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-The Project Gutenberg EBook of Prosa Dispersa, by Rubén Darío
-
-This eBook is for the use of anyone anywhere at no cost and with
-almost no restrictions whatsoever. You may copy it, give it away or
-re-use it under the terms of the Project Gutenberg License included
-with this eBook or online at www.gutenberg.org/license
-
-
-Title: Prosa Dispersa
- Obras Completas Vol. XX
-
-Author: Rubén Darío
-
-Release Date: September 24, 2017 [EBook #55616]
-
-Language: Spanish
-
-Character set encoding: UTF-8
-
-*** START OF THIS PROJECT GUTENBERG EBOOK PROSA DISPERSA ***
-
-
-
-
-Produced by Josep Cols Canals, Nahum Maso i Carcases and
-the Online Distributed Proofreading Team at
-http://www.pgdp.net (This file was produced from images
-generously made available by The Internet Archive/Canadian
-Libraries)
-
-
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-
-
- Notas del Transcriptor
-
-Se han respetado la ortografía y la acentuación del original.
-
-Los errores obvios de puntuación y de imprenta se han corregido.
-
-El texto en letra cursiva y negrita se indica entre _guiones bajos_ y
-=signos igual=, respectivamente.
-
-El texto en letra versalita (versalilla) se ha sustituido por
-mayúsculas.
-
-Las páginas en blanco presentes en el original se han eliminado en la
-versión electrónica.
-
-El final del capítulo «FIESTAS PRIMAVERALES» parece estar incompleto en
-el original y se indica con puntos suspensivos.
-
- * * * * *
-
-
-
-
- PROSA
- DISPERSA
-
- [Ilustración]
-
-
-
-
- [Ilustración:
-
- RUBÉN
- DARÍO
-
- [Ilustración]
-
- PROSA
- DISPERSA]
-
-
-
-
- [Ilustración:
-
- PROSA DISPERSA
-
- POR
-
- RUBÉN DARÍO
-
- [Ilustración]
-
- VOLUMEN XX
- DE LAS OBRAS COMPLETAS
- ADMINISTRACIÓN:
- EDITORIAL «MUNDO LATINO»
- MADRID]
-
-
-
-
- EL SILLÓN DE LECONTE
- DE L'ISLE
-
- La Juventud y la Academia
- Lo que dijo Charles Morice
- Verlaine y Zola.
-
-
-HACE poco más de un año nos hallábamos en mi habitación, en un hotel de
-París, cerca de la Bolsa, el poeta Maurice Duplessis, porta-estandarte
-de la escuela romana; el simpático y sutil Kreutzberger, a la sazón
-crítico literario de _La Cocarde_, y Enrique Gómez Carrillo, cuyo
-nombre es bien conocido por los lectores de _La Nación_.
-
-Charlábamos amistosamente, fabricando cada cual su grog, cuando
-apareció en la puerta la cabeza moruna de Alejandro Sawa, el escritor
-español.
-
-Entró Sawa, seguido de un señor alto y flaco, medio _clergyman_ y medio
-pianista, pálido, de larga cabellera obscura, que le caía sobre los
-hombros, con un aire de aparecido.
-
---M. Charles Morice.
-
-Levantéme, y abriendo un libro que estaba sobre mi mesa, leí:
-
- Impérial, royal sacerdotal, comme une
- République Française en ce quatre-vingt-treize
- Brûlant empereurs, rois, prêtres dans la fournaise,
- Avec la danse autour de la grande commune.
- L'étudiant et sa guitare et sa fortune
- À travers les décors d'une Espagne mauvaise
- Mais blanche, de pieds nains et noire d'yeux de braise,
- Héroïque au soleil et folle sans la lune.
-
- Néoptolème, âme charmante et chaste tête,
- Dont je serais en même temps le Philoctète
- Au cœur ulcéré plus encore que la blessure,
- Et pour un conseil froid et bon parfois l'Ulysse:
- Artiste pur, poète où la gloire s'assure,
- Cher aux lettres, cher aux femmes, Charles Morice.
-
- * * * * *
-
-A los pocos instantes, vibrando aún los versos de Paul Verlaine,
-Charles Morice saboreaba también su grog, y, a propósito de un Walt
-Whitman que encontró en mi mesa, discurría sobre literatura yanqui.
-
-No es ya el autor de la _Littérature de tout à l'heure_ el mismo
-del soneto de su amigo y maestro, ni siquiera el pintado por Emile
-Coursange. «La cabeza es adelgazada, bien puesta sobre el cuello
-flexible y delicado--la barba ligera, obscura, realza la palidez del
-rostro y atenúa la sequedad de los contornos; la frente elevada,
-apenas agrandada, que encuadra una cabellera fina y rara, está alzada
-con brutalidad--; la nariz altiva, aguileña, enérgica--la boca fina
-y sensual, acentuada por un bigote felino--, el _mentón_ que se
-adivina bajo la barba, a la vez autoritario y campechano, completan
-esta fisonomía tan compleja, tan contradictoria del poeta, donde la
-cabeza, donde las pasiones, parecen en lucha perpetua con el alma;
-pero la sostienen, la avivan.» Esas palabras fueron escritas tres años
-antes: 1889. Hoy, Charles Morice parece gastado, quizás minado por una
-dolencia.
-
-Es, entre la juventud literaria, uno de los maestros. Fué uno de los
-fundadores del simbolismo, después se separó del cenáculo. Ninguno de
-sus antiguos compañeros, a excepción de Barrés y Paul Adam, ha escrito
-obra más seria y trascendental que el autor de _Littérature de tout à
-l'heure_.
-
-Cuando se trató en Francia de la elección académica para el sillón de
-Leconte de L'Isle, Charles Morice habló en nombre de la juventud.
-
-Sus palabras fueron las que los lectores de _La Nación_ verán en
-seguida.
-
- * * * * *
-
-«Algunas gentes se forman voluntariamente de cualquiera que atrae y
-retiene las miradas de los hombres, la idea de un alto funcionario.
-Para esos bodoques ante cuyos ojos el mundo aparece como una vasta
-administración, la gloria es un puesto, el genio una función: al morir
-el titular se abre una sucesión.
-
---¿Quién va a suceder a Leconte de L'Isle?--preguntan esas gentes.
-
-Y no es en el sillón académico o en la biblioteca del Senado en lo que
-piensan. Ingenuamente se persuaden de que Leconte de L'Isle ocupaba el
-puesto y ejercía la función de primer poeta de Francia. ¿Quién es hoy
-el mejor designado para sucederle en su función y en su puesto?
-
-Esta opinión del vulgo, aunque lleva por casualidad algo de verdad en
-la especie, es profundamente errónea. Napoleón decía que las mujeres no
-tienen rango: los poetas no lo tienen tampoco. Ninguno es el primero.
-Desde que se es en Arte, se es solamente, puesto que en el dominio del
-espíritu público _ser_ consiste en _expresarse_, ¡y como ninguna alma
-es igual a otra! No se es poeta o artista sino bajo la condición de
-mostrar a la luz los matices espirituales por los cuales se distingue
-esencialmente, tanto de la multitud de los pequeños como de la débil
-minoría de los grandes: por eso, como lo ha muy bien observado M.
-Paul Bourget, se llega a ser el representante y el jefe de toda una
-categoría humana, más o menos numerosa, según la naturaleza del
-pensamiento o del sentimiento a que se da una forma definitiva.
-
-Así, pues, si Víctor Hugo ha llegado a convencer a la muchedumbre de
-que él era el _primer_ poeta de su tiempo es, desde luego, porque
-afirmándose en los sentimientos e ideas más generales, se aseguró una
-vasta clientela y, después, porque a sus virtudes líricas agregaba
-los méritos de un extraordinario _reclamier_. Otros han contado la
-habilidad que desplegó para fundar y desenvolver su gloria, y el
-hecho es que en muy poco tiempo llegó al puesto--ilusorio, pero
-brillante--que él se había señalado como mira.
-
-Parece--como lo es, en efecto--inútil distribuir premios a Hugo, a
-Lamartine, a Vigny, a Musset, a Gautier, a Baudelaire... Cada uno de
-ellos es el rey de un dominio que no comparte con nadie.
-
-Si el emperador de la Rusia posee más territorios que el rey de
-Dinamarca, ninguno es menos majestad que el otro.
-
-Agreguemos que los poetas poco leídos, dado que sean muy realmente
-poetas, no tienen nada que envidiar a los más populares, si éstos lo
-han llegado a ser pronto. El consenso universal inmediato no tiene
-valor en arte, no porque el ideal no sea en efecto seducir al mismo
-tiempo a _l'élite_ más severa, y a la muchedumbre más contentadiza.
-Pero es, ante todo, lo escogido lo que le conviene tener consigo; y
-se ha visto raramente que su opinión concuerde con la de la mayoría.
-Al contrario, los escogidos concluyen siempre, a más o menos largo
-plazo, por arrastrar a la muchedumbre. ¡Peor para aquéllos a quienes
-ésta aclama sin consultar mejores pareceres! Como ella se da sin
-pena alguna, cambia del mismo modo, en tanto que el elegido de los
-difíciles puede contar con su fidelidad, sus partidarios son tanto más
-entusiastas cuanto más raros son: su fe artística tiene todo el valor
-de una verdad que ellos están prestos a demostrar.
-
-Baour Lormiari, a quien sus semejantes prodigaron los títulos más
-lisonjeros, anduvo desacertado en creerse príncipe de un vasto imperio
-poético, en tanto que la Kamchatka de Baudelaire se anexa sin cesar
-nuevas provincias.
-
-En la ciencia ello es de diferente manera.
-
-En poesía es el tono, la cualidad, la esencia del alma del creador, lo
-que importa ante todo.
-
-Si un poeta no ha dejado sino diez versos perfectos, cada uno de esos
-diez versos es tan bello, tan _inmortal_ como cada uno de los mil
-versos perfectos que haya dejado otro poeta. Este habrá sido más a
-menudo, pero no más poeta que aquél.
-
-Un sabio puede ser más sabio que otro.
-
-Una vez alcanzada la elevación bajo la cual se quedan los trabajadores
-de la obra, los industriales y los imitadores, es permitido adicionar y
-comparar los elementos de conocimiento y los resultados adquiridos. Un
-descubrimiento puede tener más importancia que otro.
-
-Un sabio puede ser el primer sabio de su época.
-
-No pretendo deducir de allí que la ciencia sea inferior a la poesía.
-Además, que eso sería aun una distribución de premios que nadie
-tiene derecho de hacer, aunque muchos lo hayan intentado; esas como
-especulaciones insubstanciales no sirven de nada.
-
-Pienso solamente, y repito, que no hay _primero_ en poesía.»
-
- * * * * *
-
-Decía, pues, que el error popular, a este respecto, presta a las
-circunstancias, a la personalidad de Leconte de L'Isle, algo de verdad.
-
-La institución de los poetas laureados en Inglaterra, y de la Academia
-en Francia, deja, en efecto, comprender que es permitido a los
-contemporáneos, escoger entre los grandes escritores de su tiempo,
-de encarnar en ellos el arte literario y de atribuirles derecho de
-eminencia y prerrogativas. Eso es, sin duda alguna, socialmente
-necesario para el honor de las letras.
-
-Desde el punto de vista particular, alguno sucederá, pues, a Leconte de
-L'Isle; alguno ocupará el sillón en que él se sentó después de Víctor
-Hugo.
-
-Que se me permita precisar la importancia de la elección esperada. Por
-una vez, la Academia va a ser el centro de las preocupaciones de toda
-la juventud. Ella conoce, amaba al poeta que vivía en su misma casa.
-Desde luego, aun para dejar presto de serlo, la juventud es siempre
-literaria. La palabra poesía no la deja nunca indiferente.
-
-Luego es de poesía, contra la costumbre, de lo que se va a tratar en la
-Academia.
-
- * * * * *
-
-La situación de Leconte de L'Isle en la historia de la literatura
-francesa permanecerá de todos modos excepcional.
-
-Ese criollo, venido de Bourbon a París, con reflejos de sol cruel en
-sus ojos maravillosos, para fijar en versos de una extraña suntuosidad
-sus visiones de lo bello de ella, y como para gustarlas mejor a la
-distancia, fué, entre nosotros, el sacerdote augusto del arte sagrado;
-y de ese modo, él también, el residente de otra edad, como decía de sí
-mismo Chateaubriand, a quien Leconte de L'Isle merece ser comparado. La
-indiferencia desdeñosa que tenía por los imbéciles, el horror que él
-les causaba, el disgusto que le inspiraban las solicitudes de la vida
-corriente, sobre todo, la naturaleza adjetiva de su genio--a lo Vigny,
-a lo Goethe, a lo Shakespeare--, todo contribuía a hacer de él como una
-síntesis de este ser de antaño ya quimérico: el poeta.
-
-Tenía esa doble gracia de la eterna infancia de los sentimientos
-unida a la majestad del espíritu. Ningún rasgo de sensibilidad ni de
-puerilidad en su obra vigorosa, a la que los poco observadores acusan
-de impasibilidad. ¿Impasible? ¡Esculpió el mármol y lo volvió sensible!
-Pero tenía altos cuidados de pudor y de pureza. Su ensueño es casto,
-casi ingenuamente, como el ensueño de todos los grandes poetas. Quería
-«desaparecer, como autor, detrás de sus creaciones». Griego y clásico,
-tanto por ese procedimiento estético, cuanto por su ideal de belleza.
-
-Esta reserva austera del escritor estaba en perfecta armonía con la
-actitud del hombre, tranquilo y grave, y que evitaba las ocasiones de
-ser visto. Pero los que lo han encontrado, no olvidarán aquel noble
-rostro, aquellos grandes rasgos, esos labios donde la obligación del
-desprecio había apenas atenuado el instinto de la bondad, aquellos ojos
-admirables, demasiado luminosos tal vez, y que parecían deslumbrados de
-su propia claridad.
-
-Era estoico, era pesimista. El orgullo ocultaba en él la ternura. Su
-desprecio nacía de una comparación fatal entre el ideal constante al
-cual tendía toda su alma, y las realidades humanas.
-
-Aunque lo haya dicho un ministro ante la tumba de ese poeta, no era el
-desencanto lo que lo alejaba del bullicio de la muchedumbre. Después de
-juveniles y breves tentativas, abandonó definitivamente todo deseo de
-renovación social, para darse sin tregua a su obra, a la realización de
-la belleza severa y perfecta de que estaba apasionado. En ese grande
-esfuerzo, y de esa obra maestra en obra maestra, él se desarrolló sin
-cesar, simplificándose siempre.
-
-Los críticos admiraron en él, muy particularmente sin duda, cómo fué
-a la vez--simultaneidad rarísima--un bello rimador y un solícito
-escritor. Los psicólogos le alabaron por haber representado sin falta
-ninguna ese difícil personaje del poeta, ya fuera de moda, en esta
-sociedad. Los jóvenes artistas literarios, en fin, recordarán todo lo
-que el arte de escribir le debe; como él fué por poemas, más que por
-sus opiniones, un maestro precioso, el jefe de la única escuela que
-tiene algún porvenir: la escuela de la perfección.
-
- * * * * *
-
-Otros sillones académicos son tan gloriosos como el suyo: el sillón de
-Renán, por ejemplo, o el de Taine. Pero el sillón de Leconte de L'Isle
-tiene algo singular: es el sillón de Hugo, es el único--con el cuarenta
-y uno--que, por derecho de tradición, pertenece a los poetas.
-
-Uno de éstos, en todo caso, y de los raros que justifiquen la
-existencia de una Academia fundada con el objeto de honrar la
-literatura.
-
-A propósito de la elección de M. Lavisse, creo oí decir a M. Ludovic
-Halévy, aprobando que la Academia se hubiese agregado ese erudito:
-«Es una buenísima adquisición. Se necesitan gentes instruídas en la
-Academia.»
-
-Quizá se necesitan poetas también.
-
-Sin duda por François Coppée, Sully Prudhomme, José María de Heredia,
-Paul Bourget, piensan los duques que la poesía tiene mucho lugar ya
-en la representación oficial de la literatura francesa. ¿Pero no
-conviene que esa Sociedad reserve, para embaucarla con honores poco
-dispendiosos, un lugarcito para la poesía que ella encarnece de todos
-modos?
-
- * * * * *
-
-A falta de un gran poeta, el académico de mañana podría ser un gran
-jefe de escuela. Leconte de L'Isle fué todo eso junto.
-
-Y todo eso junto lo tenemos aún. Pero...
-
-Paul Verlaine es un gran poeta, es verdad, el maestro más amado de las
-jóvenes generaciones y el que, en todo el siglo, tal vez, «ha observado
-más la distancia entre la sensación y la expresión». Su obra es el
-fiel reflejo de esta época desencantada y deseosa aún, atribulada
-por remordimientos; testarudo en la esperanza y, a veces, contra el
-porvenir y el pasado, se refugia o, mejor, se abisma, en la embriaguez
-olvidadiza que presta un sentido a la aflicción de la hora presente.
-
-Verlaine es también un jefe de escuela. Todos los jóvenes lo imitan
-antes de haber encontrado su propia vía: preguntad a León Vanier, que
-los acoge algunas veces, y a Lemerre, que les reprocha olvidar el
-ribazo del Parnaso.
-
-¡Pero!... La Academia se espanta al solo nombre de Verlaine; resucita
-viejas leyendas y discute la obra también que ella juzga de anárquica,
-literariamente, se entiende.
-
-¡Y bien! Emilio Zola es un gran jefe de escuela.
-
-No se trata aquí de preferencias personales, ni de saber si yo ignoro
-lo que conviene pensar de «el espeso genio de Meudon», como decía
-Maurice Barrés. Conste, al menos, que el autor de _l'Assommoir_ ha
-estado a la cabeza del movimiento literario más importante que se haya
-producido después del romanticismo.
-
-Preciso es que haya tenido razón, puesto que, en doctrina literaria,
-concuerda con la doctrina filosófica de ayer (y aun de hoy un poco) el
-positivismo, y con teorías estéticas ahora en derrota, pero que nos
-dejan como testimonio de su paso muchas obras maestras.
-
-Zola es un poeta también. No pienso que sea útil afirmar, una vez más,
-que hay poetas en prosa. Zola es eso. Tal visión de París, la segunda,
-si no tengo mala memoria, de _Une page d'amour_, es uno de esos poemas
-en prosa que sobrenadarán en el próximo naufragio del montón de toda
-esta obra artificialmente una, extrañamente compuesta, indiscretamente
-amplificada. El mérito particular de Zola será, sin duda, que con el
-más grosero estilo posible, llega a dar algunas veces la impresión de
-una obra de arte vibrante de vida. Es un mal ejemplo y de un efecto
-espléndido.
-
-¡Pero...! La Academia arguye y chochea a propósito de Zola, y no quiere
-darle más de seis, siete, ocho votos, cada vez que viene él a pedirle
-sus favores.
-
-¿Tendremos largueza mañana?
-
-Las gentes de tacto y de gusto, las gentes que se cuidan de las
-conveniencias, me responderán que ese no es el caso. Leconte de L'Isle
-aborrecía el naturalismo y a los naturalistas. ¿No sería insultarle,
-darle uno de ellos por sucesor?
-
---Pero, ¿por qué? Forzar a uno de ellos, y al más ilustre a alabar
-al poeta que les desdeñaba, ¿no sería algo picante? Esas grandes
-oposiciones, ¿no son uso de la historia en las hermosas épocas? ¿No son
-también la más preciosa de las enseñanzas?
-
-Sin dejar de admirar el alto porte, la bella actitud del poeta que,
-durante toda una larga vida, nutrió de contemplación su pensamiento y
-no descendió a la plaza pública.
-
-«Parmi les histrions et les prostituées.»
-
-Lamento no haya encontrado el secreto de ir hacia la muchedumbre
-permaneciendo siempre el mismo. El alma de la muchedumbre se engrandece
-bajo la mirada del que sabe conmoverla en sus profundidades--¡la
-muchedumbre, cliente de la Biblia y de Shakespeare!--Los escogidos que
-habían ido a Leconte de L'Isle le hubieran seguido al gesto que él
-hubiese hecho hacia esa divina multitud.
-
-La naturaleza de su genio no quería el ruido.
-
-Creo que una imponente lección se deduciría muy bien del contraste
-brillante que daría el sillón académico del gran misterioso, del gran
-concentrado, del gran artista objetivista, al subjetivista apasionado,
-desenfrenado, Verlaine; o al expansivo a toda costa, aun a veces a
-costa del arte--Emilio Zola.
-
-Quizá la verdad y el porvenir pasaran entre la excesiva discreción
-del primero y la indiscreción de los otros dos. En todo caso, ambos
-son dignos de sentarse donde él se sentó. Los nombres de ambos, como
-el suyo, significan el ideal neto y personalísimo. La juventud los
-elegiría a cara o cruz...
-
- * * * * *
-
-¡Pero...! La Academia está falta de juventud. Podéis apostar,
-seguramente, que la gloria va a abandonar el sillón de Hugo y de
-Leconte de L'Isle: se lo apropiará la honrada notoriedad.
-
-Las candidaturas probables ya vistas con buenos ojos, son las de M. M.
-Henry Houssaye, Stephen Liégard y Jean Aicard.
-
-No tengo nada malo que decir de esos señores.
-
-Henry Houssaye, como se sabe, resultó elegido inmortal. Verlaine está
-cerca de la muerte y de la inmortalidad. Y Zola, el fuerte cazador, de
-candidato perpetuo.
-
- Enero, 7-1895.
-
- [Ilustración]
-
-
-
-
- EL PENSAMIENTO
- ITALIANO
-
- Teatro, poesía y novela
- La «enquête» de Hugo Ojetti
- La opinión de los «Chêrmaitre»
-
-
-PREDOMINA hoy, entre nosotros, lo italiano. El arte italiano reina en
-Buenos Aires: díganlo si no las dos excelentes compañías dramáticas
-que tienen como estrellas a Tina di Lorenzo y a la Reiter; la de G.
-Salvini, que se anuncia; las compañías de ópera italianas, que se
-suceden; la Tetrazzini, que vuelve a reinar con sus gorjeos; el extraño
-y funambulesco Frégoli, que acaba de partir.
-
-La idea italiana nos informa: Bonghi escribe en _La Prensa_ y Edmundo
-de Amicis en _La Nación_.
-
-Italia _for ever_! En la _Revue de Deux Mondes_, el vizconde Melchor
-de Vogüe ha hecho notar recientemente, en su magnífico ensayo sobre
-Gabriele D'Annunzio--tal como antes hiciera notar el vuelo de las
-cigüeñas--, cómo se advierte en el mundo un renacimiento de la fuerza
-del alma latina, iniciado, no en la gloriosa Francia, invadida por los
-bárbaros, sino en la ilustre Italia maternal.
-
-_Il trionfo della Morte_ se está publicando en la misma revista; en
-otras se ha traducido también gran parte de las obras del ilustre y
-joven maestro de Napóles.
-
-De ocasión es, pues, saber la opinión que sobre el pensamiento italiano
-actual y su porvenir tienen quienes en la península están a la cabeza
-del mundo intelectual. Así lo ha pensado el escritor ameno y elegante
-Hugo Ojetti, que, a la manera de Jules Huret en Francia, ha hecho en
-Italia una _enquête_ por demás importante.
-
-Es, en verdad, Ojetti un encantador repórter, o más bien un explorador
-literario. ¿La causa de su libro? Él se dijo poco más o menos: «En
-Italia no hay crítica sobre la literatura contemporánea. Juntan los
-críticos en sus vacuas personalidades las más opuestas profesiones, y
-ya son soldados, ya abogados, ya empleados, ya periodistas políticos,
-ya mujeres, ya sacerdotes católicos.» ¿No puede decirse _et pour
-cause_, lo mismo en nuestra literatura de lengua española? Y seguía
-pensando Ojetti: «Apenas dos o tres son cultos y sinceros; pero sus
-voces, por la permanente escisión étnica del todavía vano reino de
-Italia, no son escuchadas más allá de los límites de su propia región.
-Los otros pseudo-críticos no saben hablar; hablan sobre todo y sobre
-todos; y ahora que los curas no están más en boga, gritan--como éstos
-hacían antes--contra toda obra nueva, el _pulvis es_. No se puede
-apreciar nuestro actual estado ni porvenir intelectual, ni por los
-diarios políticos, que son generalmente enemigos de la Gramática,
-del arte y de las letras, ni por las raras revistas, jóvenes,
-ignoradas o pasajeras, o viejas, supersticiosas y pedantes; ni por los
-libros--difíciles de hacerse por la insapia y pobreza de los editores,
-etc.»
-
-Es un hecho que un movimiento de vida se nota. El público mismo
-comienza a dejar los libros franceses por los italianos. ¿Cómo hacer
-ver, hacer observar al público este movimiento, si no hay crítica?
-
-Pues bien; concluyó Ojetti; iré de ciudad en ciudad y de casa en casa,
-a que los _chêr maitre_ me digan lo que piensan al respecto, sea bueno
-o sea malo; pesimistas y optimistas hablarán con el público claramente
-y por mi medio.
-
-Esto, dice él, «es casi un principio de socialismo estético. Pero el
-público sabrá a qué atenerse».
-
-Y fué, en efecto, en viaje de investigación, a las viejas y a las
-jóvenes autoridades. Pocos nombres valiosos faltaron para su _enquête_,
-como Rovetta, como un Rapisardi, como Neucioni, como Guerrini.
-
-Y ahora, homeopatizando, como es a propósito para una información de
-esta clase, comenzaremos con la visita que hizo al gran
-
- GIOSUÉ CARDUCCI
-
-Para verle tuvo que ir a Bolonia, «la Atenas italiana», en donde
-Carducci _pontifica_. Tiene su casa fuera de la ciudad, entre Porta
-Mazzini y Porta Santo Stéfano. Casa más que confortable. Libros
-muchos, muchísimos libros, no siendo pocas las ediciones princeps y
-obras raras, y siendo mayor joya una _Commedia_ de la primera edición
-de Aldo, regalo de un admirador. Entre retratos de Hugo, Mazzini,
-Garibaldi, Mario, y un busto del Dante, un largo mechón de cabellos de
-Goffredo Mameli.
-
-Le vió, y he aquí el extracto de lo que dijo el poeta:
-
-Nos falta una _Storia del risorgimento italiano_, hecha con ciencia y
-arte, pero sin ostentar erudición. Voy a hacerla. Comenzaré pronto,
-pronto. Una historia así es necesaria para el pueblo. Haré algo útil.
-¡He hecho tantas cosas inútiles! Sin erudición. Será una cosa útil. Y
-volviéndose al señor Rugarli, que estaba presente:--¿Cree usted que la
-erudición que tenemos nos sea útil? ¿Para qué? Y siguió hablando sobre
-lo mismo.
-
-Se habló del _Cristo alla festa de Purim_--publicado en Buenos Aires
-en _La Nación_--, y recordó la _Giuda_ de Petruccelli della Gattina. E
-hizo un _calembourg_:--Sí, el drama de Bovio, es un _Cristo in puré_.
-¿Y de lo que iba a preguntarle Ojetti?
-
-Ni palabra.
-
-Como es sabido, Carducci es consejero comunal y provincial de Bolonia,
-ciudad en donde reside desde 1860. Su vida es metódica. Trabaja toda
-la mañana. A las doce, se traga tres huevos crudos. Lunes, miércoles
-y viernes, va a dar sus lecciones puntualmente, a las cuatro. Luego
-pasa a lo de Zanichelli, en donde toma el _Corriere della Sera_.
-Come a las seis y goza de buen apetito. A las nueve, va otra vez a
-lo de Zanichelli, a charlar o a jugar al briscolon, o a leer (tres o
-cuatro veces en los inviernos) Dante u Horacio, y lee admirablemente.
-Administra muy bien el capital que ha ganado; pero parece que éste no
-pasa de ochenta mil liras. Tiene tres hijas, todas casadas; Bice, con
-el señor Bebilacqua, de Livorno; Laura, con el ingeniero Gnacarini, y
-Liberta--la Titi del _San Guido_--, con el ingeniero Masi.
-
-Me parece que para detalles tienen suficientes ya los admiradores de
-Carducci. Otro sí: hay que agregar, que no es gran conocedor de la
-música--_da buon poeta_, dice su _interviewer_--; se quiere hacer el
-wagnerista, pero en el fondo «si commuove solamente e sinceramente
-quando ascolta _O signor che dal tetto natio!_»
-
-Ojetti teme que el ambiente, que el _medio_ boloñés, entumezca en parte
-las alas del águila de las _Odas bárbaras_ en su vivaz vejez.
-
-Y después de Carducci,
-
- ENRICO PANZACCHI
-
-También en Bolonia, y «el hombre más simpático de su ciudad». Sutil
-como un crítico, pero entusiasta como un poeta. Charla y discute
-cortés y convincente. Es el tipo _ideal_ de Bolonia la docta.
-
-Le encuentro en la Pinacoteca, de la cual es director, y en donde tiene
-su cátedra de estética. Su estudio, revuelto en un bello desorden de
-libros nuevos y viejos, y adornado con dos ricas joyas de Serra, el
-pintor, dos cabezas de viejo.
-
-Panzacchi es alto, gentil, de cabellos grises, el que viste más
-elegantemente de todos los escritores boloñeses. Hallóle Ojetti en la
-Pinacoteca. He aquí la esencia de sus ideas sobre las preguntas del
-_interviewer_: Separa las literaturas latinas que resultan de la obra
-semejante de muchos contemporáneos escritores, de las literaturas del
-Norte, que en el fondo existen solamente por labor de individualidades
-distintas.
-
-La razón de la decadencia, de la general decadencia de la literatura,
-del arte, tiene bases económico-sociales.
-
-En Italia, más que en cualquier parte, o, al menos, con mayor
-sinceridad, se siente lo _nuevo_. «Digo _nuevo_, dice Panzacchi, para
-no usar el adjetivo _moderno_, que por el abuso ha llegado a ser falso,
-y a perder casi todo significado.»
-
-No asegura claramente un despertamiento en Italia: ve más bien un deseo
-y tal vez una conciencia de despertamiento. Es oír trabajar sutil,
-disperso, profundo, oíble tan solamente para las orejas expertas; pero
-el trabajo existe, ciertamente, y tiene carácter italiano.
-
-En Italia, con mayor sinceridad que en ninguna parte brilla sobre la
-producción, de los ingenios, de algún tiempo acá, una vaga luz de
-misticismo. ¿Reacción? Acción espontánea del alma, fuera de toda razón,
-de método literario. ¡Quién sabe! Corifeos del movimiento, la Matilde
-Serao y Antonio Fogazzaro. En Francia ha habido igual movimiento,
-pero no son sinceros; la sinceridad, la fe, la necesidad absoluta
-de la fe, son cualidades necesarias. ¿El misticismo de D'Annunzio?
-Es un misticismo muy afrodisíaco, una necesidad de los sentidos, y
-de los sentidos más bajos, no una necesidad del alma. No es síntoma
-de debilidad el misticismo. No hay que confundir el ascetismo con
-el misticismo. Los amores florecidos de medrigales, o grises de
-sentimentalismo, han hecho su consumo. Hoy los jóvenes deben buscar
-la forma de arte. Carducci ha iniciado ese movimiento. Su mérito es
-todo de la forma. El ha dado a la poesía y hasta a la prosa literaria
-italiana, una nueva forma: forma noble, digna del pensamiento.
-
-Después Ojetti fué a ver al místico
-
- ANTONIO FOGAZZARO
-
-Seghe di Velo, lugar en donde el escritor tiene su «villa».
-
-«Es así, dijo Fogazzaro; el misticismo es natural, no efecto de
-reacción.
-
-_Miranda_ aparecía en 1874, cuando todavía el naturalismo, con Zola a
-la cabeza, no había obtenido tan resonante triunfo que provocasen una
-reacción. Ahora bien; en _Miranda_, está claro, me parece, la necesidad
-de lo sobrenatural y de lo sobrehumano. Desde niño, aun por razones
-de familia, he tenido esas ideas; tengo cincuenta y dos años. Antes
-leía todos los libros que estaban en la corriente de mi aspiración,
-muchos libros ingleses: las _Contemplations_, de Víctor Hugo. Después,
-lentamente, fuera de ciertos libros de filosofía, especialmente
-ingleses, he concluído por evitar la lectura de libros animados por
-ideas semejantes a las mías. Ahora leo casi siempre libros de maestros
-naturalistas; estudio y admiro a Zola con entusiasmo.»
-
-Es Fogazzaro un solitario que se complace en la soledad. Cuando
-va a Vicenza no habla de arte con nadie. Tiéntale el estudio de
-los fenómenos de la sugestión, espiritismo, hipnotismo. En cuanto
-al movimiento neomístico, no cree en la sinceridad de todos los
-escritores. A Julio Salvadori le juzga, sin embargo, sincero. Y dice:
-«soy católico rígido, severo, convencido. No concedo a mi fe ni
-oscilaciones ni dudas. No me hago una religión _para mí_, acepto el
-cristianismo católico y soy entusiasta. Hay que ver el catolicismo
-con ojos que alcancen lejos. En Italia ha sido y es siempre pequeño y
-contrahecho, en su apariencia. Mire en América la cuestión _Knights
-of labour_, que primero fué rechazada por el obispo Onebec, y después
-aceptada por los prelados más rígidos y sabios, con palabras tales,
-que aquí, en Italia, parecerían imposibles en boca de sacerdotes.
-¡Esto conduce a proclamar la máxima de que la iglesia debe secundar
-los movimientos de la mayoría nacional! Y todavía mírese en Chicago
-el Congreso de las religiones, donde un príncipe de la iglesia ha
-entonado, entre los sacerdotes más diferentes, entre bramanes,
-mahometanos, confucistas, ulemas, una plegaria cristiana, y todos,
-universalmente, han respondido en coro con voces altísimas. ¿No es
-éste un sublime espectáculo? Y no es esto sino los casos más próximos,
-más visibles, más fáciles de recordar. Nosotros, nosotros somos
-pequeños; nuestros ojos son débiles, nuestras mentes limitadas. Pero el
-catolicismo es inmenso, y santo, y eterno.»
-
-La cuestión de la patria tocóla el _interviewer_ ligeramente. Lo cual
-hizo declararse liberal a Fogazzaro. Anunció un libro _Piccolo mondo
-antico_. Concluyó: «Yo soy un socialista católico convencido. La
-palabra del Cristo es el verbo del socialismo más sano, más recto y
-también más audaz.»
-
-Por esto no comprendo cómo Matilde Seras haya escrito que la única
-cosa que le disgusta en la doctrina del Cristo era el socialismo. Pero
-si es el fundamento del cambio social. Y yo lo sigo aun fuera de la
-teoría, propagándolo en los libros y realizándolo en lo poco que puedo.
-El socialismo no matará el arte. El arte no muere. Se modificará, es
-cierto, pero ganará en sinceridad. Como se hablase de Tolstoi, juzgólo
-como una mente desequilibrada en gran manera, pero valientísima.
-
-En la villa de Velo, fundada por aquel a quien Fóscolo llama _qualtro
-comuni_ en su epistolario, los dos hombres de letras siguieron
-conversando.
-
-En Vicenza, cerca de la villa de Fogazzaro, vió Ojetti a
-
- PARLO LIOY
-
-el sabio poeta, o más bien el poeta sabio.
-
-¿Quién no ha quedado encantado si ha recorrido las páginas de _Notte_?
-
---«Yo no veo, dijo Lioy, ningún despertamiento en nuestra literatura
-y en nuestro arte. Todo es mediocre. Los atrevidos poetas que un día
-se figuraban cabalgando insolentemente entre la baja muchedumbre con
-los ojos fijos en el sol, andan hoy en velocípedo. Es un símbolo. Es
-el triunfo de la mediocridad. El arte y la literatura, no sólo se
-modificarán, sino que morirán. Y no será una gran lástima; ni un daño
-para muchos. Reina hoy en nuestros jóvenes, el alejandrinismo, en forma
-y en substancia.
-
-El socialismo vencerá. En un libro que tendrá por título _Fuori all'
-aperto_, y que saldrá pronto, habrá un capítulo sobre el _socialismo
-animal_, y demostraré cómo entre los animales existe el régimen
-socialista; hay la más perfecta y continua forma de vida social. En
-cuanto a los neomísticos, el único sincero es Fogazzaro.» Y un golpe a
-las _bas-bleu_:--¿Qué piensa usted de nuestras escritoras?
-
---Pienso que ninguna de ellas es digna de tal nombre, fuera de
-Matilde Serao. Su número creciente es un síntoma de decadencia; es la
-mediocridad que conquista el arte y lo sofoca.
-
-Tenían ambos artistas bellos paisajes a la vista, maravillas de
-hermosura natural, un claro cielo lleno de sol. Lioy hablaba de ciencia
-y arte.
-
- Septiembre, 2-1895.
-
- [Ilustración]
-
-
-
-
- GIOVANNI RUFFINI
-
-
-GÉNOVA acaba de inaugurar el busto de Giovanni Ruffini. He aquí un
-nombre entre nosotros desconocido, el de una personalidad un tanto
-olvidada; pero que resurge hoy, en su patria, a la glorificación del
-simulacro. El telégrafo comunicó la noticia a un diario, hablando de
-«Juan Ruffini, que formó parte del comité de la Joven Italia, y que fué
-desterrado a Inglaterra». Persona de autoridad me dice: «Sí, realmente,
-fué un patriota; pero no se distinguió mayormente su patriotismo, ni
-llevó a cabo hazaña ninguna en tal sentido. La hazaña que él llevó
-a cabo fué escribir en inglés, como un inglés, un libro que es casi
-una obra maestra, _Il dottor Antonio_, el cual contiene quizás las
-más bellas descripciones que existen de la Riviera, del camino de
-la Cornice, siendo una novela interesantísima. Este y otros libros
-escribió, todos en inglés, que obtuvieron una inmensa popularidad en
-Inglaterra y todos los países de lengua inglesa, y que sus compatriotas
-tuvieron que leer traducidos. No conozco, a lo menos no recuerdo, un
-caso tan extraordinario como éste. Ruffini fué a Inglaterra ya hombre
-formado, y creo que sin saber una palabra de inglés.»
-
-En verdad. El caso es excepcional, y tengo para mí que Ruffini hizo
-obra de maravillar. El único ejemplo que recuerdo--a más de algún
-heterodoxo español estudiado por Menéndez Pelayo--que pueda compararse,
-en lo referente a la lengua, con el de Ruffini, es el D. Pascual
-Gayangos, recientemente fallecido en Londres. El viejo Rosetti, padre
-del divino poeta de simbólico nombre Dante Gabriel, no sé que llegase
-a poseer el idioma inglés de tan perfecta manera. En Francia, lo sabía
-magistralmente Mallarmé, y lo saben, entre otros, Marcel Schwob y
-Bourget; pero escribirlo literariamente ya es otra cosa, y no pasarán
-de lo que hacía Merimée, de prodigiosa poliglocia: escribir versos
-ingleses de amor--cuando se está enamorado de una inglesa.
-
-El busto de Ruffini es de Justicia; pero no han de ver las generaciones
-en él la representación de un hombre político de este o aquel círculo
-histórico de su tiempo, ni al mártir que quiere presentarse; su
-figura modesta se perdería entre tanto hombre de bronce y mármol que
-puebla las plazas italianas al amparo de la memoria patriótica, desde
-el caballero de la camisa roja hasta los personajes de tercero y
-cuarto orden de las épocas agitadas de las revoluciones peninsulares.
-Aparecerá, sí, en su legítimo valor, el talentoso sensitivo, el
-novelador de imaginación y de corazón, que realizó en sus obras una
-tarea de patriotismo si gustáis, pero principalmente de virtud y bondad
-humanas.
-
-En el palacio de la gloria del pensamiento y del arte, hay una inmensa
-muchedumbre de elegidos, pero cada cual guarda su propio rango. Habitan
-allí seres de distintos aspectos y de distintas tallas. Hay emperadores
-como Shakespeare, como Dante, como Hugo; reyes como Virgilio, como
-Milton, como Goethe; príncipes como Gautier. Hay colosos, hay enanos,
-hay bufones, hay locos; criminales y seres cuyo símbolo es un corazón.
-Pasan por los pavimentos de mármol y de ónix, mantos de púrpura,
-obscuras y sombrías capas. Tras las columnas se ven pasar pajes
-ricamente vestidos, que hacen brillar sus puñales de puños de pedrería.
-Entre la grandeza, la riqueza, el genio tiránico y absoluto, circulan
-perfumes misteriosos, encantadores, peligrosos, de un raro poder de
-fábula; os marean, os seducen, os matan. Podéis ascender al cielo; pero
-también podéis caer en una trampa y perderos para siempre. Descended
-conmigo al jardín; allá, en lo silencioso de las altas alamedas, por
-donde discurre un aire benéfico y los sanos árboles aprueban. No
-lejos está la blanca pila y el cisne gentil en ella. Por allí juegan
-los niños. Por allí se van a sentar en los bancos solitarios, las
-viudas enlutadas, a hojear un libro, a sentir como una lejana harpa de
-melancolía, inclinando a un lado la cabeza, como los pájaros de Dios
-cuando escuchan. Por allí pasan los hombres buenos, los que trajeron
-a la tierra algún don de esperanza o de consuelo; amor esencia de fe,
-música de lo alto, miel de la luna; los que curan las heridas que
-hacen los malos, sonrientes o suavemente melancólicos, o generosamente
-heroicos, un poco pastores, un poco niños, un poco curas. Y, por un
-recodo, a la dulce hora de la tarde, he ahí que veréis aparecer sólo al
-buen Giovanni Ruffini, que en su tranquila inmortalidad se pasea entre
-violetas de amor y rosas de patria.
-
- * * * * *
-
-D'Annunzio nos ha contado encantadoramente algo de la persona de
-Ruffini, cuando le conoció en París en 1873.
-
-«Ruffini tiene el aspecto de un buen padre de familia. Su semblante,
-abierto y suave, como dicen los que sostienen que el _mundo empeora_,
-no se encuentra ya en nuestros tiempos. Su fisonomía recuerda los
-enormes retratos que adornan los salones de las casas patricias; a
-primera vista diríase que tiene unos sesenta años, y goza pudiendo
-añadir que parece destinado a despachar otros sesenta. A pesar de su
-aire pacato, bien se adivina por los movimientos de su semblante y el
-tono profundo de su voz, que ha llevado una vida agitada por vigorosas
-pasiones y que ha sufrido grandes dolores.
-
-Como en las páginas del _Doctor Antonio_, así en su semblante, en
-su acento y en su conversación, hay algo de melancólico. Melancolía
-templada por tanta benignidad y dulzura, que jamás se descubre lo
-amargo. Sus mareas y lenguajes son de una sencillez infantil; parece
-que siempre hemos vivido juntos, y sus miradas y preguntas hacen creer
-que más bien es él el que ha venido movido por los mismos sentimientos
-vuestros a conoceros.»
-
-Tal rápido retrato, se compadece perfectamente con el Ruffini que
-os vendrá a una imaginación después de la lectura de sus amables y
-fluyentes narraciones. Sus novelas son verdaderamente balsámicas y
-tienen la particularidad del exacto documento, por mucho que sea el
-ambiente romántico que en ellas circula. A D'Annunzio mismo, confesaba
-él la realidad de sus personajes, el ser sus fabulaciones copias
-directas de la vida, sobre todo la célebre del _Doctor Antonio_. Ya
-antes, él había repetido eso mismo, insistiendo en ser dicha novela una
-_verace istoria_.
-
-Giovanni Ruffini nació en Génova el año 1807 y murió en Taggia el 3 de
-noviembre de 1881, en la villa Eleonora, finca de su propiedad. Sus
-padres, el abogado Bernardo Ruffini, y Eleonora, hija de la marquesa
-Carlo, tuvieron cuatro hijos: Ottavio, Jacopo, Giovanni y Agostino.
-Giovanni, a la edad de siete años, fué enviado por su padre a Taggia,
-y allí se crió confiado a los cuidados de su tío, canónigo, que se
-dedicaba más a sus olivares que a su sobrino. Poco acomodaticio a
-tan ingrata tutela, se fugó el muchacho, y entonces se le colocó de
-interno en el Reale Collegio di Génova, bajo la dirección de los padres
-Tomaseos. Luego pasó a la universidad, en donde conoció a Mazzini, que
-fué su íntimo amigo; con su hermano Jacopo, entró luego a las filas
-carbonarias.
-
-Mazzini había organizado en Marsella la nueva sociedad La Giovane
-Italia, en cuyo comité figuraron los hermanos Ruffini, en arrojados
-intentos revolucionarios. Descubierta la conspiración, Jacopo fué
-denunciado, y junto con su hermano Attavio, preso. Jacopo se suicidó en
-la cárcel. Giovanni y Agostino lograron escaparse primero a Francia y
-después a Inglaterra, en donde se dedicaron a la enseñanza de letras.
-En 1848 volvieron a la patria y fueron elegidos diputados al Parlamento
-piamontés. Giovanni Ruffini fué nombrado por Gioberti ministro en
-Francia, pero no aceptó y devolvió las 9.000 liras que había recibido
-para gastos de viaje.
-
-Fué una feliz resolución. Desde entonces se dedicó por completo a la
-vida literaria. Poseyendo el inglés a maravilla, escribía una lengua
-purísima, a punto de que uno de sus traductores, Acquarone, afirmaba a
-este respecto: «Si direbbe da noi, da trecentista.» _Lorenzo Benoni_
-y _Angolo tranquillo sul Giura_, obtuvieron un buen suceso, y le
-aseguraron un vivir holgado. En París pasó algún tiempo en relación con
-el mundo de la literatura y del arte; era un piloto admirable en la
-gran ciudad, según De Amicis, cuando a la sazón le conociera. Murió
-años después en Taggia, y en 1882, por iniciativa de los estudiantes
-genoveses, se colocó en el vestíbulo de la universidad una inscripción
-que dice: «A Giovanni, Jacopo, Agostino, Ruffini--Cuando piú tetra
-incombea la tirannia--El l'ignavia dei voghi appellavasi pace--con
-virile intendimento di libertá--La gioventú italiana--Educarono--Alla
-religione della patria a del vero--Travolti da la via dell'esiglio
-Giovanni e Agostino--con gli scritti e con l'opere--Tennero alto
-l'orgoglio del nome italiano--Cui gli stranieri stanchi d'invidiare
-Onorarono--Jacopo venuto a mano degli oppressori--Suggellava la
-sua fede di mártire--Col rifluto magnánimo della vita--Perche alla
-venerazione dei posteri--Non mancasse l'esempio--Di tante cittadìne
-virtú--Gli studenti del genovese Ateneo ponevano.--1882.»
-
-Pero, ¿queréis saber algo del Doctor Antonio? Tenéis razón.
-
- * * * * *
-
-Se trata de una novela de amor y de patria, aromada de un optimismo
-generoso, que para consuelo cierto, se basa en la vida real. La escena
-primera pasa entre Génova y Niza, en esa deliciosa vía de la Cornice,
-que no olvidará nunca el viajero que la haya recorrido al amor de los
-dos divinos azules del mar Mediterráneo y del cielo italiano. Un noble
-inglés viaja con su hija, que busca su salud en la tierra del sol, y
-sabido es cómo el país del humo y del _spleen_ envía sus cargamentos
-de cisnes y de rosas anualmente a Italia a proveerse de primavera.
-Lucy, la más lilial de las misses y en la cual emplea Ruffini todos sus
-blancos y sus suaves rosados, es la flor de la narración. Un accidente
-desgraciado en que la joven sufre y la causal intervención de un
-médico de campaña--el Doctor Antonio--es el origen y principio de la
-historia romántica y romancesca. El tipo del Doctor Antonio es una de
-esas creaciones caballerescas y llenas de vida que no abundan hoy, por
-cierto, en la literatura a la moda, con excepción del sonoro Cyrano, de
-sublime penacho; un espíritu bravo y puro, impregnado de naturaleza,
-fuerte y decisivo, soñador no obstante, creyente apasionado en el
-ídolo de la patria y sensible al roce de una hoja de flor su carnadura
-de meridional asoleado y martillado para tempestades. Es ciertamente
-un patriota en el poético sentido de la palabra, un patriota de esos
-tiempos fulminantes de la Italia de Pío IX, extensamente descrito
-en tantos volúmenes especiales y contenidos de manera magistral en
-una página de psicología histórica de Gebhart. Un patriota del país
-del arte, un tanto lírico en su sinceridad y, por lo tanto, noble y
-simpático.
-
-Un Doctor Antonio que bien pudiese ser una transmutación del mismo
-Ruffini. El médico siciliano y la señorita inglesa, más felices que
-los árboles de los versos de Heine, se encuentran. Pero el idilio de
-la palmera y del pino no podrá tener su completa realización. Esta
-simpatía sutil que va haciendo hasta convertirse en amor, ese vínculo
-espiritual y pasional que une desde luego a la bellísima londinense
-con el bruno caballero de su Italia, tiene que romperse; ella cae en
-el matrimonio y él en la política. Pero después de larga ausencia
-vuélvense a encontrar, y aquella antigua llama revive por un momento,
-para ser apagada bruscamente por la tristeza y la muerte.
-
-Amor tardíamente confesado, a pesar del fuego contenido y devorante;
-desilusión de la existencia amorosa, sacrificada a la pasión patriótica.
-
-El Doctor Antonio, prisionero, que rehusa, en la escena final, la
-libertad de su siempre amada, por abnegada causa; Lucy, o sea Lady
-Cleveton, que expira, así como se rompería un fino vaso de cristal. El
-intermedio lo ocupa la parte de historia política, con la información
-profusa que debía de tener Ruffini, o diversos episodios interesantes,
-entre ellos el de los amores de Speranza, la muchacha italiana, fresca
-y dulce y buena como una fruta de su país. Italia aparece siempre
-en todo el libro con su influencia benigna y dadora de la alegría y
-del bienestar. Con razón, cuando el padre de Lucy, lord Davenne, ha
-encontrado, como Aníbal, su capua en la _Hosteria del Mattone_, exclama
-el autor: «¡Oh, Italia, bella Italia! Tú posees el secreto de amansar
-y someter todo carácter de hombre, por muy arisco y rebelde que sea.
-Aquéllos sobre quienes sopla tu tibio aliento, ceden a ti. Muchos
-han venido a ti con oído y con desconfianza, con la lanza en ristre;
-pero no bien gustaron la leche suave de tu seno, arrojadas las armas
-a tierra, te han vencido y llamado madre. Está llena toda la historia
-de tales conquistas; tierra madre de grandes bellezas y de grandes
-dolores.»
-
-La cita de este párrafo me lleva a hablar del estilo de Ruffini. No
-he podido conseguir el original inglés; pero en la versión francesa
-que conozco, y en las dos italianas que poseo, sobre todo en la de
-Acquarone, que me parece la mejor, se revela un escritor de raza,
-elegante, sin pompa, y que supo librarse de la declamación oratoria de
-su tiempo, sin perder su lirismo nativo, su pasión, y su verbo. Para
-las citas de la parte política de su historia, se basa en Bonaccorsi
-y Lumía, Amazi y Gualtero. Sus descripciones son de un pintoresco
-sugerente y parco, hechas con observación y poesía, sin que falte de
-cuando en cuando la dulce y misteriosa nota de acuarela propicia al
-ensueño. Así en la entrada de la novela, en la pintura del santuario,
-en distintos puntos en que Ruffini se demuestra eximio paisajista y
-sentidor veraz del encanto natural. Maneja el diálogo con vivacidad, y
-apenas suele perturbar la agradable sutileza de las escenas, una que
-otra desertación explicativa que basa la parte que llamaría «civil»
-del argumento. Mas lo que en realidad nos ase y comueve, es el fuego
-de los caracteres, el conflicto. Lucy es una hechicera creación de
-Ruffini, que corresponde en literatura a una de las bellas figuras
-pictóricas de su semi-compatriota Dante Gabriel Rossetti. Hay un
-vínculo mental que une claramente a Italia e Inglaterra: los nombres
-de Shelley, Byron, Rossetti, Ruffini, etcétera, bastarían para
-atestiguarlo.
-
- [Ilustración]
-
-
-
-
- MARCO AURELIO SOTO
-
- El ex-Presidente de Honduras,
- muerto en la guerra de Cuba.
-
-
-A ser cierta la noticia publicada en _La Nación_, el Presidente de
-Honduras, Marco Aurelio Soto, ha concluído su vida de manera que no se
-hubiese pensado nunca.
-
-Vivía en París, rico y tranquilo, después de haber gobernado su pequeño
-país, en donde contaba con un partido no por cierto insignificante. Era
-hombre culto; bajó de su Presidencia porque sí, razón que en la América
-Central priva sobre todas. Se recuerda su Gobierno como una especie
-de Luis XIV; el Luis XIV de Honduras. Bajo ese Gobierno, las musas,
-representadas principalmente por un emigrado cubano--poeta famoso,
-José Joaquín Palma--, fueron tratadas como Reinas. Se decretó la
-adaptación oficial de la Ortografía de la Real Academia Española, y en
-el Diccionario de la Lengua, en la lista de los socios honorarios de la
-ilustre Corporación, que son tan sólo siete, y entre ellos dos testas
-coronadas, figuran dos centroamericanos, uno de ellos Marco Aurelio
-Soto. El Doctor Holmberg no podrá negar que aquella ley ortográfica
-merecía la singular distinción.
-
-Como la mayor parte de los Presidentes de la América Central descienden
-del Poder cuidadosamente prevenidos para las vicisitudes de la vida,
-Soto hizo lo mismo. Buenamente descendió de la Presidencia y se fué
-a la capital preferida de los _rastas_, en donde tuvo el buen gusto
-de no ser uno de ellos. Antes bien, se dió a sus estudios preferidos;
-y, gozando de sus rentas, sin los ruidos de Guzmán Blanco y sus demás
-imitadores, frecuentaba medios intelectuales y se hacía apreciar por
-sus buenas dotes. Laurent era su compadre, y Vacquerie era su amigo. En
-la colonia hispanoamericana era estimado y querido. Creo no equivocarme
-si afirmo que, con Heredia y Vacquerie, asistió al banquete dado en
-París en honor del general Mitre. El poeta Palma le administraba en
-Centro América sus intereses; y a trabajos de su lírico amigo debió que
-se le desembargasen sus inmuebles en Guatemala, confiscados cuando el
-Gobierno de Honduras le atacaba con especial firmeza.
-
-Palma es el autor de muchas poesías que tuvieron gran boga en el
-continente, entre ellas la célebre _Tinieblas del alma_, una de cuyas
-estrofas fué atribuída a Andrade, quien la había dejado entre sus
-papeles, copiada de su letra:
-
- Ya la fe en mi ser no arde,
- Ni mi lira finge ufana
- Los himnos de la mañana,
- Los murmurios de la tarde;
-
- Ya a los días
- De mis dulces alegrías,
- El tiempo cruel les ha echado
- El sudario del pasado.
-
- Por eso, en tan triste calma,
- Vienen a ser mis canciones
- Fugaces exhalaciones
- De las tinieblas del alma.
-
-Hermano de Marco Aurelio Soto es también otro poeta, Máximo Soto
-Hall, que anda tratado por ahí, en un soneto infantil muy conocido en
-aquellos mundos, y que Salvador Rueda reprodujo en uno de sus libros.
-
-Años pasó el ex Presidente fuera de su país; el general Bogran era su
-terrible enemigo. Una revolución habría sido peligrosa, sin contar
-con el apoyo de los Gobiernos vecinos. Se habló, sin embargo, de una
-revolución; pero ello fué vago rumor, sin razón alguna. Hoy, con el
-Gobierno de Bonilla, la tentativa habría tenido menos probabilidades de
-éxito, pues el país, según los ecos que nos llegan, está satisfecho de
-ese hombre de progreso, de inteligencia y de justa libertad.
-
-¿Cómo pudo abandonar Soto su espléndida casa de París y sus gustos de
-europeo, para ir a la manigua a pelear por la causa cubana? Sólo un
-antecedente hay que podría explicarlo.
-
-Muchos cubanos emigrados que tomaron parte importante en la pasada
-guerra de Cuba, se establecieron en Honduras en tiempos que Soto era
-Presidente de la República. Entre ellos estaba el hoy jefe de la Junta
-revolucionaria, Tomás Estrada Palma, a quien el Gobierno hondureño
-protegió. Asímismo fueron acogidos Roloff, Crombet y otros. Tomás
-Estrada Palma se casó con una hondureña, y formó, como pedagogo, a casi
-toda la juventud del país. No hace mucho, Soto hizo un viaje de París a
-Guatemala. A su paso por Nueva York sufrió el ardoroso contagio que el
-doctor Veyga y otros americanos distinguidos. Y ha ido a encontrar la
-muerte gloriosamente. Valdría más, en todo caso, que la noticia no se
-confirme. Larga y buena vida es de deseársele a quien ayudó noblemente
-a Augusto de Armas, en su lecho de hospital, en donde murió por París.
-
- 22 noviembre 1896.
-
- [Ilustración]
-
-
-
-
- NOTAS ESPAÑOLAS
-
-
- I
-
-EL joven poeta americano que vuelve de las corridas de toros, me
-manifiesta su descontento. Él venía bien pertrechado: Gauthier, Dumas,
-De Amicis, Barrés. Y su imaginación. Pero bien, le digo, ¿no ha
-encontrado usted en la Plaza algo de bizantino, algo de romano? ¿No le
-ha impresionado la muchedumbre, semejante a la de los clásicos circos?
-¿Los toreros, de oro y seda, el sol, sobre todo, y la flotante alma de
-España?
-
---Sí--me contestó--; todo eso es verdad y lo he sentido. ¡Pero las
-tripas, señor, las tripas de los caballos!
-
-Confieso que, como al joven poeta, me encantan todos los preliminares
-de la lidia, y me regocija lo pintoresco y musical del espectáculo; mas
-protesto en cuanto empieza la fiesta de la sangre y, ante mis amigos
-españoles aficionados, me pongo en ridículo. En vano he leído a Pascual
-Millán y al Conde de las Navas; en vano soy amigo de Mariano de Cávia;
-en vano he visto, no sin poco asombro, el entusiasmo tauromáquico
-parisién de Laurent Tailhade, que conoce sus clásicos, y que me hablaba
-en un café de Montmartre, hace ya algunos años, de lances, de Montes,
-de volapié y de descabello, delante de Gómez Carrillo, que sonreía
-de mi estupefacción. En vano fuí amigo personal de Ángel Pastor, en
-Aranjuez. No se compadece conmigo sino la parte decorativa del coso,
-por lo cual los taurófilos harán bien en compadecerme.
-
-Que todo eso tiene su hermosura especial, ¿quién lo negaría? Muchos
-grandes artistas y escritores extranjeros son los primeros en
-reconocerlo. Confieso que, con caballos destrozados y todo, son
-preferibles los toros, por su estética, siquiera bárbara, a espectáculo
-en que se hacen pelear gallos pelados, correr por hombres enanos
-caballos flacos, o deshacerse las mandíbulas y sacarse los ojos a
-puñazos salvajes cebados y de fenomenales bíceps. En la lidia hay
-gracia, arte ágil, color, opulencia y elegancia. La música anima la
-representación, y, en verdad, por el giro de los lances y la variedad
-de las acritudes y pasos, se diría un «ballet». Un «ballet» sangriento
-y heroico.
-
-No me da mucho rubor mi desafición a las corridas de toros, cuando sé
-que, entre ciento, Castelar, por ejemplo, y doña Isabel la Católica,
-no eran partidarios de estos ejercicios. Y combatientes de ellas, ha
-habido como el temible D. Gaspar Melchor Jovellanos, que dejó sobre el
-caso páginas enérgicas y memorables.
-
-Yo he visto cuanto se puede ver en una corrida famosa, dada en honor
-de los Reyes de Portugal, en 1892, cuando las fiestas del Centenario
-de Colón, Lagartijo, Caraancha, Guerrita, caballeros en plaza, arte
-retrospectivo, ¡qué sé yo! Aquello era una fiesta de la más refinada
-tauromaquia. Admiré lo pintoresco, lo artístico, lo bizarro. Pero
-siempre me crisparon los nervios, como al poeta americano, las tripas
-de los caballos inicuamente sacrificados, a pesar de las explicaciones
-de los inteligentes y conocedores, que me decían ser indispensables
-esas carnicerías para poner al toro en estado de ser banderilleado y
-luego muerto por el espada.
-
-Busqué luego una pintura, una descripción de la corrida en todo el
-parnaso español, y no la encontré, habiendo, como hay, muchos versos
-sobre toros, como aquéllos que son sabidos de memoria por lo clásicos y
-repetidos:
-
- Madrid, castillo famoso
- Que al rey moro alivia el miedo,
- Arde en fiestas en su coso,
- Por ser el natal dichoso
- De Almenón de Toledo.
-
- * * * * *
-
-Y luego me encontré con la poesía de Manuel Machado, en que, por fin,
-se concentraba en bien coloreados paneles la fiesta nacional. El
-sutil lírico sevillano que ha hecho cosas tan finas y delicadas, es un
-gran aficionado al arte de los beluarios de coleta; y quien haya visto
-alguna vez una corrida de toros, hallará en esos versos el trasunto de
-sus impresiones, momento por momento. Machado dedica su poema rápido
-«al maestro Antonio Fuentes». A todo señor, todo honor. Hénos ya en el
-principio de la corrida:
-
- Una nota de clarín
- desgarrada,
- penetrante,
- rompe el aire con vibrante
- puñalada...
- Ronco toque de timbal.
-
- Salta el toro
- en la arena.
- Bufa, ruge...
- Roto cruje
- un capote de percal...
-
- Acomete
- rebramando, arrollando
- a caballo y caballero...
- Da principio
- el primero
- espectáculo español.
-
- La hermosa fiesta bravía
- de terror y de alegría
- de este viejo pueblo fiero...
- ¡Oro, seda, sangre y sol!
-
-Es el extracto lírico de un capítulo de Gautier y la reproducción
-exacta de los primeros momentos. Solamente que pudo consagrar algún
-oro, raso y músicas, para la salida de la cuadrilla, con el arcaico
-alguacilillo caballero, que es de lo más típico y pintoresco de la
-función. Luego vienen los juegos de destreza y de peligro en que vencen
-la arrogancia y arte de los lidiadores.
-
-
- II
-
- En los vuelos de capote
- con el toro que va y viene
- juega, al estilo andaluz,
- en una clásica suerte
- complicada con la muerte
- y chorreada de luz...
-
- Elegante
- y valiente;
- y con una seriedad
- conveniente,
- va burlando
- la feroz acometida
- y jugando
- con la vida
- ágilmente.
- (Véase Fuentes
- lanceando.)
-
-Y llegan los picadores, pesados, cargados de plomo, en sus flacos
-rocinantes mártires, con sus largos picos, a sufrir el embate de
-la bestia fiera, para cansarla, para prepararla a las suertes
-subsiguientes.
-
-
- III
-
- Un montón
- de correas y de astillas
- y de carne palpitante
- y sangrante...
- Un fracaso de costillas
- con estruendo...
- Correajes perforados
- y hebillajes
- destrozados...
- Sangre en tierra...
- Polvo, un grito. ¡Una ovación!
-
- Y la paz en un charco
- de sangre mala y negra,
- y aquellos dientes fríos y amarillos...
- Un azadón, un esportón de tierra,
- y aquel montón de arreos
- que, como cosa muerta,
- junto del jaco muerto
- están sobre la arena.
-
-Después son las banderillas, esa suerte, quizá la más dificultosa
-del toreo, para la cual se diría precisas las aladas taloneras de
-Mercurio. Machado describe en cuatro rasgos la agilidad, la esbeltez,
-la seguridad del torero en el asombroso trabajo.
-
-
- IV
-
- Ágil, solo, alegre,
- sin perder la línea,
- --sin más que la gracia
- contra de la ira--
- andando,
- marcando,
- ritmando
- un viaje especial de esbeltez y osadía,
- llega, cuadra, para,
- --los brazos alzando--
- y allá, por encima
- de las astas, que buscan el pecho,
- las dos banderillas,
- milagrosamente
- clavando... se esquiva,
- ágil, solo, alegre,
- ¡sin perder la línea!
-
-El conocedor verá en estos croquis rítmicos la exactitud. Después de
-que el toro ha sido fatigado por los caballos y por los banderilleros,
-viene la muerte, que es indudable es lo más emocionante de la corrida.
-
-
- V
-
- Veinte mil corazones
- laten en un silencio
- claro y caliente. Brindis.
- Suenan con golpe seco
- las banderillas mustias
- en el lomo del toro, ya su cuello
- la roja sangre tibia
- hace un foulard soberbio.
-
- De un lado, por debajo
- del rojo trapo en que su furia engríe,
- el toro surge, alzando
- remolinos de arena,
- de otro lado sonríe una cara morena.
-
- O bien en los tres tiempos
- del pase natural, tendiendo el brazo
- guarnecido de oro,
- la clásica elegancia
- con seriedad ejerce y arrogancia.
-
- ¡Fué, pudo ser! Los alamares de oro
- rozaron con el asta ensangrentada.
- En la arena tendido yace el toro,
- y de pie, sonriendo, está el espada.
- Veinte mil voces--una--gritan locas.
-
-Mas ello es en el caso en que la fiera resulta en absoluto vencida por
-el arte del hombre. Hay otro momento terrible en el que el hombre es el
-vencido y la fiera la vencedora, cuando por un descuido o un error, o
-una fatalidad, se produce la cogida. Entonces:
-
- Su inesperada acometida ha hecho del elegante paso
- un revuelo confuso... Y allá, junto
- a la barrera, enfrente,
- se ven rostros de espanto.
-
- Y entre manchas de grana,
- y reflejos metálicos,
- el toro, revolviéndose,
- alza en los cuernos un pelele trágico.
-
-Luego será el arrastre de la res muerta y el final del espectáculo, de
-la fiesta exclusivamente nacional.
-
-
- VI
-
- Y suena esa divina musiquilla
- de «La Giralda», que es toda Sevilla,
- y es torera y graciosa y animada,
- y habla de la mujer enamorada
- que nos espera... Y nombra
- naranjos y azahares,
- y la caña olorosa,
- y una alegría rítmica en cantares,
- y una tristeza vaga y lujuriosa...
-
- Los látigos chasquean,
- agitan las mulillas
- en su carrera locas campanillas,
- y mientras que se orean
- las frentes sudorosas
- y en el pecho golpean
- los corazones, suena
- la música, torera y sevillana,
- y, dejando en la arena
- un surco negro y grana,
- pasa arrastrado el toro...
- Lleva en el fuerte cuerno
- un hilillo de oro.
-
- Después, como de un tajo,
- la música, la luz y la algazara
- cesan en un momento
- contra compás... De un golpe el movimiento
- se desvanece y pasa.
-
-
- VII
-
- El gran suspiro, que es la tarde, crece
- como de un pecho inmenso. Palidece
- el sol. Y terminada
- la fiesta de oro y rojo, a la mirada
- queda solo... un eco
- de amarillo seco
- y sangre cuajada.
-
-Tal es el poemita sobre el cual Ricardo Marín, un dibujante que se
-diría hermano menor de Daniel Urrabieta Vierge, ha trazado bizarras
-ilustraciones, creando a su vez como otro poema gráfico de tauromaquia.
-
- * * * * *
-
-Hay quienes se sienten desolados, en la creencia de que las corridas de
-toros van en decadencia y en vías de llegar a su completa desaparición.
-Es un error. No puede negarse que no tienen hoy el esplendor de
-antaño; que las mantillas se han ido sustituyendo poco a poco por los
-sombreros de París; que el torero se mundaniza, a punto de que el Sr.
-Mazzantini, Don Luis, como se le llama generalmente, es un personaje,
-«un monsieur decoré», que ejerce gravemente sus funciones municipales
-en la villa y corte; que «Bombita», D. Ricardo Torres, es un joven
-gentleman que se viste a la londinense, muy peripuesto, muy «smart», y
-que, aunque no los lea, sus amigos son D. Benito Pérez Galdós y otros
-cuantos autores. La leyenda del torero de antaño, rumboso y amigo de
-juergas, la leyenda o la realidad, ha concluído. Los toreros de ahora
-tienen la preocupación de la seriedad, cobran puntualmente sus seis mil
-pesetas por corrida, y levantan polvaredas como la de hace poco, cuando
-resolvieron, de común acuerdo, no torear sino por más altos precios los
-toros de la famosa ganadería de Miura, por ser éstos temibles animales
-en extremo peligrosos. La afición lanzó el grito al cielo, diciendo que
-jamás los espadas de antes, los Lagartijo, los Frascuelo, los Guerrita,
-hubieran hecho semejante cosa. El asunto se arregló felizmente para
-todos, y en la reciente corrida de la Prensa, los toreros estoquearon
-cornúpetos miureños sin ninguna desastrosa consecuencia.
-
-De todos modos, me complace que España guarde su deporte nacional, que
-es tan de su pueblo y que forma parte de su histórico caballeresco
-espíritu, y me complace más que, un país como la República Argentina,
-no admita la fiesta de la sangre, como que haga extensiva su
-prohibición al odioso, feo y despreciable box.
-
- [Ilustración]
-
-
-
-
- UNA CARTA DE RACHILDE
-
-
-MADAME Rachilde, la rara de mis _Raros_, me ha dirigido una carta, en
-la cual algunos párrafos me incitan a los presentes comentarios.
-
-Rachilde ha conocido mi juicio sobre su complicada personalidad; y en
-el capítulo que a ella concierne en el libro, una parte hay que la ha
-hecho escribir la más femeninamente espiritual de las protestas.
-
-Por de pronto, se refiere a su _rareza_. «No soy tan rara--dice--,
-puesto que no soy sino una mujer.» «Hablo como siento, escribo como
-pienso, y como lo hago sin ningún artificio, lo hago todo muy mal.»
-Llegáis a la gruta mágica; os extrañáis delante de los misteriosos ojos
-de la sibila; Deifobe os contesta con una sencillez encantadora: «Hablo
-como siento, vaticino lo que pienso; y como todo lo hago sin ningún
-artificio, lo hago todo muy mal.»
-
- * * * * *
-
-«No soy sino una mujer.» Desde luego no pretenderé acentuar mi
-incesante asombro delante del prodigioso y divino monstruo. Una mujer:
-no sé mayores abismos que sus ojos. Cuando Mæterlink se pierde en la
-encantada selva femenina en busca de prodigios, los encuentra y hace
-meditar y temblar con sus hallazgos. Parece que la serpiente hubiese
-sabido por qué dirigirse a la mujer en el caso de la manzana. El
-diablo espiaría en el momento en que Dios modelaba la costilla: vería
-la perfección estatuaria, el triunfo de la forma, el nacimiento de la
-gracia principal. Al lado de la arcilla vió la parte de alma destinada
-al cuerpo en flor y se robó un poco. De ahí quizá que la mujer tenga
-una alma incompleta. De cuando en cuando el diablo pone en algunos
-seres femeninos algo de ese ahorro de alma que posee: las mujeres
-favorecidas con ese don, resultan con alma satanizada; esas son las
-mujeres inteligentes, es decir, las que salen de su nivel natural.
-Cuando la Iglesia discutía en sus Concilios la espiritualidad de esa
-maravillosa rosa, andaba fuera de razón. Sí, ella tiene un espíritu,
-un sutilísimo y enigmático espíritu, hilo con que teje Satanás, según
-los demonólogos, la red en que con mayor frecuencia caza las humanas
-moscas. Ellas son, sobre todo, dueñas del imperio de la carne. Las
-raras aparecen como con un nimbo interior: son Hildegarda, o Rosvitha,
-o Santa Teresa, o Rachilde. El resto de las mujeres que han elevado
-algunas líneas su mentalidad, pertenecen a las clasificaciones de
-una señora María Cheliga, que ha tenido a bien, no hace mucho tiempo,
-formar una magnífica colección de medias azules para la revista de
-Larausse.
-
-«Pero algo hay que quiero haceros notar; y es cómo habéis podido
-afirmar, que por haberme casado, yo, Madame Alfred Vallette,
-_Rachilde_, me haya vuelto muy fea.»
-
-_Mais, non, Madame!_ Las palabras a que os referís en mi libro son las
-siguientes: «Sé de quien estando en París, no quiso ser presentado a
-Rachilde por no perder una ilusión más. Rachilde es hoy madame Alfred
-Vallette, ha engordado un poco, no es la subyugadora enigmática del
-retrato de veinticinco años, aquella adorable y temible ahijada de
-Lilith.»
-
-Excusadme. Yo no sé por qué, la palabra matrimonio, suena a mis oídos
-exactamente como _embonpoint_.
-
-La epístola de San Pablo o el contrato judicial corrije la gracia
-en cuyo fondo hay siempre un grano de perversidad. Un viejo poeta
-español, si no me equivoco, el arcipreste de Hita, escribió este verso
-abominable:
-
- «Señora doña Venus, mujer de don Amor»
-
-en el cual la reina divina queda peor que «con pantalones» en el verso
-de Hugo. Mas de calcularos una robustez discreta, a calificaros de
-_tres laide_, hay un abismo. Los lectores de _La Nación_ pueden ver,
-por vuestro retrato, si no tendré, únicamente para vos, señora, todas
-las rosas de galantería que cultivaron tan bien nuestros abuelos los
-hidalgos.
-
-_Monsieur l'auteur espagnol, vous êtes un impertinent._ Libre quedo de
-vuestros reproches, y haciendo mi reverencia, prosigo:
-
-«Os emplazo para cuando vengais a París, os hagais presente en el
-_Mercure de France_, para demostraros cómo cuando una mujer no es
-_bête_--lo que me parece es mi caso--tiene suficiente _esprit_ para,
-aun envejeciendo, no llegar a ser _affreuse_.
-
-Y como mi señor marido me ama mucho todavía, supongo que debo estar un
-poco pasable.»
-
-¡Ah, señora, os lo creo! Hay una edad--la belleza inteligente es de las
-diosas y los inmortales no tienen edad--hay una edad en que el triunfo
-femenino muestra su supremo encanto; es la edad que sigue a la primera
-primavera: esa es la edad de las emperatrices. Confieso que vos sois
-aún la temible ahijada de Lilith, sobre un trono irresistible
-
- «Je vous serre les deux mains, mais je boude!»
-
-Y yo, señora, con el permiso de vuestro señor marido, os las beso
-ambas, en la inclinación más reverente que puede hacer un poeta
-americano de sangre española.
-
- 14-1-1897.
-
-
-
-
- NOCHES DEL VICTORIA
-
- Temporada Vitaliani
- «La Signora delle Camelie»
-
-
- I
-
-LA señorita Alfonsina Duplessis, que ganó la inmortalidad por el amor,
-será siempre la bienvenida. Nuestros biznietos oirán todavía, arrullada
-por los organillos, las quejas italianas de la pobre _Traviata_. Jules
-Bois, que recientemente ha escrito una monografía sobre la real Dama de
-las Camelias, dice de ella con justicia que está fija «en ce paradis
-de sants de la Volupté, ce paradis dont le Christ est exclu, mais où
-touts les dieux de l'Olimpe demeurent». Es esa la recompensa de las
-almas de amor. Las vírgenes cuerdas, desde los balcones del paraíso del
-Buen Dios, se asoman a mirar, con una curiosidad no exenta de envidia,
-el paraíso en donde son admitidas las vírgenes locas. Allí pasa entre
-sus innumerables compañeras, la heroína de Dumas, en la mano una de sus
-flores preferidas, que han adquirido, por otra parte, a causa de su
-recuerdo, un renombre no muy angelical, a punto de que se murmura de
-ellas en el círculo de las nobles rosas y de las honradas violetas.
-
-Esa monografía de que he hablado, basada en auténticos documentos e
-indagaciones, no es para ser leída por aquéllos que desean conservar su
-aureola de idealidad a la encantadora y sentimental cortesana.
-
-Perderían una ilusión. La Dama de las Camelias fué una vendedora de
-gracias, ni menos banal, ni menos seca de intelecto, ni menos mujer,
-en fin, que la totalidad de sus iguales. Era, exactamente, un ejemplar
-de esas alegres parisienses que han podido observar quiénes se les han
-acercado--las Emilienne d'Alençon o Marion Delorme, procedentes del
-campo, del arroyo, de no se sabe dónde, favorecidas por la fortuna,
-comedoras de oro, polutas desde la infancia, más o menos histéricas,
-caprichosas, infantiles, _bête_, hasta que llega la muerte a rematarles
-lo que dejan, si es que dejan algo, o a tenderlas en un lecho de
-hospital, que es lo más frecuente.
-
-He aquí lo que se sabe de sus comienzos, según Bois, que ha estudiado
-su vida y posee de ella cartas y hasta cabellos: Casi al nacer perdió
-a su madre. Su padre fué un tal Martín, brujo y _colporteur_, hijo de
-una mendiga y de un cura, el cual le dió las primeras lecciones de
-perdición cuando apenas tenía doce años. Después penetró abiertamente
-en la comunidad de las grisetas, y se estrenó gastándole en pocos
-días cinco mil francos al dueño de un restaurant. Llegaron otros y
-otros. Como toda viciosa de su especie, era apasionada por el juego, y
-derrochaba el dinero loca y estúpidamente. Cada quince días cambiaba
-de poseedor. Se puso de moda, y los aficionados de su época le hacían
-estupendos regalos para conquistarla. Uno de ellos le envió un día
-un cesto con doce naranjas, cada naranja envuelta en un billete de a
-mil francos. Ella exprimió las naranjas y los bolsillos del que se
-las obsequiara. Se divertía. El amante romántico de la novela y de la
-comedia, existió y gastó por ella una buena fortuna. Ella pudo ser
-que le amara; el caso es que--¡oh! vosotros que gustáis del encanto
-romancesco--se casó con él en Londres, ante un _clergyman_ y dos
-testigos. Lo que no obstó para que pasada la luna de miel, el esposo
-resultase acteonizado. Tuvo ella en seguida una cantidad fabulosa
-de admiradores satisfechos, entre los cuales «un barón tristemente
-célebre, un pianista ilustre, generoso como un boyardo, un «maquignon»
-y un poeta». Era frívola, coqueta, mentirosa. Decía: «La mentira
-emblanquece los dientes.» Se hizo conducir, ya casi en vísperas de
-su muerte, al Palacio Royal, para ver el estreno de _Pommes de terre
-malades_. Murió: en sus manos de difunta había un ramo de camelias y
-un crucifijo. He allí la realidad. Después, la leyenda romántica la
-envolvió en un bello velo de sentimiento.
-
-A su tumba, como a la de Heloisa, vánse a depositar, por manos
-ignoradas, flores; _cocotte_ tocada de histeria, tiene sus horas en que
-sueña ser Margarita Gauthier. He conocido un joven artista obsedido
-por una de la especie que bebía vinagre, hablaba del «rinconcito
-florido en su pueblo de campaña» y sorbía sangre de un pollo para
-manifestarse perfectamente tísica. Su ideal era ser una segunda Dama de
-las Camelias. Entre Dumas y Verdi, la camelina, ese curioso alcaloide,
-adquirió una boga insólita. María Alfonsina Duplessis estaba destinada
-a encarnar ese tipo femenino compuesto de sensualidad, inconsciencia
-moral, ligereza mental, crueldad instintiva, nervios y faltas de
-ortografía. Sus cartas revelan una vulgaridad inaudita. No se puede
-saber bien si hay allí algo que tenga origen cordial, entre efusiones
-deplorables y sentimentalismos de ocasión.
-
-Su figura era encantadora, si es fiel el aguafuerte de Los Ríos,
-_d'après_ Besnard: una carita de niña, ojos de inocencia voluptuosa,
-_bandeaux_ que cubren las orejas, boca diminuta y mano inquietante y
-fina.
-
-Ahora, si en su aspecto legendario es una de las más lindas y amables
-sacerdotisas del pecado; si nos recuerda viejas emociones, vibraciones
-apasionadas de los años de juventud, y nos trae como corolario la
-afirmación del sentimiento; si nos habla por voz de admirables
-artistas, que nos hacen el bien de conmovernos y dorarnos la realidad
-con una luz de poesía, bien venida Margarita Gauthier--Sarah Duse,
-Reiter, Tina o Vitaliani--, que nos resucita el amor en estos momentos
-en que ya no se ama.
-
-Sea bien venida hoy, por esta imperiosa Vitaliani, que nos ha
-demostrado anoche que, si el estilo escriptural es el hombre, el
-estilo «teatral» es la mujer. No hay que hacer comparaciones, sino que
-señalar el hecho; la _Dama de las Camelias_ de la Vitaliani, es de la
-Vitaliani; como la _Dama de las Camelias_ de Sarah, es de Sarah.
-
-He allí una lira viva, esta italiana vibrante de arte, cálida, llena de
-un irresistible poderío espiritual.
-
-Ella da a la idea su carne y su sangre; esculpe su gesto, armoniza su
-voz en una magistral orquestación pasional, y con sus ojos de «dea»
-ilumina todas las fases del pensamiento por un poder extraordinario.
-Esta actriz intelectual ha pasado «por la Sede del Arte Severo y del
-Silencio»; su llegada no ha sido anunciada con clarines de bronce y
-sonoros tambores de fama. Ella se presenta; ella triunfa.
-
-Margarita Gauthier volvió a vernos anoche. Una Margarita Gauthier
-que nos rememoró la historia sentimental de sus famosas flores,
-de su pasión, de su sacrificio y de su muerte, de un modo nuevo,
-impresionando y conmoviendo como solamente es dado hacerlo a las
-emperatrices de la escena.
-
-Al sentir ese soplo de vitalidad artística, al sufrir ese al mismo
-tiempo delicioso y doloroso choque de divina electricidad que produce
-el talento de una artista semejante, en obras como la que anoche
-obtuvo tan merecida victoria, se experimenta algo semejante al efecto
-saludable de una gimnasia del alma. Y da deseos de decir a los
-espíritus que aún sueñan y creen en el amor: «Aquella María Alfonsina
-Duplessis, cuyos cabellos guarda Jules Bois, poeta y mago, no es la
-verdadera, no ha existido.» La única que ha vivido y ha amado es
-ésta, la Margarita de anoche. Ella era así, pálida y dulce, nerviosa,
-caprichosa y amorosa de amor; murió de muerte, a fuego de pasión;
-siendo una infeliz cortesana, tenía el alma de una santa doncella;
-bienaventurada sea en el paraíso de las Magdalenas, en donde sus
-camelias, por la misericordia de la barba blanca del Buen Dios, se
-le convertirán en un luminoso ramo de lirios. Esa es la verdadera y
-la única. La otra, que se dice real, y cuya vida está hoy estudiada
-y conocida por indagaciones y documentos, es una impostora. La que
-recibe en el cementerio las flores de los fieles anónimos que visitan
-su sepultura, es la buena y la mártir. «¡Guardad su recuerdo y quemadle
-vuestro mejor perfume!»
-
-Los artistas que acompañaron anoche a Italia Vitaliani en su nueva
-conquista del público de Buenos Aires, merecen un justo aplauso, sobre
-todo Duse, que acentúa más sus ya reconocidos méritos; pero habrá que
-señalar especialmente a ese bravísimo De Sanctis, que tuvo instantes
-magistrales, como en el final de los actos tercero y cuarto.
-
- 20 de junio de 1896.
-
-
-
-
- Temporada Vitaliani
- 1.-«Il viaggio dei Berluron»
- 2.-Reprise de «La Signora
- delle Camelie»
-
-
- II
-
-UNO de los grandes sucesos de los teatros de Francia e Italia, y
-repetido por 312 noches seguidas en el teatro Des Varietés, en París,
-así rezaba el cartel.
-
-Autores, Ordenneau y Grenet Dancourt. Y la gente, como cuando le
-nombran un vino que no conoce, haciendo resonar la etiqueta, juzga que
-debe de ser excelentísimo: «Ordenneau y Grenet Dancourt». ¡312 noches
-en el teatro Des Varietés, en París! Admirable. «Chateau Ordenneau y
-Grenet Dancourt.» ¡Qué bouquet...!
-
-Y sirven, señor, en italiano, un estupendo engendro, relleno de
-gracias de vaudeville, de chistes de grueso cedazo; de una sal pesada,
-imposible y que indudablemente se quería disculpar con la inexcusable
-«gaité gauloise». Sí, es esa «gaité gauloise» que ha constituído una de
-las desventuras del exquisito poeta llamado Armand Silvestre.
-
-Es la bufonería de anchas bragas, que le pagan a tanto por ciento al
-creador de Laripette y compañía. Un cuento a lo Laripette, más o menos
-bien urdido y puesto en el pentágrama escénico, para que lo griten y
-mimen unos cuantos actores de buena voluntad: he ahí la famosa pieza
-de anoche, abonada en el Victoria por 312 noches seguidas del teatro
-Des Varietés, de París. Y que si es soportable en francés por claras
-razones, se hace absolutamente abominable en una traducción.
-
-Y la Vitaliani descendió a representar un grosero tipo de sainete,
-un papel a todas luces indigno de su talento; ¡así las continuas
-elevaciones de sus ojos lo hayan querido salvar...!
-
-Y otros tantos buenos elementos de la compañía se han caricaturado para
-la función de risa, con un éxito claramente satisfactorio.
-
-Fueron aplaudidos, sí. Fueron aplaudidos el jovial abdomen de
-Bracci, las payasadas de Rodolfi, los sacrificios de ingenio que el
-discretísimo Falconi se vió constreñido a ejecutar.
-
-Toda la comparsa de títeres secundarios estuvo también digna de tal
-aprobación.
-
-Lazzi, ocurrencias, divagaciones y chispas dialogales, cosas de uso en
-las comedias cultas; todo ello fué de una chatina incomparable.
-
-Querer exponer el argumento y entrar en detalles, sería no guardar las
-consideraciones intelectuales debidas a mis lectores.
-
-En cambio, hablemos de la reprise de la _Dama de las Camelias_, que
-logró un éxito fundado y del cual tienen que estar satisfechos los
-actores.
-
-Es a todas luces, claro el contraste entre este trabajo de fina escena
-y la obra de corteza áspera que anteriormente se ha ofrecido al público.
-
-Se ha vuelto a comprobar la distinción artística de Vitaliani, cuyo
-cordaje nervioso, cuya alma de elección, cuyos recursos plásticos,
-cuya vitalidad pausante y sensitiva, la señalan como a una eximia y
-prestigiosa intérprete de la creación teatral.
-
-Se ha advertido en esta vez mayores fuerzas en ella, unidas a mayores
-gracias. Ha ejercido su dominio con más imperial grandeza artística que
-otras veces; ha sabido sollozar mejor, hablar mejor, gemir mejor, ser
-mujer mejor.
-
-¡Lira de los veinte años! Anoche ha vibrado para muchos, en la
-renovación de muchos sueños, la resurrección de horas supremas, el
-retoño de tiempos pasados; la _Dama de las Camelias_ hizo verter unas
-cuantas lágrimas a los nerviosos y conmovibles oyentes.
-
-¿Qué escena señalar? Señalaré la de la llegada del padre de Armando, la
-conversación con él y el sacrificio de la pobre Margarita.
-
-Y, a propósito, recordaremos una cuestión suscitada por Teodoro de
-Bauville en una de sus maravillosas cartas quiméricas: la entrada del
-señor Duval, padre, a la casa de Margarita Gauthier con el sombrero
-puesto. El divino poeta no podía admitir que un caballero francés
-cometiese tal falta de cultura, así penetrase lleno de todos los
-rencores posibles en casa de la última mujer perdida. El problema es
-para ser discutido y aprovechado en la sección de «Vida Social».
-
-El momento en que Vitaliani, Margarita, se despide del viejo M. Duval,
-fué de aquéllos que dejan una impresión imborrable. Fué momento de
-actriz absoluta. En el acto último, según impresión general--la cual
-corrobora el juicio de esta crítica--Vitaliani murió mejor que nunca:
-es decir, que su realismo y su traducción del instante mortal fueron
-decisivos en la admiración de la sala.
-
-Muy celebrado De Sanctis, como en la primera vez, y el resto de la
-compañía, plausible siempre.
-
-El público demostró su satisfacción con llamadas repetidas y aplausos
-calurosos.
-
-Y para que fuese mayor el triunfo, la inevitable estupidez humana hizo
-acto de presencia con el más sonoro eco que pudiera brotar de la cabeza
-de Bottom: un silbido asnal.
-
-Al escucharlo, Vitaliani sonrió, y recordé entonces el _Dieu te
-benisse_... que oyó Groussac de labios de la gran Sarah, con motivo de
-un estornudo.
-
-Pero el estornudo es involuntario y la bestialidad consciente, ¡oh,
-pueblo soberano!
-
- R. D.
-
- 23 junio 1896.
-
-
-
-
- Temporada Vitaliani
- Estreno: «La figlia di Jefte»,
- por Felice Cavalloti.--«Niobe»,
- por los hermanos Henry y
- C. A. Paulton
-
-
- III
-
-UNA nueva compañía italiana que se da a conocer en Buenos Aires bajo la
-agradable protección de ese armonioso y sonoro nombre: Italia Vitaliani.
-
-La fama había anunciado ya a la actriz recién llegada, aunque no con
-las trompetas que avisan el paso de la Duse, y aun de la preciosa
-Tina di Lorenzo. El estreno de anoche ha demostrado a través de los
-inconvenientes de una obra cual la elegida, que la Vitaliani es algo
-más que lo que se califica con el fácil adjetivo de «discreto». Ya en
-el principio, en la representación de la delicada pieza de Cavalloti,
-logró manifestar que hay en ella cualidades que, si no se imponen de
-luego, se hacen notar favorablemente.
-
-Que Italia, tierra de la antigua farsa, es país de comediantes, es
-cosa bien sabida desde que Cyrano de Bergerac señaló el don en cada
-italiano. Si le faltan autores, actores le sobran. De la _Mandrágora_,
-de Maquiavelo, a las tentativas modernas de Praga, cuán poca cosa si
-se compara con el acervo escénico de las otras grandes naciones; pero,
-sin ir muy lejos, de Gustavo Modena a Novelli, ¡qué hermosa sucesión de
-intérpretes artísticos! La gloria de las actrices italianas no palidece
-delante de ninguna extraña gloria, y bien pueden nombrarse después de
-Rachel y Sarah, a la Ristori y a la Duse.
-
-Hemos visto ya cómo se levanta la bella Tina, y cómo Virginia Reiter,
-en su espléndido otoño, encanta y atrae y se coloca en un alto lugar.
-
-Los cómicos italianos son los más cosmopolitas del mundo en la elección
-de sus obras. Ellos dan a conocer tanto lo escandinavo de moda como
-lo francés olvidado o lo alemán recientísimo. Ellos se atreven a
-obras que en París mismo son dadas en teatros especiales, y para
-auditorios restringidos y selectos; y presentan valientemente a Ibsen
-o a Mæterlink ante públicos que están demasiado satisfechos con los
-repertorios fáciles de comprender, y poco afectos a novedades abstrusas
-que no vienen bien para las tranquilas digestiones. Compréndese que la
-compañía de la Vitaliani, en vez de estrenarse con la _Anabella_, de
-Ford, por ejemplo, nos haya dado la _Niobe_, de los Paulton.
-
-La _Niobe_ ha hecho reir; ha dado ocasión a que la graciosa Italia, en
-su peplo griego, haya mostrado personales riquezas y haya declamado de
-manera que se le aplaudió sus grotescos endecasílabos.
-
-Pero hay quienes hubieran preferido reir menos y tener alguna más de
-alto arte. Después de la delicada obrita de Cavalloti, habrían deseado
-algo distinto a ese parto del humor británico, _Niobe_.
-
-Es ella una obra para las grandes risas de un grueso público; una
-obra por un lado comparable a _Orphée aux enfers_, sin música, y por
-otro, a las pantomimas de los circos. Los hermanos Paulton fabricaron
-esa cosa con absoluta comprensión del reinante gusto actual; el
-_Strand_ se llenó en Londres más de seiscientas veces; los yankees se
-deleitaron con la estupenda _machine_; los alemanes la aplaudieron en
-su Lessings Theater, y cuando los públicos latinos la conocieron, se
-desencuadernaron a carcajadas.
-
-Ciertamente, en el país de los _scholars_ no podía faltar aún en tan
-inepta creación como esta, el muestrario clásico. De cuando en cuando
-Footit rememora a Sófocles, en versos griegos. Y míster Peter Dunn,
-hombre de seguros, conoce perfectamente la fábula de Anfión.
-
-Por el ansia de lo extranjero han ido a buscar al escueto teatro inglés
-contemporáneo bufonerías como esta y la famosa _Charley's aunt_, con
-que no hace mucho tiempo hizo desternillarse a nuestro público el hábil
-Seigheb.
-
-Es indudable que, una nueva manera de hacer reir, no dejará de ser
-solicitada.
-
-El eterno asunto de los _cocus_ y las eternas suegras en berlina; los
-fáciles intríngulis sobre manera repetidos; las rebarajadas escenas de
-las siempre usadas comedias, debían ser reemplazadas, y el reemplazante
-ha sido el payaso, que suaviza sus gracias y quita su colorete al pasar
-de la pista a las tablas. Pero Mr. Dunn, no podía negar, por más que
-quisiese, su parentesco estrecho con el perilustre Tony. He aquí lo que
-hoy sucede en la Gran Bretaña a la _feerie_ del gran Will: los inventos
-exportables y productivos de los Brandom Thomas, Paulton y Compañía.
-
-El argumento de la obra es ya conocido de los lectores de _La Nación_.
-Sin diálogo, y al son de una música más o menos sugestiva, sería la
-obra una agradable pantomima.
-
-Han dado los actores que en esta comedia se han presentado, muestra
-de innegable talento, pues se esforzaron por contener la clownería en
-momentos en que lo bufo llegaba al colmo.
-
-_Niobe_, por otra parte, no ofreció toda la beldad que cuentan la
-leyenda y los carteles.
-
-De lamentar es que se haya elegido para obra de estreno, en Buenos
-Aires, la pieza de que nos ocupamos.
-
-Se ha reído, ciertamente. Pudiera ser que si no los seiscientos llenos
-del Strand, alcanzase unos cuantos el Victoria. Pero no juzgamos a
-propósito para la presentación de una artista que se tiene como tal,
-en grado más que común, una producción en que el arte no aparece,
-y la alteza estética está substituída por la burda fabricación
-de productivos enredos, cuya _ficelle_, por lo gastada, llega a
-causar impresión de novedad. ¡Ese sueño de Dunn, Dios mío! ¡Y esas
-reminiscencias de Bellanis y de Mark Twain, cuando la ridícula Niobe
-mira con sus ojos antiguos las cosas modernas!
-
-Un tiempo se acostumbraba, después de los tres o cuatro actos de la
-obra seria de la noche, el acto del sainete en que el buen público reía
-después de las emociones anteriores. Anoche se vió trocado todo esto.
-
-El fino acto de Cavalloti dió una ligera sensación artística, y el
-sainetón inglés vino luego, con sus tres actos.
-
-Pero Niobe está de moda: y eso basta.
-
- 13 junio, 1896.
-
- [Ilustración]
-
-
-
-
- ESAS REPÚBLICAS
-
- José María Mayorga Rivas.
- Una víctima de la guerra entre
- Nicaragua y Honduras
-
-
-UN pobre joven, mi amigo de los primeros años--poeta si gustáis--, de
-familia noble y buena--familia de raíces coloniales, peninsulares--, un
-bravo corazón, un brazo, una energía, acaba de morir en las cercanías
-de Tegucigalpa--Honduras, América Central--, a la cabeza de su tropa,
-llevando honrosamente su uniforme de coronel.
-
-Diera yo dos docenas de licenciados politiqueros, de los que abundan
-en el país en que me tocó nacer, por esa fresca vida, por ese enérgico
-talento, por esa alma escogida que se sacrificó en aras del becerro de
-cobre del más falso de los patriotismos.
-
-Ya sabemos que se va Bryson, corresponsal del _New York Herald_, a
-Centro América, pues se anuncia una nueva carnicería política. ¡Pobres
-Repúblicas! Si algo me regocija es que el barco que llevaba a Groussac
-en su última gira, haya pasado lejos de las costas centroamericanas.
-Si ese admirable justiciero desolló a Chile y a Méjico, al pasar por
-aquellos tropicales países, no hubiera dejado hueso sin quebrantar.
-
-Porque, es duro decir que en aquella tierra, apenas conocida por
-el canal y por el café, no hay, en absoluto, aire para las almas,
-vida para el espíritu. En un ambiente de tiempo viejo, al amor de un
-cielo tibio y perezoso, reina la murmuración áulica; la aristocracia
-advenediza, triunfa; el progreso material, va a paso de tortuga, y
-los mejores talentos, las mejores fuerzas, o escapan de la atmósfera
-de plomo: ejemplo, Medina, el banquero de París, o sucumben en los
-paraísos artificiales; ejemplo, el poeta Cesáreo Salinas, o mueren
-en guerras de hermanos, comiéndose el corazón uno a otro, porque sea
-presidente Juan o Pedro; ejemplo, José María Mayorga Rivas.
-
-He leído la orden general en que el presidente Zelaya hace justicia a
-Mayorga; sé, por carta del actual ministro de Relaciones Exteriores,
-hermano del joven sacrificado, también hombre de letras, y diplomático
-que desde hace seis años ha honrado a su país en Wáshington, sé, digo,
-que se va a publicar un libro en homenaje a la memoria del muerto.
-
-«Te pido para sus páginas un párrafo o una estrofa tuya. No debes
-negarme esto, que te pido en nombre de nuestra amistad y del cariño que
-sé tuviste a mi hermano.»
-
-¡Pues ya lo creo! Doy mi ofrenda, con amor, a aquella amable memoria.
-Era, mi amigo difunto, corazón del más bello oriente, triste, opaco, a
-causa del medio en que vivía. Si estuvo algún tiempo al lado de algún
-Gobierno cruelmente memorable, sus labios y su pluma tuvieron después
-frases ásperas y condenatorias para los traidores. Hizo versos, soñó,
-fué un buen muchacho. Fué mi contrario y mi amigo, siempre noblemente.
-Su muerte ha sido la de un valeroso militar; sus últimos versos los de
-un verdadero poeta.
-
-Estas son las palabras que envío al hogar de duelo, donde se venera la
-barba blanca y patriarcal de un anciano ilustre; éstas son las palabras
-que desde lejos, dedico a una querida memoria.
-
- 13 mayo 1894.
-
- [Ilustración]
-
-
-
-
- CHARLES A. DANA
-
-
-«NO puedo acompañarlo mañana porque me voy a Tampa--me dijo Martí--;
-pero yo le daré dos palabras de presentación que le harán pasar un
-rato agradable con el viejo Dana. Corto el rato, porque es hombre
-ocupadísimo y avaro de su tiempo.»
-
-Ningún «sésamo» mejor que la bondadosa presentación del generosísimo
-José Martí para su amigo el viejo director del _Sun_.
-
-Estaba éste en la oficina suya, con una visita, y de la barba blanca,
-la gran barba hermosa y blanca, brotaba su fuerte inglés, de un acento
-dominante y decisivo. El otro, con atención, le oía. Seguramente sería
-corresponsal en algún punto de los Estados. Yankee era. No hay duda que
-recibía órdenes. Apuntó algo en un papel. Salió sin hacerme la menor
-inclinación de cabeza, ni darse cuenta de mi presencia. Yankee era,
-como Charles A. Dana.
-
-¡Bravo yankee éste!
-
-Se volvió a mí; me tendió la mano; volvió a leer la tarjeta de José
-Martí. Yo sentado, él de pie, paseándose, conversamos. ¿De qué? De
-muchas cosas del canal de Nicaragua, de la infanta Eulalia, a la sazón
-en Nueva York; del duque de Veragua, de literatura española.
-
-Yo montaba mi inglés redomon con gran cuidado; Ollendorff, inútil,
-estaba en derrota. Un instinto poliglótico me guiaba, y salía con bien.
-Por otra parte, el gran periodista me permitía apenas uno que otro
-monosílabo.
-
-De Martí me habló, cuando hablamos de letras castellanas. «Una vez,
-me dijo, ese hombrecito que era un grande hombre, vino al _Sun_, como
-suele hacerlo.
-
-Le encargué un artículo sobre José Zorrilla. Al día siguiente estaba
-hecho el artículo. Pocas veces ha publicado páginas literarias tan
-bellas, en un inglés encantador.»
-
-José Martí, era su íntimo amigo. Confesaba que debía a la amistad del
-ilustre cubano, más de una buena obra, más de un útil pensamiento
-puesto en práctica.
-
-La popularidad de Charles A. Dana en los Estados Unidos era inmensa.
-Su diario, el _Sun_, es una de las grandes potencias del periodismo
-mundial.
-
-Distinguíase el célebre diarista por su energía y firmeza. Era hombre
-probo y severo. El pueblo yankee veía en él a un varón que encarnaba
-una de las primeras representaciones de esa raza nueva y formidable.
-
-Los latino-americanos tenían en él un criterio simpático y un amigo.
-
-Conocía también, como pocos compatriotas suyos, todo lo relativo a
-la América española. Era buen admirador de Sarmiento, y supongo que
-Bartolomé Mitre y Vedia debe guardar buenos recuerdos de aquel noble y
-excelente anglo-sajón.
-
- * * * * *
-
-Muchas campañas políticas llevó a cabo; su nombre llegó a sonar en una
-célebre candidatura. Entonces fué cuando le ocurrió lo del cuento de
-Mark Twain.
-
-Sus enemigos se desencadenaron en su contra. El hombre probo fué
-maculado; el honorable Charles A. Dana, fué crucificado en muchas hojas
-de la Unión. Pero después pasó la tempestad, y el _Sun_ brilló con
-mayores fulgores.
-
-Como periodista era una portentosa cabeza. Aquel hombre de gusto,
-aquel literato, aquel artista, era un estupendo ciudadano del país
-del dóllar; tenía el don del éxito; la información de su diario es
-comparable a la del _Herald_ o _New York Journal_.
-
-Sus repórters y reporteresas--pues hay un batallón de mujeres en el
-servicio del periódico--son de primer orden. Y la empresa del _Sun_ es
-una de las más fuertes de los Estados Unidos y de la tierra.
-
-En Nueva York refiriéronme una de las muchas curiosas anécdotas de
-su vida periodística. Sucedió que una vez recibió, por correo, una
-carta escrita con una letra semejante a la del Bob de Gyp. Llamaba la
-atención aquella carta entre el enorme montón de la correspondencia
-recibida. Más o menos leyó lo siguiente:
-
-«Mr. Charles A. Dana.--Director del _Sun_.--Soy una niñita de cinco
-años. Hoy no hemos comido. Mañana pasa Santa Claus y no tendré muñeca,
-ni mi hermanito tendrá juguetes. Hace mucho frío y ya no tenemos
-carbón.» Firmaba un nombre de niña cualquiera, y junto al nombre la
-dirección de la casa.
-
-Envió Dana a un repórter activo e inteligente a cerciorarse de lo que
-hubiere de cierto y ver si no había en el caso superchería. El repórter
-volvió afirmando el contenido y alabando la inteligencia rara de la
-niñita.
-
-La madre, viuda, estaba en cama, y hacía días que había concluído sus
-ahorros. Estaba próxima a la más espantosa miseria, en medio de un
-crudísimo invierno.
-
-Dana, ¿qué hizo? En el número del día publicó, sencillamente, el
-facsímil de la cartita, y he aquí el resultado, completamente yankee.
-Varias fábricas de muñecas y grandes almacenes, regalaron magníficos
-juguetes a los dos niños, en tal cantidad, que hubo que tomarse un
-local para exhibir--por paga, naturalmente--los regalos.
-
-Varias compañías de ferrocarril obsequiaron a los niños con toneladas
-de carbón. El _Sun_ adoptó al niño, y le costeó su educación. Una dama
-millonaria adoptó a la niña. Y Santa Claus fué el viejo Dana, con su
-gran barba, sus ojos dominadores y bondadosos, su gesto dictatorial y
-sus gentiles obras.
-
- * * * * *
-
-El nuevo edificio del diario, uno de los más altos de los Estados
-Unidos, y, por consiguiente, del mundo--_greatest in the world!_--, ha
-llamado la atención en el paso de las cosas enormes, país Manmuth, que
-diría Groussac.
-
-El tiraje del diario aumenta cada día, y su popularidad es inmensa.
-Es de notar que entre las hojas yankees, que no descuidan, a pesar de
-su _business_, la parte amena, literaria y artística, el _Sun_ es el
-diario más intelectual, más «bostoniano» en esto que neoyorkino.
-
-La muerte de Charles A. Dana es una gran pérdida para la nación
-americana y enluta el periodismo universal. Y los que tuvieron el gusto
-y la honra de conocerle personalmente, no olvidarán--como quien estas
-líneas escribe--, su bella cabeza, su sonora palabra, su franco y
-sincero apretón de manos.
-
-_He was a man!_
-
- 19-10-1897.
-
- [Ilustración]
-
-
-
-
- RECUERDOS
- DE LA HABANA
-
- El general Lachambre
-
-
-EN noviembre de 1892, el autor de estas líneas llegaba a la Habana,
-de vuelta de un viaje oficial a España. En un banquete que siempre
-agradecerá a la redacción de la excelente revista ilustrada _El
-Fígaro_, conoció a Raoul Cay, a la sazón redactor de la crónica
-elegante de dicha publicación.
-
-En la noche siguiente, Raoul condújole a su casa y presentóle al señor
-Cay, padre, antiguo canciller del Consulado imperial de la China, en
-la capital de la isla, entonces a cargo del gran señor Tam Kin Cho, y
-a María, su hermana, una hermosísima cubana, gallarda, espléndida, con
-lánguidos y milagrosos ojos de criolla y una fabulosa cabellera.
-
-Entró una visita. El señor Cay me presentó, y me dijo su nombre. Era el
-novio de María: «El señor general Lachambre.»
-
-Tipo marcial, de esa especial marcialidad española. Joven todavía,
-correcto, elegante; la mirada vivaz y escrutadora, barba y bigote
-negros, voz acostumbrada a mandar, afablemente serio; en la solapa del
-smokin una camelia blanca.
-
- * * * * *
-
-Pasamos Julián del Casal--el poeta celebrado por Verlaine y alentado
-por Huysmans y Gustave Moreau--, Raoul Cay y yo, a un saloncito
-contiguo, a ver chinerías y japonerías.
-
-Primero las distinciones enviadas al señor Cay por el Gobierno del
-Gran Imperio, los parasoles, los trajes de seda bordados de dragones
-de oro, los ricos abanicos, las lacas, los kakemonos y surimonos en
-las paredes, los pequeños netskes del Japón, las armas, los variados
-marfiles. Julián del Casal, el pobre y exquisito artista que ya duerme
-en la tumba, gozaba con toda aquella instalación de preciosidades
-orientales; se envolvía en los mantos de seda, se hacía con las raras
-telas turbantes inverosímiles.
-
-... Y recordaba yo cómo Julián del Casal había cantado en admirables
-versos a María Cay--versos que pueden leerse en su volumen _Nieve_--,
-¿enamorado de ella?... tal vez. Él parece que nunca lo manifestara. De
-todos modos, allá en el salón los novios conversaban, en vísperas de
-sus bodas, pues éstas se realizaron poco tiempo después.
-
-En la celda--era una verdadera celda--en que el poeta vivía en la
-redacción de _El País_, gracias a la bondad del señor Ricardo del
-Monte, había entre reproducciones de telas de Gustavo Moreau, una del
-Calvario de Gerome, y otros cuadritos menores, un retrato de María Cay,
-de japonesa, antes de ser la generala de La Chambre. Ante ese retrato
-escribió un poeta amigo de Casal un sonetino que anda por ahí, por los
-periódicos:
-
- Miro enfrente de la moza
- Bañado en la luz del día,
- El retrato de María,
- La adorable japonesa.
-
- El aire acaricia y besa
- Como un amante lo haría
- La orgullosa bizarría
- De la cabellera espesa.
-
- Diera un tesoro el mikado
- Por contemplar a su lado
- A princesa tan gentil.
-
- Y ordenara a su pintor
- Pintarla junto a una flor
- En un vaso de marfil.
-
- * * * * *
-
-El general Lachambre logró hacer suyo aquel tesoro, la «adorable
-japonesa» fué generala, y luna de miel pasó en España, de donde volvió
-a la isla el distinguido militar, a ocupar el puesto de gobernador de
-Santiago de Cuba.
-
-El cable nos anunció anteayer su muerte, en una de las batallas con los
-revolucionarios; ayer, felizmente, la noticia ha sido desmentida.
-
-Es el general muy querido en la alta sociedad habanera, y muy estimado
-en la Capitanía general y allá en la corte de Madrid. En su carrera no
-es dudoso que llegue a más altos destinos.
-
- [Ilustración]
-
-
-
-
- LIBROS NUEVOS
-
-
-LES _fabliaux_.--Estudios de literatura popular y de historia de la
-Edad Media, por Joseph Bedier (Biblioteca de Altos Estudios). Emile
-Bouillón, editor. He aquí, pues, por tierra, el viejo ídolo indio.
-
-La teoría era así: que todos, o casi todos los cuentos populares,
-tenían un origen único: la India. Allí habían nacido, para esparcirse
-en seguida en el mundo entero, «Cendrillón» y las «Tres damas», que
-encontraron el «Anillo» y «Piel de asno», etc.
-
-Cuna del género humano, la India era también la cuna de la literatura
-oral: el hombre había adquirido su forma y su conciencia allí, sobre
-una cierta «llanura central», y en seguida se había puesto a tantear
-bromas sánscritas, obscenidades arianas, ensueños irónicos. Huet,
-obispo de Avranches, fué el primero que, en términos bastante vagos,
-atribuyó la intervención de los cuentos a los orientales; después de
-él, la teoría se precisó, y Benfey, en 1859, le dió su forma definitiva
-y absoluta; dicha teoría recibió una grande autoridad de Max Müller,
-cuya ingeniosidad fué vasta, y quien debe haberse divertido mucho con
-la invención de sus mitos solares, estelares, crepusculares.
-
-Mucho más tarde, Andrew Lang, esbozó otras hipótesis. Creyendo
-encontrar en los cuentos supervivencias de usos antiguos, les señaló
-por fecha tal época de la historia, en que esos usos estuvieron en
-vigor. El cuento del «Pulgarcillo», por ejemplo, no puede, dice Lang,
-haber sido inventado por un griego contemporáneo de Esquilo; preciso
-es situarlo, en el espacio o el tiempo, en un periodo o en un país en
-que los hombres se comían los unos a los otros. Hay, tal vez, algo
-verdadero en esa teoría de la supervivencia; pero nada lo prueba,
-pues las civilizaciones más pacíficas son capaces de literaturas
-más sanguinarias; y nótese cómo los niños acogen sin extrañeza, sin
-protesta--aunque no sin miedo--, el personaje del Ogro.
-
-¿De dónde vienen, pues, los cuentos populares y cuál es su edad?
-
-Vienen de todas partes y su edad varía. Algunos son recientes
-relativamente; otros son contemporáneos de los primeros balbuceos
-intelectuales de la humanidad.
-
-La cuestión es, desde luego, a la vez, insolvente y pueril; el origen
-de las costumbres, de las leyendas, nos escapa; eso fué y eso es
-folk-lore, fué y es invisible.
-
-¿Quién hizo el primer cuento? ¿A quién se le ocurrió primero acostarse
-para dormir? Hay quienes coleccionan los cuentos y comparan las
-versiones; el libro de Bedier debe turbar a esos monómanos. En suma,
-los cuentos populares, no son, tal vez, sino cuentos literarios que
-han llegado a ser populares. Han sido compuestos oralmente, y aun
-escrituralmente--en su integridad--, por un solo autor. Han parecido
-bellos, se les ha aprendido de memoria, se les ha recitado, se han
-escrito y vuelto a escribir, han tenido períodos orales y períodos
-escriturales, a menudo confundidos, y he ahí todo lo que se puede decir
-de verosímil sobre ese obscuro asunto.
-
-La obra de Bedier, al mismo tiempo que destruye un viejo problema de
-folk-lore, es un excelente trabajo de historia literaria, tan ingenioso
-como docto.
-
- * * * * *
-
-_En Barbarie_, por Rolando de Marés. Con ese título, Rolando de Marés
-ha reunido muchos cuentos, cuya escena pasa en la Campine, en las
-épocas primitivas.
-
-Desde luego, nos describe el país en que va a hacer vivir a sus
-personajes, y parece que esa región, tal como la pinta Marés, merece,
-en efecto, el nombre de _Barbarie_. Luego nos cuenta leyendas: la de la
-Princesa Thalia, la del Jabalí blanco, la del Gran San Nicolás; otras
-más, aún, leyendas ingenuas y rudas en que pasan, por las llanuras,
-salvajes, héroes sangrientos, implacables magas, y también, a veces,
-graciosas principesas.
-
-De Marés ha sabido dar a sus leyendas las apariencias de cuentos
-populares, y esa apariencia convenía a narraciones que el autor quería
-hacer notar bárbaras; ha sabido, recordando de un cuento a otro,
-ciertos motivos, ciertos personajes o ciertas aventuras, dar unidad a
-su libro.
-
- * * * * *
-
-_L'Ovex_, por François de Nion. «El parentesco natural es para el
-matrimonio un impedimento dirimente, u óbice. Teología católica. Este
-epígrafe, bastante claro, permite que, sin gran esfuerzo, se adivine el
-contenido del libro, al menos en sus líneas esenciales.»
-
-Mademoiselle de Royans, unida desde hace unos meses a un amigo de
-infancia, Jean de Vienne, descubre, en un pabellón en ruinas, antiguas
-cartas de su madre, de donde resulta que mademoiselle de Royans es
-hermana de su marido. Así, ante la joven, que no quiere divulgar el
-secreto maternal, se plantea un terrible dilema. Huir, sin motivo
-aparente, de Jean, a quien ama, o continuar el incesto. Un confesor,
-a quien ha consultado, le da el extraño consejo de continuar llevando
-sus deberes de esposa, sin rebuscar las ocasiones. Pero llega de Roma
-una anulación del matrimonio, y la señora, no queriendo decidirse por
-una ruptura, se deja llevar por una ola en los baños de mar en que
-se encuentra. Tal es la trama, muy simple, como se ve, de esa novela.
-Hay un estilo refinado hasta la preciosidad, en esta obra, en que las
-réplicas alternan vivamente, los personajes se presentan bien claros,
-en que los detalles no están desprovistos ni de propósito ni de
-oportunidad.
-
- * * * * *
-
-_La suprema voluptuosidad_, por E. Gómez Carrillo. Un librito bien
-escrito, mal pensado y falsamente perverso. Influencia de las
-«Eróticas», de Rops. Desearíamos que el joven autor perseverase en sus
-estudios de crítica, que le han dado un justo renombre.
-
- R. D.
-
- 9 junio 1896.
-
- [Ilustración]
-
-
-
-
- EL DIVORCIO
- DE JEANNETTE
-
- Affaire Daudet-Hugo
-
-
-¿RECUERDAN nuestros lectores el ruido que hizo en el mundo el
-matrimonio laico de la nieta de Víctor Hugo y el hijo de Alfonso
-Daudet? El tremendo Drumond tuvo a la sazón grandes desahogos.
-
-El escándalo del matrimonio civil del hijo de Daudet, decía el
-antisemita, no es, desde luego, una excelente ocasión de ver claro en
-el alma de un gran letrado de fines del siglo XIX, de saber exactamente
-la idea que un escritor ilustre se forma de esas cuestiones religiosas,
-que a través de las edades han interesado y apasionado a los más nobles
-espíritus de la humanidad.
-
-El padre de Daudet era un realista convencido; la madre, brava y digna
-mujer si las hubo, era una católica ferviente, como hay tantas en
-Mediodía; murió con el rosario en la mano; la hermana de Daudet es
-también una católica practicante. El hijo más joven del escritor,
-Luciano, gentil muchacho que tiene el aire tan distinguido y tan dulce,
-se ha educado en un Establecimiento religioso, en la escuela Bossuet;
-frecuenta San Sulpicio; su madre le acompaña, y para ayudarle, toma
-notas sobre el sermón, con la tranquila y sonriente bondad que pone en
-todo. Drumond mismo ha conducido a Luciano a misa, y se ha edificado
-con aquél buen comportamiento.
-
-A León Daudet, estudiante, se ha referido recientemente, en el
-_Courrier Français_, el señor Groussac; Drumond nos dice que ha
-visto crecer su inteligencia. «Le he preguntado a menudo sobre el
-vocabulario médico, y me he extrañado de la precoz lucidez de espíritu
-de ese joven, que si hubiese querido trabajar[1] hubiera tenido las
-intuiciones filosóficas de su padre, con la ventaja de una educación
-más rigurosamente científica; ¡jamás, en cambio, he descubierto en
-él la sombra de una hostilidad contra la religión! La conmoción,
-justamente, lo que daba idea del asombro general, es ver a esas gentes
-renegar del Dios de sus padres públicamente, cínicamente, ante todo el
-mundo, únicamente porque hay una gruesa dote: tres millones». Y sobre
-Juanita: «¿Conocéis más antipática criatura que esta joven casada, que
-se estrena en la vida con una manifestación escandalosa?
-
- [1] Cuando Drumond publicaba estas líneas, el autor de _Hœnes a
- L'Astre Noir_ no había dado a la luz ningún libro.
-
-Tiene veintitrés años--era en 1891--, edad en que se cree en Dios como
-en el amor, en la poesía, en la esperanza... Ella no se da cuenta
-de que hay pobres muchachas que no tienen tres millones, que están
-colocadas entre la prostitución y el hambre, y que tienen necesidad de
-que se les deje creer en alguna cosa para resistir a las tentaciones de
-la miseria». «La desgraciada niña no es tan culpable como parece. Era,
-en verdad, graciosa, cuando, dando los buenos días a todos, se paseaba
-alrededor de la mesa, en las comidas de Víctor Hugo... Es Lokroy
-quien»... Y aquí la ineludible conclusión: ¡el semitismo tiene la culpa!
-
-Esa infancia de Jeannette, de George, de esos nietos que tuvieron por
-arrullo un inmortal y amable coro de versos: _El arte de ser abuelo_,
-ha sido una especie de leyenda. Ellos fueron los infantes de Hugo,
-emperador de la barba florida.
-
-Por el secretario de Hugo, Lesclide, se saben cien pequeñas cosas,
-ligeros detalles, adorables incidentes y simples monadas. Recordemos
-algo de Jeannette en la vida íntima.
-
- * * * * *
-
-El maestro, anotaba Lesclide, adora a su nieta, y cuando no es madame
-Drouet quien nos trae sus «mots d'enfant», él lo hace voluntariamente.
-
---¿Cuándo tendré la muñeca que me has ofrecido?--preguntó Juana a una
-dama poco antes de los «etrennes».
-
---Pues--respondió la dama--el día 1.º del año que viene; es la época en
-que nacen las muñecas.
-
---Te aseguro, replicó Juana, que no hay necesidad de esperar tanto
-tiempo. ¡Nacen muy bien por Pascuas; hay huevos que están llenos de
-ellas!
-
-Augusto Vacquerie, el escritor que acaba de morir, le dijo un día con
-tono serio:
-
---Señorita Juana, ¿sabes que tienes una cuenta a cobrar en el _Rappel_?
-
---¿Qué cuenta?
-
---Tres francos setenta y cinco, por tres _mots de la semaine_.
-
-Juana duda y se vuelve a mirar a su abuelo.
-
---Papá--así llamaban a Hugo sus dos nietos--, ¿es cierto eso?
-
---¿Cómo?--responde el poeta--. ¿Tú escribes en los diarios? ¡Y sin
-avisarme!
-
-Un día Juana dice a su abuelo:
-
---Papá, ¿no soy suficientemente grande?
-
---Sí, amor mío, lo eres.
-
---Y bien, yo quisiera no acostarme temprano esta noche.
-
---¿Por qué?
-
---Vienen senadores a hablar contigo; quiero verlos.
-
---Pero, querida, vas a aburrirte.
-
---No me aburriré.
-
---Querrás jugar.
-
---No jugaré.
-
---Harás ruido.
-
---Estaré bien formal.
-
---¡Y bien!--dijo el abuelo--. Arregla eso con tu madre; por mi parte,
-acepto con gusto.
-
-La chiquilla estaba contenta con aquella muestra de confianza.
-
---¿Sabes política?
-
---No; oiré lo que dirán.
-
-Por la noche los senadores concurrieron.
-
-La señorita Juana, agarrada de la levita de su abuelo, los escucha
-atentamente. Una formalidad ejemplar. Víctor Hugo muestra una gran
-vivacidad oratoria, se exalta, y su voz sonora hace resonar el salón
-rojo.
-
---¡Papapá!
-
---¿Qué, hija mía?
-
---¿No es conmigo con quien estás enojado?
-
---No, «Ma mignone».
-
-La tertulia se acaba; los senadores se van; no hay sino una voz para
-alabar la _ténue_ de mademoiselle Jeanne.
-
-Lo cual le hace venir otra idea.
-
---Abuelo, ¿quieres llevarme al Senado mañana?
-
---Sí, si eso te divierte; no tienes sino que ir con tu madre.
-
---¡No, con mamá no quiero, contigo!
-
---No es posible, no te dejarían entrar.
-
---Pero si tú lo dices...
-
---Aunque lo diga yo.
-
---Y bien, tú no dirás nada; me tomarás de la mano, entraremos y me
-pondrás sobre tus rodillas.
-
---Sí, pero vendrá un ujier vestido de negro y con una gran cadena, y te
-dirá: ¡Señorita, vos no sois senador!
-
---Y yo responderé: ¡Señor, yo soy su nieta!
-
-Una noche, en el salón un tanto sombrío de la rue Drouot, 20, madame
-Charles Hugo tenía un bebé sobre sus rodillas y lo vestía para dormir.
-
-A alguna distancia, Víctor Hugo hacía arrodillarse a Juanita, _dans le
-plus simple appareil_, y le hacía decir su plegaria. En esa plegaria,
-extraña a las liturgias conocidas, Juana pedía a Dios ser discreta y
-obediente, le recomendaba a su padre muerto, a su tío Francisco Víctor,
-enfermo entonces, y todas las personas que le rodeaban.
-
-La pequeña Juana interrumpía la oración con bien ingenuas reflexiones.
-No se cuidaba, por ejemplo, de orar por su hermano, que le había dado
-un mojicón.
-
-Un día Juanita y su hermano Jorge se divertían ruidosamente en el salón
-rojo de la rue Clichy, con la efusión natural a su edad. Entre otros
-juegos, se había tomado al gato Gavroche para un steeplechase; pero
-Gavroche, pacífico y serio, no había querido. Su amiga Juana lo llevó
-entonces al nido maternal despidiéndole: «tú quédate con tus padres».
-Después de lo cual llamó a su abuelo y le explicó sus intenciones. Y el
-abuelo puso su gloria en cuatro patas.
-
-La chiquilla recibió al día siguiente estos versos:
-
- L'autre soir, en jouant avec votre grand-père
- dans l'antre où ce buveur de sang fait son repaire,
- vous lui fîtes porter le plus doux des fardeaux,
- O Jeanne! et je vous vis lui monter sur le dos.
-
- Résigné, comme on dit que le fut Henry Quatre,
- où jugeant inutile et vain de se débattre,
- Papapa sous le joug se courba doucement
- et sur l'épais tapis marcha docilement.
-
- Sans être un grand devin, je puis, mademoiselle,
- dévoiler l'avenir en partie a vos yeux:
- avant qu'il soit longtemps, vous serez grande et belle,
- et fière de porter votre nom glorieux;
- vous tiendrez d'une mère une grâce infinie;
- votre sang doit vous faire un esprit sans rival;
- vous aurez la beauté, peut être le genie...
- mais vous n'aurez jamais un semblable cheval.
-
- * * * * *
-
-Después, el dios entró en el Panteón... y Jorge y Juana en el mundo.
-
-De ambos se volvió a oír hablar; de Juana, por su matrimonio laico con
-el hijo de Daudet; de Jorge, por ciertos escándalos de mozo de vida
-alegre...
-
-Y luego, cinco años después de casada, Juanita se separa de su marido.
-
-León Daudet es un espíritu altivo, un cerebro fuerte, un pensamiento
-quizá con demasiados músculos. Muy poco de artista, muy mucho de
-«sabio». Estudió para médico. Ya nos ha dicho Drumond cómo le
-consultaba el joven sobre tecnicismos médicos. Dejó la carrera y se
-tornó escritor, con un bagaje y una médula científica que dan a sus
-escritos cierta firme y enraizada fortaleza. Y ha ido a rápidos pasos.
-De _Hœenes a L'Astre Noir_ hay un visible progreso. Y en sus críticas
-de la _Novelle Revue_ revela un juicio personal. Su padre ha dicho: «A
-los escritores, como mi hijo, pertenece la literatura del siglo XX», en
-una reciente interview.
-
-Y se atrevió León Daudet a publicar el _Astro Negro_... La Prensa de
-París ha respetado la más sagrada de las memorias, el más alto de los
-nombres de la poesía francesa, y no se ocupó del libro.
-
-La Prensa no dijo media palabra sobre el Astro de Seneste--cuya
-figura y descripción están bien claras para el menos entendido--. Se
-dijo que León Daudet aseguraba haber querido pintar en el incentuoso
-grande-hombre--«¡Vous êtes un homme, monsieur Goethe»...--¡a Wagner!
-Más a la vista estaba la tempestad en el hogar de Juana Hugo. Luego la
-dedicatoria del libro, por León Daudet, a su abuela... Se murmuró de
-revelaciones y secretos escabrosos... A Buenos Aires envió J. Lermina
-una correspondencia sobre el asunto, que Mariano de Vedia no publicó.
-Después, el divorcio, iniciado hace más de un año, y que acaba de
-resolverse, según lo ha comunicado ha pocos días el corresponsal de _La
-Nación_, en París.
-
-Algunos han pensado que León Daudet ha hecho el escándalo público,
-para tener un ruidoso éxito de librería.
-
- * * * * *
-
-Juana Hugo es hoy una de las divorciadas más tentadoras de París.
-Probablemente se casará pronto: es rica y princesa de la sangre; bella
-e inteligente. Mas si ha logrado todo o gran parte de lo que le anunció
-su abuelo en los versos que le hizo cuando imitó hípicamente a Enrique
-IV, no tendrá ciertamente ni una cabalgadura como aquella, ni las horas
-de oro que conducían su vida cuando
-
-Jeanne était au pain sec dans le cabinet noir...
-
- Febrero, 25-1895.
-
- [Ilustración]
-
-
-
-
- A JOSÉ MIRÓ
- (JULIÁN MARTEL)
-
- El día de su muerte
- 10 de diciembre de 1896
-
-
-PASO a paso, melancólicamente, como un sonámbulo que persiguiese una
-mariposa y se perdiese en lo profundo de bosques sombríos, así tú, tras
-tu ilusión, mi amigo Julián Martel, penetras en la noche de la muerte.
-
-Yo te he conocido en la primavera de tu juventud, triste enamorado de
-la gloria, soñador testarudo, cultivador de rosas de fantasía. Vivías
-en tu sueño, que era un jardín cuidado perennemente por tu alma.
-Parecía que no oyeses la voz del mundo, de este mundo nuestro. Sí, una
-voz como de sirena que te atrayese a una isla encantada, de un raro
-mundo, de verdes laureles, de cantos, de reales grandezas, de perpetuos
-triunfos; un mundo fuera del mundo: _anywhere out of the world!_ Porque
-nunca quisiste convencerte, poeta como eras, de que fuesen verdaderas
-las espinas que rasgaban tus carnes, los abrojos que encontrabas a tu
-paso, las crueles ortigas, las zarzas amargas y ásperas; así, aun
-cuando dijeres en tus prosas o en tus versos los dolores de la vida,
-enflorabas tu pensamiento, y tu frase, con flores de idealidad y de
-dicha, de modo que te engañabas a ti mismo y te prometías siempre para
-el día que viene, para la próxima aurora, un festín de poesía, en que
-las musas sirvieran a tu espíritu ansioso los más puros rocíos, en las
-copas de las más frescas azucenas. No te dejabas vencer por la vida,
-mentirosa y fatal enemiga; eras siempre fiel a la divina imposible. La
-vida se vengó de ti, entregándote a la muerte.
-
-Amabas el arte, amabas la hermosura, amabas las palmas del triunfo, mas
-te faltaron músculos para las decisivas ascensiones, para las bregas
-decisivas. Tu corazón era una urna de bondad, de bondad ingénita y
-sencilla, de una bondad colombina; había mucho de tu corazón en tu
-cerebro, de manera que pensabas sintiendo.
-
-Los que como yo supieron lo íntimo de tus secretos pasionales, sabemos
-que cuando la tristeza te poseyó, fué por causa de amor; eras un
-sensitivo y un romántico. Hay una de tus poesías en que un reloj
-simbólico señala el secreto de tu existencia.
-
-En estrofas poeanas dices la agonía de las ilusiones, y al fin estalla
-el reloj, en un momento que no es por cierto el último. ¡El último ha
-sido éste, mi querido Julián Martel: ayer ha estallado el reloj de tus
-sueños de poeta, ayer cuando has cerrado los ojos, y amor y gloria y
-sueños y esperanzas se han desvanecido con la luz de tus obscuras
-pupilas!
-
-Eras raro como la lealtad, ardiente como el entusiasmo. Sabías todavía
-amar y admirar. Sabías pasear tu figura pálida y noble entre las
-medianías antosugestionadas, y tu cansada indiferencia fatigaba las
-inutilidades petulantes. Intentabas odiar--aunque no lo podías a causa
-de la excepcional virtud de tu sentimiento--la tiranía de la chatura,
-el poder de los dictadores del «buen sentido»; eras enemigo de Pilatos.
-
-Tu obra principal y mayor--que es casi toda tu obra--fué un clamor de
-venganza contra la fortuna, que te fué traidora como una bella querida.
-Y tú, como artista, como poeta, habías nacido para las grandezas y
-poderíos. No eran plebeyos ni tu sangre, ni tu gusto, ni tu papel de
-héroe de Musset, ni tu estilo que buscaba siempre un rumbo.
-
-¡Cuántas veces soñamos juntos, en noches de amistad amable! Yo oía tus
-imaginaciones de oriental, tus fantaseos de rajah, la historia nunca
-concluída de tus lindos castillos en el aire, y te acompañaba encantado
-a tus excursiones por los países de lo irrealizable.
-
-¡Fuiste mi amigo en arte y en existencia; me defendiste, me amaste, me
-comprendiste, desde que, al llegar a Buenos Aires, me fuiste a saludar
-en nombre de _La Nación_, en cuya casa confraternizamos!
-
-¡Por eso, por tu corazón y talento, yo te defenderé y amaré tu memoria
-puesto que te comprendí! _¡Raté!_ dirá una conciencia; y mi corazón
-clamará: ¡Haced _La Bolsa_! ¡Y culparé a tu desconocido genio maléfico,
-o a tu sino, de que no hayas llegado a poner en tu torre soñada tu
-pabellón de victoria! Atmósfera propicia te faltó, tierra te faltó,
-aliento te faltó. Mueres demasiado temprano, pero tuya es solamente la
-mitad de la culpa.
-
-Ahora tu visión astral y penetrante verá sobre el haz de la tierra
-quiénes te amaron de veras, quiénes fueron tus amigos. Yo no miento
-lágrimas; yo te digo adiós con una tristeza que puedes ver en lo hondo
-de mi alma.
-
-Notarás, mi querido Miró, que no va mi corona entre las que acompañan
-tu féretro: ¡Yo te haré una de versos!
-
- [Ilustración]
-
-
-
-
- FIESTAS PRIMAVERALES
-
- Una dalia
-
-
-CORTESANA de duro seno, de ojo opaco y obscuro, que se abre
-lentamente como el de un buey; tu gran torso reluce como un mármol
-nuevo.
-
-Flor gorda y rica, a tu alrededor no flota ningún aroma, y la belleza
-serena de tu cuerpo desenvuelve, mate, sus impensables acordes.
-
-Ni aun a carne trasciendes, salvo que al menos exhalan las que van
-removiendo los héroes, y tú te entronizas por lo insensible al incienso.
-
-Así la dalia, rey vestido de esplendor, eleva sin orgullo su cabeza sin
-perfume irritante en medio de los jardines incitativos.
-
- * * * * *
-
-¡Flores sobre flores! Flores de estío, flores de primavera, flores
-descoloridas de Noviembre, vertiendo la pena de los adioses, y en los
-trenzados los crisantemos; los lotos reservados para la mesa de los
-dioses, los lises altivos entre las espesuras de amarantos, irguiendo
-con orgullo sus tirsos radiosos; las rosas de Noël, de palideces
-transparentes y, después, todas las flores enamoradas de las tumbas,
-violetas de los muertos, helechos olorosos, asfódelos, soles heráldicos
-y bellos, mandrágoras que gritan con voz sobrehumana al pie de los
-patíbulos negros que frecuentan los cuervos. ¡Flores sobre flores!
-¡Deshojad flores! Que se paseen incensarios floridos sobre la tierra en
-donde, allá lejos, duerme Ofelia con Lady Rawena de Tremaine. ¡Amor!
-¡Amor! Y sobre sus frentes, que tú inclinas, haz rodar la púrpura
-extática de las rosas, semejante a la sangre alegre vertida en los
-combates. Antes cantaban ellas, vírgenes rosadas, rubias, los amantes
-de los días que no renacerán nunca, bajo sus vestidos tejidos con oros
-finos y argírosas. ¡Oh, lejanas dulzuras de las primaveras concluídas!
-¡Apertura auroral de las ideas! ¡Puerta del cielo ofrecida a los labios
-de los elegidos! ¡Las vírgenes hoy, muertas o poseídas, están lejos!
-¡Muy lejos! La esperanza ha caído de nuestros corazones, como las ramas
-podadas de un árbol.
-
-Y la sombra, y los pesares y el olvido, son los vencedores.
-
-A través de los iris y juncos, Ofelia abandona su alma a los
-arrulladores murmullos del río, único testigo de su melancolía. Y he
-aquí que en el fondo de la verdosa espesura suenan confusamente harpas
-cristalinas, atrayendo con sus ritmos obsesores. El oro difuso del
-Sol empurpura las colinas, por el lado del castillo de Elseneur, y las
-torres que obscurecen ya las tinieblas hyalinas. La noche felina, con
-su traje de terciopelo, arrulla a las aguas, los valles profundos y
-los cielos tristes, y con los sauces ruidosos esfuma los contornos.
-Y las nubes rojas del poniente con colinas que trepan lanza en puño,
-atroces caballeros que espolean el vuelo furioso de los unicornios.
-Luego, la dama que sueña con los juramentos olvidados canta entre
-dientes un _vireylay_ muy antiguo. La demencia extiende sobre su frente
-multiplicados duelos. ¡Flores sobre flores!
-
-Sollozos cortan su romanza, mientras que, con los cabellos coronados de
-jazmín, se inclina hacia los juncos del río inmenso. Los Nixos, cerca
-de la orilla le señalan el camino, y tranquila, al curso de la onda en
-las gláucas praderas, desciende con ¡no me olvides! en la mano. Las
-flores palustres sobre sus pupilas apagadas pondrán el dictamo adorado
-del sueño, en jardines de...
-
-
-
-
- Fiestas primaverales
- Los poetas y las flores
- (CONTINUACIÓN)
-
-
- LOS NENÚFARES
-
- (BARBEY D'AUREVILLY)
-
- _Allons, bel oiseau bleu, venez chanter votre romance a madame..._
-
- (SUZANE.)
-
- _Vous ne mettrez jamais dans votre flore amoureuse le nénuphar blanc
- qui s'appelle..._
-
- (UNE PREMIÉRE LETTRE.)
-
-I.--¡Nenúfares blancos, oh lirios de las aguas límpidas, nieve que
-surge del fondo de su azur, que adurmiéndose sobre vuestros tallos,
-tenéis necesidad, para dormir, de un lecho puro! Flores de pudor,
-¡si!, sois demasiado altivas para dejaros cortar... y vivir después.
-¡Nenúfares blancos, dormid sobre vuestros ríos! ¡Y no os cortaré jamás!
-
-II.--Nenúfares blancos, flores de las aguas soñadoras, si soñáis, ¿en
-qué soñáis? Pues para soñar preciso os es estar enamoradas, es preciso
-tener el corazón enamorado... o celoso; pero vosotras, ¡oh, flores que
-el agua baña y protege, para vosotras soñar... es aspirar el frescor!
-¡Nenúfares blancos, dormid en vuestra nieve; yo no os cortaré jamás!
-
-III.--¡Nenúfares blancos, flores de las aguas adormecidas, flores cuya
-blancura da frío a los corazones ardientes, que os hundís en vuestras
-aguas desentibiadas cuando el sol luce, nenúfares blancos! Quedad
-ocultos en los ríos, en las brumas, bajo los sauces espesos... ¡De las
-flores de Dios, sois las últimas! ¡Yo no os cortaré jamás!
-
-
- LA CANCIÓN DE LAS ROSAS
-
- (ROBERT DE LA VILLEHERVÉ)
-
-Encanto de los ojos extasiados, los rosales divinos; los rosales no
-darían tantas rosas, si no fuese la juventud en flor, que, rota,
-después del dolor, renace y revive en las cosas.
-
-Las rosas de púrpura o de plata, que junio, artista diligente, reviste
-con los colores de la vida, en su brillo, en su palidez, son la
-metamorfosis en flor, de una niña arrancada por la muerte.
-
-Y por eso, en los repliegues de sus pétalos delicados, obstinadamente,
-la rosa oculta--como las vírgenes el suyo--su corazón de oro, gloria de
-la flor, su corazón invisible, sin mancha.
-
-Y por eso, en los rayos, cerca de ella, las mariposas azules revuelan
-querellándola, y la aman mujer, la aman flor, y el claro enjambre
-acariciador quisiera aun morir por ella.
-
-Y por eso, la fresca mañana, bajo la seda y el raso, hace, para adornar
-la flor querida, una perla de cada lágrima y una estrella de cada
-perla.
-
-
- CRISANTEMOS
-
- (HENRI CORBEL)
-
-Flores que vertéis el olvido de los odios obstinados, vosotras dejáis
-sobre nuestros corazones el pesar de los bellos días, viniendo a
-inspirar nuestros últimos amores: vuestros rayos son el adiós de las
-estaciones afortunadas.
-
-Crisantemos, perfume de nuestros años de jóvenes, vuestros ojos son
-dulces como los de los trovadores; en vuestros pétalos de oro, en
-vuestros encantadores atavíos, nacéis en los umbrales de los graves
-destinos.
-
-Y vuestro brillo discreto no es si no divino.
-
-Al declinar el día, cuando la luz expira, cuando la brisa suspira
-y corteja al gran bosque, vosotras arrojáis, risueñas como un Dios
-Silvano, vuestras canciones, en la faz de los brumosos otoños, llamando
-los besos de los Soles monótonos.
-
-
- LAS FLORES
-
- (MALLARMÉ)
-
-De las avalanchas de oro del viejo azur, en el día primero, y de la
-nieve eterna de los astros, antes sacasteis los grandes cálices para la
-tierra, joven aún y virgen de desastres.
-
-La fiera Gladiola, con los cisnes de cuello fino, y ese divino laurel
-de las almas desterradas, bermejo como el puro dedo del pie de un
-serafín, que enrojece el pudor de las auroras holladas; el jacinto, el
-mirto de adorable brillo y semejante a la carne de la mujer, la rosa
-cruel, Herodias en flor del jardín claro, aquella que riega una sangre
-soberbia y radiosa.
-
-¡Y tú hiciste la blancura sollozante de los lises que, rodando sobre
-mares de suspiros que roza, a través del incienso azul de los pálidos
-horizontes, sube, en un ensueño, hacia la luna que llora!
-
-¡Hosanna en el sistro y en los incensarios, Padre Nuestro, hosanna del
-jardín de nuestros limbos!
-
-¡Y concluya el eco por las celestes tardes, éxtasis de las miradas,
-scintilaciones de los nimbos!
-
-¡Oh Padre, que creaste en tu seno, justo y fuerte, cálices balanceando
-la futura redoma! Grandes flores con la balsámica muerte para el poeta
-fatigado a quien la vida debilita.
-
-
-
-
- NANSEN
-
-
-EN estas columnas de _La Nación_, con su estilo brioso y nervioso,
-hace ya algunos años, narró José Martí la leyenda de los héroes del
-Polo, cuando Greely volvía de su odisea; la leyenda, real y vivida, que
-es hermosa y trágica, de la cual es hoy héroe nuevo y triunfante el
-escandinavo Nansen, al cual recibió con palmas y músicas y discursos y
-versos su buena tierra de Noruega, cuando volvió de la aventura de su
-_Fram_ después de haber explorado el misterio del círculo polar.
-
-Contadas por el mismo Nansen van a ver nuestros lectores la historia
-extractada de su empresa: la historia completa y detallada la compró
-una casa de Inglaterra en 25.000 libras esterlinas.
-
-Ese compatriota de Ibsen, doctor y marinero, astrónomo y herbolario,
-dice con sencillez lo que le aconteció en las nieves, cómo la aurora
-boreal lucía, cómo la morsa atacó el Kayak, cómo vino el oso blanco
-hacia él. Y en él hay un soplo atávico de aquellos marinos que de su
-país se dice vinieron antes que nadie al mundo de América, y de los
-pescadores de ballenas y bacalaos que en las tempestades hallaran
-siempre su elemento, hechos al peligro y a la penuria, y de los seres
-cuasi fantásticos que se ven grandes y fuertes en las tradiciones
-populares, o pasan, extraños, bajo las arcadas de hielo de ciertos
-poemas bárbaros de Leconte de L'Isle.
-
-Él partió con fe y valor, bien provisto y acompañado de gente escogida;
-y no falló su cálculo que lo llevara hasta donde ningún hombre ha
-llegado en los fríos del Norte. Él realiza Julio Verne; él hace sus
-cosas como para que se cuenten a los niños, y los poetas de más tarde
-hagan poemas con esas prodigiosas cosas. Las gentes le señalan cuando
-le ven: «Ese es el hombre que ha vuelto del infierno blanco». Y en
-verdad que es su viaje dantesco, de un dantesco real y terrible, que
-ejecuta la fábula. Sus narraciones tienen el llamativo de las novelas
-de la imaginación; Marco Polo del Polo, nos cuenta cosas naturales
-que nos parecen cuentos de Simbad, y nos imaginamos su existencia en
-el desierto blanquísimo, adonde va guiado por una ciencia que parece
-poesía.
-
-Y por qué fué al viaje peligroso, a exponer la vida por su sueño, y
-comió galleta dura y carne del oso blanco y bebió café sin azúcar en
-una casa de nieve, y cuidó a sus buenos perros, y vió la noche larga,
-y la milagrosa luz magnética, anda ahora dando conferencias y haciendo
-libros que vende como diamantes, y come el faisán con el rey y recibe
-el cheque del yankee. Porque es persona de honra y provecho, y el viejo
-Ibsen dicen que estaba rezongando entre dientes, cuando la fiesta de
-Christianía.
-
-¿Pues no habrá que honrar y celebrar a estos buscadores de
-desconocidos? Nansen realiza su poema; él es su personaje principal,
-con un decorado de Snow, el brillo pálido del sol de media noche.
-
-Oigase su narración parca, de sujeto de obra y hecho; no todo es número
-y grados; de repente, el interés acrece de un modo vibrante, y en medio
-del silencio polar, fijáos cómo el doctor canta en cuatro líneas la
-llegada de la primavera.
-
- 26-4-1896.
-
- [Ilustración]
-
-
-
-
- LA FIESTA DE FRANCIA
-
-
-HOY es el día en que, bajo todos los cielos, en todos los climas,
-erige, resplandecientes al aire, sus palmas de bronce, la Marsellesa.
-Todo el mundo parece que tomase parte en la alegría de la Francia, cual
-excitados los espíritus por los zumos de un vago Champaña de victoria.
-Las banderas, los tambores, las fanfarrias, los himnos franceses, nos
-hacen alzar la cabeza, correr más viva la sangre, marchar, pensar en
-cosas heroicas y bellas. ¿Cuál es el secreto de que Francia sea amada
-de todos los corazones, saludada por todas las almas? Preguntad al
-pastor decisivo por qué da la manzana a una diosa señalada. Entre
-todas las princesas de la tierra, _¡ave, regina Galia!_, tú eres la
-más hermosa. El áureo París derrama sobre el orbe el antiguo reflejo
-que brotaba de la Atena marmórea. Ante esa capital mágica se extiende
-un inmenso océano de ensueños. Allá vamos los peregrinos del amor y
-del arte; allá van todos los adoradores de la vida, a cortar las rosas
-que curan con su perfume las ponzoñas de las víboras hiperbóreas,
-la somnolencia de filosofía brumosas. El idioma de Francia es el
-nuevo latín de los sacerdocios ideales y selectos, y en él resuenan
-armoniosamente las salutaciones a la inmortal Esperanza y al Ideal
-eterno.
-
-Celto-germana, burgonda o normanda, toda la sangre de Francia se vierte
-en una sola vena, toda la savia francesa da alimento y existencia a una
-sola selva de fuerza y de gracia, en donde una Bella--despierta--del
-bosque, en su maravilloso palacio, ofrece a todo caballero errante
-de la poesía o de la gloria, el vino prodigioso de sus inexhaustas
-ánforas. ¡Selva de enorme y dulce encanto!, en ella encuentran los ojos
-absortos, ya a Carlo Magno sobre su pino, ya a Víctor Hugo bajo su
-laurel.
-
-Son de «biniou», canto de marino de Bretaña, risueña farándula de
-Provenza, danzas provinciales, sus ecos nos llegan con los de la
-incomparable voz de París, dominándolo todo en clangor de gallo, o
-una cristalina diana de alondra. Y el arraigarse nuestra simpatía, no
-es tan sólo por ser Galia toda bella de su magnífica persona, sino
-también por la fragancia de su nobleza, por la virtud interior que se
-manifiesta en sublimes ímpetus o en brazos y alas abiertos: Francia, es
-hermosa por dentro; Francia, es buena; Francia, es generosa.
-
-Me habláis de horribles y sublimes locuras, de sangre; el populacho, la
-caramañola, el cuello blanco de la reina... (Esas son las estaciones
-de las naciones.) Floreal viene precedido de tantas tempestades... Mas
-ved cómo aún de esa roja floración, cada libre pueblo de la tierra
-ha ido a hacer su ramo, y en sus días de fiesta, se adorna con él el
-pecho. Por otra parte, el himno de Rouget de L'Isle, ha vibrado ya en
-el Kremlin y en el Vaticano. A Europa toda, a Oriente, al continente
-nuestro, el fuego de la vasta hoguera de la Revolución ha llevado una
-parte de su resplandor. Parece que algo del alma de todas las naciones
-hubiese salido libre de la Bastilla en el día siguiente de su asalto.
-
- * * * * *
-
-Mas la amable tirana de Francia se muestra de modo principal en su
-pensamiento, que levanta sobre la humanidad, gemado como un cetro. Bajo
-la basílica de oro, un pontifice invisible hay que consagra y pone
-en evidencia toda idea que llega de cualquiera de los cuatro puntos
-cardinales. Allá está la rosa de los cuatro vientos del espíritu. Su
-lengua es la verdadera lengua católica, en el verdadero sentido, la
-lengua del Universo. Hoy podemos decir lo que en su siglo decía el
-maestro del Dante: _La parleure en est plus delitable et plus commune à
-toutes gens_. D'Annunzio confirma a Brunetto Latini.
-
-El mongol, el abisinio, el persa, el descendiente del inca, el cacique,
-no hay quien, por bárbaro o ignorado, no alimente el gran deseo de
-contemplar la ciudad soñada. París es el paraíso de la vida, Francia
-es el país de la Primavera y del Gozo para todos los humanos. Yo creo
-sentir lo que todos. ¿Es el Sol? ¿Es el aire? ¿Son las flores? ¿Los
-monumentos? ¿Son las mujeres? ¿Es la historia? En muchas partes hay
-historia que revive en memorable fastos; bello Sol, aire puro, flores
-raras, palacios soberbios, monumentos magníficos, mujeres llenas de
-gracia o beldad. Mas he ahí el sol de París, que nos llena de átomos
-de oro como un licor impalpable, cuerpo y espíritu; he ahí el aire de
-París, que nos satura de una maravillosa fragancia, de una inacabable
-esencia de juventud y de entusiasmo, de manera que nos sentimos como
-dueños de una imperiosa potencia de crear y de sentir; he ahí las
-flores de París, como más femeninas que las flores de ninguna otra
-parte, pues diría que los mismos lirios parisienses saben ya los
-secretos sonrosados de las rosas; he ahí los monumentos de París, las
-joyas de París--tu Gioconda, tu Victoria de Samotracia--; he ahí la
-mujer de París: su nombre es Poliginia; comprende en sí a todas las
-mujeres, y es ella sola, es la mujer; buena burguesa o tipo de Cheret,
-o perversa de Rops, hay en ella el innato hechizo que fascinaría de
-nuevo a los hijos de los ángeles. Y, sobre todo, eso pasa como un aire
-de luz el alma de la Francia, el heroísmo, el soplo artístico, el vuelo
-aquilino de los triunfos. En aquel castillo está, rodeada de palmas y
-de lirios, Clemencia Isaura. Sobre aquel fondo de púrpura, se destaca
-imperial el perfil de Bonaparte. Tras la estación triste, un trueno
-de trompetas anuncia que la Francia siempre está en pie, coronada de
-yambos o ceñida de odas. Tener la flauta de Verlaine no le impide
-tener los clarines que portan las victorias del Arco del Triunfo o las
-bocinas del _Año Terrible_. Tras el grupo de sabios, sobre el hombro
-de Pasteur, alza la testa de toro el Balzac de Rodin. Pueden agitar el
-fondo de la fuente patria las maculadas manos de la política, los dedos
-en garra de la Administración prostituida; el alma francesa purifica el
-daño--¡ah, en veces por el fuego y por la sangre!--y se alza, intacto,
-el antiguo oriflama, sin rasgadura ni lodo. El Arte y la Ciencia tienen
-allí sus torres de asilo, cuando la tormenta pasa. La Tierra necesita
-de Francia. Por más que claméis, Naciones hipócritas, allá está la sal
-y la miel. Sal de Francia, ¡tú desafías todas las corrupciones; tú
-estarás siempre en todo bautismo cordial y mental!
-
- * * * * *
-
-Francia es hermosa por dentro. Francia es generosa. Ha tiempo, tanto
-tiempo que cortó la roca Durandal y torció el alifante el soplo
-heroico... Ha tanto tiempo que desde sus sombríos habitáculos escribía
-el segundo Felipe de España: He ordenado al duque de Parma que socorra
-a _mi ciudad de París_... Apartado casi de la vida de las Naciones
-políticas del mundo, pobre, gastado, el hidalgo vecino es provocado,
-desarmado, aplastado por un nuevo enemigo, más fuerte, más joven, más
-rico.
-
-Francia entonces estará de parte de la hidalguía caída, de la nobleza
-quebrantada, del antiguo y contrario paladín en desventura. ¡Bravos
-franceses! De Guiche pregunta a Cyrano de Bergerac:
-
-... Avez vous lu _Don Quichot_?
-
-Y Cyrano contesta:
-
-_Je l'ai lu._
-
-_Et me découvre au nom de cet hurluberlu._
-
-Francia, de tal manera se inclina ante la desgracia del Caballero
-Andante de las Naciones, porque sabe que, como dice el poeta, si
-las aspas del molino de viento le han echado hoy por el fango de la
-derrota, otras veces le han levantado en sus giros hasta los astros.
-
-Los señores sabios nos demuestran que no existen razas; que la raza
-latina, más que ninguna otra, no existe. Muy bien. Yo soy de la raza
-en que se usa el yelmo del manchego y el penacho del Gascón. Yo soy
-del país en donde un grupo de ancianos se sientan cerca de las puertas
-Sceas, a celebrar la hermosura de Helena con una voz «lilial», como
-dice Homero; yo soy de los países pindáricos en donde hay vino viejo y
-cantos nuevos; yo soy de Grecia, de Italia, de Francia, de España. Y
-cuando España está abatida y veo apagado su esplendor antiguo, rotas
-sus armas, secas las mamas que alimentaron el mundo en que he nacido,
-vacilante la corona que ilustraron cien capitanes y celebraron cien
-poetas, estoy triste, muy triste; cuando Grecia cae, padezco; y cuando
-Italia sufre, sufro; y cuando Francia, la reina Francia, está de canto
-con ella. ¿Sabéis qué es una fiesta de Francia? Una Gran Patria de
-opulentos senos, como la Libertad, de Barbier, se yergue enorme en su
-bronce, en el Imperio de los vientos; y a su alrededor la alegría como
-la Primavera, de Boticelli, ceñida de guirnaldas, seguida de cantos
-y de risas; el orgullo, armado de una espada de oro; el amor con su
-compañía de horas y de gracias; la Marsellesa, como en el bajo relieve
-del Arco; la canción jovial, rítmica y desnuda cual la encarnada en
-mármol Charpentier. Es la apertura, la súbita eclosión de las rosas
-del recuerdo, la visión de las floralias del porvenir. La Galia pasada
-revive, el viejo espíritu franco se anuncia con sus pájaros matutinos.
-Y el grito marcial _Allons enfants_... no asusta a los cisnes ilustres
-que en los lagos de Versalles algo buscan, haciendo misteriosos signos
-en el fondo de las arboledas con el blanco énfasis de sus cuellos.
-
-A clarín sonante y a tambor batiente fueron anoche los franceses de
-Buenos Aires, a saludar a su ministro, a sus diarios, a su club. Pues
-aquí en la República Argentina hay también un pedazo de Francia en
-donde amando el terruño hospitalario se guarda el culto por la gran
-patria que está al otro lado del mar. Entre la procesión de antorchas
-y estandartes iba la bandera de los tres colores. Cada corazón saludaba
-el símbolo. Trabajadores, comerciantes, periodistas, agricultores,
-obreros: los colonos franceses son queridos aquí; son planta buena
-que arraiga bien. Ellos no dejan de ser franceses; sus hijos son
-argentinísimos. Con todos ellos hemos aplaudido en nuestro suelo a sus
-estrellas de arte, a sus hombres de ciencia. Nuestras encantadoras
-mujeres se visten en francés y nuestras mentes jóvenes más que a otra
-luz mira lo que nos llega al amor de Francia.
-
-Celebran su fiesta los colonos como en casa propia, y no de otro modo
-podrían ser en donde riegan sus himnos por las calles adornadas;
-dicen a voz ardiente sus discursos patrióticos; congregan en la plaza
-pública sus huerfanitos que se sienten como llenos de padres en este
-día de sonrisas; van a visitar a sus pobres enfermos en el hospital
-donde hoy triunfan violetas, vinos y colores; juegan a la pelota,
-cual recordando el juramento histórico; distribuyen socorros a los
-necesitados; pedalean y patinan bebiendo un aire de gozo; van a saludar
-_quand même!_ la estatua de Alsacia Lorena, y en los teatros, con lujo
-y alegría, se canta, se recita, se aplaude, se ríe, y en los salones,
-se baila, se halaga, se siente, se ama ¡todo por amor a la Francia! Lo
-propio el rico propietario o el clubman en su círculo, que el obrero en
-su asociación o en su café preferido. Hay un placer contagioso que se
-derrama en ondas atrayentes. ¡En la comida, en la cena familiar, poned
-atención cómo el buen abuelo canta su couplet, de Beranger todavía!, y
-todos contestan con el «refrán».
-
-Allá en París, allá en Francia entera, hierve el inmenso entusiasmo.
-El presidente presencia la gran revista; todo el día es un _bouquet_
-de sol y música. Pero en París, como en Buenos Aires, como en todos
-lugares que haya franceses, esta noche, esta madrugada, al poner la
-cabeza en el descanso, los niños sentirán que ha pasado la noche buena
-de la patria; las damas soñarán con amores que llevan escarapela
-tricolor; los ancianos se sentirán satisfechos de ver cómo no muere el
-patriotismo a pesar de tantas saetas modernas que le van directamente
-al pecho; todos soñarán por la futura y progresiva creciente de la
-grandeza maternal.
-
- [Ilustración]
-
-
-
-
- CARLOS EZETA
- EN MONTE-CARLO
-
- Epílogo de la «Historia Negra»
-
-
-EL autor de estas líneas, a raíz de la traición que elevara a los
-hermanos Ezetas al poder, en la República del Salvador, publicó en
-Guatemala un folleto con el título de _Historia Negra_; contiene
-la narración exacta de los sucesos en que fué víctima lamentada el
-presidente Menéndez.
-
-Cinco años después amplió aquellas apuntaciones en un artículo que
-apareció en las columnas de este diario, a propósito de la caída de los
-Ezetas.
-
-Los lectores de _La Nación_ están, pues, al corriente de los
-acontecimientos en que tanto se ha hecho sonar la tan famosa tiranía
-bicéfala de aquel pequeño país centroamericano.
-
-Ayer el cable nos ha comunicado el escandaloso y ridículo epílogo de la
-_Historia Negra_, haciendo saber al mundo cómo los millones acaparados
-por «el hombre del 22 de junio» se han evaporado en la ruleta de
-Monte-Carlo.
-
-En cinco años de poder, Carlos y Antonio Ezeta, que antes de la
-traición no tenían sino sus sueldos de militares, se convirtieron
-en millonarios: casa en Madrid, estancias en el Salvador, rentas,
-depósitos en el Banco de Londres.
-
-Recientemente la asamblea salvadoreña ha ordenado la instrucción del
-largo proceso.
-
-Cuando huyeron a los Estados Unidos los dos hermanos, les fueron
-embargadas por el Gobierno de Gutiérrez las propiedades que tenían en
-el país.
-
-Siguiendo las huellas de todos los ex presidentes de la _Pepa_, Carlos
-se dirigió a París a gozar de su dinero, en tanto que Antonio estaba
-preso en San Francisco de California, a pedido del Gobierno salvadoreño
-que negociaba su extradición.
-
-Esta no se pudo conseguir, y Antonio, ya libre, se dirigió a Méjico, en
-donde creía encontrar apoyo en Porfirio Díaz.
-
-Parece que cuando estuvo a punto de estallar la guerra entre Méjico y
-Guatemala, Antonio Ezeta ofreció sus servicios a la primera nación,
-con esperanzas de poder después recibir auxilio para revolucionar el
-Salvador.
-
-Uno y otro hermano hicieron más de una vez que el cable comunicase de
-ellos poco honrosas noticias; ya era Carlos humillado y afrentado en
-un teatro de París por un colombiano a quien persiguiera durante su
-tiranía; ya era Antonio haciendo el Don Juan Tenorio con doncellas de
-labor en el país del tío Samuel. Mucho tuvieron que hacer los lápices
-de los caricaturistas.
-
-Esparcidos por todos lugares, después de la _débâcle_, los exseides
-de los Ezetas, tenían encargo de comprar a la Prensa extranjera poco
-escrupulosa. La diatriba y el odio se multiplicaron contra los antiguos
-amigos de Menéndez y los vencedores de la revolución encabezada
-por Gutiérrez. El autor de la _Historia Negra_ no fué de los menos
-atacados, y hasta la superchería de una falsa muerte fué propalada por
-diario como _La Estrella de Panamá_.
-
-Mientras Antonio Ezeta pretendía inútilmente que Porfirio Díaz le
-ayudase a recuperar el Gobierno perdido, Carlos se divertía.
-
-Sin la distinción y la habilidad de un _rasta_ de alto vuelo, de un
-ilustre americano, no podía aspirar a casar a sus hijas con un Morny,
-ni a figurar en el «tout Paris» en manera alguna. Dedicóse a gastar sus
-millones, y la vida parisiense le fué fácil para ese objeto.
-
-Mas el nabab iba quedándose cada día con menos rentas, y buscó refugio
-en Monte-Carlo. Monte-Carlo le ha llevado a la ruina; ruina pregonada
-por la Prensa del mundo.
-
-Es un hermoso capítulo de _Los presidentes en el destierro_--novela que
-espera un Daudet corregida por Juvenal.
-
- * * * * *
-
-Es en verdad digna de estudio la vida política de esos países
-centroamericanos. _South America_ no cuenta con ejemplares tan
-admirables de perfecta tiranía. Luego ¿no es asombroso que de
-republiquitas cuyos habitantes son los de un barrio de Buenos Aires,
-puedan extraer esos tiranuelos dineros con que ufanarse varias veces
-millonarios?
-
-Un día, Emilio Castelar, ofrecía en su casa, de Madrid, un almuerzo al
-representante de una República centroamericana, antiguo colaborador de
-_La Nación_. Como éste viese en una _panoplia_, entre varios retratos
-de celebridades universales, uno de Carlos Ezeta, dijo, poco más o
-menos, al célebre tribuno:
-
---Voy, señor, a buscar en Madrid un retrato de San Martín o de Bolívar,
-de Bello o de Andrade, para que esté quien debe estar en el lugar
-que ocupa en esa panoplia el presidente del Salvador. ¿Sabe usted la
-historia política de Carlos Ezeta?
-
-Sonriente, Castelar, se dirigió a un amigo suyo, invitado al almuerzo,
-el Sr. Abarzuza, que después ha sido ministro.
-
---Esos países, esos países, están aún en estado primitivo.
-
-Y continuó en larga peroración, con su manera siempre oratoria y
-maravillosa. Habló de las frecuentes revoluciones americanas, de las
-tiranías nuestras desde Rosas a los Ezetas, pasando por Guzmán Blanco
-y Rufino Barrios y Zaldívar. Bien enterado de nuestras agitaciones y
-pequeñeces, disertó de modo magistral, concluyendo, optimista, por
-augurar un tiempo mejor. Y en cuanto a la particularidad del envío
-del retrato de Ezeta, habló de la pomposa dedicatoria, y de cómo no
-era el primer retrato de mandarín americano que hubiera recibido con
-dedicatorias semejantes.
-
-El retrato del tirano salvadoreño le había llegado por medio de los
-hijos de su amigo Carlos Gutiérrez, el millonario de San Sebastián, los
-cuales eran agregados, si mal no recuerdo, a la Legación del Salvador,
-presidida por Enrique Soto.
-
-De este ministro contó aventura tan peregrina, que quizá jamás se haya
-visto cosa semejante. Consultaba, nada menos, con Castelar, la manera
-de ser recibido por la reina Cristina, _sin pronunciar el discurso_
-correspondiente...
-
-¡Y cómo reía el maestro cuando narraba el caso!
-
-Naturalmente, el embajador Carlos Ezeta tuvo que pronunciar su
-discurso, después de ser introducido por Zarco del Valle.
-
-La compra de una casa-palacio en Madrid, según decires, fué hecha por
-un capitán, Francés y Roselló, y un señor Jerónimo Pou, ex secretario
-de Ruiz Zorrilla; Pou y Francés ayudaron a los Ezetas en su traición,
-estando ambos, en aquel tiempo, encargados de la escuela militar de la
-capital salvadoreña.
-
- * * * * *
-
-Antes de Carlos Ezeta, la América Central ha tenido excepcionales
-ejemplares de tiranos, comenzando con Darrera y acabando con Sacasa.
-
-La unión de las cinco Repúblicas sería el comienzo de una verdadera
-regeneración; pero las ambiciones personales y los intereses de partido
-dificultarán por mucho tiempo el sueño de Morazán, de Cabañas y de
-Jerez.
-
-Los _pronunciamientos_ tienen por hoy raíces inextirpables, y de ellas
-no salieron Gobiernos buenos ni Gobiernos malos.
-
-El imperio del militarismo triunfa, y los Presidentes de las Repúblicas
-no están seguros ni de los jefes de sus guardias de honor. Y no hay
-entre ellos más diferencia que la de la honradez: Menéndez, o Ezetas.
-
- 21-3-1895.
-
- [Ilustración]
-
-
-
-
- HORACIANAS
-
-
-LA fidelidad une al traductor inglés (Gladstone) con el argentino. Así
-se explica que en las traducciones de Gladstone, como en las de Mitre,
-haya sus inversiones y construcciones más o menos obscuras. Muchos han
-querido ser el espejo fiel del poeta latino. Mas ¿cómo lograr, ni el
-uno con su violento y elíptico inglés, ni el otro, aun con las ventajas
-del español, dado los inconvenientes que hay para que exista un buen
-consorcio entre las musas y los hombres que manejan los asuntos del
-Estado, y, como la política, es muy poco compatible con las músicas de
-la lira?
-
-Los Gobiernos, sobre todo los Gobiernos democráticos, han ignorado
-siempre--¡cuándo no han sido fatales para ellos!--a los grandes
-artistas. Algunos célebres conquistadores guerreros y reyes han tenido
-a bien recrearse con el cultivo de las artes y de las letras. Lino
-enseña a Heracles a tocar la lira; Alejandro, lee su Homero; Napoleón,
-no desdeña rimas alejandrinas; Enrique IV, invoca el amor en versos;
-Carlos IX, versifica; _Un ingenio de esta corte_, hace comedias. El
-genial Carnot, que hizo canciones, despide líricamente a Felicidad
-Glairez, que parte para París de Magdeburgo:
-
- Félicité nous est ravie;
- Mon cœur en est déconcerté;
- Les Ris, les Grâces l'ont suivie;
- Pour nous plus de _félicité_.
-
- Que le tendre amour l'accompagne,
- O Dieu des cœurs, par charité,
- Ramène-nous notre compagne
- Rends-nous notre Félicité.
-
-En nuestros días, reyes y hombres ilustres de la política no han tenido
-a mal frecuentar un poco la lira. León XIII, Don Pedro II del Brasil.
-En las Cortes europeas hay más de una _bas-bleu_ conocida. La misma
-reina Victoria ha escrito su librito de recuerdos. El rey Humberto es
-un regular dantista, según se asegura. El rey de Grecia, versifica; el
-emperador de Alemania acaba de dar a luz su _Canto de Hegir_...
-
-En cuanto a los hombres de Estado, Gambetta, hacía versos; Bismarck, no
-echa en olvido sus clásicos. En España, Cánovas tiene alto puesto entre
-los académicos poetas.
-
-En Inglaterra es más común encontrar al político-literato. En todo
-inglés de cierta cultura está el _scholar_ que duerme... Un periódico
-inglés pregunta, con motivo de la reciente publicación del _Horacio_,
-de Gladstone:
-
-«¿Gladstone es el último de los hombres de Estado que combinan el
-estudio de los clásicos con la política? Las citas latinas son ahora
-raras en las Cámaras y en los discursos electorales. El griego ha
-sido casi excluido. Desde luego, la poesía en general hace mal
-_menage_ con la política moderna. Los versos que se citan son sacados,
-probablemente, de ópera cómica... Felizmente, varios de nuestros
-hombres de Estado más en boga se distinguen por otras cualidades que
-las del político.»
-
-No son muchos, por cierto, los casos que pueden citarse, en nuestras
-Repúblicas americanas, de hombres públicos que tengan amor a las letras
-y las cultiven. Sin referirnos, por supuesto, a los diletantismos
-gramaticales de Guzmán Blanco, apenas podemos recordar uno que otro
-nombre. Entre los primeros, el del actual jefe de la República de
-Colombia, Dr. Miguel Antonio Caro, a quien se debe, como es sabido, la
-mejor traducción de Virgilio en lengua castellana; el del inolvidable e
-ilustre doctor Rafael Núñez, que aun en los más agitados períodos de su
-vida de repúblico no pudo olvidar el cultivo de las letras; el de otro
-presidente, el del Ecuador, Dr. Luis Cordero, que es poeta filólogo y
-americanista consumado y que ya en el ejercicio del alto cargo que hoy
-desempeña, envió al Congreso de Huelva, en 1892, la contribución de
-un valiosísimo _Diccionario quichua_, y del general Bartolomé Mitre,
-que después de una larga vida de brega y triunfos civiles y militares,
-ofrece ejemplos de constancia, laboriosidad y vigor intelectual
-incomparables, obras como su versión completa del Dante, sus estudios
-lingüísticos y los frutos menores de sus descansos y vagares.
-
-Esos ejemplos son honra para el continente y deben parecer cosas
-extrañas para el europeo--con justicia prevenido desde antaño contra
-nuestro modo de ser moral y nuestra cultura--que mira realizar tamañas
-empresas y brillar intelectualmente a varones semejantes en el país de
-los sargentones y de los _rastas_--virgen del mundo, ¡América inocente!
-
-Y noble y trascendental lección da el traductor americano de la
-_Divina Comedia_ a la generación que hoy se levanta en su patria, al
-ruido de tanto tráfico comercial y tanta agitación política y tanto y
-tan funesto olvido del espíritu. Bien habló a ese respecto en estas
-columnas el Dr. Maguasa.
-
-Todos los intelectuales se quejan del actual decaimiento.
-
-La mayor satisfacción para un hombre de letras--por no decir la
-única--es que sus producciones sean discutidas, criticadas y leídas.
-
-No ha mucho hemos visto a nuestro general Mitre, al pie de una enorme,
-formidable montaña, a cuya cima se asciende por escalones de granito
-de hierro, de oro, de diamante, de desconocidos metales astrales: la
-montaña dantesca. Al poner el pie en el primer escalón: _Nel mezzo del
-Cammin_... alzó la vista a la altura y llenóle de temor la emprendida
-ascensión; más lejos, vió llameante el infierno _en donde pensó
-quedarse como traductor si le alcanzaba la condenación que acompaña
-a los traductores infieles: «traduttore traditore»_; más allá los
-prodigios del purgatorio; en la cumbre la gloria divina, la inmortal
-aurora del Paraíso. Y poseido de la fe en el arte y en su poeta,
-siguió hacia arriba, escalón por escalón, terceto por terceto, hasta
-poder escribir ya en la cima después de esfuerzos admirables, el verso
-ansiado de la coronación de la obra. _El amor que al sol mueve y las
-estrellas._ Después de todo, ¿quién sabe si refresca y halaga más a esa
-frente marcada por la guerra, el fresco y verde laurel de los poetas
-que las coronas ganadas en las luchas tribunicias, o las palmas de las
-batallas?
-
- [Ilustración]
-
-
-
-
- EL AMIGO AZAROFF
-
-
-TENGO un amigo que se llama Azaroff. Es estudiante; vivía en un
-cuartillo estrecho y barato del barrio. ¿Es nihilista? No lo sé. Lo
-sospecho. Lo conocí en una conferencia de Mecislas Galberg, una noche,
-en el café Voltaire. Es un hermoso gigante rubio, de frente pensadora,
-ojos dulces, brazos fuertes, largos cabellos. Escribe sobre filosofía y
-sobre poesía y hace versos en su idioma. Es silencioso; mas en horas de
-amistad y de expansión mental se desborda en un francés puro--le conoce
-admirablemente--y ese eslavo, ese bárbaro parece un ardiente latino.
-¡Cuántas noches hemos hablado de altas cosas, de nobles asuntos,
-recorriendo las orillas del moroso Sena! Ha sido amigo de Gorki y me ha
-contado curiosas anécdotas de la vida de ese sincero y grande escritor.
-¿He dicho yo que Azaroff es muy pobre? Con un escasísimo puñado de
-rublos que recibe mensualmente de un pariente moscovita, logra todavía
-«proteger» a dos compañeros. Uno de ellos es una joven que estudia
-medicina y que es de una belleza soberbia e imponente. Ahora, sabed
-bien esto que parece extraordinario a mi sangre meridional y a mi
-idea de la existencia: Azaroff no tiene el menor interés sensual ni
-sentimental con esa cuerda y admirable amiga. Ella no le ama; él no la
-ama. Se quieren y se cuidan como dos camaradas buenos. Ella le hace
-el _menage_, le zurce la ropa; le pega el botón que le falta; le va a
-buscar las patatas fritas; le calienta el samovar. Él le lleva flores y
-libros usados de los _quais_. Leen juntos sus novelitas y sus poetas;
-van al concierto el domingo; una que otra vez al teatro. Después se
-separan con un cordial apretón de manos. Y él es para mí maravilloso
-así; y ella es honrada, como lo pueden asegurar sus vestidos más que
-humildes y sus zapatos gastados. ¡Con ese par de ojos, con esa tez de
-rosa fresca con ese cuerpo y en este París!
-
-Esta mañana vino Azaroff a verme, muy temprano. Su visita era visita de
-despedida.--«Me voy me dijo, me voy en el tren de esta noche». Blandía
-un diario. Tenía en los ojos, suaves y azules relámpagos. Jamás le
-vi así. Recorría la habitación movido por sus nervios en tempestad.
-Comprendí lo que pasaba en su espíritu.--«Las noticias de su tierra...
-¿no es así, mi querido amigo?»
-
---«Sí--me contestó con una voz que yo no le conocía.--¡Sí, por fin
-despierta Rusia, por fin despierta de un profundo sueño de siglos!»
-
-Las noticias: el pueblo por primera vez alzando su voz de protesta;
-el Zar ignorante y como acorralado en su palacio titubeando entre la
-oleada de afuera y la opresión de adentro; la sangre sobre la nieve
-en plena capital autocrática; las tropas peleando y lanceando a la
-muchedumbre; un pope que lleva la voz de los que protestan y a su lado
-la simpatía de toda la tierra; el comienzo de una tragedia que será la
-repetición histórica de la gran tragedia francesa de la Revolución;
-así el paisano ruso no está a la altura del paisano de Francia, ni la
-monarquía del autócrata de San Petersburgo está en iguales condiciones
-que la elegante y culta monarquía que tenía por flor suprema el libro
-llamado _María Antonieta_, el evangelismo tolstoiano de Yasnaia Poliana
-transformándose en la acción violenta y la represalia, el «padrecito»
-convertido en verdugo de su pueblo.
-
---«El padrecito convertido en verdugo de su pueblo, quizá _malgré
-lui_»--dije a Azaroff.
-
---«Sacha, el padre de este «padrecito», fué despedazado por la
-dinamita--me contestó.--El fenómeno que hoy presencia la humanidad es
-el de la transformación de la protesta individual o de asociación, en
-protesta colectiva y unánime, en el grito general del pueblo ruso. Se
-ha cazado en las calles y sobre el Neva helado a las pobres gentes,
-como a patos. No sabe lo que hace el Gobierno, no sabe lo que ha hecho.
-Las célebres palabras: _C'est une émeute?_
-
---_No, sire c'est une revolution!_ tiene ahora una explicación justa.
-Se ha despertado a esa enorme Nación, en verdad, de su sueño de siglos.
-Es cierto que, en el fondo de las estepas, hay una pasividad casi de
-piedra y que se ignora todo; mas el Mujick mismo oirá estos clamores, y
-la sangre tiene una elocuencia irresistible. Son los trabajadores los
-que se levantan y son los intelectuales; y hay los creyentes y hay los
-que no creen. Os aseguro: en el ejército mismo hay una buena parte que
-está con nosotros.
-
-Ha habido soldados, ha habido cosacos que han arrojado sus fusiles
-para no tirar contra sus infelices hermanos. Hay quienes opinan que
-es menos peligrosa para la Corona rusa la acción colectiva que la
-acción individual, yo digo que una no quita otra, y que no impide la
-obra revolucionaria el gesto anárquico y vengador de un Sasonoff. Hay
-quienes también censuran la oportunidad del movimiento, y dicen que
-no es de quienes buscan el bien de la patria el levantarse cuando
-el extranjero enemigo está venciendo al ejército nacional allá en
-Manchuria... A Manchuria debían haber ido a disparar sus rifles los
-asesinos de obreros, de mujeres y de viejos y de niños; a Manchuria
-debían haber ido a mostrarse valientes, y no contra los trabajadores
-desarmados que no han ido sino a pedir justicia; que no han solicitado
-más que ver al emperador, el cual ha evitado la entrevista por mal
-aconsejado o por miedoso, a pesar de la tranquila actitud popular y de
-las advertencias del bravo pope Gapon.»
-
-Azaroff fumaba, y sus palabras, indignadas, salían envueltas en humo.
-
---Ya veréis--continuó--cómo renace en un momento la energía de los
-indomables de antaño. Se dice que el Gobierno sabrá reprimir el
-movimiento. Sin embargo, el explosivo va, como el grisú, por lo
-subterráneo. Se agitará el pueblo en Varsovia, en Riga, en todas
-partes; los Centros revolucionarios que trabajan en el extranjero
-activan su labor. No será extraño, y será casi seguro, que los
-atentados aislados del nihilismo empiecen de nuevo. ¡Ah, pobre gigante
-ruso! ¡Por un lado, se hace destrozar por los hábiles japoneses, que
-ellos sí, a pesar de ser el Mikado descendiente de Dioses y a pesar de
-haber sido hasta ayer un pueblo bárbaro, tienen Constitución, tienen
-leyes que reglamentan el trabajo, tienen libertad de la Prensa, y por
-otro, se hace fusilar por los seides de la más absurda tiranía en pleno
-siglo XX!
-
-¡Y esa riqueza, y ese robo, y ese peculado de arriba ante la miseria y
-los sufrimientos de abajo, y esa ignorancia y ese fanatismo, provechoso
-a quien no solamente es el Monarca absoluto, sino también el Papa, el
-jefe espiritual y sacrocesáreo de tantos millones de hombres! Y esos
-grandes duques, borrachos, que vienen a hacer escándalo a casa de
-Maxim, a los hoteles de la Riviera; esos aventureros haraganes, que
-desde que nacen tienen millonadas de rublos, honores, consideraciones,
-respetos... ¿Cuántos de esos Vladimiros y Cirilos andan a la cabeza
-de las tropas allí donde los infelices soldados están muriendo, sin
-saber casi por qué, y a los que no se les da más consuelo que iconos y
-bendiciones? La sangre derramada en la guerra y la de los obreros se
-juntan para la conciencia rusa, que no ve más que una causa: la secular
-oligarquía, que había de desaparecer al empuje de la Revolución rusa.
-Por más que murmuren los incrédulos, ya se verá en todo el mundo el
-resplandor que brotará de la ardiente hoguera de la Revolución rusa...
-Yo me voy; otros compañeros se van. Vamos exponiendo la vida, pero hay
-que cumplir con su deber. Aquí, en París, en otras partes de Europa,
-en los Estados Unidos, tenemos focos organizados, que alentarán de
-diferentes guisas al impulso. No ha de pasar mucho tiempo sin que
-grandes acontecimientos revelen a la Humanidad que el pueblo ruso
-no es un pueblo muerto. Allá serán capaces de matar a unos cuantos
-directores; matarán a Gorki, por ejemplo; pero hay muchos jacobinos
-que le reemplazarán. La protesta activa se hará también notar en otras
-partes, sobre todo en donde la población del Zar abunda, en donde
-somos los rusos de ideas libres vigilados y perseguidos... Y luego,
-repito que en el pueblo de allá no hay tanta ignorancia de lo que pasa.
-Los proverbios son, como sabéis, la sabiduría de las naciones. Y los
-proverbios nuestros dicen: «La Rusia es grande y el Zar es ancho».
-«Si el Zar nos da un huevo, nos toma una gallina». «La corona del Zar
-no le libra del dolor de cabeza». «Cuando el Zar muere, ni un mujick
-quisiera cambiarse por él». «Una lágrima del Zar cuesta al país muchos
-pañuelos». «Un Zar bien gordo no pesa más en las espaldas de la muerte
-que un mujick flaco». «La mano del Zar no tiene más que cinco dedos,
-como las otras». «El Zar mismo no puede apagar con su soplo el sol».
-
---¡Adiós!--me dijo Azaroff.--¡Quién sabe si volveremos a vernos!
-
---¡Adiós, Azaroff, amigo mío, puesto que vas a tu tierra a trabajar por
-la libertad de tu pueblo inmenso!
-
-Luego he visto a su amiga, la hermosa estudianta. Le hablé del
-compañero que partía, y vi en su rostro admirable, en el gesto de sus
-frescos labios, en lo hondo de sus brillantes ojos, más orgullo que
-pesar.
-
---Qué, ¿no hay amor?--le pregunté.
-
---¡Sobre el amor--me dijo--está la libertad!
-
- [Ilustración]
-
-
-
-
- ONOFROFFISMO
-
- La comedia psíquica
-
-
-SEÑOR director de _La Nación_: _Misterium_ ha conversado conmigo sobre
-el artículo que hoy ha publicado en estas mismas columnas el señor
-Raoul Morlais. Me ha dicho asimismo que puedo comunicar a usted su
-respuesta.
-
-_Misterium_ ha conocido a madame Blavatsky por las propias obras de
-ella, por la biografía que escribió la hermana, y por los apologistas
-del _Lucifer_, sin contar con el ferviente y apasionado libro de
-Sinnet, en que se trata de la renombrada y extraordinaria taumaturga.
-
-Pero también ha leído--¡ay, desgraciadamente para su credulidad de
-poeta, y amigo de lo supra-terrestre!--los escritos de algunos señores
-que no son teósofos ni poetas, entre los cuales señores Andew Lang y
-Max Müller.
-
-No es _Misterium_, por cierto, adorador de la ciencia; pero
-protestando y todo, a pesar de la sonada reciente bancarrota, se deja
-aplastar por el carro de Jagernant.
-
-Antes--y ahora, cuando no sale del recinto de sus sueños--creía en
-una madame Blavatsky completamente maga; una madame Blavatsky que
-conversaba a millones de leguas con sus amigos y maestros, los mahatmas
-del Tibet; una madame Blavatsky que _hacía_ materia--, y la más
-preciosa: oro. Imaginábasela rodeada de sus elementales, como una reina
-de cuento azul de gnomos.
-
-Quiso ser teósofo, y se dió a estudiar libros y revistas especiales,
-que tenían en las carátulas cabezas de Gistos sobre estrellas enormes,
-o frases en hebreo, o misteriosos paragramas. Pronunció muchísimas
-veces con la unción de un digno catecúmeno, la sagrada y mágica palabra
-_um_; y tan a pechos tomó la lectura de autores esotéricos, que, poco
-más, y le sucede lo que le sucedió al reverendo padre Valdecebro.
-
-Cuando más vigorosamente se entusiasmaba y juraba por el coronel
-Olcott, bravísimo profeta de madame Blavatsky, y afianzaba más su fe
-al conocer como sabios de la talla de Crookes, presentaban a Katy
-King, encantadora difunta, como si fuese una señorita viva; y como la
-sociedad teosófica aumentaba sus numerosos adeptos, hindús, ingleses,
-yankees, franceses y españoles, cayeron en sus manos los escritos de
-los antiteosofistas.
-
-Mucho tuvo que luchar _Misterium_ para no dejarse arrebatar su
-ilusión, que juzgaba verdadero tesoro.
-
-Calificó de envidiosos y de cobardes a los que se atrevían a llamar
-vulgar espía político a la Papisa budhista, y, sobre todo, a negarla su
-potencia maravillosa.
-
-Asistió todavía en espíritu al baile blanco que dió la duquesa de Pomar
-a la persona astral de María Estuardo, y se refugió en su ensueño para
-librarse de los mandatos de la ciencia oficial.
-
-Mas hasta allí persiguiéronle los horribles hombres científicos, los
-cuales fueron los primeros en pronunciar las palabras que han llamado
-la atención del Sr. Morlais: «Monstruoso charlatanismo».
-
-El Sr. De Morlais debe conocer la campaña emprendida contra madame
-Blaratsky y la doctrina que propagaba, sobre todo, con motivo de sus
-milagros y manifestaciones taumatúrgicas.
-
-Mucho han defendido sus discípulos y apóstoles, a la innegablemente
-simpática e inteligentísima rusa, la cual obtuvo su maravillosa ciencia
-por don especial, pues sin haber frecuentado los libros, sabía tanto
-como muchos sabios.
-
-Mas sus contrarios no cesan, a pesar de haber ella muerto; el número y
-calidad de ellos, sobre todo la calidad, son abrumadores.
-
- * * * * *
-
-¿Quiere el Sr. De Morlais una prueba recientísima?
-
-Abra el último número llegado--número de febrero--de la _North American
-Review_, y lea las páginas escritas por Sedwidg Minot sobre «La
-comedia psíquica». La fuente no es, por cierto, de escasa o sospechosa
-autoridad.
-
-Se ocupa el escritor en dinamitar esos dos Palacios de _Las mil y una
-noches_, que basados en una poética ciencia--¡cómo se entrechocan esas
-palabras!--son consoladoras y amables academias, para el alma y para la
-poesía: la _Sociedad Teosófica_ y la _Sociedad Psíquica_.
-
-Sus ideas son claras y fuertes, y sus frases sin penachos.
-
-¿Cuál es la causa de los recientes entusiasmos hiperespirituales?
-Según él, está en nuestra atmósfera mental. Algunas personas están
-satisfechas con el ideal cristiano y con la cristiana aceptación de los
-límites de la humana vida.
-
-Su objeto es demostrar que la Theosophical Society, no merece una seria
-consideración, y que la Psychical Society, no observa las necesarias
-condiciones de investigación científica en sus rebuscas sobre
-transmisión de pensamiento--telepatía--y fantasmas, o aparecidos.
-
-«Hay un buen número de gentes que creen en las extraordinarias
-doctrinas conocidas por budhismo exotérico, hacia el cual Mr. Sinnet,
-fué el primero en llamar la atención del público lector». El poder
-maravilloso de la Papisa está descrito y testificado en el _Occult
-Nord_ de Sinnet.
-
-Sedwidg se permite calificar irreverentemente ese poder de «a series
-of magical performance by a clever woman who called herself madame
-Blavastky!» El hecho más extraordinario, fué que habiéndose roto una
-taza, en un pic-nic, al que concurría dicha señora, ordenó ésta cavar
-en cierto punto del campo, en donde fué encontrada otra taza igual, la
-cual fué _creada_ por ocultas y mágicas influencias.
-
-Sedwigd pasa muy rápidamente sobre la parte biográfica de la fundadora
-de la Sociedad Teosófica: su origen ruso, su nacimiento en 1831; su
-carácter--¿soportará el señor de Morlais?:«--she appears to have been
-a singullary ill-natured, bad-tempered, injust, unreasonable, and,
-selfish person». Confesábase ella misma dotada de sobrenaturales
-virtudes y potencias;--su viaje, por fin, a los Estados Unidos, en
-1873, donde escribió su _Iesis unveiled_. Allí encontró al Coronel
-Olcott--, «a worthy but seemingly credulons gentleman»--que fué su
-principal ayudante para el establecimiento de su sociedad.
-
-Siendo la India cuna de la sabiduría esotérica, y en donde madame
-Blavastky fué principalmente iniciada, la cabeza, la sede teosófica, se
-trasladó a la India.
-
-Ya establecida allá, «la profetisa» convirtió a muchos, entre ellos,
-quien sería más tarde uno de sus más sonantes trompeteros: Sinnet.
-Sinnet, iniciado, logró también la comunicación de los mahatmas. Los
-mahatmas son seres extraños, dominadores de las fuerzas ocultas de la
-naturaleza. Pueden hacer caer fresca, en un salón de Buenos Aires,
-una rosa que acaba de abrirse en París o en Calcuta. Escriben cartas
-mágicamente, conversan a miles de leguas de distancia, viven cientos de
-años, tienen ojos misteriosos, fascinadores y profundos. Así los pintan.
-
-En las naciones occidentales, dice Sedwig, y especialmente en los
-Estados Unidos, han encontrado buen terreno el espiritismo, la
-clarovidencia, el mesmerismo.
-
-Paul Bourget acaba de darnos en su _Ultramar_ excelentes páginas
-respecto al espiritualismo yankee.
-
-Las mujeres americanas están más expuestas al contagio.
-
-La superioridad absoluta de las ciencias ocultas de Oriente sobre
-la ciencia occidental--de que habla uno de los interlocutores del
-diálogo _La esfinge_, de Misterium--, está predicada en el _Esoteric
-Buddhism_ de Sinnett. Esto es causa de que en las obras teosóficas
-haya afirmaciones que contradicen abiertamente la ciencia oficial. Por
-ejemplo, afírmase que antes, en tiempos inmemoriables, existía un gran
-Continente en el lugar que hoy llena el Océano Atlántico. Los geólogos
-han considerado la hipótesis, pero la han positivamente rechazado.
-No obstante, Sinnet escribe: «La ciencia ha aceptado, por fin, la
-existencia del gran Continente, etc.»
-
-«Again he asserts that the vegetable precedes the animal in the process
-of development, but it is not true. _It is true that Mr. Sinnet and his
-Mahatma are both gloriously ignorant of the elementary truth of nature
-science._»
-
-La boga adquirida por la obra de Sinnet se debió, según Sedwidg, a que
-la mayor parte de sus lectores estaban poco familiarizados con las
-ciencias naturales.
-
-Luego aparecieron los terribles demoledores. Entre ellos, el más
-implacable: «The most cruel blow to esoteric Budhism.» Mr. Richard
-Hodgson talentoso y concienzudo investigador.
-
-Hodgson fué el centro teosófico principal para estudiar los fenómenos;
-fué a la India. Conoció al desde entonces nombrado Coulomb y su mujer;
-presenció uno de los fenómenos más importantes y estupendos: «el de
-las cartas enviadas mágicamente por _desintegración_; vió colocar en
-el misterioso gabinetito llamado _shrine_ las cartas que debieran
-desintegrarse. El _shrine_ fué entonces cerrado; las cartas se
-_desintegraron_, y aparecieron las respectivas contestaciones.»
-
-Los discípulos creían y creen que las cartas eran quitadas por
-desintegración, por el poder mágico del oculto introductor o mahatma.
-
-«Vivía éste, asegurábase, en el Tibet, y las contestaciones eran
-compuestas por él, desintegradas en el Tibet y reintegradas en el
-Shrine.»
-
-Mr. Hodgson descubrió que el Shrine tenía una falsa entrada, _que se
-comunicaba con el dormitorio de madame Blavastky_...
-
-Las cartas que se creían obra del mahatma, eran escritas por ella. De
-un lado del Shrine había credulidad, del otro fraude.
-
-Después apareció el célebre Molinis, uno de los principales actores de
-la _Comedia Psíquica_. Pero todo el honor a la señora «Madame Blavastky
-was certainly one of the most successful of impostors.»
-
-Y luego: «Madame Blavastky and other _charlatans_».
-
-Oh, el desolado _Misterium_ no perdona, como el señor de Morlais,
-seguramente, tamaños epítetos dirigidos a una sacerdotisa del Misterio;
-mas los hombres de la ciencia no respetan los hermosos sueños ni los
-poéticos entusiasmos.
-
-_Misterium_ escribió, pues, sustentada en algo más que en una revista
-de Papús.
-
-Y me ha encargado manifestar al señor de Morlais, junto con su
-agradecimiento por sus palabras lisonjeras, el deseo que nunca tenga
-que lamentar la pérdida de sus ilusiones teosóficas.
-
-Creer en algo: he ahí una riqueza.
-
-Ah, es doloroso tener que convencerse de que madame Blavastky no haya
-podido prolongar su vida quinientos años; que Papús haga negocios con
-sus facultades mágicas; que Peladan esté en continua berlina, y que
-Onofroff, el grande y culto Onofroff, tenga que sufrir muy pronto la
-misma suerte, el mismo triste olvido que la serpentina, el hombre
-descuartizado y _La Verbena de la Paloma_.
-
-
-
-
- JOSÉ ENRIQUE RODÓ
-
-
-EL oficio de pensar es de los más graves y peligrosos sobre la faz
-de la tierra, bajo la bóveda del cielo. Es como el del aeronauta, el
-del marino y el del minero. Ir muy lejos explorando, muy arriba o
-muy abajo, mantiene alrededor la continua amenaza del vértigo, del
-naufragio o del aplastamiento. Así, la principal condición del pensador
-es la serenidad.
-
-En la América nuestra no hemos tenido casi pensadores; no ha habido
-tiempo. Todo ha sido fecundidad verbal, más o menos feliz, declamación
-sibilina, «pastiche» oratoria, expansión, panfleto. Con dificultad se
-encontrará en toda la historia de nuestro desarrollo intelectual este
-producto de otras civilizaciones: el ensayista.
-
-José Enrique Rodó es el pensador de nuestros nuevos tiempos, y, para
-buscar siempre el parangón en el otro plato de la balanza americana,
-diré que corresponde a Emerson. Es el Emerson latino cuya serenidad
-viene de Grecia, y cuya oración dominical es la salutación a Palas
-Atenea, la plegaria ante la Acrópolis. Y advertid que, a pesar de lo
-que se afirme y comente, Rodó no es un renaniano, en el sentido que en
-el común dialecto literario se da a esta palabra. Su tranquila visión
-está llena de profundidad. El cristal de su oración arrastra arenas
-de oro de las más diversas filosofías, y más encontraréis en él, del
-más optimista de los ensayistas, que del gordo cura laico biógrafo de
-nuestro Señor Jesucristo, abate de Jouarre _in partibus infidelium_.
-
-Desde sus comienzos, la obra de Rodó se concreta en ideas, en ideas
-decoradas con pulcritud por la gracia dignamente seductora de un
-estilo de alabastros y mármoles. Solamente que él pigmalioniza, y el
-temor de imposibilidad de frialdad desaparece cuando se ve la piedra
-cincelada que se anima, la estatua que canta. Nació con vocación de
-belleza y enseñanza. Enseñanza, es decir, conducción de almas. A tal
-pedagogía es a la que se refiere el Dante en un verso referente a
-Virgilio. Cuando apareció su primer opúsculo, «Vida Nueva», se vió el
-surgir de un maestro en su generación, en la generación continental.
-Su segundo opúsculo sobre el autor de «Prosas Profanas», o mejor
-dicho, sobre este libro de poesías, lo afirmo virtuoso de la prosa de
-la erudición elegante, y en la última parte de su trabajo, profeta.
-Altas y generosas especulaciones le ocuparon, y «Ariel» señala un nuevo
-triunfo de su espíritu y una nueva conquista de sus predicaciones,
-por la hermosura de la existencia, por la elevación de los intelectos
-hispano-americanos, por el culto nunca desfalleciente ni claudicante
-del más puro y alentador de los ideales. Definíase más y más su
-personalidad, y se hubiera dicho un filósofo platónico de la flor del
-paganismo antiguo, resucitado en tierras americanas. Y tuvo el más
-bello de sus gestos cuando llevado a las controversias de la Prensa
-y a las agitaciones de la cámara por los caprichos de la política,
-el adorador de los dioses de la Hélade salió a la defensa de nuestro
-pálido Dios Cristiano, desterrado allá como en Francia, de los lugares
-de la Justicia, por obra de la roja cosa jacobina.
-
-Por último, aparece su obra magna hasta hoy, esos «Motivos de Proteo»,
-aires mentales, sinfonías de ideas que llevan dentro tanta virtud
-bienhechora, libro que ha sido acogido en todas partes con entusiasmo
-y con razonada admiración. Es un libro fragmentario, ¡pero cuan lleno
-de riqueza! Fragmentario ocasional o decididamente. Ello hace que
-su prosecución sea indefinida, y que el encanto y el provecho se
-prolonguen en la esperanza después de cada aporte. El tesoro está allí.
-Cada vez que Aladino baje, estemos atentos.
-
- R. D.
-
-
-
-
- ÍNDICE
-
-
- _Páginas_
-
- =El sillón de Leconte de L'Isle.=--La Juventud y la
- Academia. Lo que dijo Charles Morice. Verlaine
- y Zola. 1
-
- =El pensamiento italiano.=--Teatro, poesía y novela.
- La «enquête» de Hugo Ojetti. La opinión de los
- «Chêrmaitre». 15
-
- =Giovanni Ruffini.= 27
-
- =Marco Aurelio Soto.=--El ex-Presidente de Honduras,
- muerto en la guerra de Cuba. 39
-
- =Notas españolas.= 43
-
- =Una carta de Rachilde.= 57
-
- =Noches del Victoria.=--Temporada Vitaliani. «La
- Signora delle Camelie». 61
-
- TEMPORADA VITALIANI.--1. «Il viaggio dei Berluron».
- 2. Reprise de «La Signora delle Camelie». 67
-
- TEMPORADA VITALIANI.--Estreno: «La figlia di
- Jefte», por Felice Cavalloti. «Niobe», por los hermanos
- Henry y C. A. Paulton. 71
-
- =Esas Repúblicas.=--José María Mayorga Rivas. Una
- víctima de la guerra entre Nicaragua y Honduras. 77
-
- =Charles A. Dana.= 81
-
- =Recuerdos de la Habana.=--El general Lachambre. 87
-
- =Libros nuevos.= 91
-
- =El divorcio de Jeannette.=--Affaire Daudet-Hugo. 97
-
- =A José Miró (Julián Martel).=--El día de su muerte,
- 10 de diciembre de 1896. 107
-
- =Fiestas primaverales.=--Una dalia. 111
-
- FIESTAS PRIMAVERALES.--Los poetas y las flores.
- (Continuación). 114
-
- =Nansen.= 119
-
- =La fiesta de Francia.= 123
-
- =Carlos Ezeta, en Monte-Carlo.=--Epílogo de la
- «Historia Negra». 133
-
- =Horacinas.= 139
-
- =El amigo Azaroff.= 145
-
- =Onofroffismo.=--La comedia psíquica. 153
-
- =José Enrique Rodó.= 161
-
- [Ilustración]
-
-
-
-
- EDITORIAL «MUNDO LATINO»
-
- APARTADO 502, MADRID
-
-
- CATÁLOGO PROVISIONAL
-
- (EXTRACTO DEL CATÁLOGO GENERAL)
-
-
-
-
- OBRAS COMPLETAS
-
-
- DE RICARDO DE LEÓN
- (de la Real Academia Española)
-
- _Pesetas._
-
- Edición del Banco de España. Ocho volúmenes
- en 4.º, encuadernados en tela, con alegorías de
- Coullaut Valera y retrato del autor, por Vacqué. 50,00
-
- A plazos (5 pesetas mensuales) 60,00
-
-
- DE FRANCISCO VILLAESPESA
-
- I.--Intimidades.--Flores de Almendro. 3,00
-
- II.--Luchas.--Confidencias. 3,00
-
- III.--La copa del Rey de Thule.--La musa enferma. 3,00
-
- IV.--El alto de los Bohemios.--Rapsodias. 3,00
-
- V.--Las horas que pasan (Veladas de amor). 3,00
-
- VI.--Las joyas de Margarita: Breviario de amor.--La
- tela de Penélope.--El milagro del vaso de agua. 3,00
-
- VII.--Doña María de Padilla.--La cena de los cardenales. 3,00
-
- VIII.--El milagro de las rosas.--Resurrección.--Amigas
- viejas. 3,00
-
- IX.--Las granadas de rubíes.--Las pupilas de
- Almotadid.--Las garras de la pantera.--El
- último Abderramán. 3,00
-
- X.--Tristitiae rerum. 3,00
-
- XI.--La leona de Castilla.--En el desierto. 3,00
-
- XII.--El rey Galaor.--El triunfo del amor. 3,00
-
-
- DE RUBÉN DARÍO
- (Ilustraciones de Ochoa)
-
- Tomos publicados:
-
- I.--La caravana pasa. 3,50
-
- II.--Prosas profanas. 3,50
-
- III.--Tierras solares. 3,50
-
- IV.--Azul. 3,50
-
- V.--Parisiana. 3,50
-
- VI.--Los raros. 3,50
-
- VII.--Cantos de vida y esperanza. 3,50
-
- VIII.--Letras. 3,50
-
- IX.--Canto a la Argentina. 3,50
-
- X.--Opiniones. 3,50
-
- XI.--Poema del otoño y otros poemas. 3,50
-
- XII.--Peregrinaciones. 3,50
-
- XIII.--Prosas políticas. 3,50
-
- XIV.--Cuentos y crónicas. 3,50
-
- XV.--Autobiografía. 3,50
-
- XVI.--El Canto Errante. 3,50
-
- XVII.--Viaje a Nicaragua e Historia de mis libros. 3,50
-
- XVIII.--Todo al vuelo. 3,50
-
- XIX.--España Contemporánea. 3,50
-
- XX.--Prosa dispersa. 3,50
-
- XXI.--Lira póstuma. 3,50
-
- XXII.--Cabezas. 3,50
-
- Ediciones especiales de lujo, con decoraciones a
- mano de Enrique Ochoa.
-
-
- HENRIK IBSEN
- TEATRO COMPLETO
-
- I.--Catilina. La tumba del guerrero. La castellana
- de Ostrat. 3,50
-
- II.--La fiesta de Solhaug. Olaf Liliekrans. Los
- guerreros en Helgeland. 3,50
-
- III.--Los pretendientes a la corona y la comedia
- del amor. 3,50
-
- IV.--Brand. 3,50
-
- V.--Peer Gynt. 3,50
-
- VI.--La unión de la juventud. Las columnas de la
- sociedad. La casa de una muñeca. 3,50
-
- VII.--Emperador y Galileo. 3,50
-
- VIII.--Espectros. Un enemigo del pueblo. El
- pato silvestre. 3,50
-
- IX.--La casa de Rosnier. La dama del mar. Hedda
- Gabler. 3,50
-
- X.--El constructor Soiness. El niño Eyoit. Al despertar
- de nuestra muerte. 3,50
-
- En preparación obras completas de José Turroll.
-
-
- JOSÉ FRANCÉS
-
- El año artístico 1915. 6,00
-
- » » » tela. 8,00
-
- El año artístico 1916 (con 250 grabados). 10,00
-
- » » » » » tela. 12,00
-
- El año artístico 1917 (con 250 grabados). 11,50
-
- » » » » » tela. 13,00
-
- El año artístico 1918 (con 250 grabados). 11,50
-
- » » » » » tela. 13,00
-
-
- COLECCIÓN DE AUTORES ESPAÑOLES
-
- NOVELAS
-
- _Edmundo González Blanco._--Jesús de Nazareth. 3,00
-
- _José Francés._--La estatua de carne. 3,00
-
- -- El alma viajera. 3,50
-
- _López de Sáa._--Los indianos vuelven. 3,50
-
- -- Bruja de amor. 3,50
-
- -- Por un milagro de amor. 3,50
-
- _W. Fernández Flórez._--La procesión de los días. 3,00
-
- _Elías Cerdá._--Don Quijote en la guerra. 2,00
-
- _V. García Martí._--Don Severo Carvallo. 2,50
-
- _María Luisa Latil._--Según labremos. 3,00
-
- -- Genoveva. 2,50
-
- _Eugenio Noel._--El allegretto de la Sinfonía VII. 3,00
-
- _Rafael Cansinos-Asséns._--Las cuatro gracias. 3,50
-
- _Francisco Delicado._--La lozana andaluza. 3,00
-
- _J. de Lucas Acevedo._--La Caja de Pandora. 3,00
-
- _Martín de la Cámara._--Vidas llameantes. 3,00
-
- _Mañara._--Historia en camisa. 3,00
-
-
- ESTUDIOS Y CRÓNICAS
-
- _Emiliano Ramírez Ángel._--Bombilla-Sol-Ventas. 3,00
-
- _J. M. Carretero._--Lo que sé por mí (dos series). 3,00
-
- _J. Costa._--Alemania contra España. 3,00
-
- _Pedro Pellicena._--Los Cosacos. 3,50
-
- _Margarita de la Torre._--Jardín de damas curiosas. 3,50
-
- _Fola Igurbide._--El Actor. 3,50
-
- _Alberto Ghiraldo._--Los nuevos caminos. 3,50
-
- _Enciso._--El soneto en España. 3,00
-
-
- POESÍAS
-
- _José Montero._--Yelmo florido (con ilustraciones). 4,00
-
- _Zurita._--Pícaros y donosos. 3,00
-
- _Mauricio Bacarisse._--El esfuerzo. 3,00
-
- _Eliodoro Puche._--Libro de los elogios galantes y
- de los crepúsculos de otoño. 2,50
-
- -- Corazón de la noche. 2,50
-
- -- Motivos líricos. 2,50
-
- _Emilio Carrère._--El retablo de los poetas (Antología). 3,50
-
-
- TEATRO
-
- _Muñoz Seca_ y _López Núñez_.--El Rayo. 3,00
-
- _H. Ibsen._--Dramas líricos. 2,00
-
- -- La castellana de Ostrat. 2,00
-
- -- Espectros. 2,00
-
-
- LAS GRANDES FIGURAS DE LA GUERRA EUROPEA
-
- Biografías de los generales: =Alberto I de
- Bélgica.=--=Joffre.=--=Sir John French.=--=Lord
- Kirchener.=
- Con preciosas fototipias, a. 3,00
-
-
- COLECCIÓN DE AUTORES EXTRANJEROS
-
- Traducidas por _Felipe Trigo_, _Rafael Cansinos_
- y _Pedro de Répide_.
-
- _Victoriano de Saussay._--La ciencia del beso. 3,50
-
- _René Emery._--Santa María Magdalena. 3,50
-
- _Maquiavelo._--Obras festivas: La Mandrágora.--El
- P. Alberico.--La Celestina.--El
- archidiablo Belfegor. 3,00
-
- _Claudia Lemaitre._--Juegos de Damas. 3,50
-
-
- CELEBRIDADES ESPAÑOLAS
-
- I.--Bécquer. (encuadernados en tela) 3,50
-
- II.--Zorrilla. (ídem) 3,50
-
- III.--Espronceda. (ídem) 3,50
-
-
- COLECCIÓN SELECTA
-
- _Tomás de Quincey._--Los últimos días de Kant. 1,00
-
- _Kalidasa._--El reconocimiento de Sakuntala. 1,00
-
- _Rousseau._--Discurso sobre las artes y las ciencias. 1,00
-
- _Luciano de Samosata._--La diosa de Siria. 1,00
-
- _L. Sterne._--Viaje sentimental de un inglés a
- Francia. 1,00
-
- _F. Alvarado._--El filósofo rancio. (Cartas) 1,50
-
-
- COLECCIÓN CIENCIA Y ARTE
-
- _Ricardo Yesares._--¿Qué quieres aprender? Electricidad.
- (Encuadernado en tela). 3,50
-
- -- ¿Qué quieres ser? Automovilista.
- (Encuadernado en tela). 3,50
-
-
- OBRAS VARIAS
-
- _Stendhal._--Del amor. 6,00
-
- _E. M. Segovia_ (Oficial del Banco de España).--Los
- documentos de crédito. 5,00
-
- _Rivero._--Legislación de clases pasivas. (Volumen
- de 500 páginas, encuadernado en tela). 10,00
-
- _R. Yesares._--Ayuda memoria del mecánico electricista.
- (Un volumen, encuadernado en tela). 1,50
-
-
- LIBROS DE CARTAS
-
- El arte de escribir cartas. 1,00
-
- Manual epistolar (encuadernado en tela). 2,00
-
- Cartas amorosas. 0,60
-
- Epistolario de amor (encuadernado). 2,00
-
-
- COLECCIONES POPULARES
-
- COLECCIÓN «MAC-BULL»
-
- Obras sensacionales, originales del conocido escritor
- señor _Bedoya_, cuya maestría en esta literatura
- es universal:
-
- El millonario detective. 1,50
-
- El secreto del Kaiser. 1,50
-
- La bola de sangre. 2,00
-
- El alma de las brujas. 2,00
-
-
-
-
- [Ilustración:
-
- ACABÓSE
- DE IMPRIMIR ESTE
- LIBRO EN MADRID, EN LA
-
- TIPOGRAFÍA YAGÜES
-
- EL DÍA X DE ABRIL DEL
- AÑO MCMXIX]
-
-
-
-
-
-End of the Project Gutenberg EBook of Prosa Dispersa, by Rubén Darío
-
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-paragraph 1.C below. There are a lot of things you can do with Project
-Gutenberg-tm electronic works if you follow the terms of this agreement
-and help preserve free future access to Project Gutenberg-tm electronic
-works. See paragraph 1.E below.
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-or PGLAF), owns a compilation copyright in the collection of Project
-Gutenberg-tm electronic works. Nearly all the individual works in the
-collection are in the public domain in the United States. If an
-individual work is in the public domain in the United States and you are
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-are removed. Of course, we hope that you will support the Project
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-through 1.E.7 or obtain permission for the use of the work and the
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-1.E.9.
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-must comply with both paragraphs 1.E.1 through 1.E.7 and any additional
-terms imposed by the copyright holder. Additional terms will be linked
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-receive the work electronically in lieu of a refund. If the second copy
-is also defective, you may demand a refund in writing without further
-opportunities to fix the problem.
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-in paragraph 1.F.3, this work is provided to you 'AS-IS' WITH NO OTHER
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-work, (b) alteration, modification, or additions or deletions to any
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-
-
-Section 2. Information about the Mission of Project Gutenberg-tm
-
-Project Gutenberg-tm is synonymous with the free distribution of
-electronic works in formats readable by the widest variety of computers
-including obsolete, old, middle-aged and new computers. It exists
-because of the efforts of hundreds of volunteers and donations from
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-
-Volunteers and financial support to provide volunteers with the
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-goals and ensuring that the Project Gutenberg-tm collection will
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-Gutenberg Literary Archive Foundation was created to provide a secure
-and permanent future for Project Gutenberg-tm and future generations.
-To learn more about the Project Gutenberg Literary Archive Foundation
-and how your efforts and donations can help, see Sections 3 and 4
-and the Foundation web page at http://www.pglaf.org.
-
-
-Section 3. Information about the Project Gutenberg Literary Archive
-Foundation
-
-The Project Gutenberg Literary Archive Foundation is a non profit
-501(c)(3) educational corporation organized under the laws of the
-state of Mississippi and granted tax exempt status by the Internal
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-Literary Archive Foundation are tax deductible to the full extent
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-809 North 1500 West, Salt Lake City, UT 84116, (801) 596-1887, email
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-information can be found at the Foundation's web site and official
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- The Project Gutenberg eBook of PROSA DISPERSA (OBRAS COMPLETAS VOL. XX), by RUBÉN DARÍO.
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-<body>
-
-
-<pre>
-
-The Project Gutenberg EBook of Prosa Dispersa, by Rubén Darío
-
-This eBook is for the use of anyone anywhere at no cost and with
-almost no restrictions whatsoever. You may copy it, give it away or
-re-use it under the terms of the Project Gutenberg License included
-with this eBook or online at www.gutenberg.org/license
-
-
-Title: Prosa Dispersa
- Obras Completas Vol. XX
-
-Author: Rubén Darío
-
-Release Date: September 24, 2017 [EBook #55616]
-
-Language: Spanish
-
-Character set encoding: UTF-8
-
-*** START OF THIS PROJECT GUTENBERG EBOOK PROSA DISPERSA ***
-
-
-
-
-Produced by Josep Cols Canals, Nahum Maso i Carcases and
-the Online Distributed Proofreading Team at
-http://www.pgdp.net (This file was produced from images
-generously made available by The Internet Archive/Canadian
-Libraries)
-
-
-
-
-
-
-</pre>
-
-<hr class="chap" />
-<div class='transnote'>
-<p class="no-indent center"><b>Notas del Transcriptor</b></p>
-<p>Se han respetado la ortografía y la acentuación del original.</p>
-<p>Los errores obvios de puntuación y de imprenta se han corregido.</p>
-<p>Las páginas en blanco presentes en el original se han eliminado en la
-versión electrónica.</p>
-<p>El final del capítulo «FIESTAS PRIMAVERALES» parece estar incompleto en
-el original y se indica con puntos suspensivos.</p>
-<p>El índice se encuentra al final del libro. <a href="#Page_165">Ir al Índice</a></p>
-</div>
-<hr class="chap" />
-
-
-
-
-<div class="chapter">
-
-<p class="no-indent center xlarge p2">
-PROSA
-DISPERSA
-</p>
-
-<div class="figcenter" style="width: 75px;">
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-</div>
-
-<hr class="chap2" />
-</div>
-
-
-
-
-<div class="chapter">
-
-<div class="figcenter" style="width: 300px;">
-<img src="images/illus002.jpg" width="300" height="470" alt="" />
-</div>
-
-<p class="no-indent center xlarge p1">
-RUBÉN
-DARÍO
-</p>
-
-<div class="imgcenter" style="width: 31px;">
-<img src="images/illus02b.jpg" width="31" height="37" alt="" />
-</div>
-
-<p class="no-indent center xlarge">
-PROSA
-DISPERSA
-</p>
-
-<hr class="chap2" />
-</div>
-
-
-
-
-<div class="chapter">
-
-<div class="figcenter titlepage" style="width: 300px;">
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-</div>
-
-<h1><span class="smcap">Prosa Dispersa</span></h1>
-
-<p class="no-indent center small bold p1">POR</p>
-
-<p class="no-indent center xlarge bold p1"><span class="smcap">Rubén Darío</span></p>
-
-<div class="figcenter" style="width: 100px;">
-<img src="images/illus03b.jpg" width="100" height="77" alt="" />
-</div>
-
-<p class="no-indent center small bold p1">
-VOLUMEN XX
-<br />
-DE LAS OBRAS COMPLETAS
-<br />
-ADMINISTRACIÓN:
-<br />
-EDITORIAL «MUNDO LATINO»
-<br />
-MADRID
-</p>
-
-<hr class="chap2" />
-</div>
-
-
-
-
-<div class="chapter">
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_1" id="Page_1">[1]</a></span></p>
-
-<h2>
-EL SILLÓN DE LECONTE
-DE L'ISLE
-<br />
-<small>
-La Juventud y la Academia
-<br />
-Lo que dijo Charles Morice
-<br />
-Verlaine y Zola.
-</small>
-</h2>
-
-
-<div><img class="drop-cap" src="images/drop-h.jpg" width="50" height="78" alt="" /></div>
-<p class="drop-cap"><span class="smcap">Hace</span> poco más de un año nos hallábamos
-en mi habitación, en un hotel de París,
-cerca de la Bolsa, el poeta Maurice Duplessis,
-porta-estandarte de la escuela
-romana; el simpático y sutil Kreutzberger,
-a la sazón crítico literario de <i>La Cocarde</i>, y
-Enrique Gómez Carrillo, cuyo nombre es bien conocido
-por los lectores de <i>La Nación</i>.</p>
-
-<p>Charlábamos amistosamente, fabricando cada
-cual su grog, cuando apareció en la puerta la cabeza
-moruna de Alejandro Sawa, el escritor español.</p>
-
-<p>Entró Sawa, seguido de un señor alto y flaco,
-medio <i>clergyman</i> y medio pianista, pálido, de larga
-cabellera obscura, que le caía sobre los hombros,
-con un aire de aparecido.</p>
-
-<p>&mdash;M. Charles Morice.</p>
-
-<p>Levantéme, y abriendo un libro que estaba sobre
-mi mesa, leí:</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_2" id="Page_2">[2]</a></span></p>
-
-<div class="poetry-container"><div class="poem">
-<div class="stanza">
-<div class="verse i2">Impérial, royal sacerdotal, comme une</div>
-<div class="verse i0">République Française en ce quatre-vingt-treize</div>
-<div class="verse i0">Brûlant empereurs, rois, prêtres dans la fournaise,</div>
-<div class="verse i0">Avec la danse autour de la grande commune.</div>
-<div class="verse i0">L'étudiant et sa guitare et sa fortune</div>
-<div class="verse i0">À travers les décors d'une Espagne mauvaise</div>
-<div class="verse i0">Mais blanche, de pieds nains et noire d'yeux de braise,</div>
-<div class="verse i0">Héroïque au soleil et folle sans la lune.</div>
-</div>
-<div class="stanza">
-<div class="verse i2">Néoptolème, âme charmante et chaste tête,</div>
-<div class="verse i0">Dont je serais en même temps le Philoctète</div>
-<div class="verse i0">Au cœur ulcéré plus encore que la blessure,</div>
-<div class="verse i0">Et pour un conseil froid et bon parfois l'Ulysse:</div>
-<div class="verse i0">Artiste pur, poète où la gloire s'assure,</div>
-<div class="verse i0">Cher aux lettres, cher aux femmes, Charles Morice.</div>
-</div>
-</div></div>
-
-<div class="asterism" style="width: 25px;">
-<img src="images/tb.jpg" width="25" height="26" alt="" />
-</div>
-
-<p>A los pocos instantes, vibrando aún los versos
-de Paul Verlaine, Charles Morice saboreaba también
-su grog, y, a propósito de un Walt Whitman
-que encontró en mi mesa, discurría sobre literatura
-yanqui.</p>
-
-<p>No es ya el autor de la <i>Littérature de tout à l'heure</i>
-el mismo del soneto de su amigo y maestro, ni
-siquiera el pintado por Emile Coursange. «La cabeza
-es adelgazada, bien puesta sobre el cuello flexible
-y delicado&mdash;la barba ligera, obscura, realza
-la palidez del rostro y atenúa la sequedad de los
-contornos; la frente elevada, apenas agrandada,
-que encuadra una cabellera fina y rara, está alzada
-con brutalidad&mdash;; la nariz altiva, aguileña, enérgica&mdash;la<span class="pagenum"><a name="Page_3" id="Page_3">[3]</a></span>
-boca fina y sensual, acentuada por un bigote
-felino&mdash;, el <i>mentón</i> que se adivina bajo la barba,
-a la vez autoritario y campechano, completan esta
-fisonomía tan compleja, tan contradictoria del poeta,
-donde la cabeza, donde las pasiones, parecen
-en lucha perpetua con el alma; pero la sostienen,
-la avivan.» Esas palabras fueron escritas tres años
-antes: 1889. Hoy, Charles Morice parece gastado,
-quizás minado por una dolencia.</p>
-
-<p>Es, entre la juventud literaria, uno de los maestros.
-Fué uno de los fundadores del simbolismo,
-después se separó del cenáculo. Ninguno de sus
-antiguos compañeros, a excepción de Barrés y
-Paul Adam, ha escrito obra más seria y trascendental
-que el autor de <i>Littérature de tout à l'heure</i>.</p>
-
-<p>Cuando se trató en Francia de la elección académica
-para el sillón de Leconte de L'Isle, Charles
-Morice habló en nombre de la juventud.</p>
-
-<p>Sus palabras fueron las que los lectores de <i>La
-Nación</i> verán en seguida.</p>
-
-<div class="asterism" style="width: 25px;">
-<img src="images/tb.jpg" width="25" height="26" alt="" />
-</div>
-
-<p>«Algunas gentes se forman voluntariamente de
-cualquiera que atrae y retiene las miradas de los
-hombres, la idea de un alto funcionario. Para esos
-bodoques ante cuyos ojos el mundo aparece como
-una vasta administración, la gloria es un puesto,
-el genio una función: al morir el titular se abre una
-sucesión.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_4" id="Page_4">[4]</a></span></p>
-
-<p>&mdash;¿Quién va a suceder a Leconte de L'Isle?&mdash;preguntan
-esas gentes.</p>
-
-<p>Y no es en el sillón académico o en la biblioteca
-del Senado en lo que piensan. Ingenuamente se
-persuaden de que Leconte de L'Isle ocupaba el
-puesto y ejercía la función de primer poeta de
-Francia. ¿Quién es hoy el mejor designado para
-sucederle en su función y en su puesto?</p>
-
-<p>Esta opinión del vulgo, aunque lleva por casualidad
-algo de verdad en la especie, es profundamente
-errónea. Napoleón decía que las mujeres no tienen
-rango: los poetas no lo tienen tampoco. Ninguno
-es el primero. Desde que se es en Arte, se
-es solamente, puesto que en el dominio del espíritu
-público <i>ser</i> consiste en <i>expresarse</i>, ¡y como ninguna
-alma es igual a otra! No se es poeta o artista
-sino bajo la condición de mostrar a la luz los
-matices espirituales por los cuales se distingue
-esencialmente, tanto de la multitud de los pequeños
-como de la débil minoría de los grandes: por
-eso, como lo ha muy bien observado M. Paul
-Bourget, se llega a ser el representante y el jefe
-de toda una categoría humana, más o menos numerosa,
-según la naturaleza del pensamiento o del
-sentimiento a que se da una forma definitiva.</p>
-
-<p>Así, pues, si Víctor Hugo ha llegado a convencer
-a la muchedumbre de que él era el <i>primer</i>
-poeta de su tiempo es, desde luego, porque afirmándose
-en los sentimientos e ideas más generales,
-se aseguró una vasta clientela y, después, porque<span class="pagenum"><a name="Page_5" id="Page_5">[5]</a></span>
-a sus virtudes líricas agregaba los méritos de un
-extraordinario <i>reclamier</i>. Otros han contado la habilidad
-que desplegó para fundar y desenvolver su
-gloria, y el hecho es que en muy poco tiempo llegó
-al puesto&mdash;ilusorio, pero brillante&mdash;que él se había
-señalado como mira.</p>
-
-<p>Parece&mdash;como lo es, en efecto&mdash;inútil distribuir
-premios a Hugo, a Lamartine, a Vigny, a Musset,
-a Gautier, a Baudelaire... Cada uno de ellos es el
-rey de un dominio que no comparte con nadie.</p>
-
-<p>Si el emperador de la Rusia posee más territorios
-que el rey de Dinamarca, ninguno es menos majestad
-que el otro.</p>
-
-<p>Agreguemos que los poetas poco leídos, dado
-que sean muy realmente poetas, no tienen nada que
-envidiar a los más populares, si éstos lo han llegado
-a ser pronto. El consenso universal inmediato
-no tiene valor en arte, no porque el ideal no sea en
-efecto seducir al mismo tiempo a <i>l'élite</i> más severa,
-y a la muchedumbre más contentadiza. Pero es,
-ante todo, lo escogido lo que le conviene tener consigo;
-y se ha visto raramente que su opinión concuerde
-con la de la mayoría. Al contrario, los escogidos
-concluyen siempre, a más o menos largo
-plazo, por arrastrar a la muchedumbre. ¡Peor para
-aquéllos a quienes ésta aclama sin consultar mejores
-pareceres! Como ella se da sin pena alguna,
-cambia del mismo modo, en tanto que el elegido
-de los difíciles puede contar con su fidelidad, sus
-partidarios son tanto más entusiastas cuanto más<span class="pagenum"><a name="Page_6" id="Page_6">[6]</a></span>
-raros son: su fe artística tiene todo el valor de una
-verdad que ellos están prestos a demostrar.</p>
-
-<p>Baour Lormiari, a quien sus semejantes prodigaron
-los títulos más lisonjeros, anduvo desacertado
-en creerse príncipe de un vasto imperio poético,
-en tanto que la Kamchatka de Baudelaire se
-anexa sin cesar nuevas provincias.</p>
-
-<p>En la ciencia ello es de diferente manera.</p>
-
-<p>En poesía es el tono, la cualidad, la esencia del
-alma del creador, lo que importa ante todo.</p>
-
-<p>Si un poeta no ha dejado sino diez versos perfectos,
-cada uno de esos diez versos es tan bello, tan
-<i>inmortal</i> como cada uno de los mil versos perfectos
-que haya dejado otro poeta. Este habrá sido
-más a menudo, pero no más poeta que aquél.</p>
-
-<p>Un sabio puede ser más sabio que otro.</p>
-
-<p>Una vez alcanzada la elevación bajo la cual se
-quedan los trabajadores de la obra, los industriales
-y los imitadores, es permitido adicionar y comparar
-los elementos de conocimiento y los resultados
-adquiridos. Un descubrimiento puede tener más importancia
-que otro.</p>
-
-<p>Un sabio puede ser el primer sabio de su
-época.</p>
-
-<p>No pretendo deducir de allí que la ciencia sea inferior
-a la poesía. Además, que eso sería aun una
-distribución de premios que nadie tiene derecho
-de hacer, aunque muchos lo hayan intentado; esas
-como especulaciones insubstanciales no sirven de
-nada.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_7" id="Page_7">[7]</a></span></p>
-
-<p>Pienso solamente, y repito, que no hay <i>primero</i>
-en poesía.»</p>
-
-<div class="asterism" style="width: 25px;">
-<img src="images/tb.jpg" width="25" height="26" alt="" />
-</div>
-
-<p>Decía, pues, que el error popular, a este respecto,
-presta a las circunstancias, a la personalidad de
-Leconte de L'Isle, algo de verdad.</p>
-
-<p>La institución de los poetas laureados en Inglaterra,
-y de la Academia en Francia, deja, en efecto,
-comprender que es permitido a los contemporáneos,
-escoger entre los grandes escritores de su
-tiempo, de encarnar en ellos el arte literario y de
-atribuirles derecho de eminencia y prerrogativas.
-Eso es, sin duda alguna, socialmente necesario para
-el honor de las letras.</p>
-
-<p>Desde el punto de vista particular, alguno sucederá,
-pues, a Leconte de L'Isle; alguno ocupará el
-sillón en que él se sentó después de Víctor Hugo.</p>
-
-<p>Que se me permita precisar la importancia de la
-elección esperada. Por una vez, la Academia va a
-ser el centro de las preocupaciones de toda la juventud.
-Ella conoce, amaba al poeta que vivía en su
-misma casa. Desde luego, aun para dejar presto de
-serlo, la juventud es siempre literaria. La palabra
-poesía no la deja nunca indiferente.</p>
-
-<p>Luego es de poesía, contra la costumbre, de lo
-que se va a tratar en la Academia.</p>
-
-<div class="asterism" style="width: 25px;">
-<img src="images/tb.jpg" width="25" height="26" alt="" />
-</div>
-
-<p>La situación de Leconte de L'Isle en la historia<span class="pagenum"><a name="Page_8" id="Page_8">[8]</a></span>
-de la literatura francesa permanecerá de todos modos
-excepcional.</p>
-
-<p>Ese criollo, venido de Bourbon a París, con reflejos
-de sol cruel en sus ojos maravillosos, para
-fijar en versos de una extraña suntuosidad sus visiones
-de lo bello de ella, y como para gustarlas
-mejor a la distancia, fué, entre nosotros, el sacerdote
-augusto del arte sagrado; y de ese modo, él
-también, el residente de otra edad, como decía de
-sí mismo Chateaubriand, a quien Leconte de L'Isle
-merece ser comparado. La indiferencia desdeñosa
-que tenía por los imbéciles, el horror que él les
-causaba, el disgusto que le inspiraban las solicitudes
-de la vida corriente, sobre todo, la naturaleza
-adjetiva de su genio&mdash;a lo Vigny, a lo Goethe, a lo
-Shakespeare&mdash;, todo contribuía a hacer de él como
-una síntesis de este ser de antaño ya quimérico: el
-poeta.</p>
-
-<p>Tenía esa doble gracia de la eterna infancia de
-los sentimientos unida a la majestad del espíritu.
-Ningún rasgo de sensibilidad ni de puerilidad en su
-obra vigorosa, a la que los poco observadores acusan
-de impasibilidad. ¿Impasible? ¡Esculpió el mármol
-y lo volvió sensible! Pero tenía altos cuidados
-de pudor y de pureza. Su ensueño es casto, casi
-ingenuamente, como el ensueño de todos los grandes
-poetas. Quería «desaparecer, como autor, detrás
-de sus creaciones». Griego y clásico, tanto por
-ese procedimiento estético, cuanto por su ideal de
-belleza.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_9" id="Page_9">[9]</a></span></p>
-
-<p>Esta reserva austera del escritor estaba en perfecta
-armonía con la actitud del hombre, tranquilo
-y grave, y que evitaba las ocasiones de ser visto.
-Pero los que lo han encontrado, no olvidarán
-aquel noble rostro, aquellos grandes rasgos, esos
-labios donde la obligación del desprecio había apenas
-atenuado el instinto de la bondad, aquellos
-ojos admirables, demasiado luminosos tal vez, y
-que parecían deslumbrados de su propia claridad.</p>
-
-<p>Era estoico, era pesimista. El orgullo ocultaba
-en él la ternura. Su desprecio nacía de una comparación
-fatal entre el ideal constante al cual tendía
-toda su alma, y las realidades humanas.</p>
-
-<p>Aunque lo haya dicho un ministro ante la tumba
-de ese poeta, no era el desencanto lo que lo alejaba
-del bullicio de la muchedumbre. Después de
-juveniles y breves tentativas, abandonó definitivamente
-todo deseo de renovación social, para darse
-sin tregua a su obra, a la realización de la belleza
-severa y perfecta de que estaba apasionado. En ese
-grande esfuerzo, y de esa obra maestra en obra
-maestra, él se desarrolló sin cesar, simplificándose
-siempre.</p>
-
-<p>Los críticos admiraron en él, muy particularmente
-sin duda, cómo fué a la vez&mdash;simultaneidad
-rarísima&mdash;un bello rimador y un solícito escritor.
-Los psicólogos le alabaron por haber representado
-sin falta ninguna ese difícil personaje del poeta, ya
-fuera de moda, en esta sociedad. Los jóvenes artistas
-literarios, en fin, recordarán todo lo que el<span class="pagenum"><a name="Page_10" id="Page_10">[10]</a></span>
-arte de escribir le debe; como él fué por poemas,
-más que por sus opiniones, un maestro precioso,
-el jefe de la única escuela que tiene algún porvenir:
-la escuela de la perfección.</p>
-
-<div class="asterism" style="width: 25px;">
-<img src="images/tb.jpg" width="25" height="26" alt="" />
-</div>
-
-<p>Otros sillones académicos son tan gloriosos
-como el suyo: el sillón de Renán, por ejemplo, o
-el de Taine. Pero el sillón de Leconte de L'Isle tiene
-algo singular: es el sillón de Hugo, es el único&mdash;con
-el cuarenta y uno&mdash;que, por derecho de
-tradición, pertenece a los poetas.</p>
-
-<p>Uno de éstos, en todo caso, y de los raros que
-justifiquen la existencia de una Academia fundada
-con el objeto de honrar la literatura.</p>
-
-<p>A propósito de la elección de M. Lavisse, creo
-oí decir a M. Ludovic Halévy, aprobando que la
-Academia se hubiese agregado ese erudito: «Es
-una buenísima adquisición. Se necesitan gentes
-instruídas en la Academia.»</p>
-
-<p>Quizá se necesitan poetas también.</p>
-
-<p>Sin duda por François Coppée, Sully Prudhomme,
-José María de Heredia, Paul Bourget, piensan
-los duques que la poesía tiene mucho lugar ya en
-la representación oficial de la literatura francesa.
-¿Pero no conviene que esa Sociedad reserve, para
-embaucarla con honores poco dispendiosos, un
-lugarcito para la poesía que ella encarnece de todos
-modos?</p>
-
-<div class="asterism" style="width: 25px;">
-<img src="images/tb.jpg" width="25" height="26" alt="" />
-</div>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_11" id="Page_11">[11]</a></span></p>
-
-<p>A falta de un gran poeta, el académico de mañana
-podría ser un gran jefe de escuela. Leconte
-de L'Isle fué todo eso junto.</p>
-
-<p>Y todo eso junto lo tenemos aún. Pero...</p>
-
-<p>Paul Verlaine es un gran poeta, es verdad, el
-maestro más amado de las jóvenes generaciones y
-el que, en todo el siglo, tal vez, «ha observado
-más la distancia entre la sensación y la expresión».
-Su obra es el fiel reflejo de esta época desencantada
-y deseosa aún, atribulada por remordimientos;
-testarudo en la esperanza y, a veces, contra el porvenir
-y el pasado, se refugia o, mejor, se abisma,
-en la embriaguez olvidadiza que presta un sentido
-a la aflicción de la hora presente.</p>
-
-<p>Verlaine es también un jefe de escuela. Todos
-los jóvenes lo imitan antes de haber encontrado su
-propia vía: preguntad a León Vanier, que los acoge
-algunas veces, y a Lemerre, que les reprocha olvidar
-el ribazo del Parnaso.</p>
-
-<p>¡Pero!... La Academia se espanta al solo nombre
-de Verlaine; resucita viejas leyendas y discute la
-obra también que ella juzga de anárquica, literariamente,
-se entiende.</p>
-
-<p>¡Y bien! Emilio Zola es un gran jefe de escuela.</p>
-
-<p>No se trata aquí de preferencias personales, ni
-de saber si yo ignoro lo que conviene pensar de
-«el espeso genio de Meudon», como decía Maurice
-Barrés. Conste, al menos, que el autor de <i>l'Assommoir</i>
-ha estado a la cabeza del movimiento literario<span class="pagenum"><a name="Page_12" id="Page_12">[12]</a></span>
-más importante que se haya producido después
-del romanticismo.</p>
-
-<p>Preciso es que haya tenido razón, puesto que, en
-doctrina literaria, concuerda con la doctrina filosófica
-de ayer (y aun de hoy un poco) el positivismo,
-y con teorías estéticas ahora en derrota, pero que
-nos dejan como testimonio de su paso muchas
-obras maestras.</p>
-
-<p>Zola es un poeta también. No pienso que sea
-útil afirmar, una vez más, que hay poetas en prosa.
-Zola es eso. Tal visión de París, la segunda,
-si no tengo mala memoria, de <i>Une page d'amour</i>,
-es uno de esos poemas en prosa que sobrenadarán
-en el próximo naufragio del montón de toda esta
-obra artificialmente una, extrañamente compuesta,
-indiscretamente amplificada. El mérito particular
-de Zola será, sin duda, que con el más grosero estilo
-posible, llega a dar algunas veces la impresión
-de una obra de arte vibrante de vida. Es un mal
-ejemplo y de un efecto espléndido.</p>
-
-<p>¡Pero...! La Academia arguye y chochea a propósito
-de Zola, y no quiere darle más de seis, siete,
-ocho votos, cada vez que viene él a pedirle sus favores.</p>
-
-<p>¿Tendremos largueza mañana?</p>
-
-<p>Las gentes de tacto y de gusto, las gentes que se
-cuidan de las conveniencias, me responderán que
-ese no es el caso. Leconte de L'Isle aborrecía el
-naturalismo y a los naturalistas. ¿No sería insultarle,
-darle uno de ellos por sucesor?</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_13" id="Page_13">[13]</a></span></p>
-
-<p>&mdash;Pero, ¿por qué? Forzar a uno de ellos, y al
-más ilustre a alabar al poeta que les desdeñaba, ¿no
-sería algo picante? Esas grandes oposiciones, ¿no
-son uso de la historia en las hermosas épocas? ¿No
-son también la más preciosa de las enseñanzas?</p>
-
-<p>Sin dejar de admirar el alto porte, la bella actitud
-del poeta que, durante toda una larga vida,
-nutrió de contemplación su pensamiento y no descendió
-a la plaza pública.</p>
-
-<p>«Parmi les histrions et les prostituées.»</p>
-
-<p>Lamento no haya encontrado el secreto de ir
-hacia la muchedumbre permaneciendo siempre el
-mismo. El alma de la muchedumbre se engrandece
-bajo la mirada del que sabe conmoverla en sus profundidades&mdash;¡la
-muchedumbre, cliente de la Biblia
-y de Shakespeare!&mdash;Los escogidos que habían
-ido a Leconte de L'Isle le hubieran seguido al gesto
-que él hubiese hecho hacia esa divina multitud.</p>
-
-<p>La naturaleza de su genio no quería el ruido.</p>
-
-<p>Creo que una imponente lección se deduciría
-muy bien del contraste brillante que daría el sillón
-académico del gran misterioso, del gran concentrado,
-del gran artista objetivista, al subjetivista
-apasionado, desenfrenado, Verlaine; o al expansivo
-a toda costa, aun a veces a costa del arte&mdash;Emilio
-Zola.</p>
-
-<p>Quizá la verdad y el porvenir pasaran entre la
-excesiva discreción del primero y la indiscreción
-de los otros dos. En todo caso, ambos son dignos
-de sentarse donde él se sentó. Los nombres de ambos,<span class="pagenum"><a name="Page_14" id="Page_14">[14]</a></span>
-como el suyo, significan el ideal neto y personalísimo.
-La juventud los elegiría a cara o cruz...</p>
-
-<div class="asterism" style="width: 25px;">
-<img src="images/tb.jpg" width="25" height="26" alt="" />
-</div>
-
-<p>¡Pero...! La Academia está falta de juventud. Podéis
-apostar, seguramente, que la gloria va a abandonar
-el sillón de Hugo y de Leconte de L'Isle: se
-lo apropiará la honrada notoriedad.</p>
-
-<p>Las candidaturas probables ya vistas con buenos
-ojos, son las de M. M. Henry Houssaye, Stephen
-Liégard y Jean Aicard.</p>
-
-<p>No tengo nada malo que decir de esos señores.</p>
-
-<p>Henry Houssaye, como se sabe, resultó elegido
-inmortal. Verlaine está cerca de la muerte y de la
-inmortalidad. Y Zola, el fuerte cazador, de candidato
-perpetuo.</p>
-
-<p class="date">Enero, 7-1895.</p>
-
-<div class="figcenter" style="width: 150px;">
-<img src="images/illus004.jpg" width="150" height="89" alt="" />
-</div>
-
-<hr class="chap2" />
-</div>
-
-
-
-
-<div class="chapter">
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_15" id="Page_15">[15]</a></span></p>
-
-<h2>
-EL PENSAMIENTO
-ITALIANO
-<br />
-<small>
-Teatro, poesía y novela
-<br />
-La «enquête» de Hugo Ojetti
-<br />
-La opinión de los «Chêrmaitre»
-</small>
-</h2>
-
-
-<div><img class="drop-cap" src="images/drop-p.jpg" width="50" height="78" alt="" /></div>
-<p class="drop-cap"><span class="smcap">Predomina</span> hoy, entre nosotros, lo italiano.
-El arte italiano reina en Buenos
-Aires: díganlo si no las dos excelentes
-compañías dramáticas que tienen como
-estrellas a Tina di Lorenzo y a la Reiter;
-la de G. Salvini, que se anuncia; las compañías
-de ópera italianas, que se suceden; la Tetrazzini,
-que vuelve a reinar con sus gorjeos; el extraño y
-funambulesco Frégoli, que acaba de partir.</p>
-
-<p>La idea italiana nos informa: Bonghi escribe en
-<i>La Prensa</i> y Edmundo de Amicis en <i>La Nación</i>.</p>
-
-<p>Italia <i>for ever</i>! En la <i>Revue de Deux Mondes</i>, el
-vizconde Melchor de Vogüe ha hecho notar recientemente,
-en su magnífico ensayo sobre Gabriele
-D'Annunzio&mdash;tal como antes hiciera notar el vuelo
-de las cigüeñas&mdash;, cómo se advierte en el mundo un
-renacimiento de la fuerza del alma latina, iniciado,
-no en la gloriosa Francia, invadida por los bárbaros,
-sino en la ilustre Italia maternal.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_16" id="Page_16">[16]</a></span></p>
-
-<p><i>Il trionfo della Morte</i> se está publicando en la
-misma revista; en otras se ha traducido también
-gran parte de las obras del ilustre y joven maestro
-de Napóles.</p>
-
-<p>De ocasión es, pues, saber la opinión que sobre
-el pensamiento italiano actual y su porvenir tienen
-quienes en la península están a la cabeza del mundo
-intelectual. Así lo ha pensado el escritor ameno
-y elegante Hugo Ojetti, que, a la manera de Jules
-Huret en Francia, ha hecho en Italia una <i>enquête</i>
-por demás importante.</p>
-
-<p>Es, en verdad, Ojetti un encantador repórter, o
-más bien un explorador literario. ¿La causa de su
-libro? Él se dijo poco más o menos: «En Italia no
-hay crítica sobre la literatura contemporánea. Juntan
-los críticos en sus vacuas personalidades las
-más opuestas profesiones, y ya son soldados, ya
-abogados, ya empleados, ya periodistas políticos,
-ya mujeres, ya sacerdotes católicos.» ¿No puede
-decirse <i>et pour cause</i>, lo mismo en nuestra literatura
-de lengua española? Y seguía pensando Ojetti:
-«Apenas dos o tres son cultos y sinceros; pero sus
-voces, por la permanente escisión étnica del todavía
-vano reino de Italia, no son escuchadas más
-allá de los límites de su propia región. Los otros
-pseudo-críticos no saben hablar; hablan sobre todo
-y sobre todos; y ahora que los curas no están más
-en boga, gritan&mdash;como éstos hacían antes&mdash;contra
-toda obra nueva, el <i>pulvis es</i>. No se puede apreciar
-nuestro actual estado ni porvenir intelectual, ni<span class="pagenum"><a name="Page_17" id="Page_17">[17]</a></span>
-por los diarios políticos, que son generalmente enemigos
-de la Gramática, del arte y de las letras,
-ni por las raras revistas, jóvenes, ignoradas o pasajeras,
-o viejas, supersticiosas y pedantes; ni por
-los libros&mdash;difíciles de hacerse por la insapia y
-pobreza de los editores, etc.»</p>
-
-<p>Es un hecho que un movimiento de vida se nota.
-El público mismo comienza a dejar los libros franceses
-por los italianos. ¿Cómo hacer ver, hacer observar
-al público este movimiento, si no hay crítica?</p>
-
-<p>Pues bien; concluyó Ojetti; iré de ciudad en ciudad
-y de casa en casa, a que los <i>chêr maitre</i> me digan
-lo que piensan al respecto, sea bueno o sea
-malo; pesimistas y optimistas hablarán con el público
-claramente y por mi medio.</p>
-
-<p>Esto, dice él, «es casi un principio de socialismo
-estético. Pero el público sabrá a qué atenerse».</p>
-
-<p>Y fué, en efecto, en viaje de investigación, a las
-viejas y a las jóvenes autoridades. Pocos nombres
-valiosos faltaron para su <i>enquête</i>, como Rovetta,
-como un Rapisardi, como Neucioni, como Guerrini.</p>
-
-<p>Y ahora, homeopatizando, como es a propósito
-para una información de esta clase, comenzaremos
-con la visita que hizo al gran</p>
-
-<p class="no-indent center p1">GIOSUÉ CARDUCCI</p>
-
-<p class="p1">Para verle tuvo que ir a Bolonia, «la Atenas italiana»,<span class="pagenum"><a name="Page_18" id="Page_18">[18]</a></span>
-en donde Carducci <i>pontifica</i>. Tiene su casa
-fuera de la ciudad, entre Porta Mazzini y Porta
-Santo Stéfano. Casa más que confortable. Libros
-muchos, muchísimos libros, no siendo pocas las
-ediciones princeps y obras raras, y siendo mayor
-joya una <i>Commedia</i> de la primera edición de Aldo,
-regalo de un admirador. Entre retratos de Hugo,
-Mazzini, Garibaldi, Mario, y un busto del Dante,
-un largo mechón de cabellos de Goffredo Mameli.</p>
-
-<p>Le vió, y he aquí el extracto de lo que dijo el
-poeta:</p>
-
-<p>Nos falta una <i>Storia del risorgimento italiano</i>,
-hecha con ciencia y arte, pero sin ostentar erudición.
-Voy a hacerla. Comenzaré pronto, pronto.
-Una historia así es necesaria para el pueblo. Haré
-algo útil. ¡He hecho tantas cosas inútiles! Sin erudición.
-Será una cosa útil. Y volviéndose al señor
-Rugarli, que estaba presente:&mdash;¿Cree usted que la
-erudición que tenemos nos sea útil? ¿Para qué? Y
-siguió hablando sobre lo mismo.</p>
-
-<p>Se habló del <i>Cristo alla festa de Purim</i>&mdash;publicado
-en Buenos Aires en <i>La Nación</i>&mdash;, y recordó la
-<i>Giuda</i> de Petruccelli della Gattina. E hizo un <i>calembourg</i>:&mdash;Sí,
-el drama de Bovio, es un <i>Cristo in
-puré</i>. ¿Y de lo que iba a preguntarle Ojetti?</p>
-
-<p>Ni palabra.</p>
-
-<p>Como es sabido, Carducci es consejero comunal
-y provincial de Bolonia, ciudad en donde reside
-desde 1860. Su vida es metódica. Trabaja toda la
-mañana. A las doce, se traga tres huevos crudos.<span class="pagenum"><a name="Page_19" id="Page_19">[19]</a></span>
-Lunes, miércoles y viernes, va a dar sus lecciones
-puntualmente, a las cuatro. Luego pasa a lo de Zanichelli,
-en donde toma el <i>Corriere della Sera</i>. Come
-a las seis y goza de buen apetito. A las nueve, va
-otra vez a lo de Zanichelli, a charlar o a jugar al
-briscolon, o a leer (tres o cuatro veces en los inviernos)
-Dante u Horacio, y lee admirablemente.
-Administra muy bien el capital que ha ganado; pero
-parece que éste no pasa de ochenta mil liras. Tiene
-tres hijas, todas casadas; Bice, con el señor Bebilacqua,
-de Livorno; Laura, con el ingeniero Gnacarini,
-y Liberta&mdash;la Titi del <i>San Guido</i>&mdash;, con el
-ingeniero Masi.</p>
-
-<p>Me parece que para detalles tienen suficientes ya
-los admiradores de Carducci. Otro sí: hay que
-agregar, que no es gran conocedor de la música&mdash;<i>da
-buon poeta</i>, dice su <i>interviewer</i>&mdash;; se quiere hacer
-el wagnerista, pero en el fondo «si commuove solamente
-e sinceramente quando ascolta <i>O signor che
-dal tetto natio!</i>»</p>
-
-<p>Ojetti teme que el ambiente, que el <i>medio</i> boloñés,
-entumezca en parte las alas del águila de las
-<i>Odas bárbaras</i> en su vivaz vejez.</p>
-
-<p>Y después de Carducci,</p>
-
-<p class="no-indent center p1">ENRICO PANZACCHI</p>
-
-<p class="p1">También en Bolonia, y «el hombre más simpático
-de su ciudad». Sutil como un crítico, pero
-entusiasta como un poeta. Charla y discute cortés<span class="pagenum"><a name="Page_20" id="Page_20">[20]</a></span>
-y convincente. Es el tipo <i>ideal</i> de Bolonia la
-docta.</p>
-
-<p>Le encuentro en la Pinacoteca, de la cual es director,
-y en donde tiene su cátedra de estética. Su
-estudio, revuelto en un bello desorden de libros
-nuevos y viejos, y adornado con dos ricas joyas de
-Serra, el pintor, dos cabezas de viejo.</p>
-
-<p>Panzacchi es alto, gentil, de cabellos grises, el
-que viste más elegantemente de todos los escritores
-boloñeses. Hallóle Ojetti en la Pinacoteca. He
-aquí la esencia de sus ideas sobre las preguntas
-del <i>interviewer</i>: Separa las literaturas latinas que
-resultan de la obra semejante de muchos contemporáneos
-escritores, de las literaturas del Norte,
-que en el fondo existen solamente por labor de individualidades
-distintas.</p>
-
-<p>La razón de la decadencia, de la general decadencia
-de la literatura, del arte, tiene bases económico-sociales.</p>
-
-<p>En Italia, más que en cualquier parte, o, al menos,
-con mayor sinceridad, se siente lo <i>nuevo</i>.
-«Digo <i>nuevo</i>, dice Panzacchi, para no usar el adjetivo
-<i>moderno</i>, que por el abuso ha llegado a ser
-falso, y a perder casi todo significado.»</p>
-
-<p>No asegura claramente un despertamiento en Italia:
-ve más bien un deseo y tal vez una conciencia
-de despertamiento. Es oír trabajar sutil, disperso,
-profundo, oíble tan solamente para las orejas expertas;
-pero el trabajo existe, ciertamente, y tiene
-carácter italiano.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_21" id="Page_21">[21]</a></span></p>
-
-<p>En Italia, con mayor sinceridad que en ninguna
-parte brilla sobre la producción, de los ingenios,
-de algún tiempo acá, una vaga luz de misticismo.
-¿Reacción? Acción espontánea del alma, fuera de
-toda razón, de método literario. ¡Quién sabe! Corifeos
-del movimiento, la Matilde Serao y Antonio
-Fogazzaro. En Francia ha habido igual movimiento,
-pero no son sinceros; la sinceridad, la fe, la necesidad
-absoluta de la fe, son cualidades necesarias.
-¿El misticismo de D'Annunzio? Es un misticismo
-muy afrodisíaco, una necesidad de los sentidos, y
-de los sentidos más bajos, no una necesidad del
-alma. No es síntoma de debilidad el misticismo. No
-hay que confundir el ascetismo con el misticismo.
-Los amores florecidos de medrigales, o grises de
-sentimentalismo, han hecho su consumo. Hoy los
-jóvenes deben buscar la forma de arte. Carducci ha
-iniciado ese movimiento. Su mérito es todo de la
-forma. El ha dado a la poesía y hasta a la prosa
-literaria italiana, una nueva forma: forma noble,
-digna del pensamiento.</p>
-
-<p>Después Ojetti fué a ver al místico</p>
-
-<p class="no-indent center p1">ANTONIO FOGAZZARO</p>
-
-<p class="p1">Seghe di Velo, lugar en donde el escritor tiene
-su «villa».</p>
-
-<p>«Es así, dijo Fogazzaro; el misticismo es natural,
-no efecto de reacción.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_22" id="Page_22">[22]</a></span></p>
-
-<p><i>Miranda</i> aparecía en 1874, cuando todavía el naturalismo,
-con Zola a la cabeza, no había obtenido
-tan resonante triunfo que provocasen una reacción.
-Ahora bien; en <i>Miranda</i>, está claro, me parece, la
-necesidad de lo sobrenatural y de lo sobrehumano.
-Desde niño, aun por razones de familia, he tenido
-esas ideas; tengo cincuenta y dos años. Antes leía
-todos los libros que estaban en la corriente de mi
-aspiración, muchos libros ingleses: las <i>Contemplations</i>,
-de Víctor Hugo. Después, lentamente, fuera
-de ciertos libros de filosofía, especialmente ingleses,
-he concluído por evitar la lectura de libros
-animados por ideas semejantes a las mías. Ahora
-leo casi siempre libros de maestros naturalistas;
-estudio y admiro a Zola con entusiasmo.»</p>
-
-<p>Es Fogazzaro un solitario que se complace en la
-soledad. Cuando va a Vicenza no habla de arte con
-nadie. Tiéntale el estudio de los fenómenos de la
-sugestión, espiritismo, hipnotismo. En cuanto al
-movimiento neomístico, no cree en la sinceridad
-de todos los escritores. A Julio Salvadori le juzga,
-sin embargo, sincero. Y dice: «soy católico rígido,
-severo, convencido. No concedo a mi fe ni oscilaciones
-ni dudas. No me hago una religión <i>para mí</i>,
-acepto el cristianismo católico y soy entusiasta.
-Hay que ver el catolicismo con ojos que alcancen
-lejos. En Italia ha sido y es siempre pequeño y
-contrahecho, en su apariencia. Mire en América la
-cuestión <i>Knights of labour</i>, que primero fué rechazada
-por el obispo Onebec, y después aceptada<span class="pagenum"><a name="Page_23" id="Page_23">[23]</a></span>
-por los prelados más rígidos y sabios, con palabras
-tales, que aquí, en Italia, parecerían imposibles en
-boca de sacerdotes. ¡Esto conduce a proclamar la
-máxima de que la iglesia debe secundar los movimientos
-de la mayoría nacional! Y todavía mírese
-en Chicago el Congreso de las religiones, donde
-un príncipe de la iglesia ha entonado, entre los
-sacerdotes más diferentes, entre bramanes, mahometanos,
-confucistas, ulemas, una plegaria cristiana,
-y todos, universalmente, han respondido en
-coro con voces altísimas. ¿No es éste un sublime
-espectáculo? Y no es esto sino los casos más próximos,
-más visibles, más fáciles de recordar. Nosotros,
-nosotros somos pequeños; nuestros ojos son
-débiles, nuestras mentes limitadas. Pero el catolicismo
-es inmenso, y santo, y eterno.»</p>
-
-<p>La cuestión de la patria tocóla el <i>interviewer</i> ligeramente.
-Lo cual hizo declararse liberal a Fogazzaro.
-Anunció un libro <i>Piccolo mondo antico</i>.
-Concluyó: «Yo soy un socialista católico convencido.
-La palabra del Cristo es el verbo del socialismo
-más sano, más recto y también más audaz.»</p>
-
-<p>Por esto no comprendo cómo Matilde Seras haya
-escrito que la única cosa que le disgusta en la doctrina
-del Cristo era el socialismo. Pero si es el fundamento
-del cambio social. Y yo lo sigo aun fuera
-de la teoría, propagándolo en los libros y realizándolo
-en lo poco que puedo. El socialismo no matará
-el arte. El arte no muere. Se modificará, es
-cierto, pero ganará en sinceridad. Como se hablase<span class="pagenum"><a name="Page_24" id="Page_24">[24]</a></span>
-de Tolstoi, juzgólo como una mente desequilibrada
-en gran manera, pero valientísima.</p>
-
-<p>En la villa de Velo, fundada por aquel a quien
-Fóscolo llama <i>qualtro comuni</i> en su epistolario, los
-dos hombres de letras siguieron conversando.</p>
-
-<p>En Vicenza, cerca de la villa de Fogazzaro, vió
-Ojetti a</p>
-
-<p class="no-indent center p1">PARLO LIOY</p>
-
-<p class="no-indent p1">el sabio poeta, o más bien el poeta sabio.</p>
-
-<p>¿Quién no ha quedado encantado si ha recorrido
-las páginas de <i>Notte</i>?</p>
-
-<p>&mdash;«Yo no veo, dijo Lioy, ningún despertamiento
-en nuestra literatura y en nuestro arte. Todo es
-mediocre. Los atrevidos poetas que un día se figuraban
-cabalgando insolentemente entre la baja muchedumbre
-con los ojos fijos en el sol, andan hoy
-en velocípedo. Es un símbolo. Es el triunfo de la
-mediocridad. El arte y la literatura, no sólo se modificarán,
-sino que morirán. Y no será una gran
-lástima; ni un daño para muchos. Reina hoy en
-nuestros jóvenes, el alejandrinismo, en forma y en
-substancia.</p>
-
-<p>El socialismo vencerá. En un libro que tendrá
-por título <i>Fuori all' aperto</i>, y que saldrá pronto,
-habrá un capítulo sobre el <i>socialismo animal</i>, y demostraré
-cómo entre los animales existe el régimen
-socialista; hay la más perfecta y continua forma de
-vida social. En cuanto a los neomísticos, el único<span class="pagenum"><a name="Page_25" id="Page_25">[25]</a></span>
-sincero es Fogazzaro.» Y un golpe a las <i>bas-bleu</i>:&mdash;¿Qué
-piensa usted de nuestras escritoras?</p>
-
-<p>&mdash;Pienso que ninguna de ellas es digna de tal
-nombre, fuera de Matilde Serao. Su número creciente
-es un síntoma de decadencia; es la mediocridad
-que conquista el arte y lo sofoca.</p>
-
-<p>Tenían ambos artistas bellos paisajes a la vista,
-maravillas de hermosura natural, un claro cielo
-lleno de sol. Lioy hablaba de ciencia y arte.</p>
-
-<p class="date">Septiembre, 2-1895.</p>
-
-<div class="figcenter" style="width: 75px;">
-<img src="images/illus005.jpg" width="75" height="62" alt="" />
-</div>
-
-<hr class="chap2" />
-</div>
-
-
-
-
-<div class="chapter">
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_27" id="Page_27">[27]</a></span></p>
-
-<h2>GIOVANNI RUFFINI</h2>
-
-
-<div><img class="drop-cap" src="images/drop-g.jpg" width="50" height="79" alt="" /></div>
-<p class="drop-cap"><span class="smcap">Génova</span> acaba de inaugurar el busto de
-Giovanni Ruffini. He aquí un nombre
-entre nosotros desconocido, el de una
-personalidad un tanto olvidada; pero
-que resurge hoy, en su patria, a la glorificación
-del simulacro. El telégrafo comunicó la
-noticia a un diario, hablando de «Juan Ruffini, que
-formó parte del comité de la Joven Italia, y que fué
-desterrado a Inglaterra». Persona de autoridad me
-dice: «Sí, realmente, fué un patriota; pero no se
-distinguió mayormente su patriotismo, ni llevó a
-cabo hazaña ninguna en tal sentido. La hazaña que
-él llevó a cabo fué escribir en inglés, como un inglés,
-un libro que es casi una obra maestra, <i>Il
-dottor Antonio</i>, el cual contiene quizás las más bellas
-descripciones que existen de la Riviera, del
-camino de la Cornice, siendo una novela interesantísima.
-Este y otros libros escribió, todos en inglés,
-que obtuvieron una inmensa popularidad en Inglaterra
-y todos los países de lengua inglesa, y que
-sus compatriotas tuvieron que leer traducidos. No<span class="pagenum"><a name="Page_28" id="Page_28">[28]</a></span>
-conozco, a lo menos no recuerdo, un caso tan extraordinario
-como éste. Ruffini fué a Inglaterra ya
-hombre formado, y creo que sin saber una palabra
-de inglés.»</p>
-
-<p>En verdad. El caso es excepcional, y tengo para
-mí que Ruffini hizo obra de maravillar. El único
-ejemplo que recuerdo&mdash;a más de algún heterodoxo
-español estudiado por Menéndez Pelayo&mdash;que pueda
-compararse, en lo referente a la lengua, con el
-de Ruffini, es el D. Pascual Gayangos, recientemente
-fallecido en Londres. El viejo Rosetti, padre
-del divino poeta de simbólico nombre Dante
-Gabriel, no sé que llegase a poseer el idioma inglés
-de tan perfecta manera. En Francia, lo sabía
-magistralmente Mallarmé, y lo saben, entre otros,
-Marcel Schwob y Bourget; pero escribirlo literariamente
-ya es otra cosa, y no pasarán de lo que
-hacía Merimée, de prodigiosa poliglocia: escribir
-versos ingleses de amor&mdash;cuando se está enamorado
-de una inglesa.</p>
-
-<p>El busto de Ruffini es de Justicia; pero no han
-de ver las generaciones en él la representación de
-un hombre político de este o aquel círculo histórico
-de su tiempo, ni al mártir que quiere presentarse;
-su figura modesta se perdería entre tanto hombre
-de bronce y mármol que puebla las plazas italianas
-al amparo de la memoria patriótica, desde el
-caballero de la camisa roja hasta los personajes de
-tercero y cuarto orden de las épocas agitadas de
-las revoluciones peninsulares. Aparecerá, sí, en su<span class="pagenum"><a name="Page_29" id="Page_29">[29]</a></span>
-legítimo valor, el talentoso sensitivo, el novelador
-de imaginación y de corazón, que realizó en sus
-obras una tarea de patriotismo si gustáis, pero principalmente
-de virtud y bondad humanas.</p>
-
-<p>En el palacio de la gloria del pensamiento y del
-arte, hay una inmensa muchedumbre de elegidos,
-pero cada cual guarda su propio rango. Habitan
-allí seres de distintos aspectos y de distintas tallas.
-Hay emperadores como Shakespeare, como Dante,
-como Hugo; reyes como Virgilio, como Milton,
-como Goethe; príncipes como Gautier. Hay colosos,
-hay enanos, hay bufones, hay locos; criminales
-y seres cuyo símbolo es un corazón. Pasan por
-los pavimentos de mármol y de ónix, mantos de
-púrpura, obscuras y sombrías capas. Tras las columnas
-se ven pasar pajes ricamente vestidos, que
-hacen brillar sus puñales de puños de pedrería.
-Entre la grandeza, la riqueza, el genio tiránico y
-absoluto, circulan perfumes misteriosos, encantadores,
-peligrosos, de un raro poder de fábula; os
-marean, os seducen, os matan. Podéis ascender al
-cielo; pero también podéis caer en una trampa y
-perderos para siempre. Descended conmigo al jardín;
-allá, en lo silencioso de las altas alamedas,
-por donde discurre un aire benéfico y los sanos árboles
-aprueban. No lejos está la blanca pila y el
-cisne gentil en ella. Por allí juegan los niños. Por
-allí se van a sentar en los bancos solitarios, las
-viudas enlutadas, a hojear un libro, a sentir como
-una lejana harpa de melancolía, inclinando a un<span class="pagenum"><a name="Page_30" id="Page_30">[30]</a></span>
-lado la cabeza, como los pájaros de Dios cuando
-escuchan. Por allí pasan los hombres buenos, los
-que trajeron a la tierra algún don de esperanza o
-de consuelo; amor esencia de fe, música de lo alto,
-miel de la luna; los que curan las heridas que hacen
-los malos, sonrientes o suavemente melancólicos,
-o generosamente heroicos, un poco pastores,
-un poco niños, un poco curas. Y, por un recodo, a
-la dulce hora de la tarde, he ahí que veréis aparecer
-sólo al buen Giovanni Ruffini, que en su tranquila
-inmortalidad se pasea entre violetas de amor
-y rosas de patria.</p>
-
-<div class="asterism" style="width: 25px;">
-<img src="images/tb.jpg" width="25" height="26" alt="" />
-</div>
-
-<p>D'Annunzio nos ha contado encantadoramente
-algo de la persona de Ruffini, cuando le conoció en
-París en 1873.</p>
-
-<p>«Ruffini tiene el aspecto de un buen padre de familia.
-Su semblante, abierto y suave, como dicen
-los que sostienen que el <i>mundo empeora</i>, no se encuentra
-ya en nuestros tiempos. Su fisonomía recuerda
-los enormes retratos que adornan los salones
-de las casas patricias; a primera vista diríase
-que tiene unos sesenta años, y goza pudiendo añadir
-que parece destinado a despachar otros sesenta.
-A pesar de su aire pacato, bien se adivina por
-los movimientos de su semblante y el tono profundo
-de su voz, que ha llevado una vida agitada por
-vigorosas pasiones y que ha sufrido grandes dolores.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_31" id="Page_31">[31]</a></span></p>
-
-<p>Como en las páginas del <i>Doctor Antonio</i>, así en
-su semblante, en su acento y en su conversación,
-hay algo de melancólico. Melancolía templada por
-tanta benignidad y dulzura, que jamás se descubre
-lo amargo. Sus mareas y lenguajes son de una
-sencillez infantil; parece que siempre hemos vivido
-juntos, y sus miradas y preguntas hacen creer que
-más bien es él el que ha venido movido por los
-mismos sentimientos vuestros a conoceros.»</p>
-
-<p>Tal rápido retrato, se compadece perfectamente
-con el Ruffini que os vendrá a una imaginación
-después de la lectura de sus amables y fluyentes
-narraciones. Sus novelas son verdaderamente balsámicas
-y tienen la particularidad del exacto documento,
-por mucho que sea el ambiente romántico
-que en ellas circula. A D'Annunzio mismo, confesaba
-él la realidad de sus personajes, el ser sus fabulaciones
-copias directas de la vida, sobre todo la
-célebre del <i>Doctor Antonio</i>. Ya antes, él había repetido
-eso mismo, insistiendo en ser dicha novela
-una <i>verace istoria</i>.</p>
-
-<p>Giovanni Ruffini nació en Génova el año 1807 y
-murió en Taggia el 3 de noviembre de 1881, en la
-villa Eleonora, finca de su propiedad. Sus padres,
-el abogado Bernardo Ruffini, y Eleonora, hija de la
-marquesa Carlo, tuvieron cuatro hijos: Ottavio, Jacopo,
-Giovanni y Agostino. Giovanni, a la edad de
-siete años, fué enviado por su padre a Taggia, y allí
-se crió confiado a los cuidados de su tío, canónigo,
-que se dedicaba más a sus olivares que a su sobrino.<span class="pagenum"><a name="Page_32" id="Page_32">[32]</a></span>
-Poco acomodaticio a tan ingrata tutela, se fugó el
-muchacho, y entonces se le colocó de interno en
-el Reale Collegio di Génova, bajo la dirección de
-los padres Tomaseos. Luego pasó a la universidad,
-en donde conoció a Mazzini, que fué su íntimo amigo;
-con su hermano Jacopo, entró luego a las filas
-carbonarias.</p>
-
-<p>Mazzini había organizado en Marsella la nueva
-sociedad La Giovane Italia, en cuyo comité figuraron
-los hermanos Ruffini, en arrojados intentos revolucionarios.
-Descubierta la conspiración, Jacopo
-fué denunciado, y junto con su hermano Attavio,
-preso. Jacopo se suicidó en la cárcel. Giovanni y
-Agostino lograron escaparse primero a Francia y
-después a Inglaterra, en donde se dedicaron a la
-enseñanza de letras. En 1848 volvieron a la patria
-y fueron elegidos diputados al Parlamento piamontés.
-Giovanni Ruffini fué nombrado por Gioberti
-ministro en Francia, pero no aceptó y devolvió las
-9.000 liras que había recibido para gastos de viaje.</p>
-
-<p>Fué una feliz resolución. Desde entonces se dedicó
-por completo a la vida literaria. Poseyendo el
-inglés a maravilla, escribía una lengua purísima, a
-punto de que uno de sus traductores, Acquarone,
-afirmaba a este respecto: «Si direbbe da noi, da
-trecentista.» <i>Lorenzo Benoni</i> y <i>Angolo tranquillo sul
-Giura</i>, obtuvieron un buen suceso, y le aseguraron
-un vivir holgado. En París pasó algún tiempo
-en relación con el mundo de la literatura y del arte;
-era un piloto admirable en la gran ciudad, según<span class="pagenum"><a name="Page_33" id="Page_33">[33]</a></span>
-De Amicis, cuando a la sazón le conociera. Murió
-años después en Taggia, y en 1882, por iniciativa
-de los estudiantes genoveses, se colocó en el vestíbulo
-de la universidad una inscripción que dice:
-«A Giovanni, Jacopo, Agostino, Ruffini&mdash;Cuando
-piú tetra incombea la tirannia&mdash;El l'ignavia dei
-voghi appellavasi pace&mdash;con virile intendimento
-di libertá&mdash;La gioventú italiana&mdash;Educarono&mdash;Alla
-religione della patria a del vero&mdash;Travolti da la
-via dell'esiglio Giovanni e Agostino&mdash;con gli
-scritti e con l'opere&mdash;Tennero alto l'orgoglio del
-nome italiano&mdash;Cui gli stranieri stanchi d'invidiare
-Onorarono&mdash;Jacopo venuto a mano degli oppressori&mdash;Suggellava
-la sua fede di mártire&mdash;Col
-rifluto magnánimo della vita&mdash;Perche alla venerazione
-dei posteri&mdash;Non mancasse l'esempio&mdash;Di
-tante cittadìne virtú&mdash;Gli studenti del genovese
-Ateneo ponevano.&mdash;1882.»</p>
-
-<p>Pero, ¿queréis saber algo del Doctor Antonio?
-Tenéis razón.</p>
-
-<div class="asterism" style="width: 25px;">
-<img src="images/tb.jpg" width="25" height="26" alt="" />
-</div>
-
-<p>Se trata de una novela de amor y de patria, aromada
-de un optimismo generoso, que para consuelo
-cierto, se basa en la vida real. La escena primera
-pasa entre Génova y Niza, en esa deliciosa vía
-de la Cornice, que no olvidará nunca el viajero
-que la haya recorrido al amor de los dos divinos
-azules del mar Mediterráneo y del cielo italiano.<span class="pagenum"><a name="Page_34" id="Page_34">[34]</a></span>
-Un noble inglés viaja con su hija, que busca su salud
-en la tierra del sol, y sabido es cómo el país
-del humo y del <i>spleen</i> envía sus cargamentos de
-cisnes y de rosas anualmente a Italia a proveerse
-de primavera. Lucy, la más lilial de las misses y en
-la cual emplea Ruffini todos sus blancos y sus suaves
-rosados, es la flor de la narración. Un accidente
-desgraciado en que la joven sufre y la causal intervención
-de un médico de campaña&mdash;el Doctor
-Antonio&mdash;es el origen y principio de la historia romántica
-y romancesca. El tipo del Doctor Antonio
-es una de esas creaciones caballerescas y llenas
-de vida que no abundan hoy, por cierto, en la
-literatura a la moda, con excepción del sonoro Cyrano,
-de sublime penacho; un espíritu bravo y puro,
-impregnado de naturaleza, fuerte y decisivo, soñador
-no obstante, creyente apasionado en el ídolo
-de la patria y sensible al roce de una hoja de flor
-su carnadura de meridional asoleado y martillado
-para tempestades. Es ciertamente un patriota en el
-poético sentido de la palabra, un patriota de esos
-tiempos fulminantes de la Italia de Pío IX, extensamente
-descrito en tantos volúmenes especiales y
-contenidos de manera magistral en una página de
-psicología histórica de Gebhart. Un patriota del
-país del arte, un tanto lírico en su sinceridad y,
-por lo tanto, noble y simpático.</p>
-
-<p>Un Doctor Antonio que bien pudiese ser una
-transmutación del mismo Ruffini. El médico siciliano
-y la señorita inglesa, más felices que los árboles<span class="pagenum"><a name="Page_35" id="Page_35">[35]</a></span>
-de los versos de Heine, se encuentran. Pero
-el idilio de la palmera y del pino no podrá tener
-su completa realización. Esta simpatía sutil que va
-haciendo hasta convertirse en amor, ese vínculo
-espiritual y pasional que une desde luego a la bellísima
-londinense con el bruno caballero de su
-Italia, tiene que romperse; ella cae en el matrimonio
-y él en la política. Pero después de larga ausencia
-vuélvense a encontrar, y aquella antigua
-llama revive por un momento, para ser apagada
-bruscamente por la tristeza y la muerte.</p>
-
-<p>Amor tardíamente confesado, a pesar del fuego
-contenido y devorante; desilusión de la existencia
-amorosa, sacrificada a la pasión patriótica.</p>
-
-<p>El Doctor Antonio, prisionero, que rehusa, en la
-escena final, la libertad de su siempre amada, por
-abnegada causa; Lucy, o sea Lady Cleveton, que
-expira, así como se rompería un fino vaso de cristal.
-El intermedio lo ocupa la parte de historia política,
-con la información profusa que debía de tener
-Ruffini, o diversos episodios interesantes, entre
-ellos el de los amores de Speranza, la muchacha
-italiana, fresca y dulce y buena como una fruta
-de su país. Italia aparece siempre en todo el libro
-con su influencia benigna y dadora de la alegría
-y del bienestar. Con razón, cuando el padre
-de Lucy, lord Davenne, ha encontrado, como Aníbal,
-su capua en la <i>Hosteria del Mattone</i>, exclama
-el autor: «¡Oh, Italia, bella Italia! Tú posees el secreto
-de amansar y someter todo carácter de hombre,<span class="pagenum"><a name="Page_36" id="Page_36">[36]</a></span>
-por muy arisco y rebelde que sea. Aquéllos
-sobre quienes sopla tu tibio aliento, ceden a ti. Muchos
-han venido a ti con oído y con desconfianza,
-con la lanza en ristre; pero no bien gustaron la leche
-suave de tu seno, arrojadas las armas a tierra,
-te han vencido y llamado madre. Está llena toda
-la historia de tales conquistas; tierra madre de
-grandes bellezas y de grandes dolores.»</p>
-
-<p>La cita de este párrafo me lleva a hablar del estilo
-de Ruffini. No he podido conseguir el original
-inglés; pero en la versión francesa que conozco, y
-en las dos italianas que poseo, sobre todo en la de
-Acquarone, que me parece la mejor, se revela un
-escritor de raza, elegante, sin pompa, y que supo librarse
-de la declamación oratoria de su tiempo,
-sin perder su lirismo nativo, su pasión, y su verbo.
-Para las citas de la parte política de su historia, se
-basa en Bonaccorsi y Lumía, Amazi y Gualtero.
-Sus descripciones son de un pintoresco sugerente
-y parco, hechas con observación y poesía, sin que
-falte de cuando en cuando la dulce y misteriosa
-nota de acuarela propicia al ensueño. Así en la entrada
-de la novela, en la pintura del santuario, en
-distintos puntos en que Ruffini se demuestra eximio
-paisajista y sentidor veraz del encanto natural.
-Maneja el diálogo con vivacidad, y apenas suele
-perturbar la agradable sutileza de las escenas, una
-que otra desertación explicativa que basa la parte
-que llamaría «civil» del argumento. Mas lo que en
-realidad nos ase y comueve, es el fuego de los<span class="pagenum"><a name="Page_37" id="Page_37">[37]</a></span>
-caracteres, el conflicto. Lucy es una hechicera
-creación de Ruffini, que corresponde en literatura
-a una de las bellas figuras pictóricas de su semi-compatriota
-Dante Gabriel Rossetti. Hay un vínculo
-mental que une claramente a Italia e Inglaterra:
-los nombres de Shelley, Byron, Rossetti, Ruffini,
-etcétera, bastarían para atestiguarlo.</p>
-
-<div class="figcenter" style="width: 75px;">
-<img src="images/illus006.jpg" width="75" height="86" alt="" />
-</div>
-
-<hr class="chap2" />
-</div>
-
-
-
-
-<div class="chapter">
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_39" id="Page_39">[39]</a></span></p>
-
-<h2>
-MARCO AURELIO SOTO
-<br />
-<small>El ex-Presidente de Honduras,
-muerto en la guerra de Cuba.</small>
-</h2>
-
-
-<div><img class="drop-cap" src="images/drop-a.jpg" width="50" height="76" alt="" /></div>
-<p class="drop-cap"><span class="smcap">A</span> ser cierta la noticia publicada en <i>La
-Nación</i>, el Presidente de Honduras, Marco
-Aurelio Soto, ha concluído su vida
-de manera que no se hubiese pensado
-nunca.</p>
-
-<p>Vivía en París, rico y tranquilo, después de haber
-gobernado su pequeño país, en donde contaba
-con un partido no por cierto insignificante. Era
-hombre culto; bajó de su Presidencia porque sí,
-razón que en la América Central priva sobre todas.
-Se recuerda su Gobierno como una especie de
-Luis XIV; el Luis XIV de Honduras. Bajo ese Gobierno,
-las musas, representadas principalmente
-por un emigrado cubano&mdash;poeta famoso, José Joaquín
-Palma&mdash;, fueron tratadas como Reinas. Se decretó
-la adaptación oficial de la Ortografía de la Real
-Academia Española, y en el Diccionario de la Lengua,
-en la lista de los socios honorarios de la ilustre
-Corporación, que son tan sólo siete, y entre ellos<span class="pagenum"><a name="Page_40" id="Page_40">[40]</a></span>
-dos testas coronadas, figuran dos centroamericanos,
-uno de ellos Marco Aurelio Soto. El Doctor
-Holmberg no podrá negar que aquella ley ortográfica
-merecía la singular distinción.</p>
-
-<p>Como la mayor parte de los Presidentes de la
-América Central descienden del Poder cuidadosamente
-prevenidos para las vicisitudes de la vida,
-Soto hizo lo mismo. Buenamente descendió de la
-Presidencia y se fué a la capital preferida de los
-<i>rastas</i>, en donde tuvo el buen gusto de no ser uno
-de ellos. Antes bien, se dió a sus estudios preferidos;
-y, gozando de sus rentas, sin los ruidos de
-Guzmán Blanco y sus demás imitadores, frecuentaba
-medios intelectuales y se hacía apreciar por
-sus buenas dotes. Laurent era su compadre, y Vacquerie
-era su amigo. En la colonia hispanoamericana
-era estimado y querido. Creo no equivocarme
-si afirmo que, con Heredia y Vacquerie, asistió al
-banquete dado en París en honor del general Mitre.
-El poeta Palma le administraba en Centro América
-sus intereses; y a trabajos de su lírico amigo debió
-que se le desembargasen sus inmuebles en Guatemala,
-confiscados cuando el Gobierno de Honduras
-le atacaba con especial firmeza.</p>
-
-<p>Palma es el autor de muchas poesías que tuvieron
-gran boga en el continente, entre ellas la célebre
-<i>Tinieblas del alma</i>, una de cuyas estrofas fué
-atribuída a Andrade, quien la había dejado entre
-sus papeles, copiada de su letra:</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_41" id="Page_41">[41]</a></span></p>
-
-<div class="poetry-container"><div class="poem">
-<div class="stanza">
-<div class="verse i2">Ya la fe en mi ser no arde,</div>
-<div class="verse i0">Ni mi lira finge ufana</div>
-<div class="verse i0">Los himnos de la mañana,</div>
-<div class="verse i0">Los murmurios de la tarde;</div>
-</div>
-<div class="stanza">
-<div class="verse i2">Ya a los días</div>
-<div class="verse i0">De mis dulces alegrías,</div>
-<div class="verse i0">El tiempo cruel les ha echado</div>
-<div class="verse i0">El sudario del pasado.</div>
-</div>
-<div class="stanza">
-<div class="verse i2">Por eso, en tan triste calma,</div>
-<div class="verse i0">Vienen a ser mis canciones</div>
-<div class="verse i0">Fugaces exhalaciones</div>
-<div class="verse i0">De las tinieblas del alma.</div>
-</div>
-</div></div>
-
-<p>Hermano de Marco Aurelio Soto es también otro
-poeta, Máximo Soto Hall, que anda tratado por ahí,
-en un soneto infantil muy conocido en aquellos
-mundos, y que Salvador Rueda reprodujo en uno
-de sus libros.</p>
-
-<p>Años pasó el ex Presidente fuera de su país; el
-general Bogran era su terrible enemigo. Una revolución
-habría sido peligrosa, sin contar con el apoyo
-de los Gobiernos vecinos. Se habló, sin embargo,
-de una revolución; pero ello fué vago rumor,
-sin razón alguna. Hoy, con el Gobierno de Bonilla,
-la tentativa habría tenido menos probabilidades de
-éxito, pues el país, según los ecos que nos llegan,
-está satisfecho de ese hombre de progreso, de inteligencia
-y de justa libertad.</p>
-
-<p>¿Cómo pudo abandonar Soto su espléndida casa
-de París y sus gustos de europeo, para ir a la manigua<span class="pagenum"><a name="Page_42" id="Page_42">[42]</a></span>
-a pelear por la causa cubana? Sólo un antecedente
-hay que podría explicarlo.</p>
-
-<p>Muchos cubanos emigrados que tomaron parte
-importante en la pasada guerra de Cuba, se establecieron
-en Honduras en tiempos que Soto era
-Presidente de la República. Entre ellos estaba el
-hoy jefe de la Junta revolucionaria, Tomás Estrada
-Palma, a quien el Gobierno hondureño protegió.
-Asímismo fueron acogidos Roloff, Crombet y otros.
-Tomás Estrada Palma se casó con una hondureña,
-y formó, como pedagogo, a casi toda la juventud
-del país. No hace mucho, Soto hizo un viaje de
-París a Guatemala. A su paso por Nueva York sufrió
-el ardoroso contagio que el doctor Veyga y
-otros americanos distinguidos. Y ha ido a encontrar
-la muerte gloriosamente. Valdría más, en todo
-caso, que la noticia no se confirme. Larga y buena
-vida es de deseársele a quien ayudó noblemente a
-Augusto de Armas, en su lecho de hospital, en
-donde murió por París.</p>
-
-<p class="date">22 noviembre 1896.</p>
-
-<div class="figcenter" style="width: 150px;">
-<img src="images/illus007.jpg" width="150" height="80" alt="" />
-</div>
-
-<hr class="chap2" />
-</div>
-
-
-
-
-<div class="chapter">
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_43" id="Page_43">[43]</a></span></p>
-
-<h2>NOTAS ESPAÑOLAS</h2>
-
-
-<h3>I</h3>
-
-<div><img class="drop-cap" src="images/drop-e.jpg" width="50" height="79" alt="" /></div>
-<p class="drop-cap"><span class="smcap">El</span> joven poeta americano que vuelve de
-las corridas de toros, me manifiesta su
-descontento. Él venía bien pertrechado:
-Gauthier, Dumas, De Amicis, Barrés. Y
-su imaginación. Pero bien, le digo, ¿no
-ha encontrado usted en la Plaza algo de bizantino,
-algo de romano? ¿No le ha impresionado la muchedumbre,
-semejante a la de los clásicos circos? ¿Los
-toreros, de oro y seda, el sol, sobre todo, y la flotante
-alma de España?</p>
-
-<p>&mdash;Sí&mdash;me contestó&mdash;; todo eso es verdad y lo he
-sentido. ¡Pero las tripas, señor, las tripas de los
-caballos!</p>
-
-<p>Confieso que, como al joven poeta, me encantan
-todos los preliminares de la lidia, y me regocija lo
-pintoresco y musical del espectáculo; mas protesto
-en cuanto empieza la fiesta de la sangre y, ante
-mis amigos españoles aficionados, me pongo en
-ridículo. En vano he leído a Pascual Millán y al<span class="pagenum"><a name="Page_44" id="Page_44">[44]</a></span>
-Conde de las Navas; en vano soy amigo de Mariano
-de Cávia; en vano he visto, no sin poco asombro,
-el entusiasmo tauromáquico parisién de Laurent
-Tailhade, que conoce sus clásicos, y que me
-hablaba en un café de Montmartre, hace ya algunos
-años, de lances, de Montes, de volapié y de
-descabello, delante de Gómez Carrillo, que sonreía
-de mi estupefacción. En vano fuí amigo personal
-de Ángel Pastor, en Aranjuez. No se compadece
-conmigo sino la parte decorativa del coso, por lo
-cual los taurófilos harán bien en compadecerme.</p>
-
-<p>Que todo eso tiene su hermosura especial, ¿quién
-lo negaría? Muchos grandes artistas y escritores
-extranjeros son los primeros en reconocerlo. Confieso
-que, con caballos destrozados y todo, son
-preferibles los toros, por su estética, siquiera bárbara,
-a espectáculo en que se hacen pelear gallos
-pelados, correr por hombres enanos caballos flacos,
-o deshacerse las mandíbulas y sacarse los ojos a
-puñazos salvajes cebados y de fenomenales bíceps.
-En la lidia hay gracia, arte ágil, color, opulencia y
-elegancia. La música anima la representación, y,
-en verdad, por el giro de los lances y la variedad
-de las acritudes y pasos, se diría un «ballet». Un
-«ballet» sangriento y heroico.</p>
-
-<p>No me da mucho rubor mi desafición a las corridas
-de toros, cuando sé que, entre ciento, Castelar,
-por ejemplo, y doña Isabel la Católica, no
-eran partidarios de estos ejercicios. Y combatientes
-de ellas, ha habido como el temible D. Gaspar<span class="pagenum"><a name="Page_45" id="Page_45">[45]</a></span>
-Melchor Jovellanos, que dejó sobre el caso páginas
-enérgicas y memorables.</p>
-
-<p>Yo he visto cuanto se puede ver en una corrida
-famosa, dada en honor de los Reyes de Portugal,
-en 1892, cuando las fiestas del Centenario de Colón,
-Lagartijo, Caraancha, Guerrita, caballeros en
-plaza, arte retrospectivo, ¡qué sé yo! Aquello era
-una fiesta de la más refinada tauromaquia. Admiré
-lo pintoresco, lo artístico, lo bizarro. Pero siempre
-me crisparon los nervios, como al poeta americano,
-las tripas de los caballos inicuamente sacrificados,
-a pesar de las explicaciones de los inteligentes
-y conocedores, que me decían ser indispensables
-esas carnicerías para poner al toro en estado
-de ser banderilleado y luego muerto por el espada.</p>
-
-<p>Busqué luego una pintura, una descripción de la
-corrida en todo el parnaso español, y no la encontré,
-habiendo, como hay, muchos versos sobre toros,
-como aquéllos que son sabidos de memoria
-por lo clásicos y repetidos:</p>
-
-<div class="poetry-container"><div class="poem"><div class="stanza">
-<div class="verse i2">Madrid, castillo famoso</div>
-<div class="verse i0">Que al rey moro alivia el miedo,</div>
-<div class="verse i0">Arde en fiestas en su coso,</div>
-<div class="verse i0">Por ser el natal dichoso</div>
-<div class="verse i0">De Almenón de Toledo.</div>
-</div></div></div>
-
-<div class="asterism" style="width: 25px;">
-<img src="images/tb.jpg" width="25" height="26" alt="" />
-</div>
-
-<p>Y luego me encontré con la poesía de Manuel
-Machado, en que, por fin, se concentraba en bien<span class="pagenum"><a name="Page_46" id="Page_46">[46]</a></span>
-coloreados paneles la fiesta nacional. El sutil lírico
-sevillano que ha hecho cosas tan finas y delicadas,
-es un gran aficionado al arte de los beluarios de
-coleta; y quien haya visto alguna vez una corrida
-de toros, hallará en esos versos el trasunto de sus
-impresiones, momento por momento. Machado dedica
-su poema rápido «al maestro Antonio Fuentes».
-A todo señor, todo honor. Hénos ya en el
-principio de la corrida:</p>
-
-<div class="poetry-container"><div class="poem">
-<div class="stanza">
-<div class="verse i2">Una nota de clarín</div>
-<div class="verse i0">desgarrada,</div>
-<div class="verse i0">penetrante,</div>
-<div class="verse i0">rompe el aire con vibrante</div>
-<div class="verse i0">puñalada...</div>
-<div class="verse i0">Ronco toque de timbal.</div>
-</div>
-<div class="stanza">
-<div class="verse i2">Salta el toro</div>
-<div class="verse i0">en la arena.</div>
-<div class="verse i0">Bufa, ruge...</div>
-<div class="verse i0">Roto cruje</div>
-<div class="verse i0">un capote de percal...</div>
-</div>
-<div class="stanza">
-<div class="verse i2">Acomete</div>
-<div class="verse i0">rebramando, arrollando</div>
-<div class="verse i0">a caballo y caballero...</div>
-<div class="verse i0">Da principio</div>
-<div class="verse i0">el primero</div>
-<div class="verse i0">espectáculo español.</div>
-</div>
-<div class="stanza">
-<div class="verse i2">La hermosa fiesta bravía</div>
-<div class="verse i0">de terror y de alegría</div>
-<div class="verse i0">de este viejo pueblo fiero...</div>
-<div class="verse i0">¡Oro, seda, sangre y sol!</div>
-</div>
-</div></div>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_47" id="Page_47">[47]</a></span></p>
-
-<p>Es el extracto lírico de un capítulo de Gautier y
-la reproducción exacta de los primeros momentos.
-Solamente que pudo consagrar algún oro, raso y
-músicas, para la salida de la cuadrilla, con el arcaico
-alguacilillo caballero, que es de lo más típico y
-pintoresco de la función. Luego vienen los juegos
-de destreza y de peligro en que vencen la arrogancia
-y arte de los lidiadores.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_48" id="Page_48">[48]</a></span></p>
-
-
-<h3>II</h3>
-
-<div class="poetry-container"><div class="poem">
-<div class="stanza">
-<div class="verse i2">En los vuelos de capote</div>
-<div class="verse i0">con el toro que va y viene</div>
-<div class="verse i0">juega, al estilo andaluz,</div>
-<div class="verse i0">en una clásica suerte</div>
-<div class="verse i0">complicada con la muerte</div>
-<div class="verse i0">y chorreada de luz...</div>
-</div>
-<div class="stanza">
-<div class="verse i2">Elegante</div>
-<div class="verse i0">y valiente;</div>
-<div class="verse i0">y con una seriedad</div>
-<div class="verse i0">conveniente,</div>
-<div class="verse i0">va burlando</div>
-<div class="verse i0">la feroz acometida</div>
-<div class="verse i0">y jugando</div>
-<div class="verse i0">con la vida</div>
-<div class="verse i0">ágilmente.</div>
-<div class="verse i0">(Véase Fuentes</div>
-<div class="verse i0">lanceando.)</div>
-</div>
-</div></div>
-
-<p>Y llegan los picadores, pesados, cargados de
-plomo, en sus flacos rocinantes mártires, con sus
-largos picos, a sufrir el embate de la bestia fiera,
-para cansarla, para prepararla a las suertes subsiguientes.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_49" id="Page_49">[49]</a></span></p>
-
-
-<h3>III</h3>
-
-<div class="poetry-container"><div class="poem">
-<div class="stanza">
-<div class="verse i2">Un montón</div>
-<div class="verse i0">de correas y de astillas</div>
-<div class="verse i0">y de carne palpitante</div>
-<div class="verse i0">y sangrante...</div>
-<div class="verse i0">Un fracaso de costillas</div>
-<div class="verse i0">con estruendo...</div>
-<div class="verse i0">Correajes perforados</div>
-<div class="verse i0">y hebillajes</div>
-<div class="verse i0">destrozados...</div>
-<div class="verse i0">Sangre en tierra...</div>
-<div class="verse i0">Polvo, un grito. ¡Una ovación!</div>
-</div>
-<div class="stanza">
-<div class="verse i2">Y la paz en un charco</div>
-<div class="verse i0">de sangre mala y negra,</div>
-<div class="verse i0">y aquellos dientes fríos y amarillos...</div>
-<div class="verse i0">Un azadón, un esportón de tierra,</div>
-<div class="verse i0">y aquel montón de arreos</div>
-<div class="verse i0">que, como cosa muerta,</div>
-<div class="verse i0">junto del jaco muerto</div>
-<div class="verse i0">están sobre la arena.</div>
-</div>
-</div></div>
-
-<p>Después son las banderillas, esa suerte, quizá la
-más dificultosa del toreo, para la cual se diría precisas
-las aladas taloneras de Mercurio. Machado
-describe en cuatro rasgos la agilidad, la esbeltez,
-la seguridad del torero en el asombroso trabajo.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_50" id="Page_50">[50]</a></span></p>
-
-
-<h3>IV</h3>
-
-<div class="poetry-container"><div class="poem"><div class="stanza">
-<div class="verse i2">Ágil, solo, alegre,</div>
-<div class="verse i0">sin perder la línea,</div>
-<div class="verse i0">&mdash;sin más que la gracia</div>
-<div class="verse i0">contra de la ira&mdash;</div>
-<div class="verse i0">andando,</div>
-<div class="verse i0">marcando,</div>
-<div class="verse i0">ritmando</div>
-<div class="verse i0">un viaje especial de esbeltez y osadía,</div>
-<div class="verse i0">llega, cuadra, para,</div>
-<div class="verse i0">&mdash;los brazos alzando&mdash;</div>
-<div class="verse i0">y allá, por encima</div>
-<div class="verse i0">de las astas, que buscan el pecho,</div>
-<div class="verse i0">las dos banderillas,</div>
-<div class="verse i0">milagrosamente</div>
-<div class="verse i0">clavando... se esquiva,</div>
-<div class="verse i0">ágil, solo, alegre,</div>
-<div class="verse i0">¡sin perder la línea!</div>
-</div></div></div>
-
-<p>El conocedor verá en estos croquis rítmicos la
-exactitud. Después de que el toro ha sido fatigado
-por los caballos y por los banderilleros, viene la
-muerte, que es indudable es lo más emocionante
-de la corrida.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_51" id="Page_51">[51]</a></span></p>
-
-
-<h3>V</h3>
-
-<div class="poetry-container"><div class="poem">
-<div class="stanza">
-<div class="verse i2">Veinte mil corazones</div>
-<div class="verse i0">laten en un silencio</div>
-<div class="verse i0">claro y caliente. Brindis.</div>
-<div class="verse i0">Suenan con golpe seco</div>
-<div class="verse i0">las banderillas mustias</div>
-<div class="verse i0">en el lomo del toro, ya su cuello</div>
-<div class="verse i0">la roja sangre tibia</div>
-<div class="verse i0">hace un foulard soberbio.</div>
-</div>
-<div class="stanza">
-<div class="verse i2">De un lado, por debajo</div>
-<div class="verse i0">del rojo trapo en que su furia engríe,</div>
-<div class="verse i0">el toro surge, alzando</div>
-<div class="verse i0">remolinos de arena,</div>
-<div class="verse i0">de otro lado sonríe una cara morena.</div>
-</div>
-<div class="stanza">
-<div class="verse i2">O bien en los tres tiempos</div>
-<div class="verse i0">del pase natural, tendiendo el brazo</div>
-<div class="verse i0">guarnecido de oro,</div>
-<div class="verse i0">la clásica elegancia</div>
-<div class="verse i0">con seriedad ejerce y arrogancia.</div>
-</div>
-<div class="stanza">
-<div class="verse i2">¡Fué, pudo ser! Los alamares de oro</div>
-<div class="verse i0">rozaron con el asta ensangrentada.</div>
-<div class="verse i0">En la arena tendido yace el toro,</div>
-<div class="verse i0">y de pie, sonriendo, está el espada.</div>
-<div class="verse i0">Veinte mil voces&mdash;una&mdash;gritan locas.</div>
-</div>
-</div></div>
-
-<p>Mas ello es en el caso en que la fiera resulta en<span class="pagenum"><a name="Page_52" id="Page_52">[52]</a></span>
-absoluto vencida por el arte del hombre. Hay otro
-momento terrible en el que el hombre es el vencido
-y la fiera la vencedora, cuando por un descuido
-o un error, o una fatalidad, se produce la cogida.
-Entonces:</p>
-
-<div class="poetry-container"><div class="poem">
-<div class="stanza">
-<div class="verse i2">Su inesperada acometida ha hecho del elegante paso</div>
-<div class="verse i0">un revuelo confuso... Y allá, junto</div>
-<div class="verse i0">a la barrera, enfrente,</div>
-<div class="verse i0">se ven rostros de espanto.</div>
-</div>
-<div class="stanza">
-<div class="verse i2">Y entre manchas de grana,</div>
-<div class="verse i0">y reflejos metálicos,</div>
-<div class="verse i0">el toro, revolviéndose,</div>
-<div class="verse i0">alza en los cuernos un pelele trágico.</div>
-</div>
-</div></div>
-
-<p>Luego será el arrastre de la res muerta y el final
-del espectáculo, de la fiesta exclusivamente nacional.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_53" id="Page_53">[53]</a></span></p>
-
-
-<h3>VI</h3>
-
-<div class="poetry-container"><div class="poem">
-<div class="stanza">
-<div class="verse i2">Y suena esa divina musiquilla</div>
-<div class="verse i0">de «La Giralda», que es toda Sevilla,</div>
-<div class="verse i0">y es torera y graciosa y animada,</div>
-<div class="verse i0">y habla de la mujer enamorada</div>
-<div class="verse i0">que nos espera... Y nombra</div>
-<div class="verse i0">naranjos y azahares,</div>
-<div class="verse i0">y la caña olorosa,</div>
-<div class="verse i0">y una alegría rítmica en cantares,</div>
-<div class="verse i0">y una tristeza vaga y lujuriosa...</div>
-</div>
-<div class="stanza">
-<div class="verse i2">Los látigos chasquean,</div>
-<div class="verse i0">agitan las mulillas</div>
-<div class="verse i0">en su carrera locas campanillas,</div>
-<div class="verse i0">y mientras que se orean</div>
-<div class="verse i0">las frentes sudorosas</div>
-<div class="verse i0">y en el pecho golpean</div>
-<div class="verse i0">los corazones, suena</div>
-<div class="verse i0">la música, torera y sevillana,</div>
-<div class="verse i0">y, dejando en la arena</div>
-<div class="verse i0">un surco negro y grana,</div>
-<div class="verse i0">pasa arrastrado el toro...</div>
-<div class="verse i0">Lleva en el fuerte cuerno</div>
-<div class="verse i0">un hilillo de oro.</div>
-</div>
-<div class="stanza">
-<div class="verse i2">Después, como de un tajo,</div>
-<div class="verse i0">la música, la luz y la algazara</div>
-<div class="verse i0">cesan en un momento</div>
-<div class="verse i0">contra compás... De un golpe el movimiento</div>
-<div class="verse i0">se desvanece y pasa.</div>
-</div></div></div>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_54" id="Page_54">[54]</a></span></p>
-
-<h3>VII</h3>
-
-<div class="poetry-container"><div class="poem"><div class="stanza">
-<div class="verse i2">El gran suspiro, que es la tarde, crece</div>
-<div class="verse i0">como de un pecho inmenso. Palidece</div>
-<div class="verse i0">el sol. Y terminada</div>
-<div class="verse i0">la fiesta de oro y rojo, a la mirada</div>
-<div class="verse i0">queda solo... un eco</div>
-<div class="verse i0">de amarillo seco</div>
-<div class="verse i0">y sangre cuajada.</div>
-</div></div></div>
-
-<p>Tal es el poemita sobre el cual Ricardo Marín,
-un dibujante que se diría hermano menor de Daniel
-Urrabieta Vierge, ha trazado bizarras ilustraciones,
-creando a su vez como otro poema gráfico
-de tauromaquia.</p>
-
-<div class="asterism" style="width: 25px;">
-<img src="images/tb.jpg" width="25" height="26" alt="" />
-</div>
-
-<p>Hay quienes se sienten desolados, en la creencia
-de que las corridas de toros van en decadencia y
-en vías de llegar a su completa desaparición. Es un
-error. No puede negarse que no tienen hoy el esplendor
-de antaño; que las mantillas se han ido
-sustituyendo poco a poco por los sombreros de
-París; que el torero se mundaniza, a punto de que
-el Sr. Mazzantini, Don Luis, como se le llama generalmente,
-es un personaje, «un monsieur decoré»,
-que ejerce gravemente sus funciones municipales
-en la villa y corte; que «Bombita», D. Ricardo
-Torres, es un joven gentleman que se viste a la
-londinense, muy peripuesto, muy «smart», y que,<span class="pagenum"><a name="Page_55" id="Page_55">[55]</a></span>
-aunque no los lea, sus amigos son D. Benito Pérez
-Galdós y otros cuantos autores. La leyenda del torero
-de antaño, rumboso y amigo de juergas, la
-leyenda o la realidad, ha concluído. Los toreros de
-ahora tienen la preocupación de la seriedad, cobran
-puntualmente sus seis mil pesetas por corrida, y
-levantan polvaredas como la de hace poco, cuando
-resolvieron, de común acuerdo, no torear sino por
-más altos precios los toros de la famosa ganadería
-de Miura, por ser éstos temibles animales en extremo
-peligrosos. La afición lanzó el grito al cielo,
-diciendo que jamás los espadas de antes, los Lagartijo,
-los Frascuelo, los Guerrita, hubieran hecho
-semejante cosa. El asunto se arregló felizmente
-para todos, y en la reciente corrida de la Prensa,
-los toreros estoquearon cornúpetos miureños sin
-ninguna desastrosa consecuencia.</p>
-
-<p>De todos modos, me complace que España guarde
-su deporte nacional, que es tan de su pueblo y
-que forma parte de su histórico caballeresco espíritu,
-y me complace más que, un país como la República
-Argentina, no admita la fiesta de la sangre,
-como que haga extensiva su prohibición al odioso,
-feo y despreciable box.</p>
-
-<div class="figcenter" style="width: 150px;">
-<img src="images/illus008.jpg" width="150" height="70" alt="" />
-</div>
-
-<hr class="chap2" />
-</div>
-
-
-
-
-<div class="chapter">
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_57" id="Page_57">[57]</a></span></p>
-
-<h2>UNA CARTA DE RACHILDE</h2>
-
-
-<div><img class="drop-cap" src="images/drop-m.jpg" width="50" height="80" alt="" /></div>
-<p class="drop-cap"><span class="smcap">Madame</span> Rachilde, la rara de mis <i>Raros</i>, me
-ha dirigido una carta, en la cual algunos
-párrafos me incitan a los presentes comentarios.</p>
-
-<p>Rachilde ha conocido mi juicio sobre
-su complicada personalidad; y en el capítulo que a
-ella concierne en el libro, una parte hay que la ha
-hecho escribir la más femeninamente espiritual de
-las protestas.</p>
-
-<p>Por de pronto, se refiere a su <i>rareza</i>. «No soy tan
-rara&mdash;dice&mdash;, puesto que no soy sino una mujer.»
-«Hablo como siento, escribo como pienso, y como
-lo hago sin ningún artificio, lo hago todo muy mal.»
-Llegáis a la gruta mágica; os extrañáis delante de
-los misteriosos ojos de la sibila; Deifobe os contesta
-con una sencillez encantadora: «Hablo como
-siento, vaticino lo que pienso; y como todo lo hago
-sin ningún artificio, lo hago todo muy mal.»</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_58" id="Page_58">[58]</a></span></p>
-
-<div class="asterism" style="width: 25px;">
-<img src="images/tb.jpg" width="25" height="26" alt="" />
-</div>
-
-<p>«No soy sino una mujer.» Desde luego no pretenderé
-acentuar mi incesante asombro delante del
-prodigioso y divino monstruo. Una mujer: no sé
-mayores abismos que sus ojos. Cuando Mæterlink
-se pierde en la encantada selva femenina en busca
-de prodigios, los encuentra y hace meditar y temblar
-con sus hallazgos. Parece que la serpiente hubiese
-sabido por qué dirigirse a la mujer en el caso
-de la manzana. El diablo espiaría en el momento
-en que Dios modelaba la costilla: vería la perfección
-estatuaria, el triunfo de la forma, el nacimiento
-de la gracia principal. Al lado de la arcilla vió
-la parte de alma destinada al cuerpo en flor y se
-robó un poco. De ahí quizá que la mujer tenga una
-alma incompleta. De cuando en cuando el diablo
-pone en algunos seres femeninos algo de ese ahorro
-de alma que posee: las mujeres favorecidas con
-ese don, resultan con alma satanizada; esas son las
-mujeres inteligentes, es decir, las que salen de su
-nivel natural. Cuando la Iglesia discutía en sus
-Concilios la espiritualidad de esa maravillosa rosa,
-andaba fuera de razón. Sí, ella tiene un espíritu,
-un sutilísimo y enigmático espíritu, hilo con que
-teje Satanás, según los demonólogos, la red en que
-con mayor frecuencia caza las humanas moscas.
-Ellas son, sobre todo, dueñas del imperio de la
-carne. Las raras aparecen como con un nimbo interior:
-son Hildegarda, o Rosvitha, o Santa Teresa,
-o Rachilde. El resto de las mujeres que han elevado
-algunas líneas su mentalidad, pertenecen a las<span class="pagenum"><a name="Page_59" id="Page_59">[59]</a></span>
-clasificaciones de una señora María Cheliga, que
-ha tenido a bien, no hace mucho tiempo, formar
-una magnífica colección de medias azules para la
-revista de Larausse.</p>
-
-<p>«Pero algo hay que quiero haceros notar; y es
-cómo habéis podido afirmar, que por haberme casado,
-yo, Madame Alfred Vallette, <i>Rachilde</i>, me
-haya vuelto muy fea.»</p>
-
-<p><i>Mais, non, Madame!</i> Las palabras a que os referís
-en mi libro son las siguientes: «Sé de quien estando
-en París, no quiso ser presentado a Rachilde
-por no perder una ilusión más. Rachilde es hoy
-madame Alfred Vallette, ha engordado un poco,
-no es la subyugadora enigmática del retrato de
-veinticinco años, aquella adorable y temible ahijada
-de Lilith.»</p>
-
-<p>Excusadme. Yo no sé por qué, la palabra matrimonio,
-suena a mis oídos exactamente como <i>embonpoint</i>.</p>
-
-<p>La epístola de San Pablo o el contrato judicial
-corrije la gracia en cuyo fondo hay siempre un
-grano de perversidad. Un viejo poeta español, si
-no me equivoco, el arcipreste de Hita, escribió este
-verso abominable:</p>
-
-<div class="poetry-container"><div class="poem"><div class="stanza">
-<div class="verse i0">«Señora doña Venus, mujer de don Amor»</div>
-</div></div></div>
-
-<p class="no-indent">en el cual la reina divina queda peor que «con pantalones»
-en el verso de Hugo. Mas de calcularos
-una robustez discreta, a calificaros de <i>tres laide</i>, hay
-un abismo. Los lectores de <i>La Nación</i> pueden ver,<span class="pagenum"><a name="Page_60" id="Page_60">[60]</a></span>
-por vuestro retrato, si no tendré, únicamente para
-vos, señora, todas las rosas de galantería que cultivaron
-tan bien nuestros abuelos los hidalgos.</p>
-
-<p><i>Monsieur l'auteur espagnol, vous êtes un impertinent.</i>
-Libre quedo de vuestros reproches, y haciendo
-mi reverencia, prosigo:</p>
-
-<p>«Os emplazo para cuando vengais a París, os hagais
-presente en el <i>Mercure de France</i>, para demostraros
-cómo cuando una mujer no es <i>bête</i>&mdash;lo que
-me parece es mi caso&mdash;tiene suficiente <i>esprit</i> para,
-aun envejeciendo, no llegar a ser <i>affreuse</i>.</p>
-
-<p>Y como mi señor marido me ama mucho todavía,
-supongo que debo estar un poco pasable.»</p>
-
-<p>¡Ah, señora, os lo creo! Hay una edad&mdash;la belleza
-inteligente es de las diosas y los inmortales no
-tienen edad&mdash;hay una edad en que el triunfo femenino
-muestra su supremo encanto; es la edad que
-sigue a la primera primavera: esa es la edad de las
-emperatrices. Confieso que vos sois aún la temible
-ahijada de Lilith, sobre un trono irresistible</p>
-
-<div class="poetry-container"><div class="poem"><div class="stanza">
-<div class="verse i0">«Je vous serre les deux mains, mais je boude!»</div>
-</div></div></div>
-
-<p>Y yo, señora, con el permiso de vuestro señor
-marido, os las beso ambas, en la inclinación más
-reverente que puede hacer un poeta americano de
-sangre española.</p>
-
-<p class="date">14-1-1897.</p>
-
-<hr class="chap2" />
-</div>
-
-
-
-
-<div class="chapter">
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_61" id="Page_61">[61]</a></span></p>
-
-
-
-
-<h2>
-NOCHES DEL VICTORIA
-<br />
-<small>Temporada Vitaliani
-<br />
-«La Signora delle Camelie»</small>
-</h2>
-
-
-<h3>I</h3>
-
-<div><img class="drop-cap" src="images/drop-l.jpg" width="50" height="78" alt="" /></div>
-<p class="drop-cap"><span class="smcap">La</span> señorita Alfonsina Duplessis, que ganó
-la inmortalidad por el amor, será siempre
-la bienvenida. Nuestros biznietos
-oirán todavía, arrullada por los organillos,
-las quejas italianas de la pobre <i>Traviata</i>.
-Jules Bois, que recientemente ha escrito una
-monografía sobre la real Dama de las Camelias,
-dice de ella con justicia que está fija «en ce paradis
-de sants de la Volupté, ce paradis dont le
-Christ est exclu, mais où touts les dieux de l'Olimpe
-demeurent». Es esa la recompensa de las almas
-de amor. Las vírgenes cuerdas, desde los balcones
-del paraíso del Buen Dios, se asoman a mirar, con
-una curiosidad no exenta de envidia, el paraíso en
-donde son admitidas las vírgenes locas. Allí pasa
-entre sus innumerables compañeras, la heroína de
-Dumas, en la mano una de sus flores preferidas,
-que han adquirido, por otra parte, a causa de su recuerdo,<span class="pagenum"><a name="Page_62" id="Page_62">[62]</a></span>
-un renombre no muy angelical, a punto de
-que se murmura de ellas en el círculo de las nobles
-rosas y de las honradas violetas.</p>
-
-<p>Esa monografía de que he hablado, basada en
-auténticos documentos e indagaciones, no es para
-ser leída por aquéllos que desean conservar su aureola
-de idealidad a la encantadora y sentimental
-cortesana.</p>
-
-<p>Perderían una ilusión. La Dama de las Camelias
-fué una vendedora de gracias, ni menos banal, ni
-menos seca de intelecto, ni menos mujer, en fin,
-que la totalidad de sus iguales. Era, exactamente,
-un ejemplar de esas alegres parisienses que han
-podido observar quiénes se les han acercado&mdash;las
-Emilienne d'Alençon o Marion Delorme, procedentes
-del campo, del arroyo, de no se sabe dónde, favorecidas
-por la fortuna, comedoras de oro, polutas
-desde la infancia, más o menos histéricas, caprichosas,
-infantiles, <i>bête</i>, hasta que llega la muerte
-a rematarles lo que dejan, si es que dejan algo,
-o a tenderlas en un lecho de hospital, que es lo
-más frecuente.</p>
-
-<p>He aquí lo que se sabe de sus comienzos, según
-Bois, que ha estudiado su vida y posee de ella cartas
-y hasta cabellos: Casi al nacer perdió a su madre.
-Su padre fué un tal Martín, brujo y <i>colporteur</i>,
-hijo de una mendiga y de un cura, el cual le dió las
-primeras lecciones de perdición cuando apenas tenía
-doce años. Después penetró abiertamente en la
-comunidad de las grisetas, y se estrenó gastándole<span class="pagenum"><a name="Page_63" id="Page_63">[63]</a></span>
-en pocos días cinco mil francos al dueño de un restaurant.
-Llegaron otros y otros. Como toda viciosa
-de su especie, era apasionada por el juego, y
-derrochaba el dinero loca y estúpidamente. Cada
-quince días cambiaba de poseedor. Se puso de
-moda, y los aficionados de su época le hacían estupendos
-regalos para conquistarla. Uno de ellos
-le envió un día un cesto con doce naranjas, cada
-naranja envuelta en un billete de a mil francos.
-Ella exprimió las naranjas y los bolsillos del que se
-las obsequiara. Se divertía. El amante romántico
-de la novela y de la comedia, existió y gastó por
-ella una buena fortuna. Ella pudo ser que le amara;
-el caso es que&mdash;¡oh! vosotros que gustáis del
-encanto romancesco&mdash;se casó con él en Londres,
-ante un <i>clergyman</i> y dos testigos. Lo que no obstó
-para que pasada la luna de miel, el esposo resultase
-acteonizado. Tuvo ella en seguida una cantidad
-fabulosa de admiradores satisfechos, entre los cuales
-«un barón tristemente célebre, un pianista ilustre,
-generoso como un boyardo, un «maquignon»
-y un poeta». Era frívola, coqueta, mentirosa. Decía:
-«La mentira emblanquece los dientes.» Se hizo
-conducir, ya casi en vísperas de su muerte, al Palacio
-Royal, para ver el estreno de <i>Pommes de terre
-malades</i>. Murió: en sus manos de difunta había un
-ramo de camelias y un crucifijo. He allí la realidad.
-Después, la leyenda romántica la envolvió en un
-bello velo de sentimiento.</p>
-
-<p>A su tumba, como a la de Heloisa, vánse a depositar,<span class="pagenum"><a name="Page_64" id="Page_64">[64]</a></span>
-por manos ignoradas, flores; <i>cocotte</i> tocada
-de histeria, tiene sus horas en que sueña ser Margarita
-Gauthier. He conocido un joven artista obsedido
-por una de la especie que bebía vinagre,
-hablaba del «rinconcito florido en su pueblo de
-campaña» y sorbía sangre de un pollo para manifestarse
-perfectamente tísica. Su ideal era ser una
-segunda Dama de las Camelias. Entre Dumas y
-Verdi, la camelina, ese curioso alcaloide, adquirió
-una boga insólita. María Alfonsina Duplessis estaba
-destinada a encarnar ese tipo femenino compuesto
-de sensualidad, inconsciencia moral, ligereza
-mental, crueldad instintiva, nervios y faltas de ortografía.
-Sus cartas revelan una vulgaridad inaudita.
-No se puede saber bien si hay allí algo que tenga
-origen cordial, entre efusiones deplorables y
-sentimentalismos de ocasión.</p>
-
-<p>Su figura era encantadora, si es fiel el aguafuerte
-de Los Ríos, <i>d'après</i> Besnard: una carita de niña,
-ojos de inocencia voluptuosa, <i>bandeaux</i> que cubren
-las orejas, boca diminuta y mano inquietante y fina.</p>
-
-<p>Ahora, si en su aspecto legendario es una de las
-más lindas y amables sacerdotisas del pecado; si
-nos recuerda viejas emociones, vibraciones apasionadas
-de los años de juventud, y nos trae
-como corolario la afirmación del sentimiento; si
-nos habla por voz de admirables artistas, que nos
-hacen el bien de conmovernos y dorarnos la realidad
-con una luz de poesía, bien venida Margarita
-Gauthier&mdash;Sarah Duse, Reiter, Tina o Vitaliani&mdash;,<span class="pagenum"><a name="Page_65" id="Page_65">[65]</a></span>
-que nos resucita el amor en estos momentos en que
-ya no se ama.</p>
-
-<p>Sea bien venida hoy, por esta imperiosa Vitaliani,
-que nos ha demostrado anoche que, si el estilo
-escriptural es el hombre, el estilo «teatral» es la
-mujer. No hay que hacer comparaciones, sino que
-señalar el hecho; la <i>Dama de las Camelias</i> de la
-Vitaliani, es de la Vitaliani; como la <i>Dama de las
-Camelias</i> de Sarah, es de Sarah.</p>
-
-<p>He allí una lira viva, esta italiana vibrante de
-arte, cálida, llena de un irresistible poderío espiritual.</p>
-
-<p>Ella da a la idea su carne y su sangre; esculpe
-su gesto, armoniza su voz en una magistral orquestación
-pasional, y con sus ojos de «dea» ilumina
-todas las fases del pensamiento por un poder extraordinario.
-Esta actriz intelectual ha pasado «por
-la Sede del Arte Severo y del Silencio»; su llegada
-no ha sido anunciada con clarines de bronce y sonoros
-tambores de fama. Ella se presenta; ella
-triunfa.</p>
-
-<p>Margarita Gauthier volvió a vernos anoche. Una
-Margarita Gauthier que nos rememoró la historia
-sentimental de sus famosas flores, de su pasión, de
-su sacrificio y de su muerte, de un modo nuevo,
-impresionando y conmoviendo como solamente es
-dado hacerlo a las emperatrices de la escena.</p>
-
-<p>Al sentir ese soplo de vitalidad artística, al sufrir
-ese al mismo tiempo delicioso y doloroso choque
-de divina electricidad que produce el talento de<span class="pagenum"><a name="Page_66" id="Page_66">[66]</a></span>
-una artista semejante, en obras como la que anoche
-obtuvo tan merecida victoria, se experimenta algo
-semejante al efecto saludable de una gimnasia del
-alma. Y da deseos de decir a los espíritus que aún
-sueñan y creen en el amor: «Aquella María Alfonsina
-Duplessis, cuyos cabellos guarda Jules Bois,
-poeta y mago, no es la verdadera, no ha existido.»
-La única que ha vivido y ha amado es ésta, la Margarita
-de anoche. Ella era así, pálida y dulce, nerviosa,
-caprichosa y amorosa de amor; murió de
-muerte, a fuego de pasión; siendo una infeliz cortesana,
-tenía el alma de una santa doncella; bienaventurada
-sea en el paraíso de las Magdalenas, en
-donde sus camelias, por la misericordia de la barba
-blanca del Buen Dios, se le convertirán en un luminoso
-ramo de lirios. Esa es la verdadera y la única.
-La otra, que se dice real, y cuya vida está hoy
-estudiada y conocida por indagaciones y documentos,
-es una impostora. La que recibe en el cementerio
-las flores de los fieles anónimos que visitan su
-sepultura, es la buena y la mártir. «¡Guardad su
-recuerdo y quemadle vuestro mejor perfume!»</p>
-
-<p>Los artistas que acompañaron anoche a Italia
-Vitaliani en su nueva conquista del público de Buenos
-Aires, merecen un justo aplauso, sobre todo
-Duse, que acentúa más sus ya reconocidos méritos;
-pero habrá que señalar especialmente a ese bravísimo
-De Sanctis, que tuvo instantes magistrales,
-como en el final de los actos tercero y cuarto.</p>
-
-<p class="date">20 de junio de 1896.</p>
-
-<hr class="chap2" />
-</div>
-
-
-
-
-<div class="chapter">
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_67" id="Page_67">[67]</a></span></p>
-
-<h2>
-Temporada Vitaliani
-<br />
-<small>
-1.-«Il viaggio dei Berluron»
-<br />
-2.-Reprise de «La Signora
-delle Camelie»
-</small>
-</h2>
-
-
-<h3>II</h3>
-
-<div><img class="drop-cap" src="images/drop-u.jpg" width="50" height="74" alt="" /></div>
-<p class="drop-cap"><span class="smcap">Uno</span> de los grandes sucesos de los teatros
-de Francia e Italia, y repetido por 312
-noches seguidas en el teatro Des Varietés,
-en París, así rezaba el cartel.</p>
-
-<p>Autores, Ordenneau y Grenet Dancourt.
-Y la gente, como cuando le nombran un vino
-que no conoce, haciendo resonar la etiqueta, juzga
-que debe de ser excelentísimo: «Ordenneau y Grenet
-Dancourt». ¡312 noches en el teatro Des Varietés,
-en París! Admirable. «Chateau Ordenneau y
-Grenet Dancourt.» ¡Qué bouquet...!</p>
-
-<p>Y sirven, señor, en italiano, un estupendo engendro,
-relleno de gracias de vaudeville, de chistes
-de grueso cedazo; de una sal pesada, imposible y
-que indudablemente se quería disculpar con la inexcusable
-«gaité gauloise». Sí, es esa «gaité gauloise»
-que ha constituído una de las desventuras
-del exquisito poeta llamado Armand Silvestre.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_68" id="Page_68">[68]</a></span></p>
-
-<p>Es la bufonería de anchas bragas, que le pagan
-a tanto por ciento al creador de Laripette y compañía.
-Un cuento a lo Laripette, más o menos bien
-urdido y puesto en el pentágrama escénico, para
-que lo griten y mimen unos cuantos actores de buena
-voluntad: he ahí la famosa pieza de anoche,
-abonada en el Victoria por 312 noches seguidas del
-teatro Des Varietés, de París. Y que si es soportable
-en francés por claras razones, se hace absolutamente
-abominable en una traducción.</p>
-
-<p>Y la Vitaliani descendió a representar un grosero
-tipo de sainete, un papel a todas luces indigno de
-su talento; ¡así las continuas elevaciones de sus
-ojos lo hayan querido salvar...!</p>
-
-<p>Y otros tantos buenos elementos de la compañía
-se han caricaturado para la función de risa, con un
-éxito claramente satisfactorio.</p>
-
-<p>Fueron aplaudidos, sí. Fueron aplaudidos el jovial
-abdomen de Bracci, las payasadas de Rodolfi,
-los sacrificios de ingenio que el discretísimo Falconi
-se vió constreñido a ejecutar.</p>
-
-<p>Toda la comparsa de títeres secundarios estuvo
-también digna de tal aprobación.</p>
-
-<p>Lazzi, ocurrencias, divagaciones y chispas dialogales,
-cosas de uso en las comedias cultas; todo
-ello fué de una chatina incomparable.</p>
-
-<p>Querer exponer el argumento y entrar en detalles,
-sería no guardar las consideraciones intelectuales
-debidas a mis lectores.</p>
-
-<p>En cambio, hablemos de la reprise de la<span class="pagenum"><a name="Page_69" id="Page_69">[69]</a></span>
-<i>Dama de las Camelias</i>, que logró un éxito fundado y del
-cual tienen que estar satisfechos los actores.</p>
-
-<p>Es a todas luces, claro el contraste entre este
-trabajo de fina escena y la obra de corteza áspera
-que anteriormente se ha ofrecido al público.</p>
-
-<p>Se ha vuelto a comprobar la distinción artística
-de Vitaliani, cuyo cordaje nervioso, cuya alma de
-elección, cuyos recursos plásticos, cuya vitalidad
-pausante y sensitiva, la señalan como a una eximia
-y prestigiosa intérprete de la creación teatral.</p>
-
-<p>Se ha advertido en esta vez mayores fuerzas en
-ella, unidas a mayores gracias. Ha ejercido su dominio
-con más imperial grandeza artística que otras
-veces; ha sabido sollozar mejor, hablar mejor, gemir
-mejor, ser mujer mejor.</p>
-
-<p>¡Lira de los veinte años! Anoche ha vibrado para
-muchos, en la renovación de muchos sueños, la
-resurrección de horas supremas, el retoño de tiempos
-pasados; la <i>Dama de las Camelias</i> hizo verter
-unas cuantas lágrimas a los nerviosos y conmovibles
-oyentes.</p>
-
-<p>¿Qué escena señalar? Señalaré la de la llegada
-del padre de Armando, la conversación con él y
-el sacrificio de la pobre Margarita.</p>
-
-<p>Y, a propósito, recordaremos una cuestión suscitada
-por Teodoro de Bauville en una de sus maravillosas
-cartas quiméricas: la entrada del señor
-Duval, padre, a la casa de Margarita Gauthier con
-el sombrero puesto. El divino poeta no podía admitir
-que un caballero francés cometiese tal falta<span class="pagenum"><a name="Page_70" id="Page_70">[70]</a></span>
-de cultura, así penetrase lleno de todos los rencores
-posibles en casa de la última mujer perdida. El
-problema es para ser discutido y aprovechado en
-la sección de «Vida Social».</p>
-
-<p>El momento en que Vitaliani, Margarita, se despide
-del viejo M. Duval, fué de aquéllos que dejan
-una impresión imborrable. Fué momento de actriz
-absoluta. En el acto último, según impresión general&mdash;la
-cual corrobora el juicio de esta crítica&mdash;Vitaliani
-murió mejor que nunca: es decir, que su
-realismo y su traducción del instante mortal fueron
-decisivos en la admiración de la sala.</p>
-
-<p>Muy celebrado De Sanctis, como en la primera
-vez, y el resto de la compañía, plausible siempre.</p>
-
-<p>El público demostró su satisfacción con llamadas
-repetidas y aplausos calurosos.</p>
-
-<p>Y para que fuese mayor el triunfo, la inevitable
-estupidez humana hizo acto de presencia con el
-más sonoro eco que pudiera brotar de la cabeza de
-Bottom: un silbido asnal.</p>
-
-<p>Al escucharlo, Vitaliani sonrió, y recordé entonces
-el <i>Dieu te benisse</i>... que oyó Groussac de labios
-de la gran Sarah, con motivo de un estornudo.</p>
-
-<p>Pero el estornudo es involuntario y la bestialidad
-consciente, ¡oh, pueblo soberano!</p>
-
-
-<p class="signature">R. D.</p>
-
-<p class="date">23 junio 1896.</p>
-
-<hr class="chap2" />
-</div>
-
-
-
-
-<div class="chapter">
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_71" id="Page_71">[71]</a></span></p>
-
-<h2>
-Temporada Vitaliani
-<br />
-<small>
-Estreno: «La figlia di Jefte»,
-por Felice Cavalloti.&mdash;«Niobe»,
-por los hermanos Henry y
-C. A. Paulton
-</small>
-</h2>
-
-
-<h3>III</h3>
-
-<div><img class="drop-cap" src="images/drop-u.jpg" width="50" height="74" alt="" /></div>
-<p class="drop-cap"><span class="smcap">Una</span> nueva compañía italiana que se da a
-conocer en Buenos Aires bajo la agradable
-protección de ese armonioso y sonoro
-nombre: Italia Vitaliani.</p>
-
-<p>La fama había anunciado ya a la actriz
-recién llegada, aunque no con las trompetas que
-avisan el paso de la Duse, y aun de la preciosa Tina
-di Lorenzo. El estreno de anoche ha demostrado a
-través de los inconvenientes de una obra cual la
-elegida, que la Vitaliani es algo más que lo que se
-califica con el fácil adjetivo de «discreto». Ya en el
-principio, en la representación de la delicada pieza
-de Cavalloti, logró manifestar que hay en ella cualidades
-que, si no se imponen de luego, se hacen
-notar favorablemente.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_72" id="Page_72">[72]</a></span></p>
-
-<p>Que Italia, tierra de la antigua farsa, es país de
-comediantes, es cosa bien sabida desde que Cyrano
-de Bergerac señaló el don en cada italiano. Si
-le faltan autores, actores le sobran. De la <i>Mandrágora</i>,
-de Maquiavelo, a las tentativas modernas de
-Praga, cuán poca cosa si se compara con el acervo
-escénico de las otras grandes naciones; pero, sin ir
-muy lejos, de Gustavo Modena a Novelli, ¡qué hermosa
-sucesión de intérpretes artísticos! La gloria
-de las actrices italianas no palidece delante de ninguna
-extraña gloria, y bien pueden nombrarse después
-de Rachel y Sarah, a la Ristori y a la Duse.</p>
-
-<p>Hemos visto ya cómo se levanta la bella Tina, y
-cómo Virginia Reiter, en su espléndido otoño, encanta
-y atrae y se coloca en un alto lugar.</p>
-
-<p>Los cómicos italianos son los más cosmopolitas
-del mundo en la elección de sus obras. Ellos dan a
-conocer tanto lo escandinavo de moda como lo
-francés olvidado o lo alemán recientísimo. Ellos se
-atreven a obras que en París mismo son dadas en
-teatros especiales, y para auditorios restringidos
-y selectos; y presentan valientemente a Ibsen o a
-Mæterlink ante públicos que están demasiado satisfechos
-con los repertorios fáciles de comprender,
-y poco afectos a novedades abstrusas que no
-vienen bien para las tranquilas digestiones. Compréndese
-que la compañía de la Vitaliani, en vez de
-estrenarse con la <i>Anabella</i>, de Ford, por ejemplo,
-nos haya dado la <i>Niobe</i>, de los Paulton.</p>
-
-<p>La <i>Niobe</i> ha hecho reir; ha dado ocasión a que<span class="pagenum"><a name="Page_73" id="Page_73">[73]</a></span>
-la graciosa Italia, en su peplo griego, haya mostrado
-personales riquezas y haya declamado de manera
-que se le aplaudió sus grotescos endecasílabos.</p>
-
-<p>Pero hay quienes hubieran preferido reir menos
-y tener alguna más de alto arte. Después de la delicada
-obrita de Cavalloti, habrían deseado algo distinto
-a ese parto del humor británico, <i>Niobe</i>.</p>
-
-<p>Es ella una obra para las grandes risas de un
-grueso público; una obra por un lado comparable a
-<i>Orphée aux enfers</i>, sin música, y por otro, a las pantomimas
-de los circos. Los hermanos Paulton fabricaron
-esa cosa con absoluta comprensión del reinante
-gusto actual; el <i>Strand</i> se llenó en Londres
-más de seiscientas veces; los yankees se deleitaron
-con la estupenda <i>machine</i>; los alemanes la aplaudieron
-en su Lessings Theater, y cuando los públicos
-latinos la conocieron, se desencuadernaron a carcajadas.</p>
-
-<p>Ciertamente, en el país de los <i>scholars</i> no podía
-faltar aún en tan inepta creación como esta, el
-muestrario clásico. De cuando en cuando Footit rememora
-a Sófocles, en versos griegos. Y míster Peter
-Dunn, hombre de seguros, conoce perfectamente
-la fábula de Anfión.</p>
-
-<p>Por el ansia de lo extranjero han ido a buscar al
-escueto teatro inglés contemporáneo bufonerías
-como esta y la famosa <i>Charley's aunt</i>, con que no
-hace mucho tiempo hizo desternillarse a nuestro público
-el hábil Seigheb.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_74" id="Page_74">[74]</a></span></p>
-
-<p>Es indudable que, una nueva manera de hacer
-reir, no dejará de ser solicitada.</p>
-
-<p>El eterno asunto de los <i>cocus</i> y las eternas suegras
-en berlina; los fáciles intríngulis sobre manera
-repetidos; las rebarajadas escenas de las siempre
-usadas comedias, debían ser reemplazadas, y el reemplazante
-ha sido el payaso, que suaviza sus gracias
-y quita su colorete al pasar de la pista a las tablas.
-Pero Mr. Dunn, no podía negar, por más que
-quisiese, su parentesco estrecho con el perilustre
-Tony. He aquí lo que hoy sucede en la Gran Bretaña
-a la <i>feerie</i> del gran Will: los inventos exportables
-y productivos de los Brandom Thomas, Paulton
-y Compañía.</p>
-
-<p>El argumento de la obra es ya conocido de los
-lectores de <i>La Nación</i>. Sin diálogo, y al son de una
-música más o menos sugestiva, sería la obra una
-agradable pantomima.</p>
-
-<p>Han dado los actores que en esta comedia se han
-presentado, muestra de innegable talento, pues se
-esforzaron por contener la clownería en momentos
-en que lo bufo llegaba al colmo.</p>
-
-<p><i>Niobe</i>, por otra parte, no ofreció toda la beldad
-que cuentan la leyenda y los carteles.</p>
-
-<p>De lamentar es que se haya elegido para obra de
-estreno, en Buenos Aires, la pieza de que nos ocupamos.</p>
-
-<p>Se ha reído, ciertamente. Pudiera ser que si no
-los seiscientos llenos del Strand, alcanzase unos
-cuantos el Victoria. Pero no juzgamos a propósito<span class="pagenum"><a name="Page_75" id="Page_75">[75]</a></span>
-para la presentación de una artista que se tiene
-como tal, en grado más que común, una producción
-en que el arte no aparece, y la alteza estética está
-substituída por la burda fabricación de productivos
-enredos, cuya <i>ficelle</i>, por lo gastada, llega a causar
-impresión de novedad. ¡Ese sueño de Dunn, Dios
-mío! ¡Y esas reminiscencias de Bellanis y de Mark
-Twain, cuando la ridícula Niobe mira con sus ojos
-antiguos las cosas modernas!</p>
-
-<p>Un tiempo se acostumbraba, después de los tres
-o cuatro actos de la obra seria de la noche, el acto
-del sainete en que el buen público reía después de
-las emociones anteriores. Anoche se vió trocado
-todo esto.</p>
-
-<p>El fino acto de Cavalloti dió una ligera sensación
-artística, y el sainetón inglés vino luego, con sus
-tres actos.</p>
-
-<p>Pero Niobe está de moda: y eso basta.</p>
-
-<p class="date">13 junio, 1896.</p>
-
-<div class="figcenter" style="width: 100px;">
-<img src="images/illus009.jpg" width="100" height="78" alt="" />
-</div>
-
-<hr class="chap2" />
-</div>
-
-
-
-
-<div class="chapter">
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_77" id="Page_77">[77]</a></span></p>
-
-<h2>
-ESAS REPÚBLICAS
-<br />
-<small>
-José María Mayorga Rivas.
-<br />
-Una víctima de la guerra entre
-Nicaragua y Honduras
-</small>
-</h2>
-
-
-<div><img class="drop-cap" src="images/drop-u.jpg" width="50" height="74" alt="" /></div>
-<p class="drop-cap"><span class="smcap">Un</span> pobre joven, mi amigo de los primeros
-años&mdash;poeta si gustáis&mdash;, de familia noble
-y buena&mdash;familia de raíces coloniales,
-peninsulares&mdash;, un bravo corazón,
-un brazo, una energía, acaba de morir
-en las cercanías de Tegucigalpa&mdash;Honduras, América
-Central&mdash;, a la cabeza de su tropa, llevando
-honrosamente su uniforme de coronel.</p>
-
-<p>Diera yo dos docenas de licenciados politiqueros,
-de los que abundan en el país en que me tocó
-nacer, por esa fresca vida, por ese enérgico talento,
-por esa alma escogida que se sacrificó en aras
-del becerro de cobre del más falso de los patriotismos.</p>
-
-<p>Ya sabemos que se va Bryson, corresponsal del
-<i>New York Herald</i>, a Centro América, pues se anuncia
-una nueva carnicería política. ¡Pobres Repúblicas!
-Si algo me regocija es que el barco que llevaba<span class="pagenum"><a name="Page_78" id="Page_78">[78]</a></span>
-a Groussac en su última gira, haya pasado lejos
-de las costas centroamericanas. Si ese admirable
-justiciero desolló a Chile y a Méjico, al pasar por
-aquellos tropicales países, no hubiera dejado hueso
-sin quebrantar.</p>
-
-<p>Porque, es duro decir que en aquella tierra, apenas
-conocida por el canal y por el café, no hay, en
-absoluto, aire para las almas, vida para el espíritu.
-En un ambiente de tiempo viejo, al amor de un
-cielo tibio y perezoso, reina la murmuración áulica;
-la aristocracia advenediza, triunfa; el progreso material,
-va a paso de tortuga, y los mejores talentos,
-las mejores fuerzas, o escapan de la atmósfera de
-plomo: ejemplo, Medina, el banquero de París, o
-sucumben en los paraísos artificiales; ejemplo, el
-poeta Cesáreo Salinas, o mueren en guerras de
-hermanos, comiéndose el corazón uno a otro, porque
-sea presidente Juan o Pedro; ejemplo, José María
-Mayorga Rivas.</p>
-
-<p>He leído la orden general en que el presidente
-Zelaya hace justicia a Mayorga; sé, por carta del
-actual ministro de Relaciones Exteriores, hermano
-del joven sacrificado, también hombre de letras, y
-diplomático que desde hace seis años ha honrado a
-su país en Wáshington, sé, digo, que se va a publicar
-un libro en homenaje a la memoria del muerto.</p>
-
-<p>«Te pido para sus páginas un párrafo o una estrofa
-tuya. No debes negarme esto, que te pido en
-nombre de nuestra amistad y del cariño que sé tuviste
-a mi hermano.»</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_79" id="Page_79">[79]</a></span></p>
-
-<p>¡Pues ya lo creo! Doy mi ofrenda, con amor, a
-aquella amable memoria. Era, mi amigo difunto,
-corazón del más bello oriente, triste, opaco, a causa
-del medio en que vivía. Si estuvo algún tiempo
-al lado de algún Gobierno cruelmente memorable,
-sus labios y su pluma tuvieron después frases ásperas
-y condenatorias para los traidores. Hizo versos,
-soñó, fué un buen muchacho. Fué mi contrario y
-mi amigo, siempre noblemente. Su muerte ha sido
-la de un valeroso militar; sus últimos versos los de
-un verdadero poeta.</p>
-
-<p>Estas son las palabras que envío al hogar de
-duelo, donde se venera la barba blanca y patriarcal
-de un anciano ilustre; éstas son las palabras que
-desde lejos, dedico a una querida memoria.</p>
-
-<p class="date">13 mayo 1894.</p>
-
-<div class="figcenter" style="width: 75px;">
-<img src="images/illus010.jpg" width="75" height="107" alt="" />
-</div>
-
-<hr class="chap2" />
-</div>
-
-
-
-
-<div class="chapter">
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_81" id="Page_81">[81]</a></span></p>
-
-<h2>CHARLES A. DANA</h2>
-
-
-<div><img class="drop-cap" src="images/drop-n.jpg" width="50" height="78" alt="" /></div>
-<p class="drop-cap2"><span class="smcap">«No</span> puedo acompañarlo mañana porque me
-voy a Tampa&mdash;me dijo Martí&mdash;; pero yo
-le daré dos palabras de presentación
-que le harán pasar un rato agradable
-con el viejo Dana. Corto el rato, porque
-es hombre ocupadísimo y avaro de su tiempo.»</p>
-
-<p>Ningún «sésamo» mejor que la bondadosa presentación
-del generosísimo José Martí para su amigo
-el viejo director del <i>Sun</i>.</p>
-
-<p>Estaba éste en la oficina suya, con una visita, y
-de la barba blanca, la gran barba hermosa y blanca,
-brotaba su fuerte inglés, de un acento dominante
-y decisivo. El otro, con atención, le oía. Seguramente
-sería corresponsal en algún punto de los Estados.
-Yankee era. No hay duda que recibía órdenes.
-Apuntó algo en un papel. Salió sin hacerme la
-menor inclinación de cabeza, ni darse cuenta de mi
-presencia. Yankee era, como Charles A. Dana.</p>
-
-<p>¡Bravo yankee éste!</p>
-
-<p>Se volvió a mí; me tendió la mano; volvió a leer
-la tarjeta de José Martí. Yo sentado, él de pie, paseándose,
-conversamos. ¿De qué? De muchas cosas<span class="pagenum"><a name="Page_82" id="Page_82">[82]</a></span>
-del canal de Nicaragua, de la infanta Eulalia, a la
-sazón en Nueva York; del duque de Veragua, de literatura
-española.</p>
-
-<p>Yo montaba mi inglés redomon con gran cuidado;
-Ollendorff, inútil, estaba en derrota. Un instinto
-poliglótico me guiaba, y salía con bien. Por otra
-parte, el gran periodista me permitía apenas uno
-que otro monosílabo.</p>
-
-<p>De Martí me habló, cuando hablamos de letras
-castellanas. «Una vez, me dijo, ese hombrecito que
-era un grande hombre, vino al <i>Sun</i>, como suele hacerlo.</p>
-
-<p>Le encargué un artículo sobre José Zorrilla. Al
-día siguiente estaba hecho el artículo. Pocas veces
-ha publicado páginas literarias tan bellas, en un inglés
-encantador.»</p>
-
-<p>José Martí, era su íntimo amigo. Confesaba que
-debía a la amistad del ilustre cubano, más de una
-buena obra, más de un útil pensamiento puesto
-en práctica.</p>
-
-<p>La popularidad de Charles A. Dana en los Estados
-Unidos era inmensa. Su diario, el <i>Sun</i>, es una de
-las grandes potencias del periodismo mundial.</p>
-
-<p>Distinguíase el célebre diarista por su energía y
-firmeza. Era hombre probo y severo. El pueblo
-yankee veía en él a un varón que encarnaba una de
-las primeras representaciones de esa raza nueva y
-formidable.</p>
-
-<p>Los latino-americanos tenían en él un criterio
-simpático y un amigo.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_83" id="Page_83">[83]</a></span></p>
-
-<p>Conocía también, como pocos compatriotas suyos,
-todo lo relativo a la América española. Era
-buen admirador de Sarmiento, y supongo que Bartolomé
-Mitre y Vedia debe guardar buenos recuerdos
-de aquel noble y excelente anglo-sajón.</p>
-
-<div class="asterism" style="width: 25px;">
-<img src="images/tb.jpg" width="25" height="26" alt="" />
-</div>
-
-<p>Muchas campañas políticas llevó a cabo; su nombre
-llegó a sonar en una célebre candidatura. Entonces
-fué cuando le ocurrió lo del cuento de Mark
-Twain.</p>
-
-<p>Sus enemigos se desencadenaron en su contra.
-El hombre probo fué maculado; el honorable Charles
-A. Dana, fué crucificado en muchas hojas de la
-Unión. Pero después pasó la tempestad, y el <i>Sun</i>
-brilló con mayores fulgores.</p>
-
-<p>Como periodista era una portentosa cabeza. Aquel
-hombre de gusto, aquel literato, aquel artista, era
-un estupendo ciudadano del país del dóllar; tenía el
-don del éxito; la información de su diario es comparable
-a la del <i>Herald</i> o <i>New York Journal</i>.</p>
-
-<p>Sus repórters y reporteresas&mdash;pues hay un batallón
-de mujeres en el servicio del periódico&mdash;son
-de primer orden. Y la empresa del <i>Sun</i> es una de
-las más fuertes de los Estados Unidos y de la tierra.</p>
-
-<p>En Nueva York refiriéronme una de las muchas
-curiosas anécdotas de su vida periodística. Sucedió
-que una vez recibió, por correo, una carta escrita
-con una letra semejante a la del Bob de Gyp. Llamaba<span class="pagenum"><a name="Page_84" id="Page_84">[84]</a></span>
-la atención aquella carta entre el enorme montón
-de la correspondencia recibida. Más o menos
-leyó lo siguiente:</p>
-
-<p>«Mr. Charles A. Dana.&mdash;Director del <i>Sun</i>.&mdash;Soy
-una niñita de cinco años. Hoy no hemos comido.
-Mañana pasa Santa Claus y no tendré muñeca, ni
-mi hermanito tendrá juguetes. Hace mucho frío y
-ya no tenemos carbón.» Firmaba un nombre de
-niña cualquiera, y junto al nombre la dirección de
-la casa.</p>
-
-<p>Envió Dana a un repórter activo e inteligente a
-cerciorarse de lo que hubiere de cierto y ver si no
-había en el caso superchería. El repórter volvió afirmando
-el contenido y alabando la inteligencia rara
-de la niñita.</p>
-
-<p>La madre, viuda, estaba en cama, y hacía días
-que había concluído sus ahorros. Estaba próxima a
-la más espantosa miseria, en medio de un crudísimo
-invierno.</p>
-
-<p>Dana, ¿qué hizo? En el número del día publicó,
-sencillamente, el facsímil de la cartita, y he aquí el
-resultado, completamente yankee. Varias fábricas
-de muñecas y grandes almacenes, regalaron magníficos
-juguetes a los dos niños, en tal cantidad,
-que hubo que tomarse un local para exhibir&mdash;por
-paga, naturalmente&mdash;los regalos.</p>
-
-<p>Varias compañías de ferrocarril obsequiaron a los
-niños con toneladas de carbón. El <i>Sun</i> adoptó al
-niño, y le costeó su educación. Una dama millonaria
-adoptó a la niña. Y Santa Claus fué el viejo<span class="pagenum"><a name="Page_85" id="Page_85">[85]</a></span>
-Dana, con su gran barba, sus ojos dominadores y
-bondadosos, su gesto dictatorial y sus gentiles
-obras.</p>
-
-<div class="asterism" style="width: 25px;">
-<img src="images/tb.jpg" width="25" height="26" alt="" />
-</div>
-
-<p>El nuevo edificio del diario, uno de los más altos
-de los Estados Unidos, y, por consiguiente, del
-mundo&mdash;<i>greatest in the world!</i>&mdash;, ha llamado la atención
-en el paso de las cosas enormes, país Manmuth,
-que diría Groussac.</p>
-
-<p>El tiraje del diario aumenta cada día, y su popularidad
-es inmensa. Es de notar que entre las hojas
-yankees, que no descuidan, a pesar de su <i>business</i>,
-la parte amena, literaria y artística, el <i>Sun</i> es el
-diario más intelectual, más «bostoniano» en esto
-que neoyorkino.</p>
-
-<p>La muerte de Charles A. Dana es una gran pérdida
-para la nación americana y enluta el periodismo
-universal. Y los que tuvieron el gusto y la honra de
-conocerle personalmente, no olvidarán&mdash;como
-quien estas líneas escribe&mdash;, su bella cabeza, su sonora
-palabra, su franco y sincero apretón de manos.</p>
-
-<p><i>He was a man!</i></p>
-
-<p class="date">19-10-1897.</p>
-
-<div class="figcenter" style="width: 100px;">
-<img src="images/illus011.jpg" width="100" height="80" alt="" />
-</div>
-
-<hr class="chap2" />
-</div>
-
-
-
-
-<div class="chapter">
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_87" id="Page_87">[87]</a></span></p>
-
-<h2>
-RECUERDOS
-DE LA HABANA
-<br />
-<small>
-El general Lachambre
-</small>
-</h2>
-
-
-<div><img class="drop-cap" src="images/drop-e.jpg" width="50" height="79" alt="" /></div>
-<p class="drop-cap"><span class="smcap">En</span> noviembre de 1892, el autor de estas
-líneas llegaba a la Habana, de vuelta de
-un viaje oficial a España. En un banquete
-que siempre agradecerá a la redacción
-de la excelente revista ilustrada <i>El
-Fígaro</i>, conoció a Raoul Cay, a la sazón redactor
-de la crónica elegante de dicha publicación.</p>
-
-<p>En la noche siguiente, Raoul condújole a su casa
-y presentóle al señor Cay, padre, antiguo canciller
-del Consulado imperial de la China, en la capital de
-la isla, entonces a cargo del gran señor Tam Kin
-Cho, y a María, su hermana, una hermosísima cubana,
-gallarda, espléndida, con lánguidos y milagrosos
-ojos de criolla y una fabulosa cabellera.</p>
-
-<p>Entró una visita. El señor Cay me presentó, y me
-dijo su nombre. Era el novio de María: «El señor general
-Lachambre.»</p>
-
-<p>Tipo marcial, de esa especial marcialidad española.
-Joven todavía, correcto, elegante; la mirada<span class="pagenum"><a name="Page_88" id="Page_88">[88]</a></span>
-vivaz y escrutadora, barba y bigote negros, voz
-acostumbrada a mandar, afablemente serio; en la
-solapa del smokin una camelia blanca.</p>
-
-<div class="asterism" style="width: 25px;">
-<img src="images/tb.jpg" width="25" height="26" alt="" />
-</div>
-
-<p>Pasamos Julián del Casal&mdash;el poeta celebrado por
-Verlaine y alentado por Huysmans y Gustave Moreau&mdash;,
-Raoul Cay y yo, a un saloncito contiguo, a
-ver chinerías y japonerías.</p>
-
-<p>Primero las distinciones enviadas al señor Cay
-por el Gobierno del Gran Imperio, los parasoles,
-los trajes de seda bordados de dragones de oro, los
-ricos abanicos, las lacas, los kakemonos y surimonos
-en las paredes, los pequeños netskes del Japón,
-las armas, los variados marfiles. Julián del Casal, el
-pobre y exquisito artista que ya duerme en la tumba,
-gozaba con toda aquella instalación de preciosidades
-orientales; se envolvía en los mantos de
-seda, se hacía con las raras telas turbantes inverosímiles.</p>
-
-<p>... Y recordaba yo cómo Julián del Casal había
-cantado en admirables versos a María Cay&mdash;versos
-que pueden leerse en su volumen <i>Nieve</i>&mdash;, ¿enamorado
-de ella?... tal vez. Él parece que nunca lo manifestara.
-De todos modos, allá en el salón los novios
-conversaban, en vísperas de sus bodas, pues
-éstas se realizaron poco tiempo después.</p>
-
-<p>En la celda&mdash;era una verdadera celda&mdash;en que el
-poeta vivía en la redacción de <i>El País</i>, gracias a la<span class="pagenum"><a name="Page_89" id="Page_89">[89]</a></span>
-bondad del señor Ricardo del Monte, había entre
-reproducciones de telas de Gustavo Moreau,
-una del Calvario de Gerome, y otros cuadritos menores,
-un retrato de María Cay, de japonesa, antes de ser
-la generala de La Chambre. Ante ese retrato
-escribió un poeta amigo de Casal un sonetino
-que anda por ahí, por los periódicos:</p>
-
-<div class="poetry-container"><div class="poem">
-<div class="stanza">
-<div class="verse i2">Miro enfrente de la moza</div>
-<div class="verse i0">Bañado en la luz del día,</div>
-<div class="verse i0">El retrato de María,</div>
-<div class="verse i0">La adorable japonesa.</div>
-</div>
-<div class="stanza">
-<div class="verse i2">El aire acaricia y besa</div>
-<div class="verse i0">Como un amante lo haría</div>
-<div class="verse i0">La orgullosa bizarría</div>
-<div class="verse i0">De la cabellera espesa.</div>
-</div>
-<div class="stanza">
-<div class="verse i2">Diera un tesoro el mikado</div>
-<div class="verse i0">Por contemplar a su lado</div>
-<div class="verse i0">A princesa tan gentil.</div>
-</div>
-<div class="stanza">
-<div class="verse i2">Y ordenara a su pintor</div>
-<div class="verse i0">Pintarla junto a una flor</div>
-<div class="verse i0">En un vaso de marfil.</div>
-</div></div></div>
-
-<div class="asterism" style="width: 25px;">
-<img src="images/tb.jpg" width="25" height="26" alt="" />
-</div>
-
-<p>El general Lachambre logró hacer suyo aquel tesoro,
-la «adorable japonesa» fué generala, y luna de
-miel pasó en España, de donde volvió a la isla el
-distinguido militar, a ocupar el puesto de gobernador
-de Santiago de Cuba.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_90" id="Page_90">[90]</a></span></p>
-
-<p>El cable nos anunció anteayer su muerte, en una
-de las batallas con los revolucionarios; ayer, felizmente,
-la noticia ha sido desmentida.</p>
-
-<p>Es el general muy querido en la alta sociedad habanera,
-y muy estimado en la Capitanía general y
-allá en la corte de Madrid. En su carrera no es dudoso
-que llegue a más altos destinos.</p>
-
-<div class="figcenter" style="width: 100px;">
-<img src="images/illus012.jpg" width="100" height="113" alt="" />
-</div>
-
-<hr class="chap2" />
-</div>
-
-
-
-
-<div class="chapter">
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_91" id="Page_91">[91]</a></span></p>
-
-<h2>LIBROS NUEVOS</h2>
-
-
-<div><img class="drop-cap" src="images/drop-l.jpg" width="50" height="78" alt="" /></div>
-<p class="drop-cap"><span class="smcap">Les</span> <i>fabliaux</i>.&mdash;Estudios de literatura popular
-y de historia de la Edad Media, por
-Joseph Bedier (Biblioteca de Altos Estudios).
-Emile Bouillón, editor. He aquí,
-pues, por tierra, el viejo ídolo indio.</p>
-
-<p>La teoría era así: que todos, o casi todos los
-cuentos populares, tenían un origen único: la India.
-Allí habían nacido, para esparcirse en seguida
-en el mundo entero, «Cendrillón» y las «Tres damas»,
-que encontraron el «Anillo» y «Piel de
-asno», etc.</p>
-
-<p>Cuna del género humano, la India era también
-la cuna de la literatura oral: el hombre había adquirido
-su forma y su conciencia allí, sobre una
-cierta «llanura central», y en seguida se había puesto
-a tantear bromas sánscritas, obscenidades arianas,
-ensueños irónicos. Huet, obispo de Avranches,
-fué el primero que, en términos bastante vagos,
-atribuyó la intervención de los cuentos a los orientales;
-después de él, la teoría se precisó, y Benfey,
-en 1859, le dió su forma definitiva y absoluta; dicha
-teoría recibió una grande autoridad de Max<span class="pagenum"><a name="Page_92" id="Page_92">[92]</a></span>
-Müller, cuya ingeniosidad fué vasta, y quien debe
-haberse divertido mucho con la invención de sus
-mitos solares, estelares, crepusculares.</p>
-
-<p>Mucho más tarde, Andrew Lang, esbozó otras
-hipótesis. Creyendo encontrar en los cuentos supervivencias
-de usos antiguos, les señaló por fecha
-tal época de la historia, en que esos usos estuvieron
-en vigor. El cuento del «Pulgarcillo», por ejemplo,
-no puede, dice Lang, haber sido inventado por un
-griego contemporáneo de Esquilo; preciso es situarlo,
-en el espacio o el tiempo, en un periodo o
-en un país en que los hombres se comían los unos
-a los otros. Hay, tal vez, algo verdadero en esa
-teoría de la supervivencia; pero nada lo prueba,
-pues las civilizaciones más pacíficas son capaces
-de literaturas más sanguinarias; y nótese cómo los
-niños acogen sin extrañeza, sin protesta&mdash;aunque
-no sin miedo&mdash;, el personaje del Ogro.</p>
-
-<p>¿De dónde vienen, pues, los cuentos populares y
-cuál es su edad?</p>
-
-<p>Vienen de todas partes y su edad varía. Algunos
-son recientes relativamente; otros son contemporáneos
-de los primeros balbuceos intelectuales de la
-humanidad.</p>
-
-<p>La cuestión es, desde luego, a la vez, insolvente
-y pueril; el origen de las costumbres, de las leyendas,
-nos escapa; eso fué y eso es folk-lore, fué y es
-invisible.</p>
-
-<p>¿Quién hizo el primer cuento? ¿A quién se le
-ocurrió primero acostarse para dormir? Hay quienes<span class="pagenum"><a name="Page_93" id="Page_93">[93]</a></span>
-coleccionan los cuentos y comparan las versiones;
-el libro de Bedier debe turbar a esos monómanos.
-En suma, los cuentos populares, no son, tal
-vez, sino cuentos literarios que han llegado a ser
-populares. Han sido compuestos oralmente, y aun
-escrituralmente&mdash;en su integridad&mdash;, por un solo
-autor. Han parecido bellos, se les ha aprendido
-de memoria, se les ha recitado, se han escrito y
-vuelto a escribir, han tenido períodos orales y períodos
-escriturales, a menudo confundidos, y he
-ahí todo lo que se puede decir de verosímil sobre
-ese obscuro asunto.</p>
-
-<p>La obra de Bedier, al mismo tiempo que destruye
-un viejo problema de folk-lore, es un excelente
-trabajo de historia literaria, tan ingenioso como
-docto.</p>
-
-<div class="asterism" style="width: 25px;">
-<img src="images/tb.jpg" width="25" height="26" alt="" />
-</div>
-
-<p><i>En Barbarie</i>, por Rolando de Marés. Con ese título,
-Rolando de Marés ha reunido muchos cuentos,
-cuya escena pasa en la Campine, en las épocas
-primitivas.</p>
-
-<p>Desde luego, nos describe el país en que va a
-hacer vivir a sus personajes, y parece que esa región,
-tal como la pinta Marés, merece, en efecto, el
-nombre de <i>Barbarie</i>. Luego nos cuenta leyendas:
-la de la Princesa Thalia, la del Jabalí blanco, la del
-Gran San Nicolás; otras más, aún, leyendas ingenuas
-y rudas en que pasan, por las llanuras, salvajes,<span class="pagenum"><a name="Page_94" id="Page_94">[94]</a></span>
-héroes sangrientos, implacables magas, y también,
-a veces, graciosas principesas.</p>
-
-<p>De Marés ha sabido dar a sus leyendas las apariencias
-de cuentos populares, y esa apariencia convenía
-a narraciones que el autor quería hacer notar
-bárbaras; ha sabido, recordando de un cuento a
-otro, ciertos motivos, ciertos personajes o ciertas
-aventuras, dar unidad a su libro.</p>
-
-<div class="asterism" style="width: 25px;">
-<img src="images/tb.jpg" width="25" height="26" alt="" />
-</div>
-
-<p><i>L'Ovex</i>, por François de Nion. «El parentesco
-natural es para el matrimonio un impedimento dirimente,
-u óbice. Teología católica. Este epígrafe,
-bastante claro, permite que, sin gran esfuerzo, se
-adivine el contenido del libro, al menos en sus líneas
-esenciales.»</p>
-
-<p>Mademoiselle de Royans, unida desde hace unos
-meses a un amigo de infancia, Jean de Vienne, descubre,
-en un pabellón en ruinas, antiguas cartas de
-su madre, de donde resulta que mademoiselle de
-Royans es hermana de su marido. Así, ante la joven,
-que no quiere divulgar el secreto maternal, se
-plantea un terrible dilema. Huir, sin motivo aparente,
-de Jean, a quien ama, o continuar el incesto.
-Un confesor, a quien ha consultado, le da el extraño
-consejo de continuar llevando sus deberes de
-esposa, sin rebuscar las ocasiones. Pero llega de
-Roma una anulación del matrimonio, y la señora,
-no queriendo decidirse por una ruptura, se deja<span class="pagenum"><a name="Page_95" id="Page_95">[95]</a></span>
-llevar por una ola en los baños de mar en que se
-encuentra. Tal es la trama, muy simple, como se
-ve, de esa novela. Hay un estilo refinado hasta la
-preciosidad, en esta obra, en que las réplicas alternan
-vivamente, los personajes se presentan bien
-claros, en que los detalles no están desprovistos ni
-de propósito ni de oportunidad.</p>
-
-<div class="asterism" style="width: 25px;">
-<img src="images/tb.jpg" width="25" height="26" alt="" />
-</div>
-
-<p><i>La suprema voluptuosidad</i>, por E. Gómez Carrillo.
-Un librito bien escrito, mal pensado y falsamente
-perverso. Influencia de las «Eróticas», de Rops.
-Desearíamos que el joven autor perseverase en sus
-estudios de crítica, que le han dado un justo renombre.</p>
-
-
-<p class="signature">R. D.</p>
-
-<p class="date">9 junio 1896.</p>
-
-<div class="figcenter" style="width: 100px;">
-<img src="images/illus013.jpg" width="100" height="82" alt="" />
-</div>
-
-<hr class="chap2" />
-</div>
-
-
-
-
-<div class="chapter">
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_97" id="Page_97">[97]</a></span></p>
-
-<h2>
-EL DIVORCIO
-DE JEANNETTE
-<br />
-<small>
-Affaire Daudet-Hugo
-</small>
-</h2>
-
-
-<div><img class="drop-cap" src="images/drop-r.jpg" width="50" height="77" alt="" /></div>
-<p class="drop-cap2"><span class="smcap">¿Recuerdan</span> nuestros lectores el ruido que
-hizo en el mundo el matrimonio laico
-de la nieta de Víctor Hugo y el hijo de
-Alfonso Daudet? El tremendo Drumond
-tuvo a la sazón grandes desahogos.</p>
-
-<p>El escándalo del matrimonio civil del hijo de
-Daudet, decía el antisemita, no es, desde luego, una
-excelente ocasión de ver claro en el alma de un
-gran letrado de fines del siglo <span class="smcap lowercase">XIX</span>, de saber exactamente
-la idea que un escritor ilustre se forma de
-esas cuestiones religiosas, que a través de las edades
-han interesado y apasionado a los más nobles
-espíritus de la humanidad.</p>
-
-<p>El padre de Daudet era un realista convencido;
-la madre, brava y digna mujer si las hubo, era una
-católica ferviente, como hay tantas en Mediodía;
-murió con el rosario en la mano; la hermana de
-Daudet es también una católica practicante. El<span class="pagenum"><a name="Page_98" id="Page_98">[98]</a></span>
-hijo más joven del escritor, Luciano, gentil muchacho
-que tiene el aire tan distinguido y tan dulce,
-se ha educado en un Establecimiento religioso, en
-la escuela Bossuet; frecuenta San Sulpicio; su madre
-le acompaña, y para ayudarle, toma notas sobre
-el sermón, con la tranquila y sonriente bondad
-que pone en todo. Drumond mismo ha conducido
-a Luciano a misa, y se ha edificado con aquél buen
-comportamiento.</p>
-
-<p>A León Daudet, estudiante, se ha referido recientemente,
-en el <i>Courrier Français</i>, el señor
-Groussac; Drumond nos dice que ha visto crecer
-su inteligencia. «Le he preguntado a menudo sobre
-el vocabulario médico, y me he extrañado de
-la precoz lucidez de espíritu de ese joven, que si
-hubiese querido trabajar<a name="FNanchor_1_1" id="FNanchor_1_1"></a><a href="#Footnote_1_1" class="fnanchor">[1]</a> hubiera tenido las intuiciones
-filosóficas de su padre, con la ventaja de
-una educación más rigurosamente científica; ¡jamás,
-en cambio, he descubierto en él la sombra de
-una hostilidad contra la religión! La conmoción,
-justamente, lo que daba idea del asombro general,
-es ver a esas gentes renegar del Dios de sus padres
-públicamente, cínicamente, ante todo el mundo,
-únicamente porque hay una gruesa dote: tres
-millones». Y sobre Juanita: «¿Conocéis más antipática
-criatura que esta joven casada, que se estrena
-en la vida con una manifestación escandalosa?</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_99" id="Page_99">[99]</a></span></p>
-
-<p>Tiene veintitrés años&mdash;era en 1891&mdash;, edad en que
-se cree en Dios como en el amor, en la poesía, en
-la esperanza... Ella no se da cuenta de que hay
-pobres muchachas que no tienen tres millones, que
-están colocadas entre la prostitución y el hambre,
-y que tienen necesidad de que se les deje creer en
-alguna cosa para resistir a las tentaciones de la
-miseria». «La desgraciada niña no es tan culpable
-como parece. Era, en verdad, graciosa, cuando,
-dando los buenos días a todos, se paseaba alrededor
-de la mesa, en las comidas de Víctor Hugo...
-Es Lokroy quien»... Y aquí la ineludible conclusión:
-¡el semitismo tiene la culpa!</p>
-
-<p>Esa infancia de Jeannette, de George, de esos nietos
-que tuvieron por arrullo un inmortal y amable
-coro de versos: <i>El arte de ser abuelo</i>, ha sido una
-especie de leyenda. Ellos fueron los infantes de
-Hugo, emperador de la barba florida.</p>
-
-<p>Por el secretario de Hugo, Lesclide, se saben
-cien pequeñas cosas, ligeros detalles, adorables incidentes
-y simples monadas. Recordemos algo de
-Jeannette en la vida íntima.</p>
-
-<div class="asterism" style="width: 25px;">
-<img src="images/tb.jpg" width="25" height="26" alt="" />
-</div>
-
-<p>El maestro, anotaba Lesclide, adora a su nieta, y
-cuando no es madame Drouet quien nos trae sus
-«mots d'enfant», él lo hace voluntariamente.</p>
-
-<p>&mdash;¿Cuándo tendré la muñeca que me has ofrecido?&mdash;preguntó
-Juana a una dama poco antes de
-los «etrennes».</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_100" id="Page_100">[100]</a></span></p>
-
-<p>&mdash;Pues&mdash;respondió la dama&mdash;el día 1.º del año
-que viene; es la época en que nacen las muñecas.</p>
-
-<p>&mdash;Te aseguro, replicó Juana, que no hay necesidad
-de esperar tanto tiempo. ¡Nacen muy bien por
-Pascuas; hay huevos que están llenos de ellas!</p>
-
-<p>Augusto Vacquerie, el escritor que acaba de morir,
-le dijo un día con tono serio:</p>
-
-<p>&mdash;Señorita Juana, ¿sabes que tienes una cuenta a
-cobrar en el <i>Rappel</i>?</p>
-
-<p>&mdash;¿Qué cuenta?</p>
-
-<p>&mdash;Tres francos setenta y cinco, por tres <i>mots de
-la semaine</i>.</p>
-
-<p>Juana duda y se vuelve a mirar a su abuelo.</p>
-
-<p>&mdash;Papá&mdash;así llamaban a Hugo sus dos nietos&mdash;,
-¿es cierto eso?</p>
-
-<p>&mdash;¿Cómo?&mdash;responde el poeta&mdash;. ¿Tú escribes en
-los diarios? ¡Y sin avisarme!</p>
-
-<p>Un día Juana dice a su abuelo:</p>
-
-<p>&mdash;Papá, ¿no soy suficientemente grande?</p>
-
-<p>&mdash;Sí, amor mío, lo eres.</p>
-
-<p>&mdash;Y bien, yo quisiera no acostarme temprano
-esta noche.</p>
-
-<p>&mdash;¿Por qué?</p>
-
-<p>&mdash;Vienen senadores a hablar contigo; quiero
-verlos.</p>
-
-<p>&mdash;Pero, querida, vas a aburrirte.</p>
-
-<p>&mdash;No me aburriré.</p>
-
-<p>&mdash;Querrás jugar.</p>
-
-<p>&mdash;No jugaré.</p>
-
-<p>&mdash;Harás ruido.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_101" id="Page_101">[101]</a></span></p>
-
-<p>&mdash;Estaré bien formal.</p>
-
-<p>&mdash;¡Y bien!&mdash;dijo el abuelo&mdash;. Arregla eso con tu
-madre; por mi parte, acepto con gusto.</p>
-
-<p>La chiquilla estaba contenta con aquella muestra
-de confianza.</p>
-
-<p>&mdash;¿Sabes política?</p>
-
-<p>&mdash;No; oiré lo que dirán.</p>
-
-<p>Por la noche los senadores concurrieron.</p>
-
-<p>La señorita Juana, agarrada de la levita de su
-abuelo, los escucha atentamente. Una formalidad
-ejemplar. Víctor Hugo muestra una gran vivacidad
-oratoria, se exalta, y su voz sonora hace resonar
-el salón rojo.</p>
-
-<p>&mdash;¡Papapá!</p>
-
-<p>&mdash;¿Qué, hija mía?</p>
-
-<p>&mdash;¿No es conmigo con quien estás enojado?</p>
-
-<p>&mdash;No, «Ma mignone».</p>
-
-<p>La tertulia se acaba; los senadores se van; no
-hay sino una voz para alabar la <i>ténue</i> de mademoiselle
-Jeanne.</p>
-
-<p>Lo cual le hace venir otra idea.</p>
-
-<p>&mdash;Abuelo, ¿quieres llevarme al Senado mañana?</p>
-
-<p>&mdash;Sí, si eso te divierte; no tienes sino que ir con
-tu madre.</p>
-
-<p>&mdash;¡No, con mamá no quiero, contigo!</p>
-
-<p>&mdash;No es posible, no te dejarían entrar.</p>
-
-<p>&mdash;Pero si tú lo dices...</p>
-
-<p>&mdash;Aunque lo diga yo.</p>
-
-<p>&mdash;Y bien, tú no dirás nada; me tomarás de la
-mano, entraremos y me pondrás sobre tus rodillas.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_102" id="Page_102">[102]</a></span></p>
-
-<p>&mdash;Sí, pero vendrá un ujier vestido de negro y
-con una gran cadena, y te dirá: ¡Señorita, vos no
-sois senador!</p>
-
-<p>&mdash;Y yo responderé: ¡Señor, yo soy su nieta!</p>
-
-<p>Una noche, en el salón un tanto sombrío de la
-rue Drouot, 20, madame Charles Hugo tenía un
-bebé sobre sus rodillas y lo vestía para dormir.</p>
-
-<p>A alguna distancia, Víctor Hugo hacía arrodillarse
-a Juanita, <i>dans le plus simple appareil</i>, y le hacía
-decir su plegaria. En esa plegaria, extraña a las liturgias
-conocidas, Juana pedía a Dios ser discreta
-y obediente, le recomendaba a su padre muerto, a
-su tío Francisco Víctor, enfermo entonces, y todas
-las personas que le rodeaban.</p>
-
-<p>La pequeña Juana interrumpía la oración con
-bien ingenuas reflexiones. No se cuidaba, por
-ejemplo, de orar por su hermano, que le había dado
-un mojicón.</p>
-
-<p>Un día Juanita y su hermano Jorge se divertían
-ruidosamente en el salón rojo de la rue Clichy,
-con la efusión natural a su edad. Entre otros juegos,
-se había tomado al gato Gavroche para un
-steeplechase; pero Gavroche, pacífico y serio, no
-había querido. Su amiga Juana lo llevó entonces al
-nido maternal despidiéndole: «tú quédate con tus
-padres». Después de lo cual llamó a su abuelo y le
-explicó sus intenciones. Y el abuelo puso su gloria
-en cuatro patas.</p>
-
-<p>La chiquilla recibió al día siguiente estos versos:</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_103" id="Page_103">[103]</a></span></p>
-
-<div class="poetry-container"><div class="poem">
-<div class="stanza">
-<div class="verse i2">L'autre soir, en jouant avec votre grand-père</div>
-<div class="verse i0">dans l'antre où ce buveur de sang fait son repaire,</div>
-<div class="verse i0">vous lui fîtes porter le plus doux des fardeaux,</div>
-<div class="verse i0">O Jeanne! et je vous vis lui monter sur le dos.</div>
-</div>
-<div class="stanza">
-<div class="verse i2">Résigné, comme on dit que le fut Henry Quatre,</div>
-<div class="verse i0">où jugeant inutile et vain de se débattre,</div>
-<div class="verse i0">Papapa sous le joug se courba doucement</div>
-<div class="verse i0">et sur l'épais tapis marcha docilement.</div>
-</div>
-<div class="stanza">
-<div class="verse i2">Sans être un grand devin, je puis, mademoiselle,</div>
-<div class="verse i0">dévoiler l'avenir en partie a vos yeux:</div>
-<div class="verse i0">avant qu'il soit longtemps, vous serez grande et belle,</div>
-<div class="verse i0">et fière de porter votre nom glorieux;</div>
-<div class="verse i0">vous tiendrez d'une mère une grâce infinie;</div>
-<div class="verse i0">votre sang doit vous faire un esprit sans rival;</div>
-<div class="verse i0">vous aurez la beauté, peut être le genie...</div>
-<div class="verse i0">mais vous n'aurez jamais un semblable cheval.</div>
-</div>
-</div></div>
-
-<div class="asterism" style="width: 25px;">
-<img src="images/tb.jpg" width="25" height="26" alt="" />
-</div>
-
-<p>Después, el dios entró en el Panteón... y Jorge
-y Juana en el mundo.</p>
-
-<p>De ambos se volvió a oír hablar; de Juana, por
-su matrimonio laico con el hijo de Daudet; de Jorge,
-por ciertos escándalos de mozo de vida alegre...</p>
-
-<p>Y luego, cinco años después de casada, Juanita
-se separa de su marido.</p>
-
-<p>León Daudet es un espíritu altivo, un cerebro
-fuerte, un pensamiento quizá con demasiados músculos.
-Muy poco de artista, muy mucho de «sabio».
-Estudió para médico. Ya nos ha dicho Drumond<span class="pagenum"><a name="Page_104" id="Page_104">[104]</a></span>
-cómo le consultaba el joven sobre tecnicismos
-médicos. Dejó la carrera y se tornó escritor,
-con un bagaje y una médula científica que dan a
-sus escritos cierta firme y enraizada fortaleza. Y ha
-ido a rápidos pasos. De <i>Hœenes a L'Astre Noir</i> hay
-un visible progreso. Y en sus críticas de la <i>Novelle
-Revue</i> revela un juicio personal. Su padre ha dicho:
-«A los escritores, como mi hijo, pertenece la
-literatura del siglo <span class="smcap lowercase">XX</span>», en una reciente interview.</p>
-
-<p>Y se atrevió León Daudet a publicar el <i>Astro
-Negro</i>... La Prensa de París ha respetado la más
-sagrada de las memorias, el más alto de los nombres
-de la poesía francesa, y no se ocupó del
-libro.</p>
-
-<p>La Prensa no dijo media palabra sobre el Astro
-de Seneste&mdash;cuya figura y descripción están bien
-claras para el menos entendido&mdash;. Se dijo que León
-Daudet aseguraba haber querido pintar en el incentuoso
-grande-hombre&mdash;«¡Vous êtes un homme,
-monsieur Goethe»...&mdash;¡a Wagner! Más a la vista
-estaba la tempestad en el hogar de Juana Hugo.
-Luego la dedicatoria del libro, por León Daudet, a
-su abuela... Se murmuró de revelaciones y secretos
-escabrosos... A Buenos Aires envió J. Lermina
-una correspondencia sobre el asunto, que Mariano
-de Vedia no publicó. Después, el divorcio, iniciado
-hace más de un año, y que acaba de resolverse,
-según lo ha comunicado ha pocos días el corresponsal
-de <i>La Nación</i>, en París.</p>
-
-<p>Algunos han pensado que León Daudet ha hecho<span class="pagenum"><a name="Page_105" id="Page_105">[105]</a></span>
-el escándalo público, para tener un ruidoso
-éxito de librería.</p>
-
-<div class="asterism" style="width: 25px;">
-<img src="images/tb.jpg" width="25" height="26" alt="" />
-</div>
-
-<p>Juana Hugo es hoy una de las divorciadas más
-tentadoras de París. Probablemente se casará
-pronto: es rica y princesa de la sangre; bella e inteligente.
-Mas si ha logrado todo o gran parte de lo
-que le anunció su abuelo en los versos que le hizo
-cuando imitó hípicamente a Enrique IV, no tendrá
-ciertamente ni una cabalgadura como aquella, ni
-las horas de oro que conducían su vida cuando</p>
-
-<p>Jeanne était au pain sec dans le cabinet noir...</p>
-
-<p class="date">Febrero, 25-1895.</p>
-
-<div class="footnote">
-<p><a name="Footnote_1_1" id="Footnote_1_1"></a><a href="#FNanchor_1_1"><span class="label">[1]</span></a> Cuando Drumond publicaba estas líneas, el autor de
-<i>Hœnes a L'Astre Noir</i> no había dado a la luz ningún libro.</p>
-</div>
-
-<div class="figcenter" style="width: 75px;">
-<img src="images/illus014.jpg" width="75" height="68" alt="" />
-</div>
-
-<hr class="chap2" />
-</div>
-
-
-
-
-<div class="chapter">
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_107" id="Page_107">[107]</a></span></p>
-
-<h2>
-A JOSÉ MIRÓ
-<br />
-<span class="small">(JULIÁN MARTEL)</span>
-<br />
-<small>
-El día de su muerte
-<br />
-10 de diciembre de 1896
-</small>
-</h2>
-
-
-<div><img class="drop-cap" src="images/drop-p.jpg" width="50" height="78" alt="" /></div>
-<p class="drop-cap"><span class="smcap">Paso</span> a paso, melancólicamente, como un
-sonámbulo que persiguiese una mariposa
-y se perdiese en lo profundo de
-bosques sombríos, así tú, tras tu ilusión,
-mi amigo Julián Martel, penetras
-en la noche de la muerte.</p>
-
-<p>Yo te he conocido en la primavera de tu juventud,
-triste enamorado de la gloria, soñador testarudo,
-cultivador de rosas de fantasía. Vivías en tu
-sueño, que era un jardín cuidado perennemente por
-tu alma. Parecía que no oyeses la voz del mundo,
-de este mundo nuestro. Sí, una voz como de sirena
-que te atrayese a una isla encantada, de un raro
-mundo, de verdes laureles, de cantos, de reales
-grandezas, de perpetuos triunfos; un mundo fuera
-del mundo: <i>anywhere out of the world!</i> Porque
-nunca quisiste convencerte, poeta como eras, de
-que fuesen verdaderas las espinas que rasgaban tus
-carnes, los abrojos que encontrabas a tu paso, las<span class="pagenum"><a name="Page_108" id="Page_108">[108]</a></span>
-crueles ortigas, las zarzas amargas y ásperas; así,
-aun cuando dijeres en tus prosas o en tus versos
-los dolores de la vida, enflorabas tu pensamiento, y
-tu frase, con flores de idealidad y de dicha, de modo
-que te engañabas a ti mismo y te prometías siempre
-para el día que viene, para la próxima aurora,
-un festín de poesía, en que las musas sirvieran a tu
-espíritu ansioso los más puros rocíos, en las copas
-de las más frescas azucenas. No te dejabas vencer
-por la vida, mentirosa y fatal enemiga; eras siempre
-fiel a la divina imposible. La vida se vengó de
-ti, entregándote a la muerte.</p>
-
-<p>Amabas el arte, amabas la hermosura, amabas
-las palmas del triunfo, mas te faltaron músculos
-para las decisivas ascensiones, para las bregas decisivas.
-Tu corazón era una urna de bondad, de
-bondad ingénita y sencilla, de una bondad colombina;
-había mucho de tu corazón en tu cerebro, de
-manera que pensabas sintiendo.</p>
-
-<p>Los que como yo supieron lo íntimo de tus secretos
-pasionales, sabemos que cuando la tristeza
-te poseyó, fué por causa de amor; eras un sensitivo
-y un romántico. Hay una de tus poesías en que un
-reloj simbólico señala el secreto de tu existencia.</p>
-
-<p>En estrofas poeanas dices la agonía de las ilusiones,
-y al fin estalla el reloj, en un momento que
-no es por cierto el último. ¡El último ha sido éste,
-mi querido Julián Martel: ayer ha estallado el reloj
-de tus sueños de poeta, ayer cuando has cerrado
-los ojos, y amor y gloria y sueños y esperanzas se<span class="pagenum"><a name="Page_109" id="Page_109">[109]</a></span>
-han desvanecido con la luz de tus obscuras pupilas!</p>
-
-<p>Eras raro como la lealtad, ardiente como el entusiasmo.
-Sabías todavía amar y admirar. Sabías
-pasear tu figura pálida y noble entre las medianías
-antosugestionadas, y tu cansada indiferencia fatigaba
-las inutilidades petulantes. Intentabas odiar&mdash;aunque
-no lo podías a causa de la excepcional virtud
-de tu sentimiento&mdash;la tiranía de la chatura, el
-poder de los dictadores del «buen sentido»; eras
-enemigo de Pilatos.</p>
-
-<p>Tu obra principal y mayor&mdash;que es casi toda
-tu obra&mdash;fué un clamor de venganza contra la fortuna,
-que te fué traidora como una bella querida.
-Y tú, como artista, como poeta, habías nacido para
-las grandezas y poderíos. No eran plebeyos ni tu
-sangre, ni tu gusto, ni tu papel de héroe de Musset,
-ni tu estilo que buscaba siempre un rumbo.</p>
-
-<p>¡Cuántas veces soñamos juntos, en noches de
-amistad amable! Yo oía tus imaginaciones de oriental,
-tus fantaseos de rajah, la historia nunca concluída
-de tus lindos castillos en el aire, y te acompañaba
-encantado a tus excursiones por los países
-de lo irrealizable.</p>
-
-<p>¡Fuiste mi amigo en arte y en existencia; me defendiste,
-me amaste, me comprendiste, desde que,
-al llegar a Buenos Aires, me fuiste a saludar en
-nombre de <i>La Nación</i>, en cuya casa confraternizamos!</p>
-
-<p>¡Por eso, por tu corazón y talento, yo te defenderé<span class="pagenum"><a name="Page_110" id="Page_110">[110]</a></span>
-y amaré tu memoria puesto que te comprendí!
-<i>¡Raté!</i> dirá una conciencia; y mi corazón clamará:
-¡Haced <i>La Bolsa</i>! ¡Y culparé a tu desconocido genio
-maléfico, o a tu sino, de que no hayas llegado
-a poner en tu torre soñada tu pabellón de victoria!
-Atmósfera propicia te faltó, tierra te faltó, aliento
-te faltó. Mueres demasiado temprano, pero tuya es
-solamente la mitad de la culpa.</p>
-
-<p>Ahora tu visión astral y penetrante verá sobre el
-haz de la tierra quiénes te amaron de veras, quiénes
-fueron tus amigos. Yo no miento lágrimas; yo
-te digo adiós con una tristeza que puedes ver en
-lo hondo de mi alma.</p>
-
-<p>Notarás, mi querido Miró, que no va mi corona
-entre las que acompañan tu féretro: ¡Yo te haré
-una de versos!</p>
-
-<div class="figcenter" style="width: 75px;">
-<img src="images/illus015.jpg" width="75" height="73" alt="" />
-</div>
-
-<hr class="chap2" />
-</div>
-
-
-
-
-<div class="chapter">
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_111" id="Page_111">[111]</a></span></p>
-
-<h2>
-FIESTAS PRIMAVERALES
-<br />
-<small>
-Una dalia
-</small>
-</h2>
-
-
-<div><img class="drop-cap" src="images/drop-c.jpg" width="50" height="75" alt="" /></div>
-<p class="drop-cap"><span class="smcap">Cortesana</span> de duro seno, de ojo opaco y
-obscuro, que se abre lentamente
-como el de un buey; tu gran torso reluce
-como un mármol nuevo.</p>
-
-<p>Flor gorda y rica, a tu alrededor no
-flota ningún aroma, y la belleza serena de tu cuerpo
-desenvuelve, mate, sus impensables acordes.</p>
-
-<p>Ni aun a carne trasciendes, salvo que al menos
-exhalan las que van removiendo los héroes, y tú
-te entronizas por lo insensible al incienso.</p>
-
-<p>Así la dalia, rey vestido de esplendor, eleva sin
-orgullo su cabeza sin perfume irritante en medio
-de los jardines incitativos.</p>
-
-<div class="asterism" style="width: 25px;">
-<img src="images/tb.jpg" width="25" height="26" alt="" />
-</div>
-
-<p>¡Flores sobre flores! Flores de estío, flores de
-primavera, flores descoloridas de Noviembre, vertiendo
-la pena de los adioses, y en los trenzados
-los crisantemos; los lotos reservados para la mesa<span class="pagenum"><a name="Page_112" id="Page_112">[112]</a></span>
-de los dioses, los lises altivos entre las espesuras
-de amarantos, irguiendo con orgullo sus tirsos radiosos;
-las rosas de Noël, de palideces transparentes
-y, después, todas las flores enamoradas de las
-tumbas, violetas de los muertos, helechos olorosos,
-asfódelos, soles heráldicos y bellos, mandrágoras
-que gritan con voz sobrehumana al pie de
-los patíbulos negros que frecuentan los cuervos.
-¡Flores sobre flores! ¡Deshojad flores! Que se paseen
-incensarios floridos sobre la tierra en donde,
-allá lejos, duerme Ofelia con Lady Rawena de Tremaine.
-¡Amor! ¡Amor! Y sobre sus frentes, que tú
-inclinas, haz rodar la púrpura extática de las rosas,
-semejante a la sangre alegre vertida en los combates.
-Antes cantaban ellas, vírgenes rosadas, rubias,
-los amantes de los días que no renacerán nunca,
-bajo sus vestidos tejidos con oros finos y argírosas.
-¡Oh, lejanas dulzuras de las primaveras concluídas!
-¡Apertura auroral de las ideas! ¡Puerta del
-cielo ofrecida a los labios de los elegidos! ¡Las vírgenes
-hoy, muertas o poseídas, están lejos! ¡Muy
-lejos! La esperanza ha caído de nuestros corazones,
-como las ramas podadas de un árbol.</p>
-
-<p>Y la sombra, y los pesares y el olvido, son los
-vencedores.</p>
-
-<p>A través de los iris y juncos, Ofelia abandona su
-alma a los arrulladores murmullos del río, único
-testigo de su melancolía. Y he aquí que en el fondo
-de la verdosa espesura suenan confusamente harpas
-cristalinas, atrayendo con sus ritmos obsesores.<span class="pagenum"><a name="Page_113" id="Page_113">[113]</a></span>
-El oro difuso del Sol empurpura las colinas,
-por el lado del castillo de Elseneur, y las torres
-que obscurecen ya las tinieblas hyalinas. La noche
-felina, con su traje de terciopelo, arrulla a las
-aguas, los valles profundos y los cielos tristes, y
-con los sauces ruidosos esfuma los contornos. Y
-las nubes rojas del poniente con colinas que trepan
-lanza en puño, atroces caballeros que espolean
-el vuelo furioso de los unicornios. Luego, la
-dama que sueña con los juramentos olvidados canta
-entre dientes un <i>vireylay</i> muy antiguo. La demencia
-extiende sobre su frente multiplicados duelos.
-¡Flores sobre flores!</p>
-
-<p>Sollozos cortan su romanza, mientras que, con
-los cabellos coronados de jazmín, se inclina hacia
-los juncos del río inmenso. Los Nixos, cerca de la
-orilla le señalan el camino, y tranquila, al curso de
-la onda en las gláucas praderas, desciende con ¡no
-me olvides! en la mano. Las flores palustres sobre
-sus pupilas apagadas pondrán el dictamo adorado
-del sueño, en jardines de...</p>
-
-<hr class="chap2" />
-</div>
-
-
-
-
-<div class="chapter">
-
-<span class="pagenum"><a name="Page_114" id="Page_114">[114]</a></span>
-
-<h2>
-Fiestas primaverales
-<br />
-Los poetas y las flores
-<br />
-<span class="small">(CONTINUACIÓN)</span>
-</h2>
-
-
-<p class="no-indent center p2">LOS NENÚFARES</p>
-
-<p class="no-indent center small">(BARBEY D'AUREVILLY)</p>
-
-<blockquote>
-<p><i>Allons, bel oiseau bleu, venez
-chanter votre romance a madame...</i></p>
-
-<p class="small">(SUZANE.)</p>
-
-<p class="p1"><i>Vous ne mettrez jamais dans
-votre flore amoureuse le nénuphar
-blanc qui s'appelle...</i></p>
-
-<p class="small">(UNE PREMIÉRE LETTRE.)</p>
-</blockquote>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_115" id="Page_115">[115]</a></span></p>
-
-<p>I.&mdash;¡Nenúfares blancos, oh lirios de las aguas límpidas,
-nieve que surge del fondo de su azur, que
-adurmiéndose sobre vuestros tallos, tenéis necesidad,
-para dormir, de un lecho puro! Flores de pudor,
-¡si!, sois demasiado altivas para dejaros cortar...
-y vivir después. ¡Nenúfares blancos, dormid
-sobre vuestros ríos! ¡Y no os cortaré jamás!</p>
-
-<p>II.&mdash;Nenúfares blancos, flores de las aguas soñadoras,
-si soñáis, ¿en qué soñáis? Pues para soñar
-preciso os es estar enamoradas, es preciso tener el
-corazón enamorado... o celoso; pero vosotras, ¡oh,
-flores que el agua baña y protege, para vosotras
-soñar... es aspirar el frescor! ¡Nenúfares blancos,
-dormid en vuestra nieve; yo no os cortaré jamás!</p>
-
-<p>III.&mdash;¡Nenúfares blancos, flores de las aguas
-adormecidas, flores cuya blancura da frío a los corazones
-ardientes, que os hundís en vuestras aguas
-desentibiadas cuando el sol luce, nenúfares blancos!
-Quedad ocultos en los ríos, en las brumas,
-bajo los sauces espesos... ¡De las flores de Dios,
-sois las últimas! ¡Yo no os cortaré jamás!</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_116" id="Page_116">[116]</a></span></p>
-
-
-<p class="no-indent center p2">LA CANCIÓN DE LAS ROSAS</p>
-
-<p class="no-indent center small">(ROBERT DE LA VILLEHERVÉ)</p>
-
-<p class="p1">Encanto de los ojos extasiados, los rosales divinos;
-los rosales no darían tantas rosas, si no fuese
-la juventud en flor, que, rota, después del dolor,
-renace y revive en las cosas.</p>
-
-<p>Las rosas de púrpura o de plata, que junio, artista
-diligente, reviste con los colores de la vida, en
-su brillo, en su palidez, son la metamorfosis en flor,
-de una niña arrancada por la muerte.</p>
-
-<p>Y por eso, en los repliegues de sus pétalos delicados,
-obstinadamente, la rosa oculta&mdash;como las
-vírgenes el suyo&mdash;su corazón de oro, gloria de la
-flor, su corazón invisible, sin mancha.</p>
-
-<p>Y por eso, en los rayos, cerca de ella, las mariposas
-azules revuelan querellándola, y la aman mujer,
-la aman flor, y el claro enjambre acariciador
-quisiera aun morir por ella.</p>
-
-<p>Y por eso, la fresca mañana, bajo la seda y el raso,
-hace, para adornar la flor querida, una perla de
-cada lágrima y una estrella de cada perla.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_117" id="Page_117">[117]</a></span></p>
-
-
-<p class="no-indent center p2">CRISANTEMOS</p>
-
-<p class="no-indent center small">(HENRI CORBEL)</p>
-
-<p class="p1">Flores que vertéis el olvido de los odios obstinados,
-vosotras dejáis sobre nuestros corazones el
-pesar de los bellos días, viniendo a inspirar nuestros
-últimos amores: vuestros rayos son el adiós
-de las estaciones afortunadas.</p>
-
-<p>Crisantemos, perfume de nuestros años de jóvenes,
-vuestros ojos son dulces como los de los trovadores;
-en vuestros pétalos de oro, en vuestros
-encantadores atavíos, nacéis en los umbrales de
-los graves destinos.</p>
-
-<p>Y vuestro brillo discreto no es si no divino.</p>
-
-<p>Al declinar el día, cuando la luz expira, cuando
-la brisa suspira y corteja al gran bosque, vosotras
-arrojáis, risueñas como un Dios Silvano,
-vuestras canciones, en la faz de los brumosos otoños,
-llamando los besos de los Soles monótonos.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_118" id="Page_118">[118]</a></span></p>
-
-
-<p class="no-indent center p2">LAS FLORES</p>
-
-<p class="no-indent center small">(MALLARMÉ)</p>
-
-<p class="p1">De las avalanchas de oro del viejo azur, en el
-día primero, y de la nieve eterna de los astros, antes
-sacasteis los grandes cálices para la tierra, joven
-aún y virgen de desastres.</p>
-
-<p>La fiera Gladiola, con los cisnes de cuello fino,
-y ese divino laurel de las almas desterradas, bermejo
-como el puro dedo del pie de un serafín, que
-enrojece el pudor de las auroras holladas; el jacinto,
-el mirto de adorable brillo y semejante a la carne
-de la mujer, la rosa cruel, Herodias en flor del
-jardín claro, aquella que riega una sangre soberbia
-y radiosa.</p>
-
-<p>¡Y tú hiciste la blancura sollozante de los lises
-que, rodando sobre mares de suspiros que roza, a
-través del incienso azul de los pálidos horizontes,
-sube, en un ensueño, hacia la luna que llora!</p>
-
-<p>¡Hosanna en el sistro y en los incensarios, Padre
-Nuestro, hosanna del jardín de nuestros limbos!</p>
-
-<p>¡Y concluya el eco por las celestes tardes, éxtasis
-de las miradas, scintilaciones de los nimbos!</p>
-
-<p>¡Oh Padre, que creaste en tu seno, justo y fuerte,
-cálices balanceando la futura redoma! Grandes
-flores con la balsámica muerte para el poeta fatigado
-a quien la vida debilita.</p>
-
-<hr class="chap2" />
-</div>
-
-
-
-
-<div class="chapter">
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_119" id="Page_119">[119]</a></span></p>
-
-<h2>NANSEN</h2>
-
-
-<div><img class="drop-cap" src="images/drop-e.jpg" width="50" height="79" alt="" /></div>
-<p class="drop-cap"><span class="smcap">En</span> estas columnas de <i>La Nación</i>, con su
-estilo brioso y nervioso, hace ya algunos
-años, narró José Martí la leyenda de
-los héroes del Polo, cuando Greely volvía
-de su odisea; la leyenda, real y vivida,
-que es hermosa y trágica, de la cual es hoy héroe
-nuevo y triunfante el escandinavo Nansen, al
-cual recibió con palmas y músicas y discursos y
-versos su buena tierra de Noruega, cuando volvió
-de la aventura de su <i>Fram</i> después de haber explorado
-el misterio del círculo polar.</p>
-
-<p>Contadas por el mismo Nansen van a ver nuestros
-lectores la historia extractada de su empresa:
-la historia completa y detallada la compró una casa
-de Inglaterra en 25.000 libras esterlinas.</p>
-
-<p>Ese compatriota de Ibsen, doctor y marinero, astrónomo
-y herbolario, dice con sencillez lo que le
-aconteció en las nieves, cómo la aurora boreal lucía,
-cómo la morsa atacó el Kayak, cómo vino el
-oso blanco hacia él. Y en él hay un soplo atávico
-de aquellos marinos que de su país se dice vinieron<span class="pagenum"><a name="Page_120" id="Page_120">[120]</a></span>
-antes que nadie al mundo de América, y de los pescadores
-de ballenas y bacalaos que en las tempestades
-hallaran siempre su elemento, hechos al peligro
-y a la penuria, y de los seres cuasi fantásticos
-que se ven grandes y fuertes en las tradiciones populares,
-o pasan, extraños, bajo las arcadas de hielo
-de ciertos poemas bárbaros de Leconte de L'Isle.</p>
-
-<p>Él partió con fe y valor, bien provisto y acompañado
-de gente escogida; y no falló su cálculo que
-lo llevara hasta donde ningún hombre ha llegado en
-los fríos del Norte. Él realiza Julio Verne; él hace
-sus cosas como para que se cuenten a los niños, y
-los poetas de más tarde hagan poemas con esas prodigiosas
-cosas. Las gentes le señalan cuando le ven:
-«Ese es el hombre que ha vuelto del infierno blanco».
-Y en verdad que es su viaje dantesco, de un
-dantesco real y terrible, que ejecuta la fábula. Sus
-narraciones tienen el llamativo de las novelas de la
-imaginación; Marco Polo del Polo, nos cuenta cosas
-naturales que nos parecen cuentos de Simbad,
-y nos imaginamos su existencia en el desierto blanquísimo,
-adonde va guiado por una ciencia que parece
-poesía.</p>
-
-<p>Y por qué fué al viaje peligroso, a exponer la
-vida por su sueño, y comió galleta dura y carne del
-oso blanco y bebió café sin azúcar en una casa de
-nieve, y cuidó a sus buenos perros, y vió la noche
-larga, y la milagrosa luz magnética, anda ahora
-dando conferencias y haciendo libros que vende
-como diamantes, y come el faisán con el rey y recibe<span class="pagenum"><a name="Page_121" id="Page_121">[121]</a></span>
-el cheque del yankee. Porque es persona de honra
-y provecho, y el viejo Ibsen dicen que estaba rezongando
-entre dientes, cuando la fiesta de Christianía.</p>
-
-<p>¿Pues no habrá que honrar y celebrar a estos buscadores
-de desconocidos? Nansen realiza su poema;
-él es su personaje principal, con un decorado de
-Snow, el brillo pálido del sol de media noche.</p>
-
-<p>Oigase su narración parca, de sujeto de obra y
-hecho; no todo es número y grados; de repente, el
-interés acrece de un modo vibrante, y en medio del
-silencio polar, fijáos cómo el doctor canta en cuatro
-líneas la llegada de la primavera.</p>
-
-<p class="date">26-4-1896.</p>
-
-<div class="figcenter" style="width: 75px;">
-<img src="images/illus001.jpg" width="75" height="100" alt="" />
-</div>
-
-<hr class="chap2" />
-</div>
-
-
-
-
-<div class="chapter">
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_123" id="Page_123">[123]</a></span></p>
-
-<h2>LA FIESTA DE FRANCIA</h2>
-
-
-<div><img class="drop-cap" src="images/drop-h.jpg" width="50" height="78" alt="" /></div>
-<p class="drop-cap"><span class="smcap">Hoy</span> es el día en que, bajo todos los cielos,
-en todos los climas, erige, resplandecientes
-al aire, sus palmas de bronce,
-la Marsellesa. Todo el mundo parece
-que tomase parte en la alegría de la
-Francia, cual excitados los espíritus por los zumos
-de un vago Champaña de victoria. Las banderas,
-los tambores, las fanfarrias, los himnos franceses,
-nos hacen alzar la cabeza, correr más viva la sangre,
-marchar, pensar en cosas heroicas y bellas.
-¿Cuál es el secreto de que Francia sea amada de todos
-los corazones, saludada por todas las almas?
-Preguntad al pastor decisivo por qué da la manzana
-a una diosa señalada. Entre todas las princesas
-de la tierra, <i>¡ave, regina Galia!</i>, tú eres la más hermosa.
-El áureo París derrama sobre el orbe el antiguo
-reflejo que brotaba de la Atena marmórea.
-Ante esa capital mágica se extiende un inmenso
-océano de ensueños. Allá vamos los peregrinos
-del amor y del arte; allá van todos los adoradores
-de la vida, a cortar las rosas que curan con su perfume<span class="pagenum"><a name="Page_124" id="Page_124">[124]</a></span>
-las ponzoñas de las víboras hiperbóreas, la
-somnolencia de filosofía brumosas. El idioma de
-Francia es el nuevo latín de los sacerdocios ideales
-y selectos, y en él resuenan armoniosamente las
-salutaciones a la inmortal Esperanza y al Ideal
-eterno.</p>
-
-<p>Celto-germana, burgonda o normanda, toda la
-sangre de Francia se vierte en una sola vena, toda
-la savia francesa da alimento y existencia a una
-sola selva de fuerza y de gracia, en donde una
-Bella&mdash;despierta&mdash;del bosque, en su maravilloso
-palacio, ofrece a todo caballero errante de la poesía
-o de la gloria, el vino prodigioso de sus inexhaustas
-ánforas. ¡Selva de enorme y dulce encanto!,
-en ella encuentran los ojos absortos, ya a Carlo
-Magno sobre su pino, ya a Víctor Hugo bajo su
-laurel.</p>
-
-<p>Son de «biniou», canto de marino de Bretaña,
-risueña farándula de Provenza, danzas provinciales,
-sus ecos nos llegan con los de la incomparable
-voz de París, dominándolo todo en clangor de gallo,
-o una cristalina diana de alondra. Y el arraigarse
-nuestra simpatía, no es tan sólo por ser Galia toda
-bella de su magnífica persona, sino también por la
-fragancia de su nobleza, por la virtud interior que se
-manifiesta en sublimes ímpetus o en brazos y alas
-abiertos: Francia, es hermosa por dentro; Francia,
-es buena; Francia, es generosa.</p>
-
-<p>Me habláis de horribles y sublimes locuras, de
-sangre; el populacho, la caramañola, el cuello<span class="pagenum"><a name="Page_125" id="Page_125">[125]</a></span>
-blanco de la reina... (Esas son las estaciones de las
-naciones.) Floreal viene precedido de tantas tempestades...
-Mas ved cómo aún de esa roja floración,
-cada libre pueblo de la tierra ha ido a hacer su
-ramo, y en sus días de fiesta, se adorna con él el
-pecho. Por otra parte, el himno de Rouget de L'Isle,
-ha vibrado ya en el Kremlin y en el Vaticano. A
-Europa toda, a Oriente, al continente nuestro, el
-fuego de la vasta hoguera de la Revolución ha llevado
-una parte de su resplandor. Parece que algo
-del alma de todas las naciones hubiese salido libre
-de la Bastilla en el día siguiente de su asalto.</p>
-
-<div class="asterism" style="width: 25px;">
-<img src="images/tb.jpg" width="25" height="26" alt="" />
-</div>
-
-<p>Mas la amable tirana de Francia se muestra de
-modo principal en su pensamiento, que levanta
-sobre la humanidad, gemado como un cetro. Bajo
-la basílica de oro, un pontifice invisible hay que
-consagra y pone en evidencia toda idea que llega
-de cualquiera de los cuatro puntos cardinales. Allá
-está la rosa de los cuatro vientos del espíritu. Su
-lengua es la verdadera lengua católica, en el verdadero
-sentido, la lengua del Universo. Hoy podemos
-decir lo que en su siglo decía el maestro del Dante:
-<i>La parleure en est plus delitable et plus commune à
-toutes gens</i>. D'Annunzio confirma a Brunetto
-Latini.</p>
-
-<p>El mongol, el abisinio, el persa, el descendiente
-del inca, el cacique, no hay quien, por bárbaro o<span class="pagenum"><a name="Page_126" id="Page_126">[126]</a></span>
-ignorado, no alimente el gran deseo de contemplar
-la ciudad soñada. París es el paraíso de la
-vida, Francia es el país de la Primavera y del Gozo
-para todos los humanos. Yo creo sentir lo que todos.
-¿Es el Sol? ¿Es el aire? ¿Son las flores? ¿Los
-monumentos? ¿Son las mujeres? ¿Es la historia? En
-muchas partes hay historia que revive en memorable
-fastos; bello Sol, aire puro, flores raras, palacios
-soberbios, monumentos magníficos, mujeres
-llenas de gracia o beldad. Mas he ahí el sol de París,
-que nos llena de átomos de oro como un licor
-impalpable, cuerpo y espíritu; he ahí el aire de París,
-que nos satura de una maravillosa fragancia, de
-una inacabable esencia de juventud y de entusiasmo,
-de manera que nos sentimos como dueños de
-una imperiosa potencia de crear y de sentir; he ahí
-las flores de París, como más femeninas que las
-flores de ninguna otra parte, pues diría que los
-mismos lirios parisienses saben ya los secretos sonrosados
-de las rosas; he ahí los monumentos de
-París, las joyas de París&mdash;tu Gioconda, tu Victoria
-de Samotracia&mdash;; he ahí la mujer de París: su nombre
-es Poliginia; comprende en sí a todas las mujeres,
-y es ella sola, es la mujer; buena burguesa
-o tipo de Cheret, o perversa de Rops, hay en ella
-el innato hechizo que fascinaría de nuevo a los hijos
-de los ángeles. Y, sobre todo, eso pasa como
-un aire de luz el alma de la Francia, el heroísmo,
-el soplo artístico, el vuelo aquilino de los triunfos.
-En aquel castillo está, rodeada de palmas y de lirios,<span class="pagenum"><a name="Page_127" id="Page_127">[127]</a></span>
-Clemencia Isaura. Sobre aquel fondo de púrpura,
-se destaca imperial el perfil de Bonaparte.
-Tras la estación triste, un trueno de trompetas
-anuncia que la Francia siempre está en pie, coronada
-de yambos o ceñida de odas. Tener la flauta
-de Verlaine no le impide tener los clarines que
-portan las victorias del Arco del Triunfo o las bocinas
-del <i>Año Terrible</i>. Tras el grupo de sabios,
-sobre el hombro de Pasteur, alza la testa de toro
-el Balzac de Rodin. Pueden agitar el fondo de la
-fuente patria las maculadas manos de la política,
-los dedos en garra de la Administración prostituida;
-el alma francesa purifica el daño&mdash;¡ah, en veces
-por el fuego y por la sangre!&mdash;y se alza, intacto,
-el antiguo oriflama, sin rasgadura ni lodo. El
-Arte y la Ciencia tienen allí sus torres de asilo,
-cuando la tormenta pasa. La Tierra necesita de
-Francia. Por más que claméis, Naciones hipócritas,
-allá está la sal y la miel. Sal de Francia, ¡tú
-desafías todas las corrupciones; tú estarás siempre
-en todo bautismo cordial y mental!</p>
-
-<div class="asterism" style="width: 25px;">
-<img src="images/tb.jpg" width="25" height="26" alt="" />
-</div>
-
-<p>Francia es hermosa por dentro. Francia es generosa.
-Ha tiempo, tanto tiempo que cortó la roca
-Durandal y torció el alifante el soplo heroico... Ha
-tanto tiempo que desde sus sombríos habitáculos
-escribía el segundo Felipe de España: He ordenado
-al duque de Parma que socorra a <i>mi ciudad de<span class="pagenum"><a name="Page_128" id="Page_128">[128]</a></span>
-París</i>... Apartado casi de la vida de las Naciones
-políticas del mundo, pobre, gastado, el hidalgo vecino
-es provocado, desarmado, aplastado por un
-nuevo enemigo, más fuerte, más joven, más rico.</p>
-
-<p>Francia entonces estará de parte de la hidalguía
-caída, de la nobleza quebrantada, del antiguo y
-contrario paladín en desventura. ¡Bravos franceses!
-De Guiche pregunta a Cyrano de Bergerac:</p>
-
-<p>... Avez vous lu <i>Don Quichot</i>?</p>
-
-<p>Y Cyrano contesta:</p>
-
-<p><i>Je l'ai lu.</i></p>
-
-<p><i>Et me découvre au nom de cet hurluberlu.</i></p>
-
-<p>Francia, de tal manera se inclina ante la desgracia
-del Caballero Andante de las Naciones, porque
-sabe que, como dice el poeta, si las aspas del molino
-de viento le han echado hoy por el fango de
-la derrota, otras veces le han levantado en sus giros
-hasta los astros.</p>
-
-<p>Los señores sabios nos demuestran que no existen
-razas; que la raza latina, más que ninguna otra,
-no existe. Muy bien. Yo soy de la raza en que se
-usa el yelmo del manchego y el penacho del Gascón.
-Yo soy del país en donde un grupo de ancianos
-se sientan cerca de las puertas Sceas, a celebrar
-la hermosura de Helena con una voz «lilial»,
-como dice Homero; yo soy de los países pindáricos
-en donde hay vino viejo y cantos nuevos; yo
-soy de Grecia, de Italia, de Francia, de España. Y
-cuando España está abatida y veo apagado su esplendor
-antiguo, rotas sus armas, secas las mamas<span class="pagenum"><a name="Page_129" id="Page_129">[129]</a></span>
-que alimentaron el mundo en que he nacido, vacilante
-la corona que ilustraron cien capitanes y celebraron
-cien poetas, estoy triste, muy triste; cuando
-Grecia cae, padezco; y cuando Italia sufre, sufro;
-y cuando Francia, la reina Francia, está de
-canto con ella. ¿Sabéis qué es una fiesta de
-Francia? Una Gran Patria de opulentos senos,
-como la Libertad, de Barbier, se yergue enorme
-en su bronce, en el Imperio de los vientos; y a su
-alrededor la alegría como la Primavera, de Boticelli,
-ceñida de guirnaldas, seguida de cantos y de
-risas; el orgullo, armado de una espada de oro; el
-amor con su compañía de horas y de gracias; la
-Marsellesa, como en el bajo relieve del Arco; la
-canción jovial, rítmica y desnuda cual la encarnada
-en mármol Charpentier. Es la apertura, la súbita
-eclosión de las rosas del recuerdo, la visión de
-las floralias del porvenir. La Galia pasada revive,
-el viejo espíritu franco se anuncia con sus pájaros
-matutinos. Y el grito marcial <i>Allons enfants</i>... no
-asusta a los cisnes ilustres que en los lagos de Versalles
-algo buscan, haciendo misteriosos signos en
-el fondo de las arboledas con el blanco énfasis de
-sus cuellos.</p>
-
-<p>A clarín sonante y a tambor batiente fueron
-anoche los franceses de Buenos Aires, a saludar a
-su ministro, a sus diarios, a su club. Pues aquí en
-la República Argentina hay también un pedazo de
-Francia en donde amando el terruño hospitalario
-se guarda el culto por la gran patria que está al<span class="pagenum"><a name="Page_130" id="Page_130">[130]</a></span>
-otro lado del mar. Entre la procesión de antorchas
-y estandartes iba la bandera de los tres colores.
-Cada corazón saludaba el símbolo. Trabajadores,
-comerciantes, periodistas, agricultores, obreros:
-los colonos franceses son queridos aquí; son planta
-buena que arraiga bien. Ellos no dejan de ser franceses;
-sus hijos son argentinísimos. Con todos
-ellos hemos aplaudido en nuestro suelo a sus estrellas
-de arte, a sus hombres de ciencia. Nuestras
-encantadoras mujeres se visten en francés y nuestras
-mentes jóvenes más que a otra luz mira lo que
-nos llega al amor de Francia.</p>
-
-<p>Celebran su fiesta los colonos como en casa propia,
-y no de otro modo podrían ser en donde riegan
-sus himnos por las calles adornadas; dicen a
-voz ardiente sus discursos patrióticos; congregan
-en la plaza pública sus huerfanitos que se sienten
-como llenos de padres en este día de sonrisas; van a
-visitar a sus pobres enfermos en el hospital donde
-hoy triunfan violetas, vinos y colores; juegan a la
-pelota, cual recordando el juramento histórico;
-distribuyen socorros a los necesitados; pedalean y
-patinan bebiendo un aire de gozo; van a saludar
-<i>quand même!</i> la estatua de Alsacia Lorena, y en
-los teatros, con lujo y alegría, se canta, se recita,
-se aplaude, se ríe, y en los salones, se baila, se halaga,
-se siente, se ama ¡todo por amor a la Francia!
-Lo propio el rico propietario o el clubman en su
-círculo, que el obrero en su asociación o en su
-café preferido. Hay un placer contagioso que se<span class="pagenum"><a name="Page_131" id="Page_131">[131]</a></span>
-derrama en ondas atrayentes. ¡En la comida, en la
-cena familiar, poned atención cómo el buen abuelo
-canta su couplet, de Beranger todavía!, y todos
-contestan con el «refrán».</p>
-
-<p>Allá en París, allá en Francia entera, hierve el
-inmenso entusiasmo. El presidente presencia la
-gran revista; todo el día es un <i>bouquet</i> de sol y
-música. Pero en París, como en Buenos Aires,
-como en todos lugares que haya franceses, esta
-noche, esta madrugada, al poner la cabeza en el
-descanso, los niños sentirán que ha pasado la noche
-buena de la patria; las damas soñarán con
-amores que llevan escarapela tricolor; los ancianos
-se sentirán satisfechos de ver cómo no muere el
-patriotismo a pesar de tantas saetas modernas que
-le van directamente al pecho; todos soñarán por la
-futura y progresiva creciente de la grandeza maternal.</p>
-
-<div class="figcenter" style="width: 50px;">
-<img src="images/illus016.jpg" width="50" height="82" alt="" />
-</div>
-
-<hr class="chap2" />
-</div>
-
-
-
-
-<div class="chapter">
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_133" id="Page_133">[133]</a></span></p>
-
-<h2>
-CARLOS EZETA
-EN MONTE-CARLO
-<br />
-<small>
-Epílogo de la «Historia Negra»
-</small>
-</h2>
-
-
-<div><img class="drop-cap" src="images/drop-e.jpg" width="50" height="79" alt="" /></div>
-<p class="drop-cap"><span class="smcap">El</span> autor de estas líneas, a raíz de la traición
-que elevara a los hermanos Ezetas
-al poder, en la República del Salvador,
-publicó en Guatemala un folleto con
-el título de <i>Historia Negra</i>; contiene la
-narración exacta de los sucesos en que fué víctima
-lamentada el presidente Menéndez.</p>
-
-<p>Cinco años después amplió aquellas apuntaciones
-en un artículo que apareció en las columnas de
-este diario, a propósito de la caída de los Ezetas.</p>
-
-<p>Los lectores de <i>La Nación</i> están, pues, al corriente
-de los acontecimientos en que tanto se ha hecho
-sonar la tan famosa tiranía bicéfala de aquel pequeño
-país centroamericano.</p>
-
-<p>Ayer el cable nos ha comunicado el escandaloso
-y ridículo epílogo de la <i>Historia Negra</i>, haciendo
-saber al mundo cómo los millones acaparados por<span class="pagenum"><a name="Page_134" id="Page_134">[134]</a></span>
-«el hombre del 22 de junio» se han evaporado en la
-ruleta de Monte-Carlo.</p>
-
-<p>En cinco años de poder, Carlos y Antonio Ezeta,
-que antes de la traición no tenían sino sus sueldos
-de militares, se convirtieron en millonarios: casa en
-Madrid, estancias en el Salvador, rentas, depósitos
-en el Banco de Londres.</p>
-
-<p>Recientemente la asamblea salvadoreña ha ordenado
-la instrucción del largo proceso.</p>
-
-<p>Cuando huyeron a los Estados Unidos los dos
-hermanos, les fueron embargadas por el Gobierno
-de Gutiérrez las propiedades que tenían en el país.</p>
-
-<p>Siguiendo las huellas de todos los ex presidentes
-de la <i>Pepa</i>, Carlos se dirigió a París a gozar de su
-dinero, en tanto que Antonio estaba preso en San
-Francisco de California, a pedido del Gobierno
-salvadoreño que negociaba su extradición.</p>
-
-<p>Esta no se pudo conseguir, y Antonio, ya libre,
-se dirigió a Méjico, en donde creía encontrar apoyo
-en Porfirio Díaz.</p>
-
-<p>Parece que cuando estuvo a punto de estallar la
-guerra entre Méjico y Guatemala, Antonio Ezeta
-ofreció sus servicios a la primera nación, con esperanzas
-de poder después recibir auxilio para revolucionar
-el Salvador.</p>
-
-<p>Uno y otro hermano hicieron más de una vez que
-el cable comunicase de ellos poco honrosas noticias;
-ya era Carlos humillado y afrentado en un teatro
-de París por un colombiano a quien persiguiera
-durante su tiranía; ya era Antonio haciendo el Don<span class="pagenum"><a name="Page_135" id="Page_135">[135]</a></span>
-Juan Tenorio con doncellas de labor en el país del
-tío Samuel. Mucho tuvieron que hacer los lápices
-de los caricaturistas.</p>
-
-<p>Esparcidos por todos lugares, después de la <i>débâcle</i>,
-los exseides de los Ezetas, tenían encargo de
-comprar a la Prensa extranjera poco escrupulosa.
-La diatriba y el odio se multiplicaron contra los antiguos
-amigos de Menéndez y los vencedores de la
-revolución encabezada por Gutiérrez. El autor de la
-<i>Historia Negra</i> no fué de los menos atacados, y
-hasta la superchería de una falsa muerte fué propalada
-por diario como <i>La Estrella de Panamá</i>.</p>
-
-<p>Mientras Antonio Ezeta pretendía inútilmente
-que Porfirio Díaz le ayudase a recuperar el Gobierno
-perdido, Carlos se divertía.</p>
-
-<p>Sin la distinción y la habilidad de un <i>rasta</i> de
-alto vuelo, de un ilustre americano, no podía aspirar
-a casar a sus hijas con un Morny, ni a figurar
-en el «tout Paris» en manera alguna. Dedicóse a
-gastar sus millones, y la vida parisiense le fué fácil
-para ese objeto.</p>
-
-<p>Mas el nabab iba quedándose cada día con menos
-rentas, y buscó refugio en Monte-Carlo. Monte-Carlo
-le ha llevado a la ruina; ruina pregonada por
-la Prensa del mundo.</p>
-
-<p>Es un hermoso capítulo de <i>Los presidentes en el
-destierro</i>&mdash;novela que espera un Daudet corregida
-por Juvenal.</p>
-
-<div class="asterism" style="width: 25px;">
-<img src="images/tb.jpg" width="25" height="26" alt="" />
-</div>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_136" id="Page_136">[136]</a></span></p>
-
-<p>Es en verdad digna de estudio la vida política de
-esos países centroamericanos. <i>South America</i> no
-cuenta con ejemplares tan admirables de perfecta
-tiranía. Luego ¿no es asombroso que de republiquitas
-cuyos habitantes son los de un barrio de
-Buenos Aires, puedan extraer esos tiranuelos dineros
-con que ufanarse varias veces millonarios?</p>
-
-<p>Un día, Emilio Castelar, ofrecía en su casa, de
-Madrid, un almuerzo al representante de una República
-centroamericana, antiguo colaborador de <i>La
-Nación</i>. Como éste viese en una <i>panoplia</i>, entre
-varios retratos de celebridades universales, uno de
-Carlos Ezeta, dijo, poco más o menos, al célebre
-tribuno:</p>
-
-<p>&mdash;Voy, señor, a buscar en Madrid un retrato de
-San Martín o de Bolívar, de Bello o de Andrade,
-para que esté quien debe estar en el lugar que
-ocupa en esa panoplia el presidente del Salvador.
-¿Sabe usted la historia política de Carlos Ezeta?</p>
-
-<p>Sonriente, Castelar, se dirigió a un amigo suyo,
-invitado al almuerzo, el Sr. Abarzuza, que después
-ha sido ministro.</p>
-
-<p>&mdash;Esos países, esos países, están aún en estado
-primitivo.</p>
-
-<p>Y continuó en larga peroración, con su manera
-siempre oratoria y maravillosa. Habló de las frecuentes
-revoluciones americanas, de las tiranías
-nuestras desde Rosas a los Ezetas, pasando por
-Guzmán Blanco y Rufino Barrios y Zaldívar. Bien
-enterado de nuestras agitaciones y pequeñeces, disertó<span class="pagenum"><a name="Page_137" id="Page_137">[137]</a></span>
-de modo magistral, concluyendo, optimista,
-por augurar un tiempo mejor. Y en cuanto a la
-particularidad del envío del retrato de Ezeta, habló
-de la pomposa dedicatoria, y de cómo no era el
-primer retrato de mandarín americano que hubiera
-recibido con dedicatorias semejantes.</p>
-
-<p>El retrato del tirano salvadoreño le había llegado
-por medio de los hijos de su amigo Carlos Gutiérrez,
-el millonario de San Sebastián, los cuales
-eran agregados, si mal no recuerdo, a la Legación
-del Salvador, presidida por Enrique Soto.</p>
-
-<p>De este ministro contó aventura tan peregrina,
-que quizá jamás se haya visto cosa semejante. Consultaba,
-nada menos, con Castelar, la manera de
-ser recibido por la reina Cristina, <i>sin pronunciar
-el discurso</i> correspondiente...</p>
-
-<p>¡Y cómo reía el maestro cuando narraba el caso!</p>
-
-<p>Naturalmente, el embajador Carlos Ezeta tuvo
-que pronunciar su discurso, después de ser introducido
-por Zarco del Valle.</p>
-
-<p>La compra de una casa-palacio en Madrid, según
-decires, fué hecha por un capitán, Francés y Roselló,
-y un señor Jerónimo Pou, ex secretario de Ruiz
-Zorrilla; Pou y Francés ayudaron a los Ezetas en
-su traición, estando ambos, en aquel tiempo, encargados
-de la escuela militar de la capital salvadoreña.</p>
-
-<div class="asterism" style="width: 25px;">
-<img src="images/tb.jpg" width="25" height="26" alt="" />
-</div>
-
-<p>Antes de Carlos Ezeta, la América Central ha<span class="pagenum"><a name="Page_138" id="Page_138">[138]</a></span>
-tenido excepcionales ejemplares de tiranos, comenzando
-con Darrera y acabando con Sacasa.</p>
-
-<p>La unión de las cinco Repúblicas sería el comienzo
-de una verdadera regeneración; pero las ambiciones
-personales y los intereses de partido dificultarán
-por mucho tiempo el sueño de Morazán,
-de Cabañas y de Jerez.</p>
-
-<p>Los <i>pronunciamientos</i> tienen por hoy raíces inextirpables,
-y de ellas no salieron Gobiernos buenos
-ni Gobiernos malos.</p>
-
-<p>El imperio del militarismo triunfa, y los Presidentes
-de las Repúblicas no están seguros ni de los
-jefes de sus guardias de honor. Y no hay entre ellos
-más diferencia que la de la honradez: Menéndez, o
-Ezetas.</p>
-
-<p class="date">21-3-1895.</p>
-
-<div class="figcenter" style="width: 100px;">
-<img src="images/illus013.jpg" width="100" height="82" alt="" />
-</div>
-
-<hr class="chap2" />
-</div>
-
-
-
-
-<div class="chapter">
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_139" id="Page_139">[139]</a></span></p>
-
-<h2>HORACIANAS</h2>
-
-
-<div><img class="drop-cap" src="images/drop-l.jpg" width="50" height="78" alt="" /></div>
-<p class="drop-cap"><span class="smcap">La</span> fidelidad une al traductor inglés (Gladstone)
-con el argentino. Así se explica
-que en las traducciones de Gladstone,
-como en las de Mitre, haya sus inversiones
-y construcciones más o menos
-obscuras. Muchos han querido ser el espejo fiel del
-poeta latino. Mas ¿cómo lograr, ni el uno con su
-violento y elíptico inglés, ni el otro, aun con las
-ventajas del español, dado los inconvenientes que
-hay para que exista un buen consorcio entre las
-musas y los hombres que manejan los asuntos del
-Estado, y, como la política, es muy poco compatible
-con las músicas de la lira?</p>
-
-<p>Los Gobiernos, sobre todo los Gobiernos democráticos,
-han ignorado siempre&mdash;¡cuándo no han
-sido fatales para ellos!&mdash;a los grandes artistas. Algunos
-célebres conquistadores guerreros y reyes
-han tenido a bien recrearse con el cultivo de las
-artes y de las letras. Lino enseña a Heracles a tocar
-la lira; Alejandro, lee su Homero; Napoleón,
-no desdeña rimas alejandrinas; Enrique IV, invoca<span class="pagenum"><a name="Page_140" id="Page_140">[140]</a></span>
-el amor en versos; Carlos IX, versifica; <i>Un ingenio
-de esta corte</i>, hace comedias. El genial Carnot,
-que hizo canciones, despide líricamente a
-Felicidad Glairez, que parte para París de Magdeburgo:</p>
-
-<div class="poetry-container"><div class="poem">
-<div class="stanza">
-<div class="verse i2">Félicité nous est ravie;</div>
-<div class="verse i0">Mon cœur en est déconcerté;</div>
-<div class="verse i0">Les Ris, les Grâces l'ont suivie;</div>
-<div class="verse i0">Pour nous plus de <i>félicité</i>.</div>
-</div>
-<div class="stanza">
-<div class="verse i2">Que le tendre amour l'accompagne,</div>
-<div class="verse i0">O Dieu des cœurs, par charité,</div>
-<div class="verse i0">Ramène-nous notre compagne</div>
-<div class="verse i0">Rends-nous notre Félicité.</div>
-</div>
-</div></div>
-
-<p>En nuestros días, reyes y hombres ilustres de la
-política no han tenido a mal frecuentar un poco la
-lira. León XIII, Don Pedro II del Brasil. En las
-Cortes europeas hay más de una <i>bas-bleu</i> conocida.
-La misma reina Victoria ha escrito su librito
-de recuerdos. El rey Humberto es un regular dantista,
-según se asegura. El rey de Grecia, versifica;
-el emperador de Alemania acaba de dar a luz
-su <i>Canto de Hegir</i>...</p>
-
-<p>En cuanto a los hombres de Estado, Gambetta,
-hacía versos; Bismarck, no echa en olvido sus clásicos.
-En España, Cánovas tiene alto puesto entre
-los académicos poetas.</p>
-
-<p>En Inglaterra es más común encontrar al político-literato.
-En todo inglés de cierta cultura está<span class="pagenum"><a name="Page_141" id="Page_141">[141]</a></span>
-el <i>scholar</i> que duerme... Un periódico inglés pregunta,
-con motivo de la reciente publicación del
-<i>Horacio</i>, de Gladstone:</p>
-
-<p>«¿Gladstone es el último de los hombres de Estado
-que combinan el estudio de los clásicos con
-la política? Las citas latinas son ahora raras en las
-Cámaras y en los discursos electorales. El griego
-ha sido casi excluido. Desde luego, la poesía en
-general hace mal <i>menage</i> con la política moderna.
-Los versos que se citan son sacados, probablemente,
-de ópera cómica... Felizmente, varios de nuestros
-hombres de Estado más en boga se distinguen
-por otras cualidades que las del político.»</p>
-
-<p>No son muchos, por cierto, los casos que pueden
-citarse, en nuestras Repúblicas americanas, de hombres
-públicos que tengan amor a las letras y las
-cultiven. Sin referirnos, por supuesto, a los diletantismos
-gramaticales de Guzmán Blanco, apenas
-podemos recordar uno que otro nombre. Entre los
-primeros, el del actual jefe de la República de Colombia,
-Dr. Miguel Antonio Caro, a quien se debe,
-como es sabido, la mejor traducción de Virgilio en
-lengua castellana; el del inolvidable e ilustre doctor
-Rafael Núñez, que aun en los más agitados períodos
-de su vida de repúblico no pudo olvidar el
-cultivo de las letras; el de otro presidente, el del
-Ecuador, Dr. Luis Cordero, que es poeta filólogo
-y americanista consumado y que ya en el ejercicio
-del alto cargo que hoy desempeña, envió al Congreso
-de Huelva, en 1892, la contribución de un<span class="pagenum"><a name="Page_142" id="Page_142">[142]</a></span>
-valiosísimo <i>Diccionario quichua</i>, y del general Bartolomé
-Mitre, que después de una larga vida de
-brega y triunfos civiles y militares, ofrece ejemplos
-de constancia, laboriosidad y vigor intelectual
-incomparables, obras como su versión completa
-del Dante, sus estudios lingüísticos y los frutos
-menores de sus descansos y vagares.</p>
-
-<p>Esos ejemplos son honra para el continente y
-deben parecer cosas extrañas para el europeo&mdash;con
-justicia prevenido desde antaño contra nuestro
-modo de ser moral y nuestra cultura&mdash;que mira
-realizar tamañas empresas y brillar intelectualmente
-a varones semejantes en el país de los sargentones
-y de los <i>rastas</i>&mdash;virgen del mundo, ¡América
-inocente!</p>
-
-<p>Y noble y trascendental lección da el traductor
-americano de la <i>Divina Comedia</i> a la generación
-que hoy se levanta en su patria, al ruido de tanto
-tráfico comercial y tanta agitación política y tanto
-y tan funesto olvido del espíritu. Bien habló a ese
-respecto en estas columnas el Dr. Maguasa.</p>
-
-<p>Todos los intelectuales se quejan del actual decaimiento.</p>
-
-<p>La mayor satisfacción para un hombre de letras&mdash;por
-no decir la única&mdash;es que sus producciones
-sean discutidas, criticadas y leídas.</p>
-
-<p>No ha mucho hemos visto a nuestro general Mitre,
-al pie de una enorme, formidable montaña, a
-cuya cima se asciende por escalones de granito de
-hierro, de oro, de diamante, de desconocidos metales<span class="pagenum"><a name="Page_143" id="Page_143">[143]</a></span>
-astrales: la montaña dantesca. Al poner el pie
-en el primer escalón: <i>Nel mezzo del Cammin</i>... alzó
-la vista a la altura y llenóle de temor la emprendida
-ascensión; más lejos, vió llameante el infierno <i>en
-donde pensó quedarse como traductor si le alcanzaba
-la condenación que acompaña a los traductores infieles:
-«traduttore traditore»</i>; más allá los prodigios
-del purgatorio; en la cumbre la gloria divina, la inmortal
-aurora del Paraíso. Y poseido de la fe en el
-arte y en su poeta, siguió hacia arriba, escalón por
-escalón, terceto por terceto, hasta poder escribir ya
-en la cima después de esfuerzos admirables, el verso
-ansiado de la coronación de la obra. <i>El amor que
-al sol mueve y las estrellas.</i> Después de todo, ¿quién
-sabe si refresca y halaga más a esa frente marcada
-por la guerra, el fresco y verde laurel de los poetas
-que las coronas ganadas en las luchas tribunicias,
-o las palmas de las batallas?</p>
-
-<div class="figcenter" style="width: 75px;">
-<img src="images/illus006.jpg" width="75" height="86" alt="" />
-</div>
-
-<hr class="chap2" />
-</div>
-
-
-
-
-<div class="chapter">
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_145" id="Page_145">[145]</a></span></p>
-
-<h2>EL AMIGO AZAROFF</h2>
-
-
-<div><img class="drop-cap" src="images/drop-t.jpg" width="50" height="78" alt="" /></div>
-<p class="drop-cap"><span class="smcap">Tengo</span> un amigo que se llama Azaroff.
-Es estudiante; vivía en un cuartillo estrecho
-y barato del barrio. ¿Es nihilista?
-No lo sé. Lo sospecho. Lo conocí en
-una conferencia de Mecislas Galberg,
-una noche, en el café Voltaire. Es un hermoso gigante
-rubio, de frente pensadora, ojos dulces, brazos
-fuertes, largos cabellos. Escribe sobre filosofía
-y sobre poesía y hace versos en su idioma. Es
-silencioso; mas en horas de amistad y de expansión
-mental se desborda en un francés puro&mdash;le conoce
-admirablemente&mdash;y ese eslavo, ese bárbaro parece
-un ardiente latino. ¡Cuántas noches hemos hablado
-de altas cosas, de nobles asuntos, recorriendo
-las orillas del moroso Sena! Ha sido amigo de
-Gorki y me ha contado curiosas anécdotas de la
-vida de ese sincero y grande escritor. ¿He dicho yo
-que Azaroff es muy pobre? Con un escasísimo puñado
-de rublos que recibe mensualmente de un pariente
-moscovita, logra todavía «proteger» a dos<span class="pagenum"><a name="Page_146" id="Page_146">[146]</a></span>
-compañeros. Uno de ellos es una joven que estudia
-medicina y que es de una belleza soberbia e
-imponente. Ahora, sabed bien esto que parece extraordinario
-a mi sangre meridional y a mi idea de
-la existencia: Azaroff no tiene el menor interés
-sensual ni sentimental con esa cuerda y admirable
-amiga. Ella no le ama; él no la ama. Se quieren y
-se cuidan como dos camaradas buenos. Ella le
-hace el <i>menage</i>, le zurce la ropa; le pega el botón
-que le falta; le va a buscar las patatas fritas; le calienta
-el samovar. Él le lleva flores y libros usados
-de los <i>quais</i>. Leen juntos sus novelitas y sus poetas;
-van al concierto el domingo; una que otra vez
-al teatro. Después se separan con un cordial apretón
-de manos. Y él es para mí maravilloso así; y
-ella es honrada, como lo pueden asegurar sus vestidos
-más que humildes y sus zapatos gastados.
-¡Con ese par de ojos, con esa tez de rosa fresca
-con ese cuerpo y en este París!</p>
-
-<p>Esta mañana vino Azaroff a verme, muy temprano.
-Su visita era visita de despedida.&mdash;«Me voy
-me dijo, me voy en el tren de esta noche». Blandía
-un diario. Tenía en los ojos, suaves y azules
-relámpagos. Jamás le vi así. Recorría la habitación
-movido por sus nervios en tempestad. Comprendí
-lo que pasaba en su espíritu.&mdash;«Las noticias de su
-tierra... ¿no es así, mi querido amigo?»</p>
-
-<p>&mdash;«Sí&mdash;me contestó con una voz que yo no le conocía.&mdash;¡Sí,
-por fin despierta Rusia, por fin despierta
-de un profundo sueño de siglos!»</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_147" id="Page_147">[147]</a></span></p>
-
-<p>Las noticias: el pueblo por primera vez alzando
-su voz de protesta; el Zar ignorante y como acorralado
-en su palacio titubeando entre la oleada de
-afuera y la opresión de adentro; la sangre sobre la
-nieve en plena capital autocrática; las tropas
-peleando y lanceando a la muchedumbre; un pope
-que lleva la voz de los que protestan y a su lado la
-simpatía de toda la tierra; el comienzo de una tragedia
-que será la repetición histórica de la gran
-tragedia francesa de la Revolución; así el paisano
-ruso no está a la altura del paisano de Francia, ni
-la monarquía del autócrata de San Petersburgo
-está en iguales condiciones que la elegante y culta
-monarquía que tenía por flor suprema el libro llamado
-<i>María Antonieta</i>, el evangelismo tolstoiano
-de Yasnaia Poliana transformándose en la acción
-violenta y la represalia, el «padrecito» convertido
-en verdugo de su pueblo.</p>
-
-<p>&mdash;«El padrecito convertido en verdugo de su
-pueblo, quizá <i>malgré lui</i>»&mdash;dije a Azaroff.</p>
-
-<p>&mdash;«Sacha, el padre de este «padrecito», fué despedazado
-por la dinamita&mdash;me contestó.&mdash;El fenómeno
-que hoy presencia la humanidad es el de la
-transformación de la protesta individual o de asociación,
-en protesta colectiva y unánime, en el grito
-general del pueblo ruso. Se ha cazado en las calles
-y sobre el Neva helado a las pobres gentes,
-como a patos. No sabe lo que hace el Gobierno,
-no sabe lo que ha hecho. Las célebres palabras:
-<i>C'est une émeute?</i></p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_148" id="Page_148">[148]</a></span></p>
-
-<p>&mdash;<i>No, sire c'est une revolution!</i> tiene ahora una
-explicación justa. Se ha despertado a esa enorme
-Nación, en verdad, de su sueño de siglos. Es cierto
-que, en el fondo de las estepas, hay una pasividad
-casi de piedra y que se ignora todo; mas el Mujick
-mismo oirá estos clamores, y la sangre tiene
-una elocuencia irresistible. Son los trabajadores
-los que se levantan y son los intelectuales; y hay
-los creyentes y hay los que no creen. Os aseguro:
-en el ejército mismo hay una buena parte que está
-con nosotros.</p>
-
-<p>Ha habido soldados, ha habido cosacos que han
-arrojado sus fusiles para no tirar contra sus infelices
-hermanos. Hay quienes opinan que es menos
-peligrosa para la Corona rusa la acción colectiva
-que la acción individual, yo digo que una no quita
-otra, y que no impide la obra revolucionaria el
-gesto anárquico y vengador de un Sasonoff. Hay
-quienes también censuran la oportunidad del movimiento,
-y dicen que no es de quienes buscan el
-bien de la patria el levantarse cuando el extranjero
-enemigo está venciendo al ejército nacional allá en
-Manchuria... A Manchuria debían haber ido a disparar
-sus rifles los asesinos de obreros, de mujeres
-y de viejos y de niños; a Manchuria debían haber
-ido a mostrarse valientes, y no contra los trabajadores
-desarmados que no han ido sino a pedir justicia;
-que no han solicitado más que ver al emperador,
-el cual ha evitado la entrevista por mal aconsejado
-o por miedoso, a pesar de la tranquila actitud<span class="pagenum"><a name="Page_149" id="Page_149">[149]</a></span>
-popular y de las advertencias del bravo pope
-Gapon.»</p>
-
-<p>Azaroff fumaba, y sus palabras, indignadas, salían
-envueltas en humo.</p>
-
-<p>&mdash;Ya veréis&mdash;continuó&mdash;cómo renace en un momento
-la energía de los indomables de antaño. Se
-dice que el Gobierno sabrá reprimir el movimiento.
-Sin embargo, el explosivo va, como el grisú,
-por lo subterráneo. Se agitará el pueblo en Varsovia,
-en Riga, en todas partes; los Centros revolucionarios
-que trabajan en el extranjero activan su
-labor. No será extraño, y será casi seguro, que los
-atentados aislados del nihilismo empiecen de nuevo.
-¡Ah, pobre gigante ruso! ¡Por un lado, se hace
-destrozar por los hábiles japoneses, que ellos sí,
-a pesar de ser el Mikado descendiente de Dioses y
-a pesar de haber sido hasta ayer un pueblo bárbaro,
-tienen Constitución, tienen leyes que reglamentan
-el trabajo, tienen libertad de la Prensa, y por
-otro, se hace fusilar por los seides de la más absurda
-tiranía en pleno siglo <span class="smcap lowercase">XX</span>!</p>
-
-<p>¡Y esa riqueza, y ese robo, y ese peculado de
-arriba ante la miseria y los sufrimientos de abajo,
-y esa ignorancia y ese fanatismo, provechoso a
-quien no solamente es el Monarca absoluto, sino
-también el Papa, el jefe espiritual y sacrocesáreo
-de tantos millones de hombres! Y esos grandes
-duques, borrachos, que vienen a hacer escándalo
-a casa de Maxim, a los hoteles de la Riviera; esos
-aventureros haraganes, que desde que nacen tienen<span class="pagenum"><a name="Page_150" id="Page_150">[150]</a></span>
-millonadas de rublos, honores, consideraciones,
-respetos... ¿Cuántos de esos Vladimiros y Cirilos
-andan a la cabeza de las tropas allí donde los
-infelices soldados están muriendo, sin saber casi
-por qué, y a los que no se les da más consuelo
-que iconos y bendiciones? La sangre derramada
-en la guerra y la de los obreros se juntan para la
-conciencia rusa, que no ve más que una causa:
-la secular oligarquía, que había de desaparecer
-al empuje de la Revolución rusa. Por más que
-murmuren los incrédulos, ya se verá en todo el
-mundo el resplandor que brotará de la ardiente
-hoguera de la Revolución rusa... Yo me voy;
-otros compañeros se van. Vamos exponiendo la
-vida, pero hay que cumplir con su deber. Aquí, en
-París, en otras partes de Europa, en los Estados
-Unidos, tenemos focos organizados, que alentarán
-de diferentes guisas al impulso. No ha de pasar
-mucho tiempo sin que grandes acontecimientos
-revelen a la Humanidad que el pueblo ruso no es
-un pueblo muerto. Allá serán capaces de matar a
-unos cuantos directores; matarán a Gorki, por
-ejemplo; pero hay muchos jacobinos que le reemplazarán.
-La protesta activa se hará también notar
-en otras partes, sobre todo en donde la población
-del Zar abunda, en donde somos los rusos de ideas
-libres vigilados y perseguidos... Y luego, repito que
-en el pueblo de allá no hay tanta ignorancia de lo
-que pasa. Los proverbios son, como sabéis, la
-sabiduría de las naciones. Y los proverbios nuestros<span class="pagenum"><a name="Page_151" id="Page_151">[151]</a></span>
-dicen: «La Rusia es grande y el Zar es ancho». «Si
-el Zar nos da un huevo, nos toma una gallina».
-«La corona del Zar no le libra del dolor de cabeza».
-«Cuando el Zar muere, ni un mujick quisiera cambiarse
-por él». «Una lágrima del Zar cuesta al país
-muchos pañuelos». «Un Zar bien gordo no pesa más
-en las espaldas de la muerte que un mujick flaco».
-«La mano del Zar no tiene más que cinco dedos,
-como las otras». «El Zar mismo no puede apagar
-con su soplo el sol».</p>
-
-<p>&mdash;¡Adiós!&mdash;me dijo Azaroff.&mdash;¡Quién sabe si volveremos
-a vernos!</p>
-
-<p>&mdash;¡Adiós, Azaroff, amigo mío, puesto que vas a
-tu tierra a trabajar por la libertad de tu pueblo inmenso!</p>
-
-<p>Luego he visto a su amiga, la hermosa estudianta.
-Le hablé del compañero que partía, y vi en su
-rostro admirable, en el gesto de sus frescos labios,
-en lo hondo de sus brillantes ojos, más orgullo
-que pesar.</p>
-
-<p>&mdash;Qué, ¿no hay amor?&mdash;le pregunté.</p>
-
-<p>&mdash;¡Sobre el amor&mdash;me dijo&mdash;está la libertad!</p>
-
-<div class="figcenter" style="width: 150px;">
-<img src="images/illus008.jpg" width="150" height="70" alt="" />
-</div>
-
-<hr class="chap2" />
-</div>
-
-
-
-
-<div class="chapter">
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_153" id="Page_153">[153]</a></span></p>
-
-<h2>
-ONOFROFFISMO
-<br />
-<small>
-La comedia psíquica
-</small>
-</h2>
-
-
-<div><img class="drop-cap" src="images/drop-s.jpg" width="50" height="77" alt="" /></div>
-<p class="drop-cap"><span class="smcap">Señor</span> director de <i>La Nación</i>: <i>Misterium</i> ha
-conversado conmigo sobre el artículo
-que hoy ha publicado en estas mismas
-columnas el señor Raoul Morlais. Me
-ha dicho asimismo que puedo comunicar
-a usted su respuesta.</p>
-
-<p><i>Misterium</i> ha conocido a madame Blavatsky por
-las propias obras de ella, por la biografía que escribió
-la hermana, y por los apologistas del <i>Lucifer</i>,
-sin contar con el ferviente y apasionado libro de
-Sinnet, en que se trata de la renombrada y extraordinaria
-taumaturga.</p>
-
-<p>Pero también ha leído&mdash;¡ay, desgraciadamente
-para su credulidad de poeta, y amigo de lo supra-terrestre!&mdash;los
-escritos de algunos señores que no
-son teósofos ni poetas, entre los cuales señores
-Andew Lang y Max Müller.</p>
-
-<p>No es <i>Misterium</i>, por cierto, adorador de la ciencia;<span class="pagenum"><a name="Page_154" id="Page_154">[154]</a></span>
-pero protestando y todo, a pesar de la sonada
-reciente bancarrota, se deja aplastar por el carro
-de Jagernant.</p>
-
-<p>Antes&mdash;y ahora, cuando no sale del recinto de
-sus sueños&mdash;creía en una madame Blavatsky completamente
-maga; una madame Blavatsky que
-conversaba a millones de leguas con sus amigos y
-maestros, los mahatmas del Tibet; una madame
-Blavatsky que <i>hacía</i> materia&mdash;, y la más preciosa:
-oro. Imaginábasela rodeada de sus elementales,
-como una reina de cuento azul de gnomos.</p>
-
-<p>Quiso ser teósofo, y se dió a estudiar libros y
-revistas especiales, que tenían en las carátulas cabezas
-de Gistos sobre estrellas enormes, o frases en
-hebreo, o misteriosos paragramas. Pronunció muchísimas
-veces con la unción de un digno catecúmeno,
-la sagrada y mágica palabra <i>um</i>; y tan a pechos
-tomó la lectura de autores esotéricos, que,
-poco más, y le sucede lo que le sucedió al reverendo
-padre Valdecebro.</p>
-
-<p>Cuando más vigorosamente se entusiasmaba y
-juraba por el coronel Olcott, bravísimo profeta de
-madame Blavatsky, y afianzaba más su fe al conocer
-como sabios de la talla de Crookes, presentaban
-a Katy King, encantadora difunta, como si fuese
-una señorita viva; y como la sociedad teosófica aumentaba
-sus numerosos adeptos, hindús, ingleses,
-yankees, franceses y españoles, cayeron en sus
-manos los escritos de los antiteosofistas.</p>
-
-<p>Mucho tuvo que luchar <i>Misterium</i> para no dejarse<span class="pagenum"><a name="Page_155" id="Page_155">[155]</a></span>
-arrebatar su ilusión, que juzgaba verdadero
-tesoro.</p>
-
-<p>Calificó de envidiosos y de cobardes a los que
-se atrevían a llamar vulgar espía político a la Papisa
-budhista, y, sobre todo, a negarla su potencia
-maravillosa.</p>
-
-<p>Asistió todavía en espíritu al baile blanco que
-dió la duquesa de Pomar a la persona astral de María
-Estuardo, y se refugió en su ensueño para librarse
-de los mandatos de la ciencia oficial.</p>
-
-<p>Mas hasta allí persiguiéronle los horribles hombres
-científicos, los cuales fueron los primeros en
-pronunciar las palabras que han llamado la atención
-del Sr. Morlais: «Monstruoso charlatanismo».</p>
-
-<p>El Sr. De Morlais debe conocer la campaña emprendida
-contra madame Blaratsky y la doctrina
-que propagaba, sobre todo, con motivo de sus milagros
-y manifestaciones taumatúrgicas.</p>
-
-<p>Mucho han defendido sus discípulos y apóstoles,
-a la innegablemente simpática e inteligentísima
-rusa, la cual obtuvo su maravillosa ciencia por
-don especial, pues sin haber frecuentado los libros,
-sabía tanto como muchos sabios.</p>
-
-<p>Mas sus contrarios no cesan, a pesar de haber
-ella muerto; el número y calidad de ellos, sobre todo
-la calidad, son abrumadores.</p>
-
-<div class="asterism" style="width: 25px;">
-<img src="images/tb.jpg" width="25" height="26" alt="" />
-</div>
-
-<p>¿Quiere el Sr. De Morlais una prueba recientísima?</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_156" id="Page_156">[156]</a></span></p>
-
-<p>Abra el último número llegado&mdash;número de febrero&mdash;de
-la <i>North American Review</i>, y lea las
-páginas escritas por Sedwidg Minot sobre «La comedia
-psíquica». La fuente no es, por cierto, de
-escasa o sospechosa autoridad.</p>
-
-<p>Se ocupa el escritor en dinamitar esos dos Palacios
-de <i>Las mil y una noches</i>, que basados en una
-poética ciencia&mdash;¡cómo se entrechocan esas palabras!&mdash;son
-consoladoras y amables academias,
-para el alma y para la poesía: la <i>Sociedad Teosófica</i>
-y la <i>Sociedad Psíquica</i>.</p>
-
-<p>Sus ideas son claras y fuertes, y sus frases sin
-penachos.</p>
-
-<p>¿Cuál es la causa de los recientes entusiasmos
-hiperespirituales? Según él, está en nuestra atmósfera
-mental. Algunas personas están satisfechas
-con el ideal cristiano y con la cristiana aceptación
-de los límites de la humana vida.</p>
-
-<p>Su objeto es demostrar que la Theosophical Society,
-no merece una seria consideración, y que
-la Psychical Society, no observa las necesarias
-condiciones de investigación científica en sus rebuscas
-sobre transmisión de pensamiento&mdash;telepatía&mdash;y
-fantasmas, o aparecidos.</p>
-
-<p>«Hay un buen número de gentes que creen en
-las extraordinarias doctrinas conocidas por budhismo
-exotérico, hacia el cual Mr. Sinnet, fué el primero
-en llamar la atención del público lector». El
-poder maravilloso de la Papisa está descrito y
-testificado en el <i>Occult Nord</i> de Sinnet.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_157" id="Page_157">[157]</a></span></p>
-
-<p>Sedwidg se permite calificar irreverentemente
-ese poder de «a series of magical performance by
-a clever woman who called herself madame Blavastky!»
-El hecho más extraordinario, fué que habiéndose
-roto una taza, en un pic-nic, al que concurría
-dicha señora, ordenó ésta cavar en cierto
-punto del campo, en donde fué encontrada otra
-taza igual, la cual fué <i>creada</i> por ocultas y mágicas
-influencias.</p>
-
-<p>Sedwigd pasa muy rápidamente sobre la parte
-biográfica de la fundadora de la Sociedad Teosófica:
-su origen ruso, su nacimiento en 1831; su carácter&mdash;¿soportará
-el señor de Morlais?:«&mdash;she appears
-to have been a singullary ill-natured, bad-tempered,
-injust, unreasonable, and, selfish person».
-Confesábase ella misma dotada de sobrenaturales
-virtudes y potencias;&mdash;su viaje, por fin, a
-los Estados Unidos, en 1873, donde escribió su
-<i>Iesis unveiled</i>. Allí encontró al Coronel Olcott&mdash;,
-«a worthy but seemingly credulons gentleman»&mdash;que
-fué su principal ayudante para el establecimiento
-de su sociedad.</p>
-
-<p>Siendo la India cuna de la sabiduría esotérica, y
-en donde madame Blavastky fué principalmente
-iniciada, la cabeza, la sede teosófica, se trasladó a
-la India.</p>
-
-<p>Ya establecida allá, «la profetisa» convirtió a
-muchos, entre ellos, quien sería más tarde uno de
-sus más sonantes trompeteros: Sinnet. Sinnet, iniciado,
-logró también la comunicación de los mahatmas.<span class="pagenum"><a name="Page_158" id="Page_158">[158]</a></span>
-Los mahatmas son seres extraños, dominadores
-de las fuerzas ocultas de la naturaleza. Pueden
-hacer caer fresca, en un salón de Buenos Aires,
-una rosa que acaba de abrirse en París o en
-Calcuta. Escriben cartas mágicamente, conversan
-a miles de leguas de distancia, viven cientos de
-años, tienen ojos misteriosos, fascinadores y profundos.
-Así los pintan.</p>
-
-<p>En las naciones occidentales, dice Sedwig, y
-especialmente en los Estados Unidos, han encontrado
-buen terreno el espiritismo, la clarovidencia,
-el mesmerismo.</p>
-
-<p>Paul Bourget acaba de darnos en su <i>Ultramar</i> excelentes
-páginas respecto al espiritualismo yankee.</p>
-
-<p>Las mujeres americanas están más expuestas al
-contagio.</p>
-
-<p>La superioridad absoluta de las ciencias ocultas
-de Oriente sobre la ciencia occidental&mdash;de que habla
-uno de los interlocutores del diálogo <i>La esfinge</i>,
-de Misterium&mdash;, está predicada en el <i>Esoteric
-Buddhism</i> de Sinnett. Esto es causa de que en las
-obras teosóficas haya afirmaciones que contradicen
-abiertamente la ciencia oficial. Por ejemplo,
-afírmase que antes, en tiempos inmemoriables,
-existía un gran Continente en el lugar que hoy
-llena el Océano Atlántico. Los geólogos han considerado
-la hipótesis, pero la han positivamente
-rechazado. No obstante, Sinnet escribe: «La ciencia
-ha aceptado, por fin, la existencia del gran
-Continente, etc.»</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_159" id="Page_159">[159]</a></span></p>
-
-<p>«Again he asserts that the vegetable precedes
-the animal in the process of development, but it
-is not true. <i>It is true that Mr. Sinnet and his Mahatma
-are both gloriously ignorant of the elementary
-truth of nature science.</i>»</p>
-
-<p>La boga adquirida por la obra de Sinnet se debió,
-según Sedwidg, a que la mayor parte de sus
-lectores estaban poco familiarizados con las ciencias
-naturales.</p>
-
-<p>Luego aparecieron los terribles demoledores.
-Entre ellos, el más implacable: «The most cruel
-blow to esoteric Budhism.» Mr. Richard Hodgson
-talentoso y concienzudo investigador.</p>
-
-<p>Hodgson fué el centro teosófico principal para
-estudiar los fenómenos; fué a la India. Conoció al
-desde entonces nombrado Coulomb y su mujer;
-presenció uno de los fenómenos más importantes y
-estupendos: «el de las cartas enviadas mágicamente
-por <i>desintegración</i>; vió colocar en el misterioso gabinetito
-llamado <i>shrine</i> las cartas que debieran desintegrarse.
-El <i>shrine</i> fué entonces cerrado; las cartas
-se <i>desintegraron</i>, y aparecieron las respectivas
-contestaciones.»</p>
-
-<p>Los discípulos creían y creen que las cartas eran
-quitadas por desintegración, por el poder mágico
-del oculto introductor o mahatma.</p>
-
-<p>«Vivía éste, asegurábase, en el Tibet, y las contestaciones
-eran compuestas por él, desintegradas en
-el Tibet y reintegradas en el Shrine.»</p>
-
-<p>Mr. Hodgson descubrió que el Shrine tenía una<span class="pagenum"><a name="Page_160" id="Page_160">[160]</a></span>
-falsa entrada, <i>que se comunicaba con el dormitorio de
-madame Blavastky</i>...</p>
-
-<p>Las cartas que se creían obra del mahatma, eran
-escritas por ella. De un lado del Shrine había credulidad,
-del otro fraude.</p>
-
-<p>Después apareció el célebre Molinis, uno de los
-principales actores de la <i>Comedia Psíquica</i>. Pero
-todo el honor a la señora «Madame Blavastky was
-certainly one of the most successful of impostors.»</p>
-
-<p>Y luego: «Madame Blavastky and other <i>charlatans</i>».</p>
-
-<p>Oh, el desolado <i>Misterium</i> no perdona, como el
-señor de Morlais, seguramente, tamaños epítetos
-dirigidos a una sacerdotisa del Misterio; mas los
-hombres de la ciencia no respetan los hermosos
-sueños ni los poéticos entusiasmos.</p>
-
-<p><i>Misterium</i> escribió, pues, sustentada en algo más
-que en una revista de Papús.</p>
-
-<p>Y me ha encargado manifestar al señor de Morlais,
-junto con su agradecimiento por sus palabras
-lisonjeras, el deseo que nunca tenga que lamentar
-la pérdida de sus ilusiones teosóficas.</p>
-
-<p>Creer en algo: he ahí una riqueza.</p>
-
-<p>Ah, es doloroso tener que convencerse de que
-madame Blavastky no haya podido prolongar su
-vida quinientos años; que Papús haga negocios
-con sus facultades mágicas; que Peladan esté en
-continua berlina, y que Onofroff, el grande y culto
-Onofroff, tenga que sufrir muy pronto la misma
-suerte, el mismo triste olvido que la serpentina, el
-hombre descuartizado y <i>La Verbena de la Paloma</i>.</p>
-
-<hr class="chap2" />
-</div>
-
-
-
-
-<div class="chapter">
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_161" id="Page_161">[161]</a></span></p>
-
-<h2>JOSÉ ENRIQUE RODÓ</h2>
-
-
-<div><img class="drop-cap" src="images/drop-e.jpg" width="50" height="79" alt="" /></div>
-<p class="drop-cap"><span class="smcap">El</span> oficio de pensar es de los más graves y
-peligrosos sobre la faz de la tierra, bajo
-la bóveda del cielo. Es como el del
-aeronauta, el del marino y el del minero.
-Ir muy lejos explorando, muy arriba
-o muy abajo, mantiene alrededor la continua amenaza
-del vértigo, del naufragio o del aplastamiento.
-Así, la principal condición del pensador es la serenidad.</p>
-
-<p>En la América nuestra no hemos tenido casi pensadores;
-no ha habido tiempo. Todo ha sido fecundidad
-verbal, más o menos feliz, declamación sibilina,
-«pastiche» oratoria, expansión, panfleto. Con
-dificultad se encontrará en toda la historia de nuestro
-desarrollo intelectual este producto de otras civilizaciones:
-el ensayista.</p>
-
-<p>José Enrique Rodó es el pensador de nuestros
-nuevos tiempos, y, para buscar siempre el parangón
-en el otro plato de la balanza americana, diré
-que corresponde a Emerson. Es el Emerson latino
-cuya serenidad viene de Grecia, y cuya oración<span class="pagenum"><a name="Page_162" id="Page_162">[162]</a></span>
-dominical es la salutación a Palas Atenea, la plegaria
-ante la Acrópolis. Y advertid que, a pesar de
-lo que se afirme y comente, Rodó no es un renaniano,
-en el sentido que en el común dialecto literario
-se da a esta palabra. Su tranquila visión está
-llena de profundidad. El cristal de su oración arrastra
-arenas de oro de las más diversas filosofías, y
-más encontraréis en él, del más optimista de los
-ensayistas, que del gordo cura laico biógrafo de
-nuestro Señor Jesucristo, abate de Jouarre <i>in partibus
-infidelium</i>.</p>
-
-<p>Desde sus comienzos, la obra de Rodó se concreta
-en ideas, en ideas decoradas con pulcritud
-por la gracia dignamente seductora de un estilo de
-alabastros y mármoles. Solamente que él pigmalioniza,
-y el temor de imposibilidad de frialdad desaparece
-cuando se ve la piedra cincelada que se
-anima, la estatua que canta. Nació con vocación
-de belleza y enseñanza. Enseñanza, es decir, conducción
-de almas. A tal pedagogía es a la que se
-refiere el Dante en un verso referente a Virgilio.
-Cuando apareció su primer opúsculo, «Vida Nueva»,
-se vió el surgir de un maestro en su generación,
-en la generación continental. Su segundo
-opúsculo sobre el autor de «Prosas Profanas», o
-mejor dicho, sobre este libro de poesías, lo afirmo
-virtuoso de la prosa de la erudición elegante, y en
-la última parte de su trabajo, profeta. Altas y generosas
-especulaciones le ocuparon, y «Ariel» señala
-un nuevo triunfo de su espíritu y una nueva conquista<span class="pagenum"><a name="Page_163" id="Page_163">[163]</a></span>
-de sus predicaciones, por la hermosura de
-la existencia, por la elevación de los intelectos
-hispano-americanos, por el culto nunca desfalleciente
-ni claudicante del más puro y alentador de
-los ideales. Definíase más y más su personalidad,
-y se hubiera dicho un filósofo platónico de la flor
-del paganismo antiguo, resucitado en tierras americanas.
-Y tuvo el más bello de sus gestos cuando
-llevado a las controversias de la Prensa y a las
-agitaciones de la cámara por los caprichos de la
-política, el adorador de los dioses de la Hélade
-salió a la defensa de nuestro pálido Dios Cristiano,
-desterrado allá como en Francia, de los lugares de
-la Justicia, por obra de la roja cosa jacobina.</p>
-
-<p>Por último, aparece su obra magna hasta hoy,
-esos «Motivos de Proteo», aires mentales, sinfonías
-de ideas que llevan dentro tanta virtud bienhechora,
-libro que ha sido acogido en todas partes con
-entusiasmo y con razonada admiración. Es un libro
-fragmentario, ¡pero cuan lleno de riqueza! Fragmentario
-ocasional o decididamente. Ello hace que
-su prosecución sea indefinida, y que el encanto y
-el provecho se prolonguen en la esperanza después
-de cada aporte. El tesoro está allí. Cada vez que
-Aladino baje, estemos atentos.</p>
-
-<p class="signature">R. D.</p>
-
-<hr class="chap2" />
-</div>
-
-
-
-
-<div class="chapter">
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_165" id="Page_165">[165]</a></span></p>
-
-<h2>ÍNDICE</h2>
-
-<table summary="Contents">
- <tr>
- <td class="tdl tdt tdpr">&nbsp;</td>
- <td class="tdr tdb"><small><i>Páginas</i></small></td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdl tdt tdpr"><b>El sillón de Leconte de L'Isle.</b>&mdash;La Juventud y la
- Academia. Lo que dijo Charles Morice. Verlaine
- y Zola.</td>
- <td class="tdr tdb"><a href="#Page_1">1</a></td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdl tdt tdpr"><b>El pensamiento italiano.</b>&mdash;Teatro, poesía y novela.
- La «enquête» de Hugo Ojetti. La opinión de los
- «Chêrmaitre».</td>
- <td class="tdr tdb"><a href="#Page_15">15</a></td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdl tdt tdpr"><b>Giovanni Ruffini.</b></td>
- <td class="tdr tdb"><a href="#Page_27">27</a></td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdl tdt tdpr"><b>Marco Aurelio Soto.</b>&mdash;El ex-Presidente de Honduras,
- muerto en la guerra de Cuba.</td>
- <td class="tdr tdb"><a href="#Page_39">39</a></td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdl tdt tdpr"><b>Notas españolas.</b></td>
- <td class="tdr tdb"><a href="#Page_43">43</a></td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdl tdt tdpr"><b>Una carta de Rachilde.</b></td>
- <td class="tdr tdb"><a href="#Page_57">57</a></td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdl tdt tdpr"><b>Noches del Victoria.</b>&mdash;Temporada Vitaliani. «La
- Signora delle Camelie».</td>
- <td class="tdr tdb"><a href="#Page_61">61</a></td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdl tdt tdpr"><span class="smcap">Temporada Vitaliani.</span>&mdash;1. «Il viaggio dei Berluron».
- 2. Reprise de «La Signora delle Camelie».</td>
- <td class="tdr tdb"><a href="#Page_67">67</a></td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdl tdt tdpr"><span class="smcap">Temporada Vitaliani.</span>&mdash;Estreno: «La figlia di
- Jefte», por Felice Cavalloti. «Niobe», por los hermanos
- Henry y C. A. Paulton.</td>
- <td class="tdr tdb"><a href="#Page_71">71</a></td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdl tdt tdpr"><b>Esas Repúblicas.</b>&mdash;José María Mayorga Rivas. Una
- víctima de la guerra entre Nicaragua y Honduras.</td>
- <td class="tdr tdb"><a href="#Page_77">77</a></td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdl tdt tdpr"><span class="pagenum"><a name="Page_166" id="Page_166">[166]</a></span><b>Charles A. Dana.</b></td>
- <td class="tdr tdb"><a href="#Page_81">81</a></td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdl tdt tdpr"><b>Recuerdos de la Habana.</b>&mdash;El general Lachambre.</td>
- <td class="tdr tdb"><a href="#Page_87">87</a></td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdl tdt tdpr"><b>Libros nuevos.</b></td>
- <td class="tdr tdb"><a href="#Page_91">91</a></td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdl tdt tdpr"><b>El divorcio de Jeannette.</b>&mdash;Affaire Daudet-Hugo.</td>
- <td class="tdr tdb"><a href="#Page_97">97</a></td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdl tdt tdpr"><b>A José Miró (Julián Martel).</b>&mdash;El día de su muerte,
- 10 de diciembre de 1896.</td>
- <td class="tdr tdb"><a href="#Page_107">107</a></td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdl tdt tdpr"><b>Fiestas primaverales.</b>&mdash;Una dalia.</td>
- <td class="tdr tdb"><a href="#Page_111">111</a></td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdl tdt tdpr"><span class="smcap">Fiestas primaverales.</span>&mdash;Los poetas y las flores.
- (Continuación).</td>
- <td class="tdr tdb"><a href="#Page_114">114</a></td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdl tdt tdpr"><b>Nansen.</b></td>
- <td class="tdr tdb"><a href="#Page_119">119</a></td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdl tdt tdpr"><b>La fiesta de Francia.</b></td>
- <td class="tdr tdb"><a href="#Page_123">123</a></td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdl tdt tdpr"><b>Carlos Ezeta, en Monte-Carlo.</b>&mdash;Epílogo de la
- «Historia Negra».</td>
- <td class="tdr tdb"><a href="#Page_133">133</a></td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdl tdt tdpr"><b>Horacinas.</b></td>
- <td class="tdr tdb"><a href="#Page_139">139</a></td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdl tdt tdpr"><b>El amigo Azaroff.</b></td>
- <td class="tdr tdb"><a href="#Page_145">145</a></td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdl tdt tdpr"><b>Onofroffismo.</b>&mdash;La comedia psíquica.</td>
- <td class="tdr tdb"><a href="#Page_153">153</a></td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdl tdt tdpr"><b>José Enrique Rodó.</b></td>
- <td class="tdr tdb"><a href="#Page_161">161</a></td>
- </tr>
-</table>
-
-<div class="figcenter" style="width: 100px;">
-<img src="images/illus013.jpg" width="100" height="82" alt="" />
-</div>
-
-<hr class="chap2" />
-</div>
-
-
-
-
-<div class="chapter">
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_167" id="Page_167">[167]</a></span></p>
-
-<p class="no-indent center large p2">EDITORIAL «MUNDO LATINO»</p>
-
-<p class="no-indent center small">APARTADO 502, MADRID</p>
-
-
-<p class="no-indent center xlarge p2">CATÁLOGO PROVISIONAL</p>
-
-<p class="no-indent center small">(EXTRACTO DEL CATÁLOGO GENERAL)</p>
-
-<hr class="chap2" />
-</div>
-
-
-
-
-<div class="chapter">
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_169" id="Page_169">[169]</a></span></p>
-
-<table summary="CATÁLOGO EDITORIAL «MUNDO LATINO»">
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdc tdt tdpb tdpr xlarge">OBRAS COMPLETAS</td>
- <td class="tdr tdpb tdb">&nbsp;</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdc tdt tdpb tdpt tdpr">DE RICARDO DE LEÓN<br />(de la Real Academia Española)</td>
- <td class="tdr tdpb tdpt tdb"><i>Pesetas.</i></td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">Edición del Banco de España. Ocho volúmenes
- en 4.º, encuadernados en tela, con alegorías de
- Coullaut Valera y retrato del autor, por Vacqué.</td>
- <td class="tdr tdb">50,00</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdl tdt tdi tdpr">A plazos (5 pesetas mensuales)</td>
- <td class="tdr tdb">60,00</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdc tdt tdpt tdpb tdpr">DE FRANCISCO VILLAESPESA</td>
- <td class="tdr tdpb tdb">&nbsp;</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">I.&mdash;Intimidades.&mdash;Flores de Almendro.</td>
- <td class="tdr tdb">3,00</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">II.&mdash;Luchas.&mdash;Confidencias.</td>
- <td class="tdr tdb">3,00</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">III.&mdash;La copa del Rey de Thule.&mdash;La musa enferma.</td>
- <td class="tdr tdb">3,00</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">IV.&mdash;El alto de los Bohemios.&mdash;Rapsodias.</td>
- <td class="tdr tdb">3,00</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">V.&mdash;Las horas que pasan (Veladas de amor).</td>
- <td class="tdr tdb">3,00</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">VI.&mdash;Las joyas de Margarita: Breviario de amor.&mdash;La
- tela de Penélope.&mdash;El milagro del vaso
- de agua.</td>
- <td class="tdr tdb">3,00</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">VII.&mdash;Doña María de Padilla.&mdash;La cena de los cardenales.</td>
- <td class="tdr tdb">3,00</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">VIII.&mdash;El milagro de las rosas.&mdash;Resurrección.&mdash;Amigas
- viejas.</td>
- <td class="tdr tdb">3,00</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">IX.&mdash;Las granadas de rubíes.&mdash;Las pupilas de
- Almotadid.&mdash;Las garras de la pantera.&mdash;El
- último Abderramán.</td>
- <td class="tdr tdb">3,00</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">X.&mdash;Tristitiae rerum.</td>
- <td class="tdr tdb">3,00</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">XI.&mdash;La leona de Castilla.&mdash;En el desierto.</td>
- <td class="tdr tdb">3,00</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">XII.&mdash;El rey Galaor.&mdash;El triunfo del amor.</td>
- <td class="tdr tdb">3,00<span class="pagenum"><a name="Page_170" id="Page_170">[170]</a></span></td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdc tdt tdpt tdpb tdpr">DE RUBÉN DARÍO<br />(Ilustraciones de Ochoa)</td>
- <td class="tdr tdpb tdb">&nbsp;</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdl tdt tdi tdpr">Tomos publicados:</td>
- <td class="tdr tdb">&nbsp;</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">I.&mdash;La caravana pasa.</td>
- <td class="tdr tdb">3,50</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">II.&mdash;Prosas profanas.</td>
- <td class="tdr tdb">3,50</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">III.&mdash;Tierras solares.</td>
- <td class="tdr tdb">3,50</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">IV.&mdash;Azul.</td>
- <td class="tdr tdb">3,50</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">V.&mdash;Parisiana.</td>
- <td class="tdr tdb">3,50</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">VI.&mdash;Los raros.</td>
- <td class="tdr tdb">3,50</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">VII.&mdash;Cantos de vida y esperanza.</td>
- <td class="tdr tdb">3,50</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">VIII.&mdash;Letras.</td>
- <td class="tdr tdb">3,50</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">IX.&mdash;Canto a la Argentina.</td>
- <td class="tdr tdb">3,50</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">X.&mdash;Opiniones.</td>
- <td class="tdr tdb">3,50</td>
- </tr> <tr>
- <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">XI.&mdash;Poema del otoño y otros poemas.</td>
- <td class="tdr tdb">3,50</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">XII.&mdash;Peregrinaciones.</td>
- <td class="tdr tdb">3,50</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">XIII.&mdash;Prosas políticas.</td>
- <td class="tdr tdb">3,50</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">XIV.&mdash;Cuentos y crónicas.</td>
- <td class="tdr tdb">3,50</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">XV.&mdash;Autobiografía.</td>
- <td class="tdr tdb">3,50</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">XVI.&mdash;El Canto Errante.</td>
- <td class="tdr tdb">3,50</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">XVII.&mdash;Viaje a Nicaragua e Historia de mis libros.</td>
- <td class="tdr tdb">3,50</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">XVIII.&mdash;Todo al vuelo.</td>
- <td class="tdr tdb">3,50</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">XIX.&mdash;España Contemporánea.</td>
- <td class="tdr tdb">3,50</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">XX.&mdash;Prosa dispersa.</td>
- <td class="tdr tdb">3,50</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">XXI.&mdash;Lira póstuma.</td>
- <td class="tdr tdb">3,50</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">XXII.&mdash;Cabezas.</td>
- <td class="tdr tdb">3,50</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdl tdt tdi tdpr">Ediciones especiales de lujo, con decoraciones a
- mano de Enrique Ochoa.</td>
- <td class="tdr tdb">&nbsp;</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdc tdt tdpt tdpb tdpr">HENRIK IBSEN<br />TEATRO COMPLETO</td>
- <td class="tdr tdpb tdb">&nbsp;</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">I.&mdash;Catilina. La tumba del guerrero. La castellana
- de Ostrat.</td>
- <td class="tdr tdb">3,50</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">II.&mdash;La fiesta de Solhaug. Olaf Liliekrans. Los
- guerreros en Helgeland.</td>
- <td class="tdr tdb">3,50</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">III.&mdash;Los pretendientes a la corona y la comedia
- del amor.</td>
- <td class="tdr tdb">3,50<span class="pagenum"><a name="Page_171" id="Page_171">[171]</a></span></td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">IV.&mdash;Brand.</td>
- <td class="tdr tdb">3,50</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">V.&mdash;Peer Gynt.</td>
- <td class="tdr tdb">3,50</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">VI.&mdash;La unión de la juventud. Las columnas de la
- sociedad. La casa de una muñeca.</td>
- <td class="tdr tdb">3,50</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">VII.&mdash;Emperador y Galileo.</td>
- <td class="tdr tdb">3,50</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">VIII.&mdash;Espectros. Un enemigo del pueblo. El
- pato silvestre.</td>
- <td class="tdr tdb">3,50</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">IX.&mdash;La casa de Rosnier. La dama del mar. Hedda
- Gabler.</td>
- <td class="tdr tdb">3,50</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">X.&mdash;El constructor Soiness. El niño Eyoit. Al despertar
- de nuestra muerte.</td>
- <td class="tdr tdb">3,50</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdc tdt tdpt tdpb tdpr">En preparación obras completas de José Turroll.</td>
- <td class="tdr tdpb tdb">&nbsp;</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdc tdt tdpt tdpb tdpr">JOSÉ FRANCÉS</td>
- <td class="tdr tdpb tdb">&nbsp;</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">El año artístico 1915.</td>
- <td class="tdr tdb">6,00</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdl tdt tdi tdpr">»&nbsp; &nbsp; &nbsp; »&nbsp; &nbsp; &nbsp; »&nbsp; &nbsp; tela.&nbsp;</td>
- <td class="tdr tdb">8,00</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">El año artístico 1916 (con 250 grabados).</td>
- <td class="tdr tdb">10,00</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdl tdt tdi tdpr">»&nbsp; &nbsp; &nbsp; »&nbsp; &nbsp; &nbsp; »&nbsp; &nbsp; &nbsp; »&nbsp; &nbsp; &nbsp; »&nbsp; &nbsp; tela.&nbsp;</td>
- <td class="tdr tdb">12,00</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">El año artístico 1917 (con 250 grabados).</td>
- <td class="tdr tdb">11,50</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdl tdt tdi tdpr">»&nbsp; &nbsp; &nbsp; »&nbsp; &nbsp; &nbsp; »&nbsp; &nbsp; &nbsp; »&nbsp; &nbsp; &nbsp; »&nbsp; &nbsp; tela.&nbsp;</td>
- <td class="tdr tdb">13,00</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">El año artístico 1918 (con 250 grabados).</td>
- <td class="tdr tdb">11,50</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdl tdt tdi tdpr">»&nbsp; &nbsp; &nbsp; »&nbsp; &nbsp; &nbsp; »&nbsp; &nbsp; &nbsp; »&nbsp; &nbsp; &nbsp; »&nbsp; &nbsp; tela.&nbsp;</td>
- <td class="tdr tdb">13,00</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdc tdt tdpt tdpb tdpr large">COLECCIÓN DE AUTORES ESPAÑOLES</td>
- <td class="tdr tdpb tdb">&nbsp;</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdc tdt tdpt tdpb tdpr">NOVELAS</td>
- <td class="tdr tdpb tdb">&nbsp;</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr"><i>Edmundo González Blanco.</i>&mdash;Jesús de Nazareth.</td>
- <td class="tdr tdb">3,00</td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdl tdt"><i>José Francés.</i></td>
- <td class="tdl tdt tdb tdh tdpr">&mdash;La estatua de carne.</td>
- <td class="tdr tdb">3,00</td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdl tdt">&nbsp;</td>
- <td class="tdl tdt tdh tdpr">&mdash;El alma viajera.</td>
- <td class="tdr tdb">3,50</td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdl tdt"><i>López de Sáa.</i></td>
- <td class="tdl tdt tdb tdh tdpr">&mdash;Los indianos vuelven.</td>
- <td class="tdr tdb">3,50</td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdl tdt">&nbsp;</td>
- <td class="tdl tdt tdh tdpr">&mdash;Bruja de amor.</td>
- <td class="tdr tdb">3,50</td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdl tdt">&nbsp;</td>
- <td class="tdl tdt tdh tdpr">&mdash;Por un milagro de amor.</td>
- <td class="tdr tdb">3,50</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr"><i>W. Fernández Flórez.</i>&mdash;La procesión de los días.</td>
- <td class="tdr tdb">3,00</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr"><i>Elías Cerdá.</i>&mdash;Don Quijote en la guerra.<span class="pagenum"><a name="Page_172" id="Page_172">[172]</a></span></td>
- <td class="tdr tdb">2,00</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr"><i>V. García Martí.</i>&mdash;Don Severo Carvallo.</td>
- <td class="tdr tdb">2,50</td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdl tdt"><i>María Luisa Latil.</i></td>
- <td class="tdl tdb tdh tdpr">&mdash;Según labremos.</td>
- <td class="tdr tdb">3,00</td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdl tdt">&nbsp;</td>
- <td class="tdl tdb tdh tdpr">&mdash;Genoveva.</td>
- <td class="tdr tdb">2,50</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr"><i>Eugenio Noel.</i>&mdash;El allegretto de la Sinfonía VII.</td>
- <td class="tdr tdb">3,00</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr"><i>Rafael Cansinos-Asséns.</i>&mdash;Las cuatro gracias.</td>
- <td class="tdr tdb">3,50</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr"><i>Francisco Delicado.</i>&mdash;La lozana andaluza.</td>
- <td class="tdr tdb">3,00</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr"><i>J. de Lucas Acevedo.</i>&mdash;La Caja de Pandora.</td>
- <td class="tdr tdb">3,00</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr"><i>Martín de la Cámara.</i>&mdash;Vidas llameantes.</td>
- <td class="tdr tdb">3,00</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr"><i>Mañara.</i>&mdash;Historia en camisa.</td>
- <td class="tdr tdb">3,00</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdc tdt tdpt tdpb tdpr">ESTUDIOS Y CRÓNICAS</td>
- <td class="tdr tdpb tdb">&nbsp;</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr"><i>Emiliano Ramírez Ángel.</i>&mdash;Bombilla-Sol-Ventas.</td>
- <td class="tdr tdb">3,00</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr"><i>J. M. Carretero.</i>&mdash;Lo que sé por mí (dos series).</td>
- <td class="tdr tdb">3,00</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr"><i>J. Costa.</i>&mdash;Alemania contra España.</td>
- <td class="tdr tdb">3,00</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr"><i>Pedro Pellicena.</i>&mdash;Los Cosacos.</td>
- <td class="tdr tdb">3,50</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr"><i>Margarita de la Torre.</i>&mdash;Jardín de damas curiosas.</td>
- <td class="tdr tdb">3,50</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr"><i>Fola Igurbide.</i>&mdash;El Actor.</td>
- <td class="tdr tdb">3,50</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr"><i>Alberto Ghiraldo.</i>&mdash;Los nuevos caminos.</td>
- <td class="tdr tdb">3,50</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr"><i>Enciso.</i>&mdash;El soneto en España.</td>
- <td class="tdr tdb">3,00</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdc tdt tdpt tdpb tdpr">POESÍAS</td>
- <td class="tdr tdpb tdb">&nbsp;</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr"><i>José Montero.</i>&mdash;Yelmo florido (con ilustraciones).</td>
- <td class="tdr tdb">4,00</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr"><i>Zurita.</i>&mdash;Pícaros y donosos.</td>
- <td class="tdr tdb">3,00</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr"><i>Mauricio Bacarisse.</i>&mdash;El esfuerzo.</td>
- <td class="tdr tdb">3,00</td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdl tdt"><i>Eliodoro Puche.</i></td>
- <td class="tdl tdb tdh tdpr">&mdash;Libro de los elogios galantes y
- de los crepúsculos de otoño.</td>
- <td class="tdr tdb">2,50</td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdl tdt">&nbsp;</td>
- <td class="tdl tdb tdh tdpr">&mdash;Corazón de la noche.</td>
- <td class="tdr tdb">2,50</td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdl tdt">&nbsp;</td>
- <td class="tdl tdb tdh tdpr">&mdash;Motivos líricos.</td>
- <td class="tdr tdb">2,50</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr"><i>Emilio Carrère.</i>&mdash;El retablo de los poetas (Antología).</td>
- <td class="tdr tdb">3,50</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdc tdt tdpt tdpb tdpr">TEATRO</td>
- <td class="tdr tdpb tdb">&nbsp;</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr"><i>Muñoz Seca</i> y <i>López Núñez</i>.&mdash;El Rayo.</td>
- <td class="tdr tdb">3,00</td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdl tdt"><i>H. Ibsen.</i></td>
- <td class="tdl tdt tdh tdpr">&mdash;Dramas líricos.</td>
- <td class="tdr tdb">2,00</td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdl tdt">&nbsp;</td>
- <td class="tdl tdt tdh tdpr">&mdash;La castellana de Ostrat.</td>
- <td class="tdr tdb">2,00</td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdl tdt">&nbsp;</td>
- <td class="tdl tdt tdh tdpr">&mdash;Espectros.</td>
- <td class="tdr tdb">2,00<span class="pagenum"><a name="Page_173" id="Page_173">[173]</a></span></td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdc tdt tdpt tdpb tdpr large">LAS GRANDES FIGURAS DE LA GUERRA
- EUROPEA</td>
- <td class="tdr tdpb tdb">&nbsp;</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">Biografías de los generales: <b>Alberto I de Bélgica.</b>&mdash;<b>Joffre.</b>&mdash;<b>Sir
- John French.</b>&mdash;<b>Lord Kirchener.</b>
- Con preciosas fototipias, a.</td>
- <td class="tdr tdb">3,00</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdc tdt tdpt tdpb tdpr large">COLECCIÓN DE AUTORES EXTRANJEROS</td>
- <td class="tdr tdpb tdb">&nbsp;</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdc tdt tdpb tdpr">Traducidas por <i>Felipe Trigo</i>, <i>Rafael Cansinos</i> y
- <i>Pedro de Répide</i>.</td>
- <td class="tdr tdb">&nbsp;</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr"><i>Victoriano de Saussay.</i>&mdash;La ciencia del beso.</td>
- <td class="tdr tdb">3,50</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr"><i>René Emery.</i>&mdash;Santa María Magdalena.</td>
- <td class="tdr tdb">3,50</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr"><i>Maquiavelo.</i>&mdash;Obras festivas: La Mandrágora.&mdash;El
- P. Alberico.&mdash;La Celestina.&mdash;El
- archidiablo Belfegor.</td>
- <td class="tdr tdb">3,00</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr"><i>Claudia Lemaitre.</i>&mdash;Juegos de Damas.</td>
- <td class="tdr tdb">3,50</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdc tdt tdpt tdpb tdpr large">CELEBRIDADES ESPAÑOLAS</td>
- <td class="tdr tdpb tdb">&nbsp;</td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdl tdt">I.&mdash;Bécquer.</td>
- <td class="tdl tdb tdpr">(encuadernados en tela)</td>
- <td class="tdr tdb">3,50</td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdl tdt">II.&mdash;Zorrilla.</td>
- <td class="tdl tdb tdpr">(ídem)</td>
- <td class="tdr tdb">3,50</td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdl tdt">III.&mdash;Espronceda.</td>
- <td class="tdl tdb tdpr">(ídem)</td>
- <td class="tdr tdb">3,50</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdc tdt tdpt tdpb tdpr large">COLECCIÓN SELECTA</td>
- <td class="tdr tdpb tdb">&nbsp;</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr"><i>Tomás de Quincey.</i>&mdash;Los últimos días de Kant.</td>
- <td class="tdr tdb">1,00</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr"><i>Kalidasa.</i>&mdash;El reconocimiento de Sakuntala.</td>
- <td class="tdr tdb">1,00</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr"><i>Rousseau.</i>&mdash;Discurso sobre las artes y las ciencias.</td>
- <td class="tdr tdb">1,00</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr"><i>Luciano de Samosata.</i>&mdash;La diosa de Siria.</td>
- <td class="tdr tdb">1,00</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr"><i>L. Sterne.</i>&mdash;Viaje sentimental de un inglés a
- Francia.</td>
- <td class="tdr tdb">1,00</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr"><i>F. Alvarado.</i>&mdash;El filósofo rancio. (Cartas)</td>
- <td class="tdr tdb">1,50<span class="pagenum"><a name="Page_174" id="Page_174">[174]</a></span></td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdc tdt tdpt tdpb tdpr large">COLECCIÓN CIENCIA Y ARTE</td>
- <td class="tdr tdpb tdb">&nbsp;</td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdl tdt"><i>Ricardo Yesares.</i></td>
- <td class="tdl tdt tdh tdpr">&mdash;¿Qué quieres aprender? Electricidad.
- (Encuadernado en tela).</td>
- <td class="tdr tdb">3,50</td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdl tdt">&nbsp;</td>
- <td class="tdl tdt tdh tdpr">&mdash;¿Qué quieres ser? Automovilista.
- (Encuadernado en tela).</td>
- <td class="tdr tdb">3,50</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdc tdt tdpt tdpb tdpr large">OBRAS VARIAS</td>
- <td class="tdr tdpb tdb">&nbsp;</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr"><i>Stendhal.</i>&mdash;Del amor.</td>
- <td class="tdr tdb">6,00</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr"><i>E. M. Segovia</i> (Oficial del Banco de España).&mdash;Los
- documentos de crédito.</td>
- <td class="tdr tdb">5,00</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr"><i>Rivero.</i>&mdash;Legislación de clases pasivas. (Volumen
- de 500 páginas, encuadernado en tela).</td>
- <td class="tdr tdb">10,00</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr"><i>R. Yesares.</i>&mdash;Ayuda memoria del mecánico electricista.
- (Un volumen, encuadernado en tela).</td>
- <td class="tdr tdb">1,50</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdc tdt tdpt tdpb tdpr large">LIBROS DE CARTAS</td>
- <td class="tdr tdpb tdb">&nbsp;</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">El arte de escribir cartas.</td>
- <td class="tdr tdb">1,00</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">Manual epistolar (encuadernado en tela).</td>
- <td class="tdr tdb">2,00</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">Cartas amorosas.</td>
- <td class="tdr tdb">0,60</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">Epistolario de amor (encuadernado).</td>
- <td class="tdr tdb">2,00</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdc tdt tdpt tdpb tdpr large">COLECCIONES POPULARES</td>
- <td class="tdr tdpb tdb">&nbsp;</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdc tdt tdpb tdpr">COLECCIÓN «MAC-BULL»</td>
- <td class="tdr tdb">&nbsp;</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">Obras sensacionales, originales del conocido escritor
- señor <i>Bedoya</i>, cuya maestría en esta literatura
- es universal:</td>
- <td class="tdr tdb">&nbsp;</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">El millonario detective.</td>
- <td class="tdr tdb">1,50</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">El secreto del Kaiser.</td>
- <td class="tdr tdb">1,50</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">La bola de sangre.</td>
- <td class="tdr tdb">2,00</td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">El alma de las brujas.</td>
- <td class="tdr tdb">2,00</td>
- </tr>
-</table>
-
-<hr class="chap2" />
-</div>
-
-
-
-
-<div class="chapter">
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_175" id="Page_175">[175]</a></span></p>
-
-<div class="figcenter" style="width: 300px;">
-<img src="images/illus017.jpg" width="300" height="356" alt="" />
-</div>
-
-<p class="no-indent center p2 small">
-ACABÓSE
-DE IMPRIMIR ESTE
-LIBRO EN MADRID, EN LA
-TIPOGRAFÍA YAGÜES
-EL DÍA X DE ABRIL DEL
-AÑO MCMXIX
-</p>
-
-<hr class="chap" />
-</div>
-
-
-
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-
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-
-
-<pre>
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-
-
-End of the Project Gutenberg EBook of Prosa Dispersa, by Rubén Darío
-
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-To learn more about the Project Gutenberg Literary Archive Foundation
-and how your efforts and donations can help, see Sections 3 and 4
-and the Foundation web page at http://www.pglaf.org.
-
-
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-Foundation
-
-The Project Gutenberg Literary Archive Foundation is a non profit
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-state of Mississippi and granted tax exempt status by the Internal
-Revenue Service. The Foundation's EIN or federal tax identification
-number is 64-6221541. Its 501(c)(3) letter is posted at
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-Literary Archive Foundation are tax deductible to the full extent
-permitted by U.S. federal laws and your state's laws.
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-information can be found at the Foundation's web site and official
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-Literary Archive Foundation
-
-Project Gutenberg-tm depends upon and cannot survive without wide
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-array of equipment including outdated equipment. Many small donations
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-States. Compliance requirements are not uniform and it takes a
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-works.
-
-Professor Michael S. Hart is the originator of the Project Gutenberg-tm
-concept of a library of electronic works that could be freely shared
-with anyone. For thirty years, he produced and distributed Project
-Gutenberg-tm eBooks with only a loose network of volunteer support.
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-unless a copyright notice is included. Thus, we do not necessarily
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-
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