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-The Project Gutenberg EBook of Los Ladrones de Londres, by Charles Dickens
-
-This eBook is for the use of anyone anywhere in the United States and most
-other parts of the world at no cost and with almost no restrictions
-whatsoever. You may copy it, give it away or re-use it under the terms of
-the Project Gutenberg License included with this eBook or online at
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-
-Title: Los Ladrones de Londres
-
-Author: Charles Dickens
-
-Translator: J. J, y C.
-
-Release Date: May 23, 2020 [EBook #62201]
-
-Language: Spanish
-
-Character set encoding: UTF-8
-
-*** START OF THIS PROJECT GUTENBERG EBOOK LOS LADRONES DE LONDRES ***
-
-
-
-
-Produced by Mohammad Aboomar for the QuantiQual Project;
-Project ID: COALESCE/2017/117 (Irish Research Council)
-
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-
-[Transcriber's Notes:
-
-This is an indirect translation of Oliver Twist through a French
-translation by Émile de La Bédollière that was first published in 1850
-as Les voleurs de Londres.
-
-The table of contents was moved from the end of the book to the beginning
-to better suit the ebook format.
-
-Footnotes appearing throughout the text were numbered sequentially and
-collected at the end of the ebook under _Notas del traductor_ as they are
-marked in the book.]
-
-
-
-
-LOS
-LADRONES DE LONDRES.
-
-
-
-
-LOS
-LADRONES DE LONDRES
-
-POR
-
-CARLOS DICKENS,
-
-TRADUCCION LIBRE
-
-_de J. J. y C._
-
-BARCELONA.
-
-IMPRENTA DE JOAQUIN BOSCH,
-
-8. SIMPLICIO DEL REGOMIR, 4.
-
-1857.
-
-
-
-
-ÍNDICE
-DE LAS MATERIAS DE ESTA OBRA.
-
-
-Prólogo.
-
-Cap. I. --Del lugar en que Oliverio Twist recibió por primera vez la luz
-del dia y de las circunstancias que concurrieron á su nacimiento.
-
-Cap. II. --Del modo con que fué criado Oliverio Twist, de su infancia,
-de su educacion.
-
-Cap. III. --Como Oliverio Twist estuvo próximo á coger una plaza que
-podia muy bien llamarse una prebenda.
-
-Cap IV. --Habiéndose ofrecido á Oliverio otra colocacion efectua su
-entrada en el mundo.
-
-Cap. V. --Oliverio adquiere relaciones con nuevos personajes.
-
-Cap. VI. --Oliverio puesto fuera de quicio por las burlas amargas de Noé
-se enfurece y sorprende á este por su audacia.
-
-Cap. VII. --Oliverio es un refractario completo.
-
-Cap. VIII. --Oliverio se dirige á Londres, y encuentra en el camino un
-jóven singular.
-
-Cap. IX. --Algunos detalles concernientes al viejo chistoso y sus alumnos
-sobresalientes.
-
-Cap. X. --Oliverio se entera mejor del carácter de sus nuevos
-compañeros, y adquiere esperiencia á costas suyas. --Importancia de los
-detalles contenidos en este capítulo.
-
-Cap. XI. --De la manera que administra la justicia el Magistrado Mr. Fang.
-
-Cap. XII. --Oliverio recibe el buen tratamiento que nunca habia recibido
-hasta ahora. --Particularidades referentes á un retrato.
-
-Cap. XIII. --Como por medio del viejo chistoso el lector instruido va á
-adquirir relaciones con un nuevo personage. --Particularidades y hechos
-interesantes pertenecientes á esta historia.
-
-Cap. XIV. --Detalles referentes á la permanencia de Oliverio en casa Mr.
-Brownlow. --Prediccion notable de un cierto Mr. Grimwig con motivo de un
-mensaje confiado al niño.
-
-Cap XV. --En el que se demuestra hasta que punto el viejo judío y la
-señorita Nancy amaban á Oliverio.
-
-Cap. XVI. --Donde fué á parar Oliverio despues de haber sido reclamado
-por Nancy.
-
-Cap. XVII. --La suerte que no se cansa de perseguir á Oliverio lleva á
-Londres un personage ilustre que anonada su reputacion.
-
-Cap XVIII. --De que modo Oliverio pasa el tiempo en la sociedad de sus
-apreciables amigos.
-
-Cap. XIX. --Se discute un gran proyecto y se determina su ejecucion.
-
-Cap. XX. --Oliverio es entregado á Guillermo Sikes.
-
-Cap. XXI. --Espedicion.
-
-Cap. XXII. --Robo de noche con fractura.
-
-Cap. XXIII. --Siguen las aventuras de Oliverio.
-
-Cap. XXIV. --En el que se dá cuenta de una conversacion agradable entre
-Monsieur Bumble y una señora, para probar que un pertiguero (por mas que
-se diga) alguna vez es susceptible de algun sentimiento.
-
-Cap. XXV. --Detalles oscuros en apariencia; pero que no dejan de ser de
-alguna importancia en esta historia.
-
-Cap. XXVI. --Aun Fagin y compañia.
-
-Cap. XXVII. --Se presenta en la escena un nuevo personaje.
---Particularidades inseparables de esta historia.
-
-Cap. XXVIII. --Enmienda honrosa de una descortesía hecha á una señora,
-que hemos dejado de la manera mas impolítica en el capítulo 25.
-
-Cap. XXIX. --Carácter de los comensales do la casa en que se encuentra
-Oliverio. --Lo que piensan de él.
-
-Cap. XXX. --Posicion critica.
-
-Cap. XXXI. --De la vida feliz que Oliverio lleva con sus amigos.
-
-Cap. XXXII. --Un acontecimiento imprevisto viene á turbar la dicha de
-nuestros tres amigos.
-
-Cap. XXXIII. --Entra en la escena un nuevo personage. --Sucede á
-Oliverio otra nueva aventura.
-
-Cap. XXXIV. --Resultado poco satisfactorio de la aventura de Oliverio,
-entrevista de alguna importancia entre Enrique Maylie y la señorita Rosa.
-
-Cap. XXXV. --El que aunque corio no por eso deja de ser de cierta
-importancia para esta historia, pues que es continuacion del capítulo
-precedente y conduce necesariamente al que sigue.
-
-Cap. XXXVI. --En el que transportándose al capítulo 33 de esta obra, se
-notará un contraste por desgracia demasiado comun en el matrimonio.
-
-Cap. XXXVII. --De lo que pasó entre Monks y los consortes Bumble, la
-noche de su entrevista.
-
-Cap. XXXVIII. --El lector vuelve á encontrarse con conocidos antiguos.
-Monks y Fagin se confabulan entre ellos.
-
-Cap. XXXIX. --Singular entrevista á consecuencia de lo acaecido en el
-capítulo anterior.
-
-Cap. XL. --Nuevos descubrimientos, en prueba de que las sorpresas lo
-mismo que las desgracias, rara vez vienen solas.
-
-Cap. XLI. --Una antigua relacion de Oliverio dando pruebas de un genio
-superior, llega á ser un personage público en la metrópoli.
-
-Cap. XLII. --El Camastron se enreda en un mal negocio.
-
-Cap. XLIII. --Llega para Nancy el tiempo de cumplir su promesa á Rosa.
---No la cumple. --Fagin emplea á Noé Claypole en una comision secreta.
-
-Cap. XLIV. --Nancy es exacta á la cita.
-
-Cap. XLV. --Consecuencias fatales.
-
-Cap. XLVI. --Monks y Mr. Brownlow se encuentran al fin, entrevista que
-tuvieron juntos, y de que modo fué interrumpida.
-
-Cap XLVII. --Sikes es perseguido. --Como escapa á la policía.
-
-Cap. XLVIII. --Aclaracion de mas de un misterio. --Propuesta de
-matrimonio sin dote y sin arras.
-
-Cap. XLIX. --El último dia de un reo de muerte.
-
-Cap. L. --Conclusion.
-
-FIN DEL ÍNDICE.
-
-
-
-
-PLANILLA PARA LA COLOCACION DE LAS LÁMINAS.
-
-
-Un ataud á medio hacer estaba colocado en el centro de la tienda.
-
-El Camastron explota el bolsillo del Caballero anciano á la vista de
-Oliverio estupefacto.
-
-Y cogiendo al chico por el cuello de la casaca le introdujo por los piés
-dentro de la habitacion.
-
-En lugar de un bandido de aspecto feroz vieron á un pobre muchacho
-rendido de dolor y de fatiga.
-
-Mis Rosa.
-
-Mr. Bumble, Pertiguero de la parroquia.
-
-Sikes apoderándose de un enorme garrote, descargó un golpe sobre el
-cráneo de la jóven, y la tendió muerta á sus piés.
-
-Muerte de Sikes.
-
-
-
-
-PRÓLOGO.
-
-Cuatro palabras del traductor.
-
-
-ENTRE las concepciones mas celebradas del genio literario moderno, merece
-sin disputa lugar preferente la novela del fecundo y fantástico autor
-cuya version hemos osado hacer en el lenguage patrio. En efecto, con ella
-el célebre inglés Cárlos Díckens ha hecho inmarcescible la corona
-gloriosa que ciñe su frente. Digno discípulo del gran Schakspeare y
-émulo aventajado del inmortal Cervantes, ha logrado reunir en la
-presente obra los dos tipos sublimes de estos padres de la literatura
-actual.
-
-Nada mas seductor, nada mas terrible á un tiempo que el desarrollo
-consecutivo de tan interesante produccion. Dejando á parte el interés
-siempre creciente de la accion desde la primera página, los carácteres
-de los personages en ella descritos, cautivan la mente del lector hasta
-el punto de considerarlos como seres reales á quienes vé todos los dias
-en su práctica de la vida social, aun cuando velados con el vapor que
-engendran en ella el disimulo y las conveniencias individuales.
-
-En fin, el cuadro brillante de todas las virtudes de todos los vicios; de
-la mas simpática belleza y de la mas repulsiva fealdad moral, está
-delineado en esta obra maestra de la inspiracion y del arte con pincel
-tan delicado , que el ojo del alma descubre á la vez toda la magestad y
-toda la miseria de esta criatura predilecta que como angel caído arde en
-el fuego calzinador, que se titula malamente civilizacion.
-
-Cierto es que el no menos fecundo novelista francés Eugenio Sue con su
-pluma poética logró ya una vez patentizar la carcoma anterior que
-devora esos círculos sociales, tan seductores mirados desde sus
-estremos, pero que tanto hielan al corazon penetrando en su centro. Sin
-embargo nos atrevemos á afirmar que en la presente novela , Cárlos
-Dickens ha roto del todo el misterio que encubre tanta agonía. Cada
-página de este libro magico es una prueba evidente de que las costumbres
-sociales en su mas refinada ilustracion; cuando no las alienta el aura de
-la virtud modesta, alma de la verdadera perfeccion humana, hacen al
-individuo tan ó mas miserable que la estupida fatalidad de la
-ignorancia. Tal es el pensamiento filosófico del autor. Anatómico
-profundo, critico severo sin ser mordaz, con la risa y el terror
-mezclados, análiza una por una todas las fibras de ese corazon inmenso
-del mundo que se denomina Sociedad!
-
-Conocemos asaz las dificultades insuperables del lenguage original
-empleado en la mayor parte de esta obra, y tememos no haber logrado
-nuestro afan de trasladar al idioma español su elocucion con la pureza y
-ecsactitud que requieren las producciones de su clase; pero nos ha
-alentado hasta concluir nuestro trabajo, la esperanza en la benevolencia
-que nos dispensará el lector considerando el gran bien que de todos
-modos resultará, dando á conocer á muchos de nuestros compatricios una
-de las joyas mas brillantes de la literatura moderna.
-
- _J. J._ y _C._
-
-
-
-
-CAPÍTULO PRIMERO.
-
-DEL LUGAR EN QUE OLIVERIO TWIST RECIBIÓ POR PRIMERA VEZ LA LUZ DEL DIA Y
-DE LAS CIRCUNSTANCIAS QUE CONCUBRIERON Á SU NACIMIENTO.
-
-
-ENTRE los establecimientos públicos de cierta ciudad de Inglaterra, que
-por muchas razones tendré la prudencia de no designar, ni tampoco
-prestaré nombre alguno imaginario; hay uno comun á cuasi todas las
-ciudades grandes ó pequeñas que aquella tiene por gloria poseer: una
-_Casa de Caridad_ . En este asilo filantrópico pues, en cierto dia y en
-cierta época que no juzgo necesario precisar, tanto mas no siendo de
-utilidad ninguna para el lector al menos por ahora, nació el diminuto
-mortal cuyo nombre está en el epígrafe de este capítulo.
-
-Habia ya cerca de cinco minutos que el cirujano de los pobres de la
-parroquia le habia introducido en este mundo de miserias y de
-sufrimientos, cuando se dudaba aun que pudiera vivir para llevar un
-nombre cualquiera. Sin embargo, despues de muchos esfuerzos, respiró,
-estornudó y por un grito tan penetrante como podia esperarse
-razonablemente de un niño, que no poseia un gage tan útil como es el
-don de la voz sino desde cinco minutos y algunos segundos antes, anunció
-á los comensales de la Casa de Caridad, el hecho de una nueva carga que
-su entrada en el mundo iba á imponer á la parroquia.
-
-En el mismo instante que Oliverio daba esta primera prueba nada equívoca
-de la fuerza y de la libertad de sus pulmones, la manta estropeada que
-cubría la cama de hierro, hizo un ligero zurrido y dejó ver el rostro
-pálido y lívido de una jóven que levantando penosamente la cabeza,
-dijo con voz languida estas palabras que á penas pudieron oirse: ―Que
-yo vea á mi hijo antes de morir . . ?
-
-El cirujano que estaba ante la chimenea, presentando ambas manos al fuego
-y frotándolas alternativamente; se levantó á la voz de la jóven, y
-acercándose al lecho dijo con mas dulzura de la que podia esperarse en
-él:
-
-―Oh! no es el caso de hablar aun de morir! . .
-
---Bien seguro que no pobre jovencita! . . Que Dios no lo permita! . .
---añadió la enfermera, metiendo de prisa en su faltriquera una botella,
-de la que acababa de apurar parte de su contenido en un rincon, con un
-placer evidente.--Que Dios no lo permita! . . Cuando habrá llegado á mi
-edad, querido caballero, y habrá tenido como yo trece niños de su
-propiedad de los cuales el buen Dios se me ha llevado once y los dos
-restantes están conmigo en la casa, entonces en vez de dejarse aniquilar
-por la tristeza, obrará de muy diferente modo. ―Y dirijiéndose á la
-parida: ―Vamos zalamerilla, pensad en la dicha de ser madre y en que es
-necesario vivir para vuestro hijuelo. Pensadlo como una buena muchacha.
-
-Esta prospectiva consoladora de las delicias de una madre, no produjo
-todo el efecto que era de esperar: la enferma sacudió la cabezaen señal
-de duda y estendió los brazos hacia su hijo. Habiéndoselo presentado el
-cirujano, imprimió con pasion sobre la frente del inocente sus labios
-frios y descoloridos; luego, pasando sus manos sobre su frente como para
-recordar una idea confusa, arrojó á su alrededor una mirada fija y
-estraviada, se estremeció de horror, volvió á caer sobre su lecho y
-murió . . . Los asistentes le frotaron las manos y las sienes para
-procurar volverla á la vida; pero inútilmente: la sangre se habia
-helado para siempre!! Hablaron de esperanzas y de socorros: estas cosas
-le habian sido estrañas por un tiempo demasiado largo! . . --Todo ha
-concluido madre enfermera! --dijo entonces el cirujano.
-
---Pobre jóven! Sin embargo es la pura verdad! . . --repuso la vieja
-recojiendo el tapon de la botella que habia caido sobre la almohada, al
-inclinarse para recoger el niño --Pobre juventud! Que hacemos nosotros
-ahora?
-
-―No teneis necesidad de enviarme á buscar si el niño chilla: lo
-entendeis Señora enfermera? ―dijo el cirujano metiéndose sus guantes
-con aire petulante. ―Es probable que será malo; entonces le dareis un
-poco de gachas. ―Diciendo esto, tomó su sombrero y parándose al pié
-de la cama antes de dirijirse hacia la puerta añadió: --A fé mia, era
-una joven muy hermosa! De donde venia? . .
-
-―La llevaron aqui ayer tarde de órden del director, --dijo la vieja.
-―Se la ha encontrado tendida al medio de la calle. Hay motivo para
-creer que habia hecho un largo camino, porque sus zapatos están del todo
-estropeados; pero nadie sabe de donde venia y á donde iba.
-
-El cirujano se inclinó sobre la cama y levantando la mano izquierda de
-la difunta: --Siempre la misma historia! . . --dijo balanceando la
-cabeza; --á lo que veo, no tiene recomendacion. Vamos, buenas noches! . .
-
-El facultativo se fué á comer y la enfermera recurriendo de nuevo á la
-botella, se sento en una silla baja delante del fuego, y emprendió la
-tarea de vestir al niño.
-
-Que efecto notable del poder de la vestidura ofrecia en este instante el
-pequeño Oliverios Twist! Envuelto en el cobertor que hasta entonces
-habia formado su unico vestido, hubiera podido ser el hijo de un noble
-señor, asi como el de un pobre mendigo. El hombre mas presumtuoso que no
-le hubiera conocido, hubiera tenido mucho embarazo en señalarle un rango
-en la sociedad. Pero apenas fué embozado en la vieja tela de indiana,
-vuelta de un color indecifrable á fuerza de servir; cuando se halló
-como quien dice empaquetado y rotulado, se encontró de pronto en su
-esfera: esto es el pobre niño de la parroquia, el huérfano de la casa
-de caridad; mas tarde el humilde galopo reducido á faltar de lo mas
-estrictamente necesario; destinado á los golpes y á los malos
-tratamientos; despreciado de todo el mundo, y por nadie compadecido.
-
-Oliverio chilló bastante alto. Si hubiera sabido que era huérfano,
-abandonado á la merced de mayordomos, é inspectores, tal vez hubiera
-gritado mas fuerte.
-
-
-
-
-CAPÍTULO II.
-
-DEL MODO CON QUE FUÉ CRIADO OLIVERIO TWIST, DE SU INFANCIA, DE SU
-EDUCACION.
-
-
-DURANTE los ocho ó diez primeros meses, Oliverio fué víctima de un
-curso sistemático de engaños y de decepciones: fué criado con la
-papilla. Las _autoridades_ de la casa de la caridad, espusieron fielmente
-á las _autoridades_ de la parroquia el estado raquitico del huerfanito,
-causado por la privacion de un alimento natural. Las _autoridades de la
-parroquia_, pidieron informe con dignidad, á las _autoridades de la casa
-de la caridad_ sobre si en la dicha casa habria alguna muger que se
-hallase, en estado de prodigar al parvulillo el consuelo y el alimento de
-que tenia necesidad; y atendida la respuesta negativa hecha humildemente
-por las _autoridades de la casa de la caridad_, las _autoridades de la
-parroquia_ siguiendo el impulso de su corazon en favor de la humanidad
-doliente, resolvieron de comun acuerdo, que Oliverios seria _arrendado_;
-ó hablando mas claro, que seria enviado á dos ó tres millas lejos, en
-una sucursal de la casa donde veinte ó treinta jóvenes, _infractores_
-de la ley sobre la mendicidad, se revolcaban todo el dia sin riesgo de
-ser incomodados por el exceso de alimento ó por la estrechez de
-vestidos. La direccion de esta sucursal estaba confiada á los desvelos
-del todo maternales de una vieja que recibia á los _jóvenes culpables_
-á razon de O 75 c. por semana, cada uno.
-
-Quince sueldos por semana, por el alimento de un niño forman todavia una
-suma demasiado redonda. Se pueden procurar muchas dulzuras con 15
-sueldos, las suficientes al menos para sobre cargar el estomago hasta
-caer enfermo. La vieja en cuestion sabia muy bien lo que convenia á los
-niños, y aun mas lo que le convenia á ella misma; de consiguiente, se
-apropiaba para su uso propio la parte mayor de sus reditos semanales y
-sometia á la generacion creciente de los pobres de la parroquia á una
-pitanza, todavia mas flaca que la que se les daba por buena
-parroquialmente; encontrando por este medio en el abismo del cálculo mas
-profundo, un abismo mas profundo todavia, y dando prueba de vastos
-conocimientos en la filosofia experimental cuya práctica llevaba tan
-lejos.
-
-Todo el mundo sabe la historia de ese filósofo experimental que habiendo
-encontrado el medio de hacer vivir un caballo sin darle de comer, hizo el
-ensayo con el suyo llevándole hasta no comer mas que una hebra de paja
-por dia, y del que sin duda hubiera hecho el animal mas ligero y
-vivaracho no dándole absolutamente nada, si la pobre bestia no hubiese
-tenido la humorada de morirse cabalmente veinte y cuatro horas antes de
-recibir su primer pienso de aire puro.
-
-Por desgracia de la filosofia experimental de la vieja de los tiernos
-cuidados á quien fué confiado Oliverio Twist, un resultado semejante
-acompañaba ordinariamente á su sistema de operacion; porque desde el
-momento en que un niño habia llegado al punto de poder existir con la
-mas minima racion del mas flaco alimento posible, sucedia por una de
-estas fatalidades perversas de la suerte y esto, ocho veces sobre diez
-que caía enfermo de necesidad y de frío, ó bien se tumbaba en el fuego
-por falta de vigilancia, ó bien se ahogaba por accidente; en el uno ó
-en el otro de cuyos casos el pobre pequeñuelo iba cuasi siempre á
-reunirse en el otro mundo con los padres que no habia conocido jamás en
-este.
-
-No debe esperarse un exceso de gordura en los muchachos criados según el
-sistema que acabo de describir. Oliver tenía ya nueve años, y apesar de
-su edad era encanijado raquítico y diminuto; pero había recibido de la
-naturaleza ó de sus padres un alma fuerte y un juicio sano que se
-habían desarrollado en él gracias a la dieta a la que estaba sometido;
-debiendo tal vez á esta circunstancia el haber alcanzado por novena vez
-el aniversario de su nacimiento. Sea lo que fuera, aquel día era el
-aniversario de su nacimiento y lo celebraba tristemente en la bodega en
-compañía de dos de sus pequeños camaradas, quienes después de haber
-compartido con él una lluvia de golpes, habian sido encerrados en ella
-por haber osado pretender que tenían hambre; cuando la señora Mann, la
-amable dueña de la habitación, divisó de repente al Señor Bumble, el
-pertiguero, que acumulaba todos sus esfuerzos para abrir la pequeña
-puerta del jardín.
-
-―Dios me perdone! Creo que es el Señor Bumble! ―dijo con afectada
-alegria y sacando la cabeza á la ventana; --Susana, --prosiguió
-dirijiéndose á la criada ―corre á abrir á Oliverio y á los otros
-dos tunantuelos y limpialos pronto. Cielos! Señor Bumble! cúan contenta
-estoy de veros!
-
-Es preciso saber que el señor Bumble era uno de esos hombres corpulentos
-e irracibles, que en vez de responder como debia á este recibimiento
-afectuoso, sacudió con violencia el cerrojo, y dió a la puerta un golpe
-que no podia provenir sino del pié de un pertiguero.
-
---Caramba! ―dijo la Señora Mann corriendo á habrir la puerta (porque
-durante este intervalo los tres chicos habían sido puestos en libertad)
-―Hase visto nunca cosa igual! Haberme olvidado de que la puerta estaba
-cerrada, por causa de estos chicuelos! Ya lo veis! Tened la bondad de
-entrar Señor Bumble, os lo ruego!
-
-Apesar de ser hecha esta invitacion con una cortesia capaz de ablandar el
-corazon de un _obrero_ de parroquia no hizo ningun efecto al pertiguero.
-
---Creeis Señora Mann --dijo Mr. Bumble, oprimiendo fuertemente su
-baston. ―Creeis vos que sea muy respetuoso ó conveniente hacer esperar
-á la puerta de vuestro jardin á los _ministros parroquiales_ cuando
-vienen para _asuntos parroquiales_? Ignorais Señora Mann, que sois si
-asi puedo esplicarme una delegada parroquial, asalariada por la
-parroquia? . .
-
---Cier . . .ta . . .mente, Señor Bumble! ―respondió la Señora Mann,
-con acento melifluo, -cabalmente habia ido á anunciar á dos ó tres de
-esos chicuelos que tanto os aman, vuestra llegada, Señor Bumble.
-
-Mr. Bumble, tenia en mucho su importancia y sus facultades oratorias.
-
---Esta bien; esta bien Señora Mann! ―replicó con tono mas dulce. --Es
-posible y no digo lo contrario; pero entremos en vuestra casa, tengo algo
-que comunicaros.
-
-La Señora Mann introdujo al pertiguero en una salita baja embaldosada y
-le tomó su baston que depositó con mucho cuidado sobre una mesa
-colocada frente de él.
-
-―No vayais á incomodaros por lo que os diga Señor Bumble, --aventuró
-la Señora Mann con una gracia encantadora, ―Habeis hecho una buena
-caminata, y es natural que tengais calor Señor Bumble, no siendo así me
-guardaría muy bien . . . Quereis tomar un vasito de cualquier cosa
-Señor Bumble? . .
-
---Muchas gracias! Ni pizca. --dijo agitando su mano con aire de benevola
-dignidad.
-
---No me rehusareis --dijo la Señora Mann que adivinaba un consentimiento
-fácil tanto en el tono de la negativa como en el movimiento que la
-acompañaba ―nada mas que una gotita con un poco de agua fria, y un
-pedazo de azu . . .
-
-Mr. Bumble tosió.
-
---Una lagrimita!-- añadió ella con acento agraciado.
-
-―¿Que vais á darme? . . ―preguntó el pertiguero.
-
-―Lo que me veo obligada á tener en casa algunas veces para meterlo en
-el caldo de los pequeñuelos cuando están enfermos. ―dijo la Señora
-Mann abriendo una pequeña alacena colocada en un rincon y sacando de
-ella una botella y un vaso. --Es ginebra Señor Bumble.
-
---Acaso dais caldo á los niños Señora Mann? --preguntó este siguiendo
-con los ojos, la accion atractiva de la mezcla.
-
--- Vaya si les doy; apesar del precio que me cuesta!
-
-A fé mia carezco de valor para verlos sufrir ante mis ojos. Señor
-Bumble!
-
---Sin duda, hizo el otro con un signo de aprobacion. ―Estoy convencido
-de ello.
-
-Señor Mann ya lo sé; sois una muger compasiva . . . (ella coloca el
-vaso sobre la mesa.) Señora Mann, deslizaré alguna palabra á esos
-señores de la administracion, (acerca el vaso.) Señora Mann teneis
-entrañas de madre, (mezcla el agua y el ginebra.) Señora Mann tengo el
-honor de beber á vuestra salud. (Bebe la mitad.) Ah! . . volviendo al
-objeto de mi visita; --dijo sacando de su bolsillo una cartera de badana.
---El niño que fué bautizado con el nombre de Oliverio Twist tiene hoy
-nueve años.
-
-―Dios lo tome bajo su santo amparo! --esclamó la Señora Mann
-frotándose el ojo izquierdo con la punta de su delantal.
-
---Sin embargo, ―prosiguió el pertiguero --á pesar de la recompensa de
-diez libras esterlinas elevada luego hasta veinte; á pesar de las
-indagaciones _excesivas_ y hasta _sobrenaturales_ si me es licito hablar
-así, por parte de los administradores de esta parroquia, jamas hemos
-podido descubrir quien es su padre ni aun el nombre y la patria de su
-madre.
-
-La Señora Mann plegó sus manos en señal de asombro, y despues de un
-instante de reflecsion, preguntó --¿Entonces como es que tiene un
-apellido?
-
-El pertiguero incorporándose con dignidad respondió --Porque yo le he
-inventado.
-
---Vos Señor Bumble? . .
-
---Yo mismo Señora Mann. Tengo la costumbre de nombrar á nuestros
-espésitos por orden alfabetico. El anterior estaba en la S, y le llamé
-Swubble; este estaba en la letra T, y le dí el apellido de Twist; el que
-llegó despues se dijo Unwin; el que le siguió Vilkins, y asi
-sucesivamente. Tengo apellidos, acomodados hasta el turno de la Z, y
-luego el buen cuidado, de volver á empezar cuando se ha agotado el
-alfabeto.
-
---No es adular Señor Bumble, pero es preciso reconocer en vos una
-instruccion caudalosa.
-
---Es muy posible Señora Mann; --dijo el pertiguero plenamente satisfecho
-del cumplimiento --es muy posible; --y vació su vaso. --Ahora bien;
-siendo ya Oliverio demasiado grande para permanecer aquí, la
-Adminstracion ha decidido que vuelva á la casa, y yo mismo he venido á
-buscarlo; con que hacedle venir para que yo le vea.
-
---Voy á llevaroslo al instante. --dijo la Señora Mann saliendo de la
-sala.
-
-Oliverio á quien se había desembarazado de una gruesa capa de grasa que
-formaba una costra en su rostro y en sus manos, (al menos, toda la que
-era posible quitar en una sola vez,) entró en la sala conducido por su
-benevola protectora.
-
---Saludad Señor Oliverio --dijo la Señora Mann.
-
-El niño hizo un saludo, dividido entre el pertiguero sentado en la
-silla, y su sombrero de tres picos colocado sobre la mesa.
-
---¿Quieres venirte conmigo Oliverio? --dijo con magestad Mr. Bumble.
-
-Este iba á responder que seguiria con sumo contento al primer venido,
-cuando alzando los ojos que por respeto había tenido hasta entonces
-inclinados al suelo, su mirada se encontró con la de la Señora Mann,
-que colocada tras la silla del pertiguero, le mostraba el puño con
-ademan furioso. Al momento comprendió perfectamente la insinuacion; ese
-puño habia oprimido demasiado amenudo su espalda para no tenerlo
-profundamente grabado en su memoria.
-
-―Y ella vendrá conmigo? --preguntó el pobre Oliverio.
-
---No; no pueda ser. --respondió Mr. Bumble --pero vendrá á verte
-alguna vez.
-
-Esto no era muy satisfactorio para Oliverio; pero apesar de su niñez
-tuvo bastante buen discernimiento para fingir un vivo pesar de marcharse.
-Tampoco le fué muy difícil llamar las lágrimas á sus ojos; el hambre
-y los golpes aun recientes son causas poderosas para excitar el llanto, y
-así lloró muy naturalmente. La Señora Mann le dió mil besos, y con
-ellos la cosa de que tenía mas necesidad; una rebanada de pan con
-manteca, temerosa de que no se mostrára demasiado famélico al llegar á
-la casa.
-
-Con su pedazo de pan en una mano, y enganchándose con la otra á la
-manga de Mr. Bumble, Oliverio seguia como podia preguntando continuamente
-_si iban á llegar pronto_. Mr. Bumble respondia con tono breve y
-regañon; porque la dulzura momentánea que inspira el _grog_ en ciertos
-espíritus, se había evaporado en el corazon de Mr. Bumble, y habia
-vuelto á ser pertiguero. Apenas trascurrido un cuarto de hora despues de
-su llegada á la casa, Mr. Bumble vino á anunciarle que el _consejo_
-estaba reunido, y que le esperaba en el _estrado_. Le mandó que lo
-siguiera, acompañando esta recomendacion con dos bastonazos. Oliverio
-llegó á una sala donde diez señores gruesos y gordos estaban sentados
-alrededor de una mesa.
-
-―Saluda al _estrado_. ―Oliverio saludó.
-
-―Como te llamas hijo?
-
-Oliverio que no había visto nunca á tantos personages, y que ademas
-habia recibido de Bumble una fuerte bastonada por via de animacion, se
-puso á llorar. Todos aquellos señores le declararon idiota. Luego se le
-notificó que era huérfano, acogido por la parroquia; que estaba
-destinado á tomar un oficio, reducido á deshilar cuerdas viejas para
-hacer estopa. El pertiguero le condujo á una cuadra donde se durmió
-sobre un lecho muy duro, pues que las leyes suaves de ese buen país
-permiten á los pobres el dormir, poco es cierto; pero al cabo alguna vez.
-
-En este mismo dia, mientras que Oliverio dormitaba en el seno de la
-inocencia, el consejo tomaba una resolucion que debia influir en su
-porvenir. En efecto, la Administracion se convenció de que los pobres
-estaban demasiado regalados; que la _casa_ era el _punto de reunion_ de
-los pasatiempos agradables, donde los almuerzos, las comidas y las cenas
-llovian durante todo el curso del año; un Eliséo en fin donde todo era
-placer. Entonces hicieron un reglamento por el que los pobres tenian el
-libre arbitrio, ó de morirse de consumcion y de hambre en la casa, ó
-mas prontamente fuera de ella. A este fin hicieron un contrato con la
-administracion de las aguas, para tener de ellas una provision ilimitada,
-y otro con un mercader de trigo que debia proporcionar de cuando en
-cuando una pequeña cantidad de harina de maiz, con la que ellos
-compusieron tres comidas de puches claros por dia, con una cebolla dos
-veces la semana, y la mitad de un panecillo el domingo.
-
-Seis meses despues de la llegada de Oliverio á la casa el nuevo sistema
-estaba en plena práctica. Al principio se hizo costoso por causa del
-aumento de la cuenta del Empresario de entierros; pero el numero de los
-pensionistas disminuia considerablemente y la Administracion estaba
-encantada. A la hora de la comida cada muchacho recibia una escudilla
-rasa de puches y _pare V. de contar_; escepto los dias de fiesta, en los
-que recibia de plús dos onzas y cuartillo de pan. Nunca habia necesidad
-de lavar las escudillas, pues que los muchachos las pulian con sus
-cucharas hasta que eran bien brillantes; y cuando habian concluido esta
-operacion que no ecsijia mucho tiempo, fijaban sobre el caldero miradas
-tan avidas que parecian querer devorar hasta las baldosas que lo
-sostenian. Los desdichados comian tan poco, y se habian tornado tan
-voraces y tan salvages, que uno de ellos dió á entender á sus
-compañeros que á menos que no se le concediese otra escudilla de puches
-por dia, se veria en la necesidad de comerse una hermosa noche á su
-camarada de lecho. Diciendo esto tenia los ojos hoscos, y le creyeron
-capaz de hacerlo; por lo que se hicieron á las pajitas quien de ellos
-durante la cena iría á pedir al Escanciador una segunda escudilla de
-puches. La suerte cayó á Oliverio.
-
-Apesar de ser un niño el hambre le habia exasperado. Se le vantó pues
-de la mesa, y alarmado el mismo de su temeridad, se adelantó hacia el
-Escanciador.
-
-―Caballero; quereis hacerme el favor de otra?
-
-El Escanciader se puso pálido y tembloroso. Miró al jóven _rebelde_
-con un asombro estúpido. Los ayudantes quedaron estupefactos de sorpresa
-y los niños de terror.
-
---Que quieres? ―preguntó con voz alterada.
-
-―Quisiera mas si os place, caballero. --respondió Oliverio.
-
-El Escanciador asestó en la cabeza del muchacho un golpe con su cuchara
-de barro, lo cojió por el cogote y llamó al pertiguero á grandes voces.
-
-Los Administradores estaban reunidos en _gran conclave_, cuando Mr.
-Bumble se precipitó fuera de si en la sala del consejo.
-
-―Señor Limbkins! ―dijo dirijiéndose al caballero gurdo que ocupaba
-la silla de la presidencia. ―Perdon, si os interrumpo! Señor Limbkins,
-Oliverio ha pedido mas puches!
-
-Un murmullo general se levantó en la asamblea; una expresion de horror
-se pintó en todos los semblantes.
-
-―Ha pedido mas? ―dijo Mr. Limbkins. ―Calmaos Bumble, y respondedme
-claramente.
-
-―Quereis decir que ha pedido mas despues de haber comido la racion que
-la regla de esta casa le señala?
-
-―Si Señor! ―replicó Bumble.
-
-―No cabe duda! Ese niño algun dia colgará de una horca. ―dijo otro
-hombre mas gordo y con chaleco blanco.
-
-Nadie contestó á la profecía del orador. Se empeñó un vivo debate
-por resultado del cual se condenó á Oliverio á ser encerrado al
-momento, y á la mañana siguiente se fijó en el exterior de la puerta
-de la casa un anúncio en el que se prometían cinco libras esterlinas de
-recompensa al que desembarazara la parroquia del jóven Oliverio Twist ó
-en otros términos, se ofrecian cinco libras esterlinas con Oliverio
-Twist, á cualquiera (hombre ó mujer) que tuviese necesidad de un
-aprendiz para el comercio los negocios, ó todo otro oficio y estado
-fuera el que fuera.
-
---En mi vida estuve mas cierto de una cosa. --dijo á la mañana
-siguiente el hombre del chaleco blanco recorriendo con la vista el
-anúncio y llamando á la puerta de la casa de la caridad. --En mi vida
-estuve mas cierto de una cosa y es que ese niño algun dia colgará de
-una horca.
-
-Proponiéndome hacer saber por la continuacion de esta historia si el
-hombre del chaleco blanco iba bien ó mal fundado en su suposicion,
-creeria destruir el interés del relato (suponiendo que lo haya,)
-aventurándome á insinuar desde ahora, si la vida de Oliverio Twist tuvo
-ó no este fin trájico.
-
-
-
-
-CAPÍTULO III.
-
-COMO OLIVERIO TWIST ESTUVO PROCSIMO Á COJER UNA PLAZA QUE PODIA MUY BIEN
-LLAMARSE UNA PREBENDA.
-
-
-OCHO dias despues que Oliverio se hizo culpable del _crimen nefando_ de
-pedir mas puches, habitaba un camarachon obscuro, donde estaba encerrado
-en clase de prisionero, gracias á la _clemencia_ y á la _sabiduria_ de
-la Administracion. No seria fuera del caso suponer desde ahora, que por
-poco sentimiento de respeto que le hubiera merecido la prediccion del
-hombre del chaleco blanco, hubiera podido solidar una vez para siempre la
-reputacion profética de ese sabio individuo, atando á un gancho de la
-pared uno de los cabos de su pañuelo de faltriquera, y en seguida
-pasando el otro al rededor de su cuello. Con todo; para llegar á este
-resultado habia un inconveniente. Considerados los pañuelos como
-_artículos de mero lujo_ se habian suprimido para entonces y para
-siempre; y de consiguiente se habían eliminado de la nariz de los pobres
-por órden expresa emanada de la Administracion reunida á este efecto en
-consejo pleno; cuya órden se dió solemnemente, se aprobó, firmó y
-rubricó por cada uno de los miembros del consejo y se revistió con el
-sello de la Administracion.
-
-Otro obstáculo mayor para Oliverio era su juventud y su inexperiencia.
-El pobre niño se contentaba con llorar amargamente todo el dia, y cuando
-llegaba la noche fria y lenta, estendia sus manecitas ante sus ojos para
-no ver la obscuridad y se acurrucaba en un rincon para poder lograr el
-sueño.
-
-Guárdense de suponer los enemigos del _nuevo sistema_ que se privó á
-Oliverio de la gracia del ejercicio, del goce de la sociedad y de las
-ventajas reales de un consuelo religioso, durante el tiempo de su
-reclusion. En cuanto al ejercicio, le era permitido ir cada mañana con
-un frío helado, pero sano, á un patio empedrado para lavarse bajo el
-chorro de una bomba, en presencia de Mr. Bumble, quien para impedir que
-le cogiera un reumatismo, le facilitaba una viva sensacion en todo el
-cuerpo, distribuyéndole algunos bastonazos con una liberalidad poco
-comun. En cuanto á la sociedad; cada dos dias venia al refectorio
-durante la comida de los niños para ser azotado públicamente, con el
-fin de servir de ejemplo y de leccion en el porvenir; y muy lejos de
-privarle de las ventajas de un consuelo religioso, se le introducia á
-punta pies en el mísmo sitio á la hora de la oracion de la noche,
-durante la cual podia á su gusto beatiticar su alma prestando oidos á
-una _formula_ añadida á la oracion ordinaria, por órden expresa de la
-Administracion. Por medio de este suplemento de rogativa, los niños
-pedian á Dios con fervor, les hiciera la merced de ser buenos,
-virtuosos, contentos y obedientes, y les preservára de las culpas de
-Oliverío Twíst, á quien la formula conceptuaba sujeto al patronato
-esclusivo, á la proteccion y al poder del demonio y como salido el mismo
-de la fábrica de Satanas.
-
-Mientras que los asuntos de Oliverio se hallaban en este estado
-faborable, y se presentaban bajo tan hermoso aspecto, sucedió que Mr.
-Gamfield, limpia chimeneas, se dirijía á la calle Mayor pensando
-seriamente en los medios de pagar muchos plazos vencidos de alquileres,
-por los cuales su casero, se iba haciendo cada dia mas cocora. A pesar de
-los vastos conocimientos de Mr. Gamfield en aritmética , no podia llegar
-á la resolucion de la suma de cinco libras esterlinas (montante de su
-deuda); y en un rapto de frenesí matemático, golpeaba alternativamente
-su frente y á su jumento, cuando al llegar frente la casa de Caridad,
-sus ojos se encontraron con el anuncio fijado en la puerta.
-
-―So! o . . . o . . . o . . . so! ―dijo el limpia chimeneas
-dirigiéndose á su burro.
-
---El _caballero_ del chaleco blanco estaba en el lindar de la puerta con
-las manos tras la espalda, viniendo de pronunciar sin duda un discurso
-soberbio en la sala del consejo. Habiendo sido testigo de la pequeña
-discusion entre Mr. Gamfield y su asno, sonrió graciosamente al ver al
-primero leer el anúncio, pues pensó al momento que ese era el género
-de amo que convenia á Oliverio. Mr. Gamfield sonrió tambien para sus
-adentros recorriendo el anúncio; porque cabalmente cinco libras
-esterlinas formaban la suma justa que necesitaba; y por lo que toca al
-niño que era necesario cargarse á cuestas, el limpia chimeneas pensó
-que con el régimen de vida, á que habia sido ajustado , debia tener una
-talla capaz para pasar las chimeneas mas estrechas. Releyó pues por
-segunda vez desde la cruz á la fecha el anúncio y llevando la mano á
-su gorra de pelo de nutria se arrimó con el mas profundo respeto al
-_caballero_ del chaleco blanco y le habló en estos términos:
-
-―Perdon, caballero! ¿No es aqui que hay un niño á quien la parroquia
-quisiera colocar de aprendiz?
-
---Si buen hombre. --dijo el otro con una sonrisa graciosa --Que le
-quereis?
-
---Si la parroquia quisiera darle un oficio agradable y muy fatigoso en el
-arte de limpiar chimeneas por ejemplo; yo lo tomaria de muy buena gana;
-porque cabalmente necesito un aprendiz.
-
---Entrad. --dijo el hombre del chaleco blanco.
-
-Mr. Gamfield despues de haber retrocedido algunos pasos para soplar á su
-rucio un nuevo golpe en la cabeza y una nueva sacudida en la quijada, por
-via de advertencia de que no se meneara durante su ausencia, siguió al
-_caballero_ del chaleco blanco basta la sala, donde Oliverio Twist lo
-habia visto por primera vez.
-
---Es un oficio bastante sucio! --dijo Mr. Limbkins despues que Gamfield
-hubo expuesto de nuevo su pretension.
-
---Parece que ya ha habido muchachos ahogados en las chimeneas. --dijo
-otro.
-
---Porque se mojaba la paja antes de encenderla para hacerlos bajar de
-ellas --dijo Gamfield. --Todo era humo sin llama . . . Además, de nada
-sirve el humo para hacer bajar un muchacho de una chimenea; al contrario
-no es bueno sino para adormecerle que es lo que quiere. Los niños, como
-saben Vds. señores, son perezosos y obstinados como el diablo; nada
-mejor que una buena llama para afufarles. Sobre todo es hacerles un gran
-favor por que á la verdad Señores, el asarles una miaja las plantas de
-los pies cuando se han aletargado en la chimenea, es muy del caso para
-hacerles deslizar con mas rapidez.
-
-El hombre del chaleco blanco se mostró muy satisfecho de esta
-esplicacion; pero una mirada de Mr. Limbkins reprimió instantáneamente
-su contento. Los miembros del consejo continuaron hablando entre si por
-algunos momentos; pero tan bajo que estas palabras: _procuremos la
-economia_ . . . _veamos el libro de cuentas_ . . . _hagamos imprimir una
-informacíon_, fueron las solas que pudieron oirse; porque se repitieron
-muy amenudo y con mucho enfasis.
-
-Al cabo cesó el cuchicheo y habiendo recobrado los miembros del consejo,
-cada uno su silla y su dignidad, Mr. Limbkins tomó la palabra:
-
---Hemos discutido vuestra proposicion y no la admitimos. --dijo á
-Gamfield.
-
-―De ningun modo. --añadió el caballero del chaleco blanco.
-
---Despues de bien meditado; no. --concluyeron los demas miembros.
-
-Como Mr. Gamfield tenia fama de haber apaleado á tres ó cuatro
-muchachos hasta matarlos, le vino á las mientes que tal vez los miembros
-del consejo por un capricho inconcebible se habian imaginado que esta
-circunstancia, (de ningun valor para ellos) debia con todo influir sobre
-su conducta en esta ocasion. No siendo así hubiera sido muy contrario á
-su modo acostumbrado, de obrar y de pensar. Además, como no tenia
-ningunas ganas de atizar la fama publica, se alejó lentamente de la mesa
-revolviendo su gorra entre sus manos.
-
---Con que no quereis dármelo caballeros? --dijo parándose en el lindar
-de la puerta.
-
---No. --contestó Mr. Limbkins. --Siendo un oficio sucio, nos parece que
-deberiais tomar algo menos de la suma ofrecida en el anuncio.
-
-Los ojos del limpia chimeneas brillaron de gozo y dijo volviendo atrás:
-
---Veamos caballeros, que es lo que Vds. quieren dar? Que diablos! No sean
-Vds. tan duros para un pobre diablo como yo. Que quieren Vds. dar?
-
-―Creo que tres libras diez chelines, son bastantes. --dijo Mr. Limbkins.
-
---Vamos --repuso Gamfield --sean cuatro libras y quedan Vds.
-desembarazados de una vez para siempre. Vamos caballeros!
-
---Tres libras diez chelines. --repitió Mr. Limbkins con firmeza.
-
---Pues bien! partamos la diferencia caballeros. --insistió Gamfield.
---Digamos tres libras quince chelines.
-
---Ni un _liard_ de mas! --Tal fué la respuesta de Mr. Limbkins.
-
---Están Vds. conmigo azás rigurosos caballeros! --dijo el limpia
-chimeneas titubeando.
-
-En fin, despues de un ligero debate se acordó la venta, y Mr. Bumble
-recibió el encargo de llevar Oliverio Twist con una acta de aprendizage,
-que debía ser aprobada y firmada por el magistrado en la tarde del mismo
-dia.
-
-Por resultado de esta determinacíon el pequeño Olíverio fué librado
-de su cautiverio con gran asombro de su parte, y recibió la órden de
-ponerse una camisa blanca. Apenas había concluido este ejercicio
-gimnástico, (al que se entregaba rara vez) cuando Mr. Bumble le
-presentó con sus propias manos una escudilla de puches, y la racion de
-los dias festivos; esto es, dos onzas y cuartillo de pan, lo que viendo
-Oliverio se puso á llorar amargamente, considerando naturalmente que era
-necesario una resolucion de matarlo para algun fin ventajoso; pues de lo
-contrario no se empezaría por engordarlo de tal modo.
-
---No te hagas el cariacontecído. --dijo Mr. Bumble afectando un aspecto
-magnánimo ―Come y sé agradecido Oliverio . . . Vas ha entrar de
-aprendiz hijo mio!
-
---De aprendiz caballero! --preguntó el niño con voz temblorosa.
-
-―Si Oliverio! Los hombres _sensibles_ y _generosos_ que son para ti
-cual otros nuevos padres, pues que te ves privado de los tuyos, van á
-colocarte de aprendiz; á lanzarte en el mundo y hacer de ti un hombre,
-apesar de las tres libras diez chelines que ello cuesta á la parroquia!
-Tres libras diez chelines Oliverio! Sesenta y dos chelines! Ciento
-cuarenta monedas de seis sueldos! Y todo esto por quien? Por un bergante,
-un mal espósito á quien todo el mundo detesta!
-
-Mr. Bumble se paró para recobrar el aliento, despues de haber recitado
-esta arenga con tono magistral; copiosas lágrimas rodaron por las
-mejillas del pobre niño y sollozó amargamente.
-
-―Vamos! --dijo Mr. Bumble con acento mas cariñoso, ufano del efecto
-producido por su elocuencia --vamos Oliverio; enjuga tus ojos con la
-manga de tu chaqueta, y no llores de este modo sobre tus puches. Es una
-bestialidad el llorar como lo haces en tus puches! ―(efectivamente era
-una bestialidad) sobraba el agua en sus puches.
-
-Mientras se dirijian al tribunal, Mr. Bumble insinuó á Oliverio que
-debia mostrarse muy contento, y cuando el caballero magistrado le
-preguntase si era de su gusto el entrar de aprendiz responder que lo
-deseaba de todo corazon. Oliverio prometió conformarse á una y á otra
-de las dos recomendaciones, tanto mas porque el pertiguero le dió á
-entender con mucha destreza que si fallaba no respondía de los
-resultados. Llegados al despacho del magistrado, el niño fué encerrado
-y dejado solo en un gabinete con la órden de esperar la vuelta de Mr.
-Bumble. Allí quedó durante media hora con el corazon palpitante de
-temor, pasada la cual aquel entreabrió la puerta y alargando su cabeza
-desprovista del sombrero de tres picos dijo de modo que pudiera ser
-oído: ―Amigito? ven á presentarte al Señor Magistrado. ―Luego
-tomando un aspecto amenazador añadió en voz baja ―Bribonzuelo!
-cuidado con olvidar lo que te tengo dicho!
-
-Oliverio miró á Mr. Bumble con aire de babiéca, sorprendido de un modo
-de hablar tan contradictorio; pero ese digno sujeto no le dió tiempo
-para hacer comentario alguno sobre este punto y le introdujo en una pieza
-vecina cuya puerta estaba abierta. Esta era una sala espaciosa alumbrada
-por una gran ventana. Detras de la balustrada dos viejos señorones con
-la cabeza empolvada estaban sentados en un bufete. El uno leía un
-periódico, y el otro con la ayuda de un par de anteojos de concha,
-recorria una oja pequeña de pergamino colocada ante el. A un lado y
-frente el bufete, se mantenía tieso Mr. Limbkins, y en el otro, Mr.
-Gamfield con su cara embadurnada de hollin; dos ó tres cara de pascuas
-con botas de vueltas de ante (ó a la Imperial.) se pavoneaban en el
-mismo centro de la sala.
-
-El viejo de los anteojos se adormeció por grados sobre el pergamino y
-reinó un momento de silencio despues que Mr. Bumble hubo colocado á
-Oliverio frente el bufete.
-
-―Aquí está el niño Señor Magistrado. ―dijo Bumble.
-
-El viejo que leia el periódico, se ladeó un poco y logró despertar al
-otro tirándole de la manga.
-
-―Ah! ¿es el niño? ―dijo este.
-
---El mismo. ―respondió el pertiguero. --Amigito; saluda al Señor
-Magistrado!
-
-Oliverio se revistió de valor é hizo el mejor saludo posible en él.
-Fijos sus ojos sobre las cabezas empolvadas de los magistrados, se
-preguntaba á si mismo, si acaso todos los miembros del tribunal de
-justicia nacian con esa materia blanca en los cabellos, y por esto
-llegaban á ser magistrados.
-
---Esta bien. --repuso el de los anteojos ―Creo que tendrá aficion á
-limpiar chimeneas.
-
---Se muere por lograrlo Señor Magistrado. --replicó Bumble pellizcando
-de lo lindo á Oliverio para insinuarle que obraria bien en no decir lo
-contrario.
-
---Con que _quiere_ ser raspa hollines? ―preguntó el magistrado.
-
---Por mas que hiciéramos para obligarle á tomar otro oficio á la
-mañana siguiente nos dejaria burlados. --respondió Mr. Bumble.
-
---Y es ese hombre quien vá á ser su maestro? Vos Señor? Es cierto que
-lo tratareis bien? que lo alimentareis bien y que tendreis mucho cuidado
-de él?
-
---Cuando se dice que se hará; prueba que hay intencion de hacerlo.
---repuso Gamfield con aire bestial.
-
---Teneis la palabra viva y el tono brusco amigo; pero me pareceis franco
-y honrado. --dijo el magistrado apuntando sus anteojos al pretendiente á
-la prima prometida en el anúncio, cuyo semblante innoble llevaba impreso
-el sello de la crueldad; pero como el magistrado era medio ciego y medio
-niño, no hay que asombrarse de que no discerniera, lo que cualquiera
-podia distinguir al momento.
-
---Lo soy una miaja, con mucha vanagloria! --dijo el limpia chimeneas con
-una sonrisa espantosa.
-
---No lo dudo. --dijo el magistrado fijando sus anteojos en la punta de
-las narices, y buscando con la vista el tintero.
-
-Este era el momento crítico para la suerte de Oliverio. Si el tintero
-hubiese estado en el sitio en que le creia el magistrado, indudablemente
-hubiera sumerjido en el su pluma, hubiera firmado el acta, y Oliverio
-hubiera sido llevado sin mas dilacion; pero como cabalmente estaba bajo
-sus ojos, es de aqui que naturalmente lo buscó por todo el pupitre sin
-poder encontrarlo. En esta pesquiza fijó la vista en linea recta ante si
-y su mirada se encontró con el rostro pálido y lívido de Oliverio,
-quien apesar de los guiños significativos y las advertencias
-_edificantes_ de Mr. Bumble, que continuaba en pelliznarle, contemplaba
-con una espresion de horror mezclada de espanto la fisonomía repugnante
-de su futuro patron. Esta espresion era demasiado significativa para que
-un magistrado por ciego que fuera dejase de apercibirla.
-
-El viejo cesó en sus pesquizas; dejó su pluma sobre la mesa y miró
-alternativamente á Oliverio y á Mr. Limbkins, quien tomó un polvo
-afectando un aire candido é indiferente á la vez.
-
---Hijo mio! --dijo el magistrado inclinándose sobre el pupitre.
-
-Oliverio Se estremeció al sonido de esta voz. En ello tenia escusa;
-estas palabras eran dictadas por la benevolencia, y ordinariamente los
-sonidos estraños nos espantan. Tembló de pies á cabeza y rompió en
-copioso llanto.
-
---Hijo mio! --prosignió el magistrado --estais pálido y pareceis
-espantado!
-
-Decid; que teneis?
-
-Oliverio cayó de rodillas, juntó sus manos y esolamó con tono
-suplioante:
-
---Volvedme a la prision, al aposento negro! Dejad que me muera de hambre
-. . . azotadme, matadme si quereis; pero por piedad, no me envieis con
-ese hombre espantoso!
-
---No esperaba menos! --dijo Mr, Bumble elevando los ojos y las manos con
-el aire mas mistico ―Entre los espósitos falsos é hipócritas que
-conozco, tu Oliverio te llevas la palma.
-
---Callaos pertiguero! --esclamó el segundo magistrado despues que aquel
-hubo desembuchado este doble epíteto.
-
---Perdon señor magistrado. --dijo Mr. Bumble creyendo haber oido mal.
---Acaso me habeis dlrijido la palabra?
-
---Si; Sin duda. Os he dicho que os calleis.
-
-Mr. Bumble quedó estupefacto. Imponer silencio á un pertiguero! Que
-revolucion moral!!!!
-
-El magistrado de los anteojos de concha miró á su colega, é hizo un
-movimiento de cabeza significativo.
-
---Rehusamos sancionar esta acta! --dijo rechazando la hoja de pergamino.
-
---Espero Señores Magistrados --balbuceó Mr. Limhkins --que el simple
-testimonio de un niño no inducirá á creer que las autoridades de la
-casa de Caridad se han portado mal en esta ocasion.
-
---Los Magistrados no son llamados para dar su dictámen sobre este asunto
---repuso el segundo magistrado. --Volved este niño á la casa y tratadlo
-con dulzura, pues parece tiene de ella mucha necesidad.
-
-Aquella tarde misma el hombre del chaleco blanco afirmó con mas
-conviccion que nunca, que no solo Oliverio seria ahorcado, si que tambien
-descuartizado por añadidura. Mr. Bumhle sacudió la cabeza con aire
-sombrío y misterioso y dijo deseaba que el muchacho _tuviera buen fin_,
-á lo que Mr. Gamlield añadió que desearia fuera _en sus manos_, deseo
-que pareció de naturaleza muy diferente aunque en muchos puntos el
-limpia chimeneas estuviera acorde con el pertiguero.
-
-A la mañana siguiente se hizo saber de nuevo al público que Oliverio
-Twist estaba aun para alquilar, y que se le contarian 5 libras esterlinas
-al que quisiera encargarse de él.
-
-
-
-
-CAPÍTULO IV.
-
-HABIÉNDOSE OFREGIDO Á OLIVERIO OTRA COLOCACION EFECTUA SU ENTRADA EN EL
-MUNDO.
-
-
-EN las familias numerosas de Inglaterra cuando no hay esperanza de lograr
-un empleo ventajoso para un jóven que empieza á entrar en edad sea por
-derecho de sucesion ó de futura, es costumbre comun el hacerlo marino.
-Los Administradores estimulados por una conducta tan razonable y
-ejemplar, se reunieron en consejo á fin de obviar los medios para
-embarcar á Oliverio Twist en un buque mercante de poco porte que
-estuviera á la carga para un puerto mal sano y adaptaron este partido
-como el mas conveniente para el muchacho. De este modo era probable que
-el dia menos pensado el patron del buque, con el fin de distraerse
-despues de comer ó con el objeto de proporcionarse un ejercicio
-favorable á la digestion, le haria saltar los cesos con una barra de
-hierro. (Pasatiempo á que como sabe mos son muy aficionados los señores
-marinos.)
-
-Mr. Bumble encargado de hacer algunas diligencias preliminares para
-lograr el encuentro de cualquiera capitan que necesitara á bordo de su
-buque un grumete sin parientes ni amigos, volvia á la casa para dar
-cuenta de su comision, cuando en el lindar de la puerta se encontró cara
-á cara con un personage que era nada menos que Mr. Sowerberry empresario
-_parroquial_ de los entierros.
-
---Ola Mr. Bumble! Vengo de tomar la medida de dos mugeres muertas ayer
-noche. --dijo el empresario.
-
---Hareis fortuna Señor Sowerberry. --dijo el pertiguero introduciendo
-con destreza el pulgar y el index en la caja de polvo que le presentó el
-empresario y que era un hermoso y diminuto modelo de ataud. --Os digo que
-hareis fortuna. --continuó dando un golpecillo de baston en muestra de
-amistad sobre la espalda de este último.
-
---Así lo creeis? ―dijo el otro con un acento que parecía admitir y
-rechazar á la vez la probabilidad del hecho. --Señor Bumble; los
-precios que me abona la Administracion de la casa de caridad son muy
-pequeños!
-
---Así son vuestros ataudes! --replicó el pertiguero con aire zumbon;
-pero sin traspasar los límites de la gravedad anexa á un hombre de
-posicion.
-
---Esta respuesta tan á propósito de Mr. Bumble, exitó como quien dice
-la hilaridad de Mr. Sowerberry. No era menester otra cosa para provocar
-su buen humor, así es que soltó una carcajada que parecía de nunca
-acabar. --Vaya! En honor de la verdad Señor Bumhle ―dijo despues de
-recohrada su serenidad ―confieso francamente, que despues del sistema
-de alimentacion nuevamente adoptado en esta casa las cajas son un poco
-mas estrechas y menos profundas que antes. Pero ya se vé, es preciso una
-miaja de beneficio Señor Bumble. No ignorais que la madera tal como la
-empleamos es algo cara, y los manojos de hierro tienen que venir de
-Birmingham por el canal.
-
---Si, sin duda --replicó Mr. Bumble. --Cada oficio tiene su buen y mal
-lado y un beneficio modesto no es para desdeñarse.
-
---Pues ya! --dijo el otro --Y si no gano gran cosa en tal ó cual
-artículo . . . Caramba! siempre hay recompensa en la bondad del hecho
-¿no es cierto? he! he! he!
-
---Justamente. --profirió Mr. Bumble.
-
---Sin embargo, podria qnejarme de la lucha desigual que sostengo pues que
-siempre son las personas fomidas las que se _largan_ primero despues de
-haber probado el régimen de esta casa. --prosiguió el empresario
-reanudando el hilo de las reflecsiones que el pertiguero había
-interrnmpido --Si Señor Bumble; acá internos, tres ó cuatro pulgadas
-de mas en la cuenta de un individuo, abren una famosa brecha en sus
-beneficios, sobre todo cuando tiene una familia que mantener.
-
-Como Mr. Sowerberry decia esto con el aire de indignacion propia del
-contratista engañado y Mr. Bumble conoció que insistiendo sobre este
-punto podía acarrear alguna observacíon desagradable respecto el honor
-de la parroquia, consideró prudente el mudar de conversacion y Oliverio
-le proporcionó el medio.
-
---Conoceriais casualmente alguno ―dijo ―que necesitara un aprendiz?
-Hay en la parroquia un niño, que actualmente es una carga monstruosa
-para ella ó mejor una rueda do molino suspendida de su cuello. Señor
-Sowerberry buenas condiciones! Una verdadera ganga! --Así hablando dió
-con sn baston tres golpecitos muy marcados sobre las palabras: _cinco
-libras esterlinas_ impresas en el anúncio en mayúsculas romanas de una
-talla gigantesca.
-
---Por vida de . . . ―esclamó el empresario cogiendo á Bamble por el
-faldon de su levita de uniforme --justamente quería hablaros de esto. No
-ignorais . . . Diantre! Que hermoso escudo llevais Señor Bumble!
-Paréceme que no os lo habia visto an teriormente?
-
---Si; hace bastante buen efecto. ―dijo el pertiguero envane­cido de la
-observacion. --El asunto es identíco al del sello parroquial: (_el buen
-Samaritano curando las llagas de un pobre enfermo_) Señor Sowerberry; es
-un regalo que me hizo la Administracion el primer dia del año. Lo llevé
-por primera vez si no me engaño el dia que asistí á la vista del
-proceso formado con motivo de aquel comerciante arruinado que murió al
-pié de una puerta cochera en medio de la noche.
-
---Ah! ya recuerdo. --dijo el otro. --El jurado espresó su veredicto en
-estos términos: _Muerto de hambre y de frio_, no es cierto?
-
-Mr. Bumble hizo una señal afirmativa.
-
---Y añadió de un modo enérgico que si el oficial de vigilancia hubiese
-. . .
-
---Ta . . . ta . . . ta . . . ta! --hizo el pertiguero con tono acre --Si
-la Administracion tuviese que prestar oídos á toda la ojarazca que
-esparcen esos _jurados ignorantes_ ¿donde iria á parar?
-
-―Es cierto. --dijo Sowerberry.
-
-―Los jurados ―prosiguió Mr. Bumble oprimiendo fuertemente con su
-mano el baston, costumbre que tenia cuando estaba colérico. --Los
-jurados son unos seres _viles, bajos y rastreros_ hasta la quinta
-escencia.
-
---Tambien es cierto. --dijo el otro.
-
---Todos ellos no saben lo que es filosofía, ni _economía política_.
---añadió el pertiguero haciendo castañear sus dedos en señal de
-desprecio.
-
---Sin duda. --repuso el otro.
-
---Yo los desprecio! --prosiguió el pertiguero con el rostro encendido
-por el coraje.
-
---Y yo lo mismo! --añadió Sowerberry.
-
---Quisiera ver á uno de esos jurados _tan presuntuosos_ solo por quince
-dias en nuestro establecimiento; el régimen y los estatutos de la
-Administracion domarian pronto su espíritu de independencia.
-
---Es preciso dejarlos por lo que son Señor Bumble. --dijo Sowerberry
-sonriéndose con aire de aprobacion para calmar el enojo creciente del
-funcionario indignado.
-
---Mr. Bumble quítándose el sombrero sacó de él su pañuelo, enjugó
-su frente que la irritacion habia inundado de sudor, colocó de nuevo
-sobre su cabeza el tricornio, y volviéndose á Mr. Sowerberry dijo con
-tono mas calmado:
-
---Y bien, que querias decirme respecto á ese muchacho?
-
---Nada Señor Bumble. Ya sabeis que pago una fuerte contribucion por
-causa de los pobres.
-
---Hem! --hizo el pertiguero --¿y que?
-
-―Creo, --repuso Sowerberry --que puesto que pago tanto por ellos, es
-muy justo saque de ello todo el provecho posible. He aquí porque bien
-refleccionado, no seria malo tomar ese niño para mi.
-
-Mr. Bumble cojíó el _zampa―muertos_ por el brazo y lo hizo entrar en
-la casa. Mr. Sowerberry estuvo encerrado con los Administradores por
-espacio de cinco minutos durante los cuales se convino en que tomaria á
-Oliverio por vía de prueba y que á este efecto este último iria
-aquella noche misma á su casa.
-
-Cuando al comparecer Oliverío en la propia tarde ante aquellos señores,
-supo que iba á entrar de aprendiz en casa un fabricante de ataudes y que
-si se quejaba de su condicion ó bien volvia otra vez á cargo de la
-parroquia, se le embarcaria con peligro de ser machucado ó anegado,
-demostró tan poca emocion que todos á una esclamaron que era un
-pilluelo de corazon endurecido y Mr. Bumble recibió la órden de
-llevarlo al momento.
-
-Este acatándola sin demora, condujo al pobre Oliverío á casa su nuevo
-patron, administrándole por vía de despido algunos bastonazos y algunos
-consejos propios de un digno pertiguero. El niño lloraba y se
-consideraba tan solo y abandonado que no pudo menos de hacerlo notar á
-Mr. Bumble. Cualquier otro mortal se hubiera tal vez enternecido al ver
-el dolor candoroso del infortunado. Pero un pertiguero! Mr. Bumhle creia
-á la sensibilidad indigna de su dignidad parroquial.
-
-El empresario acababa de cerrar las puertas de su tienda y se preparaba
-para inscribir algunas entradas en su gran libro á favor de una vela
-cuya claridad sombría se adaptaba muy bien con la tristeza del sitio,
-cuando entró Mr. Bumble.
-
---Ah! ah! --dijo alzando la vista de sobre su libro y parándose á la
-mitad de una palabra --Sois vos Mr. Bumble?
-
---Yo mismo Señor Sowerberry. --contestó este --Aquí teneis el
-muchacho. (Oliverio saludó.)
-
---Ah! Bien venido; --dijo el otro levantando el candelero sobre su cabeza
-para inspeccionar mejor á Oliverio --Señora Sowerberry. ¿Podeis
-llegaros por un momento querida?
-
-La Señora Sowerberry salió de la trastienda y presentó la forma de una
-muger baja, delgadita y de talante ceñudo y regañon.
-
---Querida! --dijo su marido con deferencia --Este es el muchacho de la
-casa de caridad de quien os he hablado. (Oliverio saludó de nuevo.)
-
---Buen Dios! y que pequeño! --dijo esta.
-
---Un poco es verdad! --replicó Mr. Bumble mirando á Oliverio con aire
-de reconvencion, como si hubiera sido culpa del niño el no ser mas
-grande --Es algo pequeño sí, Señora Sowerberry; pero el crecerá no lo
-dudeis.
-
---Ah! sin duda que crecerá -- repuso secamente la señora --con nuestra
-bebida y nuestra comida.
-
---Maliciosa! --Ya lo sabeis; ninguna ganancia hay en los muchachos de la
-parroquia, ellos siempre cuestan mas caros de lo que valen.
-
---A pesar de esto los hombres se imaginan que siempre tienen mas razon
-que sus mugeres. Adelántate tu pequeño esqueleto!
-
-Al mismo tiempo abrió una puertecita y empujó á Oliverio hacia una
-escalera rápida que conducía á una pequeña habitacion sombría y
-húmeda adherida al lañero que se llamaba la _cocina_, y en la que
-estaba sentada una jóven haraposa calzando zapatos destalonados y
-llevando unas medias de estambre azules todas horadadas.
-
---Carlota! --dijo la Señora Sowerberry que habia seguido á Oliverio --
-Dad á ese muchacho algunos de los pedazos de fiambre que habeis apartado
-esa mañana para Frip: pues que no ha vuelto á casa en todo el dia se
-pasará sin ellos. Creo que no te sabrá mal el comerlos, no es verdad?
-
-Oliverio, cuyos ojos chispearon al oir hablar de fiambre, y que
-anticipadamente se estremecia con el deseo de devorarlos, respondió
-inmediatamente que no y fué colocado ante él un plato de fiambre
-compuesto de los pedazos mas groseros y heterogéneos.
-
-En un minuto Oliverío engulló todo lo que habia en el plato sin darse
-la pena de mascarlo. La Señora Sowerberry le contemplaba con horroso
-silencio considerando este apetito como de siniestro augurio para el
-porvenir. Luego le condujo en medio de los ataudes y con su agasajo
-ordinario le encajó debajo el mostrador que era el dormitorio destinado
-al novel aprendiz.
-
-
-
-
-CAPÍTULO V.
-
-OLIVERIO ADQUIERE RELACIONES CON NUEVOS PERSONAGES.
-
-
-OLIVERIO solo y entregado á si mismo en la tienda del empresario de
-entierros, colocó su lámpara sobre el _banco de obra_ y poseído del
-miedo arrojó una mirada timída en torno suyo. Un ataud recien acabado y
-puesto en medio de la tienda sobre dos caballetes negros se parecía
-tanto á la imágen de la muerte que el pobre jóven sentia recorrer por
-todos sus miembros un frio glacial acompañado de un temblor convulsivo,
-cada vez que su vista se fijaba involuntariamente sobre este horrible
-objeto esperando á cada momento ver un espectro espantoso levantar de el
-su cabeza repugnante hasta volverle loco de terror.
-
-A la mañana siguiente le despertó un ruido redoblado de punta piés
-dados á la parte exterior de la puerta de la tienda. Estos se renovaron
-por cerca veinte y cinco ó treinta veces mientras se vestía á tientas;
-pero cuando empezaba á descorrer los cerrojos los piés cesaron de
-golpear oyendose una voz.
-
---Abrirás esta puerta? --dijo la voz perteneciente á los piés que
-habian golpeado.
-
---Al instante señor. --respondió Oliverio descorriendo los cerrojos y
-volviendo la llave.
-
---Sin duda serás el aprendiz que se esperaba? --repuso la voz á travez
-del agujero de la cerradura.
-
---Si señor. --replicó Oliverio.
-
---Que edad tienes?
-
---Diez años señor.
-
---Siendo así voy á estrangularte en cuanto entre. --prosiguió la voz
---Ya lo verás aborto de la inclusa!
-
-Despues de una promesa tan galante la voz se puso á silvar.
-
-Oliverio estaba harto acostumbrado á la realizacion de tales amenazas
-para tenor ninguna duda de que el dueño de la voz fuera qnien fuera
-cumpliese en palabra. Dcscorrió los cerrojos con mano trémula y abrió
-la puerta. Miro por algun tiempo al frente á derecha y á izquierda
-persuadido de que el incógnito que acababa de hablarle por el ojo de la
-llave, habia dado algunos pasos de mas para calentarse; porque no vió á
-nadie mas que un gordo muchacho de la escuela de la caridad, sentado
-sobre un guarda canton frente la tienda y ocupado en comer una rebanada
-de pan con manteca que cortaba en pedazos de la medida de su boca con una
-mala navaja y que tragaba en seguida con mucha voracidad.
-
-―Perdon caballero. --dijo al cabo Oliverio no viendo parecer á nadie
-mas ―Sois vos el que habeis llamado?
-
---He dado punta piés. --respondió el otro.
-
---Necesitais un ataud? --repuso Oliverio con ingenuidad.
-
-A esta pregunta el muchacho de la caridad se puso furioso en grado
-superlativo y juró que Oliverio antes de poco necesitaria uno si se
-permitia bromear así con sus _superiores_.
-
---Mal espósito! Ignoras acaso quien soy yo? --dijo levantándose de
-guarda canton y adelantándose manos en la faltriquera y con insigne
-gravedad.
-
---No señor. --respondió Oliverio.
-
---Soy el _Señor_ Noé Claypole. --prosiguió el otro --y tu estás bajo
-mi dependencia. Al avío! abre la tienda y saca las muestras. --Al mismo
-tiempo el _señor_ Claypole administró un punta pié á Oliverio, entró
-en la tienda con un ademan magestuoso que le dió mucha importancia y se
-dirijió á la cocina para almorzar.
-
---Noé, acercaos á la lumbre. --dijo Carlota --He apartado para vos este
-pedacito de tocino que he eliminado del almuerzo del amo. Tu Oliverio
---dijo á este que acababa de entrar despues de haber cumplido la
-comision de Noé --cierra esta puerta y coje esos mendrugos de pan que
-son para tí. Toma tu thé sobre ese cofre que está en aquel rincon y
-despacha pronto pues tienes que ir á guardar la tienda; ¿lo entiendes?
-
---Oyes espósito? --dijo Noé Claypole.
-
---Noé, sois muy terco. --repuso Carlota --Vaya! Dejareis tranquilo á
-ese niño?
-
---Que lo deje tranquilo? Pues ya escampa! No hay peligro de que su padre
-ni su madre vengan á limpiarle los mocos . . . Todos sus parientes le
-han dado carta blanca para gobernarse á su modo . . . he! he! he!
-
---Sois un truhan! --replicó Carlota soltando una carcajada imitada por
-Noé y ambos á dos arrojaron una mirada de desden al pobre Oliverio que
-sentado sobre un cofre en el rincon mas frio de la cocina comia
-titiritando los mendrugos de pan que se habian señalado especialmente
-para él.
-
-Noé era un niño de la escuela de la caridad; pero no un espósito de la
-casa de caridad. Tampoco era el niño del _acaso_; porque podia trazar su
-genealogía subiendo hasta sus padres que vivían cerca de aquel sitio.
-Su madre era lavandera ysu padre un soldado veterano, viejo, borracho,
-con una pierna de palo y una pension diaria de cinco sueldos seis
-dineros. Los aprendices de las tiendas de la vecindad habian tenido por
-largo tiempo la costumbre de insultar á Noé en medio de la calle
-motejándole de lo lindo y él lo había sufrido con la mayor paciencia
-del mundo; pero ahora que la fortuna habia arrojado en su camino á un
-pobre huérfano sin nombre á quien el ser mas abyecto podia señalar con
-el dedo é insultar impunemente; le hizo expiar con usura las faltas de
-que los otros se habian hecho culpables para con él.
-
-
-
-
-[Illustration: Un ataud á medio hacer estaba colocado en el centro de la
-tienda.]
-
-
-
-
-CAPÍTULO VI.
-
-OLIVEIRO PUESTO FUERA DE QUICIO POR LAS BURLAS AMARGAS DE NOÉ SB
-ENFURECE Y SORPRENDE Á ESTE POR SU AUDACIA.
-
-
-TRASCUBRIDO el mes de _prueba_ se firmó el acta de aprendizaje con todos
-los requisitos convenientes. Cabalmente habia llegado una estacion
-favorable á las defunciones y para servirme de una espresion comercial
-la venta de ataudes estaba _á la alza_; de modo que en poco tiempo
-Oliverio adquirió muchos conocimientos en el arte. El éxito de la
-industria ingeniosa de Mr. Sowerberry traspasaba los límites de sus
-pretenciones. Desde tiempo inmemorial no se habia visto al serampion
-ejercer con tanta violencia sus estragos funestos sobre los muchachos.
-Así es, que se velan montones de cortejos mortuorios llevando á su
-frente al pequeño Oliverio, cubierto con un sombrero adorado con un
-largo crespon que le llegaba hasta los jarretes, todo con grande
-estupefaccion de las madres con movidos por la novedad del espectáculo.
-
-Como Oliverio acompañaba tambien á su maestro en la mayor parte de sus
-espediciones de cuerpos mayores para adquirir esa _firmeza_ de carácter
-y ese ascendiente sobre la sensibilidad que distingue al enterrador de
-las demás clases de la sociedad, mas de una vez tuvo ocasion de observar
-con que _resignacion_ y con que _noble_ valor ciertos _espíritus
-animosos_ suportaban sus pruebas y sus pérdidas.
-
-Era digno de notarse que las personas de uno y otro sexo que mientras
-tenia efecto el entierro se entregaban á la mas violenta desesperacion,
-eran las que al regresar á la casa mortuoria se en contraban mucho mejor
-presentándose ya perfectamente tranquilas despues de la comida
-acostumbrada. Oliverio contemplaba con grande asombro todos estos hechos
-á la vez satisfactorios é instructivos.
-
-Si Oliverio Twist adquirió la resignacion por el ejemplo de esas _buenas
-gentes_ es cosa que no puedo afirmar con confianza; á pesar de ser su
-biógrafo. Solo puedo decir que por espacio de muchos meses continuó
-sometiéndose con dulzura á la tiranía y á los malos tratos de Noé
-Claypole quien hacia de ellos un uso mas continuado que antes, celoso
-como estaba al ver el recien llegado promovido al basten negro y al
-sombrero con crespon, cuando el _primer_ venido se habia quedado con la
-gorra redonda y calzon de piel. Carlota por su parte lo maltrataba porque
-así lo hacia Noé y la Señora Sowerberry era su enemiga declarada,
-porque Mr. Sowerberry le demostraba proteccion. De modo que Oliverio
-viéndose obligado á luchar por un lado contra esos tres individuos y
-por otro contra la repugnancia á los entierros estaba muy lejos de
-encontrarse a su gusto.
-
-Pero héme aquí llegado á un pasaje importante de su historia; debo
-citar un hecho que si bien fué de poca importancia, no dejó de producir
-un cambio total en su porvenir.
-
-Un dia que Oliverio y Noé habian bajado á la cocina á la hora
-acostumbrada de comer para tomar cada uno su parte de una libra y media
-de mala comida, encontrándose Carlota ausente en aquel entonces tuvieron
-que esperar un momento durante el cual Noé Claypole que era la vez
-famélico y vicioso creyó pasar mejor el tiempo hostigando y
-atormentando al jóven Twist. En efecto, empezó por poner los piés
-sobre los manteles, tiró los cabellos de Oliverio, le pellizcó las
-orejas, le insinuó que era un maulon y llegó hasta á manifestar el
-placer que tendria en verlo colgar un dia de la horca. En suma, no hubo
-maldades que no pusiera en ejercicio contra ese pobre muchacho haciendo
-con ello honor á su natural perverso de niño de la caridad que era.
-Pero viendo que todo esto no producía el efecto que esperaba, que era
-hacer llorar á Oliverio, cambió sus baterías y para hacerse aun mas
-gracioso hizo lo que hacen muchas almas de cieno personas mas
-_encopetadas_ que Noé cuando quieren hacerse el _mono_; lo atacó
-personalmente.
-
---Expósito! dijo --¿cómo se encuentra tu mamá?
-
---Ha muerto. --respondió Oliverio. --Os ruego no me hableis de ella!
-
-Al decir esto un vivo encarnado apareció en el rostro del niño, su
-respiracion se hizo dificultosa, hubo en sus labios y en sus narices un
-juego estraño que el _Señor_ Claypole tomó por el preludio de unas
-fuertes ansias de llorar. Poseido de esta idea, volvió á la carga.
-
---Y de que ha muerto expósito? --preguntó.
-
---De pesar! Esto al menos es lo que me han dicho algunas viejas de la
-casa de caridad --repuso Oliverio mas bien dirijiéndose a sí mismo que
-respondiendo a Noé --Adivino azás lo que es morir de pesar.
-
---La titiridon, la titirindaina! --gorgeó Noé viendo rodar una lágrima
-en la megilla del niño. --Vaya . . . que es lo que te hace lloriquear
-ahora?
-
---No _vos_ al menos! --replicó Oliverio pasando su mano con rapidez
-sobre su mejilla para enjugar una lágrima prócsima á caer. --No
-penseis que seais _vos_!
-
---Nunca jamás he pensado ni pensaré tal cosa! --repuso Noé con aire
-chocarrero.
-
---Entonces hasta sobre este punto! --replicó vivamente Oliverio
---Guardaos de hablarme mas de ella; es lo mejor que podeis hacer.
-
---Lo mejor que puedo hacer! --esclamó Noé. --Mil perdones! Lo mejor que
-podré hacer! Largaos que allá viene mata muertos! ah! ah! ah! Paquete
-de contrabando! no te insolentes ó me enojo! Tú respetable mamá era un
-buen pedazo de moza, he?
-
-Esto diciendo Noé sacudió la cabeza con malicia y frunció su pequeña
-nariz roja todo lo que sus músculos le permitieron en esta ocasion.
-
---Te consta positivamente. --continuo envalentonado por el silencio de
-Oliverio y afectando un aire de piedad maligno. --Sabes bien que ya no
-hay remedio ahora: tu mismo nada podrias lo que siento y te aseguro que
-te compadezco de todo corazon al igual de todos los que te conocen; con
-todo es preciso confesar que tu madre era una verdadera mugerzuela.
-
---Una verdadera que? --preguntó Oliverio levantando súbitamente la
-cabeza.
-
---Una verdadera mngerzuela. --Repuso friamente Noé --Y vale mas que haya
-muerto así que no verse encerrada en Bridewell ó transportada á
-Botany-Bay ó bien . . . (que era lo mas probable) hacerse colgar ante
-Newgate?
-
-Ebrio de cólera Oliverio saltó de su sitio, derribó mesa y sillas,
-cogió á Noé por el cogote y en un movimiento de rabia lo sacudió con
-tal violencia que sus dientes crugieron en su cabeza; luego reuniendo
-toda su fuerza le asestó un golpe tan furioso que lo derribo á sus
-piés.
-
-Aun no hacia un minuto que este mismo niño anonadado por los malos
-tratos era la misma dulzura; pero su corage al fin se habia dispertado.
-La afrenta hecha á la memoria de su madre hizo hervir la sangre en sus
-venas; su pecho latia con violencia; su aspecto era fiero; su ojo vivo y
-brillante. Ya no era el mismo niño desde que miraba á su vil
-perseguidor tendido á sus pies y lo desafiaba con una enerjia que no se
-le habia conocido hasta entonces.
-
---Socorro! --gritó Noé -- Cár . . . lota! Se . . ño . . ra! Oliverio
-me asesina! Socorro! socorro!
-
-Los aullidos de Noé fueron oidos por Carlota que respondió á ellos con
-un grito penetrante y por la Señora de Sowerberry cuya voz se elevó á
-un diapason todavía mas alto. La primera se abalanzó á la cocina por
-una puerta lateral, y su ama se paró en la escalera hasta estar segura
-de que sus dias no corrian peligro.
-
---Miserable pilluelo! --gritó Carlota sacudiendo á Oliverio con toda su
-fuerza que igualaba cuando menos á la del hombre mas robusto --Ingrato!
-infame! asesino! --y á cada silaba asestaba un famoso puñetazo y un
-robusto chillido todo por el bien de la sociedad.
-
-A pesar de que el puño de Carlota no era muy ligero, la Señora
-Sowerberry temiendo sin duda que no produjera todo el efecto necesario
-para calmar la cólera de Oliverio se precipitó en la cocina lo cogió
-con una mano por el cuello y con la otra le arañó el rostro mientras
-que Noé aprovechándose de esta ventaja _inmensa_, se incorporó y le
-dió sendos golpes por detrás.
-
-Este ejercicio demasiado violento no podia prolongarse mucho; tendidas de
-fatiga las dos mugeres á fuerza de sacudir y arañar, arrastraron al
-niño que gritaba y se debatia mas bien por furor que por miedo hasta la
-carbonera y allí lo encerraron con llave. Despues de este esfuerzo
-supremo la Señora Sowerberry se dejó caer en una silla y prorumpió en
-copiosa llanto.
-
---Bondad divina! El ama se pone mala! --dijo Carlota --Noé! pronto
-querido, un vaso de agua.
-
---Ay! Dios mío! Carlota! --dijo la Señora Sowerberry con voz
-balbuciente á causa de una fatiga de respiracion y de una cantidad de
-agua fria que Noé le habia arrojado á la cara y espaldas --Oh! Carlota!
-Por dicha no hemos sido asesinados todos en la cama.
-
---Ah! si; ha sido una gran fortuna señora! --respondió esta. --Esto le
-enseñará al amo á no introducir jamás en su casa á esos _seres
-horribles_ que han nacido ladrones y asesinos desde su cuna. En cuanto á
-Noé, poco ha faltado que no haya sido muerto al entrar yo en la cocina.
-
---Pobre muchacho! --dijo la Señora Sowerberry dirijiendo una mirada
-compasiva á su aprendiz.
-
-Noé que era mas grande que Oliverio á lo menos de cabeza y hombros,
-viéndose el objeto de la conmiseracion de _las señoras_ se frotó los
-ojos con las palmas de las manos en ademan de llorar.
-
---Qué hacemos ahora? --esclamó la Señora Sowerberry --Mi marido no
-está en casa; no hay aquí nadie y antes de diez minutos el malvado
-hundirá la puerta.
-
-Las violentas sacudidas que Oliverio daba á la susodicha puerta hacian
-al temor muy fundado.
-
---Dios mio! Dios mio! A la verdad no sé señora! --dijo Carlota --á
-menos que no vayamos á buscar los agentes de policia.
-
---O bien la guardia. --Propuso el _señor_ Claypole.
-
---No; no. --repuso la Señora Sowerberry pensando de pronto en el antiguo
-amigo de Oliverio --Noé; corre á buscar á Mr. Bumble; díle que venga
-aquí sin dilacion, sin perder un minuto. No importa tu gorra; despachate
-y por una oja de cuchillo sobre tu ojo durante el camino; esto calmará
-la hinchazon.
-
-Noé sin cuidarse de responder se precipitó fuera de la casa y corrió
-con toda la ligereza permitida á sus piemas. Las gentes que encontró en
-el camino no se sorprendieron poco al ver un muchacho de la escuela de la
-caridad corriendo desalentado por las calles sin gorra en su cabeza y con
-una hoja de cuchillo sobre su ojo.
-
-
-
-
-CAPITULO VII.
-
-OLIVERIO ES UN REFRACTARIO COMPLETO.
-
-
-NOÉ corrió como un galgo por las calles y no se paró para tomar
-aliento hasta que hubo llegado al portal de la Casa de caridad. Allí
-esperó algunos minutos á que vinieran en su ayuda las lágrimas y los
-sollozos y pudiera prestar á su fisonomía un aire de espanto y de
-terror. Luego llamó bruscamente á la puerta y, manifestó un semblante
-tan lastimoso al viejo pobre que vino á abrirle, que este aunque muy
-acostumbrado á no ver á su alrededor mas que semblantes lastimosos aun
-en los mas bellos dias del año retrocedió asombrado.
-
---Que te pasa muchacho?-- preguntó.
-
---Mr. Bumble! Mr. Bumble!-- gritó Noé fingiendo terror y alzando tanto
-la voz que su acento no solo llegó á los oidos de Mr. Bumble que se
-hallaba distante algunos pasos si que tambien lo espantó hasta el
-estremo de precipitarse en el patio sin su fiel tricorne (circunstancia
-tan rara como curiosa que nos convence de que un pertiguero cuando es
-presa de un impulso repentino y poderoso, puede muy bien caer en una
-fascinacion momentánea y olvidarse á la vez de si mismo y de su
-dignidad personal.
-
---Señor Bumble!-- dijo Noé --si supierais señor . . . Oliverio, ha . . .
-
---Y bien! que? que ha hecho Oliverio? --preguntó el pertiguero brillando
-un rayo de placer en sus ojos metálicos --¿Se ha fugado?
-
---No Señor; muy al contrario; en vez de fugarse se ha vuelto _asesino_!
---replicó Noé --Ha querido asesinarme á mi y luego á Carlota y luego
-á la señora . . . Oh! la . . . la . . . la . . . la. ¡Dios mio, que
-dolor! Señor si supierais . . . Oh! hu! ah! (al mismo tiempo se
-retortigaba en todas direcciones, removiendo el vientre con ambas manos y
-haciendo contorsiones y visajes horribles, para hacer creer á Mr. Bumble
-que por el ataque violento que habia sufrido se le habia desarreglado
-algo en el cuerpo que le hacia sufrir cruelmente en aquel momento.)
-
-Viendo que habia logrado su objeto y que su relacion habia paralizado al
-pertiguero, juzgó oportuno añadir al efecto producido una serie de
-lamentaciones sobre una octava y media mas alta que antes. En esto
-apercibió á un caballero de chaleco blanco que atravesaba el patio y le
-vino la feliz idea de llamar la atencion y excitar el enojo del susodicho
-caballero gritando mas recio que nunca.
-
-En efecto el caballero no hubo dado dos pasos cuando retrocedió y se
-informó del motivo que hacia _aullar_ de tal modo á aquel _cachorro de
-presa_; amonestando á Mr. Bumble porque no le habia administrado dos
-buenos bastonazos para hacerle llorar por alguna cosa.
-
---Es un pobre muchacho de la escuela de la caridad --dijo Bumble --que ha
-estado muy cerca de ser asesinado por el jóven Twist.
-
---No lo dije! --esclamó el hombre del chaleco blanco parándose
-secamente --Estaba yo bien seguro! Desde el momento tuve el extraño
-presentimiento de que ese pilluelo algun dia se haria colgar de una horca.
-
---Tambien ha intentado asesinar á la criada! --dijo Bumble pálido de
-terror.
-
---Y luego á su ama! --añadió Noé.
-
---No habeis dicho que tambien á su amo? --repuso el pertiguero.
-
---No señor; porque habia salido de otro modo le hubiera asesinado
---replicó Noé --Así lo ha dicho.
-
---Hijo mio! con que ha dicho que lo quería asesinar? --dijo el caballero
-del chaleco blanco.
-
---Si. --repuso Noé --Y á propósito mi ama me envía para suplicar á
-Mr. Bumble venga por un momento á casa si puede para zurrar á Oliverio
-ya que mi amo está ausente.
-
---Tienes razon amiguito! tienes razon! --dijo el caballero del chaleco
-blanco con aire melifluo, y pasando su mano sobre la cabeza de Noé que
-era mas alto que el á lo menos de tres pulgadas añadió --Toma ahi
-tienes un sueldo para tí. Bumble! corred con vuestro baston á casa
-Sowerberry y ved vos mismo lo que hay que hacer. No haya cuartel Bumble;
-lo entendeis?
-
---Perfectamente. --replicó el otro encajando un látigo que se adaptaba
-al estremo de su baston y del que se servia para imponer correcciones
-_parroquiales_.
-
---Decid á Sowerberry que tampoco le perdone. Solo á golpes se podrá
-algo con él. --dijo el hombre del chaleco blanco.
-
-Ajustados el baston y el tricorne cada uno en su lugar y sitio con gran
-satisfaccion de su comun dueño, Mr. Bumble y Noé Claypole se dirijieron
-precipitadamente á la casa de Sowerberry.
-
-En ella el estado de los asuntos no habia mejorado lo mas mínimo. Mr.
-Sowerberry aun no habia vuelto y Oliverio continuaba dando puñetazos á
-la puerta de la carbonera con brio igual. El fiel relato que Carlota y la
-Señora Sowerberry hicieron de la _ferocidad_ del niño fue le un
-carácter tan alarmante que Mr. Bumble
-
-juzgó prudente parlamentar antes de abrir la puerta. De consiguiente
-dió por si mismo un puntapié en ella á guisa de exordio, y aplicando
-sus labios al ojo de la llave dijo con tono grave é imponente.
-
---Oliverio!
-
---Abrid esta puerta! --respondió el niño.
-
---Oliverio reconoces esta voz? --preguntó el pertiguero.
-
---Si. --repuso Oliverio.
-
---Y no os da miedo? No temblais, mientras os hablo?
-
---No. --respondió Oliverio con resolucion.
-
---Una respuesta tan diferente de la que tenia derecho á esperar y á la
-que no estaba acostumbrado, desconcertó en gran manera á Mr. Bumble.
-Dió tres pasos atrás, se empinó todo derecho y paseó alternativamente
-sus miradas sobre los tres espectadores sin poder proferir una palabra.
-
---Ya lo veis Señor Bumble! --dijo la Señora Sowerberry --Es necesario
-que esté loco. Otro muchacho que no poseyera mas que la mitad de su
-razon, so guardaría muy bien de hablaros de este modo.
-
---No es la locura señora! --dijo Mr. Bumble despues de algunos instantes
-de refleccion --Es la comida!
-
---Que me decís? --esclamó la Señora Sowerberry.
-
---La comida señora! --repuso el pertiguero con tono enfático --No mas
-que la comida. Lo habeis sobrecargado de alimento; habeis _erijido_ en
-él un alma y una inteligencia _artificiales_ que de ningun modo
-convienen á las personas de su clase; como o lo dirán por su propio
-labio los Administradores que son filósofo experimentales señora
-Sowerberry. Que necesidad tienen los _pobres_ de poseer una inteligencia
-y un alma? No basta el que les hagamos vivir? Si vos señora no le
-hubieseis dado mas que puches no hubiéramos llegado á este caso.
-
---Dios mio! Dios mio! --esclamó la Señora Sowerberry elevando
-piadosamente sus ojos al techo do la cocina --Es posible que esto dimane
-de un exceso do liberalidad!
-
-La liberalidad do la Señora Sowerberry para con Oliverio consistia en
-una prodigalidad confusa de escamochos que ningun otro que el hubiera
-querido comer; por lo que habia mucha abnegacion y deferencia en soportar
-voluntariamente la _pesada acusacion_ de Mr. Bumble de la que (sea dicho
-con justicia) era inocente de pensamiento, de palabra y de accion.
-
---Ahora bien --dijo el pertiguero cuando la Señora vuelta de su éxtasis
-dirijió de nuevo sus ojos á la tierra --lo que conviene por el momento
-en mi sentir es dejarle veinte y cuatro horas aquí hasta que el hambre
-empiece á hacerle cosquillas; luego le pondreis en libertad y lo
-sujetareis á los puches claros durante todo el tiempo de aprendizage.
-Señora Sowerberry tened entendido que procede de _mala semilla_. El
-cirujano y la enfermera me han dicho que su madre vino á la casa entre
-dificultades y penas que hubieran acabado mucho antes con una _muger
-virtuosa_.
-
-A este punto del discurso Oliverio que habia comprendido lo bastante para
-saber que se hacia de nuevo alusion á su madre, volvió á golpear con
-tal fuerza que aturrullaba los oidos. En medio de esta bataola entró Mr.
-Sowerberry y habiéndole _las señoras_ contado el crímen de Oliverio
-con toda la exajeracion que creyeron á propósito para exitar su enojo,
-en un abrir y cerrar de ojos abrió la carbonera é hizo salir de ella á
-su _rebelde_ aprendiz cojiéndole por el cogote.
-
-Durante la lucha los vestidos de Oliverio habian sido rasgados, su rostro
-estaba magullado y arañado, sus cabellos caian en desórden sobre su
-frente. El rojo de la cólera no habia desaparecido aun de sus megillas,
-y al salir de su prision lejos de manifestarse acobardado dirigió una
-mirada amenazadora á Noé.
-
---Ola! bravo mozo! --dijo Sowerberry sacudiendo la cabeza de Oliverio y
-dándole luego un bofeton en la oreja.
-
---Porque ha hablado mal de mi madre. --replicó el niño.
-
---Y aun que así fuera pillastron! --dijo la Señora Sowerberry --No ha
-dicho todo lo que ella merece!
-
---No lo merece! --dijo Oliverio.
-
---Lo merece. --objetó la Señora Sowerberry.
-
---Es mentira!
-
-La Señora Sowerberry derramó un torrente de lágrimas. Este torrente de
-lágrimas privaba á Mr. Sowerberry de toda alternativa. El lector
-prevenido comprenderá fácilmente que si este último hubiese titubeado
-un solo momento en castigar severamente á Oliverio, hubiera sido bajo el
-aspecto de los usos establecidos cuando se trata de disputas conjugales,
-un bruto, un marido desnaturalizado, una ridícula imitacion del hombre y
-tantos otros hermosos epitetos demasiado numerosos para insertarlos en
-este capítulo. Para hacerle justicia tenia á favor del niño toda la
-buena disposicion que le permitia su poder muy limitado: pueda tambien
-que le impulsara el propio interés; ó bien porque su muger no lo podia
-sufrir. Asi es que como tengo dicho ese torrente de lágrimas no le
-dejaba alternativa y de consiguiente lo zurró de lo lindo para
-satisfacer á su ultrajada esposa y hacer al mismo tiempo inútil el
-_baston parroquial_. Nuestro jóven héroe fué encerrado por todo el
-resto del dia en la carbonera en compañía de un jarro de agua y un
-mendrugo de pan. Por la noche la Señora Sowerberry lo abrió no sin
-haber hecho antes algunas observaciones poco lisongeras respecto á su
-madre y entre las burlas y sarcasmos de Noé y de Carlota fué á echarse
-en su lecho de dolor.
-
-Solo cuando se vió aislado en el taller del Zampa-muertos, dió libre
-curso á la emocion que el tratamiento del dia debió dispertar en su
-pecho de niño. Habia escuchado los sarcasmos con desprecio; habia
-sufrido los golpes sin proferir un solo lamento, por que sintiara nacer
-en el esa noble fiereza capaz de ahogar el menor grito aun cuando le
-hubieran quemado vivo; pero ahora que nadie podia verle ni oirle se dejó
-caer de rodillas sobre el pavimento y ocultando su rostro con sus manos
-derramó tales lágrimas que Dios quiera que para el bien de nuestro
-espíritu ningun niño tan jóven haya tenido ocasion de derramarlas por
-nosotros ante él!
-
-Oliverio permaneció largo tiempo en esta postura: la vela iba á
-consumirse del todo en el tubo de su candelera cuando se levantó; y
-habiendo mirado con precaucion á su alrededor y escuchando con suma
-ansiedad tiró los cerrojos de la puerta de entrada y fijó su vista á
-la calle.
-
-La noche estaba sombria y fria y las estrellas parecieron á los ojos del
-niño mas lejanas de la tierra que no las habia visto antes. No soplaba
-el menor aire y las sombras negras de los árboles por su inmobilidad
-tenian algo de sepulcral como la misma muerte. Volvió á cerrar
-suavemente la puerta y aprovechándose de la luz vacilante del cabo de la
-vela que finia para envolver en un pañuelo los pocos harapos que tenia
-se sentó sobre su jergon esperando el dia.
-
-A los primeros rayos de la aurora que empezaron á filtrar al través de
-las rendijas de la puerta de la tienda, Oliverio se levantó y abrió de
-nuevo la dicha puerta. Una mirada temerosa en torno suyo; un momento de
-vacilacion . . . la cerró tras si y hele ah en medio de la calle. Miró
-á derecha é izquierda no sabiendo por que lado huir. Recordó haber
-visto los carros cuando dejaban el pais subir lentamente la colina . . .
-se dirije por este lado y habiendo llegado á un sendero que sabia iba á
-desembocar en la carretera un poco mas lejos le tomó y marchó á buen
-paso.
-
-Al hallarse en este mismo sendero Oliverio recordó haber trotado por el
-al lado de Mr. Bumble cuando este le volvia de la sucursal á la casa de
-Caridad. Este camino conducia á aquella. Su corazon latia muy fuerte
-pensando en ello y le vinieron ganas de retroceder. Sin embargo habia ya
-andado un largo trecho y perdía mucho tiempo obrando asi; además era
-tan de mañana que no habia peligro de que se le viera. Continuó pues y
-llegó delante de la casa. No habia apariencia de que los comensales
-estuvieran ya levantados en una hora tan matinal. Se paró y miró con
-precaucion al jardín. Un niño estaba en el ocupado en arrancar las
-malas yerbas de un cuadro y al levantar la cabeza pare descansar Oliverio
-reconoció en él á uno de sus camaradas de la infancia. Tuvo mucha
-satisfaccion de verle antes de partir; porque aunque mas jóven que él,
-este niño habia sido su amigo y compañero de juego. Habian tenido
-hambre, habian sido golpeados y encerrados juntos tantas y tantas veces!
-
---Silencio Ricardo! --dijo Oliverio viendo al muchacho correr á la
-puerta y pasar sus bracesitos al traves de la verja para recibirle --Se
-han levantado ya aquí?
-
---No; yo solo! --respondió el niño.
-
---Que no digas que me has visto; lo entiendes Ricardo? --dijo Oliverio
---Yo me escapo: me golpeaban y me maltrataban muchísimo! Voy á buscar
-fortuna lejos, muy lejos de aquí; no se donde. ¿Que pálido estás?
-
---He oido decir al médico, que me muero. --repuso el niño con una
-lánguida sonrisa --Estoy tan contento de verle querido amigo! Pero no te
-entretengas; vete pronto!
-
---No, no! quiero decirte hasta la vista. --prosiguió Oliverio --Volveré
-á verte Ricardo; estoy seguro de ello. Entonces estarás bueno y serás
-mas feliz.
-
---Asi lo espero! --dijo el niño --pero cuando habré muerto; no antes.
-Se bien que el médico tiene razon Oliverio; porque sueño muy amenudo en
-el cielo y en los ángeles y veo fisonomías dulces cual no las he visto
-nunca cuando estoy dispierto. Abrázame! --continuó encaramándose en la
-puerta del jardin y pasando sus bracecitos alrededor del cuello de
-Oliverio --Hasta la vista allá arriba amigo! Que Dios te bendiga!
-
-Aunque dada por un niño, esta bendicion era la primera que Oliverio
-sentia invocar sobre su cabeza y en medio de los sufrimientos y de las
-vicisitudes de su vida futura, no la olvidó una sola vez.
-
-
-
-
-CAPÍTULO VIII.
-
-OLIVERIO SE DIRIJE Á LONDRES, Y ENCUENTRA EN EL CAMINO UN JÓVEN
-SINGULAR.
-
-
-OLIVERIO despues que hubo llegado al estremo del sendero, se encontró en
-la carretera. Eran las ocho de la mañana: á pesar de haber andado ya
-cinco millas, corrió y se ocultó como pudo tras las hayas hasta el
-medio dia temiendo ser cojido en el caso de que se le persiguiera.
-Entonces se sentó en un mojon y se puso á pensar per la primera vez en
-el punto donde debia ir para poder ganarse la subsistencia.
-
-Muchas veces habia oido decir á los viejos de la casa de Caridad que un
-muchacho de corazon no podia dejar de pasarlo bien en Londres y que habia
-en esa gran ciudad recursos de que los habitantes de las provincias no
-podian formarse una idea. Este era justamente el punto propio para el
-niño sin asilo y que podia morirse en medio de la calle si alguno no
-venia á su socorro. Se puso pues en marcha con valor acostándose por la
-noche al aire libre, viviendo ya de limosnas, ya de los restos arrojados
-por los caminantes; despreciado y rechazado por todas partes.
-
-El séptimo dia de su partida entró muy de madrugada fatigadísimo en la
-pequeña ciudad de Barnet. Las puertas de las casas estaban cerradas, las
-calles desiertas, nadie se habia levantado aun para prepararse á los
-trabajos del dia. El sol se elevaba radiante; pero su luz solo demostraba
-al niño de una manera mas sensible su abandono y su miseria. Se sentó
-en las gradas de una iglesia con los piés llenos de sangre y polvo.
-
-Poco á poco se abrieron las puertas, se estendieron los toldos y la
-gente empezó á circular por las calles. Algunas personas (en número
-muy pequeño) se detuvieron un momento para contemplarle ó solo se
-volvieron al pasar á toda prisa; pero nadie le socorrió ni se tomó
-siquiera la pena de indagar porque se encontraba de tal modo en aquel
-sitio. El pobre niño no se sentia con ánimo para mendigar y estaba
-sentado allí sin saber lo que seria de él.
-
-Habia ya algun tiempo que permanecía en tal posicion asombrándose del
-gran número de tabernas que veia, (pues que cas todas las casas de
-Barnet lo son) y mirando con displicencia los carruajes públicos que
-pasaban rápidamente ante él, cuando le sacó de su reflexion la vista
-de un jóven que hacia pocos instantes acababa de pasar sin mostrar haber
-reparado en él y que retrocediendo luego y colocándose al otro lado de
-la calle le miraba con la mayor atencion. De pronto no hizo caso de ello;
-pero viendo que el tal muchacho permanecia tanto tiempo en la misma
-actitud, levantó la cabeza y le miró del mismo modo. Entonces este
-atravesó la calle y dirijiéndose directamente á él dijo:
-
---Y bien monigote! Que haces ahí hecho un estafermo?
-
-El individuo que hizo tal pregunta á nuestro jóven viagero, era poco
-mas ó menos de su edad, pero tenia el aspecto de una originalidad nunca
-vista por Oliverio.
-
---Y bien! De que se trata? --prosiguió.
-
---Me muero de hambre y estoy sumamente fatigado! --respondió Oliverio
-con las lágrimas en los ojos --He hecho un largo camino; he andado
-durante siete dias.
-
---Durante siete dias! --dijo el jóven --Ah! ya caigo. De órden del
-_pico_ . . . he! --luego añadió notando la sorpresa de Oliverio.
---¿sabes acaso lo que es un _pico_ mi jóven camarada?
-
-Oliverio respondió ingenuamente que siempre habia oido decir que un
-_pico_ era la boca de un pajaro.
-
---Vaya un _zopo_! --esclamó el jóven --El _pico_ es el magistrado.
-_Marchar de órden del pico_, no es andar en derechura, sino _trepando
-siempre sin jamás volver á descender_. ¿No has estado nunca sobre el
-_molino_.
-
---Qué molino? --preguntó Oliverio.
-
---Que molino! que molino! Por vida de . . . el molino que rueda cien
-veces mas rápido cuando _son bajas las aguas_, es decir cuando la bolsa
-está en seco, que cuando están _altas_ porque en este último caso
-siempre hay menos _obreros_ . . . Esto se comprende perfectamente sin
-romperse los cascos. Ven conmigo; no tienes nada que meter bajo el diente
-y es necesario que _rumies_. No hay gran cosa en la faltriquera solo un
-_rond_ y un _Jaime_ pero no le hace ello vendrá. --Vamos en movimiento
-las _canillas_!
-
-El jóven, ayudó á Oliverio á levantarse y lo condujo hácia una
-revenderia donde compró un poco de jamon y un pan de dos libras; hizo en
-este un agujero é introdujo por él el jamon para preservarlo del polvo;
-luego metiéndolo bajo el zobaco se dirijió hácia una taberna de sucia
-apariencia y entró en una sala trasera. Allí; puesta sobre la mesa una
-botella de cerveza de órden del _misterioso jóven_, Oliverio á una
-señal de este emprendió un espléndido almuerzo durante el cual el
-_estraño muchacho_ le observaba por intervalos con la mayor atencion.
-
---Vas á Londres? --dijo el jóven cuando Oliverio hubo concluido.
-
---Si.
-
---Tienes posada?
-
---No.
-
---Y dinero?
-
---Tampoco.
-
---El jóven se puso á silvar metiéndose las manos en las faltriqueras
-todo lo que le permitieron las mangas de su casacon.
-
---Vivís vos en Londres? --preguntó Oliverio.
-
---Si; cuando estoy en mi casa! --respondió el otro --Supongo que no
-sabrás donde acostarte esta noche he?
-
---Es cierto. --repuso Oliverio. --No he dormido bajo tejado desde que
-abandoné mi pais.
-
---No te inundes de mocos por ello! Haces mal en atormentarte de este modo
-las pestañas. --replicó el jóven mozalvete. --Yo tambien tengo que
-estar en Londres esa noche y allí conozco un anciano _respetable_ que te
-dará alojamiento de valde, entendámonos siendo presentado por alguno de
-sus amigos . . . Por que de lo contrario! ya escampa! No es lerdo el tal
-vejete!
-
-Esto diciendo el jovenzuelo sonrió para dar á entender que la última
-parte de su soliloquio era puramente irónico y vació incontinenti su
-vaso.
-
-Este ofrecimiento inesperado de un alojamiento era demasiado seductor
-para ser rehusado, sobre todo cuando fué seguido inmediatamente por la
-seguridad de que una vez conocido del _anciano caballero_, este no
-dejaria pasar mucho tiempo sin proporcionar á Oliverio alguna colocacion
-bastante ventajosa. Esto llevó á una conversacion mas confidencial en
-la que Oliverio descubrió que su amigo que se llamaba Jaime Dawkins era
-el amigo íntimo y el protegido del viejo señor en cuestion.
-
-El exterior de Mr. Jaime no hablaba mucho que digamos en favor de las
-ventajas que su _patronato_ obtenia pava aquellos que tomaba bajo su
-proteccion; pero como tenia un modo de espresarse _pronto y obscuro_ á
-la vez y como confesó además que entre sus _camaradas_ era mas bien
-conocido bajo el apodo de _fino camastrón_, Oliverio concluyó de ahí
-que su compañero siendo tal vez _insustancial y ligero_ la moral del
-_viejo señor_ no babia fructificado en él. Con tai pensamiento
-resolvió por su parte aprovecharse de ella lo mas pronto posible y si
-encontraba al Camastrón incorregible como tenia motivos para creerlo,
-renunciaria al honor de ser su camarada.
-
-Como Jaime Dawkins habia declarado no querer entrar en Londres hasta la
-noche, eran cerca las once cuando llegaron á la barrera de _Islington_.
-Pasaron por diferentes calles hasta llegar á _Great-Saffron-Hille_ que
-el camastrón atravesó mas que de prisa previniendo á Oliverio le
-siguiera de cerca.
-
-Este estaba pensando seriamente si se escaparia, cuando llegaron al
-estremo de la calle. Su compañero cojiéndole entonces por el brazo
-empujó la puerta de una casa cerca de F_ield-Lane_, y metiéndole en el
-pasadizo cerró la puerta tras de ellos.
-
---Quien va! --gritó una voz que venia de abajo, respondiendo á un
-silvido del Camastron.
-
---Plumy y Slám! --tal fué su respuesta.
-
-Este era probablemente el santo y seña ó el aviso de que nada habia que
-temer, porque la débil luz de una vela se reflejó en la pared al
-extremo opuesto del pasadizo y se mostró una cabeza á flor de tierra en
-el punto donde estaba antes el antiguo tramo de la escalera de la cocina.
-
---Sois dos? --dijo un hombre cuya era la cabeza avanzando algo mas la
-vela y estendiendo su mano sobre los ojos para ver mejor --¿Quien es el
-otro?
-
---Un _neófito_ --respondió Jaime empujando á Oliverio hacia adelante.
-
---De donde viene?
-
---Del pais de la _Ganuza_. ¿Fajin está arriba?
-
---Si; acomoda los _desperdicios_. Ea; subid.
-
-La luz se hundió y con ella la cabeza.
-
-Oliverio buscando su camino á tientas con una mano y con la otra
-cojiendo los faldones del casacon de su compañero llegó no sin trabajo
-á lo alto de la escalera sombria y medio rota que el Camastrón trepó
-con una seguridad y ligereza que probaban serle muy conocido el camino.
-Este abrió la puerta de un aposento situado en la parte trasera de la
-casa, é hizo entrar á su nuevo compañero.
-
-En él estaban reunidos alrededor de una mesa, un viejo judío
-cadavérico y asqueroso, dos muchachos muy semejantes en aspecto al
-_Camastron_ y dos jovencitas vivarachas. Cada uno tenia ante sí un plato
-con una tajada de tocino frito que cortaba en pedazos y los comia con
-mucha voracidad.
-
---Fagin! --dijo el Camastrón dirijiéndose al viejo --Os presento mi
-amigo Oliverio Twist.
-
-Aquel sonrió, y haciendo un profundo saludo á Oliverio, le cojió la
-mano diciéndole tendria el honor de relacionarse con él.
-
---Estamos muy contentos de verte. --añadió --Camastrón! Saca esas
-salsichas de la sarten y acerca ese taburete á la lumbre para que
-Oliverio se sienta, coma y se caliente. Ah! miras los pañuelos de
-faltriquera de sobre aquel cofre amiguito? Algunos no son malejos he?
-Justamente acabamos de contarlos para mandarlos á lavar . . . esto es
-todo; todito . . . Ah! ah! ah!
-
-La risita del judío exitó la hilaridad de sus jóvenes comensales y en
-medio de carcajadas estrepitosas continuaron la cena.
-
-Oliverio tomó su parte de ella. Luego el judío le llevó un vaso de
-ginebra y agua caliente recomendándole lo bebiera de una sola vez para
-pasar el cubilete á otro; pero á penas lo hubo tragado se sintió
-atraer suavemente sobre unos sacos amontonados en un rincon y se durmió
-profundamente.
-
-
-
-
-CAPÍTULO IX.
-
-ALGUNOS DETALLES CONCERNIENTES AL VIEJO CHISTOSO Y SUS ALUMNOS
-SOBRESALIENTES.
-
-
-ERA ya tarde cuando Oliverio se dispertó á la mañana siguiente. En el
-aposento no habia mas que el viejo ocupado en hacer hervir café y
-silvando por lo bajo mientras lo removia con una cuchara de hierro. De
-vez en cuando se paraba para escuchar al menor ruido que oia y cuando
-habia satisfecho su curiosidad volvia á remover el café y á silvar de
-lo lindo.
-
-Despues que el café estuvo hecho, puso la cafetera en el suelo y no
-sabiendo como matar el tiempo, se volvió maquinalmente hacia Oliverio y
-le llamó por su nombre. Era probable que el niño dormia, porque no
-respondió. Luego que se hubo asegurado de ello se dirijió de puntillas
-á la puerta y la cerró con los cerrojos. En seguida á lo que le
-pareció á Oliverio (que realmente no dormia) levantó un ladrillo del
-pavimento; sacó de un hoyuelo practicado debajo de el una cajita, y la
-colocó sobre la mesa. Sus ojos brillaron al levantar la tapadera y al
-sumerjir dentro de ella su mirada. Por último acercando una silla vieja,
-se sentó y sacó de la caja un reloj de oro magnífico y resplandeciente
-de diamantes.
-
---Ah! ah! --dijo encojiéndose de hombros y haciendo una mueca horrible
---Eran ellos unos famosos conejos! unos verdaderos hurones! Firmes hasta
-el fin! Incapaces de decir al _negro bonete_ donde esto se encontraria!
-Jamás, jamás han vendido al viejo Fagin! Además ¿les hubiera servido
-esto acaso para librarse del balanceo? Pamema! Tampoco se hubiera
-aflojado el nudo escurridizo. No, no! Ah! Eran buenos vivientes! Famosos
-conejos!
-
-Haciendo estas reflecciones y otras de la misma naturaleza, el judío
-volvió el reló á su sitio primitivo. Otros cinco ó seis por lo menos
-fueron sacados sucesivamente de la misma caja y pasados en revista con la
-misma satisfaccion, como tambien sortijas, alfileres, braceletes y otros
-artículos de joyeria de una materia tan magnífica y de un trabajo tan
-precioso que su vista tenia á Oliverio en babia.
-
-Despues de haber colocado el judío estas joyas en su sitio anterior
-tomó otra tan pequeña que la tenia en el hueco de su mano. Esta parecia
-tener cincelada una inscripcion muy diminuta, porque la puso sobre la
-mesa y garantizándola de la falsa luz poniendo la mano ante ella, la
-examinó largo tiempo con la mas viva atencion. En fin renunciando á la
-esperanza de descifrar aquella leyenda remitió la joya en la cajita
-inclinándose en el respaldo de su silla.
-
---Magnífica cosa la _pena capital_! --murmuró entre dientes-- Los
-muertos no regresan para _bachillerear_. Oh! Es una gran garantia para el
-comercio! lineó de ellos enfilados en la misma cuerda y ninguno tan ruin
-para desembuchar el secreto!
-
-Al decir esto el judío que hasta entonces habia tenido sus ojos negros y
-penetrantes sobre la joya en un estado de fijeza estática los dirijió
-á Oliverio y viendo que el niño le miraba con muda curiosidad,
-comprendió que habia sido observado. Entonces cerrando bruscamente la
-cajita, se apoderó de un cuchillo que estaba sobre la mesa y se levantó
-furioso. Sin embargo no estaba seguro, pues Oliverio á pesar de su
-espanto pudo notar que el cuchillo temblaba en la mano del viejo.
-
---Por vida de! --esclamó el judío --¿Me espiabas? Estabas dispierto?
-Que has visto? Oh! habla . . . niño! responde pronto! va en ello tu vida!
-
---No he podido dormir mas tiempo señor! --respondió Oliverio --siento
-haberos interrumpido.
-
---Tu no estabas dispierto hace media hora he? --preguntó el viejo con
-acento estraviado.
-
---No señor es la pura verdad! --repuso Oliverio.
-
---Estás de ello seguro? --gritó el judío dando á su mirada una
-espresion mas feroz y tomando una actitud amenazadora.
-
---Si, si señor! lo juro! --replicó el niño con ansia --Os aseguro que
-no estaba dispierto! de toda verdad! de toda verdad!
-
---Cállate; cállate! --dijo el judío recobrado de repente sus maneras
-ordinarias y aparentando jugar con el cuchillo antes de volverlo sobre la
-mesa para dar á entender que no lo habia cojido mas que por broma --Ya
-lo sabia buen amigo y esto no era mas que para darte miedo, para reirme.
-Sabes hijuelo mio que eres un valenton! Ah! ah! eres un valenton
-Oliverio! --Mientras decia esto frotaba sus manos con falsa sonrisa y no
-dejando de mirar la cajita con alguna inquietud. Luego poniendo su mano
-sobre la tapadera añadió despues de un momento de silencio. --Has visto
-tu algunas de esas cosas hermosas amigo mio?
-
---Si señor. --respondió Oliverio.
-
---Ah! --hizo el judío cambiando de color --Estos son . . . es mi
-pequeño haber Oliverio; es mi propiedad, todo lo que tengo para
-descansar en mis viejos días! El mundo dice que soy avaro; si amigo mio,
-solamente avaro; nada mas que esto.
-
-Oliverio pensó que efectivamente el _viejo señor_ debia ser avaro pues
-que vivia en un sitio tan miserable con tantos relojes; imaginándose
-luego que tal vez su ternura por el _fino camastron_ y los demás
-muchachos le costaba mucho dinero no dejó de tenerlo en mayor estima y
-le preguntó respetuosamente si podia levantarse.
-
---Ciertamente amigó mio! ciertamente! --respondió él viejo judío
---Espera; detras de la puerta hay un cantaro de agua: traelo aquí: voy
-á darte una cofaina para lavarte.
-
-Oliverio se levantó, atravesó el aposento y se bajó para tomar el
-cantaro; cuando se volvió la cajita habia desaparecido.
-
-Apenas habia concluido de lavarse y poner cada cosa en su sitio despues
-de haber arrojado el agua de la cofaina por la ventana á tenor de las
-órdenes del judío, cuando el _fino camastron_ Volvió á entrar
-acompañado de uno de sus amigos, jóven alegrillo que Oliverio habia
-visto la víspera anterior. Este le fué presentado con todas las
-fórmulas debidas, como que era el Señor Cárlos Bates. Cada uno se
-sentó á la mesa y comió con el café bollos todavia calientes y jamon
-que el Camastron habia traido en la copa de su sombrero.
-
---Y bien amigos! --dijo el judío lanzando sobre Oliverio una mirada
-maligna el propio tiempo que se dirijia al Camastron --Espero que habreis
-estado en el _taller_ esta mañana.
-
---Un poco abuelo! --respondió el Camastron.
-
---Y con unas ganas deliciosas! --repuso Cárlos.
-
---Vaya, vaya! sois buenos chicos; muy buenos chicos! --dijo el judío
---Que es lo que tu has traido Jaime?
-
---Dos _agenda_ --respondió este.
-
---Guarnecidos he! --preguntó él viejo con interes.
-
---Asi asi . . . --replicó el Camastron sacando de su faltriquera dos
-_agenda_ la una colorada y la otra verde.
-
---No tan macisos como deberian! --esclamó el viejo despues de haber
-examinado el interior con una atencion escrupulosa --Pero con todo no
-deja de ser un trabajo exquisito: de _mano maestra_.
-
-No es así Oliverio?
-
---Oh! de un trabajador muy hábil os cierto señor! --respondió Oliverio.
-
---Aquí el Señor Cárlos esplotó en una estrepitosa carcajada con
-grande asombro de Oliverio que no veia en ello ningun motivo de risa.
-
---Y tu viejecito! --dijo Fagin á Cárlos --Que es lo que tu nos traes?
-
---_Pingajos_. --respondió maese Bates sacando cuatro pañuelos de
-faltriquera.
-
---Bravo! --repuso el judío despues de haberles pasado revista --No son
-malejos á fé mia! Si; pero no los has señalado bien; será preciso
-quitarles estas marcas con una aguja, y ya enseñaremos á Oliverio como
-es preciso gobernarse para ello.
-
---Te gustará aprenderlo Oliverio! he?
-
---Si señor! --respondió Oliverio.
-
---Gustarias de hacer el _moscardon_ con tanta maestría como Cárlos
-Bates ¿no es así amigito? --preguntó el judío.
-
---Oh! si señor: me gustaria mucho. Si quisierais enseñarmelo?
-
---Maese Bates vió en esta peticion algo de chistoso, pues esplotó en
-una nueva carcajada que habiéndole hecho tragar el café malamente, poco
-faltó para que no le ahogase.
-
---A la verdad es bien _nuevo_! --dijo luego que se hubo repuesto, como
-para excusar su conducta impolítica.
-
-El Camastron pasando su mano por la cabeza de Oliverio y aplanándole los
-cabellos sobre su frente dijo que pronto sabria bastante. En esto el
-judío viendo que el rostro del niño se ponia colorado, cambió de
-conversacion preguntando si habia habido mucha gente en la sentencia de
-muerte que habia tenido lugar en aquella misma mañana. Esto sorprendió
-tanto mas á Oliverio comprendiendo por las respuestas de los dos
-muchachos que habian asistido á ella y no podiendo darse razon como
-habian tenido tiempo bastante para haber sido tan laboriosos.
-
-Despues de levantada la mesa, el viejo chistoso y los dos muchachos
-empezaron un juego tan curioso como poco comun. El primero metió una
-petaca en uno de los bolsillos de su pantalon y una cartera en el otro;
-en la faltriquera de su chaleco un reloj unido á una gruesa cadena de
-seguridad que pasó al rededor de su cuello y clavando en la pechera de
-su camisa una aguja de quincalla se abotonó hasta debajo la barba; luego
-colocando el estuche de sus anteojos y su pañuelo en los bolsillos de su
-leviton, se paseó arriba y abajo del aposento empuñando un baston, del
-mismo modo que vemos á nuestros viejos señores en las calles á cada
-momento del dia. Unas veces se paraba ante la chimenea; otras á la
-puerta finjiendo examinar las mercaderias en los aparadores de las
-tiendas. En ciertos momentos, miraba á su alrededor y tentaba
-alternativamente sus faltriqueras para asegurarse de que no le habian
-hurtado nada y esto lo hacia tan naturalmente que Oliverio se
-desternillaba de risa. Durante este tiempo los dos _mozalvetes_ le
-seguian de cerca evitando tan diestramente sus miradas cada vez que se
-volvia, que era imposible al ojo seguir sus movimientos. Al fin, el
-Camastron le picó los talones y Cárlos, tropezó con él (se entiende
-sin hacerlo expresamente) y en el propio instante le birlaron en un decir
-Jesus y con la mas asombrosa destreza, petaca, cartera, reló, cadena de
-seguridad, ajuja, pañuelo de faltriquera y hasta el estuche de los
-anteojos. Si el viejo señor sentia una mano en una de sus faltriqueras,
-decia en cual y volvia á empezar el juego.
-
-Rato habia que se estaba repitiendo esta diversion, cuando dos _jóvenes
-señoritas_ entraron á hacer visita á los dos _señoritos_. La una se
-llamaba Betsy y la otra Nancy. Sus cabelleras naturalmente espesas, se
-ostentaban algo descuidadas del peine; sus zapatos no llevaban cordones y
-sus medias iban tiradas con mucha negligencia. Tal vez no eran lo que
-puede llamarse precisamente bonitas; pero tenian subidos colores,
-abultadas mejillas y parecian bastante alegrillas. Como manifestaban
-ademanes excesivamente libres y desenvueltos, Oliverio pensó que debian
-ser muy amables (y lo eran sin ninguna clase de duda.)
-
-Las tales _señoritas_ se quedaron un buen rato y habiéndose traido
-algunas botellas de licores en atencion á haberse quejado una de ellas
-de que tenia el estómago _seco_, la conversacion se hizo viva y animada.
-Al fin Cárlos dijo era de opinion que habia ya llegado el buen tiempo de
-_trillar la cemilla_, expresion que Oliverio entendió por salir; porque
-inmediatamente el Camastron, Cárlos y las dos _señoritas_ se marcharon
-juntos provistos de algun dinero que les dió el bueno del judío para
-refocilarse durante el camino.
-
---Y bien amigito! No te parece agradable esta vida? --dijo Fagin --Ya se
-han marchado por todo el dia!
-
---Y han concluido su trabajo Señor? --preguntó Oliverio.
-
---Si; á menos que no encuentren ocupacion en el camino; entonces, no se
-estarán con las manos plegadas, está seguro. Toma ejemplo de ellos hijo
-mio: toma ejemplo de ellos! --continuó golpeando el suelo del hogar con
-el badil como para dar mas fuerza á sus palabras --Haz todo lo que te
-digan y consúltales en todo, especialmente al Camastron. Este llegará
-muy alto y tú lo mismo si lo tomas por modelo. ¿Acaso sale el pañuelo
-de mi faltriquera amiguito? --dijo interumpiéndose secamente.
-
---Si señor. --respondió Oliverio.
-
---Prueba pues un poquito si podrias sacarlo sin que yo lo advirtiese, del
-mismo modo que has visto hacerlo, cuando nos divertíamos hace poco.
-
-Oliverio levantó la faltriquera con una mano como habia visto hacerlo al
-Camastron y con la otra tiró ligeramente el pañuelo.
-
---Esta hecho? --preguntó el judío.
-
---Ahí lo teneis señor! --contestó Oliverio enseñándoselo.
-
---Eres un muchacho muy diestro amiguito! --dijo el viejo adulador pasando
-su mano cadavérica sobre la cabeza de Oliverio en señal de aprobacion
---No he visto un chico mas hábil. Toma é aquí un _schelling_ para ti.
-Si continuas de este modo serás el mas grande hombre de tu siglo. Ahora
-ven aquí para que te enseñe á quitar las señales de los pañuelos.
-
-Oliverio se preguntó á sí mismo que tenia de comun la accion de
-escamotear divirtiéndose el pañuelo del viejo con la espectativa de
-llegar á ser un grande hombre; pero refleccionando que por ser el judío
-de muchísima mas edad que el debia ser mas sabedor de ello, se arrimó
-á la mesa y pronto fué entregado profundamente á su nuevo estudio.
-
-
-
-
-CAPÍTULO X.
-
-OLIVERIO SE ENTERA MEJOR DEL CARÁCTER DE SUS NUEVOS COMPAÑEROS, Y
-ADQUIERE EXPERIENCIA Á COSTAS SUYAS. --IMPORTANCIA DE LOS DETALLES
-CONTENIDOS EN ESTE CAPITULO.
-
-
-DURANTE muchos dias Oliverio permaneció en la estancia del judío
-quitando las señales á los pañuelos de faltriquera que llegaban en
-tumulto al domicilio y algunas veces tomando tambien parte en el
-susodicho juego, en el que este y los dos mozalbetes se ejercitaban
-regularmente todas las mañanas. Al fin; comenzó á tener ansia de
-respirar el aire libre y buscó muchas ocasiones para pedir al viejo le
-dejará salir para _trabajar_ junto con sus camaradas.
-
-Deseaba con tanto mas ardor el ser puesto en actividad por haber visto un
-canto de la moral austera del _viejo señor_. Cada vez que el Camastron
-ó Cárlos Bates volvian por la noche con las manos vacias, les
-suministraba una larga Filipica, estendiéndose largamente sobre los
-males que engendran la pereza y la ociosidad, y para gravar mas
-fuertemente esta verdad en su memoria, los enviaba á la cama sin cenar.
-Una vez entre otras los arrojó escaleras abajo; pero este esceso de celo
-en el _virtuoso_ viejo, no siempre era llevado hasta este punto.
-
-En fin una hermosa mañana obtuvo el permiso tan ardientemente anhelado.
-Habia ya dos ó tres dias que faltaban pañuelos para quitar las señales
-y las comidas eran flacas. Tal vez estos fueron los motivos que
-dicidieron á Fagin á que diera su permiso. Que fueran ó no; dijo á
-Oliverio que podia salir y le colocó bajo la salvaguardia de Cárlos
-Bates y de su amigo el Camastron.
-
-Los tres compañeros se marcharon: el Camastron con las mangas
-arremangadas y el sombrero en el cogote segun costumbre; maese Cárlos
-con las manos en las faltriqueras y meneándose á lo lechugino y
-Oliverio entre ambos cavilando á donde podian ir y en que ramo de
-industria iban á lanzarse por de pronto.
-
-Andaban con tanta calma y parecian tan inciertos en cuanto al camino que
-debian tomar; que Oliverio pensó que sus camaradas engañaban al _viejo
-señor_ no yendo al taller. El Camastron tenia un instinto maligno, y era
-quitar todas las gorras de los párvulos y hechárselas en seguida en las
-entradas. Cárlos por su parte demostraba principios mas relajados en
-cuanto al respeto que se debe á la propiedad ageua, escamoteando de los
-cestos de las fruteras cebollas y manzanas que metia en sus faltriqueras
-tan grandes que parecian invadir su traje en todos sentidos. Esto
-pareció tan inconveniento á Oliverio que estuvo á punto de declararles
-su intencion de dejarles para volverse á casa como pudiera, cuando sus
-pensamientos fueron dirijidos de improviso hácia otro objeto por un
-cambio misterioso en la conducta del Camastron.
-
-Acababan de salir de un estrecho callejon cerca de Clerkenwell, que se
-llama aun hoy dia por una estraña corrupcion de palabras Boulingrin,
-cuando el Camastron se paró de repente y poniendo su dedo sobre sus.
-labios hizo retroceder á sus compañeros con la mayor cautela.
-
---Que significa!
-
---Chut! --dijo el Camastron. --Ves esa _panza vieja_ delante de la parada
-del librero?
-
---El señor anciano del otro lado de la calle? contestó el niño. --Si;
-le veo.
-
---Pues atencion que va sacar la tripa!
-
---Y gorda que será! --dijo Cárlos.
-
-Oliverio los miró alternativamente ya al uno ya al otro con suma
-sorpresa; pero no tuvo tiempo de hacer pregunta alguna, porque sus dos
-compañeros atravesaron la calle y se deslizaron furtivamente tras el
-caballero sobre quien estaba fija su atencion. El á su vez dió algunos
-pasos en la misma direccion y no sabiendo si debia adelantar ó
-retroceder, los miró con un silencio de estupefaccion.
-
-Este caballero que llevaba la cabellera empolvada y anteojos de oro,
-parecia ser respetable; vestia una casaca color verdebotella con cuello
-de terciopelo negro y un pantalon blanco sosteniendo por debajo el sobaco
-un elegante bambú. Acababa de tomar un libro de la parada y estaba allí
-como en su casa leyendo tan tranquilamente lo mismo que si estuviera
-sentado en su sillon y es probable que se creia realmente en el porque
-era claro que absorvido como estaba en su lectura no veia ni la parada
-del librero, ni la calle, ni los dos muchachos, ni otra cosa en fin que
-el libro que recorria letra por letra volviendo la hoja cuando llegaba á
-lo último de la página, empezando la primera línea de la siguiente y
-así consecutivamente, con el mas vivo interes y el mayor afan.
-
-Cuales fueron la sorpresa y el horror de Oliverio, cuando abriendo tantos
-ojos como le permitieron sus párpados vió al Camastron sumergir su mano
-en la faltriquera del caballero y retirar de ella un pañuelo que pasó
-á Cárlos y luego volver la esquina de la calle y correr á toda pierna.
-
-En un momento se descifró en su alma todo el misterio de los pañuelos,
-de los relojes, de las joyas y hasta el del mismo judío. Permaneció
-allí un instante absorto; su sangre herbia en sus venas con fuerza tal,
-que se creia dentro un brasero ardiente; luego confuso y aterrorizado á
-la vez echó á correr, y sin saber lo que hacia ni donde iba, huyó
-desatentado.
-
-Todo esto fué obra de un segundo. En el mismo instante que Oliverio
-emprendia la fuga dió la casualidad que el caballero buscó en su
-faltriquera el pañuelo y no encontrándolo se volvió bruscamente, y
-como vió al niño escaparse con tanta rapidez concluyó de ello que era
-él quien habia cometido el hurto y se puso á perseguirlo con el libro
-en la mano gritando con todas sus fuerzas: Al ladron! Al ladron!
-
---No era él solo quien gritaba favor! contra Oliverio: el Camastron y
-Cárlos Bates temiendo llamar la atencion sobre ellos corriendo, se
-habian ocultado de pronto trás la primera puerta cochera que encontraron
-al paso; pero no bien hubieron oido el grito y visto correr al muchacho
-cuando adivinando lo que era ello se mezclaron con los perseguidores
-(como buenos ciudadanos que eran.) gritando como los demás. Al ladron!
-Al ladron!
-
-Oliverio aunque educado por _filósofos_ ignoraba en teoría su mácsima
-sublime de que: _el cuidado de sí mismo es la primera ley de la
-naturaleza_. Si la hubiera conocido aquel percance tal vez le hubiera
-hallado prevenido; pero como no lo estaba, no hizo mas que aumentar su
-espanto; asi es que corria como el viento llevando al anciano caballero y
-á los dos muchachos trás sus talones.
-
---Al ladron! Al ladron!
-
-Hay algo de sublime en este grito. El mercader deja su mostrador y el
-carretero su carro, el carnicero abandona su trabajo, el panadero su
-canasto, la lechera sus jarros, el fajin su bulto, el estudiante su
-carambola, el empedrador su martillo, el muchacho su pelota; todos corren
-revueltos gritando, ahullando, arrollándose, derribando los transeuntes
-al revolver las esquinas, excitando á los perros, alborotando las
-gallinas y haciendo retemblar las calles, los callejones, las plazas y
-las plazuelas con este grito:
-
---Al ladron! Al ladron!
-
-Este grito es repetido por cien voces y la multitud crece á cada
-esquina. Ella lo dilata chapoteando en el lodo y haciendo resonar el
-estrépito de sus pasos sobre las aceras. Las ventanas se abren, los
-vecinos salen de las casas, la gente se empuja, todo un auditorio
-abandona polichinela en el momento mas interesante de la comedia y
-juntándose al tropel aumenta el ruido prestando nuevo vigor á los
-gritos repetidos de:
-
---Al ladron! Al ladron!
-
-Existe en el hombre un instinto fuertemente arraigado de correr trás
-cualquiera cosa. Un niño infeliz, sofocado y llenó de fatiga, con el
-terror en los ojos y la agonía en el corazon, llevando el rostro
-inundado de sudor, redobla sus esfuerzos para conservar el avance sobre
-sus perseguidores, mientras estos á medida que se aprocsiman de su
-alcance saludan sus fuerzas desfallecidas con _hurras_ y vociferaciones
-de alegria: Al ladron! Al ladron! Detenedle! por amor de Dios detenedle!
-aunque no sea mas que por piedad detenedle!
-
-Al fin ya está detenido! Golpe famoso! Helo allí tendido sobre la
-acera; rodeado por la apiñada multitud y cada recien llegado codeando y
-empujando para poder verle! --Haceos atrás! Dejadle un poco de aire! Que
-bestialidad! No lo merece. Donde está el caballero? Allá viene. Abrid
-paso al caballero! Caballero es este el pilludo? Si.
-
-Oliverio cubierto de lodo y polvo, con la boca ensangrentada miraba con
-aire estraviado todas aquellas figuras que le rodeaban, cuando el anciano
-caballero fué introducido por no decir llevado dentro el círculo por la
-vanguardia de los perseguidores.
-
---Si! --dijo con acento bondadoso --Temo que sea él!
-
---Teme! --murmuró la muchedumbre --Esta si que es buena!
-
---Pobre diablillo! --dijo el caballero --Se ha hecho daño!
-
---Yo soy quien le ha arreglado como esta --dijo un solemne _paja larga_
-adelantándose --Me he corlado lindamente la mano contra sus dientes. Yo
-soy señor quien le ha cojido.
-
-Esto diciendo, el individuo llevó la mano á su sombrero sonriendo
-bestialmente, y esperando sin duda recibir algo por el trabajo que se
-habia tomado; pero el caballero examinándole con aire de desprecio,
-echó una mirada inquieta á su alrededor sin duda para buscar un medio
-de evadirse; lo que tal vez hubiera hecho, dando con ello lugar á otra
-persecucion si en este momento un agente de policía (la última persona
-que llega siempre en semejantes casos) no hubiese atravesado la multitud
-y cojido á Oliverio por el cuello.
-
---Yo no he sido señor! Estad seguro! Es la verdad! Fueron otros dos
-muchachos! --dijo Oliverio plegando las manos en ademan suplicante y
-mirando á su alrededor --Deben estar aquí ó no lejos.
-
---Oh! que no . . . que no están aquí! --repuso el agente de policía
-con acento burlon.
-
-Oliverio decia verdad sin saberlo. El Camastron y Cárlos se habian
-escabullido en la primera escalera que habian encontrado al paso.
-
---Ea! levántate!
-
---No le hagais daño! --dijo el anciano caballero con compasion.
-
---Oh! no pretendo hacerle daño alguno. --replicó el otro rasgando el
-chaleco del niño, al obligarle á levantarse, en prueba de lo dicho.
---Vamos . . . ven . . . Te conozco . . . estos colores no me la pegan.
-Quieres tenerte sobre tus piés pillastrón?
-
-
-
-
-[Illustration: El Camastron explota el bolsillo del Caballero anciano á
-la vista de Oliverio estupefacto.]
-
-
-
-
-CAPÍTULO XI.
-
-DE LA MANERA QUE ADMINISTRA LA JUSTICIA EL MAGISTRADO MR. FANG.
-
-
-EL hurto habia sido perpetrado dentro la jurisdiccion y de hecho en las
-inmediaciones de un tribunal de policía metropolitana muy celebrado. Los
-curiosos tuvieron la única satisfaccion de acompañar á Oliverio un
-corto trecho; es decir hasta un sitio llamado _Multon-Hill_ donde le
-hicieron pasar bajo una bóveda sombría y baja que conducia á un patío
-súcio al detrás del que estaba ese dispensador de la pronta justicia.
-Alli encontraron un _regordete_ con enormes favoritos en las megillas y
-un grueso manojo de llaves en la mano.
-
---Que hay de nuevo? --preguntó con suma displicencia.
-
---Un jóven _pégre_ [1] --contestó el agente de policía.
-
---Sois vos el robado? --preguntó el carcelero al anciano caballero que
-estaba trás Oliverio.
-
---Si; --dijo este --yo soy; pero no estoy seguro que sea este niño quien
-ha cojido el pañuelo y por eso quisiera mas que la cosa no pasára
-adelante.
-
---Ya es tarde! Es preciso que se presente ante el magistrado. --repuso el
-carcelero --Pronto vá á ser puesto en libertad. --y dirijiéndose á
-Oliverio. --Ola in _pasto de horca_! Al avio!
-
-Esto era para el niño una invitacion de entrar en una celdilla cuya
-puerta habia abierto el hombrecillo y donde le encerró despues de
-haberle registrado y no encontrándole nada sobre él.
-
-El anciano caballero al oir rechinar la llave en la cerradura se puso tan
-triste como Oliverio y dirijió suspirando sus ojos sobre el libro causa
-inocente de todo aquel fracaso.
-
---Hay algo en la fisonomía de ese niño --se dijo á sí mismo dando
-algunos pasos y golpeándose frente con el libro, completamente absorvido
-en sus reflecciones --algo que me choca y me interesa. Será tal vez
-inocente? Paréceme . . . Por vida de! --esclamó parándose en seco y
-mirando fijamente á las nubes-- ¿Dónde he visto yo una fisonomía
-semejante á la suya?
-
-Despues de haber reflecsionado algunos momentos, se adelantó en ademan
-pensativo hácia una pequeña sala que daba al patio y allí retirado y
-á solas pasó revista en su memoria á un gran número de rostros que
-hacia muchos años habia perdido de vista, y sobre los cuales se habia
-estendido un velo sombrío.
-
-El carcelero le dispertó de sus sueños dándole un golpecillo sobre la
-espalda y haciéndole señal de que le siguiera: cerró inmediatamente su
-libro y pronto se vió á la presencia imponente del célebre Mr. Fang.
-La sala de audiencia que daba á la calle tenia el techo artesonado. Mr.
-Fang estaba sentado mas allá de una pequeña balustrada y en une de los
-estremos. A un lado de la puerta y en un banquillo colocado al efecto,
-estaba sentado el pobre Oliverio espantado de la gravedad de esta escena.
-
-El anciano caballero se inclinó profundamente, se adelantó hacia el
-bufete del magistrado y dijo añadiendo la accion á la palabra:
-
---Esta es mi direccion caballero --y dando tres pasos atrás se inclinó
-de nuevo y esperó que se le preguntase.
-
-Cabalmente Mr. Fang leia en este momento con profunda atencion en el
-_Morning Chronicle_ un artículo concerniente á una sentencia que habia
-dado, el cual artículo le recomendaba por la milésima vez á la
-atencion particular del ministro del interior. Estaba á mas de mal humor
-y levantando la cabeza con ademan uraño:
-
---Quien sois? --preguntó.
-
-El anciano caballero algo sorprendido señaló con el dedo su tarjeta.
-
---Oficial de policía! --dijo Mr. Fang sacudiendo con desprecio la
-tarjeta y el periódico. --Quien es ese individuo?
-
---Mi nombre --dijo el anciano caballero espresándose con cortesia --mi
-nombre es Brownlow. Que me sea permitido á mi vez preguntar el nombre
-del magistrado que bajo el escudo de la ley insulta gratúitamente á un
-hombre respetable sin haber sido provocado. --Esto diciendo Mr. Brownlow
-dirijió una mirada á su alrededor como buscando quien quisiera
-responder á su pregunta.
-
---Oficial de policía! --dijo Mr. Fang tirando el periódico de revés
---De que se acusa á ese individuo?
-
---No es él el acusado señor juez. --respondió el agente de policía
---Comparece contra este muchacho.
-
-El magistrado, lo sabia bien; pero era un medio como cualquier otro para
-vejar impunemente á las gentes.
-
---Ah! Comparece contra ese muchacho . . . no es oso? --replicó Mr. Fang
-examinando á Mr. Brownlow de la cabeza á los piés con aire de duda.
---Recibid su juramento.
-
---Antes de prestar juramento --dijo Mr. Brownlow --me permitiré decir
-una sola palabra y es que sin una prueba tan convincente jamás hubiera
-podido crer . . . .
-
---Silencio caballero! --dijo Mr. Fang con tono brusco.
-
---No me callaré señor magistrado! --replicó Mr. Brownlow.
-
---Silencio digo ó mando poneros á la puerta! Sois un impertinente, un
-bribon, al atreveros á desafiar un magistrado en el ejercicio de sus
-funciones!
-
---Que decís? --esclamó el anciano caballero palideciendo de cólera.
-
---Haced prestar juramento á ese hombre! --dijo Mr. Fang al escribano
---Nada mas oiré! Hacedle prestar juramento!
-
-La indignacion de Mr. Brownlow estaba á su colmo; pero reflexionando que
-dándola salida podria hacer daño al muchacho, se contuvo y prestó
-inmediatamente el juramento.
-
---Ahora --dijo Mr. Fang --decid: de que se acusa á esto muchacho? Qué
-teneis que deponer contra él?
-
---Estaba ante la parada de un librero --empezó Mr. Brownlow.
-
---Silencio caballero! --interrumpió Mr. Fang --Agente de policía! Donde
-está el agente de policía? Acercaos. Escribano hacedle prestar
-juramento. Ahora hablad. ¿Que teneis que decir?
-
-El agente de policía relató con tono humilde: que el habia preso al
-muchacho y que habiéndole registrado, nada habia encontrado encima de
-él; añadiendo que esto era todo lo que tenia que decir.
-
---Hay testigos? --preguntó Mr. Fang.
-
---No; señor magistrado. --respondió el agente de policía.
-
-Mr. Fang guardó silencio por algunos instantes; luego volviéndose á la
-parte acusadora dijo con tono irritado --Quereis esplicar los motivos de
-vuestra querella contra ese muchacho; si ó nó? Si rehusais administrar
-pruebas voy á castigaros por falta de respecto á un _magistrado_! Oh!
-Lo haré por . . . ..
-
-Por quien ó porque nadie lo sabe; pues que en este mismo momento el
-escribano y el carcelero tosieron con fuerza muy á propósito sin duda;
-y el primero dejando caer por _descuido_ un voluminoso libro, privó que
-el resto pudiera oirse.
-
-Entre las numerosas interrupciones y los insultos reiterados de Mr. Fang,
-Mr. Brownlow procuró relatar el hecho,
-
-observando que en el primer momento de sorpresa corriera trás el niño
-porque lo habia viste huir. Y --añadió --me atreveré á esperar que en
-el caso en que el Señor Magistrado considerára á este muchacho sino
-como ladron al menos como afiliado con ladrones, se dignára obrar
-respecto á él tan suavemente como se lo permita la justicia? Además
-está herido y temo mucho --prosiguió, con aire de compasion
-dirijiéndose á la barra --temo realmente que se encuentra malo.
-
---Oh! sin duda! Esto se comprende. --Observó Mr. Fang con acento burlon.
---Ea tu . . . pequeño vagabundo! Tus pillerias están cosidas con hilo
-blanco. A mi no me la pegarás. Como te llamas?
-
-Oliverio procuró responder; pero la lengua se le pegó en el paladar.
-Estaba horriblemente pálido y todo parecia dar vueltas á su alrededor.
-
---Como te llamas bribonzuelo? --clamó Fang con voz de trueno --Oficial!
-Cual es su nombre?
-
-Esta pregunta se dirigia á un _inoflelude_ de chaleco rayado que estaba
-en pié cerca de la barra. Se inclinó hacia el niño y repitió la
-pregunta; pero viendo que realmente se hallaba incapaz de comprenderla y
-sabiendo que su silencio no haria mas que escitar la cólera del
-magistrado y de consiguiente aumentar la severidad de la sentencia,
-respondió al acaso: --Se llama Tomás White señor magistrado.
-
---Ola! no quiere hablar ¿no es esto? --dijo Fang --Muy bien! Donde
-habita?
-
---Donde puede señor magistrado. --respondió el digno oficial fingiendo
-recibir la respuesta de Oliverio.
-
---Tiene padres? --preguntó Mr. Fang.
-
---Dice que se le murieron cuando niño. --replicó el otro del mismo modo.
-
-En este punto del interrogatorio Oliverio levantó la cabeza y lanzando
-á su alrededor una mirada suplicante, pidió con voz moribunda que se le
-hiciera el favor de un vaso de agua.
-
---Todo eso son maulerias. --dijo Fang --No pienses cojerme por tonto.
-
---Señor magistrado creo que verdaderamente se encuentra malo. --dijo el
-oficial de policía.
-
---Se algo mas que vos en esta materia --replicó Fang.
-
---Cuidado señor oficial de policía! --dijo el anciano caballero,
-estendiendo instintivamente sus brazos --Cuidado! . . . vá á caer.
-
---Retiraos de aquí oficial de policía! --gritó Fang con acento brutal
---y que caiga si bien le place.
-
---Oliverio se aprovechó del asiduo permiso y cayó desmayado en el
-suelo. Los hombres de servicio en la sala se miraron unos á otros pero
-ninguno osó menearse.
-
---Sabia bien que lo hácia adrede. --dijo Fang. (como sí este accidente
-hubiese sido para el una prueba incontestable de su eserto) pero pronto
-tendría su galardon.
-
---Que fallais señor? --preguntó en voz baja el escribano.
-
---Le condenó sumariamente --dijo Fang --á tres meses de prision, con
-mas al _treadmill_ [2] Despojad la sala!
-
-La puerta estaba abierta á este fin y dos hombres se preparaban para
-llevar al pobre Oliverio todavia sin sentidos á la prision, cuando un
-sujeto de alguna edad y de esterior decente aun que pobre á juzgar por
-sus pantalones negros un tanto deslustrados, se precipitó dentro la sala
-y acercándose á la barra. --Deteneos . . ? --dijo sofocado y sin darse
-tiempo de respirar --no le lleveis! Suspended la sentencia!
-
-A pesar del mal humor y las groserías del juez Fang, le fué preciso
-escuchar al testigo. Este era el librero que lo habia visto todo. Contó
-el hecho y Oliverio fué puesto en libertad. Mr. Brownlow estaba
-indignado de la conducta de Fang. Quiso protestar, pero fué hechado de
-la sala. Una palidez mortal cubria las mejillas de Oliverio, á penas
-podia tenerse. El compasivo anciano hizo acercar un fiacre y habiéndole
-colocado sobre las almohadas del mismo, partieron.
-
-
-
-
-CAPÍTULO XII.
-
-OLIVERIO RECIBE EL BUEN TRATAMIENTO QUE NUNCA HABIA RECIBIDO HASTA AHORA.
---PARTICULARIDADES REFERENTES Á UN RETRATO.
-
-
-EL fiacre rodó á lo largo de _Mont-Plaisir_, enfiló la calle de
-_Exmouth_, recorriendo a poca diferencia el mismo camino que Oliverio
-debió seguir la primera vez que entró en Lóndres en compañía del
-Camastrón y tomando diferente camino cuando hubo llegado á la taberna
-del Angel en _Islington_, se paró al fin ante una casita de hermosa
-apariencia en una calle decente y retirada de _Pentouville_. Allí sin
-retardo se preparó un lecho en el que Mr. Brownlow, hizo colocar al
-pobre niño, que fué cuidado con una solicitud y una ternura sin igual.
-
-Durante muchos dias Oliverio permaneció sin conocimiento pendiente entre
-la vida y la muerte. Al fin salió de este estado y lanzó una mirada
-inquieta á su alrededor:
-
---Que aposento es este? --Donde me han traido? --dijo.
-
-Como estaba muy abatido, pronunció estas palabras con voz débil; pero
-ellas fueron oidas desde el momento; porque la cortina de su cama fué
-levantada incontinenti y una buena señora ya de edad vestida
-decentemente se levantó al mismo tiempo de un sillon en que estaba
-sentada cerca el lecho y haciendo dalzeta.
-
---Chiton amigo mio! --dijo la anciana con dulzura --Es preciso estarse
-quieto, ó vendrá una recaida; ya habeis estado malo, muy malo . . .
-Vaya! volveos á acostar como un buen muchacho! --Esto diciendo la buena
-señora volvió á colocar suavemente la cabeza de Oliverio sobre la
-almohada, y apartando los mechones de cabellos que caian sobre su frente
-le miró con un aire tan cariñoso, que él no pudo menos de colocar su
-manecita descarnada sobre la suya y de atraerla al rededor de su cuello.
-
---Dios mio! --dijo la anciana con las lágrimas en los ojos --Que buen
-corazoncito! Que agradecido! Qué diria su madre, si despues de haberte
-vigilado dia y noche como yo lo he hecho pudiera verle ahora?
-
---Pueda que me vé! --balbuceó Oliverio plegando sus manos. --Tal vez ha
-estado sentada cerca de mi, señora . . . Oh! si; me parece haberla visto
-á mi lado.
-
---Esto es efecto de la fiebre amigo mio! --dijo la buena señora.
-
---Es posible --repuso Oliverio con aire pensativo --porque hay mucha
-distancia de aquí al cielo y si es allí demasiado dichoso para bajar
-cerca el lecho de un pobre niño! Sin embargo si ella ha sabido que yo
-estaba enfermo, me habrá compadecido desde allá arriba; porque ella ha
-sufrido tambien tanto antes de morir! Con todo no puede saber nada de le
-que me sucede --añadió despues de un momento. de silencio --porque si
-me hubiera visto padecer, se hubiera puesto triste, y su rostro era tan
-dulce y risueño cada vez que la he visto en sueños!
-
-La anciana nada respondió; pero enjugando primero sus párpados y luego
-sus anteojos que estaban sobre la bánova, dió al niño una pocion
-refrescante y pasándole la mano por sobre la mejilla le encargó
-estuviera tranquilo en su lecho sino volveria á caer malo.
-
-Oliverio se mantuvo quieto, ya porque queria obedecer en todo á la
-señora; ya tambien porque estaba completamente fatigado por lo que habia
-dicho. Pronto se entregó á un sueño reparador del que fué dispertado
-por la luz de una vela que acercándose á su cama le permitió ver á un
-señor que le tentaba el pulso consultando al mismo tiempo un grueso
-reló de oro de _tic-tac_ muy fuerte que tenia en la mano: el cual dijo
-que lo encontraba mucho mejor.
-
---No es verdad que os encontrais mucho mejor amiguito? --dijo á Oliverio.
-
---Si, señor! y os doy gracias! --contestó este.
-
---Ya se bien que debeis encontraros mejor. --repuso el otro --Teneis
-apetito no es cierto?
-
---No señor. --respondió el niño.
-
---He! --esclamó el caballero --No! Ya sabia yo bien que no podeis tener
-apetito. No tiene apetito señora Bedwin. --continuó con aire de
-importancia volviéndose á la señora.
-
-Esta hizo una señal de cabeza respetuosa, por la que parecia decir que
-creia al doctor un sujeto muy hábil: este por su parte pareció tenor de
-si la misma opinion.
-
---Teneis sueño no es cierto amiguito? prosiguió el doctor.
-
---No señor. --respondió Oliverio.
-
---No. --repuso el otro con ademan de inteligente --no teneis sueño.
-Tampoco teneis sed?
-
---Si señor; estoy un poco sediento.
-
---Justamente lo que pensaba Señora Bedwin. A la verdad es muy natural
-que esté sediento; muy natural. Podréis darle un poco de thé y una
-tostada de pan sin manteca. Que no sea demasiado caliente Señor Bedwin;
-pero tened cuidado de que no sea demasiado frio. Ya comprendeis ¿no es
-cierto?
-
-La buena señora hizo una reverencia y el doctor despues de haber probado
-la pocion refrescante, se alejó haciendo crujir sus botas sobre el piso
-con aire de importancia y dignidad. Oliverio poco despues volvió á
-dormirse y era ya cerca de media noche cuando se dispertó. La Señora
-Bedwin le deseó entonces una buena noche y le dejó bajo el cuidado de
-una vieja gordinflona que acababa de entrar llevando dentro su _ridiculo_
-un librito de oraciones y una larga gorra de dormir.
-
-La mañana estaba ya bastante adelantada cuando Oliverio se dispertó
-despejado y risueño. La crísis de la enfermedad habia pasado, estaba ya
-fuera de peligro y pertenecia aun á este mundo. En menos de tres dias se
-halló capaz para sentarse en un sillon reclinado sobre almohadas y como
-estaba aun demasiado débil para poder andar, la señora Bedwin lo habia
-bajado á su propio aposento donde se sentaba á su lado frente el hogar
-y encantada á lo sumo de una mejoría tan notable, derramaba lágrimas
-de ternura.
-
---No hagais caso queridito; esto es á pesar mio --dijo --Caramba! Ahora
-ya pasó aquello y yo me encuentro del todo aliviada!
-
---En verdad señora sois muy buena para mi. --dijo Oliverio.
-
---Está bien amiguito! no hablemos mas de ello. Nada tiene que ver con
-vuestro caldo y es ya hora de que lo tomeis, porque el doctor dice que
-Mr. Brownlow podria venir á visitaros esta mañana y es necesario que
-nosotros estemos sobre nuestros _cuarenta y ocho_ pues que cuanto mejor
-aspecto tengamos mas estará él contento.
-
-Esto diciendo la buena señora hizo calentar en una caserola una porcion
-de un caldo bastante fuerte; capaz reducido á la fuerza señalada en las
-casas de Caridad, para suministrar una opípara comida á trescientos
-pobres por lo menos.
-
---Os gustan los cuadros amigo mio? --preguntó la buena señora viendo
-que Oliverio tenia los ojos fijos con una atencion particular sobre un
-retrato colgado en la pared justamente frente de él.
-
---No podria decíroslo señora! --respondió éste sin apartar la vista
-del retrato --He visto tan pocos que á la verdad no sé . . . Que
-semblante tan dulce y tan bello tiene esa señora!
-
---Ah! --dijo la anciana --Los pintores hacen siempre á las mugeres mas
-hermosas de le que son; de otro modo hijo mio no tendrian parroquianos.
-El que ha inventado la máquina para reproducir fisonomías por obra de
-la sola naturaleza, el buen Monsieur Daguerre hubiera debido saber que
-ella no tendria écsito! Hay demasiada fidelidad; demasiada! --repuso
-riéndose de todo corazon por la malicia con que habia dicho esto.
-
---Esa pintura se parece á alguno? --preguntó Oliverio.
-
---Si. --contestó la buena señora levantando los ojos un instante --Es
-lo que se llama un retrato.
-
---De quien? --volvió á preguntar el niño con curiosidad.
-
---Ah! eso es lo que no podré deciros amiguito! --repuse ella con aire
-jovial --Probablemente (al menos que yo sepa) será de alguno que ni vos
-ni yo conocemos. --Parece que es complaceis en mirarlo queridito?
-
---Es tan hermoso! tan bello!
-
---Creo que no as dará miedo he? --dijo la buena señora sorprendida del
-aire de respeto con que el niño miraba el retrato.
-
---Oh! no seguramente! --respondió este con prontitud --Pero la mirada de
-esa señora se me presenta tan triste desde este sitio! Parece que se
-dirije á mi! Esto me hace latir el corazon como si estuviera animado
---prosiguió con tono mas bajo --y como si quisiera hablarme y no pudiera.
-
---Bendito seais de Dios! --esclamó la buena señora estremeciéndose
---Niño no hableis así! Despues de la enfermedad que acabais de pasar
-estais débil y nervioso; dejad que vuelva vuestro sillon del otro lado y
-entonces no veréis esto. --dijo juntando la accion á la palabra --Ahora
-al menos ya no podeis verlo!
-
-Oliverio lo veia en su imaginacion tan perfectamente como si no se le
-hubiere movido de sitio; pero pensó que haria mejor en no enfadar á la
-buena señora y así sonrió graciosamente cuando ella le miró. La
-Señora Bedwin por su parte contenta de ver que se encontraba mas á
-satisfaccion, echó sal á su caldo y puso en el pequeñas cortezas de
-pan tostado con todo el aparato conveniente á un preparativo tan
-solemne. El lo despachó con una prontitud extraordinaria y apenas habia
-tragado la última cucharada cuando llamaron suavemente á la puerta.
-
---Entrad! --dijo la buena señora.
-
---Mr. Brownlow (porque era él) entró tan listo como le fué posible;
-pero no bien hubo levantado sus anteojos sobre su frente y puesto sus
-manos trás su bata para examinar mejor á Oliverio, cuando su fisonomía
-cambió varias veces de espresion, haciendo muchas contorciones tan
-grotescas las unas como las otras. Oliverio débil por la enfermedad,
-hacia por respecto á su bienhechor esfuerzos inútiles para ponerse en
-pié cayendo siempre otra vez en el sillon y Mr. Brownlow que de toda
-verdad era mas sensible que media docena de hombres de su calibre, no
-pudo contener las lágrimas que se escaparon de sus ojos como por medio
-de un proceder hidráulico, que nosotros no nos croemos bastante
-filósofos para poder esplicar.
-
---Pobre niño! pobre niño! --dijo esforzando su voz --Señora Bedwin;
-esta mañana estoy un poco ronco; temo haber cojido un resfriado.
-
---No digais tal cosa señor. --repuse esta. --Toda la ropa blanca que os
-he entregado estaba muy soca.
-
---No sé Bedwin; no se que diga --prosiguió Mr. Brownlow --pero me
-parece que la servilleta que me disteis ayer en la comida estaba algo
-húmeda. Pero no importa! Como os encontrais amigo mio?
-
---Muy feliz señor --respondió Oliverio --y muy reconocido á vuestras
-bondades para conmigo.
-
---Niño encantador! --dijo Mr. Brownlow repuesto de su emocion. --Señora
-Bedwin; le habeis dado algun alimento? Algunos caldos he?
-
---Acaba de tomar una píldora de excelente gelatina --respondió la
-Señora Bedwin irguiéndose de toda su altura y prenunciando estas
-últimas palabras con énfasis para dar á entender que entre un caldo y
-una gelatina no habia la menor relacion.
-
---Puha! --hizo Mr. Brownlow encojiéndose de hombros. --Dos ó tres vasos
-de vino de Oporto le hubieran hecho mas bien ¿no es cierto Tomás White?
-
---Yo me llamo Oliverio. Señor! --contestó el jóven convaleciente con
-asombro.
-
---Oliverio! --dijo Mr. Brownlow --Oliverio que? Oliverio White he?
-
---No señor. Twist; Oliverio Twist.
-
---Picaro de nombre! --dijo el anciano --¿Porque dijisteis al juez que os
-llamabais White?
-
---Jamás le dije tal cosa señor! --respondió Oliverio con mayor asombro.
-
-Esto se parecia tanto á una mentira, que el anciano no pudo menos de
-mirar fijamente á Oliverio. Era imposible no creerle; el sello de la
-verdad estaba impreso sobre todos los rasgos finos y delicados de su
-fisonomía.
-
---Esto será sin duda un error! --dijo Mr. Brownlow y aunque no tenia
-motivo para examinar á Oliverio, la idea de semejanza entre sus
-facciones y algun rostro que le era conocido le preocupaba de tal modo
-que no podia apartar la vista de él.
-
---No estais enfadado conmigo no es cierto señor? --dijo Oliverio con una
-mirada suplicante.
-
---No, no! --respondió Mr. Brownlow. --Por vida de . . . mirad Bedwin
-mirad allí.
-
-Mientras esto decia comparaba con el dedo el retrato y el rostro del
-niño. Habia entre ellos una semejanza completa. Los ojos, la boca, la
-espresion y la forma de la cabeza eran absolutamente las mismas. Los
-rasgos de la fisonomía eran tan iguales en este momento que las menores
-líneas parecian copiadas en él con una exactitud que no tenia nada de
-terrestre.
-
-Oliverio ignoró la causa de aquella esclamacion súbita, porque estaba
-tan débil que no pudo suportar el estremecimiento que le produjo y se
-desmayó.
-
-
-
-
-CAPÍTULO XIII.
-
-COMO POR MEDIO DEL VIEJO CHISTOSO EL LECTOR INSTRUIDO VA Á ADQUIRIR
-RELACIONES CON UN NUEVO PERSONAGE. --PARTICULARIDADES Y HECHOS
-INTERESANTES PERTENECIENTES A ESTA HISTORIA.
-
-
-CUANDO el Camastron y su digno amigo maese Bates se juntaron á los que
-persiguian á Oliverio despues de su atentado á la propiedad de Mr.
-Brownlow, obraban por interés propio porque como la libertad individual
-es el primer derecho de que se envanece un inglés de raza pura, no tengo
-necesidad de demostrar al lector que esta accion debia ensalzarles á la
-vista de todo buen patriota.
-
-Solo despues de haber recorrido un laberinto de callejones, nuestros dos
-muchachos se detuvieron de comun acuerdo bajo una bóveda baja y
-sombría. Habiendo permanecido en ella y en silencio el tiempo preciso
-para cobrar aliento, maese Bates dió un grito de satisfaccion y de
-alegria y arrancando una estrepitosa carcajada se dejó caer en el lindar
-de una puerta para desahogarse á discrecion.
-
---Que . . . que es esto? --preguntó el Camastron.
-
---Ah! ah! ah! --hizo Cárlos.
-
---Te callarás? --prosiguió el Camastron mirando á su alrededor con
-precaucion. --Tienes ganas de que nos _pellizquen_ animal!
-
---Ello es mas fuerte que yo. --dijo Cárlos --No puedo impedirlo. Me
-parece que lo estoy viendo correr y pegar de narices en las esquinas de
-las calles y luego como si fuera de piedra como ellas volver á picar con
-los talones las espaldas de un modo tan gracioso y yo con el _pingajo_ en
-mi faltriquera gritando tras él como los otros: Ah! ah! ah! . . que
-chistoso!
-
-La imaginacion activa de maese Bates le representaba la escena con
-colores demasiado vivos, pues al llegar á este punto de su discurso se
-revolcó sobre el lindar de la puerta y arreció su risa de un modo
-aturrullador.
-
---Que vá á decir Fagin? --preguntó el Camastron aprovechándose de un
-instante en que su amigo no podiendo mas guardó silencio.
-
---Que? --reposo Cárlos.
-
---Si; que! --dijo el Camastron.
-
---Caramba! --esclamo Cárlos, un tanto afectado del modo con que el
-Camastron hizo esta observacion: --¿y que puede decir?
-
-El Camastron á guisa de respuesta se divertió silvando, luego
-quitándose el sombrero se rascó la cabeza haciendo dos ó tres muecas.
-
---No te comprendo. --dijo Cárlos.
-
---Tara ri ra la . . . _la tia Miguela ha perdido su_ . . . --moduló el
-Camastron con aire truanesco.
-
-Esto era esplicativo; pero no satisfactorio. Maese Bates lo comprendió
-así y preguntó á su amigo que es lo que queria decir.
-
-El Camastron no respondió; pero dan lo una rápida cabezada para volver
-el sombrero á su sitio y pasando por sobre sus codos los largos faldones
-de su casaca, se hizo un bulto en la meg illa con su lengua, se dió
-algunos capirotazos en la nariz con un aire familiar el mas espresivo y
-haciendo una pirueta se precipitó dentro la entrada. Maese Bates le
-siguió con ademan pensativo. El ruido de sus pasos en la vieja escalera
-llamó la atencion del judío sentado en este momento ante el hogar con
-una salsicha y un panecillo en su mano izquierda, un cuchillo en su
-derecha y un jarro de estaño sobre el taburete. Era de notar una sonrisa
-innoble en sus labios descoloridos al volverse para escuchar atentamente
-dirijiendo el oido hacia la puerta y lanzando una mirada salvaje por
-debajo sus cejas rojas.
-
---Que significa? --murmuró cambiando de espresion. --No son mas que des
-ahora! Donde está el tercero? Les habrá sucedido algo? Escuchemos!
-
-Los pasos se oyeron mas distintamente. Los dos _caballeritos_ llegaron á
-la maseta, la puerta re abrió suavemente y volvió á cerrarse tras de
-ellos.
-
---Dónde está Oliverio? --prorumpió el judío con furia --Qué habeis
-hecho de él?
-
-Los dos pilluelos se miraron uno á otro perturbados como si temieran la
-cólera del viejo; pero se callaron.
-
---Qué ha sido de Oliverio? --dijo el judío cojiendo al Camastron por la
-garganta y amenazándole con imprecaciones horribles. --Habla ó te
-estrangulo! Hablarás? --clamó con voz de trueno y sacudiéndole con
-fuerza.
-
---Canario! Ha sido pellizcado y nada mas. --dijo al fin el Camastron con
-tono áspero --Vaya, dejadme ya! --continuó y de un solo empujo
-desprendiéndose de su casaca que quedó entre las manos del judío,
-cojió la aguja del azador y asestó al chaleco del viejo chistoso tal
-bote que si lo alcanza le hubiera privado de sus gracias al menos por
-seis semanas sino por dos meses.
-
-El judío en tai percance retrocedió con mas ligereza de la que era de
-esperar en un hombre de su edad y apoderándose del jarro de estaño se
-preparaba para arrojarlo á la cabeza de su adversario, cuando Cárlos
-Bates llamando en este momento su atencion por un ahullido espantoso
-cambió el destino del jarro y Fagin lo arrojó lleno de cerveza á la
-cabeza de este último.
-
---Ea! Que diablos pasa ahora aquí? --murmuró una voz gruesa --Quién me
-ha tirado esto á la cara? Puede darse por muy feliz que haya recibido
-solo la cerveza y no el jarro, pues de otro modo hubiera hecho mi negocio
-con alguno. Jamás me hubiera pasado por el magin que un viejo ladron de
-judío pudiera arrojar otra cosa que agua . . . Que significa todo esto
-Fagin? El diablo me lleve si mi corbata no está llena de cerveza . . .
-Vén acá tu . . . Que tienes que hacer pegado á esa puerta? Como si
-debieras avergonzarte de tu amo!
-
-El hombre que refunfuñó estas palabras era un moceton de treinta y
-cinco años poco ó menos, vestido con un redingote de terciopelo de
-algodon negro, unos calzones de paño burdo muy estropeados, borcejies y
-medias de algodon gris que cubrian unas piernas macisas adornadas por
-gruesas pantorrillas; piernas en fin de aquellas á quienes parece faltar
-algo sino van guarnecidas de grilletes.
-
---Ven acá ¿lo entiendes? --dijo con acento nada lisongero.
-
-Un perro blanco de pelo largo y sucio y con la cabeza llena de cicatrices
-entró arrastrándose en el aposento.
-
---Os haceis rogar mucho! --continuó el hombre --Os costaba acaso
-reconocerme en medio de tan honrada compañía? Acostaos alli!
-
-Esta órden fué acompañada de un puntapié que envió al animal al otro
-estremo del aposento.
-
---De que proviene pues esa batalla? Viejo ladronazo ¿porque maltratais
-á los muchachos? --dijo el hombre sentándose con mucha prosopopeya.
---Me estraño que no os hayan asesinado. Si fuera yo de ellos lo haria.
-Si hubiera sido vuestro aprendiz largo tiempo ya que esto estaria hecho y
-que . . . pero no, no hubiera podido sacar un sueldo de vuestra piel,
-porque no sois bueno mas que para meteros en una botella para enseñaros
-como un fenómeno de fealdad y creo que no se soplan de bastante grandes
-para conteneros.
-
---Silencio! Silencio Señor Sikes! --dijo el judío tembloroso --No
-hableis tan alto.
-
---Si os place no tantos cocos --prosiguió el bandido --llamándome
-_Señor_. Comprendo donde quereis ir á parar cuando tomais ese tono; á
-nadie bueno por cierto. Llamadme por mi nombre, le teneis muy conocido.
-No creais que lo deshonre cuando llegue mi hora!
-
---Está bien; está bien Guillermo! --dijo el judío, con abyecta
-humildad --Parece que estais de mal humor?
-
---Pueda que si. --replicó Sikes --Tambien á mi se me figura que vos no
-estais de buen temple cuando os ocupais en arrojar jarros de estaño á
-la cabeza de las gentes, á menos que vuestra intencion no sea hacerles
-mas daño que cuando los denunciais y cuando . . .
-
---Habeis perdido la cabeza? --dijo el judío tomando al otro por la mano
-y señalándole con el dedo á los muchachos.
-
-Sikes por toda respuesta hizo ademan de pasar un nudo corredizo al
-rededor del cuello y dejó caer la cabeza sacudiéndola sobre la espalda
-derecha; pantomina que el judío pareció comprender perfectamente. Luego
-en términos de _caló_ de que su conversacion estaba llena; pero que es
-inútil trasladar aquí porque no serian comprendidos, pidió un vaso de
-licor.
-
---Espero que no le echaréis veneno! --dijo poniendo su sombrero sobre la
-mesa.
-
-Esto fué dicho con tono de broma; pero si él hubiera podido ver la
-sonrisa amarga con que el judío se mordió el labio al dirijirse hacia
-el armario, hubiera pensado que la precaucion no era del todo inútil ó
-que el deseo de practicarse en el arte del destilador no estaba lejos en
-aquel momento del corazon del _chistoso_ viejo.
-
-Despues de haber tragado dos ó tres vasos de licores, Sikes se dignó
-fijar su atencion en los dos _jóvenes caballeros_, condescendencia por
-su parte que llevó á una conversacion en la que la causa del arresto de
-Oliverio fué relatada con tales detalles y comentarios que el Camastron
-juzgó conveniente obrar segun las circunstancias.
-
---Tengo mucho miedo de que nos haga un flaco servicio si llega á
-_bachillerear_.
-
---Es muy posible. --repuso Sikes con una sonrisa maligna. --Fagin vos
-estais hecho un _ascua_.
-
---Tambien tengo mucho miedo --prosiguió el judío mirando al otro
-fijamente y sin dar muestra de haber parado la atencion en la _chufleta_
-que acababa de lanzar --tengo mucho miedo de que si el _pastel_ se
-descubre para mi, no lo sea tambien para muchos otros y esto querido
-Sikes tendria _maldita la gracia_ mas para vos que para mi.
-
---Es preciso que alguno vaya á saber lo que ha pasado en el tribunal de
-policía. --dijo Sikes con tono mas bajo del que habia usado á su
-llegada.
-
-El judío hizo una señal de aprobacion.
-
---Sino ha _garlado_ y está en la prision no hay peligro hasta que salga
-de ella --repuso Sikes --y entonces será necesario no perderle de vista.
-Es preciso poner manos á la obra de un modo á otro.
-
-El judio hizo una nueva señal de cabeza aprobativa.
-
-La prudencia de este plan de conducta era evidente sin duda alguna; pero
-desgraciadamente obstaba un grande impedimento para ponerlo en ejecucion.
-Fué el caso que él Camastron, Cárlos, Fagin y el mismo Sikes afirmaron
-cabalmente á una, que tenian la mas grande antipatia en acercarse á un
-tribunal de policía por cualquier causa y pretexto que fuera.
-
-Difícil seria calcular cuanto tiempo hubieran podido estarse mirando uno
-á otro en un estado de incertidumbre nada agradable. Además tampoco es
-necesario formar ninguna conjetura sobre este punto porque la entrada
-repentina de dos _señoritas_ que Oliverio habia visto ya la primera
-noche de su llegada al domicilio del judío reanimó la conversacion.
-
---Ya está resuelta la dificultad! --dijo Fagin --Betty irá. ¿No es
-cierto querida?
-
---Dónde? --preguntó esta.
-
---No mas que hasta el tribunal de policía. --contestó el judío con
-tono dulce.
-
-Es preciso hacer justicia á la jóven diciendo que positivamente no
-rehusó; pero que expuso sencillamente el deseo de _darse al diablo_
-antes que ir allá; excusa honesta y delicada que prueba que la
-_señorita_ estaba dotada de esa cortesia natural que no permite afligir
-á su semejante con una negativa formal.
-
-El judío un si es ó no es desconcertado por la respuesta de esa
-_Señorita_ que iba _graciosamente_ (por no decir _magnificamente_)
-engalanada con un vestido colorado, botitas verdes y rizos rubios, se
-dirijió á la otra.
-
---Querida Nancy que dices á esto? --preguntó con aire melifluo.
-
---Que no me va ni me viene --respondió Nancy --y así que no vale la
-pena de dirigirse á mi.
-
---Que quieres decir con eso? --dijo Sikes levantando bruscamente la
-cabeza.
-
---Lo que digo Guillermo. --replicó la jóven con la mayor sangre fria.
-
---Porqué? --añadió Sikes --Tu eres justamente la persona que nos
-conviene; nadie te conoce en aquel barrio.
-
---Per eso no tengo ningunas ganas de que me conozcan. --continuó Nancy
-en el mismo tono.
-
---Ella irá Fagin. --dijo Sikes.
-
---No; ella no irá Fagin! --esclamó Nancy.
-
---Os digo que ella irá Fagin! --replicó Sikes.
-
-Este tenia razon; á fuerza de amenazas, de promesas y de dadivas
-alternadas, la _Señorita_ en cuestion se dejó persuadir al fin. No
-militaban para ella las mismas consideraciones que retenian á su amable
-amiga; habiendo poco que habia dejado el barrio de _Ratcliffe_ para venir
-ha habitar el cuartel de _Field-Lane_ que le es del todo opuesto no habia
-miedo de que fuera reconocida por ninguno de sus numerosos conocidos.
-
-De consiguiente habiéndose puesto un delantal blanco y escondido sus
-rizos dentro un gorro de paja (dos artículos de adorno sacados del
-almacen inagotable del judío.) Nancy se dispuso para llenar su comision.
-
---Espera un momento querida. --dijo el judio trayendo una cesta pequeña
-con tapadera --Toma esto que infunde un aspecto mas respetable.
-
---Fagin dadle tambien una llave gruesa para llevarla en la otra mano.
---dijo Sikes --Asi se parecerá mas á una cocinera que vá al mercado.
-
---Es muy cierto por vida mia! --repuso el judío pasando una gruesa llave
-por el index de la mano derecha de la jóven. --Ah! ah! Esto es!
---continuó frotándose las manos.
-
---Oh! hermano! querido hermano! hermanito de mi alma! --esclamó Nancy
-fingiendo dolor y retorciéndose las manos en señal de desesperacion
---¿Qué ha sido de él? Donde lo han llevado? Ah! por misericordia,
-decidme señores ¿que se ha hecho este niño? os lo suplico señores!
-decídmelo!
-
-Habiendo pronunciado estas palabras en el tono mas lastimoso con gran
-satisfaccion de sus oyentes, Nancy se calló, lanzó una mirada á la
-compañía, dirigió una sonrisa de inteligencia á cada uno y
-desapareció.
-
---Ah! Es una muchacha muy diestra hijos mios! --dijo el judío sacudiendo
-la cabeza con ademán grave como una muda advertencia de seguir el
-_ilustre_ ejemplo que acababan de tener ante sus ojos.
-
---Es la gloria y el honor de su _sesco_ --añadió Sikes llenando su vaso
-y dando un golpe sobre la mesa con su puño enorme --A su salud! Quiera
-Dios que todas las mugeres se le parezcan!
-
-Mientras que en su ausencia se hacia de ella tal elogio, la incomparable
-jóven se dirijia ligera hácia el tribunal de policía donde llegó al
-cabo de poco tiempo con toda seguridad á pesar de la timidez natural en
-su secso de andar solo por las calles.
-
-Entrando por la parte trasera del edificio, llamó suavemente con su
-llave á la puerta de una de las celdillas y puso el oido atento; como no
-oyó ningun ruido dentro, tosió, escuchó otra vez y viendo que nadie la
-respondia dijo con tono dulce:
-
---Oliverio! Oliverio! amigo mio!
-
---Quien está ahí? --respondió desde el interior una voz débil y
-desmayada.
-
---No hay aquí un muchacho? --preguntó Nancy suspirando.
-
---No! --replicó la misma voz --Que Dios le libre de ello!
-
-Como ninguno de los presos respondió al nombre de Oliverio, ni pudo dar
-razon de él, Nancy se dirijió en derechura al carcelero (el mismo
-gordinflon con chaleco rayado de que se ha hablado ya) y con lamentos y
-gritos que hizo todavia mas dignos de lástima agitando su cesta y su
-llave, pidió á su hermano adorado.
-
---No está aquí querida! --dijo aquel.
-
---Donde se halla? --preguntó con acento estraviado.
-
---El caballero se lo ha llevado.
-
---Que caballero? Oh! Dios mio! que caballero?
-
-En contestacion á esas preguntas incoherentes el Carcelero relató á la
-buena _hermana_ afligida, que habiéndose desmayado Oliverio en el
-despacho del magistrado y presentándose luego un testigo que probó
-haber sido cometido el hurto por otro niño, habia sido absuelto y
-llevado por el querellante á su domicilio situado en algun sitio allá
-por el lado de Pentonille segun la direccion que el susodicho querellante
-habia dado al cochero en el acto de subir al fiacre.
-
-Poseida por él terror de la duda y de la incertidumbre la bella
-exploradora se retiró tambaleándose; pero apenas hubo pasado el lindar
-de la puerta volviendo á tomar su paso firme y seguro se dirijió muy de
-prisa á la habitacion del judío por el camino mas largo é intrincado.
-
-No bien Guillermo Sikes tuvo conocimiento del resultado de las pesquisas
-de Nancy, llamó á su perro bruscamente y poniéndose el sombrero se
-fué sin despedirse de la compañía.
-
---Hijos mios! Es preciso que averigüemos donde se halla; es preciso que
-lo encontremos! --dijo el judío sumamente turbado --Cárlos! no hagas
-otra cosa mas que ir en su busca hasta que nos traigas noticias suyas.
-Nancy, querida mia! De todos modos es necesario que yo le encuentre! Para
-ello cuento contigo querida; contigo y con al Camastron.
-
---Esperad! esperad! --añadió abriendo los cajones de la cómoda con
-mano trémula --Tomad este dinero amigos! --Esto diciendo los empujó
-fuera del aposento y cerrando cuidadosamente la puerta con los cerrojos y
-la llave, sacó de su escondrijo la caja que á pesar suyo habia puesto
-á la vista de Oliverio y ocultó todos los relojes y joyas entre sus
-vestidos.
-
-
-
-
-CAPÍTULO XIV.
-
-DETALLES REFERENTES Á LA PERMANENCIA DE OLIVERIO EN CASA MR. BROWNLOW.
---PREDICCION NOTABLE DE UN CIERTO MR. GRIMWIG CON MOTIVO DE UN MENSAGE
-CONFIADO AL NIÑO.
-
-
-OLIVERIO volvió pronto del desmayo que le habia causado la exclamacion
-brusca de Mr. Brownlow, y habiéndose evitado con cuidado todo lo
-perteneciente al retrato, como tambien lo que podia tener referencia á
-la historie ó al porvenir del niño la conversacion versó sobre cosas
-capaces de alegrarle sin excitar su sensibilidad. Estaba aun demasiado
-débil para poderse levantar á la hora del almuerzo; pero la mañana
-siguiente cuando bajó al aposento del ama de llaves su primer cuidado
-fué lanzar una mirada á la pared esperando volver á ver el rostro de
-la bella señora.
-
---Ah! --esclamó el ama de llaves siguiendo con su vista la mirada de
-Oliverio. --Ya lo veis; se afufó.
-
---Si lo veo señora! --respondió Oliverio suspirando --¿Porqué lo han
-quitado de allí?
-
---Lo han bajado al salon hijo mio; porque Mr. Brownlow, dice que la vista
-de ese retrato os hace daño sin duda y esto podria retardar vuestro
-restablecimiento.
-
---Oh! que no señora! Os aseguro que no me hacia ningun daño; tenia
-tanto placer en verle!
-
---Está bien! está; bien! --dijo el ama con acento jovial --Restableceos
-lo mas pronto que podais y se le volverá á su sitio; yo os lo aseguro!
-Ahora hablemos de otra cosa.
-
-Esto es todo lo que Oliverio pudo saber por esta vez del cuadro
-misterioso y la anciana que se habia manifestado tan buena para él
-durante su enfermedad, procuró trasladar la atencion á otro objeto y de
-consiguiente le espetó algunas noticias respecto á su hija; una buena
-moza á fé mia casada con un bravo muchacho habitando ambos en
-provincia, cuales noticias aquel escuchaba con oido atento.
-
-Mr. Brownlow mandó comprarle un traje nuevo _y_ le dejó en libertad de
-disponer á su gusto de sus viejos harapos. El los dió á un criado que
-el mismo dia los vendió á un judío ropavejero.
-
-Una tarde despues de algunos dias despues de la aventura del retrato,
-estando Oliverio hablando con la señora Bedwin M. Brownlow envió
-recado, que si aquel se sentia bien tuviera la bondad de pasar á su
-gabinete para hablarle un instante.
-
---Vírgen de Dios madre! --esclamó la Señora Bedwin --Lavaos pronto las
-manos y venid luego á que os arregle un poco el cabello! Dios mio! Dios
-mio! Si hubiese podido preveer eso, os hubiera puesto un cuello blanco
-haciéndoos un ramito de flores.
-
-Oliverio obedeciendo á la buena señora se lavó las manos y aunque esta
-se plañia mucho de no tener siquiera el tiempo de plegar la pequeña
-gorguera de su jóven protegido, tenia con todo tan buen aspecto que no
-pudo menos de decir mirándole de la cabeza á los piés que realmente no
-sabia si le hubiera sido posible operar en el mayor cambio en mejora aun
-que hubiese estado prevenida desde mucho tiempo antes.
-
-Oliverio animado por estas lisonjas de la buena señora, entró en el
-gabinete de Mr. Brownlow despues de haber llamado suavemente á la
-puerta. Este era una hermosa piezecita llena de libros y mirando á
-soberbios jardines. El anciano estaba sentado ante una mesa con un tomo
-en la mano. Al ver á Oliverio dejó el libro sobre la mesa y le dijo
-viniera á sentarse cerca de él.
-
-Mr. Brownlow tomando un tono mas dulce pero sin embargo mas serio dijo:
---Amigo mio! En este momento necesito que pongais atencion á lo que voy
-á deciros. Os hablaré con el corazon abierto persuadido como estoy de
-que sois mas capaz de comprenderme que muchas personas de mas edad que
-vos.
-
---Oh! no hableis de alejarme señor; os lo ruego! --esclamó el niño
-aterrorizado por el tono con que Mr. Brownlow pronunció este exordio.
---No me expongais á divagar de nuevo por las calles! Guardadme aqui como
-criado! No me volvais al horrible sitio de que he venido! Caballero! Os
-suplico que tengais piedad de un pobre niño!
-
---Querido Oliverio! --dijo el anciano afectado por el acento con que
-aquel hizo ese llamamiento súbito á la sensibilidad --No temais que os
-abandone mientras no me dais motivo para ello.
-
---Jamás caballero! Jamás; os lo aseguro! --replicó Oliverio.
-
---Tengo razones para creerlo --repuso á su vez el anciano --y asi lo
-espero. Es verdad que antes de ahora he sido engañado por personas á
-quienes queria hacer bien; pero á pesar de ello estoy dispuesto á
-dispensaros mi confianza y me intereso por vos mas de lo que yo mismo
-puedo darme razon. Los que han poseido mi efecto mas tierno, descansan en
-paz en la tumba y á pesar de que la alegria y la felicidad de mi vida
-las han seguido, no he hecho de mi corazon un ataud, ni lo he cerrado
-para siempre á las emociones mas dulces. Una afliccion profunda no ha
-hecho mas que volverlas mas fuertes y asi debe ser porque ella depura
-nuestro corazon! Vaya, vaya. --prosiguió con aire jovial. --Esto lo digo
-porque vos teneis un pecho jóven y subiendo que yo he tenido grandes
-tristezas evitareis con mas cuidado el renovarlas. Decís que sois
-huérfano sin un solo amigo en lo tierra; todas las pesquizas que he
-hecho sobre este punto confirman vuestras palabras; contadme vuestra
-historia. De donde venis? Quien os ha educado y donde habeis encontrado
-á los compañeros que he visto con vos. Decidme la verdad y si veo que
-no habeis cometido ningun crímen, mientras vivais no os faltará un
-amigo.
-
-Las sollozos privaron á Oliverio de la palabra por algunos momentos;
-pero al finita á contar como habia sido educado en la granja y de alli
-llevado por Mr. Bumble á la Casa de Caridad, cuando retumbaron dos
-aldabazos dados por una mano impaciente á la puerta de la calle y casi
-al mismo tiempo una criada vino á anunciar á Mr. Grimwig.
-
---Sube? --preguntó Mr. Brownlow.
-
---Si señor. --respondió aquella. --Ha preguntado si estabais en casa y
-como le he respondido que si, ha dicho que venia á tomar el thé con vos.
-
-Mr. Brownlow se sonrió y volviéndose á Oliverio --Mr. Grimwig --dijo
---es un conocido antiguo. Es necesario no parar la atencion en sus
-maneras algo bruscas; fuera de esto es un sujeto honrado y yo le estimo
-sinceramente.
-
---Mandais que me retire Señor? --preguntó Oliverio.
-
---No. --contestó Mr. Brownlow --Prefiero que os quedeis.
-
-En este momento apareció un individuo gordo cojeando de una pierna y
-apoyándose en un enorme baston. Hablando tenia la costumbre de inclinar
-la cabeza de un lado y volverla en espiral como hace un papagayo. En esta
-postura pues y teniendo en la mano un pedazo de cascara de naranja que
-enseñaba con el brazo tendido, esclamó con voz ronca y triste:
-
---Tened! veis esto? No es la cosa mas extraordinaria y sorprendente que
-no pueda entrar en ninguna casa sin encontrar en la escalera una cáscara
-de naranja! Ya una vez he sido estropeado por la cáscara de naranja y no
-dudo que la cáscara de naranja será mi muerte! Si; estoy cierto de
-ello: la cáscara de naranja me causará la muerte! Me _comeria la
-cabeza_ que la cáscara de naranja será mi muerte!
-
-Este era el ofrecimiento con que Mr. Grimwig apoyaba todos sus asertos.
-Lo mas extraordinario en este caso era que aun admitiendo (en favor del
-argumento) que les progresos científicos fuesen llevados hasta el punto
-de dar al hombre el poder de comerse su propia cabeza, por muy resuelto
-que estuviera á ello la del susodicho caballero era tan grande que por
-muy afanoso que estuviese de probar esa posibilidad física, jamás
-podria prometerse el logro de tan temerario empeño en una sola comida,
-aun haciendo abstraccion de una gruesa capa de polvo que la guarnecia.
-
---_Me comeria mi cabeza_! --repitió Mr. Grimwig golpeando con su baston
-sobre el pavimento y al ver á <Oliverio --Ola! que, es esto? --añadió
-retrocediendo dos ó tres pasos.
-
---Es el pequeño Oliverio Twist de quien os he hablado. --dijo Mr.
-Brownlow.
-
-Oliverio hizo un saludo.
-
---Acaso quereis hablarme de ese muchacho que ha tenido la fiebre?
---preguntó Mr. Grimwig retrocediendo aun mas --Esperad un poco! Nada
-digais! Ah! Ya caigo! --añadió bruscamente perdiendo todo temor á la
-fiebre y encantado de su descubrimiento --Este es el niño que ha comido
-una naranja arrojando luego la cáscara á la escalera! Si no es el
-_quiero comerme mi cabeza_ y la suya por añadidura.
-
---No. Os engañais; no ha comido naranja --dijo sonriendo Mr. Brownlow.
---Vaya dejad alli vuestro sombrero y hablad á mi jóven amigo.
-
---Este es el muchacho de que me habeis hablado no es cierto? --dijo al
-fin Mr. Grimwig.
-
---El mismo. --respondió Mr. Brownlow, haciendo á Oliverio una señal de
-cabeza amistosa.
-
---Y bien? Muchacho, como va de salud? --repuso Mr. Grimwig.
-
---Mucho mejor! Os doy gracias caballero! --respondió Oliverio.
-
-Mr. Brownlow temiendo que su exéntrico amigo no dijera algo desagradable
-á su jóven protegido, suplicó á éste fuera á decir á la Señora
-Bedwin que esperaban el thé, lo que el muchacho hizo con tanto mas gusto
-cuanto los modales del recien llegado no le hacian mucha gracia.
-
---No os parece interesante ese muchacho? --preguntó Mr. Brownlow.
-
---No lo sé --contestó Grimwig con sequedad.
-
---No lo sabeis?
-
---No en verdad. No encuentro diferencia alguna entre los muchachos, ni
-conozco de ellos mas que dos especies: los unos pálidos y endebles y los
-otros colorados y gordimflones.
-
---Y en que categoria colocais á Oliverio?
-
---En la de los endebles. Uno de mis amigos tiene un grueso muchacho
-mofletudo (á eso llaman un niño hermoso!) con una cabeza como un bola,
-megillas rojas y ojos chispeantes; un niño horrible á fé mia, cuyo
-cuerpo y miembros parecen forzar las costuras de sus vestidos y teniendo
-por añadidura una voz de piloto y un apetito de lobo. Bien le conozco al
-monstruo!
-
---Vaya! --dijo Mr. Brownlow. --Esta falta no la tiene Oliverio; con que
-no puede provocar vuestra cólera.
-
---Es cierto que no tiene esta falta; pero puedo tener de peores.
-
-En este momento Mr. Brownlow tosió con impaciencia lo que parecia dar
-mucho gusto á Mr. Grimwig.
-
---Si, lo repito: --continuó este último --puede tener de peores. ¿De
-donde viene? quien es? Ha tenido la fiebre! Ello que prueba? La fiebre no
-es patrimonio de las gentes honradas, al menos que yo sepa. Acaso no son
-los malvados los que tienen algunas veces la fiebre? He conocido en la
-Jamaica á un hombre que fué ahorcado por haber asesinado á su amo;
-seis veces tuvo la fiebre. Por eso no se le recomendó á la clemencia de
-la corona! Puha! Hubiera sido una bestialidad!
-
-El hecho es que Mr. Grimwig en el fondo de su corazon estaba dispuesto á
-convenir en que las maneras de Oliverio abogaban en su favor; pero
-dispuesto mas que nunca á contradecir estando como estaba muy exitado
-por la cáscara de naranja; y como se habia metido en la cabeza que nadie
-le haria confesar si un niño era bueno ó no, habia resuelto desde el
-momento á combatir la opinion de su amigo.
-
-Asi pues, cuando este hubo confesado que no podia responder
-satisfactoriamente á ninguna de sus preguntas y que para interrogar á
-Oliverio sobre sus antecedentes habia esperado á que este estuviera del
-todo restablecido, Mr. Grimwig se sonrió maliciosamente y preguntó con
-acento de mofa, si por ventura el ama de llaves tenia la costumbre de
-contar la plata cada noche, de lo contrario, si una hermosa mañana no le
-faltaban tres ó cuatro cubiertos _se comeria_ etc. etc.
-
---Y cuando debeis oir la relacion fiel y circunstanciada de la
-
-vida y aventuras de Oliverio Twist? --añadió concluyendo su thé, y
-mirando al mismo tiempo de reojo á Oliverio que acababa de entrar otra
-vez.
-
---Mañana por la mañana. --respondió Mr. Brownlow --Prefiero que esté
-solo conmigo para ello. Venid á encontrarme mañana á las diez amigo
-mio. --continuó dirijiéndose á Oliverio.
-
---Esta bien señor. --respondió este con alguna vacilacion, avergonzado
-de verse el blanco de las miradas escudriñadoras de Mr. Grimwig.
-
---Que apostais que no viene mañana á encontraros? --dijo este último
-por lo bajo al oido de Mr. Brownlow. --Le he visto vacilar; os engaña
-querido.
-
---Juraria que no. --repuso Mr. Brownlow con calor.
-
---Si no os engaña --objetó el otro --quiero . . . (y el baston resonó
-sobre el piso.)
-
---Respondería con mi vida de que el niño dice la verdad. --insistió
-aquel golpeando con el puño sobre la mesa.
-
---Y yo con mi cabeza, que os engaña. --replicó Grimwig golpeando
-tambien sobre la mesa.
-
---Allá lo veremos. --dijo Mr. Brownlow procurando ocultar su despecho.
-
---Si; allá lo veremos. --repuso Grimwig con sonrisa burlona --Allá lo
-veremos!
-
-Como si la suerte lo hubiera dispuesto á propósito, en medio de este
-altercado entró la señora Bedwin trayendo un paquete de libros que
-aquella misma mañana Mr. Brownlow habia comprado al mismo vendedor de
-libros viejos que ha figurado ya en esta historia, el que depositó sobre
-la mesa y se dispuso á salir del aposento.
-
---Decid al muchacho que espere Señora Bedwin. --dijo Mr. Brownlow.
---Tiene que volverse algo.
-
---Se ha marchado.
-
---Llamadle, que importa. Ese hombre no es rico y sus libros no están
-pagados: tambien tiene que volverse otros.
-
-La puerta fué abierta. Oliverio corrió por un lado y la criada por otro
-mientras desde el lindar la Señora Bedwin llamaba al muchacho; pero este
-estaba ya muy lejos y Oliverio y la criada volvieron sofocados sin haber
-podido alcanzarle.
-
---Lo siento mucho. --esclamó Mr. Brownlow --hubiera querido que esos
-libros hubiesen sido devueltos esta misma tarde.
-
---Devolvedlos por medio de Oliverio. --dijo Grimwig con malicia --Estais
-seguro que los devolverá fielmente.
-
---Oh! si, señor! Permitid que los devuelva: os lo suplico --dijo
-Oliverio --Correré todo el camino y pronto estaré de vuelta.
-
-Mr. Brownlow iba á contestar que no debia salir fuera por lo que fuera,
-cuando una mirada maligna de su viejo amigo le decidió á dejar partir
-al niño, para que por un pronto regreso probase al momento á este
-último la injusticia de sus sospechas, sobre ese punto al menos.
-
---Pues bien! Si; ireis amigo mio. --dijo Mr. Brownlow --Los libros están
-sobre una silla de mi despacho; subid á buscarlos.
-
-Oliverio ufano de poder hacerse útil, volvió con mucha diligencia los
-libros debajo el brazo y esperó gorra en mano que se le esplicase lo que
-debia hacer.
-
---Direis --añadió Mr. Brownlow mirando fijamente á Monsieur Grimwig
---direis que vais á llevar esos libros y á pagar al mismo tiempo las
-cuatro libras diez chelines que debo. Ahí teneis un billete de banco de
-cinco libras; debeis devolverme diez chelines.
-
---No estaré diez minutos --dijo Oliverio gozoso.
-
-Al mismo tiempo metió el billete en la faltriquera de su chaleco,
-abotonó la chaqueta hasta el cuello, puso los libros debajo su brazo y
-habiendo hecho un saludo respetuoso salió. La Señora Bedwin le siguió
-hasta la puerta de la calle dandole las señas del camino mas corto, del
-nombre y de la habitacion del librero, señas que Oliverio dijo tener
-perfectamente en la memoria, y habiéndole recomendado tuviera cuidado de
-no resfriarse la buena señora le dejó al fin partir.
-
---Que Dios le bendiga! --dijo viéndole alejarse --No se porque; pero no
-apruebo el que se le deje marchar de este modo.
-
-En este momento Oliverio volvió jovialmente la cabeza é hizo un signo
-gracioso antes de entrar en otra calle. La Señora Bedwin le devolvió el
-saludo sonriendo, y despues de haber cerrado la puerta, se retiró á su
-aposento.
-
---Vamos á ver. --dijo Mr. Brownlow sacando el reló de su faltriquera y
-poniéndolo sobre la mesa --Dentro veinte minutos lo mas tarde estará de
-vuelta! Será ya de noche.
-
---Estais seguro de que volverá? --preguntó Mr. Grimwig.
-
---Y vos no? --dijo sonriendo Mr. Brownlow.
-
-Mr. Grimwig ya propenso á la contradiccion, se mantuvo mas firme en sus
-trece al verse provocado por la sonrisa confiada de su amigo.
-
---No! --dijo dando un puñetazo sobre la mesa --No lo creo. Ese muchacho
-lleva sobre su cuerpo un vestido nuevo flamante bajo su brazo un paquete
-de libros preciosos y en su faltriquera un billete de banco de cinco
-libras; irá á reunirse con sus antiguos amigos los ladrones y se
-burlará de vos. Si jamás vuelve á esta casa _quiero comerme la
-cabeza_! --Esto diciendo acercó su silla á la mesa y los dos amigos
-esperaron en silencio teniendo su vista fija sobre el retó.
-
-
-
-
-CAPÍTULO XV.
-
-EN EL QUE SE DEMUESTRA HASTA QUE PONTO EL VIEJO JUDÍO Y LA SEÑORITA
-NANCY AMABAN Á OLIVERIO.
-
-
-ENTRETANTO Fagin, Sikes y Nancy disfrazada de cocinera, se habian reunido
-en una taberna del barrio mas sucio de Londres y deliberaban allí en
-compañía del perro de largo pelo blanco y puerco. Sikes siempre
-huraño, el judío mas obsequioso y Nancy decidida mas que nunca á
-ponerse de _parada_ para cazar á Oliverio.
-
---Vaya! ¿No es cierto Nancy que vas á emprender la caza? --dijo Sikes
-presentándole un vaso.
-
---Si Guillermo. --respondió la jóven despues de haber tragado el licor
-de una sola vez. --Ya le tengo la pista á Dios gracias! El pobre
-Diablillo ha estado enfermo, obligado á guardar cama, y . . . alguna
-importancia es que ella se calló y sonriendo graciosamente á Sikes
-llevó la conversacion á otro objeto. Poco despues el viejo judío fué
-acometido de una tos tan violenta que Nancy echando su chal sobre las
-espaldas, declaró que era tiempo de partir. Sikes que iba por el mismo
-lado una parte del camino, espuso la intencion de acompañarla y salieron
-juntos seguidos á poca distancia del perro feo que salió de un pequeño
-establo luego que su amo estuvo fuera de su vista. Despues que Sikes hubo
-partido, el judío asomó la cabeza por la puerta de la sala y mirándole
-andar por el callejon obscuro y estrecho le enseñó el puño profiriendo
-horribles imprecaciones y rechinando los dientes; hecho lo cual volvió
-á sentarse á la mesa y pronto se engolfó profundamente en las páginas
-interesantes de la _Gaceta de los Tribunales_.
-
---Ah! querida Nancy! --dijo Fagin levantando la cabeza:
-
-Si una ojeada significativa y un fruncimiento de las cejas rojas del
-judío, advirtió á Nancy de que era demasiado comunicativa, es lo que
-no nos importa saber; el solo hecho á que damos
-
-Entretanto Oliverio no sospechando siquiera que estaba tan cerca de la
-habitacion del viejo chulo, se dirijia á la tienda del librero. Cuando
-estuvo en Clerkerwell, tomó por distraccion una calle que si bien
-paralela, con todo le estraviaba un poco de su camino; pero no reparando
-en su error hasta que la hubo andado ya mas de dos tercios y sabiendo
-además que ella le conducia al mismo punto, no juzgó oportuno
-retroceder y avanzó buen trecho con sus libros bajo el brazo.
-
-Caminando pensaba en sus adentros cuan feliz debia ser y lo que daria
-para ver únicamente al pequeño Ricardo, quien azotado y falto de pan,
-tal vez en este momento se hallaba con ansias de llorar, cuando le sacó
-de su meditacion la voz de una muger que gritaba desaforadamente: --Oh!
-Querido hermano mio! --y apenas hubo vuelto la cabeza para ver lo que era
-cuando se halló estrechamente oprimido por dos brazos vigorosos pasados
-bruscamente al rededor de su cuello.
-
---Dejadme estar! --gritó él resistiéndose --Soltadme! Quien sois?
-Porque me deteneis?
-
-La respuesta á esto fué una multitud de quejas y lamentaciones por
-parte de una jóven, llevaba una cesta pequeña y una llave gruesa en
-cada mano y que lo abrazaba con transporte.
-
---Ay! gracias á Dios! Al fin le he encontrado! --dijo ella --Oliverio!
-Oliverio! Has sido un mal muchacho en haberme hecho tan desgraciada! Ven,
-ven conmigo á casa! Cielos! Si; es el mismo! O felicidad! Con que lo hé
-encontrado!
-
-En medio de estas esclamaciones incoherentes, la jóven se sintió
-acometida por un exceso de histérico que hizo temer por sus dias hasta
-tal punto que algunas mugeres atraidas por sus gritos pidieron á un
-mancebo carnicero de cabellera lustrosa de grasa hallado alli por
-casualidad, fuera en busca de médico; pero éste que era de un natural
-lento (por no decir indolente) contestó que no lo creia necesario.
-
---Oh! no; no hagais caso! --dijo Nancy cojiendo la mano de Oliverio --Me
-siento ya mejor! . . Ea tu desgraciado! ven pronto á casa!
-
---Que . . . que es esto _señorita_? --preguntó una de las mugeres.
-
---Ah señora! --respondió la jóven. --Hace un mes que se escapó de la
-casa de sus padres (personas muy respetables y buenos jornaleros) y se ha
-juntado con una banda de ladrones y de mala gente; de modo que su pobre
-madre es cuasi-muerta de tristeza.
-
---Pilluelo! --dijo una muger.
-
---Pequeño salvage! ¿quiéres volverte á tu casa? --añadió otra.
-
---Esto no es verdad! --esclamó Oliverio sumamente alarmado --Yo no la
-conozco! . . Yo no tengo ni hermana, ni padre, ni madre! Soy huérfano!
-Vivo en Pentonville!
-
---Se ha visto descaro igual! --dijo Nancy.
-
---Cielos! Nancy! --gritó Oliverio reconociéndola al fin y retrocediendo
-de espanto.
-
---Ya lo veis como me conoce! --repuso Nancy recurriendo al testimonio de
-los presentes. --No puede menos! . . Como honradas gentes que sois
-ayudadme á llevarlo á nuestra casa, ó sino matará á su padre á su
-madre y yo me moriré tambien de tristeza!
-
---Que Diablos sucede aqui? --dijo un hombre saliendo precipitadamente de
-una taberna seguido de un perro blanco lleno de cicatrices --Oh! . . mil
-truenos! Es el pequeño Oliverio! Tunantuelo te volverás pronto á tu
-casa con tu pobre madre?
-
---Yo no les pertenezco! No les conozco! Socorro! Socorro! --gritó el
-niño procurando desprenderse de las manos del hombre.
-
---Ah! gritas socorro! --repuso éste. Pillastron! Yo voy á dártelo el
-socorro! . . Que significan esos librotes que traes aqui? Sin duda los
-habrás robado! Dame esto pronto!
-
-Esto diciendo, le arrancó los tomos de las manos y le dió un gran
-puñetazo en la cabeza.
-
---Bien hecho! --dijo un hombre que miraba desde la ventana de una
-guardilla --Este es el único medio de hacerle entrar en razon.
-
---Sin duda alguna. --esclamó un carpintero medio dormido, dirijiendo una
-mirada de aprobacion al que acababa de hablar.
-
---Esto le sentará bien! --dijeron las dos mugeres.
-
---Por esto cabalmente no quiero que le pase la presente! --repuso el
-bandido cogiendo á Oliverio por el cuello de la chaqueta y asestándole
-otro puñetazo --Andarás pillastron? --A mi Cesar! A mi! --prosiguió
-dirijiéndose á su perro.
-
-Debilitado por la enfermedad que acababa de pasar, aturdido por los
-golpes y por un ataque tan repentino, espantado por el horrible gruñido
-del perro y la brutalidad del hombre y anonadado por la conviccion de los
-presentes que le tomaban por lo que no era ¿que podia hacer el pobre
-niño en tal circunstancia? La obscuridad de la noche, en semejante
-barrio hacia todo socorro improbable y toda resistencia inútil. En menos
-que nada fué conducido con tal rapidez por un laberinto de callejuelas
-sombrias y estrechas que los pocos gritos que osó proferir no fueron
-oidos, y aun que lo hubieran sido nadie habia á quien pudieran llamarle
-la atencion . . .
-
-Los faroles estaban encendidos por todas partes; la Señora Bedwin
-esperaba con ansiedad á la puerta de la casa; la criada habia corrido
-veinte veces hasta al cabo de la calle para ver si encontraria á
-Oliverio y los dos amigos estaban en el salon sin luz, teniendo siempre
-el reló ante su vista.
-
-
-
-
-CAPÍTULO XVI.
-
-DONDE FUÉ Á PARAR OLIVERIO DESPUES DE HABER SIDO RECLAMADO POR NANCY.
-
-
-DESPUES de haber recorrido algunas callejuelas, llegaron al fin á una
-gran plaza que á juzgar por los rediles y cobertizos de que estaba
-guarnecida debia ser un mercado de animales. Sikes aflojó entonces el
-paso, pues del modo que andaban la jóven no podia seguirles y
-volviéndose á Oliverio le intimó bruscamente que diera la mano á
-Nancy.
-
---Entiendes lo que te digo? --refunfuñó Sikes, observando que el
-muchacho se resistia y miraba á su alrededor.
-
-Se encontraban en un sitio sombrío muy lejanos de los transeuntes y
-Oliverio se convenció completamente de que toda resistencia seria
-inútil. Alargó pues la mano á Nancy y esta la estrechó fuertemente
-contra la suya.
-
---Ahora dame esa! --continuó Sikes apoderándose de la otra mano.
-
---Aquí Cesar! (El perro levantó la cabeza y se puse á gruñir.) La
-vés bien he? --prosiguió señalando con el dedo la garganta del niño y
-echando terribles juramentos --Si tiene la desgracia de remover solamente
-los labios muerde eso! Comprendes?
-
-El perro gruñó de nuevo y lamiéndose los hocicos miró á Oliverio
-como si se alegrára de antemano de poderlo saltar al cuello.
-
---Lo hará como se lo digo! Que un rayo me parta si no lo hace! --repuso
-Sikes arrojando una mirada feroz al animal en muestra de aprobacion.
---Ahora mira lo que te conviene: grita cuanto te acomode; el perro te
-impondrá pronto silencio! Ea! anda ya fiel guardian y ojo avisor.
-
-A estas palabras afectuosas de su amo, Cesar que no estaba acostumbrado
-á ellas removió la cola y dando un gruñido en señal de advertencia
-para Oliverio, tomó la delantera y abrió la marcha.
-
-El mercado que atravesaban era el de Smithfield. La noche estaba sombría
-y brumosa, las luces de las tiendas apenas podian abrirse paso á través
-de la nieble cuyo espesor crecia á cada instante aumentando la soledad y
-la tristeza del sitio, al mismo tiempo que hacia la incertidumbre de
-Oliverio mas horrible y mas angustiosa.
-
-Cerca una hora recorrieron callejones sucios y poco concurridos y si
-algunas personas encontraron parecieron á los ojos de Oliverio como
-pertenecientes á la misma calaña de Sikes. Por fin, enfilaron una calle
-aun mas estrecha y mas sucia que las otras, habitada cuasi toda ella por
-ropavejeros y el perro adelantándose corriendo como si estuviera cierto
-de que su vigilancia era ya entonces inútil, se paró ante una tienda
-cerrada al parecer desocupada, pues la casa amenazaba ruina y un rótulo
-anunciando que estaba para alquilar, permanecia medio clavado sobre la
-puerta en señal de que estaba en ella desde muchos años.
-
---Ya llegamos! --dijo Sikes lanzando una mirada á su alrededor.
-
-Nancy pasó la mano por debajo los postigos y Oliverio oyó sonar una
-campanilla en el interior. Fueron á colocarse debajo de un farol y
-esperaron algunos momentos. Rechinó el ruido de una llave en la
-cerradura y poco despues la puerta se abrió con la mayor precaucion.
-Sikes entonces sin mas cumplimientos cojió el niño por el cuello y en
-un decir Jesus estuvieron los tres dentro de la casa. Entre la obscuridad
-mas profunda esperaron que la persona que les habia abierto hubiera
-cerrado otra vez la puerta con llave y cerrojos.
-
---No hay ninguno aquí? --preguntó Sikes.
-
---No. --respondió una voz que Oliverio creyó reconocer.
-
---El viejo está? --prosiguió el bandido.
-
---Si. --replicó la voz --Lindamente enredado entre espinas esperándoos.
-Con esto quien no tendrá placer de veros! Pues ya!
-
-El estilo de esta respuesta y el tono con que fué pronunciada, eran
-familiares á los oidos de Oliverio; pero no pudo descubrir la fisonomía
-del interlocutor.
-
---Alúmbranos un poco si no quieres que nos rompamos el bautismo, ó que
-pisemos al perro --dijo Sikes. --Os advierto que tengais cuidado con las
-piernas si pisais sus patas.
-
---Aguardad un momento que vaya á buscar la luz! --repuso la voz.
-
-En esto se oyó el ruido de los pasos de una persona que se alejaba y
-luego apareció Jaime Dawkins vulgo el _fino Camastron_ llevando en la
-mano una vela colocada en un palo hendido. Sé contentó con hacer una
-mueca á Oliverio para renovar las amistades con él é hizo señal á
-los visitadores de que le siguieran. Bajaron la escalera, atravesaron una
-cocina desprovista de utensilios y abriendo la puerta de un chiribitil
-del que se exhalaba un olor fétido, fueron recibidos entre carcajadas y
-aclamaciones de alegria.
-
---Oh! que buena farsa! --esclamó maese Bates desternillándose de risa.
---Si, el es! Pero mirad Fagin . . . miradle . . . Dios de Dios! Qué
-buena farsa! Hay para morirse de risa! Que alguno me tenga para que pueda
-reir á mis anchuras. Ah! ah! ah!
-
-Esto diciendo maese Bates se dejó caer en tierra boca abajo y estuvo en
-tal postura por mas de cinco minutos dando un libre desahogo á su loca
-alegría y sacudiéndose las posaderas con sus talones. Luego volvió á
-levantarse, tomó la vela de manos del Camastron y acercándose á
-Oliverio dió vuelta entorno suyo para examinarle mientras que el judío
-quitándose su gorra de algodon saludó respetuosamente varias veces al
-pobre niño que los miraba con ademan azorado. Entre tanto el _Camastron_
-que era de un carácter mas maduro y que raras veces comprometia su
-dignidad cuando se trataba de _asuntos serios_ relativos á su
-_profesion_, vaciaba los bolsillos del infortunado con la atencion mas
-escrupulosa.
-
---Mirad Fagin, mirad su _cáscara_! --dijo Bates acercando la vela tan
-cerca del vestido nuevo de Oliverio que poco faltó para que pusiera
-fuego en ellos --Mirad su _cascarita_! _Tela de pavo real_ y corte de
-tijera de plata! Viva la elegancia! Ola! ola! y esos libros? Eso le dá
-el aire de todo un _caballero_ ¿no es verdad Fagin?
-
---Querido! Estoy encantado de veros tan bien puesto! --dijo el judío
-saludando á Oliverio con humildad afectada --El Camastron os dará otros
-vestidos, pues seria una lástima gastaseis estos que son para los
-domingos! Querido? porque no habeis escrito que veniais? Hubiéramos
-tenido algo caliente para vuestra cena.
-
-A estas palabras maese Bates soltó una carcajada tan estrepitosa que el
-mismo judío desarrugó la frente y el Camastron se sonrió. Pero como en
-este mismo momento este sacó el billete de banco de la faltriquera de
-Oliverio, seria dificil averiguar si fué la bufonada de Cárlos ó el
-descubrimiento del billete quien exitó su sonrisa.
-
---Ola! ¿Que papelucho es este? --dijo Sikes adelantándose hácia el
-judío, mientras este se apoderaba del billete. --Esto me pertenece Fagin!
-
---No, no Guillermo; es mio querido! Vos tendreis los libros.
-
---Si no se entrega eso á mi ó á Nancy (que es lo mismo), voy á
-devolver al niño. --dijo Sikes poniéndose el sombrero con ademan
-resuelto.
-
-El judío se estremeció: lo mismo hizo Oliverio aun que por motivo muy
-diferente pues esperaba que su libertad seria el resultado de la disputa.
-
---Ea! venga acá eso! Lo entendeis? --dijo Sikes.
-
---No hay razon para ello Guillermo, ninguna razon. ¿No es cierto Nancy?
---contestó el judío.
-
---Haya razon ó no --replicó Sikes. --dadme eso! Os lo digo por la
-última vez! ¿Creeis que Nancy y yo no tengamos nada mas que hacer que
-pasar un tiempo precioso siguiendo la pista y cojer á todos los
-muchachos que se dejan _prender_ para vuestro provecho? Venga acá eso
-viejo avaro! (Esqueleto carcomido!) Trasto de desván!
-
-Pronunciando tales palabras Sikes se apoderó del billete de banco que el
-judío tenia entre el pulgar y el indice y pasando con la mayor sangre
-fria su vista por él, lo plegó en cinco ó seis vueltas y lo encerró
-dentro de un nudo que hizo en el pañuelo que llevaba al cuello.
-
---Esto es por el trabajo que nos hemos tomado. --dijo Sikes ajustando de
-nuevo su corbatin --Todavía no es la mitad de lo que él vale! Vos
-podeis quedaros con los libros si sois aficionado á la lectura, ó sino
-los vendereis!
-
---Qué bien escritos están! --dijo Cárlos que ojeó uno de los tomos
-haciendo mil muecas --Bello estilo por vida mia! Espresiones elegantes!
-No es verdad Oliverio? --Y viendo el ceño lastimoso que ponia este
-mirando á sus perseguidores, maese Bates que estaba dotado de un
-espíritu cáustico y que además tenia un gusto decidido por el
-_burlesco_ se puso á reir á carcajadas y ha hacer mas ruido que antes.
-
---Son del anciano caballero! --dijo Oliverio torciéndose las manos --De
-ese bueno y respetable caballero que me llevó á su casa y que tuvo
-cuidado de mi cuando estaba malo y me iba á morir! Ah! Os lo suplico,
-enviádselos! Devolvedle los libros y el dinero! Tenedme encerrado aquí
-toda mi vida; pero por amor de Dios devolvedle lo que le pertenece!
-Creerá que le he robado! La buena señora y todas las personas de la
-casa que han sido para mi tan buenas, me tendrán por un ladron! Oh!
-tened piedad de mi! Devolved los libros y el dinero!
-
-Pronunciando estas palabras con el acento de la mas violenta
-desesperacion, Oliverio se echó á los piés del judío juntando sus
-manos con ademan suplicante.
-
---El niño tiene razon! --dijo Fagin arrojando una mirada á su alrededor
-y frunciendo sus cejas rojas --Tienes razon Oliverio; mucha razon!
-Pensarán que has robado los libros y el dinero. Ah! ah! --prosiguió
-rechinando los dientes y frotándose las manos-- Esto no podia venir
-mejor, aunque lo hubieramos hecho á propósito!
-
---Sin duda que no podia venir mejor! --contestó Sikes --He aquí lo que
-me ha acudido de pronto en el pensamiento cuando le he visto atravesar
-Clerkenwell con sus libros bajo el brazo. Ellos deben ser unas santas
-almas de otro modo no le hubieran recojido en su casa. Luego no le
-reclamarán por temor de tenerle que perseguir ante los tribunales y
-hacerle prender. Con que está bien seguro!
-
-Hasta entonces Oliverio habia mirado á uno y otro alternativamente con
-aire inquieto sin comprender del todo lo que querian decir; pero cuando
-Sikes concluyó de hablar, se levantó de repente, se escapó del
-aposento sin saber donde dirijirse llamando á su socorro y haciendo
-resonar la casa con sus gritos.
-
---Guillermo llama á tu perro! --esclamó Nancy corriendo á la puerta y
-cerrándola trás el judío y sus dos educandos que se habian lanzado en
-persecucion de Oliverio --Llama á tu perro! Va á devorar á ese
-muchacho!
-
---Voto á brios que lo merece! --gritó Sikes reuniendo todas sus fuerzas
-para desprenderse de las manos de la jóven. --Quítate tú de aqui!
-Suéltame te digo ó voy á romperte el cráneo contra la pared!
-
---Nada me importa! --continuó Nancy forcejando para conservar su puesto
---Este muchacho no será devorado por el perro, sin que antes tu me hayas
-muerto!
-
---Dices bien! --dijo Sikes rechinando los dientes. --Esto va á ser
-pronto si no te retiras!
-
-Esto diciendo el bandido arrojó con toda su fuerza á la jóven al otro
-estremo del aposento, justamente en el instante en que el judío y los
-dos muchachos volvieron á entrar conduciendo á Oliverio.
-
---Que sucede ahora? --preguntó Fagin.
-
---Creo que se ha vuelto loca? --contestó Sikes con acento feroz.
-
---No, no está loca! --dijo Nancy pálida por la cólera y sofocada por
-la lucha que acababa de sostener --No, no lo creais Fagin!
-
---Entonces quieres callarte! --dijo el judío con tono amenazador.
-
---No; no me callaré! --replicó Nancy levantando la voz. --Que querais
-decirme con ese tono?
-
-El viejo Fagin conocia demasiado al sexo de que formaba parte Nancy y los
-caprichos á que comunmente está sujeto para no juzgar prudente dejar á
-la jóven. Con esta idea, para apartar la atencion de esta se dirijió á
-Oliverio.
-
---Con qué queriais escaparos he? --dijo tomando una gruesa estaca llena
-de nudos que estaba en un rincon de la chimenea.
-
-Oliverio no respondió; pero espió los movimientos del judío
-latiéndole con fuerza el corazon.
-
---Si; llamabais socorro! Queriais hacer venir la guardia ¿no es esto?
---prosiguió, cojiendo con furia el niño por el brazo --Jovencito! Os
-curaremos de esta manía.
-
-Al decir esto el judío le sacudió un fuerte golpe sobre las espaldas
-con su estaca y tenia la mano levantada para darle otro cuando la jóven
-avalanzándose á él con la rapidez del rayo le arrancó el palo de las
-manos y lo arrojó al fuego con tal fuerza que hizó saltar los carbones
-ardientes en el aposento.
-
---No lo sufriré mientras yo este presente Fagin! --esclamó --Habeis
-recobrado otra vez á ese niño ¿que queréis mas? No el maltrateis ó
-os doy mi palabra que me entregaré respecto á uno de vosotros á
-ecsesos que me conducirán á la horca antes de tiempo! Al hacer esta
-amenaza golpeó el suelo con su pié, mientras cerrados los puños y el
-rostro pálido de cólera miraba alternativamente ya á Sikes ya á Fagin.
-
---Qué es esto Nancy? --dijo el judío con acento melífluo despues de un
-momento de silencio durante el cual cambió con Sikes una mirada en la
-que era fácil adivinar la turbacion de su alma --Esta noche te muestras
-mas sentimental que nunca! Ah! ha! querida . . . Obras noblemente!
-
---Así me cuadra! --respondió esta --Cuidad de que no me propase! Vos
-Fagin no hariais con ello muy buen negocio! Con que os lo prevengo por la
-última vez; dejadme en reposo!
-
-Existe en la muger irritada (sobre todo cuando ha sido llevada á los
-estremos) cierto sentimiento que los hombres no tienen ganas de provocar.
-El judío comprendió perfectamente que seria inútil fingir poco cuidado
-de la cólera de Nancy; así pues, retrocediendo con prudencia, miro á
-Sikes con aire villano y suplicante á la vez como para darle á entender
-que no se consideraba tan capaz como él para seguir la conversacion.
-
-Sikes viéndose interpelado de tal modo y pensando tal vez que su amor
-propio estaba interesado en probar el ascendiente que tenia sobre Nancy
-volviéndola á la razon, profirió cinco ó seis juramentos y otras
-tantas amenazas con una facilidad de elocucion que hizo honor á su
-fértil inventiva. Sin embargo como esto no pareció producir ningun
-efecto visible en la persona que de ello era objeto, recurrió á
-argumentos mas sólidos.
-
---Qué quieres decir con tantos humos? --gritó acompañando la pregunta
-con un horrible juramento. --Veamos, habla! ¿Qué pretendes con tu
-amenaza? Voto á mil truenos juntos! Sabes quien eres tu?
-
---Oh! si; demasiado lo sé! --dijo la jóven sacudiendo la cabeza con
-ademan de indiferencia.
-
---Entonces, cierra el pico ¿entiendes? --repuso el otro con tanta
-brutalidad como si hablara á su perro --De lo contrario te ataré yo la
-lengua por algun tiempo.
-
-Nancy soltó una risa convulsiva y lanzando á Sikes una mirada de reojo,
-volvió la cabeza y se mordió los labios hasta echar sangre.
-
---Ah! si! Eres una gentil muchacha á fé mia! --añadió Sikes
-mirándola con desprecio --Especialmente cuando te das ese aire de buenos
-sentimientos. Es un gran negocio para _este niño_ (como tu le llamas.)
-el haber encontrado en tí una _amiga_ . .
-
---Sin contar que lo soy --esclamó Nancy con cólera --y que quisiera
-estar en lugar de _aquellos_ al lado de los cuales tan cerca hemos pasado
-esta noche, mas bien que haberos ayudado á encontrar este desgraciado!
-Qué sea de hoy en adelante un mentiroso, un ladron, un petardista; que
-sé yo! todo lo que existe de mas abominable! No le basta á ese viejo
-bandido sino que tambien ha de destrozarlo á golpes?
-
---Vamos, vamos! --dijo el judío dirijiéndose á Sikes y haciéndole
-observar la atencion con que sus jóvenes educandos prestaban el oido á
-todo lo que pasaba --Guillermo es preciso venir á palabras de paz, á
-palabras de reconciliacion.
-
---Palabras de paz! --esclamó la jóven, cuya fisonomía desfigurada por
-la cólera era en este momento espantosa --Palabras de paz vos viejo
-infame! Si, las mereceis! He robado por vos cuando no tenia mas que la
-mitad de la edad de ese niño! --dijo señalando á Oliverio. --Siempre
-he hecho el mismo comercio y siempre para la misma persona desde hace
-doce años! ¿No es cierto? Decid! Podeis negarlo?
-
---Y bien qué? --replicó el judío procurando calmarla --Si lo has hecho
-ha sido para vivir.
-
---Si! --gritó ella con toda la fuerza de sus pulmones --Robar es mi
-subsistencia, como la escarcha, la niebla y el lodo de las calles son mi
-habitacion! Y vos sois el viejo infame que me ha reducido á ellos desde
-mi infancia y me reduciréis dia y noche hasta que muera!
-
---Te sucederá una desgracia! --repuso el judío excitado por estos
-reproches --Algo peor que esto si dices una palabra mas!
-
-La jóven calló; pero arrancándose los cabellos y rasgando sus vestidos
-en un exceso de rabia se precipitó sobre Fagin y probablemente le
-hubiera dejado señales de su venganza si Sikes no se hubiere interpuesto
-entre ambos cojiéndola por los puños. Hizo algunos esfuerzos para
-desacirse y se desmayó.
-
---Está bien ahora! --dijo Sikes arrastrándola hasta un rincon del
-aposento --Cuando se irrita hasta tal punto tiene en los brazos una
-fuerza asombrosa!
-
-El judío se enjugó la frente y sonrió de contento al verse libre de
-una escena tan trájica; á pesar de que él, Sikes, los muchachos y él
-mismo la debieron considerar como un percance inseparable de sus asuntos.
-
---No conozco nada peor que tenérselas que haber con las mugeres. --dijo
-el judío volviendo la estaca á su sitio. --Sin embargo poseen
-cualidades recomendables y nos son muy útiles en nuestra _profesion_.
-Cárlos, lleva Oliverio á la cama.
-
---Creeis papá Fagin que hará muy bien en no ponerse mañana estos
-vestidos tan nuevecitos y tan pulcros? --preguntó Cárlos guiñando los
-ojos con malicia.
-
---No faltaba mas! --contestó aquel haciendo una mueca de inteligencia á
-su educando.
-
-Maese Bates muy satisfecho en apariencia de la comision que se le
-confiaba, tomó el palo hendido que servia de candelero y condujo á
-Oliverio á una pieza vecina donde habia dos ó tres camas en una de los
-cuales habia ya dormido el pobre niño. Allí con carcajadas insolentes
-enseñóle los mismos harapos que habia creido no volver á ponerse
-jamás, y al mismo tiempo le esplicó como por medio del judío que los
-habia comprado, el viejo Fagin descubriera el lugar de su retiro.
-
---Quítate esto! --dijo --Yo lo entregaré á Fagin para que lo guarde.
-Dios de Dios! y que buena farza!
-
-El desgraciado huérfano se sometió de mal talante, y maese Bates
-despues que hubo rollado y puesto bajo su brazo el vestido nuevo de
-aquel, se fué llevándose la vela y cerrando la puerta con llave.
-
-El ruido de sus carcajadas y la voz de Betsy que llegó muy á propósito
-para aflojar á su amiga y arrojarle agua en las sienes para hacerla
-volver de su parasismo, hubieran podido tener dispiertas á muchas
-personas en una posicion mas feliz que la que en que se encontraba
-Oliverio; pero estaba enfermo y destrozado de miembros, y se durmió muy
-pronto profundamente.
-
-
-
-
-CAPÍTULO XVII.
-
-LA SUERTE QUE NO SE CANSA DE PERSEGUIR Á OLIVERIO, LLEVA Á LONDRES UN
-PERSONAGE ILUSTRE QUE ANONADA SU REPUTACION.
-
-
-UNA mañana muy de madrugada Mr. Bumble salió de la Casa de la Caridad y
-enfiló la Calle Mayor con paso firme y seguro. Su semblante demostraba
-toda la gloria y el orgullo de su dignidad de pertiguero: los galones de
-su sombrero de tres picos y de su levita brillaban al sol y oprimia su
-baston con toda la fuerza de la salud y del poder. Mr. Bumble llevaba
-siempre la cabeza erguida, pero en este dia la llevaba mas tiesa que de
-costumbre. Habia tal distraccion en sus miradas y tal nobleza en sus
-ademanes que un observador inteligente no hubiera podido menos de
-presumir que pensamientos de una naturaleza poco comun ocupaban la mente
-del pertiguero. No se dignó detenerse para conversar con los tenderos al
-por menor y las demas personas que le dirijieron la palabra; se contentó
-con responder á sus saludos por un movimiento de mano y no se detuvo su
-marcha hasta que hubo llegado á la granja en que la Señora Mann
-guardaba á los niños de la Casa con un cuidado _parroquial_.
-
---Que el diablo se lleve á ese importuno pertiguero, si no es él quien
-llega tan de mañana! --dijo viéndole sacudir con impaciencia la puerta
-del jardin --Ola Señor Bumble! Ya me figuré yo bien que no podiais ser
-otro que vos! Es gran placer y una sorpresa agradable el poderos ver tan
-de mañana! Os suplico que os tomeis la molestia de entrar!
-
-Las primeras palabras fueron dirijidas á Susana y las últimas á Mr.
-Bumble mientras le abria la puerta y le introducia en la casa con las
-mayores señales de respeto y atencion.
-
---Señora Mann! --dijo Mr. Bumble dejándose caer gradual y pausadamente
-en una silla, en vez de sentarse bruscamente como lo haria un palurdo
---Señora Mann os doy los buenos dias!
-
---Igualmente Señor Bumble! --contestó esta con muchas muecas graciosas
---¿Cómo vá esa preciosa salud?
-
---Psi! psi! Señora Mann. --replicó el pertiguero --Una vida
-_parroquial_ no es ningun lecho de rosas!
-
---Bien seguro que no! --apoyó la Señora. (Todos los niños confiados á
-su cuidado hubieran podido responder á coro si la hubiesen oido.)
-
---Una _vida parroquial_ Señora Mann --continuó el pertiguero golpeando
-la mesa con su baston --es una vida de trabajo, de vejaciones y de
-tormentos! Pero todos los _personajes públicos_, si así puedo
-espresarme, deben esperarse el sufrimiento de la persecucion.
-
-La Señora Mann no comprendiendo del todo lo que el pertiguero queria
-decir, levantó las manos al cielo con aire místico y suspiró.
-
---Ah! Bien podeis suspirar Señora Mann! --dijo Bumble.
-
-Aquella viendo que habia obrado bien, suspiró de nuevo con gran
-satisfaccion del _funcionario público_ que reprimió una sonrisa
-graciosa mirando fijamente al sombrero de tres picos.
-
---Me voy á Londres Señora Mann!
-
---De veras Señor Bumble? --contestó ésta plegando las manos y
-retrocediendo tres pasos en señal de asombro.
-
---Si Señora. --replicó el imperturbable pertiguero --Me voy á Londres
-en la diligencia . . . yo y dos pobres de la casa. Tenemos un pleito por
-causa de esos pobres. No pertenecen á nuestra parroquia, de consiguiente
-por pleno derecho no queremos albergarlos . . . y yo soy quien el consejo
-de Administracion ha escojido por su representante y el que debe
-responder en su nombre en las prócsimas sesiones de Clerkenwell. [3]
-Figuraos ahora Señora Mann --continuó empinándose de toda su altura
---Figuraos digo cuanto hilo tendrán que torcer las sesiones de
-Clerkenwell antes que concluyan conmigo.
-
---Oh! no vayais á tratarlas con demasiada severidad. --dijo la Señora
-Mann con tono adulador.
-
---Ellas me habrán obligado Señora Mann, y si las sesiones de Crekenwell
-no salen tan bien paradas como creen, á ellas mismas deberán echarse la
-culpa!
-
-Estas palabras fueron pronunciadas con tal calor y tal acento de amenaza
-que la Señora Mann se estremeció.
-
---Os vais pues en la diligencia? --dijo --Creia que la costumbre era
-enviar á esos pobres en carretas?
-
---Esto Señora Mann es cuando están enfermos. Entonces les encajamos
-dentro de carretas descubiertas para impedir que los aires colados les
-costipen.
-
---Ah! esto es otra cosa!
-
---La Administracion de diligencias se encarga de esos por una biscoca.
-Ambos se hallan en muy triste estado, y calculamos que el cambiarlos nos
-costará dos libras esterlinas menos que enterrarlos; es decir, si
-logramos hacerlos recibir en otra parroquia, lo que creo no será dificil
-en caso de que el despecho no los mato en el camino . . . ah! ah! ah!
-
-Despues que Mr. Bumble hubo reido á sus anchas, sus ojos se encontraron
-con el tricuspis y recobró su gravedad.
-
---Por vida de . . . hablando nos olvidamos de los asuntos. --dijo
---Señora Mann aquí tenéis vuestro _salario parroquial_ del mes.
-
-Esto diciendo sacó de su cartera algunas monedas de plata envueltas en
-un papel y pidió un recibo que la Señora Mann se apresuró á escribir.
-
---Hay muchos garabatos --dijo esta --pero ya pasará. Muchas gracias
-Señor Bumble. Os estoy muy agradecida.
-
-El pertiguero respondió á esta cortesia con una ligera inclinacion de
-cabeza y preguntó por la salud de los niños.
-
---Pobres angelitos! --contestó la vieja con emocion. --Están lo mejor
-posible, esceptuando los dos que se murieron la semana pasada y luego el
-pequeño Ricardo que anda alicaido.
-
---No mejora? --preguntó el pertiguero.
-
-La Señora Mann sacudió la cabeza.
-
-La mañana siguiente á la seis Mr. Bumble, despues de haber cambiado su
-sombrero de tres picos por otro redondo y empaquetado su individuo dentro
-un redingote azul, tomó asiento en la delantera de la diligencia en
-compañía de los dos _criminales_ de quienes la Administracion pretendia
-deshacerse, y que eran la causa bien inocente del proceso que llamaba al
-pertiguero á Londres. Este llegó á la capital sin haber esperimentado
-en el camino otra incomodidad que la producida por la conducta
-_inconveniente_ de los dos pobres que se obstinaron en quejarse del frio,
-y en titiritar de tal manera durante todo el viaje que (á lo que dijo
-Mr. Bumble.) sus dientes le castañearon en la cabeza y se encontró muy
-poco á su gusto á pesar de tener un grueso redingote sobre su cuerpo.
-
-Habiéndose desembarazado el pertiguero de tan _incómodos_ individuos
-por toda la noche, se instaló en la fonda donde habia parado la
-diligencia y se hizo servir una opípara comida compuesta de tajadas de
-buey con salsa de ostras y una botella de escelente vino de Oporto. Luego
-que hubo concluido, llenó un vaso de _grog_ que puso sobre la chimenea,
-acercó su silla á la lumbre y despues de algunas reflecsiones morales
-sobre la incomodidad que resulta de viajar con personas que titiritan y
-que se quejan, se puso á leer un periódico.
-
-El primer artículo sobre el que se fijaron sus ojos fué el anuncio
-siguiente:
-
- CINCO GUINEAS DE RECOMPENSA.
-
-«Un muchacho de Pentonville llamado Oliverio Twist, ha dejado su
-habitacion el jueves último al anochecer sin haber vuelto á ella.
-
-«La recompensa arriba espresada será concedida al que dará
-instrucciones que puedan facilitar el descubrimiento del susodicho
-Oliverio Twist, ó que tiendan á arrojar alguna luz sobre los pormenores
-de su historia, que la persona que hace insertar este anuncio tiene gran
-interés en saber.»
-
-Venia en seguida la descripcion exacta de la edad, del traje y del
-exterior de la persona de Oliverio; el modo como habia desaparecido y
-finalmente el nombre y la direccion de Mr. Brownlow.
-
-Mr. Bumble abrió los ojos, leyó pausadamente y con la mas escrupulosa
-atencion, por dos ó tres veces consecutivas el artículo y cinco minutos
-despues estaba en camino para Pentonville habiéndose olvidado con la
-precipitacion el vaso de _grog_ de sobre la chimenea.
-
---Mr. Brownlow está en casa? --preguntó á la jóven que le abrió la
-puerta.
-
-A tal pregunta ésta contestó del modo evasivo que tenia por costumbre:
---No lo se. ¿De parte de quién venís?
-
-No bien Mr. Bumble hubo pronunciado el nombre de Oliverio y esplicado él
-motivo de su visita, cuando la Señora Bedwin que escuchaba á la puerta
-de la sala se precipitó desalentada en el recibidor.
-
---Entrad! Entrad! --dijo --Estaba segura de que tendríamos noticias
-suyas! Pobre chico! Me lo decia el corazon! Querido niño! Siempre lo
-dije!
-
-Esto diciendo la buena anciana volvió á entrar en la sala á toda prisa
-y sentándose en el sofá prorumpió en lágrimas, mientras que la criada
-menos sensible subió los escalones de cuatro en cuatro y volvió pronto
-para decir á Mr. Bumble que la siguiera. Le introdujo en el gabinete de
-estudio donde Mr. Brownlow y su amigo Grimwig estaban sentados á una
-mesa con una botella y dos vasos ante si.
-
---Un pertiguero! Un verdadero pertiguero de parroquia! Me comeria la
-cabeza que es un pertiguero! --esclamó este último.
-
---Os ruego querido amigo que no nos interrumpais por algunos momentos.
---dijo Mr. Brownlow. Y dirijiéndose á Bumble añadió --Caballero tened
-la bondad de sentaros!
-
-Mr. Bumble se sentó muy preocupado por la originalidad de los modales de
-Mr. Grimwig, Mr. Brownlow colocó la lámpara de modo que pudiera ver
-mejor al pertiguero y dijo con alguna impaciencia.
-
---Supongo que el motivo de vuestra venida, ha sido el artículo que he
-hecho insertar en el periódico?
-
---Si señor. --respondió Bumble.
-
---Vos sois pertiguero ¿no es cierto? --preguntó Mr. Grimwig.
-
---Soy pertiguero _parroquial_ señores. --replicó aquel con orgullo.
-
---Lo ois? --repuso Mr. Grimwig, dirijiéndose á su amigo aparte --Estaba
-seguro de que era un pertiguero. El corte de su redingote es
-_parroquial_, y huele á pertiguero á la legua.
-
-Mr. Brownlow impuso silencio á su amigo con un movimiento de cabeza y
-luego continuó:
-
---Podeis decirnos donde se halla al presente ese niño?
-
---De ningun modo. --contestó Bumble.
-
---Entonces ¿que es lo que sabeis de él? --preguntó Monsieur Brownlow.
---Hablad amigo mio si teneis algo que decir. ¿Qué sabeis de él?
-
---Nada bueno sin duda? --dijo Mr. Grimwig despues de haber examinado
-atentamente al pertiguero.
-
-Este tomó la pregunta al pié de la letra y meneó la cabeza con aire
-compungido.
-
---Ya lo veis! --dijo Mr. Grimwig dirijiendo á su amigo una mirada de
-triunfo.
-
-Mr. Brownlow procuró leer en la fisonomía del pertiguero la respuesta
-que iba á recibir de él y le instó para que le dijera con la brevedad
-posible lo que sabia respecto á Oliverio. Mr. Bumble se quitó el
-sombrero, desabrochó su redingote, se cruzó de brazos y despues de
-algunos momentos de reflecsion empezó su relato.
-
-Seria fastidioso reproducir aquí las palabras que el pertiguero ensartó
-por el espacio de veinte minutos. Bastará saber que en resúmen contó
-que Oliverio era un niño expósito de baja procedencia que desde su
-nacimiento no habia desplegado otras cualidades que la _perfidia_, la
-_ingratitud_ y la _maldad_; habiendo terminado su corta estancia en el
-lugar de su nacimiento por un acto _villano_ y _sanguinario_ ejercido
-sobre la persona de un muchacho de la escuela de caridad, despues del
-cual se habia escapado en medio de la noche de casa su amo. Luego para
-probar que realmente estaba revestido del carácter con que se habia
-manifestado poco antes, estendió sobre la mesa los papeles que se habia
-llevado de la Casa de la Caridad y cruzando de nuevo los brazos esperó
-las observaciones de Mr. Brownlow.
-
---Temo que lo que habeis dicho será demasiado cierto. --dijo éste
-tristemente despues de haber inspeccionado rápidamente los papeles
---Esta suma es muy mezquina para las instrucciones que acabais de darme;
-pero de buena gana os hubiera dado el triple ó cuadruple, si ellas
-hubiesen sido favorables al niño.
-
-Es muy probable que si Mr. Bumble hubiera sabido esto un momento antes
-hubiera dado un giro del todo diferente á su relato; pero no era ya
-tiempo y sacudiendo gravemente la cabeza embolsó las cinco guineas y se
-retiró.
-
-Mr. Brownlow se paseó arriba y abajo de la sala tan preocupado por la
-relacion del pertiguero que el mismo Mr. Grimwig se guardó bien de
-contrariarle por mas tiempo. Al fin se detuvo y tiró con fuerza el
-cordon de la campanilla.
-
---Señora Bedwin! --dijo á la ama de llaves que vino para recibir sus
-órdenes --Ese muchacho . . . Oliverio! es un impostor.
-
---No puede ser señor! Estoy segura de ello! --dijo enérgicamente la
-buena anciana.
-
---Os digo que lo es! --repuso secamente Mr. Brownlow --¿Qué quereis
-decir con . . . _no puede ser_? Acabamos de saber lindas cosas de él.
-Parece que desde su nacimiento hasta el presente no ha sido mas que un
-pilluelo.
-
---Jamás lo creeré señor! --replicó Bedwin con firmeza.
-
---Vosotras las viejas, no dais fé mas que á los charlatanes y á los
-cuentos de brujas! --interrumpió bruscamente Mr. Grimwig --¿Porqué no
-seguisteis mis consejos desde el principio? Lo hubierais hecho sino
-hubiese tenido la fiebre he? Ella le hácia interesante no es esto?
-Interesante! Que bestialidad! --Esto diciendo atizaba el fuego
-revolviéndole con el hurgón.
-
---Ese niño es dulce, amable y reconocido. --repuso la Señora Bedwin con
-indignacion --Tal vez tengo motivos para conocer el carácter de los
-niños . . . Hay mas de veinte años que trato con ellos y las personas
-que no pueden decir otro tanto, debieran tener el pico cerrado. Al menos
-esta es mi opinion!
-
-Esta era una pulla directa lanzada á Mr. Grimwig que era celibatario;
-pero como ella no hizo mas que exitar una sonrisa por parte del viejo
-muchacho, la buena señora sacudió la cabeza y rollando maquinalmente
-entre sus dedos el cabo de su delantal, iba sin duda á contestar como
-correspondia.
-
---Silencio! --dijo Mr. Brownlow fingiendo una cólera que estaba lejos de
-subir --No pronuncieis jamás ante mi el nombre de ese niño! Os habia
-llamado para decíroslo! Jamás! jamás! bajo pretexto alguno . . . No lo
-olvideis! --Es todo lo que tenia que deciros señora Bedwin! Fijad en la
-memoria que os hablo seriamente . . .
-
-
-
-
-CAPÍTULO XVIII.
-
-DE QUE MODO OLIVERIO PASA EL TIEMPO, EN LA SOCIEDAD DE SUS APRECIABLES
-AMIGOS.
-
-
-LA mañana siguiente despues de medio dia, Fagin aprovechándose de la
-ausencia del Camastron y de maese Bates que se habian marchado á sus
-_faenas_ ordinarias, sopló á Oliverio una larga moraleja Sobre el
-pecado horrible de ingratitud de que se habia hecho reo alejándose
-voluntariamente de sus amigos, inquietos de su ausencia y lo que es mucho
-peor, intentando escaparse, despues de los trabajos que habian sufrido
-para volverle á encontrar. Procuró persuadir al niño de que habia sido
-recibido y cuidado en su casa en un momento en que sin un socorro tan
-apropósito y extraordinario, el, Oliverio hubiera muerto
-irremisiblemente de hambre.
-
-Oliverio pasó este dia y la mayor parte de los siguientes sin ver alma
-viviente. Desde la mañana muy temprano hasta la media noche, solo y
-entregado asi mismo pensaba en sus protectores, y el temor de que
-tuviesen de él una opinion poco favorable le llenaba de mortal angustia.
-Pasados ocho dias, el judío no consideró ya necesario tenerle encerrado
-en el aposento y le dejó ir libremente por toda la casa.
-
-Un dia que el Camastron y maese Bates debian pasar la velada fuera, aquel
-se metió en el caletre ponerse mas pulero que de costumbre. (debilidad
-que para hacerle justicia, no era habitual en él.) Mandó _muy
-políticamente_ á Oliverio que le ayudara en esta faena. Este muy
-contento de encontrar una ocasion para hacerse útil, muy feliz en tener
-sociedad por mala que fuera y ansioso además de conciliarse la
-estimacion de todos los que le rodeaban, se prestó de buen talante á lo
-que se le exijia. Puso pues una rodilla en tiérra de manera que el pié
-del Camastron que estaba sentado sobre la mesa pudiera descansar sobre la
-otra y se puso á cumplir el deber de _pulimentar sus coturnos_, lo que
-quiere decir en buen castellano, que limpió sus botas.
-
-Sea que el Camastron se sintiera agitado por eso sentimiento de libertad
-é independencia que esperimenta necesariamente todo _ser racional_
-cuando está sentado perezosamente sobre una mesa, fumando su pipa con
-plena satisfaccion, balanceando suavemente una pierna y mirando limpiar
-sus botas sin necesidad de quitárselas ni tampoco de volvérselas á
-calzar; sea que la buena aroma del tabaco dispertase su sensibilidad, ó
-que la calidad de la cerveza dulcificase sus sentimientos; lo cierto es
-que se sintió llevado de repente á lo romántico y á lo entusiasta.
-(dos cosas muy contrarias á su razon de ser.) Miró durante algunos
-momentos á Oliverio con aire pensativo, luego con un suspiro y un
-balanceamiento de cabeza, dijo mitad para si y mitad á Cárlos:
-
---Lastima que no sea _hurraca_!
-
---Ah! No sabe lo que le conviene! --contestó este.
-
-El Camastron suspiró de nuevo y volvió á chupar su pipa. Cárlos hizo
-otro tanto y ambos fumaron un rato en silencio.
-
---A qué va que ni siquiera sabes lo que es una _hurraca_? --dijo el
-Camastron, con tono compasivo.
-
---Creo que si. --respondió Oliverio levantando la cabeza. --Es un la . . .
-lo que sois vos no es cierto? --siguió interrumpiéndose.
-
---Lo soy y con mucho orgullo! --replicó el Camastron --Es la mejor
-carrera! (Esto diciendo se metió el sombrero tras las orejas y lanzó un
-vistazo á maese Bates.) --Si; lo soy. --prosiguió --y Cárlos tambien y
-Fagin y Sikes y Nancy y Betsy; todos lo somos, todos hasta el perro quien
-es el que muestra mas corazon para la _faena_.
-
---Y el menos propenso á _traicion_. --añadió Bates.
-
---No será él quien ladre jamás en el banco de los testigos! Ah! no . . .
-no hay peligro! Aunque se le atase en él y se le dejase allí quince
-dias sin comer.
-
---Tiene mucha mira en eso!
-
---Oh! es un perro muy picaruelo! Con que fiereza mira á un _camarada_
-que se ponga á reir ó á cantar estando en sociedad! A pesar de que no
-gruñe mucho cuando siente tocar el violon ni detesta á los otros perros
-de su raza . . . No por cierto!
-
---Es un _famoso cristiano_!
-
---Buen oficio! Buen oficio! --prosiguió el Camastron volviéndo al
-asunto de que se habian apartado, al recuerdo de su _profesion_ que
-influia en todas sus acciones --Eso no tiene nada que ver con el
-_leofito_ (neofito.)
-
---Es verdad! --repuso Cárlos --Oliverio por que no sientas plaza bajo la
-bandera de Fagin?
-
---Harias fortuna de un golpe! --replicó el Camastron guiñando el ojo.
-
---Vivirias de tus rentas; y te hacias el señor como pienso yo hacerlo
-por Pascua ó por Navidad.
-
---No, no quiero! --contestó Oliverio --Prefiero que se me deje marchar!
-Qui . . . sie . . . ra mejor marcharme!
-
---Y Fagin prefiere que te quedes --objetó Cárlos.
-
-Oliverio lo sabia demasiado; pero reflecsionando que tal vez seria
-peligroso el espresarse con demasiada franqueza, dió un suspiro y
-continuó limpiando las botas del Camastron.
-
---Vaya! --esclamó éste --¿Dónde está tu valor? Carece tu alma de
-orgullo? Acaso pretenderás vivir á espensas de tus amigos?
-
---Puha! --hizo maese Bates sacando dos ó tres pañuelos de la india y
-tirándolos revueltos en un armario --Qué vileza! Qué mezquindad!
-
---Jamás podria hacer tal cosa! --dijo el Camastron finguiendo la mayor
-repugnancia.
-
---Ello no impide que abandoneis á vuestros amigos y que los dejeis
-castigar por vuestros hechos propios. --repuso Oliverio sonriendo.
-
---Oh! Esto es otra cosa. --replicó el Camastron quitando la pipa de sus
-labios --Esto es por pura consideracion á Fagin; porque los
-_moscardones_ saben que _trabajamos_ unidos y hubiera podido tener un
-_disgusto_ si nosotros no hubiésemos _jugado las piernas_. Este es el
-porque ¿no es cierto Carlitos?
-
-Maese Bates hizo una señal de cabeza afirmativa é iba á hablar; pero
-el recuerdo de la fuga de Oliverio presentándose de repente con la mayor
-viveza en su imaginacion le hizo esplotar en una carcajada, que chocando
-con el humo de la pipa, obligó á salir á una parte por la nariz y por
-los ojos y la otra retrocediendo á la garganta le hizo toser y patear,
-por mas de cinco minutos.
-
---Hecha acá tus ojos tontuelo! --dijo el Camastron mostrando un puñado
-de _chelings_ y de sueldos --Quieres una vida mas alegre? Llegar y coger!
-Quedan algunos mas en el cajon de aquel á quien los he _soplado_! ¿No
-te acomodan he? Imbécil!
-
---Es muy pillastron ¿no es cierto Oliverio? --dijo Cárlos --Una bonita
-mañana se hará _levantar_.
-
---No sé lo que quiere decir esto. --respondió Oliverio volviendo la
-cabeza.
-
---Toma! Algo por este estilo! --Esto diciendo maese Bates tomó uno de
-los cabos de su corbata y teniéndolo al aire dejó caer la cabeza sobre
-su espalda é hizo una especie de ruido con sus dientes, indicando por
-medio de esta chusca pantomina que _levantar_ y ahorcar no eran mas que
-una sola y misma cosa.
-
---He aquí lo que quiere decir esto --prosiguió --Ah! ah! vez Jaime como
-me mira. Jamás he visto un muchacho como él. Bajo palabra de honor es
-la _inocencia_ n.' 1! Me haria morir de risa! Te digo que tendré que
-reprocharle mi muerte! --y maese Bates despues de haber reido de tal
-gusto que las lágrimas le vinieron á los ojos, se puso otra vez á
-fumar.
-
---Has sido mal educado. --dijo el Camastron examinando sus botas que
-Oliverio acababa de limpiar --Con todo Fagin hará de ti algo, ó bien
-serás el primero que no hayas aprovechado entre sus manos . . . Harias
-mejor que empezáras al momento, porque sin duda alguna, llegarás á
-ello y ahora no haces mas que retroceder para saltar mejor.
-
-Maese Bates apoyó este aviso con muchas reflecsiones morales de su
-cosecha, despues de lo cual él y Dawkins se estendieron largamente sobre
-los placeres innumerables que acompañan ordinariamente á la vida que
-llevaban, insinuando á Oliverio, que lo mejor que tenia que hacer era
-procurar captarse el buen afecto y la amistad de Fagin, empleando los
-mismos medios que ellos habian adoptado para merecerlos.
-
---Y métete bien esto en la mollera --dijo el Camastron, viendo al judío
-abrir la puerta --Si no te adhieres á los _tictaes_ y á los _pingajos_
-. . .
-
---Espresándote así es como si le habláras en gringo. --observó
-Cárlos --Acaso te entiende?
-
---Si no te _adhieres_ á los relojes y á los pañuelos --prosiguió el
-Camastron reduciendo su lenguaje al alcance de Oliverio --otros lo harán
-. . . De modo que los que se los dejan cojer . . . tanto peor para ellos
-y para tí tambien . . . y nadie se encontrará mejor por eso, escepto
-aquellos que ponen _cinco_ y levantar _seis_ y tu tienes tanto derecho
-como los demás á la _profesion_.
-
---Sin duda! Sin duda alguna! --esclamó el judío que habia entrado sin
-que Oliverio se apercibiera de ello --Todo esto querido es claro como el
-dia! Ten fé en las palabras del Camastron. Oh! Ninguno como él sabe el
-_catecismo_ de su _arte_.
-
-Continuando en estos términos el argumento del Camastrón, el viejo se
-frotó las manos en señal de satisfaccion y aplaudió con una carcajada
-el talento de este último. Por esta vez quedó aquí la conversacion,
-porque el judío habia traido con él á la señorita Betsy y á un
-_gallardo mozo_ que Oliverio no habia visto nunca; pero que el Camastron,
-dió á conocer el nombre de Tomás Chitling, cuyo mozo despues de
-haberse detenido en la escalera divirtiéndose en retozar con la jóven,
-entró en este momento.
-
-Mr. Chitling tenia algunos años mas que el Camastron (habia ya cumplido
-diez y ocho primaveras.) pero con todo habia en su modo de obrar cierta
-deferencia hacia este último que indicaba muy claramente reconocerse
-inferior á él en cuanto al _genio_ y á los _ardides_ de su profesion.
-Tenia unos ojos pequeños que movia vivamente y estaba además
-acribillado por las viruelas.
-
-Llevaba su traje muy mal parado; pero como dijo: Acababa de _concluir_
-sus _vacaciones_; durante veinte y dos dias mortales no habia visto alma
-viviente, ni se habia refrescado el _engullidero_ con una gota de algo
-_fuera lo que fuera_. Oliverio estaba asombrado de una conversacion de la
-que apenas comprendia algunos retazos. La reunion se reia á mas no poder
-de la ignorancia ingénua del niño y la charla se hizo general. Fagin
-estaba de excelente humor y contó algunas travesuras de su juventud de
-un modo tan picaresco que Oliverio á despecho de sus buenos sentimientos
-reia tambien de tanto gusto que las lágrimas le venian á los ojos.
-
-Al fin el viejo infame lo tenia entre sus redes. Por medio de la soledad
-y la tristeza le habia inducido á preferir la sociedad de alguien á la
-de sus dolorosos sentimientos en un chiribitil y destilaba en su corazon
-tierno el veneno que debia ennegrecerlo y horrar en él para siempre la
-bondad.
-
-
-
-
-CAPÍTULO XIX.
-
-SE DISCUTE UN GRAN PROYECTO Y SE DETERMINA SU EJECUCION.
-
-
-EN una noche negra y fria el judío despidió á todos sus educandos y
-despues de haberse envuelto en un largo redingote y tomado todas las
-precauciones necesarias, se enredó en el laberinto de callejuelas
-sucias, que tanto abundan en el barrio populoso de Bethnal-Green. Al cabo
-de una hora de marcha entre la niebla sobre un suelo cubierto de un barro
-espeso, llamó á una puerta y despues de haber cambiado algunas
-espresiones en voz baja con el que habia venido á abrirle subió la
-escalera.
-
-Un perro se puso á ladrar, cuando colocó la mano en el pestillo de la
-puerta y una voz de hombre preguntó: --¿Quién va ahí?
-
---Soy yo Guillermo; soy yo. --dijo el judio lanzando una mirada por todo
-el aposento.
-
---Descubrid vuestro esqueleto. --dijo Sikes --Échate ahi vil animal!
-¿Acaso no conoces al diablo cuando lleva su largo redingote?
-
-No cabe duda de que el perro habia sido engañado por el traje de Fagin,
-porque en cuanto este se hubo desabrochado y puesto su redingote en el
-respaldo de una silla, se volvió á su rincon meneando la cola, para
-demostrar que estaba tan contento como podia estarlo.
-
---Y bien? --dijo Sikes.
-
---Y bien querido? --respondió el judío --Ah! Nancy!
-
-Estas palabras fueron pronunciadas con alguna vacilacion porque era la
-primera vez que Fagin y Nancy volvian á encontrarse desde el dia en que
-esta habia tomado la defensa de Oliverio con tanto calor. Sin embargo
-todas sus dudas sobre este punto (dado caso que las hubiera) quedaron
-pronto desvanecidas por la conducta de la jóven respecto á él. Apartó
-sus piés del guarda cenizas, retiró la silla é invitó al judío para
-que acercára la suya, pues hacia un frio excesivo. Luego guardó
-silencio profundo.
-
---Caramba que frio hace, Nancy! --dijo el judío acercando al fuego sus
-manos descarnadas --Penetra hasta los huesos. --añadió llevando la mano
-al costado izquierdo.
-
---Acaso se necesita un famoso frio para que se os arrime basta los
-huesos? dijo Sikes --Dale algo para beber Nancy. ¡Mil truenos! Despacha!
-Solo con oir como cruje su esqueleto al igual de un espectro feo que
-saliera de la tumba, hay para caer enfermo!
-
-Nancy trajo al momento una botella que tomó de una alacena en la que
-habia muchas otras que parecian contener diferentes licores y Sikes
-habiendo llenado un vaso de aguardiente dijo al judío que lo bebiera de
-una vez.
-
---No: gracias Sikes, tengo bastante! --dijo Fagin, volviéndo el vaso
-sobre la mesa despues de haber pasado solamente los labios por el borde.
-
---Teneis miedo de que esto os vuelva mejor de lo que sois? --preguntó
-Sikes fijando en el judío una mirada de desprecio.
-
-Habiendo arrojado al mismo tiempo en las cenizas el licor que quedaba en
-el vaso, volvió á llenarlo para si propio.
-
-Mientras que tragaba su aguardiente, el judío lanzó una mirada al
-rededor del aposento (no por curiosidad por que lo conocia; pero por un
-sentimiento de temor que le era natural.) El mueblaje era grosero y los
-solos objetos amontonados en el armario eran suficientes para persuadir
-de que el amo de la habitacion distaba mucho de ser un artesano. Dos ó
-tres alza primas colocadas en un rincon y un par de pistolas colgadas á
-la cabecera del lecho, eran al cabo los únicos objetos que podian
-infundir alguna sospecha.
-
---Vaya! --dijo Sikes haciendo castañear sus labios --Ya estoy pronto.
-
---Para la _tarea_ he? --preguntó el judío.
-
---Para la _tarea_. --respondió Sikes --Con que . . . hablad!
-
---Sobre esa casa de Chertsey Guillermo? --dijo el otro arrimando su silla
-y hablando muy bajo.
-
---Si. Adelante!
-
---Ah querido! Bastante sabeis lo que quiero decir! No es verdad Nancy que
-lo sabe?
-
---No á fé mia; _no_ lo sabe! --contestó Sikes sonriéndose --O mejor
-no quiere saberlo que poco mas ó menos es lo mismo. Qué diablos! Hablad
-francamente! Llamad las cosas por su nombre! Cuando dejareis de guiñar
-el ojo y de andaros con rodeos como si no fuerais vos el primero que ha
-ideado ese robo? Trueno de Dios, esplicaos!
-
---Chit, Guillermo! Hablad mas bajo! --dije el judío procurando
-inútilmente calmar á su amigo. --Van á oirnos!
-
-Y bien que nos oigan! --repuso Sikes --Me importa un comino!
-
-Con todo es probable que despues de un momento de reflecsion le importó
-algo mas, porque se puso blando y habló un poco menos alto.
-
---La, la . . . --dijo Fagin con aire de gazmoñeria --Os lo advertia solo
-por prudencia querido! Ahora volviendo al asunto de esa casa de Chertsey
-¿cuando será ocasion de emprender la _tarea_? Cuando Guillermo? Tanta
-plata hijos mios! Tanta plata! --prosiguió frotándose las manos y
-levantando los ojos al techo transportado de antemano de alegria á la
-idea del botin.
-
---No hay que pensar ya mas en ello. --replicó friamente Sikes.
-
---No hay que pensar en ello? --repitió el judío dejándose caer en el
-respaldo de la silla.
-
---No hay que pensar mas en ello. Al menos no es cosa tan fácil como
-creiamos.
-
---Esto será por causa de la torpeza en el obrar! --replicó el judío
-pálido de cólera --No me digais . . . .
-
---A mi me dá la gana de decíroslo! --esclamó el otro --Quién sois vos
-para que no se os pueda hablar? Os digo que hace quince dias que Toby
-Crachit tiene sus _emboscadas_ al rededor de la plaza y ni siquiera ha
-podido _engatusar_ un criado.
-
---Quereis decir Guillermo --repuso el judío calmándose á medida que el
-otro sé enardecia --que ninguno de los dos criados podrá ser
-_persuadido_.
-
---Eso mismo, pues no habla en gringo. Hace veinte años que están al
-servicio de la vieja y aun que les dieran quinientas libras rehusarian
-entrar en el complot.
-
---Si; pero quereis decir tambien Guillermo que no habrá un medio para
-que las mugeres sean de los nuestros?
-
---Ninguno.
-
---Ni el del flamante Tobias Crachit? --preguntó el judío con tono de
-duda --Guillermo! No ignorais lo que son las mugeres!
-
---Voto va! Ni el del flamante Tobias Crachit. Ha dicho que mientras ha
-estado allí, ha llevado favoritos postizos y se ha puesto un chaleco y
-guantes color de canario; pero que de nada le han servido.
-
---Hubiera debido probar el uniforme militar y los bigotes querido!
---replicó el judío despues de un momento de reflecsion.
-
---Tambien los ha ensayado; --pero parece que este medio no ha tenido
-mejor fortuna que el otro.
-
-El judío pareció quedar desconcertado con esta respuesta y habiendo
-reflecsionado algunos minutos con la cabeza caida Sobre el pecho dijo
-suspirando: que si el flamante Tobias Crachit decia verdad, seria preciso
-renunciar á la empresa --Y sin embargo-añadió dejando caer las manos
-sobre sus rodillas --es muy duro querido tener que perder un negocio
-sobre el que habiamos fundado nuestras mas hermosas esperanzas y que
-considerábamos ya como nuestro!
-
---Es verdad. Esto es lo peor.
-
-Siguió un largo silencio durante el cual el judío con el rostro livido
-y la mirada hosca, estuvo profundamente sumido en sus pensamientos. Sikes
-le miraba por intervalos y Nancy temiendo sin duda irritar al bandido,
-permaneció sentada ante la chimenea, los ojos fijos en el fuego y con la
-indiferencia del sordo respecto á lo que se hablaba en su presencia.
-
---Fagin! --dijo Sikes rompiendo de pronto el silencio --Me tocarán
-cincuenta guineas mas en el reparto, si logramos buen éxito en el
-exterior?
-
---Si! --contestó el judío súbitamente, como si dispertára de un
-sueño.
-
---Queda convenido el pacto?
-
---Si querido, si! Queda convenido! --respondió el judío cojiéndole la
-mano.
-
-Esto diciendo sus ojos chispeaban y los rasgos de su fisonomía revelaban
-el efecto que habia producido en él la proposicion de Sikes. --Entonces
---repuso éste rechazando la mano del judío con desden --esto se hará
-cuando querais. La ante penúltima noche estábamos con Tobias Crachit
-sobre la pared del jardin inspeccionando la puerta. Ella queda cerrada
-como una prision; pero hay un sitio que podemos franquear seguramente sin
-meter ruido.
-
---Cual? --preguntó el judío con ansia.
-
---¿No recordais lo que viene despues que se ha atravesado el prado?
---dijo el otro en voz baja.
-
---Si, si! --contestó el judío ladeando la cabeza para poder oir mejor y
-abriendo tanto los ojos que parecian quererse salir de sus órbitas.
-
---Basta! --dijo Sikes, parándose en seco á una señal de cabeza de
-Nancy que le hacia notar la expresion del rostro del judío --No importa
-el sitio. Se bien que nada podeis hacer sin mi; pero vale mas ponerse en
-guardia cuando se trata con vos.
-
---Cómo querais querido, como querais! --repuso el judío mordiéndose
-los labios --¿Creeis que Tobias Crachit y vos podais lograr el fin sin
-el concurso de nadie?
-
---Ciertamente. No necesitamos mas que un _berbiqui_ y un niño. El
-primero ya le tenemos; en cuanto al otro será preciso encontrarlo.
-
---Un niño! --esclamó el judío --Oh! entonces será para un postigo
-alto he?
-
---Nada os importa. Necesito un niño que no sea demasiado gordo. Ah! Si
-tuviera solamente el muchacho de Ned el limpia chimeneas me saldria con
-la mia! Le impedia el engordar espresamente para esto y cuando era
-ocasion lo alquilaba. Pero el padre se ha dejado _pinchar_ y he aquí que
-metiéndose por medio la _Sociedad de jóvenes delincuentes_ le dá la
-humorada de _retirar_ al niño de un _oficio_ en que ganaba tanto dinero,
-le hace aprender de leer y escribir y por añadidura lo pone de aprendiz!
-Así obra el mundo! --continuó con indignacion --Así obra el mundo! Y
-si tuvieran el dinero que les hace falta (á Dios gracias,) el año que
-viene, no quedarian en el comercio seis muchachos á nuestra disposicion.
-
---Esta es demasiada verdad! --replicó el judío que absorvido en sus
-profundas meditaciones no habia cojido mas que las últimas palabras de
-Sikes. --Guillermo!
-
---Qué quereis? --preguntó éste.
-
-El judío señaló con su vista á la jóven que la tenia siempre fija en
-el fuego, para insinuar á Sikes cuan prudente seria que ella se
-marchára del aposento. Este se encojió de hombros con ademan
-impaciente, pensando que la precaucion era inútil y acabó por mandar á
-Nancy que fuera á buscarle una botella de cerveza.
-
---Tú no quieres cerveza! --esclamó esta cruzando los brazos y no
-moviéndose de su silla.
-
---Te digo que quiero! --replicó Sikes.
-
---Farza! --contestó Nancy friamente --Vaya soltad el pico Fagin! Se lo
-que vais á decir á Guillermo y yo no estorbo.
-
-El judío insistió de nuevo y Sikes los miró á ambos con asombro.
-
---Acaso Nancy os dá miedo? --dijo al fin --La conoceis de bastante
-tiempo para que tengais confianza en ella, ó el Diablo se ha metido de
-por medio! No creo sea muchacha capaz de _bachillerear_. ¿No es cierto
-Nancy?
-
---Así me lo parece. --contestó la jóven acercándose á la mesa y
-poniendo sus dos codos sobre de ella.
-
---No, no querida mia! Estoy bien persuadido de que eres incapaz! --dijo
-el judío --pero . . . --y el viejo insistió de nuevo.
-
---Cómo quedamos? --preguntó Sikes.
-
---Es que ignoro si está en tan mala disposicion cómo la noche aquella
-que ya sabeis, Guillermo? --respondió el judío.
-
-Nancy soltó una carcajada y tragándose un vaso de aguardiente meneó la
-cabeza como mofándose de Fagin. Luego se puso á talarear á toda voz:
-_Seguid siempre vuestro camino buen hombrecillo_! _No hableis jamás de
-volveros_! --y otras cosas semejantes que parecieron tranquilizar del
-todo á los dos hombres.
-
---Vaya Fagin! --dijo Nancy riendo --Dadnos cuenta de vuestras intenciones
-respecto á Oliverio.
-
---Ah querida! Eres una mosca muy fina! Eres la jóven mas _ladina_ que
-conozco! --dijo el judío dándole golpecitos sobre la espalda. --En
-efecto de Oliverio es de quien quiero hablar! ah! ah! ah!
-
---Qué quereis decir? --preguntó Sikes.
-
---Es el muchacho que os conviene, querido! --contestó el judío con aire
-de misterio poniendo el dedo sobre su nariz y haciendo un visage horrible.
-
---El! --esclamó Sikes.
-
---Tómalo Guillermo. --dijo Nancy --Yo si fuera que tú lo tomaria. Pueda
-que no sea tan _listo_ como los otros; pero que le importa si no hay mas
-que abrirte una puerta? Es un niño con el que puedes contar, te lo
-aseguro Guillermo.
-
---Tiene razon. --repuso Fagin --Desde hace algunas semanas está en muy
-buen camino; ya es hora de que empieze á hacerse útil, aun que no sea
-mas que para ganarse el pan que come. Además los otros son demasiado
-gordos.
-
---A la verdad, tiene justamente la talla que me conviene. --dijo Sikes
-despues de un momento de reflecsion.
-
---Y hará todo lo que vos querais amigo mio. --replicó el judío --No
-podrá menos . . . es decir si la amedrentais un tan lo.
-
---Amedrentarle! --esclamó Sikes --No, no será un miedo falso, podeis
-creerlo. Si tiene la desgracia de hacerme jugarretas una vez estará en
-la _tarea_, no volvereis á verle vivo Fagin. Pensadlo sériamente antes
-de enviármelo! --añadió el bandido levantando una enorme alza-prima
-que sacó de debajo su lecho.
-
---He pensado en todo esto. --dijo el otro con fuerza --Le he velado de
-cerca amigos mios de muy cerca! Qué comprenda en una buena ocasion que
-es uno de los nuestros! Que tenga la certeza de _haber sido ladron_ y nos
-pertenece por toda la vida! Ah! ah! no podia ofrecerse mejor ocasion!
---Esto diciendo el viejo cruzó sus brazos sobre su pecho, hundió su
-cabeza dentro sus espaldas y dió un grito de alegria.
-
---Para nosotros? --dijo Sikes --Para vos quereis decir!
-
---Pueda que si, querido! --repuso el judío con una espantosa mueca
---Para mi; si bien os place Guillermo.
-
---Y porque ese mal polluelo os ocupa tanto por si solo --dijo el otro,
-con tono huraño --cuando no ignorais, que hay una infinidad que picotean
-cada noche por los alrededores de Covent Garden [4] y entre los cuales
-podriais escojer?
-
---Porque me son del todo inútiles. --replicó Fagin con algun embarazo
---No merecen que se ocupe uno de ellos. Cuando se han hecho _pinchar_ su
-fisonomía les acusa y yo los pierdo todos. Con ese niño si fuera bien
-dirijido, haria lo que no podria hacer nunca con veinte de los otros.
-Además --continuó reponiéndose de su turbacion --nos conviene que sea
-absolutamente de los nuestros sin mirar el modo de lograrlo. Lo que deseo
-es llevarle á _picotear con las hurracas_. Y vale mas que sea esto así
-que no vernos obligados á _deshacernos_ de él, lo que no dejaria de ser
-peligroso para nosotros, sin contar la pérdida que podria reportarnos.
-
---Cuándo será el negocio? --preguntó Nancy conteniendo una
-esclamacion, que iba á escapársele á Sikes fuertemente disgustado de
-las pretensiones humanitarias de Fagin.
-
---En efecto cuando se llevará á cabo Guillermo? --añadió el judío.
-
---Estoy convenido con Tobias para pasado mañana, si de aquí á entonces
-no le doy contra órden. --contestó Sikes con ademan sombrio.
-
---Bueno. --dijo el judío --No habrá luna.
-
---No --repuso Sikes.
-
---Y habeis tomado vuestras medidas para llevaros la _hucha_. ¿no es
-cierto?
-
-Sikes hizo una señal de cabeza afirmativa.
-
---Con el objeto de . . . ?
-
---Si, si; todo está arreglado. --interrumpió Sikes sin darle tiempo de
-concluir la frase --No os inquieteis por los detalles. Cuidad solo de
-traerme el niño mañana por la noche. Yo dejaré á Lóndres una hora
-antes de amanecer. A vos os toca guardar silencio, tener el crisol listo,
-y nada mas.
-
-Despues de una breve discusion quedó convenido que Nancy que antes habia
-tomado el partido de Oliverio, se encargaria de traerle al lado de Sikes
-y que éste luego de empezada la obra, tendria pleno poder sobre él.
-Salvo la reserva á Tobias Crachit de apoyar las resoluciones del
-susodicho Sikes.
-
-Arreglados de este modo los preliminares, éste se coló algunos vasos de
-aguardiente, se puso á blandir la alza-prima de un modo espantoso y
-cantó ó mas bien berreó algunas estrofas, acompañadas de horribles
-imprecaciones. Luego, en un exceso de entusiasmo por su _carrera_ fué á
-buscar la caja de sus _chismes_ que colocó sobre la mesa y abrió para
-esplicar la naturaleza y uso de cada uno de los objetos que estaban
-encerrados en ella. Apenas habia abierto la cobertera cuando cayó
-pesadamente con ella al suelo y en seguida se durmió.
-
---Buenas noches! --dijo el judío metiéndose el redingote.
-
---Buenas noches! --contestó Nancy.
-
-El viejo al pasar dió un puntapié al borracho en tanto que Nancy estaba
-vuelta de espaldas y bajó la escalera á tientas.
-
---Siempre lo mismo. --murmuró entre dientes cuando estuvo solo en la
-calle --Lo malo en las mugeres es, que un nada basta para resucitar en
-ellas los recuerdos del pasado y lo bueno que no duran. Ha! ha! El hombre
-contra el niño por un talego de oro!
-
-Embebido en estas lisongeras reflecsiones, Fagin regresó á su morada
-sombría, en la que el Camastron velaba esperando con impaciencia su
-vuelta.
-
---Oliverio está acostado? Tengo que hablarle. --dijo bajando la escalera.
-
---Hace ya rato. --respondió el Camastron abriendo la puerta de un
-aposento --Miradle allí.
-
-El niño estaba acostado sobre un mal jergon tendido en el suelo y dormia
-con un sueño profundo. El abatimiento, la inquietud y la tristeza de su
-prision le habian vuelto tan pálido que parecia muerto.
-
---Ahora no! --dijo el judío alejándose de puntillas. --Hasta mañana,
-hasta mañana!
-
-
-
-
-CAPÍTULO XX.
-
-OLIVERIO ES ENTREGADO Á GUILLERMO SIKES.
-
-
-EL dia siguiente al dispertar, Oliverio quedó agradablemente sorprendido
-viendo al pié de su lecho un par de zapatos nuevos de suelas reforzadas,
-en lugar de los suyos del todo estropeados. De pronto se quedó
-maravillado de este descubrimiento, pensando que podia ser muy bien el
-preludio de su libertad; pero luego tuvo la certeza de lo contrario. En
-el almuerzo, hallándose frente por frente del judío este le anunció de
-un modo capaz de redoblar sus alarmas que aquella noche debia ser
-conducido á la casa de Guillermo Sikes.
-
---Para . . . que . . . dar . . . me en ella? --preguntó el niño con
-inquietud.
-
---No; no para quedarte en ella amigo mio. --contestó el judío --No
-temas que queramos perderte. Oliverio! Volverás á nosotros . . . ah!
-ah! ah! No somos tan crueles para despedirte amiguito . . . ó no
-seguramente . . .
-
-Esto diciendo el viejo chulo, que estaba acurrucado ante la lumbre y
-ocupado en tostar una rebanada de pan, se puso á reir á carcajada llena
-como para indicar que no ignoraba lo contento que estaria Oliverio de
-poder escaparse si pudiera.
-
---No dudo tendrás curiosidad de saber lo que vas á hacer en casa
-Guillermo . . . he amiguito? --dijo fijando en él su mirada.
-
-Oliverio se ruborizó involuntariamente, á la idea de que el viejo
-encubridor habia adivinado su pensamiento. Con todo respondió con
-bastante seguridad que _si_.
-
---Qué piensas que vas á hacer? --preguntó el otro previniendo la
-cuestion.
-
---Señor! En verdad no lo se. --respondió Oliverio.
-
---Ba! --hizo el otro volviéndose para ocultar su contrariedad --Espera
-entonces que Guillermo te lo diga.
-
-El judío pareció muy embarazado de que el niño no demostrase mayor
-deseo de saber mas. El hecho es que este hubiera querido saber á que se
-le destinaba; pero turbado como estaba por la mirada escuadriñadora del
-judío y por sus propios pensamientos, le fué imposible hacer ninguna
-pregunta tocante á este punto. Por lo demás ya no se ofreció otra
-ocasion, porque el judío permaneció sombrio y silencioso hasta la noche
-en que se dispuso para salir.
-
---Podrás encender esta vela. --dijo Fagin poniendo una sobre la mesa.
---Y aquí tienes un libro para divertirte leyendo, hasta que vengan á
-buscarte. Vaya, buenas noches!
-
---Buenas noches señor! --contestó dulcemente Oliverio.
-
-Mientras se dirijia á la puerta, el judío se volvió varias veces para
-mirar al jóven Twist y parándose de improviso lo llamó por su nombre.
-
-Oliverio alzó la cabeza y á una señal de aquel encendió la vela. Al
-poner el candelera sobre la mesa reparó que desde el estremo obscuro del
-aposento el viejo le miraba fijamente y frunciendo las cejas.
-
---Cuidado, Oliverio! Cuidado! --dijo agitando la mano con ademan
-doctoral. --Es un mal _vicho_ que á nada atiende cuando se le ha pisado
-la cola! Suceda lo que suceda nada digas y haz todo lo que te mande!
-Piénsalo bien!
-
-Habiendo acentuado estas últimas palabras con mucho énfasis, sonrió de
-una manera horrible, hizo un movimiento de cabeza y salió.
-
-Oliverio al quedar solo repasó, en su imaginacion lo que acababa de oir.
-Despues de haber reflecsionado largo rato, pensó que el bandido le
-mandaba á buscar para utilizarle en su casa hasta haber encontrado otro
-muchacho mas conveniente á sus miras. A pesar de ello, estaba tan
-acostumbrado á los sufrimientos que cualquiera cambio lo era
-indiferente. Permaneció sumerjido en sus meditaciones; luego tomando el
-libro se puso á leerlo. Este libro llevaba por título: _Vida, juicio,
-condena y ejecucion de los grandes criminales_. Sus páginas estaban
-manchadas á fuerza de leidas. Todo eran crímenes, asesinatos horribles,
-cadáveres ocultos desde largo tiempo y que aparecian á sus asesinos y
-estos poseidos de espanto corriendo ellos mismos á reclamar el cadalso
-que debia acabar sus tormentos.
-
-Habia tanta verdad en la descripcion de esos crímenes y el cuadro de
-ellos era tan fascinador que Oliverio creyó ver las páginas grasicntas
-del libro convertirse en sangre cuajada y á las palabras que leia,
-desprenderse en sordos gemidos de la boca propia de las víctimas
-inmoladas. En un esceso de terror cerró el libro, lo arrojó lejos de
-sí y cayendo de rodillas pidió á Dios que le evitára tales
-pensamientos, ó le llamará á él antes de permitir que se manchára
-jamás con un crímen tan horrible.
-
-Habia concluido su oracion; pero estaba aun arrodillado con la cabeza
-apoyada entre sus manos cuando un ruido interrumpió su meditacion.
-
---Qué es esto! --esclamó levantándose y apercibiendo una forma humana
-en pié cerca la puerta --Quién está ahí? --prosiguió.
-
---Soy yo! Soy yo! --respondió una voz trémula.
-
---Oliverio levantó la vela, sobre su cabeza para ver mejor: era Nancy.
-
---Aparta esa vela! --dijo la jóven volviendo la cabeza --Me hace mal en
-los ojos.
-
-Vió que estaba sumamente pálida y le preguntó cariñosamente si estaba
-enferma. Por toda respuesta ella le volvió la espalda y se desplomó
-sobre una silla retorciéndose las manos.
-
---Dios! Dios! --esclamó al fin --No pensé en todo esto!
-
---No os sentís bien? --preguntó Oliverio. --Puedo ser útil para
-socorreros? Hablad . . . Todo lo que pueda, lo haré con la mayor
-satisfaccion.
-
-Nancy se agitó en su silla, llevó sus manos al cuello, exhaló un grito
-medio ahogado por el exterior y abrió toda la boca para respirar.
-
---Nancy! --esclamó el niño horrorizado --Que teneis; decidlo!
-
-Esta golpeó con las manos sus rodillas y con los piés el suelo, luego
-deteniéndose de repente volvió á ajustar el chal sobre sus espaldas
-titiritando.
-
-Oliverio atizó el fuego. La jóven acercó su silla al hogar y quedó
-inmóvil algun tiempo sin pronunciar una palabra. Luego levantando la
-cabeza echó una mirada vaga á su alrededor.
-
---No se lo que me coje algunas veces. --dijo procurando reparar el
-desórden, de su traje. --Creo es causa, este aposento súcio y húmedo.
-¿Estás pronto Oliverio?
-
---Acaso voy con vos? --preguntó el niño.
-
---Si; vengo á buscarte de parte de Guillermo!
-
---Para qué? --dijo el retrocediendo dos ó tres pasos.
-
---Para qué? --repuso Nancy levantando sus ojos al techo y bajándolos al
-suelo al encontrarse su mirada con la del niño --Oh! Para nada malo.
-
---No lo creo así. --replicó Oliverio, despues de haberla examinado con
-atencion.
-
---Pues bien, creelo, como te acomode! --dijo ella con risa afectada --Sea
-para nada bueno.
-
-Oliverio pudo comprender muy bien que tenia algun poder sobre la
-sensibilidad de la jóven, y la destreza le hizo concebir la idea de
-apelar á su compasion; pero reflecsionando de pronto que aun no eran las
-once y que de consiguiente debian transitar por las calles algunas
-personas que darian fé á sus palabras, se apresuró á decir que estaba
-pronto y se dispuso á salir con alguna viveza.
-
-Ni la reflecsion, ni el deseo que la acompañaba escaparon á Nancy. Le
-observó atentamente mientras hablaba y le lanzó una mirada que le
-convenció de que habia adivinado su pensamiento.
-
---Chit! --dijo señalándole con el dedo la puerta, mientras que miraba
-con precaucion á su alrededor --No hay medio! He hecho todo lo que he
-podido por tí; pero inútilmente. Estás rodeado por todas partes y por
-mas que lo intentes no lograrás escaparte.
-
-Oliverio conmovido por el tono con que decia esto, la miró asombrado. No
-cabia duda hablaba sériamente: estaba pálida hasta dar miedo, tenia
-contraidos los músculos de su rostro y un temblor convulsivo agitaba
-todo su cuerpo.
-
---Te he evitado ya muchos malos tratamientos y continuaré
-evitándotelos! --continuó elevando la voz --Los que hubieran venido á
-buscarte no siendo yo, se hubieran portado con mucha mas dureza. He
-prometido que estarias tranquilo y si no lo estuvieras, te harias mal tu
-mismo y á mi, siendo tal vez la causa de mi muerte. Mira! Tan cierto
-como Dios nos vé, ya he sufrido todo esto por tí!
-
-Al mismo tiempo enseñó á Oliverio los cardenales de que estaban llenos
-sus brazos y su cuello.
-
---Acuérdate bien de esto --continuó con gran volubilidad --y haz de
-modo ahora que no sufra otros por tu causa! Si pudiera servirte lo haria
-de todo corazon; pero no tengo poder para ello! Ellos además no tienen
-intencion de hacerle daño alguno . . . Y qué importa lo que te manden
-hacer? Tú no eres responsable ante Dios! Cállate! Cada una de tus
-palabras es un golpe para mi! Dame tu mano! Vamos despacha; . . . tu mano!
-
-Cojió la mano que Oliverio le tendió maquinalmente y habiendo apagado
-la vela, subió con el niño la escalera. La puerta fué abierta al
-momento por alguien oculto en la obscuridad y fué cerrada del mismo modo
-luego que pasaron el lindar.
-
-Nancy subió ligeramente con su jóven protejido á un coche de alquiler
-que les aguardaba. Tiró cuidadosamente las cortinas y el cochero sin
-esperar que se le diera direccion alguna, acestó un latigazo al caballo,
-que le hizo correr al trote largo.
-
-La jóven tenia las manos de Oliverio estrechadas entre las suyas y le
-repetia al oido las mismas seguridades y los mismos avisos que le diera
-antes. Todo eso fué cosa de tan poco tiempo, que apenas tuvo la
-satisfaccion de pensar donde estaba y como habia venido cuando el coche
-se paró ante la misma casa hácia la que el judío habia dirijido sus
-pasos la noche anterior.
-
-Durante un segundo lo mas, Oliverio lanzó una mirada rápida á lo largo
-de la calle desierta, é iba á gritar socorro; pero la trémula voz de
-la jóven vibraba en su oido suplicándole con tanto ahinco tuviera
-piedad de ella que retuvo el grito que iba á escapársele. Mientras
-luchaba pasó la ocasion y se encontró dentro la casa despues de haberse
-cerrado la puerta trás él.
-
---Por aquí! --dijo al fin la jóven soltando la mano de Oliverio
---Guillermo!
-
---Adelante! --contestó Sikes apareciendo en lo alto de la escalera
---Bien venidos! Ea subid!
-
-En un hombre del carácter de Sikes este recibimiento era muy lisonjero
-para los dos jóvenes. Nancy se lo agradeció sin duda, pues le saludó
-cordialmente.
-
---El perro ha salido con Tomás. --dijo Sikes adelantando la luz para
-alumbrarles --Nada importaba su presencia aquí para lo que tenemos que
-hablar.
-
---Está bien! --contestó Nancy.
-
---Con qué traes decididamente al lindo _cabrito_?
-
---Ya lo ves!
-
---Ha sido obediente?
-
---Como un cordero.
-
---Ha hecho bien! --dijo Sikes arrojando á Oliverio una mirada maligna
---De lo contrario su esqueleto no lo hubiera pasado muy bien. Adelántate
-vicho para que te dé la leccion . . . Mejor ahora que mas tarde.
-
-Esto diciendo quitó la gorra á su jóven protegido la arrojó á un
-rincon del aposento y sentándose á una mesa lo cojió por la espalda y
-lo colocó cara á cara.
-
---En primer lugar, ¿conoces esto? --dijo tomando una pistola de
-faltriquera que estaba sobre la mesa.
-
-El niño contestó afirmativamente.
-
---Bien! Atiende ahora! Esto es pólvora . . . esto una bala y esto un
-pedazo de sombrero viejo para taco.
-
-Oliverio hizo señal de que conocia el uso de cada una de esas cosas y
-Sikes se puso á cargar la pistola con una destreza admirable.
-
---Ya está cargada. --dijo cuando hubo concluido.
-
---Lo veo señor. --dijo el niño temblando de la cabeza á los piés
-
---Lo ves? --continuó el bandido apretando fuertemente el brazo de
-Oliverio y poniéndole la boca del cañon de la pistola tan cerca de la
-cien, que éste no pudo contener un grito agudo. --Si tienes la desgracia
-de pronunciar una sola espresion cuando estemos fuera á menos que yo no
-te dirija la palabra, te levanto la tapa de lo sesos sin prevenirte. Con
-que, dado caso que tengas la tentacion de hablar sin mi permiso, puedes
-antes rezar tu última plegaria.
-
-Habiendo acompañado esta amenaza con un juramento horrible (sin duda
-para aumentar el efecto) añadió:
-
---Como segun tengo entendido nadie se inquietará por tí despues de tu
-muerte, no creo necesario romperme la cabeza esplicándote un monton de
-cosas, . . . que por otra parte nada importan para tu bien. Entiendes?
-
---Poco mas ó menos lo que tu quieres indicar (dijo Nancy con énfasis
-para llamar la atencion de Oliverio.) es, que si en el asunto que te
-ocupa actualmente, tuvieras un retardo ó contrariedad por causa de ese
-niño, le sabrás impedir que _bachillerée_ en el porvenir, rompiéndole
-la cabeza y exponiendo de este modo la tuya como lo haces en cada dia de
-tu vida.
-
---Esto es. --dijo Sikes en señal de aprobacion --Las mugeres tienen un
-tacto magnífico para esplicar las cosas escepto cuando tienen la cabeza
-caliente . . . Entonces no acaban nunca . . . Ahora que ya sabe lo que
-quiere decir hablar; no seria malo que nos dieras algo con que cenar,
-para que tengamos tiempo de echar un sueño antes de partir.
-
-En consecuencia de esta observacion, Nancy puso los manteles y
-habiéndose ausentado algunos momentos volvió á entrar con una botella
-de cerveza y un plato de cabeza de carnero, el cual dió pié á una
-serie de reflecsiones lisonjeras por parte de Sikes que estimulado sin
-duda por la seductora perspectiva de una _nueva espedicion_, se coló
-toda la cerveza de un solo trago y no juró mas que un centenar de veces
-mientras estuvieron en la mesa.
-
-Concluida la cena (se comprenderá fácilmente que Oliverio no tenia gran
-apetito) Sikes despues de haberse bebido dos vasos de _grog_ se tendió
-en su cama recomendando á Nancy que le dispertára á las cinco en
-punto, dado caso de que todavia durmiera. Oliverio en cumplimiento de una
-órden emanada del mismo jefe, se echó vestido sobre un jergon tendido
-en el suelo y la jóven, habiendo atizado el fuego se sentó ante la
-chimenea hasta que llegára la hora de dispertarles.
-
-El niño permaneció largo tiempo con los ojos abiertos pensando no seria
-imposible que esta buscase ocasion para hablarle al oido; pero
-permaneció inmóvil en su silla y solo se volvió alguna vez para
-despavilar la vela. Al fin rendido de fatiga se durmió profundamente.
-
-Al dispertar, la tetera y las tazas estaban sobre la mesa y Sikes se
-hallaba ocupado en meter diversos objetos en los bolsillos de su
-redingote colgado en el respaldo de una silla, mientras que Nancy
-preparaba el desayuno. No era dia, porque la vela aun estaba ardiendo.
-Una lluvia penetrante chocaba contra los vidrios y el cielo estaba
-cubierto de nubes negras y espesas.
-
---Vaya! --refunfuñó Sikes mientras Oliverio se levantaba --Ya son las
-cinco y media! Despacha pronto si quieres desayunarte! Aunque no lo
-parezca, nos hemos retardado!
-
-Oliverio no estuvo mucho tiempo para arreglar su tocado y habiéndose
-desayunado un poco, dijo que estaba listo. Nancy sin mirarle apenas, le
-puso un pañuelo al rededor de su cuello y Sikes le dió una esclavina
-vieja para que tuviera las espaldas calientes.
-
-El niño, al llegar al lindar de la puerta se volvió con la esperanza de
-encontrar la mirada de la jóven; pero esta habia vuelto á tomar su
-silla ante el fuego y estaba sentada en ella en un estado de inmovilidad
-completa.
-
-
-
-
-CAPÍTULO XXI.
-
-ESPEDICION.
-
-
-SALIERON en una mañana sombria y glacial. La lluvia caía á torrentes y
-habia grandes charcos de agua en medio del camino. Nadie se habia
-levantado aun, las ventanas estaban cerradas y las calles continuaban
-tristes y silenciosas. De tanto en tanto se oia el ruido de algunas
-carretas que se dirijian á la ciudad. A medida que se acercaron á los
-arrabales el ruido aumentó y cuando llegaron á Smithfield, el era ya un
-tumulto aturrullador. Hacia entonces dia claro y la mitad de Lóndres
-estaba en pié. La plaza cubierta de barro por ser dia de mercado, estaba
-llena de animales, de cuyes cuerpos se elevaba un humo espeso que
-mezclándose con la niebla, permanecia suspendido pesadamente en la
-atmósfera. Menestrales, carniceros, vaqueros, niños, ladrones y vagos,
-confundidos en tropel presentaban una escena capaz de hacer perder la
-razon.
-
-Sikes arrastraba Oliverio á su lado y se abria paso al través de la
-multitud sin parar casi la atencion á todo lo que asombraba tanto al
-niño. Solo respondia con un movimiento de cabeza amistoso á los que le
-dirijian la palabra, rehusó hacer trago cada vez que se le ofrecia y
-ando con celeridad hasta que estuvieron fuera del barullo y hubieron
-llegado á Holborn.
-
---Ea tu nene; son ya cerca las siete! --dijo con acento regañon, mirando
-el cuadrante de la iglesia de San Andrés --Es preciso alargar mas ese
-trote! No empieces por quedarte atrás mal _potrillo_!
-
-Esto diciendo sacudia el brazo del niño que doblando el paso, arregló
-su marcha todo lo que pudo con las largas zancadas del bandido.
-
-Asi andaron hasta que hubieron pasado Hyde-Park en la carretera de
-Kensington. Entonces Sikes aflojó el paso para dar tiempo que los
-alcanzara una carreta vacía que venia detrás de ellos y habiendo visto
-sobre la plancha Hownslow, pidió al carretero con toda la cortesia de
-que era capaz, que les dejára subir hasta Isleworth.
-
---Subid! --dijo el hombre --Este mozuelo es hijo vuestro?
-
---Si . . . es mi hijo! --respondió Sikes lanzando una mirada amenazadora
-al niño y metiendo la mano como por distraccion en la faltriquera que
-contenia la pistola.
-
---Tu padre anda demasiado aprisa para ti; no es verdad chicuelo? --dijo
-el carretero observando que Oliverio estaba sofocado.
-
---Os engañais! --replicó Sikes --Esta ya acostumbrado á ello! Vaya,
-dame la mano Eduardo . . . sube pronto!
-
-Mientras decia esto ayudó al niño á subir y el carretero enseñandole
-un monton de sacos, le dijo se hechara encima de ellos para descansar.
-
-Cada vez que pasaban por frente un _mojon_, Oliverio esperimentaba nuevo
-asombro, calculando donde se proponia llevarle su compañero. Kensington,
-Hammersmith, Chiswich Kewbridge, Brentfort, habian quedado ya muy lejos
-trás de ellos y marchaban siempre como si acabaran de ponerse en camino.
-
-Al fin llegaron á una posada en cuya muestra se leia: «La _diligencia y
-los caballos_.» Mas allá de ella empezaba el empalme de otra carretera.
-Aqui la carreta se detuvo, Sikes bajó de ella precipitadamente teniendo
-á Oliverio cojido de la maño y habiéndole hecho bajar tambien á él,
-le lanzó una mirada furiosa, llevando la mano á su faltriquera de un
-modo muy espresivo.
-
---Hasta mas ver muchacho! --dijo el hombre.
-
---Está de mal humor! --contestó Sikes maltratando al niño. --Está de
-muy mal humor ese pequeño topo! No hagais caso . . . partid!
-
---Y porque, pobrecito! --dijo el otro subiendo á su carreta --El tiempo
-parece que se pone bueno. --añadió alejándose --Feliz viaje!
-
-Sikes esperó que estuviera algo lejos y luego torcieron á la izquierda.
-Andaron largo tiempo pasando por delante un gran número de jardines,
-llegaron á Hampton y habiendo atravesado este pueblo, entraron en una
-taberna de ruin apariencia, donde se hicieron servir la comida en el
-hogar de la cocina.
-
-Habia ante este hogar algunos bancos de respaldo, en los que estaban
-sentados hombres vestidos de blusa, pasando el tiempo en beber y fumar.
-Hicieron poco caso de Sikes y aun menos de Oliverio que á su vez se
-sentaron en un rincon á parte, sin cuidarse de la compañia.
-
-Se les sirvió un plato de fiambre despues del cual Oliverio creyendo por
-la calma con que Sikes iba apurando pipa sobre pipa, que la detencion
-seria larga y que probablemente no irian mas lejos, abrumado de fatiga y
-aturdido por el humo del tabaco se reclinó en el banco y se durmió
-profundamente.
-
-Era noche completa cuando fué dispertado por un codazo de Sikes.
-Frotándose los ojos y mirando en torno suyo vió á ese digno personage,
-en conferencia íntima con un menestral en compañia de quien bebia una
-_pinta_ de cerveza.
-
---Con qué vais á Hallifort? --preguntó Sikes.
-
---Si. --contestó el hombre --Y que no estaré veinte años en el camino,
-porque mi caballo no lleva la carga que llevaba esta mañana . . . y
-pronto se habrá comido la distancia . . . y no se le indigestará no
-voto á brios! Qué buena bestia!
-
---Podeis tomarnos á mi y al niño en vuestra carreta? --preguntó Sikes
-pasando el jarro de cerveza á su nuevo convidado.
-
---Si; cuando partais al momento! --contestó el otro quitándose de los
-labios la _pinta_ de cerveza, que puso sobre la mesa --Acaso vais á
-Hallifort?
-
---Voy hasta Shepperton. --dijo Sikes.
-
---Soy vuestro hasta el mismo punto. --Todo está pagado Rebeca?
-
---Si --respondió la criada de la posada --El señor ha pagado!
-
---Vaya! eso no puede ir ¿entendeis? --prosiguió el menestral con una
-gravedad ridícula.
-
---Por qué? --repuso Sikes --Vos nos haceis un obsequio y no veo lo que
-pueda impedirme que os pague dos _pintas_ de cerveza.
-
-Aquel pareció reflecsionar profundamente y luego tomándole de la mano
-le declaró que era un _buen muchacho_, á lo que contestó Sikes, que
-sin duda se burlaba. (lo que cualquiera hubiera estado tentado de creer,
-por poco que el hombre hubiese conservado su sangre fria.)
-
-Despues de algunas palabras corteses entre ambos, se despidieron de la
-compañia y la criada habiendo quitado los jarros y los vasos que estaban
-sobre la mesa, se vino con las manos llenas al lindar de la puerta para
-verlos partir.
-
-El caballo, á la salud del cual se habia bebido poco antes esperaba con
-la mayor paciencia ante la dicha puerta. Oliverio y Sikes sin mas
-ceremonias subieron á la carreta en que estaba enganchado, y el hombre
-despues de haber arreglado los guiones y desafiado á los espectadores,
-á que encontraran en el mundo otra bestia semejante subió á su vez.
-
-Habiendo conducido el mozo de la posada el caballo al medio de la
-carretera y soltando la brida, este empezó á hacer un pésimo uso de la
-libertad que se le habia dado, corriendo al través de la calle y
-danzando de lo lindo con los piés traseros . . . Al fin y al cabo
-partió al galope.
-
-La noche estaba obscura; una niebla húmeda se elevaba de los pantanos
-que rodean el rio; hacia un frio glacial; todo estaba sombrio y
-silencioso. Oliverio acurrucado en un rincon, era taladrado por el miedo.
-Al fin dejaron la carreta y habiendo emprendido de nuevo la marcha al
-través de los campos se encontraron en la ribera del rio.
-
---El rio! (pensó Oliverio enfermo de espanto.) Sin duda me ha llevado á
-este lugar desierto para asesinarme!
-
-Iba á echarse en tierra y hacer el último esfuerzo para defender su
-vida, cuando notó que estaban delante de una casa arruinada. A cada lado
-de la puerta habia una ventana y el edificio no tenia mas que un piso.
-Segun toda apariencia estaba inhabitada, porque no se veia luz.
-
-Sikes teniendo siempre á Oliverio por la mano se adelantó con cautela
-hácia la casucha y puso la mano al pestillo que cedió con la presion.
-La puerta se abrió y ambos entraron.
-
-
-
-
-CAPÍTULO XXII.
-
-ROBO DE NOCHE CON FRACTURA.
-
-
-QUIEN va ahi? --esclamó una voz ronca, luego que hubieron puesto el pié
-en el pasadizo.
-
---No muevas tanto ruido! --dijo Sikes cerrando la puerta con los cerrojos
---Alumbra Tobias!
-
---Ah! Eres tu compadre? --repuso la misma voz --Barney enciende la vela!
-Oyes Barney? Despavilate y acompaña al caballero! No puedes?
-
-El individuo que hablaba arrojó sin duda un calzador á la cabeza de
-aquel á quien se dirigia, porque se oyó el ruido de algo de madera que
-cayó pesadamente sobre el piso: á cual ruido se siguió un gruñido
-como de hombre medio dormido.
-
---Me oyes? --gritó la misma voz --Guillermo Sikes está en el pasadizo y
-no hay nadie para recibirle, mientras que tu te estás ahí durmiendo
-como si hubieras tomado _láudano_ en la cena! Te encuentras ya mas agil,
-ó será preciso que te tire el candelero á las orejas para dispertarle
-del todo?
-
-Apenas fueron pronunciadas estas palabras cuando se oyó un roce de
-zapatos en el suelo y se vió de pronto un débil resplandor que salia
-por la puerta de la derecha, luego al mismo individuo que tenemos
-descrito como hablando con la nariz y llenando las funciones de mozo en
-la taberna de Saffron-Hille.
-
---Señor Sikes! --esclamó Barney con una alegria real ó fingida
---Tomaos la pena de entrar.
-
---Ea pasa tu el primero! --dijo Sikes á Oliverio --Mas vivo ó te piso
-los talones!
-
-Lanzando una imprecacion contra la lentitud del niño, lo empujó
-bruscamente y entraron en una salita obscura y llena de humo, cuyo
-mueblaje consistia en dos ó tres sillas rotas, una mala mesa y un sofá,
-sobre el cual estaba un hombre tendido con los piés mas altos que la
-cabeza y teniendo una pipa de barro en la boca. Vestia una casaca color
-de tabaco de rapé cortada á la última moda con gruesos botones de
-cobre, un chaleco de flores de un color vivo, un pantalon de paño moreno
-y una corbata amarillo-naranja.
-
-El señor Crachit (porque era él.) no tenia gran cantidad de cabellos;
-pero los que poseia, eran de un tinte rojo y le caian en largos
-tirabuzones, entre los que pasaba de vez en cuando sus dedos huesosos
-adornados con gruesos anillos falsos. Era de un poco mas de mediana talla
-y tenia las piernas algo flacas; pero esta circunstancia no disminuia en
-lo mas mínimo su admiracion por sus botas que contemplaba con la mayor
-satisfaccion.
-
---Ola compadre! --dijo volviendo la cabeza hácia la puerta --Me alegro
-de verte . . . Empezaba ya á temer que no hubieras renunciado á la
-empresa y en tal caso me hubiera aventurado á llevarla á cabo yo solo.
-Ola! --esclamó con sorpresa viendo á Oliverio --Quién es este?
-
---Es el pequeñuelo! --contestó Sikes acercando su silla al fuego.
-
---De Fagin he? --repitió Tobias mirando á Oliverio --Lindo cráneo . . .
-promete para las faltriqueras de las viejas _ladis_ en las iglesias . . .
-Tiene una _pelota_ que augura gran fortuna!
-
---Basta, basta ya! --prorumpió Sikes con impaciencia, é inclinándose
-al oido de su amigo le dijo en voz baja algunas palabras que excitaron su
-hilaridad y le hicieron mirar á Oliverio con una atencion mezclada de
-curiosidad.
-
---Ahora --dijo Sikes volviéndose á sentar --si tuvierais algo que
-darnos para comer y beber mientras esperamos, nos daria algun ánimo, á
-mi al menos. Siéntate aquí cerca el fuego mocito y descansa, porque aun
-tienes que salir con nosotros esta noche, si bien no para ir muy lejos!
-
-Oliverio lanzó una mirada temerosa y acercando al fuego un taburete se
-sentó en él, apoyando su cabeza ardiente sobre sus manos y no
-pudiéndose dar razon de donde estaba y lo que iba á ser de él.
-
-Despues de una cena bastante modesta; pero en la que se bebió mucho al
-buen éxito de la empresa, lo bandidos se durmieron. Oliverio amodorrado
-en el rincon de la chimenea creia estar aun rodando al través de las
-callejuelas, cuando fué desvelado por Tobias Crachit que se levantó
-gritando que eran ya la una y media.
-
-En un instante los otros dos estuvieron en pié y cada uno se ocupó en
-los preparativos de la marcha. Sikes y su compañero, abrocharon sus
-redingotes mientras que Barney abriendo un armario, sacó de él muchos
-objetos que metió de prisa en sus bolsillos.
-
---Mis _parlanchinas_? --dijo Tobias Crachit.
-
---Ahí las teneis. --contestó Barney mostrando un par de pistolas --Las
-habeis cargado vos mismo.
-
---Está bien! --repuso el otro poniéndolas sobre la mesa --Los
-_persuasivos_?
-
---Yo los tengo. --contestó Sikes.
-
---Lan ganzúas, escoplos, linternas sordas, máscaras . . . no se han
-olvidado? --preguntó Tobias sujetando por medio de un cinturon una
-pequeña alza-prima de hierro debajo los faldones de su casaca.
-
---Tenemos todo lo necesario. --contestó su compañero --Barney trae esos
-palillos que están ahí! Al avio!
-
-Esto diciendo tomó un enorme garrote de manos de este, quien habiendo
-entregado el otro á Tobias, se puso á abrochar la chaqueta de Oliverio.
-
---Ahora dame la mano. --dijo Sikes.
-
-Oliverio aturdido á la vez por una marcha desacostumbrada, por el frio
-de la noche y por el licor que le habian obligado á beber, dió
-maquinalmente su mano á Sikes.
-
---Cójele la otra Tobias. --dijo Sikes --Tu Barney pon un momento el ojo
-alerta!
-
-Este fué á entreabrir la puerta y volvió diciendo que por afuera todo
-estaba tranquilo. Los dos bandidos salieron con Oliverio entre ellos y
-Barney habiendo cerrado otra vez la puerta con los cerrojos, se arropó y
-volvió pronto á dormirse.
-
-La obscuridad era completa; la niebla mucho mas espesa que al empezar la
-noche. La atmósfera estaba tan húmeda, que si bien no llovia los
-cabellos y las cejas de Oliverio quedaron mojados en menos de un
-instante. Pasaron el puente y parecieron dirijirse hácia las luces que
-antes habia visto. No estaban ya lejos de ellas y como marchaban muy
-aprisa pronto llegaron á Chertsey.
-
---Atravesarémos la poblacion! --dijo Sikes en voz baja --A esta hora no
-hay nadie en las calles.
-
-Tobias accedió en ello y enfilaron la calle mayor, que en hora tan
-adelantada de la noche estaba del todo desierta. Una luz debil aparecia
-acá y acullá en algunas ventanas y el ladrido de los perros
-interrumpió de vez en cuando el silencio de la noche. Cuando hubieron
-pasado las últimas casas sonaron las dos en el reló de la Iglesia.
-Entonces doblando el paso tomaron un camino á la derecha y despues de
-cerca cinco minutos de marcha se pararon frente de una casa aislada,
-rodeada de un muro, al que en un abrir y cerrar de ojos se encaramó
-Tobias.
-
---Pronto; el niño! --dijo --Hízamelo . . yo lo recibiré!
-
-Antes que Oliverio tuviera el placer de dar un suspiro de desahogo, Sikes
-lo habia cojido por debajo el brazo y en el propio momento Tobias y él
-estaban sobre el prado del otro lado. Sikes no tardó en seguirles y se
-dirijieron hácia la casa.
-
-Esta fué la primera vez que Oliverio casi loco de tristeza y de
-angustia, comprendió que el robo y la fractura (sino el asesinato) eran
-el objeto de su espedicion. Plegó las manos involuntariamente y lanzó
-un grito de terror; sus ojos se nublaron, un sudor frio corrió por todo
-su cuerpo, las piernas le flaquearon y cayó de rodillas.
-
---Levántate! --refunfuñó Sikes trémulo de cólera y sacando la
-pistola de su faltriquera --Levántate ó te hago saltar la tapa de los
-sesos!
-
---Oh! por el amor de Dios dejadme ir! --esclamó Oliverio --Dejadme
-marchar y morir en medio de los campos! Jamás me acercaré á Lóndres!
-jamás, jamás! Oh! os lo suplico! tened piedad de mi y no me obligueis
-á robar! Por el amor de todos los santos que están en el cielo; tened
-piedad de mi!
-
-El hombre á quien fué dirijida esta súplica arrojó un juramento
-horrible, habia amartillado su pistola . . . cuando Tobias
-arrancándosela, puso su mano sobre la boca del niño y lo arrastró
-hácia la casa.
-
---Cállate --le dijo --porque de nada te servirán los gritos! Si
-pronuncias una sola palabra mas, yo mismo te despacho por un garrotazo en
-la cabeza! Esto tiene la ventaja de no meter ruido y es mas seguro y mas
-gentil . . . Ea Guillermo! Hunde el postigo . . . Yo respondo del vicho
-. . . A otros mas audaces que él les he visto á su edad hacer lo mismo
-durante un minuto ó dos y en médio de un frio como este.
-
-Sikes maldiciendo á Fagin por haber enviado Oliverio en semejante
-comision, hizo uso de la alza prima con toda su fuerza, sin por ello
-hacer mucho ruido. Algunos segundos y un poco de ayuda por parte de
-Tobias bastaron para que el postigo rodara sobre sus goznes.
-
-Este postigo era de una ventanilla á cinco ó seis piés del suelo, que
-daba luz á una especie de bodega situada al detrás de la casa y
-haciendo frente á la entrada. La abertura era tan pequeña, que los
-habitantes de la casa no habian juzgado necesario asegurarla mas, y sin
-embargo podia muy bien pasar por ella el cuerpo de un niño. Un poco de
-destreza y de práctica en la _profesion_ por parte de Sikes, le
-facilitaron el forzar el postigo que fué abierto en un santiamen.
-
---Ahora escucha bien lo que voy á decirte! --murmuró Sikes sacando de
-su faltriquera una linterna sorda y dirijiendo la luz al rostro de
-Oliverio --Voy á pasarte al otro lado. Toma esta linterna, sube los
-escalones que estarán ante tí, luego atravesarás el vestíbulo y nos
-abrirás la puerta de la calle.
-
---Hay unos cerrojos muy altos que no podrias alcanzar. --añadió Tobias
---Subirás sobre una de las sillas del vestíbulo. Hay tres Guillermo,
-con los blasones de la vieja en el respaldo de cada una. (un soberbio
-unicornio azul con un cuerno de oro.)
-
---Quiéres callar tu lengua! --repuso Sikes con tono amenazador --La
-puerta del aposento está abierta, no es cierto?
-
---De par en par. --contestó Tobias despues de haber mirado por la
-ventanilla para asegurarse de ello. Lo mejor de todo esto es que se deja
-siempre entreabierta por medio de un gancho, para que el perro que tiene
-su perrera en algun rincon de por aquí pueda ir y venir cuando no duerme
-. . . Ah! ah! Barney esta noche, os lo ha engaitado de lo lindo!
-
-Aun que Crachit hizo esto observacion en voz baja, Sikes le mandó
-imperiosamente que se callára y se pusiera al avio. Aquel empezó por
-poner la linterna en el suelo, apoyó la cabeza contra la pared debajo de
-la ventanilla, puso sus manos sobre sus rodillas y Sikes subiendo luego
-sobre sus espaldas pasó á Oliverio por la ventanilla los piés delante
-y le dejó suavemente en el suelo sin dejar por esto el cuello de su
-chaqueta.
-
---Toma esta linterna! --dijo metiendo la cabeza en la ventana --¿Ves
-ante tí esa escalera?
-
-Oliverio mas muerto que vivo hizo una señal afirmativa, y Sikes
-indicándole la puerta de la calle con el cañon de su pistola, le
-advirtió friamente que siempre estaria á tiro y que si tenia la
-desgracia de dar un trás pié era muerto.
-
---Es negocio de un segundo. --prosiguió el bandido en voz baja --Al
-momento que te deje cumple tu deber. Escuchad!
-
---Qué hay? --preguntó Tobias.
-
-Prestaron oido con la mayor atencion.
-
---No es nada. --dijo Sikes soltando á Oliverio --Ea! Marcha!
-
-En el breve instante que tuvo para reponerse, el niño habia tomado la
-firme resolucion (aun que le costára la vida) de correr á lo alto de la
-escalera y dando el grito de alarma despertar á los habitantes de la
-casa. Lleno de esta idea avanzó al momento; pero con precaucion.
-
---Ven acá! --gritó de repente Sikes --Pronto! pronto!
-
-Espantado por esta esclamacion súbita de Sikes en medio del silencio de
-la noche y por un grito penetrante salido del interior de la casa,
-Oliverio dejó caer su linterna y no supo si avanzar ó retroceder.
-
-El grito fué repetido. Una luz brilló en la meseta del vestíbulo. La
-aparicion de dos hombres medio vestidos y pálidos de terror flotó ante
-sus ojos en la escalera. Una llamarada, una esplosion, una humareda
-espesa, un crujido en alguna parte de que no pudo darse cuenta y vaciló
-hácia atrás.
-
-Sikes que habia desaparecido un momento, metió otra vez la cabeza en la
-ventanilla y asió á Oliverio por el cuello antes que el humo se hubiera
-disipado. Tiró un pistoletazo á los dos hombres que empezaban ya á
-tocar retirada y tomó al niño.
-
---Coje esto! --dijo tirándole de la ventana al suelo --Dame un pañuelo,
-Tobias! Condenacion! Lo han tocado! Cuanta sangre echa este niño!
-
-El repique de una campanilla se mezcló con el ruido de las armas de
-fuego y los gritos de la gente de la casa. Oliverio se sintió llevar
-rápidamente al través de los campos. Entonces las voces se perdieron á
-lo lejos. Un frio mortal se apoderó de sus sentidos y se desmayó.
-
-
-
-
-[Illustration: Y cojiendo al chico por el cuello de la casaca le introdujo
-por los piés dentro la habitacion.]
-
-
-
-
-CAPÍTULO XXIII.
-
-SIGUEN LAS AVENTURAS DE OLIVERIO.
-
-
-QUE quinientos millones de lobos os desgarren la gola! --murmuró Sikes
-rechinando los dientes --Si tuviera alguno de vosotros entre mis manos
-aullariais con mejor razon!
-
-Y lanzando esta imprecacion con todo el furor de que era susceptible, se
-detuvo un momento para colocar al pobre herido sobre su rodilla y al
-propio tiempo volvió la cabeza para ver á que distancia estaba de los
-que le perseguian.
-
-Esto era muy difícil en medio de la noche y de una espesa niebla; pero
-los gritos confusos de los hombres, el ladrido de los perros y el toque
-de rebato que retumbaban de todos lados le sirvieron de
-
-ausilio para ello.
-
---Detente vil mandria! --gritó el bandido á Tobias Crachit que haciendo
-el mejor uso posible de sus piernas se le habia adelantado ya mucho
---Detente!
-
-Tobias no se lo hizo repetir por la tercera vez. Poco cierto de estar
-fuera de tiro de la pistola de Sikes y muy seguro de que este no se
-hallaba de humor para bromear, se paró en seco.
-
---Ven á dar la mano al chico! --añadió Sikes con acento rabioso --De
-prisa!
-
-Tobias hizo ademan de retroceder, no sin manifestar al propio tiempo con
-voz baja y ahogada por el miedo, la repugnancia estrema con que se
-sometia á la exijencia de su compinche.
-
---Mas aprisa voto á los infiernos! --murmuró este dejando el niño á
-la orilla de una acequia en la que no habia agua --Guárdate de
-divertirte haciéndote el _bobo_ conmigo!
-
-En este momento el ruido creció y Sikes mirando de nuevo, vió entre la
-oscuridad que los hombres que le perseguian saltaban la cerca del campo
-en que estaba y que una trailla de perros se les adelantaba.
-
---Guillermo nos van á _chamuscar_! --esclamó Tobias --Deja al _nene_ y
-enseñémosles los talones!
-
-Dicho esto Crachit prefiriendo correr el albur de ser muerto por su
-camarada á la certeza de ser cojido por los enemigos, partió como el
-relámpago y corrió á toda pierna.
-
-Sikes pateó de coraje, arrojó una rápida ojeada en torno suyo,
-estendió sobre Oliverio la esclavina que le habia embozado al azar y
-corriendo á lo largo de la acequia, para desorientar á los que le
-perseguian estraviando su atencion del sitio en que estaba Oliverio, se
-paró á la esquina del zeto, descargó su pistola al aire y echó á
-correr.
-
---Ohé! Ohé! --gritó una voz trémula á lo lejos --Turco! Neptuno!
-Aquí! Aquí!
-
-Los perros que iban acordes con sus amos pareciendo no tener maldito el
-gusto por la clase de diversion á que se entregaban, obedecieron de
-buena gana á la voz que los llamaba y tres hombres que durante este
-tiempo se habian adelantado algunos pasos en el prado, se detuvieron para
-tener consejo en comun.
-
---Mi dictámen, ó mejor dicho mi órden es, (dijo el mas gordo de los
-tres) que nos volvamos al momento á casa.
-
---Me conformo voluntariamente á todo lo que pueda dar gusto á Mr.
-Giles. --dijo otro mas pequeño y aun mas mofletudo que el primero, y que
-á un tiempo era muy pálido y muy cortés (como lo son ordinariamente
-las personas que tienen miedo.)
-
---No quisiera llevar la nota de impolítico señores dijo el tercero. (el
-mismo que habia llamado á los perros.) Mr. Giles debe saber que . . .
-
---Ciertamente! --interrumpió el gordo mofletudo. --Y diga lo que diga
-Mr. Giles, no nos toca á nosotros contradecirle! No á fé mia; conozco
-mi _posicion_ á Dios gracias, conozco mi _posicion_.
-
-A decir verdad el pequeño mofletudo, parecia comprender su _posicion_ y
-sabia muy bien, que de ningun modo era digna de envidia, pues que los
-dientes le castañeaban hablando.
-
---Teneis miedo Brittles? --dijo Mr. Giles.
-
---De seguro que no! --contestó el otro.
-
---Os digo que teneis miedo! replicó Giles.
-
---Esto no es verdad Señor Giles! --repuso Brittles.
-
---Mentís Brittles! --dijo á su vez Mr. Giles,
-
-Los compañeros se detuvieron y se pusieron á deliberar. Sentian que el
-miedo les dominaba y se acusaban mútuamente de poltroneria; pero ninguno
-queria confesar lo que esperimentaba. Se miraron y de un comun acuerdo,
-sin decir palabra, corrieron á escape hácia la casa, hasta que Mr.
-Giles que era el mas pesado y que se habia armado con una horquilla, hubo
-insistido en la necesidad de pararse.
-
---Es asombroso --dijo cuando se hubo justificado á sus ojos --todo lo
-que un hombre es capaz de hacer cuando tiene la cabeza caliente! Estoy
-seguro que hubiera cometido un asesinato si hubiese cojido á uno de esos
-ladrones!
-
-Como los otros dos pensaban lo mismo y á su instancia se habian calmado
-de improviso, hicieron reflecsiones filosóficas sobre la causa de este
-cambio súbito en su carácter.
-
---Se bien la causa de esto! --dijo Mr. Giles --La cerca!
-
---No andais fuera de razon! --esclamó Brittles cojiendo la idea.
-
---Podeis estar seguros de que la cerca ha producido ese cambio en
-nosotros. --repuso Giles --He sentido marcharse todo mi valor mientras
-que trepaba en ella.
-
-Por una de esas coincidencias estraordinarias, se encontró que los otros
-habian esperimentado la misma sensacion en el propio momento; de modo que
-no cupo duda de que era la cerca, sobre todo cuando hubieron recordado
-que fué en el acto de treparla cuando distinguieron á los ladrones.
-
-El coloquio tenia lugar entre los dos hombres que habian sorprendido á
-los bandidos y un calderero ambulante que se habia acostado bajo un
-cobertizo y que dispertado por el ruido se habia juntado de concierto con
-sus dos perros al número de los perseguidores. Mr. Giles desempeñaba en
-la casa el doble empleo de despensero y mayordomo, y Brittles era un
-hombre de fatiga que entrado de muy jóven al servicio de la vieja
-señora se le trataba como un muchacho que promete mucho, á pesar de
-haber atravesado los treinta.
-
-Animándose de este modo recíprocamente por sus palabras, si bien
-apretándose lo posible uno á otro, temblando de piés á cabeza y
-arrojando una mirada de espanto á su alrededor cada vez que un soplo de
-aire agitaba el follaje; nuestros tres hombres corrieron á buscar el
-farol que habian dejado al pié de un árbol temerosos de que su luz
-señalase á los ladrones la direccion que debian seguir y regresaron á
-la casa al galope. Estaban ya muy lejos, cuando todavía podian
-distinguirse sus sombras vacilantes proyectándose en la distancia y
-balancearse ligeramente como un vapor que se exhala de un terreno húmedo.
-
-Un largo silencio reinó en el sitio en que los bandidos se separaron;
-pero al fin lo rompió un débil quejido de dolor. Este quejido era de
-Oliverio que en el propio instante volvió en sí. Su brazo izquierdo
-pendia con lasitud á su lado y el pañuelo que le envolvia estaba
-teñido de sangre. Era tanta su debilidad que solo con gran pena pudo
-incorporarse y despues que lo hubo logrado lanzó en torno suyo una
-mirada lánguida como para implorar socorro y sollozó amargamente.
-Transido de frio y agobiado de fatiga procuró levantarse; pero volvió
-á caer sobre el césped.
-
-Vuelto del estado de amodorramiento en el que por tan largo tiempo habia
-estado sumido, Oliverio sintió que un desfallecimiento mortal le llegaba
-hasta el corazon y comprendió que moriria irremisiblemente sino
-procuraba dominarlo; en consecuencia hizo un nuevo esfuerzo para ponerse
-en pié y procuró andar. De pronto vaciló como un hombre beodo, luego
-reuniendo las pocas fuerzas que le quedaban, avanzó maquinalmente, la
-cabeza caida sobre el pecho y las piernas doblándose bajo el peso de su
-cuerpo.
-
-Entonces una multitud de ideas confusas y estravagantes vinieron á
-sitiar su espíritu. Le parecia estar aun entre Sikes y Crachit que se le
-disputaban; sus propias palabras resonaban en sus oidos y los esfuerzos
-que hizo para no caer habiendo aguzado su atencion, les dirijia la
-palabra como si estuvieran presentes.
-
-En tal estado marchó cayendo y levantando, agarrándose como pudo y por
-instinto á los barrotes de las cercas y á través de los agujeros de
-los vallados, hasta que hubo alcanzado la carretera y entonces la lluvia
-empezó á caer con tanta violencia que le hizo salir de su delirio.
-
-Miró á su alrededor y vió que á poca distancia habia una casa á la
-que podria llegar. El estado lastimoso en que se encontraba escitaria sin
-duda la compasion. Y aun cuando así no fuera (pensaba en su interior)
-mas vale morir cerca de séres humanos que en medio de los campos! Se
-revistió de todo su valor y dirijió sus pasos vacilantes hácia la casa.
-
-A medida que se acercaba á ella tuvo un presentimiento de que ya la
-habia visto antes; con todo no recordaba de ningun modo los detalles;
-pero la forma y el conjunto no le eran desconocidos.
-
-Esa pared de cercado! Sobre el césped, al otro lado en el jardin se
-habia postrado de rodillas para implorar la piedad de los dos bandidos!
-Ciertamente era la misma casa que habian intentado robar!
-
-Oliverio tuvo tal espanto al reconocer el sitio, que olvidando un momento
-el dolor que le causaba su herida no pensó mas que en huir. Huir! A
-penas podia sostenerse sobre sus piernas y á demás aunque hubiera
-podido gozar de todo el vigor y la ligereza que se tiene ordinariamente
-á su edad. ¿á dónde huir? Empujó la puerta del jardin que volvió
-sobre sus goznes, se arrastró sobre el césped, subió las gradas del
-peristilo . . . llamó débilmente á la puerta y abandonándole de
-pronto sus fuerzas, cayó contra una de las columnas del pórtico.
-
-Fué el caso que en el propio momento Mr. Giles, Brittles y el calderero,
-despues de todas las fatigas y sustos de la noche, se restauraban en la
-cocina con una taza de thé y algunas golosinas. No porque entrára en
-las costumbres de Mr. Giles el sufrir una demasiado grande familiaridad
-de sus _inferiores_ respecto á los cuales al contrario se portaba
-regularmente con una _fiereza benévola_ que no podia menos de
-recordarles su _superioridad_ sobre ellos en el mundo; pero los ladrones,
-los pistoletazos y el temor á la muerte, acortan las distancias y hacen
-á todos los hombres iguales. Asi pues Mr. Giles sentado ante el hogar
-los piés colocados sobre el guarda cenizas y el brazo izquierdo apoyado
-sobre la mesa, relataba minuciosamente todas las circunstancias del
-atentado, mientras que sus oyentes (y principalmente la camarera y la
-cocinera) escuchaban con el mas vivo interés.
-
---Decia pues que creí oir ruido. --prosiguió Giles --De pronto me dije
-á mi mismo: _es una ilusion_ y me disponia á dormirme otra vez cuando
-oí de nuevo el mismo ruido; pero mas distintamente.
-
---Qué especie de ruido? --preguntó la cocinera.
-
---Como si dijéramos un ruido sordo --dijo Mr. Giles mirando á su
-alredor con aire espantado --como algo que cruje.
-
---O mas bien como una barra de hierro que se limara con una escofina de
-nuez moscada. --dijo Brittles.
-
---No digo que no. Así pudo ser cuando _vos_ lo habeis oido; pero en el
-momento que _yo_ quiero decir era un ruido como de algo que cruje
---replicó Mr. Giles --Levanto mi cobertor (continuó repeliendo los
-manteles) me incorporo y aguzo el oido.
-
---Dios! --esclamaron simultáneamente la cocinera y la camarera
-arrimándose la una á la otra.
-
---Oigo el mismo ruido con mas claredad que nunca --prosigue Mr. Giles --y
-me digo en mis adentros: de seguro fuerzan una puerta ó una ventana.
-Qué hacer? Voy á llamar á Brittles é impedir que ese pobre muchacho
-sea asesinado en su cama; pues de seguro se deja cortar el gaznate de una
-á otra oreja sin apercibirse siquiera de ello.
-
-Todas las miradas se volvieron hácia Brittles que, con la boca abierta
-fijó la suya sobre Giles con una espresion de terror.
-
---Vuelvo á bajar mi cobertor. --dijo este último fijando su vista en la
-cocinera y camarera --Salgo cautelosamente de mi lecho y ensarto . . .
-
---Señor Giles que hay aquí señoras! --dijo á media voz el calderero.
-
---Mis _chinelas_. --continuó Giles volviéndose hácia este apoyándose
-en esta palabra con enfasis (contento como estaba de haberla suplido á
-la palabra _calzones_ que un hombre bien nacido, no pronuncia jamás ante
-personas del bello sexo.) Me apodero de la pistola cargada que todas las
-noches coloco bajo la almohada y me dirijo de puntillas al aposento de
-ese pobre Brittles. Brittles! --le digo dispertándole --No tengais miedo!
-
-Mr. Giles juntando la accion á la palabra se habia levantado de su silla
-y habia ya dado dos ó tres pasos con los ojos cerrados, cuando
-estremeciéndose de repente, como tambien toda la compañia, volvió
-pronto á su sitio. La cocinera y la camarera arrojaron un grito
-penetrante.
-
---Han llamado! --dijo Giles tomando un aspecto del todo tranquilo. --Qué
-vaya á abrir alguno de vosotros!
-
-Nadie se meneó.
-
---Paréceme muy estraño que llamen á esta hora. --dijo Monsieur Giles
-notando la palidez estrema que reinaba en todos los semblantes y
-viéndose él mismo presa de un terror poco comun. --Pero es necesario
-que _alguno_ de vosotros vaya á abrir! Me ois?
-
-Así hablando Mr. Giles miraba á Brittles; pero este jóven naturalmente
-modesto, no considerándose como _alguno_ pensó con razon que la íntima
-de su _superior_ no se dirijia en él y guardó silencio. Mr. Giles quiso
-hacer una llamada al calderero; pero éste se habia dormido
-instantáneamente. En cuanto á las mugeres era inútil pensarlo siquiera.
-
---Si Brittles quisiera solo entreabrir la puerta ante testigos. --dijo
-Mr. Giles despues de un momento de silencio --Por mi parte yo seria uno.
-
---Y yo tambien. --dijo el calderero dispertándose con la misma rápidez
-que se habia dormido.
-
-Brittles se rindió á estas condiciones, y nuestros tres amigos despues
-de abiertos los postigos, algo tranquilizados al ver que era dia claro se
-dirijieron á la puerta de entrada precedidos de los perros y seguidos de
-las dos mugeres que no atreviéndose á quedarse solas en la cocina
-formaban la reta-guardia.
-
-Una vez tomadas estas precauciones, Mr. Giles se apoderó del brazo del
-calderero _á fin de impedirle que se escapara_ (segun dijo
-chanceándose) y dió la órden de abrir la puerta. Brittles obedeció, y
-nuestros individuos apretándose unos contra otros y mirando con ávida
-curiosidad cada uno por encima la espalda de su vecino no vieron otro
-objeto mas formidable que el pobre Oliverio que agobiado de fatiga y
-sobrecojido á la vista de tantas personas levantó los ojos con
-languidez é imploró con la vista su compasion.
-
---Un chicuelo! --esclamó Mr. Giles arrojando con brio al calderero hasta
-el fondo del vestíbulo --Qué es lo que tu quieres he? --Mira, mira
-Brittles! No ves?
-
-Brittles que al abrir habia procurado quedarse detrás de la puerta, no
-bien hubo visto á Oliverio cuando dió un gran grito. Mr. Giles cojiendo
-al niño por una pierna y por un brazo (afortunadamente aquel que no
-estaba roto) lo arrastró en el vestibulo y le tendió todo lo largo en
-el suelo.
-
---El es! --gritó Giles con toda sus fuerzas é inclinándose en el tramo
-de la escalera --Aquí tenemos á uno de los ladrones señora!
-
-Las dos sirvientas subieron los escalones de cuatro en cuatro para llevar
-esta feliz noticia á sus amas y el calderero hizo todos los esfuerzos
-para volver Oliverio á la vida de miedo que no se muriera antes de ser
-ahorcado. En medio de todo este barullo se oyó la voz dulce de una muger
-que apaciguó el ruido en un instante.
-
---Giles! --murmuró la voz de lo alto de la escalera.
-
---Aquí estoy señorita! --contestó éste --Nada temais señorita! Estoy
-ileso.
-
---Silencio! --repuso la jóven --Espantais á mi tia mucho mas que los
-mismos ladrones. El pobre hombre está gravemente herido?
-
---Furiosamente señorita! --contestó Giles con un aire de complacencia y
-satisfaccion interior.
-
---Parece que se está muriendo señorita! --gritó Brittles de la misma
-manera que antes --No quereis verle señorita antes que . . . ?
-
---Silencio amigo mio! No movais ruido! --dijo la señorita --Esperad un
-momento que yo hable á mi tia.
-
-Con paso tan dulce como su voz, la jóven se alejó ligeramente y pronto
-volvió á dar la órden de trasportar el herido en el aposento de Mr.
-Giles con todo el cuidado posible. Al propio tiempo dijo á Brittles que
-ensillára el jaco y se dirijiera á Chertsey para llevar de allí á
-toda prisa un _constable_ y un médico.
-
---No queréis verle antes señorita? --preguntó Giles con tanto orgullo
-como si Oliverio hubiese sido un pájaro de raro plumaje que hubiera
-cojido con la mayor destreza --No deseais únicamente entreverle?
-
---No, ahora por todo lo del mundo! --respondió la jóven --Pobre
-desgraciado! Oh Giles! Tratadle con bondad aunque no sea mas que por amor
-á mi!
-
-La jóven se retiró despues de dichas estas palabras y el viejo criado
-levantó los ojos hácia ella con tanto orgullo y admiracion como si
-hubiera sido su propia hija: luego inclinándose sobre Oliverio le ayudó
-á levantarse y lo llevó á su aposento con todo el cuidado y solicitud
-de una muger.
-
-
-
-
-CAPÍTULO XXIV.
-
-EN EL QUE SE DÁ CUENTA DE UNA CONVERSACION AGRADABLE ENTRE MR. BUMBLE Y
-UNA SEÑORA, PARA PROBAR QUE UN PERTIGUERO (POR MAS QUE SE DIGA) ALGUNA
-VEZ ES SUSCEPTIBLE DE ALGUN SENTIMIENTO.
-
-
-REINABA un frio agudo. Una espesa capa de nieve cubria el suelo y
-resistia al viento que soplaba con violencia, quien como para desquitarse
-del obstáculo opuesto barria los montones que se habian formado á lo
-largo de las paredes y en los rincones y esparciéndolos en el aire los
-volvia á dejar caer en millares de copos.
-
-Tal era el aspecto de los asuntos al exterior de la Casa de la Caridad
-que tantas veces tenemos nombrada en esta verídica historia, cuando la
-Señora Corney sentada cerca del fuego en su _pequeño_ aposento, echó
-la vista con cierto aire de complacencia sobre una _pequeña_ mesa
-redonda, que sostenia una _pequeña_ hortera adornada de todos los
-_pequeños_ utensilios necesarios para la colacion mas agradable que
-pueda hacer una matrona: en resúmen iba á regalarse con una taza de
-thé. Entre tanto que desde el rincon de su hogar (en el que el mas
-_pequeño_ posible de los pucheros cantaba con una _pequeña_ voz
-aflautada una muy _pequeña_ cancion) la buena Señora contemplaba la
-mesa, su satisfaccion interior debió crecer súbitamente, porque se
-sonrió.
-
-Acababa de tomar su primera taza, cuando fué interrumpida por alguien
-que llamó suavemente á la puerta del aposento.
-
---Entrad! --gritó --Sin duda algun vejestorio que se muere! Siempre
-escojen para morirse el momento en que estoy á la mesa! Entrad si os
-place y no os estais plantados ahí con la puerta abierta para hacerme
-helar de frio. Vaya! Qué hay de nuevo ahora?
-
---Nada; nada absolutamente. --contestó una voz de hombre.
-
---Cielos! --esclamó la matrona con tono mas dulce --Sois vos Mr. Bumble?
-
---Servidor vuestro señora. --repuso el pertiguero que se habia detenido
-á la puerta para enjugar sus zapatos y sacudir la nieve de encima su
-redingote --Cerraré la puerta? --añadió entrando con el sombrero en
-una mano y un paquete en la otra.
-
-Aquella vaciló en responder, temerosa sin duda de la inconveniencia que
-habria en estarse mano á mano con un hombre. Entre tanto Bumble
-aprovechándose de la incertitud de la señora, cerró la puerta sin mas
-ceremonia.
-
---Hace mucho frio Señor Bumble! --dijo la matrona.
-
---Es verdad señora; es tiempo al que yo llamo _antiparroquial_. Señora
-Corney hoy hemos distribuido cerca de veinte panes de á cuatro libras y
-un queso y medio, y con todo esos _golosos_ de pobres no están todavia
-contentos!
-
---Oh! sin duda. --repuso la señora sorbiendo su thé. --Qué es pues lo
-que se deberia hacer para contentarlos?
-
---A la verdad bajo palabra de honor no sé lo que deberia hacerse!
-Figuraos por ejemplo un hombre á quien por consideracion á su numerosa
-familia, se le concede un pan y una libra de queso. ¿Creeis que esté
-satisfecho por ello señora? Qué os tributará el menor agradecimiento?
-Ya escampa! Qué es lo que hace? Pide un poco de carbon! Aun que no sea
-sino el que pueda caber en su pañuelo, dice. Carbon! ¿Y para qué hacer
-de él? Para hacer tostar su queso y luego volver á la carga con nueva
-demanda. Así son todos señora! Llenadles hoy un delantal de carbon y
-volverán mañana atrevidos como lacayos á pediros otro tanto!
-
---Esto pasa la raya de lo verosímil! --observó la matrona con enfasis
---Pero no sois como yo Señor Bumble de opinion, que es muy mal sistema
-este de socorrer fuera del establecimiento? Vos que teneis esperiencia de
-ello, qué decis?
-
---Señora Corney! --dijo el pertiguero sonriendo como hombre que está
-convencido de sus conocimientos superiores. --Los socorros fuera del
-establecimiento, _convenientemente administrados_ . . . comprendeis
-señora? _convenientemente administrados_, son la salvaguardia de las
-parroquias. El gran principio de este sistema que pareceis condenar, es
-justamente conceder á los pobres aquello que no necesitan, á fin de
-quitarles las ganas de volver á la carga.
-
---A fé mia esto es incontestable! --esclamó la Señora Corney --Sabeis
-que la farsa no es maleja?
-
---Es como os lo aseguro señora! Acá entre nosotros, he aquí el gran
-principio! Y esa es la razon porque veis algunas veces en esos
-_charlatanes_ de periódicos que muchos enfermos han recibido por todo
-socorro algunas tajadas de queso. Esta es una regla adoptada hoy por hoy
-en toda la Inglaterra. Sin embargo (continuó desenvolviendo su paquete.)
-esos son secretos del oficio, solo conocidos por nosotros los
-_funcionarios parroquiales_. Ved señora dos botellas de Oporto que la
-Administracion remite para la enfermeria. Es vino de superior calidad,
-natural, puro y sin mezcla, que solo de hoy está en botella, limpido
-como el sonido de una campana y que os aseguro no hará depósito.
-
-Esto diciendo tomó una botella, la presentó ante la luz y la sacudió
-al mismo tiempo para probar su bondad y habiendo colocado las dos sobre
-la cómoda plegó el pañuelo que las habia envuelto, lo metió
-cuidadosamente dentro su faltriquera y tomó su baston en ademan de
-marcharse.
-
---Señor Bumble, no os sobrará calor para volveros?
-
---Es cierto señora. --replicó éste levantando el cuello de su
-redingote --Hace un aire que corta las orejas!
-
---La señora Corney echando un vistaso al pucherito, lo reprodujo luego
-sobre el pertiguero que se dirijia hácia la puerta, y oyendo á este
-toser como para prepararse para darle las buenas noches, le preguntó con
-aire tímido si tenia á bien aceptar una taza de thé.
-
-Mr. Bumble al instante volvió á bajar el cuello de su redingote, puso
-su baston y su sombrero sobre una silla y acercó otra á la mesa. Al
-sentarse su mirada topó con la de la señora que al momento bajó los
-ojos. El tosió de nuevo y sonrió graciosamente.
-
-La Señora Corney se levantó para tomar otra taza y otra copa en la
-alacena, volvió á su sitio y sus ojos habiéndose encontrado por
-segunda vez con los del galante pertiguero un vivo encarnado de pudor
-cubrió sus mejillas y no sin alguna emocion escanció una taza de thé
-á su convidado. Mr. Bumble tosió de nuevo pero en esta ocasion mas
-fuerte de lo que lo habia hecho hasta entonces.
-
---Os gusta muy azucarado Señor Bumble? --preguntó la matrona tomando la
-azucarera.
-
---Muy azucarado señora! --respondió Mr. Bumble fijando su vista en la
-Señora Corney. (Ciertamente si jamás pertiguero alguno se manifestó
-tierno, sin duda fué Mr. Bumble en este momento.)
-
---A lo que veo señora teneis una gata. --dijo viendo á uno de estos
-animales que se holgaba ante el fuego. --Y sino me engaño tambien
-gatitos?
-
---Los quiero tanto Mr. Bumble! No podeis imaginároslo! Son tan cucos,
-tan picaruelos, tan juguetones, que constituyen mi mejor sociedad.
-
---Oh Señora! Son animales muy dulces y muy caseros.
-
---Es muy cierto! --prosiguió la señora con entusiásmo --Son tan
-amantes de la casa, que es una gloria el tenerlos.
-
---Señora Corney! --dijo Mr. Bumble con tono doctoral marcando el compás
-con su cuchara --Tened bien entendido que un animal cualquiera que el sea
-que viviera con vos y no fuera amante de la casa, seria necesariamente un
-asno.
-
---Oh! Señor Bumble! --hizo la matrona.
-
---Es imposible disfrazar la verdad! --continuó Mr. Bumble agitando su
-cuchara con una amorosa dignidad que daba mayor fuerza á sus palabras
---Si pudiera, yo mismo la negaria con satisfaccion!
-
---Entonces sois un cruel! --repuso vivamente la matrona alargando el
-brazo para tomar la taza del pertiguero --Es necesario que tengais el
-corazon muy duro!
-
---El corazon duro! --replicó Bumble --El corazon duro! --Diciendo esto
-alargó su taza á la Señora Corney, oprimió su dedo meñique en el
-acto de tomarla y llevando su mano al chaleco galonado exhaló un
-profundo suspiro y retrocedió su silla.
-
-Como la mesa era redonda y la matrona y el pertiguero estaban sentados
-ante la chimenea frente por frente, será fácil comprender que
-alejándose del fuego sin apartarse de la mesa, Mr. Bumble aumentaba la
-distancia entre la Señora Corney y él; comportamiento que no dejará de
-admirar el lector considerándolo como un acto de heroismo por parte de
-Mr. Bumble que hasta cierto punto era tentado por la hora, el sitio y la
-ocasion de recitar esas dulces insustancialidades, que aun que
-convenientes en los labios de un atolondrado, están muy lejos de la
-dignidad de un magistrado, de un miembro del parlamento, de un ministro
-de Estado de un Lord-corregidor, ó cualquiera otro funcionario público
-y con mayoria de razon, de un pertiguero, que como nadie ignora de todos
-los _hombres constituidos_ en _dignidad_ es el mas severo y el mas
-inflecsible.
-
-Con todo fuera cual fuera la intencion del pertiguero (y no debe dudarse,
-que era de las mejores.) la desgracia hizo que siendo la mesa redonda
-cuanto mas se apartaba Mr. Bumble de la chimenea mas disminuia poco á
-poco la distancia que le separaba de la matrona de modo que á fuerza de
-viajar por este estilo al rededor de aquella, acabó por encontrarse
-pegado al lado de la Señora Corney. En efecto las dos sillas se tocaron
-y entonces Mr. Bumble se paró.
-
-Si la Señora Corney se hubiese escurrido hácia la derecha,
-indudablemente hubiera caido en el fuego; por poco movimiento que hubiera
-hecho hácia la izquierda, se encontraba en los brazos del pertiguero: he
-aquí porque como muger sábia y prudente, que, prevé de ante mano los
-resultados, se mantuvo quieta en su sitio y ofreció una segunda taza de
-thé á Mr. Bumble.
-
---El corazon doro señora Corney! --prosiguió este sorbiendo su thé y
-mirando fijamente á la matrona. --¿Teneis vos el corazon duro señora
-Corney?
-
---Cielos! --esclamó esta. --Vaya una pícara pregunta por parte de un
-celibatario! ¿Qué me preguntais Señor Bumble?
-
-El pertiguero bebió su thé hasta la última gota, concluyó su tostada,
-sacudió las migas que tenia sobre sus rodillas, enjugó sus labios y sin
-mas ceremonia abrazó á la matrona.
-
---Señor Bumble! --balbuceó esta en voz baja; pues fué tan grande su
-espanto que perdió enteramente el uso del habla. --Señor Bumble! voy
-. . . a . . . gri . . . tar!
-
-El pertiguero, la dejó decir y sin pronunciar una sola palabra, pasó
-amorosamente su brazo al rededor de la cintura de la señora.
-
-Despues de la amenaza que ésta hiciera de gritar, este nuevo acto de
-audácia del pertiguero, debia escitarla mas y probablemente, iba á
-efectuarlo cuando llamaron réciamente á la puerta del aposento.
-
-Mr. Bumble, abalanzándose entonces hácia la cómoda con la rápidez del
-rayo se puso á arreglar las botellas con gran seriedad mientras que la
-matrona gritó vivamente.
-
---Quién va ahí?
-
-Fué cosa digna de atencion, come prueba del poder físico de la
-sorepresa sobre el miedo que la voz de la Señora Corney recobró
-instantáneamente su aspereza ordinaria.
-
---Mil perdones Señora nuestra! --dijo una anciana pobre, entreabriendo
-la puerta y enseñando su fea cabeza. --La vieja Sally se muere.
-
---Y qué me importa á mi? --esclamó bruscamente la matrona. --Puedo yo
-algo en ello?
-
---Oh! no señora nuestra! Bien seguro que no! --replicó la pobre --Nadie
-puede nada . . . A mas que no queda esperanza! He visto morir tantas
-(grandes y pequeñas.) que conozco cuando no hay ya remedio! Pero tiene
-algo que la atormenta y en sus momentos lucidos que son muy raros (porque
-acaba como una vela.) dice que tiene alguna cosa que comunicaros y que es
-necesario sepais. Señora nuestra no morirá tranquila hasta que vengais . . .
-
-A esta noticia la digna matrona murmuró una multitud de invectivas
-contra las viejas pobres que ni siquiera podian morir sin incomodar á
-_propósito_ sus _superiores_ y envolviéndose en un chal tupido que se
-echó de prisa sobre sus espaldas, suplicó á Monsieur Bumble que se
-esperára hasta su vuelta para el caso que sucediera algo estraordinario.
-En esto habiendo mandado á la vieja que fuera adelante y no le hiciera
-pasar la noche en la escalera, la siguió de mal talante; refunfuñando
-todo el trecho del camino.
-
-Mr. Bumble solo y entregado á si mismo, emprendió una tarea estraña.
-Abrió la alacena, contó las cucharitas para el thé, probó el peso de
-las pinzas del azucarero, examinó un jarro pequeño para leche con el
-fin de asegurarse de que realmente eran de plata y cuando hubo satisfecho
-su curiosidad sobre este punto se puso el sombrero bastante ladeado por
-la parte derecha y dió cuatro veces la vuelta á la mesa bailando
-gravemente de puntillas.
-
-Despues de haberse entregado á tan ridículo ejercicio, volvió el
-tricornio sobre la silla y pavoneándose ante la chimenea, la espalda
-vuelta al fuego pareció ocupado mentalmente en hacer el inventario de
-los muebles.
-
-
-
-
-CAPÍTULO XXV.
-
-DETALLES OBSCUROS EN APARIENCIA; PERO QUE NO DEJA DE SER DE ALGUNA
-IMPORTANCIA EN ESTA HISTORIA.
-
-
-LA que habia venido á turbar la calma y la paz que reinaban en el
-aposento de la matrona, era realmente una mensagera de muerte; su cuerpo
-estaba encorvado por la edad, sus miembros paralíticos temblaban
-contínuamente, su marcha era lenta y la fijeza de sus ojos, la espresion
-horrible de su fisonomía y el movimiento convulsivo de sus labios, le
-daban mas bien la apariencia de un retrato grotesco que la de una obra de
-la creacion.
-
-La vieja subió la escalera vacilando y frotó lo mejor que pudo por lo
-largo de los corredores barbullando algunas palabras ininteligibles en
-respuesta á las reprimendas de su compañera. Al fin obligada á
-detenerse para respirar entregó su luz á ésta y siguió aun cojeando
-mientras que la matrona, mas ágil se fué en derechura al aposento de la
-moribunda.
-
-Era este una miserable guardilla iluminada por la pálida luz de una
-lámpara. Una vieja de la casa estaba sentada á la cabecera de la
-enferma y el aprendiz del farmacéutico de la parroquia en pié ante la
-chimenea, se entretenia en hacer un mondadientes de un cañon de pluma.
-
---No hace calor señora Corney! --dijo viendo entrar á la matrona.
-
---Es muy cierto que no hace aquí calor! --contestó esta, con el tono
-mas gracioso y haciendo una cortesia.
-
---Vuestros proveedores deberian llevar mejor carbon! --dijo el aprendiz
-farmacéutico atizando el fuego con el hurgon. --Este no sirve para un
-frio tan riguroso.
-
-En este momento la conversacion fué interrumpida por un gemido de la
-enferma.
-
-Oh! --hizo el estudiante volviéndose incontinenti hácia el lecho como
-si hubiese olvidado del todo á la parienta: --B. O. bó. Se acabó
-Señora Corney!
-
---Se acabó no es cierto? --preguntó la matrona.
-
---Me sorprenderia infinito, si viviera dos horas mas --dijo el jóven,
-ocupado en concluir la punta de su monda-dientes --En ella el sistema
-moral como el físico, están gastados . . . ¿Permanece --aun amodorrada
-buena muger?
-
-La enfermera á quien se dirijia esta pregunto se inclinó sobre el lecho
-para cerciorarse y respondió afirmativamente con un movimiento de cabeza.
-
---Entonces es muy posible que se vaya en esta disposicion, si no haceis
-demasiado ruido. --dijo el jóven --Colocad la luz en el suelo. Así no
-podrá verla.
-
-La enfermera hizo lo que se le insinuaba, balanceando la cabeza sin duda
-para dar á entender que la enferma no moriria con tanta holgura como se
-pensaba y fué á sentarse al lado de la otra vieja que habia entrado en
-este intermedio. La matrona se arrojó con su chal con aire de
-impaciencia y se sentó tambien al pié del lecho.
-
-El estudiante que al fin habia concluido su monda-dientes, lo paseó por
-su boca durante un buen cuarto de hora que estuvo plantado delante del
-fuego; despues de lo cual, pareciendo fastidiarse, deseó á la Señora
-Corney _mucho placer_ y se fué de puntillas.
-
-Despues de haber permanecido un cuarto de hora en esta posicion la
-señora Corney pareció fastidiarse tambien y viendo que la vieja se
-obstinaba en permanecer amodorrada iba á salir de prisa, cuando las dos
-mugeres dieron un grito que la hizo retroceder. La enferma se habia
-incorporado sobre el lecho y las tendia los brazos.
-
---Quien está ahí? --prorrumpió con voz sorda.
-
---Silencio! silencio! --dijo una de las dos viejas acarcándose á la
-cama --Acostaos! Acostaos!
-
---Me volveré á acostarme viva! --gritó la enferma forcejando. --Quiero
-que _ella_ sepa . . . Venid acá! mas cerca . . . que os lo diga muy bajo
-al oido.
-
-Cojió á la matrona por el brazo y atrayéndola hácia una silla que
-estaba á su cabecera la hizo sentar en ella.
-
-Iba á hablar, cuando al arrojar una mirada á su alrededor, vió á las
-dos viejas que con el cuello tendido y el cuerpo adelantado, prestaban
-atento oido á lo que iba á decir.
-
---Mandad que salgan! continuó con vos letárgica --Pronto! pronto!
-
-Las dos viejas gritando á duo se quejaron amargamente de verse
-desconocidas por su antigua camarada y protestaron contra la injusticia
-que habria en separarlas de ella en sus últimos momentos; pero la
-matrona las empujó fuera del aposento, les echó la puerta encima y
-volvió á sentarse á la cabecera de la enferma.
-
---Ahora escuchad con atencion! --dijo la moribunda con voz mas fuerte
-como para exitar en ella una última chispa de energia. --Eneste aposento
-en este lecho, asistí en otro tiempo á una jóven y hermosa criatura
-que habian llevado á esta casa. Sus piés magullados y rasgados por la
-marcha estaban cubiertos de sangre y polvo. Dió á luz un niño y
-murió! Esperad . . . esperad! En que año fué?
-
---Poco importa el año! --dijo la impaciente matrona --Y bien que . . .
-qué hay respecto á esa muger?
-
---Ah! --murmuró la enferma, recayendo á su primer amodorramiento
---Respecto á la jóven no es esto? Respecto á . . . a . . . ella? Ah!
-si! (rompió en llanto, arrojó un grito penetrante y saltó sobre el
-lecho con ademan furioso; su rostro se volvió purpúreo y sus ojos le
-salian de la cabeza.) --La robé! Si! De toda verdad . . . La robé! Aun
-no estaba fria! Si . . . lo repito . . . estaba aun tibia cuando la robé!
-
---Qué le robaste? Por el amor de Dios hablad! --esclamó la matrona con
-un movimiento como para pedir socorro.
-
---Voy á decirlo! --replicó la moribunda, poniendo la mano en la boca de
-la otra. La única prenda que poseia . . . Carecia de todo . . . de
-vestidos para cubrirse y de pan para subsistir . . . pero habia
-conservado preciosamente sobre su seno . . . Era oro . . . yo lo digo . . .
-oro magnífico que hubiera podido salvarle la vida!
-
---Oro! --repitió la matrona abalanzando su cuerpo sobre el lecho de la
-moribunda, á medida que esta volvia á caer sobre la almohada
---Continuad! y despues? Quién era la madre? En qué tiempo? En qué
-época? Hablad! hablad!
-
---Me habia suplicado que la guardara --prosigió la otra dando un suspiro
-profundo --Me la habia confiado, por ser la única persona que estaba á
-su lado en la hora de la agonía . . . Yo la codicié, en el fondo de mi
-corazon . . . la robé de pensamiento cuando se la ví por primera vez al
-rededor de su cuello! --Y lo peor, es que sin duda tengo que reprocharme
-la muerte del niño! Ciertamente lo hubieran tratado mejor si hubieran
-sabido todo esto!
-
---Sabido qué? --preguntó la matrona --Hablad!
-
---El pequeñuelo se parecia tanto á su madre, á medida que se hacia
-grande (continuó la otra, sin hacer caso de la pregunta.) que cada vez
-que la veia, no podia librarme de pensar en ella . . . Pobre jóven!
-Pobre muchacha! Era tambien tan tierna . . . Un hermoso corderito!
-Esperad! Es verdad que no os lo he dicho todo? Me parece que aun me queda
-algo que deciros!
-
---Sí! sí! --replicó la comadre pegando su oreja á los labios de la
-moribunda para cojer las palabras que salian ya lentamente de su boca
---Decid pronto . . . ó ya no habrá tiempo!
-
-La madre. --dijo aquella haciendo un último esfuerzo para elevar la voz
---La madre sintiendo acercarse el momento de su muerte me dijo al oido
-que: _si su hijo venia al mundo vivo y llegaba á poder recibir
-educacion, vendria un dia en que podria pronunciar el nombre de su pobre
-madre sin ruborizarse --Y vos oh Dios mio!_ añadió juntando sus manos
-flacas y delicadas --_Sea un niño ó una niña proporcionadle amigos en
-esta tierra de dolor y de destierro y apiadaos de un pobre huerfanito
-abandonado á la merced de estraños!_
-
---El nombre del niño? --preguntó la comadre.
-
---Le llamaban Oliverio --respondió la moribunda con voz débil --El oro
-que he robado era . . .
-
---Oh! sí, sí . . . que era? --esclamó vivamente la matrona.
-
-En el momento en que se encorvaba con ansiedad para recibir la respuesta
-de la agonizante, esta volvió lentamente y con tirantez á su primera
-posicion y empuñando con ambas manos el cobertor de la cama barbulló
-con voz gutural, algunas palabras ininteligibles y cayó sin vida sobre
-la almohada.
-
---Muerta ya! --dijo una de las dos viejas entrando precipitadamente luego
-que la puerta fué abierla . . .
-
---Y sin haberle sacado una palabra! --añadió la comadre yéndose.
-
-
-
-
-CAPÍTULO XXVI.
-
-AUN FAGIN Y COMPAÑIA.
-
-
-MIENTRAS estos acontecimientos tenian lugar en la casa de Caridad, en
-cuestion. Mr. Fagin se hallaba en su vieja guarida (la misma que Oliverio
-habia dejado en compañia de Nancy.) sentado ante la chimenea y teniendo
-sobre sus rodillas un fuelle con el que sin duda habia procurado avivar
-el fuego, cuyo humo se esparcia por todo el aposento, con tufo sofocante.
-Sus codos sobre el fuelle y su cara apoyada sobre sus muñecas, miraba el
-hogar con aire distraido y parecia sumergido en profunda reflecsion.
-
-En una mesa detrás de él, Cárlos Bates, Monsieur Chitling y el
-Camastron hacian una partida de _wist_, el último solo contra los otros
-dos. Su fisonomía expresiva siempre, se hizo todavia mas chocante por la
-seriedad con que estudiaba la partida y los vistazos que lanzaba de
-cuando en cuando, segun se presentaba la ocasion sobre las cartas de
-Monsieur Chitling, arreglando sábiamente su juego al tenor de las
-observaciones que habia hecho sobre el de este último. Como hacia frio,
-(segun su costumbre) tenia puesto su sombrero. Apretaba entre los dientes
-una pipa de barro que no dejaba sino cuando juzgaba necesario recurrir á
-una medida de cobre colocada sobre la mesa y que de ante mano habia sido
-llenada de _grog_ para el bien de la compañia.
-
-Maese Bates prestaba tambien mucha atencion á su juego; pero siendo de
-un carácter mucho mas jocoso que su incomparable amigo, recurrió mas á
-menudo á la medida de cobre y de consiguiente se permitió ciertas
-graciosidades y ciertas observaciones, del todo intempestivas, que de
-ningun modo convienen á un buen jugador, especialmente en el juego, de
-_wist_, que ecsije silencio y atencion. En vano el Camastron usando del
-derecho que le daba su intimidad para con él, le reprochó mas de una
-vez la inconveniencia de su conducta; Maese Bates se rió de él (y para
-servirme de su espresion) lo _envió á paseo_ y por sus reincidencias
-tan vivas como espirituales, exitó en el mas alto grado la admiracion de
-Mr. Chitling.
-
-Lo mas asombroso es que este último y su pareja perdian siempre y que
-esta circunstancia lejos de enfadar á maese Bates parecia divertirle
-infinito pues que reia á carcajadas al fin de cada partida asegurando
-que _en su vida ni en sus dias_, se habia divertido tanto.
-
-Al diablo las cartas! --dijo Chitling, con acento irritado sacando del
-bolsillo de su chaleco una _media corona_ --Vaya una suerte insolente la
-que tienes Jac. Nos ganarias hasta el último sueldo . . . Por bueno que
-tengamos el juego Cárlos y yo, siempre perdemos!
-
-A tal observacion hecha con tono lamentable, Bates soltó una carcajada
-que sacó al judío de sus reflecsiones y preguntó que sucedia.
-
---Señor Fagin! --esclamó Cárlos --Quisiera, que hubiereis podido ver
-el juego . . . Tomás Chitling no ha hecho un solo punto y yo era su
-pareja contra el Camastron.
-
---Ah! ah! --dijo el judío sonriendo de un modo que daba á comprender
-que no ignoraba la causa --Toma tu revancha Tom . . toma tu revancha!
-
---No Fagin; gracias. No quiero mas juego . . . El Camastron tiene una
-ventaja que no se puede resistir.
-
---Ah! ah! querido! --repuso el judío . . . Es preciso levantarse muy de
-mañana para poder ganar al Camastron.
-
---Levantarse muy de mañana? --esclamó Cárlos Bates. --No basta el
-levantarse de mañana! Es preciso que os pongais las botas en la
-víspera, tener un doble telescopio y unos anteojos entre vuestras dos
-espaldas si quereis lograr tal cosa.
-
-Mr. Dawkins recibió este elogio lisongero con la mayor modestia y
-prometió decir al primer venido por la sencilla retribucion de un
-_Sheling_ cada vez, la carta que éste hubiere pensado. Como nadie
-aceptó el desafio y su pipa estaba ya apagada, se divirtió en trazar el
-plano de la prision de Newgate con el lapiz que le habia servido para
-apuntar el juego silvando entre tanto de una manera muy particular.
-
---Parece que no tienes humor de divertirte Tom! --dijo el Camastron,
-rompiendo el silencio que duraba desde mas de cinco minutos --Apuesto
-Fagin que no adivinais lo que le preocupa.
-
---Cómo quieres que lo adivine querido mio? --contestó el judío
-levantando la cabeza y volviendo el fuelle á su puesto. --Tal vez piensa
-en su dinero ó mejor en el _asueto_ que acaba de hacer en la _granja del
-tio negro_. Ah! ah! ¿no es esto Tom?
-
---No dais en el _quid_. --replicó el Camastron en el momento que
-Chitling iba á responder --Qué dices tu de ello Cárlos?
-
---Yo! --respondió este --Yo pienso que se muere por Betsy --No lo dije!
-Mirad como le suben los colores! He ahí un mortal dichoso! Oh! Dios! Es
-posible! Tomás Chitling enamorado! Oh! Fagin, Fagin! que bella farsa!
-
---No hagas caso de ello Tom! --dijo el judío haciendo una señal de
-inteligencia á Dawkins y dando á Cárlos un golpecillo con el tubo del
-fuelle --Va . . . no les escuches! Betsy os amable . . es una muy buena
-muchacha! Tom adhiérate á ella! Sigue tus dulces impulsos!
-
---Y aun qué asi fuera! --replicó Chitling todavia mas colorado --Y aun
-que así fuera . . . es cosa que á nadie le imperta . . .
-
-El judío viendo que le picaba la mosca á Chitling se apresuró á
-asegurarte de que nadie se burlaba y para prueba de lo que decia llamó
-á maese Bates el principal ofensor. Desgraciadamente al ir á decir este
-que en su vida habia estado mas serio, se le escapó tal carcajada que
-Chitling viéndose mistificada, se abalanzó de improviso sobre el zumbon
-y le descargó un puñetazo, que éste evitó felizmente, el cual cayendo
-pesadamente sobre el pecho del _viejo chulo_, lo envió al otro estremo
-del aposento contra la pared en donde abria toda su boca para respirar
-mientras que le miraba cas aire consternado.
-
---Escuchad! --esclamó el Camastron en este momento --dijo la
-_bachillera_.
-
-Esto diciendo tomó la luz y subió cautelosamente la escalera.
-
-Mientras que la compañia estaba á obscuras, sonó otra vez la
-campanilla con violencia. Un instante despues, volvió el Camastron y
-habió misteriosamente á Fagin al oido.
-
---Viene solo? --esclamó éste.
-
-El Camastron hizo un movimiento de cabeza afirmativo y poniendo su mano
-ante la luz indicó á Cárlos que haria muy bien en detener su loca
-alegria por un cuarto de hora; luego fijó la vista en el judío como
-para esperar sus órdenes.
-
-El viejo llevó sus dedos violados á la boca y reflecsionó un momento.
-Los músculos de su rostro parecian rudamente contraidos todo este tiempo
-como si sospechára alguna desgracia y temiera saberla. Al fin levantó
-la cabeza.
-
---Dónde se halla? --preguntó al Camastron.
-
---Este señaló con el dedo el piso superior y se disponia á dejar el
-aposento.
-
---Sí! --dijo el judío adivinando la pregunta --Díle que baje.
-Silencio! Cállete tu Cárlos! Poco á poco Tom! Amigos mios pasad á
-vuestro cuarto! Dejadnos solos!
-
-Cárlos y Chitling se retiraron sin hacer el menor ruido. Un profundo
-silencio reinaba en el aposento cuando el Camastron bajó la escalera
-llevando la luz y seguido de un hombre vestido de blusa, quien despues de
-haber lanzado una rápida ojeada á su alrededor desató una red de lana
-que le envolvia toda la parte inferior del rostro y dejó ver la
-fisonomia del _flamante_ Tobias Crachit pálido hosco y horriblemente
-fatigado.
-
---¿Cómo vamos Fagin? --dijo el jóven elegante, haciendo una señal de
-cabeza al judío. --Tu Camastron mete esta red dentro mi castor para que
-lo encuentre cuando me iré . . . Aquí . . . esto es! Serás algun dia
-un famoso _hurraca_ y valdrás algo mas que los antiguos.
-
-Esto diciendo levantó su blusa y la arrolló en su cintura; luego
-acercó una silla al fuego y puso sus piés sobre el guarda cenizas.
-
---Mirad Fagin! --dijo con tono lastimero, señalando con el dedo sus
-botas llenas de barro. Ni una sola gota de lustre desde que sabeis! Vaya
-no me mireis así! Cada cosa á su tiempo. Me es imposible hablar de
-negocios antes de comer un bocado. Con que poned el _rancho_ sobre la
-mesa. --Van ya tres dias que no me ha pasado nada por el _gaznate_.
-
-El judío hizo señal al _Camastron_ de que llevára lo que hubiera de
-comestibles y sentándose frente del bandido esperó que le diera la gana
-de hablar.
-
-A juzgar por las apariencias Tobias no llevaba ninguna prisa de entablar
-conversacion. Por de pronto el judío se contentó con observar su
-fisonomía, para procurar adivinar en ella, la noticia que traia; pero
-fué trabajo inútil.
-
---Fagin pues espiaba con una ansiedad indefinible cada tajada que Tobias
-llevaba á la boca, paseando arriba y abajo del aposento para matar el
-tiempo que le parecia tan largo; nada adelantó por eso. Este continuó
-engullendo hasta que no pudo mas y entonces despues de haber dicho al
-Camastron que se largára al objeto de quedar solo con el judío y
-despues de haberle cerrado él mismo la puerta, se llenó un vaso de
-_grog_ y se dispuso á hablar.
-
---En primer lugar Fagin . . . dijo.
-
---Ah! sí, sí! --replicó el otro acercando su silla á la mesa.
-
-El Señor Crachit se paró para tragar su vaso de _grog_ y para declarar
-que la ginebra era escelente; luego estirando sus piernas sobre el suelo
-del hogar, para contemplar con mas satisfaccion sus botas continuó
-tranquilamente.
-
---En primer lugar Fagin ¿cómo vá Guillermo?
-
---Qué! --esclamó el judío levantándose bruscamente de la silla.
-
---Cómo? --dijo Tobias palideciendo . . . ¿No queréis decir?
-
---No quiero decir! --gritó el judío pateando el suelo con furor
---¿Dónde están Sikes y el niño? Dónde están? Dónde han estado?
-Dónde se ocultan? Por qué no han venido aquí?
-
---El golpe ha fracasado! --dijo Tobias con acento triste.
-
---Lo sé! --contestó el judío sacando un periódico de su faltriquera y
-señalándole con el dedo al artículo que hablaba de ello --¿Y luego?
-
---Han disparado y herido al _nene_. Hemos jugado las piernas por entre
-las Layas y las zanjas llevándole entre los dos. Corriamos mas que el
-viento. Nos han dado la caza. Condenacion! todo el pais estaba en pié y
-los perros nos tenian la pista!
-
---El niño? --dijo el judío con tono azorado.
-
---Guillermo lo habia puesto sobre sus espaldas y brincaba con él; nos
-hemos detenido para llevarlo entre los dos; su cabeza pendia sobre su
-pecho y estaba frio como el mármol. Ya nos pisaban los talones . . .
-entonces cada uno para si y sálvese quien pueda! Cada uno ha tirado por
-su lado despues de haber dejado al chiquillo dentro una zanja muerto ó
-vivo. Esto es todo lo que sé.
-
---Sin dar tiempo á Tobias para reponerse el judío lanzó un grito agudo
-arrancándose los cabellos y se precipitó del aposento á la escalera y
-de la escalera á la calle.
-
-
-
-
-CAPÍTULO XXVII.
-
-SE PRESENTA EN LA ESCENA UN NUEVO PERSONAGE. --PARTICULARIDADES
-INSEPARABLES DE ESTA HISTORIA.
-
-
-EL viejo habia doblado la esquina de la calle y aun no se habia repuesto
-de la impresion que le causára el relato de Crachit. Contra su costumbre
-andaba á prisa sin apariencia de saber donde iba, cuando el roce,
-violento de un coche que por poco lo derriba y el grito de las personas
-que vieron el peligro que acababa de correr, le volvieron á la acera.
-Evitando todo lo posible las calles concurridas y no buscando al
-contrario mas que los callejones y los pasadizos, llegó al fin á
-Snow-Hill. Allí aceleró todavía mas el paso y no lo aflojó hasta que
-hubo entrado en una callejuela, donde como si estuviera convencido de que
-se hallaba en su propio elemento, emprendió su andar ordinario y
-pareció respirar mas libremente.
-
-Cerca del punto en que Snow-Hill y Holborn-Hill se unen, se vé á la
-derecha viniendo de la _Cité_, una calle sombría y estrecha que conduce
-á Saffron-Hill y en las tiendas sucias de la misma están espuestas para
-la venta enormes paquetes de pañuelos de todos tamaños y colores;
-porque allí residen los mercaderes que los compran á los rateros.
-
-En este sitio acababa de entrar el judío. Era muy conocido de los
-pálidos habitantes del pasaje; pues algunos de entre ellos que estaban
-en el lindar de la puerta para atisbar á los chalanes le hicieron una
-señal de cabeza amistoso á la cual respondia del mismo modo sin
-pararse. Siguió hasta el estremo del pasage y allí dirijió la palabra
-á un tripero, hombre de baja talle, sentado en una silla de niño y
-fumando su pipa á la puerta de su tienda.
-
---Ola Señor Fagin! Os haceis tan raro, que vuestra presencia bastaria
-para curar de la ophthalmia! --dijo el respetable negociante respondiendo
-á la pregunta del judío sobre su salud.
-
---Hacia demasiado calor en vuestro barrio Sively. --contestó el judío
-levantando los ojos y cruzando sus manos sobre sus espaldas.
-
---Eso es lo que me he cansado de decir, pero ello se aplacará! No sois
-de mi opinion?
-
-Fagin hizo un movimiento de cabeza afirmativo y señalando con el dedo á
-Saffron-Hill, se informó de si habia alquien allí en esta noche.
-
---A la muestra de _Los tres cojos_? --preguntó el negociante.
-
-El judío hizo señal de sí.
-
---Esperad! --prosiguió el mercader procurando recordar en su memoria
---Si; si mal no recuerdo hay algunos. Vuestro amigo si que creo no está.
-
---Sikes no ha ido hé?
-
---_Non es ventús_, como dicen los hombres de la ley! --contestó el
-hombre pequeño con ademan jactancioso --Teneis algo que pueda convenirme?
-
---No; hoy no traigo nada. --dijo el judío marchándose.
-
---Decid Fagin; os vais á la muestra de _los tres cojos_? --gritó el
-hombrecillo --No me dejaria tirar de la oreja para venir si estuvierais
-dispuesto á pagar algo.
-
-Pero como el judío volviéndose le hizo con la mano señal de que queria
-estar solo en la posada de _los tres cojos_, se vió esta vez privada del
-honor de poseer á Mr. Sively.
-
-La posada de _los tres cojos_, ó simplemente llamada de _Los cojos_, por
-sus parroquianos era cabalmente la misma en que Sikes y su perro han
-figurado ya. Fagin subió la escalera haciendo únicamente una seña al
-hombre que estaba sentado en el mostrador, abrió la puerta de un
-aposento se introdujo en él con cautela y miró con ademan inquieto á
-su alrededor, poniendo la mano frente sus ojos como si buscara á alguien.
-
-Este aposento estaba alumbrado por dos mecheros de gas cuya luz
-resplandeciente era interceptada al exterior, por postigos, sujetos con
-una barra de hierro y por espesos cortinajes de un encarnado deslucido.
-El sitio estaba tan lleno de un humo espeso de tabaco, que casi nada se
-distinguia. Sin embargo habiéndose disipado poco á poco, al través de
-la puerta que habia quedado entreabierta, permitió ver una reunion de
-cabezas tan confusa como el ruido de las voces, y á medida que el ojo se
-acostumbraba á la escena, el espectador hubiera podido tambien descubrir
-una sociedad numerosa de hombres y mujeres sentados al rededor de una
-mesa larga, al estremo de la cual estaba el presidente, con su martillo
-de órden en la mano, mientras que un artista de nariz azulada y llevando
-el rostro envuelto en un pañuelo, por causa de un dolor de muelas,
-permanecia ante un mal piano colocado en el rincon mas retirado del
-aposento.
-
-Fagin poco susceptible á las emociones fuertes, pasó revista uno
-despues de otro á todos aquellos rostros sin encontrar al que buscaba.
-Habiendo al fin logrado atraerse la mirada del hombre que ocupaba el
-estremo de la mesa le hizo una ligera señal de cabeza y se retiró con
-la misma cautela con que habia entrado.
-
---Señor Fagin en que podemos serviros? --preguntó el hombre que lo
-habia seguido hasta la meseta --No quereis ser de los nuestros? Estarán
-muy gozosos de veros.
-
-El judío sacudió la cabeza con ademan de impaciencia y preguntó en voz
-baja: --Está aquí?
-
---No. --respondió el hombre.
-
---Y no teneis noticias de Barney.
-
---Ningunas --replicó el amo de la taberna de los _tres cojos_ porque el
-era. --No se meneará que todo no esté tranquilo. Estad seguro de que la
-policía, sigue su pista allá abajo y que si tuviera la desgracia de
-menearse se haria _pinchar_ al primer golpe. Barney está sin duda seguro
-donde se halla pues de otro modo hubiera oido hablar de él. Apostaria
-cualquier cosa, que, se hará una buena _retirada_. oh! podeis contar con
-ello yo salgo garante!
-
---Vendrá aquí esta noche? --preguntó el judío, cargando la
-pronunciacion en el pronombre, con el mismo enfasis que antes.
-
---Monks, quereis decir?
-
---Chito! --hizo el judío --Si!
-
---Ciertamente! --contestó, el amo de la taberna, sacando de su bolsillo
-un reló de oro. Deberia ya haber llegado. Si quereis esperar solo diez
-minutos, vais á verle.
-
---No; no! --dijo el judío de un modo que si bien dejaba pensar que
-deseaba ver la persona en cuestion, no le sabia mal con todo de no
-encontrarla.
-
---Decidle que he venido para verle y que lo espero en casa esta noche
---No; mejor mañana. Puesto que no está aquí, siempre será tiempo
-mañana.
-
---Está bien! --dijo el hombre --Nada mas hay que decirle?
-
---No --contestó el otro bajando la escalera.
-
---Escuchad! --hizo el tabernero inclinándose sobre la baranda! --No os
-parece este magnífico momento para una _venta_! Si quereis tenemos ahí
-á Felipe Barker . . . Está tan borracho que un niño podria prenderle.
-
---Ah! ah! --hizo el judío levantando la cabeza! --Pero no es aun la hora
-de Felipe Barker; tiene aun algo que hacer antes que nos separamos de
-él. Volved á reuniros con vuestros amigos querido mio y decidles que
-_se diviertan mucho mientras son de este mundo_ . . . ah! ah! ah!
-
-El patron de la taberna, rió grandemente al oir la reflecsion del viejo
-y fué á reunirse con sus convidados. No bien el judío estuvo en el
-lindar de la puerta cuando su fisonomía volvió á tomar la expresion de
-la inquietud y del temor. Despues de haber reflecsionado un momento,
-subió en un coche de alquiler y dijo al cochero que se dirijiera hácia
-Bethnal-Green. Se apeó á un cuarto de milla de la habitacion de Sikes y
-andó el resto del camino á pié.
-
---Ahora, --balbuceó entre dientes mientras llamaba á la puerta --si hay
-alguna anguila, bajo la roca, lo sabré muy pronto de vos jovencita mia
-á pesar de ser muy maligna!
-
---Habiéndole dicho la muger que le abrió que Nancy estaba en su
-habitacion, subió cautelosamente la escalera y abrió la puerta del
-aposento sin ninguna ceremonia.
-
-La jóven estaba sola con la cabeza, apoyada, encima de la mesa y los
-cabellos esparcidos sobre la espalda.
-
---O ha bebido, ó está triste. --dijo el judío para sí.
-
-En esto retrocedió para cerrar la puerta y dispertando Nancy al ruido
-fijó su mirada en el viejo mientras este le contaba la relacion de
-Tobias Crachit. Luego que hubo concluido, volvió á tomar su actitud
-primera sin hablar una palabra mas. Nancy la quitaba el candelero con
-impaciencia, rozaba sus piés sobre el piso cada vez que cambiaba de
-posicion . . . pero no pasaba de aquí.
-
-Durante todo este tiempo el judío miraba en torno suyo, con ademan
-inquieto como si hubiese querido asegurarse de que Sikes no habia
-regresado.
-
-Despues de satisfecha su curiosidad sobre este punto, tosió dos ó tres
-veces é hizo todo lo posible para entablar la conversacion; pera la
-jóven no hizo mayor caso de él ni se movió mas que una estátua de
-piedra.
-
-Al fin hizo el último esfuerzo y frotándose las manos dijo con el tono
-mas afable:
-
---Y dónde crees tu que puede estar ahora Sikes he?
-
-Nancy respondió de un modo inteligible y como si llorase que no lo sabia.
-
---Y el niño? --replicó el judío mirando á la jóven de reojo para ver
-la espresion de su fisonomía. --Pobrecito! Abandonado en una zanja! No
-atiendes Nancy?
-
---El niño! --dijo esta levantando la cabeza --Está mejor donde se halla
-que no con nosotros! Y con tal que Sikes salga bien librado, anhelo que
-esté muerto en la zanja y que sus huesos se pudran en ella.
-
---Cómo? --esclamó el judío con asombro.
-
---Es la verdad. --repuso la jóven mirándole á su vez fijamente
---Estaria muy contenta de no verle ya mas ante mis ojos y saber que se
-halla libre de todo lo que le podia suceder de peor . . . El verle á mi
-alrededor era un peso insoportable; su solo aspecto era una reconvencion
-contra mi y contra vosotros todos.
-
---Ba! --hizo el judío con acento de desprecio. --Hija tu estás beoda.
-
---Ah! sin duda! y no seria culpa vuestra sino lo estuviera . . . No os
-sabe mal que esté así, con tal que obre á vuestro gusto . . . acepto
-cuando no os conviene --no es así?
-
---No! Ahora no me conviene! --replicó el judío furioso.
-
---Pues es preciso que os convenga! --repuso ella soltando una carcajada.
-
---Qué me convenga? --esclamó el judío sumamente irritado por la
-tenacidad de la jóven y por las contrariedades del dia --Qué me
-convenga! Atiende tu bien, necia; atiéndeme bien á mi que con seis
-palabras puedo estrangular á Sikes tan de seguro como si tuviera ahora
-su cabeza de toro entre mis manos. Si vuelve sin ese niño . . . si tiene
-la audacia de no traérmelo vivo ó muerto, asesínale tu misma sino
-quieres que Jacobo Ketch (el verdugo) haga con él su negocio . . . _dale
-pasaporte_ al momento que ponga los piés en este aposento, de lo
-contrario tal vez seria tarde.
-
---Qué significa todo esto? --esclamó la jóven involuntariamente.
-
---Qué significa todo esto? --prosiguió el judío ciego de cólera.
-Escucha! cuando ese niño forma para mi el valor de muchas centenas de
-libras, debo perderlo acaso por culpa de un acto de borrachos de quienes
-podria deshacerme á satisfaccion? Deberé yo someterme á un pillo á
-quien no le falta mas que la voluntad y que tiene el poder de . . .
-
-El viejo, sumamente sofocado no pudo concluir su pensamiento y
-reprimiendo de pronto su coraje se manifestó otro hombre.
-
-Despues de un silencio de algunos minutos aventuró una mirada sobre su
-compañera y se tranquilizó en seguida viendo que estaba en el mismo
-estado de insensibilidad de que la habia sacado poco antes.
-
---Nancy! Querida mia! --dijo con su voz de cuervo. --Has parado la
-atencion en lo que te he dicho?
-
---No me atormenteis Fagin! --respondió la jóven levantando
-perezosamente la cabeza --Lo que Guillermo no ha hecho esta vez, lo hará
-otra. Ya sabeis que ha hecho muchas cosas por vos y que hará muchas
-otras cuando podrá . . . Y cuando no lo hace es porque no puede . . .
-con que no hablemos mas de ello.
-
---Si; pero y respecto á ese niño? --dijo el judío frotándose las
-manos fuertemente.
-
---El niño debe correr los mismos percances que los otros. --Repuso Nancy
-con tono brusco --Y lo repito confio que está muerto y de consiguiente
-á salvo de todo peligro, sobre todo de aquel á que estaba expuesto á
-vuestro lado.
-
---Queridita y respecto á lo que dije hace un instante? --dijo el judío,
-fijando en ella su ojo de lince.
-
---No teneis mas que repetirlo. Y si es algo que deseais haga por vos,
-mejor hariais en esperar á mañana. Os escucho con atencion cuando me
-hablais; pero un instante despues ya no se lo que me habeis dicho.
-
-El judío la hizo aun algunas preguntas, para asegurarse de que no habia
-retenido sus palabras indiscretas; pero ella respondió con tanto aplomo
-y sostuvo tan bien la mirada escuadriñadora del viejo que éste volvió
-á su idea primitiva de que la jóven _estaba en las viñas del Señor_.
-
-Efectivamente Nancy no estaba exenta de una falta demasiado comun por
-desgracia entre los pupilos (hembras) del judío y á la que desde sus
-mas tiernos años habian sido escitadas mas bien que contenidas.
-
-Tranquilizado por este descubrimiento y satisfecho su doble objeto, de
-comunicar á Nancy, lo que aquella misma noche habia oido de Tobias y de
-asegurarse por sus propios ojos de que Sikes no habia vuelto, se fué,
-dejando á su jóven amiga dormida sobre la mesa.
-
-Era cerca la una de la madrugada y como hacia obscuridad y mucho frio no
-tuvo ninguna intencion de recrearse paseando.
-
-Habia doblado la esquina de su calle y buscaba en la faltriquera la
-llave, cuando un personaje salió de un vestíbulo, á la sombra del cual
-estaba oculto y atravesando el arroyo, se deslizó á su lado sin haberlo
-reparado.
-
---Fagin! --dijo una voz muy cerca de su oido.
-
---Ah! --hizo el judío volviéndose vivamente --Sois vos?
-
---Si; --respondió el desconocido con tono acre. --Van ya dos horas que
-me teneis allí de planton! ¿En dónde diablos habeis estado?
-
---A asuntos vuestros querido. --dijo el judío moderando el paso y
-mirando al desconocido con aire de embarazo. --He galopado por vos toda
-la noche!
-
---Oh! No lo dudo! --repuso el desconocido con tono burlon. Y bien! ¿Qué
-hay de nuevo?
-
---Nada bueno!
-
---Nada malo quereis decir! --esclamó el otro parándose en seco y
-mirando á su compañero con sorpresa.
-
-Fagin que deseaba dispensarse de recibir visita en hora tan intempestiva,
-se escusó diciendo que no habia fuego en su casa; pero habiendo su
-compañero reiterando su pregunta con tono de autoridad abrió la puerta
-y le suplicó que la cerrára suavemente mientras que él iba por luz.
-
-Esto está negro como boca de lobo. --dijo el desconocido dando algunos
-pasos á tientas. --Despachad pronto! No hay nada que deteste tanto como
-el estar á obscuras.
-
---Cerrad la puerta! --murmuró Fagin desde el estremo del pasadizo.
-
-Al mismo tiempo ella se cerró con grande estrépito.
-
---No he sido yo quien ha hecho esto! --dijo el hombre buscando el camino.
-El viento la ha empujado ó se ha cerrado por si misma . . . Despachad en
-llevar la luz antes que me rompa el bautismo contra alguna cosa de este
-maldito barracon!
-
-Fagin bajó á hurtadillas á la cocina y volvió luego con una vela
-encendida, despues de haberse asegurado de que Tobias Crachit dormia en
-la pieza subterránea de detrás y sus dignos discípulos hacian otro
-tanto en la de delante. Hecha señal á su compañero de que le siguiera
-subió la escalera marchando delante.
-
---Querido mio, podemos decir aquí las pocas palabras que tenemos que
-comunicarnos. --dijo el judío abriendo una puerta en el primer piso --y
-como hay agujeros en los postigos y nosotros no mostramos jamás la luz
-á nuestros vecinos dejarémos la vela en la escalera . . . Aquí!
-
-Esto diciendo el judío dejó la vela sobre la meseta frente por frente
-del aposento en que entraron y en el que habia por todo mueblaje un
-sillon roto y un viejo sofá sin forro colocado detrás de la puerta.
-
-Veian un poco porque la puerta estaba entreabierta y la vela derramaba un
-resplandor débil en la pared de enfrente de ellos.
-
-Duranté algunos minutos hablaron en voz baja y á pesar de que
-esceptuando algunas palabras inconexas, fuese imposible oir su
-conversacion, un tercero que los hubiese escuchado fácilmente hubiera
-podido adivinar que Fagin se defendia contra las inculpaciones del
-incógnito y que este estaba sumamente irritado.
-
-Habia un cuarto de hora ó cerca veinte minutos que hablaban en esta
-forma, cuando Monks (bajo cuyo nombre Fagin designó muchas veces al
-estranjero durante su coloquio) dijo elevando un poco la voz:
-
---Os repito de nuevo que esto ha sido mal combinado! ¿Por qué no lo
-habeis guardado aquí con los otros procurando que fuera pronto un Ladron?
-
---No hay que incomodarse por ello! --esclamó el judío encojiéndose de
-hombros.
-
---Acaso quereis hacerme creer que no hubierais logrado el intento por
-mucha que fuera vuestra voluntad? --preguntó Monks irritado --No lo
-habeis hecho muchas centenas de veces con otros niños? Si hubieseis
-tenido la paciencia de esperar aun un año lo mas, acaso os hubieran
-faltado medios para hacerlo juzgar y condenar á la deportacion por toda
-la vida?
-
---Querido mio! ¿y á quién esto hubiera aprovechado? --preguntó el
-judío humildemente.
-
---Vaya! A mi! --replicó Monks.
-
---Pero no á mi. --dijo el judío con aire sumiso . . . Cuando hay en un
-negocio dos partes interesadas, es muy justo que el interés comun sea
-consultado. No es cierto querido?
-
---Qué quereis decir con esto? preguntó Monks con tono huraño.
-
---He visto que no era fácil formarle para nuestro _género de comercio_
-. . . No poseia las mismas circunstancias que los demás muchachos.
-
---No por desgracia! --murmuró el otro entre dientes --De otro modo largo
-tiempo ha que seria _ladron_.
-
---No habia camino de hacerle _peor_ --repuso el judío observando la
-fisonomía de su compañero. --De ningun modo se prestaba á ello . . .
-No pude aterrorizarle con ninguno de esos medios de que usamos al
-principio y sin los cuales nuestros esfuerzos serian inútiles . . . Qué
-podia hacer? Enviarle con el Camastron y Cárlos? Querido mio hemos
-tenido bastante en la primera vez que tal hicimos. He temblado por todos
-nosotros!
-
---Yo nada podia en ello! --observó Monks.
-
---No, sin duda. --replicó el judío --Por esto no os hago cargo alguno,
-porque si esto no hubiera sucedido, jamás hubierais podido encontrarle y
-de consiguiente hubierais perdido la esperanza de descubrir que era _él_
-el que buscabais. Como sabeis; yo lo he recobrado para vos con la ayuda
-de Nancy: pero he aquí que _ella_ ahora le protege!
-
---Estrangulad á esa jóven! --dijo Monks con impaciencia.
-
---Querido por ahora no podemos hacer tal cosa! --repuso el judío
-sonriendo --Además estos asuntos no son de nuestra incumbencia, de otro
-modo dias ha que lo hubiera hecho con gran placer . . . Caramba! Sé
-demasiado lo que son estas chicas mi querido Monks. No bien el muchacho
-habrá empezado ha endurecerse, cuando _ella_ hará tanto caso de él
-como lo haria de un pedazo de madera. ¿Vos queréis que sea ladron? Si
-es vivo, puedo hacerle tal á contar desde el dia de hoy. Y si . . . si
-. . . lo que no es probable --dijo el judío acercándose al otro. --pero
-pensando lo peor . . . si estuviera muerto?
-
---Para nada estoy en ello si es así! Entendeis? Para nada! --repuso
-Monks herido de terror y apretando tembloroso el brazo del judío
---Tenedlo bien en cuenta Fagin! Yo me lavo de ello las manos. Ya os lo
-previne desde el principio: _Todo lo que querais escepto su muerte_. No
-quiero verter sangre! Esto se descubre siempre! Además vuestro crímen
-os persigue por todas partes . . . Si lo han muerto no soy yo de ello la
-causa lo entendeis Fagin? Que el diablo se lleve esta infernal casucha!
-Quién anda ahí?
-
---Qué? --esclamó el judío cojiendo con toda su fuerza el sillon, en el
-momento que aquel se levantó bruscamente del sofá --Dónde?
-
---Allí! --dijo Monks señalando la pared con el dedo --Una sombra! una
-sombra! He visto la sombra de una muger, con chal y sombrero, pasar á lo
-largo de la pared con la rapidez del rayo!
-
-El judío se soltó de su compañero y ambos se lanzaron fuera del
-aposento.
-
-La vela, casi del todo consumida por la corriente del aire, estaba en el
-mismo sitio y les mostró la soledad profunda de la escalera así como
-tambien la horrible palidez de sus semblantes. Pusieron el oido atento;
-pero reinaba en toda la casa el mayor silencio.
-
---Ha sido una ilusion querido! Os habeis engañado sin duda alguna!
---dijo el judío tomando la vela y volviéndose á su compañero.
-
---Juraria que la he visto! --contestó Monks temblando de piés á cabeza
---Estaba inclinada cuando la he visto y luego que he tablado ha
-desaparecido.
-
-El judío lanzó una mirada de desprecio sobre el rostro lívido de su
-compañero y habiéndole dicho que podia seguirle si era de su gusto,
-subieron hasta el cabo de la escalera. Registraron todos los aposentos:
-ellos estaban helados y vacíos. Bajaron al pasadizo y de allí á los
-subterráneos: pero todo permanecia tranquilo como la muerte.
-
---Estais ya convencido? --dijo el judío cuando volvieron al pasadizo.
-Escepto nosotros, no hay alma viviente en la casa á no ser Tobias y los
-muchachos . . . y estos están en seguridad . . . como veis!
-
-Y para prueba de lo que decia el judío sacó de su faltriquera, las
-llaves y esplicó como al bajar por la primera vez á la cocina, habia
-encerrado á sus jóvenes pupilos para impedir que no perturbasen su
-conversacion.
-
-Esta nueva prueba destruyó enteramente la conviccion en el alma de
-Monks; sus protestas habian ido perdiendo insensiblemente su energía á
-medida que sus pesquisas, se iban haciendo del todo infructuosas y acabó
-por reirse de sí mismo y por convenir en que ello no podia haber sido
-otra cosa que un delirio de su imaginacion.
-
-
-
-
-CAPÍTULO XXVIII.
-
-ENMIENDA HONROSA DE UNA DESCORTESÍA HECHA Á UNA SEÑORA, QUE HEMOS
-DEJADO DE LA MANERA MAS IMPOLITICA EN EL CAPITULO XXV.
-
-
-COMO no seria muy conveniente á un humilde autor, el hacer esperar, de
-espaldas al fuego y con las manos metidas bajo los faldones de su
-leviton, á un personaje tan distinguido como lo es un pertiguero y que
-seria además muy poca galanteria de su parte el comprender en este
-olvido de las atenciones debidas, á una señora sobre quien el dicho
-pertiguero habia echado una mirada de ternura y cariño y á la que habia
-dirijido, dulces palabras que procediendo de tal personage, hubieran
-podido conmover el corazon de toda jóven ó de toda muger cualquiera que
-fuera su rango, el historiador fiel cuya pluma traza esta historia,
-sabiendo á lo que su deber la obliga y poseido de la mayor veneracion
-por las personas elevadas á altas dignidades, se apresura á tributarles
-los honores que les son debidos y á tratarles con todas las
-consideraciones que su rango en el mundo y como consecuencia de sus
-_sublimes virtudes_ reclaman de él.
-
-Mr. Bumble habia recontado las cucharas para thé, pesado de nuevo las
-tenazillas para lomar el azúcar, examinado con mas atencion el jarro de
-la leche y hecho el inventario exacto del moviliario hasta asegurarse de
-la calidad de la crin, que formaba el asiento de las sillas y habia
-repetido esta tarea hasta cinco ó seis veces, antes de pensar que era ya
-tiempo de que la Señora Corney volviese. Un pensamiento lleva otro y
-como no se oia el menor ruido que anunciase el regreso de la Señora
-Corney, vino á las mientes de Mr. Bumble, que bien podria sin escrúpulo
-y solo para pasar el tiempo satisfacer plenamente su curiosidad echando
-una ojeada rápida en la cómoda de la matrona.
-
-Despues de haber aplicado el oido al ojo de la llave para escuchar si
-alguien se acercaba, Mr. Bumble empezando por la parte inferior se
-enteró de los objetos contenidos en tres grandes cajones llenos de ropa
-blanca y de vestidos á la última moda envueltos entre dos cubiertas de
-periódicos sembrados de flor de _espliego_ seco, los que parecieron
-causarle una viva satisfaccion.
-
-Llegado al cajoncito á la derecha de arriba, en el que estaba la llave y
-habiendo visto una caja pequeña cerrada con cadenillas, la sacudió y
-sintiendo salir de su interior un sonido grato, como de plata acuñada
-Mr. Bumble volvió gravemente cerca el fuego y habiendo tomado su primera
-posicion se dijo á sí mismo con tono resuelto: --Vamos! está hecho! Me
-declararé.
-
-En este momento la Señora Corney entró precipitadamente en el aposento,
-se dejó caer en una silla cerca el fuego y manifestó respirar con pena.
-
---Ah! Me siento ya mejor ahora --dijo ésta reclinándose en el respaldo
-de su silla despues de haber vaciado la taza en una mitad.
-
---Es menta! --añadió --con voz lánguida y sonriendo afectuosamente al
-pertiguero --Gustadla! No hay solo menta, sino tambien otra cosa muy
-buena.
-
-Mr. Bumble gustó el brebaje con aire indeciso hizo castañear sus
-labios, lo llevó otra vez á la boca y vació enteramente la taza.
-
---Esto es muy confortante. --dijo la señora Corney.
-
---A fé mia es muy bueno! (Esto diciendo el pertiguero se sentó al lado
-de la matrona y le preguntó con acento de interés que era lo que le
-habia sucedido.)
-
---Menos que nada --respondió la Señora Corney --Soy una _simple_ y
-débil criatura!
-
---No sois _débil_ señora. --repusó el pertiguero acercando su silla á
-la de la matrona. --Por ventura seriais vos una _débil criatura_ señora
-Corney?
-
---Segun nuestra naturaleza todos somos _débiles criaturas_! dijo la
-Señora Corney aventurando una máxima general.
-
---Es verdad. --contestó el pertiguero.
-
-A esta respuesta siguió un silencio de algunos minutos durante los
-cuales Mr. Bumble habia dado una prueba de la _debilidad humana_
-retirando su brazo izquierdo que descansaba sobre el respaldo de la silla
-de la señora Corney.
-
---Señora Corney! --dijo Bumble, inclinándose sobre la espalda de la
-matrona. --Qué teneis Señora? Os ha sucedido algo Señora? respondedme
-os lo suplico! Estoy sobre . . . sobre . . . --y como en su turbacion no
-pudo encontrar al momento la palabra _espinas_ . . . sobre _botellas
-rotas_. --añadió.
-
---Oh! Señor Bumble! esclamó la dama; --he sido horriblemente
-desconcertada!
-
---Desconcertada Señora! esclamó á su vez Mr. Bumble. --Y . . . quién
-ha sido tan audaz para? No me cabe duda --dijo interrumpiéndose con
-dignidad . . . Habrán sido esas _atrevidas_! _pordioseras_!
-
---Da horror solo el pensarlo --continuó la dama temblando . . . de todo
-su cuerpo.
-
---Entonces no lo penseis! repuso Mr. Bumble.
-
---Me es imposible! replicó esta con voz entrecortada por los sollozos.
-
---Tomad algo! --dijo el pertiguero habiendo arrumacos . . . un poco de
-vino!
-
---Por todo el oro del mundo no tomaria una gota! O Dios! Dios! --en el
-estante de arriba . . . en el rincon de la derecha --O Dios! (Al mismo
-tiempo la buena señora señalando con el dedo el armario, parecia presa
-de convulsiones internas.)
-
-Mr. Bumble corrió al armario; cojiendo de sobre el estante en cuestion
-la botella que se le habia señalado llenó una taza del thé del licor
-que ella contenia y la llevó á los labios de la matrona.
-
---Este aposento señora es muy _confortante_. --dijo Mr. Bumble lanzando
-una mirada á su alrededor. --_Una sola pieza añadida_ á esta
-constituiria una pequeña y hermosa habitacion!
-
---Seria demasiado grande para una sola persona.
-
---Si; pero para dos --repuso tiernamente Mr. Bumble --he? Señora Corney?
-
-A estas palabras del pertiguero, la Señora Corney inclinó la cabeza y
-Mr. Bumble hizo otro tanto para ver su rostro. Esta volviendo con rubor,
-alargó su mano para cojer su pañuelo y la colocó insensiblemente en la
-del pertiguero.
-
---La administracion os abona el carbon no es esto Señora Corney?
---preguntó Mr. Bumble apretando afectuosamente aquella mano.
-
---Como la luz. --contestó la Señora Corney, volviendo ligeramente el
-apreton.
-
---El carbon, la luz y el alquiler además? --añadió Mr. Bumble --Oh!
-señora Corney sois un ángel!
-
-Esta no pudo resistir un transporte tan dulce; se dejó caer en los
-brazos del pertiguero, quien en su agitacion imprimió un casto beso en
-la nariz de la matrona.
-
---Una perfeccion tan _parroquial_! esclamó Mr. Bumble con arrobamiento.
-Sabeis bella encantadora, que Mr. Lloret, está mas malo esta noche?
-
---Lo sé. --respondió la señora con aire tímido.
-
---El médico asegura que no pasará esta semana --prosiguió Mr. Bumble . . .
-Es el director de este establecimiento . . . Su muerte vá á dejar
-su plaza vacante . . . Esta plaza debe ser llenada! Oh! Señora Corney!
-Qué perspectiva tan brillante! Qué favorable ocasion para unir dos
-corazones que se aman y desean fundar una familia.
-
-La señora Corney sollozó.
-
---Vaya la palabrita! --dijo Mr. Bumble inclinando su cabeza sobre la de
-la púdica beldad . . . La dulce palabrita mi divina Corney!
-
---S . . . s . . . si. --dijo la matrona suspirando.
-
---Aun otra palabra! --prosiguió el pertiguero --Reponeos de vuestras
-cándidas emociones por una sola palabra mas ¿Cuándo será el
-matrimonio?
-
-La Señora Corney intentó por dos veces hablar y por dos veces la
-palabra espiró en sus lábios. Al fin armándose de valor arrojó sus
-brazos al rededor del cuello de Mr. Bumble y dijo que eso seria cuando
-él quisiera y que era un _ser irresistible_.
-
-Asi arregladas las cosas amistosamente y con satisfaccion de ambas
-partes, el convento fué rectificado solemnemente, con otra taza de menta
-que la agitacion de la señora habia hecho necesaria. Durante este tiempo
-ésta participó á Mr. Bumble la muerte de la vieja.
-
---Muy bien! --dijo el pertiguero saboreando su licor. --Voy á pasar á
-mi regreso por casa Lowerberry y le diré que mañana por la mañana se
-llegue acá --Es esto lo que os ha espantado hermosa mia?
-
---Querido mio, en ello no ha habido nada de extraordinario! --dijo la
-señora con tono evasivo.
-
---Sin embargo es indispensable que haya habido algo --replicó el
-pertiguero. --No quereis decirlo á _vuestro_ Bumble?
-
---Ahora no; --repuso la señora. --uno de estos dias . . . cuando
-estarémos casados.
-
---Cuando estarémos casados! --esclamó Mr. Bumble --Acaso seria una
-imprudencia de esos _audaces_ pobres?
-
---No, no, querido mio! --contestó súbitamente la matrona.
-
---Si creyera tal! --prosiguió Mr. Bumble --si creyera que uno de esos
-_atrevidos hubiese_ osado levantar sus ojos _vulgares_ sobre este _noble
-rostro_.
-
---No se hubieran atrevido perrillo mio! --replicó la Señora.
-
---Obrarán santamente --dijo Mr. Bumble cerrando los puños. --Que vea yo
-á un hombre, cualquiera que el sea _parroquial ó extra-parroquial_, ser
-_presuntuoso_ para ello y puedo muy bien asegurarle que no lo intentára
-por segunda vez.
-
-Sin gesticulacion ni sin vehemencia, esta amenaza tal vez hubiera
-producido pésimo efecto en el ánimo de la señora Corney; pero, como
-las palabras del pertiguero fueron acompañadas de gestos _guerreros_
-esta Señora quedó profundamente afectada de tal prueba de afeccion y
-altamente admirada esclamó que era un verdadero _tortolillo_.
-
-Entonces el _tortolillo_ levantó el cuello de su leviton y habiendo
-enviado con su futura mitad, un robusto beso desafió de nuevo el viento
-y el frio, no sin, detenerse antes algunos instantes en el patio de los
-pobres (el de los hombres bien entendido.) para brutalizarles un poco con
-el solo fin, de ensayar si podria llenar con toda la severidad debida la
-plaza de director de la casa de la Caridad.
-
-Adquirida la certidumbre de que poseia para ello todas las cualidades
-requeridas dejó el establecimiento con el corazon alegre y lleno de
-esperanza y la brillante perspectiva de su futuro ascenso ocupó su alma
-hasta que hubo llegado ante la tienda del empresario de los entierros.
-
-Como el Señor y la Señora Sowerberry habian ido á pasar la velada en
-alguna parte, Noé Claypole que jamás se hallaba dispuesto para hacer
-mas ejercicio que el que se necesita para beber y comer, no habia aun
-cerrado la tienda á pesar de que la hora de cerrarla ordinariamente,
-hacia largo tiempo que habia sonado. Mr. Bumble golpeó con su baston
-sobre el mostrador repetidas veces; pero no obteniendo respuesta y viendo
-luz á través de la ventana de la trastienda, se tomó la libertad de
-mirar, para ver lo que aeontecia y cuando hubo visto lo que _acontecía_,
-no quedó poco sorprendido.
-
-Los manteles estaban puestos para cenar y la mesa se hallaba cubierta de
-pan, manteca, platos, vasos, un jarro lleno de _porten_ y una botella de
-vino. Al cabo de la mesa Noé Claypole se pavoneaba en un sillon. A su
-lado estaba Carlota tomando de un pequeño tonel, ostras que abria y que
-el susodicho jóven tragaba con una avidez notable. Un encarnado, algo
-mas subido que de lo ordinario en la punta de su nariz y cierto pestañeo
-en su ojo derecho anunciaban bastante claro, que estaba un si es ó no es
-_calamucano_.
-
---Hé ahí una de bien gorda y que parece muy deliciosa --dijo Carlota
---Gustadla Noé! Vamos no mas que esta!
-
---Qué cosa tan deliciosa es una ostra! dijo maese Claypole despues de
-haberla engullido. --Lástima, que el comer demasiado de esto, pueda
-hacer daño! ¿no es cierto Carlota?
-
---Es una cosa _inaudita_! dijo esta.
-
---Sin duda; es una _verdadera crueldad_ --repuso Claypole-- No os gustan
-á vos las ostras Carlota?
-
---No las tengo demasiada aficion que digamos. --Me gusta mas véroslas
-comer Noé, que comerlas yo misma.
-
---Qué barbaridad! --esclamó Noé con aire pensativo.
-
---Vaya; otra continuó Carlota --Esta tiene una hermosa barba!
-
---No comeré ni una mas! Aun que quisiera seria imposible . . . dijo
-Noé. --Estoy ya harto de ellas --Venid Carlota, venid que os abraze!
-
---Muy bien! --esclamó Mr. Bumble entrando bruscamente en la sala
---Repetid esto caballero!
-
-Carlota lanzó un chillido y se ocultó el rostro con el delantal en
-tanto que maese Claypole, contentándose solo con retirar sus piernas de
-sobre el brazo del sillon, miró al pertiguero con un terror báquico.
-
---Repetid esto, jóven _audaz_! --dijo Mr. Bumble --Cómo teneis valor
-para decir tales cosas! Y vos desenvuelta pillastrona! como osais
-sufrirlo y aun anunciarle. Abrazar! --gritó Monsieur Bumble, sumamente
-indignado --puahá!
-
---No tenia de ello intencion! --balbuceó Noé --Ella es la que me abraza
-siempre quiera ó no quiera.
-
---Oh! Noé! --esclamó Carlota con acento de reproche.
-
---Si, es cierto! demasiado lo sabeis! --respondió Noé. Ella es la que
-me abraza siempre señor Bumble! Me toma por la cara y me hace toda clase
-de arrumacos.
-
---Silencio! --gritó el pertiguero con ademan severo --Señorita bajad á
-vuestra cocina! Vos Noé cerrad la tienda y no desplegueis el lábio
-hasta que regrese vuestro amo y cuando esté de vuelta le direis que
-mañana por la mañana envie un ataud para una vieja de la Casa de
-Caridad! Lo entendeis caballero! Abrazar! Qué horror! --esclamó
-levantando sus manos al cielo.
-
-Esto diciendo el pertiguero salió gravemente de la tienda del empresario.
-
-
-
-
-CAPÍTULO XXIX.
-
-CARÁCTER DE LOS COMENSALES DE LA CASA EN QUE SE ENCUENTRA OLIVERIO. --LO
-QUE PIENSAN DE ÉL.
-
-
-EN una sala bonita, cuyo mueblaje anunciaba mas la moda y el bienestar de
-los buenos tiempos de antaño que el lujo y la elegancia de nuestros
-dias, dos señoras sentadas á una mesa estaban almorzando. Mr. Giles en
-traje completamente negro, las servia y se habia colocado á una
-distancia cuasi igual de la mesa y del aparador; el cuerpo tieso, la
-cabeza alta y algo inclinada sobre una espalda con la pierna izquierda
-adelantada y la mano derecha en la faltriquera de su chaleco mientras que
-la izquierda sosteniendo un plato, pendia á su lado, tenia el talante de
-un hombre confiado en su propio mérito y convenido por el sentimiento
-interior de su importancia.
-
-La una de las señoras era de edad y bastante adelantada, y con todo se
-mantenia tan erguida como el elevado respaldo de su sillon de encina.
-Reinaba en toda su persona un aspecto de benévola dignidad. Teniendo las
-manos plegadas y puestas sobre el borde de la mesa fijó en su jóven
-compañera unos ojos que conservaban aun toda la viveza de la juventud.
-
-La otra (la mas jóven) estaba en la flor de la primavera de la vida; en
-esa edad dichosa en que si alguna vez para nuestro bien place á Dios
-enviar á la tierra ángeles bajo la figura de mortales sin duda los
-reviste de una forma como la suya. No tenia mas que diez y siete años.
-
-Levantando casualmente la vista en el momento en que la Señora la
-contemplaba en silencio, arrojó á la espalda, sus cabellos que tenia
-sencillamente trenzados sobre su frente y habia en su mirada tanta
-dulzura y tanto candor que al verla era imposible no amarla.
-
-La Señora sonrió; pero su corazon estaba lleno de amargura, y al propio
-tiempo enjugó una lágrima.
-
---Hace mas de una hora que Brittles ha partido ¿no es cierto?
---preguntó despues de un momento de silencio.
-
---Una hora y doce minutos mi Señora! --contestó Giles sacando de su
-bolsillo un reló de plata sujeto por una cinta negra pasada alrededor
-del cuello.
-
---Anda siempre tan despacio! --observó la anciana.
-
---Brittles ha sido siempre un muchacho muy pesado mi señora --replicó
-el criado, como queriendo hacer comprender que poseyendo por espacio de
-treinta años esta cualidad no habia razon para que se volviera mas
-activo.
-
---Creo que va de mal en peor. --dijo la señora.
-
---No tiene escusa alguna especialmente si se para á jugar con otros
-muchachos --dijo riendo la jóven.
-
-Mr. Giles calculaba si podia permitirse una sonrisa de aprobacion, cuando
-un _gig_ se paró ante la puerta del jardin y bajó de él un caballero
-gordo que entrando sin hacerse anunciar, en su precipitacion por poco
-tumba á Mr. Giles y á la mesa del desayuno.
-
---Se ha visto jamás cosa semejante! --esclamó el caballero gordo
---Querida Señora Maylie! Es posible! Y en medio de la noche por
-añadidura! Es inaudito!
-
-Esto diciendo alargó afectuosamente su mano á las dos señoras y
-sentándose á su lado preguntó por su salud.
-
---Me admiro de que no hayais muerto de espanto! --prosiguió --Porqué no
-me habeis avisado antes? Mi criado hubiera venido al momento . . . y yo
-mismo, con él ó con cualquiera otro, hubiéramos tenido la satisfaccion
-en semejante circunstancia . . . Dios de Dios! Cuando pienso en ello!
-Cosa imprevista! Y lo peor en medio de la noche!
-
-Lo que mas sorprendia al recien llegado era que el atentado hubiese sido
-imprevisto y que los ladrones hubiesen escojido la noche para llevarlo á
-cabo; como si esos _caballeros_ tuviesen la costumbre de trabajar en
-plena luz y de escribir por el correo tres dias antes para dar aviso de
-su llegada.
-
---Y vos señorita Rosa? --continuó dirijiéndose á la jóven --Yo . . .
-
---Oh! ciertamente! --contestó esta interrumpiéndole --Pero hay arriba
-un pobre desgraciado, que mi tia desea mucho veais.
-
---De muy buena gana Giles; segun me han dicho es uno de vuestros buenos
-golpes de mano?
-
-Mr. Giles que en este momento arreglaba las tazas de thé, se ruborizó
-hasta el blanco de los ojos y respondió que habia tenido este honor.
-
---A esto llamais honor! repuso el caballero gordo --A fé mia! no lo
-comprendo del todo! Pueda que es mas honroso tirar á quema ropa sobre un
-ladron, en una bodega que herir á vuestro hombre á doce pasos de
-distancia . . . Lindo duelo!
-
-Mr. Giles poco satisfecho de ver que tratando tan á la ligera esta
-materia se disminuia en mucho el mérito de su accion, respondió
-respetuosamente que no se creia con derecho de juzgar sobre este asunto;
-pero que podia tener la conviccion de que este no era una adulacion para
-su adversario.
-
---Es verdad como hay Dios! dijo el otro --Dónde se halla? Enseñadme el
-camino! Volveré á veros al bajar señora Maylie. Es esa la ventana por
-la que se ha introducido hé? A la verdad jamás hubiera podido creerlo.
-Y así hablando subió trás Mr. Giles la escalera.
-
-Mr. Losberne cirujano de la vecindad, conocido bajo el nombre de doctor,
-en diez lugares á la redonda, era el mas alegre y el mas franco de los
-celibatarios de la comarca. Estuvo mucho tiempo al lado del herido,
-sacaron del cofre de su carruaje una gran caja plana, los criados
-estuvieron en un contínuo movimiento; lo que hizo presumir que pasaba
-algo de estraordinario.
-
---Con todo al fin bajó; y por toda respuesta á las preguntas solicitas
-de la señora Maylie, cerró la puerta con aire de misterio y se arrimó
-de espaldas á ella cómo para impedir que nadie entrará.
-
---Señora Maylie, esto es muy sorprendente! --dijo el doctor.
-
---Confio que no estará en peligro! --dijo la anciana señora.
-
---A fé mia! --En el punto en que se hallan las cosas nada tendria de
-estraño. Con todo creo que el caso no es tan apurado. --Habeis visto á
-ese ladron?
-
-No. --respondió la anciana.
-
---Y nada sabeis de él?
-
---Nada absolutamente.
-
---Perdonad señora. --dijo Mr. Giles --Iba á deciros algo cuando el
-doctor Losberne ha entrado.
-
-Es lo cierto que Mr. Giles no pudo decidirse en el primer momento á
-confesar que habia disparado contra un niño. Se habia glorificado tanto
-su bravura que queria gozar el mayor tiempo posible de la reputacion
-colosal que últimamente se habia adquirido.
-
---Rosa deseaba ver á ese hombre dijo la Señora Maylie --pero yo no lo
-he permitido.
-
---Su aspecto no tiene nada de aterrador, os lo aseguro. --replicó el
-doctor --Consentiriais verlo en presencia mia?
-
---Si; si creeis que sea necesario.
-
---Porque creo que es necesario, os he hecho esta pregunta. De todos
-modos, estoy cierto que os arrepentiriais mucho de no haberle visto si
-esperaseis mas. Es mejor ahora . . . Señorita Rosa accedeis á mi
-peticion? Os juro, que no hay temor alguno en verle.
-
-Mientras aseguraba á las señoras, que quedarian agradablemente
-sorprendidas á la vista del criminal, Mr. Losberne tomó del brazo á la
-jóven y presentando la mano á la Señora Maylie las condujo con mucha
-cortesía al aposento del enfermo.
-
---Ahora --dijo en voz baja y abriendo suavemente la puerta --veamos un
-poco lo que vais á pensar! A pesar del mucho tiempo que no se ha
-afeitado su barba, no por eso tiene el aspecto mas feroz! Con todo
-esperad! Que sepa antes si esti visible.
-
-El doctor entró el primero y despues de haber echado una ojeada en el
-aposento, hizo señal á las dos señoras de que podian acercarse. Luego
-cerró la puerta trás de ellas y habiendo dado algunos pasos hácia el
-lecho apartó el cortinaje con cautela.
-
-En lugar del bandido de aspecto feroz que temian ver, solo contemplaron
-á un pobre niño rendido de dolor y de fatiga que dormia profundamente
-con un brazo en cabestrillo y colocado sobre su pecho, mientras que el
-otro sostenia su cabeza media oculta por sus cabellos desordenados.
-
-En tanto que el doctor observaba al enfermo, la jóven se deslizó
-ligeramente hasta su lado, sentóse á la cabecera del lecho, separó sus
-cabellos y algunas lágrimas escapándose de sus ojos cayeron sobre la
-frente del niño.
-
-Este se removió un poco y sonrió en su sueño, como si estas muestras
-de compasion hubieran producido en él un encanto agradable de amor y
-ternura que jamás habia gozado.
-
---Qué significa esto? --esclamó la anciana --Este niño jamás ha
-podido ser cómplice de ladrones!
-
---El vicio! --dijo el cirujano, con un suspiro y dejando caer el
-cortinage --El vicio mora en muchos templos! Eh! ¿Quién puede decir que
-un bello exterior no lo encierra?
-
---Pero á una edad tan tierna! --observó Rosa.
-
---Querida señorita! --replicó gravemente el cirujano --El crímen, lo
-mismo que la muerte, no se pega solo á las personas maduras y diformes;
-los mas jóvenes y los mas hermosos, son demasiado amenudo sus victimas
-de predileccion.
-
---Pero podeis creer Mr. Losberne --dijo Rosa --podeis creer realmente que
-este niño tan delicado, haya sido el cómplice voluntario de aquellos
-bandidos?
-
-El cirujano meneó la cabeza como para demostrar sus temores de que esto
-fuera posible; y observando que podian turbar el reposo del enfermo
-pasaron los tres á un aposento inmediato.
-
---Pero aun que fuera lo que pensais --prosiguió Rosa --considerad que es
-tan jóven! Qué tal vez nunca ha conocido lo que es el amor ó los
-cuidados de una madre! Qué los golpes, los malos tratos y la falta de
-pan lo habrán reducido á asociarse con los hombres que lo han
-arrastrado el crímen! Tia mia! Mi buena tia! Por el amor de Dios
-refleccionadlo bien antes de dejar llevar este pobre niño á una
-prision, donde de seguro perderá la esperanza de volverse mejor! Oh! Por
-el afecto maternal que me profesais y sin el cual yo misma privada de
-padres, hubiera tal vez sido abandonada como ese pobre niño, tened
-piedad de él antes que sea demasiado tarde!
-
---Querida niña! --dijo la anciana apretando á Rosa contra su corazon
---Crees tú pues, que quisiera quitarle un solo cabello de su cabeza?
-
---Oh no! --repuso vivamente Rosa --No buena tia, sois incapaz!
-
---Sin duda. --replicó la Señora Maylie --Mis dias tocan á su fin!
-Ojalá el cielo tenga piedad de mí como yo la tengo de los otros! Señor
-Losberne que puedo hacer para salvarle?
-
---Esperad un poco. --dijo este --Dejad que calcule si hay un medio.
-
-Entonces el doctor metiendo las manos en sus faltriqueras se paseó de
-arriba abajo en el aposento, ya parándose y balanceándose sobre la
-punta de los piés esclamando: Esto es! ya frunciendo el ceño de una
-manera espantosa y diciendo: ¿no es esto! Al fin despues de muchas idas
-y venidas se paró en seco y habló así:
-
---Creo que si me otorgais plenos poderes para asaltar á Giles y á ese
-imbécil de Brittles podré lograr el intento . . . Convengo en que son
-un bravo muchacho y un fiel servidor; pero teneis mil medios para
-remunerar al uno y premiar al otro, su _destreza_ en la pistola. --No
-teneis objecion alguna que hacer?
-
---A menos que no haya otro medio de salvar á este niño. --respondió la
-Señora Maylie.
-
---No veo otro. --contestó el doctor --Y podeis estar segura de que
-realmente no hay otro.
-
---Pues bien; mi tia os dá plena y entera libertad para obrar como
-querais. --dijo Rosa sonriendo y llorando á la vez de ternura. --Con tal
-que no useis con esos pobres diablos mas que de la severidad
-absolutamente necesaria.
-
---Paréceme --dijo el doctor --que pensais que escepto vos hoy todo el
-mundo debe tener el corazon duro. Deseo, únicamente por el interés de
-la generacion creciente de los de mi secso, que tengais el corazon tan
-tierno para el primer muchacho bonito que hará un llamamiento á vuestra
-compasion y yo mismo siento no poder ser jóven para poder aprovecharme
-al momento de las disposiciones favorables en que estais actualmente.
-
---Sois tan niño como ese pobre Brittles. --contestó Rosa ruborizándose.
-
---No es una cosa tan difícil ante vos! --replicó el cirujano riendo de
-todo corazon. --Pero volviendo á nuestro enfermo, me resta manifestaros
-el punto principal de nuestro convenio. Creo que se dispertará dentro de
-una hora y aun que haya dicho á ese avestruz de _constable_ que está
-abajo en la cocina, que el niño no puede menearse ni hablar sin peligro
-de su vida, estoy en la conviccion de que sin temor podemos conversar un
-rato con él. En ello pongo una condicion y es que si luego de haberle
-interrogado en vuestra presencia juzgamos que es realmente un _bribon_
-(lo que es muy probable) lo abandonarémos á su mala suerte, sin que en
-todo caso me mezcle yo mas en el asunto.
-
---Oh! No mi buena tia! --dijo Rosa con tono suplicante.
-
---Oh! si, mi buena tia! --dijo el doctor. --Quedamos, convenidos?
-
---No puede estar endurecido por el vicio. --insistió Rosa --Es imposible!
-
---Tanto mejor! --replicó el doctor --Razon de mas para acceder á mi
-proposicion.
-
-Finalmente el tratado quedó concluido y nuestros amigos se sentaron
-esperando que Oliverio se dispertára.
-
-La paciencia de las dos señoras, tuvo que soportar una prueba mas larga
-de la que esperaban despues de lo que Mr. Losberne les habia dicho.
-Muchas horas transcurrieron una tras otra y Oliverio dormia siempre.
-
-Era ya cuasi de noche cuando el buen doctor anunció que el niño estaba
-bastante despierto para que se le pudiera hablar. --No se halla bien que
-digamos y la sangre que ha perdido ha agotado enteramente sus fuerzas;
-pero parece manifestar tal deseo de revelar alguna cosa, que vale mas
-facilitarle la ocasion mas bien que obligarle á permanecer quieto hasta
-mañana.
-
-La conversacion fué larga porque Oliverio relató toda su historia y el
-sufrimiento y la debilidad le obligaron muchas veces á detenerse. Habia
-algo de solemne, al escuchar, en este aposento sombrío la voz dulce y
-lánguida de un pobre niño que hacia la numeracion de las desgracias que
-los malos habian atraido sobre él.
-
-Despues que Oliverio hubo concluido de hablar y cuando se disponia para
-volverse á dormir, el doctor profundamente conmovido por lo que acababa
-de oir se retiró enjugándose los ojos y buscó á Mr. Giles para
-empezar las hostilidades con él. No encontrando nadie abajo, ni en el
-recibidor, ni en las salas, dirijió sus pesquizas hasta la cocina con la
-esperanza de mayor éxito. Vió en efecto en ese _salon de recibo_ de la
-_gente doméstica_ una sociedad numerosa compuesta de las dos criadas, de
-Mr. Brittles de Mr. Giles, del calderero, quien (en consideracion á sus
-servicios) habia sido invitado á pasar el dia en la casa, y del
-_constable_. Este último tenia un _grueso_ baston, una _gruesa_ cabeza,
-_gruesa_ fisonomia y parecia haber bebido toda la cerveza que su _grueso_
-vientre podia contener.
-
---No os desordeneis. --dijo el doctor, con una señal de mano.
-
---Sois muy bueno señor! --contestó Giles --La señora me ha encargado
-que distribuyera cerveza; y como no me sentia del todo dispuesto á
-permanecer solo en mi aposento queriendo además gozar de la ventaja de
-la _sociedad_, bebo mi _porcion_ en compañia de esos _caballeros_ y de
-esas _señoras_ que veis.
-
-Brittles balbuceó algunas palabras aduladoras y un murmullo de
-aprobacion se elevó en la asamblea para expresar todo el placer que
-esperimentaba de una tal prueba de condescendencia por parte de Mr. Giles.
-
---Cómo va el enfermo esta noche señor Losberne? --preguntó éste.
-
---Así, así. --respondió el doctor --Temo mucho que no os hayas metido
-en un atolladero Señor Giles!
-
---No es posible! --esclamó éste todo tembloroso. --¿Queréis decir que
-morirá de esta? Si lo creyera no seria ya mas feliz en toda mi vida. Por
-todo el oro del mundo no quisiera ser la causa de la muerte de un niño.
-
---No es esto lo que yo quiero decir, --repuso el doctor con tono
-misterioso. --Sois _protestante_ Señor Giles?
-
---Si lo soy caballero? --tartamudeó este último, que estaba pálido
-hasta dar miedo --Nadie puede dudarlo!
-
---Y vos jóven? --preguntó bruscamente el doctor volviéndose á
-Brittles.
-
---Dios mio caballero! --respondió éste estremeciéndose --Soy
-absolutamente como Mr. Giles.
-
---Dígame pues ahora cada uno de vosotros! --replicó el doctor con tono
-furioso. Podriais afirmar con juramento que el niño que está arriba es
-el mismo que han introducido por la ventana la noche pasada? Vaya
-responded! Estamos prontos á oiros.
-
---El doctor que generalmente era conocido por el hombre mas bonachon que
-jamás haya existido, hizo esa pregunta con un tono tan conciso que Giles
-y Brittles aturdidos por la cerveza y por la agitacion en que les ponia
-este exámen se miraron fijamente uno á otro en un estado de completa
-estupefaccion.
-
---Parad bien la atencion á lo que van á responder _constable_!
---prosiguió el doctor agitando el índice de su mano derecha con mucha
-gravedad y dándose golpecillos sobre la nariz para exitar el interés de
-este funcionario --Antes de poco vamos á saber de que se trata.
-
---Este dándose humos de hombre _capaz_ tomó su baston de servicio que
-habia colocado en un rincon de la chimenea.
-
---Tened en cuenta que esta es sencillamente una cuestion de identidad!
---dijo el doctor.
-
---Estoy, estoy en ello caballero! --contestó el _constable_, llevando la
-mano á su boca para toser. (pues vaciando su vaso distraido habia
-tragado de través.)
-
---Figuraos una casa que se fuerza. En la obscuridad mas profunda . . . en
-medio del tumulto y la confusion . . . entre el humo espeso de la
-pólvora . . . dos hombres creen haber vislumbrado á un niño. Sucede
-por casualidad que á la mañana siguiente muy de mañana un niño viene
-á llamar á la puerta de esta misma casa, y porque lleva el brazo
-envuelto en un pañuelo, esos dos hombres se apoderan de él, lo
-arrastran al vestíbulo y no contentos con poner de este modo su vida en
-el mayor peligro, llegan hasta á afirmar con juramento que es el ladron!
-Ahora se trata de saber si no han tenido razon de obrar como lo han hecho
-y si sus sospechas son falsas en que situacion se encuentran colocados.
-
-El constable hizo una señal de cabeza respetuoso, y dijo que si no
-estaba allí la ley seria muy curioso saber quien estaria.
-
---Os lo demando por última vez! --dijo el doctor con voz de trueno
---Podeis jurar que ese sea el mismo niño?
-
-Brittles miraba á Giles con aire de duda y Giles miraba á Brittles del
-propio modo; el _constable_ habia puesto la mano á su oreja para coger
-mejor su respuesta; las dos mugeres y el calderero se inclinaban adelante
-para escuchar, y el doctor arrojaba una mirada penetrante en torno suyo,
-cuando se oyó un ruido de ruedas y al mismo tiempo llamaron á la puerta
-del jardin.
-
---Son los agentes de policía! --esclamó Brittles con inquietud.
-
---Quiénes? --preguntó el doctor estupefacto á su vez.
-
---Los agentes de policía de Bow-Street --replicó Brittles tomando una
-vela. Yo y Mr. Giles los hemos mandado llamar esa mañana.
-
---Cómo! --esclamó el doctor.
-
---Es la verdad! --repuso Brittles --He enviado recado por el conductor de
-la diligencia y estraño que no hayan llegado mas pronto.
-
---Ah! Habeis mandado un expreso no es esto? Qué el diablo se lleve á
-vuestros conductores por mar! --esclamó el doctor marchándose.
-
-
-
-
-[Illustration: Enlugar de un bandido de aspecto feroz vieron á un pobre
-muchacho rendido de dolor y de fatiga.]
-
-
-
-
-CAPÍTULO XXX.
-
-POSICION CRÍTICA.
-
-
-QUIEN vá? --preguntó Brittles entreabriendo la puerta y poniendo su
-mano ante la vela para ver mejor.
-
---Abrid --respondió un hombre --Somos los agentes de policía que se han
-mandado llamar esa mañana.
-
-Tranquilizado por estas palabras Brittles abrió la puerta de par en par
-y se encontró cara á cara con un hombre vestido de redingote largo
-quien entró magestuosamente sin decir palabra y restragó sus piés
-sobre la estera con tanta sangre fria como si entrára en su casa.
-
---Enviad á alguien para que dé un golpe de mano á mi camarada! Lo
-entendeis jóven --dijo el agente de policía. --Está en el _gig_ para
-guardar el caballo. Teneis una cochera donde se pudiera meter á este
-último bajo cubierto por algunos minutos?
-
-Brittles respondió afirmativamente señalando una pequeña cuadra
-destinada para este objeto.
-
---Queréis anunciar á vuestro amo que los Señores _Blathers_ y _Duff_
-están aquí? --dijo el primero pasando la mano por sus cabellos y
-colocando un par de manillas sobre la mesa --Ah! Buenas noches caballero!
-Me permitireis dos palabras en particular?
-
-Estas espresiones se dirijian á Mr. Losberne, que apareció en este
-momento y que habiendo hecho señal á Brittles de retirarse, hizo entrar
-á los dos señores y cerró la puerta.
-
---Ahí teneis á la señora de la casa. --dijo volviéndose hácia la
-señora Maylie.
-
-Mr. Blathers se inclinó respetuosamente é invitado para que se
-sentára, dejó su sombrero en el suelo, tomó una silla é hizo señal
-á Duff de que hiciera lo mismo. Luego pidieron los informes mas
-minuciosos sobre el suceso. El doctor que deseaba ganar tiempo, les
-contó los detalles con toda la latitud posible. Ellos escuchaban con
-ademan de interés el mas vivo como gentes que lo entienden.
-
---Pero qué significa ese muchacho de que hablan los criados? --preguntó
-Blathers.
-
---Es verdad que uno de los criados se ha metido en la cabeza la idea de
-que ese muchacho estaba para algo en el asunto; ¡pero esta idea es un
-absurdo! No hay nada de todo esto.
-
---Es muy fácil de decir! --observó Duff.
-
---Tiene razon! --dijo Blathers haciendo con la cabeza una señal de
-aprobacion y jugando _instintivamente_ con las manillas como se haria con
-unas castañuelas. --Quién es ese niño? Qué dice de sí mismo? De
-dónde viene? Qué diablo! No puede haber caido de las nubes! No es
-cierto caballero!
-
---Sin duda. --contestó el doctor haciendo un guiño significativo á las
-dos señoras. --Estoy enterado de toda su historia; pero hablarémos
-luego de esto . . . Tal vez no os vendrá mal ver antes la ventana que
-han roto los ladrones hé?
-
---Ciertamente! --respondió Blathers --Mejor será que primero
-inspeccionemos los lugares . . . Luego interrogarémos á los criados . . .
-Esta es nuestra costumbre de proceder.
-
-Trajeron luces y los Señores Blathers y Duff acompañados del
-_constable_ del distrito, de Brittles, de Giles y en fin de todos los
-comensales de la casa, se dirijieron á la pequeña bodega situada al
-estremo de la entrada.
-
-Despues de haber examinado su ventana, dieron la vuelta por el prado,
-examinaron de nuevo la ventana y luego el postigo y con la ayuda de un
-farol siguieron la huella de las pisadas y batieron los zarsales con una
-orquilla.
-
-Hecho esto en presencia de todos los concurrentes que observaron durante
-este tiempo el silencio mas riguroso se entró otra vez en la sala y
-allí Giles y Brittles fueron requeridos á dar la representacion
-dramática del papel que habian desempeñado la noche anterior, y se vino
-en conocimiento el que despues de haber repetido esta escena cinco ó
-seis veces, no se contradijeron mas que sobre un solo hecho importante en
-la primera y sobre una docena á lo mas en las últimas.
-
-Agotada la volubilidad de nuestros dos actores, Blathers y Duff se
-retiraron á la habitacion vecina y tuvieron consejo entre ambos. La
-naturaleza y la importancia de su coloquio fueron tales, que una consulta
-de los mas hábiles doctores sobre el caso mas espinoso en materia de
-medicina, comparada con él no hubiera sido mas que un juego de niños.
-
-Entre tanto el doctor que habia quedado solo con las dos señoras se
-paseaba arriba y abajo de la sala, sumamente agitado mientras que Rosa y
-la Señora Maylie se miraban con aire de inquietud.
-
---Por vida mia! --dijo parándose en seco --Verdaderamente no sé que
-hacer!
-
---Estoy segura que la historia de este niño contada francamente á esos
-hombres bastaria para disculparle á sus ojos. --dijo Rosa.
-
---Yo lo dudo mucho querida! --contestó el doctor meneando la cabeza --No
-creo que ella pueda producir buen efecto en el ánimo de esas gentes . .
-ni mas ni menos que en el de los de un grado superior. En resúmen quién
-es? (objetarán) Un vagamundo y no mas. Si juzgamos por las apariencias y
-las consideraciones del mundo, su historia es bastante dudosa.
-
---Pero vos, la teneis por verdadera, no es cierto? --repuso vivamente la
-jóven.
-
---Sí; sin duda. Creo en ella por estraña que sea y por eso puedo ser
-muy bien un solemne papanatas replicó el doctor --Pero no creo (como os
-lo he dicho poco hace), que sea este el género de historia que pueda
-interesar á un agente de policía algo versado en la gramática de su
-profesion.
-
---Por qué no? --preguntó Rosa.
-
---Por qué bella niña? --contestó el doctor. --Porque considerada bajo
-cierto aspecto y sobre todo por esas gentes, hay en ella bastante de
-obscuro. Ese niño no puede probar mas que las circunstancias que están
-en contra suya y ni una de las que podrian militar en su favor --El
-diablo se lleve á los agentes de policía! Querrán tener los _si_ y los
-_porqué_ y de pronto no nos harán concesion alguna! Segun nos ha dicho
-él mismo ya veis que por espacio de algun tiempo ha estado con ladrones!
-Ha sido llevado á un tribunal de policía como autor del hurto de un
-pañuelo á un caballero, luego evacuando una comision de este mismo
-caballero que lo ha tratado con todas las consideraciones posibles, es
-arrastrado en un sitio que no puede describir y del que no tiene la menor
-idea . . . Es el caso, que les dá el capricho á unos hombres de
-conducirlo á Chertsey á su pesar; se le hace pasar por una ventana con
-el intento de pillar la casa y justamente en el instante en que quiere
-dar el grito de alarma (el único hecho que hubiera podido probar en su
-favor si se hubiese ejecutado), llega el mayordomo y le tira un
-pistoletazo, como para impedirle el obrar en su propio interés! Se ha
-visto nunca cosa semejante?
-
---No digo que no; --respondió Rosa sonriéndose de la vivacidad del
-doctor --Pero no veo en todo esto nada que demuestre la culpabilidad de
-ese pobre niño.
-
---No; sin duda. --contestó el doctor --Gracias á la belleza de vuestro
-sexo no veréis nunca mas que un lado de la cuestion; sea bueno ó malo,
-siempre es el que primero se presenta.
-
-Esto diciendo, el doctor metió las manos en sus faltriqueras y se paseó
-de nuevo arriba y abajo con mayor agitacion que antes.
-
---Cuanto mas lo reflecsiono --dijo mas entreveo el sin número de
-dificultades que tendrémos que vencer. Si contamos á esos hombres la
-cosa tal como ella es, estoy cierto que no nos creerán y aun suponiendo
-que mas tarde acaben por disculpar á ese niño, la publicidad que darán
-á este asunto y la duda que lo envolverá, destruirán todo el afecto de
-la buena accion que os proponeis, sacándole de este mal paso.
-
---Entónces qué hacer? --esclamó Rosa --Dios mio! Dios mio! ¿Por qué
-se ha dicho á esos hombres que vinieran?
-
---Es verdad! --dijo la Señora Maylie --Lo daria todo en el mundo, porque
-no hubieran venido!
-
---Lo mejor que hay que hacer, segun mi opinion --dijo Mr. Losberne
-dejándose caer en una silla, como hombre que ha perdido toda esperanza
---es revestirnos de una buena dósis de audacia . . . No veo otro medio . . .
-Nuestra intencion es laudable y en ello hay escusa . . . Ese niño
-tiene fuertes síntomas de fiebre y no se encuentra en situacion de poder
-hablar. Este es ya un buen recurso . . . Harémos todo lo posible y sino
-salimos con la nuestra á fé mia no tendrémos de ello la culpa! Entrad!
-
---Y bien paisano --dijo Blathers seguido de su compañero y cerrando la
-puerta --No era esto un golpe premeditado?
-
---Eh! á qué diablos llamais un golpe premeditado? preguntó el doctor
-con impaciencia.
-
---Nosotros llamamos un golpe premeditado --respondió Blathers,
-(dirijiéndose con preferencia á las señoras como si tuviera compasion
-de su ignorancia á la vez que despreciaba la del doctor.) --cuando los
-criados de la casa están para algo en el asunto.
-
---Nadie ha tenido la menor sospecha de ellos en esta circunstancia.
---dijo la Señora Maylie.
-
---No digo lo contrario. --replicó Blathers --Con todo no es menos
-cierto, que podrian muy bien estar en él.
-
---Con mayor razon sabiendo que tienen la confianza de sus amos --repuso
-Duff.
-
---Tenemos motivos para creer que el golpe ha sido dado por _pegres de la
-alta banda_ prosiguió Blathers --Nosotros reconocemos al momento esto
-por la clase de _trabajo_ que es de mano maestra.
-
---Y algo _pulido_ que digamos! --añadió Duff á media voz.
-
---Eran dos. --continuó Blathers --Y no cabe duda que con ellos iba un
-niño. Ello es muy fácil de adivinar viendo la ventana . . . Esto es lo
-que podemos decir por el presente. Nos falta ver al muchacho que teneis
-arriba. Si gustais guiarnos.
-
---No tomarán antes un vaso de cualquier cosa? --dijo el doctor ufano de
-haber encontrado este medio para entretenerles un poco.
-
---Ciertamente! --dijo Rosa adivinando la atencion de este último. --Al
-instante si os place?
-
---Con mucho gusto señorita. --dijo Blathers pasando la mano por sus
-lábios. Esta clase de _faena_ no deja de ser fatigosa. No os incomodeis
-por nosotros señorita. Dadnos lo primero que tengais á mano.
-
---Qué queréis tomar? --preguntó él doctor dirigiéndose con Rosa á
-la alacena. Decid vuestro gusto señores!
-
---Una gotita de licor si os es igual paisano --dijo Blathers. --Señora
-no hacia calor que digamos cuando hemos salido esta mañana de Lóndres y
-paréceme que no hay nada mejor para reanimarse que un vasito de licor.
-
-El doctor aprovechándose del momento en que la señora Maylie decia algo
-lisonjero, en respuesta á la reflexion de este último se escaballó con
-destreza.
-
-Los Señores Duff y Blathers se pusieron á contar hazañas de ladrones y
-á encarecer su utilidad para realzarse á los ojos de las señoras que
-los escuchaban con complacencia á fin de dar tiempo al doctor, para
-prepararlo todo. Al cabo Mr. Losberne apareció.
-
---Ahora, señores, si gustais venir conmigo?
-
---Allá vamos! --dijo Blathers y los dos agentes de policía siguieron á
-Mr. Losberne que los condujo al aposento de Oliverio, precedidos de Giles
-que los alumbraba.
-
-Oliverio habia dormido; pero tenia un recargo de fiebre y parecia estar
-sumamente malo. Cuando el doctor le ayudó á incorporarse, miró á los
-dos forasteros sin dar muestras de saber donde estaba ni lo que sucedia
-á su alrededor.
-
---Mirad! --dijo Mr. Losberne hablando con dulzura; pero sin embargo con
-firmeza. Mirad al niño que habiendo sido herido casualmente por un fusil
-de viento al pasar por la propiedad del señor . . . (cómo le llamais
-vosotros? Quién habita detrás de aquí?) ha venido esa mañana para
-pedir socorro y ha sido indignamente maltratado por ese individuo que
-veis con la vela en la mano y que es causa de que la vida de ese muchacho
-está en el mayor peligro, como puedo afirmarlo en mi cualidad de médico.
-
---MM. Blathers y Duff flecharon su vista sobre Mr. Giles quien á su vez
-miró alternativamente á los dos agentes de policía, al jóven enfermo
-y al doctor con la espresion mas cómica de inquietud y de temor.
-
---Creo que no podeis decir lo contrario? --prosiguió el doctor acostando
-otra vez á Oliverio con precaucion.
-
---Todo lo que he hecho, ha sido con . . . con buen fin. --respondió
-Giles --Os aseguro que no tengo mal carácter. Si no hubiese creido que
-ese era . . . el niño de . . . del . . . de los . . . me habria guardado
-muy bien . . .
-
---El niño de quiénes decís? --preguntó Mr. Duff.
-
---El niño de uno de los ladrones. --contestó Giles --Es la pura verdad
-que llevaban . . . con ellos . . . un . . . un niño.
-
---Y estais aun en la conviccion de que ese sea el mismo? --preguntó
-Blathers.
-
---Qué sea el mismo quién? --contestó Giles mirando á Blathers con
-aire despavorido.
-
---El mismo niño imbécil! --dijo Blathers perdiendo la paciencia.
-
---No podria deciros . . . A la verdad no sé. --respondió Giles
-completamente desconcertado . . . --No podria afirmarlo . . . Pienso . . .
-
---Qué pensais? --preguntó Blathers.
-
---No sé que pensar. --replicó el pobre Giles --No pienso, en verdad que
-ese sea el mismo niño. Estoy cuasi seguro de que no es él . . . Vos
-mismo sabeis bien que no puede ser él.
-
---Acaso ese hombre ha bebido? --dijo Blathers dirijiéndose al doctor.
-
---Sois un famoso avestruz! Largaos. --añadió Duff dirijiéndose á
-Giles con el tono del mas profundo desden.
-
---Mr. Losberne que durante este diálogo habia tomado el pulso del
-enfermo, se levantó de su silla y dijo á los señores de la policía,
-que si abrigaban la menor duda sobre este asunto, no tenian mas que pasar
-al aposento inmediato para interrogar á su vez á Brittles.
-
-Habiendo gustado la proposicion, se mandó subir á Brittles quien, con
-sus contradicciones innumerables, no hizo mas que embrollar el hecho en
-vez de esclarecerlo. Dijo entre otras cosas que le seria imposible
-reconocer al niño, aun cuando en aquel momento estuviera, ante su vista:
-y que habia pensado que era Oliverio porque el mismo Mr. Giles, lo habia
-creido; pero que este último acababa de confesar en la cocina aun no
-hacia cinco minutos, que empezaba á temer no hubiera sido demasiado vivo
-de genio.
-
-Conforme esta deposicion, se trató de saber si Mr. Giles habia realmente
-herido á alguno y verificado el exámen de la segunda pistola, se vió
-que no estaba cargada mas que con pólvora y un poco de taco cosa que
-sorprendió considerablemente á todos; escepto al doctor, que diez
-minutos antes habia sacado de ella la bala. Pero, sobre el ánimo de
-quien ese descubrimiento hizo mas impresion fué sobre el de Mr. Giles
-quien despues de haber sido atormentado durante algunas horas por el
-temor de haber herido mortalmente á uno de sus semejantes se tragó el
-anzuelo con la mayor satisfaccion del mundo.
-
-Al fin, sin ocuparse ya mas de Oliverio, los agentes de policía, dejaron
-en la casa al _constable_ de Chertsey y se fueron á dormir á la ciudad,
-despues de haber prometido volver á la mañana siguiente muy de mañana.
-
-En dicha mañana muy de mañana corrió la voz de que en la prision de
-Kingston habia dos hombres y un niño que habian sido presos la noche
-precedente como sospechosos. En consecuencia MM. Blathers y Duff hicieron
-rumbo hácia Kingston.
-
-El crímen de aquellos hombres consistia en haberlos encontrado dormidos
-en un rimero de heno, crímen que aun que sea enorme que digamos, no es
-castigado mas que con pena de prision: porque á los ojos de la ley
-inglesa (esta ley tan dulce y tan buena para todos los vasallos del rey.)
-no hay en esta accion de dormir bajo el _bello fulgor de las estrellas_
-prueba suficiente de que los que se han hecho culpables de ella hayan por
-esto cometido un robo con escalamiento y fractura é incurrido de
-consiguiente en la pena de muerte. MM. Blathers y Duff volvieron pues á
-casa la señora Maylie tan _sabios_ como habian partido de ella.
-
-En fin, despues de una conferencia bastante larga, respecto á Oliverio
-fué convenido que la señora Maylie y Mr. Losberne, serian sus fiadores;
-en el caso de que la justicia volviera á este asunto y un escribano de
-los alrededores fué llamado á este efecto para otorgar la caucion.
-
-Nuestros dos agentes de policía despues de haber recibido un par de
-_guineas_ por la pena que se habian dado, regresaron á Lóndres cada uno
-con opiniones del todo diversas respecto á su espedicion: El uno (Duff.)
-despues de maduras reflecsiones, sosteniendo que la banda de Pett estaba
-para algo en la tentativa de robo; y el otro (Blathers.) atribuyendo todo
-el mérito de ella al famoso Conney Chickweed.
-
-Gracias á los cuidados de la Señora Maylie, de Rosa y del benévolo Mr.
-Losberne, Oliverio se restableció poco á poco.
-
-
-
-
-CAPÍTULO XXXI.
-
-DE LA VIDA FELIZ QUE OLIVERIO LLEVA CON SUS AMIGOS.
-
-
-COMO la enfermedad de Oliverio, habia sido de un carácter sério, su
-convalecencia fué larga. Los dolores que le causaba su herida, unidos á
-una fiebre ardiente, que duró mas de un mes le habian aniquilado del
-todo. Penetrado de los cuidados que sus dos huéspedas le prodigaban, les
-manifestaba su gratitud con las lágrimas en los ojos y á menudo las
-decia, cuanto sentia la tardanza en restablecerse para hacer algo por
-ellos aunque no fuera sino para probarlas que sus bondades no eran
-estériles y que el pobre niño á quien ellas habian libertado de la
-miseria y tal vez de la muerte, estaba del todo entregado á su servicio.
-
-Y sin embargo apesar de las bondades de la Señora Maylie y de Rosa,
-Oliverio estaba á menudo inquieto. Parecia esperimentar un remordimiento
-y era que pensaba en Mr. Brownlow y en aquella anciana señora que le
-habian tratado tan bien durante su enfermedad. Temia pasar por un ingrato
-á los ojos de sus generosos protectores y así no estuvo tranquilo hasta
-que Mr. Losberne le hubo prometido formalmente llevarlo á verlos luego
-que se hallaria en estado de soportar el viaje.
-
-Oliverio se restableció al fin. En consecuencia una hermosa mañana
-partió con Mr. Losberne en la calesa de la Señora Maylie. Llegados al
-puente de Chertsey, se puso pálido y lanzó un grito penetrante.
-
---Vaya! ¿qué le da ahora á este muchacho? --esclamó el doctor con
-tono brusco como de ordinario --¿Qué ves? ¿Qué sientes? ¿Qué oyes?
-Ea! habla!
-
---Esa casa caballero! --dijo Oliverio.
-
---Y bien! ¿Qué? Parad cochero! Qué es lo que tiene de particular esa
-casa muchacho?
-
---Los ladrones! La casa en que me han conducido! --dijo en voz baja
-Oliverio.
-
-Sin dar tiempo al cochero para bajar de su asiento el doctor logró (no
-sé como) salir de la calesa y corrió en derechura á la casucha, á
-cuya puerta llamó con golpes redoblados, como un rabioso.
-
---Voto á mil legiones de demonios! --prorrumpió un feo y raquítico
-jorobado, abriendo la puerta tan bruscamente que el doctor que acababa de
-dar su último punta-pié perdió el equilibrio y faltó poco, para que
-no cayera de todo lo largo en el pasadizo --¿Qué es lo que sucede?
-
---Lo que sucede? --esclamó el otro cojiéndole por el pescuezo, sin
-darle tiempo para decir Jesus --Lo que sucede! Se trata de un robo con
-escalamiento y fractura: He aquí lo que sucede!
-
---Entonces sucederá además un homicidio si no me soltais! --contestó
-el jorobado con frialdad --Lo entendeis?
-
---Sí; os entiendo! --replicó el doctor apretando á éste fuertemente
---Dónde está . . . (Por vida . . . ahora se me escapa el nombre.)
-Dónde está ese ladron ese pillo de Sikes?
-
-El raquítico jorobado miró al doctor con asombro é indignacion á la
-vez; y desprendiéndose con sagacidad de las manos de este último, se
-retiró al fondo de la casa profiriendo un _Kirie_ . . . _le_ . . . de
-juramentos horribles. Mr. Losberne le siguió hasta una salita obscura
-sin decir palabra. Miró en torno suyo con alguna inquietud; ningun
-mueble; ningun objeto animado ó inanimado, ni aun el sitio de los
-armarios: nada en fin respondia á la descripcion, que de ella habia
-hecho Oliverio.
-
---Ea! --dijo el jorobadillo que habia estudiado todos sus movimientos
---Cuál es vuestra intencion al entrar de este modo en mi casa? Venís
-para robarme ó para asesinarme? Cuál de las dos cosas?
-
---Habeis visto alguna vez vos viejo vampiro á un ladron ó asesino bajar
-de un coche, para dar su golpe de mano? --preguntó el irracible doctor.
-
---Entónces que queréis? --esclamó el jorobado con acento furioso --Os
-invito á que salgais incontinenti si no quereis que os suceda una
-desgracia.
-
---Me iré cuando me dará la gana! --dijo Mr. Losberne echando una ojeada
-rápida á otra salita que lo mismo que la primera no tenia nada de
-semejante con la descripcion que Oliverio habia hecho de ella --Amigo
-mio! Sabré volveros á encontrar uno de esos dias.
-
---Si hé! --dijo rechinando los dientes el horrendo jorobado. --Si alguna
-vez necesitais de mí, aquí me encontraréis. Hace veinte y cinco años
-que no he vivido solo en este sitio en tal estado para que vinierais vos
-á asustarme de este modo. Me la pagaréis! Estad seguro de ello.
-
-Dichas estas palabras el feo y diminuto mónstruo dió un grito acre y se
-puso á bailar con un furor frenético.
-
---Esto es demasiado ridículo, --dijo el doctor para sí --Es necesario
-que el muchacho se haya engañado. Tomad esto!
-
-Al mismo tiempo sacó de su faltriquera una moneda que arrojó al
-jorobado y volvió á la calesa. Este le siguió hasta la portezuela
-lanzando imprecaciones todo el camino y mientras Mr. Losberne hablaba al
-cochero lanzó sobre Oliverio una mirada tan furiosa que de noche como de
-dia el niño pensó en ella durante un mes entero. El jorobado continuó
-sus juramentos y sus imprecaciones hasta que el cochero hubo subido otra
-vez á su asiento; y cuando el coche estuvo ya lejos se le hubiera podido
-ver aun de cierta distancia patear de rábia y arrancarse los cabellos en
-un exceso de furor.
-
---Soy un asno! --dijo el doctor despues de un silencio dilatado --¿Lo
-sabias tu Oliverio?
-
---No Señor.
-
---Pues bien otra vez no lo olvides! Sí; soy un borrico! --continuó el
-doctor despues de un momento de reflecsion . . . Dado caso que aquella
-hubiera sido la misma casa y los mismos individuos ¿qué podia hacer
-solo? Y aun cuando hubiera dado recio no habria hecho mas que venderme á
-mí mismo divulgando la estratagema que he debido emplear para ahogar
-este asunto. Y con todo esto hubiera sido bien hecho! Me hundo siempre en
-algun pantano, obrando así, segun mi primer impulso y nunca saco de ello
-ningun bien.
-
-El hecho es que este hombre escelente jamás en su vida habia obrado de
-otro modo; y que lejos de hundirse en un pantano como decia, la
-naturaleza del impulso que seguia era tal que se habia adquirido el
-respeto y la estimacion de todos los que le conocian.
-
-Como Oliverio sabia el nombre de la calle en que habitaba Mr. Brownlow se
-dirijieron á ella en derechura, sin buscar y cuando la calesa dobló la
-esquina de esa calle, el corazon del niño palpitó con tanta fuerza que
-apenas podia respirar.
-
---Hijo mio! Dinos ahora que casa es esa? --preguntó Mr. Losberne al
-doblar una esquina.
-
---Allí! allí! Aquella! La casa blanca! --esclamó vivamente Oliverio
-sacando la cabeza por la portezuela del coche --Oh! pronto . . . pronto
-. . . os lo suplico! Siento que me moriré de alegria . . . Estoy todo
-tembloroso.
-
---Paciencia! Paciencia! --dijo el bueno del doctor dándole un golpecillo
-sobre la espalda . . . Los verás al momento y ellos estarán gozosos de
-verte sano y salvo.
-
---Oh! No lo dudo! --replicó Oliverio --Han sido tan buenos para conmigo!
-Si lo supierais caballero!
-
---El coche se paró: no era esta la casa. Avanzó algunos pasos y se
-paró otra vez. Lágrimas de contento se escaparon de los ojos del niño
-cuando miró á las ventanas . . . Ah! La casa blanca estaba desierta y
-un letrero con estas palabras «Para alquilar.» colgaba encima de la
-puerta.
-
---Llamad á la otra puerta cochero! --dijo el doctor pasando su brazo
-bajo el de Oliverio.
-
---Sabeis que se ha hecho de Mr. Bronwlow que habitaba la casa vecina?
---preguntó á la criada que vino á abrir.
-
---No lo sé; --contestó ésta --pero voy á informarme.
-
-Volvió al cabo de un momento y dijo que hacia cerca seis semanas que Mr.
-Brownlow habia vendido su moviliario y que en seguida habia partido para
-las Indias occidentales.
-
---Se ha llevado con él la ama de llaves? --preguntó Mr. Losberne
-despues de un momento de reflecsion.
-
---Sí caballero. --respondió la criada --Se ha llevado á su ama de
-llaves y á uno de sus amigos . . . Los tres han partido en el mismo dia.
-
---Ea! derecho á casa cochero! --dijo Mr. Losberne --y picad de recio á
-vuestros caballos hasta que estemos fuera de este maldito Lóndres.
-
---Y el librero señor? --dijo Oliverio --Sé donde habita . . . Vamos
-allá; os lo ruego . . .
-
---Pobre muchacho! --contestó el doctor. --Basta ya de desorientamiento
-por hoy. Si vamos á la habitacion del librero, no dudo que habrá
-muerto, ó que su casa ha sido incendiada, ó bien que se ha fugado . . .
-. No; derecho al domicilio. --Y conforme al _primer impulso_ del doctor,
-se volvieron á casa.
-
-Esta circunstancia con todo no produjo cambio alguno en la conducta, de
-las bienhechoras de Oliverio para con él. Pasó luego una quincena, y
-habiendo llegado la hermosa primavera se prepararon para dejar por
-algunos meses la casa de Chertsey. En consecuencia enviaron á casa su
-banquero la platería que habia excitado tanto la codicia del judío y
-despues de haber dejado á Giles y otro criado en la casa para que
-cuidáran de ella durante su ausencia, las dos señoras partieron á su
-casa de campo situada á algunas leguas distante de allí llevándose con
-ellas á Oliverio.
-
-La campiña en que se habian retirado era á la verdad encantadora y
-Oliverio poco acostumbrado á una mansion tan deliciosa, parecia empezar
-una nueva vida.
-
-Cada mañana iba cerca la iglesia en casa un anciano de blancos cabellos
-quien le enseñaba á leer y á escribir, el cual lo hacia con tanto
-ahinco que Oliverio jamás podia hacer bastante para contentarlo. En
-seguida daba un paseo con sus bienhechoras; y si se sentaban para
-recrearse con la lectura, escuchaba con tanta atencion que la noche
-hubiera llegado sin notarlo. Luego era necesario prepararse para la
-leccion del dia siguiente encerrándose en un pequeño gabinete, que daba
-al jardin y estudiando hasta la tarde en que se daba un segundo paseo.
-
-Todos los dias á las seis de la mañana estaba en pié recorriendo los
-campos y cojiendo flores de las que hacia ramilletes que ponia sobre la
-mesa á la hora del almuerzo. Traia tambien _yerba murages_ para los
-pajáros de la Señorita Maylie y decoraba con ella las jaulas con un
-cuidado esquisito. Concluida esta faena siempre habia alguna pequeña
-comision que desempeñar en el pueblo, algun acto de caridad que ejecutar
-de parte de las señoras. O bien se divertia cultivando en el jardin las
-plantas que el clérigo del villorrio, que era jardinero, le habia
-enseñado á conocer y en medio de esa ocupacion llegaba la Señorita
-Rosa, quien jamás dejaba de elogiarle por todo lo que habia hecho
-recompensándole siempre con una sonrisa graciosa.
-
-Así transcurrieron tres meses: tres meses de felicidad para Oliverio,
-cuya vida hasta entonces no fuera mas que una cadena contínua de
-tristezas y de tormentos.
-
-
-
-
-CAPÍTULO XXXII.
-
-UN ACONTECIMIENTO IMPREVISTO VIENE Á TURBAR LA DICHA DE NUESTROS TRES
-AMIGOS.
-
-
-EL estio sucedió pronto á la primavera y la campiña que Oliverio habia
-encontrado tan hermosa al llegar á la aldea, desplegaba entonces sus
-riquezas y se mostraba en todo el esplendor de su belleza. La tierra se
-habia revestido de un manto de verdor y exhalaba sus mas dulces perfumes.
-
-Una tarde que regresaban de un paseo mas largo que de costumbre, Rosa que
-habia estado sumamente jovial durante todo el camino, se sentó al piano.
-Despues de haber recorrido maquinalmente durante algun tiempo sus dedos
-sobre el teclado, tocó un aire lánguido y la señora Maylie creyó
-oirla sollozar.
-
---Rosa! Mi buena amiga! --dijo.
-
-La jóven guardó silencio; pero tocó con un poco mas de viveza como si
-la voz de la buena señora la hubiese arrancado de su sueño penoso.
-
---Rosa! Querida mia! --esclamó ésta levantándose precipitadamente de
-su silla y acercándose á la jóven. --Qué tienes? . . . Tu semblante
-está lleno de lágrimas! Díme qué ha podido causarte disgusto?
-
---Nada tia, os lo aseguro! --dijo Rosa --En verdad no sé lo que tengo;
-pero me encuentro esta noche tan abatida!
-
---Angel mio! ¿Si estarás enferma? --preguntó la Señora Maylie.
-
---Ah! No; no estoy enferma? --respondió Rosa estremeciéndose como si un
-frio mortal la hubiese cojido súbitamente . . . --Ello no será nada!
-Pronto me encontraré mejor! Cerrad la ventana, os lo ruego!
-
---Oliverio la cerró bien y la jóven haciendo todos los esfuerzos
-posibles para dominar el sentimiento que la agitaba, procuró tocar un
-aire mas festivo. Pero apenas sus dedos rozaron las teclas, cuando no
-pudo contenerse y cubriéndose el rostro con ambas manos, fué á
-sentarse en un sofá y dió libre curso á sus lágrimas.
-
---Mi querida niña! --esclamó la Señora Maylie --Jamás le he visto en
-tal estado!
-
---He hecho todo lo que he podido para no alarmaros! --dijo Rosa --Pero
-creo que realmente estoy enferma.
-
-Lo estaba en efecto, pues cuando trajeron luz notaron que estaba pálida
-como la muerte. La espresion de su fisonomía nada habia perdido de su
-belleza; pero con todo estaba cambiada y habia en sus facciones tan
-dulces y tan regulares algo de estraviado que no se habia visto antes de
-entonces. En un momento, su rostro se volvió purpúreo y sus hermosos
-ojos azules se cubrieron de una nube. Al cabo de pocos minutos estaba
-lívida hasta dar miedo.
-
-Oliverio que durante todo este tiempo habia observado á la señora
-Maylie con la atencion mas asídua, notó que estos síntomas estraños
-la habian alarmado y él mismo quedó aterrorizado. Pero viendo que ella
-procuraba ocultar su turbacion afectando un aspecto tranquilo; hizo otro
-tanto la misma Rosa al ir á acostarse á instancia de su tia, se mostró
-mas alegre y pareció encontrarse mucho mejor. Les aseguró su certitud
-de levantarse á la mañana siguiente en perfecta salud.
-
---Creo que no hay nada de serio ¿no es cierto Señora? --dijo Oliverio
-cuando la Señora Maylie volvió á entrar en el salon. --Parece que la
-Señorita no se encuentra muy bien esta tarde; pero . . .
-
-La buena señora le hizo señal de que no hablára y sentándose en un
-rincon permaneció silenciosa durante algun tiempo. Al fin dijo con voz
-trémula.
-
---Espero que no será nada, Oliverio. He sido muy feliz con ella por
-espacio de algunos años! Demasiado feliz tal vez; y podria ser que me
-sucediese alguna desgracia! No, que quiera decir que este sea el caso.
-
---Qué desgracia señora? --preguntó Oliverio.
-
---La de perder esa niña querida que por tanto tiempo ha sido mí alegria
-. . . mi dicha! --dijo aquella con voz entrecortada.
-
---Dios no lo permita! --esclamó vivamente Oliverio.
-
---Hágase su santa voluntad? --repuso la señora torciéndose las manos.
-
---Oh! Seguramente no nos amenaza una desgracia tan grande! --dijo
-Oliverio --Aun no hace dos horas que estaba tan buena!
-
-Los temores de la Señora Maylie eran por cierto demasiado fundados y lo
-que habia predicho sucedió. A la mañana siguiente se declararon en Rosa
-los síntomas de una enfermedad peligrosa.
-
-Es necesario darnos prisa y no perder el tiempo en aflicciones inútiles
---dijo la Señora Maylie, apretando la frente con sus manos. --Mr.
-Losberne debe recibir esta carta lo mas pronto posible. Es preciso
-llevarla al pueblo vecino, que está á cuatro millas de distancia lo
-mas, andando por el atajo y de allí remitirla á Chertsey por un expreso
-á quien encargareis que ande á toda prisa. La gente de la posada se
-encargarán de ello y á vos os recomiendo que la veais marchar.
-
-Oliverio no pudo responder tal era su afan de alejarse inmediatamente.
-
---Tomad esta otra! --continuó la señora Maylie con ademan pensativo
---Pero no sé si será mejor esperar que el doctor me haya dicho lo que
-piensa de Rosa . . . En el caso de haber peligro no quisiera remitirla.
-
---Es tambien para Chertsey Señora? --preguntó Oliverio alargando su
-mano trémula para recibir la carta, impaciente como estaba de cumplir su
-comision.
-
---No, --contestó la señora entregándosela maquinalmente.
-
-Oliverio echó una ojeada al sobre y vió que era para Enrique Maylie, en
-casa de un caballero, del cual no pudo descifrar ni el hombre ni el
-domicilio.
-
---Queréis que ella parta señora? --preguntó Oliverio mas impaciente
-que nunca.
-
---Creo que será mejor esperar á mañana! --dijo la Señora Maylie
-volviéndola á tomar.
-
-Dicho esto, dió su bolsillo á Oliverio; que se lanzó fuera del salon
-sin despedirse de su bienhechora.
-
-Corriendo á través de los campos todo lo que sus fuerzas le
-permitieron, ya oculto por el trigo de alto talle que se elevaba en ambos
-lados del camino, ya en medio de un llano, en el que habia hombres
-ocupados en segar y hacer gavillas y no deteniéndose mas que para tomar
-aliento, llegó al fin cubierto de sudor y de polvo á la plaza del
-mercado del villorrio.
-
-Su primer cuidado fué buscar la posada de que le habia hablado la
-Señora Maylie. Miró á todos lados. De pronto se presentó á sus
-miradas una cerveceria pintada de rojo, luego la casa de la villa pintada
-de amarillo y luego al fin una posada, que tenia por muestra. _Al rey
-Jorge_. Inmediatamente entró en ella.
-
-Se dirijió á un postillon que fumaba su pipa en el lindar de la puerta
-cochera, quien despues de haberse hecho esplicar la clase del mensaje que
-llevaba Oliverio, lo envió al muchacho de cuadra quien despues de la
-misma esplicacion lo endosó al maestro de postas que apoyado contra la
-bomba cerca la puerta de la cuadra se divertia paseando en su boca un
-monda-dientes de plata. Este tomó la carta de las manos del niño y se
-dirijió con displicencia hácia el bufete para enterarse de la
-direccion, (lo que ecsijió aun bastante tiempo.) Luego que se hubo
-enterado y exijido la paga adelantada, hizo ensillar un caballo y dió
-órden á un postillon de que se preparára, lo que fué tarea de un
-cuarto de hora, durante cuyo tiempo Oliverio que estaba como entre
-espinas tuvo veinte veces la tentacion de saltar sobre el caballo y
-correr á brida suelta hasta la prócsima parada.
-
-Sin embargo al fin todo quedó listo y Oliverio despues que hubo
-encargado encarecidamente al postillon de marchar lo mas aprisa que le
-fuera posible, éste partió como el rayo y en menos de nada estuvo al
-estremo opuesto del villorrio.
-
-No era poco para Oliverio tener la certeza de que la jóven enferma iba
-á recibir prontos ausilios y que no habia habido tiempo perdido. Acababa
-de dejar el patio de la posada, con el corazon menos oprimido y pasaba el
-lindar de la puerta cochera corriendo, cuando se enredó entre las
-piernas de un hombre envuelto en una capa que entraba en el parador.
-
---Qué diablos es esto? --dijo el hombre retrocediendo de golpe al ver el
-niño.
-
---Perdonad caballero! --contestó éste --Estaba ansioso de volver á
-casa y no os veia.
-
---Maldicion! --murmuró el hombre entre dientes lanzando á Oliverio una
-mirada furiosa --Es posible! Qué un rayo te parta! Creo que si estuviera
-muerto, saldria espresamente de su tumba para encontrarse en mi camino!
-
---En verdad lo siento mucho caballero! --balbuceó Oliverio espantado del
-modo como le miraba el estrangero. --Os he hecho daño?
-
---Maldicion! --murmuró de nuevo. --Si hubiese tenido solo el valor de
-pronunciar una palabra, largo tiempo hace estaria desembarazado de él!
-Qué el infierno te confunda! ¿Qué haces tu ahí pequeño demonio?
-
---Esto diciendo rechinó los dientes, cerró los puños y abalanzándose
-sobre Oliverio como para cojerlo, cayó de espaldas espumeante de rabia y
-debatiéndose como un furioso.
-
-Oliverio con todo no pudo hacer caso de este hecho estraño porque luego
-que hubo llegado á la casa, cuidados mas serios ocuparon su alma y
-desviaron su atencion de lo que le era personal.
-
-Rosa estaba mucho mas mala; la fiebre habia redoblado y al anochecer
-entró en delirio. El cirujano del pais no la dejó un solo instante.
-Apenas la hubo visto llamó á parte á la Señora Maylie y le declaró
-que la enfermedad era de las mas graves y que solo un milagro podia
-salvar á su sobrina.
-
-A la mañana siguiente todo fué silencio en el interior de la casa. Se
-hablaba en voz muy baja; algunas mugeres y niños se presentaban de
-tiempo en tiempo á la verja y se volvian con las lágrimas en los ojos.
-Todo el dia y aun hasta mucho despues de puesto el sol, Oliverio se
-paseó en el jardin levantando la vista á cada momento hácia la ventana
-del aposento de la enferma. Le parecia por la tristeza del lugar que la
-muerte debia estar allí y se estremecia de horror.
-
-Era ya muy entrada la noche cuando Mr. Losberne llegó --Es una gran
-desgracia! --dijo al ver á Rosa --Tan jóven, tan amable! Pero poca
-esperanza queda!
-
-Durante muchos dias la muerte parecia habitar en esta casa, tanta era su
-tristeza y melancolía, el silencio mas profundo reinaba en ella; el
-dolor estaba impreso en todos los semblantes. Una tarde la Señora Maylie
-y Oliverio estaban sentados en el salon, cuando fueron arrancados de sus
-meditaciones por el ruido de una persona que se acercaba. Ambos se
-precipitaron involuntariamente hácia la puerta, en el momento en que
-entró Mr. Losberne.
-
---Y Rosa? --esclamó la Señora Maylie --Hablad, os lo suplico! Estoy
-preparada del todo! No puedo vivir mas tiempo en tan horrible
-incertidumbre! Hablad en nombre del cielo; hablad!
-
---Calmaos señora! --dijo el doctor, tomándola por el brazo. --Calmaos
-os lo ruego!
-
---Por amor de Dios dejadme --continuó la Señora Maylie con voz ahogada
---Rosa, mi querida niña! Ha muerto! Se muere!
-
---No, --esclamó el doctor con fuerza --Dios que es la misma bondad,
-permite que ella viva aun largos años para la felicidad de todos
-nosotros.
-
-La buena Señora cayó de rodillas y procuró plegar las manos en señal
-de accion de gracias; pero el valor que la habia sostenido por tanto
-tiempo la abandonó de improviso y se desmayó en los brazos de su
-antiguo amigo.
-
-
-
-
-CAPÍTULO XXXIII.
-
-ENTRA EN LA ESCENA UN NUEVO PERSONAJE --SUCEDE Á OLIVERIO OTRA NUEVA
-AVENTURA.
-
-
-EN verdad esta era mayor dicha de la que Oliverio podia soportar.
-Aturdido y estupefacto, á una noticia tan inesperada, le era imposible
-llorar ni hablar ni aun estarse quieto. Apenas podia darse cuenta á sí
-mismo de lo sucedido. Solo despues de haber dado una larga carrera por
-los campos y cuando el aire fresco del anochecer le volvió los sentidos,
-pudo derramar un torrente de lágrimas.
-
-La noche estaba ya muy adelantada y regresaba á casa cargado de flores
-que habia cojido con particular esmero para adornar el aposento de la
-enferma, cuando vio á su espalda un carruaje que avazanba rápidamente.
-Se volvió y vió una silla de posta tirada por dos caballos que corrian
-al galope. Como el camino era muy estrecho en este sitio se apartó á un
-lado para dejar pasar el coche.
-
-Al pasar este por frente de él divisó á un hombre con un casquete de
-algodon cuya fisonomía no le era desconocida á pesar de no haber tenido
-tiempo para reconocerle. En menos de un segundo el hombre del gorro de
-algodon sacó la cabeza por la portezuela y con voz estentórea gritó al
-postillon que parase (lo que no era muy fácil atendida la rapidez con
-que marchaban los caballos.) Sin embargo al fin éste último habiéndolo
-logrado no sin trabajo, el hombre del gorro de algodon, sacó de nuevo la
-cabeza por la portezuela y llamó á Oliverio por su nombre.
-
---Oe! Señor Oliverio! Señor Oliverio! Cómo se encuentra la Señorita
-Rosa?
-
---Sois vos Señor Giles? --esclamó Oliverio corriendo hácia al carruaje.
-
-Giles se preparaba para responder, porque la borla del gorro de algodon,
-se ostentó perpendicular fuera de la portezuela; pero se lo impidió un
-jóven, que le hizo sentar otra vez bruscamente, dirijiendo él la
-palabra á Oliverio.
-
---Sin rodeos! --le dijo --Mejor ó peor?
-
---Mejor; mucho mejor! --respondió vivamente Oliverio.
-
---Bendito sea el Señor! --Estais bien seguro de ello?
-
---Si señor --El cambio se ha verificado hace algunas horas. Mr. Losberne
-afirma que _ella_ está ya fuera de peligro.
-
-Sin decir mas el jóven abrió la portezuela, se lanzó fuera del
-carruaje y cojiendo bruscamente á Oliverio por el brazo, lo tomó á
-parte.
-
---Vos estais seguro de lo que decís, no es verdad amigo mio? --preguntó
-con voz temblorosa --Creo que no quereis engañarme dándome una
-esperanza que no pueda realizarse, ¿no es cierto?
-
---Oh! no seguramente, señor! --contestó Oliverio --No lo haria por todo
-lo del mundo; podeis creerme! Hé aquí las propias palabras de Mr.
-Losberne: _Ella vivirá aun largos años para la felicidad de todos
-nosotros_! Estaba yo presente cuando ha dicho esto á la Señora Maylie.
-
-Al recuerdo de una escena tan sensible se escaparon de los ojos del niño
-lágrimas de ternura y el mismo jóven, volviéndose de lado para ocultar
-su emocion guardó silencio largo rato.
-
-Entre tanto Giles sentado en el estribo del carruaje con los codos
-apoyados sobre sus rodillas enjugaba sus lágrimas con un pañuelo de
-algodon azul salpicado de puntos blancos. A juzgar por los ojos
-encarnados de este fiel criado, su emocion no era de ningun modo finjida.
-
---Giles, subid otra vez á la silla de posta é id en derechura á casa
-mi madre. --dijo el jóven. --Yo prefiero andar un poco á pié para
-prepararme á verla. Le direis que vengo despacio.
-
---Señor Enrique os agradeceria mucho --dijo Giles, dando la última
-recomposicion á su rostro con el pañuelo --Os agradeceria en el alma
-que os dignaseis encargar este mensaje al postillon . . . Creo que no es
-_conveniente_ que comparezca de este modo ante las criadas. Si me viesen
-en tal estado perderia toda mi _autoridad_ sobre ellas.
-
---Pues bien! --repuso Enrique Maylie sonriendo --Obrad á vuestro gusto.
-Que se adelante el postillon con las maletas . . . y vos seguidnos si
-quereis. Solamente os encargo que cambieis de tocado si os place, sino
-preferís que nos tomen por locos.
-
-Giles acordándose que llevaba en la cabeza su gorro de algodon, lo
-embuchó aceleradamente en su faltriquera y tomando su sombrero que
-estaba dentro el carruaje, se lo puso sin dilacion. El postillon
-emprendió la marcha y Mr. Maylie, Oliverio y Giles siguieron al paso.
-
-Mientras andaban, Oliverio echaba de tanto en tanto una ojeada al recien
-venido. Podia tener de veinte y cuatro á veinte y cinco años; era de
-estatura mediana, su noble figura descubria un aire de franqueza y de
-bondad, sus maneras eran distinguidas y modestas á la vez. A pesar de la
-diferencia que existe entre la juventud y la vejez, se parecia tanto á
-la Señora Maylie que Oliverio pudo adivinar sin dificultad que era el
-hijo de esa señora aun cuando él no hubiese hablado de ella en tal
-cualidad.
-
-La Señora Maylie estaba impaciente por ver á su hijo en el momento en
-que éste abrió la puerta del salon y la entrevista fué de las mas
-tiernas.
-
---Buena madre! --dijo el jóven --Por qué no haberme escrito mas pronto?
-
---Habia escrito. --contestó la Señora Maylie --pero despues de
-reflecsionarlo creí que era mas prudente no enviar la carta hasta
-despues de haber visto á Mr. Losberne.
-
---Pero por qué? --Por qué esperar el último momento? Si Rosa hubiese
-. . . (no me atrevo á pronunciar la palabra.) Si esta enfermedad hubiese
-tenido un fin diverso, no os hubierais reprochado toda la vida vuestro
-silencio? Y yo hubiera podido ser jamás feliz en el porvenir?
-
---Si así hubiese sucedido vuestras esperanzas hubieran quedado
-completamente destruidas y no se que vuestra llegada aquí un dia mas
-pronto ó mas tarde hubiese sido de grande importancia.
-
---Quién puede dudarlo madre mia? --Vos sabeis cuanto la amo . . . Vos
-debeis saberlo.
-
---Así es. --Se muy bien que ella merece el amor mas puro y mas
-constante; un amor duradero cimentado por la mas sólida amistad. Si no
-estuviera convencida de que un cambio de conducta por parte de aquel que
-ella amára destrozaria su corazon, no encontraria mi tarea, tan difícil
-de cumplir y no esperimentaria este combate interior cuando me esfuerzo
-en obrar lo mas concienzudamente posible en esta circunstancia.
-
---Esto no está bien madre mia! Me suponeis pues tan niño que no conozca
-mi propio corazon ó que pueda equivocarme sobre la naturaleza de mis
-sentimientos?
-
---Pienso querido Enrique. --dijo la buena señora poniendo la mano sobre
-la espalda de su hijo --pienso que la juventud está sujeta á impulsos
-generosos del corazon que no son duraderos y que existen ciertos
-sentimientos que por ser divisibles resultan á veces mas pasajeros. Se
-además --prosiguió mirando fijamente al jóven --que una muger que
-puede sonrojarse de su nacimiento (bien que sin culpa suya) está
-espuesta, como sus hijos á los sarcasmos de los necios; que su marido
-por generoso que sea, puede un dia arrepentirse de haberle dado su mano
-en un momento de entusiasmo y ella notar su indiferencia y morirse de
-dolor.
-
---El que así se portára seria indigno de llevar el nombre de hombre!
-esclamó Enrique. --Este seria un sér brutal.
-
---Es así como pensais al presente Enrique?
-
---Y como pensaré siempre! --Todo lo que he sufrido desde hace algunos
-dias me arranca la confesion sincera de una pasion que no data de ayer y
-que no he concebido ligeramente; vos misma lo sabeis. Mis pensamientos,
-mis esperanzas, mi porvenir todo está en _ella_. . . No veo nada mas
-allá de Rosa. Si poneis un obstáculo á mis deseos me quitais la paz y
-la felicidad. Pensadlo seriamente madre mia y conoced mejor mis
-sentimientos.
-
---Enrique --Justamente porque los conozco, es porque quisiera que no
-fueran destrozados. Pero hemos dicho ya bastante sobre este asunto.
-
-Qué Rosa decida por sí misma! No es cierto que no intentais oponeros á
-mis votos?
-
---No sin duda. --Pero reflecsionadlo bien vos mismo.
-
---Lo he reflecsionado hace años --Mis anhelos serán siempre los mismos!
---replicó Enrique impaciente --Y por qué tardase en declararme? Qué
-ventaja sacaré de ello? No veo ninguna. No; antes que deje esta casa es
-preciso que Rosa me escuche!
-
---Ella os escuchará. --dijo la señora Maylie preparándose para
-marcharse del salon.
-
---Dónde vais madre mia?
-
---Voy á reunime con Rosa. Hasta la vista!
-
---Os volveré á ver esta noche? --preguntó vivamente Enrique.
-
---Sin duda! --contestó la buena señora.
-
---Decidla tambien cuán inquieto he estado! Cuanto he sufrido al saber
-que estaba enferma y cuanto me tarda el verla . . . No es verdad madre
-mia que haréis esto por amor á mí?
-
---Sí; --La diré todo esto. --Despues de estas palabras apretó
-tiernamente la mano de su hijo y desapareció.
-
-Durante este diálogo entre la madre y el hijo, Mr. Losberne y Oliverio
-se habian mantenido apartados al estremo del salon. El primero se
-adelantó entonces hácia Enrique, tendiéndole la mano y despues de
-algunos saludos por una y otra parte el doctor en contestacion á las
-preguntas multiplicadas del jóven, le hizo un detalle ecsacto de los
-progresos de la enfermedad de Rosa y del cambio feliz que se habia
-operado por la tarde; el que estuvo perfectamente acorde con lo que
-Oliverio habia dicho en el camino.
-
---No os ha acontecido algo de estraordinario desde aquel hecho de marras
-carísimo Giles? --preguntó el doctor volviéndose á éste que mientras
-se ocupaba en desocupar las maletas prestaba un oido atento á lo que se
-decia de su jóven ama.
-
---No señor. --respondió Giles ruborizándose hasta el blanco de los
-ojos.
-
---Y no habeis puesto la mano sobre ningun _ladron_? --añadió el doctor
-con malicia.
-
---Sobre ninguno señor. --repuso Giles con suma gravedad.
-
---Lo siento á fé mia! --continuó el doctor. --Os lucís tanto en esta
-especie de cosas! Y Brilles que tal anda?
-
---El jóven, se porta bien á Dios gracias! --replicó Giles volviéndo
-á recobrar su aire de importancia --Me ha encargado para vos muchas
-espresiones.
-
---Muy bien! --dijo Mr. Losberne --A propósito Giles! Vuestra presencia
-me recuerda que la víspera de mi llegada aquí desempeñé con vuestra
-ama una pequeña comision á favor vuestro. Queréis tomaros la molestia
-de acercaros para que os diga una palabra aparte?
-
-Giles se adelantó hácia el alfeizar de la ventana, con ademan de
-importancia y de asombro á la vez, y luego que hubo tenido con el doctor
-una pequeña conferencia en voz baja, que terminó por un gran número de
-cortesias, se retiró con una satisfaccion poco comun. El motivo de esta
-conferencia no fué conocido en el salon pero se supo á la cocina porque
-Mr. Giles se dirijió á ella en derechura y habiéndose hecho llevar un
-jarro de cerveza y vasos, anunció con aire de complaciente dignidad que
-produjo grande efecto, que en consideracion á su conducta brillante
-cuando la tentativa del robo habia placido á su ama depositar en la caja
-de ahorros la suma de veinte y cinco libras esterlinas en su nombre y por
-su propia cuenta.
-
-El resto de la velada se pasó alegramente en el salon; porque Mr.
-Losberne tenia buen humor; y bien que Enrique Maylie estuviese pensativo
-y al mismo tiempo muy fatigado, no pudo sostenerse contra las salidas y
-la gracia del doctor, al relatar algunas anécdotas referentes á su
-profesion llenas de mucha sal y mucha chispa; de modo que Oliverio que
-jamás habia oido nada semejante no pudo menos de reir á carcajadas, con
-gran satisfaccion del doctor que se reia á su vez á garganta desplegada
-de las farzas que divulgaba y cuya alegria loca arrastrando pronto á
-Enrique Maylie no pudo menos de seguir su ejemplo.
-
-A la mañana siguiente Oliverio se levantó mas ufano y mas dispuesto y
-se entregó á sus ocupaciones ordinarias con mas placer del que le habia
-hecho en los dias anteriores.
-
-Una cosa digna de observacion y que no escapó á Oliverio fué que no
-era solo en sus escursiones matutinales. Desde la vez primera que Enrique
-Maylie le víó regresar á casa cargado de ramilletes, de repente cobró
-tal pasion por las flores y las reunia con tanto gusto que muy pronto
-sobrepujó en este arte á su jóven compañero. Pero si Oliverio estaba
-mas atrasado en cuanto á esto, sabia mejor donde encontrar las mas
-hermosas y cada mañana nuestros dos amigos recorrian la llanura y nunca
-volvian á casa con las manos vacías. Cuando alguna vez Rosa para
-respirar un aire mas puro dejaba su ventana entreabierta se hubiera
-podido observar al interior en un jarro lleno de agua, un bonito
-ramillete cuyas flores estaban artísticamente mezcladas. Un ramillete
-nuevo reemplazaba cada dia al de la víspera, que se guardaba
-preciosamente aun que estuviera marchito, y Oliverio notó que cada vez
-que Mr. Losberne se paseaba en el jardin nunca dejaba de levantar su
-vista hácia la ventana sobre la que estaba el pequeño jarro y que
-entonces balanceaba la cabeza del modo mas espresivo. Entre tanto Rosa se
-restablecia y recobraba de dia en dia sus fuerzas.
-
-A pesar de que la jóven convaleciente no se hallase aun en estado de
-dejar el aposento y que los paseos acostumbrados de la tarde no tuviesen
-lugar mas que raras veces, Oliverio no encontraba por eso el tiempo
-largo. Redobló de asiduidad al lado del buen anciano que le daba
-lecciones y trabajaba con tal ardor, que él mismo quedó sorprendido de
-los progresos rápidos que hizo. Mientras seguia el curso de sus estudios
-fué cuando se alarmó muchísimo por un accidente imprevisto.
-
-La salita que le servia de gabinete de estudio estaba situada en el piso
-bajo tras de la casa. Recibia la luz por una ventana enrejada al rededor
-de la cual se entrelazaban la madreselva y el jazmin, que derramaban en
-el interior un perfume delicioso. Esta ventana caia en un jardin cerrado
-por una cerca tras la cual se veian verdes florestas y prados esmaltados
-de flores. Como no habia habitacion cercana en esta direccion su
-perspectiva era dilatadísima.
-
-Una tarde cuando las primeras sombras de la noche empezaban á cubrir la
-tierra, Oliverio estaba sentado frente á una mesa cerca la ventana de su
-gabinete con los ojos fijos sobre sus libros. Como el dia habia sido
-escesivamente caloroso y él habia trabajado mucho, se amodorró por
-grados y se durmió insensiblemente.
-
-Oliverio sabia muy bien que estaba en su salita de estudio, con sus
-libros colocados ante él sobre una mesa y que un zéfiro blando ajitaba
-las hojas al exterior; con todo dormia. De repente la escena cambió, el
-aire se hizo mas espeso y se creyó de nuevo en la casa del judío, donde
-el horrible viejo desde el rincon de la chimenea su sitio acostumbrado le
-señalaba con el dedo, hablando al oido de otro individuo sentado á su
-lado que daba la espalda al niño.
-
---Chito! dijo Fagin --El es! vámonos!
-
---El! --respondió el otro --pensais que no le reconozca? Si se
-encontrára en medio de una multitud de demonios, revestidos de su misma
-forma y fisonomía, algo habria que me lo haria reconocer entre ellos. Si
-estuviera á cincuenta piés bajo la tierra y la casualidad me condujera
-sobre su tumba sabria bien que está enterrado allí aunque nada hubiera
-que me lo indicase. Qué un rayo le confunda!
-
-Habia tanto ódio en las palabras de ese hombre que Oliverio se despertó
-sobresaltado y se estremeció de espanto.
-
---Gran Dios! --allí, allí . . . ante su ventana, muy cerca de él . . .
-tan cerca que hubieran podido tocarle, antes de tener tiempo para huir . . .
-vió al judío que le miraba! Su vista penetrante encontró la suya . . .
-y al lado del horrible viejo . . . ante esta misma ventana pálido de
-rabia ó de terror ó tal vez de ambas cosas estaba ese mismo hombre que
-le habia hablado tan bruscamente á la puerta de la posada.
-
-En menos de nada desaparecieron con la celeridad del relámpago pero le
-habian reconocido como él á ellos y sus miradas habian quedado grabadas
-en su memoria tan profundamente como sobre la piedra. Por de pronto
-quedó hecho un mármol; pero luego abriendo la reja y saltando por la
-ventana al jardin dió la alarma dando _grandes gritos_.
-
-
-
-
-CAPÍTULO XXXIV.
-
-RESULTADO POCO SATISFACTORIO DE LA AVENTURA DE OLIVERIO ENTREVISTA DE
-ALGUNA IMPORTANCIA ENTRE ENRIQUE MAYLIE Y LA SEÑORITA ROSA.
-
-
-CUANDO los comensales de la casa atraidos por los gritos de Oliverio
-llegaron apresuradamente al jardin, encontraron, á ese pobre niño
-pálido y azorado señalando con el dedo el prado, al detrás de la cerca
-y pudiendo apenas articular estas palabras.
-
---El judío! el judío!
-
-Giles no podia comprender lo que esto significaba, pero Enrique Maylie á
-quien su madre habia contado la historia de Oliverio estuvo pronto al
-caso.
-
---¿Qué camino ha tomado? --preguntó armándose de un buen garrote que
-estaba en un rincon.
-
---Por allí! --contestó Oliverio señalando con el dedo la direccion que
-habian tomado los dos hombres. Los he perdido de vista en un momento.
-
---Entonces están en el barranco. Seguidme tan de cerca como podais.
-Dicho esto, saltó la cerca y corrió con tal prisa que los demás
-tuvieron trabajo en seguir sus pasos.
-
-Giles andó cuanto pudo. Oliverio hizo lo mismo; y Mr. Losberne, que
-habia ido á dar un paseo por los campos, habiendo regresado en esta
-circunstancia, saltó la cerca como los otros tres y enderezándose con
-mas ligereza de la que podia creerse en él, les siguió muy de cerca
-llamándoles todo el camino para saber la causa de su escursion.
-
-Así corrieron, sin tomar aliento hasta el angulo de un campo indicado
-por Oliverio. Entonces Enrique Maylie que habia llegado el primero, se
-puso á inspeccionar el barranco y la cerca. En este tiempo se le
-reunieron los demás y Oliverio pudo esplicar á Mr. Losberne el motivo
-de esta persecucion.
-
-Sus pesquisas fueron inútiles; no descubrieron mas que las huellas de
-los pasos de los dos fugitivos. En este momento se hallaban en la cima de
-una colina que dominaba la llanura, en un rádio de tres ó cuatro
-millas. La aldea estaba en el fondo á la derecha; pero suponiendo que
-los dos hombres hubiesen tratado de refugiarse en ella, tenian necesidad
-de hacer en rasa campiña un circuito que no les era posible recorrer en
-tan poco tiempo. Es verdad que un bosquecillo rodeaba la pradera en otra
-direccion pero no habian podido llegar á él por la misma razon.
-
---Oliverio de seguro habeis soñado! dijo Enrique Maylie tomando á parte
-á Oliverio.
-
---Oh! no seguramente Caballero! --replicó Oliverio á quien el recuerdo
-del asqueroso viejo hizo estremecer involuntariamente --Los he visto
-demasiado bien . . . Los he visto á ambos como os veo á vos ahora.
-
---¿Quién era el otro? --preguntaron á un tiempo el jóven y Mr.
-Losberne.
-
---Aquel de quien os he dicho me trató tan bruscamente á la puerta de la
-posada --dijo Oliverio --Nos hemos mirado uno á otro con harta fijeza
-paraque pueda engañarme . . . Juraria que es él.
-
---Estais seguro de que se han escapado por este lado? preguntó Enrique.
-
---Estoy tan seguro como es la verdad que estaban frente mi ventana
---replicó Oliverio señalando con el dedo la cerca que separaba el
-jardin y la pradera. El mas alto ha saltado en ese mismo sitio y el
-judío ha pasado por ese agujero que veis á la derecha.
-
-Enrique Maylie y Mr. Losberne se miraron y parecieron satisfechos de las
-respuestas de Oliverio. Sin embargo ningun indicio de personas que huyen
-precipitadamente, se ofreció á su vista: la yerba alta no . . . estaba
-pisoteada en ninguna parte escepto en los sitios que ellos mismos habian
-recorrido, los bordes del barranco eran todo barro, pero en ningun punto
-ese barro llevaba la marca de zapatos de hombre.
-
---Cosa estraña! --dijo Enrique.
-
---Estraña! --repitió el doctor --y tanto que los mismos Blathers y Duff
-perderian la brújula.
-
-Apesar del resultado nulo de sus pesquisas, no renunciaron á ellas hasta
-que la noche que se le venia encima las hizo del todo infructuosas; y
-esto aun con sentimiento. Giles provisto de las señas de los dos
-hombres, fué enviado á las tabernas del pueblo en que pudieran estar
-con el objeto de beber ó divertirse; pero no trajo ninguna nueva capaz
-de aclarar ó disipar este misterio.
-
-A la mañana siguiente, se practicaron nuevas indagaciones sin obtener
-mejor resultado. Al otro dia Mr. Maylie y Oliverio se dirijieron al
-villorrio vecino con la esperanza de saber algo relativo á los dos
-hombres, pero no regresaron mas sabios que cuando partieron. Pronto se
-acabó por olvidar este asunto, á ejemplo de tantos otros que mueren por
-sí mismos cuando se ha extinguido su sabor de maravilla.
-
-Entre tanto Rosa se restablecia rápidamente. A los pocos dias se halló
-en estado de salir y mezclándose de nuevo con la familia volvió la
-alegria en todos los corazones.
-
-Pero aun que este cambio feliz produjo un efecto visible sobre el
-pequeño círculo de amigos y aun que la felicidad y el contento reinasen
-aun otra vez en la casa, existia de cuando en cuando entre algunos de
-ellos (y Rosa era el del número) un embarazo desusado, que Oliverio se
-vió obligado á notar. La Señora Maylie se encerraba á menudo con su
-hijo durante horas enteras y la jóven compareció mas de una vez en el
-salon con los ojos húmedos de lágrimas.
-
-Despues que Mr. Losberne hubo fijado el dia de su partida para Chertsey
-este embarazo redobló: era pues evidente que pasaba algo que afectaba
-vivamente á la jóven señorita y á otra persona además.
-
-Una mañana que Rosa estaba sola en el comedor, Enrique Maylie entró y
-le pidió con mucha instancia hablarle un momento.
-
---Algunos minutos, Rosa! Solo algunos minutos! --dijo Enrique acercando
-su silla á la de la jóven. --Lo que tengo que deciros, debe haberse
-presentado por sí mismo en vuestra alma. No ignorais mis mas queridas
-esperanzas; mis sentimientos os son conocidos aun que no os los haya
-revelado yo mismo.
-
-Rosa que se habia puesto pálida desde la entrada de Enrique Maylie, hizo
-solo una señal de cabeza y entreteniéndose en desojar algunas flores
-que tenia en la mano esperó en silencio que continuára.
-
---Hace tiempo que debiera haber partido --dijo Enrique.
-
---Es verdad --contestó Rosa --Perdonadme si os hablo así; pero siento
-que no lo hayais efectuado.
-
---He venido aquí impulsado por el mas terrible de los temores --repuso
-el jóven; el de perder al objeto de todas mis afecciones . . . el sér
-que me es mas querido á la vida . . . aquella en fin sobre quien fundo
-mis deseos y mi esperanza.
-
-En este momento se escaparon de los ojos de la jóven algunas lágrimas
-que aumentaron aun mas su belleza.
-
---Un ángel! --continuó Enrique con pasion --una criatura tan hermosa y
-tan pura como los ángeles del cielo, flotaba entre la vida y la muerte.
-Oh! quien podia pensar, que cuando iba á abrírsele la mansion de los
-bienaventurados de que es tan digna, debiere aun conocer las miserias y
-los sinsabores de este mundo! Rosa! Rosa! Os restableceis de dia en dia,
-diré casi de hora en hora y yo espío ese cambio de la muerte á la vida
-con la ansiedad mas viva . . . Y si el afecto que os profeso me ha hecho
-derramar lágrimas de ternura y de contento; no me reprocheis por ello,
-porque ellas han dulcificado mis penas y vuelto la calma á mis sentidos.
-
---No era esta mi intencion --dijo Rosa visiblemente conmovida --Por
-interés vuestro hubiera deseado veros proseguir únicamente ocupaciones
-mas sérias y mas dignas de vos.
-
---Y qué ocupacion mas digna de mi que el esforzarme en conquistar un
-corazon como el vuestro? --contestó Enrique tomando la mano de la jóven
---Rosa! Yo os amo desde largo tiempo! Si procuro crearme un nombre, es
-solo para ofrecéroslo. Aunque ese tiempo no haya llegado todavia,
-aceptad este corazon que os pertenece . . . De vuestra respuesta depende
-mi porvenir!
-
---Vuestra conducta ha sido siempre noble y generosa! --dijo Rosa
-procurando dominar su emocion.
-
---Debo acumular todos los esfuerzos para mereceros? Hablad Rosa!
-
---Al contrario --repuso Rosa --debeis procurar olvidarme, no como la
-amiga y la compañera de vuestra infancia, esto me seria demasiado
-doloroso; pero si como el objeto de vuestro amor.
-
-Se siguió á esto un instante de silencio durante el cual Rosa llevando
-la mano á sus ojos dió libre curso á sus lágrimas.
-
---Y cuáles son vuestras razones para obrar así? --dijo en fin Enrique
-con aire desazonado --¿Puedo saberlas?
-
---Sin duda --contestó Rosa --teneis derecho de conocerlas! --Todo lo que
-podais decirme no me hará cambiar de resolucion . . .
-
---Ella es pues irrevocable?
-
---Si Enrique! Me debo á mi misma, pobre jóven, sin padres, sin fortuna
-y sin nombre, el no dar que pensar al mundo, que por un motivo de
-interés he alentado la primera pasion de un jóven y que he sido un
-obstáculo á sus proyectos futuros.
-
---Ah! vuestra inclinacion concuerda con eso que creeis vuestro deber!
-dijo Enrique.
-
---No; repuso Rosa. --ruborizándose hasta el estremo --No lo creais!
-
---Entonces participais de mi amor? --replicó Enrique --Ah! decid Rosa,
-decid solamente esto y dulcificareis la amargura de esta cruel
-contrariedad!
-
---Si hubiese podido hacerlo sin causar daño al que amo --dijo Rosa --tal
-vez hubiera . . .
-
---Recibido esta declaracion de modo muy diferente? repuso vivamente
-Enrique --Hablad Rosa. Merezca al menos de vos esta confesion!
-
---Es verdad --replicó la jóven desprendiendo su mano de la de Enrique.
---Pero por qué prolongar una entrevista que me es tan dolorosa, aun que
-me procure la dicha de saber que un dia he podido ocupar el sitio mejor
-de vuestro corazon? A Dios Enrique! Jamás semejante entrevista se
-renovará entre nosotros. Que una franca y pura amistad nos una como en
-el pasado.
-
---Una palabra aun! --dijo Enrique --Que yo oiga vuestras razones de
-vuestro propio labio. Dadme á conocer el motivo de vuestra denegacion.
-
---El porvenir que se os ofrece es brillante! --dijo Rosa con firmeza
---todos los honores que acompañan á los grandes talentos, os están
-preparados . . . Teneis amigos poderosos que os ayudarán con todo su
-poder . . . pero esos amigos son orgullosos y yo no me mezclaré jamás
-con personas que podrian despreciar á mi madre . . . mucho menos
-quisiera envolver en mi desgracia al hijo de aquella que me ha hecho sus
-veces. En una palabra --prosiguió la jóven volviéndo la cabeza --mi
-nombre lleva una mancha que el mundo haria recaer sobre inocentes; la
-guardaré para mí y la vergüenza será para mi sola.
-
---Una última palabra Rosa! no mas que una palabra! esclamó Enrique
-poniéndose ante ella cuando iba á retirarse --Si yo hubiese sido menos
-feliz --(segun el mundo considera la felicidad.) si mi vida hubiese sido
-sencilla y obscura . . . Si hubiese sido pobre, enfermo y abandonado de
-todo el mundo, hubierais rechazado mis ofrecimientos?
-
---No me obligueis á responder --dijo Rosa --Esto no es así ni será
-nunca. No es conveniente para vos apurarme de este modo.
-
---Si vuestra respuesta debe ser tal como me atrevo cuasi á esperarla
---repuso Enrique --ella arrojará un rayo de felicidad sobre mi triste
-destino. Rosa! En nombre del afecto que os profeso; en nombre de todo lo
-que he sufrido y de lo que estoy condenado á sufrir por causa vuestra
-responded á esta sola pregunta!
-
---Si vuestro destino hubiese sido otro --contestó la jóven --si no
-hubiese habido una diferencia tan grande entre vuestra suerte y la mia,
-si hubiese podido haceros la ecsistencia mas dulce y no ser un obstáculo
-á vuestro adelantamiento en el mundo, esta entrevista hubiera sido menos
-dolorosa. Tengo motivos para ser feliz . . . muy feliz ahora; pero
-entonces Enrique lo hubiera sido mucho mas. No puedo impedirme esta
-flaqueza; pero mi resolucion no será por eso menos firme --dijo
-tendiendo la mano á Enrique. --Es preciso que os deje!
-
---No os pido mas que una cosa --dijo Enrique . . . permitidme (que dentro
-un año ó quizá mas pronto) os hable por la última vez sobre este
-objeto.
-
---No para apremiarme á que cambie de resolucion --contestó Rosa con una
-sonrisa melancólica --esto seria inútil.
-
---No --replicó Enrique --pero para oíroslo repetir si quereis. Entonces
-pondré á vuestros piés mi posicion y mi fortuna y si persistís en
-vuestra resolucion os prometo no hacer nada para cambiarla.
-
---Pues bien sea! repuso Rosa --estos no son mas que nuevos dolores que me
-preparo, pero en esa época tal vez esté en estado de soportarlos.
-
-Tendió de nuevo su mano á Enrique y se separaron.
-
-
-
-
-[Illustration: Miss Rosa.]
-
-
-
-
-CAPÍTULO XXXV.
-
-EL QUE AUNQUE CORTO NO POR ESO DEJA DE SER DE CIERTA IMPORTANCIA PARA
-ESTA HISTORIA, PUES QUE ES CONTINUACION DEL CAPÍTULO PRECEDENTE Y
-CONDUCE NECESARIAMENTE AL QUE SIGUE.
-
-
-CON qué esta mañana estais resuelto á acompañarme? --dijo el doctor
-á Enrique Maylie viéndole entrar en el comedor, donde con Oliverio le
-esperaba para almorzar. No estabais en la misma disposicion una hora
-seguida.
-
---Doctor me diréis todo lo contrario uno de estos dias --respondió
-Enrique ruborizándose.
-
---Deseo tener motivo para ello --replicó el doctor --aunque hablándoos
-con franqueza no tengo de ello esperanza. Ayer por la mañana, habiais
-resuelto súbitamente quedaros aquí y á fuer de buen hijo acompañar á
-la Señora Maylie en su escursion á las orillas del mar; --despues del
-medio dia anunciais que me dispensaréis el honor de venir conmigo, hasta
-el punto en que dejaré el camino de Lóndres; y á la víspera me
-instais con mucho misterio para que parta antes que esas señoras estén
-levantadas, lo que es causa de que Oliverio se esté ahí enclavado en su
-silla, esperándoos en vez de recorrer los campos y ocuparse de botánica
-como acostumbro todas las mañanas . . . ¡Esto es muy malo! ¿No es
-cierto Oliverio?
-
---Oh! creedlo caballero, me hubiera desesperado, de no encontrarme en
-casa en el momento de vuestra partida --respondió Oliverio.
-
---Eh ahí lo que se llama un muchacho encantador! replicó Mr. Losberne
---pero hablando formalmente Enrique, acaso habeis recibido alguna carta
-de los miembros de la _cámara alta_ que ya estais tan impaciente de
-partir?
-
---Los miembros de la _cámara alta_ no me han escrito ni una sola vez
-desde que estoy aquí y ni aun es probable que en esta estacion del año
-suceda nada que necesite mi presencia entro ellos.
-
---Entonces --replicó el doctor, --sois muy admirable! pero ellos sin
-duda alguna os tendrán en el parlamento.
-
-Enrique Maylie estuvo en este instante á punto de hacer algunas
-manifestaciones que no hubieran asombrado poco al doctor; pero se
-contentó con decir: --Verémos mas tarde --y aquí concluyó la
-conversacion. Poco despues la silla de posta llegó frente la casa, Giles
-entró para tomar el equipaje y Mr. Losberne le siguió hasta la puerta
-de la calle para verlo cargar.
-
---Oliverio! dijo Enrique en voz baja. --Tengo algo que deciros.
-
-Oliverio siguió á Mr. Maylie hácia el alfeizar de una ventana, muy
-sorprendido del contraste chocante que ofrecia la conducta del jóven,
-triste y alegre á la vez.
-
---Ahora, empezais ya á escribir algo correctamente no es cierto?
-
---Si . . . bastante bien caballero --respondió éste.
-
---Pueda que tarde algun tiempo en volver á esta casa; descaria que me
-escribieseis . . . algo amenudo . . . por ejemplo una vez cada quince
-dias: cada lunes mejor.
-
---Con mucho gusto caballero! --esclamó Oliverio encantado de esta
-muestra de confianza por parte del hijo de su bienhechora.
-
---Tendria un placer de saber por vos como . . . lo pasan mi madre . . . y
-. . . la Señorita Maylie, respecto á salud --prosiguió el jóven
---Escribidme largo y habladme de los paseos que dais por la tarde; del
-objeto de vuestras conversaciones; y decidme sobre todo si _ella_.
---Quiero decir si esas dos señoras se muestran felices --Comprendeis
-bien, no es cierto?
-
---Oh! si caballero! --replicó Oliverio.
-
---No es necesario que las hableis de ello --añadió Enrique afectando un
-tono de indiferencia. Esto obligaria sin duda á mi madre á escribirme
-mas amenudo; y yo quisiera, todo lo posible evitarla esta molestia.
-
-Oliverio prometió escribir largas cartas y guardar fielmente el secreto
-y Mr. Maylie se despidió de él despues de haberle dado seguridades de
-su afecto y de su proteccion.
-
-El doctor estaba ya en la silla de posta. Enrique lanzó una mirada
-furtiva hácia la ventana de Rosa y se avalanzó dentro del carruaje.
-
---En marcha! gritó --A escape postillon!
-
---Eh! no tan aprisa . . . no tan aprisa --gritó á su vez el doctor
-bajando el vidrio delantero.
-
-La silla de posta se alejó pronto y las ruedas girahan con tal
-velocidad, que era imposible á la vista el seguirlas.
-
-Ella se hallaba ya á tres ó cuatro millas de la habitacion de nuestros
-amigos, cuando cierta persona permanecia aun en pié, con los ojos fijos
-en el punto donde habia desaparecido: porque en esa misma ventana hácia
-la cual Enrique habia lanzado una mirada furtiva antes de subir al coche,
-trás el blanco cortinaje que la habia ocultado á los ojos del jóven,
-estaba Rosa muda é inmóvil.
-
---Parece que es feliz! --dijo al fin. --Por un momento he temido lo
-contrario . . . Me engañaba . . . Estoy contenta! muy contenta!
-
-
-
-
-CAPÍTULO XXXVI.
-
-EN EL QUE, TRANSPORTÁNDOSE AL CAPÍTULO XXXIII DE ESTA OBRA, SE NOTARÁ
-UN CONTRASTE POR DESGRACIA DEMASIADO COMUN EN EL MATRIMONIO.
-
-
-MONSIEUR Bumble estaba sentado en el locutorio de la casa de caridad con
-los ojos tristemente fijos en el hogar que por razon de la bella
-primavera se hallaba sin fuego.
-
-La tristeza de Mr. Bumble no era la sola cosa capaz de exitar la
-compasion. Todo en su persona anunciaba que habia tenido lugar un gran
-cambio en su posicion social. ¿Qué se habian hecho el sombrero de tres
-picos y el frac galoneado? Es cierto que llevaba como antes unos calzones
-cortos y medias de algodon negras, pero ellos no eran ya los _calzones de
-paño felpudo_. La casaca tenia largos faldones, como la otra; pero cuán
-diferente de ella. El elegante sombrero de tres picos habia sido
-reemplazado por un modesto sombrero redondo . . . Mr. Bumble en fin no
-era ya Pertiguero.
-
-Mr. Bumble se habia casado con la Señora Corney y habia llegado al grado
-de director de la casa de caridad.
-
---Pensar que mañana hará dos meses que estamos casados!
-
-Se hubiera podido creer, por lo que acababa de decir Mr. Bumble, que este
-corto espacio de tiempo habia comprendido toda una existencia de
-felicidad; pero un fuerte suspiro probaba demasiado lo contrario.
-
---Me he vendido por seis cucharas de café, un par de tenacillas para el
-azúcar, un jarro de leche, algunos malos muebles y veinte libras
-esterlinas --Puedo alabarme de haber sido muy mentecato! Preciso es
-confesar que la compra ha sido buena!
-
---Buena compra! Buena compra! --gritó una voz acre al oido de Mr.
-Bumble. --Menos que ello, hubiera sido aun demasiado por lo que vos
-valeis.
-
-Mr. Bumble se volvió y se encontró cara á cara con su interesante
-mitad que habia cojido imperfectamente el sentido de sus medias palabras.
-
---Señora Bumble! --dijo éste con aire severo y sentimental.
-
---Y qué? --contestó la señora.
-
---Tened la bondad de mirarme un poco si os place! Si sostiene mi mirada
---se dijo Mr. Bumble para sí mismo, --puede desafiarlo todo. Jamás (al
-menos que yo sepa) he dejado de producir el mayor efecto sobre los
-_pobres_ . . . Si ella puede suportarla, mi autoridad está perdida para
-siempre.
-
-El caso es que la matrona de ningun modo se desconcertó por la que le
-lanzó Mr. Bumble. Muy lejos de ello afectó la mayor indiferencia y
-llevó el desprecio hasta reirse en las propias barbas de su marido de
-tan buena gana en apariencia y con tanto estrépito como si fuera lo mas
-natural.
-
-Asombrado de un hecho que de seguro no esparaba, Mr. Bumble no supo si
-debia dar crédito á sus ojos y á sus orejas. Se puso pensativo y solo
-la voz de su dulce mitad pudo sacarle de sus reflecsiones.
-
---Vais á quedaros aquí todo el dia roncando? --preguntó ésta.
-
---Me quedaré aquí todo el tiempo que me dará la gana, lo entendeis
---señora --contestó Mr. Bumble . . . Y aun que no _ronco_ roncaré,
-bostezaré, estornudaré, reiré, cantaré, gritaré, segun sea mi
-capricho, á tenor de mis _prerrogativas_.
-
---_Vuestras prerrogativas_? --esclamó la Señora Bumble.
-
---He dicho la palabra señora! observó el ex-pertiguero. --Las
-_prerrogativas_ del hombre . . . son el mandar.
-
---Y cuáles son las prerrogativas de la mujer . . . si os place?
-
---El obedecer señora! --respondió Mr. Bumble con voz de trueno.
---Vuestro difunto primer marido (el desdichado Corney) hubiera debido
-enseñároslo y pueda que si lo hubiese hecho fuera aun de este mundo . . .
-Pobre hombre! yo me alegraria de ello de todo corazon!
-
-La Señora Bumble vió de una sola ojeada que era llegado el momento
-decisivo y que era preciso dar un gran golpe para asegurar la soberanía
-en favor del uno ó del otro. Así pues, luego que hubo oido la alusion
-hecha á la memoria del difunto, dejándose caer en una silla, gritó que
-Mr. Bumble no era mas que un _irracional_ y derramó un torrente de
-lágrimas.
-
-Pero las lágrimas no eran cosa capaz de hallar cabida en el corazon de
-Mr. Bumble el cual estaba construido á prueba de agua.
-
---Esto descarga los pulmones, lava la cara, ejercita los ojos y dulcifica
-el carácter --añadió --con que llorad, llorad querida!
-
-Al propio tiempo Mr. Bumble tomó su sombrero que estaba colgado de un
-clavo y ladeándolo un tanto sobre su cabeza (á guisa de maton) y como
-corresponde al hombre que ha establecido su superioridad de una manera
-conveniente, metió ambas manos en sus faltriqueras y se dirijió,
-andando á saltitos hácia la puerta dándose humos de consumado
-espadachin.
-
-La ante dicha Señora Corney habia ensayado el espediente del lloriqueo,
-por creerlo menos fatigoso que venir á las manos; pero con todo estaba
-completamente decidida á emplear este último medio como tuvo ocasion,
-de saberlo incontinenti Mr. Bumble. Un ruido sordo sorprendió á su
-oreja y al mismo tiempo su sombrero fué volando al otro estremo de la
-sala. Esta accion preliminar dejaba la cabeza de su dueño desnuda y la
-buena señora con una mano le cojió por el cogote y con la otra le
-asestó una lluvia de puñetazos sobre la desdichada cabeza con un vigor
-y una destreza poco comunes.
-
-En esto la Señora Bumble dió algunos pasos atrás para arreglar la
-alfombra, que habia sido desordenada con los piés durante la lucha y Mr.
-Bumble se escapó sin dilacion de la sala.
-
-Mr. Bumble quedó sumamente estupefacto y lindamente apaleado. Tenia una
-propension decidida en hacerse el fanfarron y esta propension le infundia
-cierto placer en ejercer una pequeña tiranía sobre los que le estaban
-subordinados: no necesitamos decir que era poltron.
-
-Pero la medida de su degradacion no estaba llena aun y otra afrenta le
-estaba reservada. Despues de haber recorrido el establecimiento en todas
-direcciones pensando por la vez primera que la ley concerniente á los
-pobres --era demasiado severa y que aquellos que abandonaban sus mujeres
-y las dejaban, al cuidado de la parroquia eran mas dignos de compasion
-que de reproche atendido á lo mucho que debian haber sufrido, Mr. Bumble
-se encontró cerca el lavadero donde las mujeres de la casa lavaban
-ordinariamente la ropa de la parroquia y la conversacion le pareció en
-un diapason mas alto de lo regular.
-
---Hem! --hizo el digno director recobrando ese aire de orgullo que le era
-natural --al menos esas _pordioseras_ --continuarán respetando mis
-_prerrogativas_ --Ola! ¿qué significa este barullo? Os callaréis
-viejas brujas!
-
-Esto diciendo Mr. Bumble abrió la puerta y se adelantó con ademan
-irritado; pero apenas hubo dado algunos pasos, se calmó viendo á su
-esposa que no esperaba encontrar allí.
-
---Mi querida amiga --dijo --no os hacia en este sitio.
-
---No eh? --contestó la amable señora --y vos mismo que venís á hacer
-en él?
-
---Mi querida amiga se me figuraba que hablaban demasiado para poder
-dedicarse á su trabajo! --repuso Mr. Bumble mirando con aire despavorido
-á dos viejas ocupadas en javonear en una cubeta y que se comunicaban su
-asombro respecto á la humildad del director de la casa.
-
---Se os figuró que hablaban demasiado no es cierto? --dijo la matrona
---Y quién os hace meter á vos en camisa de once varas?
-
---Pero mi querida amiga! --replicó Mr. Bumble humildemente.
-
---Sí, lo repito; quién os hace meter en camisa de once varas? preguntó
-la matrona.
-
---Es cierto que vos sois aquí la señora. --respondió aquel con el
-mismo tono --pero creia que vos no podiais estar presente en este momento.
-
---Quereis que os hable claro Mr. Bumble --repuso la Señora --pues sabed
-que estais aquí de mas y que sois demasiado propenso á meter el hocico
-donde no os incumbe. No hay nadie de esta casa que no se ria de vos luego
-que habeis vuelto la espalda y vuestras boberías os hacen tan ridículo,
-que á cada hora del dia sois el bú de todo el mundo! Ea! salid de aquí!
-
-Al aspecto de las dos viejas pordioseras que, se guiñaban grotescamente
-el ojo, Mr. Bumble esperimentó, un cerramiento de corazon y vaciló un
-instante, pero su consorte, cuya impaciencia no sufria retardo, cojió un
-cacillo, lo sumerjió en el agua de jabon y señalándole la puerta con
-el dedo, le mandó salir bajo pena de recibir el líquido sobre su noble
-persona.
-
-Qué podia hacer Mr. Bumble? Miró en torno suyo con triante contrito y
-desfiló á paso redoblado. Apenas habia pasado el lindar de la puerta,
-cuando las carcajadas de las dos viejas redoblaron con mayor brio que
-antes. El las vió y le atravesaron hasta el centro del corazon. Esto
-solo faltaba. Estaba degradado á sus ojos; habia perdido su aplomo y su
-autoridad sobre los _pobres_ del establecimiento, habia caido de la
-cumbre, de la grandeza y del esplendor del _pertiguerismo_ al estado mas
-vil de _marido con faldas_.
-
---Y todo esto en el espacio de dos meses! --dijo Mr. Bumble con el alma
-agoviada de tan tristes pensamientos. --Dos meses!
-
-Esto pasaba de la raya: Mr. Bumble descargó un bofeton al muchacho que
-le abrió la puerta principal, porque en medio de sus delirios habia
-llegado bajo el portal y se lanzó á la calle.
-
-Marchó como un loco, tomando ya á la derecha y á la izquierda hasta
-que el aire y el ejercicio le hubieron calmado un tanto: entonces se
-sintió sediento: pasó por delante muchas tabernas, sin que llamasen su
-atencion y observando una entre otras situada al estremo de un callejon
-sin salida, entró en ella.
-
-Un hombre estaba sentado á una mesa; era moreno y de buena talla; una
-larga capa cubria sus espaldas y le ocultaba una parte de las facciones.
-Parecia forastero en aquellos sitios y al mirar, el estravio de sus ojos
-y el polvo de su calzado, era fácil adivinar que venia de lejos. Lanzó
-una mirada oblícua á Monsieur Bumble; pero apenas se dignó contestar
-al saludo que éste le hizo.
-
-Sin embargo sucedió (lo que sucede á menudo cuando los hombres se
-encuentran en tales circunstancias,) que Mr. Bumble, no pudo menos de
-lanzar de tanto en tanto una mirada furtiva al desconocido; y cada vez
-que este le sucedia, volvia pronto la vista sobre el periódico, confuso
-de ver que en el propio instante aquel le miraba de igual modo.
-
-Despues que sus ojos se hubieron encontrado, así varias veces el
-desconocido rompió al fin el silencio.
-
-Era á mí á quién buscabais cuando habeis metido la cabeza en la
-ventana? --dijo con voz sombría.
-
---No que sepa; á menos que no seais el Señor . . .
-
-Aquí Mr. Bumble se paró en seco, porque deseaba saber el nombre del
-desconocido y pensó que en su impaciencia éste acabaria la frase
-nombrándose.
-
---Veo ahora que no es á mi á quien buscais --continuó el otro con
-acento de desden --de lo contrario sabriais mi nombre.
-
---No ha sido mi ánimo ofenderos jóven! --observó Mr. Bumble con
-dignidad.
-
---Ni yo me ofendo. --contestó el otro.
-
-Siguió á esto un corto silencio, que el forastero rompió de nuevo.
-
---Paréceme que os he visto otra vez --dijo --vestiais entonces otro
-traje. No he hecho mas que pasar por vuestro lado en la calle; pero creo
-reconoceros . . . ¿No habeis sido en otro tiempo pertiguero de esta
-parroquia?
-
---Sí --respondió Mr. Bumble algo sorprendido --_pertiguero parroquial_.
-
---Justamente. --repuso el otro balanceando la cabeza --Bajo ese traje os
-ví aquella vez . . . Qué sois al presente?
-
---_Director_ de la casa de Caridad, jóven! --replicó Mr. Bumble
-cargando con énfasis cada una de estas palabras.
-
---A no dudarlo, tendréis la misma mira que en otro tiempo respecto á
-vuestros intereses? No es cierto? --preguntó el desconocido fijando sus
-ojos sobre Mr. Bumble. --No temais responderme francamente. Ya veis que
-os conozco algo bien.
-
-Paréceme que un hombre casado, puede como cualquiera celibatario ahorrar
-algunos sueldos máxime cuando esto se hace por medios honrados
---respondió Mr. Bumble mirando al otro de la cabeza á los piés con
-marcada perplejidad. Los agentes _parroquiales_ no tienen que digamos
-_gran cifra_ de salarios para rehusar algunas ganguillas cuando ellas se
-les presentan de una manera conveniente.
-
-El desconocido se sonrió balanceando de nuevo la cabeza como para decir
-que habia adivinado muy bien á su hombre y tiró el cordon de la
-campanilla.
-
---Llenad esto! --dijo dando al mozo el vaso de Mr. Bumble --Fuerte y
-caliente! Creo que es asi como os gusta?
-
---No demasiado. --contestó Mr. Bumble fingiendo toser con fatiga.
-
---Muchacho, comprendeis lo que quiere decir esto? --repuso secamente el
-desconocido.
-
-Aquel salió sonriendo y pronto volvió á aparecer con un vaso de _grog_
-del que se elevaba un vapor espeso que hizo venir las lágrimas á los
-ojos de Mr. Bumble luego que lo hubo acercado á sus lábios.
-
---Ahora escuchadme --dijo el desconocido despues de haber cerrado con
-cuidado la puerta y la ventana de la sala --He venido hoy á este país
-con el ánimo de encontraros; y por uno de esos percances que el diablo
-arroja algunas veces en el camino de sus amigos, entrais precisamente en
-la sala en que estoy y en el mismo instante en que mas pensaba en vos . .
-. Tengo necesidad de algunas noticias y aun que sean de poca importancia,
-no por eso os las pido de valde.
-
-Al mismo tiempo colocó sobre la mesa dos soberanos; y cuando Mr. Bumble
-despues de haber examinado cada pieza para asegurarse que eran de buena
-ley, los hubo metido en el bolsillo de su chaleco con notable
-satisfaccion, continuó así:
-
---Procurad refrescar vuestra memoria. Esperad un momento . . . el
-invierno pasado cumplieron doce años; el lugar de la escena la Casa de
-Caridad, el instante . . . la noche; y el sitio el tabuco hediondo,
-cualquiera parte que sea donde miserables prostitutas, dan la vida y la
-salud, de que ellas no gozan, á pequeños vocingleros . . .
-
---Creo quereis decir la sala de partos, he? preguntó Monsieur Bumble que
-seguia con dificultad la descripcion del desconocido.
-
---Sí; --dijo el otro --¿ha nacido en él un muchacho?
-
---Muchos muchachos --observó Mr. Bumble sacudiendo la cabeza con ademan
-grave.
-
---Que el diablo cargue con todos! esclamó el forastero colérico. Yo
-hablo de un pequeño monigote, pálido y raquítico . . . que tenia el
-aire de un _santo de alfeñique_ . . . al que se habia colocado de
-aprendiz aquí en casa un fabricante de ataudes y que á lo que se cree
-se ha fugado á Londres.
-
---Ah! queréis hablar de Oliverio . . . del jóven Twist?
-
---No es de él de quien quiero hablar, sé demasiado, por lo que á él
-corresponde --repuso el desconocido deteniendo á Monsieur Bumble al
-comienzo de una peroracion en la que iba á relatar todos los vicios de
-Oliverio --sino de una muger . . . ya sabéis la vieja bruja que ha
-sepultado á la madre de ese niño y la ha asistido en sus últimos
-momentos . . . Donde está?
-
---Me seria muy difícil deciros donde ella se halla ahora! --respondió
-Mr. Bumble á quien el _grog_ habia vuelto _gracioso_. En cualquiera
-sitio que haya ido, de seguro no hay casa de partos. Con que de una
-manera ó de otra . . . se puede hacer una buena apuesta de que está sin
-empleo.
-
---¿Qué queréis decir? preguntó el otro con tono severo.
-
---Que murió el invierno pasado. --contestó Mr. Bumble.
-
-A esta noticia el desconocido le miró de hito en hito. Durante algun
-tiempo parecia dudar entre si debia alegrarse ó afligirse de lo que
-acababa de saber.
-
-Mr. Bumble que era muy ladino vió de un golpe que se trataba de un
-secreto del que la mejor mitad de sí mismo es decir su consorte, era
-depositaria y que se presentaba para ella una ocasion de ganar dinero
-revelándolo. Se acordó muy bien de la noche en que la vieja Sally habia
-muerto y tenia una buena razon para acordarse de ella pues era esa misma
-noche cuando se habia declarado á la Señora Corney; y á pesar de que
-esa señora no le hubiese nunca confiado ese secreto de que ella solo
-tenia conocimiento, sabia él lo bastante para adivinar que dicho secreto
-tenia relacion á algo que habria pasado entre la madre del jóven
-Oliverio y la vieja, que en su calidad de enfermera de la _casa_ la habia
-asistido á sus últimos momentos. Habiéndole acudido súbitamente esta
-circunstancia en el caletre, informó al desconocido con aire de misterio
-de que una mujer habia tenido una conversacion con la vieja enfermera, un
-cuarto de hora antes de que esta se muriese; y que ella podria, (como
-tenia razones para creerlo), satisfacer su curiosidad respecto á sus
-pesquisas.
-
---¿Y cómo la encontraré? preguntó aquel haciéndose traicion asi
-mismo al descubrir claramente su inquietud.
-
---Solamente con mi ayuda --respondió este último.
-
---Y cuándo será esto? esclamó vivamente el desconocido.
-
---Mañana. --replicó Mr. Bumble.
-
---A las nueve de la noche --repuso el otro sacando de su faltriquera un
-pequeño pedazo de papel sobre el cual escribió su direccion.
-
-Esto diciendo, se dirijió hácia la puerta, despues de haberse detenido
-un instante en el mostrador para pagar lo que debian.
-
-Al arrojar una ojeada sobre la direccion --el _funcionario parroquial_
-notó que no estaba en ella el nombre del desconocido. Corres trás él
-para pedírselo.
-
---Y bien! ¿Qué significa esto? esclamó éste volviéndose bruscamente
-en el momento en que Mr. Bumble le tocó el brazo --Creo que me seguís!
-
---Es solo para haceros una pregunta --repuso el otro señalando con el
-dedo el pequeño pedazo de papel . . . ¿Qué nombre debo pedir?
-
---Monks! replicó el desconocido y se alejó precipitadamente.
-
-
-
-
-[Illustration: Mr. Bumble, Pertiguero de la Parroquia.]
-
-
-
-
-CAPÍTULO XXXVII.
-
-DE LO QUE PASÓ ENTRE MONKS Y LOS CONSORTES BUMBLE, LA NOCHE DE SU
-ENTREVISTA.
-
-
-EL cielo estaba cubierto de nubes de las que se desprendian gruesas gotas
-de agua y hacia un calor sofocante; cuando el Soñor y la Señora Bumble
-dirigieron sus pasos hácia la casa de la orilla del rio distante cerca
-una media legua de la ciudad.
-
-Ambos iban embozados en viejas capas. Avanzaron así en silencio; de
-tanto en tanto Mr. Bumble conteniendo su paso y volviendo la cabeza para
-asegurarse de que su compañera le seguia al ver que esta le picaba los
-talones, redoblaba su ligereza para llegar lo mas pronto al lugar de la
-cita.
-
-Este no era mas que un conjunto de miserables chozas, situadas su mayor
-parte á algunos pasos de la orilla del agua: las unas edificadas de
-ladrillos mal unidos, las otras de tablas de buque podridas ó
-carcomidas. Algunas barcas agujereadas, enclavadas en el fango y
-amarradas al pequeño muro que rodeaba el malecon, un remo y cuerdas
-estendidas acá y acullá sobre la ribera, parecian indicar de pronto que
-los habitantes de estas pobres habitaciones tenian alguna ocupacion en el
-rio; pero un solo golpe de vista bastaba al transeunte para adivinar que
-estos objetos inútiles y fuera de servicio estaban allí puestos mas
-para salvar las apariencias, que con el fin de alguna utilidad cualquiera.
-
-Al centro de este monton de casuchas y tan cerca del ribazo que los pisos
-superiores dominaban el rio, estaba un gran edificio que sirviera en otro
-tiempo de taller y el cual proporcionaria entonces ocupacion á los
-habitantes de las casas circunvecinas; pero desde larga fecha se habia
-convertido en ruinas. Los ratones, los gusanos, así como la humedad
-habian flaqueado y podrido los pilares de madera que lo sostenian y una
-gran parte se habia derrumbado dentro del agua, mientras que la otra
-apretada bajo su propio peso, parecia espiar una ocasion favorable para
-hacer otro tanto.
-
-Ante esta casa fué donde se paró la digna pareja, cuando los primeros
-retumbos del trueno se hacian oir á lo lejos y la lluvia empezaba á
-caer á torrentes.
-
---Este será el sitio! --dijo Mr. Bumble consultando un pedacito de papel
-que tenia en la mano.
-
---Oe! --gritó una voz encima de él.
-
-Mr. Bumble levantó la cabeza y descubrió en el segundo piso un hombre
-mirando por una ventana.
-
---Esperad un momento --gritó de nuevo la voz --soy con vosotros dentro
-un minuto. --Dicho esto desapareció y la ventana se cerró en seguida.
-
---¿Es él? --preguntó la mujer.
-
-Mr. Bumble hizo una señal de cabeza afirmativa.
-
---Entonces tened en cuenta lo que os he dicho y cuidad de hablar lo menos
-posible, si no quereis hacernos traicion de buenas á primeras.
-
---Mr. Bumble que habia inspeccionado la casa con ojo inquieto iba sin
-duda á esponer alguna razon sobre el temor de pasar mas adelante, cuando
-le cerró el labio la presencia de Monks, que abrió una pequeña puerta
-cerca de la que se hallaban y les hizo señal de entrar.
-
---Despachad! --gritó con tono impaciente y dando una patada en el suelo,
-vais á hacerme esperar aquí una hora?
-
---La mujer que habia vacilado un momento, entró con resolucion sin
-hacerse mas de rogar; y Mr. Bumble que hubiera considerado mengua, ó tal
-vez pasar por miedoso quedándose al detrás siguió á su cara mitad,
-con paso indeciso que probaba no hallarse del todo á su gusto, habiendo
-perdido en un cuarto de hora este aplomo y esa dignidad que tanto le
-distinguían en cualquiera otra circunstancia.
-
---Qué diablo os movia á permanecer estáticos bajo la lluvia? --Dijo
-Monks --despues de haber cerrado trás él la puerta y pasado los
-cerrojos.
-
---Nos . . . nos . . . estabamos refrescando! --balbuceó Bumble echando
-una mirada inquieta á su alrededor.
-
---Os refrescabais! --replicó Monks --Jamás todas las lluvias que han
-caido desde la creacion del mundo (aun cuando añadais á ellas las que
-deban caer hasta la consumacion de los siglos,) jamás dijo serian
-capaces, de apagar un átomo del fuego que os consumirá en el infierno.
-
---Gastada esta broma --Monks se volvió bruscamente á la matrona y la
-miró fijamente, de modo que esta, apesar de no ser muy propensa á la
-timidez, se vió obligada á bajar los ojos.
-
---Es esta la mujer de quién me habeis hablado? --preguntó Monks.
-
---Hem! --hizo Mr. Bumble acordándose de las recomendaciones de su
-esposa. --Es la misma.
-
---Creeis acaso que las mujeres no puedan guardar un secreto? --dijo la
-matrona á Monks mirándole á su vez fijamente.
-
---Se que ecsiste uno el cual ellas sabrán guardar hasta que se descubra
---dijo Monks con acento de desprecio.
-
---Y qué secreto es este si os place? preguntó la matrona.
-
---La pérdida de su reputacion --contestó Monks --comprendeis . . .
-
---No; --replicó la matrona, un si es no es ruborizada.
-
---Ello está fuera de toda duda --replicó Monks con tono burlon --como
-pues podriais comprender.
-
-Y despues de haberles hecho nuevamente señal de que le siguieran
-atravesó aceleradamente varias piezas grandes cuyo techo estaba muy
-hundido, é iba á subir una escalera rápida ó mejor de mano que
-conducia al piso superior cuando un rayo surcó la entrada y trás él
-siguió un trueno, que conmovió la vieja casucha hasta sus cimientos.
-
---Escuchad! --esclamó retrocediendo horrorizado --Ese estruendo me hace
-mal!
-
-Guardó silencio durante algunos minutos y quitando de improviso sus
-manos delante los ojos, Mr. Bumble vió con una sorpresa y un espanto
-indecibles que su rostro estaba descompuesto y cuasi negro.
-
---Estos accidentes me toman de cuando en cuando --dijo Monks notando el
-terror de Bumble --y muy amenudo el trueno es causa de ellos.
-
-Dicho esto, subió el primero la escalera de mano y cuando estuvo en el
-aposento donde ella conducia, cerró inmediatamente los postigos y bajó
-una linterna colgada al cabo de una cuerda por medio de una garrucha
-sujeta á una de las enormes vigas del techo.
-
---Ahora dijo Monks despues que los tres se hubieron sentado --cuanto mas
-pronto tratemos de asuntos, mejor será para todos. ¿Esta mujer sabe lo
-que la conduce á este sitio, no es cierto?
-
-La pregunta se dirijia á Bumble, pero la mujer se apresuró á responder
-que estaba de ello perfectamente instruida.
-
---Estabais vos con la vieja bruja en cuestion, la noche de su muerte y . . .
-ella os ha dicho algo?
-
---Concerniente á la madre de ese niño que vos conoceis? --interrumpió
-la matrona. --Si, es la verdad.
-
---La primera cuestion es saber de que naturaleza fué su confidencia
---dijo Monks.
-
---No á fé! --observó la matrona con tono magistral --Esta es la
-segunda. La primera cuestion es saber, lo que daréis para tener de ella
-conocimiento.
-
-La señora Bumble no era mujer que se dejára _desarmar_ fácilmente. Le
-gustaba mas un _toma_ cualquiera que todos los _te daré_ del mundo. Por
-esto luchó á brazo partido con su adversario; en vano recorrió este al
-regateo, á la indiferencia, al poco interés de saber el secreto, la
-matrona, no quiso sejar de las veinte y cinco libras esterlinas en oro
-que pedia. Al fin no hubo mas remedio que rendirse y hacer contra fortuna
-alma de hierro.
-
---Y qué ventaja tendré si pago, por _nada_? --dijo Monks vacilando.
-
---Podréis recobrar vuestro dinero --respondió la matrona --En mi estais
-viendo una mujer débil, sola, sin apoyo . . .
-
---Mr. Bumble quiso aquí tomar la palabra para una alusion personal
---Silencio, dijo Monks con acento de autoridad.
-
-Esto diciendo, sacó de su faltriquera, un saquito de tela y contó sobre
-la mesa veinte y cinco soberanos, que entregó en seguida á la matrona.
-
---Ahora --dijo --embolsad esto! --y cuando ese trueno maldito que siento
-acercarse habrá esplotado sobre el execrable _barracon_ contadnos lo que
-sabeis.
-
-El trueno que se hacia oir con mas estruendo que antes y que perecia
-querer estallar sobre la casa y reducirla á polvo, cesó al fin y Monks
-que durante este intérvalo se habia cubierto el rostro con ambas manos y
-tenia la cabeza apoyada sobre la mesa, luego que el peligro hubo pasado,
-se incorporó y se inclinó hacia adelante para escuchar lo que la mujer
-iba á decir.
-
---Cuando murió la vieja Sally --así se llamaba aquella mujer --dijo la
-matrona --estaba yo sola con ella.
-
---No habia alguien alli cerca --preguntó Monks en voz baja --alguna otra
-enferma ó alguna idiota acostada en el mismo aposento, la cual hubiera
-podido oir y de consiguiente comprender?
-
---No habia nadie mas --replicó la matrona --Estábamos completamente
-solas. Cuando exhaló el último suspiro me hallaba á la cabecera de su
-lecho.
-
---Bien --dijo Monks mirando fijamente á la matrona.
-
---Me habló de una jóven --prosiguió la matrona --que parió algunos
-años antes no solo en el mismo aposento sino tambien en el propio lecho.
-
---Como á pesar de todo, las cosas se descubren al fin! dijo Monks
-visiblemente agitado. --¿No es asombroso?
-
---El niño á quien esa jóven dió á luz, es el muchacho de que le
-hablasteis ayer --prosiguió la matrona volviendo la cabeza hácia su
-marido. --La madre de ese niño (la jóven en cuestion), fué robada por
-la vieja Sally su enfermera.
-
---Cuándo vivia? --preguntó Monks.
-
---No; despues de su muerte! --contestó la otra estremeciéndose
-involuntariamente. La jóven estaba todavia caliente cuando la enfermera
-desprendió de su cadáver lo que ésta, hasta su último momento, la
-habia suplicado guardára para el bien de su hijito.
-
---Sin duda lo habrá vendido! esclamó Monks fuera de sí --Lo ha vendido
-. . ? Dónde . . ? Cuándo . . ? A quién . . ? Hace mucho tiempo . . ?
-
-Como apenas, podia articular la voz cuando me ha confiado lo que acabais
-de oir, ha muerto sin decirme nada mas.
-
---Sin deciros nada mas! esclamó Monks con tono furioso --Esto es
-mentira! No sufriré que me engañeis! Ella ha dicho mas! Os arrancaré
-á ambos la vida sino me decís lo que esto era!
-
---Os aseguro otra vez que no me ha dicho una sola palabra de mas
---replicó esta con una sangre fria que Mr. Bumble estaba lejos de
-compartir; --pero con una mano crispada, me cojió por el vestido y me
-atrajo á su lado y cuando ví que estaba muerta, noté al desprender mi
-vestido de entre sus dedos que oprimia un pedazo de papel todo grasiento.
-
---Qué contenia? interrumpió Monks bruscamente.
-
---Nada --replicó la matrona --era un reconocimiento de empeño en el
-Monte-pio.
-
---¿Por qué objeto? preguntó Monks.
-
---Lo sabreis al momento. Tengo motivos para creer, que por el pronto ella
-guardó el objeto durante algun tiempo, con la esperanza sin duda, de
-sacar de él mayor provecho y lo empeñó luego, teniendo cuidado, sobre
-el dinero que recibiera de él, ahorrar con que paga cada año los
-intereses, á fin de poderlo retirar en caso de necesidad. Con que ha
-muerto, como acabo de decirlo, teniendo fuertemente cerrado dentro su
-mano ese pedazo de papel, todo súcio y todo rasgado. Como faltaban solo
-tres dias para concluir el año, pensé que yo misma un dia podria sacar
-de dicho objeto alguna ventaja y lo desempeñé.
-
---Dónde está ahora? --preguntó Monks con impaciencia.
-
---Aquí lo teneis contestó la matrona. Y como si le hubiese tardado el
-desembarazarse de él, arrojó vivamente sobre la mesa una holsita de
-cuero, apenas suficiente para contener un reló de mujer. Monks se
-apoderó al instante de él y abriéndolo con mano temblorosa, sacó un
-pequeño medallon de oro conteniendo dos bucles de cabello y un anillo
-sencillísimo.
-
---La palabra _Inés_ está grabada al interior del anillo --dijo la
-matrona --El nombre de familia (el apellido), se ha dejado en blanco;
-pero hay la fecha que es segun creo de un año anterior á la época del
-nacimiento del niño.
-
---Y es esto todo? --dijo Monks despues de haber examinado
-escrupulosamente los objetos.
-
---Todo --respondió la mujer. --Nada sé de tal historia; mas allá de lo
-que puedo adivinar --dijo la señora dirijiéndose á Monks despues de un
-rato de silencio . . . No deseo saber mas; porque tal vez no seria
-prudente; y temo además que nada habria que ganar . . . pero no es
-cierto que me permitiréis dos preguntas?
-
---Sin duda --contestó Monks algo sorprendido. --pero que responda ó no
-á ellas esta es otra cuestion.
-
---Lo que forma tres cuestiones --observó Mr. Bumble queriendo hacerse el
-chistoso.
-
---Es esto todo lo que deseabais de mí? --preguntó la matrona.
-
---Todo --respondió Monks. ¿Qué mas?
-
---Lo que os propongais, con esos objetos puede pararme perjuicio?
-
---Jamás --contestó Monks lo mismo que á mí . . . Mirad! pero no deis
-un solo paso adelante ó todo ha concluido para vosotros eternamente!
-
-Al decir tales palabras apartó á un lado la mesa y pasando su mano en
-un anillo de hierro, fijado en el suelo, levantó una trampa que se
-abrió justamente á los piés de Mr. Bumble, lo que le espantó de tal
-modo que retrocedió precipitadamente.
-
---Echad una mirada al fondo --dijo Monks bajando la linterna en el abismo
---No tengais miedo de mí! Hubiera podido haceros bajar á mansalva
-cuando estabais sentados encima si tal hubiese sido mi intencion.
-
-Tranquilizada por estas palabras la matrona se acercó hasta el borde del
-precipicio, imitándola Mr. Bumble movido por la curiosidad. El agua
-cenagosa aumentada con la lluvia corria rápidamente en el fondo,
-produciendo tal ruido al romperse contra los pilares verdosos que
-sostenian el edificio, que era imposible entenderse.
-
---Si se arrojase á un hombre al fondo de este abismo, dónde pensais que
-deberia encontrarse mañana su cadáver? --dijo Monks sacudiendo la
-cuerda al cabo de la cual estaba suspendida la linterna.
-
---A doce millas de aquí --y por añadidura hecho pedazos --replicó
-Bumble horrorizado de solo pensarlo.
-
-Monks sacó de su faltriquera el saquito que se habia embolsado al
-descuido y atándolo fuertemente con bramante á un pedazo de plomo que
-estaba en el suelo en un rincon del aposento lo arrojó al rio.
-
---Ya está! --dijo cerrando la trampa --Si el mar arroja sus cadáveres
-en la ribera como pretenden algunos escritores, guarda al menos el oro y
-la plata y no dudo que esa baratija quedará sumerjida en él para
-siempre. Nada mas tenemos que decirnos, con que podemos ya separarnos.
-
---Es muy justo! --se apresuró á decir Mr. Bumble.
-
---Espero que sabreis comprimir vuestra lengua! --dijo Monks lanzando á
-éste una mirada amenazadora --no creo necesario hacer esta recomendacion
-á vuestra mujer; pues estoy seguro que guardará el secreto.
-
---Podeis fiar en mi jóven! replicó Mr. Bumble.
-
-Fué fortuna para éste que la conversacion terminará aquí porque en
-este momento se encontraba tan cerca de la escalera, que faltó poco para
-que cayera de cabeza en el piso de debajo. Encendió su linterna con la
-que Monks desató de la cuerda; y no deseando prolongar la entrevista
-bajó en silencio seguido de su mujer. Monks bajó el último.
-
-Apenas estuvieron fuera, Monks que sin duda no le hacia gracia el estar
-solo llamó á un muchacho que se habia ocultado en algun sitio en el
-plan terreno de la casa y habiéndole dicho que tomára la luz y
-marchára adelante, se volvió al aposento que acababa de dejar.
-
-
-
-
-CAPÍTULO XXXVIII.
-
-EL LECTOR VUELVE Á ENCONTRARSE CON CONOCIDOS ANTIGUOS. MONKS Y FAGIN SE
-CONFABULAN ENTRE ELLOS.
-
-
-PODIAN ser cerca las siete horas de la noche, del dia siguiente al en que
-los tres dignos personajes de que se ha hablado en el capítulo
-precedente arreglaron juntos sus negocios, cuando Guillermo Sikes,
-dispertándose de improviso, preguntó con tono áspero que hora era.
-
-Cubierta la cabeza con un gorro súcio de algodon y envuelto en su gran
-redingote blanco á guisa de bata, el bandido descansaba tranquilamente
-sobre su lecho. Una barba recia y espesa que no habia sido afeitada desde
-ocho dias, unida al tinte cadáverico de su rostro aumentaba la ferocidad
-de su fisonomía. El perro estaba echado á la cabecera de la cama y
-mirando á su amo con ojo inquieto, ya enderezando sus orejas ó
-gruñendo sordamente, segun el ruido que llamaba su atencion. Cerca la
-ventana permanecia una jóven ocupada en remendar un chaleco viejo que
-formaba parte del traje del ladron. Estaba pálida y descompuesta á
-fuerza de velas y privaciones que á no ser el timbre de su voz, en el
-momento en que respondió á la pregunta de Sikes, hubiera sido muy
-difícil reconocer en ella á aquella Nancy que ha figurado ya en el
-curso de esta historia.
-
---En este momento acaban de dar la siete --dijo --¿Cómo te encuentras
-esta noche Guillermo?
-
---Tan débil como el agua --contestó Sikes con un juramento horrible
---Ea, dame la mano y ayúdame á salir de una manera ó de otra de este
-lecho infernal!
-
-La enfermedad de Sikes no habia ablandado su carácter; porque en el
-momento en que Nancy ayudándole á levantarse, lo acompañaba hácia una
-silla, arrojó imprecaciones contra su impericia y la pegó.
-
---Déjate de lloriqueos! --dijo --quítate de aquí sino quieres sorberte
-los mocos! Si no puedes hacer nada mejor, lárgate pronto! Oyes?
-
---Por qué Guillermo? --preguntó ésta poniendo su mano sobre la espalda
-de Sikes --Oh! tú no tienes intencion de maltratarme esta noche?
-
---No! y por qué, sepamos? --esclamó Sikes.
-
---Tantas noches --replicó la jóven con un acento de ternura, que
-prestaba la mayor dulzura á su voz. --Tantas noches como he pasado á tu
-lado cuidándote como si fueras un niño! Y hoy que por primera vez te
-veo un poco repuesto, estoy segura que no me hubieras tratado como acabas
-de hacerlo, si tu lo hubieses recordado, no es cierto? Vamos Guillermo
-habia francamente!
-
---Por vida de . . . no digo no! --contestó Sikes --ciertamente no lo
-hubiera hecho . . . Voto al diablo con la muchacha todavía lloriquea!
-
---No es nada --dijo ésta dejándose caer en una silla --no hagas caso de
-mi, es cosa de un momento . . . esto pronto se pasará.
-
---Qué es lo que pronto se pasará? --preguntó Sikes con tono furioso;
---que te dá ahora? Ea levántate! paséate por el aposento y no vengas
-á _embaucarme_ con tus beberías de mujer!
-
-En cualquiera otra circunstancia esta amonestacion hecha con ademan
-ríjido sin duda hubiera producido su efecto; pero la jóven debilitada
-por los insomnios y abatida por la fatiga, dejó caer su cabeza sobre el
-respaldo de la silla, antes que Sikes tuviera tiempo de pasar el rosario
-de juramentos, que tenia todo preparado en casos semejantes. No sabiendo
-que hacer en tal circunstancia, porque las convulsiones de la Señorita
-Nancy eran de naturaleza contraria á todo ausilio, ensayó una
-blasfemia, y viendo que esta clase de tratamiento era completamente
-ineficaz, gritó socorro!
-
---Qué sucede querido? --dijo el judío Fagin abriendo la puerta del
-aposento.
-
---Mas valiera que socorrieseis á esta muchacha --dijo Sikes con tono
-impaciente, en vez de estaros allí plantado y mirándome como á un
-animal curioso!
-
-Fagin se acercó al momento á Nancy soltando una esclamacion de
-sorpresa, mientras que Jaime Dawkins, por otro nombre el _fino
-Camastron_, que habia seguido á su venerable amigo, colocó sin demora
-en el suelo un bulto de que iba cargado, y tomando una botella de manos
-de maese Bates, que entró trás de él, la destapó en un decir Jesus
-con sus dientes, y derramó una parte del licor contenido en ella en el
-gaznate de la jóven; no sin haberla gustado antes por temor de
-equivocacion.
-
---Carlos, dadle un soplo de aire con el fuelle! dijo Dawkins, y vos Fagin
-pellizcadle en la mano, en tanto que Guillermo la afloja!
-
-Estos socorros administrados á tiempo y con celo, sobre todo los que
-estaban confiados á Maese Bates, quien parecia tener un placer del todo
-particular, en desempeñar concienzudamente su deber, no tardaron mucho
-tiempo en producir el efecto que de ellos esperaban: Nancy recobró poco
-á poco los sentidos y dejándose caer en una silla situada á la
-cabecera de la cama, ocultó su rostro bajo la almohada, dejando
-enteramente el cuidado de presentar los recien venidos á Sikes, algo
-asombrado de su visita inesperada.
-
---Por qué motivo habeis venido? --preguntó á Fagin --Qué mal viento
-os he soplado aquí?
-
---Querido, no es un mal viento --respondió el judío --porque un mal
-viento jamás sopla nada bueno, sea para quien sea y yo os traigo algo de
-bueno, que os alegrará la vista. Camastron, amigo mio, deslia ese
-paquete y dá á Guillermo esas fiambres por las cuales hemos gastado esa
-mañana todo nuestro caudal.
-
-A la invitacion de Fagin, el Camastron deslió el paquete, que formaba un
-volúmen algo grueso y que estaba envuelto en un viejo mantel; pasó los
-objetos que contenia uno por uno á Cárlos Bates, quien hacia el
-panejírico de cada uno de ellos al colocarlo sobre la mesa.
-
---Ah! ah! --hizo el judío frotándose las manos con ademan de
-satisfaccion --he aquí algo con que confortaros! Guillermo esto vá á
-restableceros!
-
---Todo esto es bello y bueno --dijo éste --pero yo necesito _dinero_
-esta misma noche.
-
---No llevo sobre mí una sola moneda --contestó el judío.
-
---Teneis en vuestra casa las suficientes para hacer _chirriar la sarten_
---replicó Sikes --y de allí es de donde me convienen.
-
---Para hacer chirriar la sarten! ¿Lo creeis así? --esclamó el judío
-elevando las manos al cielo. --Las pocas que tengo no bastarian para . . .
-
---No se las que teneis y no dudo que os costaria trabajo á vos mismo de
-saberlo; por el mucho tiempo que os exijiria el contarlas. --dijo Sikes
---Lo que sé positivamente, es que esta misma noche necesito algunas de
-ellas.
-
---Está bien, esto basta --replicó el judío con un suspiro --voy á
-enviar incontinenti al Camastron . . .
-
---No me conviene; el _Camastron_ es demasiado _Camastron_ y puede que se
-olvidase de volver. Además podria suceder tambien, que perdiese el
-camino ó que cayera en una trampa, ó se valiera de cualquiera otra
-escusa de esta clase, si vos le inspirais la idea . . . Será mejor que
-Nancy vaya con vos á buscar el _plus_: esto es mas seguro. Yo entre
-tanto me acostaré y echaré un sueño.
-
-Despues de muchas contestaciones y regateos de una parte y otra, el
-judío redujo la suma de cinco libras exijida por Sikes á tres libras
-cuatro chelines seis peniques, protestando con juramento que no le
-quedarian mas que un chelin y seis peniques para subvenir á la
-manutencion de la casa. A lo que habiendo contestado Sikes con tono
-brusco que si no habia medio de procurarse mas, era preciso conformarse.
-Nancy se preparó para salir con Fagin, en tanto que el Camastron y maese
-Bates arreglaban los comestibles en la alacena.
-
-Entonces el judío se despidió de su amigo y regresó á su casa
-acompañado de sus educandos y de Nancy. Sikes al verse solo se echó
-sobre la cama y se dispuso á dormir para matar el tiempo hasta la vuelta
-de la jóven.
-
-Aquellos llegaron á dicha casa en la que encontraron á Tobias Crachit y
-al señor Chattiling con ánimo de emprender su quincuagésima partida de
-los cientos.
-
---Ha venido alguien, Tobias? preguntó el judío.
-
---No he visto á alma viviente --respondió Crachit tirando el cuello de
-su camisa.
-
-En esto el judío manifestó que era ya mas que tiempo de andar á caza,
-pues que habian dado las diez y todavia no se habia hecho nada y los
-alanos partieron para distribuirse á los barrios respectivos.
-
---Ahora Nancy --dijo aquel cuando hubieron dejado el aposento --voy á
-buscar ese dinero. Esta es la llave del armario pequeño donde cierro
-todo lo que me llevan mis jóvenes educandos. Querida, jamás cierro mi
-dinero con llave; porque no tengo para ello lo bastante . . . ah! ah! ah!
-No ciertamente; no tengo mas que una miseria . . . Nancy, pobre es
-nuestro comercio! no dá para el calzado que cuesta . . . y si no fuera
-por lo que quiero á los muchachos tiempo hace que hubiera renunciado . . .
-Pero los ayudo querida; los sostengo Nancy . . . toda la carga es para
-mi, hija mia . . . Chiton! --dijo escondiendo precipitadamente la llave
-en su pecho --Quién puede ser? escucha!
-
-La jóven que estaba sentada con los brazos cruzados y los codos apoyados
-sobre el borde de la mesa, afectó la mayor indiferencia, á la llegada
-de un tercero y pareció darse poco cuidado en saber cual era la persona
-que venia á tal hora, cuando el cuchicheo de una voz de hombre hirió su
-oido. Entonces se quitó el sombrero y el chal con la rapidez del rayo,
-los arrojó sobre la mesa, lamentándose del calor con un tono lánguido
-que contrastaba singularmente con la viveza de sus movimientos; lo que no
-advirtió el judío por haberse vuelto en este momento de espaldas.
-
---Ah! ah! --dijo como contrariado por la visita del importuno --es el
-hombre que esperaba . . . Va á bajar aquí Nancy. No tienes necesidad de
-hablar de ese dinero en su presencia . . . lo oyes? No estará mucho
-tiempo querida . . . diez minutos lo mas.
-
-El judío tomó la vela y fué á abrir la puerta al visitador.
-
---Es una de mis muchachas. --dijo el judío viendo á Monks (porque era
-el mismo) retroceder á la vista de la jóven. --No te muevas de aquí,
-hija mia!
-
-Esta aprocsimándose á la mesa miró á Monks con aire indiferente y
-bajó al momento los ojos; pero habiéndose este vuelto hácia el judío
-para dirijirle la palabra, le lanzó al soslayo una nueva mirada tan
-diferente de la primera, tan viva y penetrante que si alguno hubiese
-estado allí para notar la diferencia, le hubiera costado mucho
-convencerse de que proviniesen de la misma persona.
-
---Teneis alguna nueva noticia que comunicarme? --preguntó el judío.
-
---Si, una muy grande! --respondió Monks.
-
---Y buena . . . sin duda? --volvió á preguntar el judío vacilando como
-si temiese disgustar al otro por exceso de curiosidad.
-
---No mala . . . tanto se vale! --replicó Monks sonriendo. --Esta vez he
-sido bastante afortunado. Quisiera deciros dos palabras á solas.
-
-Nancy se reclinó sobre la mesa y no hizo el menor ademan de marcharse á
-pesar de ver que Monks la señalaba con el dedo, dirijiéndose al judío.
-Este temiendo sin duda que hablára del dinero si intentaba despedirla
-hizo un movimiento de cabeza para indicar el piso superior y salió con
-su amigo.
-
-Aun no habia cesado el ruido de sus pasos, cuando la jóven se descalzó,
-arremangó su vestido sobre la cabeza y escuchó atentamente á la
-puerta. Despues que nada vió, salió de puntillas y subiendo la escalera
-en el mayor silencio; pronto desapareció en la obscuridad.
-
-Al cabo de un cuarto de hora ó veinte minutos lo mas, bajó con la misma
-ligereza que habia subido y fué pronto seguida de los dos hombres. Monks
-no tardó en salir, y el judío volvió á subir la escalera para ir á
-buscar el dinero. En el momento que entró, la jóven se ponia el
-sombrero y el chal para prepararse á marchar.
-
---Qué es lo que tienes Nancy? --esclamó el judío asombrado, despues de
-colocar la vela sobre la mesa --Que pálida estás!
-
---Pálida! --esclamó á su vez la jóven poniendo la mano ante sus ojos
-para sostener con mas firmeza la mirada del judío.
-
---Sí, estás pálida como la muerte --replicó éste --Qué ha sucedido?
-
---Oh! nada . . . A menos que esto no sea por haber estado encerrada todo
-este tiempo en este aposento, donde hace un calor sofocante --repuso la
-muchacha con frialdad . . . Ea concluyamos y que me vaya!
-
-Fagin entregó á Nancy la suma convenida exhalando un suspiro á cada
-moneda que le ponia en la mano y despues de haberse dado recíprocamente
-las buenas noches, se separaron.
-
-Apenas la jóven estuvo en la calle, se vió obligada á sentarse en el
-lindar de una puerta, por sentirse imposibilitada de continuar su camino.
-De repente se levantó y se puso á correr en direccion enteramente
-opuesta al domicilio de Sikes, hasta que estenuada de fatiga y bañada en
-sudor se paró al fin para tomar aliento. Entonces como vuelta en sí, y
-como desesperada de ejecutar un proyecto que tenia á la cabeza se
-torció los brazos y lloró amargamente.
-
-
-
-
-CAPÍTULO XXXIX.
-
-SINGULAR ENTREVISTA Á CONSECUENCIA DE LO ACAECIDO EN EL CAPÍTULO
-ANTERIOR.
-
-
-POR fortuna de Nancy, Sikes una vez en posesion del dinero pasó todo el
-dia siguiente en beber y comer. Esto le ablandó de tal modo el
-carácter, que no tuvo tiempo ni el antojo de encontrar que decir en la
-conducta de la jóven.
-
-A medida que el dia avanzaba, la inquietud de ésta aumentó; y cuando al
-caer la tarde se sentó á la cabecera del bandido esperando con
-impaciencia que el sueño y la bebida hubiesen amodorrado sus párpados,
-su rostro estaba tan lívido y sus ojos tan brillantes que el mismo Sikes
-lo observó con estrañeza.
-
-Este á quien la fiebre habia debilitado, estaba acostado en su cama
-bebiendo mucho _grog_ para aplacarla y alargaba su vaso á Nancy para que
-se lo llenára por la tercera ó cuarta vez, cuando esos síntomas le
-chocaron.
-
---Mil truenos! qué significa esto? esclamó incorporándose para
-observarla de mas cerca --Tienes la cara de un aparecido! ¿Qué ocurre
-de nuevo?
-
---Qué ocurre? --contestó la jóven . . . Oh! nada . . . Por qué me
-miras así, de reojo?
-
---A dónde se dirijen todas estas bestialidades! --preguntó Sikes
-cojiéndole el brazo y sacudiéndola bruscamente. --Qué sucede? qué
-quiere decir esto? En qué piensas? Ea! habla!
-
---En muchas cosas Guillermo! --contestó pasando la mano por sus ojos
-para ocultar su turbacion y estremeciéndose involuntariamente . . .
---Pero Dios mio! Qué hay de estraordinario en ello?
-
-El tono jovial que afectó pronunciando estas últimas palabras, pareció
-producir en Sikes, una impresion mas fuerte que no lo habia hecho su
-estremada palidez.
-
-Tranquilizado por el pensamiento de que Nancy podia muy bien tener
-fiebre, Sikes vació su vaso hasta la última gota; y luego continuando
-en regañar y jurar, pidió su pocion. La jóven no se lo hizo decir dos
-veces; se levantó al momento de su silla, derramó el brebaje en una
-taza (habiendo para ello tenido cuidado de volverse, un poco de espalda)
-y por si misma le llevó la tasa á los labios hasta que lo hubo bebido
-todo.
-
---Ahora --dijo el bandido --ven á sentarte cerca de mi y recobra tu
-fisonomía acostumbrada, si no quieres que yo mismo le la cambie, de modo
-que no la reconozcas cuando se te antoje mirarte en el espejo.
-
-Esta obedeció y Sikes cojiéndola la mano la tuvo estrechamente cerrada
-en la suya no dejándo de contemplarla atentamente. Luego volvió á
-recostarse en la almohada. Sus ojos se cerraron, y despues volvieron á
-abrirse; tornaron á cerrarse y á abrirse de nuevo. Se removió en su
-lecho y cambió muchas veces de posicion, como si hubiese estado
-incómodo y en seguida se amodorró por intervalos repetidos en el
-espacio de algunos minutos, estremeciéndose de tanto en tanto y mirando
-con aire estraviado á su alrededor. De pronto quedó inmóvil en la
-postura de una persona que vá á levantarse y luego se durmió con un
-sueño soporífico. Su mano soltó la de Nancy y cayó con flojedad sobre
-el lecho.
-
---El láudano ha producido al fin su efecto! --murmuró Nancy
-separándose inmediatamente del lecho. --Tal vez será ya tarde!
-
-Diciendo estas palabras se puso con presteza el sombrero y el chal y
-mirando con espanto á su alrededor, como si á pesar del brebaje que
-habia administrado al ladron esperase á cada momento sentir sobre su
-espalda la presion de su mano ruda, despues inclinándose, cautelosamente
-sobre el lecho, imprimió un beso en los labios de Sikes y desapareció
-con la celeridad del rayo.
-
-Al estremo de un pasaje que debia atravesar para llegar á una de las
-calles principales de Londres, un _watchman_, cantó las diez y media.
-
---Hay mucho tiempo que ha sonado la media? --preguntó Nancy.
-
---Dentro un cuarto de hora darán las once! --respondió el sereno
-levantando su farol para ver el rostro de la jóven.
-
---Las diez y tres cuartos ya! y necesito aun mas de una hora para llegar
-allí! dijo á sí misma Nancy continuando su camino con una celeridad
-sin igual.
-
---Esta mujer está loca! --decia la gente mirándola correr de tal modo
-á lo largo del malecon.
-
-En una calle elegante y tranquila de los alrededores de Hyde-Park estaba
-situado un palacio magnífico. En el momento que Nancy descubrió la
-brillante luz del reverbero colocado ante la puerta dieron las doce en el
-reló de una iglesia vecina. Habia contenido su marcha incierta de si
-debia avanzar ó retroceder, pero habiéndola decidido el sonido de la
-campana, entró en el vestíbulo. Al ver vacante el asiento del portero,
-miró con ademan inquieto en torno suyo y se dirijió hácia la escalera.
-
---Qué se os ofrece jóven? --preguntó una camarera vestida con
-elegancia, entreabriendo una puerta trás de Nancy. A quién buscais
-aquí?
-
---Una señorita que está en esta casa --respondió la jóven.
-
---Una señorita! --replicó la otra con desden. --Qué señorita, si os
-place?
-
---La señorita Maylie. --dijo Nancy.
-
-La jóven camarera que durante este corto diálogo habia notado el
-talante de aquella, se contentó con mirarla de los piés á la cabeza é
-hizo señal á un lacayo para que se encargára de continuarlo. Nancy
-manifestó á este último el motivo de su visita.
-
---De parte de quién? --preguntó el criado --que nombre debo decir?
-
---El no es necesario. --replicó Nancy.
-
---Ni tampoco el motivo que os trae aquí? --preguntó el hombre.
-
---Tampoco; no vale la pena --respondió la jóven --es preciso que yo vea
-á esa señorita.
-
---Largo de ahí! --replicó el hombre empujándola hácia la puerta
---conocemos estos colores! afuera!
-
---Si salgo de aquí, será porque me llevaréis vos. --dijo vivamente
-Nancy y os juro que sois poco dos para ello. No hay pues aquí nadie
---prosiguió paseando sus miradas alrededor de la sala --nadie que quiera
-encargarse de una comision para una pobre jóven como yo?
-
-Nancy tuvo que vencer muchas dificultades para llegar hasta Rosa; porque
-los criados del palacio creian deshonrarse accediendo á sus súplicas.
-Las criadas la insultaban y los lacayos la miraban con aire de compasion
-creyéndola una mendiga. Al fin una buena alma de cocinero vino á su
-socorro y acabó por determinar al ayuda de cámara, á que se dignase ir
-á avisar á la señorita Maylie; y aun que el orgullo de este se
-considerase manullado quiso ser condescendiente á la recomendacion de un
-cofrade.
-
-Al cabo de pocos instantes Nancy oyó un ligero ruido.
-
-Levantó los ojos lo suficiente para notar que la persona que se
-presentaba, era jóven y hermosa.
-
-Trabajo cuesta el llegar hasta vos señorita! --dijo sacudiendo la cabeza
-con ademan de indiferencia. --Si ofendida, me hubiese marchado, (como lo
-hiciera cualquiera otra en mi lugar), algun dia lo hubierais deplorado
-mucho; pues no faltará motivo.
-
---Siento en el alma que se os haya recibido mal --contestó Rosa
---olvidadlo y decidme que causa os ha incitado el deseo de verme; yo soy
-la persona que pedís.
-
-El tono amable de esta respuesta, la voz dulce de Rosa y sus maneras
-afables, exentas de orgullo, llenaron de asombro á la jóven, que
-prorrumpió en llanto.
-
---Oh! Señorita --dijo juntando sus manos en ademan suplicante --si
-hubiera mas personas cual vos, habria menos cual yo; esto es muy cierto!
-
---Sentaos. --dijo Rosa conmovida --me oprimís el corazon. Si estais en
-la miseria ó en la afliccion, tendré un gran placer en aliviaros, si
-está en mi mano. Sentaos . . .
-
---Permitid que permanezca en pié señorita --dijo la jóven --y no me
-hableis con tanta bondad hasta que me conozcais mejor. Empieza á hacerse
-tarde . . . Esa puerta está cerrada?
-
---Sí; --contestó Rosa retrocediendo algunos pasos á fin de
-encontrarse, en mejor posicion para pedir socorro en caso de necesidad
---¿Por qué me haceis esta pregunta?
-
---Por qué? --dijo la jóven --porque estoy á punto de poner mi vida y
-la de muchos otros entre vuestras manos. Yo soy la que llevó al pequeño
-Oliverio á la casa de Fagin el judío, la misma noche que este
-desapareció de Pontowille.
-
---Vos! esclamó Rosa.
-
---Yo misma. Yo soy la criatura infame de que habeis oido hablar; que vivo
-entre los ladrones y que hasta donde alcanza mi memoria (es decir desde
-mi mas tierna infancia); no he conocido otra existencia preferible á la
-que ellos me han procurado ni palabras mas dulces que las que ellos me
-han dirijido: así pues, que Dios tenga piedad de mí! No teneis que
-disimular el horror que os inspiro . . . Soy mas jóven de lo que se cree
-al verme; pero sé bien el efecto que produce mi presencia: las mujeres
-mas miserables se alejan de mi cuando paso cerca de ellas en la calle.
-
---De que cosas horribles venís á ocuparme! --esclamó Rosa
-retrocediendo involuntariamente.
-
---Dad gracias al cielo, mi buena señorita. --continuó Nancy
-
---de que os haya proporcionado amigos que han tenido cuidado de vos en
-vuestra infancia y que no ha permitido fuerais espuesta al frio, al
-hambre, á la crápula, á la borrachera y algo peor que todo esto, como
-lo he sido yo, como quien dice, desde mi cuna: porque los callejones y
-los arroyos han sido mi patrimonio, moriré en ellos como en ellos he
-vivido.
-
---Os compadezco! --dijo Rosa con voz conmovida. --Vuestras palabras, me
-desgarran el corazon.
-
---Que Dios os bendiga por vuestra bondad! --repuso la jóven --Si
-supierais lo que he esperimentado alguna vez, me compadeceríais con
-mayor razon. Pero, he escapado á la vigilancia de los que me asesinarian
-indudablemente, si supieran que he venido aquí para deciros lo que he
-oido. ¿Conoceis á un individuo llamado Monks?
-
---No; --dijo Rosa.
-
---El os conoce mucho á vos --replicó la jóven --y sabe que viviais
-aquí pues por él he descubierto yo vuestra direccion.
-
---No conozco á nadie de ese nombre --dijo Rosa.
-
---Entonces probablemente es un nombre fingido --como lo he sospechado
-alguna vez --prosiguió la jóven. --Hace algun tiempo (pocos dias
-despues que Oliverio fué introducido por aquella ventanilla en la casa
-que habitabais en Chertsey, la noche en que debian robaros), como tenia
-sospechas sobre ese hombre, escuché una conversacion que tuvo con Fagin
-en la obscuridad. Por lo que oí, supe pues que Monks el hombre que creia
-que vos conociais, ya sabeis? . . .
-
---Sí, sí; --dijo Rosa, comprendo.
-
---Supe pues que Monks, habia visto por casualidad á Oliverio, con dos de
-nuestros muchachos el dia mismo que lo perdimos por primera vez, y que al
-momento lo habia reconocido por ser el niño que buscaba, (aunque no
-pueda darme cuenta del porque). Fué concluido entre ellos un tratado por
-el que, si Fagin volvia á apoderarse de Oliverio, recibiria cierta
-cantidad de dinero y que recibiria otra mayor si lograba hacer de ese
-niño un ladron lo que (por razones que ignoro) Monks pareció desear
-vivamente.
-
---Con qué fin? --preguntó Rosa.
-
---Esto es lo que yo no sé. --contestó la jóven --Cuando me inclinaba
-para oir mejor apercibió mi sombra en la pared, (otras muchas en mi
-lugar no hubieran podido escaparse tan diestramente sin ser vistas), pero
-afortunadamente, me retiré inapercibida, y desde entonces no volví á
-verle hasta ayer noche.
-
---Y qué pasó entonces?
-
---Voy á decíroslo, señorita. La noche pasada volvió y Fagin lo llevó
-al piso superior como la vez primera. Como la vez primera escuché
-tambien á la puerta y oí á Monks que decia: --Ya veis, las únicas
-cosas que hubieran podido servir para probar la identidad de este niño,
-están en el fondo del rio; y la vieja sibila que las recibió de la
-madre, hace largo tiempo que ha muerto y sus huesos están podridos
-dentro de su ataud. --Entonces, se pusieron á reir ocupándose, del buen
-écsito del asunto; y cada vez que Monks hablaba de Oliverio montaba en
-cólera y decia que á pesar de haberse asegurado el dinero de ese
-diablillo, hubiera preferido apoderarse de él de otro modo. Porque
-decia, que buena farza hubiera sido la de anular el testamento del padre
-arrastrando por todas las prisiones de Londres, á aquel de quien es
-objeto y que hacia su gloria y luego conduciéndole al patíbulo por un
-crímen capital! Esto podeis hacerlo aun, Fagin, despues de haber sacado
-de él toda ventaja en vuestro provecho.
-
---Dios mio! que es lo que quiere decir todo esto --esclamó Rosa.
-
---La verdad señorita aunque salga de mis labios --replicó Nancy. Luego
-añadió con juramentos horribles (familiares á mis oidos, pero
-enteramente estraños á los vuestros), que si pudiese satisfacer su
-ódio, acabando con la vida de ese niño sin comprometer la suya, lo
-haria sin escrúpulo; pero que puesto que tal cosa era imposible, haria
-los medios para poner trabas á todas sus acciones y dañarle en mas de
-un caso, y que si Oliverio, intentaba algun dia sacar partido de su
-nacimiento y de su historia, sabria bien impedírselo: --En fin, Fagin
-añadió, por muy judío que seais jamás habeis empleado medios
-semejantes á los que yo voy á poner en práctica para atraer en el lazo
-á mi hermano Oliverio.
-
---Su hermano! --esclamó Rosa.
-
---Estas fueron sus propias palabras --dijo, Nancy mirando con inquietud
-á su alrededor. (lo que no habia dejado de hacer desde el momento que
-empezó á hablar; porque la imágen de Sikes la atormentaba
-contínuamente.) Mas ha dicho: cuando se le ha ofrecido hablar de vos y
-de la otra señora ha manifestado que era necesario que el cielo ó el
-infierno se hubiesen mezclado en el asunto, para haber hecho caer
-Oliverio entre vuestras manos; despues soltó una carcajada y observó
-que la casualidad, le habia servido aun bien en tal circunstancia
---porque, añadió, nombrándoos), que millares de libras esterlinas no
-daria ella misma, si las tuviera; por saber quien es _este perrito
-faldero que la sigue por todas partes de dos patas_!
-
---Es posible! dijo Rosa palideciendo --Esto no ha podido decirlo
-sériamente ¿No es cierto?
-
---Si jamás hombre alguno ha hablado sériamente, fué él en aquel
-momento --replicó Nancy . . . No es hombre para chancearse cuando está
-excitado por la rábia. Conozco algunos que lo hacen peor que él, pero
-quisiera mas oirles doce veces que él una . . . Se hace tarde y quiero
-llegar á casa, sin que se sospeche de que he venido aquí; es preciso
-pues que me vuelva al momento.
-
---Pero qué haré yo? --dijo Rosa --Cómo sin vos podré utilizar la
-revelacion que acabais de hacerme? Volveros! Cómo podeis desear reuniros
-otra vez con compañeros que pintais con colores tan horribles? Si
-quereis repetir lo que acabais de decirme á un caballero que está
-allí, en el aposento vecino, en menos de media hora os conducirá á un
-sitio donde estareis en seguridad.
-
---Deseo marcharme --dijo la jóven. Es preciso que me vaya; porque . . .
-(como podria confesar tales cosas á una señorita virtuosa cual vos!)
-porque entre esos hombres de quienes os he hablado hay uno, (tal vez el
-mas malo y el mas determinado de todos ellos), que yo no puedo dejar . . .
-no; aun que fuera para arrancarme de la vida que ahora llevo!
-
---La sensibilidad que habeis demostrado ya en otra ocasion, tomando el
-partido de ese querido niño --dijo Rosa --la generosidad de que habeis
-dado prueba ahora viniendo, con peligro de vuestra vida á decirme lo que
-habeis oido --vuestras maneras, que me son un garante seguro de la verdad
-de vuestras palabras, el arrepentimiento evidente y el sentimiento
-interior de vuestra vergüenza, todo me inclina á creer que podriais aun
-reformaros . . . Oh! continuó Rosa juntando las manos mientras que las
-lágrimas corrian de sus ojos --no rechazeis las solicitudes de una
-persona de vuestro sexo, la primera, sin duda que jamás os haya hablado
-con dulzura y compasion! No rehuseis escucharme y dejaos volver al
-sendero del honor y de la virtud.
-
---Oh! buena señorita! esclamó Nancy precipitándose á los piés de
-Rosa --ángel de ternura y de bondad! vos sois en efecto la primera que
-me ha hecho escuchar estas palabras de consuelo que me penetran el
-corazon, y si yo las hubiera oido mucho tiempo antes, ellas hubieran
-podido sacarme del vicio en que estoy sumergida; pero ahora es demasiado
-tarde! demasiado tarde!
-
---Nunca es tarde para el arrepentimiento --dijo Rosa.
-
---Es demasiado tarde! esclamó Nancy torciéndose los brazos en la
-agonía de la desesperacion . . . Al presente no puedo abandonarle! No;
-no quiero ser la causa de su muerte!
-
---Por qué seriais la causa de su muerte? preguntó Rosa.
-
---Nada podria salvarle --prorrumpió la jóven --si declaraba á otros lo
-que acabo de deciros y si los ponian presos á todos; él no podria
-librarse. Es el mas atrevido y el mas intrépido de la cuadrilla . . . y
-ha cometido acciones tan atroces! . . .
-
---Es posible --dijo Rosa --que por tal hombre renuncieis á una libertad
-verdadera y á la esperanza de un porvenir mejor? Esto es una locura
-inconcebible!
-
---Yo propia ignoro lo que esto es --replicó la jóven --Todo lo que sé
-es que esto no pasa á mí sola y que hay otras muchas tan viciosas y tan
-miserables como yo que piensan del mismo modo. --Es preciso que me
-marche! Que ello sea voluntad del cielo ó castigo del mal que he hecho,
-es de lo que no puedo darme cuenta á mi misma; pero soy atraida hácia
-ese hombre á pesar de su brutalidad para conmigo y creo que lo seria
-tambien aunque supiera que tengo que morir de su mano.
-
---Qué hacer? --dijo Rosa. --Yo no deberia dejaros marchar así.
-
---Vos no me detendréis, estoy de ello segura! --repuso la jóven, --no
-lo haréis, porque me he fiado en vuestra bondad y no he exijido de vos
-promesa alguna, como hubiera podido hacerlo.
-
---Entónces de que me servirá la revelacion que me habeis hecho?
---preguntó Rosa --Por el interés de Oliverio á quien deseais servir,
-este misterio debe ser aclarado.
-
---Paréceme que podriais contar esto, bajo el sello del secreto á algun
-caballero, amigo vuestro quien os dirá lo que teneis que hacer, repuso
-Nancy.
-
---Pero dónde os encontraré cuando sea necesario? preguntó Rosa --No
-pretendo saber donde habitan esas personas horribles; pero aun tengo
-necesidad de volveros á ver otra vez.
-
---Me prometeis guardar fielmente el secreto y venir sola ó al menos
-acompañada únicamente de la persona que estará en la intimidad?
-preguntó la jóven --Puedo confiar en que no seré espiada ó seguida?
-
---Os lo juro! --respondió Rosa.
-
---Todos los domingos desde las once hasta las doce de la noche --dijo
-Nancy sin vacilar --me pasearé por el puente de Londres . . . si existo!
-
---Todavía una palabra! --dijo Rosa, al ver á la jóven que se preparaba
-para marcharse --Reflecsionad aun una vez en el horror de vuestra
-posicion y en la ocasion que se os presenta de libertaros de ella. Teneis
-derecho al interés que os demuestro, no solo por haber venido aquí
-voluntariamente para hacerme esta revelacion, sino tambien porque, estais
-perdida mas allá de toda esperanza. Volveréis á esa cuadrilla de
-ladrones y á ese hombre que os maltrata tan cruelmente, cuando una sola
-palabra basta para salvaros? Cuál es pues ese encanto que os impele á
-pesar vuestro á la desgracia y al crímen? No hay en vuestro corazon una
-cuerda que pueda yo tocar? No queda en él pues ningun sentimiento al
-cual pueda yo llamar contra ese fatal prestigio?
-
---Cuando las jóvenes señoritas tan hermosas y tan buenas como vos,
-entregan su corazon --replicó Nancy con firmeza --el amor las impele
-algunas veces muy lejos, aun aquellas que como vos tienen padres, amigos
-y admiradores para distraerlas. Pero cuando las jóvenes desgraciadas que
-como yo no tienen otro hogar que la tumba, ni otro amigo para visitarlas
-en sus enfermedades, ó en la hora de la muerte que el enfermero del
-hospital, dan su corazon á un hombre que les hace las veces de los
-padres y de los amigos, que han perdido ó les han faltado durante todo
-el curso de su miserable existencia, quién puede esperar curarlas?
-Tenednos lástima, señorita, de alimentar en nuestro corazon un
-sentimiento que la justicia divina condena y los hombres reprueban.
-
---Aceptaréis de mí al menos algun dinero, que os proporcione vivir sin
-deshonor, hasta que volvamos á vernos? --dijo Rosa despues de un momento
-de silencio.
-
---Ni un sueldo --contestó la jóven.
-
---No rechazeis el ofrecimiento que os hago de ayudaros! dijo Rosa con
-bondad --Deseo seros útil; os lo aseguro.
-
---Me hariais un beneficio mas grande --repuso Nancy con el acento de la
-mayor desesperacion --si pudierais arrancarme la vida de un solo golpe;
-porque jamás como esta noche he sentido todo el horror de mi situacion y
-me seria muy grato no morir en el mismo infierno en que he vivido! Que
-Dios os bendiga, buena señorita y que él derrame sobre vuestra cabeza
-tanta felicidad, como deshonra y oprobio ha derramado sobre la mia!
-
-Habiendo pronunciado estas palabras entrecortadas la desdichada criatura,
-se marchó.
-
-
-
-
-CAPÍTULO XL.
-
-NUEVOS DESCUBRIMIENTOS, EN PRUEBA DE QUE LAS SORPRESAS LO MISMO QUE LAS
-DESGRACIAS, RARA VEZ VIENEN SOLAS.
-
-
-LA situacion de Rosa era algo embarazada; porque al propio tiempo que
-deseaba vivamente penetrar el misterio que envolvia el nacimiento de
-Oliverio, se veia obligada en conciencia á guardar el secreto que le
-habia sido confiado, por la infortunada jóven con quien acababa de tener
-tan triste conversacion.
-
---No le quedaban mas que tres dias para permanecer en Londres antes de
-partir con la Señora Maylie y su jóven protegido á un puerto de mar
-bastante lejano. El primer dia tocaba á su fin (cabalmente acababa de
-sonar la media noche en el instante en que Nancy dejó el aposento.)
-¿Qué proyecto podia concebir para ser puesto en ejecucion en el
-término de veinte y cuatro horas? ó qué medio debia emplear para
-retardar el viaje sin exitar la sospecha?
-
-Mr. Losberne estaba en el palacio con esas señoras y debia pasar en él
-los dos últimos dias de su permanencia en Londres; pero Rosa conocia
-demasiado el carácter impetuoso del doctor y preveia asaz claramente la
-cólera que, en un primer momento de indignacion, haria esplotar contra
-la jóven; para confiarle el secreto. Esta era tambien una de las razones
-por las que Rosa temia abrirse á la Señora Maylie, que no podria dejar
-de hablar de ello al doctor . . . Recorrer á un magistrado, suponiendo
-que hubiese sabido el modo de llevar este asuntó era cosa á que debia
-renunciar por la misma razon . . . Por un momento tuvo la idea de
-escribir á Enrique; pero se acordó de su última entrevista . . .
-Estaba en tal perplejidad, cuando Oliverio, que regresaba de su paseo por
-la ciudad escoltado de Giles, que le hacia de guardia del cuerpo, entró
-bruscamente en el aposento sofocado y sumamente conmovido.
-
---Qué teneis para estar tan agitado? --preguntó Rosa adelantándose
-hácia él --respondedme Oliverio.
-
---Apenas puedo hablar --contestó el niño --Paréceme que me ahogo . . .
-Oh! qué dicha pensar que al fin volveré á verle y que vos tendreis la
-certeza de que todo lo que os he dicho es la pura verdad!
-
---Jamás he supuesto lo contrario, amigo mio --dijo Rosa --Pero por qué
-decís esto? De quién hablais?
-
---He vuelto á ver al buen caballero que me ha dispensado tanta amistad!
---replicó Oliverio pudiendo apenas articular sus palabras --Ya sabeis . .
-Mr. Brownlow, de quién os he hablado tantas veces!
-
---En dónde? --preguntó Rosa.
-
---Bajaba de un carruaje y entró en una casa --respondió Oliverio
-llorando de gozo --No le he hablado . . . no podia hablarle; porque no ha
-reparado en mí y yo estaba tan trémulo que me ha sido imposible correr
-á él; pero Giles se ha informado de si vivia en la casa donde le hemos
-visto entrar y le han respondido que sí . . . Tomad --añadió sacando
-un papel de su faltriquera --esta es su direccion: es allí donde vive
-. . . permitid que vaya al instante . . . Oh! Dios mio! Dios mio! que me
-sucederá cuando le vea y él me hable!
-
---Al instante! dijo Rosa --Enviad á buscar una calesa y estad pronto
-para partir; voy á llevaros allá al momento . . . No hay que perder un
-minuto! Unicamente el tiempo para prevenir á mi tia que salimos por una
-hora y estoy con vos . . . Con qué, estad preparado!
-
-Oliverio no se lo hizo decir dos veces y en menos de diez minutos estaban
-en marcha para _Craven street_ en el _Strand_. Cuando hubieron llegado,
-Rosa bajó del coche para preparar al anciano caballero á recibir á
-Oliverio y entregando su tarjeta al criado le suplicó dijera á Mr.
-Brownlow, que deseaba verle por asuntos de la mayor importancia. Este
-reapareció muy luego, habia recibido la órden de hacer subir á la
-jóven señorita: y la introdujo en un aposento del primer piso, donde
-fué presentada á un caballero de edad algo avanzada, de aspecto afable
-y vistiendo una casaca de verde-botella. No lejos de él estaba otro
-caballero viejo, con calzon corto y polainas de mahon, el cual caballero
-viejo (que no parecia _extremamente_ amable), estaba sentado con las
-manos plegadas, apoyadas sobre el puño de su baston y su barba encima.
-
---Mil perdones señorita! dijo el caballero de la casaca verde,
-levantándose precipitadamente de su silla y haciendo un saludo gracioso
-á la señorita Maylie. --Creia que podiais ser una persona importuna que
-. . . Os pido por favor que disimuleis . . . Tomaos la molestia de
-sentaros.
-
---Es á Mr. Brownlow á quien tengo el honor de hablar? --dijo Rosa
-dirijiéndose á este último.
-
---Sí; señorita --respondió el caballero anciano --y ahí está mi
-amigo Mr. Grimwig . . . Grimwig, queréis tener la bondad de dejarnos por
-algunos minutos?
-
---Creo, que el Señor, no estará de mas en este punto de nuestra
-entrevista. Estoy bien informada; no es estraño al asunto que me trae
-cerca de vos.
-
-Mr. Brownlow hizo una inclinacion de cabeza y Mr. Grimwig que habia hecho
-un saludo muy tieso al levantarse de su silla, hizo otro saludo muy tieso
-y sentóse otra vez.
-
---Sin duda voy á sorprenderos --dijo Rosa algo cortada; --pero en otro
-tiempo manifestasteis mucho interés y afecto á uno de mis jóvenes
-amigos y estoy segura que no os sabrá mal recibir noticias suyas.
-
---Verdaderamente! --dijo Mr. Brownlow --¿Puedo saber su nombre?
-
---Oliverio Twist! contestó Rosa.
-
-Apenas hubo pronunciado este nombre, Mr. Grimwig que se habia puesto á
-recorrer un libro voluminoso colocado sobre la mesa, lo cerró
-bruscamente y dejándose caer en el respaldo de la silla dejó ver su
-rostro en el que estaban marcadas las señales de la mayor sorpresa.
-
-El asombro de Mr. Brownlow no fué menor, aunque no lo dejase apercibir
-de un modo tan escéntrico. Acercó su silla á la de Rosa y dijo:
-
---Hacedme el favor, querida señorita, de pasar en silencio esa solicitud
-y esa bondad de que hablais y de la que nadie duda y si está en vuestro
-poder desilusionarme en cuanto á la opinion desfavorable, que he debido
-concebir de ese niño . . . Oh! en nombre del cielo hacedlo al instante.
-
---Es un pilluelo! me comeria la cabeza que es un pilluelo! --dijo Mr.
-Grimwig sin mover ningun músculo de su rostro, como lo hiciera un
-ventrilocuo.
-
---Ese niño tiene el corazon noble y generoso --repuso Rosa
-ruborizándose --y el Sér Supremo que ha juzgado á propósito enviarle
-penas y hacerle pasar por pruebas superiores á sus fuerzas, le ha dado
-cualidades y sentimientos que harian honor á personas que tienen seis
-veces su edad.
-
---Yo no tengo mas que sesenta y un año! --replicó Mr. Grimwig en el
-mismo tono; y como no tomando en ello cartas el diablo, ese Oliverio de
-que hablais debe tener doce años sino tiene mas, no veo la aplicacion de
-esta advertencia.
-
---No hagais caso de mi amigo, Señorita --dijo Mr. Brownlow --no
-reflecsiona lo que dice.
-
---Si par diez! gruñó Mr. Grimwig.
-
---No no lo reflecsiona, os lo aseguro! replicó Mr. Brownlow, que
-empezaba á impacientarse visiblemente.
-
---Se comeria él la cabeza, sino dijera la verdad!
-
---Mejor mereceria que se la rompieran!
-
---Quisiera ver á alguno que lo propusiera! --replicó Monsieur Grimwig
-golpeando el suelo con su baston.
-
-Despues de haberse ecsaltado de tal modo, los dos amigos lomaron
-separadamente un polvo y se dieron enseguida un buen apreton de manos
-segun su costumbre invariable.
-
-Rosa que habia tenido tiempo de reunir sus ideas, relató en pocas
-palabras lo que habia sucedido á Oliverio desde el dia en que habia
-dejado la casa de Mr. Brownlow, reservando para el momento en que estaria
-sola con este caballero, la revelacion de Nancy. Añadió que el único
-dolor de ese muchacho durante muchos meses habia sido no poder encontrar
-otra vez á su bienhechor.
-
---Alabado sea Dios! --dijo el anciano caballero --He aquí lo que me
-tranquiliza! Pero, Señorita Maylie, vos no nos habeis dicho donde se
-halla ahora . . . Mil perdones por la pregunta que voy á haceros; ¿por
-qué no lo habeis llevado?
-
---Está abajo en el carruaje, que espera á la puerta --contestó Rosa.
-
---Aquí! á mi puerta! --esclamó el anciano y sin decir una palabra mas
-se lanzó fuera del aposento, bajó la escalera de cuatro en cuatro,
-saltó sobre el estribo y de allí dentro del coche.
-
-Apenas la puerta del aposento se hubo cerrado trás él, Monsieur Grimwig
-levantó la cabeza y convirtiendo en eje uno de los piés traseros de su
-silla, describió con la ayuda de su baston y de la mesa, tres círculos
-distintos; despues de lo cual, poniéndose en pié, andó piano piano, lo
-largo del aposento y acercándose de improviso á Rosa la abrazó sin
-otro preámbulo.
-
---Chiton! dijo al ver que esta se levantaba precipitadamente, alarmada
-por su audacia --Nada temais! Tengo bastante edad, para ser vuestro
-abuelo . . . Sois una buena muchacha y os quiero mucho! Ya suben!
-
-En efecto, luego que se hubo echado de un solo salto en su silla, Mr.
-Brownlow volvió á entrar acompañado de Oliverio, que Mr. Grimwig
-recibió muy graciosamente y esta satisfaccion del momento hubiera sido
-por sí sola bastante á Rosa, para recompensar sus desvelos y sus
-inquietudes, para con su jóven protegido.
-
---A propósito! hay alguien que no debe ser olvidado! dijo Mr. Brownlow
-tirando el cordon de la campanilla --Decid á la Señora Bedwin que suba!
-
-La vieja ama de llaves subió en seguida y habiendo hecho una reverencia,
-esperó en la puerta á que Mr. Brownlow le diera sus órdenes.
-
---Creo Bedwin que vuestra vista se debilita de dia en dia --dijo éste
-con tono semi-regañon.
-
---A mi edad, caballero, no tiene nada de estraño --contestó la buena
-señora --Los ojos de las personas no mejoran con los años.
-
---Podria yo decir otro tanto --repuso Mr. Brownlow --pero poneos vuestros
-anteojos y veamos si adivinais porque os he mandado llamar.
-
-La Señora Bedwin, se puso á registrar en sus faltriqueras para buscar
-sus anteojos, pero la paciencia de Oliverio no podia estar á prueba
-contra este nuevo retardo y he aquí porque cediendo al primer impulso de
-su corazon, se precipitó en los brazos de la buena señora.
-
---Dios me perdone! --esclamó esta abrazándole --es mi querido
-pequeñuelo!
-
---Mi buena Señora Bedwin! --esclamó tambien Oliverio.
-
---Sabia bien que volveria --repuso la anciana apretándole contra su
-pecho --Qué hermoso es . . . y que bien vestido! Parece un señorito!
-¿Dónde habeis estado durante este tiempo que me ha parecido tan largo?
-Ah! siempre su bella carita . . . pero con todo aun mas pálida . . .
-Siempre esos ojos tan dulces, pero mas tristes. Nunca los he olvidado, ni
-tampoco su sonrisa graciosa. --Dejando que la Señora Bedwin y Oliverio
-charláran con holgura, Monsieur Brownlow hizo pasar á Rosa á otro
-aposento y ésta le contó con los mas minuciosos detalles la entrevista
-que habia tenido con Nancy: lo que le sorprendió é inquietó
-muchísimo. Despues que le hubo esplicado las razones que la habian
-impedido hablar de ella, primero á Mr. Losberne, aprobó mucho su
-prudencia y resolvió tener al instante una conferencia con el doctor.
-Para lograr pronto la ocasion de ejecutar este designio, se convino que
-iria al palacio aquella noche misma á las ocho, y que entretanto la
-Señora Maylie seria informada de todo lo que habia pasado.
-
-La señorita Maylie no habia exagerado la cólera del doctor; pues apenas
-tuvo conocimiento de la revelacion de Nancy se desató en imprecaciones
-contra ella y amenazó entregarla á Monsieurs Blathers y Duff. Habia ya
-tomado su sombrero y se preparaba para ir á encontrar á esos dignos
-personajes sin considerar cuales podrian ser los resultados de su loco
-proceder, si Monsieur Brownlow, á pesar de ser tambien muy irrascible,
-no le hubiese impedido el salir y no hubiese empleado todos los
-argumentos posibles para hacerle entrar en razon.
-
---Qué diablos, pues, nos queda que hacer? Será preciso todavía dar las
-gracias á todos esos vagabundos (machos y hembras) y suplicarles que
-acepten una centena de libras esterlinas, como una ligera prueba de
-nuestra estimacion y una débil prenda de nuestra gratitud!
-
---No digo precisamente esto --contestó Mr. Brownlow sonriendo --pero es
-preciso obrar con dulzura y con prudencia.
-
---Dulzura y prudencia! esclamó el doctor --Yo os los enviaré todos á
-las . . .
-
---No digo lo contrario --replicó Mr. Brownlow --y sin duda lo han bien
-merecido.
-
-Fué muy difícil hacer entrar en razon al doctor, que desde que habia
-visto á los señores Duff y Blathers parecia tener una confianza sin
-límites en sus talentos. Pero Mr. Brownlow, habiéndole hecho comprender
-que de su prudencia dependia la suerte de Oliverio y que un solo paso
-inconsiderado podia comprometerlo todo y privarle á la vez de la
-herencia de sus padres y de la esperanza de volver á encontrar su
-familia, el doctor acabó por conceder que sus arrebatos, podian echarlo
-á perder todo y que en adelante tendria mas calma. En consecuencia se
-acordó que los Señores Grimwig y Enrique Maylie formarian parte del
-_comité_ y que Mr. Brownlow acompañaria á Rosa al puente de Londres,
-donde debia volver á ver á Nancy; que todo se haria de modo que no se
-comprometiera á esa desgraciada y que la justicia no seria advertida por
-temor de que puestos en alerta Nancy no quisiera dar á conocer á Monks.
-
-
-
-
-CAPÍTULO XLI.
-
-UNA ANTIGUA RELACION DE OLIVERIO DANDO PRUEBAS DE UN GENIO SUPERIOR,
-LLEGA Á SER UN PERSONAJE PÚBLICO EN LA METRÓPOLI.
-
-
-EL dia mismo en que Nancy fué á encontrar á Rosa Maylie, despues de
-haber dado á Sikes un brevaje suporífico; dos personas que el lector
-tiene ya conocidas; pero con las cuales (para mayor inteligencia de esta
-historia) debe reanudar las relaciones, marchaban hácia Londres por la
-carretera del Norte.
-
-Estos dos viajeros eran un hombre y una mujer (tal vez seria mejor decir
-un macho y una hembra). El primero de cuerpo largo y endeble, iba montado
-sobre altas piernas y tenia una de esas fisonomías huesosas, á las
-cuales es muy difícíl designar ninguna edad exacta; era en fin uno de
-esos séres que parecen ya viejos cuando son aun jóvenes y que parecen
-niños cuando empiezan á entrar en edad. La mujer podia tener diez y
-ocho ó veinte años; pero estaba sólidamente desarrollada y era
-necesario que fuera así, á juzgar por el paquete enorme que llevaba
-sobre su espalda sujeto con correas. El de su compañero envuelto en un
-pañuelo azul y pendiente al estremo de un palo formaba un volúmen muy
-pequeño.
-
---Andarás tú? Qué posma eres Carlota!
-
---Este paquete es pesado como un diablo!
-
---Pesado! Qué bestialidad! Para qué sirves pues? --dijo aquel cambiando
-de espalda su paquetillo. --Vaya! Hete aquí otra vez plantada!
-
---Queda aun mucho trecho? --preguntó la mujer.
-
---Si queda trecho? Tienes telarañas en los ojos! amor mio! No ves desde
-aquí las luces de Londres?
-
---Todavia quedan desde aquí dos millas!
-
---Y qué! Qué tenemos? Aun que haya dos ó veinte . . . replicó Noé
-Claypole (porque era el mismo) . . . Ea! levántate y al avío sino
-quieres que con un punta pié te haga entrar en calor.
-
-Como la nariz del Señor Claypole naturalmente colorada se habia vuelto
-purpúrea de cólera y como se adelantaba hácia Carlota, ésta se
-levantó sin decir palabra y se puso en marcha.
-
-Carlota fatigada, molida, no pensaba mas que en pararse. A cada momento
-preguntaba si Noé se detendria pronto papa pasar la noche. Pero maese
-Claypole era antes que todo hombre prudente; habia formado sus planes y
-temia los alojamientos que podia proporcionarle su muy graciosa Magestad
-Británica; por eso desconfiaba de toda posada situada demasiado cerca de
-la carretera; tenia una preferencia marcada por los barrios mas
-apartados. Sowerberry se le aparecia como la sombra de Banco. [5] En
-medio de todos sus temores, no dejaba por ello de hacer sentir su
-superioridad á Carlota. Esta reconocia y agradecia á su adorado, la
-confianza ilimitada, que le habia dispensado, dejándola todo el dinero
-que se habian llevado de la casa de Sowerberry! Pero esta confianza, no
-era mas que la consecuencia del sistema de prudencia de maese Claypole;
-habia temido comprometerse en el caso de ser perseguidos y el dinero
-hallándose únicamente sobre de ella, hubiera podido protestar de su
-inocencia y escapar tal vez de las manos de la justicia.
-
-Noé, arrastrando trás si á Carlota, ya suavizaba el paso en la esquina
-de una de esas calles que recorria con los ojos en toda su estension,
-para ver si descubriria la muestra de alguna modesta posada, ya arrecial
-á la marcha, si temia que el sitio fuera demasiado público para él. Al
-fin se paró ante una taberna mas súcia y mas miserable en la apariencia
-que todos los que habia visto hasta entonces y despues de haber examinado
-escrupulosamente su exterior anunció graciosamente á Carlota su intento
-de pesar en ella la noche.
-
---Con que dame ese paquete --dijo desatando las correas pasadas al
-rededor de las espaldas de Carlota y cargándoselo sobre sí --y cuida de
-no abrir el pico que yo no te dirija la palabra! Cuál es la muestra de
-la casa? A . . . l . . . o . . . s . . á los t . . . r . . . e . . . s.
-tres á los tres . . . á los tres que? preguntó.
-
---A los _tres cojos_ --dijo Carlota.
-
---A los _tres cojos_? repitió, Noé --No es del todo bestia que digamos
-esa muestra! Tú, sígueme . . . y no te olvides de lo que te he
-recomendado! --dichas estas palabras empujó la puerta con su espalda y
-entró seguido de Carlota.
-
-Solo habia en el mostrador un jóven judío, quien con los dos codos
-apoyados sobre la mesa, estaba ocupado en leer un periódico grasiento.
-Miró fijamente á Noé y éste le inspeccionó del mismo modo.
-
-Si Noé hubiese llevado su traje de la escuela de Caridad, el aire de
-sorpresa con que le miraba el judío no hubiera parecido extraordinario;
-pero como llevaba una blusa puesta sobre su vestido, parece que nada
-habia en él capaz de llamar hasta este punto la atencion en una taberna.
-
---No es aquí la posada de los _tres cojos_? preguntó Noé.
-
---Esta es la muestra de esta casa --respondió el judío.
-
---Un caballero que hemos encontrado en el camino nos ha recomendado
-vuestra casa --dijo Noé haciendo un guiño á Carlota, no solo para que
-advirtiera la sutileza de su espíritu, si que tambien para advertirla
-que no dejára escapar ninguna señal de sorpresa. --Podrémos tener una
-cama para esta noche?
-
---Diré abajo si hay alguna desocupada . . . contestó Barney que era el
-mozo de esta casa --voy á informarme.
-
---Conducidnos á la sala y servidnos un plato de fiambre y una pirta de
-cerveza mientras esperamos --dijo Noé.
-
-Barney despues que los hubo introducido en una salita baja les llevó en
-seguida lo que le habian pedido, avisándoles al propio tiempo de que
-podrian pasar allí la noche y que iban á prepararles una cama; despues
-de lo cual se retiró.
-
-Esto aposento estaba situado de modo que cualquiera conocedor de la casa
-podia por medio de un pequeño vidrio colocado en un ángulo, ver desde
-la sala de entrada todo lo que pasaba en ella sin peligro de ser visto y
-aplicando el oido en dicho punto era fácil oir lo que en ella se decia.
-Habia cinco minutos que el amo de la casa tenia el ojo pegado al vidrio,
-prestando oido al mismo tiempo á la conversacion de nuestros dos
-viajeros y Barney acababa cabalmente de desembucharles la respuesta ante
-dicha, cuando Fagin entró para informarse, si habia visto á algunos de
-sus jóvenes educandos.
-
---Chit . . . hizo Barney colocando el dedo sobre sus lábios --hay dos
-_personas_ en la salita.
-
---Dos personas! repitió el viejo en voz baja . . .
-
---Dos buenas piezas . . . como hay Dios! añadió Barney --Llegan de la
-campiña. --A fé mia es género de vuestro gusto ó yo soy un bestia.
-
-Esta noticia interesó en gran manera á Fagin. Subió sobre un taburete,
-aplicó el ojo al vidrio y pudo divisar á maese Claypole comiendo su
-fiambre y bebiendo su cerveza en compañia de Carlota.
-
---Ah! ah! --dijo en voz baja Fagin volviéndose hacia Barney --El aire de
-ese mozalvete me satisface del todo! Nos será útil, estoy de ello
-cierto! Comprende á las mil maravillas el modo de llevar á buen fin los
-negocios! No muevas ruido Barney; que oiga lo que dicen!
-
-El judío aplicó de nuevo el ojo al vidrio, reprimiendo su respiracion
-para oir mejor y el aspecto de su fisonomía en este momento era del todo
-satánico.
-
---Estoy resuelto; quiero ser un señor! dijo maese Claypole alargando sus
-piernas y concluyendo una conversacion empezada antes de llegar Fagin. No
-quiero hacer mas ataudes . . . estoy harto de ellos! pero quiero llevar
-una vida regalona y si tu quieres Carlota, serás tambien una señora!
-
---No pediria otra cosa mejor Noé --contestó esta --pero no se
-encuentran todos los dias _alcancias_ que vaciar.
-
---Ba! dijo Noé . . . Algo mas que alcancias hay para vaciar!
-
---¿Qué quiéres decir? preguntó Carlota.
-
---Hay faltriqueras, ridículos, casas, coches, el Banco mismo . . . y que
-se yo que mas! dijo Noé escitado por el _porter_.
-
---Pero tu no puedes hacer todo esto Noé?
-
---Procuraré asociarme con otros, si hay medio y no tendrán
-inconveniente en emplearnos de una manera ó de otra . . . Tu sola vales
-cincuenta mujeres!
-
---Oh! que gusto me dá el oirte hablar así --esclamó la muchacha
-imprimiendo un gordo beso sobre el rostro feo de su compañero.
-
---Bien, basta ya con esto! . . . . no te exaltes demasiado por temor de
-disgustarme, dijo Noé rechazándola con gravedad --Quisiera ser el
-capitan de alguna cuadrilla . . . Os los llevaria, á las mil maravillas
-. . . y me enmascararia para acecharles . . . Oh! Esto me convendria
-bastante! . . . Y con tal que pudiera encontrar algunos caballeros de ese
-género, digo que valdria mas que la _bicoca_ de las veinte libras que
-has soplado á Sowerberry, tanto mas que ni uno ni otro sabemos como
-deshacernos de ellas.
-
-Despues que maese Claypole hubo manifestado su opinion en tales
-términos, miró el jarro de cerveza con aire deliberado; y habiendo
-sacudido su contenido hizo una señal de inteligencia á Carlota y bebió
-un trago que pareció refrescarle completamente. Se disponia á beber
-otro, cuando fué interrumpido por la repentina llegada de un estranjero.
-Este estranjero no era otro que Mr. Fagin quien haciendo un saludo
-gracioso acompañado de una sonrisa amable al pasar por frente nuestros
-dos viajeros, se sentó á una mesa cerca de ellos y pidió al astuto
-Barney que le sirviera algo de beber.
-
---Hermosa noche á fé mia; si bien algo helada atendida la estacion
---dijo Fagin frotándose las manos --Caballero á lo que parece llegais
-de la campiña?
-
---Cómo podeis saberlo? --preguntó Noé.
-
---No tenemos en Londres tanto polvo como el que miro --contestó Fagin
-señalando con el dedo los zapatos de Noé.
-
---Teneis á mi ver el aire de un _perillan_ --dijo Noé --Ha! . . ha! ha!
-
---No se puede menos de serlo en una ciudad como esta.
-
-Acompañó esta observacion, con un golpecillo sobre su nariz dado con el
-index de su mano derecha; gesto que Noé quiso imitar pero hizo pífia,
-á causa de la poca tela que el suyo ofrecia en esta parte de su rostro.
-Fagin satisfecho de la intencion, compartió liberalmente con nuestros
-dos amigos el licor que Barney habia traido.
-
---Esto es añejo --observó Noé haciendo castañear sus lábios.
-
---Si; pero es caro! dijo Fagin . . . Un hombre necesita vaciar bolsillos,
-ridículos, casas, carruages y hasta el Banco, si quiere beber de ello en
-todas sus comidas.
-
-A tales palabras Noé se dejó caer en el respaldo de su silla y miró
-alternativamente á Fagin y á Carlota.
-
---No os asusteis querido! --dijo Fagin acercándose á Noé --Ha! ha! Ha
-sido mucha fortuna que haya sido yo solo quien os ha oido, por la mayor
-de las casualidades.
-
---Yo no he sido el que ha sillado la _bicoca_! balbuceó Noé no
-alargando ya sus piernas como un hombre _independiente_ sino
-encajándolas lo mejor que pudo bajo su silla; ella es la que ha dado el
-golpe. Todavía la tienes sobre de tí, Carlota; no puedes decir lo
-contrario.
-
---Querido, poco importa quien ha dado el golpe ó quien tiene el dinero!
-replicó el judío fijando con todo sus ojos de alcon sobre la jóven y
-sobre los dos paquetes --Yo mismo soy de la _partida_ y por eso os quiero
-mas.
-
---De qué _partida_ queréis hablar? preguntó maese Claypole algo mas
-tranquilo.
-
---Del mismo _ramo de comercio_ --contestó Fagin. Igualmente todas las
-personas de la casa. Habeis caido aquí como _Marzo en cuaresma_ querido!
-No hay en Londres un sitio mas seguro que los _tres cojos_ . . . sobre
-todo si os tomo bajo mi proteccion . . . Y como vos y esa jóven me
-inspirais interés, podeis tranquilizaros; os aseguro que nada hay que
-temer.
-
-Noé Claypole hubiera debido tranquilizarse en efecto, despues de esta
-seguridad; pero si su espíritu estaba mas desahogado, no sucedia así
-con su cuerpo porque se torcia de mil maneras en su silla y tomó
-diferentes posiciones á cual mas estravagantes, mirando, entretanto á
-su nuevo amigo con aire á la vez desconfiado y temeroso.
-
---Os diré mas --continuó el judío despues de haber logrado
-tranquilizar á la jóven á fuerza de movimientos de cabeza y de
-protestas de amistad; tengo un buen amigo que podrá satisfacer el deseo
-que acabais de manifestar lanzándoos en el buen camino; con el bien
-entendido de dejaros libre para escojer de pronto el ramo que mejor os
-convenga, reservándose solo el cuidado de enseñaros los otros.
-
---Decís esto como si hablárais sériamente? --repuso Noé.
-
---No veo porque me burlaria --dijo el judío encojiéndose de hombros.
---Venid conmigo á la puerta para que os diga una palabra á solas.
-
---No es necesario que nos desordenemos --dijo Noé alargando de nuevo sus
-piernas; podeis decirme esto mientras que ella va á llevar los paquetes
-arriba. Carlota! vé á procurar que esos paquetes se coloquen en el
-aposento donde debemos dormir.
-
-Carlota se hizo un deber en obedecer y Noé abrió la puerta para
-facilitarla el paso y verla salir; despues de lo cual volvió á sentarse.
-
---He! ya veis como os la hago marchar! --dijo con el tono de un domador
-que hubiese amansado un animal feroz.
-
---Bravo! --contestó Fagin dándole un golpecillo sobre la espalda;
---sois un génio, querido!
-
---Seguramente y por esto he resuelto venir á Londres --replicó Noé
---Pero harémos bien en no perder el tiempo, porque ella no tardará á
-volver.
-
---Teneis razon. Al caso --dijo el judío --Ea; veamos! si mi amigo os
-gusta ¿creéis que será lo mejor asomaros con él?
-
---Hace buenos negocios? Este es el _quid_ del asunto! preguntó Noé
-guiñando sus ojuelos.
-
---Los hace escelentes --respondió el judío --ocupa una multitud de
-_manos_ y tiene á su servicio los _trabajadores_ mas _hábiles_ y mas
-_distinguidos de la profesion_.
-
---Como si dijéramos _maestros obreros_, he? preguntó al señor Claypole.
-
-Luego el judío y su nuevo asociado se pusieron á pasar revista á todos
-los modos de robar conocidos y desconocidos. A cada proposicion, Noé
-encontraba siempre que objetar: ya el género de comercio era demasiado
-peligroso, porque, ya como tenemos dicho la bravura no entraba en las
-cualidades dominantes de este héroe; ya no redituaba lo bastante y la
-rapacidad de maese Claypole no se encontraba satisfecha; y si algo habia
-difícil de satisfacer, era esta rapacidad; porque si el tal Claypole
-hubiese sido dividido en dos partes creemos que la gula se hubiera
-apoderado de todo el lado derecho y la avaricia del izquierdo al lado del
-corazon. Al fin encontró un _género de ocupacion_ á su gusto: quedó
-convenido que se dedicaria á la _caza menuda_.
-
---Qué se entiende por esto? preguntó.
-
---La _caza menuda_ son los chicuelos, que van por recados. Cuasi siempre
-llevan en la mano un _cheling_ ó una pieza de seis sueldos, se les hace
-la zanjadilla, se toma su dinero y se sigue el camino!
-
---Ah! ah! hé aquí mi negocio!
-
---Con que, queda convenido, dijo Noé, viendo que Carlota acababa de
-entrar. Mañana á qué hora?
-
---A las diez, os parece bien? preguntó el judío. --Y en cuanto maese
-Claypole hubo hecho una señal de cabeza afirmativa añadió. Con qué
-nombre hablaré de vos á mi amigo?
-
---Mr. Bolter --contestó Noé que habia previsto la pregunta y estaba
-preparado para responder --Mr. Mauricio Bolter. Os presento á la señora
-Bolter --prosiguió señalando á Carlota.
-
---Muy servidor de la Señora Bolter! --dijo Fagin haciendo un saludo
-grotesco. Espero que antes de poco tendré la satisfaccion de conocerla
-mejor.
-
---Oyes lo que te dice este caballero, Carlota?
-
---Si Noé! --contestó la Señora Bolter alargando su mano á Fagin.
-
---Me llama Noé, por via de cariño --dijo Mr. Mauricio Bolter (antes de
-ahora Noé Claypole), dirijiéndose á Fagin. ¿Comprendeis?
-
---Si, si comprendo . . . perfectamente --contestó el judío diciendo por
-esta vez la verdad. Buenas noches! Buenas noches!
-
-
-
-
-CAPÍTULO XLII.
-
-Él CAMASTRON SE ENREDA EN UN MAL NEGOCIO.
-
-
-CON qué vuestro amigo erais vos mismo? --dijo maese Claypole al presente
-Bolter, cuando de resultas de sus convenios fué á habitar el dia
-siguiente en casa el judío; --ayer cuasi lo hubiera dudado.
-
---Todo hombre para sí mismo es su propio amigo --contestó el judío con
-una sonrisa significativa --en ninguna parte puede encontrar otro mejor.
-
---Escepto con todo algunas veces --dijo Mauricio Bolter --dándose humos
-de un hombre de mundo. Ya sabeis que hay personas, que son sus propios
-enemigos.
-
---No lo creais --replicó el judío --Cuando un hombre es su propio
-enemigo, lo es únicamente porque cuida mas de los intereses de los otros
-que del suyo propio . . . Ba! . . Esto es bestialidad! . . y además nada
-natural.
-
---Esto es aun verdad! dijo Mr. Bolter, con aire pensativo --oh! sois un
-viejo maligno!
-
-Mr. Fagin vió con cierto placer la impresion que habia producido sobre
-maese Bolter. Para aumentar su efecto, le instruia del estado de sus
-negocios y de sus operaciones de _comercio_ mezclando tan bien la ficcion
-con la verdad, que el respeto y el temor que habia inspirado á ese digno
-mozalvete aumentaron visiblemente.
-
---La confianza mútua, que nos tenemos unos á otros es la que me
-consuela y me indemniza de las pérdidas dolorosas que sufrió algunas
-veces --prosiguió Fagin. Mi mejor _dependiente_ mi brazo derecho me fué
-arrebatado ayer mañana.
-
---Sin duda quereis decir que ha muerto?
-
---No; no tan mal como esto . . . seguramente no tan mal.
-
---Qué ha podido pues acontecerle?
-
---Han tenido necesidad de él; han juzgado oportuno retenerle.
-
---Tal vez para negocios importantes?
-
---No; pretenden que le han visto meter la mano en el bolsillo de un
-caballero. Lo han registrado á pretexto de justicia y han encontrado
-sobre de él una caja de tabaco de plata . . . la suya querido mio . . .
-la suya propia; porque adoraba el tabaco de polvo y lo tomaba
-ordinariamente. Lo han guardado hasta hoy, pretendiendo conocer el
-individuo á quien pertenece esa _baratija_. Ah! valia él cincuenta
-cajas como aquella . . . y yo daria si estuviera en mi mano el valor de
-ella con la satisfaccion mayor, con tal de volverle á ver á mi lado.
-Quisiera que hubierais conocido al Camastron, querido mio; quisiera que
-lo hubierais conocido!
-
---Puede esperarse que lo conoceré.
-
---Ah! lo dudo mucho --replicó el judío con un suspiro. --Si no obtiene
-nuevas pruebas en apoyo de esta acusacion, no será gran cosa y él
-volverá dentro seis semanas ó dos meses lo mas tarde; de otro modo
-estarán en el caso de enviarlo al _seminario_ como _pensionista_.
-Conocen demasiado lo que vale y harán de él un _pensionista_.
-
---Qué entendeis por _seminario_ y _pensionista_? preguntó maese Bolter
---A qué viene hablarme en gringo ya que no lo comprendo?
-
-Fagin iba á traducirle en lenguaje vulgar estas espresiones misteriosas
-y rebuscadas y maese Bolter hubiera sabido entonces que la combinacion de
-estas palabras _seminario_ y _pensionista_ significaban condena
-perpétua, cuando el diálogo fué interrumpido por la llegada de Bates
-que entró con ademan contrito y las dos manos metidas en las
-faltriqueras.
-
---Se acabó! --dijo.
-
---Qué quiéres decir? --preguntó Fagin con voz temblorosa.
-
---Han encontrado al caballero dueño de la caja de polvo. Dos ó tres
-testigos por añadidura han venido á engrosar la acusacion y el pobre
-Jac . . . está registrado para un _pasaje á lo lejos_: Fagin necesito
-un traje de luto y un crespon en mi sombrero, para ir á visitarle antes
-de su partida. Pensar que Jaime Dawkins el _Camastron_ el _fino
-Camastron_ será deportado por una mala caja de polvo, valor dos sueldos
-y medio! . . Jamás hubiera creido que debiera hacer este _viaje_ á no
-ser por un reló de oro con su cadena y los colgajos. Oh! por qué no ha
-desvalijado á algun viejo ricote! Habia dado que hablar de él y al
-menos hubiera partido como un _caballero_ en vez de separarse de nosotros
-sin honor y sin gloria como un miserable _pelafustan_.
-
-Con esto maese Bates dando libre curso á su dolor, se dejó caer en una
-silla y permaneció silencioso por algunos momentos.
-
---Y qué entiendes tu por ello, cuando dices que nos deja sin honor y sin
-gloria? preguntó Fagin con tono irritado --¿Acaso no ha sido el primero
-entre todos vosotros? hay, digo, uno solo que sea digno de limpiar sus
-botas hé?
-
---No ciertamente! --respondió Bates con voz lastimera --no conozco
-ninguno que pueda vanagloriarse de ello.
-
---Y bien? entonces á qué viene esa cantinela? --dijo el judío con
-acritud --¿de qué sirven esas jeremiadas?
-
---Por qué los periódicos no hablan de ello palabra, como vos mismo
-sabeis bien! --esclamó Cárlos irritándose á despecho de su venerable
-amigo. --Porque el asunto no tendrá publicidad y nadie sabrá jamás lo
-que él era. ¿Cómo figurará en el calendario de Newgate? Pueda que ni
-siquiera su nombre sea inscrito en él. Ah! Dios mio! Dios mio! que
-desgracia! Esto es desgarrador!
-
---Ah! ah! --hizo el judío estendiendo la mano y volviéndose hácia el
-señor Bolter --Ya veis querido mio, que orgullosos están de su
-_profesion_! No es esto edificante?
-
---No carecerá de nada --repuso --Estará en su celda como un señor,
-Cárlos . . . como un jóven príncipe. Tendrá todo lo que apetezca . .
-. todo. Quiero que como de costumbre tenga su cerveza en todas sus
-comidas y dinero en su bolsillo para jugarlo á cara ó cruz sino puede
-gastarlo.
-
---Si? esclamó Bates.
-
---Sin duda. Y le encontrarémos un defensor, Cárlos! Escojerémos aquel
-que pase por tener el mejor _pico_. Tomará su partido con calor en un
-discurso soberbio que conmoverá al auditorio. Nuestro jóven amigo
-hablará tambien á su vez, si lo juzga conveniente y nosotros verémos
-esto en los periódicos: --El _fino Camastron_ . . . (esplosiones de risa
-en el público). Mas abajo . . . (agitacion en el banco de los Señores
-jurados). Y algunas líneas despues . . . (hilaridad general). Hé
-Carlino?
-
---Ah! ah! --esclamó maese Bates riendo --á puesto mi gaznate que Fagin
-los corta á todos en pedazos menudos! Como va á retorcéroslos el
-Camastron! Con el no los veo _blancos_!
-
---Y hará bien, en no tenerles consideraciones!
-
---No cabe duda --contestó Cárlos frotándose las manos.
-
---Me parece estarlo viendo ahora --dijo el judío fijando sus miradas
-sobre su jóven educando.
-
---Y yo tambien! esclamó Bates . . . Ah! ah! ah! Paréceme que estoy
-allí. Me lo represento como si ello pasára ante mis ojos . . . Qué
-buena farza! Esas vetustas cabezas de pelucon, haciendo todo lo posible
-para mantenerse sérias y Jaime Dawkins, no tartamudeando para decirles
-su modo de pensar, como si fuera su camarada, y hablándoles con la misma
-soltura que lo haria el hijo del propio presidente despues de una buena
-comida . . ah! ah! ah!
-
-Es lo cierto que el judío, habia tenido tanta habilidad en exitar el
-humor jovial de su jóven educando, que éste, que de pronto considerará
-la prision de su amigo como una desgracia y el mismo _Camastron_ como una
-víctima, miraba ahora á este ilustre jóven como el primer galan de una
-escena cómica y le tardaba ver llegar el momento en que su jóven
-camarada tendria una ocasion tan favorable para desplegar sus talentos.
-
---De un modo ú otro será necesario procurar lo medios de tener hoy
-mismo noticias suyas. --dijo Fagin --Calculemos . . .
-
---Si fuera yo allí? --preguntó Cárlos.
-
---Te guardarás muy bien! --contestó el judío --Querido mio estás
-loco? A la verdad es preciso que seas --archi-loco para pensar en
-encagarte dentro la gola del lobo! No, no hijito! ya es bastante para mi
-el haber perdido el uno, para esponerme á perder el otro.
-
---Creo, no intentaréis ir vos mismo? dijo Cárlos con tono chocarrero.
-
---No me conviene de ningun modo --repuso el judío sacudiendo la cabeza.
-
---Entonces por qué no enviais á ese recien venido? preguntó Maese
-Bates poniendo su mano sobre el brazo de Noé. --Nadie le conoce.
-
---Si quiere ir no deseo otra cosa mejor! --observó Fagin.
-
---Por qué no querrá?
-
---No lo sé querido. --dijo Fagin volviéndose á Bolter --realmente no
-lo sé!
-
---Oh! que si que lo sabeis muy bien! --observó Noé dando algunos pasos
-retrógados hácia la puerta. --Que si, que si lo sabeis bien! --añadió
-balanceando la cabeza un tanto alarmado de la proposicion de Cárlos.
---Guarda Pablo! este género de comision no entra en mi departamento. No
-lo ignorais de antemano!
-
---Entónces Fagin para que género de _trabajo_ lo habeis reclutado?
---preguntó maese Bates midiendo á Noé de la cabeza á los piés con
-aire de desden --para jugar las piernas cuando habrá algo embrollado ó
-para _enguller_ sin duda, él solo todo lo que habrá sobre la mesa,
-cuando todo irá bien?
-
---Esto no os incumbe á vos, jóven imberbe! --replicó Bolter --y si os
-permitís estas libertades con vuestros _superiores_ podrémos enojarnos:
-tenedlo entendido!
-
-Maese Bates, prorrumpió en tal carcajada á esta amenaza que Fagin
-necesitó mucho tiempo antes de poder interponer su autoridad y hacer
-comprender al señor Bolter que no corria ningun riesgo en visitar el
-tribunal de policía, tanto mas que el pequeño asunto que lo llevara á
-Londres no habiendo transpirado aun en esta ciudad, era mas que probable
-que no se sospechase que se habia refugiado en ella y que de consiguiente
-si cambiaba de traje, no habia mas peligro para él, en ir al tribunal de
-policía que el que podia haber, yendo á cualquiera otra parte, ya que
-de todos los sitios de la capital era aquel sin disputa, al que se
-pensaria menos, que pudiese visitar, de su pleno alvedrío.
-
-Persuadido por estas palabras de Fagin tanto como por el temor que éste
-le habia infundido, el señor Bolter consintió de muy mala gana en hacer
-esta escursion. Por consejo del judío se encajó un traje de carretero.
-
-Concluido su tocador, se le hizo el retrato del _Camastron_ de modo que
-pudiera reconocerle fácilmente; y Cárlos despues que le hubo
-acompañado hasta la entrada de la calle, en que estaba el tribunal de
-policía, le prometió esperarle en el mismo sitio.
-
-Noé Claypole, ó Mauricio Bolter (como mejor le parezca Hamarle el
-lector), siguiendo la direccion que le habia dado Cárlos Bates, que
-tenia un conocimiento exacto de los sitios, llegó sin obstáculo al
-santuario de la justicia.
-
-Buscó con la vista al Camastron; pero aunque vió muchas mujeres que
-hubieran podido muy bien pasar las unas por la madre y las otras por las
-hermanas de ese apreciable jóven y que entre los hombres que aparecieron
-en el banco de los acusados, hubiese mas de uno que se le pareciese lo
-bastante para que se le tomase por su hermano ó por su padre, no
-apercibió con todo entre los jóvenes de su edad, nadie que respondiese
-á las señas que le habian dado. Esperaba con impaciencia cuando
-apareció un jóven preso que reconoció al momento por Jaime Dawkins.
-
-En efecto era el Camastron quien con las mangas arremangadas, como de
-costumbre, la mano izquierda en su bolsillo y sosteniendo con la derecha
-su sombrero, entró resueltamente seguido del carcelero. Despues de haber
-tomado asiento en el banco de los acusados, preguntó con tono
-semi-sério y semi-cómico la razon por la cual se le trataba de una
-manera tan indigna.
-
---Silencio! --gritó el carcelero.
-
---Soy inglés, no es cierto? --dijo el Camastron --Dónde están mis
-privilegios?
-
---Pronto los tendréis vuestros privilegios y _sazonados_ con su
-correspondiente sal y pimienta --replicó el carcelero.
-
---Verémos lo que el ministro del interior tendrá qué decir á los
-_picos_ si se me retiran mis privilegios --contestó Jaime Dawkins.
---¿Ahora queréis hacerme el favor de decirme que significa toda esa
-farándula? Os agradeceré --prosiguió dirijiéndose á los magistrados
---que termineis pronto este pequeño asunto, no me tengais aquí en
-suspenso divertiéndoos en leer esos periódicos porque tengo una cita
-con un caballero en la _Cité_ y como sabe que soy muy exacto cuando se
-trata de _negocios_ y que jamás he faltado á mi palabra, os prevengo
-que se irá si no llego á la hora convenida. Si así lo haceis no
-reclamaré daños ni perjuicios como tengo el derecho de redamarlos
-contra los que me han hecho perder el tiempo.
-
-Habiendo dicho estas palabras con una volubilidad extraordinaria, pidió
-al carcelero le dijera los nombres de los _dos viejos buos_ (señalando
-á los magistrados), que estaban sentados al mostrador, lo que exitó en
-tan alto grado la hilaridad de los espectadores, que rieron de tan buen
-corazon como hubiera podido hacerlo maese Bates estando presente allí.
-
---Silencio! --gritó el carcelero.
-
---De qué se trata? --preguntó uno de los jueces.
-
---De un robo señor presidente --contestó el carcelero.
-
---Ese muchacho ha comparecido ya otra vez aquí?
-
---No ha comparecido ante este tribunal, señor presidente, aunque lo haya
-merecido mas de una vez, pero respondo que ha estado _mas de una_ vez en
-otra parte. Lo conozco desde largo tiempo.
-
---Ah! me conoceis! --dijo el Camastron, tomando nota de las palabras del
-carcelero. --Bueno es saberlo. Me acordaré de ello. Esto no es mas que
-una calumnia y una calumnia en regla.
-
-Estas espresiones fueron seguidas de nuevas carcajadas entre la multitud
-y de otro «_Silencio_!» por parte del carcelero.
-
---Dónde están los testigos? --preguntó el escribano.
-
---Es justo; al hecho! --replicó el Camastron --Donde están. Tengo
-curiosidad de verlos.
-
-Pronto quedó satisfecho sobre este punto; porque un _policemon_
-adelantándose declaró que entre la muchedumbre habia visto al
-prisionero introducir su mano en el bolsillo de un desconocido, retirar
-de el un pañuelo que examinó con atencion y no habiéndolo encontrado
-sin duda bastante bueno para él, volverlo del mismo modo despues de
-haberse sonado los mocos dentro; que en consecuencia lo habia arrestado
-por este hecho y que habiendo sido registrado en forma de derecho se le
-habia encontrado encima una caja de polvo de plata, sobre cuya tapadera
-estaba gravado el nombre del caballero á quien pertenecia, el cual
-estaba tambien presente á la audiencia.
-
-Este caballero cuyo domicilio se habia encontrado por medio del Almanaque
-del Comercio, juró que la caja de polvo era realmente suya y que la
-habia perdido la víspera anterior en el momento de abrirse paso entre la
-muchedumbre. Añadió que habia notado á un jóven afanoso de atravesar
-el tropel y que ese jóven era el prisionero que tenia á la vista.
-
---Jóven teneis alguna observacion que hacer al testigo aquí presente?
-dijo el magistrado.
-
---Creeria rebajarme teniendo conversacion con él. --respondió el
-Camastron.
-
---Teneis algo que decir para vuestra defensa?
-
---No oís al señor presidente que os pregunta si teneis algo que decir
-para vuestra defensa? --dijo el carcelero dando un codazo al Camastron
-que se obstinaba en guardar silencio.
-
---Os pido mil perdones --dijo este levantando la cabeza con aire de
-distraccion y dirijiéndose al magistrado. --Es á mi á quién hablais
-señor pelucon?
-
---Señor presidente en mi vida he visto un pilluelo tan descarado como
-este, observó el carcelero --No teneis nada que decir pequeño bagamundo?
-
---No aquí --replicó el Camastron --porque no es aquí la _botica_ de la
-justicia. Por otra parte mi defensor está ahora almorzando con el
-vice-presidente de la cámara de los comunes. Algo tendré que decir en
-otra parte y él tambien, como mis amigos que son muchos y muy
-respetables.
-
---Volvedlo á la prision --gritó el escribano --será juzgado en los
-prócsimos _assises_.
-
---Vamos! dijo el carcelero.
-
---Voy! contestó el Camastron acepillando su sombrero con la palma de la
-mano. --Ah! prosiguió dirijiéndose á los magistrados --Os advierto que
-de nada os sirve el aparecer espantados! Estad muy seguros que no tendria
-compasion de vosotros por un _liart_. Algo os escozerá esta partida . . .
-no lo dudeis . . . y ahora rehusaria mi libertad aun cuando os
-pusierais de rodillas para hacérmela aceptar! Ea! en marcha vos! dijo el
-carcelero --volvedme á la prision; estoy pronto á seguiros!
-
-Dicho esto el Camastron se dejó cojer por el cuello y siguió ó mas
-bien marchó lado por lado del carcelero, no cesando de amenazar á los
-jueces hasta que estuvo fuera de la sala, en seguida alargó la lengua á
-su guardian con un aire de satisfaccion interior y se encontró otra vez
-bajo los cerrojos. Despues que el Camastron hubo dejado la sala, Noé
-fué al sitio en que habia dejado á Bates.
-
-Ambos se apresuraron á llevar á Fagin la feliz noticia de que el
-Camastron hacia honor á los _principios_ que habia recibido y que
-trabajaba en establecerse una reputacion gloriosa.
-
-
-
-
-CAPÍTULO XLIII.
-
-LLEGA PARA NANCY EL TIEMPO DE CUMPLIR SU PROMESA Á ROSA. --NO LA CUMPLE
---FAGIN EMPLEA Á NOÉ CLAYPOLE EN UNA COMISION SECRETA.
-
-
-ERA la noche de un domingo: el reló de la iglesia vecina dió la hora.
-Fagin y Sikes que estaban hablando, se callaron un momento para escuchar.
-Nancy levantó la cabeza y prestó atento oido.
-
---Las once! --dijo Sikes levantándose de su silla y apartando la cortina
-de la ventana para mirar á la calle. La noche está negra como boca de
-lobo. Famoso tiempo para los _negocios_.
-
---Ah! contestó el judío --No es una lástima Guillermo que nada haya
-preparado para esta noche?
-
---Esta vez teneis razon --repuso Sikes bruscamente --Y tanto mas
-lástima, cuando me encuentro esta noche del todo de buen humor.
-
-El judío exhaló un suspiro y sacudió tristemente la cabeza.
-
---Así pues á la primera ocasion que se presente será preciso cojerla
-aunque sea al vuelo y reparar el tiempo perdido --continuó Sikes.
-
---Esto es lo que se llama hablar en razon! dijo el judío dándole un
-golpecillo en el hombro. Me place oiros hablar asi Guillermo.
-
---Ciertamente! --Esto me dá gusto!
-
---Ah! ah! ah! --hizo el judío alentado por esta observacion --Estais
-esta noche en vuestro centro Guillermo, completamente en vuestro centro.
-
---No estoy en mi centro cuando poneis vuestras garras sobre mi espalda
---dijo Sikes rechazando la mano del judío --Con qué abajo las patas!
-
-Fagin nada respondió á ese cumplido adulador, pero tirando á Sikes por
-la manga, le señaló con el dedo á Nancy, que habiéndose aprovechado
-del momento en que ellos hablaban para ponerse su sombrero, se disponia
-para salir.
-
---Nancy! gritó Sikes --qué diablos haces! ¿dónde tienes intencion de
-ir á esta hora?
-
---No muy lejos.
-
---Acaso es una respuesta «_no muy lejos_!» --repuso Sikes --¿Dónde
-vas?
-
---Te digo que no lejos.
-
---Otra vez! quiéres responder? --preguntó Sikes que empezaba á
-calentarse. --Te pregunto dónde vas?
-
---No lo sé --respondió la jóven.
-
---Pues bien! --dijo Sikes mas por espíritu de contradiccion que porque
-tuviera ninguna razon para privarle la salida --Siéntate y estate quieta.
-
---Ya te he dicho que no me encuentro bien! --observó Nancy --Necesito
-tomar el aire.
-
---Asoma la cabeza á la ventana y tómalo á discrecion.
-
---No corre bastante en ella --Necesito tomar el aire en la calle.
-
---No saldrás á la calle! --replicó Sikes. Dicho esto, fué á cerrar
-la puerta, metió la llave en su faltriquera y arrancando el sombrero de
-la cabeza de Nancy, lo arrojó sobre un armario viejo. --Ahora --añadió
-el bandido --te digo otra vez que te sientes y permanezcas tranquila!
-¿estamos?
-
---Seguramente no seria un sombrero el que me impediria salir! --dijo la
-jóven palideciendo --Qué significa esto, Guillermo! Sabes lo que haces?
-
---Levanta mucho el pico! --esclamó Sikes volviéndose á Fagin. --Es
-preciso que haya perdido el juicio, de lo contrario no se atreveria á
-hablarme así.
-
---Tu me obligarás á hacer una trastada! --murmuró Nancy apretando las
-dos manos sobre su pecho como para retener un grito que iba á
-escapársele --te digo que me dejes salir al momento!
-
---No! --esclamó Sikes.
-
---Fagin decidle que haria mejor en dejarme salir . . . mucho mejor . . .
-¿Me oyes? gritó Nancy golpeando el suelo con el pié.
-
---Si te oigo! --repuso Sikes volviéndose bruscamente y mirándola cara
-á cara --Aun creo que te he oido demasiado! Si pronuncias otra palabra
-te haré estrangular por mi perro; lo que hecho gritarás por alguna cosa
-¿Qué es lo que le ha dado á ese _pulpon_? Se ha visto jamás cosa
-igual!
-
---Déjame salir --dijo Nancy en tono suplicante . . . Te ruego Guillermo
-que me dejes salir! --añadió sentándose en el suelo cerca la puerta
---No sabes tú lo que haces! --No; no, lo sabes . . . Solo una hora --te
-lo suplico.
-
---Que los demonios me lleven si esta jóven no se ha vuelto loca!
---esclamó Sikes cojiéndola por el brazo --Ea! levántate!
-
---No, no! no me levantaré sino me dejas salir.
-
-Sikes la contempló un instante en silencio; y aprovechándose de un
-momento en que no hacia resistencia le puso las manos detrás de la
-espalda y la arrastró con mucho trabajo hasta el aposento inmediato,
-donde habiéndola sentado á la fuerza en una silla, la lavo en respeto.
-
---Se ha visto jamás cosa igual! dijo enjugándose su rostro cubierto de
-sudor. --Es chocante esa jóven con sus caprichos!
-
---Es verdad --dijo el judío con ademan pensativo --es muy chocante.
-
---Decidme, por qué razon pensais vos, puede haberse empeñado en salir
-esta noche? Vos debeis saberla mas que yo. ¿Qué diablos de idea se le
-habrá metido en la cabeza?
-
---Querido mio, encaprichamiento de mujer sin duda alguna --respondió el
-judío encojiéndose de hombros.
-
---Es muy posible --gruñó Sikes --Creia haberla sometido, pero es peor
-que nunca.
-
---Ciertamente que es peor --repuso el judío con aire distraido. --Jamás
-la habia visto arrebatarse como hoy por nada.
-
---Ni yo tampoco. Sospecho que ha cojido un poco de esa maldita fiebre que
-me ha tenido en un triz. Qué os parece? Esto no puede ser otra cosa.
-
---Es posible.
-
---Yo me encargo de sacarle un poco de sangre, si ello le repite otra vez.
-Así evitaré que el médico se tome la molestia de venir.
-
-El judío hizo una espresiva señal de cabeza, dando á entender que
-aprobaba mucho este tratamiento.
-
---No me ha dejado un momento durante esa enfermedad endiablada; rodaba
-dia y noche alrededor de mi lecho, mientras estuve en pastura horizontal,
-en tanto que vos, viejo cocodrilo, me habeis dejado allí; me habeis
-abandonado; y os habeis puesto en guardia. No teníamos un sueldo en casa
-y esto es probablemente lo que la habrá atormentado. Puede que el haber
-estado tanto tiempo encerrada le habrá agriado el carácter, no es así?
-
---Es muy probable querido! --dijo el judío en voz baja --Silencio! Aquí
-está!
-
-Apenas hubo dicho estas palabras, Nancy volvió á aparecer en el
-aposento y se sentó en su sitio. Se conocia que habia llorado, porque
-sus ojos estaban rojos é hinchados. De repente se agitó en su silla y
-un instante despues soltó una carcajada convulsiva.
-
---Héla ahí que se ríe ahora! --esclamó Sikes volviéndose á su
-compañero con sorpresa.
-
---El judío le hizo señal de que no hiciera caso y Nancy recuperó
-pronto la calma. Despues de haberle dicho á Sikes al oido que no habia
-temor por entonces de una recaida, pues que lo creia todo concluido.
-Fagin tomó su sombrero dando las buenas noches á sus amigos. Al llegar
-á la puerta, se paró y lanzando una mirada á su alrededor preguntó si
-habia alguno que quisiera alumbrarle para bajar.
-
---Alúmbrale Nancy --dijo Sikes rellenando su pipa --seria una lastima
-que se rompiera el bautismo; privaria á los espectadores del placer de
-verle colgar.
-
-Nancy tomó la vela y acompañó al viejo hasta el pié de la escalera.
-Cuando estuvieron en la entrada el judío, poniendo el dedo sobre sus
-lábios dijo muy bajo al oido de la jóven.
-
---Qué sucede Nancy?
-
---Qué quereis decir? contestó ésta en el mismo tono.
-
---Cuál es la causa de todo esto? --preguntó Fagin --Si ese bruto se
-porta indignamente contigo --añadió señalando con el dedo el piso
-superior --por qué no?
-
---Qué? --dijo ésta viendo que Fagin no concluia su frase y la miraba
-con suma atencion.
-
---No importa! Volverémos á hablar de esto otra vez. Nancy tienes en mi
-un amigo, un verdadero amigo. Poseo los medios para hacer muchas cosas!
-Cuando querrás vengarte del que te trata como un perro, que digo como un
-perro! peor que un perro; porque acaricia alguna vez el suyo, ven á
-encontrarme, entiendes Nancy? Ese no es mas que un pájaro de paso;
-mientras que á mi Nancy á mi me conoces desde largo tiempo . . . desde
-muy largo tiempo.
-
---Os conozco bien! dijo la jóven sin manifestar la menor emocion
---Buenas noches!
-
-Dirijiéndose á su habitacion, Fagin dió libre curso á los
-pensamientos que ocupaban su alma. Desde algun tiempo habia concebido la
-idea de que Nancy cansada de la brutalidad del bandido, amaba á otro. El
-objeto de este nuevo amor no era ninguno de sus imberbes pupilos. --Seria
-una buena adquisicion tal monigote de Nancy --pensaba Fagin --Es preciso
-pues asegurarse los dos cuanto antes.
-
---Con un poco de persuasion --continuaba pensando Fagin --que motivo mas
-poderoso podria determinar á esa jóven á envenenar á Sikes? Otras lo
-han hecho antes que ella . . . y aun peor, por sus amantes . . .
-
-A la mañana siguiente se levantó muy temprano y esperó con impaciencia
-la llegada de su nuevo compañero, quien despues de cierto _lapso_ de
-tiempo, se presentó al cabo y empezó por atacar furiosamente los
-comestibles.
-
---Bolter! --dijo el judío tomando una silla y sentándose frente á Noé.
-
---Aquí estoy! ¿qué me queréis? --contestó este --No me deis nada que
-hacer antes que no haya concluido mi desayuno; como es la mala costumbre
-en esta casa; jamás queda en ella tiempo para comer!
-
---Podeis hablar comiendo, no es cierto?
-
---Oh! Sin duda! nunca como mejor que cuando hablo --continuó Noé
-cortando una enorme rebanada de pan --Dónde está Carlota?
-
---Ha salido. La he mandado á una comision fuera de casa con la otra
-jóven porque necesitaba estar solo con vos.
-
---Hubierais debido encargarla que antes me hiciera tostadas de pan con
-manteca! Y bien! hablad, hablad siempre, no me interrumpiréis.
-
-No habia cuidado de que se le interrumpiera fuese por lo que fuese,
-porque se habia sentado á la mesa con la firme intencion de _trabajar á
-destajo_ y lo hacia en efecto de tan buen ánimo, que las migas le
-saltaban por sobre la cabeza.
-
---Ayer _trabajasteis_ lindamente camarada! dijo el judío --seis
-_chelines_, nueve _peniques_ y medio . . . diantre! Querido! La _caza
-menuda_ hará vuestra fortuna.
-
-No olvideis añadir tres botes de cerveza y un jarro para leche.
-
---No ciertamente, querido mio! El escamoteo de los tres botes de estaño
-demuestran sin duda, alguna destreza; pero el del jarro, --para leche es
-toda una obra maestra.
-
---No es maleja que digamos para un debutante! --repuso el señor Bolter
-con tono de complacencia --he descolgado los botes de una verja de hierro
-ante una casa acomodada y como el jarro para leche estaba en el lindar de
-la puerta de un figon lo he recojido temeroso de que no se enmoheciese ó
-que no cojiese un resfriado; esto es muy justo, no es cierto? ah! ah! ah!
-
-El judío fingió reir á carcajadas y Mr. Bolter haciendo lo mismo de
-buena gana, hincó el diente en su primera rebanada de pan y de manteca;
-y apenas la hubo despachado, se cortó una segunda.
-
---Bolter! --dijo Fagin poniéndose de codos sobre la mesa --Necesito de
-vos, para un golpe de mano que exije mucha prudencia!
-
---Tate! no vayais á esponerme ahora en algun peligro, á enviarme á un
-tribunal de policía! Os prevengo que esto no me conviene, ni me puede
-dar mucho gusto!
-
---Querido; no hay que correr el menor peligro! Se trata únicamente de
-seguir á una mujer y espiar sus acciones.
-
---Una vieja?
-
---No; una jóven!
-
---Pues puedo hacerlo á las mil maravillas! Caramba! en la escuela ora un
-famoso soplon! ¿Por qué es necesario que yo la siga? Creo no será por
-. . .
-
---No --interrumpió Fagin. No hay mas que hacer, sino decirme donde va,
-quien vé y si es posible lo que hace; recordar el nombre de la calle, si
-es una calle, ó bien de la casa si es una casa y comunicarme en fin
-todas las noticias que podais recoger.
-
---Qué me daréis por ello?
-
---Os daré una libra esterlina, cosa que no he dado nunca por servicios
-de este género, que no me producen utilidad alguna.
-
---Quién es esta mujer?
-
---Una de las nuestras.
-
---Ya veo de lo que se trata! --esclamó Bolter frunciendo la nariz
---sospechais de ella, no es cierto?
-
---Ha adquirido nuevas relaciones, querido, y es preciso que yo las
-conozca.
-
---Ya caigo. Unicamente por tener el gusto de conocerlas, con el fin de
-saber si es persona respetable, he? ah! ah! ah! Soy vuestro hombre.
-
---Sabia que os gustaria tal comision!
-
---Y no habeis errado. Donde está; en que punto y cuando deberé seguirla.
-
---Esto querido os lo diré . . . os lo comunicaré cuando sea tiempo
-oportuno. Procura estar preparado; lo restante me corresponde á mi.
-
-Aquella noche, la mañana siguiente y el dia despues, el espía calzado y
-vestido con su traje de carretero, estuvo preparado para salir á una
-señal de Fagin. Seis noches pasaron de este modo; seis noches mortales
-en cada una de las cuales el judío regresó mohino, dando á comprender
-en pocas palabras que todavía no era ocasion. La noche del dia séptimo,
-volvió mas pronto que los dias precedentes y brillaba en su rostro un
-rayo de satisfaccion. --Pronto; partamos, es tiempo ya!
-
-Noé se levantó sin pronunciar palabra; porque la alegria estrema que
-esperimentaba el judío se habia comunicado á él. Salieron de escondite
-y habiendo atravesado un laberinto de calles, llegaron al fin á una
-taberna.
-
-Eran las once y cuarto y la puerta estaba cerrada. Ella volvió
-cautelosamente sobre sus goznes, á un ligero silvido que dió el judío.
-
-Osando apenas cuchichear, pero sustituyendo los gestos á las palabras.
-Fagin y el jóven judío que les habia abierto la puerta señalaron á
-Noé el agujero con vidrio y le indicaron que subiera para ver la persona
-que estaba en la sala vecina.
-
---Es esta la mujer de que se trata? --preguntó en voz baja.
-
-El judío hizo un movimiento de cabeza afirmativo.
-
-El espía cambió una mirada con Fagin y partió como una flecha.
-
-
-
-
-CAPÍTULO XLIV.
-
-NANCY ES EXACTA Á LA CITA.
-
-
-EL reló de muchas iglesias daba las once y tres cuartos, cuando
-aparecieron dos personas á la entrada del puente de Londres. La primera,
-que era una mujer se adelantaba con paso vivo y ligero mirando con avidez
-á su alrededor como si buscara á alguno; el otro que era un hombre,
-seguia á alguna distancia en la sombra y arreglaba su paso al de la
-mujer, parándose cuando ella se paraba y deslizándose de nuevo al
-escondite á lo largo del parapeto cuando ella volvia atrás.
-
-La noche era oscura. Durante todo el dia el cielo habia estado nublado y
-á esta hora, sobre todo en este sitio, habia muy poco concurso de gente.
-
-Una broma espesa que cubria al rio daba un tinte pálido á la luz rojiza
-de los faroles que ardian en las lanchas.
-
-Sonó la media noche; el duodécimo golpe vibraba aun en el aire cuando
-una jóven señorita y un caballero de cabellos blancos, bajando de un
-fiacre á alguna distancia, se dirijieron hácia el puente despues de
-haber despedido al cochero. Apenas habian dado algunos pasos, Nancy se
-estremeció y al momento fué á ellos.
-
-Marchaban aquellos como gentes que no esperan encontrar á la persona que
-buscan, cuando se hallaron cara á cara con la jóven. Se detuvieron
-dando un grito de sorpresa que luego reprimieron; porque un hombre en
-traje de menestral paso rápidamente por su lado en el mismo instante.
-
---Por aquí! --dijo Nancy con ansiedad. Temo hablaros en este sitio;
-seguidme al pié de la escalera.
-
-Al decir estas palabras el menestral volvió la cabeza y preguntando
-bruscamente porque ocupaban ellos solos todo la acera prosiguió su
-camino.
-
-La escalera de que hablaba Nancy estaba al estremo del puente en la
-ribera del condado de Surrey.
-
-Sus escalones que forman una parte del puente, consisten en tres tramos
-ó mesetas. Al pié de la segunda meseta el muro de la izquierda termina
-con una pilastra haciendo frente al Támesis. Llegado al pié de esta
-segunda meseta el menestral lanzó una mirada á su alrededor y viendo
-que no habia otro sitio para ocultarse y que además la marea entonces
-muy baja, dejaba mucha plaza, se echó de costado, la espalda arrimada á
-la pilastra y esperó allí á nuestros tres amigos casi seguro de que no
-bajarian mas, y que si no podia oir su conversacion podria al menos
-seguirlos de nuevo con toda seguridad.
-
-Se determinaba ya á salir de su escondrijo y pensaba volver á subir,
-cuando oyó resonar un ruido de pasos sobre la piedra y luego las voces
-de varias personas hirieron su oido. Entonces se incorporó, se apretó
-contra él, miró y respirando apenas escuchó con atencion.
-
---Paréceme que nos alejamos demasiado --dijo el caballero. --No puedo
-permitir que esta señorita baje un escalon mas; personas habria, que
-teniendo en vos la poca confianza que debeis inspirar, ni siquiera
-hubieran consentido en llegar hasta aqui! Pero como veis, soy aun
-complaciente.
-
---Si á esto llamais ser complaciente! --contestó Nancy --Sois en verdad
-muy sensato! complaciente! Ba! es igual!
-
---No; pero decidme --repuso el caballero con tono mas dulce --¿por qué
-nos habeis llevado á este sitio endiablado? Por qué no allá arriba
-donde al menos transita alguna gente, mas bien que en esta horrible
-ladronera?
-
---Ya os he dicho que no me gusta hablaros allá arriba --contestó la
-jóven estremeciéndose --no se lo que tengo, pero esperimento tal
-espanto esta noche, que apenas puedo sostenerme. No sé de que proviene . . .
-quisiera saberlo. Todo el dia de hoy he sido atormentada, por los mas
-horribles pensamientos de muerte y de sudarios cubiertos de sangre, hasta
-producirme fiebre y delirio. Por la noche he querido distraerme leyendo,
-hasta llegar la hora y he visto las mismas cosas en el libro . . .
-
---Esto es efecto de la imaginacion --dijo el caballero.
-
-Vuestros sacerdotes orgullosos hubieran erguido la cabeza á la vista de
-mis tormentos y me hubieran predicado llamas y venganza --esclamó la
-jóven --Oh! mi buena señorita! Por qué los que se dicen enviados de
-Dios y reclaman el titulo de _ministros del Todo-poderoso_ no son para
-nosotros pobres miserables, buenos é indulgentes?
-
---Por qué no estuvisteis aquí el domingo pasado?
-
---No pude venir; fuí detenida á la fuerza.
-
---Por quién?
-
---Por Guillermo, el hombre de quién he hablado á la señorita.
-
---Creo no habrá tenido sospecha, sobre el asunto que os conduce aquí?
-
---No; --contestó la jóven sacudiendo la cabeza. Me es muy difícil
-dejarle, á menos que no sepa porque. Cuando decidí ir á encontrar á
-la señorita no hubiera podido verla, si para hacerle dormir no hubiese
-metido _Laudano_ en la pocion que le dí.
-
---Dormia aun cuando volvisteis? --preguntó el caballero.
-
---Sí; y ni él ni los demás han tenido la menor sospecha.
-
---Está bien --dijo el caballero --Ahora escuchad.
-
---Estoy pronta á oiros.
-
---Esta señorita que veis, me ha comunicado á mi y á algunos amigos (en
-la discrecion de los cuales se puede descansar con toda confianza), lo
-que le dijisteis hace quince dias. Para probaros que me fio de vos, os
-diré francamente que nos proponemos arrancar de ese Monks su secreto
-(cualquiera que el sea) y que para ello, aprovecharémos la ventaja, si
-es necesario de los terrores pánicos á los cuales dicen está sujeto.
-Pero si á pesar de esto, no podemos apoderarnos de él, ó bien una vez
-en nuestras manos nada quiere confesar, será preciso entonces consentir
-en entregarnos al judío.
-
---Fagin! --esclamó Nancy retrocediendo un paso.
-
---Sin duda. Es preciso que nos entregueis á ese hombre.
-
---No lo espereis! Por horrible que haya sido su conducta para conmigo,
-jamás haré lo que me pedís!
-
---Estais bien resuelta!
-
---Jamás!
-
---Me diréis por qué?
-
---Por una buena razon. Por una sola razon que la señorita sabe y de
-consiguiente estoy segura que la pondrá de mi lado puesto que me ha dado
-su palabra; además por lo mismo que si su conducta es mala, la mia no
-está exenta tampoco de reproches.
-
---Entonces --repuso el caballero como si hubiese logrado el objeto que se
-proponia --entregadme á Monks y dejadle se arregle conmigo.
-
---Y si llega á denunciar á los otros? --preguntó Nancy.
-
---Os prometo que en el caso que podamos obtener de él la verdad
-arrancándole su secreto, no se tratará de esto. Puede haber en la
-historia del niño Oliverio particularidades que seria penoso someter á
-la vista del público; y con tal (como os he dicho) que conozcamos la
-verdad, que es todo lo que pedimos, vuestros amigos no correrán ningun
-peligro.
-
---Y si no quiere confesar la verdad?
-
---Entonces, el judío no será llevado ante la justicia que vos no lo
-consintais.
-
---La señorita, se compromete en este punto con su palabra?
-
---Os la doy --contestó Rosa --Podeis contar con ella.
-
---¿Monks ignorará siempre por quien habeis sabido todo lo que sabeis?
---dijo la jóven despues de un momento de silencio.
-
---Siempre! --contestó el caballero --Os aseguro que obrarémos de modo
-que ni la mas leve sospecha podrá entrar en su alma.
-
---A pesar de que desde mi mas tierna infancia he vivido entre los
-mentirosos y por consiguiente la mentira, me sea familiar --dijo Nancy
-despues de otro momento de silencio --acepto vuestra palabra y me entrego
-enteramente á vosotros.
-
-Despues de obtenida la seguridad de Rosa y del caballero que podia estar
-perfectamente tranquila, empezó (con vos tan baja que el espia apenas
-podia oirla) por dar las señas de la taberna, donde habia estado aquella
-noche. Por las pausas que hacia hablando, se hubiera podido creer que el
-caballero tomaba nota de dichas señas. Cuando le hubo esplicado las
-circunstancias del sitio, desde donde podia mirarse exitar la atencion;
-cuando hubo dicho la hora de la noche y cuales eran los dias en que Monks
-solia frecuentar esa guarida, pareció reflecsionar un momento para
-recordar la fisonomía del hombre en cuestion y estár en mejor estado de
-hacer su filiacion.
-
---Es alto, muy récio; pero no gordo. Al verle andar se crreria que va
-hacer una mala jugada, porque mira constantemente á uno y otro lado.
-Tiene los ojos de tal modo hundidos en la cabeza que por esto solo
-podriais conocerle perfectamente. Es de piel muy morena y aunque no tenga
-mas allá de veinte y seis ó veinte y ocho años, sus ojos son secos y
-hoscos. Sus lábios están ordinariamente marchitos y descoloridos por
-las señales de sus dientes; porque está sujeto á terribles
-convulsiones y muy amenudo se muerde las manos hasta hacerse sangre . . .
-Por qué os estremeceis? --dijo la jóven parándose de golpe.
-
-El caballero se apresuró á responder que no sabia si se habia
-estremecido y la suplicó que continuára.
-
---Esto lo he sabido por las personas de la casa de que os he hablado
---prosiguió la jóven --porque yo no le he visto mas que dos ó tres
-veces y aun en ellas iba embozado en una gran capa. Creo que esto es todo
-lo que puedo deciros . . . Apropósito . . . esperad! Cuando vuelve la
-cabeza se descubre en su cuello un poco más arriba de su corbatin . . .
-
---Una gran cicatriz roja como una quemadura! --esclamó el caballero.
-
---Qué significa . . . entónces vos le conoceis? --dijo la jóven.
-
-La señorita lanzó un grito de sorpresa y los tres permanecieron por
-algunos momentos en silencio tan profundo que el espia hubiera podido oir
-su respiracion.
-
---Creo conocerle --dijo el caballero --lo reconoceria al menos despues de
-las señas que acabais de darnos . . . Verémos . . .
-
-Dicho esto con aire de indiferencia, se volvió del lado del espía y
-murmuró entre dientes: --No puede ser otro que él!
-
---Luego --repuso dirijiéndose á Nancy --Señorita acabais de prestarnos
-un gran servicio y os doy las gracias --¿Qué puedo hacer por vos?
-
---Nada --contestó Nancy.
-
---No persistais en rehusar . . . veamos reflecsionad un poco --continuó
-el caballero con acento tan dulce y bondadoso que hubiera podido conmover
-un corazon mas duro y mas insensible.
-
---No; nada caballero . . . Os lo aseguro . . . replicó la jóven
---derramando lágrimas. --Nada podeis para cambiar mi suerte.
-
---Va á dejarse persuadir --esclamó Rosa --va á rendirse, estoy segura
-de ello . . . titubea . . .
-
---Creo que no, mi querida señorita! --dijo el caballero.
-
---No; señor! --continuó Nancy despues de un momento de reflecsion
---estoy encadenada á mi primera existencia; tengo horror á ella, es
-verdad; pero no puedo dejarla . . . Adios! tal vez he sido seguida y
-espiada. Partid, partid los primeros! Si creeis que os he prestado algun
-servicio todo lo que pido en recompensa es que me abandoneis al instante
-mismo y me dejeis volver sola.
-
---Es inútil insistir mas! --dijo suspirando el caballero --pueda que
-permaneciendo aquí comprometemos su seguridad.
-
---Sí, sí! --contestó la jóven --teneis mucha razon!
-
---Cómo acabará pues la existencia miserable de esta pobre jóven?
-esclamó Rosa.
-
---Cómo? contestó ésta --mirad ante vos, señorita! fijad la vista
-sobre esa agua que ruje á vuestros piés! Cuántas veces no habréis
-oido hablar de pobres desgraciadas como yo que se han precipitado en
-ella, fatigadas como estaban de la vida!
-
---No hableis así . . . os lo suplico --dijo Rosa sollozando.
-
---Será esta la última vez que oigais tales palabras, buena señorita.
-No permitirá Dios que tales horrores vengan jamás á mancillar vuestros
-castos oidos! Buenas noches! Adios!
-
-El caballero se volvió como para prepararse á partir.
-
---Tomad esta bolsa --esclamó Rosa --guardadla por amor de mi y para que
-tengáis algun recurso en la necesidad.
-
---No, no! --contestó la jóven --el oro no me tienta, ni es el interés
-quien me hace obrar en esta circunstancia . . . creedlo . . . con todo
-dadme alguna cosa . . . algo que vos hayais llevado . . . Quisiera tener
-algo vuestro . . . No; no un anillo . . . vuestros guantes ó vuestro
-pañuelo . . . gracias, gracias! Dios os bendiga! Adios!
-
-La agitacion estrema que dominaba á la jóven y el temor que tenia de
-que fuera maltratada á su regreso, en el caso de ser descubierta, fueron
-los que determinaron al caballero á partir.
-
-El y Rosa aparecieron luego sobre el puente y se detuvieron un momento en
-el último escalon de la escalera.
-
---Rosa Maylie esperó aun, pero el anciano caballero la tomó del brazo y
-la atrajo suavemente hácia él. En el momento que desaparecieron, Nancy
-se dejó caer sobre uno de los escalones y dió libre curso á sus
-lágrimas.
-
-Llegado á lo alto de la escalera; Noé Claypole volvió la cabeza á
-derecha y á izquierda y no viendo alma viviente, puso los piés en
-polvorosa.
-
-
-
-
-CAPÍTULO XLV.
-
-CONSECUENCIAS FATALES.
-
-
-CERCA dos horas faltaban para apuntar el dia. El judío velaba en su
-cama, demostrando esperar á alguien con la mas viva impaciencia. A su
-lado y en un colchon tendido en el suelo estaba echado Noé Claypole
-durmiendo profundamente. Largo tiempo habia que aquel permanecia en tal
-actitud, cuando al fin el ruido de los pasos de una persona que creyó
-reconocer vino á herir su oido.
-
---El es, no cabe duda! murmuró.
-
-Al pronunciar estas palabras sonó la campanilla: Bajó los escalones de
-cuatro en cuatro y pronto volvió acompañado de Sikes que llevaba un
-paquete bajo su brazo.
-
---Tomad, encerrad esto --dijo este --y desembarazadlo todo lo que podais.
-Voto al infierno, me ha costado mucho cojerlo Hace mas de dos horas que
-deberia estar aquí.
-
-Fagin tomó el paquete, lo encerró en el armario con llave y miró
-fijamente al bandido: sus lábios pálidos temblaban con tal fuerza, sus
-facciones estaban tan descompuestas por las diferentes emociones que le
-dominaban; que Sikes retrocedió involuntariamente.
-
---Qué Demonios sucede ahora --esclamó --por qué mirais las gentes de
-tal modo, he? Responderéis?
-
-El judío levantó la mano y agitó su dedo con aire misterioso.
-
---Maldicion! --dijo Sikes metiendo rápidamente su mano en el bolsillo
-del costado --Se ha vuelto rabioso! Es preciso que me ponga en guardia!
-
---No, no! --contestó Fagin recobrando el uso de la palabra. --No hay
-peligro --Guillermo! . . . No es á vos con quien me las he . . . Nada
-tengo que reprocharos.
-
---Ah! es una gran fortuna! --repuso Sikes mirándole de través y
-metiendo con ademan ostentoso, su pistola en otra faltriquera . . . Mucha
-fortuna para uno de los dos . . .
-
---Lo que tengo que deciros, Guillermo --continuó el judío acercando su
-silla á la del bandido --os hará aun mas efecto que á mí.
-
---Lo dudo mucho! Hablad pronto, ó Nancy creerá que me he perdido.
-
---Perdido! --esclamó Fagin --esto no la sorprenderia. Bastante ha
-trabajado para vuestra pérdida.
-
-Sikes estupefacto procuró leer en los ojos del viejo; pero no pudiendo
-adivinar por ellos el sentido de este enigma, lo cojió por el cuello y
-lo sacudió con toda su fuerza.
-
---Os repito que hableis! --dijo --de lo contrario será que no osais!
-Viejo infame, abrid vuestra boca y esplicaos claramente! Lo oís?
-
---Supongamos que este muchacho que está acostado alli.
-
---Y bien que mas? continuó, Sikes soltándole y volviendo á su primera
-posicion.
-
---Supongamos que ese muchacho . . . llegára á hacernos traicion . . .
-que nos hubiese vendido á todos . . . descubriéndonos á las personas
-que tienen un interés en conocernos . . . que les hubiese dado nuestras
-señas hasta el menor detalle y dicho en fin el sitio, donde era fácil
-_ensartarnos_! . . Qué hariais vos?
-
---Qué haria yo! --contestó Sikes con un juramento horrible --Lo que
-haria! Si estuviera aun vivo á mi regreso le romperia el cráneo con el
-talon de mi bota.
-
---Y si fuera yo? --Yo que tanto sé y que tantos podria llevar á la
-horca conmigo!
-
---No lo sé --repuso Sikes rechinando los dientes y palideciendo de
-cólera, á la sola idea de que esto pudiera ser. --Haria algo en la
-prision que me haria meter la camisa de fuerza . . . ó si se nos
-juzgaban juntos diria yo solo contra vos, mas que todos los testigos y os
-haria saltar los sesos ante todo el mundo . . . No serian la fuerza ni el
-valor los que me fallarian entonces --Mil rayos! . . murmuró el bandido
-blandiendo su puño como si realmente fuera á empezar la accion. --Iria
-de tan buen ánimo que no veriais mas que centellas.
-
---De verdad?
-
---De tan verdad como os lo digo . . . Ensayaos un poco y veréis si
-guardo pelillos.
-
---Y si fuera Cárlos, ó el Camastron ó Betsy . . . ó bien?
-
---Poco me importa quien sea! . . --repuso Sikes impaciente --Del mismo
-modo le pagaria su comision.
-
-Fagin fijó de nuevo su mirada en el bandido y haciéndole señal de que
-guardára silencio se inclinó sobre el colchon en que dormia Noé y
-sacudió á éste para dispertarlo.
-
---Bolter! Bolter! . . _Pobre muchacho_! --dijo el judío cargando con
-énfasis el epiteto --Está fatigado Guillermo! molido de haber asechado
-tanto tiempo á la _jóven_.
-
---Qué quiére decir esto? --preguntó Sikes.
-
-El judío no contestó palabra; pero inclinándose de nuevo sobre Noé le
-tiró por el brazo y logró que se incorporára.
-
---Repetidme aquello otra vez para que él lo oiga! --dijo el judío
-señalando con el dedo á Sikes --Otra vez aun . . . no mas que una vez,
-hijo mio!
-
---Qué os repita que? --preguntó Claypole de mal talante.
-
---Lo que sabeis respecto á _Nancy_ --añadió el judío, teniendo á
-Sikes por el puño de miedo que no saliera antes de haberlo oido todo.
---La habeis seguido, no es cierto?
-
---Sí.
-
---Hasta el puente de Londres?
-
---Sí.
-
---Dónde ha encontrado dos personas?
-
---Justamente.
-
---Un caballero y una señorita, que antes habia ido á encontrar de plena
-voluntad. Le han pedido que les entregára á todos sus compañeros y
-Monks el primero . . . lo que ha hecho . .; que les diera sus señas; lo
-que ha hecho . .; que les comunicára el nombre y la direccion de la casa
-que frecuentamos tan á menudo y en la que nos reunimos, como tambien el
-sitio desde donde se puede ver mejor, sin ser notado; lo que ha hecho . . !
-Le han preguntado el dia y la hora en que ordinariamente nos dirijimos
-á esa casa y ella se lo ha dicho . . . esto es todo lo que ha hecho. No
-ha sido necesario emplear la amenaza para hacerla revelar todas estas
-cosas; ella las ha dicho, de buen grado no es cierto? --esclamó el
-judío cuasi loco de cólera.
-
---Es verdad --contestó Noé rascándose la cabeza . . . Precisamente es
-así como la cosa ha pasado!
-
---¿Qué han dicho respecto al domingo pasado? --preguntó el judío.
-
---Respecto al domingo pasado? --repuso Noé procurando refrescar su
-memoria . . . Paréceme que ya os lo he dicho.
-
---No le hace, dílo otra vez! --continuó el judío estrechando todavia
-mas el brazo de Sikes y ajitando su mano mientras la espuma salia de su
-boca.
-
---Le han preguntado --dijo Noé (que á medida que se desvelaba parecia
-tener una idea de lo que era Sikes) le han preguntado porque no habia
-acudido el domingo último como lo tenia prometido; y ella les ha
-respondido que le habia sido imposible.
-
---Por qué, por qué? --interrumpió el judío con aire triunfante.
---Decidle por qué razon.
-
---Porque Guillermo no la quiso dejar salir y la detuvo á la fuerza. Y
-como el caballero manifestó no conocer á Guillermo, añadió que era el
-_hombre_ de quien habia hablado anteriormente á la señorita.
-
---Qué ha dicho de mas respecto á Guillermo? --gritó el judío --Qué
-ha añadido á propósito del _hombre_ de quien habia hablado
-anteriormente á la señorita? Decidle, decidle esto.
-
---Ha dicho, que no podia salir con facilidad á menos que el no supiera
-donde iba y que la primera vez que fué á encontrar á aquella señorita
-(ah! ah! ah! no he podido menos de reirme cuando ha dicho esto) le habia
-puesto _laudano_, en la pocion que le hizo beber antes de salir.
-
---Condenacion!!! --gritó Sikes haciendo soltar la presa al judío
---Dejadme! . .
-
-Arrojando al viejo lejos de él, se abalanzó fuera del aposento y se
-precipitó por la escalera como un furioso.
-
---Guillermo! Guillermo! --esclamó el judío corriendo tras él --una
-palabra! una sola palabra!
-
-Esta palabra no hubiera llegado al oido del bandido si éste que no podia
-abrir la puerta á pesar de los horribles juramentos que proferia, no
-hubiese dado tiempo al judío para llegar sofocado.
-
---Abridme esta puerta --dijo Sikes --no me tengais aquí plantado una
-hora con vuestra habladuria; no estoy de humor para oiros! Dejad que
-salga sin dirijir la palabra . . . será lo mejor, os lo aseguro! . .
-
---Un momento, un solo momento! --dijo el judío poniendo la mano en el
-cerrojo --No seais demasiado . . .
-
---Demasiado qué?
-
---No seais demasiado . . . demasiado . . . violento Guillermo!
---continuó el judío con tono melífluo.
-
-El dia empezaba á clarear lo bastante para que cada uno de ellos pudiera
-leer en el rostro del otro lo que pasaba en su alma. Cambiaron una
-mirada, sus ojos centelleaban. No podia caber engaño sobre la naturaleza
-de los sentimientos de entrambos.
-
---Sí; esto es Guillermo! . . --dijo Fagin al ver que todo fingimiento
-era ya inútil: --Queria decir, no seais demasiado violento (al menos por
-vuestra propia seguridad). No vayais á comprometeros, sobre todo sed
-prudente.
-
-Dicho esto el judío dió la vuelta á la llave en el cerrojo, y Sikes
-por toda respuesta abrió la puerta de par en par, y partió como un rayo.
-
-Sin dar tiempo á la reflecsion; sin volver la cabeza de ningun lado, sin
-lanzar una mirada á la derecha ó la izquierda; pero con los ojos fijos
-ante él, marchaba á grandes pasos, con los dientes apretados de tal
-modo que su quijada inferior parecia hundirse dentro la piel. Lleno de
-pensamientos feroces y llevando un proyecto horrible en la imaginacion
-andaba con la cabeza baja; y sin haber pronunciado una sola palabra ni
-removido un solo músculo de su rostro, se encontró frente su casa.
-Entró sin hacer ruido, subió cautelosamente la escalera, abrió la
-puerta de su aposento con la misma precaucion, la cerró á doble vuelta,
-y habiendo colocado una mesa detrás de ella, se acercó á la cama y
-apartó la cortina.
-
-Nancy que estaba acostada medio vestida, se dispertó sobresaltada.
-
---Eres tu, Guillermo? --dijo con acento de satisfaccion por verle de
-regreso.
-
---Sí; soy yo. --respondió el bandido --levántate!
-
-Habia una vela que ardia esperando á Sikes, éste la arrancó del
-candelera y la arrojó á la chimenea. La jóven viendo que clareaba ya
-algo el dia se levantó para apartar las cortinas de la ventana.
-
---No es necesario --dijo Sikes poniendo el brazo ante ella para
-impedírselo --veré lo bastante para lo que tengo que hacer.
-
---Guillermo! . . --esclamó Nancy con voz ahogada por el miedo --Por qué
-me miras así? . .
-
-El ojo estraviado, la respiracion corta y las ventanas de la nariz
-hinchadas, el bandido la contempló un momento en silencio, luego
-agarrándola por la cabeza y por el cuello, la arrastró al medio del
-aposento y le puso la mano sobre la boca despues de haber lanzado una
-mirada hácia la puerta.
-
---Guillermo! . . Guillermo! . . --gritó la jóven debatiéndose, con una
-fuerza que solo puede dar el temor de la muerte --no haré ruido . . . no
-gritaré . . . te lo prometo! . . Escúchame! . . háblame! . . díme lo
-que te he hecho!
-
---Ah! infame! sabes tú bien lo que has hecho! . . --repuso Sikes con
-risa infernal --lo sabes muy bien! . . Te han espiado esta noche . . .
-Todas tus palabras han sido oidas!
-
---Consérvame la vida como he conservado yo la tuya; te lo suplico
-Guillermo! . . En nombre del cielo perdona mi vida! . . --esclamó Nancy
-aferrándose á él --Guillermo! . . Querido Guillermo! . . no tendrás
-corazon para matarme! Ah! piensa en todo lo que he rehusado esta noche
-por tí! . . . Reflecsiona un momento y evítate este crímen! No te
-dejaré; Guillermo! . . no podrás hacer que te suelte . . . Por el amor
-de Dios reflecsiona antes de derramar mi sangre . . . Soy yo quien te lo
-ruego! yo que tanto te amo! . . Guillermo! siempre te he sido fiel! . .
-Tan verdad como soy una criatura indigna, te he sido fiel!
-
-El bandido forcejó violentamente para desasirse de ella, pero los brazos
-de la jóven estaban entrelazados con los suyos de modo que no pudo
-lograrlo.
-
---Guillermo --dijo Nancy procurando poner su cabeza sobre el pecho del
-bandido --aquel anciano caballero y aquella buena señorita me han
-ofrecido esta noche un asilo, en cualquiera pais estranjero, donde
-pudiese acabar mis dias en paz; déjame verlos aun otra vez, les pediré
-de rodillas que te otorguen el mismo favor y si consienten como no lo
-dudo, dejarémos este lugar horrible, irémos cada uno por su lado á
-vivir en el retiro, ó procurarémos olvidar la vida espantosa que hemos
-llevado juntos, sin vernos ya jamás. Nunca es tarde para el
-arrepentimiento, ellos me lo han dicho, y ahora comprendo que tienen
-razon . . . pero es necesario el tiempo . . . Es necesario tener tiempo
-Guillermo . . . un poco de tiempo! . .
-
-Sikes habiendo logrado desembarazar un brazo cojió su pistola. La idea
-de que seria descubierto y arrestado al momento si hacia estrépito se
-presenta como un relámpago á su alma aun en medio de su furor, y
-entonces descargó dos ó tres golpes con su culata sobre la frente de la
-jóven suplicante.
-
-Esta de pronto vaciló y cayó en seguida cuasi cegada por la sangre que
-manaba de un agujero enorme que le habia hecho en la cabeza; pero
-volviéndose á levantar sobre sus rodillas si bien con gran dificultad,
-sacó de su seno un pañuelo blanco (el de Rosa Maylie) y elevándolo
-entre sus dos manos juntas, tan alto como sus fuerzas le permitieron,
-murmuró una corta plegaria para implorar la piedad del Señor . . . Era
-un espectáculo horroroso. El asesino espantado retrocedió hasta la
-pared, poniendo la mano ante sus ojos; luego apoderándose de un enorme
-garrote, descargó un golpe tremendo sobre el cráneo de la jóven y la
-tendió muerta á sus piés.
-
-
-
-
-[Illustration: Sikes apoderándose de un enorme garrote, descargo un golpe
-sobre el cráneo de la jóven, y la tendió muerta á sus piés.]
-
-
-
-
-CAPÍTULO XLVI.
-
-MONKS Y MR. BROWNLOW SE ENCUENTRAN AL FIN. --ENTREVISTA QUE TUVIERON
-JUNTOS, Y DE QUE MODO FUÉ INTERRUMPIDA.
-
-
-EL dia empezaba á declinar, cuando Mr. Brownlow bajando de un coche de
-alquiler, llamó á la puerta de su casa. Apenas abrieron, un robusto
-mozo bajó á su vez y se puso de centinela á un lado del estribo,
-mientras que otro del mismo calibre saltó ligero del pescante en que se
-habia colocado al lado del cochero, y se situó frente por frente del
-primero. A una señal de Mr. Brownlow hicieron salir del fiacre á un
-tercer individuo que introdujeron en la casa: este individuo no era otro
-que Monks.
-
-Los tres andaron sin decir palabra, y siguieron á Mr. Brownlow hasta una
-salita á la puerta de la cual Monks, que habia subido con marcada
-repugnancia, se paró en seco; y los dos hombres miraron á Mr. Brownlow
-como para preguntarle lo que debian hacer.
-
---Sabe la alternativa. --dijo Mr. Brownlow --Si se resiste ó intenta
-huir llevadlo á fuera y hacedle prender en nombre mio.
-
---Y con qué derecho obrais de este modo conmigo? --preguntó Monks.
-
---Jóven; ¿por qué me obligais á ello? --contestó Mr. Brownlow
-mirándole fijamente --Seriais bastante loco para escaparos? Soltadle! . .
---prosiguió dirijiéndose á los dos hombres --Ahora jóven, sois
-libre de ir á donde querais, y nosotros de seguiros; pero os juro, por
-lo que hay de mas sagrado que al momento que pongais el pié en la calle
-os hago prender como falsario y ladron. Mi resolucion es irrevocable! . .
-
-Monks murmuró algunas palabras inteligibles, y manifestó irresolucion.
-
---Os intimo que os decidais al instante! --añadió Mr. Brownlow --Una
-sola palabra de mi boca, y la alternativa queda perdida para siempre!
-
-Monks titubeó aun.
-
---Qué decidís?
-
---No queda otra alternativa? . .
-
---No.
-
-Monks miró al anciano caballero con inquietud; pero no viendo en su
-fisonomia mas que el sello de la severidad y de la resolucion, dió
-algunos pasos en la sala encojiéndose de hombros y acabó por sentarse.
-
---Cerrad la puerta por la parte de afuera --dijo Mr. Brownlow á los dos
-hombres.
-
-Estos obedecieron y Mr. Brownlow quedó solo con Monks.
-
---A la verdad caballero, que este es un hermoso proceder por parte de un
-amigo antiguo de mi padre! --dijo Monks.
-
-Justamente porque era el amigo íntimo de vuestro padre, --repuso Mr.
-Brownlow --porque la esperanza de mis años juveniles me unia á él
-puesto que su hermana muerta el dia mismo que debia casarme con ella, me
-ha dejado solo en la tierra; porque aun niño, se arrodilló conmigo
-cerca del lecho de muerte de aquel ángel de dulzura y de bondad á quien
-á Dios plugo arrebatar de este mundo en la flor de su edad; porque
-despues de aquel momento consagra á vuestro padre una amistad que ni sus
-tristezas ni sus desgracias pudieron entibiar jamás, y que duró hasta su
-muerte; porque estos recuerdos del pasado, llevan mi corazon; es por lo
-que estoy dispuesto á trataros con miramiento.
-
---Y que tiene mi nombre de comun con lo que vais á decirme?
-
---Nada respecto á vos, jóven --nada sin duda; pero mucho respecto á
-mi, y estoy muy contento que hayais tomado otro.
-
---Todo esto es bello y bueno --dijo Monks con ademan descarado --todo
-esto es muy hermoso, pero donde quereis ir á parar?
-
---Teneis un hermano --dijo con calor Mr. Brownlow --un hermano cuyo
-nombre solo, pronunciado en voz baja á vuestro oido, cuando estaba tras
-de vos en la calle, ha bastado para obligaros á seguirme, á pesar de la
-repugnancia que tenias en hacerlo.
-
---Yo no tengo hermano! . . --replicó Monks --Ignorais sin duda que soy
-hijo único.
-
---Escuchad lo que voy á deciros; --continuó Mr. Brownlow-- ello no
-dejará de interesaros. Sé muy bien que sois el solo é indigno fruto de
-un enlace fatal que el orgullo de familia y el interés sórdido,
-obligaron á contraer á vuestro padre niño aun.
-
---Hago poco caso de vuestros epitetos --interrumpió Monks con una
-sonrisa forzada --Confesais el hecho, y me basta.
-
---Pero sé tambien cuales fueron los males causados por tan funesta union
---prosiguió Mr. Brownlow --Sé, cuan pesada fué para los dos, la cadena
-que debieron arrastrar en el mundo, á los ojos de este mundo que ningun
-encanto tenia ya para ellos. Sé que las formalidades glaciales de la
-etiqueta, fueron reemplazadas por los reproches, que la indiferencia
-cedió su puesto al desprecio, el desprecio al disgusto, y el disgusto al
-ódio hasta que al fin no pudiendo sufrirse el uno al otro se vieron
-obligados á separarse.
-
---Y bien! se separaron --dijo Monks. ¿Esto qué prueba?
-
-Despues de algun tiempo de separacion --continuó Mr. Brownlow --y cuando
-vuestra madre lanzada en el torbellino del gran mundo, hubo olvidado
-completamente al hombre que le habian dado por marido y que era mas
-jóven que ella, á lo menos de once años; éste, que hasta entonces
-habia llevado una vida retirada, adquirió nuevas relaciones. Ya sabeis
-vos esto; estoy seguro.
-
---No --dijo Monks --Nada sé.
-
---Vuestro semblante prueba lo contrario. De lo que hablo, hace cerca
-quince años; vos teniais entonces diez ú once y vuestro padre no mas
-que treinta porque lo repito, no era mas que un niño cuando su padre le
-obligó á casarse. ¿Deberé recordar un acontecimiento que por respeto
-á la memoria de vuestro padre, quisiera pasar en silencio, ó quereis
-evitarme la pena de ello confesándome la verdad?
-
---Como nada sé, nada tengo que decir! . . --contestó Monks.
-
---Entre las nuevas amistades que adquirió vuestro padre --prosiguió Mr.
-Brownlow --se contaba la de un oficial de marina, viudo desde bacia seis
-meses y que vivia solo con dos hijos. Habia tenido muchos; pero
-felizmente habia perdido los otros. Eran dos hijas; la una un ángel de
-hermosura que en esta época podia tener diez y ocho años, y la otra una
-niña de dos ó tres años.
-
---Qué puede importarme esto á mí? --preguntó Monks.
-
---Ese oficial de marina --añadió Mr. Brownlow sin parecer parar la
-atencion á la pregunta de Monks --habitaba una casa en ese distrito de
-la Inglaterra que vuestro padre recorrió en la época de sus desgracias,
-y en cuya casa fué hospedado. Poco tiempo fué necesario para que se
-ligaran con una estrecha amistad. Vuestro padre poseia ventajas que
-poseen pocos hombres; era un hermoso muchacho y abrigaba su corazon
-franco y generoso como su hermana. Cuanto mas le conoció el anciano
-oficial mas le amó. Desgraciadamente sucedió lo mismo con su hija . . .
-Antes de transcurrir un año estaba ya ligado por medio de un juramento
-con esta jóven vírgen, víctima de una pasion viva y sincera . . . de
-un primer amor en fin.
-
---Vuestro cuento es de los mas largos --observó Monks mohíno.
-
---Es, jóven, una relacion, de desgracias, de tristezas y de miserias
---replicó Mr. Brownlow --y tales cuentos (como os place llamarlos) son
-siempre largos. En fin uno de los parientes de vuestro padre (por amor al
-cual fué sacrificado, como tantos otros) murió; y como si hubiese
-querido reparar el mal de que habia sido causa, le legó toda su fortuna
-que era considerable. Vuestro padre tuvo que dirigirse á Roma, donde
-este pariente habia ido para su salud y donde murió sin haber puesto en
-arreglo sus asuntos. Fué pues allí y cayó gravemente enfermo. Vuestra
-madre que lo supo en Paris, donde habitaba entonces, partió al momento
-con vos para ir á encontrarle. Murió el dia de vuestra llegada sin
-haber hecho testamento; de suerte, que su fortuna os cabió en reparto á
-los dos.
-
-A este punto de la relacion Monks prestó oido atento, sin mirar con todo
-á Mr. Brownlow.
-
---Antes de embarcarse y al pasar por Londres --prosiguió Mr. Brownlow
---mirándole fijamente, vuestro padre vino á verme.
-
---Jamás he tenido noticia de esto --replicó Monks.
-
---Si jóven; vino á verme, y me dejó entre otras cosas un retrato
-pintado por él mismo . . . el retrato de aquella jóven que no podia
-llevarse . . . Estaba agoviado por los remordimientos; se acusaba de
-haber causado la ruina y la deshonra de una familia, y me confió la
-intencion que tenia de convertir todos sus bienes en dinero (costarle lo
-que le costare) y despues de haberos dejado á vos y á vuestra madre una
-parte de ese dinero, huir á pais estraño. Adiviné bien que no huiria
-solo . . . Nada mas me dijo, y me ocultó el rostro . . . á mi, su amigo
-antiguo . . . su amigo de infancia! Prometió escribirme; decírmelo todo
-y volverme á ver una sola y última vez antes de dejar para siempre la
-Inglaterra . . . Ay! . . no debia verle ya mas, y ni aun recibí carta
-suya. Algun tiempo despues de su muerte --continuó Mr. Bronwlow --fui
-personalmente al domicilio del padre de la jóven, resuelto, en el caso
-de que mis temores fueran demasiado fundados á ofrecer asilo y
-proteccion á una pobre jóven errante que un amor culpable (segun el
-mundo) habia arrastrado á su pérdida. Hacia ocho dias que habian
-abandonado el pais. Despues de haber pagado algunas pequeñas deudas,
-habian partido de noche. Donde, y porque esto es lo que nadie pudo
-decirme.
-
-Monks pareció encontrarse mas á satisfaccion, y lanzó á su alrededor
-una mirada triunfante.
-
---Cuando vuestro hermano --prosiguió Mr. Brownlow acercándose á Monks
---pobre y oprimido cayó entre mis manos (no diré por la mayor de las
-casualidades sino por los cuidados de la providencia) y le salvé del
-vicio y del oprobio . . .
-
---Qué! --esclamó Monks estremeciéndose de sorpresa.
-
---Si jóven, yo mismo --replicó Mr. Brownlow. Os he dicho que acabaria
-por interesaros. Sé bien que vuestro ladino compañero no os ha dicho el
-nombre del que habia amparado al pequeño Oliverio: sin duda tenia para
-ello sus razones. Cuando pues ese pobre niño fué recibido por mí, y
-hubo pasado todo el término de su convalescencia, su semejanza perfecta
-con el retrato de que os he hablado, me llenó de asombro. Mas en el
-mismo instante en que le ví por la primera vez cubierto de harapos,
-noté al momento en su fisonomía una espresion lánguida que me recordó
-los rasgos de una persona que me habia sido muy querida . . . No tengo
-necesidad de deciros, que fué cojido otra vez por vuestros _asociados_
-antes de saber su historia.
-
---Por qué no? . . --preguntó vivamente el otro.
-
---Porque estais muy enterado de ello.
-
---Yo!
-
---Es inútil el negar --dijo Mr. Brownlow --Voy á probaro que sé mas de
-lo que os figurais.
-
---Nada podeis probar contra mí! --balbuceó Monks --Os desafio á que
-probeis, que yo figuré en ello para nada!
-
---Esto es lo que vamos á ver --repuso Mr. Brownlow lanzando á Monks una
-mirada escudriñadora --Perdí á Oliverio y todo lo que pude hacer para
-volverlo á encontrar fué inútil. Habiendo muerto vuestra madre, sabia
-que solo vos podiais aclarar este misterio, y como os hallabais entonces
-en la India donde de resultas de ciertas fechorías, debisteis refugiaros
-para evitar aquí cuestiones con la justicia, hice un viaje allí. Hacia
-algunos meses que habiais regresado á Londres; y tambien regresé.
-Ninguno de vuestros corresponsales pudo decirme donde habitabais:
---ibais, --y veniais --me dijeron --sin residir positivamente en tal ó
-cual sitio, llevando el mismo género de vida, que antes de vuestra
-partida para la India. Azoté calles noche y dia con la esperanza de
-encontraros, y como veis hasta hoy no he podido lograrlo.
-
---Y aquí me teneis! --dijo Monks con descaro levantándose de su silla.
---En fin que me queréis? . . El _fraude_, y el _robo_ son dos hermosas
-palabras justificadas (segun vos) por una semejanza imaginaria entre un
-diablillo y un hombre que no existe desde hace muchos años . . . Mi
-hermano! . . Vos ignorais á lo que veo que de aquella union criminal
-resultan un niño . . . ni aun esto sabeis!
-
---Es verdad que lo he ignorado largo tiempo --repuso Monsieur Brownlow
-levantándose á su vez --pero lo sé todo desde hace quince dias. Teneis
-un hermano, no lo ignorais, y lo que es mas, le conoceis. Existia un
-testamento que vuestra madre destruyó. Vos mismo estabais en el secreto
-y debiais aprovecharos de él despues de su muerte. Este testamento
-estaba otorgado en favor del niño que probablemente debia nacer de
-aquella union culpable; ese niño nació, y su semejanza notable con su
-padre hizo que lo reconocierais cuando la casualidad, lo puso ante vos.
-Os dirijisteis al lugar de su nacimiento; hicisteis destruir ó mas bien
-destruisteis vos mismo las pruebas, que podian justificar, de que padres
-era hijo. Puedo á mas, en caso necesario recordaros vuestras propias
-palabras --_Ya veis, las únicas cosas que hubieran podido servir para
-probar la identidad de ese niño, están en el fondo del rio; y la vieja
-Sibila que las recibió de la madre, hace largo tiempo que ha muerto y
-sus huesos están podridos dentro de su ataud._ --Hijo indigno! . . vil!
-. . falso! . . Vos que os rozais con ladrones y asesinos, y teneis
-entrevistas con ellos en medio de la noche y en lugares inmundos; vos
-cuyas tramas y complots, han causado la muerte de tantas personas de
-vuestra condicion; vos que desde vuestra infancia habeis sido arma de
-dolor para vuestro desdichado padre, y cuyos escesos en todo género de
-vicios llevais estampados en vuestro rostro; que con justa razon puede
-mirarse como el espejo de vuestra alma; vos Eduardo Leeford, me desafiais
-aun?
-
---No, no! . . --esclamó Monks aterrado por estas palabras.
-
---Cada espresion pronunciada entre vos y Fagin (el judío) me es conocida
---dijo Mr. Brownlow --Las sombras que vos mismo habeis visto en la pared
-han retenido vuestros cuchicheos y me los han transmitido. La vista del
-niño perseguido ha cambiado el vicio en valor y diré mas en virtud. Un
-asesinato acaba de ser cometido; de este asesinato vos sois autor moral
-sino realmente . . .
-
---No, no! --gritó Monks --Soy inocente de él, os lo juro! Entraba allí
-para informarme de ello cuando me habeis preso. No conozco su causa; yo
-la atribuia á otra cosa.
-
---Esta causa es la revelacion de una parte de vuestros secretos --dijo
-Mr. Brownlow --Queréis revelar la restante? . .
-
---Sí; sí! . .
-
---Confesar la verdad ante testigos?
-
---Tambien lo prometo.
-
---Estaros quieto hasta que yo haya adquirido otras noticias para venir
-conmigo al sitio que sea necesario.
-
---Si insisteis sobre este punto consiento tambien --replicó Monks.
-
---Exijo de vos mas que esto --añadió Mr. Brownlow --Es preciso que
-hagais una restitucion á vuestro hermano. Aunque ese pobre niño sea el
-fruto de un amor culpable no por ello es menos vuestro hermano. Sabeis
-las cláusulas del testamento, ejecutadlas por lo que atañe al pequeño
-Oliverio, é id luego donde querais.
-
-Mientras que Monks se paseaba arriba y abajo en la sala reflecsionando en
-las condiciones terminantes que le imponia Monsieur Brownlow, Mr.
-Losberne entró muy conmovido.
-
---No puede dejar de ser cojido --esclamó.
-
---El asesino, queréis decir? preguntó Mr. Brownlow.
-
---Sí, sí --repuso el doctor --se ha visto á su perro en los
-alrededores de una casa que frecuenta ordinariamente; su amo está sin
-duda dentro ó sino entrará en ella probablemente por la noche. La
-policía está al acecho; he hablado á los hombres encargados de
-prenderle, y me han asegurado que no puede escapárseles. El gobierno ha
-hecho publicar una recompensa de cien libras esterlinas al que le pondrá
-la mano encima.
-
---Yo daré cincuenta mas --dijo Mr. Brownlow --y haré yo mismo el
-ofrecimiento en el mismo sitio si me es posible trasladarme á él.
-Dónde está Mr. Maylie?
-
---Enrique? . . Luego que os ha sabido en seguridad con este desconocido
---respondió el doctor --ha mandado ensillar su caballo y ha ido á ver
-lo que ocurre.
-
---Y el judío?
-
---Aun no habia sido preso cuando me he informado de todo esto --pero
-pronto lo será.
-
---Estais bien decidido? . . --dijo Mr. Brownlow al oido de Monks.
-
---Sí; --respondió éste --¿me prometeis el secreto?
-
---Permaneced aquí hasta mi vuelta.
-
-Dicho esto Mr. Brownlow salió con Mr. Losberne y cerró la puerta del
-aposento con llave.
-
---Cuál es el resultado de vuestra entrevista? preguntó el doctor.
-
---El que me esperaba y aun mas --respondió Mr. Brownlow --Le he probado
-que no habia para él ninguna esperanza de salvacion. Hacedme el favor de
-escribir y dad cita para pasado mañana á las siete.
-
-Los dos amigos se separaron en estremo agitados.
-
-
-
-
-CAPÍTULO XLVII.
-
-SIKES ES PERSEGUIDO --COMO ESCAPA Á LA POLICÍA.
-
-
-CERCA de ese punto del Támesis en que está situada la iglesia de
-_Rotherhithe_ existe hoy dia el mas súcio, mas estraño y mas
-estraordinario de los rincones que hay en Londres; rincon desconocido aun
-de nombre á la mayor parte de sus habitantes.
-
-En la isla de Jacob, las casas que antiguamente servian de almacenes
-están sin techos, las paredes arruinadas, las ventanas faltas de marcos,
-las puertas no se sostienen en nada y amenazan caer en la calle; las
-chimeneas negras, pero no sale de ellas humo. Hace treinta ó cuarenta
-años era este un barrio comercial, mientras que ahora no es mas que una
-isla desierta. Los edificios carecen de propietarios y solo están
-ocupados por aquellos que tienen el valor de vivir y morir en ellos.
-
-En un aposento superior de una de esas casas se hallaban reunidos tres
-hombres mirándose unos á otros en silencio; el uno era Tobias Crachit,
-el otro maese Chitling y el tercero llamado Kags, hombre de cincuenta
-años, cuyo rostro estaba cubierto de magulladuras y de cicatrices, era
-un presidario evadido.
-
---Querido --dijo Tobias dirijiéndose á Chitling --me hubieras dado
-mucho gusto si te hubieses refugiado en otra parte.
-
---Vaya una gracia! --añadió Kags --como si no hubiera bastantes
-_casuchas_, para venir aquí á comprometernos! . .
-
---Me esperaba por cierto de vosotros una acogida tan lisongera --replicó
-Chitling con acento desconcertado.
-
---Crees tu --repuso Tobias --que sea muy grato para un _mozo_ como yo,
-que vive retirado, todo lo posible, y que se ha sabido conservarse en su
-_casa_ sin excitar la menor sospecha, recibir de _improviso_ la visita de
-un _particular_ que por muy amable y aun _placentero_ que sea en el juego
-de cartas no deja por ello de estar en una posicion equívoca?
-
---Sobre todo cuando ese _mozo_ hospeda en su casa á un amigo llegado de
-_paises lejanos_, mas pronto de lo que se esperaba, y que es á un mismo
-tiempo demasiado modesto y demasiado circunspecto para presentarse á los
-jueces á su regreso! . . repuso Kags.
-
---Cuándo ha sido preso el judío? . . --preguntó Tobias Crachit.
-
---A las dos de la tarde, justamente en el acto de comer . . . respondió
-maese Chitling. Carlota y yo hemos sido muy afortunados en habernos
-podido escapar por la chimenea de la cocina; en cuanto á Mauricio
-Bolter, se habia ocultado en el colador que habia tenido ocurrencia de
-poner boca abajo, pero sus largos _remos_ que salian fuera lo han
-descubierto y tambien ha sido cojido.
-
---Y Betsy?
-
---Pobre Betsy! --dije Chitling con acento lastimero --ha ido allí para
-ver el cadáver, y la revolucion que esto la ha causado la ha vuelto loca.
-
---Qué se ha hecho el pequeño Carloto? . . preguntó Kags.
-
---Está en algun rincon de estos alrededores esperando sin duda que sea
-de noche para venir aquí --respondió Chitling --ahora ya no puede
-lardar. No hay que hablar, de ir á otra parte; la _tropa sorda_ ha
-empezado por echar el guante á todos los que se hallaban en los _Tres
-cojos_. Ha sido fortuna para mí encontrarme fuera, de otro modo, hubiera
-formado cuerda con los otros. La sala del fondo y la de entrada están
-llenas de _langostas_ os aseguro que hace allí calor!
-
---Arbitrariedad como ella! dijo Tobias Crachit mordiéndose los lábios.
---Hay mas de uno que la saltará en este asunto!
-
---Los _asisses_ han empezado --dijo Kags --si _calientan el negocio_, si
-Bolter suelta el pico á cargo de Fagin (lo que no cabe duda despues de
-lo que tiene ya dicho) el pobre viejo judío, quedará convencido de
-complicidad en el asesinato y dentro ocho dias á contar desde hoy la
-danzará de lo lindo.
-
---Daba grima oir á la multitud como gritaba tras él! . . dijo Chitling.
-A no ser la _tropa sorda_ lo hubieran hecho añicos. --Una vez lo han
-derribado en tierra y estoy seguro que lo hubieran muerto si los
-_langostos_ no hubiesen al momento formado circulo á su alrededor; pero
-puede decir que ha escapado de una buena.
-
-Mientras que con los ojos bajos y el oido atento parecian todos abismados
-en profunda reflecsion, se oyó en la escalera un pataleo y el perro de
-Sikes entró de un salto en la estancia. Miraron inmediatamente á la
-ventana; pero no vieron á nadie --bajaron la escalera, nadie; salieron
-á la calle, nadie.
-
---Qué significa esto? --dijo Tobias --Acaso se atreveria á venir? . .
-Espero que no!
-
---Si hubiese decidido venir aquí le hubiéramos visto tras de su perro!
-
---De dónde vendrá ese animal? --dijo Tobias --Sin duda habrá estado en
-las otras _casuchas_ y habiendo visto allí una multitud de personas que
-no conoce habrá corrido aquí, donde ha venido tantas veces. Pero por
-qué llega solo?
-
---Creéis que haya sido _destruido_? . . preguntó Chitling.
-
-Tobias sacudió la cabeza en señal de duda.
-
---Si esto fuera --repuso Kags --el perro nos atormentaria para que le
-acompañáramos, en el sitio. Creo mas bien que habrá pasado en pais
-estrangero, perdiendo á su perro.
-
-Todos fueron de la opinion del presidario, y el perro encajándose en una
-silla, se puso á dormir.
-
-Como era ya de noche, cerraron los postigos y pusieron una vela sobre la
-mesa. Los acontecimientos de los dos dias anteriores habian hecho tal
-impresion en ellos que se estremecian al menor ruido. Se acercaron el uno
-al otro y se hablaron en voz baja como si el cadáver de la jóven
-hubiera estado en el aposento vecino.
-
-Largo rato hacia que permanecian en esta posicion cuando de repente
-llamaron á la puerta de la calle.
-
---Es el pequeño Carloto --dijo Kags.
-
-Llamaron de nuevo con golpes redoblados.
-
---No; no es Carloto! . . el no llama nunca de tal modo.
-
-Tobias Crachit se aventuró á mirar por la ventana, pero se retiró de
-ella temblando; su palidez decia lo bastante. El perro se puso al momento
-sobre sus patas y corrió hácia la puerta ladrando.
-
---Será _preciso_ abrirle --dijo Tobias tomando la vela.
-
---No hay medio de hacer otra cosa?
-
---No; es preciso abrirle --replicó Tobias.
-
---No vayas á dejarnos sin luz --dijo Kags.
-
-Crachit bajó á abrir, y volvió acompañado de un hombre con la cabeza
-envuelta en un pañuelo. Este hombre no era otro que Sikes. Puso su mano
-sobre el respaldo de una silla, luego, volviendo la cabeza se estremeció
-y fué á sentarse en otra silla arrimada á la pared.
-
---Por qué se halla aquí ese perro? . . preguntó.
-
---Ha venido solo; hace dos ó tres horas.
-
---¿Es verdad que el periódico de esa tarde anuncia que Fagin ha sido
-preso?
-
---Es verdad.
-
---Qué el diablo cargue con todos vosotros! . . dijo Sikes pasando la
-mano por su frente . . . Ni uno ni otro teneis nada que decirme?
-
-Se miraron unos á otros con aire embarazado; pero ninguno desplegó los
-lábios.
-
---Tú que eres aquí el _patron_, tienes ánsia de venderme, ó me
-dejarás ocultar hasta que estén hartos de pesquisas . . . Ea . . .
-habla! . . . preguntó Sikes dirijiéndose á Tobias Crachit.
-
---Puedes quedarte si te erees aquí seguro --respondió este.
-
-Sikes volvió lentamente la cabeza hácia la pared contra la que estaba
-arrimado de espaldas, y dijo con voz hueca.
-
---Y á ella . . . la . . . han enterrado?
-
-Se contentaron con hacer una señal de cabeza negativa.
-
---Por qué no la han enterrado? . . Quién llama? . .
-
-Tobias Crachit indicó con la mano que nada habia que temer, y habiendo
-bajado á abrir la puerta, volvió luego seguido de Cárlos Bates.
-
-Este al ver al asesino retrocedió horrorizado.
-
---Tobias! . . ¿Por qué no haberme dicho esto abajo?
-
-Los otros tres palidecieron á esta pregunta del niño, y Sikes que lo
-notó procuró acariciarlo.
-
-Cárlos retrocedió tres pasos y puso la mano al pestillo de la puerta
-como en ademan de salir.
-
---Carloto! acaso no me reconoces? . .
-
---No os acerqueis á mi monstruo! . . --esclamó Cárlos mirando al
-asesino con una expresion de terror y espanto.
-
-Sikes se detuvo; sus ojos se encontraron; pero al momento bajó los suyos.
-
---Notad bien los tres lo que os digo --esclamó Cárlos cerrando los
-puños é irritándose mas y mas á medida que hablaba --Yo no le temo! . .
-Si vienen á buscarle aquí; yo mismo le entregaré! . . Os juro que lo
-haré como lo digo! Puede matarme si quiere ó si se atreve; pero os
-declaro que lo entregaré á la policía si estoy aquí cuando vengan
-para prenderle . . . Aunque tenga que ser quemado vivo lo entregaré! . .
-Asesino! . . Socorro . . . favor! . . Al asesino! . .
-
-Esto diciendo se abalanzó sobre Sikes que aturdido por sus gritos, y
-sorprendido de encontrar tanta energía y valor en un niño, se dejó
-derribar por él antes de tener tiempo de prepararse para la defensa.
-
-La lucha con todo era demasiado desigual para poder prolongarse por mas
-tiempo. Ya Sikes recobrada la ventaja, oprimia con la rodilla el pecho
-del niño, cuando Crachit levantándose precipitadamente de su sitio, se
-precipitó sobre él y tirándole por el brazo le señaló con el dedo la
-ventana.
-
-Habia una multitud de gente á la puerta de la calle; se hablaba en voz
-alta; el ruido de los pasos y el de las voces llegaron hasta ellos y los
-llenaron de espanto. Se daban á la puerta recios y redoblados golpes
-como para tenderla.
-
---Socorro! . . Al asesino! . . --gritaba Cárlos.
-
---En nombre de la ley abrid! . . --clamaban á sus vez las personas de
-afuera.
-
---Hundid la puerta! . . --repetia Cárlos. --No os abrirán --Venid en
-derechura al aposento en que veis luz . . . aquí está el asesino.
-
---Las puertas y los cerrojos empezaban á ceder á los esfuerzos de los
-acometidores, y los gritos de alegría de la multitud dieron á Sikes una
-idea justa del peligro que corria.
-
---No teneis un sitio dónde pueda encerrar á este infernal vocinglero? . .
-preguntó, buscando por el aposento.
-
-Habiendo encontrado la puerta de un pequeño gabinete, la abrió y
-encerró dentro al niño.
-
---Ahora --dijo --la puerta de abajo está bien cerrada?
-
---Con llave y cerrojos --contestó Tobias.
-
---Los tableros son sólidos? . .
-
---Forrados de hierro.
-
---Y los postigos? . .
-
---Los postigos tambien.
-
---Que mil truenos te confunda! . . esclamó el asesino abriendo la
-ventana y desafiando á la muchedumbre.
-
---A tal desafio el populacho desenfrenado prorumpió en chiflas; los unos
-gritaban á los que estaban mas cerca que pusieran fuego á la casa, los
-otros instaban á los agentes de policía para que tiráran sobre él;
-pero entre los mas encarnizados estaba un caballero á caballo, que
-habiendo logrado abrirse paso entre la multitud, gritaba bajo las
-ventanas de la casa «_Veinte guineas al que traiga una escala_.»
-
---Van á invadir el edificio! . . --esclamó el asesino mirando por la
-ventana --Dadme una cuerda! una cuerda larga con cuya ayuda pueda
-deslizarme en el foso y luego poner piés en polvorosa.
-
---Tobias le señaló con el dedo donde se encontraban esos objetos, y el
-asesino habiendo escogido entre muchas cuerdas la mas larga y la mas
-récia, subió precipitadamente al desvan.
-
-Todas las ventanas que caian al detrás de la casa, y tenian de
-consiguiente vista al foso habian sido aparedadas desde largo tiempo,
-escepto sin embargo una pequeña abertura, situada en el cuartito en que
-estaba encerrado Cárlos y la que era tan estrecha que no podia pasar por
-ella la cabeza. Desde esta abertura no cesaba de gritar á la gente de
-fuera que se dirijiera á este punto; de modo que cuando el asesino se
-presentó al borde del techo para mirar á sus piés, una muchedumbre de
-voces dieron aviso á los que estaban á la parte de delante de la casa y
-estos se dirijieron en masa, hacia el foso.
-
-Despues de haber atrancado la puerta del desvan con un trozo de madera
-que habia tomado al efecto, salió por la lumbrera, y trepó sobré el
-tejado.
-
-Miró aun otra vez bajo de él; el foso estaba seco.
-
---Cincuenta libras esterlinas al que lo coja vivo! . . --esclamó un
-caballero anciano cerca de allí. --Cincuenta libras al que lo coja vivo!
-. . Permaneceré aquí hasta que venga á buscarlas.
-
-Reuniendo todas sus fuerzas y toda su energía á la vista del peligro, y
-estimulado por el ruido, que se hacia en el interior de la casa cuya
-puerta al fin habia sido derribada, pasó un cabo de su cuerda al rededor
-del cañon de una chimenea, y lo ató sólidamente en él; luego con la
-ayuda de sus manos, hizo en un santiamen, un nudo corredizo con el otro
-cabo. De este modo podia por medio de la cuerda, dejarse caer hasta
-algunos palmos del suelo y cortar en seguida la cuerda con el cuchillo
-que tenia abierto en su mano.
-
-En el instante que tenia el nudo corredizo sobre su cabeza para pasarlo
-bajo su brazo, y cuando el viejo caballero en cuestion --el mismo que
-habia prometido cincuenta libras esterlinas al que prendiera el asesino,
-advertia á los que tenia al lado de los designios de éste --Sikes miró
-tras sí y cubriéndose el rostro con sus dos manos lanzó un grito de
-terror!
-
---Ah! . . Todavia esos ojos infernales! --clamó! . .
-
-Vacilando como si hubiese sido herido de un rayo, perdió el equilibrio y
-cayó de espaldas de la altura de treinta y cinco piés con el nudo
-corredizo pasado alrededor de su cuello. La cuerda se habia puesto
-tirante como la de una ballesta, y su efecto fué tan instantáneo, como
-la flecha que ella dispara. Tuvo lugar una horrible sacudida, luego un
-movimiento convulsivo del cuerpo, y el asesino quedó colgado, teniendo
-fuertemente oprimido en su mano el cuchillo abierto.
-
-La antigua chimenea fué conmovida, pero con todo resistió; el cadáver
-del bandido, estaba arrimado á la pared.
-
-Un perro, que no se habia visto hasta entonces se puso á correr á
-derecha é izquierda por el borde del tejado y dando un ahullido
-espantoso, saltó de repente sobre las espaldas del colgado. Habiendo
-faltado el golpe, cayó en el foso, de cabeza contra una piedra y se
-rompió el cráneo.
-
-
-
-
-[Illustration: Muerte de Sikes.]
-
-
-
-
-CAPÍTULO XLVIII.
-
-ACLARACION DE MAS DE UN MISTERIO --PROPUESTA DE MATRIMONIO SIN DOTE Y SIN
-ARRAS.
-
-
-DOS dias despues de haber tenido lugar los acontecimientos que hemos
-leido en el capítulo anterior, y cerca las tres de la tarde, Oliverio se
-encontró dentro una silla de posta en compañía de la Señora Maylie,
-de Rosa, de la señora Bedwin y del buen doctor, en direccion á su
-ciudad natal; dentro otra silla y un poco atrás venian Mr. Brownlow, y
-un individuo cuyo nombre ignoraban.
-
-A medida que se acercaban á la ciudad le fué imposible á Oliverio
-dominar su emocion.
-
-Bajaron á la puerta de una de las posadas mas hermosas, y fueron
-recibidos por Mr. Grimwig que
-
-los estaba esperando, y los abrazó á todos al bajar del carruaje.
-
-En fin cuando dieron las nueve de la noche, Mr. Losberne y Mr. Grimwig
-entraron seguidos de Mr. Brownlow y de un forastero, á la vista del cual
-Oliverio lanzó una esclamacion de sorpresa, porque se le dijo que era su
-hermano, y le reconoció por el mismo sugeto, que habia encontrado al
-salir de la aldea donde habia ido á llevar una carta de la Señora
-Maylie y que viera tambien con Fagin á la ventana de su pequeño
-gabinete de estudio.
-
---Acabamos ya! --dijo el forastero volviéndose agitado.
-
---Este niño es vuestro hermano --dijo Mr. Brownlow atrayendo á si
-Oliverio. --Es el hijo natural de mi mejor amigo Ricardo Leefort vuestro
-padre, y de la jóven y desdichada Inés Fleming.
-
---Sí; --replicó Monks --es el fruto ilegítimo de su comercio criminal;
-es en fin su bastardo. Habiendo mí padre caido enfermo de gravedad en
-Roma, donde fuera para asuntos, como sabeis, mi madre que desde largo
-tiempo estaba separada de él y que residia en París en aquella época,
-se dirijió al momento conmigo á su lado para su interés propio. El
-nada supo, porque cuando llegamos habia perdido el conocimiento y
-permaneció en este estado hasta la mañana siguiente en que murió.
-Entre sus papeles habia un paquete, bajo carpeta, el cual estaba fechado
-del primer dia de su enfermedad y dirijido á vos con encargo espreso
-escrito de su puño al reverso de la carpeta, de no remitirlo hasta
-despues de su muerte. Este paquete encerraba una carta asáz
-insignificante para Inés Fleming y tambien un testamento á favor de esa
-jóven.
-
---¿Qué contenía esa carta? . . preguntó Mr. Brownlow.
-
---La confesion de su falta, y votos de prosperidad para la jóven
---respondió Monks --nada mas. En aquel entonces ella se hallaba en cinta
-de algunos meses. Le decia en aquella carta lo que habia hecho para
-ocultar su deshonra; y la suplicaba, que en el caso de morir, no
-maldijera su memoria ni creyera que su hijo ni ella debiesen ser
-víctimas de su falta, porque solo él era la causa de todo el mal. Le
-recordaba el dia en que le habia dado el medallon y el anillo, sobre el
-que habia hecho grabar su nombre de pila; reservándose unir á él el
-suyo que esperaba hacerle llevar algun dia. Le recomendaba que guardase
-cuidadosamente aquel medallon y lo llevára sobre su pecho como antes.
-
---En cuanto al testamento --dija Mr. Brownlow --yo me encargo de
-manifestaros su contenido. Estaba dictado por el mismo espíritu de la
-carta. Vuestro padre se lamentaba en él de los disgustos que su esposa
-le habia causado; os dejaba á vos y á vuestra madre, para cada uno una
-pension vitalicia de ochocientas libras. El resto de sus bienes estaba
-dividido en dos partes iguales, la una para Inés Fleming, la otra para
-el niño que debia dar á luz, en el caso que naciera y llegára á la
-mayor edad. Si era una niña, debia disfrutar de su parte sin restriccion
-alguna; pero si al contrario era un muchacho, no podia recoger esta
-herencia, sino con condicion _de que durante su menor edad, no
-deshonraria jamás su nombre por cualquiera acto de bajeza ó de
-felonia_. En caso contrario el dinero debia ser vuestro.
-
---Mi madre --dijo á su vez Monks levantando mas la voz --hizo, todo lo
-que otra mujer en su lugar hubiera hecho: quemó el testamento. La carta,
-no llegó nunca á donde iba dirijida; pero quedó en manos de mi madre,
-junto con otras pruebas para el caso en que la jóven Inés osára negar
-su deshonra. El padre de esa jóven supo toda la verdad por boca de mi
-madre. Agobiado de dolor, aquel bravo militar huyó con sus hijas á una
-aldea retirada del pais de Gales y cambió de nombre á fin de que sus
-amigos no supiesen el lugar de su retiro. Despues de algunos meses de
-estancia en aquel sitio, se le encontró muerto en su cama. Habiendo
-abandonado su hija el pais quince dias antes, habia recorrido todos los
-alrededores á pié andando noche y dia para buscarla.
-
---Algunos años despues, la madre de Eduardo Leedfort aqui presente vino
-á encontrarme --interrumpió Mr. Brownlow --Esta mujer padecia una
-enfermedad incurable, que la iba llevando lentamente hácia la tumba.
-
---Ella murió al cabo de algunos meses --repuso Monks --despues de
-haberme revelado todos sus secretos, y de haberme legado el ódio que
-tenia á esa Inés. Jamás quiso creer que esa jóven hubiese destruido
-el fruto de su vientre, sino que muy al contrario pensó que sin duda
-habia parido. Juré la pérdida de ese niño, si alguna vez la casualidad
-me hacia encontrarlo. Mi madre no se habia engañado; tuve la ocasion de
-verle, y su semejanza con mi padre me hizo adivinar que era él. Sostuve
-fielmente mi promesa; habia ya empezado, con el mejor écsito . . .
-Ojalá hubiese concluido del mismo modo! . . y sino hubiese sido, vendido
-por una maldita prostituta . . .
-
---¿El medallon y el anillo? . . preguntó Mr. Brownlow dirijiéndose á
-Monks.
-
---Los compré á esas personas de que os he hablado --respondió éste.
-
-Mr. Brownlow hizo una señal á Mr. Grimwig quien salió y volvió
-incontinenti acompañado de los esposos Bumble.
-
---No me engañan mis ojos! . . --esclamó Mr. Bumble con un entusiasmo
-afectado. --Si; si es el pequeño Oliverio! . .
-
---Callaos viejo loco! --dijo en voz baja la señora Bumble.
-
---No puedo dominarme señora Bumble. Yo que lo he educado de una manera
-completamente _parroquial_; ¿cuándo le veo rodeado de señoras y
-caballeros _de alto rango_ no puedo ser sorprendido _superlativamente_? . .
-Tengo siempre tanto amor á ese niño, como si fuera mi . . . mi . . .
-mi abuelo! --dijo Mr. Bumble buscando en su caletre una justa comparacion
-. . Pobre Oliverito! . .
-
---Ea! . . --interrumpió Mr. Grimwig --Tregua á los sentimientos!
-
---Voy á hacer lo posible para contenerme --replicó Monsieur Bumble
---¿Cómo vá de salud Caballero? . .
-
-Esta cortesia amistosa iba dirijida á Mr. Brownlow, que acercándose á
-la respetable pareja, preguntó señalando con el dedo á Monks:
-
---Conoceis á ese caballero? . .
-
---No --contestó con sequedad la señora Bumble.
-
---Con qué no le conoceis? . .
-
---En mi vida lo he visto --replicó Mr. Bumble.
-
---Ni le habeis vendido nunca cosa alguna?
-
---No nunca --respondió la señora.
-
---Ni habeis tenido en poder vuestro cierto medallon y cierto anillo, no
-es así? . .
-
---No ciertamente.
-
-Mr. Brownlow hizo una nueva señel á Mr. Grimwig que desapareció
-gallardamente, y volvió á aparecer del mismo talante, acompañado esta
-vez de dos viejas medio paralíticas, que le seguian con paso vacilante.
-
---Tuvisteis buen cuidado de cerrar la puerta, la noche en que murió la
-vieja Sally --dijo una de las dos mujeres levantando su mano trémula
---pero no por esto nosotras hemos oido menos vuestra conversacion, al
-través de la rendija de la puerta.
-
---Ah! ah! . . no os esperabais esto hé? . . --dijo la otra.
-
---Mirábamos por el ojo de la llave, y hemos visto como le tomabais un
-papel que tenia en la mano! . . --repuso la primera --Y á la mañana
-siguiente os espiábamos cuando fuisteis al Monte-Pio.
-
---Y nosotras sabemos mas que vos en este asunto --añadió la segunda
---porque la vieja Sally nos repetia amenudo que aquella jóven habia
-dicho que sintiendo que no podria soportar sus infortunios . . . se
-dirijia á Roma (cuando los primeros dolores del parto la obligaron á
-detenerse aquí) resuelta á dejarse morir allí sobre la tumba de su
-amante.
-
---Deseais ver el administrador del Monte-Pio? . . preguntó Mr. Grimwig
-dirijiéndose á la puerta.
-
---No hay de que --respondió la matrona. --Puesto que el caballero ha
-sido bastante infame para confesar, y vosotros habeis sabido arrancar los
-gusanos de la nariz de esas viejas brujas, nada mas tengo que decir.
-
---No --repuso Mr. Brownlow. --Podeis retiraros.
-
---Espero --dijo Mr. Bumble mirando con aire lastimero á su alrededor
---espero que esta desagradable circunstancia, que nada puede ser en si
-misma, no me privará de mi cargo _parroquial_?
-
---Desengañaos! --contestó Mr. Brownlow. --Así debeis esperarlo.
-
---Os juro que yo no entro para nada en ello! --replicó Monsieur Bumble;
-despues de haberse asegurado de que la matrona habia salido de la sala.
-
-Esto no es una escusa; vos sois á los ojos de la ley mas culpable que
-vuestra esposa; porque es razonable suponer que ella ha obrado segun
-vuestras órdenes.
-
---Si la ley se mete en semejantes suposiciones --dijo Monsieur Bumble
-apretando fuertemente el sombrero entre sus manos. --La _ley_ es una
-necia . . . La _ley_ no es mas que una vieja solterona . . . Si fuera
-casada pensaria de modo muy diferente.
-
-Despues de haber pronunciado estas palabras con tono enfático, hundió
-el sombrero en su cabeza, metió las manos en las faltriqueras del
-redingote y se retiró.
-
---Vos bella señorita dadme vuestra mano --dijo Mr. Brownlow,
-volviéndose á Rosa. --No tembleis así! . . nada teneis que temer por
-las pocas palabras que quedan para decir.
-
---Si se refieren á mi (á pesar de que ignoro en lo que pueden
-concernirme) --dijo Rosa --dispensadme hoy de oirlas; en este momento no
-tengo para ello fuerza ni valor.
-
---Teneis mas firmeza de la que creeis! . . --repuso Monsieur Brownlow,
-tomándola por el brazo --¿Conoceis á esta señorita? . . --continuó
-dirijiéndose á Monks.
-
---Si.
-
---Jamás os he visto antes de ahora --dijo Rosa con voz débil.
-
---Pero yo os he visto amenudo! --contestó Monks.
-
---El padre de la infortunada Inés tenia dos hijas --prosiguió Mr.
-Brownlow ¿Qué se ha hecho la mas jóven? . . .
-
---Cuando murió su padre bajo nombre supuesto sin dejar papel alguno, que
-pudiera darla á conocer á sus amigos --replicó Monks --la mas jóven,
-que no era mas que una niña, fué adoptada por unos pobres aldeanos que
-la criaron como hija suya.
-
---Proseguid --dijo Mr. Brownlow haciendo señal á la Señora Maylie de
-que se acercára.
-
---Vos no pudisteis saber el sitio en que se habia retirado aquel hombre;
-pero allí donde fracasa la amistad, amenudo el ódio triunfa: mi madre
-acabó por descubrir la niña despues de un año de pesquisas.
-
---Y se apoderó de ella, no es cierto? . .
-
---No. Aquellos honrados labriegos eran muy pobres, y tal accion de
-humanidad les puso aun mas sobre aviso. El hombre acabó por caer
-enfermo; lo que visto por mi madre les dejó la niña; remitiéndoles una
-módica suma de dinero que no debia durar mucho tiempo, y prometiéndoles
-otra mayor que no tenia la intencion de enviarles. Viendo que su estado
-de miseria no era motivo suficiente para indisponerles contra aquella
-niña, les contó á su modo la historia de la hermana; diciéndoles que
-si no ponian mucho cuidado, la muchacha que mantenian, de seguro llegaria
-á ser como ella; porque procedia de padres sin principios, y era hija
-ilegítima. Aquellas buenas gentes dieron crédito á todo lo que les
-dijo mi madre y la niña arrastró una existencia miserable hasta que una
-señora viuda que habitaba en Chertsey habiéndola visto casualmente,
-tuvo compasion de ella y la adoptó. Es necesario que exista un destino
-contrario á nosotros, porque á pesar de todos nuestros esfuerzos,
-permanecia en casa de aquella señora y fué feliz. Hace dos ó tres
-años que la habia perdido de vista, y no volvia á verla hasta hace
-algunos meses.
-
---La veis ahora? . .
-
---Si, apoyada en vuestro brazo.
-
---Pero por eso no es menos mi sobrina --esclamó la señora Maylie
-estrechando la jóven sobre su corazon --no es menos mi querida niña. No
-quisiera perderla ahora por todos los tesoros del mundo. Mi dulce
-compañera! . . Mi hija de adopcion! . . Mis mas caras esperanzas! . .
-
---Vos sois la única amiga que tengo en el mundo! --esclamó Rosa pasando
-sus brazos alrededor del cuello de la señora. --Vos fuisteis para mi la
-mejor de las amigas, la mas tierna de las madres.
-
---Tranquilizaos ángel mio! --dijo la Señora Maylie abrazándola con la
-mayor ternura --y acordaos que hay otros á quienes sois tambien querida.
-
---Rosa, amada Rosa! --clamó Oliverio --fuisteis para mi una buena
-hermana, quiere consideraros en adelante no como una tia sino como una
-hermana idolatrada! . .
-
-Permanecieron solos por mucho tiempo. Un golpe ligero en la puerta del
-aposento anunció que alguien deseaba entrar. Oliverio corrió á abrir,
-y apartóse al momento para dar paso á Enrique Maylie.
-
---Lo sé todo! --dijo sentándose al lado de la jóven --No es la
-casualidad la que me conduce á este sitio --añadió despues de un
-silencio prolongado --y solo desde ayer sé todo lo que os concierne. Sin
-duda no ignorais que he venido para recordaros vuestra promesa.
-
---Un memento --dijo Rosa ¿Lo sabeis todo? . .
-
---Ah! . . Rosa, sois para mi asaz cruel! . .
-
---Oh! . . Enrique! . . Enrique! . . --continuó Rosa prorumpiendo en
-llanto --quisiera hacer lo contrario y evitarme estos dolores! . .
-
---Pues bien; entonces reflecsionad sobro lo que habeis sabido esta noche.
-
---Y qué he sabido Dios mio! . . --que el sentimiento de su deshonra ha
-obrado con tal fuerza sobre mi desdichado padre, que no ha podido
-soportar su desgracia . . .
-
---No; --replicó el jóven reteniendo á Rosa por el brazo cuando iba á
-retirarse. --Mis deseos, mi porvenir, todo en fin menos mi amor á vos,
-ha esperimentado un cambio. Al presente no os ofrezco ya un rango
-distinguido en el mundo; donde ciertas preocupaciones hacen ruborizar á
-la misma inocencia . . .
-
---Qué queréis decir? . . esclamó Rosa con voz entrecortada . . .
-
---Digo --prosiguió Enrique --que en una de los condados mas bellos de la
-Inglaterra, en medio de risueñas colinas y verdes praderas, existe una
-pequeña iglesia de aldea que me pertenece, Rosa, y de la que soy el
-pastor; cerca de esta iglesia está el presbiterio, habitacion rústica
-que vos embelleceréis con vuestra presencia, y que me haréis preferir
-mil veces á todas las dignidades á que he renunciado: tal es el rango
-que ocupo en el mundo, y que tendré una felicidad inmensa en compartir
-con vos . . .
-
-
-
-
-CAPÍTULO XLIX.
-
-EL ÚLTIMO DIA DE UN REO Á MUERTE.
-
-
-LA sala del tribunal de los _Assises_ se veia tapizada de rostros humanos
-desde el pavimento, hasta el techo. El menor espacio, el mas pequeño
-rincon, estaba ocupado.
-
-Al centro de toda esta multitud, permanecia Fagin, con una mano apoyada
-en la baranda de madera colocada ante él, la otra en su oreja, y la
-cabeza inclinada hácia adelante para poder oir mejor el acta de
-acusacion que el fiscal leia á los señores jurados. De tanto en tanto,
-dirijia sobre ellos miradas ansiosas para ver si descubriria sobre sus
-fisonomías, el menor movimiento en su favor; y cuando los cargos que se
-le dirijian, quedaban probados con harta evidencia, miraba con ojo
-inquieto al tribunal.
-
-Un ligero ruido en la sala le sacó de su abstraccion. Volvió la cabeza,
-y notó que los jurados se habian reunido para deliberar.
-
-Lo comprendió, de un solo golpe de vista, la imágen de la muerte se
-presentó en su mente y dirijiendo sus miradas hácia el estrado vió que
-el jefe de los jurados dirijia la palabra al presidente --Silencio! . .
-
-Era solo para pedir el permiso de retirarse.
-
-Los contempló, uno despues de otro para adivinar si le era posible en
-que partido se inclinaba el mayor número; pero inútilmente. Habiéndole
-dado el carcelero un golpe sobre la espalda, le siguió maquinalmente
-hasta el estremo del banco de los acusados para esperar allí la vuelta
-de los jurados.
-
-De repente se restableció el silencio, y todas las miradas se dirijieron
-hácia la puerta lateral, por la que aquellos habian salido. Pasaron por
-su lado al entrar otra vez en la sala; pero le fué imposible distinguir
-nada en sus rostros: ellos estaban impasibles: «Si, el acusado es
-culpable!»
-
-La sala retumbó por tres veces con las aclamaciones de la multitud y los
-de afuera respondieron con gritos de alegría al saber que seria
-ejecutado el lúnes prócsimo.
-
-Cuando el rumor se hubo apaciguado, se le preguntó si tenia nada que
-decir contra la pena de muerte. Habia recobrado su primera actitud, y
-miraba alternativamente al presidente; pero hubo necesidad de repetirle
-por dos veces esta pregunta antes que pareciera comprenderla, y soto
-balbuceó entre dientes --que era un viejo, un pobre viejo --un
-desgraciado viejo. Luego guardó silencio.
-
-Los jueces tomaron el bonete negro; el reo quedó en la misma postura; la
-boca entreabierta, el cuello tieso. Hubo una mujer en la galería que
-arrojó un grito penetrante, y el judío se volvió vivamente como si
-hubiese sido contrariado ó interrumpido. El presidente pronunció con
-voz conmovida la sentencia fatal, y el acusado permaneció todo este
-tiempo tan inmóvil como una estátua.
-
-Se je condujo á lo largo de un corredor enlosado en el que habian
-algunos prisioneros que esperaban su turno, y otros que hablaban á sus
-amigos tras de una reja que daba al patio. A pesar de no haber allí
-nadie para hablarle, esos últimos retrocedieron al acercarse, á fin de
-facilitar á la gente de fuera, que se encaramaba á la reja para verle,
-el placer de contemplarle á satisfaccion, y le chiflaron, le silvaron y
-le llenaron de injurias.
-
-Se sentó en un banco de piedra que servia á la vez de silla y de lecho,
-y bajando la vista al suelo, procuró reunir sus ideas. Por grados llegó
-á este desenlace terrible: «_Condenado_ á ser _colgado por el cuello
-hasta que resulte la muerte_. Tal era la sentencia terrible: _Condenado
-á ser colgado por el cuello hasta, que resulte la muerte_!!!
-
-Solo quedaba un dia, de vida; y apenas tuvo tiempo de pensarlo, que ya
-habia llegado el domingo!
-
-Hasta el anochecer no empezó á sentir todo el horror de su posicion, no
-porque antes concibiera esperanza de obtener gracia, sino porque jamás
-pudo imaginarse que debiera morir tan pronto.
-
-Se tendió en el banco de piedra y procuró recordar el pasado. Habiendo
-sido herido por el populacho el dia en que fué preso por la policía,
-llevaba un pañuelo atado en su cabeza; sus cabellos rojos caian sobre su
-frente arrugada; su barba llena de polvo y grasa, estaba embrollada en
-pequeños nudos; su tez lívida, sus ojos centelleantes sus megillas
-cóncavas daban horror al verlas. Ocho! . . nueve! . . diez! . . Si esto
-no era una mala pasada que se le jugaba, y esas tres horas se habian
-sucedido realmente con tanta rapidez, dónde estará cuando volverán á
-sonar? . . Las once! . . Dió la media noche cuando el último golpe de
-las once vibraba aun en sus oidos.
-
-Las barreras pintadas de negro estaban ya colocadas al rededor de la
-plaza para contener la afluencia de la multitud que la curiosidad no
-dejaria de atraer en aquel sitio, cuando Mr. Brownlow acompañado de
-Oliverio, se presentó á la porteria; habiendo enseñado al portero un
-permiso de entrada firmado por uno de los _cherifs_ y fué introducido al
-momento en la cárcel.
-
---Ese muchacho vá con vos al calabozo del sentenciado? . . --dijo el
-hombre que debia acompañarles á él. --No es muy buen espectáculo para
-los niños.
-
---Sin duda, amigo mio! Teneis mucha razon! --contestó Mr. Brownlow
---pero su presencia es indispensable, y no puedo menos de llevarle.
-
-El hombre los guió sin desplegar los lábios.
-
---Este es el sitio porque va á pasar --dijo cuando hubieron llegado á
-un pequeño patio enbaldosado, en el que trabajaban muchos carpinteros.
-
-De allí pasaron por muchas verjas que les fueron abiertas desde el
-interior por otros carceleros. Despues de haber dicho á Mr. Brownlow que
-esperára un instante, el alcaide llamó con su manojo de llaves á una
-de las puertas forradas de hierro; esta se abrió y dos guardianes
-despues de haber cambiado con él algunas palabras en voz baja, hicieron
-señal á nuestros visitadores de que podian entrar en el calabozo.
-
-El criminal estaba sentado en su banco, y balanceándose de uno y otro
-lado como una fiera cojida en el lazo.
-
-El alcaide tomó á Oliverio por la mano; y habiéndole dicho por lo bajo
-que no tuviera miedo, miró al judío en silencio.
-
---Fagin! . . le dijo despues de un momento.
-
---Aquí estoy! . . Aquí estoy! . . --esclamó el judío tomando la misma
-posicion que tenia durante el curso de los debates --soy un anciano,
-milores!
-
---Ved ante vos á un sujeto que desea hablaros Fagin --dijo el alcaide
-poniéndole la mano sobre la espalda para hacer que se sentára otra vez
---Vaya Fagin! . . ¿ya no sois un hombre?
-
---No lo seré mucho tiempo! --contestó el judío levantando la cabeza y
-mirando al alcaide con una espresion de rabia y de terror.
-
-Mientras hablaba, vió á Oliverio y Mr. Brownlow y retrocediendo hasta
-el estremo del banco les preguntó que le querian.
-
---Ea Fagin! --estaos quieto --dijo el alcaide. --Ahora caballero
---prosiguió dirijiéndose á Mr. Brownlow --si teneis algo que decirle,
-hacedlo lo mas pronto posible, porque á medida que se acerca la hora se
-vá volviendo mas furioso.
-
---Teneis unos papeles que os han sido remitidos para mas seguridad por
-cierto individuo llamado Monks? . . --dijo Monsieur Brownlow.
-
---Nada hay mas falso! . . contestó el judío.
-
---Por el amor de Dios! . . --continuó Mr. Brownlow --no digais esto en
-el momento que estais á las puertas de la eternidad; confesad mas bien
-á donde se hallan. Ya sabeis que Sikes ha muerto; que Monks lo ha
-declarado todo y que no os queda esperanza alguna. Decidme ¿dónde
-están esos papeles? . .
-
---Oliverio! . . --esclamó el judío haciéndole una señal con la mano
---ven acá para que te diga una palabra al oido.
-
---No tengo miedo --dijo Oliverio en voz baja y soltando la mano de Mr.
-Brownlow.
-
---Los papeles en cuestion --dijo el judío atrayendo á si el niño
---están en un saquito de tela, en el fondo de un agujero practicado un
-poco mas allá del cañon de la chimenea --Tengo algo que decirte amigo
-mio; algo importante que decirte . . . A fuera! . . á fuera! . .
---añadió --Dí que me he dormido y ellos te creerán --No podré salir
-si obras así . . . Adelántate! . . Adelántate! . . Esto es! oh, sí,
-sí, esto es! . . Así saldrémos bien! . . Ahora esa puerta . . . Si
-tiemblo al pasar por delante del cadalso, no pares la atencion, y anda
-siempre como si nada fuera . . .
-
---No teneis nada mas que preguntarle? . . --dijo el alcaide dirijiéndose
-á Mr. Brownlow.
-
---No; --respondió este --Si supiera que pudiese volvérsele al
-sentimiento de su posicion!
-
---No lo creais --dijo el hombre meneando la cabeza.
-
---Adelántate! . . Adelántate! --gritó de nuevo el judío . . . Poco á
-poco! . . Poco á poco! . . Mas á prisa! Esto es . . . así . . . está
-bien! . .
-
-Los guardianes le separaron al fin de Oliverio y lo rechazaron hasta el
-fondo del calabozo.
-
-Nuestros visitadores tardaron algun tiempo para salir de la cárcel,
-porque Oliverio sintió desfallecer su corazon, despues de esta escena
-horrible, y el dia empezaba á clarear cuando pasaron el umbral. Una
-multitud de gente estaba ya reunida en la plaza de la ejecucion; las
-ventanas se veian atestadas de personas que fumaban y jugaban á los
-naipes para pasar el tiempo, esperando la hora fatal . . .
-
-
-
-
-CAPÍTULO L.
-
-CONCLUSION.
-
-
-LOS destinos de los que han figurado en esta obra están ya cuasi
-fijados, y poco queda que decir al historiador.
-
-Antes de finir los tres meses Rosa Fleming y Enrique Maylie fueron
-casados en la pequeña iglesia, de la que éste fué el pastor y en cuyo
-presbiterio se establecieron el mismo dia.
-
-La Señora Maylie vino á vivir con sus hijos para gozar en sus últimos
-años de la felicidad mas pura que la vejez y la virtud puedan conocer;
-esto es la de ser testigo de la dicha de aquellos que habian sido
-constantemente el objeto de sus desvelos.
-
-Despues de una seria liquidacion fueron repartidos por partes iguales
-entre Oliverio y Monks los restos de la fortuna inmensa, de que este
-habia sido el único posesor (y que nunca habia aprovechado en sus manos,
-asi como en las de su madre.) Le tocaban á cada uno un poco mas de tres
-mil libras esterlinas.
-
-Monks habiendo juzgado conveniente guardar este nombre supuesto, se
-retiró en un pais lejano de America con la porcion que quiso concederle
-Mr. Brownlow, la cual disipó en poco tiempo. Pronto volvió á tomar sus
-malas costumbres y cayó de nuevo en sus antiguos vicios.
-
-Mr. Brownlow adoptó á Oliverio como su propio hijo; y habiendo venido
-á vivir con su ama de llaves con gran satisfaccion de este último, á
-poco menos de una milla del presbiterio en que habitaban los recien
-casados, formaron una pequeña sociedad de amigos verdaderos, cuya
-felicidad fué tan perfecta, como puede esperarse en este mundo.
-
-Poco despues del casamiento de nuestros jóvenes, el buen doctor volvió
-á Chertsey, donde privado de la sociedad de sus dignos amigos no tardó
-en aburrirse y por poca disposicion de carácter que hubiera tenido,
-pronto se hubiera vuelto huraño. Durante dos ó tres meses, se contentó
-con insinuar sus temores de que los aires de Chertsey fueran contrarios
-á su salud; luego viendo, que no disfrutaba de la alegria de otros
-tiempos, cedió su clientela á su asociado, y alquiló una casita á la
-entrada de la aldea, de que su jóven amigo era pastor.
-
-Antes de venir á instalarse en su nuevo domicilio habia contraido una
-fuerte amistad con Mr. Grimwig, que le pagaba, con otra igual. En
-consecuencia recibe muy á menudo las visitas de este escéntrico
-caballero, que en estas ocasiones, caza, pezca, y trabaja la madera con
-una actividad sin igual haciendo cada una de estas cosas al revés de
-todo el mundo, y afirmando (con su proposicion favorita), que su modo de
-obrar es infinitamente preferible á otro.
-
-Maese Noé Claypole, despues de obtenido su indulto de la corona por
-haber declarado contra el judío, consideró que su profesion no era del
-todo tan segura como se figuraba y de consiguiente buscó los medios para
-ganarse la vida sin estar demasiado sobrecargado de trabajo. Al pronto
-tuvo mucho embarazo sobre el partido que debia adoptar: pero despues de
-calcular un tanto se hizo _soplon_ partido en el que se distingue mucho.
-Regularmente, todos los domingos durante la hora del oficio se pasea en
-compañía de Carlota decentemente vestida. Esta se desmaya á la puerta
-de los caritativos taberneros; Noé se hace servir tres sueldos de
-aguardiente para hacerla volver en sí, y á la mañana siguiente hace su
-denuncia contra tal ó cual tabernero que ha infrinjido la ley abriendo
-su tienda durante el oficio. Entonces embolsa la mitad de la multa.
-
-Los consortes Bumble, privados ambos de su empleo, fueron reducidos
-gradualmente á la miseria mas horrible, y acabaron por ser recibidos
-como á _pobres en la casa de Caridad_ donde habian en otro tiempo
-gobernado como _déspotas_.
-
-En cuanto á Giles y Brittles permanecen siempre en sus antiguos puestos.
-
-Cárlos Bates aterrorizado por el crímen de Sikes, hizo sérias
-reflecsiones sobre su mala conducta pasada, y persuadido de que sobre
-todo vale mas una vida honrada; resolvió enmendarse y vivir en adelante
-de su trabajo.
-
-FIN DE LOS LADRONES DE LONDRES.
-
-
-
-
-Notas del traductor:
-
-
-[1] Ratero.
-
-[2] Molino puesto en accion por hombres.
-
-[3] Tribunales extraordinarios que se reunen cuatro veces al año para
-juzgar ciertas causas civiles ó criminales.
-
-[4] Uno de los principales mercados de Lóndres.
-
-[5] Personaje de la trajedia de Schaspeare titulada Macbet.
-
-
-
-
-
-
-End of Project Gutenberg's Los Ladrones de Londres, by Charles Dickens
-
-*** END OF THIS PROJECT GUTENBERG EBOOK LOS LADRONES DE LONDRES ***
-
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