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diff --git a/.gitattributes b/.gitattributes new file mode 100644 index 0000000..d7b82bc --- /dev/null +++ b/.gitattributes @@ -0,0 +1,4 @@ +*.txt text eol=lf +*.htm text eol=lf +*.html text eol=lf +*.md text eol=lf diff --git a/LICENSE.txt b/LICENSE.txt new file mode 100644 index 0000000..6312041 --- /dev/null +++ b/LICENSE.txt @@ -0,0 +1,11 @@ +This eBook, including all associated images, markup, improvements, +metadata, and any other content or labor, has been confirmed to be +in the PUBLIC DOMAIN IN THE UNITED STATES. + +Procedures for determining public domain status are described in +the "Copyright How-To" at https://www.gutenberg.org. + +No investigation has been made concerning possible copyrights in +jurisdictions other than the United States. 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You may copy it, give it away or -re-use it under the terms of the Project Gutenberg License included -with this eBook or online at www.gutenberg.org/license - - -Title: Prosa Dispersa - Obras Completas Vol. XX - -Author: Rubén Darío - -Release Date: September 24, 2017 [EBook #55616] - -Language: Spanish - -Character set encoding: UTF-8 - -*** START OF THIS PROJECT GUTENBERG EBOOK PROSA DISPERSA *** - - - - -Produced by Josep Cols Canals, Nahum Maso i Carcases and -the Online Distributed Proofreading Team at -http://www.pgdp.net (This file was produced from images -generously made available by The Internet Archive/Canadian -Libraries) - - - - - - - - - - Notas del Transcriptor - -Se han respetado la ortografía y la acentuación del original. - -Los errores obvios de puntuación y de imprenta se han corregido. - -El texto en letra cursiva y negrita se indica entre _guiones bajos_ y -=signos igual=, respectivamente. - -El texto en letra versalita (versalilla) se ha sustituido por -mayúsculas. - -Las páginas en blanco presentes en el original se han eliminado en la -versión electrónica. - -El final del capítulo «FIESTAS PRIMAVERALES» parece estar incompleto en -el original y se indica con puntos suspensivos. - - * * * * * - - - - - PROSA - DISPERSA - - [Ilustración] - - - - - [Ilustración: - - RUBÉN - DARÍO - - [Ilustración] - - PROSA - DISPERSA] - - - - - [Ilustración: - - PROSA DISPERSA - - POR - - RUBÉN DARÍO - - [Ilustración] - - VOLUMEN XX - DE LAS OBRAS COMPLETAS - ADMINISTRACIÓN: - EDITORIAL «MUNDO LATINO» - MADRID] - - - - - EL SILLÓN DE LECONTE - DE L'ISLE - - La Juventud y la Academia - Lo que dijo Charles Morice - Verlaine y Zola. - - -HACE poco más de un año nos hallábamos en mi habitación, en un hotel de -París, cerca de la Bolsa, el poeta Maurice Duplessis, porta-estandarte -de la escuela romana; el simpático y sutil Kreutzberger, a la sazón -crítico literario de _La Cocarde_, y Enrique Gómez Carrillo, cuyo -nombre es bien conocido por los lectores de _La Nación_. - -Charlábamos amistosamente, fabricando cada cual su grog, cuando -apareció en la puerta la cabeza moruna de Alejandro Sawa, el escritor -español. - -Entró Sawa, seguido de un señor alto y flaco, medio _clergyman_ y medio -pianista, pálido, de larga cabellera obscura, que le caía sobre los -hombros, con un aire de aparecido. - ---M. Charles Morice. - -Levantéme, y abriendo un libro que estaba sobre mi mesa, leí: - - Impérial, royal sacerdotal, comme une - République Française en ce quatre-vingt-treize - Brûlant empereurs, rois, prêtres dans la fournaise, - Avec la danse autour de la grande commune. - L'étudiant et sa guitare et sa fortune - À travers les décors d'une Espagne mauvaise - Mais blanche, de pieds nains et noire d'yeux de braise, - Héroïque au soleil et folle sans la lune. - - Néoptolème, âme charmante et chaste tête, - Dont je serais en même temps le Philoctète - Au cœur ulcéré plus encore que la blessure, - Et pour un conseil froid et bon parfois l'Ulysse: - Artiste pur, poète où la gloire s'assure, - Cher aux lettres, cher aux femmes, Charles Morice. - - * * * * * - -A los pocos instantes, vibrando aún los versos de Paul Verlaine, -Charles Morice saboreaba también su grog, y, a propósito de un Walt -Whitman que encontró en mi mesa, discurría sobre literatura yanqui. - -No es ya el autor de la _Littérature de tout à l'heure_ el mismo -del soneto de su amigo y maestro, ni siquiera el pintado por Emile -Coursange. «La cabeza es adelgazada, bien puesta sobre el cuello -flexible y delicado--la barba ligera, obscura, realza la palidez del -rostro y atenúa la sequedad de los contornos; la frente elevada, -apenas agrandada, que encuadra una cabellera fina y rara, está alzada -con brutalidad--; la nariz altiva, aguileña, enérgica--la boca fina -y sensual, acentuada por un bigote felino--, el _mentón_ que se -adivina bajo la barba, a la vez autoritario y campechano, completan -esta fisonomía tan compleja, tan contradictoria del poeta, donde la -cabeza, donde las pasiones, parecen en lucha perpetua con el alma; -pero la sostienen, la avivan.» Esas palabras fueron escritas tres años -antes: 1889. Hoy, Charles Morice parece gastado, quizás minado por una -dolencia. - -Es, entre la juventud literaria, uno de los maestros. Fué uno de los -fundadores del simbolismo, después se separó del cenáculo. Ninguno de -sus antiguos compañeros, a excepción de Barrés y Paul Adam, ha escrito -obra más seria y trascendental que el autor de _Littérature de tout à -l'heure_. - -Cuando se trató en Francia de la elección académica para el sillón de -Leconte de L'Isle, Charles Morice habló en nombre de la juventud. - -Sus palabras fueron las que los lectores de _La Nación_ verán en -seguida. - - * * * * * - -«Algunas gentes se forman voluntariamente de cualquiera que atrae y -retiene las miradas de los hombres, la idea de un alto funcionario. -Para esos bodoques ante cuyos ojos el mundo aparece como una vasta -administración, la gloria es un puesto, el genio una función: al morir -el titular se abre una sucesión. - ---¿Quién va a suceder a Leconte de L'Isle?--preguntan esas gentes. - -Y no es en el sillón académico o en la biblioteca del Senado en lo que -piensan. Ingenuamente se persuaden de que Leconte de L'Isle ocupaba el -puesto y ejercía la función de primer poeta de Francia. ¿Quién es hoy -el mejor designado para sucederle en su función y en su puesto? - -Esta opinión del vulgo, aunque lleva por casualidad algo de verdad en -la especie, es profundamente errónea. Napoleón decía que las mujeres no -tienen rango: los poetas no lo tienen tampoco. Ninguno es el primero. -Desde que se es en Arte, se es solamente, puesto que en el dominio del -espíritu público _ser_ consiste en _expresarse_, ¡y como ninguna alma -es igual a otra! No se es poeta o artista sino bajo la condición de -mostrar a la luz los matices espirituales por los cuales se distingue -esencialmente, tanto de la multitud de los pequeños como de la débil -minoría de los grandes: por eso, como lo ha muy bien observado M. -Paul Bourget, se llega a ser el representante y el jefe de toda una -categoría humana, más o menos numerosa, según la naturaleza del -pensamiento o del sentimiento a que se da una forma definitiva. - -Así, pues, si Víctor Hugo ha llegado a convencer a la muchedumbre de -que él era el _primer_ poeta de su tiempo es, desde luego, porque -afirmándose en los sentimientos e ideas más generales, se aseguró una -vasta clientela y, después, porque a sus virtudes líricas agregaba -los méritos de un extraordinario _reclamier_. Otros han contado la -habilidad que desplegó para fundar y desenvolver su gloria, y el -hecho es que en muy poco tiempo llegó al puesto--ilusorio, pero -brillante--que él se había señalado como mira. - -Parece--como lo es, en efecto--inútil distribuir premios a Hugo, a -Lamartine, a Vigny, a Musset, a Gautier, a Baudelaire... Cada uno de -ellos es el rey de un dominio que no comparte con nadie. - -Si el emperador de la Rusia posee más territorios que el rey de -Dinamarca, ninguno es menos majestad que el otro. - -Agreguemos que los poetas poco leídos, dado que sean muy realmente -poetas, no tienen nada que envidiar a los más populares, si éstos lo -han llegado a ser pronto. El consenso universal inmediato no tiene -valor en arte, no porque el ideal no sea en efecto seducir al mismo -tiempo a _l'élite_ más severa, y a la muchedumbre más contentadiza. -Pero es, ante todo, lo escogido lo que le conviene tener consigo; y -se ha visto raramente que su opinión concuerde con la de la mayoría. -Al contrario, los escogidos concluyen siempre, a más o menos largo -plazo, por arrastrar a la muchedumbre. ¡Peor para aquéllos a quienes -ésta aclama sin consultar mejores pareceres! Como ella se da sin -pena alguna, cambia del mismo modo, en tanto que el elegido de los -difíciles puede contar con su fidelidad, sus partidarios son tanto más -entusiastas cuanto más raros son: su fe artística tiene todo el valor -de una verdad que ellos están prestos a demostrar. - -Baour Lormiari, a quien sus semejantes prodigaron los títulos más -lisonjeros, anduvo desacertado en creerse príncipe de un vasto imperio -poético, en tanto que la Kamchatka de Baudelaire se anexa sin cesar -nuevas provincias. - -En la ciencia ello es de diferente manera. - -En poesía es el tono, la cualidad, la esencia del alma del creador, lo -que importa ante todo. - -Si un poeta no ha dejado sino diez versos perfectos, cada uno de esos -diez versos es tan bello, tan _inmortal_ como cada uno de los mil -versos perfectos que haya dejado otro poeta. Este habrá sido más a -menudo, pero no más poeta que aquél. - -Un sabio puede ser más sabio que otro. - -Una vez alcanzada la elevación bajo la cual se quedan los trabajadores -de la obra, los industriales y los imitadores, es permitido adicionar y -comparar los elementos de conocimiento y los resultados adquiridos. Un -descubrimiento puede tener más importancia que otro. - -Un sabio puede ser el primer sabio de su época. - -No pretendo deducir de allí que la ciencia sea inferior a la poesía. -Además, que eso sería aun una distribución de premios que nadie -tiene derecho de hacer, aunque muchos lo hayan intentado; esas como -especulaciones insubstanciales no sirven de nada. - -Pienso solamente, y repito, que no hay _primero_ en poesía.» - - * * * * * - -Decía, pues, que el error popular, a este respecto, presta a las -circunstancias, a la personalidad de Leconte de L'Isle, algo de verdad. - -La institución de los poetas laureados en Inglaterra, y de la Academia -en Francia, deja, en efecto, comprender que es permitido a los -contemporáneos, escoger entre los grandes escritores de su tiempo, -de encarnar en ellos el arte literario y de atribuirles derecho de -eminencia y prerrogativas. Eso es, sin duda alguna, socialmente -necesario para el honor de las letras. - -Desde el punto de vista particular, alguno sucederá, pues, a Leconte de -L'Isle; alguno ocupará el sillón en que él se sentó después de Víctor -Hugo. - -Que se me permita precisar la importancia de la elección esperada. Por -una vez, la Academia va a ser el centro de las preocupaciones de toda -la juventud. Ella conoce, amaba al poeta que vivía en su misma casa. -Desde luego, aun para dejar presto de serlo, la juventud es siempre -literaria. La palabra poesía no la deja nunca indiferente. - -Luego es de poesía, contra la costumbre, de lo que se va a tratar en la -Academia. - - * * * * * - -La situación de Leconte de L'Isle en la historia de la literatura -francesa permanecerá de todos modos excepcional. - -Ese criollo, venido de Bourbon a París, con reflejos de sol cruel en -sus ojos maravillosos, para fijar en versos de una extraña suntuosidad -sus visiones de lo bello de ella, y como para gustarlas mejor a la -distancia, fué, entre nosotros, el sacerdote augusto del arte sagrado; -y de ese modo, él también, el residente de otra edad, como decía de sí -mismo Chateaubriand, a quien Leconte de L'Isle merece ser comparado. La -indiferencia desdeñosa que tenía por los imbéciles, el horror que él -les causaba, el disgusto que le inspiraban las solicitudes de la vida -corriente, sobre todo, la naturaleza adjetiva de su genio--a lo Vigny, -a lo Goethe, a lo Shakespeare--, todo contribuía a hacer de él como una -síntesis de este ser de antaño ya quimérico: el poeta. - -Tenía esa doble gracia de la eterna infancia de los sentimientos -unida a la majestad del espíritu. Ningún rasgo de sensibilidad ni de -puerilidad en su obra vigorosa, a la que los poco observadores acusan -de impasibilidad. ¿Impasible? ¡Esculpió el mármol y lo volvió sensible! -Pero tenía altos cuidados de pudor y de pureza. Su ensueño es casto, -casi ingenuamente, como el ensueño de todos los grandes poetas. Quería -«desaparecer, como autor, detrás de sus creaciones». Griego y clásico, -tanto por ese procedimiento estético, cuanto por su ideal de belleza. - -Esta reserva austera del escritor estaba en perfecta armonía con la -actitud del hombre, tranquilo y grave, y que evitaba las ocasiones de -ser visto. Pero los que lo han encontrado, no olvidarán aquel noble -rostro, aquellos grandes rasgos, esos labios donde la obligación del -desprecio había apenas atenuado el instinto de la bondad, aquellos ojos -admirables, demasiado luminosos tal vez, y que parecían deslumbrados de -su propia claridad. - -Era estoico, era pesimista. El orgullo ocultaba en él la ternura. Su -desprecio nacía de una comparación fatal entre el ideal constante al -cual tendía toda su alma, y las realidades humanas. - -Aunque lo haya dicho un ministro ante la tumba de ese poeta, no era el -desencanto lo que lo alejaba del bullicio de la muchedumbre. Después de -juveniles y breves tentativas, abandonó definitivamente todo deseo de -renovación social, para darse sin tregua a su obra, a la realización de -la belleza severa y perfecta de que estaba apasionado. En ese grande -esfuerzo, y de esa obra maestra en obra maestra, él se desarrolló sin -cesar, simplificándose siempre. - -Los críticos admiraron en él, muy particularmente sin duda, cómo fué -a la vez--simultaneidad rarísima--un bello rimador y un solícito -escritor. Los psicólogos le alabaron por haber representado sin falta -ninguna ese difícil personaje del poeta, ya fuera de moda, en esta -sociedad. Los jóvenes artistas literarios, en fin, recordarán todo lo -que el arte de escribir le debe; como él fué por poemas, más que por -sus opiniones, un maestro precioso, el jefe de la única escuela que -tiene algún porvenir: la escuela de la perfección. - - * * * * * - -Otros sillones académicos son tan gloriosos como el suyo: el sillón de -Renán, por ejemplo, o el de Taine. Pero el sillón de Leconte de L'Isle -tiene algo singular: es el sillón de Hugo, es el único--con el cuarenta -y uno--que, por derecho de tradición, pertenece a los poetas. - -Uno de éstos, en todo caso, y de los raros que justifiquen la -existencia de una Academia fundada con el objeto de honrar la -literatura. - -A propósito de la elección de M. Lavisse, creo oí decir a M. Ludovic -Halévy, aprobando que la Academia se hubiese agregado ese erudito: -«Es una buenísima adquisición. Se necesitan gentes instruídas en la -Academia.» - -Quizá se necesitan poetas también. - -Sin duda por François Coppée, Sully Prudhomme, José María de Heredia, -Paul Bourget, piensan los duques que la poesía tiene mucho lugar ya -en la representación oficial de la literatura francesa. ¿Pero no -conviene que esa Sociedad reserve, para embaucarla con honores poco -dispendiosos, un lugarcito para la poesía que ella encarnece de todos -modos? - - * * * * * - -A falta de un gran poeta, el académico de mañana podría ser un gran -jefe de escuela. Leconte de L'Isle fué todo eso junto. - -Y todo eso junto lo tenemos aún. Pero... - -Paul Verlaine es un gran poeta, es verdad, el maestro más amado de las -jóvenes generaciones y el que, en todo el siglo, tal vez, «ha observado -más la distancia entre la sensación y la expresión». Su obra es el -fiel reflejo de esta época desencantada y deseosa aún, atribulada -por remordimientos; testarudo en la esperanza y, a veces, contra el -porvenir y el pasado, se refugia o, mejor, se abisma, en la embriaguez -olvidadiza que presta un sentido a la aflicción de la hora presente. - -Verlaine es también un jefe de escuela. Todos los jóvenes lo imitan -antes de haber encontrado su propia vía: preguntad a León Vanier, que -los acoge algunas veces, y a Lemerre, que les reprocha olvidar el -ribazo del Parnaso. - -¡Pero!... La Academia se espanta al solo nombre de Verlaine; resucita -viejas leyendas y discute la obra también que ella juzga de anárquica, -literariamente, se entiende. - -¡Y bien! Emilio Zola es un gran jefe de escuela. - -No se trata aquí de preferencias personales, ni de saber si yo ignoro -lo que conviene pensar de «el espeso genio de Meudon», como decía -Maurice Barrés. Conste, al menos, que el autor de _l'Assommoir_ ha -estado a la cabeza del movimiento literario más importante que se haya -producido después del romanticismo. - -Preciso es que haya tenido razón, puesto que, en doctrina literaria, -concuerda con la doctrina filosófica de ayer (y aun de hoy un poco) el -positivismo, y con teorías estéticas ahora en derrota, pero que nos -dejan como testimonio de su paso muchas obras maestras. - -Zola es un poeta también. No pienso que sea útil afirmar, una vez más, -que hay poetas en prosa. Zola es eso. Tal visión de París, la segunda, -si no tengo mala memoria, de _Une page d'amour_, es uno de esos poemas -en prosa que sobrenadarán en el próximo naufragio del montón de toda -esta obra artificialmente una, extrañamente compuesta, indiscretamente -amplificada. El mérito particular de Zola será, sin duda, que con el -más grosero estilo posible, llega a dar algunas veces la impresión de -una obra de arte vibrante de vida. Es un mal ejemplo y de un efecto -espléndido. - -¡Pero...! La Academia arguye y chochea a propósito de Zola, y no quiere -darle más de seis, siete, ocho votos, cada vez que viene él a pedirle -sus favores. - -¿Tendremos largueza mañana? - -Las gentes de tacto y de gusto, las gentes que se cuidan de las -conveniencias, me responderán que ese no es el caso. Leconte de L'Isle -aborrecía el naturalismo y a los naturalistas. ¿No sería insultarle, -darle uno de ellos por sucesor? - ---Pero, ¿por qué? Forzar a uno de ellos, y al más ilustre a alabar -al poeta que les desdeñaba, ¿no sería algo picante? Esas grandes -oposiciones, ¿no son uso de la historia en las hermosas épocas? ¿No son -también la más preciosa de las enseñanzas? - -Sin dejar de admirar el alto porte, la bella actitud del poeta que, -durante toda una larga vida, nutrió de contemplación su pensamiento y -no descendió a la plaza pública. - -«Parmi les histrions et les prostituées.» - -Lamento no haya encontrado el secreto de ir hacia la muchedumbre -permaneciendo siempre el mismo. El alma de la muchedumbre se engrandece -bajo la mirada del que sabe conmoverla en sus profundidades--¡la -muchedumbre, cliente de la Biblia y de Shakespeare!--Los escogidos que -habían ido a Leconte de L'Isle le hubieran seguido al gesto que él -hubiese hecho hacia esa divina multitud. - -La naturaleza de su genio no quería el ruido. - -Creo que una imponente lección se deduciría muy bien del contraste -brillante que daría el sillón académico del gran misterioso, del gran -concentrado, del gran artista objetivista, al subjetivista apasionado, -desenfrenado, Verlaine; o al expansivo a toda costa, aun a veces a -costa del arte--Emilio Zola. - -Quizá la verdad y el porvenir pasaran entre la excesiva discreción -del primero y la indiscreción de los otros dos. En todo caso, ambos -son dignos de sentarse donde él se sentó. Los nombres de ambos, como -el suyo, significan el ideal neto y personalísimo. La juventud los -elegiría a cara o cruz... - - * * * * * - -¡Pero...! La Academia está falta de juventud. Podéis apostar, -seguramente, que la gloria va a abandonar el sillón de Hugo y de -Leconte de L'Isle: se lo apropiará la honrada notoriedad. - -Las candidaturas probables ya vistas con buenos ojos, son las de M. M. -Henry Houssaye, Stephen Liégard y Jean Aicard. - -No tengo nada malo que decir de esos señores. - -Henry Houssaye, como se sabe, resultó elegido inmortal. Verlaine está -cerca de la muerte y de la inmortalidad. Y Zola, el fuerte cazador, de -candidato perpetuo. - - Enero, 7-1895. - - [Ilustración] - - - - - EL PENSAMIENTO - ITALIANO - - Teatro, poesía y novela - La «enquête» de Hugo Ojetti - La opinión de los «Chêrmaitre» - - -PREDOMINA hoy, entre nosotros, lo italiano. El arte italiano reina en -Buenos Aires: díganlo si no las dos excelentes compañías dramáticas -que tienen como estrellas a Tina di Lorenzo y a la Reiter; la de G. -Salvini, que se anuncia; las compañías de ópera italianas, que se -suceden; la Tetrazzini, que vuelve a reinar con sus gorjeos; el extraño -y funambulesco Frégoli, que acaba de partir. - -La idea italiana nos informa: Bonghi escribe en _La Prensa_ y Edmundo -de Amicis en _La Nación_. - -Italia _for ever_! En la _Revue de Deux Mondes_, el vizconde Melchor -de Vogüe ha hecho notar recientemente, en su magnífico ensayo sobre -Gabriele D'Annunzio--tal como antes hiciera notar el vuelo de las -cigüeñas--, cómo se advierte en el mundo un renacimiento de la fuerza -del alma latina, iniciado, no en la gloriosa Francia, invadida por los -bárbaros, sino en la ilustre Italia maternal. - -_Il trionfo della Morte_ se está publicando en la misma revista; en -otras se ha traducido también gran parte de las obras del ilustre y -joven maestro de Napóles. - -De ocasión es, pues, saber la opinión que sobre el pensamiento italiano -actual y su porvenir tienen quienes en la península están a la cabeza -del mundo intelectual. Así lo ha pensado el escritor ameno y elegante -Hugo Ojetti, que, a la manera de Jules Huret en Francia, ha hecho en -Italia una _enquête_ por demás importante. - -Es, en verdad, Ojetti un encantador repórter, o más bien un explorador -literario. ¿La causa de su libro? Él se dijo poco más o menos: «En -Italia no hay crítica sobre la literatura contemporánea. Juntan los -críticos en sus vacuas personalidades las más opuestas profesiones, y -ya son soldados, ya abogados, ya empleados, ya periodistas políticos, -ya mujeres, ya sacerdotes católicos.» ¿No puede decirse _et pour -cause_, lo mismo en nuestra literatura de lengua española? Y seguía -pensando Ojetti: «Apenas dos o tres son cultos y sinceros; pero sus -voces, por la permanente escisión étnica del todavía vano reino de -Italia, no son escuchadas más allá de los límites de su propia región. -Los otros pseudo-críticos no saben hablar; hablan sobre todo y sobre -todos; y ahora que los curas no están más en boga, gritan--como éstos -hacían antes--contra toda obra nueva, el _pulvis es_. No se puede -apreciar nuestro actual estado ni porvenir intelectual, ni por los -diarios políticos, que son generalmente enemigos de la Gramática, -del arte y de las letras, ni por las raras revistas, jóvenes, -ignoradas o pasajeras, o viejas, supersticiosas y pedantes; ni por los -libros--difíciles de hacerse por la insapia y pobreza de los editores, -etc.» - -Es un hecho que un movimiento de vida se nota. El público mismo -comienza a dejar los libros franceses por los italianos. ¿Cómo hacer -ver, hacer observar al público este movimiento, si no hay crítica? - -Pues bien; concluyó Ojetti; iré de ciudad en ciudad y de casa en casa, -a que los _chêr maitre_ me digan lo que piensan al respecto, sea bueno -o sea malo; pesimistas y optimistas hablarán con el público claramente -y por mi medio. - -Esto, dice él, «es casi un principio de socialismo estético. Pero el -público sabrá a qué atenerse». - -Y fué, en efecto, en viaje de investigación, a las viejas y a las -jóvenes autoridades. Pocos nombres valiosos faltaron para su _enquête_, -como Rovetta, como un Rapisardi, como Neucioni, como Guerrini. - -Y ahora, homeopatizando, como es a propósito para una información de -esta clase, comenzaremos con la visita que hizo al gran - - GIOSUÉ CARDUCCI - -Para verle tuvo que ir a Bolonia, «la Atenas italiana», en donde -Carducci _pontifica_. Tiene su casa fuera de la ciudad, entre Porta -Mazzini y Porta Santo Stéfano. Casa más que confortable. Libros -muchos, muchísimos libros, no siendo pocas las ediciones princeps y -obras raras, y siendo mayor joya una _Commedia_ de la primera edición -de Aldo, regalo de un admirador. Entre retratos de Hugo, Mazzini, -Garibaldi, Mario, y un busto del Dante, un largo mechón de cabellos de -Goffredo Mameli. - -Le vió, y he aquí el extracto de lo que dijo el poeta: - -Nos falta una _Storia del risorgimento italiano_, hecha con ciencia y -arte, pero sin ostentar erudición. Voy a hacerla. Comenzaré pronto, -pronto. Una historia así es necesaria para el pueblo. Haré algo útil. -¡He hecho tantas cosas inútiles! Sin erudición. Será una cosa útil. Y -volviéndose al señor Rugarli, que estaba presente:--¿Cree usted que la -erudición que tenemos nos sea útil? ¿Para qué? Y siguió hablando sobre -lo mismo. - -Se habló del _Cristo alla festa de Purim_--publicado en Buenos Aires -en _La Nación_--, y recordó la _Giuda_ de Petruccelli della Gattina. E -hizo un _calembourg_:--Sí, el drama de Bovio, es un _Cristo in puré_. -¿Y de lo que iba a preguntarle Ojetti? - -Ni palabra. - -Como es sabido, Carducci es consejero comunal y provincial de Bolonia, -ciudad en donde reside desde 1860. Su vida es metódica. Trabaja toda -la mañana. A las doce, se traga tres huevos crudos. Lunes, miércoles -y viernes, va a dar sus lecciones puntualmente, a las cuatro. Luego -pasa a lo de Zanichelli, en donde toma el _Corriere della Sera_. -Come a las seis y goza de buen apetito. A las nueve, va otra vez a -lo de Zanichelli, a charlar o a jugar al briscolon, o a leer (tres o -cuatro veces en los inviernos) Dante u Horacio, y lee admirablemente. -Administra muy bien el capital que ha ganado; pero parece que éste no -pasa de ochenta mil liras. Tiene tres hijas, todas casadas; Bice, con -el señor Bebilacqua, de Livorno; Laura, con el ingeniero Gnacarini, y -Liberta--la Titi del _San Guido_--, con el ingeniero Masi. - -Me parece que para detalles tienen suficientes ya los admiradores de -Carducci. Otro sí: hay que agregar, que no es gran conocedor de la -música--_da buon poeta_, dice su _interviewer_--; se quiere hacer el -wagnerista, pero en el fondo «si commuove solamente e sinceramente -quando ascolta _O signor che dal tetto natio!_» - -Ojetti teme que el ambiente, que el _medio_ boloñés, entumezca en parte -las alas del águila de las _Odas bárbaras_ en su vivaz vejez. - -Y después de Carducci, - - ENRICO PANZACCHI - -También en Bolonia, y «el hombre más simpático de su ciudad». Sutil -como un crítico, pero entusiasta como un poeta. Charla y discute -cortés y convincente. Es el tipo _ideal_ de Bolonia la docta. - -Le encuentro en la Pinacoteca, de la cual es director, y en donde tiene -su cátedra de estética. Su estudio, revuelto en un bello desorden de -libros nuevos y viejos, y adornado con dos ricas joyas de Serra, el -pintor, dos cabezas de viejo. - -Panzacchi es alto, gentil, de cabellos grises, el que viste más -elegantemente de todos los escritores boloñeses. Hallóle Ojetti en la -Pinacoteca. He aquí la esencia de sus ideas sobre las preguntas del -_interviewer_: Separa las literaturas latinas que resultan de la obra -semejante de muchos contemporáneos escritores, de las literaturas del -Norte, que en el fondo existen solamente por labor de individualidades -distintas. - -La razón de la decadencia, de la general decadencia de la literatura, -del arte, tiene bases económico-sociales. - -En Italia, más que en cualquier parte, o, al menos, con mayor -sinceridad, se siente lo _nuevo_. «Digo _nuevo_, dice Panzacchi, para -no usar el adjetivo _moderno_, que por el abuso ha llegado a ser falso, -y a perder casi todo significado.» - -No asegura claramente un despertamiento en Italia: ve más bien un deseo -y tal vez una conciencia de despertamiento. Es oír trabajar sutil, -disperso, profundo, oíble tan solamente para las orejas expertas; pero -el trabajo existe, ciertamente, y tiene carácter italiano. - -En Italia, con mayor sinceridad que en ninguna parte brilla sobre la -producción, de los ingenios, de algún tiempo acá, una vaga luz de -misticismo. ¿Reacción? Acción espontánea del alma, fuera de toda razón, -de método literario. ¡Quién sabe! Corifeos del movimiento, la Matilde -Serao y Antonio Fogazzaro. En Francia ha habido igual movimiento, -pero no son sinceros; la sinceridad, la fe, la necesidad absoluta -de la fe, son cualidades necesarias. ¿El misticismo de D'Annunzio? -Es un misticismo muy afrodisíaco, una necesidad de los sentidos, y -de los sentidos más bajos, no una necesidad del alma. No es síntoma -de debilidad el misticismo. No hay que confundir el ascetismo con -el misticismo. Los amores florecidos de medrigales, o grises de -sentimentalismo, han hecho su consumo. Hoy los jóvenes deben buscar -la forma de arte. Carducci ha iniciado ese movimiento. Su mérito es -todo de la forma. El ha dado a la poesía y hasta a la prosa literaria -italiana, una nueva forma: forma noble, digna del pensamiento. - -Después Ojetti fué a ver al místico - - ANTONIO FOGAZZARO - -Seghe di Velo, lugar en donde el escritor tiene su «villa». - -«Es así, dijo Fogazzaro; el misticismo es natural, no efecto de -reacción. - -_Miranda_ aparecía en 1874, cuando todavía el naturalismo, con Zola a -la cabeza, no había obtenido tan resonante triunfo que provocasen una -reacción. Ahora bien; en _Miranda_, está claro, me parece, la necesidad -de lo sobrenatural y de lo sobrehumano. Desde niño, aun por razones -de familia, he tenido esas ideas; tengo cincuenta y dos años. Antes -leía todos los libros que estaban en la corriente de mi aspiración, -muchos libros ingleses: las _Contemplations_, de Víctor Hugo. Después, -lentamente, fuera de ciertos libros de filosofía, especialmente -ingleses, he concluído por evitar la lectura de libros animados por -ideas semejantes a las mías. Ahora leo casi siempre libros de maestros -naturalistas; estudio y admiro a Zola con entusiasmo.» - -Es Fogazzaro un solitario que se complace en la soledad. Cuando -va a Vicenza no habla de arte con nadie. Tiéntale el estudio de -los fenómenos de la sugestión, espiritismo, hipnotismo. En cuanto -al movimiento neomístico, no cree en la sinceridad de todos los -escritores. A Julio Salvadori le juzga, sin embargo, sincero. Y dice: -«soy católico rígido, severo, convencido. No concedo a mi fe ni -oscilaciones ni dudas. No me hago una religión _para mí_, acepto el -cristianismo católico y soy entusiasta. Hay que ver el catolicismo -con ojos que alcancen lejos. En Italia ha sido y es siempre pequeño y -contrahecho, en su apariencia. Mire en América la cuestión _Knights -of labour_, que primero fué rechazada por el obispo Onebec, y después -aceptada por los prelados más rígidos y sabios, con palabras tales, -que aquí, en Italia, parecerían imposibles en boca de sacerdotes. -¡Esto conduce a proclamar la máxima de que la iglesia debe secundar -los movimientos de la mayoría nacional! Y todavía mírese en Chicago -el Congreso de las religiones, donde un príncipe de la iglesia ha -entonado, entre los sacerdotes más diferentes, entre bramanes, -mahometanos, confucistas, ulemas, una plegaria cristiana, y todos, -universalmente, han respondido en coro con voces altísimas. ¿No es -éste un sublime espectáculo? Y no es esto sino los casos más próximos, -más visibles, más fáciles de recordar. Nosotros, nosotros somos -pequeños; nuestros ojos son débiles, nuestras mentes limitadas. Pero el -catolicismo es inmenso, y santo, y eterno.» - -La cuestión de la patria tocóla el _interviewer_ ligeramente. Lo cual -hizo declararse liberal a Fogazzaro. Anunció un libro _Piccolo mondo -antico_. Concluyó: «Yo soy un socialista católico convencido. La -palabra del Cristo es el verbo del socialismo más sano, más recto y -también más audaz.» - -Por esto no comprendo cómo Matilde Seras haya escrito que la única -cosa que le disgusta en la doctrina del Cristo era el socialismo. Pero -si es el fundamento del cambio social. Y yo lo sigo aun fuera de la -teoría, propagándolo en los libros y realizándolo en lo poco que puedo. -El socialismo no matará el arte. El arte no muere. Se modificará, es -cierto, pero ganará en sinceridad. Como se hablase de Tolstoi, juzgólo -como una mente desequilibrada en gran manera, pero valientísima. - -En la villa de Velo, fundada por aquel a quien Fóscolo llama _qualtro -comuni_ en su epistolario, los dos hombres de letras siguieron -conversando. - -En Vicenza, cerca de la villa de Fogazzaro, vió Ojetti a - - PARLO LIOY - -el sabio poeta, o más bien el poeta sabio. - -¿Quién no ha quedado encantado si ha recorrido las páginas de _Notte_? - ---«Yo no veo, dijo Lioy, ningún despertamiento en nuestra literatura -y en nuestro arte. Todo es mediocre. Los atrevidos poetas que un día -se figuraban cabalgando insolentemente entre la baja muchedumbre con -los ojos fijos en el sol, andan hoy en velocípedo. Es un símbolo. Es -el triunfo de la mediocridad. El arte y la literatura, no sólo se -modificarán, sino que morirán. Y no será una gran lástima; ni un daño -para muchos. Reina hoy en nuestros jóvenes, el alejandrinismo, en forma -y en substancia. - -El socialismo vencerá. En un libro que tendrá por título _Fuori all' -aperto_, y que saldrá pronto, habrá un capítulo sobre el _socialismo -animal_, y demostraré cómo entre los animales existe el régimen -socialista; hay la más perfecta y continua forma de vida social. En -cuanto a los neomísticos, el único sincero es Fogazzaro.» Y un golpe a -las _bas-bleu_:--¿Qué piensa usted de nuestras escritoras? - ---Pienso que ninguna de ellas es digna de tal nombre, fuera de -Matilde Serao. Su número creciente es un síntoma de decadencia; es la -mediocridad que conquista el arte y lo sofoca. - -Tenían ambos artistas bellos paisajes a la vista, maravillas de -hermosura natural, un claro cielo lleno de sol. Lioy hablaba de ciencia -y arte. - - Septiembre, 2-1895. - - [Ilustración] - - - - - GIOVANNI RUFFINI - - -GÉNOVA acaba de inaugurar el busto de Giovanni Ruffini. He aquí un -nombre entre nosotros desconocido, el de una personalidad un tanto -olvidada; pero que resurge hoy, en su patria, a la glorificación del -simulacro. El telégrafo comunicó la noticia a un diario, hablando de -«Juan Ruffini, que formó parte del comité de la Joven Italia, y que fué -desterrado a Inglaterra». Persona de autoridad me dice: «Sí, realmente, -fué un patriota; pero no se distinguió mayormente su patriotismo, ni -llevó a cabo hazaña ninguna en tal sentido. La hazaña que él llevó -a cabo fué escribir en inglés, como un inglés, un libro que es casi -una obra maestra, _Il dottor Antonio_, el cual contiene quizás las -más bellas descripciones que existen de la Riviera, del camino de -la Cornice, siendo una novela interesantísima. Este y otros libros -escribió, todos en inglés, que obtuvieron una inmensa popularidad en -Inglaterra y todos los países de lengua inglesa, y que sus compatriotas -tuvieron que leer traducidos. No conozco, a lo menos no recuerdo, un -caso tan extraordinario como éste. Ruffini fué a Inglaterra ya hombre -formado, y creo que sin saber una palabra de inglés.» - -En verdad. El caso es excepcional, y tengo para mí que Ruffini hizo -obra de maravillar. El único ejemplo que recuerdo--a más de algún -heterodoxo español estudiado por Menéndez Pelayo--que pueda compararse, -en lo referente a la lengua, con el de Ruffini, es el D. Pascual -Gayangos, recientemente fallecido en Londres. El viejo Rosetti, padre -del divino poeta de simbólico nombre Dante Gabriel, no sé que llegase -a poseer el idioma inglés de tan perfecta manera. En Francia, lo sabía -magistralmente Mallarmé, y lo saben, entre otros, Marcel Schwob y -Bourget; pero escribirlo literariamente ya es otra cosa, y no pasarán -de lo que hacía Merimée, de prodigiosa poliglocia: escribir versos -ingleses de amor--cuando se está enamorado de una inglesa. - -El busto de Ruffini es de Justicia; pero no han de ver las generaciones -en él la representación de un hombre político de este o aquel círculo -histórico de su tiempo, ni al mártir que quiere presentarse; su -figura modesta se perdería entre tanto hombre de bronce y mármol que -puebla las plazas italianas al amparo de la memoria patriótica, desde -el caballero de la camisa roja hasta los personajes de tercero y -cuarto orden de las épocas agitadas de las revoluciones peninsulares. -Aparecerá, sí, en su legítimo valor, el talentoso sensitivo, el -novelador de imaginación y de corazón, que realizó en sus obras una -tarea de patriotismo si gustáis, pero principalmente de virtud y bondad -humanas. - -En el palacio de la gloria del pensamiento y del arte, hay una inmensa -muchedumbre de elegidos, pero cada cual guarda su propio rango. Habitan -allí seres de distintos aspectos y de distintas tallas. Hay emperadores -como Shakespeare, como Dante, como Hugo; reyes como Virgilio, como -Milton, como Goethe; príncipes como Gautier. Hay colosos, hay enanos, -hay bufones, hay locos; criminales y seres cuyo símbolo es un corazón. -Pasan por los pavimentos de mármol y de ónix, mantos de púrpura, -obscuras y sombrías capas. Tras las columnas se ven pasar pajes -ricamente vestidos, que hacen brillar sus puñales de puños de pedrería. -Entre la grandeza, la riqueza, el genio tiránico y absoluto, circulan -perfumes misteriosos, encantadores, peligrosos, de un raro poder de -fábula; os marean, os seducen, os matan. Podéis ascender al cielo; pero -también podéis caer en una trampa y perderos para siempre. Descended -conmigo al jardín; allá, en lo silencioso de las altas alamedas, por -donde discurre un aire benéfico y los sanos árboles aprueban. No -lejos está la blanca pila y el cisne gentil en ella. Por allí juegan -los niños. Por allí se van a sentar en los bancos solitarios, las -viudas enlutadas, a hojear un libro, a sentir como una lejana harpa de -melancolía, inclinando a un lado la cabeza, como los pájaros de Dios -cuando escuchan. Por allí pasan los hombres buenos, los que trajeron -a la tierra algún don de esperanza o de consuelo; amor esencia de fe, -música de lo alto, miel de la luna; los que curan las heridas que -hacen los malos, sonrientes o suavemente melancólicos, o generosamente -heroicos, un poco pastores, un poco niños, un poco curas. Y, por un -recodo, a la dulce hora de la tarde, he ahí que veréis aparecer sólo al -buen Giovanni Ruffini, que en su tranquila inmortalidad se pasea entre -violetas de amor y rosas de patria. - - * * * * * - -D'Annunzio nos ha contado encantadoramente algo de la persona de -Ruffini, cuando le conoció en París en 1873. - -«Ruffini tiene el aspecto de un buen padre de familia. Su semblante, -abierto y suave, como dicen los que sostienen que el _mundo empeora_, -no se encuentra ya en nuestros tiempos. Su fisonomía recuerda los -enormes retratos que adornan los salones de las casas patricias; a -primera vista diríase que tiene unos sesenta años, y goza pudiendo -añadir que parece destinado a despachar otros sesenta. A pesar de su -aire pacato, bien se adivina por los movimientos de su semblante y el -tono profundo de su voz, que ha llevado una vida agitada por vigorosas -pasiones y que ha sufrido grandes dolores. - -Como en las páginas del _Doctor Antonio_, así en su semblante, en -su acento y en su conversación, hay algo de melancólico. Melancolía -templada por tanta benignidad y dulzura, que jamás se descubre lo -amargo. Sus mareas y lenguajes son de una sencillez infantil; parece -que siempre hemos vivido juntos, y sus miradas y preguntas hacen creer -que más bien es él el que ha venido movido por los mismos sentimientos -vuestros a conoceros.» - -Tal rápido retrato, se compadece perfectamente con el Ruffini que -os vendrá a una imaginación después de la lectura de sus amables y -fluyentes narraciones. Sus novelas son verdaderamente balsámicas y -tienen la particularidad del exacto documento, por mucho que sea el -ambiente romántico que en ellas circula. A D'Annunzio mismo, confesaba -él la realidad de sus personajes, el ser sus fabulaciones copias -directas de la vida, sobre todo la célebre del _Doctor Antonio_. Ya -antes, él había repetido eso mismo, insistiendo en ser dicha novela una -_verace istoria_. - -Giovanni Ruffini nació en Génova el año 1807 y murió en Taggia el 3 de -noviembre de 1881, en la villa Eleonora, finca de su propiedad. Sus -padres, el abogado Bernardo Ruffini, y Eleonora, hija de la marquesa -Carlo, tuvieron cuatro hijos: Ottavio, Jacopo, Giovanni y Agostino. -Giovanni, a la edad de siete años, fué enviado por su padre a Taggia, -y allí se crió confiado a los cuidados de su tío, canónigo, que se -dedicaba más a sus olivares que a su sobrino. Poco acomodaticio a -tan ingrata tutela, se fugó el muchacho, y entonces se le colocó de -interno en el Reale Collegio di Génova, bajo la dirección de los padres -Tomaseos. Luego pasó a la universidad, en donde conoció a Mazzini, que -fué su íntimo amigo; con su hermano Jacopo, entró luego a las filas -carbonarias. - -Mazzini había organizado en Marsella la nueva sociedad La Giovane -Italia, en cuyo comité figuraron los hermanos Ruffini, en arrojados -intentos revolucionarios. Descubierta la conspiración, Jacopo fué -denunciado, y junto con su hermano Attavio, preso. Jacopo se suicidó en -la cárcel. Giovanni y Agostino lograron escaparse primero a Francia y -después a Inglaterra, en donde se dedicaron a la enseñanza de letras. -En 1848 volvieron a la patria y fueron elegidos diputados al Parlamento -piamontés. Giovanni Ruffini fué nombrado por Gioberti ministro en -Francia, pero no aceptó y devolvió las 9.000 liras que había recibido -para gastos de viaje. - -Fué una feliz resolución. Desde entonces se dedicó por completo a la -vida literaria. Poseyendo el inglés a maravilla, escribía una lengua -purísima, a punto de que uno de sus traductores, Acquarone, afirmaba a -este respecto: «Si direbbe da noi, da trecentista.» _Lorenzo Benoni_ -y _Angolo tranquillo sul Giura_, obtuvieron un buen suceso, y le -aseguraron un vivir holgado. En París pasó algún tiempo en relación con -el mundo de la literatura y del arte; era un piloto admirable en la -gran ciudad, según De Amicis, cuando a la sazón le conociera. Murió -años después en Taggia, y en 1882, por iniciativa de los estudiantes -genoveses, se colocó en el vestíbulo de la universidad una inscripción -que dice: «A Giovanni, Jacopo, Agostino, Ruffini--Cuando piú tetra -incombea la tirannia--El l'ignavia dei voghi appellavasi pace--con -virile intendimento di libertá--La gioventú italiana--Educarono--Alla -religione della patria a del vero--Travolti da la via dell'esiglio -Giovanni e Agostino--con gli scritti e con l'opere--Tennero alto -l'orgoglio del nome italiano--Cui gli stranieri stanchi d'invidiare -Onorarono--Jacopo venuto a mano degli oppressori--Suggellava la -sua fede di mártire--Col rifluto magnánimo della vita--Perche alla -venerazione dei posteri--Non mancasse l'esempio--Di tante cittadìne -virtú--Gli studenti del genovese Ateneo ponevano.--1882.» - -Pero, ¿queréis saber algo del Doctor Antonio? Tenéis razón. - - * * * * * - -Se trata de una novela de amor y de patria, aromada de un optimismo -generoso, que para consuelo cierto, se basa en la vida real. La escena -primera pasa entre Génova y Niza, en esa deliciosa vía de la Cornice, -que no olvidará nunca el viajero que la haya recorrido al amor de los -dos divinos azules del mar Mediterráneo y del cielo italiano. Un noble -inglés viaja con su hija, que busca su salud en la tierra del sol, y -sabido es cómo el país del humo y del _spleen_ envía sus cargamentos -de cisnes y de rosas anualmente a Italia a proveerse de primavera. -Lucy, la más lilial de las misses y en la cual emplea Ruffini todos sus -blancos y sus suaves rosados, es la flor de la narración. Un accidente -desgraciado en que la joven sufre y la causal intervención de un -médico de campaña--el Doctor Antonio--es el origen y principio de la -historia romántica y romancesca. El tipo del Doctor Antonio es una de -esas creaciones caballerescas y llenas de vida que no abundan hoy, por -cierto, en la literatura a la moda, con excepción del sonoro Cyrano, de -sublime penacho; un espíritu bravo y puro, impregnado de naturaleza, -fuerte y decisivo, soñador no obstante, creyente apasionado en el -ídolo de la patria y sensible al roce de una hoja de flor su carnadura -de meridional asoleado y martillado para tempestades. Es ciertamente -un patriota en el poético sentido de la palabra, un patriota de esos -tiempos fulminantes de la Italia de Pío IX, extensamente descrito -en tantos volúmenes especiales y contenidos de manera magistral en -una página de psicología histórica de Gebhart. Un patriota del país -del arte, un tanto lírico en su sinceridad y, por lo tanto, noble y -simpático. - -Un Doctor Antonio que bien pudiese ser una transmutación del mismo -Ruffini. El médico siciliano y la señorita inglesa, más felices que -los árboles de los versos de Heine, se encuentran. Pero el idilio de -la palmera y del pino no podrá tener su completa realización. Esta -simpatía sutil que va haciendo hasta convertirse en amor, ese vínculo -espiritual y pasional que une desde luego a la bellísima londinense -con el bruno caballero de su Italia, tiene que romperse; ella cae en -el matrimonio y él en la política. Pero después de larga ausencia -vuélvense a encontrar, y aquella antigua llama revive por un momento, -para ser apagada bruscamente por la tristeza y la muerte. - -Amor tardíamente confesado, a pesar del fuego contenido y devorante; -desilusión de la existencia amorosa, sacrificada a la pasión patriótica. - -El Doctor Antonio, prisionero, que rehusa, en la escena final, la -libertad de su siempre amada, por abnegada causa; Lucy, o sea Lady -Cleveton, que expira, así como se rompería un fino vaso de cristal. El -intermedio lo ocupa la parte de historia política, con la información -profusa que debía de tener Ruffini, o diversos episodios interesantes, -entre ellos el de los amores de Speranza, la muchacha italiana, fresca -y dulce y buena como una fruta de su país. Italia aparece siempre -en todo el libro con su influencia benigna y dadora de la alegría y -del bienestar. Con razón, cuando el padre de Lucy, lord Davenne, ha -encontrado, como Aníbal, su capua en la _Hosteria del Mattone_, exclama -el autor: «¡Oh, Italia, bella Italia! Tú posees el secreto de amansar -y someter todo carácter de hombre, por muy arisco y rebelde que sea. -Aquéllos sobre quienes sopla tu tibio aliento, ceden a ti. Muchos -han venido a ti con oído y con desconfianza, con la lanza en ristre; -pero no bien gustaron la leche suave de tu seno, arrojadas las armas -a tierra, te han vencido y llamado madre. Está llena toda la historia -de tales conquistas; tierra madre de grandes bellezas y de grandes -dolores.» - -La cita de este párrafo me lleva a hablar del estilo de Ruffini. No -he podido conseguir el original inglés; pero en la versión francesa -que conozco, y en las dos italianas que poseo, sobre todo en la de -Acquarone, que me parece la mejor, se revela un escritor de raza, -elegante, sin pompa, y que supo librarse de la declamación oratoria de -su tiempo, sin perder su lirismo nativo, su pasión, y su verbo. Para -las citas de la parte política de su historia, se basa en Bonaccorsi -y Lumía, Amazi y Gualtero. Sus descripciones son de un pintoresco -sugerente y parco, hechas con observación y poesía, sin que falte de -cuando en cuando la dulce y misteriosa nota de acuarela propicia al -ensueño. Así en la entrada de la novela, en la pintura del santuario, -en distintos puntos en que Ruffini se demuestra eximio paisajista y -sentidor veraz del encanto natural. Maneja el diálogo con vivacidad, y -apenas suele perturbar la agradable sutileza de las escenas, una que -otra desertación explicativa que basa la parte que llamaría «civil» -del argumento. Mas lo que en realidad nos ase y comueve, es el fuego -de los caracteres, el conflicto. Lucy es una hechicera creación de -Ruffini, que corresponde en literatura a una de las bellas figuras -pictóricas de su semi-compatriota Dante Gabriel Rossetti. Hay un -vínculo mental que une claramente a Italia e Inglaterra: los nombres -de Shelley, Byron, Rossetti, Ruffini, etcétera, bastarían para -atestiguarlo. - - [Ilustración] - - - - - MARCO AURELIO SOTO - - El ex-Presidente de Honduras, - muerto en la guerra de Cuba. - - -A ser cierta la noticia publicada en _La Nación_, el Presidente de -Honduras, Marco Aurelio Soto, ha concluído su vida de manera que no se -hubiese pensado nunca. - -Vivía en París, rico y tranquilo, después de haber gobernado su pequeño -país, en donde contaba con un partido no por cierto insignificante. Era -hombre culto; bajó de su Presidencia porque sí, razón que en la América -Central priva sobre todas. Se recuerda su Gobierno como una especie -de Luis XIV; el Luis XIV de Honduras. Bajo ese Gobierno, las musas, -representadas principalmente por un emigrado cubano--poeta famoso, -José Joaquín Palma--, fueron tratadas como Reinas. Se decretó la -adaptación oficial de la Ortografía de la Real Academia Española, y en -el Diccionario de la Lengua, en la lista de los socios honorarios de la -ilustre Corporación, que son tan sólo siete, y entre ellos dos testas -coronadas, figuran dos centroamericanos, uno de ellos Marco Aurelio -Soto. El Doctor Holmberg no podrá negar que aquella ley ortográfica -merecía la singular distinción. - -Como la mayor parte de los Presidentes de la América Central descienden -del Poder cuidadosamente prevenidos para las vicisitudes de la vida, -Soto hizo lo mismo. Buenamente descendió de la Presidencia y se fué -a la capital preferida de los _rastas_, en donde tuvo el buen gusto -de no ser uno de ellos. Antes bien, se dió a sus estudios preferidos; -y, gozando de sus rentas, sin los ruidos de Guzmán Blanco y sus demás -imitadores, frecuentaba medios intelectuales y se hacía apreciar por -sus buenas dotes. Laurent era su compadre, y Vacquerie era su amigo. En -la colonia hispanoamericana era estimado y querido. Creo no equivocarme -si afirmo que, con Heredia y Vacquerie, asistió al banquete dado en -París en honor del general Mitre. El poeta Palma le administraba en -Centro América sus intereses; y a trabajos de su lírico amigo debió que -se le desembargasen sus inmuebles en Guatemala, confiscados cuando el -Gobierno de Honduras le atacaba con especial firmeza. - -Palma es el autor de muchas poesías que tuvieron gran boga en el -continente, entre ellas la célebre _Tinieblas del alma_, una de cuyas -estrofas fué atribuída a Andrade, quien la había dejado entre sus -papeles, copiada de su letra: - - Ya la fe en mi ser no arde, - Ni mi lira finge ufana - Los himnos de la mañana, - Los murmurios de la tarde; - - Ya a los días - De mis dulces alegrías, - El tiempo cruel les ha echado - El sudario del pasado. - - Por eso, en tan triste calma, - Vienen a ser mis canciones - Fugaces exhalaciones - De las tinieblas del alma. - -Hermano de Marco Aurelio Soto es también otro poeta, Máximo Soto -Hall, que anda tratado por ahí, en un soneto infantil muy conocido en -aquellos mundos, y que Salvador Rueda reprodujo en uno de sus libros. - -Años pasó el ex Presidente fuera de su país; el general Bogran era su -terrible enemigo. Una revolución habría sido peligrosa, sin contar -con el apoyo de los Gobiernos vecinos. Se habló, sin embargo, de una -revolución; pero ello fué vago rumor, sin razón alguna. Hoy, con el -Gobierno de Bonilla, la tentativa habría tenido menos probabilidades de -éxito, pues el país, según los ecos que nos llegan, está satisfecho de -ese hombre de progreso, de inteligencia y de justa libertad. - -¿Cómo pudo abandonar Soto su espléndida casa de París y sus gustos de -europeo, para ir a la manigua a pelear por la causa cubana? Sólo un -antecedente hay que podría explicarlo. - -Muchos cubanos emigrados que tomaron parte importante en la pasada -guerra de Cuba, se establecieron en Honduras en tiempos que Soto era -Presidente de la República. Entre ellos estaba el hoy jefe de la Junta -revolucionaria, Tomás Estrada Palma, a quien el Gobierno hondureño -protegió. Asímismo fueron acogidos Roloff, Crombet y otros. Tomás -Estrada Palma se casó con una hondureña, y formó, como pedagogo, a casi -toda la juventud del país. No hace mucho, Soto hizo un viaje de París a -Guatemala. A su paso por Nueva York sufrió el ardoroso contagio que el -doctor Veyga y otros americanos distinguidos. Y ha ido a encontrar la -muerte gloriosamente. Valdría más, en todo caso, que la noticia no se -confirme. Larga y buena vida es de deseársele a quien ayudó noblemente -a Augusto de Armas, en su lecho de hospital, en donde murió por París. - - 22 noviembre 1896. - - [Ilustración] - - - - - NOTAS ESPAÑOLAS - - - I - -EL joven poeta americano que vuelve de las corridas de toros, me -manifiesta su descontento. Él venía bien pertrechado: Gauthier, Dumas, -De Amicis, Barrés. Y su imaginación. Pero bien, le digo, ¿no ha -encontrado usted en la Plaza algo de bizantino, algo de romano? ¿No le -ha impresionado la muchedumbre, semejante a la de los clásicos circos? -¿Los toreros, de oro y seda, el sol, sobre todo, y la flotante alma de -España? - ---Sí--me contestó--; todo eso es verdad y lo he sentido. ¡Pero las -tripas, señor, las tripas de los caballos! - -Confieso que, como al joven poeta, me encantan todos los preliminares -de la lidia, y me regocija lo pintoresco y musical del espectáculo; mas -protesto en cuanto empieza la fiesta de la sangre y, ante mis amigos -españoles aficionados, me pongo en ridículo. En vano he leído a Pascual -Millán y al Conde de las Navas; en vano soy amigo de Mariano de Cávia; -en vano he visto, no sin poco asombro, el entusiasmo tauromáquico -parisién de Laurent Tailhade, que conoce sus clásicos, y que me hablaba -en un café de Montmartre, hace ya algunos años, de lances, de Montes, -de volapié y de descabello, delante de Gómez Carrillo, que sonreía -de mi estupefacción. En vano fuí amigo personal de Ángel Pastor, en -Aranjuez. No se compadece conmigo sino la parte decorativa del coso, -por lo cual los taurófilos harán bien en compadecerme. - -Que todo eso tiene su hermosura especial, ¿quién lo negaría? Muchos -grandes artistas y escritores extranjeros son los primeros en -reconocerlo. Confieso que, con caballos destrozados y todo, son -preferibles los toros, por su estética, siquiera bárbara, a espectáculo -en que se hacen pelear gallos pelados, correr por hombres enanos -caballos flacos, o deshacerse las mandíbulas y sacarse los ojos a -puñazos salvajes cebados y de fenomenales bíceps. En la lidia hay -gracia, arte ágil, color, opulencia y elegancia. La música anima la -representación, y, en verdad, por el giro de los lances y la variedad -de las acritudes y pasos, se diría un «ballet». Un «ballet» sangriento -y heroico. - -No me da mucho rubor mi desafición a las corridas de toros, cuando sé -que, entre ciento, Castelar, por ejemplo, y doña Isabel la Católica, -no eran partidarios de estos ejercicios. Y combatientes de ellas, ha -habido como el temible D. Gaspar Melchor Jovellanos, que dejó sobre el -caso páginas enérgicas y memorables. - -Yo he visto cuanto se puede ver en una corrida famosa, dada en honor -de los Reyes de Portugal, en 1892, cuando las fiestas del Centenario -de Colón, Lagartijo, Caraancha, Guerrita, caballeros en plaza, arte -retrospectivo, ¡qué sé yo! Aquello era una fiesta de la más refinada -tauromaquia. Admiré lo pintoresco, lo artístico, lo bizarro. Pero -siempre me crisparon los nervios, como al poeta americano, las tripas -de los caballos inicuamente sacrificados, a pesar de las explicaciones -de los inteligentes y conocedores, que me decían ser indispensables -esas carnicerías para poner al toro en estado de ser banderilleado y -luego muerto por el espada. - -Busqué luego una pintura, una descripción de la corrida en todo el -parnaso español, y no la encontré, habiendo, como hay, muchos versos -sobre toros, como aquéllos que son sabidos de memoria por lo clásicos y -repetidos: - - Madrid, castillo famoso - Que al rey moro alivia el miedo, - Arde en fiestas en su coso, - Por ser el natal dichoso - De Almenón de Toledo. - - * * * * * - -Y luego me encontré con la poesía de Manuel Machado, en que, por fin, -se concentraba en bien coloreados paneles la fiesta nacional. El -sutil lírico sevillano que ha hecho cosas tan finas y delicadas, es un -gran aficionado al arte de los beluarios de coleta; y quien haya visto -alguna vez una corrida de toros, hallará en esos versos el trasunto de -sus impresiones, momento por momento. Machado dedica su poema rápido -«al maestro Antonio Fuentes». A todo señor, todo honor. Hénos ya en el -principio de la corrida: - - Una nota de clarín - desgarrada, - penetrante, - rompe el aire con vibrante - puñalada... - Ronco toque de timbal. - - Salta el toro - en la arena. - Bufa, ruge... - Roto cruje - un capote de percal... - - Acomete - rebramando, arrollando - a caballo y caballero... - Da principio - el primero - espectáculo español. - - La hermosa fiesta bravía - de terror y de alegría - de este viejo pueblo fiero... - ¡Oro, seda, sangre y sol! - -Es el extracto lírico de un capítulo de Gautier y la reproducción -exacta de los primeros momentos. Solamente que pudo consagrar algún -oro, raso y músicas, para la salida de la cuadrilla, con el arcaico -alguacilillo caballero, que es de lo más típico y pintoresco de la -función. Luego vienen los juegos de destreza y de peligro en que vencen -la arrogancia y arte de los lidiadores. - - - II - - En los vuelos de capote - con el toro que va y viene - juega, al estilo andaluz, - en una clásica suerte - complicada con la muerte - y chorreada de luz... - - Elegante - y valiente; - y con una seriedad - conveniente, - va burlando - la feroz acometida - y jugando - con la vida - ágilmente. - (Véase Fuentes - lanceando.) - -Y llegan los picadores, pesados, cargados de plomo, en sus flacos -rocinantes mártires, con sus largos picos, a sufrir el embate de -la bestia fiera, para cansarla, para prepararla a las suertes -subsiguientes. - - - III - - Un montón - de correas y de astillas - y de carne palpitante - y sangrante... - Un fracaso de costillas - con estruendo... - Correajes perforados - y hebillajes - destrozados... - Sangre en tierra... - Polvo, un grito. ¡Una ovación! - - Y la paz en un charco - de sangre mala y negra, - y aquellos dientes fríos y amarillos... - Un azadón, un esportón de tierra, - y aquel montón de arreos - que, como cosa muerta, - junto del jaco muerto - están sobre la arena. - -Después son las banderillas, esa suerte, quizá la más dificultosa -del toreo, para la cual se diría precisas las aladas taloneras de -Mercurio. Machado describe en cuatro rasgos la agilidad, la esbeltez, -la seguridad del torero en el asombroso trabajo. - - - IV - - Ágil, solo, alegre, - sin perder la línea, - --sin más que la gracia - contra de la ira-- - andando, - marcando, - ritmando - un viaje especial de esbeltez y osadía, - llega, cuadra, para, - --los brazos alzando-- - y allá, por encima - de las astas, que buscan el pecho, - las dos banderillas, - milagrosamente - clavando... se esquiva, - ágil, solo, alegre, - ¡sin perder la línea! - -El conocedor verá en estos croquis rítmicos la exactitud. Después de -que el toro ha sido fatigado por los caballos y por los banderilleros, -viene la muerte, que es indudable es lo más emocionante de la corrida. - - - V - - Veinte mil corazones - laten en un silencio - claro y caliente. Brindis. - Suenan con golpe seco - las banderillas mustias - en el lomo del toro, ya su cuello - la roja sangre tibia - hace un foulard soberbio. - - De un lado, por debajo - del rojo trapo en que su furia engríe, - el toro surge, alzando - remolinos de arena, - de otro lado sonríe una cara morena. - - O bien en los tres tiempos - del pase natural, tendiendo el brazo - guarnecido de oro, - la clásica elegancia - con seriedad ejerce y arrogancia. - - ¡Fué, pudo ser! Los alamares de oro - rozaron con el asta ensangrentada. - En la arena tendido yace el toro, - y de pie, sonriendo, está el espada. - Veinte mil voces--una--gritan locas. - -Mas ello es en el caso en que la fiera resulta en absoluto vencida por -el arte del hombre. Hay otro momento terrible en el que el hombre es el -vencido y la fiera la vencedora, cuando por un descuido o un error, o -una fatalidad, se produce la cogida. Entonces: - - Su inesperada acometida ha hecho del elegante paso - un revuelo confuso... Y allá, junto - a la barrera, enfrente, - se ven rostros de espanto. - - Y entre manchas de grana, - y reflejos metálicos, - el toro, revolviéndose, - alza en los cuernos un pelele trágico. - -Luego será el arrastre de la res muerta y el final del espectáculo, de -la fiesta exclusivamente nacional. - - - VI - - Y suena esa divina musiquilla - de «La Giralda», que es toda Sevilla, - y es torera y graciosa y animada, - y habla de la mujer enamorada - que nos espera... Y nombra - naranjos y azahares, - y la caña olorosa, - y una alegría rítmica en cantares, - y una tristeza vaga y lujuriosa... - - Los látigos chasquean, - agitan las mulillas - en su carrera locas campanillas, - y mientras que se orean - las frentes sudorosas - y en el pecho golpean - los corazones, suena - la música, torera y sevillana, - y, dejando en la arena - un surco negro y grana, - pasa arrastrado el toro... - Lleva en el fuerte cuerno - un hilillo de oro. - - Después, como de un tajo, - la música, la luz y la algazara - cesan en un momento - contra compás... De un golpe el movimiento - se desvanece y pasa. - - - VII - - El gran suspiro, que es la tarde, crece - como de un pecho inmenso. Palidece - el sol. Y terminada - la fiesta de oro y rojo, a la mirada - queda solo... un eco - de amarillo seco - y sangre cuajada. - -Tal es el poemita sobre el cual Ricardo Marín, un dibujante que se -diría hermano menor de Daniel Urrabieta Vierge, ha trazado bizarras -ilustraciones, creando a su vez como otro poema gráfico de tauromaquia. - - * * * * * - -Hay quienes se sienten desolados, en la creencia de que las corridas de -toros van en decadencia y en vías de llegar a su completa desaparición. -Es un error. No puede negarse que no tienen hoy el esplendor de -antaño; que las mantillas se han ido sustituyendo poco a poco por los -sombreros de París; que el torero se mundaniza, a punto de que el Sr. -Mazzantini, Don Luis, como se le llama generalmente, es un personaje, -«un monsieur decoré», que ejerce gravemente sus funciones municipales -en la villa y corte; que «Bombita», D. Ricardo Torres, es un joven -gentleman que se viste a la londinense, muy peripuesto, muy «smart», y -que, aunque no los lea, sus amigos son D. Benito Pérez Galdós y otros -cuantos autores. La leyenda del torero de antaño, rumboso y amigo de -juergas, la leyenda o la realidad, ha concluído. Los toreros de ahora -tienen la preocupación de la seriedad, cobran puntualmente sus seis mil -pesetas por corrida, y levantan polvaredas como la de hace poco, cuando -resolvieron, de común acuerdo, no torear sino por más altos precios los -toros de la famosa ganadería de Miura, por ser éstos temibles animales -en extremo peligrosos. La afición lanzó el grito al cielo, diciendo que -jamás los espadas de antes, los Lagartijo, los Frascuelo, los Guerrita, -hubieran hecho semejante cosa. El asunto se arregló felizmente para -todos, y en la reciente corrida de la Prensa, los toreros estoquearon -cornúpetos miureños sin ninguna desastrosa consecuencia. - -De todos modos, me complace que España guarde su deporte nacional, que -es tan de su pueblo y que forma parte de su histórico caballeresco -espíritu, y me complace más que, un país como la República Argentina, -no admita la fiesta de la sangre, como que haga extensiva su -prohibición al odioso, feo y despreciable box. - - [Ilustración] - - - - - UNA CARTA DE RACHILDE - - -MADAME Rachilde, la rara de mis _Raros_, me ha dirigido una carta, en -la cual algunos párrafos me incitan a los presentes comentarios. - -Rachilde ha conocido mi juicio sobre su complicada personalidad; y en -el capítulo que a ella concierne en el libro, una parte hay que la ha -hecho escribir la más femeninamente espiritual de las protestas. - -Por de pronto, se refiere a su _rareza_. «No soy tan rara--dice--, -puesto que no soy sino una mujer.» «Hablo como siento, escribo como -pienso, y como lo hago sin ningún artificio, lo hago todo muy mal.» -Llegáis a la gruta mágica; os extrañáis delante de los misteriosos ojos -de la sibila; Deifobe os contesta con una sencillez encantadora: «Hablo -como siento, vaticino lo que pienso; y como todo lo hago sin ningún -artificio, lo hago todo muy mal.» - - * * * * * - -«No soy sino una mujer.» Desde luego no pretenderé acentuar mi -incesante asombro delante del prodigioso y divino monstruo. Una mujer: -no sé mayores abismos que sus ojos. Cuando Mæterlink se pierde en la -encantada selva femenina en busca de prodigios, los encuentra y hace -meditar y temblar con sus hallazgos. Parece que la serpiente hubiese -sabido por qué dirigirse a la mujer en el caso de la manzana. El -diablo espiaría en el momento en que Dios modelaba la costilla: vería -la perfección estatuaria, el triunfo de la forma, el nacimiento de la -gracia principal. Al lado de la arcilla vió la parte de alma destinada -al cuerpo en flor y se robó un poco. De ahí quizá que la mujer tenga -una alma incompleta. De cuando en cuando el diablo pone en algunos -seres femeninos algo de ese ahorro de alma que posee: las mujeres -favorecidas con ese don, resultan con alma satanizada; esas son las -mujeres inteligentes, es decir, las que salen de su nivel natural. -Cuando la Iglesia discutía en sus Concilios la espiritualidad de esa -maravillosa rosa, andaba fuera de razón. Sí, ella tiene un espíritu, -un sutilísimo y enigmático espíritu, hilo con que teje Satanás, según -los demonólogos, la red en que con mayor frecuencia caza las humanas -moscas. Ellas son, sobre todo, dueñas del imperio de la carne. Las -raras aparecen como con un nimbo interior: son Hildegarda, o Rosvitha, -o Santa Teresa, o Rachilde. El resto de las mujeres que han elevado -algunas líneas su mentalidad, pertenecen a las clasificaciones de -una señora María Cheliga, que ha tenido a bien, no hace mucho tiempo, -formar una magnífica colección de medias azules para la revista de -Larausse. - -«Pero algo hay que quiero haceros notar; y es cómo habéis podido -afirmar, que por haberme casado, yo, Madame Alfred Vallette, -_Rachilde_, me haya vuelto muy fea.» - -_Mais, non, Madame!_ Las palabras a que os referís en mi libro son las -siguientes: «Sé de quien estando en París, no quiso ser presentado a -Rachilde por no perder una ilusión más. Rachilde es hoy madame Alfred -Vallette, ha engordado un poco, no es la subyugadora enigmática del -retrato de veinticinco años, aquella adorable y temible ahijada de -Lilith.» - -Excusadme. Yo no sé por qué, la palabra matrimonio, suena a mis oídos -exactamente como _embonpoint_. - -La epístola de San Pablo o el contrato judicial corrije la gracia -en cuyo fondo hay siempre un grano de perversidad. Un viejo poeta -español, si no me equivoco, el arcipreste de Hita, escribió este verso -abominable: - - «Señora doña Venus, mujer de don Amor» - -en el cual la reina divina queda peor que «con pantalones» en el verso -de Hugo. Mas de calcularos una robustez discreta, a calificaros de -_tres laide_, hay un abismo. Los lectores de _La Nación_ pueden ver, -por vuestro retrato, si no tendré, únicamente para vos, señora, todas -las rosas de galantería que cultivaron tan bien nuestros abuelos los -hidalgos. - -_Monsieur l'auteur espagnol, vous êtes un impertinent._ Libre quedo de -vuestros reproches, y haciendo mi reverencia, prosigo: - -«Os emplazo para cuando vengais a París, os hagais presente en el -_Mercure de France_, para demostraros cómo cuando una mujer no es -_bête_--lo que me parece es mi caso--tiene suficiente _esprit_ para, -aun envejeciendo, no llegar a ser _affreuse_. - -Y como mi señor marido me ama mucho todavía, supongo que debo estar un -poco pasable.» - -¡Ah, señora, os lo creo! Hay una edad--la belleza inteligente es de las -diosas y los inmortales no tienen edad--hay una edad en que el triunfo -femenino muestra su supremo encanto; es la edad que sigue a la primera -primavera: esa es la edad de las emperatrices. Confieso que vos sois -aún la temible ahijada de Lilith, sobre un trono irresistible - - «Je vous serre les deux mains, mais je boude!» - -Y yo, señora, con el permiso de vuestro señor marido, os las beso -ambas, en la inclinación más reverente que puede hacer un poeta -americano de sangre española. - - 14-1-1897. - - - - - NOCHES DEL VICTORIA - - Temporada Vitaliani - «La Signora delle Camelie» - - - I - -LA señorita Alfonsina Duplessis, que ganó la inmortalidad por el amor, -será siempre la bienvenida. Nuestros biznietos oirán todavía, arrullada -por los organillos, las quejas italianas de la pobre _Traviata_. Jules -Bois, que recientemente ha escrito una monografía sobre la real Dama de -las Camelias, dice de ella con justicia que está fija «en ce paradis -de sants de la Volupté, ce paradis dont le Christ est exclu, mais où -touts les dieux de l'Olimpe demeurent». Es esa la recompensa de las -almas de amor. Las vírgenes cuerdas, desde los balcones del paraíso del -Buen Dios, se asoman a mirar, con una curiosidad no exenta de envidia, -el paraíso en donde son admitidas las vírgenes locas. Allí pasa entre -sus innumerables compañeras, la heroína de Dumas, en la mano una de sus -flores preferidas, que han adquirido, por otra parte, a causa de su -recuerdo, un renombre no muy angelical, a punto de que se murmura de -ellas en el círculo de las nobles rosas y de las honradas violetas. - -Esa monografía de que he hablado, basada en auténticos documentos e -indagaciones, no es para ser leída por aquéllos que desean conservar su -aureola de idealidad a la encantadora y sentimental cortesana. - -Perderían una ilusión. La Dama de las Camelias fué una vendedora de -gracias, ni menos banal, ni menos seca de intelecto, ni menos mujer, -en fin, que la totalidad de sus iguales. Era, exactamente, un ejemplar -de esas alegres parisienses que han podido observar quiénes se les han -acercado--las Emilienne d'Alençon o Marion Delorme, procedentes del -campo, del arroyo, de no se sabe dónde, favorecidas por la fortuna, -comedoras de oro, polutas desde la infancia, más o menos histéricas, -caprichosas, infantiles, _bête_, hasta que llega la muerte a rematarles -lo que dejan, si es que dejan algo, o a tenderlas en un lecho de -hospital, que es lo más frecuente. - -He aquí lo que se sabe de sus comienzos, según Bois, que ha estudiado -su vida y posee de ella cartas y hasta cabellos: Casi al nacer perdió -a su madre. Su padre fué un tal Martín, brujo y _colporteur_, hijo de -una mendiga y de un cura, el cual le dió las primeras lecciones de -perdición cuando apenas tenía doce años. Después penetró abiertamente -en la comunidad de las grisetas, y se estrenó gastándole en pocos -días cinco mil francos al dueño de un restaurant. Llegaron otros y -otros. Como toda viciosa de su especie, era apasionada por el juego, y -derrochaba el dinero loca y estúpidamente. Cada quince días cambiaba -de poseedor. Se puso de moda, y los aficionados de su época le hacían -estupendos regalos para conquistarla. Uno de ellos le envió un día -un cesto con doce naranjas, cada naranja envuelta en un billete de a -mil francos. Ella exprimió las naranjas y los bolsillos del que se -las obsequiara. Se divertía. El amante romántico de la novela y de la -comedia, existió y gastó por ella una buena fortuna. Ella pudo ser -que le amara; el caso es que--¡oh! vosotros que gustáis del encanto -romancesco--se casó con él en Londres, ante un _clergyman_ y dos -testigos. Lo que no obstó para que pasada la luna de miel, el esposo -resultase acteonizado. Tuvo ella en seguida una cantidad fabulosa -de admiradores satisfechos, entre los cuales «un barón tristemente -célebre, un pianista ilustre, generoso como un boyardo, un «maquignon» -y un poeta». Era frívola, coqueta, mentirosa. Decía: «La mentira -emblanquece los dientes.» Se hizo conducir, ya casi en vísperas de -su muerte, al Palacio Royal, para ver el estreno de _Pommes de terre -malades_. Murió: en sus manos de difunta había un ramo de camelias y -un crucifijo. He allí la realidad. Después, la leyenda romántica la -envolvió en un bello velo de sentimiento. - -A su tumba, como a la de Heloisa, vánse a depositar, por manos -ignoradas, flores; _cocotte_ tocada de histeria, tiene sus horas en que -sueña ser Margarita Gauthier. He conocido un joven artista obsedido -por una de la especie que bebía vinagre, hablaba del «rinconcito -florido en su pueblo de campaña» y sorbía sangre de un pollo para -manifestarse perfectamente tísica. Su ideal era ser una segunda Dama de -las Camelias. Entre Dumas y Verdi, la camelina, ese curioso alcaloide, -adquirió una boga insólita. María Alfonsina Duplessis estaba destinada -a encarnar ese tipo femenino compuesto de sensualidad, inconsciencia -moral, ligereza mental, crueldad instintiva, nervios y faltas de -ortografía. Sus cartas revelan una vulgaridad inaudita. No se puede -saber bien si hay allí algo que tenga origen cordial, entre efusiones -deplorables y sentimentalismos de ocasión. - -Su figura era encantadora, si es fiel el aguafuerte de Los Ríos, -_d'après_ Besnard: una carita de niña, ojos de inocencia voluptuosa, -_bandeaux_ que cubren las orejas, boca diminuta y mano inquietante y -fina. - -Ahora, si en su aspecto legendario es una de las más lindas y amables -sacerdotisas del pecado; si nos recuerda viejas emociones, vibraciones -apasionadas de los años de juventud, y nos trae como corolario la -afirmación del sentimiento; si nos habla por voz de admirables -artistas, que nos hacen el bien de conmovernos y dorarnos la realidad -con una luz de poesía, bien venida Margarita Gauthier--Sarah Duse, -Reiter, Tina o Vitaliani--, que nos resucita el amor en estos momentos -en que ya no se ama. - -Sea bien venida hoy, por esta imperiosa Vitaliani, que nos ha -demostrado anoche que, si el estilo escriptural es el hombre, el -estilo «teatral» es la mujer. No hay que hacer comparaciones, sino que -señalar el hecho; la _Dama de las Camelias_ de la Vitaliani, es de la -Vitaliani; como la _Dama de las Camelias_ de Sarah, es de Sarah. - -He allí una lira viva, esta italiana vibrante de arte, cálida, llena de -un irresistible poderío espiritual. - -Ella da a la idea su carne y su sangre; esculpe su gesto, armoniza su -voz en una magistral orquestación pasional, y con sus ojos de «dea» -ilumina todas las fases del pensamiento por un poder extraordinario. -Esta actriz intelectual ha pasado «por la Sede del Arte Severo y del -Silencio»; su llegada no ha sido anunciada con clarines de bronce y -sonoros tambores de fama. Ella se presenta; ella triunfa. - -Margarita Gauthier volvió a vernos anoche. Una Margarita Gauthier -que nos rememoró la historia sentimental de sus famosas flores, -de su pasión, de su sacrificio y de su muerte, de un modo nuevo, -impresionando y conmoviendo como solamente es dado hacerlo a las -emperatrices de la escena. - -Al sentir ese soplo de vitalidad artística, al sufrir ese al mismo -tiempo delicioso y doloroso choque de divina electricidad que produce -el talento de una artista semejante, en obras como la que anoche -obtuvo tan merecida victoria, se experimenta algo semejante al efecto -saludable de una gimnasia del alma. Y da deseos de decir a los -espíritus que aún sueñan y creen en el amor: «Aquella María Alfonsina -Duplessis, cuyos cabellos guarda Jules Bois, poeta y mago, no es la -verdadera, no ha existido.» La única que ha vivido y ha amado es -ésta, la Margarita de anoche. Ella era así, pálida y dulce, nerviosa, -caprichosa y amorosa de amor; murió de muerte, a fuego de pasión; -siendo una infeliz cortesana, tenía el alma de una santa doncella; -bienaventurada sea en el paraíso de las Magdalenas, en donde sus -camelias, por la misericordia de la barba blanca del Buen Dios, se -le convertirán en un luminoso ramo de lirios. Esa es la verdadera y -la única. La otra, que se dice real, y cuya vida está hoy estudiada -y conocida por indagaciones y documentos, es una impostora. La que -recibe en el cementerio las flores de los fieles anónimos que visitan -su sepultura, es la buena y la mártir. «¡Guardad su recuerdo y quemadle -vuestro mejor perfume!» - -Los artistas que acompañaron anoche a Italia Vitaliani en su nueva -conquista del público de Buenos Aires, merecen un justo aplauso, sobre -todo Duse, que acentúa más sus ya reconocidos méritos; pero habrá que -señalar especialmente a ese bravísimo De Sanctis, que tuvo instantes -magistrales, como en el final de los actos tercero y cuarto. - - 20 de junio de 1896. - - - - - Temporada Vitaliani - 1.-«Il viaggio dei Berluron» - 2.-Reprise de «La Signora - delle Camelie» - - - II - -UNO de los grandes sucesos de los teatros de Francia e Italia, y -repetido por 312 noches seguidas en el teatro Des Varietés, en París, -así rezaba el cartel. - -Autores, Ordenneau y Grenet Dancourt. Y la gente, como cuando le -nombran un vino que no conoce, haciendo resonar la etiqueta, juzga que -debe de ser excelentísimo: «Ordenneau y Grenet Dancourt». ¡312 noches -en el teatro Des Varietés, en París! Admirable. «Chateau Ordenneau y -Grenet Dancourt.» ¡Qué bouquet...! - -Y sirven, señor, en italiano, un estupendo engendro, relleno de -gracias de vaudeville, de chistes de grueso cedazo; de una sal pesada, -imposible y que indudablemente se quería disculpar con la inexcusable -«gaité gauloise». Sí, es esa «gaité gauloise» que ha constituído una de -las desventuras del exquisito poeta llamado Armand Silvestre. - -Es la bufonería de anchas bragas, que le pagan a tanto por ciento al -creador de Laripette y compañía. Un cuento a lo Laripette, más o menos -bien urdido y puesto en el pentágrama escénico, para que lo griten y -mimen unos cuantos actores de buena voluntad: he ahí la famosa pieza -de anoche, abonada en el Victoria por 312 noches seguidas del teatro -Des Varietés, de París. Y que si es soportable en francés por claras -razones, se hace absolutamente abominable en una traducción. - -Y la Vitaliani descendió a representar un grosero tipo de sainete, -un papel a todas luces indigno de su talento; ¡así las continuas -elevaciones de sus ojos lo hayan querido salvar...! - -Y otros tantos buenos elementos de la compañía se han caricaturado para -la función de risa, con un éxito claramente satisfactorio. - -Fueron aplaudidos, sí. Fueron aplaudidos el jovial abdomen de -Bracci, las payasadas de Rodolfi, los sacrificios de ingenio que el -discretísimo Falconi se vió constreñido a ejecutar. - -Toda la comparsa de títeres secundarios estuvo también digna de tal -aprobación. - -Lazzi, ocurrencias, divagaciones y chispas dialogales, cosas de uso en -las comedias cultas; todo ello fué de una chatina incomparable. - -Querer exponer el argumento y entrar en detalles, sería no guardar las -consideraciones intelectuales debidas a mis lectores. - -En cambio, hablemos de la reprise de la _Dama de las Camelias_, que -logró un éxito fundado y del cual tienen que estar satisfechos los -actores. - -Es a todas luces, claro el contraste entre este trabajo de fina escena -y la obra de corteza áspera que anteriormente se ha ofrecido al público. - -Se ha vuelto a comprobar la distinción artística de Vitaliani, cuyo -cordaje nervioso, cuya alma de elección, cuyos recursos plásticos, -cuya vitalidad pausante y sensitiva, la señalan como a una eximia y -prestigiosa intérprete de la creación teatral. - -Se ha advertido en esta vez mayores fuerzas en ella, unidas a mayores -gracias. Ha ejercido su dominio con más imperial grandeza artística que -otras veces; ha sabido sollozar mejor, hablar mejor, gemir mejor, ser -mujer mejor. - -¡Lira de los veinte años! Anoche ha vibrado para muchos, en la -renovación de muchos sueños, la resurrección de horas supremas, el -retoño de tiempos pasados; la _Dama de las Camelias_ hizo verter unas -cuantas lágrimas a los nerviosos y conmovibles oyentes. - -¿Qué escena señalar? Señalaré la de la llegada del padre de Armando, la -conversación con él y el sacrificio de la pobre Margarita. - -Y, a propósito, recordaremos una cuestión suscitada por Teodoro de -Bauville en una de sus maravillosas cartas quiméricas: la entrada del -señor Duval, padre, a la casa de Margarita Gauthier con el sombrero -puesto. El divino poeta no podía admitir que un caballero francés -cometiese tal falta de cultura, así penetrase lleno de todos los -rencores posibles en casa de la última mujer perdida. El problema es -para ser discutido y aprovechado en la sección de «Vida Social». - -El momento en que Vitaliani, Margarita, se despide del viejo M. Duval, -fué de aquéllos que dejan una impresión imborrable. Fué momento de -actriz absoluta. En el acto último, según impresión general--la cual -corrobora el juicio de esta crítica--Vitaliani murió mejor que nunca: -es decir, que su realismo y su traducción del instante mortal fueron -decisivos en la admiración de la sala. - -Muy celebrado De Sanctis, como en la primera vez, y el resto de la -compañía, plausible siempre. - -El público demostró su satisfacción con llamadas repetidas y aplausos -calurosos. - -Y para que fuese mayor el triunfo, la inevitable estupidez humana hizo -acto de presencia con el más sonoro eco que pudiera brotar de la cabeza -de Bottom: un silbido asnal. - -Al escucharlo, Vitaliani sonrió, y recordé entonces el _Dieu te -benisse_... que oyó Groussac de labios de la gran Sarah, con motivo de -un estornudo. - -Pero el estornudo es involuntario y la bestialidad consciente, ¡oh, -pueblo soberano! - - R. D. - - 23 junio 1896. - - - - - Temporada Vitaliani - Estreno: «La figlia di Jefte», - por Felice Cavalloti.--«Niobe», - por los hermanos Henry y - C. A. Paulton - - - III - -UNA nueva compañía italiana que se da a conocer en Buenos Aires bajo la -agradable protección de ese armonioso y sonoro nombre: Italia Vitaliani. - -La fama había anunciado ya a la actriz recién llegada, aunque no con -las trompetas que avisan el paso de la Duse, y aun de la preciosa -Tina di Lorenzo. El estreno de anoche ha demostrado a través de los -inconvenientes de una obra cual la elegida, que la Vitaliani es algo -más que lo que se califica con el fácil adjetivo de «discreto». Ya en -el principio, en la representación de la delicada pieza de Cavalloti, -logró manifestar que hay en ella cualidades que, si no se imponen de -luego, se hacen notar favorablemente. - -Que Italia, tierra de la antigua farsa, es país de comediantes, es -cosa bien sabida desde que Cyrano de Bergerac señaló el don en cada -italiano. Si le faltan autores, actores le sobran. De la _Mandrágora_, -de Maquiavelo, a las tentativas modernas de Praga, cuán poca cosa si -se compara con el acervo escénico de las otras grandes naciones; pero, -sin ir muy lejos, de Gustavo Modena a Novelli, ¡qué hermosa sucesión de -intérpretes artísticos! La gloria de las actrices italianas no palidece -delante de ninguna extraña gloria, y bien pueden nombrarse después de -Rachel y Sarah, a la Ristori y a la Duse. - -Hemos visto ya cómo se levanta la bella Tina, y cómo Virginia Reiter, -en su espléndido otoño, encanta y atrae y se coloca en un alto lugar. - -Los cómicos italianos son los más cosmopolitas del mundo en la elección -de sus obras. Ellos dan a conocer tanto lo escandinavo de moda como -lo francés olvidado o lo alemán recientísimo. Ellos se atreven a -obras que en París mismo son dadas en teatros especiales, y para -auditorios restringidos y selectos; y presentan valientemente a Ibsen -o a Mæterlink ante públicos que están demasiado satisfechos con los -repertorios fáciles de comprender, y poco afectos a novedades abstrusas -que no vienen bien para las tranquilas digestiones. Compréndese que la -compañía de la Vitaliani, en vez de estrenarse con la _Anabella_, de -Ford, por ejemplo, nos haya dado la _Niobe_, de los Paulton. - -La _Niobe_ ha hecho reir; ha dado ocasión a que la graciosa Italia, en -su peplo griego, haya mostrado personales riquezas y haya declamado de -manera que se le aplaudió sus grotescos endecasílabos. - -Pero hay quienes hubieran preferido reir menos y tener alguna más de -alto arte. Después de la delicada obrita de Cavalloti, habrían deseado -algo distinto a ese parto del humor británico, _Niobe_. - -Es ella una obra para las grandes risas de un grueso público; una -obra por un lado comparable a _Orphée aux enfers_, sin música, y por -otro, a las pantomimas de los circos. Los hermanos Paulton fabricaron -esa cosa con absoluta comprensión del reinante gusto actual; el -_Strand_ se llenó en Londres más de seiscientas veces; los yankees se -deleitaron con la estupenda _machine_; los alemanes la aplaudieron en -su Lessings Theater, y cuando los públicos latinos la conocieron, se -desencuadernaron a carcajadas. - -Ciertamente, en el país de los _scholars_ no podía faltar aún en tan -inepta creación como esta, el muestrario clásico. De cuando en cuando -Footit rememora a Sófocles, en versos griegos. Y míster Peter Dunn, -hombre de seguros, conoce perfectamente la fábula de Anfión. - -Por el ansia de lo extranjero han ido a buscar al escueto teatro inglés -contemporáneo bufonerías como esta y la famosa _Charley's aunt_, con -que no hace mucho tiempo hizo desternillarse a nuestro público el hábil -Seigheb. - -Es indudable que, una nueva manera de hacer reir, no dejará de ser -solicitada. - -El eterno asunto de los _cocus_ y las eternas suegras en berlina; los -fáciles intríngulis sobre manera repetidos; las rebarajadas escenas de -las siempre usadas comedias, debían ser reemplazadas, y el reemplazante -ha sido el payaso, que suaviza sus gracias y quita su colorete al pasar -de la pista a las tablas. Pero Mr. Dunn, no podía negar, por más que -quisiese, su parentesco estrecho con el perilustre Tony. He aquí lo que -hoy sucede en la Gran Bretaña a la _feerie_ del gran Will: los inventos -exportables y productivos de los Brandom Thomas, Paulton y Compañía. - -El argumento de la obra es ya conocido de los lectores de _La Nación_. -Sin diálogo, y al son de una música más o menos sugestiva, sería la -obra una agradable pantomima. - -Han dado los actores que en esta comedia se han presentado, muestra -de innegable talento, pues se esforzaron por contener la clownería en -momentos en que lo bufo llegaba al colmo. - -_Niobe_, por otra parte, no ofreció toda la beldad que cuentan la -leyenda y los carteles. - -De lamentar es que se haya elegido para obra de estreno, en Buenos -Aires, la pieza de que nos ocupamos. - -Se ha reído, ciertamente. Pudiera ser que si no los seiscientos llenos -del Strand, alcanzase unos cuantos el Victoria. Pero no juzgamos a -propósito para la presentación de una artista que se tiene como tal, -en grado más que común, una producción en que el arte no aparece, -y la alteza estética está substituída por la burda fabricación -de productivos enredos, cuya _ficelle_, por lo gastada, llega a -causar impresión de novedad. ¡Ese sueño de Dunn, Dios mío! ¡Y esas -reminiscencias de Bellanis y de Mark Twain, cuando la ridícula Niobe -mira con sus ojos antiguos las cosas modernas! - -Un tiempo se acostumbraba, después de los tres o cuatro actos de la -obra seria de la noche, el acto del sainete en que el buen público reía -después de las emociones anteriores. Anoche se vió trocado todo esto. - -El fino acto de Cavalloti dió una ligera sensación artística, y el -sainetón inglés vino luego, con sus tres actos. - -Pero Niobe está de moda: y eso basta. - - 13 junio, 1896. - - [Ilustración] - - - - - ESAS REPÚBLICAS - - José María Mayorga Rivas. - Una víctima de la guerra entre - Nicaragua y Honduras - - -UN pobre joven, mi amigo de los primeros años--poeta si gustáis--, de -familia noble y buena--familia de raíces coloniales, peninsulares--, un -bravo corazón, un brazo, una energía, acaba de morir en las cercanías -de Tegucigalpa--Honduras, América Central--, a la cabeza de su tropa, -llevando honrosamente su uniforme de coronel. - -Diera yo dos docenas de licenciados politiqueros, de los que abundan -en el país en que me tocó nacer, por esa fresca vida, por ese enérgico -talento, por esa alma escogida que se sacrificó en aras del becerro de -cobre del más falso de los patriotismos. - -Ya sabemos que se va Bryson, corresponsal del _New York Herald_, a -Centro América, pues se anuncia una nueva carnicería política. ¡Pobres -Repúblicas! Si algo me regocija es que el barco que llevaba a Groussac -en su última gira, haya pasado lejos de las costas centroamericanas. -Si ese admirable justiciero desolló a Chile y a Méjico, al pasar por -aquellos tropicales países, no hubiera dejado hueso sin quebrantar. - -Porque, es duro decir que en aquella tierra, apenas conocida por -el canal y por el café, no hay, en absoluto, aire para las almas, -vida para el espíritu. En un ambiente de tiempo viejo, al amor de un -cielo tibio y perezoso, reina la murmuración áulica; la aristocracia -advenediza, triunfa; el progreso material, va a paso de tortuga, y -los mejores talentos, las mejores fuerzas, o escapan de la atmósfera -de plomo: ejemplo, Medina, el banquero de París, o sucumben en los -paraísos artificiales; ejemplo, el poeta Cesáreo Salinas, o mueren -en guerras de hermanos, comiéndose el corazón uno a otro, porque sea -presidente Juan o Pedro; ejemplo, José María Mayorga Rivas. - -He leído la orden general en que el presidente Zelaya hace justicia a -Mayorga; sé, por carta del actual ministro de Relaciones Exteriores, -hermano del joven sacrificado, también hombre de letras, y diplomático -que desde hace seis años ha honrado a su país en Wáshington, sé, digo, -que se va a publicar un libro en homenaje a la memoria del muerto. - -«Te pido para sus páginas un párrafo o una estrofa tuya. No debes -negarme esto, que te pido en nombre de nuestra amistad y del cariño que -sé tuviste a mi hermano.» - -¡Pues ya lo creo! Doy mi ofrenda, con amor, a aquella amable memoria. -Era, mi amigo difunto, corazón del más bello oriente, triste, opaco, a -causa del medio en que vivía. Si estuvo algún tiempo al lado de algún -Gobierno cruelmente memorable, sus labios y su pluma tuvieron después -frases ásperas y condenatorias para los traidores. Hizo versos, soñó, -fué un buen muchacho. Fué mi contrario y mi amigo, siempre noblemente. -Su muerte ha sido la de un valeroso militar; sus últimos versos los de -un verdadero poeta. - -Estas son las palabras que envío al hogar de duelo, donde se venera la -barba blanca y patriarcal de un anciano ilustre; éstas son las palabras -que desde lejos, dedico a una querida memoria. - - 13 mayo 1894. - - [Ilustración] - - - - - CHARLES A. DANA - - -«NO puedo acompañarlo mañana porque me voy a Tampa--me dijo Martí--; -pero yo le daré dos palabras de presentación que le harán pasar un -rato agradable con el viejo Dana. Corto el rato, porque es hombre -ocupadísimo y avaro de su tiempo.» - -Ningún «sésamo» mejor que la bondadosa presentación del generosísimo -José Martí para su amigo el viejo director del _Sun_. - -Estaba éste en la oficina suya, con una visita, y de la barba blanca, -la gran barba hermosa y blanca, brotaba su fuerte inglés, de un acento -dominante y decisivo. El otro, con atención, le oía. Seguramente sería -corresponsal en algún punto de los Estados. Yankee era. No hay duda que -recibía órdenes. Apuntó algo en un papel. Salió sin hacerme la menor -inclinación de cabeza, ni darse cuenta de mi presencia. Yankee era, -como Charles A. Dana. - -¡Bravo yankee éste! - -Se volvió a mí; me tendió la mano; volvió a leer la tarjeta de José -Martí. Yo sentado, él de pie, paseándose, conversamos. ¿De qué? De -muchas cosas del canal de Nicaragua, de la infanta Eulalia, a la sazón -en Nueva York; del duque de Veragua, de literatura española. - -Yo montaba mi inglés redomon con gran cuidado; Ollendorff, inútil, -estaba en derrota. Un instinto poliglótico me guiaba, y salía con bien. -Por otra parte, el gran periodista me permitía apenas uno que otro -monosílabo. - -De Martí me habló, cuando hablamos de letras castellanas. «Una vez, -me dijo, ese hombrecito que era un grande hombre, vino al _Sun_, como -suele hacerlo. - -Le encargué un artículo sobre José Zorrilla. Al día siguiente estaba -hecho el artículo. Pocas veces ha publicado páginas literarias tan -bellas, en un inglés encantador.» - -José Martí, era su íntimo amigo. Confesaba que debía a la amistad del -ilustre cubano, más de una buena obra, más de un útil pensamiento -puesto en práctica. - -La popularidad de Charles A. Dana en los Estados Unidos era inmensa. -Su diario, el _Sun_, es una de las grandes potencias del periodismo -mundial. - -Distinguíase el célebre diarista por su energía y firmeza. Era hombre -probo y severo. El pueblo yankee veía en él a un varón que encarnaba -una de las primeras representaciones de esa raza nueva y formidable. - -Los latino-americanos tenían en él un criterio simpático y un amigo. - -Conocía también, como pocos compatriotas suyos, todo lo relativo a -la América española. Era buen admirador de Sarmiento, y supongo que -Bartolomé Mitre y Vedia debe guardar buenos recuerdos de aquel noble y -excelente anglo-sajón. - - * * * * * - -Muchas campañas políticas llevó a cabo; su nombre llegó a sonar en una -célebre candidatura. Entonces fué cuando le ocurrió lo del cuento de -Mark Twain. - -Sus enemigos se desencadenaron en su contra. El hombre probo fué -maculado; el honorable Charles A. Dana, fué crucificado en muchas hojas -de la Unión. Pero después pasó la tempestad, y el _Sun_ brilló con -mayores fulgores. - -Como periodista era una portentosa cabeza. Aquel hombre de gusto, -aquel literato, aquel artista, era un estupendo ciudadano del país -del dóllar; tenía el don del éxito; la información de su diario es -comparable a la del _Herald_ o _New York Journal_. - -Sus repórters y reporteresas--pues hay un batallón de mujeres en el -servicio del periódico--son de primer orden. Y la empresa del _Sun_ es -una de las más fuertes de los Estados Unidos y de la tierra. - -En Nueva York refiriéronme una de las muchas curiosas anécdotas de -su vida periodística. Sucedió que una vez recibió, por correo, una -carta escrita con una letra semejante a la del Bob de Gyp. Llamaba la -atención aquella carta entre el enorme montón de la correspondencia -recibida. Más o menos leyó lo siguiente: - -«Mr. Charles A. Dana.--Director del _Sun_.--Soy una niñita de cinco -años. Hoy no hemos comido. Mañana pasa Santa Claus y no tendré muñeca, -ni mi hermanito tendrá juguetes. Hace mucho frío y ya no tenemos -carbón.» Firmaba un nombre de niña cualquiera, y junto al nombre la -dirección de la casa. - -Envió Dana a un repórter activo e inteligente a cerciorarse de lo que -hubiere de cierto y ver si no había en el caso superchería. El repórter -volvió afirmando el contenido y alabando la inteligencia rara de la -niñita. - -La madre, viuda, estaba en cama, y hacía días que había concluído sus -ahorros. Estaba próxima a la más espantosa miseria, en medio de un -crudísimo invierno. - -Dana, ¿qué hizo? En el número del día publicó, sencillamente, el -facsímil de la cartita, y he aquí el resultado, completamente yankee. -Varias fábricas de muñecas y grandes almacenes, regalaron magníficos -juguetes a los dos niños, en tal cantidad, que hubo que tomarse un -local para exhibir--por paga, naturalmente--los regalos. - -Varias compañías de ferrocarril obsequiaron a los niños con toneladas -de carbón. El _Sun_ adoptó al niño, y le costeó su educación. Una dama -millonaria adoptó a la niña. Y Santa Claus fué el viejo Dana, con su -gran barba, sus ojos dominadores y bondadosos, su gesto dictatorial y -sus gentiles obras. - - * * * * * - -El nuevo edificio del diario, uno de los más altos de los Estados -Unidos, y, por consiguiente, del mundo--_greatest in the world!_--, ha -llamado la atención en el paso de las cosas enormes, país Manmuth, que -diría Groussac. - -El tiraje del diario aumenta cada día, y su popularidad es inmensa. -Es de notar que entre las hojas yankees, que no descuidan, a pesar de -su _business_, la parte amena, literaria y artística, el _Sun_ es el -diario más intelectual, más «bostoniano» en esto que neoyorkino. - -La muerte de Charles A. Dana es una gran pérdida para la nación -americana y enluta el periodismo universal. Y los que tuvieron el gusto -y la honra de conocerle personalmente, no olvidarán--como quien estas -líneas escribe--, su bella cabeza, su sonora palabra, su franco y -sincero apretón de manos. - -_He was a man!_ - - 19-10-1897. - - [Ilustración] - - - - - RECUERDOS - DE LA HABANA - - El general Lachambre - - -EN noviembre de 1892, el autor de estas líneas llegaba a la Habana, -de vuelta de un viaje oficial a España. En un banquete que siempre -agradecerá a la redacción de la excelente revista ilustrada _El -Fígaro_, conoció a Raoul Cay, a la sazón redactor de la crónica -elegante de dicha publicación. - -En la noche siguiente, Raoul condújole a su casa y presentóle al señor -Cay, padre, antiguo canciller del Consulado imperial de la China, en -la capital de la isla, entonces a cargo del gran señor Tam Kin Cho, y -a María, su hermana, una hermosísima cubana, gallarda, espléndida, con -lánguidos y milagrosos ojos de criolla y una fabulosa cabellera. - -Entró una visita. El señor Cay me presentó, y me dijo su nombre. Era el -novio de María: «El señor general Lachambre.» - -Tipo marcial, de esa especial marcialidad española. Joven todavía, -correcto, elegante; la mirada vivaz y escrutadora, barba y bigote -negros, voz acostumbrada a mandar, afablemente serio; en la solapa del -smokin una camelia blanca. - - * * * * * - -Pasamos Julián del Casal--el poeta celebrado por Verlaine y alentado -por Huysmans y Gustave Moreau--, Raoul Cay y yo, a un saloncito -contiguo, a ver chinerías y japonerías. - -Primero las distinciones enviadas al señor Cay por el Gobierno del -Gran Imperio, los parasoles, los trajes de seda bordados de dragones -de oro, los ricos abanicos, las lacas, los kakemonos y surimonos en -las paredes, los pequeños netskes del Japón, las armas, los variados -marfiles. Julián del Casal, el pobre y exquisito artista que ya duerme -en la tumba, gozaba con toda aquella instalación de preciosidades -orientales; se envolvía en los mantos de seda, se hacía con las raras -telas turbantes inverosímiles. - -... Y recordaba yo cómo Julián del Casal había cantado en admirables -versos a María Cay--versos que pueden leerse en su volumen _Nieve_--, -¿enamorado de ella?... tal vez. Él parece que nunca lo manifestara. De -todos modos, allá en el salón los novios conversaban, en vísperas de -sus bodas, pues éstas se realizaron poco tiempo después. - -En la celda--era una verdadera celda--en que el poeta vivía en la -redacción de _El País_, gracias a la bondad del señor Ricardo del -Monte, había entre reproducciones de telas de Gustavo Moreau, una del -Calvario de Gerome, y otros cuadritos menores, un retrato de María Cay, -de japonesa, antes de ser la generala de La Chambre. Ante ese retrato -escribió un poeta amigo de Casal un sonetino que anda por ahí, por los -periódicos: - - Miro enfrente de la moza - Bañado en la luz del día, - El retrato de María, - La adorable japonesa. - - El aire acaricia y besa - Como un amante lo haría - La orgullosa bizarría - De la cabellera espesa. - - Diera un tesoro el mikado - Por contemplar a su lado - A princesa tan gentil. - - Y ordenara a su pintor - Pintarla junto a una flor - En un vaso de marfil. - - * * * * * - -El general Lachambre logró hacer suyo aquel tesoro, la «adorable -japonesa» fué generala, y luna de miel pasó en España, de donde volvió -a la isla el distinguido militar, a ocupar el puesto de gobernador de -Santiago de Cuba. - -El cable nos anunció anteayer su muerte, en una de las batallas con los -revolucionarios; ayer, felizmente, la noticia ha sido desmentida. - -Es el general muy querido en la alta sociedad habanera, y muy estimado -en la Capitanía general y allá en la corte de Madrid. En su carrera no -es dudoso que llegue a más altos destinos. - - [Ilustración] - - - - - LIBROS NUEVOS - - -LES _fabliaux_.--Estudios de literatura popular y de historia de la -Edad Media, por Joseph Bedier (Biblioteca de Altos Estudios). Emile -Bouillón, editor. He aquí, pues, por tierra, el viejo ídolo indio. - -La teoría era así: que todos, o casi todos los cuentos populares, -tenían un origen único: la India. Allí habían nacido, para esparcirse -en seguida en el mundo entero, «Cendrillón» y las «Tres damas», que -encontraron el «Anillo» y «Piel de asno», etc. - -Cuna del género humano, la India era también la cuna de la literatura -oral: el hombre había adquirido su forma y su conciencia allí, sobre -una cierta «llanura central», y en seguida se había puesto a tantear -bromas sánscritas, obscenidades arianas, ensueños irónicos. Huet, -obispo de Avranches, fué el primero que, en términos bastante vagos, -atribuyó la intervención de los cuentos a los orientales; después de -él, la teoría se precisó, y Benfey, en 1859, le dió su forma definitiva -y absoluta; dicha teoría recibió una grande autoridad de Max Müller, -cuya ingeniosidad fué vasta, y quien debe haberse divertido mucho con -la invención de sus mitos solares, estelares, crepusculares. - -Mucho más tarde, Andrew Lang, esbozó otras hipótesis. Creyendo -encontrar en los cuentos supervivencias de usos antiguos, les señaló -por fecha tal época de la historia, en que esos usos estuvieron en -vigor. El cuento del «Pulgarcillo», por ejemplo, no puede, dice Lang, -haber sido inventado por un griego contemporáneo de Esquilo; preciso -es situarlo, en el espacio o el tiempo, en un periodo o en un país en -que los hombres se comían los unos a los otros. Hay, tal vez, algo -verdadero en esa teoría de la supervivencia; pero nada lo prueba, -pues las civilizaciones más pacíficas son capaces de literaturas -más sanguinarias; y nótese cómo los niños acogen sin extrañeza, sin -protesta--aunque no sin miedo--, el personaje del Ogro. - -¿De dónde vienen, pues, los cuentos populares y cuál es su edad? - -Vienen de todas partes y su edad varía. Algunos son recientes -relativamente; otros son contemporáneos de los primeros balbuceos -intelectuales de la humanidad. - -La cuestión es, desde luego, a la vez, insolvente y pueril; el origen -de las costumbres, de las leyendas, nos escapa; eso fué y eso es -folk-lore, fué y es invisible. - -¿Quién hizo el primer cuento? ¿A quién se le ocurrió primero acostarse -para dormir? Hay quienes coleccionan los cuentos y comparan las -versiones; el libro de Bedier debe turbar a esos monómanos. En suma, -los cuentos populares, no son, tal vez, sino cuentos literarios que -han llegado a ser populares. Han sido compuestos oralmente, y aun -escrituralmente--en su integridad--, por un solo autor. Han parecido -bellos, se les ha aprendido de memoria, se les ha recitado, se han -escrito y vuelto a escribir, han tenido períodos orales y períodos -escriturales, a menudo confundidos, y he ahí todo lo que se puede decir -de verosímil sobre ese obscuro asunto. - -La obra de Bedier, al mismo tiempo que destruye un viejo problema de -folk-lore, es un excelente trabajo de historia literaria, tan ingenioso -como docto. - - * * * * * - -_En Barbarie_, por Rolando de Marés. Con ese título, Rolando de Marés -ha reunido muchos cuentos, cuya escena pasa en la Campine, en las -épocas primitivas. - -Desde luego, nos describe el país en que va a hacer vivir a sus -personajes, y parece que esa región, tal como la pinta Marés, merece, -en efecto, el nombre de _Barbarie_. Luego nos cuenta leyendas: la de la -Princesa Thalia, la del Jabalí blanco, la del Gran San Nicolás; otras -más, aún, leyendas ingenuas y rudas en que pasan, por las llanuras, -salvajes, héroes sangrientos, implacables magas, y también, a veces, -graciosas principesas. - -De Marés ha sabido dar a sus leyendas las apariencias de cuentos -populares, y esa apariencia convenía a narraciones que el autor quería -hacer notar bárbaras; ha sabido, recordando de un cuento a otro, -ciertos motivos, ciertos personajes o ciertas aventuras, dar unidad a -su libro. - - * * * * * - -_L'Ovex_, por François de Nion. «El parentesco natural es para el -matrimonio un impedimento dirimente, u óbice. Teología católica. Este -epígrafe, bastante claro, permite que, sin gran esfuerzo, se adivine el -contenido del libro, al menos en sus líneas esenciales.» - -Mademoiselle de Royans, unida desde hace unos meses a un amigo de -infancia, Jean de Vienne, descubre, en un pabellón en ruinas, antiguas -cartas de su madre, de donde resulta que mademoiselle de Royans es -hermana de su marido. Así, ante la joven, que no quiere divulgar el -secreto maternal, se plantea un terrible dilema. Huir, sin motivo -aparente, de Jean, a quien ama, o continuar el incesto. Un confesor, -a quien ha consultado, le da el extraño consejo de continuar llevando -sus deberes de esposa, sin rebuscar las ocasiones. Pero llega de Roma -una anulación del matrimonio, y la señora, no queriendo decidirse por -una ruptura, se deja llevar por una ola en los baños de mar en que -se encuentra. Tal es la trama, muy simple, como se ve, de esa novela. -Hay un estilo refinado hasta la preciosidad, en esta obra, en que las -réplicas alternan vivamente, los personajes se presentan bien claros, -en que los detalles no están desprovistos ni de propósito ni de -oportunidad. - - * * * * * - -_La suprema voluptuosidad_, por E. Gómez Carrillo. Un librito bien -escrito, mal pensado y falsamente perverso. Influencia de las -«Eróticas», de Rops. Desearíamos que el joven autor perseverase en sus -estudios de crítica, que le han dado un justo renombre. - - R. D. - - 9 junio 1896. - - [Ilustración] - - - - - EL DIVORCIO - DE JEANNETTE - - Affaire Daudet-Hugo - - -¿RECUERDAN nuestros lectores el ruido que hizo en el mundo el -matrimonio laico de la nieta de Víctor Hugo y el hijo de Alfonso -Daudet? El tremendo Drumond tuvo a la sazón grandes desahogos. - -El escándalo del matrimonio civil del hijo de Daudet, decía el -antisemita, no es, desde luego, una excelente ocasión de ver claro en -el alma de un gran letrado de fines del siglo XIX, de saber exactamente -la idea que un escritor ilustre se forma de esas cuestiones religiosas, -que a través de las edades han interesado y apasionado a los más nobles -espíritus de la humanidad. - -El padre de Daudet era un realista convencido; la madre, brava y digna -mujer si las hubo, era una católica ferviente, como hay tantas en -Mediodía; murió con el rosario en la mano; la hermana de Daudet es -también una católica practicante. El hijo más joven del escritor, -Luciano, gentil muchacho que tiene el aire tan distinguido y tan dulce, -se ha educado en un Establecimiento religioso, en la escuela Bossuet; -frecuenta San Sulpicio; su madre le acompaña, y para ayudarle, toma -notas sobre el sermón, con la tranquila y sonriente bondad que pone en -todo. Drumond mismo ha conducido a Luciano a misa, y se ha edificado -con aquél buen comportamiento. - -A León Daudet, estudiante, se ha referido recientemente, en el -_Courrier Français_, el señor Groussac; Drumond nos dice que ha -visto crecer su inteligencia. «Le he preguntado a menudo sobre el -vocabulario médico, y me he extrañado de la precoz lucidez de espíritu -de ese joven, que si hubiese querido trabajar[1] hubiera tenido las -intuiciones filosóficas de su padre, con la ventaja de una educación -más rigurosamente científica; ¡jamás, en cambio, he descubierto en -él la sombra de una hostilidad contra la religión! La conmoción, -justamente, lo que daba idea del asombro general, es ver a esas gentes -renegar del Dios de sus padres públicamente, cínicamente, ante todo el -mundo, únicamente porque hay una gruesa dote: tres millones». Y sobre -Juanita: «¿Conocéis más antipática criatura que esta joven casada, que -se estrena en la vida con una manifestación escandalosa? - - [1] Cuando Drumond publicaba estas líneas, el autor de _Hœnes a - L'Astre Noir_ no había dado a la luz ningún libro. - -Tiene veintitrés años--era en 1891--, edad en que se cree en Dios como -en el amor, en la poesía, en la esperanza... Ella no se da cuenta -de que hay pobres muchachas que no tienen tres millones, que están -colocadas entre la prostitución y el hambre, y que tienen necesidad de -que se les deje creer en alguna cosa para resistir a las tentaciones de -la miseria». «La desgraciada niña no es tan culpable como parece. Era, -en verdad, graciosa, cuando, dando los buenos días a todos, se paseaba -alrededor de la mesa, en las comidas de Víctor Hugo... Es Lokroy -quien»... Y aquí la ineludible conclusión: ¡el semitismo tiene la culpa! - -Esa infancia de Jeannette, de George, de esos nietos que tuvieron por -arrullo un inmortal y amable coro de versos: _El arte de ser abuelo_, -ha sido una especie de leyenda. Ellos fueron los infantes de Hugo, -emperador de la barba florida. - -Por el secretario de Hugo, Lesclide, se saben cien pequeñas cosas, -ligeros detalles, adorables incidentes y simples monadas. Recordemos -algo de Jeannette en la vida íntima. - - * * * * * - -El maestro, anotaba Lesclide, adora a su nieta, y cuando no es madame -Drouet quien nos trae sus «mots d'enfant», él lo hace voluntariamente. - ---¿Cuándo tendré la muñeca que me has ofrecido?--preguntó Juana a una -dama poco antes de los «etrennes». - ---Pues--respondió la dama--el día 1.º del año que viene; es la época en -que nacen las muñecas. - ---Te aseguro, replicó Juana, que no hay necesidad de esperar tanto -tiempo. ¡Nacen muy bien por Pascuas; hay huevos que están llenos de -ellas! - -Augusto Vacquerie, el escritor que acaba de morir, le dijo un día con -tono serio: - ---Señorita Juana, ¿sabes que tienes una cuenta a cobrar en el _Rappel_? - ---¿Qué cuenta? - ---Tres francos setenta y cinco, por tres _mots de la semaine_. - -Juana duda y se vuelve a mirar a su abuelo. - ---Papá--así llamaban a Hugo sus dos nietos--, ¿es cierto eso? - ---¿Cómo?--responde el poeta--. ¿Tú escribes en los diarios? ¡Y sin -avisarme! - -Un día Juana dice a su abuelo: - ---Papá, ¿no soy suficientemente grande? - ---Sí, amor mío, lo eres. - ---Y bien, yo quisiera no acostarme temprano esta noche. - ---¿Por qué? - ---Vienen senadores a hablar contigo; quiero verlos. - ---Pero, querida, vas a aburrirte. - ---No me aburriré. - ---Querrás jugar. - ---No jugaré. - ---Harás ruido. - ---Estaré bien formal. - ---¡Y bien!--dijo el abuelo--. Arregla eso con tu madre; por mi parte, -acepto con gusto. - -La chiquilla estaba contenta con aquella muestra de confianza. - ---¿Sabes política? - ---No; oiré lo que dirán. - -Por la noche los senadores concurrieron. - -La señorita Juana, agarrada de la levita de su abuelo, los escucha -atentamente. Una formalidad ejemplar. Víctor Hugo muestra una gran -vivacidad oratoria, se exalta, y su voz sonora hace resonar el salón -rojo. - ---¡Papapá! - ---¿Qué, hija mía? - ---¿No es conmigo con quien estás enojado? - ---No, «Ma mignone». - -La tertulia se acaba; los senadores se van; no hay sino una voz para -alabar la _ténue_ de mademoiselle Jeanne. - -Lo cual le hace venir otra idea. - ---Abuelo, ¿quieres llevarme al Senado mañana? - ---Sí, si eso te divierte; no tienes sino que ir con tu madre. - ---¡No, con mamá no quiero, contigo! - ---No es posible, no te dejarían entrar. - ---Pero si tú lo dices... - ---Aunque lo diga yo. - ---Y bien, tú no dirás nada; me tomarás de la mano, entraremos y me -pondrás sobre tus rodillas. - ---Sí, pero vendrá un ujier vestido de negro y con una gran cadena, y te -dirá: ¡Señorita, vos no sois senador! - ---Y yo responderé: ¡Señor, yo soy su nieta! - -Una noche, en el salón un tanto sombrío de la rue Drouot, 20, madame -Charles Hugo tenía un bebé sobre sus rodillas y lo vestía para dormir. - -A alguna distancia, Víctor Hugo hacía arrodillarse a Juanita, _dans le -plus simple appareil_, y le hacía decir su plegaria. En esa plegaria, -extraña a las liturgias conocidas, Juana pedía a Dios ser discreta y -obediente, le recomendaba a su padre muerto, a su tío Francisco Víctor, -enfermo entonces, y todas las personas que le rodeaban. - -La pequeña Juana interrumpía la oración con bien ingenuas reflexiones. -No se cuidaba, por ejemplo, de orar por su hermano, que le había dado -un mojicón. - -Un día Juanita y su hermano Jorge se divertían ruidosamente en el salón -rojo de la rue Clichy, con la efusión natural a su edad. Entre otros -juegos, se había tomado al gato Gavroche para un steeplechase; pero -Gavroche, pacífico y serio, no había querido. Su amiga Juana lo llevó -entonces al nido maternal despidiéndole: «tú quédate con tus padres». -Después de lo cual llamó a su abuelo y le explicó sus intenciones. Y el -abuelo puso su gloria en cuatro patas. - -La chiquilla recibió al día siguiente estos versos: - - L'autre soir, en jouant avec votre grand-père - dans l'antre où ce buveur de sang fait son repaire, - vous lui fîtes porter le plus doux des fardeaux, - O Jeanne! et je vous vis lui monter sur le dos. - - Résigné, comme on dit que le fut Henry Quatre, - où jugeant inutile et vain de se débattre, - Papapa sous le joug se courba doucement - et sur l'épais tapis marcha docilement. - - Sans être un grand devin, je puis, mademoiselle, - dévoiler l'avenir en partie a vos yeux: - avant qu'il soit longtemps, vous serez grande et belle, - et fière de porter votre nom glorieux; - vous tiendrez d'une mère une grâce infinie; - votre sang doit vous faire un esprit sans rival; - vous aurez la beauté, peut être le genie... - mais vous n'aurez jamais un semblable cheval. - - * * * * * - -Después, el dios entró en el Panteón... y Jorge y Juana en el mundo. - -De ambos se volvió a oír hablar; de Juana, por su matrimonio laico con -el hijo de Daudet; de Jorge, por ciertos escándalos de mozo de vida -alegre... - -Y luego, cinco años después de casada, Juanita se separa de su marido. - -León Daudet es un espíritu altivo, un cerebro fuerte, un pensamiento -quizá con demasiados músculos. Muy poco de artista, muy mucho de -«sabio». Estudió para médico. Ya nos ha dicho Drumond cómo le -consultaba el joven sobre tecnicismos médicos. Dejó la carrera y se -tornó escritor, con un bagaje y una médula científica que dan a sus -escritos cierta firme y enraizada fortaleza. Y ha ido a rápidos pasos. -De _Hœenes a L'Astre Noir_ hay un visible progreso. Y en sus críticas -de la _Novelle Revue_ revela un juicio personal. Su padre ha dicho: «A -los escritores, como mi hijo, pertenece la literatura del siglo XX», en -una reciente interview. - -Y se atrevió León Daudet a publicar el _Astro Negro_... La Prensa de -París ha respetado la más sagrada de las memorias, el más alto de los -nombres de la poesía francesa, y no se ocupó del libro. - -La Prensa no dijo media palabra sobre el Astro de Seneste--cuya -figura y descripción están bien claras para el menos entendido--. Se -dijo que León Daudet aseguraba haber querido pintar en el incentuoso -grande-hombre--«¡Vous êtes un homme, monsieur Goethe»...--¡a Wagner! -Más a la vista estaba la tempestad en el hogar de Juana Hugo. Luego la -dedicatoria del libro, por León Daudet, a su abuela... Se murmuró de -revelaciones y secretos escabrosos... A Buenos Aires envió J. Lermina -una correspondencia sobre el asunto, que Mariano de Vedia no publicó. -Después, el divorcio, iniciado hace más de un año, y que acaba de -resolverse, según lo ha comunicado ha pocos días el corresponsal de _La -Nación_, en París. - -Algunos han pensado que León Daudet ha hecho el escándalo público, -para tener un ruidoso éxito de librería. - - * * * * * - -Juana Hugo es hoy una de las divorciadas más tentadoras de París. -Probablemente se casará pronto: es rica y princesa de la sangre; bella -e inteligente. Mas si ha logrado todo o gran parte de lo que le anunció -su abuelo en los versos que le hizo cuando imitó hípicamente a Enrique -IV, no tendrá ciertamente ni una cabalgadura como aquella, ni las horas -de oro que conducían su vida cuando - -Jeanne était au pain sec dans le cabinet noir... - - Febrero, 25-1895. - - [Ilustración] - - - - - A JOSÉ MIRÓ - (JULIÁN MARTEL) - - El día de su muerte - 10 de diciembre de 1896 - - -PASO a paso, melancólicamente, como un sonámbulo que persiguiese una -mariposa y se perdiese en lo profundo de bosques sombríos, así tú, tras -tu ilusión, mi amigo Julián Martel, penetras en la noche de la muerte. - -Yo te he conocido en la primavera de tu juventud, triste enamorado de -la gloria, soñador testarudo, cultivador de rosas de fantasía. Vivías -en tu sueño, que era un jardín cuidado perennemente por tu alma. -Parecía que no oyeses la voz del mundo, de este mundo nuestro. Sí, una -voz como de sirena que te atrayese a una isla encantada, de un raro -mundo, de verdes laureles, de cantos, de reales grandezas, de perpetuos -triunfos; un mundo fuera del mundo: _anywhere out of the world!_ Porque -nunca quisiste convencerte, poeta como eras, de que fuesen verdaderas -las espinas que rasgaban tus carnes, los abrojos que encontrabas a tu -paso, las crueles ortigas, las zarzas amargas y ásperas; así, aun -cuando dijeres en tus prosas o en tus versos los dolores de la vida, -enflorabas tu pensamiento, y tu frase, con flores de idealidad y de -dicha, de modo que te engañabas a ti mismo y te prometías siempre para -el día que viene, para la próxima aurora, un festín de poesía, en que -las musas sirvieran a tu espíritu ansioso los más puros rocíos, en las -copas de las más frescas azucenas. No te dejabas vencer por la vida, -mentirosa y fatal enemiga; eras siempre fiel a la divina imposible. La -vida se vengó de ti, entregándote a la muerte. - -Amabas el arte, amabas la hermosura, amabas las palmas del triunfo, mas -te faltaron músculos para las decisivas ascensiones, para las bregas -decisivas. Tu corazón era una urna de bondad, de bondad ingénita y -sencilla, de una bondad colombina; había mucho de tu corazón en tu -cerebro, de manera que pensabas sintiendo. - -Los que como yo supieron lo íntimo de tus secretos pasionales, sabemos -que cuando la tristeza te poseyó, fué por causa de amor; eras un -sensitivo y un romántico. Hay una de tus poesías en que un reloj -simbólico señala el secreto de tu existencia. - -En estrofas poeanas dices la agonía de las ilusiones, y al fin estalla -el reloj, en un momento que no es por cierto el último. ¡El último ha -sido éste, mi querido Julián Martel: ayer ha estallado el reloj de tus -sueños de poeta, ayer cuando has cerrado los ojos, y amor y gloria y -sueños y esperanzas se han desvanecido con la luz de tus obscuras -pupilas! - -Eras raro como la lealtad, ardiente como el entusiasmo. Sabías todavía -amar y admirar. Sabías pasear tu figura pálida y noble entre las -medianías antosugestionadas, y tu cansada indiferencia fatigaba las -inutilidades petulantes. Intentabas odiar--aunque no lo podías a causa -de la excepcional virtud de tu sentimiento--la tiranía de la chatura, -el poder de los dictadores del «buen sentido»; eras enemigo de Pilatos. - -Tu obra principal y mayor--que es casi toda tu obra--fué un clamor de -venganza contra la fortuna, que te fué traidora como una bella querida. -Y tú, como artista, como poeta, habías nacido para las grandezas y -poderíos. No eran plebeyos ni tu sangre, ni tu gusto, ni tu papel de -héroe de Musset, ni tu estilo que buscaba siempre un rumbo. - -¡Cuántas veces soñamos juntos, en noches de amistad amable! Yo oía tus -imaginaciones de oriental, tus fantaseos de rajah, la historia nunca -concluída de tus lindos castillos en el aire, y te acompañaba encantado -a tus excursiones por los países de lo irrealizable. - -¡Fuiste mi amigo en arte y en existencia; me defendiste, me amaste, me -comprendiste, desde que, al llegar a Buenos Aires, me fuiste a saludar -en nombre de _La Nación_, en cuya casa confraternizamos! - -¡Por eso, por tu corazón y talento, yo te defenderé y amaré tu memoria -puesto que te comprendí! _¡Raté!_ dirá una conciencia; y mi corazón -clamará: ¡Haced _La Bolsa_! ¡Y culparé a tu desconocido genio maléfico, -o a tu sino, de que no hayas llegado a poner en tu torre soñada tu -pabellón de victoria! Atmósfera propicia te faltó, tierra te faltó, -aliento te faltó. Mueres demasiado temprano, pero tuya es solamente la -mitad de la culpa. - -Ahora tu visión astral y penetrante verá sobre el haz de la tierra -quiénes te amaron de veras, quiénes fueron tus amigos. Yo no miento -lágrimas; yo te digo adiós con una tristeza que puedes ver en lo hondo -de mi alma. - -Notarás, mi querido Miró, que no va mi corona entre las que acompañan -tu féretro: ¡Yo te haré una de versos! - - [Ilustración] - - - - - FIESTAS PRIMAVERALES - - Una dalia - - -CORTESANA de duro seno, de ojo opaco y obscuro, que se abre -lentamente como el de un buey; tu gran torso reluce como un mármol -nuevo. - -Flor gorda y rica, a tu alrededor no flota ningún aroma, y la belleza -serena de tu cuerpo desenvuelve, mate, sus impensables acordes. - -Ni aun a carne trasciendes, salvo que al menos exhalan las que van -removiendo los héroes, y tú te entronizas por lo insensible al incienso. - -Así la dalia, rey vestido de esplendor, eleva sin orgullo su cabeza sin -perfume irritante en medio de los jardines incitativos. - - * * * * * - -¡Flores sobre flores! Flores de estío, flores de primavera, flores -descoloridas de Noviembre, vertiendo la pena de los adioses, y en los -trenzados los crisantemos; los lotos reservados para la mesa de los -dioses, los lises altivos entre las espesuras de amarantos, irguiendo -con orgullo sus tirsos radiosos; las rosas de Noël, de palideces -transparentes y, después, todas las flores enamoradas de las tumbas, -violetas de los muertos, helechos olorosos, asfódelos, soles heráldicos -y bellos, mandrágoras que gritan con voz sobrehumana al pie de los -patíbulos negros que frecuentan los cuervos. ¡Flores sobre flores! -¡Deshojad flores! Que se paseen incensarios floridos sobre la tierra en -donde, allá lejos, duerme Ofelia con Lady Rawena de Tremaine. ¡Amor! -¡Amor! Y sobre sus frentes, que tú inclinas, haz rodar la púrpura -extática de las rosas, semejante a la sangre alegre vertida en los -combates. Antes cantaban ellas, vírgenes rosadas, rubias, los amantes -de los días que no renacerán nunca, bajo sus vestidos tejidos con oros -finos y argírosas. ¡Oh, lejanas dulzuras de las primaveras concluídas! -¡Apertura auroral de las ideas! ¡Puerta del cielo ofrecida a los labios -de los elegidos! ¡Las vírgenes hoy, muertas o poseídas, están lejos! -¡Muy lejos! La esperanza ha caído de nuestros corazones, como las ramas -podadas de un árbol. - -Y la sombra, y los pesares y el olvido, son los vencedores. - -A través de los iris y juncos, Ofelia abandona su alma a los -arrulladores murmullos del río, único testigo de su melancolía. Y he -aquí que en el fondo de la verdosa espesura suenan confusamente harpas -cristalinas, atrayendo con sus ritmos obsesores. El oro difuso del -Sol empurpura las colinas, por el lado del castillo de Elseneur, y las -torres que obscurecen ya las tinieblas hyalinas. La noche felina, con -su traje de terciopelo, arrulla a las aguas, los valles profundos y -los cielos tristes, y con los sauces ruidosos esfuma los contornos. -Y las nubes rojas del poniente con colinas que trepan lanza en puño, -atroces caballeros que espolean el vuelo furioso de los unicornios. -Luego, la dama que sueña con los juramentos olvidados canta entre -dientes un _vireylay_ muy antiguo. La demencia extiende sobre su frente -multiplicados duelos. ¡Flores sobre flores! - -Sollozos cortan su romanza, mientras que, con los cabellos coronados de -jazmín, se inclina hacia los juncos del río inmenso. Los Nixos, cerca -de la orilla le señalan el camino, y tranquila, al curso de la onda en -las gláucas praderas, desciende con ¡no me olvides! en la mano. Las -flores palustres sobre sus pupilas apagadas pondrán el dictamo adorado -del sueño, en jardines de... - - - - - Fiestas primaverales - Los poetas y las flores - (CONTINUACIÓN) - - - LOS NENÚFARES - - (BARBEY D'AUREVILLY) - - _Allons, bel oiseau bleu, venez chanter votre romance a madame..._ - - (SUZANE.) - - _Vous ne mettrez jamais dans votre flore amoureuse le nénuphar blanc - qui s'appelle..._ - - (UNE PREMIÉRE LETTRE.) - -I.--¡Nenúfares blancos, oh lirios de las aguas límpidas, nieve que -surge del fondo de su azur, que adurmiéndose sobre vuestros tallos, -tenéis necesidad, para dormir, de un lecho puro! Flores de pudor, -¡si!, sois demasiado altivas para dejaros cortar... y vivir después. -¡Nenúfares blancos, dormid sobre vuestros ríos! ¡Y no os cortaré jamás! - -II.--Nenúfares blancos, flores de las aguas soñadoras, si soñáis, ¿en -qué soñáis? Pues para soñar preciso os es estar enamoradas, es preciso -tener el corazón enamorado... o celoso; pero vosotras, ¡oh, flores que -el agua baña y protege, para vosotras soñar... es aspirar el frescor! -¡Nenúfares blancos, dormid en vuestra nieve; yo no os cortaré jamás! - -III.--¡Nenúfares blancos, flores de las aguas adormecidas, flores cuya -blancura da frío a los corazones ardientes, que os hundís en vuestras -aguas desentibiadas cuando el sol luce, nenúfares blancos! Quedad -ocultos en los ríos, en las brumas, bajo los sauces espesos... ¡De las -flores de Dios, sois las últimas! ¡Yo no os cortaré jamás! - - - LA CANCIÓN DE LAS ROSAS - - (ROBERT DE LA VILLEHERVÉ) - -Encanto de los ojos extasiados, los rosales divinos; los rosales no -darían tantas rosas, si no fuese la juventud en flor, que, rota, -después del dolor, renace y revive en las cosas. - -Las rosas de púrpura o de plata, que junio, artista diligente, reviste -con los colores de la vida, en su brillo, en su palidez, son la -metamorfosis en flor, de una niña arrancada por la muerte. - -Y por eso, en los repliegues de sus pétalos delicados, obstinadamente, -la rosa oculta--como las vírgenes el suyo--su corazón de oro, gloria de -la flor, su corazón invisible, sin mancha. - -Y por eso, en los rayos, cerca de ella, las mariposas azules revuelan -querellándola, y la aman mujer, la aman flor, y el claro enjambre -acariciador quisiera aun morir por ella. - -Y por eso, la fresca mañana, bajo la seda y el raso, hace, para adornar -la flor querida, una perla de cada lágrima y una estrella de cada -perla. - - - CRISANTEMOS - - (HENRI CORBEL) - -Flores que vertéis el olvido de los odios obstinados, vosotras dejáis -sobre nuestros corazones el pesar de los bellos días, viniendo a -inspirar nuestros últimos amores: vuestros rayos son el adiós de las -estaciones afortunadas. - -Crisantemos, perfume de nuestros años de jóvenes, vuestros ojos son -dulces como los de los trovadores; en vuestros pétalos de oro, en -vuestros encantadores atavíos, nacéis en los umbrales de los graves -destinos. - -Y vuestro brillo discreto no es si no divino. - -Al declinar el día, cuando la luz expira, cuando la brisa suspira -y corteja al gran bosque, vosotras arrojáis, risueñas como un Dios -Silvano, vuestras canciones, en la faz de los brumosos otoños, llamando -los besos de los Soles monótonos. - - - LAS FLORES - - (MALLARMÉ) - -De las avalanchas de oro del viejo azur, en el día primero, y de la -nieve eterna de los astros, antes sacasteis los grandes cálices para la -tierra, joven aún y virgen de desastres. - -La fiera Gladiola, con los cisnes de cuello fino, y ese divino laurel -de las almas desterradas, bermejo como el puro dedo del pie de un -serafín, que enrojece el pudor de las auroras holladas; el jacinto, el -mirto de adorable brillo y semejante a la carne de la mujer, la rosa -cruel, Herodias en flor del jardín claro, aquella que riega una sangre -soberbia y radiosa. - -¡Y tú hiciste la blancura sollozante de los lises que, rodando sobre -mares de suspiros que roza, a través del incienso azul de los pálidos -horizontes, sube, en un ensueño, hacia la luna que llora! - -¡Hosanna en el sistro y en los incensarios, Padre Nuestro, hosanna del -jardín de nuestros limbos! - -¡Y concluya el eco por las celestes tardes, éxtasis de las miradas, -scintilaciones de los nimbos! - -¡Oh Padre, que creaste en tu seno, justo y fuerte, cálices balanceando -la futura redoma! Grandes flores con la balsámica muerte para el poeta -fatigado a quien la vida debilita. - - - - - NANSEN - - -EN estas columnas de _La Nación_, con su estilo brioso y nervioso, -hace ya algunos años, narró José Martí la leyenda de los héroes del -Polo, cuando Greely volvía de su odisea; la leyenda, real y vivida, que -es hermosa y trágica, de la cual es hoy héroe nuevo y triunfante el -escandinavo Nansen, al cual recibió con palmas y músicas y discursos y -versos su buena tierra de Noruega, cuando volvió de la aventura de su -_Fram_ después de haber explorado el misterio del círculo polar. - -Contadas por el mismo Nansen van a ver nuestros lectores la historia -extractada de su empresa: la historia completa y detallada la compró -una casa de Inglaterra en 25.000 libras esterlinas. - -Ese compatriota de Ibsen, doctor y marinero, astrónomo y herbolario, -dice con sencillez lo que le aconteció en las nieves, cómo la aurora -boreal lucía, cómo la morsa atacó el Kayak, cómo vino el oso blanco -hacia él. Y en él hay un soplo atávico de aquellos marinos que de su -país se dice vinieron antes que nadie al mundo de América, y de los -pescadores de ballenas y bacalaos que en las tempestades hallaran -siempre su elemento, hechos al peligro y a la penuria, y de los seres -cuasi fantásticos que se ven grandes y fuertes en las tradiciones -populares, o pasan, extraños, bajo las arcadas de hielo de ciertos -poemas bárbaros de Leconte de L'Isle. - -Él partió con fe y valor, bien provisto y acompañado de gente escogida; -y no falló su cálculo que lo llevara hasta donde ningún hombre ha -llegado en los fríos del Norte. Él realiza Julio Verne; él hace sus -cosas como para que se cuenten a los niños, y los poetas de más tarde -hagan poemas con esas prodigiosas cosas. Las gentes le señalan cuando -le ven: «Ese es el hombre que ha vuelto del infierno blanco». Y en -verdad que es su viaje dantesco, de un dantesco real y terrible, que -ejecuta la fábula. Sus narraciones tienen el llamativo de las novelas -de la imaginación; Marco Polo del Polo, nos cuenta cosas naturales -que nos parecen cuentos de Simbad, y nos imaginamos su existencia en -el desierto blanquísimo, adonde va guiado por una ciencia que parece -poesía. - -Y por qué fué al viaje peligroso, a exponer la vida por su sueño, y -comió galleta dura y carne del oso blanco y bebió café sin azúcar en -una casa de nieve, y cuidó a sus buenos perros, y vió la noche larga, -y la milagrosa luz magnética, anda ahora dando conferencias y haciendo -libros que vende como diamantes, y come el faisán con el rey y recibe -el cheque del yankee. Porque es persona de honra y provecho, y el viejo -Ibsen dicen que estaba rezongando entre dientes, cuando la fiesta de -Christianía. - -¿Pues no habrá que honrar y celebrar a estos buscadores de -desconocidos? Nansen realiza su poema; él es su personaje principal, -con un decorado de Snow, el brillo pálido del sol de media noche. - -Oigase su narración parca, de sujeto de obra y hecho; no todo es número -y grados; de repente, el interés acrece de un modo vibrante, y en medio -del silencio polar, fijáos cómo el doctor canta en cuatro líneas la -llegada de la primavera. - - 26-4-1896. - - [Ilustración] - - - - - LA FIESTA DE FRANCIA - - -HOY es el día en que, bajo todos los cielos, en todos los climas, -erige, resplandecientes al aire, sus palmas de bronce, la Marsellesa. -Todo el mundo parece que tomase parte en la alegría de la Francia, cual -excitados los espíritus por los zumos de un vago Champaña de victoria. -Las banderas, los tambores, las fanfarrias, los himnos franceses, nos -hacen alzar la cabeza, correr más viva la sangre, marchar, pensar en -cosas heroicas y bellas. ¿Cuál es el secreto de que Francia sea amada -de todos los corazones, saludada por todas las almas? Preguntad al -pastor decisivo por qué da la manzana a una diosa señalada. Entre -todas las princesas de la tierra, _¡ave, regina Galia!_, tú eres la -más hermosa. El áureo París derrama sobre el orbe el antiguo reflejo -que brotaba de la Atena marmórea. Ante esa capital mágica se extiende -un inmenso océano de ensueños. Allá vamos los peregrinos del amor y -del arte; allá van todos los adoradores de la vida, a cortar las rosas -que curan con su perfume las ponzoñas de las víboras hiperbóreas, -la somnolencia de filosofía brumosas. El idioma de Francia es el -nuevo latín de los sacerdocios ideales y selectos, y en él resuenan -armoniosamente las salutaciones a la inmortal Esperanza y al Ideal -eterno. - -Celto-germana, burgonda o normanda, toda la sangre de Francia se vierte -en una sola vena, toda la savia francesa da alimento y existencia a una -sola selva de fuerza y de gracia, en donde una Bella--despierta--del -bosque, en su maravilloso palacio, ofrece a todo caballero errante -de la poesía o de la gloria, el vino prodigioso de sus inexhaustas -ánforas. ¡Selva de enorme y dulce encanto!, en ella encuentran los ojos -absortos, ya a Carlo Magno sobre su pino, ya a Víctor Hugo bajo su -laurel. - -Son de «biniou», canto de marino de Bretaña, risueña farándula de -Provenza, danzas provinciales, sus ecos nos llegan con los de la -incomparable voz de París, dominándolo todo en clangor de gallo, o -una cristalina diana de alondra. Y el arraigarse nuestra simpatía, no -es tan sólo por ser Galia toda bella de su magnífica persona, sino -también por la fragancia de su nobleza, por la virtud interior que se -manifiesta en sublimes ímpetus o en brazos y alas abiertos: Francia, es -hermosa por dentro; Francia, es buena; Francia, es generosa. - -Me habláis de horribles y sublimes locuras, de sangre; el populacho, la -caramañola, el cuello blanco de la reina... (Esas son las estaciones -de las naciones.) Floreal viene precedido de tantas tempestades... Mas -ved cómo aún de esa roja floración, cada libre pueblo de la tierra -ha ido a hacer su ramo, y en sus días de fiesta, se adorna con él el -pecho. Por otra parte, el himno de Rouget de L'Isle, ha vibrado ya en -el Kremlin y en el Vaticano. A Europa toda, a Oriente, al continente -nuestro, el fuego de la vasta hoguera de la Revolución ha llevado una -parte de su resplandor. Parece que algo del alma de todas las naciones -hubiese salido libre de la Bastilla en el día siguiente de su asalto. - - * * * * * - -Mas la amable tirana de Francia se muestra de modo principal en su -pensamiento, que levanta sobre la humanidad, gemado como un cetro. Bajo -la basílica de oro, un pontifice invisible hay que consagra y pone -en evidencia toda idea que llega de cualquiera de los cuatro puntos -cardinales. Allá está la rosa de los cuatro vientos del espíritu. Su -lengua es la verdadera lengua católica, en el verdadero sentido, la -lengua del Universo. Hoy podemos decir lo que en su siglo decía el -maestro del Dante: _La parleure en est plus delitable et plus commune à -toutes gens_. D'Annunzio confirma a Brunetto Latini. - -El mongol, el abisinio, el persa, el descendiente del inca, el cacique, -no hay quien, por bárbaro o ignorado, no alimente el gran deseo de -contemplar la ciudad soñada. París es el paraíso de la vida, Francia -es el país de la Primavera y del Gozo para todos los humanos. Yo creo -sentir lo que todos. ¿Es el Sol? ¿Es el aire? ¿Son las flores? ¿Los -monumentos? ¿Son las mujeres? ¿Es la historia? En muchas partes hay -historia que revive en memorable fastos; bello Sol, aire puro, flores -raras, palacios soberbios, monumentos magníficos, mujeres llenas de -gracia o beldad. Mas he ahí el sol de París, que nos llena de átomos -de oro como un licor impalpable, cuerpo y espíritu; he ahí el aire de -París, que nos satura de una maravillosa fragancia, de una inacabable -esencia de juventud y de entusiasmo, de manera que nos sentimos como -dueños de una imperiosa potencia de crear y de sentir; he ahí las -flores de París, como más femeninas que las flores de ninguna otra -parte, pues diría que los mismos lirios parisienses saben ya los -secretos sonrosados de las rosas; he ahí los monumentos de París, las -joyas de París--tu Gioconda, tu Victoria de Samotracia--; he ahí la -mujer de París: su nombre es Poliginia; comprende en sí a todas las -mujeres, y es ella sola, es la mujer; buena burguesa o tipo de Cheret, -o perversa de Rops, hay en ella el innato hechizo que fascinaría de -nuevo a los hijos de los ángeles. Y, sobre todo, eso pasa como un aire -de luz el alma de la Francia, el heroísmo, el soplo artístico, el vuelo -aquilino de los triunfos. En aquel castillo está, rodeada de palmas y -de lirios, Clemencia Isaura. Sobre aquel fondo de púrpura, se destaca -imperial el perfil de Bonaparte. Tras la estación triste, un trueno -de trompetas anuncia que la Francia siempre está en pie, coronada de -yambos o ceñida de odas. Tener la flauta de Verlaine no le impide -tener los clarines que portan las victorias del Arco del Triunfo o las -bocinas del _Año Terrible_. Tras el grupo de sabios, sobre el hombro -de Pasteur, alza la testa de toro el Balzac de Rodin. Pueden agitar el -fondo de la fuente patria las maculadas manos de la política, los dedos -en garra de la Administración prostituida; el alma francesa purifica el -daño--¡ah, en veces por el fuego y por la sangre!--y se alza, intacto, -el antiguo oriflama, sin rasgadura ni lodo. El Arte y la Ciencia tienen -allí sus torres de asilo, cuando la tormenta pasa. La Tierra necesita -de Francia. Por más que claméis, Naciones hipócritas, allá está la sal -y la miel. Sal de Francia, ¡tú desafías todas las corrupciones; tú -estarás siempre en todo bautismo cordial y mental! - - * * * * * - -Francia es hermosa por dentro. Francia es generosa. Ha tiempo, tanto -tiempo que cortó la roca Durandal y torció el alifante el soplo -heroico... Ha tanto tiempo que desde sus sombríos habitáculos escribía -el segundo Felipe de España: He ordenado al duque de Parma que socorra -a _mi ciudad de París_... Apartado casi de la vida de las Naciones -políticas del mundo, pobre, gastado, el hidalgo vecino es provocado, -desarmado, aplastado por un nuevo enemigo, más fuerte, más joven, más -rico. - -Francia entonces estará de parte de la hidalguía caída, de la nobleza -quebrantada, del antiguo y contrario paladín en desventura. ¡Bravos -franceses! De Guiche pregunta a Cyrano de Bergerac: - -... Avez vous lu _Don Quichot_? - -Y Cyrano contesta: - -_Je l'ai lu._ - -_Et me découvre au nom de cet hurluberlu._ - -Francia, de tal manera se inclina ante la desgracia del Caballero -Andante de las Naciones, porque sabe que, como dice el poeta, si -las aspas del molino de viento le han echado hoy por el fango de la -derrota, otras veces le han levantado en sus giros hasta los astros. - -Los señores sabios nos demuestran que no existen razas; que la raza -latina, más que ninguna otra, no existe. Muy bien. Yo soy de la raza -en que se usa el yelmo del manchego y el penacho del Gascón. Yo soy -del país en donde un grupo de ancianos se sientan cerca de las puertas -Sceas, a celebrar la hermosura de Helena con una voz «lilial», como -dice Homero; yo soy de los países pindáricos en donde hay vino viejo y -cantos nuevos; yo soy de Grecia, de Italia, de Francia, de España. Y -cuando España está abatida y veo apagado su esplendor antiguo, rotas -sus armas, secas las mamas que alimentaron el mundo en que he nacido, -vacilante la corona que ilustraron cien capitanes y celebraron cien -poetas, estoy triste, muy triste; cuando Grecia cae, padezco; y cuando -Italia sufre, sufro; y cuando Francia, la reina Francia, está de canto -con ella. ¿Sabéis qué es una fiesta de Francia? Una Gran Patria de -opulentos senos, como la Libertad, de Barbier, se yergue enorme en su -bronce, en el Imperio de los vientos; y a su alrededor la alegría como -la Primavera, de Boticelli, ceñida de guirnaldas, seguida de cantos -y de risas; el orgullo, armado de una espada de oro; el amor con su -compañía de horas y de gracias; la Marsellesa, como en el bajo relieve -del Arco; la canción jovial, rítmica y desnuda cual la encarnada en -mármol Charpentier. Es la apertura, la súbita eclosión de las rosas -del recuerdo, la visión de las floralias del porvenir. La Galia pasada -revive, el viejo espíritu franco se anuncia con sus pájaros matutinos. -Y el grito marcial _Allons enfants_... no asusta a los cisnes ilustres -que en los lagos de Versalles algo buscan, haciendo misteriosos signos -en el fondo de las arboledas con el blanco énfasis de sus cuellos. - -A clarín sonante y a tambor batiente fueron anoche los franceses de -Buenos Aires, a saludar a su ministro, a sus diarios, a su club. Pues -aquí en la República Argentina hay también un pedazo de Francia en -donde amando el terruño hospitalario se guarda el culto por la gran -patria que está al otro lado del mar. Entre la procesión de antorchas -y estandartes iba la bandera de los tres colores. Cada corazón saludaba -el símbolo. Trabajadores, comerciantes, periodistas, agricultores, -obreros: los colonos franceses son queridos aquí; son planta buena -que arraiga bien. Ellos no dejan de ser franceses; sus hijos son -argentinísimos. Con todos ellos hemos aplaudido en nuestro suelo a sus -estrellas de arte, a sus hombres de ciencia. Nuestras encantadoras -mujeres se visten en francés y nuestras mentes jóvenes más que a otra -luz mira lo que nos llega al amor de Francia. - -Celebran su fiesta los colonos como en casa propia, y no de otro modo -podrían ser en donde riegan sus himnos por las calles adornadas; -dicen a voz ardiente sus discursos patrióticos; congregan en la plaza -pública sus huerfanitos que se sienten como llenos de padres en este -día de sonrisas; van a visitar a sus pobres enfermos en el hospital -donde hoy triunfan violetas, vinos y colores; juegan a la pelota, -cual recordando el juramento histórico; distribuyen socorros a los -necesitados; pedalean y patinan bebiendo un aire de gozo; van a saludar -_quand même!_ la estatua de Alsacia Lorena, y en los teatros, con lujo -y alegría, se canta, se recita, se aplaude, se ríe, y en los salones, -se baila, se halaga, se siente, se ama ¡todo por amor a la Francia! Lo -propio el rico propietario o el clubman en su círculo, que el obrero en -su asociación o en su café preferido. Hay un placer contagioso que se -derrama en ondas atrayentes. ¡En la comida, en la cena familiar, poned -atención cómo el buen abuelo canta su couplet, de Beranger todavía!, y -todos contestan con el «refrán». - -Allá en París, allá en Francia entera, hierve el inmenso entusiasmo. -El presidente presencia la gran revista; todo el día es un _bouquet_ -de sol y música. Pero en París, como en Buenos Aires, como en todos -lugares que haya franceses, esta noche, esta madrugada, al poner la -cabeza en el descanso, los niños sentirán que ha pasado la noche buena -de la patria; las damas soñarán con amores que llevan escarapela -tricolor; los ancianos se sentirán satisfechos de ver cómo no muere el -patriotismo a pesar de tantas saetas modernas que le van directamente -al pecho; todos soñarán por la futura y progresiva creciente de la -grandeza maternal. - - [Ilustración] - - - - - CARLOS EZETA - EN MONTE-CARLO - - Epílogo de la «Historia Negra» - - -EL autor de estas líneas, a raíz de la traición que elevara a los -hermanos Ezetas al poder, en la República del Salvador, publicó en -Guatemala un folleto con el título de _Historia Negra_; contiene -la narración exacta de los sucesos en que fué víctima lamentada el -presidente Menéndez. - -Cinco años después amplió aquellas apuntaciones en un artículo que -apareció en las columnas de este diario, a propósito de la caída de los -Ezetas. - -Los lectores de _La Nación_ están, pues, al corriente de los -acontecimientos en que tanto se ha hecho sonar la tan famosa tiranía -bicéfala de aquel pequeño país centroamericano. - -Ayer el cable nos ha comunicado el escandaloso y ridículo epílogo de la -_Historia Negra_, haciendo saber al mundo cómo los millones acaparados -por «el hombre del 22 de junio» se han evaporado en la ruleta de -Monte-Carlo. - -En cinco años de poder, Carlos y Antonio Ezeta, que antes de la -traición no tenían sino sus sueldos de militares, se convirtieron -en millonarios: casa en Madrid, estancias en el Salvador, rentas, -depósitos en el Banco de Londres. - -Recientemente la asamblea salvadoreña ha ordenado la instrucción del -largo proceso. - -Cuando huyeron a los Estados Unidos los dos hermanos, les fueron -embargadas por el Gobierno de Gutiérrez las propiedades que tenían en -el país. - -Siguiendo las huellas de todos los ex presidentes de la _Pepa_, Carlos -se dirigió a París a gozar de su dinero, en tanto que Antonio estaba -preso en San Francisco de California, a pedido del Gobierno salvadoreño -que negociaba su extradición. - -Esta no se pudo conseguir, y Antonio, ya libre, se dirigió a Méjico, en -donde creía encontrar apoyo en Porfirio Díaz. - -Parece que cuando estuvo a punto de estallar la guerra entre Méjico y -Guatemala, Antonio Ezeta ofreció sus servicios a la primera nación, -con esperanzas de poder después recibir auxilio para revolucionar el -Salvador. - -Uno y otro hermano hicieron más de una vez que el cable comunicase de -ellos poco honrosas noticias; ya era Carlos humillado y afrentado en -un teatro de París por un colombiano a quien persiguiera durante su -tiranía; ya era Antonio haciendo el Don Juan Tenorio con doncellas de -labor en el país del tío Samuel. Mucho tuvieron que hacer los lápices -de los caricaturistas. - -Esparcidos por todos lugares, después de la _débâcle_, los exseides -de los Ezetas, tenían encargo de comprar a la Prensa extranjera poco -escrupulosa. La diatriba y el odio se multiplicaron contra los antiguos -amigos de Menéndez y los vencedores de la revolución encabezada -por Gutiérrez. El autor de la _Historia Negra_ no fué de los menos -atacados, y hasta la superchería de una falsa muerte fué propalada por -diario como _La Estrella de Panamá_. - -Mientras Antonio Ezeta pretendía inútilmente que Porfirio Díaz le -ayudase a recuperar el Gobierno perdido, Carlos se divertía. - -Sin la distinción y la habilidad de un _rasta_ de alto vuelo, de un -ilustre americano, no podía aspirar a casar a sus hijas con un Morny, -ni a figurar en el «tout Paris» en manera alguna. Dedicóse a gastar sus -millones, y la vida parisiense le fué fácil para ese objeto. - -Mas el nabab iba quedándose cada día con menos rentas, y buscó refugio -en Monte-Carlo. Monte-Carlo le ha llevado a la ruina; ruina pregonada -por la Prensa del mundo. - -Es un hermoso capítulo de _Los presidentes en el destierro_--novela que -espera un Daudet corregida por Juvenal. - - * * * * * - -Es en verdad digna de estudio la vida política de esos países -centroamericanos. _South America_ no cuenta con ejemplares tan -admirables de perfecta tiranía. Luego ¿no es asombroso que de -republiquitas cuyos habitantes son los de un barrio de Buenos Aires, -puedan extraer esos tiranuelos dineros con que ufanarse varias veces -millonarios? - -Un día, Emilio Castelar, ofrecía en su casa, de Madrid, un almuerzo al -representante de una República centroamericana, antiguo colaborador de -_La Nación_. Como éste viese en una _panoplia_, entre varios retratos -de celebridades universales, uno de Carlos Ezeta, dijo, poco más o -menos, al célebre tribuno: - ---Voy, señor, a buscar en Madrid un retrato de San Martín o de Bolívar, -de Bello o de Andrade, para que esté quien debe estar en el lugar -que ocupa en esa panoplia el presidente del Salvador. ¿Sabe usted la -historia política de Carlos Ezeta? - -Sonriente, Castelar, se dirigió a un amigo suyo, invitado al almuerzo, -el Sr. Abarzuza, que después ha sido ministro. - ---Esos países, esos países, están aún en estado primitivo. - -Y continuó en larga peroración, con su manera siempre oratoria y -maravillosa. Habló de las frecuentes revoluciones americanas, de las -tiranías nuestras desde Rosas a los Ezetas, pasando por Guzmán Blanco -y Rufino Barrios y Zaldívar. Bien enterado de nuestras agitaciones y -pequeñeces, disertó de modo magistral, concluyendo, optimista, por -augurar un tiempo mejor. Y en cuanto a la particularidad del envío -del retrato de Ezeta, habló de la pomposa dedicatoria, y de cómo no -era el primer retrato de mandarín americano que hubiera recibido con -dedicatorias semejantes. - -El retrato del tirano salvadoreño le había llegado por medio de los -hijos de su amigo Carlos Gutiérrez, el millonario de San Sebastián, los -cuales eran agregados, si mal no recuerdo, a la Legación del Salvador, -presidida por Enrique Soto. - -De este ministro contó aventura tan peregrina, que quizá jamás se haya -visto cosa semejante. Consultaba, nada menos, con Castelar, la manera -de ser recibido por la reina Cristina, _sin pronunciar el discurso_ -correspondiente... - -¡Y cómo reía el maestro cuando narraba el caso! - -Naturalmente, el embajador Carlos Ezeta tuvo que pronunciar su -discurso, después de ser introducido por Zarco del Valle. - -La compra de una casa-palacio en Madrid, según decires, fué hecha por -un capitán, Francés y Roselló, y un señor Jerónimo Pou, ex secretario -de Ruiz Zorrilla; Pou y Francés ayudaron a los Ezetas en su traición, -estando ambos, en aquel tiempo, encargados de la escuela militar de la -capital salvadoreña. - - * * * * * - -Antes de Carlos Ezeta, la América Central ha tenido excepcionales -ejemplares de tiranos, comenzando con Darrera y acabando con Sacasa. - -La unión de las cinco Repúblicas sería el comienzo de una verdadera -regeneración; pero las ambiciones personales y los intereses de partido -dificultarán por mucho tiempo el sueño de Morazán, de Cabañas y de -Jerez. - -Los _pronunciamientos_ tienen por hoy raíces inextirpables, y de ellas -no salieron Gobiernos buenos ni Gobiernos malos. - -El imperio del militarismo triunfa, y los Presidentes de las Repúblicas -no están seguros ni de los jefes de sus guardias de honor. Y no hay -entre ellos más diferencia que la de la honradez: Menéndez, o Ezetas. - - 21-3-1895. - - [Ilustración] - - - - - HORACIANAS - - -LA fidelidad une al traductor inglés (Gladstone) con el argentino. Así -se explica que en las traducciones de Gladstone, como en las de Mitre, -haya sus inversiones y construcciones más o menos obscuras. Muchos han -querido ser el espejo fiel del poeta latino. Mas ¿cómo lograr, ni el -uno con su violento y elíptico inglés, ni el otro, aun con las ventajas -del español, dado los inconvenientes que hay para que exista un buen -consorcio entre las musas y los hombres que manejan los asuntos del -Estado, y, como la política, es muy poco compatible con las músicas de -la lira? - -Los Gobiernos, sobre todo los Gobiernos democráticos, han ignorado -siempre--¡cuándo no han sido fatales para ellos!--a los grandes -artistas. Algunos célebres conquistadores guerreros y reyes han tenido -a bien recrearse con el cultivo de las artes y de las letras. Lino -enseña a Heracles a tocar la lira; Alejandro, lee su Homero; Napoleón, -no desdeña rimas alejandrinas; Enrique IV, invoca el amor en versos; -Carlos IX, versifica; _Un ingenio de esta corte_, hace comedias. El -genial Carnot, que hizo canciones, despide líricamente a Felicidad -Glairez, que parte para París de Magdeburgo: - - Félicité nous est ravie; - Mon cœur en est déconcerté; - Les Ris, les Grâces l'ont suivie; - Pour nous plus de _félicité_. - - Que le tendre amour l'accompagne, - O Dieu des cœurs, par charité, - Ramène-nous notre compagne - Rends-nous notre Félicité. - -En nuestros días, reyes y hombres ilustres de la política no han tenido -a mal frecuentar un poco la lira. León XIII, Don Pedro II del Brasil. -En las Cortes europeas hay más de una _bas-bleu_ conocida. La misma -reina Victoria ha escrito su librito de recuerdos. El rey Humberto es -un regular dantista, según se asegura. El rey de Grecia, versifica; el -emperador de Alemania acaba de dar a luz su _Canto de Hegir_... - -En cuanto a los hombres de Estado, Gambetta, hacía versos; Bismarck, no -echa en olvido sus clásicos. En España, Cánovas tiene alto puesto entre -los académicos poetas. - -En Inglaterra es más común encontrar al político-literato. En todo -inglés de cierta cultura está el _scholar_ que duerme... Un periódico -inglés pregunta, con motivo de la reciente publicación del _Horacio_, -de Gladstone: - -«¿Gladstone es el último de los hombres de Estado que combinan el -estudio de los clásicos con la política? Las citas latinas son ahora -raras en las Cámaras y en los discursos electorales. El griego ha -sido casi excluido. Desde luego, la poesía en general hace mal -_menage_ con la política moderna. Los versos que se citan son sacados, -probablemente, de ópera cómica... Felizmente, varios de nuestros -hombres de Estado más en boga se distinguen por otras cualidades que -las del político.» - -No son muchos, por cierto, los casos que pueden citarse, en nuestras -Repúblicas americanas, de hombres públicos que tengan amor a las letras -y las cultiven. Sin referirnos, por supuesto, a los diletantismos -gramaticales de Guzmán Blanco, apenas podemos recordar uno que otro -nombre. Entre los primeros, el del actual jefe de la República de -Colombia, Dr. Miguel Antonio Caro, a quien se debe, como es sabido, la -mejor traducción de Virgilio en lengua castellana; el del inolvidable e -ilustre doctor Rafael Núñez, que aun en los más agitados períodos de su -vida de repúblico no pudo olvidar el cultivo de las letras; el de otro -presidente, el del Ecuador, Dr. Luis Cordero, que es poeta filólogo y -americanista consumado y que ya en el ejercicio del alto cargo que hoy -desempeña, envió al Congreso de Huelva, en 1892, la contribución de -un valiosísimo _Diccionario quichua_, y del general Bartolomé Mitre, -que después de una larga vida de brega y triunfos civiles y militares, -ofrece ejemplos de constancia, laboriosidad y vigor intelectual -incomparables, obras como su versión completa del Dante, sus estudios -lingüísticos y los frutos menores de sus descansos y vagares. - -Esos ejemplos son honra para el continente y deben parecer cosas -extrañas para el europeo--con justicia prevenido desde antaño contra -nuestro modo de ser moral y nuestra cultura--que mira realizar tamañas -empresas y brillar intelectualmente a varones semejantes en el país de -los sargentones y de los _rastas_--virgen del mundo, ¡América inocente! - -Y noble y trascendental lección da el traductor americano de la -_Divina Comedia_ a la generación que hoy se levanta en su patria, al -ruido de tanto tráfico comercial y tanta agitación política y tanto y -tan funesto olvido del espíritu. Bien habló a ese respecto en estas -columnas el Dr. Maguasa. - -Todos los intelectuales se quejan del actual decaimiento. - -La mayor satisfacción para un hombre de letras--por no decir la -única--es que sus producciones sean discutidas, criticadas y leídas. - -No ha mucho hemos visto a nuestro general Mitre, al pie de una enorme, -formidable montaña, a cuya cima se asciende por escalones de granito -de hierro, de oro, de diamante, de desconocidos metales astrales: la -montaña dantesca. Al poner el pie en el primer escalón: _Nel mezzo del -Cammin_... alzó la vista a la altura y llenóle de temor la emprendida -ascensión; más lejos, vió llameante el infierno _en donde pensó -quedarse como traductor si le alcanzaba la condenación que acompaña -a los traductores infieles: «traduttore traditore»_; más allá los -prodigios del purgatorio; en la cumbre la gloria divina, la inmortal -aurora del Paraíso. Y poseido de la fe en el arte y en su poeta, -siguió hacia arriba, escalón por escalón, terceto por terceto, hasta -poder escribir ya en la cima después de esfuerzos admirables, el verso -ansiado de la coronación de la obra. _El amor que al sol mueve y las -estrellas._ Después de todo, ¿quién sabe si refresca y halaga más a esa -frente marcada por la guerra, el fresco y verde laurel de los poetas -que las coronas ganadas en las luchas tribunicias, o las palmas de las -batallas? - - [Ilustración] - - - - - EL AMIGO AZAROFF - - -TENGO un amigo que se llama Azaroff. Es estudiante; vivía en un -cuartillo estrecho y barato del barrio. ¿Es nihilista? No lo sé. Lo -sospecho. Lo conocí en una conferencia de Mecislas Galberg, una noche, -en el café Voltaire. Es un hermoso gigante rubio, de frente pensadora, -ojos dulces, brazos fuertes, largos cabellos. Escribe sobre filosofía y -sobre poesía y hace versos en su idioma. Es silencioso; mas en horas de -amistad y de expansión mental se desborda en un francés puro--le conoce -admirablemente--y ese eslavo, ese bárbaro parece un ardiente latino. -¡Cuántas noches hemos hablado de altas cosas, de nobles asuntos, -recorriendo las orillas del moroso Sena! Ha sido amigo de Gorki y me ha -contado curiosas anécdotas de la vida de ese sincero y grande escritor. -¿He dicho yo que Azaroff es muy pobre? Con un escasísimo puñado de -rublos que recibe mensualmente de un pariente moscovita, logra todavía -«proteger» a dos compañeros. Uno de ellos es una joven que estudia -medicina y que es de una belleza soberbia e imponente. Ahora, sabed -bien esto que parece extraordinario a mi sangre meridional y a mi -idea de la existencia: Azaroff no tiene el menor interés sensual ni -sentimental con esa cuerda y admirable amiga. Ella no le ama; él no la -ama. Se quieren y se cuidan como dos camaradas buenos. Ella le hace -el _menage_, le zurce la ropa; le pega el botón que le falta; le va a -buscar las patatas fritas; le calienta el samovar. Él le lleva flores y -libros usados de los _quais_. Leen juntos sus novelitas y sus poetas; -van al concierto el domingo; una que otra vez al teatro. Después se -separan con un cordial apretón de manos. Y él es para mí maravilloso -así; y ella es honrada, como lo pueden asegurar sus vestidos más que -humildes y sus zapatos gastados. ¡Con ese par de ojos, con esa tez de -rosa fresca con ese cuerpo y en este París! - -Esta mañana vino Azaroff a verme, muy temprano. Su visita era visita de -despedida.--«Me voy me dijo, me voy en el tren de esta noche». Blandía -un diario. Tenía en los ojos, suaves y azules relámpagos. Jamás le -vi así. Recorría la habitación movido por sus nervios en tempestad. -Comprendí lo que pasaba en su espíritu.--«Las noticias de su tierra... -¿no es así, mi querido amigo?» - ---«Sí--me contestó con una voz que yo no le conocía.--¡Sí, por fin -despierta Rusia, por fin despierta de un profundo sueño de siglos!» - -Las noticias: el pueblo por primera vez alzando su voz de protesta; -el Zar ignorante y como acorralado en su palacio titubeando entre la -oleada de afuera y la opresión de adentro; la sangre sobre la nieve -en plena capital autocrática; las tropas peleando y lanceando a la -muchedumbre; un pope que lleva la voz de los que protestan y a su lado -la simpatía de toda la tierra; el comienzo de una tragedia que será la -repetición histórica de la gran tragedia francesa de la Revolución; -así el paisano ruso no está a la altura del paisano de Francia, ni la -monarquía del autócrata de San Petersburgo está en iguales condiciones -que la elegante y culta monarquía que tenía por flor suprema el libro -llamado _María Antonieta_, el evangelismo tolstoiano de Yasnaia Poliana -transformándose en la acción violenta y la represalia, el «padrecito» -convertido en verdugo de su pueblo. - ---«El padrecito convertido en verdugo de su pueblo, quizá _malgré -lui_»--dije a Azaroff. - ---«Sacha, el padre de este «padrecito», fué despedazado por la -dinamita--me contestó.--El fenómeno que hoy presencia la humanidad es -el de la transformación de la protesta individual o de asociación, en -protesta colectiva y unánime, en el grito general del pueblo ruso. Se -ha cazado en las calles y sobre el Neva helado a las pobres gentes, -como a patos. No sabe lo que hace el Gobierno, no sabe lo que ha hecho. -Las célebres palabras: _C'est une émeute?_ - ---_No, sire c'est une revolution!_ tiene ahora una explicación justa. -Se ha despertado a esa enorme Nación, en verdad, de su sueño de siglos. -Es cierto que, en el fondo de las estepas, hay una pasividad casi de -piedra y que se ignora todo; mas el Mujick mismo oirá estos clamores, y -la sangre tiene una elocuencia irresistible. Son los trabajadores los -que se levantan y son los intelectuales; y hay los creyentes y hay los -que no creen. Os aseguro: en el ejército mismo hay una buena parte que -está con nosotros. - -Ha habido soldados, ha habido cosacos que han arrojado sus fusiles -para no tirar contra sus infelices hermanos. Hay quienes opinan que -es menos peligrosa para la Corona rusa la acción colectiva que la -acción individual, yo digo que una no quita otra, y que no impide la -obra revolucionaria el gesto anárquico y vengador de un Sasonoff. Hay -quienes también censuran la oportunidad del movimiento, y dicen que -no es de quienes buscan el bien de la patria el levantarse cuando -el extranjero enemigo está venciendo al ejército nacional allá en -Manchuria... A Manchuria debían haber ido a disparar sus rifles los -asesinos de obreros, de mujeres y de viejos y de niños; a Manchuria -debían haber ido a mostrarse valientes, y no contra los trabajadores -desarmados que no han ido sino a pedir justicia; que no han solicitado -más que ver al emperador, el cual ha evitado la entrevista por mal -aconsejado o por miedoso, a pesar de la tranquila actitud popular y de -las advertencias del bravo pope Gapon.» - -Azaroff fumaba, y sus palabras, indignadas, salían envueltas en humo. - ---Ya veréis--continuó--cómo renace en un momento la energía de los -indomables de antaño. Se dice que el Gobierno sabrá reprimir el -movimiento. Sin embargo, el explosivo va, como el grisú, por lo -subterráneo. Se agitará el pueblo en Varsovia, en Riga, en todas -partes; los Centros revolucionarios que trabajan en el extranjero -activan su labor. No será extraño, y será casi seguro, que los -atentados aislados del nihilismo empiecen de nuevo. ¡Ah, pobre gigante -ruso! ¡Por un lado, se hace destrozar por los hábiles japoneses, que -ellos sí, a pesar de ser el Mikado descendiente de Dioses y a pesar de -haber sido hasta ayer un pueblo bárbaro, tienen Constitución, tienen -leyes que reglamentan el trabajo, tienen libertad de la Prensa, y por -otro, se hace fusilar por los seides de la más absurda tiranía en pleno -siglo XX! - -¡Y esa riqueza, y ese robo, y ese peculado de arriba ante la miseria y -los sufrimientos de abajo, y esa ignorancia y ese fanatismo, provechoso -a quien no solamente es el Monarca absoluto, sino también el Papa, el -jefe espiritual y sacrocesáreo de tantos millones de hombres! Y esos -grandes duques, borrachos, que vienen a hacer escándalo a casa de -Maxim, a los hoteles de la Riviera; esos aventureros haraganes, que -desde que nacen tienen millonadas de rublos, honores, consideraciones, -respetos... ¿Cuántos de esos Vladimiros y Cirilos andan a la cabeza -de las tropas allí donde los infelices soldados están muriendo, sin -saber casi por qué, y a los que no se les da más consuelo que iconos y -bendiciones? La sangre derramada en la guerra y la de los obreros se -juntan para la conciencia rusa, que no ve más que una causa: la secular -oligarquía, que había de desaparecer al empuje de la Revolución rusa. -Por más que murmuren los incrédulos, ya se verá en todo el mundo el -resplandor que brotará de la ardiente hoguera de la Revolución rusa... -Yo me voy; otros compañeros se van. Vamos exponiendo la vida, pero hay -que cumplir con su deber. Aquí, en París, en otras partes de Europa, -en los Estados Unidos, tenemos focos organizados, que alentarán de -diferentes guisas al impulso. No ha de pasar mucho tiempo sin que -grandes acontecimientos revelen a la Humanidad que el pueblo ruso -no es un pueblo muerto. Allá serán capaces de matar a unos cuantos -directores; matarán a Gorki, por ejemplo; pero hay muchos jacobinos -que le reemplazarán. La protesta activa se hará también notar en otras -partes, sobre todo en donde la población del Zar abunda, en donde -somos los rusos de ideas libres vigilados y perseguidos... Y luego, -repito que en el pueblo de allá no hay tanta ignorancia de lo que pasa. -Los proverbios son, como sabéis, la sabiduría de las naciones. Y los -proverbios nuestros dicen: «La Rusia es grande y el Zar es ancho». -«Si el Zar nos da un huevo, nos toma una gallina». «La corona del Zar -no le libra del dolor de cabeza». «Cuando el Zar muere, ni un mujick -quisiera cambiarse por él». «Una lágrima del Zar cuesta al país muchos -pañuelos». «Un Zar bien gordo no pesa más en las espaldas de la muerte -que un mujick flaco». «La mano del Zar no tiene más que cinco dedos, -como las otras». «El Zar mismo no puede apagar con su soplo el sol». - ---¡Adiós!--me dijo Azaroff.--¡Quién sabe si volveremos a vernos! - ---¡Adiós, Azaroff, amigo mío, puesto que vas a tu tierra a trabajar por -la libertad de tu pueblo inmenso! - -Luego he visto a su amiga, la hermosa estudianta. Le hablé del -compañero que partía, y vi en su rostro admirable, en el gesto de sus -frescos labios, en lo hondo de sus brillantes ojos, más orgullo que -pesar. - ---Qué, ¿no hay amor?--le pregunté. - ---¡Sobre el amor--me dijo--está la libertad! - - [Ilustración] - - - - - ONOFROFFISMO - - La comedia psíquica - - -SEÑOR director de _La Nación_: _Misterium_ ha conversado conmigo sobre -el artículo que hoy ha publicado en estas mismas columnas el señor -Raoul Morlais. Me ha dicho asimismo que puedo comunicar a usted su -respuesta. - -_Misterium_ ha conocido a madame Blavatsky por las propias obras de -ella, por la biografía que escribió la hermana, y por los apologistas -del _Lucifer_, sin contar con el ferviente y apasionado libro de -Sinnet, en que se trata de la renombrada y extraordinaria taumaturga. - -Pero también ha leído--¡ay, desgraciadamente para su credulidad de -poeta, y amigo de lo supra-terrestre!--los escritos de algunos señores -que no son teósofos ni poetas, entre los cuales señores Andew Lang y -Max Müller. - -No es _Misterium_, por cierto, adorador de la ciencia; pero -protestando y todo, a pesar de la sonada reciente bancarrota, se deja -aplastar por el carro de Jagernant. - -Antes--y ahora, cuando no sale del recinto de sus sueños--creía en -una madame Blavatsky completamente maga; una madame Blavatsky que -conversaba a millones de leguas con sus amigos y maestros, los mahatmas -del Tibet; una madame Blavatsky que _hacía_ materia--, y la más -preciosa: oro. Imaginábasela rodeada de sus elementales, como una reina -de cuento azul de gnomos. - -Quiso ser teósofo, y se dió a estudiar libros y revistas especiales, -que tenían en las carátulas cabezas de Gistos sobre estrellas enormes, -o frases en hebreo, o misteriosos paragramas. Pronunció muchísimas -veces con la unción de un digno catecúmeno, la sagrada y mágica palabra -_um_; y tan a pechos tomó la lectura de autores esotéricos, que, poco -más, y le sucede lo que le sucedió al reverendo padre Valdecebro. - -Cuando más vigorosamente se entusiasmaba y juraba por el coronel -Olcott, bravísimo profeta de madame Blavatsky, y afianzaba más su fe -al conocer como sabios de la talla de Crookes, presentaban a Katy -King, encantadora difunta, como si fuese una señorita viva; y como la -sociedad teosófica aumentaba sus numerosos adeptos, hindús, ingleses, -yankees, franceses y españoles, cayeron en sus manos los escritos de -los antiteosofistas. - -Mucho tuvo que luchar _Misterium_ para no dejarse arrebatar su -ilusión, que juzgaba verdadero tesoro. - -Calificó de envidiosos y de cobardes a los que se atrevían a llamar -vulgar espía político a la Papisa budhista, y, sobre todo, a negarla su -potencia maravillosa. - -Asistió todavía en espíritu al baile blanco que dió la duquesa de Pomar -a la persona astral de María Estuardo, y se refugió en su ensueño para -librarse de los mandatos de la ciencia oficial. - -Mas hasta allí persiguiéronle los horribles hombres científicos, los -cuales fueron los primeros en pronunciar las palabras que han llamado -la atención del Sr. Morlais: «Monstruoso charlatanismo». - -El Sr. De Morlais debe conocer la campaña emprendida contra madame -Blaratsky y la doctrina que propagaba, sobre todo, con motivo de sus -milagros y manifestaciones taumatúrgicas. - -Mucho han defendido sus discípulos y apóstoles, a la innegablemente -simpática e inteligentísima rusa, la cual obtuvo su maravillosa ciencia -por don especial, pues sin haber frecuentado los libros, sabía tanto -como muchos sabios. - -Mas sus contrarios no cesan, a pesar de haber ella muerto; el número y -calidad de ellos, sobre todo la calidad, son abrumadores. - - * * * * * - -¿Quiere el Sr. De Morlais una prueba recientísima? - -Abra el último número llegado--número de febrero--de la _North American -Review_, y lea las páginas escritas por Sedwidg Minot sobre «La -comedia psíquica». La fuente no es, por cierto, de escasa o sospechosa -autoridad. - -Se ocupa el escritor en dinamitar esos dos Palacios de _Las mil y una -noches_, que basados en una poética ciencia--¡cómo se entrechocan esas -palabras!--son consoladoras y amables academias, para el alma y para la -poesía: la _Sociedad Teosófica_ y la _Sociedad Psíquica_. - -Sus ideas son claras y fuertes, y sus frases sin penachos. - -¿Cuál es la causa de los recientes entusiasmos hiperespirituales? -Según él, está en nuestra atmósfera mental. Algunas personas están -satisfechas con el ideal cristiano y con la cristiana aceptación de los -límites de la humana vida. - -Su objeto es demostrar que la Theosophical Society, no merece una seria -consideración, y que la Psychical Society, no observa las necesarias -condiciones de investigación científica en sus rebuscas sobre -transmisión de pensamiento--telepatía--y fantasmas, o aparecidos. - -«Hay un buen número de gentes que creen en las extraordinarias -doctrinas conocidas por budhismo exotérico, hacia el cual Mr. Sinnet, -fué el primero en llamar la atención del público lector». El poder -maravilloso de la Papisa está descrito y testificado en el _Occult -Nord_ de Sinnet. - -Sedwidg se permite calificar irreverentemente ese poder de «a series -of magical performance by a clever woman who called herself madame -Blavastky!» El hecho más extraordinario, fué que habiéndose roto una -taza, en un pic-nic, al que concurría dicha señora, ordenó ésta cavar -en cierto punto del campo, en donde fué encontrada otra taza igual, la -cual fué _creada_ por ocultas y mágicas influencias. - -Sedwigd pasa muy rápidamente sobre la parte biográfica de la fundadora -de la Sociedad Teosófica: su origen ruso, su nacimiento en 1831; su -carácter--¿soportará el señor de Morlais?:«--she appears to have been -a singullary ill-natured, bad-tempered, injust, unreasonable, and, -selfish person». Confesábase ella misma dotada de sobrenaturales -virtudes y potencias;--su viaje, por fin, a los Estados Unidos, en -1873, donde escribió su _Iesis unveiled_. Allí encontró al Coronel -Olcott--, «a worthy but seemingly credulons gentleman»--que fué su -principal ayudante para el establecimiento de su sociedad. - -Siendo la India cuna de la sabiduría esotérica, y en donde madame -Blavastky fué principalmente iniciada, la cabeza, la sede teosófica, se -trasladó a la India. - -Ya establecida allá, «la profetisa» convirtió a muchos, entre ellos, -quien sería más tarde uno de sus más sonantes trompeteros: Sinnet. -Sinnet, iniciado, logró también la comunicación de los mahatmas. Los -mahatmas son seres extraños, dominadores de las fuerzas ocultas de la -naturaleza. Pueden hacer caer fresca, en un salón de Buenos Aires, -una rosa que acaba de abrirse en París o en Calcuta. Escriben cartas -mágicamente, conversan a miles de leguas de distancia, viven cientos de -años, tienen ojos misteriosos, fascinadores y profundos. Así los pintan. - -En las naciones occidentales, dice Sedwig, y especialmente en los -Estados Unidos, han encontrado buen terreno el espiritismo, la -clarovidencia, el mesmerismo. - -Paul Bourget acaba de darnos en su _Ultramar_ excelentes páginas -respecto al espiritualismo yankee. - -Las mujeres americanas están más expuestas al contagio. - -La superioridad absoluta de las ciencias ocultas de Oriente sobre -la ciencia occidental--de que habla uno de los interlocutores del -diálogo _La esfinge_, de Misterium--, está predicada en el _Esoteric -Buddhism_ de Sinnett. Esto es causa de que en las obras teosóficas -haya afirmaciones que contradicen abiertamente la ciencia oficial. Por -ejemplo, afírmase que antes, en tiempos inmemoriables, existía un gran -Continente en el lugar que hoy llena el Océano Atlántico. Los geólogos -han considerado la hipótesis, pero la han positivamente rechazado. -No obstante, Sinnet escribe: «La ciencia ha aceptado, por fin, la -existencia del gran Continente, etc.» - -«Again he asserts that the vegetable precedes the animal in the process -of development, but it is not true. _It is true that Mr. Sinnet and his -Mahatma are both gloriously ignorant of the elementary truth of nature -science._» - -La boga adquirida por la obra de Sinnet se debió, según Sedwidg, a que -la mayor parte de sus lectores estaban poco familiarizados con las -ciencias naturales. - -Luego aparecieron los terribles demoledores. Entre ellos, el más -implacable: «The most cruel blow to esoteric Budhism.» Mr. Richard -Hodgson talentoso y concienzudo investigador. - -Hodgson fué el centro teosófico principal para estudiar los fenómenos; -fué a la India. Conoció al desde entonces nombrado Coulomb y su mujer; -presenció uno de los fenómenos más importantes y estupendos: «el de -las cartas enviadas mágicamente por _desintegración_; vió colocar en -el misterioso gabinetito llamado _shrine_ las cartas que debieran -desintegrarse. El _shrine_ fué entonces cerrado; las cartas se -_desintegraron_, y aparecieron las respectivas contestaciones.» - -Los discípulos creían y creen que las cartas eran quitadas por -desintegración, por el poder mágico del oculto introductor o mahatma. - -«Vivía éste, asegurábase, en el Tibet, y las contestaciones eran -compuestas por él, desintegradas en el Tibet y reintegradas en el -Shrine.» - -Mr. Hodgson descubrió que el Shrine tenía una falsa entrada, _que se -comunicaba con el dormitorio de madame Blavastky_... - -Las cartas que se creían obra del mahatma, eran escritas por ella. De -un lado del Shrine había credulidad, del otro fraude. - -Después apareció el célebre Molinis, uno de los principales actores de -la _Comedia Psíquica_. Pero todo el honor a la señora «Madame Blavastky -was certainly one of the most successful of impostors.» - -Y luego: «Madame Blavastky and other _charlatans_». - -Oh, el desolado _Misterium_ no perdona, como el señor de Morlais, -seguramente, tamaños epítetos dirigidos a una sacerdotisa del Misterio; -mas los hombres de la ciencia no respetan los hermosos sueños ni los -poéticos entusiasmos. - -_Misterium_ escribió, pues, sustentada en algo más que en una revista -de Papús. - -Y me ha encargado manifestar al señor de Morlais, junto con su -agradecimiento por sus palabras lisonjeras, el deseo que nunca tenga -que lamentar la pérdida de sus ilusiones teosóficas. - -Creer en algo: he ahí una riqueza. - -Ah, es doloroso tener que convencerse de que madame Blavastky no haya -podido prolongar su vida quinientos años; que Papús haga negocios con -sus facultades mágicas; que Peladan esté en continua berlina, y que -Onofroff, el grande y culto Onofroff, tenga que sufrir muy pronto la -misma suerte, el mismo triste olvido que la serpentina, el hombre -descuartizado y _La Verbena de la Paloma_. - - - - - JOSÉ ENRIQUE RODÓ - - -EL oficio de pensar es de los más graves y peligrosos sobre la faz -de la tierra, bajo la bóveda del cielo. Es como el del aeronauta, el -del marino y el del minero. Ir muy lejos explorando, muy arriba o -muy abajo, mantiene alrededor la continua amenaza del vértigo, del -naufragio o del aplastamiento. Así, la principal condición del pensador -es la serenidad. - -En la América nuestra no hemos tenido casi pensadores; no ha habido -tiempo. Todo ha sido fecundidad verbal, más o menos feliz, declamación -sibilina, «pastiche» oratoria, expansión, panfleto. Con dificultad se -encontrará en toda la historia de nuestro desarrollo intelectual este -producto de otras civilizaciones: el ensayista. - -José Enrique Rodó es el pensador de nuestros nuevos tiempos, y, para -buscar siempre el parangón en el otro plato de la balanza americana, -diré que corresponde a Emerson. Es el Emerson latino cuya serenidad -viene de Grecia, y cuya oración dominical es la salutación a Palas -Atenea, la plegaria ante la Acrópolis. Y advertid que, a pesar de lo -que se afirme y comente, Rodó no es un renaniano, en el sentido que en -el común dialecto literario se da a esta palabra. Su tranquila visión -está llena de profundidad. El cristal de su oración arrastra arenas -de oro de las más diversas filosofías, y más encontraréis en él, del -más optimista de los ensayistas, que del gordo cura laico biógrafo de -nuestro Señor Jesucristo, abate de Jouarre _in partibus infidelium_. - -Desde sus comienzos, la obra de Rodó se concreta en ideas, en ideas -decoradas con pulcritud por la gracia dignamente seductora de un -estilo de alabastros y mármoles. Solamente que él pigmalioniza, y el -temor de imposibilidad de frialdad desaparece cuando se ve la piedra -cincelada que se anima, la estatua que canta. Nació con vocación de -belleza y enseñanza. Enseñanza, es decir, conducción de almas. A tal -pedagogía es a la que se refiere el Dante en un verso referente a -Virgilio. Cuando apareció su primer opúsculo, «Vida Nueva», se vió el -surgir de un maestro en su generación, en la generación continental. -Su segundo opúsculo sobre el autor de «Prosas Profanas», o mejor -dicho, sobre este libro de poesías, lo afirmo virtuoso de la prosa de -la erudición elegante, y en la última parte de su trabajo, profeta. -Altas y generosas especulaciones le ocuparon, y «Ariel» señala un nuevo -triunfo de su espíritu y una nueva conquista de sus predicaciones, -por la hermosura de la existencia, por la elevación de los intelectos -hispano-americanos, por el culto nunca desfalleciente ni claudicante -del más puro y alentador de los ideales. Definíase más y más su -personalidad, y se hubiera dicho un filósofo platónico de la flor del -paganismo antiguo, resucitado en tierras americanas. Y tuvo el más -bello de sus gestos cuando llevado a las controversias de la Prensa -y a las agitaciones de la cámara por los caprichos de la política, -el adorador de los dioses de la Hélade salió a la defensa de nuestro -pálido Dios Cristiano, desterrado allá como en Francia, de los lugares -de la Justicia, por obra de la roja cosa jacobina. - -Por último, aparece su obra magna hasta hoy, esos «Motivos de Proteo», -aires mentales, sinfonías de ideas que llevan dentro tanta virtud -bienhechora, libro que ha sido acogido en todas partes con entusiasmo -y con razonada admiración. Es un libro fragmentario, ¡pero cuan lleno -de riqueza! Fragmentario ocasional o decididamente. Ello hace que -su prosecución sea indefinida, y que el encanto y el provecho se -prolonguen en la esperanza después de cada aporte. El tesoro está allí. -Cada vez que Aladino baje, estemos atentos. - - R. D. - - - - - ÍNDICE - - - _Páginas_ - - =El sillón de Leconte de L'Isle.=--La Juventud y la - Academia. Lo que dijo Charles Morice. Verlaine - y Zola. 1 - - =El pensamiento italiano.=--Teatro, poesía y novela. - La «enquête» de Hugo Ojetti. La opinión de los - «Chêrmaitre». 15 - - =Giovanni Ruffini.= 27 - - =Marco Aurelio Soto.=--El ex-Presidente de Honduras, - muerto en la guerra de Cuba. 39 - - =Notas españolas.= 43 - - =Una carta de Rachilde.= 57 - - =Noches del Victoria.=--Temporada Vitaliani. «La - Signora delle Camelie». 61 - - TEMPORADA VITALIANI.--1. «Il viaggio dei Berluron». - 2. Reprise de «La Signora delle Camelie». 67 - - TEMPORADA VITALIANI.--Estreno: «La figlia di - Jefte», por Felice Cavalloti. «Niobe», por los hermanos - Henry y C. A. Paulton. 71 - - =Esas Repúblicas.=--José María Mayorga Rivas. Una - víctima de la guerra entre Nicaragua y Honduras. 77 - - =Charles A. Dana.= 81 - - =Recuerdos de la Habana.=--El general Lachambre. 87 - - =Libros nuevos.= 91 - - =El divorcio de Jeannette.=--Affaire Daudet-Hugo. 97 - - =A José Miró (Julián Martel).=--El día de su muerte, - 10 de diciembre de 1896. 107 - - =Fiestas primaverales.=--Una dalia. 111 - - FIESTAS PRIMAVERALES.--Los poetas y las flores. - (Continuación). 114 - - =Nansen.= 119 - - =La fiesta de Francia.= 123 - - =Carlos Ezeta, en Monte-Carlo.=--Epílogo de la - «Historia Negra». 133 - - =Horacinas.= 139 - - =El amigo Azaroff.= 145 - - =Onofroffismo.=--La comedia psíquica. 153 - - =José Enrique Rodó.= 161 - - [Ilustración] - - - - - EDITORIAL «MUNDO LATINO» - - APARTADO 502, MADRID - - - CATÁLOGO PROVISIONAL - - (EXTRACTO DEL CATÁLOGO GENERAL) - - - - - OBRAS COMPLETAS - - - DE RICARDO DE LEÓN - (de la Real Academia Española) - - _Pesetas._ - - Edición del Banco de España. Ocho volúmenes - en 4.º, encuadernados en tela, con alegorías de - Coullaut Valera y retrato del autor, por Vacqué. 50,00 - - A plazos (5 pesetas mensuales) 60,00 - - - DE FRANCISCO VILLAESPESA - - I.--Intimidades.--Flores de Almendro. 3,00 - - II.--Luchas.--Confidencias. 3,00 - - III.--La copa del Rey de Thule.--La musa enferma. 3,00 - - IV.--El alto de los Bohemios.--Rapsodias. 3,00 - - V.--Las horas que pasan (Veladas de amor). 3,00 - - VI.--Las joyas de Margarita: Breviario de amor.--La - tela de Penélope.--El milagro del vaso de agua. 3,00 - - VII.--Doña María de Padilla.--La cena de los cardenales. 3,00 - - VIII.--El milagro de las rosas.--Resurrección.--Amigas - viejas. 3,00 - - IX.--Las granadas de rubíes.--Las pupilas de - Almotadid.--Las garras de la pantera.--El - último Abderramán. 3,00 - - X.--Tristitiae rerum. 3,00 - - XI.--La leona de Castilla.--En el desierto. 3,00 - - XII.--El rey Galaor.--El triunfo del amor. 3,00 - - - DE RUBÉN DARÍO - (Ilustraciones de Ochoa) - - Tomos publicados: - - I.--La caravana pasa. 3,50 - - II.--Prosas profanas. 3,50 - - III.--Tierras solares. 3,50 - - IV.--Azul. 3,50 - - V.--Parisiana. 3,50 - - VI.--Los raros. 3,50 - - VII.--Cantos de vida y esperanza. 3,50 - - VIII.--Letras. 3,50 - - IX.--Canto a la Argentina. 3,50 - - X.--Opiniones. 3,50 - - XI.--Poema del otoño y otros poemas. 3,50 - - XII.--Peregrinaciones. 3,50 - - XIII.--Prosas políticas. 3,50 - - XIV.--Cuentos y crónicas. 3,50 - - XV.--Autobiografía. 3,50 - - XVI.--El Canto Errante. 3,50 - - XVII.--Viaje a Nicaragua e Historia de mis libros. 3,50 - - XVIII.--Todo al vuelo. 3,50 - - XIX.--España Contemporánea. 3,50 - - XX.--Prosa dispersa. 3,50 - - XXI.--Lira póstuma. 3,50 - - XXII.--Cabezas. 3,50 - - Ediciones especiales de lujo, con decoraciones a - mano de Enrique Ochoa. - - - HENRIK IBSEN - TEATRO COMPLETO - - I.--Catilina. La tumba del guerrero. La castellana - de Ostrat. 3,50 - - II.--La fiesta de Solhaug. Olaf Liliekrans. Los - guerreros en Helgeland. 3,50 - - III.--Los pretendientes a la corona y la comedia - del amor. 3,50 - - IV.--Brand. 3,50 - - V.--Peer Gynt. 3,50 - - VI.--La unión de la juventud. Las columnas de la - sociedad. La casa de una muñeca. 3,50 - - VII.--Emperador y Galileo. 3,50 - - VIII.--Espectros. Un enemigo del pueblo. El - pato silvestre. 3,50 - - IX.--La casa de Rosnier. La dama del mar. Hedda - Gabler. 3,50 - - X.--El constructor Soiness. El niño Eyoit. Al despertar - de nuestra muerte. 3,50 - - En preparación obras completas de José Turroll. - - - JOSÉ FRANCÉS - - El año artístico 1915. 6,00 - - » » » tela. 8,00 - - El año artístico 1916 (con 250 grabados). 10,00 - - » » » » » tela. 12,00 - - El año artístico 1917 (con 250 grabados). 11,50 - - » » » » » tela. 13,00 - - El año artístico 1918 (con 250 grabados). 11,50 - - » » » » » tela. 13,00 - - - COLECCIÓN DE AUTORES ESPAÑOLES - - NOVELAS - - _Edmundo González Blanco._--Jesús de Nazareth. 3,00 - - _José Francés._--La estatua de carne. 3,00 - - -- El alma viajera. 3,50 - - _López de Sáa._--Los indianos vuelven. 3,50 - - -- Bruja de amor. 3,50 - - -- Por un milagro de amor. 3,50 - - _W. Fernández Flórez._--La procesión de los días. 3,00 - - _Elías Cerdá._--Don Quijote en la guerra. 2,00 - - _V. García Martí._--Don Severo Carvallo. 2,50 - - _María Luisa Latil._--Según labremos. 3,00 - - -- Genoveva. 2,50 - - _Eugenio Noel._--El allegretto de la Sinfonía VII. 3,00 - - _Rafael Cansinos-Asséns._--Las cuatro gracias. 3,50 - - _Francisco Delicado._--La lozana andaluza. 3,00 - - _J. de Lucas Acevedo._--La Caja de Pandora. 3,00 - - _Martín de la Cámara._--Vidas llameantes. 3,00 - - _Mañara._--Historia en camisa. 3,00 - - - ESTUDIOS Y CRÓNICAS - - _Emiliano Ramírez Ángel._--Bombilla-Sol-Ventas. 3,00 - - _J. M. Carretero._--Lo que sé por mí (dos series). 3,00 - - _J. Costa._--Alemania contra España. 3,00 - - _Pedro Pellicena._--Los Cosacos. 3,50 - - _Margarita de la Torre._--Jardín de damas curiosas. 3,50 - - _Fola Igurbide._--El Actor. 3,50 - - _Alberto Ghiraldo._--Los nuevos caminos. 3,50 - - _Enciso._--El soneto en España. 3,00 - - - POESÍAS - - _José Montero._--Yelmo florido (con ilustraciones). 4,00 - - _Zurita._--Pícaros y donosos. 3,00 - - _Mauricio Bacarisse._--El esfuerzo. 3,00 - - _Eliodoro Puche._--Libro de los elogios galantes y - de los crepúsculos de otoño. 2,50 - - -- Corazón de la noche. 2,50 - - -- Motivos líricos. 2,50 - - _Emilio Carrère._--El retablo de los poetas (Antología). 3,50 - - - TEATRO - - _Muñoz Seca_ y _López Núñez_.--El Rayo. 3,00 - - _H. Ibsen._--Dramas líricos. 2,00 - - -- La castellana de Ostrat. 2,00 - - -- Espectros. 2,00 - - - LAS GRANDES FIGURAS DE LA GUERRA EUROPEA - - Biografías de los generales: =Alberto I de - Bélgica.=--=Joffre.=--=Sir John French.=--=Lord - Kirchener.= - Con preciosas fototipias, a. 3,00 - - - COLECCIÓN DE AUTORES EXTRANJEROS - - Traducidas por _Felipe Trigo_, _Rafael Cansinos_ - y _Pedro de Répide_. - - _Victoriano de Saussay._--La ciencia del beso. 3,50 - - _René Emery._--Santa María Magdalena. 3,50 - - _Maquiavelo._--Obras festivas: La Mandrágora.--El - P. Alberico.--La Celestina.--El - archidiablo Belfegor. 3,00 - - _Claudia Lemaitre._--Juegos de Damas. 3,50 - - - CELEBRIDADES ESPAÑOLAS - - I.--Bécquer. (encuadernados en tela) 3,50 - - II.--Zorrilla. (ídem) 3,50 - - III.--Espronceda. (ídem) 3,50 - - - COLECCIÓN SELECTA - - _Tomás de Quincey._--Los últimos días de Kant. 1,00 - - _Kalidasa._--El reconocimiento de Sakuntala. 1,00 - - _Rousseau._--Discurso sobre las artes y las ciencias. 1,00 - - _Luciano de Samosata._--La diosa de Siria. 1,00 - - _L. Sterne._--Viaje sentimental de un inglés a - Francia. 1,00 - - _F. Alvarado._--El filósofo rancio. (Cartas) 1,50 - - - COLECCIÓN CIENCIA Y ARTE - - _Ricardo Yesares._--¿Qué quieres aprender? Electricidad. - (Encuadernado en tela). 3,50 - - -- ¿Qué quieres ser? Automovilista. - (Encuadernado en tela). 3,50 - - - OBRAS VARIAS - - _Stendhal._--Del amor. 6,00 - - _E. M. Segovia_ (Oficial del Banco de España).--Los - documentos de crédito. 5,00 - - _Rivero._--Legislación de clases pasivas. (Volumen - de 500 páginas, encuadernado en tela). 10,00 - - _R. Yesares._--Ayuda memoria del mecánico electricista. - (Un volumen, encuadernado en tela). 1,50 - - - LIBROS DE CARTAS - - El arte de escribir cartas. 1,00 - - Manual epistolar (encuadernado en tela). 2,00 - - Cartas amorosas. 0,60 - - Epistolario de amor (encuadernado). 2,00 - - - COLECCIONES POPULARES - - COLECCIÓN «MAC-BULL» - - Obras sensacionales, originales del conocido escritor - señor _Bedoya_, cuya maestría en esta literatura - es universal: - - El millonario detective. 1,50 - - El secreto del Kaiser. 1,50 - - La bola de sangre. 2,00 - - El alma de las brujas. 2,00 - - - - - [Ilustración: - - ACABÓSE - DE IMPRIMIR ESTE - LIBRO EN MADRID, EN LA - - TIPOGRAFÍA YAGÜES - - EL DÍA X DE ABRIL DEL - AÑO MCMXIX] - - - - - -End of the Project Gutenberg EBook of Prosa Dispersa, by Rubén Darío - -*** END OF THIS PROJECT GUTENBERG EBOOK PROSA DISPERSA *** - -***** This file should be named 55616-0.txt or 55616-0.zip ***** -This and all associated files of various formats will be found in: - http://www.gutenberg.org/5/5/6/1/55616/ - -Produced by Josep Cols Canals, Nahum Maso i Carcases and -the Online Distributed Proofreading Team at -http://www.pgdp.net (This file was produced from images -generously made available by The Internet Archive/Canadian -Libraries) - - -Updated editions will replace the previous one--the old editions -will be renamed. - -Creating the works from public domain print editions means that no -one owns a United States copyright in these works, so the Foundation -(and you!) can copy and distribute it in the United States without -permission and without paying copyright royalties. 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You may copy it, give it away or -re-use it under the terms of the Project Gutenberg License included -with this eBook or online at www.gutenberg.org/license - - -Title: Prosa Dispersa - Obras Completas Vol. XX - -Author: Rubén Darío - -Release Date: September 24, 2017 [EBook #55616] - -Language: Spanish - -Character set encoding: UTF-8 - -*** START OF THIS PROJECT GUTENBERG EBOOK PROSA DISPERSA *** - - - - -Produced by Josep Cols Canals, Nahum Maso i Carcases and -the Online Distributed Proofreading Team at -http://www.pgdp.net (This file was produced from images -generously made available by The Internet Archive/Canadian -Libraries) - - - - - - -</pre> - -<hr class="chap" /> -<div class='transnote'> -<p class="no-indent center"><b>Notas del Transcriptor</b></p> -<p>Se han respetado la ortografía y la acentuación del original.</p> -<p>Los errores obvios de puntuación y de imprenta se han corregido.</p> -<p>Las páginas en blanco presentes en el original se han eliminado en la -versión electrónica.</p> -<p>El final del capítulo «FIESTAS PRIMAVERALES» parece estar incompleto en -el original y se indica con puntos suspensivos.</p> -<p>El índice se encuentra al final del libro. <a href="#Page_165">Ir al Índice</a></p> -</div> -<hr class="chap" /> - - - - -<div class="chapter"> - -<p class="no-indent center xlarge p2"> -PROSA -DISPERSA -</p> - -<div class="figcenter" style="width: 75px;"> -<img src="images/illus001.jpg" width="75" height="100" alt="" /> -</div> - -<hr class="chap2" /> -</div> - - - - -<div class="chapter"> - -<div class="figcenter" style="width: 300px;"> -<img src="images/illus002.jpg" width="300" height="470" alt="" /> -</div> - -<p class="no-indent center xlarge p1"> -RUBÉN -DARÍO -</p> - -<div class="imgcenter" style="width: 31px;"> -<img src="images/illus02b.jpg" width="31" height="37" alt="" /> -</div> - -<p class="no-indent center xlarge"> -PROSA -DISPERSA -</p> - -<hr class="chap2" /> -</div> - - - - -<div class="chapter"> - -<div class="figcenter titlepage" style="width: 300px;"> -<img src="images/illus003.jpg" width="300" height="478" alt="" /> -</div> - -<h1><span class="smcap">Prosa Dispersa</span></h1> - -<p class="no-indent center small bold p1">POR</p> - -<p class="no-indent center xlarge bold p1"><span class="smcap">Rubén Darío</span></p> - -<div class="figcenter" style="width: 100px;"> -<img src="images/illus03b.jpg" width="100" height="77" alt="" /> -</div> - -<p class="no-indent center small bold p1"> -VOLUMEN XX -<br /> -DE LAS OBRAS COMPLETAS -<br /> -ADMINISTRACIÓN: -<br /> -EDITORIAL «MUNDO LATINO» -<br /> -MADRID -</p> - -<hr class="chap2" /> -</div> - - - - -<div class="chapter"> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_1" id="Page_1">[1]</a></span></p> - -<h2> -EL SILLÓN DE LECONTE -DE L'ISLE -<br /> -<small> -La Juventud y la Academia -<br /> -Lo que dijo Charles Morice -<br /> -Verlaine y Zola. -</small> -</h2> - - -<div><img class="drop-cap" src="images/drop-h.jpg" width="50" height="78" alt="" /></div> -<p class="drop-cap"><span class="smcap">Hace</span> poco más de un año nos hallábamos -en mi habitación, en un hotel de París, -cerca de la Bolsa, el poeta Maurice Duplessis, -porta-estandarte de la escuela -romana; el simpático y sutil Kreutzberger, -a la sazón crítico literario de <i>La Cocarde</i>, y -Enrique Gómez Carrillo, cuyo nombre es bien conocido -por los lectores de <i>La Nación</i>.</p> - -<p>Charlábamos amistosamente, fabricando cada -cual su grog, cuando apareció en la puerta la cabeza -moruna de Alejandro Sawa, el escritor español.</p> - -<p>Entró Sawa, seguido de un señor alto y flaco, -medio <i>clergyman</i> y medio pianista, pálido, de larga -cabellera obscura, que le caía sobre los hombros, -con un aire de aparecido.</p> - -<p>—M. Charles Morice.</p> - -<p>Levantéme, y abriendo un libro que estaba sobre -mi mesa, leí:</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_2" id="Page_2">[2]</a></span></p> - -<div class="poetry-container"><div class="poem"> -<div class="stanza"> -<div class="verse i2">Impérial, royal sacerdotal, comme une</div> -<div class="verse i0">République Française en ce quatre-vingt-treize</div> -<div class="verse i0">Brûlant empereurs, rois, prêtres dans la fournaise,</div> -<div class="verse i0">Avec la danse autour de la grande commune.</div> -<div class="verse i0">L'étudiant et sa guitare et sa fortune</div> -<div class="verse i0">À travers les décors d'une Espagne mauvaise</div> -<div class="verse i0">Mais blanche, de pieds nains et noire d'yeux de braise,</div> -<div class="verse i0">Héroïque au soleil et folle sans la lune.</div> -</div> -<div class="stanza"> -<div class="verse i2">Néoptolème, âme charmante et chaste tête,</div> -<div class="verse i0">Dont je serais en même temps le Philoctète</div> -<div class="verse i0">Au cœur ulcéré plus encore que la blessure,</div> -<div class="verse i0">Et pour un conseil froid et bon parfois l'Ulysse:</div> -<div class="verse i0">Artiste pur, poète où la gloire s'assure,</div> -<div class="verse i0">Cher aux lettres, cher aux femmes, Charles Morice.</div> -</div> -</div></div> - -<div class="asterism" style="width: 25px;"> -<img src="images/tb.jpg" width="25" height="26" alt="" /> -</div> - -<p>A los pocos instantes, vibrando aún los versos -de Paul Verlaine, Charles Morice saboreaba también -su grog, y, a propósito de un Walt Whitman -que encontró en mi mesa, discurría sobre literatura -yanqui.</p> - -<p>No es ya el autor de la <i>Littérature de tout à l'heure</i> -el mismo del soneto de su amigo y maestro, ni -siquiera el pintado por Emile Coursange. «La cabeza -es adelgazada, bien puesta sobre el cuello flexible -y delicado—la barba ligera, obscura, realza -la palidez del rostro y atenúa la sequedad de los -contornos; la frente elevada, apenas agrandada, -que encuadra una cabellera fina y rara, está alzada -con brutalidad—; la nariz altiva, aguileña, enérgica—la<span class="pagenum"><a name="Page_3" id="Page_3">[3]</a></span> -boca fina y sensual, acentuada por un bigote -felino—, el <i>mentón</i> que se adivina bajo la barba, -a la vez autoritario y campechano, completan esta -fisonomía tan compleja, tan contradictoria del poeta, -donde la cabeza, donde las pasiones, parecen -en lucha perpetua con el alma; pero la sostienen, -la avivan.» Esas palabras fueron escritas tres años -antes: 1889. Hoy, Charles Morice parece gastado, -quizás minado por una dolencia.</p> - -<p>Es, entre la juventud literaria, uno de los maestros. -Fué uno de los fundadores del simbolismo, -después se separó del cenáculo. Ninguno de sus -antiguos compañeros, a excepción de Barrés y -Paul Adam, ha escrito obra más seria y trascendental -que el autor de <i>Littérature de tout à l'heure</i>.</p> - -<p>Cuando se trató en Francia de la elección académica -para el sillón de Leconte de L'Isle, Charles -Morice habló en nombre de la juventud.</p> - -<p>Sus palabras fueron las que los lectores de <i>La -Nación</i> verán en seguida.</p> - -<div class="asterism" style="width: 25px;"> -<img src="images/tb.jpg" width="25" height="26" alt="" /> -</div> - -<p>«Algunas gentes se forman voluntariamente de -cualquiera que atrae y retiene las miradas de los -hombres, la idea de un alto funcionario. Para esos -bodoques ante cuyos ojos el mundo aparece como -una vasta administración, la gloria es un puesto, -el genio una función: al morir el titular se abre una -sucesión.</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_4" id="Page_4">[4]</a></span></p> - -<p>—¿Quién va a suceder a Leconte de L'Isle?—preguntan -esas gentes.</p> - -<p>Y no es en el sillón académico o en la biblioteca -del Senado en lo que piensan. Ingenuamente se -persuaden de que Leconte de L'Isle ocupaba el -puesto y ejercía la función de primer poeta de -Francia. ¿Quién es hoy el mejor designado para -sucederle en su función y en su puesto?</p> - -<p>Esta opinión del vulgo, aunque lleva por casualidad -algo de verdad en la especie, es profundamente -errónea. Napoleón decía que las mujeres no tienen -rango: los poetas no lo tienen tampoco. Ninguno -es el primero. Desde que se es en Arte, se -es solamente, puesto que en el dominio del espíritu -público <i>ser</i> consiste en <i>expresarse</i>, ¡y como ninguna -alma es igual a otra! No se es poeta o artista -sino bajo la condición de mostrar a la luz los -matices espirituales por los cuales se distingue -esencialmente, tanto de la multitud de los pequeños -como de la débil minoría de los grandes: por -eso, como lo ha muy bien observado M. Paul -Bourget, se llega a ser el representante y el jefe -de toda una categoría humana, más o menos numerosa, -según la naturaleza del pensamiento o del -sentimiento a que se da una forma definitiva.</p> - -<p>Así, pues, si Víctor Hugo ha llegado a convencer -a la muchedumbre de que él era el <i>primer</i> -poeta de su tiempo es, desde luego, porque afirmándose -en los sentimientos e ideas más generales, -se aseguró una vasta clientela y, después, porque<span class="pagenum"><a name="Page_5" id="Page_5">[5]</a></span> -a sus virtudes líricas agregaba los méritos de un -extraordinario <i>reclamier</i>. Otros han contado la habilidad -que desplegó para fundar y desenvolver su -gloria, y el hecho es que en muy poco tiempo llegó -al puesto—ilusorio, pero brillante—que él se había -señalado como mira.</p> - -<p>Parece—como lo es, en efecto—inútil distribuir -premios a Hugo, a Lamartine, a Vigny, a Musset, -a Gautier, a Baudelaire... Cada uno de ellos es el -rey de un dominio que no comparte con nadie.</p> - -<p>Si el emperador de la Rusia posee más territorios -que el rey de Dinamarca, ninguno es menos majestad -que el otro.</p> - -<p>Agreguemos que los poetas poco leídos, dado -que sean muy realmente poetas, no tienen nada que -envidiar a los más populares, si éstos lo han llegado -a ser pronto. El consenso universal inmediato -no tiene valor en arte, no porque el ideal no sea en -efecto seducir al mismo tiempo a <i>l'élite</i> más severa, -y a la muchedumbre más contentadiza. Pero es, -ante todo, lo escogido lo que le conviene tener consigo; -y se ha visto raramente que su opinión concuerde -con la de la mayoría. Al contrario, los escogidos -concluyen siempre, a más o menos largo -plazo, por arrastrar a la muchedumbre. ¡Peor para -aquéllos a quienes ésta aclama sin consultar mejores -pareceres! Como ella se da sin pena alguna, -cambia del mismo modo, en tanto que el elegido -de los difíciles puede contar con su fidelidad, sus -partidarios son tanto más entusiastas cuanto más<span class="pagenum"><a name="Page_6" id="Page_6">[6]</a></span> -raros son: su fe artística tiene todo el valor de una -verdad que ellos están prestos a demostrar.</p> - -<p>Baour Lormiari, a quien sus semejantes prodigaron -los títulos más lisonjeros, anduvo desacertado -en creerse príncipe de un vasto imperio poético, -en tanto que la Kamchatka de Baudelaire se -anexa sin cesar nuevas provincias.</p> - -<p>En la ciencia ello es de diferente manera.</p> - -<p>En poesía es el tono, la cualidad, la esencia del -alma del creador, lo que importa ante todo.</p> - -<p>Si un poeta no ha dejado sino diez versos perfectos, -cada uno de esos diez versos es tan bello, tan -<i>inmortal</i> como cada uno de los mil versos perfectos -que haya dejado otro poeta. Este habrá sido -más a menudo, pero no más poeta que aquél.</p> - -<p>Un sabio puede ser más sabio que otro.</p> - -<p>Una vez alcanzada la elevación bajo la cual se -quedan los trabajadores de la obra, los industriales -y los imitadores, es permitido adicionar y comparar -los elementos de conocimiento y los resultados -adquiridos. Un descubrimiento puede tener más importancia -que otro.</p> - -<p>Un sabio puede ser el primer sabio de su -época.</p> - -<p>No pretendo deducir de allí que la ciencia sea inferior -a la poesía. Además, que eso sería aun una -distribución de premios que nadie tiene derecho -de hacer, aunque muchos lo hayan intentado; esas -como especulaciones insubstanciales no sirven de -nada.</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_7" id="Page_7">[7]</a></span></p> - -<p>Pienso solamente, y repito, que no hay <i>primero</i> -en poesía.»</p> - -<div class="asterism" style="width: 25px;"> -<img src="images/tb.jpg" width="25" height="26" alt="" /> -</div> - -<p>Decía, pues, que el error popular, a este respecto, -presta a las circunstancias, a la personalidad de -Leconte de L'Isle, algo de verdad.</p> - -<p>La institución de los poetas laureados en Inglaterra, -y de la Academia en Francia, deja, en efecto, -comprender que es permitido a los contemporáneos, -escoger entre los grandes escritores de su -tiempo, de encarnar en ellos el arte literario y de -atribuirles derecho de eminencia y prerrogativas. -Eso es, sin duda alguna, socialmente necesario para -el honor de las letras.</p> - -<p>Desde el punto de vista particular, alguno sucederá, -pues, a Leconte de L'Isle; alguno ocupará el -sillón en que él se sentó después de Víctor Hugo.</p> - -<p>Que se me permita precisar la importancia de la -elección esperada. Por una vez, la Academia va a -ser el centro de las preocupaciones de toda la juventud. -Ella conoce, amaba al poeta que vivía en su -misma casa. Desde luego, aun para dejar presto de -serlo, la juventud es siempre literaria. La palabra -poesía no la deja nunca indiferente.</p> - -<p>Luego es de poesía, contra la costumbre, de lo -que se va a tratar en la Academia.</p> - -<div class="asterism" style="width: 25px;"> -<img src="images/tb.jpg" width="25" height="26" alt="" /> -</div> - -<p>La situación de Leconte de L'Isle en la historia<span class="pagenum"><a name="Page_8" id="Page_8">[8]</a></span> -de la literatura francesa permanecerá de todos modos -excepcional.</p> - -<p>Ese criollo, venido de Bourbon a París, con reflejos -de sol cruel en sus ojos maravillosos, para -fijar en versos de una extraña suntuosidad sus visiones -de lo bello de ella, y como para gustarlas -mejor a la distancia, fué, entre nosotros, el sacerdote -augusto del arte sagrado; y de ese modo, él -también, el residente de otra edad, como decía de -sí mismo Chateaubriand, a quien Leconte de L'Isle -merece ser comparado. La indiferencia desdeñosa -que tenía por los imbéciles, el horror que él les -causaba, el disgusto que le inspiraban las solicitudes -de la vida corriente, sobre todo, la naturaleza -adjetiva de su genio—a lo Vigny, a lo Goethe, a lo -Shakespeare—, todo contribuía a hacer de él como -una síntesis de este ser de antaño ya quimérico: el -poeta.</p> - -<p>Tenía esa doble gracia de la eterna infancia de -los sentimientos unida a la majestad del espíritu. -Ningún rasgo de sensibilidad ni de puerilidad en su -obra vigorosa, a la que los poco observadores acusan -de impasibilidad. ¿Impasible? ¡Esculpió el mármol -y lo volvió sensible! Pero tenía altos cuidados -de pudor y de pureza. Su ensueño es casto, casi -ingenuamente, como el ensueño de todos los grandes -poetas. Quería «desaparecer, como autor, detrás -de sus creaciones». Griego y clásico, tanto por -ese procedimiento estético, cuanto por su ideal de -belleza.</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_9" id="Page_9">[9]</a></span></p> - -<p>Esta reserva austera del escritor estaba en perfecta -armonía con la actitud del hombre, tranquilo -y grave, y que evitaba las ocasiones de ser visto. -Pero los que lo han encontrado, no olvidarán -aquel noble rostro, aquellos grandes rasgos, esos -labios donde la obligación del desprecio había apenas -atenuado el instinto de la bondad, aquellos -ojos admirables, demasiado luminosos tal vez, y -que parecían deslumbrados de su propia claridad.</p> - -<p>Era estoico, era pesimista. El orgullo ocultaba -en él la ternura. Su desprecio nacía de una comparación -fatal entre el ideal constante al cual tendía -toda su alma, y las realidades humanas.</p> - -<p>Aunque lo haya dicho un ministro ante la tumba -de ese poeta, no era el desencanto lo que lo alejaba -del bullicio de la muchedumbre. Después de -juveniles y breves tentativas, abandonó definitivamente -todo deseo de renovación social, para darse -sin tregua a su obra, a la realización de la belleza -severa y perfecta de que estaba apasionado. En ese -grande esfuerzo, y de esa obra maestra en obra -maestra, él se desarrolló sin cesar, simplificándose -siempre.</p> - -<p>Los críticos admiraron en él, muy particularmente -sin duda, cómo fué a la vez—simultaneidad -rarísima—un bello rimador y un solícito escritor. -Los psicólogos le alabaron por haber representado -sin falta ninguna ese difícil personaje del poeta, ya -fuera de moda, en esta sociedad. Los jóvenes artistas -literarios, en fin, recordarán todo lo que el<span class="pagenum"><a name="Page_10" id="Page_10">[10]</a></span> -arte de escribir le debe; como él fué por poemas, -más que por sus opiniones, un maestro precioso, -el jefe de la única escuela que tiene algún porvenir: -la escuela de la perfección.</p> - -<div class="asterism" style="width: 25px;"> -<img src="images/tb.jpg" width="25" height="26" alt="" /> -</div> - -<p>Otros sillones académicos son tan gloriosos -como el suyo: el sillón de Renán, por ejemplo, o -el de Taine. Pero el sillón de Leconte de L'Isle tiene -algo singular: es el sillón de Hugo, es el único—con -el cuarenta y uno—que, por derecho de -tradición, pertenece a los poetas.</p> - -<p>Uno de éstos, en todo caso, y de los raros que -justifiquen la existencia de una Academia fundada -con el objeto de honrar la literatura.</p> - -<p>A propósito de la elección de M. Lavisse, creo -oí decir a M. Ludovic Halévy, aprobando que la -Academia se hubiese agregado ese erudito: «Es -una buenísima adquisición. Se necesitan gentes -instruídas en la Academia.»</p> - -<p>Quizá se necesitan poetas también.</p> - -<p>Sin duda por François Coppée, Sully Prudhomme, -José María de Heredia, Paul Bourget, piensan -los duques que la poesía tiene mucho lugar ya en -la representación oficial de la literatura francesa. -¿Pero no conviene que esa Sociedad reserve, para -embaucarla con honores poco dispendiosos, un -lugarcito para la poesía que ella encarnece de todos -modos?</p> - -<div class="asterism" style="width: 25px;"> -<img src="images/tb.jpg" width="25" height="26" alt="" /> -</div> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_11" id="Page_11">[11]</a></span></p> - -<p>A falta de un gran poeta, el académico de mañana -podría ser un gran jefe de escuela. Leconte -de L'Isle fué todo eso junto.</p> - -<p>Y todo eso junto lo tenemos aún. Pero...</p> - -<p>Paul Verlaine es un gran poeta, es verdad, el -maestro más amado de las jóvenes generaciones y -el que, en todo el siglo, tal vez, «ha observado -más la distancia entre la sensación y la expresión». -Su obra es el fiel reflejo de esta época desencantada -y deseosa aún, atribulada por remordimientos; -testarudo en la esperanza y, a veces, contra el porvenir -y el pasado, se refugia o, mejor, se abisma, -en la embriaguez olvidadiza que presta un sentido -a la aflicción de la hora presente.</p> - -<p>Verlaine es también un jefe de escuela. Todos -los jóvenes lo imitan antes de haber encontrado su -propia vía: preguntad a León Vanier, que los acoge -algunas veces, y a Lemerre, que les reprocha olvidar -el ribazo del Parnaso.</p> - -<p>¡Pero!... La Academia se espanta al solo nombre -de Verlaine; resucita viejas leyendas y discute la -obra también que ella juzga de anárquica, literariamente, -se entiende.</p> - -<p>¡Y bien! Emilio Zola es un gran jefe de escuela.</p> - -<p>No se trata aquí de preferencias personales, ni -de saber si yo ignoro lo que conviene pensar de -«el espeso genio de Meudon», como decía Maurice -Barrés. Conste, al menos, que el autor de <i>l'Assommoir</i> -ha estado a la cabeza del movimiento literario<span class="pagenum"><a name="Page_12" id="Page_12">[12]</a></span> -más importante que se haya producido después -del romanticismo.</p> - -<p>Preciso es que haya tenido razón, puesto que, en -doctrina literaria, concuerda con la doctrina filosófica -de ayer (y aun de hoy un poco) el positivismo, -y con teorías estéticas ahora en derrota, pero que -nos dejan como testimonio de su paso muchas -obras maestras.</p> - -<p>Zola es un poeta también. No pienso que sea -útil afirmar, una vez más, que hay poetas en prosa. -Zola es eso. Tal visión de París, la segunda, -si no tengo mala memoria, de <i>Une page d'amour</i>, -es uno de esos poemas en prosa que sobrenadarán -en el próximo naufragio del montón de toda esta -obra artificialmente una, extrañamente compuesta, -indiscretamente amplificada. El mérito particular -de Zola será, sin duda, que con el más grosero estilo -posible, llega a dar algunas veces la impresión -de una obra de arte vibrante de vida. Es un mal -ejemplo y de un efecto espléndido.</p> - -<p>¡Pero...! La Academia arguye y chochea a propósito -de Zola, y no quiere darle más de seis, siete, -ocho votos, cada vez que viene él a pedirle sus favores.</p> - -<p>¿Tendremos largueza mañana?</p> - -<p>Las gentes de tacto y de gusto, las gentes que se -cuidan de las conveniencias, me responderán que -ese no es el caso. Leconte de L'Isle aborrecía el -naturalismo y a los naturalistas. ¿No sería insultarle, -darle uno de ellos por sucesor?</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_13" id="Page_13">[13]</a></span></p> - -<p>—Pero, ¿por qué? Forzar a uno de ellos, y al -más ilustre a alabar al poeta que les desdeñaba, ¿no -sería algo picante? Esas grandes oposiciones, ¿no -son uso de la historia en las hermosas épocas? ¿No -son también la más preciosa de las enseñanzas?</p> - -<p>Sin dejar de admirar el alto porte, la bella actitud -del poeta que, durante toda una larga vida, -nutrió de contemplación su pensamiento y no descendió -a la plaza pública.</p> - -<p>«Parmi les histrions et les prostituées.»</p> - -<p>Lamento no haya encontrado el secreto de ir -hacia la muchedumbre permaneciendo siempre el -mismo. El alma de la muchedumbre se engrandece -bajo la mirada del que sabe conmoverla en sus profundidades—¡la -muchedumbre, cliente de la Biblia -y de Shakespeare!—Los escogidos que habían -ido a Leconte de L'Isle le hubieran seguido al gesto -que él hubiese hecho hacia esa divina multitud.</p> - -<p>La naturaleza de su genio no quería el ruido.</p> - -<p>Creo que una imponente lección se deduciría -muy bien del contraste brillante que daría el sillón -académico del gran misterioso, del gran concentrado, -del gran artista objetivista, al subjetivista -apasionado, desenfrenado, Verlaine; o al expansivo -a toda costa, aun a veces a costa del arte—Emilio -Zola.</p> - -<p>Quizá la verdad y el porvenir pasaran entre la -excesiva discreción del primero y la indiscreción -de los otros dos. En todo caso, ambos son dignos -de sentarse donde él se sentó. Los nombres de ambos,<span class="pagenum"><a name="Page_14" id="Page_14">[14]</a></span> -como el suyo, significan el ideal neto y personalísimo. -La juventud los elegiría a cara o cruz...</p> - -<div class="asterism" style="width: 25px;"> -<img src="images/tb.jpg" width="25" height="26" alt="" /> -</div> - -<p>¡Pero...! La Academia está falta de juventud. Podéis -apostar, seguramente, que la gloria va a abandonar -el sillón de Hugo y de Leconte de L'Isle: se -lo apropiará la honrada notoriedad.</p> - -<p>Las candidaturas probables ya vistas con buenos -ojos, son las de M. M. Henry Houssaye, Stephen -Liégard y Jean Aicard.</p> - -<p>No tengo nada malo que decir de esos señores.</p> - -<p>Henry Houssaye, como se sabe, resultó elegido -inmortal. Verlaine está cerca de la muerte y de la -inmortalidad. Y Zola, el fuerte cazador, de candidato -perpetuo.</p> - -<p class="date">Enero, 7-1895.</p> - -<div class="figcenter" style="width: 150px;"> -<img src="images/illus004.jpg" width="150" height="89" alt="" /> -</div> - -<hr class="chap2" /> -</div> - - - - -<div class="chapter"> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_15" id="Page_15">[15]</a></span></p> - -<h2> -EL PENSAMIENTO -ITALIANO -<br /> -<small> -Teatro, poesía y novela -<br /> -La «enquête» de Hugo Ojetti -<br /> -La opinión de los «Chêrmaitre» -</small> -</h2> - - -<div><img class="drop-cap" src="images/drop-p.jpg" width="50" height="78" alt="" /></div> -<p class="drop-cap"><span class="smcap">Predomina</span> hoy, entre nosotros, lo italiano. -El arte italiano reina en Buenos -Aires: díganlo si no las dos excelentes -compañías dramáticas que tienen como -estrellas a Tina di Lorenzo y a la Reiter; -la de G. Salvini, que se anuncia; las compañías -de ópera italianas, que se suceden; la Tetrazzini, -que vuelve a reinar con sus gorjeos; el extraño y -funambulesco Frégoli, que acaba de partir.</p> - -<p>La idea italiana nos informa: Bonghi escribe en -<i>La Prensa</i> y Edmundo de Amicis en <i>La Nación</i>.</p> - -<p>Italia <i>for ever</i>! En la <i>Revue de Deux Mondes</i>, el -vizconde Melchor de Vogüe ha hecho notar recientemente, -en su magnífico ensayo sobre Gabriele -D'Annunzio—tal como antes hiciera notar el vuelo -de las cigüeñas—, cómo se advierte en el mundo un -renacimiento de la fuerza del alma latina, iniciado, -no en la gloriosa Francia, invadida por los bárbaros, -sino en la ilustre Italia maternal.</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_16" id="Page_16">[16]</a></span></p> - -<p><i>Il trionfo della Morte</i> se está publicando en la -misma revista; en otras se ha traducido también -gran parte de las obras del ilustre y joven maestro -de Napóles.</p> - -<p>De ocasión es, pues, saber la opinión que sobre -el pensamiento italiano actual y su porvenir tienen -quienes en la península están a la cabeza del mundo -intelectual. Así lo ha pensado el escritor ameno -y elegante Hugo Ojetti, que, a la manera de Jules -Huret en Francia, ha hecho en Italia una <i>enquête</i> -por demás importante.</p> - -<p>Es, en verdad, Ojetti un encantador repórter, o -más bien un explorador literario. ¿La causa de su -libro? Él se dijo poco más o menos: «En Italia no -hay crítica sobre la literatura contemporánea. Juntan -los críticos en sus vacuas personalidades las -más opuestas profesiones, y ya son soldados, ya -abogados, ya empleados, ya periodistas políticos, -ya mujeres, ya sacerdotes católicos.» ¿No puede -decirse <i>et pour cause</i>, lo mismo en nuestra literatura -de lengua española? Y seguía pensando Ojetti: -«Apenas dos o tres son cultos y sinceros; pero sus -voces, por la permanente escisión étnica del todavía -vano reino de Italia, no son escuchadas más -allá de los límites de su propia región. Los otros -pseudo-críticos no saben hablar; hablan sobre todo -y sobre todos; y ahora que los curas no están más -en boga, gritan—como éstos hacían antes—contra -toda obra nueva, el <i>pulvis es</i>. No se puede apreciar -nuestro actual estado ni porvenir intelectual, ni<span class="pagenum"><a name="Page_17" id="Page_17">[17]</a></span> -por los diarios políticos, que son generalmente enemigos -de la Gramática, del arte y de las letras, -ni por las raras revistas, jóvenes, ignoradas o pasajeras, -o viejas, supersticiosas y pedantes; ni por -los libros—difíciles de hacerse por la insapia y -pobreza de los editores, etc.»</p> - -<p>Es un hecho que un movimiento de vida se nota. -El público mismo comienza a dejar los libros franceses -por los italianos. ¿Cómo hacer ver, hacer observar -al público este movimiento, si no hay crítica?</p> - -<p>Pues bien; concluyó Ojetti; iré de ciudad en ciudad -y de casa en casa, a que los <i>chêr maitre</i> me digan -lo que piensan al respecto, sea bueno o sea -malo; pesimistas y optimistas hablarán con el público -claramente y por mi medio.</p> - -<p>Esto, dice él, «es casi un principio de socialismo -estético. Pero el público sabrá a qué atenerse».</p> - -<p>Y fué, en efecto, en viaje de investigación, a las -viejas y a las jóvenes autoridades. Pocos nombres -valiosos faltaron para su <i>enquête</i>, como Rovetta, -como un Rapisardi, como Neucioni, como Guerrini.</p> - -<p>Y ahora, homeopatizando, como es a propósito -para una información de esta clase, comenzaremos -con la visita que hizo al gran</p> - -<p class="no-indent center p1">GIOSUÉ CARDUCCI</p> - -<p class="p1">Para verle tuvo que ir a Bolonia, «la Atenas italiana»,<span class="pagenum"><a name="Page_18" id="Page_18">[18]</a></span> -en donde Carducci <i>pontifica</i>. Tiene su casa -fuera de la ciudad, entre Porta Mazzini y Porta -Santo Stéfano. Casa más que confortable. Libros -muchos, muchísimos libros, no siendo pocas las -ediciones princeps y obras raras, y siendo mayor -joya una <i>Commedia</i> de la primera edición de Aldo, -regalo de un admirador. Entre retratos de Hugo, -Mazzini, Garibaldi, Mario, y un busto del Dante, -un largo mechón de cabellos de Goffredo Mameli.</p> - -<p>Le vió, y he aquí el extracto de lo que dijo el -poeta:</p> - -<p>Nos falta una <i>Storia del risorgimento italiano</i>, -hecha con ciencia y arte, pero sin ostentar erudición. -Voy a hacerla. Comenzaré pronto, pronto. -Una historia así es necesaria para el pueblo. Haré -algo útil. ¡He hecho tantas cosas inútiles! Sin erudición. -Será una cosa útil. Y volviéndose al señor -Rugarli, que estaba presente:—¿Cree usted que la -erudición que tenemos nos sea útil? ¿Para qué? Y -siguió hablando sobre lo mismo.</p> - -<p>Se habló del <i>Cristo alla festa de Purim</i>—publicado -en Buenos Aires en <i>La Nación</i>—, y recordó la -<i>Giuda</i> de Petruccelli della Gattina. E hizo un <i>calembourg</i>:—Sí, -el drama de Bovio, es un <i>Cristo in -puré</i>. ¿Y de lo que iba a preguntarle Ojetti?</p> - -<p>Ni palabra.</p> - -<p>Como es sabido, Carducci es consejero comunal -y provincial de Bolonia, ciudad en donde reside -desde 1860. Su vida es metódica. Trabaja toda la -mañana. A las doce, se traga tres huevos crudos.<span class="pagenum"><a name="Page_19" id="Page_19">[19]</a></span> -Lunes, miércoles y viernes, va a dar sus lecciones -puntualmente, a las cuatro. Luego pasa a lo de Zanichelli, -en donde toma el <i>Corriere della Sera</i>. Come -a las seis y goza de buen apetito. A las nueve, va -otra vez a lo de Zanichelli, a charlar o a jugar al -briscolon, o a leer (tres o cuatro veces en los inviernos) -Dante u Horacio, y lee admirablemente. -Administra muy bien el capital que ha ganado; pero -parece que éste no pasa de ochenta mil liras. Tiene -tres hijas, todas casadas; Bice, con el señor Bebilacqua, -de Livorno; Laura, con el ingeniero Gnacarini, -y Liberta—la Titi del <i>San Guido</i>—, con el -ingeniero Masi.</p> - -<p>Me parece que para detalles tienen suficientes ya -los admiradores de Carducci. Otro sí: hay que -agregar, que no es gran conocedor de la música—<i>da -buon poeta</i>, dice su <i>interviewer</i>—; se quiere hacer -el wagnerista, pero en el fondo «si commuove solamente -e sinceramente quando ascolta <i>O signor che -dal tetto natio!</i>»</p> - -<p>Ojetti teme que el ambiente, que el <i>medio</i> boloñés, -entumezca en parte las alas del águila de las -<i>Odas bárbaras</i> en su vivaz vejez.</p> - -<p>Y después de Carducci,</p> - -<p class="no-indent center p1">ENRICO PANZACCHI</p> - -<p class="p1">También en Bolonia, y «el hombre más simpático -de su ciudad». Sutil como un crítico, pero -entusiasta como un poeta. Charla y discute cortés<span class="pagenum"><a name="Page_20" id="Page_20">[20]</a></span> -y convincente. Es el tipo <i>ideal</i> de Bolonia la -docta.</p> - -<p>Le encuentro en la Pinacoteca, de la cual es director, -y en donde tiene su cátedra de estética. Su -estudio, revuelto en un bello desorden de libros -nuevos y viejos, y adornado con dos ricas joyas de -Serra, el pintor, dos cabezas de viejo.</p> - -<p>Panzacchi es alto, gentil, de cabellos grises, el -que viste más elegantemente de todos los escritores -boloñeses. Hallóle Ojetti en la Pinacoteca. He -aquí la esencia de sus ideas sobre las preguntas -del <i>interviewer</i>: Separa las literaturas latinas que -resultan de la obra semejante de muchos contemporáneos -escritores, de las literaturas del Norte, -que en el fondo existen solamente por labor de individualidades -distintas.</p> - -<p>La razón de la decadencia, de la general decadencia -de la literatura, del arte, tiene bases económico-sociales.</p> - -<p>En Italia, más que en cualquier parte, o, al menos, -con mayor sinceridad, se siente lo <i>nuevo</i>. -«Digo <i>nuevo</i>, dice Panzacchi, para no usar el adjetivo -<i>moderno</i>, que por el abuso ha llegado a ser -falso, y a perder casi todo significado.»</p> - -<p>No asegura claramente un despertamiento en Italia: -ve más bien un deseo y tal vez una conciencia -de despertamiento. Es oír trabajar sutil, disperso, -profundo, oíble tan solamente para las orejas expertas; -pero el trabajo existe, ciertamente, y tiene -carácter italiano.</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_21" id="Page_21">[21]</a></span></p> - -<p>En Italia, con mayor sinceridad que en ninguna -parte brilla sobre la producción, de los ingenios, -de algún tiempo acá, una vaga luz de misticismo. -¿Reacción? Acción espontánea del alma, fuera de -toda razón, de método literario. ¡Quién sabe! Corifeos -del movimiento, la Matilde Serao y Antonio -Fogazzaro. En Francia ha habido igual movimiento, -pero no son sinceros; la sinceridad, la fe, la necesidad -absoluta de la fe, son cualidades necesarias. -¿El misticismo de D'Annunzio? Es un misticismo -muy afrodisíaco, una necesidad de los sentidos, y -de los sentidos más bajos, no una necesidad del -alma. No es síntoma de debilidad el misticismo. No -hay que confundir el ascetismo con el misticismo. -Los amores florecidos de medrigales, o grises de -sentimentalismo, han hecho su consumo. Hoy los -jóvenes deben buscar la forma de arte. Carducci ha -iniciado ese movimiento. Su mérito es todo de la -forma. El ha dado a la poesía y hasta a la prosa -literaria italiana, una nueva forma: forma noble, -digna del pensamiento.</p> - -<p>Después Ojetti fué a ver al místico</p> - -<p class="no-indent center p1">ANTONIO FOGAZZARO</p> - -<p class="p1">Seghe di Velo, lugar en donde el escritor tiene -su «villa».</p> - -<p>«Es así, dijo Fogazzaro; el misticismo es natural, -no efecto de reacción.</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_22" id="Page_22">[22]</a></span></p> - -<p><i>Miranda</i> aparecía en 1874, cuando todavía el naturalismo, -con Zola a la cabeza, no había obtenido -tan resonante triunfo que provocasen una reacción. -Ahora bien; en <i>Miranda</i>, está claro, me parece, la -necesidad de lo sobrenatural y de lo sobrehumano. -Desde niño, aun por razones de familia, he tenido -esas ideas; tengo cincuenta y dos años. Antes leía -todos los libros que estaban en la corriente de mi -aspiración, muchos libros ingleses: las <i>Contemplations</i>, -de Víctor Hugo. Después, lentamente, fuera -de ciertos libros de filosofía, especialmente ingleses, -he concluído por evitar la lectura de libros -animados por ideas semejantes a las mías. Ahora -leo casi siempre libros de maestros naturalistas; -estudio y admiro a Zola con entusiasmo.»</p> - -<p>Es Fogazzaro un solitario que se complace en la -soledad. Cuando va a Vicenza no habla de arte con -nadie. Tiéntale el estudio de los fenómenos de la -sugestión, espiritismo, hipnotismo. En cuanto al -movimiento neomístico, no cree en la sinceridad -de todos los escritores. A Julio Salvadori le juzga, -sin embargo, sincero. Y dice: «soy católico rígido, -severo, convencido. No concedo a mi fe ni oscilaciones -ni dudas. No me hago una religión <i>para mí</i>, -acepto el cristianismo católico y soy entusiasta. -Hay que ver el catolicismo con ojos que alcancen -lejos. En Italia ha sido y es siempre pequeño y -contrahecho, en su apariencia. Mire en América la -cuestión <i>Knights of labour</i>, que primero fué rechazada -por el obispo Onebec, y después aceptada<span class="pagenum"><a name="Page_23" id="Page_23">[23]</a></span> -por los prelados más rígidos y sabios, con palabras -tales, que aquí, en Italia, parecerían imposibles en -boca de sacerdotes. ¡Esto conduce a proclamar la -máxima de que la iglesia debe secundar los movimientos -de la mayoría nacional! Y todavía mírese -en Chicago el Congreso de las religiones, donde -un príncipe de la iglesia ha entonado, entre los -sacerdotes más diferentes, entre bramanes, mahometanos, -confucistas, ulemas, una plegaria cristiana, -y todos, universalmente, han respondido en -coro con voces altísimas. ¿No es éste un sublime -espectáculo? Y no es esto sino los casos más próximos, -más visibles, más fáciles de recordar. Nosotros, -nosotros somos pequeños; nuestros ojos son -débiles, nuestras mentes limitadas. Pero el catolicismo -es inmenso, y santo, y eterno.»</p> - -<p>La cuestión de la patria tocóla el <i>interviewer</i> ligeramente. -Lo cual hizo declararse liberal a Fogazzaro. -Anunció un libro <i>Piccolo mondo antico</i>. -Concluyó: «Yo soy un socialista católico convencido. -La palabra del Cristo es el verbo del socialismo -más sano, más recto y también más audaz.»</p> - -<p>Por esto no comprendo cómo Matilde Seras haya -escrito que la única cosa que le disgusta en la doctrina -del Cristo era el socialismo. Pero si es el fundamento -del cambio social. Y yo lo sigo aun fuera -de la teoría, propagándolo en los libros y realizándolo -en lo poco que puedo. El socialismo no matará -el arte. El arte no muere. Se modificará, es -cierto, pero ganará en sinceridad. Como se hablase<span class="pagenum"><a name="Page_24" id="Page_24">[24]</a></span> -de Tolstoi, juzgólo como una mente desequilibrada -en gran manera, pero valientísima.</p> - -<p>En la villa de Velo, fundada por aquel a quien -Fóscolo llama <i>qualtro comuni</i> en su epistolario, los -dos hombres de letras siguieron conversando.</p> - -<p>En Vicenza, cerca de la villa de Fogazzaro, vió -Ojetti a</p> - -<p class="no-indent center p1">PARLO LIOY</p> - -<p class="no-indent p1">el sabio poeta, o más bien el poeta sabio.</p> - -<p>¿Quién no ha quedado encantado si ha recorrido -las páginas de <i>Notte</i>?</p> - -<p>—«Yo no veo, dijo Lioy, ningún despertamiento -en nuestra literatura y en nuestro arte. Todo es -mediocre. Los atrevidos poetas que un día se figuraban -cabalgando insolentemente entre la baja muchedumbre -con los ojos fijos en el sol, andan hoy -en velocípedo. Es un símbolo. Es el triunfo de la -mediocridad. El arte y la literatura, no sólo se modificarán, -sino que morirán. Y no será una gran -lástima; ni un daño para muchos. Reina hoy en -nuestros jóvenes, el alejandrinismo, en forma y en -substancia.</p> - -<p>El socialismo vencerá. En un libro que tendrá -por título <i>Fuori all' aperto</i>, y que saldrá pronto, -habrá un capítulo sobre el <i>socialismo animal</i>, y demostraré -cómo entre los animales existe el régimen -socialista; hay la más perfecta y continua forma de -vida social. En cuanto a los neomísticos, el único<span class="pagenum"><a name="Page_25" id="Page_25">[25]</a></span> -sincero es Fogazzaro.» Y un golpe a las <i>bas-bleu</i>:—¿Qué -piensa usted de nuestras escritoras?</p> - -<p>—Pienso que ninguna de ellas es digna de tal -nombre, fuera de Matilde Serao. Su número creciente -es un síntoma de decadencia; es la mediocridad -que conquista el arte y lo sofoca.</p> - -<p>Tenían ambos artistas bellos paisajes a la vista, -maravillas de hermosura natural, un claro cielo -lleno de sol. Lioy hablaba de ciencia y arte.</p> - -<p class="date">Septiembre, 2-1895.</p> - -<div class="figcenter" style="width: 75px;"> -<img src="images/illus005.jpg" width="75" height="62" alt="" /> -</div> - -<hr class="chap2" /> -</div> - - - - -<div class="chapter"> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_27" id="Page_27">[27]</a></span></p> - -<h2>GIOVANNI RUFFINI</h2> - - -<div><img class="drop-cap" src="images/drop-g.jpg" width="50" height="79" alt="" /></div> -<p class="drop-cap"><span class="smcap">Génova</span> acaba de inaugurar el busto de -Giovanni Ruffini. He aquí un nombre -entre nosotros desconocido, el de una -personalidad un tanto olvidada; pero -que resurge hoy, en su patria, a la glorificación -del simulacro. El telégrafo comunicó la -noticia a un diario, hablando de «Juan Ruffini, que -formó parte del comité de la Joven Italia, y que fué -desterrado a Inglaterra». Persona de autoridad me -dice: «Sí, realmente, fué un patriota; pero no se -distinguió mayormente su patriotismo, ni llevó a -cabo hazaña ninguna en tal sentido. La hazaña que -él llevó a cabo fué escribir en inglés, como un inglés, -un libro que es casi una obra maestra, <i>Il -dottor Antonio</i>, el cual contiene quizás las más bellas -descripciones que existen de la Riviera, del -camino de la Cornice, siendo una novela interesantísima. -Este y otros libros escribió, todos en inglés, -que obtuvieron una inmensa popularidad en Inglaterra -y todos los países de lengua inglesa, y que -sus compatriotas tuvieron que leer traducidos. No<span class="pagenum"><a name="Page_28" id="Page_28">[28]</a></span> -conozco, a lo menos no recuerdo, un caso tan extraordinario -como éste. Ruffini fué a Inglaterra ya -hombre formado, y creo que sin saber una palabra -de inglés.»</p> - -<p>En verdad. El caso es excepcional, y tengo para -mí que Ruffini hizo obra de maravillar. El único -ejemplo que recuerdo—a más de algún heterodoxo -español estudiado por Menéndez Pelayo—que pueda -compararse, en lo referente a la lengua, con el -de Ruffini, es el D. Pascual Gayangos, recientemente -fallecido en Londres. El viejo Rosetti, padre -del divino poeta de simbólico nombre Dante -Gabriel, no sé que llegase a poseer el idioma inglés -de tan perfecta manera. En Francia, lo sabía -magistralmente Mallarmé, y lo saben, entre otros, -Marcel Schwob y Bourget; pero escribirlo literariamente -ya es otra cosa, y no pasarán de lo que -hacía Merimée, de prodigiosa poliglocia: escribir -versos ingleses de amor—cuando se está enamorado -de una inglesa.</p> - -<p>El busto de Ruffini es de Justicia; pero no han -de ver las generaciones en él la representación de -un hombre político de este o aquel círculo histórico -de su tiempo, ni al mártir que quiere presentarse; -su figura modesta se perdería entre tanto hombre -de bronce y mármol que puebla las plazas italianas -al amparo de la memoria patriótica, desde el -caballero de la camisa roja hasta los personajes de -tercero y cuarto orden de las épocas agitadas de -las revoluciones peninsulares. Aparecerá, sí, en su<span class="pagenum"><a name="Page_29" id="Page_29">[29]</a></span> -legítimo valor, el talentoso sensitivo, el novelador -de imaginación y de corazón, que realizó en sus -obras una tarea de patriotismo si gustáis, pero principalmente -de virtud y bondad humanas.</p> - -<p>En el palacio de la gloria del pensamiento y del -arte, hay una inmensa muchedumbre de elegidos, -pero cada cual guarda su propio rango. Habitan -allí seres de distintos aspectos y de distintas tallas. -Hay emperadores como Shakespeare, como Dante, -como Hugo; reyes como Virgilio, como Milton, -como Goethe; príncipes como Gautier. Hay colosos, -hay enanos, hay bufones, hay locos; criminales -y seres cuyo símbolo es un corazón. Pasan por -los pavimentos de mármol y de ónix, mantos de -púrpura, obscuras y sombrías capas. Tras las columnas -se ven pasar pajes ricamente vestidos, que -hacen brillar sus puñales de puños de pedrería. -Entre la grandeza, la riqueza, el genio tiránico y -absoluto, circulan perfumes misteriosos, encantadores, -peligrosos, de un raro poder de fábula; os -marean, os seducen, os matan. Podéis ascender al -cielo; pero también podéis caer en una trampa y -perderos para siempre. Descended conmigo al jardín; -allá, en lo silencioso de las altas alamedas, -por donde discurre un aire benéfico y los sanos árboles -aprueban. No lejos está la blanca pila y el -cisne gentil en ella. Por allí juegan los niños. Por -allí se van a sentar en los bancos solitarios, las -viudas enlutadas, a hojear un libro, a sentir como -una lejana harpa de melancolía, inclinando a un<span class="pagenum"><a name="Page_30" id="Page_30">[30]</a></span> -lado la cabeza, como los pájaros de Dios cuando -escuchan. Por allí pasan los hombres buenos, los -que trajeron a la tierra algún don de esperanza o -de consuelo; amor esencia de fe, música de lo alto, -miel de la luna; los que curan las heridas que hacen -los malos, sonrientes o suavemente melancólicos, -o generosamente heroicos, un poco pastores, -un poco niños, un poco curas. Y, por un recodo, a -la dulce hora de la tarde, he ahí que veréis aparecer -sólo al buen Giovanni Ruffini, que en su tranquila -inmortalidad se pasea entre violetas de amor -y rosas de patria.</p> - -<div class="asterism" style="width: 25px;"> -<img src="images/tb.jpg" width="25" height="26" alt="" /> -</div> - -<p>D'Annunzio nos ha contado encantadoramente -algo de la persona de Ruffini, cuando le conoció en -París en 1873.</p> - -<p>«Ruffini tiene el aspecto de un buen padre de familia. -Su semblante, abierto y suave, como dicen -los que sostienen que el <i>mundo empeora</i>, no se encuentra -ya en nuestros tiempos. Su fisonomía recuerda -los enormes retratos que adornan los salones -de las casas patricias; a primera vista diríase -que tiene unos sesenta años, y goza pudiendo añadir -que parece destinado a despachar otros sesenta. -A pesar de su aire pacato, bien se adivina por -los movimientos de su semblante y el tono profundo -de su voz, que ha llevado una vida agitada por -vigorosas pasiones y que ha sufrido grandes dolores.</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_31" id="Page_31">[31]</a></span></p> - -<p>Como en las páginas del <i>Doctor Antonio</i>, así en -su semblante, en su acento y en su conversación, -hay algo de melancólico. Melancolía templada por -tanta benignidad y dulzura, que jamás se descubre -lo amargo. Sus mareas y lenguajes son de una -sencillez infantil; parece que siempre hemos vivido -juntos, y sus miradas y preguntas hacen creer que -más bien es él el que ha venido movido por los -mismos sentimientos vuestros a conoceros.»</p> - -<p>Tal rápido retrato, se compadece perfectamente -con el Ruffini que os vendrá a una imaginación -después de la lectura de sus amables y fluyentes -narraciones. Sus novelas son verdaderamente balsámicas -y tienen la particularidad del exacto documento, -por mucho que sea el ambiente romántico -que en ellas circula. A D'Annunzio mismo, confesaba -él la realidad de sus personajes, el ser sus fabulaciones -copias directas de la vida, sobre todo la -célebre del <i>Doctor Antonio</i>. Ya antes, él había repetido -eso mismo, insistiendo en ser dicha novela -una <i>verace istoria</i>.</p> - -<p>Giovanni Ruffini nació en Génova el año 1807 y -murió en Taggia el 3 de noviembre de 1881, en la -villa Eleonora, finca de su propiedad. Sus padres, -el abogado Bernardo Ruffini, y Eleonora, hija de la -marquesa Carlo, tuvieron cuatro hijos: Ottavio, Jacopo, -Giovanni y Agostino. Giovanni, a la edad de -siete años, fué enviado por su padre a Taggia, y allí -se crió confiado a los cuidados de su tío, canónigo, -que se dedicaba más a sus olivares que a su sobrino.<span class="pagenum"><a name="Page_32" id="Page_32">[32]</a></span> -Poco acomodaticio a tan ingrata tutela, se fugó el -muchacho, y entonces se le colocó de interno en -el Reale Collegio di Génova, bajo la dirección de -los padres Tomaseos. Luego pasó a la universidad, -en donde conoció a Mazzini, que fué su íntimo amigo; -con su hermano Jacopo, entró luego a las filas -carbonarias.</p> - -<p>Mazzini había organizado en Marsella la nueva -sociedad La Giovane Italia, en cuyo comité figuraron -los hermanos Ruffini, en arrojados intentos revolucionarios. -Descubierta la conspiración, Jacopo -fué denunciado, y junto con su hermano Attavio, -preso. Jacopo se suicidó en la cárcel. Giovanni y -Agostino lograron escaparse primero a Francia y -después a Inglaterra, en donde se dedicaron a la -enseñanza de letras. En 1848 volvieron a la patria -y fueron elegidos diputados al Parlamento piamontés. -Giovanni Ruffini fué nombrado por Gioberti -ministro en Francia, pero no aceptó y devolvió las -9.000 liras que había recibido para gastos de viaje.</p> - -<p>Fué una feliz resolución. Desde entonces se dedicó -por completo a la vida literaria. Poseyendo el -inglés a maravilla, escribía una lengua purísima, a -punto de que uno de sus traductores, Acquarone, -afirmaba a este respecto: «Si direbbe da noi, da -trecentista.» <i>Lorenzo Benoni</i> y <i>Angolo tranquillo sul -Giura</i>, obtuvieron un buen suceso, y le aseguraron -un vivir holgado. En París pasó algún tiempo -en relación con el mundo de la literatura y del arte; -era un piloto admirable en la gran ciudad, según<span class="pagenum"><a name="Page_33" id="Page_33">[33]</a></span> -De Amicis, cuando a la sazón le conociera. Murió -años después en Taggia, y en 1882, por iniciativa -de los estudiantes genoveses, se colocó en el vestíbulo -de la universidad una inscripción que dice: -«A Giovanni, Jacopo, Agostino, Ruffini—Cuando -piú tetra incombea la tirannia—El l'ignavia dei -voghi appellavasi pace—con virile intendimento -di libertá—La gioventú italiana—Educarono—Alla -religione della patria a del vero—Travolti da la -via dell'esiglio Giovanni e Agostino—con gli -scritti e con l'opere—Tennero alto l'orgoglio del -nome italiano—Cui gli stranieri stanchi d'invidiare -Onorarono—Jacopo venuto a mano degli oppressori—Suggellava -la sua fede di mártire—Col -rifluto magnánimo della vita—Perche alla venerazione -dei posteri—Non mancasse l'esempio—Di -tante cittadìne virtú—Gli studenti del genovese -Ateneo ponevano.—1882.»</p> - -<p>Pero, ¿queréis saber algo del Doctor Antonio? -Tenéis razón.</p> - -<div class="asterism" style="width: 25px;"> -<img src="images/tb.jpg" width="25" height="26" alt="" /> -</div> - -<p>Se trata de una novela de amor y de patria, aromada -de un optimismo generoso, que para consuelo -cierto, se basa en la vida real. La escena primera -pasa entre Génova y Niza, en esa deliciosa vía -de la Cornice, que no olvidará nunca el viajero -que la haya recorrido al amor de los dos divinos -azules del mar Mediterráneo y del cielo italiano.<span class="pagenum"><a name="Page_34" id="Page_34">[34]</a></span> -Un noble inglés viaja con su hija, que busca su salud -en la tierra del sol, y sabido es cómo el país -del humo y del <i>spleen</i> envía sus cargamentos de -cisnes y de rosas anualmente a Italia a proveerse -de primavera. Lucy, la más lilial de las misses y en -la cual emplea Ruffini todos sus blancos y sus suaves -rosados, es la flor de la narración. Un accidente -desgraciado en que la joven sufre y la causal intervención -de un médico de campaña—el Doctor -Antonio—es el origen y principio de la historia romántica -y romancesca. El tipo del Doctor Antonio -es una de esas creaciones caballerescas y llenas -de vida que no abundan hoy, por cierto, en la -literatura a la moda, con excepción del sonoro Cyrano, -de sublime penacho; un espíritu bravo y puro, -impregnado de naturaleza, fuerte y decisivo, soñador -no obstante, creyente apasionado en el ídolo -de la patria y sensible al roce de una hoja de flor -su carnadura de meridional asoleado y martillado -para tempestades. Es ciertamente un patriota en el -poético sentido de la palabra, un patriota de esos -tiempos fulminantes de la Italia de Pío IX, extensamente -descrito en tantos volúmenes especiales y -contenidos de manera magistral en una página de -psicología histórica de Gebhart. Un patriota del -país del arte, un tanto lírico en su sinceridad y, -por lo tanto, noble y simpático.</p> - -<p>Un Doctor Antonio que bien pudiese ser una -transmutación del mismo Ruffini. El médico siciliano -y la señorita inglesa, más felices que los árboles<span class="pagenum"><a name="Page_35" id="Page_35">[35]</a></span> -de los versos de Heine, se encuentran. Pero -el idilio de la palmera y del pino no podrá tener -su completa realización. Esta simpatía sutil que va -haciendo hasta convertirse en amor, ese vínculo -espiritual y pasional que une desde luego a la bellísima -londinense con el bruno caballero de su -Italia, tiene que romperse; ella cae en el matrimonio -y él en la política. Pero después de larga ausencia -vuélvense a encontrar, y aquella antigua -llama revive por un momento, para ser apagada -bruscamente por la tristeza y la muerte.</p> - -<p>Amor tardíamente confesado, a pesar del fuego -contenido y devorante; desilusión de la existencia -amorosa, sacrificada a la pasión patriótica.</p> - -<p>El Doctor Antonio, prisionero, que rehusa, en la -escena final, la libertad de su siempre amada, por -abnegada causa; Lucy, o sea Lady Cleveton, que -expira, así como se rompería un fino vaso de cristal. -El intermedio lo ocupa la parte de historia política, -con la información profusa que debía de tener -Ruffini, o diversos episodios interesantes, entre -ellos el de los amores de Speranza, la muchacha -italiana, fresca y dulce y buena como una fruta -de su país. Italia aparece siempre en todo el libro -con su influencia benigna y dadora de la alegría -y del bienestar. Con razón, cuando el padre -de Lucy, lord Davenne, ha encontrado, como Aníbal, -su capua en la <i>Hosteria del Mattone</i>, exclama -el autor: «¡Oh, Italia, bella Italia! Tú posees el secreto -de amansar y someter todo carácter de hombre,<span class="pagenum"><a name="Page_36" id="Page_36">[36]</a></span> -por muy arisco y rebelde que sea. Aquéllos -sobre quienes sopla tu tibio aliento, ceden a ti. Muchos -han venido a ti con oído y con desconfianza, -con la lanza en ristre; pero no bien gustaron la leche -suave de tu seno, arrojadas las armas a tierra, -te han vencido y llamado madre. Está llena toda -la historia de tales conquistas; tierra madre de -grandes bellezas y de grandes dolores.»</p> - -<p>La cita de este párrafo me lleva a hablar del estilo -de Ruffini. No he podido conseguir el original -inglés; pero en la versión francesa que conozco, y -en las dos italianas que poseo, sobre todo en la de -Acquarone, que me parece la mejor, se revela un -escritor de raza, elegante, sin pompa, y que supo librarse -de la declamación oratoria de su tiempo, -sin perder su lirismo nativo, su pasión, y su verbo. -Para las citas de la parte política de su historia, se -basa en Bonaccorsi y Lumía, Amazi y Gualtero. -Sus descripciones son de un pintoresco sugerente -y parco, hechas con observación y poesía, sin que -falte de cuando en cuando la dulce y misteriosa -nota de acuarela propicia al ensueño. Así en la entrada -de la novela, en la pintura del santuario, en -distintos puntos en que Ruffini se demuestra eximio -paisajista y sentidor veraz del encanto natural. -Maneja el diálogo con vivacidad, y apenas suele -perturbar la agradable sutileza de las escenas, una -que otra desertación explicativa que basa la parte -que llamaría «civil» del argumento. Mas lo que en -realidad nos ase y comueve, es el fuego de los<span class="pagenum"><a name="Page_37" id="Page_37">[37]</a></span> -caracteres, el conflicto. Lucy es una hechicera -creación de Ruffini, que corresponde en literatura -a una de las bellas figuras pictóricas de su semi-compatriota -Dante Gabriel Rossetti. Hay un vínculo -mental que une claramente a Italia e Inglaterra: -los nombres de Shelley, Byron, Rossetti, Ruffini, -etcétera, bastarían para atestiguarlo.</p> - -<div class="figcenter" style="width: 75px;"> -<img src="images/illus006.jpg" width="75" height="86" alt="" /> -</div> - -<hr class="chap2" /> -</div> - - - - -<div class="chapter"> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_39" id="Page_39">[39]</a></span></p> - -<h2> -MARCO AURELIO SOTO -<br /> -<small>El ex-Presidente de Honduras, -muerto en la guerra de Cuba.</small> -</h2> - - -<div><img class="drop-cap" src="images/drop-a.jpg" width="50" height="76" alt="" /></div> -<p class="drop-cap"><span class="smcap">A</span> ser cierta la noticia publicada en <i>La -Nación</i>, el Presidente de Honduras, Marco -Aurelio Soto, ha concluído su vida -de manera que no se hubiese pensado -nunca.</p> - -<p>Vivía en París, rico y tranquilo, después de haber -gobernado su pequeño país, en donde contaba -con un partido no por cierto insignificante. Era -hombre culto; bajó de su Presidencia porque sí, -razón que en la América Central priva sobre todas. -Se recuerda su Gobierno como una especie de -Luis XIV; el Luis XIV de Honduras. Bajo ese Gobierno, -las musas, representadas principalmente -por un emigrado cubano—poeta famoso, José Joaquín -Palma—, fueron tratadas como Reinas. Se decretó -la adaptación oficial de la Ortografía de la Real -Academia Española, y en el Diccionario de la Lengua, -en la lista de los socios honorarios de la ilustre -Corporación, que son tan sólo siete, y entre ellos<span class="pagenum"><a name="Page_40" id="Page_40">[40]</a></span> -dos testas coronadas, figuran dos centroamericanos, -uno de ellos Marco Aurelio Soto. El Doctor -Holmberg no podrá negar que aquella ley ortográfica -merecía la singular distinción.</p> - -<p>Como la mayor parte de los Presidentes de la -América Central descienden del Poder cuidadosamente -prevenidos para las vicisitudes de la vida, -Soto hizo lo mismo. Buenamente descendió de la -Presidencia y se fué a la capital preferida de los -<i>rastas</i>, en donde tuvo el buen gusto de no ser uno -de ellos. Antes bien, se dió a sus estudios preferidos; -y, gozando de sus rentas, sin los ruidos de -Guzmán Blanco y sus demás imitadores, frecuentaba -medios intelectuales y se hacía apreciar por -sus buenas dotes. Laurent era su compadre, y Vacquerie -era su amigo. En la colonia hispanoamericana -era estimado y querido. Creo no equivocarme -si afirmo que, con Heredia y Vacquerie, asistió al -banquete dado en París en honor del general Mitre. -El poeta Palma le administraba en Centro América -sus intereses; y a trabajos de su lírico amigo debió -que se le desembargasen sus inmuebles en Guatemala, -confiscados cuando el Gobierno de Honduras -le atacaba con especial firmeza.</p> - -<p>Palma es el autor de muchas poesías que tuvieron -gran boga en el continente, entre ellas la célebre -<i>Tinieblas del alma</i>, una de cuyas estrofas fué -atribuída a Andrade, quien la había dejado entre -sus papeles, copiada de su letra:</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_41" id="Page_41">[41]</a></span></p> - -<div class="poetry-container"><div class="poem"> -<div class="stanza"> -<div class="verse i2">Ya la fe en mi ser no arde,</div> -<div class="verse i0">Ni mi lira finge ufana</div> -<div class="verse i0">Los himnos de la mañana,</div> -<div class="verse i0">Los murmurios de la tarde;</div> -</div> -<div class="stanza"> -<div class="verse i2">Ya a los días</div> -<div class="verse i0">De mis dulces alegrías,</div> -<div class="verse i0">El tiempo cruel les ha echado</div> -<div class="verse i0">El sudario del pasado.</div> -</div> -<div class="stanza"> -<div class="verse i2">Por eso, en tan triste calma,</div> -<div class="verse i0">Vienen a ser mis canciones</div> -<div class="verse i0">Fugaces exhalaciones</div> -<div class="verse i0">De las tinieblas del alma.</div> -</div> -</div></div> - -<p>Hermano de Marco Aurelio Soto es también otro -poeta, Máximo Soto Hall, que anda tratado por ahí, -en un soneto infantil muy conocido en aquellos -mundos, y que Salvador Rueda reprodujo en uno -de sus libros.</p> - -<p>Años pasó el ex Presidente fuera de su país; el -general Bogran era su terrible enemigo. Una revolución -habría sido peligrosa, sin contar con el apoyo -de los Gobiernos vecinos. Se habló, sin embargo, -de una revolución; pero ello fué vago rumor, -sin razón alguna. Hoy, con el Gobierno de Bonilla, -la tentativa habría tenido menos probabilidades de -éxito, pues el país, según los ecos que nos llegan, -está satisfecho de ese hombre de progreso, de inteligencia -y de justa libertad.</p> - -<p>¿Cómo pudo abandonar Soto su espléndida casa -de París y sus gustos de europeo, para ir a la manigua<span class="pagenum"><a name="Page_42" id="Page_42">[42]</a></span> -a pelear por la causa cubana? Sólo un antecedente -hay que podría explicarlo.</p> - -<p>Muchos cubanos emigrados que tomaron parte -importante en la pasada guerra de Cuba, se establecieron -en Honduras en tiempos que Soto era -Presidente de la República. Entre ellos estaba el -hoy jefe de la Junta revolucionaria, Tomás Estrada -Palma, a quien el Gobierno hondureño protegió. -Asímismo fueron acogidos Roloff, Crombet y otros. -Tomás Estrada Palma se casó con una hondureña, -y formó, como pedagogo, a casi toda la juventud -del país. No hace mucho, Soto hizo un viaje de -París a Guatemala. A su paso por Nueva York sufrió -el ardoroso contagio que el doctor Veyga y -otros americanos distinguidos. Y ha ido a encontrar -la muerte gloriosamente. Valdría más, en todo -caso, que la noticia no se confirme. Larga y buena -vida es de deseársele a quien ayudó noblemente a -Augusto de Armas, en su lecho de hospital, en -donde murió por París.</p> - -<p class="date">22 noviembre 1896.</p> - -<div class="figcenter" style="width: 150px;"> -<img src="images/illus007.jpg" width="150" height="80" alt="" /> -</div> - -<hr class="chap2" /> -</div> - - - - -<div class="chapter"> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_43" id="Page_43">[43]</a></span></p> - -<h2>NOTAS ESPAÑOLAS</h2> - - -<h3>I</h3> - -<div><img class="drop-cap" src="images/drop-e.jpg" width="50" height="79" alt="" /></div> -<p class="drop-cap"><span class="smcap">El</span> joven poeta americano que vuelve de -las corridas de toros, me manifiesta su -descontento. Él venía bien pertrechado: -Gauthier, Dumas, De Amicis, Barrés. Y -su imaginación. Pero bien, le digo, ¿no -ha encontrado usted en la Plaza algo de bizantino, -algo de romano? ¿No le ha impresionado la muchedumbre, -semejante a la de los clásicos circos? ¿Los -toreros, de oro y seda, el sol, sobre todo, y la flotante -alma de España?</p> - -<p>—Sí—me contestó—; todo eso es verdad y lo he -sentido. ¡Pero las tripas, señor, las tripas de los -caballos!</p> - -<p>Confieso que, como al joven poeta, me encantan -todos los preliminares de la lidia, y me regocija lo -pintoresco y musical del espectáculo; mas protesto -en cuanto empieza la fiesta de la sangre y, ante -mis amigos españoles aficionados, me pongo en -ridículo. En vano he leído a Pascual Millán y al<span class="pagenum"><a name="Page_44" id="Page_44">[44]</a></span> -Conde de las Navas; en vano soy amigo de Mariano -de Cávia; en vano he visto, no sin poco asombro, -el entusiasmo tauromáquico parisién de Laurent -Tailhade, que conoce sus clásicos, y que me -hablaba en un café de Montmartre, hace ya algunos -años, de lances, de Montes, de volapié y de -descabello, delante de Gómez Carrillo, que sonreía -de mi estupefacción. En vano fuí amigo personal -de Ángel Pastor, en Aranjuez. No se compadece -conmigo sino la parte decorativa del coso, por lo -cual los taurófilos harán bien en compadecerme.</p> - -<p>Que todo eso tiene su hermosura especial, ¿quién -lo negaría? Muchos grandes artistas y escritores -extranjeros son los primeros en reconocerlo. Confieso -que, con caballos destrozados y todo, son -preferibles los toros, por su estética, siquiera bárbara, -a espectáculo en que se hacen pelear gallos -pelados, correr por hombres enanos caballos flacos, -o deshacerse las mandíbulas y sacarse los ojos a -puñazos salvajes cebados y de fenomenales bíceps. -En la lidia hay gracia, arte ágil, color, opulencia y -elegancia. La música anima la representación, y, -en verdad, por el giro de los lances y la variedad -de las acritudes y pasos, se diría un «ballet». Un -«ballet» sangriento y heroico.</p> - -<p>No me da mucho rubor mi desafición a las corridas -de toros, cuando sé que, entre ciento, Castelar, -por ejemplo, y doña Isabel la Católica, no -eran partidarios de estos ejercicios. Y combatientes -de ellas, ha habido como el temible D. Gaspar<span class="pagenum"><a name="Page_45" id="Page_45">[45]</a></span> -Melchor Jovellanos, que dejó sobre el caso páginas -enérgicas y memorables.</p> - -<p>Yo he visto cuanto se puede ver en una corrida -famosa, dada en honor de los Reyes de Portugal, -en 1892, cuando las fiestas del Centenario de Colón, -Lagartijo, Caraancha, Guerrita, caballeros en -plaza, arte retrospectivo, ¡qué sé yo! Aquello era -una fiesta de la más refinada tauromaquia. Admiré -lo pintoresco, lo artístico, lo bizarro. Pero siempre -me crisparon los nervios, como al poeta americano, -las tripas de los caballos inicuamente sacrificados, -a pesar de las explicaciones de los inteligentes -y conocedores, que me decían ser indispensables -esas carnicerías para poner al toro en estado -de ser banderilleado y luego muerto por el espada.</p> - -<p>Busqué luego una pintura, una descripción de la -corrida en todo el parnaso español, y no la encontré, -habiendo, como hay, muchos versos sobre toros, -como aquéllos que son sabidos de memoria -por lo clásicos y repetidos:</p> - -<div class="poetry-container"><div class="poem"><div class="stanza"> -<div class="verse i2">Madrid, castillo famoso</div> -<div class="verse i0">Que al rey moro alivia el miedo,</div> -<div class="verse i0">Arde en fiestas en su coso,</div> -<div class="verse i0">Por ser el natal dichoso</div> -<div class="verse i0">De Almenón de Toledo.</div> -</div></div></div> - -<div class="asterism" style="width: 25px;"> -<img src="images/tb.jpg" width="25" height="26" alt="" /> -</div> - -<p>Y luego me encontré con la poesía de Manuel -Machado, en que, por fin, se concentraba en bien<span class="pagenum"><a name="Page_46" id="Page_46">[46]</a></span> -coloreados paneles la fiesta nacional. El sutil lírico -sevillano que ha hecho cosas tan finas y delicadas, -es un gran aficionado al arte de los beluarios de -coleta; y quien haya visto alguna vez una corrida -de toros, hallará en esos versos el trasunto de sus -impresiones, momento por momento. Machado dedica -su poema rápido «al maestro Antonio Fuentes». -A todo señor, todo honor. Hénos ya en el -principio de la corrida:</p> - -<div class="poetry-container"><div class="poem"> -<div class="stanza"> -<div class="verse i2">Una nota de clarín</div> -<div class="verse i0">desgarrada,</div> -<div class="verse i0">penetrante,</div> -<div class="verse i0">rompe el aire con vibrante</div> -<div class="verse i0">puñalada...</div> -<div class="verse i0">Ronco toque de timbal.</div> -</div> -<div class="stanza"> -<div class="verse i2">Salta el toro</div> -<div class="verse i0">en la arena.</div> -<div class="verse i0">Bufa, ruge...</div> -<div class="verse i0">Roto cruje</div> -<div class="verse i0">un capote de percal...</div> -</div> -<div class="stanza"> -<div class="verse i2">Acomete</div> -<div class="verse i0">rebramando, arrollando</div> -<div class="verse i0">a caballo y caballero...</div> -<div class="verse i0">Da principio</div> -<div class="verse i0">el primero</div> -<div class="verse i0">espectáculo español.</div> -</div> -<div class="stanza"> -<div class="verse i2">La hermosa fiesta bravía</div> -<div class="verse i0">de terror y de alegría</div> -<div class="verse i0">de este viejo pueblo fiero...</div> -<div class="verse i0">¡Oro, seda, sangre y sol!</div> -</div> -</div></div> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_47" id="Page_47">[47]</a></span></p> - -<p>Es el extracto lírico de un capítulo de Gautier y -la reproducción exacta de los primeros momentos. -Solamente que pudo consagrar algún oro, raso y -músicas, para la salida de la cuadrilla, con el arcaico -alguacilillo caballero, que es de lo más típico y -pintoresco de la función. Luego vienen los juegos -de destreza y de peligro en que vencen la arrogancia -y arte de los lidiadores.</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_48" id="Page_48">[48]</a></span></p> - - -<h3>II</h3> - -<div class="poetry-container"><div class="poem"> -<div class="stanza"> -<div class="verse i2">En los vuelos de capote</div> -<div class="verse i0">con el toro que va y viene</div> -<div class="verse i0">juega, al estilo andaluz,</div> -<div class="verse i0">en una clásica suerte</div> -<div class="verse i0">complicada con la muerte</div> -<div class="verse i0">y chorreada de luz...</div> -</div> -<div class="stanza"> -<div class="verse i2">Elegante</div> -<div class="verse i0">y valiente;</div> -<div class="verse i0">y con una seriedad</div> -<div class="verse i0">conveniente,</div> -<div class="verse i0">va burlando</div> -<div class="verse i0">la feroz acometida</div> -<div class="verse i0">y jugando</div> -<div class="verse i0">con la vida</div> -<div class="verse i0">ágilmente.</div> -<div class="verse i0">(Véase Fuentes</div> -<div class="verse i0">lanceando.)</div> -</div> -</div></div> - -<p>Y llegan los picadores, pesados, cargados de -plomo, en sus flacos rocinantes mártires, con sus -largos picos, a sufrir el embate de la bestia fiera, -para cansarla, para prepararla a las suertes subsiguientes.</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_49" id="Page_49">[49]</a></span></p> - - -<h3>III</h3> - -<div class="poetry-container"><div class="poem"> -<div class="stanza"> -<div class="verse i2">Un montón</div> -<div class="verse i0">de correas y de astillas</div> -<div class="verse i0">y de carne palpitante</div> -<div class="verse i0">y sangrante...</div> -<div class="verse i0">Un fracaso de costillas</div> -<div class="verse i0">con estruendo...</div> -<div class="verse i0">Correajes perforados</div> -<div class="verse i0">y hebillajes</div> -<div class="verse i0">destrozados...</div> -<div class="verse i0">Sangre en tierra...</div> -<div class="verse i0">Polvo, un grito. ¡Una ovación!</div> -</div> -<div class="stanza"> -<div class="verse i2">Y la paz en un charco</div> -<div class="verse i0">de sangre mala y negra,</div> -<div class="verse i0">y aquellos dientes fríos y amarillos...</div> -<div class="verse i0">Un azadón, un esportón de tierra,</div> -<div class="verse i0">y aquel montón de arreos</div> -<div class="verse i0">que, como cosa muerta,</div> -<div class="verse i0">junto del jaco muerto</div> -<div class="verse i0">están sobre la arena.</div> -</div> -</div></div> - -<p>Después son las banderillas, esa suerte, quizá la -más dificultosa del toreo, para la cual se diría precisas -las aladas taloneras de Mercurio. Machado -describe en cuatro rasgos la agilidad, la esbeltez, -la seguridad del torero en el asombroso trabajo.</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_50" id="Page_50">[50]</a></span></p> - - -<h3>IV</h3> - -<div class="poetry-container"><div class="poem"><div class="stanza"> -<div class="verse i2">Ágil, solo, alegre,</div> -<div class="verse i0">sin perder la línea,</div> -<div class="verse i0">—sin más que la gracia</div> -<div class="verse i0">contra de la ira—</div> -<div class="verse i0">andando,</div> -<div class="verse i0">marcando,</div> -<div class="verse i0">ritmando</div> -<div class="verse i0">un viaje especial de esbeltez y osadía,</div> -<div class="verse i0">llega, cuadra, para,</div> -<div class="verse i0">—los brazos alzando—</div> -<div class="verse i0">y allá, por encima</div> -<div class="verse i0">de las astas, que buscan el pecho,</div> -<div class="verse i0">las dos banderillas,</div> -<div class="verse i0">milagrosamente</div> -<div class="verse i0">clavando... se esquiva,</div> -<div class="verse i0">ágil, solo, alegre,</div> -<div class="verse i0">¡sin perder la línea!</div> -</div></div></div> - -<p>El conocedor verá en estos croquis rítmicos la -exactitud. Después de que el toro ha sido fatigado -por los caballos y por los banderilleros, viene la -muerte, que es indudable es lo más emocionante -de la corrida.</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_51" id="Page_51">[51]</a></span></p> - - -<h3>V</h3> - -<div class="poetry-container"><div class="poem"> -<div class="stanza"> -<div class="verse i2">Veinte mil corazones</div> -<div class="verse i0">laten en un silencio</div> -<div class="verse i0">claro y caliente. Brindis.</div> -<div class="verse i0">Suenan con golpe seco</div> -<div class="verse i0">las banderillas mustias</div> -<div class="verse i0">en el lomo del toro, ya su cuello</div> -<div class="verse i0">la roja sangre tibia</div> -<div class="verse i0">hace un foulard soberbio.</div> -</div> -<div class="stanza"> -<div class="verse i2">De un lado, por debajo</div> -<div class="verse i0">del rojo trapo en que su furia engríe,</div> -<div class="verse i0">el toro surge, alzando</div> -<div class="verse i0">remolinos de arena,</div> -<div class="verse i0">de otro lado sonríe una cara morena.</div> -</div> -<div class="stanza"> -<div class="verse i2">O bien en los tres tiempos</div> -<div class="verse i0">del pase natural, tendiendo el brazo</div> -<div class="verse i0">guarnecido de oro,</div> -<div class="verse i0">la clásica elegancia</div> -<div class="verse i0">con seriedad ejerce y arrogancia.</div> -</div> -<div class="stanza"> -<div class="verse i2">¡Fué, pudo ser! Los alamares de oro</div> -<div class="verse i0">rozaron con el asta ensangrentada.</div> -<div class="verse i0">En la arena tendido yace el toro,</div> -<div class="verse i0">y de pie, sonriendo, está el espada.</div> -<div class="verse i0">Veinte mil voces—una—gritan locas.</div> -</div> -</div></div> - -<p>Mas ello es en el caso en que la fiera resulta en<span class="pagenum"><a name="Page_52" id="Page_52">[52]</a></span> -absoluto vencida por el arte del hombre. Hay otro -momento terrible en el que el hombre es el vencido -y la fiera la vencedora, cuando por un descuido -o un error, o una fatalidad, se produce la cogida. -Entonces:</p> - -<div class="poetry-container"><div class="poem"> -<div class="stanza"> -<div class="verse i2">Su inesperada acometida ha hecho del elegante paso</div> -<div class="verse i0">un revuelo confuso... Y allá, junto</div> -<div class="verse i0">a la barrera, enfrente,</div> -<div class="verse i0">se ven rostros de espanto.</div> -</div> -<div class="stanza"> -<div class="verse i2">Y entre manchas de grana,</div> -<div class="verse i0">y reflejos metálicos,</div> -<div class="verse i0">el toro, revolviéndose,</div> -<div class="verse i0">alza en los cuernos un pelele trágico.</div> -</div> -</div></div> - -<p>Luego será el arrastre de la res muerta y el final -del espectáculo, de la fiesta exclusivamente nacional.</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_53" id="Page_53">[53]</a></span></p> - - -<h3>VI</h3> - -<div class="poetry-container"><div class="poem"> -<div class="stanza"> -<div class="verse i2">Y suena esa divina musiquilla</div> -<div class="verse i0">de «La Giralda», que es toda Sevilla,</div> -<div class="verse i0">y es torera y graciosa y animada,</div> -<div class="verse i0">y habla de la mujer enamorada</div> -<div class="verse i0">que nos espera... Y nombra</div> -<div class="verse i0">naranjos y azahares,</div> -<div class="verse i0">y la caña olorosa,</div> -<div class="verse i0">y una alegría rítmica en cantares,</div> -<div class="verse i0">y una tristeza vaga y lujuriosa...</div> -</div> -<div class="stanza"> -<div class="verse i2">Los látigos chasquean,</div> -<div class="verse i0">agitan las mulillas</div> -<div class="verse i0">en su carrera locas campanillas,</div> -<div class="verse i0">y mientras que se orean</div> -<div class="verse i0">las frentes sudorosas</div> -<div class="verse i0">y en el pecho golpean</div> -<div class="verse i0">los corazones, suena</div> -<div class="verse i0">la música, torera y sevillana,</div> -<div class="verse i0">y, dejando en la arena</div> -<div class="verse i0">un surco negro y grana,</div> -<div class="verse i0">pasa arrastrado el toro...</div> -<div class="verse i0">Lleva en el fuerte cuerno</div> -<div class="verse i0">un hilillo de oro.</div> -</div> -<div class="stanza"> -<div class="verse i2">Después, como de un tajo,</div> -<div class="verse i0">la música, la luz y la algazara</div> -<div class="verse i0">cesan en un momento</div> -<div class="verse i0">contra compás... De un golpe el movimiento</div> -<div class="verse i0">se desvanece y pasa.</div> -</div></div></div> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_54" id="Page_54">[54]</a></span></p> - -<h3>VII</h3> - -<div class="poetry-container"><div class="poem"><div class="stanza"> -<div class="verse i2">El gran suspiro, que es la tarde, crece</div> -<div class="verse i0">como de un pecho inmenso. Palidece</div> -<div class="verse i0">el sol. Y terminada</div> -<div class="verse i0">la fiesta de oro y rojo, a la mirada</div> -<div class="verse i0">queda solo... un eco</div> -<div class="verse i0">de amarillo seco</div> -<div class="verse i0">y sangre cuajada.</div> -</div></div></div> - -<p>Tal es el poemita sobre el cual Ricardo Marín, -un dibujante que se diría hermano menor de Daniel -Urrabieta Vierge, ha trazado bizarras ilustraciones, -creando a su vez como otro poema gráfico -de tauromaquia.</p> - -<div class="asterism" style="width: 25px;"> -<img src="images/tb.jpg" width="25" height="26" alt="" /> -</div> - -<p>Hay quienes se sienten desolados, en la creencia -de que las corridas de toros van en decadencia y -en vías de llegar a su completa desaparición. Es un -error. No puede negarse que no tienen hoy el esplendor -de antaño; que las mantillas se han ido -sustituyendo poco a poco por los sombreros de -París; que el torero se mundaniza, a punto de que -el Sr. Mazzantini, Don Luis, como se le llama generalmente, -es un personaje, «un monsieur decoré», -que ejerce gravemente sus funciones municipales -en la villa y corte; que «Bombita», D. Ricardo -Torres, es un joven gentleman que se viste a la -londinense, muy peripuesto, muy «smart», y que,<span class="pagenum"><a name="Page_55" id="Page_55">[55]</a></span> -aunque no los lea, sus amigos son D. Benito Pérez -Galdós y otros cuantos autores. La leyenda del torero -de antaño, rumboso y amigo de juergas, la -leyenda o la realidad, ha concluído. Los toreros de -ahora tienen la preocupación de la seriedad, cobran -puntualmente sus seis mil pesetas por corrida, y -levantan polvaredas como la de hace poco, cuando -resolvieron, de común acuerdo, no torear sino por -más altos precios los toros de la famosa ganadería -de Miura, por ser éstos temibles animales en extremo -peligrosos. La afición lanzó el grito al cielo, -diciendo que jamás los espadas de antes, los Lagartijo, -los Frascuelo, los Guerrita, hubieran hecho -semejante cosa. El asunto se arregló felizmente -para todos, y en la reciente corrida de la Prensa, -los toreros estoquearon cornúpetos miureños sin -ninguna desastrosa consecuencia.</p> - -<p>De todos modos, me complace que España guarde -su deporte nacional, que es tan de su pueblo y -que forma parte de su histórico caballeresco espíritu, -y me complace más que, un país como la República -Argentina, no admita la fiesta de la sangre, -como que haga extensiva su prohibición al odioso, -feo y despreciable box.</p> - -<div class="figcenter" style="width: 150px;"> -<img src="images/illus008.jpg" width="150" height="70" alt="" /> -</div> - -<hr class="chap2" /> -</div> - - - - -<div class="chapter"> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_57" id="Page_57">[57]</a></span></p> - -<h2>UNA CARTA DE RACHILDE</h2> - - -<div><img class="drop-cap" src="images/drop-m.jpg" width="50" height="80" alt="" /></div> -<p class="drop-cap"><span class="smcap">Madame</span> Rachilde, la rara de mis <i>Raros</i>, me -ha dirigido una carta, en la cual algunos -párrafos me incitan a los presentes comentarios.</p> - -<p>Rachilde ha conocido mi juicio sobre -su complicada personalidad; y en el capítulo que a -ella concierne en el libro, una parte hay que la ha -hecho escribir la más femeninamente espiritual de -las protestas.</p> - -<p>Por de pronto, se refiere a su <i>rareza</i>. «No soy tan -rara—dice—, puesto que no soy sino una mujer.» -«Hablo como siento, escribo como pienso, y como -lo hago sin ningún artificio, lo hago todo muy mal.» -Llegáis a la gruta mágica; os extrañáis delante de -los misteriosos ojos de la sibila; Deifobe os contesta -con una sencillez encantadora: «Hablo como -siento, vaticino lo que pienso; y como todo lo hago -sin ningún artificio, lo hago todo muy mal.»</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_58" id="Page_58">[58]</a></span></p> - -<div class="asterism" style="width: 25px;"> -<img src="images/tb.jpg" width="25" height="26" alt="" /> -</div> - -<p>«No soy sino una mujer.» Desde luego no pretenderé -acentuar mi incesante asombro delante del -prodigioso y divino monstruo. Una mujer: no sé -mayores abismos que sus ojos. Cuando Mæterlink -se pierde en la encantada selva femenina en busca -de prodigios, los encuentra y hace meditar y temblar -con sus hallazgos. Parece que la serpiente hubiese -sabido por qué dirigirse a la mujer en el caso -de la manzana. El diablo espiaría en el momento -en que Dios modelaba la costilla: vería la perfección -estatuaria, el triunfo de la forma, el nacimiento -de la gracia principal. Al lado de la arcilla vió -la parte de alma destinada al cuerpo en flor y se -robó un poco. De ahí quizá que la mujer tenga una -alma incompleta. De cuando en cuando el diablo -pone en algunos seres femeninos algo de ese ahorro -de alma que posee: las mujeres favorecidas con -ese don, resultan con alma satanizada; esas son las -mujeres inteligentes, es decir, las que salen de su -nivel natural. Cuando la Iglesia discutía en sus -Concilios la espiritualidad de esa maravillosa rosa, -andaba fuera de razón. Sí, ella tiene un espíritu, -un sutilísimo y enigmático espíritu, hilo con que -teje Satanás, según los demonólogos, la red en que -con mayor frecuencia caza las humanas moscas. -Ellas son, sobre todo, dueñas del imperio de la -carne. Las raras aparecen como con un nimbo interior: -son Hildegarda, o Rosvitha, o Santa Teresa, -o Rachilde. El resto de las mujeres que han elevado -algunas líneas su mentalidad, pertenecen a las<span class="pagenum"><a name="Page_59" id="Page_59">[59]</a></span> -clasificaciones de una señora María Cheliga, que -ha tenido a bien, no hace mucho tiempo, formar -una magnífica colección de medias azules para la -revista de Larausse.</p> - -<p>«Pero algo hay que quiero haceros notar; y es -cómo habéis podido afirmar, que por haberme casado, -yo, Madame Alfred Vallette, <i>Rachilde</i>, me -haya vuelto muy fea.»</p> - -<p><i>Mais, non, Madame!</i> Las palabras a que os referís -en mi libro son las siguientes: «Sé de quien estando -en París, no quiso ser presentado a Rachilde -por no perder una ilusión más. Rachilde es hoy -madame Alfred Vallette, ha engordado un poco, -no es la subyugadora enigmática del retrato de -veinticinco años, aquella adorable y temible ahijada -de Lilith.»</p> - -<p>Excusadme. Yo no sé por qué, la palabra matrimonio, -suena a mis oídos exactamente como <i>embonpoint</i>.</p> - -<p>La epístola de San Pablo o el contrato judicial -corrije la gracia en cuyo fondo hay siempre un -grano de perversidad. Un viejo poeta español, si -no me equivoco, el arcipreste de Hita, escribió este -verso abominable:</p> - -<div class="poetry-container"><div class="poem"><div class="stanza"> -<div class="verse i0">«Señora doña Venus, mujer de don Amor»</div> -</div></div></div> - -<p class="no-indent">en el cual la reina divina queda peor que «con pantalones» -en el verso de Hugo. Mas de calcularos -una robustez discreta, a calificaros de <i>tres laide</i>, hay -un abismo. Los lectores de <i>La Nación</i> pueden ver,<span class="pagenum"><a name="Page_60" id="Page_60">[60]</a></span> -por vuestro retrato, si no tendré, únicamente para -vos, señora, todas las rosas de galantería que cultivaron -tan bien nuestros abuelos los hidalgos.</p> - -<p><i>Monsieur l'auteur espagnol, vous êtes un impertinent.</i> -Libre quedo de vuestros reproches, y haciendo -mi reverencia, prosigo:</p> - -<p>«Os emplazo para cuando vengais a París, os hagais -presente en el <i>Mercure de France</i>, para demostraros -cómo cuando una mujer no es <i>bête</i>—lo que -me parece es mi caso—tiene suficiente <i>esprit</i> para, -aun envejeciendo, no llegar a ser <i>affreuse</i>.</p> - -<p>Y como mi señor marido me ama mucho todavía, -supongo que debo estar un poco pasable.»</p> - -<p>¡Ah, señora, os lo creo! Hay una edad—la belleza -inteligente es de las diosas y los inmortales no -tienen edad—hay una edad en que el triunfo femenino -muestra su supremo encanto; es la edad que -sigue a la primera primavera: esa es la edad de las -emperatrices. Confieso que vos sois aún la temible -ahijada de Lilith, sobre un trono irresistible</p> - -<div class="poetry-container"><div class="poem"><div class="stanza"> -<div class="verse i0">«Je vous serre les deux mains, mais je boude!»</div> -</div></div></div> - -<p>Y yo, señora, con el permiso de vuestro señor -marido, os las beso ambas, en la inclinación más -reverente que puede hacer un poeta americano de -sangre española.</p> - -<p class="date">14-1-1897.</p> - -<hr class="chap2" /> -</div> - - - - -<div class="chapter"> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_61" id="Page_61">[61]</a></span></p> - - - - -<h2> -NOCHES DEL VICTORIA -<br /> -<small>Temporada Vitaliani -<br /> -«La Signora delle Camelie»</small> -</h2> - - -<h3>I</h3> - -<div><img class="drop-cap" src="images/drop-l.jpg" width="50" height="78" alt="" /></div> -<p class="drop-cap"><span class="smcap">La</span> señorita Alfonsina Duplessis, que ganó -la inmortalidad por el amor, será siempre -la bienvenida. Nuestros biznietos -oirán todavía, arrullada por los organillos, -las quejas italianas de la pobre <i>Traviata</i>. -Jules Bois, que recientemente ha escrito una -monografía sobre la real Dama de las Camelias, -dice de ella con justicia que está fija «en ce paradis -de sants de la Volupté, ce paradis dont le -Christ est exclu, mais où touts les dieux de l'Olimpe -demeurent». Es esa la recompensa de las almas -de amor. Las vírgenes cuerdas, desde los balcones -del paraíso del Buen Dios, se asoman a mirar, con -una curiosidad no exenta de envidia, el paraíso en -donde son admitidas las vírgenes locas. Allí pasa -entre sus innumerables compañeras, la heroína de -Dumas, en la mano una de sus flores preferidas, -que han adquirido, por otra parte, a causa de su recuerdo,<span class="pagenum"><a name="Page_62" id="Page_62">[62]</a></span> -un renombre no muy angelical, a punto de -que se murmura de ellas en el círculo de las nobles -rosas y de las honradas violetas.</p> - -<p>Esa monografía de que he hablado, basada en -auténticos documentos e indagaciones, no es para -ser leída por aquéllos que desean conservar su aureola -de idealidad a la encantadora y sentimental -cortesana.</p> - -<p>Perderían una ilusión. La Dama de las Camelias -fué una vendedora de gracias, ni menos banal, ni -menos seca de intelecto, ni menos mujer, en fin, -que la totalidad de sus iguales. Era, exactamente, -un ejemplar de esas alegres parisienses que han -podido observar quiénes se les han acercado—las -Emilienne d'Alençon o Marion Delorme, procedentes -del campo, del arroyo, de no se sabe dónde, favorecidas -por la fortuna, comedoras de oro, polutas -desde la infancia, más o menos histéricas, caprichosas, -infantiles, <i>bête</i>, hasta que llega la muerte -a rematarles lo que dejan, si es que dejan algo, -o a tenderlas en un lecho de hospital, que es lo -más frecuente.</p> - -<p>He aquí lo que se sabe de sus comienzos, según -Bois, que ha estudiado su vida y posee de ella cartas -y hasta cabellos: Casi al nacer perdió a su madre. -Su padre fué un tal Martín, brujo y <i>colporteur</i>, -hijo de una mendiga y de un cura, el cual le dió las -primeras lecciones de perdición cuando apenas tenía -doce años. Después penetró abiertamente en la -comunidad de las grisetas, y se estrenó gastándole<span class="pagenum"><a name="Page_63" id="Page_63">[63]</a></span> -en pocos días cinco mil francos al dueño de un restaurant. -Llegaron otros y otros. Como toda viciosa -de su especie, era apasionada por el juego, y -derrochaba el dinero loca y estúpidamente. Cada -quince días cambiaba de poseedor. Se puso de -moda, y los aficionados de su época le hacían estupendos -regalos para conquistarla. Uno de ellos -le envió un día un cesto con doce naranjas, cada -naranja envuelta en un billete de a mil francos. -Ella exprimió las naranjas y los bolsillos del que se -las obsequiara. Se divertía. El amante romántico -de la novela y de la comedia, existió y gastó por -ella una buena fortuna. Ella pudo ser que le amara; -el caso es que—¡oh! vosotros que gustáis del -encanto romancesco—se casó con él en Londres, -ante un <i>clergyman</i> y dos testigos. Lo que no obstó -para que pasada la luna de miel, el esposo resultase -acteonizado. Tuvo ella en seguida una cantidad -fabulosa de admiradores satisfechos, entre los cuales -«un barón tristemente célebre, un pianista ilustre, -generoso como un boyardo, un «maquignon» -y un poeta». Era frívola, coqueta, mentirosa. Decía: -«La mentira emblanquece los dientes.» Se hizo -conducir, ya casi en vísperas de su muerte, al Palacio -Royal, para ver el estreno de <i>Pommes de terre -malades</i>. Murió: en sus manos de difunta había un -ramo de camelias y un crucifijo. He allí la realidad. -Después, la leyenda romántica la envolvió en un -bello velo de sentimiento.</p> - -<p>A su tumba, como a la de Heloisa, vánse a depositar,<span class="pagenum"><a name="Page_64" id="Page_64">[64]</a></span> -por manos ignoradas, flores; <i>cocotte</i> tocada -de histeria, tiene sus horas en que sueña ser Margarita -Gauthier. He conocido un joven artista obsedido -por una de la especie que bebía vinagre, -hablaba del «rinconcito florido en su pueblo de -campaña» y sorbía sangre de un pollo para manifestarse -perfectamente tísica. Su ideal era ser una -segunda Dama de las Camelias. Entre Dumas y -Verdi, la camelina, ese curioso alcaloide, adquirió -una boga insólita. María Alfonsina Duplessis estaba -destinada a encarnar ese tipo femenino compuesto -de sensualidad, inconsciencia moral, ligereza -mental, crueldad instintiva, nervios y faltas de ortografía. -Sus cartas revelan una vulgaridad inaudita. -No se puede saber bien si hay allí algo que tenga -origen cordial, entre efusiones deplorables y -sentimentalismos de ocasión.</p> - -<p>Su figura era encantadora, si es fiel el aguafuerte -de Los Ríos, <i>d'après</i> Besnard: una carita de niña, -ojos de inocencia voluptuosa, <i>bandeaux</i> que cubren -las orejas, boca diminuta y mano inquietante y fina.</p> - -<p>Ahora, si en su aspecto legendario es una de las -más lindas y amables sacerdotisas del pecado; si -nos recuerda viejas emociones, vibraciones apasionadas -de los años de juventud, y nos trae -como corolario la afirmación del sentimiento; si -nos habla por voz de admirables artistas, que nos -hacen el bien de conmovernos y dorarnos la realidad -con una luz de poesía, bien venida Margarita -Gauthier—Sarah Duse, Reiter, Tina o Vitaliani—,<span class="pagenum"><a name="Page_65" id="Page_65">[65]</a></span> -que nos resucita el amor en estos momentos en que -ya no se ama.</p> - -<p>Sea bien venida hoy, por esta imperiosa Vitaliani, -que nos ha demostrado anoche que, si el estilo -escriptural es el hombre, el estilo «teatral» es la -mujer. No hay que hacer comparaciones, sino que -señalar el hecho; la <i>Dama de las Camelias</i> de la -Vitaliani, es de la Vitaliani; como la <i>Dama de las -Camelias</i> de Sarah, es de Sarah.</p> - -<p>He allí una lira viva, esta italiana vibrante de -arte, cálida, llena de un irresistible poderío espiritual.</p> - -<p>Ella da a la idea su carne y su sangre; esculpe -su gesto, armoniza su voz en una magistral orquestación -pasional, y con sus ojos de «dea» ilumina -todas las fases del pensamiento por un poder extraordinario. -Esta actriz intelectual ha pasado «por -la Sede del Arte Severo y del Silencio»; su llegada -no ha sido anunciada con clarines de bronce y sonoros -tambores de fama. Ella se presenta; ella -triunfa.</p> - -<p>Margarita Gauthier volvió a vernos anoche. Una -Margarita Gauthier que nos rememoró la historia -sentimental de sus famosas flores, de su pasión, de -su sacrificio y de su muerte, de un modo nuevo, -impresionando y conmoviendo como solamente es -dado hacerlo a las emperatrices de la escena.</p> - -<p>Al sentir ese soplo de vitalidad artística, al sufrir -ese al mismo tiempo delicioso y doloroso choque -de divina electricidad que produce el talento de<span class="pagenum"><a name="Page_66" id="Page_66">[66]</a></span> -una artista semejante, en obras como la que anoche -obtuvo tan merecida victoria, se experimenta algo -semejante al efecto saludable de una gimnasia del -alma. Y da deseos de decir a los espíritus que aún -sueñan y creen en el amor: «Aquella María Alfonsina -Duplessis, cuyos cabellos guarda Jules Bois, -poeta y mago, no es la verdadera, no ha existido.» -La única que ha vivido y ha amado es ésta, la Margarita -de anoche. Ella era así, pálida y dulce, nerviosa, -caprichosa y amorosa de amor; murió de -muerte, a fuego de pasión; siendo una infeliz cortesana, -tenía el alma de una santa doncella; bienaventurada -sea en el paraíso de las Magdalenas, en -donde sus camelias, por la misericordia de la barba -blanca del Buen Dios, se le convertirán en un luminoso -ramo de lirios. Esa es la verdadera y la única. -La otra, que se dice real, y cuya vida está hoy -estudiada y conocida por indagaciones y documentos, -es una impostora. La que recibe en el cementerio -las flores de los fieles anónimos que visitan su -sepultura, es la buena y la mártir. «¡Guardad su -recuerdo y quemadle vuestro mejor perfume!»</p> - -<p>Los artistas que acompañaron anoche a Italia -Vitaliani en su nueva conquista del público de Buenos -Aires, merecen un justo aplauso, sobre todo -Duse, que acentúa más sus ya reconocidos méritos; -pero habrá que señalar especialmente a ese bravísimo -De Sanctis, que tuvo instantes magistrales, -como en el final de los actos tercero y cuarto.</p> - -<p class="date">20 de junio de 1896.</p> - -<hr class="chap2" /> -</div> - - - - -<div class="chapter"> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_67" id="Page_67">[67]</a></span></p> - -<h2> -Temporada Vitaliani -<br /> -<small> -1.-«Il viaggio dei Berluron» -<br /> -2.-Reprise de «La Signora -delle Camelie» -</small> -</h2> - - -<h3>II</h3> - -<div><img class="drop-cap" src="images/drop-u.jpg" width="50" height="74" alt="" /></div> -<p class="drop-cap"><span class="smcap">Uno</span> de los grandes sucesos de los teatros -de Francia e Italia, y repetido por 312 -noches seguidas en el teatro Des Varietés, -en París, así rezaba el cartel.</p> - -<p>Autores, Ordenneau y Grenet Dancourt. -Y la gente, como cuando le nombran un vino -que no conoce, haciendo resonar la etiqueta, juzga -que debe de ser excelentísimo: «Ordenneau y Grenet -Dancourt». ¡312 noches en el teatro Des Varietés, -en París! Admirable. «Chateau Ordenneau y -Grenet Dancourt.» ¡Qué bouquet...!</p> - -<p>Y sirven, señor, en italiano, un estupendo engendro, -relleno de gracias de vaudeville, de chistes -de grueso cedazo; de una sal pesada, imposible y -que indudablemente se quería disculpar con la inexcusable -«gaité gauloise». Sí, es esa «gaité gauloise» -que ha constituído una de las desventuras -del exquisito poeta llamado Armand Silvestre.</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_68" id="Page_68">[68]</a></span></p> - -<p>Es la bufonería de anchas bragas, que le pagan -a tanto por ciento al creador de Laripette y compañía. -Un cuento a lo Laripette, más o menos bien -urdido y puesto en el pentágrama escénico, para -que lo griten y mimen unos cuantos actores de buena -voluntad: he ahí la famosa pieza de anoche, -abonada en el Victoria por 312 noches seguidas del -teatro Des Varietés, de París. Y que si es soportable -en francés por claras razones, se hace absolutamente -abominable en una traducción.</p> - -<p>Y la Vitaliani descendió a representar un grosero -tipo de sainete, un papel a todas luces indigno de -su talento; ¡así las continuas elevaciones de sus -ojos lo hayan querido salvar...!</p> - -<p>Y otros tantos buenos elementos de la compañía -se han caricaturado para la función de risa, con un -éxito claramente satisfactorio.</p> - -<p>Fueron aplaudidos, sí. Fueron aplaudidos el jovial -abdomen de Bracci, las payasadas de Rodolfi, -los sacrificios de ingenio que el discretísimo Falconi -se vió constreñido a ejecutar.</p> - -<p>Toda la comparsa de títeres secundarios estuvo -también digna de tal aprobación.</p> - -<p>Lazzi, ocurrencias, divagaciones y chispas dialogales, -cosas de uso en las comedias cultas; todo -ello fué de una chatina incomparable.</p> - -<p>Querer exponer el argumento y entrar en detalles, -sería no guardar las consideraciones intelectuales -debidas a mis lectores.</p> - -<p>En cambio, hablemos de la reprise de la<span class="pagenum"><a name="Page_69" id="Page_69">[69]</a></span> -<i>Dama de las Camelias</i>, que logró un éxito fundado y del -cual tienen que estar satisfechos los actores.</p> - -<p>Es a todas luces, claro el contraste entre este -trabajo de fina escena y la obra de corteza áspera -que anteriormente se ha ofrecido al público.</p> - -<p>Se ha vuelto a comprobar la distinción artística -de Vitaliani, cuyo cordaje nervioso, cuya alma de -elección, cuyos recursos plásticos, cuya vitalidad -pausante y sensitiva, la señalan como a una eximia -y prestigiosa intérprete de la creación teatral.</p> - -<p>Se ha advertido en esta vez mayores fuerzas en -ella, unidas a mayores gracias. Ha ejercido su dominio -con más imperial grandeza artística que otras -veces; ha sabido sollozar mejor, hablar mejor, gemir -mejor, ser mujer mejor.</p> - -<p>¡Lira de los veinte años! Anoche ha vibrado para -muchos, en la renovación de muchos sueños, la -resurrección de horas supremas, el retoño de tiempos -pasados; la <i>Dama de las Camelias</i> hizo verter -unas cuantas lágrimas a los nerviosos y conmovibles -oyentes.</p> - -<p>¿Qué escena señalar? Señalaré la de la llegada -del padre de Armando, la conversación con él y -el sacrificio de la pobre Margarita.</p> - -<p>Y, a propósito, recordaremos una cuestión suscitada -por Teodoro de Bauville en una de sus maravillosas -cartas quiméricas: la entrada del señor -Duval, padre, a la casa de Margarita Gauthier con -el sombrero puesto. El divino poeta no podía admitir -que un caballero francés cometiese tal falta<span class="pagenum"><a name="Page_70" id="Page_70">[70]</a></span> -de cultura, así penetrase lleno de todos los rencores -posibles en casa de la última mujer perdida. El -problema es para ser discutido y aprovechado en -la sección de «Vida Social».</p> - -<p>El momento en que Vitaliani, Margarita, se despide -del viejo M. Duval, fué de aquéllos que dejan -una impresión imborrable. Fué momento de actriz -absoluta. En el acto último, según impresión general—la -cual corrobora el juicio de esta crítica—Vitaliani -murió mejor que nunca: es decir, que su -realismo y su traducción del instante mortal fueron -decisivos en la admiración de la sala.</p> - -<p>Muy celebrado De Sanctis, como en la primera -vez, y el resto de la compañía, plausible siempre.</p> - -<p>El público demostró su satisfacción con llamadas -repetidas y aplausos calurosos.</p> - -<p>Y para que fuese mayor el triunfo, la inevitable -estupidez humana hizo acto de presencia con el -más sonoro eco que pudiera brotar de la cabeza de -Bottom: un silbido asnal.</p> - -<p>Al escucharlo, Vitaliani sonrió, y recordé entonces -el <i>Dieu te benisse</i>... que oyó Groussac de labios -de la gran Sarah, con motivo de un estornudo.</p> - -<p>Pero el estornudo es involuntario y la bestialidad -consciente, ¡oh, pueblo soberano!</p> - - -<p class="signature">R. D.</p> - -<p class="date">23 junio 1896.</p> - -<hr class="chap2" /> -</div> - - - - -<div class="chapter"> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_71" id="Page_71">[71]</a></span></p> - -<h2> -Temporada Vitaliani -<br /> -<small> -Estreno: «La figlia di Jefte», -por Felice Cavalloti.—«Niobe», -por los hermanos Henry y -C. A. Paulton -</small> -</h2> - - -<h3>III</h3> - -<div><img class="drop-cap" src="images/drop-u.jpg" width="50" height="74" alt="" /></div> -<p class="drop-cap"><span class="smcap">Una</span> nueva compañía italiana que se da a -conocer en Buenos Aires bajo la agradable -protección de ese armonioso y sonoro -nombre: Italia Vitaliani.</p> - -<p>La fama había anunciado ya a la actriz -recién llegada, aunque no con las trompetas que -avisan el paso de la Duse, y aun de la preciosa Tina -di Lorenzo. El estreno de anoche ha demostrado a -través de los inconvenientes de una obra cual la -elegida, que la Vitaliani es algo más que lo que se -califica con el fácil adjetivo de «discreto». Ya en el -principio, en la representación de la delicada pieza -de Cavalloti, logró manifestar que hay en ella cualidades -que, si no se imponen de luego, se hacen -notar favorablemente.</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_72" id="Page_72">[72]</a></span></p> - -<p>Que Italia, tierra de la antigua farsa, es país de -comediantes, es cosa bien sabida desde que Cyrano -de Bergerac señaló el don en cada italiano. Si -le faltan autores, actores le sobran. De la <i>Mandrágora</i>, -de Maquiavelo, a las tentativas modernas de -Praga, cuán poca cosa si se compara con el acervo -escénico de las otras grandes naciones; pero, sin ir -muy lejos, de Gustavo Modena a Novelli, ¡qué hermosa -sucesión de intérpretes artísticos! La gloria -de las actrices italianas no palidece delante de ninguna -extraña gloria, y bien pueden nombrarse después -de Rachel y Sarah, a la Ristori y a la Duse.</p> - -<p>Hemos visto ya cómo se levanta la bella Tina, y -cómo Virginia Reiter, en su espléndido otoño, encanta -y atrae y se coloca en un alto lugar.</p> - -<p>Los cómicos italianos son los más cosmopolitas -del mundo en la elección de sus obras. Ellos dan a -conocer tanto lo escandinavo de moda como lo -francés olvidado o lo alemán recientísimo. Ellos se -atreven a obras que en París mismo son dadas en -teatros especiales, y para auditorios restringidos -y selectos; y presentan valientemente a Ibsen o a -Mæterlink ante públicos que están demasiado satisfechos -con los repertorios fáciles de comprender, -y poco afectos a novedades abstrusas que no -vienen bien para las tranquilas digestiones. Compréndese -que la compañía de la Vitaliani, en vez de -estrenarse con la <i>Anabella</i>, de Ford, por ejemplo, -nos haya dado la <i>Niobe</i>, de los Paulton.</p> - -<p>La <i>Niobe</i> ha hecho reir; ha dado ocasión a que<span class="pagenum"><a name="Page_73" id="Page_73">[73]</a></span> -la graciosa Italia, en su peplo griego, haya mostrado -personales riquezas y haya declamado de manera -que se le aplaudió sus grotescos endecasílabos.</p> - -<p>Pero hay quienes hubieran preferido reir menos -y tener alguna más de alto arte. Después de la delicada -obrita de Cavalloti, habrían deseado algo distinto -a ese parto del humor británico, <i>Niobe</i>.</p> - -<p>Es ella una obra para las grandes risas de un -grueso público; una obra por un lado comparable a -<i>Orphée aux enfers</i>, sin música, y por otro, a las pantomimas -de los circos. Los hermanos Paulton fabricaron -esa cosa con absoluta comprensión del reinante -gusto actual; el <i>Strand</i> se llenó en Londres -más de seiscientas veces; los yankees se deleitaron -con la estupenda <i>machine</i>; los alemanes la aplaudieron -en su Lessings Theater, y cuando los públicos -latinos la conocieron, se desencuadernaron a carcajadas.</p> - -<p>Ciertamente, en el país de los <i>scholars</i> no podía -faltar aún en tan inepta creación como esta, el -muestrario clásico. De cuando en cuando Footit rememora -a Sófocles, en versos griegos. Y míster Peter -Dunn, hombre de seguros, conoce perfectamente -la fábula de Anfión.</p> - -<p>Por el ansia de lo extranjero han ido a buscar al -escueto teatro inglés contemporáneo bufonerías -como esta y la famosa <i>Charley's aunt</i>, con que no -hace mucho tiempo hizo desternillarse a nuestro público -el hábil Seigheb.</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_74" id="Page_74">[74]</a></span></p> - -<p>Es indudable que, una nueva manera de hacer -reir, no dejará de ser solicitada.</p> - -<p>El eterno asunto de los <i>cocus</i> y las eternas suegras -en berlina; los fáciles intríngulis sobre manera -repetidos; las rebarajadas escenas de las siempre -usadas comedias, debían ser reemplazadas, y el reemplazante -ha sido el payaso, que suaviza sus gracias -y quita su colorete al pasar de la pista a las tablas. -Pero Mr. Dunn, no podía negar, por más que -quisiese, su parentesco estrecho con el perilustre -Tony. He aquí lo que hoy sucede en la Gran Bretaña -a la <i>feerie</i> del gran Will: los inventos exportables -y productivos de los Brandom Thomas, Paulton -y Compañía.</p> - -<p>El argumento de la obra es ya conocido de los -lectores de <i>La Nación</i>. Sin diálogo, y al son de una -música más o menos sugestiva, sería la obra una -agradable pantomima.</p> - -<p>Han dado los actores que en esta comedia se han -presentado, muestra de innegable talento, pues se -esforzaron por contener la clownería en momentos -en que lo bufo llegaba al colmo.</p> - -<p><i>Niobe</i>, por otra parte, no ofreció toda la beldad -que cuentan la leyenda y los carteles.</p> - -<p>De lamentar es que se haya elegido para obra de -estreno, en Buenos Aires, la pieza de que nos ocupamos.</p> - -<p>Se ha reído, ciertamente. Pudiera ser que si no -los seiscientos llenos del Strand, alcanzase unos -cuantos el Victoria. Pero no juzgamos a propósito<span class="pagenum"><a name="Page_75" id="Page_75">[75]</a></span> -para la presentación de una artista que se tiene -como tal, en grado más que común, una producción -en que el arte no aparece, y la alteza estética está -substituída por la burda fabricación de productivos -enredos, cuya <i>ficelle</i>, por lo gastada, llega a causar -impresión de novedad. ¡Ese sueño de Dunn, Dios -mío! ¡Y esas reminiscencias de Bellanis y de Mark -Twain, cuando la ridícula Niobe mira con sus ojos -antiguos las cosas modernas!</p> - -<p>Un tiempo se acostumbraba, después de los tres -o cuatro actos de la obra seria de la noche, el acto -del sainete en que el buen público reía después de -las emociones anteriores. Anoche se vió trocado -todo esto.</p> - -<p>El fino acto de Cavalloti dió una ligera sensación -artística, y el sainetón inglés vino luego, con sus -tres actos.</p> - -<p>Pero Niobe está de moda: y eso basta.</p> - -<p class="date">13 junio, 1896.</p> - -<div class="figcenter" style="width: 100px;"> -<img src="images/illus009.jpg" width="100" height="78" alt="" /> -</div> - -<hr class="chap2" /> -</div> - - - - -<div class="chapter"> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_77" id="Page_77">[77]</a></span></p> - -<h2> -ESAS REPÚBLICAS -<br /> -<small> -José María Mayorga Rivas. -<br /> -Una víctima de la guerra entre -Nicaragua y Honduras -</small> -</h2> - - -<div><img class="drop-cap" src="images/drop-u.jpg" width="50" height="74" alt="" /></div> -<p class="drop-cap"><span class="smcap">Un</span> pobre joven, mi amigo de los primeros -años—poeta si gustáis—, de familia noble -y buena—familia de raíces coloniales, -peninsulares—, un bravo corazón, -un brazo, una energía, acaba de morir -en las cercanías de Tegucigalpa—Honduras, América -Central—, a la cabeza de su tropa, llevando -honrosamente su uniforme de coronel.</p> - -<p>Diera yo dos docenas de licenciados politiqueros, -de los que abundan en el país en que me tocó -nacer, por esa fresca vida, por ese enérgico talento, -por esa alma escogida que se sacrificó en aras -del becerro de cobre del más falso de los patriotismos.</p> - -<p>Ya sabemos que se va Bryson, corresponsal del -<i>New York Herald</i>, a Centro América, pues se anuncia -una nueva carnicería política. ¡Pobres Repúblicas! -Si algo me regocija es que el barco que llevaba<span class="pagenum"><a name="Page_78" id="Page_78">[78]</a></span> -a Groussac en su última gira, haya pasado lejos -de las costas centroamericanas. Si ese admirable -justiciero desolló a Chile y a Méjico, al pasar por -aquellos tropicales países, no hubiera dejado hueso -sin quebrantar.</p> - -<p>Porque, es duro decir que en aquella tierra, apenas -conocida por el canal y por el café, no hay, en -absoluto, aire para las almas, vida para el espíritu. -En un ambiente de tiempo viejo, al amor de un -cielo tibio y perezoso, reina la murmuración áulica; -la aristocracia advenediza, triunfa; el progreso material, -va a paso de tortuga, y los mejores talentos, -las mejores fuerzas, o escapan de la atmósfera de -plomo: ejemplo, Medina, el banquero de París, o -sucumben en los paraísos artificiales; ejemplo, el -poeta Cesáreo Salinas, o mueren en guerras de -hermanos, comiéndose el corazón uno a otro, porque -sea presidente Juan o Pedro; ejemplo, José María -Mayorga Rivas.</p> - -<p>He leído la orden general en que el presidente -Zelaya hace justicia a Mayorga; sé, por carta del -actual ministro de Relaciones Exteriores, hermano -del joven sacrificado, también hombre de letras, y -diplomático que desde hace seis años ha honrado a -su país en Wáshington, sé, digo, que se va a publicar -un libro en homenaje a la memoria del muerto.</p> - -<p>«Te pido para sus páginas un párrafo o una estrofa -tuya. No debes negarme esto, que te pido en -nombre de nuestra amistad y del cariño que sé tuviste -a mi hermano.»</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_79" id="Page_79">[79]</a></span></p> - -<p>¡Pues ya lo creo! Doy mi ofrenda, con amor, a -aquella amable memoria. Era, mi amigo difunto, -corazón del más bello oriente, triste, opaco, a causa -del medio en que vivía. Si estuvo algún tiempo -al lado de algún Gobierno cruelmente memorable, -sus labios y su pluma tuvieron después frases ásperas -y condenatorias para los traidores. Hizo versos, -soñó, fué un buen muchacho. Fué mi contrario y -mi amigo, siempre noblemente. Su muerte ha sido -la de un valeroso militar; sus últimos versos los de -un verdadero poeta.</p> - -<p>Estas son las palabras que envío al hogar de -duelo, donde se venera la barba blanca y patriarcal -de un anciano ilustre; éstas son las palabras que -desde lejos, dedico a una querida memoria.</p> - -<p class="date">13 mayo 1894.</p> - -<div class="figcenter" style="width: 75px;"> -<img src="images/illus010.jpg" width="75" height="107" alt="" /> -</div> - -<hr class="chap2" /> -</div> - - - - -<div class="chapter"> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_81" id="Page_81">[81]</a></span></p> - -<h2>CHARLES A. DANA</h2> - - -<div><img class="drop-cap" src="images/drop-n.jpg" width="50" height="78" alt="" /></div> -<p class="drop-cap2"><span class="smcap">«No</span> puedo acompañarlo mañana porque me -voy a Tampa—me dijo Martí—; pero yo -le daré dos palabras de presentación -que le harán pasar un rato agradable -con el viejo Dana. Corto el rato, porque -es hombre ocupadísimo y avaro de su tiempo.»</p> - -<p>Ningún «sésamo» mejor que la bondadosa presentación -del generosísimo José Martí para su amigo -el viejo director del <i>Sun</i>.</p> - -<p>Estaba éste en la oficina suya, con una visita, y -de la barba blanca, la gran barba hermosa y blanca, -brotaba su fuerte inglés, de un acento dominante -y decisivo. El otro, con atención, le oía. Seguramente -sería corresponsal en algún punto de los Estados. -Yankee era. No hay duda que recibía órdenes. -Apuntó algo en un papel. Salió sin hacerme la -menor inclinación de cabeza, ni darse cuenta de mi -presencia. Yankee era, como Charles A. Dana.</p> - -<p>¡Bravo yankee éste!</p> - -<p>Se volvió a mí; me tendió la mano; volvió a leer -la tarjeta de José Martí. Yo sentado, él de pie, paseándose, -conversamos. ¿De qué? De muchas cosas<span class="pagenum"><a name="Page_82" id="Page_82">[82]</a></span> -del canal de Nicaragua, de la infanta Eulalia, a la -sazón en Nueva York; del duque de Veragua, de literatura -española.</p> - -<p>Yo montaba mi inglés redomon con gran cuidado; -Ollendorff, inútil, estaba en derrota. Un instinto -poliglótico me guiaba, y salía con bien. Por otra -parte, el gran periodista me permitía apenas uno -que otro monosílabo.</p> - -<p>De Martí me habló, cuando hablamos de letras -castellanas. «Una vez, me dijo, ese hombrecito que -era un grande hombre, vino al <i>Sun</i>, como suele hacerlo.</p> - -<p>Le encargué un artículo sobre José Zorrilla. Al -día siguiente estaba hecho el artículo. Pocas veces -ha publicado páginas literarias tan bellas, en un inglés -encantador.»</p> - -<p>José Martí, era su íntimo amigo. Confesaba que -debía a la amistad del ilustre cubano, más de una -buena obra, más de un útil pensamiento puesto -en práctica.</p> - -<p>La popularidad de Charles A. Dana en los Estados -Unidos era inmensa. Su diario, el <i>Sun</i>, es una de -las grandes potencias del periodismo mundial.</p> - -<p>Distinguíase el célebre diarista por su energía y -firmeza. Era hombre probo y severo. El pueblo -yankee veía en él a un varón que encarnaba una de -las primeras representaciones de esa raza nueva y -formidable.</p> - -<p>Los latino-americanos tenían en él un criterio -simpático y un amigo.</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_83" id="Page_83">[83]</a></span></p> - -<p>Conocía también, como pocos compatriotas suyos, -todo lo relativo a la América española. Era -buen admirador de Sarmiento, y supongo que Bartolomé -Mitre y Vedia debe guardar buenos recuerdos -de aquel noble y excelente anglo-sajón.</p> - -<div class="asterism" style="width: 25px;"> -<img src="images/tb.jpg" width="25" height="26" alt="" /> -</div> - -<p>Muchas campañas políticas llevó a cabo; su nombre -llegó a sonar en una célebre candidatura. Entonces -fué cuando le ocurrió lo del cuento de Mark -Twain.</p> - -<p>Sus enemigos se desencadenaron en su contra. -El hombre probo fué maculado; el honorable Charles -A. Dana, fué crucificado en muchas hojas de la -Unión. Pero después pasó la tempestad, y el <i>Sun</i> -brilló con mayores fulgores.</p> - -<p>Como periodista era una portentosa cabeza. Aquel -hombre de gusto, aquel literato, aquel artista, era -un estupendo ciudadano del país del dóllar; tenía el -don del éxito; la información de su diario es comparable -a la del <i>Herald</i> o <i>New York Journal</i>.</p> - -<p>Sus repórters y reporteresas—pues hay un batallón -de mujeres en el servicio del periódico—son -de primer orden. Y la empresa del <i>Sun</i> es una de -las más fuertes de los Estados Unidos y de la tierra.</p> - -<p>En Nueva York refiriéronme una de las muchas -curiosas anécdotas de su vida periodística. Sucedió -que una vez recibió, por correo, una carta escrita -con una letra semejante a la del Bob de Gyp. Llamaba<span class="pagenum"><a name="Page_84" id="Page_84">[84]</a></span> -la atención aquella carta entre el enorme montón -de la correspondencia recibida. Más o menos -leyó lo siguiente:</p> - -<p>«Mr. Charles A. Dana.—Director del <i>Sun</i>.—Soy -una niñita de cinco años. Hoy no hemos comido. -Mañana pasa Santa Claus y no tendré muñeca, ni -mi hermanito tendrá juguetes. Hace mucho frío y -ya no tenemos carbón.» Firmaba un nombre de -niña cualquiera, y junto al nombre la dirección de -la casa.</p> - -<p>Envió Dana a un repórter activo e inteligente a -cerciorarse de lo que hubiere de cierto y ver si no -había en el caso superchería. El repórter volvió afirmando -el contenido y alabando la inteligencia rara -de la niñita.</p> - -<p>La madre, viuda, estaba en cama, y hacía días -que había concluído sus ahorros. Estaba próxima a -la más espantosa miseria, en medio de un crudísimo -invierno.</p> - -<p>Dana, ¿qué hizo? En el número del día publicó, -sencillamente, el facsímil de la cartita, y he aquí el -resultado, completamente yankee. Varias fábricas -de muñecas y grandes almacenes, regalaron magníficos -juguetes a los dos niños, en tal cantidad, -que hubo que tomarse un local para exhibir—por -paga, naturalmente—los regalos.</p> - -<p>Varias compañías de ferrocarril obsequiaron a los -niños con toneladas de carbón. El <i>Sun</i> adoptó al -niño, y le costeó su educación. Una dama millonaria -adoptó a la niña. Y Santa Claus fué el viejo<span class="pagenum"><a name="Page_85" id="Page_85">[85]</a></span> -Dana, con su gran barba, sus ojos dominadores y -bondadosos, su gesto dictatorial y sus gentiles -obras.</p> - -<div class="asterism" style="width: 25px;"> -<img src="images/tb.jpg" width="25" height="26" alt="" /> -</div> - -<p>El nuevo edificio del diario, uno de los más altos -de los Estados Unidos, y, por consiguiente, del -mundo—<i>greatest in the world!</i>—, ha llamado la atención -en el paso de las cosas enormes, país Manmuth, -que diría Groussac.</p> - -<p>El tiraje del diario aumenta cada día, y su popularidad -es inmensa. Es de notar que entre las hojas -yankees, que no descuidan, a pesar de su <i>business</i>, -la parte amena, literaria y artística, el <i>Sun</i> es el -diario más intelectual, más «bostoniano» en esto -que neoyorkino.</p> - -<p>La muerte de Charles A. Dana es una gran pérdida -para la nación americana y enluta el periodismo -universal. Y los que tuvieron el gusto y la honra de -conocerle personalmente, no olvidarán—como -quien estas líneas escribe—, su bella cabeza, su sonora -palabra, su franco y sincero apretón de manos.</p> - -<p><i>He was a man!</i></p> - -<p class="date">19-10-1897.</p> - -<div class="figcenter" style="width: 100px;"> -<img src="images/illus011.jpg" width="100" height="80" alt="" /> -</div> - -<hr class="chap2" /> -</div> - - - - -<div class="chapter"> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_87" id="Page_87">[87]</a></span></p> - -<h2> -RECUERDOS -DE LA HABANA -<br /> -<small> -El general Lachambre -</small> -</h2> - - -<div><img class="drop-cap" src="images/drop-e.jpg" width="50" height="79" alt="" /></div> -<p class="drop-cap"><span class="smcap">En</span> noviembre de 1892, el autor de estas -líneas llegaba a la Habana, de vuelta de -un viaje oficial a España. En un banquete -que siempre agradecerá a la redacción -de la excelente revista ilustrada <i>El -Fígaro</i>, conoció a Raoul Cay, a la sazón redactor -de la crónica elegante de dicha publicación.</p> - -<p>En la noche siguiente, Raoul condújole a su casa -y presentóle al señor Cay, padre, antiguo canciller -del Consulado imperial de la China, en la capital de -la isla, entonces a cargo del gran señor Tam Kin -Cho, y a María, su hermana, una hermosísima cubana, -gallarda, espléndida, con lánguidos y milagrosos -ojos de criolla y una fabulosa cabellera.</p> - -<p>Entró una visita. El señor Cay me presentó, y me -dijo su nombre. Era el novio de María: «El señor general -Lachambre.»</p> - -<p>Tipo marcial, de esa especial marcialidad española. -Joven todavía, correcto, elegante; la mirada<span class="pagenum"><a name="Page_88" id="Page_88">[88]</a></span> -vivaz y escrutadora, barba y bigote negros, voz -acostumbrada a mandar, afablemente serio; en la -solapa del smokin una camelia blanca.</p> - -<div class="asterism" style="width: 25px;"> -<img src="images/tb.jpg" width="25" height="26" alt="" /> -</div> - -<p>Pasamos Julián del Casal—el poeta celebrado por -Verlaine y alentado por Huysmans y Gustave Moreau—, -Raoul Cay y yo, a un saloncito contiguo, a -ver chinerías y japonerías.</p> - -<p>Primero las distinciones enviadas al señor Cay -por el Gobierno del Gran Imperio, los parasoles, -los trajes de seda bordados de dragones de oro, los -ricos abanicos, las lacas, los kakemonos y surimonos -en las paredes, los pequeños netskes del Japón, -las armas, los variados marfiles. Julián del Casal, el -pobre y exquisito artista que ya duerme en la tumba, -gozaba con toda aquella instalación de preciosidades -orientales; se envolvía en los mantos de -seda, se hacía con las raras telas turbantes inverosímiles.</p> - -<p>... Y recordaba yo cómo Julián del Casal había -cantado en admirables versos a María Cay—versos -que pueden leerse en su volumen <i>Nieve</i>—, ¿enamorado -de ella?... tal vez. Él parece que nunca lo manifestara. -De todos modos, allá en el salón los novios -conversaban, en vísperas de sus bodas, pues -éstas se realizaron poco tiempo después.</p> - -<p>En la celda—era una verdadera celda—en que el -poeta vivía en la redacción de <i>El País</i>, gracias a la<span class="pagenum"><a name="Page_89" id="Page_89">[89]</a></span> -bondad del señor Ricardo del Monte, había entre -reproducciones de telas de Gustavo Moreau, -una del Calvario de Gerome, y otros cuadritos menores, -un retrato de María Cay, de japonesa, antes de ser -la generala de La Chambre. Ante ese retrato -escribió un poeta amigo de Casal un sonetino -que anda por ahí, por los periódicos:</p> - -<div class="poetry-container"><div class="poem"> -<div class="stanza"> -<div class="verse i2">Miro enfrente de la moza</div> -<div class="verse i0">Bañado en la luz del día,</div> -<div class="verse i0">El retrato de María,</div> -<div class="verse i0">La adorable japonesa.</div> -</div> -<div class="stanza"> -<div class="verse i2">El aire acaricia y besa</div> -<div class="verse i0">Como un amante lo haría</div> -<div class="verse i0">La orgullosa bizarría</div> -<div class="verse i0">De la cabellera espesa.</div> -</div> -<div class="stanza"> -<div class="verse i2">Diera un tesoro el mikado</div> -<div class="verse i0">Por contemplar a su lado</div> -<div class="verse i0">A princesa tan gentil.</div> -</div> -<div class="stanza"> -<div class="verse i2">Y ordenara a su pintor</div> -<div class="verse i0">Pintarla junto a una flor</div> -<div class="verse i0">En un vaso de marfil.</div> -</div></div></div> - -<div class="asterism" style="width: 25px;"> -<img src="images/tb.jpg" width="25" height="26" alt="" /> -</div> - -<p>El general Lachambre logró hacer suyo aquel tesoro, -la «adorable japonesa» fué generala, y luna de -miel pasó en España, de donde volvió a la isla el -distinguido militar, a ocupar el puesto de gobernador -de Santiago de Cuba.</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_90" id="Page_90">[90]</a></span></p> - -<p>El cable nos anunció anteayer su muerte, en una -de las batallas con los revolucionarios; ayer, felizmente, -la noticia ha sido desmentida.</p> - -<p>Es el general muy querido en la alta sociedad habanera, -y muy estimado en la Capitanía general y -allá en la corte de Madrid. En su carrera no es dudoso -que llegue a más altos destinos.</p> - -<div class="figcenter" style="width: 100px;"> -<img src="images/illus012.jpg" width="100" height="113" alt="" /> -</div> - -<hr class="chap2" /> -</div> - - - - -<div class="chapter"> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_91" id="Page_91">[91]</a></span></p> - -<h2>LIBROS NUEVOS</h2> - - -<div><img class="drop-cap" src="images/drop-l.jpg" width="50" height="78" alt="" /></div> -<p class="drop-cap"><span class="smcap">Les</span> <i>fabliaux</i>.—Estudios de literatura popular -y de historia de la Edad Media, por -Joseph Bedier (Biblioteca de Altos Estudios). -Emile Bouillón, editor. He aquí, -pues, por tierra, el viejo ídolo indio.</p> - -<p>La teoría era así: que todos, o casi todos los -cuentos populares, tenían un origen único: la India. -Allí habían nacido, para esparcirse en seguida -en el mundo entero, «Cendrillón» y las «Tres damas», -que encontraron el «Anillo» y «Piel de -asno», etc.</p> - -<p>Cuna del género humano, la India era también -la cuna de la literatura oral: el hombre había adquirido -su forma y su conciencia allí, sobre una -cierta «llanura central», y en seguida se había puesto -a tantear bromas sánscritas, obscenidades arianas, -ensueños irónicos. Huet, obispo de Avranches, -fué el primero que, en términos bastante vagos, -atribuyó la intervención de los cuentos a los orientales; -después de él, la teoría se precisó, y Benfey, -en 1859, le dió su forma definitiva y absoluta; dicha -teoría recibió una grande autoridad de Max<span class="pagenum"><a name="Page_92" id="Page_92">[92]</a></span> -Müller, cuya ingeniosidad fué vasta, y quien debe -haberse divertido mucho con la invención de sus -mitos solares, estelares, crepusculares.</p> - -<p>Mucho más tarde, Andrew Lang, esbozó otras -hipótesis. Creyendo encontrar en los cuentos supervivencias -de usos antiguos, les señaló por fecha -tal época de la historia, en que esos usos estuvieron -en vigor. El cuento del «Pulgarcillo», por ejemplo, -no puede, dice Lang, haber sido inventado por un -griego contemporáneo de Esquilo; preciso es situarlo, -en el espacio o el tiempo, en un periodo o -en un país en que los hombres se comían los unos -a los otros. Hay, tal vez, algo verdadero en esa -teoría de la supervivencia; pero nada lo prueba, -pues las civilizaciones más pacíficas son capaces -de literaturas más sanguinarias; y nótese cómo los -niños acogen sin extrañeza, sin protesta—aunque -no sin miedo—, el personaje del Ogro.</p> - -<p>¿De dónde vienen, pues, los cuentos populares y -cuál es su edad?</p> - -<p>Vienen de todas partes y su edad varía. Algunos -son recientes relativamente; otros son contemporáneos -de los primeros balbuceos intelectuales de la -humanidad.</p> - -<p>La cuestión es, desde luego, a la vez, insolvente -y pueril; el origen de las costumbres, de las leyendas, -nos escapa; eso fué y eso es folk-lore, fué y es -invisible.</p> - -<p>¿Quién hizo el primer cuento? ¿A quién se le -ocurrió primero acostarse para dormir? Hay quienes<span class="pagenum"><a name="Page_93" id="Page_93">[93]</a></span> -coleccionan los cuentos y comparan las versiones; -el libro de Bedier debe turbar a esos monómanos. -En suma, los cuentos populares, no son, tal -vez, sino cuentos literarios que han llegado a ser -populares. Han sido compuestos oralmente, y aun -escrituralmente—en su integridad—, por un solo -autor. Han parecido bellos, se les ha aprendido -de memoria, se les ha recitado, se han escrito y -vuelto a escribir, han tenido períodos orales y períodos -escriturales, a menudo confundidos, y he -ahí todo lo que se puede decir de verosímil sobre -ese obscuro asunto.</p> - -<p>La obra de Bedier, al mismo tiempo que destruye -un viejo problema de folk-lore, es un excelente -trabajo de historia literaria, tan ingenioso como -docto.</p> - -<div class="asterism" style="width: 25px;"> -<img src="images/tb.jpg" width="25" height="26" alt="" /> -</div> - -<p><i>En Barbarie</i>, por Rolando de Marés. Con ese título, -Rolando de Marés ha reunido muchos cuentos, -cuya escena pasa en la Campine, en las épocas -primitivas.</p> - -<p>Desde luego, nos describe el país en que va a -hacer vivir a sus personajes, y parece que esa región, -tal como la pinta Marés, merece, en efecto, el -nombre de <i>Barbarie</i>. Luego nos cuenta leyendas: -la de la Princesa Thalia, la del Jabalí blanco, la del -Gran San Nicolás; otras más, aún, leyendas ingenuas -y rudas en que pasan, por las llanuras, salvajes,<span class="pagenum"><a name="Page_94" id="Page_94">[94]</a></span> -héroes sangrientos, implacables magas, y también, -a veces, graciosas principesas.</p> - -<p>De Marés ha sabido dar a sus leyendas las apariencias -de cuentos populares, y esa apariencia convenía -a narraciones que el autor quería hacer notar -bárbaras; ha sabido, recordando de un cuento a -otro, ciertos motivos, ciertos personajes o ciertas -aventuras, dar unidad a su libro.</p> - -<div class="asterism" style="width: 25px;"> -<img src="images/tb.jpg" width="25" height="26" alt="" /> -</div> - -<p><i>L'Ovex</i>, por François de Nion. «El parentesco -natural es para el matrimonio un impedimento dirimente, -u óbice. Teología católica. Este epígrafe, -bastante claro, permite que, sin gran esfuerzo, se -adivine el contenido del libro, al menos en sus líneas -esenciales.»</p> - -<p>Mademoiselle de Royans, unida desde hace unos -meses a un amigo de infancia, Jean de Vienne, descubre, -en un pabellón en ruinas, antiguas cartas de -su madre, de donde resulta que mademoiselle de -Royans es hermana de su marido. Así, ante la joven, -que no quiere divulgar el secreto maternal, se -plantea un terrible dilema. Huir, sin motivo aparente, -de Jean, a quien ama, o continuar el incesto. -Un confesor, a quien ha consultado, le da el extraño -consejo de continuar llevando sus deberes de -esposa, sin rebuscar las ocasiones. Pero llega de -Roma una anulación del matrimonio, y la señora, -no queriendo decidirse por una ruptura, se deja<span class="pagenum"><a name="Page_95" id="Page_95">[95]</a></span> -llevar por una ola en los baños de mar en que se -encuentra. Tal es la trama, muy simple, como se -ve, de esa novela. Hay un estilo refinado hasta la -preciosidad, en esta obra, en que las réplicas alternan -vivamente, los personajes se presentan bien -claros, en que los detalles no están desprovistos ni -de propósito ni de oportunidad.</p> - -<div class="asterism" style="width: 25px;"> -<img src="images/tb.jpg" width="25" height="26" alt="" /> -</div> - -<p><i>La suprema voluptuosidad</i>, por E. Gómez Carrillo. -Un librito bien escrito, mal pensado y falsamente -perverso. Influencia de las «Eróticas», de Rops. -Desearíamos que el joven autor perseverase en sus -estudios de crítica, que le han dado un justo renombre.</p> - - -<p class="signature">R. D.</p> - -<p class="date">9 junio 1896.</p> - -<div class="figcenter" style="width: 100px;"> -<img src="images/illus013.jpg" width="100" height="82" alt="" /> -</div> - -<hr class="chap2" /> -</div> - - - - -<div class="chapter"> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_97" id="Page_97">[97]</a></span></p> - -<h2> -EL DIVORCIO -DE JEANNETTE -<br /> -<small> -Affaire Daudet-Hugo -</small> -</h2> - - -<div><img class="drop-cap" src="images/drop-r.jpg" width="50" height="77" alt="" /></div> -<p class="drop-cap2"><span class="smcap">¿Recuerdan</span> nuestros lectores el ruido que -hizo en el mundo el matrimonio laico -de la nieta de Víctor Hugo y el hijo de -Alfonso Daudet? El tremendo Drumond -tuvo a la sazón grandes desahogos.</p> - -<p>El escándalo del matrimonio civil del hijo de -Daudet, decía el antisemita, no es, desde luego, una -excelente ocasión de ver claro en el alma de un -gran letrado de fines del siglo <span class="smcap lowercase">XIX</span>, de saber exactamente -la idea que un escritor ilustre se forma de -esas cuestiones religiosas, que a través de las edades -han interesado y apasionado a los más nobles -espíritus de la humanidad.</p> - -<p>El padre de Daudet era un realista convencido; -la madre, brava y digna mujer si las hubo, era una -católica ferviente, como hay tantas en Mediodía; -murió con el rosario en la mano; la hermana de -Daudet es también una católica practicante. El<span class="pagenum"><a name="Page_98" id="Page_98">[98]</a></span> -hijo más joven del escritor, Luciano, gentil muchacho -que tiene el aire tan distinguido y tan dulce, -se ha educado en un Establecimiento religioso, en -la escuela Bossuet; frecuenta San Sulpicio; su madre -le acompaña, y para ayudarle, toma notas sobre -el sermón, con la tranquila y sonriente bondad -que pone en todo. Drumond mismo ha conducido -a Luciano a misa, y se ha edificado con aquél buen -comportamiento.</p> - -<p>A León Daudet, estudiante, se ha referido recientemente, -en el <i>Courrier Français</i>, el señor -Groussac; Drumond nos dice que ha visto crecer -su inteligencia. «Le he preguntado a menudo sobre -el vocabulario médico, y me he extrañado de -la precoz lucidez de espíritu de ese joven, que si -hubiese querido trabajar<a name="FNanchor_1_1" id="FNanchor_1_1"></a><a href="#Footnote_1_1" class="fnanchor">[1]</a> hubiera tenido las intuiciones -filosóficas de su padre, con la ventaja de -una educación más rigurosamente científica; ¡jamás, -en cambio, he descubierto en él la sombra de -una hostilidad contra la religión! La conmoción, -justamente, lo que daba idea del asombro general, -es ver a esas gentes renegar del Dios de sus padres -públicamente, cínicamente, ante todo el mundo, -únicamente porque hay una gruesa dote: tres -millones». Y sobre Juanita: «¿Conocéis más antipática -criatura que esta joven casada, que se estrena -en la vida con una manifestación escandalosa?</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_99" id="Page_99">[99]</a></span></p> - -<p>Tiene veintitrés años—era en 1891—, edad en que -se cree en Dios como en el amor, en la poesía, en -la esperanza... Ella no se da cuenta de que hay -pobres muchachas que no tienen tres millones, que -están colocadas entre la prostitución y el hambre, -y que tienen necesidad de que se les deje creer en -alguna cosa para resistir a las tentaciones de la -miseria». «La desgraciada niña no es tan culpable -como parece. Era, en verdad, graciosa, cuando, -dando los buenos días a todos, se paseaba alrededor -de la mesa, en las comidas de Víctor Hugo... -Es Lokroy quien»... Y aquí la ineludible conclusión: -¡el semitismo tiene la culpa!</p> - -<p>Esa infancia de Jeannette, de George, de esos nietos -que tuvieron por arrullo un inmortal y amable -coro de versos: <i>El arte de ser abuelo</i>, ha sido una -especie de leyenda. Ellos fueron los infantes de -Hugo, emperador de la barba florida.</p> - -<p>Por el secretario de Hugo, Lesclide, se saben -cien pequeñas cosas, ligeros detalles, adorables incidentes -y simples monadas. Recordemos algo de -Jeannette en la vida íntima.</p> - -<div class="asterism" style="width: 25px;"> -<img src="images/tb.jpg" width="25" height="26" alt="" /> -</div> - -<p>El maestro, anotaba Lesclide, adora a su nieta, y -cuando no es madame Drouet quien nos trae sus -«mots d'enfant», él lo hace voluntariamente.</p> - -<p>—¿Cuándo tendré la muñeca que me has ofrecido?—preguntó -Juana a una dama poco antes de -los «etrennes».</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_100" id="Page_100">[100]</a></span></p> - -<p>—Pues—respondió la dama—el día 1.º del año -que viene; es la época en que nacen las muñecas.</p> - -<p>—Te aseguro, replicó Juana, que no hay necesidad -de esperar tanto tiempo. ¡Nacen muy bien por -Pascuas; hay huevos que están llenos de ellas!</p> - -<p>Augusto Vacquerie, el escritor que acaba de morir, -le dijo un día con tono serio:</p> - -<p>—Señorita Juana, ¿sabes que tienes una cuenta a -cobrar en el <i>Rappel</i>?</p> - -<p>—¿Qué cuenta?</p> - -<p>—Tres francos setenta y cinco, por tres <i>mots de -la semaine</i>.</p> - -<p>Juana duda y se vuelve a mirar a su abuelo.</p> - -<p>—Papá—así llamaban a Hugo sus dos nietos—, -¿es cierto eso?</p> - -<p>—¿Cómo?—responde el poeta—. ¿Tú escribes en -los diarios? ¡Y sin avisarme!</p> - -<p>Un día Juana dice a su abuelo:</p> - -<p>—Papá, ¿no soy suficientemente grande?</p> - -<p>—Sí, amor mío, lo eres.</p> - -<p>—Y bien, yo quisiera no acostarme temprano -esta noche.</p> - -<p>—¿Por qué?</p> - -<p>—Vienen senadores a hablar contigo; quiero -verlos.</p> - -<p>—Pero, querida, vas a aburrirte.</p> - -<p>—No me aburriré.</p> - -<p>—Querrás jugar.</p> - -<p>—No jugaré.</p> - -<p>—Harás ruido.</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_101" id="Page_101">[101]</a></span></p> - -<p>—Estaré bien formal.</p> - -<p>—¡Y bien!—dijo el abuelo—. Arregla eso con tu -madre; por mi parte, acepto con gusto.</p> - -<p>La chiquilla estaba contenta con aquella muestra -de confianza.</p> - -<p>—¿Sabes política?</p> - -<p>—No; oiré lo que dirán.</p> - -<p>Por la noche los senadores concurrieron.</p> - -<p>La señorita Juana, agarrada de la levita de su -abuelo, los escucha atentamente. Una formalidad -ejemplar. Víctor Hugo muestra una gran vivacidad -oratoria, se exalta, y su voz sonora hace resonar -el salón rojo.</p> - -<p>—¡Papapá!</p> - -<p>—¿Qué, hija mía?</p> - -<p>—¿No es conmigo con quien estás enojado?</p> - -<p>—No, «Ma mignone».</p> - -<p>La tertulia se acaba; los senadores se van; no -hay sino una voz para alabar la <i>ténue</i> de mademoiselle -Jeanne.</p> - -<p>Lo cual le hace venir otra idea.</p> - -<p>—Abuelo, ¿quieres llevarme al Senado mañana?</p> - -<p>—Sí, si eso te divierte; no tienes sino que ir con -tu madre.</p> - -<p>—¡No, con mamá no quiero, contigo!</p> - -<p>—No es posible, no te dejarían entrar.</p> - -<p>—Pero si tú lo dices...</p> - -<p>—Aunque lo diga yo.</p> - -<p>—Y bien, tú no dirás nada; me tomarás de la -mano, entraremos y me pondrás sobre tus rodillas.</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_102" id="Page_102">[102]</a></span></p> - -<p>—Sí, pero vendrá un ujier vestido de negro y -con una gran cadena, y te dirá: ¡Señorita, vos no -sois senador!</p> - -<p>—Y yo responderé: ¡Señor, yo soy su nieta!</p> - -<p>Una noche, en el salón un tanto sombrío de la -rue Drouot, 20, madame Charles Hugo tenía un -bebé sobre sus rodillas y lo vestía para dormir.</p> - -<p>A alguna distancia, Víctor Hugo hacía arrodillarse -a Juanita, <i>dans le plus simple appareil</i>, y le hacía -decir su plegaria. En esa plegaria, extraña a las liturgias -conocidas, Juana pedía a Dios ser discreta -y obediente, le recomendaba a su padre muerto, a -su tío Francisco Víctor, enfermo entonces, y todas -las personas que le rodeaban.</p> - -<p>La pequeña Juana interrumpía la oración con -bien ingenuas reflexiones. No se cuidaba, por -ejemplo, de orar por su hermano, que le había dado -un mojicón.</p> - -<p>Un día Juanita y su hermano Jorge se divertían -ruidosamente en el salón rojo de la rue Clichy, -con la efusión natural a su edad. Entre otros juegos, -se había tomado al gato Gavroche para un -steeplechase; pero Gavroche, pacífico y serio, no -había querido. Su amiga Juana lo llevó entonces al -nido maternal despidiéndole: «tú quédate con tus -padres». Después de lo cual llamó a su abuelo y le -explicó sus intenciones. Y el abuelo puso su gloria -en cuatro patas.</p> - -<p>La chiquilla recibió al día siguiente estos versos:</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_103" id="Page_103">[103]</a></span></p> - -<div class="poetry-container"><div class="poem"> -<div class="stanza"> -<div class="verse i2">L'autre soir, en jouant avec votre grand-père</div> -<div class="verse i0">dans l'antre où ce buveur de sang fait son repaire,</div> -<div class="verse i0">vous lui fîtes porter le plus doux des fardeaux,</div> -<div class="verse i0">O Jeanne! et je vous vis lui monter sur le dos.</div> -</div> -<div class="stanza"> -<div class="verse i2">Résigné, comme on dit que le fut Henry Quatre,</div> -<div class="verse i0">où jugeant inutile et vain de se débattre,</div> -<div class="verse i0">Papapa sous le joug se courba doucement</div> -<div class="verse i0">et sur l'épais tapis marcha docilement.</div> -</div> -<div class="stanza"> -<div class="verse i2">Sans être un grand devin, je puis, mademoiselle,</div> -<div class="verse i0">dévoiler l'avenir en partie a vos yeux:</div> -<div class="verse i0">avant qu'il soit longtemps, vous serez grande et belle,</div> -<div class="verse i0">et fière de porter votre nom glorieux;</div> -<div class="verse i0">vous tiendrez d'une mère une grâce infinie;</div> -<div class="verse i0">votre sang doit vous faire un esprit sans rival;</div> -<div class="verse i0">vous aurez la beauté, peut être le genie...</div> -<div class="verse i0">mais vous n'aurez jamais un semblable cheval.</div> -</div> -</div></div> - -<div class="asterism" style="width: 25px;"> -<img src="images/tb.jpg" width="25" height="26" alt="" /> -</div> - -<p>Después, el dios entró en el Panteón... y Jorge -y Juana en el mundo.</p> - -<p>De ambos se volvió a oír hablar; de Juana, por -su matrimonio laico con el hijo de Daudet; de Jorge, -por ciertos escándalos de mozo de vida alegre...</p> - -<p>Y luego, cinco años después de casada, Juanita -se separa de su marido.</p> - -<p>León Daudet es un espíritu altivo, un cerebro -fuerte, un pensamiento quizá con demasiados músculos. -Muy poco de artista, muy mucho de «sabio». -Estudió para médico. Ya nos ha dicho Drumond<span class="pagenum"><a name="Page_104" id="Page_104">[104]</a></span> -cómo le consultaba el joven sobre tecnicismos -médicos. Dejó la carrera y se tornó escritor, -con un bagaje y una médula científica que dan a -sus escritos cierta firme y enraizada fortaleza. Y ha -ido a rápidos pasos. De <i>Hœenes a L'Astre Noir</i> hay -un visible progreso. Y en sus críticas de la <i>Novelle -Revue</i> revela un juicio personal. Su padre ha dicho: -«A los escritores, como mi hijo, pertenece la -literatura del siglo <span class="smcap lowercase">XX</span>», en una reciente interview.</p> - -<p>Y se atrevió León Daudet a publicar el <i>Astro -Negro</i>... La Prensa de París ha respetado la más -sagrada de las memorias, el más alto de los nombres -de la poesía francesa, y no se ocupó del -libro.</p> - -<p>La Prensa no dijo media palabra sobre el Astro -de Seneste—cuya figura y descripción están bien -claras para el menos entendido—. Se dijo que León -Daudet aseguraba haber querido pintar en el incentuoso -grande-hombre—«¡Vous êtes un homme, -monsieur Goethe»...—¡a Wagner! Más a la vista -estaba la tempestad en el hogar de Juana Hugo. -Luego la dedicatoria del libro, por León Daudet, a -su abuela... Se murmuró de revelaciones y secretos -escabrosos... A Buenos Aires envió J. Lermina -una correspondencia sobre el asunto, que Mariano -de Vedia no publicó. Después, el divorcio, iniciado -hace más de un año, y que acaba de resolverse, -según lo ha comunicado ha pocos días el corresponsal -de <i>La Nación</i>, en París.</p> - -<p>Algunos han pensado que León Daudet ha hecho<span class="pagenum"><a name="Page_105" id="Page_105">[105]</a></span> -el escándalo público, para tener un ruidoso -éxito de librería.</p> - -<div class="asterism" style="width: 25px;"> -<img src="images/tb.jpg" width="25" height="26" alt="" /> -</div> - -<p>Juana Hugo es hoy una de las divorciadas más -tentadoras de París. Probablemente se casará -pronto: es rica y princesa de la sangre; bella e inteligente. -Mas si ha logrado todo o gran parte de lo -que le anunció su abuelo en los versos que le hizo -cuando imitó hípicamente a Enrique IV, no tendrá -ciertamente ni una cabalgadura como aquella, ni -las horas de oro que conducían su vida cuando</p> - -<p>Jeanne était au pain sec dans le cabinet noir...</p> - -<p class="date">Febrero, 25-1895.</p> - -<div class="footnote"> -<p><a name="Footnote_1_1" id="Footnote_1_1"></a><a href="#FNanchor_1_1"><span class="label">[1]</span></a> Cuando Drumond publicaba estas líneas, el autor de -<i>Hœnes a L'Astre Noir</i> no había dado a la luz ningún libro.</p> -</div> - -<div class="figcenter" style="width: 75px;"> -<img src="images/illus014.jpg" width="75" height="68" alt="" /> -</div> - -<hr class="chap2" /> -</div> - - - - -<div class="chapter"> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_107" id="Page_107">[107]</a></span></p> - -<h2> -A JOSÉ MIRÓ -<br /> -<span class="small">(JULIÁN MARTEL)</span> -<br /> -<small> -El día de su muerte -<br /> -10 de diciembre de 1896 -</small> -</h2> - - -<div><img class="drop-cap" src="images/drop-p.jpg" width="50" height="78" alt="" /></div> -<p class="drop-cap"><span class="smcap">Paso</span> a paso, melancólicamente, como un -sonámbulo que persiguiese una mariposa -y se perdiese en lo profundo de -bosques sombríos, así tú, tras tu ilusión, -mi amigo Julián Martel, penetras -en la noche de la muerte.</p> - -<p>Yo te he conocido en la primavera de tu juventud, -triste enamorado de la gloria, soñador testarudo, -cultivador de rosas de fantasía. Vivías en tu -sueño, que era un jardín cuidado perennemente por -tu alma. Parecía que no oyeses la voz del mundo, -de este mundo nuestro. Sí, una voz como de sirena -que te atrayese a una isla encantada, de un raro -mundo, de verdes laureles, de cantos, de reales -grandezas, de perpetuos triunfos; un mundo fuera -del mundo: <i>anywhere out of the world!</i> Porque -nunca quisiste convencerte, poeta como eras, de -que fuesen verdaderas las espinas que rasgaban tus -carnes, los abrojos que encontrabas a tu paso, las<span class="pagenum"><a name="Page_108" id="Page_108">[108]</a></span> -crueles ortigas, las zarzas amargas y ásperas; así, -aun cuando dijeres en tus prosas o en tus versos -los dolores de la vida, enflorabas tu pensamiento, y -tu frase, con flores de idealidad y de dicha, de modo -que te engañabas a ti mismo y te prometías siempre -para el día que viene, para la próxima aurora, -un festín de poesía, en que las musas sirvieran a tu -espíritu ansioso los más puros rocíos, en las copas -de las más frescas azucenas. No te dejabas vencer -por la vida, mentirosa y fatal enemiga; eras siempre -fiel a la divina imposible. La vida se vengó de -ti, entregándote a la muerte.</p> - -<p>Amabas el arte, amabas la hermosura, amabas -las palmas del triunfo, mas te faltaron músculos -para las decisivas ascensiones, para las bregas decisivas. -Tu corazón era una urna de bondad, de -bondad ingénita y sencilla, de una bondad colombina; -había mucho de tu corazón en tu cerebro, de -manera que pensabas sintiendo.</p> - -<p>Los que como yo supieron lo íntimo de tus secretos -pasionales, sabemos que cuando la tristeza -te poseyó, fué por causa de amor; eras un sensitivo -y un romántico. Hay una de tus poesías en que un -reloj simbólico señala el secreto de tu existencia.</p> - -<p>En estrofas poeanas dices la agonía de las ilusiones, -y al fin estalla el reloj, en un momento que -no es por cierto el último. ¡El último ha sido éste, -mi querido Julián Martel: ayer ha estallado el reloj -de tus sueños de poeta, ayer cuando has cerrado -los ojos, y amor y gloria y sueños y esperanzas se<span class="pagenum"><a name="Page_109" id="Page_109">[109]</a></span> -han desvanecido con la luz de tus obscuras pupilas!</p> - -<p>Eras raro como la lealtad, ardiente como el entusiasmo. -Sabías todavía amar y admirar. Sabías -pasear tu figura pálida y noble entre las medianías -antosugestionadas, y tu cansada indiferencia fatigaba -las inutilidades petulantes. Intentabas odiar—aunque -no lo podías a causa de la excepcional virtud -de tu sentimiento—la tiranía de la chatura, el -poder de los dictadores del «buen sentido»; eras -enemigo de Pilatos.</p> - -<p>Tu obra principal y mayor—que es casi toda -tu obra—fué un clamor de venganza contra la fortuna, -que te fué traidora como una bella querida. -Y tú, como artista, como poeta, habías nacido para -las grandezas y poderíos. No eran plebeyos ni tu -sangre, ni tu gusto, ni tu papel de héroe de Musset, -ni tu estilo que buscaba siempre un rumbo.</p> - -<p>¡Cuántas veces soñamos juntos, en noches de -amistad amable! Yo oía tus imaginaciones de oriental, -tus fantaseos de rajah, la historia nunca concluída -de tus lindos castillos en el aire, y te acompañaba -encantado a tus excursiones por los países -de lo irrealizable.</p> - -<p>¡Fuiste mi amigo en arte y en existencia; me defendiste, -me amaste, me comprendiste, desde que, -al llegar a Buenos Aires, me fuiste a saludar en -nombre de <i>La Nación</i>, en cuya casa confraternizamos!</p> - -<p>¡Por eso, por tu corazón y talento, yo te defenderé<span class="pagenum"><a name="Page_110" id="Page_110">[110]</a></span> -y amaré tu memoria puesto que te comprendí! -<i>¡Raté!</i> dirá una conciencia; y mi corazón clamará: -¡Haced <i>La Bolsa</i>! ¡Y culparé a tu desconocido genio -maléfico, o a tu sino, de que no hayas llegado -a poner en tu torre soñada tu pabellón de victoria! -Atmósfera propicia te faltó, tierra te faltó, aliento -te faltó. Mueres demasiado temprano, pero tuya es -solamente la mitad de la culpa.</p> - -<p>Ahora tu visión astral y penetrante verá sobre el -haz de la tierra quiénes te amaron de veras, quiénes -fueron tus amigos. Yo no miento lágrimas; yo -te digo adiós con una tristeza que puedes ver en -lo hondo de mi alma.</p> - -<p>Notarás, mi querido Miró, que no va mi corona -entre las que acompañan tu féretro: ¡Yo te haré -una de versos!</p> - -<div class="figcenter" style="width: 75px;"> -<img src="images/illus015.jpg" width="75" height="73" alt="" /> -</div> - -<hr class="chap2" /> -</div> - - - - -<div class="chapter"> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_111" id="Page_111">[111]</a></span></p> - -<h2> -FIESTAS PRIMAVERALES -<br /> -<small> -Una dalia -</small> -</h2> - - -<div><img class="drop-cap" src="images/drop-c.jpg" width="50" height="75" alt="" /></div> -<p class="drop-cap"><span class="smcap">Cortesana</span> de duro seno, de ojo opaco y -obscuro, que se abre lentamente -como el de un buey; tu gran torso reluce -como un mármol nuevo.</p> - -<p>Flor gorda y rica, a tu alrededor no -flota ningún aroma, y la belleza serena de tu cuerpo -desenvuelve, mate, sus impensables acordes.</p> - -<p>Ni aun a carne trasciendes, salvo que al menos -exhalan las que van removiendo los héroes, y tú -te entronizas por lo insensible al incienso.</p> - -<p>Así la dalia, rey vestido de esplendor, eleva sin -orgullo su cabeza sin perfume irritante en medio -de los jardines incitativos.</p> - -<div class="asterism" style="width: 25px;"> -<img src="images/tb.jpg" width="25" height="26" alt="" /> -</div> - -<p>¡Flores sobre flores! Flores de estío, flores de -primavera, flores descoloridas de Noviembre, vertiendo -la pena de los adioses, y en los trenzados -los crisantemos; los lotos reservados para la mesa<span class="pagenum"><a name="Page_112" id="Page_112">[112]</a></span> -de los dioses, los lises altivos entre las espesuras -de amarantos, irguiendo con orgullo sus tirsos radiosos; -las rosas de Noël, de palideces transparentes -y, después, todas las flores enamoradas de las -tumbas, violetas de los muertos, helechos olorosos, -asfódelos, soles heráldicos y bellos, mandrágoras -que gritan con voz sobrehumana al pie de -los patíbulos negros que frecuentan los cuervos. -¡Flores sobre flores! ¡Deshojad flores! Que se paseen -incensarios floridos sobre la tierra en donde, -allá lejos, duerme Ofelia con Lady Rawena de Tremaine. -¡Amor! ¡Amor! Y sobre sus frentes, que tú -inclinas, haz rodar la púrpura extática de las rosas, -semejante a la sangre alegre vertida en los combates. -Antes cantaban ellas, vírgenes rosadas, rubias, -los amantes de los días que no renacerán nunca, -bajo sus vestidos tejidos con oros finos y argírosas. -¡Oh, lejanas dulzuras de las primaveras concluídas! -¡Apertura auroral de las ideas! ¡Puerta del -cielo ofrecida a los labios de los elegidos! ¡Las vírgenes -hoy, muertas o poseídas, están lejos! ¡Muy -lejos! La esperanza ha caído de nuestros corazones, -como las ramas podadas de un árbol.</p> - -<p>Y la sombra, y los pesares y el olvido, son los -vencedores.</p> - -<p>A través de los iris y juncos, Ofelia abandona su -alma a los arrulladores murmullos del río, único -testigo de su melancolía. Y he aquí que en el fondo -de la verdosa espesura suenan confusamente harpas -cristalinas, atrayendo con sus ritmos obsesores.<span class="pagenum"><a name="Page_113" id="Page_113">[113]</a></span> -El oro difuso del Sol empurpura las colinas, -por el lado del castillo de Elseneur, y las torres -que obscurecen ya las tinieblas hyalinas. La noche -felina, con su traje de terciopelo, arrulla a las -aguas, los valles profundos y los cielos tristes, y -con los sauces ruidosos esfuma los contornos. Y -las nubes rojas del poniente con colinas que trepan -lanza en puño, atroces caballeros que espolean -el vuelo furioso de los unicornios. Luego, la -dama que sueña con los juramentos olvidados canta -entre dientes un <i>vireylay</i> muy antiguo. La demencia -extiende sobre su frente multiplicados duelos. -¡Flores sobre flores!</p> - -<p>Sollozos cortan su romanza, mientras que, con -los cabellos coronados de jazmín, se inclina hacia -los juncos del río inmenso. Los Nixos, cerca de la -orilla le señalan el camino, y tranquila, al curso de -la onda en las gláucas praderas, desciende con ¡no -me olvides! en la mano. Las flores palustres sobre -sus pupilas apagadas pondrán el dictamo adorado -del sueño, en jardines de...</p> - -<hr class="chap2" /> -</div> - - - - -<div class="chapter"> - -<span class="pagenum"><a name="Page_114" id="Page_114">[114]</a></span> - -<h2> -Fiestas primaverales -<br /> -Los poetas y las flores -<br /> -<span class="small">(CONTINUACIÓN)</span> -</h2> - - -<p class="no-indent center p2">LOS NENÚFARES</p> - -<p class="no-indent center small">(BARBEY D'AUREVILLY)</p> - -<blockquote> -<p><i>Allons, bel oiseau bleu, venez -chanter votre romance a madame...</i></p> - -<p class="small">(SUZANE.)</p> - -<p class="p1"><i>Vous ne mettrez jamais dans -votre flore amoureuse le nénuphar -blanc qui s'appelle...</i></p> - -<p class="small">(UNE PREMIÉRE LETTRE.)</p> -</blockquote> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_115" id="Page_115">[115]</a></span></p> - -<p>I.—¡Nenúfares blancos, oh lirios de las aguas límpidas, -nieve que surge del fondo de su azur, que -adurmiéndose sobre vuestros tallos, tenéis necesidad, -para dormir, de un lecho puro! Flores de pudor, -¡si!, sois demasiado altivas para dejaros cortar... -y vivir después. ¡Nenúfares blancos, dormid -sobre vuestros ríos! ¡Y no os cortaré jamás!</p> - -<p>II.—Nenúfares blancos, flores de las aguas soñadoras, -si soñáis, ¿en qué soñáis? Pues para soñar -preciso os es estar enamoradas, es preciso tener el -corazón enamorado... o celoso; pero vosotras, ¡oh, -flores que el agua baña y protege, para vosotras -soñar... es aspirar el frescor! ¡Nenúfares blancos, -dormid en vuestra nieve; yo no os cortaré jamás!</p> - -<p>III.—¡Nenúfares blancos, flores de las aguas -adormecidas, flores cuya blancura da frío a los corazones -ardientes, que os hundís en vuestras aguas -desentibiadas cuando el sol luce, nenúfares blancos! -Quedad ocultos en los ríos, en las brumas, -bajo los sauces espesos... ¡De las flores de Dios, -sois las últimas! ¡Yo no os cortaré jamás!</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_116" id="Page_116">[116]</a></span></p> - - -<p class="no-indent center p2">LA CANCIÓN DE LAS ROSAS</p> - -<p class="no-indent center small">(ROBERT DE LA VILLEHERVÉ)</p> - -<p class="p1">Encanto de los ojos extasiados, los rosales divinos; -los rosales no darían tantas rosas, si no fuese -la juventud en flor, que, rota, después del dolor, -renace y revive en las cosas.</p> - -<p>Las rosas de púrpura o de plata, que junio, artista -diligente, reviste con los colores de la vida, en -su brillo, en su palidez, son la metamorfosis en flor, -de una niña arrancada por la muerte.</p> - -<p>Y por eso, en los repliegues de sus pétalos delicados, -obstinadamente, la rosa oculta—como las -vírgenes el suyo—su corazón de oro, gloria de la -flor, su corazón invisible, sin mancha.</p> - -<p>Y por eso, en los rayos, cerca de ella, las mariposas -azules revuelan querellándola, y la aman mujer, -la aman flor, y el claro enjambre acariciador -quisiera aun morir por ella.</p> - -<p>Y por eso, la fresca mañana, bajo la seda y el raso, -hace, para adornar la flor querida, una perla de -cada lágrima y una estrella de cada perla.</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_117" id="Page_117">[117]</a></span></p> - - -<p class="no-indent center p2">CRISANTEMOS</p> - -<p class="no-indent center small">(HENRI CORBEL)</p> - -<p class="p1">Flores que vertéis el olvido de los odios obstinados, -vosotras dejáis sobre nuestros corazones el -pesar de los bellos días, viniendo a inspirar nuestros -últimos amores: vuestros rayos son el adiós -de las estaciones afortunadas.</p> - -<p>Crisantemos, perfume de nuestros años de jóvenes, -vuestros ojos son dulces como los de los trovadores; -en vuestros pétalos de oro, en vuestros -encantadores atavíos, nacéis en los umbrales de -los graves destinos.</p> - -<p>Y vuestro brillo discreto no es si no divino.</p> - -<p>Al declinar el día, cuando la luz expira, cuando -la brisa suspira y corteja al gran bosque, vosotras -arrojáis, risueñas como un Dios Silvano, -vuestras canciones, en la faz de los brumosos otoños, -llamando los besos de los Soles monótonos.</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_118" id="Page_118">[118]</a></span></p> - - -<p class="no-indent center p2">LAS FLORES</p> - -<p class="no-indent center small">(MALLARMÉ)</p> - -<p class="p1">De las avalanchas de oro del viejo azur, en el -día primero, y de la nieve eterna de los astros, antes -sacasteis los grandes cálices para la tierra, joven -aún y virgen de desastres.</p> - -<p>La fiera Gladiola, con los cisnes de cuello fino, -y ese divino laurel de las almas desterradas, bermejo -como el puro dedo del pie de un serafín, que -enrojece el pudor de las auroras holladas; el jacinto, -el mirto de adorable brillo y semejante a la carne -de la mujer, la rosa cruel, Herodias en flor del -jardín claro, aquella que riega una sangre soberbia -y radiosa.</p> - -<p>¡Y tú hiciste la blancura sollozante de los lises -que, rodando sobre mares de suspiros que roza, a -través del incienso azul de los pálidos horizontes, -sube, en un ensueño, hacia la luna que llora!</p> - -<p>¡Hosanna en el sistro y en los incensarios, Padre -Nuestro, hosanna del jardín de nuestros limbos!</p> - -<p>¡Y concluya el eco por las celestes tardes, éxtasis -de las miradas, scintilaciones de los nimbos!</p> - -<p>¡Oh Padre, que creaste en tu seno, justo y fuerte, -cálices balanceando la futura redoma! Grandes -flores con la balsámica muerte para el poeta fatigado -a quien la vida debilita.</p> - -<hr class="chap2" /> -</div> - - - - -<div class="chapter"> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_119" id="Page_119">[119]</a></span></p> - -<h2>NANSEN</h2> - - -<div><img class="drop-cap" src="images/drop-e.jpg" width="50" height="79" alt="" /></div> -<p class="drop-cap"><span class="smcap">En</span> estas columnas de <i>La Nación</i>, con su -estilo brioso y nervioso, hace ya algunos -años, narró José Martí la leyenda de -los héroes del Polo, cuando Greely volvía -de su odisea; la leyenda, real y vivida, -que es hermosa y trágica, de la cual es hoy héroe -nuevo y triunfante el escandinavo Nansen, al -cual recibió con palmas y músicas y discursos y -versos su buena tierra de Noruega, cuando volvió -de la aventura de su <i>Fram</i> después de haber explorado -el misterio del círculo polar.</p> - -<p>Contadas por el mismo Nansen van a ver nuestros -lectores la historia extractada de su empresa: -la historia completa y detallada la compró una casa -de Inglaterra en 25.000 libras esterlinas.</p> - -<p>Ese compatriota de Ibsen, doctor y marinero, astrónomo -y herbolario, dice con sencillez lo que le -aconteció en las nieves, cómo la aurora boreal lucía, -cómo la morsa atacó el Kayak, cómo vino el -oso blanco hacia él. Y en él hay un soplo atávico -de aquellos marinos que de su país se dice vinieron<span class="pagenum"><a name="Page_120" id="Page_120">[120]</a></span> -antes que nadie al mundo de América, y de los pescadores -de ballenas y bacalaos que en las tempestades -hallaran siempre su elemento, hechos al peligro -y a la penuria, y de los seres cuasi fantásticos -que se ven grandes y fuertes en las tradiciones populares, -o pasan, extraños, bajo las arcadas de hielo -de ciertos poemas bárbaros de Leconte de L'Isle.</p> - -<p>Él partió con fe y valor, bien provisto y acompañado -de gente escogida; y no falló su cálculo que -lo llevara hasta donde ningún hombre ha llegado en -los fríos del Norte. Él realiza Julio Verne; él hace -sus cosas como para que se cuenten a los niños, y -los poetas de más tarde hagan poemas con esas prodigiosas -cosas. Las gentes le señalan cuando le ven: -«Ese es el hombre que ha vuelto del infierno blanco». -Y en verdad que es su viaje dantesco, de un -dantesco real y terrible, que ejecuta la fábula. Sus -narraciones tienen el llamativo de las novelas de la -imaginación; Marco Polo del Polo, nos cuenta cosas -naturales que nos parecen cuentos de Simbad, -y nos imaginamos su existencia en el desierto blanquísimo, -adonde va guiado por una ciencia que parece -poesía.</p> - -<p>Y por qué fué al viaje peligroso, a exponer la -vida por su sueño, y comió galleta dura y carne del -oso blanco y bebió café sin azúcar en una casa de -nieve, y cuidó a sus buenos perros, y vió la noche -larga, y la milagrosa luz magnética, anda ahora -dando conferencias y haciendo libros que vende -como diamantes, y come el faisán con el rey y recibe<span class="pagenum"><a name="Page_121" id="Page_121">[121]</a></span> -el cheque del yankee. Porque es persona de honra -y provecho, y el viejo Ibsen dicen que estaba rezongando -entre dientes, cuando la fiesta de Christianía.</p> - -<p>¿Pues no habrá que honrar y celebrar a estos buscadores -de desconocidos? Nansen realiza su poema; -él es su personaje principal, con un decorado de -Snow, el brillo pálido del sol de media noche.</p> - -<p>Oigase su narración parca, de sujeto de obra y -hecho; no todo es número y grados; de repente, el -interés acrece de un modo vibrante, y en medio del -silencio polar, fijáos cómo el doctor canta en cuatro -líneas la llegada de la primavera.</p> - -<p class="date">26-4-1896.</p> - -<div class="figcenter" style="width: 75px;"> -<img src="images/illus001.jpg" width="75" height="100" alt="" /> -</div> - -<hr class="chap2" /> -</div> - - - - -<div class="chapter"> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_123" id="Page_123">[123]</a></span></p> - -<h2>LA FIESTA DE FRANCIA</h2> - - -<div><img class="drop-cap" src="images/drop-h.jpg" width="50" height="78" alt="" /></div> -<p class="drop-cap"><span class="smcap">Hoy</span> es el día en que, bajo todos los cielos, -en todos los climas, erige, resplandecientes -al aire, sus palmas de bronce, -la Marsellesa. Todo el mundo parece -que tomase parte en la alegría de la -Francia, cual excitados los espíritus por los zumos -de un vago Champaña de victoria. Las banderas, -los tambores, las fanfarrias, los himnos franceses, -nos hacen alzar la cabeza, correr más viva la sangre, -marchar, pensar en cosas heroicas y bellas. -¿Cuál es el secreto de que Francia sea amada de todos -los corazones, saludada por todas las almas? -Preguntad al pastor decisivo por qué da la manzana -a una diosa señalada. Entre todas las princesas -de la tierra, <i>¡ave, regina Galia!</i>, tú eres la más hermosa. -El áureo París derrama sobre el orbe el antiguo -reflejo que brotaba de la Atena marmórea. -Ante esa capital mágica se extiende un inmenso -océano de ensueños. Allá vamos los peregrinos -del amor y del arte; allá van todos los adoradores -de la vida, a cortar las rosas que curan con su perfume<span class="pagenum"><a name="Page_124" id="Page_124">[124]</a></span> -las ponzoñas de las víboras hiperbóreas, la -somnolencia de filosofía brumosas. El idioma de -Francia es el nuevo latín de los sacerdocios ideales -y selectos, y en él resuenan armoniosamente las -salutaciones a la inmortal Esperanza y al Ideal -eterno.</p> - -<p>Celto-germana, burgonda o normanda, toda la -sangre de Francia se vierte en una sola vena, toda -la savia francesa da alimento y existencia a una -sola selva de fuerza y de gracia, en donde una -Bella—despierta—del bosque, en su maravilloso -palacio, ofrece a todo caballero errante de la poesía -o de la gloria, el vino prodigioso de sus inexhaustas -ánforas. ¡Selva de enorme y dulce encanto!, -en ella encuentran los ojos absortos, ya a Carlo -Magno sobre su pino, ya a Víctor Hugo bajo su -laurel.</p> - -<p>Son de «biniou», canto de marino de Bretaña, -risueña farándula de Provenza, danzas provinciales, -sus ecos nos llegan con los de la incomparable -voz de París, dominándolo todo en clangor de gallo, -o una cristalina diana de alondra. Y el arraigarse -nuestra simpatía, no es tan sólo por ser Galia toda -bella de su magnífica persona, sino también por la -fragancia de su nobleza, por la virtud interior que se -manifiesta en sublimes ímpetus o en brazos y alas -abiertos: Francia, es hermosa por dentro; Francia, -es buena; Francia, es generosa.</p> - -<p>Me habláis de horribles y sublimes locuras, de -sangre; el populacho, la caramañola, el cuello<span class="pagenum"><a name="Page_125" id="Page_125">[125]</a></span> -blanco de la reina... (Esas son las estaciones de las -naciones.) Floreal viene precedido de tantas tempestades... -Mas ved cómo aún de esa roja floración, -cada libre pueblo de la tierra ha ido a hacer su -ramo, y en sus días de fiesta, se adorna con él el -pecho. Por otra parte, el himno de Rouget de L'Isle, -ha vibrado ya en el Kremlin y en el Vaticano. A -Europa toda, a Oriente, al continente nuestro, el -fuego de la vasta hoguera de la Revolución ha llevado -una parte de su resplandor. Parece que algo -del alma de todas las naciones hubiese salido libre -de la Bastilla en el día siguiente de su asalto.</p> - -<div class="asterism" style="width: 25px;"> -<img src="images/tb.jpg" width="25" height="26" alt="" /> -</div> - -<p>Mas la amable tirana de Francia se muestra de -modo principal en su pensamiento, que levanta -sobre la humanidad, gemado como un cetro. Bajo -la basílica de oro, un pontifice invisible hay que -consagra y pone en evidencia toda idea que llega -de cualquiera de los cuatro puntos cardinales. Allá -está la rosa de los cuatro vientos del espíritu. Su -lengua es la verdadera lengua católica, en el verdadero -sentido, la lengua del Universo. Hoy podemos -decir lo que en su siglo decía el maestro del Dante: -<i>La parleure en est plus delitable et plus commune à -toutes gens</i>. D'Annunzio confirma a Brunetto -Latini.</p> - -<p>El mongol, el abisinio, el persa, el descendiente -del inca, el cacique, no hay quien, por bárbaro o<span class="pagenum"><a name="Page_126" id="Page_126">[126]</a></span> -ignorado, no alimente el gran deseo de contemplar -la ciudad soñada. París es el paraíso de la -vida, Francia es el país de la Primavera y del Gozo -para todos los humanos. Yo creo sentir lo que todos. -¿Es el Sol? ¿Es el aire? ¿Son las flores? ¿Los -monumentos? ¿Son las mujeres? ¿Es la historia? En -muchas partes hay historia que revive en memorable -fastos; bello Sol, aire puro, flores raras, palacios -soberbios, monumentos magníficos, mujeres -llenas de gracia o beldad. Mas he ahí el sol de París, -que nos llena de átomos de oro como un licor -impalpable, cuerpo y espíritu; he ahí el aire de París, -que nos satura de una maravillosa fragancia, de -una inacabable esencia de juventud y de entusiasmo, -de manera que nos sentimos como dueños de -una imperiosa potencia de crear y de sentir; he ahí -las flores de París, como más femeninas que las -flores de ninguna otra parte, pues diría que los -mismos lirios parisienses saben ya los secretos sonrosados -de las rosas; he ahí los monumentos de -París, las joyas de París—tu Gioconda, tu Victoria -de Samotracia—; he ahí la mujer de París: su nombre -es Poliginia; comprende en sí a todas las mujeres, -y es ella sola, es la mujer; buena burguesa -o tipo de Cheret, o perversa de Rops, hay en ella -el innato hechizo que fascinaría de nuevo a los hijos -de los ángeles. Y, sobre todo, eso pasa como -un aire de luz el alma de la Francia, el heroísmo, -el soplo artístico, el vuelo aquilino de los triunfos. -En aquel castillo está, rodeada de palmas y de lirios,<span class="pagenum"><a name="Page_127" id="Page_127">[127]</a></span> -Clemencia Isaura. Sobre aquel fondo de púrpura, -se destaca imperial el perfil de Bonaparte. -Tras la estación triste, un trueno de trompetas -anuncia que la Francia siempre está en pie, coronada -de yambos o ceñida de odas. Tener la flauta -de Verlaine no le impide tener los clarines que -portan las victorias del Arco del Triunfo o las bocinas -del <i>Año Terrible</i>. Tras el grupo de sabios, -sobre el hombro de Pasteur, alza la testa de toro -el Balzac de Rodin. Pueden agitar el fondo de la -fuente patria las maculadas manos de la política, -los dedos en garra de la Administración prostituida; -el alma francesa purifica el daño—¡ah, en veces -por el fuego y por la sangre!—y se alza, intacto, -el antiguo oriflama, sin rasgadura ni lodo. El -Arte y la Ciencia tienen allí sus torres de asilo, -cuando la tormenta pasa. La Tierra necesita de -Francia. Por más que claméis, Naciones hipócritas, -allá está la sal y la miel. Sal de Francia, ¡tú -desafías todas las corrupciones; tú estarás siempre -en todo bautismo cordial y mental!</p> - -<div class="asterism" style="width: 25px;"> -<img src="images/tb.jpg" width="25" height="26" alt="" /> -</div> - -<p>Francia es hermosa por dentro. Francia es generosa. -Ha tiempo, tanto tiempo que cortó la roca -Durandal y torció el alifante el soplo heroico... Ha -tanto tiempo que desde sus sombríos habitáculos -escribía el segundo Felipe de España: He ordenado -al duque de Parma que socorra a <i>mi ciudad de<span class="pagenum"><a name="Page_128" id="Page_128">[128]</a></span> -París</i>... Apartado casi de la vida de las Naciones -políticas del mundo, pobre, gastado, el hidalgo vecino -es provocado, desarmado, aplastado por un -nuevo enemigo, más fuerte, más joven, más rico.</p> - -<p>Francia entonces estará de parte de la hidalguía -caída, de la nobleza quebrantada, del antiguo y -contrario paladín en desventura. ¡Bravos franceses! -De Guiche pregunta a Cyrano de Bergerac:</p> - -<p>... Avez vous lu <i>Don Quichot</i>?</p> - -<p>Y Cyrano contesta:</p> - -<p><i>Je l'ai lu.</i></p> - -<p><i>Et me découvre au nom de cet hurluberlu.</i></p> - -<p>Francia, de tal manera se inclina ante la desgracia -del Caballero Andante de las Naciones, porque -sabe que, como dice el poeta, si las aspas del molino -de viento le han echado hoy por el fango de -la derrota, otras veces le han levantado en sus giros -hasta los astros.</p> - -<p>Los señores sabios nos demuestran que no existen -razas; que la raza latina, más que ninguna otra, -no existe. Muy bien. Yo soy de la raza en que se -usa el yelmo del manchego y el penacho del Gascón. -Yo soy del país en donde un grupo de ancianos -se sientan cerca de las puertas Sceas, a celebrar -la hermosura de Helena con una voz «lilial», -como dice Homero; yo soy de los países pindáricos -en donde hay vino viejo y cantos nuevos; yo -soy de Grecia, de Italia, de Francia, de España. Y -cuando España está abatida y veo apagado su esplendor -antiguo, rotas sus armas, secas las mamas<span class="pagenum"><a name="Page_129" id="Page_129">[129]</a></span> -que alimentaron el mundo en que he nacido, vacilante -la corona que ilustraron cien capitanes y celebraron -cien poetas, estoy triste, muy triste; cuando -Grecia cae, padezco; y cuando Italia sufre, sufro; -y cuando Francia, la reina Francia, está de -canto con ella. ¿Sabéis qué es una fiesta de -Francia? Una Gran Patria de opulentos senos, -como la Libertad, de Barbier, se yergue enorme -en su bronce, en el Imperio de los vientos; y a su -alrededor la alegría como la Primavera, de Boticelli, -ceñida de guirnaldas, seguida de cantos y de -risas; el orgullo, armado de una espada de oro; el -amor con su compañía de horas y de gracias; la -Marsellesa, como en el bajo relieve del Arco; la -canción jovial, rítmica y desnuda cual la encarnada -en mármol Charpentier. Es la apertura, la súbita -eclosión de las rosas del recuerdo, la visión de -las floralias del porvenir. La Galia pasada revive, -el viejo espíritu franco se anuncia con sus pájaros -matutinos. Y el grito marcial <i>Allons enfants</i>... no -asusta a los cisnes ilustres que en los lagos de Versalles -algo buscan, haciendo misteriosos signos en -el fondo de las arboledas con el blanco énfasis de -sus cuellos.</p> - -<p>A clarín sonante y a tambor batiente fueron -anoche los franceses de Buenos Aires, a saludar a -su ministro, a sus diarios, a su club. Pues aquí en -la República Argentina hay también un pedazo de -Francia en donde amando el terruño hospitalario -se guarda el culto por la gran patria que está al<span class="pagenum"><a name="Page_130" id="Page_130">[130]</a></span> -otro lado del mar. Entre la procesión de antorchas -y estandartes iba la bandera de los tres colores. -Cada corazón saludaba el símbolo. Trabajadores, -comerciantes, periodistas, agricultores, obreros: -los colonos franceses son queridos aquí; son planta -buena que arraiga bien. Ellos no dejan de ser franceses; -sus hijos son argentinísimos. Con todos -ellos hemos aplaudido en nuestro suelo a sus estrellas -de arte, a sus hombres de ciencia. Nuestras -encantadoras mujeres se visten en francés y nuestras -mentes jóvenes más que a otra luz mira lo que -nos llega al amor de Francia.</p> - -<p>Celebran su fiesta los colonos como en casa propia, -y no de otro modo podrían ser en donde riegan -sus himnos por las calles adornadas; dicen a -voz ardiente sus discursos patrióticos; congregan -en la plaza pública sus huerfanitos que se sienten -como llenos de padres en este día de sonrisas; van a -visitar a sus pobres enfermos en el hospital donde -hoy triunfan violetas, vinos y colores; juegan a la -pelota, cual recordando el juramento histórico; -distribuyen socorros a los necesitados; pedalean y -patinan bebiendo un aire de gozo; van a saludar -<i>quand même!</i> la estatua de Alsacia Lorena, y en -los teatros, con lujo y alegría, se canta, se recita, -se aplaude, se ríe, y en los salones, se baila, se halaga, -se siente, se ama ¡todo por amor a la Francia! -Lo propio el rico propietario o el clubman en su -círculo, que el obrero en su asociación o en su -café preferido. Hay un placer contagioso que se<span class="pagenum"><a name="Page_131" id="Page_131">[131]</a></span> -derrama en ondas atrayentes. ¡En la comida, en la -cena familiar, poned atención cómo el buen abuelo -canta su couplet, de Beranger todavía!, y todos -contestan con el «refrán».</p> - -<p>Allá en París, allá en Francia entera, hierve el -inmenso entusiasmo. El presidente presencia la -gran revista; todo el día es un <i>bouquet</i> de sol y -música. Pero en París, como en Buenos Aires, -como en todos lugares que haya franceses, esta -noche, esta madrugada, al poner la cabeza en el -descanso, los niños sentirán que ha pasado la noche -buena de la patria; las damas soñarán con -amores que llevan escarapela tricolor; los ancianos -se sentirán satisfechos de ver cómo no muere el -patriotismo a pesar de tantas saetas modernas que -le van directamente al pecho; todos soñarán por la -futura y progresiva creciente de la grandeza maternal.</p> - -<div class="figcenter" style="width: 50px;"> -<img src="images/illus016.jpg" width="50" height="82" alt="" /> -</div> - -<hr class="chap2" /> -</div> - - - - -<div class="chapter"> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_133" id="Page_133">[133]</a></span></p> - -<h2> -CARLOS EZETA -EN MONTE-CARLO -<br /> -<small> -Epílogo de la «Historia Negra» -</small> -</h2> - - -<div><img class="drop-cap" src="images/drop-e.jpg" width="50" height="79" alt="" /></div> -<p class="drop-cap"><span class="smcap">El</span> autor de estas líneas, a raíz de la traición -que elevara a los hermanos Ezetas -al poder, en la República del Salvador, -publicó en Guatemala un folleto con -el título de <i>Historia Negra</i>; contiene la -narración exacta de los sucesos en que fué víctima -lamentada el presidente Menéndez.</p> - -<p>Cinco años después amplió aquellas apuntaciones -en un artículo que apareció en las columnas de -este diario, a propósito de la caída de los Ezetas.</p> - -<p>Los lectores de <i>La Nación</i> están, pues, al corriente -de los acontecimientos en que tanto se ha hecho -sonar la tan famosa tiranía bicéfala de aquel pequeño -país centroamericano.</p> - -<p>Ayer el cable nos ha comunicado el escandaloso -y ridículo epílogo de la <i>Historia Negra</i>, haciendo -saber al mundo cómo los millones acaparados por<span class="pagenum"><a name="Page_134" id="Page_134">[134]</a></span> -«el hombre del 22 de junio» se han evaporado en la -ruleta de Monte-Carlo.</p> - -<p>En cinco años de poder, Carlos y Antonio Ezeta, -que antes de la traición no tenían sino sus sueldos -de militares, se convirtieron en millonarios: casa en -Madrid, estancias en el Salvador, rentas, depósitos -en el Banco de Londres.</p> - -<p>Recientemente la asamblea salvadoreña ha ordenado -la instrucción del largo proceso.</p> - -<p>Cuando huyeron a los Estados Unidos los dos -hermanos, les fueron embargadas por el Gobierno -de Gutiérrez las propiedades que tenían en el país.</p> - -<p>Siguiendo las huellas de todos los ex presidentes -de la <i>Pepa</i>, Carlos se dirigió a París a gozar de su -dinero, en tanto que Antonio estaba preso en San -Francisco de California, a pedido del Gobierno -salvadoreño que negociaba su extradición.</p> - -<p>Esta no se pudo conseguir, y Antonio, ya libre, -se dirigió a Méjico, en donde creía encontrar apoyo -en Porfirio Díaz.</p> - -<p>Parece que cuando estuvo a punto de estallar la -guerra entre Méjico y Guatemala, Antonio Ezeta -ofreció sus servicios a la primera nación, con esperanzas -de poder después recibir auxilio para revolucionar -el Salvador.</p> - -<p>Uno y otro hermano hicieron más de una vez que -el cable comunicase de ellos poco honrosas noticias; -ya era Carlos humillado y afrentado en un teatro -de París por un colombiano a quien persiguiera -durante su tiranía; ya era Antonio haciendo el Don<span class="pagenum"><a name="Page_135" id="Page_135">[135]</a></span> -Juan Tenorio con doncellas de labor en el país del -tío Samuel. Mucho tuvieron que hacer los lápices -de los caricaturistas.</p> - -<p>Esparcidos por todos lugares, después de la <i>débâcle</i>, -los exseides de los Ezetas, tenían encargo de -comprar a la Prensa extranjera poco escrupulosa. -La diatriba y el odio se multiplicaron contra los antiguos -amigos de Menéndez y los vencedores de la -revolución encabezada por Gutiérrez. El autor de la -<i>Historia Negra</i> no fué de los menos atacados, y -hasta la superchería de una falsa muerte fué propalada -por diario como <i>La Estrella de Panamá</i>.</p> - -<p>Mientras Antonio Ezeta pretendía inútilmente -que Porfirio Díaz le ayudase a recuperar el Gobierno -perdido, Carlos se divertía.</p> - -<p>Sin la distinción y la habilidad de un <i>rasta</i> de -alto vuelo, de un ilustre americano, no podía aspirar -a casar a sus hijas con un Morny, ni a figurar -en el «tout Paris» en manera alguna. Dedicóse a -gastar sus millones, y la vida parisiense le fué fácil -para ese objeto.</p> - -<p>Mas el nabab iba quedándose cada día con menos -rentas, y buscó refugio en Monte-Carlo. Monte-Carlo -le ha llevado a la ruina; ruina pregonada por -la Prensa del mundo.</p> - -<p>Es un hermoso capítulo de <i>Los presidentes en el -destierro</i>—novela que espera un Daudet corregida -por Juvenal.</p> - -<div class="asterism" style="width: 25px;"> -<img src="images/tb.jpg" width="25" height="26" alt="" /> -</div> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_136" id="Page_136">[136]</a></span></p> - -<p>Es en verdad digna de estudio la vida política de -esos países centroamericanos. <i>South America</i> no -cuenta con ejemplares tan admirables de perfecta -tiranía. Luego ¿no es asombroso que de republiquitas -cuyos habitantes son los de un barrio de -Buenos Aires, puedan extraer esos tiranuelos dineros -con que ufanarse varias veces millonarios?</p> - -<p>Un día, Emilio Castelar, ofrecía en su casa, de -Madrid, un almuerzo al representante de una República -centroamericana, antiguo colaborador de <i>La -Nación</i>. Como éste viese en una <i>panoplia</i>, entre -varios retratos de celebridades universales, uno de -Carlos Ezeta, dijo, poco más o menos, al célebre -tribuno:</p> - -<p>—Voy, señor, a buscar en Madrid un retrato de -San Martín o de Bolívar, de Bello o de Andrade, -para que esté quien debe estar en el lugar que -ocupa en esa panoplia el presidente del Salvador. -¿Sabe usted la historia política de Carlos Ezeta?</p> - -<p>Sonriente, Castelar, se dirigió a un amigo suyo, -invitado al almuerzo, el Sr. Abarzuza, que después -ha sido ministro.</p> - -<p>—Esos países, esos países, están aún en estado -primitivo.</p> - -<p>Y continuó en larga peroración, con su manera -siempre oratoria y maravillosa. Habló de las frecuentes -revoluciones americanas, de las tiranías -nuestras desde Rosas a los Ezetas, pasando por -Guzmán Blanco y Rufino Barrios y Zaldívar. Bien -enterado de nuestras agitaciones y pequeñeces, disertó<span class="pagenum"><a name="Page_137" id="Page_137">[137]</a></span> -de modo magistral, concluyendo, optimista, -por augurar un tiempo mejor. Y en cuanto a la -particularidad del envío del retrato de Ezeta, habló -de la pomposa dedicatoria, y de cómo no era el -primer retrato de mandarín americano que hubiera -recibido con dedicatorias semejantes.</p> - -<p>El retrato del tirano salvadoreño le había llegado -por medio de los hijos de su amigo Carlos Gutiérrez, -el millonario de San Sebastián, los cuales -eran agregados, si mal no recuerdo, a la Legación -del Salvador, presidida por Enrique Soto.</p> - -<p>De este ministro contó aventura tan peregrina, -que quizá jamás se haya visto cosa semejante. Consultaba, -nada menos, con Castelar, la manera de -ser recibido por la reina Cristina, <i>sin pronunciar -el discurso</i> correspondiente...</p> - -<p>¡Y cómo reía el maestro cuando narraba el caso!</p> - -<p>Naturalmente, el embajador Carlos Ezeta tuvo -que pronunciar su discurso, después de ser introducido -por Zarco del Valle.</p> - -<p>La compra de una casa-palacio en Madrid, según -decires, fué hecha por un capitán, Francés y Roselló, -y un señor Jerónimo Pou, ex secretario de Ruiz -Zorrilla; Pou y Francés ayudaron a los Ezetas en -su traición, estando ambos, en aquel tiempo, encargados -de la escuela militar de la capital salvadoreña.</p> - -<div class="asterism" style="width: 25px;"> -<img src="images/tb.jpg" width="25" height="26" alt="" /> -</div> - -<p>Antes de Carlos Ezeta, la América Central ha<span class="pagenum"><a name="Page_138" id="Page_138">[138]</a></span> -tenido excepcionales ejemplares de tiranos, comenzando -con Darrera y acabando con Sacasa.</p> - -<p>La unión de las cinco Repúblicas sería el comienzo -de una verdadera regeneración; pero las ambiciones -personales y los intereses de partido dificultarán -por mucho tiempo el sueño de Morazán, -de Cabañas y de Jerez.</p> - -<p>Los <i>pronunciamientos</i> tienen por hoy raíces inextirpables, -y de ellas no salieron Gobiernos buenos -ni Gobiernos malos.</p> - -<p>El imperio del militarismo triunfa, y los Presidentes -de las Repúblicas no están seguros ni de los -jefes de sus guardias de honor. Y no hay entre ellos -más diferencia que la de la honradez: Menéndez, o -Ezetas.</p> - -<p class="date">21-3-1895.</p> - -<div class="figcenter" style="width: 100px;"> -<img src="images/illus013.jpg" width="100" height="82" alt="" /> -</div> - -<hr class="chap2" /> -</div> - - - - -<div class="chapter"> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_139" id="Page_139">[139]</a></span></p> - -<h2>HORACIANAS</h2> - - -<div><img class="drop-cap" src="images/drop-l.jpg" width="50" height="78" alt="" /></div> -<p class="drop-cap"><span class="smcap">La</span> fidelidad une al traductor inglés (Gladstone) -con el argentino. Así se explica -que en las traducciones de Gladstone, -como en las de Mitre, haya sus inversiones -y construcciones más o menos -obscuras. Muchos han querido ser el espejo fiel del -poeta latino. Mas ¿cómo lograr, ni el uno con su -violento y elíptico inglés, ni el otro, aun con las -ventajas del español, dado los inconvenientes que -hay para que exista un buen consorcio entre las -musas y los hombres que manejan los asuntos del -Estado, y, como la política, es muy poco compatible -con las músicas de la lira?</p> - -<p>Los Gobiernos, sobre todo los Gobiernos democráticos, -han ignorado siempre—¡cuándo no han -sido fatales para ellos!—a los grandes artistas. Algunos -célebres conquistadores guerreros y reyes -han tenido a bien recrearse con el cultivo de las -artes y de las letras. Lino enseña a Heracles a tocar -la lira; Alejandro, lee su Homero; Napoleón, -no desdeña rimas alejandrinas; Enrique IV, invoca<span class="pagenum"><a name="Page_140" id="Page_140">[140]</a></span> -el amor en versos; Carlos IX, versifica; <i>Un ingenio -de esta corte</i>, hace comedias. El genial Carnot, -que hizo canciones, despide líricamente a -Felicidad Glairez, que parte para París de Magdeburgo:</p> - -<div class="poetry-container"><div class="poem"> -<div class="stanza"> -<div class="verse i2">Félicité nous est ravie;</div> -<div class="verse i0">Mon cœur en est déconcerté;</div> -<div class="verse i0">Les Ris, les Grâces l'ont suivie;</div> -<div class="verse i0">Pour nous plus de <i>félicité</i>.</div> -</div> -<div class="stanza"> -<div class="verse i2">Que le tendre amour l'accompagne,</div> -<div class="verse i0">O Dieu des cœurs, par charité,</div> -<div class="verse i0">Ramène-nous notre compagne</div> -<div class="verse i0">Rends-nous notre Félicité.</div> -</div> -</div></div> - -<p>En nuestros días, reyes y hombres ilustres de la -política no han tenido a mal frecuentar un poco la -lira. León XIII, Don Pedro II del Brasil. En las -Cortes europeas hay más de una <i>bas-bleu</i> conocida. -La misma reina Victoria ha escrito su librito -de recuerdos. El rey Humberto es un regular dantista, -según se asegura. El rey de Grecia, versifica; -el emperador de Alemania acaba de dar a luz -su <i>Canto de Hegir</i>...</p> - -<p>En cuanto a los hombres de Estado, Gambetta, -hacía versos; Bismarck, no echa en olvido sus clásicos. -En España, Cánovas tiene alto puesto entre -los académicos poetas.</p> - -<p>En Inglaterra es más común encontrar al político-literato. -En todo inglés de cierta cultura está<span class="pagenum"><a name="Page_141" id="Page_141">[141]</a></span> -el <i>scholar</i> que duerme... Un periódico inglés pregunta, -con motivo de la reciente publicación del -<i>Horacio</i>, de Gladstone:</p> - -<p>«¿Gladstone es el último de los hombres de Estado -que combinan el estudio de los clásicos con -la política? Las citas latinas son ahora raras en las -Cámaras y en los discursos electorales. El griego -ha sido casi excluido. Desde luego, la poesía en -general hace mal <i>menage</i> con la política moderna. -Los versos que se citan son sacados, probablemente, -de ópera cómica... Felizmente, varios de nuestros -hombres de Estado más en boga se distinguen -por otras cualidades que las del político.»</p> - -<p>No son muchos, por cierto, los casos que pueden -citarse, en nuestras Repúblicas americanas, de hombres -públicos que tengan amor a las letras y las -cultiven. Sin referirnos, por supuesto, a los diletantismos -gramaticales de Guzmán Blanco, apenas -podemos recordar uno que otro nombre. Entre los -primeros, el del actual jefe de la República de Colombia, -Dr. Miguel Antonio Caro, a quien se debe, -como es sabido, la mejor traducción de Virgilio en -lengua castellana; el del inolvidable e ilustre doctor -Rafael Núñez, que aun en los más agitados períodos -de su vida de repúblico no pudo olvidar el -cultivo de las letras; el de otro presidente, el del -Ecuador, Dr. Luis Cordero, que es poeta filólogo -y americanista consumado y que ya en el ejercicio -del alto cargo que hoy desempeña, envió al Congreso -de Huelva, en 1892, la contribución de un<span class="pagenum"><a name="Page_142" id="Page_142">[142]</a></span> -valiosísimo <i>Diccionario quichua</i>, y del general Bartolomé -Mitre, que después de una larga vida de -brega y triunfos civiles y militares, ofrece ejemplos -de constancia, laboriosidad y vigor intelectual -incomparables, obras como su versión completa -del Dante, sus estudios lingüísticos y los frutos -menores de sus descansos y vagares.</p> - -<p>Esos ejemplos son honra para el continente y -deben parecer cosas extrañas para el europeo—con -justicia prevenido desde antaño contra nuestro -modo de ser moral y nuestra cultura—que mira -realizar tamañas empresas y brillar intelectualmente -a varones semejantes en el país de los sargentones -y de los <i>rastas</i>—virgen del mundo, ¡América -inocente!</p> - -<p>Y noble y trascendental lección da el traductor -americano de la <i>Divina Comedia</i> a la generación -que hoy se levanta en su patria, al ruido de tanto -tráfico comercial y tanta agitación política y tanto -y tan funesto olvido del espíritu. Bien habló a ese -respecto en estas columnas el Dr. Maguasa.</p> - -<p>Todos los intelectuales se quejan del actual decaimiento.</p> - -<p>La mayor satisfacción para un hombre de letras—por -no decir la única—es que sus producciones -sean discutidas, criticadas y leídas.</p> - -<p>No ha mucho hemos visto a nuestro general Mitre, -al pie de una enorme, formidable montaña, a -cuya cima se asciende por escalones de granito de -hierro, de oro, de diamante, de desconocidos metales<span class="pagenum"><a name="Page_143" id="Page_143">[143]</a></span> -astrales: la montaña dantesca. Al poner el pie -en el primer escalón: <i>Nel mezzo del Cammin</i>... alzó -la vista a la altura y llenóle de temor la emprendida -ascensión; más lejos, vió llameante el infierno <i>en -donde pensó quedarse como traductor si le alcanzaba -la condenación que acompaña a los traductores infieles: -«traduttore traditore»</i>; más allá los prodigios -del purgatorio; en la cumbre la gloria divina, la inmortal -aurora del Paraíso. Y poseido de la fe en el -arte y en su poeta, siguió hacia arriba, escalón por -escalón, terceto por terceto, hasta poder escribir ya -en la cima después de esfuerzos admirables, el verso -ansiado de la coronación de la obra. <i>El amor que -al sol mueve y las estrellas.</i> Después de todo, ¿quién -sabe si refresca y halaga más a esa frente marcada -por la guerra, el fresco y verde laurel de los poetas -que las coronas ganadas en las luchas tribunicias, -o las palmas de las batallas?</p> - -<div class="figcenter" style="width: 75px;"> -<img src="images/illus006.jpg" width="75" height="86" alt="" /> -</div> - -<hr class="chap2" /> -</div> - - - - -<div class="chapter"> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_145" id="Page_145">[145]</a></span></p> - -<h2>EL AMIGO AZAROFF</h2> - - -<div><img class="drop-cap" src="images/drop-t.jpg" width="50" height="78" alt="" /></div> -<p class="drop-cap"><span class="smcap">Tengo</span> un amigo que se llama Azaroff. -Es estudiante; vivía en un cuartillo estrecho -y barato del barrio. ¿Es nihilista? -No lo sé. Lo sospecho. Lo conocí en -una conferencia de Mecislas Galberg, -una noche, en el café Voltaire. Es un hermoso gigante -rubio, de frente pensadora, ojos dulces, brazos -fuertes, largos cabellos. Escribe sobre filosofía -y sobre poesía y hace versos en su idioma. Es -silencioso; mas en horas de amistad y de expansión -mental se desborda en un francés puro—le conoce -admirablemente—y ese eslavo, ese bárbaro parece -un ardiente latino. ¡Cuántas noches hemos hablado -de altas cosas, de nobles asuntos, recorriendo -las orillas del moroso Sena! Ha sido amigo de -Gorki y me ha contado curiosas anécdotas de la -vida de ese sincero y grande escritor. ¿He dicho yo -que Azaroff es muy pobre? Con un escasísimo puñado -de rublos que recibe mensualmente de un pariente -moscovita, logra todavía «proteger» a dos<span class="pagenum"><a name="Page_146" id="Page_146">[146]</a></span> -compañeros. Uno de ellos es una joven que estudia -medicina y que es de una belleza soberbia e -imponente. Ahora, sabed bien esto que parece extraordinario -a mi sangre meridional y a mi idea de -la existencia: Azaroff no tiene el menor interés -sensual ni sentimental con esa cuerda y admirable -amiga. Ella no le ama; él no la ama. Se quieren y -se cuidan como dos camaradas buenos. Ella le -hace el <i>menage</i>, le zurce la ropa; le pega el botón -que le falta; le va a buscar las patatas fritas; le calienta -el samovar. Él le lleva flores y libros usados -de los <i>quais</i>. Leen juntos sus novelitas y sus poetas; -van al concierto el domingo; una que otra vez -al teatro. Después se separan con un cordial apretón -de manos. Y él es para mí maravilloso así; y -ella es honrada, como lo pueden asegurar sus vestidos -más que humildes y sus zapatos gastados. -¡Con ese par de ojos, con esa tez de rosa fresca -con ese cuerpo y en este París!</p> - -<p>Esta mañana vino Azaroff a verme, muy temprano. -Su visita era visita de despedida.—«Me voy -me dijo, me voy en el tren de esta noche». Blandía -un diario. Tenía en los ojos, suaves y azules -relámpagos. Jamás le vi así. Recorría la habitación -movido por sus nervios en tempestad. Comprendí -lo que pasaba en su espíritu.—«Las noticias de su -tierra... ¿no es así, mi querido amigo?»</p> - -<p>—«Sí—me contestó con una voz que yo no le conocía.—¡Sí, -por fin despierta Rusia, por fin despierta -de un profundo sueño de siglos!»</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_147" id="Page_147">[147]</a></span></p> - -<p>Las noticias: el pueblo por primera vez alzando -su voz de protesta; el Zar ignorante y como acorralado -en su palacio titubeando entre la oleada de -afuera y la opresión de adentro; la sangre sobre la -nieve en plena capital autocrática; las tropas -peleando y lanceando a la muchedumbre; un pope -que lleva la voz de los que protestan y a su lado la -simpatía de toda la tierra; el comienzo de una tragedia -que será la repetición histórica de la gran -tragedia francesa de la Revolución; así el paisano -ruso no está a la altura del paisano de Francia, ni -la monarquía del autócrata de San Petersburgo -está en iguales condiciones que la elegante y culta -monarquía que tenía por flor suprema el libro llamado -<i>María Antonieta</i>, el evangelismo tolstoiano -de Yasnaia Poliana transformándose en la acción -violenta y la represalia, el «padrecito» convertido -en verdugo de su pueblo.</p> - -<p>—«El padrecito convertido en verdugo de su -pueblo, quizá <i>malgré lui</i>»—dije a Azaroff.</p> - -<p>—«Sacha, el padre de este «padrecito», fué despedazado -por la dinamita—me contestó.—El fenómeno -que hoy presencia la humanidad es el de la -transformación de la protesta individual o de asociación, -en protesta colectiva y unánime, en el grito -general del pueblo ruso. Se ha cazado en las calles -y sobre el Neva helado a las pobres gentes, -como a patos. No sabe lo que hace el Gobierno, -no sabe lo que ha hecho. Las célebres palabras: -<i>C'est une émeute?</i></p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_148" id="Page_148">[148]</a></span></p> - -<p>—<i>No, sire c'est une revolution!</i> tiene ahora una -explicación justa. Se ha despertado a esa enorme -Nación, en verdad, de su sueño de siglos. Es cierto -que, en el fondo de las estepas, hay una pasividad -casi de piedra y que se ignora todo; mas el Mujick -mismo oirá estos clamores, y la sangre tiene -una elocuencia irresistible. Son los trabajadores -los que se levantan y son los intelectuales; y hay -los creyentes y hay los que no creen. Os aseguro: -en el ejército mismo hay una buena parte que está -con nosotros.</p> - -<p>Ha habido soldados, ha habido cosacos que han -arrojado sus fusiles para no tirar contra sus infelices -hermanos. Hay quienes opinan que es menos -peligrosa para la Corona rusa la acción colectiva -que la acción individual, yo digo que una no quita -otra, y que no impide la obra revolucionaria el -gesto anárquico y vengador de un Sasonoff. Hay -quienes también censuran la oportunidad del movimiento, -y dicen que no es de quienes buscan el -bien de la patria el levantarse cuando el extranjero -enemigo está venciendo al ejército nacional allá en -Manchuria... A Manchuria debían haber ido a disparar -sus rifles los asesinos de obreros, de mujeres -y de viejos y de niños; a Manchuria debían haber -ido a mostrarse valientes, y no contra los trabajadores -desarmados que no han ido sino a pedir justicia; -que no han solicitado más que ver al emperador, -el cual ha evitado la entrevista por mal aconsejado -o por miedoso, a pesar de la tranquila actitud<span class="pagenum"><a name="Page_149" id="Page_149">[149]</a></span> -popular y de las advertencias del bravo pope -Gapon.»</p> - -<p>Azaroff fumaba, y sus palabras, indignadas, salían -envueltas en humo.</p> - -<p>—Ya veréis—continuó—cómo renace en un momento -la energía de los indomables de antaño. Se -dice que el Gobierno sabrá reprimir el movimiento. -Sin embargo, el explosivo va, como el grisú, -por lo subterráneo. Se agitará el pueblo en Varsovia, -en Riga, en todas partes; los Centros revolucionarios -que trabajan en el extranjero activan su -labor. No será extraño, y será casi seguro, que los -atentados aislados del nihilismo empiecen de nuevo. -¡Ah, pobre gigante ruso! ¡Por un lado, se hace -destrozar por los hábiles japoneses, que ellos sí, -a pesar de ser el Mikado descendiente de Dioses y -a pesar de haber sido hasta ayer un pueblo bárbaro, -tienen Constitución, tienen leyes que reglamentan -el trabajo, tienen libertad de la Prensa, y por -otro, se hace fusilar por los seides de la más absurda -tiranía en pleno siglo <span class="smcap lowercase">XX</span>!</p> - -<p>¡Y esa riqueza, y ese robo, y ese peculado de -arriba ante la miseria y los sufrimientos de abajo, -y esa ignorancia y ese fanatismo, provechoso a -quien no solamente es el Monarca absoluto, sino -también el Papa, el jefe espiritual y sacrocesáreo -de tantos millones de hombres! Y esos grandes -duques, borrachos, que vienen a hacer escándalo -a casa de Maxim, a los hoteles de la Riviera; esos -aventureros haraganes, que desde que nacen tienen<span class="pagenum"><a name="Page_150" id="Page_150">[150]</a></span> -millonadas de rublos, honores, consideraciones, -respetos... ¿Cuántos de esos Vladimiros y Cirilos -andan a la cabeza de las tropas allí donde los -infelices soldados están muriendo, sin saber casi -por qué, y a los que no se les da más consuelo -que iconos y bendiciones? La sangre derramada -en la guerra y la de los obreros se juntan para la -conciencia rusa, que no ve más que una causa: -la secular oligarquía, que había de desaparecer -al empuje de la Revolución rusa. Por más que -murmuren los incrédulos, ya se verá en todo el -mundo el resplandor que brotará de la ardiente -hoguera de la Revolución rusa... Yo me voy; -otros compañeros se van. Vamos exponiendo la -vida, pero hay que cumplir con su deber. Aquí, en -París, en otras partes de Europa, en los Estados -Unidos, tenemos focos organizados, que alentarán -de diferentes guisas al impulso. No ha de pasar -mucho tiempo sin que grandes acontecimientos -revelen a la Humanidad que el pueblo ruso no es -un pueblo muerto. Allá serán capaces de matar a -unos cuantos directores; matarán a Gorki, por -ejemplo; pero hay muchos jacobinos que le reemplazarán. -La protesta activa se hará también notar -en otras partes, sobre todo en donde la población -del Zar abunda, en donde somos los rusos de ideas -libres vigilados y perseguidos... Y luego, repito que -en el pueblo de allá no hay tanta ignorancia de lo -que pasa. Los proverbios son, como sabéis, la -sabiduría de las naciones. Y los proverbios nuestros<span class="pagenum"><a name="Page_151" id="Page_151">[151]</a></span> -dicen: «La Rusia es grande y el Zar es ancho». «Si -el Zar nos da un huevo, nos toma una gallina». -«La corona del Zar no le libra del dolor de cabeza». -«Cuando el Zar muere, ni un mujick quisiera cambiarse -por él». «Una lágrima del Zar cuesta al país -muchos pañuelos». «Un Zar bien gordo no pesa más -en las espaldas de la muerte que un mujick flaco». -«La mano del Zar no tiene más que cinco dedos, -como las otras». «El Zar mismo no puede apagar -con su soplo el sol».</p> - -<p>—¡Adiós!—me dijo Azaroff.—¡Quién sabe si volveremos -a vernos!</p> - -<p>—¡Adiós, Azaroff, amigo mío, puesto que vas a -tu tierra a trabajar por la libertad de tu pueblo inmenso!</p> - -<p>Luego he visto a su amiga, la hermosa estudianta. -Le hablé del compañero que partía, y vi en su -rostro admirable, en el gesto de sus frescos labios, -en lo hondo de sus brillantes ojos, más orgullo -que pesar.</p> - -<p>—Qué, ¿no hay amor?—le pregunté.</p> - -<p>—¡Sobre el amor—me dijo—está la libertad!</p> - -<div class="figcenter" style="width: 150px;"> -<img src="images/illus008.jpg" width="150" height="70" alt="" /> -</div> - -<hr class="chap2" /> -</div> - - - - -<div class="chapter"> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_153" id="Page_153">[153]</a></span></p> - -<h2> -ONOFROFFISMO -<br /> -<small> -La comedia psíquica -</small> -</h2> - - -<div><img class="drop-cap" src="images/drop-s.jpg" width="50" height="77" alt="" /></div> -<p class="drop-cap"><span class="smcap">Señor</span> director de <i>La Nación</i>: <i>Misterium</i> ha -conversado conmigo sobre el artículo -que hoy ha publicado en estas mismas -columnas el señor Raoul Morlais. Me -ha dicho asimismo que puedo comunicar -a usted su respuesta.</p> - -<p><i>Misterium</i> ha conocido a madame Blavatsky por -las propias obras de ella, por la biografía que escribió -la hermana, y por los apologistas del <i>Lucifer</i>, -sin contar con el ferviente y apasionado libro de -Sinnet, en que se trata de la renombrada y extraordinaria -taumaturga.</p> - -<p>Pero también ha leído—¡ay, desgraciadamente -para su credulidad de poeta, y amigo de lo supra-terrestre!—los -escritos de algunos señores que no -son teósofos ni poetas, entre los cuales señores -Andew Lang y Max Müller.</p> - -<p>No es <i>Misterium</i>, por cierto, adorador de la ciencia;<span class="pagenum"><a name="Page_154" id="Page_154">[154]</a></span> -pero protestando y todo, a pesar de la sonada -reciente bancarrota, se deja aplastar por el carro -de Jagernant.</p> - -<p>Antes—y ahora, cuando no sale del recinto de -sus sueños—creía en una madame Blavatsky completamente -maga; una madame Blavatsky que -conversaba a millones de leguas con sus amigos y -maestros, los mahatmas del Tibet; una madame -Blavatsky que <i>hacía</i> materia—, y la más preciosa: -oro. Imaginábasela rodeada de sus elementales, -como una reina de cuento azul de gnomos.</p> - -<p>Quiso ser teósofo, y se dió a estudiar libros y -revistas especiales, que tenían en las carátulas cabezas -de Gistos sobre estrellas enormes, o frases en -hebreo, o misteriosos paragramas. Pronunció muchísimas -veces con la unción de un digno catecúmeno, -la sagrada y mágica palabra <i>um</i>; y tan a pechos -tomó la lectura de autores esotéricos, que, -poco más, y le sucede lo que le sucedió al reverendo -padre Valdecebro.</p> - -<p>Cuando más vigorosamente se entusiasmaba y -juraba por el coronel Olcott, bravísimo profeta de -madame Blavatsky, y afianzaba más su fe al conocer -como sabios de la talla de Crookes, presentaban -a Katy King, encantadora difunta, como si fuese -una señorita viva; y como la sociedad teosófica aumentaba -sus numerosos adeptos, hindús, ingleses, -yankees, franceses y españoles, cayeron en sus -manos los escritos de los antiteosofistas.</p> - -<p>Mucho tuvo que luchar <i>Misterium</i> para no dejarse<span class="pagenum"><a name="Page_155" id="Page_155">[155]</a></span> -arrebatar su ilusión, que juzgaba verdadero -tesoro.</p> - -<p>Calificó de envidiosos y de cobardes a los que -se atrevían a llamar vulgar espía político a la Papisa -budhista, y, sobre todo, a negarla su potencia -maravillosa.</p> - -<p>Asistió todavía en espíritu al baile blanco que -dió la duquesa de Pomar a la persona astral de María -Estuardo, y se refugió en su ensueño para librarse -de los mandatos de la ciencia oficial.</p> - -<p>Mas hasta allí persiguiéronle los horribles hombres -científicos, los cuales fueron los primeros en -pronunciar las palabras que han llamado la atención -del Sr. Morlais: «Monstruoso charlatanismo».</p> - -<p>El Sr. De Morlais debe conocer la campaña emprendida -contra madame Blaratsky y la doctrina -que propagaba, sobre todo, con motivo de sus milagros -y manifestaciones taumatúrgicas.</p> - -<p>Mucho han defendido sus discípulos y apóstoles, -a la innegablemente simpática e inteligentísima -rusa, la cual obtuvo su maravillosa ciencia por -don especial, pues sin haber frecuentado los libros, -sabía tanto como muchos sabios.</p> - -<p>Mas sus contrarios no cesan, a pesar de haber -ella muerto; el número y calidad de ellos, sobre todo -la calidad, son abrumadores.</p> - -<div class="asterism" style="width: 25px;"> -<img src="images/tb.jpg" width="25" height="26" alt="" /> -</div> - -<p>¿Quiere el Sr. De Morlais una prueba recientísima?</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_156" id="Page_156">[156]</a></span></p> - -<p>Abra el último número llegado—número de febrero—de -la <i>North American Review</i>, y lea las -páginas escritas por Sedwidg Minot sobre «La comedia -psíquica». La fuente no es, por cierto, de -escasa o sospechosa autoridad.</p> - -<p>Se ocupa el escritor en dinamitar esos dos Palacios -de <i>Las mil y una noches</i>, que basados en una -poética ciencia—¡cómo se entrechocan esas palabras!—son -consoladoras y amables academias, -para el alma y para la poesía: la <i>Sociedad Teosófica</i> -y la <i>Sociedad Psíquica</i>.</p> - -<p>Sus ideas son claras y fuertes, y sus frases sin -penachos.</p> - -<p>¿Cuál es la causa de los recientes entusiasmos -hiperespirituales? Según él, está en nuestra atmósfera -mental. Algunas personas están satisfechas -con el ideal cristiano y con la cristiana aceptación -de los límites de la humana vida.</p> - -<p>Su objeto es demostrar que la Theosophical Society, -no merece una seria consideración, y que -la Psychical Society, no observa las necesarias -condiciones de investigación científica en sus rebuscas -sobre transmisión de pensamiento—telepatía—y -fantasmas, o aparecidos.</p> - -<p>«Hay un buen número de gentes que creen en -las extraordinarias doctrinas conocidas por budhismo -exotérico, hacia el cual Mr. Sinnet, fué el primero -en llamar la atención del público lector». El -poder maravilloso de la Papisa está descrito y -testificado en el <i>Occult Nord</i> de Sinnet.</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_157" id="Page_157">[157]</a></span></p> - -<p>Sedwidg se permite calificar irreverentemente -ese poder de «a series of magical performance by -a clever woman who called herself madame Blavastky!» -El hecho más extraordinario, fué que habiéndose -roto una taza, en un pic-nic, al que concurría -dicha señora, ordenó ésta cavar en cierto -punto del campo, en donde fué encontrada otra -taza igual, la cual fué <i>creada</i> por ocultas y mágicas -influencias.</p> - -<p>Sedwigd pasa muy rápidamente sobre la parte -biográfica de la fundadora de la Sociedad Teosófica: -su origen ruso, su nacimiento en 1831; su carácter—¿soportará -el señor de Morlais?:«—she appears -to have been a singullary ill-natured, bad-tempered, -injust, unreasonable, and, selfish person». -Confesábase ella misma dotada de sobrenaturales -virtudes y potencias;—su viaje, por fin, a -los Estados Unidos, en 1873, donde escribió su -<i>Iesis unveiled</i>. Allí encontró al Coronel Olcott—, -«a worthy but seemingly credulons gentleman»—que -fué su principal ayudante para el establecimiento -de su sociedad.</p> - -<p>Siendo la India cuna de la sabiduría esotérica, y -en donde madame Blavastky fué principalmente -iniciada, la cabeza, la sede teosófica, se trasladó a -la India.</p> - -<p>Ya establecida allá, «la profetisa» convirtió a -muchos, entre ellos, quien sería más tarde uno de -sus más sonantes trompeteros: Sinnet. Sinnet, iniciado, -logró también la comunicación de los mahatmas.<span class="pagenum"><a name="Page_158" id="Page_158">[158]</a></span> -Los mahatmas son seres extraños, dominadores -de las fuerzas ocultas de la naturaleza. Pueden -hacer caer fresca, en un salón de Buenos Aires, -una rosa que acaba de abrirse en París o en -Calcuta. Escriben cartas mágicamente, conversan -a miles de leguas de distancia, viven cientos de -años, tienen ojos misteriosos, fascinadores y profundos. -Así los pintan.</p> - -<p>En las naciones occidentales, dice Sedwig, y -especialmente en los Estados Unidos, han encontrado -buen terreno el espiritismo, la clarovidencia, -el mesmerismo.</p> - -<p>Paul Bourget acaba de darnos en su <i>Ultramar</i> excelentes -páginas respecto al espiritualismo yankee.</p> - -<p>Las mujeres americanas están más expuestas al -contagio.</p> - -<p>La superioridad absoluta de las ciencias ocultas -de Oriente sobre la ciencia occidental—de que habla -uno de los interlocutores del diálogo <i>La esfinge</i>, -de Misterium—, está predicada en el <i>Esoteric -Buddhism</i> de Sinnett. Esto es causa de que en las -obras teosóficas haya afirmaciones que contradicen -abiertamente la ciencia oficial. Por ejemplo, -afírmase que antes, en tiempos inmemoriables, -existía un gran Continente en el lugar que hoy -llena el Océano Atlántico. Los geólogos han considerado -la hipótesis, pero la han positivamente -rechazado. No obstante, Sinnet escribe: «La ciencia -ha aceptado, por fin, la existencia del gran -Continente, etc.»</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_159" id="Page_159">[159]</a></span></p> - -<p>«Again he asserts that the vegetable precedes -the animal in the process of development, but it -is not true. <i>It is true that Mr. Sinnet and his Mahatma -are both gloriously ignorant of the elementary -truth of nature science.</i>»</p> - -<p>La boga adquirida por la obra de Sinnet se debió, -según Sedwidg, a que la mayor parte de sus -lectores estaban poco familiarizados con las ciencias -naturales.</p> - -<p>Luego aparecieron los terribles demoledores. -Entre ellos, el más implacable: «The most cruel -blow to esoteric Budhism.» Mr. Richard Hodgson -talentoso y concienzudo investigador.</p> - -<p>Hodgson fué el centro teosófico principal para -estudiar los fenómenos; fué a la India. Conoció al -desde entonces nombrado Coulomb y su mujer; -presenció uno de los fenómenos más importantes y -estupendos: «el de las cartas enviadas mágicamente -por <i>desintegración</i>; vió colocar en el misterioso gabinetito -llamado <i>shrine</i> las cartas que debieran desintegrarse. -El <i>shrine</i> fué entonces cerrado; las cartas -se <i>desintegraron</i>, y aparecieron las respectivas -contestaciones.»</p> - -<p>Los discípulos creían y creen que las cartas eran -quitadas por desintegración, por el poder mágico -del oculto introductor o mahatma.</p> - -<p>«Vivía éste, asegurábase, en el Tibet, y las contestaciones -eran compuestas por él, desintegradas en -el Tibet y reintegradas en el Shrine.»</p> - -<p>Mr. Hodgson descubrió que el Shrine tenía una<span class="pagenum"><a name="Page_160" id="Page_160">[160]</a></span> -falsa entrada, <i>que se comunicaba con el dormitorio de -madame Blavastky</i>...</p> - -<p>Las cartas que se creían obra del mahatma, eran -escritas por ella. De un lado del Shrine había credulidad, -del otro fraude.</p> - -<p>Después apareció el célebre Molinis, uno de los -principales actores de la <i>Comedia Psíquica</i>. Pero -todo el honor a la señora «Madame Blavastky was -certainly one of the most successful of impostors.»</p> - -<p>Y luego: «Madame Blavastky and other <i>charlatans</i>».</p> - -<p>Oh, el desolado <i>Misterium</i> no perdona, como el -señor de Morlais, seguramente, tamaños epítetos -dirigidos a una sacerdotisa del Misterio; mas los -hombres de la ciencia no respetan los hermosos -sueños ni los poéticos entusiasmos.</p> - -<p><i>Misterium</i> escribió, pues, sustentada en algo más -que en una revista de Papús.</p> - -<p>Y me ha encargado manifestar al señor de Morlais, -junto con su agradecimiento por sus palabras -lisonjeras, el deseo que nunca tenga que lamentar -la pérdida de sus ilusiones teosóficas.</p> - -<p>Creer en algo: he ahí una riqueza.</p> - -<p>Ah, es doloroso tener que convencerse de que -madame Blavastky no haya podido prolongar su -vida quinientos años; que Papús haga negocios -con sus facultades mágicas; que Peladan esté en -continua berlina, y que Onofroff, el grande y culto -Onofroff, tenga que sufrir muy pronto la misma -suerte, el mismo triste olvido que la serpentina, el -hombre descuartizado y <i>La Verbena de la Paloma</i>.</p> - -<hr class="chap2" /> -</div> - - - - -<div class="chapter"> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_161" id="Page_161">[161]</a></span></p> - -<h2>JOSÉ ENRIQUE RODÓ</h2> - - -<div><img class="drop-cap" src="images/drop-e.jpg" width="50" height="79" alt="" /></div> -<p class="drop-cap"><span class="smcap">El</span> oficio de pensar es de los más graves y -peligrosos sobre la faz de la tierra, bajo -la bóveda del cielo. Es como el del -aeronauta, el del marino y el del minero. -Ir muy lejos explorando, muy arriba -o muy abajo, mantiene alrededor la continua amenaza -del vértigo, del naufragio o del aplastamiento. -Así, la principal condición del pensador es la serenidad.</p> - -<p>En la América nuestra no hemos tenido casi pensadores; -no ha habido tiempo. Todo ha sido fecundidad -verbal, más o menos feliz, declamación sibilina, -«pastiche» oratoria, expansión, panfleto. Con -dificultad se encontrará en toda la historia de nuestro -desarrollo intelectual este producto de otras civilizaciones: -el ensayista.</p> - -<p>José Enrique Rodó es el pensador de nuestros -nuevos tiempos, y, para buscar siempre el parangón -en el otro plato de la balanza americana, diré -que corresponde a Emerson. Es el Emerson latino -cuya serenidad viene de Grecia, y cuya oración<span class="pagenum"><a name="Page_162" id="Page_162">[162]</a></span> -dominical es la salutación a Palas Atenea, la plegaria -ante la Acrópolis. Y advertid que, a pesar de -lo que se afirme y comente, Rodó no es un renaniano, -en el sentido que en el común dialecto literario -se da a esta palabra. Su tranquila visión está -llena de profundidad. El cristal de su oración arrastra -arenas de oro de las más diversas filosofías, y -más encontraréis en él, del más optimista de los -ensayistas, que del gordo cura laico biógrafo de -nuestro Señor Jesucristo, abate de Jouarre <i>in partibus -infidelium</i>.</p> - -<p>Desde sus comienzos, la obra de Rodó se concreta -en ideas, en ideas decoradas con pulcritud -por la gracia dignamente seductora de un estilo de -alabastros y mármoles. Solamente que él pigmalioniza, -y el temor de imposibilidad de frialdad desaparece -cuando se ve la piedra cincelada que se -anima, la estatua que canta. Nació con vocación -de belleza y enseñanza. Enseñanza, es decir, conducción -de almas. A tal pedagogía es a la que se -refiere el Dante en un verso referente a Virgilio. -Cuando apareció su primer opúsculo, «Vida Nueva», -se vió el surgir de un maestro en su generación, -en la generación continental. Su segundo -opúsculo sobre el autor de «Prosas Profanas», o -mejor dicho, sobre este libro de poesías, lo afirmo -virtuoso de la prosa de la erudición elegante, y en -la última parte de su trabajo, profeta. Altas y generosas -especulaciones le ocuparon, y «Ariel» señala -un nuevo triunfo de su espíritu y una nueva conquista<span class="pagenum"><a name="Page_163" id="Page_163">[163]</a></span> -de sus predicaciones, por la hermosura de -la existencia, por la elevación de los intelectos -hispano-americanos, por el culto nunca desfalleciente -ni claudicante del más puro y alentador de -los ideales. Definíase más y más su personalidad, -y se hubiera dicho un filósofo platónico de la flor -del paganismo antiguo, resucitado en tierras americanas. -Y tuvo el más bello de sus gestos cuando -llevado a las controversias de la Prensa y a las -agitaciones de la cámara por los caprichos de la -política, el adorador de los dioses de la Hélade -salió a la defensa de nuestro pálido Dios Cristiano, -desterrado allá como en Francia, de los lugares de -la Justicia, por obra de la roja cosa jacobina.</p> - -<p>Por último, aparece su obra magna hasta hoy, -esos «Motivos de Proteo», aires mentales, sinfonías -de ideas que llevan dentro tanta virtud bienhechora, -libro que ha sido acogido en todas partes con -entusiasmo y con razonada admiración. Es un libro -fragmentario, ¡pero cuan lleno de riqueza! Fragmentario -ocasional o decididamente. Ello hace que -su prosecución sea indefinida, y que el encanto y -el provecho se prolonguen en la esperanza después -de cada aporte. El tesoro está allí. Cada vez que -Aladino baje, estemos atentos.</p> - -<p class="signature">R. D.</p> - -<hr class="chap2" /> -</div> - - - - -<div class="chapter"> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_165" id="Page_165">[165]</a></span></p> - -<h2>ÍNDICE</h2> - -<table summary="Contents"> - <tr> - <td class="tdl tdt tdpr"> </td> - <td class="tdr tdb"><small><i>Páginas</i></small></td> - </tr> - <tr> - <td class="tdl tdt tdpr"><b>El sillón de Leconte de L'Isle.</b>—La Juventud y la - Academia. Lo que dijo Charles Morice. Verlaine - y Zola.</td> - <td class="tdr tdb"><a href="#Page_1">1</a></td> - </tr> - <tr> - <td class="tdl tdt tdpr"><b>El pensamiento italiano.</b>—Teatro, poesía y novela. - La «enquête» de Hugo Ojetti. La opinión de los - «Chêrmaitre».</td> - <td class="tdr tdb"><a href="#Page_15">15</a></td> - </tr> - <tr> - <td class="tdl tdt tdpr"><b>Giovanni Ruffini.</b></td> - <td class="tdr tdb"><a href="#Page_27">27</a></td> - </tr> - <tr> - <td class="tdl tdt tdpr"><b>Marco Aurelio Soto.</b>—El ex-Presidente de Honduras, - muerto en la guerra de Cuba.</td> - <td class="tdr tdb"><a href="#Page_39">39</a></td> - </tr> - <tr> - <td class="tdl tdt tdpr"><b>Notas españolas.</b></td> - <td class="tdr tdb"><a href="#Page_43">43</a></td> - </tr> - <tr> - <td class="tdl tdt tdpr"><b>Una carta de Rachilde.</b></td> - <td class="tdr tdb"><a href="#Page_57">57</a></td> - </tr> - <tr> - <td class="tdl tdt tdpr"><b>Noches del Victoria.</b>—Temporada Vitaliani. «La - Signora delle Camelie».</td> - <td class="tdr tdb"><a href="#Page_61">61</a></td> - </tr> - <tr> - <td class="tdl tdt tdpr"><span class="smcap">Temporada Vitaliani.</span>—1. «Il viaggio dei Berluron». - 2. Reprise de «La Signora delle Camelie».</td> - <td class="tdr tdb"><a href="#Page_67">67</a></td> - </tr> - <tr> - <td class="tdl tdt tdpr"><span class="smcap">Temporada Vitaliani.</span>—Estreno: «La figlia di - Jefte», por Felice Cavalloti. «Niobe», por los hermanos - Henry y C. A. Paulton.</td> - <td class="tdr tdb"><a href="#Page_71">71</a></td> - </tr> - <tr> - <td class="tdl tdt tdpr"><b>Esas Repúblicas.</b>—José María Mayorga Rivas. Una - víctima de la guerra entre Nicaragua y Honduras.</td> - <td class="tdr tdb"><a href="#Page_77">77</a></td> - </tr> - <tr> - <td class="tdl tdt tdpr"><span class="pagenum"><a name="Page_166" id="Page_166">[166]</a></span><b>Charles A. Dana.</b></td> - <td class="tdr tdb"><a href="#Page_81">81</a></td> - </tr> - <tr> - <td class="tdl tdt tdpr"><b>Recuerdos de la Habana.</b>—El general Lachambre.</td> - <td class="tdr tdb"><a href="#Page_87">87</a></td> - </tr> - <tr> - <td class="tdl tdt tdpr"><b>Libros nuevos.</b></td> - <td class="tdr tdb"><a href="#Page_91">91</a></td> - </tr> - <tr> - <td class="tdl tdt tdpr"><b>El divorcio de Jeannette.</b>—Affaire Daudet-Hugo.</td> - <td class="tdr tdb"><a href="#Page_97">97</a></td> - </tr> - <tr> - <td class="tdl tdt tdpr"><b>A José Miró (Julián Martel).</b>—El día de su muerte, - 10 de diciembre de 1896.</td> - <td class="tdr tdb"><a href="#Page_107">107</a></td> - </tr> - <tr> - <td class="tdl tdt tdpr"><b>Fiestas primaverales.</b>—Una dalia.</td> - <td class="tdr tdb"><a href="#Page_111">111</a></td> - </tr> - <tr> - <td class="tdl tdt tdpr"><span class="smcap">Fiestas primaverales.</span>—Los poetas y las flores. - (Continuación).</td> - <td class="tdr tdb"><a href="#Page_114">114</a></td> - </tr> - <tr> - <td class="tdl tdt tdpr"><b>Nansen.</b></td> - <td class="tdr tdb"><a href="#Page_119">119</a></td> - </tr> - <tr> - <td class="tdl tdt tdpr"><b>La fiesta de Francia.</b></td> - <td class="tdr tdb"><a href="#Page_123">123</a></td> - </tr> - <tr> - <td class="tdl tdt tdpr"><b>Carlos Ezeta, en Monte-Carlo.</b>—Epílogo de la - «Historia Negra».</td> - <td class="tdr tdb"><a href="#Page_133">133</a></td> - </tr> - <tr> - <td class="tdl tdt tdpr"><b>Horacinas.</b></td> - <td class="tdr tdb"><a href="#Page_139">139</a></td> - </tr> - <tr> - <td class="tdl tdt tdpr"><b>El amigo Azaroff.</b></td> - <td class="tdr tdb"><a href="#Page_145">145</a></td> - </tr> - <tr> - <td class="tdl tdt tdpr"><b>Onofroffismo.</b>—La comedia psíquica.</td> - <td class="tdr tdb"><a href="#Page_153">153</a></td> - </tr> - <tr> - <td class="tdl tdt tdpr"><b>José Enrique Rodó.</b></td> - <td class="tdr tdb"><a href="#Page_161">161</a></td> - </tr> -</table> - -<div class="figcenter" style="width: 100px;"> -<img src="images/illus013.jpg" width="100" height="82" alt="" /> -</div> - -<hr class="chap2" /> -</div> - - - - -<div class="chapter"> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_167" id="Page_167">[167]</a></span></p> - -<p class="no-indent center large p2">EDITORIAL «MUNDO LATINO»</p> - -<p class="no-indent center small">APARTADO 502, MADRID</p> - - -<p class="no-indent center xlarge p2">CATÁLOGO PROVISIONAL</p> - -<p class="no-indent center small">(EXTRACTO DEL CATÁLOGO GENERAL)</p> - -<hr class="chap2" /> -</div> - - - - -<div class="chapter"> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_169" id="Page_169">[169]</a></span></p> - -<table summary="CATÁLOGO EDITORIAL «MUNDO LATINO»"> - <tr> - <td colspan="2" class="tdc tdt tdpb tdpr xlarge">OBRAS COMPLETAS</td> - <td class="tdr tdpb tdb"> </td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdc tdt tdpb tdpt tdpr">DE RICARDO DE LEÓN<br />(de la Real Academia Española)</td> - <td class="tdr tdpb tdpt tdb"><i>Pesetas.</i></td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">Edición del Banco de España. Ocho volúmenes - en 4.º, encuadernados en tela, con alegorías de - Coullaut Valera y retrato del autor, por Vacqué.</td> - <td class="tdr tdb">50,00</td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdl tdt tdi tdpr">A plazos (5 pesetas mensuales)</td> - <td class="tdr tdb">60,00</td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdc tdt tdpt tdpb tdpr">DE FRANCISCO VILLAESPESA</td> - <td class="tdr tdpb tdb"> </td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">I.—Intimidades.—Flores de Almendro.</td> - <td class="tdr tdb">3,00</td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">II.—Luchas.—Confidencias.</td> - <td class="tdr tdb">3,00</td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">III.—La copa del Rey de Thule.—La musa enferma.</td> - <td class="tdr tdb">3,00</td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">IV.—El alto de los Bohemios.—Rapsodias.</td> - <td class="tdr tdb">3,00</td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">V.—Las horas que pasan (Veladas de amor).</td> - <td class="tdr tdb">3,00</td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">VI.—Las joyas de Margarita: Breviario de amor.—La - tela de Penélope.—El milagro del vaso - de agua.</td> - <td class="tdr tdb">3,00</td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">VII.—Doña María de Padilla.—La cena de los cardenales.</td> - <td class="tdr tdb">3,00</td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">VIII.—El milagro de las rosas.—Resurrección.—Amigas - viejas.</td> - <td class="tdr tdb">3,00</td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">IX.—Las granadas de rubíes.—Las pupilas de - Almotadid.—Las garras de la pantera.—El - último Abderramán.</td> - <td class="tdr tdb">3,00</td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">X.—Tristitiae rerum.</td> - <td class="tdr tdb">3,00</td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">XI.—La leona de Castilla.—En el desierto.</td> - <td class="tdr tdb">3,00</td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">XII.—El rey Galaor.—El triunfo del amor.</td> - <td class="tdr tdb">3,00<span class="pagenum"><a name="Page_170" id="Page_170">[170]</a></span></td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdc tdt tdpt tdpb tdpr">DE RUBÉN DARÍO<br />(Ilustraciones de Ochoa)</td> - <td class="tdr tdpb tdb"> </td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdl tdt tdi tdpr">Tomos publicados:</td> - <td class="tdr tdb"> </td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">I.—La caravana pasa.</td> - <td class="tdr tdb">3,50</td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">II.—Prosas profanas.</td> - <td class="tdr tdb">3,50</td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">III.—Tierras solares.</td> - <td class="tdr tdb">3,50</td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">IV.—Azul.</td> - <td class="tdr tdb">3,50</td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">V.—Parisiana.</td> - <td class="tdr tdb">3,50</td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">VI.—Los raros.</td> - <td class="tdr tdb">3,50</td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">VII.—Cantos de vida y esperanza.</td> - <td class="tdr tdb">3,50</td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">VIII.—Letras.</td> - <td class="tdr tdb">3,50</td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">IX.—Canto a la Argentina.</td> - <td class="tdr tdb">3,50</td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">X.—Opiniones.</td> - <td class="tdr tdb">3,50</td> - </tr> <tr> - <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">XI.—Poema del otoño y otros poemas.</td> - <td class="tdr tdb">3,50</td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">XII.—Peregrinaciones.</td> - <td class="tdr tdb">3,50</td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">XIII.—Prosas políticas.</td> - <td class="tdr tdb">3,50</td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">XIV.—Cuentos y crónicas.</td> - <td class="tdr tdb">3,50</td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">XV.—Autobiografía.</td> - <td class="tdr tdb">3,50</td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">XVI.—El Canto Errante.</td> - <td class="tdr tdb">3,50</td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">XVII.—Viaje a Nicaragua e Historia de mis libros.</td> - <td class="tdr tdb">3,50</td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">XVIII.—Todo al vuelo.</td> - <td class="tdr tdb">3,50</td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">XIX.—España Contemporánea.</td> - <td class="tdr tdb">3,50</td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">XX.—Prosa dispersa.</td> - <td class="tdr tdb">3,50</td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">XXI.—Lira póstuma.</td> - <td class="tdr tdb">3,50</td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">XXII.—Cabezas.</td> - <td class="tdr tdb">3,50</td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdl tdt tdi tdpr">Ediciones especiales de lujo, con decoraciones a - mano de Enrique Ochoa.</td> - <td class="tdr tdb"> </td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdc tdt tdpt tdpb tdpr">HENRIK IBSEN<br />TEATRO COMPLETO</td> - <td class="tdr tdpb tdb"> </td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">I.—Catilina. La tumba del guerrero. La castellana - de Ostrat.</td> - <td class="tdr tdb">3,50</td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">II.—La fiesta de Solhaug. Olaf Liliekrans. Los - guerreros en Helgeland.</td> - <td class="tdr tdb">3,50</td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">III.—Los pretendientes a la corona y la comedia - del amor.</td> - <td class="tdr tdb">3,50<span class="pagenum"><a name="Page_171" id="Page_171">[171]</a></span></td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">IV.—Brand.</td> - <td class="tdr tdb">3,50</td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">V.—Peer Gynt.</td> - <td class="tdr tdb">3,50</td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">VI.—La unión de la juventud. Las columnas de la - sociedad. La casa de una muñeca.</td> - <td class="tdr tdb">3,50</td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">VII.—Emperador y Galileo.</td> - <td class="tdr tdb">3,50</td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">VIII.—Espectros. Un enemigo del pueblo. El - pato silvestre.</td> - <td class="tdr tdb">3,50</td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">IX.—La casa de Rosnier. La dama del mar. Hedda - Gabler.</td> - <td class="tdr tdb">3,50</td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">X.—El constructor Soiness. El niño Eyoit. Al despertar - de nuestra muerte.</td> - <td class="tdr tdb">3,50</td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdc tdt tdpt tdpb tdpr">En preparación obras completas de José Turroll.</td> - <td class="tdr tdpb tdb"> </td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdc tdt tdpt tdpb tdpr">JOSÉ FRANCÉS</td> - <td class="tdr tdpb tdb"> </td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">El año artístico 1915.</td> - <td class="tdr tdb">6,00</td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdl tdt tdi tdpr">» » » tela. </td> - <td class="tdr tdb">8,00</td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">El año artístico 1916 (con 250 grabados).</td> - <td class="tdr tdb">10,00</td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdl tdt tdi tdpr">» » » » » tela. </td> - <td class="tdr tdb">12,00</td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">El año artístico 1917 (con 250 grabados).</td> - <td class="tdr tdb">11,50</td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdl tdt tdi tdpr">» » » » » tela. </td> - <td class="tdr tdb">13,00</td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">El año artístico 1918 (con 250 grabados).</td> - <td class="tdr tdb">11,50</td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdl tdt tdi tdpr">» » » » » tela. </td> - <td class="tdr tdb">13,00</td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdc tdt tdpt tdpb tdpr large">COLECCIÓN DE AUTORES ESPAÑOLES</td> - <td class="tdr tdpb tdb"> </td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdc tdt tdpt tdpb tdpr">NOVELAS</td> - <td class="tdr tdpb tdb"> </td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr"><i>Edmundo González Blanco.</i>—Jesús de Nazareth.</td> - <td class="tdr tdb">3,00</td> - </tr> - <tr> - <td class="tdl tdt"><i>José Francés.</i></td> - <td class="tdl tdt tdb tdh tdpr">—La estatua de carne.</td> - <td class="tdr tdb">3,00</td> - </tr> - <tr> - <td class="tdl tdt"> </td> - <td class="tdl tdt tdh tdpr">—El alma viajera.</td> - <td class="tdr tdb">3,50</td> - </tr> - <tr> - <td class="tdl tdt"><i>López de Sáa.</i></td> - <td class="tdl tdt tdb tdh tdpr">—Los indianos vuelven.</td> - <td class="tdr tdb">3,50</td> - </tr> - <tr> - <td class="tdl tdt"> </td> - <td class="tdl tdt tdh tdpr">—Bruja de amor.</td> - <td class="tdr tdb">3,50</td> - </tr> - <tr> - <td class="tdl tdt"> </td> - <td class="tdl tdt tdh tdpr">—Por un milagro de amor.</td> - <td class="tdr tdb">3,50</td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr"><i>W. Fernández Flórez.</i>—La procesión de los días.</td> - <td class="tdr tdb">3,00</td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr"><i>Elías Cerdá.</i>—Don Quijote en la guerra.<span class="pagenum"><a name="Page_172" id="Page_172">[172]</a></span></td> - <td class="tdr tdb">2,00</td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr"><i>V. García Martí.</i>—Don Severo Carvallo.</td> - <td class="tdr tdb">2,50</td> - </tr> - <tr> - <td class="tdl tdt"><i>María Luisa Latil.</i></td> - <td class="tdl tdb tdh tdpr">—Según labremos.</td> - <td class="tdr tdb">3,00</td> - </tr> - <tr> - <td class="tdl tdt"> </td> - <td class="tdl tdb tdh tdpr">—Genoveva.</td> - <td class="tdr tdb">2,50</td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr"><i>Eugenio Noel.</i>—El allegretto de la Sinfonía VII.</td> - <td class="tdr tdb">3,00</td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr"><i>Rafael Cansinos-Asséns.</i>—Las cuatro gracias.</td> - <td class="tdr tdb">3,50</td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr"><i>Francisco Delicado.</i>—La lozana andaluza.</td> - <td class="tdr tdb">3,00</td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr"><i>J. de Lucas Acevedo.</i>—La Caja de Pandora.</td> - <td class="tdr tdb">3,00</td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr"><i>Martín de la Cámara.</i>—Vidas llameantes.</td> - <td class="tdr tdb">3,00</td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr"><i>Mañara.</i>—Historia en camisa.</td> - <td class="tdr tdb">3,00</td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdc tdt tdpt tdpb tdpr">ESTUDIOS Y CRÓNICAS</td> - <td class="tdr tdpb tdb"> </td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr"><i>Emiliano Ramírez Ángel.</i>—Bombilla-Sol-Ventas.</td> - <td class="tdr tdb">3,00</td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr"><i>J. M. Carretero.</i>—Lo que sé por mí (dos series).</td> - <td class="tdr tdb">3,00</td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr"><i>J. Costa.</i>—Alemania contra España.</td> - <td class="tdr tdb">3,00</td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr"><i>Pedro Pellicena.</i>—Los Cosacos.</td> - <td class="tdr tdb">3,50</td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr"><i>Margarita de la Torre.</i>—Jardín de damas curiosas.</td> - <td class="tdr tdb">3,50</td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr"><i>Fola Igurbide.</i>—El Actor.</td> - <td class="tdr tdb">3,50</td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr"><i>Alberto Ghiraldo.</i>—Los nuevos caminos.</td> - <td class="tdr tdb">3,50</td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr"><i>Enciso.</i>—El soneto en España.</td> - <td class="tdr tdb">3,00</td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdc tdt tdpt tdpb tdpr">POESÍAS</td> - <td class="tdr tdpb tdb"> </td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr"><i>José Montero.</i>—Yelmo florido (con ilustraciones).</td> - <td class="tdr tdb">4,00</td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr"><i>Zurita.</i>—Pícaros y donosos.</td> - <td class="tdr tdb">3,00</td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr"><i>Mauricio Bacarisse.</i>—El esfuerzo.</td> - <td class="tdr tdb">3,00</td> - </tr> - <tr> - <td class="tdl tdt"><i>Eliodoro Puche.</i></td> - <td class="tdl tdb tdh tdpr">—Libro de los elogios galantes y - de los crepúsculos de otoño.</td> - <td class="tdr tdb">2,50</td> - </tr> - <tr> - <td class="tdl tdt"> </td> - <td class="tdl tdb tdh tdpr">—Corazón de la noche.</td> - <td class="tdr tdb">2,50</td> - </tr> - <tr> - <td class="tdl tdt"> </td> - <td class="tdl tdb tdh tdpr">—Motivos líricos.</td> - <td class="tdr tdb">2,50</td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr"><i>Emilio Carrère.</i>—El retablo de los poetas (Antología).</td> - <td class="tdr tdb">3,50</td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdc tdt tdpt tdpb tdpr">TEATRO</td> - <td class="tdr tdpb tdb"> </td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr"><i>Muñoz Seca</i> y <i>López Núñez</i>.—El Rayo.</td> - <td class="tdr tdb">3,00</td> - </tr> - <tr> - <td class="tdl tdt"><i>H. Ibsen.</i></td> - <td class="tdl tdt tdh tdpr">—Dramas líricos.</td> - <td class="tdr tdb">2,00</td> - </tr> - <tr> - <td class="tdl tdt"> </td> - <td class="tdl tdt tdh tdpr">—La castellana de Ostrat.</td> - <td class="tdr tdb">2,00</td> - </tr> - <tr> - <td class="tdl tdt"> </td> - <td class="tdl tdt tdh tdpr">—Espectros.</td> - <td class="tdr tdb">2,00<span class="pagenum"><a name="Page_173" id="Page_173">[173]</a></span></td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdc tdt tdpt tdpb tdpr large">LAS GRANDES FIGURAS DE LA GUERRA - EUROPEA</td> - <td class="tdr tdpb tdb"> </td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">Biografías de los generales: <b>Alberto I de Bélgica.</b>—<b>Joffre.</b>—<b>Sir - John French.</b>—<b>Lord Kirchener.</b> - Con preciosas fototipias, a.</td> - <td class="tdr tdb">3,00</td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdc tdt tdpt tdpb tdpr large">COLECCIÓN DE AUTORES EXTRANJEROS</td> - <td class="tdr tdpb tdb"> </td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdc tdt tdpb tdpr">Traducidas por <i>Felipe Trigo</i>, <i>Rafael Cansinos</i> y - <i>Pedro de Répide</i>.</td> - <td class="tdr tdb"> </td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr"><i>Victoriano de Saussay.</i>—La ciencia del beso.</td> - <td class="tdr tdb">3,50</td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr"><i>René Emery.</i>—Santa María Magdalena.</td> - <td class="tdr tdb">3,50</td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr"><i>Maquiavelo.</i>—Obras festivas: La Mandrágora.—El - P. Alberico.—La Celestina.—El - archidiablo Belfegor.</td> - <td class="tdr tdb">3,00</td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr"><i>Claudia Lemaitre.</i>—Juegos de Damas.</td> - <td class="tdr tdb">3,50</td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdc tdt tdpt tdpb tdpr large">CELEBRIDADES ESPAÑOLAS</td> - <td class="tdr tdpb tdb"> </td> - </tr> - <tr> - <td class="tdl tdt">I.—Bécquer.</td> - <td class="tdl tdb tdpr">(encuadernados en tela)</td> - <td class="tdr tdb">3,50</td> - </tr> - <tr> - <td class="tdl tdt">II.—Zorrilla.</td> - <td class="tdl tdb tdpr">(ídem)</td> - <td class="tdr tdb">3,50</td> - </tr> - <tr> - <td class="tdl tdt">III.—Espronceda.</td> - <td class="tdl tdb tdpr">(ídem)</td> - <td class="tdr tdb">3,50</td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdc tdt tdpt tdpb tdpr large">COLECCIÓN SELECTA</td> - <td class="tdr tdpb tdb"> </td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr"><i>Tomás de Quincey.</i>—Los últimos días de Kant.</td> - <td class="tdr tdb">1,00</td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr"><i>Kalidasa.</i>—El reconocimiento de Sakuntala.</td> - <td class="tdr tdb">1,00</td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr"><i>Rousseau.</i>—Discurso sobre las artes y las ciencias.</td> - <td class="tdr tdb">1,00</td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr"><i>Luciano de Samosata.</i>—La diosa de Siria.</td> - <td class="tdr tdb">1,00</td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr"><i>L. Sterne.</i>—Viaje sentimental de un inglés a - Francia.</td> - <td class="tdr tdb">1,00</td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr"><i>F. Alvarado.</i>—El filósofo rancio. (Cartas)</td> - <td class="tdr tdb">1,50<span class="pagenum"><a name="Page_174" id="Page_174">[174]</a></span></td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdc tdt tdpt tdpb tdpr large">COLECCIÓN CIENCIA Y ARTE</td> - <td class="tdr tdpb tdb"> </td> - </tr> - <tr> - <td class="tdl tdt"><i>Ricardo Yesares.</i></td> - <td class="tdl tdt tdh tdpr">—¿Qué quieres aprender? Electricidad. - (Encuadernado en tela).</td> - <td class="tdr tdb">3,50</td> - </tr> - <tr> - <td class="tdl tdt"> </td> - <td class="tdl tdt tdh tdpr">—¿Qué quieres ser? Automovilista. - (Encuadernado en tela).</td> - <td class="tdr tdb">3,50</td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdc tdt tdpt tdpb tdpr large">OBRAS VARIAS</td> - <td class="tdr tdpb tdb"> </td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr"><i>Stendhal.</i>—Del amor.</td> - <td class="tdr tdb">6,00</td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr"><i>E. M. Segovia</i> (Oficial del Banco de España).—Los - documentos de crédito.</td> - <td class="tdr tdb">5,00</td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr"><i>Rivero.</i>—Legislación de clases pasivas. (Volumen - de 500 páginas, encuadernado en tela).</td> - <td class="tdr tdb">10,00</td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr"><i>R. Yesares.</i>—Ayuda memoria del mecánico electricista. - (Un volumen, encuadernado en tela).</td> - <td class="tdr tdb">1,50</td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdc tdt tdpt tdpb tdpr large">LIBROS DE CARTAS</td> - <td class="tdr tdpb tdb"> </td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">El arte de escribir cartas.</td> - <td class="tdr tdb">1,00</td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">Manual epistolar (encuadernado en tela).</td> - <td class="tdr tdb">2,00</td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">Cartas amorosas.</td> - <td class="tdr tdb">0,60</td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">Epistolario de amor (encuadernado).</td> - <td class="tdr tdb">2,00</td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdc tdt tdpt tdpb tdpr large">COLECCIONES POPULARES</td> - <td class="tdr tdpb tdb"> </td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdc tdt tdpb tdpr">COLECCIÓN «MAC-BULL»</td> - <td class="tdr tdb"> </td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">Obras sensacionales, originales del conocido escritor - señor <i>Bedoya</i>, cuya maestría en esta literatura - es universal:</td> - <td class="tdr tdb"> </td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">El millonario detective.</td> - <td class="tdr tdb">1,50</td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">El secreto del Kaiser.</td> - <td class="tdr tdb">1,50</td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">La bola de sangre.</td> - <td class="tdr tdb">2,00</td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2" class="tdl tdt tdh tdpr">El alma de las brujas.</td> - <td class="tdr tdb">2,00</td> - </tr> -</table> - -<hr class="chap2" /> -</div> - - - - -<div class="chapter"> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_175" id="Page_175">[175]</a></span></p> - -<div class="figcenter" style="width: 300px;"> -<img src="images/illus017.jpg" width="300" height="356" alt="" /> -</div> - -<p class="no-indent center p2 small"> -ACABÓSE -DE IMPRIMIR ESTE -LIBRO EN MADRID, EN LA -TIPOGRAFÍA YAGÜES -EL DÍA X DE ABRIL DEL -AÑO MCMXIX -</p> - -<hr class="chap" /> -</div> - - - - - - - - -<pre> - - - - - -End of the Project Gutenberg EBook of Prosa Dispersa, by Rubén Darío - -*** END OF THIS PROJECT GUTENBERG EBOOK PROSA DISPERSA *** - -***** This file should be named 55616-h.htm or 55616-h.zip ***** -This and all associated files of various formats will be found in: - http://www.gutenberg.org/5/5/6/1/55616/ - -Produced by Josep Cols Canals, Nahum Maso i Carcases and -the Online Distributed Proofreading Team at -http://www.pgdp.net (This file was produced from images -generously made available by The Internet Archive/Canadian -Libraries) - - -Updated editions will replace the previous one--the old editions -will be renamed. - -Creating the works from public domain print editions means that no -one owns a United States copyright in these works, so the Foundation -(and you!) can copy and distribute it in the United States without -permission and without paying copyright royalties. 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Redistribution is -subject to the trademark license, especially commercial -redistribution. - - - -*** START: FULL LICENSE *** - -THE FULL PROJECT GUTENBERG LICENSE -PLEASE READ THIS BEFORE YOU DISTRIBUTE OR USE THIS WORK - -To protect the Project Gutenberg-tm mission of promoting the free -distribution of electronic works, by using or distributing this work -(or any other work associated in any way with the phrase "Project -Gutenberg"), you agree to comply with all the terms of the Full Project -Gutenberg-tm License (available with this file or online at -http://gutenberg.org/license). - - -Section 1. General Terms of Use and Redistributing Project Gutenberg-tm -electronic works - -1.A. By reading or using any part of this Project Gutenberg-tm -electronic work, you indicate that you have read, understand, agree to -and accept all the terms of this license and intellectual property -(trademark/copyright) agreement. 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It exists -because of the efforts of hundreds of volunteers and donations from -people in all walks of life. - -Volunteers and financial support to provide volunteers with the -assistance they need, are critical to reaching Project Gutenberg-tm's -goals and ensuring that the Project Gutenberg-tm collection will -remain freely available for generations to come. In 2001, the Project -Gutenberg Literary Archive Foundation was created to provide a secure -and permanent future for Project Gutenberg-tm and future generations. -To learn more about the Project Gutenberg Literary Archive Foundation -and how your efforts and donations can help, see Sections 3 and 4 -and the Foundation web page at http://www.pglaf.org. - - -Section 3. Information about the Project Gutenberg Literary Archive -Foundation - -The Project Gutenberg Literary Archive Foundation is a non profit -501(c)(3) educational corporation organized under the laws of the -state of Mississippi and granted tax exempt status by the Internal -Revenue Service. The Foundation's EIN or federal tax identification -number is 64-6221541. Its 501(c)(3) letter is posted at -http://pglaf.org/fundraising. Contributions to the Project Gutenberg -Literary Archive Foundation are tax deductible to the full extent -permitted by U.S. federal laws and your state's laws. - -The Foundation's principal office is located at 4557 Melan Dr. S. -Fairbanks, AK, 99712., but its volunteers and employees are scattered -throughout numerous locations. Its business office is located at -809 North 1500 West, Salt Lake City, UT 84116, (801) 596-1887, email -business@pglaf.org. Email contact links and up to date contact -information can be found at the Foundation's web site and official -page at http://pglaf.org - -For additional contact information: - Dr. Gregory B. Newby - Chief Executive and Director - gbnewby@pglaf.org - - -Section 4. Information about Donations to the Project Gutenberg -Literary Archive Foundation - -Project Gutenberg-tm depends upon and cannot survive without wide -spread public support and donations to carry out its mission of -increasing the number of public domain and licensed works that can be -freely distributed in machine readable form accessible by the widest -array of equipment including outdated equipment. Many small donations -($1 to $5,000) are particularly important to maintaining tax exempt -status with the IRS. - -The Foundation is committed to complying with the laws regulating -charities and charitable donations in all 50 states of the United -States. Compliance requirements are not uniform and it takes a -considerable effort, much paperwork and many fees to meet and keep up -with these requirements. We do not solicit donations in locations -where we have not received written confirmation of compliance. To -SEND DONATIONS or determine the status of compliance for any -particular state visit http://pglaf.org - -While we cannot and do not solicit contributions from states where we -have not met the solicitation requirements, we know of no prohibition -against accepting unsolicited donations from donors in such states who -approach us with offers to donate. - -International donations are gratefully accepted, but we cannot make -any statements concerning tax treatment of donations received from -outside the United States. U.S. laws alone swamp our small staff. - -Please check the Project Gutenberg Web pages for current donation -methods and addresses. Donations are accepted in a number of other -ways including checks, online payments and credit card donations. -To donate, please visit: http://pglaf.org/donate - - -Section 5. General Information About Project Gutenberg-tm electronic -works. - -Professor Michael S. Hart is the originator of the Project Gutenberg-tm -concept of a library of electronic works that could be freely shared -with anyone. For thirty years, he produced and distributed Project -Gutenberg-tm eBooks with only a loose network of volunteer support. - - -Project Gutenberg-tm eBooks are often created from several printed -editions, all of which are confirmed as Public Domain in the U.S. -unless a copyright notice is included. Thus, we do not necessarily -keep eBooks in compliance with any particular paper edition. - - -Most people start at our Web site which has the main PG search facility: - - http://www.gutenberg.org - -This Web site includes information about Project Gutenberg-tm, -including how to make donations to the Project Gutenberg Literary -Archive Foundation, how to help produce our new eBooks, and how to -subscribe to our email newsletter to hear about new eBooks. - - -</pre> - -</body> -</html> diff --git a/old/55616-h/images/cover.jpg b/old/55616-h/images/cover.jpg Binary files differdeleted file mode 100644 index 7dc4769..0000000 --- a/old/55616-h/images/cover.jpg +++ /dev/null diff --git a/old/55616-h/images/drop-a.jpg b/old/55616-h/images/drop-a.jpg Binary files differdeleted file mode 100644 index 9773f65..0000000 --- a/old/55616-h/images/drop-a.jpg +++ /dev/null diff --git a/old/55616-h/images/drop-c.jpg b/old/55616-h/images/drop-c.jpg Binary files differdeleted file mode 100644 index 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