte que la intentasen, - volverian sin reputacion: y perdiendo los amigos - y confederados que se mantenian con ella, - se hallarian despues sin un palmo de tierra - donde poner los pies con seguridad. Por cuyas - consideraciones (dixo) soy de sentir que se - apartan ménos de la razon los que se inclinan - á que perseveremos sin hacer novedad - hasta salir con honra, y ver lo que dan de sí - nuestras esperanzas. Ambas resoluciones son - igualmente aventuradas; pero no igualmente - pundonorosas: y sería infelicidad indigna de - Españoles morir por eleccion en el peligro mas - desayrado. Yo no pongo duda en que nos debemos - mantener: el modo con que se ha de - conseguir es en lo que mas se detiene mi cuidado. - Vienense á los ojos estos principios de<span class="pagenum"><a id="Page_163">[Pg 163]</a></span> rumor que se han reconocido entre los Mexicanos. - El suceso de la Vera Cruz, executado - con las armas de su nacion, pide nuevas consideraciones - al discurso. La cabeza de Arguello, - presentada en lisonja de Motezuma, es indicio - de que supo ántes la faccion de su General: y - su mismo silencio nos está diciendo lo que - debemos rezelar de su intencion. Pero á vista - de todo me parece que, para mantenernos en - esta ciudad ménos aventurados, es necesario que - pensemos en algun hecho grande, que asombre - de nuevo á sus moradores, resarciendo lo que - se hubiere perdido en su estimacion con estos - accidentes. Para cuyo efecto, despues de haber - discurrido en otras hazañas de mas ruido que - substancia, tengo por conveniente que nos - apoderemos de Motezuma, trayéndole preso á - nuestro quartel: resolucion que, á mi entender, - los ha de atemorizar y reprimir, dándonos - disposicion para que podamos capitular despues - con Rey y vasallos lo que mas conviniere á - nuestro Príncipe y á nuestra seguridad. El - pretexto de la prision, si yo no discurro mal, - ha de ser la muerte de Arguello que ha llegado á - su noticia, y el rompimiento de la paz cometido - por su General: de cuyas dos ofensas - debemos darnos por entendidos, y pedir satisfaccion, - porque no conviene suponer una ignorancia - de lo que saben ellos, quando estan<span class="pagenum"><a id="Page_164">[Pg 164]</a></span> creyendo que lo alcanzamos todo; y éste y los - demas engaños de su imaginacion se deben por - lo ménos tolerar como parciales de nuestra - osadía. Bien reconozco las dificultades y - contingencias de tan ardua resolucion; pero - las grandes hazañas son hijas de los grandes - peligros: y Dios nos ha de favorecer, que - son muchas las maravillas (y pudiera decir - milagros evidentes) con que se ha declarado - por nosotros en esta jornada, para que no - miremos ahora como inspiracion suya nuestra - perseverancia. Su causa es la primera razon - de nuestros intentos; y yo no he de creer que - nos ha traido en hombros de su providencia - extraordinaria para introducirnos en el empeño, - y dexarnos con nuestra flaqueza en la mayor - necesidad."</p> - </blockquote> -<p>Dilatóse con tanta energía en esta - piadosa consideracion, que comunicó á los corazones - de todos el vigor de su ánimo, y se reduxeron - al mismo dictámen, primero los Capitanes Juan - Velazquez de Leon, Diego de Ordaz, Gonzalo - de Sandoval; y despues alabaron todos el discurso - de su Capitan, hallando, al parecer, lo eficaz del - remedio en lo heroyco de la resolucion: con que - se disolvió la junta, quedando entónces determinada - la prision de Motezuma, y remitida la disposicion - de todo á la prudencia de Cortés.</p> -<p>Bernal Diaz del Castillo, que no pierde ocasion - de introducirse á inventor de las resoluciones - grandes, dice que le aconsejaron esta prision él y<span class="pagenum"><a id="Page_165">[Pg 165]</a></span> otros soldados algunos dias ántes que llegáse la - nueva de la Vera Cruz: no convienen con él las - demas relaciones, ni entónces habia causa para - discurrir con tanto arrojamiento: pudiera detenerse - un poco, y quedára su consejo sin la nota - de inverisímil, ó sin la excepcion de intempestivo.</p> -<hr class="chap" /> -<div class="chapter"> -<h3>CAPITULO XIX.</h3> -</div> -<blockquote> - <p><i>Execútase la prision de Motezuma: dáse noticia - del modo como se dispuso, y como se recibió - entre sus vasallos.</i></p> - </blockquote> -<p>No se puede negar que fué atrevimiento sin - exemplar esta resolucion que tomaron aquellos - pocos Españoles de prender á un Rey tan poderoso - dentro de su corte. Accion que, siendo - verdad, parece incompatible con la sencillez de - la historia: y pareciera sin proporcion, quando - se hallára entre las demasías ó licencias de la - fábula. Pudiérase llamar temeridad, si se hubiera - entrado en ella voluntariamente, ó con mas eleccion; - pero no es temerario propiamente quien se - ciega porque no puede mas. Vióse Cortés igualmente - perdido si se retiraba sin reputacion, que - aventurado si se mantenia sin volver por ella con - algun hecho memorable: y el ánimo, quando se<span class="pagenum"><a id="Page_166">[Pg 166]</a></span> halla ceñido por todas partes de la dificultad, se - arroja violentamente á los peligros menores. Pensó - en lo mas difícil, por asegurarse de una vez, ó - porque no se acomodaba su discurso á las medianías. - Pudieramos decir que fué magnanimidad - suya el poner tan alta la mira, ó que la prudencia - militar no es tan enemiga de los extremos como - la prudencia política; pero mejor es que se quede - sin nombre su resolucion, ó que, mirando al - suceso, la pongamos entre aquellos medios imperceptibles - de que se valió Dios en esta conquista, - excluyendo, al parecer, los impulsos naturales.</p> -<p>Eligióse finalmente la hora en que solian hacer - su visita los Españoles, porque no se extrañáse la - novedad. Ordenó Cortés que se tomasen las - armas en su quartel: que se pusiesen las sillas á - los caballos, y estuviesen todos alerta, sin hacer - ruido ni moverse hasta nueva órden. Ocupó con - algunas quadrillas á la deshilada las bocas de las - calles, y partió al palacio con los Capitanes Pedro - de Alvarado, Gonzalo de Sandoval, Juan Velazquez - de Leon, Francisco de Lugo, y Alonso - Dávila: y mandó que le siguiesen disimuladamente - hasta treinta Españoles de su satisfaccion.</p> -<p>No hizo novedad el verlos con todas sus armas, - porque las traían ordinariamente, introducidas ya - como trage militar. Salió Motezuma, segun su - costumbre, á recibir la visita: ocuparon todos sus - asientos; retiráronse á otra pieza sus criados,<span class="pagenum"><a id="Page_167">[Pg 167]</a></span> como ya lo estilaban de su órden: y poniendo - á Doña Marina y Gerónimo de Aguilar en el - lugar que solia, empezó Hernan Cortés á dar su - queja, dexando al enojo todo el semblante.</p> -<blockquote> - <p>"Refirió primero el hecho de su General, y ponderó - despues el atrevimiento de haber formado - exército, y acometido á sus compañeros, rompiendo - la paz y la salvaguardia real en que - vivian asegurados. Acriminó, como delito de - que se debia dar satisfaccion á Dios y al - mundo, el haber muerto los Mexicanos á un - Español que hicieron prisionero: vengando en - él á sangre fria la propia ignominia con que - volvieron vencidos. Y últimamente se detuvo - en afear, como punto de mayor consideracion, - la disculpa de que se valian Qualpopóca y sus - Capitanes, dando á entender que se hacia de - su órden aquella guerra tan fuera de razon: y - añadió, por ser accion indigna de su grandeza - el estarlos favoreciendo en una parte, para - destruirlos en otra."</p> - </blockquote> -<p>Perdió Motezuma el color al oir este cargo - suyo; y con señales de ánimo convencido interrumpió - á Cortés para negar, como pudo, el haber - dado semejante órden. Pero él socorrió su turbacion, - volviéndole á decir:</p> -<blockquote> - <p>"Que así lo tenia por - indubitable; pero que sus soldados no se darian - por satisfechos, ni sus mismos vasallos dexarian - de creer lo que afirmaba su General, si no le<span class="pagenum"><a id="Page_168">[Pg 168]</a></span> viesen hacer alguna demostracion extraordinaria, - que borráse totalmente la impresión de semejante - calumnia: y así venía resuelto á suplicarle - que, sin hacer ruido, y como que nacia de su - propia eleccion, se fuese luego al alojamiento - de los Españoles, determinándose á no salir - dél hasta que constase á todos que no habia - cooperado en aquella maldad. A cuyo efecto - le ponia en consideracion que, con esta generosa - confianza, digna de ánimo real, no solo se - quietaria el enojo de su Príncipe, y el rezelo - de sus compañeros; pero él volveria por su - mismo decoro y pundonor, ofendido entónces - de mayor indecencia: y que le daba su palabra, - como Caballero, y como Ministro del mayor - Rey de la tierra, de que sería tratado entre los - Españoles con todo el acatamiento debido á su - persona: porque solo deseaban asegurarse de - su voluntad para servirle y obedecerle con - mayor reverencia."</p> - </blockquote> -<p>Calló Cortés, y calló tambien - Motezuma, como estrañando el atrevimiento - de la proposicion; pero él, deseando reducirle - con suavidad, ántes que se determináse á contrario - dictámen, prosiguió diciendo:</p> -<blockquote> - <p>"Que aquel alojamiento - que les habia señalado era otro palacio - suyo, donde solia residir algunas veces: y que - no se podria extrañar entré sus vasallos que se - mudáse á él para deshacerse de una culpa, que, - puesta en su cabeza, sería pleyto de Rey á<span class="pagenum"><a id="Page_169">[Pg 169]</a></span> Rey; y quedando en la de su General, se - podria emendar con el castigo, sin pasar á los - inconvenientes y violencias con que suele decidirse - la justicia de los Reyes."</p> - </blockquote> -<p>No pudo sufrir Motezuma que se alargasen mas - los motivos de una persuasion impracticable á su - parecer: y dándose por entendido de lo que - llevaba dentro de sí aquella demanda, respondió - con alguna impaciencia:</p> -<blockquote> - <p>"Que los Príncipes - como él no se daban á prision, ni sus vasallos - lo permitirian, quando él se olvidáse de su - dignidad, ó se dexáse humillar á semejante - baxeza. Replicóle Cortés: Que, como él fuese - voluntariamente, sin dar lugar á que le perdiesen - el respeto, importaria poco la resistencia - de sus vasallos, contra los quales podria usar - de sus fuerzas sin queja de su atencion."</p> - </blockquote> -<p>Duró - largo rato la porfía, resistiendo siempre Motezuma - el dexar su palacio, y procurando Hernan Cortés - reducirle y asegurarle sin llegar á lo estrecho. - Salió á diferentes partidos, cuidadoso ya del aprieto - en que se hallaba. Ofreció enviar luego por - Qualpopóca y por los demas Cabos de su exército, - y entregarselos á Cortés para que los castigáse. - Daba en rehenes dos hijos suyos, para que los - tuviese presos en su quartel hasta que cumpliese - su palabra; y repetia con alguna pusilanimidad, - que no era hombre que se podia esconder, ni se - habia de huir á los montes. A nada salia Cortés,<span class="pagenum"><a id="Page_170">[Pg 170]</a></span> ni él se daba por vencido; pero los Capitanes que - se hallaban presentes, viendo lo que se aventuraba - en la dilacion, empezaron á desabrirse, deseando - que se remitiese á las manos aquella disputa: y - Juan Velazquez de Leon dixo en voz alta: <i>Dexémonos de palabras, y tratemos de prenderle - ó matarle.</i> Reparó en ello Motezuma, preguntando - á Doña Marina qué decia tan descompuesto - aquel Español: y ella con este motivo, y con - aquella discrecion natural, que le daba hechas las - razones, y hallada la oportunidad, le dixo, como - quien se recataba de ser entendida:</p> -<blockquote> - <p>"Mucho - aventurais, Señor, si no cedeis á las instancias - de esta gente: ya conoceis su resolucion, y la - fuerza superior que los asiste. Yo soy una - vasalla vuestra, que desea naturalmente vuestra - felicidad; y soy una confidente suya que sabe - todo el secreto de su intencion. Si vais con - ellos, seréis tratado con el respeto que se debe - á vuestra persona; y si haceis mayor resistencia - peligra vuestra vida."</p> - </blockquote> -<p>Esta breve oracion dicha con buen modo y en - buena ocasion le acabó de reducir, y sin dar - lugar á nuevas réplicas, se levantó de la silla - diciendo á los Españoles:</p> -<blockquote> - <p>"Yo me fio de vosotros: - vamos á vuestro alojamiento, que así lo - quieren los Dioses, pues vosotros lo conseguis, - y yo lo determino."</p> - </blockquote> -<p>Llamó luego á sus criados: - mandó prevenir sus andas y su acompañamiento,<span class="pagenum"><a id="Page_171">[Pg 171]</a></span> y dixo á sus ministros:</p> -<blockquote> - <p>"Que por ciertas consideraciones - de estado, que tenia comunicadas - con sus Dioses, habia resuelto mudar su habitacion - por unos dias al quartel de los Españoles: - que lo tuviesen entendido, y lo publicasen así, - diciendo á todos que iba por su voluntad y conveniencia."</p> - </blockquote> -<p>Ordenó despues á uno de los - Capitanes de sus guardias que le traxese preso á - Qualpopóca y á los demas Cabos que hubiesen - cooperado en la invasion de Zempoala: para cuyo - efecto le dió el sello real que traía siempre atado - al brazo derecho, y le advirtió que lleváse gente - armada para no aventurar la prision. Todas estas - órdenes se daban en público, y Doña Marina se - las iba interpretando á Cortés y á los demas Capitanes, - porque no se rezelasen de verle hablar con - los suyos, y quisiesen pasar á la violencia fuera de - tiempo.</p> -<p>Salió sin mas dilacion de su palacio, llevando - consigo todo el acompañamiento que solia: los - Españoles iban á pie junto á las andas, y le cercaban - con pretexto de acompañarle. Corrió luego - la voz de que se llevaban á su Rey los extrangeros, - y se llenaron de gente las calles, no sin algunos - indicios de tumulto, porque daban grandes voces, - y se arrojaban en tierra, unos despechados, y - otros enternecidos; pero Motezuma con exterior - de alegría y seguridad los iba sosegando y satisfaciendo. - Mandábales primero que callasen, y al<span class="pagenum"><a id="Page_172">[Pg 172]</a></span> movimiento de su mano sucedia repentino el silencio. - Deciales despues, que aquella no era - prision, sino ir por su gusto á vivir unos dias con - sus amigos los extrangeros: satisfacciones adelantadas, - ó respuestas sin pregunta, que niegan lo que - afirman. En llegando al quartel (que como diximos - era la casa real que fabricó su padre) mandó - á su guardia que despejáse la gente popular, y á - sus ministros que impusiesen pena de la vida - contra los que se moviesen á la menor inquietud. - Agasajó mucho á los soldados Españoles que le - salieron á recibir con reverente alborozo. Eligió - despues el quarto donde queria residir: y la casa - era capaz de separacion decente. Adornóse luego - por sus mismos criados con las mejores alhajas de - su guardaropa: pusose á la entrada suficiente - guardia de soldados Españoles: dobláronse las - que solian asistir á la seguridad ordinaria del - quartel: alargáronse á las calles vecinas algunas - centinelas, y no se perdonó diligencia de las que - correspondian á la novedad del empeño. Dióse - órden á todos para que dexasen entrar á los que - fuesen de la familia real, que ya eran conocidos, - y á los nobles y ministros que viniesen á verle: - cuidando de que entrasen unos y saliesen otros, - con pretexto de que no embarazasen. Cortés - entró á visitarle aquella misma tarde, pidiendo - licencia, y observando las puntualidades y ceremonias - que quando le visitaba en su palacio.<span class="pagenum"><a id="Page_173">[Pg 173]</a></span> Hicieron la misma diligencia los Capitanes y soldados - de cuenta: diéronle rendidas gracias de - que honráse aquella casa, como si le hubiera - traido á ella su eleccion; y él estuvo tan alegre y - agradable con todos, como si no se hallaran presentes - los que fueron testigos de su resistencia. - Repartió por su mano algunas joyas que hizo - traer advertidamente para ostentar su desenojo; y - por mas que se observaban sus acciones y palabras, - no se conocia flaqueza en su seguridad, ni dexaba - de parecer Rey en la constancia con que procuraba - juntar los dos extremos de la dependencia y - de la magestad. A ninguno de sus criados y - ministros (cuya comunicacion se le permitió - desde luego) descubrió el secreto de su opresion, - ó porque se avergonzase de confesarla, ó porque - temió perder la vida, si ellos se inquietasen. - Todos miraron por entónces como resolucion suya - este retiro: con que no pasaron á discurrir en la - osadía de los Españoles, que, de muy grande, se - les pudo esconder entre los imposibles, á que no - está obligada la imaginacion.</p> -<p>Así se dispuso y consiguió la prision de Motezuma, - y él estuvo dentro de pocos dias tan bien - hallado en ella, que apénas tuvo espíritu para - desear otra fortuna. Pero sus vasallos vinieron á - conocer con el tiempo que le tenian preso los - Españoles, por mas que le dorasen con el respeto - la sujecion. No se lo dexaron dudar las guardias<span class="pagenum"><a id="Page_174">[Pg 174]</a></span> que asistian á su quarto, y el nuevo cuidado con - que se tomaban las armas en el quartel; pero - ninguno se movió á tratar de su libertad, ni se - sabe que razon tuviesen, él para dexarse estar sin - repugnancia en aquella prision, y ellos para vivir - en la misma insensibilidad, sin extrañar la indecencia - de su Rey. Digno fué de grande admiracion - el ardimiento de los Españoles; pero no se - debe admirar ménos este apocamiento de ánimo - en Motezuma, Príncipe tan poderoso, y de tan - soberbio natural; y esta falta de resolucion en los - Mexicanos, gente belicosa, y de suma vigilancia - en la defensa de sus Reyes. Podriamos decir que - anduvo tambien la mano de Dios en estos corazones; - y no pareceria sobrada credulidad, ni - sería nuevo en su providencia: que ya le vió el - mundo facilitar las impresas de su pueblo, quitando - el espíritu á sus enemigos.</p> -<hr class="chap" /> -<div class="chapter"> -<p><span class="pagenum"><a id="Page_175">[Pg 175]</a></span></p> -<h3>CAPITULO XX.</h3> -</div> -<blockquote> - <p><i>Como se portaba en la prision Motezuma con los - suyos y con los Españoles. Traen preso á - Qualpopóca, y Cortés le hace castigar con pena - de muerte, mandando echar unos grillos á - Motezuma mientras se executaba la sentencia.</i></p> - </blockquote> -<p>Vieron los Españoles dentro de breves dias convertido - en palacio su alojamiento, sin dexar de - guardarle como carcel de tal prisionero. Perdió - la novedad entre los Mexicanos aquella gran resolucion. - Algunos, sintiendo mal de la guerra que - movió Qualpopóca en la Vera Cruz, alababan la - demostracion de Motezuma, y ponderaban como - grandeza suya el haber dado su libertad en rehenes - de su inocencia. Otros creían que los Dioses, - con quien tenia familiar comunicacion, le habrian - aconsejado lo mas conveniente á su persona. Y - otros, que iban mejor, veneraban su determinacion, - sin atreverse á exâminarla: que la razon de - los Reyes no habla con el entendimiento, sino con - la obligacion de los vasallos. El hacia sus funciones - de Rey con la misma distribucion de horas - que solia: daba sus audiencias, escuchaba las - consultas ó representaciones de sus ministros, y<span class="pagenum"><a id="Page_176">[Pg 176]</a></span> cuidaba del gobierno político y militar de sus - reynos, poniendo particular estudio en que no se - conociese la falta de su libertad.</p> -<p>La comida se le traia de palacio con numeroso - acompañamiento de criados, y con mayor abundancia - que otras veces: repartianse las sobras - entre los soldados Españoles, y él enviaba los - platos mas regalados á Cortés y á sus Capitanes: - conocialos á todos por sus nombres, y tenia observados - hasta los genios y las condiciones; de - cuya noticia usaba en la conversacion, dando al - buen gusto y á la discrecion algunos ratos, sin - ofender á la Magestad ni á la decencia. Estaba - con los Españoles todo el tiempo que le dexaban - los negocios: y solia decir que no se hallaba sin - ellos. Procuraban todos agradarle, y era su mayor - lisonja el respeto con que le trataban: desagradábase - de las llanezas; y si alguno se descuidaba en - ellas, procuraba reprimir el exceso, dando á entender - que le conocia: tan zeloso de su dignidad, - que sucedió el ofenderse con grande irritacion de - una indecencia que le pareció advertida en cierto - soldado Español, y pidió al Cabo de la guardia - que le ocupáse otra vez lejos de su persona, ó le - mandaria castigar, si se le pusiese delante.</p> -<p>Algunas tardes jugaba con Hernan Cortés al - totoloque: juego que se componia de unas bolas - pequeñas de oro, con que tiraban á herir ó derribar - ciertos bolillos ó señales del mismo metal á<span class="pagenum"><a id="Page_177">[Pg 177]</a></span> distancia proporcionada. Jugabanse diferentes - joyas y otras alhajas, que se perdian ó ganaban á - cinco rayas. Motezuma repartia sus ganancias - con los Españoles, y Cortés hacia lo mismo con - sus criados. Solia tantear Pedro de Alvarado, y - porque algunas veces se descuidaba en añadir - algunas rayas á Cortés, le motejaba con galantería - de mal contador; pero no por eso dexaba de - pedirle otras veces que no se le olvidáse la verdad. - Parecia Señor hasta en el juego, sintiendo el perder - como desayre de la fortuna, y estimando la - ganancia como premio de la victoria.</p> -<p>No se dexaba de introducir en estas conversaciones - privadas el punto de la Religion. Hernan - Cortés le habló diferentes veces, procurando reducirle - con suavidad á que conociese su engaño. - Fray Bartolomé de Olmedo repetia sus argumentos - con la misma piedad, y con mayor fundamento. - Doña Marina interpretaba estos razonamientos - con particular afecto, y añadia sus razones caseras, - como persona recien desengañada, que tenia presentes - los motivos que la reduxeron; pero el - demonio le tenia tan ocupado el ánimo, que se - dexaba conquistar su entendimiento, y se quedaba - inexpugnable su corazon. No se sabe que le habláse, - ó se le apareciese, como solia, desde que los - Españoles entraron en México; ántes se tiene por - cierto que, al dexarse ver la cruz de Christo en - aquella ciudad, perdieron la fuerza los conjuros,<span class="pagenum"><a id="Page_178">[Pg 178]</a></span> y enmudecieron los oráculos; pero estaba tan - ciego y tan dexado á sus errores, que no tuvo - actividad para desviarlos, ni supo aprovecharse - de la luz que se le puso delante. Pudo ser esta - dureza de su ánimo fruto miserable de los otros - vicios y atrocidades con que tenia desobligado á - Dios, ó castigo de aquella misma negligencia con - que daba los oídos y negaba la inclinacion á la - verdad.</p> -<p>A veinte dias, ó poco mas, llegó el Capitan de - la guardia que partió á la frontera de la Vera - Cruz, y truxo preso á Qualpopóca con otros - Cabos de su exército, que se dieron al sello real - sin resistencia. Entró con ellos á la presencia de - Motezuma, y él los habló reservadamente, permitiéndolo - Cortés, porque deseaba, que los reduxese - á callar la órden que tuvieron suya, y - dexarse engañar de aquella exterior confianza en - que le mantenia. Pasó despues con ellos el - mismo Capitan al quarto de Cortés y se los entregó, - diciéndole de parte de su Amo:</p> -<blockquote> - <p>"Que se - los enviaba para que averiguáse la verdad, y los - castigáse por su mano con el rigor que merecian."</p> - </blockquote> -<p>Encerróse con ellos:</p> -<blockquote> - <p>"Y confesaron - luego los cargos de haber roto la paz de su - autoridad: haber provocado con las armas á los - Españoles, de la Vera Cruz, y ocasionado la - muerte de Arguello, hecha de su órden á - sangre fria en un prisionero de guerra";</p> - </blockquote> -<p>sin - tomar en la boca la órden que tuvieron de su<span class="pagenum"><a id="Page_179">[Pg 179]</a></span> Rey, hasta que, reconociendo que iba de veras su - castigo, tentaron el camino de hacerle complice - para escapar las vidas; pero Hernan Cortés negó - los oídos á este descargo, tratándole como invencion - de los delinqüentes. Juzgóse militarmente - la causa, y se les dió sentencia de muerte, con la - circunstancia de que fuesen quemados públicamente - sus cuerpos delante del palacio real, como - reos que habian incurrido en caso de lesa Magestad. - Discurrióse luego en la execucion, y pareció - no dilatarla; pero temiendo Hernan Cortés que - se inquietáse Motezuma, ó quisiese defender á - los que morian por haber executado sus órdenes, - resolvió atemorizarle con alguna bizarría, que - tuviese apariencias de amenaza, y le acordase la - sujecion en que se hallaba. Ocurrióle otro arrojamiento - notable, á que le debió de inducir la - facilidad con que se consiguió el de su prision, ó - el ver tan rendida su paciencia. Mandó buscar - unos grillos de los que se traían prevenidos para - los delinqüentes, y con ellos descubiertos en las - manos de un soldado se puso en su presencia, - llevando consigo á Doña Marina, y tres ó quatro - de sus Capitanes. No perdonó las reverencias - con que solia respetarle; pero dando á la voz y al - semblante mayor entereza, le dixo:</p> -<blockquote> - <p>"Que ya - quedaban condenados á muerte Qualpopóca y - los demas delinqüentes, por haber confesado<span class="pagenum"><a id="Page_180">[Pg 180]</a></span> su delito, y ser digno de semejante demostracion; - pero que le habian culpado en él, diciendo - afirmativamente que le cometieron de - su órden: y así era necesario que purgáse - aquellos indicios vehementes con alguna mortificacion - personal: porque los Reyes, aunque - no estaban obligados á las penas ordinarias, - eran súbditos de otra ley superior que mandaba - en las coronas, y debian imitar en algo á los - reos, quando se hallaban culpados, y trataban - de satisfacer á la justicia del Cielo."</p> - </blockquote> -<p>Dicho - esto, mandó con imperio y resolucion que le pusiesen - las prisiones, sin dar lugar á que le replicáse: - y en dexándole con ellas, le volvió las - espaldas, y se retiró á su quarto, dando nueva - órden á las guardias para que no se le permitiese - por entónces la comunicacion de sus ministros.</p> -<p>Fué tanto el asombro de Motezuma, quando se - vió tratar con aquella ignominia, que le faltó al - principio la accion para resistir, y despues la voz - para quejarse. Estuvo mucho rato como fuera de - sí: los criados que le asistian, acompañaban su - dolor con el llanto, sin atreverse á las palabras, - arrojándose á sus pies para recibir el peso de los - grillos: y él volvió de su confusion con principios - de impaciencia; pero se reprimió brevemente: y - atribuyendo su infelicidad á la disposicion de sus - Dioses, esperó el suceso, no sin cuidado, al<span class="pagenum"><a id="Page_181">[Pg 181]</a></span> parecer, de que peligraba su vida; pero acordándose - de quien era, para temer sin falta de - valor.</p> -<p>No perdió tiempo Cortés en lo que llevaba resuelto: - salieron los reos al suplicio, hechas las - prevenciones necesarias para que no se aventuráse - la execucion. Consiguióse á vista de innumerable - pueblo, sin que se oyése una voz descompuesta, - ni hubiese que rezelar. Cayó sobre aquella gente - un terror, que tenia parte de admiracion, y parte - de respeto. Extrañaban aquellos actos de jurisdiccion - en unos extrangeros, que, quando mucho, - se debian portar como Embaxadores de otro Príncipe; - y no se atrevieron á poner duda en su - potestad, viéndola establecida con la tolerancia de - su Rey: de que resultó el concurrir todos al espectáculo - con un género de quietud amortiguada, - que, sin saber en que consistia, dexó su - lugar al escarmiento. Ayudó mucho en esta - ocasion el estar mal recibida entre los Mexicanos - la invasion de Qualpopóca, y se hizo su delito - mas aborrecible con la circunstancia de culpar á su - Rey: descargo que pasó por increible; y aun - siendo verdadero, se culpára como atrevido sedicioso. - Débese mirar este castigo como tercer - atrevimiento de Cortés, que se logró como se - habia discurrido, y se discurrió sobre principios - irregulares. El lo resolvió, y lo tuvo por conveniente - y posible: conocia la gente con quien<span class="pagenum"><a id="Page_182">[Pg 182]</a></span> trataba, y lo que suponia en qualquier acontecimiento - la gran prenda que tenian en su poder. - Dexémonos cegar de su razon, ó no la traygamos - al juicio de la Historia, contentándonos con referir - el hecho como pasó, y que una vez executado, - fué de gran conseqüencia para dar seguridad á los - Españoles de la Vera Cruz, y reprimir por entónces - los principios de rumor que andaban entre - los nobles de la ciudad.</p> -<p>Volvió luego Cortés al quarto de Motezuma, y - con alegre urbanidad le dixo:</p> -<blockquote> - <p>"Que ya quedaban - castigados los traydores que se atrevieron á - manchar su fama: y él habia cumplido ventajosamente - con su obligacion, sujetándose á la - justicia de Dios con aquella breve intermision - de su libertad."</p> - </blockquote> -<p>Y sin mas dilacion le mandó - quitar los grillos, ó como escriben algunos, se - puso de rodillas para quitarselos él mismo por sus - manos: y se puede creer de su advertencia que - procuraria dar con semejante cortesanía mayor - recomendacion al desagravio. Recibió Motezuma - con grande alborozo este alivio de su libertad: - abrazó dos ó tres veces á Cortés, y no acababa de - cumplir con su agradecimiento. Sentáronse luego - en conversacion amigable; y Cortés usó con él de - otro primor, como los que andaba siempre meditando, - porque mandó que se retirasen las guardias, - diciéndole que se podria volver á su palacio, - quando quisiese, por haber cesado ya la causa de<span class="pagenum"><a id="Page_183">[Pg 183]</a></span> su detencion. Y le ofreció este partido sobre - seguro de que no le aceptaria, por haberle oido - decir muchas veces con firme resolucion, que ya - no le convenia volverse á su palacio, ni apartarse - de los Españoles hasta que se retirasen de su - corte, porque perderia mucho de su estimacion, - si llegasen á entender sus vasallos que recibia de - agena mano su libertad. Dictámen que se hizo - suyo con el tiempo, siendo en la verdad influido; - porque Doña Marina, y algunos de los Capitanes - le habian puesto en él á instancia de Cortés, que - se valia de su misma razon de estado para tenerle - mas seguro en la prision. Pero entónces, conociendo - lo que traía dentro de sí la oferta de - Cortés, dexó este motivo, tratándole como ageno - de aquella ocasion, y se valió de otro mas artificioso: - porque le respondió:</p> -<blockquote> - <p>"Que agradecia - mucho la voluntad con que deseaba restituirle - á su casa; pero que tenia resuelto no hacer - novedad, atendiendo á la conveniencia de los - Españoles; porque una vez en su palacio, le - apretarian sus nobles y ministros en que tomáse - las armas contra ellos, para satisfacerse del - agravio que habia recibido."</p> - </blockquote> -<p>Por cuyo medio - quiso dar á entender, que se dexaba estar en la - prision para cubrirlos y ampararlos con su autoridad. - Alabó Cortés el pensamiento, agradeciendo - su atencion, como si la creyera; y quedaron los<span class="pagenum"><a id="Page_184">[Pg 184]</a></span> dos satisfechos de su destreza, creyendo entrambos - que se entendian, y se dexaban engañar por - su conveniencia, con aquel género de astucia ó - disimulacion que ponen los políticos entre los - misterios de la prudencia, dando el nombre de - esta virtud á los artificios de la sagacidad.</p> - -<hr class="chap" /> - -<div class="chapter"> -<p><span class="pagenum"><a id="Page_185">[Pg 185]</a></span></p> - -<p class="ph2">HISTORIA<br /> -<span class="sf"><i>De la Conquista, Poblacion y Progresos de - Nueva España.</i></span></p> -</div> - -<hr /> -<h2 class="nobreak"><i>LIBRO IV.</i></h2> -<hr class="chap" /> -<h3>CAPITULO PRIMERO.</h3> -<blockquote> - <p><i>Permitese á Motezuma que se dexe ver en público, - saliendo á sus templos y recreaciones. Trata - Cortés de algunas prevenciones que tuvo por - necesarias; y se duda que intentasen los - Españoles en esta sazon derribar los ídolos de - México.</i></p> - </blockquote> -<p>Quedó Motezuma desde aquel dia prisionero voluntario - de los Españoles: hizose amable á todos - con su agrado y liberalidad. Sus mismos criados - desconocian su mansedumbre y moderacion, como - virtudes adquiridas en el trato de los extrangeros, - ó extrangeras de su natural. Acreditó diversas - veces con palabras y acciones la sinceridad de su - ánimo: y quando le pareció que tenian segura y<span class="pagenum"><a id="Page_186">[Pg 186]</a></span> merecida la confianza de Cortés, se resolvió á experimentarla, - pidiéndole licencia para salir alguna - vez á sus templos. Dióle palabra de que se volveria - puntualmente á la prision, que así la solia - llamar, quando no estaba presente alguno de los - suyos. Dixole:</p> -<blockquote> - <p>"Que ya deseaba, por su conveniencia - y la de los mismos Españoles, dexarse - ver de su pueblo, porque se iba creyendo que - le tenian oprimido, como habia cesado la causa - de su detencion con el castigo de Qualpopóca; - y se podria temer alguna turbacion mas que - popular, si no se ocurria brevemente al remedio - con aquella demostracion de su libertad."</p> - </blockquote> -<p>Hernan Cortés, conociendo su razon, y deseando - tambien complacer á los Mexicanos, le respondió - liberal y cortesanamente:</p> -<blockquote> - <p>"Que podria salir - quando gustáse: atribuyendo á exceso de su - benignidad el pedir semejante permision, - quando él y todos los suyos estaban á su obediencia."</p> - </blockquote> -<p>Pero aceptó la palabra que le daba - de no hacer novedad en su habitacion, como quien - deseaba no perder la honra que recibia.</p> -<p>Hizole alguna interior disonancia el motivo de - acudir á sus templos; y para cumplir consigo en - la forma que podia, capituló con él que habian de - cesar desde aquel dia los sacrificios de sangre - humana: contentándose con esta parte de remedio, - porque no era tiempo de aspirar á la - enmienda total de los demas errores; y siempre<span class="pagenum"><a id="Page_187">[Pg 187]</a></span> que no se puede lo mejor, es prudencia dividir la - dificultad, para vencer uno á uno los inconvenientes. - Ofreciólo así Motezuma, prohibiendo con - efecto en todos sus adoratorios este género de - sacrificios: y aunque se duda si lo cumplió, es - cierto que cesó la publicidad, y que, si los hicieron - alguna vez, fué á puerta cerrada, y tratándolos - como delito.</p> -<p>Su primera salida fué al templo mayor de la - ciudad, con la misma grandeza y acompañamiento - que acostumbraba: llevó consigo algunos Españoles; - y se previno, llamándolos él mismo, ántes - que se los pusiesen al lado como guardas ó testigos. - Celebró con grandes regocijos el pueblo esta primera - vista de su Rey: procuraron todos manifestar - su alegría con aquellas demostraciones de que se - componian sus aplausos; no porque le amasen, ó - tuviesen olvidada la opresion en que vivian, sino - porque hacia la natural obligacion el oficio de la - voluntad: y tiene sus influencias, hasta en la - frente del tirano, la corona. El iba recibiendo - las aclamaciones con gratitud magestuosa: y anduvo - aquel dia muy liberal, porque hizo diferentes - mercedes á sus nobles, y repartió algunas dádivas - entre la gente popular. Subió despues al templo, - descansando sobre los brazos de los sacerdotes: y - en cumpliendo con los ritos ménos escandalosos - de su adoracion, se volvió al quartel, donde se - congratuló nuevamente con los Españoles, dando<span class="pagenum"><a id="Page_188">[Pg 188]</a></span> á entender que le traían con igual fuerza el desempeño - de su palabra, y el gusto de vivir entre sus - amigos.</p> -<p>Continuaronse despues sus salidas sin hacer - novedad, unas veces al palacio donde tenia sus - mugeres, y otras á sus adoratorios ó casas de - recreacion: usando siempre con Hernan Cortés la - ceremonia de tomar su licencia, ó llevándole consigo, - quando era decente la funcion; pero nunca - hizo noche fuera del alojamiento, ni discurrió en - mudar habitacion: ántes se llegó á mirar entre - los Mexicanos aquella perseverancia suya como - favor de los Españoles, tanto que ya visitaban á - Cortés los ministros y los nobles de la ciudad, - valiéndose de su intercesion para encaminar sus - pretensiones: y todos los Españoles que tenian - algun lugar en su gracia, se hallaron asistidos y - contemporizados: achaque ordinario de las cortes, - adorar á los favorecidos, fabricando con el ruego - estos ídolos humanos.</p> -<p>Entretanto que duraba este género de tranquilidad, - no se descuidaba Hernan Cortés en las prevenciones - que podrian conducir á su seguridad, y - adelantar los altos designios que perseveraban en - su corazon, sin objeto determinado, ni saber hasta - entónces hacia donde le llamaba la obscuridad - lisonjera de sus esperanzas. Luego que vacó el - gobierno de la Vera Cruz por muerte de Juan de - Escalante, y se aseguraron los caminos con el<span class="pagenum"><a id="Page_189">[Pg 189]</a></span> castigo de los culpados, nombró en aquella ocupacion - al Capitan Gonzalo de Sandoval: y porque - no faltáse de su lado en esta ocurrencia un Cabo - de tanta satisfaccion, envió con título de Teniente - suyo á un soldado particular que llamaban Alonso - de Grado, sugeto de habilidad y talento, pero de - ánimo inquieto, y uno de los que se hicieron - conocer en las turbaciones pasadas. Creyóse que - le ocupaba por satisfacerle y desviarle; pero no - fué buena política poner hombre poco seguro en - una plaza que se mantenia para la retirada, y - contra las avenidas que se podian temer de la Isla - de Cuba. Pudiera ser de grave inconveniente su - asistencia en aquel puerto, si llegáran poco ántes - los baxeles que fletó Diego Velazquez en prosecucion - de su antigua demanda; pero el mismo - Alonso de Grado emendó con su proceder el yerro - de su eleccion; porque vinieron dentro de pocos - dias tantas quejas de los vecinos y lugares del - contorno, que fué necesario traerle preso, y enviar - al propietario.</p> -<p>Con la ocasion de estos viages dispuso Hernan - Cortés que se conduxesen de la Vera Cruz algunas - xarcias, velas, clavazon, y otros despojos de los - navios que se barrenaron, con ánimo de fabricar - dos bergantines, para tener á su disposicion el - paso de la laguna: porque no podia echar de sí - las medias palabras que oyeron los Tlascaltécas - sobre cortar los puentes, ó romper las calzadas.<span class="pagenum"><a id="Page_190">[Pg 190]</a></span> Introduxo primero esta novedad, haciéndosela - desear á Motezuma, con pretexto de que viese las - grandes embarcaciones que se usaban en España, - y la facilidad con que se movian, haciendo trabajar - al viento en alivio de los remos: primor de que - no se hacia capaz sin la demostracion; porque - ignoraban los Mexicanos el uso de las velas, y ya - miraba como punto de conveniencia suya que - aprendiesen aquel arte de navegar sus marineros. - Llegaron brevemente de la Vera Cruz los géneros - que se habian pedido, y se dió principio á la - fábrica por mano de algunos maestros de esta - profesion, que vinieron en el exército con plaza - de soldados, asistiendo á cortar y conducir la - madera, de órden de Motezuma, los carpinteros - de la ciudad: con que se acabaron los dos bergantines - dentro de breves dias, y él mismo determinó - estrenarlos, embarcándose con los Españoles, - para reconocer desde mas cerca las maestrías - de aquella navegacion.</p> -<p>Previno para este fin una de sus monterías mas - solemnes en parage de larga travesía, porque no - faltáse tiempo á su observacion: y el dia señalado - amanecieron sobre la laguna todas las canoas del - séquito real con su familia y cazadores, reforzada - en ellas la boga, no sin presuncion de acreditar - su ligereza, con descredito de las embarcaciones - extrangeras, que á su parecer, eran pesadas, y - serian dificultosas de manejar; pero tardaron poco<span class="pagenum"><a id="Page_191">[Pg 191]</a></span> en desengañarse, porque los bergantines partieron - á vela y remo, favorecidos oportunamente del - viento, y se dexaron atras las canoas con largo - espacio, y no menor admiracion de los Indios. - Fué dia muy festivo, y de gran divertimiento - para los Españoles, tanto por la novedad y circunstancias - de la montería, como por la opulencia - del banquete: y Motezuma estuvo muy entretenido - con sus marineros, burlándose de lo que - forcejaban en el alcance de los bergantines, y - celebrando como suya la victoria de los Españoles.</p> -<p>Concurrió despues toda la ciudad á ver aquellas, - que en su lengua llamaban casas portátiles: hizo - sus ordinarios efectos la novedad, y sobre todo - admiraron el manejo del timon, y el oficio de las - velas, que, á su entender, mandaban al agua y al - viento: invencion que celebraron los mas avisados - como industria del arte superior á su ingenio, y - el vulgo como sutileza mas que natural, ó predominio - sobre los elementos. Consiguióse finalmente - que fuesen bien recibidos aquellos bergantines, - que se fabricaron á mayor intento; y tuvo - su parte de felicidad esta providencia de Cortés, - pues se hizo lo que convenia, y se ganó reputacion.</p> -<p>Al mismo tiempo iba caminando en otras diligencias - que le dictaban su vigilancia y actividad. - Introducia con Motezuma y con los nobles, que - le visitaban, la estimacion de su Rey: ponderaba<span class="pagenum"><a id="Page_192">[Pg 192]</a></span> su clemencia, y engrandecia su poder, trayendo - á su dictámen los ánimos con tanta suavidad y - destreza, que llegó á desearse generalmente la - confederacion que proponia, y el comercio de los - Españoles, como interés de aquella Monarquía. - Tomaba tambien algunas noticias importantes por - via de conversacion y sencilla curiosidad. Informóse - muy particularmente de la magnitud y - límites del Imperio Mexicano, de sus provincias - y confines, de los montes, rios y minas principales, - de las distancias de ambos mares, su calidad - y surgideros: tan lejos de mostrar cuidado en sus - observaciones, que Motezuma, para informarle - mejor y complacerle, hizo que sus pintores delineasen, - con asistencia de hombres noticiosos, un - lienzo semejante á nuestros mapas, en que se - contenia la demarcacion de sus dominios: á cuya - vista le hizo capaz de todas las particularidades - que merecian reflexîon; y permitió despues que - fuesen algunos Españoles á reconocer las minas - de mayor nombre, y los puertos ó ensenadas que - parecian capaces de baxeles. Propusolo Hernan - Cortés con pretexto de llevar á su Príncipe distinta - relacion de lo mas notable; y él concedió no - solamente su beneplácito, pero señaló gente militar - que los acompañáse, y despachó sus órdenes - para que les franqueasen el paso y las noticias: - bastante seña de que vivia sin rezelo, y andaban - conformes su intencion y sus palabras.</p> -<p><span class="pagenum"><a id="Page_193">[Pg 193]</a></span></p> -<p>Pero en esta sazon, y quando mas se debian - temer las novedades, como peligro de la quietud - y de la confianza, refieren nuestros historiadores - una resolucion de los Españoles tan desproporcionada - y fuera de tiempo, que nos inclinamos á - dudarla, ya que no hallamos razon para omitirla. - Dice Bernal Diaz del Castillo, ó lo escribió primero - Francisco Lopez de Gómara (concordando - alguna vez en lo ménos tolerable) que se determinaron - á derribar los ídolos de México, y convertir - en Iglesia el adoratorio principal: que salieron á - executarlo, por mas que lo resistió, y procuró - embarazar Motezuma: que se armaron los sacerdotes, - y estuvo conmovida toda la ciudad en defensa - de sus Dioses, durando la porfía sin llegar á - rompimiento, hasta que por bien de paz se quedaron - los ídolos en su lugar, y se limpió una - capilla, y levantó un altar dentro del mismo adoratorio, - donde se colocó la Cruz de Christo, y la - imágen de su Madre santísima, se celebró Misa - cantada, y perseveró muchos dias el altar, cuidando - de su limpieza y adorno los mismos sacerdotes - de los ídolos. Así lo refiere tambien Antonio - de Herrera, y se aparta de los dos, añadiendo - algunas circunstancias que pasan los límites de la - exornacion, si esta puede caber en la retórica del - historiador: porque describe una procesion devota - y armada que se ordenó para conducir las santas - Imágenes al adoratorio: pone á la letra, ó supone<span class="pagenum"><a id="Page_194">[Pg 194]</a></span> la oracion recta que hizo Cortés delante de un - Crucifixo: y pondera un casi milagro de su devocion, - animándose á decir, no sabemos de que - orígen, que se inquietaron poco despues los Mexicanos, - porque faltó el agua del cielo para el - beneficio de sus campos: que acudieron al mismo - Cortés, con principios de sedicion, clamando - sobre que no llovian sus Dioses, porque se habian - introducido en su templo Deidades forasteras: - que, para conseguir que se quietasen, les ofreció - de parte de su Dios copiosa lluvia dentro de - breves horas; y que respondió el Cielo puntualmente - á su promesa con grande admiracion de - Motezuma y de toda la ciudad.</p> -<p>No discurrimos del empeño en que se puso, - prometiendo milagros delante de unos infieles, en - prueba de su Religion: que pudo ser ímpetu de su - piedad; ni estrañamos la maravilla del suceso: - que tambien pudo tener entónces aquel átomo de - fé viva, con que se merecen y consiguen los - milagros. Pero el mismo hecho disuena tanto á - la razon, que parece dificultoso de creer en las - advertencias de Cortés, y en el genio y letras de - Fray Bartolomé de Olmedo. Pero caso que sucediese - así el hecho de arruinar los ídolos de México - en la forma y en el tiempo que viene supuesto - (siendo lícito al historiador el hacer juicio alguna - vez de las acciones que refiere) hallamos en esta - diferentes reparos, que nos obligan por lo ménos<span class="pagenum"><a id="Page_195">[Pg 195]</a></span> á dudar el acierto de semejante determinacion en - una ciudad tan populosa, donde se pudo tener - por imposible lo que fué dificultoso en Cozumel. - Corriase bien con Motezuma: consistia en su - benevolencia toda la seguridad que se gozaba: no - habia dado esperanzas de admitir el Evangelio, - ántes duraba inexôrable y obstinado en su idolatría. - Los Mexicanos, sobre la dureza con que - adoraban y defendian sus errores, andaban fáciles - de inquietar contra los Españoles. ¿Pues, que - prudencia pudo aconsejar que se intentáse contra - la voluntad de Motezuma semejante contratiempo? - Si miramos al fin que se pretendia, le hallarémos - inútil y fuera de toda razon. Empezar por los - ídolos el desengaño de los Idólatras: tratar una - exterioridad infructuoso como triunfo de la Religion: - colocar las santas Imágenes en un lugar - inmundo y detestable: dexarlas al arbitrio de los - sacerdotes gentiles, aventuradas á la irreverencia - y al sacrilegio: celebrar entre los simulacros del - demonio el inefable sacrificio de la Misa. Y Antonio - de Herrera califica estos atentados con título - de faccion memorable. Júzguelo quien lo leyere, - que nosotros no hallamos razon de congruencia - política ó christiana para que se perdonasen tantos - inconvenientes; y dexando en duda el acierto, - querriamos ántes que no hubiera sucedido esta - irregularidad como la refieren, ó que no tuvieran - lugar en la Historia las verdades increibles.</p> -<hr class="chap" /> -<div class="chapter"> -<p><span class="pagenum"><a id="Page_196">[Pg 196]</a></span></p> -<h3>CAPITULO II.</h3> -</div> -<blockquote> - <p><i>Descúbrese una conjuracion que se iba disponiendo - contra los Españoles, ordenada por el Rey de - Tezcúco: y Motezuma, parte con su industria, - y parte por las advertencias de Cortés, la - sosiega castigando al que la fomentaba.</i></p> - </blockquote> -<p>Tuvo desde sus principios esta empresa de los - Españoles notable desigualdad de accidentes: alternábanse - continuamente la quietud y los cuidados: - unos dias reynaba sobre las dificultades la - esperanza, y otros renacian los peligros de la - misma seguridad. Propia condicion de los sucesos - humanos, encadenarse, y sucederse con breve intermision - los bienes y los males. Y debemos - creer que fué conveniente su instabilidad para - corregir la destemplanza de nuestras pasiones.</p> -<p>La ciega gentilidad ponia esta serie de los acaecimientos - en una rueda imaginaria, que se formaba - en la trabazon de lo próspero y adverso, á - cuyo movimiento daban cierta inteligencia sin - eleccion, que llamaron fortuna: con que dexaban - al acaso todo lo que deseaban ó temian, siendo en - la verdad alta disposicion de la divina Providencia<span class="pagenum"><a id="Page_197">[Pg 197]</a></span> que duren poco en un estado las felicidades y los - infortunios de la tierra, para que se posean ó - toleren con moderacion, y suba el entendimiento - á buscar la realidad de las cosas en la religion de - las almas.</p> -<p>Hallábanse ya los Españoles bastantemente asegurados - en la voluntad de Motezuma, y en la - estimacion de los Mexicanos; pero al mismo - tiempo que se gozaba de aquel sosiego favorable, - se levantó nueva tempestad, que puso en contingencia - todas las prevenciones de Cortés. Movióla - Cacumatzín, sobrino de Motezuma, Rey de Tezcúco, - y primer Elector del Imperio. Era mozo - inconsiderado y bullicioso; y dexándose aconsejar - de su ambicion, determinó hacerse memorable á - su nacion, sacando la cara contra los Españoles - con pretexto de poner en libertad á su Rey. - Favorecianle su dignidad y su sangre para esperar - en la primera eleccion el Imperio; y le pareció, - que una vez desnuda la espada, podria llegar el - caso de acercarse á la corona. Su primera diligencia - fué desacreditar á Motezuma, murmurando - entre los suyos de la indignidad y falta de espíritu - con que se dexaba estar en aquella violenta sujecion. - Acusó despues á los Españoles, culpando - como principio de tiranía la opresion en que le - tenian, y la mano que se iban tomando en el - gobierno; sin perdonar medio alguno de hacerlos - odiosos y despreciables. Sembró despues la misma<span class="pagenum"><a id="Page_198">[Pg 198]</a></span> cizaña entre los demas Reyezuelos de la - laguna: y hallando bastante disposicion en los - ánimos, se resolvió á poner en execucion sus intentos: - á cuyo fin convocó una junta de todos sus - amigos y parientes, que se hizo de secreto en su - palacio, concurriendo en ella los Reyes de Cuyoacán, - Iztacpalápa, Tacúba y Matalcingo, y otros - Señores ó Caciques del contorno: personas de - séquito y suposicion, que mandaban gente de - guerra, y se preciaban de soldados.</p> -<p>Hizoles un razonamiento de grande aparato; y - dando colores de zelo á sus ocultos designios, - ponderó el estado en que se hallaba su Rey, - olvidado, al parecer, de su misma libertad, y la - obligacion que tenian de concurrir todos como - buenos vasallos á sacarle de aquella servidumbre. - Sinceróse con la proxîmidad de la sangre, que le - interesaba en los aciertos de su tio: y volviendo - la mira contra los Españoles:</p> -<blockquote> - <p>"¿A qué aguardamos, - amigos y parientes (dixo) que no abrimos - los ojos al oprobrio de nuestra nacion, y á - la vileza de nuestro sufrimiento? ¿Nosotros, - que nacimos á las armas, y ponemos nuestra - mayor felicidad en el terror de nuestros enemigos, - concedemos la cerviz al yugo afrentoso de - una gente advenediza? ¿Qué son sus atrevimientos - sino acusaciones de nuestra floxedad, - y desprecios de nuestra paciencia? Consideremos - lo que han conseguido en breves dias, y<span class="pagenum"><a id="Page_199">[Pg 199]</a></span> conocerémos primero nuestro desayre, y despues - nuestra obligacion. Arrojáronse á la corte - de México, insolentes de quatro victorias en - que los hizo valientes la falta de resistencia. - Entraron en ella triunfantes á despecho de - nuestro Rey, y contra la voluntad de la nobleza - y gobierno. Introduxeron consigo á nuestros - enemigos ó rebeldes, y los mantienen armados - á nuestros ojos, dando vanidad á los Tlascaltécas, - y pisando el pundonor de los Mexicanos. - Quitaron la vida con público y escandaloso - castigo á un General del Imperio, tomando en - ageno dominio jurisdiccion de magistrados, ó - autoridad de legisladores. Y últimamente prendieron - al Gran Motezuma en su alojamiento, - sacándole violentamente de su palacio; y no - contentos con ponerle guardas á nuestra vista, - pasaron á ultrajar su persona y dignidad con - las prisiones de sus delinqüentes. Así pasó: - todos lo sabemos; ¿pero quién habrá que lo - crea sin desmentir á sus ojos? ¡O verdad - ignominiosa, digna del silencio, y mejor para - el olvido! ¿Pues en qué os deteneis, ilustres - Mexicanos? ¿Preso vuestro Rey, y vosotros - desarmados? Esa libertad aparente de que le - veis gozar estos dias no es libertad, sino un - tránsito engañoso, por el qual ha pasado insensiblemente - á otro cautiverio de mayor indecencia: - pues le han tiranizado el corazon, y se<span class="pagenum"><a id="Page_200">[Pg 200]</a></span> han hecho dueños de su voluntad, que es la - prision mas indigna de los Reyes. Ellos nos - gobiernan y nos mandan, pues el que nos - habia de mandar les obedece. Ya le veis descuidado - en la conservacion de sus dominios, - desatento á la defensa de sus leyes, y convertido - el ánimo real en espíritu servil. Nosotros, - que suponemos tanto en el Imperio Mexicano, - debemos impedir con todo el hombro su ruina. - Lo que nos toca es juntar nuestras fuerzas, - acabar con estos advenedizos, y poner en libertad - á nuestro Rey. Si le desagradáremos, dexándole - de obedecer en lo que le conviene, conocerá - el remedio quando convalezca de la enfermedad: - y si no le conociere, hombres tiene - México que sabrán llenar con sus sienes la - corona; y no será el primero de nuestros - Reyes, que, por no saber reynar, ó reynar - descuidadamente, se dexó caer el cetro de las - manos."</p> - </blockquote> -<p>En esta substancia oró Cacumatzín, y con - tanto fervor, que le siguieron todos, prorumpiendo - en grandes amenazas contra los Españoles, - y ofreciendo servir en la faccion personalmente. - Solo el Señor de Matalcingo, que se hallaba en el - mismo grado pariente de Motezuma, y tenia sus - pensamientos de reynar, conoció lo interior de la - propuesta, y tiró á desvanecer los designios de su - competidor, añadiendo:</p> -<p><span class="pagenum"><a id="Page_201">[Pg 201]</a></span></p> -<blockquote> - <p>"Que tenia por necesario, - y por mas conveniente á la obligacion de todos, - que se previniese á Motezuma de lo que intentaban, - y se tomáse primero su licencia; pues - no era razon que se arrojasen armados á la casa - donde residia, sin poner en salvo su persona, - tanto por el peligro de su vida como por la - disonancia de que pereciesen aquellos hombres - debaxo de las alas de su Rey."</p> - </blockquote> -<p>Barajaron los - demas esta proposicion como impracticable, diciéndole - Cacumatzín algunos pesares, que sufrió - por no descomponer sus esperanzas; y se acabó - la junta, quedando señalado el dia, discurrido el - modo, y encargado el secreto.</p> -<p>Supieron casi á un mismo tiempo Motezuma - y Cortés esta conjuracion: Motezuma por un - aviso reservado que se atribuyó al Señor de Matalcingo: - y Cortés por la inteligencia de sus - espías y confidentes. Buscáronse luego los dos, - para comunicarse la noticia de semejante novedad; - y tuvo Motezuma la dicha de hablar primero, con - que dexó saneada su intencion. Dióle cuenta de - lo que pasaba: mostró grande irritacion contra su - sobrino el de Tezcúco, y contra los demas conjurados: - y propuso castigarlos con el rigor que - merecian. Pero Hernan Cortés (dándole á entender - que sabía todo el caso con algunas circunstancias, - que no dexasen en duda su comprehension) - le respondió:</p> -<blockquote> - <p>"Que sentia mucho - haber ocasionado aquella inquietud en sus<span class="pagenum"><a id="Page_202">[Pg 202]</a></span> vasallos: y que, por la misma razon, se hallaba - obligado á tomar por su cuenta el remedio, y - venia con ánimo de pedirle licencia para marchar - luego con sus Españoles á Tezcúco, y - atajar en su orígen el daño, trayéndole preso á - Cacumatzín ántes que se uniese con los demas - coligados, y fuese necesario pasar á mayores - remedios."</p> - </blockquote> -<p>No admitió Motezuma esta proposicion, - ántes procuró desviarla con total repugnancia, - conociendo lo que perderia su autoridad - y su poder si se valiese de armas forasteras para - castigar atrevimientos de esta calidad en hombres - de aquella suposicion. Pidióle que disimuláse - por él su desabrimiento; y le dixo por última - resolucion:</p> -<blockquote> - <p>"Que no queria, ni era conveniente - que se moviesen los Españoles, porque no se - hiciese obstinacion el odio con que procuraban - apartarlos de su lado; sino que le ayudasen á - sujetar aquellos rebeldes, asistiéndole con el - consejo, y haciendo, si fuese menester, el oficio - de medianeros."</p> - </blockquote> -<p>Parecióle despues, que sería bien intentar primero - los medios suaves, y que su sobrino, como - persona mas dependiente de su respeto, sería - fácil de reducir á la quietud, acordándole su obligacion, - y haciéndole amigo de los Españoles. Para - cuyo efecto le envió llamar con uno de sus - criados principales: el qual le intimó la órden que - llevaba de su Rey, y le dixo de parte de Cortés:</p> -<p><span class="pagenum"><a id="Page_203">[Pg 203]</a></span></p> -<blockquote> - <p>"Que deseaba su amistad y tenerle mas cerca - para que la experimentáse."</p> - </blockquote> -<p>Pero él, que se - hallaba ya lejos de la obediencia, ó tenia mas cerca - su ambicion, respondió á Motezuma con desacato - de hombre precipitado, y á Cortés con tanta - desestimacion y arrojamiento, que le obligó á pedir - con nueva instancia la empresa de sujetarle, - cuya propuesta reprimió segunda vez Motezuma, - diciéndole:</p> -<blockquote> - <p>"Que aquel era de los casos en - que se debia usar primero del entendimiento - que de las manos: y que le dexáse obrar segun - la experiencia y conocimiento que tenia de - aquellos humores y de sus causas."</p> - </blockquote> -<p>Portóse despues con gran reserva entre sus ministros, - despreciando el delito para descuidar al - delinqüente; á cuyo fin les decia:</p> -<blockquote> - <p>"Que aquel - atrevimiento de su sobrino se debia tomar - como ardor juvenil, ó primer movimiento de - hombre sin capacidad."</p> - </blockquote> -<p>Y al mismo tiempo - formó una conjuracion secreta contra el mismo - conjurado, valiéndose de algunos criados suyos, - que atendieron á su primera obligacion, ó la conocieron - á vista de las dádivas y las promesas. - Por cuyo medio consiguió que le asaltasen una - noche dentro de su casa, y embarcándose con él - en una canoa que tenian prevenida, le truxesen - preso á México sin que pudiese resistirlo. Descubrió - entónces Motezuma todo el enojo que disimulaba: - y sin permitir que le viese, ni dar lugar<span class="pagenum"><a id="Page_204">[Pg 204]</a></span> á sus disculpas, le mandó poner, con acuerdo y - parecer de Cortés, en la carcel mas estrecha de sus - nobles, tratándole como á reo de culpa irremisible, - y de pena capital.</p> -<p>Hallábase á esta sazon en México un hermano - de Cacumatzín, que pocos dias ántes escapó dichosamente - de sus manos, porque intentó quitarle - insidiosamente la vida sobre algunas desconfianzas - domésticas de poco fundamento. Amparóle Motezuma - en su palacio, y le hizo alistar en su familia - para darle mayor seguridad. Era mozo de - valor, y grandes habilidades, bien recibido en la - corte y entre los vasallos de su hermano: haciéndole - con unos y otros mas recomendable la circunstancia - de perseguido. Puso Cortés los ojos - en él: y deseando ganarle por amigo, y traerle á - su partido, propuso á Motezuma que le diese la - investidura y Señorío de Tezcuco, pues ya no era - capaz su hermano de volver á reynar, habiendo - conspirado contra su Príncipe. Dixole:</p> -<blockquote> - <p>"Que - no era seguro castigar por entónces con pena de - la vida á un delinqüente de tanto séquito, quando - estaban conmovidos los ánimos de los nobles: - que, privándole del reyno, le daba otro género - de muerte ménos ruidosa, y de bastante severidad - para el terror de sus parciales: que aquel - mozo tenia mejor natural, y debiéndole ya la - vida, le debria tambien la corona, y quedaria - mas obligado á su obediencia por la oposicion<span class="pagenum"><a id="Page_205">[Pg 205]</a></span> de su hermano: y últimamente, que con esta - demostracion daba el reyno á quien debia suceder - en él, y dexaba en su sangre la dignidad - de primer Elector, que tanto suponia en - el Imperio."</p> - </blockquote> -<p>Agradó tanto á Motezuma este pensamiento de - Cortés, que le comunicó luego á su consejo, donde - se alabó como benigna y justificada la resolucion: - y autorizando los ministros el decreto real, fué - desposeido Cacumatzín, segun la costumbre de - aquella tierra, de todos sus honores, como rebelde - á su Príncipe, y nombrado su hermano por sucesor - del reyno y voz electoral. Llamóle despues - Motezuma, y en el acto de la investidura, que tenia - sus ceremonias y solemnidades, le hizo una - oracion magestuosa, en que reduxo á pocas palabras - todos los motivos que podian acrecentar el - empeño de su fidelidad: y le dixo públicamente:</p> -<blockquote> - <p>"Que habia tomado aquella determinacion por - consejo de Hernan Cortés:"</p> - </blockquote> -<p>dándole á conocer - que le debia la corona. Puedese creer que ya lo - sabria el interesado, porque no era tiempo de - obscurecer los beneficios; pero es de reparar lo - que cuidaba Motezuma de hacerle bien quisto, y - de ganar los ánimos de los suyos á favor de los - Españoles.</p> -<p>Partió luego el nuevo Rey á su corte, y fué recibido - y coronado en ella con grandes aclamaciones - y regocijos, celebrando todos su exâltacion<span class="pagenum"><a id="Page_206">[Pg 206]</a></span> con diferentes motivos: unos, porque le amaban, - y sentian su persecucion: otros, por la mala voluntad - que tenian á Cacumatzín; y los mas, por - dar á entender que aborrecian su delito. Tuvo - notable aplauso en todo el Imperio este género de - castigo sin sangre, que se atribuyó al superior juicio - de los Españoles, porque no esperaban de Motezuma - semejante moderacion: y fué de tanta conseqüencia - la misma novedad para el escarmiento, - que los demas conjurados derramaron luego sus - tropas, y trataron de recurrir desarmados á la clemencia - de su Rey. Valiéronse de Cortés, y últimamente - consiguieron por su medio el perdon: - con que se deshizo aquella tempestad; y habiéndose - levantado contra él, salió del peligro mejorado, - parte por su industria, y parte porque le favorecieron - los mismos accidentes: pues Motezuma - le agradeció la quietud de su reyno: se declaró - por su hechura el mayor Príncipe del Imperio: - y favoreciendo á los demas que intentaban destruirle, - se halló con nuevo caudal de amigos y - obligados.</p> -<hr class="chap" /> -<div class="chapter"> -<p><span class="pagenum"><a id="Page_207">[Pg 207]</a></span></p> -<h3>CAPITULO III.</h3> -</div> -<blockquote> - <p><i>Resuelve Motezuma despachar á Cortés respondiendo - á su embaxada: junta sus nobles, y - dispone que sea reconocido el Rey de España - por sucesor de aquel Imperio: determinando - que se le dé la obediencia, y pague tributo - como á descendiente de su Conquistador.</i></p> - </blockquote> -<p>Sosegados aquellos rumores, que llegaron á ocupar - todo el cuidado, sintió Motezuma el ruido - que dexa en la imaginacion la memoria del peligro. - Empezó á discurrir para consigo el estado en que - se hallaba: parecióle que ya se detenian mucho - los Españoles, y que habiéndose mirado como - falta de libertad en él la benevolencia con que los - trataba, debia familiarizarse ménos y dar otro color - á las exterioridades. Avergonzabase del pretexto - que tomó Cacumatzín para su conjuracion, - atribuyendo á falta de espíritu su benignidad; y - alguna vez se acusaba de haber ocasionado aquella - murmuracion: sentia la flaqueza de su autoridad, - cuyos zelos andan siempre cerca de la corona, y - ocupan el primer lugar entre las pasiones que mandan - á los Reyes. Temia que se volviesen á inquietar - sus vasallos, y que saltasen nuevas centellas<span class="pagenum"><a id="Page_208">[Pg 208]</a></span> de aquel incendio recien apagado. Quisiera decir - á Cortés que tratáse de abreviar su jornada, y no - hallaba camino decente de proponerselo: ni los - rezelos, por ser especie de miedo, se confiesan con - facilidad. Duró algunos dias en esta irresolucion: - y últimamente determinó que le convenia en - todo caso despachar luego á los Españoles, y - quitar aquel tropiezo á la fidelidad de sus vasallos.</p> -<p>Dispuso la materia con notable sagacidad: - porque ántes de comunicar su intento á Cortés, - llevó prevenida sus réplicas, saliendo á todos los - motivos en que pudiera fundar su detencion. - Aguardó que le viniese á visitar como solia: recibióle - sin hacer novedad en el agrado, ni en el - cumplimiento: introduxo la plática de su Rey al - modo que otras veces: ponderó quanto le veneraba: - y dexando traer su propuesta de la misma - conversacion, le dixo:</p> -<blockquote> - <p>"Que habia discurrido - en reconocerle de su propia voluntad el vasallage - que se le debia como á sucesor de Quezalcoál, - y dueño propietario de aquel Imperio."</p> - </blockquote> -<p>Así lo entendia, y en esto solo habló con afectacion; - no se trataba entónces de restituirle sus - dominios, sino de apartar á Cortés, y facilitar su - despacho: á cuyo fin añadió:</p> -<blockquote> - <p>"Que pensaba - convocar la nobleza de sus reynos, y hacer en - su presencia este razonamiento, para que todos, - á su imitacion, le diesen la obediencia, y<span class="pagenum"><a id="Page_209">[Pg 209]</a></span> estableciesen el vasallage con alguna contribucion: - en que pensaba tambien darles exemplo; pues - tenia ya prevenidas diferentes joyas y preseas - de mucho valor, para cumplir por su parte con - esta obligacion; y no dudaba que sus nobles - acudirian á ella con lo mejor de sus riquezas, - ni desconfiaba de que se juntaria cantidad tan - considerable, que pudiese llegar sin desayre á - la presencia de aquel Príncipe, como primera - demostracion del Imperio Mexicano."</p> - </blockquote> -<p>Esta fué su proposicion, y en ella concedia de - una vez todo lo que, á su parecer, podian atreverse - á desear los Españoles, satisfaciendo á su - ambicion y á su codicia, para quitarles enteramente - la razon de perseverar en su corte, ántes - de ordenarles que se retirasen. Y encubrió con - tanta destreza el fin á que caminaba, que no le - conoció entónces Hernan Cortés; ántes le rindió - las gracias de aquella liberalidad, sin estrañarla ni - encarecerla, como quien aceptaba de parte de su - Rey lo que se le debia; y quedó sumamente - gustoso de haber conseguido mas de lo que parecia - practicable, segun el estado presente de las cosas. - Celebró despues con sus Capitanes y soldados el - servicio que harian al Rey Don Carlos, si conseguian - que se declaráse por súbdito y tributario - suyo un Monarca tan poderoso: discurrió en las - grandes riquezas con que podrian acompañar esta - noticia, para que no llegáse desnuda la relacion,<span class="pagenum"><a id="Page_210">[Pg 210]</a></span> y peligrase de increible. Y, á la verdad, no pensaba - entónces apartarse de su empresa, ni le - parecia dificultoso el mantenerse, hasta que, sabiendo - en España el estado en que la tenia, se le - ordenáse lo que debia executar: seguridad á que - le pudo inducir lo que le favorecia Motezuma, los - amigos que iba ganando, la facilidad con que se - le venian á las manos los sucesos, ó alguna causa - de orígen superior que le dilataba el ánimo, para - que, á vista de quanto pudiera desear, no se acabáse - de componer con sus esperanzas.</p> -<p>Pero Motezuma, que tiraba sus líneas á otro - centro, y sabía resolver de espacio, y executar sin - dilacion, despachó luego sus convocatorias á los - Caciques de su reyno, como se acostumbraba - quando se ofrecia negocio público en que hubiese - de intervenir la nobleza, sin alargarse á los mas - distantes, por abreviar el intento principal de - aquella diligencia. Vinieron todos á México - dentro de pocos dias con el séquito que solian - asistir en la corte, y tan numeroso, que hiciera - ruido en el cuidado, si se ignorára la ocasion y la - costumbre. Juntólos Motezuma en el quarto de - su habitacion, y en presencia de Cortés (que fué - llamado á esta conferencia, y concurrió en ella - con sus intérpretes y algunos de sus Capitanes) - les hizo un razonamiento, en que dió los motivos, - y facilitó la dureza de aquella notable resolucion. - Bernal Diaz del Castillo dice que hubo dos juntas,<span class="pagenum"><a id="Page_211">[Pg 211]</a></span> y que no asistió Cortés en la primera: pudo ser - alguna de sus equivocaciones, porque no lo callaria - el mismo Hernan Cortés en la segunda relacion - de su jornada; y quando se trataba de satisfacerle - y confiarle, no era tiempo de juntas reservadas.</p> -<p>Fué de grande aparato y autoridad esta funcion, - porque asistieron tambien á ella los nobles y ministros - que residian en la corte: y Motezuma, - despues de haberlos mirado una y dos veces con - agradable magestad, empezó su oracion, haciéndolos - benévolos y atentos con ponerles delante</p> -<blockquote> - <p>"Quánto los amaba, y quánto le debian: acordóles - que tenian de su mano todas las riquezas - y dignidades que poseían: y sacó por ilacion - de este principio la obligacion en que se hallaban - de creer que no les propondria materia que - no fuese de su mayor conveniencia, despues de - haberla premeditado con madura deliberacion, - consultado, á sus Dioses el acierto, y tenido - señales evidentes de que hacia su voluntad."</p> - </blockquote> -<p>Afectaba muchas veces estas vislumbres de inspiracion, - para dar algo de divinidad á sus resoluciones: - y entónces le creyeron, porque no era - novedad que le favoreciese con sus respuestas el - demonio. Asentada esta reconvencion y este - misterio, refirió con brevedad</p> -<blockquote> - <p>"El orígen del - Imperio Mexicano, la expedicion de los Nabatlácas, - las hazañas prodigiosas de Quezalcoál, - su primer Emperador, y lo que dexó profetizado<span class="pagenum"><a id="Page_212">[Pg 212]</a></span> quando se apartó á las conquistas del - oriente, previniendo, con impulso del Cielo, - que habian de volver á reynar en aquella tierra - sus descendientes. Tocó despues como punto - indubitable: Que el Rey de los Españoles, que - dominaba en aquellas regiones orientales, era - legítimo sucesor del mismo Quezalcoál. Y añadió: - Que siendo él Monarca de quien habia - de proceder aquel Príncipe tan deseado entre - los Mexicanos, y tan prometido en los oráculos - y profecías que veneraba su nacion, debian - todos reconocer en su persona este derecho - hereditario, dando á su sangre lo que, á falta - de ella, se introduxo en eleccion: que si hubiera - venido entónces personalmente, como - envió sus Embaxadores, era tan amigo de la - razon, y amaba tanto á sus vasallos, que por - su mayor felicidad sería el primero en desnudarse - de la dignidad que poseía, rindiendo á sus piés - la corona, fuese para dexarla en sus sienes, ó - para recibirla de su mano. Pero que debiendo - á los Dioses la buena fortuna de que hubiese - llegado en su tiempo noticia tan deseada, - queria ser el primero en manifestar la prontitud - de su ánimo, y habia discurrido en ofrecerle - desde luego su obediencia, y hacerle algun - servicio considerable. A cuyo fin tenia destinadas - las joyas mas preciosas de su tesoro, y - queria que sus nobles le imitasen, no solo en - hacer el mismo reconocimiento, sino en<span class="pagenum"><a id="Page_213">[Pg 213]</a></span> acompañarle con alguna contribucion de sus riquezas, - para que siendo mayor el servicio, llegáse - mas decoroso á los ojos de aquel Príncipe."</p> - </blockquote> -<p>En esta substancia concluyó Motezuma su razonamiento, - aunque no de una vez: porque á - despecho de lo que se procuró esforzar en este - acto, quando llegó á pronunciarse vasallo de otro - Rey, le hizo tal disonancia esta proposicion, que - se detuvo un rato, sin hallar las palabras con que - habia de formar la razon; y al acabarla se enterneció - tan declaradamente, que se vieron algunas - lágrimas discurrir por su rostro, como lloradas - contra la voluntad de los ojos. Y los Mexicanos, - conociendo su turbacion, y la causa de que procedia, - empezaron tambien á enternecerse, prorumpiendo - en sollozos ménos recatados, y deseando, - al parecer, con algo de lisonja, que - hiciese ruido su fidelidad. Fué necesario que - Cortés pidiese licencia de hablar, y alentase á - Motezuma, diciendo:</p> -<blockquote> - <p>"Que no era el ánimo de - su Rey desposeerle de su dignidad, ni trataba - de que se hiciese novedad en sus dominios: - porque solo querria que se aclaráse por entónces - su derecho á favor de sus descendientes, respecto - de hallarse tan distante de aquellas regiones, y - tan ocupado en otras conquistas, que no podria - llegar en muchos años el caso en que hablaban - sus tradiciones y profecías."</p> - </blockquote> -<p>Con cuyo desahogo<span class="pagenum"><a id="Page_214">[Pg 214]</a></span> cobró el aliento, volvió á serenar el semblante, - y acabó su oracion como se ha referido.</p> -<p>Quedaron los Mexicanos atónitos, ó confusos - de oir semejante resolucion, estrañándola como - desproporcionada, ó ménos decente á la magestad - de un Príncipe tan grande, y tan zeloso de su - dominacion. Miráronse unos á otros sin atreverse - á replicar, ni á conceder, dudando en qué se - ajustarian mas á su intencion; y duró este silencio - reverente hasta que tomó la mano el primero de - sus magistrados, y con mejor conocimiento de su - dictámen respondió por los demas:</p> -<blockquote> - <p>"Que todos - los nobles que concurrian en aquella junta le - respetaban como á su Rey y Señor natural, y - estarian prontos á obedecer lo que proponia - por su benignidad, y mandaba con su exemplo: - porque no dudaban que lo tendria bien discurrido - y consultado con el Cielo, ni tenian instrumento - mas sagrado que el de su voz para - entender la voluntad de los Dioses."</p> - </blockquote> -<p>Concurrieron - todos en el mismo sentir: y Hernan Cortés, - quando llegó el caso de significar su agradecimiento, - fué dictando á sus intérpretes otra oracion - no ménos artificiosa, en que dió las gracias á Motezuma, - y á todos los circunstantes, de aquella - demostracion, aceptando en nombre de su Rey - el servicio, y midiendo sus ponderaciones con la - máxima de no estrañar mucho que asistiesen á su<span class="pagenum"><a id="Page_215">[Pg 215]</a></span> obligacion, al modo que se recibe la deuda, y se - agradece la puntualidad en el deudor.</p> -<p>Pero no bastaron aquellas lágrimas de Motezuma - para que se rezeláse Cortés entónces de su - liberalidad, ni conociese que se trataba de su - despacho final; en que se dexó llevar del primer - sonido con alguna disculpa: porque donde halló - introducida como verdad infalible aquella notable - aprehension de los descendientes de Quezalcoál, - y tenian á su Rey indubitable por uno de ellos, - no le pareceria tan irregular esta demostracion, - que se debiese mirar como afectada ó sospechosa. - Sobre cuyo presupuesto pudo tambien atribuir el - llanto de Motezuma, y aquella congoja con que - llegó á pronunciar las cláusulas del vasallage, á la - misma violencia con que se desprende la corona, - y se mide la suma distancia que hay entre la - soberanía y la sujecion: caso verdaderamente de - aquellos en que puede faltar el ánimo con algo de - magnanimidad. Pero se debe creer que Motezuma, - por mas que miráse al Rey de España - como legítimo sucesor de aquel Imperio, no - tuvo intento de cumplir lo que ofrecia. Su mira - fué deshacerse de los Españoles, y tomar tiempo - para entenderse despues con su ambicion, sin - hacer mucho caso de su palabra: y no estaria - fuera de su centro entre aquellos Reyes bárbaros - la simulacion, cuya indignidad, bastante á manchar - el pundonor de un hombre particular, pusieron<span class="pagenum"><a id="Page_216">[Pg 216]</a></span> otros bárbaros estadistas entre las artes - necesarias del reynar.</p> -<p>Desde aquel dia, como quiera que fuese, quedó - reconocido el Emperador Carlos Quinto por Señor - del Imperio Mexicano, legítimo y hereditario en - el sentir de aquella gente, y en la verdad destinado - por el Cielo á mejor posesion de aquella - corona; sobre cuya resolucion se formó público - instrumento con todas las solemnidades que parecieron - necesarias, segun el estilo de los homenages - que solian prestar á sus Reyes: dando este allanamiento - de Príncipe y vasallos poco mas que el - nombre de Rey al Emperador; y siendo una - como insinuacion misteriosa del título que se - debió despues al derecho de las armas, sobre - justa provocacion, como lo verémos en su lugar: - circunstancia particular, que concurrió en la conquista - de México para mayor justificacion de aquel - dominio, sobre las demas consideraciones generales, - que no solo hicieron lícita la guerra en - otras partes, sino legítima y razonable siempre - que se puso en términos de medio necesario para - la introduccion del Evangelio.</p> -<hr class="chap" /> -<div class="chapter"> -<p><span class="pagenum"><a id="Page_217">[Pg 217]</a></span></p> -<h3>CAPITULO IV.</h3> -</div> -<blockquote> - <p><i>Entra en poder de Hernan Cortés el oro y joyas - que se juntaron de aquellos presentes. Dicele - Motezuma con resolucion que trate de su jornada: - y él procura dilatarla sin replicarle, al - mismo tiempo que se tiene aviso de que han - llegado navios Españoles á la costa.</i></p> - </blockquote> -<p>No se descuidó Motezuma en acercarse como - pudo al fin que deseaba, resuelto á ganar las horas - en el despacho de los Españoles, y ya violento en - aquel género de sujecion que se habia obligado á - conservar, porque no dexáse de parecer voluntaria. - Entregó con este cuidado á Cortés el presente - que tenia prevenido, y se componia de varias curiosidades - de oro con alguna pedrería, unas de las - que usaba en el adorno de su persona, y otras de - las que se guardaban por grandeza, y servian á la - ostentacion: diferentes piezas del mismo género - y metal en figura de animales, aves y pescados, - en que se miraba como segunda riqueza el artificio: - cantidad de aquellas piedras que llamaban - chalcuítes, parecidas en el color á las esmeraldas, - y en la vana estimacion á nuestros diamantes: y - algunas pinturas de pluma, cuyos colores naturales<span class="pagenum"><a id="Page_218">[Pg 218]</a></span> ó imitaban mejor, ó tenian ménos que fingir - en la imitacion de la naturaleza; dádiva de ánimo - real que se hallaba oprimido, y trataba de poner - en precio su libertad.</p> -<p>Siguieronse á esta demostracion los presentes - de los nobles, que venian con título de contribucion - y se reduxeron á piezas de oro, y otras preseas - de la misma calidad, en que se compitieron - unos á otros con deseo, al parecer, de sobresalir en - la obediencia de su Rey, y mezclando esta subordinacion - con algo de propia vanidad. Todo venia - dirigido á Motezuma, y pasaba con recado suyo - al quarto de Cortés. Nombraronse contador y tesorero, - para que se lleváse la razon de lo que se - iba recibiendo: y se juntó en breves dias tanta - cantidad de oro, que, reservando las joyas, y piezas - de primor, y habiéndose fundido lo demas se - hallaron seiscientos mil pesos reducidos á barras - de buena ley: de cuya suma se apartó el quinto - para el Rey; y del residuo, segundo quinto para - Hernan Cortés, con beneplácito de su gente, y - cargo de acudir á las necesidades públicas del - exército. Separó tambien la cantidad en que - estaba empeñado para satisfacer la deuda de - Diego Velazquez, y lo que le prestaron sus amigos - en la Isla de Cuba; y lo demas se repartió - entre los Capitanes y soldados, comprehendiendo - á los que se hallaban en la Vera Cruz.</p> -<p>Dieronse iguales porciones á los que tenian<span class="pagenum"><a id="Page_219">[Pg 219]</a></span> ocupacion; pero entre los de plaza sencilla hubo - alguna diferencia, porque fueron mejor remunerados - los de mayores servicios, ó ménos inquietos en - los rumores antecedentes: peligrosa equidad, en - que hace agraviados el premio, y quejosos la comparacion. - Hubo murmuraciones y palabras atrevidas - contra Hernan Cortés, y contra los Capitanes; - porque al ver tanta riqueza junta, querian - igual recompensa los que merecian ménos; y no - era posible llenar su codicia, ni conviniera fundar - en razon la desigualdad.</p> -<p>Bernal Diaz del Castillo discurre con indecencia - en este punto, y gasta demasiado papel en ponderar - y encarecer lo que padecieron los pobres - soldados en este repartimiento; hasta referir como - donayre ó discrecion lo que dixo este ó aquel - en los corrillos.</p> -<p>Habla mas como pobre soldado, que como historiador: - y Antonio de Herrera le sigue con descuidada - seguridad; siendo en la Historia igual - prevaricacion decir de paso lo que se debe ponderar, - y detenerse mucho en lo que pudiera omitir. - Pero uno y otro asientan que se quietó este - desabrimiento de los soldados, repartiendo Cortés, - del oro que le habia tocado, todo lo que fué necesario - para satisfacer á los quejosos: y alaban - despues su liberalidad y desinteres, deshaciendo, - en vez de borrar, lo que sobra en su narracion.</p> -<p><span class="pagenum"><a id="Page_220">[Pg 220]</a></span></p> -<p>Motezuma, luego que por su parte y la de sus - nobles se dió cumplimiento al servicio que se - ofreció en la junta, hizo llamar á Cortés, y con - alguna severidad, fuera de su costumbre, le dixo:</p> -<blockquote> - <p>"Que ya era razon que tratáse de su jornada, - pues se hallaba enteramente despachado: y que - habiendo cesado todos los motivos ó pretextos - de su detencion, y conseguido en obsequio de - su Rey tan favorable respuesta de su embaxada, - ni sus vasallos dexarian de presumir intentos - mayores, si le viesen perseverar en su corte voluntariamente, - ni él podria estar de su parte - quando no estaba de su parte la razon."</p> - </blockquote> -<p>Esta - breve insinuacion de su ánimo, dicha en términos - de amenaza, y con señas de resolucion premeditada, - hizo tanta novedad á Cortés, que tardó en - socorrerse de su discrecion para la respuesta: y conociendo - entónces el artificio de aquellas liberalidades - y favores de la junta pasada, tuvo primeros - movimientos de replicarle con alguna entereza, - valiéndose del genio superior con que le dominaba: - y fuese con este fin, ó porque llegó á rezelar, - viéndole tan sobre sí, que traeria guardadas las - espaldas, ordenó recatadamente á uno de su Capitanes - que hiciese tomar las armas á los soldados, - y los tuviese prontos para lo que se ofreciese. Pero - entrando en mejor consejo, se determinó á condescender - por entónces con su voluntad: y para<span class="pagenum"><a id="Page_221">[Pg 221]</a></span> dar motivo á la detencion de la respuesta, disculpó - cortesanamente lo que se habia embarazado, viéndole - ménos agradable, quando era tan puesto en - razon lo que ordenaba. Dixole:</p> -<blockquote> - <p>"Que trataria - luego de abreviar su viage: que ya traia entre - las manos las prevenciones de que necesitaba: - y que deseando executarle sin dilacion, habia - discurrido en pedirle licencia para que se fabricasen - algunos baxeles capaces de tan larga - navegacion, por haberse perdido, como sabía, - los que le conduxeron á sus costas."</p> - </blockquote> -<p>Con que - dexó introducida y pendiente su obediencia, satisfaciendo - al empeño en que se hallaba, y dando - tiempo á la resolucion.</p> -<p>Dicen que tuvo Motezuma prevenidos cincuenta - mil hombres para este lance, y que vino con determinacion - de hacerse obedecer, valiéndose de la - fuerza si fuese necesario: y es cierto que temió la - réplica de Cortés, y que deseaba excusar el rompimiento; - porque le abrazó con particular afecto, - estimando su respuesta como quien no la esperaba. - Obligóse de que le quitáse la ocasion de irritarse - contra él. Amable con un género de voluntad - que tenia parte de inclinacion, y parte de respeto: - y bien hallado con su mismo desenojo, le dixo:</p> -<blockquote> - <p>"Que no era su intento apresurar su jornada, sin - darle medios para que la executáse: que se - dispondria luego la fábrica de los baxeles; y - entretanto no tenia que hacer novedad, ni<span class="pagenum"><a id="Page_222">[Pg 222]</a></span> apartarse de su lado: pues bastaria para la satisfaccion - de sus Dioses, y quietud de sus vasallos - aquella prontitud con que se trataba de - obedecer á los unos, y complacer á los otros."</p> - </blockquote> -<p>Fatigabale aquellos dias el demonio con horribles - amenazas, dando voz, ó semejanza de voz á los - ídolos para irritarle contra los Españoles. Congojabanle - tambien los nuevos rumores que se iban - encendiendo entre los suyos, por haberse recibido - mal que se hiciese tributario de otro Príncipe, mirando - aquella desautoridad suya como nuevo gravamen, - que baxaria con el tiempo á los hombros - de sus vasallos. De suerte que se hallaba combatido - por una parte de la política, y por otra de - la religion: y fué mucho que se determináse á dar - esta permision á Cortés, por ser observantísimo - con sus Dioses, y no ménos supersticioso con el - ídolo de su conservacion.</p> -<p>Dieronse luego las órdenes para la fábrica de los - baxéles. Publicóse la jornada, y Motezuma hizo - pregonar que acudiesen á la costa de Ulúa todos - los carpinteros del contorno, señalando los parages - donde se podria cortar la madera, y los lugares - que habian de contribuir con Indios de carga para - que la conduxesen al astillero. Hernan Cortés - por su parte afectó las exterioridades de obediente. - Despachó luego á los maestros y oficiales que fabricaron - los bergantines, conocidos ya entre los - Mexicanos. Discurrió públicamente con ellos<span class="pagenum"><a id="Page_223">[Pg 223]</a></span> del porte y calidad de los baxeles, ordenándoles - que se aprovechasen del hierro, xarcias y velamen - de los que le barrenaron: y todo era tratar del - viage, como si le tuviera resuelto; con que adormeció - las inquietudes que se iban forjando, y - se aseguró en la confianza de Motezuma.</p> -<p>Pero al tiempo de partir esta gente á la Vera - Cruz, habló reservadamente á Martin Lopez, - Vizcaíno de nacion, que iba por cabo principal: - y siendo maestro consumado en este género de fábricas, - sabía cumplir mejor con la profesion de - soldado.</p> -<blockquote> - <p>"Encargóle que se fuese poco á poco - en la formacion de los baxeles, y procuráse alargar - la obra quanto pudiese, con tal artificio, que - se consiguiese la tardanza sin que pareciese dilacion."</p> - </blockquote> -<p>Era su fin conservarse con este color - en aquella corte, y hacer lugar para que pudiesen - volver de España sus comisarios Alonzo Hernandez - Portocarrero, y Francisco de Montejo, con - esperanza de que le truxesen algun socorro de - gente, ó por lo ménos el despacho y órdenes de - que necesitaba para la direccion de su empresa: - porque siempre tuvo firme resolucion de proseguirla. - Y caso que le arrojáse de México la última - necesidad, pensaba esperarlos en la Vera Cruz, - y matenerse al abrigo de aquella fortificacion, valiéndose - de las naciones amigas para resistir á los - Mexicanos. Admirable constancia, que no solo<span class="pagenum"><a id="Page_224">[Pg 224]</a></span> duraba entre las dificultades presentes, pero se - prevenia para no descaecer en las contingencias.</p> -<p>Sobrevino dentro de pocos dias otro accidente - que descompuso estas disposiciones, llamando la - prudencia y el valor á nuevo cuidado. Tuvo noticia - Motezuma de que andaban en la costa de - Ulúa diez y ocho navios extrangeros: y los ministros - de aquel parage se los enviaron pintados en - aquellos lienzos, que hacian el oficio de las cartas, - con las señas de la gente que se habia dexado ver - en ellos, y algunos caracteres, en que venia significado - lo que se podia rezelar de sus intentos - siendo Españoles al parecer, y llegando en ocasion - que se trataba de aviar á los que residian en su - corte. Diesele ó no cuidado esta representacion - de sus Gobernadores, lo que resultó de ella fué - llamar luego á Cortés, ponerle delante la pintura, - y decirle:</p> -<blockquote> - <p>"Que ya no sería necesaria la prevencion - que se hacia para su jornada, pues habian - llegado á la costa baxeles de su Nacion en - que podria executarla."</p> - </blockquote> -<p>Miró Cortés la pintura - con mas atencion que sobresalto; y aunque - no entendió los caracteres que la especificaban, - conoció en el trage de la gente, porte y hechura - de los navios lo bastante para no dudar que fuesen - Españoles. Su primer movimiento fué alegrarse, - teniendo por cierto que habrian llegado sus procuradores, - y fingiéndose grandes socorros en<span class="pagenum"><a id="Page_225">[Pg 225]</a></span> tanto número de baxeles. Vase con facilidad la - imaginacion á lo que se desea, y no se persuadió - entónces á que pudiese venir contra él armada tan - poderosa: porque discurria noblemente, segun la - llaneza de su proceder: y las sinrazones ocurren - tarde á los bien intencionados. Su respuesta fué:</p> -<blockquote> - <p>"Que se partiria luego, si aquellos navios estuviesen - de vuelta para los dominios de su Rey."</p> - </blockquote> -<p>Y no estrañando que hubiese llegado primero á su - noticia esta novedad, porque sabía la incesable - diligencia de sus correos, añadió:</p> -<blockquote> - <p>"Que no - podia tardar el aviso de los Españoles que asistian - en Zempoala, por cuyo medio se sabrian - con fundamento la derrota y designios de aquella - gente, y se veria si era necesario proseguir en - la fábrica de los baxeles, ó posible adelantar - sin ellos su viage."</p> - </blockquote> -<p>Aprobó Motezuma este - reparo, agradeciendo la prontitud, y conociendo - la razon. Pero tardaron poco en llegar las cartas - de la Vera Cruz, en que avisaba Gonzalo de Sandoval:</p> -<blockquote> - <p>"Que aquellos baxeles eran de Diego - Velazquez, y venian en ellos ochocientos Españoles - contra Hernan Cortés y su conquista:"</p> - </blockquote> -<p>cuyo golpe no esperado recibió en presencia de - Motezuma, y necesitó de todo su aliento para - encubrir su turbacion. Hallóse con el peligro - donde aguardaba el socorro. La ocasion era terrible: - angustias por todas partes: desconfianzas<span class="pagenum"><a id="Page_226">[Pg 226]</a></span> en México, y enemigos en la costa. Pero haciendo - lo que pudo para componer el semblante con la - respiracion, negó su cuidado á Motezuma: endulzó - la noticia entre los suyos; y se retiró - despues á desapasionar el discurso, para que se - diese con libertad á las diligencias del remedio.</p> -<hr class="chap" /> -<div class="chapter"> -<h3>CAPITULO V.</h3> -</div> -<blockquote> - <p><i>Refierense las Nuevas prevenciones que hizo - Diego Velazquez para destruir á Hernan - Cortés: el exército y armada que envió contra - él á cargo de Pámphilo de Narbáez: su arribo - á las costas de Nueva España; y su primer - intento de reducir á los Españoles de la Vera - Cruz.</i></p> - </blockquote> -<p>Dexamos á Diego Velazquez envuelto en sus - desconfianzas, impaciente de que se hubiesen - malogrado los esfuerzos que hizo para detener á - Hernan Cortés, y desacreditando con nombre de - traycion la fuga que ocasionaron sus violencias, - para disponer su venganza con título de remedio. - Recibió las cartas del Licenciado Benito Martin - su Capellan, con nombramiento de Adelantado - por el Rey no solo de aquella Isla, sino de las - tierras que se descubriesen y conquistasen por su<span class="pagenum"><a id="Page_227">[Pg 227]</a></span> inteligencia. Dabale noticia de la gratitud, ó - fuese agradecimiento con que le defendia y patrocinaba - el Presidente de las Indias Obispo de - Burgos, desfavoreciendo por este respecto á los - procuradores de Cortés; pero al mismo tiempo le - avisaba de la benignidad con que los oyó el Emperador - en Tordesillas, del ruido que habian hecho - en España las riquezas que llevaron, y del concepto - grande con que se hablaba ya en aquella - conquista, dándola el primero lugar entre las - antecedentes.</p> -<p>Entró con el nuevo dictado en mayores pensamientos. - Dieronle osadía y presuncion los favores - del Presidente; y como crecen con el poder las - pasiones humanas, ó es propiedad en ellas el - mandar mas en los mas poderosos, miró su ofensa - con otro género de irritacion mas empeñada, ó - con otra especie de superioridad, que le desfiguraba - la envidia con el trage de la justificacion. - Afligian y precipitaban su paciencia los aplausos - de Cortés; y aunque no le pesaba de ver tan - adelantada la conquista, porque las obligaciones - de su sangre dexaban siempre su lugar al servicio - del Rey, no podia sufrir que se lleváse otro las - gracias que, á su parecer, se le debian: tan vanaglorioso - en el aprecio de la parte que tuvo en la - primera disposicion de aquella jornada, que se - atribuía, sin otro fundamento, el renombre de - Conquistador: y tan dueño en su estimacion de<span class="pagenum"><a id="Page_228">[Pg 228]</a></span> toda la empresa, que le parecian suyas hasta las - hazañas con que se habia conseguido.</p> -<p>Con estos motivos, y con esta destemplanza de - aprehensiones, trató luego de formar armada y - exército con que destruir á Hernan Cortés, y á - quantos le seguian: compró baxeles, alistó soldados, - y discurrió personalmente por toda la Isla, - visitando las estancias de los Españoles, y animándolos - á la faccion. Poniales delante la obligacion - que tenian de asistir á su desagravio: partia - con ellos anticipadamente las grandes riquezas de - aquella conquista, usurpadas entónces, así lo - decia, por unos rebeldes mal aconsejados, que - salieron de Cuba fugitivos, para no dexar en duda - su falta de valor: con cuyas esperanzas, y algunos - socorros, en que gastó mucha parte de su caudal, - juntó en breves dias un exército, que allí se pudo - llamar formidable por el número y calidad de la - gente. Constaba de ochocientos infantes Españoles, - ochenta caballos, y diez ó doce piezas de - artillería, con abundante provision de bastimentos, - armas y municion. Nombró por Cabo principal - á Pámphilo de Narbáez, natural de Valladolid, - sugeto capaz, y en aquella Isla de la primera - estimacion; aunque amigo de sus opiniones, y de - alguna dureza en los dictámenes. Dióle título de - Teniente suyo, nombrándose Gobernador, quando - ménos, de la Nueva España.</p> -<p>Dióle tambien instruccion secreta en que le<span class="pagenum"><a id="Page_229">[Pg 229]</a></span> ordenaba:</p> -<blockquote> - <p>"Que procuráse prender á Cortés, y - se le remitiese con buena guardia, para que - recibiese de su mano el castigo que merecia: - que hiciese lo mismo con la gente principal - que le seguia, si no se reduxesen á dexar su - partido: y que tomáse posesion en su nombre - de todo lo conquistado, adjudicándolo al distrito - de su Adelantamiento:"</p> - </blockquote> -<p>sin detenerse mucho - á discurrir en los accidentes que se le podian - ofrecer; porque á vista de tan ventajosas fuerzas - le parecia fácil de conseguir quanto le proponia - su deseo: y la confianza, vicio familiar de ingenios - apasionados, ó mira desde lejos los peligros, - ó no conoce hasta que padece las dificultades.</p> -<p>Tuvieron aviso de este movimiento y prevenciones - los Religiosos de San Gerónimo, que presidian - á la Real Audiencia de Santo Domingo con - suprema jurisdiccion sobre las otras Islas; y previniendo - los inconvenientes que podian resultar - de tan ruidosa competencia, enviaron al Licenciado - Lucas Vazquez de Ayllon, juez de la - misma Real Audiencia, para que procuráse poner - en razon á Diego Velazquez; y no bastando los - medios suaves, le intimáse las órdenes que llevaba, - mandándole con graves penas que desarmáse la - gente, deshiciese la armada, y no perturbáse, ó - pusiese impedimento á la conquista en que estaba - entendiendo Hernan Cortés, so color de pertenecerle, - por qualquiera razon, ó pretexto que fuese:<span class="pagenum"><a id="Page_230">[Pg 230]</a></span> y que, dado que tuviese alguna querella contra su - persona, ó algun derecho sobre la tierra que - andaba pacificando, acudiese á los tribunales del - Rey, donde tendria segura, por los términos regulares, - su justicia.</p> -<p>Llegó este Ministro á la Isla de Cuba quando - ya estaba prevenida la armada, que se componia - de once navios de alto borde, y siete poco mas - que bergantines, unos y otros de buena calidad: - y Diego Velazquez andaba muy solícito en adelantar - la embarcacion de la gente. Procuró reducirle, - sirviéndose amigablemente de quantas razones - le ocurrieron para detenerle y confiarle. - Dióle á conocer</p> -<blockquote> - <p>"Lo que aventuraba si se pusiese - Cortés en resistencia, interesados ya en defender - sus mismas utilidades los soldados que le - seguian: el daño que podria resultar de que - viesen aquellos Indios belicosos, y recien conquistados, - una guerra civil entre los Españoles: - que si por esta desunion se perdiese una conquista, - de que ya se hacia tanta estimacion en - España, peligraria su credito en un cargo de - mala calidad, sin que le pudiesen defender los - que mas le favorecian. Pusose de parte de su - justicia para persuadirle á que la pidiese donde - se miraria con diferente atencion, si no la desacreditáse - con aquella violencia."</p> - </blockquote> -<p>Y últimamente, - viéndole incapaz de consejo, porque le - parecia impracticable todo lo que no fuese destruir<span class="pagenum"><a id="Page_231">[Pg 231]</a></span> á Hernan Cortés, pasó á lo judicial, manifestó las - órdenes, y se las hizo notificar por un escribano - que llevaba prevenido, acompañándolas con diferentes - requerimientos y protestas; pero nada - bastó á detener su resolucion, porque sonaba - tanto en su concepto el título de Adelantado, que - dió muestras de no reconocer superior en su distrito: - y se quedó en su obstinacion, hecha ya porfía - la inobediencia. Disimuló el Oidor algunos desacatos, - sin atreverse á contradecirle derechamente, - por no hacer mayor su precipicio; y viendo que trataba - de abreviar la embarcacion de la gente, fingió - deseo de ver aquella tierra tan encarecida, y se - ofreció á seguir el viage con apariencias de curiosidad: - á que salió fácilmente Diego Velazquez, porque - llegáse mas tarde á la Isla de Santo Domingo - la noticia de su atrevimiento; y él consiguió el - embarcarse con gusto y estimacion de todos. - Resolucion, que (bien fuese de su dictámen, ó - procediese de su instruccion) pareció bien discurrida, - ó conveniente para estorvar el rompimiento - de aquellos Españoles. Persuadióse con - bastante probabilidad á que sería mas fácil de - conseguir lejos de Diego Velazquez la obediencia - de las órdenes, ó tendria diferente autoridad - su mediacion con Pámphilo de Narbáez: y aunque - fué su asistencia de nuevo inconveniente, - como lo verémos despues, no por eso dexaron - de merecer alabanza su zelo y su discurso: que<span class="pagenum"><a id="Page_232">[Pg 232]</a></span> los sucesos, por el mismo caso que se apartan - muchas veces de los medios proporcionados, no - pueden quitar el nombre al acierto de las resoluciones. - Embarcóse tambien Andres de Duero, - aquel Secretario de Velazquez que favoreció tanto - á Cortés en los principios de su fortuna. Dicen - unos que se ofreció á esta jornada por desfrutar - sus riquezas, acordando el beneficio; y otros, que - fué su intencion mediar con Narbáez, y embarazar - en quanto pudiese la ruina de su amigo: á cuyo - sentir nos aplicarémos ántes que al primero, por - no estar bien con los historiadores que se precian - de tener mal inclinadas las conjeturas.</p> -<p>Hicieronse á la vela, y favoreciéndolos el viento, - se hallaron en breves dias á vista de la tierra que - buscaban. Surgió la armada en el puerto de - Ulúa, y Pámphilo de Narbáez echó algunos soldados - en tierra para que tomasen lengua, y reconociesen - las poblaciones vecinas. Hallaron estos - á poca diligencia dos ó tres Españoles que andaban - desmandados por aquel parage. Llevaronlos - á la presencia de su Capitan; y ellos, ó temerosos - de alguna violencia, ó inclinados á la novedad, - le informaron de todo lo que pasaba en - México y en la Vera Cruz, buscando su lisonja - en el descredito de Cortés: sobre cuya noticia, - fué lo primero que resolvió, tratar con Gonzalo - de Sandoval que le rindiese aquella fortaleza de su - cargo, manteniéndola por él, ó la desmanteláse,<span class="pagenum"><a id="Page_233">[Pg 233]</a></span> pasándose á su exército con la gente de la guarnicion. - Encargó esta negociacion á su Clérigo que - llevaba consigo, llamado Juan Ruiz de Guevara, - hombre de condicion ménos reprimida que pedia - el sacerdocio. Fueron con él tres soldados que - sirviesen de testigos, y un Escribano Real, por si - fuese necesario llegar á términos de notificacion. - Tenia Gonzalo de Sandoval sus centinelas á trechos - que observasen los movimientos de la armada, - y se fuesen avisando unas á otras, por cuyo medio - supo que venia mucho ántes que llegasen; y con - certidumbre de que no los seguia mayor número - de gente, mandó abrir las puertas de la villa, y se - retiró á esperarlos en su posada. Llegaron ellos, - no sin alguna presuncion de que serian bien admitidos: - y el Clérigo, despues de las primeras - urbanidades, y haber puesto en manos de Sandoval - su carta de creencia, le dió noticia de las fuerzas - con que venia Pámphilo de Narbáez á tomar - satisfaccion por Diego Velazquez de la ofensa que - le hizo Hernan Cortés en apartarse de su obediencia, - siendo suya enteramente la conquista de - aquella tierra, por haberse intentado de su órden, - y á su costa. Hizo su proposicion como - punto sin dificultad en que sobraban los motivos: - y esperó gracias de venirle á buscar con - un partido ventajoso, donde se habian juntado - la fuerza y la razon. Respondióle Gonzalo de - Sandoval con alguna destemplanza (mal escondida<span class="pagenum"><a id="Page_234">[Pg 234]</a></span> en el sosiego exterior):</p> -<blockquote> - <p>"Que Pámphilo - de Narbáez era su amigo, y tan atento vasallo - de su Rey, que solo desearia lo que fuese - mas conveniente á su servicio: que la ocurrencia - de las cosas, y el mismo estado en que - se hallaba la conquista, pedian que se uniesen - sus fuerzas con las de Cortés, y le ayudáse - á perficionar lo que tenia tan adelantado, - tratándose primero de la primera obligacion; - pues no se hizo el tribunal de las armas - para querellas de particulares. Pero que - dado caso que, anteponiendo el interés, ó la - venganza de su amigo, se arrojáse á intentar - alguna violencia contra Hernan Cortés, tuviese - desde luego entendido que así él, como - todos los soldados de aquella plaza querrian - ántes morir á su lado, que concurrir á semejante - desalumbramiento."</p> - </blockquote> -<p>Sintió el Clérigo, como golpe improviso, esta - repulsa; y mas acostumbrado á dexarse llevar, - que á reprimir su natural, prorumpió en injurias - y amenazas contra Hernan Cortés, llamándole - traydor, y alargándose á decir que lo serian Gonzalo - de Sandoval, y quantos le siguiesen. Procuraron - unos y otros moderarle y contenerle, acordándole - su dignidad, para que supiese á lo ménos - la razon porque le sufrian; pero él, levantando la - voz, sin mudar el estilo, mandó al Escribano:</p> -<p><span class="pagenum"><a id="Page_235">[Pg 235]</a></span></p> -<blockquote> - <p>"Que hiciese notorias las órdenes que llevaba, - para que supiesen todos que habian de obedecer - á Narbáez, pena de la vida:"</p> - </blockquote> -<p>y no pudo lograr - esta diligencia, porque la embarazó Gonzalo de - Sandoval diciendo al Escribano, que le haria poner - en una horca si se atreviese á notificarle órdenes - que no fuesen del Rey. Crecieron tanto las - voces y los desacatos, que los mandó llevar presos, - no sin alguna impaciencia. Pero considerando - poco despues el daño que podrian hacer si volviesen - irritados á la presencia de Narbáez, resolvió - enviarlos á México, para que se aseguráse de - ellos Hernan Cortés, ó procuráse reducirlos: y - lo executó sin dilacion, haciendo prevenir Indios - de carga que los llevasen aprisionados sobre - sus hombros en aquel género de andas que - les servian de litéras. Fué con ellos por cabo - de la guardia un Español de su confianza que - se llamaba Pedro de Solís; encargóle que no se - les hiciese molestia ni mal tratamiento en el - camino: despachó correo, adelantando á Cortés - esta noticia: y trató de prevenir su gente, y - convocar los Indios amigos para la defensa de - su plaza, disponiendo quanto le tocaba como - advertido y cuidadoso Capitan.</p> -<p>No se puede negar que obró con algun arrojamiento - mas que militar en la prision de aquel - Sacerdote, dando á su irritacion sobrada licencia: - si ya no la resolvió políticamente, considerando - que no estaria bien cerca de Narbáez<span class="pagenum"><a id="Page_236">[Pg 236]</a></span> un hombre de aquella violencia y precipitacion, - para que se consiguiese la paz que tanto convenia. - Puedese creer que se dieron la mano - en su resolucion el propio sentimiento, y la - conveniencia principal: y si obró con esta mira, - como lo persuade la misma reportacion con - que le habia sufrido y respetado, no se debe - culpar todo el hecho por este ó aquel motivo - ménos moderado: que algunas veces acierta el - enojo lo que no acertára la modestia, y sirve - la ira de dar calor á la prudencia.</p> -<hr class="chap" /> -<div class="chapter"> -<h3>CAPITULO VI.</h3> -</div> -<blockquote> - <p><i>Discursos y prevenciones de Hernan Cortés en - órden á excusar el rompimiento: introduce - tratados de paz, no los admite Narbáez; ántes - publica la guerra, y prende al Licenciado - Lucas Vazquez de Ayllon.</i></p> - </blockquote> -<p>De todas estas particularidades iba teniendo Hernan - Cortés freqüentes avisos, que hicieron evidencia - su rezelo: y poco despues supo que habia - tomado tierra Pámphilo de Narbáez, y marchaba - con su exército en órden la vuelta de Zempoala. - Padeció mucho aquellos dias con su mismo discurso - vario, en los medios, y perspicaz en los<span class="pagenum"><a id="Page_237">[Pg 237]</a></span> inconvenientes. No hallaba partido en que no quedáse - mal satisfecho su cuidado. Buscar á Narbáez - en la campaña con fuerzas tan desiguales era temeridad, - particularmente quando se hallaba obligado - á dexar en México parte de su gente, para cubrir el - quartel, defender el tesoro adquirido, y conservar - aquel género de guardia en que se dexaba estar - Motezuma. Esperar á su enemigo en la ciudad - era revolver los humores sediciosos, de que adolecian - ya los Mexicanos, darles ocasion para que se - armasen con pretexto de la propia defensa y tener - otro peligro á las espaldas. Introducir pláticas de - paz con Narbáez, y solicitar la union de aquellas - fuerzas, siendo lo mas conveniente, le pareció lo - mas dificultoso, por conocer la dureza de su condicion, - y no hallar camino de reducirle, aunque se - rindiese á rogarle con su amistad; á que no se determinaba, - por ser el ruego poco feliz con los porfiados, - y en proposiciones de paz desayrado medianero. - Poniasele delante la perdicion total de - su conquista, el malogro de aquellos grandes principios, - la causa de la Religion desatendida el servicio - del Rey atropellado; y era su mayor congoja - el hallarse obligado á fingir seguridad y desahogo, - trayendo en el rostro la quietud, y dexando en el - pecho la tempestad.</p> -<p>A Motezuma decia que aquellos Españoles eran - vasallos de su Rey, que traerian segunda embaxada, - en prosecucion de la primera: que venian con<span class="pagenum"><a id="Page_238">[Pg 238]</a></span> exército por costumbre de su Nacion: que procuraria - disponer que se volviesen, y volveria con - ellos, pues se hallaba ya despachado, sin que hubiese - dexado su grandeza que desear á los que venian - de nuevo con la misma proposicion. A sus - soldados animaba con varios presupuestos, cuya - falencia conocia. Deciales que Narbáez era su - amigo, y hombre de tantas obligaciones, y de tan - buena capacidad, que no dexaria de inclinarse á - la razon, anteponiendo el servicio de Dios y del - Rey á los intereses de un particular: que Diego - Velazquez habia despoblado la Isla de Cuba, para - disponer su venganza, y á su parecer, les enviaba - un socorro de gente con que proseguir su conquista; - porque no desconfiaba de que se hiciesen - compañeros los que venian como enemigos. Con - sus Capitanes andaba ménos recatado: comunicabales - parte de sus rezelos: discurria como de prevencion - en los accidentes que se podian ofrecer: - ponderaba la poca milicia de Narbáez, la mala calidad - de su gente, la injusticia de su causa y otros - motivos de consuelo, en que trabajaba tambien su - disimulacion, dándoles en la verdad mas esperanzas - que tenia.</p> -<p>Pidióles finalmente su parecer, como lo acostumbraba - en casos de semejante conseqüencia, y - disponiendo que le aconsejasen lo que tenia por - mejor, resolvió tentar primero el camino de la paz, - y hacer tales partidos á Narbáez, que no se<span class="pagenum"><a id="Page_239">[Pg 239]</a></span> pudiese negar á ellos, sin cargar sobre sí los inconvenientes - del rompimiento. Pero al mismo tiempo - hizo algunas prevenciones para cumplir con su - actividad. Avisó á sus amigos los de Tlascála - que le tuviesen prontos hasta seis mil hombres de - guerra para una faccion en que sería posible haberlos - menester. Ordenó al cabo de tres ó quatro - soldados Españoles, que andaban en la provincia - de Chinantlá descubriendo las minas de aquel parage, - que procuráse disponer con los Caciques - una leva de otros dos mil hombres, y que los tuviese - prevenidos para marchar con ellos al primer - aviso. Eran los Chinantécas enemigos de los - Mexicanos, y se habian declarado con grande - afecto por los Españoles, y enviado secretamente - á dar la obediencia: gente valerosa y guerrera, que - le pareció tambien á propósito para reforzar su - exército: y acordándose de haber oido alabar las - picas, ó lanzas de que usaban en sus guerras, por - ser de vara consistente, y de mayor alcance que - las nuestras, dispuso que le traxesen luego trescientas - para repartirlas entre sus soldados, y las - hizo armar con puntas de cobre templado, que - suplia bastantemente la falta del hierro; prevencion - que adelantó á las demas, porque le daba cuidado - la cabellería de Narbáez, y porque hubiese - tiempo de imponer en el manejo de ellas á los - Españoles.</p> -<p>Llegó entretanto Pedro de Solís con los presos<span class="pagenum"><a id="Page_240">[Pg 240]</a></span> que remitia Gonzalo de Sandoval: avisó á Cortés, - y esperó su órden ántes de entrar en la laguna. - Pero él, que ya los aguardaba por la noticia que - vino delante, salió á recibirlos con mas que ordinario - acompañamiento. Mandó que les quitasen - las prisiones. Abrazólos con grande humanidad, - y al Licenciado Guevara primera y segunda vez - con mayor agasajo. Dixole:</p> -<blockquote> - <p>"Que castigaria á - Gonzalo de Sandoval la desatencion de no - respetar como debia su persona y dignidad."</p> - </blockquote> -<p>Llevóle á su quarto, dióle su mesa, y le significó - algunas veces con bien adornada exterioridad</p> -<blockquote> - <p>"Quánto celebraba la dicha de tener á Pámphilo de - Narbáez en aquella tierra, por lo que se prometia - de su amistad, y antiguas obligaciones."</p> - </blockquote> -<p>Cuidó - de que anduviesen delante de él alegres y animosos - los Españoles. Pusole donde viese los favores - que le hacia Motezuma, y la veneracion con que - le trataban los Príncipes Mexicanos. Dióle algunas - joyas de valor, con que iba quebrantando los - ímpetus de su natural. Hizo lo mismo con sus - compañeros; y sin darles á entender que necesitaba - de sus oficios para suavizar á Narbáez, los - despachó dentro de quatro dias, inclinados á su - razon, y cautivos de su liberalidad.</p> -<p>Hecha esta primorosa diligencia, y dexando al - tiempo lo que podria fructificar, resolvió enviar - persona de satisfaccion que propusiese á Narbáez - los medios que parecian practicables, y eran<span class="pagenum"><a id="Page_241">[Pg 241]</a></span> convenientes. Eligió para esta negociacion al Padre - Fray Bartolomé de Olmedo, en quien concurrian - con ventajas conocidas la eloqüencia y la autoridad. - Abrevió quanto fué posible su despacho, y - le dió cartas para Narbáez, para el Licenciado - Lucas Vazquez de Ayllon, y para el Secretario - Andres de Duero, con diferentes joyas que repartiese - conforme al dictámen de su prudencia. Era - la importancia de la paz el argumento de las cartas, - y en la de Narbáez</p> -<blockquote> - <p>"Le daba la bien venida - con palabras de toda estimacion: y despues de - acordarle su amistad y confianza, le informaba - el estado en que tenia su conquista, descubriéndole - por mayor las provincias que habia sujetado - la sagacidad y valentía de sus naturales, el poder - y grandezas de Motezuma;"</p> - </blockquote> -<p>no tanto para - encarecer su hazaña, como para traerle al conocimiento - de lo que importaba que se uniesen ambos - exércitos á perficionar la empresa. Dabale á - entender</p> -<blockquote> - <p>"Quánto se debia rezelar que los Mexicanos, - gente advertida y belicosa, llegasen á - conocer discordia entre los Españoles, porque - sabrian aprovecharse de la ocasion, y destruir - ambos partidos para sacudir el yugo forastero. - Y últimamente le decia: que para excusar lances - y disputas, convendria que sin mas dilacion - le hiciese notorias las órdenes que llevaba: - porque si eran del Rey, estaba pronto á obedecerlas, - dexando en sus manos el baston y el<span class="pagenum"><a id="Page_242">[Pg 242]</a></span> exército de su cargo; pero si eran de Diego - Velazquez, debian ambos considerar con igual - atencion lo que aventuraban: porque á vista de - una dependencia en que se interponia la causa - del Rey, hacian poco vulto las pretensiones de - un vasallo, que se podrian ajustar á ménos costa: - siendo su ánimo satisfacerle todo el gasto de - su primer avío, y partir con él, no solamente las - riquezas, sino la misma gloria de la conquista."</p> - </blockquote> -<p>En este sentir concluyó su carta: y pareciéndole - que se habia detenido mucho en el deseo de la - paz, añadió en el fin algunas claúsulas briosas, - dándole á entender</p> -<blockquote> - <p>"Que no se valia de la razon - porque le faltasen las manos; y que de la misma - suerte que sabía ponderarla, sabria defenderla."</p> - </blockquote> -<p>Tenia Pámphilo de Narbáez asentado su quartel, - y alojado su exército en Zempoala: y el Cacique - gordo anduvo muy solícito en el agasajo de - aquellos Españoles, creyendo que venian de socorro - á su amigo Hernan Cortés; pero tardó poco - en desengañarse, porque no hallaba en ellos el - estilo á que le tenian enseñado los primeros: y - aunque no traian lengua para darse á entender, - hablaban las demostraciones, y los diferenciaba el - proceder. Recononció en Narbáez un género de - imperiosa desazon que le puso en cuidado: y no - le quedó que dudar, quando vió que le quitaba - contra su voluntad todas las alhajas y joyas que<span class="pagenum"><a id="Page_243">[Pg 243]</a></span> habia dexado en su casa Hernan Cortés. Los - soldados, á quien servia de licencia el exemplo - de su Capitan, trataban á sus huespedes como - enemigos, y executaba la extorsion lo que mandaba - la codicia.</p> -<p>Llegó el Licenciado Guevara, y refirió los sucesos - de su jornada, las grandezas de México, quan - bien recibido estaba Hernan Cortés en aquella - corte: lo que le amaba Motezuma, y respetaban - sus vasallos: encareció la humanidad y cortesía con - que le habia recibido y hospedado: empezó á - discurrir en lo que deseaba que no se llegáse á - conocer discordia entre los Españoles, inclinándose - al ajustamiento; y no pudo proseguir, porque - le atajó Narbáez, diciéndole que se volviese á - México, si le hacian tanta fuerza los artificios de - Cortés, y le arrojó de su presencia con desabrimiento. - Pero el Clérigo y sus compañeros buscaron - nuevo auditorio, pasando con aquellas dádivas - á los corrillos de soldados, y se logró, en lo que - mas importaba, la diligencia de Cortés: porque - algunos se inclinaron á su razon; otros á la paz, - y llegando los mas á tener por sospechosa la dureza - de Narbáez.</p> -<p>Poco despues vino el Padre Fray Bartolomé de - Olmedo, y halló en Pámphilo de Narbáez mas - entereza que agasajo. Puso en sus manos la carta: - leyóla por cumplimiento; y con señas de hombre - que se reprimia, se dispuso á escucharle, dando á<span class="pagenum"><a id="Page_244">[Pg 244]</a></span> entender que sufria la embaxada por el Embaxador. - Fué la oracion del Religioso eloqüente y - substancial:</p> -<blockquote> - <p>"Acordó en el exôrdio las obligaciones - de su profesion, para introducirse á medianero - desinteresado en aquellas diferencias: - procuró sincerar el ánimo de Cortés, como testigo - de vista obligado á la verdad. Asentó que - por su parte sería fácil de conseguir quanto se - le propusiese razonable y conveniente: ponderó - lo que se aventuraba en la desunion de los - Españoles: quánto adelantaria Diego Velazquez - su derecho, si cooperáse con aquellas armas - á la perfeccion de la conquista; y añadió: - que teniéndolas él á su disposicion, debia medir - el uso de ellas con el estado presente de las cosas: - punto que vendria presupuesto en su instruccion, - pues se dexaba siempre á la prudencia - de los Capitanes el arbitrio de los medios - con que se habia de asegurar el fin pretendido: - y ellos estaban obligados á obrar segun el tiempo - y sus accidentes, para no destruir con la - execucion el intento de las órdenes."</p> - </blockquote> -<p>La respuesta de Narbáez fué precipitada y descompuesta:</p> -<blockquote> - <p>"Que no era decente á Diego Velazquez - el pactar con un súbdito rebelde, cuyo - castigo era el primer negocio de aquel exército: - que mandaria luego declarar por traydores á - quantos le siguiesen: y que traía bastantes - fuerzas para quitarle de las manos la conquista,<span class="pagenum"><a id="Page_245">[Pg 245]</a></span> sin necesitar de advertencias presumidas, ó - consejos de culpados, que se valian para persuadirle - de la razon con que se hallaban para temerle."</p> - </blockquote> -<p>Replicóle Fray Bartolomé sin dexar su - moderacion:</p> -<blockquote> - <p>"Que miráse bien lo que determinaba, - porque, ántes de llegar á México, habia - provincias enteras de Indios guerreros, amigos - de Cortés que tomarian las armas en su defensa: - y que no era tan fácil, como pensaba, el atropellarle, - porque sus Españoles estaban arrestados - á perderse con él, y tenia de su parte á - Motezuma, Príncipe de tantas fuerzas, que - podria juntar un exército para cada uno de sus - soldados: y últimamente, que una materia de - aquella calidad, no era para resuelta de la primera - vez: que la discurriese con segunda reflexîon, - y el volviera por la respuesta."</p> - </blockquote> -<p>Con lo qual se - despidió, dexando en sus oidos este género de animosidad, - que le pareció necesaria para mitigar aquella - confianza de sus fuerzas, en que consistia la - mayor vehemencia de su obstinacion.</p> -<p>Pasó luego á executar las otras diligencias de su - instruccion. Visitó al Licenciado Lucas Vazquez - de Ayllon, y al Secretario Andres de Duero, que - alabaron su zelo, aprobando lo que propuso á Narbáez, - y ofreciendo asistir á su despacho con todos - los medios posibles para que se consiguiese la paz - que tanto convenia. Dexóse ver de los Capitanes - y soldados que conocia: publicó su comision:<span class="pagenum"><a id="Page_246">[Pg 246]</a></span> procuró acreditar la intencion de Cortés: hizo desear - el ajustamiento: repartió con buena eleccion - sus joyas y sus ofertas: y pudo esperar que - se formáse partido á favor de Cortés, ó por lo - ménos á favor de la paz, si Pámphilo de Narbáez, - que tuvo noticia de estas pláticas, no le hubiera - estrechado á que no las prosiguiese. Mandóle venir - á su presencia, y á grandes voces le atropelló - con injurias y amenazas. Llamóle amotinador y - sedicioso: calificó por especie de traycion el andar - sembrando entre su gente las alabanzas de Cortés; - y estuvo resuelto á prenderle, como se hubiera - executado, sino se interpusiera el Secretario - Andres de Duero, cuya instancia corrigió su - dictámen, ordenando que saliese luego de Zempoala.</p> -<p>Pero el Licenciado Lucas Vazquez de Ayllon, - que llegó advertidamente á la sazon, fué de sentir - que se debia convocar ántes una junta en que se - hallasen todos los Cabos del exército, para que se - discurriese con mayor acuerdo la respuesta que se - habia de dar á Hernan Cortés, puesto que se mostraba - inclinado á la paz, y no parecia dificultoso - que se llegáse á poner en términos proporcionados - y decentes: á cuya proposicion se inclinaban algunos - de los Capitanes que se hallaron presentes; - pero Narbáez la oyó con un género de impaciencia, - que tocaba en desprecio: y para responder de - una vez al Oidor y al Religioso, mandó publicar á<span class="pagenum"><a id="Page_247">[Pg 247]</a></span> sus oidos con voz de pregonero la guerra contra - Hernan Cortés á sangre y fuego, declarándole por - traydor al Rey, señalando talla para quien le prendiese - ó matáse, y dando las órdenes para que se - previniese la marcha del exército.</p> -<p>No pudo, ni debió aquel Ministro sufrir, ó tolerar - semejante desacato, ni dexar de ocurrir al remedio - con su autoridad. Mandó que cesasen los - pregones: hizole notificar</p> -<blockquote> - <p>"Que no se moviese - de Zempoala, pena de la vida, ni usáse de aquellas - armas sin acuerdo y parecer de todo el - exército."</p> - </blockquote> -<p>Ordenó á los Capitanes y soldados - que no le obedeciesen, y duró en sus protestas y - requerimientos con tanta resolucion, que Narbáez, - ciego ya de cólera, y perdido el respeto á su persona - y representacion, le hizo prender ignominiosamente, - y dispuso que le llevasen luego á la Isla - de Cuba en uno de sus baxeles: de cuya execucion - volvió escandalizado el Padre Fray Bartolomé - de Olmedo sin otra respuesta: y lo quedaron - tanto sus mismos Capitanes y soldados, que - los de mayor discurso, viendo prender á un Ministro - de aquella suposicion, se hallaron obligados - á mirar con alguna cautela por el servicio del - Rey; y los de ménos punto, con bastante materia - para la murmuracion, y el desafecto á su Capitan: - mejorándose con este atrevimiento de Narbáez - la causa de Cortés en la inclinacion de los<span class="pagenum"><a id="Page_248">[Pg 248]</a></span> soldados, y sirviéndole como diligencias suyas los - mismos desaciertos de su enemigo.</p> -<hr class="chap" /> -<div class="chapter"> -<h3>CAPITULO VII.</h3> -</div> -<blockquote> - <p><i>Persevera Motezuma en su buen ánimo para con - los Españoles de Cortés, y se tiene por improbable - la mudanza que atribuyen algunos á diligencias - de Narbáez. Resuelve Cortés, su - jornada, y la executa, dexando en México - parte de su gente.</i></p> - </blockquote> -<p>Asientan algunos de nuestros escritores, que - Pámphilo de Narbáez introduxo pláticas de grande - intimidad y confidencia con Motezuma: que - iban y venian correos de México á Zempoala, por - cuyo medio le dió á entender que traia comision - de su Rey para castigar los desafueros y exôrbitancias - de Cortés: que no solo él, sino todos los - que seguian sus banderas, andaban foragidos, y - fuera de obediencia: y que, habiendo sabido la - opresion en que se hallaba su persona, trataria - luego de marchar con su exército, para dexarle - restituido en su libertad, y en pacífica posesion de - sus dominios, con otras imposturas de semejante - malignidad. A cuyas esperanzas, dicen, no solo<span class="pagenum"><a id="Page_249">[Pg 249]</a></span> asintió Motezuma, pero que llegó á entenderse - con él, y le hizo grandes presentes, recatándose - de Cortés, y deseando romper su prision con - ocultas diligencias. No sabemos como pudieron - llegar á sus oidos estas sugestiones; porque Narbáez - no tuvo intérpretes con que darse á entender á los - Indios, ni pudo introducir por su medio, con el - lenguage de las señas, tan concertada negociacion. - De sus Españoles solo vinieron á México el Licenciado - Guevara con los demas que remitió Sandoval: - y estos no hablaron reservadamente á Motezuma; - ni quando se diera en Cortés semejante - descuido, pudieran hacer este razonamiento sin - valerse de Aguilar y Doña Marina: caso incompatible - con lo que se refiere de su fidelidad. - Debese creer que los Indios Zempoales conocieron - de los semblantes y señas exteriores la enemistad - y oposicion de aquellos dos exércitos, cuya noticia - dieron á Motezuma sus confidentes ó ministros: - porque no es dudable que la tuvo, ántes que se la - participáse Cortés; pero de lo mismo que obró - en esta ocasion, se arguye que tenia el ánimo - seguro, y sin alguna preocupacion de siniestros - informes.</p> -<p>No se niega que hizo algunos presentes de consideracion - á Narbáez; pero tampoco se colige de - ellos que hubiese correspondencia entre los dos; - porque aquellos Príncipes solian usar este género - de agasajo con los extrangeros que arribaban á sus<span class="pagenum"><a id="Page_250">[Pg 250]</a></span> costas, como se hizo con el exército de Cortés, á - quien pudo encubrir sin artificio esta demostracion, - por ser materia sin novedad, ó por hacer - ménos caso de sus dádivas. Pero es de reparar - que hasta en ellas mismas, fuesen ocultas ó ignoradas, - hubo requisitos ó circunstancias casuales - que aprovecharon al credito de Cortés; porque al - recibirlas descubrió Narbáez mas complacencia ó - mas aplicacion que fuera conveniente. Mandabalas - guardar con demasiada cuenta y razon, sin - dar alguna seña de su liberalidad á los que mas - favorecia: y los soldados (que no conocen su - avaricia quando culpan la de sus Capitanes) empezaron - á desanimarse con este desengaño de sus - esperanzas: y poniendo el propio interés entre - las causas de la guerra, ó daban la razon á Cortés, - ó se la quitaban al ménos generoso.</p> -<p>Volvió finalmente de su jornada Fray Bartolomé - de Olmedo; y Hernan Cortés halló en su relacion - lo mismo que rezelaba de Narbáez: sintió el - desprecio de sus proposiciones ménos por sí, que - por su razon: conoció en la prision del Oidor - quan lejos estaba de atender al servicio del Rey - quien traía tan desenfrenada la osadía: oyó sin - enojo, á lo ménos exterior, las injurias y denuestos - con que maltrataba sus ausencias: y ponderan - justamente los autores que, llegando á su noticia - por diversas partes el menosprecio con que hablaba - de su persona, las indecencias de su estilo, y<span class="pagenum"><a id="Page_251">[Pg 251]</a></span> quánto le repetia el oprobio de traydor, no se le - oyó jamas una palabra descompuesta, ni dexar de - llamar á Pámphilo de Narbáez por su nombre. - ¡Rara constancia ó predominio sobre sus pasiones! - y digno siempre de envidia un corazon donde - caben los agravios sin estorvar el sufrimiento!</p> -<p>Consolóse mucho con la noticia que le dió - Fray Bartolomé de Olmedo de la buena disposicion - que habia reconocido en la gente de Narbáez, - por la mayor parte deseosa de la paz, ó con poco - afecto á sus dictámenes; y no desconfió de hacerle - la guerra, ó traerle al ajustamiento que deseaba - con la fuerza ó con la floxedad de sus mismos - soldados. Comunicó uno y otro á sus Capitanes; - y considerados los inconvenientes que por todas - partes ocurrian, se tuvo por el menor ó el ménos - aventurado salir á la campaña con el mayor - número de gente que fuese posible: procurar - incorporarse con los Indios que se habian prevenido - en Tlascála y Chinantlá; y marchar unidos - la vuelta de Zempoala con presupuesto de hacer - alto en algun lugar amigo, para volver á introducir - desde mas cerca las pláticas de la paz: logrando la - ventaja de capitular con las armas en la mano, y la - conveniencia de asistir en parage donde se pudiese - recoger la gente de Narbáez que se determináse á - dexar su partido. Publicóse luego entre los soldados - esta resolucion, y se recibió con notable - aplauso y alegría. No ignoraban la desigualdad<span class="pagenum"><a id="Page_252">[Pg 252]</a></span> incomparable del exército contrario; pero estuvieron - á vista del peligro tan lejos del temor, que - los de ménos obligaciones hicieron pretension de - salir á la empresa: y fué necesario que trabajasen - el ruego y la autoridad, quando llegó el caso de - nombrar á los que se dexaron en México. Tanto - se fiaban los unos en la prudencia, los otros en el - valor, y los mas en la fortuna de su Capitan: que - así llamaban aquella repeticion extraordinaria de - sucesos favorables con que solia conseguir quanto - intentaba: propiedad que puede mucho en el - ánimo de los soldados, y pudiera mas, si supieran - retribuir á su Autor estos efectos inopinados, que - se llaman felicidades, porque vienen de causa no - entendida.</p> -<p>Pasó luego Hernan Cortés al quarto de Motezuma, - prevenido ya de varios pretextos para darle - cuenta de su viage, sin descubrirle su cuidado; - pero él le obligó á tomar nueva senda en su discurso - dando principio á la conversacion. Recibióle - diciendo:</p> -<blockquote> - <p>"Que habia reparado en que - andaba cuidadoso, y sentia que le hubiese recatado - la ocasion, quando por diferentes partes le - avisaban que venia de mal ánimo contra él y - contra los suyos aquel Capitan de su Nacion - que residia en Zempoala: y que no estrañaba - tanto que fuesen enemigos por alguna querella - particular, como que, siendo vasallos de un - Rey, acaudillasen dos exércitos de contraria<span class="pagenum"><a id="Page_253">[Pg 253]</a></span> faccion; en los quales era preciso que por lo - ménos el uno anduviese fuera de su obediencia."</p> - </blockquote> -<p>Esta noticia no esperada en Motezuma, y esta reconvencion - que tenia fuerza de argumento, pudieran - embarazar á Cortés: y no dexaron de - turbarle interiormente; pero con aquella prontitud - natural que le sacaba de semejantes aprietos, le - respondió sin detenerse:</p> -<blockquote> - <p>"Que los que habian - observado la mala voluntad de aquella gente, y - las amenazas imprudentes de su caudillo, le - avisaban la verdad, y él venia con ánimo de - comunicarsela, no habiendo podido cumplir - ántes con esta obligacion, porque acababa de - llegar el Padre Fray Bartolomé de Olmedo con - el primer aviso de semejante novedad. Que - aquel Capitan de su Nacion, aunque tan arrojado - en las demostraciones de su enojo, no se - debia mirar como inobediente, sino como engañado - en el servicio de su Rey: porque venia - despachado con veces de substituto y Lugarteniente - de un Gobernador poco advertido, que - por residir en provincia muy distante, no sabía - las últimas resoluciones de la Corte, y estaba - persuadido á que le tocaba por su puesto la - funcion de aquella embaxada. Pero que todo - el aparato de tan frívola pretension se desvaneceria - fácilmente sin mas diligencia que manifestarle - sus despachos: en cuya virtud se hallaba - con plena jurisdiccion para que le obedeciesen<span class="pagenum"><a id="Page_254">[Pg 254]</a></span> todos los Capitanes y soldados que se dexasen - ver en aquellas costas; y ántes que pasáse á - mayor empeño su ceguedad, habia resuelto - marchar á Zempoala con parte de su gente - para disponer que se volviesen á embarcar - aquellos Españoles, y darles á entender que ya - debian respetar los pueblos del Imperio Mexicano - como admitidos á la proteccion de su - Rey. Lo qual executaria luego; siendo el - principal motivo de abreviar su jornada la - justa consideracion de no permitir que se acercasen - á su corte, por componerse aquel exército - de gente ménos atenta y ménos corregida - que fuera razon, para fiarse de su vecindad sin - riesgo de que pudiesen ocasionar alguna turbacion - entre sus vasallos."</p> - </blockquote> -<p>Así procuró interesarle como pudo en su resolucion: - y Motezuma, que sabía ya las vexaciones - de que se quejaban los Zempoales, alabó su atencion, - teniendo por conveniente que se procurasen - apartar de su corte aquellos soldados de tan violento - proceder; pero le pareció temeridad que, - habiéndose ya declarado por sus enemigos, y - hallándose con fuerzas tan superiores á las suyas, - se aventuráse á la contingencia de que no le atendiesen - ó le atropellasen. Ofrecióle formar exército - que le guardáse las espaldas, cuyos cabos - irian á su órden, y la llevarian de obedecerle y - respetarle como á su misma persona: punto que<span class="pagenum"><a id="Page_255">[Pg 255]</a></span> procuró esforzar con diferentes instancias, en que - se dexaba conocer el afecto sin alguna mezcla de - afectacion. Pero Hernan Cortés agradeció la - oferta, y se defendió de admitirla; porque, á la - verdad, fiaba poco de los Mexicanos, y no quiso - incurrir en el desacierto de admitir armas auxîliares - que le pudiesen dominar: como quien sabía - quánto embaraza en las facciones de la guerra - tener á un tiempo empeñada la frente, y el lado - rezeloso.</p> -<p>Suavizados en esta forma los motivos de su - viage, dió todo el cuidado á las demas prevenciones, - con ánimo de volver á sus inteligencias - ántes que se moviese Narbáez. Resolvió dexar - en México hasta ochenta Españoles á cargo de - Pedro de Alvarado, que pareció á todos mas á - propósito, porque tenia el afecto de Motezuma, - y sobre ser Capitan de valor y entendimiento, le - ayudaban mucho la cortesanía y el despejo natural - para no ceder á las dificultades, y pedir al ingenio - lo que faltáse á las fuerzas. Encargóle que procuráse - mantener á Motezuma en aquella especie - de libertad que le hacia desconocer su prision: - resistiendo quanto fuese posible que se estrecháse - pláticas secretas con los Mexicanos: dexó á su - cargo el tesoro del Rey y de los particulares; y - sobre todo, le advirtió</p> -<blockquote> - <p>"quánto importaba conservar - aquel pie de su exército en la corte, y - aquel Príncipe á su devocion:"</p> - </blockquote> -<p>presupuestos á<span class="pagenum"><a id="Page_256">[Pg 256]</a></span> que debia encaminar sus operaciones con igual - vigilancia, por consistir en ellos la comun seguridad.</p> -<p>A los soldados ordenó</p> -<blockquote> - <p>"que obedeciesen á su - Capitan: que sirviesen y respetasen con mayor - solicitud y rendimiento á Motezuma: que corriesen - de buena conformidad con su familia, y - los de su cortejo:"</p> - </blockquote> -<p>exôrtandolos, por su misma - seguridad, á la union entre sí, y á la modestia con - los demas.</p> -<p>Despachó correo á Gonzalo de Sandoval, ordenándole - que le saliese á recibir, ó le esperase con - los Españoles de su cargo en el parage donde - pensaba detenerse, y que dexáse la fortaleza de la - Vera Cruz á la confianza de los confederados, que - sería poco ménos que abandonarla: porque ya no - era tiempo de mantenerse desunidos, ni aquella - fortificacion, que se fabricaba contra los Indios, - era capaz de resistir á los Españoles. Previno - los víveres que parecieron necesarios, para no ir - á la providencia, ó á la extorsion de los paisanos. - Hizo juntar los Indios de carga que habian de - conducir el bagage: y tomando la mañana el dia - de la marcha, dispuso que se dixese una Misa - del Espíritu Santo, y que la oyesen todos sus - soldados, y encomendasen á Dios el buen suceso - de aquella jornada: protestando, en presencia del - altar, que solo deseaba su servicio y el de su Rey, - inseparables en aquella ocurrencia: y que iba sin<span class="pagenum"><a id="Page_257">[Pg 257]</a></span> odio ni ambicion, puesta la mira en ambas obligaciones, - y asegurado en lo mismo que abogaba por - él la justicia de su causa.</p> -<p>Entró luego á despedirse de Motezuma, y le - pidió con encarecimiento:</p> -<blockquote> - <p>"Qué cuídase de aquellos - pocos Españoles que dexaba en su compañía: - que no los desamparáse, ó descubriese - con apartarse de ellos, porque de qualquiera - mudanza, ó ménos gratitud que reconociesen - los suyos, podrian resultar graves inconvenientes, - que pidiesen graves remedios: y que sentiria - mucho hallarse obligado á volver quejoso, - quando iba tan reconocido. A que añadió, que - Pedro de Alvarado quedaba substituyendo su - persona; y así como le tocaban en su ausencia - las prerogativas de Embaxador, dexaba en él - su misma obligacion de asistir en todo á su mayor - servicio: y que no desconfiaba de volver - con mucha brevedad á su presencia, libre de aquel - embarazo, para recibir sus órdenes, disponer - su viage, y llevar al Emperador, con sus - presentes, la noticia de su amistad y confederacion, - que sería la joya de su mayor aprecio."</p> - </blockquote> -<p>Volvióse á contristar Motezuma de que saliese - con fuerzas tan desiguales. Pidióle:</p> -<blockquote> - <p>"Que si - necesitáse de las armas para dar á entender su - razon, procuráse dilatar el rompimiento hasta - que llegasen los socorros de su gente, que tendria - prontos en el número que los pidiese.<span class="pagenum"><a id="Page_258">[Pg 258]</a></span> Dióle palabra de no desamparar á los Españoles - que dexaba con Pedro de Alvarado, ni hacer - mudanza en su habitacion pendiente su ausencia."</p> - </blockquote> -<p>Y añade Antonio de Herrera que le salió - acompañando largo trecho con todo el séquito - de su corte; pero atribuye con malicia voluntaria - esta demostracion á lo que deseaba verse libre de - los Españoles, suponiéndole ya desabrido y de mal - ánimo contra Hernan Cortés y contra los suyos. - Lo que vemos es que cumplió puntualmente su - palabra perseverando en aquel alojamiento y en su - primera benignidad, por mas que se le ofrecieron - grandes turbaciones, que pudo remediar con volverse - á su palacio: y tanto en lo que obró para - defender á los Españoles que le asistian, como - en lo que dexó de obrar contra los demas en esta - desunion de sus fuerzas, se conoce que no hubo - doblez ó novedad en su intencion. Es verdad - que llegó á desear que se fuesen, porque le instaba - la quietud de su república; pero nunca se determinó - á romper con ellos, ni dexó de conocer el - vínculo de la salvaguardia real en que vivian: y - aunque parecen estas atenciones de Príncipe ménos - bárbaro, y poco adequadas á su condicion, fué - una de las maravillas que obró Dios, para facilitar - esta conquista, la mudanza total de aquel hombre - interior: porque la rara inclinacion, y el temor reverencial - que tuvo siempre á Cortés, se oponian - derechamente á su altivez desenfrenada, y se deben<span class="pagenum"><a id="Page_259">[Pg 259]</a></span> mirar como dos afectos enemigos de su genio, - que tuvieron de inspirados todo aquello que les - faltaba de naturales.</p> -<hr class="chap" /> -<div class="chapter"> -<h3>CAPITULO VIII.</h3> -</div> -<blockquote> - <p><i>Marcha Hernan Cortés la vuelta de Zempoala, - y sin conseguir la gente que tenia prevenida - en Tlascála. Continua su viage hasta Matalequíta - donde vuelve á las pláticas de la paz, - y con nueva irritacion rompe la guerra.</i></p> - </blockquote> -<p>Dióse principio á la marcha, y se fué siguiendo - el camino de Cholúla con todas las cautelas y resguardos - que pedia la seguridad, y abrazaba fácilmente - la costumbre de aquellos soldados, diestros - en las puntualidades que ordena la milicia, y hechos - á obedecer sin discurrir. Fueron recibidos - en aquella ciudad con agradable prontitud, convertido - ya en veneracion afectuosa el miedo servil - con que vinieron á la obediencia. De allí pasaron - á Tlascála, y media legua de aquella ciudad hallaron - un lucido acompañamiento, que se componia - de la Nobleza y el Senado. La entrada se celebró - con notables demostraciones de alegría, correspondientes - al nuevo merito con que volvian los - Españoles, por haber preso á Motezuma, y<span class="pagenum"><a id="Page_260">[Pg 260]</a></span> quebrantado el orgullo de los Mexicanos: circunstancia - que multiplicó entónces los aplausos, - y mejoró las asistencias. Juntóse luego el - Senado para tratar de la respuesta que se debia - dar á Hernan Cortés sobre la gente de guerra que - habia pedido á la república. Y aquí hallamos - otra de aquellas discordancias de Autores, que - ocurren con freqüente infelicidad en estas narraciones - de las Indias, obligando algunas veces á que - se abraze lo mas verisímil, y otras á buscar trabajosamente - lo posible. Dice Bernal Diaz que pidió - quatro mil hombres, y que se los negaron con - pretexto de que no se atrevian sus soldados á tomar - las armas contra Españoles, porque no se hallaban - capaces de resistir á los caballos y armas - de fuego: y Antonio de Herrera, que dieron seis - mil hombres efectivos, y le ofrecian mayor número. - Los quales refiere que se agregaron á las - compañías de los Españoles, y que á tres leguas - de marcha se volvieron, por no estar acostumbrados - á pelear lejos de sus confines. Pero como - quiera que sucediese (que no todo se debe apurar) - es cierto que no se hallaron los Tlascaltécas en esta - faccion. Pidiólos Hernan Cortés mas por hacer - ruido á Narbáez, que porque se fiáse de sus armas, - ni fuese de codicia su estilo de pelear contra enemigos - Españoles. Pero tambien es cierto que salió - de aquella ciudad sin queja suya, ni desconfianza - de los Tlascaltécas, porque los buscó despues<span class="pagenum"><a id="Page_261">[Pg 261]</a></span> y los halló quando los hubo menester contra - otros Indios: en cuyos combates eran valientes y - resueltos, como lo asegura el haber conservado su - libertad á despecho de los Mexicanos tan cerca - de su corte, y en tiempo de un Príncipe que - tenia su mayor vanidad en el renombre de conquistador.</p> -<p>Detuvose poco el exército en Tlascála, y alargando - los tránsitos, pasó á Matalequíta, lugar de - Indios amigos distante doce leguas de Zempoala, - donde llegó casi al mismo tiempo Gonzalo de Sandoval - con la gente de su cargo, y siete soldados - mas, que se pasaron á la Vera Cruz del exército - de Narbáez el dia siguiente á la prision del Oidor, - teniendo por sospechoso aquel partido. Supo de - ellos Hernan Cortés quanto pasaba en el quartel - de su enemigo: y Gonzalo de Sandoval le dió - mas frescas noticias de todo; porque ántes de - partir tuvo inteligencia para introducir en Zempoala - dos soldados Españoles, que imitaban con - propiedad los ademanes y movimientos de los - Indios, y no les desayudaba el color para la semejanza. - Estos se desnudaron con alegre solicitud: - y cubriendo parte de su desnudez con los arreos - de la tierra, entraron al amanecer en Zempoala - con dos banastas de fruta sobre la cabeza, y puestos - entre los demas que manejaban este género de - grangería, la fueron trocando á cuentas de vidrio: - tan diestros en fingir la simplicidad y la codicia<span class="pagenum"><a id="Page_262">[Pg 262]</a></span> de los paisanos, que nadie hizo reparo en ellos; - con que pudieron discurrir por la villa, y escapar - á su salvo con la noticia que buscaban. Pero no - contentos con esta diligencia, y deseando tambien - llevar averiguado con que género de guardias pasaba - la noche aquel exército, volvieron á entrar - con segunda carga de hierba entre algunos Indios - que salian á forragear; y no solo reconocieron la - poca vigilancia del quartel, pero la comprobaron, - trayendo á la Vera Cruz un caballo que pudieron - sacar de la misma plaza sin que hubiese quien se - lo embarazáse, y acertó á ser del Capitan Salvatierra, - uno de los que mas irritaban á Narbáez - contra Hernan Cortés: circunstancia que dió estimacion - á la presa. Hicieron estos exploradores - por su fama quanto cupo en la industria y el - valor; y se callaron desgraciadamente sus nombres - en una faccion tan bien executada, y en una - Historia donde se hallan á cada paso hazañas menores - con dueño encarecido.</p> -<p>Fundaba Cortés parte de sus esperanzas en la - corta milicia de aquella gente: y el descuido con - que gobernaba su quartel Pámphilo de Narbáez le - traía varios designios á la imaginacion. Podia - nacer de lo mismo que desestimaba sus fuerzas, y - así lo conocia; pero no le pesaba de verlas tan desacreditadas - que produxesen aquella seguridad en - el exército contrario, la qual favorecia su intento, - y, á su parecer, militaba de su parte: en que discurria<span class="pagenum"><a id="Page_263">[Pg 263]</a></span> sobre buenos principios, siendo evidente - que la seguridad es enemiga del cuidado, y ha - destruido á muchos Capitanes. Debese poner entre - los peligros de la guerra; porque ordinariamente, - quando llega el caso de medir las fuerzas, - queda mejor el enemigo despreciado. Trató de - abreviar sus disposiciones, y estrechar á Narbáez - con las instancias de la paz, que por su parte debian - preceder al rompimiento.</p> -<p>Hizo reseña de su gente, y se halló con doscientos - y sesenta y seis Españoles, inclusos los - Oficiales y los soldados que vinieron con Gonzalo - de Sandoval, sin los Indios de carga que fueron - necesarios para el bagage. Despachó segunda vez - al Padre Fray Bartolomé de Olmeda, para que - volviese á porfiar en el ajustamiento; y le avisó - brevemente del poco efecto que producian sus diligencias. - Pero deseando hacer algo mas por la - razon, ó ganar algun tiempo en que pudiesen llegar - los dos mil Indios que aguardaba de Chinantelá, - determinó enviar al Capitan Juan Velazquez - de Leon, creyendo que por su autoridad, y por el - parentesco de Diego Velazquez, sería mejor admitida - su mediacion. Tenia experimentada su fidelidad, - y pocos dias ántes le habia repetido las ofertas - de morir á su lado, con ocasion de poner en - sus manos una carta que le escribió Narbáez llamándole - á su partido con grandes conveniencias.<span class="pagenum"><a id="Page_264">[Pg 264]</a></span> Demostracion á cuyo agradecimiento correspondió - Hernan Cortés, fiando entónces de su ingenuidad - y entereza tan peligrosa negociacion.</p> -<p>Creyeron todos, quando llegó á Zempoala, que - iba reducido á seguir las banderas de su pariente; - y Narbáez salió á recibirle con grande alborozo; - pero quando llegó á entender su comision, y conoció - que se iba empeñando en apadrinar la razon - de Cortés, atajó el razonamiento, y se apartó de él - con alguna desazon, aunque no sin esperanza de - reducirle: porque ántes de volver á la plática, ordenó - que se hiciese un alarde á sus ojos de toda - su gente, deseando, al parecer, atemorizarle, ó - convencerle con aquella vana ostentacion de sus - fuerzas. Aconsejaronle algunos que le prendiese; - pero no se atrevió, porque tenia muchos amigos - en aquel exército; ántes le convidó á comer el dia - siguiente, y convidó tambien á los Capitanes de - su confidencia para que le ayudasen á persuadirle. - Dieronse á la urbanidad y cumplimiento los principios - de la conversacion; pero á breve rato se - introduxo la murmuracion de Cortés entre las licencias - del banquete. Y aunque procuró disimular - Juan Velazquez por no destruir el negocio de - su cargo, pasando á términos indecentes la irrision - y el desacato, no se pudo contener en el desayre - de su paciencia, y dixo en voz alta y descompuesta:</p> -<p><span class="pagenum"><a id="Page_265">[Pg 265]</a></span></p> -<blockquote> - <p>"Que pasasen á otra plática, porque - delante de un hombre como él no debian tratar - como ausente á su Capitan: y que qualquiera - de ellos que no tuviese á Cortés y á quantos - le seguian por buenos vasallos del Rey, se lo - dixese con ménos testigos, y le desengañaria - como quisiese."</p> - </blockquote> -<p>Callaron todos, y calló Pámphilo - de Narbáez como embarazado en la dificultad - de la respuesta; pero un Capitan mozo, sobrino - de Diego Velazquez, y de su mismo nombre, - se adelantó á decirle:</p> -<blockquote> - <p>"Que no tenia sangre de - Velazquez, ó la tenia indignamente quien apadrinaba - con tanto empeño la causa de un traydor."</p> - </blockquote> -<p>A que respondió Juan Velazquez desmintiéndole, - y sacando la espada con tanta resolucion - de castigar su atrevimiento, que trabajaron - todos en reprimirle; y últimamente le instaron en - que se volviese al real de Cortés, porque temieron - los inconvenientes que podria ocasionar su detencion; - y él lo executó luego, llevándose consigo al - Padre Fray Bartolomé de Olmedo, y diciendo al - partir algunas palabras poco advertidas, que hacian - á su venganza, ó la trataban como decision del - rompimiento.</p> -<p>Quedaron algunos de los Capitanes mal satisfechos - de que Narbáez le dexáse volver sin ajustar - el duelo de su pariente, para oirle y despacharle - bien ó mal, segun lo que de nuevo representáse: - á cuyo propósito decian:</p> -<blockquote> - <p>"Que una persona de - aquella suposicion y autoridad se debia tratar<span class="pagenum"><a id="Page_266">[Pg 266]</a></span> con otro género de atencion: que de su juicio - y entereza no se podia creer que hubiese venido - con proposiciones descaminadas, ó ménos razonables: - que las puntualidades de la guerra - nunca llegaban á impedir la franqueza de los - oidos; ni era buena política ó buen camino de - poner en cuidado al enemigo darle á entender - que se temia su razon."</p> - </blockquote> -<p>Discursos que pasaron - de los Capitanes á los soldados con tanto conocimiento - de la poca justificacion con que se procedia - en aquella guerra, que Pámphilo de Narbáez - necesitó, para sosegarlos, de nombrar persona que - fuese á disculpar en su nombre y el de todos - aquella falta de urbanidad, y á saber de Cortés á - qué puntos se reducia la comision de Juan Velazquez - de Leon: para cuya diligencia eligieron él y - los suyos el Secretario Andres de Duero, que por - ménos apasionado contra Hernan Cortés pareció á - propósito para la satisfaccion de los mal contentos; - y por criado de Diego Velazquez no desmereció - la confianza de los que procuraban estorvar - el ajustamiento.</p> -<p>Hernan Cortés entretanto, con las noticias que - llevaron Fray Bartolomé de Olmedo y Juan Velazquez - de Leon, entró en conocimiento de que - habia cumplido sobradamente con las diligencias de - la paz: y teniendo ya por necesario el rompimiento, - movió su exército con ánimo de acercarse - mas y ocupar algun puesto ventajoso donde<span class="pagenum"><a id="Page_267">[Pg 267]</a></span> aguardar á los Chinantécas, y aconsejarse con el - tiempo.</p> -<p>Iba continuando su marcha, quando volvieron - los batidores con noticia de que venia de Zempoala - el Secretario Andres de Duero: y Hernan - Cortés, no sin esperanza de alguna favorable novedad, - se adelantó á recibirle. Saludaronse los - dos con igual demostracion de su afecto: renovaronse - con los abrazos, ó se volvieron á formar los - antiguos vínculos de su amistad: concurrieron al - aplauso de su venida todos los Capitanes: y ántes - de llegar á lo inmediato de la negociacion, le hizo - Cortés algunos presentes mezclados con mayores - ofertas. Detuvose hasta otro dia despues de - comer: y en este tiempo se apartaron los dos á - diferentes conferencias de grande intimidad. Discurrieronse - algunos medios en órden á la union de - ambos partidos, con deseo de hallar camino para - reducir á Narbáez, cuya obstinacion era el único - impedimento de la paz. Llegó Cortés á ofrecer - que le dexaria la empresa de México, y se apartaria - con los suyos á otras conquistas. Y Andres - de Duero, viéndole tan liberal con su enemigo, le - propuso que se viese con él, pareciéndole que podria - conseguir de Narbáez este abocamiento, y - que se vencerian mejor las dificultades con la presencia - y viva voz de las partes. Dicen unos que - llevaba órden para introducir esta plática: otros,<span class="pagenum"><a id="Page_268">[Pg 268]</a></span> que fué pensamiento de Cortés; y concuerdan - todos en que se ajustaron las vistas de ambos - Capitanes luego que volvió Andres de Duero á - Zempoala, por cuya solicitud se hizo capitulacion - auténtica, señalando la hora y el sitio donde habia - de ser la conferencia: y asegurando cada uno con - su palabra y su firma que saldrian al puesto señalado - con solos diez compañeros, para que fuesen - testigos de lo que se discurriese y ajustáse.</p> -<p>Pero al mismo tiempo que se disponia Hernan - Cortés para dar cumplimiento por su parte á lo - capitulado, le avisó de secreto Andres de Duero, - que se andaba previniendo una emboscada con - ánimo de prenderle ó matarle sobre seguro: cuya - noticia, que se confirmó tambien por otros confidentes, - le obligó á darse por entendido con Narbáez - de que habia descubierto el doblez de su - trato: y con el primer calor de su enojo, le escribió - una carta rompiendo la capitulacion, y remitiendo - á la espada su desagravio. Llevabale - ciegamente á las manos de su enemigo la misma - nobleza de su proceder; y acertaba mal á disculpar - con los suyos aquella falta de cautela ó precipitada - sinceridad con que se fiaba de Narbáez, teniendo - conocida su intencion y mala voluntad: - pero nadie pudo acusarle de poco advertido Capitan - en esta confianza, siendo el rompimiento de - la palabra en semejantes convenciones una de las<span class="pagenum"><a id="Page_269">[Pg 269]</a></span> malignidades que no se deben rezelar del enemigo: - porque las supercherías no estan en el número - de los estratagemas, ni caben estos engaños que - manchan el pundonor en toda la malicia de la - guerra.</p> -<hr class="chap" /> -<div class="chapter"> -<h3>CAPITULO IX.</h3> -</div> -<blockquote> - <p><i>Prosigue su marcha Hernan Cortés hasta una - legua de Zempoala; sale con su exército en - campaña, Pámphilo de Narbáez: sobreviene - una tempestad, y se retira; con cuya noticia - resuelve Cortés acometerle en su alojamiento.</i></p> - </blockquote> -<p>Quedó Hernan Cortés mas animoso que irritado - con esta última sinrazon de Narbáez, pareciéndole - indigno de su temor un enemigo de tan humildes - pensamientos; y que no fiaba mucho de su exército, - ni de sí, quien trataba de asegurar la victoria - con detrimento de la reputacion. Siguió su - marcha en mas que ordinaria diligencia; no porque - tuviese resuelta la faccion, ni discurridos los - medios; sino porque llevaba el corazon lleno de - esperanzas, madrugando á confortar su resolucion - aquellas premisas que suelen venir delante de los - sucesos. Asentó su quartel una legua de Zempoala, - en parage defendido por la frente del rio<span class="pagenum"><a id="Page_270">[Pg 270]</a></span> que llamaban de Canoas, y abrigado por las espaldas - con la vecindad de la Vera Cruz, donde le - dieron unas caserías ó habitaciones bastante comodidad - para que se reparáse la gente de lo que - habia padecido con la fuerza del sol, y prolixidad - del camino. Hizo pasar algunos batidores y centinelas - á la otra parte del río: y dando el primer - lugar al descanso de su exército, reservó para despues - el discurrir con sus Capitanes lo que se hubiese - de intentar, segun las noticias que llegasen - del exército contrario, donde tenia ganados algunos - confidentes, y estaba creyendo que lo habian - de ser en la ocasion quantos aborrecian aquella - guerra: cuyo presupuesto, y las cortas experiencias - de Narbáez, le dieron bastante seguridad para - que pudiese acercarse tanto á Zempoala sin falta - de precaucion, ó nota de temeridad.</p> -<p>Llegó á Narbáez la noticia del parage donde se - hallaba su enemigo; y mas apresurado que diligente, - ó con un género de celeridad embarazada, - que tocaba en turbacion, trató de sacar su exército - en campaña. Hizo pregonar la guerra, como si - ya no estuviera pública: señaló dos mil pesos de - talla por la cabeza de Cortés: puso en precio menor - las de Gonzalo de Sandoval y Juan Velazquez - de Leon. Mandaba muchas cosas á un tiempo - sin olvidarse de su enojo: mezclabanse las órdenes - con las amenazas; y todo era despreciar al enemigo - con apariencias de temerle. Puesto en órden<span class="pagenum"><a id="Page_271">[Pg 271]</a></span> el exército, ménos por su disposicion, que por - lo que acertaron sin obedecer sus Capitanes, marchó - como un quarto de legua con todo el grueso, - y resolvió hacer alto para esperar á Cortés en campo - abierto: persuadiéndose á que venia tan desalumbrado, - que le habia de acometer donde pudiese - lograr todas sus ventajas el mayor número - de su gente. Duró en este sitio y en esta credulidad - todo el dia, gastando el tiempo, y engañando - la imaginacion con varios discursos de alegre confianza: - conceder el pillage á los soldados: enriquecer - con el tesoro de México á los Capitanes: - y hablar mas en la victoria que de la batalla. - Pero al caer el sol se levantó un nublado que adelantó - la noche, y empezó á despedir tanta cantidad - de agua, que aquellos soldados maldixeron la - salida, y clamaron por volverse al quartel: en - cuya impaciencia entraron poco despues los Capitanes, - y no se trabajó mucho en reducir á Narbáez, - que sentia tambien su incomodidad: faltando - en todos la costumbre de resistir á las inclemencias - del tiempo; y en muchos la inclinacion - á un rompimiento de tantos inconvenientes.</p> -<p>Habia llegado poco ántes aviso de que se mantenia - Cortés de la otra parte del rio: de que, no - sin alguna disculpa, conjeturaron que no habia - que rezelar por aquella noche; y como nunca se - halla con dificultad la razon que busca el deseo, - dieron todos por conveniente la retirada, y la pusieron<span class="pagenum"><a id="Page_272">[Pg 272]</a></span> en execucion desconcertadamente, caminando - al cubierto, ménos como soldados, que como - fugitivos.</p> -<p>No permitió Narbáez que su exército se desuniese - aquella noche, mas porque discurrió en - salir temprano á la campaña, que porque tuviese - algun rezelo de Cortés; aunque afectó por los - demas el cuidado á que obligaba la cercanía del - enemigo. Alojaronse todos en el adoratorio principal - de la villa, que constaba de tres torreones ó - capillas poco distantes: sitio eminente y capaz, á - cuyo plano se subia por unas gradas pendientes y - desabridas, que daban mayor seguridad á la eminencia.</p> -<p>Guarneció con su artillería el pretil que servia - de remate á las gradas; eligió para su persona el - torreon de en medio, donde se retiró con algunos - Capitanes, y hasta cien hombres de su confidencia, - y repartió en los otros dos el resto de la - gente: dispuso que saliesen algunos caballos á - correr la campaña; nombró dos centinelas que - se alargasen á reconocer las avenidas: y con estos - resguardos que, á su parecer, no dexaban que - desear á la buena disciplina, dió al sosiego lo que - restaba de la noche, tan lejos el peligro de su imaginacion, - que se dexó rendir al sueño con poca ó - ninguna resistencia del cuidado.</p> -<p>Despachó luego Andres de Duero á Hernan - Cortés un confidente suyo, que pudo echar fuera<span class="pagenum"><a id="Page_273">[Pg 273]</a></span> de la plaza con poco riesgo, para que á boca le - diese cuenta de la retirada, y de la forma en que - se habia dispuesto el alojamiento, mas por asegurarle - amigablemente que podia pasar la noche sin - rezelo, que por advertirle ó provocarle á nuevos - designios. Pero él con esta noticia tardó poco en - determinarse á lograr la ocasion que, á su parecer, - le convidaba con el suceso. Tenia premeditados - todos los lances que se le podian ofrecer en aquella - guerra: y alguna vez se deben cerrar los ojos - á las dificultades, porque suelen parecer mayores - desde lejos; y hay casos en que daña el discurrir - al executar. Convocó su gente sin mas dilacion - y la puso en órden, aunque duraba la tempestad; - pero aquellos soldados, endurecidos ya en mayores - trabajos, obedecieron, sin hacer caso de su incomodidad, - ni preguntar la ocasion de aquel movimiento - inopinado: tanto se dexaban á la providencia - de su Capitan. Pasaron el rio con el agua - sobre la cintura: y vencida esta dificultad, hizo á - todos un breve razonamiento, en que les comunicó - lo que llevaba discurrido, sin poner duda en su - resolucion, ni cerrar las puertas al consejo. Dióles - noticia de la turbacion con que se habian retirado - los enemigos, buscando el abrigo de su quartel contra - el rigor de la noche, y de la separacion y desórden - con que habian ocupado los torreones del - adoratorio: ponderó él el descuido y seguridad en<span class="pagenum"><a id="Page_274">[Pg 274]</a></span> que se hallaban: la facilidad con que podrian ser - asaltados ántes que llegasen á unirse, ó tuviesen - lugar para doblarse: y viendo que no solo se - aprobaba, pero se aplaudia la proposicion:</p> -<blockquote> - <p>"Esta - noche, prosiguió diciendo con nuevo fervor, - esta noche, amigos, ha puesto el Cielo en nuestras - manos la mayor ocasion que se pudiera fingir - nuestro deseo: veréis agora lo que fio de - vuestro valor; y yo confesaré que vuestro mismo - valor hace grandes mis intentos. Poco ha - que aguardabamos á nuestros enemigos con esperanza - de vencerlos al reparo de esa ribera: ya - los tenemos descuidados y desunidos, militando - por nosotros el mismo desprecio con que - nos tratan. De la impaciencia vergonzosa con - que desampararon la campaña, huyendo esos rigores - de la noche, pequeños males de la naturaleza, - se colige como estarán en el sosiego unos - hombres que le buscaron con floxedad, y le - desfrutan sin rezelo. Narbáez entiende poco - de las puntualidades á que obligan las contingencias - de la guerra. Sus soldados por la mayor - parte son visoños, gente de la primera ocasion, - que no ha menester la noche para moverse - con desacierto y ceguedad: muchos se hallan - desobligados ó quejosos de su Capitan: no faltan - algunos á quien debe inclinacion nuestro - partido; ni son pocos los que aborrecen como - voluntario este rompimiento: y suelen pesar<span class="pagenum"><a id="Page_275">[Pg 275]</a></span> los brazos quando se mueven contra el dictámen - ó contra la voluntad. Unos y otros se - deben tratar como enemigos hasta que se declaren: - porque, si ellos nos vencen, hemos - de ser nosotros los traydores. Verdad es que - nos asiste la razon; pero en la guerra es la - razon enemiga de los negligentes, y ordinariamente - se quedan con ella los que pueden - mas. A usurparos vienen quanto habeis adquirido; - no aspiran á ménos que hacerse - dueños de vuestra libertad, de vuestras haciendas, - y de vuestras esperanzas: suyas han de - llamar nuestras victorias; suya la tierra que - habeis conquistado con vuestra sangre: suya - la gloria de vuestras hazañas: y lo peor es, que - con el mismo pie que intentan pisar nuestra cerviz, - quieren atropellar el servicio de nuestro Rey, - y atajar los progresos de nuestra Religion; - porque se han de perder si nos pierden; y - siendo suyo el delito, han de quedar en duda - los culpados. A todo se ocurre con que - obreis esta noche como acostumbrais; mejor - sabréis executarlo, que yo discurrirlo: alto á - las armas y á la costumbre de vencer: Dios - y el Rey en el corazon, el pundonor á la - vista, y la razon en las manos, que yo seré - vuestro compañero en el peligro; y entiendo - ménos de animar con las palabras, que de persuadir - con el exemplo."</p> - <p><span class="pagenum"><a id="Page_276">[Pg 276]</a></span></p> - </blockquote> -<p>Quedaron tan encendidos los ánimos con esta - oracion de Cortés, que hacian instancia los saldados - sobre que no se dilatáse la marcha. Todos - le agradecieron el acierto de la resolucion, y algunos - le protestaron que, si trataba de ajustarse con - Narbáez, le habian de negar la obediencia: - palabras de hombres resueltos, que no le sonaron - mal, porque hacian al brio mas que al desacato. - Formó, sin perder tiempo, tres pequeños esquadrones - de su gente, los quales se habian de ir - sucediendo en el asalto. Encargó el primero á - Gonzalo de Sandoval con sesenta hombres, en - cuyo número fueron comprehendidos los Capitanes - Jorge y Gonzalo de Alvarado, Alonso Dávila, - Juan Velazquez de Leon, Juan Nuñez de - Mercado, y nuestro Bernal Diaz del Castillo. - Nombró por Cabo del segundo al Maestre de - Campo Christoval de Olid, con otros sesenta - hombres, y asistencia de Andres de Tapia, Rodrigo - Rangel, Juan Xaramillo y Bernardino Vazquez - de Tapia: y él se quedó con el resto de la - gente, y con los Capitanes Diego de Ordaz, - Alonso de Grado, Christoval y Martin de Gamboa, - Diego Pizarro y Domingo de Alburquerque. La - órden fué, que Gonzalo de Sandoval con su vanguardia - procuráse vencer la primera dificultad de - las gradas, y embarazar el uso de la artillería, dividiéndose - á estorvar la comunicacion de los dos - torreones de los lados, y poniendo gran cuidado<span class="pagenum"><a id="Page_277">[Pg 277]</a></span> en el silencio de su gente. Que Christoval de - Olid subiese inmediatamente con mayor diligencia, - y embistiese al torreon de Narbáez, apretando el - ataque á viva fuerza; y él seguiria con los suyos - para dar calor, y asistir donde llamáse la necesidad, - rompiendo entónces las caxas y demas - estruendos militares, para que su misma novedad - diese al asombro y á la confusion el primer movimiento - del enemigo.</p> -<p>Entró luego Fray Bartolomé de Olmedo con su - exôrtacion espiritual, y asentado el presupuesto - de que iban á pelear por la causa de Dios, los - dispuso á que hiciesen de su parte lo que debian - para merecer su favor. Habia una cruz en el - camino, que fixaron ellos mismos quando pasaron - á México; y puesto de rodillas delante de ella - todo el exército, les dictó un acto de contricion, - que iban repitiendo con voz afectuosa: mandóles - decir la confesion general, y bendiciéndolos despues - con la forma de la absolucion, dexó en sus - corazones otro espíritu de mejor calidad, aunque - parecido al primero: porque la quietud de la - conciencia quita el horror á los peligros, ó mejora - el desprecio de la muerte.</p> -<p>Concluida esta piadosa diligencia, formó Hernan - Cortés sus tres esquadrones: puso en su - lugar las picas y las bocas de fuego: repitió las - órdenes á los Cabos: encargó á todos el silencio: - dió por seña y por invocacion el nombre del<span class="pagenum"><a id="Page_278">[Pg 278]</a></span> Espíritu Santo, en cuya Pascua sucedió esta interpresa: - y empezó á marchar en la misma ordenanza - que se habia de acometer, caminando muy - poco á poco, porque llegáse descansada la gente, - y por dar tiempo á la noche para que se apoderáse - mas de su enemigo; de cuya ciega seguridad - y culpable descuido pensaba servirse para vencerle - á ménos costa, sin quedarle algun escrúpulo de - que obraba ménos valerosamente que solia en este - género de insidias generosas, que llamó la antigüedad - delitos de Emperadores ó Capitanes Generales; - siendo los engaños, que no se oponen á - la buena fé, lícitas permisiones del arte militar, y - disputable la preferencia entre la industria y el - valor de los soldados.</p> -<hr class="chap" /> -<div class="chapter"> -<p><span class="pagenum"><a id="Page_279">[Pg 279]</a></span></p> -<h3>CAPITULO X.</h3> -</div> -<blockquote> - <p><i>Llega Hernan Cortés á Zempoala, donde halla - resistencia: consigue con las armas la victoria: - prende á Narbáez, cuyo exército se reduce á - servir debaxo de su mano.</i></p> - </blockquote> -<p>Habria marchado el exército de Cortés algo mas - de media legua, quando volvieron los batidores - con una centinela de Narbáez, que cayó en sus - manos, y dieron noticia de que se les habia - escapado entre la maleza otra que venia poco - despues: accidente que destruia el presupuesto de - hallar descuidado al enemigo. Hizose una breve - consulta entre Capitanes: y vinieron todos en que - no era posible que aquel soldado (caso que hubiese - descubierto el exército) se atreviese por entónces - á seguir el camino derecho, siendo mas verisímil - que tómase algun rodeo, por no dar en el peligro: - de que resultó, con aplauso comun, la resolucion - de alargar el paso para llegar ántes que la espía, ó - entrar al mismo tiempo en el quartel de los - enemigos: suponiendo, que si no se lográse la - ventaja de asaltarlos dormidos, se conseguiria por - lo ménos la de hallarlos mal despiertos, y en el - preciso embarazo de la primera turbacion. Así<span class="pagenum"><a id="Page_280">[Pg 280]</a></span> lo discurrieron sin detenerse, y empezaron á - marchar en mayor diligencia, dexando en un - ribazo fuera del camino los caballos, el bagage y - los demas impedimentos. Pero la centinela, que - debió á su miedo parte de su agilidad, consiguió - el llegar ántes, y puso en arma el quartel, diciendo - á voces que venia el enemigo. Acudieron á las - armas los que se hallaron mas prontos. Llevaronle - á la presencia de Narbáez; y él, despues de - hacerle algunas preguntas, despreció el aviso y al - que le traia, teniendo por impracticable que se - atreviese Cortés á buscarle con tan poca gente - dentro de su alojamiento, ni pudiese campear en - noche tan obscura y tempestuosa.</p> -<p>Serian poco mas de las doce quando llegó Hernan - Cortés á Zempoala, y tuvo dicha en que no - le descubriesen los caballos de Narbáez que, al - parecer, perdieron el camino con la obscuridad, - sino se apartaron de él para buscar algun abrigo - en que defenderse del agua. Pudo entrar en la - villa, y llegar con su exército á vista del adoratorio, - sin hallar un cuerpo de guardia, ni una - centinela en que detenerse. Duraba entónces la - disputa de Narbáez con el soldado, que se afirmaba - de haber reconocido, no solamente los batidores, - sino todo el exército en marcha diligente; - pero se buscaban todavia pretextos á la seguridad, - y se perdia en el exâmen de la noticia el tiempo - que, aun siendo incierta, se debia lograr en la<span class="pagenum"><a id="Page_281">[Pg 281]</a></span> prevencion. La gente andaba inquieta y desvelada - cruzando por el atrio superior: unos dudosos, - y otros en la inteligencia de su Capitan; pero - todos con las armas en las manos; y poco ménos - que prevenidos.</p> -<p>Conoció Hernan Cortés que le habian descubierto: - y hallándose ya en el segundo caso que - llevaba discurrido, trató de asaltarlos ántes que se - ordenasen. Hizo la seña de acometer: y Gonzalo - de Sandoval con su vanguardia empezó á subir - las gradas, segun el órden que llevaba. Sintieron - el rumor algunos de los artilleros que estaban de - guardia: y dando fuego á dos ó tres piezas, - tocaron arma segunda vez, sin dexar duda en la - primera. Siguióse al estruendo de la artillería el - de las caxas y las voces: y acudieron luego á la - defensa de las gradas los que se hallaron mas - cerca. Creció brevemente la oposicion: estrechóse - á las picas y á las espadas el combate: y - Gonzalo de Sandoval hizo mucho en mantenerse, - forcejando á un tiempo con el mayor número de - la gente, y con la diferencia del sitio inferior; - pero le socorrió entónces Christoval de Olid: y - Hernan Cortés, dexando formado su reten, se - arrojó á lo mas ardiente del conflicto, y facilitó el - avance de unos y otros, obrando con la espada lo - que infundia con la voz: á cuyo esfuerzo no - pudieron resistir los enemigos, que tardaron poco - en dexar libre la última grada, y poco mas en<span class="pagenum"><a id="Page_282">[Pg 282]</a></span> retirarse desordenadamente, desamparando el atrio - y la artillería. Huyeron muchos á sus alojamientos, - y otros acudieron á cubrir la puerta del torreon - principal, donde se volvió á pelear breve rato - con igual valor de ambas partes.</p> -<p>Dexóse ver á este tiempo Pámphilo de Narbáez, - que se detuvo en armarse á persuasion de - sus amigos; y despues de animar á los que peleaban, - y hacer quanto pudo para ordenarlos, se adelantó - con tanto denuedo á lo mas recio del combate, - que, hallándose cerca Pedro Sanchez Farfan, - uno de los soldados que asistian á Sandoval, le dió - un picazo en el rostro, de cuyo golpe le sacó un ojo, - y derribó en tierra, sin mas aliento que el que hubo - menester para decir que le habian muerto. - Corrió esta voz entre sus soldados, y cayó sobre todos - el espanto y turbacion con varios efectos: - porque unos le desampararon ignominiosamente; - otros se detuvieron por falta de movimiento; y - los que mas se quisieron esforzar á socorrerle, peleaban - embarazados y confusos del súbito accidente: - con que se hallaron obligados á retroceder, - dando lugar á los vencedores para que le retirasen. - Baxaronle por las gradas poco ménos que arrastrado. - Envió Cortés á Gonzalo de Sandoval para - que cuidáse de asegurar su persona, lo qual se - executó, entregándole al último esquadron: y el - que poco ántes miraba con tanto descuido aquella - guerra se halló al volver en sí, no solo con el dolor<span class="pagenum"><a id="Page_283">[Pg 283]</a></span> de su herida, sino en poder de sus enemigos, y - con dos pares de grillos, que le ponian mas lejos - su libertad.</p> -<p>Llegó el caso de cesar la batalla, porque cesó - la resistencia. Encerraronse todos los de Narbáez - en sus torreones tan amedrentados que no se atrevian - á disparar, y solo cuidaban de poner estorvos - á la entrada. Los de Cortés apellidaron á voces - la victoria, unos por Cortés, y otros por el Rey, - y los mas atentos por el Espíritu Santo: gritos - de alborozo anticipado, que ayudaron entónces - al terror de los enemigos: y fué circunstancia - que hizo al caso en aquella coyuntura, que se - persuadiesen los mas á que traia Cortés un exército - muy poderoso, el qual, á su parecer, ocupaba - gran parte de la campaña; porque desde las ventanas - de su encerramiento descubrian á diferentes - distancias algunas luces, que, interrumpiendo - la obscuridad, parecian á sus ojos cuerdas encendipas - y tropas de arcabuceros: siendo unos gusanos - que resplandecen de noche, semejantes á nuestras - lucernas ó noctilúcas, aunque de mayor tamaño - y resplandor en aquel hemisferio. Aprehension - que hizo particular batería en el vulgo del - exército, y que dexó dudosos á los que mas se - animaban. Tanto engaña el temor á los afligidos, - y tanto se inclinan los adminículos menores de la - casualidad á ser parciales de los afortunados.</p> -<p>Mandó Cortés que cesasen las aclamaciones de<span class="pagenum"><a id="Page_284">[Pg 284]</a></span> la victoria, cuya credulidad intempestiva suele - dañar en los exércitos, y se debe atajar, porque - descuida y desordena los soldados. Hizo volver - la artillería contra los torreones; dispuso que á - guisa de pregon se publicáse indulto general á - favor de los que se rindiesen, ofreciendo partidos - razonables y comunicacion de interéses á los que - se determinasen á seguir sus banderas, libertad y - pasage á los que se quisiesen retirar á la Isla de - Cuba, y á todos salva la ropa y las personas: diligencia - que fué bien discurrida, porque importó - mucho que se hiciese notoria esta manifestacion - de su ánimo, ántes que el dia, cuya primera luz no - estaba lejos, desengañáse aquella gente de las pocas - fuerzas que los tenian oprimidos, y les diese - resolucion para cobrarse de la pusilanimidad mal - concebida: que algunas veces el miedo suele hacerse - temeridad, avergonzando al que le tuvo con - poco fundamento.</p> -<p>Apénas se acabó de intimar el bando á las tres - separaciones donde se habia retraido la gente, - quando empezaron á venir tropas de Oficiales y - soldados á rendirse. Iban entregando las armas - como llegaban: y Cortés, sin faltar á la urbanidad - ni al agasajo, hizo tambien desarmar á sus confidentes, - porque no se les conociese la inclinacion, - ó porque diesen exemplo á los demas. Creció - tanto en breve tiempo el número de los rendidos, - que fué necesario dividirlos, y asegurarlos con<span class="pagenum"><a id="Page_285">[Pg 285]</a></span> guardia suficiente, hasta que, saliendo el dia, se - descubriesen las caras y los afectos.</p> -<p>Cuidó en este intermedio Gonzalo de Sandoval - de que se curáse la herida de Narbáez: y Hernan - Cortés, que acudia incansablemente á todas partes, - y tenia en aquella su principal cuidado, se acercó - á verle con algun recato, por no afligirle con su - presencia; pero le descubrió el respeto de sus soldados: - y Narbáez, volviéndole á mirar con semblante - de hombre que no acababa de conocer su - fortuna, le dixo:</p> -<blockquote> - <p>"Tened en mucho, señor Capitan, - la dicha que habeis conseguido en hacerme - vuestro prisionero."</p> - </blockquote> -<p>A que le respondió - Cortés;</p> -<blockquote> - <p>"De todo, amigo, se deben las gracias - á Dios; pero sin género de vanidad os puedo - asegurar que pongo esta victoria y vuestra prision - entre las cosas menores que se han obrado - en esta tierra."</p> - </blockquote> -<p>Llegó entónces noticia de que se resistia con - obstinacion uno de los torreones donde se habian - hecho fuertes el Capitan Salvatierra y Diego Velazquez - el mozo, deteniendo con su autoridad y - persuasiones á los soldados que se hallaban con - ellos. Volvió Cortés á subir las gradas: hizoles - intimar que se rindiesen, ó serian tratados con - todo el rigor de la guerra; y viéndolos resueltos á - defenderse ó capitular, dispuso, no sin alguna cólera, - que se disparasen al torreon dos piezas de - artillería: y poco despues ordenó á los artilleros<span class="pagenum"><a id="Page_286">[Pg 286]</a></span> que levantasen la mira, y diesen la carga en lo alto - del edificio, mas para espantar que para ofender. - Así lo executaron; y no fué necesaria mayor diligencia - para que saliesen muchos á pedir quartel, - dexando libre la entrada de la torre, que acabó da - allanar Juan Velazquez de Leon con una esquadra - de los suyos, prendiendo á los Capitanes Salvatierra - y Velazquez, enemigos declarados, de quien - se podia temer que aspirasen á ocupar el vacío de - Narbáez: con que se declaró enteramente la victoria - por Cortés. Murieron de su parte solo dos soldados, - y hubo algunos heridos, de los quales hay quien - diga que murieron otros dos. En el exército contrario - quedaron muertos quince soldados, un Alferez - y un Capitan, y fué mucho mayor el número - de los heridos. Narbáez y Salvatierra fueron - llevados á la Vera Cruz con la guardia que - pareció necesaria. Quedó prisionero de Juan Velazquez - de Leon Diego Velazquez el mozo: y - aunque le tenia justamente irritado con el lance - de Zempoala, cuidó con particular asistencia de - su cura y regalo. Generosidad, en que medió - como intercesora la igualdad de la sangre, y como - superior la nobleza del ánimo. Y todo esto - quedó executado ántes de amanecer. ¡Notable - faccion, en que se midieron por instantes los - aciertos de Cortés, y los desalumbramientos de - Narbáez!</p> -<p>Al romper del Alva llegaron los dos mil<span class="pagenum"><a id="Page_287">[Pg 287]</a></span> Chinantécas que se habian prevenido; y aunque - vinieron despues de la victoria, celebró Cortés el - socorro, teniéndole por oportuno, para que viesen - los de Narbáez que no faltaban amigos que le - asistiesen. Miraban aquellos pobres rendidos con - vergüenza y confusion el estado en que se hallaban: - dióles el dia con su ignominia en los ojos: - vieron llegar este socorro, y conocieron las pocas - fuerzas con que se habia conseguido la victoria: - maldecian la confianza de Narbáez: acusaban su - descuido: y todo cedia en mayor estimacion de - Cortés, cuya vigilancia y ardimiento ponderaban - con igual admiracion. Prerogativa es del valor, - en la guerra particularmente, que no le aborrezcan - los mismos que le envidian: pueden sentir su fortuna - los perdidosos; pero nunca desagradan al vencido - las hazañas del vencedor. Máxîma que se - verificó en esta ocasion: porque cada uno, sin - fiarse de los demas, se iba inclinando á mejorar de - Capitan, y á seguir las banderas de un exército - donde vencian y mendraban los soldados. Habia - entre los prisioneros algunos amigos de Cortés, - muchos aficionados á su valor y muchos á su liberalidad. - Rompieron los amigos el velo de la - disimulacion, dieron principio á sus aclamaciones, - con que se declararon luego los aficionados, siguiendo - á la mayor parte los demas. Permitióse - que fuesen llegando á la presencia del nuevo<span class="pagenum"><a id="Page_288">[Pg 288]</a></span> Capitan: arrojáronse muchos á sus pies, si él no los - detuviera con los brazos: dieron todos el nombre, - haciendo pretension de ganar antigüedad en las - listas: no hubo entre tantos uno que se quisiese - volver á la Isla de Cuba: y logró con esto Hernan - Cortés el principal fruto de su empresa; porque - no deseaba tanto vencer, como conquistar aquellos - Españoles. Fué reconociendo los ánimos, y halló - en todos bastante sinceridad, pues ordenó luego - que se les volviesen las armas: accion que resistieron - algunos de sus Capitanes; pero no faltarian - motivos á esta seguridad, siendo amigos los que - mas suponian entre aquella gente, y estando allí - los Chinantécas, que aseguraban su partido. Conocieron - ellos el favor que recibian: aplaudieron - esta confianza con nuevas aclamaciones; y él se - halló en breves horas con un exército que pasaba - ya de mil Españoles, presos los enemigos de quien - se podia rezelar, con una armada de once navios - y siete bergantines á su disposicion, deshecho el - último esfuerzo de Velazquez, y con fuerzas proporcionadas - para volver á la conquista principal: - debiéndose todo á su gran corazon, suma vigilancia - y talento militar; y no ménos al valor de - sus soldados, que abrazaron primero con el ánimo - una resolucion tan peligrosa; y despues con la espada - y con el brio le dieron, no solamente la victoria, - sino el acierto de la misma resolucion; porque<span class="pagenum"><a id="Page_289">[Pg 289]</a></span> al voto de los hombres, que dan ó quitan la - fama, el conseguir es credito del intentar, y las - mas veces se debe á los sucesos el quedar con opinion - de prudentes los consejos aventurados.</p> -<hr class="chap" /> -<div class="chapter"> -<h3>CAPITULO XI.</h3> -</div> -<blockquote> - <p><i>Pone Cortés en obediencia la cabellería de Narbáez, - que andaba en la campaña: recibe noticia - de que habian tomado las armas los Mexicanos - contra los Españoles que dexó en aquella - corte: marcha luego con su exército, y entra - en ella sin oposicion.</i></p> - </blockquote> -<p>No se dexó ver aquella noche la cabellería de - Narbáez, que pudiera embarazar mucho á Cortés, - si hubiera quedado en la disposicion que pedia - una plaza de armas en tan corta distancia del enemigo. - Pero allí se olvidaron todas las reglas de la - milicia, y dado el yerro de la negligencia en un - Capitan, ó se hace ménos extraño lo que se dexó - de advertir, ó pasan por conseqüencias los absurdos. - Valiéronse de los caballos para escapar los que duraron - ménos en la ocasion: y á la mañana se tuvo - noticia de que andaban incorporados con los batidores - que salieron la noche ántes, formando un - cuerpo de hasta quarenta caballos que discurrian<span class="pagenum"><a id="Page_290">[Pg 290]</a></span> por la campaña con señas de resistir. Dió poco - rezelo esta novedad, y Hernan Cortés, ántes de - pasar á términos de mayor resolucion, nombró al - Maestre de Campo Christoval de Olid, y al Capitan - Diego de Ordaz para que fuesen á procurar - reducirlos con suavidad: como lo executaron y - consiguieron á la primera insinuacion de que - serian admitidos en el exército con la misma - gratitud que sus compañeros, cuyo partido y - exemplar bastó para que viniesen todos á rendirse - y tomar servicio con sus armas y caballos. Tratóse - luego de curar los heridos y alojar la gente, - á que asistieron alegres y oficiosos el Cacique y - sus Zempoales, celebrando la victoria, y disponiendo - el hospedage de sus amigos con un género - de regocijo interesado, en que, al parecer, respiraban - de la fatiga y servidumbre antecedente.</p> -<p>No se descuidó Hernan Cortés en asegurarse de - la armada, punto esencial en aquella ocurrencia. - Despachó sin dilacion al Capitan Francisco de - Lugo para que hiciese poner en tierra, y conducir - á la Vera Cruz las velas, xarcias y timones de - todos los baxeles. Ordenó que viniesen á Zempoala - los pilotos y marineros de Narbáez, y envió - de los suyos los que parecieron bastantes para la - seguridad de los buques: por cuyo cabo fué un - Maestre que se llamaba Pedro Caballero: bastante - ocupacion para que le honráse Bernal Diaz con - título de Almirante de la mar.</p> -<p><span class="pagenum"><a id="Page_291">[Pg 291]</a></span></p> -<p>Dispuso que se volviesen á su provincia los - Chinantécas, agradeciendo el socorro como si - hubiera servido: y despues se dieron algunos dias - al descanso de la gente, en los quales vinieron los - pueblos vecinos y Caciques del contorno á congratularse - con los Españoles buenos ó Teules - mansos, que así llamaban á los de Cortés. Volvieron - á revalidar su obediencia y á ofrecer su - amistad: acompañando esta demostracion con - varios presentes y regalos, de que no poco se - admiraban los de Narbáez: empezando á experimentar - las mejoras del nuevo partido en el agasajo - y seguridad de aquella gente, que vieron poco - ántes escarmentada y desabrida.</p> -<p>En todo este fervor de sucesos favorables traia - Hernan Cortés á México en el corazon: no se - apartaba un instante su memoria del riesgo en que - dexó á Pedro de Alvarado y sus Españoles, cuya - defensa consistia únicamente en aquello poco que - se podia fiar de la palabra que le dió Motezuma - de no hacer novedad en su ausencia: vínculo desacreditado - en la soberana voluntad de los Reyes; - porque algunos estadistas le procuran desatar con - varias soluciones, defendiendo que no les obliga - su observancia como á los particulares: en cuyo - dictámen pudo hallar entónces Hernan Cortés - bastante razon de temer, sin aprobar con su - rezelo esta política irreverente, por ser lo mismo - hallar falencia en las palabras de los Reyes, que<span class="pagenum"><a id="Page_292">[Pg 292]</a></span> apartar de los Príncipes la obligacion de Caballeros.</p> -<p>Hecho el ánimo á volverse luego, y no atreviéndose - á llevar consigo tanta gente, por no desconfiar - á Motezuma ó remover los humores de su - corte, resolvió dividir el exército, y emplear - alguna parte de él en otras conquistas. Nombró - á Juan Velazquez de Leon para que fuese con - doscientos hombres á pacificar la provincia de - Panúco, y á Diego de Ordaz para que se apartáse - con otros doscientos á poblar la de Guazacoalco: - reservando para sí poco mas de seiscientos Españoles, - número que le pareció proporcionado para - entrar en la corte con apariencias de modesto, sin - olvidar las señas de vencedor.</p> -<p>Pero al mismo tiempo que se daba execucion á - este designio, se ofreció novedad, que le obligó á - tomar otra senda en sus disposiciones. Llegó - carta de Pedro de Alvarado en que le avisaba:</p> -<blockquote> - <p>"que habian tomado las armas contra él los - Mexicanos; y á pesar de Motezuma, que perseveraba - todavia en su alojamiento, le combatian - con freqüentes asaltos, y tanto número de - gente, que se perderian sin remedio él y todos - los suyos, si no fuesen socorridos con brevedad."</p> - </blockquote> -<p>Vino con esta noticia un soldado Español, y en - su escolta un Embaxador de Motezuma, cuya representacion - fué</p> -<blockquote> - <p>"darle á entender que no habia - sido en su mano el reprimir á sus vasallos:<span class="pagenum"><a id="Page_293">[Pg 293]</a></span> ponerle delante lo que padecia su autoridad con - los amotinados: asegurarle que no se apartaria - de Pedro de Alvarado y sus Españoles: y últimamente - llamarle á su corte para el remedio:"</p> - </blockquote> -<p>fuese de la misma sedicion, ó fuese del peligro en - que se hallaban aquellos Españoles, que uno y - otro arguye confianza y sinceridad.</p> -<p>No fué necesario poner en consulta la resolucion - que se debia tomar en este caso, porque se adelantó - el voto comun de los Capitanes, y soldados - á mirar como empeño inexcusable la jornada: - pasando algunos á tener por oportuno y de buen - presagio un accidente que les servia de pretexto - para excusar la desunion de sus fuerzas, y volver - con todo el grueso á la corte; de cuya reduccion - debian tomar su principio las demas conquistas. - Nombró luego Hernan Cortés por Gobernador de - la Vera Cruz, como Teniente de Gonzalo de - Sandoval, á Rodrigo Rangel, persona de cuya - inteligencia y cuidado pudo fiar la seguridad de - los prisioneros y la conservacion de los aliados. - Hizo que pasáse muestra su exército; y dexando - en aquella plaza la guarnicion que pareció necesaria, - y bastante seguridad en los baxeles, halló - que constaba de mil infantes y cien caballos. - Dividióse la marcha en diferentes veredas, por no - incomodar los pueblos, ó por facilitar la provision - de los víveres: señalóse por plaza de armas un - parage conocido cerca de Tlascála, donde pareció<span class="pagenum"><a id="Page_294">[Pg 294]</a></span> que debian entrar unidos y ordenados: y aunque - fueron delante algunos comisarios á tener bastecidos - los tránsitos, no bastó su diligencia para que - dexasen de padecer los que iban fuera del camino - principal algunos ratos de hambre y sed intolerable. - Fatiga que sufrieron los de Narbáez sin descaecer - ni murmurar; siendo aquellos mismos que - poco ántes rindieron el sufrimiento á menor inclemencia. - Pudose atribuir esta novedad al exemplo - de los veteranos, ó á las esperanzas que llevaban - en el corazon: dexando alguna parte á la diferencia - del Capitan, cuya opinion suele tener sus - influencias ocultas en la paciencia de los soldados.</p> -<p>Antes de partir, respondió Hernan Cortés por - escrito á Pedro de Alvarado, y por su Embaxador - á Motezuma, dándoles cuenta de su victoria, de su - vuelta y del aumento de su exército: al uno, para - que se alentase con esperanza de mayor socorro: y - al otro, para que no extrañáse verle con tantas - fuerzas, quando los tumultos de su corte le obligaban - á no dividirlas. Procuró medir el tiempo - con la necesidad: alargó las marchas quanto pudo: - estrechó las horas al descanso, hallándole su - actividad en su mismo trabajo. Hizo alguna - mansion en la plaza de armas para recoger la gente - que venia extraviada: y últimamente llegó á Tlascála - en diez y siete de Junio con todo el exército - puesto en órden, cuya entrada fué lucida y festejada. - Magiscatzín hospedó á Cortés en su casa:<span class="pagenum"><a id="Page_295">[Pg 295]</a></span> los demas hallaron comodidad, obsequio y regalo - en su alojamiento. Andaba en los Tlascaltécas - mal encubierto el odio de los Mexicanos con el - amor de los Españoles: referian su conspiracion, - y el aprieto en que se hallaba Pedro de Alvarado, - con circunstancias de mas afectacion que certidumbre: - ponderaban el atrevimiento y la poca fé - de aquella nacion, provocando los ánimos á la - venganza, y mezclando con poco artificio el avisar - y el influir. Culpas encarecidas con zelo - sospechoso, y verdades en boca del enemigo, que - se introducen como informes para declinar en - acusaciones.</p> -<p>Resolvió el Senado hacer un esfuerzo grande, y - convocar todas sus milicias para que asistiesen á - Cortés en esta ocasion, no sin alguna razon de estado, - mejor entendida que recatada: porque deseaban - arrimar su interés á la causa del amigo, y servirse - de sus fuerzas para destruir de una vez la nacion - dominante que tanto aborrecian. Conocióse - fácilmente su intencion; y Hernan Cortés con - señas de agradecido y lisonjeado reprimió el orgullo - con que se disponian á seguirle, contraponiendo - á las instancias del Senado algunas razones - aparentes, que en la substancia venian á ser pretextos - contra pretextos. Pero admitió hasta dos - mil hombres de buena calidad, con sus Capitanes - ó Cabos de quadrillas, los quales siguieron su marcha,<span class="pagenum"><a id="Page_296">[Pg 296]</a></span> y fueron de servicio en las ocasiones siguientes. - Llevó esta gente por dar mayor seguridad á - su empresa, ó mantener la confianza de los Tlascaltécas, - acreditados ya de valientes contra los - Mexicanos: y no llevó mayor número por no - escandalizar á Motezuma, ó poner en desesperacion - á los rebeldes. Era su intento entrar en México - de paz, y ver si podia reducir aquel pueblo - con los remedios moderados, sin acordarse por entónces - de su irritacion, ni discurrir en el castigo - de los culpados; si ya no queria que fuese primero - la quietud: por ser dos cosas que se consiguen - mal á un mismo tiempo, el sosiego de la sedicion, - y el escarmiento de los sediciosos.</p> -<p>Llegó á México dia de San Juan, sin haber hallado - en el camino mas embarazo que la variedad - y discordancia de las noticias. Pasó el exército - la laguna sin oposicion, aunque no faltaron señales - que hiciesen novedad en el cuidado. Hallaronse - deshechos y abrasados los dos bergantines de fábrica - Española; desiertos los arrabales y el barrio - de la entrada: rotos los puentes que servian á - la comunicacion de las calles: y todo en un silencio - que parecia cauteloso. Indicios que obligaron - á caminar poco á poco, suspendiendo los avances, - y ocupando la infantería lo que dexaban reconocido - los caballos. Duró este rezelo hasta que, - descubriendo el socorro los Españoles que asistian<span class="pagenum"><a id="Page_297">[Pg 297]</a></span> á Motezuma, levantaron el grito y aseguraron la - marcha. Baxó con ellos Pedro de Alvarado á - la puerta del alojamiento, y se celebró la comun - felicidad con igual recocijo. Victoreabanse unos - á otros en vez de saludarse: todos se interrumpian: - dixeron mucho los brazos y las medias razones: - eloqüencias del contento, en que significan - mas las voces que las palabras.</p> -<p>Salió Motezuma con algunos de sus criados hasta - el primer patio, donde recibió á Cortés, tan copiosa - de afectos su alegría, que tocó en exceso, y - se llevó tras sí la majestad. Es cierto, y nadie lo - niega, que deseaba su venida, porque ya necesitaba - de sus fuerzas y consejo para reprimir á los suyos, - ó por la misma privacion en que se hallaba de - aquel género de libertad que le permitia Cortés, - dexándole salir á sus divertimientos: licencia de - que no quiso usar en todo el tiempo de su ausencia: - siendo cierto que ya consistia su prision en la - fuerza de su palabra, cuyo desempeño le obligó á - no desviarse de los Españoles en aquella turbacion - de su república.</p> -<p>Bernal Diaz del Castillo dice que correspondió - Hernan Cortés con desabrimiento á esta demostracion - de Motezuma: que le torció el rostro, y se - retiró á su quarto sin visitarle ni dexarse visitar: - que dixo contra él algunas palabras descompuestas - delante de sus mismos criados: y añade como de - propio dictámen:</p> -<p><span class="pagenum"><a id="Page_298">[Pg 298]</a></span></p> -<blockquote> - <p>"Que por tener consigo tantos - Españoles, hablaba tan ayrado y descomedido."</p> - </blockquote> -<p>Terminos son de su Historia. Y Antonio de Herrera - le desautoriza mas en la suya: porque se vale - de su misma confesion para comprobar su desacierto - con estas palabras:</p> -<blockquote> - <p>"Muchos han dicho - haber oido decir á Hernando Cortés que, si en - llegando visitára á Motezuma, sus cosas pasaran - bien; y que lo dexó, estimándole en poco por - hallarse tan poderoso."</p> - </blockquote> -<p>Y trae á este propósito - un lugar de Cornelio Tácito, cuya substancia es, - que los sucesos prósperos hacen insolentes á los - grandes Capitanes. No lo dice así Francisco Lopez - de Gómara, ni el mismo Hernan Cortés en la - segunda relacion de su jornada, que pudiera tocarlo - para dar los motivos que le obligaron á semejante - aspereza, tuviese razon, ó fuese disculpa. - Quede al arbitrio de la sinceridad el credito que - se debe á los Autores, y seanos lícito dudar en - Cortés una sinrazon tan fuera de propósito. Los - mismos Herrera y Castillo asientan que Motezuma - resistió esta sedicion de sus vasallos: que los - detuvo y reprimió siempre: que intentaron asaltar - el quartel: y que, si no fuera por la sombra de - su autoridad, hubieran perecido infaliblemente - Pedro de Alvarado y los suyos. Nadie niega que - Cortés lo llevó entendido así; ni el hallarle cumpliendo - su palabra le dexaba razon de dudar: - siendo fuera de toda proporcion que aquel Príncipe - moviese las armas que detenia, y se dexáse<span class="pagenum"><a id="Page_299">[Pg 299]</a></span> estar cerca de los que intentaba destruir. Accion - parece indigna de Cortés el despreciarle, quando - podia llegar el caso de haberle menester, y no era - de su genio la destemplanza que se le atribuye como - efecto de la prosperidad. Puedese creer, ó - sospechar á lo ménos, que Antonio de Herrera - entró con poco fundamento en esta noticia, reincidiendo - en los manuscritos de Bernal Diaz, apasionado - intérprete de Cortés: y pudo ser que se - inclináse á seguir su opinion por lograr la sentencia - de Tácito. Ambicion peligrosa en los historiadores: - porque suele torcerse ó ladearse la narracion - para que vengan á propósito las márgenes - y no es de todos entenderse á un tiempo con la - verdad y con la erudicion.</p> -<hr class="chap" /> -<div class="chapter"> -<p><span class="pagenum"><a id="Page_300">[Pg 300]</a></span></p> -<h3>CAPITULO XII.</h3> -</div> -<blockquote> - <p><i>Dáse noticia de los motivos que tuvieron los Mexicanos - para tomar las armas. Sale Diego de - Ordaz con algunas compañías á reconocer la - ciudad: da en una zelada que tenian prevenida; - y Hernan Cortés resuelve la guerra.</i></p> - </blockquote> -<p>Dos ó tres dias ántes que llegáse á México el - exército de Cortés se retiraron los rebeldes á la - otra parte de la ciudad; cesando en sus hostilidades - cavilosamente, segun lo que se pudo inferir - del suceso. Hallábanse asegurados en el exceso de - sus fuerzas, y orgullosos de haber muerto en los - combates pasados tres ó quatro Españoles: caso - extraordinario, en que adquirieron, á costa de mucha - gente, nueva osadía ó mayor insolencia. Supieron - que venia Cortés, y no pudieron ignorar lo - que habia crecido su exército; pero estuvieron tan - lejos de temerle, que hicieron aquel ademan de - retirarse para dexarle franca la entrada, y acabar - con todos los Españoles despues de tenerlos juntos - en la ciudad. No se llegó á penetrar entónces - este designio, aunque se tuvo por ardid la retirada: - y pocas veces se engaña quien discurre con - malicia en las acciones del enemigo.</p> -<p>Alojóse todo el exército en el recinto del mismo<span class="pagenum"><a id="Page_301">[Pg 301]</a></span> quartel, donde cupieron Españoles y Tlascaltécas - con bastante comodidad: distribuyeronse las - guardias y las centinelas, segun el rezelo á que - obligaba una guerra que habia cesado sin ocasion; - y Hernan Cortés se apartó con Pedro de Alvarado - para inquirir el orígen de aquella sedicion, y pasar - á los remedios con noticia de la causa. Hallamos - en este punto la misma variedad en que otras veces - ha tropezado el curso de la pluma. Dicen - unos que las inteligencias de Narbáez consiguieron - esta conjuracion del pueblo Mexicano; y - otros que dispuso el motin, y le fomentó Motezuma - con ansia de su libertad: en que no es - necesario detenernos, pues se ha visto ya el poco - fundamento con que se atribuyeron á Narbáez - estas negociaciones ocultas; y queda bastantemente - defendido Motezuma de semejante inconseqüencia. - Dieron algunos el principio de la - conspiracion á la fidelidad de los Mexicanos, refiriendo - que tomaron las armas para sacar de opresion - á su Rey: dictámen que se acerca mas á la - razon que á la verdad. Otros atribuyeron este - rompimiento al gremio de los sacerdotes, y no sin - alguna probabilidad: porque anduvieron mezclados - en el tumulto, publicando á voces las amenazas - de sus Dioses, y enfureciendo á los demas con - aquel mismo furor que los disponia para recibir - sus respuestas. Repetian ellos lo que hablaba el - demonio en sus ídolos; y aunque no fué suyo el<span class="pagenum"><a id="Page_302">[Pg 302]</a></span> primer movimiento, tuvieron eficacia y actividad - para irritar los ánimos, y mantener la sedicion.</p> -<p>Los Escritores forasteros se apartan mas de lo - verisímil, poniendo el orígen y los motivos de aquella - turbacion entre las atrocidades con que procuran - desacreditar á los Españoles en la conquista - de las Indias: y lo peor es que apoyan su malignidad - citando al Padre Fray Bartolomé de las - Casas ó Casaus, que fué despues Obispo de Chiapa, - cuyas palabras copian y traducen, dándonos - con el argumento de Autor nuestro y testigo calificado. - Lo que dexó escrito y anda en sus obras - es, que los Mexicanos dispusieron un bayle público, - de aquellos que llamaban mitotes, para divertir - ó festejar á Motezuma: y que Pedro de Alvarado, - viendo las joyas de que iban adornados, convocó - su gente, y embistió con ellos, haciéndolos pedazos - para quitarselas: en cuyo miserable despojo, - dice, que fueron pasados á cuchillo mas de dos - mil hombres de la Nobleza Mexicana; con que - dexa la conspiracion en términos de justa venganza. - Notable despropósito de accion, en que hace - falta lo congruente y lo posible. Solicitaba entónces - este Prelado el alivio de los Indios, y encareciendo - lo que padecian, cuidó ménos de la verdad - que de la ponderacion. Los mas de nuestros - Escritores le convencen de mal informado en esta - y otras enormidades que dexó escritas contra los - Españoles. Dicha es hallarle impugnado, para<span class="pagenum"><a id="Page_303">[Pg 303]</a></span> entendernos mejor con el respeto que se debe á su - dignidad.</p> -<p>Pero lo cierto fué, que Pedro de Alvarado, poco - despues que se apartó de México Hernan Cortés, - reconoció en los nobles de aquella corte ménos atencion - ó ménos agrado; cuya novedad le obligó - á vivir cuidadoso, y velar sobre sus acciones. Valióse - de algunos confidentes, que observasen lo que - pasaba en la ciudad: supo que andaba la gente - inquieta y misteriosa, y que se hacian juntas en - casas particulares, con un género de recato mal seguro, - que ocultaba el intento, y descubria la intencion. - Dió calor á sus inteligencias, y consiguió - con ellas la noticia evidente de una conjuracion - que se iba forjando contra los Españoles; - porque ganó algunos de los mismos conjurados que - venian con los avisos, afeando la traycion, sin olvidar - el interés. Ibase acercando una fiesta muy - solemne de sus ídolos, que celebraban con aquellos - bayles públicos, mezcla de nobleza y plebe, y conmocion - de toda la ciudad. Eligieron este dia para - su faccion, suponiendo que se podrian juntar - descubiertamente sin que hiciese novedad. Era su - intento dar principio al bayle para convocar el - pueblo, y llevarsele tras sí con la diligencia de - apellidar la libertad de su Rey y la defensa de sus - Dioses: reservando para entónces el publicar la - conjuracion, por no aventurar el secreto, fiándose - anticipadamente de la muchedumbre: y á la verdad<span class="pagenum"><a id="Page_304">[Pg 304]</a></span> no tenian mal discurrido: que pocas veces - falta el ingenio á la maldad.</p> -<p>Vinieron la mañana precedente al dia señalado - algunos de los promovedores del motin á verse - con Pedro de Alvarado, y le pidieron licencia para - celebrar su festividad: rendimiento afectado con - que procuraron deslumbrarle; y él, mal asegurado - todavia en su rezelo, se la concedió con calidad - que no llevasen armas, ni se hiciesen sacrificios - de sangre humana; pero aquella misma noche supo - que andaban muy solícitos escondiendo las armas - en el barrio mas vecino al templo: noticia - que no le dexó que dudar, y le dió motivo para - discurrir en una temeridad, que tuvo sus apariencias - de remedio; y lo pudiera ser, si se aplicára - con la debida moderacion. Resolvió asaltarlos en - el principio de su fiesta, sin dexarles lugar para - que tomasen las armas, ni levantasen el pueblo: - y así lo puso en execucion, saliendo á la hora - señalada con cincuenta de los suyos, y dando á entender - que le llevaba la curiosidad ó el divertimiento. - Hallólos entregados á la embriaguez, y - envueltos en el regocijo cauteloso, de que se iba - formando la traycion. Embistió con ellos, y los - atropelló con poca ó ninguna resistencia, hiriendo - y matando algunos que no pudieron huir, ó tardaron - mas en arrojarse por las cercas y ventanas - del adoratorio. Su intento fué castigarlos y desunirlos, - lo qual se consiguió sin dificultad, pero<span class="pagenum"><a id="Page_305">[Pg 305]</a></span> no sin desórden, porque los Españoles despojaron - de sus joyas á los heridos y á los muertos. Licencia - mal reprimida entónces, y siempre dificultosa - de reprimir en los soldados, quando se hallan con - la espada en la mano, y el oro á la vista.</p> -<p>Dispuso esta faccion Pedro de Alvarado con - mas ardor que providencia. Retiróse con desahogos - de vencedor, sin dar á entender al concurso - popular los motivos de su enojo. Debiera publicar - entónces la traycion que prevenian contra él - aquellos nobles: manifestar las armas que tenian - escondidas; ó hacer algo de su parte para ganar - contra ellos el voto de la plebe, fácil siempre de - mover contra la nobleza; pero volvió satisfecho de - que habia sido justo el castigo, y conveniente la - resolucion; ó no conoció lo que importan al acierto - los adornos de la razon. Y aquel pueblo, que - ignoraba la provocacion, y vió el estrago de los - suyos y el despojo de las joyas, atribuyó á la codicia - todo el hecho, y quedó tan irritado, que tomó - luego las armas, y dió cuerpo formidable á la sedicion, - hallándose dentro del tumulto con poca ó - ninguna diligencia de los primeros conjurados.</p> -<p>Reprehendió Hernan Cortés á Pedro de Alvarado - por el arrojamiento y falta de consideracion con - que aventuró la mayor parte de sus fuerzas en dia - de tanta comocion, dexando el quartel y su primer - cuidado al arbitrio de los accidentes que podian - sobrevenir. Sintió que recatáse á Motezuma<span class="pagenum"><a id="Page_306">[Pg 306]</a></span> los primeros lances de aquella inquietud, porque - no se fió de él, hasta que le vió á su lado en la - ocasion: y debiera comunicarle sus rezelos, quando - no para valerse de su autoridad, para sondar su - ánimo, y saber si le dexaba seguro con tan poca - guarnicion: lo qual fué lo mismo que volver las - espaldas al enemigo, de quien mas se debia rezelar: - culpó la inadvertencia de no justificar á voces - con el pueblo y con los mismos delinqüentes una - resolucion de tan violenta exterioridad. De que - se conoce que no hubo en el hecho, ni en sus motivos - ó circunstancias, la maldad que le imputaron; - porque no se contentára Hernan Cortés con reprehender - solamente un delito de semejante atrocidad, - ni perdiera la ocasion de castigarle, ó prenderle - por lo ménos, para introducir la paz con este - género de satisfaccion. Antes hallamos que le - propuso el mismo Alvarado su prision como uno - de los medios que podrian facilitar la reduccion de - aquella gente; y no vino en ello, porque le pareció - camino mas real servirse de la razon que tuvo el - mismo Alvarado contra los primeros amotinados, - para desengañar el pueblo, y enflaquecer la faccion - de los nobles.</p> -<p>No se dexaron ver aquella tarde los rebeldes, ni - despues hubo accidente que turbáse la quietud de - la noche. Llegó la mañana, y viendo Hernan - Cortés que duraba el silencio del enemigo con - señas de cavilacion, porque no parecia un hombre<span class="pagenum"><a id="Page_307">[Pg 307]</a></span> por las calles, ni en todo lo que se alcanzaba con - la vista, dispuso que saliese Diego de Ordaz á reconocer - la ciudad, y apurar el fondo á este misterio. - Llevó quatrocientos hombres Españoles y - Tlascaltécas: marchó con buena órden por la calle - principal, y á poca distancia descubrió una tropa - de gente armada, que le arrojaron, al parecer, los - enemigos para cebarle: y avanzando entónces, con - ánimo de hacer algunos prisioneros para tomar - lengua, descubrió un exército de innumerable - muchedumbre que le buscaba por la frente, y otro - á las espaldas, que tenian oculto en las calles de - los lados, cerrando el paso á la retirada. Embisterionle - unos y otros con igual ferocidad, al mismo - tiempo que se dexó ver en las ventanas y azuteas - de las casas tercer exército de gente popular - que cerraba tambien el camino de la respiracion, - llenando el ayre de piedras y armas arrojadizas.</p> -<p>Pero Diego de Ordaz, que necesitó de su valor - y experiencia para juntar en este conflicto el desahogo - con la celeridad, formó y dividió su esquadron - segun el terreno, dando segunda frente á la - retaguardia: picas y espadas contra las dos avenidas; - y bocas de fuego contra las ofensas de arriba. - No le fué posible avisar á Cortés del aprieto en - que se hallaba; ni él, sin esta noticia, tuvo por - necesario el socorrerle, quando le suponia con - bastantes fuerzas para executar la órden que llevaba. - Pero duró poco el calor de la batalla; porque<span class="pagenum"><a id="Page_308">[Pg 308]</a></span> los Indios embistieron tumultuariamente, y - anegados en su mismo número, se impedian el - uso de las armas: perdiendo tantos la vida en el - primer acometimiento que se reduxeron los demas - á distancia que ni podian ofender, ni ser ofendidos. - Las bocas de fuego despejaron brevemente - los terrados. Y Diego de Ordaz, que venia solo - á reconocer, y no debia pasar á mayor empeño, - viendo que los enemigos le sitiaban á lo largo, reducidos - á pelear con las voces y las amenazas, se - resolvió á retirarse abriendo el camino con la espada: - y dada la órden, se movió en la misma formacion - que se hallaba, cerrando á viva fuerza con los - que ocupaban el paso del quartel, y peleando al - mismo tiempo con los que se le acercaban, por la - parte contrapuesta, ó se descubrian en lo alto de - las casas. Consiguióse con dificultad la retirada, - y no dexó de costar alguna sangre, porque volvieron - heridos Diego de Ordaz y los mas de los suyos, - quedando muertos ocho soldados que no se pudieron - retirar. Serian acaso Tlascaltécas; porque - solo se hace memoria de un Español, que obró señaladamente - aquel dia, y murió cumpliendo con - su obligacion. Bernal Diaz refiere sus hazañas, y - dice que se llamaba Lezcano. Los demas no hablan - en él. Quedó sin el nombre cabal que merecia; - pero no quede sin la recomendacion de que - se puede honrar su apellido. Conoció Hernan - Cortés en este suceso que ya no era tiempo de intentar<span class="pagenum"><a id="Page_309">[Pg 309]</a></span> proposiciones de paz, que, disminuyendo la - reputacion de sus fuerzas, aumentasen la insolencia - de los sediciosos. Determinó hacersela desear - ántes de proponersela, y salir á la ciudad con la - mayor parte de su exército, para llamarlos con el - rigor á la quietud. No se hallaba persona entónces - por cuyo medio se pudiese introducir el tratado. - Motezuma desconfiaba de su autoridad, ó - temia la inobediencia de sus vasallos. Entre los - rebeldes no habia quien mandáse, ni quien obedeciese, - ó mandaban todos, y nadie obedecia: vulgo - entónces sin distincion ni gobierno, que se componia - de nobles y plebeyos. Deseaba Cortés con - todo el ánimo seguir el camino de la moderacion, - y no desconfió de volverle á cobrar; pero tuvo - por necesario hacerse atender ántes de ponerse á - persuadir: en que obró como diestro Capitan; - porque nunca es seguro fiarse de la razon desarmada - para detener los ímpetus de un pueblo sedicioso: - ella encogida ó balbuciente quando no lleva - seguras las espaldas: y él un monstruo inexôrable - que, aun teniendo cabeza, le faltan los oidos.</p> -<hr class="chap" /> -<div class="chapter"> -<p><span class="pagenum"><a id="Page_310">[Pg 310]</a></span></p> -<h3>CAPITULO XIII</h3> -</div> -<blockquote> - <p><i>Intentan los Mexicanos asaltar el quartel, y - son rechazados: hace dos salidas contra ellos - Hernan Cortés; y aunque ambas veces fueron - vencidos y desbaratados, queda con alguna - desconfianza de reducirlos.</i></p> - </blockquote> -<p>Persiguieron los Mexicanos á Diego de Ordaz, - tratando como fuga su retirada, y siguiendo con - ímpetu desordenado el alcance, hasta que los detuvo, - á su despecho, la artillería del quartel, cuyo - estrago los obligó á retroceder lo que tuvieron por - necesario para desviarse del peligro; pero hicieron - alto á la vista, y se conoció del silencio y diligencia - con que se andaban convocando y disponiendo, - que trataban de pasar á nuevo designio.</p> -<p>Era su intento asaltar á viva fuerza el quartel - por todas partes; y á breve rato se vieron cubiertas - de gente las calles del contorno. Hicieron poco - despues la seña de acometer atabales y bocinas: - avanzaron todos á un tiempo con igual precipitacion. - Traian de vanguardia tropas de Flecheros, - para que barriendo la muralla, pudiesen acercarse - los demas. Fueron tan cerradas y tan repetidas - las cargas que despidieron, haciendo lugar á los<span class="pagenum"><a id="Page_311">[Pg 311]</a></span> que iban señalados para el asalto, que se hallaron - los defensores en confusion, acudiendo con - dificultad á los dos tiempos de reparar y ofender. - Vióse casi anegado en flechas el quartel: y - no parezca locucion sobradamente animosa; pues - se llegó á señalar gente que las apartáse, porque - ofendian segunda vez cerrando el paso á la defensa. - Las piezas de artillería, y demas bocas - de fuego hacian horrible destrozo en los enemigos; - pero venian tan resueltos á morir ó vencer, que se - adelantaban de tropel á ocupar el vacío de los que - iban cayendo, y se volvian á cerrar animosamente, - pisando los muertos, y atropellando los heridos.</p> -<p>Llegaron muchos á ponerse debaxo del cañon, - y á intentar el asalto con increible determinacion: - valianse de sus instrumentos de pedernal para romper - las puertas, y picar las paredes: unos trepaban - sobre sus compañeros para suplir el alcance de - sus armas: otros hacian escalas de sus mismas picas - para ganar las ventanas ó terrados; y todos se - arrojaban al hierro y al fuego como fieras irritadas. - Notable repeticion de temeridades, que pudieran - celebrarse como hazañas, si obrara en ellos el valor - algo de lo que obraba la ferocidad.</p> -<p>Pero últimamente fueron rechazados, y se retiraron, - para cubrirse, á las travesías de las calles, - donde se mantuvieron hasta que los dividió la - noche, mas por la costumbre que tenian de no pelear<span class="pagenum"><a id="Page_312">[Pg 312]</a></span> en ausencia del sol, que porque diesen esperanzas - de haberse decidido la qüestion. Antes se - atrevieron poco despues á turbar el sosiego de los - Españoles, poniendo por diferentes partes fuego al - quartel: ó ya lo consiguiesen arrimándose á las - puertas y ventanas con el amparo de la obscuridad; - ó ya le arrojasen á mayor distancia con - las flechas de fuego artificial: que pareció mas verisímil, - porque la llama creció subitamente á tomar - posesion del edificio con tanto vigor, que fué - necesario atajarla derribando algunas paredes, y - trabajar despues en cerrar y poner en defensa los - portillos que se hicieron para impedir la comunicacion - del incendio: fatiga que duró la mayor parte - de la noche.</p> -<p>Pero apénas se declaró la primera luz de la mañana, - quando se dexaron ver los enemigos, escarmentados, - al parecer, de acercarse á la muralla, - porque solo provocaban á los Españoles para que - saliesen de sus reparos: llamabanlos á la batalla - con grandes injurias: tratabanlos de cobardes porque - se defendian encerrados: y Hernan Cortés, - que habia resuelto salir contra ellos aquel dia, tuvo - por oportuna esta provocacion para encender - los suyos. Dispusolos con una breve oracion al - desagravio de su ofensa, y formó, sin mas dilacion, - tres esquadrones del grueso que pareció conveniente, - dando á cada uno mas Españoles que Tlascaltécas:<span class="pagenum"><a id="Page_313">[Pg 313]</a></span> los dos para que fuesen desembarazando - las calles vecinas ó colaterales; y el tercero, donde - iba su persona y la fuerza principal de su exército, - para que acometiese por la calle de Tacuba, - donde habia cargado el mayor grueso del enemigo. - Dispuso las hileras, y distribuyó las armas - segun la necesidad que habia de pelear por la - frente y por los lados, acomodándose á lo que observó - Diego de Ordaz en su retirada, y teniendo - por digno de su imitacion lo que poco ántes mereció - su alabanza: en que mostró la ingenuidad - de su ánimo, y que no ignoraba quanto aventuran - los superiores que se dedignan de caminar por las - huellas de los que fueron delante, quando hay tan - poca distancia entre el errar, y él diferenciarse de - los que acertaron.</p> -<p>Embistieron todos á un tiempo y los enemigos - dieron y recibieron las primeras cargas sin perder - tierra ni conocer el peligro, esperando unas veces, - y otras acometiendo, hasta llegar á lo estrecho de - las armas y los brazos. Esgrimian los chuzos y - los montantes con desesperada intrepidez. Entrabanse - por las picas y las espadas para lograr el - golpe á precio de la vida. Las bocas de fuego, - que iban señaladas al opósito de las azuteas y ventanas, - no podian atajar la lluvia de las piedras, - porque las arrojaban sin descubrirse, y fué necesario - poner fuego en algunas casas para que cesáse - aquella prolixa hostilidad.</p> -<p><span class="pagenum"><a id="Page_314">[Pg 314]</a></span></p> -<p>Cedieron finalmente al esfuerzo de los Españoles; - pero iban rompiendo los puentes de las calles, y hacian - rostro de la otra parte, obligándolos á que cegasen, - peleando, las acequias, para seguir el alcance. - Los que partieron á desembarazar las calles de los - lados cargaron la multitud que las ocupaba con - tanta resolucion, que se consiguió por su medio el - asegurar la retaguardia, y el llevar siempre al enemigo - por la frente, hasta que saliendo á lo ancho - de una plaza, se unieron los tres esquadrones, y á - su primer ataque desmayaron los Indios, y volvieron - las espaldas atropelladamente, dando á la fuga - el mismo ímpetu que dieron á la batalla.</p> -<p>No permitió Hernan Cortés que se pasáse á destruir - enteramente aquellos vasallos de Motezuma, - fugitivos ya y desordenados, ó no le sufrió su ánimo - que se hiciese mas sangrienta la victoria, pareciéndole - que dexaba castigado con bastante rigor - su atrevimiento. Recogió su gente, y se retiró - sin hallar oposicion que le obligáse á pelear. Faltaron - de su exército diez ó doce soldados, y hubo - muchos heridos, los mas de piedra ó flecha, y ninguno - de cuidado. En el exército de los Mexicanos - murió innumerable gente: los cuerpos que no - pudieron retirar llenaban de horror las calles, despues - de haber teñido en su sangre las acequias. - Duró toda la mañana el combate, y se llegaron á - ver en conflicto algunas veces los Españoles; pero - se debió á su valor el suceso, y le hizo posible<span class="pagenum"><a id="Page_315">[Pg 315]</a></span> su experiencia y buena disciplina. No hubo quien - sobresaliese, porque obraron todos con igual - bizarría, señalándose los soldados como los Capitanes, - y quitando unas hazañas el nombre de las - otras. Hizo la imitacion valientes sin precipicio - á los Tlascaltécas: y Hernan Cortés gobernó la - faccion como valeroso y prudente Capitan, acudiendo - á todas partes, y mas diligente á los peligros: - siempre la espada en el enemigo, la vista - en los suyos, y el consejo en su lugar: dexando - en duda si se debió mas á su ardimiento que á - su pericia militar. Virtudes ambas que poseyó - en grado eminente, y que se desean sin distincion, - ó concurren sin preferencia en los grandes Capitanes.</p> -<p>Fué necesario dexar algun tiempo al descanso - de la gente, y á la cura de los heridos, cuya suspension - duró tres dias, ó poco mas, en que se atendió - solamente á la defensa del quartel, que tuvo siempre - á la vista el exército de los amotinados, y fué - algunas veces combatido con ligeras escaramuzas, - en que andaba mezclado el huir y el acometer. - En este mediotiempo volvió Cortés á las pláticas - de la paz, y fueron saliendo con diferentes partidos - algunos Mexicanos de los que asistian al servicio - de Motezuma; pero no se descuidó mientras duraba - la negociacion en las demas prevenciones. - Hizo fabricar al mismo tiempo quatro castillos de - madera, que se movian sobre ruedas con poca dificultad,<span class="pagenum"><a id="Page_316">[Pg 316]</a></span> por si llegáse la ocasion de hacer nueva salida. - Era capaz cada uno de veinte ó treinta - hombres, guarnecido el techo de gruesos tablones - contra las piedras que venian de lo alto; frente y - lados con sus troneras para dar la carga sin descubrir - el pecho: imitacion de las mantas que usa la - milicia para echar gente á picar las murallas: cuyo - reparo tuvo entónces por conveniente para que se - pudiesen arrimar sus soldados á poner fuego en - las casas, y á romper las trincheras con que iban - atajando las calles; si ya no fué para que al embestir - aquellas máquinas portátiles, peleáse tambien - la novedad asombrando al enemigo.</p> -<p>De los Mexicanos que salieron á proponer la - paz, volvieron unos mal despachados, y otros se - quedaron entre los rebeldes, no sin grande irritacion - de Motezuma, que deseaba con empeño la - reduccion de sus vasallos, y recataba con artificio, - fácil de penetrar, el rezelo de que acabasen de perder - el miedo á su autoridad. Hacianse á este - tiempo nuevas prevenciones de guerra en la ciudad. - Los Señores de vasallos, que andaban en la - sedicion, iban llamando la gente de sus lugares; - crecia por instantes la fuerza del enemigo; y no - cesaba la provocacion en el quartel de los Españoles, - cansados ya de sufrir la embarazosa repeticion - de voces y flechas, que, aunque se perdian en el - viento, no dexaban de ofender en la paciencia.</p> -<p>Con esta buena disposicion de su gente, con el<span class="pagenum"><a id="Page_317">[Pg 317]</a></span> parecer de sus Capitanes, y aprobacion de Motezuma, - executa Cortés la segunda salida contra los - Mexicanos. Llevó consigo la mayor parte de los - Españoles, y hasta dos mil Tlascaltécas, algunas - piezas de artillería, las máquinas de madera con - guarnicion proporcionada, y algunos caballos á la - mano para usar de ellos quando lo permitiesen las - quiebras del terreno. Estaba entónces el tumulto - en un profundo silencio, y apénas se dió principio - á la marcha, quando se conoció la primera dificultad - de la empresa en lo que abultaron subitamente - los gritos de la multitud, alternados con el estruendo - pavoroso de los atabales y caracoles. No esperaron - á ser acometidos; ántes se vinieron á los Españoles - con notable resolucion y movimiento ménos - atropellado que solian. Dieron y recibieron - las primeras cargas sin descomponerse ni precipitarse; - pero á breve rato conocieron el daño que - recibian, y se fueron retirando poco á poco, sin - volver las espaldas, al primero de los reparos con - que tenian atajadas las calles: en cuya defensa - volvieron á pelear con tanta obstinacion, que fué - necesario adelantar algunas piezas de artillería para - desalojarlos. Tenian cerca las retiradas, y en - algunas levantados los puentes de las acequias, - con que se repetia importunamente la dificultad, y - no se hallaba la sazon de poderlos combatir en - descubierto. Vieronse aquel dia en sus operaciones - algunas advertencias, que parecian de<span class="pagenum"><a id="Page_318">[Pg 318]</a></span> guerra mas que popular. Disparaban á tiempo, - y baxa la puntería para no malograr el tiro en la - resistencia de las armas. Los puestos se defendian - con desahogo, y se abandonaban sin desórden. - Echaron gente á las acequias para que ofendiesen - nadando con el bote de las picas. Hicieron subir - grandes peñascos á las azuteas para destruir los - castillos de madera, y lo consiguieron haciéndolos - pedazos. Todas las señas daban á entender que - habia quien gobernase, porque se animaban y socorrian - tempestivamente, y se dexaba conocer alguna - obediencia entre los mismos desconciertos de - la multitud.</p> -<p>Duró el combate la mayor parte del dia, reducidos - los Españoles y sus aliados á ganar terreno - de trinchera en trinchera; hizose gran daño en la - ciudad, quemaronse muchas casas, y costó mas - sangre á los Mexicanos esta ocasion que las dos - antecedentes, porque anduvieron mas cerca de las - balas, ó porque no pudieron huir como solian con - el impedimento de sus mismos reparos.</p> -<p>Ibase acercando la noche, y Hernan Cortés viéndose - obligado, no sin alguna desazon, á la disputa - inútil de ganar puestos, que no se habian de mantener, - se volvió á su alojamiento, dexando, en la - verdad, ménos corregida que hostigada la sedicion. - Perdió hasta quarenta soldados, los mas Tlascaltécas: - salieron heridos y maltratados mas de cincuenta - Españoles, y él con un flechazo en la mano<span class="pagenum"><a id="Page_319">[Pg 319]</a></span> izquierda: pero mas herido interiormente de haber - conocido en esta ocasion que no era posible - continuar aquella guerra tan desigual, sin riesgo - de perder el exército y la reputacion. Primer - desaliento suyo, cuya novedad extrañó su corazon, - y padeció su constancia. Encerróse con pretexto - de la herida, y con deseo de alargar las riendas al - discurso. Tuvo mucho que hacer consigo la mayor - parte de la noche. Sentia el retirarse de México, - y no hallaba camino de mantenerse. Procuraba - esforzarse contra la dificultad, y se ponia - la razon de parte del rezelo. No se conformaban - su entendimiento y su valor, y todo era batallar - sin resolver: impaciente y desabrido con los dictámenes - de la prudencia, ó mal hallado con lo que - duele, ántes de aprovechar el desengaño.</p> -<hr class="chap" /> -<div class="chapter"> -<p><span class="pagenum"><a id="Page_321">[Pg 321]</a></span></p> -<h2 class="nobreak">INDICE<br /> -<span class="sf">DE LOS CAPÍTULOS QUE SE CONTIENEN EN - EL TOMO II.</span></h2> -</div> - -<table border="0" summary="indice" id="table1"> - <tr> - <td class="tdc" colspan="2"><b>LIBRO III.</b></td> - - </tr> - <tr> - <td> </td> - <td class="tdr sf">PAG.</td> - </tr> - <tr> - <td>Cap. I. Dáse noticia del viage que hicieron á España - los Enviados de Cortés; y de las contradiciones y - embarazos que retardaron su despacho </td> - <td class="tdr"><a href="#Page_1">1</a></td> - </tr> - <tr> - <td>Cap. II. Procura Motezuma desviar la paz de Tlascála: - vienen los de aquella república á continuar su instancia; - y Hernan Cortés executa su marcha, y hace - su entrada en la ciudad </td> - <td class="tdr"><a href="#Page_10">10</a></td> - </tr> - <tr> - <td>Cap. III. Describese la ciudad de Tlascála: quejanse - los Senadores de que anduviesen armados los Españoles, - sintiendo su desconfianza; y Cortés los satisface, - y procura reducir á que dexen la idolatría </td> - <td class="tdr"><a href="#Page_18">18</a></td> - </tr> - <tr> - <td>Cap. IV. Despacha Hernan Cortés los Embaxadores - de Motezuma. Reconoce Diego de Ordaz el volcan - de Popocatepec, y se resuelve la jornada para Cholúla </td> - <td class="tdr"><a href="#Page_28">28</a></td> - </tr> - <tr> - <td>Cap. V. Hallanse nuevos indicios del trato doble de - Cholúla: marcha el exército la vuelta de aquella ciudad, - reforzado con algunas Capitanías de Tlascála </td> - <td class="tdr"><a href="#Page_36">36</a></td> - </tr> - <tr> - <td>Cap. VI. Entran los Españoles de Cholúla, donde procuran - engañarlos con hacerles en lo exterior buena - acogida: descubrese la traycion que tenian prevenida, - y se dispone su castigo </td> - <td class="tdr"><a href="#Page_45">45</a></td> - </tr> - <tr> - <td>Cap. VII. Castígase la traycion de Cholúla: vuelvese - á reducir y pacificar la ciudad, y se hacen amigos los - <span class="pagenum"><a id="Page_322">[Pg 322]</a></span>de esta nacion con los Tlascaltécas </td> - <td class="tdr"><a href="#Page_54">54</a></td> - </tr> - <tr> - <td>Cap. VIII. Parten los Españoles de Cholúla: ofreceseles - nueva dificultad en la montaña de Chalco; y - Motezuma procura detenerlos por medio de sus nigrománticos </td> - <td class="tdr"><a href="#Page_63">63</a></td> - </tr> - <tr> - <td>Cap. IX. Viene al quartel á visitar á Cortés de parte - de Motezuma el Señor de Tezcúco su sobrino; continuase - la marcha, y se hace alto en Quitlavaca, dentro - ya de la laguna de México </td> - <td class="tdr"><a href="#Page_72">72</a></td> - </tr> - <tr> - <td>Cap. X. Pasa el exército á Iztapalápa, donde se dispone - la entrada de México. Refierese la grandeza - con que salió Motezuma á recibir á los Españoles </td> - <td class="tdr"><a href="#Page_80">80</a></td> - </tr> - <tr> - <td>Cap. XI. Viene Motezuma el mismo dia por la tarde - á visitar á Cortés en su alojamiento. Refierese la oracion - que hizo ántes de oir la embaxada: y la respuesta - de Cortés </td> - <td class="tdr"><a href="#Page_89">89</a></td> - </tr> - <tr> - <td>Cap. XII. Visita Cortés á Motezuma en su palacio, - cuya grandeza y aparato se describe: y se da noticia - de lo que pasó en esta conferencia, y en otras que se - tuvieron despues sobre la Religion </td> - <td class="tdr"><a href="#Page_98">98</a></td> - </tr> - <tr> - <td>Cap. XIII. Describese la ciudad de México, su temperamento - y situacion, el mercado del Tlatelúlco, y - el mayor de sus templos dedicado al Dios de la - guerra </td> - <td class="tdr"><a href="#Page_106">106</a></td> - </tr> - <tr> - <td>Cap. XIV. Describense diferentes casas que tenia Motezuma - para su divertimiento, sus armerías, sus jardines - y sus quintas, con otros edificios notables que - habia dentro y fuera de la ciudad </td> - <td class="tdr"><a href="#Page_116">116</a></td> - </tr> - <tr> - <td>Cap. XV. Dáse noticia de la ostentacion y puntualidad - con que se hacia servir Motezuma en su palacio, - del gasto de su mesa, de sus audiencias, y otras particularidades - de su economía y divertimientos </td> - <td class="tdr"><a href="#Page_124">124</a></td> - </tr> - <tr> - <td>Cap. XVI. Dáse noticia de las grandes riquezas de - Motezuma, del estilo con que se administraba la hacienda, - <span class="pagenum"><a id="Page_323">[Pg 323]</a></span>y se cuidaba de la justicia: con otras particularidades - del gobierno político y militar de los Mexicanos </td> - <td class="tdr"><a href="#Page_134">134</a></td> - </tr> - <tr> - <td>Cap. XVII. Dáse noticia del estilo con que se medían - y computaban en aquella tierra los meses y los años; - de sus festividades, matrimonios, y otros ritos y costumbres - dignas de consideracion </td> - <td class="tdr"><a href="#Page_143">143</a></td> - </tr> - <tr> - <td>Cap. XVIII. Continua Motezuma sus agasajos y dádivas - á los Españoles. Llegan cartas de la Vera Cruz - con noticia de la batalla en que murió Juan de Escalante; - y con este motivo se resuelve la prision de - Motezuma </td> - <td class="tdr"><a href="#Page_154">154</a></td> - </tr> - <tr> - <td>Cap. XIX. Execútase la prision de Motezuma; dáse - noticia del modo como se dispuso, y como se recibió - entre sus vasallos </td> - <td class="tdr"><a href="#Page_165">165</a></td> - </tr> - <tr> - <td>Cap. XX. Como se portaba en la prision Motezuma - con los suyos y con los Españoles. Traen preso á - Qualpopóca, y Cortés le hace castigar con pena de - muerte, mandando echar unos grillos á Motezuma - mientras se executaba la sentencia </td> - <td class="tdr"><a href="#Page_175">175</a></td> - </tr> - <tr> - <td> </td><td> </td> - </tr> - <tr> - <td class="tdc" colspan="2"><b>LIBRO IV.</b></td> - </tr> - <tr> - <td>Cap. I. Permitese á Motezuma que se dexe ver en público, - saliendo á sus templos y recreaciones. Trata - Cortés de algunas prevenciones que tuvo por necesarias; - y se duda que intentasen los Españoles en esta - sazon derribar los ídolos de México </td> - <td class="tdr"><a href="#Page_185">185</a></td> - </tr> - <tr> - <td>Cap. II. Descubrese una conjuracion que se iba disponiendo - contra los Españoles, ordenada por el Rey - de Tezcúco: y Motezuma, parte con su industria, y - parte por las advertencias de Cortés, la sosiega castigando - al que la fomentaba </td> - <td class="tdr"><a href="#Page_196">196</a></td> - </tr> - <tr> - <td>Cap. III. Resuelve Motezuma despachar á Cortés - respondiendo á su embaxada: junta sus nobles, y - <span class="pagenum"><a id="Page_324">[Pg 324]</a></span>dispone que sea reconocido el Rey de España por - sucesor de aquel Imperio: determinando que se le dé - la obediencia, y pague tributo como á descendiente - de su Conquistador </td> - <td class="tdr"><a href="#Page_207">207</a></td> - </tr> - <tr> - <td>Cap. IV. Entra en poder de Hernan Cortés el oro y joyas - que se juntaron de aquellos presentes. Dicele - Motezuma con resolucion que trate de su jornada: y - él procura dilatarla sin replicarle, al mismo tiempo - que se tiene aviso de que han llegado navios Españoles - á la costa </td> - <td class="tdr"><a href="#Page_217">217</a></td> - </tr> - <tr> - <td>Cap. V. Refierense las muchas prevenciones que hizo - Diego Velazquez para destruir á Hernan Cortés: el - exército y armada que envió contra él á cargo de - Pámphilo de Narbáez: su arribo á las costas de Nueva - España; y su primer intento de reducir á los Españoles - de la Vera Cruz </td> - <td class="tdr"><a href="#Page_226">226</a></td> - </tr> - <tr> - <td>Cap. VI. Discursos y prevenciones de Hernan Cortés - en órden á excusar el rompimiento: introduce tratados - de paz; no los admite Narbáez; ántes publica la - guerra, y prende al Licenciado Lucas Vasquez de Ayllon </td> - <td class="tdr"><a href="#Page_236">236</a></td> - </tr> - <tr> - <td>Cap. VII. Persevera Motezuma en su buen ánimo para - con los Españoles de Cortés, y se tiene por improbable - la mudanza que atribuyen algunos á diligencias - de Narbáez. Resuelve Cortés su jornada, y la - executa, dexando en México parte de su gente </td> - <td class="tdr"><a href="#Page_248">248</a></td> - </tr> - <tr> - <td>Cap. VIII. Marcha Hernan Cortés la vuelta de Zempoala, - y sin conseguir la gente que tenia prevenida en - Tlascála. Continúa su viage hasta Motalequita, - donde vuelve á las pláticas de paz, y con nueva irritacion - rompe la guerra </td> - <td class="tdr"><a href="#Page_259">259</a></td> - </tr> - <tr> - <td>Cap. IX. Prosigue su marcha Hernan Cortés hasta - una legua de Zempoala: sale con su exército en campaña - Pámphilo de Narbáez: sobreviene una tempestad, - y se retira: con cuya noticia resuelve Cortés acometerle - <span class="pagenum"><a id="Page_325">[Pg 325]</a></span>en su alojamiento </td> - <td class="tdr"><a href="#Page_269">269</a></td> - </tr> - <tr> - <td>Cap. X. Llega Hernan Cortés á Zempoala, donde halla - resistencia: consigue con las armas la victoria: - prende á Narbáez, cuyo exército se reduce á servir - debaxo de su mano </td> - <td class="tdr"><a href="#Page_279">279</a></td> - </tr> - <tr> - <td>Cap. XI. Pone Cortés en obediencia la caballería de - Narbáez, que andaba en la campaña: recibe noticia - de que habian tomado las armas los Mexicanos contra - los Españoles que dexó en aquella corte: marcha - luego con su exército, y entra en ella sin oposicion </td> - <td class="tdr"><a href="#Page_289">289</a></td> - </tr> - <tr> - <td>Cap. XII. Dáse noticia de los motivos que tuvieron - los Mexicanos para tomar las armas. Sale Diego de - Ordaz con algunas compañías á reconocer la ciudad: - da en una zelada que tenian prevenida; y Hernan - Cortés resuelve la guerra </td> - <td class="tdr"><a href="#Page_300">300</a></td> - </tr> - <tr> - <td>Cap. XIII. Intentan los Mexicanos asaltar el quartel, - y son rechazados: hace dos salidas contra ellos Hernan - Cortés; y aunque ambas veces fueron vencidos - y desbaratados, queda con alguna desconfianza de reducirlos </td> - <td class="tdr"><a href="#Page_310">310</a></td> - </tr> - </table> - -<hr class="chap" /> -<p class="tdc">R. Juigné, Impresor, 17, Margaret Street, Cavendish Square.</p> - - -<hr class="chap" /> - - -<p class="ph2">Notas</p> - -<p>Se corrigieron errores obvios de puntuación e la ortografia.</p> - -<div lang='en' xml:lang='en'> -<div style='display:block; margin-top:4em'>*** END OF THE PROJECT GUTENBERG EBOOK <span lang='es' xml:lang='es'>HISTORIA DE LA CONQUISTA DE MEXICO, VOLUME 2 (OF 3)</span> ***</div> -<div style='text-align:left'> - -<div style='display:block; margin:1em 0'> -Updated editions will replace the previous one—the old editions will -be renamed. -</div> - -<div style='display:block; margin:1em 0'> -Creating the works from print editions not protected by U.S. copyright -law means that no one owns a United States copyright in these works, -so the Foundation (and you!) can copy and distribute it in the United -States without permission and without paying copyright -royalties. 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Redistribution is subject to the trademark -license, especially commercial redistribution. -</div> - -<div style='margin:0.83em 0; font-size:1.1em; text-align:center'>START: FULL LICENSE<br /> -<span style='font-size:smaller'>THE FULL PROJECT GUTENBERG LICENSE<br /> -PLEASE READ THIS BEFORE YOU DISTRIBUTE OR USE THIS WORK</span> -</div> - -<div style='display:block; margin:1em 0'> -To protect the Project Gutenberg™ mission of promoting the free -distribution of electronic works, by using or distributing this work -(or any other work associated in any way with the phrase “Project -Gutenberg”), you agree to comply with all the terms of the Full -Project Gutenberg™ License available with this file or online at -www.gutenberg.org/license. -</div> - -<div style='display:block; font-size:1.1em; margin:1em 0; font-weight:bold'> -Section 1. General Terms of Use and Redistributing Project Gutenberg™ electronic works -</div> - -<div style='display:block; margin:1em 0'> -1.A. By reading or using any part of this Project Gutenberg™ -electronic work, you indicate that you have read, understand, agree to -and accept all the terms of this license and intellectual property -(trademark/copyright) agreement. If you do not agree to abide by all -the terms of this agreement, you must cease using and return or -destroy all copies of Project Gutenberg™ electronic works in your -possession. If you paid a fee for obtaining a copy of or access to a -Project Gutenberg™ electronic work and you do not agree to be bound -by the terms of this agreement, you may obtain a refund from the person -or entity to whom you paid the fee as set forth in paragraph 1.E.8. -</div> - -<div style='display:block; margin:1em 0'> -1.B. “Project Gutenberg” is a registered trademark. It may only be -used on or associated in any way with an electronic work by people who -agree to be bound by the terms of this agreement. 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Information about the Mission of Project Gutenberg™ -</div> - -<div style='display:block; margin:1em 0'> -Project Gutenberg™ is synonymous with the free distribution of -electronic works in formats readable by the widest variety of -computers including obsolete, old, middle-aged and new computers. It -exists because of the efforts of hundreds of volunteers and donations -from people in all walks of life. -</div> - -<div style='display:block; margin:1em 0'> -Volunteers and financial support to provide volunteers with the -assistance they need are critical to reaching Project Gutenberg™’s -goals and ensuring that the Project Gutenberg™ collection will -remain freely available for generations to come. In 2001, the Project -Gutenberg Literary Archive Foundation was created to provide a secure -and permanent future for Project Gutenberg™ and future -generations. To learn more about the Project Gutenberg Literary -Archive Foundation and how your efforts and donations can help, see -Sections 3 and 4 and the Foundation information page at www.gutenberg.org. -</div> - -<div style='display:block; font-size:1.1em; margin:1em 0; font-weight:bold'> -Section 3. Information about the Project Gutenberg Literary Archive Foundation -</div> - -<div style='display:block; margin:1em 0'> -The Project Gutenberg Literary Archive Foundation is a non-profit -501(c)(3) educational corporation organized under the laws of the -state of Mississippi and granted tax exempt status by the Internal -Revenue Service. The Foundation’s EIN or federal tax identification -number is 64-6221541. 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Information about Donations to the Project Gutenberg Literary Archive Foundation -</div> - -<div style='display:block; margin:1em 0'> -Project Gutenberg™ depends upon and cannot survive without widespread -public support and donations to carry out its mission of -increasing the number of public domain and licensed works that can be -freely distributed in machine-readable form accessible by the widest -array of equipment including outdated equipment. Many small donations -($1 to $5,000) are particularly important to maintaining tax exempt -status with the IRS. -</div> - -<div style='display:block; margin:1em 0'> -The Foundation is committed to complying with the laws regulating -charities and charitable donations in all 50 states of the United -States. Compliance requirements are not uniform and it takes a -considerable effort, much paperwork and many fees to meet and keep up -with these requirements. 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Thus, we do not -necessarily keep eBooks in compliance with any particular paper -edition. -</div> - -<div style='display:block; margin:1em 0'> -Most people start at our website which has the main PG search -facility: <a href="https://www.gutenberg.org">www.gutenberg.org</a>. -</div> - -<div style='display:block; margin:1em 0'> -This website includes information about Project Gutenberg™, -including how to make donations to the Project Gutenberg Literary -Archive Foundation, how to help produce our new eBooks, and how to -subscribe to our email newsletter to hear about new eBooks. -</div> - -</div> -</div> -</body> -</html> diff --git a/old/67524-h/images/cover.jpg b/old/67524-h/images/cover.jpg Binary files differdeleted file mode 100644 index 1238b01..0000000 --- a/old/67524-h/images/cover.jpg +++ /dev/null |
