diff options
Diffstat (limited to 'old/62201-0.txt')
| -rw-r--r-- | old/62201-0.txt | 14753 |
1 files changed, 0 insertions, 14753 deletions
diff --git a/old/62201-0.txt b/old/62201-0.txt deleted file mode 100644 index 62c32aa..0000000 --- a/old/62201-0.txt +++ /dev/null @@ -1,14753 +0,0 @@ -The Project Gutenberg EBook of Los Ladrones de Londres, by Charles Dickens - -This eBook is for the use of anyone anywhere in the United States and most -other parts of the world at no cost and with almost no restrictions -whatsoever. You may copy it, give it away or re-use it under the terms of -the Project Gutenberg License included with this eBook or online at -www.gutenberg.org. If you are not located in the United States, you'll have -to check the laws of the country where you are located before using this ebook. - -Title: Los Ladrones de Londres - -Author: Charles Dickens - -Translator: J. J, y C. - -Release Date: May 23, 2020 [EBook #62201] - -Language: Spanish - -Character set encoding: UTF-8 - -*** START OF THIS PROJECT GUTENBERG EBOOK LOS LADRONES DE LONDRES *** - - - - -Produced by Mohammad Aboomar for the QuantiQual Project; -Project ID: COALESCE/2017/117 (Irish Research Council) - - - - - - - -[Transcriber's Notes: - -This is an indirect translation of Oliver Twist through a French -translation by Émile de La Bédollière that was first published in 1850 -as Les voleurs de Londres. - -The table of contents was moved from the end of the book to the beginning -to better suit the ebook format. - -Footnotes appearing throughout the text were numbered sequentially and -collected at the end of the ebook under _Notas del traductor_ as they are -marked in the book.] - - - - -LOS -LADRONES DE LONDRES. - - - - -LOS -LADRONES DE LONDRES - -POR - -CARLOS DICKENS, - -TRADUCCION LIBRE - -_de J. J. y C._ - -BARCELONA. - -IMPRENTA DE JOAQUIN BOSCH, - -8. SIMPLICIO DEL REGOMIR, 4. - -1857. - - - - -ÍNDICE -DE LAS MATERIAS DE ESTA OBRA. - - -Prólogo. - -Cap. I. --Del lugar en que Oliverio Twist recibió por primera vez la luz -del dia y de las circunstancias que concurrieron á su nacimiento. - -Cap. II. --Del modo con que fué criado Oliverio Twist, de su infancia, -de su educacion. - -Cap. III. --Como Oliverio Twist estuvo próximo á coger una plaza que -podia muy bien llamarse una prebenda. - -Cap IV. --Habiéndose ofrecido á Oliverio otra colocacion efectua su -entrada en el mundo. - -Cap. V. --Oliverio adquiere relaciones con nuevos personajes. - -Cap. VI. --Oliverio puesto fuera de quicio por las burlas amargas de Noé -se enfurece y sorprende á este por su audacia. - -Cap. VII. --Oliverio es un refractario completo. - -Cap. VIII. --Oliverio se dirige á Londres, y encuentra en el camino un -jóven singular. - -Cap. IX. --Algunos detalles concernientes al viejo chistoso y sus alumnos -sobresalientes. - -Cap. X. --Oliverio se entera mejor del carácter de sus nuevos -compañeros, y adquiere esperiencia á costas suyas. --Importancia de los -detalles contenidos en este capítulo. - -Cap. XI. --De la manera que administra la justicia el Magistrado Mr. Fang. - -Cap. XII. --Oliverio recibe el buen tratamiento que nunca habia recibido -hasta ahora. --Particularidades referentes á un retrato. - -Cap. XIII. --Como por medio del viejo chistoso el lector instruido va á -adquirir relaciones con un nuevo personage. --Particularidades y hechos -interesantes pertenecientes á esta historia. - -Cap. XIV. --Detalles referentes á la permanencia de Oliverio en casa Mr. -Brownlow. --Prediccion notable de un cierto Mr. Grimwig con motivo de un -mensaje confiado al niño. - -Cap XV. --En el que se demuestra hasta que punto el viejo judío y la -señorita Nancy amaban á Oliverio. - -Cap. XVI. --Donde fué á parar Oliverio despues de haber sido reclamado -por Nancy. - -Cap. XVII. --La suerte que no se cansa de perseguir á Oliverio lleva á -Londres un personage ilustre que anonada su reputacion. - -Cap XVIII. --De que modo Oliverio pasa el tiempo en la sociedad de sus -apreciables amigos. - -Cap. XIX. --Se discute un gran proyecto y se determina su ejecucion. - -Cap. XX. --Oliverio es entregado á Guillermo Sikes. - -Cap. XXI. --Espedicion. - -Cap. XXII. --Robo de noche con fractura. - -Cap. XXIII. --Siguen las aventuras de Oliverio. - -Cap. XXIV. --En el que se dá cuenta de una conversacion agradable entre -Monsieur Bumble y una señora, para probar que un pertiguero (por mas que -se diga) alguna vez es susceptible de algun sentimiento. - -Cap. XXV. --Detalles oscuros en apariencia; pero que no dejan de ser de -alguna importancia en esta historia. - -Cap. XXVI. --Aun Fagin y compañia. - -Cap. XXVII. --Se presenta en la escena un nuevo personaje. ---Particularidades inseparables de esta historia. - -Cap. XXVIII. --Enmienda honrosa de una descortesía hecha á una señora, -que hemos dejado de la manera mas impolítica en el capítulo 25. - -Cap. XXIX. --Carácter de los comensales do la casa en que se encuentra -Oliverio. --Lo que piensan de él. - -Cap. XXX. --Posicion critica. - -Cap. XXXI. --De la vida feliz que Oliverio lleva con sus amigos. - -Cap. XXXII. --Un acontecimiento imprevisto viene á turbar la dicha de -nuestros tres amigos. - -Cap. XXXIII. --Entra en la escena un nuevo personage. --Sucede á -Oliverio otra nueva aventura. - -Cap. XXXIV. --Resultado poco satisfactorio de la aventura de Oliverio, -entrevista de alguna importancia entre Enrique Maylie y la señorita Rosa. - -Cap. XXXV. --El que aunque corio no por eso deja de ser de cierta -importancia para esta historia, pues que es continuacion del capítulo -precedente y conduce necesariamente al que sigue. - -Cap. XXXVI. --En el que transportándose al capítulo 33 de esta obra, se -notará un contraste por desgracia demasiado comun en el matrimonio. - -Cap. XXXVII. --De lo que pasó entre Monks y los consortes Bumble, la -noche de su entrevista. - -Cap. XXXVIII. --El lector vuelve á encontrarse con conocidos antiguos. -Monks y Fagin se confabulan entre ellos. - -Cap. XXXIX. --Singular entrevista á consecuencia de lo acaecido en el -capítulo anterior. - -Cap. XL. --Nuevos descubrimientos, en prueba de que las sorpresas lo -mismo que las desgracias, rara vez vienen solas. - -Cap. XLI. --Una antigua relacion de Oliverio dando pruebas de un genio -superior, llega á ser un personage público en la metrópoli. - -Cap. XLII. --El Camastron se enreda en un mal negocio. - -Cap. XLIII. --Llega para Nancy el tiempo de cumplir su promesa á Rosa. ---No la cumple. --Fagin emplea á Noé Claypole en una comision secreta. - -Cap. XLIV. --Nancy es exacta á la cita. - -Cap. XLV. --Consecuencias fatales. - -Cap. XLVI. --Monks y Mr. Brownlow se encuentran al fin, entrevista que -tuvieron juntos, y de que modo fué interrumpida. - -Cap XLVII. --Sikes es perseguido. --Como escapa á la policía. - -Cap. XLVIII. --Aclaracion de mas de un misterio. --Propuesta de -matrimonio sin dote y sin arras. - -Cap. XLIX. --El último dia de un reo de muerte. - -Cap. L. --Conclusion. - -FIN DEL ÍNDICE. - - - - -PLANILLA PARA LA COLOCACION DE LAS LÁMINAS. - - -Un ataud á medio hacer estaba colocado en el centro de la tienda. - -El Camastron explota el bolsillo del Caballero anciano á la vista de -Oliverio estupefacto. - -Y cogiendo al chico por el cuello de la casaca le introdujo por los piés -dentro de la habitacion. - -En lugar de un bandido de aspecto feroz vieron á un pobre muchacho -rendido de dolor y de fatiga. - -Mis Rosa. - -Mr. Bumble, Pertiguero de la parroquia. - -Sikes apoderándose de un enorme garrote, descargó un golpe sobre el -cráneo de la jóven, y la tendió muerta á sus piés. - -Muerte de Sikes. - - - - -PRÓLOGO. - -Cuatro palabras del traductor. - - -ENTRE las concepciones mas celebradas del genio literario moderno, merece -sin disputa lugar preferente la novela del fecundo y fantástico autor -cuya version hemos osado hacer en el lenguage patrio. En efecto, con ella -el célebre inglés Cárlos Díckens ha hecho inmarcescible la corona -gloriosa que ciñe su frente. Digno discípulo del gran Schakspeare y -émulo aventajado del inmortal Cervantes, ha logrado reunir en la -presente obra los dos tipos sublimes de estos padres de la literatura -actual. - -Nada mas seductor, nada mas terrible á un tiempo que el desarrollo -consecutivo de tan interesante produccion. Dejando á parte el interés -siempre creciente de la accion desde la primera página, los carácteres -de los personages en ella descritos, cautivan la mente del lector hasta -el punto de considerarlos como seres reales á quienes vé todos los dias -en su práctica de la vida social, aun cuando velados con el vapor que -engendran en ella el disimulo y las conveniencias individuales. - -En fin, el cuadro brillante de todas las virtudes de todos los vicios; de -la mas simpática belleza y de la mas repulsiva fealdad moral, está -delineado en esta obra maestra de la inspiracion y del arte con pincel -tan delicado , que el ojo del alma descubre á la vez toda la magestad y -toda la miseria de esta criatura predilecta que como angel caído arde en -el fuego calzinador, que se titula malamente civilizacion. - -Cierto es que el no menos fecundo novelista francés Eugenio Sue con su -pluma poética logró ya una vez patentizar la carcoma anterior que -devora esos círculos sociales, tan seductores mirados desde sus -estremos, pero que tanto hielan al corazon penetrando en su centro. Sin -embargo nos atrevemos á afirmar que en la presente novela , Cárlos -Dickens ha roto del todo el misterio que encubre tanta agonía. Cada -página de este libro magico es una prueba evidente de que las costumbres -sociales en su mas refinada ilustracion; cuando no las alienta el aura de -la virtud modesta, alma de la verdadera perfeccion humana, hacen al -individuo tan ó mas miserable que la estupida fatalidad de la -ignorancia. Tal es el pensamiento filosófico del autor. Anatómico -profundo, critico severo sin ser mordaz, con la risa y el terror -mezclados, análiza una por una todas las fibras de ese corazon inmenso -del mundo que se denomina Sociedad! - -Conocemos asaz las dificultades insuperables del lenguage original -empleado en la mayor parte de esta obra, y tememos no haber logrado -nuestro afan de trasladar al idioma español su elocucion con la pureza y -ecsactitud que requieren las producciones de su clase; pero nos ha -alentado hasta concluir nuestro trabajo, la esperanza en la benevolencia -que nos dispensará el lector considerando el gran bien que de todos -modos resultará, dando á conocer á muchos de nuestros compatricios una -de las joyas mas brillantes de la literatura moderna. - - _J. J._ y _C._ - - - - -CAPÍTULO PRIMERO. - -DEL LUGAR EN QUE OLIVERIO TWIST RECIBIÓ POR PRIMERA VEZ LA LUZ DEL DIA Y -DE LAS CIRCUNSTANCIAS QUE CONCUBRIERON Á SU NACIMIENTO. - - -ENTRE los establecimientos públicos de cierta ciudad de Inglaterra, que -por muchas razones tendré la prudencia de no designar, ni tampoco -prestaré nombre alguno imaginario; hay uno comun á cuasi todas las -ciudades grandes ó pequeñas que aquella tiene por gloria poseer: una -_Casa de Caridad_ . En este asilo filantrópico pues, en cierto dia y en -cierta época que no juzgo necesario precisar, tanto mas no siendo de -utilidad ninguna para el lector al menos por ahora, nació el diminuto -mortal cuyo nombre está en el epígrafe de este capítulo. - -Habia ya cerca de cinco minutos que el cirujano de los pobres de la -parroquia le habia introducido en este mundo de miserias y de -sufrimientos, cuando se dudaba aun que pudiera vivir para llevar un -nombre cualquiera. Sin embargo, despues de muchos esfuerzos, respiró, -estornudó y por un grito tan penetrante como podia esperarse -razonablemente de un niño, que no poseia un gage tan útil como es el -don de la voz sino desde cinco minutos y algunos segundos antes, anunció -á los comensales de la Casa de Caridad, el hecho de una nueva carga que -su entrada en el mundo iba á imponer á la parroquia. - -En el mismo instante que Oliverio daba esta primera prueba nada equívoca -de la fuerza y de la libertad de sus pulmones, la manta estropeada que -cubría la cama de hierro, hizo un ligero zurrido y dejó ver el rostro -pálido y lívido de una jóven que levantando penosamente la cabeza, -dijo con voz languida estas palabras que á penas pudieron oirse: ―Que -yo vea á mi hijo antes de morir . . ? - -El cirujano que estaba ante la chimenea, presentando ambas manos al fuego -y frotándolas alternativamente; se levantó á la voz de la jóven, y -acercándose al lecho dijo con mas dulzura de la que podia esperarse en -él: - -―Oh! no es el caso de hablar aun de morir! . . - ---Bien seguro que no pobre jovencita! . . Que Dios no lo permita! . . ---añadió la enfermera, metiendo de prisa en su faltriquera una botella, -de la que acababa de apurar parte de su contenido en un rincon, con un -placer evidente.--Que Dios no lo permita! . . Cuando habrá llegado á mi -edad, querido caballero, y habrá tenido como yo trece niños de su -propiedad de los cuales el buen Dios se me ha llevado once y los dos -restantes están conmigo en la casa, entonces en vez de dejarse aniquilar -por la tristeza, obrará de muy diferente modo. ―Y dirijiéndose á la -parida: ―Vamos zalamerilla, pensad en la dicha de ser madre y en que es -necesario vivir para vuestro hijuelo. Pensadlo como una buena muchacha. - -Esta prospectiva consoladora de las delicias de una madre, no produjo -todo el efecto que era de esperar: la enferma sacudió la cabezaen señal -de duda y estendió los brazos hacia su hijo. Habiéndoselo presentado el -cirujano, imprimió con pasion sobre la frente del inocente sus labios -frios y descoloridos; luego, pasando sus manos sobre su frente como para -recordar una idea confusa, arrojó á su alrededor una mirada fija y -estraviada, se estremeció de horror, volvió á caer sobre su lecho y -murió . . . Los asistentes le frotaron las manos y las sienes para -procurar volverla á la vida; pero inútilmente: la sangre se habia -helado para siempre!! Hablaron de esperanzas y de socorros: estas cosas -le habian sido estrañas por un tiempo demasiado largo! . . --Todo ha -concluido madre enfermera! --dijo entonces el cirujano. - ---Pobre jóven! Sin embargo es la pura verdad! . . --repuso la vieja -recojiendo el tapon de la botella que habia caido sobre la almohada, al -inclinarse para recoger el niño --Pobre juventud! Que hacemos nosotros -ahora? - -―No teneis necesidad de enviarme á buscar si el niño chilla: lo -entendeis Señora enfermera? ―dijo el cirujano metiéndose sus guantes -con aire petulante. ―Es probable que será malo; entonces le dareis un -poco de gachas. ―Diciendo esto, tomó su sombrero y parándose al pié -de la cama antes de dirijirse hacia la puerta añadió: --A fé mia, era -una joven muy hermosa! De donde venia? . . - -―La llevaron aqui ayer tarde de órden del director, --dijo la vieja. -―Se la ha encontrado tendida al medio de la calle. Hay motivo para -creer que habia hecho un largo camino, porque sus zapatos están del todo -estropeados; pero nadie sabe de donde venia y á donde iba. - -El cirujano se inclinó sobre la cama y levantando la mano izquierda de -la difunta: --Siempre la misma historia! . . --dijo balanceando la -cabeza; --á lo que veo, no tiene recomendacion. Vamos, buenas noches! . . - -El facultativo se fué á comer y la enfermera recurriendo de nuevo á la -botella, se sento en una silla baja delante del fuego, y emprendió la -tarea de vestir al niño. - -Que efecto notable del poder de la vestidura ofrecia en este instante el -pequeño Oliverios Twist! Envuelto en el cobertor que hasta entonces -habia formado su unico vestido, hubiera podido ser el hijo de un noble -señor, asi como el de un pobre mendigo. El hombre mas presumtuoso que no -le hubiera conocido, hubiera tenido mucho embarazo en señalarle un rango -en la sociedad. Pero apenas fué embozado en la vieja tela de indiana, -vuelta de un color indecifrable á fuerza de servir; cuando se halló -como quien dice empaquetado y rotulado, se encontró de pronto en su -esfera: esto es el pobre niño de la parroquia, el huérfano de la casa -de caridad; mas tarde el humilde galopo reducido á faltar de lo mas -estrictamente necesario; destinado á los golpes y á los malos -tratamientos; despreciado de todo el mundo, y por nadie compadecido. - -Oliverio chilló bastante alto. Si hubiera sabido que era huérfano, -abandonado á la merced de mayordomos, é inspectores, tal vez hubiera -gritado mas fuerte. - - - - -CAPÍTULO II. - -DEL MODO CON QUE FUÉ CRIADO OLIVERIO TWIST, DE SU INFANCIA, DE SU -EDUCACION. - - -DURANTE los ocho ó diez primeros meses, Oliverio fué víctima de un -curso sistemático de engaños y de decepciones: fué criado con la -papilla. Las _autoridades_ de la casa de la caridad, espusieron fielmente -á las _autoridades_ de la parroquia el estado raquitico del huerfanito, -causado por la privacion de un alimento natural. Las _autoridades de la -parroquia_, pidieron informe con dignidad, á las _autoridades de la casa -de la caridad_ sobre si en la dicha casa habria alguna muger que se -hallase, en estado de prodigar al parvulillo el consuelo y el alimento de -que tenia necesidad; y atendida la respuesta negativa hecha humildemente -por las _autoridades de la casa de la caridad_, las _autoridades de la -parroquia_ siguiendo el impulso de su corazon en favor de la humanidad -doliente, resolvieron de comun acuerdo, que Oliverios seria _arrendado_; -ó hablando mas claro, que seria enviado á dos ó tres millas lejos, en -una sucursal de la casa donde veinte ó treinta jóvenes, _infractores_ -de la ley sobre la mendicidad, se revolcaban todo el dia sin riesgo de -ser incomodados por el exceso de alimento ó por la estrechez de -vestidos. La direccion de esta sucursal estaba confiada á los desvelos -del todo maternales de una vieja que recibia á los _jóvenes culpables_ -á razon de O 75 c. por semana, cada uno. - -Quince sueldos por semana, por el alimento de un niño forman todavia una -suma demasiado redonda. Se pueden procurar muchas dulzuras con 15 -sueldos, las suficientes al menos para sobre cargar el estomago hasta -caer enfermo. La vieja en cuestion sabia muy bien lo que convenia á los -niños, y aun mas lo que le convenia á ella misma; de consiguiente, se -apropiaba para su uso propio la parte mayor de sus reditos semanales y -sometia á la generacion creciente de los pobres de la parroquia á una -pitanza, todavia mas flaca que la que se les daba por buena -parroquialmente; encontrando por este medio en el abismo del cálculo mas -profundo, un abismo mas profundo todavia, y dando prueba de vastos -conocimientos en la filosofia experimental cuya práctica llevaba tan -lejos. - -Todo el mundo sabe la historia de ese filósofo experimental que habiendo -encontrado el medio de hacer vivir un caballo sin darle de comer, hizo el -ensayo con el suyo llevándole hasta no comer mas que una hebra de paja -por dia, y del que sin duda hubiera hecho el animal mas ligero y -vivaracho no dándole absolutamente nada, si la pobre bestia no hubiese -tenido la humorada de morirse cabalmente veinte y cuatro horas antes de -recibir su primer pienso de aire puro. - -Por desgracia de la filosofia experimental de la vieja de los tiernos -cuidados á quien fué confiado Oliverio Twist, un resultado semejante -acompañaba ordinariamente á su sistema de operacion; porque desde el -momento en que un niño habia llegado al punto de poder existir con la -mas minima racion del mas flaco alimento posible, sucedia por una de -estas fatalidades perversas de la suerte y esto, ocho veces sobre diez -que caía enfermo de necesidad y de frío, ó bien se tumbaba en el fuego -por falta de vigilancia, ó bien se ahogaba por accidente; en el uno ó -en el otro de cuyos casos el pobre pequeñuelo iba cuasi siempre á -reunirse en el otro mundo con los padres que no habia conocido jamás en -este. - -No debe esperarse un exceso de gordura en los muchachos criados según el -sistema que acabo de describir. Oliver tenía ya nueve años, y apesar de -su edad era encanijado raquítico y diminuto; pero había recibido de la -naturaleza ó de sus padres un alma fuerte y un juicio sano que se -habían desarrollado en él gracias a la dieta a la que estaba sometido; -debiendo tal vez á esta circunstancia el haber alcanzado por novena vez -el aniversario de su nacimiento. Sea lo que fuera, aquel día era el -aniversario de su nacimiento y lo celebraba tristemente en la bodega en -compañía de dos de sus pequeños camaradas, quienes después de haber -compartido con él una lluvia de golpes, habian sido encerrados en ella -por haber osado pretender que tenían hambre; cuando la señora Mann, la -amable dueña de la habitación, divisó de repente al Señor Bumble, el -pertiguero, que acumulaba todos sus esfuerzos para abrir la pequeña -puerta del jardín. - -―Dios me perdone! Creo que es el Señor Bumble! ―dijo con afectada -alegria y sacando la cabeza á la ventana; --Susana, --prosiguió -dirijiéndose á la criada ―corre á abrir á Oliverio y á los otros -dos tunantuelos y limpialos pronto. Cielos! Señor Bumble! cúan contenta -estoy de veros! - -Es preciso saber que el señor Bumble era uno de esos hombres corpulentos -e irracibles, que en vez de responder como debia á este recibimiento -afectuoso, sacudió con violencia el cerrojo, y dió a la puerta un golpe -que no podia provenir sino del pié de un pertiguero. - ---Caramba! ―dijo la Señora Mann corriendo á habrir la puerta (porque -durante este intervalo los tres chicos habían sido puestos en libertad) -―Hase visto nunca cosa igual! Haberme olvidado de que la puerta estaba -cerrada, por causa de estos chicuelos! Ya lo veis! Tened la bondad de -entrar Señor Bumble, os lo ruego! - -Apesar de ser hecha esta invitacion con una cortesia capaz de ablandar el -corazon de un _obrero_ de parroquia no hizo ningun efecto al pertiguero. - ---Creeis Señora Mann --dijo Mr. Bumble, oprimiendo fuertemente su -baston. ―Creeis vos que sea muy respetuoso ó conveniente hacer esperar -á la puerta de vuestro jardin á los _ministros parroquiales_ cuando -vienen para _asuntos parroquiales_? Ignorais Señora Mann, que sois si -asi puedo esplicarme una delegada parroquial, asalariada por la -parroquia? . . - ---Cier . . .ta . . .mente, Señor Bumble! ―respondió la Señora Mann, -con acento melifluo, -cabalmente habia ido á anunciar á dos ó tres de -esos chicuelos que tanto os aman, vuestra llegada, Señor Bumble. - -Mr. Bumble, tenia en mucho su importancia y sus facultades oratorias. - ---Esta bien; esta bien Señora Mann! ―replicó con tono mas dulce. --Es -posible y no digo lo contrario; pero entremos en vuestra casa, tengo algo -que comunicaros. - -La Señora Mann introdujo al pertiguero en una salita baja embaldosada y -le tomó su baston que depositó con mucho cuidado sobre una mesa -colocada frente de él. - -―No vayais á incomodaros por lo que os diga Señor Bumble, --aventuró -la Señora Mann con una gracia encantadora, ―Habeis hecho una buena -caminata, y es natural que tengais calor Señor Bumble, no siendo así me -guardaría muy bien . . . Quereis tomar un vasito de cualquier cosa -Señor Bumble? . . - ---Muchas gracias! Ni pizca. --dijo agitando su mano con aire de benevola -dignidad. - ---No me rehusareis --dijo la Señora Mann que adivinaba un consentimiento -fácil tanto en el tono de la negativa como en el movimiento que la -acompañaba ―nada mas que una gotita con un poco de agua fria, y un -pedazo de azu . . . - -Mr. Bumble tosió. - ---Una lagrimita!-- añadió ella con acento agraciado. - -―¿Que vais á darme? . . ―preguntó el pertiguero. - -―Lo que me veo obligada á tener en casa algunas veces para meterlo en -el caldo de los pequeñuelos cuando están enfermos. ―dijo la Señora -Mann abriendo una pequeña alacena colocada en un rincon y sacando de -ella una botella y un vaso. --Es ginebra Señor Bumble. - ---Acaso dais caldo á los niños Señora Mann? --preguntó este siguiendo -con los ojos, la accion atractiva de la mezcla. - --- Vaya si les doy; apesar del precio que me cuesta! - -A fé mia carezco de valor para verlos sufrir ante mis ojos. Señor -Bumble! - ---Sin duda, hizo el otro con un signo de aprobacion. ―Estoy convencido -de ello. - -Señor Mann ya lo sé; sois una muger compasiva . . . (ella coloca el -vaso sobre la mesa.) Señora Mann, deslizaré alguna palabra á esos -señores de la administracion, (acerca el vaso.) Señora Mann teneis -entrañas de madre, (mezcla el agua y el ginebra.) Señora Mann tengo el -honor de beber á vuestra salud. (Bebe la mitad.) Ah! . . volviendo al -objeto de mi visita; --dijo sacando de su bolsillo una cartera de badana. ---El niño que fué bautizado con el nombre de Oliverio Twist tiene hoy -nueve años. - -―Dios lo tome bajo su santo amparo! --esclamó la Señora Mann -frotándose el ojo izquierdo con la punta de su delantal. - ---Sin embargo, ―prosiguió el pertiguero --á pesar de la recompensa de -diez libras esterlinas elevada luego hasta veinte; á pesar de las -indagaciones _excesivas_ y hasta _sobrenaturales_ si me es licito hablar -así, por parte de los administradores de esta parroquia, jamas hemos -podido descubrir quien es su padre ni aun el nombre y la patria de su -madre. - -La Señora Mann plegó sus manos en señal de asombro, y despues de un -instante de reflecsion, preguntó --¿Entonces como es que tiene un -apellido? - -El pertiguero incorporándose con dignidad respondió --Porque yo le he -inventado. - ---Vos Señor Bumble? . . - ---Yo mismo Señora Mann. Tengo la costumbre de nombrar á nuestros -espésitos por orden alfabetico. El anterior estaba en la S, y le llamé -Swubble; este estaba en la letra T, y le dí el apellido de Twist; el que -llegó despues se dijo Unwin; el que le siguió Vilkins, y asi -sucesivamente. Tengo apellidos, acomodados hasta el turno de la Z, y -luego el buen cuidado, de volver á empezar cuando se ha agotado el -alfabeto. - ---No es adular Señor Bumble, pero es preciso reconocer en vos una -instruccion caudalosa. - ---Es muy posible Señora Mann; --dijo el pertiguero plenamente satisfecho -del cumplimiento --es muy posible; --y vació su vaso. --Ahora bien; -siendo ya Oliverio demasiado grande para permanecer aquí, la -Adminstracion ha decidido que vuelva á la casa, y yo mismo he venido á -buscarlo; con que hacedle venir para que yo le vea. - ---Voy á llevaroslo al instante. --dijo la Señora Mann saliendo de la -sala. - -Oliverio á quien se había desembarazado de una gruesa capa de grasa que -formaba una costra en su rostro y en sus manos, (al menos, toda la que -era posible quitar en una sola vez,) entró en la sala conducido por su -benevola protectora. - ---Saludad Señor Oliverio --dijo la Señora Mann. - -El niño hizo un saludo, dividido entre el pertiguero sentado en la -silla, y su sombrero de tres picos colocado sobre la mesa. - ---¿Quieres venirte conmigo Oliverio? --dijo con magestad Mr. Bumble. - -Este iba á responder que seguiria con sumo contento al primer venido, -cuando alzando los ojos que por respeto había tenido hasta entonces -inclinados al suelo, su mirada se encontró con la de la Señora Mann, -que colocada tras la silla del pertiguero, le mostraba el puño con -ademan furioso. Al momento comprendió perfectamente la insinuacion; ese -puño habia oprimido demasiado amenudo su espalda para no tenerlo -profundamente grabado en su memoria. - -―Y ella vendrá conmigo? --preguntó el pobre Oliverio. - ---No; no pueda ser. --respondió Mr. Bumble --pero vendrá á verte -alguna vez. - -Esto no era muy satisfactorio para Oliverio; pero apesar de su niñez -tuvo bastante buen discernimiento para fingir un vivo pesar de marcharse. -Tampoco le fué muy difícil llamar las lágrimas á sus ojos; el hambre -y los golpes aun recientes son causas poderosas para excitar el llanto, y -así lloró muy naturalmente. La Señora Mann le dió mil besos, y con -ellos la cosa de que tenía mas necesidad; una rebanada de pan con -manteca, temerosa de que no se mostrára demasiado famélico al llegar á -la casa. - -Con su pedazo de pan en una mano, y enganchándose con la otra á la -manga de Mr. Bumble, Oliverio seguia como podia preguntando continuamente -_si iban á llegar pronto_. Mr. Bumble respondia con tono breve y -regañon; porque la dulzura momentánea que inspira el _grog_ en ciertos -espíritus, se había evaporado en el corazon de Mr. Bumble, y habia -vuelto á ser pertiguero. Apenas trascurrido un cuarto de hora despues de -su llegada á la casa, Mr. Bumble vino á anunciarle que el _consejo_ -estaba reunido, y que le esperaba en el _estrado_. Le mandó que lo -siguiera, acompañando esta recomendacion con dos bastonazos. Oliverio -llegó á una sala donde diez señores gruesos y gordos estaban sentados -alrededor de una mesa. - -―Saluda al _estrado_. ―Oliverio saludó. - -―Como te llamas hijo? - -Oliverio que no había visto nunca á tantos personages, y que ademas -habia recibido de Bumble una fuerte bastonada por via de animacion, se -puso á llorar. Todos aquellos señores le declararon idiota. Luego se le -notificó que era huérfano, acogido por la parroquia; que estaba -destinado á tomar un oficio, reducido á deshilar cuerdas viejas para -hacer estopa. El pertiguero le condujo á una cuadra donde se durmió -sobre un lecho muy duro, pues que las leyes suaves de ese buen país -permiten á los pobres el dormir, poco es cierto; pero al cabo alguna vez. - -En este mismo dia, mientras que Oliverio dormitaba en el seno de la -inocencia, el consejo tomaba una resolucion que debia influir en su -porvenir. En efecto, la Administracion se convenció de que los pobres -estaban demasiado regalados; que la _casa_ era el _punto de reunion_ de -los pasatiempos agradables, donde los almuerzos, las comidas y las cenas -llovian durante todo el curso del año; un Eliséo en fin donde todo era -placer. Entonces hicieron un reglamento por el que los pobres tenian el -libre arbitrio, ó de morirse de consumcion y de hambre en la casa, ó -mas prontamente fuera de ella. A este fin hicieron un contrato con la -administracion de las aguas, para tener de ellas una provision ilimitada, -y otro con un mercader de trigo que debia proporcionar de cuando en -cuando una pequeña cantidad de harina de maiz, con la que ellos -compusieron tres comidas de puches claros por dia, con una cebolla dos -veces la semana, y la mitad de un panecillo el domingo. - -Seis meses despues de la llegada de Oliverio á la casa el nuevo sistema -estaba en plena práctica. Al principio se hizo costoso por causa del -aumento de la cuenta del Empresario de entierros; pero el numero de los -pensionistas disminuia considerablemente y la Administracion estaba -encantada. A la hora de la comida cada muchacho recibia una escudilla -rasa de puches y _pare V. de contar_; escepto los dias de fiesta, en los -que recibia de plús dos onzas y cuartillo de pan. Nunca habia necesidad -de lavar las escudillas, pues que los muchachos las pulian con sus -cucharas hasta que eran bien brillantes; y cuando habian concluido esta -operacion que no ecsijia mucho tiempo, fijaban sobre el caldero miradas -tan avidas que parecian querer devorar hasta las baldosas que lo -sostenian. Los desdichados comian tan poco, y se habian tornado tan -voraces y tan salvages, que uno de ellos dió á entender á sus -compañeros que á menos que no se le concediese otra escudilla de puches -por dia, se veria en la necesidad de comerse una hermosa noche á su -camarada de lecho. Diciendo esto tenia los ojos hoscos, y le creyeron -capaz de hacerlo; por lo que se hicieron á las pajitas quien de ellos -durante la cena iría á pedir al Escanciador una segunda escudilla de -puches. La suerte cayó á Oliverio. - -Apesar de ser un niño el hambre le habia exasperado. Se le vantó pues -de la mesa, y alarmado el mismo de su temeridad, se adelantó hacia el -Escanciador. - -―Caballero; quereis hacerme el favor de otra? - -El Escanciader se puso pálido y tembloroso. Miró al jóven _rebelde_ -con un asombro estúpido. Los ayudantes quedaron estupefactos de sorpresa -y los niños de terror. - ---Que quieres? ―preguntó con voz alterada. - -―Quisiera mas si os place, caballero. --respondió Oliverio. - -El Escanciador asestó en la cabeza del muchacho un golpe con su cuchara -de barro, lo cojió por el cogote y llamó al pertiguero á grandes voces. - -Los Administradores estaban reunidos en _gran conclave_, cuando Mr. -Bumble se precipitó fuera de si en la sala del consejo. - -―Señor Limbkins! ―dijo dirijiéndose al caballero gurdo que ocupaba -la silla de la presidencia. ―Perdon, si os interrumpo! Señor Limbkins, -Oliverio ha pedido mas puches! - -Un murmullo general se levantó en la asamblea; una expresion de horror -se pintó en todos los semblantes. - -―Ha pedido mas? ―dijo Mr. Limbkins. ―Calmaos Bumble, y respondedme -claramente. - -―Quereis decir que ha pedido mas despues de haber comido la racion que -la regla de esta casa le señala? - -―Si Señor! ―replicó Bumble. - -―No cabe duda! Ese niño algun dia colgará de una horca. ―dijo otro -hombre mas gordo y con chaleco blanco. - -Nadie contestó á la profecía del orador. Se empeñó un vivo debate -por resultado del cual se condenó á Oliverio á ser encerrado al -momento, y á la mañana siguiente se fijó en el exterior de la puerta -de la casa un anúncio en el que se prometían cinco libras esterlinas de -recompensa al que desembarazara la parroquia del jóven Oliverio Twist ó -en otros términos, se ofrecian cinco libras esterlinas con Oliverio -Twist, á cualquiera (hombre ó mujer) que tuviese necesidad de un -aprendiz para el comercio los negocios, ó todo otro oficio y estado -fuera el que fuera. - ---En mi vida estuve mas cierto de una cosa. --dijo á la mañana -siguiente el hombre del chaleco blanco recorriendo con la vista el -anúncio y llamando á la puerta de la casa de la caridad. --En mi vida -estuve mas cierto de una cosa y es que ese niño algun dia colgará de -una horca. - -Proponiéndome hacer saber por la continuacion de esta historia si el -hombre del chaleco blanco iba bien ó mal fundado en su suposicion, -creeria destruir el interés del relato (suponiendo que lo haya,) -aventurándome á insinuar desde ahora, si la vida de Oliverio Twist tuvo -ó no este fin trájico. - - - - -CAPÍTULO III. - -COMO OLIVERIO TWIST ESTUVO PROCSIMO Á COJER UNA PLAZA QUE PODIA MUY BIEN -LLAMARSE UNA PREBENDA. - - -OCHO dias despues que Oliverio se hizo culpable del _crimen nefando_ de -pedir mas puches, habitaba un camarachon obscuro, donde estaba encerrado -en clase de prisionero, gracias á la _clemencia_ y á la _sabiduria_ de -la Administracion. No seria fuera del caso suponer desde ahora, que por -poco sentimiento de respeto que le hubiera merecido la prediccion del -hombre del chaleco blanco, hubiera podido solidar una vez para siempre la -reputacion profética de ese sabio individuo, atando á un gancho de la -pared uno de los cabos de su pañuelo de faltriquera, y en seguida -pasando el otro al rededor de su cuello. Con todo; para llegar á este -resultado habia un inconveniente. Considerados los pañuelos como -_artículos de mero lujo_ se habian suprimido para entonces y para -siempre; y de consiguiente se habían eliminado de la nariz de los pobres -por órden expresa emanada de la Administracion reunida á este efecto en -consejo pleno; cuya órden se dió solemnemente, se aprobó, firmó y -rubricó por cada uno de los miembros del consejo y se revistió con el -sello de la Administracion. - -Otro obstáculo mayor para Oliverio era su juventud y su inexperiencia. -El pobre niño se contentaba con llorar amargamente todo el dia, y cuando -llegaba la noche fria y lenta, estendia sus manecitas ante sus ojos para -no ver la obscuridad y se acurrucaba en un rincon para poder lograr el -sueño. - -Guárdense de suponer los enemigos del _nuevo sistema_ que se privó á -Oliverio de la gracia del ejercicio, del goce de la sociedad y de las -ventajas reales de un consuelo religioso, durante el tiempo de su -reclusion. En cuanto al ejercicio, le era permitido ir cada mañana con -un frío helado, pero sano, á un patio empedrado para lavarse bajo el -chorro de una bomba, en presencia de Mr. Bumble, quien para impedir que -le cogiera un reumatismo, le facilitaba una viva sensacion en todo el -cuerpo, distribuyéndole algunos bastonazos con una liberalidad poco -comun. En cuanto á la sociedad; cada dos dias venia al refectorio -durante la comida de los niños para ser azotado públicamente, con el -fin de servir de ejemplo y de leccion en el porvenir; y muy lejos de -privarle de las ventajas de un consuelo religioso, se le introducia á -punta pies en el mísmo sitio á la hora de la oracion de la noche, -durante la cual podia á su gusto beatiticar su alma prestando oidos á -una _formula_ añadida á la oracion ordinaria, por órden expresa de la -Administracion. Por medio de este suplemento de rogativa, los niños -pedian á Dios con fervor, les hiciera la merced de ser buenos, -virtuosos, contentos y obedientes, y les preservára de las culpas de -Oliverío Twíst, á quien la formula conceptuaba sujeto al patronato -esclusivo, á la proteccion y al poder del demonio y como salido el mismo -de la fábrica de Satanas. - -Mientras que los asuntos de Oliverio se hallaban en este estado -faborable, y se presentaban bajo tan hermoso aspecto, sucedió que Mr. -Gamfield, limpia chimeneas, se dirijía á la calle Mayor pensando -seriamente en los medios de pagar muchos plazos vencidos de alquileres, -por los cuales su casero, se iba haciendo cada dia mas cocora. A pesar de -los vastos conocimientos de Mr. Gamfield en aritmética , no podia llegar -á la resolucion de la suma de cinco libras esterlinas (montante de su -deuda); y en un rapto de frenesí matemático, golpeaba alternativamente -su frente y á su jumento, cuando al llegar frente la casa de Caridad, -sus ojos se encontraron con el anuncio fijado en la puerta. - -―So! o . . . o . . . o . . . so! ―dijo el limpia chimeneas -dirigiéndose á su burro. - ---El _caballero_ del chaleco blanco estaba en el lindar de la puerta con -las manos tras la espalda, viniendo de pronunciar sin duda un discurso -soberbio en la sala del consejo. Habiendo sido testigo de la pequeña -discusion entre Mr. Gamfield y su asno, sonrió graciosamente al ver al -primero leer el anúncio, pues pensó al momento que ese era el género -de amo que convenia á Oliverio. Mr. Gamfield sonrió tambien para sus -adentros recorriendo el anúncio; porque cabalmente cinco libras -esterlinas formaban la suma justa que necesitaba; y por lo que toca al -niño que era necesario cargarse á cuestas, el limpia chimeneas pensó -que con el régimen de vida, á que habia sido ajustado , debia tener una -talla capaz para pasar las chimeneas mas estrechas. Releyó pues por -segunda vez desde la cruz á la fecha el anúncio y llevando la mano á -su gorra de pelo de nutria se arrimó con el mas profundo respeto al -_caballero_ del chaleco blanco y le habló en estos términos: - -―Perdon, caballero! ¿No es aqui que hay un niño á quien la parroquia -quisiera colocar de aprendiz? - ---Si buen hombre. --dijo el otro con una sonrisa graciosa --Que le -quereis? - ---Si la parroquia quisiera darle un oficio agradable y muy fatigoso en el -arte de limpiar chimeneas por ejemplo; yo lo tomaria de muy buena gana; -porque cabalmente necesito un aprendiz. - ---Entrad. --dijo el hombre del chaleco blanco. - -Mr. Gamfield despues de haber retrocedido algunos pasos para soplar á su -rucio un nuevo golpe en la cabeza y una nueva sacudida en la quijada, por -via de advertencia de que no se meneara durante su ausencia, siguió al -_caballero_ del chaleco blanco basta la sala, donde Oliverio Twist lo -habia visto por primera vez. - ---Es un oficio bastante sucio! --dijo Mr. Limbkins despues que Gamfield -hubo expuesto de nuevo su pretension. - ---Parece que ya ha habido muchachos ahogados en las chimeneas. --dijo -otro. - ---Porque se mojaba la paja antes de encenderla para hacerlos bajar de -ellas --dijo Gamfield. --Todo era humo sin llama . . . Además, de nada -sirve el humo para hacer bajar un muchacho de una chimenea; al contrario -no es bueno sino para adormecerle que es lo que quiere. Los niños, como -saben Vds. señores, son perezosos y obstinados como el diablo; nada -mejor que una buena llama para afufarles. Sobre todo es hacerles un gran -favor por que á la verdad Señores, el asarles una miaja las plantas de -los pies cuando se han aletargado en la chimenea, es muy del caso para -hacerles deslizar con mas rapidez. - -El hombre del chaleco blanco se mostró muy satisfecho de esta -esplicacion; pero una mirada de Mr. Limbkins reprimió instantáneamente -su contento. Los miembros del consejo continuaron hablando entre si por -algunos momentos; pero tan bajo que estas palabras: _procuremos la -economia_ . . . _veamos el libro de cuentas_ . . . _hagamos imprimir una -informacíon_, fueron las solas que pudieron oirse; porque se repitieron -muy amenudo y con mucho enfasis. - -Al cabo cesó el cuchicheo y habiendo recobrado los miembros del consejo, -cada uno su silla y su dignidad, Mr. Limbkins tomó la palabra: - ---Hemos discutido vuestra proposicion y no la admitimos. --dijo á -Gamfield. - -―De ningun modo. --añadió el caballero del chaleco blanco. - ---Despues de bien meditado; no. --concluyeron los demas miembros. - -Como Mr. Gamfield tenia fama de haber apaleado á tres ó cuatro -muchachos hasta matarlos, le vino á las mientes que tal vez los miembros -del consejo por un capricho inconcebible se habian imaginado que esta -circunstancia, (de ningun valor para ellos) debia con todo influir sobre -su conducta en esta ocasion. No siendo así hubiera sido muy contrario á -su modo acostumbrado, de obrar y de pensar. Además, como no tenia -ningunas ganas de atizar la fama publica, se alejó lentamente de la mesa -revolviendo su gorra entre sus manos. - ---Con que no quereis dármelo caballeros? --dijo parándose en el lindar -de la puerta. - ---No. --contestó Mr. Limbkins. --Siendo un oficio sucio, nos parece que -deberiais tomar algo menos de la suma ofrecida en el anuncio. - -Los ojos del limpia chimeneas brillaron de gozo y dijo volviendo atrás: - ---Veamos caballeros, que es lo que Vds. quieren dar? Que diablos! No sean -Vds. tan duros para un pobre diablo como yo. Que quieren Vds. dar? - -―Creo que tres libras diez chelines, son bastantes. --dijo Mr. Limbkins. - ---Vamos --repuso Gamfield --sean cuatro libras y quedan Vds. -desembarazados de una vez para siempre. Vamos caballeros! - ---Tres libras diez chelines. --repitió Mr. Limbkins con firmeza. - ---Pues bien! partamos la diferencia caballeros. --insistió Gamfield. ---Digamos tres libras quince chelines. - ---Ni un _liard_ de mas! --Tal fué la respuesta de Mr. Limbkins. - ---Están Vds. conmigo azás rigurosos caballeros! --dijo el limpia -chimeneas titubeando. - -En fin, despues de un ligero debate se acordó la venta, y Mr. Bumble -recibió el encargo de llevar Oliverio Twist con una acta de aprendizage, -que debía ser aprobada y firmada por el magistrado en la tarde del mismo -dia. - -Por resultado de esta determinacíon el pequeño Olíverio fué librado -de su cautiverio con gran asombro de su parte, y recibió la órden de -ponerse una camisa blanca. Apenas había concluido este ejercicio -gimnástico, (al que se entregaba rara vez) cuando Mr. Bumble le -presentó con sus propias manos una escudilla de puches, y la racion de -los dias festivos; esto es, dos onzas y cuartillo de pan, lo que viendo -Oliverio se puso á llorar amargamente, considerando naturalmente que era -necesario una resolucion de matarlo para algun fin ventajoso; pues de lo -contrario no se empezaría por engordarlo de tal modo. - ---No te hagas el cariacontecído. --dijo Mr. Bumble afectando un aspecto -magnánimo ―Come y sé agradecido Oliverio . . . Vas ha entrar de -aprendiz hijo mio! - ---De aprendiz caballero! --preguntó el niño con voz temblorosa. - -―Si Oliverio! Los hombres _sensibles_ y _generosos_ que son para ti -cual otros nuevos padres, pues que te ves privado de los tuyos, van á -colocarte de aprendiz; á lanzarte en el mundo y hacer de ti un hombre, -apesar de las tres libras diez chelines que ello cuesta á la parroquia! -Tres libras diez chelines Oliverio! Sesenta y dos chelines! Ciento -cuarenta monedas de seis sueldos! Y todo esto por quien? Por un bergante, -un mal espósito á quien todo el mundo detesta! - -Mr. Bumble se paró para recobrar el aliento, despues de haber recitado -esta arenga con tono magistral; copiosas lágrimas rodaron por las -mejillas del pobre niño y sollozó amargamente. - -―Vamos! --dijo Mr. Bumble con acento mas cariñoso, ufano del efecto -producido por su elocuencia --vamos Oliverio; enjuga tus ojos con la -manga de tu chaqueta, y no llores de este modo sobre tus puches. Es una -bestialidad el llorar como lo haces en tus puches! ―(efectivamente era -una bestialidad) sobraba el agua en sus puches. - -Mientras se dirijian al tribunal, Mr. Bumble insinuó á Oliverio que -debia mostrarse muy contento, y cuando el caballero magistrado le -preguntase si era de su gusto el entrar de aprendiz responder que lo -deseaba de todo corazon. Oliverio prometió conformarse á una y á otra -de las dos recomendaciones, tanto mas porque el pertiguero le dió á -entender con mucha destreza que si fallaba no respondía de los -resultados. Llegados al despacho del magistrado, el niño fué encerrado -y dejado solo en un gabinete con la órden de esperar la vuelta de Mr. -Bumble. Allí quedó durante media hora con el corazon palpitante de -temor, pasada la cual aquel entreabrió la puerta y alargando su cabeza -desprovista del sombrero de tres picos dijo de modo que pudiera ser -oído: ―Amigito? ven á presentarte al Señor Magistrado. ―Luego -tomando un aspecto amenazador añadió en voz baja ―Bribonzuelo! -cuidado con olvidar lo que te tengo dicho! - -Oliverio miró á Mr. Bumble con aire de babiéca, sorprendido de un modo -de hablar tan contradictorio; pero ese digno sujeto no le dió tiempo -para hacer comentario alguno sobre este punto y le introdujo en una pieza -vecina cuya puerta estaba abierta. Esta era una sala espaciosa alumbrada -por una gran ventana. Detras de la balustrada dos viejos señorones con -la cabeza empolvada estaban sentados en un bufete. El uno leía un -periódico, y el otro con la ayuda de un par de anteojos de concha, -recorria una oja pequeña de pergamino colocada ante el. A un lado y -frente el bufete, se mantenía tieso Mr. Limbkins, y en el otro, Mr. -Gamfield con su cara embadurnada de hollin; dos ó tres cara de pascuas -con botas de vueltas de ante (ó a la Imperial.) se pavoneaban en el -mismo centro de la sala. - -El viejo de los anteojos se adormeció por grados sobre el pergamino y -reinó un momento de silencio despues que Mr. Bumble hubo colocado á -Oliverio frente el bufete. - -―Aquí está el niño Señor Magistrado. ―dijo Bumble. - -El viejo que leia el periódico, se ladeó un poco y logró despertar al -otro tirándole de la manga. - -―Ah! ¿es el niño? ―dijo este. - ---El mismo. ―respondió el pertiguero. --Amigito; saluda al Señor -Magistrado! - -Oliverio se revistió de valor é hizo el mejor saludo posible en él. -Fijos sus ojos sobre las cabezas empolvadas de los magistrados, se -preguntaba á si mismo, si acaso todos los miembros del tribunal de -justicia nacian con esa materia blanca en los cabellos, y por esto -llegaban á ser magistrados. - ---Esta bien. --repuso el de los anteojos ―Creo que tendrá aficion á -limpiar chimeneas. - ---Se muere por lograrlo Señor Magistrado. --replicó Bumble pellizcando -de lo lindo á Oliverio para insinuarle que obraria bien en no decir lo -contrario. - ---Con que _quiere_ ser raspa hollines? ―preguntó el magistrado. - ---Por mas que hiciéramos para obligarle á tomar otro oficio á la -mañana siguiente nos dejaria burlados. --respondió Mr. Bumble. - ---Y es ese hombre quien vá á ser su maestro? Vos Señor? Es cierto que -lo tratareis bien? que lo alimentareis bien y que tendreis mucho cuidado -de él? - ---Cuando se dice que se hará; prueba que hay intencion de hacerlo. ---repuso Gamfield con aire bestial. - ---Teneis la palabra viva y el tono brusco amigo; pero me pareceis franco -y honrado. --dijo el magistrado apuntando sus anteojos al pretendiente á -la prima prometida en el anúncio, cuyo semblante innoble llevaba impreso -el sello de la crueldad; pero como el magistrado era medio ciego y medio -niño, no hay que asombrarse de que no discerniera, lo que cualquiera -podia distinguir al momento. - ---Lo soy una miaja, con mucha vanagloria! --dijo el limpia chimeneas con -una sonrisa espantosa. - ---No lo dudo. --dijo el magistrado fijando sus anteojos en la punta de -las narices, y buscando con la vista el tintero. - -Este era el momento crítico para la suerte de Oliverio. Si el tintero -hubiese estado en el sitio en que le creia el magistrado, indudablemente -hubiera sumerjido en el su pluma, hubiera firmado el acta, y Oliverio -hubiera sido llevado sin mas dilacion; pero como cabalmente estaba bajo -sus ojos, es de aqui que naturalmente lo buscó por todo el pupitre sin -poder encontrarlo. En esta pesquiza fijó la vista en linea recta ante si -y su mirada se encontró con el rostro pálido y lívido de Oliverio, -quien apesar de los guiños significativos y las advertencias -_edificantes_ de Mr. Bumble, que continuaba en pelliznarle, contemplaba -con una espresion de horror mezclada de espanto la fisonomía repugnante -de su futuro patron. Esta espresion era demasiado significativa para que -un magistrado por ciego que fuera dejase de apercibirla. - -El viejo cesó en sus pesquizas; dejó su pluma sobre la mesa y miró -alternativamente á Oliverio y á Mr. Limbkins, quien tomó un polvo -afectando un aire candido é indiferente á la vez. - ---Hijo mio! --dijo el magistrado inclinándose sobre el pupitre. - -Oliverio Se estremeció al sonido de esta voz. En ello tenia escusa; -estas palabras eran dictadas por la benevolencia, y ordinariamente los -sonidos estraños nos espantan. Tembló de pies á cabeza y rompió en -copioso llanto. - ---Hijo mio! --prosignió el magistrado --estais pálido y pareceis -espantado! - -Decid; que teneis? - -Oliverio cayó de rodillas, juntó sus manos y esolamó con tono -suplioante: - ---Volvedme a la prision, al aposento negro! Dejad que me muera de hambre -. . . azotadme, matadme si quereis; pero por piedad, no me envieis con -ese hombre espantoso! - ---No esperaba menos! --dijo Mr, Bumble elevando los ojos y las manos con -el aire mas mistico ―Entre los espósitos falsos é hipócritas que -conozco, tu Oliverio te llevas la palma. - ---Callaos pertiguero! --esclamó el segundo magistrado despues que aquel -hubo desembuchado este doble epíteto. - ---Perdon señor magistrado. --dijo Mr. Bumble creyendo haber oido mal. ---Acaso me habeis dlrijido la palabra? - ---Si; Sin duda. Os he dicho que os calleis. - -Mr. Bumble quedó estupefacto. Imponer silencio á un pertiguero! Que -revolucion moral!!!! - -El magistrado de los anteojos de concha miró á su colega, é hizo un -movimiento de cabeza significativo. - ---Rehusamos sancionar esta acta! --dijo rechazando la hoja de pergamino. - ---Espero Señores Magistrados --balbuceó Mr. Limhkins --que el simple -testimonio de un niño no inducirá á creer que las autoridades de la -casa de Caridad se han portado mal en esta ocasion. - ---Los Magistrados no son llamados para dar su dictámen sobre este asunto ---repuso el segundo magistrado. --Volved este niño á la casa y tratadlo -con dulzura, pues parece tiene de ella mucha necesidad. - -Aquella tarde misma el hombre del chaleco blanco afirmó con mas -conviccion que nunca, que no solo Oliverio seria ahorcado, si que tambien -descuartizado por añadidura. Mr. Bumhle sacudió la cabeza con aire -sombrío y misterioso y dijo deseaba que el muchacho _tuviera buen fin_, -á lo que Mr. Gamlield añadió que desearia fuera _en sus manos_, deseo -que pareció de naturaleza muy diferente aunque en muchos puntos el -limpia chimeneas estuviera acorde con el pertiguero. - -A la mañana siguiente se hizo saber de nuevo al público que Oliverio -Twist estaba aun para alquilar, y que se le contarian 5 libras esterlinas -al que quisiera encargarse de él. - - - - -CAPÍTULO IV. - -HABIÉNDOSE OFREGIDO Á OLIVERIO OTRA COLOCACION EFECTUA SU ENTRADA EN EL -MUNDO. - - -EN las familias numerosas de Inglaterra cuando no hay esperanza de lograr -un empleo ventajoso para un jóven que empieza á entrar en edad sea por -derecho de sucesion ó de futura, es costumbre comun el hacerlo marino. -Los Administradores estimulados por una conducta tan razonable y -ejemplar, se reunieron en consejo á fin de obviar los medios para -embarcar á Oliverio Twist en un buque mercante de poco porte que -estuviera á la carga para un puerto mal sano y adaptaron este partido -como el mas conveniente para el muchacho. De este modo era probable que -el dia menos pensado el patron del buque, con el fin de distraerse -despues de comer ó con el objeto de proporcionarse un ejercicio -favorable á la digestion, le haria saltar los cesos con una barra de -hierro. (Pasatiempo á que como sabe mos son muy aficionados los señores -marinos.) - -Mr. Bumble encargado de hacer algunas diligencias preliminares para -lograr el encuentro de cualquiera capitan que necesitara á bordo de su -buque un grumete sin parientes ni amigos, volvia á la casa para dar -cuenta de su comision, cuando en el lindar de la puerta se encontró cara -á cara con un personage que era nada menos que Mr. Sowerberry empresario -_parroquial_ de los entierros. - ---Ola Mr. Bumble! Vengo de tomar la medida de dos mugeres muertas ayer -noche. --dijo el empresario. - ---Hareis fortuna Señor Sowerberry. --dijo el pertiguero introduciendo -con destreza el pulgar y el index en la caja de polvo que le presentó el -empresario y que era un hermoso y diminuto modelo de ataud. --Os digo que -hareis fortuna. --continuó dando un golpecillo de baston en muestra de -amistad sobre la espalda de este último. - ---Así lo creeis? ―dijo el otro con un acento que parecía admitir y -rechazar á la vez la probabilidad del hecho. --Señor Bumble; los -precios que me abona la Administracion de la casa de caridad son muy -pequeños! - ---Así son vuestros ataudes! --replicó el pertiguero con aire zumbon; -pero sin traspasar los límites de la gravedad anexa á un hombre de -posicion. - ---Esta respuesta tan á propósito de Mr. Bumble, exitó como quien dice -la hilaridad de Mr. Sowerberry. No era menester otra cosa para provocar -su buen humor, así es que soltó una carcajada que parecía de nunca -acabar. --Vaya! En honor de la verdad Señor Bumhle ―dijo despues de -recohrada su serenidad ―confieso francamente, que despues del sistema -de alimentacion nuevamente adoptado en esta casa las cajas son un poco -mas estrechas y menos profundas que antes. Pero ya se vé, es preciso una -miaja de beneficio Señor Bumble. No ignorais que la madera tal como la -empleamos es algo cara, y los manojos de hierro tienen que venir de -Birmingham por el canal. - ---Si, sin duda --replicó Mr. Bumble. --Cada oficio tiene su buen y mal -lado y un beneficio modesto no es para desdeñarse. - ---Pues ya! --dijo el otro --Y si no gano gran cosa en tal ó cual -artículo . . . Caramba! siempre hay recompensa en la bondad del hecho -¿no es cierto? he! he! he! - ---Justamente. --profirió Mr. Bumble. - ---Sin embargo, podria qnejarme de la lucha desigual que sostengo pues que -siempre son las personas fomidas las que se _largan_ primero despues de -haber probado el régimen de esta casa. --prosiguió el empresario -reanudando el hilo de las reflecsiones que el pertiguero había -interrnmpido --Si Señor Bumble; acá internos, tres ó cuatro pulgadas -de mas en la cuenta de un individuo, abren una famosa brecha en sus -beneficios, sobre todo cuando tiene una familia que mantener. - -Como Mr. Sowerberry decia esto con el aire de indignacion propia del -contratista engañado y Mr. Bumble conoció que insistiendo sobre este -punto podía acarrear alguna observacíon desagradable respecto el honor -de la parroquia, consideró prudente el mudar de conversacion y Oliverio -le proporcionó el medio. - ---Conoceriais casualmente alguno ―dijo ―que necesitara un aprendiz? -Hay en la parroquia un niño, que actualmente es una carga monstruosa -para ella ó mejor una rueda do molino suspendida de su cuello. Señor -Sowerberry buenas condiciones! Una verdadera ganga! --Así hablando dió -con sn baston tres golpecitos muy marcados sobre las palabras: _cinco -libras esterlinas_ impresas en el anúncio en mayúsculas romanas de una -talla gigantesca. - ---Por vida de . . . ―esclamó el empresario cogiendo á Bamble por el -faldon de su levita de uniforme --justamente quería hablaros de esto. No -ignorais . . . Diantre! Que hermoso escudo llevais Señor Bumble! -Paréceme que no os lo habia visto an teriormente? - ---Si; hace bastante buen efecto. ―dijo el pertiguero envanecido de la -observacion. --El asunto es identíco al del sello parroquial: (_el buen -Samaritano curando las llagas de un pobre enfermo_) Señor Sowerberry; es -un regalo que me hizo la Administracion el primer dia del año. Lo llevé -por primera vez si no me engaño el dia que asistí á la vista del -proceso formado con motivo de aquel comerciante arruinado que murió al -pié de una puerta cochera en medio de la noche. - ---Ah! ya recuerdo. --dijo el otro. --El jurado espresó su veredicto en -estos términos: _Muerto de hambre y de frio_, no es cierto? - -Mr. Bumble hizo una señal afirmativa. - ---Y añadió de un modo enérgico que si el oficial de vigilancia hubiese -. . . - ---Ta . . . ta . . . ta . . . ta! --hizo el pertiguero con tono acre --Si -la Administracion tuviese que prestar oídos á toda la ojarazca que -esparcen esos _jurados ignorantes_ ¿donde iria á parar? - -―Es cierto. --dijo Sowerberry. - -―Los jurados ―prosiguió Mr. Bumble oprimiendo fuertemente con su -mano el baston, costumbre que tenia cuando estaba colérico. --Los -jurados son unos seres _viles, bajos y rastreros_ hasta la quinta -escencia. - ---Tambien es cierto. --dijo el otro. - ---Todos ellos no saben lo que es filosofía, ni _economía política_. ---añadió el pertiguero haciendo castañear sus dedos en señal de -desprecio. - ---Sin duda. --repuso el otro. - ---Yo los desprecio! --prosiguió el pertiguero con el rostro encendido -por el coraje. - ---Y yo lo mismo! --añadió Sowerberry. - ---Quisiera ver á uno de esos jurados _tan presuntuosos_ solo por quince -dias en nuestro establecimiento; el régimen y los estatutos de la -Administracion domarian pronto su espíritu de independencia. - ---Es preciso dejarlos por lo que son Señor Bumble. --dijo Sowerberry -sonriéndose con aire de aprobacion para calmar el enojo creciente del -funcionario indignado. - ---Mr. Bumble quítándose el sombrero sacó de él su pañuelo, enjugó -su frente que la irritacion habia inundado de sudor, colocó de nuevo -sobre su cabeza el tricornio, y volviéndose á Mr. Sowerberry dijo con -tono mas calmado: - ---Y bien, que querias decirme respecto á ese muchacho? - ---Nada Señor Bumble. Ya sabeis que pago una fuerte contribucion por -causa de los pobres. - ---Hem! --hizo el pertiguero --¿y que? - -―Creo, --repuso Sowerberry --que puesto que pago tanto por ellos, es -muy justo saque de ello todo el provecho posible. He aquí porque bien -refleccionado, no seria malo tomar ese niño para mi. - -Mr. Bumble cojíó el _zampa―muertos_ por el brazo y lo hizo entrar en -la casa. Mr. Sowerberry estuvo encerrado con los Administradores por -espacio de cinco minutos durante los cuales se convino en que tomaria á -Oliverio por vía de prueba y que á este efecto este último iria -aquella noche misma á su casa. - -Cuando al comparecer Oliverío en la propia tarde ante aquellos señores, -supo que iba á entrar de aprendiz en casa un fabricante de ataudes y que -si se quejaba de su condicion ó bien volvia otra vez á cargo de la -parroquia, se le embarcaria con peligro de ser machucado ó anegado, -demostró tan poca emocion que todos á una esclamaron que era un -pilluelo de corazon endurecido y Mr. Bumble recibió la órden de -llevarlo al momento. - -Este acatándola sin demora, condujo al pobre Oliverío á casa su nuevo -patron, administrándole por vía de despido algunos bastonazos y algunos -consejos propios de un digno pertiguero. El niño lloraba y se -consideraba tan solo y abandonado que no pudo menos de hacerlo notar á -Mr. Bumble. Cualquier otro mortal se hubiera tal vez enternecido al ver -el dolor candoroso del infortunado. Pero un pertiguero! Mr. Bumhle creia -á la sensibilidad indigna de su dignidad parroquial. - -El empresario acababa de cerrar las puertas de su tienda y se preparaba -para inscribir algunas entradas en su gran libro á favor de una vela -cuya claridad sombría se adaptaba muy bien con la tristeza del sitio, -cuando entró Mr. Bumble. - ---Ah! ah! --dijo alzando la vista de sobre su libro y parándose á la -mitad de una palabra --Sois vos Mr. Bumble? - ---Yo mismo Señor Sowerberry. --contestó este --Aquí teneis el -muchacho. (Oliverio saludó.) - ---Ah! Bien venido; --dijo el otro levantando el candelero sobre su cabeza -para inspeccionar mejor á Oliverio --Señora Sowerberry. ¿Podeis -llegaros por un momento querida? - -La Señora Sowerberry salió de la trastienda y presentó la forma de una -muger baja, delgadita y de talante ceñudo y regañon. - ---Querida! --dijo su marido con deferencia --Este es el muchacho de la -casa de caridad de quien os he hablado. (Oliverio saludó de nuevo.) - ---Buen Dios! y que pequeño! --dijo esta. - ---Un poco es verdad! --replicó Mr. Bumble mirando á Oliverio con aire -de reconvencion, como si hubiera sido culpa del niño el no ser mas -grande --Es algo pequeño sí, Señora Sowerberry; pero el crecerá no lo -dudeis. - ---Ah! sin duda que crecerá -- repuso secamente la señora --con nuestra -bebida y nuestra comida. - ---Maliciosa! --Ya lo sabeis; ninguna ganancia hay en los muchachos de la -parroquia, ellos siempre cuestan mas caros de lo que valen. - ---A pesar de esto los hombres se imaginan que siempre tienen mas razon -que sus mugeres. Adelántate tu pequeño esqueleto! - -Al mismo tiempo abrió una puertecita y empujó á Oliverio hacia una -escalera rápida que conducía á una pequeña habitacion sombría y -húmeda adherida al lañero que se llamaba la _cocina_, y en la que -estaba sentada una jóven haraposa calzando zapatos destalonados y -llevando unas medias de estambre azules todas horadadas. - ---Carlota! --dijo la Señora Sowerberry que habia seguido á Oliverio -- -Dad á ese muchacho algunos de los pedazos de fiambre que habeis apartado -esa mañana para Frip: pues que no ha vuelto á casa en todo el dia se -pasará sin ellos. Creo que no te sabrá mal el comerlos, no es verdad? - -Oliverio, cuyos ojos chispearon al oir hablar de fiambre, y que -anticipadamente se estremecia con el deseo de devorarlos, respondió -inmediatamente que no y fué colocado ante él un plato de fiambre -compuesto de los pedazos mas groseros y heterogéneos. - -En un minuto Oliverío engulló todo lo que habia en el plato sin darse -la pena de mascarlo. La Señora Sowerberry le contemplaba con horroso -silencio considerando este apetito como de siniestro augurio para el -porvenir. Luego le condujo en medio de los ataudes y con su agasajo -ordinario le encajó debajo el mostrador que era el dormitorio destinado -al novel aprendiz. - - - - -CAPÍTULO V. - -OLIVERIO ADQUIERE RELACIONES CON NUEVOS PERSONAGES. - - -OLIVERIO solo y entregado á si mismo en la tienda del empresario de -entierros, colocó su lámpara sobre el _banco de obra_ y poseído del -miedo arrojó una mirada timída en torno suyo. Un ataud recien acabado y -puesto en medio de la tienda sobre dos caballetes negros se parecía -tanto á la imágen de la muerte que el pobre jóven sentia recorrer por -todos sus miembros un frio glacial acompañado de un temblor convulsivo, -cada vez que su vista se fijaba involuntariamente sobre este horrible -objeto esperando á cada momento ver un espectro espantoso levantar de el -su cabeza repugnante hasta volverle loco de terror. - -A la mañana siguiente le despertó un ruido redoblado de punta piés -dados á la parte exterior de la puerta de la tienda. Estos se renovaron -por cerca veinte y cinco ó treinta veces mientras se vestía á tientas; -pero cuando empezaba á descorrer los cerrojos los piés cesaron de -golpear oyendose una voz. - ---Abrirás esta puerta? --dijo la voz perteneciente á los piés que -habian golpeado. - ---Al instante señor. --respondió Oliverio descorriendo los cerrojos y -volviendo la llave. - ---Sin duda serás el aprendiz que se esperaba? --repuso la voz á travez -del agujero de la cerradura. - ---Si señor. --replicó Oliverio. - ---Que edad tienes? - ---Diez años señor. - ---Siendo así voy á estrangularte en cuanto entre. --prosiguió la voz ---Ya lo verás aborto de la inclusa! - -Despues de una promesa tan galante la voz se puso á silvar. - -Oliverio estaba harto acostumbrado á la realizacion de tales amenazas -para tenor ninguna duda de que el dueño de la voz fuera qnien fuera -cumpliese en palabra. Dcscorrió los cerrojos con mano trémula y abrió -la puerta. Miro por algun tiempo al frente á derecha y á izquierda -persuadido de que el incógnito que acababa de hablarle por el ojo de la -llave, habia dado algunos pasos de mas para calentarse; porque no vió á -nadie mas que un gordo muchacho de la escuela de la caridad, sentado -sobre un guarda canton frente la tienda y ocupado en comer una rebanada -de pan con manteca que cortaba en pedazos de la medida de su boca con una -mala navaja y que tragaba en seguida con mucha voracidad. - -―Perdon caballero. --dijo al cabo Oliverio no viendo parecer á nadie -mas ―Sois vos el que habeis llamado? - ---He dado punta piés. --respondió el otro. - ---Necesitais un ataud? --repuso Oliverio con ingenuidad. - -A esta pregunta el muchacho de la caridad se puso furioso en grado -superlativo y juró que Oliverio antes de poco necesitaria uno si se -permitia bromear así con sus _superiores_. - ---Mal espósito! Ignoras acaso quien soy yo? --dijo levantándose de -guarda canton y adelantándose manos en la faltriquera y con insigne -gravedad. - ---No señor. --respondió Oliverio. - ---Soy el _Señor_ Noé Claypole. --prosiguió el otro --y tu estás bajo -mi dependencia. Al avío! abre la tienda y saca las muestras. --Al mismo -tiempo el _señor_ Claypole administró un punta pié á Oliverio, entró -en la tienda con un ademan magestuoso que le dió mucha importancia y se -dirijió á la cocina para almorzar. - ---Noé, acercaos á la lumbre. --dijo Carlota --He apartado para vos este -pedacito de tocino que he eliminado del almuerzo del amo. Tu Oliverio ---dijo á este que acababa de entrar despues de haber cumplido la -comision de Noé --cierra esta puerta y coje esos mendrugos de pan que -son para tí. Toma tu thé sobre ese cofre que está en aquel rincon y -despacha pronto pues tienes que ir á guardar la tienda; ¿lo entiendes? - ---Oyes espósito? --dijo Noé Claypole. - ---Noé, sois muy terco. --repuso Carlota --Vaya! Dejareis tranquilo á -ese niño? - ---Que lo deje tranquilo? Pues ya escampa! No hay peligro de que su padre -ni su madre vengan á limpiarle los mocos . . . Todos sus parientes le -han dado carta blanca para gobernarse á su modo . . . he! he! he! - ---Sois un truhan! --replicó Carlota soltando una carcajada imitada por -Noé y ambos á dos arrojaron una mirada de desden al pobre Oliverio que -sentado sobre un cofre en el rincon mas frio de la cocina comia -titiritando los mendrugos de pan que se habian señalado especialmente -para él. - -Noé era un niño de la escuela de la caridad; pero no un espósito de la -casa de caridad. Tampoco era el niño del _acaso_; porque podia trazar su -genealogía subiendo hasta sus padres que vivían cerca de aquel sitio. -Su madre era lavandera ysu padre un soldado veterano, viejo, borracho, -con una pierna de palo y una pension diaria de cinco sueldos seis -dineros. Los aprendices de las tiendas de la vecindad habian tenido por -largo tiempo la costumbre de insultar á Noé en medio de la calle -motejándole de lo lindo y él lo había sufrido con la mayor paciencia -del mundo; pero ahora que la fortuna habia arrojado en su camino á un -pobre huérfano sin nombre á quien el ser mas abyecto podia señalar con -el dedo é insultar impunemente; le hizo expiar con usura las faltas de -que los otros se habian hecho culpables para con él. - - - - -[Illustration: Un ataud á medio hacer estaba colocado en el centro de la -tienda.] - - - - -CAPÍTULO VI. - -OLIVEIRO PUESTO FUERA DE QUICIO POR LAS BURLAS AMARGAS DE NOÉ SB -ENFURECE Y SORPRENDE Á ESTE POR SU AUDACIA. - - -TRASCUBRIDO el mes de _prueba_ se firmó el acta de aprendizaje con todos -los requisitos convenientes. Cabalmente habia llegado una estacion -favorable á las defunciones y para servirme de una espresion comercial -la venta de ataudes estaba _á la alza_; de modo que en poco tiempo -Oliverio adquirió muchos conocimientos en el arte. El éxito de la -industria ingeniosa de Mr. Sowerberry traspasaba los límites de sus -pretenciones. Desde tiempo inmemorial no se habia visto al serampion -ejercer con tanta violencia sus estragos funestos sobre los muchachos. -Así es, que se velan montones de cortejos mortuorios llevando á su -frente al pequeño Oliverio, cubierto con un sombrero adorado con un -largo crespon que le llegaba hasta los jarretes, todo con grande -estupefaccion de las madres con movidos por la novedad del espectáculo. - -Como Oliverio acompañaba tambien á su maestro en la mayor parte de sus -espediciones de cuerpos mayores para adquirir esa _firmeza_ de carácter -y ese ascendiente sobre la sensibilidad que distingue al enterrador de -las demás clases de la sociedad, mas de una vez tuvo ocasion de observar -con que _resignacion_ y con que _noble_ valor ciertos _espíritus -animosos_ suportaban sus pruebas y sus pérdidas. - -Era digno de notarse que las personas de uno y otro sexo que mientras -tenia efecto el entierro se entregaban á la mas violenta desesperacion, -eran las que al regresar á la casa mortuoria se en contraban mucho mejor -presentándose ya perfectamente tranquilas despues de la comida -acostumbrada. Oliverio contemplaba con grande asombro todos estos hechos -á la vez satisfactorios é instructivos. - -Si Oliverio Twist adquirió la resignacion por el ejemplo de esas _buenas -gentes_ es cosa que no puedo afirmar con confianza; á pesar de ser su -biógrafo. Solo puedo decir que por espacio de muchos meses continuó -sometiéndose con dulzura á la tiranía y á los malos tratos de Noé -Claypole quien hacia de ellos un uso mas continuado que antes, celoso -como estaba al ver el recien llegado promovido al basten negro y al -sombrero con crespon, cuando el _primer_ venido se habia quedado con la -gorra redonda y calzon de piel. Carlota por su parte lo maltrataba porque -así lo hacia Noé y la Señora Sowerberry era su enemiga declarada, -porque Mr. Sowerberry le demostraba proteccion. De modo que Oliverio -viéndose obligado á luchar por un lado contra esos tres individuos y -por otro contra la repugnancia á los entierros estaba muy lejos de -encontrarse a su gusto. - -Pero héme aquí llegado á un pasaje importante de su historia; debo -citar un hecho que si bien fué de poca importancia, no dejó de producir -un cambio total en su porvenir. - -Un dia que Oliverio y Noé habian bajado á la cocina á la hora -acostumbrada de comer para tomar cada uno su parte de una libra y media -de mala comida, encontrándose Carlota ausente en aquel entonces tuvieron -que esperar un momento durante el cual Noé Claypole que era la vez -famélico y vicioso creyó pasar mejor el tiempo hostigando y -atormentando al jóven Twist. En efecto, empezó por poner los piés -sobre los manteles, tiró los cabellos de Oliverio, le pellizcó las -orejas, le insinuó que era un maulon y llegó hasta á manifestar el -placer que tendria en verlo colgar un dia de la horca. En suma, no hubo -maldades que no pusiera en ejercicio contra ese pobre muchacho haciendo -con ello honor á su natural perverso de niño de la caridad que era. -Pero viendo que todo esto no producía el efecto que esperaba, que era -hacer llorar á Oliverio, cambió sus baterías y para hacerse aun mas -gracioso hizo lo que hacen muchas almas de cieno personas mas -_encopetadas_ que Noé cuando quieren hacerse el _mono_; lo atacó -personalmente. - ---Expósito! dijo --¿cómo se encuentra tu mamá? - ---Ha muerto. --respondió Oliverio. --Os ruego no me hableis de ella! - -Al decir esto un vivo encarnado apareció en el rostro del niño, su -respiracion se hizo dificultosa, hubo en sus labios y en sus narices un -juego estraño que el _Señor_ Claypole tomó por el preludio de unas -fuertes ansias de llorar. Poseido de esta idea, volvió á la carga. - ---Y de que ha muerto expósito? --preguntó. - ---De pesar! Esto al menos es lo que me han dicho algunas viejas de la -casa de caridad --repuso Oliverio mas bien dirijiéndose a sí mismo que -respondiendo a Noé --Adivino azás lo que es morir de pesar. - ---La titiridon, la titirindaina! --gorgeó Noé viendo rodar una lágrima -en la megilla del niño. --Vaya . . . que es lo que te hace lloriquear -ahora? - ---No _vos_ al menos! --replicó Oliverio pasando su mano con rapidez -sobre su mejilla para enjugar una lágrima prócsima á caer. --No -penseis que seais _vos_! - ---Nunca jamás he pensado ni pensaré tal cosa! --repuso Noé con aire -chocarrero. - ---Entonces hasta sobre este punto! --replicó vivamente Oliverio ---Guardaos de hablarme mas de ella; es lo mejor que podeis hacer. - ---Lo mejor que puedo hacer! --esclamó Noé. --Mil perdones! Lo mejor que -podré hacer! Largaos que allá viene mata muertos! ah! ah! ah! Paquete -de contrabando! no te insolentes ó me enojo! Tú respetable mamá era un -buen pedazo de moza, he? - -Esto diciendo Noé sacudió la cabeza con malicia y frunció su pequeña -nariz roja todo lo que sus músculos le permitieron en esta ocasion. - ---Te consta positivamente. --continuo envalentonado por el silencio de -Oliverio y afectando un aire de piedad maligno. --Sabes bien que ya no -hay remedio ahora: tu mismo nada podrias lo que siento y te aseguro que -te compadezco de todo corazon al igual de todos los que te conocen; con -todo es preciso confesar que tu madre era una verdadera mugerzuela. - ---Una verdadera que? --preguntó Oliverio levantando súbitamente la -cabeza. - ---Una verdadera mngerzuela. --Repuso friamente Noé --Y vale mas que haya -muerto así que no verse encerrada en Bridewell ó transportada á -Botany-Bay ó bien . . . (que era lo mas probable) hacerse colgar ante -Newgate? - -Ebrio de cólera Oliverio saltó de su sitio, derribó mesa y sillas, -cogió á Noé por el cogote y en un movimiento de rabia lo sacudió con -tal violencia que sus dientes crugieron en su cabeza; luego reuniendo -toda su fuerza le asestó un golpe tan furioso que lo derribo á sus -piés. - -Aun no hacia un minuto que este mismo niño anonadado por los malos -tratos era la misma dulzura; pero su corage al fin se habia dispertado. -La afrenta hecha á la memoria de su madre hizo hervir la sangre en sus -venas; su pecho latia con violencia; su aspecto era fiero; su ojo vivo y -brillante. Ya no era el mismo niño desde que miraba á su vil -perseguidor tendido á sus pies y lo desafiaba con una enerjia que no se -le habia conocido hasta entonces. - ---Socorro! --gritó Noé -- Cár . . . lota! Se . . ño . . ra! Oliverio -me asesina! Socorro! socorro! - -Los aullidos de Noé fueron oidos por Carlota que respondió á ellos con -un grito penetrante y por la Señora de Sowerberry cuya voz se elevó á -un diapason todavía mas alto. La primera se abalanzó á la cocina por -una puerta lateral, y su ama se paró en la escalera hasta estar segura -de que sus dias no corrian peligro. - ---Miserable pilluelo! --gritó Carlota sacudiendo á Oliverio con toda su -fuerza que igualaba cuando menos á la del hombre mas robusto --Ingrato! -infame! asesino! --y á cada silaba asestaba un famoso puñetazo y un -robusto chillido todo por el bien de la sociedad. - -A pesar de que el puño de Carlota no era muy ligero, la Señora -Sowerberry temiendo sin duda que no produjera todo el efecto necesario -para calmar la cólera de Oliverio se precipitó en la cocina lo cogió -con una mano por el cuello y con la otra le arañó el rostro mientras -que Noé aprovechándose de esta ventaja _inmensa_, se incorporó y le -dió sendos golpes por detrás. - -Este ejercicio demasiado violento no podia prolongarse mucho; tendidas de -fatiga las dos mugeres á fuerza de sacudir y arañar, arrastraron al -niño que gritaba y se debatia mas bien por furor que por miedo hasta la -carbonera y allí lo encerraron con llave. Despues de este esfuerzo -supremo la Señora Sowerberry se dejó caer en una silla y prorumpió en -copiosa llanto. - ---Bondad divina! El ama se pone mala! --dijo Carlota --Noé! pronto -querido, un vaso de agua. - ---Ay! Dios mío! Carlota! --dijo la Señora Sowerberry con voz -balbuciente á causa de una fatiga de respiracion y de una cantidad de -agua fria que Noé le habia arrojado á la cara y espaldas --Oh! Carlota! -Por dicha no hemos sido asesinados todos en la cama. - ---Ah! si; ha sido una gran fortuna señora! --respondió esta. --Esto le -enseñará al amo á no introducir jamás en su casa á esos _seres -horribles_ que han nacido ladrones y asesinos desde su cuna. En cuanto á -Noé, poco ha faltado que no haya sido muerto al entrar yo en la cocina. - ---Pobre muchacho! --dijo la Señora Sowerberry dirijiendo una mirada -compasiva á su aprendiz. - -Noé que era mas grande que Oliverio á lo menos de cabeza y hombros, -viéndose el objeto de la conmiseracion de _las señoras_ se frotó los -ojos con las palmas de las manos en ademan de llorar. - ---Qué hacemos ahora? --esclamó la Señora Sowerberry --Mi marido no -está en casa; no hay aquí nadie y antes de diez minutos el malvado -hundirá la puerta. - -Las violentas sacudidas que Oliverio daba á la susodicha puerta hacian -al temor muy fundado. - ---Dios mio! Dios mio! A la verdad no sé señora! --dijo Carlota --á -menos que no vayamos á buscar los agentes de policia. - ---O bien la guardia. --Propuso el _señor_ Claypole. - ---No; no. --repuso la Señora Sowerberry pensando de pronto en el antiguo -amigo de Oliverio --Noé; corre á buscar á Mr. Bumble; díle que venga -aquí sin dilacion, sin perder un minuto. No importa tu gorra; despachate -y por una oja de cuchillo sobre tu ojo durante el camino; esto calmará -la hinchazon. - -Noé sin cuidarse de responder se precipitó fuera de la casa y corrió -con toda la ligereza permitida á sus piemas. Las gentes que encontró en -el camino no se sorprendieron poco al ver un muchacho de la escuela de la -caridad corriendo desalentado por las calles sin gorra en su cabeza y con -una hoja de cuchillo sobre su ojo. - - - - -CAPITULO VII. - -OLIVERIO ES UN REFRACTARIO COMPLETO. - - -NOÉ corrió como un galgo por las calles y no se paró para tomar -aliento hasta que hubo llegado al portal de la Casa de caridad. Allí -esperó algunos minutos á que vinieran en su ayuda las lágrimas y los -sollozos y pudiera prestar á su fisonomía un aire de espanto y de -terror. Luego llamó bruscamente á la puerta y, manifestó un semblante -tan lastimoso al viejo pobre que vino á abrirle, que este aunque muy -acostumbrado á no ver á su alrededor mas que semblantes lastimosos aun -en los mas bellos dias del año retrocedió asombrado. - ---Que te pasa muchacho?-- preguntó. - ---Mr. Bumble! Mr. Bumble!-- gritó Noé fingiendo terror y alzando tanto -la voz que su acento no solo llegó á los oidos de Mr. Bumble que se -hallaba distante algunos pasos si que tambien lo espantó hasta el -estremo de precipitarse en el patio sin su fiel tricorne (circunstancia -tan rara como curiosa que nos convence de que un pertiguero cuando es -presa de un impulso repentino y poderoso, puede muy bien caer en una -fascinacion momentánea y olvidarse á la vez de si mismo y de su -dignidad personal. - ---Señor Bumble!-- dijo Noé --si supierais señor . . . Oliverio, ha . . . - ---Y bien! que? que ha hecho Oliverio? --preguntó el pertiguero brillando -un rayo de placer en sus ojos metálicos --¿Se ha fugado? - ---No Señor; muy al contrario; en vez de fugarse se ha vuelto _asesino_! ---replicó Noé --Ha querido asesinarme á mi y luego á Carlota y luego -á la señora . . . Oh! la . . . la . . . la . . . la. ¡Dios mio, que -dolor! Señor si supierais . . . Oh! hu! ah! (al mismo tiempo se -retortigaba en todas direcciones, removiendo el vientre con ambas manos y -haciendo contorsiones y visajes horribles, para hacer creer á Mr. Bumble -que por el ataque violento que habia sufrido se le habia desarreglado -algo en el cuerpo que le hacia sufrir cruelmente en aquel momento.) - -Viendo que habia logrado su objeto y que su relacion habia paralizado al -pertiguero, juzgó oportuno añadir al efecto producido una serie de -lamentaciones sobre una octava y media mas alta que antes. En esto -apercibió á un caballero de chaleco blanco que atravesaba el patio y le -vino la feliz idea de llamar la atencion y excitar el enojo del susodicho -caballero gritando mas recio que nunca. - -En efecto el caballero no hubo dado dos pasos cuando retrocedió y se -informó del motivo que hacia _aullar_ de tal modo á aquel _cachorro de -presa_; amonestando á Mr. Bumble porque no le habia administrado dos -buenos bastonazos para hacerle llorar por alguna cosa. - ---Es un pobre muchacho de la escuela de la caridad --dijo Bumble --que ha -estado muy cerca de ser asesinado por el jóven Twist. - ---No lo dije! --esclamó el hombre del chaleco blanco parándose -secamente --Estaba yo bien seguro! Desde el momento tuve el extraño -presentimiento de que ese pilluelo algun dia se haria colgar de una horca. - ---Tambien ha intentado asesinar á la criada! --dijo Bumble pálido de -terror. - ---Y luego á su ama! --añadió Noé. - ---No habeis dicho que tambien á su amo? --repuso el pertiguero. - ---No señor; porque habia salido de otro modo le hubiera asesinado ---replicó Noé --Así lo ha dicho. - ---Hijo mio! con que ha dicho que lo quería asesinar? --dijo el caballero -del chaleco blanco. - ---Si. --repuso Noé --Y á propósito mi ama me envía para suplicar á -Mr. Bumble venga por un momento á casa si puede para zurrar á Oliverio -ya que mi amo está ausente. - ---Tienes razon amiguito! tienes razon! --dijo el caballero del chaleco -blanco con aire melifluo, y pasando su mano sobre la cabeza de Noé que -era mas alto que el á lo menos de tres pulgadas añadió --Toma ahi -tienes un sueldo para tí. Bumble! corred con vuestro baston á casa -Sowerberry y ved vos mismo lo que hay que hacer. No haya cuartel Bumble; -lo entendeis? - ---Perfectamente. --replicó el otro encajando un látigo que se adaptaba -al estremo de su baston y del que se servia para imponer correcciones -_parroquiales_. - ---Decid á Sowerberry que tampoco le perdone. Solo á golpes se podrá -algo con él. --dijo el hombre del chaleco blanco. - -Ajustados el baston y el tricorne cada uno en su lugar y sitio con gran -satisfaccion de su comun dueño, Mr. Bumble y Noé Claypole se dirijieron -precipitadamente á la casa de Sowerberry. - -En ella el estado de los asuntos no habia mejorado lo mas mínimo. Mr. -Sowerberry aun no habia vuelto y Oliverio continuaba dando puñetazos á -la puerta de la carbonera con brio igual. El fiel relato que Carlota y la -Señora Sowerberry hicieron de la _ferocidad_ del niño fue le un -carácter tan alarmante que Mr. Bumble - -juzgó prudente parlamentar antes de abrir la puerta. De consiguiente -dió por si mismo un puntapié en ella á guisa de exordio, y aplicando -sus labios al ojo de la llave dijo con tono grave é imponente. - ---Oliverio! - ---Abrid esta puerta! --respondió el niño. - ---Oliverio reconoces esta voz? --preguntó el pertiguero. - ---Si. --repuso Oliverio. - ---Y no os da miedo? No temblais, mientras os hablo? - ---No. --respondió Oliverio con resolucion. - ---Una respuesta tan diferente de la que tenia derecho á esperar y á la -que no estaba acostumbrado, desconcertó en gran manera á Mr. Bumble. -Dió tres pasos atrás, se empinó todo derecho y paseó alternativamente -sus miradas sobre los tres espectadores sin poder proferir una palabra. - ---Ya lo veis Señor Bumble! --dijo la Señora Sowerberry --Es necesario -que esté loco. Otro muchacho que no poseyera mas que la mitad de su -razon, so guardaría muy bien de hablaros de este modo. - ---No es la locura señora! --dijo Mr. Bumble despues de algunos instantes -de refleccion --Es la comida! - ---Que me decís? --esclamó la Señora Sowerberry. - ---La comida señora! --repuso el pertiguero con tono enfático --No mas -que la comida. Lo habeis sobrecargado de alimento; habeis _erijido_ en -él un alma y una inteligencia _artificiales_ que de ningun modo -convienen á las personas de su clase; como o lo dirán por su propio -labio los Administradores que son filósofo experimentales señora -Sowerberry. Que necesidad tienen los _pobres_ de poseer una inteligencia -y un alma? No basta el que les hagamos vivir? Si vos señora no le -hubieseis dado mas que puches no hubiéramos llegado á este caso. - ---Dios mio! Dios mio! --esclamó la Señora Sowerberry elevando -piadosamente sus ojos al techo do la cocina --Es posible que esto dimane -de un exceso do liberalidad! - -La liberalidad do la Señora Sowerberry para con Oliverio consistia en -una prodigalidad confusa de escamochos que ningun otro que el hubiera -querido comer; por lo que habia mucha abnegacion y deferencia en soportar -voluntariamente la _pesada acusacion_ de Mr. Bumble de la que (sea dicho -con justicia) era inocente de pensamiento, de palabra y de accion. - ---Ahora bien --dijo el pertiguero cuando la Señora vuelta de su éxtasis -dirijió de nuevo sus ojos á la tierra --lo que conviene por el momento -en mi sentir es dejarle veinte y cuatro horas aquí hasta que el hambre -empiece á hacerle cosquillas; luego le pondreis en libertad y lo -sujetareis á los puches claros durante todo el tiempo de aprendizage. -Señora Sowerberry tened entendido que procede de _mala semilla_. El -cirujano y la enfermera me han dicho que su madre vino á la casa entre -dificultades y penas que hubieran acabado mucho antes con una _muger -virtuosa_. - -A este punto del discurso Oliverio que habia comprendido lo bastante para -saber que se hacia de nuevo alusion á su madre, volvió á golpear con -tal fuerza que aturrullaba los oidos. En medio de esta bataola entró Mr. -Sowerberry y habiéndole _las señoras_ contado el crímen de Oliverio -con toda la exajeracion que creyeron á propósito para exitar su enojo, -en un abrir y cerrar de ojos abrió la carbonera é hizo salir de ella á -su _rebelde_ aprendiz cojiéndole por el cogote. - -Durante la lucha los vestidos de Oliverio habian sido rasgados, su rostro -estaba magullado y arañado, sus cabellos caian en desórden sobre su -frente. El rojo de la cólera no habia desaparecido aun de sus megillas, -y al salir de su prision lejos de manifestarse acobardado dirigió una -mirada amenazadora á Noé. - ---Ola! bravo mozo! --dijo Sowerberry sacudiendo la cabeza de Oliverio y -dándole luego un bofeton en la oreja. - ---Porque ha hablado mal de mi madre. --replicó el niño. - ---Y aun que así fuera pillastron! --dijo la Señora Sowerberry --No ha -dicho todo lo que ella merece! - ---No lo merece! --dijo Oliverio. - ---Lo merece. --objetó la Señora Sowerberry. - ---Es mentira! - -La Señora Sowerberry derramó un torrente de lágrimas. Este torrente de -lágrimas privaba á Mr. Sowerberry de toda alternativa. El lector -prevenido comprenderá fácilmente que si este último hubiese titubeado -un solo momento en castigar severamente á Oliverio, hubiera sido bajo el -aspecto de los usos establecidos cuando se trata de disputas conjugales, -un bruto, un marido desnaturalizado, una ridícula imitacion del hombre y -tantos otros hermosos epitetos demasiado numerosos para insertarlos en -este capítulo. Para hacerle justicia tenia á favor del niño toda la -buena disposicion que le permitia su poder muy limitado: pueda tambien -que le impulsara el propio interés; ó bien porque su muger no lo podia -sufrir. Asi es que como tengo dicho ese torrente de lágrimas no le -dejaba alternativa y de consiguiente lo zurró de lo lindo para -satisfacer á su ultrajada esposa y hacer al mismo tiempo inútil el -_baston parroquial_. Nuestro jóven héroe fué encerrado por todo el -resto del dia en la carbonera en compañía de un jarro de agua y un -mendrugo de pan. Por la noche la Señora Sowerberry lo abrió no sin -haber hecho antes algunas observaciones poco lisongeras respecto á su -madre y entre las burlas y sarcasmos de Noé y de Carlota fué á echarse -en su lecho de dolor. - -Solo cuando se vió aislado en el taller del Zampa-muertos, dió libre -curso á la emocion que el tratamiento del dia debió dispertar en su -pecho de niño. Habia escuchado los sarcasmos con desprecio; habia -sufrido los golpes sin proferir un solo lamento, por que sintiara nacer -en el esa noble fiereza capaz de ahogar el menor grito aun cuando le -hubieran quemado vivo; pero ahora que nadie podia verle ni oirle se dejó -caer de rodillas sobre el pavimento y ocultando su rostro con sus manos -derramó tales lágrimas que Dios quiera que para el bien de nuestro -espíritu ningun niño tan jóven haya tenido ocasion de derramarlas por -nosotros ante él! - -Oliverio permaneció largo tiempo en esta postura: la vela iba á -consumirse del todo en el tubo de su candelera cuando se levantó; y -habiendo mirado con precaucion á su alrededor y escuchando con suma -ansiedad tiró los cerrojos de la puerta de entrada y fijó su vista á -la calle. - -La noche estaba sombria y fria y las estrellas parecieron á los ojos del -niño mas lejanas de la tierra que no las habia visto antes. No soplaba -el menor aire y las sombras negras de los árboles por su inmobilidad -tenian algo de sepulcral como la misma muerte. Volvió á cerrar -suavemente la puerta y aprovechándose de la luz vacilante del cabo de la -vela que finia para envolver en un pañuelo los pocos harapos que tenia -se sentó sobre su jergon esperando el dia. - -A los primeros rayos de la aurora que empezaron á filtrar al través de -las rendijas de la puerta de la tienda, Oliverio se levantó y abrió de -nuevo la dicha puerta. Una mirada temerosa en torno suyo; un momento de -vacilacion . . . la cerró tras si y hele ah en medio de la calle. Miró -á derecha é izquierda no sabiendo por que lado huir. Recordó haber -visto los carros cuando dejaban el pais subir lentamente la colina . . . -se dirije por este lado y habiendo llegado á un sendero que sabia iba á -desembocar en la carretera un poco mas lejos le tomó y marchó á buen -paso. - -Al hallarse en este mismo sendero Oliverio recordó haber trotado por el -al lado de Mr. Bumble cuando este le volvia de la sucursal á la casa de -Caridad. Este camino conducia á aquella. Su corazon latia muy fuerte -pensando en ello y le vinieron ganas de retroceder. Sin embargo habia ya -andado un largo trecho y perdía mucho tiempo obrando asi; además era -tan de mañana que no habia peligro de que se le viera. Continuó pues y -llegó delante de la casa. No habia apariencia de que los comensales -estuvieran ya levantados en una hora tan matinal. Se paró y miró con -precaucion al jardín. Un niño estaba en el ocupado en arrancar las -malas yerbas de un cuadro y al levantar la cabeza pare descansar Oliverio -reconoció en él á uno de sus camaradas de la infancia. Tuvo mucha -satisfaccion de verle antes de partir; porque aunque mas jóven que él, -este niño habia sido su amigo y compañero de juego. Habian tenido -hambre, habian sido golpeados y encerrados juntos tantas y tantas veces! - ---Silencio Ricardo! --dijo Oliverio viendo al muchacho correr á la -puerta y pasar sus bracesitos al traves de la verja para recibirle --Se -han levantado ya aquí? - ---No; yo solo! --respondió el niño. - ---Que no digas que me has visto; lo entiendes Ricardo? --dijo Oliverio ---Yo me escapo: me golpeaban y me maltrataban muchísimo! Voy á buscar -fortuna lejos, muy lejos de aquí; no se donde. ¿Que pálido estás? - ---He oido decir al médico, que me muero. --repuso el niño con una -lánguida sonrisa --Estoy tan contento de verle querido amigo! Pero no te -entretengas; vete pronto! - ---No, no! quiero decirte hasta la vista. --prosiguió Oliverio --Volveré -á verte Ricardo; estoy seguro de ello. Entonces estarás bueno y serás -mas feliz. - ---Asi lo espero! --dijo el niño --pero cuando habré muerto; no antes. -Se bien que el médico tiene razon Oliverio; porque sueño muy amenudo en -el cielo y en los ángeles y veo fisonomías dulces cual no las he visto -nunca cuando estoy dispierto. Abrázame! --continuó encaramándose en la -puerta del jardin y pasando sus bracecitos alrededor del cuello de -Oliverio --Hasta la vista allá arriba amigo! Que Dios te bendiga! - -Aunque dada por un niño, esta bendicion era la primera que Oliverio -sentia invocar sobre su cabeza y en medio de los sufrimientos y de las -vicisitudes de su vida futura, no la olvidó una sola vez. - - - - -CAPÍTULO VIII. - -OLIVERIO SE DIRIJE Á LONDRES, Y ENCUENTRA EN EL CAMINO UN JÓVEN -SINGULAR. - - -OLIVERIO despues que hubo llegado al estremo del sendero, se encontró en -la carretera. Eran las ocho de la mañana: á pesar de haber andado ya -cinco millas, corrió y se ocultó como pudo tras las hayas hasta el -medio dia temiendo ser cojido en el caso de que se le persiguiera. -Entonces se sentó en un mojon y se puso á pensar per la primera vez en -el punto donde debia ir para poder ganarse la subsistencia. - -Muchas veces habia oido decir á los viejos de la casa de Caridad que un -muchacho de corazon no podia dejar de pasarlo bien en Londres y que habia -en esa gran ciudad recursos de que los habitantes de las provincias no -podian formarse una idea. Este era justamente el punto propio para el -niño sin asilo y que podia morirse en medio de la calle si alguno no -venia á su socorro. Se puso pues en marcha con valor acostándose por la -noche al aire libre, viviendo ya de limosnas, ya de los restos arrojados -por los caminantes; despreciado y rechazado por todas partes. - -El séptimo dia de su partida entró muy de madrugada fatigadísimo en la -pequeña ciudad de Barnet. Las puertas de las casas estaban cerradas, las -calles desiertas, nadie se habia levantado aun para prepararse á los -trabajos del dia. El sol se elevaba radiante; pero su luz solo demostraba -al niño de una manera mas sensible su abandono y su miseria. Se sentó -en las gradas de una iglesia con los piés llenos de sangre y polvo. - -Poco á poco se abrieron las puertas, se estendieron los toldos y la -gente empezó á circular por las calles. Algunas personas (en número -muy pequeño) se detuvieron un momento para contemplarle ó solo se -volvieron al pasar á toda prisa; pero nadie le socorrió ni se tomó -siquiera la pena de indagar porque se encontraba de tal modo en aquel -sitio. El pobre niño no se sentia con ánimo para mendigar y estaba -sentado allí sin saber lo que seria de él. - -Habia ya algun tiempo que permanecía en tal posicion asombrándose del -gran número de tabernas que veia, (pues que cas todas las casas de -Barnet lo son) y mirando con displicencia los carruajes públicos que -pasaban rápidamente ante él, cuando le sacó de su reflexion la vista -de un jóven que hacia pocos instantes acababa de pasar sin mostrar haber -reparado en él y que retrocediendo luego y colocándose al otro lado de -la calle le miraba con la mayor atencion. De pronto no hizo caso de ello; -pero viendo que el tal muchacho permanecia tanto tiempo en la misma -actitud, levantó la cabeza y le miró del mismo modo. Entonces este -atravesó la calle y dirijiéndose directamente á él dijo: - ---Y bien monigote! Que haces ahí hecho un estafermo? - -El individuo que hizo tal pregunta á nuestro jóven viagero, era poco -mas ó menos de su edad, pero tenia el aspecto de una originalidad nunca -vista por Oliverio. - ---Y bien! De que se trata? --prosiguió. - ---Me muero de hambre y estoy sumamente fatigado! --respondió Oliverio -con las lágrimas en los ojos --He hecho un largo camino; he andado -durante siete dias. - ---Durante siete dias! --dijo el jóven --Ah! ya caigo. De órden del -_pico_ . . . he! --luego añadió notando la sorpresa de Oliverio. ---¿sabes acaso lo que es un _pico_ mi jóven camarada? - -Oliverio respondió ingenuamente que siempre habia oido decir que un -_pico_ era la boca de un pajaro. - ---Vaya un _zopo_! --esclamó el jóven --El _pico_ es el magistrado. -_Marchar de órden del pico_, no es andar en derechura, sino _trepando -siempre sin jamás volver á descender_. ¿No has estado nunca sobre el -_molino_. - ---Qué molino? --preguntó Oliverio. - ---Que molino! que molino! Por vida de . . . el molino que rueda cien -veces mas rápido cuando _son bajas las aguas_, es decir cuando la bolsa -está en seco, que cuando están _altas_ porque en este último caso -siempre hay menos _obreros_ . . . Esto se comprende perfectamente sin -romperse los cascos. Ven conmigo; no tienes nada que meter bajo el diente -y es necesario que _rumies_. No hay gran cosa en la faltriquera solo un -_rond_ y un _Jaime_ pero no le hace ello vendrá. --Vamos en movimiento -las _canillas_! - -El jóven, ayudó á Oliverio á levantarse y lo condujo hácia una -revenderia donde compró un poco de jamon y un pan de dos libras; hizo en -este un agujero é introdujo por él el jamon para preservarlo del polvo; -luego metiéndolo bajo el zobaco se dirijió hácia una taberna de sucia -apariencia y entró en una sala trasera. Allí; puesta sobre la mesa una -botella de cerveza de órden del _misterioso jóven_, Oliverio á una -señal de este emprendió un espléndido almuerzo durante el cual el -_estraño muchacho_ le observaba por intervalos con la mayor atencion. - ---Vas á Londres? --dijo el jóven cuando Oliverio hubo concluido. - ---Si. - ---Tienes posada? - ---No. - ---Y dinero? - ---Tampoco. - ---El jóven se puso á silvar metiéndose las manos en las faltriqueras -todo lo que le permitieron las mangas de su casacon. - ---Vivís vos en Londres? --preguntó Oliverio. - ---Si; cuando estoy en mi casa! --respondió el otro --Supongo que no -sabrás donde acostarte esta noche he? - ---Es cierto. --repuso Oliverio. --No he dormido bajo tejado desde que -abandoné mi pais. - ---No te inundes de mocos por ello! Haces mal en atormentarte de este modo -las pestañas. --replicó el jóven mozalvete. --Yo tambien tengo que -estar en Londres esa noche y allí conozco un anciano _respetable_ que te -dará alojamiento de valde, entendámonos siendo presentado por alguno de -sus amigos . . . Por que de lo contrario! ya escampa! No es lerdo el tal -vejete! - -Esto diciendo el jovenzuelo sonrió para dar á entender que la última -parte de su soliloquio era puramente irónico y vació incontinenti su -vaso. - -Este ofrecimiento inesperado de un alojamiento era demasiado seductor -para ser rehusado, sobre todo cuando fué seguido inmediatamente por la -seguridad de que una vez conocido del _anciano caballero_, este no -dejaria pasar mucho tiempo sin proporcionar á Oliverio alguna colocacion -bastante ventajosa. Esto llevó á una conversacion mas confidencial en -la que Oliverio descubrió que su amigo que se llamaba Jaime Dawkins era -el amigo íntimo y el protegido del viejo señor en cuestion. - -El exterior de Mr. Jaime no hablaba mucho que digamos en favor de las -ventajas que su _patronato_ obtenia pava aquellos que tomaba bajo su -proteccion; pero como tenia un modo de espresarse _pronto y obscuro_ á -la vez y como confesó además que entre sus _camaradas_ era mas bien -conocido bajo el apodo de _fino camastrón_, Oliverio concluyó de ahí -que su compañero siendo tal vez _insustancial y ligero_ la moral del -_viejo señor_ no babia fructificado en él. Con tai pensamiento -resolvió por su parte aprovecharse de ella lo mas pronto posible y si -encontraba al Camastrón incorregible como tenia motivos para creerlo, -renunciaria al honor de ser su camarada. - -Como Jaime Dawkins habia declarado no querer entrar en Londres hasta la -noche, eran cerca las once cuando llegaron á la barrera de _Islington_. -Pasaron por diferentes calles hasta llegar á _Great-Saffron-Hille_ que -el camastrón atravesó mas que de prisa previniendo á Oliverio le -siguiera de cerca. - -Este estaba pensando seriamente si se escaparia, cuando llegaron al -estremo de la calle. Su compañero cojiéndole entonces por el brazo -empujó la puerta de una casa cerca de F_ield-Lane_, y metiéndole en el -pasadizo cerró la puerta tras de ellos. - ---Quien va! --gritó una voz que venia de abajo, respondiendo á un -silvido del Camastron. - ---Plumy y Slám! --tal fué su respuesta. - -Este era probablemente el santo y seña ó el aviso de que nada habia que -temer, porque la débil luz de una vela se reflejó en la pared al -extremo opuesto del pasadizo y se mostró una cabeza á flor de tierra en -el punto donde estaba antes el antiguo tramo de la escalera de la cocina. - ---Sois dos? --dijo un hombre cuya era la cabeza avanzando algo mas la -vela y estendiendo su mano sobre los ojos para ver mejor --¿Quien es el -otro? - ---Un _neófito_ --respondió Jaime empujando á Oliverio hacia adelante. - ---De donde viene? - ---Del pais de la _Ganuza_. ¿Fajin está arriba? - ---Si; acomoda los _desperdicios_. Ea; subid. - -La luz se hundió y con ella la cabeza. - -Oliverio buscando su camino á tientas con una mano y con la otra -cojiendo los faldones del casacon de su compañero llegó no sin trabajo -á lo alto de la escalera sombria y medio rota que el Camastrón trepó -con una seguridad y ligereza que probaban serle muy conocido el camino. -Este abrió la puerta de un aposento situado en la parte trasera de la -casa, é hizo entrar á su nuevo compañero. - -En él estaban reunidos alrededor de una mesa, un viejo judío -cadavérico y asqueroso, dos muchachos muy semejantes en aspecto al -_Camastron_ y dos jovencitas vivarachas. Cada uno tenia ante sí un plato -con una tajada de tocino frito que cortaba en pedazos y los comia con -mucha voracidad. - ---Fagin! --dijo el Camastrón dirijiéndose al viejo --Os presento mi -amigo Oliverio Twist. - -Aquel sonrió, y haciendo un profundo saludo á Oliverio, le cojió la -mano diciéndole tendria el honor de relacionarse con él. - ---Estamos muy contentos de verte. --añadió --Camastrón! Saca esas -salsichas de la sarten y acerca ese taburete á la lumbre para que -Oliverio se sienta, coma y se caliente. Ah! miras los pañuelos de -faltriquera de sobre aquel cofre amiguito? Algunos no son malejos he? -Justamente acabamos de contarlos para mandarlos á lavar . . . esto es -todo; todito . . . Ah! ah! ah! - -La risita del judío exitó la hilaridad de sus jóvenes comensales y en -medio de carcajadas estrepitosas continuaron la cena. - -Oliverio tomó su parte de ella. Luego el judío le llevó un vaso de -ginebra y agua caliente recomendándole lo bebiera de una sola vez para -pasar el cubilete á otro; pero á penas lo hubo tragado se sintió -atraer suavemente sobre unos sacos amontonados en un rincon y se durmió -profundamente. - - - - -CAPÍTULO IX. - -ALGUNOS DETALLES CONCERNIENTES AL VIEJO CHISTOSO Y SUS ALUMNOS -SOBRESALIENTES. - - -ERA ya tarde cuando Oliverio se dispertó á la mañana siguiente. En el -aposento no habia mas que el viejo ocupado en hacer hervir café y -silvando por lo bajo mientras lo removia con una cuchara de hierro. De -vez en cuando se paraba para escuchar al menor ruido que oia y cuando -habia satisfecho su curiosidad volvia á remover el café y á silvar de -lo lindo. - -Despues que el café estuvo hecho, puso la cafetera en el suelo y no -sabiendo como matar el tiempo, se volvió maquinalmente hacia Oliverio y -le llamó por su nombre. Era probable que el niño dormia, porque no -respondió. Luego que se hubo asegurado de ello se dirijió de puntillas -á la puerta y la cerró con los cerrojos. En seguida á lo que le -pareció á Oliverio (que realmente no dormia) levantó un ladrillo del -pavimento; sacó de un hoyuelo practicado debajo de el una cajita, y la -colocó sobre la mesa. Sus ojos brillaron al levantar la tapadera y al -sumerjir dentro de ella su mirada. Por último acercando una silla vieja, -se sentó y sacó de la caja un reloj de oro magnífico y resplandeciente -de diamantes. - ---Ah! ah! --dijo encojiéndose de hombros y haciendo una mueca horrible ---Eran ellos unos famosos conejos! unos verdaderos hurones! Firmes hasta -el fin! Incapaces de decir al _negro bonete_ donde esto se encontraria! -Jamás, jamás han vendido al viejo Fagin! Además ¿les hubiera servido -esto acaso para librarse del balanceo? Pamema! Tampoco se hubiera -aflojado el nudo escurridizo. No, no! Ah! Eran buenos vivientes! Famosos -conejos! - -Haciendo estas reflecciones y otras de la misma naturaleza, el judío -volvió el reló á su sitio primitivo. Otros cinco ó seis por lo menos -fueron sacados sucesivamente de la misma caja y pasados en revista con la -misma satisfaccion, como tambien sortijas, alfileres, braceletes y otros -artículos de joyeria de una materia tan magnífica y de un trabajo tan -precioso que su vista tenia á Oliverio en babia. - -Despues de haber colocado el judío estas joyas en su sitio anterior -tomó otra tan pequeña que la tenia en el hueco de su mano. Esta parecia -tener cincelada una inscripcion muy diminuta, porque la puso sobre la -mesa y garantizándola de la falsa luz poniendo la mano ante ella, la -examinó largo tiempo con la mas viva atencion. En fin renunciando á la -esperanza de descifrar aquella leyenda remitió la joya en la cajita -inclinándose en el respaldo de su silla. - ---Magnífica cosa la _pena capital_! --murmuró entre dientes-- Los -muertos no regresan para _bachillerear_. Oh! Es una gran garantia para el -comercio! lineó de ellos enfilados en la misma cuerda y ninguno tan ruin -para desembuchar el secreto! - -Al decir esto el judío que hasta entonces habia tenido sus ojos negros y -penetrantes sobre la joya en un estado de fijeza estática los dirijió -á Oliverio y viendo que el niño le miraba con muda curiosidad, -comprendió que habia sido observado. Entonces cerrando bruscamente la -cajita, se apoderó de un cuchillo que estaba sobre la mesa y se levantó -furioso. Sin embargo no estaba seguro, pues Oliverio á pesar de su -espanto pudo notar que el cuchillo temblaba en la mano del viejo. - ---Por vida de! --esclamó el judío --¿Me espiabas? Estabas dispierto? -Que has visto? Oh! habla . . . niño! responde pronto! va en ello tu vida! - ---No he podido dormir mas tiempo señor! --respondió Oliverio --siento -haberos interrumpido. - ---Tu no estabas dispierto hace media hora he? --preguntó el viejo con -acento estraviado. - ---No señor es la pura verdad! --repuso Oliverio. - ---Estás de ello seguro? --gritó el judío dando á su mirada una -espresion mas feroz y tomando una actitud amenazadora. - ---Si, si señor! lo juro! --replicó el niño con ansia --Os aseguro que -no estaba dispierto! de toda verdad! de toda verdad! - ---Cállate; cállate! --dijo el judío recobrado de repente sus maneras -ordinarias y aparentando jugar con el cuchillo antes de volverlo sobre la -mesa para dar á entender que no lo habia cojido mas que por broma --Ya -lo sabia buen amigo y esto no era mas que para darte miedo, para reirme. -Sabes hijuelo mio que eres un valenton! Ah! ah! eres un valenton -Oliverio! --Mientras decia esto frotaba sus manos con falsa sonrisa y no -dejando de mirar la cajita con alguna inquietud. Luego poniendo su mano -sobre la tapadera añadió despues de un momento de silencio. --Has visto -tu algunas de esas cosas hermosas amigo mio? - ---Si señor. --respondió Oliverio. - ---Ah! --hizo el judío cambiando de color --Estos son . . . es mi -pequeño haber Oliverio; es mi propiedad, todo lo que tengo para -descansar en mis viejos días! El mundo dice que soy avaro; si amigo mio, -solamente avaro; nada mas que esto. - -Oliverio pensó que efectivamente el _viejo señor_ debia ser avaro pues -que vivia en un sitio tan miserable con tantos relojes; imaginándose -luego que tal vez su ternura por el _fino camastron_ y los demás -muchachos le costaba mucho dinero no dejó de tenerlo en mayor estima y -le preguntó respetuosamente si podia levantarse. - ---Ciertamente amigó mio! ciertamente! --respondió él viejo judío ---Espera; detras de la puerta hay un cantaro de agua: traelo aquí: voy -á darte una cofaina para lavarte. - -Oliverio se levantó, atravesó el aposento y se bajó para tomar el -cantaro; cuando se volvió la cajita habia desaparecido. - -Apenas habia concluido de lavarse y poner cada cosa en su sitio despues -de haber arrojado el agua de la cofaina por la ventana á tenor de las -órdenes del judío, cuando el _fino camastron_ Volvió á entrar -acompañado de uno de sus amigos, jóven alegrillo que Oliverio habia -visto la víspera anterior. Este le fué presentado con todas las -fórmulas debidas, como que era el Señor Cárlos Bates. Cada uno se -sentó á la mesa y comió con el café bollos todavia calientes y jamon -que el Camastron habia traido en la copa de su sombrero. - ---Y bien amigos! --dijo el judío lanzando sobre Oliverio una mirada -maligna el propio tiempo que se dirijia al Camastron --Espero que habreis -estado en el _taller_ esta mañana. - ---Un poco abuelo! --respondió el Camastron. - ---Y con unas ganas deliciosas! --repuso Cárlos. - ---Vaya, vaya! sois buenos chicos; muy buenos chicos! --dijo el judío ---Que es lo que tu has traido Jaime? - ---Dos _agenda_ --respondió este. - ---Guarnecidos he! --preguntó él viejo con interes. - ---Asi asi . . . --replicó el Camastron sacando de su faltriquera dos -_agenda_ la una colorada y la otra verde. - ---No tan macisos como deberian! --esclamó el viejo despues de haber -examinado el interior con una atencion escrupulosa --Pero con todo no -deja de ser un trabajo exquisito: de _mano maestra_. - -No es así Oliverio? - ---Oh! de un trabajador muy hábil os cierto señor! --respondió Oliverio. - ---Aquí el Señor Cárlos esplotó en una estrepitosa carcajada con -grande asombro de Oliverio que no veia en ello ningun motivo de risa. - ---Y tu viejecito! --dijo Fagin á Cárlos --Que es lo que tu nos traes? - ---_Pingajos_. --respondió maese Bates sacando cuatro pañuelos de -faltriquera. - ---Bravo! --repuso el judío despues de haberles pasado revista --No son -malejos á fé mia! Si; pero no los has señalado bien; será preciso -quitarles estas marcas con una aguja, y ya enseñaremos á Oliverio como -es preciso gobernarse para ello. - ---Te gustará aprenderlo Oliverio! he? - ---Si señor! --respondió Oliverio. - ---Gustarias de hacer el _moscardon_ con tanta maestría como Cárlos -Bates ¿no es así amigito? --preguntó el judío. - ---Oh! si señor: me gustaria mucho. Si quisierais enseñarmelo? - ---Maese Bates vió en esta peticion algo de chistoso, pues esplotó en -una nueva carcajada que habiéndole hecho tragar el café malamente, poco -faltó para que no le ahogase. - ---A la verdad es bien _nuevo_! --dijo luego que se hubo repuesto, como -para excusar su conducta impolítica. - -El Camastron pasando su mano por la cabeza de Oliverio y aplanándole los -cabellos sobre su frente dijo que pronto sabria bastante. En esto el -judío viendo que el rostro del niño se ponia colorado, cambió de -conversacion preguntando si habia habido mucha gente en la sentencia de -muerte que habia tenido lugar en aquella misma mañana. Esto sorprendió -tanto mas á Oliverio comprendiendo por las respuestas de los dos -muchachos que habian asistido á ella y no podiendo darse razon como -habian tenido tiempo bastante para haber sido tan laboriosos. - -Despues de levantada la mesa, el viejo chistoso y los dos muchachos -empezaron un juego tan curioso como poco comun. El primero metió una -petaca en uno de los bolsillos de su pantalon y una cartera en el otro; -en la faltriquera de su chaleco un reloj unido á una gruesa cadena de -seguridad que pasó al rededor de su cuello y clavando en la pechera de -su camisa una aguja de quincalla se abotonó hasta debajo la barba; luego -colocando el estuche de sus anteojos y su pañuelo en los bolsillos de su -leviton, se paseó arriba y abajo del aposento empuñando un baston, del -mismo modo que vemos á nuestros viejos señores en las calles á cada -momento del dia. Unas veces se paraba ante la chimenea; otras á la -puerta finjiendo examinar las mercaderias en los aparadores de las -tiendas. En ciertos momentos, miraba á su alrededor y tentaba -alternativamente sus faltriqueras para asegurarse de que no le habian -hurtado nada y esto lo hacia tan naturalmente que Oliverio se -desternillaba de risa. Durante este tiempo los dos _mozalvetes_ le -seguian de cerca evitando tan diestramente sus miradas cada vez que se -volvia, que era imposible al ojo seguir sus movimientos. Al fin, el -Camastron le picó los talones y Cárlos, tropezó con él (se entiende -sin hacerlo expresamente) y en el propio instante le birlaron en un decir -Jesus y con la mas asombrosa destreza, petaca, cartera, reló, cadena de -seguridad, ajuja, pañuelo de faltriquera y hasta el estuche de los -anteojos. Si el viejo señor sentia una mano en una de sus faltriqueras, -decia en cual y volvia á empezar el juego. - -Rato habia que se estaba repitiendo esta diversion, cuando dos _jóvenes -señoritas_ entraron á hacer visita á los dos _señoritos_. La una se -llamaba Betsy y la otra Nancy. Sus cabelleras naturalmente espesas, se -ostentaban algo descuidadas del peine; sus zapatos no llevaban cordones y -sus medias iban tiradas con mucha negligencia. Tal vez no eran lo que -puede llamarse precisamente bonitas; pero tenian subidos colores, -abultadas mejillas y parecian bastante alegrillas. Como manifestaban -ademanes excesivamente libres y desenvueltos, Oliverio pensó que debian -ser muy amables (y lo eran sin ninguna clase de duda.) - -Las tales _señoritas_ se quedaron un buen rato y habiéndose traido -algunas botellas de licores en atencion á haberse quejado una de ellas -de que tenia el estómago _seco_, la conversacion se hizo viva y animada. -Al fin Cárlos dijo era de opinion que habia ya llegado el buen tiempo de -_trillar la cemilla_, expresion que Oliverio entendió por salir; porque -inmediatamente el Camastron, Cárlos y las dos _señoritas_ se marcharon -juntos provistos de algun dinero que les dió el bueno del judío para -refocilarse durante el camino. - ---Y bien amigito! No te parece agradable esta vida? --dijo Fagin --Ya se -han marchado por todo el dia! - ---Y han concluido su trabajo Señor? --preguntó Oliverio. - ---Si; á menos que no encuentren ocupacion en el camino; entonces, no se -estarán con las manos plegadas, está seguro. Toma ejemplo de ellos hijo -mio: toma ejemplo de ellos! --continuó golpeando el suelo del hogar con -el badil como para dar mas fuerza á sus palabras --Haz todo lo que te -digan y consúltales en todo, especialmente al Camastron. Este llegará -muy alto y tú lo mismo si lo tomas por modelo. ¿Acaso sale el pañuelo -de mi faltriquera amiguito? --dijo interumpiéndose secamente. - ---Si señor. --respondió Oliverio. - ---Prueba pues un poquito si podrias sacarlo sin que yo lo advirtiese, del -mismo modo que has visto hacerlo, cuando nos divertíamos hace poco. - -Oliverio levantó la faltriquera con una mano como habia visto hacerlo al -Camastron y con la otra tiró ligeramente el pañuelo. - ---Esta hecho? --preguntó el judío. - ---Ahí lo teneis señor! --contestó Oliverio enseñándoselo. - ---Eres un muchacho muy diestro amiguito! --dijo el viejo adulador pasando -su mano cadavérica sobre la cabeza de Oliverio en señal de aprobacion ---No he visto un chico mas hábil. Toma é aquí un _schelling_ para ti. -Si continuas de este modo serás el mas grande hombre de tu siglo. Ahora -ven aquí para que te enseñe á quitar las señales de los pañuelos. - -Oliverio se preguntó á sí mismo que tenia de comun la accion de -escamotear divirtiéndose el pañuelo del viejo con la espectativa de -llegar á ser un grande hombre; pero refleccionando que por ser el judío -de muchísima mas edad que el debia ser mas sabedor de ello, se arrimó -á la mesa y pronto fué entregado profundamente á su nuevo estudio. - - - - -CAPÍTULO X. - -OLIVERIO SE ENTERA MEJOR DEL CARÁCTER DE SUS NUEVOS COMPAÑEROS, Y -ADQUIERE EXPERIENCIA Á COSTAS SUYAS. --IMPORTANCIA DE LOS DETALLES -CONTENIDOS EN ESTE CAPITULO. - - -DURANTE muchos dias Oliverio permaneció en la estancia del judío -quitando las señales á los pañuelos de faltriquera que llegaban en -tumulto al domicilio y algunas veces tomando tambien parte en el -susodicho juego, en el que este y los dos mozalbetes se ejercitaban -regularmente todas las mañanas. Al fin; comenzó á tener ansia de -respirar el aire libre y buscó muchas ocasiones para pedir al viejo le -dejará salir para _trabajar_ junto con sus camaradas. - -Deseaba con tanto mas ardor el ser puesto en actividad por haber visto un -canto de la moral austera del _viejo señor_. Cada vez que el Camastron -ó Cárlos Bates volvian por la noche con las manos vacias, les -suministraba una larga Filipica, estendiéndose largamente sobre los -males que engendran la pereza y la ociosidad, y para gravar mas -fuertemente esta verdad en su memoria, los enviaba á la cama sin cenar. -Una vez entre otras los arrojó escaleras abajo; pero este esceso de celo -en el _virtuoso_ viejo, no siempre era llevado hasta este punto. - -En fin una hermosa mañana obtuvo el permiso tan ardientemente anhelado. -Habia ya dos ó tres dias que faltaban pañuelos para quitar las señales -y las comidas eran flacas. Tal vez estos fueron los motivos que -dicidieron á Fagin á que diera su permiso. Que fueran ó no; dijo á -Oliverio que podia salir y le colocó bajo la salvaguardia de Cárlos -Bates y de su amigo el Camastron. - -Los tres compañeros se marcharon: el Camastron con las mangas -arremangadas y el sombrero en el cogote segun costumbre; maese Cárlos -con las manos en las faltriqueras y meneándose á lo lechugino y -Oliverio entre ambos cavilando á donde podian ir y en que ramo de -industria iban á lanzarse por de pronto. - -Andaban con tanta calma y parecian tan inciertos en cuanto al camino que -debian tomar; que Oliverio pensó que sus camaradas engañaban al _viejo -señor_ no yendo al taller. El Camastron tenia un instinto maligno, y era -quitar todas las gorras de los párvulos y hechárselas en seguida en las -entradas. Cárlos por su parte demostraba principios mas relajados en -cuanto al respeto que se debe á la propiedad ageua, escamoteando de los -cestos de las fruteras cebollas y manzanas que metia en sus faltriqueras -tan grandes que parecian invadir su traje en todos sentidos. Esto -pareció tan inconveniento á Oliverio que estuvo á punto de declararles -su intencion de dejarles para volverse á casa como pudiera, cuando sus -pensamientos fueron dirijidos de improviso hácia otro objeto por un -cambio misterioso en la conducta del Camastron. - -Acababan de salir de un estrecho callejon cerca de Clerkenwell, que se -llama aun hoy dia por una estraña corrupcion de palabras Boulingrin, -cuando el Camastron se paró de repente y poniendo su dedo sobre sus. -labios hizo retroceder á sus compañeros con la mayor cautela. - ---Que significa! - ---Chut! --dijo el Camastron. --Ves esa _panza vieja_ delante de la parada -del librero? - ---El señor anciano del otro lado de la calle? contestó el niño. --Si; -le veo. - ---Pues atencion que va sacar la tripa! - ---Y gorda que será! --dijo Cárlos. - -Oliverio los miró alternativamente ya al uno ya al otro con suma -sorpresa; pero no tuvo tiempo de hacer pregunta alguna, porque sus dos -compañeros atravesaron la calle y se deslizaron furtivamente tras el -caballero sobre quien estaba fija su atencion. El á su vez dió algunos -pasos en la misma direccion y no sabiendo si debia adelantar ó -retroceder, los miró con un silencio de estupefaccion. - -Este caballero que llevaba la cabellera empolvada y anteojos de oro, -parecia ser respetable; vestia una casaca color verdebotella con cuello -de terciopelo negro y un pantalon blanco sosteniendo por debajo el sobaco -un elegante bambú. Acababa de tomar un libro de la parada y estaba allí -como en su casa leyendo tan tranquilamente lo mismo que si estuviera -sentado en su sillon y es probable que se creia realmente en el porque -era claro que absorvido como estaba en su lectura no veia ni la parada -del librero, ni la calle, ni los dos muchachos, ni otra cosa en fin que -el libro que recorria letra por letra volviendo la hoja cuando llegaba á -lo último de la página, empezando la primera línea de la siguiente y -así consecutivamente, con el mas vivo interes y el mayor afan. - -Cuales fueron la sorpresa y el horror de Oliverio, cuando abriendo tantos -ojos como le permitieron sus párpados vió al Camastron sumergir su mano -en la faltriquera del caballero y retirar de ella un pañuelo que pasó -á Cárlos y luego volver la esquina de la calle y correr á toda pierna. - -En un momento se descifró en su alma todo el misterio de los pañuelos, -de los relojes, de las joyas y hasta el del mismo judío. Permaneció -allí un instante absorto; su sangre herbia en sus venas con fuerza tal, -que se creia dentro un brasero ardiente; luego confuso y aterrorizado á -la vez echó á correr, y sin saber lo que hacia ni donde iba, huyó -desatentado. - -Todo esto fué obra de un segundo. En el mismo instante que Oliverio -emprendia la fuga dió la casualidad que el caballero buscó en su -faltriquera el pañuelo y no encontrándolo se volvió bruscamente, y -como vió al niño escaparse con tanta rapidez concluyó de ello que era -él quien habia cometido el hurto y se puso á perseguirlo con el libro -en la mano gritando con todas sus fuerzas: Al ladron! Al ladron! - ---No era él solo quien gritaba favor! contra Oliverio: el Camastron y -Cárlos Bates temiendo llamar la atencion sobre ellos corriendo, se -habian ocultado de pronto trás la primera puerta cochera que encontraron -al paso; pero no bien hubieron oido el grito y visto correr al muchacho -cuando adivinando lo que era ello se mezclaron con los perseguidores -(como buenos ciudadanos que eran.) gritando como los demás. Al ladron! -Al ladron! - -Oliverio aunque educado por _filósofos_ ignoraba en teoría su mácsima -sublime de que: _el cuidado de sí mismo es la primera ley de la -naturaleza_. Si la hubiera conocido aquel percance tal vez le hubiera -hallado prevenido; pero como no lo estaba, no hizo mas que aumentar su -espanto; asi es que corria como el viento llevando al anciano caballero y -á los dos muchachos trás sus talones. - ---Al ladron! Al ladron! - -Hay algo de sublime en este grito. El mercader deja su mostrador y el -carretero su carro, el carnicero abandona su trabajo, el panadero su -canasto, la lechera sus jarros, el fajin su bulto, el estudiante su -carambola, el empedrador su martillo, el muchacho su pelota; todos corren -revueltos gritando, ahullando, arrollándose, derribando los transeuntes -al revolver las esquinas, excitando á los perros, alborotando las -gallinas y haciendo retemblar las calles, los callejones, las plazas y -las plazuelas con este grito: - ---Al ladron! Al ladron! - -Este grito es repetido por cien voces y la multitud crece á cada -esquina. Ella lo dilata chapoteando en el lodo y haciendo resonar el -estrépito de sus pasos sobre las aceras. Las ventanas se abren, los -vecinos salen de las casas, la gente se empuja, todo un auditorio -abandona polichinela en el momento mas interesante de la comedia y -juntándose al tropel aumenta el ruido prestando nuevo vigor á los -gritos repetidos de: - ---Al ladron! Al ladron! - -Existe en el hombre un instinto fuertemente arraigado de correr trás -cualquiera cosa. Un niño infeliz, sofocado y llenó de fatiga, con el -terror en los ojos y la agonía en el corazon, llevando el rostro -inundado de sudor, redobla sus esfuerzos para conservar el avance sobre -sus perseguidores, mientras estos á medida que se aprocsiman de su -alcance saludan sus fuerzas desfallecidas con _hurras_ y vociferaciones -de alegria: Al ladron! Al ladron! Detenedle! por amor de Dios detenedle! -aunque no sea mas que por piedad detenedle! - -Al fin ya está detenido! Golpe famoso! Helo allí tendido sobre la -acera; rodeado por la apiñada multitud y cada recien llegado codeando y -empujando para poder verle! --Haceos atrás! Dejadle un poco de aire! Que -bestialidad! No lo merece. Donde está el caballero? Allá viene. Abrid -paso al caballero! Caballero es este el pilludo? Si. - -Oliverio cubierto de lodo y polvo, con la boca ensangrentada miraba con -aire estraviado todas aquellas figuras que le rodeaban, cuando el anciano -caballero fué introducido por no decir llevado dentro el círculo por la -vanguardia de los perseguidores. - ---Si! --dijo con acento bondadoso --Temo que sea él! - ---Teme! --murmuró la muchedumbre --Esta si que es buena! - ---Pobre diablillo! --dijo el caballero --Se ha hecho daño! - ---Yo soy quien le ha arreglado como esta --dijo un solemne _paja larga_ -adelantándose --Me he corlado lindamente la mano contra sus dientes. Yo -soy señor quien le ha cojido. - -Esto diciendo, el individuo llevó la mano á su sombrero sonriendo -bestialmente, y esperando sin duda recibir algo por el trabajo que se -habia tomado; pero el caballero examinándole con aire de desprecio, -echó una mirada inquieta á su alrededor sin duda para buscar un medio -de evadirse; lo que tal vez hubiera hecho, dando con ello lugar á otra -persecucion si en este momento un agente de policía (la última persona -que llega siempre en semejantes casos) no hubiese atravesado la multitud -y cojido á Oliverio por el cuello. - ---Yo no he sido señor! Estad seguro! Es la verdad! Fueron otros dos -muchachos! --dijo Oliverio plegando las manos en ademan suplicante y -mirando á su alrededor --Deben estar aquí ó no lejos. - ---Oh! que no . . . que no están aquí! --repuso el agente de policía -con acento burlon. - -Oliverio decia verdad sin saberlo. El Camastron y Cárlos se habian -escabullido en la primera escalera que habian encontrado al paso. - ---Ea! levántate! - ---No le hagais daño! --dijo el anciano caballero con compasion. - ---Oh! no pretendo hacerle daño alguno. --replicó el otro rasgando el -chaleco del niño, al obligarle á levantarse, en prueba de lo dicho. ---Vamos . . . ven . . . Te conozco . . . estos colores no me la pegan. -Quieres tenerte sobre tus piés pillastrón? - - - - -[Illustration: El Camastron explota el bolsillo del Caballero anciano á -la vista de Oliverio estupefacto.] - - - - -CAPÍTULO XI. - -DE LA MANERA QUE ADMINISTRA LA JUSTICIA EL MAGISTRADO MR. FANG. - - -EL hurto habia sido perpetrado dentro la jurisdiccion y de hecho en las -inmediaciones de un tribunal de policía metropolitana muy celebrado. Los -curiosos tuvieron la única satisfaccion de acompañar á Oliverio un -corto trecho; es decir hasta un sitio llamado _Multon-Hill_ donde le -hicieron pasar bajo una bóveda sombría y baja que conducia á un patío -súcio al detrás del que estaba ese dispensador de la pronta justicia. -Alli encontraron un _regordete_ con enormes favoritos en las megillas y -un grueso manojo de llaves en la mano. - ---Que hay de nuevo? --preguntó con suma displicencia. - ---Un jóven _pégre_ [1] --contestó el agente de policía. - ---Sois vos el robado? --preguntó el carcelero al anciano caballero que -estaba trás Oliverio. - ---Si; --dijo este --yo soy; pero no estoy seguro que sea este niño quien -ha cojido el pañuelo y por eso quisiera mas que la cosa no pasára -adelante. - ---Ya es tarde! Es preciso que se presente ante el magistrado. --repuso el -carcelero --Pronto vá á ser puesto en libertad. --y dirijiéndose á -Oliverio. --Ola in _pasto de horca_! Al avio! - -Esto era para el niño una invitacion de entrar en una celdilla cuya -puerta habia abierto el hombrecillo y donde le encerró despues de -haberle registrado y no encontrándole nada sobre él. - -El anciano caballero al oir rechinar la llave en la cerradura se puso tan -triste como Oliverio y dirijió suspirando sus ojos sobre el libro causa -inocente de todo aquel fracaso. - ---Hay algo en la fisonomía de ese niño --se dijo á sí mismo dando -algunos pasos y golpeándose frente con el libro, completamente absorvido -en sus reflecciones --algo que me choca y me interesa. Será tal vez -inocente? Paréceme . . . Por vida de! --esclamó parándose en seco y -mirando fijamente á las nubes-- ¿Dónde he visto yo una fisonomía -semejante á la suya? - -Despues de haber reflecsionado algunos momentos, se adelantó en ademan -pensativo hácia una pequeña sala que daba al patio y allí retirado y -á solas pasó revista en su memoria á un gran número de rostros que -hacia muchos años habia perdido de vista, y sobre los cuales se habia -estendido un velo sombrío. - -El carcelero le dispertó de sus sueños dándole un golpecillo sobre la -espalda y haciéndole señal de que le siguiera: cerró inmediatamente su -libro y pronto se vió á la presencia imponente del célebre Mr. Fang. -La sala de audiencia que daba á la calle tenia el techo artesonado. Mr. -Fang estaba sentado mas allá de una pequeña balustrada y en une de los -estremos. A un lado de la puerta y en un banquillo colocado al efecto, -estaba sentado el pobre Oliverio espantado de la gravedad de esta escena. - -El anciano caballero se inclinó profundamente, se adelantó hacia el -bufete del magistrado y dijo añadiendo la accion á la palabra: - ---Esta es mi direccion caballero --y dando tres pasos atrás se inclinó -de nuevo y esperó que se le preguntase. - -Cabalmente Mr. Fang leia en este momento con profunda atencion en el -_Morning Chronicle_ un artículo concerniente á una sentencia que habia -dado, el cual artículo le recomendaba por la milésima vez á la -atencion particular del ministro del interior. Estaba á mas de mal humor -y levantando la cabeza con ademan uraño: - ---Quien sois? --preguntó. - -El anciano caballero algo sorprendido señaló con el dedo su tarjeta. - ---Oficial de policía! --dijo Mr. Fang sacudiendo con desprecio la -tarjeta y el periódico. --Quien es ese individuo? - ---Mi nombre --dijo el anciano caballero espresándose con cortesia --mi -nombre es Brownlow. Que me sea permitido á mi vez preguntar el nombre -del magistrado que bajo el escudo de la ley insulta gratúitamente á un -hombre respetable sin haber sido provocado. --Esto diciendo Mr. Brownlow -dirijió una mirada á su alrededor como buscando quien quisiera -responder á su pregunta. - ---Oficial de policía! --dijo Mr. Fang tirando el periódico de revés ---De que se acusa á ese individuo? - ---No es él el acusado señor juez. --respondió el agente de policía ---Comparece contra este muchacho. - -El magistrado, lo sabia bien; pero era un medio como cualquier otro para -vejar impunemente á las gentes. - ---Ah! Comparece contra ese muchacho . . . no es oso? --replicó Mr. Fang -examinando á Mr. Brownlow de la cabeza á los piés con aire de duda. ---Recibid su juramento. - ---Antes de prestar juramento --dijo Mr. Brownlow --me permitiré decir -una sola palabra y es que sin una prueba tan convincente jamás hubiera -podido crer . . . . - ---Silencio caballero! --dijo Mr. Fang con tono brusco. - ---No me callaré señor magistrado! --replicó Mr. Brownlow. - ---Silencio digo ó mando poneros á la puerta! Sois un impertinente, un -bribon, al atreveros á desafiar un magistrado en el ejercicio de sus -funciones! - ---Que decís? --esclamó el anciano caballero palideciendo de cólera. - ---Haced prestar juramento á ese hombre! --dijo Mr. Fang al escribano ---Nada mas oiré! Hacedle prestar juramento! - -La indignacion de Mr. Brownlow estaba á su colmo; pero reflexionando que -dándola salida podria hacer daño al muchacho, se contuvo y prestó -inmediatamente el juramento. - ---Ahora --dijo Mr. Fang --decid: de que se acusa á esto muchacho? Qué -teneis que deponer contra él? - ---Estaba ante la parada de un librero --empezó Mr. Brownlow. - ---Silencio caballero! --interrumpió Mr. Fang --Agente de policía! Donde -está el agente de policía? Acercaos. Escribano hacedle prestar -juramento. Ahora hablad. ¿Que teneis que decir? - -El agente de policía relató con tono humilde: que el habia preso al -muchacho y que habiéndole registrado, nada habia encontrado encima de -él; añadiendo que esto era todo lo que tenia que decir. - ---Hay testigos? --preguntó Mr. Fang. - ---No; señor magistrado. --respondió el agente de policía. - -Mr. Fang guardó silencio por algunos instantes; luego volviéndose á la -parte acusadora dijo con tono irritado --Quereis esplicar los motivos de -vuestra querella contra ese muchacho; si ó nó? Si rehusais administrar -pruebas voy á castigaros por falta de respecto á un _magistrado_! Oh! -Lo haré por . . . .. - -Por quien ó porque nadie lo sabe; pues que en este mismo momento el -escribano y el carcelero tosieron con fuerza muy á propósito sin duda; -y el primero dejando caer por _descuido_ un voluminoso libro, privó que -el resto pudiera oirse. - -Entre las numerosas interrupciones y los insultos reiterados de Mr. Fang, -Mr. Brownlow procuró relatar el hecho, - -observando que en el primer momento de sorpresa corriera trás el niño -porque lo habia viste huir. Y --añadió --me atreveré á esperar que en -el caso en que el Señor Magistrado considerára á este muchacho sino -como ladron al menos como afiliado con ladrones, se dignára obrar -respecto á él tan suavemente como se lo permita la justicia? Además -está herido y temo mucho --prosiguió, con aire de compasion -dirijiéndose á la barra --temo realmente que se encuentra malo. - ---Oh! sin duda! Esto se comprende. --Observó Mr. Fang con acento burlon. ---Ea tu . . . pequeño vagabundo! Tus pillerias están cosidas con hilo -blanco. A mi no me la pegarás. Como te llamas? - -Oliverio procuró responder; pero la lengua se le pegó en el paladar. -Estaba horriblemente pálido y todo parecia dar vueltas á su alrededor. - ---Como te llamas bribonzuelo? --clamó Fang con voz de trueno --Oficial! -Cual es su nombre? - -Esta pregunta se dirigia á un _inoflelude_ de chaleco rayado que estaba -en pié cerca de la barra. Se inclinó hacia el niño y repitió la -pregunta; pero viendo que realmente se hallaba incapaz de comprenderla y -sabiendo que su silencio no haria mas que escitar la cólera del -magistrado y de consiguiente aumentar la severidad de la sentencia, -respondió al acaso: --Se llama Tomás White señor magistrado. - ---Ola! no quiere hablar ¿no es esto? --dijo Fang --Muy bien! Donde -habita? - ---Donde puede señor magistrado. --respondió el digno oficial fingiendo -recibir la respuesta de Oliverio. - ---Tiene padres? --preguntó Mr. Fang. - ---Dice que se le murieron cuando niño. --replicó el otro del mismo modo. - -En este punto del interrogatorio Oliverio levantó la cabeza y lanzando -á su alrededor una mirada suplicante, pidió con voz moribunda que se le -hiciera el favor de un vaso de agua. - ---Todo eso son maulerias. --dijo Fang --No pienses cojerme por tonto. - ---Señor magistrado creo que verdaderamente se encuentra malo. --dijo el -oficial de policía. - ---Se algo mas que vos en esta materia --replicó Fang. - ---Cuidado señor oficial de policía! --dijo el anciano caballero, -estendiendo instintivamente sus brazos --Cuidado! . . . vá á caer. - ---Retiraos de aquí oficial de policía! --gritó Fang con acento brutal ---y que caiga si bien le place. - ---Oliverio se aprovechó del asiduo permiso y cayó desmayado en el -suelo. Los hombres de servicio en la sala se miraron unos á otros pero -ninguno osó menearse. - ---Sabia bien que lo hácia adrede. --dijo Fang. (como sí este accidente -hubiese sido para el una prueba incontestable de su eserto) pero pronto -tendría su galardon. - ---Que fallais señor? --preguntó en voz baja el escribano. - ---Le condenó sumariamente --dijo Fang --á tres meses de prision, con -mas al _treadmill_ [2] Despojad la sala! - -La puerta estaba abierta á este fin y dos hombres se preparaban para -llevar al pobre Oliverio todavia sin sentidos á la prision, cuando un -sujeto de alguna edad y de esterior decente aun que pobre á juzgar por -sus pantalones negros un tanto deslustrados, se precipitó dentro la sala -y acercándose á la barra. --Deteneos . . ? --dijo sofocado y sin darse -tiempo de respirar --no le lleveis! Suspended la sentencia! - -A pesar del mal humor y las groserías del juez Fang, le fué preciso -escuchar al testigo. Este era el librero que lo habia visto todo. Contó -el hecho y Oliverio fué puesto en libertad. Mr. Brownlow estaba -indignado de la conducta de Fang. Quiso protestar, pero fué hechado de -la sala. Una palidez mortal cubria las mejillas de Oliverio, á penas -podia tenerse. El compasivo anciano hizo acercar un fiacre y habiéndole -colocado sobre las almohadas del mismo, partieron. - - - - -CAPÍTULO XII. - -OLIVERIO RECIBE EL BUEN TRATAMIENTO QUE NUNCA HABIA RECIBIDO HASTA AHORA. ---PARTICULARIDADES REFERENTES Á UN RETRATO. - - -EL fiacre rodó á lo largo de _Mont-Plaisir_, enfiló la calle de -_Exmouth_, recorriendo a poca diferencia el mismo camino que Oliverio -debió seguir la primera vez que entró en Lóndres en compañía del -Camastrón y tomando diferente camino cuando hubo llegado á la taberna -del Angel en _Islington_, se paró al fin ante una casita de hermosa -apariencia en una calle decente y retirada de _Pentouville_. Allí sin -retardo se preparó un lecho en el que Mr. Brownlow, hizo colocar al -pobre niño, que fué cuidado con una solicitud y una ternura sin igual. - -Durante muchos dias Oliverio permaneció sin conocimiento pendiente entre -la vida y la muerte. Al fin salió de este estado y lanzó una mirada -inquieta á su alrededor: - ---Que aposento es este? --Donde me han traido? --dijo. - -Como estaba muy abatido, pronunció estas palabras con voz débil; pero -ellas fueron oidas desde el momento; porque la cortina de su cama fué -levantada incontinenti y una buena señora ya de edad vestida -decentemente se levantó al mismo tiempo de un sillon en que estaba -sentada cerca el lecho y haciendo dalzeta. - ---Chiton amigo mio! --dijo la anciana con dulzura --Es preciso estarse -quieto, ó vendrá una recaida; ya habeis estado malo, muy malo . . . -Vaya! volveos á acostar como un buen muchacho! --Esto diciendo la buena -señora volvió á colocar suavemente la cabeza de Oliverio sobre la -almohada, y apartando los mechones de cabellos que caian sobre su frente -le miró con un aire tan cariñoso, que él no pudo menos de colocar su -manecita descarnada sobre la suya y de atraerla al rededor de su cuello. - ---Dios mio! --dijo la anciana con las lágrimas en los ojos --Que buen -corazoncito! Que agradecido! Qué diria su madre, si despues de haberte -vigilado dia y noche como yo lo he hecho pudiera verle ahora? - ---Pueda que me vé! --balbuceó Oliverio plegando sus manos. --Tal vez ha -estado sentada cerca de mi, señora . . . Oh! si; me parece haberla visto -á mi lado. - ---Esto es efecto de la fiebre amigo mio! --dijo la buena señora. - ---Es posible --repuso Oliverio con aire pensativo --porque hay mucha -distancia de aquí al cielo y si es allí demasiado dichoso para bajar -cerca el lecho de un pobre niño! Sin embargo si ella ha sabido que yo -estaba enfermo, me habrá compadecido desde allá arriba; porque ella ha -sufrido tambien tanto antes de morir! Con todo no puede saber nada de le -que me sucede --añadió despues de un momento. de silencio --porque si -me hubiera visto padecer, se hubiera puesto triste, y su rostro era tan -dulce y risueño cada vez que la he visto en sueños! - -La anciana nada respondió; pero enjugando primero sus párpados y luego -sus anteojos que estaban sobre la bánova, dió al niño una pocion -refrescante y pasándole la mano por sobre la mejilla le encargó -estuviera tranquilo en su lecho sino volveria á caer malo. - -Oliverio se mantuvo quieto, ya porque queria obedecer en todo á la -señora; ya tambien porque estaba completamente fatigado por lo que habia -dicho. Pronto se entregó á un sueño reparador del que fué dispertado -por la luz de una vela que acercándose á su cama le permitió ver á un -señor que le tentaba el pulso consultando al mismo tiempo un grueso -reló de oro de _tic-tac_ muy fuerte que tenia en la mano: el cual dijo -que lo encontraba mucho mejor. - ---No es verdad que os encontrais mucho mejor amiguito? --dijo á Oliverio. - ---Si, señor! y os doy gracias! --contestó este. - ---Ya se bien que debeis encontraros mejor. --repuso el otro --Teneis -apetito no es cierto? - ---No señor. --respondió el niño. - ---He! --esclamó el caballero --No! Ya sabia yo bien que no podeis tener -apetito. No tiene apetito señora Bedwin. --continuó con aire de -importancia volviéndose á la señora. - -Esta hizo una señal de cabeza respetuosa, por la que parecia decir que -creia al doctor un sujeto muy hábil: este por su parte pareció tenor de -si la misma opinion. - ---Teneis sueño no es cierto amiguito? prosiguió el doctor. - ---No señor. --respondió Oliverio. - ---No. --repuso el otro con ademan de inteligente --no teneis sueño. -Tampoco teneis sed? - ---Si señor; estoy un poco sediento. - ---Justamente lo que pensaba Señora Bedwin. A la verdad es muy natural -que esté sediento; muy natural. Podréis darle un poco de thé y una -tostada de pan sin manteca. Que no sea demasiado caliente Señor Bedwin; -pero tened cuidado de que no sea demasiado frio. Ya comprendeis ¿no es -cierto? - -La buena señora hizo una reverencia y el doctor despues de haber probado -la pocion refrescante, se alejó haciendo crujir sus botas sobre el piso -con aire de importancia y dignidad. Oliverio poco despues volvió á -dormirse y era ya cerca de media noche cuando se dispertó. La Señora -Bedwin le deseó entonces una buena noche y le dejó bajo el cuidado de -una vieja gordinflona que acababa de entrar llevando dentro su _ridiculo_ -un librito de oraciones y una larga gorra de dormir. - -La mañana estaba ya bastante adelantada cuando Oliverio se dispertó -despejado y risueño. La crísis de la enfermedad habia pasado, estaba ya -fuera de peligro y pertenecia aun á este mundo. En menos de tres dias se -halló capaz para sentarse en un sillon reclinado sobre almohadas y como -estaba aun demasiado débil para poder andar, la señora Bedwin lo habia -bajado á su propio aposento donde se sentaba á su lado frente el hogar -y encantada á lo sumo de una mejoría tan notable, derramaba lágrimas -de ternura. - ---No hagais caso queridito; esto es á pesar mio --dijo --Caramba! Ahora -ya pasó aquello y yo me encuentro del todo aliviada! - ---En verdad señora sois muy buena para mi. --dijo Oliverio. - ---Está bien amiguito! no hablemos mas de ello. Nada tiene que ver con -vuestro caldo y es ya hora de que lo tomeis, porque el doctor dice que -Mr. Brownlow podria venir á visitaros esta mañana y es necesario que -nosotros estemos sobre nuestros _cuarenta y ocho_ pues que cuanto mejor -aspecto tengamos mas estará él contento. - -Esto diciendo la buena señora hizo calentar en una caserola una porcion -de un caldo bastante fuerte; capaz reducido á la fuerza señalada en las -casas de Caridad, para suministrar una opípara comida á trescientos -pobres por lo menos. - ---Os gustan los cuadros amigo mio? --preguntó la buena señora viendo -que Oliverio tenia los ojos fijos con una atencion particular sobre un -retrato colgado en la pared justamente frente de él. - ---No podria decíroslo señora! --respondió éste sin apartar la vista -del retrato --He visto tan pocos que á la verdad no sé . . . Que -semblante tan dulce y tan bello tiene esa señora! - ---Ah! --dijo la anciana --Los pintores hacen siempre á las mugeres mas -hermosas de le que son; de otro modo hijo mio no tendrian parroquianos. -El que ha inventado la máquina para reproducir fisonomías por obra de -la sola naturaleza, el buen Monsieur Daguerre hubiera debido saber que -ella no tendria écsito! Hay demasiada fidelidad; demasiada! --repuso -riéndose de todo corazon por la malicia con que habia dicho esto. - ---Esa pintura se parece á alguno? --preguntó Oliverio. - ---Si. --contestó la buena señora levantando los ojos un instante --Es -lo que se llama un retrato. - ---De quien? --volvió á preguntar el niño con curiosidad. - ---Ah! eso es lo que no podré deciros amiguito! --repuse ella con aire -jovial --Probablemente (al menos que yo sepa) será de alguno que ni vos -ni yo conocemos. --Parece que es complaceis en mirarlo queridito? - ---Es tan hermoso! tan bello! - ---Creo que no as dará miedo he? --dijo la buena señora sorprendida del -aire de respeto con que el niño miraba el retrato. - ---Oh! no seguramente! --respondió este con prontitud --Pero la mirada de -esa señora se me presenta tan triste desde este sitio! Parece que se -dirije á mi! Esto me hace latir el corazon como si estuviera animado ---prosiguió con tono mas bajo --y como si quisiera hablarme y no pudiera. - ---Bendito seais de Dios! --esclamó la buena señora estremeciéndose ---Niño no hableis así! Despues de la enfermedad que acabais de pasar -estais débil y nervioso; dejad que vuelva vuestro sillon del otro lado y -entonces no veréis esto. --dijo juntando la accion á la palabra --Ahora -al menos ya no podeis verlo! - -Oliverio lo veia en su imaginacion tan perfectamente como si no se le -hubiere movido de sitio; pero pensó que haria mejor en no enfadar á la -buena señora y así sonrió graciosamente cuando ella le miró. La -Señora Bedwin por su parte contenta de ver que se encontraba mas á -satisfaccion, echó sal á su caldo y puso en el pequeñas cortezas de -pan tostado con todo el aparato conveniente á un preparativo tan -solemne. El lo despachó con una prontitud extraordinaria y apenas habia -tragado la última cucharada cuando llamaron suavemente á la puerta. - ---Entrad! --dijo la buena señora. - ---Mr. Brownlow (porque era él) entró tan listo como le fué posible; -pero no bien hubo levantado sus anteojos sobre su frente y puesto sus -manos trás su bata para examinar mejor á Oliverio, cuando su fisonomía -cambió varias veces de espresion, haciendo muchas contorciones tan -grotescas las unas como las otras. Oliverio débil por la enfermedad, -hacia por respecto á su bienhechor esfuerzos inútiles para ponerse en -pié cayendo siempre otra vez en el sillon y Mr. Brownlow que de toda -verdad era mas sensible que media docena de hombres de su calibre, no -pudo contener las lágrimas que se escaparon de sus ojos como por medio -de un proceder hidráulico, que nosotros no nos croemos bastante -filósofos para poder esplicar. - ---Pobre niño! pobre niño! --dijo esforzando su voz --Señora Bedwin; -esta mañana estoy un poco ronco; temo haber cojido un resfriado. - ---No digais tal cosa señor. --repuse esta. --Toda la ropa blanca que os -he entregado estaba muy soca. - ---No sé Bedwin; no se que diga --prosiguió Mr. Brownlow --pero me -parece que la servilleta que me disteis ayer en la comida estaba algo -húmeda. Pero no importa! Como os encontrais amigo mio? - ---Muy feliz señor --respondió Oliverio --y muy reconocido á vuestras -bondades para conmigo. - ---Niño encantador! --dijo Mr. Brownlow repuesto de su emocion. --Señora -Bedwin; le habeis dado algun alimento? Algunos caldos he? - ---Acaba de tomar una píldora de excelente gelatina --respondió la -Señora Bedwin irguiéndose de toda su altura y prenunciando estas -últimas palabras con énfasis para dar á entender que entre un caldo y -una gelatina no habia la menor relacion. - ---Puha! --hizo Mr. Brownlow encojiéndose de hombros. --Dos ó tres vasos -de vino de Oporto le hubieran hecho mas bien ¿no es cierto Tomás White? - ---Yo me llamo Oliverio. Señor! --contestó el jóven convaleciente con -asombro. - ---Oliverio! --dijo Mr. Brownlow --Oliverio que? Oliverio White he? - ---No señor. Twist; Oliverio Twist. - ---Picaro de nombre! --dijo el anciano --¿Porque dijisteis al juez que os -llamabais White? - ---Jamás le dije tal cosa señor! --respondió Oliverio con mayor asombro. - -Esto se parecia tanto á una mentira, que el anciano no pudo menos de -mirar fijamente á Oliverio. Era imposible no creerle; el sello de la -verdad estaba impreso sobre todos los rasgos finos y delicados de su -fisonomía. - ---Esto será sin duda un error! --dijo Mr. Brownlow y aunque no tenia -motivo para examinar á Oliverio, la idea de semejanza entre sus -facciones y algun rostro que le era conocido le preocupaba de tal modo -que no podia apartar la vista de él. - ---No estais enfadado conmigo no es cierto señor? --dijo Oliverio con una -mirada suplicante. - ---No, no! --respondió Mr. Brownlow. --Por vida de . . . mirad Bedwin -mirad allí. - -Mientras esto decia comparaba con el dedo el retrato y el rostro del -niño. Habia entre ellos una semejanza completa. Los ojos, la boca, la -espresion y la forma de la cabeza eran absolutamente las mismas. Los -rasgos de la fisonomía eran tan iguales en este momento que las menores -líneas parecian copiadas en él con una exactitud que no tenia nada de -terrestre. - -Oliverio ignoró la causa de aquella esclamacion súbita, porque estaba -tan débil que no pudo suportar el estremecimiento que le produjo y se -desmayó. - - - - -CAPÍTULO XIII. - -COMO POR MEDIO DEL VIEJO CHISTOSO EL LECTOR INSTRUIDO VA Á ADQUIRIR -RELACIONES CON UN NUEVO PERSONAGE. --PARTICULARIDADES Y HECHOS -INTERESANTES PERTENECIENTES A ESTA HISTORIA. - - -CUANDO el Camastron y su digno amigo maese Bates se juntaron á los que -persiguian á Oliverio despues de su atentado á la propiedad de Mr. -Brownlow, obraban por interés propio porque como la libertad individual -es el primer derecho de que se envanece un inglés de raza pura, no tengo -necesidad de demostrar al lector que esta accion debia ensalzarles á la -vista de todo buen patriota. - -Solo despues de haber recorrido un laberinto de callejones, nuestros dos -muchachos se detuvieron de comun acuerdo bajo una bóveda baja y -sombría. Habiendo permanecido en ella y en silencio el tiempo preciso -para cobrar aliento, maese Bates dió un grito de satisfaccion y de -alegria y arrancando una estrepitosa carcajada se dejó caer en el lindar -de una puerta para desahogarse á discrecion. - ---Que . . . que es esto? --preguntó el Camastron. - ---Ah! ah! ah! --hizo Cárlos. - ---Te callarás? --prosiguió el Camastron mirando á su alrededor con -precaucion. --Tienes ganas de que nos _pellizquen_ animal! - ---Ello es mas fuerte que yo. --dijo Cárlos --No puedo impedirlo. Me -parece que lo estoy viendo correr y pegar de narices en las esquinas de -las calles y luego como si fuera de piedra como ellas volver á picar con -los talones las espaldas de un modo tan gracioso y yo con el _pingajo_ en -mi faltriquera gritando tras él como los otros: Ah! ah! ah! . . que -chistoso! - -La imaginacion activa de maese Bates le representaba la escena con -colores demasiado vivos, pues al llegar á este punto de su discurso se -revolcó sobre el lindar de la puerta y arreció su risa de un modo -aturrullador. - ---Que vá á decir Fagin? --preguntó el Camastron aprovechándose de un -instante en que su amigo no podiendo mas guardó silencio. - ---Que? --reposo Cárlos. - ---Si; que! --dijo el Camastron. - ---Caramba! --esclamo Cárlos, un tanto afectado del modo con que el -Camastron hizo esta observacion: --¿y que puede decir? - -El Camastron á guisa de respuesta se divertió silvando, luego -quitándose el sombrero se rascó la cabeza haciendo dos ó tres muecas. - ---No te comprendo. --dijo Cárlos. - ---Tara ri ra la . . . _la tia Miguela ha perdido su_ . . . --moduló el -Camastron con aire truanesco. - -Esto era esplicativo; pero no satisfactorio. Maese Bates lo comprendió -así y preguntó á su amigo que es lo que queria decir. - -El Camastron no respondió; pero dan lo una rápida cabezada para volver -el sombrero á su sitio y pasando por sobre sus codos los largos faldones -de su casaca, se hizo un bulto en la meg illa con su lengua, se dió -algunos capirotazos en la nariz con un aire familiar el mas espresivo y -haciendo una pirueta se precipitó dentro la entrada. Maese Bates le -siguió con ademan pensativo. El ruido de sus pasos en la vieja escalera -llamó la atencion del judío sentado en este momento ante el hogar con -una salsicha y un panecillo en su mano izquierda, un cuchillo en su -derecha y un jarro de estaño sobre el taburete. Era de notar una sonrisa -innoble en sus labios descoloridos al volverse para escuchar atentamente -dirijiendo el oido hacia la puerta y lanzando una mirada salvaje por -debajo sus cejas rojas. - ---Que significa? --murmuró cambiando de espresion. --No son mas que des -ahora! Donde está el tercero? Les habrá sucedido algo? Escuchemos! - -Los pasos se oyeron mas distintamente. Los dos _caballeritos_ llegaron á -la maseta, la puerta re abrió suavemente y volvió á cerrarse tras de -ellos. - ---Dónde está Oliverio? --prorumpió el judío con furia --Qué habeis -hecho de él? - -Los dos pilluelos se miraron uno á otro perturbados como si temieran la -cólera del viejo; pero se callaron. - ---Qué ha sido de Oliverio? --dijo el judío cojiendo al Camastron por la -garganta y amenazándole con imprecaciones horribles. --Habla ó te -estrangulo! Hablarás? --clamó con voz de trueno y sacudiéndole con -fuerza. - ---Canario! Ha sido pellizcado y nada mas. --dijo al fin el Camastron con -tono áspero --Vaya, dejadme ya! --continuó y de un solo empujo -desprendiéndose de su casaca que quedó entre las manos del judío, -cojió la aguja del azador y asestó al chaleco del viejo chistoso tal -bote que si lo alcanza le hubiera privado de sus gracias al menos por -seis semanas sino por dos meses. - -El judío en tai percance retrocedió con mas ligereza de la que era de -esperar en un hombre de su edad y apoderándose del jarro de estaño se -preparaba para arrojarlo á la cabeza de su adversario, cuando Cárlos -Bates llamando en este momento su atencion por un ahullido espantoso -cambió el destino del jarro y Fagin lo arrojó lleno de cerveza á la -cabeza de este último. - ---Ea! Que diablos pasa ahora aquí? --murmuró una voz gruesa --Quién me -ha tirado esto á la cara? Puede darse por muy feliz que haya recibido -solo la cerveza y no el jarro, pues de otro modo hubiera hecho mi negocio -con alguno. Jamás me hubiera pasado por el magin que un viejo ladron de -judío pudiera arrojar otra cosa que agua . . . Que significa todo esto -Fagin? El diablo me lleve si mi corbata no está llena de cerveza . . . -Vén acá tu . . . Que tienes que hacer pegado á esa puerta? Como si -debieras avergonzarte de tu amo! - -El hombre que refunfuñó estas palabras era un moceton de treinta y -cinco años poco ó menos, vestido con un redingote de terciopelo de -algodon negro, unos calzones de paño burdo muy estropeados, borcejies y -medias de algodon gris que cubrian unas piernas macisas adornadas por -gruesas pantorrillas; piernas en fin de aquellas á quienes parece faltar -algo sino van guarnecidas de grilletes. - ---Ven acá ¿lo entiendes? --dijo con acento nada lisongero. - -Un perro blanco de pelo largo y sucio y con la cabeza llena de cicatrices -entró arrastrándose en el aposento. - ---Os haceis rogar mucho! --continuó el hombre --Os costaba acaso -reconocerme en medio de tan honrada compañía? Acostaos alli! - -Esta órden fué acompañada de un puntapié que envió al animal al otro -estremo del aposento. - ---De que proviene pues esa batalla? Viejo ladronazo ¿porque maltratais -á los muchachos? --dijo el hombre sentándose con mucha prosopopeya. ---Me estraño que no os hayan asesinado. Si fuera yo de ellos lo haria. -Si hubiera sido vuestro aprendiz largo tiempo ya que esto estaria hecho y -que . . . pero no, no hubiera podido sacar un sueldo de vuestra piel, -porque no sois bueno mas que para meteros en una botella para enseñaros -como un fenómeno de fealdad y creo que no se soplan de bastante grandes -para conteneros. - ---Silencio! Silencio Señor Sikes! --dijo el judío tembloroso --No -hableis tan alto. - ---Si os place no tantos cocos --prosiguió el bandido --llamándome -_Señor_. Comprendo donde quereis ir á parar cuando tomais ese tono; á -nadie bueno por cierto. Llamadme por mi nombre, le teneis muy conocido. -No creais que lo deshonre cuando llegue mi hora! - ---Está bien; está bien Guillermo! --dijo el judío, con abyecta -humildad --Parece que estais de mal humor? - ---Pueda que si. --replicó Sikes --Tambien á mi se me figura que vos no -estais de buen temple cuando os ocupais en arrojar jarros de estaño á -la cabeza de las gentes, á menos que vuestra intencion no sea hacerles -mas daño que cuando los denunciais y cuando . . . - ---Habeis perdido la cabeza? --dijo el judío tomando al otro por la mano -y señalándole con el dedo á los muchachos. - -Sikes por toda respuesta hizo ademan de pasar un nudo corredizo al -rededor del cuello y dejó caer la cabeza sacudiéndola sobre la espalda -derecha; pantomina que el judío pareció comprender perfectamente. Luego -en términos de _caló_ de que su conversacion estaba llena; pero que es -inútil trasladar aquí porque no serian comprendidos, pidió un vaso de -licor. - ---Espero que no le echaréis veneno! --dijo poniendo su sombrero sobre la -mesa. - -Esto fué dicho con tono de broma; pero si él hubiera podido ver la -sonrisa amarga con que el judío se mordió el labio al dirijirse hacia -el armario, hubiera pensado que la precaucion no era del todo inútil ó -que el deseo de practicarse en el arte del destilador no estaba lejos en -aquel momento del corazon del _chistoso_ viejo. - -Despues de haber tragado dos ó tres vasos de licores, Sikes se dignó -fijar su atencion en los dos _jóvenes caballeros_, condescendencia por -su parte que llevó á una conversacion en la que la causa del arresto de -Oliverio fué relatada con tales detalles y comentarios que el Camastron -juzgó conveniente obrar segun las circunstancias. - ---Tengo mucho miedo de que nos haga un flaco servicio si llega á -_bachillerear_. - ---Es muy posible. --repuso Sikes con una sonrisa maligna. --Fagin vos -estais hecho un _ascua_. - ---Tambien tengo mucho miedo --prosiguió el judío mirando al otro -fijamente y sin dar muestra de haber parado la atencion en la _chufleta_ -que acababa de lanzar --tengo mucho miedo de que si el _pastel_ se -descubre para mi, no lo sea tambien para muchos otros y esto querido -Sikes tendria _maldita la gracia_ mas para vos que para mi. - ---Es preciso que alguno vaya á saber lo que ha pasado en el tribunal de -policía. --dijo Sikes con tono mas bajo del que habia usado á su -llegada. - -El judío hizo una señal de aprobacion. - ---Sino ha _garlado_ y está en la prision no hay peligro hasta que salga -de ella --repuso Sikes --y entonces será necesario no perderle de vista. -Es preciso poner manos á la obra de un modo á otro. - -El judio hizo una nueva señal de cabeza aprobativa. - -La prudencia de este plan de conducta era evidente sin duda alguna; pero -desgraciadamente obstaba un grande impedimento para ponerlo en ejecucion. -Fué el caso que él Camastron, Cárlos, Fagin y el mismo Sikes afirmaron -cabalmente á una, que tenian la mas grande antipatia en acercarse á un -tribunal de policía por cualquier causa y pretexto que fuera. - -Difícil seria calcular cuanto tiempo hubieran podido estarse mirando uno -á otro en un estado de incertidumbre nada agradable. Además tampoco es -necesario formar ninguna conjetura sobre este punto porque la entrada -repentina de dos _señoritas_ que Oliverio habia visto ya la primera -noche de su llegada al domicilio del judío reanimó la conversacion. - ---Ya está resuelta la dificultad! --dijo Fagin --Betty irá. ¿No es -cierto querida? - ---Dónde? --preguntó esta. - ---No mas que hasta el tribunal de policía. --contestó el judío con -tono dulce. - -Es preciso hacer justicia á la jóven diciendo que positivamente no -rehusó; pero que expuso sencillamente el deseo de _darse al diablo_ -antes que ir allá; excusa honesta y delicada que prueba que la -_señorita_ estaba dotada de esa cortesia natural que no permite afligir -á su semejante con una negativa formal. - -El judío un si es ó no es desconcertado por la respuesta de esa -_Señorita_ que iba _graciosamente_ (por no decir _magnificamente_) -engalanada con un vestido colorado, botitas verdes y rizos rubios, se -dirijió á la otra. - ---Querida Nancy que dices á esto? --preguntó con aire melifluo. - ---Que no me va ni me viene --respondió Nancy --y así que no vale la -pena de dirigirse á mi. - ---Que quieres decir con eso? --dijo Sikes levantando bruscamente la -cabeza. - ---Lo que digo Guillermo. --replicó la jóven con la mayor sangre fria. - ---Porqué? --añadió Sikes --Tu eres justamente la persona que nos -conviene; nadie te conoce en aquel barrio. - ---Per eso no tengo ningunas ganas de que me conozcan. --continuó Nancy -en el mismo tono. - ---Ella irá Fagin. --dijo Sikes. - ---No; ella no irá Fagin! --esclamó Nancy. - ---Os digo que ella irá Fagin! --replicó Sikes. - -Este tenia razon; á fuerza de amenazas, de promesas y de dadivas -alternadas, la _Señorita_ en cuestion se dejó persuadir al fin. No -militaban para ella las mismas consideraciones que retenian á su amable -amiga; habiendo poco que habia dejado el barrio de _Ratcliffe_ para venir -ha habitar el cuartel de _Field-Lane_ que le es del todo opuesto no habia -miedo de que fuera reconocida por ninguno de sus numerosos conocidos. - -De consiguiente habiéndose puesto un delantal blanco y escondido sus -rizos dentro un gorro de paja (dos artículos de adorno sacados del -almacen inagotable del judío.) Nancy se dispuso para llenar su comision. - ---Espera un momento querida. --dijo el judio trayendo una cesta pequeña -con tapadera --Toma esto que infunde un aspecto mas respetable. - ---Fagin dadle tambien una llave gruesa para llevarla en la otra mano. ---dijo Sikes --Asi se parecerá mas á una cocinera que vá al mercado. - ---Es muy cierto por vida mia! --repuso el judío pasando una gruesa llave -por el index de la mano derecha de la jóven. --Ah! ah! Esto es! ---continuó frotándose las manos. - ---Oh! hermano! querido hermano! hermanito de mi alma! --esclamó Nancy -fingiendo dolor y retorciéndose las manos en señal de desesperacion ---¿Qué ha sido de él? Donde lo han llevado? Ah! por misericordia, -decidme señores ¿que se ha hecho este niño? os lo suplico señores! -decídmelo! - -Habiendo pronunciado estas palabras en el tono mas lastimoso con gran -satisfaccion de sus oyentes, Nancy se calló, lanzó una mirada á la -compañía, dirigió una sonrisa de inteligencia á cada uno y -desapareció. - ---Ah! Es una muchacha muy diestra hijos mios! --dijo el judío sacudiendo -la cabeza con ademán grave como una muda advertencia de seguir el -_ilustre_ ejemplo que acababan de tener ante sus ojos. - ---Es la gloria y el honor de su _sesco_ --añadió Sikes llenando su vaso -y dando un golpe sobre la mesa con su puño enorme --A su salud! Quiera -Dios que todas las mugeres se le parezcan! - -Mientras que en su ausencia se hacia de ella tal elogio, la incomparable -jóven se dirijia ligera hácia el tribunal de policía donde llegó al -cabo de poco tiempo con toda seguridad á pesar de la timidez natural en -su secso de andar solo por las calles. - -Entrando por la parte trasera del edificio, llamó suavemente con su -llave á la puerta de una de las celdillas y puso el oido atento; como no -oyó ningun ruido dentro, tosió, escuchó otra vez y viendo que nadie la -respondia dijo con tono dulce: - ---Oliverio! Oliverio! amigo mio! - ---Quien está ahí? --respondió desde el interior una voz débil y -desmayada. - ---No hay aquí un muchacho? --preguntó Nancy suspirando. - ---No! --replicó la misma voz --Que Dios le libre de ello! - -Como ninguno de los presos respondió al nombre de Oliverio, ni pudo dar -razon de él, Nancy se dirijió en derechura al carcelero (el mismo -gordinflon con chaleco rayado de que se ha hablado ya) y con lamentos y -gritos que hizo todavia mas dignos de lástima agitando su cesta y su -llave, pidió á su hermano adorado. - ---No está aquí querida! --dijo aquel. - ---Donde se halla? --preguntó con acento estraviado. - ---El caballero se lo ha llevado. - ---Que caballero? Oh! Dios mio! que caballero? - -En contestacion á esas preguntas incoherentes el Carcelero relató á la -buena _hermana_ afligida, que habiéndose desmayado Oliverio en el -despacho del magistrado y presentándose luego un testigo que probó -haber sido cometido el hurto por otro niño, habia sido absuelto y -llevado por el querellante á su domicilio situado en algun sitio allá -por el lado de Pentonille segun la direccion que el susodicho querellante -habia dado al cochero en el acto de subir al fiacre. - -Poseida por él terror de la duda y de la incertidumbre la bella -exploradora se retiró tambaleándose; pero apenas hubo pasado el lindar -de la puerta volviendo á tomar su paso firme y seguro se dirijió muy de -prisa á la habitacion del judío por el camino mas largo é intrincado. - -No bien Guillermo Sikes tuvo conocimiento del resultado de las pesquisas -de Nancy, llamó á su perro bruscamente y poniéndose el sombrero se -fué sin despedirse de la compañía. - ---Hijos mios! Es preciso que averigüemos donde se halla; es preciso que -lo encontremos! --dijo el judío sumamente turbado --Cárlos! no hagas -otra cosa mas que ir en su busca hasta que nos traigas noticias suyas. -Nancy, querida mia! De todos modos es necesario que yo le encuentre! Para -ello cuento contigo querida; contigo y con al Camastron. - ---Esperad! esperad! --añadió abriendo los cajones de la cómoda con -mano trémula --Tomad este dinero amigos! --Esto diciendo los empujó -fuera del aposento y cerrando cuidadosamente la puerta con los cerrojos y -la llave, sacó de su escondrijo la caja que á pesar suyo habia puesto -á la vista de Oliverio y ocultó todos los relojes y joyas entre sus -vestidos. - - - - -CAPÍTULO XIV. - -DETALLES REFERENTES Á LA PERMANENCIA DE OLIVERIO EN CASA MR. BROWNLOW. ---PREDICCION NOTABLE DE UN CIERTO MR. GRIMWIG CON MOTIVO DE UN MENSAGE -CONFIADO AL NIÑO. - - -OLIVERIO volvió pronto del desmayo que le habia causado la exclamacion -brusca de Mr. Brownlow, y habiéndose evitado con cuidado todo lo -perteneciente al retrato, como tambien lo que podia tener referencia á -la historie ó al porvenir del niño la conversacion versó sobre cosas -capaces de alegrarle sin excitar su sensibilidad. Estaba aun demasiado -débil para poderse levantar á la hora del almuerzo; pero la mañana -siguiente cuando bajó al aposento del ama de llaves su primer cuidado -fué lanzar una mirada á la pared esperando volver á ver el rostro de -la bella señora. - ---Ah! --esclamó el ama de llaves siguiendo con su vista la mirada de -Oliverio. --Ya lo veis; se afufó. - ---Si lo veo señora! --respondió Oliverio suspirando --¿Porqué lo han -quitado de allí? - ---Lo han bajado al salon hijo mio; porque Mr. Brownlow, dice que la vista -de ese retrato os hace daño sin duda y esto podria retardar vuestro -restablecimiento. - ---Oh! que no señora! Os aseguro que no me hacia ningun daño; tenia -tanto placer en verle! - ---Está bien! está; bien! --dijo el ama con acento jovial --Restableceos -lo mas pronto que podais y se le volverá á su sitio; yo os lo aseguro! -Ahora hablemos de otra cosa. - -Esto es todo lo que Oliverio pudo saber por esta vez del cuadro -misterioso y la anciana que se habia manifestado tan buena para él -durante su enfermedad, procuró trasladar la atencion á otro objeto y de -consiguiente le espetó algunas noticias respecto á su hija; una buena -moza á fé mia casada con un bravo muchacho habitando ambos en -provincia, cuales noticias aquel escuchaba con oido atento. - -Mr. Brownlow mandó comprarle un traje nuevo _y_ le dejó en libertad de -disponer á su gusto de sus viejos harapos. El los dió á un criado que -el mismo dia los vendió á un judío ropavejero. - -Una tarde despues de algunos dias despues de la aventura del retrato, -estando Oliverio hablando con la señora Bedwin M. Brownlow envió -recado, que si aquel se sentia bien tuviera la bondad de pasar á su -gabinete para hablarle un instante. - ---Vírgen de Dios madre! --esclamó la Señora Bedwin --Lavaos pronto las -manos y venid luego á que os arregle un poco el cabello! Dios mio! Dios -mio! Si hubiese podido preveer eso, os hubiera puesto un cuello blanco -haciéndoos un ramito de flores. - -Oliverio obedeciendo á la buena señora se lavó las manos y aunque esta -se plañia mucho de no tener siquiera el tiempo de plegar la pequeña -gorguera de su jóven protegido, tenia con todo tan buen aspecto que no -pudo menos de decir mirándole de la cabeza á los piés que realmente no -sabia si le hubiera sido posible operar en el mayor cambio en mejora aun -que hubiese estado prevenida desde mucho tiempo antes. - -Oliverio animado por estas lisonjas de la buena señora, entró en el -gabinete de Mr. Brownlow despues de haber llamado suavemente á la -puerta. Este era una hermosa piezecita llena de libros y mirando á -soberbios jardines. El anciano estaba sentado ante una mesa con un tomo -en la mano. Al ver á Oliverio dejó el libro sobre la mesa y le dijo -viniera á sentarse cerca de él. - -Mr. Brownlow tomando un tono mas dulce pero sin embargo mas serio dijo: ---Amigo mio! En este momento necesito que pongais atencion á lo que voy -á deciros. Os hablaré con el corazon abierto persuadido como estoy de -que sois mas capaz de comprenderme que muchas personas de mas edad que -vos. - ---Oh! no hableis de alejarme señor; os lo ruego! --esclamó el niño -aterrorizado por el tono con que Mr. Brownlow pronunció este exordio. ---No me expongais á divagar de nuevo por las calles! Guardadme aqui como -criado! No me volvais al horrible sitio de que he venido! Caballero! Os -suplico que tengais piedad de un pobre niño! - ---Querido Oliverio! --dijo el anciano afectado por el acento con que -aquel hizo ese llamamiento súbito á la sensibilidad --No temais que os -abandone mientras no me dais motivo para ello. - ---Jamás caballero! Jamás; os lo aseguro! --replicó Oliverio. - ---Tengo razones para creerlo --repuso á su vez el anciano --y asi lo -espero. Es verdad que antes de ahora he sido engañado por personas á -quienes queria hacer bien; pero á pesar de ello estoy dispuesto á -dispensaros mi confianza y me intereso por vos mas de lo que yo mismo -puedo darme razon. Los que han poseido mi efecto mas tierno, descansan en -paz en la tumba y á pesar de que la alegria y la felicidad de mi vida -las han seguido, no he hecho de mi corazon un ataud, ni lo he cerrado -para siempre á las emociones mas dulces. Una afliccion profunda no ha -hecho mas que volverlas mas fuertes y asi debe ser porque ella depura -nuestro corazon! Vaya, vaya. --prosiguió con aire jovial. --Esto lo digo -porque vos teneis un pecho jóven y subiendo que yo he tenido grandes -tristezas evitareis con mas cuidado el renovarlas. Decís que sois -huérfano sin un solo amigo en lo tierra; todas las pesquizas que he -hecho sobre este punto confirman vuestras palabras; contadme vuestra -historia. De donde venis? Quien os ha educado y donde habeis encontrado -á los compañeros que he visto con vos. Decidme la verdad y si veo que -no habeis cometido ningun crímen, mientras vivais no os faltará un -amigo. - -Las sollozos privaron á Oliverio de la palabra por algunos momentos; -pero al finita á contar como habia sido educado en la granja y de alli -llevado por Mr. Bumble á la Casa de Caridad, cuando retumbaron dos -aldabazos dados por una mano impaciente á la puerta de la calle y casi -al mismo tiempo una criada vino á anunciar á Mr. Grimwig. - ---Sube? --preguntó Mr. Brownlow. - ---Si señor. --respondió aquella. --Ha preguntado si estabais en casa y -como le he respondido que si, ha dicho que venia á tomar el thé con vos. - -Mr. Brownlow se sonrió y volviéndose á Oliverio --Mr. Grimwig --dijo ---es un conocido antiguo. Es necesario no parar la atencion en sus -maneras algo bruscas; fuera de esto es un sujeto honrado y yo le estimo -sinceramente. - ---Mandais que me retire Señor? --preguntó Oliverio. - ---No. --contestó Mr. Brownlow --Prefiero que os quedeis. - -En este momento apareció un individuo gordo cojeando de una pierna y -apoyándose en un enorme baston. Hablando tenia la costumbre de inclinar -la cabeza de un lado y volverla en espiral como hace un papagayo. En esta -postura pues y teniendo en la mano un pedazo de cascara de naranja que -enseñaba con el brazo tendido, esclamó con voz ronca y triste: - ---Tened! veis esto? No es la cosa mas extraordinaria y sorprendente que -no pueda entrar en ninguna casa sin encontrar en la escalera una cáscara -de naranja! Ya una vez he sido estropeado por la cáscara de naranja y no -dudo que la cáscara de naranja será mi muerte! Si; estoy cierto de -ello: la cáscara de naranja me causará la muerte! Me _comeria la -cabeza_ que la cáscara de naranja será mi muerte! - -Este era el ofrecimiento con que Mr. Grimwig apoyaba todos sus asertos. -Lo mas extraordinario en este caso era que aun admitiendo (en favor del -argumento) que les progresos científicos fuesen llevados hasta el punto -de dar al hombre el poder de comerse su propia cabeza, por muy resuelto -que estuviera á ello la del susodicho caballero era tan grande que por -muy afanoso que estuviese de probar esa posibilidad física, jamás -podria prometerse el logro de tan temerario empeño en una sola comida, -aun haciendo abstraccion de una gruesa capa de polvo que la guarnecia. - ---_Me comeria mi cabeza_! --repitió Mr. Grimwig golpeando con su baston -sobre el pavimento y al ver á <Oliverio --Ola! que, es esto? --añadió -retrocediendo dos ó tres pasos. - ---Es el pequeño Oliverio Twist de quien os he hablado. --dijo Mr. -Brownlow. - -Oliverio hizo un saludo. - ---Acaso quereis hablarme de ese muchacho que ha tenido la fiebre? ---preguntó Mr. Grimwig retrocediendo aun mas --Esperad un poco! Nada -digais! Ah! Ya caigo! --añadió bruscamente perdiendo todo temor á la -fiebre y encantado de su descubrimiento --Este es el niño que ha comido -una naranja arrojando luego la cáscara á la escalera! Si no es el -_quiero comerme mi cabeza_ y la suya por añadidura. - ---No. Os engañais; no ha comido naranja --dijo sonriendo Mr. Brownlow. ---Vaya dejad alli vuestro sombrero y hablad á mi jóven amigo. - ---Este es el muchacho de que me habeis hablado no es cierto? --dijo al -fin Mr. Grimwig. - ---El mismo. --respondió Mr. Brownlow, haciendo á Oliverio una señal de -cabeza amistosa. - ---Y bien? Muchacho, como va de salud? --repuso Mr. Grimwig. - ---Mucho mejor! Os doy gracias caballero! --respondió Oliverio. - -Mr. Brownlow temiendo que su exéntrico amigo no dijera algo desagradable -á su jóven protegido, suplicó á éste fuera á decir á la Señora -Bedwin que esperaban el thé, lo que el muchacho hizo con tanto mas gusto -cuanto los modales del recien llegado no le hacian mucha gracia. - ---No os parece interesante ese muchacho? --preguntó Mr. Brownlow. - ---No lo sé --contestó Grimwig con sequedad. - ---No lo sabeis? - ---No en verdad. No encuentro diferencia alguna entre los muchachos, ni -conozco de ellos mas que dos especies: los unos pálidos y endebles y los -otros colorados y gordimflones. - ---Y en que categoria colocais á Oliverio? - ---En la de los endebles. Uno de mis amigos tiene un grueso muchacho -mofletudo (á eso llaman un niño hermoso!) con una cabeza como un bola, -megillas rojas y ojos chispeantes; un niño horrible á fé mia, cuyo -cuerpo y miembros parecen forzar las costuras de sus vestidos y teniendo -por añadidura una voz de piloto y un apetito de lobo. Bien le conozco al -monstruo! - ---Vaya! --dijo Mr. Brownlow. --Esta falta no la tiene Oliverio; con que -no puede provocar vuestra cólera. - ---Es cierto que no tiene esta falta; pero puedo tener de peores. - -En este momento Mr. Brownlow tosió con impaciencia lo que parecia dar -mucho gusto á Mr. Grimwig. - ---Si, lo repito: --continuó este último --puede tener de peores. ¿De -donde viene? quien es? Ha tenido la fiebre! Ello que prueba? La fiebre no -es patrimonio de las gentes honradas, al menos que yo sepa. Acaso no son -los malvados los que tienen algunas veces la fiebre? He conocido en la -Jamaica á un hombre que fué ahorcado por haber asesinado á su amo; -seis veces tuvo la fiebre. Por eso no se le recomendó á la clemencia de -la corona! Puha! Hubiera sido una bestialidad! - -El hecho es que Mr. Grimwig en el fondo de su corazon estaba dispuesto á -convenir en que las maneras de Oliverio abogaban en su favor; pero -dispuesto mas que nunca á contradecir estando como estaba muy exitado -por la cáscara de naranja; y como se habia metido en la cabeza que nadie -le haria confesar si un niño era bueno ó no, habia resuelto desde el -momento á combatir la opinion de su amigo. - -Asi pues, cuando este hubo confesado que no podia responder -satisfactoriamente á ninguna de sus preguntas y que para interrogar á -Oliverio sobre sus antecedentes habia esperado á que este estuviera del -todo restablecido, Mr. Grimwig se sonrió maliciosamente y preguntó con -acento de mofa, si por ventura el ama de llaves tenia la costumbre de -contar la plata cada noche, de lo contrario, si una hermosa mañana no le -faltaban tres ó cuatro cubiertos _se comeria_ etc. etc. - ---Y cuando debeis oir la relacion fiel y circunstanciada de la - -vida y aventuras de Oliverio Twist? --añadió concluyendo su thé, y -mirando al mismo tiempo de reojo á Oliverio que acababa de entrar otra -vez. - ---Mañana por la mañana. --respondió Mr. Brownlow --Prefiero que esté -solo conmigo para ello. Venid á encontrarme mañana á las diez amigo -mio. --continuó dirijiéndose á Oliverio. - ---Esta bien señor. --respondió este con alguna vacilacion, avergonzado -de verse el blanco de las miradas escudriñadoras de Mr. Grimwig. - ---Que apostais que no viene mañana á encontraros? --dijo este último -por lo bajo al oido de Mr. Brownlow. --Le he visto vacilar; os engaña -querido. - ---Juraria que no. --repuso Mr. Brownlow con calor. - ---Si no os engaña --objetó el otro --quiero . . . (y el baston resonó -sobre el piso.) - ---Respondería con mi vida de que el niño dice la verdad. --insistió -aquel golpeando con el puño sobre la mesa. - ---Y yo con mi cabeza, que os engaña. --replicó Grimwig golpeando -tambien sobre la mesa. - ---Allá lo veremos. --dijo Mr. Brownlow procurando ocultar su despecho. - ---Si; allá lo veremos. --repuso Grimwig con sonrisa burlona --Allá lo -veremos! - -Como si la suerte lo hubiera dispuesto á propósito, en medio de este -altercado entró la señora Bedwin trayendo un paquete de libros que -aquella misma mañana Mr. Brownlow habia comprado al mismo vendedor de -libros viejos que ha figurado ya en esta historia, el que depositó sobre -la mesa y se dispuso á salir del aposento. - ---Decid al muchacho que espere Señora Bedwin. --dijo Mr. Brownlow. ---Tiene que volverse algo. - ---Se ha marchado. - ---Llamadle, que importa. Ese hombre no es rico y sus libros no están -pagados: tambien tiene que volverse otros. - -La puerta fué abierta. Oliverio corrió por un lado y la criada por otro -mientras desde el lindar la Señora Bedwin llamaba al muchacho; pero este -estaba ya muy lejos y Oliverio y la criada volvieron sofocados sin haber -podido alcanzarle. - ---Lo siento mucho. --esclamó Mr. Brownlow --hubiera querido que esos -libros hubiesen sido devueltos esta misma tarde. - ---Devolvedlos por medio de Oliverio. --dijo Grimwig con malicia --Estais -seguro que los devolverá fielmente. - ---Oh! si, señor! Permitid que los devuelva: os lo suplico --dijo -Oliverio --Correré todo el camino y pronto estaré de vuelta. - -Mr. Brownlow iba á contestar que no debia salir fuera por lo que fuera, -cuando una mirada maligna de su viejo amigo le decidió á dejar partir -al niño, para que por un pronto regreso probase al momento á este -último la injusticia de sus sospechas, sobre ese punto al menos. - ---Pues bien! Si; ireis amigo mio. --dijo Mr. Brownlow --Los libros están -sobre una silla de mi despacho; subid á buscarlos. - -Oliverio ufano de poder hacerse útil, volvió con mucha diligencia los -libros debajo el brazo y esperó gorra en mano que se le esplicase lo que -debia hacer. - ---Direis --añadió Mr. Brownlow mirando fijamente á Monsieur Grimwig ---direis que vais á llevar esos libros y á pagar al mismo tiempo las -cuatro libras diez chelines que debo. Ahí teneis un billete de banco de -cinco libras; debeis devolverme diez chelines. - ---No estaré diez minutos --dijo Oliverio gozoso. - -Al mismo tiempo metió el billete en la faltriquera de su chaleco, -abotonó la chaqueta hasta el cuello, puso los libros debajo su brazo y -habiendo hecho un saludo respetuoso salió. La Señora Bedwin le siguió -hasta la puerta de la calle dandole las señas del camino mas corto, del -nombre y de la habitacion del librero, señas que Oliverio dijo tener -perfectamente en la memoria, y habiéndole recomendado tuviera cuidado de -no resfriarse la buena señora le dejó al fin partir. - ---Que Dios le bendiga! --dijo viéndole alejarse --No se porque; pero no -apruebo el que se le deje marchar de este modo. - -En este momento Oliverio volvió jovialmente la cabeza é hizo un signo -gracioso antes de entrar en otra calle. La Señora Bedwin le devolvió el -saludo sonriendo, y despues de haber cerrado la puerta, se retiró á su -aposento. - ---Vamos á ver. --dijo Mr. Brownlow sacando el reló de su faltriquera y -poniéndolo sobre la mesa --Dentro veinte minutos lo mas tarde estará de -vuelta! Será ya de noche. - ---Estais seguro de que volverá? --preguntó Mr. Grimwig. - ---Y vos no? --dijo sonriendo Mr. Brownlow. - -Mr. Grimwig ya propenso á la contradiccion, se mantuvo mas firme en sus -trece al verse provocado por la sonrisa confiada de su amigo. - ---No! --dijo dando un puñetazo sobre la mesa --No lo creo. Ese muchacho -lleva sobre su cuerpo un vestido nuevo flamante bajo su brazo un paquete -de libros preciosos y en su faltriquera un billete de banco de cinco -libras; irá á reunirse con sus antiguos amigos los ladrones y se -burlará de vos. Si jamás vuelve á esta casa _quiero comerme la -cabeza_! --Esto diciendo acercó su silla á la mesa y los dos amigos -esperaron en silencio teniendo su vista fija sobre el retó. - - - - -CAPÍTULO XV. - -EN EL QUE SE DEMUESTRA HASTA QUE PONTO EL VIEJO JUDÍO Y LA SEÑORITA -NANCY AMABAN Á OLIVERIO. - - -ENTRETANTO Fagin, Sikes y Nancy disfrazada de cocinera, se habian reunido -en una taberna del barrio mas sucio de Londres y deliberaban allí en -compañía del perro de largo pelo blanco y puerco. Sikes siempre -huraño, el judío mas obsequioso y Nancy decidida mas que nunca á -ponerse de _parada_ para cazar á Oliverio. - ---Vaya! ¿No es cierto Nancy que vas á emprender la caza? --dijo Sikes -presentándole un vaso. - ---Si Guillermo. --respondió la jóven despues de haber tragado el licor -de una sola vez. --Ya le tengo la pista á Dios gracias! El pobre -Diablillo ha estado enfermo, obligado á guardar cama, y . . . alguna -importancia es que ella se calló y sonriendo graciosamente á Sikes -llevó la conversacion á otro objeto. Poco despues el viejo judío fué -acometido de una tos tan violenta que Nancy echando su chal sobre las -espaldas, declaró que era tiempo de partir. Sikes que iba por el mismo -lado una parte del camino, espuso la intencion de acompañarla y salieron -juntos seguidos á poca distancia del perro feo que salió de un pequeño -establo luego que su amo estuvo fuera de su vista. Despues que Sikes hubo -partido, el judío asomó la cabeza por la puerta de la sala y mirándole -andar por el callejon obscuro y estrecho le enseñó el puño profiriendo -horribles imprecaciones y rechinando los dientes; hecho lo cual volvió -á sentarse á la mesa y pronto se engolfó profundamente en las páginas -interesantes de la _Gaceta de los Tribunales_. - ---Ah! querida Nancy! --dijo Fagin levantando la cabeza: - -Si una ojeada significativa y un fruncimiento de las cejas rojas del -judío, advirtió á Nancy de que era demasiado comunicativa, es lo que -no nos importa saber; el solo hecho á que damos - -Entretanto Oliverio no sospechando siquiera que estaba tan cerca de la -habitacion del viejo chulo, se dirijia á la tienda del librero. Cuando -estuvo en Clerkerwell, tomó por distraccion una calle que si bien -paralela, con todo le estraviaba un poco de su camino; pero no reparando -en su error hasta que la hubo andado ya mas de dos tercios y sabiendo -además que ella le conducia al mismo punto, no juzgó oportuno -retroceder y avanzó buen trecho con sus libros bajo el brazo. - -Caminando pensaba en sus adentros cuan feliz debia ser y lo que daria -para ver únicamente al pequeño Ricardo, quien azotado y falto de pan, -tal vez en este momento se hallaba con ansias de llorar, cuando le sacó -de su meditacion la voz de una muger que gritaba desaforadamente: --Oh! -Querido hermano mio! --y apenas hubo vuelto la cabeza para ver lo que era -cuando se halló estrechamente oprimido por dos brazos vigorosos pasados -bruscamente al rededor de su cuello. - ---Dejadme estar! --gritó él resistiéndose --Soltadme! Quien sois? -Porque me deteneis? - -La respuesta á esto fué una multitud de quejas y lamentaciones por -parte de una jóven, llevaba una cesta pequeña y una llave gruesa en -cada mano y que lo abrazaba con transporte. - ---Ay! gracias á Dios! Al fin le he encontrado! --dijo ella --Oliverio! -Oliverio! Has sido un mal muchacho en haberme hecho tan desgraciada! Ven, -ven conmigo á casa! Cielos! Si; es el mismo! O felicidad! Con que lo hé -encontrado! - -En medio de estas esclamaciones incoherentes, la jóven se sintió -acometida por un exceso de histérico que hizo temer por sus dias hasta -tal punto que algunas mugeres atraidas por sus gritos pidieron á un -mancebo carnicero de cabellera lustrosa de grasa hallado alli por -casualidad, fuera en busca de médico; pero éste que era de un natural -lento (por no decir indolente) contestó que no lo creia necesario. - ---Oh! no; no hagais caso! --dijo Nancy cojiendo la mano de Oliverio --Me -siento ya mejor! . . Ea tu desgraciado! ven pronto á casa! - ---Que . . . que es esto _señorita_? --preguntó una de las mugeres. - ---Ah señora! --respondió la jóven. --Hace un mes que se escapó de la -casa de sus padres (personas muy respetables y buenos jornaleros) y se ha -juntado con una banda de ladrones y de mala gente; de modo que su pobre -madre es cuasi-muerta de tristeza. - ---Pilluelo! --dijo una muger. - ---Pequeño salvage! ¿quiéres volverte á tu casa? --añadió otra. - ---Esto no es verdad! --esclamó Oliverio sumamente alarmado --Yo no la -conozco! . . Yo no tengo ni hermana, ni padre, ni madre! Soy huérfano! -Vivo en Pentonville! - ---Se ha visto descaro igual! --dijo Nancy. - ---Cielos! Nancy! --gritó Oliverio reconociéndola al fin y retrocediendo -de espanto. - ---Ya lo veis como me conoce! --repuso Nancy recurriendo al testimonio de -los presentes. --No puede menos! . . Como honradas gentes que sois -ayudadme á llevarlo á nuestra casa, ó sino matará á su padre á su -madre y yo me moriré tambien de tristeza! - ---Que Diablos sucede aqui? --dijo un hombre saliendo precipitadamente de -una taberna seguido de un perro blanco lleno de cicatrices --Oh! . . mil -truenos! Es el pequeño Oliverio! Tunantuelo te volverás pronto á tu -casa con tu pobre madre? - ---Yo no les pertenezco! No les conozco! Socorro! Socorro! --gritó el -niño procurando desprenderse de las manos del hombre. - ---Ah! gritas socorro! --repuso éste. Pillastron! Yo voy á dártelo el -socorro! . . Que significan esos librotes que traes aqui? Sin duda los -habrás robado! Dame esto pronto! - -Esto diciendo, le arrancó los tomos de las manos y le dió un gran -puñetazo en la cabeza. - ---Bien hecho! --dijo un hombre que miraba desde la ventana de una -guardilla --Este es el único medio de hacerle entrar en razon. - ---Sin duda alguna. --esclamó un carpintero medio dormido, dirijiendo una -mirada de aprobacion al que acababa de hablar. - ---Esto le sentará bien! --dijeron las dos mugeres. - ---Por esto cabalmente no quiero que le pase la presente! --repuso el -bandido cogiendo á Oliverio por el cuello de la chaqueta y asestándole -otro puñetazo --Andarás pillastron? --A mi Cesar! A mi! --prosiguió -dirijiéndose á su perro. - -Debilitado por la enfermedad que acababa de pasar, aturdido por los -golpes y por un ataque tan repentino, espantado por el horrible gruñido -del perro y la brutalidad del hombre y anonadado por la conviccion de los -presentes que le tomaban por lo que no era ¿que podia hacer el pobre -niño en tal circunstancia? La obscuridad de la noche, en semejante -barrio hacia todo socorro improbable y toda resistencia inútil. En menos -que nada fué conducido con tal rapidez por un laberinto de callejuelas -sombrias y estrechas que los pocos gritos que osó proferir no fueron -oidos, y aun que lo hubieran sido nadie habia á quien pudieran llamarle -la atencion . . . - -Los faroles estaban encendidos por todas partes; la Señora Bedwin -esperaba con ansiedad á la puerta de la casa; la criada habia corrido -veinte veces hasta al cabo de la calle para ver si encontraria á -Oliverio y los dos amigos estaban en el salon sin luz, teniendo siempre -el reló ante su vista. - - - - -CAPÍTULO XVI. - -DONDE FUÉ Á PARAR OLIVERIO DESPUES DE HABER SIDO RECLAMADO POR NANCY. - - -DESPUES de haber recorrido algunas callejuelas, llegaron al fin á una -gran plaza que á juzgar por los rediles y cobertizos de que estaba -guarnecida debia ser un mercado de animales. Sikes aflojó entonces el -paso, pues del modo que andaban la jóven no podia seguirles y -volviéndose á Oliverio le intimó bruscamente que diera la mano á -Nancy. - ---Entiendes lo que te digo? --refunfuñó Sikes, observando que el -muchacho se resistia y miraba á su alrededor. - -Se encontraban en un sitio sombrío muy lejanos de los transeuntes y -Oliverio se convenció completamente de que toda resistencia seria -inútil. Alargó pues la mano á Nancy y esta la estrechó fuertemente -contra la suya. - ---Ahora dame esa! --continuó Sikes apoderándose de la otra mano. - ---Aquí Cesar! (El perro levantó la cabeza y se puse á gruñir.) La -vés bien he? --prosiguió señalando con el dedo la garganta del niño y -echando terribles juramentos --Si tiene la desgracia de remover solamente -los labios muerde eso! Comprendes? - -El perro gruñó de nuevo y lamiéndose los hocicos miró á Oliverio -como si se alegrára de antemano de poderlo saltar al cuello. - ---Lo hará como se lo digo! Que un rayo me parta si no lo hace! --repuso -Sikes arrojando una mirada feroz al animal en muestra de aprobacion. ---Ahora mira lo que te conviene: grita cuanto te acomode; el perro te -impondrá pronto silencio! Ea! anda ya fiel guardian y ojo avisor. - -A estas palabras afectuosas de su amo, Cesar que no estaba acostumbrado -á ellas removió la cola y dando un gruñido en señal de advertencia -para Oliverio, tomó la delantera y abrió la marcha. - -El mercado que atravesaban era el de Smithfield. La noche estaba sombría -y brumosa, las luces de las tiendas apenas podian abrirse paso á través -de la nieble cuyo espesor crecia á cada instante aumentando la soledad y -la tristeza del sitio, al mismo tiempo que hacia la incertidumbre de -Oliverio mas horrible y mas angustiosa. - -Cerca una hora recorrieron callejones sucios y poco concurridos y si -algunas personas encontraron parecieron á los ojos de Oliverio como -pertenecientes á la misma calaña de Sikes. Por fin, enfilaron una calle -aun mas estrecha y mas sucia que las otras, habitada cuasi toda ella por -ropavejeros y el perro adelantándose corriendo como si estuviera cierto -de que su vigilancia era ya entonces inútil, se paró ante una tienda -cerrada al parecer desocupada, pues la casa amenazaba ruina y un rótulo -anunciando que estaba para alquilar, permanecia medio clavado sobre la -puerta en señal de que estaba en ella desde muchos años. - ---Ya llegamos! --dijo Sikes lanzando una mirada á su alrededor. - -Nancy pasó la mano por debajo los postigos y Oliverio oyó sonar una -campanilla en el interior. Fueron á colocarse debajo de un farol y -esperaron algunos momentos. Rechinó el ruido de una llave en la -cerradura y poco despues la puerta se abrió con la mayor precaucion. -Sikes entonces sin mas cumplimientos cojió el niño por el cuello y en -un decir Jesus estuvieron los tres dentro de la casa. Entre la obscuridad -mas profunda esperaron que la persona que les habia abierto hubiera -cerrado otra vez la puerta con llave y cerrojos. - ---No hay ninguno aquí? --preguntó Sikes. - ---No. --respondió una voz que Oliverio creyó reconocer. - ---El viejo está? --prosiguió el bandido. - ---Si. --replicó la voz --Lindamente enredado entre espinas esperándoos. -Con esto quien no tendrá placer de veros! Pues ya! - -El estilo de esta respuesta y el tono con que fué pronunciada, eran -familiares á los oidos de Oliverio; pero no pudo descubrir la fisonomía -del interlocutor. - ---Alúmbranos un poco si no quieres que nos rompamos el bautismo, ó que -pisemos al perro --dijo Sikes. --Os advierto que tengais cuidado con las -piernas si pisais sus patas. - ---Aguardad un momento que vaya á buscar la luz! --repuso la voz. - -En esto se oyó el ruido de los pasos de una persona que se alejaba y -luego apareció Jaime Dawkins vulgo el _fino Camastron_ llevando en la -mano una vela colocada en un palo hendido. Sé contentó con hacer una -mueca á Oliverio para renovar las amistades con él é hizo señal á -los visitadores de que le siguieran. Bajaron la escalera, atravesaron una -cocina desprovista de utensilios y abriendo la puerta de un chiribitil -del que se exhalaba un olor fétido, fueron recibidos entre carcajadas y -aclamaciones de alegria. - ---Oh! que buena farsa! --esclamó maese Bates desternillándose de risa. ---Si, el es! Pero mirad Fagin . . . miradle . . . Dios de Dios! Qué -buena farsa! Hay para morirse de risa! Que alguno me tenga para que pueda -reir á mis anchuras. Ah! ah! ah! - -Esto diciendo maese Bates se dejó caer en tierra boca abajo y estuvo en -tal postura por mas de cinco minutos dando un libre desahogo á su loca -alegría y sacudiéndose las posaderas con sus talones. Luego volvió á -levantarse, tomó la vela de manos del Camastron y acercándose á -Oliverio dió vuelta entorno suyo para examinarle mientras que el judío -quitándose su gorra de algodon saludó respetuosamente varias veces al -pobre niño que los miraba con ademan azorado. Entre tanto el _Camastron_ -que era de un carácter mas maduro y que raras veces comprometia su -dignidad cuando se trataba de _asuntos serios_ relativos á su -_profesion_, vaciaba los bolsillos del infortunado con la atencion mas -escrupulosa. - ---Mirad Fagin, mirad su _cáscara_! --dijo Bates acercando la vela tan -cerca del vestido nuevo de Oliverio que poco faltó para que pusiera -fuego en ellos --Mirad su _cascarita_! _Tela de pavo real_ y corte de -tijera de plata! Viva la elegancia! Ola! ola! y esos libros? Eso le dá -el aire de todo un _caballero_ ¿no es verdad Fagin? - ---Querido! Estoy encantado de veros tan bien puesto! --dijo el judío -saludando á Oliverio con humildad afectada --El Camastron os dará otros -vestidos, pues seria una lástima gastaseis estos que son para los -domingos! Querido? porque no habeis escrito que veniais? Hubiéramos -tenido algo caliente para vuestra cena. - -A estas palabras maese Bates soltó una carcajada tan estrepitosa que el -mismo judío desarrugó la frente y el Camastron se sonrió. Pero como en -este mismo momento este sacó el billete de banco de la faltriquera de -Oliverio, seria dificil averiguar si fué la bufonada de Cárlos ó el -descubrimiento del billete quien exitó su sonrisa. - ---Ola! ¿Que papelucho es este? --dijo Sikes adelantándose hácia el -judío, mientras este se apoderaba del billete. --Esto me pertenece Fagin! - ---No, no Guillermo; es mio querido! Vos tendreis los libros. - ---Si no se entrega eso á mi ó á Nancy (que es lo mismo), voy á -devolver al niño. --dijo Sikes poniéndose el sombrero con ademan -resuelto. - -El judío se estremeció: lo mismo hizo Oliverio aun que por motivo muy -diferente pues esperaba que su libertad seria el resultado de la disputa. - ---Ea! venga acá eso! Lo entendeis? --dijo Sikes. - ---No hay razon para ello Guillermo, ninguna razon. ¿No es cierto Nancy? ---contestó el judío. - ---Haya razon ó no --replicó Sikes. --dadme eso! Os lo digo por la -última vez! ¿Creeis que Nancy y yo no tengamos nada mas que hacer que -pasar un tiempo precioso siguiendo la pista y cojer á todos los -muchachos que se dejan _prender_ para vuestro provecho? Venga acá eso -viejo avaro! (Esqueleto carcomido!) Trasto de desván! - -Pronunciando tales palabras Sikes se apoderó del billete de banco que el -judío tenia entre el pulgar y el indice y pasando con la mayor sangre -fria su vista por él, lo plegó en cinco ó seis vueltas y lo encerró -dentro de un nudo que hizo en el pañuelo que llevaba al cuello. - ---Esto es por el trabajo que nos hemos tomado. --dijo Sikes ajustando de -nuevo su corbatin --Todavía no es la mitad de lo que él vale! Vos -podeis quedaros con los libros si sois aficionado á la lectura, ó sino -los vendereis! - ---Qué bien escritos están! --dijo Cárlos que ojeó uno de los tomos -haciendo mil muecas --Bello estilo por vida mia! Espresiones elegantes! -No es verdad Oliverio? --Y viendo el ceño lastimoso que ponia este -mirando á sus perseguidores, maese Bates que estaba dotado de un -espíritu cáustico y que además tenia un gusto decidido por el -_burlesco_ se puso á reir á carcajadas y ha hacer mas ruido que antes. - ---Son del anciano caballero! --dijo Oliverio torciéndose las manos --De -ese bueno y respetable caballero que me llevó á su casa y que tuvo -cuidado de mi cuando estaba malo y me iba á morir! Ah! Os lo suplico, -enviádselos! Devolvedle los libros y el dinero! Tenedme encerrado aquí -toda mi vida; pero por amor de Dios devolvedle lo que le pertenece! -Creerá que le he robado! La buena señora y todas las personas de la -casa que han sido para mi tan buenas, me tendrán por un ladron! Oh! -tened piedad de mi! Devolved los libros y el dinero! - -Pronunciando estas palabras con el acento de la mas violenta -desesperacion, Oliverio se echó á los piés del judío juntando sus -manos con ademan suplicante. - ---El niño tiene razon! --dijo Fagin arrojando una mirada á su alrededor -y frunciendo sus cejas rojas --Tienes razon Oliverio; mucha razon! -Pensarán que has robado los libros y el dinero. Ah! ah! --prosiguió -rechinando los dientes y frotándose las manos-- Esto no podia venir -mejor, aunque lo hubieramos hecho á propósito! - ---Sin duda que no podia venir mejor! --contestó Sikes --He aquí lo que -me ha acudido de pronto en el pensamiento cuando le he visto atravesar -Clerkenwell con sus libros bajo el brazo. Ellos deben ser unas santas -almas de otro modo no le hubieran recojido en su casa. Luego no le -reclamarán por temor de tenerle que perseguir ante los tribunales y -hacerle prender. Con que está bien seguro! - -Hasta entonces Oliverio habia mirado á uno y otro alternativamente con -aire inquieto sin comprender del todo lo que querian decir; pero cuando -Sikes concluyó de hablar, se levantó de repente, se escapó del -aposento sin saber donde dirijirse llamando á su socorro y haciendo -resonar la casa con sus gritos. - ---Guillermo llama á tu perro! --esclamó Nancy corriendo á la puerta y -cerrándola trás el judío y sus dos educandos que se habian lanzado en -persecucion de Oliverio --Llama á tu perro! Va á devorar á ese -muchacho! - ---Voto á brios que lo merece! --gritó Sikes reuniendo todas sus fuerzas -para desprenderse de las manos de la jóven. --Quítate tú de aqui! -Suéltame te digo ó voy á romperte el cráneo contra la pared! - ---Nada me importa! --continuó Nancy forcejando para conservar su puesto ---Este muchacho no será devorado por el perro, sin que antes tu me hayas -muerto! - ---Dices bien! --dijo Sikes rechinando los dientes. --Esto va á ser -pronto si no te retiras! - -Esto diciendo el bandido arrojó con toda su fuerza á la jóven al otro -estremo del aposento, justamente en el instante en que el judío y los -dos muchachos volvieron á entrar conduciendo á Oliverio. - ---Que sucede ahora? --preguntó Fagin. - ---Creo que se ha vuelto loca? --contestó Sikes con acento feroz. - ---No, no está loca! --dijo Nancy pálida por la cólera y sofocada por -la lucha que acababa de sostener --No, no lo creais Fagin! - ---Entonces quieres callarte! --dijo el judío con tono amenazador. - ---No; no me callaré! --replicó Nancy levantando la voz. --Que querais -decirme con ese tono? - -El viejo Fagin conocia demasiado al sexo de que formaba parte Nancy y los -caprichos á que comunmente está sujeto para no juzgar prudente dejar á -la jóven. Con esta idea, para apartar la atencion de esta se dirijió á -Oliverio. - ---Con qué queriais escaparos he? --dijo tomando una gruesa estaca llena -de nudos que estaba en un rincon de la chimenea. - -Oliverio no respondió; pero espió los movimientos del judío -latiéndole con fuerza el corazon. - ---Si; llamabais socorro! Queriais hacer venir la guardia ¿no es esto? ---prosiguió, cojiendo con furia el niño por el brazo --Jovencito! Os -curaremos de esta manía. - -Al decir esto el judío le sacudió un fuerte golpe sobre las espaldas -con su estaca y tenia la mano levantada para darle otro cuando la jóven -avalanzándose á él con la rapidez del rayo le arrancó el palo de las -manos y lo arrojó al fuego con tal fuerza que hizó saltar los carbones -ardientes en el aposento. - ---No lo sufriré mientras yo este presente Fagin! --esclamó --Habeis -recobrado otra vez á ese niño ¿que queréis mas? No el maltrateis ó -os doy mi palabra que me entregaré respecto á uno de vosotros á -ecsesos que me conducirán á la horca antes de tiempo! Al hacer esta -amenaza golpeó el suelo con su pié, mientras cerrados los puños y el -rostro pálido de cólera miraba alternativamente ya á Sikes ya á Fagin. - ---Qué es esto Nancy? --dijo el judío con acento melífluo despues de un -momento de silencio durante el cual cambió con Sikes una mirada en la -que era fácil adivinar la turbacion de su alma --Esta noche te muestras -mas sentimental que nunca! Ah! ha! querida . . . Obras noblemente! - ---Así me cuadra! --respondió esta --Cuidad de que no me propase! Vos -Fagin no hariais con ello muy buen negocio! Con que os lo prevengo por la -última vez; dejadme en reposo! - -Existe en la muger irritada (sobre todo cuando ha sido llevada á los -estremos) cierto sentimiento que los hombres no tienen ganas de provocar. -El judío comprendió perfectamente que seria inútil fingir poco cuidado -de la cólera de Nancy; así pues, retrocediendo con prudencia, miro á -Sikes con aire villano y suplicante á la vez como para darle á entender -que no se consideraba tan capaz como él para seguir la conversacion. - -Sikes viéndose interpelado de tal modo y pensando tal vez que su amor -propio estaba interesado en probar el ascendiente que tenia sobre Nancy -volviéndola á la razon, profirió cinco ó seis juramentos y otras -tantas amenazas con una facilidad de elocucion que hizo honor á su -fértil inventiva. Sin embargo como esto no pareció producir ningun -efecto visible en la persona que de ello era objeto, recurrió á -argumentos mas sólidos. - ---Qué quieres decir con tantos humos? --gritó acompañando la pregunta -con un horrible juramento. --Veamos, habla! ¿Qué pretendes con tu -amenaza? Voto á mil truenos juntos! Sabes quien eres tu? - ---Oh! si; demasiado lo sé! --dijo la jóven sacudiendo la cabeza con -ademan de indiferencia. - ---Entonces, cierra el pico ¿entiendes? --repuso el otro con tanta -brutalidad como si hablara á su perro --De lo contrario te ataré yo la -lengua por algun tiempo. - -Nancy soltó una risa convulsiva y lanzando á Sikes una mirada de reojo, -volvió la cabeza y se mordió los labios hasta echar sangre. - ---Ah! si! Eres una gentil muchacha á fé mia! --añadió Sikes -mirándola con desprecio --Especialmente cuando te das ese aire de buenos -sentimientos. Es un gran negocio para _este niño_ (como tu le llamas.) -el haber encontrado en tí una _amiga_ . . - ---Sin contar que lo soy --esclamó Nancy con cólera --y que quisiera -estar en lugar de _aquellos_ al lado de los cuales tan cerca hemos pasado -esta noche, mas bien que haberos ayudado á encontrar este desgraciado! -Qué sea de hoy en adelante un mentiroso, un ladron, un petardista; que -sé yo! todo lo que existe de mas abominable! No le basta á ese viejo -bandido sino que tambien ha de destrozarlo á golpes? - ---Vamos, vamos! --dijo el judío dirijiéndose á Sikes y haciéndole -observar la atencion con que sus jóvenes educandos prestaban el oido á -todo lo que pasaba --Guillermo es preciso venir á palabras de paz, á -palabras de reconciliacion. - ---Palabras de paz! --esclamó la jóven, cuya fisonomía desfigurada por -la cólera era en este momento espantosa --Palabras de paz vos viejo -infame! Si, las mereceis! He robado por vos cuando no tenia mas que la -mitad de la edad de ese niño! --dijo señalando á Oliverio. --Siempre -he hecho el mismo comercio y siempre para la misma persona desde hace -doce años! ¿No es cierto? Decid! Podeis negarlo? - ---Y bien qué? --replicó el judío procurando calmarla --Si lo has hecho -ha sido para vivir. - ---Si! --gritó ella con toda la fuerza de sus pulmones --Robar es mi -subsistencia, como la escarcha, la niebla y el lodo de las calles son mi -habitacion! Y vos sois el viejo infame que me ha reducido á ellos desde -mi infancia y me reduciréis dia y noche hasta que muera! - ---Te sucederá una desgracia! --repuso el judío excitado por estos -reproches --Algo peor que esto si dices una palabra mas! - -La jóven calló; pero arrancándose los cabellos y rasgando sus vestidos -en un exceso de rabia se precipitó sobre Fagin y probablemente le -hubiera dejado señales de su venganza si Sikes no se hubiere interpuesto -entre ambos cojiéndola por los puños. Hizo algunos esfuerzos para -desacirse y se desmayó. - ---Está bien ahora! --dijo Sikes arrastrándola hasta un rincon del -aposento --Cuando se irrita hasta tal punto tiene en los brazos una -fuerza asombrosa! - -El judío se enjugó la frente y sonrió de contento al verse libre de -una escena tan trájica; á pesar de que él, Sikes, los muchachos y él -mismo la debieron considerar como un percance inseparable de sus asuntos. - ---No conozco nada peor que tenérselas que haber con las mugeres. --dijo -el judío volviendo la estaca á su sitio. --Sin embargo poseen -cualidades recomendables y nos son muy útiles en nuestra _profesion_. -Cárlos, lleva Oliverio á la cama. - ---Creeis papá Fagin que hará muy bien en no ponerse mañana estos -vestidos tan nuevecitos y tan pulcros? --preguntó Cárlos guiñando los -ojos con malicia. - ---No faltaba mas! --contestó aquel haciendo una mueca de inteligencia á -su educando. - -Maese Bates muy satisfecho en apariencia de la comision que se le -confiaba, tomó el palo hendido que servia de candelero y condujo á -Oliverio á una pieza vecina donde habia dos ó tres camas en una de los -cuales habia ya dormido el pobre niño. Allí con carcajadas insolentes -enseñóle los mismos harapos que habia creido no volver á ponerse -jamás, y al mismo tiempo le esplicó como por medio del judío que los -habia comprado, el viejo Fagin descubriera el lugar de su retiro. - ---Quítate esto! --dijo --Yo lo entregaré á Fagin para que lo guarde. -Dios de Dios! y que buena farza! - -El desgraciado huérfano se sometió de mal talante, y maese Bates -despues que hubo rollado y puesto bajo su brazo el vestido nuevo de -aquel, se fué llevándose la vela y cerrando la puerta con llave. - -El ruido de sus carcajadas y la voz de Betsy que llegó muy á propósito -para aflojar á su amiga y arrojarle agua en las sienes para hacerla -volver de su parasismo, hubieran podido tener dispiertas á muchas -personas en una posicion mas feliz que la que en que se encontraba -Oliverio; pero estaba enfermo y destrozado de miembros, y se durmió muy -pronto profundamente. - - - - -CAPÍTULO XVII. - -LA SUERTE QUE NO SE CANSA DE PERSEGUIR Á OLIVERIO, LLEVA Á LONDRES UN -PERSONAGE ILUSTRE QUE ANONADA SU REPUTACION. - - -UNA mañana muy de madrugada Mr. Bumble salió de la Casa de la Caridad y -enfiló la Calle Mayor con paso firme y seguro. Su semblante demostraba -toda la gloria y el orgullo de su dignidad de pertiguero: los galones de -su sombrero de tres picos y de su levita brillaban al sol y oprimia su -baston con toda la fuerza de la salud y del poder. Mr. Bumble llevaba -siempre la cabeza erguida, pero en este dia la llevaba mas tiesa que de -costumbre. Habia tal distraccion en sus miradas y tal nobleza en sus -ademanes que un observador inteligente no hubiera podido menos de -presumir que pensamientos de una naturaleza poco comun ocupaban la mente -del pertiguero. No se dignó detenerse para conversar con los tenderos al -por menor y las demas personas que le dirijieron la palabra; se contentó -con responder á sus saludos por un movimiento de mano y no se detuvo su -marcha hasta que hubo llegado á la granja en que la Señora Mann -guardaba á los niños de la Casa con un cuidado _parroquial_. - ---Que el diablo se lleve á ese importuno pertiguero, si no es él quien -llega tan de mañana! --dijo viéndole sacudir con impaciencia la puerta -del jardin --Ola Señor Bumble! Ya me figuré yo bien que no podiais ser -otro que vos! Es gran placer y una sorpresa agradable el poderos ver tan -de mañana! Os suplico que os tomeis la molestia de entrar! - -Las primeras palabras fueron dirijidas á Susana y las últimas á Mr. -Bumble mientras le abria la puerta y le introducia en la casa con las -mayores señales de respeto y atencion. - ---Señora Mann! --dijo Mr. Bumble dejándose caer gradual y pausadamente -en una silla, en vez de sentarse bruscamente como lo haria un palurdo ---Señora Mann os doy los buenos dias! - ---Igualmente Señor Bumble! --contestó esta con muchas muecas graciosas ---¿Cómo vá esa preciosa salud? - ---Psi! psi! Señora Mann. --replicó el pertiguero --Una vida -_parroquial_ no es ningun lecho de rosas! - ---Bien seguro que no! --apoyó la Señora. (Todos los niños confiados á -su cuidado hubieran podido responder á coro si la hubiesen oido.) - ---Una _vida parroquial_ Señora Mann --continuó el pertiguero golpeando -la mesa con su baston --es una vida de trabajo, de vejaciones y de -tormentos! Pero todos los _personajes públicos_, si así puedo -espresarme, deben esperarse el sufrimiento de la persecucion. - -La Señora Mann no comprendiendo del todo lo que el pertiguero queria -decir, levantó las manos al cielo con aire místico y suspiró. - ---Ah! Bien podeis suspirar Señora Mann! --dijo Bumble. - -Aquella viendo que habia obrado bien, suspiró de nuevo con gran -satisfaccion del _funcionario público_ que reprimió una sonrisa -graciosa mirando fijamente al sombrero de tres picos. - ---Me voy á Londres Señora Mann! - ---De veras Señor Bumble? --contestó ésta plegando las manos y -retrocediendo tres pasos en señal de asombro. - ---Si Señora. --replicó el imperturbable pertiguero --Me voy á Londres -en la diligencia . . . yo y dos pobres de la casa. Tenemos un pleito por -causa de esos pobres. No pertenecen á nuestra parroquia, de consiguiente -por pleno derecho no queremos albergarlos . . . y yo soy quien el consejo -de Administracion ha escojido por su representante y el que debe -responder en su nombre en las prócsimas sesiones de Clerkenwell. [3] -Figuraos ahora Señora Mann --continuó empinándose de toda su altura ---Figuraos digo cuanto hilo tendrán que torcer las sesiones de -Clerkenwell antes que concluyan conmigo. - ---Oh! no vayais á tratarlas con demasiada severidad. --dijo la Señora -Mann con tono adulador. - ---Ellas me habrán obligado Señora Mann, y si las sesiones de Crekenwell -no salen tan bien paradas como creen, á ellas mismas deberán echarse la -culpa! - -Estas palabras fueron pronunciadas con tal calor y tal acento de amenaza -que la Señora Mann se estremeció. - ---Os vais pues en la diligencia? --dijo --Creia que la costumbre era -enviar á esos pobres en carretas? - ---Esto Señora Mann es cuando están enfermos. Entonces les encajamos -dentro de carretas descubiertas para impedir que los aires colados les -costipen. - ---Ah! esto es otra cosa! - ---La Administracion de diligencias se encarga de esos por una biscoca. -Ambos se hallan en muy triste estado, y calculamos que el cambiarlos nos -costará dos libras esterlinas menos que enterrarlos; es decir, si -logramos hacerlos recibir en otra parroquia, lo que creo no será dificil -en caso de que el despecho no los mato en el camino . . . ah! ah! ah! - -Despues que Mr. Bumble hubo reido á sus anchas, sus ojos se encontraron -con el tricuspis y recobró su gravedad. - ---Por vida de . . . hablando nos olvidamos de los asuntos. --dijo ---Señora Mann aquí tenéis vuestro _salario parroquial_ del mes. - -Esto diciendo sacó de su cartera algunas monedas de plata envueltas en -un papel y pidió un recibo que la Señora Mann se apresuró á escribir. - ---Hay muchos garabatos --dijo esta --pero ya pasará. Muchas gracias -Señor Bumble. Os estoy muy agradecida. - -El pertiguero respondió á esta cortesia con una ligera inclinacion de -cabeza y preguntó por la salud de los niños. - ---Pobres angelitos! --contestó la vieja con emocion. --Están lo mejor -posible, esceptuando los dos que se murieron la semana pasada y luego el -pequeño Ricardo que anda alicaido. - ---No mejora? --preguntó el pertiguero. - -La Señora Mann sacudió la cabeza. - -La mañana siguiente á la seis Mr. Bumble, despues de haber cambiado su -sombrero de tres picos por otro redondo y empaquetado su individuo dentro -un redingote azul, tomó asiento en la delantera de la diligencia en -compañía de los dos _criminales_ de quienes la Administracion pretendia -deshacerse, y que eran la causa bien inocente del proceso que llamaba al -pertiguero á Londres. Este llegó á la capital sin haber esperimentado -en el camino otra incomodidad que la producida por la conducta -_inconveniente_ de los dos pobres que se obstinaron en quejarse del frio, -y en titiritar de tal manera durante todo el viaje que (á lo que dijo -Mr. Bumble.) sus dientes le castañearon en la cabeza y se encontró muy -poco á su gusto á pesar de tener un grueso redingote sobre su cuerpo. - -Habiéndose desembarazado el pertiguero de tan _incómodos_ individuos -por toda la noche, se instaló en la fonda donde habia parado la -diligencia y se hizo servir una opípara comida compuesta de tajadas de -buey con salsa de ostras y una botella de escelente vino de Oporto. Luego -que hubo concluido, llenó un vaso de _grog_ que puso sobre la chimenea, -acercó su silla á la lumbre y despues de algunas reflecsiones morales -sobre la incomodidad que resulta de viajar con personas que titiritan y -que se quejan, se puso á leer un periódico. - -El primer artículo sobre el que se fijaron sus ojos fué el anuncio -siguiente: - - CINCO GUINEAS DE RECOMPENSA. - -«Un muchacho de Pentonville llamado Oliverio Twist, ha dejado su -habitacion el jueves último al anochecer sin haber vuelto á ella. - -«La recompensa arriba espresada será concedida al que dará -instrucciones que puedan facilitar el descubrimiento del susodicho -Oliverio Twist, ó que tiendan á arrojar alguna luz sobre los pormenores -de su historia, que la persona que hace insertar este anuncio tiene gran -interés en saber.» - -Venia en seguida la descripcion exacta de la edad, del traje y del -exterior de la persona de Oliverio; el modo como habia desaparecido y -finalmente el nombre y la direccion de Mr. Brownlow. - -Mr. Bumble abrió los ojos, leyó pausadamente y con la mas escrupulosa -atencion, por dos ó tres veces consecutivas el artículo y cinco minutos -despues estaba en camino para Pentonville habiéndose olvidado con la -precipitacion el vaso de _grog_ de sobre la chimenea. - ---Mr. Brownlow está en casa? --preguntó á la jóven que le abrió la -puerta. - -A tal pregunta ésta contestó del modo evasivo que tenia por costumbre: ---No lo se. ¿De parte de quién venís? - -No bien Mr. Bumble hubo pronunciado el nombre de Oliverio y esplicado él -motivo de su visita, cuando la Señora Bedwin que escuchaba á la puerta -de la sala se precipitó desalentada en el recibidor. - ---Entrad! Entrad! --dijo --Estaba segura de que tendríamos noticias -suyas! Pobre chico! Me lo decia el corazon! Querido niño! Siempre lo -dije! - -Esto diciendo la buena anciana volvió á entrar en la sala á toda prisa -y sentándose en el sofá prorumpió en lágrimas, mientras que la criada -menos sensible subió los escalones de cuatro en cuatro y volvió pronto -para decir á Mr. Bumble que la siguiera. Le introdujo en el gabinete de -estudio donde Mr. Brownlow y su amigo Grimwig estaban sentados á una -mesa con una botella y dos vasos ante si. - ---Un pertiguero! Un verdadero pertiguero de parroquia! Me comeria la -cabeza que es un pertiguero! --esclamó este último. - ---Os ruego querido amigo que no nos interrumpais por algunos momentos. ---dijo Mr. Brownlow. Y dirijiéndose á Bumble añadió --Caballero tened -la bondad de sentaros! - -Mr. Bumble se sentó muy preocupado por la originalidad de los modales de -Mr. Grimwig, Mr. Brownlow colocó la lámpara de modo que pudiera ver -mejor al pertiguero y dijo con alguna impaciencia. - ---Supongo que el motivo de vuestra venida, ha sido el artículo que he -hecho insertar en el periódico? - ---Si señor. --respondió Bumble. - ---Vos sois pertiguero ¿no es cierto? --preguntó Mr. Grimwig. - ---Soy pertiguero _parroquial_ señores. --replicó aquel con orgullo. - ---Lo ois? --repuso Mr. Grimwig, dirijiéndose á su amigo aparte --Estaba -seguro de que era un pertiguero. El corte de su redingote es -_parroquial_, y huele á pertiguero á la legua. - -Mr. Brownlow impuso silencio á su amigo con un movimiento de cabeza y -luego continuó: - ---Podeis decirnos donde se halla al presente ese niño? - ---De ningun modo. --contestó Bumble. - ---Entonces ¿que es lo que sabeis de él? --preguntó Monsieur Brownlow. ---Hablad amigo mio si teneis algo que decir. ¿Qué sabeis de él? - ---Nada bueno sin duda? --dijo Mr. Grimwig despues de haber examinado -atentamente al pertiguero. - -Este tomó la pregunta al pié de la letra y meneó la cabeza con aire -compungido. - ---Ya lo veis! --dijo Mr. Grimwig dirijiendo á su amigo una mirada de -triunfo. - -Mr. Brownlow procuró leer en la fisonomía del pertiguero la respuesta -que iba á recibir de él y le instó para que le dijera con la brevedad -posible lo que sabia respecto á Oliverio. Mr. Bumble se quitó el -sombrero, desabrochó su redingote, se cruzó de brazos y despues de -algunos momentos de reflecsion empezó su relato. - -Seria fastidioso reproducir aquí las palabras que el pertiguero ensartó -por el espacio de veinte minutos. Bastará saber que en resúmen contó -que Oliverio era un niño expósito de baja procedencia que desde su -nacimiento no habia desplegado otras cualidades que la _perfidia_, la -_ingratitud_ y la _maldad_; habiendo terminado su corta estancia en el -lugar de su nacimiento por un acto _villano_ y _sanguinario_ ejercido -sobre la persona de un muchacho de la escuela de caridad, despues del -cual se habia escapado en medio de la noche de casa su amo. Luego para -probar que realmente estaba revestido del carácter con que se habia -manifestado poco antes, estendió sobre la mesa los papeles que se habia -llevado de la Casa de la Caridad y cruzando de nuevo los brazos esperó -las observaciones de Mr. Brownlow. - ---Temo que lo que habeis dicho será demasiado cierto. --dijo éste -tristemente despues de haber inspeccionado rápidamente los papeles ---Esta suma es muy mezquina para las instrucciones que acabais de darme; -pero de buena gana os hubiera dado el triple ó cuadruple, si ellas -hubiesen sido favorables al niño. - -Es muy probable que si Mr. Bumble hubiera sabido esto un momento antes -hubiera dado un giro del todo diferente á su relato; pero no era ya -tiempo y sacudiendo gravemente la cabeza embolsó las cinco guineas y se -retiró. - -Mr. Brownlow se paseó arriba y abajo de la sala tan preocupado por la -relacion del pertiguero que el mismo Mr. Grimwig se guardó bien de -contrariarle por mas tiempo. Al fin se detuvo y tiró con fuerza el -cordon de la campanilla. - ---Señora Bedwin! --dijo á la ama de llaves que vino para recibir sus -órdenes --Ese muchacho . . . Oliverio! es un impostor. - ---No puede ser señor! Estoy segura de ello! --dijo enérgicamente la -buena anciana. - ---Os digo que lo es! --repuso secamente Mr. Brownlow --¿Qué quereis -decir con . . . _no puede ser_? Acabamos de saber lindas cosas de él. -Parece que desde su nacimiento hasta el presente no ha sido mas que un -pilluelo. - ---Jamás lo creeré señor! --replicó Bedwin con firmeza. - ---Vosotras las viejas, no dais fé mas que á los charlatanes y á los -cuentos de brujas! --interrumpió bruscamente Mr. Grimwig --¿Porqué no -seguisteis mis consejos desde el principio? Lo hubierais hecho sino -hubiese tenido la fiebre he? Ella le hácia interesante no es esto? -Interesante! Que bestialidad! --Esto diciendo atizaba el fuego -revolviéndole con el hurgón. - ---Ese niño es dulce, amable y reconocido. --repuso la Señora Bedwin con -indignacion --Tal vez tengo motivos para conocer el carácter de los -niños . . . Hay mas de veinte años que trato con ellos y las personas -que no pueden decir otro tanto, debieran tener el pico cerrado. Al menos -esta es mi opinion! - -Esta era una pulla directa lanzada á Mr. Grimwig que era celibatario; -pero como ella no hizo mas que exitar una sonrisa por parte del viejo -muchacho, la buena señora sacudió la cabeza y rollando maquinalmente -entre sus dedos el cabo de su delantal, iba sin duda á contestar como -correspondia. - ---Silencio! --dijo Mr. Brownlow fingiendo una cólera que estaba lejos de -subir --No pronuncieis jamás ante mi el nombre de ese niño! Os habia -llamado para decíroslo! Jamás! jamás! bajo pretexto alguno . . . No lo -olvideis! --Es todo lo que tenia que deciros señora Bedwin! Fijad en la -memoria que os hablo seriamente . . . - - - - -CAPÍTULO XVIII. - -DE QUE MODO OLIVERIO PASA EL TIEMPO, EN LA SOCIEDAD DE SUS APRECIABLES -AMIGOS. - - -LA mañana siguiente despues de medio dia, Fagin aprovechándose de la -ausencia del Camastron y de maese Bates que se habian marchado á sus -_faenas_ ordinarias, sopló á Oliverio una larga moraleja Sobre el -pecado horrible de ingratitud de que se habia hecho reo alejándose -voluntariamente de sus amigos, inquietos de su ausencia y lo que es mucho -peor, intentando escaparse, despues de los trabajos que habian sufrido -para volverle á encontrar. Procuró persuadir al niño de que habia sido -recibido y cuidado en su casa en un momento en que sin un socorro tan -apropósito y extraordinario, el, Oliverio hubiera muerto -irremisiblemente de hambre. - -Oliverio pasó este dia y la mayor parte de los siguientes sin ver alma -viviente. Desde la mañana muy temprano hasta la media noche, solo y -entregado asi mismo pensaba en sus protectores, y el temor de que -tuviesen de él una opinion poco favorable le llenaba de mortal angustia. -Pasados ocho dias, el judío no consideró ya necesario tenerle encerrado -en el aposento y le dejó ir libremente por toda la casa. - -Un dia que el Camastron y maese Bates debian pasar la velada fuera, aquel -se metió en el caletre ponerse mas pulero que de costumbre. (debilidad -que para hacerle justicia, no era habitual en él.) Mandó _muy -políticamente_ á Oliverio que le ayudara en esta faena. Este muy -contento de encontrar una ocasion para hacerse útil, muy feliz en tener -sociedad por mala que fuera y ansioso además de conciliarse la -estimacion de todos los que le rodeaban, se prestó de buen talante á lo -que se le exijia. Puso pues una rodilla en tiérra de manera que el pié -del Camastron que estaba sentado sobre la mesa pudiera descansar sobre la -otra y se puso á cumplir el deber de _pulimentar sus coturnos_, lo que -quiere decir en buen castellano, que limpió sus botas. - -Sea que el Camastron se sintiera agitado por eso sentimiento de libertad -é independencia que esperimenta necesariamente todo _ser racional_ -cuando está sentado perezosamente sobre una mesa, fumando su pipa con -plena satisfaccion, balanceando suavemente una pierna y mirando limpiar -sus botas sin necesidad de quitárselas ni tampoco de volvérselas á -calzar; sea que la buena aroma del tabaco dispertase su sensibilidad, ó -que la calidad de la cerveza dulcificase sus sentimientos; lo cierto es -que se sintió llevado de repente á lo romántico y á lo entusiasta. -(dos cosas muy contrarias á su razon de ser.) Miró durante algunos -momentos á Oliverio con aire pensativo, luego con un suspiro y un -balanceamiento de cabeza, dijo mitad para si y mitad á Cárlos: - ---Lastima que no sea _hurraca_! - ---Ah! No sabe lo que le conviene! --contestó este. - -El Camastron suspiró de nuevo y volvió á chupar su pipa. Cárlos hizo -otro tanto y ambos fumaron un rato en silencio. - ---A qué va que ni siquiera sabes lo que es una _hurraca_? --dijo el -Camastron, con tono compasivo. - ---Creo que si. --respondió Oliverio levantando la cabeza. --Es un la . . . -lo que sois vos no es cierto? --siguió interrumpiéndose. - ---Lo soy y con mucho orgullo! --replicó el Camastron --Es la mejor -carrera! (Esto diciendo se metió el sombrero tras las orejas y lanzó un -vistazo á maese Bates.) --Si; lo soy. --prosiguió --y Cárlos tambien y -Fagin y Sikes y Nancy y Betsy; todos lo somos, todos hasta el perro quien -es el que muestra mas corazon para la _faena_. - ---Y el menos propenso á _traicion_. --añadió Bates. - ---No será él quien ladre jamás en el banco de los testigos! Ah! no . . . -no hay peligro! Aunque se le atase en él y se le dejase allí quince -dias sin comer. - ---Tiene mucha mira en eso! - ---Oh! es un perro muy picaruelo! Con que fiereza mira á un _camarada_ -que se ponga á reir ó á cantar estando en sociedad! A pesar de que no -gruñe mucho cuando siente tocar el violon ni detesta á los otros perros -de su raza . . . No por cierto! - ---Es un _famoso cristiano_! - ---Buen oficio! Buen oficio! --prosiguió el Camastron volviéndo al -asunto de que se habian apartado, al recuerdo de su _profesion_ que -influia en todas sus acciones --Eso no tiene nada que ver con el -_leofito_ (neofito.) - ---Es verdad! --repuso Cárlos --Oliverio por que no sientas plaza bajo la -bandera de Fagin? - ---Harias fortuna de un golpe! --replicó el Camastron guiñando el ojo. - ---Vivirias de tus rentas; y te hacias el señor como pienso yo hacerlo -por Pascua ó por Navidad. - ---No, no quiero! --contestó Oliverio --Prefiero que se me deje marchar! -Qui . . . sie . . . ra mejor marcharme! - ---Y Fagin prefiere que te quedes --objetó Cárlos. - -Oliverio lo sabia demasiado; pero reflecsionando que tal vez seria -peligroso el espresarse con demasiada franqueza, dió un suspiro y -continuó limpiando las botas del Camastron. - ---Vaya! --esclamó éste --¿Dónde está tu valor? Carece tu alma de -orgullo? Acaso pretenderás vivir á espensas de tus amigos? - ---Puha! --hizo maese Bates sacando dos ó tres pañuelos de la india y -tirándolos revueltos en un armario --Qué vileza! Qué mezquindad! - ---Jamás podria hacer tal cosa! --dijo el Camastron finguiendo la mayor -repugnancia. - ---Ello no impide que abandoneis á vuestros amigos y que los dejeis -castigar por vuestros hechos propios. --repuso Oliverio sonriendo. - ---Oh! Esto es otra cosa. --replicó el Camastron quitando la pipa de sus -labios --Esto es por pura consideracion á Fagin; porque los -_moscardones_ saben que _trabajamos_ unidos y hubiera podido tener un -_disgusto_ si nosotros no hubiésemos _jugado las piernas_. Este es el -porque ¿no es cierto Carlitos? - -Maese Bates hizo una señal de cabeza afirmativa é iba á hablar; pero -el recuerdo de la fuga de Oliverio presentándose de repente con la mayor -viveza en su imaginacion le hizo esplotar en una carcajada, que chocando -con el humo de la pipa, obligó á salir á una parte por la nariz y por -los ojos y la otra retrocediendo á la garganta le hizo toser y patear, -por mas de cinco minutos. - ---Hecha acá tus ojos tontuelo! --dijo el Camastron mostrando un puñado -de _chelings_ y de sueldos --Quieres una vida mas alegre? Llegar y coger! -Quedan algunos mas en el cajon de aquel á quien los he _soplado_! ¿No -te acomodan he? Imbécil! - ---Es muy pillastron ¿no es cierto Oliverio? --dijo Cárlos --Una bonita -mañana se hará _levantar_. - ---No sé lo que quiere decir esto. --respondió Oliverio volviendo la -cabeza. - ---Toma! Algo por este estilo! --Esto diciendo maese Bates tomó uno de -los cabos de su corbata y teniéndolo al aire dejó caer la cabeza sobre -su espalda é hizo una especie de ruido con sus dientes, indicando por -medio de esta chusca pantomina que _levantar_ y ahorcar no eran mas que -una sola y misma cosa. - ---He aquí lo que quiere decir esto --prosiguió --Ah! ah! vez Jaime como -me mira. Jamás he visto un muchacho como él. Bajo palabra de honor es -la _inocencia_ n.' 1! Me haria morir de risa! Te digo que tendré que -reprocharle mi muerte! --y maese Bates despues de haber reido de tal -gusto que las lágrimas le vinieron á los ojos, se puso otra vez á -fumar. - ---Has sido mal educado. --dijo el Camastron examinando sus botas que -Oliverio acababa de limpiar --Con todo Fagin hará de ti algo, ó bien -serás el primero que no hayas aprovechado entre sus manos . . . Harias -mejor que empezáras al momento, porque sin duda alguna, llegarás á -ello y ahora no haces mas que retroceder para saltar mejor. - -Maese Bates apoyó este aviso con muchas reflecsiones morales de su -cosecha, despues de lo cual él y Dawkins se estendieron largamente sobre -los placeres innumerables que acompañan ordinariamente á la vida que -llevaban, insinuando á Oliverio, que lo mejor que tenia que hacer era -procurar captarse el buen afecto y la amistad de Fagin, empleando los -mismos medios que ellos habian adoptado para merecerlos. - ---Y métete bien esto en la mollera --dijo el Camastron, viendo al judío -abrir la puerta --Si no te adhieres á los _tictaes_ y á los _pingajos_ -. . . - ---Espresándote así es como si le habláras en gringo. --observó -Cárlos --Acaso te entiende? - ---Si no te _adhieres_ á los relojes y á los pañuelos --prosiguió el -Camastron reduciendo su lenguaje al alcance de Oliverio --otros lo harán -. . . De modo que los que se los dejan cojer . . . tanto peor para ellos -y para tí tambien . . . y nadie se encontrará mejor por eso, escepto -aquellos que ponen _cinco_ y levantar _seis_ y tu tienes tanto derecho -como los demás á la _profesion_. - ---Sin duda! Sin duda alguna! --esclamó el judío que habia entrado sin -que Oliverio se apercibiera de ello --Todo esto querido es claro como el -dia! Ten fé en las palabras del Camastron. Oh! Ninguno como él sabe el -_catecismo_ de su _arte_. - -Continuando en estos términos el argumento del Camastrón, el viejo se -frotó las manos en señal de satisfaccion y aplaudió con una carcajada -el talento de este último. Por esta vez quedó aquí la conversacion, -porque el judío habia traido con él á la señorita Betsy y á un -_gallardo mozo_ que Oliverio no habia visto nunca; pero que el Camastron, -dió á conocer el nombre de Tomás Chitling, cuyo mozo despues de -haberse detenido en la escalera divirtiéndose en retozar con la jóven, -entró en este momento. - -Mr. Chitling tenia algunos años mas que el Camastron (habia ya cumplido -diez y ocho primaveras.) pero con todo habia en su modo de obrar cierta -deferencia hacia este último que indicaba muy claramente reconocerse -inferior á él en cuanto al _genio_ y á los _ardides_ de su profesion. -Tenia unos ojos pequeños que movia vivamente y estaba además -acribillado por las viruelas. - -Llevaba su traje muy mal parado; pero como dijo: Acababa de _concluir_ -sus _vacaciones_; durante veinte y dos dias mortales no habia visto alma -viviente, ni se habia refrescado el _engullidero_ con una gota de algo -_fuera lo que fuera_. Oliverio estaba asombrado de una conversacion de la -que apenas comprendia algunos retazos. La reunion se reia á mas no poder -de la ignorancia ingénua del niño y la charla se hizo general. Fagin -estaba de excelente humor y contó algunas travesuras de su juventud de -un modo tan picaresco que Oliverio á despecho de sus buenos sentimientos -reia tambien de tanto gusto que las lágrimas le venian á los ojos. - -Al fin el viejo infame lo tenia entre sus redes. Por medio de la soledad -y la tristeza le habia inducido á preferir la sociedad de alguien á la -de sus dolorosos sentimientos en un chiribitil y destilaba en su corazon -tierno el veneno que debia ennegrecerlo y horrar en él para siempre la -bondad. - - - - -CAPÍTULO XIX. - -SE DISCUTE UN GRAN PROYECTO Y SE DETERMINA SU EJECUCION. - - -EN una noche negra y fria el judío despidió á todos sus educandos y -despues de haberse envuelto en un largo redingote y tomado todas las -precauciones necesarias, se enredó en el laberinto de callejuelas -sucias, que tanto abundan en el barrio populoso de Bethnal-Green. Al cabo -de una hora de marcha entre la niebla sobre un suelo cubierto de un barro -espeso, llamó á una puerta y despues de haber cambiado algunas -espresiones en voz baja con el que habia venido á abrirle subió la -escalera. - -Un perro se puso á ladrar, cuando colocó la mano en el pestillo de la -puerta y una voz de hombre preguntó: --¿Quién va ahí? - ---Soy yo Guillermo; soy yo. --dijo el judio lanzando una mirada por todo -el aposento. - ---Descubrid vuestro esqueleto. --dijo Sikes --Échate ahi vil animal! -¿Acaso no conoces al diablo cuando lleva su largo redingote? - -No cabe duda de que el perro habia sido engañado por el traje de Fagin, -porque en cuanto este se hubo desabrochado y puesto su redingote en el -respaldo de una silla, se volvió á su rincon meneando la cola, para -demostrar que estaba tan contento como podia estarlo. - ---Y bien? --dijo Sikes. - ---Y bien querido? --respondió el judío --Ah! Nancy! - -Estas palabras fueron pronunciadas con alguna vacilacion porque era la -primera vez que Fagin y Nancy volvian á encontrarse desde el dia en que -esta habia tomado la defensa de Oliverio con tanto calor. Sin embargo -todas sus dudas sobre este punto (dado caso que las hubiera) quedaron -pronto desvanecidas por la conducta de la jóven respecto á él. Apartó -sus piés del guarda cenizas, retiró la silla é invitó al judío para -que acercára la suya, pues hacia un frio excesivo. Luego guardó -silencio profundo. - ---Caramba que frio hace, Nancy! --dijo el judío acercando al fuego sus -manos descarnadas --Penetra hasta los huesos. --añadió llevando la mano -al costado izquierdo. - ---Acaso se necesita un famoso frio para que se os arrime basta los -huesos? dijo Sikes --Dale algo para beber Nancy. ¡Mil truenos! Despacha! -Solo con oir como cruje su esqueleto al igual de un espectro feo que -saliera de la tumba, hay para caer enfermo! - -Nancy trajo al momento una botella que tomó de una alacena en la que -habia muchas otras que parecian contener diferentes licores y Sikes -habiendo llenado un vaso de aguardiente dijo al judío que lo bebiera de -una vez. - ---No: gracias Sikes, tengo bastante! --dijo Fagin, volviéndo el vaso -sobre la mesa despues de haber pasado solamente los labios por el borde. - ---Teneis miedo de que esto os vuelva mejor de lo que sois? --preguntó -Sikes fijando en el judío una mirada de desprecio. - -Habiendo arrojado al mismo tiempo en las cenizas el licor que quedaba en -el vaso, volvió á llenarlo para si propio. - -Mientras que tragaba su aguardiente, el judío lanzó una mirada al -rededor del aposento (no por curiosidad por que lo conocia; pero por un -sentimiento de temor que le era natural.) El mueblaje era grosero y los -solos objetos amontonados en el armario eran suficientes para persuadir -de que el amo de la habitacion distaba mucho de ser un artesano. Dos ó -tres alza primas colocadas en un rincon y un par de pistolas colgadas á -la cabecera del lecho, eran al cabo los únicos objetos que podian -infundir alguna sospecha. - ---Vaya! --dijo Sikes haciendo castañear sus labios --Ya estoy pronto. - ---Para la _tarea_ he? --preguntó el judío. - ---Para la _tarea_. --respondió Sikes --Con que . . . hablad! - ---Sobre esa casa de Chertsey Guillermo? --dijo el otro arrimando su silla -y hablando muy bajo. - ---Si. Adelante! - ---Ah querido! Bastante sabeis lo que quiero decir! No es verdad Nancy que -lo sabe? - ---No á fé mia; _no_ lo sabe! --contestó Sikes sonriéndose --O mejor -no quiere saberlo que poco mas ó menos es lo mismo. Qué diablos! Hablad -francamente! Llamad las cosas por su nombre! Cuando dejareis de guiñar -el ojo y de andaros con rodeos como si no fuerais vos el primero que ha -ideado ese robo? Trueno de Dios, esplicaos! - ---Chit, Guillermo! Hablad mas bajo! --dije el judío procurando -inútilmente calmar á su amigo. --Van á oirnos! - -Y bien que nos oigan! --repuso Sikes --Me importa un comino! - -Con todo es probable que despues de un momento de reflecsion le importó -algo mas, porque se puso blando y habló un poco menos alto. - ---La, la . . . --dijo Fagin con aire de gazmoñeria --Os lo advertia solo -por prudencia querido! Ahora volviendo al asunto de esa casa de Chertsey -¿cuando será ocasion de emprender la _tarea_? Cuando Guillermo? Tanta -plata hijos mios! Tanta plata! --prosiguió frotándose las manos y -levantando los ojos al techo transportado de antemano de alegria á la -idea del botin. - ---No hay que pensar ya mas en ello. --replicó friamente Sikes. - ---No hay que pensar en ello? --repitió el judío dejándose caer en el -respaldo de la silla. - ---No hay que pensar mas en ello. Al menos no es cosa tan fácil como -creiamos. - ---Esto será por causa de la torpeza en el obrar! --replicó el judío -pálido de cólera --No me digais . . . . - ---A mi me dá la gana de decíroslo! --esclamó el otro --Quién sois vos -para que no se os pueda hablar? Os digo que hace quince dias que Toby -Crachit tiene sus _emboscadas_ al rededor de la plaza y ni siquiera ha -podido _engatusar_ un criado. - ---Quereis decir Guillermo --repuso el judío calmándose á medida que el -otro sé enardecia --que ninguno de los dos criados podrá ser -_persuadido_. - ---Eso mismo, pues no habla en gringo. Hace veinte años que están al -servicio de la vieja y aun que les dieran quinientas libras rehusarian -entrar en el complot. - ---Si; pero quereis decir tambien Guillermo que no habrá un medio para -que las mugeres sean de los nuestros? - ---Ninguno. - ---Ni el del flamante Tobias Crachit? --preguntó el judío con tono de -duda --Guillermo! No ignorais lo que son las mugeres! - ---Voto va! Ni el del flamante Tobias Crachit. Ha dicho que mientras ha -estado allí, ha llevado favoritos postizos y se ha puesto un chaleco y -guantes color de canario; pero que de nada le han servido. - ---Hubiera debido probar el uniforme militar y los bigotes querido! ---replicó el judío despues de un momento de reflecsion. - ---Tambien los ha ensayado; --pero parece que este medio no ha tenido -mejor fortuna que el otro. - -El judío pareció quedar desconcertado con esta respuesta y habiendo -reflecsionado algunos minutos con la cabeza caida Sobre el pecho dijo -suspirando: que si el flamante Tobias Crachit decia verdad, seria preciso -renunciar á la empresa --Y sin embargo-añadió dejando caer las manos -sobre sus rodillas --es muy duro querido tener que perder un negocio -sobre el que habiamos fundado nuestras mas hermosas esperanzas y que -considerábamos ya como nuestro! - ---Es verdad. Esto es lo peor. - -Siguió un largo silencio durante el cual el judío con el rostro livido -y la mirada hosca, estuvo profundamente sumido en sus pensamientos. Sikes -le miraba por intervalos y Nancy temiendo sin duda irritar al bandido, -permaneció sentada ante la chimenea, los ojos fijos en el fuego y con la -indiferencia del sordo respecto á lo que se hablaba en su presencia. - ---Fagin! --dijo Sikes rompiendo de pronto el silencio --Me tocarán -cincuenta guineas mas en el reparto, si logramos buen éxito en el -exterior? - ---Si! --contestó el judío súbitamente, como si dispertára de un -sueño. - ---Queda convenido el pacto? - ---Si querido, si! Queda convenido! --respondió el judío cojiéndole la -mano. - -Esto diciendo sus ojos chispeaban y los rasgos de su fisonomía revelaban -el efecto que habia producido en él la proposicion de Sikes. --Entonces ---repuso éste rechazando la mano del judío con desden --esto se hará -cuando querais. La ante penúltima noche estábamos con Tobias Crachit -sobre la pared del jardin inspeccionando la puerta. Ella queda cerrada -como una prision; pero hay un sitio que podemos franquear seguramente sin -meter ruido. - ---Cual? --preguntó el judío con ansia. - ---¿No recordais lo que viene despues que se ha atravesado el prado? ---dijo el otro en voz baja. - ---Si, si! --contestó el judío ladeando la cabeza para poder oir mejor y -abriendo tanto los ojos que parecian quererse salir de sus órbitas. - ---Basta! --dijo Sikes, parándose en seco á una señal de cabeza de -Nancy que le hacia notar la expresion del rostro del judío --No importa -el sitio. Se bien que nada podeis hacer sin mi; pero vale mas ponerse en -guardia cuando se trata con vos. - ---Cómo querais querido, como querais! --repuso el judío mordiéndose -los labios --¿Creeis que Tobias Crachit y vos podais lograr el fin sin -el concurso de nadie? - ---Ciertamente. No necesitamos mas que un _berbiqui_ y un niño. El -primero ya le tenemos; en cuanto al otro será preciso encontrarlo. - ---Un niño! --esclamó el judío --Oh! entonces será para un postigo -alto he? - ---Nada os importa. Necesito un niño que no sea demasiado gordo. Ah! Si -tuviera solamente el muchacho de Ned el limpia chimeneas me saldria con -la mia! Le impedia el engordar espresamente para esto y cuando era -ocasion lo alquilaba. Pero el padre se ha dejado _pinchar_ y he aquí que -metiéndose por medio la _Sociedad de jóvenes delincuentes_ le dá la -humorada de _retirar_ al niño de un _oficio_ en que ganaba tanto dinero, -le hace aprender de leer y escribir y por añadidura lo pone de aprendiz! -Así obra el mundo! --continuó con indignacion --Así obra el mundo! Y -si tuvieran el dinero que les hace falta (á Dios gracias,) el año que -viene, no quedarian en el comercio seis muchachos á nuestra disposicion. - ---Esta es demasiada verdad! --replicó el judío que absorvido en sus -profundas meditaciones no habia cojido mas que las últimas palabras de -Sikes. --Guillermo! - ---Qué quereis? --preguntó éste. - -El judío señaló con su vista á la jóven que la tenia siempre fija en -el fuego, para insinuar á Sikes cuan prudente seria que ella se -marchára del aposento. Este se encojió de hombros con ademan -impaciente, pensando que la precaucion era inútil y acabó por mandar á -Nancy que fuera á buscarle una botella de cerveza. - ---Tú no quieres cerveza! --esclamó esta cruzando los brazos y no -moviéndose de su silla. - ---Te digo que quiero! --replicó Sikes. - ---Farza! --contestó Nancy friamente --Vaya soltad el pico Fagin! Se lo -que vais á decir á Guillermo y yo no estorbo. - -El judío insistió de nuevo y Sikes los miró á ambos con asombro. - ---Acaso Nancy os dá miedo? --dijo al fin --La conoceis de bastante -tiempo para que tengais confianza en ella, ó el Diablo se ha metido de -por medio! No creo sea muchacha capaz de _bachillerear_. ¿No es cierto -Nancy? - ---Así me lo parece. --contestó la jóven acercándose á la mesa y -poniendo sus dos codos sobre de ella. - ---No, no querida mia! Estoy bien persuadido de que eres incapaz! --dijo -el judío --pero . . . --y el viejo insistió de nuevo. - ---Cómo quedamos? --preguntó Sikes. - ---Es que ignoro si está en tan mala disposicion cómo la noche aquella -que ya sabeis, Guillermo? --respondió el judío. - -Nancy soltó una carcajada y tragándose un vaso de aguardiente meneó la -cabeza como mofándose de Fagin. Luego se puso á talarear á toda voz: -_Seguid siempre vuestro camino buen hombrecillo_! _No hableis jamás de -volveros_! --y otras cosas semejantes que parecieron tranquilizar del -todo á los dos hombres. - ---Vaya Fagin! --dijo Nancy riendo --Dadnos cuenta de vuestras intenciones -respecto á Oliverio. - ---Ah querida! Eres una mosca muy fina! Eres la jóven mas _ladina_ que -conozco! --dijo el judío dándole golpecitos sobre la espalda. --En -efecto de Oliverio es de quien quiero hablar! ah! ah! ah! - ---Qué quereis decir? --preguntó Sikes. - ---Es el muchacho que os conviene, querido! --contestó el judío con aire -de misterio poniendo el dedo sobre su nariz y haciendo un visage horrible. - ---El! --esclamó Sikes. - ---Tómalo Guillermo. --dijo Nancy --Yo si fuera que tú lo tomaria. Pueda -que no sea tan _listo_ como los otros; pero que le importa si no hay mas -que abrirte una puerta? Es un niño con el que puedes contar, te lo -aseguro Guillermo. - ---Tiene razon. --repuso Fagin --Desde hace algunas semanas está en muy -buen camino; ya es hora de que empieze á hacerse útil, aun que no sea -mas que para ganarse el pan que come. Además los otros son demasiado -gordos. - ---A la verdad, tiene justamente la talla que me conviene. --dijo Sikes -despues de un momento de reflecsion. - ---Y hará todo lo que vos querais amigo mio. --replicó el judío --No -podrá menos . . . es decir si la amedrentais un tan lo. - ---Amedrentarle! --esclamó Sikes --No, no será un miedo falso, podeis -creerlo. Si tiene la desgracia de hacerme jugarretas una vez estará en -la _tarea_, no volvereis á verle vivo Fagin. Pensadlo sériamente antes -de enviármelo! --añadió el bandido levantando una enorme alza-prima -que sacó de debajo su lecho. - ---He pensado en todo esto. --dijo el otro con fuerza --Le he velado de -cerca amigos mios de muy cerca! Qué comprenda en una buena ocasion que -es uno de los nuestros! Que tenga la certeza de _haber sido ladron_ y nos -pertenece por toda la vida! Ah! ah! no podia ofrecerse mejor ocasion! ---Esto diciendo el viejo cruzó sus brazos sobre su pecho, hundió su -cabeza dentro sus espaldas y dió un grito de alegria. - ---Para nosotros? --dijo Sikes --Para vos quereis decir! - ---Pueda que si, querido! --repuso el judío con una espantosa mueca ---Para mi; si bien os place Guillermo. - ---Y porque ese mal polluelo os ocupa tanto por si solo --dijo el otro, -con tono huraño --cuando no ignorais, que hay una infinidad que picotean -cada noche por los alrededores de Covent Garden [4] y entre los cuales -podriais escojer? - ---Porque me son del todo inútiles. --replicó Fagin con algun embarazo ---No merecen que se ocupe uno de ellos. Cuando se han hecho _pinchar_ su -fisonomía les acusa y yo los pierdo todos. Con ese niño si fuera bien -dirijido, haria lo que no podria hacer nunca con veinte de los otros. -Además --continuó reponiéndose de su turbacion --nos conviene que sea -absolutamente de los nuestros sin mirar el modo de lograrlo. Lo que deseo -es llevarle á _picotear con las hurracas_. Y vale mas que sea esto así -que no vernos obligados á _deshacernos_ de él, lo que no dejaria de ser -peligroso para nosotros, sin contar la pérdida que podria reportarnos. - ---Cuándo será el negocio? --preguntó Nancy conteniendo una -esclamacion, que iba á escapársele á Sikes fuertemente disgustado de -las pretensiones humanitarias de Fagin. - ---En efecto cuando se llevará á cabo Guillermo? --añadió el judío. - ---Estoy convenido con Tobias para pasado mañana, si de aquí á entonces -no le doy contra órden. --contestó Sikes con ademan sombrio. - ---Bueno. --dijo el judío --No habrá luna. - ---No --repuso Sikes. - ---Y habeis tomado vuestras medidas para llevaros la _hucha_. ¿no es -cierto? - -Sikes hizo una señal de cabeza afirmativa. - ---Con el objeto de . . . ? - ---Si, si; todo está arreglado. --interrumpió Sikes sin darle tiempo de -concluir la frase --No os inquieteis por los detalles. Cuidad solo de -traerme el niño mañana por la noche. Yo dejaré á Lóndres una hora -antes de amanecer. A vos os toca guardar silencio, tener el crisol listo, -y nada mas. - -Despues de una breve discusion quedó convenido que Nancy que antes habia -tomado el partido de Oliverio, se encargaria de traerle al lado de Sikes -y que éste luego de empezada la obra, tendria pleno poder sobre él. -Salvo la reserva á Tobias Crachit de apoyar las resoluciones del -susodicho Sikes. - -Arreglados de este modo los preliminares, éste se coló algunos vasos de -aguardiente, se puso á blandir la alza-prima de un modo espantoso y -cantó ó mas bien berreó algunas estrofas, acompañadas de horribles -imprecaciones. Luego, en un exceso de entusiasmo por su _carrera_ fué á -buscar la caja de sus _chismes_ que colocó sobre la mesa y abrió para -esplicar la naturaleza y uso de cada uno de los objetos que estaban -encerrados en ella. Apenas habia abierto la cobertera cuando cayó -pesadamente con ella al suelo y en seguida se durmió. - ---Buenas noches! --dijo el judío metiéndose el redingote. - ---Buenas noches! --contestó Nancy. - -El viejo al pasar dió un puntapié al borracho en tanto que Nancy estaba -vuelta de espaldas y bajó la escalera á tientas. - ---Siempre lo mismo. --murmuró entre dientes cuando estuvo solo en la -calle --Lo malo en las mugeres es, que un nada basta para resucitar en -ellas los recuerdos del pasado y lo bueno que no duran. Ha! ha! El hombre -contra el niño por un talego de oro! - -Embebido en estas lisongeras reflecsiones, Fagin regresó á su morada -sombría, en la que el Camastron velaba esperando con impaciencia su -vuelta. - ---Oliverio está acostado? Tengo que hablarle. --dijo bajando la escalera. - ---Hace ya rato. --respondió el Camastron abriendo la puerta de un -aposento --Miradle allí. - -El niño estaba acostado sobre un mal jergon tendido en el suelo y dormia -con un sueño profundo. El abatimiento, la inquietud y la tristeza de su -prision le habian vuelto tan pálido que parecia muerto. - ---Ahora no! --dijo el judío alejándose de puntillas. --Hasta mañana, -hasta mañana! - - - - -CAPÍTULO XX. - -OLIVERIO ES ENTREGADO Á GUILLERMO SIKES. - - -EL dia siguiente al dispertar, Oliverio quedó agradablemente sorprendido -viendo al pié de su lecho un par de zapatos nuevos de suelas reforzadas, -en lugar de los suyos del todo estropeados. De pronto se quedó -maravillado de este descubrimiento, pensando que podia ser muy bien el -preludio de su libertad; pero luego tuvo la certeza de lo contrario. En -el almuerzo, hallándose frente por frente del judío este le anunció de -un modo capaz de redoblar sus alarmas que aquella noche debia ser -conducido á la casa de Guillermo Sikes. - ---Para . . . que . . . dar . . . me en ella? --preguntó el niño con -inquietud. - ---No; no para quedarte en ella amigo mio. --contestó el judío --No -temas que queramos perderte. Oliverio! Volverás á nosotros . . . ah! -ah! ah! No somos tan crueles para despedirte amiguito . . . ó no -seguramente . . . - -Esto diciendo el viejo chulo, que estaba acurrucado ante la lumbre y -ocupado en tostar una rebanada de pan, se puso á reir á carcajada llena -como para indicar que no ignoraba lo contento que estaria Oliverio de -poder escaparse si pudiera. - ---No dudo tendrás curiosidad de saber lo que vas á hacer en casa -Guillermo . . . he amiguito? --dijo fijando en él su mirada. - -Oliverio se ruborizó involuntariamente, á la idea de que el viejo -encubridor habia adivinado su pensamiento. Con todo respondió con -bastante seguridad que _si_. - ---Qué piensas que vas á hacer? --preguntó el otro previniendo la -cuestion. - ---Señor! En verdad no lo se. --respondió Oliverio. - ---Ba! --hizo el otro volviéndose para ocultar su contrariedad --Espera -entonces que Guillermo te lo diga. - -El judío pareció muy embarazado de que el niño no demostrase mayor -deseo de saber mas. El hecho es que este hubiera querido saber á que se -le destinaba; pero turbado como estaba por la mirada escuadriñadora del -judío y por sus propios pensamientos, le fué imposible hacer ninguna -pregunta tocante á este punto. Por lo demás ya no se ofreció otra -ocasion, porque el judío permaneció sombrio y silencioso hasta la noche -en que se dispuso para salir. - ---Podrás encender esta vela. --dijo Fagin poniendo una sobre la mesa. ---Y aquí tienes un libro para divertirte leyendo, hasta que vengan á -buscarte. Vaya, buenas noches! - ---Buenas noches señor! --contestó dulcemente Oliverio. - -Mientras se dirijia á la puerta, el judío se volvió varias veces para -mirar al jóven Twist y parándose de improviso lo llamó por su nombre. - -Oliverio alzó la cabeza y á una señal de aquel encendió la vela. Al -poner el candelera sobre la mesa reparó que desde el estremo obscuro del -aposento el viejo le miraba fijamente y frunciendo las cejas. - ---Cuidado, Oliverio! Cuidado! --dijo agitando la mano con ademan -doctoral. --Es un mal _vicho_ que á nada atiende cuando se le ha pisado -la cola! Suceda lo que suceda nada digas y haz todo lo que te mande! -Piénsalo bien! - -Habiendo acentuado estas últimas palabras con mucho énfasis, sonrió de -una manera horrible, hizo un movimiento de cabeza y salió. - -Oliverio al quedar solo repasó, en su imaginacion lo que acababa de oir. -Despues de haber reflecsionado largo rato, pensó que el bandido le -mandaba á buscar para utilizarle en su casa hasta haber encontrado otro -muchacho mas conveniente á sus miras. A pesar de ello, estaba tan -acostumbrado á los sufrimientos que cualquiera cambio lo era -indiferente. Permaneció sumerjido en sus meditaciones; luego tomando el -libro se puso á leerlo. Este libro llevaba por título: _Vida, juicio, -condena y ejecucion de los grandes criminales_. Sus páginas estaban -manchadas á fuerza de leidas. Todo eran crímenes, asesinatos horribles, -cadáveres ocultos desde largo tiempo y que aparecian á sus asesinos y -estos poseidos de espanto corriendo ellos mismos á reclamar el cadalso -que debia acabar sus tormentos. - -Habia tanta verdad en la descripcion de esos crímenes y el cuadro de -ellos era tan fascinador que Oliverio creyó ver las páginas grasicntas -del libro convertirse en sangre cuajada y á las palabras que leia, -desprenderse en sordos gemidos de la boca propia de las víctimas -inmoladas. En un esceso de terror cerró el libro, lo arrojó lejos de -sí y cayendo de rodillas pidió á Dios que le evitára tales -pensamientos, ó le llamará á él antes de permitir que se manchára -jamás con un crímen tan horrible. - -Habia concluido su oracion; pero estaba aun arrodillado con la cabeza -apoyada entre sus manos cuando un ruido interrumpió su meditacion. - ---Qué es esto! --esclamó levantándose y apercibiendo una forma humana -en pié cerca la puerta --Quién está ahí? --prosiguió. - ---Soy yo! Soy yo! --respondió una voz trémula. - ---Oliverio levantó la vela, sobre su cabeza para ver mejor: era Nancy. - ---Aparta esa vela! --dijo la jóven volviendo la cabeza --Me hace mal en -los ojos. - -Vió que estaba sumamente pálida y le preguntó cariñosamente si estaba -enferma. Por toda respuesta ella le volvió la espalda y se desplomó -sobre una silla retorciéndose las manos. - ---Dios! Dios! --esclamó al fin --No pensé en todo esto! - ---No os sentís bien? --preguntó Oliverio. --Puedo ser útil para -socorreros? Hablad . . . Todo lo que pueda, lo haré con la mayor -satisfaccion. - -Nancy se agitó en su silla, llevó sus manos al cuello, exhaló un grito -medio ahogado por el exterior y abrió toda la boca para respirar. - ---Nancy! --esclamó el niño horrorizado --Que teneis; decidlo! - -Esta golpeó con las manos sus rodillas y con los piés el suelo, luego -deteniéndose de repente volvió á ajustar el chal sobre sus espaldas -titiritando. - -Oliverio atizó el fuego. La jóven acercó su silla al hogar y quedó -inmóvil algun tiempo sin pronunciar una palabra. Luego levantando la -cabeza echó una mirada vaga á su alrededor. - ---No se lo que me coje algunas veces. --dijo procurando reparar el -desórden, de su traje. --Creo es causa, este aposento súcio y húmedo. -¿Estás pronto Oliverio? - ---Acaso voy con vos? --preguntó el niño. - ---Si; vengo á buscarte de parte de Guillermo! - ---Para qué? --dijo el retrocediendo dos ó tres pasos. - ---Para qué? --repuso Nancy levantando sus ojos al techo y bajándolos al -suelo al encontrarse su mirada con la del niño --Oh! Para nada malo. - ---No lo creo así. --replicó Oliverio, despues de haberla examinado con -atencion. - ---Pues bien, creelo, como te acomode! --dijo ella con risa afectada --Sea -para nada bueno. - -Oliverio pudo comprender muy bien que tenia algun poder sobre la -sensibilidad de la jóven, y la destreza le hizo concebir la idea de -apelar á su compasion; pero reflecsionando de pronto que aun no eran las -once y que de consiguiente debian transitar por las calles algunas -personas que darian fé á sus palabras, se apresuró á decir que estaba -pronto y se dispuso á salir con alguna viveza. - -Ni la reflecsion, ni el deseo que la acompañaba escaparon á Nancy. Le -observó atentamente mientras hablaba y le lanzó una mirada que le -convenció de que habia adivinado su pensamiento. - ---Chit! --dijo señalándole con el dedo la puerta, mientras que miraba -con precaucion á su alrededor --No hay medio! He hecho todo lo que he -podido por tí; pero inútilmente. Estás rodeado por todas partes y por -mas que lo intentes no lograrás escaparte. - -Oliverio conmovido por el tono con que decia esto, la miró asombrado. No -cabia duda hablaba sériamente: estaba pálida hasta dar miedo, tenia -contraidos los músculos de su rostro y un temblor convulsivo agitaba -todo su cuerpo. - ---Te he evitado ya muchos malos tratamientos y continuaré -evitándotelos! --continuó elevando la voz --Los que hubieran venido á -buscarte no siendo yo, se hubieran portado con mucha mas dureza. He -prometido que estarias tranquilo y si no lo estuvieras, te harias mal tu -mismo y á mi, siendo tal vez la causa de mi muerte. Mira! Tan cierto -como Dios nos vé, ya he sufrido todo esto por tí! - -Al mismo tiempo enseñó á Oliverio los cardenales de que estaban llenos -sus brazos y su cuello. - ---Acuérdate bien de esto --continuó con gran volubilidad --y haz de -modo ahora que no sufra otros por tu causa! Si pudiera servirte lo haria -de todo corazon; pero no tengo poder para ello! Ellos además no tienen -intencion de hacerle daño alguno . . . Y qué importa lo que te manden -hacer? Tú no eres responsable ante Dios! Cállate! Cada una de tus -palabras es un golpe para mi! Dame tu mano! Vamos despacha; . . . tu mano! - -Cojió la mano que Oliverio le tendió maquinalmente y habiendo apagado -la vela, subió con el niño la escalera. La puerta fué abierta al -momento por alguien oculto en la obscuridad y fué cerrada del mismo modo -luego que pasaron el lindar. - -Nancy subió ligeramente con su jóven protejido á un coche de alquiler -que les aguardaba. Tiró cuidadosamente las cortinas y el cochero sin -esperar que se le diera direccion alguna, acestó un latigazo al caballo, -que le hizo correr al trote largo. - -La jóven tenia las manos de Oliverio estrechadas entre las suyas y le -repetia al oido las mismas seguridades y los mismos avisos que le diera -antes. Todo eso fué cosa de tan poco tiempo, que apenas tuvo la -satisfaccion de pensar donde estaba y como habia venido cuando el coche -se paró ante la misma casa hácia la que el judío habia dirijido sus -pasos la noche anterior. - -Durante un segundo lo mas, Oliverio lanzó una mirada rápida á lo largo -de la calle desierta, é iba á gritar socorro; pero la trémula voz de -la jóven vibraba en su oido suplicándole con tanto ahinco tuviera -piedad de ella que retuvo el grito que iba á escapársele. Mientras -luchaba pasó la ocasion y se encontró dentro la casa despues de haberse -cerrado la puerta trás él. - ---Por aquí! --dijo al fin la jóven soltando la mano de Oliverio ---Guillermo! - ---Adelante! --contestó Sikes apareciendo en lo alto de la escalera ---Bien venidos! Ea subid! - -En un hombre del carácter de Sikes este recibimiento era muy lisonjero -para los dos jóvenes. Nancy se lo agradeció sin duda, pues le saludó -cordialmente. - ---El perro ha salido con Tomás. --dijo Sikes adelantando la luz para -alumbrarles --Nada importaba su presencia aquí para lo que tenemos que -hablar. - ---Está bien! --contestó Nancy. - ---Con qué traes decididamente al lindo _cabrito_? - ---Ya lo ves! - ---Ha sido obediente? - ---Como un cordero. - ---Ha hecho bien! --dijo Sikes arrojando á Oliverio una mirada maligna ---De lo contrario su esqueleto no lo hubiera pasado muy bien. Adelántate -vicho para que te dé la leccion . . . Mejor ahora que mas tarde. - -Esto diciendo quitó la gorra á su jóven protegido la arrojó á un -rincon del aposento y sentándose á una mesa lo cojió por la espalda y -lo colocó cara á cara. - ---En primer lugar, ¿conoces esto? --dijo tomando una pistola de -faltriquera que estaba sobre la mesa. - -El niño contestó afirmativamente. - ---Bien! Atiende ahora! Esto es pólvora . . . esto una bala y esto un -pedazo de sombrero viejo para taco. - -Oliverio hizo señal de que conocia el uso de cada una de esas cosas y -Sikes se puso á cargar la pistola con una destreza admirable. - ---Ya está cargada. --dijo cuando hubo concluido. - ---Lo veo señor. --dijo el niño temblando de la cabeza á los piés - ---Lo ves? --continuó el bandido apretando fuertemente el brazo de -Oliverio y poniéndole la boca del cañon de la pistola tan cerca de la -cien, que éste no pudo contener un grito agudo. --Si tienes la desgracia -de pronunciar una sola espresion cuando estemos fuera á menos que yo no -te dirija la palabra, te levanto la tapa de lo sesos sin prevenirte. Con -que, dado caso que tengas la tentacion de hablar sin mi permiso, puedes -antes rezar tu última plegaria. - -Habiendo acompañado esta amenaza con un juramento horrible (sin duda -para aumentar el efecto) añadió: - ---Como segun tengo entendido nadie se inquietará por tí despues de tu -muerte, no creo necesario romperme la cabeza esplicándote un monton de -cosas, . . . que por otra parte nada importan para tu bien. Entiendes? - ---Poco mas ó menos lo que tu quieres indicar (dijo Nancy con énfasis -para llamar la atencion de Oliverio.) es, que si en el asunto que te -ocupa actualmente, tuvieras un retardo ó contrariedad por causa de ese -niño, le sabrás impedir que _bachillerée_ en el porvenir, rompiéndole -la cabeza y exponiendo de este modo la tuya como lo haces en cada dia de -tu vida. - ---Esto es. --dijo Sikes en señal de aprobacion --Las mugeres tienen un -tacto magnífico para esplicar las cosas escepto cuando tienen la cabeza -caliente . . . Entonces no acaban nunca . . . Ahora que ya sabe lo que -quiere decir hablar; no seria malo que nos dieras algo con que cenar, -para que tengamos tiempo de echar un sueño antes de partir. - -En consecuencia de esta observacion, Nancy puso los manteles y -habiéndose ausentado algunos momentos volvió á entrar con una botella -de cerveza y un plato de cabeza de carnero, el cual dió pié á una -serie de reflecsiones lisonjeras por parte de Sikes que estimulado sin -duda por la seductora perspectiva de una _nueva espedicion_, se coló -toda la cerveza de un solo trago y no juró mas que un centenar de veces -mientras estuvieron en la mesa. - -Concluida la cena (se comprenderá fácilmente que Oliverio no tenia gran -apetito) Sikes despues de haberse bebido dos vasos de _grog_ se tendió -en su cama recomendando á Nancy que le dispertára á las cinco en -punto, dado caso de que todavia durmiera. Oliverio en cumplimiento de una -órden emanada del mismo jefe, se echó vestido sobre un jergon tendido -en el suelo y la jóven, habiendo atizado el fuego se sentó ante la -chimenea hasta que llegára la hora de dispertarles. - -El niño permaneció largo tiempo con los ojos abiertos pensando no seria -imposible que esta buscase ocasion para hablarle al oido; pero -permaneció inmóvil en su silla y solo se volvió alguna vez para -despavilar la vela. Al fin rendido de fatiga se durmió profundamente. - -Al dispertar, la tetera y las tazas estaban sobre la mesa y Sikes se -hallaba ocupado en meter diversos objetos en los bolsillos de su -redingote colgado en el respaldo de una silla, mientras que Nancy -preparaba el desayuno. No era dia, porque la vela aun estaba ardiendo. -Una lluvia penetrante chocaba contra los vidrios y el cielo estaba -cubierto de nubes negras y espesas. - ---Vaya! --refunfuñó Sikes mientras Oliverio se levantaba --Ya son las -cinco y media! Despacha pronto si quieres desayunarte! Aunque no lo -parezca, nos hemos retardado! - -Oliverio no estuvo mucho tiempo para arreglar su tocado y habiéndose -desayunado un poco, dijo que estaba listo. Nancy sin mirarle apenas, le -puso un pañuelo al rededor de su cuello y Sikes le dió una esclavina -vieja para que tuviera las espaldas calientes. - -El niño, al llegar al lindar de la puerta se volvió con la esperanza de -encontrar la mirada de la jóven; pero esta habia vuelto á tomar su -silla ante el fuego y estaba sentada en ella en un estado de inmovilidad -completa. - - - - -CAPÍTULO XXI. - -ESPEDICION. - - -SALIERON en una mañana sombria y glacial. La lluvia caía á torrentes y -habia grandes charcos de agua en medio del camino. Nadie se habia -levantado aun, las ventanas estaban cerradas y las calles continuaban -tristes y silenciosas. De tanto en tanto se oia el ruido de algunas -carretas que se dirijian á la ciudad. A medida que se acercaron á los -arrabales el ruido aumentó y cuando llegaron á Smithfield, el era ya un -tumulto aturrullador. Hacia entonces dia claro y la mitad de Lóndres -estaba en pié. La plaza cubierta de barro por ser dia de mercado, estaba -llena de animales, de cuyes cuerpos se elevaba un humo espeso que -mezclándose con la niebla, permanecia suspendido pesadamente en la -atmósfera. Menestrales, carniceros, vaqueros, niños, ladrones y vagos, -confundidos en tropel presentaban una escena capaz de hacer perder la -razon. - -Sikes arrastraba Oliverio á su lado y se abria paso al través de la -multitud sin parar casi la atencion á todo lo que asombraba tanto al -niño. Solo respondia con un movimiento de cabeza amistoso á los que le -dirijian la palabra, rehusó hacer trago cada vez que se le ofrecia y -ando con celeridad hasta que estuvieron fuera del barullo y hubieron -llegado á Holborn. - ---Ea tu nene; son ya cerca las siete! --dijo con acento regañon, mirando -el cuadrante de la iglesia de San Andrés --Es preciso alargar mas ese -trote! No empieces por quedarte atrás mal _potrillo_! - -Esto diciendo sacudia el brazo del niño que doblando el paso, arregló -su marcha todo lo que pudo con las largas zancadas del bandido. - -Asi andaron hasta que hubieron pasado Hyde-Park en la carretera de -Kensington. Entonces Sikes aflojó el paso para dar tiempo que los -alcanzara una carreta vacía que venia detrás de ellos y habiendo visto -sobre la plancha Hownslow, pidió al carretero con toda la cortesia de -que era capaz, que les dejára subir hasta Isleworth. - ---Subid! --dijo el hombre --Este mozuelo es hijo vuestro? - ---Si . . . es mi hijo! --respondió Sikes lanzando una mirada amenazadora -al niño y metiendo la mano como por distraccion en la faltriquera que -contenia la pistola. - ---Tu padre anda demasiado aprisa para ti; no es verdad chicuelo? --dijo -el carretero observando que Oliverio estaba sofocado. - ---Os engañais! --replicó Sikes --Esta ya acostumbrado á ello! Vaya, -dame la mano Eduardo . . . sube pronto! - -Mientras decia esto ayudó al niño á subir y el carretero enseñandole -un monton de sacos, le dijo se hechara encima de ellos para descansar. - -Cada vez que pasaban por frente un _mojon_, Oliverio esperimentaba nuevo -asombro, calculando donde se proponia llevarle su compañero. Kensington, -Hammersmith, Chiswich Kewbridge, Brentfort, habian quedado ya muy lejos -trás de ellos y marchaban siempre como si acabaran de ponerse en camino. - -Al fin llegaron á una posada en cuya muestra se leia: «La _diligencia y -los caballos_.» Mas allá de ella empezaba el empalme de otra carretera. -Aqui la carreta se detuvo, Sikes bajó de ella precipitadamente teniendo -á Oliverio cojido de la maño y habiéndole hecho bajar tambien á él, -le lanzó una mirada furiosa, llevando la mano á su faltriquera de un -modo muy espresivo. - ---Hasta mas ver muchacho! --dijo el hombre. - ---Está de mal humor! --contestó Sikes maltratando al niño. --Está de -muy mal humor ese pequeño topo! No hagais caso . . . partid! - ---Y porque, pobrecito! --dijo el otro subiendo á su carreta --El tiempo -parece que se pone bueno. --añadió alejándose --Feliz viaje! - -Sikes esperó que estuviera algo lejos y luego torcieron á la izquierda. -Andaron largo tiempo pasando por delante un gran número de jardines, -llegaron á Hampton y habiendo atravesado este pueblo, entraron en una -taberna de ruin apariencia, donde se hicieron servir la comida en el -hogar de la cocina. - -Habia ante este hogar algunos bancos de respaldo, en los que estaban -sentados hombres vestidos de blusa, pasando el tiempo en beber y fumar. -Hicieron poco caso de Sikes y aun menos de Oliverio que á su vez se -sentaron en un rincon á parte, sin cuidarse de la compañia. - -Se les sirvió un plato de fiambre despues del cual Oliverio creyendo por -la calma con que Sikes iba apurando pipa sobre pipa, que la detencion -seria larga y que probablemente no irian mas lejos, abrumado de fatiga y -aturdido por el humo del tabaco se reclinó en el banco y se durmió -profundamente. - -Era noche completa cuando fué dispertado por un codazo de Sikes. -Frotándose los ojos y mirando en torno suyo vió á ese digno personage, -en conferencia íntima con un menestral en compañia de quien bebia una -_pinta_ de cerveza. - ---Con qué vais á Hallifort? --preguntó Sikes. - ---Si. --contestó el hombre --Y que no estaré veinte años en el camino, -porque mi caballo no lleva la carga que llevaba esta mañana . . . y -pronto se habrá comido la distancia . . . y no se le indigestará no -voto á brios! Qué buena bestia! - ---Podeis tomarnos á mi y al niño en vuestra carreta? --preguntó Sikes -pasando el jarro de cerveza á su nuevo convidado. - ---Si; cuando partais al momento! --contestó el otro quitándose de los -labios la _pinta_ de cerveza, que puso sobre la mesa --Acaso vais á -Hallifort? - ---Voy hasta Shepperton. --dijo Sikes. - ---Soy vuestro hasta el mismo punto. --Todo está pagado Rebeca? - ---Si --respondió la criada de la posada --El señor ha pagado! - ---Vaya! eso no puede ir ¿entendeis? --prosiguió el menestral con una -gravedad ridícula. - ---Por qué? --repuso Sikes --Vos nos haceis un obsequio y no veo lo que -pueda impedirme que os pague dos _pintas_ de cerveza. - -Aquel pareció reflecsionar profundamente y luego tomándole de la mano -le declaró que era un _buen muchacho_, á lo que contestó Sikes, que -sin duda se burlaba. (lo que cualquiera hubiera estado tentado de creer, -por poco que el hombre hubiese conservado su sangre fria.) - -Despues de algunas palabras corteses entre ambos, se despidieron de la -compañia y la criada habiendo quitado los jarros y los vasos que estaban -sobre la mesa, se vino con las manos llenas al lindar de la puerta para -verlos partir. - -El caballo, á la salud del cual se habia bebido poco antes esperaba con -la mayor paciencia ante la dicha puerta. Oliverio y Sikes sin mas -ceremonias subieron á la carreta en que estaba enganchado, y el hombre -despues de haber arreglado los guiones y desafiado á los espectadores, -á que encontraran en el mundo otra bestia semejante subió á su vez. - -Habiendo conducido el mozo de la posada el caballo al medio de la -carretera y soltando la brida, este empezó á hacer un pésimo uso de la -libertad que se le habia dado, corriendo al través de la calle y -danzando de lo lindo con los piés traseros . . . Al fin y al cabo -partió al galope. - -La noche estaba obscura; una niebla húmeda se elevaba de los pantanos -que rodean el rio; hacia un frio glacial; todo estaba sombrio y -silencioso. Oliverio acurrucado en un rincon, era taladrado por el miedo. -Al fin dejaron la carreta y habiendo emprendido de nuevo la marcha al -través de los campos se encontraron en la ribera del rio. - ---El rio! (pensó Oliverio enfermo de espanto.) Sin duda me ha llevado á -este lugar desierto para asesinarme! - -Iba á echarse en tierra y hacer el último esfuerzo para defender su -vida, cuando notó que estaban delante de una casa arruinada. A cada lado -de la puerta habia una ventana y el edificio no tenia mas que un piso. -Segun toda apariencia estaba inhabitada, porque no se veia luz. - -Sikes teniendo siempre á Oliverio por la mano se adelantó con cautela -hácia la casucha y puso la mano al pestillo que cedió con la presion. -La puerta se abrió y ambos entraron. - - - - -CAPÍTULO XXII. - -ROBO DE NOCHE CON FRACTURA. - - -QUIEN va ahi? --esclamó una voz ronca, luego que hubieron puesto el pié -en el pasadizo. - ---No muevas tanto ruido! --dijo Sikes cerrando la puerta con los cerrojos ---Alumbra Tobias! - ---Ah! Eres tu compadre? --repuso la misma voz --Barney enciende la vela! -Oyes Barney? Despavilate y acompaña al caballero! No puedes? - -El individuo que hablaba arrojó sin duda un calzador á la cabeza de -aquel á quien se dirigia, porque se oyó el ruido de algo de madera que -cayó pesadamente sobre el piso: á cual ruido se siguió un gruñido -como de hombre medio dormido. - ---Me oyes? --gritó la misma voz --Guillermo Sikes está en el pasadizo y -no hay nadie para recibirle, mientras que tu te estás ahí durmiendo -como si hubieras tomado _láudano_ en la cena! Te encuentras ya mas agil, -ó será preciso que te tire el candelero á las orejas para dispertarle -del todo? - -Apenas fueron pronunciadas estas palabras cuando se oyó un roce de -zapatos en el suelo y se vió de pronto un débil resplandor que salia -por la puerta de la derecha, luego al mismo individuo que tenemos -descrito como hablando con la nariz y llenando las funciones de mozo en -la taberna de Saffron-Hille. - ---Señor Sikes! --esclamó Barney con una alegria real ó fingida ---Tomaos la pena de entrar. - ---Ea pasa tu el primero! --dijo Sikes á Oliverio --Mas vivo ó te piso -los talones! - -Lanzando una imprecacion contra la lentitud del niño, lo empujó -bruscamente y entraron en una salita obscura y llena de humo, cuyo -mueblaje consistia en dos ó tres sillas rotas, una mala mesa y un sofá, -sobre el cual estaba un hombre tendido con los piés mas altos que la -cabeza y teniendo una pipa de barro en la boca. Vestia una casaca color -de tabaco de rapé cortada á la última moda con gruesos botones de -cobre, un chaleco de flores de un color vivo, un pantalon de paño moreno -y una corbata amarillo-naranja. - -El señor Crachit (porque era él.) no tenia gran cantidad de cabellos; -pero los que poseia, eran de un tinte rojo y le caian en largos -tirabuzones, entre los que pasaba de vez en cuando sus dedos huesosos -adornados con gruesos anillos falsos. Era de un poco mas de mediana talla -y tenia las piernas algo flacas; pero esta circunstancia no disminuia en -lo mas mínimo su admiracion por sus botas que contemplaba con la mayor -satisfaccion. - ---Ola compadre! --dijo volviendo la cabeza hácia la puerta --Me alegro -de verte . . . Empezaba ya á temer que no hubieras renunciado á la -empresa y en tal caso me hubiera aventurado á llevarla á cabo yo solo. -Ola! --esclamó con sorpresa viendo á Oliverio --Quién es este? - ---Es el pequeñuelo! --contestó Sikes acercando su silla al fuego. - ---De Fagin he? --repitió Tobias mirando á Oliverio --Lindo cráneo . . . -promete para las faltriqueras de las viejas _ladis_ en las iglesias . . . -Tiene una _pelota_ que augura gran fortuna! - ---Basta, basta ya! --prorumpió Sikes con impaciencia, é inclinándose -al oido de su amigo le dijo en voz baja algunas palabras que excitaron su -hilaridad y le hicieron mirar á Oliverio con una atencion mezclada de -curiosidad. - ---Ahora --dijo Sikes volviéndose á sentar --si tuvierais algo que -darnos para comer y beber mientras esperamos, nos daria algun ánimo, á -mi al menos. Siéntate aquí cerca el fuego mocito y descansa, porque aun -tienes que salir con nosotros esta noche, si bien no para ir muy lejos! - -Oliverio lanzó una mirada temerosa y acercando al fuego un taburete se -sentó en él, apoyando su cabeza ardiente sobre sus manos y no -pudiéndose dar razon de donde estaba y lo que iba á ser de él. - -Despues de una cena bastante modesta; pero en la que se bebió mucho al -buen éxito de la empresa, lo bandidos se durmieron. Oliverio amodorrado -en el rincon de la chimenea creia estar aun rodando al través de las -callejuelas, cuando fué desvelado por Tobias Crachit que se levantó -gritando que eran ya la una y media. - -En un instante los otros dos estuvieron en pié y cada uno se ocupó en -los preparativos de la marcha. Sikes y su compañero, abrocharon sus -redingotes mientras que Barney abriendo un armario, sacó de él muchos -objetos que metió de prisa en sus bolsillos. - ---Mis _parlanchinas_? --dijo Tobias Crachit. - ---Ahí las teneis. --contestó Barney mostrando un par de pistolas --Las -habeis cargado vos mismo. - ---Está bien! --repuso el otro poniéndolas sobre la mesa --Los -_persuasivos_? - ---Yo los tengo. --contestó Sikes. - ---Lan ganzúas, escoplos, linternas sordas, máscaras . . . no se han -olvidado? --preguntó Tobias sujetando por medio de un cinturon una -pequeña alza-prima de hierro debajo los faldones de su casaca. - ---Tenemos todo lo necesario. --contestó su compañero --Barney trae esos -palillos que están ahí! Al avio! - -Esto diciendo tomó un enorme garrote de manos de este, quien habiendo -entregado el otro á Tobias, se puso á abrochar la chaqueta de Oliverio. - ---Ahora dame la mano. --dijo Sikes. - -Oliverio aturdido á la vez por una marcha desacostumbrada, por el frio -de la noche y por el licor que le habian obligado á beber, dió -maquinalmente su mano á Sikes. - ---Cójele la otra Tobias. --dijo Sikes --Tu Barney pon un momento el ojo -alerta! - -Este fué á entreabrir la puerta y volvió diciendo que por afuera todo -estaba tranquilo. Los dos bandidos salieron con Oliverio entre ellos y -Barney habiendo cerrado otra vez la puerta con los cerrojos, se arropó y -volvió pronto á dormirse. - -La obscuridad era completa; la niebla mucho mas espesa que al empezar la -noche. La atmósfera estaba tan húmeda, que si bien no llovia los -cabellos y las cejas de Oliverio quedaron mojados en menos de un -instante. Pasaron el puente y parecieron dirijirse hácia las luces que -antes habia visto. No estaban ya lejos de ellas y como marchaban muy -aprisa pronto llegaron á Chertsey. - ---Atravesarémos la poblacion! --dijo Sikes en voz baja --A esta hora no -hay nadie en las calles. - -Tobias accedió en ello y enfilaron la calle mayor, que en hora tan -adelantada de la noche estaba del todo desierta. Una luz debil aparecia -acá y acullá en algunas ventanas y el ladrido de los perros -interrumpió de vez en cuando el silencio de la noche. Cuando hubieron -pasado las últimas casas sonaron las dos en el reló de la Iglesia. -Entonces doblando el paso tomaron un camino á la derecha y despues de -cerca cinco minutos de marcha se pararon frente de una casa aislada, -rodeada de un muro, al que en un abrir y cerrar de ojos se encaramó -Tobias. - ---Pronto; el niño! --dijo --Hízamelo . . yo lo recibiré! - -Antes que Oliverio tuviera el placer de dar un suspiro de desahogo, Sikes -lo habia cojido por debajo el brazo y en el propio momento Tobias y él -estaban sobre el prado del otro lado. Sikes no tardó en seguirles y se -dirijieron hácia la casa. - -Esta fué la primera vez que Oliverio casi loco de tristeza y de -angustia, comprendió que el robo y la fractura (sino el asesinato) eran -el objeto de su espedicion. Plegó las manos involuntariamente y lanzó -un grito de terror; sus ojos se nublaron, un sudor frio corrió por todo -su cuerpo, las piernas le flaquearon y cayó de rodillas. - ---Levántate! --refunfuñó Sikes trémulo de cólera y sacando la -pistola de su faltriquera --Levántate ó te hago saltar la tapa de los -sesos! - ---Oh! por el amor de Dios dejadme ir! --esclamó Oliverio --Dejadme -marchar y morir en medio de los campos! Jamás me acercaré á Lóndres! -jamás, jamás! Oh! os lo suplico! tened piedad de mi y no me obligueis -á robar! Por el amor de todos los santos que están en el cielo; tened -piedad de mi! - -El hombre á quien fué dirijida esta súplica arrojó un juramento -horrible, habia amartillado su pistola . . . cuando Tobias -arrancándosela, puso su mano sobre la boca del niño y lo arrastró -hácia la casa. - ---Cállate --le dijo --porque de nada te servirán los gritos! Si -pronuncias una sola palabra mas, yo mismo te despacho por un garrotazo en -la cabeza! Esto tiene la ventaja de no meter ruido y es mas seguro y mas -gentil . . . Ea Guillermo! Hunde el postigo . . . Yo respondo del vicho -. . . A otros mas audaces que él les he visto á su edad hacer lo mismo -durante un minuto ó dos y en médio de un frio como este. - -Sikes maldiciendo á Fagin por haber enviado Oliverio en semejante -comision, hizo uso de la alza prima con toda su fuerza, sin por ello -hacer mucho ruido. Algunos segundos y un poco de ayuda por parte de -Tobias bastaron para que el postigo rodara sobre sus goznes. - -Este postigo era de una ventanilla á cinco ó seis piés del suelo, que -daba luz á una especie de bodega situada al detrás de la casa y -haciendo frente á la entrada. La abertura era tan pequeña, que los -habitantes de la casa no habian juzgado necesario asegurarla mas, y sin -embargo podia muy bien pasar por ella el cuerpo de un niño. Un poco de -destreza y de práctica en la _profesion_ por parte de Sikes, le -facilitaron el forzar el postigo que fué abierto en un santiamen. - ---Ahora escucha bien lo que voy á decirte! --murmuró Sikes sacando de -su faltriquera una linterna sorda y dirijiendo la luz al rostro de -Oliverio --Voy á pasarte al otro lado. Toma esta linterna, sube los -escalones que estarán ante tí, luego atravesarás el vestíbulo y nos -abrirás la puerta de la calle. - ---Hay unos cerrojos muy altos que no podrias alcanzar. --añadió Tobias ---Subirás sobre una de las sillas del vestíbulo. Hay tres Guillermo, -con los blasones de la vieja en el respaldo de cada una. (un soberbio -unicornio azul con un cuerno de oro.) - ---Quiéres callar tu lengua! --repuso Sikes con tono amenazador --La -puerta del aposento está abierta, no es cierto? - ---De par en par. --contestó Tobias despues de haber mirado por la -ventanilla para asegurarse de ello. Lo mejor de todo esto es que se deja -siempre entreabierta por medio de un gancho, para que el perro que tiene -su perrera en algun rincon de por aquí pueda ir y venir cuando no duerme -. . . Ah! ah! Barney esta noche, os lo ha engaitado de lo lindo! - -Aun que Crachit hizo esto observacion en voz baja, Sikes le mandó -imperiosamente que se callára y se pusiera al avio. Aquel empezó por -poner la linterna en el suelo, apoyó la cabeza contra la pared debajo de -la ventanilla, puso sus manos sobre sus rodillas y Sikes subiendo luego -sobre sus espaldas pasó á Oliverio por la ventanilla los piés delante -y le dejó suavemente en el suelo sin dejar por esto el cuello de su -chaqueta. - ---Toma esta linterna! --dijo metiendo la cabeza en la ventana --¿Ves -ante tí esa escalera? - -Oliverio mas muerto que vivo hizo una señal afirmativa, y Sikes -indicándole la puerta de la calle con el cañon de su pistola, le -advirtió friamente que siempre estaria á tiro y que si tenia la -desgracia de dar un trás pié era muerto. - ---Es negocio de un segundo. --prosiguió el bandido en voz baja --Al -momento que te deje cumple tu deber. Escuchad! - ---Qué hay? --preguntó Tobias. - -Prestaron oido con la mayor atencion. - ---No es nada. --dijo Sikes soltando á Oliverio --Ea! Marcha! - -En el breve instante que tuvo para reponerse, el niño habia tomado la -firme resolucion (aun que le costára la vida) de correr á lo alto de la -escalera y dando el grito de alarma despertar á los habitantes de la -casa. Lleno de esta idea avanzó al momento; pero con precaucion. - ---Ven acá! --gritó de repente Sikes --Pronto! pronto! - -Espantado por esta esclamacion súbita de Sikes en medio del silencio de -la noche y por un grito penetrante salido del interior de la casa, -Oliverio dejó caer su linterna y no supo si avanzar ó retroceder. - -El grito fué repetido. Una luz brilló en la meseta del vestíbulo. La -aparicion de dos hombres medio vestidos y pálidos de terror flotó ante -sus ojos en la escalera. Una llamarada, una esplosion, una humareda -espesa, un crujido en alguna parte de que no pudo darse cuenta y vaciló -hácia atrás. - -Sikes que habia desaparecido un momento, metió otra vez la cabeza en la -ventanilla y asió á Oliverio por el cuello antes que el humo se hubiera -disipado. Tiró un pistoletazo á los dos hombres que empezaban ya á -tocar retirada y tomó al niño. - ---Coje esto! --dijo tirándole de la ventana al suelo --Dame un pañuelo, -Tobias! Condenacion! Lo han tocado! Cuanta sangre echa este niño! - -El repique de una campanilla se mezcló con el ruido de las armas de -fuego y los gritos de la gente de la casa. Oliverio se sintió llevar -rápidamente al través de los campos. Entonces las voces se perdieron á -lo lejos. Un frio mortal se apoderó de sus sentidos y se desmayó. - - - - -[Illustration: Y cojiendo al chico por el cuello de la casaca le introdujo -por los piés dentro la habitacion.] - - - - -CAPÍTULO XXIII. - -SIGUEN LAS AVENTURAS DE OLIVERIO. - - -QUE quinientos millones de lobos os desgarren la gola! --murmuró Sikes -rechinando los dientes --Si tuviera alguno de vosotros entre mis manos -aullariais con mejor razon! - -Y lanzando esta imprecacion con todo el furor de que era susceptible, se -detuvo un momento para colocar al pobre herido sobre su rodilla y al -propio tiempo volvió la cabeza para ver á que distancia estaba de los -que le perseguian. - -Esto era muy difícil en medio de la noche y de una espesa niebla; pero -los gritos confusos de los hombres, el ladrido de los perros y el toque -de rebato que retumbaban de todos lados le sirvieron de - -ausilio para ello. - ---Detente vil mandria! --gritó el bandido á Tobias Crachit que haciendo -el mejor uso posible de sus piernas se le habia adelantado ya mucho ---Detente! - -Tobias no se lo hizo repetir por la tercera vez. Poco cierto de estar -fuera de tiro de la pistola de Sikes y muy seguro de que este no se -hallaba de humor para bromear, se paró en seco. - ---Ven á dar la mano al chico! --añadió Sikes con acento rabioso --De -prisa! - -Tobias hizo ademan de retroceder, no sin manifestar al propio tiempo con -voz baja y ahogada por el miedo, la repugnancia estrema con que se -sometia á la exijencia de su compinche. - ---Mas aprisa voto á los infiernos! --murmuró este dejando el niño á -la orilla de una acequia en la que no habia agua --Guárdate de -divertirte haciéndote el _bobo_ conmigo! - -En este momento el ruido creció y Sikes mirando de nuevo, vió entre la -oscuridad que los hombres que le perseguian saltaban la cerca del campo -en que estaba y que una trailla de perros se les adelantaba. - ---Guillermo nos van á _chamuscar_! --esclamó Tobias --Deja al _nene_ y -enseñémosles los talones! - -Dicho esto Crachit prefiriendo correr el albur de ser muerto por su -camarada á la certeza de ser cojido por los enemigos, partió como el -relámpago y corrió á toda pierna. - -Sikes pateó de coraje, arrojó una rápida ojeada en torno suyo, -estendió sobre Oliverio la esclavina que le habia embozado al azar y -corriendo á lo largo de la acequia, para desorientar á los que le -perseguian estraviando su atencion del sitio en que estaba Oliverio, se -paró á la esquina del zeto, descargó su pistola al aire y echó á -correr. - ---Ohé! Ohé! --gritó una voz trémula á lo lejos --Turco! Neptuno! -Aquí! Aquí! - -Los perros que iban acordes con sus amos pareciendo no tener maldito el -gusto por la clase de diversion á que se entregaban, obedecieron de -buena gana á la voz que los llamaba y tres hombres que durante este -tiempo se habian adelantado algunos pasos en el prado, se detuvieron para -tener consejo en comun. - ---Mi dictámen, ó mejor dicho mi órden es, (dijo el mas gordo de los -tres) que nos volvamos al momento á casa. - ---Me conformo voluntariamente á todo lo que pueda dar gusto á Mr. -Giles. --dijo otro mas pequeño y aun mas mofletudo que el primero, y que -á un tiempo era muy pálido y muy cortés (como lo son ordinariamente -las personas que tienen miedo.) - ---No quisiera llevar la nota de impolítico señores dijo el tercero. (el -mismo que habia llamado á los perros.) Mr. Giles debe saber que . . . - ---Ciertamente! --interrumpió el gordo mofletudo. --Y diga lo que diga -Mr. Giles, no nos toca á nosotros contradecirle! No á fé mia; conozco -mi _posicion_ á Dios gracias, conozco mi _posicion_. - -A decir verdad el pequeño mofletudo, parecia comprender su _posicion_ y -sabia muy bien, que de ningun modo era digna de envidia, pues que los -dientes le castañeaban hablando. - ---Teneis miedo Brittles? --dijo Mr. Giles. - ---De seguro que no! --contestó el otro. - ---Os digo que teneis miedo! replicó Giles. - ---Esto no es verdad Señor Giles! --repuso Brittles. - ---Mentís Brittles! --dijo á su vez Mr. Giles, - -Los compañeros se detuvieron y se pusieron á deliberar. Sentian que el -miedo les dominaba y se acusaban mútuamente de poltroneria; pero ninguno -queria confesar lo que esperimentaba. Se miraron y de un comun acuerdo, -sin decir palabra, corrieron á escape hácia la casa, hasta que Mr. -Giles que era el mas pesado y que se habia armado con una horquilla, hubo -insistido en la necesidad de pararse. - ---Es asombroso --dijo cuando se hubo justificado á sus ojos --todo lo -que un hombre es capaz de hacer cuando tiene la cabeza caliente! Estoy -seguro que hubiera cometido un asesinato si hubiese cojido á uno de esos -ladrones! - -Como los otros dos pensaban lo mismo y á su instancia se habian calmado -de improviso, hicieron reflecsiones filosóficas sobre la causa de este -cambio súbito en su carácter. - ---Se bien la causa de esto! --dijo Mr. Giles --La cerca! - ---No andais fuera de razon! --esclamó Brittles cojiendo la idea. - ---Podeis estar seguros de que la cerca ha producido ese cambio en -nosotros. --repuso Giles --He sentido marcharse todo mi valor mientras -que trepaba en ella. - -Por una de esas coincidencias estraordinarias, se encontró que los otros -habian esperimentado la misma sensacion en el propio momento; de modo que -no cupo duda de que era la cerca, sobre todo cuando hubieron recordado -que fué en el acto de treparla cuando distinguieron á los ladrones. - -El coloquio tenia lugar entre los dos hombres que habian sorprendido á -los bandidos y un calderero ambulante que se habia acostado bajo un -cobertizo y que dispertado por el ruido se habia juntado de concierto con -sus dos perros al número de los perseguidores. Mr. Giles desempeñaba en -la casa el doble empleo de despensero y mayordomo, y Brittles era un -hombre de fatiga que entrado de muy jóven al servicio de la vieja -señora se le trataba como un muchacho que promete mucho, á pesar de -haber atravesado los treinta. - -Animándose de este modo recíprocamente por sus palabras, si bien -apretándose lo posible uno á otro, temblando de piés á cabeza y -arrojando una mirada de espanto á su alrededor cada vez que un soplo de -aire agitaba el follaje; nuestros tres hombres corrieron á buscar el -farol que habian dejado al pié de un árbol temerosos de que su luz -señalase á los ladrones la direccion que debian seguir y regresaron á -la casa al galope. Estaban ya muy lejos, cuando todavía podian -distinguirse sus sombras vacilantes proyectándose en la distancia y -balancearse ligeramente como un vapor que se exhala de un terreno húmedo. - -Un largo silencio reinó en el sitio en que los bandidos se separaron; -pero al fin lo rompió un débil quejido de dolor. Este quejido era de -Oliverio que en el propio instante volvió en sí. Su brazo izquierdo -pendia con lasitud á su lado y el pañuelo que le envolvia estaba -teñido de sangre. Era tanta su debilidad que solo con gran pena pudo -incorporarse y despues que lo hubo logrado lanzó en torno suyo una -mirada lánguida como para implorar socorro y sollozó amargamente. -Transido de frio y agobiado de fatiga procuró levantarse; pero volvió -á caer sobre el césped. - -Vuelto del estado de amodorramiento en el que por tan largo tiempo habia -estado sumido, Oliverio sintió que un desfallecimiento mortal le llegaba -hasta el corazon y comprendió que moriria irremisiblemente sino -procuraba dominarlo; en consecuencia hizo un nuevo esfuerzo para ponerse -en pié y procuró andar. De pronto vaciló como un hombre beodo, luego -reuniendo las pocas fuerzas que le quedaban, avanzó maquinalmente, la -cabeza caida sobre el pecho y las piernas doblándose bajo el peso de su -cuerpo. - -Entonces una multitud de ideas confusas y estravagantes vinieron á -sitiar su espíritu. Le parecia estar aun entre Sikes y Crachit que se le -disputaban; sus propias palabras resonaban en sus oidos y los esfuerzos -que hizo para no caer habiendo aguzado su atencion, les dirijia la -palabra como si estuvieran presentes. - -En tal estado marchó cayendo y levantando, agarrándose como pudo y por -instinto á los barrotes de las cercas y á través de los agujeros de -los vallados, hasta que hubo alcanzado la carretera y entonces la lluvia -empezó á caer con tanta violencia que le hizo salir de su delirio. - -Miró á su alrededor y vió que á poca distancia habia una casa á la -que podria llegar. El estado lastimoso en que se encontraba escitaria sin -duda la compasion. Y aun cuando así no fuera (pensaba en su interior) -mas vale morir cerca de séres humanos que en medio de los campos! Se -revistió de todo su valor y dirijió sus pasos vacilantes hácia la casa. - -A medida que se acercaba á ella tuvo un presentimiento de que ya la -habia visto antes; con todo no recordaba de ningun modo los detalles; -pero la forma y el conjunto no le eran desconocidos. - -Esa pared de cercado! Sobre el césped, al otro lado en el jardin se -habia postrado de rodillas para implorar la piedad de los dos bandidos! -Ciertamente era la misma casa que habian intentado robar! - -Oliverio tuvo tal espanto al reconocer el sitio, que olvidando un momento -el dolor que le causaba su herida no pensó mas que en huir. Huir! A -penas podia sostenerse sobre sus piernas y á demás aunque hubiera -podido gozar de todo el vigor y la ligereza que se tiene ordinariamente -á su edad. ¿á dónde huir? Empujó la puerta del jardin que volvió -sobre sus goznes, se arrastró sobre el césped, subió las gradas del -peristilo . . . llamó débilmente á la puerta y abandonándole de -pronto sus fuerzas, cayó contra una de las columnas del pórtico. - -Fué el caso que en el propio momento Mr. Giles, Brittles y el calderero, -despues de todas las fatigas y sustos de la noche, se restauraban en la -cocina con una taza de thé y algunas golosinas. No porque entrára en -las costumbres de Mr. Giles el sufrir una demasiado grande familiaridad -de sus _inferiores_ respecto á los cuales al contrario se portaba -regularmente con una _fiereza benévola_ que no podia menos de -recordarles su _superioridad_ sobre ellos en el mundo; pero los ladrones, -los pistoletazos y el temor á la muerte, acortan las distancias y hacen -á todos los hombres iguales. Asi pues Mr. Giles sentado ante el hogar -los piés colocados sobre el guarda cenizas y el brazo izquierdo apoyado -sobre la mesa, relataba minuciosamente todas las circunstancias del -atentado, mientras que sus oyentes (y principalmente la camarera y la -cocinera) escuchaban con el mas vivo interés. - ---Decia pues que creí oir ruido. --prosiguió Giles --De pronto me dije -á mi mismo: _es una ilusion_ y me disponia á dormirme otra vez cuando -oí de nuevo el mismo ruido; pero mas distintamente. - ---Qué especie de ruido? --preguntó la cocinera. - ---Como si dijéramos un ruido sordo --dijo Mr. Giles mirando á su -alredor con aire espantado --como algo que cruje. - ---O mas bien como una barra de hierro que se limara con una escofina de -nuez moscada. --dijo Brittles. - ---No digo que no. Así pudo ser cuando _vos_ lo habeis oido; pero en el -momento que _yo_ quiero decir era un ruido como de algo que cruje ---replicó Mr. Giles --Levanto mi cobertor (continuó repeliendo los -manteles) me incorporo y aguzo el oido. - ---Dios! --esclamaron simultáneamente la cocinera y la camarera -arrimándose la una á la otra. - ---Oigo el mismo ruido con mas claredad que nunca --prosigue Mr. Giles --y -me digo en mis adentros: de seguro fuerzan una puerta ó una ventana. -Qué hacer? Voy á llamar á Brittles é impedir que ese pobre muchacho -sea asesinado en su cama; pues de seguro se deja cortar el gaznate de una -á otra oreja sin apercibirse siquiera de ello. - -Todas las miradas se volvieron hácia Brittles que, con la boca abierta -fijó la suya sobre Giles con una espresion de terror. - ---Vuelvo á bajar mi cobertor. --dijo este último fijando su vista en la -cocinera y camarera --Salgo cautelosamente de mi lecho y ensarto . . . - ---Señor Giles que hay aquí señoras! --dijo á media voz el calderero. - ---Mis _chinelas_. --continuó Giles volviéndose hácia este apoyándose -en esta palabra con enfasis (contento como estaba de haberla suplido á -la palabra _calzones_ que un hombre bien nacido, no pronuncia jamás ante -personas del bello sexo.) Me apodero de la pistola cargada que todas las -noches coloco bajo la almohada y me dirijo de puntillas al aposento de -ese pobre Brittles. Brittles! --le digo dispertándole --No tengais miedo! - -Mr. Giles juntando la accion á la palabra se habia levantado de su silla -y habia ya dado dos ó tres pasos con los ojos cerrados, cuando -estremeciéndose de repente, como tambien toda la compañia, volvió -pronto á su sitio. La cocinera y la camarera arrojaron un grito -penetrante. - ---Han llamado! --dijo Giles tomando un aspecto del todo tranquilo. --Qué -vaya á abrir alguno de vosotros! - -Nadie se meneó. - ---Paréceme muy estraño que llamen á esta hora. --dijo Monsieur Giles -notando la palidez estrema que reinaba en todos los semblantes y -viéndose él mismo presa de un terror poco comun. --Pero es necesario -que _alguno_ de vosotros vaya á abrir! Me ois? - -Así hablando Mr. Giles miraba á Brittles; pero este jóven naturalmente -modesto, no considerándose como _alguno_ pensó con razon que la íntima -de su _superior_ no se dirijia en él y guardó silencio. Mr. Giles quiso -hacer una llamada al calderero; pero éste se habia dormido -instantáneamente. En cuanto á las mugeres era inútil pensarlo siquiera. - ---Si Brittles quisiera solo entreabrir la puerta ante testigos. --dijo -Mr. Giles despues de un momento de silencio --Por mi parte yo seria uno. - ---Y yo tambien. --dijo el calderero dispertándose con la misma rápidez -que se habia dormido. - -Brittles se rindió á estas condiciones, y nuestros tres amigos despues -de abiertos los postigos, algo tranquilizados al ver que era dia claro se -dirijieron á la puerta de entrada precedidos de los perros y seguidos de -las dos mugeres que no atreviéndose á quedarse solas en la cocina -formaban la reta-guardia. - -Una vez tomadas estas precauciones, Mr. Giles se apoderó del brazo del -calderero _á fin de impedirle que se escapara_ (segun dijo -chanceándose) y dió la órden de abrir la puerta. Brittles obedeció, y -nuestros individuos apretándose unos contra otros y mirando con ávida -curiosidad cada uno por encima la espalda de su vecino no vieron otro -objeto mas formidable que el pobre Oliverio que agobiado de fatiga y -sobrecojido á la vista de tantas personas levantó los ojos con -languidez é imploró con la vista su compasion. - ---Un chicuelo! --esclamó Mr. Giles arrojando con brio al calderero hasta -el fondo del vestíbulo --Qué es lo que tu quieres he? --Mira, mira -Brittles! No ves? - -Brittles que al abrir habia procurado quedarse detrás de la puerta, no -bien hubo visto á Oliverio cuando dió un gran grito. Mr. Giles cojiendo -al niño por una pierna y por un brazo (afortunadamente aquel que no -estaba roto) lo arrastró en el vestibulo y le tendió todo lo largo en -el suelo. - ---El es! --gritó Giles con toda sus fuerzas é inclinándose en el tramo -de la escalera --Aquí tenemos á uno de los ladrones señora! - -Las dos sirvientas subieron los escalones de cuatro en cuatro para llevar -esta feliz noticia á sus amas y el calderero hizo todos los esfuerzos -para volver Oliverio á la vida de miedo que no se muriera antes de ser -ahorcado. En medio de todo este barullo se oyó la voz dulce de una muger -que apaciguó el ruido en un instante. - ---Giles! --murmuró la voz de lo alto de la escalera. - ---Aquí estoy señorita! --contestó éste --Nada temais señorita! Estoy -ileso. - ---Silencio! --repuso la jóven --Espantais á mi tia mucho mas que los -mismos ladrones. El pobre hombre está gravemente herido? - ---Furiosamente señorita! --contestó Giles con un aire de complacencia y -satisfaccion interior. - ---Parece que se está muriendo señorita! --gritó Brittles de la misma -manera que antes --No quereis verle señorita antes que . . . ? - ---Silencio amigo mio! No movais ruido! --dijo la señorita --Esperad un -momento que yo hable á mi tia. - -Con paso tan dulce como su voz, la jóven se alejó ligeramente y pronto -volvió á dar la órden de trasportar el herido en el aposento de Mr. -Giles con todo el cuidado posible. Al propio tiempo dijo á Brittles que -ensillára el jaco y se dirijiera á Chertsey para llevar de allí á -toda prisa un _constable_ y un médico. - ---No queréis verle antes señorita? --preguntó Giles con tanto orgullo -como si Oliverio hubiese sido un pájaro de raro plumaje que hubiera -cojido con la mayor destreza --No deseais únicamente entreverle? - ---No, ahora por todo lo del mundo! --respondió la jóven --Pobre -desgraciado! Oh Giles! Tratadle con bondad aunque no sea mas que por amor -á mi! - -La jóven se retiró despues de dichas estas palabras y el viejo criado -levantó los ojos hácia ella con tanto orgullo y admiracion como si -hubiera sido su propia hija: luego inclinándose sobre Oliverio le ayudó -á levantarse y lo llevó á su aposento con todo el cuidado y solicitud -de una muger. - - - - -CAPÍTULO XXIV. - -EN EL QUE SE DÁ CUENTA DE UNA CONVERSACION AGRADABLE ENTRE MR. BUMBLE Y -UNA SEÑORA, PARA PROBAR QUE UN PERTIGUERO (POR MAS QUE SE DIGA) ALGUNA -VEZ ES SUSCEPTIBLE DE ALGUN SENTIMIENTO. - - -REINABA un frio agudo. Una espesa capa de nieve cubria el suelo y -resistia al viento que soplaba con violencia, quien como para desquitarse -del obstáculo opuesto barria los montones que se habian formado á lo -largo de las paredes y en los rincones y esparciéndolos en el aire los -volvia á dejar caer en millares de copos. - -Tal era el aspecto de los asuntos al exterior de la Casa de la Caridad -que tantas veces tenemos nombrada en esta verídica historia, cuando la -Señora Corney sentada cerca del fuego en su _pequeño_ aposento, echó -la vista con cierto aire de complacencia sobre una _pequeña_ mesa -redonda, que sostenia una _pequeña_ hortera adornada de todos los -_pequeños_ utensilios necesarios para la colacion mas agradable que -pueda hacer una matrona: en resúmen iba á regalarse con una taza de -thé. Entre tanto que desde el rincon de su hogar (en el que el mas -_pequeño_ posible de los pucheros cantaba con una _pequeña_ voz -aflautada una muy _pequeña_ cancion) la buena Señora contemplaba la -mesa, su satisfaccion interior debió crecer súbitamente, porque se -sonrió. - -Acababa de tomar su primera taza, cuando fué interrumpida por alguien -que llamó suavemente á la puerta del aposento. - ---Entrad! --gritó --Sin duda algun vejestorio que se muere! Siempre -escojen para morirse el momento en que estoy á la mesa! Entrad si os -place y no os estais plantados ahí con la puerta abierta para hacerme -helar de frio. Vaya! Qué hay de nuevo ahora? - ---Nada; nada absolutamente. --contestó una voz de hombre. - ---Cielos! --esclamó la matrona con tono mas dulce --Sois vos Mr. Bumble? - ---Servidor vuestro señora. --repuso el pertiguero que se habia detenido -á la puerta para enjugar sus zapatos y sacudir la nieve de encima su -redingote --Cerraré la puerta? --añadió entrando con el sombrero en -una mano y un paquete en la otra. - -Aquella vaciló en responder, temerosa sin duda de la inconveniencia que -habria en estarse mano á mano con un hombre. Entre tanto Bumble -aprovechándose de la incertitud de la señora, cerró la puerta sin mas -ceremonia. - ---Hace mucho frio Señor Bumble! --dijo la matrona. - ---Es verdad señora; es tiempo al que yo llamo _antiparroquial_. Señora -Corney hoy hemos distribuido cerca de veinte panes de á cuatro libras y -un queso y medio, y con todo esos _golosos_ de pobres no están todavia -contentos! - ---Oh! sin duda. --repuso la señora sorbiendo su thé. --Qué es pues lo -que se deberia hacer para contentarlos? - ---A la verdad bajo palabra de honor no sé lo que deberia hacerse! -Figuraos por ejemplo un hombre á quien por consideracion á su numerosa -familia, se le concede un pan y una libra de queso. ¿Creeis que esté -satisfecho por ello señora? Qué os tributará el menor agradecimiento? -Ya escampa! Qué es lo que hace? Pide un poco de carbon! Aun que no sea -sino el que pueda caber en su pañuelo, dice. Carbon! ¿Y para qué hacer -de él? Para hacer tostar su queso y luego volver á la carga con nueva -demanda. Así son todos señora! Llenadles hoy un delantal de carbon y -volverán mañana atrevidos como lacayos á pediros otro tanto! - ---Esto pasa la raya de lo verosímil! --observó la matrona con enfasis ---Pero no sois como yo Señor Bumble de opinion, que es muy mal sistema -este de socorrer fuera del establecimiento? Vos que teneis esperiencia de -ello, qué decis? - ---Señora Corney! --dijo el pertiguero sonriendo como hombre que está -convencido de sus conocimientos superiores. --Los socorros fuera del -establecimiento, _convenientemente administrados_ . . . comprendeis -señora? _convenientemente administrados_, son la salvaguardia de las -parroquias. El gran principio de este sistema que pareceis condenar, es -justamente conceder á los pobres aquello que no necesitan, á fin de -quitarles las ganas de volver á la carga. - ---A fé mia esto es incontestable! --esclamó la Señora Corney --Sabeis -que la farsa no es maleja? - ---Es como os lo aseguro señora! Acá entre nosotros, he aquí el gran -principio! Y esa es la razon porque veis algunas veces en esos -_charlatanes_ de periódicos que muchos enfermos han recibido por todo -socorro algunas tajadas de queso. Esta es una regla adoptada hoy por hoy -en toda la Inglaterra. Sin embargo (continuó desenvolviendo su paquete.) -esos son secretos del oficio, solo conocidos por nosotros los -_funcionarios parroquiales_. Ved señora dos botellas de Oporto que la -Administracion remite para la enfermeria. Es vino de superior calidad, -natural, puro y sin mezcla, que solo de hoy está en botella, limpido -como el sonido de una campana y que os aseguro no hará depósito. - -Esto diciendo tomó una botella, la presentó ante la luz y la sacudió -al mismo tiempo para probar su bondad y habiendo colocado las dos sobre -la cómoda plegó el pañuelo que las habia envuelto, lo metió -cuidadosamente dentro su faltriquera y tomó su baston en ademan de -marcharse. - ---Señor Bumble, no os sobrará calor para volveros? - ---Es cierto señora. --replicó éste levantando el cuello de su -redingote --Hace un aire que corta las orejas! - ---La señora Corney echando un vistaso al pucherito, lo reprodujo luego -sobre el pertiguero que se dirijia hácia la puerta, y oyendo á este -toser como para prepararse para darle las buenas noches, le preguntó con -aire tímido si tenia á bien aceptar una taza de thé. - -Mr. Bumble al instante volvió á bajar el cuello de su redingote, puso -su baston y su sombrero sobre una silla y acercó otra á la mesa. Al -sentarse su mirada topó con la de la señora que al momento bajó los -ojos. El tosió de nuevo y sonrió graciosamente. - -La Señora Corney se levantó para tomar otra taza y otra copa en la -alacena, volvió á su sitio y sus ojos habiéndose encontrado por -segunda vez con los del galante pertiguero un vivo encarnado de pudor -cubrió sus mejillas y no sin alguna emocion escanció una taza de thé -á su convidado. Mr. Bumble tosió de nuevo pero en esta ocasion mas -fuerte de lo que lo habia hecho hasta entonces. - ---Os gusta muy azucarado Señor Bumble? --preguntó la matrona tomando la -azucarera. - ---Muy azucarado señora! --respondió Mr. Bumble fijando su vista en la -Señora Corney. (Ciertamente si jamás pertiguero alguno se manifestó -tierno, sin duda fué Mr. Bumble en este momento.) - ---A lo que veo señora teneis una gata. --dijo viendo á uno de estos -animales que se holgaba ante el fuego. --Y sino me engaño tambien -gatitos? - ---Los quiero tanto Mr. Bumble! No podeis imaginároslo! Son tan cucos, -tan picaruelos, tan juguetones, que constituyen mi mejor sociedad. - ---Oh Señora! Son animales muy dulces y muy caseros. - ---Es muy cierto! --prosiguió la señora con entusiásmo --Son tan -amantes de la casa, que es una gloria el tenerlos. - ---Señora Corney! --dijo Mr. Bumble con tono doctoral marcando el compás -con su cuchara --Tened bien entendido que un animal cualquiera que el sea -que viviera con vos y no fuera amante de la casa, seria necesariamente un -asno. - ---Oh! Señor Bumble! --hizo la matrona. - ---Es imposible disfrazar la verdad! --continuó Mr. Bumble agitando su -cuchara con una amorosa dignidad que daba mayor fuerza á sus palabras ---Si pudiera, yo mismo la negaria con satisfaccion! - ---Entonces sois un cruel! --repuso vivamente la matrona alargando el -brazo para tomar la taza del pertiguero --Es necesario que tengais el -corazon muy duro! - ---El corazon duro! --replicó Bumble --El corazon duro! --Diciendo esto -alargó su taza á la Señora Corney, oprimió su dedo meñique en el -acto de tomarla y llevando su mano al chaleco galonado exhaló un -profundo suspiro y retrocedió su silla. - -Como la mesa era redonda y la matrona y el pertiguero estaban sentados -ante la chimenea frente por frente, será fácil comprender que -alejándose del fuego sin apartarse de la mesa, Mr. Bumble aumentaba la -distancia entre la Señora Corney y él; comportamiento que no dejará de -admirar el lector considerándolo como un acto de heroismo por parte de -Mr. Bumble que hasta cierto punto era tentado por la hora, el sitio y la -ocasion de recitar esas dulces insustancialidades, que aun que -convenientes en los labios de un atolondrado, están muy lejos de la -dignidad de un magistrado, de un miembro del parlamento, de un ministro -de Estado de un Lord-corregidor, ó cualquiera otro funcionario público -y con mayoria de razon, de un pertiguero, que como nadie ignora de todos -los _hombres constituidos_ en _dignidad_ es el mas severo y el mas -inflecsible. - -Con todo fuera cual fuera la intencion del pertiguero (y no debe dudarse, -que era de las mejores.) la desgracia hizo que siendo la mesa redonda -cuanto mas se apartaba Mr. Bumble de la chimenea mas disminuia poco á -poco la distancia que le separaba de la matrona de modo que á fuerza de -viajar por este estilo al rededor de aquella, acabó por encontrarse -pegado al lado de la Señora Corney. En efecto las dos sillas se tocaron -y entonces Mr. Bumble se paró. - -Si la Señora Corney se hubiese escurrido hácia la derecha, -indudablemente hubiera caido en el fuego; por poco movimiento que hubiera -hecho hácia la izquierda, se encontraba en los brazos del pertiguero: he -aquí porque como muger sábia y prudente, que, prevé de ante mano los -resultados, se mantuvo quieta en su sitio y ofreció una segunda taza de -thé á Mr. Bumble. - ---El corazon doro señora Corney! --prosiguió este sorbiendo su thé y -mirando fijamente á la matrona. --¿Teneis vos el corazon duro señora -Corney? - ---Cielos! --esclamó esta. --Vaya una pícara pregunta por parte de un -celibatario! ¿Qué me preguntais Señor Bumble? - -El pertiguero bebió su thé hasta la última gota, concluyó su tostada, -sacudió las migas que tenia sobre sus rodillas, enjugó sus labios y sin -mas ceremonia abrazó á la matrona. - ---Señor Bumble! --balbuceó esta en voz baja; pues fué tan grande su -espanto que perdió enteramente el uso del habla. --Señor Bumble! voy -. . . a . . . gri . . . tar! - -El pertiguero, la dejó decir y sin pronunciar una sola palabra, pasó -amorosamente su brazo al rededor de la cintura de la señora. - -Despues de la amenaza que ésta hiciera de gritar, este nuevo acto de -audácia del pertiguero, debia escitarla mas y probablemente, iba á -efectuarlo cuando llamaron réciamente á la puerta del aposento. - -Mr. Bumble, abalanzándose entonces hácia la cómoda con la rápidez del -rayo se puso á arreglar las botellas con gran seriedad mientras que la -matrona gritó vivamente. - ---Quién va ahí? - -Fué cosa digna de atencion, come prueba del poder físico de la -sorepresa sobre el miedo que la voz de la Señora Corney recobró -instantáneamente su aspereza ordinaria. - ---Mil perdones Señora nuestra! --dijo una anciana pobre, entreabriendo -la puerta y enseñando su fea cabeza. --La vieja Sally se muere. - ---Y qué me importa á mi? --esclamó bruscamente la matrona. --Puedo yo -algo en ello? - ---Oh! no señora nuestra! Bien seguro que no! --replicó la pobre --Nadie -puede nada . . . A mas que no queda esperanza! He visto morir tantas -(grandes y pequeñas.) que conozco cuando no hay ya remedio! Pero tiene -algo que la atormenta y en sus momentos lucidos que son muy raros (porque -acaba como una vela.) dice que tiene alguna cosa que comunicaros y que es -necesario sepais. Señora nuestra no morirá tranquila hasta que vengais . . . - -A esta noticia la digna matrona murmuró una multitud de invectivas -contra las viejas pobres que ni siquiera podian morir sin incomodar á -_propósito_ sus _superiores_ y envolviéndose en un chal tupido que se -echó de prisa sobre sus espaldas, suplicó á Monsieur Bumble que se -esperára hasta su vuelta para el caso que sucediera algo estraordinario. -En esto habiendo mandado á la vieja que fuera adelante y no le hiciera -pasar la noche en la escalera, la siguió de mal talante; refunfuñando -todo el trecho del camino. - -Mr. Bumble solo y entregado á si mismo, emprendió una tarea estraña. -Abrió la alacena, contó las cucharitas para el thé, probó el peso de -las pinzas del azucarero, examinó un jarro pequeño para leche con el -fin de asegurarse de que realmente eran de plata y cuando hubo satisfecho -su curiosidad sobre este punto se puso el sombrero bastante ladeado por -la parte derecha y dió cuatro veces la vuelta á la mesa bailando -gravemente de puntillas. - -Despues de haberse entregado á tan ridículo ejercicio, volvió el -tricornio sobre la silla y pavoneándose ante la chimenea, la espalda -vuelta al fuego pareció ocupado mentalmente en hacer el inventario de -los muebles. - - - - -CAPÍTULO XXV. - -DETALLES OBSCUROS EN APARIENCIA; PERO QUE NO DEJA DE SER DE ALGUNA -IMPORTANCIA EN ESTA HISTORIA. - - -LA que habia venido á turbar la calma y la paz que reinaban en el -aposento de la matrona, era realmente una mensagera de muerte; su cuerpo -estaba encorvado por la edad, sus miembros paralíticos temblaban -contínuamente, su marcha era lenta y la fijeza de sus ojos, la espresion -horrible de su fisonomía y el movimiento convulsivo de sus labios, le -daban mas bien la apariencia de un retrato grotesco que la de una obra de -la creacion. - -La vieja subió la escalera vacilando y frotó lo mejor que pudo por lo -largo de los corredores barbullando algunas palabras ininteligibles en -respuesta á las reprimendas de su compañera. Al fin obligada á -detenerse para respirar entregó su luz á ésta y siguió aun cojeando -mientras que la matrona, mas ágil se fué en derechura al aposento de la -moribunda. - -Era este una miserable guardilla iluminada por la pálida luz de una -lámpara. Una vieja de la casa estaba sentada á la cabecera de la -enferma y el aprendiz del farmacéutico de la parroquia en pié ante la -chimenea, se entretenia en hacer un mondadientes de un cañon de pluma. - ---No hace calor señora Corney! --dijo viendo entrar á la matrona. - ---Es muy cierto que no hace aquí calor! --contestó esta, con el tono -mas gracioso y haciendo una cortesia. - ---Vuestros proveedores deberian llevar mejor carbon! --dijo el aprendiz -farmacéutico atizando el fuego con el hurgon. --Este no sirve para un -frio tan riguroso. - -En este momento la conversacion fué interrumpida por un gemido de la -enferma. - -Oh! --hizo el estudiante volviéndose incontinenti hácia el lecho como -si hubiese olvidado del todo á la parienta: --B. O. bó. Se acabó -Señora Corney! - ---Se acabó no es cierto? --preguntó la matrona. - ---Me sorprenderia infinito, si viviera dos horas mas --dijo el jóven, -ocupado en concluir la punta de su monda-dientes --En ella el sistema -moral como el físico, están gastados . . . ¿Permanece --aun amodorrada -buena muger? - -La enfermera á quien se dirijia esta pregunto se inclinó sobre el lecho -para cerciorarse y respondió afirmativamente con un movimiento de cabeza. - ---Entonces es muy posible que se vaya en esta disposicion, si no haceis -demasiado ruido. --dijo el jóven --Colocad la luz en el suelo. Así no -podrá verla. - -La enfermera hizo lo que se le insinuaba, balanceando la cabeza sin duda -para dar á entender que la enferma no moriria con tanta holgura como se -pensaba y fué á sentarse al lado de la otra vieja que habia entrado en -este intermedio. La matrona se arrojó con su chal con aire de -impaciencia y se sentó tambien al pié del lecho. - -El estudiante que al fin habia concluido su monda-dientes, lo paseó por -su boca durante un buen cuarto de hora que estuvo plantado delante del -fuego; despues de lo cual, pareciendo fastidiarse, deseó á la Señora -Corney _mucho placer_ y se fué de puntillas. - -Despues de haber permanecido un cuarto de hora en esta posicion la -señora Corney pareció fastidiarse tambien y viendo que la vieja se -obstinaba en permanecer amodorrada iba á salir de prisa, cuando las dos -mugeres dieron un grito que la hizo retroceder. La enferma se habia -incorporado sobre el lecho y las tendia los brazos. - ---Quien está ahí? --prorrumpió con voz sorda. - ---Silencio! silencio! --dijo una de las dos viejas acarcándose á la -cama --Acostaos! Acostaos! - ---Me volveré á acostarme viva! --gritó la enferma forcejando. --Quiero -que _ella_ sepa . . . Venid acá! mas cerca . . . que os lo diga muy bajo -al oido. - -Cojió á la matrona por el brazo y atrayéndola hácia una silla que -estaba á su cabecera la hizo sentar en ella. - -Iba á hablar, cuando al arrojar una mirada á su alrededor, vió á las -dos viejas que con el cuello tendido y el cuerpo adelantado, prestaban -atento oido á lo que iba á decir. - ---Mandad que salgan! continuó con vos letárgica --Pronto! pronto! - -Las dos viejas gritando á duo se quejaron amargamente de verse -desconocidas por su antigua camarada y protestaron contra la injusticia -que habria en separarlas de ella en sus últimos momentos; pero la -matrona las empujó fuera del aposento, les echó la puerta encima y -volvió á sentarse á la cabecera de la enferma. - ---Ahora escuchad con atencion! --dijo la moribunda con voz mas fuerte -como para exitar en ella una última chispa de energia. --Eneste aposento -en este lecho, asistí en otro tiempo á una jóven y hermosa criatura -que habian llevado á esta casa. Sus piés magullados y rasgados por la -marcha estaban cubiertos de sangre y polvo. Dió á luz un niño y -murió! Esperad . . . esperad! En que año fué? - ---Poco importa el año! --dijo la impaciente matrona --Y bien que . . . -qué hay respecto á esa muger? - ---Ah! --murmuró la enferma, recayendo á su primer amodorramiento ---Respecto á la jóven no es esto? Respecto á . . . a . . . ella? Ah! -si! (rompió en llanto, arrojó un grito penetrante y saltó sobre el -lecho con ademan furioso; su rostro se volvió purpúreo y sus ojos le -salian de la cabeza.) --La robé! Si! De toda verdad . . . La robé! Aun -no estaba fria! Si . . . lo repito . . . estaba aun tibia cuando la robé! - ---Qué le robaste? Por el amor de Dios hablad! --esclamó la matrona con -un movimiento como para pedir socorro. - ---Voy á decirlo! --replicó la moribunda, poniendo la mano en la boca de -la otra. La única prenda que poseia . . . Carecia de todo . . . de -vestidos para cubrirse y de pan para subsistir . . . pero habia -conservado preciosamente sobre su seno . . . Era oro . . . yo lo digo . . . -oro magnífico que hubiera podido salvarle la vida! - ---Oro! --repitió la matrona abalanzando su cuerpo sobre el lecho de la -moribunda, á medida que esta volvia á caer sobre la almohada ---Continuad! y despues? Quién era la madre? En qué tiempo? En qué -época? Hablad! hablad! - ---Me habia suplicado que la guardara --prosigió la otra dando un suspiro -profundo --Me la habia confiado, por ser la única persona que estaba á -su lado en la hora de la agonía . . . Yo la codicié, en el fondo de mi -corazon . . . la robé de pensamiento cuando se la ví por primera vez al -rededor de su cuello! --Y lo peor, es que sin duda tengo que reprocharme -la muerte del niño! Ciertamente lo hubieran tratado mejor si hubieran -sabido todo esto! - ---Sabido qué? --preguntó la matrona --Hablad! - ---El pequeñuelo se parecia tanto á su madre, á medida que se hacia -grande (continuó la otra, sin hacer caso de la pregunta.) que cada vez -que la veia, no podia librarme de pensar en ella . . . Pobre jóven! -Pobre muchacha! Era tambien tan tierna . . . Un hermoso corderito! -Esperad! Es verdad que no os lo he dicho todo? Me parece que aun me queda -algo que deciros! - ---Sí! sí! --replicó la comadre pegando su oreja á los labios de la -moribunda para cojer las palabras que salian ya lentamente de su boca ---Decid pronto . . . ó ya no habrá tiempo! - -La madre. --dijo aquella haciendo un último esfuerzo para elevar la voz ---La madre sintiendo acercarse el momento de su muerte me dijo al oido -que: _si su hijo venia al mundo vivo y llegaba á poder recibir -educacion, vendria un dia en que podria pronunciar el nombre de su pobre -madre sin ruborizarse --Y vos oh Dios mio!_ añadió juntando sus manos -flacas y delicadas --_Sea un niño ó una niña proporcionadle amigos en -esta tierra de dolor y de destierro y apiadaos de un pobre huerfanito -abandonado á la merced de estraños!_ - ---El nombre del niño? --preguntó la comadre. - ---Le llamaban Oliverio --respondió la moribunda con voz débil --El oro -que he robado era . . . - ---Oh! sí, sí . . . que era? --esclamó vivamente la matrona. - -En el momento en que se encorvaba con ansiedad para recibir la respuesta -de la agonizante, esta volvió lentamente y con tirantez á su primera -posicion y empuñando con ambas manos el cobertor de la cama barbulló -con voz gutural, algunas palabras ininteligibles y cayó sin vida sobre -la almohada. - ---Muerta ya! --dijo una de las dos viejas entrando precipitadamente luego -que la puerta fué abierla . . . - ---Y sin haberle sacado una palabra! --añadió la comadre yéndose. - - - - -CAPÍTULO XXVI. - -AUN FAGIN Y COMPAÑIA. - - -MIENTRAS estos acontecimientos tenian lugar en la casa de Caridad, en -cuestion. Mr. Fagin se hallaba en su vieja guarida (la misma que Oliverio -habia dejado en compañia de Nancy.) sentado ante la chimenea y teniendo -sobre sus rodillas un fuelle con el que sin duda habia procurado avivar -el fuego, cuyo humo se esparcia por todo el aposento, con tufo sofocante. -Sus codos sobre el fuelle y su cara apoyada sobre sus muñecas, miraba el -hogar con aire distraido y parecia sumergido en profunda reflecsion. - -En una mesa detrás de él, Cárlos Bates, Monsieur Chitling y el -Camastron hacian una partida de _wist_, el último solo contra los otros -dos. Su fisonomía expresiva siempre, se hizo todavia mas chocante por la -seriedad con que estudiaba la partida y los vistazos que lanzaba de -cuando en cuando, segun se presentaba la ocasion sobre las cartas de -Monsieur Chitling, arreglando sábiamente su juego al tenor de las -observaciones que habia hecho sobre el de este último. Como hacia frio, -(segun su costumbre) tenia puesto su sombrero. Apretaba entre los dientes -una pipa de barro que no dejaba sino cuando juzgaba necesario recurrir á -una medida de cobre colocada sobre la mesa y que de ante mano habia sido -llenada de _grog_ para el bien de la compañia. - -Maese Bates prestaba tambien mucha atencion á su juego; pero siendo de -un carácter mucho mas jocoso que su incomparable amigo, recurrió mas á -menudo á la medida de cobre y de consiguiente se permitió ciertas -graciosidades y ciertas observaciones, del todo intempestivas, que de -ningun modo convienen á un buen jugador, especialmente en el juego, de -_wist_, que ecsije silencio y atencion. En vano el Camastron usando del -derecho que le daba su intimidad para con él, le reprochó mas de una -vez la inconveniencia de su conducta; Maese Bates se rió de él (y para -servirme de su espresion) lo _envió á paseo_ y por sus reincidencias -tan vivas como espirituales, exitó en el mas alto grado la admiracion de -Mr. Chitling. - -Lo mas asombroso es que este último y su pareja perdian siempre y que -esta circunstancia lejos de enfadar á maese Bates parecia divertirle -infinito pues que reia á carcajadas al fin de cada partida asegurando -que _en su vida ni en sus dias_, se habia divertido tanto. - -Al diablo las cartas! --dijo Chitling, con acento irritado sacando del -bolsillo de su chaleco una _media corona_ --Vaya una suerte insolente la -que tienes Jac. Nos ganarias hasta el último sueldo . . . Por bueno que -tengamos el juego Cárlos y yo, siempre perdemos! - -A tal observacion hecha con tono lamentable, Bates soltó una carcajada -que sacó al judío de sus reflecsiones y preguntó que sucedia. - ---Señor Fagin! --esclamó Cárlos --Quisiera, que hubiereis podido ver -el juego . . . Tomás Chitling no ha hecho un solo punto y yo era su -pareja contra el Camastron. - ---Ah! ah! --dijo el judío sonriendo de un modo que daba á comprender -que no ignoraba la causa --Toma tu revancha Tom . . toma tu revancha! - ---No Fagin; gracias. No quiero mas juego . . . El Camastron tiene una -ventaja que no se puede resistir. - ---Ah! ah! querido! --repuso el judío . . . Es preciso levantarse muy de -mañana para poder ganar al Camastron. - ---Levantarse muy de mañana? --esclamó Cárlos Bates. --No basta el -levantarse de mañana! Es preciso que os pongais las botas en la -víspera, tener un doble telescopio y unos anteojos entre vuestras dos -espaldas si quereis lograr tal cosa. - -Mr. Dawkins recibió este elogio lisongero con la mayor modestia y -prometió decir al primer venido por la sencilla retribucion de un -_Sheling_ cada vez, la carta que éste hubiere pensado. Como nadie -aceptó el desafio y su pipa estaba ya apagada, se divirtió en trazar el -plano de la prision de Newgate con el lapiz que le habia servido para -apuntar el juego silvando entre tanto de una manera muy particular. - ---Parece que no tienes humor de divertirte Tom! --dijo el Camastron, -rompiendo el silencio que duraba desde mas de cinco minutos --Apuesto -Fagin que no adivinais lo que le preocupa. - ---Cómo quieres que lo adivine querido mio? --contestó el judío -levantando la cabeza y volviendo el fuelle á su puesto. --Tal vez piensa -en su dinero ó mejor en el _asueto_ que acaba de hacer en la _granja del -tio negro_. Ah! ah! ¿no es esto Tom? - ---No dais en el _quid_. --replicó el Camastron en el momento que -Chitling iba á responder --Qué dices tu de ello Cárlos? - ---Yo! --respondió este --Yo pienso que se muere por Betsy --No lo dije! -Mirad como le suben los colores! He ahí un mortal dichoso! Oh! Dios! Es -posible! Tomás Chitling enamorado! Oh! Fagin, Fagin! que bella farsa! - ---No hagas caso de ello Tom! --dijo el judío haciendo una señal de -inteligencia á Dawkins y dando á Cárlos un golpecillo con el tubo del -fuelle --Va . . . no les escuches! Betsy os amable . . es una muy buena -muchacha! Tom adhiérate á ella! Sigue tus dulces impulsos! - ---Y aun qué asi fuera! --replicó Chitling todavia mas colorado --Y aun -que así fuera . . . es cosa que á nadie le imperta . . . - -El judío viendo que le picaba la mosca á Chitling se apresuró á -asegurarte de que nadie se burlaba y para prueba de lo que decia llamó -á maese Bates el principal ofensor. Desgraciadamente al ir á decir este -que en su vida habia estado mas serio, se le escapó tal carcajada que -Chitling viéndose mistificada, se abalanzó de improviso sobre el zumbon -y le descargó un puñetazo, que éste evitó felizmente, el cual cayendo -pesadamente sobre el pecho del _viejo chulo_, lo envió al otro estremo -del aposento contra la pared en donde abria toda su boca para respirar -mientras que le miraba cas aire consternado. - ---Escuchad! --esclamó el Camastron en este momento --dijo la -_bachillera_. - -Esto diciendo tomó la luz y subió cautelosamente la escalera. - -Mientras que la compañia estaba á obscuras, sonó otra vez la -campanilla con violencia. Un instante despues, volvió el Camastron y -habió misteriosamente á Fagin al oido. - ---Viene solo? --esclamó éste. - -El Camastron hizo un movimiento de cabeza afirmativo y poniendo su mano -ante la luz indicó á Cárlos que haria muy bien en detener su loca -alegria por un cuarto de hora; luego fijó la vista en el judío como -para esperar sus órdenes. - -El viejo llevó sus dedos violados á la boca y reflecsionó un momento. -Los músculos de su rostro parecian rudamente contraidos todo este tiempo -como si sospechára alguna desgracia y temiera saberla. Al fin levantó -la cabeza. - ---Dónde se halla? --preguntó al Camastron. - ---Este señaló con el dedo el piso superior y se disponia á dejar el -aposento. - ---Sí! --dijo el judío adivinando la pregunta --Díle que baje. -Silencio! Cállete tu Cárlos! Poco á poco Tom! Amigos mios pasad á -vuestro cuarto! Dejadnos solos! - -Cárlos y Chitling se retiraron sin hacer el menor ruido. Un profundo -silencio reinaba en el aposento cuando el Camastron bajó la escalera -llevando la luz y seguido de un hombre vestido de blusa, quien despues de -haber lanzado una rápida ojeada á su alrededor desató una red de lana -que le envolvia toda la parte inferior del rostro y dejó ver la -fisonomia del _flamante_ Tobias Crachit pálido hosco y horriblemente -fatigado. - ---¿Cómo vamos Fagin? --dijo el jóven elegante, haciendo una señal de -cabeza al judío. --Tu Camastron mete esta red dentro mi castor para que -lo encuentre cuando me iré . . . Aquí . . . esto es! Serás algun dia -un famoso _hurraca_ y valdrás algo mas que los antiguos. - -Esto diciendo levantó su blusa y la arrolló en su cintura; luego -acercó una silla al fuego y puso sus piés sobre el guarda cenizas. - ---Mirad Fagin! --dijo con tono lastimero, señalando con el dedo sus -botas llenas de barro. Ni una sola gota de lustre desde que sabeis! Vaya -no me mireis así! Cada cosa á su tiempo. Me es imposible hablar de -negocios antes de comer un bocado. Con que poned el _rancho_ sobre la -mesa. --Van ya tres dias que no me ha pasado nada por el _gaznate_. - -El judío hizo señal al _Camastron_ de que llevára lo que hubiera de -comestibles y sentándose frente del bandido esperó que le diera la gana -de hablar. - -A juzgar por las apariencias Tobias no llevaba ninguna prisa de entablar -conversacion. Por de pronto el judío se contentó con observar su -fisonomía, para procurar adivinar en ella, la noticia que traia; pero -fué trabajo inútil. - ---Fagin pues espiaba con una ansiedad indefinible cada tajada que Tobias -llevaba á la boca, paseando arriba y abajo del aposento para matar el -tiempo que le parecia tan largo; nada adelantó por eso. Este continuó -engullendo hasta que no pudo mas y entonces despues de haber dicho al -Camastron que se largára al objeto de quedar solo con el judío y -despues de haberle cerrado él mismo la puerta, se llenó un vaso de -_grog_ y se dispuso á hablar. - ---En primer lugar Fagin . . . dijo. - ---Ah! sí, sí! --replicó el otro acercando su silla á la mesa. - -El Señor Crachit se paró para tragar su vaso de _grog_ y para declarar -que la ginebra era escelente; luego estirando sus piernas sobre el suelo -del hogar, para contemplar con mas satisfaccion sus botas continuó -tranquilamente. - ---En primer lugar Fagin ¿cómo vá Guillermo? - ---Qué! --esclamó el judío levantándose bruscamente de la silla. - ---Cómo? --dijo Tobias palideciendo . . . ¿No queréis decir? - ---No quiero decir! --gritó el judío pateando el suelo con furor ---¿Dónde están Sikes y el niño? Dónde están? Dónde han estado? -Dónde se ocultan? Por qué no han venido aquí? - ---El golpe ha fracasado! --dijo Tobias con acento triste. - ---Lo sé! --contestó el judío sacando un periódico de su faltriquera y -señalándole con el dedo al artículo que hablaba de ello --¿Y luego? - ---Han disparado y herido al _nene_. Hemos jugado las piernas por entre -las Layas y las zanjas llevándole entre los dos. Corriamos mas que el -viento. Nos han dado la caza. Condenacion! todo el pais estaba en pié y -los perros nos tenian la pista! - ---El niño? --dijo el judío con tono azorado. - ---Guillermo lo habia puesto sobre sus espaldas y brincaba con él; nos -hemos detenido para llevarlo entre los dos; su cabeza pendia sobre su -pecho y estaba frio como el mármol. Ya nos pisaban los talones . . . -entonces cada uno para si y sálvese quien pueda! Cada uno ha tirado por -su lado despues de haber dejado al chiquillo dentro una zanja muerto ó -vivo. Esto es todo lo que sé. - ---Sin dar tiempo á Tobias para reponerse el judío lanzó un grito agudo -arrancándose los cabellos y se precipitó del aposento á la escalera y -de la escalera á la calle. - - - - -CAPÍTULO XXVII. - -SE PRESENTA EN LA ESCENA UN NUEVO PERSONAGE. --PARTICULARIDADES -INSEPARABLES DE ESTA HISTORIA. - - -EL viejo habia doblado la esquina de la calle y aun no se habia repuesto -de la impresion que le causára el relato de Crachit. Contra su costumbre -andaba á prisa sin apariencia de saber donde iba, cuando el roce, -violento de un coche que por poco lo derriba y el grito de las personas -que vieron el peligro que acababa de correr, le volvieron á la acera. -Evitando todo lo posible las calles concurridas y no buscando al -contrario mas que los callejones y los pasadizos, llegó al fin á -Snow-Hill. Allí aceleró todavía mas el paso y no lo aflojó hasta que -hubo entrado en una callejuela, donde como si estuviera convencido de que -se hallaba en su propio elemento, emprendió su andar ordinario y -pareció respirar mas libremente. - -Cerca del punto en que Snow-Hill y Holborn-Hill se unen, se vé á la -derecha viniendo de la _Cité_, una calle sombría y estrecha que conduce -á Saffron-Hill y en las tiendas sucias de la misma están espuestas para -la venta enormes paquetes de pañuelos de todos tamaños y colores; -porque allí residen los mercaderes que los compran á los rateros. - -En este sitio acababa de entrar el judío. Era muy conocido de los -pálidos habitantes del pasaje; pues algunos de entre ellos que estaban -en el lindar de la puerta para atisbar á los chalanes le hicieron una -señal de cabeza amistoso á la cual respondia del mismo modo sin -pararse. Siguió hasta el estremo del pasage y allí dirijió la palabra -á un tripero, hombre de baja talle, sentado en una silla de niño y -fumando su pipa á la puerta de su tienda. - ---Ola Señor Fagin! Os haceis tan raro, que vuestra presencia bastaria -para curar de la ophthalmia! --dijo el respetable negociante respondiendo -á la pregunta del judío sobre su salud. - ---Hacia demasiado calor en vuestro barrio Sively. --contestó el judío -levantando los ojos y cruzando sus manos sobre sus espaldas. - ---Eso es lo que me he cansado de decir, pero ello se aplacará! No sois -de mi opinion? - -Fagin hizo un movimiento de cabeza afirmativo y señalando con el dedo á -Saffron-Hill, se informó de si habia alquien allí en esta noche. - ---A la muestra de _Los tres cojos_? --preguntó el negociante. - -El judío hizo señal de sí. - ---Esperad! --prosiguió el mercader procurando recordar en su memoria ---Si; si mal no recuerdo hay algunos. Vuestro amigo si que creo no está. - ---Sikes no ha ido hé? - ---_Non es ventús_, como dicen los hombres de la ley! --contestó el -hombre pequeño con ademan jactancioso --Teneis algo que pueda convenirme? - ---No; hoy no traigo nada. --dijo el judío marchándose. - ---Decid Fagin; os vais á la muestra de _los tres cojos_? --gritó el -hombrecillo --No me dejaria tirar de la oreja para venir si estuvierais -dispuesto á pagar algo. - -Pero como el judío volviéndose le hizo con la mano señal de que queria -estar solo en la posada de _los tres cojos_, se vió esta vez privada del -honor de poseer á Mr. Sively. - -La posada de _los tres cojos_, ó simplemente llamada de _Los cojos_, por -sus parroquianos era cabalmente la misma en que Sikes y su perro han -figurado ya. Fagin subió la escalera haciendo únicamente una seña al -hombre que estaba sentado en el mostrador, abrió la puerta de un -aposento se introdujo en él con cautela y miró con ademan inquieto á -su alrededor, poniendo la mano frente sus ojos como si buscara á alguien. - -Este aposento estaba alumbrado por dos mecheros de gas cuya luz -resplandeciente era interceptada al exterior, por postigos, sujetos con -una barra de hierro y por espesos cortinajes de un encarnado deslucido. -El sitio estaba tan lleno de un humo espeso de tabaco, que casi nada se -distinguia. Sin embargo habiéndose disipado poco á poco, al través de -la puerta que habia quedado entreabierta, permitió ver una reunion de -cabezas tan confusa como el ruido de las voces, y á medida que el ojo se -acostumbraba á la escena, el espectador hubiera podido tambien descubrir -una sociedad numerosa de hombres y mujeres sentados al rededor de una -mesa larga, al estremo de la cual estaba el presidente, con su martillo -de órden en la mano, mientras que un artista de nariz azulada y llevando -el rostro envuelto en un pañuelo, por causa de un dolor de muelas, -permanecia ante un mal piano colocado en el rincon mas retirado del -aposento. - -Fagin poco susceptible á las emociones fuertes, pasó revista uno -despues de otro á todos aquellos rostros sin encontrar al que buscaba. -Habiendo al fin logrado atraerse la mirada del hombre que ocupaba el -estremo de la mesa le hizo una ligera señal de cabeza y se retiró con -la misma cautela con que habia entrado. - ---Señor Fagin en que podemos serviros? --preguntó el hombre que lo -habia seguido hasta la meseta --No quereis ser de los nuestros? Estarán -muy gozosos de veros. - -El judío sacudió la cabeza con ademan de impaciencia y preguntó en voz -baja: --Está aquí? - ---No. --respondió el hombre. - ---Y no teneis noticias de Barney. - ---Ningunas --replicó el amo de la taberna de los _tres cojos_ porque el -era. --No se meneará que todo no esté tranquilo. Estad seguro de que la -policía, sigue su pista allá abajo y que si tuviera la desgracia de -menearse se haria _pinchar_ al primer golpe. Barney está sin duda seguro -donde se halla pues de otro modo hubiera oido hablar de él. Apostaria -cualquier cosa, que, se hará una buena _retirada_. oh! podeis contar con -ello yo salgo garante! - ---Vendrá aquí esta noche? --preguntó el judío, cargando la -pronunciacion en el pronombre, con el mismo enfasis que antes. - ---Monks, quereis decir? - ---Chito! --hizo el judío --Si! - ---Ciertamente! --contestó, el amo de la taberna, sacando de su bolsillo -un reló de oro. Deberia ya haber llegado. Si quereis esperar solo diez -minutos, vais á verle. - ---No; no! --dijo el judío de un modo que si bien dejaba pensar que -deseaba ver la persona en cuestion, no le sabia mal con todo de no -encontrarla. - ---Decidle que he venido para verle y que lo espero en casa esta noche ---No; mejor mañana. Puesto que no está aquí, siempre será tiempo -mañana. - ---Está bien! --dijo el hombre --Nada mas hay que decirle? - ---No --contestó el otro bajando la escalera. - ---Escuchad! --hizo el tabernero inclinándose sobre la baranda! --No os -parece este magnífico momento para una _venta_! Si quereis tenemos ahí -á Felipe Barker . . . Está tan borracho que un niño podria prenderle. - ---Ah! ah! --hizo el judío levantando la cabeza! --Pero no es aun la hora -de Felipe Barker; tiene aun algo que hacer antes que nos separamos de -él. Volved á reuniros con vuestros amigos querido mio y decidles que -_se diviertan mucho mientras son de este mundo_ . . . ah! ah! ah! - -El patron de la taberna, rió grandemente al oir la reflecsion del viejo -y fué á reunirse con sus convidados. No bien el judío estuvo en el -lindar de la puerta cuando su fisonomía volvió á tomar la expresion de -la inquietud y del temor. Despues de haber reflecsionado un momento, -subió en un coche de alquiler y dijo al cochero que se dirijiera hácia -Bethnal-Green. Se apeó á un cuarto de milla de la habitacion de Sikes y -andó el resto del camino á pié. - ---Ahora, --balbuceó entre dientes mientras llamaba á la puerta --si hay -alguna anguila, bajo la roca, lo sabré muy pronto de vos jovencita mia -á pesar de ser muy maligna! - ---Habiéndole dicho la muger que le abrió que Nancy estaba en su -habitacion, subió cautelosamente la escalera y abrió la puerta del -aposento sin ninguna ceremonia. - -La jóven estaba sola con la cabeza, apoyada, encima de la mesa y los -cabellos esparcidos sobre la espalda. - ---O ha bebido, ó está triste. --dijo el judío para sí. - -En esto retrocedió para cerrar la puerta y dispertando Nancy al ruido -fijó su mirada en el viejo mientras este le contaba la relacion de -Tobias Crachit. Luego que hubo concluido, volvió á tomar su actitud -primera sin hablar una palabra mas. Nancy la quitaba el candelero con -impaciencia, rozaba sus piés sobre el piso cada vez que cambiaba de -posicion . . . pero no pasaba de aquí. - -Durante todo este tiempo el judío miraba en torno suyo, con ademan -inquieto como si hubiese querido asegurarse de que Sikes no habia -regresado. - -Despues de satisfecha su curiosidad sobre este punto, tosió dos ó tres -veces é hizo todo lo posible para entablar la conversacion; pera la -jóven no hizo mayor caso de él ni se movió mas que una estátua de -piedra. - -Al fin hizo el último esfuerzo y frotándose las manos dijo con el tono -mas afable: - ---Y dónde crees tu que puede estar ahora Sikes he? - -Nancy respondió de un modo inteligible y como si llorase que no lo sabia. - ---Y el niño? --replicó el judío mirando á la jóven de reojo para ver -la espresion de su fisonomía. --Pobrecito! Abandonado en una zanja! No -atiendes Nancy? - ---El niño! --dijo esta levantando la cabeza --Está mejor donde se halla -que no con nosotros! Y con tal que Sikes salga bien librado, anhelo que -esté muerto en la zanja y que sus huesos se pudran en ella. - ---Cómo? --esclamó el judío con asombro. - ---Es la verdad. --repuso la jóven mirándole á su vez fijamente ---Estaria muy contenta de no verle ya mas ante mis ojos y saber que se -halla libre de todo lo que le podia suceder de peor . . . El verle á mi -alrededor era un peso insoportable; su solo aspecto era una reconvencion -contra mi y contra vosotros todos. - ---Ba! --hizo el judío con acento de desprecio. --Hija tu estás beoda. - ---Ah! sin duda! y no seria culpa vuestra sino lo estuviera . . . No os -sabe mal que esté así, con tal que obre á vuestro gusto . . . acepto -cuando no os conviene --no es así? - ---No! Ahora no me conviene! --replicó el judío furioso. - ---Pues es preciso que os convenga! --repuso ella soltando una carcajada. - ---Qué me convenga? --esclamó el judío sumamente irritado por la -tenacidad de la jóven y por las contrariedades del dia --Qué me -convenga! Atiende tu bien, necia; atiéndeme bien á mi que con seis -palabras puedo estrangular á Sikes tan de seguro como si tuviera ahora -su cabeza de toro entre mis manos. Si vuelve sin ese niño . . . si tiene -la audacia de no traérmelo vivo ó muerto, asesínale tu misma sino -quieres que Jacobo Ketch (el verdugo) haga con él su negocio . . . _dale -pasaporte_ al momento que ponga los piés en este aposento, de lo -contrario tal vez seria tarde. - ---Qué significa todo esto? --esclamó la jóven involuntariamente. - ---Qué significa todo esto? --prosiguió el judío ciego de cólera. -Escucha! cuando ese niño forma para mi el valor de muchas centenas de -libras, debo perderlo acaso por culpa de un acto de borrachos de quienes -podria deshacerme á satisfaccion? Deberé yo someterme á un pillo á -quien no le falta mas que la voluntad y que tiene el poder de . . . - -El viejo, sumamente sofocado no pudo concluir su pensamiento y -reprimiendo de pronto su coraje se manifestó otro hombre. - -Despues de un silencio de algunos minutos aventuró una mirada sobre su -compañera y se tranquilizó en seguida viendo que estaba en el mismo -estado de insensibilidad de que la habia sacado poco antes. - ---Nancy! Querida mia! --dijo con su voz de cuervo. --Has parado la -atencion en lo que te he dicho? - ---No me atormenteis Fagin! --respondió la jóven levantando -perezosamente la cabeza --Lo que Guillermo no ha hecho esta vez, lo hará -otra. Ya sabeis que ha hecho muchas cosas por vos y que hará muchas -otras cuando podrá . . . Y cuando no lo hace es porque no puede . . . -con que no hablemos mas de ello. - ---Si; pero y respecto á ese niño? --dijo el judío frotándose las -manos fuertemente. - ---El niño debe correr los mismos percances que los otros. --Repuso Nancy -con tono brusco --Y lo repito confio que está muerto y de consiguiente -á salvo de todo peligro, sobre todo de aquel á que estaba expuesto á -vuestro lado. - ---Queridita y respecto á lo que dije hace un instante? --dijo el judío, -fijando en ella su ojo de lince. - ---No teneis mas que repetirlo. Y si es algo que deseais haga por vos, -mejor hariais en esperar á mañana. Os escucho con atencion cuando me -hablais; pero un instante despues ya no se lo que me habeis dicho. - -El judío la hizo aun algunas preguntas, para asegurarse de que no habia -retenido sus palabras indiscretas; pero ella respondió con tanto aplomo -y sostuvo tan bien la mirada escuadriñadora del viejo que éste volvió -á su idea primitiva de que la jóven _estaba en las viñas del Señor_. - -Efectivamente Nancy no estaba exenta de una falta demasiado comun por -desgracia entre los pupilos (hembras) del judío y á la que desde sus -mas tiernos años habian sido escitadas mas bien que contenidas. - -Tranquilizado por este descubrimiento y satisfecho su doble objeto, de -comunicar á Nancy, lo que aquella misma noche habia oido de Tobias y de -asegurarse por sus propios ojos de que Sikes no habia vuelto, se fué, -dejando á su jóven amiga dormida sobre la mesa. - -Era cerca la una de la madrugada y como hacia obscuridad y mucho frio no -tuvo ninguna intencion de recrearse paseando. - -Habia doblado la esquina de su calle y buscaba en la faltriquera la -llave, cuando un personaje salió de un vestíbulo, á la sombra del cual -estaba oculto y atravesando el arroyo, se deslizó á su lado sin haberlo -reparado. - ---Fagin! --dijo una voz muy cerca de su oido. - ---Ah! --hizo el judío volviéndose vivamente --Sois vos? - ---Si; --respondió el desconocido con tono acre. --Van ya dos horas que -me teneis allí de planton! ¿En dónde diablos habeis estado? - ---A asuntos vuestros querido. --dijo el judío moderando el paso y -mirando al desconocido con aire de embarazo. --He galopado por vos toda -la noche! - ---Oh! No lo dudo! --repuso el desconocido con tono burlon. Y bien! ¿Qué -hay de nuevo? - ---Nada bueno! - ---Nada malo quereis decir! --esclamó el otro parándose en seco y -mirando á su compañero con sorpresa. - -Fagin que deseaba dispensarse de recibir visita en hora tan intempestiva, -se escusó diciendo que no habia fuego en su casa; pero habiendo su -compañero reiterando su pregunta con tono de autoridad abrió la puerta -y le suplicó que la cerrára suavemente mientras que él iba por luz. - -Esto está negro como boca de lobo. --dijo el desconocido dando algunos -pasos á tientas. --Despachad pronto! No hay nada que deteste tanto como -el estar á obscuras. - ---Cerrad la puerta! --murmuró Fagin desde el estremo del pasadizo. - -Al mismo tiempo ella se cerró con grande estrépito. - ---No he sido yo quien ha hecho esto! --dijo el hombre buscando el camino. -El viento la ha empujado ó se ha cerrado por si misma . . . Despachad en -llevar la luz antes que me rompa el bautismo contra alguna cosa de este -maldito barracon! - -Fagin bajó á hurtadillas á la cocina y volvió luego con una vela -encendida, despues de haberse asegurado de que Tobias Crachit dormia en -la pieza subterránea de detrás y sus dignos discípulos hacian otro -tanto en la de delante. Hecha señal á su compañero de que le siguiera -subió la escalera marchando delante. - ---Querido mio, podemos decir aquí las pocas palabras que tenemos que -comunicarnos. --dijo el judío abriendo una puerta en el primer piso --y -como hay agujeros en los postigos y nosotros no mostramos jamás la luz -á nuestros vecinos dejarémos la vela en la escalera . . . Aquí! - -Esto diciendo el judío dejó la vela sobre la meseta frente por frente -del aposento en que entraron y en el que habia por todo mueblaje un -sillon roto y un viejo sofá sin forro colocado detrás de la puerta. - -Veian un poco porque la puerta estaba entreabierta y la vela derramaba un -resplandor débil en la pared de enfrente de ellos. - -Duranté algunos minutos hablaron en voz baja y á pesar de que -esceptuando algunas palabras inconexas, fuese imposible oir su -conversacion, un tercero que los hubiese escuchado fácilmente hubiera -podido adivinar que Fagin se defendia contra las inculpaciones del -incógnito y que este estaba sumamente irritado. - -Habia un cuarto de hora ó cerca veinte minutos que hablaban en esta -forma, cuando Monks (bajo cuyo nombre Fagin designó muchas veces al -estranjero durante su coloquio) dijo elevando un poco la voz: - ---Os repito de nuevo que esto ha sido mal combinado! ¿Por qué no lo -habeis guardado aquí con los otros procurando que fuera pronto un Ladron? - ---No hay que incomodarse por ello! --esclamó el judío encojiéndose de -hombros. - ---Acaso quereis hacerme creer que no hubierais logrado el intento por -mucha que fuera vuestra voluntad? --preguntó Monks irritado --No lo -habeis hecho muchas centenas de veces con otros niños? Si hubieseis -tenido la paciencia de esperar aun un año lo mas, acaso os hubieran -faltado medios para hacerlo juzgar y condenar á la deportacion por toda -la vida? - ---Querido mio! ¿y á quién esto hubiera aprovechado? --preguntó el -judío humildemente. - ---Vaya! A mi! --replicó Monks. - ---Pero no á mi. --dijo el judío con aire sumiso . . . Cuando hay en un -negocio dos partes interesadas, es muy justo que el interés comun sea -consultado. No es cierto querido? - ---Qué quereis decir con esto? preguntó Monks con tono huraño. - ---He visto que no era fácil formarle para nuestro _género de comercio_ -. . . No poseia las mismas circunstancias que los demás muchachos. - ---No por desgracia! --murmuró el otro entre dientes --De otro modo largo -tiempo ha que seria _ladron_. - ---No habia camino de hacerle _peor_ --repuso el judío observando la -fisonomía de su compañero. --De ningun modo se prestaba á ello . . . -No pude aterrorizarle con ninguno de esos medios de que usamos al -principio y sin los cuales nuestros esfuerzos serian inútiles . . . Qué -podia hacer? Enviarle con el Camastron y Cárlos? Querido mio hemos -tenido bastante en la primera vez que tal hicimos. He temblado por todos -nosotros! - ---Yo nada podia en ello! --observó Monks. - ---No, sin duda. --replicó el judío --Por esto no os hago cargo alguno, -porque si esto no hubiera sucedido, jamás hubierais podido encontrarle y -de consiguiente hubierais perdido la esperanza de descubrir que era _él_ -el que buscabais. Como sabeis; yo lo he recobrado para vos con la ayuda -de Nancy: pero he aquí que _ella_ ahora le protege! - ---Estrangulad á esa jóven! --dijo Monks con impaciencia. - ---Querido por ahora no podemos hacer tal cosa! --repuso el judío -sonriendo --Además estos asuntos no son de nuestra incumbencia, de otro -modo dias ha que lo hubiera hecho con gran placer . . . Caramba! Sé -demasiado lo que son estas chicas mi querido Monks. No bien el muchacho -habrá empezado ha endurecerse, cuando _ella_ hará tanto caso de él -como lo haria de un pedazo de madera. ¿Vos queréis que sea ladron? Si -es vivo, puedo hacerle tal á contar desde el dia de hoy. Y si . . . si -. . . lo que no es probable --dijo el judío acercándose al otro. --pero -pensando lo peor . . . si estuviera muerto? - ---Para nada estoy en ello si es así! Entendeis? Para nada! --repuso -Monks herido de terror y apretando tembloroso el brazo del judío ---Tenedlo bien en cuenta Fagin! Yo me lavo de ello las manos. Ya os lo -previne desde el principio: _Todo lo que querais escepto su muerte_. No -quiero verter sangre! Esto se descubre siempre! Además vuestro crímen -os persigue por todas partes . . . Si lo han muerto no soy yo de ello la -causa lo entendeis Fagin? Que el diablo se lleve esta infernal casucha! -Quién anda ahí? - ---Qué? --esclamó el judío cojiendo con toda su fuerza el sillon, en el -momento que aquel se levantó bruscamente del sofá --Dónde? - ---Allí! --dijo Monks señalando la pared con el dedo --Una sombra! una -sombra! He visto la sombra de una muger, con chal y sombrero, pasar á lo -largo de la pared con la rapidez del rayo! - -El judío se soltó de su compañero y ambos se lanzaron fuera del -aposento. - -La vela, casi del todo consumida por la corriente del aire, estaba en el -mismo sitio y les mostró la soledad profunda de la escalera así como -tambien la horrible palidez de sus semblantes. Pusieron el oido atento; -pero reinaba en toda la casa el mayor silencio. - ---Ha sido una ilusion querido! Os habeis engañado sin duda alguna! ---dijo el judío tomando la vela y volviéndose á su compañero. - ---Juraria que la he visto! --contestó Monks temblando de piés á cabeza ---Estaba inclinada cuando la he visto y luego que he tablado ha -desaparecido. - -El judío lanzó una mirada de desprecio sobre el rostro lívido de su -compañero y habiéndole dicho que podia seguirle si era de su gusto, -subieron hasta el cabo de la escalera. Registraron todos los aposentos: -ellos estaban helados y vacíos. Bajaron al pasadizo y de allí á los -subterráneos: pero todo permanecia tranquilo como la muerte. - ---Estais ya convencido? --dijo el judío cuando volvieron al pasadizo. -Escepto nosotros, no hay alma viviente en la casa á no ser Tobias y los -muchachos . . . y estos están en seguridad . . . como veis! - -Y para prueba de lo que decia el judío sacó de su faltriquera, las -llaves y esplicó como al bajar por la primera vez á la cocina, habia -encerrado á sus jóvenes pupilos para impedir que no perturbasen su -conversacion. - -Esta nueva prueba destruyó enteramente la conviccion en el alma de -Monks; sus protestas habian ido perdiendo insensiblemente su energía á -medida que sus pesquisas, se iban haciendo del todo infructuosas y acabó -por reirse de sí mismo y por convenir en que ello no podia haber sido -otra cosa que un delirio de su imaginacion. - - - - -CAPÍTULO XXVIII. - -ENMIENDA HONROSA DE UNA DESCORTESÍA HECHA Á UNA SEÑORA, QUE HEMOS -DEJADO DE LA MANERA MAS IMPOLITICA EN EL CAPITULO XXV. - - -COMO no seria muy conveniente á un humilde autor, el hacer esperar, de -espaldas al fuego y con las manos metidas bajo los faldones de su -leviton, á un personaje tan distinguido como lo es un pertiguero y que -seria además muy poca galanteria de su parte el comprender en este -olvido de las atenciones debidas, á una señora sobre quien el dicho -pertiguero habia echado una mirada de ternura y cariño y á la que habia -dirijido, dulces palabras que procediendo de tal personage, hubieran -podido conmover el corazon de toda jóven ó de toda muger cualquiera que -fuera su rango, el historiador fiel cuya pluma traza esta historia, -sabiendo á lo que su deber la obliga y poseido de la mayor veneracion -por las personas elevadas á altas dignidades, se apresura á tributarles -los honores que les son debidos y á tratarles con todas las -consideraciones que su rango en el mundo y como consecuencia de sus -_sublimes virtudes_ reclaman de él. - -Mr. Bumble habia recontado las cucharas para thé, pesado de nuevo las -tenazillas para lomar el azúcar, examinado con mas atencion el jarro de -la leche y hecho el inventario exacto del moviliario hasta asegurarse de -la calidad de la crin, que formaba el asiento de las sillas y habia -repetido esta tarea hasta cinco ó seis veces, antes de pensar que era ya -tiempo de que la Señora Corney volviese. Un pensamiento lleva otro y -como no se oia el menor ruido que anunciase el regreso de la Señora -Corney, vino á las mientes de Mr. Bumble, que bien podria sin escrúpulo -y solo para pasar el tiempo satisfacer plenamente su curiosidad echando -una ojeada rápida en la cómoda de la matrona. - -Despues de haber aplicado el oido al ojo de la llave para escuchar si -alguien se acercaba, Mr. Bumble empezando por la parte inferior se -enteró de los objetos contenidos en tres grandes cajones llenos de ropa -blanca y de vestidos á la última moda envueltos entre dos cubiertas de -periódicos sembrados de flor de _espliego_ seco, los que parecieron -causarle una viva satisfaccion. - -Llegado al cajoncito á la derecha de arriba, en el que estaba la llave y -habiendo visto una caja pequeña cerrada con cadenillas, la sacudió y -sintiendo salir de su interior un sonido grato, como de plata acuñada -Mr. Bumble volvió gravemente cerca el fuego y habiendo tomado su primera -posicion se dijo á sí mismo con tono resuelto: --Vamos! está hecho! Me -declararé. - -En este momento la Señora Corney entró precipitadamente en el aposento, -se dejó caer en una silla cerca el fuego y manifestó respirar con pena. - ---Ah! Me siento ya mejor ahora --dijo ésta reclinándose en el respaldo -de su silla despues de haber vaciado la taza en una mitad. - ---Es menta! --añadió --con voz lánguida y sonriendo afectuosamente al -pertiguero --Gustadla! No hay solo menta, sino tambien otra cosa muy -buena. - -Mr. Bumble gustó el brebaje con aire indeciso hizo castañear sus -labios, lo llevó otra vez á la boca y vació enteramente la taza. - ---Esto es muy confortante. --dijo la señora Corney. - ---A fé mia es muy bueno! (Esto diciendo el pertiguero se sentó al lado -de la matrona y le preguntó con acento de interés que era lo que le -habia sucedido.) - ---Menos que nada --respondió la Señora Corney --Soy una _simple_ y -débil criatura! - ---No sois _débil_ señora. --repusó el pertiguero acercando su silla á -la de la matrona. --Por ventura seriais vos una _débil criatura_ señora -Corney? - ---Segun nuestra naturaleza todos somos _débiles criaturas_! dijo la -Señora Corney aventurando una máxima general. - ---Es verdad. --contestó el pertiguero. - -A esta respuesta siguió un silencio de algunos minutos durante los -cuales Mr. Bumble habia dado una prueba de la _debilidad humana_ -retirando su brazo izquierdo que descansaba sobre el respaldo de la silla -de la señora Corney. - ---Señora Corney! --dijo Bumble, inclinándose sobre la espalda de la -matrona. --Qué teneis Señora? Os ha sucedido algo Señora? respondedme -os lo suplico! Estoy sobre . . . sobre . . . --y como en su turbacion no -pudo encontrar al momento la palabra _espinas_ . . . sobre _botellas -rotas_. --añadió. - ---Oh! Señor Bumble! esclamó la dama; --he sido horriblemente -desconcertada! - ---Desconcertada Señora! esclamó á su vez Mr. Bumble. --Y . . . quién -ha sido tan audaz para? No me cabe duda --dijo interrumpiéndose con -dignidad . . . Habrán sido esas _atrevidas_! _pordioseras_! - ---Da horror solo el pensarlo --continuó la dama temblando . . . de todo -su cuerpo. - ---Entonces no lo penseis! repuso Mr. Bumble. - ---Me es imposible! replicó esta con voz entrecortada por los sollozos. - ---Tomad algo! --dijo el pertiguero habiendo arrumacos . . . un poco de -vino! - ---Por todo el oro del mundo no tomaria una gota! O Dios! Dios! --en el -estante de arriba . . . en el rincon de la derecha --O Dios! (Al mismo -tiempo la buena señora señalando con el dedo el armario, parecia presa -de convulsiones internas.) - -Mr. Bumble corrió al armario; cojiendo de sobre el estante en cuestion -la botella que se le habia señalado llenó una taza del thé del licor -que ella contenia y la llevó á los labios de la matrona. - ---Este aposento señora es muy _confortante_. --dijo Mr. Bumble lanzando -una mirada á su alrededor. --_Una sola pieza añadida_ á esta -constituiria una pequeña y hermosa habitacion! - ---Seria demasiado grande para una sola persona. - ---Si; pero para dos --repuso tiernamente Mr. Bumble --he? Señora Corney? - -A estas palabras del pertiguero, la Señora Corney inclinó la cabeza y -Mr. Bumble hizo otro tanto para ver su rostro. Esta volviendo con rubor, -alargó su mano para cojer su pañuelo y la colocó insensiblemente en la -del pertiguero. - ---La administracion os abona el carbon no es esto Señora Corney? ---preguntó Mr. Bumble apretando afectuosamente aquella mano. - ---Como la luz. --contestó la Señora Corney, volviendo ligeramente el -apreton. - ---El carbon, la luz y el alquiler además? --añadió Mr. Bumble --Oh! -señora Corney sois un ángel! - -Esta no pudo resistir un transporte tan dulce; se dejó caer en los -brazos del pertiguero, quien en su agitacion imprimió un casto beso en -la nariz de la matrona. - ---Una perfeccion tan _parroquial_! esclamó Mr. Bumble con arrobamiento. -Sabeis bella encantadora, que Mr. Lloret, está mas malo esta noche? - ---Lo sé. --respondió la señora con aire tímido. - ---El médico asegura que no pasará esta semana --prosiguió Mr. Bumble . . . -Es el director de este establecimiento . . . Su muerte vá á dejar -su plaza vacante . . . Esta plaza debe ser llenada! Oh! Señora Corney! -Qué perspectiva tan brillante! Qué favorable ocasion para unir dos -corazones que se aman y desean fundar una familia. - -La señora Corney sollozó. - ---Vaya la palabrita! --dijo Mr. Bumble inclinando su cabeza sobre la de -la púdica beldad . . . La dulce palabrita mi divina Corney! - ---S . . . s . . . si. --dijo la matrona suspirando. - ---Aun otra palabra! --prosiguió el pertiguero --Reponeos de vuestras -cándidas emociones por una sola palabra mas ¿Cuándo será el -matrimonio? - -La Señora Corney intentó por dos veces hablar y por dos veces la -palabra espiró en sus lábios. Al fin armándose de valor arrojó sus -brazos al rededor del cuello de Mr. Bumble y dijo que eso seria cuando -él quisiera y que era un _ser irresistible_. - -Asi arregladas las cosas amistosamente y con satisfaccion de ambas -partes, el convento fué rectificado solemnemente, con otra taza de menta -que la agitacion de la señora habia hecho necesaria. Durante este tiempo -ésta participó á Mr. Bumble la muerte de la vieja. - ---Muy bien! --dijo el pertiguero saboreando su licor. --Voy á pasar á -mi regreso por casa Lowerberry y le diré que mañana por la mañana se -llegue acá --Es esto lo que os ha espantado hermosa mia? - ---Querido mio, en ello no ha habido nada de extraordinario! --dijo la -señora con tono evasivo. - ---Sin embargo es indispensable que haya habido algo --replicó el -pertiguero. --No quereis decirlo á _vuestro_ Bumble? - ---Ahora no; --repuso la señora. --uno de estos dias . . . cuando -estarémos casados. - ---Cuando estarémos casados! --esclamó Mr. Bumble --Acaso seria una -imprudencia de esos _audaces_ pobres? - ---No, no, querido mio! --contestó súbitamente la matrona. - ---Si creyera tal! --prosiguió Mr. Bumble --si creyera que uno de esos -_atrevidos hubiese_ osado levantar sus ojos _vulgares_ sobre este _noble -rostro_. - ---No se hubieran atrevido perrillo mio! --replicó la Señora. - ---Obrarán santamente --dijo Mr. Bumble cerrando los puños. --Que vea yo -á un hombre, cualquiera que el sea _parroquial ó extra-parroquial_, ser -_presuntuoso_ para ello y puedo muy bien asegurarle que no lo intentára -por segunda vez. - -Sin gesticulacion ni sin vehemencia, esta amenaza tal vez hubiera -producido pésimo efecto en el ánimo de la señora Corney; pero, como -las palabras del pertiguero fueron acompañadas de gestos _guerreros_ -esta Señora quedó profundamente afectada de tal prueba de afeccion y -altamente admirada esclamó que era un verdadero _tortolillo_. - -Entonces el _tortolillo_ levantó el cuello de su leviton y habiendo -enviado con su futura mitad, un robusto beso desafió de nuevo el viento -y el frio, no sin, detenerse antes algunos instantes en el patio de los -pobres (el de los hombres bien entendido.) para brutalizarles un poco con -el solo fin, de ensayar si podria llenar con toda la severidad debida la -plaza de director de la casa de la Caridad. - -Adquirida la certidumbre de que poseia para ello todas las cualidades -requeridas dejó el establecimiento con el corazon alegre y lleno de -esperanza y la brillante perspectiva de su futuro ascenso ocupó su alma -hasta que hubo llegado ante la tienda del empresario de los entierros. - -Como el Señor y la Señora Sowerberry habian ido á pasar la velada en -alguna parte, Noé Claypole que jamás se hallaba dispuesto para hacer -mas ejercicio que el que se necesita para beber y comer, no habia aun -cerrado la tienda á pesar de que la hora de cerrarla ordinariamente, -hacia largo tiempo que habia sonado. Mr. Bumble golpeó con su baston -sobre el mostrador repetidas veces; pero no obteniendo respuesta y viendo -luz á través de la ventana de la trastienda, se tomó la libertad de -mirar, para ver lo que aeontecia y cuando hubo visto lo que _acontecía_, -no quedó poco sorprendido. - -Los manteles estaban puestos para cenar y la mesa se hallaba cubierta de -pan, manteca, platos, vasos, un jarro lleno de _porten_ y una botella de -vino. Al cabo de la mesa Noé Claypole se pavoneaba en un sillon. A su -lado estaba Carlota tomando de un pequeño tonel, ostras que abria y que -el susodicho jóven tragaba con una avidez notable. Un encarnado, algo -mas subido que de lo ordinario en la punta de su nariz y cierto pestañeo -en su ojo derecho anunciaban bastante claro, que estaba un si es ó no es -_calamucano_. - ---Hé ahí una de bien gorda y que parece muy deliciosa --dijo Carlota ---Gustadla Noé! Vamos no mas que esta! - ---Qué cosa tan deliciosa es una ostra! dijo maese Claypole despues de -haberla engullido. --Lástima, que el comer demasiado de esto, pueda -hacer daño! ¿no es cierto Carlota? - ---Es una cosa _inaudita_! dijo esta. - ---Sin duda; es una _verdadera crueldad_ --repuso Claypole-- No os gustan -á vos las ostras Carlota? - ---No las tengo demasiada aficion que digamos. --Me gusta mas véroslas -comer Noé, que comerlas yo misma. - ---Qué barbaridad! --esclamó Noé con aire pensativo. - ---Vaya; otra continuó Carlota --Esta tiene una hermosa barba! - ---No comeré ni una mas! Aun que quisiera seria imposible . . . dijo -Noé. --Estoy ya harto de ellas --Venid Carlota, venid que os abraze! - ---Muy bien! --esclamó Mr. Bumble entrando bruscamente en la sala ---Repetid esto caballero! - -Carlota lanzó un chillido y se ocultó el rostro con el delantal en -tanto que maese Claypole, contentándose solo con retirar sus piernas de -sobre el brazo del sillon, miró al pertiguero con un terror báquico. - ---Repetid esto, jóven _audaz_! --dijo Mr. Bumble --Cómo teneis valor -para decir tales cosas! Y vos desenvuelta pillastrona! como osais -sufrirlo y aun anunciarle. Abrazar! --gritó Monsieur Bumble, sumamente -indignado --puahá! - ---No tenia de ello intencion! --balbuceó Noé --Ella es la que me abraza -siempre quiera ó no quiera. - ---Oh! Noé! --esclamó Carlota con acento de reproche. - ---Si, es cierto! demasiado lo sabeis! --respondió Noé. Ella es la que -me abraza siempre señor Bumble! Me toma por la cara y me hace toda clase -de arrumacos. - ---Silencio! --gritó el pertiguero con ademan severo --Señorita bajad á -vuestra cocina! Vos Noé cerrad la tienda y no desplegueis el lábio -hasta que regrese vuestro amo y cuando esté de vuelta le direis que -mañana por la mañana envie un ataud para una vieja de la Casa de -Caridad! Lo entendeis caballero! Abrazar! Qué horror! --esclamó -levantando sus manos al cielo. - -Esto diciendo el pertiguero salió gravemente de la tienda del empresario. - - - - -CAPÍTULO XXIX. - -CARÁCTER DE LOS COMENSALES DE LA CASA EN QUE SE ENCUENTRA OLIVERIO. --LO -QUE PIENSAN DE ÉL. - - -EN una sala bonita, cuyo mueblaje anunciaba mas la moda y el bienestar de -los buenos tiempos de antaño que el lujo y la elegancia de nuestros -dias, dos señoras sentadas á una mesa estaban almorzando. Mr. Giles en -traje completamente negro, las servia y se habia colocado á una -distancia cuasi igual de la mesa y del aparador; el cuerpo tieso, la -cabeza alta y algo inclinada sobre una espalda con la pierna izquierda -adelantada y la mano derecha en la faltriquera de su chaleco mientras que -la izquierda sosteniendo un plato, pendia á su lado, tenia el talante de -un hombre confiado en su propio mérito y convenido por el sentimiento -interior de su importancia. - -La una de las señoras era de edad y bastante adelantada, y con todo se -mantenia tan erguida como el elevado respaldo de su sillon de encina. -Reinaba en toda su persona un aspecto de benévola dignidad. Teniendo las -manos plegadas y puestas sobre el borde de la mesa fijó en su jóven -compañera unos ojos que conservaban aun toda la viveza de la juventud. - -La otra (la mas jóven) estaba en la flor de la primavera de la vida; en -esa edad dichosa en que si alguna vez para nuestro bien place á Dios -enviar á la tierra ángeles bajo la figura de mortales sin duda los -reviste de una forma como la suya. No tenia mas que diez y siete años. - -Levantando casualmente la vista en el momento en que la Señora la -contemplaba en silencio, arrojó á la espalda, sus cabellos que tenia -sencillamente trenzados sobre su frente y habia en su mirada tanta -dulzura y tanto candor que al verla era imposible no amarla. - -La Señora sonrió; pero su corazon estaba lleno de amargura, y al propio -tiempo enjugó una lágrima. - ---Hace mas de una hora que Brittles ha partido ¿no es cierto? ---preguntó despues de un momento de silencio. - ---Una hora y doce minutos mi Señora! --contestó Giles sacando de su -bolsillo un reló de plata sujeto por una cinta negra pasada alrededor -del cuello. - ---Anda siempre tan despacio! --observó la anciana. - ---Brittles ha sido siempre un muchacho muy pesado mi señora --replicó -el criado, como queriendo hacer comprender que poseyendo por espacio de -treinta años esta cualidad no habia razon para que se volviera mas -activo. - ---Creo que va de mal en peor. --dijo la señora. - ---No tiene escusa alguna especialmente si se para á jugar con otros -muchachos --dijo riendo la jóven. - -Mr. Giles calculaba si podia permitirse una sonrisa de aprobacion, cuando -un _gig_ se paró ante la puerta del jardin y bajó de él un caballero -gordo que entrando sin hacerse anunciar, en su precipitacion por poco -tumba á Mr. Giles y á la mesa del desayuno. - ---Se ha visto jamás cosa semejante! --esclamó el caballero gordo ---Querida Señora Maylie! Es posible! Y en medio de la noche por -añadidura! Es inaudito! - -Esto diciendo alargó afectuosamente su mano á las dos señoras y -sentándose á su lado preguntó por su salud. - ---Me admiro de que no hayais muerto de espanto! --prosiguió --Porqué no -me habeis avisado antes? Mi criado hubiera venido al momento . . . y yo -mismo, con él ó con cualquiera otro, hubiéramos tenido la satisfaccion -en semejante circunstancia . . . Dios de Dios! Cuando pienso en ello! -Cosa imprevista! Y lo peor en medio de la noche! - -Lo que mas sorprendia al recien llegado era que el atentado hubiese sido -imprevisto y que los ladrones hubiesen escojido la noche para llevarlo á -cabo; como si esos _caballeros_ tuviesen la costumbre de trabajar en -plena luz y de escribir por el correo tres dias antes para dar aviso de -su llegada. - ---Y vos señorita Rosa? --continuó dirijiéndose á la jóven --Yo . . . - ---Oh! ciertamente! --contestó esta interrumpiéndole --Pero hay arriba -un pobre desgraciado, que mi tia desea mucho veais. - ---De muy buena gana Giles; segun me han dicho es uno de vuestros buenos -golpes de mano? - -Mr. Giles que en este momento arreglaba las tazas de thé, se ruborizó -hasta el blanco de los ojos y respondió que habia tenido este honor. - ---A esto llamais honor! repuso el caballero gordo --A fé mia! no lo -comprendo del todo! Pueda que es mas honroso tirar á quema ropa sobre un -ladron, en una bodega que herir á vuestro hombre á doce pasos de -distancia . . . Lindo duelo! - -Mr. Giles poco satisfecho de ver que tratando tan á la ligera esta -materia se disminuia en mucho el mérito de su accion, respondió -respetuosamente que no se creia con derecho de juzgar sobre este asunto; -pero que podia tener la conviccion de que este no era una adulacion para -su adversario. - ---Es verdad como hay Dios! dijo el otro --Dónde se halla? Enseñadme el -camino! Volveré á veros al bajar señora Maylie. Es esa la ventana por -la que se ha introducido hé? A la verdad jamás hubiera podido creerlo. -Y así hablando subió trás Mr. Giles la escalera. - -Mr. Losberne cirujano de la vecindad, conocido bajo el nombre de doctor, -en diez lugares á la redonda, era el mas alegre y el mas franco de los -celibatarios de la comarca. Estuvo mucho tiempo al lado del herido, -sacaron del cofre de su carruaje una gran caja plana, los criados -estuvieron en un contínuo movimiento; lo que hizo presumir que pasaba -algo de estraordinario. - ---Con todo al fin bajó; y por toda respuesta á las preguntas solicitas -de la señora Maylie, cerró la puerta con aire de misterio y se arrimó -de espaldas á ella cómo para impedir que nadie entrará. - ---Señora Maylie, esto es muy sorprendente! --dijo el doctor. - ---Confio que no estará en peligro! --dijo la anciana señora. - ---A fé mia! --En el punto en que se hallan las cosas nada tendria de -estraño. Con todo creo que el caso no es tan apurado. --Habeis visto á -ese ladron? - -No. --respondió la anciana. - ---Y nada sabeis de él? - ---Nada absolutamente. - ---Perdonad señora. --dijo Mr. Giles --Iba á deciros algo cuando el -doctor Losberne ha entrado. - -Es lo cierto que Mr. Giles no pudo decidirse en el primer momento á -confesar que habia disparado contra un niño. Se habia glorificado tanto -su bravura que queria gozar el mayor tiempo posible de la reputacion -colosal que últimamente se habia adquirido. - ---Rosa deseaba ver á ese hombre dijo la Señora Maylie --pero yo no lo -he permitido. - ---Su aspecto no tiene nada de aterrador, os lo aseguro. --replicó el -doctor --Consentiriais verlo en presencia mia? - ---Si; si creeis que sea necesario. - ---Porque creo que es necesario, os he hecho esta pregunta. De todos -modos, estoy cierto que os arrepentiriais mucho de no haberle visto si -esperaseis mas. Es mejor ahora . . . Señorita Rosa accedeis á mi -peticion? Os juro, que no hay temor alguno en verle. - -Mientras aseguraba á las señoras, que quedarian agradablemente -sorprendidas á la vista del criminal, Mr. Losberne tomó del brazo á la -jóven y presentando la mano á la Señora Maylie las condujo con mucha -cortesía al aposento del enfermo. - ---Ahora --dijo en voz baja y abriendo suavemente la puerta --veamos un -poco lo que vais á pensar! A pesar del mucho tiempo que no se ha -afeitado su barba, no por eso tiene el aspecto mas feroz! Con todo -esperad! Que sepa antes si esti visible. - -El doctor entró el primero y despues de haber echado una ojeada en el -aposento, hizo señal á las dos señoras de que podian acercarse. Luego -cerró la puerta trás de ellas y habiendo dado algunos pasos hácia el -lecho apartó el cortinaje con cautela. - -En lugar del bandido de aspecto feroz que temian ver, solo contemplaron -á un pobre niño rendido de dolor y de fatiga que dormia profundamente -con un brazo en cabestrillo y colocado sobre su pecho, mientras que el -otro sostenia su cabeza media oculta por sus cabellos desordenados. - -En tanto que el doctor observaba al enfermo, la jóven se deslizó -ligeramente hasta su lado, sentóse á la cabecera del lecho, separó sus -cabellos y algunas lágrimas escapándose de sus ojos cayeron sobre la -frente del niño. - -Este se removió un poco y sonrió en su sueño, como si estas muestras -de compasion hubieran producido en él un encanto agradable de amor y -ternura que jamás habia gozado. - ---Qué significa esto? --esclamó la anciana --Este niño jamás ha -podido ser cómplice de ladrones! - ---El vicio! --dijo el cirujano, con un suspiro y dejando caer el -cortinage --El vicio mora en muchos templos! Eh! ¿Quién puede decir que -un bello exterior no lo encierra? - ---Pero á una edad tan tierna! --observó Rosa. - ---Querida señorita! --replicó gravemente el cirujano --El crímen, lo -mismo que la muerte, no se pega solo á las personas maduras y diformes; -los mas jóvenes y los mas hermosos, son demasiado amenudo sus victimas -de predileccion. - ---Pero podeis creer Mr. Losberne --dijo Rosa --podeis creer realmente que -este niño tan delicado, haya sido el cómplice voluntario de aquellos -bandidos? - -El cirujano meneó la cabeza como para demostrar sus temores de que esto -fuera posible; y observando que podian turbar el reposo del enfermo -pasaron los tres á un aposento inmediato. - ---Pero aun que fuera lo que pensais --prosiguió Rosa --considerad que es -tan jóven! Qué tal vez nunca ha conocido lo que es el amor ó los -cuidados de una madre! Qué los golpes, los malos tratos y la falta de -pan lo habrán reducido á asociarse con los hombres que lo han -arrastrado el crímen! Tia mia! Mi buena tia! Por el amor de Dios -refleccionadlo bien antes de dejar llevar este pobre niño á una -prision, donde de seguro perderá la esperanza de volverse mejor! Oh! Por -el afecto maternal que me profesais y sin el cual yo misma privada de -padres, hubiera tal vez sido abandonada como ese pobre niño, tened -piedad de él antes que sea demasiado tarde! - ---Querida niña! --dijo la anciana apretando á Rosa contra su corazon ---Crees tú pues, que quisiera quitarle un solo cabello de su cabeza? - ---Oh no! --repuso vivamente Rosa --No buena tia, sois incapaz! - ---Sin duda. --replicó la Señora Maylie --Mis dias tocan á su fin! -Ojalá el cielo tenga piedad de mí como yo la tengo de los otros! Señor -Losberne que puedo hacer para salvarle? - ---Esperad un poco. --dijo este --Dejad que calcule si hay un medio. - -Entonces el doctor metiendo las manos en sus faltriqueras se paseó de -arriba abajo en el aposento, ya parándose y balanceándose sobre la -punta de los piés esclamando: Esto es! ya frunciendo el ceño de una -manera espantosa y diciendo: ¿no es esto! Al fin despues de muchas idas -y venidas se paró en seco y habló así: - ---Creo que si me otorgais plenos poderes para asaltar á Giles y á ese -imbécil de Brittles podré lograr el intento . . . Convengo en que son -un bravo muchacho y un fiel servidor; pero teneis mil medios para -remunerar al uno y premiar al otro, su _destreza_ en la pistola. --No -teneis objecion alguna que hacer? - ---A menos que no haya otro medio de salvar á este niño. --respondió la -Señora Maylie. - ---No veo otro. --contestó el doctor --Y podeis estar segura de que -realmente no hay otro. - ---Pues bien; mi tia os dá plena y entera libertad para obrar como -querais. --dijo Rosa sonriendo y llorando á la vez de ternura. --Con tal -que no useis con esos pobres diablos mas que de la severidad -absolutamente necesaria. - ---Paréceme --dijo el doctor --que pensais que escepto vos hoy todo el -mundo debe tener el corazon duro. Deseo, únicamente por el interés de -la generacion creciente de los de mi secso, que tengais el corazon tan -tierno para el primer muchacho bonito que hará un llamamiento á vuestra -compasion y yo mismo siento no poder ser jóven para poder aprovecharme -al momento de las disposiciones favorables en que estais actualmente. - ---Sois tan niño como ese pobre Brittles. --contestó Rosa ruborizándose. - ---No es una cosa tan difícil ante vos! --replicó el cirujano riendo de -todo corazon. --Pero volviendo á nuestro enfermo, me resta manifestaros -el punto principal de nuestro convenio. Creo que se dispertará dentro de -una hora y aun que haya dicho á ese avestruz de _constable_ que está -abajo en la cocina, que el niño no puede menearse ni hablar sin peligro -de su vida, estoy en la conviccion de que sin temor podemos conversar un -rato con él. En ello pongo una condicion y es que si luego de haberle -interrogado en vuestra presencia juzgamos que es realmente un _bribon_ -(lo que es muy probable) lo abandonarémos á su mala suerte, sin que en -todo caso me mezcle yo mas en el asunto. - ---Oh! No mi buena tia! --dijo Rosa con tono suplicante. - ---Oh! si, mi buena tia! --dijo el doctor. --Quedamos, convenidos? - ---No puede estar endurecido por el vicio. --insistió Rosa --Es imposible! - ---Tanto mejor! --replicó el doctor --Razon de mas para acceder á mi -proposicion. - -Finalmente el tratado quedó concluido y nuestros amigos se sentaron -esperando que Oliverio se dispertára. - -La paciencia de las dos señoras, tuvo que soportar una prueba mas larga -de la que esperaban despues de lo que Mr. Losberne les habia dicho. -Muchas horas transcurrieron una tras otra y Oliverio dormia siempre. - -Era ya cuasi de noche cuando el buen doctor anunció que el niño estaba -bastante despierto para que se le pudiera hablar. --No se halla bien que -digamos y la sangre que ha perdido ha agotado enteramente sus fuerzas; -pero parece manifestar tal deseo de revelar alguna cosa, que vale mas -facilitarle la ocasion mas bien que obligarle á permanecer quieto hasta -mañana. - -La conversacion fué larga porque Oliverio relató toda su historia y el -sufrimiento y la debilidad le obligaron muchas veces á detenerse. Habia -algo de solemne, al escuchar, en este aposento sombrío la voz dulce y -lánguida de un pobre niño que hacia la numeracion de las desgracias que -los malos habian atraido sobre él. - -Despues que Oliverio hubo concluido de hablar y cuando se disponia para -volverse á dormir, el doctor profundamente conmovido por lo que acababa -de oir se retiró enjugándose los ojos y buscó á Mr. Giles para -empezar las hostilidades con él. No encontrando nadie abajo, ni en el -recibidor, ni en las salas, dirijió sus pesquizas hasta la cocina con la -esperanza de mayor éxito. Vió en efecto en ese _salon de recibo_ de la -_gente doméstica_ una sociedad numerosa compuesta de las dos criadas, de -Mr. Brittles de Mr. Giles, del calderero, quien (en consideracion á sus -servicios) habia sido invitado á pasar el dia en la casa, y del -_constable_. Este último tenia un _grueso_ baston, una _gruesa_ cabeza, -_gruesa_ fisonomia y parecia haber bebido toda la cerveza que su _grueso_ -vientre podia contener. - ---No os desordeneis. --dijo el doctor, con una señal de mano. - ---Sois muy bueno señor! --contestó Giles --La señora me ha encargado -que distribuyera cerveza; y como no me sentia del todo dispuesto á -permanecer solo en mi aposento queriendo además gozar de la ventaja de -la _sociedad_, bebo mi _porcion_ en compañia de esos _caballeros_ y de -esas _señoras_ que veis. - -Brittles balbuceó algunas palabras aduladoras y un murmullo de -aprobacion se elevó en la asamblea para expresar todo el placer que -esperimentaba de una tal prueba de condescendencia por parte de Mr. Giles. - ---Cómo va el enfermo esta noche señor Losberne? --preguntó éste. - ---Así, así. --respondió el doctor --Temo mucho que no os hayas metido -en un atolladero Señor Giles! - ---No es posible! --esclamó éste todo tembloroso. --¿Queréis decir que -morirá de esta? Si lo creyera no seria ya mas feliz en toda mi vida. Por -todo el oro del mundo no quisiera ser la causa de la muerte de un niño. - ---No es esto lo que yo quiero decir, --repuso el doctor con tono -misterioso. --Sois _protestante_ Señor Giles? - ---Si lo soy caballero? --tartamudeó este último, que estaba pálido -hasta dar miedo --Nadie puede dudarlo! - ---Y vos jóven? --preguntó bruscamente el doctor volviéndose á -Brittles. - ---Dios mio caballero! --respondió éste estremeciéndose --Soy -absolutamente como Mr. Giles. - ---Dígame pues ahora cada uno de vosotros! --replicó el doctor con tono -furioso. Podriais afirmar con juramento que el niño que está arriba es -el mismo que han introducido por la ventana la noche pasada? Vaya -responded! Estamos prontos á oiros. - ---El doctor que generalmente era conocido por el hombre mas bonachon que -jamás haya existido, hizo esa pregunta con un tono tan conciso que Giles -y Brittles aturdidos por la cerveza y por la agitacion en que les ponia -este exámen se miraron fijamente uno á otro en un estado de completa -estupefaccion. - ---Parad bien la atencion á lo que van á responder _constable_! ---prosiguió el doctor agitando el índice de su mano derecha con mucha -gravedad y dándose golpecillos sobre la nariz para exitar el interés de -este funcionario --Antes de poco vamos á saber de que se trata. - ---Este dándose humos de hombre _capaz_ tomó su baston de servicio que -habia colocado en un rincon de la chimenea. - ---Tened en cuenta que esta es sencillamente una cuestion de identidad! ---dijo el doctor. - ---Estoy, estoy en ello caballero! --contestó el _constable_, llevando la -mano á su boca para toser. (pues vaciando su vaso distraido habia -tragado de través.) - ---Figuraos una casa que se fuerza. En la obscuridad mas profunda . . . en -medio del tumulto y la confusion . . . entre el humo espeso de la -pólvora . . . dos hombres creen haber vislumbrado á un niño. Sucede -por casualidad que á la mañana siguiente muy de mañana un niño viene -á llamar á la puerta de esta misma casa, y porque lleva el brazo -envuelto en un pañuelo, esos dos hombres se apoderan de él, lo -arrastran al vestíbulo y no contentos con poner de este modo su vida en -el mayor peligro, llegan hasta á afirmar con juramento que es el ladron! -Ahora se trata de saber si no han tenido razon de obrar como lo han hecho -y si sus sospechas son falsas en que situacion se encuentran colocados. - -El constable hizo una señal de cabeza respetuoso, y dijo que si no -estaba allí la ley seria muy curioso saber quien estaria. - ---Os lo demando por última vez! --dijo el doctor con voz de trueno ---Podeis jurar que ese sea el mismo niño? - -Brittles miraba á Giles con aire de duda y Giles miraba á Brittles del -propio modo; el _constable_ habia puesto la mano á su oreja para coger -mejor su respuesta; las dos mugeres y el calderero se inclinaban adelante -para escuchar, y el doctor arrojaba una mirada penetrante en torno suyo, -cuando se oyó un ruido de ruedas y al mismo tiempo llamaron á la puerta -del jardin. - ---Son los agentes de policía! --esclamó Brittles con inquietud. - ---Quiénes? --preguntó el doctor estupefacto á su vez. - ---Los agentes de policía de Bow-Street --replicó Brittles tomando una -vela. Yo y Mr. Giles los hemos mandado llamar esa mañana. - ---Cómo! --esclamó el doctor. - ---Es la verdad! --repuso Brittles --He enviado recado por el conductor de -la diligencia y estraño que no hayan llegado mas pronto. - ---Ah! Habeis mandado un expreso no es esto? Qué el diablo se lleve á -vuestros conductores por mar! --esclamó el doctor marchándose. - - - - -[Illustration: Enlugar de un bandido de aspecto feroz vieron á un pobre -muchacho rendido de dolor y de fatiga.] - - - - -CAPÍTULO XXX. - -POSICION CRÍTICA. - - -QUIEN vá? --preguntó Brittles entreabriendo la puerta y poniendo su -mano ante la vela para ver mejor. - ---Abrid --respondió un hombre --Somos los agentes de policía que se han -mandado llamar esa mañana. - -Tranquilizado por estas palabras Brittles abrió la puerta de par en par -y se encontró cara á cara con un hombre vestido de redingote largo -quien entró magestuosamente sin decir palabra y restragó sus piés -sobre la estera con tanta sangre fria como si entrára en su casa. - ---Enviad á alguien para que dé un golpe de mano á mi camarada! Lo -entendeis jóven --dijo el agente de policía. --Está en el _gig_ para -guardar el caballo. Teneis una cochera donde se pudiera meter á este -último bajo cubierto por algunos minutos? - -Brittles respondió afirmativamente señalando una pequeña cuadra -destinada para este objeto. - ---Queréis anunciar á vuestro amo que los Señores _Blathers_ y _Duff_ -están aquí? --dijo el primero pasando la mano por sus cabellos y -colocando un par de manillas sobre la mesa --Ah! Buenas noches caballero! -Me permitireis dos palabras en particular? - -Estas espresiones se dirijian á Mr. Losberne, que apareció en este -momento y que habiendo hecho señal á Brittles de retirarse, hizo entrar -á los dos señores y cerró la puerta. - ---Ahí teneis á la señora de la casa. --dijo volviéndose hácia la -señora Maylie. - -Mr. Blathers se inclinó respetuosamente é invitado para que se -sentára, dejó su sombrero en el suelo, tomó una silla é hizo señal -á Duff de que hiciera lo mismo. Luego pidieron los informes mas -minuciosos sobre el suceso. El doctor que deseaba ganar tiempo, les -contó los detalles con toda la latitud posible. Ellos escuchaban con -ademan de interés el mas vivo como gentes que lo entienden. - ---Pero qué significa ese muchacho de que hablan los criados? --preguntó -Blathers. - ---Es verdad que uno de los criados se ha metido en la cabeza la idea de -que ese muchacho estaba para algo en el asunto; ¡pero esta idea es un -absurdo! No hay nada de todo esto. - ---Es muy fácil de decir! --observó Duff. - ---Tiene razon! --dijo Blathers haciendo con la cabeza una señal de -aprobacion y jugando _instintivamente_ con las manillas como se haria con -unas castañuelas. --Quién es ese niño? Qué dice de sí mismo? De -dónde viene? Qué diablo! No puede haber caido de las nubes! No es -cierto caballero! - ---Sin duda. --contestó el doctor haciendo un guiño significativo á las -dos señoras. --Estoy enterado de toda su historia; pero hablarémos -luego de esto . . . Tal vez no os vendrá mal ver antes la ventana que -han roto los ladrones hé? - ---Ciertamente! --respondió Blathers --Mejor será que primero -inspeccionemos los lugares . . . Luego interrogarémos á los criados . . . -Esta es nuestra costumbre de proceder. - -Trajeron luces y los Señores Blathers y Duff acompañados del -_constable_ del distrito, de Brittles, de Giles y en fin de todos los -comensales de la casa, se dirijieron á la pequeña bodega situada al -estremo de la entrada. - -Despues de haber examinado su ventana, dieron la vuelta por el prado, -examinaron de nuevo la ventana y luego el postigo y con la ayuda de un -farol siguieron la huella de las pisadas y batieron los zarsales con una -orquilla. - -Hecho esto en presencia de todos los concurrentes que observaron durante -este tiempo el silencio mas riguroso se entró otra vez en la sala y -allí Giles y Brittles fueron requeridos á dar la representacion -dramática del papel que habian desempeñado la noche anterior, y se vino -en conocimiento el que despues de haber repetido esta escena cinco ó -seis veces, no se contradijeron mas que sobre un solo hecho importante en -la primera y sobre una docena á lo mas en las últimas. - -Agotada la volubilidad de nuestros dos actores, Blathers y Duff se -retiraron á la habitacion vecina y tuvieron consejo entre ambos. La -naturaleza y la importancia de su coloquio fueron tales, que una consulta -de los mas hábiles doctores sobre el caso mas espinoso en materia de -medicina, comparada con él no hubiera sido mas que un juego de niños. - -Entre tanto el doctor que habia quedado solo con las dos señoras se -paseaba arriba y abajo de la sala, sumamente agitado mientras que Rosa y -la Señora Maylie se miraban con aire de inquietud. - ---Por vida mia! --dijo parándose en seco --Verdaderamente no sé que -hacer! - ---Estoy segura que la historia de este niño contada francamente á esos -hombres bastaria para disculparle á sus ojos. --dijo Rosa. - ---Yo lo dudo mucho querida! --contestó el doctor meneando la cabeza --No -creo que ella pueda producir buen efecto en el ánimo de esas gentes . . -ni mas ni menos que en el de los de un grado superior. En resúmen quién -es? (objetarán) Un vagamundo y no mas. Si juzgamos por las apariencias y -las consideraciones del mundo, su historia es bastante dudosa. - ---Pero vos, la teneis por verdadera, no es cierto? --repuso vivamente la -jóven. - ---Sí; sin duda. Creo en ella por estraña que sea y por eso puedo ser -muy bien un solemne papanatas replicó el doctor --Pero no creo (como os -lo he dicho poco hace), que sea este el género de historia que pueda -interesar á un agente de policía algo versado en la gramática de su -profesion. - ---Por qué no? --preguntó Rosa. - ---Por qué bella niña? --contestó el doctor. --Porque considerada bajo -cierto aspecto y sobre todo por esas gentes, hay en ella bastante de -obscuro. Ese niño no puede probar mas que las circunstancias que están -en contra suya y ni una de las que podrian militar en su favor --El -diablo se lleve á los agentes de policía! Querrán tener los _si_ y los -_porqué_ y de pronto no nos harán concesion alguna! Segun nos ha dicho -él mismo ya veis que por espacio de algun tiempo ha estado con ladrones! -Ha sido llevado á un tribunal de policía como autor del hurto de un -pañuelo á un caballero, luego evacuando una comision de este mismo -caballero que lo ha tratado con todas las consideraciones posibles, es -arrastrado en un sitio que no puede describir y del que no tiene la menor -idea . . . Es el caso, que les dá el capricho á unos hombres de -conducirlo á Chertsey á su pesar; se le hace pasar por una ventana con -el intento de pillar la casa y justamente en el instante en que quiere -dar el grito de alarma (el único hecho que hubiera podido probar en su -favor si se hubiese ejecutado), llega el mayordomo y le tira un -pistoletazo, como para impedirle el obrar en su propio interés! Se ha -visto nunca cosa semejante? - ---No digo que no; --respondió Rosa sonriéndose de la vivacidad del -doctor --Pero no veo en todo esto nada que demuestre la culpabilidad de -ese pobre niño. - ---No; sin duda. --contestó el doctor --Gracias á la belleza de vuestro -sexo no veréis nunca mas que un lado de la cuestion; sea bueno ó malo, -siempre es el que primero se presenta. - -Esto diciendo, el doctor metió las manos en sus faltriqueras y se paseó -de nuevo arriba y abajo con mayor agitacion que antes. - ---Cuanto mas lo reflecsiono --dijo mas entreveo el sin número de -dificultades que tendrémos que vencer. Si contamos á esos hombres la -cosa tal como ella es, estoy cierto que no nos creerán y aun suponiendo -que mas tarde acaben por disculpar á ese niño, la publicidad que darán -á este asunto y la duda que lo envolverá, destruirán todo el afecto de -la buena accion que os proponeis, sacándole de este mal paso. - ---Entónces qué hacer? --esclamó Rosa --Dios mio! Dios mio! ¿Por qué -se ha dicho á esos hombres que vinieran? - ---Es verdad! --dijo la Señora Maylie --Lo daria todo en el mundo, porque -no hubieran venido! - ---Lo mejor que hay que hacer, segun mi opinion --dijo Mr. Losberne -dejándose caer en una silla, como hombre que ha perdido toda esperanza ---es revestirnos de una buena dósis de audacia . . . No veo otro medio . . . -Nuestra intencion es laudable y en ello hay escusa . . . Ese niño -tiene fuertes síntomas de fiebre y no se encuentra en situacion de poder -hablar. Este es ya un buen recurso . . . Harémos todo lo posible y sino -salimos con la nuestra á fé mia no tendrémos de ello la culpa! Entrad! - ---Y bien paisano --dijo Blathers seguido de su compañero y cerrando la -puerta --No era esto un golpe premeditado? - ---Eh! á qué diablos llamais un golpe premeditado? preguntó el doctor -con impaciencia. - ---Nosotros llamamos un golpe premeditado --respondió Blathers, -(dirijiéndose con preferencia á las señoras como si tuviera compasion -de su ignorancia á la vez que despreciaba la del doctor.) --cuando los -criados de la casa están para algo en el asunto. - ---Nadie ha tenido la menor sospecha de ellos en esta circunstancia. ---dijo la Señora Maylie. - ---No digo lo contrario. --replicó Blathers --Con todo no es menos -cierto, que podrian muy bien estar en él. - ---Con mayor razon sabiendo que tienen la confianza de sus amos --repuso -Duff. - ---Tenemos motivos para creer que el golpe ha sido dado por _pegres de la -alta banda_ prosiguió Blathers --Nosotros reconocemos al momento esto -por la clase de _trabajo_ que es de mano maestra. - ---Y algo _pulido_ que digamos! --añadió Duff á media voz. - ---Eran dos. --continuó Blathers --Y no cabe duda que con ellos iba un -niño. Ello es muy fácil de adivinar viendo la ventana . . . Esto es lo -que podemos decir por el presente. Nos falta ver al muchacho que teneis -arriba. Si gustais guiarnos. - ---No tomarán antes un vaso de cualquier cosa? --dijo el doctor ufano de -haber encontrado este medio para entretenerles un poco. - ---Ciertamente! --dijo Rosa adivinando la atencion de este último. --Al -instante si os place? - ---Con mucho gusto señorita. --dijo Blathers pasando la mano por sus -lábios. Esta clase de _faena_ no deja de ser fatigosa. No os incomodeis -por nosotros señorita. Dadnos lo primero que tengais á mano. - ---Qué queréis tomar? --preguntó él doctor dirigiéndose con Rosa á -la alacena. Decid vuestro gusto señores! - ---Una gotita de licor si os es igual paisano --dijo Blathers. --Señora -no hacia calor que digamos cuando hemos salido esta mañana de Lóndres y -paréceme que no hay nada mejor para reanimarse que un vasito de licor. - -El doctor aprovechándose del momento en que la señora Maylie decia algo -lisonjero, en respuesta á la reflexion de este último se escaballó con -destreza. - -Los Señores Duff y Blathers se pusieron á contar hazañas de ladrones y -á encarecer su utilidad para realzarse á los ojos de las señoras que -los escuchaban con complacencia á fin de dar tiempo al doctor, para -prepararlo todo. Al cabo Mr. Losberne apareció. - ---Ahora, señores, si gustais venir conmigo? - ---Allá vamos! --dijo Blathers y los dos agentes de policía siguieron á -Mr. Losberne que los condujo al aposento de Oliverio, precedidos de Giles -que los alumbraba. - -Oliverio habia dormido; pero tenia un recargo de fiebre y parecia estar -sumamente malo. Cuando el doctor le ayudó á incorporarse, miró á los -dos forasteros sin dar muestras de saber donde estaba ni lo que sucedia -á su alrededor. - ---Mirad! --dijo Mr. Losberne hablando con dulzura; pero sin embargo con -firmeza. Mirad al niño que habiendo sido herido casualmente por un fusil -de viento al pasar por la propiedad del señor . . . (cómo le llamais -vosotros? Quién habita detrás de aquí?) ha venido esa mañana para -pedir socorro y ha sido indignamente maltratado por ese individuo que -veis con la vela en la mano y que es causa de que la vida de ese muchacho -está en el mayor peligro, como puedo afirmarlo en mi cualidad de médico. - ---MM. Blathers y Duff flecharon su vista sobre Mr. Giles quien á su vez -miró alternativamente á los dos agentes de policía, al jóven enfermo -y al doctor con la espresion mas cómica de inquietud y de temor. - ---Creo que no podeis decir lo contrario? --prosiguió el doctor acostando -otra vez á Oliverio con precaucion. - ---Todo lo que he hecho, ha sido con . . . con buen fin. --respondió -Giles --Os aseguro que no tengo mal carácter. Si no hubiese creido que -ese era . . . el niño de . . . del . . . de los . . . me habria guardado -muy bien . . . - ---El niño de quiénes decís? --preguntó Mr. Duff. - ---El niño de uno de los ladrones. --contestó Giles --Es la pura verdad -que llevaban . . . con ellos . . . un . . . un niño. - ---Y estais aun en la conviccion de que ese sea el mismo? --preguntó -Blathers. - ---Qué sea el mismo quién? --contestó Giles mirando á Blathers con -aire despavorido. - ---El mismo niño imbécil! --dijo Blathers perdiendo la paciencia. - ---No podria deciros . . . A la verdad no sé. --respondió Giles -completamente desconcertado . . . --No podria afirmarlo . . . Pienso . . . - ---Qué pensais? --preguntó Blathers. - ---No sé que pensar. --replicó el pobre Giles --No pienso, en verdad que -ese sea el mismo niño. Estoy cuasi seguro de que no es él . . . Vos -mismo sabeis bien que no puede ser él. - ---Acaso ese hombre ha bebido? --dijo Blathers dirijiéndose al doctor. - ---Sois un famoso avestruz! Largaos. --añadió Duff dirijiéndose á -Giles con el tono del mas profundo desden. - ---Mr. Losberne que durante este diálogo habia tomado el pulso del -enfermo, se levantó de su silla y dijo á los señores de la policía, -que si abrigaban la menor duda sobre este asunto, no tenian mas que pasar -al aposento inmediato para interrogar á su vez á Brittles. - -Habiendo gustado la proposicion, se mandó subir á Brittles quien, con -sus contradicciones innumerables, no hizo mas que embrollar el hecho en -vez de esclarecerlo. Dijo entre otras cosas que le seria imposible -reconocer al niño, aun cuando en aquel momento estuviera, ante su vista: -y que habia pensado que era Oliverio porque el mismo Mr. Giles, lo habia -creido; pero que este último acababa de confesar en la cocina aun no -hacia cinco minutos, que empezaba á temer no hubiera sido demasiado vivo -de genio. - -Conforme esta deposicion, se trató de saber si Mr. Giles habia realmente -herido á alguno y verificado el exámen de la segunda pistola, se vió -que no estaba cargada mas que con pólvora y un poco de taco cosa que -sorprendió considerablemente á todos; escepto al doctor, que diez -minutos antes habia sacado de ella la bala. Pero, sobre el ánimo de -quien ese descubrimiento hizo mas impresion fué sobre el de Mr. Giles -quien despues de haber sido atormentado durante algunas horas por el -temor de haber herido mortalmente á uno de sus semejantes se tragó el -anzuelo con la mayor satisfaccion del mundo. - -Al fin, sin ocuparse ya mas de Oliverio, los agentes de policía, dejaron -en la casa al _constable_ de Chertsey y se fueron á dormir á la ciudad, -despues de haber prometido volver á la mañana siguiente muy de mañana. - -En dicha mañana muy de mañana corrió la voz de que en la prision de -Kingston habia dos hombres y un niño que habian sido presos la noche -precedente como sospechosos. En consecuencia MM. Blathers y Duff hicieron -rumbo hácia Kingston. - -El crímen de aquellos hombres consistia en haberlos encontrado dormidos -en un rimero de heno, crímen que aun que sea enorme que digamos, no es -castigado mas que con pena de prision: porque á los ojos de la ley -inglesa (esta ley tan dulce y tan buena para todos los vasallos del rey.) -no hay en esta accion de dormir bajo el _bello fulgor de las estrellas_ -prueba suficiente de que los que se han hecho culpables de ella hayan por -esto cometido un robo con escalamiento y fractura é incurrido de -consiguiente en la pena de muerte. MM. Blathers y Duff volvieron pues á -casa la señora Maylie tan _sabios_ como habian partido de ella. - -En fin, despues de una conferencia bastante larga, respecto á Oliverio -fué convenido que la señora Maylie y Mr. Losberne, serian sus fiadores; -en el caso de que la justicia volviera á este asunto y un escribano de -los alrededores fué llamado á este efecto para otorgar la caucion. - -Nuestros dos agentes de policía despues de haber recibido un par de -_guineas_ por la pena que se habian dado, regresaron á Lóndres cada uno -con opiniones del todo diversas respecto á su espedicion: El uno (Duff.) -despues de maduras reflecsiones, sosteniendo que la banda de Pett estaba -para algo en la tentativa de robo; y el otro (Blathers.) atribuyendo todo -el mérito de ella al famoso Conney Chickweed. - -Gracias á los cuidados de la Señora Maylie, de Rosa y del benévolo Mr. -Losberne, Oliverio se restableció poco á poco. - - - - -CAPÍTULO XXXI. - -DE LA VIDA FELIZ QUE OLIVERIO LLEVA CON SUS AMIGOS. - - -COMO la enfermedad de Oliverio, habia sido de un carácter sério, su -convalecencia fué larga. Los dolores que le causaba su herida, unidos á -una fiebre ardiente, que duró mas de un mes le habian aniquilado del -todo. Penetrado de los cuidados que sus dos huéspedas le prodigaban, les -manifestaba su gratitud con las lágrimas en los ojos y á menudo las -decia, cuanto sentia la tardanza en restablecerse para hacer algo por -ellos aunque no fuera sino para probarlas que sus bondades no eran -estériles y que el pobre niño á quien ellas habian libertado de la -miseria y tal vez de la muerte, estaba del todo entregado á su servicio. - -Y sin embargo apesar de las bondades de la Señora Maylie y de Rosa, -Oliverio estaba á menudo inquieto. Parecia esperimentar un remordimiento -y era que pensaba en Mr. Brownlow y en aquella anciana señora que le -habian tratado tan bien durante su enfermedad. Temia pasar por un ingrato -á los ojos de sus generosos protectores y así no estuvo tranquilo hasta -que Mr. Losberne le hubo prometido formalmente llevarlo á verlos luego -que se hallaria en estado de soportar el viaje. - -Oliverio se restableció al fin. En consecuencia una hermosa mañana -partió con Mr. Losberne en la calesa de la Señora Maylie. Llegados al -puente de Chertsey, se puso pálido y lanzó un grito penetrante. - ---Vaya! ¿qué le da ahora á este muchacho? --esclamó el doctor con -tono brusco como de ordinario --¿Qué ves? ¿Qué sientes? ¿Qué oyes? -Ea! habla! - ---Esa casa caballero! --dijo Oliverio. - ---Y bien! ¿Qué? Parad cochero! Qué es lo que tiene de particular esa -casa muchacho? - ---Los ladrones! La casa en que me han conducido! --dijo en voz baja -Oliverio. - -Sin dar tiempo al cochero para bajar de su asiento el doctor logró (no -sé como) salir de la calesa y corrió en derechura á la casucha, á -cuya puerta llamó con golpes redoblados, como un rabioso. - ---Voto á mil legiones de demonios! --prorrumpió un feo y raquítico -jorobado, abriendo la puerta tan bruscamente que el doctor que acababa de -dar su último punta-pié perdió el equilibrio y faltó poco, para que -no cayera de todo lo largo en el pasadizo --¿Qué es lo que sucede? - ---Lo que sucede? --esclamó el otro cojiéndole por el pescuezo, sin -darle tiempo para decir Jesus --Lo que sucede! Se trata de un robo con -escalamiento y fractura: He aquí lo que sucede! - ---Entonces sucederá además un homicidio si no me soltais! --contestó -el jorobado con frialdad --Lo entendeis? - ---Sí; os entiendo! --replicó el doctor apretando á éste fuertemente ---Dónde está . . . (Por vida . . . ahora se me escapa el nombre.) -Dónde está ese ladron ese pillo de Sikes? - -El raquítico jorobado miró al doctor con asombro é indignacion á la -vez; y desprendiéndose con sagacidad de las manos de este último, se -retiró al fondo de la casa profiriendo un _Kirie_ . . . _le_ . . . de -juramentos horribles. Mr. Losberne le siguió hasta una salita obscura -sin decir palabra. Miró en torno suyo con alguna inquietud; ningun -mueble; ningun objeto animado ó inanimado, ni aun el sitio de los -armarios: nada en fin respondia á la descripcion, que de ella habia -hecho Oliverio. - ---Ea! --dijo el jorobadillo que habia estudiado todos sus movimientos ---Cuál es vuestra intencion al entrar de este modo en mi casa? Venís -para robarme ó para asesinarme? Cuál de las dos cosas? - ---Habeis visto alguna vez vos viejo vampiro á un ladron ó asesino bajar -de un coche, para dar su golpe de mano? --preguntó el irracible doctor. - ---Entónces que queréis? --esclamó el jorobado con acento furioso --Os -invito á que salgais incontinenti si no quereis que os suceda una -desgracia. - ---Me iré cuando me dará la gana! --dijo Mr. Losberne echando una ojeada -rápida á otra salita que lo mismo que la primera no tenia nada de -semejante con la descripcion que Oliverio habia hecho de ella --Amigo -mio! Sabré volveros á encontrar uno de esos dias. - ---Si hé! --dijo rechinando los dientes el horrendo jorobado. --Si alguna -vez necesitais de mí, aquí me encontraréis. Hace veinte y cinco años -que no he vivido solo en este sitio en tal estado para que vinierais vos -á asustarme de este modo. Me la pagaréis! Estad seguro de ello. - -Dichas estas palabras el feo y diminuto mónstruo dió un grito acre y se -puso á bailar con un furor frenético. - ---Esto es demasiado ridículo, --dijo el doctor para sí --Es necesario -que el muchacho se haya engañado. Tomad esto! - -Al mismo tiempo sacó de su faltriquera una moneda que arrojó al -jorobado y volvió á la calesa. Este le siguió hasta la portezuela -lanzando imprecaciones todo el camino y mientras Mr. Losberne hablaba al -cochero lanzó sobre Oliverio una mirada tan furiosa que de noche como de -dia el niño pensó en ella durante un mes entero. El jorobado continuó -sus juramentos y sus imprecaciones hasta que el cochero hubo subido otra -vez á su asiento; y cuando el coche estuvo ya lejos se le hubiera podido -ver aun de cierta distancia patear de rábia y arrancarse los cabellos en -un exceso de furor. - ---Soy un asno! --dijo el doctor despues de un silencio dilatado --¿Lo -sabias tu Oliverio? - ---No Señor. - ---Pues bien otra vez no lo olvides! Sí; soy un borrico! --continuó el -doctor despues de un momento de reflecsion . . . Dado caso que aquella -hubiera sido la misma casa y los mismos individuos ¿qué podia hacer -solo? Y aun cuando hubiera dado recio no habria hecho mas que venderme á -mí mismo divulgando la estratagema que he debido emplear para ahogar -este asunto. Y con todo esto hubiera sido bien hecho! Me hundo siempre en -algun pantano, obrando así, segun mi primer impulso y nunca saco de ello -ningun bien. - -El hecho es que este hombre escelente jamás en su vida habia obrado de -otro modo; y que lejos de hundirse en un pantano como decia, la -naturaleza del impulso que seguia era tal que se habia adquirido el -respeto y la estimacion de todos los que le conocian. - -Como Oliverio sabia el nombre de la calle en que habitaba Mr. Brownlow se -dirijieron á ella en derechura, sin buscar y cuando la calesa dobló la -esquina de esa calle, el corazon del niño palpitó con tanta fuerza que -apenas podia respirar. - ---Hijo mio! Dinos ahora que casa es esa? --preguntó Mr. Losberne al -doblar una esquina. - ---Allí! allí! Aquella! La casa blanca! --esclamó vivamente Oliverio -sacando la cabeza por la portezuela del coche --Oh! pronto . . . pronto -. . . os lo suplico! Siento que me moriré de alegria . . . Estoy todo -tembloroso. - ---Paciencia! Paciencia! --dijo el bueno del doctor dándole un golpecillo -sobre la espalda . . . Los verás al momento y ellos estarán gozosos de -verte sano y salvo. - ---Oh! No lo dudo! --replicó Oliverio --Han sido tan buenos para conmigo! -Si lo supierais caballero! - ---El coche se paró: no era esta la casa. Avanzó algunos pasos y se -paró otra vez. Lágrimas de contento se escaparon de los ojos del niño -cuando miró á las ventanas . . . Ah! La casa blanca estaba desierta y -un letrero con estas palabras «Para alquilar.» colgaba encima de la -puerta. - ---Llamad á la otra puerta cochero! --dijo el doctor pasando su brazo -bajo el de Oliverio. - ---Sabeis que se ha hecho de Mr. Bronwlow que habitaba la casa vecina? ---preguntó á la criada que vino á abrir. - ---No lo sé; --contestó ésta --pero voy á informarme. - -Volvió al cabo de un momento y dijo que hacia cerca seis semanas que Mr. -Brownlow habia vendido su moviliario y que en seguida habia partido para -las Indias occidentales. - ---Se ha llevado con él la ama de llaves? --preguntó Mr. Losberne -despues de un momento de reflecsion. - ---Sí caballero. --respondió la criada --Se ha llevado á su ama de -llaves y á uno de sus amigos . . . Los tres han partido en el mismo dia. - ---Ea! derecho á casa cochero! --dijo Mr. Losberne --y picad de recio á -vuestros caballos hasta que estemos fuera de este maldito Lóndres. - ---Y el librero señor? --dijo Oliverio --Sé donde habita . . . Vamos -allá; os lo ruego . . . - ---Pobre muchacho! --contestó el doctor. --Basta ya de desorientamiento -por hoy. Si vamos á la habitacion del librero, no dudo que habrá -muerto, ó que su casa ha sido incendiada, ó bien que se ha fugado . . . -. No; derecho al domicilio. --Y conforme al _primer impulso_ del doctor, -se volvieron á casa. - -Esta circunstancia con todo no produjo cambio alguno en la conducta, de -las bienhechoras de Oliverio para con él. Pasó luego una quincena, y -habiendo llegado la hermosa primavera se prepararon para dejar por -algunos meses la casa de Chertsey. En consecuencia enviaron á casa su -banquero la platería que habia excitado tanto la codicia del judío y -despues de haber dejado á Giles y otro criado en la casa para que -cuidáran de ella durante su ausencia, las dos señoras partieron á su -casa de campo situada á algunas leguas distante de allí llevándose con -ellas á Oliverio. - -La campiña en que se habian retirado era á la verdad encantadora y -Oliverio poco acostumbrado á una mansion tan deliciosa, parecia empezar -una nueva vida. - -Cada mañana iba cerca la iglesia en casa un anciano de blancos cabellos -quien le enseñaba á leer y á escribir, el cual lo hacia con tanto -ahinco que Oliverio jamás podia hacer bastante para contentarlo. En -seguida daba un paseo con sus bienhechoras; y si se sentaban para -recrearse con la lectura, escuchaba con tanta atencion que la noche -hubiera llegado sin notarlo. Luego era necesario prepararse para la -leccion del dia siguiente encerrándose en un pequeño gabinete, que daba -al jardin y estudiando hasta la tarde en que se daba un segundo paseo. - -Todos los dias á las seis de la mañana estaba en pié recorriendo los -campos y cojiendo flores de las que hacia ramilletes que ponia sobre la -mesa á la hora del almuerzo. Traia tambien _yerba murages_ para los -pajáros de la Señorita Maylie y decoraba con ella las jaulas con un -cuidado esquisito. Concluida esta faena siempre habia alguna pequeña -comision que desempeñar en el pueblo, algun acto de caridad que ejecutar -de parte de las señoras. O bien se divertia cultivando en el jardin las -plantas que el clérigo del villorrio, que era jardinero, le habia -enseñado á conocer y en medio de esa ocupacion llegaba la Señorita -Rosa, quien jamás dejaba de elogiarle por todo lo que habia hecho -recompensándole siempre con una sonrisa graciosa. - -Así transcurrieron tres meses: tres meses de felicidad para Oliverio, -cuya vida hasta entonces no fuera mas que una cadena contínua de -tristezas y de tormentos. - - - - -CAPÍTULO XXXII. - -UN ACONTECIMIENTO IMPREVISTO VIENE Á TURBAR LA DICHA DE NUESTROS TRES -AMIGOS. - - -EL estio sucedió pronto á la primavera y la campiña que Oliverio habia -encontrado tan hermosa al llegar á la aldea, desplegaba entonces sus -riquezas y se mostraba en todo el esplendor de su belleza. La tierra se -habia revestido de un manto de verdor y exhalaba sus mas dulces perfumes. - -Una tarde que regresaban de un paseo mas largo que de costumbre, Rosa que -habia estado sumamente jovial durante todo el camino, se sentó al piano. -Despues de haber recorrido maquinalmente durante algun tiempo sus dedos -sobre el teclado, tocó un aire lánguido y la señora Maylie creyó -oirla sollozar. - ---Rosa! Mi buena amiga! --dijo. - -La jóven guardó silencio; pero tocó con un poco mas de viveza como si -la voz de la buena señora la hubiese arrancado de su sueño penoso. - ---Rosa! Querida mia! --esclamó ésta levantándose precipitadamente de -su silla y acercándose á la jóven. --Qué tienes? . . . Tu semblante -está lleno de lágrimas! Díme qué ha podido causarte disgusto? - ---Nada tia, os lo aseguro! --dijo Rosa --En verdad no sé lo que tengo; -pero me encuentro esta noche tan abatida! - ---Angel mio! ¿Si estarás enferma? --preguntó la Señora Maylie. - ---Ah! No; no estoy enferma? --respondió Rosa estremeciéndose como si un -frio mortal la hubiese cojido súbitamente . . . --Ello no será nada! -Pronto me encontraré mejor! Cerrad la ventana, os lo ruego! - ---Oliverio la cerró bien y la jóven haciendo todos los esfuerzos -posibles para dominar el sentimiento que la agitaba, procuró tocar un -aire mas festivo. Pero apenas sus dedos rozaron las teclas, cuando no -pudo contenerse y cubriéndose el rostro con ambas manos, fué á -sentarse en un sofá y dió libre curso á sus lágrimas. - ---Mi querida niña! --esclamó la Señora Maylie --Jamás le he visto en -tal estado! - ---He hecho todo lo que he podido para no alarmaros! --dijo Rosa --Pero -creo que realmente estoy enferma. - -Lo estaba en efecto, pues cuando trajeron luz notaron que estaba pálida -como la muerte. La espresion de su fisonomía nada habia perdido de su -belleza; pero con todo estaba cambiada y habia en sus facciones tan -dulces y tan regulares algo de estraviado que no se habia visto antes de -entonces. En un momento, su rostro se volvió purpúreo y sus hermosos -ojos azules se cubrieron de una nube. Al cabo de pocos minutos estaba -lívida hasta dar miedo. - -Oliverio que durante todo este tiempo habia observado á la señora -Maylie con la atencion mas asídua, notó que estos síntomas estraños -la habian alarmado y él mismo quedó aterrorizado. Pero viendo que ella -procuraba ocultar su turbacion afectando un aspecto tranquilo; hizo otro -tanto la misma Rosa al ir á acostarse á instancia de su tia, se mostró -mas alegre y pareció encontrarse mucho mejor. Les aseguró su certitud -de levantarse á la mañana siguiente en perfecta salud. - ---Creo que no hay nada de serio ¿no es cierto Señora? --dijo Oliverio -cuando la Señora Maylie volvió á entrar en el salon. --Parece que la -Señorita no se encuentra muy bien esta tarde; pero . . . - -La buena señora le hizo señal de que no hablára y sentándose en un -rincon permaneció silenciosa durante algun tiempo. Al fin dijo con voz -trémula. - ---Espero que no será nada, Oliverio. He sido muy feliz con ella por -espacio de algunos años! Demasiado feliz tal vez; y podria ser que me -sucediese alguna desgracia! No, que quiera decir que este sea el caso. - ---Qué desgracia señora? --preguntó Oliverio. - ---La de perder esa niña querida que por tanto tiempo ha sido mí alegria -. . . mi dicha! --dijo aquella con voz entrecortada. - ---Dios no lo permita! --esclamó vivamente Oliverio. - ---Hágase su santa voluntad? --repuso la señora torciéndose las manos. - ---Oh! Seguramente no nos amenaza una desgracia tan grande! --dijo -Oliverio --Aun no hace dos horas que estaba tan buena! - -Los temores de la Señora Maylie eran por cierto demasiado fundados y lo -que habia predicho sucedió. A la mañana siguiente se declararon en Rosa -los síntomas de una enfermedad peligrosa. - -Es necesario darnos prisa y no perder el tiempo en aflicciones inútiles ---dijo la Señora Maylie, apretando la frente con sus manos. --Mr. -Losberne debe recibir esta carta lo mas pronto posible. Es preciso -llevarla al pueblo vecino, que está á cuatro millas de distancia lo -mas, andando por el atajo y de allí remitirla á Chertsey por un expreso -á quien encargareis que ande á toda prisa. La gente de la posada se -encargarán de ello y á vos os recomiendo que la veais marchar. - -Oliverio no pudo responder tal era su afan de alejarse inmediatamente. - ---Tomad esta otra! --continuó la señora Maylie con ademan pensativo ---Pero no sé si será mejor esperar que el doctor me haya dicho lo que -piensa de Rosa . . . En el caso de haber peligro no quisiera remitirla. - ---Es tambien para Chertsey Señora? --preguntó Oliverio alargando su -mano trémula para recibir la carta, impaciente como estaba de cumplir su -comision. - ---No, --contestó la señora entregándosela maquinalmente. - -Oliverio echó una ojeada al sobre y vió que era para Enrique Maylie, en -casa de un caballero, del cual no pudo descifrar ni el hombre ni el -domicilio. - ---Queréis que ella parta señora? --preguntó Oliverio mas impaciente -que nunca. - ---Creo que será mejor esperar á mañana! --dijo la Señora Maylie -volviéndola á tomar. - -Dicho esto, dió su bolsillo á Oliverio; que se lanzó fuera del salon -sin despedirse de su bienhechora. - -Corriendo á través de los campos todo lo que sus fuerzas le -permitieron, ya oculto por el trigo de alto talle que se elevaba en ambos -lados del camino, ya en medio de un llano, en el que habia hombres -ocupados en segar y hacer gavillas y no deteniéndose mas que para tomar -aliento, llegó al fin cubierto de sudor y de polvo á la plaza del -mercado del villorrio. - -Su primer cuidado fué buscar la posada de que le habia hablado la -Señora Maylie. Miró á todos lados. De pronto se presentó á sus -miradas una cerveceria pintada de rojo, luego la casa de la villa pintada -de amarillo y luego al fin una posada, que tenia por muestra. _Al rey -Jorge_. Inmediatamente entró en ella. - -Se dirijió á un postillon que fumaba su pipa en el lindar de la puerta -cochera, quien despues de haberse hecho esplicar la clase del mensaje que -llevaba Oliverio, lo envió al muchacho de cuadra quien despues de la -misma esplicacion lo endosó al maestro de postas que apoyado contra la -bomba cerca la puerta de la cuadra se divertia paseando en su boca un -monda-dientes de plata. Este tomó la carta de las manos del niño y se -dirijió con displicencia hácia el bufete para enterarse de la -direccion, (lo que ecsijió aun bastante tiempo.) Luego que se hubo -enterado y exijido la paga adelantada, hizo ensillar un caballo y dió -órden á un postillon de que se preparára, lo que fué tarea de un -cuarto de hora, durante cuyo tiempo Oliverio que estaba como entre -espinas tuvo veinte veces la tentacion de saltar sobre el caballo y -correr á brida suelta hasta la prócsima parada. - -Sin embargo al fin todo quedó listo y Oliverio despues que hubo -encargado encarecidamente al postillon de marchar lo mas aprisa que le -fuera posible, éste partió como el rayo y en menos de nada estuvo al -estremo opuesto del villorrio. - -No era poco para Oliverio tener la certeza de que la jóven enferma iba -á recibir prontos ausilios y que no habia habido tiempo perdido. Acababa -de dejar el patio de la posada, con el corazon menos oprimido y pasaba el -lindar de la puerta cochera corriendo, cuando se enredó entre las -piernas de un hombre envuelto en una capa que entraba en el parador. - ---Qué diablos es esto? --dijo el hombre retrocediendo de golpe al ver el -niño. - ---Perdonad caballero! --contestó éste --Estaba ansioso de volver á -casa y no os veia. - ---Maldicion! --murmuró el hombre entre dientes lanzando á Oliverio una -mirada furiosa --Es posible! Qué un rayo te parta! Creo que si estuviera -muerto, saldria espresamente de su tumba para encontrarse en mi camino! - ---En verdad lo siento mucho caballero! --balbuceó Oliverio espantado del -modo como le miraba el estrangero. --Os he hecho daño? - ---Maldicion! --murmuró de nuevo. --Si hubiese tenido solo el valor de -pronunciar una palabra, largo tiempo hace estaria desembarazado de él! -Qué el infierno te confunda! ¿Qué haces tu ahí pequeño demonio? - ---Esto diciendo rechinó los dientes, cerró los puños y abalanzándose -sobre Oliverio como para cojerlo, cayó de espaldas espumeante de rabia y -debatiéndose como un furioso. - -Oliverio con todo no pudo hacer caso de este hecho estraño porque luego -que hubo llegado á la casa, cuidados mas serios ocuparon su alma y -desviaron su atencion de lo que le era personal. - -Rosa estaba mucho mas mala; la fiebre habia redoblado y al anochecer -entró en delirio. El cirujano del pais no la dejó un solo instante. -Apenas la hubo visto llamó á parte á la Señora Maylie y le declaró -que la enfermedad era de las mas graves y que solo un milagro podia -salvar á su sobrina. - -A la mañana siguiente todo fué silencio en el interior de la casa. Se -hablaba en voz muy baja; algunas mugeres y niños se presentaban de -tiempo en tiempo á la verja y se volvian con las lágrimas en los ojos. -Todo el dia y aun hasta mucho despues de puesto el sol, Oliverio se -paseó en el jardin levantando la vista á cada momento hácia la ventana -del aposento de la enferma. Le parecia por la tristeza del lugar que la -muerte debia estar allí y se estremecia de horror. - -Era ya muy entrada la noche cuando Mr. Losberne llegó --Es una gran -desgracia! --dijo al ver á Rosa --Tan jóven, tan amable! Pero poca -esperanza queda! - -Durante muchos dias la muerte parecia habitar en esta casa, tanta era su -tristeza y melancolía, el silencio mas profundo reinaba en ella; el -dolor estaba impreso en todos los semblantes. Una tarde la Señora Maylie -y Oliverio estaban sentados en el salon, cuando fueron arrancados de sus -meditaciones por el ruido de una persona que se acercaba. Ambos se -precipitaron involuntariamente hácia la puerta, en el momento en que -entró Mr. Losberne. - ---Y Rosa? --esclamó la Señora Maylie --Hablad, os lo suplico! Estoy -preparada del todo! No puedo vivir mas tiempo en tan horrible -incertidumbre! Hablad en nombre del cielo; hablad! - ---Calmaos señora! --dijo el doctor, tomándola por el brazo. --Calmaos -os lo ruego! - ---Por amor de Dios dejadme --continuó la Señora Maylie con voz ahogada ---Rosa, mi querida niña! Ha muerto! Se muere! - ---No, --esclamó el doctor con fuerza --Dios que es la misma bondad, -permite que ella viva aun largos años para la felicidad de todos -nosotros. - -La buena Señora cayó de rodillas y procuró plegar las manos en señal -de accion de gracias; pero el valor que la habia sostenido por tanto -tiempo la abandonó de improviso y se desmayó en los brazos de su -antiguo amigo. - - - - -CAPÍTULO XXXIII. - -ENTRA EN LA ESCENA UN NUEVO PERSONAJE --SUCEDE Á OLIVERIO OTRA NUEVA -AVENTURA. - - -EN verdad esta era mayor dicha de la que Oliverio podia soportar. -Aturdido y estupefacto, á una noticia tan inesperada, le era imposible -llorar ni hablar ni aun estarse quieto. Apenas podia darse cuenta á sí -mismo de lo sucedido. Solo despues de haber dado una larga carrera por -los campos y cuando el aire fresco del anochecer le volvió los sentidos, -pudo derramar un torrente de lágrimas. - -La noche estaba ya muy adelantada y regresaba á casa cargado de flores -que habia cojido con particular esmero para adornar el aposento de la -enferma, cuando vio á su espalda un carruaje que avazanba rápidamente. -Se volvió y vió una silla de posta tirada por dos caballos que corrian -al galope. Como el camino era muy estrecho en este sitio se apartó á un -lado para dejar pasar el coche. - -Al pasar este por frente de él divisó á un hombre con un casquete de -algodon cuya fisonomía no le era desconocida á pesar de no haber tenido -tiempo para reconocerle. En menos de un segundo el hombre del gorro de -algodon sacó la cabeza por la portezuela y con voz estentórea gritó al -postillon que parase (lo que no era muy fácil atendida la rapidez con -que marchaban los caballos.) Sin embargo al fin éste último habiéndolo -logrado no sin trabajo, el hombre del gorro de algodon, sacó de nuevo la -cabeza por la portezuela y llamó á Oliverio por su nombre. - ---Oe! Señor Oliverio! Señor Oliverio! Cómo se encuentra la Señorita -Rosa? - ---Sois vos Señor Giles? --esclamó Oliverio corriendo hácia al carruaje. - -Giles se preparaba para responder, porque la borla del gorro de algodon, -se ostentó perpendicular fuera de la portezuela; pero se lo impidió un -jóven, que le hizo sentar otra vez bruscamente, dirijiendo él la -palabra á Oliverio. - ---Sin rodeos! --le dijo --Mejor ó peor? - ---Mejor; mucho mejor! --respondió vivamente Oliverio. - ---Bendito sea el Señor! --Estais bien seguro de ello? - ---Si señor --El cambio se ha verificado hace algunas horas. Mr. Losberne -afirma que _ella_ está ya fuera de peligro. - -Sin decir mas el jóven abrió la portezuela, se lanzó fuera del -carruaje y cojiendo bruscamente á Oliverio por el brazo, lo tomó á -parte. - ---Vos estais seguro de lo que decís, no es verdad amigo mio? --preguntó -con voz temblorosa --Creo que no quereis engañarme dándome una -esperanza que no pueda realizarse, ¿no es cierto? - ---Oh! no seguramente, señor! --contestó Oliverio --No lo haria por todo -lo del mundo; podeis creerme! Hé aquí las propias palabras de Mr. -Losberne: _Ella vivirá aun largos años para la felicidad de todos -nosotros_! Estaba yo presente cuando ha dicho esto á la Señora Maylie. - -Al recuerdo de una escena tan sensible se escaparon de los ojos del niño -lágrimas de ternura y el mismo jóven, volviéndose de lado para ocultar -su emocion guardó silencio largo rato. - -Entre tanto Giles sentado en el estribo del carruaje con los codos -apoyados sobre sus rodillas enjugaba sus lágrimas con un pañuelo de -algodon azul salpicado de puntos blancos. A juzgar por los ojos -encarnados de este fiel criado, su emocion no era de ningun modo finjida. - ---Giles, subid otra vez á la silla de posta é id en derechura á casa -mi madre. --dijo el jóven. --Yo prefiero andar un poco á pié para -prepararme á verla. Le direis que vengo despacio. - ---Señor Enrique os agradeceria mucho --dijo Giles, dando la última -recomposicion á su rostro con el pañuelo --Os agradeceria en el alma -que os dignaseis encargar este mensaje al postillon . . . Creo que no es -_conveniente_ que comparezca de este modo ante las criadas. Si me viesen -en tal estado perderia toda mi _autoridad_ sobre ellas. - ---Pues bien! --repuso Enrique Maylie sonriendo --Obrad á vuestro gusto. -Que se adelante el postillon con las maletas . . . y vos seguidnos si -quereis. Solamente os encargo que cambieis de tocado si os place, sino -preferís que nos tomen por locos. - -Giles acordándose que llevaba en la cabeza su gorro de algodon, lo -embuchó aceleradamente en su faltriquera y tomando su sombrero que -estaba dentro el carruaje, se lo puso sin dilacion. El postillon -emprendió la marcha y Mr. Maylie, Oliverio y Giles siguieron al paso. - -Mientras andaban, Oliverio echaba de tanto en tanto una ojeada al recien -venido. Podia tener de veinte y cuatro á veinte y cinco años; era de -estatura mediana, su noble figura descubria un aire de franqueza y de -bondad, sus maneras eran distinguidas y modestas á la vez. A pesar de la -diferencia que existe entre la juventud y la vejez, se parecia tanto á -la Señora Maylie que Oliverio pudo adivinar sin dificultad que era el -hijo de esa señora aun cuando él no hubiese hablado de ella en tal -cualidad. - -La Señora Maylie estaba impaciente por ver á su hijo en el momento en -que éste abrió la puerta del salon y la entrevista fué de las mas -tiernas. - ---Buena madre! --dijo el jóven --Por qué no haberme escrito mas pronto? - ---Habia escrito. --contestó la Señora Maylie --pero despues de -reflecsionarlo creí que era mas prudente no enviar la carta hasta -despues de haber visto á Mr. Losberne. - ---Pero por qué? --Por qué esperar el último momento? Si Rosa hubiese -. . . (no me atrevo á pronunciar la palabra.) Si esta enfermedad hubiese -tenido un fin diverso, no os hubierais reprochado toda la vida vuestro -silencio? Y yo hubiera podido ser jamás feliz en el porvenir? - ---Si así hubiese sucedido vuestras esperanzas hubieran quedado -completamente destruidas y no se que vuestra llegada aquí un dia mas -pronto ó mas tarde hubiese sido de grande importancia. - ---Quién puede dudarlo madre mia? --Vos sabeis cuanto la amo . . . Vos -debeis saberlo. - ---Así es. --Se muy bien que ella merece el amor mas puro y mas -constante; un amor duradero cimentado por la mas sólida amistad. Si no -estuviera convencida de que un cambio de conducta por parte de aquel que -ella amára destrozaria su corazon, no encontraria mi tarea, tan difícil -de cumplir y no esperimentaria este combate interior cuando me esfuerzo -en obrar lo mas concienzudamente posible en esta circunstancia. - ---Esto no está bien madre mia! Me suponeis pues tan niño que no conozca -mi propio corazon ó que pueda equivocarme sobre la naturaleza de mis -sentimientos? - ---Pienso querido Enrique. --dijo la buena señora poniendo la mano sobre -la espalda de su hijo --pienso que la juventud está sujeta á impulsos -generosos del corazon que no son duraderos y que existen ciertos -sentimientos que por ser divisibles resultan á veces mas pasajeros. Se -además --prosiguió mirando fijamente al jóven --que una muger que -puede sonrojarse de su nacimiento (bien que sin culpa suya) está -espuesta, como sus hijos á los sarcasmos de los necios; que su marido -por generoso que sea, puede un dia arrepentirse de haberle dado su mano -en un momento de entusiasmo y ella notar su indiferencia y morirse de -dolor. - ---El que así se portára seria indigno de llevar el nombre de hombre! -esclamó Enrique. --Este seria un sér brutal. - ---Es así como pensais al presente Enrique? - ---Y como pensaré siempre! --Todo lo que he sufrido desde hace algunos -dias me arranca la confesion sincera de una pasion que no data de ayer y -que no he concebido ligeramente; vos misma lo sabeis. Mis pensamientos, -mis esperanzas, mi porvenir todo está en _ella_. . . No veo nada mas -allá de Rosa. Si poneis un obstáculo á mis deseos me quitais la paz y -la felicidad. Pensadlo seriamente madre mia y conoced mejor mis -sentimientos. - ---Enrique --Justamente porque los conozco, es porque quisiera que no -fueran destrozados. Pero hemos dicho ya bastante sobre este asunto. - -Qué Rosa decida por sí misma! No es cierto que no intentais oponeros á -mis votos? - ---No sin duda. --Pero reflecsionadlo bien vos mismo. - ---Lo he reflecsionado hace años --Mis anhelos serán siempre los mismos! ---replicó Enrique impaciente --Y por qué tardase en declararme? Qué -ventaja sacaré de ello? No veo ninguna. No; antes que deje esta casa es -preciso que Rosa me escuche! - ---Ella os escuchará. --dijo la señora Maylie preparándose para -marcharse del salon. - ---Dónde vais madre mia? - ---Voy á reunime con Rosa. Hasta la vista! - ---Os volveré á ver esta noche? --preguntó vivamente Enrique. - ---Sin duda! --contestó la buena señora. - ---Decidla tambien cuán inquieto he estado! Cuanto he sufrido al saber -que estaba enferma y cuanto me tarda el verla . . . No es verdad madre -mia que haréis esto por amor á mí? - ---Sí; --La diré todo esto. --Despues de estas palabras apretó -tiernamente la mano de su hijo y desapareció. - -Durante este diálogo entre la madre y el hijo, Mr. Losberne y Oliverio -se habian mantenido apartados al estremo del salon. El primero se -adelantó entonces hácia Enrique, tendiéndole la mano y despues de -algunos saludos por una y otra parte el doctor en contestacion á las -preguntas multiplicadas del jóven, le hizo un detalle ecsacto de los -progresos de la enfermedad de Rosa y del cambio feliz que se habia -operado por la tarde; el que estuvo perfectamente acorde con lo que -Oliverio habia dicho en el camino. - ---No os ha acontecido algo de estraordinario desde aquel hecho de marras -carísimo Giles? --preguntó el doctor volviéndose á éste que mientras -se ocupaba en desocupar las maletas prestaba un oido atento á lo que se -decia de su jóven ama. - ---No señor. --respondió Giles ruborizándose hasta el blanco de los -ojos. - ---Y no habeis puesto la mano sobre ningun _ladron_? --añadió el doctor -con malicia. - ---Sobre ninguno señor. --repuso Giles con suma gravedad. - ---Lo siento á fé mia! --continuó el doctor. --Os lucís tanto en esta -especie de cosas! Y Brilles que tal anda? - ---El jóven, se porta bien á Dios gracias! --replicó Giles volviéndo -á recobrar su aire de importancia --Me ha encargado para vos muchas -espresiones. - ---Muy bien! --dijo Mr. Losberne --A propósito Giles! Vuestra presencia -me recuerda que la víspera de mi llegada aquí desempeñé con vuestra -ama una pequeña comision á favor vuestro. Queréis tomaros la molestia -de acercaros para que os diga una palabra aparte? - -Giles se adelantó hácia el alfeizar de la ventana, con ademan de -importancia y de asombro á la vez, y luego que hubo tenido con el doctor -una pequeña conferencia en voz baja, que terminó por un gran número de -cortesias, se retiró con una satisfaccion poco comun. El motivo de esta -conferencia no fué conocido en el salon pero se supo á la cocina porque -Mr. Giles se dirijió á ella en derechura y habiéndose hecho llevar un -jarro de cerveza y vasos, anunció con aire de complaciente dignidad que -produjo grande efecto, que en consideracion á su conducta brillante -cuando la tentativa del robo habia placido á su ama depositar en la caja -de ahorros la suma de veinte y cinco libras esterlinas en su nombre y por -su propia cuenta. - -El resto de la velada se pasó alegramente en el salon; porque Mr. -Losberne tenia buen humor; y bien que Enrique Maylie estuviese pensativo -y al mismo tiempo muy fatigado, no pudo sostenerse contra las salidas y -la gracia del doctor, al relatar algunas anécdotas referentes á su -profesion llenas de mucha sal y mucha chispa; de modo que Oliverio que -jamás habia oido nada semejante no pudo menos de reir á carcajadas, con -gran satisfaccion del doctor que se reia á su vez á garganta desplegada -de las farzas que divulgaba y cuya alegria loca arrastrando pronto á -Enrique Maylie no pudo menos de seguir su ejemplo. - -A la mañana siguiente Oliverio se levantó mas ufano y mas dispuesto y -se entregó á sus ocupaciones ordinarias con mas placer del que le habia -hecho en los dias anteriores. - -Una cosa digna de observacion y que no escapó á Oliverio fué que no -era solo en sus escursiones matutinales. Desde la vez primera que Enrique -Maylie le víó regresar á casa cargado de ramilletes, de repente cobró -tal pasion por las flores y las reunia con tanto gusto que muy pronto -sobrepujó en este arte á su jóven compañero. Pero si Oliverio estaba -mas atrasado en cuanto á esto, sabia mejor donde encontrar las mas -hermosas y cada mañana nuestros dos amigos recorrian la llanura y nunca -volvian á casa con las manos vacías. Cuando alguna vez Rosa para -respirar un aire mas puro dejaba su ventana entreabierta se hubiera -podido observar al interior en un jarro lleno de agua, un bonito -ramillete cuyas flores estaban artísticamente mezcladas. Un ramillete -nuevo reemplazaba cada dia al de la víspera, que se guardaba -preciosamente aun que estuviera marchito, y Oliverio notó que cada vez -que Mr. Losberne se paseaba en el jardin nunca dejaba de levantar su -vista hácia la ventana sobre la que estaba el pequeño jarro y que -entonces balanceaba la cabeza del modo mas espresivo. Entre tanto Rosa se -restablecia y recobraba de dia en dia sus fuerzas. - -A pesar de que la jóven convaleciente no se hallase aun en estado de -dejar el aposento y que los paseos acostumbrados de la tarde no tuviesen -lugar mas que raras veces, Oliverio no encontraba por eso el tiempo -largo. Redobló de asiduidad al lado del buen anciano que le daba -lecciones y trabajaba con tal ardor, que él mismo quedó sorprendido de -los progresos rápidos que hizo. Mientras seguia el curso de sus estudios -fué cuando se alarmó muchísimo por un accidente imprevisto. - -La salita que le servia de gabinete de estudio estaba situada en el piso -bajo tras de la casa. Recibia la luz por una ventana enrejada al rededor -de la cual se entrelazaban la madreselva y el jazmin, que derramaban en -el interior un perfume delicioso. Esta ventana caia en un jardin cerrado -por una cerca tras la cual se veian verdes florestas y prados esmaltados -de flores. Como no habia habitacion cercana en esta direccion su -perspectiva era dilatadísima. - -Una tarde cuando las primeras sombras de la noche empezaban á cubrir la -tierra, Oliverio estaba sentado frente á una mesa cerca la ventana de su -gabinete con los ojos fijos sobre sus libros. Como el dia habia sido -escesivamente caloroso y él habia trabajado mucho, se amodorró por -grados y se durmió insensiblemente. - -Oliverio sabia muy bien que estaba en su salita de estudio, con sus -libros colocados ante él sobre una mesa y que un zéfiro blando ajitaba -las hojas al exterior; con todo dormia. De repente la escena cambió, el -aire se hizo mas espeso y se creyó de nuevo en la casa del judío, donde -el horrible viejo desde el rincon de la chimenea su sitio acostumbrado le -señalaba con el dedo, hablando al oido de otro individuo sentado á su -lado que daba la espalda al niño. - ---Chito! dijo Fagin --El es! vámonos! - ---El! --respondió el otro --pensais que no le reconozca? Si se -encontrára en medio de una multitud de demonios, revestidos de su misma -forma y fisonomía, algo habria que me lo haria reconocer entre ellos. Si -estuviera á cincuenta piés bajo la tierra y la casualidad me condujera -sobre su tumba sabria bien que está enterrado allí aunque nada hubiera -que me lo indicase. Qué un rayo le confunda! - -Habia tanto ódio en las palabras de ese hombre que Oliverio se despertó -sobresaltado y se estremeció de espanto. - ---Gran Dios! --allí, allí . . . ante su ventana, muy cerca de él . . . -tan cerca que hubieran podido tocarle, antes de tener tiempo para huir . . . -vió al judío que le miraba! Su vista penetrante encontró la suya . . . -y al lado del horrible viejo . . . ante esta misma ventana pálido de -rabia ó de terror ó tal vez de ambas cosas estaba ese mismo hombre que -le habia hablado tan bruscamente á la puerta de la posada. - -En menos de nada desaparecieron con la celeridad del relámpago pero le -habian reconocido como él á ellos y sus miradas habian quedado grabadas -en su memoria tan profundamente como sobre la piedra. Por de pronto -quedó hecho un mármol; pero luego abriendo la reja y saltando por la -ventana al jardin dió la alarma dando _grandes gritos_. - - - - -CAPÍTULO XXXIV. - -RESULTADO POCO SATISFACTORIO DE LA AVENTURA DE OLIVERIO ENTREVISTA DE -ALGUNA IMPORTANCIA ENTRE ENRIQUE MAYLIE Y LA SEÑORITA ROSA. - - -CUANDO los comensales de la casa atraidos por los gritos de Oliverio -llegaron apresuradamente al jardin, encontraron, á ese pobre niño -pálido y azorado señalando con el dedo el prado, al detrás de la cerca -y pudiendo apenas articular estas palabras. - ---El judío! el judío! - -Giles no podia comprender lo que esto significaba, pero Enrique Maylie á -quien su madre habia contado la historia de Oliverio estuvo pronto al -caso. - ---¿Qué camino ha tomado? --preguntó armándose de un buen garrote que -estaba en un rincon. - ---Por allí! --contestó Oliverio señalando con el dedo la direccion que -habian tomado los dos hombres. Los he perdido de vista en un momento. - ---Entonces están en el barranco. Seguidme tan de cerca como podais. -Dicho esto, saltó la cerca y corrió con tal prisa que los demás -tuvieron trabajo en seguir sus pasos. - -Giles andó cuanto pudo. Oliverio hizo lo mismo; y Mr. Losberne, que -habia ido á dar un paseo por los campos, habiendo regresado en esta -circunstancia, saltó la cerca como los otros tres y enderezándose con -mas ligereza de la que podia creerse en él, les siguió muy de cerca -llamándoles todo el camino para saber la causa de su escursion. - -Así corrieron, sin tomar aliento hasta el angulo de un campo indicado -por Oliverio. Entonces Enrique Maylie que habia llegado el primero, se -puso á inspeccionar el barranco y la cerca. En este tiempo se le -reunieron los demás y Oliverio pudo esplicar á Mr. Losberne el motivo -de esta persecucion. - -Sus pesquisas fueron inútiles; no descubrieron mas que las huellas de -los pasos de los dos fugitivos. En este momento se hallaban en la cima de -una colina que dominaba la llanura, en un rádio de tres ó cuatro -millas. La aldea estaba en el fondo á la derecha; pero suponiendo que -los dos hombres hubiesen tratado de refugiarse en ella, tenian necesidad -de hacer en rasa campiña un circuito que no les era posible recorrer en -tan poco tiempo. Es verdad que un bosquecillo rodeaba la pradera en otra -direccion pero no habian podido llegar á él por la misma razon. - ---Oliverio de seguro habeis soñado! dijo Enrique Maylie tomando á parte -á Oliverio. - ---Oh! no seguramente Caballero! --replicó Oliverio á quien el recuerdo -del asqueroso viejo hizo estremecer involuntariamente --Los he visto -demasiado bien . . . Los he visto á ambos como os veo á vos ahora. - ---¿Quién era el otro? --preguntaron á un tiempo el jóven y Mr. -Losberne. - ---Aquel de quien os he dicho me trató tan bruscamente á la puerta de la -posada --dijo Oliverio --Nos hemos mirado uno á otro con harta fijeza -paraque pueda engañarme . . . Juraria que es él. - ---Estais seguro de que se han escapado por este lado? preguntó Enrique. - ---Estoy tan seguro como es la verdad que estaban frente mi ventana ---replicó Oliverio señalando con el dedo la cerca que separaba el -jardin y la pradera. El mas alto ha saltado en ese mismo sitio y el -judío ha pasado por ese agujero que veis á la derecha. - -Enrique Maylie y Mr. Losberne se miraron y parecieron satisfechos de las -respuestas de Oliverio. Sin embargo ningun indicio de personas que huyen -precipitadamente, se ofreció á su vista: la yerba alta no . . . estaba -pisoteada en ninguna parte escepto en los sitios que ellos mismos habian -recorrido, los bordes del barranco eran todo barro, pero en ningun punto -ese barro llevaba la marca de zapatos de hombre. - ---Cosa estraña! --dijo Enrique. - ---Estraña! --repitió el doctor --y tanto que los mismos Blathers y Duff -perderian la brújula. - -Apesar del resultado nulo de sus pesquisas, no renunciaron á ellas hasta -que la noche que se le venia encima las hizo del todo infructuosas; y -esto aun con sentimiento. Giles provisto de las señas de los dos -hombres, fué enviado á las tabernas del pueblo en que pudieran estar -con el objeto de beber ó divertirse; pero no trajo ninguna nueva capaz -de aclarar ó disipar este misterio. - -A la mañana siguiente, se practicaron nuevas indagaciones sin obtener -mejor resultado. Al otro dia Mr. Maylie y Oliverio se dirijieron al -villorrio vecino con la esperanza de saber algo relativo á los dos -hombres, pero no regresaron mas sabios que cuando partieron. Pronto se -acabó por olvidar este asunto, á ejemplo de tantos otros que mueren por -sí mismos cuando se ha extinguido su sabor de maravilla. - -Entre tanto Rosa se restablecia rápidamente. A los pocos dias se halló -en estado de salir y mezclándose de nuevo con la familia volvió la -alegria en todos los corazones. - -Pero aun que este cambio feliz produjo un efecto visible sobre el -pequeño círculo de amigos y aun que la felicidad y el contento reinasen -aun otra vez en la casa, existia de cuando en cuando entre algunos de -ellos (y Rosa era el del número) un embarazo desusado, que Oliverio se -vió obligado á notar. La Señora Maylie se encerraba á menudo con su -hijo durante horas enteras y la jóven compareció mas de una vez en el -salon con los ojos húmedos de lágrimas. - -Despues que Mr. Losberne hubo fijado el dia de su partida para Chertsey -este embarazo redobló: era pues evidente que pasaba algo que afectaba -vivamente á la jóven señorita y á otra persona además. - -Una mañana que Rosa estaba sola en el comedor, Enrique Maylie entró y -le pidió con mucha instancia hablarle un momento. - ---Algunos minutos, Rosa! Solo algunos minutos! --dijo Enrique acercando -su silla á la de la jóven. --Lo que tengo que deciros, debe haberse -presentado por sí mismo en vuestra alma. No ignorais mis mas queridas -esperanzas; mis sentimientos os son conocidos aun que no os los haya -revelado yo mismo. - -Rosa que se habia puesto pálida desde la entrada de Enrique Maylie, hizo -solo una señal de cabeza y entreteniéndose en desojar algunas flores -que tenia en la mano esperó en silencio que continuára. - ---Hace tiempo que debiera haber partido --dijo Enrique. - ---Es verdad --contestó Rosa --Perdonadme si os hablo así; pero siento -que no lo hayais efectuado. - ---He venido aquí impulsado por el mas terrible de los temores --repuso -el jóven; el de perder al objeto de todas mis afecciones . . . el sér -que me es mas querido á la vida . . . aquella en fin sobre quien fundo -mis deseos y mi esperanza. - -En este momento se escaparon de los ojos de la jóven algunas lágrimas -que aumentaron aun mas su belleza. - ---Un ángel! --continuó Enrique con pasion --una criatura tan hermosa y -tan pura como los ángeles del cielo, flotaba entre la vida y la muerte. -Oh! quien podia pensar, que cuando iba á abrírsele la mansion de los -bienaventurados de que es tan digna, debiere aun conocer las miserias y -los sinsabores de este mundo! Rosa! Rosa! Os restableceis de dia en dia, -diré casi de hora en hora y yo espío ese cambio de la muerte á la vida -con la ansiedad mas viva . . . Y si el afecto que os profeso me ha hecho -derramar lágrimas de ternura y de contento; no me reprocheis por ello, -porque ellas han dulcificado mis penas y vuelto la calma á mis sentidos. - ---No era esta mi intencion --dijo Rosa visiblemente conmovida --Por -interés vuestro hubiera deseado veros proseguir únicamente ocupaciones -mas sérias y mas dignas de vos. - ---Y qué ocupacion mas digna de mi que el esforzarme en conquistar un -corazon como el vuestro? --contestó Enrique tomando la mano de la jóven ---Rosa! Yo os amo desde largo tiempo! Si procuro crearme un nombre, es -solo para ofrecéroslo. Aunque ese tiempo no haya llegado todavia, -aceptad este corazon que os pertenece . . . De vuestra respuesta depende -mi porvenir! - ---Vuestra conducta ha sido siempre noble y generosa! --dijo Rosa -procurando dominar su emocion. - ---Debo acumular todos los esfuerzos para mereceros? Hablad Rosa! - ---Al contrario --repuso Rosa --debeis procurar olvidarme, no como la -amiga y la compañera de vuestra infancia, esto me seria demasiado -doloroso; pero si como el objeto de vuestro amor. - -Se siguió á esto un instante de silencio durante el cual Rosa llevando -la mano á sus ojos dió libre curso á sus lágrimas. - ---Y cuáles son vuestras razones para obrar así? --dijo en fin Enrique -con aire desazonado --¿Puedo saberlas? - ---Sin duda --contestó Rosa --teneis derecho de conocerlas! --Todo lo que -podais decirme no me hará cambiar de resolucion . . . - ---Ella es pues irrevocable? - ---Si Enrique! Me debo á mi misma, pobre jóven, sin padres, sin fortuna -y sin nombre, el no dar que pensar al mundo, que por un motivo de -interés he alentado la primera pasion de un jóven y que he sido un -obstáculo á sus proyectos futuros. - ---Ah! vuestra inclinacion concuerda con eso que creeis vuestro deber! -dijo Enrique. - ---No; repuso Rosa. --ruborizándose hasta el estremo --No lo creais! - ---Entonces participais de mi amor? --replicó Enrique --Ah! decid Rosa, -decid solamente esto y dulcificareis la amargura de esta cruel -contrariedad! - ---Si hubiese podido hacerlo sin causar daño al que amo --dijo Rosa --tal -vez hubiera . . . - ---Recibido esta declaracion de modo muy diferente? repuso vivamente -Enrique --Hablad Rosa. Merezca al menos de vos esta confesion! - ---Es verdad --replicó la jóven desprendiendo su mano de la de Enrique. ---Pero por qué prolongar una entrevista que me es tan dolorosa, aun que -me procure la dicha de saber que un dia he podido ocupar el sitio mejor -de vuestro corazon? A Dios Enrique! Jamás semejante entrevista se -renovará entre nosotros. Que una franca y pura amistad nos una como en -el pasado. - ---Una palabra aun! --dijo Enrique --Que yo oiga vuestras razones de -vuestro propio labio. Dadme á conocer el motivo de vuestra denegacion. - ---El porvenir que se os ofrece es brillante! --dijo Rosa con firmeza ---todos los honores que acompañan á los grandes talentos, os están -preparados . . . Teneis amigos poderosos que os ayudarán con todo su -poder . . . pero esos amigos son orgullosos y yo no me mezclaré jamás -con personas que podrian despreciar á mi madre . . . mucho menos -quisiera envolver en mi desgracia al hijo de aquella que me ha hecho sus -veces. En una palabra --prosiguió la jóven volviéndo la cabeza --mi -nombre lleva una mancha que el mundo haria recaer sobre inocentes; la -guardaré para mí y la vergüenza será para mi sola. - ---Una última palabra Rosa! no mas que una palabra! esclamó Enrique -poniéndose ante ella cuando iba á retirarse --Si yo hubiese sido menos -feliz --(segun el mundo considera la felicidad.) si mi vida hubiese sido -sencilla y obscura . . . Si hubiese sido pobre, enfermo y abandonado de -todo el mundo, hubierais rechazado mis ofrecimientos? - ---No me obligueis á responder --dijo Rosa --Esto no es así ni será -nunca. No es conveniente para vos apurarme de este modo. - ---Si vuestra respuesta debe ser tal como me atrevo cuasi á esperarla ---repuso Enrique --ella arrojará un rayo de felicidad sobre mi triste -destino. Rosa! En nombre del afecto que os profeso; en nombre de todo lo -que he sufrido y de lo que estoy condenado á sufrir por causa vuestra -responded á esta sola pregunta! - ---Si vuestro destino hubiese sido otro --contestó la jóven --si no -hubiese habido una diferencia tan grande entre vuestra suerte y la mia, -si hubiese podido haceros la ecsistencia mas dulce y no ser un obstáculo -á vuestro adelantamiento en el mundo, esta entrevista hubiera sido menos -dolorosa. Tengo motivos para ser feliz . . . muy feliz ahora; pero -entonces Enrique lo hubiera sido mucho mas. No puedo impedirme esta -flaqueza; pero mi resolucion no será por eso menos firme --dijo -tendiendo la mano á Enrique. --Es preciso que os deje! - ---No os pido mas que una cosa --dijo Enrique . . . permitidme (que dentro -un año ó quizá mas pronto) os hable por la última vez sobre este -objeto. - ---No para apremiarme á que cambie de resolucion --contestó Rosa con una -sonrisa melancólica --esto seria inútil. - ---No --replicó Enrique --pero para oíroslo repetir si quereis. Entonces -pondré á vuestros piés mi posicion y mi fortuna y si persistís en -vuestra resolucion os prometo no hacer nada para cambiarla. - ---Pues bien sea! repuso Rosa --estos no son mas que nuevos dolores que me -preparo, pero en esa época tal vez esté en estado de soportarlos. - -Tendió de nuevo su mano á Enrique y se separaron. - - - - -[Illustration: Miss Rosa.] - - - - -CAPÍTULO XXXV. - -EL QUE AUNQUE CORTO NO POR ESO DEJA DE SER DE CIERTA IMPORTANCIA PARA -ESTA HISTORIA, PUES QUE ES CONTINUACION DEL CAPÍTULO PRECEDENTE Y -CONDUCE NECESARIAMENTE AL QUE SIGUE. - - -CON qué esta mañana estais resuelto á acompañarme? --dijo el doctor -á Enrique Maylie viéndole entrar en el comedor, donde con Oliverio le -esperaba para almorzar. No estabais en la misma disposicion una hora -seguida. - ---Doctor me diréis todo lo contrario uno de estos dias --respondió -Enrique ruborizándose. - ---Deseo tener motivo para ello --replicó el doctor --aunque hablándoos -con franqueza no tengo de ello esperanza. Ayer por la mañana, habiais -resuelto súbitamente quedaros aquí y á fuer de buen hijo acompañar á -la Señora Maylie en su escursion á las orillas del mar; --despues del -medio dia anunciais que me dispensaréis el honor de venir conmigo, hasta -el punto en que dejaré el camino de Lóndres; y á la víspera me -instais con mucho misterio para que parta antes que esas señoras estén -levantadas, lo que es causa de que Oliverio se esté ahí enclavado en su -silla, esperándoos en vez de recorrer los campos y ocuparse de botánica -como acostumbro todas las mañanas . . . ¡Esto es muy malo! ¿No es -cierto Oliverio? - ---Oh! creedlo caballero, me hubiera desesperado, de no encontrarme en -casa en el momento de vuestra partida --respondió Oliverio. - ---Eh ahí lo que se llama un muchacho encantador! replicó Mr. Losberne ---pero hablando formalmente Enrique, acaso habeis recibido alguna carta -de los miembros de la _cámara alta_ que ya estais tan impaciente de -partir? - ---Los miembros de la _cámara alta_ no me han escrito ni una sola vez -desde que estoy aquí y ni aun es probable que en esta estacion del año -suceda nada que necesite mi presencia entro ellos. - ---Entonces --replicó el doctor, --sois muy admirable! pero ellos sin -duda alguna os tendrán en el parlamento. - -Enrique Maylie estuvo en este instante á punto de hacer algunas -manifestaciones que no hubieran asombrado poco al doctor; pero se -contentó con decir: --Verémos mas tarde --y aquí concluyó la -conversacion. Poco despues la silla de posta llegó frente la casa, Giles -entró para tomar el equipaje y Mr. Losberne le siguió hasta la puerta -de la calle para verlo cargar. - ---Oliverio! dijo Enrique en voz baja. --Tengo algo que deciros. - -Oliverio siguió á Mr. Maylie hácia el alfeizar de una ventana, muy -sorprendido del contraste chocante que ofrecia la conducta del jóven, -triste y alegre á la vez. - ---Ahora, empezais ya á escribir algo correctamente no es cierto? - ---Si . . . bastante bien caballero --respondió éste. - ---Pueda que tarde algun tiempo en volver á esta casa; descaria que me -escribieseis . . . algo amenudo . . . por ejemplo una vez cada quince -dias: cada lunes mejor. - ---Con mucho gusto caballero! --esclamó Oliverio encantado de esta -muestra de confianza por parte del hijo de su bienhechora. - ---Tendria un placer de saber por vos como . . . lo pasan mi madre . . . y -. . . la Señorita Maylie, respecto á salud --prosiguió el jóven ---Escribidme largo y habladme de los paseos que dais por la tarde; del -objeto de vuestras conversaciones; y decidme sobre todo si _ella_. ---Quiero decir si esas dos señoras se muestran felices --Comprendeis -bien, no es cierto? - ---Oh! si caballero! --replicó Oliverio. - ---No es necesario que las hableis de ello --añadió Enrique afectando un -tono de indiferencia. Esto obligaria sin duda á mi madre á escribirme -mas amenudo; y yo quisiera, todo lo posible evitarla esta molestia. - -Oliverio prometió escribir largas cartas y guardar fielmente el secreto -y Mr. Maylie se despidió de él despues de haberle dado seguridades de -su afecto y de su proteccion. - -El doctor estaba ya en la silla de posta. Enrique lanzó una mirada -furtiva hácia la ventana de Rosa y se avalanzó dentro del carruaje. - ---En marcha! gritó --A escape postillon! - ---Eh! no tan aprisa . . . no tan aprisa --gritó á su vez el doctor -bajando el vidrio delantero. - -La silla de posta se alejó pronto y las ruedas girahan con tal -velocidad, que era imposible á la vista el seguirlas. - -Ella se hallaba ya á tres ó cuatro millas de la habitacion de nuestros -amigos, cuando cierta persona permanecia aun en pié, con los ojos fijos -en el punto donde habia desaparecido: porque en esa misma ventana hácia -la cual Enrique habia lanzado una mirada furtiva antes de subir al coche, -trás el blanco cortinaje que la habia ocultado á los ojos del jóven, -estaba Rosa muda é inmóvil. - ---Parece que es feliz! --dijo al fin. --Por un momento he temido lo -contrario . . . Me engañaba . . . Estoy contenta! muy contenta! - - - - -CAPÍTULO XXXVI. - -EN EL QUE, TRANSPORTÁNDOSE AL CAPÍTULO XXXIII DE ESTA OBRA, SE NOTARÁ -UN CONTRASTE POR DESGRACIA DEMASIADO COMUN EN EL MATRIMONIO. - - -MONSIEUR Bumble estaba sentado en el locutorio de la casa de caridad con -los ojos tristemente fijos en el hogar que por razon de la bella -primavera se hallaba sin fuego. - -La tristeza de Mr. Bumble no era la sola cosa capaz de exitar la -compasion. Todo en su persona anunciaba que habia tenido lugar un gran -cambio en su posicion social. ¿Qué se habian hecho el sombrero de tres -picos y el frac galoneado? Es cierto que llevaba como antes unos calzones -cortos y medias de algodon negras, pero ellos no eran ya los _calzones de -paño felpudo_. La casaca tenia largos faldones, como la otra; pero cuán -diferente de ella. El elegante sombrero de tres picos habia sido -reemplazado por un modesto sombrero redondo . . . Mr. Bumble en fin no -era ya Pertiguero. - -Mr. Bumble se habia casado con la Señora Corney y habia llegado al grado -de director de la casa de caridad. - ---Pensar que mañana hará dos meses que estamos casados! - -Se hubiera podido creer, por lo que acababa de decir Mr. Bumble, que este -corto espacio de tiempo habia comprendido toda una existencia de -felicidad; pero un fuerte suspiro probaba demasiado lo contrario. - ---Me he vendido por seis cucharas de café, un par de tenacillas para el -azúcar, un jarro de leche, algunos malos muebles y veinte libras -esterlinas --Puedo alabarme de haber sido muy mentecato! Preciso es -confesar que la compra ha sido buena! - ---Buena compra! Buena compra! --gritó una voz acre al oido de Mr. -Bumble. --Menos que ello, hubiera sido aun demasiado por lo que vos -valeis. - -Mr. Bumble se volvió y se encontró cara á cara con su interesante -mitad que habia cojido imperfectamente el sentido de sus medias palabras. - ---Señora Bumble! --dijo éste con aire severo y sentimental. - ---Y qué? --contestó la señora. - ---Tened la bondad de mirarme un poco si os place! Si sostiene mi mirada ---se dijo Mr. Bumble para sí mismo, --puede desafiarlo todo. Jamás (al -menos que yo sepa) he dejado de producir el mayor efecto sobre los -_pobres_ . . . Si ella puede suportarla, mi autoridad está perdida para -siempre. - -El caso es que la matrona de ningun modo se desconcertó por la que le -lanzó Mr. Bumble. Muy lejos de ello afectó la mayor indiferencia y -llevó el desprecio hasta reirse en las propias barbas de su marido de -tan buena gana en apariencia y con tanto estrépito como si fuera lo mas -natural. - -Asombrado de un hecho que de seguro no esparaba, Mr. Bumble no supo si -debia dar crédito á sus ojos y á sus orejas. Se puso pensativo y solo -la voz de su dulce mitad pudo sacarle de sus reflecsiones. - ---Vais á quedaros aquí todo el dia roncando? --preguntó ésta. - ---Me quedaré aquí todo el tiempo que me dará la gana, lo entendeis ---señora --contestó Mr. Bumble . . . Y aun que no _ronco_ roncaré, -bostezaré, estornudaré, reiré, cantaré, gritaré, segun sea mi -capricho, á tenor de mis _prerrogativas_. - ---_Vuestras prerrogativas_? --esclamó la Señora Bumble. - ---He dicho la palabra señora! observó el ex-pertiguero. --Las -_prerrogativas_ del hombre . . . son el mandar. - ---Y cuáles son las prerrogativas de la mujer . . . si os place? - ---El obedecer señora! --respondió Mr. Bumble con voz de trueno. ---Vuestro difunto primer marido (el desdichado Corney) hubiera debido -enseñároslo y pueda que si lo hubiese hecho fuera aun de este mundo . . . -Pobre hombre! yo me alegraria de ello de todo corazon! - -La Señora Bumble vió de una sola ojeada que era llegado el momento -decisivo y que era preciso dar un gran golpe para asegurar la soberanía -en favor del uno ó del otro. Así pues, luego que hubo oido la alusion -hecha á la memoria del difunto, dejándose caer en una silla, gritó que -Mr. Bumble no era mas que un _irracional_ y derramó un torrente de -lágrimas. - -Pero las lágrimas no eran cosa capaz de hallar cabida en el corazon de -Mr. Bumble el cual estaba construido á prueba de agua. - ---Esto descarga los pulmones, lava la cara, ejercita los ojos y dulcifica -el carácter --añadió --con que llorad, llorad querida! - -Al propio tiempo Mr. Bumble tomó su sombrero que estaba colgado de un -clavo y ladeándolo un tanto sobre su cabeza (á guisa de maton) y como -corresponde al hombre que ha establecido su superioridad de una manera -conveniente, metió ambas manos en sus faltriqueras y se dirijió, -andando á saltitos hácia la puerta dándose humos de consumado -espadachin. - -La ante dicha Señora Corney habia ensayado el espediente del lloriqueo, -por creerlo menos fatigoso que venir á las manos; pero con todo estaba -completamente decidida á emplear este último medio como tuvo ocasion, -de saberlo incontinenti Mr. Bumble. Un ruido sordo sorprendió á su -oreja y al mismo tiempo su sombrero fué volando al otro estremo de la -sala. Esta accion preliminar dejaba la cabeza de su dueño desnuda y la -buena señora con una mano le cojió por el cogote y con la otra le -asestó una lluvia de puñetazos sobre la desdichada cabeza con un vigor -y una destreza poco comunes. - -En esto la Señora Bumble dió algunos pasos atrás para arreglar la -alfombra, que habia sido desordenada con los piés durante la lucha y Mr. -Bumble se escapó sin dilacion de la sala. - -Mr. Bumble quedó sumamente estupefacto y lindamente apaleado. Tenia una -propension decidida en hacerse el fanfarron y esta propension le infundia -cierto placer en ejercer una pequeña tiranía sobre los que le estaban -subordinados: no necesitamos decir que era poltron. - -Pero la medida de su degradacion no estaba llena aun y otra afrenta le -estaba reservada. Despues de haber recorrido el establecimiento en todas -direcciones pensando por la vez primera que la ley concerniente á los -pobres --era demasiado severa y que aquellos que abandonaban sus mujeres -y las dejaban, al cuidado de la parroquia eran mas dignos de compasion -que de reproche atendido á lo mucho que debian haber sufrido, Mr. Bumble -se encontró cerca el lavadero donde las mujeres de la casa lavaban -ordinariamente la ropa de la parroquia y la conversacion le pareció en -un diapason mas alto de lo regular. - ---Hem! --hizo el digno director recobrando ese aire de orgullo que le era -natural --al menos esas _pordioseras_ --continuarán respetando mis -_prerrogativas_ --Ola! ¿qué significa este barullo? Os callaréis -viejas brujas! - -Esto diciendo Mr. Bumble abrió la puerta y se adelantó con ademan -irritado; pero apenas hubo dado algunos pasos, se calmó viendo á su -esposa que no esperaba encontrar allí. - ---Mi querida amiga --dijo --no os hacia en este sitio. - ---No eh? --contestó la amable señora --y vos mismo que venís á hacer -en él? - ---Mi querida amiga se me figuraba que hablaban demasiado para poder -dedicarse á su trabajo! --repuso Mr. Bumble mirando con aire despavorido -á dos viejas ocupadas en javonear en una cubeta y que se comunicaban su -asombro respecto á la humildad del director de la casa. - ---Se os figuró que hablaban demasiado no es cierto? --dijo la matrona ---Y quién os hace meter á vos en camisa de once varas? - ---Pero mi querida amiga! --replicó Mr. Bumble humildemente. - ---Sí, lo repito; quién os hace meter en camisa de once varas? preguntó -la matrona. - ---Es cierto que vos sois aquí la señora. --respondió aquel con el -mismo tono --pero creia que vos no podiais estar presente en este momento. - ---Quereis que os hable claro Mr. Bumble --repuso la Señora --pues sabed -que estais aquí de mas y que sois demasiado propenso á meter el hocico -donde no os incumbe. No hay nadie de esta casa que no se ria de vos luego -que habeis vuelto la espalda y vuestras boberías os hacen tan ridículo, -que á cada hora del dia sois el bú de todo el mundo! Ea! salid de aquí! - -Al aspecto de las dos viejas pordioseras que, se guiñaban grotescamente -el ojo, Mr. Bumble esperimentó, un cerramiento de corazon y vaciló un -instante, pero su consorte, cuya impaciencia no sufria retardo, cojió un -cacillo, lo sumerjió en el agua de jabon y señalándole la puerta con -el dedo, le mandó salir bajo pena de recibir el líquido sobre su noble -persona. - -Qué podia hacer Mr. Bumble? Miró en torno suyo con triante contrito y -desfiló á paso redoblado. Apenas habia pasado el lindar de la puerta, -cuando las carcajadas de las dos viejas redoblaron con mayor brio que -antes. El las vió y le atravesaron hasta el centro del corazon. Esto -solo faltaba. Estaba degradado á sus ojos; habia perdido su aplomo y su -autoridad sobre los _pobres_ del establecimiento, habia caido de la -cumbre, de la grandeza y del esplendor del _pertiguerismo_ al estado mas -vil de _marido con faldas_. - ---Y todo esto en el espacio de dos meses! --dijo Mr. Bumble con el alma -agoviada de tan tristes pensamientos. --Dos meses! - -Esto pasaba de la raya: Mr. Bumble descargó un bofeton al muchacho que -le abrió la puerta principal, porque en medio de sus delirios habia -llegado bajo el portal y se lanzó á la calle. - -Marchó como un loco, tomando ya á la derecha y á la izquierda hasta -que el aire y el ejercicio le hubieron calmado un tanto: entonces se -sintió sediento: pasó por delante muchas tabernas, sin que llamasen su -atencion y observando una entre otras situada al estremo de un callejon -sin salida, entró en ella. - -Un hombre estaba sentado á una mesa; era moreno y de buena talla; una -larga capa cubria sus espaldas y le ocultaba una parte de las facciones. -Parecia forastero en aquellos sitios y al mirar, el estravio de sus ojos -y el polvo de su calzado, era fácil adivinar que venia de lejos. Lanzó -una mirada oblícua á Monsieur Bumble; pero apenas se dignó contestar -al saludo que éste le hizo. - -Sin embargo sucedió (lo que sucede á menudo cuando los hombres se -encuentran en tales circunstancias,) que Mr. Bumble, no pudo menos de -lanzar de tanto en tanto una mirada furtiva al desconocido; y cada vez -que este le sucedia, volvia pronto la vista sobre el periódico, confuso -de ver que en el propio instante aquel le miraba de igual modo. - -Despues que sus ojos se hubieron encontrado, así varias veces el -desconocido rompió al fin el silencio. - -Era á mí á quién buscabais cuando habeis metido la cabeza en la -ventana? --dijo con voz sombría. - ---No que sepa; á menos que no seais el Señor . . . - -Aquí Mr. Bumble se paró en seco, porque deseaba saber el nombre del -desconocido y pensó que en su impaciencia éste acabaria la frase -nombrándose. - ---Veo ahora que no es á mi á quien buscais --continuó el otro con -acento de desden --de lo contrario sabriais mi nombre. - ---No ha sido mi ánimo ofenderos jóven! --observó Mr. Bumble con -dignidad. - ---Ni yo me ofendo. --contestó el otro. - -Siguió á esto un corto silencio, que el forastero rompió de nuevo. - ---Paréceme que os he visto otra vez --dijo --vestiais entonces otro -traje. No he hecho mas que pasar por vuestro lado en la calle; pero creo -reconoceros . . . ¿No habeis sido en otro tiempo pertiguero de esta -parroquia? - ---Sí --respondió Mr. Bumble algo sorprendido --_pertiguero parroquial_. - ---Justamente. --repuso el otro balanceando la cabeza --Bajo ese traje os -ví aquella vez . . . Qué sois al presente? - ---_Director_ de la casa de Caridad, jóven! --replicó Mr. Bumble -cargando con énfasis cada una de estas palabras. - ---A no dudarlo, tendréis la misma mira que en otro tiempo respecto á -vuestros intereses? No es cierto? --preguntó el desconocido fijando sus -ojos sobre Mr. Bumble. --No temais responderme francamente. Ya veis que -os conozco algo bien. - -Paréceme que un hombre casado, puede como cualquiera celibatario ahorrar -algunos sueldos máxime cuando esto se hace por medios honrados ---respondió Mr. Bumble mirando al otro de la cabeza á los piés con -marcada perplejidad. Los agentes _parroquiales_ no tienen que digamos -_gran cifra_ de salarios para rehusar algunas ganguillas cuando ellas se -les presentan de una manera conveniente. - -El desconocido se sonrió balanceando de nuevo la cabeza como para decir -que habia adivinado muy bien á su hombre y tiró el cordon de la -campanilla. - ---Llenad esto! --dijo dando al mozo el vaso de Mr. Bumble --Fuerte y -caliente! Creo que es asi como os gusta? - ---No demasiado. --contestó Mr. Bumble fingiendo toser con fatiga. - ---Muchacho, comprendeis lo que quiere decir esto? --repuso secamente el -desconocido. - -Aquel salió sonriendo y pronto volvió á aparecer con un vaso de _grog_ -del que se elevaba un vapor espeso que hizo venir las lágrimas á los -ojos de Mr. Bumble luego que lo hubo acercado á sus lábios. - ---Ahora escuchadme --dijo el desconocido despues de haber cerrado con -cuidado la puerta y la ventana de la sala --He venido hoy á este país -con el ánimo de encontraros; y por uno de esos percances que el diablo -arroja algunas veces en el camino de sus amigos, entrais precisamente en -la sala en que estoy y en el mismo instante en que mas pensaba en vos . . -. Tengo necesidad de algunas noticias y aun que sean de poca importancia, -no por eso os las pido de valde. - -Al mismo tiempo colocó sobre la mesa dos soberanos; y cuando Mr. Bumble -despues de haber examinado cada pieza para asegurarse que eran de buena -ley, los hubo metido en el bolsillo de su chaleco con notable -satisfaccion, continuó así: - ---Procurad refrescar vuestra memoria. Esperad un momento . . . el -invierno pasado cumplieron doce años; el lugar de la escena la Casa de -Caridad, el instante . . . la noche; y el sitio el tabuco hediondo, -cualquiera parte que sea donde miserables prostitutas, dan la vida y la -salud, de que ellas no gozan, á pequeños vocingleros . . . - ---Creo quereis decir la sala de partos, he? preguntó Monsieur Bumble que -seguia con dificultad la descripcion del desconocido. - ---Sí; --dijo el otro --¿ha nacido en él un muchacho? - ---Muchos muchachos --observó Mr. Bumble sacudiendo la cabeza con ademan -grave. - ---Que el diablo cargue con todos! esclamó el forastero colérico. Yo -hablo de un pequeño monigote, pálido y raquítico . . . que tenia el -aire de un _santo de alfeñique_ . . . al que se habia colocado de -aprendiz aquí en casa un fabricante de ataudes y que á lo que se cree -se ha fugado á Londres. - ---Ah! queréis hablar de Oliverio . . . del jóven Twist? - ---No es de él de quien quiero hablar, sé demasiado, por lo que á él -corresponde --repuso el desconocido deteniendo á Monsieur Bumble al -comienzo de una peroracion en la que iba á relatar todos los vicios de -Oliverio --sino de una muger . . . ya sabéis la vieja bruja que ha -sepultado á la madre de ese niño y la ha asistido en sus últimos -momentos . . . Donde está? - ---Me seria muy difícil deciros donde ella se halla ahora! --respondió -Mr. Bumble á quien el _grog_ habia vuelto _gracioso_. En cualquiera -sitio que haya ido, de seguro no hay casa de partos. Con que de una -manera ó de otra . . . se puede hacer una buena apuesta de que está sin -empleo. - ---¿Qué queréis decir? preguntó el otro con tono severo. - ---Que murió el invierno pasado. --contestó Mr. Bumble. - -A esta noticia el desconocido le miró de hito en hito. Durante algun -tiempo parecia dudar entre si debia alegrarse ó afligirse de lo que -acababa de saber. - -Mr. Bumble que era muy ladino vió de un golpe que se trataba de un -secreto del que la mejor mitad de sí mismo es decir su consorte, era -depositaria y que se presentaba para ella una ocasion de ganar dinero -revelándolo. Se acordó muy bien de la noche en que la vieja Sally habia -muerto y tenia una buena razon para acordarse de ella pues era esa misma -noche cuando se habia declarado á la Señora Corney; y á pesar de que -esa señora no le hubiese nunca confiado ese secreto de que ella solo -tenia conocimiento, sabia él lo bastante para adivinar que dicho secreto -tenia relacion á algo que habria pasado entre la madre del jóven -Oliverio y la vieja, que en su calidad de enfermera de la _casa_ la habia -asistido á sus últimos momentos. Habiéndole acudido súbitamente esta -circunstancia en el caletre, informó al desconocido con aire de misterio -de que una mujer habia tenido una conversacion con la vieja enfermera, un -cuarto de hora antes de que esta se muriese; y que ella podria, (como -tenia razones para creerlo), satisfacer su curiosidad respecto á sus -pesquisas. - ---¿Y cómo la encontraré? preguntó aquel haciéndose traicion asi -mismo al descubrir claramente su inquietud. - ---Solamente con mi ayuda --respondió este último. - ---Y cuándo será esto? esclamó vivamente el desconocido. - ---Mañana. --replicó Mr. Bumble. - ---A las nueve de la noche --repuso el otro sacando de su faltriquera un -pequeño pedazo de papel sobre el cual escribió su direccion. - -Esto diciendo, se dirijió hácia la puerta, despues de haberse detenido -un instante en el mostrador para pagar lo que debian. - -Al arrojar una ojeada sobre la direccion --el _funcionario parroquial_ -notó que no estaba en ella el nombre del desconocido. Corres trás él -para pedírselo. - ---Y bien! ¿Qué significa esto? esclamó éste volviéndose bruscamente -en el momento en que Mr. Bumble le tocó el brazo --Creo que me seguís! - ---Es solo para haceros una pregunta --repuso el otro señalando con el -dedo el pequeño pedazo de papel . . . ¿Qué nombre debo pedir? - ---Monks! replicó el desconocido y se alejó precipitadamente. - - - - -[Illustration: Mr. Bumble, Pertiguero de la Parroquia.] - - - - -CAPÍTULO XXXVII. - -DE LO QUE PASÓ ENTRE MONKS Y LOS CONSORTES BUMBLE, LA NOCHE DE SU -ENTREVISTA. - - -EL cielo estaba cubierto de nubes de las que se desprendian gruesas gotas -de agua y hacia un calor sofocante; cuando el Soñor y la Señora Bumble -dirigieron sus pasos hácia la casa de la orilla del rio distante cerca -una media legua de la ciudad. - -Ambos iban embozados en viejas capas. Avanzaron así en silencio; de -tanto en tanto Mr. Bumble conteniendo su paso y volviendo la cabeza para -asegurarse de que su compañera le seguia al ver que esta le picaba los -talones, redoblaba su ligereza para llegar lo mas pronto al lugar de la -cita. - -Este no era mas que un conjunto de miserables chozas, situadas su mayor -parte á algunos pasos de la orilla del agua: las unas edificadas de -ladrillos mal unidos, las otras de tablas de buque podridas ó -carcomidas. Algunas barcas agujereadas, enclavadas en el fango y -amarradas al pequeño muro que rodeaba el malecon, un remo y cuerdas -estendidas acá y acullá sobre la ribera, parecian indicar de pronto que -los habitantes de estas pobres habitaciones tenian alguna ocupacion en el -rio; pero un solo golpe de vista bastaba al transeunte para adivinar que -estos objetos inútiles y fuera de servicio estaban allí puestos mas -para salvar las apariencias, que con el fin de alguna utilidad cualquiera. - -Al centro de este monton de casuchas y tan cerca del ribazo que los pisos -superiores dominaban el rio, estaba un gran edificio que sirviera en otro -tiempo de taller y el cual proporcionaria entonces ocupacion á los -habitantes de las casas circunvecinas; pero desde larga fecha se habia -convertido en ruinas. Los ratones, los gusanos, así como la humedad -habian flaqueado y podrido los pilares de madera que lo sostenian y una -gran parte se habia derrumbado dentro del agua, mientras que la otra -apretada bajo su propio peso, parecia espiar una ocasion favorable para -hacer otro tanto. - -Ante esta casa fué donde se paró la digna pareja, cuando los primeros -retumbos del trueno se hacian oir á lo lejos y la lluvia empezaba á -caer á torrentes. - ---Este será el sitio! --dijo Mr. Bumble consultando un pedacito de papel -que tenia en la mano. - ---Oe! --gritó una voz encima de él. - -Mr. Bumble levantó la cabeza y descubrió en el segundo piso un hombre -mirando por una ventana. - ---Esperad un momento --gritó de nuevo la voz --soy con vosotros dentro -un minuto. --Dicho esto desapareció y la ventana se cerró en seguida. - ---¿Es él? --preguntó la mujer. - -Mr. Bumble hizo una señal de cabeza afirmativa. - ---Entonces tened en cuenta lo que os he dicho y cuidad de hablar lo menos -posible, si no quereis hacernos traicion de buenas á primeras. - ---Mr. Bumble que habia inspeccionado la casa con ojo inquieto iba sin -duda á esponer alguna razon sobre el temor de pasar mas adelante, cuando -le cerró el labio la presencia de Monks, que abrió una pequeña puerta -cerca de la que se hallaban y les hizo señal de entrar. - ---Despachad! --gritó con tono impaciente y dando una patada en el suelo, -vais á hacerme esperar aquí una hora? - ---La mujer que habia vacilado un momento, entró con resolucion sin -hacerse mas de rogar; y Mr. Bumble que hubiera considerado mengua, ó tal -vez pasar por miedoso quedándose al detrás siguió á su cara mitad, -con paso indeciso que probaba no hallarse del todo á su gusto, habiendo -perdido en un cuarto de hora este aplomo y esa dignidad que tanto le -distinguían en cualquiera otra circunstancia. - ---Qué diablo os movia á permanecer estáticos bajo la lluvia? --Dijo -Monks --despues de haber cerrado trás él la puerta y pasado los -cerrojos. - ---Nos . . . nos . . . estabamos refrescando! --balbuceó Bumble echando -una mirada inquieta á su alrededor. - ---Os refrescabais! --replicó Monks --Jamás todas las lluvias que han -caido desde la creacion del mundo (aun cuando añadais á ellas las que -deban caer hasta la consumacion de los siglos,) jamás dijo serian -capaces, de apagar un átomo del fuego que os consumirá en el infierno. - ---Gastada esta broma --Monks se volvió bruscamente á la matrona y la -miró fijamente, de modo que esta, apesar de no ser muy propensa á la -timidez, se vió obligada á bajar los ojos. - ---Es esta la mujer de quién me habeis hablado? --preguntó Monks. - ---Hem! --hizo Mr. Bumble acordándose de las recomendaciones de su -esposa. --Es la misma. - ---Creeis acaso que las mujeres no puedan guardar un secreto? --dijo la -matrona á Monks mirándole á su vez fijamente. - ---Se que ecsiste uno el cual ellas sabrán guardar hasta que se descubra ---dijo Monks con acento de desprecio. - ---Y qué secreto es este si os place? preguntó la matrona. - ---La pérdida de su reputacion --contestó Monks --comprendeis . . . - ---No; --replicó la matrona, un si es no es ruborizada. - ---Ello está fuera de toda duda --replicó Monks con tono burlon --como -pues podriais comprender. - -Y despues de haberles hecho nuevamente señal de que le siguieran -atravesó aceleradamente varias piezas grandes cuyo techo estaba muy -hundido, é iba á subir una escalera rápida ó mejor de mano que -conducia al piso superior cuando un rayo surcó la entrada y trás él -siguió un trueno, que conmovió la vieja casucha hasta sus cimientos. - ---Escuchad! --esclamó retrocediendo horrorizado --Ese estruendo me hace -mal! - -Guardó silencio durante algunos minutos y quitando de improviso sus -manos delante los ojos, Mr. Bumble vió con una sorpresa y un espanto -indecibles que su rostro estaba descompuesto y cuasi negro. - ---Estos accidentes me toman de cuando en cuando --dijo Monks notando el -terror de Bumble --y muy amenudo el trueno es causa de ellos. - -Dicho esto, subió el primero la escalera de mano y cuando estuvo en el -aposento donde ella conducia, cerró inmediatamente los postigos y bajó -una linterna colgada al cabo de una cuerda por medio de una garrucha -sujeta á una de las enormes vigas del techo. - ---Ahora dijo Monks despues que los tres se hubieron sentado --cuanto mas -pronto tratemos de asuntos, mejor será para todos. ¿Esta mujer sabe lo -que la conduce á este sitio, no es cierto? - -La pregunta se dirijia á Bumble, pero la mujer se apresuró á responder -que estaba de ello perfectamente instruida. - ---Estabais vos con la vieja bruja en cuestion, la noche de su muerte y . . . -ella os ha dicho algo? - ---Concerniente á la madre de ese niño que vos conoceis? --interrumpió -la matrona. --Si, es la verdad. - ---La primera cuestion es saber de que naturaleza fué su confidencia ---dijo Monks. - ---No á fé! --observó la matrona con tono magistral --Esta es la -segunda. La primera cuestion es saber, lo que daréis para tener de ella -conocimiento. - -La señora Bumble no era mujer que se dejára _desarmar_ fácilmente. Le -gustaba mas un _toma_ cualquiera que todos los _te daré_ del mundo. Por -esto luchó á brazo partido con su adversario; en vano recorrió este al -regateo, á la indiferencia, al poco interés de saber el secreto, la -matrona, no quiso sejar de las veinte y cinco libras esterlinas en oro -que pedia. Al fin no hubo mas remedio que rendirse y hacer contra fortuna -alma de hierro. - ---Y qué ventaja tendré si pago, por _nada_? --dijo Monks vacilando. - ---Podréis recobrar vuestro dinero --respondió la matrona --En mi estais -viendo una mujer débil, sola, sin apoyo . . . - ---Mr. Bumble quiso aquí tomar la palabra para una alusion personal ---Silencio, dijo Monks con acento de autoridad. - -Esto diciendo, sacó de su faltriquera, un saquito de tela y contó sobre -la mesa veinte y cinco soberanos, que entregó en seguida á la matrona. - ---Ahora --dijo --embolsad esto! --y cuando ese trueno maldito que siento -acercarse habrá esplotado sobre el execrable _barracon_ contadnos lo que -sabeis. - -El trueno que se hacia oir con mas estruendo que antes y que perecia -querer estallar sobre la casa y reducirla á polvo, cesó al fin y Monks -que durante este intérvalo se habia cubierto el rostro con ambas manos y -tenia la cabeza apoyada sobre la mesa, luego que el peligro hubo pasado, -se incorporó y se inclinó hacia adelante para escuchar lo que la mujer -iba á decir. - ---Cuando murió la vieja Sally --así se llamaba aquella mujer --dijo la -matrona --estaba yo sola con ella. - ---No habia alguien alli cerca --preguntó Monks en voz baja --alguna otra -enferma ó alguna idiota acostada en el mismo aposento, la cual hubiera -podido oir y de consiguiente comprender? - ---No habia nadie mas --replicó la matrona --Estábamos completamente -solas. Cuando exhaló el último suspiro me hallaba á la cabecera de su -lecho. - ---Bien --dijo Monks mirando fijamente á la matrona. - ---Me habló de una jóven --prosiguió la matrona --que parió algunos -años antes no solo en el mismo aposento sino tambien en el propio lecho. - ---Como á pesar de todo, las cosas se descubren al fin! dijo Monks -visiblemente agitado. --¿No es asombroso? - ---El niño á quien esa jóven dió á luz, es el muchacho de que le -hablasteis ayer --prosiguió la matrona volviendo la cabeza hácia su -marido. --La madre de ese niño (la jóven en cuestion), fué robada por -la vieja Sally su enfermera. - ---Cuándo vivia? --preguntó Monks. - ---No; despues de su muerte! --contestó la otra estremeciéndose -involuntariamente. La jóven estaba todavia caliente cuando la enfermera -desprendió de su cadáver lo que ésta, hasta su último momento, la -habia suplicado guardára para el bien de su hijito. - ---Sin duda lo habrá vendido! esclamó Monks fuera de sí --Lo ha vendido -. . ? Dónde . . ? Cuándo . . ? A quién . . ? Hace mucho tiempo . . ? - -Como apenas, podia articular la voz cuando me ha confiado lo que acabais -de oir, ha muerto sin decirme nada mas. - ---Sin deciros nada mas! esclamó Monks con tono furioso --Esto es -mentira! No sufriré que me engañeis! Ella ha dicho mas! Os arrancaré -á ambos la vida sino me decís lo que esto era! - ---Os aseguro otra vez que no me ha dicho una sola palabra de mas ---replicó esta con una sangre fria que Mr. Bumble estaba lejos de -compartir; --pero con una mano crispada, me cojió por el vestido y me -atrajo á su lado y cuando ví que estaba muerta, noté al desprender mi -vestido de entre sus dedos que oprimia un pedazo de papel todo grasiento. - ---Qué contenia? interrumpió Monks bruscamente. - ---Nada --replicó la matrona --era un reconocimiento de empeño en el -Monte-pio. - ---¿Por qué objeto? preguntó Monks. - ---Lo sabreis al momento. Tengo motivos para creer, que por el pronto ella -guardó el objeto durante algun tiempo, con la esperanza sin duda, de -sacar de él mayor provecho y lo empeñó luego, teniendo cuidado, sobre -el dinero que recibiera de él, ahorrar con que paga cada año los -intereses, á fin de poderlo retirar en caso de necesidad. Con que ha -muerto, como acabo de decirlo, teniendo fuertemente cerrado dentro su -mano ese pedazo de papel, todo súcio y todo rasgado. Como faltaban solo -tres dias para concluir el año, pensé que yo misma un dia podria sacar -de dicho objeto alguna ventaja y lo desempeñé. - ---Dónde está ahora? --preguntó Monks con impaciencia. - ---Aquí lo teneis contestó la matrona. Y como si le hubiese tardado el -desembarazarse de él, arrojó vivamente sobre la mesa una holsita de -cuero, apenas suficiente para contener un reló de mujer. Monks se -apoderó al instante de él y abriéndolo con mano temblorosa, sacó un -pequeño medallon de oro conteniendo dos bucles de cabello y un anillo -sencillísimo. - ---La palabra _Inés_ está grabada al interior del anillo --dijo la -matrona --El nombre de familia (el apellido), se ha dejado en blanco; -pero hay la fecha que es segun creo de un año anterior á la época del -nacimiento del niño. - ---Y es esto todo? --dijo Monks despues de haber examinado -escrupulosamente los objetos. - ---Todo --respondió la mujer. --Nada sé de tal historia; mas allá de lo -que puedo adivinar --dijo la señora dirijiéndose á Monks despues de un -rato de silencio . . . No deseo saber mas; porque tal vez no seria -prudente; y temo además que nada habria que ganar . . . pero no es -cierto que me permitiréis dos preguntas? - ---Sin duda --contestó Monks algo sorprendido. --pero que responda ó no -á ellas esta es otra cuestion. - ---Lo que forma tres cuestiones --observó Mr. Bumble queriendo hacerse el -chistoso. - ---Es esto todo lo que deseabais de mí? --preguntó la matrona. - ---Todo --respondió Monks. ¿Qué mas? - ---Lo que os propongais, con esos objetos puede pararme perjuicio? - ---Jamás --contestó Monks lo mismo que á mí . . . Mirad! pero no deis -un solo paso adelante ó todo ha concluido para vosotros eternamente! - -Al decir tales palabras apartó á un lado la mesa y pasando su mano en -un anillo de hierro, fijado en el suelo, levantó una trampa que se -abrió justamente á los piés de Mr. Bumble, lo que le espantó de tal -modo que retrocedió precipitadamente. - ---Echad una mirada al fondo --dijo Monks bajando la linterna en el abismo ---No tengais miedo de mí! Hubiera podido haceros bajar á mansalva -cuando estabais sentados encima si tal hubiese sido mi intencion. - -Tranquilizada por estas palabras la matrona se acercó hasta el borde del -precipicio, imitándola Mr. Bumble movido por la curiosidad. El agua -cenagosa aumentada con la lluvia corria rápidamente en el fondo, -produciendo tal ruido al romperse contra los pilares verdosos que -sostenian el edificio, que era imposible entenderse. - ---Si se arrojase á un hombre al fondo de este abismo, dónde pensais que -deberia encontrarse mañana su cadáver? --dijo Monks sacudiendo la -cuerda al cabo de la cual estaba suspendida la linterna. - ---A doce millas de aquí --y por añadidura hecho pedazos --replicó -Bumble horrorizado de solo pensarlo. - -Monks sacó de su faltriquera el saquito que se habia embolsado al -descuido y atándolo fuertemente con bramante á un pedazo de plomo que -estaba en el suelo en un rincon del aposento lo arrojó al rio. - ---Ya está! --dijo cerrando la trampa --Si el mar arroja sus cadáveres -en la ribera como pretenden algunos escritores, guarda al menos el oro y -la plata y no dudo que esa baratija quedará sumerjida en él para -siempre. Nada mas tenemos que decirnos, con que podemos ya separarnos. - ---Es muy justo! --se apresuró á decir Mr. Bumble. - ---Espero que sabreis comprimir vuestra lengua! --dijo Monks lanzando á -éste una mirada amenazadora --no creo necesario hacer esta recomendacion -á vuestra mujer; pues estoy seguro que guardará el secreto. - ---Podeis fiar en mi jóven! replicó Mr. Bumble. - -Fué fortuna para éste que la conversacion terminará aquí porque en -este momento se encontraba tan cerca de la escalera, que faltó poco para -que cayera de cabeza en el piso de debajo. Encendió su linterna con la -que Monks desató de la cuerda; y no deseando prolongar la entrevista -bajó en silencio seguido de su mujer. Monks bajó el último. - -Apenas estuvieron fuera, Monks que sin duda no le hacia gracia el estar -solo llamó á un muchacho que se habia ocultado en algun sitio en el -plan terreno de la casa y habiéndole dicho que tomára la luz y -marchára adelante, se volvió al aposento que acababa de dejar. - - - - -CAPÍTULO XXXVIII. - -EL LECTOR VUELVE Á ENCONTRARSE CON CONOCIDOS ANTIGUOS. MONKS Y FAGIN SE -CONFABULAN ENTRE ELLOS. - - -PODIAN ser cerca las siete horas de la noche, del dia siguiente al en que -los tres dignos personajes de que se ha hablado en el capítulo -precedente arreglaron juntos sus negocios, cuando Guillermo Sikes, -dispertándose de improviso, preguntó con tono áspero que hora era. - -Cubierta la cabeza con un gorro súcio de algodon y envuelto en su gran -redingote blanco á guisa de bata, el bandido descansaba tranquilamente -sobre su lecho. Una barba recia y espesa que no habia sido afeitada desde -ocho dias, unida al tinte cadáverico de su rostro aumentaba la ferocidad -de su fisonomía. El perro estaba echado á la cabecera de la cama y -mirando á su amo con ojo inquieto, ya enderezando sus orejas ó -gruñendo sordamente, segun el ruido que llamaba su atencion. Cerca la -ventana permanecia una jóven ocupada en remendar un chaleco viejo que -formaba parte del traje del ladron. Estaba pálida y descompuesta á -fuerza de velas y privaciones que á no ser el timbre de su voz, en el -momento en que respondió á la pregunta de Sikes, hubiera sido muy -difícil reconocer en ella á aquella Nancy que ha figurado ya en el -curso de esta historia. - ---En este momento acaban de dar la siete --dijo --¿Cómo te encuentras -esta noche Guillermo? - ---Tan débil como el agua --contestó Sikes con un juramento horrible ---Ea, dame la mano y ayúdame á salir de una manera ó de otra de este -lecho infernal! - -La enfermedad de Sikes no habia ablandado su carácter; porque en el -momento en que Nancy ayudándole á levantarse, lo acompañaba hácia una -silla, arrojó imprecaciones contra su impericia y la pegó. - ---Déjate de lloriqueos! --dijo --quítate de aquí sino quieres sorberte -los mocos! Si no puedes hacer nada mejor, lárgate pronto! Oyes? - ---Por qué Guillermo? --preguntó ésta poniendo su mano sobre la espalda -de Sikes --Oh! tú no tienes intencion de maltratarme esta noche? - ---No! y por qué, sepamos? --esclamó Sikes. - ---Tantas noches --replicó la jóven con un acento de ternura, que -prestaba la mayor dulzura á su voz. --Tantas noches como he pasado á tu -lado cuidándote como si fueras un niño! Y hoy que por primera vez te -veo un poco repuesto, estoy segura que no me hubieras tratado como acabas -de hacerlo, si tu lo hubieses recordado, no es cierto? Vamos Guillermo -habia francamente! - ---Por vida de . . . no digo no! --contestó Sikes --ciertamente no lo -hubiera hecho . . . Voto al diablo con la muchacha todavía lloriquea! - ---No es nada --dijo ésta dejándose caer en una silla --no hagas caso de -mi, es cosa de un momento . . . esto pronto se pasará. - ---Qué es lo que pronto se pasará? --preguntó Sikes con tono furioso; ---que te dá ahora? Ea levántate! paséate por el aposento y no vengas -á _embaucarme_ con tus beberías de mujer! - -En cualquiera otra circunstancia esta amonestacion hecha con ademan -ríjido sin duda hubiera producido su efecto; pero la jóven debilitada -por los insomnios y abatida por la fatiga, dejó caer su cabeza sobre el -respaldo de la silla, antes que Sikes tuviera tiempo de pasar el rosario -de juramentos, que tenia todo preparado en casos semejantes. No sabiendo -que hacer en tal circunstancia, porque las convulsiones de la Señorita -Nancy eran de naturaleza contraria á todo ausilio, ensayó una -blasfemia, y viendo que esta clase de tratamiento era completamente -ineficaz, gritó socorro! - ---Qué sucede querido? --dijo el judío Fagin abriendo la puerta del -aposento. - ---Mas valiera que socorrieseis á esta muchacha --dijo Sikes con tono -impaciente, en vez de estaros allí plantado y mirándome como á un -animal curioso! - -Fagin se acercó al momento á Nancy soltando una esclamacion de -sorpresa, mientras que Jaime Dawkins, por otro nombre el _fino -Camastron_, que habia seguido á su venerable amigo, colocó sin demora -en el suelo un bulto de que iba cargado, y tomando una botella de manos -de maese Bates, que entró trás de él, la destapó en un decir Jesus -con sus dientes, y derramó una parte del licor contenido en ella en el -gaznate de la jóven; no sin haberla gustado antes por temor de -equivocacion. - ---Carlos, dadle un soplo de aire con el fuelle! dijo Dawkins, y vos Fagin -pellizcadle en la mano, en tanto que Guillermo la afloja! - -Estos socorros administrados á tiempo y con celo, sobre todo los que -estaban confiados á Maese Bates, quien parecia tener un placer del todo -particular, en desempeñar concienzudamente su deber, no tardaron mucho -tiempo en producir el efecto que de ellos esperaban: Nancy recobró poco -á poco los sentidos y dejándose caer en una silla situada á la -cabecera de la cama, ocultó su rostro bajo la almohada, dejando -enteramente el cuidado de presentar los recien venidos á Sikes, algo -asombrado de su visita inesperada. - ---Por qué motivo habeis venido? --preguntó á Fagin --Qué mal viento -os he soplado aquí? - ---Querido, no es un mal viento --respondió el judío --porque un mal -viento jamás sopla nada bueno, sea para quien sea y yo os traigo algo de -bueno, que os alegrará la vista. Camastron, amigo mio, deslia ese -paquete y dá á Guillermo esas fiambres por las cuales hemos gastado esa -mañana todo nuestro caudal. - -A la invitacion de Fagin, el Camastron deslió el paquete, que formaba un -volúmen algo grueso y que estaba envuelto en un viejo mantel; pasó los -objetos que contenia uno por uno á Cárlos Bates, quien hacia el -panejírico de cada uno de ellos al colocarlo sobre la mesa. - ---Ah! ah! --hizo el judío frotándose las manos con ademan de -satisfaccion --he aquí algo con que confortaros! Guillermo esto vá á -restableceros! - ---Todo esto es bello y bueno --dijo éste --pero yo necesito _dinero_ -esta misma noche. - ---No llevo sobre mí una sola moneda --contestó el judío. - ---Teneis en vuestra casa las suficientes para hacer _chirriar la sarten_ ---replicó Sikes --y de allí es de donde me convienen. - ---Para hacer chirriar la sarten! ¿Lo creeis así? --esclamó el judío -elevando las manos al cielo. --Las pocas que tengo no bastarian para . . . - ---No se las que teneis y no dudo que os costaria trabajo á vos mismo de -saberlo; por el mucho tiempo que os exijiria el contarlas. --dijo Sikes ---Lo que sé positivamente, es que esta misma noche necesito algunas de -ellas. - ---Está bien, esto basta --replicó el judío con un suspiro --voy á -enviar incontinenti al Camastron . . . - ---No me conviene; el _Camastron_ es demasiado _Camastron_ y puede que se -olvidase de volver. Además podria suceder tambien, que perdiese el -camino ó que cayera en una trampa, ó se valiera de cualquiera otra -escusa de esta clase, si vos le inspirais la idea . . . Será mejor que -Nancy vaya con vos á buscar el _plus_: esto es mas seguro. Yo entre -tanto me acostaré y echaré un sueño. - -Despues de muchas contestaciones y regateos de una parte y otra, el -judío redujo la suma de cinco libras exijida por Sikes á tres libras -cuatro chelines seis peniques, protestando con juramento que no le -quedarian mas que un chelin y seis peniques para subvenir á la -manutencion de la casa. A lo que habiendo contestado Sikes con tono -brusco que si no habia medio de procurarse mas, era preciso conformarse. -Nancy se preparó para salir con Fagin, en tanto que el Camastron y maese -Bates arreglaban los comestibles en la alacena. - -Entonces el judío se despidió de su amigo y regresó á su casa -acompañado de sus educandos y de Nancy. Sikes al verse solo se echó -sobre la cama y se dispuso á dormir para matar el tiempo hasta la vuelta -de la jóven. - -Aquellos llegaron á dicha casa en la que encontraron á Tobias Crachit y -al señor Chattiling con ánimo de emprender su quincuagésima partida de -los cientos. - ---Ha venido alguien, Tobias? preguntó el judío. - ---No he visto á alma viviente --respondió Crachit tirando el cuello de -su camisa. - -En esto el judío manifestó que era ya mas que tiempo de andar á caza, -pues que habian dado las diez y todavia no se habia hecho nada y los -alanos partieron para distribuirse á los barrios respectivos. - ---Ahora Nancy --dijo aquel cuando hubieron dejado el aposento --voy á -buscar ese dinero. Esta es la llave del armario pequeño donde cierro -todo lo que me llevan mis jóvenes educandos. Querida, jamás cierro mi -dinero con llave; porque no tengo para ello lo bastante . . . ah! ah! ah! -No ciertamente; no tengo mas que una miseria . . . Nancy, pobre es -nuestro comercio! no dá para el calzado que cuesta . . . y si no fuera -por lo que quiero á los muchachos tiempo hace que hubiera renunciado . . . -Pero los ayudo querida; los sostengo Nancy . . . toda la carga es para -mi, hija mia . . . Chiton! --dijo escondiendo precipitadamente la llave -en su pecho --Quién puede ser? escucha! - -La jóven que estaba sentada con los brazos cruzados y los codos apoyados -sobre el borde de la mesa, afectó la mayor indiferencia, á la llegada -de un tercero y pareció darse poco cuidado en saber cual era la persona -que venia á tal hora, cuando el cuchicheo de una voz de hombre hirió su -oido. Entonces se quitó el sombrero y el chal con la rapidez del rayo, -los arrojó sobre la mesa, lamentándose del calor con un tono lánguido -que contrastaba singularmente con la viveza de sus movimientos; lo que no -advirtió el judío por haberse vuelto en este momento de espaldas. - ---Ah! ah! --dijo como contrariado por la visita del importuno --es el -hombre que esperaba . . . Va á bajar aquí Nancy. No tienes necesidad de -hablar de ese dinero en su presencia . . . lo oyes? No estará mucho -tiempo querida . . . diez minutos lo mas. - -El judío tomó la vela y fué á abrir la puerta al visitador. - ---Es una de mis muchachas. --dijo el judío viendo á Monks (porque era -el mismo) retroceder á la vista de la jóven. --No te muevas de aquí, -hija mia! - -Esta aprocsimándose á la mesa miró á Monks con aire indiferente y -bajó al momento los ojos; pero habiéndose este vuelto hácia el judío -para dirijirle la palabra, le lanzó al soslayo una nueva mirada tan -diferente de la primera, tan viva y penetrante que si alguno hubiese -estado allí para notar la diferencia, le hubiera costado mucho -convencerse de que proviniesen de la misma persona. - ---Teneis alguna nueva noticia que comunicarme? --preguntó el judío. - ---Si, una muy grande! --respondió Monks. - ---Y buena . . . sin duda? --volvió á preguntar el judío vacilando como -si temiese disgustar al otro por exceso de curiosidad. - ---No mala . . . tanto se vale! --replicó Monks sonriendo. --Esta vez he -sido bastante afortunado. Quisiera deciros dos palabras á solas. - -Nancy se reclinó sobre la mesa y no hizo el menor ademan de marcharse á -pesar de ver que Monks la señalaba con el dedo, dirijiéndose al judío. -Este temiendo sin duda que hablára del dinero si intentaba despedirla -hizo un movimiento de cabeza para indicar el piso superior y salió con -su amigo. - -Aun no habia cesado el ruido de sus pasos, cuando la jóven se descalzó, -arremangó su vestido sobre la cabeza y escuchó atentamente á la -puerta. Despues que nada vió, salió de puntillas y subiendo la escalera -en el mayor silencio; pronto desapareció en la obscuridad. - -Al cabo de un cuarto de hora ó veinte minutos lo mas, bajó con la misma -ligereza que habia subido y fué pronto seguida de los dos hombres. Monks -no tardó en salir, y el judío volvió á subir la escalera para ir á -buscar el dinero. En el momento que entró, la jóven se ponia el -sombrero y el chal para prepararse á marchar. - ---Qué es lo que tienes Nancy? --esclamó el judío asombrado, despues de -colocar la vela sobre la mesa --Que pálida estás! - ---Pálida! --esclamó á su vez la jóven poniendo la mano ante sus ojos -para sostener con mas firmeza la mirada del judío. - ---Sí, estás pálida como la muerte --replicó éste --Qué ha sucedido? - ---Oh! nada . . . A menos que esto no sea por haber estado encerrada todo -este tiempo en este aposento, donde hace un calor sofocante --repuso la -muchacha con frialdad . . . Ea concluyamos y que me vaya! - -Fagin entregó á Nancy la suma convenida exhalando un suspiro á cada -moneda que le ponia en la mano y despues de haberse dado recíprocamente -las buenas noches, se separaron. - -Apenas la jóven estuvo en la calle, se vió obligada á sentarse en el -lindar de una puerta, por sentirse imposibilitada de continuar su camino. -De repente se levantó y se puso á correr en direccion enteramente -opuesta al domicilio de Sikes, hasta que estenuada de fatiga y bañada en -sudor se paró al fin para tomar aliento. Entonces como vuelta en sí, y -como desesperada de ejecutar un proyecto que tenia á la cabeza se -torció los brazos y lloró amargamente. - - - - -CAPÍTULO XXXIX. - -SINGULAR ENTREVISTA Á CONSECUENCIA DE LO ACAECIDO EN EL CAPÍTULO -ANTERIOR. - - -POR fortuna de Nancy, Sikes una vez en posesion del dinero pasó todo el -dia siguiente en beber y comer. Esto le ablandó de tal modo el -carácter, que no tuvo tiempo ni el antojo de encontrar que decir en la -conducta de la jóven. - -A medida que el dia avanzaba, la inquietud de ésta aumentó; y cuando al -caer la tarde se sentó á la cabecera del bandido esperando con -impaciencia que el sueño y la bebida hubiesen amodorrado sus párpados, -su rostro estaba tan lívido y sus ojos tan brillantes que el mismo Sikes -lo observó con estrañeza. - -Este á quien la fiebre habia debilitado, estaba acostado en su cama -bebiendo mucho _grog_ para aplacarla y alargaba su vaso á Nancy para que -se lo llenára por la tercera ó cuarta vez, cuando esos síntomas le -chocaron. - ---Mil truenos! qué significa esto? esclamó incorporándose para -observarla de mas cerca --Tienes la cara de un aparecido! ¿Qué ocurre -de nuevo? - ---Qué ocurre? --contestó la jóven . . . Oh! nada . . . Por qué me -miras así, de reojo? - ---A dónde se dirijen todas estas bestialidades! --preguntó Sikes -cojiéndole el brazo y sacudiéndola bruscamente. --Qué sucede? qué -quiere decir esto? En qué piensas? Ea! habla! - ---En muchas cosas Guillermo! --contestó pasando la mano por sus ojos -para ocultar su turbacion y estremeciéndose involuntariamente . . . ---Pero Dios mio! Qué hay de estraordinario en ello? - -El tono jovial que afectó pronunciando estas últimas palabras, pareció -producir en Sikes, una impresion mas fuerte que no lo habia hecho su -estremada palidez. - -Tranquilizado por el pensamiento de que Nancy podia muy bien tener -fiebre, Sikes vació su vaso hasta la última gota; y luego continuando -en regañar y jurar, pidió su pocion. La jóven no se lo hizo decir dos -veces; se levantó al momento de su silla, derramó el brebaje en una -taza (habiendo para ello tenido cuidado de volverse, un poco de espalda) -y por si misma le llevó la tasa á los labios hasta que lo hubo bebido -todo. - ---Ahora --dijo el bandido --ven á sentarte cerca de mi y recobra tu -fisonomía acostumbrada, si no quieres que yo mismo le la cambie, de modo -que no la reconozcas cuando se te antoje mirarte en el espejo. - -Esta obedeció y Sikes cojiéndola la mano la tuvo estrechamente cerrada -en la suya no dejándo de contemplarla atentamente. Luego volvió á -recostarse en la almohada. Sus ojos se cerraron, y despues volvieron á -abrirse; tornaron á cerrarse y á abrirse de nuevo. Se removió en su -lecho y cambió muchas veces de posicion, como si hubiese estado -incómodo y en seguida se amodorró por intervalos repetidos en el -espacio de algunos minutos, estremeciéndose de tanto en tanto y mirando -con aire estraviado á su alrededor. De pronto quedó inmóvil en la -postura de una persona que vá á levantarse y luego se durmió con un -sueño soporífico. Su mano soltó la de Nancy y cayó con flojedad sobre -el lecho. - ---El láudano ha producido al fin su efecto! --murmuró Nancy -separándose inmediatamente del lecho. --Tal vez será ya tarde! - -Diciendo estas palabras se puso con presteza el sombrero y el chal y -mirando con espanto á su alrededor, como si á pesar del brebaje que -habia administrado al ladron esperase á cada momento sentir sobre su -espalda la presion de su mano ruda, despues inclinándose, cautelosamente -sobre el lecho, imprimió un beso en los labios de Sikes y desapareció -con la celeridad del rayo. - -Al estremo de un pasaje que debia atravesar para llegar á una de las -calles principales de Londres, un _watchman_, cantó las diez y media. - ---Hay mucho tiempo que ha sonado la media? --preguntó Nancy. - ---Dentro un cuarto de hora darán las once! --respondió el sereno -levantando su farol para ver el rostro de la jóven. - ---Las diez y tres cuartos ya! y necesito aun mas de una hora para llegar -allí! dijo á sí misma Nancy continuando su camino con una celeridad -sin igual. - ---Esta mujer está loca! --decia la gente mirándola correr de tal modo -á lo largo del malecon. - -En una calle elegante y tranquila de los alrededores de Hyde-Park estaba -situado un palacio magnífico. En el momento que Nancy descubrió la -brillante luz del reverbero colocado ante la puerta dieron las doce en el -reló de una iglesia vecina. Habia contenido su marcha incierta de si -debia avanzar ó retroceder, pero habiéndola decidido el sonido de la -campana, entró en el vestíbulo. Al ver vacante el asiento del portero, -miró con ademan inquieto en torno suyo y se dirijió hácia la escalera. - ---Qué se os ofrece jóven? --preguntó una camarera vestida con -elegancia, entreabriendo una puerta trás de Nancy. A quién buscais -aquí? - ---Una señorita que está en esta casa --respondió la jóven. - ---Una señorita! --replicó la otra con desden. --Qué señorita, si os -place? - ---La señorita Maylie. --dijo Nancy. - -La jóven camarera que durante este corto diálogo habia notado el -talante de aquella, se contentó con mirarla de los piés á la cabeza é -hizo señal á un lacayo para que se encargára de continuarlo. Nancy -manifestó á este último el motivo de su visita. - ---De parte de quién? --preguntó el criado --que nombre debo decir? - ---El no es necesario. --replicó Nancy. - ---Ni tampoco el motivo que os trae aquí? --preguntó el hombre. - ---Tampoco; no vale la pena --respondió la jóven --es preciso que yo vea -á esa señorita. - ---Largo de ahí! --replicó el hombre empujándola hácia la puerta ---conocemos estos colores! afuera! - ---Si salgo de aquí, será porque me llevaréis vos. --dijo vivamente -Nancy y os juro que sois poco dos para ello. No hay pues aquí nadie ---prosiguió paseando sus miradas alrededor de la sala --nadie que quiera -encargarse de una comision para una pobre jóven como yo? - -Nancy tuvo que vencer muchas dificultades para llegar hasta Rosa; porque -los criados del palacio creian deshonrarse accediendo á sus súplicas. -Las criadas la insultaban y los lacayos la miraban con aire de compasion -creyéndola una mendiga. Al fin una buena alma de cocinero vino á su -socorro y acabó por determinar al ayuda de cámara, á que se dignase ir -á avisar á la señorita Maylie; y aun que el orgullo de este se -considerase manullado quiso ser condescendiente á la recomendacion de un -cofrade. - -Al cabo de pocos instantes Nancy oyó un ligero ruido. - -Levantó los ojos lo suficiente para notar que la persona que se -presentaba, era jóven y hermosa. - -Trabajo cuesta el llegar hasta vos señorita! --dijo sacudiendo la cabeza -con ademan de indiferencia. --Si ofendida, me hubiese marchado, (como lo -hiciera cualquiera otra en mi lugar), algun dia lo hubierais deplorado -mucho; pues no faltará motivo. - ---Siento en el alma que se os haya recibido mal --contestó Rosa ---olvidadlo y decidme que causa os ha incitado el deseo de verme; yo soy -la persona que pedís. - -El tono amable de esta respuesta, la voz dulce de Rosa y sus maneras -afables, exentas de orgullo, llenaron de asombro á la jóven, que -prorrumpió en llanto. - ---Oh! Señorita --dijo juntando sus manos en ademan suplicante --si -hubiera mas personas cual vos, habria menos cual yo; esto es muy cierto! - ---Sentaos. --dijo Rosa conmovida --me oprimís el corazon. Si estais en -la miseria ó en la afliccion, tendré un gran placer en aliviaros, si -está en mi mano. Sentaos . . . - ---Permitid que permanezca en pié señorita --dijo la jóven --y no me -hableis con tanta bondad hasta que me conozcais mejor. Empieza á hacerse -tarde . . . Esa puerta está cerrada? - ---Sí; --contestó Rosa retrocediendo algunos pasos á fin de -encontrarse, en mejor posicion para pedir socorro en caso de necesidad ---¿Por qué me haceis esta pregunta? - ---Por qué? --dijo la jóven --porque estoy á punto de poner mi vida y -la de muchos otros entre vuestras manos. Yo soy la que llevó al pequeño -Oliverio á la casa de Fagin el judío, la misma noche que este -desapareció de Pontowille. - ---Vos! esclamó Rosa. - ---Yo misma. Yo soy la criatura infame de que habeis oido hablar; que vivo -entre los ladrones y que hasta donde alcanza mi memoria (es decir desde -mi mas tierna infancia); no he conocido otra existencia preferible á la -que ellos me han procurado ni palabras mas dulces que las que ellos me -han dirijido: así pues, que Dios tenga piedad de mí! No teneis que -disimular el horror que os inspiro . . . Soy mas jóven de lo que se cree -al verme; pero sé bien el efecto que produce mi presencia: las mujeres -mas miserables se alejan de mi cuando paso cerca de ellas en la calle. - ---De que cosas horribles venís á ocuparme! --esclamó Rosa -retrocediendo involuntariamente. - ---Dad gracias al cielo, mi buena señorita. --continuó Nancy - ---de que os haya proporcionado amigos que han tenido cuidado de vos en -vuestra infancia y que no ha permitido fuerais espuesta al frio, al -hambre, á la crápula, á la borrachera y algo peor que todo esto, como -lo he sido yo, como quien dice, desde mi cuna: porque los callejones y -los arroyos han sido mi patrimonio, moriré en ellos como en ellos he -vivido. - ---Os compadezco! --dijo Rosa con voz conmovida. --Vuestras palabras, me -desgarran el corazon. - ---Que Dios os bendiga por vuestra bondad! --repuso la jóven --Si -supierais lo que he esperimentado alguna vez, me compadeceríais con -mayor razon. Pero, he escapado á la vigilancia de los que me asesinarian -indudablemente, si supieran que he venido aquí para deciros lo que he -oido. ¿Conoceis á un individuo llamado Monks? - ---No; --dijo Rosa. - ---El os conoce mucho á vos --replicó la jóven --y sabe que viviais -aquí pues por él he descubierto yo vuestra direccion. - ---No conozco á nadie de ese nombre --dijo Rosa. - ---Entonces probablemente es un nombre fingido --como lo he sospechado -alguna vez --prosiguió la jóven. --Hace algun tiempo (pocos dias -despues que Oliverio fué introducido por aquella ventanilla en la casa -que habitabais en Chertsey, la noche en que debian robaros), como tenia -sospechas sobre ese hombre, escuché una conversacion que tuvo con Fagin -en la obscuridad. Por lo que oí, supe pues que Monks el hombre que creia -que vos conociais, ya sabeis? . . . - ---Sí, sí; --dijo Rosa, comprendo. - ---Supe pues que Monks, habia visto por casualidad á Oliverio, con dos de -nuestros muchachos el dia mismo que lo perdimos por primera vez, y que al -momento lo habia reconocido por ser el niño que buscaba, (aunque no -pueda darme cuenta del porque). Fué concluido entre ellos un tratado por -el que, si Fagin volvia á apoderarse de Oliverio, recibiria cierta -cantidad de dinero y que recibiria otra mayor si lograba hacer de ese -niño un ladron lo que (por razones que ignoro) Monks pareció desear -vivamente. - ---Con qué fin? --preguntó Rosa. - ---Esto es lo que yo no sé. --contestó la jóven --Cuando me inclinaba -para oir mejor apercibió mi sombra en la pared, (otras muchas en mi -lugar no hubieran podido escaparse tan diestramente sin ser vistas), pero -afortunadamente, me retiré inapercibida, y desde entonces no volví á -verle hasta ayer noche. - ---Y qué pasó entonces? - ---Voy á decíroslo, señorita. La noche pasada volvió y Fagin lo llevó -al piso superior como la vez primera. Como la vez primera escuché -tambien á la puerta y oí á Monks que decia: --Ya veis, las únicas -cosas que hubieran podido servir para probar la identidad de este niño, -están en el fondo del rio; y la vieja sibila que las recibió de la -madre, hace largo tiempo que ha muerto y sus huesos están podridos -dentro de su ataud. --Entonces, se pusieron á reir ocupándose, del buen -écsito del asunto; y cada vez que Monks hablaba de Oliverio montaba en -cólera y decia que á pesar de haberse asegurado el dinero de ese -diablillo, hubiera preferido apoderarse de él de otro modo. Porque -decia, que buena farza hubiera sido la de anular el testamento del padre -arrastrando por todas las prisiones de Londres, á aquel de quien es -objeto y que hacia su gloria y luego conduciéndole al patíbulo por un -crímen capital! Esto podeis hacerlo aun, Fagin, despues de haber sacado -de él toda ventaja en vuestro provecho. - ---Dios mio! que es lo que quiere decir todo esto --esclamó Rosa. - ---La verdad señorita aunque salga de mis labios --replicó Nancy. Luego -añadió con juramentos horribles (familiares á mis oidos, pero -enteramente estraños á los vuestros), que si pudiese satisfacer su -ódio, acabando con la vida de ese niño sin comprometer la suya, lo -haria sin escrúpulo; pero que puesto que tal cosa era imposible, haria -los medios para poner trabas á todas sus acciones y dañarle en mas de -un caso, y que si Oliverio, intentaba algun dia sacar partido de su -nacimiento y de su historia, sabria bien impedírselo: --En fin, Fagin -añadió, por muy judío que seais jamás habeis empleado medios -semejantes á los que yo voy á poner en práctica para atraer en el lazo -á mi hermano Oliverio. - ---Su hermano! --esclamó Rosa. - ---Estas fueron sus propias palabras --dijo, Nancy mirando con inquietud -á su alrededor. (lo que no habia dejado de hacer desde el momento que -empezó á hablar; porque la imágen de Sikes la atormentaba -contínuamente.) Mas ha dicho: cuando se le ha ofrecido hablar de vos y -de la otra señora ha manifestado que era necesario que el cielo ó el -infierno se hubiesen mezclado en el asunto, para haber hecho caer -Oliverio entre vuestras manos; despues soltó una carcajada y observó -que la casualidad, le habia servido aun bien en tal circunstancia ---porque, añadió, nombrándoos), que millares de libras esterlinas no -daria ella misma, si las tuviera; por saber quien es _este perrito -faldero que la sigue por todas partes de dos patas_! - ---Es posible! dijo Rosa palideciendo --Esto no ha podido decirlo -sériamente ¿No es cierto? - ---Si jamás hombre alguno ha hablado sériamente, fué él en aquel -momento --replicó Nancy . . . No es hombre para chancearse cuando está -excitado por la rábia. Conozco algunos que lo hacen peor que él, pero -quisiera mas oirles doce veces que él una . . . Se hace tarde y quiero -llegar á casa, sin que se sospeche de que he venido aquí; es preciso -pues que me vuelva al momento. - ---Pero qué haré yo? --dijo Rosa --Cómo sin vos podré utilizar la -revelacion que acabais de hacerme? Volveros! Cómo podeis desear reuniros -otra vez con compañeros que pintais con colores tan horribles? Si -quereis repetir lo que acabais de decirme á un caballero que está -allí, en el aposento vecino, en menos de media hora os conducirá á un -sitio donde estareis en seguridad. - ---Deseo marcharme --dijo la jóven. Es preciso que me vaya; porque . . . -(como podria confesar tales cosas á una señorita virtuosa cual vos!) -porque entre esos hombres de quienes os he hablado hay uno, (tal vez el -mas malo y el mas determinado de todos ellos), que yo no puedo dejar . . . -no; aun que fuera para arrancarme de la vida que ahora llevo! - ---La sensibilidad que habeis demostrado ya en otra ocasion, tomando el -partido de ese querido niño --dijo Rosa --la generosidad de que habeis -dado prueba ahora viniendo, con peligro de vuestra vida á decirme lo que -habeis oido --vuestras maneras, que me son un garante seguro de la verdad -de vuestras palabras, el arrepentimiento evidente y el sentimiento -interior de vuestra vergüenza, todo me inclina á creer que podriais aun -reformaros . . . Oh! continuó Rosa juntando las manos mientras que las -lágrimas corrian de sus ojos --no rechazeis las solicitudes de una -persona de vuestro sexo, la primera, sin duda que jamás os haya hablado -con dulzura y compasion! No rehuseis escucharme y dejaos volver al -sendero del honor y de la virtud. - ---Oh! buena señorita! esclamó Nancy precipitándose á los piés de -Rosa --ángel de ternura y de bondad! vos sois en efecto la primera que -me ha hecho escuchar estas palabras de consuelo que me penetran el -corazon, y si yo las hubiera oido mucho tiempo antes, ellas hubieran -podido sacarme del vicio en que estoy sumergida; pero ahora es demasiado -tarde! demasiado tarde! - ---Nunca es tarde para el arrepentimiento --dijo Rosa. - ---Es demasiado tarde! esclamó Nancy torciéndose los brazos en la -agonía de la desesperacion . . . Al presente no puedo abandonarle! No; -no quiero ser la causa de su muerte! - ---Por qué seriais la causa de su muerte? preguntó Rosa. - ---Nada podria salvarle --prorrumpió la jóven --si declaraba á otros lo -que acabo de deciros y si los ponian presos á todos; él no podria -librarse. Es el mas atrevido y el mas intrépido de la cuadrilla . . . y -ha cometido acciones tan atroces! . . . - ---Es posible --dijo Rosa --que por tal hombre renuncieis á una libertad -verdadera y á la esperanza de un porvenir mejor? Esto es una locura -inconcebible! - ---Yo propia ignoro lo que esto es --replicó la jóven --Todo lo que sé -es que esto no pasa á mí sola y que hay otras muchas tan viciosas y tan -miserables como yo que piensan del mismo modo. --Es preciso que me -marche! Que ello sea voluntad del cielo ó castigo del mal que he hecho, -es de lo que no puedo darme cuenta á mi misma; pero soy atraida hácia -ese hombre á pesar de su brutalidad para conmigo y creo que lo seria -tambien aunque supiera que tengo que morir de su mano. - ---Qué hacer? --dijo Rosa. --Yo no deberia dejaros marchar así. - ---Vos no me detendréis, estoy de ello segura! --repuso la jóven, --no -lo haréis, porque me he fiado en vuestra bondad y no he exijido de vos -promesa alguna, como hubiera podido hacerlo. - ---Entónces de que me servirá la revelacion que me habeis hecho? ---preguntó Rosa --Por el interés de Oliverio á quien deseais servir, -este misterio debe ser aclarado. - ---Paréceme que podriais contar esto, bajo el sello del secreto á algun -caballero, amigo vuestro quien os dirá lo que teneis que hacer, repuso -Nancy. - ---Pero dónde os encontraré cuando sea necesario? preguntó Rosa --No -pretendo saber donde habitan esas personas horribles; pero aun tengo -necesidad de volveros á ver otra vez. - ---Me prometeis guardar fielmente el secreto y venir sola ó al menos -acompañada únicamente de la persona que estará en la intimidad? -preguntó la jóven --Puedo confiar en que no seré espiada ó seguida? - ---Os lo juro! --respondió Rosa. - ---Todos los domingos desde las once hasta las doce de la noche --dijo -Nancy sin vacilar --me pasearé por el puente de Londres . . . si existo! - ---Todavía una palabra! --dijo Rosa, al ver á la jóven que se preparaba -para marcharse --Reflecsionad aun una vez en el horror de vuestra -posicion y en la ocasion que se os presenta de libertaros de ella. Teneis -derecho al interés que os demuestro, no solo por haber venido aquí -voluntariamente para hacerme esta revelacion, sino tambien porque, estais -perdida mas allá de toda esperanza. Volveréis á esa cuadrilla de -ladrones y á ese hombre que os maltrata tan cruelmente, cuando una sola -palabra basta para salvaros? Cuál es pues ese encanto que os impele á -pesar vuestro á la desgracia y al crímen? No hay en vuestro corazon una -cuerda que pueda yo tocar? No queda en él pues ningun sentimiento al -cual pueda yo llamar contra ese fatal prestigio? - ---Cuando las jóvenes señoritas tan hermosas y tan buenas como vos, -entregan su corazon --replicó Nancy con firmeza --el amor las impele -algunas veces muy lejos, aun aquellas que como vos tienen padres, amigos -y admiradores para distraerlas. Pero cuando las jóvenes desgraciadas que -como yo no tienen otro hogar que la tumba, ni otro amigo para visitarlas -en sus enfermedades, ó en la hora de la muerte que el enfermero del -hospital, dan su corazon á un hombre que les hace las veces de los -padres y de los amigos, que han perdido ó les han faltado durante todo -el curso de su miserable existencia, quién puede esperar curarlas? -Tenednos lástima, señorita, de alimentar en nuestro corazon un -sentimiento que la justicia divina condena y los hombres reprueban. - ---Aceptaréis de mí al menos algun dinero, que os proporcione vivir sin -deshonor, hasta que volvamos á vernos? --dijo Rosa despues de un momento -de silencio. - ---Ni un sueldo --contestó la jóven. - ---No rechazeis el ofrecimiento que os hago de ayudaros! dijo Rosa con -bondad --Deseo seros útil; os lo aseguro. - ---Me hariais un beneficio mas grande --repuso Nancy con el acento de la -mayor desesperacion --si pudierais arrancarme la vida de un solo golpe; -porque jamás como esta noche he sentido todo el horror de mi situacion y -me seria muy grato no morir en el mismo infierno en que he vivido! Que -Dios os bendiga, buena señorita y que él derrame sobre vuestra cabeza -tanta felicidad, como deshonra y oprobio ha derramado sobre la mia! - -Habiendo pronunciado estas palabras entrecortadas la desdichada criatura, -se marchó. - - - - -CAPÍTULO XL. - -NUEVOS DESCUBRIMIENTOS, EN PRUEBA DE QUE LAS SORPRESAS LO MISMO QUE LAS -DESGRACIAS, RARA VEZ VIENEN SOLAS. - - -LA situacion de Rosa era algo embarazada; porque al propio tiempo que -deseaba vivamente penetrar el misterio que envolvia el nacimiento de -Oliverio, se veia obligada en conciencia á guardar el secreto que le -habia sido confiado, por la infortunada jóven con quien acababa de tener -tan triste conversacion. - ---No le quedaban mas que tres dias para permanecer en Londres antes de -partir con la Señora Maylie y su jóven protegido á un puerto de mar -bastante lejano. El primer dia tocaba á su fin (cabalmente acababa de -sonar la media noche en el instante en que Nancy dejó el aposento.) -¿Qué proyecto podia concebir para ser puesto en ejecucion en el -término de veinte y cuatro horas? ó qué medio debia emplear para -retardar el viaje sin exitar la sospecha? - -Mr. Losberne estaba en el palacio con esas señoras y debia pasar en él -los dos últimos dias de su permanencia en Londres; pero Rosa conocia -demasiado el carácter impetuoso del doctor y preveia asaz claramente la -cólera que, en un primer momento de indignacion, haria esplotar contra -la jóven; para confiarle el secreto. Esta era tambien una de las razones -por las que Rosa temia abrirse á la Señora Maylie, que no podria dejar -de hablar de ello al doctor . . . Recorrer á un magistrado, suponiendo -que hubiese sabido el modo de llevar este asuntó era cosa á que debia -renunciar por la misma razon . . . Por un momento tuvo la idea de -escribir á Enrique; pero se acordó de su última entrevista . . . -Estaba en tal perplejidad, cuando Oliverio, que regresaba de su paseo por -la ciudad escoltado de Giles, que le hacia de guardia del cuerpo, entró -bruscamente en el aposento sofocado y sumamente conmovido. - ---Qué teneis para estar tan agitado? --preguntó Rosa adelantándose -hácia él --respondedme Oliverio. - ---Apenas puedo hablar --contestó el niño --Paréceme que me ahogo . . . -Oh! qué dicha pensar que al fin volveré á verle y que vos tendreis la -certeza de que todo lo que os he dicho es la pura verdad! - ---Jamás he supuesto lo contrario, amigo mio --dijo Rosa --Pero por qué -decís esto? De quién hablais? - ---He vuelto á ver al buen caballero que me ha dispensado tanta amistad! ---replicó Oliverio pudiendo apenas articular sus palabras --Ya sabeis . . -Mr. Brownlow, de quién os he hablado tantas veces! - ---En dónde? --preguntó Rosa. - ---Bajaba de un carruaje y entró en una casa --respondió Oliverio -llorando de gozo --No le he hablado . . . no podia hablarle; porque no ha -reparado en mí y yo estaba tan trémulo que me ha sido imposible correr -á él; pero Giles se ha informado de si vivia en la casa donde le hemos -visto entrar y le han respondido que sí . . . Tomad --añadió sacando -un papel de su faltriquera --esta es su direccion: es allí donde vive -. . . permitid que vaya al instante . . . Oh! Dios mio! Dios mio! que me -sucederá cuando le vea y él me hable! - ---Al instante! dijo Rosa --Enviad á buscar una calesa y estad pronto -para partir; voy á llevaros allá al momento . . . No hay que perder un -minuto! Unicamente el tiempo para prevenir á mi tia que salimos por una -hora y estoy con vos . . . Con qué, estad preparado! - -Oliverio no se lo hizo decir dos veces y en menos de diez minutos estaban -en marcha para _Craven street_ en el _Strand_. Cuando hubieron llegado, -Rosa bajó del coche para preparar al anciano caballero á recibir á -Oliverio y entregando su tarjeta al criado le suplicó dijera á Mr. -Brownlow, que deseaba verle por asuntos de la mayor importancia. Este -reapareció muy luego, habia recibido la órden de hacer subir á la -jóven señorita: y la introdujo en un aposento del primer piso, donde -fué presentada á un caballero de edad algo avanzada, de aspecto afable -y vistiendo una casaca de verde-botella. No lejos de él estaba otro -caballero viejo, con calzon corto y polainas de mahon, el cual caballero -viejo (que no parecia _extremamente_ amable), estaba sentado con las -manos plegadas, apoyadas sobre el puño de su baston y su barba encima. - ---Mil perdones señorita! dijo el caballero de la casaca verde, -levantándose precipitadamente de su silla y haciendo un saludo gracioso -á la señorita Maylie. --Creia que podiais ser una persona importuna que -. . . Os pido por favor que disimuleis . . . Tomaos la molestia de -sentaros. - ---Es á Mr. Brownlow á quien tengo el honor de hablar? --dijo Rosa -dirijiéndose á este último. - ---Sí; señorita --respondió el caballero anciano --y ahí está mi -amigo Mr. Grimwig . . . Grimwig, queréis tener la bondad de dejarnos por -algunos minutos? - ---Creo, que el Señor, no estará de mas en este punto de nuestra -entrevista. Estoy bien informada; no es estraño al asunto que me trae -cerca de vos. - -Mr. Brownlow hizo una inclinacion de cabeza y Mr. Grimwig que habia hecho -un saludo muy tieso al levantarse de su silla, hizo otro saludo muy tieso -y sentóse otra vez. - ---Sin duda voy á sorprenderos --dijo Rosa algo cortada; --pero en otro -tiempo manifestasteis mucho interés y afecto á uno de mis jóvenes -amigos y estoy segura que no os sabrá mal recibir noticias suyas. - ---Verdaderamente! --dijo Mr. Brownlow --¿Puedo saber su nombre? - ---Oliverio Twist! contestó Rosa. - -Apenas hubo pronunciado este nombre, Mr. Grimwig que se habia puesto á -recorrer un libro voluminoso colocado sobre la mesa, lo cerró -bruscamente y dejándose caer en el respaldo de la silla dejó ver su -rostro en el que estaban marcadas las señales de la mayor sorpresa. - -El asombro de Mr. Brownlow no fué menor, aunque no lo dejase apercibir -de un modo tan escéntrico. Acercó su silla á la de Rosa y dijo: - ---Hacedme el favor, querida señorita, de pasar en silencio esa solicitud -y esa bondad de que hablais y de la que nadie duda y si está en vuestro -poder desilusionarme en cuanto á la opinion desfavorable, que he debido -concebir de ese niño . . . Oh! en nombre del cielo hacedlo al instante. - ---Es un pilluelo! me comeria la cabeza que es un pilluelo! --dijo Mr. -Grimwig sin mover ningun músculo de su rostro, como lo hiciera un -ventrilocuo. - ---Ese niño tiene el corazon noble y generoso --repuso Rosa -ruborizándose --y el Sér Supremo que ha juzgado á propósito enviarle -penas y hacerle pasar por pruebas superiores á sus fuerzas, le ha dado -cualidades y sentimientos que harian honor á personas que tienen seis -veces su edad. - ---Yo no tengo mas que sesenta y un año! --replicó Mr. Grimwig en el -mismo tono; y como no tomando en ello cartas el diablo, ese Oliverio de -que hablais debe tener doce años sino tiene mas, no veo la aplicacion de -esta advertencia. - ---No hagais caso de mi amigo, Señorita --dijo Mr. Brownlow --no -reflecsiona lo que dice. - ---Si par diez! gruñó Mr. Grimwig. - ---No no lo reflecsiona, os lo aseguro! replicó Mr. Brownlow, que -empezaba á impacientarse visiblemente. - ---Se comeria él la cabeza, sino dijera la verdad! - ---Mejor mereceria que se la rompieran! - ---Quisiera ver á alguno que lo propusiera! --replicó Monsieur Grimwig -golpeando el suelo con su baston. - -Despues de haberse ecsaltado de tal modo, los dos amigos lomaron -separadamente un polvo y se dieron enseguida un buen apreton de manos -segun su costumbre invariable. - -Rosa que habia tenido tiempo de reunir sus ideas, relató en pocas -palabras lo que habia sucedido á Oliverio desde el dia en que habia -dejado la casa de Mr. Brownlow, reservando para el momento en que estaria -sola con este caballero, la revelacion de Nancy. Añadió que el único -dolor de ese muchacho durante muchos meses habia sido no poder encontrar -otra vez á su bienhechor. - ---Alabado sea Dios! --dijo el anciano caballero --He aquí lo que me -tranquiliza! Pero, Señorita Maylie, vos no nos habeis dicho donde se -halla ahora . . . Mil perdones por la pregunta que voy á haceros; ¿por -qué no lo habeis llevado? - ---Está abajo en el carruaje, que espera á la puerta --contestó Rosa. - ---Aquí! á mi puerta! --esclamó el anciano y sin decir una palabra mas -se lanzó fuera del aposento, bajó la escalera de cuatro en cuatro, -saltó sobre el estribo y de allí dentro del coche. - -Apenas la puerta del aposento se hubo cerrado trás él, Monsieur Grimwig -levantó la cabeza y convirtiendo en eje uno de los piés traseros de su -silla, describió con la ayuda de su baston y de la mesa, tres círculos -distintos; despues de lo cual, poniéndose en pié, andó piano piano, lo -largo del aposento y acercándose de improviso á Rosa la abrazó sin -otro preámbulo. - ---Chiton! dijo al ver que esta se levantaba precipitadamente, alarmada -por su audacia --Nada temais! Tengo bastante edad, para ser vuestro -abuelo . . . Sois una buena muchacha y os quiero mucho! Ya suben! - -En efecto, luego que se hubo echado de un solo salto en su silla, Mr. -Brownlow volvió á entrar acompañado de Oliverio, que Mr. Grimwig -recibió muy graciosamente y esta satisfaccion del momento hubiera sido -por sí sola bastante á Rosa, para recompensar sus desvelos y sus -inquietudes, para con su jóven protegido. - ---A propósito! hay alguien que no debe ser olvidado! dijo Mr. Brownlow -tirando el cordon de la campanilla --Decid á la Señora Bedwin que suba! - -La vieja ama de llaves subió en seguida y habiendo hecho una reverencia, -esperó en la puerta á que Mr. Brownlow le diera sus órdenes. - ---Creo Bedwin que vuestra vista se debilita de dia en dia --dijo éste -con tono semi-regañon. - ---A mi edad, caballero, no tiene nada de estraño --contestó la buena -señora --Los ojos de las personas no mejoran con los años. - ---Podria yo decir otro tanto --repuso Mr. Brownlow --pero poneos vuestros -anteojos y veamos si adivinais porque os he mandado llamar. - -La Señora Bedwin, se puso á registrar en sus faltriqueras para buscar -sus anteojos, pero la paciencia de Oliverio no podia estar á prueba -contra este nuevo retardo y he aquí porque cediendo al primer impulso de -su corazon, se precipitó en los brazos de la buena señora. - ---Dios me perdone! --esclamó esta abrazándole --es mi querido -pequeñuelo! - ---Mi buena Señora Bedwin! --esclamó tambien Oliverio. - ---Sabia bien que volveria --repuso la anciana apretándole contra su -pecho --Qué hermoso es . . . y que bien vestido! Parece un señorito! -¿Dónde habeis estado durante este tiempo que me ha parecido tan largo? -Ah! siempre su bella carita . . . pero con todo aun mas pálida . . . -Siempre esos ojos tan dulces, pero mas tristes. Nunca los he olvidado, ni -tampoco su sonrisa graciosa. --Dejando que la Señora Bedwin y Oliverio -charláran con holgura, Monsieur Brownlow hizo pasar á Rosa á otro -aposento y ésta le contó con los mas minuciosos detalles la entrevista -que habia tenido con Nancy: lo que le sorprendió é inquietó -muchísimo. Despues que le hubo esplicado las razones que la habian -impedido hablar de ella, primero á Mr. Losberne, aprobó mucho su -prudencia y resolvió tener al instante una conferencia con el doctor. -Para lograr pronto la ocasion de ejecutar este designio, se convino que -iria al palacio aquella noche misma á las ocho, y que entretanto la -Señora Maylie seria informada de todo lo que habia pasado. - -La señorita Maylie no habia exagerado la cólera del doctor; pues apenas -tuvo conocimiento de la revelacion de Nancy se desató en imprecaciones -contra ella y amenazó entregarla á Monsieurs Blathers y Duff. Habia ya -tomado su sombrero y se preparaba para ir á encontrar á esos dignos -personajes sin considerar cuales podrian ser los resultados de su loco -proceder, si Monsieur Brownlow, á pesar de ser tambien muy irrascible, -no le hubiese impedido el salir y no hubiese empleado todos los -argumentos posibles para hacerle entrar en razon. - ---Qué diablos, pues, nos queda que hacer? Será preciso todavía dar las -gracias á todos esos vagabundos (machos y hembras) y suplicarles que -acepten una centena de libras esterlinas, como una ligera prueba de -nuestra estimacion y una débil prenda de nuestra gratitud! - ---No digo precisamente esto --contestó Mr. Brownlow sonriendo --pero es -preciso obrar con dulzura y con prudencia. - ---Dulzura y prudencia! esclamó el doctor --Yo os los enviaré todos á -las . . . - ---No digo lo contrario --replicó Mr. Brownlow --y sin duda lo han bien -merecido. - -Fué muy difícil hacer entrar en razon al doctor, que desde que habia -visto á los señores Duff y Blathers parecia tener una confianza sin -límites en sus talentos. Pero Mr. Brownlow, habiéndole hecho comprender -que de su prudencia dependia la suerte de Oliverio y que un solo paso -inconsiderado podia comprometerlo todo y privarle á la vez de la -herencia de sus padres y de la esperanza de volver á encontrar su -familia, el doctor acabó por conceder que sus arrebatos, podian echarlo -á perder todo y que en adelante tendria mas calma. En consecuencia se -acordó que los Señores Grimwig y Enrique Maylie formarian parte del -_comité_ y que Mr. Brownlow acompañaria á Rosa al puente de Londres, -donde debia volver á ver á Nancy; que todo se haria de modo que no se -comprometiera á esa desgraciada y que la justicia no seria advertida por -temor de que puestos en alerta Nancy no quisiera dar á conocer á Monks. - - - - -CAPÍTULO XLI. - -UNA ANTIGUA RELACION DE OLIVERIO DANDO PRUEBAS DE UN GENIO SUPERIOR, -LLEGA Á SER UN PERSONAJE PÚBLICO EN LA METRÓPOLI. - - -EL dia mismo en que Nancy fué á encontrar á Rosa Maylie, despues de -haber dado á Sikes un brevaje suporífico; dos personas que el lector -tiene ya conocidas; pero con las cuales (para mayor inteligencia de esta -historia) debe reanudar las relaciones, marchaban hácia Londres por la -carretera del Norte. - -Estos dos viajeros eran un hombre y una mujer (tal vez seria mejor decir -un macho y una hembra). El primero de cuerpo largo y endeble, iba montado -sobre altas piernas y tenia una de esas fisonomías huesosas, á las -cuales es muy difícíl designar ninguna edad exacta; era en fin uno de -esos séres que parecen ya viejos cuando son aun jóvenes y que parecen -niños cuando empiezan á entrar en edad. La mujer podia tener diez y -ocho ó veinte años; pero estaba sólidamente desarrollada y era -necesario que fuera así, á juzgar por el paquete enorme que llevaba -sobre su espalda sujeto con correas. El de su compañero envuelto en un -pañuelo azul y pendiente al estremo de un palo formaba un volúmen muy -pequeño. - ---Andarás tú? Qué posma eres Carlota! - ---Este paquete es pesado como un diablo! - ---Pesado! Qué bestialidad! Para qué sirves pues? --dijo aquel cambiando -de espalda su paquetillo. --Vaya! Hete aquí otra vez plantada! - ---Queda aun mucho trecho? --preguntó la mujer. - ---Si queda trecho? Tienes telarañas en los ojos! amor mio! No ves desde -aquí las luces de Londres? - ---Todavia quedan desde aquí dos millas! - ---Y qué! Qué tenemos? Aun que haya dos ó veinte . . . replicó Noé -Claypole (porque era el mismo) . . . Ea! levántate y al avío sino -quieres que con un punta pié te haga entrar en calor. - -Como la nariz del Señor Claypole naturalmente colorada se habia vuelto -purpúrea de cólera y como se adelantaba hácia Carlota, ésta se -levantó sin decir palabra y se puso en marcha. - -Carlota fatigada, molida, no pensaba mas que en pararse. A cada momento -preguntaba si Noé se detendria pronto papa pasar la noche. Pero maese -Claypole era antes que todo hombre prudente; habia formado sus planes y -temia los alojamientos que podia proporcionarle su muy graciosa Magestad -Británica; por eso desconfiaba de toda posada situada demasiado cerca de -la carretera; tenia una preferencia marcada por los barrios mas -apartados. Sowerberry se le aparecia como la sombra de Banco. [5] En -medio de todos sus temores, no dejaba por ello de hacer sentir su -superioridad á Carlota. Esta reconocia y agradecia á su adorado, la -confianza ilimitada, que le habia dispensado, dejándola todo el dinero -que se habian llevado de la casa de Sowerberry! Pero esta confianza, no -era mas que la consecuencia del sistema de prudencia de maese Claypole; -habia temido comprometerse en el caso de ser perseguidos y el dinero -hallándose únicamente sobre de ella, hubiera podido protestar de su -inocencia y escapar tal vez de las manos de la justicia. - -Noé, arrastrando trás si á Carlota, ya suavizaba el paso en la esquina -de una de esas calles que recorria con los ojos en toda su estension, -para ver si descubriria la muestra de alguna modesta posada, ya arrecial -á la marcha, si temia que el sitio fuera demasiado público para él. Al -fin se paró ante una taberna mas súcia y mas miserable en la apariencia -que todos los que habia visto hasta entonces y despues de haber examinado -escrupulosamente su exterior anunció graciosamente á Carlota su intento -de pesar en ella la noche. - ---Con que dame ese paquete --dijo desatando las correas pasadas al -rededor de las espaldas de Carlota y cargándoselo sobre sí --y cuida de -no abrir el pico que yo no te dirija la palabra! Cuál es la muestra de -la casa? A . . . l . . . o . . . s . . á los t . . . r . . . e . . . s. -tres á los tres . . . á los tres que? preguntó. - ---A los _tres cojos_ --dijo Carlota. - ---A los _tres cojos_? repitió, Noé --No es del todo bestia que digamos -esa muestra! Tú, sígueme . . . y no te olvides de lo que te he -recomendado! --dichas estas palabras empujó la puerta con su espalda y -entró seguido de Carlota. - -Solo habia en el mostrador un jóven judío, quien con los dos codos -apoyados sobre la mesa, estaba ocupado en leer un periódico grasiento. -Miró fijamente á Noé y éste le inspeccionó del mismo modo. - -Si Noé hubiese llevado su traje de la escuela de Caridad, el aire de -sorpresa con que le miraba el judío no hubiera parecido extraordinario; -pero como llevaba una blusa puesta sobre su vestido, parece que nada -habia en él capaz de llamar hasta este punto la atencion en una taberna. - ---No es aquí la posada de los _tres cojos_? preguntó Noé. - ---Esta es la muestra de esta casa --respondió el judío. - ---Un caballero que hemos encontrado en el camino nos ha recomendado -vuestra casa --dijo Noé haciendo un guiño á Carlota, no solo para que -advirtiera la sutileza de su espíritu, si que tambien para advertirla -que no dejára escapar ninguna señal de sorpresa. --Podrémos tener una -cama para esta noche? - ---Diré abajo si hay alguna desocupada . . . contestó Barney que era el -mozo de esta casa --voy á informarme. - ---Conducidnos á la sala y servidnos un plato de fiambre y una pirta de -cerveza mientras esperamos --dijo Noé. - -Barney despues que los hubo introducido en una salita baja les llevó en -seguida lo que le habian pedido, avisándoles al propio tiempo de que -podrian pasar allí la noche y que iban á prepararles una cama; despues -de lo cual se retiró. - -Esto aposento estaba situado de modo que cualquiera conocedor de la casa -podia por medio de un pequeño vidrio colocado en un ángulo, ver desde -la sala de entrada todo lo que pasaba en ella sin peligro de ser visto y -aplicando el oido en dicho punto era fácil oir lo que en ella se decia. -Habia cinco minutos que el amo de la casa tenia el ojo pegado al vidrio, -prestando oido al mismo tiempo á la conversacion de nuestros dos -viajeros y Barney acababa cabalmente de desembucharles la respuesta ante -dicha, cuando Fagin entró para informarse, si habia visto á algunos de -sus jóvenes educandos. - ---Chit . . . hizo Barney colocando el dedo sobre sus lábios --hay dos -_personas_ en la salita. - ---Dos personas! repitió el viejo en voz baja . . . - ---Dos buenas piezas . . . como hay Dios! añadió Barney --Llegan de la -campiña. --A fé mia es género de vuestro gusto ó yo soy un bestia. - -Esta noticia interesó en gran manera á Fagin. Subió sobre un taburete, -aplicó el ojo al vidrio y pudo divisar á maese Claypole comiendo su -fiambre y bebiendo su cerveza en compañia de Carlota. - ---Ah! ah! --dijo en voz baja Fagin volviéndose hacia Barney --El aire de -ese mozalvete me satisface del todo! Nos será útil, estoy de ello -cierto! Comprende á las mil maravillas el modo de llevar á buen fin los -negocios! No muevas ruido Barney; que oiga lo que dicen! - -El judío aplicó de nuevo el ojo al vidrio, reprimiendo su respiracion -para oir mejor y el aspecto de su fisonomía en este momento era del todo -satánico. - ---Estoy resuelto; quiero ser un señor! dijo maese Claypole alargando sus -piernas y concluyendo una conversacion empezada antes de llegar Fagin. No -quiero hacer mas ataudes . . . estoy harto de ellos! pero quiero llevar -una vida regalona y si tu quieres Carlota, serás tambien una señora! - ---No pediria otra cosa mejor Noé --contestó esta --pero no se -encuentran todos los dias _alcancias_ que vaciar. - ---Ba! dijo Noé . . . Algo mas que alcancias hay para vaciar! - ---¿Qué quiéres decir? preguntó Carlota. - ---Hay faltriqueras, ridículos, casas, coches, el Banco mismo . . . y que -se yo que mas! dijo Noé escitado por el _porter_. - ---Pero tu no puedes hacer todo esto Noé? - ---Procuraré asociarme con otros, si hay medio y no tendrán -inconveniente en emplearnos de una manera ó de otra . . . Tu sola vales -cincuenta mujeres! - ---Oh! que gusto me dá el oirte hablar así --esclamó la muchacha -imprimiendo un gordo beso sobre el rostro feo de su compañero. - ---Bien, basta ya con esto! . . . . no te exaltes demasiado por temor de -disgustarme, dijo Noé rechazándola con gravedad --Quisiera ser el -capitan de alguna cuadrilla . . . Os los llevaria, á las mil maravillas -. . . y me enmascararia para acecharles . . . Oh! Esto me convendria -bastante! . . . Y con tal que pudiera encontrar algunos caballeros de ese -género, digo que valdria mas que la _bicoca_ de las veinte libras que -has soplado á Sowerberry, tanto mas que ni uno ni otro sabemos como -deshacernos de ellas. - -Despues que maese Claypole hubo manifestado su opinion en tales -términos, miró el jarro de cerveza con aire deliberado; y habiendo -sacudido su contenido hizo una señal de inteligencia á Carlota y bebió -un trago que pareció refrescarle completamente. Se disponia á beber -otro, cuando fué interrumpido por la repentina llegada de un estranjero. -Este estranjero no era otro que Mr. Fagin quien haciendo un saludo -gracioso acompañado de una sonrisa amable al pasar por frente nuestros -dos viajeros, se sentó á una mesa cerca de ellos y pidió al astuto -Barney que le sirviera algo de beber. - ---Hermosa noche á fé mia; si bien algo helada atendida la estacion ---dijo Fagin frotándose las manos --Caballero á lo que parece llegais -de la campiña? - ---Cómo podeis saberlo? --preguntó Noé. - ---No tenemos en Londres tanto polvo como el que miro --contestó Fagin -señalando con el dedo los zapatos de Noé. - ---Teneis á mi ver el aire de un _perillan_ --dijo Noé --Ha! . . ha! ha! - ---No se puede menos de serlo en una ciudad como esta. - -Acompañó esta observacion, con un golpecillo sobre su nariz dado con el -index de su mano derecha; gesto que Noé quiso imitar pero hizo pífia, -á causa de la poca tela que el suyo ofrecia en esta parte de su rostro. -Fagin satisfecho de la intencion, compartió liberalmente con nuestros -dos amigos el licor que Barney habia traido. - ---Esto es añejo --observó Noé haciendo castañear sus lábios. - ---Si; pero es caro! dijo Fagin . . . Un hombre necesita vaciar bolsillos, -ridículos, casas, carruages y hasta el Banco, si quiere beber de ello en -todas sus comidas. - -A tales palabras Noé se dejó caer en el respaldo de su silla y miró -alternativamente á Fagin y á Carlota. - ---No os asusteis querido! --dijo Fagin acercándose á Noé --Ha! ha! Ha -sido mucha fortuna que haya sido yo solo quien os ha oido, por la mayor -de las casualidades. - ---Yo no he sido el que ha sillado la _bicoca_! balbuceó Noé no -alargando ya sus piernas como un hombre _independiente_ sino -encajándolas lo mejor que pudo bajo su silla; ella es la que ha dado el -golpe. Todavía la tienes sobre de tí, Carlota; no puedes decir lo -contrario. - ---Querido, poco importa quien ha dado el golpe ó quien tiene el dinero! -replicó el judío fijando con todo sus ojos de alcon sobre la jóven y -sobre los dos paquetes --Yo mismo soy de la _partida_ y por eso os quiero -mas. - ---De qué _partida_ queréis hablar? preguntó maese Claypole algo mas -tranquilo. - ---Del mismo _ramo de comercio_ --contestó Fagin. Igualmente todas las -personas de la casa. Habeis caido aquí como _Marzo en cuaresma_ querido! -No hay en Londres un sitio mas seguro que los _tres cojos_ . . . sobre -todo si os tomo bajo mi proteccion . . . Y como vos y esa jóven me -inspirais interés, podeis tranquilizaros; os aseguro que nada hay que -temer. - -Noé Claypole hubiera debido tranquilizarse en efecto, despues de esta -seguridad; pero si su espíritu estaba mas desahogado, no sucedia así -con su cuerpo porque se torcia de mil maneras en su silla y tomó -diferentes posiciones á cual mas estravagantes, mirando, entretanto á -su nuevo amigo con aire á la vez desconfiado y temeroso. - ---Os diré mas --continuó el judío despues de haber logrado -tranquilizar á la jóven á fuerza de movimientos de cabeza y de -protestas de amistad; tengo un buen amigo que podrá satisfacer el deseo -que acabais de manifestar lanzándoos en el buen camino; con el bien -entendido de dejaros libre para escojer de pronto el ramo que mejor os -convenga, reservándose solo el cuidado de enseñaros los otros. - ---Decís esto como si hablárais sériamente? --repuso Noé. - ---No veo porque me burlaria --dijo el judío encojiéndose de hombros. ---Venid conmigo á la puerta para que os diga una palabra á solas. - ---No es necesario que nos desordenemos --dijo Noé alargando de nuevo sus -piernas; podeis decirme esto mientras que ella va á llevar los paquetes -arriba. Carlota! vé á procurar que esos paquetes se coloquen en el -aposento donde debemos dormir. - -Carlota se hizo un deber en obedecer y Noé abrió la puerta para -facilitarla el paso y verla salir; despues de lo cual volvió á sentarse. - ---He! ya veis como os la hago marchar! --dijo con el tono de un domador -que hubiese amansado un animal feroz. - ---Bravo! --contestó Fagin dándole un golpecillo sobre la espalda; ---sois un génio, querido! - ---Seguramente y por esto he resuelto venir á Londres --replicó Noé ---Pero harémos bien en no perder el tiempo, porque ella no tardará á -volver. - ---Teneis razon. Al caso --dijo el judío --Ea; veamos! si mi amigo os -gusta ¿creéis que será lo mejor asomaros con él? - ---Hace buenos negocios? Este es el _quid_ del asunto! preguntó Noé -guiñando sus ojuelos. - ---Los hace escelentes --respondió el judío --ocupa una multitud de -_manos_ y tiene á su servicio los _trabajadores_ mas _hábiles_ y mas -_distinguidos de la profesion_. - ---Como si dijéramos _maestros obreros_, he? preguntó al señor Claypole. - -Luego el judío y su nuevo asociado se pusieron á pasar revista á todos -los modos de robar conocidos y desconocidos. A cada proposicion, Noé -encontraba siempre que objetar: ya el género de comercio era demasiado -peligroso, porque, ya como tenemos dicho la bravura no entraba en las -cualidades dominantes de este héroe; ya no redituaba lo bastante y la -rapacidad de maese Claypole no se encontraba satisfecha; y si algo habia -difícil de satisfacer, era esta rapacidad; porque si el tal Claypole -hubiese sido dividido en dos partes creemos que la gula se hubiera -apoderado de todo el lado derecho y la avaricia del izquierdo al lado del -corazon. Al fin encontró un _género de ocupacion_ á su gusto: quedó -convenido que se dedicaria á la _caza menuda_. - ---Qué se entiende por esto? preguntó. - ---La _caza menuda_ son los chicuelos, que van por recados. Cuasi siempre -llevan en la mano un _cheling_ ó una pieza de seis sueldos, se les hace -la zanjadilla, se toma su dinero y se sigue el camino! - ---Ah! ah! hé aquí mi negocio! - ---Con que, queda convenido, dijo Noé, viendo que Carlota acababa de -entrar. Mañana á qué hora? - ---A las diez, os parece bien? preguntó el judío. --Y en cuanto maese -Claypole hubo hecho una señal de cabeza afirmativa añadió. Con qué -nombre hablaré de vos á mi amigo? - ---Mr. Bolter --contestó Noé que habia previsto la pregunta y estaba -preparado para responder --Mr. Mauricio Bolter. Os presento á la señora -Bolter --prosiguió señalando á Carlota. - ---Muy servidor de la Señora Bolter! --dijo Fagin haciendo un saludo -grotesco. Espero que antes de poco tendré la satisfaccion de conocerla -mejor. - ---Oyes lo que te dice este caballero, Carlota? - ---Si Noé! --contestó la Señora Bolter alargando su mano á Fagin. - ---Me llama Noé, por via de cariño --dijo Mr. Mauricio Bolter (antes de -ahora Noé Claypole), dirijiéndose á Fagin. ¿Comprendeis? - ---Si, si comprendo . . . perfectamente --contestó el judío diciendo por -esta vez la verdad. Buenas noches! Buenas noches! - - - - -CAPÍTULO XLII. - -Él CAMASTRON SE ENREDA EN UN MAL NEGOCIO. - - -CON qué vuestro amigo erais vos mismo? --dijo maese Claypole al presente -Bolter, cuando de resultas de sus convenios fué á habitar el dia -siguiente en casa el judío; --ayer cuasi lo hubiera dudado. - ---Todo hombre para sí mismo es su propio amigo --contestó el judío con -una sonrisa significativa --en ninguna parte puede encontrar otro mejor. - ---Escepto con todo algunas veces --dijo Mauricio Bolter --dándose humos -de un hombre de mundo. Ya sabeis que hay personas, que son sus propios -enemigos. - ---No lo creais --replicó el judío --Cuando un hombre es su propio -enemigo, lo es únicamente porque cuida mas de los intereses de los otros -que del suyo propio . . . Ba! . . Esto es bestialidad! . . y además nada -natural. - ---Esto es aun verdad! dijo Mr. Bolter, con aire pensativo --oh! sois un -viejo maligno! - -Mr. Fagin vió con cierto placer la impresion que habia producido sobre -maese Bolter. Para aumentar su efecto, le instruia del estado de sus -negocios y de sus operaciones de _comercio_ mezclando tan bien la ficcion -con la verdad, que el respeto y el temor que habia inspirado á ese digno -mozalvete aumentaron visiblemente. - ---La confianza mútua, que nos tenemos unos á otros es la que me -consuela y me indemniza de las pérdidas dolorosas que sufrió algunas -veces --prosiguió Fagin. Mi mejor _dependiente_ mi brazo derecho me fué -arrebatado ayer mañana. - ---Sin duda quereis decir que ha muerto? - ---No; no tan mal como esto . . . seguramente no tan mal. - ---Qué ha podido pues acontecerle? - ---Han tenido necesidad de él; han juzgado oportuno retenerle. - ---Tal vez para negocios importantes? - ---No; pretenden que le han visto meter la mano en el bolsillo de un -caballero. Lo han registrado á pretexto de justicia y han encontrado -sobre de él una caja de tabaco de plata . . . la suya querido mio . . . -la suya propia; porque adoraba el tabaco de polvo y lo tomaba -ordinariamente. Lo han guardado hasta hoy, pretendiendo conocer el -individuo á quien pertenece esa _baratija_. Ah! valia él cincuenta -cajas como aquella . . . y yo daria si estuviera en mi mano el valor de -ella con la satisfaccion mayor, con tal de volverle á ver á mi lado. -Quisiera que hubierais conocido al Camastron, querido mio; quisiera que -lo hubierais conocido! - ---Puede esperarse que lo conoceré. - ---Ah! lo dudo mucho --replicó el judío con un suspiro. --Si no obtiene -nuevas pruebas en apoyo de esta acusacion, no será gran cosa y él -volverá dentro seis semanas ó dos meses lo mas tarde; de otro modo -estarán en el caso de enviarlo al _seminario_ como _pensionista_. -Conocen demasiado lo que vale y harán de él un _pensionista_. - ---Qué entendeis por _seminario_ y _pensionista_? preguntó maese Bolter ---A qué viene hablarme en gringo ya que no lo comprendo? - -Fagin iba á traducirle en lenguaje vulgar estas espresiones misteriosas -y rebuscadas y maese Bolter hubiera sabido entonces que la combinacion de -estas palabras _seminario_ y _pensionista_ significaban condena -perpétua, cuando el diálogo fué interrumpido por la llegada de Bates -que entró con ademan contrito y las dos manos metidas en las -faltriqueras. - ---Se acabó! --dijo. - ---Qué quiéres decir? --preguntó Fagin con voz temblorosa. - ---Han encontrado al caballero dueño de la caja de polvo. Dos ó tres -testigos por añadidura han venido á engrosar la acusacion y el pobre -Jac . . . está registrado para un _pasaje á lo lejos_: Fagin necesito -un traje de luto y un crespon en mi sombrero, para ir á visitarle antes -de su partida. Pensar que Jaime Dawkins el _Camastron_ el _fino -Camastron_ será deportado por una mala caja de polvo, valor dos sueldos -y medio! . . Jamás hubiera creido que debiera hacer este _viaje_ á no -ser por un reló de oro con su cadena y los colgajos. Oh! por qué no ha -desvalijado á algun viejo ricote! Habia dado que hablar de él y al -menos hubiera partido como un _caballero_ en vez de separarse de nosotros -sin honor y sin gloria como un miserable _pelafustan_. - -Con esto maese Bates dando libre curso á su dolor, se dejó caer en una -silla y permaneció silencioso por algunos momentos. - ---Y qué entiendes tu por ello, cuando dices que nos deja sin honor y sin -gloria? preguntó Fagin con tono irritado --¿Acaso no ha sido el primero -entre todos vosotros? hay, digo, uno solo que sea digno de limpiar sus -botas hé? - ---No ciertamente! --respondió Bates con voz lastimera --no conozco -ninguno que pueda vanagloriarse de ello. - ---Y bien? entonces á qué viene esa cantinela? --dijo el judío con -acritud --¿de qué sirven esas jeremiadas? - ---Por qué los periódicos no hablan de ello palabra, como vos mismo -sabeis bien! --esclamó Cárlos irritándose á despecho de su venerable -amigo. --Porque el asunto no tendrá publicidad y nadie sabrá jamás lo -que él era. ¿Cómo figurará en el calendario de Newgate? Pueda que ni -siquiera su nombre sea inscrito en él. Ah! Dios mio! Dios mio! que -desgracia! Esto es desgarrador! - ---Ah! ah! --hizo el judío estendiendo la mano y volviéndose hácia el -señor Bolter --Ya veis querido mio, que orgullosos están de su -_profesion_! No es esto edificante? - ---No carecerá de nada --repuso --Estará en su celda como un señor, -Cárlos . . . como un jóven príncipe. Tendrá todo lo que apetezca . . -. todo. Quiero que como de costumbre tenga su cerveza en todas sus -comidas y dinero en su bolsillo para jugarlo á cara ó cruz sino puede -gastarlo. - ---Si? esclamó Bates. - ---Sin duda. Y le encontrarémos un defensor, Cárlos! Escojerémos aquel -que pase por tener el mejor _pico_. Tomará su partido con calor en un -discurso soberbio que conmoverá al auditorio. Nuestro jóven amigo -hablará tambien á su vez, si lo juzga conveniente y nosotros verémos -esto en los periódicos: --El _fino Camastron_ . . . (esplosiones de risa -en el público). Mas abajo . . . (agitacion en el banco de los Señores -jurados). Y algunas líneas despues . . . (hilaridad general). Hé -Carlino? - ---Ah! ah! --esclamó maese Bates riendo --á puesto mi gaznate que Fagin -los corta á todos en pedazos menudos! Como va á retorcéroslos el -Camastron! Con el no los veo _blancos_! - ---Y hará bien, en no tenerles consideraciones! - ---No cabe duda --contestó Cárlos frotándose las manos. - ---Me parece estarlo viendo ahora --dijo el judío fijando sus miradas -sobre su jóven educando. - ---Y yo tambien! esclamó Bates . . . Ah! ah! ah! Paréceme que estoy -allí. Me lo represento como si ello pasára ante mis ojos . . . Qué -buena farza! Esas vetustas cabezas de pelucon, haciendo todo lo posible -para mantenerse sérias y Jaime Dawkins, no tartamudeando para decirles -su modo de pensar, como si fuera su camarada, y hablándoles con la misma -soltura que lo haria el hijo del propio presidente despues de una buena -comida . . ah! ah! ah! - -Es lo cierto que el judío, habia tenido tanta habilidad en exitar el -humor jovial de su jóven educando, que éste, que de pronto considerará -la prision de su amigo como una desgracia y el mismo _Camastron_ como una -víctima, miraba ahora á este ilustre jóven como el primer galan de una -escena cómica y le tardaba ver llegar el momento en que su jóven -camarada tendria una ocasion tan favorable para desplegar sus talentos. - ---De un modo ú otro será necesario procurar lo medios de tener hoy -mismo noticias suyas. --dijo Fagin --Calculemos . . . - ---Si fuera yo allí? --preguntó Cárlos. - ---Te guardarás muy bien! --contestó el judío --Querido mio estás -loco? A la verdad es preciso que seas --archi-loco para pensar en -encagarte dentro la gola del lobo! No, no hijito! ya es bastante para mi -el haber perdido el uno, para esponerme á perder el otro. - ---Creo, no intentaréis ir vos mismo? dijo Cárlos con tono chocarrero. - ---No me conviene de ningun modo --repuso el judío sacudiendo la cabeza. - ---Entonces por qué no enviais á ese recien venido? preguntó Maese -Bates poniendo su mano sobre el brazo de Noé. --Nadie le conoce. - ---Si quiere ir no deseo otra cosa mejor! --observó Fagin. - ---Por qué no querrá? - ---No lo sé querido. --dijo Fagin volviéndose á Bolter --realmente no -lo sé! - ---Oh! que si que lo sabeis muy bien! --observó Noé dando algunos pasos -retrógados hácia la puerta. --Que si, que si lo sabeis bien! --añadió -balanceando la cabeza un tanto alarmado de la proposicion de Cárlos. ---Guarda Pablo! este género de comision no entra en mi departamento. No -lo ignorais de antemano! - ---Entónces Fagin para que género de _trabajo_ lo habeis reclutado? ---preguntó maese Bates midiendo á Noé de la cabeza á los piés con -aire de desden --para jugar las piernas cuando habrá algo embrollado ó -para _enguller_ sin duda, él solo todo lo que habrá sobre la mesa, -cuando todo irá bien? - ---Esto no os incumbe á vos, jóven imberbe! --replicó Bolter --y si os -permitís estas libertades con vuestros _superiores_ podrémos enojarnos: -tenedlo entendido! - -Maese Bates, prorrumpió en tal carcajada á esta amenaza que Fagin -necesitó mucho tiempo antes de poder interponer su autoridad y hacer -comprender al señor Bolter que no corria ningun riesgo en visitar el -tribunal de policía, tanto mas que el pequeño asunto que lo llevara á -Londres no habiendo transpirado aun en esta ciudad, era mas que probable -que no se sospechase que se habia refugiado en ella y que de consiguiente -si cambiaba de traje, no habia mas peligro para él, en ir al tribunal de -policía que el que podia haber, yendo á cualquiera otra parte, ya que -de todos los sitios de la capital era aquel sin disputa, al que se -pensaria menos, que pudiese visitar, de su pleno alvedrío. - -Persuadido por estas palabras de Fagin tanto como por el temor que éste -le habia infundido, el señor Bolter consintió de muy mala gana en hacer -esta escursion. Por consejo del judío se encajó un traje de carretero. - -Concluido su tocador, se le hizo el retrato del _Camastron_ de modo que -pudiera reconocerle fácilmente; y Cárlos despues que le hubo -acompañado hasta la entrada de la calle, en que estaba el tribunal de -policía, le prometió esperarle en el mismo sitio. - -Noé Claypole, ó Mauricio Bolter (como mejor le parezca Hamarle el -lector), siguiendo la direccion que le habia dado Cárlos Bates, que -tenia un conocimiento exacto de los sitios, llegó sin obstáculo al -santuario de la justicia. - -Buscó con la vista al Camastron; pero aunque vió muchas mujeres que -hubieran podido muy bien pasar las unas por la madre y las otras por las -hermanas de ese apreciable jóven y que entre los hombres que aparecieron -en el banco de los acusados, hubiese mas de uno que se le pareciese lo -bastante para que se le tomase por su hermano ó por su padre, no -apercibió con todo entre los jóvenes de su edad, nadie que respondiese -á las señas que le habian dado. Esperaba con impaciencia cuando -apareció un jóven preso que reconoció al momento por Jaime Dawkins. - -En efecto era el Camastron quien con las mangas arremangadas, como de -costumbre, la mano izquierda en su bolsillo y sosteniendo con la derecha -su sombrero, entró resueltamente seguido del carcelero. Despues de haber -tomado asiento en el banco de los acusados, preguntó con tono -semi-sério y semi-cómico la razon por la cual se le trataba de una -manera tan indigna. - ---Silencio! --gritó el carcelero. - ---Soy inglés, no es cierto? --dijo el Camastron --Dónde están mis -privilegios? - ---Pronto los tendréis vuestros privilegios y _sazonados_ con su -correspondiente sal y pimienta --replicó el carcelero. - ---Verémos lo que el ministro del interior tendrá qué decir á los -_picos_ si se me retiran mis privilegios --contestó Jaime Dawkins. ---¿Ahora queréis hacerme el favor de decirme que significa toda esa -farándula? Os agradeceré --prosiguió dirijiéndose á los magistrados ---que termineis pronto este pequeño asunto, no me tengais aquí en -suspenso divertiéndoos en leer esos periódicos porque tengo una cita -con un caballero en la _Cité_ y como sabe que soy muy exacto cuando se -trata de _negocios_ y que jamás he faltado á mi palabra, os prevengo -que se irá si no llego á la hora convenida. Si así lo haceis no -reclamaré daños ni perjuicios como tengo el derecho de redamarlos -contra los que me han hecho perder el tiempo. - -Habiendo dicho estas palabras con una volubilidad extraordinaria, pidió -al carcelero le dijera los nombres de los _dos viejos buos_ (señalando -á los magistrados), que estaban sentados al mostrador, lo que exitó en -tan alto grado la hilaridad de los espectadores, que rieron de tan buen -corazon como hubiera podido hacerlo maese Bates estando presente allí. - ---Silencio! --gritó el carcelero. - ---De qué se trata? --preguntó uno de los jueces. - ---De un robo señor presidente --contestó el carcelero. - ---Ese muchacho ha comparecido ya otra vez aquí? - ---No ha comparecido ante este tribunal, señor presidente, aunque lo haya -merecido mas de una vez, pero respondo que ha estado _mas de una_ vez en -otra parte. Lo conozco desde largo tiempo. - ---Ah! me conoceis! --dijo el Camastron, tomando nota de las palabras del -carcelero. --Bueno es saberlo. Me acordaré de ello. Esto no es mas que -una calumnia y una calumnia en regla. - -Estas espresiones fueron seguidas de nuevas carcajadas entre la multitud -y de otro «_Silencio_!» por parte del carcelero. - ---Dónde están los testigos? --preguntó el escribano. - ---Es justo; al hecho! --replicó el Camastron --Donde están. Tengo -curiosidad de verlos. - -Pronto quedó satisfecho sobre este punto; porque un _policemon_ -adelantándose declaró que entre la muchedumbre habia visto al -prisionero introducir su mano en el bolsillo de un desconocido, retirar -de el un pañuelo que examinó con atencion y no habiéndolo encontrado -sin duda bastante bueno para él, volverlo del mismo modo despues de -haberse sonado los mocos dentro; que en consecuencia lo habia arrestado -por este hecho y que habiendo sido registrado en forma de derecho se le -habia encontrado encima una caja de polvo de plata, sobre cuya tapadera -estaba gravado el nombre del caballero á quien pertenecia, el cual -estaba tambien presente á la audiencia. - -Este caballero cuyo domicilio se habia encontrado por medio del Almanaque -del Comercio, juró que la caja de polvo era realmente suya y que la -habia perdido la víspera anterior en el momento de abrirse paso entre la -muchedumbre. Añadió que habia notado á un jóven afanoso de atravesar -el tropel y que ese jóven era el prisionero que tenia á la vista. - ---Jóven teneis alguna observacion que hacer al testigo aquí presente? -dijo el magistrado. - ---Creeria rebajarme teniendo conversacion con él. --respondió el -Camastron. - ---Teneis algo que decir para vuestra defensa? - ---No oís al señor presidente que os pregunta si teneis algo que decir -para vuestra defensa? --dijo el carcelero dando un codazo al Camastron -que se obstinaba en guardar silencio. - ---Os pido mil perdones --dijo este levantando la cabeza con aire de -distraccion y dirijiéndose al magistrado. --Es á mi á quién hablais -señor pelucon? - ---Señor presidente en mi vida he visto un pilluelo tan descarado como -este, observó el carcelero --No teneis nada que decir pequeño bagamundo? - ---No aquí --replicó el Camastron --porque no es aquí la _botica_ de la -justicia. Por otra parte mi defensor está ahora almorzando con el -vice-presidente de la cámara de los comunes. Algo tendré que decir en -otra parte y él tambien, como mis amigos que son muchos y muy -respetables. - ---Volvedlo á la prision --gritó el escribano --será juzgado en los -prócsimos _assises_. - ---Vamos! dijo el carcelero. - ---Voy! contestó el Camastron acepillando su sombrero con la palma de la -mano. --Ah! prosiguió dirijiéndose á los magistrados --Os advierto que -de nada os sirve el aparecer espantados! Estad muy seguros que no tendria -compasion de vosotros por un _liart_. Algo os escozerá esta partida . . . -no lo dudeis . . . y ahora rehusaria mi libertad aun cuando os -pusierais de rodillas para hacérmela aceptar! Ea! en marcha vos! dijo el -carcelero --volvedme á la prision; estoy pronto á seguiros! - -Dicho esto el Camastron se dejó cojer por el cuello y siguió ó mas -bien marchó lado por lado del carcelero, no cesando de amenazar á los -jueces hasta que estuvo fuera de la sala, en seguida alargó la lengua á -su guardian con un aire de satisfaccion interior y se encontró otra vez -bajo los cerrojos. Despues que el Camastron hubo dejado la sala, Noé -fué al sitio en que habia dejado á Bates. - -Ambos se apresuraron á llevar á Fagin la feliz noticia de que el -Camastron hacia honor á los _principios_ que habia recibido y que -trabajaba en establecerse una reputacion gloriosa. - - - - -CAPÍTULO XLIII. - -LLEGA PARA NANCY EL TIEMPO DE CUMPLIR SU PROMESA Á ROSA. --NO LA CUMPLE ---FAGIN EMPLEA Á NOÉ CLAYPOLE EN UNA COMISION SECRETA. - - -ERA la noche de un domingo: el reló de la iglesia vecina dió la hora. -Fagin y Sikes que estaban hablando, se callaron un momento para escuchar. -Nancy levantó la cabeza y prestó atento oido. - ---Las once! --dijo Sikes levantándose de su silla y apartando la cortina -de la ventana para mirar á la calle. La noche está negra como boca de -lobo. Famoso tiempo para los _negocios_. - ---Ah! contestó el judío --No es una lástima Guillermo que nada haya -preparado para esta noche? - ---Esta vez teneis razon --repuso Sikes bruscamente --Y tanto mas -lástima, cuando me encuentro esta noche del todo de buen humor. - -El judío exhaló un suspiro y sacudió tristemente la cabeza. - ---Así pues á la primera ocasion que se presente será preciso cojerla -aunque sea al vuelo y reparar el tiempo perdido --continuó Sikes. - ---Esto es lo que se llama hablar en razon! dijo el judío dándole un -golpecillo en el hombro. Me place oiros hablar asi Guillermo. - ---Ciertamente! --Esto me dá gusto! - ---Ah! ah! ah! --hizo el judío alentado por esta observacion --Estais -esta noche en vuestro centro Guillermo, completamente en vuestro centro. - ---No estoy en mi centro cuando poneis vuestras garras sobre mi espalda ---dijo Sikes rechazando la mano del judío --Con qué abajo las patas! - -Fagin nada respondió á ese cumplido adulador, pero tirando á Sikes por -la manga, le señaló con el dedo á Nancy, que habiéndose aprovechado -del momento en que ellos hablaban para ponerse su sombrero, se disponia -para salir. - ---Nancy! gritó Sikes --qué diablos haces! ¿dónde tienes intencion de -ir á esta hora? - ---No muy lejos. - ---Acaso es una respuesta «_no muy lejos_!» --repuso Sikes --¿Dónde -vas? - ---Te digo que no lejos. - ---Otra vez! quiéres responder? --preguntó Sikes que empezaba á -calentarse. --Te pregunto dónde vas? - ---No lo sé --respondió la jóven. - ---Pues bien! --dijo Sikes mas por espíritu de contradiccion que porque -tuviera ninguna razon para privarle la salida --Siéntate y estate quieta. - ---Ya te he dicho que no me encuentro bien! --observó Nancy --Necesito -tomar el aire. - ---Asoma la cabeza á la ventana y tómalo á discrecion. - ---No corre bastante en ella --Necesito tomar el aire en la calle. - ---No saldrás á la calle! --replicó Sikes. Dicho esto, fué á cerrar -la puerta, metió la llave en su faltriquera y arrancando el sombrero de -la cabeza de Nancy, lo arrojó sobre un armario viejo. --Ahora --añadió -el bandido --te digo otra vez que te sientes y permanezcas tranquila! -¿estamos? - ---Seguramente no seria un sombrero el que me impediria salir! --dijo la -jóven palideciendo --Qué significa esto, Guillermo! Sabes lo que haces? - ---Levanta mucho el pico! --esclamó Sikes volviéndose á Fagin. --Es -preciso que haya perdido el juicio, de lo contrario no se atreveria á -hablarme así. - ---Tu me obligarás á hacer una trastada! --murmuró Nancy apretando las -dos manos sobre su pecho como para retener un grito que iba á -escapársele --te digo que me dejes salir al momento! - ---No! --esclamó Sikes. - ---Fagin decidle que haria mejor en dejarme salir . . . mucho mejor . . . -¿Me oyes? gritó Nancy golpeando el suelo con el pié. - ---Si te oigo! --repuso Sikes volviéndose bruscamente y mirándola cara -á cara --Aun creo que te he oido demasiado! Si pronuncias otra palabra -te haré estrangular por mi perro; lo que hecho gritarás por alguna cosa -¿Qué es lo que le ha dado á ese _pulpon_? Se ha visto jamás cosa -igual! - ---Déjame salir --dijo Nancy en tono suplicante . . . Te ruego Guillermo -que me dejes salir! --añadió sentándose en el suelo cerca la puerta ---No sabes tú lo que haces! --No; no, lo sabes . . . Solo una hora --te -lo suplico. - ---Que los demonios me lleven si esta jóven no se ha vuelto loca! ---esclamó Sikes cojiéndola por el brazo --Ea! levántate! - ---No, no! no me levantaré sino me dejas salir. - -Sikes la contempló un instante en silencio; y aprovechándose de un -momento en que no hacia resistencia le puso las manos detrás de la -espalda y la arrastró con mucho trabajo hasta el aposento inmediato, -donde habiéndola sentado á la fuerza en una silla, la lavo en respeto. - ---Se ha visto jamás cosa igual! dijo enjugándose su rostro cubierto de -sudor. --Es chocante esa jóven con sus caprichos! - ---Es verdad --dijo el judío con ademan pensativo --es muy chocante. - ---Decidme, por qué razon pensais vos, puede haberse empeñado en salir -esta noche? Vos debeis saberla mas que yo. ¿Qué diablos de idea se le -habrá metido en la cabeza? - ---Querido mio, encaprichamiento de mujer sin duda alguna --respondió el -judío encojiéndose de hombros. - ---Es muy posible --gruñó Sikes --Creia haberla sometido, pero es peor -que nunca. - ---Ciertamente que es peor --repuso el judío con aire distraido. --Jamás -la habia visto arrebatarse como hoy por nada. - ---Ni yo tampoco. Sospecho que ha cojido un poco de esa maldita fiebre que -me ha tenido en un triz. Qué os parece? Esto no puede ser otra cosa. - ---Es posible. - ---Yo me encargo de sacarle un poco de sangre, si ello le repite otra vez. -Así evitaré que el médico se tome la molestia de venir. - -El judío hizo una espresiva señal de cabeza, dando á entender que -aprobaba mucho este tratamiento. - ---No me ha dejado un momento durante esa enfermedad endiablada; rodaba -dia y noche alrededor de mi lecho, mientras estuve en pastura horizontal, -en tanto que vos, viejo cocodrilo, me habeis dejado allí; me habeis -abandonado; y os habeis puesto en guardia. No teníamos un sueldo en casa -y esto es probablemente lo que la habrá atormentado. Puede que el haber -estado tanto tiempo encerrada le habrá agriado el carácter, no es así? - ---Es muy probable querido! --dijo el judío en voz baja --Silencio! Aquí -está! - -Apenas hubo dicho estas palabras, Nancy volvió á aparecer en el -aposento y se sentó en su sitio. Se conocia que habia llorado, porque -sus ojos estaban rojos é hinchados. De repente se agitó en su silla y -un instante despues soltó una carcajada convulsiva. - ---Héla ahí que se ríe ahora! --esclamó Sikes volviéndose á su -compañero con sorpresa. - ---El judío le hizo señal de que no hiciera caso y Nancy recuperó -pronto la calma. Despues de haberle dicho á Sikes al oido que no habia -temor por entonces de una recaida, pues que lo creia todo concluido. -Fagin tomó su sombrero dando las buenas noches á sus amigos. Al llegar -á la puerta, se paró y lanzando una mirada á su alrededor preguntó si -habia alguno que quisiera alumbrarle para bajar. - ---Alúmbrale Nancy --dijo Sikes rellenando su pipa --seria una lastima -que se rompiera el bautismo; privaria á los espectadores del placer de -verle colgar. - -Nancy tomó la vela y acompañó al viejo hasta el pié de la escalera. -Cuando estuvieron en la entrada el judío, poniendo el dedo sobre sus -lábios dijo muy bajo al oido de la jóven. - ---Qué sucede Nancy? - ---Qué quereis decir? contestó ésta en el mismo tono. - ---Cuál es la causa de todo esto? --preguntó Fagin --Si ese bruto se -porta indignamente contigo --añadió señalando con el dedo el piso -superior --por qué no? - ---Qué? --dijo ésta viendo que Fagin no concluia su frase y la miraba -con suma atencion. - ---No importa! Volverémos á hablar de esto otra vez. Nancy tienes en mi -un amigo, un verdadero amigo. Poseo los medios para hacer muchas cosas! -Cuando querrás vengarte del que te trata como un perro, que digo como un -perro! peor que un perro; porque acaricia alguna vez el suyo, ven á -encontrarme, entiendes Nancy? Ese no es mas que un pájaro de paso; -mientras que á mi Nancy á mi me conoces desde largo tiempo . . . desde -muy largo tiempo. - ---Os conozco bien! dijo la jóven sin manifestar la menor emocion ---Buenas noches! - -Dirijiéndose á su habitacion, Fagin dió libre curso á los -pensamientos que ocupaban su alma. Desde algun tiempo habia concebido la -idea de que Nancy cansada de la brutalidad del bandido, amaba á otro. El -objeto de este nuevo amor no era ninguno de sus imberbes pupilos. --Seria -una buena adquisicion tal monigote de Nancy --pensaba Fagin --Es preciso -pues asegurarse los dos cuanto antes. - ---Con un poco de persuasion --continuaba pensando Fagin --que motivo mas -poderoso podria determinar á esa jóven á envenenar á Sikes? Otras lo -han hecho antes que ella . . . y aun peor, por sus amantes . . . - -A la mañana siguiente se levantó muy temprano y esperó con impaciencia -la llegada de su nuevo compañero, quien despues de cierto _lapso_ de -tiempo, se presentó al cabo y empezó por atacar furiosamente los -comestibles. - ---Bolter! --dijo el judío tomando una silla y sentándose frente á Noé. - ---Aquí estoy! ¿qué me queréis? --contestó este --No me deis nada que -hacer antes que no haya concluido mi desayuno; como es la mala costumbre -en esta casa; jamás queda en ella tiempo para comer! - ---Podeis hablar comiendo, no es cierto? - ---Oh! Sin duda! nunca como mejor que cuando hablo --continuó Noé -cortando una enorme rebanada de pan --Dónde está Carlota? - ---Ha salido. La he mandado á una comision fuera de casa con la otra -jóven porque necesitaba estar solo con vos. - ---Hubierais debido encargarla que antes me hiciera tostadas de pan con -manteca! Y bien! hablad, hablad siempre, no me interrumpiréis. - -No habia cuidado de que se le interrumpiera fuese por lo que fuese, -porque se habia sentado á la mesa con la firme intencion de _trabajar á -destajo_ y lo hacia en efecto de tan buen ánimo, que las migas le -saltaban por sobre la cabeza. - ---Ayer _trabajasteis_ lindamente camarada! dijo el judío --seis -_chelines_, nueve _peniques_ y medio . . . diantre! Querido! La _caza -menuda_ hará vuestra fortuna. - -No olvideis añadir tres botes de cerveza y un jarro para leche. - ---No ciertamente, querido mio! El escamoteo de los tres botes de estaño -demuestran sin duda, alguna destreza; pero el del jarro, --para leche es -toda una obra maestra. - ---No es maleja que digamos para un debutante! --repuso el señor Bolter -con tono de complacencia --he descolgado los botes de una verja de hierro -ante una casa acomodada y como el jarro para leche estaba en el lindar de -la puerta de un figon lo he recojido temeroso de que no se enmoheciese ó -que no cojiese un resfriado; esto es muy justo, no es cierto? ah! ah! ah! - -El judío fingió reir á carcajadas y Mr. Bolter haciendo lo mismo de -buena gana, hincó el diente en su primera rebanada de pan y de manteca; -y apenas la hubo despachado, se cortó una segunda. - ---Bolter! --dijo Fagin poniéndose de codos sobre la mesa --Necesito de -vos, para un golpe de mano que exije mucha prudencia! - ---Tate! no vayais á esponerme ahora en algun peligro, á enviarme á un -tribunal de policía! Os prevengo que esto no me conviene, ni me puede -dar mucho gusto! - ---Querido; no hay que correr el menor peligro! Se trata únicamente de -seguir á una mujer y espiar sus acciones. - ---Una vieja? - ---No; una jóven! - ---Pues puedo hacerlo á las mil maravillas! Caramba! en la escuela ora un -famoso soplon! ¿Por qué es necesario que yo la siga? Creo no será por -. . . - ---No --interrumpió Fagin. No hay mas que hacer, sino decirme donde va, -quien vé y si es posible lo que hace; recordar el nombre de la calle, si -es una calle, ó bien de la casa si es una casa y comunicarme en fin -todas las noticias que podais recoger. - ---Qué me daréis por ello? - ---Os daré una libra esterlina, cosa que no he dado nunca por servicios -de este género, que no me producen utilidad alguna. - ---Quién es esta mujer? - ---Una de las nuestras. - ---Ya veo de lo que se trata! --esclamó Bolter frunciendo la nariz ---sospechais de ella, no es cierto? - ---Ha adquirido nuevas relaciones, querido, y es preciso que yo las -conozca. - ---Ya caigo. Unicamente por tener el gusto de conocerlas, con el fin de -saber si es persona respetable, he? ah! ah! ah! Soy vuestro hombre. - ---Sabia que os gustaria tal comision! - ---Y no habeis errado. Donde está; en que punto y cuando deberé seguirla. - ---Esto querido os lo diré . . . os lo comunicaré cuando sea tiempo -oportuno. Procura estar preparado; lo restante me corresponde á mi. - -Aquella noche, la mañana siguiente y el dia despues, el espía calzado y -vestido con su traje de carretero, estuvo preparado para salir á una -señal de Fagin. Seis noches pasaron de este modo; seis noches mortales -en cada una de las cuales el judío regresó mohino, dando á comprender -en pocas palabras que todavía no era ocasion. La noche del dia séptimo, -volvió mas pronto que los dias precedentes y brillaba en su rostro un -rayo de satisfaccion. --Pronto; partamos, es tiempo ya! - -Noé se levantó sin pronunciar palabra; porque la alegria estrema que -esperimentaba el judío se habia comunicado á él. Salieron de escondite -y habiendo atravesado un laberinto de calles, llegaron al fin á una -taberna. - -Eran las once y cuarto y la puerta estaba cerrada. Ella volvió -cautelosamente sobre sus goznes, á un ligero silvido que dió el judío. - -Osando apenas cuchichear, pero sustituyendo los gestos á las palabras. -Fagin y el jóven judío que les habia abierto la puerta señalaron á -Noé el agujero con vidrio y le indicaron que subiera para ver la persona -que estaba en la sala vecina. - ---Es esta la mujer de que se trata? --preguntó en voz baja. - -El judío hizo un movimiento de cabeza afirmativo. - -El espía cambió una mirada con Fagin y partió como una flecha. - - - - -CAPÍTULO XLIV. - -NANCY ES EXACTA Á LA CITA. - - -EL reló de muchas iglesias daba las once y tres cuartos, cuando -aparecieron dos personas á la entrada del puente de Londres. La primera, -que era una mujer se adelantaba con paso vivo y ligero mirando con avidez -á su alrededor como si buscara á alguno; el otro que era un hombre, -seguia á alguna distancia en la sombra y arreglaba su paso al de la -mujer, parándose cuando ella se paraba y deslizándose de nuevo al -escondite á lo largo del parapeto cuando ella volvia atrás. - -La noche era oscura. Durante todo el dia el cielo habia estado nublado y -á esta hora, sobre todo en este sitio, habia muy poco concurso de gente. - -Una broma espesa que cubria al rio daba un tinte pálido á la luz rojiza -de los faroles que ardian en las lanchas. - -Sonó la media noche; el duodécimo golpe vibraba aun en el aire cuando -una jóven señorita y un caballero de cabellos blancos, bajando de un -fiacre á alguna distancia, se dirijieron hácia el puente despues de -haber despedido al cochero. Apenas habian dado algunos pasos, Nancy se -estremeció y al momento fué á ellos. - -Marchaban aquellos como gentes que no esperan encontrar á la persona que -buscan, cuando se hallaron cara á cara con la jóven. Se detuvieron -dando un grito de sorpresa que luego reprimieron; porque un hombre en -traje de menestral paso rápidamente por su lado en el mismo instante. - ---Por aquí! --dijo Nancy con ansiedad. Temo hablaros en este sitio; -seguidme al pié de la escalera. - -Al decir estas palabras el menestral volvió la cabeza y preguntando -bruscamente porque ocupaban ellos solos todo la acera prosiguió su -camino. - -La escalera de que hablaba Nancy estaba al estremo del puente en la -ribera del condado de Surrey. - -Sus escalones que forman una parte del puente, consisten en tres tramos -ó mesetas. Al pié de la segunda meseta el muro de la izquierda termina -con una pilastra haciendo frente al Támesis. Llegado al pié de esta -segunda meseta el menestral lanzó una mirada á su alrededor y viendo -que no habia otro sitio para ocultarse y que además la marea entonces -muy baja, dejaba mucha plaza, se echó de costado, la espalda arrimada á -la pilastra y esperó allí á nuestros tres amigos casi seguro de que no -bajarian mas, y que si no podia oir su conversacion podria al menos -seguirlos de nuevo con toda seguridad. - -Se determinaba ya á salir de su escondrijo y pensaba volver á subir, -cuando oyó resonar un ruido de pasos sobre la piedra y luego las voces -de varias personas hirieron su oido. Entonces se incorporó, se apretó -contra él, miró y respirando apenas escuchó con atencion. - ---Paréceme que nos alejamos demasiado --dijo el caballero. --No puedo -permitir que esta señorita baje un escalon mas; personas habria, que -teniendo en vos la poca confianza que debeis inspirar, ni siquiera -hubieran consentido en llegar hasta aqui! Pero como veis, soy aun -complaciente. - ---Si á esto llamais ser complaciente! --contestó Nancy --Sois en verdad -muy sensato! complaciente! Ba! es igual! - ---No; pero decidme --repuso el caballero con tono mas dulce --¿por qué -nos habeis llevado á este sitio endiablado? Por qué no allá arriba -donde al menos transita alguna gente, mas bien que en esta horrible -ladronera? - ---Ya os he dicho que no me gusta hablaros allá arriba --contestó la -jóven estremeciéndose --no se lo que tengo, pero esperimento tal -espanto esta noche, que apenas puedo sostenerme. No sé de que proviene . . . -quisiera saberlo. Todo el dia de hoy he sido atormentada, por los mas -horribles pensamientos de muerte y de sudarios cubiertos de sangre, hasta -producirme fiebre y delirio. Por la noche he querido distraerme leyendo, -hasta llegar la hora y he visto las mismas cosas en el libro . . . - ---Esto es efecto de la imaginacion --dijo el caballero. - -Vuestros sacerdotes orgullosos hubieran erguido la cabeza á la vista de -mis tormentos y me hubieran predicado llamas y venganza --esclamó la -jóven --Oh! mi buena señorita! Por qué los que se dicen enviados de -Dios y reclaman el titulo de _ministros del Todo-poderoso_ no son para -nosotros pobres miserables, buenos é indulgentes? - ---Por qué no estuvisteis aquí el domingo pasado? - ---No pude venir; fuí detenida á la fuerza. - ---Por quién? - ---Por Guillermo, el hombre de quién he hablado á la señorita. - ---Creo no habrá tenido sospecha, sobre el asunto que os conduce aquí? - ---No; --contestó la jóven sacudiendo la cabeza. Me es muy difícil -dejarle, á menos que no sepa porque. Cuando decidí ir á encontrar á -la señorita no hubiera podido verla, si para hacerle dormir no hubiese -metido _Laudano_ en la pocion que le dí. - ---Dormia aun cuando volvisteis? --preguntó el caballero. - ---Sí; y ni él ni los demás han tenido la menor sospecha. - ---Está bien --dijo el caballero --Ahora escuchad. - ---Estoy pronta á oiros. - ---Esta señorita que veis, me ha comunicado á mi y á algunos amigos (en -la discrecion de los cuales se puede descansar con toda confianza), lo -que le dijisteis hace quince dias. Para probaros que me fio de vos, os -diré francamente que nos proponemos arrancar de ese Monks su secreto -(cualquiera que el sea) y que para ello, aprovecharémos la ventaja, si -es necesario de los terrores pánicos á los cuales dicen está sujeto. -Pero si á pesar de esto, no podemos apoderarnos de él, ó bien una vez -en nuestras manos nada quiere confesar, será preciso entonces consentir -en entregarnos al judío. - ---Fagin! --esclamó Nancy retrocediendo un paso. - ---Sin duda. Es preciso que nos entregueis á ese hombre. - ---No lo espereis! Por horrible que haya sido su conducta para conmigo, -jamás haré lo que me pedís! - ---Estais bien resuelta! - ---Jamás! - ---Me diréis por qué? - ---Por una buena razon. Por una sola razon que la señorita sabe y de -consiguiente estoy segura que la pondrá de mi lado puesto que me ha dado -su palabra; además por lo mismo que si su conducta es mala, la mia no -está exenta tampoco de reproches. - ---Entonces --repuso el caballero como si hubiese logrado el objeto que se -proponia --entregadme á Monks y dejadle se arregle conmigo. - ---Y si llega á denunciar á los otros? --preguntó Nancy. - ---Os prometo que en el caso que podamos obtener de él la verdad -arrancándole su secreto, no se tratará de esto. Puede haber en la -historia del niño Oliverio particularidades que seria penoso someter á -la vista del público; y con tal (como os he dicho) que conozcamos la -verdad, que es todo lo que pedimos, vuestros amigos no correrán ningun -peligro. - ---Y si no quiere confesar la verdad? - ---Entonces, el judío no será llevado ante la justicia que vos no lo -consintais. - ---La señorita, se compromete en este punto con su palabra? - ---Os la doy --contestó Rosa --Podeis contar con ella. - ---¿Monks ignorará siempre por quien habeis sabido todo lo que sabeis? ---dijo la jóven despues de un momento de silencio. - ---Siempre! --contestó el caballero --Os aseguro que obrarémos de modo -que ni la mas leve sospecha podrá entrar en su alma. - ---A pesar de que desde mi mas tierna infancia he vivido entre los -mentirosos y por consiguiente la mentira, me sea familiar --dijo Nancy -despues de otro momento de silencio --acepto vuestra palabra y me entrego -enteramente á vosotros. - -Despues de obtenida la seguridad de Rosa y del caballero que podia estar -perfectamente tranquila, empezó (con vos tan baja que el espia apenas -podia oirla) por dar las señas de la taberna, donde habia estado aquella -noche. Por las pausas que hacia hablando, se hubiera podido creer que el -caballero tomaba nota de dichas señas. Cuando le hubo esplicado las -circunstancias del sitio, desde donde podia mirarse exitar la atencion; -cuando hubo dicho la hora de la noche y cuales eran los dias en que Monks -solia frecuentar esa guarida, pareció reflecsionar un momento para -recordar la fisonomía del hombre en cuestion y estár en mejor estado de -hacer su filiacion. - ---Es alto, muy récio; pero no gordo. Al verle andar se crreria que va -hacer una mala jugada, porque mira constantemente á uno y otro lado. -Tiene los ojos de tal modo hundidos en la cabeza que por esto solo -podriais conocerle perfectamente. Es de piel muy morena y aunque no tenga -mas allá de veinte y seis ó veinte y ocho años, sus ojos son secos y -hoscos. Sus lábios están ordinariamente marchitos y descoloridos por -las señales de sus dientes; porque está sujeto á terribles -convulsiones y muy amenudo se muerde las manos hasta hacerse sangre . . . -Por qué os estremeceis? --dijo la jóven parándose de golpe. - -El caballero se apresuró á responder que no sabia si se habia -estremecido y la suplicó que continuára. - ---Esto lo he sabido por las personas de la casa de que os he hablado ---prosiguió la jóven --porque yo no le he visto mas que dos ó tres -veces y aun en ellas iba embozado en una gran capa. Creo que esto es todo -lo que puedo deciros . . . Apropósito . . . esperad! Cuando vuelve la -cabeza se descubre en su cuello un poco más arriba de su corbatin . . . - ---Una gran cicatriz roja como una quemadura! --esclamó el caballero. - ---Qué significa . . . entónces vos le conoceis? --dijo la jóven. - -La señorita lanzó un grito de sorpresa y los tres permanecieron por -algunos momentos en silencio tan profundo que el espia hubiera podido oir -su respiracion. - ---Creo conocerle --dijo el caballero --lo reconoceria al menos despues de -las señas que acabais de darnos . . . Verémos . . . - -Dicho esto con aire de indiferencia, se volvió del lado del espía y -murmuró entre dientes: --No puede ser otro que él! - ---Luego --repuso dirijiéndose á Nancy --Señorita acabais de prestarnos -un gran servicio y os doy las gracias --¿Qué puedo hacer por vos? - ---Nada --contestó Nancy. - ---No persistais en rehusar . . . veamos reflecsionad un poco --continuó -el caballero con acento tan dulce y bondadoso que hubiera podido conmover -un corazon mas duro y mas insensible. - ---No; nada caballero . . . Os lo aseguro . . . replicó la jóven ---derramando lágrimas. --Nada podeis para cambiar mi suerte. - ---Va á dejarse persuadir --esclamó Rosa --va á rendirse, estoy segura -de ello . . . titubea . . . - ---Creo que no, mi querida señorita! --dijo el caballero. - ---No; señor! --continuó Nancy despues de un momento de reflecsion ---estoy encadenada á mi primera existencia; tengo horror á ella, es -verdad; pero no puedo dejarla . . . Adios! tal vez he sido seguida y -espiada. Partid, partid los primeros! Si creeis que os he prestado algun -servicio todo lo que pido en recompensa es que me abandoneis al instante -mismo y me dejeis volver sola. - ---Es inútil insistir mas! --dijo suspirando el caballero --pueda que -permaneciendo aquí comprometemos su seguridad. - ---Sí, sí! --contestó la jóven --teneis mucha razon! - ---Cómo acabará pues la existencia miserable de esta pobre jóven? -esclamó Rosa. - ---Cómo? contestó ésta --mirad ante vos, señorita! fijad la vista -sobre esa agua que ruje á vuestros piés! Cuántas veces no habréis -oido hablar de pobres desgraciadas como yo que se han precipitado en -ella, fatigadas como estaban de la vida! - ---No hableis así . . . os lo suplico --dijo Rosa sollozando. - ---Será esta la última vez que oigais tales palabras, buena señorita. -No permitirá Dios que tales horrores vengan jamás á mancillar vuestros -castos oidos! Buenas noches! Adios! - -El caballero se volvió como para prepararse á partir. - ---Tomad esta bolsa --esclamó Rosa --guardadla por amor de mi y para que -tengáis algun recurso en la necesidad. - ---No, no! --contestó la jóven --el oro no me tienta, ni es el interés -quien me hace obrar en esta circunstancia . . . creedlo . . . con todo -dadme alguna cosa . . . algo que vos hayais llevado . . . Quisiera tener -algo vuestro . . . No; no un anillo . . . vuestros guantes ó vuestro -pañuelo . . . gracias, gracias! Dios os bendiga! Adios! - -La agitacion estrema que dominaba á la jóven y el temor que tenia de -que fuera maltratada á su regreso, en el caso de ser descubierta, fueron -los que determinaron al caballero á partir. - -El y Rosa aparecieron luego sobre el puente y se detuvieron un momento en -el último escalon de la escalera. - ---Rosa Maylie esperó aun, pero el anciano caballero la tomó del brazo y -la atrajo suavemente hácia él. En el momento que desaparecieron, Nancy -se dejó caer sobre uno de los escalones y dió libre curso á sus -lágrimas. - -Llegado á lo alto de la escalera; Noé Claypole volvió la cabeza á -derecha y á izquierda y no viendo alma viviente, puso los piés en -polvorosa. - - - - -CAPÍTULO XLV. - -CONSECUENCIAS FATALES. - - -CERCA dos horas faltaban para apuntar el dia. El judío velaba en su -cama, demostrando esperar á alguien con la mas viva impaciencia. A su -lado y en un colchon tendido en el suelo estaba echado Noé Claypole -durmiendo profundamente. Largo tiempo habia que aquel permanecia en tal -actitud, cuando al fin el ruido de los pasos de una persona que creyó -reconocer vino á herir su oido. - ---El es, no cabe duda! murmuró. - -Al pronunciar estas palabras sonó la campanilla: Bajó los escalones de -cuatro en cuatro y pronto volvió acompañado de Sikes que llevaba un -paquete bajo su brazo. - ---Tomad, encerrad esto --dijo este --y desembarazadlo todo lo que podais. -Voto al infierno, me ha costado mucho cojerlo Hace mas de dos horas que -deberia estar aquí. - -Fagin tomó el paquete, lo encerró en el armario con llave y miró -fijamente al bandido: sus lábios pálidos temblaban con tal fuerza, sus -facciones estaban tan descompuestas por las diferentes emociones que le -dominaban; que Sikes retrocedió involuntariamente. - ---Qué Demonios sucede ahora --esclamó --por qué mirais las gentes de -tal modo, he? Responderéis? - -El judío levantó la mano y agitó su dedo con aire misterioso. - ---Maldicion! --dijo Sikes metiendo rápidamente su mano en el bolsillo -del costado --Se ha vuelto rabioso! Es preciso que me ponga en guardia! - ---No, no! --contestó Fagin recobrando el uso de la palabra. --No hay -peligro --Guillermo! . . . No es á vos con quien me las he . . . Nada -tengo que reprocharos. - ---Ah! es una gran fortuna! --repuso Sikes mirándole de través y -metiendo con ademan ostentoso, su pistola en otra faltriquera . . . Mucha -fortuna para uno de los dos . . . - ---Lo que tengo que deciros, Guillermo --continuó el judío acercando su -silla á la del bandido --os hará aun mas efecto que á mí. - ---Lo dudo mucho! Hablad pronto, ó Nancy creerá que me he perdido. - ---Perdido! --esclamó Fagin --esto no la sorprenderia. Bastante ha -trabajado para vuestra pérdida. - -Sikes estupefacto procuró leer en los ojos del viejo; pero no pudiendo -adivinar por ellos el sentido de este enigma, lo cojió por el cuello y -lo sacudió con toda su fuerza. - ---Os repito que hableis! --dijo --de lo contrario será que no osais! -Viejo infame, abrid vuestra boca y esplicaos claramente! Lo oís? - ---Supongamos que este muchacho que está acostado alli. - ---Y bien que mas? continuó, Sikes soltándole y volviendo á su primera -posicion. - ---Supongamos que ese muchacho . . . llegára á hacernos traicion . . . -que nos hubiese vendido á todos . . . descubriéndonos á las personas -que tienen un interés en conocernos . . . que les hubiese dado nuestras -señas hasta el menor detalle y dicho en fin el sitio, donde era fácil -_ensartarnos_! . . Qué hariais vos? - ---Qué haria yo! --contestó Sikes con un juramento horrible --Lo que -haria! Si estuviera aun vivo á mi regreso le romperia el cráneo con el -talon de mi bota. - ---Y si fuera yo? --Yo que tanto sé y que tantos podria llevar á la -horca conmigo! - ---No lo sé --repuso Sikes rechinando los dientes y palideciendo de -cólera, á la sola idea de que esto pudiera ser. --Haria algo en la -prision que me haria meter la camisa de fuerza . . . ó si se nos -juzgaban juntos diria yo solo contra vos, mas que todos los testigos y os -haria saltar los sesos ante todo el mundo . . . No serian la fuerza ni el -valor los que me fallarian entonces --Mil rayos! . . murmuró el bandido -blandiendo su puño como si realmente fuera á empezar la accion. --Iria -de tan buen ánimo que no veriais mas que centellas. - ---De verdad? - ---De tan verdad como os lo digo . . . Ensayaos un poco y veréis si -guardo pelillos. - ---Y si fuera Cárlos, ó el Camastron ó Betsy . . . ó bien? - ---Poco me importa quien sea! . . --repuso Sikes impaciente --Del mismo -modo le pagaria su comision. - -Fagin fijó de nuevo su mirada en el bandido y haciéndole señal de que -guardára silencio se inclinó sobre el colchon en que dormia Noé y -sacudió á éste para dispertarlo. - ---Bolter! Bolter! . . _Pobre muchacho_! --dijo el judío cargando con -énfasis el epiteto --Está fatigado Guillermo! molido de haber asechado -tanto tiempo á la _jóven_. - ---Qué quiére decir esto? --preguntó Sikes. - -El judío no contestó palabra; pero inclinándose de nuevo sobre Noé le -tiró por el brazo y logró que se incorporára. - ---Repetidme aquello otra vez para que él lo oiga! --dijo el judío -señalando con el dedo á Sikes --Otra vez aun . . . no mas que una vez, -hijo mio! - ---Qué os repita que? --preguntó Claypole de mal talante. - ---Lo que sabeis respecto á _Nancy_ --añadió el judío, teniendo á -Sikes por el puño de miedo que no saliera antes de haberlo oido todo. ---La habeis seguido, no es cierto? - ---Sí. - ---Hasta el puente de Londres? - ---Sí. - ---Dónde ha encontrado dos personas? - ---Justamente. - ---Un caballero y una señorita, que antes habia ido á encontrar de plena -voluntad. Le han pedido que les entregára á todos sus compañeros y -Monks el primero . . . lo que ha hecho . .; que les diera sus señas; lo -que ha hecho . .; que les comunicára el nombre y la direccion de la casa -que frecuentamos tan á menudo y en la que nos reunimos, como tambien el -sitio desde donde se puede ver mejor, sin ser notado; lo que ha hecho . . ! -Le han preguntado el dia y la hora en que ordinariamente nos dirijimos -á esa casa y ella se lo ha dicho . . . esto es todo lo que ha hecho. No -ha sido necesario emplear la amenaza para hacerla revelar todas estas -cosas; ella las ha dicho, de buen grado no es cierto? --esclamó el -judío cuasi loco de cólera. - ---Es verdad --contestó Noé rascándose la cabeza . . . Precisamente es -así como la cosa ha pasado! - ---¿Qué han dicho respecto al domingo pasado? --preguntó el judío. - ---Respecto al domingo pasado? --repuso Noé procurando refrescar su -memoria . . . Paréceme que ya os lo he dicho. - ---No le hace, dílo otra vez! --continuó el judío estrechando todavia -mas el brazo de Sikes y ajitando su mano mientras la espuma salia de su -boca. - ---Le han preguntado --dijo Noé (que á medida que se desvelaba parecia -tener una idea de lo que era Sikes) le han preguntado porque no habia -acudido el domingo último como lo tenia prometido; y ella les ha -respondido que le habia sido imposible. - ---Por qué, por qué? --interrumpió el judío con aire triunfante. ---Decidle por qué razon. - ---Porque Guillermo no la quiso dejar salir y la detuvo á la fuerza. Y -como el caballero manifestó no conocer á Guillermo, añadió que era el -_hombre_ de quien habia hablado anteriormente á la señorita. - ---Qué ha dicho de mas respecto á Guillermo? --gritó el judío --Qué -ha añadido á propósito del _hombre_ de quien habia hablado -anteriormente á la señorita? Decidle, decidle esto. - ---Ha dicho, que no podia salir con facilidad á menos que el no supiera -donde iba y que la primera vez que fué á encontrar á aquella señorita -(ah! ah! ah! no he podido menos de reirme cuando ha dicho esto) le habia -puesto _laudano_, en la pocion que le hizo beber antes de salir. - ---Condenacion!!! --gritó Sikes haciendo soltar la presa al judío ---Dejadme! . . - -Arrojando al viejo lejos de él, se abalanzó fuera del aposento y se -precipitó por la escalera como un furioso. - ---Guillermo! Guillermo! --esclamó el judío corriendo tras él --una -palabra! una sola palabra! - -Esta palabra no hubiera llegado al oido del bandido si éste que no podia -abrir la puerta á pesar de los horribles juramentos que proferia, no -hubiese dado tiempo al judío para llegar sofocado. - ---Abridme esta puerta --dijo Sikes --no me tengais aquí plantado una -hora con vuestra habladuria; no estoy de humor para oiros! Dejad que -salga sin dirijir la palabra . . . será lo mejor, os lo aseguro! . . - ---Un momento, un solo momento! --dijo el judío poniendo la mano en el -cerrojo --No seais demasiado . . . - ---Demasiado qué? - ---No seais demasiado . . . demasiado . . . violento Guillermo! ---continuó el judío con tono melífluo. - -El dia empezaba á clarear lo bastante para que cada uno de ellos pudiera -leer en el rostro del otro lo que pasaba en su alma. Cambiaron una -mirada, sus ojos centelleaban. No podia caber engaño sobre la naturaleza -de los sentimientos de entrambos. - ---Sí; esto es Guillermo! . . --dijo Fagin al ver que todo fingimiento -era ya inútil: --Queria decir, no seais demasiado violento (al menos por -vuestra propia seguridad). No vayais á comprometeros, sobre todo sed -prudente. - -Dicho esto el judío dió la vuelta á la llave en el cerrojo, y Sikes -por toda respuesta abrió la puerta de par en par, y partió como un rayo. - -Sin dar tiempo á la reflecsion; sin volver la cabeza de ningun lado, sin -lanzar una mirada á la derecha ó la izquierda; pero con los ojos fijos -ante él, marchaba á grandes pasos, con los dientes apretados de tal -modo que su quijada inferior parecia hundirse dentro la piel. Lleno de -pensamientos feroces y llevando un proyecto horrible en la imaginacion -andaba con la cabeza baja; y sin haber pronunciado una sola palabra ni -removido un solo músculo de su rostro, se encontró frente su casa. -Entró sin hacer ruido, subió cautelosamente la escalera, abrió la -puerta de su aposento con la misma precaucion, la cerró á doble vuelta, -y habiendo colocado una mesa detrás de ella, se acercó á la cama y -apartó la cortina. - -Nancy que estaba acostada medio vestida, se dispertó sobresaltada. - ---Eres tu, Guillermo? --dijo con acento de satisfaccion por verle de -regreso. - ---Sí; soy yo. --respondió el bandido --levántate! - -Habia una vela que ardia esperando á Sikes, éste la arrancó del -candelera y la arrojó á la chimenea. La jóven viendo que clareaba ya -algo el dia se levantó para apartar las cortinas de la ventana. - ---No es necesario --dijo Sikes poniendo el brazo ante ella para -impedírselo --veré lo bastante para lo que tengo que hacer. - ---Guillermo! . . --esclamó Nancy con voz ahogada por el miedo --Por qué -me miras así? . . - -El ojo estraviado, la respiracion corta y las ventanas de la nariz -hinchadas, el bandido la contempló un momento en silencio, luego -agarrándola por la cabeza y por el cuello, la arrastró al medio del -aposento y le puso la mano sobre la boca despues de haber lanzado una -mirada hácia la puerta. - ---Guillermo! . . Guillermo! . . --gritó la jóven debatiéndose, con una -fuerza que solo puede dar el temor de la muerte --no haré ruido . . . no -gritaré . . . te lo prometo! . . Escúchame! . . háblame! . . díme lo -que te he hecho! - ---Ah! infame! sabes tú bien lo que has hecho! . . --repuso Sikes con -risa infernal --lo sabes muy bien! . . Te han espiado esta noche . . . -Todas tus palabras han sido oidas! - ---Consérvame la vida como he conservado yo la tuya; te lo suplico -Guillermo! . . En nombre del cielo perdona mi vida! . . --esclamó Nancy -aferrándose á él --Guillermo! . . Querido Guillermo! . . no tendrás -corazon para matarme! Ah! piensa en todo lo que he rehusado esta noche -por tí! . . . Reflecsiona un momento y evítate este crímen! No te -dejaré; Guillermo! . . no podrás hacer que te suelte . . . Por el amor -de Dios reflecsiona antes de derramar mi sangre . . . Soy yo quien te lo -ruego! yo que tanto te amo! . . Guillermo! siempre te he sido fiel! . . -Tan verdad como soy una criatura indigna, te he sido fiel! - -El bandido forcejó violentamente para desasirse de ella, pero los brazos -de la jóven estaban entrelazados con los suyos de modo que no pudo -lograrlo. - ---Guillermo --dijo Nancy procurando poner su cabeza sobre el pecho del -bandido --aquel anciano caballero y aquella buena señorita me han -ofrecido esta noche un asilo, en cualquiera pais estranjero, donde -pudiese acabar mis dias en paz; déjame verlos aun otra vez, les pediré -de rodillas que te otorguen el mismo favor y si consienten como no lo -dudo, dejarémos este lugar horrible, irémos cada uno por su lado á -vivir en el retiro, ó procurarémos olvidar la vida espantosa que hemos -llevado juntos, sin vernos ya jamás. Nunca es tarde para el -arrepentimiento, ellos me lo han dicho, y ahora comprendo que tienen -razon . . . pero es necesario el tiempo . . . Es necesario tener tiempo -Guillermo . . . un poco de tiempo! . . - -Sikes habiendo logrado desembarazar un brazo cojió su pistola. La idea -de que seria descubierto y arrestado al momento si hacia estrépito se -presenta como un relámpago á su alma aun en medio de su furor, y -entonces descargó dos ó tres golpes con su culata sobre la frente de la -jóven suplicante. - -Esta de pronto vaciló y cayó en seguida cuasi cegada por la sangre que -manaba de un agujero enorme que le habia hecho en la cabeza; pero -volviéndose á levantar sobre sus rodillas si bien con gran dificultad, -sacó de su seno un pañuelo blanco (el de Rosa Maylie) y elevándolo -entre sus dos manos juntas, tan alto como sus fuerzas le permitieron, -murmuró una corta plegaria para implorar la piedad del Señor . . . Era -un espectáculo horroroso. El asesino espantado retrocedió hasta la -pared, poniendo la mano ante sus ojos; luego apoderándose de un enorme -garrote, descargó un golpe tremendo sobre el cráneo de la jóven y la -tendió muerta á sus piés. - - - - -[Illustration: Sikes apoderándose de un enorme garrote, descargo un golpe -sobre el cráneo de la jóven, y la tendió muerta á sus piés.] - - - - -CAPÍTULO XLVI. - -MONKS Y MR. BROWNLOW SE ENCUENTRAN AL FIN. --ENTREVISTA QUE TUVIERON -JUNTOS, Y DE QUE MODO FUÉ INTERRUMPIDA. - - -EL dia empezaba á declinar, cuando Mr. Brownlow bajando de un coche de -alquiler, llamó á la puerta de su casa. Apenas abrieron, un robusto -mozo bajó á su vez y se puso de centinela á un lado del estribo, -mientras que otro del mismo calibre saltó ligero del pescante en que se -habia colocado al lado del cochero, y se situó frente por frente del -primero. A una señal de Mr. Brownlow hicieron salir del fiacre á un -tercer individuo que introdujeron en la casa: este individuo no era otro -que Monks. - -Los tres andaron sin decir palabra, y siguieron á Mr. Brownlow hasta una -salita á la puerta de la cual Monks, que habia subido con marcada -repugnancia, se paró en seco; y los dos hombres miraron á Mr. Brownlow -como para preguntarle lo que debian hacer. - ---Sabe la alternativa. --dijo Mr. Brownlow --Si se resiste ó intenta -huir llevadlo á fuera y hacedle prender en nombre mio. - ---Y con qué derecho obrais de este modo conmigo? --preguntó Monks. - ---Jóven; ¿por qué me obligais á ello? --contestó Mr. Brownlow -mirándole fijamente --Seriais bastante loco para escaparos? Soltadle! . . ---prosiguió dirijiéndose á los dos hombres --Ahora jóven, sois -libre de ir á donde querais, y nosotros de seguiros; pero os juro, por -lo que hay de mas sagrado que al momento que pongais el pié en la calle -os hago prender como falsario y ladron. Mi resolucion es irrevocable! . . - -Monks murmuró algunas palabras inteligibles, y manifestó irresolucion. - ---Os intimo que os decidais al instante! --añadió Mr. Brownlow --Una -sola palabra de mi boca, y la alternativa queda perdida para siempre! - -Monks titubeó aun. - ---Qué decidís? - ---No queda otra alternativa? . . - ---No. - -Monks miró al anciano caballero con inquietud; pero no viendo en su -fisonomia mas que el sello de la severidad y de la resolucion, dió -algunos pasos en la sala encojiéndose de hombros y acabó por sentarse. - ---Cerrad la puerta por la parte de afuera --dijo Mr. Brownlow á los dos -hombres. - -Estos obedecieron y Mr. Brownlow quedó solo con Monks. - ---A la verdad caballero, que este es un hermoso proceder por parte de un -amigo antiguo de mi padre! --dijo Monks. - -Justamente porque era el amigo íntimo de vuestro padre, --repuso Mr. -Brownlow --porque la esperanza de mis años juveniles me unia á él -puesto que su hermana muerta el dia mismo que debia casarme con ella, me -ha dejado solo en la tierra; porque aun niño, se arrodilló conmigo -cerca del lecho de muerte de aquel ángel de dulzura y de bondad á quien -á Dios plugo arrebatar de este mundo en la flor de su edad; porque -despues de aquel momento consagra á vuestro padre una amistad que ni sus -tristezas ni sus desgracias pudieron entibiar jamás, y que duró hasta su -muerte; porque estos recuerdos del pasado, llevan mi corazon; es por lo -que estoy dispuesto á trataros con miramiento. - ---Y que tiene mi nombre de comun con lo que vais á decirme? - ---Nada respecto á vos, jóven --nada sin duda; pero mucho respecto á -mi, y estoy muy contento que hayais tomado otro. - ---Todo esto es bello y bueno --dijo Monks con ademan descarado --todo -esto es muy hermoso, pero donde quereis ir á parar? - ---Teneis un hermano --dijo con calor Mr. Brownlow --un hermano cuyo -nombre solo, pronunciado en voz baja á vuestro oido, cuando estaba tras -de vos en la calle, ha bastado para obligaros á seguirme, á pesar de la -repugnancia que tenias en hacerlo. - ---Yo no tengo hermano! . . --replicó Monks --Ignorais sin duda que soy -hijo único. - ---Escuchad lo que voy á deciros; --continuó Mr. Brownlow-- ello no -dejará de interesaros. Sé muy bien que sois el solo é indigno fruto de -un enlace fatal que el orgullo de familia y el interés sórdido, -obligaron á contraer á vuestro padre niño aun. - ---Hago poco caso de vuestros epitetos --interrumpió Monks con una -sonrisa forzada --Confesais el hecho, y me basta. - ---Pero sé tambien cuales fueron los males causados por tan funesta union ---prosiguió Mr. Brownlow --Sé, cuan pesada fué para los dos, la cadena -que debieron arrastrar en el mundo, á los ojos de este mundo que ningun -encanto tenia ya para ellos. Sé que las formalidades glaciales de la -etiqueta, fueron reemplazadas por los reproches, que la indiferencia -cedió su puesto al desprecio, el desprecio al disgusto, y el disgusto al -ódio hasta que al fin no pudiendo sufrirse el uno al otro se vieron -obligados á separarse. - ---Y bien! se separaron --dijo Monks. ¿Esto qué prueba? - -Despues de algun tiempo de separacion --continuó Mr. Brownlow --y cuando -vuestra madre lanzada en el torbellino del gran mundo, hubo olvidado -completamente al hombre que le habian dado por marido y que era mas -jóven que ella, á lo menos de once años; éste, que hasta entonces -habia llevado una vida retirada, adquirió nuevas relaciones. Ya sabeis -vos esto; estoy seguro. - ---No --dijo Monks --Nada sé. - ---Vuestro semblante prueba lo contrario. De lo que hablo, hace cerca -quince años; vos teniais entonces diez ú once y vuestro padre no mas -que treinta porque lo repito, no era mas que un niño cuando su padre le -obligó á casarse. ¿Deberé recordar un acontecimiento que por respeto -á la memoria de vuestro padre, quisiera pasar en silencio, ó quereis -evitarme la pena de ello confesándome la verdad? - ---Como nada sé, nada tengo que decir! . . --contestó Monks. - ---Entre las nuevas amistades que adquirió vuestro padre --prosiguió Mr. -Brownlow --se contaba la de un oficial de marina, viudo desde bacia seis -meses y que vivia solo con dos hijos. Habia tenido muchos; pero -felizmente habia perdido los otros. Eran dos hijas; la una un ángel de -hermosura que en esta época podia tener diez y ocho años, y la otra una -niña de dos ó tres años. - ---Qué puede importarme esto á mí? --preguntó Monks. - ---Ese oficial de marina --añadió Mr. Brownlow sin parecer parar la -atencion á la pregunta de Monks --habitaba una casa en ese distrito de -la Inglaterra que vuestro padre recorrió en la época de sus desgracias, -y en cuya casa fué hospedado. Poco tiempo fué necesario para que se -ligaran con una estrecha amistad. Vuestro padre poseia ventajas que -poseen pocos hombres; era un hermoso muchacho y abrigaba su corazon -franco y generoso como su hermana. Cuanto mas le conoció el anciano -oficial mas le amó. Desgraciadamente sucedió lo mismo con su hija . . . -Antes de transcurrir un año estaba ya ligado por medio de un juramento -con esta jóven vírgen, víctima de una pasion viva y sincera . . . de -un primer amor en fin. - ---Vuestro cuento es de los mas largos --observó Monks mohíno. - ---Es, jóven, una relacion, de desgracias, de tristezas y de miserias ---replicó Mr. Brownlow --y tales cuentos (como os place llamarlos) son -siempre largos. En fin uno de los parientes de vuestro padre (por amor al -cual fué sacrificado, como tantos otros) murió; y como si hubiese -querido reparar el mal de que habia sido causa, le legó toda su fortuna -que era considerable. Vuestro padre tuvo que dirigirse á Roma, donde -este pariente habia ido para su salud y donde murió sin haber puesto en -arreglo sus asuntos. Fué pues allí y cayó gravemente enfermo. Vuestra -madre que lo supo en Paris, donde habitaba entonces, partió al momento -con vos para ir á encontrarle. Murió el dia de vuestra llegada sin -haber hecho testamento; de suerte, que su fortuna os cabió en reparto á -los dos. - -A este punto de la relacion Monks prestó oido atento, sin mirar con todo -á Mr. Brownlow. - ---Antes de embarcarse y al pasar por Londres --prosiguió Mr. Brownlow ---mirándole fijamente, vuestro padre vino á verme. - ---Jamás he tenido noticia de esto --replicó Monks. - ---Si jóven; vino á verme, y me dejó entre otras cosas un retrato -pintado por él mismo . . . el retrato de aquella jóven que no podia -llevarse . . . Estaba agoviado por los remordimientos; se acusaba de -haber causado la ruina y la deshonra de una familia, y me confió la -intencion que tenia de convertir todos sus bienes en dinero (costarle lo -que le costare) y despues de haberos dejado á vos y á vuestra madre una -parte de ese dinero, huir á pais estraño. Adiviné bien que no huiria -solo . . . Nada mas me dijo, y me ocultó el rostro . . . á mi, su amigo -antiguo . . . su amigo de infancia! Prometió escribirme; decírmelo todo -y volverme á ver una sola y última vez antes de dejar para siempre la -Inglaterra . . . Ay! . . no debia verle ya mas, y ni aun recibí carta -suya. Algun tiempo despues de su muerte --continuó Mr. Bronwlow --fui -personalmente al domicilio del padre de la jóven, resuelto, en el caso -de que mis temores fueran demasiado fundados á ofrecer asilo y -proteccion á una pobre jóven errante que un amor culpable (segun el -mundo) habia arrastrado á su pérdida. Hacia ocho dias que habian -abandonado el pais. Despues de haber pagado algunas pequeñas deudas, -habian partido de noche. Donde, y porque esto es lo que nadie pudo -decirme. - -Monks pareció encontrarse mas á satisfaccion, y lanzó á su alrededor -una mirada triunfante. - ---Cuando vuestro hermano --prosiguió Mr. Brownlow acercándose á Monks ---pobre y oprimido cayó entre mis manos (no diré por la mayor de las -casualidades sino por los cuidados de la providencia) y le salvé del -vicio y del oprobio . . . - ---Qué! --esclamó Monks estremeciéndose de sorpresa. - ---Si jóven, yo mismo --replicó Mr. Brownlow. Os he dicho que acabaria -por interesaros. Sé bien que vuestro ladino compañero no os ha dicho el -nombre del que habia amparado al pequeño Oliverio: sin duda tenia para -ello sus razones. Cuando pues ese pobre niño fué recibido por mí, y -hubo pasado todo el término de su convalescencia, su semejanza perfecta -con el retrato de que os he hablado, me llenó de asombro. Mas en el -mismo instante en que le ví por la primera vez cubierto de harapos, -noté al momento en su fisonomía una espresion lánguida que me recordó -los rasgos de una persona que me habia sido muy querida . . . No tengo -necesidad de deciros, que fué cojido otra vez por vuestros _asociados_ -antes de saber su historia. - ---Por qué no? . . --preguntó vivamente el otro. - ---Porque estais muy enterado de ello. - ---Yo! - ---Es inútil el negar --dijo Mr. Brownlow --Voy á probaro que sé mas de -lo que os figurais. - ---Nada podeis probar contra mí! --balbuceó Monks --Os desafio á que -probeis, que yo figuré en ello para nada! - ---Esto es lo que vamos á ver --repuso Mr. Brownlow lanzando á Monks una -mirada escudriñadora --Perdí á Oliverio y todo lo que pude hacer para -volverlo á encontrar fué inútil. Habiendo muerto vuestra madre, sabia -que solo vos podiais aclarar este misterio, y como os hallabais entonces -en la India donde de resultas de ciertas fechorías, debisteis refugiaros -para evitar aquí cuestiones con la justicia, hice un viaje allí. Hacia -algunos meses que habiais regresado á Londres; y tambien regresé. -Ninguno de vuestros corresponsales pudo decirme donde habitabais: ---ibais, --y veniais --me dijeron --sin residir positivamente en tal ó -cual sitio, llevando el mismo género de vida, que antes de vuestra -partida para la India. Azoté calles noche y dia con la esperanza de -encontraros, y como veis hasta hoy no he podido lograrlo. - ---Y aquí me teneis! --dijo Monks con descaro levantándose de su silla. ---En fin que me queréis? . . El _fraude_, y el _robo_ son dos hermosas -palabras justificadas (segun vos) por una semejanza imaginaria entre un -diablillo y un hombre que no existe desde hace muchos años . . . Mi -hermano! . . Vos ignorais á lo que veo que de aquella union criminal -resultan un niño . . . ni aun esto sabeis! - ---Es verdad que lo he ignorado largo tiempo --repuso Monsieur Brownlow -levantándose á su vez --pero lo sé todo desde hace quince dias. Teneis -un hermano, no lo ignorais, y lo que es mas, le conoceis. Existia un -testamento que vuestra madre destruyó. Vos mismo estabais en el secreto -y debiais aprovecharos de él despues de su muerte. Este testamento -estaba otorgado en favor del niño que probablemente debia nacer de -aquella union culpable; ese niño nació, y su semejanza notable con su -padre hizo que lo reconocierais cuando la casualidad, lo puso ante vos. -Os dirijisteis al lugar de su nacimiento; hicisteis destruir ó mas bien -destruisteis vos mismo las pruebas, que podian justificar, de que padres -era hijo. Puedo á mas, en caso necesario recordaros vuestras propias -palabras --_Ya veis, las únicas cosas que hubieran podido servir para -probar la identidad de ese niño, están en el fondo del rio; y la vieja -Sibila que las recibió de la madre, hace largo tiempo que ha muerto y -sus huesos están podridos dentro de su ataud._ --Hijo indigno! . . vil! -. . falso! . . Vos que os rozais con ladrones y asesinos, y teneis -entrevistas con ellos en medio de la noche y en lugares inmundos; vos -cuyas tramas y complots, han causado la muerte de tantas personas de -vuestra condicion; vos que desde vuestra infancia habeis sido arma de -dolor para vuestro desdichado padre, y cuyos escesos en todo género de -vicios llevais estampados en vuestro rostro; que con justa razon puede -mirarse como el espejo de vuestra alma; vos Eduardo Leeford, me desafiais -aun? - ---No, no! . . --esclamó Monks aterrado por estas palabras. - ---Cada espresion pronunciada entre vos y Fagin (el judío) me es conocida ---dijo Mr. Brownlow --Las sombras que vos mismo habeis visto en la pared -han retenido vuestros cuchicheos y me los han transmitido. La vista del -niño perseguido ha cambiado el vicio en valor y diré mas en virtud. Un -asesinato acaba de ser cometido; de este asesinato vos sois autor moral -sino realmente . . . - ---No, no! --gritó Monks --Soy inocente de él, os lo juro! Entraba allí -para informarme de ello cuando me habeis preso. No conozco su causa; yo -la atribuia á otra cosa. - ---Esta causa es la revelacion de una parte de vuestros secretos --dijo -Mr. Brownlow --Queréis revelar la restante? . . - ---Sí; sí! . . - ---Confesar la verdad ante testigos? - ---Tambien lo prometo. - ---Estaros quieto hasta que yo haya adquirido otras noticias para venir -conmigo al sitio que sea necesario. - ---Si insisteis sobre este punto consiento tambien --replicó Monks. - ---Exijo de vos mas que esto --añadió Mr. Brownlow --Es preciso que -hagais una restitucion á vuestro hermano. Aunque ese pobre niño sea el -fruto de un amor culpable no por ello es menos vuestro hermano. Sabeis -las cláusulas del testamento, ejecutadlas por lo que atañe al pequeño -Oliverio, é id luego donde querais. - -Mientras que Monks se paseaba arriba y abajo en la sala reflecsionando en -las condiciones terminantes que le imponia Monsieur Brownlow, Mr. -Losberne entró muy conmovido. - ---No puede dejar de ser cojido --esclamó. - ---El asesino, queréis decir? preguntó Mr. Brownlow. - ---Sí, sí --repuso el doctor --se ha visto á su perro en los -alrededores de una casa que frecuenta ordinariamente; su amo está sin -duda dentro ó sino entrará en ella probablemente por la noche. La -policía está al acecho; he hablado á los hombres encargados de -prenderle, y me han asegurado que no puede escapárseles. El gobierno ha -hecho publicar una recompensa de cien libras esterlinas al que le pondrá -la mano encima. - ---Yo daré cincuenta mas --dijo Mr. Brownlow --y haré yo mismo el -ofrecimiento en el mismo sitio si me es posible trasladarme á él. -Dónde está Mr. Maylie? - ---Enrique? . . Luego que os ha sabido en seguridad con este desconocido ---respondió el doctor --ha mandado ensillar su caballo y ha ido á ver -lo que ocurre. - ---Y el judío? - ---Aun no habia sido preso cuando me he informado de todo esto --pero -pronto lo será. - ---Estais bien decidido? . . --dijo Mr. Brownlow al oido de Monks. - ---Sí; --respondió éste --¿me prometeis el secreto? - ---Permaneced aquí hasta mi vuelta. - -Dicho esto Mr. Brownlow salió con Mr. Losberne y cerró la puerta del -aposento con llave. - ---Cuál es el resultado de vuestra entrevista? preguntó el doctor. - ---El que me esperaba y aun mas --respondió Mr. Brownlow --Le he probado -que no habia para él ninguna esperanza de salvacion. Hacedme el favor de -escribir y dad cita para pasado mañana á las siete. - -Los dos amigos se separaron en estremo agitados. - - - - -CAPÍTULO XLVII. - -SIKES ES PERSEGUIDO --COMO ESCAPA Á LA POLICÍA. - - -CERCA de ese punto del Támesis en que está situada la iglesia de -_Rotherhithe_ existe hoy dia el mas súcio, mas estraño y mas -estraordinario de los rincones que hay en Londres; rincon desconocido aun -de nombre á la mayor parte de sus habitantes. - -En la isla de Jacob, las casas que antiguamente servian de almacenes -están sin techos, las paredes arruinadas, las ventanas faltas de marcos, -las puertas no se sostienen en nada y amenazan caer en la calle; las -chimeneas negras, pero no sale de ellas humo. Hace treinta ó cuarenta -años era este un barrio comercial, mientras que ahora no es mas que una -isla desierta. Los edificios carecen de propietarios y solo están -ocupados por aquellos que tienen el valor de vivir y morir en ellos. - -En un aposento superior de una de esas casas se hallaban reunidos tres -hombres mirándose unos á otros en silencio; el uno era Tobias Crachit, -el otro maese Chitling y el tercero llamado Kags, hombre de cincuenta -años, cuyo rostro estaba cubierto de magulladuras y de cicatrices, era -un presidario evadido. - ---Querido --dijo Tobias dirijiéndose á Chitling --me hubieras dado -mucho gusto si te hubieses refugiado en otra parte. - ---Vaya una gracia! --añadió Kags --como si no hubiera bastantes -_casuchas_, para venir aquí á comprometernos! . . - ---Me esperaba por cierto de vosotros una acogida tan lisongera --replicó -Chitling con acento desconcertado. - ---Crees tu --repuso Tobias --que sea muy grato para un _mozo_ como yo, -que vive retirado, todo lo posible, y que se ha sabido conservarse en su -_casa_ sin excitar la menor sospecha, recibir de _improviso_ la visita de -un _particular_ que por muy amable y aun _placentero_ que sea en el juego -de cartas no deja por ello de estar en una posicion equívoca? - ---Sobre todo cuando ese _mozo_ hospeda en su casa á un amigo llegado de -_paises lejanos_, mas pronto de lo que se esperaba, y que es á un mismo -tiempo demasiado modesto y demasiado circunspecto para presentarse á los -jueces á su regreso! . . repuso Kags. - ---Cuándo ha sido preso el judío? . . --preguntó Tobias Crachit. - ---A las dos de la tarde, justamente en el acto de comer . . . respondió -maese Chitling. Carlota y yo hemos sido muy afortunados en habernos -podido escapar por la chimenea de la cocina; en cuanto á Mauricio -Bolter, se habia ocultado en el colador que habia tenido ocurrencia de -poner boca abajo, pero sus largos _remos_ que salian fuera lo han -descubierto y tambien ha sido cojido. - ---Y Betsy? - ---Pobre Betsy! --dije Chitling con acento lastimero --ha ido allí para -ver el cadáver, y la revolucion que esto la ha causado la ha vuelto loca. - ---Qué se ha hecho el pequeño Carloto? . . preguntó Kags. - ---Está en algun rincon de estos alrededores esperando sin duda que sea -de noche para venir aquí --respondió Chitling --ahora ya no puede -lardar. No hay que hablar, de ir á otra parte; la _tropa sorda_ ha -empezado por echar el guante á todos los que se hallaban en los _Tres -cojos_. Ha sido fortuna para mí encontrarme fuera, de otro modo, hubiera -formado cuerda con los otros. La sala del fondo y la de entrada están -llenas de _langostas_ os aseguro que hace allí calor! - ---Arbitrariedad como ella! dijo Tobias Crachit mordiéndose los lábios. ---Hay mas de uno que la saltará en este asunto! - ---Los _asisses_ han empezado --dijo Kags --si _calientan el negocio_, si -Bolter suelta el pico á cargo de Fagin (lo que no cabe duda despues de -lo que tiene ya dicho) el pobre viejo judío, quedará convencido de -complicidad en el asesinato y dentro ocho dias á contar desde hoy la -danzará de lo lindo. - ---Daba grima oir á la multitud como gritaba tras él! . . dijo Chitling. -A no ser la _tropa sorda_ lo hubieran hecho añicos. --Una vez lo han -derribado en tierra y estoy seguro que lo hubieran muerto si los -_langostos_ no hubiesen al momento formado circulo á su alrededor; pero -puede decir que ha escapado de una buena. - -Mientras que con los ojos bajos y el oido atento parecian todos abismados -en profunda reflecsion, se oyó en la escalera un pataleo y el perro de -Sikes entró de un salto en la estancia. Miraron inmediatamente á la -ventana; pero no vieron á nadie --bajaron la escalera, nadie; salieron -á la calle, nadie. - ---Qué significa esto? --dijo Tobias --Acaso se atreveria á venir? . . -Espero que no! - ---Si hubiese decidido venir aquí le hubiéramos visto tras de su perro! - ---De dónde vendrá ese animal? --dijo Tobias --Sin duda habrá estado en -las otras _casuchas_ y habiendo visto allí una multitud de personas que -no conoce habrá corrido aquí, donde ha venido tantas veces. Pero por -qué llega solo? - ---Creéis que haya sido _destruido_? . . preguntó Chitling. - -Tobias sacudió la cabeza en señal de duda. - ---Si esto fuera --repuso Kags --el perro nos atormentaria para que le -acompañáramos, en el sitio. Creo mas bien que habrá pasado en pais -estrangero, perdiendo á su perro. - -Todos fueron de la opinion del presidario, y el perro encajándose en una -silla, se puso á dormir. - -Como era ya de noche, cerraron los postigos y pusieron una vela sobre la -mesa. Los acontecimientos de los dos dias anteriores habian hecho tal -impresion en ellos que se estremecian al menor ruido. Se acercaron el uno -al otro y se hablaron en voz baja como si el cadáver de la jóven -hubiera estado en el aposento vecino. - -Largo rato hacia que permanecian en esta posicion cuando de repente -llamaron á la puerta de la calle. - ---Es el pequeño Carloto --dijo Kags. - -Llamaron de nuevo con golpes redoblados. - ---No; no es Carloto! . . el no llama nunca de tal modo. - -Tobias Crachit se aventuró á mirar por la ventana, pero se retiró de -ella temblando; su palidez decia lo bastante. El perro se puso al momento -sobre sus patas y corrió hácia la puerta ladrando. - ---Será _preciso_ abrirle --dijo Tobias tomando la vela. - ---No hay medio de hacer otra cosa? - ---No; es preciso abrirle --replicó Tobias. - ---No vayas á dejarnos sin luz --dijo Kags. - -Crachit bajó á abrir, y volvió acompañado de un hombre con la cabeza -envuelta en un pañuelo. Este hombre no era otro que Sikes. Puso su mano -sobre el respaldo de una silla, luego, volviendo la cabeza se estremeció -y fué á sentarse en otra silla arrimada á la pared. - ---Por qué se halla aquí ese perro? . . preguntó. - ---Ha venido solo; hace dos ó tres horas. - ---¿Es verdad que el periódico de esa tarde anuncia que Fagin ha sido -preso? - ---Es verdad. - ---Qué el diablo cargue con todos vosotros! . . dijo Sikes pasando la -mano por su frente . . . Ni uno ni otro teneis nada que decirme? - -Se miraron unos á otros con aire embarazado; pero ninguno desplegó los -lábios. - ---Tú que eres aquí el _patron_, tienes ánsia de venderme, ó me -dejarás ocultar hasta que estén hartos de pesquisas . . . Ea . . . -habla! . . . preguntó Sikes dirijiéndose á Tobias Crachit. - ---Puedes quedarte si te erees aquí seguro --respondió este. - -Sikes volvió lentamente la cabeza hácia la pared contra la que estaba -arrimado de espaldas, y dijo con voz hueca. - ---Y á ella . . . la . . . han enterrado? - -Se contentaron con hacer una señal de cabeza negativa. - ---Por qué no la han enterrado? . . Quién llama? . . - -Tobias Crachit indicó con la mano que nada habia que temer, y habiendo -bajado á abrir la puerta, volvió luego seguido de Cárlos Bates. - -Este al ver al asesino retrocedió horrorizado. - ---Tobias! . . ¿Por qué no haberme dicho esto abajo? - -Los otros tres palidecieron á esta pregunta del niño, y Sikes que lo -notó procuró acariciarlo. - -Cárlos retrocedió tres pasos y puso la mano al pestillo de la puerta -como en ademan de salir. - ---Carloto! acaso no me reconoces? . . - ---No os acerqueis á mi monstruo! . . --esclamó Cárlos mirando al -asesino con una expresion de terror y espanto. - -Sikes se detuvo; sus ojos se encontraron; pero al momento bajó los suyos. - ---Notad bien los tres lo que os digo --esclamó Cárlos cerrando los -puños é irritándose mas y mas á medida que hablaba --Yo no le temo! . . -Si vienen á buscarle aquí; yo mismo le entregaré! . . Os juro que lo -haré como lo digo! Puede matarme si quiere ó si se atreve; pero os -declaro que lo entregaré á la policía si estoy aquí cuando vengan -para prenderle . . . Aunque tenga que ser quemado vivo lo entregaré! . . -Asesino! . . Socorro . . . favor! . . Al asesino! . . - -Esto diciendo se abalanzó sobre Sikes que aturdido por sus gritos, y -sorprendido de encontrar tanta energía y valor en un niño, se dejó -derribar por él antes de tener tiempo de prepararse para la defensa. - -La lucha con todo era demasiado desigual para poder prolongarse por mas -tiempo. Ya Sikes recobrada la ventaja, oprimia con la rodilla el pecho -del niño, cuando Crachit levantándose precipitadamente de su sitio, se -precipitó sobre él y tirándole por el brazo le señaló con el dedo la -ventana. - -Habia una multitud de gente á la puerta de la calle; se hablaba en voz -alta; el ruido de los pasos y el de las voces llegaron hasta ellos y los -llenaron de espanto. Se daban á la puerta recios y redoblados golpes -como para tenderla. - ---Socorro! . . Al asesino! . . --gritaba Cárlos. - ---En nombre de la ley abrid! . . --clamaban á sus vez las personas de -afuera. - ---Hundid la puerta! . . --repetia Cárlos. --No os abrirán --Venid en -derechura al aposento en que veis luz . . . aquí está el asesino. - ---Las puertas y los cerrojos empezaban á ceder á los esfuerzos de los -acometidores, y los gritos de alegría de la multitud dieron á Sikes una -idea justa del peligro que corria. - ---No teneis un sitio dónde pueda encerrar á este infernal vocinglero? . . -preguntó, buscando por el aposento. - -Habiendo encontrado la puerta de un pequeño gabinete, la abrió y -encerró dentro al niño. - ---Ahora --dijo --la puerta de abajo está bien cerrada? - ---Con llave y cerrojos --contestó Tobias. - ---Los tableros son sólidos? . . - ---Forrados de hierro. - ---Y los postigos? . . - ---Los postigos tambien. - ---Que mil truenos te confunda! . . esclamó el asesino abriendo la -ventana y desafiando á la muchedumbre. - ---A tal desafio el populacho desenfrenado prorumpió en chiflas; los unos -gritaban á los que estaban mas cerca que pusieran fuego á la casa, los -otros instaban á los agentes de policía para que tiráran sobre él; -pero entre los mas encarnizados estaba un caballero á caballo, que -habiendo logrado abrirse paso entre la multitud, gritaba bajo las -ventanas de la casa «_Veinte guineas al que traiga una escala_.» - ---Van á invadir el edificio! . . --esclamó el asesino mirando por la -ventana --Dadme una cuerda! una cuerda larga con cuya ayuda pueda -deslizarme en el foso y luego poner piés en polvorosa. - ---Tobias le señaló con el dedo donde se encontraban esos objetos, y el -asesino habiendo escogido entre muchas cuerdas la mas larga y la mas -récia, subió precipitadamente al desvan. - -Todas las ventanas que caian al detrás de la casa, y tenian de -consiguiente vista al foso habian sido aparedadas desde largo tiempo, -escepto sin embargo una pequeña abertura, situada en el cuartito en que -estaba encerrado Cárlos y la que era tan estrecha que no podia pasar por -ella la cabeza. Desde esta abertura no cesaba de gritar á la gente de -fuera que se dirijiera á este punto; de modo que cuando el asesino se -presentó al borde del techo para mirar á sus piés, una muchedumbre de -voces dieron aviso á los que estaban á la parte de delante de la casa y -estos se dirijieron en masa, hacia el foso. - -Despues de haber atrancado la puerta del desvan con un trozo de madera -que habia tomado al efecto, salió por la lumbrera, y trepó sobré el -tejado. - -Miró aun otra vez bajo de él; el foso estaba seco. - ---Cincuenta libras esterlinas al que lo coja vivo! . . --esclamó un -caballero anciano cerca de allí. --Cincuenta libras al que lo coja vivo! -. . Permaneceré aquí hasta que venga á buscarlas. - -Reuniendo todas sus fuerzas y toda su energía á la vista del peligro, y -estimulado por el ruido, que se hacia en el interior de la casa cuya -puerta al fin habia sido derribada, pasó un cabo de su cuerda al rededor -del cañon de una chimenea, y lo ató sólidamente en él; luego con la -ayuda de sus manos, hizo en un santiamen, un nudo corredizo con el otro -cabo. De este modo podia por medio de la cuerda, dejarse caer hasta -algunos palmos del suelo y cortar en seguida la cuerda con el cuchillo -que tenia abierto en su mano. - -En el instante que tenia el nudo corredizo sobre su cabeza para pasarlo -bajo su brazo, y cuando el viejo caballero en cuestion --el mismo que -habia prometido cincuenta libras esterlinas al que prendiera el asesino, -advertia á los que tenia al lado de los designios de éste --Sikes miró -tras sí y cubriéndose el rostro con sus dos manos lanzó un grito de -terror! - ---Ah! . . Todavia esos ojos infernales! --clamó! . . - -Vacilando como si hubiese sido herido de un rayo, perdió el equilibrio y -cayó de espaldas de la altura de treinta y cinco piés con el nudo -corredizo pasado alrededor de su cuello. La cuerda se habia puesto -tirante como la de una ballesta, y su efecto fué tan instantáneo, como -la flecha que ella dispara. Tuvo lugar una horrible sacudida, luego un -movimiento convulsivo del cuerpo, y el asesino quedó colgado, teniendo -fuertemente oprimido en su mano el cuchillo abierto. - -La antigua chimenea fué conmovida, pero con todo resistió; el cadáver -del bandido, estaba arrimado á la pared. - -Un perro, que no se habia visto hasta entonces se puso á correr á -derecha é izquierda por el borde del tejado y dando un ahullido -espantoso, saltó de repente sobre las espaldas del colgado. Habiendo -faltado el golpe, cayó en el foso, de cabeza contra una piedra y se -rompió el cráneo. - - - - -[Illustration: Muerte de Sikes.] - - - - -CAPÍTULO XLVIII. - -ACLARACION DE MAS DE UN MISTERIO --PROPUESTA DE MATRIMONIO SIN DOTE Y SIN -ARRAS. - - -DOS dias despues de haber tenido lugar los acontecimientos que hemos -leido en el capítulo anterior, y cerca las tres de la tarde, Oliverio se -encontró dentro una silla de posta en compañía de la Señora Maylie, -de Rosa, de la señora Bedwin y del buen doctor, en direccion á su -ciudad natal; dentro otra silla y un poco atrás venian Mr. Brownlow, y -un individuo cuyo nombre ignoraban. - -A medida que se acercaban á la ciudad le fué imposible á Oliverio -dominar su emocion. - -Bajaron á la puerta de una de las posadas mas hermosas, y fueron -recibidos por Mr. Grimwig que - -los estaba esperando, y los abrazó á todos al bajar del carruaje. - -En fin cuando dieron las nueve de la noche, Mr. Losberne y Mr. Grimwig -entraron seguidos de Mr. Brownlow y de un forastero, á la vista del cual -Oliverio lanzó una esclamacion de sorpresa, porque se le dijo que era su -hermano, y le reconoció por el mismo sugeto, que habia encontrado al -salir de la aldea donde habia ido á llevar una carta de la Señora -Maylie y que viera tambien con Fagin á la ventana de su pequeño -gabinete de estudio. - ---Acabamos ya! --dijo el forastero volviéndose agitado. - ---Este niño es vuestro hermano --dijo Mr. Brownlow atrayendo á si -Oliverio. --Es el hijo natural de mi mejor amigo Ricardo Leefort vuestro -padre, y de la jóven y desdichada Inés Fleming. - ---Sí; --replicó Monks --es el fruto ilegítimo de su comercio criminal; -es en fin su bastardo. Habiendo mí padre caido enfermo de gravedad en -Roma, donde fuera para asuntos, como sabeis, mi madre que desde largo -tiempo estaba separada de él y que residia en París en aquella época, -se dirijió al momento conmigo á su lado para su interés propio. El -nada supo, porque cuando llegamos habia perdido el conocimiento y -permaneció en este estado hasta la mañana siguiente en que murió. -Entre sus papeles habia un paquete, bajo carpeta, el cual estaba fechado -del primer dia de su enfermedad y dirijido á vos con encargo espreso -escrito de su puño al reverso de la carpeta, de no remitirlo hasta -despues de su muerte. Este paquete encerraba una carta asáz -insignificante para Inés Fleming y tambien un testamento á favor de esa -jóven. - ---¿Qué contenía esa carta? . . preguntó Mr. Brownlow. - ---La confesion de su falta, y votos de prosperidad para la jóven ---respondió Monks --nada mas. En aquel entonces ella se hallaba en cinta -de algunos meses. Le decia en aquella carta lo que habia hecho para -ocultar su deshonra; y la suplicaba, que en el caso de morir, no -maldijera su memoria ni creyera que su hijo ni ella debiesen ser -víctimas de su falta, porque solo él era la causa de todo el mal. Le -recordaba el dia en que le habia dado el medallon y el anillo, sobre el -que habia hecho grabar su nombre de pila; reservándose unir á él el -suyo que esperaba hacerle llevar algun dia. Le recomendaba que guardase -cuidadosamente aquel medallon y lo llevára sobre su pecho como antes. - ---En cuanto al testamento --dija Mr. Brownlow --yo me encargo de -manifestaros su contenido. Estaba dictado por el mismo espíritu de la -carta. Vuestro padre se lamentaba en él de los disgustos que su esposa -le habia causado; os dejaba á vos y á vuestra madre, para cada uno una -pension vitalicia de ochocientas libras. El resto de sus bienes estaba -dividido en dos partes iguales, la una para Inés Fleming, la otra para -el niño que debia dar á luz, en el caso que naciera y llegára á la -mayor edad. Si era una niña, debia disfrutar de su parte sin restriccion -alguna; pero si al contrario era un muchacho, no podia recoger esta -herencia, sino con condicion _de que durante su menor edad, no -deshonraria jamás su nombre por cualquiera acto de bajeza ó de -felonia_. En caso contrario el dinero debia ser vuestro. - ---Mi madre --dijo á su vez Monks levantando mas la voz --hizo, todo lo -que otra mujer en su lugar hubiera hecho: quemó el testamento. La carta, -no llegó nunca á donde iba dirijida; pero quedó en manos de mi madre, -junto con otras pruebas para el caso en que la jóven Inés osára negar -su deshonra. El padre de esa jóven supo toda la verdad por boca de mi -madre. Agobiado de dolor, aquel bravo militar huyó con sus hijas á una -aldea retirada del pais de Gales y cambió de nombre á fin de que sus -amigos no supiesen el lugar de su retiro. Despues de algunos meses de -estancia en aquel sitio, se le encontró muerto en su cama. Habiendo -abandonado su hija el pais quince dias antes, habia recorrido todos los -alrededores á pié andando noche y dia para buscarla. - ---Algunos años despues, la madre de Eduardo Leedfort aqui presente vino -á encontrarme --interrumpió Mr. Brownlow --Esta mujer padecia una -enfermedad incurable, que la iba llevando lentamente hácia la tumba. - ---Ella murió al cabo de algunos meses --repuso Monks --despues de -haberme revelado todos sus secretos, y de haberme legado el ódio que -tenia á esa Inés. Jamás quiso creer que esa jóven hubiese destruido -el fruto de su vientre, sino que muy al contrario pensó que sin duda -habia parido. Juré la pérdida de ese niño, si alguna vez la casualidad -me hacia encontrarlo. Mi madre no se habia engañado; tuve la ocasion de -verle, y su semejanza con mi padre me hizo adivinar que era él. Sostuve -fielmente mi promesa; habia ya empezado, con el mejor écsito . . . -Ojalá hubiese concluido del mismo modo! . . y sino hubiese sido, vendido -por una maldita prostituta . . . - ---¿El medallon y el anillo? . . preguntó Mr. Brownlow dirijiéndose á -Monks. - ---Los compré á esas personas de que os he hablado --respondió éste. - -Mr. Brownlow hizo una señal á Mr. Grimwig quien salió y volvió -incontinenti acompañado de los esposos Bumble. - ---No me engañan mis ojos! . . --esclamó Mr. Bumble con un entusiasmo -afectado. --Si; si es el pequeño Oliverio! . . - ---Callaos viejo loco! --dijo en voz baja la señora Bumble. - ---No puedo dominarme señora Bumble. Yo que lo he educado de una manera -completamente _parroquial_; ¿cuándo le veo rodeado de señoras y -caballeros _de alto rango_ no puedo ser sorprendido _superlativamente_? . . -Tengo siempre tanto amor á ese niño, como si fuera mi . . . mi . . . -mi abuelo! --dijo Mr. Bumble buscando en su caletre una justa comparacion -. . Pobre Oliverito! . . - ---Ea! . . --interrumpió Mr. Grimwig --Tregua á los sentimientos! - ---Voy á hacer lo posible para contenerme --replicó Monsieur Bumble ---¿Cómo vá de salud Caballero? . . - -Esta cortesia amistosa iba dirijida á Mr. Brownlow, que acercándose á -la respetable pareja, preguntó señalando con el dedo á Monks: - ---Conoceis á ese caballero? . . - ---No --contestó con sequedad la señora Bumble. - ---Con qué no le conoceis? . . - ---En mi vida lo he visto --replicó Mr. Bumble. - ---Ni le habeis vendido nunca cosa alguna? - ---No nunca --respondió la señora. - ---Ni habeis tenido en poder vuestro cierto medallon y cierto anillo, no -es así? . . - ---No ciertamente. - -Mr. Brownlow hizo una nueva señel á Mr. Grimwig que desapareció -gallardamente, y volvió á aparecer del mismo talante, acompañado esta -vez de dos viejas medio paralíticas, que le seguian con paso vacilante. - ---Tuvisteis buen cuidado de cerrar la puerta, la noche en que murió la -vieja Sally --dijo una de las dos mujeres levantando su mano trémula ---pero no por esto nosotras hemos oido menos vuestra conversacion, al -través de la rendija de la puerta. - ---Ah! ah! . . no os esperabais esto hé? . . --dijo la otra. - ---Mirábamos por el ojo de la llave, y hemos visto como le tomabais un -papel que tenia en la mano! . . --repuso la primera --Y á la mañana -siguiente os espiábamos cuando fuisteis al Monte-Pio. - ---Y nosotras sabemos mas que vos en este asunto --añadió la segunda ---porque la vieja Sally nos repetia amenudo que aquella jóven habia -dicho que sintiendo que no podria soportar sus infortunios . . . se -dirijia á Roma (cuando los primeros dolores del parto la obligaron á -detenerse aquí) resuelta á dejarse morir allí sobre la tumba de su -amante. - ---Deseais ver el administrador del Monte-Pio? . . preguntó Mr. Grimwig -dirijiéndose á la puerta. - ---No hay de que --respondió la matrona. --Puesto que el caballero ha -sido bastante infame para confesar, y vosotros habeis sabido arrancar los -gusanos de la nariz de esas viejas brujas, nada mas tengo que decir. - ---No --repuso Mr. Brownlow. --Podeis retiraros. - ---Espero --dijo Mr. Bumble mirando con aire lastimero á su alrededor ---espero que esta desagradable circunstancia, que nada puede ser en si -misma, no me privará de mi cargo _parroquial_? - ---Desengañaos! --contestó Mr. Brownlow. --Así debeis esperarlo. - ---Os juro que yo no entro para nada en ello! --replicó Monsieur Bumble; -despues de haberse asegurado de que la matrona habia salido de la sala. - -Esto no es una escusa; vos sois á los ojos de la ley mas culpable que -vuestra esposa; porque es razonable suponer que ella ha obrado segun -vuestras órdenes. - ---Si la ley se mete en semejantes suposiciones --dijo Monsieur Bumble -apretando fuertemente el sombrero entre sus manos. --La _ley_ es una -necia . . . La _ley_ no es mas que una vieja solterona . . . Si fuera -casada pensaria de modo muy diferente. - -Despues de haber pronunciado estas palabras con tono enfático, hundió -el sombrero en su cabeza, metió las manos en las faltriqueras del -redingote y se retiró. - ---Vos bella señorita dadme vuestra mano --dijo Mr. Brownlow, -volviéndose á Rosa. --No tembleis así! . . nada teneis que temer por -las pocas palabras que quedan para decir. - ---Si se refieren á mi (á pesar de que ignoro en lo que pueden -concernirme) --dijo Rosa --dispensadme hoy de oirlas; en este momento no -tengo para ello fuerza ni valor. - ---Teneis mas firmeza de la que creeis! . . --repuso Monsieur Brownlow, -tomándola por el brazo --¿Conoceis á esta señorita? . . --continuó -dirijiéndose á Monks. - ---Si. - ---Jamás os he visto antes de ahora --dijo Rosa con voz débil. - ---Pero yo os he visto amenudo! --contestó Monks. - ---El padre de la infortunada Inés tenia dos hijas --prosiguió Mr. -Brownlow ¿Qué se ha hecho la mas jóven? . . . - ---Cuando murió su padre bajo nombre supuesto sin dejar papel alguno, que -pudiera darla á conocer á sus amigos --replicó Monks --la mas jóven, -que no era mas que una niña, fué adoptada por unos pobres aldeanos que -la criaron como hija suya. - ---Proseguid --dijo Mr. Brownlow haciendo señal á la Señora Maylie de -que se acercára. - ---Vos no pudisteis saber el sitio en que se habia retirado aquel hombre; -pero allí donde fracasa la amistad, amenudo el ódio triunfa: mi madre -acabó por descubrir la niña despues de un año de pesquisas. - ---Y se apoderó de ella, no es cierto? . . - ---No. Aquellos honrados labriegos eran muy pobres, y tal accion de -humanidad les puso aun mas sobre aviso. El hombre acabó por caer -enfermo; lo que visto por mi madre les dejó la niña; remitiéndoles una -módica suma de dinero que no debia durar mucho tiempo, y prometiéndoles -otra mayor que no tenia la intencion de enviarles. Viendo que su estado -de miseria no era motivo suficiente para indisponerles contra aquella -niña, les contó á su modo la historia de la hermana; diciéndoles que -si no ponian mucho cuidado, la muchacha que mantenian, de seguro llegaria -á ser como ella; porque procedia de padres sin principios, y era hija -ilegítima. Aquellas buenas gentes dieron crédito á todo lo que les -dijo mi madre y la niña arrastró una existencia miserable hasta que una -señora viuda que habitaba en Chertsey habiéndola visto casualmente, -tuvo compasion de ella y la adoptó. Es necesario que exista un destino -contrario á nosotros, porque á pesar de todos nuestros esfuerzos, -permanecia en casa de aquella señora y fué feliz. Hace dos ó tres -años que la habia perdido de vista, y no volvia á verla hasta hace -algunos meses. - ---La veis ahora? . . - ---Si, apoyada en vuestro brazo. - ---Pero por eso no es menos mi sobrina --esclamó la señora Maylie -estrechando la jóven sobre su corazon --no es menos mi querida niña. No -quisiera perderla ahora por todos los tesoros del mundo. Mi dulce -compañera! . . Mi hija de adopcion! . . Mis mas caras esperanzas! . . - ---Vos sois la única amiga que tengo en el mundo! --esclamó Rosa pasando -sus brazos alrededor del cuello de la señora. --Vos fuisteis para mi la -mejor de las amigas, la mas tierna de las madres. - ---Tranquilizaos ángel mio! --dijo la Señora Maylie abrazándola con la -mayor ternura --y acordaos que hay otros á quienes sois tambien querida. - ---Rosa, amada Rosa! --clamó Oliverio --fuisteis para mi una buena -hermana, quiere consideraros en adelante no como una tia sino como una -hermana idolatrada! . . - -Permanecieron solos por mucho tiempo. Un golpe ligero en la puerta del -aposento anunció que alguien deseaba entrar. Oliverio corrió á abrir, -y apartóse al momento para dar paso á Enrique Maylie. - ---Lo sé todo! --dijo sentándose al lado de la jóven --No es la -casualidad la que me conduce á este sitio --añadió despues de un -silencio prolongado --y solo desde ayer sé todo lo que os concierne. Sin -duda no ignorais que he venido para recordaros vuestra promesa. - ---Un memento --dijo Rosa ¿Lo sabeis todo? . . - ---Ah! . . Rosa, sois para mi asaz cruel! . . - ---Oh! . . Enrique! . . Enrique! . . --continuó Rosa prorumpiendo en -llanto --quisiera hacer lo contrario y evitarme estos dolores! . . - ---Pues bien; entonces reflecsionad sobro lo que habeis sabido esta noche. - ---Y qué he sabido Dios mio! . . --que el sentimiento de su deshonra ha -obrado con tal fuerza sobre mi desdichado padre, que no ha podido -soportar su desgracia . . . - ---No; --replicó el jóven reteniendo á Rosa por el brazo cuando iba á -retirarse. --Mis deseos, mi porvenir, todo en fin menos mi amor á vos, -ha esperimentado un cambio. Al presente no os ofrezco ya un rango -distinguido en el mundo; donde ciertas preocupaciones hacen ruborizar á -la misma inocencia . . . - ---Qué queréis decir? . . esclamó Rosa con voz entrecortada . . . - ---Digo --prosiguió Enrique --que en una de los condados mas bellos de la -Inglaterra, en medio de risueñas colinas y verdes praderas, existe una -pequeña iglesia de aldea que me pertenece, Rosa, y de la que soy el -pastor; cerca de esta iglesia está el presbiterio, habitacion rústica -que vos embelleceréis con vuestra presencia, y que me haréis preferir -mil veces á todas las dignidades á que he renunciado: tal es el rango -que ocupo en el mundo, y que tendré una felicidad inmensa en compartir -con vos . . . - - - - -CAPÍTULO XLIX. - -EL ÚLTIMO DIA DE UN REO Á MUERTE. - - -LA sala del tribunal de los _Assises_ se veia tapizada de rostros humanos -desde el pavimento, hasta el techo. El menor espacio, el mas pequeño -rincon, estaba ocupado. - -Al centro de toda esta multitud, permanecia Fagin, con una mano apoyada -en la baranda de madera colocada ante él, la otra en su oreja, y la -cabeza inclinada hácia adelante para poder oir mejor el acta de -acusacion que el fiscal leia á los señores jurados. De tanto en tanto, -dirijia sobre ellos miradas ansiosas para ver si descubriria sobre sus -fisonomías, el menor movimiento en su favor; y cuando los cargos que se -le dirijian, quedaban probados con harta evidencia, miraba con ojo -inquieto al tribunal. - -Un ligero ruido en la sala le sacó de su abstraccion. Volvió la cabeza, -y notó que los jurados se habian reunido para deliberar. - -Lo comprendió, de un solo golpe de vista, la imágen de la muerte se -presentó en su mente y dirijiendo sus miradas hácia el estrado vió que -el jefe de los jurados dirijia la palabra al presidente --Silencio! . . - -Era solo para pedir el permiso de retirarse. - -Los contempló, uno despues de otro para adivinar si le era posible en -que partido se inclinaba el mayor número; pero inútilmente. Habiéndole -dado el carcelero un golpe sobre la espalda, le siguió maquinalmente -hasta el estremo del banco de los acusados para esperar allí la vuelta -de los jurados. - -De repente se restableció el silencio, y todas las miradas se dirijieron -hácia la puerta lateral, por la que aquellos habian salido. Pasaron por -su lado al entrar otra vez en la sala; pero le fué imposible distinguir -nada en sus rostros: ellos estaban impasibles: «Si, el acusado es -culpable!» - -La sala retumbó por tres veces con las aclamaciones de la multitud y los -de afuera respondieron con gritos de alegría al saber que seria -ejecutado el lúnes prócsimo. - -Cuando el rumor se hubo apaciguado, se le preguntó si tenia nada que -decir contra la pena de muerte. Habia recobrado su primera actitud, y -miraba alternativamente al presidente; pero hubo necesidad de repetirle -por dos veces esta pregunta antes que pareciera comprenderla, y soto -balbuceó entre dientes --que era un viejo, un pobre viejo --un -desgraciado viejo. Luego guardó silencio. - -Los jueces tomaron el bonete negro; el reo quedó en la misma postura; la -boca entreabierta, el cuello tieso. Hubo una mujer en la galería que -arrojó un grito penetrante, y el judío se volvió vivamente como si -hubiese sido contrariado ó interrumpido. El presidente pronunció con -voz conmovida la sentencia fatal, y el acusado permaneció todo este -tiempo tan inmóvil como una estátua. - -Se je condujo á lo largo de un corredor enlosado en el que habian -algunos prisioneros que esperaban su turno, y otros que hablaban á sus -amigos tras de una reja que daba al patio. A pesar de no haber allí -nadie para hablarle, esos últimos retrocedieron al acercarse, á fin de -facilitar á la gente de fuera, que se encaramaba á la reja para verle, -el placer de contemplarle á satisfaccion, y le chiflaron, le silvaron y -le llenaron de injurias. - -Se sentó en un banco de piedra que servia á la vez de silla y de lecho, -y bajando la vista al suelo, procuró reunir sus ideas. Por grados llegó -á este desenlace terrible: «_Condenado_ á ser _colgado por el cuello -hasta que resulte la muerte_. Tal era la sentencia terrible: _Condenado -á ser colgado por el cuello hasta, que resulte la muerte_!!! - -Solo quedaba un dia, de vida; y apenas tuvo tiempo de pensarlo, que ya -habia llegado el domingo! - -Hasta el anochecer no empezó á sentir todo el horror de su posicion, no -porque antes concibiera esperanza de obtener gracia, sino porque jamás -pudo imaginarse que debiera morir tan pronto. - -Se tendió en el banco de piedra y procuró recordar el pasado. Habiendo -sido herido por el populacho el dia en que fué preso por la policía, -llevaba un pañuelo atado en su cabeza; sus cabellos rojos caian sobre su -frente arrugada; su barba llena de polvo y grasa, estaba embrollada en -pequeños nudos; su tez lívida, sus ojos centelleantes sus megillas -cóncavas daban horror al verlas. Ocho! . . nueve! . . diez! . . Si esto -no era una mala pasada que se le jugaba, y esas tres horas se habian -sucedido realmente con tanta rapidez, dónde estará cuando volverán á -sonar? . . Las once! . . Dió la media noche cuando el último golpe de -las once vibraba aun en sus oidos. - -Las barreras pintadas de negro estaban ya colocadas al rededor de la -plaza para contener la afluencia de la multitud que la curiosidad no -dejaria de atraer en aquel sitio, cuando Mr. Brownlow acompañado de -Oliverio, se presentó á la porteria; habiendo enseñado al portero un -permiso de entrada firmado por uno de los _cherifs_ y fué introducido al -momento en la cárcel. - ---Ese muchacho vá con vos al calabozo del sentenciado? . . --dijo el -hombre que debia acompañarles á él. --No es muy buen espectáculo para -los niños. - ---Sin duda, amigo mio! Teneis mucha razon! --contestó Mr. Brownlow ---pero su presencia es indispensable, y no puedo menos de llevarle. - -El hombre los guió sin desplegar los lábios. - ---Este es el sitio porque va á pasar --dijo cuando hubieron llegado á -un pequeño patio enbaldosado, en el que trabajaban muchos carpinteros. - -De allí pasaron por muchas verjas que les fueron abiertas desde el -interior por otros carceleros. Despues de haber dicho á Mr. Brownlow que -esperára un instante, el alcaide llamó con su manojo de llaves á una -de las puertas forradas de hierro; esta se abrió y dos guardianes -despues de haber cambiado con él algunas palabras en voz baja, hicieron -señal á nuestros visitadores de que podian entrar en el calabozo. - -El criminal estaba sentado en su banco, y balanceándose de uno y otro -lado como una fiera cojida en el lazo. - -El alcaide tomó á Oliverio por la mano; y habiéndole dicho por lo bajo -que no tuviera miedo, miró al judío en silencio. - ---Fagin! . . le dijo despues de un momento. - ---Aquí estoy! . . Aquí estoy! . . --esclamó el judío tomando la misma -posicion que tenia durante el curso de los debates --soy un anciano, -milores! - ---Ved ante vos á un sujeto que desea hablaros Fagin --dijo el alcaide -poniéndole la mano sobre la espalda para hacer que se sentára otra vez ---Vaya Fagin! . . ¿ya no sois un hombre? - ---No lo seré mucho tiempo! --contestó el judío levantando la cabeza y -mirando al alcaide con una espresion de rabia y de terror. - -Mientras hablaba, vió á Oliverio y Mr. Brownlow y retrocediendo hasta -el estremo del banco les preguntó que le querian. - ---Ea Fagin! --estaos quieto --dijo el alcaide. --Ahora caballero ---prosiguió dirijiéndose á Mr. Brownlow --si teneis algo que decirle, -hacedlo lo mas pronto posible, porque á medida que se acerca la hora se -vá volviendo mas furioso. - ---Teneis unos papeles que os han sido remitidos para mas seguridad por -cierto individuo llamado Monks? . . --dijo Monsieur Brownlow. - ---Nada hay mas falso! . . contestó el judío. - ---Por el amor de Dios! . . --continuó Mr. Brownlow --no digais esto en -el momento que estais á las puertas de la eternidad; confesad mas bien -á donde se hallan. Ya sabeis que Sikes ha muerto; que Monks lo ha -declarado todo y que no os queda esperanza alguna. Decidme ¿dónde -están esos papeles? . . - ---Oliverio! . . --esclamó el judío haciéndole una señal con la mano ---ven acá para que te diga una palabra al oido. - ---No tengo miedo --dijo Oliverio en voz baja y soltando la mano de Mr. -Brownlow. - ---Los papeles en cuestion --dijo el judío atrayendo á si el niño ---están en un saquito de tela, en el fondo de un agujero practicado un -poco mas allá del cañon de la chimenea --Tengo algo que decirte amigo -mio; algo importante que decirte . . . A fuera! . . á fuera! . . ---añadió --Dí que me he dormido y ellos te creerán --No podré salir -si obras así . . . Adelántate! . . Adelántate! . . Esto es! oh, sí, -sí, esto es! . . Así saldrémos bien! . . Ahora esa puerta . . . Si -tiemblo al pasar por delante del cadalso, no pares la atencion, y anda -siempre como si nada fuera . . . - ---No teneis nada mas que preguntarle? . . --dijo el alcaide dirijiéndose -á Mr. Brownlow. - ---No; --respondió este --Si supiera que pudiese volvérsele al -sentimiento de su posicion! - ---No lo creais --dijo el hombre meneando la cabeza. - ---Adelántate! . . Adelántate! --gritó de nuevo el judío . . . Poco á -poco! . . Poco á poco! . . Mas á prisa! Esto es . . . así . . . está -bien! . . - -Los guardianes le separaron al fin de Oliverio y lo rechazaron hasta el -fondo del calabozo. - -Nuestros visitadores tardaron algun tiempo para salir de la cárcel, -porque Oliverio sintió desfallecer su corazon, despues de esta escena -horrible, y el dia empezaba á clarear cuando pasaron el umbral. Una -multitud de gente estaba ya reunida en la plaza de la ejecucion; las -ventanas se veian atestadas de personas que fumaban y jugaban á los -naipes para pasar el tiempo, esperando la hora fatal . . . - - - - -CAPÍTULO L. - -CONCLUSION. - - -LOS destinos de los que han figurado en esta obra están ya cuasi -fijados, y poco queda que decir al historiador. - -Antes de finir los tres meses Rosa Fleming y Enrique Maylie fueron -casados en la pequeña iglesia, de la que éste fué el pastor y en cuyo -presbiterio se establecieron el mismo dia. - -La Señora Maylie vino á vivir con sus hijos para gozar en sus últimos -años de la felicidad mas pura que la vejez y la virtud puedan conocer; -esto es la de ser testigo de la dicha de aquellos que habian sido -constantemente el objeto de sus desvelos. - -Despues de una seria liquidacion fueron repartidos por partes iguales -entre Oliverio y Monks los restos de la fortuna inmensa, de que este -habia sido el único posesor (y que nunca habia aprovechado en sus manos, -asi como en las de su madre.) Le tocaban á cada uno un poco mas de tres -mil libras esterlinas. - -Monks habiendo juzgado conveniente guardar este nombre supuesto, se -retiró en un pais lejano de America con la porcion que quiso concederle -Mr. Brownlow, la cual disipó en poco tiempo. Pronto volvió á tomar sus -malas costumbres y cayó de nuevo en sus antiguos vicios. - -Mr. Brownlow adoptó á Oliverio como su propio hijo; y habiendo venido -á vivir con su ama de llaves con gran satisfaccion de este último, á -poco menos de una milla del presbiterio en que habitaban los recien -casados, formaron una pequeña sociedad de amigos verdaderos, cuya -felicidad fué tan perfecta, como puede esperarse en este mundo. - -Poco despues del casamiento de nuestros jóvenes, el buen doctor volvió -á Chertsey, donde privado de la sociedad de sus dignos amigos no tardó -en aburrirse y por poca disposicion de carácter que hubiera tenido, -pronto se hubiera vuelto huraño. Durante dos ó tres meses, se contentó -con insinuar sus temores de que los aires de Chertsey fueran contrarios -á su salud; luego viendo, que no disfrutaba de la alegria de otros -tiempos, cedió su clientela á su asociado, y alquiló una casita á la -entrada de la aldea, de que su jóven amigo era pastor. - -Antes de venir á instalarse en su nuevo domicilio habia contraido una -fuerte amistad con Mr. Grimwig, que le pagaba, con otra igual. En -consecuencia recibe muy á menudo las visitas de este escéntrico -caballero, que en estas ocasiones, caza, pezca, y trabaja la madera con -una actividad sin igual haciendo cada una de estas cosas al revés de -todo el mundo, y afirmando (con su proposicion favorita), que su modo de -obrar es infinitamente preferible á otro. - -Maese Noé Claypole, despues de obtenido su indulto de la corona por -haber declarado contra el judío, consideró que su profesion no era del -todo tan segura como se figuraba y de consiguiente buscó los medios para -ganarse la vida sin estar demasiado sobrecargado de trabajo. Al pronto -tuvo mucho embarazo sobre el partido que debia adoptar: pero despues de -calcular un tanto se hizo _soplon_ partido en el que se distingue mucho. -Regularmente, todos los domingos durante la hora del oficio se pasea en -compañía de Carlota decentemente vestida. Esta se desmaya á la puerta -de los caritativos taberneros; Noé se hace servir tres sueldos de -aguardiente para hacerla volver en sí, y á la mañana siguiente hace su -denuncia contra tal ó cual tabernero que ha infrinjido la ley abriendo -su tienda durante el oficio. Entonces embolsa la mitad de la multa. - -Los consortes Bumble, privados ambos de su empleo, fueron reducidos -gradualmente á la miseria mas horrible, y acabaron por ser recibidos -como á _pobres en la casa de Caridad_ donde habian en otro tiempo -gobernado como _déspotas_. - -En cuanto á Giles y Brittles permanecen siempre en sus antiguos puestos. - -Cárlos Bates aterrorizado por el crímen de Sikes, hizo sérias -reflecsiones sobre su mala conducta pasada, y persuadido de que sobre -todo vale mas una vida honrada; resolvió enmendarse y vivir en adelante -de su trabajo. - -FIN DE LOS LADRONES DE LONDRES. - - - - -Notas del traductor: - - -[1] Ratero. - -[2] Molino puesto en accion por hombres. - -[3] Tribunales extraordinarios que se reunen cuatro veces al año para -juzgar ciertas causas civiles ó criminales. - -[4] Uno de los principales mercados de Lóndres. - -[5] Personaje de la trajedia de Schaspeare titulada Macbet. - - - - - - -End of Project Gutenberg's Los Ladrones de Londres, by Charles Dickens - -*** END OF THIS PROJECT GUTENBERG EBOOK LOS LADRONES DE LONDRES *** - -***** This file should be named 62201-0.txt or 62201-0.zip ***** -This and all associated files of various formats will be found in: - http://www.gutenberg.org/6/2/2/0/62201/ - -Produced by Mohammad Aboomar for the QuantiQual Project; -Project ID: COALESCE/2017/117 (Irish Research Council) - -Updated editions will replace the previous one--the old editions will -be renamed. - -Creating the works from print editions not protected by U.S. copyright -law means that no one owns a United States copyright in these works, -so the Foundation (and you!) can copy and distribute it in the United -States without permission and without paying copyright -royalties. Special rules, set forth in the General Terms of Use part -of this license, apply to copying and distributing Project -Gutenberg-tm electronic works to protect the PROJECT GUTENBERG-tm -concept and trademark. Project Gutenberg is a registered trademark, -and may not be used if you charge for the eBooks, unless you receive -specific permission. If you do not charge anything for copies of this -eBook, complying with the rules is very easy. You may use this eBook -for nearly any purpose such as creation of derivative works, reports, -performances and research. They may be modified and printed and given -away--you may do practically ANYTHING in the United States with eBooks -not protected by U.S. copyright law. Redistribution is subject to the -trademark license, especially commercial redistribution. - -START: FULL LICENSE - -THE FULL PROJECT GUTENBERG LICENSE -PLEASE READ THIS BEFORE YOU DISTRIBUTE OR USE THIS WORK - -To protect the Project Gutenberg-tm mission of promoting the free -distribution of electronic works, by using or distributing this work -(or any other work associated in any way with the phrase "Project -Gutenberg"), you agree to comply with all the terms of the Full -Project Gutenberg-tm License available with this file or online at -www.gutenberg.org/license. - -Section 1. General Terms of Use and Redistributing Project -Gutenberg-tm electronic works - -1.A. By reading or using any part of this Project Gutenberg-tm -electronic work, you indicate that you have read, understand, agree to -and accept all the terms of this license and intellectual property -(trademark/copyright) agreement. If you do not agree to abide by all -the terms of this agreement, you must cease using and return or -destroy all copies of Project Gutenberg-tm electronic works in your -possession. If you paid a fee for obtaining a copy of or access to a -Project Gutenberg-tm electronic work and you do not agree to be bound -by the terms of this agreement, you may obtain a refund from the -person or entity to whom you paid the fee as set forth in paragraph -1.E.8. - -1.B. "Project Gutenberg" is a registered trademark. It may only be -used on or associated in any way with an electronic work by people who -agree to be bound by the terms of this agreement. There are a few -things that you can do with most Project Gutenberg-tm electronic works -even without complying with the full terms of this agreement. See -paragraph 1.C below. There are a lot of things you can do with Project -Gutenberg-tm electronic works if you follow the terms of this -agreement and help preserve free future access to Project Gutenberg-tm -electronic works. See paragraph 1.E below. - -1.C. The Project Gutenberg Literary Archive Foundation ("the -Foundation" or PGLAF), owns a compilation copyright in the collection -of Project Gutenberg-tm electronic works. Nearly all the individual -works in the collection are in the public domain in the United -States. If an individual work is unprotected by copyright law in the -United States and you are located in the United States, we do not -claim a right to prevent you from copying, distributing, performing, -displaying or creating derivative works based on the work as long as -all references to Project Gutenberg are removed. Of course, we hope -that you will support the Project Gutenberg-tm mission of promoting -free access to electronic works by freely sharing Project Gutenberg-tm -works in compliance with the terms of this agreement for keeping the -Project Gutenberg-tm name associated with the work. You can easily -comply with the terms of this agreement by keeping this work in the -same format with its attached full Project Gutenberg-tm License when -you share it without charge with others. - -1.D. The copyright laws of the place where you are located also govern -what you can do with this work. Copyright laws in most countries are -in a constant state of change. If you are outside the United States, -check the laws of your country in addition to the terms of this -agreement before downloading, copying, displaying, performing, -distributing or creating derivative works based on this work or any -other Project Gutenberg-tm work. The Foundation makes no -representations concerning the copyright status of any work in any -country outside the United States. - -1.E. Unless you have removed all references to Project Gutenberg: - -1.E.1. The following sentence, with active links to, or other -immediate access to, the full Project Gutenberg-tm License must appear -prominently whenever any copy of a Project Gutenberg-tm work (any work -on which the phrase "Project Gutenberg" appears, or with which the -phrase "Project Gutenberg" is associated) is accessed, displayed, -performed, viewed, copied or distributed: - - This eBook is for the use of anyone anywhere in the United States and - most other parts of the world at no cost and with almost no - restrictions whatsoever. You may copy it, give it away or re-use it - under the terms of the Project Gutenberg License included with this - eBook or online at www.gutenberg.org. If you are not located in the - United States, you'll have to check the laws of the country where you - are located before using this ebook. - -1.E.2. If an individual Project Gutenberg-tm electronic work is -derived from texts not protected by U.S. copyright law (does not -contain a notice indicating that it is posted with permission of the -copyright holder), the work can be copied and distributed to anyone in -the United States without paying any fees or charges. If you are -redistributing or providing access to a work with the phrase "Project -Gutenberg" associated with or appearing on the work, you must comply -either with the requirements of paragraphs 1.E.1 through 1.E.7 or -obtain permission for the use of the work and the Project Gutenberg-tm -trademark as set forth in paragraphs 1.E.8 or 1.E.9. - -1.E.3. If an individual Project Gutenberg-tm electronic work is posted -with the permission of the copyright holder, your use and distribution -must comply with both paragraphs 1.E.1 through 1.E.7 and any -additional terms imposed by the copyright holder. Additional terms -will be linked to the Project Gutenberg-tm License for all works -posted with the permission of the copyright holder found at the -beginning of this work. - -1.E.4. Do not unlink or detach or remove the full Project Gutenberg-tm -License terms from this work, or any files containing a part of this -work or any other work associated with Project Gutenberg-tm. - -1.E.5. Do not copy, display, perform, distribute or redistribute this -electronic work, or any part of this electronic work, without -prominently displaying the sentence set forth in paragraph 1.E.1 with -active links or immediate access to the full terms of the Project -Gutenberg-tm License. - -1.E.6. You may convert to and distribute this work in any binary, -compressed, marked up, nonproprietary or proprietary form, including -any word processing or hypertext form. However, if you provide access -to or distribute copies of a Project Gutenberg-tm work in a format -other than "Plain Vanilla ASCII" or other format used in the official -version posted on the official Project Gutenberg-tm web site -(www.gutenberg.org), you must, at no additional cost, fee or expense -to the user, provide a copy, a means of exporting a copy, or a means -of obtaining a copy upon request, of the work in its original "Plain -Vanilla ASCII" or other form. Any alternate format must include the -full Project Gutenberg-tm License as specified in paragraph 1.E.1. - -1.E.7. Do not charge a fee for access to, viewing, displaying, -performing, copying or distributing any Project Gutenberg-tm works -unless you comply with paragraph 1.E.8 or 1.E.9. - -1.E.8. You may charge a reasonable fee for copies of or providing -access to or distributing Project Gutenberg-tm electronic works -provided that - -* You pay a royalty fee of 20% of the gross profits you derive from - the use of Project Gutenberg-tm works calculated using the method - you already use to calculate your applicable taxes. The fee is owed - to the owner of the Project Gutenberg-tm trademark, but he has - agreed to donate royalties under this paragraph to the Project - Gutenberg Literary Archive Foundation. Royalty payments must be paid - within 60 days following each date on which you prepare (or are - legally required to prepare) your periodic tax returns. Royalty - payments should be clearly marked as such and sent to the Project - Gutenberg Literary Archive Foundation at the address specified in - Section 4, "Information about donations to the Project Gutenberg - Literary Archive Foundation." - -* You provide a full refund of any money paid by a user who notifies - you in writing (or by e-mail) within 30 days of receipt that s/he - does not agree to the terms of the full Project Gutenberg-tm - License. You must require such a user to return or destroy all - copies of the works possessed in a physical medium and discontinue - all use of and all access to other copies of Project Gutenberg-tm - works. - -* You provide, in accordance with paragraph 1.F.3, a full refund of - any money paid for a work or a replacement copy, if a defect in the - electronic work is discovered and reported to you within 90 days of - receipt of the work. - -* You comply with all other terms of this agreement for free - distribution of Project Gutenberg-tm works. - -1.E.9. If you wish to charge a fee or distribute a Project -Gutenberg-tm electronic work or group of works on different terms than -are set forth in this agreement, you must obtain permission in writing -from both the Project Gutenberg Literary Archive Foundation and The -Project Gutenberg Trademark LLC, the owner of the Project Gutenberg-tm -trademark. Contact the Foundation as set forth in Section 3 below. - -1.F. - -1.F.1. Project Gutenberg volunteers and employees expend considerable -effort to identify, do copyright research on, transcribe and proofread -works not protected by U.S. copyright law in creating the Project -Gutenberg-tm collection. Despite these efforts, Project Gutenberg-tm -electronic works, and the medium on which they may be stored, may -contain "Defects," such as, but not limited to, incomplete, inaccurate -or corrupt data, transcription errors, a copyright or other -intellectual property infringement, a defective or damaged disk or -other medium, a computer virus, or computer codes that damage or -cannot be read by your equipment. - -1.F.2. LIMITED WARRANTY, DISCLAIMER OF DAMAGES - Except for the "Right -of Replacement or Refund" described in paragraph 1.F.3, the Project -Gutenberg Literary Archive Foundation, the owner of the Project -Gutenberg-tm trademark, and any other party distributing a Project -Gutenberg-tm electronic work under this agreement, disclaim all -liability to you for damages, costs and expenses, including legal -fees. YOU AGREE THAT YOU HAVE NO REMEDIES FOR NEGLIGENCE, STRICT -LIABILITY, BREACH OF WARRANTY OR BREACH OF CONTRACT EXCEPT THOSE -PROVIDED IN PARAGRAPH 1.F.3. YOU AGREE THAT THE FOUNDATION, THE -TRADEMARK OWNER, AND ANY DISTRIBUTOR UNDER THIS AGREEMENT WILL NOT BE -LIABLE TO YOU FOR ACTUAL, DIRECT, INDIRECT, CONSEQUENTIAL, PUNITIVE OR -INCIDENTAL DAMAGES EVEN IF YOU GIVE NOTICE OF THE POSSIBILITY OF SUCH -DAMAGE. - -1.F.3. LIMITED RIGHT OF REPLACEMENT OR REFUND - If you discover a -defect in this electronic work within 90 days of receiving it, you can -receive a refund of the money (if any) you paid for it by sending a -written explanation to the person you received the work from. If you -received the work on a physical medium, you must return the medium -with your written explanation. The person or entity that provided you -with the defective work may elect to provide a replacement copy in -lieu of a refund. If you received the work electronically, the person -or entity providing it to you may choose to give you a second -opportunity to receive the work electronically in lieu of a refund. If -the second copy is also defective, you may demand a refund in writing -without further opportunities to fix the problem. - -1.F.4. Except for the limited right of replacement or refund set forth -in paragraph 1.F.3, this work is provided to you 'AS-IS', WITH NO -OTHER WARRANTIES OF ANY KIND, EXPRESS OR IMPLIED, INCLUDING BUT NOT -LIMITED TO WARRANTIES OF MERCHANTABILITY OR FITNESS FOR ANY PURPOSE. - -1.F.5. Some states do not allow disclaimers of certain implied -warranties or the exclusion or limitation of certain types of -damages. If any disclaimer or limitation set forth in this agreement -violates the law of the state applicable to this agreement, the -agreement shall be interpreted to make the maximum disclaimer or -limitation permitted by the applicable state law. The invalidity or -unenforceability of any provision of this agreement shall not void the -remaining provisions. - -1.F.6. INDEMNITY - You agree to indemnify and hold the Foundation, the -trademark owner, any agent or employee of the Foundation, anyone -providing copies of Project Gutenberg-tm electronic works in -accordance with this agreement, and any volunteers associated with the -production, promotion and distribution of Project Gutenberg-tm -electronic works, harmless from all liability, costs and expenses, -including legal fees, that arise directly or indirectly from any of -the following which you do or cause to occur: (a) distribution of this -or any Project Gutenberg-tm work, (b) alteration, modification, or -additions or deletions to any Project Gutenberg-tm work, and (c) any -Defect you cause. - -Section 2. Information about the Mission of Project Gutenberg-tm - -Project Gutenberg-tm is synonymous with the free distribution of -electronic works in formats readable by the widest variety of -computers including obsolete, old, middle-aged and new computers. It -exists because of the efforts of hundreds of volunteers and donations -from people in all walks of life. - -Volunteers and financial support to provide volunteers with the -assistance they need are critical to reaching Project Gutenberg-tm's -goals and ensuring that the Project Gutenberg-tm collection will -remain freely available for generations to come. In 2001, the Project -Gutenberg Literary Archive Foundation was created to provide a secure -and permanent future for Project Gutenberg-tm and future -generations. To learn more about the Project Gutenberg Literary -Archive Foundation and how your efforts and donations can help, see -Sections 3 and 4 and the Foundation information page at -www.gutenberg.org - - - -Section 3. Information about the Project Gutenberg Literary Archive Foundation - -The Project Gutenberg Literary Archive Foundation is a non profit -501(c)(3) educational corporation organized under the laws of the -state of Mississippi and granted tax exempt status by the Internal -Revenue Service. The Foundation's EIN or federal tax identification -number is 64-6221541. Contributions to the Project Gutenberg Literary -Archive Foundation are tax deductible to the full extent permitted by -U.S. federal laws and your state's laws. - -The Foundation's principal office is in Fairbanks, Alaska, with the -mailing address: PO Box 750175, Fairbanks, AK 99775, but its -volunteers and employees are scattered throughout numerous -locations. Its business office is located at 809 North 1500 West, Salt -Lake City, UT 84116, (801) 596-1887. Email contact links and up to -date contact information can be found at the Foundation's web site and -official page at www.gutenberg.org/contact - -For additional contact information: - - Dr. Gregory B. Newby - Chief Executive and Director - gbnewby@pglaf.org - -Section 4. Information about Donations to the Project Gutenberg -Literary Archive Foundation - -Project Gutenberg-tm depends upon and cannot survive without wide -spread public support and donations to carry out its mission of -increasing the number of public domain and licensed works that can be -freely distributed in machine readable form accessible by the widest -array of equipment including outdated equipment. Many small donations -($1 to $5,000) are particularly important to maintaining tax exempt -status with the IRS. - -The Foundation is committed to complying with the laws regulating -charities and charitable donations in all 50 states of the United -States. Compliance requirements are not uniform and it takes a -considerable effort, much paperwork and many fees to meet and keep up -with these requirements. We do not solicit donations in locations -where we have not received written confirmation of compliance. To SEND -DONATIONS or determine the status of compliance for any particular -state visit www.gutenberg.org/donate - -While we cannot and do not solicit contributions from states where we -have not met the solicitation requirements, we know of no prohibition -against accepting unsolicited donations from donors in such states who -approach us with offers to donate. - -International donations are gratefully accepted, but we cannot make -any statements concerning tax treatment of donations received from -outside the United States. U.S. laws alone swamp our small staff. - -Please check the Project Gutenberg Web pages for current donation -methods and addresses. Donations are accepted in a number of other -ways including checks, online payments and credit card donations. To -donate, please visit: www.gutenberg.org/donate - -Section 5. General Information About Project Gutenberg-tm electronic works. - -Professor Michael S. Hart was the originator of the Project -Gutenberg-tm concept of a library of electronic works that could be -freely shared with anyone. For forty years, he produced and -distributed Project Gutenberg-tm eBooks with only a loose network of -volunteer support. - -Project Gutenberg-tm eBooks are often created from several printed -editions, all of which are confirmed as not protected by copyright in -the U.S. unless a copyright notice is included. Thus, we do not -necessarily keep eBooks in compliance with any particular paper -edition. - -Most people start at our Web site which has the main PG search -facility: www.gutenberg.org - -This Web site includes information about Project Gutenberg-tm, -including how to make donations to the Project Gutenberg Literary -Archive Foundation, how to help produce our new eBooks, and how to -subscribe to our email newsletter to hear about new eBooks. - |
