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If you are not located in the United States, you'll have -to check the laws of the country where you are located before using this ebook. - - - -Title: Paris en América - -Author: Renato Lefebvre - -Translator: Lucio V. Mansilla - Domingo Faustino Sarmiento - -Release Date: March 18, 2017 [EBook #54386] - -Language: Spanish - -Character set encoding: UTF-8 - -*** START OF THIS PROJECT GUTENBERG EBOOK PARIS EN AMÉRICA *** - - - - -Produced by Josep Cols Canals, Adrian Mastronardi and the -Online Distributed Proofreading Team at http://www.pgdp.net -(This file was produced from images generously made -available by The Internet Archive/American Libraries.) - - - - - -Nota del transcriptor: Consulte la nota del autor al final del libro -en la página “Fé de las principales erratas”. Errores de impresión y -puntuación se han corregido, y las erratas enumeradas, pero algunos -pueden permanecer--reproducido como el texto original. - - - - - PARIS - EN AMÉRICA - - POR - EL DOCTOR RENATO LEFEBVRE - - PARISIENSE - de la Société des Contribuables de France et des Administrés de - Paris; des Sociétés Philadelphique et Philarmonique d’Alise et - d’Alaise, etc.; - DE LA REAL ACADEMIA DE LOS TONTOS DE GUISANDO; - _Pastore nell’ Arcadia in Brenta (detto Melibeo l’Intronato)_; - Mitglied des Gross-und Klein-Deutschen Narren-Landtages,[1] - Mitglied der K. K. Hanswurst-Academie zu Gaenserdorf;[2] - - MEMBRE - du Club Tartelon, a Coventry F. R. F. S. M. A. D. D., etc. - Comandeur de l’Ordre grand-ducal DELLA CIVETTA; - CHEVALIER DU MERLE-BLANC (LXXXIXᵉ CLASE) AVEC PLAQUE, ETC., ETC. - - ÆGRI SOMNIA. - - TRADUCIDA POR - LUCIO V. MANSILLA--DOMINGO F. SARMIENTO. - DE LA DÉCIMA EDICION FRANCESA. - -[1] Miembro de las Dietas, grande y chica, de locos Alemanes. - -[2] Miembro de la Real Academia de Charlatanes, de Gaenserdorf (ó sea -pueblo de los Patos). - - BUENOS AIRES - Imprenta de la Sociedad Tipográfica Bonaerense, Tacuarí 65 - 1864. - - - - -NOTA DE LOS TRADUCTORES. - - -Como el penetrativo lector vá á verlo, hemos creido conveniente para su -mejor intelijencia introducir en nuestra traduccion algunos neolojismos. -El carácter del libro lo permite. Contiene filosofia y mucho caudal de -enseñanza; pero no es ni un tratado de filosofía, ni una obra didáctica. - -El pronombre personal _vous_,--que en el estilo familiar se traduce _Ud._ -hemos creido conveniente traducirlo _vos_, siguiendo en esto á algunos -buenos traductores modernos, y la opinion del nuevo Diccionario de -literatos de 1863 que dice--que _vos_ es un término medio entre el _tu_ y -el _Ud._ y que es muy usual entre las personas que ni quieren tutearse ni -tratarse con la frialdad y ceremonia que implica el _Ud._ - -Por la unidad de la ortografía pondremos siempre _jota_ en las sílabas -_je_--_ji_. - - - - -PARIS EN AMÉRICA. - - -LECTOR: - -Hé ahí el nombre del libro, cuya traduccion os ofrecemos. Está dedicado á -la Europa y la América. Lleva ya siete ediciones agotadas, y sin embargo, -continúa todavia despertando la atencion del mundo civilizado. - -Su autor se oculta bajo el pseudónimo de Lefebvre, y no podemos deciros -á que viene el misterio, tratándose de una reputacion tan hecha como la -de Laboulaye. Son secretos de la mente, cuyo velo no tenemos el poder de -descorrer. - -El rosario de títulos con que Lefebvre se adorna, puede padeceros trivial -é induciros á creer que el charlatanismo ha querido abrirse paso, -lanzando un globo de esploracion. Pero no: Lefebvre es hombre sério y -sesudo,--sério como un metodista, sesudo como un catalan,--y si habla en -tono de broma es que en los tiempos que alcanzamos, los libros y papeles -que mienten y engañan mas son los libros y papeles sérios. Díganlo si no -el _Times_ y el _Monitor_, comparados con el _Punch_ y el _Charivari_; la -_Tribuna_ y el _Mosquito_, Montaigne y Renan. - -La sociedad quiere que se la engañe sin reir, y que se la diga la verdad -haciéndola reir. Con su pan se lo coma, como decia frecuentemente el -padre de uno de los traductores: en el pecado lleva la penitencia! - -Leedlo y lo vereis. Os aseguramos bajo nuestra _palabra de honor_, que -no sereis como Nemorino, víctima de Dulcamara. Hay en él, algo para -la mujer, algo para el hombre, algo para el comerciante, algo para -el fraile, algo para el gobierno, algo para el pueblo, algo para los -necios, algo para los vivos, en suma, y para acabar en dos palabras la -enumeracion, _mucho para todos_. - -Si lo leeis en invierno os aseguramos que no os incomodará la lumbre -de la estufa (si la teneis),--ni el frio (que lo dudamos). Si lo leeis -en verano, la cuestion cambia de aspecto, como es natural, y, es casi -seguro que si estais al rayo del sol lo aguantareis. Es libro para el -hogar,--libro para el campamento,--libro para el _tourist_, y que solo -puede no divertir á los que admiran la organizacion política y social de -la China ó del Mogol. - -Si creis que, porque habeis leido á Tocqueville, Chevalier, Grimke y las -correspondencias de Debrin, conoceis la América, os equivocais. Los tres -primeros os habrán dicho y enseñado, como está constituido el gobierno, -os habrán esplicado la complicada y á la vez sencilla maquinaria del -_réjimen representativo_, _democrático_, _federal_. El último os habrá -edificado diciéndoos como se matan los pueblos _libres del todo_, con -los pueblos _libres_ á _medias_,--el Norte con el Sur,--y os habrá -engañado mas de una vez. Pero ninguno de ellos os habrá revelado una cosa -tan interesante como la que ha podido ver y estudiar Lefebvre, sin mas -trabajo que comerse una píldora. Reis eh! Y, sin embargo, vivimos en el -siglo de las _píldoras_. Díganlo sino Brandreth, Torres y el que la ha -hecho tragar á la Francia que _el imperio es la paz_. - -Os diremos que cosa es esa,--no sea que nos tacheis de charlatanes, -á nosotros pobres traductores, que tanto aborrecemos en su esencia y -en su forma la literatura _Kerosénica_. Pues esa cosa es: como vive y -debe vivir un pueblo libre, ó diciendo lo que hubiéramos debido decir -primero,--qué clase de bien-estar, de sentimientos, é ideas son las que -desarrolla y debe desarrollar la libertad bien entendida y sínceramente -practicada. - -Ya veis que el negocio es de interés para un pueblo, que como el -Argentino, al cual tenemos el honor de pertenecer, nos atrona todos los -dias los oidos hablándonos de libertad,--de instituciones--etc., etc.,.... - -Leed, pues, á PARIS EN AMÉRICA, y, no nos creais en el resto de nuestra -vida si su lectura no os hace buen provecho. Si la _píldora_ no os cura -la indigestion de malas ideas y de falsas apreciaciones que teneis, desde -sabe Dios cuando os empachásteis con libros franceses del siglo pasado. - -Un palabra todavia,--llamadnos _esplotadores_, si os dormis leyendo -nuestra traduccion,--corruptores de la _conciencia pública_, si ella deja -en vuestro corazon, en el de vuestros hijos ó hijas, nietos, viznietos, -tataranietos ó choznos, de ambos sexos, el jérmen de una mala semilla. - -Es lo único que en el preámbulo podemos deciros y ofreceros; lo que -debeis darnos en cambio del servicio que creemos rendiros vá en la -_Postdata_[3], con todo lo cual quedamos, lector querido, vuestros-- - - muy atentos servidores. - - LUCIO V. MANSILLA--DOMINGO F. SARMIENTO. - -[3] Se suprime la Postdata--que salió en el Prospecto suelto. - - - - -AL LECTOR. - - -Lector amigo: te ofrezco este librejo, escrito para tu regalo y para el -mio. No lo dedico ni á la fortuna ni á la gloria,--la fortuna es una -doncella que, hace seis mil años, corre tras los jóvenes; la gloria es -una vivandera que no se complace sinó con los soldados. Soy viejo, no he -muerto á nadie, y por eso no tengo mas deseo que buscar la verdad á mi -modo, y decirla á mi manera. Si no tengo toda la gravedad de un buey, de -un ganzo, ó de un........ (escoje el nombre que quieras), perdóname; los -primeros actos de la vida nos han hecho llorar lo bastante para que nos -sea permitido reir antes que caiga el telon. Cuando se han perdido las -ilusiones de los veinte años, no se toma á lo sério ni la comedia, ni los -comediantes. - -Si este librejo te agrada, bueno; si te escandaliza, tanto mejor; si -lo arrojas, no tienes razon; si lo comprendes, eres mas ducho que -Maquiavelo. Házlo el breviario de tus horas perdidas, que no tendrás -de que arrepentirte: _Non est hic piscis omnium_. Las paradojas de la -víspera son las verdades del dia siguiente. ¡Al buen entendedor, salud! - -Algun dia, quizá, verás á la débil luz de mi linterna, la fealdad de -los ídolos que adoras hoy dia; quizá tambien, mas allá de la sombra -decreciente, apercibas en todo el encanto de su inmortal sonrisa, á la -Libertad, hija del Evanjelio, hermana de la justicia y de la piedad, -madre de la igualdad, de la abundancia y de la paz. Ese dia, lector -amigo, no dejes estinguir la llama que te confio; alumbra, ilumina á esa -juventud que nos apura ya y nos empuja, preguntándonos el camino del -porvenir. ¡Ojalá! que ella sea mas loca que sus padres, pero de otra -manera, tal es mi deseo y mi esperanza. - -Con esto, ruego á Dios te libre de ignorantes y de tontos. En cuanto á -los malos, ese es tu cuento; la vida es un entrevero: has nacido soldado, -defiéndete; ó mejor dicho, recupera de los Americanos la antigua divisa -de la Francia: _¡Adelante! siempre y en todas partes, ¡Adelante!_ - - RENATO LEFEBVRE. - -New Liberty [Virginia] Julio 4 de 1862. - - - - -PARIS EN AMÉRICA. - - - - -CAPITULO PRIMERO. - -Un espiritista americano. - - “Mr. Jonatás Dream, espiritista y _medium_ trascendental - de Salem (Mass.) invita á vd. á la velada _psíquica y - medianímica_, que dará el martes 1.ᵒ de Abril próximo, en su - hotel, calle de la Luna número 33.” - - “Sonambulismo, éxtasis, vision, prevision, profesía, segunda - vista, doble vista, adivinacion, penetracion, sustraccion del - pensamiento, evocaciones, conversacion, poesía, y escritura - sobre-naturales; pensamientos de ultra-tumba y arcanos de la - vida futura descubiertos, &a. &a.” - - _Las puertas se cerrarán á las ocho de la noche en punto._ - - -¡Pardiez! decia yo para mi coleto, leyendo y volviendo á leer esta -carta,--deveras que no me disgustaria hacer relacion con un _medium_ -americano, cofrade en _pneumatolojia_ positiva y esperimental, porque -habeis de saber que yo tambien soy _espiritista_. ¡Que diantre! Bien -puede uno no ser sino un simple vecino de Paris, y, sin embargo, haber -ovocado yá lo mismo que cualquier otro á César, Napoleon, Voltaire, -Madama de Pompadour, Ninon, Robespierre etc. Algo mas, y lo diré, -aunque repugne á mi modestia: estos ilustres personajes no me han -eclipsado con su jénio: todos me han respondido como si yo mismo les -hubiera soplado la respuesta. Veamos si el Señor Jonatás Dream, con sus -pretenciones de ultramar, tiene mas espíritu, ó mas espíritus que vuestro -servidor, Daniel Lefebvre, médico de la facultad de Paris, discípulo en -espiritismo de Mr. Hornung de Berlin, de Mr. de Keichembach y del baron -de Guldenstuble.--A espiritista, espiritista y medio. - -En una hermosa habitacion, al estremo de un salon herméticamente cerrado, -aunque resplandeciente de luces (lo que no sucede jeneralmente en -nuestras reuniones espiritistas) encontré á Mr. Jonatás Dream sentado -delante de una mesa redonda. Tenia la mirada melancólica y el rostro -inspirado de las sibilas. Frente á él estaban sentados media docena -de sus adeptos, con aire recojido. Siempre el mismo público: jentes -nerviosas, mugeres que no han sido comprendidas, sarjentos-mayores ó -viudas retiradas; cada uno escribia en un papel el nombre de los muertos -que queria interrogar; yo hice lo mismo que todos. - -Mezclados los nombres en un sombrero, el primero que se sacó fué el de -José de Maistre. Jonatás se recojió por un instante, aplicó la mano -á su oido, para escuchar la voz que le hablaba muy bajo, y escribió -rápidamente lo que sigue: - -“--No hay conocimiento estéril; todo conocimiento se parece á aquel de -que habla la Biblia: Adan conoció á Eva, y Eva concibió.” - -“--Sin _Credo_ no hay crédito.” - ---Eh! eh! me dije, hé ahí unas paradojas que tienen buen aspecto; están -dotadas de toda la ridiculez del padre, me parece solamente, haberlas -visto yá en alguna parte: en lo de Baader, si no me engaño. Despues -de todo, allá arriba no hay propiedad literaria y es muy posible que -por distraccion, se entretengan en robarse las ideas. Hipócrates, vino -en seguida,--tuvo la cortesanía de hablar en francés; he aquí lo que -escribió su intérprete. - ---El hombre que piensa mas, es el que dijiere menos. En circunstancias -iguales, el que piensa menos es el que dijiere mejor. - ---Ay de mi!--esclamó una mujercita, cuyo rostro descarnado, desaparecia -bajo las ondas de sus cabellos encanecidos--esa es una repuesta de -médico, una repuesta brutal, hecha por los hombres y para los hombres. No -es ese el pensamiento que consume el corazon, es.... Y suspiró. - -Se llamó á Nostradamus,--se le pidió su opinion sobre el porvenir de -Polonia, de Francia, y de Italia. La siguiente es la repuesta del gran -adivino, jénio sublime que deja siempre á los otros el cuidado de -entender lo que dice. - - En France, Italie et Pologne, - Beaucoup d’esprit, peu de vergogne - En Pologne, France, Italie - On est sage aprés la folie; - En Italie, Pologne et France - Moins de bonheur que d’esperance[4] - -Tuvimos que contentarnos con este oráculo, demasiado profundo para -que fuera claro. Despues del hechicero provenzal, le tocó el turno á -Kosciusko. Esa noche el Washington polaco estaba de mal humor, no se le -pudo arrancar nada mas que esta divisa latina; _In servitute dolor, in -libertate labor_; en la esclavitud dolor, en la libertad labor, tres -veces se le interrogó, tres veces dió esta repuesta seca, arrojándónosla -al rostro como un reproche, que ni siquiera comprendiéramos. - -El último billete pedia que se interrogasen á Don Quijote, á Tom Jones, -á Robinson ó á Werther, lo que hizo reir al cenáculo, aunque á decir -verdad, no tenia bastante gana. El autor de esta impertinencia, tengo -verguenza de confesarlo,--era yo.--Los muertos y los vivos me fastidian -hace tanto tiempo, que me habria gustado mucho saber lo que pasa en las -cabezas de jentes que jamás existieron. - -Jonatás Dream arrojó el aciago billete á la canasta, y anunció que la -sesion habia concluido, despidiéndonos á fuerza de cortesias.--En el -momento en que yo salia, me puso la mano en el hombro, y me rogó que me -quedase. - -Una ves solos:--Sois vos cófrade, me dijo riendo de un modo singular, -sois vos quien me ha dirijido una pregunta que esos profanos juzgan -indiscreta?--quizá sois de su parecer. ¡Ciego, que nunca habeis sondado -los arcanos de la eterna verdad!--¿Os imaginais que don Quijote y -Sancho, que Robinson y Domingo, que Werther y Carlota, que Tom Jones -y Sofia, no han existido?--¡Qué!--el hombre no puede crear un átomo -de materia, ¡y suponeis que pueda crear pieza por pieza almas que no -perecerán jamás!--¿No creis tanto en D. Quijote como en todos los -Artajerjes?--¿Acaso Robinson no ha vivido, á vuestro juicio, lo mismo que -los Drake y los Magallanes. - ---¡Cómo!--¿el injenioso D. Quijote ha vivido?--¿Y podria yo conversar con -el sabio prefecto de la Insula Barataria? - ---Sin duda.--Comprended pues, lo que es un poeta. Es un vidente, un -profeta, que se eleva hasta el mundo invisible. Allí, entre los millones -de seres que han pasado sobre la tierra, y cuyo recuerdo se ha perdido -aqui abajo, él escoje aquellos que quiere hacer revivir en la memoria -de los hombres.--Los evoca, les habla, les escucha, y escribe segun su -dictado. Lo que la necia humanidad, toma por una invencion del artista, -no es mas que la confesion de un muerto desconocido; pero vos que sois -espiritista, ó que teneis pretenciones de tal, ¿cómo es que no reconoceis -una voz extra-natural?--¿Porqué os dejais engañar como la multitud?--¿Tan -poco adelantado estais en las vias de la medianimidad? Al hablar asi, -Jonatás Dream, echó la cabeza hácia atrás, y agitando los brazos, -abriendo y cerrando las manos, avanzó sobre mi, como para ahogarme en su -fluido. - ---Cofrade, le dije, veo que sois un hombre de talento, aunque -espiritísta; y no dudo que podais escribirnos un discurcito á la D. -Quijote, ó improvisar algunos nuevos refranes dignos de Sancho.--Pero -estamos solos, y ambos somos agoreros; tenemos el derecho de mirarnos y -hasta el de reirnos mirándonos. No pasemos adelante, os deseo un feliz -éxito. En Francia es cosa sabida; el pueblo que se crée el mas espiritual -de la tierra es naturalmente el que con mas facilidad se deja conducir de -la punta de la nariz. Preguntádselo á las mujeres de París. - ---Alto ahí,--esclamó el májico con tono furioso. ¿Me hé engañado -acaso?--¿Sois un falso hermano?--¿Me tomais por un charlatan, por un -mistificador, por un saltimbanqui?--Sabed que Jonatás Dream no ha -dicho jamás una palabra que no fuera verdad. ¡Ah! dudais de mi poder, -caballerito. ¿Qué prueba quereis que os dé?--¿Es necesario que os quite -todas vuestras ideas, lo que no será dificil; es necesario haceros -dormir, que paseis por el frio, el calor, el viento, ó la lluvia, es -necesario....? - ---Nada de magnetismo, le dije; sé que en eso hay un fenómeno natural mal -conocido hasta ahora, y del cual abusais.--Si quereis convencerme, no -principieis por hacer dormir.--No estamos en la Academia. - ---Y bien, dijo él, fijando en mí sus ojos relucientes, ¿qué diriais si os -transportára á América? - ---¿A mí?--Necesito verlo para creerlo. - ---Sí, á vos, esclamó, y no solamente á vos, sino á vuestra mujer, -vuestros hijos, vuestros vecinos, vuestra casa, vuestra calle, y si -pronunciais una palabra, á París entero.--Sí, agregó, poseido de una -ajitacion febril, sí, si quiero, mañana por la mañana París estará en -Massachusetts; y en los bordes del Sena no habrá mas que una llanura -desierta. - ---Mi querido hechicero, hubiera convenido vender vuestro secreto al -señor Prefecto del Sena; eso nos habria economizado algunos millones -quizá. Durante la ausencia de los parisienses, se les habria hecho un -París nuevecito, recto y monótono como Nueva York; un París sin pasado, -sin monumentos, sin recuerdos; nuestros arquitectos todos, y todos los -maestros administradores se hubiesen enloquecido de puro gozo. - ---Os chanceais; dijo Jonatás, teneis miedo....os lo repito: mañana, si -quiero, París estará en Massachusetts, junto con Versalles--¿Aceptais el -desafio? - -Sí, ciertamente, lo acepto, respondíle riendo. Y sin embargo, la -seguridad de este demonio de hombre me turbaba. Soy entendido en materia -de fanfarronadas; leo veinte diarios todos los dias, y he oido á mas de -un ministro en la tribuna; pero esa voz de iluminado me imponia, apesar -mio. - ---Tomad esta caja, dijo el májico con tono imperioso; abridla, hé ahí dos -píldoras, una para vos, otra para mí, escojed, y no me interrogueis. - ---Habia ido demasiado lejos para retroceder--Tragué uno de los glóbulos, -Jonatás tomó el otro y me saludó, diciéndome con voz cavernosa: Hasta -mañana, del otro lado del océano. - -Una vez en la calle, me encontré en un estado singular. Corrí de un -aliento á los Campos Eliseos, sin apercibirme de la distancia. Me sentia -mas vivo, mas lijero, mas elástico que nunca lo estuvo creatura humana; -me parecia que saltando tocaria los cuernos de la luna, que se elevaba en -el horizonte. Todos mis sentidos tenian una sutileza increible--Desde la -plaza de la Concordia veia los carruajes que daban vuelta al rededor del -arco de la Estrella, escuchaba el tic-tac de la gran aguja que marca la -hora en el reloj de las Tullerias. La vida corria por mis venas con una -velocidad y un calor desconocidos; me preguntaba si una mano invisible -no me conducia yá al otro lado del Atlántico. Para tranquilizarme, miré -á la apagada media luna que ascendia lentamente en el cielo. Seguro de -no haber cambiado de meridiano, entré en mi casa, avergonzado de mi -credulidad, y me dormí riendome de Mr. Dream y de sus locas amenazas. - - - - -CAPITULO II. - -¿Es esto un sueño? - - -Durante la noche tuve un sueño--¿Fué en efecto un sueño? Jonatás sentado -á mi cabecera me miraba con aire burlon. - ---¡Qué tal! decia, señor incrédulo--cómo os encontrais despues de la -travesia?--¿El viaje os ha fatigado demasiado? - ---El viaje, murmuré; si no me he movido de la cama. - ---No; pero estais en América--No os tireis de la cama como un -loco,--esperad á que os dé algunas instrucciones para que la sorpresa no -os mate. En primer lugar, he trastornado vuestra casa. En un pais libre -no se vive como en una caserna, revuelto, sin reposo y sin dignidad. De -cada uno de esos cajoncitos, que llamais pisos, he hecho una habitacion -á la americana, la he dispuesto y amueblado á mi modo, y le he agregado -un jardincito. Para arreglar asi las cuarenta mil casas de París, he -empleado cerca de dos horas; no lo siento; vedos señor de vuestra casa, -es la primera de las libertades. De hoy en adelante no tendreis que -sufrir á vuestros vecinos, ni que hacerles sufrir á su vez. Olores de -cocina y de caballeriza, gritos de niños, de mujeres y de amas, ahullidos -de perros, maullidos de gatos y de pianos: todo se acabó, no sereis en -adelante un número de presidio ú hospital, un harenque aprensado, sois un -hombre; teneis una familia y un hogar. - ---¡Mi casa trastornada!--Estoy arruinado; ¿qué habeis hecho de mis -inquilinos? - ---Estad tranquilo: estan ahí, cada uno de ellos en una cómoda casita. -Al presente son enfiteutas que os pagarán su renta durante medio siglo, -sin que cada tres años tengais que sorprenderos los unos á los otros, y -engañaros á quien mejor. He colocado á vuestra derecha á M. Leverd, el -especiero, hoy dia. Mr. Green. M. Petit, el banquero del primer piso, -sé ha hecho Mr. Little, y no es un personaje menos notable con sus -millones. M. Reynard[5], el abogado del piso segundo, se llama el señor -Procurador Fox[6], y no perderá por esto una sola de sus picardias. A -vuestra derecha encontrareis al vecino del cuarto piso, el bravo coronel -Saint-Jean, convertido en _the gallant colonel Saint-Jean_, con todos -sus reumatismos, y en fin á Mr. Rose, el farmacéutico, que no es ni -menos importante, ni menos majestuoso desde que se llama, M. Rose, el -boticario. En cuanto á vos, mi querido Lefebvre, vedos convertido, por -derecho de inmigracion, en el señor doctor Smith, miembro de la familia -mas numerosa que haya salido del tronco anglo-sajon. Haced fortuna -matando ó curando á vuestros clientes del nuevo mundo, que no serán -mosquitos, lo que os falta. - -Queria llamar; pero los ojos del terrible visitante me clavaban en el -lecho. - ---Apropósito, dijo riendo, os sorprendereis un poco, cuando oigais á -vuestra mujer, á vuestros hijos, á vuestros vecinos hablar ingles y -ganguear. Han dejado la memoria en el viejo mundo y ahora son Yankees -_pur sang_. Efecto admirable del clima; notado ya por el príncipe de los -espiritístas, el grande Hipócrates. Los perros dejan de ladrar cuando -se aproximan al polo; el trigo, bajo el ecuador, es una grama estéril; -un Yankee en París cree haber nacido gentil-hombre: un francés en los -Estados-Unidos pierde el horror á la libertad. En cuanto á vos, señor -incrédulo, os he dejado con vuestras preocupaciones y vuestros recuerdos. -Trato de que juzgueis de mi poder, con conocimiento de causa. Sabreis asi -Jonatás Dream es ó no un espiritísta; vedos metido en una piel Américana, -de donde no saldreis mientras no me dé á mí, la regalada gana. - ---_But I cannot speak English_[7], esclamé; y me detuve bruscamente, -temeroso de silvar como un pájaro. - ---No tan mal, dijo el insoportable burlon; antes de dos dias confundireis -_Shall_ y _will_, _these_ y _those_[8], con toda la facilidad y la gracia -de un Escoces. Adios, añadió levantándose; adios, me esperan á media -noche en casa de la sultana favorita, en el harem de Constantinopla; á -las dos de la mañana debo estar en Lóndres, y veré salir el sol en Pekin. -Una advertencia mas; no olvideis que el sabio no se sorprende de nada. -Si veis á vuestro alrededor alguna figura estraña, no griteis al diablo: -os encerrarian con nuestros _lunáticos_. Seria un obstáculo á vuestras -observaciones. - -Me levanté sobresaltado. Tres puñados de fluido, recibidos en pleno -rostro, me dejaron inmóvil y mudo. Con esto, mi traidor me saludó riendo -sardónicamente; en seguida, tomando un rayo de luna, que se arrastraba -por la habitacion, se envolvió en él, atravesó la ventana, y se evaporó -en los aires.--Espanto, magnetismo, ó sueño; no lo sé,--me sentí postrado: - - Y’ venni men cosi com’ io morisse - E caddi, come corpo morto cade[9]. - - - - -CAPITULO III. - -Zambo. - - -Cuando volví en mi, era de dia--Mi hijo cantaba á toda voz el _Miserere_ -del _Trovador_; mi hija, discípula de Thalberg, ejecutaba con -incomparable _brio_ las variaciones de Sturm sobre un aire variado de -Donner. A lo lejos, mi mujer reprendia á la sirvienta, que la respondía á -gritos. Nada habia cambiado en mi pacífica morada,--las angustias de la -noche eran un vano sueño; libre de esos terrores quiméricos, podia seguir -una dulce habitud, soñar despierto, mientras esperaba el almuerzo. - -A las siete, segun costumbre, el sirviente entró en mi habitacion y me -entregó el diario. Abrió la ventana, y entreabrió las persianas; el -resplandor del sol y la vivacidad del aire me hicieron el efecto mas -agradable. Volví la cabeza hacia la luz, ¡horror!--los cabellos se me -erizaron, ni fuerzas tuve para gritar. - -Estaba en mi presencia un negro, riente y alegre, con dientes como teclas -de piano, y dos enormes lábios rojos que le cubrian la nariz y la barba. -Enteramente vestido de blanco, como si temiera no parecer bastante negro, -el animal se me aproximó, sacudiendo su cabeza crespa y revolviendo sus -enormes ojos. - ---El amo ha dormido bien; dijo cadenciosamente, Zambo está contento. - ---Para disipar esta pesadilla cerré los ojos; mi corazon palpitaba á -punto de romperme el pecho; cuando me atreví á mirar,--estaba solo. -Saltar de la cama, correr á la ventana, tocarme los brazos y la cabeza, -fué cosa de un segundo. En frente de mí habia una série de casitas -alineadas como casuchos de naipes, tres imprentas, seis diarios, carteles -por todas partes, el agua desperdiciada desbordando en las acequias. En -la calle jentes atrafagadas, silenciosas, corriendo con las manos en los -bolsillos, sin duda para ocultar en ellos, los revolvers; ni ruido, ni -gritos, ni paseantes, ni cigarros, ni cafées, y hasta donde alcanzaba mi -vista no se veia un solo ajente de policía, un solo jendarme. ¡No habia -remedio! estaba en América, desconocido, solo, en un pais sin gobierno, -sin leyes, sin ejército, sin policia, en medio de un pueblo salvaje, -violento y codicioso. ¡Era hombre perdido! - -Mas abandonado, mas desolado que Robinson despues de su naufrajio, me -dejé caer sobre un sillon que inmediatamente se puso á hacerme bailar. -Levantéme temblando, me buscaba en el espejo, ¡ay! y no me encontraba. -Estaba frente á mí un hombre flaco, de frente calva, sembrada de algunos -cabellos rojos, con el rostro descolorido, rodeado de flamíjeras patillas -que caian hasta los hombros. ¡Hé ahí lo que la malignidad de la suerte -hacía con un Parisiense de la Chaussée-d’Antin! Estaba pálido, mis -dientes rechinaban y el frío me llegaba á la médula de los huesos. Séamos -hombres, esclamé, tengo una familia y el nombre francés que sostener. -Es necesario recobrar sobre mis sentidos el imperio que pierdo. La -adversidad es la que hace los héroes! - -Quise llamar; no habia campanilla: apercibí un boton de cobre que empujé -á la ventura. De repente apareció Zambo, como esos diablos que salen de -una caja, y sacan la lengua al saludar. - ---Fuego, grité, traed me fuego, quiero una gran lumbre en la chimenea. - ---¿El amo no tiene fósforos? dijo Zambo, mostrándome los avíos de -encender sobre la chimenea. ¿El amo no puede agacharse? agregó con tono -irónico. En seguida dando vueltas á un tornillo en la parte inferior de -la chimenea y aplicando un fósforo á la leña de fundicion, hizo rutilar -mil lenguas de fuego. - ---¡Es permitido, ¡buen Dios! esclamó al salir, incomodar al pobre negro -que está tomando el sol? - ---Pueblo salvaje, murmuré yo, aproximándome al fuego y reanimándome al -sentir su calor suave é igual; pueblo salvaje, que no tiene ni palas, ni -tenazas, ni fuelles, ni carbon, ni humo; pueblo bárbaro que no conoce -siquiera el placer de atizar el fuego. Dar vueltas á un tornillo para -encender, estinguir ó arreglar el fuego, es verdaderamente la obra de una -raza sin poesía, que no deja nada á lo imprevisto, y que tiene miedo de -perder un minuto, porque el tiempo es dinero. - -Luego que me hube alentado, pensé en mi tocador. Tenía delante de mí, -una mesa de jacaranda atestada de cabezas de cisnes de cobre y de otros -adornos de mal gusto; pero adornada de esas porcelanas inglesas que -regocijan la vista por la riqueza del colorido y del dibujo. Habia sobre -esta mesa, y en profusion, cepillos, esponjas, jabones, vinagres, -pomadas, etc., pero ni una gota de agua. Oprimí de nuevo el boton; Zambo -entró mas atufado que á la salida. - ---Agua caliente y fria para vestirme; pronto, estoy de prisa. - ---Esto es demasiado, esclamó Zambo; el amo no puede dar vueltas á la -llave del agua fría y á la llave del agua caliente que están en el -rincon? Palabra de honor: esto es echarlo á uno; mi no puede continuar -sirviendo á un amo que no vé jota. Y salió dándome con la puerta en los -hocicos. - ---Agua caliente á todas horas y en todas partes, es cosa cómoda; pero es -el invento de un pueblo que no piensa mas que en su _confort_; gracias -á Dios, nosotros no hemos llegado á este punto. Pasarán un siglo ó dos -antes que la noble Francia descienda á este esmero de molicie, á este -aseo afeminado. - -Nada refrezca tanto las ideas, como el hacerse la barba. Despues de -haberme afeitado, me encontré otro; comencé hasta á reconciliarme con -mi cara larga y mis dientes de adelante. Si tomara un baño, dije para -mis adentros, acabaria de calmarme,--podria afrontar, con mas coraje, la -vista de mi mujer y de mis hijos: ¡ay de mí! quien sabe si no están mas -cambiados que yo! - -Llamé:--Zambo se presentó de nuevo, con el rostro descompuesto. - ---Amigo mio: ¿dónde hay un establecimiento de baños en la ciudad? -Enseñadme el camino. - ---Un establecimiento de baños, amo, ¿para qué? - -Me encojí de hombros.--Imbécil, para bañarse, por lo menos. - ---El amo quiere tomar un baño, dijo Zambo, mirándome con una sorpresa -mezclada de espanto. ¿Es para eso que el amo me hace venir desde el fondo -del jardin? - ---Sin duda. - ---Esto es demasiado, gritó el negro tirándose de las motas. Cómo! hay una -sala de baño al lado de cada dormitorio, y el amo hace subir á Zambo para -decirle: “Mi amigo, ¿dónde puede uno bañarse?” No se burla uno así de un -americano. - -Empujando una puertita oculta bajo la tapicería, el negro me hizo entrar -en un gabinete elegante, donde habia una bañadera de mármol blanco. - ---Vamos, Zambo, murmuré con tono furioso y cómico á la vez, dá vuelta -la llave para el _Amo_: llave del agua fria, llave del agua caliente; -revuelve el baño, pon las sábanas á calentar; haz de nodriza, Zambo; el -_amo_ no sabe servirse de sus manos. - -No tenía otra cosa que hacer sinó callarme, dejaba á Zambo exhalar -su furia y no queria que me sacara la lengua; pero, en mis adentros, -maldecia estas horribles casas americanas, moradas insociables, -verdaderas prisiones, de las que no se puede salir, puesto que en ellas -se encuentra á la mano, todo lo que en Paris tenemos el placer de ir á -buscar fuera de casa, á mucho precio, es cierto, pero muy lejos. - - - - -CAPITULO IV. - -En casa.[10] - - -Una vez fuera del baño sin haber conseguido calmarme, descendí muy -pensativo la escalerita que conduce al piso bajo. ¿Qué habian hecho de -mi casa? ¿Bajo qué máscara iba yo á encontrar á mi familia? Entré al -comedor, no habia nadie; pasé al salon, ni un alma. Mientras esperaba, me -entretuve en mirar las dos habitaciones, con el objeto de habituarme al -aspecto de mi nuevo alojamiento. - -El comedor, además del alfombrado, tenia por único adorno un viejo y -pesado aparador de jacarandá cargado de tasas de la China y de teteras -de metal inglés, mas brillante que la plata. En frente al armario, habia -tres grabados mediocres. Al centro, Penn tratando con los indios bajo el -álamo de Sthakamaxon; á la derecha el retrato de pié de Washington con su -caballo y su negro; á la izquierda, la imájen del soberano _pro-tempore_, -el honrado y viejo Abád, en otras palabras, el honorable Abraham Lincoln, -antiguo constructor de cercados,[11] presidente, hoy dia de los Estados -Unidos. - -¡Hé ahí, esclamé, los jénios protectores de mi nuevo hogar, del hogar -de un francés educado en el culto de la fuerza y del éxito! Un cuácaro -pacífico, un jeneral que pudiendo ser emperador del Nuevo Mundo, -se rebaja hasta el punto de ser el primer majistrado de un pueblo -libre, un artesano que llega á ser abogado á fuerza de trabajo, y por -casualidad.--Presidente de su pais,--tales son los héroes de la América. -En esta tierra semi-salvaje la moral de los paisanos es la misma de -los grandes hombres. ¿Qué puede esperarse de una nacion que tiene -semejantes preocupaciones? ¡No es ella, por cierto, la que le dará un -César al mundo! En la sala habia un piano de palisandra, un escritorio -recargado de papeles y una biblioteca llena de libros. Tres ó cuatro -Biblias figuraban entre las obras de Francisco Quarles, de Bunyan, de -Jeremías Taylor, de Law, de Jonathan Edwards, de Channing, toda jente -muy honrada sin duda; pero cuyos nombres leia por vez primera. No pasé -adelante: la teolojía me desagrada hasta en las noches de insomnio. -Seguian algunos historiadores y moralistas, Franklin, Emerson, Marshall, -Washington-Irving, Prescott, Bancroft, Lothrop-Motley, Tiknor; á -continuacion algunos romances sérios, y una multitud de poetas ingleses, -americanos, alemanes, y hasta españoles. ¿Y la Francia dónde estaba? Ay! -por todo representante de la patria no encontré mas que un Telémaco, con -la pronunciacion figurada ó mas bien desfigurada en inglés. Y pensar que -un dia para celebrar quizá el natalicio de su padre, mi hija, mi querida -Susana, me recitaria con sus lábios seductores el: _Calepso ne povait se -connsolére diou départe d’Youlis!_ Despechado arrojé el libro y pasé al -jardin: era un pedacito de tierra rodeado de cuatro paredes, cubiertas de -yedras y madreselvas; sembrado de lilas, rosales y flores desconocidas; -en el fondo habian un invernáculo pequeño y un kiosco chinesco; abrigo -cómodo para tomar el té, fumar un cigarro ó contemplar las estrellas. -En el jardin no habia nadie, si se esceptúa á Zambo, tendido como una -estátua de bronce sóbre una mesa de mármol blanco. El negro roncaba con -el rostro vuelto hácia el sol y cubierto de moscas, descansando de las -crueles mortificaciones que yo le habia causado. El bribon se aprovechaba -de estar á mi servicio, para no hacer nada y dormir á pierna suelta. - -Comenzaba á intrigarme este paseo solitario en los dominios de la Bella -del Bosque durmiente; iba á despertar á Zambo para tener el placer de -reñir con un cristiano, cuando escuché voces que salian del bajo piso, ó -como dicen los Franco-Americanos en su patria, del _basement_, palabra -que faltará durante mucho tiempo al diccionario de la Academia. - -Despues de haber descendido algunos escalones, apercibí al fin en una -espaciosa cocina á dos mujeres, que no sintieron el ruido de mis pasos, -tan atareadas estaban. Una de ellas, la que me daba la espalda, pero -á quien reconocí por la voz, era mi querida Jenny, la madre de mis -hijos; la otra, á quien recien iba á conocer, enorme criatura, rubia, -de cinco piés y ocho pulgadas de estatura, y con aspecto mas bien de -granadero escocés que de hija de Eva, era Marta, la cocinera, natural de -Pensylvania, y _tunkeriana_ ó _tunkerista_ de relijion, cosa parecida -á cuácara; escelente persona que resongaba á toda hora y no tenía mas -defecto que tratar de pagano ó de publicano á cualquiera que usára -botones en el vestido ó en la levita. Para esta alma exaltada, el símbolo -del cristianismo no era la cruz, era el broche. - -A juzgar por la gravedad de las dos mujeres, y por las palabras que con -tanta vivacidad cambiaban, llevaban á cabo en aquel momento una gran -obra culinaria. Jenny (¿era en efecto madama Lefebvre?) ataba dentro -de una servilleta, una masa disforme de reposteria, colocándola con -cuidado en una cacerola llena de agua. Marta, á su vez, encerró la -preciosa vasija en un horno de hierro, colocado en un costado de la -cocina. Era de construccion monumental, con pisos como una casa, y no sé -cuantos cajoncitos y alacenas de donde se escapaba el vapor. Horno para -cocer, lavadero, asadores, sartenes, agua y aire calientes, y cuanto -es necesario, todo se encontraba en este horno mónstruo, que tenia una -inscripcion, á manera de arco de triunfo: - -_G. Chilson’s cooking Range Boston_[12]. - -Dudo que el mismo Satanás, con los recursos de que dispone, haya -inventado nunca una hornaza mejor calentada que esta. - -Cuando todo estuvo en su lugar, despues de haber movido y alineado un -ejército de calderos y calentadores, volvióse mi mujer, dando un grito de -placer al verme. - ---Buenos dias, amor mio, me dijo, creo que habeis pasado una buena noche. -¿Veis vuestros preparativos? es un _pudding_ como aquel que encontrásteis -tan bueno, dias pasados. Acabo de pisarlo y amasarlo yo misma. Sé mejor -que Marta, lo es de vuestro gusto. Espero que estareis contento como yo y -que me recompensareis todo el trabajo, ó mas bien todo el placer que me -tomo por serviros. - -Diciendo esto, acercóseme cuanto pudo poniéndome la frente. ¡Cosa rara! -era mi mujer, y, sinembargo, no era ella. El mismo rostro, las mismas -facciones, salvo la punta de la nariz que habia enrojecido un poco; pero -no sé que de límpido y de tranquilo en la mirada, de dulce en la palabra, -de afectuoso en la fisonomia, que jamás habia notado en nuestros tiempos -matrimoniales del viejo París. Me sentia amado, cuidado, esto hará -retozar mi corazon. Por eso, sin inquietarme de la presencia de Marta -y de mis veinte años de casado, abrazé tiernamente á Madame Lefebvre, -quiero decir, Mistriss Smith. Perdonadme esposos parisienses, ¡yo estaba -en América! - ---Marta, dijo mi mujer quitándose un delantal de cocina, y bajando -su vestido de seda, que habia suspendido, atándolo por detrás. Marta, -ireis á casa de Mr. Green. Su último café no era bueno, era del Brasil, -á mi marido no le gusta sino el de Mauricio, escojed un grano pequeño y -redondo, que yo misma lo tostaré. He visto en el mercado las primeras -fresas, comprad algunas, lo suficiente para poner dentro de una de esas -tortas que haceis tan bien y que mi marido y mis hijos comian con tanto -placer el año pasado. Decidle á Hoffman el floricultor que en todas -partes hay claveles, escepto en nuestro jardin, y que mi marido espera -las tres variedades nuevas que me ha prometido. No olvideis tampoco los -lirios que he escojido para Susana, y los jeránicos para Enrique. En fin, -tomad en la libreria, el último discurso del reverendo doctor Bellows, -_sobre el estado de la nacion_. Es una obra elocuente y patriótica y mi -marido nos la leerá esta noche, ¡él que lee tan bien! Esto nos divertirá -á los niños y á mí! - -¡Cuán débiles somos! sentiame atraido y encantado por esta música -nueva, en la que á cada compás aparecia mi nombre y el de mis hijos. -En París, en Francia, eran otras notas, las que yo oía. Mi mujer tenia -todas las virtudes; pero su estremada modestia me hacia la vida un poco -insoportable. _Hacer lo que todo el mundo_, era la divisa de Madame -Lefebvre: Dios sabe, lo que me costaba el no diferenciarnos. Para -estar hospedados _como todo el mundo_, habitábamos un departamento, á -ciento diez escalones de altura, en un hotel, digno de un príncipe, es -cierto, y cuyo portero tenia un sirviente y un limpia suelos. Para estar -servidos _como todo el mundo_ teniamos un lacayo, enorme pícaro borrado -y embustero, gran bribon con pantalones de pana y chaleco rojo, que me -costaba muy caro y me servia en todo al revés, no dejándome vestir, ni -comer ni beber á gusto. Para vestirnos _como todo el mundo_ necesitaba -mi mujer y mi hija, trajes de un precio loco, crinolinas que ocupasen -cada una, una carroza entera, no dejándome lugar sino en el pescante. -En fin para figurar _donde vá todo el mundo_, tenia yo que andar trás -las invitaciones, y sonreir á jentes que despreciaba en mi corazon, con -el mas soberano desprecio. Era la práctica. El buen tono queria que se -adorára á la fortuna y que se arruinára uno por aparecer. Por mi parte, -buen cuidado tenia de no separarme de la buena sociedad. Hubiera sido una -orijinalidad: vicio de pésimo gusto, que la Francia deja á los Ingleses. - -Desempeñábamos, gracias á mi mujer y á sus sabios consejos, con decencia, -asi lo creo al menos, un rol difícil. Las jentes que nos veian en el -bosque en todo tiempo, y á la misma hora debian hacernos justicia. Me -atrevo á decir que sosteniamos nuestro rango en París, y que llevábamos -con honor la vida mas ocupada que pueda imajinarse: hariamos veinte -visitas todas las mañanas, y no faltábamos á ninguna reunion. Todo esto -era bueno; pero--¿es necesario que lo confiese? en un pais salvaje, mi -naturaleza ruda recobraba su poder. Estaba contento porque ya no oia -hablar de _todo el mundo_. Me gustaba que mi mujer no se ocupase mas -que de mí, y no viese nada mas allá de su marido, de sus hijos y de su -casa. Me sentia rey de mi morada y estaba tan contento con mis súbditos -que al subir la escalera, pasé mi braso al rededor de la cintura de -Jenny, y abracé á mi mujer por segunda vez; lo que la hizo ruborizarse -prodijiosamente: - ---_For shame, mister Smith_[13], murmuró con un tono que me hizo creer -que ella y yo habiamos rejuvenecido veinte años. - - - - -CAPITULO V. - -Sin dote. - - -Mientras que Zambo se cansaba de dormir, y mi mujer y Marta preparaban la -mesa y servían el almuerzo, púseme á leer el _Paris-Telegraphe_, enorme y -barato diario que llevaba por lema estas palabras estúpidas: _The world -is governed too much_: el mundo está demasiado gobernado. El tono grosero -de esta hoja me desagradó. ¡A Dios gracias!--á nosotros nos dan mejor -educacion.--No es á nosotros, á quienes un gobierno protector del buen -gusto, dejaria tomar la odiosa costumbre de llamar: _un chat, un chat, et -Rollet un fripon_. - -¿Quién creeria, por ejemplo, que el _Paris-Telegraphe_ se atreviera á -herir con el epíteto de ladron y hasta de asesino á un millonario honrado -que, por un error, escusable sin duda, habia suministrado al ejército del -Norte unos sesenta mil pares de calzado, cuyas suelas eran de carton y -habian resistido mal á la humedad de los vivacs? ¡Y haga uno negocios en -un pais, donde se respetan tan poco las grandes especulaciones! - -Todo el diario estaba escrito en ese tono deplorable. Nada escapaba á las -invectivas de aquel folletinista insolente, de aquel gacetero miserable. -Tal ley era abominable porque trababa la libre accion de los ciudadanos; -tal majistrado era un Jeffries ó un Laubardemont, porque hacia caer en -un lazo inocente al pícaro que se fiaba en la justicia; tal municipal -era un Verrés ó un nécio, porque concedia á accionistas bien entendidos -un monopolio ventajoso para todo el mundo, como son siempre todos los -monopolios. Tomaos la molestia de gobernar á los hombres, para recibir -diariamente semejantes vejaciones. - -Pamfletista desgraciado, me dije yo, si hubieses tenido el honor de vivir -en el pueblo mas amable y mas ilustrado de la tierra, sabrias desde que -naciste, que criticar la ley, el juez ó el funcionario, es crímen de -lesa-majestad social. La infalibilidad de las autoridades, es el primer -dogma de un pueblo civilizado. Maldito sea el inventor del diario, y -sobre todo, del diario libre y barato! La prensa es como el gas; una luz -que os quema la vista, al mismo tiempo que os envenena. - ---¿Porqué no se sirve el almuerzo? pregunté bruscamente á mi mujer, con -el objeto de disipar estas ideas desagradables--¿En dónde están los -niños? ¿Porqué no bajan? - ---Han salido, amigo mio, y no tardarán en volver. Enrique pronuncia esta -noche su primer discurso en la _Academia de los jóvenes lectores_; y ha -querido asegurarse de la sonoridad de la sala, antes de hablar en público. - ---¿Sobre qué tema perorará esta noche nuestro Ciceron de diez y seis años? - ---Hé aquí un borrador, dijo Jenny, pasándome con el orgullo de una madre -un papel lleno de palabras sub-rayadas, de interjecciones, de pausas y de -esclamaciones. - -El título, escrito en grandes caractéres, me pareció mas respetable que -claro. - - DE LA MORALIZACION DE LAS MUJERES, CONSIDERADAS COMO EDUCADORAS - DEL JÉNERO HUMANO. - ---Cuélgate, Querubin, esclamé yo; ¡el mundo se acabará á fuerza de -virtud! A los diez y seis años, si en algo pensábamos nosotros, no era -por cierto, como el señor mi hijo, en la moral.... - ---Amigo mio, me dijo Jenny.... Su voz me detuvo de golpe, y tan á tiempo -que me mordí la lengua á la mitad de una palabra, y me sentí ruborizar á -pesar mio. - ---Amigo mio, continuó mi mujer, que no se habia apercibido de mi -turbacion: creo que se prepara un cambio en la situacion de Enrique. -Todos los dias me repite, que hace mucho tiempo que está á nuestro cargo -y que esto debe fastidiar al gobernador.... - ---¿Qué significa eso de gobernador? - ---¿No lo sabeis? es el nombre amistoso que nuestros hijos dan á su padre. -En dos palabras, Enrique quiere tomar una profesion. - ---Paciencia, señora Smith, tenemos tiempo. Ese cuidado me toca á mí. - ---Amigo mio, nuestro hijo ha cumplido ya diez y seis años: todos sus -camaradas tienen una posicion, es necesario que se abra camino. Conversad -con él sobre esto: tiene completa confianza en vos, y nadie puede -dirijirlo mejor. - -Púseme á pasearme de un lado á otro, mientras mi mujer miraba por la -ventana, si volvian ya nuestros hijos. - -¡Oh hijo mio!--decíame yo,--si, el cuidado de establecerte me pertenece. -Hace mucho tiempo que todo lo he dispuesto para tu éxito. No fué -inútilmente que diez y seis años há, escojí para padrino tuyo á mi amigo -Regelman, entonces subjefe; y hoy dia jefe de oficina en el Ministerio -de Hacienda, Seccion de Aduanas. Si, mi querido Enrique, de antemano, -sin saberlo tú, eres candidato para pretender el supernumerariato del -Ministerio de Hacienda. Dentro de dos dias serás bachiller; y dentro -de tres años, si pasas felizmente tres ó cuatro concursos y eres -protejido vigorosamente, _tu Marcellus eris!_--Te veo ya, sub-jefe, á -los treinta y cinco años, disfrutando de dos mil cuatrocientos francos, -y condecorado como lo fué tu padrino; te veo como tu modelo, dulce, -humilde, político, complaciente con tus jefes; severo, tieso, majestuoso -con tus subordinados; y elevándote de grado en grado hasta la direccion -del personal. A los cincuenta años, si nada engaña á la orgullosa ilusion -de un padre, tu serás el terror y la esperanza de diez mil fracs verdes. -¡Qué fortuna! ¡y qué porvenir! - ---Ahí está Enrique, esclamó mi mujer, que habia permanecido en la -ventana. Conversa con M. Green.--Estoy segura que le pide un buen -consejo,--algo mas quizá. - ---¿Qué decis, querida mía?--¿Green, el especiero? ¿Mi hijo conversa con -esa jentuza? - ---¡Jentuza! replicó mi mujer con aire de sorpresa. M. Green es un hombre -honrado, un buen cristiano, respetado universalmente. _Vale_ trescientos -mil dollars, y hace el mejor uso posible de su fortuna que debe á su -trabajo. - -¡Perfectamente! esclamé yo. Bienaventurado pais en donde los especieros -son millonarios, dan consultaciones como los abogados, sino dan -colocaciones, como los ministros. Solicite pues, mi hijo, á S. E. el -Sr. de las ciruelas en conserva y de la Melaza. Pero, llamad á Susana; -supongo que no espera nada del honorable M. Green. - ---Susana, está en su leccion de hijiene y de anatomía. - ---De anatomía, ¡gran Dios! Mi hija, á los diez y nueve años, aprende -anatomía--¡Si tambien disecará! - ---¿Qué teneis, amigo mio?--repuso mi querida mujer, con una tranquilidad -que me volvió el alma al cuerpo. Susana tendrá hijos algun dia. ¿Quereis -que los crie y los cuide á tientas, sin conocer su constitucion? ¿No -habeis repetido cien veces en su presencia que el estudio del cuerpo -humano, hace parte indispensable de toda buena educacion? - ---¿Cual es el médico á cuya prudencia se confia el cuidado de enseñarla -anatomía á las jóvenes? - ---Es la señora Hope, una de nuestras celebridades médicas. - ---¡Mujeres médicos! ¡Oh Moliére! ¿donde estás? Qué ¿en este pais hecho al -revés de los demas, no son los hombres los que cuidan á nuestras madres, -á nuestras esposas é hijas? Son tambien mujeres las que partean á las -señoras de la buena sociedad? Eso no se hace en parte alguna; eso es -indecente, señora Smith,--¡indecente! - ---Yo hubiera creido lo contrario, amigo mio; pero vos sabeis mas que -yo. ¿De manera que si alguna vez nuestra hija tuviese una de esas -indisposiciones, graves ó no, que una mujer en su pudor se atreve apenas -á confesarse á sí misma, querríais mas bien que se llamára á un médico? - ---Nada de eso; me comprendeis mal, querida mia. Queria decir solamente -que hay antiguas prácticas que son respetables como todos los viejos -errores. Es decir.... no; otro dia os esplicaré eso. ¿Quién acompaña á -Susana á esa leccion de anatomía? - ---Nadie. - ---¿Cómo nadie? ¿Mi hija que solo tiene diez y nueve años y es bella como -un ánjel, recorre las calles sola y sin un acompañante de respeto? - ---¿Por qué no ha de hacer ella lo mismo que sus compañeras? ¿Qué peligro -puede amenazarla? ¿Os imajinais que haya en América un hombre tan -criminal ó tan loco como para faltar al respeto debido á la juventud y -á la inocencia? Padres, maridos, hermanos ó hijos, todos los brazos se -alzarian para herir al miserable; pero jamás se ha visto en este noble -pais semejante indignidad. - -Esas son miserias y vicios que es necesario dejar al viejo continente. - ---Por otra parte, agregó mi mujer con su dulce sonrisa, creo bien cuidada -á Susana. Alfredo, el último hijo de M. Rose ha vuelto de las Indias. -Le he visto ayer paseándose con su padre y sus ocho hermanos. Nadie me -quitará de la cabeza que Susana y él están comprometidos hace mucho -tiempo. - ---¡Comprometidos! ¿Mi hija enamorada del noveno hijo de un boticario? ¿Y -es su madre la que me anuncia friamente una noticia de ese carácter? - ---¿Por qué no habria de casarse con el que ella ama? me dijo Jenny -fijando en mí sus hermosos ojos azulas. Amigo mío ¿no es eso lo que yo -he hecho? ¿Me he chasqueado? ¿estais acaso arrepentido? - ---¿Pero qué carrera, qué fortuna posée ese jóven? - ---Estad tranquilo, amigo mio; Alfredo es un caballero. No se casará con -Susana mientras no tenga una posicion que ofrecerla. Susana esperará diez -años, si es necesario. - ---¿Y la dote señora Smith, habeis pensado en la dote? ¿Sabeis lo que -quiere ese jóven galan que compromete á nuestra hija? ¿Sabeis lo que nos -es posible hacer y qué parte tendremos que sacrificar de nuestro diminuto -haber? - ---No os comprendo, Daniel. ¿Vendemos acaso á nuestra hija? ¿Es necesario -pagar á un jóven, á un enamorado, para que se decida á aceptar por -compañera, á una jóven encantadora, cuyo aspecto regocija y que es tan -buena como bella? ¿Dónde habeis adquirido esas estrañas ideas, que os -oigo por vez primera? - ---¡Sin dote! esclamé yo, ¡en un pais donde de la noche á la mañana todo -el mundo está de rodillas delante de un dollar! - ---En América, amigo mio, uno se ama, se casa porque ama y es feliz toda -la vida repitiéndose el uno al otro que se ha escojido por amor. Cada -uno lleva en dote su corazon, y espero que, en una nacion libre, jóven y -jenerosa como la vuestra, no se conocerá jamás otro dote. - ---Sin dote, decíame yo, ¡sin dote! Harpagon tenia razon, esto cambia las -cosas. El matrimonio no es ya un negocio. Rica ó pobre, la novia estará -segura de que la aman, que se casan con ella y no con su dinero. El padre -que dé temblando á su hija no tendrá que temer á lo menos, que la entrega -á un especulador innoble. ¡Sin dote! Los pueblos bárbaros tienen algunas -veces, sin saberlo, ciertas delicadezas que harian honor á nuestra -civilizacion. - ---Hé aquí á Susana, esclamó mi mujer, que habia vuelto á ocupar su puesto -de observacion. Alfredo está con ella,--lo habia adivinado. - -Corrí á la puerta. Mi hija, mi querida Susana, ¡estaba mas bella que -nunca! Sus largos cabellos rubios que caían formando bucles sobre sus -hombros, su mirada risueña, su aire altivo, su andar mesurado la daban -nuevos encantos. Era la inocencia del niño y la gracia de la mujer. -Saltóme al cuello como una loca. La estreché con transporte sobre mi -corazon y la llevé en mis brazos hasta el comedor. - -Solamente allí apercibíme de que Susana no habia entrado sola en casa. -Estaba junto á ella el mónstruo que venia á arrebatarme mi alegria y mi -felicidad. Susana le tomó de la mano y me lo presentó de la manera mas -natural. - ---M. Alfredo Rose, querido papá--¿no le reconoceis? - -¡Demasiado que lo reconocia! ¡Era encantador el miserable! Suspiré y dí -un apreton de manos á aquel futuro yerno; que queria hacerme el honor de -escojerme por suegro sin tomarse siquiera la molestia de consultármelo.¡ -Sin dote! bastaba esto para que se creyera con derecho á casarse con la -mujer que amaba. - -Hablad pues de decoro á estos bruscos que van siempre recto á su objeto. - - - - -CAPITULO VI. - -En donde se hace conocimiento con M. Alfredo Rose y el vecino Green. - - -Mientras que Alfredo y yo permaneciamos el uno frente del otro, -silenciosos ambos y mirándonos, las dos mujeres conversaban entre sí en -voz baja y con estrema vivacidad. La madre sonreía, la hija tenia los -ojos suplicantes. - ---Amigo mio, dijo Jenny tomando á los jóvenes de la mano, hé aquí dos -niños que, con la ayuda de Dios, quieren formar una familia cristiana y -os piden vuestra bendicion. - ---Mi bendicion! Yo he visto al Papa Pio IX, bendecir á Roma y al mundo, -con esa dulce majestad que hace caer de rodillas á los incrédulos; he -visto á obispos piadosos bendecir la inocencia y el fervor de la primera -comunion. Eso era grandioso y bello: era la santidad que se espandia. -Pero yo, pecador, no me sentia con derecho para bendecir, siquiera á mis -hijos. Abrazé á Susana, abrazé á Alfredo, junté sus manos con las mias y -lloré. - -Eran tan felices los ingratos, que no vieron mis lágrimas, y así -escapáronse de mis brazos para correr hácia Jenny, que les recibió -alzando la voz: - ---Que el Dios de Abraham y de Sara, díjoles, que el Dios de Isaac y de -Rebeca, de Jacob y de Raquel os bendiga, hijos mios, y os dé una vida -cristiana. - ---_Amen_, respondió una voz cuya gravedad me hizo temblar. Era Marta que -se aproximaba con la mirada y el jesto de un profeta. - ---Hombre, dijo, toma á esta mujer delante de Dios; mujer, toma á este -hombre delante de Dios, en la buena y en la mala suerte, en la salud como -en la enfermedad, en la vida y en la muerte. No lo olvides, el Eterno lo -recordará. - ---No, ciertamente, no lo olvidaré jamás, esclamó Alfredo levantando el -brazo, pongo al Señor por testigo. - -Lo confesaré para mi verguenza! apesar de la escelente educacion que -he recibido en Francia, y aunque se me habia habituado á no tratar -sériamente sino las cosas festivas, me sentí conmovido hasta el fondo -del alma, por la solemnidad de este compromiso. Me parecia que mi hogar -se hacia sagrado como el de Abraham, y que Dios, invisible y presente, -descendia para bendecir la union de mis hijos. - -La entrada de Zambo disipó estos sérios pensamientos. Habia arrasado el -jardin y el invernadero para poder ofrecer á la novia un ramo enorme. -Acompañó su obsequio de jestos tales y de cumplimientos tan burlescos, -que me eché á reir contra mi voluntad. - ---¿Cuándo la boda amito? preguntó el negro. ¿Mañana, pasado mañana, -dentro de ocho dias? Zambo quiere cantar, Zambo quiere bailar. - ---Susana, esclamé mirando á mi hija, no está fijado el dia! - ---Mi buen padre, esperamos vuestras órdenes respondió la señorita mi -hija, con una falsa modestia que me hizo suspirar. - ---Y no esperamos mas que eso, dijo Alfredo, he alquilado y amueblado una -casa, cerca de aquí; en la esquina de la avenida décima cuarta. Todo está -dispuesto para recibir á la que me hace el honor de compartir mi fortuna -y mi nombre. - ---Hijo mio, le dije á Alfredo, y este nombre de hijo me ahogó al salir, -Susana os ha escojido, nosotros os adoptamos con los ojos cerrados; pero -perdonad á la lejítima curiosidad y á la inquietud de un padre. ¿Desde -cuándo amais á mi hija?--Y ya que hablais de fortuna--¿cuál será vuestra -situacion, la de ambos, en esa casa cuya felicidad nos toca tan de cerca? - ---Deciros desde cuando amo á Susana, me sería difícil; respondió el -jóven. Me parece que la amé desde que nació.--A no dudarlo, la amaba -ya cuando íbamos juntos á la escuela comun, y corriamos á lo largo del -camino, ella era una criatura y yo casi un adolescente. Despues de ese -tiempo, tantas veces hemos jugado, hablado y orado juntos; la he visto -siempre alegre, buena, amable, y tantas veces hemos conversado sin -rebozo, tantas veces he podido apreciar toda la belleza de su alma, que -ha llegado un dia en que he comprendido que Susana era la mujer que Dios -en su bondad me habia deparado.--Cuando Susana tuvo diez y seis años, le -pedí me aceptára por esposo, nos comprometimos, y hé ahí toda la historia -de nuestros amores. - ---De manera, dije yo suspirando, que es la estimacion y la amistad la que -os han conducido á eso que vosotros llamais amor--¿Nada de súbito, nada -de fulminante: ni poesía, ni pasion? - ---Tengo veinte y cuatro años, dijo el jóven, y amo á Susana. Nunca he -amado, ni amaré á otra que no sea ella; la estimo mas que á nadie en el -mundo; la quiero mas que á mi mismo: ¿es cordura, es pasion?--no lo sé; -pero espero que Susana no me pedirá esplicaciones, y que me permitirá que -la ame del mismo modo hasta mi último dia. - ---Perfectamente, hijo mio; sois un sábio; sereis feliz, como mereceis -serlo y tendreis muchos hijos. Entretanto hablemos de dinero. - ---Yo no tenia fortuna, dijo Alfredo, y eso aplazaba bastante nuestros -proyectos. Tenia veintiun años y estaba decidido á hacer carrera -rápidamente,--no dudaba del éxito. - ---¿Contaríais sin duda con protectores poderosos? ¿con la promesa de un -buen puesto en el gobierno? ¿Vuestro padre quizá habia comprometido en -vuestro favor al primo de la prima de algun Senador? - ---No; tenia mi cabeza y mis brazos, respondió, Alfredo y la divisa de -todo Yankee verdadero: _Go ahead! never mind; help yourself_: Adelante! -y sin cuidado; ayúdate á tí mismo: esto vale mas que un apoyo estraño. -En un país que se engrandece tan velozmente como el nuestro, todo hombre -que no es un necio y que tiene voluntad, concluye por encontrar una buena -veta. Empleado como químico en casa de un rico comerciante de índigo, oía -á mi patron quejarse á menudo de que los buques espedidos á la India iban -siempre á media carga. Encontrar un nuevo artículo de flete, era la idea -fija de nuestros armadores. Descubrí uno, en el que nadie habia pensado y -que tenia asegurado su despacho: era el hielo. Jamás se proveerá cantidad -igual á la que puede consumir la India. La dificultad estaba en poder -conservarlo durante el camino. Era un problema que debia resolverse. -Gracias á mi padre he sido educado en un laboratorio; la física y la -química han sido mis primeros entretenimientos. Para aislar mis témpanos -de hielo, necesitaba un cuerpo mal conductor del calórico. Ensayé el -serrin, que no tiene valor alguno entre nosotros. El descubrimiento -estaba hecho: faltaban solo los capitales. - -Encontrar dinero para poner en ejecucion una buena idea es cosa fácil en -América, pensé en M. Green, que hace grandes negocios en arroz, café, -especias é índigos. Tuvo confianza en mí y arriesgó una espedicion. Partí -para Calcuta con mi cargamento; no tuvimos merma en el camino, y vendí -mi hielo de modo á ganar el flete de ida y vuelta; y he vuelto despues -de haber establecido allí un mercado ventajoso para veinte años. A mi -llegada tuve ocho mil dollars por mi parte, y vedme al frente de la casa -Green, Rose y compañia. El éxito es seguro. Puedo descontarlo hoy dia -mismo, si quiero. Diez ó doce mil dollars por año: hé ahí lo que por lo -pronto puedo ofrecer á _Madama_ Alfredo Rose, esperando mejor suerte. - ---Sesenta mil francos anuales! esclamé, qué bella cosa es el comercio, -cuando sale bien! Miré de mas cerca á mi yerno y le encontré cierto aire -de jénio. En la frente y en la parte inferior del rostro tenia algo de -Napoleon. - -Habia olvidado completamente la botica de su señor padre, cuando Zambo -nos anunció á Mr. Rose que venia á tomar parte en el regocijo jeneral. -Por estimable que fuera el exelente hombre, no era un boticario el suegro -que yo ambicionaba para mi hija: habia soñado con un sub-prefecto; -pero qué hacer en un pais primitivo que no ha conquistado todavia esa -centralizacion que la Europa nos envidia? - -Con M. Rose entró M. Green, seguido de Enrique. Reconocí al boticario en -ese aire médico que jamás se pierde; pero el especiero con frac negro y -corbata blanca era para mí un mónstruo desconocido. Su lenguaje y sus -maneras no eran menos raras que su traje. Green, el vendedor de aceite -y de café, hablaba con la autoridad y la sangre fria de un hombre que -cuenta los millones por los dedos. - ---Vecino, díjome, con afectuosa _bonhomia_, héme aquí medio de la familia -por este jóven, vuestro yerno y mi socio. No quedaremos ahí. Enrique ha -venido á verme: es un muchacho intelijente y que me agrada. He encontrado -una colocacion para él. Alfredo se hace sedentario: no se casa uno para -correr el mundo. Necesitamos entre tanto una persona de confianza en -Calcuta. He pensado en Enrique, apesar de ser tan jóven. Nunca entra uno -demasiado temprano en los negocios. Tres años de residencia en las Indias -le formarán. Le daremos una parte, que si él trabaja, subirá de cuatro á -cinco mil dollars por año. Vos me confiais un niño, y yo dentro de tres -años os volveré un hombre. - -¿Qué decis de mi proyecto? ¿os sonríe tanto como á Enrique? - ---Oh hijo mio! me dije yo, habia soñado otro porvenir para tí. Quizá -este te convenga mas; quizá no tengas ni el jénio de la política, ni la -flexibilidad necesaria para elevarte al rango de jefe de oficina. El dado -está tirado, serás millonario! - -Dí las gracias á Green, quien me dijo al oído: - ---Vecino, no pararemos en esto. Conoceis á Margarita, mi duodécima hija, -chiquilla encantadora, que ya tiene diez años y el talle redondo como una -muñeca. Tengo la idea que dentro de seis ó siete años haremos de ella la -señora de Smith. Pensaremos en el jóven y en su fortuna; contad conmigo. - -Esto era demasiado! Yo, el doctor Lefebvre, yo un sábio, un _bourgeois_ -en mi pais, convertido así en aliado de un especiero, y debiéndole -favores! - -Es cierto, amo la igualdad: soy francés, y tengo por evanjelio los -principios de 1789. Que proclamen esta igualdad y la anuncien en todas -partes, lo exijo; que la pongan en nuestras leyes, lo consiento: las -leyes no se aplican jamás; pero que se haga descender esa igualdad á -nuestras costumbres, nunca! El hombre que no hace nada estará siempre -arriba del que se ensucia los dedos trabajando. - -Iba á romper el encanto y á rehusar esa fortuna pérfida, cuando por -invitacion de mi mujer, cada uno de nuestros vecinos aceptó una tajada de -jamon y una taza de té.... - ---Daniel, me dijo Jenny, estamos todos en la mesa, decid la bendicion. - ---Querida mia, estoy tan conmovido que no sé lo que hago.--Ocupad mi -lugar y hablad por mi. - ---Dios mio, dijo Jenny, bendecid esta casa y á todos los que están en -ella. Bendecid sobre todo á los que se alejan, y que entre ellos, Señor, -no halleis sino corazones puros y obedientes. - -Todos respondieron: _Amen_, con voz tan sincéra que el curso de mis ideas -se trastornó. Miré á mis amigos, á mis hijos, á mi mujer: á Green que -con tanta simplicidad hacia la fortuna de mi familia: á Enrique, que á -los diez y seis años, con la resolucion de un hombre y el ardor de un -niño, queria conquistarse á fuerza de trabajo un puesto en el mundo y no -retrocedia ni ante el peligro ni el destierro; á Susana y Alfredo que se -amaban con un amor tan tierno y tan puro, á mi mujer en fin, mi buena -Jenny, que no se ocupaba sino de los demas, atenta y abnegada, la vida -y el alma de la casa, la reina de esta colmena, de donde se escapaba el -enjambre! - -Y yo, moscardon inútil, que no sabe sino murmurar, me decia, voy á quedar -solo en este hogar, animado en otro tiempo por la alegria de Susana y de -Enrique. Rose tenía nueve hijos; Green quince: Dios bendice las grandes -familias, y cuando queremos ser mas sabios que él, confunde nuestra -falsa prudencia, condenándonos al aislamiento que nosotros mismos hemos -buscado. - -Miraba á mi mujer, jóven todavia, fresca y de una robustez graciosa; y me -decia........no recuerdo lo que me decia, cuando Zambo entró, empujando -la puerta, con aire asustado y gritando: - ---Arrebato! arrebato!--escuchad--llaman á fuego. - - - - -CAPITULO VII. - -El incendio. - - -Al primer grito de Zambo, el boticario corrió á la ventana, en seguida -volviéndose hácia Green: - ---Teniente le dijo, es á nosotros á quienes llaman; el incendio es en la -duodécima avenida. - ---Sarjento, soy con vos, dijo el especiero levantándose. Doctor, agregó -golpeándome en el hombro, alerta! el carruaje no espera. - ---Bueno! me dije, viéndolos salir acompañados de Alfredo y de Enrique, -hélos ahí que juegan á la guardia nacional. La guardia nacional! es un -regalo que la América nos ha enviado con el ciudadano Lafayette, y que -nos ha aprovechado lindamente! Corred á esa parada inútil, queridos -amigos, y que os haga buen provecho!, por mi parte, me quedo en casa. Qué -es ese carruaje de que habla Green? ¿Se imajina él, que yo voy á correr -como un papanatas, al espectáculo del incendio en un pais donde, segun -dicen, el fuego aparece todos los dias? - -Me aproximé á la ventana: torbellinos de humo subian al cielo arrojando -chispas. El fuego tomaba cuerpo. - ---Lijero, amo, lijero, el carruaje se aproxima, me dijo derepente Marta. - -Me dí vuelta: frente á mi estaba Zambo, con una hacha en la mano, y un -casco de cuero curtido en la cabeza: Marta tenia una chaqueta de paño -negro, y un ancho cinturon jimnástico: era mi uniforme. Yo era bombero! - -Bombero! yo! quería protestar contra este nuevo ultraje de la suerte; -pero Marta se habia apoderado de mi. En un abrir y cerrar de ojos, me -hallé vestido, ceñido, con el casco puesto, armado é izado sobre el techo -de un omnibus inmenso que contenia en sus flancos una máquina á vapor, -toda humeante. Dos magníficos caballos negros llevaban al galope bomba y -bomberos. - ---No temas nada, Daniel, gritó Marta, con el brazo levantado, vas á -servir á Dios; el Altísimo te arrancará de entre las llamas, como ha -salvado á Sidrach, á Misach y á Abdenago, sus servidores. - -Esta bendicion bíblica me hizo temblar; olia á quemado. - ---Singular idea, esclamé, la de arriesgar su pellejo por desconocidos, -cuando podria pagarse á los bomberos. - ---Qué es lo que decis doctor, interrumpió una voz ágria que me hizo -reconocer á mi vecino Reynard en el _attorney_[14] Fox.--Ciudadanos, -agregó, recitando quizá un viejo alegato, si quereis ser libres, sed -vosotros mismos vuestra policia y vuestro ejército. Darse guardianes, es -darse amos. Mi querido amigo, continuó en tono natural, ¿dónde habeis -tomado esas ideas del otro mundo? ¿no sois amigo de la libertad? - ---La libertad ante todo! me apresuré á contestar, un poco avergonzado de -mi debilidad. Correr al socorro de sus conciudadanos es un deber y un -placer que no cedo á nadie; tengo orgullo en ser bombero! - ---Menos que Green, querido vecino, respondió el hombre cara de zorro. -Ese sí que vá contento al incendio! El es diabólicamente fino, agregó -hablándome al oido; _devilish smart_, repitió cuatro veces, guiñándome el -ojo, y haciéndome señas con la nariz y la barba. - -Abrió su tabaquera, suspiró y tomando dos veces lentamente tabaco: -Nuestro Capitan, dijo, el bravo coronel Saint-John se retira, Green es -teniente y ambicioso. Quiere ser Capitan con el objeto de elevarse mas -alto. El es diabólicamente astuto; pero aunque tiene cuidado de ocultar -sus cartas, yo leo en su juego. - -Fox no habia concluido todavia sus insidiosas confidencias, y ya habiamos -llegado: Ninguna policia, ninguna precaucion habia sido tomada; un -pueblo de curiosos estaba alineado en las veredas, y por suerte dejaba -libre el medio de la calle, la máquina fué instalada en un instante, -desencadenados los pistones, el agua corria por todas partes. Mientras -que el teniente reconocia el foco principal del incendio y daba sus -órdenes, púseme á dirijir los tubos con mi amable vecino. - -Frente á nosotros estaba una casa presa toda del fuego. Las llamas habian -roto las ventanas y salian en torbellinos. Derrepente, se escucharon -gritos desgarradores en el primer piso. Una figura blanca pasó como una -sombra. Una voz de mujer pedia socorro. Al instante, Green, apoyando una -escalera á lo largo de la pared, subió y desapareció en medio del humo. - -Diabólicamente fino, me dijo Fox con un gesto satánico, _devilish smart_; -juega cerrado, el ambicioso! - ---Por aquí muchachos, por aquí, gritaba Rose, enteramente ocupado de -ahogar el incendio. Levanté á fuerza de brazo el pesado tubo; pero no -podia quitar la vista de la ventana por dónde Green habia entrado. El -corazon me saltaba, la inquietud me ahogaba. - -En el mismo instante reapareció Green, con una mujer en los brazos, y -descendió en medio de los hurras de la multitud. - -Apenas en el suelo, la mujer se incorporó:--Mi hijo, gritó, donde está mi -hijo, dónde está mi hija?--Todo su cuerpo temblaba, lloraba, levantaba -los brazos hácia la ventana incendiada y queria arrojarse en aquella -hornaza. Se procuró en vano retenerla, se escapaba de nuestras manos, -corria á la casa, y, rechazada por la llama, retrocedia lanzando gritos -terribles y arrancándose los cabellos. - -Todos nos mirábamos. La llama rujia como la tempestad, el techo -incendiado iba á desplomarse. El niño estaba perdido. No sé lo que en ese -momento pasó en mi alma: la vista de aquella pobre madre, las palabras -de Marta, el ejemplo de Green, la idea de que yo era francés, qué sé -yo?--fué una embriaguez que me subió á la cabeza--Corrí á la escalera, y -estuve arriba antes de saber lo que hacia. - -Rose quizo detenerme:--Soy padre, esclamé, no dejaré que ese niño muera! - -Una vez en la habitacion, tuve miedo. Las llamas silvaban á mi alrededor, -los ensamblados crujian, los cristales estallaban: era aquello un ruido -siniestro. Sofocado por el calor, enceguecido por el humo, llamé, nadie -respondió; grité, ni el éco resonó. Estaba desesperado, cuando una lengua -de fuego roja, atravezando la oscuridad me mostró frente á mi una puerta -cerrada. Romper la cerradura de un hachazo, entrar en la habitacion, -correr á la cuna donde lloraba un niño, apoderarme de este tesoro, fué -cosa de un instante; qué alegria! pero fué corta. Rodeado de humo, casi -afixiado, no sabia donde estaba; el corazon me palpitaba, la cabeza me -daba vuelta, estaba perdido. - ---Por aquí, doctor! por aquí, Daniel! gritaba la voz de Rose; avanzad, -pero reculando, atencion! - -El consejo era prudente, apenas me habia dado vuelta, un vigoroso chorro -de agua dirijido por la hábil mano del boticario, me inundó de piés á -cabeza, á riesgo de voltearme. Gracias á esta diversion estratéjica, que -contuvo por un instante el fuego y disipó el humo, ví la ventana, corrí á -ella, y enhorquetándome en la escalera; me dejé deslizar hasta el suelo, -negro y humeante como un tison mojado. Un instante despues el techo se -hundia con espantoso estrépito. Marta tenia razon: Dios me habia tratado -como á Abdenago. - -Decir la alegria de la pobre madre sería cosa inútil. El mas feliz -era yo, que habia salvado á un niño y sostenido el honor del nombre -francés. Mi locura me habia costado algo: tenia una parte de mis cabellos -chamuscados, una mejilla asada y el brazo izquierdo quemado de puño al -codo:--¿qué era esto despues de lo que habia ganado? - -Una hora cuando mas despues del suceso, volvíamos á nuestro barrio, -dejando á los recien venidos el cuidado de estinguir los restos -humeantes. Trepé listamente, y con la cabeza erguida, á ese mismo omnibus -en que por la mañana habia subido tan de mala gana. Fox estaba allí, -guiñando el ojo, como si fuese tuerto. - ---Green es pillo, dijo, dándome un codazo en el brazo enfermo, lo que me -hizo estremecer, pero vos sois endemoniadamente mas pillo que él. Hurrah -al capitan Smith! agregó frotándose las manos. - -No le respondí: un nuevo espectáculo me ocupaba enteramente. - -A lo largo de las veredas estaba alineada una inmensa multitud en un -órden increible. Casi todos los hombres tenian un papel en la mano, que -ajitaban á nuestro paso. - ---Hurrah al bravo teniente! Hurrah á Green! gritaban. Hurrah á Smith! -Hurrah al bombero heróico! - ---Helos ahí, se decian señalándonos con el dedo. Aquel, es Green; ese -otro, es Smith! Hurrah! Los sombreros se alzaban, flotaban los pañuelos -y las mujeres nos mostraban á sus hijos, que ajitaban sus manecitas como -si nos bendijeran. ¿Por medio de qué misterio sabia ya toda la ciudad -mi nombre y mi accion?--lo ignoraba, y no lo preguntaba. Uno se habitúa -pronto á la gloria; pero la emocion comenzaba á dominarme. Habia tenido -fuerzas para contemplar á la multitud con la modestia y la calma de un -héroe. Al aproximarme á mi casa derramaba lágrimas. El pueblo rodeaba á -Jenny, á mi hija, á Marta que predicaba, y á Zambo que bailaba como un -niño. Me eché en sus brazos, y, apesar de mi figura de deshollinador -sabe Dios, con cuanto cariño abrazó á todos. Creo que estaba tan negro -como Zambo. - -Antes de entrar en casa, Jenny me mostró sonriendo la imprenta que estaba -frente, la del _Paris-Telegraphe_, ese diario sedicioso. Un inmenso -cartel se elevaba en lo alto de la casa, y de una media legua podia -leerse lo que sigue: - - QUINTA EDICION - - PARIS-TELEGRAPHE - - HORRIBLE INCENDIO - ¡¡¡El bravo teniente GREEN!!! - ¡¡¡El heróico bombero SMITH!!! - - FRASE SUBLIME: - ¡Soy padre no dejaré morir ese niño! - 50,000 ejemplares vendidos - EN PRENSA LA SEXTA EDICION - -Era aquel el templo donde se distribuía la gloria: ¡allí habia con que -curar la vanidad! - -¡Ah!--¡Con qué placer corrí á la sala del baño para meterme en el agua, -emblanquecer mi cara y refrescar mi brazo quemado! Esta vez encontré -admirable la invencion que ponia á toda hora agua caliente en mi -habitacion. En cuanto á Zambo, no quiso dejarme, so pretesto que el _Amo_ -tenia necesidad de sus servicios y que no podia pasarse sin él. El buen -muchacho tenia necesidad de hacerme hablar para darse importancia en -la vecindad. Mi gloria era la suya, él era el que habia entrado en las -llamas, por procuracion. - -Cuando descendí á la sala, la oficina del _París Telegraphe_, estaba -todavia asediada por los compradores, sin poder dar abasto á los pedidos; -la multitud se estrujaba bajo nuestras ventanas procurando verme. Con mi -brazo en cabestrillo, mi mejilla señalada, y mis cabellos quemados, podia -creerme un héroe. - -Muy luego, y para que nada faltase á la alegria de este dia feliz, vino -la música de los bomberos á darme una serenata, con toda la compañia y -Green á la cabeza, que me dirijió un discurso. - -En este _speech_, bastante bien redondeado, el especiero con una modestia -conmovedora, se olvidaba á si mismo para no hablar sino del valor que -yo habia desplegado, y, á nombre de la compañia, me rogaba aceptase el -puesto de capitan. - ---¡Camaradas! ¡amigos! esclamé, me siento confundido por vuestras -bondades, pero no quiera Dios que olvide el ejemplo que me ha dado el -teniente Green, y el socorro que he recibido de Rose, ¡el bravo sarjento! -Al primero, debo el honor de una buena accion; al segundo, debo la vida. -Permitidme pues que no olvide esta deuda de gratitud y que siempre -considere como mis jefes al excelente Green y al jeneroso Rose. Quiero -permanecer con vosotros, camaradas; como vosotros, simple bombero, en -un pais libre. Orgulloso de vuestra amistad y de vuestro heroismo, no -cambiaria nuestro modesto uniforme por el traje de capitan jeneral. ¡Viva -la América y la libertad! - -Mi respuesta tuvo éxito, sobre todo el final que no valia nada. Green se -arrojó en mis brazos; Rose hizo otro tanto, y Fox, llamándome á parte, me -dijo al oido: - ---Sois diabólicamente astuto, camarada, veis lejos; pero es lo mismo, -os comprendo. Y guiñó los dos ojos á la vez, lenguaje misterioso cuyo -alcance no entendí. - -A una señal de Green, comenzó de nuevo la serenata. Al mismo instante -ví ascender un cuadro á lo largo de la imprenta del _París Telegraphe_, -como un pabellon que se iza en el gran mastelero. Sobre este cuadro -trasparente é iluminado por linternas de colores, se leia la siguiente -inscripcion en caracteres de un pié de alto: - - OCTAVA EDICION. - - PARIS-TELEGRAPHE. - - HORRIBLE INCENDIO. - _¡¡¡El heróico bombero Smith, el nuevo Cincinato!!!_ - DE QUE MODO LA AMERICA RECOMPENSA LA VIRTUD. - 100,000 EJEMPLARES VENDIDOS. - En prensa la nona edicion. - -Qué quiere decir esto? esclamé. Zambo id á buscarme el diario; hay aquí -una broma de mal gusto. - -Traido el diario, leí, con gran sorpresa mia, el discurso de Green, y mi -respuesta. Lo habian taquigrafiado é impreso durante la sesion. Lo que -me valia el título de Cincinato: era mi renuncia. ¿Porqué? jamás lo he -sabido; pero la palabra hacia buen efecto en el cartel. Debe ser alguna -cosa un hombre que se llama el _nuevo Cincinato_. - -A continuacion de mi _speech_ y bajo el epígrafe ridículo: _De qué modo -la América recompensa la virtud_, se leian las dos cartas siguientes: - - EL CISNE. - - COMPAÑIA DE SEGUROS CONTRA INCENDIOS. - - CALLE DE LAS ACACIAS N.ᵒ 10. - - (_Capital social 10 millones de dollars. Parte de los - beneficios distribuidos á los asegurados_). - - “Señor: - - “El valor que habeis desplegado en el incendio de esta mañana - os ha señalado á la atencion del consejo de la compañía. - - “Está vacante el puesto de médico consultante, para examinar - las heridas y accidentes resultados de el incendio. - - “Esperamos que nos hareis el honor de aceptarlo. Los honorarios - son de 400 dollars. - - El director de la compañía _X. X._ - - “Al Dr. Daniel Smith, bombero de la séptima compañia.” - - LA PROVIDENCIA. - - _Hospicio de niños, sostenido por suscripcion privada de 10 - dollars por año._ - - CALLE DE LOS NOGALES N.ᵒ 25. - - “Señor: - - “El médico que ha pronunciado las bellas palabras: soy padre, - no dejaré morir á ese niño, es al que su abnegacion y su - talento llaman naturalmente á cuidar de los niños expósitos. - - “El puesto de primer médico de nuestro hospicio está vacante; - esperamos que os dignareis aceptarlo. - - “Servicio: todos los dias de seis á ocho. Honorarios 2,000 - dollars. - - Los administradores del Hospicio _R. T._ - - “Al Sr. Dr. Daniel Smith, bombero de la séptima compañía.” - ---Zambo, pregunté: ¿han traido cartas para mí? - ---No amo, el cartero no ha venido. - ---Es imposible, á menos que no haya alguna mistificacion en este diario. - ---Golpean á la puerta, amo, dijo Zambo, escuchad: uno, dos, tres, es el -correo, corro. - -El negro me trajo cuarenta cartas, una montaña de papel. Unos enfermos -me preguntaban la hora de mi consulta, otros me rogaban fuese á verles -lo mas pronto posible, cuatro cófrades me llamaban en consulta, seis -farmacéuticos me ofrecian una asociacion, y en fin, cosa rara, dos -cartas cuidadosamente lacradas me anunciaban confidencialmente lo que el -_Paris-Telegraphe_ habia publicado ya, con una indiscrecion, que en el -fondo yo perdonaba. - -Ya era célebre! Mi fortuna comenzaba. Un dia, una hora de valor me daban -un nombre y hacía mas por mi en América, que lo que habia conseguido -en el viejo continente durante veinte años de trabajos. Pero, pensé, y -este pensamiento me volvió la humildad de que tenia tanta necesidad, sin -ese diario charlatan, sin esa trompeta que ha lanzado mi nombre á todos -los écos del Nuevo Mundo, habria yo conseguido algo? Mi primera idea, -desde luego, fué dar las gracias al periodista, fuese quien fuera. Era -demasiado tarde, la oficina estaba cerrada, el cartel apagado, mi gloria -desvanecida. Dejé mi visita para el dia siguiente. - -La noche la pasé con mis antiguos amigos, mi mujer y mis hijos. Todos -ellos hacíanme repetir los mas pequeños detalles del terrible y glorioso -suceso: Jenny palidecía cuando hablaba de mis peligros y se sonrojaba -cuando referia la alegria de la madre al ver de nuevo á su hijo. Susana -me estrechaba la mano y miraba á Alfredo. - -Creo que la conversacion habria durado toda la noche, si Marta no hubiese -colocado sobre la mesa una enorme Biblia, forrada en zapa, y cerrada por -grandes broches de cobre. - ---Lée, me dijo; y calma tu vanidad; no olvides la historia de Aman, hijo -de Amadatha, de la raza de Agag; y no olvides que aquí hay un Mardaqueo -que no se arrodillará ante tu presencia. - ---Estad tranquila, Marta, le respondí riendo, á mi puerta no hay una -potencia de cincuenta codos de altura, y yo no quiero colgar á nadie. - -Jenny abrió la Biblia y nos leyó el tercer capítulo de Daniel, lo que -encantó á la cuácara, desagradó á Zambo y me hizo reflexionar sériamente -sobre la bondad de Dios para conmigo. Cuando nos separamos despues de un -dia tan bien empleado, la noche estaba un poco avanzada. Me arrojé en la -cama fatigado, sufriendo un poco, pero contento de mí mismo: y, toda la -noche soñé con serenatas, carteles, hurrahs y discursos. - - - - -CAPITULO VIII. - -Truth[15], Humbug[16] y Ca. - - -Apenas me disperté, corrí á la ventana; queria gozar de mi celebridad -naciente, y contemplar una vez mas mi nombre proclamado por arriba de los -techos. El tablero estaba en su lugar; todos los pasantes le echaban la -vista, pero, oh vanidad de las glorias humanas! he ahí lo que leian: - - LLEGADA DEL PERSIA. - - GRANDES NOTICIAS DE EUROPA. - - _Lóndres--Consol. 93¾._ - - LIVERPOOL--ALGODONES--ALZA DE 20%. - - _Puerco salado (Cleveland) se piden 4,000 barricas á 14 dollars._ - - A los agricultores--ocasion única. - - Cuatro hermosos _asnos de Italia_, padres de primera clase. - - Dirijirse á MM. Ginocchio hermanos. 70. William-Street. - ---Pueblo de mercaderes! esclamé mostrando el puño á los pasantes, -raza grosera que hace marchar revueltos y al mismo paso los negocios, -los sentimientos, el algodon y las ideas--doy gracias á Dios de no -pertenecerte. Viva el pais del ideal, viva la Francia, que se la arrastra -siempre con una palabra sonora, la Francia que, alabado sea Dios! no -piensa jamás en sus intereses sino cuando es demasiado tarde! Nuestra -locura vale mas que la prudencia de estos Yankees; nuestra pobreza es mas -noble que su riqueza. Cuatro asnos de Italia, y el precio del puerco, hé -ahi las grandes noticias de Europa para estos colonos ignorantes! Y ni -palabra de Francia, de las nuevas modas, del baile de la Corte, de la -última novela, del último _vaudeville_. Pálidos vándalos, no tengo para -vosotros sino desprecio. - -A la vez que daba libre curso á mi justa cólera, no queria dejar de dar -las gracias al periodista que el dia anterior habia hablado de mi. Fuese -quien fuera aquel folletinista, no me convenia deberle una atencion. -Honrarlo con mi visita, era quedar á mano con él. - -Entré en una casa de poca apariencia, que tenia por toda muestra -una placa de cobre, clavada en la pared, y sobre la cual se leia: -PARIS-TELEGRAPHE, _Truth, Humbug y Ca. propietarios. directores_. Una -puerta de sarga verde estaba frente á mi, la empujé y me encontré en -presencia de un hombrecillo vestido de negro y abrochado hasta el cuello: -era M. Truth. Sentado delante de un escritorio de jacarandá, tenia en la -mano unas tijeras enormes, cortaba largas tiras de papel de un diario -inglés y las echaba á una especie de buzon de cartas que comunicaba con -la imprenta. Era la redaccion á bajo precio. - ---Qué quereis, Señor?--preguntóme sin levantar la cabeza, ni interrumpir -su trabajo. - ---Señor, le dije con voz grave y reposada, soy el doctor Daniel Smith, -bombero de la séptima compañía, el mismo cuyo elojio habeis tenido la -bondad de hacer en vuestra hoja de ayer. - ---Bien, dijo el periodista continuando sus recortes--¿Qué quereis? - ---Daros las gracias, señor: pagar la deuda de agradecimiento. - -El hombre miróme con aire sorprendido. - ---No me debeis nada, doctor. Publicando vuestra bella accion, he hecho mi -oficio; y me habeis valido ayer mas de doscientos dollars. No me debeis -pues, ningun favor. - -Con lo que continuó su trabajo, sin invitarme siquiera á tomar asiento. - ---Señor Truth, le dije en tono seco y digno, no me ocupo de los motivos -que os hayan hecho obrar ayer. Me habeis hecho un servicio, soy, y me -reconozco vuestro deudor. - -Iba á salir cuando levantó de nuevo la cabeza y fijó en mi sus grandes -ojos negros, cuya espresion dolorosa me hirió. - ---Doctor, dijo con voz jadeante, si tratais absolutamente de chancelar -una deuda imaginaria--la ocasion se os presenta. Decidme con toda -sinceridad de qué enfermedad sufro, y cuanto tiempo me queda de vida: - -Se levantó, púsose la mano sobre el corazon y se detuvo de repente. Una -asma violenta le oprimia. Le tomé el pulso, escuché su respiracion--le -ausculté--Tenia síntomas que no permitian engañarse. - ---Doctor, me dijo Truth, os pregunto la verdad. Cuando se tiene, -como yo, la costumbre de decirla á todo el mundo, se tiene la fuerza -suficiente de escucharla por su cuenta. Tengo necesidad de saber en que -estado me encuentro. - ---Teneis, le respondí, una enfermedad al corazon, que está lejos de ser -incurable. Los cigarrillos de stramonio os aliviarán. Pero si quereis -sanar, os son necesarios, el aire puro, la vida tranquila, el descanso -del alma y del cuerpo, cosas todas que no se encuentran en la oficina de -un diario. - ---Gracias, doctor, me dijo:--vuestra opinion es la misma que mi -médico me ha dado esta mañana. Es necesario renunciar á las fatigas -de mi profesion; sea, cuanto mas pronto, mejor. Un Yankee nunca mira -atrás.--Doctor, compradme mi diario. Os vendo mi parte por veinte mil -dollars; en seis meses los habreis ganado--¿Aceptais?-- - ---Peste! esclamé, lijero andais! - -Periodista yo! es un honor en el que no he pensado jamás. - ---Pensad en él--Para un hombre de bien, es la primera de las -posiciones.--Hay nada mas bello que guiar á sus hermanos por la senda de -la justicia y de la verdad! - -Periodista, es un papel que no se estima de lejos, pero que de cerca, -no sé porqué todos quieren ensayarlo. Los periodistas son de la misma -familia de los comediantes: se les desdeña y se les envidia. Estos -jitanos tienen ingenio; frotándose con ellos, uno se encuentra menos -paisano. - -No hay una sola mujer hermosa que no sienta placer en acercarse á -las grandes coquetas: no hay un solo hombre de Estado que, en un -momento dado, no lisonjée á los folletinistas, si no es que se enrola -modestamente entre los hacedores de diarios. A pesar mio, la proposicion -de Truth haciale cosquillas á mi vanidad; la idea de dirijir la opinion -me sonreia. Un hombre como yo tiene tantas cosas que enseñar á esa masa -ignorante y estúpida que se llama público! Solo el sentimiento de mi -dignidad me impedia ceder á esta locura. - ---Dirijir un diario, dije á mi enfermo es cosa muy dificil, para quien no -ha nacido en esta industria. - ---No, nada mas sencillo. Sentaos ahí, cerca de mí, permaneced durante dos -horas, y poseereis el secreto del oficio. En el fondo todo se reduce á -una sola regla de conducta: decir la verdad, nada mas que la verdad, toda -la verdad. - -La curiosidad venció? Me eché en un gran sillon de cuero amarillo, -puse el baston entre mis piernas y apoyé mi brazo enfermo sobre la -empuñadura; una vez instalado, abrí mi tabaquera que habia dejado sobre -la mesa y mirando á Truth: - ---Mi querido Arístides, le dije, vuestra divisa es bella; pero, aquí para -entre nosotros, no lo es demasiado? En materia de periodismo, yo creia -que la mentira era la regla, y la verdad la escepcion. - ---¿Dónde habeis visto eso, doctor maquiavélico? En la vieja Europa, -quizá? En España, en Rusia, en Turquia; en todas partes donde la prensa -es un monopolio en manos del gobierno, los pobres periodistas tienen -permiso para no decir palabra durante seis dias, á condicion de mentir -oficialmente el séptimo; pero en un pais de libertad, en el que cada cual -puede pensar lo que quiere, é imprimir lo que piensa, de qué serviria la -mentira? La verdad es nuestra mercancia, lo que nos compra el público. -Mentir es perder nuestro crédito y arruinarnos vergonzosamente. Nosotros -podemos tener todos los vicios, menos uno. Ved _el Times_ inglés: es -inconstante, injurioso, violento; pero embustero, nunca! Sorprendido en -flagrante delito de mentira, su propietario perderia una renta de cien -mil dollars. No es uno vicioso á ese precio: uno es verídico por cálculo -y virtuoso por interés. - -No me alucinaba esta virtud americana. Buscaba una respuesta, cuando -apercibí un hocico de garduña que atravesaba la puerta. Era mi honorable -compañero de armas y vecino el _sollicitor_[17] Fox, que se aproximó -deslizándose sobre el pavimento y nos dió la mano afectuosamente. - ---Buenos dias, querido Truth, dijo al periodista sonriéndole. Vengo de -parte de M. Little, el banquero, á conversar con vos de un gran negocio. -Hay dos mil dollars de ganancia para el diario, dos mil dollars, repitió, -acentuando cada sílaba. - ---Bien, respondió friamente el periodista; eso corresponde á mi socio. - -Tocó la campanilla. Una puertecita se abrió dando paso, no sin trabajo, á -un hombron, á quien su cuerpo enorme, su cabeza calva, sus grandes orejas -y sus dientes delanteros, daban el aspecto de un elefante vestido. - ---Buenos dias, doctor Smith, esclamó reventando de risa, buenos dias, os -reconozco por vuestro brazo en cabrestillo. ¿Qué decís de mi tablero de -ayer, querido Cincinato? ¿No valía el de hoy? Truth, los cuatro asnos -están vendidos; Ginocchio nos escribe que suprimamos el aviso. Buenos -dias, Fox, sois tan delgado que os tomaba por la sombra del doctor. -Vosotros los SOLLICITORS, teneis la conciencia tan tierna que los -escrúpulos os enflaquecen. ¿Qué nos traeis? - ---Hé aquí de lo que se trata, dijo Fox, mediocremente lisonjeado por -los agasajos de M. Humbug. La casa Little hace un pequeño empréstito -mejicano; diez millones para comenzar. Las acciones son de doscientos -dollars cada una, emitidas á ciento sesenta y reembolsables á la par por -sorteo anual. Diez por ciento de interés y veinte por ciento de beneficio -sobre el capital; es un lindo negocio! - ---Para Little, dijo Humbug riendo. Y necesitais anuncios: _Mundus vult -decipi, ergo decipiatur_.[18] Estad tranquilo Fox, os daremos un bonito -lugarcito en el diario. Entre los unguentos de Holloway y las píldoras de -Morrison, vuestro empréstito mejicano será una maravilla. - ---Venia para arreglar con vosotros el precio, dijo Fox. - ---¿Y sois vos quien pedís la tarifa de los avisos? Un centavo[19] por -palabra, un dollar por cien palabras; en este bosque comun, se _charla_ á -precio fijo, lo sabeis bien.... - ---Perdon, querido Humbug, respondió Fox guiñando el ojo, me habeis -comprendido mal. Cuando hablaba del precio, no era en la tarifa en lo -que pensaba. Little desearia que el proyecto de esta suscripcion útil -y patriótica fuera insertado en el cuerpo del diario, á fin de que no -tuviese aspecto de aviso. Pagaremos lo que sea necesario. ¿Me comprendeis? - ---Lo temo, maese zorro, respondió el hombre sin dejar de reir. Pero como -dice el viejo Plauto: - - _Stultitía est venatum ducere invictos canes._[20] - -Os habeis levantado demasiado tarde mi buen Fox. De este lado del agua -no se coje á los zonzos en un lazo tan grande; eso está bueno para los -inocentes del otro mundo. Por lo demás, desde que no se trata ya de los -avisos, dirijios á mi socio. ¿Habeis comprendido lo que se nos pide, mi -querido amigo? - ---Perfectamente, respondió Truth con voz acentuada. M. Little tiene -necesidad de mi honor para colocar su empréstito; y me hace preguntar á -qué precio me vendo. - ---Truth, querido mio, tomais mal las cosas, dijo Fox en tono insidioso: -sois mas puritano que los peregrinos de Plymouth. No os pedimos mas -que lo que otros diarios nos han prometido; _el Lince_, _el Sol_, _la -Tribuna_, recomendarán nuestro empréstito; así lo espero, al menos: -estamos en trato. - ---Puesto que teneis esos diarios, dijo Truth, por qué habeis venido? ¿Que -necesidad teneis de mí? - ---Por una razon muy sencilla, mi excelente amigo, dijo Fox con -voz almibarada. En la Bolsa, no se tiene confianza mas que en el -_París-Telegraphe_; es muy natural que tratemos de ponerlo de nuestra -parte. Haremos cuanto sacrificio sea necesario para conseguirlo. - ---Señor Fox, esclamó el periodista pálido de emocion, aquella es la -puerta. - ---Soy vuestro servidor, señor Truth, dijo el procurador desapareciendo. - ---No soy el vuestro, respondió mi cliente. Mañana sabré lo que es ese -empréstito y lo diré. - ---Mi querido señor, le dije con la autoridad de mi profesion: agravareis -vuestra enfermedad, no corrijireis á nadie y os hareis de enemigos -mortales. - ---Los enemigos son nuestra gloria. Somos soldados: nuestro puesto está en -el fuego. - -Diciendo esto se tomó el pecho con ambas manos y se torció en el sillon. - ---Doctor, esclamó Humbug, socorredle; no veis que se sofoca? Puede uno -darse semejantes emociones por esta canalla humana! Truth, perro egoista! -os matais adrede para arruinarme á mi, vuestro viejo amigo. Veamos, -miradme. - -Truth le tendió la mano sonriendo tristemente. Apesar mio, sentí cierta -lástima por aquel pobre jitano que sacrificaba su vida al mas quimérico y -al mas deplorable de los oficios. - - - - -CAPITULO IX. - -Donde se le dice su merecido á la verdad. - - -Cuando la crisis hubo pasado, y el enfermo recobró aliento, Humbug apoyó -ambos codos sobre la mesa, y con una voz que trató de hacer alegre, sin -conseguirlo: - ---Mi querido Truth, dijo no resistais por mas tiempo á vuestra -verdadera vocacion; haceos pastor. Los vicios son de buena pasta; se -dejan maltratar sin decir palabra. Todos los domingos se les fustiga -vigorosamente sobre los hombros del prójimo, despues de lo cual se -almuerza en paz y se come lo mismo. Pero esos bípedos que se creen -hombres por que caminan en dos pies, esos lobos con sombrero redondo, -esos zorros con lentes, esos monos encorbatados, esos ganzos con levita -negra, á esos es necesario mirarlos de cerca para reir de su crueldad, de -su avaricia, de su cobardia, de su estupidez. El que los toma á lo serio, -muere con el corazon despedazado. - ---Hé aquí á mi sucesor, dijo Truth tomándome de la mano: el doctor será -un buen asociado para vos. - ---El doctor! respondió Humbug, es imposible: si tiene traza de cervatillo! - ---¿Cual es pues, esclamé, la especie de bestia que produce los -periodistas? - ---Para ser un buen periodista, dijo Humbug con gravedad cómica, se -necesita la cara de un perro, el olfato de un perro, la impudencia de -un perro, el valor de un perro y la fidelidad de un perro. La cara de -perro para intimidar á los picaros: el olfato del perro para sentirlos de -lejos, la impudencia del perro para ladrar tras de ellos apesar de sus -gestos y sus amenazas: el valor del perro para saltarles á la garganta: -la fidelidad del perro para irse, detenerse y volver al primer llamado de -la verdad. - ---Señor director de los avisos, dijo yo con impaciencia, no suponia que -tuvieseis por la verdad una pasion tan viva y tan desinteresada. - ---¿Porqué no, sabio Esculapio? respondió en tono chocarrero. ¿Creeis -que no sé que dos y dos son cuatro? ¿Qué es lo que hace el precio de los -avisos? El número de lectores. ¿Qué es lo que trae lectores? La opinion. -¿Engañando acaso á la opinion se la gana? La verdad es el cuerpo del -diario; los anuncios no son sino la crinolina, ridículo traje, provisto -por la mentira y la vanidad. _Desinit in piscem mulier formosa superné._ -¿Quien tiene la culpa? El espíritu y el buen gusto del público. - ---Señor, le dije haciendo dar vueltas la tabaquera en mis manos para -apoyar mis palabras, toda verdad no es bueno decirla. Hay algunas que -turban y desgarran la sociedad. - ---Si, querido doctor; la verdad es revolucionaria. - ---Al fin, esclamé, lo confesais! - ---Sin duda. Ved la Reforma. ¿A qué precio ha libertado la conciencia? - ---Eso es, dije yo, golpeando con mi baston, eso es! - ---Y el Evanjelio, respondió Humbug. Qué trastorno! Una civilizacion -destruida, Jupiter destronado, los Césares despreciados y derribados. -Cuán conveniente hubiese sido que ahogasen en su orijen á esta verdad que -mataba un mundo y engendraba uno nuevo! Eh! bien, querido Hipócrates ¿no -decis nada? ¿Y la Revolucion Francesa? - ---Señor, esclamé, no toquemos las cosas sagradas. La resistencia de los -privilejios fué la que hizo todo el mal. Confesad que hay verdades que -asustan. - ---Si, como la luz intimida á los ladrones. - ---Hay algunas que son odiosas, para quien las escucha. - ---Sí, cuando se perturba la embriaguez, ó se recuerdan los remordimientos. - ---Hay algunas que son peligrosas para los que las dicen. - ---Sí, cuando tienen un corazon de esclavo ó de lacayo. Di la espalda á -aquel sofista desvergonzado que no temia atacar sabias preocupaciones y -sacudir la almohada en que el mundo duerme en paz hace dos mil años. Me -dirijí á Truth, que habia vuelto á empezar sus recortes y que parecia no -escucharnos. - ---¿En qué pensais, querido enfermo? le dije; nuestra conversacion os -fatiga quizá. - ---Doctor, respondió sonriendo, perdonad la impertinencia de mi fantasia, -pensaba en Pilatos. Escuchaba á este grave administrador decirle á -Cristo: _¿Qué es la verdad?_ y salir sin esperar la respuesta. En tiempo -de Tiberio César, habriais sido un excelente gobernador de Judea. - ---Qué! agregó animándose, no sentis que para nosotros los hombres, la -verdad es la vida, y que la mentira es la muerte? Buscad á vuestro -alrededor paises prósperos, ilustrados, honrados, caritativos: ¿no -son aquellos donde cada cual puede decir la verdad, toda la verdad, -sin escepcion de personas, sin respeto á las preocupaciones, á los -privilejios, á los abusos? Buscad los paises miserables, ignorantes, sin -moralidad; ¿no son aquellos donde reina la mentira oficial bajo todas -las formas? Contemplad la grandeza de la Inglaterra, el crecimiento de -la América, la fortuna naciente de Australia. ¿Cual es la fuerza que en -ochenta años ha levantado á nuestros Estados-Unidos de tres millones -á treinta y un millones de habitantes? No os engañeis: es la verdad. -Dejad á los políticos hacer armazones de sistemas y combinar formas de -gobierno; ved cuales son las instituciones vivas de los pueblos libres. -Escuelas, asociaciones, tribuna, prensa, ¿qué es todo esto, sino otros -tantos instrumentos con el objeto de propagar la verdad y captarse todos -los corazones? Contad los diarios de un pueblo y tendreis su rango en la -escala de la civilizacion: es un termómetro que nunca engaña. ¿Porqué? -Es que la verdad no es, en otros términos, sino la ley que gobierna el -mundo moral: es que hay relaciones naturales entre los hombres, como las -hay entre las cosas. Reconocer y respetar esas relaciones, es reconocer y -respetar la verdad, ó mejor dicho, á Dios mismo, presente en el mundo por -su voluntad todo poderosa. - ---Querido señor Truth, respondí, un poco conmovido por este flujo de -palabras, Humbug tiene razon: habeis nacido para predicar. Pero la -esperiencia me ha enseñado hace mucho tiempo que la práctica es lo -contrario de la teoria. ¡Cuántas verdades admirables de lejos, se -desvanecen en la prueba! Todos los dias oigo repetir que los hombres son -hermanos, que la mujer es la igual del hombre, que los gobiernos son -hechos para los pueblos........ - ---¿Y dudais?--dijo Truth. - ---No, no dudo _teóricamente_; pero tratad de poner en práctica esas -bellas máximas: ¿á donde iriamos á parar? - ---Al reino del Evangelio, respondió el periodista con singular gravedad. -Si teneis un ideal mas noble, decidlo: si no teneis nada que poner, en su -lugar, no desempeñeis el triste papel de Mefistófeles. La humanidad tiene -la necesidad de creer y de esperar. - ---Pero doctor encantador, que no creis en la teoria, esclamó Humbug con -risa impertinente, ¿cuando hablais, sabeis lo que decis? ¿cuando dais un -remedio á vuestros enfermos, sabeis lo que haceis?.... No os incomodeis; -si lo sabeis, haceis teoria apesar vuestro; si no lo sabeis ¿qué razon -teneis para estar tan orgulloso de no raciocinar? - -Hundíme en el sillon, crucé las piernas y los brazos y mirando á Humbug -en pleno rostro: - ---Señor, le dije, escuchadme sériamente, si sois capaz de algo serio. -En teoria, lo diré una vez mas, amo la verdad, la amo tanto como podeis -amarla vos; pero la prensa no es la verdad. Hay en ella una mezcla de -pasiones, de injurias, de mentiras que sublevan todo corazon delicado. -La salvaje libertad que reina en este pais no es de mi gusto. He -refleccionado largo tiempo á este respecto, y os diré, si os dignais -comprenderme, como se puede organizar la prensa, administrar sabiamente -la verdad, abolir la licencia del mal, y no dejar sino la libertad del -bien. - ---Impedid á los perros que ladren, esclamó Humbug echándose á reir, y -está hallada la cuadratura del círculo. - ---Supongo, continué sin responder á esta patochada, supongo un gobierno -ilustrado, moral, paternal, que no piensa sino en el bien de sus súbditos. - ---Doctor, eso es teoria! - ---No señor, es observacion. En este gobierno hay ministros -inteligentes........ - ---Comprendo, dijo el insoportable bromista, ministros ilustrados, -morales, paternales, y que no piensan sino en el bien de sus -administrados. - ---Si, señor, y estos ministros tienen bajo sus órdenes millones de -agentes........ - ---Todos ilustrados, morales, paternales etc., en una palabra, una lejion -de ánjeles con frac negro. - ---En nombre del cielo, Humbug, callaos, esclamó Truth. Dejadlo concluir -su cuento de hadas; me parece oir á un Francés que se imajina raciocinar -porque enfila paradojas y surce palabras. - ---Señor Truth, respondí secamente, la razon y la esperiencia hablan por -mi boca; escuchadme. En manos de este gobierno, que todo lo sabe, que -todo lo vé, que todo lo entiende, que no tiene ni preocupaciones, ni -pasiones, en esas manos es, decia, en las que pongo el depósito de la -verdad; no quiero por esto darle el monopolio, soy amigo de la libertad, -pero reglamentada, limitada y moralizada! Reduciria el número de los -impresores, de modo de hacer de la tipografia una censura prudente y -discreta, un sacerdocio conservador; en seguida, limitaria el número -de los diarios, de modo de constituir un pequeño número de tribunas, -verdaderas cátedras de donde no se dejaria hablar sino á la decencia -y á la moderacion. Habria periodistas como hay sacerdotes, es decir, -ministros de la verdad que recibirian del gobierno su investidura y su -símbolo. Si, apesar de la sabia direccion del Estado, algun gacetillero -insolente, olvidando la gravedad de sus deberes, faltase al respeto que -debe á la autoridad, personificacion de la justicia y de la verdad, -entonces no recurriria al juri, que tiene la mano pesada y deja deslizar -entre sus dedos mas de una inocencia dudosa; es á la administracion, -siempre paternal y protectora, á quien yo dejaria la santa mision -de confundir la mentira, en caso de necesidad, de contenerla antes -que aparezca--Es á la administracion, siempre prudente, ilustrada, -desinteresada, y que sabe mejor que nadie, lo que la conviene y lo -que la daña, es la administracion la que herirá á la audacia y la -ignorancia; ella ahogará la oposicion naciente como Hércules en la cuna -ahogó las serpientes. Gracias á esta higiene ingeniosa, los diarios -serán un alimento inocente, un remedio en vez de un veneno. La prensa -será una antorcha en manos del gobierno: no se temerá ya el incendio. -Se prepararán preocupaciones útiles, errores saludables; se sujetará la -verdad á las necesidades del Estado á la fuerza de las poblaciones; y si -alguna nueva doctrina aparece en el estranjero, se esperará á que haga -fortuna en el pais de su orijen, antes de molestar á almas tranquilas y -que no aspiran sino al reposo. Hé ahí mi teoria: señor Humbug ¿qué decis -de ella? - -_D--d rascal!_ esclamó descargándome sobre el hombro un puñetazo, capaz -de descornar á un buey. ¡Cuán feliz es uno con tener injenio, siempre se -tiene una bestialidad á mano que decir! Con su aire solemne, he visto el -momento en que este socarron mistificaba á un viejo Yankee como yo. - ---Señor Humbug, le dije frotándome el hombro, esos argumentos groseros no -son de mi gusto. Pegar no es responder! - ---Estrangular tampoco! gritó el periodista riendo. Continuad, doctor; -sois mas entretenido de los que pensais! _Verba placent et vox_. Pero, -adios: ha llegado la hora de hacer el diario; tiempo es dinero--me -arruinais! - -Una vez solo con M. Truth, le pregunté, si no estaba sorprendido como yo -de lo que habia de profundo en el sistema que le exponia; si podía poner -en términos de comparacion á la turbulencia y al desorden de la prensa -americana con ese mecanismo compacto que debia en poco tiempo embridar al -pueblo mas ardiente del mundo, y darle la habitud de la moderacion y el -gusto de una inocente libertad. - ---Doctor, dijo con dulzura, soy del parecer de Humbug: os reis de nuestra -simplicidad. Esa doctrina, que nos presentais como una invencion nueva, -hace mucho tiempo que la conozco. Es el dogma de la inquisicion: la -verdad hecha cosa oficial, _instrumentum regni_, y monopolizada por -la Iglesia y el Estado. Hace tres siglos que Lutero ha soplado esas -peligrosas quimeras y repuesto á cada cristiano en posesion de su -conciencia y de su derecho. En los primeros dias del mundo la verdad -salió de la caja de Pandora, con tantos otros bienes, que son otros -tantos males en manos inespertas; buscar la verdad, es la obra de -todos,--apoderarse de ella, no pertenece á nadie. No os pagueis de -palabras: Gobierno, ministros, funcionarios, qué es todo esto, sinó -hombres que no son ni mas infalibles ni mas sábios que nosotros? Hacer -de ellos los dispensadores de la verdad, es un sueño. La verdad es de -todo el mundo, como el aire y la luz; lo único posible es ahogarla, no -impedir que los hombres piensen, sino que hablen. ¿Quién se aprovechará -de tan detestable invencion? ¿La autoridad? Será la primera víctima. Se -la engañará sin cesar; bastará un puñado de intrigantes para seducir -al majistrado mas honrado y comprometerlo en las mas locas aventuras. -¿No veis, por otra parte, que dais á vuestro gobierno todo el poder de -hacer mal, con tal que tenga el cuidado de raciocinar mal? ¿Ganarán con -ello los ciudadanos? Desde el momento en que la cosa pública no les -pertenezca, les quitais lo que hay de mas noble, de mas bello, de mas -grande en la vida: el amor á la patria, la pasion de la libertad. Quitad -la ajitacion de la tribuna y de los diarios, y la sociedad no será sino -una agua mansa de donde saldrán la corrupcion y la muerte. ¿Asegurareis, -por lo menos, la prosperidad material, único incentivo de la multitud? -Muy al contrario: la riqueza es el fruto de la libertad. No hay -seguridad, ni rentas, ni comercio, ni industria, sino en los paises donde -pululan esos diarios cuya voz os importuna. El silencio es el triunfo -de los nécios, la noche no es el reino de las jentes honradas; dejadnos -la luz, el ruido y la vida. Recordad que en Roma tambien se gritaba -contra la charlatanería de los tribunos; que un dia Syla los hizo callar, -con gran placer de los utopistas, y que, desde entonces comenzó una -decadencia, de la que el mismo cristianismo no pudo levantar al universo. - ---Permitidme, respondí, admirado del curso que tomaba la discusion; no -pretendo haber encontrado la piedra filosofal en política. Todo sistema -tiene sus abusos; es una cuestion de proporcion. Confesad que el lenguaje -de vuestros diarios es espantoso, y que no hay mal mas horroroso que su -licencia desenfrenada. - ---Doctor, vos sabeis lo que dice el Evanjelio; _Es en el fruto en lo que -los conocereis_. Encontradme un pais donde haya mas luces, mas caridad, -mas prosperidad material que en América. - ---No veo sino escándalo por todas partes, respondí. Los fundamentos -mismos de la sociedad se hunden en esa arena movediza que llamais la -democracia. ¿Qué es lo que respetais? ¿La relijion? Eh bien! que un -pastor falte á su deber, que su conducta sea lijera, en el acto veinte -periodistas se echarán á reir, como el indigno hijo de Noé, en vez de -ocultar á todos las miradas una debilidad cuya deshonra repercute sobre -la Iglesia. - ---La verguenza, dijo Truth, es para la Iglesia que patrocina la causa -del culpable, no para la Iglesia que arroja de su seno á un miembro -gangrenado. - ---¿Os llevais bien con la justicia? Ayer no mas, vuestro diario atacaba -con cínica acritud á un juez que, en un instante de mal humor, habia -maltratado á no sé que pícaro. ¿Cómo quereis que se respete al juez, si -no es infalible? - ---La justicia, dijo Truth, es hecha para el acusado, y no el acusado para -la justicia. - ---Que un subalterno, continué yo, salga de sus atribuciones, que por -casualidad olvide la ley, que detenga por inadvertencia á un inocente: -inmediatamente diez diarios aullarán contra la tirania; como perros que -ladran á la luna; incendiarán el pais por la causa del último de los -miserables, qué sé yo? por un mendigo, ó un ladron puesto preso sin que -las formas hayan sido observadas. - ---Tendrán razon, dijo Truth; la libertad del último de los miserables -atañe á todos. Desde el momento en que se violen las formas legales, -desde el momento en que un ciudadano es injustamente agredido, todos -están amenazados. El que no comprenda esto no sabe lo que es la libertad. - ---Pero, es que algunas veces es necesario cubrir la estátua de la ley y -salvar el pais á despecho de una falsa legalidad. - ---Doctor, vos teneis una especie de inclinacion á Pilatos. El tambien -no se detuvo ante una falsa legalidad, le pareció mejor condenar á un -inocente que perder su puesto. Era un hombre habil; no sé por que el -mundo es tan severo con él. - ---¿A dónde iriais? continué, cada vez mas irritado de la frialdad de -Truth. Doce ó quince diarios, hé ahí los dueños de la opinion y de la -república. - ---Quince diarios, dijo Truth asombrado: ¿qué quereis decir con eso? -Tenemos trescientos; es poco para un millon seiscientas mil almas. Boston -tiene cien para menos de doscientos mil habitantes, es cierto que en -Boston, la ciudad puritana, se comprende la libertad y la civilizacion de -otra manera que en París. - ---Trescientos diarios! esclamé, sorprendido por esta cifra formidable. -¿Entonces quién dirije y gobierna la opinion? El primer desconocido -puede, sin mision alguna, erijirse en profeta y lejislador; el primer -soñador puede decir lo que quiera é imponer sus opiniones á la multitud. -Qué atroz despotismo! - ---Mi buen amigo, dijo Truth, bajando la voz para colocarme en un -diapason menos ruidoso, no comenceis de nuevo vuestras bromas: ellas -divierten á Humbug á mi me hacen daño. Allí donde todo el mundo puede -hablar, no hay ni _mision_, ni _profeta_, ni _primer desconocido_: hay -un derecho que pertenece á ciudadano, y de que todo ciudadano usa en -su interés particular ó en el interés jeneral. ¿En un pueblo libre, -quién se ha imajinado poder dirijir y gobernar la opinion? ¿Hay un solo -Yankee que no se haga él mismo su regla de conducta, y que no escoja -con conocimiento de causa su partido y su bandera? La prensa es un éco -que repite las ideas de todo el mundo, y nada mas. Esos innumerables -diarios no tienen sino un objeto, acumular los hechos, las noticias, las -ideas, multiplicar y esparcir la luz! Mientras mas hay, cada ciudadano -se encuentra en mejores circunstancias para leer, reflexionar, y juzgar -por sí mismo. Poner la verdad al alcance de todos, hé ahí nuestra -ambicion. El pretendido despotismo de los diarios no existe sino en -vuestra imajinacion. Cuando mas seria posible allí donde un gobierno mal -aconsejado y que hiciera del periodismo un monopolio contra si mismo, no -sufriese sino diez ó quince hojas, obligando asi á los partidos á aliarse -contra él, y cuando su naturaleza tiende á dispersarlos. Pero en América -donde hay ochocientos ó novecientos diarios, donde nacen nuevos todos los -dias, el número de los tiranos ha muerto la tirania. - ---Sea; es un réjimen que Aristóteles no ha previsto: una democracia de -papel. En este pais bienaventurado, todo es gobierno, escepto el gobierno -mismo. Vosotros los periodistas [y aqui todo el mundo es periodista], -vosotros, sois mas que la Iglesia, mas que la Justicia, mas que el -Estado! ¿Qué sois pues? - ---La respuesta es muy fácil, dijo Truth; somos la sociedad: - ---Pero si la sociedad, si el pueblo gobierna, ¿quién será el gobernador? - ---Doctor, respondió el periodista sonriendo, cuando andais por la calle, -quién es el conducido? Por amor á una palabra, necesitais muletas? -Cuando gobernais vuestras pasiones [lo que no siempre haceis], ¿quién -es el gobernado? Hay una edad madura para los pueblos como para los -individuos. Compadezco á la China envejeciéndose en una infancia eterna; -pero nosotros cristianos, nosotros ciudadanos de un gran país, nosotros -no somos un pueblo de idiotas y de privados: hace mucho tiempo que hemos -salido de la tutela, y que nosotros mismos hacemos nuestros negocios. -¿Qué es esa soberania del pueblo, que hace setenta años ponemos al -principio de nuestras constituciones, sino una declaracion de mayor edad? - ---Las comparaciones no prueban nada, respondí secamente; lo que es cierto -respecto á un individuo, no lo es respecto á una nacion. - ---Siempre palabras, doctor. Una nacion, es una coleccion de individuos. -Lo que es cierto respecto á diez, á veinte, á mil personas, es tambien -cierto respecto á un millon. ¿En qué cifra comienza pues la incapacidad? - ---No, dije yo, no es cierto que una nacion sea una simple coleccion de -individuos; es cosa muy distinta. - ---Es decir que el total de una adicion es cosa diferente de la suma de -todas las unidades? - ---Error! esclamé fatigado de discutir con una intelijencia tan limitada. -Hay aquí una diferencia que salta á la vista. ¿Para desembarazarse de -los intereses particulares, cual es la palabra májica que invocan los -hombres de Estado? El interés jeneral. ¿Cuando se quiere anular derechos -y pretensiones que dañan al gobierno, qué se alega? Un interés superior, -el interés social. La utilidad pública, es la negacion de los derechos -individuales: tal es al menos la manera de raciocinar y de obrar en todo -país civilizado. Si bastase escuchar el deseo de la mayoría y sumar los -intereses y las voluntades, os pregunto lo que sería la política: un -oficio de almacenero, un papel al alcance del primer hombre honrado que -se presentára; os figurais á un César, un Richelieu, un Cromwell, un -Luis XIV, escuchando la voz del campecino, ó tomando el voto de algunos -millones de paisanos? ¿A qué quedarian reducidas las combinaciones, las -alianzas, las guerras, las conquistas, todos esos esplendores, todos -esos juegos de fortuna donde triunfan los héroes? Arrastrar una nacion -á la victoria y á la gloria, imponer á la masa popular ideas que no son -las suyas, hacerla servir á una ambicion y á proyectos que en nada le -importan,--hé ahí la obra del jénio! Hé ahí lo que aman los pueblos: -adoran á aquellos que los pisotean. Dejad esas pobres jentes entregadas -á sí mismas, sembrarán sus coles, sus anales serán de dos renglones, -como la moraleja de los cuentos de hadas: _Vivieron mucho tiempo, fueron -felices, y tuvieron muchos hijos_. ¿Qué seria la historia con ese bello -sistema? ¿Y de retórica qué les enseñarian á nuestros hijos? - -Yo estaba elocuente, lo sentía. Truth confundido me miraba con un aire -singular. - ---Doctor, me dijo, yo no amo los sofismas: pero de todos esos juegos -de injenio no hay ninguno que me sea mas odioso que las paradojas de -otros tiempos, mentiras muertas hace mucho. Me hacen el efecto de una -vieja cortesana que ha olvidado de hacerse enterrar, y que pasea entre -la juventud disgustada, sus afeites, sus falsos cabellos y sus arrugas. -Washington ha enseñado al mundo lo que es un hombre honrado gobernando -á un pueblo libre; la prueba está hecha; el siglo del egoismo político -ha pasado, ahora no hay lugar sinó para la abnegacion. El que esto no -comprenda, el que no escuche la voz de las jeneraciones nuevas, el que no -sienta que la industria, la paz y la libertad son las reinas del mundo -moderno, ese no es sinó un soñador y un insensato. No es á la gloria á -donde camina,--es al ridículo. - ---Acabemos de una vez, señor, esclamé levantándome, y apesar mio, llevé -la mano á la empuñadura de mi espada ausente. Si hubiese tenido mi -uniforme de cirujano de la Guardia Nacional, habria obligado á aquel -insolente á empuñar su acero: haciéndole morder el polvo le habria -probado sin réplica que la América no entiende jota de civilizacion, y -que un francés nunca deja de tener razon. - - - - -CAPITULO X. - -La cocina infernal. - - -Mientras que Truth sorprendido de mi violencia y fogosidad echaba sobre -mí miradas inquietas, entró Humbug, trayendo un manojo de pruebas que -puso sobre la mesa. - ---Alerta! gritó con su gruesa voz, comienza la tarea. _Nunc animis opus, -Ænea, nunc pectore firmo._[21] Doctor, ayudadnos; vuestro brazo derecho -está libre; tomad ese papel y preparad el resúmen. - ---Escribid: _Derrota de las tropas federales_. Hé ahí lo que ocupa toda -nuestra primera pájina. Y echó una prueba en el buzon. - ---Derrota! dije yo, vais á anunciar al país que ha sido derrotado? -Poned: _Retirada estratéjica, hábil combinacion_; de otra manera vuestra -imprudencia vá á sembrar por todas partes la inquietud y el terror. - ---Doctor, sois incorrejible, replicó Truth, una vez mas--al pais se le -debe decir toda la verdad. ¿Creeis que un revés abata á los yankees, y -que, como los niños, se dejarán conducir por la fortuna? Una victoria nos -encontrará indiferentes; una derrota nos valdrá un aumento de enerjía, de -soldados y de dinero. ¿Cuántos hombres muertos? - ---Muertos, 3,000; dijo Humbug, heridos 6,000; ausentes 2,400. - ---Poned las cifras, replicó Truth; doctor, no las olvideis en el resúmen. -Entretanto, qué ha hecho el Congreso? - ---En el Senado, dijo Humbug, una larga discusion sobre la esclavatura. M. -Summer ha hecho abolir la servidumbre en el distrito federal de Colombia. -Es un primer paso. Doctor, escribid: _Admirable discurso del elocuente -senador de Massachusetts_. Hé ahí nuestra primera hoja llena; pasemos al -suplemento. - ---Cámara de Representantes, nada de interesante: tres llamamientos al -órden y el tiempo perdido en querellas con el presidente. - ---Es la práctica, dijo Truth; pasemos. Ved aquí el artículo político; -escribid, doctor: _Vuelta á la Ley y á la Libertad; el Habeas corpus -restablecido_. - ---Qué! dije yo asombrado, es en el momento de una derrota cuando es -necesario concentrar todos los poderes y gobernar _manu militari_, que -restableceis la libertad civil con todos sus peligros! Sabed, pues, por -esperiencia, que este es el instante de suspender todos los derechos. -Nada tranquiliza tanto á un pueblo como sentirse todo entero en manos del -poder. En verdad, vosotros no entendeis nada de política. - ---El despotismo no es la fuerza, respondió Truth: un pueblo, mientras mas -libre es, es mas suave, mas obediente y resignado á los sacrificios. Si -quereis que os sostenga, confiaos á él. Continuemos: _Robos de la marina -denunciados á la nacion_. Escribid, doctor, y sub-rayad, á fin de que en -el resúmen pongan esas palabras en relieve. - ---Es demasiado atrevimiento, esclamé yo. Pensad en los intereses que -herís, en las quejas que vais á levantar. - ---Que se quejen los ladrones, dijo Truth, los espero; tengo pruebas! - ---Pruebas, ¿quién os las ha suministrado? - ---En todas partes donde hay una tribuna, dijo Truth, hay alguien que -hable. En un pueblo á quien se le impone silencio, los ladrones obran, -los robados se callan; en un pueblo en que todo ciudadano es un miembro -activo de la nacion y tiene derecho de acusar á nombre del país, los -ladrones se ocultan los robados gritan y obran. En Rusia, veinte millones -dados á la policia no impedirian que se robaran millares de millones; -y todavia la comprarian; entre nosotros, donde todo el mundo es la -policia, no se roba un centavo sin temblar. Suprimir la rateria en grande -escala, es una de las ventajas de la libertad. Pasemos á las noticias del -esterior. - ---He aquí, dijo Humbug, las tres correspondencias de Lóndres. - ---¿Para qué tres correspondencias?--pregunté sorprendido de aquel lujo -inútil. - ---Hay tres partidos en Inglaterra, respondió Humbug, necesitamos pues -tres écos para repetir todos los ruidos. - ---Primera correspondencia, color del viejo Pam.[22] “Guerra á la América; -la justicia es una bella cosa; pero el algodon vale mas; incendiemos -el mundo para calentar la Inglaterra.” Segunda correspondencia, color -Derby. “El viejo Pam se burla del público, grita á las armas, amontona -fortificaciones y navíos corazados, juega á los soldados, y no quiere mas -que dos cosas: conservar la paz y su puesto. Que nos den el ministerio, -seremos tan patriotas y costaremos mas barato.” Tercera correspondencia, -color Bright y Cobden. “John Bull, mi amigo, vuestro gobierno se burla -de vos. Hace cosquillas á vuestra vanidad para sustraeros vuestro último -chelin. Sed hombre, imitad á vuestro primo Jonathan,[23] haced vos mismo -vuestros negocios; el dia que los pueblos no se hagan cuidar por esos -charlatanes ruinosos que se llaman diplomáticos y grandes políticos, -vivirán como hermanos; tendrán paz y vida baratas.” - ---Espero, dije á Humbug, que al dar al público esas tres -correspondencias, agregareis vuestro parecer. - ---Absolutamente no, respondió Humbug; Jonathan tiene la costumbre de -hacerse él mismo su opinion; tiene muy buenos ojos para tomar nuestros -espejuelos. - -La puerta se abrió bruscamente: tres mujeres jóvenes y elegantemente -vestidas se aproximaron á nosotros; la de mas edad que no tenía veinte y -cinco años, tomó la palabra en un tono á la vez modesto y seguro: - ---Señor, dijo á Humbug, venidas enviamos por las señoras costureras de -ropa hecha, os rogamos que anuncieis que vamos á constituir una liga y -que el lúnes próximo tendremos un _meeting_ á fin de buscar el medio -de sacudir la opresion que sufrimos; queremos reconquistar y asegurar -nuestros derechos. - ---Los sastres son ricos, dijo Humbug. Antes de reducirlos, será necesario -que os comais vuestras economías. ¿Teneis un millon que mascullar? que -desperdiciar? - ---Señor, dijo la mas jóven con aire altanero, con cien dollars de avisos -llenaremos nuestro objeto. Enseñaremos á los señores sastres y al mundo -entero lo que pueden quinientas mujeres, á quienes se les ha puesto en la -cabeza no ceder. Es una leccion que aprovechará á los monopolizadores y á -los tiranos, leccion que hará palidecer sobre sus tronos á los déspotas -del viejo continente. Tened la bondad solamente de poner mañana en el -diario el manifiesto al público, que nuestro comité ha deliberado y -redactado. - -Con lo que nuestra amazona alcanzó al periodista un papel doblado en -cuatro; Humbug leyó en alta voz esta impertinente broma, memorable -monumento de la locura y de la perversidad femeninas, en un pais donde -hasta las mujeres mismas creen en la libertad. - - A LOS PARISIENSES DE MASSACHUSETTS. - - Las costureras de trajes. - - Para revindicar nuestros derechos desconocidos, para obtener - justicia, nos, las costureras de ropa hecha de la ciudad de - París (Massachusetts) nos constituimos en liga: dentro de ocho - dias nuestros tiranos habrán cedido, no tendremos mas empleo. - ¿Quién quiere darnos trabajo? no gustamos quedar con los brazos - cruzados; pero estamos resueltas á no trabajar devalde en - provecho de gentes que pueden pagar. ¿Quién tiene necesidad de - una puntada? Nosotros sabemos hacer sombreros, fracs, budines, - masitas, y tortas; sabemos coser, bordar, hacer punto de - medias, asar y cocer. Sabemos ordeñar las vacas, hacer manteca - y queso, engordar gallinas y cuidar un jardin; sabemos asear la - cocina, barrer la sala, hacer las camas, hachar leña, encender - fuego, lavar y planchar, y lo que mas, adoramos á los nenes. En - una palabra, cada una de nosotros, puede ser una cumplida mujer - casera. Por nuestra inteligencia y nuestro injenio preguntad á - nuestros antiguos amos. Resolveos pronto señores. ¿Quién quiere - ojos negros, frentes hermosas, cabellos crespos ó ondeados, el - encanto y la juventud de Hebe, la voz de un serafin, la sonriza - de un angel? Viejos _gentlemen_ que necesitais una buena ama - de llaves, hermosos jóvenes que buscais una mujer activa y - delicada, hablad, el remate está abierto. A la una, á las dos, - á las tres: adjudicado. ¿Cuál es el feliz mortal? - - _Dirijirse al Comité de señoras Costureras._ - - calle de los Alamos, N.ᵒ 20. - ---Muy bien, señoras, dijo Humbug, el anuncio aparecerá esta tarde en el -diario, y pondremos en el sumario: _Liga de las costureras_, para que -nadie lo ignore. - ---Diciendo esto, hizo un profundo saludo y acompañó hasta la puerta á las -costureras, con tanta política como si se tratára de un prefecto. - ---¿Es posible, esclamé yo, que en América las mujeres tengan derecho -á hacer lo que se les antoja? ¿No es esto un desmentido dado á la -esperiencia y al buen sentido? _Meetings_ de costureras, coaliciones de -lavanderas, una _liga_ de parteras! La revolucion con frac es odiosa, -pero la revolucion con polleras es ridícula. - ---Lo que es ridículo, respondió Truth con su flema ordinaria, es que los -fracs se crean con derecho para oprimir á las faldas. - ---Está bien, repliqué. Verted en esas cabezas locas la embriaguez de la -libertad, vereis cuales son las primeras víctimas. - ---Doctor, estais lúgubre, dijo Truth; á la menor sacudida que reciben -vuestras antiguas preocupaciones, gritais que el mundo se acaba. Las -mujeres, querido señor, son la mitad del jénero humano, esta es una -verdad profunda que Aristóteles ha comprobado, pero que hace dos mil años -nadie ha comprendido, escepto los americanos. Si nuestras mujeres no nos -acompañan ni en nuestras esperanzas, ni en nuestros temores, nos harán -tomar parte en sus debilidades y en sus caprichos. Necesitamos esposas, -hijas y madres que amen la libertad con pasion, á fin de que los maridos, -los padres y los hijos no pierdan nunca ese santo amor. Esas costureras -os parecen ridículas,--yo las admiro, mientras rio de su anuncio; yo -amo las almas jenerosas que tienen fé en la justicia y que defienden su -derecho. Esas almas son las que hacen un gran pueblo: en eso consiste la -superioridad de nuestro bello pais. - ---Acabemos el diario, dijo Humbug; hé aquí los mercados. Algodon, lana, -carbon, hierro, harina, granos, puerco, carnero, vaca, heno, cobre, -azúcar, café. Nada de particular, sino es en las harinas; las _buenas -marcas_ se han vendido á dos por ciento mas que las harinas comunes. - ---¿Qué marcas? dijo Truth, tomando el catálago; Colfax, Stevens, -Pennington; es necesario subrayar esos nombres, é imprimirlos en grandes -caracteres. Reis, doctor, no es esta una cosa insignificante. La -responsabilidad individual, es la fuerza y la vida de las repúblicas. -Es necesario que todos lleven inscriptos en la frente lo que son y lo -que hacen. Ligar á la honradez, la reputacion y la fortuna, unir á -la pilleria y la ruina, es el secreto de la moral y del gobierno, es -un problema cuya solucion no ha encontrado ningun lejislador, y que, -sinembargo, la prensa resuelve todos los dias. - ---Bello trozo, apropósito de una barrica de harina! - ---Y cuya aplicacion vereis al instante, dijo Humbug; aqui teneis: -Mercados de cerdos: veinte barriles averiados, de las marcas de Tomas -y de Williams. Subrayar estos dos nombres indignos,--es echarlos del -mercado. - ---No lo hareis, grité, no teneis derecho para ello. - -No contento con ser el gobierno; ¿quereis aun ser la policia? - ---Lo habeis dicho, respetable doctor, replicó Humbug; somos la policia -y algo mas todavia: somos la conciencia pública. Somos nosotros los que -damos el honor y la fortuna: _Honestus rumor alterum patrimonium est_[24]. - -Abrid los ojos cuanto querrais si os agrada, y gritad á voz en cuello -si eso os divierte. Pero, si hablais seriamente, en verdad que os han -cambiado en la cuna, no sois un Americano. - ---Tú no sabes, me dije, tú no sabes, ignorante, cuanta razon tienes. No -sabes hasta que punto desprecio á un Don Quijote bastante loco para tomar -á pecho el interés de otro, el interés del primer desconocido, y eso sin -mision y sin honorarios. ¡Hé ahí lo que es un pais sin funcionarios! Es -necesario que todos se ocupen hasta de sus propios negocios. ¡Eso es -ridículo! En Francia, una administracion intelijente y compacta me libra -de todo jénero de cuidados: soy rey: se me sirve: gozo en paz de una -prosperidad y de una grandeza que no me cuestan sino mi dinero. Es el -triunfo de la civilizacion, ó yo no entiendo jota. - ---Hé aquí la Bolsa, dijo al entrar un jóven hipando por haber corrido. - ---¿Nada de nuevo?--preguntó Humbug. - ---Nada, sinó el empréstito mejicano. - ---¿Qué dicen de él? Eujenio, dijo Truth. - ---Fiasco completo, es una fulleria del viejo Little. - ---Cómo, una fulleria! dije leyendo el programa de la Bolsa; el empréstito -ha subido un dollar sobre el precio de emision. - ---Little ha comprado con una mano lo que vendia con la otra, dijo Truth; -la broma es vieja y entre nosotros nunca hará fortuna. No somos bastante -carneros para eso--Señor Rose, agregó dirijiéndose al recien llegado, -hacedme para mañana un artículo sobre este asunto; ved á los ajentes de -cambio y decidme toda la verdad. - ---Estará hecho esta noche, Señor Truth; tendré mas datos que los que -necesito. - ---Señor, dije á aquel jóven, cuyo nombre me anunciaba un hijo del -boticario, y, ay de mi! un hermano de mi yerno; los negocios deben ser -muy dificiles con esa costumbre de descubrirlos en provecho del público. - ---Señor, respondió Eujenio, en tono desvergonzado, los negocios son tanto -mas fáciles cuanto son mejor conocidos. En la Bolsa, la mentira es la -ruina, la verdad, es la riqueza. - ---Bueno, dije para mi, todos dicen la misma necedad. En Paris, centro -de la intelijencia, capital del injenio, todo el mundo sabe que los -negocios que preocupan al público, son aquellos que no entiende. ¿Qué -puede dar un negocio conocido? El cinco ó el seis por ciento cuando mas, -mientras que los desconocidos prometen el quince ó el veinte por ciento: -ahí está el secreto del banquero. Aquí se cambia valor por valor, es un -comercio miserable; en Paris, se compra la esperanza; es la poesia del -juego, es el encanto de la loteria. ¿Qué le importa á un Francés perder -su dinero?--eso es prosa. Devorar las riquezas con el pensamiento, -satisfacer en sueños las pasiones, los caprichos, la ambicion, hé ahí el -ideal; se paga, es cierto, pero, ¿cuándo es caro una ilusion? - ---Amigo Humbug, dijo una voz gañidora, aqui teneis dos avisitos que -quisiera insertar en tu diario; me harás una buena rebaja; los tiempos -son malos. - -El que hablaba así, era un hombrecillo de larga levita y cubierto con -un inmenso sombrero; su aspecto, su jesto, su traje decian á todo el -mundo:--Miradme, soy cuácaro. - -Humbug tomó los dos avisos y se echó á reir. - ---Son chuscos, dijo, pero no los entiendo. - -Y leyó lo que sigue: - - QUINTA MONTMORENCY. - - (Seth Doolittle, propietario del Hotel de la Rosa, en - Montmorency, tiene el honor de prevenir al público que, durante - toda la buena estacion, los enamorados que se apeen en su casa - no pagarán mas que la mitad del precio). - ---¿Por qué esta escepcion,? pregunté yó. - ---Amigo, respondió el hombrecillo, cruzando las manos sobre su vientre y -dirijiendo sus ojos al cielo, nada hay mas bello ni mas respetable que -el amor. Poned á un jóven delante de un vestido blanco y de dos bucles -negros que se ajiten al viento y se sentirá tan celestial, de tal manera -eterizada, que en toda la semana no descendará nunca á probar el asado. -Es un robo hacer pagar el precio comun á esos ánjeles del cielo que no -examinan jamás la cuenta; mi conciencia se opone á esa iniquidad. - ---Ese escrúpulo te honra, dijo el exelente Humbug, mordiéndose los -lábios. Pasemos á la segunda insercion: - - AVISO AMISTOSO. - - (_Dinah D. L._--Se te suplica que no vuelvas. Tu madre goza - de exelente salud; no puede arreglarse nada; y tu familia se - encuentra mucho mejor desde que tú la has dejado). - ---Este es un secreto de familia, dije yo sonriendo; no tiene esplicacion -alguna. - ---Para el público, no; para tí, doctor Smith, sí, repuso el cúacaro. -Se trata de una hermana, tan loca, que por su propio interés, en el -de su familia, y por respeto á la moralidad pública, la hemos enviado -á California como maestra de escuela. Es de temer que la desgraciada -se haya sido detenida en el camino y que quiera volver á las andadas. -Teniendo esto en vista prevenímosla caritativamente,--por medio de un -aviso encubierto, que haria mejor de continuar su camino: no hay lugar -para ella en la casa. - ---Eso es admirablemente caritativo, señor Seth, repuse yo alzando los -hombros. Siento no haber reconocido antes de ahora á un hombre tan -galante. - ---Algo te habria costado para reconocerme, replicó Seth bajando la vista, -no me has visto jamás; pero la señorita Marta me ha pintado su amo, y el -terrible incidente de ayer con tanta fidelidad, que á primera vista te he -reconocido. - -Aquel virtuoso hostelero pronunció el nombre de Marta con una uncion -estraña, y que mas tarde me vino á la memoria; hubiera puesto mas -atencion en ello si un hombre de rostro inflamado no hubiese entrado -bruscamente en la habitacion gritando:--Gran noticia, señor Truth; gran -noticia señor Humbug: el intendente municipal de la ciudad acaba de ser -condenado. Se le ha sorprendido en conversacion criminal con una actriz -del Liceo, está obligado á pagar al marido diez mil dollars de daños y -perjuicios. - ---Doctor, dijo Humbug, tomad la pluma, y concluyamos el resúmen: tenemos -un diario bien nutrido, la venta está asegurada. Véamos: - - Derrota de las tropas federales - - _3,000 muertos 6,000 heridos_ - - ADMIRABLE DISCURSO DEL ELOCUENTE SENADOR DE MASSACHUSETTS, - ¡VUELTA A LA LEY Y A LA LIBERTAD! - - _Robos de la marina denunciados á la nacion_, - Liga de las costureras - CONDENACION CRIMINAL DEL INTENDENTE DE LA CIUDAD. - ---Vamos, continuó, el dia es bueno, no hemos ladrado mal á los pícaros. -Despues de esto, gritó, á la imprenta; componed, muchachos y dentro de un -cuarto de hora izad el tablero. - - - - -CAPITULO XI. - -De la máxima protectora,--que la vida privada debe ser sagrada. - - -Me habia acurrucado en mi sillon, reflexionando en mis adentros sobre el -triste espectáculo que tenia á la vista. Anarquia devorante, espionaje -jeneral, perturbacion universal, el gobierno en manos de todo el mundo, -hé ahí esa prensa tan ponderada! Enregimentad pues, un pueblo con -semejante enemigo á vuestro lado! - ---Eh bien, querido doctor, me dijo Truth con voz cariñosa, ya sabeis -ahora como se hace un diario. ¿Os seduce?--¿sereis mi sucesor? - ---Nunca! jamás! respondí echando para atras mi asiento por un movimiento -involuntario. Lo que veo me espanta; os jugais con todo lo que me han -enseñado á mirar como respetable y sagrado. Que se ataque á un ministro -ó á los diputados, poco me importa, estoy habituado á ello; en todos -tiempos los ministros han servido de blanco á los señores folletinistas; -el gacetero mas célebre es el que hecha abajo dos ó tres. Si hay paises y -pueblos á quienes divierte esa destruccion, que les haga buen provecho! -Les deseo dos ó tres revoluciones para curarlos.... Pero la vida privada, -señor, debe ser sagrada, entendeis, completamente sagrada. - ---¿Quién ha dicho eso?--preguntó Humbug, con un aire pillo que no probaba -sino su ignorancia. - ---Señor Humbug, respondí, es M. Royer-Collard, un gran metafísico, que -jamás ha tenido ideas propias; pero que ha fundido en bronce y grabado en -acero las ideas de otro. El es, el ilustre sábio, que ha pronunciado esta -palabra de oro, que debiera fijarse en toda oficina de diario: _La vida -privada debe ser sagrada_. - ---Vuestro gran metafísico ha dicho una necedad, respondió Humbug. ¿Acaso -puede uno ser un pícaro en la vida privada y un Fabricio en la vida -pública? ¿Qué es la vida privada? ¿Dónde comienza, dónde concluye? Gritar -al perro rabioso ¿es un ataque contra la vida privada ó contra la vida -pública? Si nuestra marina es robada por impudentes proveedores? es la -vida privada la que se ataca denunciando al ladron? Si el honorable M. -Little, rico con los millones de otro, quiere una vez mas despojar á los -simples en provecho de su codicia insaciable; ¿es atacar su vida privada -decirle á M. Little que es un bribon? - ---Señor, dije á aquel impudente, vos no dudais cuanto podria responderos; -pero bastará una palabra. Hé ahí al intendente de Paris que ha cedido á -una desgraciada debilidad. Quizá ha caido en el lazo tendido por alguna -sirena de baja ralea, y á no dudarlo, esta falta no la ha cometido en -calidad de majistrado municipal. - -¿A qué viene ese ruido, ese escándalo, esa difamacion de un hombre cuyo -error, no os concierne, al fin del cuento? - ---¿Para qué?--dijo Truth con una frialdad digna de Robespierre, para -hacerlo presentar su renuncia. ¿Quereis que prediquemos en nuestras -familias el respeto al vínculo conyugal y el horror al vicio, en -presencia del adulterio entronizado en la casa municipal?--Eso no se -puede. Es el honor de la vida privada lo que nos responde de la virtud -pública. De otra manera, la política es una comedia donde cada uno lleva -una máscara, desempeña un papel y se divierte en hablar de conciencia, -de derechos, de deberes, sin creer palabra de lo que dice. Puede suceder -que los pueblos niños se diviertan con esas farsas peligrosas, y que -concluyen siempre mal; pero en América todo es sério. Que nuestros -corrompidos vayan, si les agrada, á arruinar su salud, y comerse su -dinero del otro lado del Atlántico: entre nosotros es necesario ser -respetable para ser respetado. - ---Hé aquí una carta del intendente, dijo un empleado; presenta su -renuncia. - ---Señor Truth, esclamé, todavia hay tiempo, detened la impresion del -diario, haced desaparecer una sentencia que no concierne sino á un -simple ciudadano, un juicio que va á hacer la deshonra de un hombre y la -desgracia de una familia. Borrad de vuestro resumen esas líneas odiosas -que hieren con una nueva mancha, y que la justicia no ha previsto, una -falta escusable sin duda. ¿No hay mas que Catones en América?; y, ya que -siempre hablais del Evanjelio, ¿no hay alguno entre vosotros que haya -leido la historia de la mujer adúltera? En nombre del cielo, sed humano. - ---Yo no soy ni humano ni cruel, respondió Truth con su tono glacial; no -soy una persona, soy un diario, es decir: un éco, una fotografia. El -resumen quedará como está; lo siento por el culpable; pero, yo tambien -tengo una mision que cumplir, no transijo con la verdad. - ---Pero esa mision, esclamé indignado, os la dais vos mismo! - ---¿Es menos santa por eso? replicó el periodista. Comprended, pues, -el papel que desempeño. En una sociedad enteramente ocupada de sus -asuntos, de sus intereses, y que sin embargo se gobierna á sí misma -¿cómo se conserva la libertad?--¿Cómo se mantienen y engrandecen las -ideas jenerosas? ¿Cómo se respeta el derecho, cómo se estima la virtud -y se recompensan los servicios? Gracias á la prensa, invencion mas -admirable todavia que la del vapor y la de la electricidad. Nosotros -los periodistas, somos el éco de la sociedad, éco formidable, trompeta -estrepitosa, que aumenta todos los ruidos, los esparce hasta los confines -del hemisferio y va á despertar la conciencia pública mas embotada. El -bien ó el mal, todo nos sirve; el bien, para hacer palpitar de gozo -y de emulacion á todos los corazones; el mal, para sublevarlos de -indignacion y de disgusto. Ayer habeis realizado un acto heróico.--En -Rusia, en España ¿quién lo habria sabido?--algunos amigos, algunos -vecinos, un barrio. Gracias á nosotros, treinta y un millones de hombres -van á repetir el nombre del doctor Smith; tres millones de jóvenes -envidiarán vuestro valor y se prometerán imitarlo. Hé ahí la obra de -esos panfletistas, á los cuales estimais tan poco. Hoy dia se ha dado un -escándalo, una falta cometida por un majistrado. La justicia ha condenado -al hombre, la prensa condena el crímen y lo hace odiar y detestar por -toda la nacion. Mientras mas grande es la caida, mas formidable es la -leccion. Nuestra dureza apesadumbrará á una familia y herirá á algunas -almas tímidas; salvará de una debilidad semejante á millares de hombres -á quienes alentaria la impunidad. Sin duda alguna, nuestro rigor nos -valdrá una enemistad mortal--¿Qué importa?--¿Pongamos en balanza nuestro -deber y nuestro interés? Doctor, sed menos severo con nosotros.--Teniendo -necesidad de estas cualidades para ser periodista, ¿cuántos hombres de -estado serian capaces de desempeñar nuestra mision,--cuántos aceptarian -resueltamente nuestros peligros y nuestra obscuridad? - ---Bravo, Truth! gritó Humbug; hablais como un libro, mi buen amigo,--como -un libro que dice la verdad: _Rara avis in terris, nigroque simillima -cycno_. - ---Hay ambiciones que se ocultan, repuse, furioso contra Truth y contra -mí mismo (las palabras del sofista me habian conmovido); tal se cree -virtuoso haciendo alarde de severidad, que, en el fondo, sin saberlo, es -juguete de su propio interés y corre tras la fortuna. - ---La fortuna, dijo Humbug, no ha sido hecha para los periodistas. Doctor, -amigo, el mundo es un teatro donde figuran tres clases de personas: -espectadores, actores, autores. Los espectadores, sois vos, es Green, es -Rose, son todos esos buenas jentes que no tienen ni vicios ni virtudes -y que viven á la sombra de su viña y de su higuera. Los actores son una -banda celosa que se parece á todas las compañías de teatro. El ambicioso, -los charlatanes elocuentes, el avaro, el cobarde, el tirano, el lacayo, -todos desempeñan su papel con gran placer del público, que aplaude -á menudo, silba algunas veces y paga siempre. Esos primeros actores -necesitan hermosos trajes, palacios, oro, mucho oro. Conocen el capricho -de la multitud y abusan de él. En cuanto á los autores, en cuanto al -poeta que ha creado la palabra á la órden del dia, que ha escrito el -aire en voga, ó inspirado un trozo de literatura, á ese se le arroja un -pedazo de pan y se le desdeña. ¿Qué es la idea para los hábiles? nada -mas que una escarapela, todo está en usarla apropósito. Gritad durante -veinte años que la libertad es la salud de los pueblos, y no sois mas que -un éco, odioso á los que mandan, importuno para los que sirven. Llega -un dia en que el pueblo cansado quiere sacudir el peso que lo abruma, -el primer temerario que inscriba en una bandera la palabra que habeis -repetido veinte años, ese será el elejido de la multitud; honor, dinero, -poder, todo será para él. Una hora hará la fortuna de ese primer papel; -él no tendrá nunca bastante desprecio para el periodista oscuro que, con -veinte años de sufrimientos y de peligros, le ha preparado su triunfo? El -pueblo juzgará como el actor. ¿Quereis una moraleja para mi cuento? Paris -va á nombrar un intendente; estad seguro que se pensará en todo el mundo, -escepto en un solo hombre que honraria ese destino; ese hombre es Truth. -El dia que muera en la demanda, si yo no estoy ahí, no tendrá dos líneas -de elojio en su propio diario. ¡Hé ahí como se recompensa en América la -virtud cívica! y sin embargo, somos el primer pueblo del mundo: _Ab uno -disce omnes_. Juzgad ahora de nuestra ambicion. - ---Humbug, amigo mio, dijo Truth, ¿en nada contais el honor de ser amado -y elojiado? La puerta se abrió por segunda vez, y se vió alargarse un -hocico de garduña que no podia pertenecer sinó á M. Fox. Era él, mas -risueño que nunca. - ---Señor Truth, dijo con su mas almibarada voz, ¿tendriais la bondad de -anunciar en vuestro exelente diario que el honorable M. Little acaba de -donar diez mil dollars al hospicio de niños, cinco mil dollars á los -pobres de la ciudad y cinco mil á la biblioteca municipal? - ---El empréstito mejicano vá bien, dijo Humbug: Little es un judio piadoso -que paga el diezmo al Señor. - ---El empréstito mejicano está abandonado, respondió Fox; M. Little se ha -asegurado de que las garantías ofrecidas por el gobierno de Méjico no -eran sérias. - ---¿De dónde viene esa jenerosidad sospechosa? preguntó Humbug: ahí -hay una terrible especulacion en juego, y esos veinte mil dollars nos -costarán caro. - ---Siempre sospechas,--interrumpí yo, y ¿por qué? - ---Es que soy un viejo periodista, respondió Humbug; creo en la virtud de -los banqueros como en la simplicidad de los cuácaros. - ---Se os convertirá, viejo pecador, respondió Fox riendo. - ---¡Gran noticia en la Bolsa! dijo M. Eujenio Rose, volviendo á entrar. - ---El empréstito mejicano ha sido retirado, dijo Humbug, ya lo sabemos. - ---Pero lo que no sabeis es que el intendente ha presentado su renuncia, y -que se propone á M. Little para reemplazarlo. - ---¡De veras! dijo Fox; eso no es posible. M. Little no me ha dicho ni una -palabra; dudo aun que sus numerosos negocios le permitan desempeñar ese -importante puesto. - ---Escelente Fox! esclamó Humbug, si tiene la inocencia de un cordero! Vos -vereis, abogado honrado, como M. Little se decidirá á ese gran sacrificio. - ---Pero nosotros somos jentes delicadas, dijo Truth, y por nuestra parte, -no le impondremos una carga tan pesada; combatiremos su eleccion. - ---¿Y por qué? esclamó Fox. - ---Ese, dijo Humbug, ese es el secreto de la comedia; no se pregunta. - ---De manera que, replicó Fox, os encontramos siempre contra nosotros, -virtuosos puritanos, raza orgullosa é insaciable; pero que me condene si -no vengo algun dia á quemaros en vuestro avispero, abejones inútiles que -no sabeis sino fatigarnos el oido con vuestros odiosos zumbidos! - ---Fox, amigo mio, dijo Humbug, no pongais mi paciencia y mi brazo á -prueba: os haré pasar por la ventana. - -Fox no esperó una amenaza cuya ejecucion era demasiado cierta; por mi -parte, salí, conmovido y turbado con todo lo que habia escuchado. La -razon y la educacion me decian que la prensa es una arma cargada contra -el poder y la sociedad; veinte veces los mas sábios ministros me han -inoculado esta verdad preciosa; pero por otra parte, estaba impresionado -por lo que habia de grande y de jeneroso en la conducta de Truth, de -bravo y de decidido en el papel de Humbug. Tomar á pecho la causa de las -gentes honradas contra todos los bribones, de que rebalza el mundo, estar -todos los dias de caza, y perseguir sin descanso el robo, la injusticia -la mentira, es algo sin embargo. Un pueblo que cuenta con tales hombres -no es un pueblo vulgar. - ---Bah! díjeme espantando los escrúpulos vanos, esta es una escepcion. -Lo mas acertado será suprimir los diarios; se dirá que es suprimir el -remedio y no el mal; pero cuando el mal no tiene remedio, uno se resigna; -si uno se muere, al menos muere sin quejarse. Es una gran ventaja... para -los médicos. - -Iba á esa altura en mis reflexiones, cuando, del medio de la calle salió -una voz que me llamó,--la voz de Susana. Se aproximaba en un _cabriolet_ -de dos ruedas, dirijido por Marta. El caballo era seguro, y Marta era -una muchacha prudente que se servia mas de las riendas que del látigo; -pero en el ángulo de la calle de Taitbout y de la calle de Helder, me -equivoco, en la esquina de la sétima y octava avenida, hay un terrible -empedradito, hecho, segun creo, por algun veterinario interesado, porque, -hace diez años, no se pasa un dia sin que se caigan en él los caballos. -El corcel de Marta estaba predestinado: al aproximarse á mí, la pobre -bestia se arrodilló de repente; Marta fué arrojada por encima de la -cabeza del caballo, Susana cayó en mis brazos, y del choque me echó en -tierra, rodando ella conmigo por el suelo. - -Me levanté furioso y cubierto de polvo. Susana tenia el rostro arañado; -Marta estaba ensangrentada. - ---¿Estais herida, Marta? esclamé. - ---No, señor, no es nada, dijo; la diestra del Eterno me ha sostenido; no -tengo sino la punta de la nariz estropeada. - -Y hénos á ambos ocupados en desencillar y levantar el caballo. - -Cuando el caballo fué puesto al tiro--Pardiez! esclamé, es una -verguenza que una administracion municipal consienta hace diez años un -rompe-cabezas semejante, á mi puerta, en la calle mas frecuentada de la -ciudad. ¡Y de rabia me entré á la oficina del diario! - ---Doctor ¿qué teneis? dijo Humbug siempre riendo; habeis comenzado ya -vuestra lucha electoral con Fox. A juzgar por vuestro traje, no habeis -salido bien parado. - ---Lo que tengo, dije, es que es abominable que haga diez años que se -deje un empedrado en semejante estado, es que mi caballo acaba de rodar, -es que mi hija está herida en el rostro, es que la cocinera casi se ha -muerto; estoy furioso, quiero quejarme, pido justicia. Estamos en Paris -en América, la obtendré. La publicidad pondrá á todo el mundo de mi -parte. Dadme una pluma y tinta, voy á dirijiros una carta severa, en que -trataré á la administracion como merece. - ---Aquí teneis lo que deseais, dijo Humbug; y además un dollar. - ---¿Un dollar? ¿Para qué? - ---Pagamos siempre un dollar á los que nos traen un _hecho diverso_; no -os hagais de rogar, doctor; guardadlo y ponedlo en un cuadro con la -fecha. El os recordará que la prensa es la voz de todos, y que habeis -comprendido esta gran verdad el dia que habeis sufrido. - ---Humbug, respondí, esas palabras que lanzais al viento con vuestra -lijereza ordinaria, tienen mas alcance de lo que pensais; no las -olvidaré. Por la mañana cuando lea el diario, cada queja me recordará -un sufrimiento que mañana puede ser el mio, un mal que puedo cortar ó -evitar, asocíandome al grito público. - ---Bravo! doctor, sois un gran filósofo. Cuando se abren vuestros ojos, -gritais: _Et lux facta est_. No importa eso; pronto os apercibireis -de otra verdad no menos grande: que en resumidas cuentas la libertad -de la prensa no aprovecha sinó á las jentes honradas. Basta esto para -enseñarnos cuales son sus enemigos. - - - - -CAPITULO XII. - -Una candidatura en América. - - -Todas estas discusiones me habian perturbado. Cierto, yo no tenia la -debilidad de renegar la fé política que me han dado los maestros de mi -infancia; tengo horror á los renegados. Cuando uno se ha criado en el -error, si la conciencia quiere que uno salga de él, el honor quiere, -que uno persista; es el honor lo que siempre escucha un Francés. Me -habria hecho descuartizar antes que confesar que esos Yankees tenian -razon. Pero, en el fondo del alma, sentia que habia perdido mi primera -inocencia; me habia servido de la prensa y no tenia ya derecho á -sonrojarme. Descontento de mi mismo, dormí con sueño ajitado; así, cuando -me desperté, era de noche todavia. Los sofismas de Truth y de Humbug -habian penetrado en mi ánimo, como flechas en las carnes; buscaba en mi -cama, respuestas que no encontraba, cuando de repente, en medio de la -oscuridad y del silencio, oí una voz que me llamaba desde la calle. Era -la voz de mi hija, un padre no se engaña. - -Ponerme mi bata, correr á la ventana, fué cosa de un segundo; me incliné -para ver en la oscuridad de la noche. Mi cabeza tropezó con no sé qué -obstáculo que estalló. Al instante una luz espléndida me deslumbró; -gritos de alegria saludaron mi aparicion. La calle estaba llena de -gente, un cartel inmenso cubria toda la casa; y mi cabeza metida dentro -de una O jigantesca, daba á los pasantes un espectáculo ridículo. Papá, -permaneced ahí, decia Susana, saltando sobre sus lijeros pies y batiendo -palmas: todo París leerá el cartel. _Green for ever_ repetian los Yankees -mientras corrian. _A very good trick_[25] agregaban riendo hasta mostrar -sus grandes dientes. - -Me vestí apresuradamente y bajé á la calle. París no era si no un inmenso -cartel; los candidatos de todos los colores: azules, rojos, blancos, -amarillos, verdes, rosados; ostentaban sobre las paredes sus servicios -y sus virtudes. Mi casa estaba consagrada al verde. El nombre de Green -se estendia en mayúsculas de tres pies de alto; frente á mi, la imprenta -habia subido hasta las nubes un inmenso cuadro, en el que se leia: - - CIUDADANOS - DE LA PRIMERA CIUDAD DEL MUNDO. - - _¡Nada de banqueros! - ¡Nada de abogados! - ¡Nada de escaladores del poder!_ - - Nombrad al hijo de sus obran: - - _¡Al patriota jeneroso! - ¡Al comerciante heroico! - ¡Al buen padre de familia! - ¡Al hijo de París!_ - - ¡Nombrad al honrado y virtuoso GREEN!!! - -Esta farsa democrática divertia á Susana; M. Alfredo Rose estaba á su -lado, con el venerable boticario y sus otros ocho hijos. Enrique bailaba -de contento como un niño que se encanta con el barullo; por mi parte -tengo poco gusto por esas orjias populares: una frase las reasume: _Mucho -ruido para nada_. - ---Vecino, me dijo el farmacéutico, ved ahí á nuestro capitan que vá al -fuego; espero que nos dareis una mano; la oposicion es poderosa; no -triunfaremos sino á fuerza de palabras y de accion. - ---Querido señor Rose, le respondí, con vuestro permiso, permaneceré en -casa. En todo esto no tengo interés alguno. Soy un gran señor que tiene -para dirijir sus asuntos un cierto número de intendentes que paga, sin -tomarse siquiera el trabajo de elejirlos; lo que pasa entre mi jente no -me concierne, ¿qué es un intendente municipal de Paris? Un caballero con -casaca bordada que casa á las solteronas y á las viudas inconsolables, -y que dos veces al año sube en carroza de gala para saludar al señor -Prefecto y comer en la casa municipal. Esos si que son grandes honores, y -por lo tanto, nunca se les compra demasiado caro; pero, ¿qué me importa -eso á mí, simple particular, que no tengo mas privilejio que pagar un -presupuesto que no voto? Y no sé á quien representa un intendente; pero -de cierto no es á sus administrados. Así, pues, que lo nombre quien -quiera; yo soy médico y no me incomodo por nada. - -Por toda respuesta M. Rose me agarró el brazo y me tomó el pulso. - ---Terrible doctor, me dijo, qué malos ratos me dais con vuestras -eternas bromas; os he creido con el cerebro trastornado. Ciudadano de -un pais libre, ¿es á vos á quien hay necesidad de decir que hoy dia -están en juego nuestros mas grandes intereses? ¿No es el intendente -el primer personaje de la ciudad, el representante de nuestras ideas -y de nuestros deseos? Policia, mercados, calles, escuelas, no es el -intendente acompañado de nuestros consejeros, el que arregla todo, con -la soberana voluntad que nuestro voto le confiere? Si tiene superiores -en el Estado, ¿los tiene en la ciudad? ¿Recibe órdenes de alguien? ¿No -es él nuestro brazo derecho, nuestro órgano, nuestro ministro; no es á -nosotros solos á quienes responde de sus actos y de su presupuesto? ¿Y -quereis que semejante eleccion nos haga permanecer indiferentes? Por mi -parte me preocupo muy poco de lo que hacen en Washington los señores -charlatanes elocuentes del Oeste ó del Sud; pero Paris, es mi bien, es -cosa mia; es la tumba de mi padre, es la cuna de mis hijos. Amo todo en -Paris, hasta sus berrugas y sus manchas, amo sus viejas calles donde he -jugado en mi infancia, amo sus nuevos _boulevards_, grandes arterias de -la civilizacion, amo sus iglesias góticas que me hablan del pasado; amo -sus esplanadas y sus escuelas que me hablan del porvenir. Para mi es, que -cuarenta jeneraciones han enriquecido este pedazo de tierra; hay en esto -una herencia que he recibido de mis padres, y que quiero trasmitir á mis -hijos, despues de haberla embellecido. No permito que sin mi voluntad se -toque una piedra ni una institucion de mi querida ciudad, de mi verdadera -patria. ¡Soy Parisiense, Paris es mio! - ---Rose! amigo mio! esclamé, sois el Ciceron de los boticarios; pero la -elocuencia tiene el privilejio de decir lo contrario de la verdad. No -es sériamente que hablais de confiar á uno de nosotros, á un simple -ciudadano la policia de semejante _Pandemonium_; se necesita aquí una -mano firme é independiente que nos conduzca á pesar nuestro. - ---Papá, dijo Susana, porqué mortificais así al bueno de M. Rose? vos -sabeis bien que el intendente es el que elije los _policemen_; vos mismo -habeis hecho nombrar al que cuida vuestra calle. - ---¿Quizá tambien, agregué con aire de lástima, haceis votar los impuestos -municipales por los que los pagan? - ---Sin duda, dijo Rose, ¿quién es el que tiene derecho á votar un gasto si -no es el que lo sufre? - ---¡Tendreis un lindo presupuesto! ¡Hé ahí un bonito modo de juntar -millones! Y cuando abrís calles nuevas, ¿consultais tambien á los -habitantes, á fin de conjurar contra vosotros el egoismo de los intereses -privados? - ---¿A quién se consultaria entonces? preguntó el inocente boticario; -supongo que las calles son hechas para nosotros, y nuestros intereses -privados forman, reuniéndolos, el interés jeneral. - ---Perfectamente! perfectamente! esclamé riendo: todos han mamado la -misma leche. Buen Dios! qué necesario seria embutir á martillazos en -estos cerebros estrechos las grandes ideas de la civilizacion moderna! -Si viesen los milagros de la centralizacion, comprenderian al fin que -nuestros negocios nunca son mejor manejados que cuando pasan sin nuestra -voluntad, á manos de aquellos que no tienen en ellos el menor interés! Y -las escuelas, agregué, son tambien los padres de familia los que votan -el impuesto y fijan la cifra del gasto? Tendria curiosidad de conocer el -total. - ---El gasto de las escuelas, dijo M. Alfredo, apurado por hacer admirar su -erudicion, todo el mundo lo vota; la educacion es la deuda comun; todos -se hacen un honor en contribuir. Antes de ayer se estableció el impuesto -de 1862: son dos dollars por cabeza, sin contar lo que dá el Estado. - ---Diez y seis millones de francos votados por un millon y seiscientos mil -habitantes de Paris, para las escuelas de la gran ciudad! esclamé; eso -jamás se ha visto y nunca se verá: es imposible. - ---Papá, repuso vivamente Susana; puesto que Alfredo lo dice, debe ser -verdad. - ---Pues entonces, mis queridos amigos, dije á mi vez, es necesario -aullar como los lobos. Si nuestros negocios son verdaderamente nuestros -negocios, si Paris es nuestro y no del Estado; si votamos y consumimos -nosotros mismos nuestro dinero, cosas todas increibles, enormes, -contrarias á la esperiencia y al buen sentido, yo cedo á la locura -comun! Un Parisiense que no es un estranjero en Paris, un Parisiense que -tiene voto en el capítulo municipal, un Parisiense que habla y que se le -escucha, es un fénix que no se vé sinó en América. Vamos á votar, y viva -Green, intendente de Paris.... en Massachusetts! - ---Viva Green! gritó toda la pandilla, dirijiéndose á la tienda del -especiero. - ---Papá, dijo Susana, abrazadme antes de partir. Sabeis, agregó al oido, -que vuestro nombre figura en la lista? - ---¿Qué lista, hija mia? - ---La lista de los oficiales municipales. En el _París Telegraphe_ un -comité de electores os propone, como inspector de calles y de caminos, al -lado de M. Humbug á quien quieren nombrar juez de paz. Ved papá; y del -bolsillo de su delantal sacó la señorita el diario. Qué pais aquel donde -una jóven enamorada lée el diario y se interesa en las elecciones! - -Tomé el _París Telegraphe_; mi nombre escrito en grandes carácteres y -acompañado de un elojio conveniente, figuraba en cabeza de la lista. -Esto me hizo un efecto singular. Criticar al poder haga lo que haga, es -cosa que entiendo, soy Parisiense. Vituperar y rezongar contra nuestros -amos, es la única parte de libertad que el mismo gran rey no ha podido -quitarnos: es el consuelo y la venganza de nuestro ócio político. Pero, -administrar y mandar, obrar en vez de gritar, salir de la oposicion -para encontrarla á su frente, y reducirla al silencio á fuerza de celo -y de éxito, era para mi una perspectiva desconocida y encantadora; la -ambicion comenzaba ya á filtrar en mi corazon. Pensaba que la víspera -habia sido severo con Humbug (un diario es una influencia), y que quizá -habia hablado demasiado rudamente á Rose y á sus hijos: eran diez -electores!.... Asi me apresuré á abrazar á Susana, y, corriendo hácia -el boticario entablé con él una conversacion confidencial sobre unas -píldoras admirables, inventadas por mí, píldoras destinadas á hacer una -revolucion en la práctica, no menos que la fortuna del médico que las -ha imajinado y del farmaséutico que las venda. Un extracto concentrado -de manzanilla es un remedio heróico que sana en ocho dias la incurable -y dolorosa enfermedad de las jentes de ingenio, la dispepsia. Yo -aguardaba para la academia de medicina las primicias de este maravilloso -descubrimiento; hacia diez años que tenia principiada mi memoria; pero -cuando la ambicion nos invade, adios prudencia! La gloria académica -dejaba de deslumbrarme; la inspeccion de las calles me abria la carrera -política,--era candidato! - - - - -CAPITULO XIII. - -Canvassing[26]. - - -¿Habeis estado enamorado, caro lector? os acordais cuán vivo era vuestro -corazon, cuán ardiente vuestra mirada, cuán rápido vuestro pensamiento, -cuán lijera la vida: en aquellos dias felices? Pues bien, entonces sabeis -lo que es un candidato. A cincuenta pasos de distancia, á pesar de mi -mala vista, reconocia electores que nunca habia visto; encontraba en -un rincon de mi mollera la historia de una porcion de jentes á quienes -jamás habia hablado, y no solamente su historia, sino la de sus mujeres, -de sus hijos, de sus padres, de sus abuelos y de sus primos segundos. -Echaba á diestra y siniestra promesas y apretones de mano. Familiar con -los pequeños, modesto con los grandes, yo enderezaba todos los entuertos -y componia todas las calles. Ciceron, implorando el consulado, no era -ciertamente ni mas elocuente, ni mas jeneroso, ni mas afable que yo. - -Green se unió á nuestro cortejo; era, puede créerseme, un candidato -bastante pobre. Los electores que lo habian puesto en camino no habian -tenido buena mano; sin salir de la calle, les hubiera sido fácil elejir -otro mejor. Un especiero no ha recibido esa alta educacion social -que permite jugarse con los hombres y las cosas. Ninguna adulacion á -la multitud, ninguna de esas promesas que se quedan en el fondo del -escrutinio, ninguna de esas agradables mentiras que son los fuegos -artificiales de ordenanza de todas las elecciones. Green era frio -y tímido como un comerciante que hace un negocio, y que pesa cada -compromiso. Cuando habia estrechado la mano de un elector diciéndole: -_Haré lo que pueda_, ó, _la posicion es dificil_, ó, _nombrad á M. -Little, si lo juzgais mas capaz_, ya le parecia que su papel estaba -hecho. A los reproches afectuosos que le dirijia, me contestaba en un -tono glacial: Mi conciencia no me permite hacer mas; no puedo ofrecer mas -de lo que he de cumplir. ¡Conciencia en un candidato! era un escrúpulo de -almacenero! Cuando se quiere hacer fortuna, se encierra la conciencia -con doble llave la víspera de la eleccion, y no siempre se la saca al dia -siguiente. En Francia todo el mundo sabe esto. - -Hubiérame muerto de fastidio en esta procesion electoral, si no nos -hubiera acompañado el enorme y alegre Humbug. Siempre sobre el quien -vive, siempre pronto á la respuesta, seguíanle la pista por las risas que -dejaba en pos de sí. No siempre era agradable la acojida que nos hacian; -en sus odios como en sus amistades, el Sajon muestra una ruda franqueza; -la sal americana no es la sal ática. Pero Humbug era un admirable jugador -de pelota: no habia broma que no recibiera devolviéndola del primer -voleo. Una vez, tocados por él no volvian mas. - ---Green, candidato! es una verguenza, decia un egoista de semblante -pálido y de facciones consumidas. ¿Figuraos al especiero en el consejo -de la ciudad? Cuando toquen la campanilla, responderá: _Ya van, ya van, -haced que os despachen._ Que se vaya al infierno, él y todo su séquito! - ---Al infierno, dijo Humbug! ¿qué le diremos á tu padre el fallido? que -estás en tu tercera quiebra esperando la cuarta. - ---Green, candidato! reponia un dependiente de novedades, dandy de botas -barnizadas que á cada palabra hendia el aire con su inocente varita; -Green, un almacenero que no es capaz de distinguir un asno de un caballo! - ---No tengas cuidado, hijo mio, dijo Humbug, se te reconocerá entre mil. - ---Bella respuesta, y digna de un hombre que vive de su injenio. - ---Si no cuentas mas que con ese capital para vivir, no llegarás, hijo -mio, á ser tan gordo como yo, respondió Humbug, continuando su camino en -medio de las risas de la multitud. - -Entramos al Hotel de la Union; nos habian señalado á su dueño como uno -de los electores influyentes de la ciudad. Pero en su casa, si el buen -hombre llevaba las riendas, era su mujer la que le mostraba el camino. A -la primera frase de Green, la fogosa matrona le cortó la palabra: - ---Maldita sea la política, dijo. - ---Maldita sea la hostería, respondió Green haciendo un profundo saludo á -la señora. - ---José, gritó la imperiosa Juno, insultan á vuestra mujer, se os ultraja, -y os quedais ahí como un imbécil. Teneis sangre de pavo en las venas. - -A esta voz terrible, José se quedó suspenso, abriendo tamaños ojos. En la -calle creo que el bravo hostelero nos hubiera estrechado la mano de buena -gana: su ancha cara, su lábio pendiente, su gran vientre, no anunciaban -un rayo de la guerra; pero, en presencia de su mujer, juzgó prudente -enfurecerse. Llevar la guerra al esterior, era el medio de conservar la -paz en la plaza. - ---Que venga, ese hermoso candidato, gritó con un vozarron que trataba de -hacerlo malo, tengo á su servicio un cabestro para colgarlo. - ---Muchas gracias, mi buen amigo, le dijo Humbug con tono almibarado, -tendríamos escrúpulos de privaros de ese mueble de familia. - -Hénos á todos riendo mientras huiamos de aquel antro de Polifemo; pero -estaba cortada la retirada. En el umbral de la casa, la señora, erguida -como un centinela armado, detuvo á Humbug, y temblando de cólera: - ---Sabeis quien soy yo, le dijo. - ---Quién no os conoce y no os admira, repuso Humbug, enderezándose con -fatuidad, sois una niña encantadora, que no habeis llegado todavia á la -edad de la discrecion. - -Con lo que la saludó, dejando á la digna matrona mas muda y mas boba que -la mujer de Loth en su última transformacion. - -Estas no eran sino escaramuzas; habian reuniones públicas donde se -discutian los títulos de los candidatos; allí se daba la batalla y -se decidia la victoria. Habia llegado el momento de separarnos; era -necesario que cada uno contribuyera con su persona. Me asignaron el -_Liceo_. Entré en aquel inmenso salon, donde se ajitaba una muchedumbre -inquieta. En el acto me reconocieron, y llamaron, todas las miradas se -fijaron en mi; el miedo me cojió, de buena gana habria renunciado á esa -candidatura fatal que me entregaba al público. Ay de mí! era demasiado -tarde. - -En frente á mí, un hombre trepado sobre un tablado hablaba y jesticulaba -con estrema vivacidad; escuchábanle en silencio, y en seguida lanzaban -hurrahs y gruñidos terribles: asi es, como se aplaude y se silva entre -los Sajones. Aquel tribuno popular que sublevaba á su albedrio las -pasiones de la multitud, era el abogado del banquero Little, era Fox, -nuestro enemigo. - -Apesar de maldecir al perillan, me veia obligado á reconocer en él -cierto talento de que abusaba. Sério á la vez que chocarrero, tenia un -modo de hacer el elojio de sus adversarios que los ponia en ridículo, un -modo de ponderar sus candidatos que los realzaba á los ojos de todos. -Concluyó por una rápida enumeracion de las riquezas que los bancos -esparcian en América. Little se convirtió en un Júpiter que caia en -lluvia de oro sobre el seno de una nueva Danae. A la voz del abogado, -los caminos de hierro, los canales, los vapores vinieron á agruparse -en torno del banquero para hacerle un cortejo electoral, mientras que -con un jesto desdeñoso el orador nos mostraba al especiero nadando en -su melaza ó confundido con la cuenta de sus sardinas y de su bacalao. -Amigos de la paz, esclamó concluyendo, ¿nombrareis por jefe de la ciudad -á ese fabricante de fósforos químicos cuya mercancia se encuentra en -todos los incendios? Amigos de la libertad, ¿elijireis á ese vendedor de -bacalao que alimenta á los esclavos del Sud, y que quebrará mañana si sus -clientes, emancipados por nuestro valor, dejan de tomarle su mercancia -envenenada? No, jamás descendereis á esa verguenza. Por mi parte, Yankee -_pur sang_, amigo de la patria, orgulloso de todas nuestras glorias, -antes que dar mi voto á ese hombre, preferiria mas bien votar por.... Se -detuvo, guiñando el ojo y bajando la voz.... por el que, en su piedad -universal, nuestras mujeres llaman _un pobre anjel caido_; no os lo -nombraré. - -Una salva de aplausos saludó al orador; descendió de la plataforma -recojiendo felicitaciones y promesas. En toda asamblea hay siempre una -majada de bobos que siguen balando al último que habla. No le bastaba -aquel éxito al traidor; se vino derecho á mí, me tendió una mano que no -me atreví á rehusar y con voz que resonó en todo el salon. Doctor Smith, -dijo, á vos ahora; juego limpio para todos, esa es la divisa del Yankee. -Me levanté cubierto de un sudor frio; de todas partes gritaban: oid! -oid! Aquel ruido, las miradas fijas en mí, el silencio que siguió, todo -contribuyó á hacerme perder la cabeza; una nube roja pasó por delante -de mis ojos; mi voz se apagó en mi garganta, todo mi cuerpo temblaba -siguiendo los latidos de mi corazon. ¡Cuánto no hubiera dado por comprar -la facundia de aquel miserable! Yo tenia ideas mas nobles que las -suyas, un patriotismo mas sincero: pero el abogado tenia la costumbre, -el oficio; y á mi, ciudadano de un pais libre, ni á hablar me habian -enseñado. Estaba vencido, y vencido sin combate. - -Iba á enfermarme de cólera y de verguenza, cuando de repente Enrique mi -hijo, viéndome palidecer saltó sobre la plataforma é hizo señas de que -queria hablar. El cuerpo derecho, la cabeza alta, los piés en escuadra, -la mano izquierda metida en el frac abotonado, saludó graciosamente y -esperó que el tumulto se apaciguára. - ---Es su hijo, es su hijo, decian de todas partes. Oid! oid! Todos miraban -al niño con curiosidad; se hizo un silencio profundo, se hubiera sentido -volar una mosca. - ---Ciudadanos y amigos, dijo con voz clara y penetrante, no vengo á -combatir al terrible Goliat, al banquero Little; no son piedras lo que -me falta, el Filisteo ha arrojado bastantes en nuestro jardin; pero no -tengo de David sinó la juventud, no tengo la fuerza para medirme con ese -adversario demasiado ejercitado; todo lo que ensayaré es defender á mi -padre y á mi partido; estoy seguro que entre vosotros, nobles corazones, -no hay uno solo que no diga: Ese jóven tiene razon. - ---Oid! oid! gritaban de todas partes: habla bien. - ---El honorable sollicitor, continuó mi hijo, recalcando la primera -palabra, no ama la especieria. Esto me admira. Hace tal consumo de sal -ordinaria que nos reputaríamos muy felices de ser sus marchantes. Que nos -la dé y le daremos _de llapa_ la azúcar que le falta. El azúcar modera -la bilis; de otra manera todo se vé amarillo, y es uno injusto con sus -compañeros de armas y sus amigos. - -No sé de donde sacaba mi hijo esa elocuencia de baja ley, pero era del -gusto de aquella multitud ignorante: reian, aplaudian, las mujeres -ajitaban sus pañuelos. En seguida respondian con una sonrisa: la asamblea -era suya. - ---No hablaré mal de los banqueros, continuó mi tribuno de diez y seis -años; los banqueros son como los dentistas, es necesario no hacerlos -nuestros enemigos, quién sabe si mañana no tendremos necesidad de ellos! -¿pero debemos poner en sus manos los intereses de la ciudad? Recuerdo -que mi abuela, una santa mujer de Connecticut, nieta de nuestros padres -los peregrinos, me repetia amenudo que habia oido á sus virtuosos -antepasados, que el banquero sostiene al Estado como la cuerda al -ahorcado: estrangulándolo. - ---Tres gruñidos para los banqueros! gritó una voz estrindente, la voz -de algun deudor perdido entre la multitud. Aquel grito tuvo éco, el -salon tembló con esos aullidos que acariciaban mi oido paternal, como lo -hubiese hecho una sonata de Beethoven. - ---Mi abuela, continuó el niño exitado por aquellos hurrahs, nos proponia -enigmas para divertirnos en las noches de invierno al lado del fuego; Si, -se metieran, decia ella, en un mismo saco un banquero, un _sollicitor_ y -un sastre, y se sacára á la suerte, ¿quién saldria infaliblemente? - ---Un ladron, repitieron veinte oyentes, encantados de encontrar -un recuerdo de la infancia. Enrique se aproximó á la orilla de la -plataforma, puso un dedo sobre su boca, y dijo á media voz: - ---Esa es la palabra de que se servia mi abuela, pero hoy dia se dice: -saldria un millonario afortunado. - ---Cierto, agregó, yo no quiero mal á la fortuna, espero hacer mi camino -como cualquier otro. - ---Y tú irás lejos, mi pequeño jigante, gritó una voz gruesa que conmovió -la asamblea. - ---Mostradme, agregó mi hijo animado por aquel sufrajio, mostradme -una fortuna honorablemente adquirida, navíos enviados á la India, á -Terranova, á las Molucas, saludaré en la persona de Green veinte años de -trabajo, de cálculos y de economías. Pero esas riquezas de azar, esos -millones ganados al juego en un dia, no me hableis de eso: es el bien de -otro que pasa al bolsillo del mas hábil. Fortuna sin trabajo, es fortuna -sin honor! (_Oid! oid!_) - ---Por otra parte, queridos conciudadanos, ¿es la fortuna lo que -recompensais? ¿O es acaso, el valor y la abnegacion? ¿No es Green el -noble capitan que penetró en una casa incendiada por salvar á vuestra -mujer ó á vuestra hija, quizá? Ese niño que mi padre arrancaba ayer -de en medio á las llamas, ¿no lo habeis adoptado todos? ¡Oh vosotras, -conciencia nuestra, vosotras, estrellas de nuestras almas, madres, -esposas, hijas, hermanas, hablad, señora!: ¿por quién se debe votar? -(_Oid, oid!_) - ---Amo á los valerosos que no temen entrar al fuego, continuó mi jóven -Graco, pero no tengo inclinacion alguna á los que viven eternamente en -él. No me admira que el caballero cuyo nombre no se dice, tenga todas -las simpatías de nuestros adversarios: es muy natural que el honorable -M. Fox, escoja su representante en su familia ó entre sus amigos; pero -nosotros, que tenemos alianzas menos ricas, lo que necesitamos á la -cabeza de nuestros negocios comunes, es un hombre honrado. Y ese hombre, -no hay porque ocultarlo, es el hijo de sus obras, es el hijo de la -ciudad, es Green. - ---Hurrah á Green! hurrah á Smith! gritó toda la multitud arrebatada por -la emocion. La victoria era nuestra. Enrique me buscaba con los ojos en -medio de aquella batahola. Iba á escapar á su gloria naciente, cuando un -robusto cazador de Kentucky, uno de esos jigantes que se jactan de ser -mitad caballo y mitad cocodrilo, alzó á mi hijo á fuerza de brazo, y le -hizo dar la vuelta del salon. Fué una salva de aplausos capaz de voltear -las paredes. Todos los hombres estrechaban la mano al jóven prodijio, -todas las mujeres lo abrazaban. Yo queria gritar:--¡Soy su padre! Pero -por segunda vez el miedo se me atravesó en la garganta, y suspiré -diciendo por lo bajo: Ay de mí! no ser yo mi señor hijo. - - - - -CAPITULO XIV. - -Vanitas, Vanitatum. - - -Cuando la multitud se hubo escurrido, llevando á lo lejos la gloria y -el nombre del futuro Webster, abracé á mis anchas al orador, y tomé de -nuevo con él el camino de casa. Avergonzado del papel mudo á que me -habia condenado mi ridícula timidez, no pude menos de zaherir un poco al -Ciceron en ciernes. - ---Hola! bribonzuelo, le dije, ¿dónde has adquirido esa facilidad de -charlar y esa seguridad que nada perturba? Improvisar, declamar, unir el -ademan á la palabra, ese arte perdido desde la antiguedad--¿dónde te lo -han enseñado? - ---En la escuela, dijo mi hijo. Tú lo sabes papá, tú que tantas veces me -has hecho recitar mi _Enfield_.[27] ¿He tenido aplomo? ¿He alzado el -brazo mas arriba de la cabeza? ¿Estás contento? - ---¿Y todos tus camaradas charlan como tú? - ---Sin duda papá. Lindos ciudadanos serian los de un pueblo mudo! Hablar y -jesticular nos es tan necesario como leer y escribir. No hay ninguno de -nosotros que no esté destinado á ser algo en la sociedad, en el comun, -en el Estado. Miembros de un _meeting_ ó de una asociacion, electores, -candidatos, majistrados, senadores, todos tendremos necesidad de -dirijirnos al público: se nos habitúa, pues, desde la escuela. Improvisar -no es dificil y es muy entretenido. En nuestras recreaciones, nuestro -placer es discutir; he hecho ya cien discursos á mis futuros electores. -Pero mi fuerte es el jesto. “La accion, dice Demóstenes, en mi _Enfield_, -la accion! la accion!” Miradme, papá. - -Y héteme ahí á mi muchacho que se pasea declamando no sé que discurso de -lord Chatham contra la guerra de América. Camina, se detiene, alza los -ojos al cielo, junta las manos, adelanta con puño cerrado, apoya un brazo -sobre el corazon, y concluye por saltarme al cuello riendo á carcajadas; -mientras que yo, su padre, incapaz de decir una palabra y de mover un -dedo, permanecia confundido ante aquella perversidad precoz, fruto de una -educacion mal sana. Mi hijo no era un prodijio, no era sino un Yankee -criado demasiado hábilmente. - ---¡Desgraciado niño! le dije, puesto que te vas á la India, ¿para qué te -servirá ese arte de histrion? Pase todavía si fueras abogado. - ---Lo seré algun dia, papá, respondió Enrique. Dejadme ganar diez mil -dollars allá; á mi vuelta estudiaré derecho, y me asociaré con un maestro -esperto. - ---¿Y en seguida? pregunté admirado de esa jóven ambicion. - ---En seguida, papá, me haré nombrar representante en el Estado de -Massachusetts, y seré senador. - ---¿Y en seguida? - ---En seguida, papá, seré diputado al congreso, y mas tarde senador de la -Union. - ---¿Y en seguida? - ---En seguida, papá, seré ministro como M. Seward, si no puedo -conseguirlo, seré presidente como M. Lincoln. - ---¿Y en seguida? esclamé, ocuparás sin duda el puesto de Lucifer; porque -tienes la ambicion y el orgullo de un demonio! - ---Papá, repuso el niño, inquieto de mi vivacidad, todos mis camaradas -piensan como yo. Nuestros maestros nos han dicho siempre que éramos la -esperanza de la patria y que la república tenia necesidad de nosotros. -Entrar en la carrera política, no es ambicion, es un deber. El ciudadano -que vá mas lejos es el que sirve mejor á su pais. - ---Oh! los paganos, los paganos! esclamé: hénos aquí que volvemos á los -escándalos de Atenas y de Roma. El primer deber de un cristiano, señor, -es permanecer en su humildad, es huir de la política, es no mesclarse -jamás en los asuntos de su pais, á menos que la autoridad no os obligue á -ello. - ---Papá, no es eso lo que nos han enseñado en el púlpito. El domingo -último, nos han citado á un papa, Pio VII, segun creo, que decia, cuando -no era sino obispo, es cierto: _Sed buenos cristianos, y sereis buenos -republicanos_. Todas nuestras libertades vienen del Evanjelio: Se nos ha -repetido constantemente que la moral de Cristo conduce á la democracia, -es decir á la igualdad fraternal y al respeto del mas ínfimo individuo. -_Amaos los unos á los otros_, ¿qué quiere decir esto, sino que el mas -fuerte debe ayudar al mas débil con su fortuna, con sus consejos y con su -abnegacion? - -Me tomé del brazo de Enrique. - ---Pobre niño enceguecido por la locura de tus maestros, le dije, mira á -donde va la democracia. - -Delante de nosotros caminaba á pocos pasos de distancia, un hombre -encajonado en unas planchas de madera. Sobre aquel cartelon ambulante se -leia, escrito en grandes caracteres: - - EL LINCE. - - _Diario de los Demócratas._ - - CIUDADANOS! - Cuidado con los intrigantes y los necios!! - - GREEN--SMITH--HUMBUG. - ó - EL RIDICULO TRIO DESENMASCARADO. - ---Dadme _el Lince_, dije á un vendedor de diarios. - ---Hélo aquí, señor, respondió el hombre con tono chocarrero; pero si -quereis reir, os ruego que tomeis _el Sol y la Tribuna_, alli es donde -vereis al _trio_ fustigado lindamente. - -El _Lince_ me bastaba, abrí aquella hoja execrable. Green era burlado -cruelmente, á Humbug le decian verdades de á puño; pero á mí, gran Dios; -¿cómo me trataban? Qué de mentiras! qué de injurias! qué abominacion! - -Estregué ese miserable panfleto, iba á arrojarlo en el lodo, su verdadero -lugar, cuando en el umbral de mi casa encontré la alegre cara é -impertinente sonrisa de Humbug. - ---Triunfais, señor periodista, le dije metiéndole _el Lince_ por las -narices. Elecciones, hé ahí vuestras fiestas, vuestras saturnales de la -calumnia. - ---La calumnia, dijo el hombron encojiéndose de hombros, es como el -sarampion: cuando sale á la superficie, sana; cuando se resume mata. - ---Solo en vuestras democracias se imprimen semejantes infamias! - ---Ya lo creo! respondió el sofista, contento de tomar al vuelo una nueva -paradoja. En las monarquias del Viejo Mundo, se guardan de imprimir la -calumnia, la dicen al oido: es un medio mas pérfido y mas seguro. No -atacan á las jentes de frente, se defenderian: se las asesina por la -espalda; es donde reinan sin rivales, la intriga y la mentira, alli es -donde el principe es la primera víctima de ese veneno que él impide se -exhale. _Summa petil livor._ La calumnia, doctor, es el flajelo y el -castigo del despotismo; en un pais libre es una picadura de avispa; no se -piensa en ella al dia siguiente. - ---Señor filósofo, dije secamente, leed ese diario; se trata de vos. - ---Razon mas para que no lo lea. Siempre es el mismo tema, con ocho ó -diez sustantivos en epitetos pretencioso, para variar el estribillo. -¿Teneis la audacia de no seguir á los dóciles carneros que arrastran los -hábiles guias? ¿os atreveis á tener una opinion propia y una voluntad? -sois un _orgulloso soñador_ y un _ambicioso fanático_. Decis la verdad -á vuestros conciudadanos; ¿quereis ilustrarlos sobre las condiciones -de la libertad, premunirlos contra los peligros de la anarquia? sois -un infame aristócrata, un _servil admirador de la pérfida Albion_. En -otros términos, abrirle los ojos al pueblo es arruinarla industria de -los conductores de ciejos y echar á la calle á jentes honradas que nada -perdonan. - -¿Hablais francamente, llamais por su nombre los abusos, y á los que viven -de ellos?--sois un _adulador de la multitud_, y _un cobarde demagogo_. -Elojios irónicos si vuestra candidatura vá mal,--injurias groseras y -comunes si triunfa: hé ahí la eterna cancion de los diarios y de los -periodistas que no se respetan. Nos parecemos mucho á los órganos de -Berberia. Ese es el placer de los envidiosos, de las comadres, y de las -buenas jentes que tienen el oido falso. Es necesario ser induljente con -las pequeñas miserias de la humanidad. - ---Leed el artículo, repuse impaciente; veremos hasta dónde llega vuestra -dulzura. - -Una vez que hubimos entrado al salon, donde por fortuna estábamos solos, -Humbug se puso á leer la injuriosa diátriba, mientras Enrique corria en -busca de noticias. - -Green no tiene de que quejarse, dijo riendo el morrudo periodista. Por -la manera ruda como le tratan, es claro que sus acciones suben en plaza. -Las mias no van mal. Un _Falstaff descarado_, es cosa linda ese _Sileno -avinado, á quien no falta ni su asno cuando el doctor esta ahí_, es de -una mitolojia que hace honor á la erudicion del escritor. Todo esto es la -_telum imbelle, since ictu_ de un partido agonizante. - ---¿Porqué no se impide hablar á esos miserables? - ---Doctor ¿habriais encontrado la piedra filosofal? Saber de antemano lo -que esas jentes dirán es un secreto que se busca todavia; el único medio -de evitar ese escándalo que os aterroriza es enmordazar á todo el mundo: -remedio heróico que mata á las jentes para impedirles que vivan mal. ¿Es -esa la medicina que poneis en práctica? Esos pillos, direis son pagados -para ejercer un oficio innoble; abusan de la libertad, la prostituyen; -convengo en ello, pero ese abuso nos garantirá el uso de nuestros -derechos. Hay señoritas que abusan del derecho de pasearse por las -calles, ¿encerraremos por eso á nuestras mujeres en un harem? Hay jentes -que se matan por la glotoneria y la borrachera, ¿nos sujetareis por eso -al réjimen de Sancho en la ínsula Barataria? Por miedo á un incendio, -¿prohibireis los avios de encender y los fósforos? Por miedo á un asesino -¿nos quitareis uno de los primeros derechos de los pueblos libres, el -derecho de tener armas? Toda libertad arrastra consigo un abuso posible: -toda fuerza y todo instrumento hace lo mismo. Suprimir la libertad para -evitar el abuso, impedir el bien para impedir el mal, es hacerle el -proceso á Dios mismo, y probarle que no entendia jota de la creacion. - ---Si no podeis evitar la calumnia, esclamé, castigadla; inventad -suplicios terribles; herid al que me quita el honor como heris al que me -arranca la vida. - ---Teneis abiertos los tribunales, respondió Humbug; pero el desprecio es -una justicia mas pronta y mas segura. Mañana los electores os vengarán -de las injurias de hoy dia. ¿Es cierto por otra parte que nos hayan -calumniado? Por lo que á mí respecta no me siento herido. - ---No sé lo que teneis en las venas, le dije, arrancándole el diario de -las manos. Oid como un anónimo cobarde se atreve á tratar á un hombre -de mi posicion y de mi edad, en seguida os mostraré como se castigan -semejantes infamias. - -Y con voz trémula de cólera leí lo que sigue: - - “El doctor es un triple necio: Es un necio de nacimiento á - quien treinta años de estudio han puesto mas necio todavia; no - le faltaba mas que un ápice de ambicion para perder el poco - sentido comun que el trabajo le ha dejado. Se conoce la locura - de que padece este infeliz que no vé mas allá de sus narices. - Estúpido admirador del pasado, su ideal es la vieja Europa; - no vé nada mas bello que esas sociedades decrepitas, donde la - tradicion romana ó el despotismo de la administracion ahoga - toda independencia y toda vida. El sábio Smith, la gloria de - veinte academias desconocidas, es uno de esos tembladores que - el dia de la creacion, habria gritado: “Deteneos, mi Dios; - vais á descomponer el Caos!” Se parece á esos conductores - de los caminos de hierro que dan la espalda al tren que los - arrastra. No vé, no admira si no lo que huye y desaparece en - la sombra del pasado; no siente que detras de él se levanta un - sol y un mundo nuevo: el reinado del individuo, el triunfo de - la libertad. Que semejante momia se quede en su gabinete de - curiosidades y reciba la adoracion de los papanatas, nosotros - no iremos á molestarlo allí; pero á la gran luz de la vida - pública, ¿qué harán esos ojos estinguidos, esa boca muda, - ese brazo inútil? Lo que necesita nuestra jóven y gloriosa - república, son hombres de nuestra época, banqueros que hagan - avanzar la civilizacion creando dia á dia nuevas empresas y - acciones, oradores que nos guien hácia los destinos magníficos - que el porvenir nos reserva. Dejemos á los muertos sepultar á - los muertos; vengan á nosotros los corazones que se abren á - todas las grandes aspiraciones sociales, las cabezas que se - ajitan con las cuestiones palpitantes de la actualidad. Que - los bobos y los flojos voten por sus viejos ídolos, nuestros - candidatos son los hombres que la Europa nos envidia, el hábil - y jeneroso banquero Little, el elocuente y célebre abogado Fox!” - -“Mañana la voz del pueblo, saliendo del escrutinio, como el trueno que -sale de la nube, proclamará por toda la América la victoria de los -elejidos de la Democracia: Viva Little, viva Fox!” - ---Bravo! dijo Humbug, estais picado doctor. Hé ahí un bello trozo; nada -que ataque vuestro carácter; bromas un poco fuertes, es cierto; pero con -cierto tacto, verbosidad, finura, sin hablar del estilo á la moda. El -mozo que ha escrito ese trozo no es un imbécil. - ---Acompañadme á la oficina del _Lince_, dije á mi vez; y vereis como un -triple nécio cachetea á un mozo de injénio; es una leccion que necesita -ese señor. - ---¿Estais loco? esclamó el hombron levantándose de una pieza. Si otro -que yo os escuchára, os harian dar una fianza de diez mil dollars ú os -enviarian á la penitenciaria. ¿Nos tomais por los Pieles-Rojas? ¿Sois -cristiano? En las soledades de Arkansas es donde los furiosos discuten -revolver en mano; en Massachusetts no hay mas venganza que la de la ley. -En un pueblo civilizado se habla mucho y se querella vivamente; pero no -se asesina á un rival, ni tampoco se bate uno con él. - ---Salvajes! esclamé, que no conoceis ni el punto de honor siquiera! - ---Salvaje vos! repuso Humbug riendo. Verdaderamente, doctor, la picadura -os pone feroz. Matar á las jentes ó hacerse matar por ellas ¿de qué puede -servir eso á la causa de la justicia y de la razon? Un duelo no aprovecha -sino al médico ó al sepulturero. - ---¿Qué haceis entonces, señor, cuando sois cobardemente insultado por un -folletinista? - ---Mi querido doctor, respondió aquel candidato sin verguenza: repito -en voz baja ó en alta voz un proverbio turco, cuya profunda sabiduría -os recomiendo: _El que se pare á tirar piedras á todos los perros que -ladren tras de él, no llegará nunca al fin de su viaje_. Con lo que, voy -á ocuparme de mi eleccion y de la vuestra; haced otro tanto por vuestra -parte; pronto olvidareis al _Lince_ y su retórica. - - _Tu ne cede malis, sed contra audentior ito_[28]. - -Adios. - - - - -CAPITULO XV. - -Un recuerdo de la patria ausente. - - -La llegada de mi mujer y de mis hijos dulcificó mi mal humor: las -noticias eran buenas. Alfredo y Enrique habian recorrido todas las -asambleas, recojiendo bravos y promesas. Jenny y Susana habian visto á -todas sus amigas. Doscientas señoras, las mas respetables de la ciudad, -llevaban al cuello mi fotografia en un medallon: la eleccion estaba -asegurada. - -La alegria de nuestra modesta comida concluyó de curar mis heridas. Todos -teníamos solo un corazon y un alma. Mi Jenny estaba mas animada que en -el bautismo de su primojénito. He notado siempre que las mujeres son -naturalmente ambiciosas; un marido jóven y bello, pero que no es nada, -no tendrá nunca el arte de agradarlas largo tiempo; un marido viejo, -recibirá sus mas dulces caricias si la fortuna ó la gloria corona sus -cabellos blancos. Cuando al amor se une esa lejítima ambicion, la mujer -se hace entonces, en toda la belleza de la palabra, nuestra verdadera -mitad. Se vive, se piensa, se sueña á duo, es la felicidad perfecta en la -tierra, felicidad casi desconocida en Francia, donde la moda priva á las -mujeres de los gustos sérios, de las pasiones jenerosas,--felicidad comun -en los Estados-Unidos, donde la opinion invita á las mujeres á tomar -parte. Susana era mas ardiente que su madre: era mi sangre! no hablaba -sino de mi eleccion. Es cierto que ella habia hecho de Alfredo uno de mis -mas grandes electores; ocuparse de mí, era ocuparse de él. - -A la noche tuvo lugar una nueva demostracion electoral. Todos los -bomberos, de gran parada y llevando cada uno una antorcha en la mano, -desfilaron bajo nuestras ventanas, con música á la cabeza. Los jóvenes -de la ciudad vestidos con uniformes y trajes diversos, los acompañaban -con largas varas coronadas de linternas. En medio de aquel cortejo, un -inmenso estandarte con un transparente iluminado mostraba á la multitud -absorta dos especies de diablo negros saliendo de las llamas con dos -rollos blancos. El nombre de Green y de Smith, escrito debajo de las -figuras, daba un sentido humano á aquella escena infernal, que aplaudian -á su paso. La mujer y el niño que habiamos salvado eran conducidas en una -volanta tirada por cuatro caballos blancos, y enteramente adornada con -linternas é inscripciones. Era una marcha triunfal, una procesion digna -de los bellos dias de Eleusis. De todas partes estallaban los gritos, los -bravos, y algunas veces tambien ciertos gruñidos, ahogados inmediatamente -por los hurrahs. La oposicion estaba vencida y derrotada por la belleza -de nuestras invenciones. Era difícil que Little tratára de rivalizar -con nuestras maravillas. ¿Qué podia pasear por las calles? ¿Accionistas -arruinados? No se seduce á un pueblo con ese espectáculo de todos los -dias. - -A las diez, Jenny nos leyó la Biblia. Habiamos quedado en el quinto -capítulo de Daniel, es decir, en la historia del rey Baltazar, y de la -mano vengadora que escribió sobre la muralla la sentencia de muerte: -_Mané, Thecel, Pharés_. Era para Marta una bella ocasion de profetizar; -no dejó de hacerlo. De buen ó mal agrado, me comparó á Nabucodonosor y -me condenó á _vivir con los asnos salvajes, y á comer la yerba de los -campos, como un buey_, si alguna vez olvidaba que el Altísimo tiene un -poder soberano sobre los hombres, y que instala sobre el trono á quien le -agrada. La leccion me parecia un poco fuerte para un futuro inspector de -calles; pero no hay quizá necesidad de ser rey para tener el orgullo y la -insolencia de Nabucodonosor. ¿Quién sabe si los empleados de Asiria no -eran mas impertinentes todavia que su magnífico soberano? - -Me burlé de la sibila; sin embargo estaba conmovido con aquella -candidatura, y demasiado conmovido para conciliar el sueño. Así, apenas -subí á mi cuarto, cargué una pipa con escelente tabaco de Virjinia, y -sentándome cerca de la ventana, traté de adormecer mis sentidos agitados. - -La calle estaba desierta, y la luna iluminando con su pálida luz las -casas mudas y cerradas, aumentaba el misterio y la calma de la noche: -todo dormia á lo lejos; todo callaba. El único ruido que turbaba aquel -silencio universal, ó mas bien dicho que lo hacia sentir mejor, era el -tic tac de un _cuco_ colocado á los costados de mi cama. Arrullado por -aquel canto monótono, embotado por el humo del tabaco, dejaba correr -mis ensueños, cuando de repente el reloj se anunció. El rechinar de las -poleas, el jemir de las ruedas y de los correajes anunciaban que iba á -dar la hora. Me levanté para admirar aquella obra maestra de la relojeria -alemana. A mi llegada un gallo de madera pintado, trepado en lo mas alto -del _cuco_, aleteó y lanzó tres gritos agudos. Debajo del gallo se abrió -bruscamente una puerta, mostrándome á París, el Sena, y la casa municipal -en 1830. La Fayette, con peluca rubia, frac azul y pantalon blanco, -abrazaba á la vez á mi infante, un jendarme y una bandera tricolor sobre -la que se leia en letras de oro: LIBERTAD, ORDEN PUBLICO. Once veces sonó -el reloj, y once veces el bravo La Fayette sacudió la cabeza y movió su -bandera; en seguida la puerta se cerró y el gallo galo ajitó sus alas, -gritó mas desapaciblemente que nunca, y la vision desapareció. - -Aquel recuerdo perdido, aquella divisa olvidada hace tanto tiempo, -despertaron los sueños dorados de mi juventud. Cuánto palpitaban nuestros -corazones en 1830! Pobres ignorantes, no sabiamos entonces que la -libertad, como todas las queridas, aruina y traiciona á aquellos que -la aman. _Libertad, órden público_; palabras terribles: _Mane, Thecel, -Pharés_ de los tiempos modernos! Hé ahí el enigma que, cada quince años, -la esfinje de las revoluciones propone á la Francia, siempre pronta á -devorar al Edipo que no adivina. _Libertad, órden público_, se diria que -son dos enemigos inmortales, que, vencedores y vencidos á su vez, se -entregan á un combate sin fin, del cual somos nosotros el premio. Llega -un dia en que la libertad vence, el cielo resplandece de alegria y de -esperanza, pero bajo la máscara de aquella divina sirena, es la anarquia -la que triunfa, trayendo tras de sí la guerra civil, atacando todos los -derechos, amenazando todos los intereses, haciendo retroceder de horror -á un pueblo aterrado. En el dia, es el órden público lo que se instala, -sable en mano: dando la paz, imponiendo el silencio, rompiendo bien -pronto la valla y deslizándose por su propio peso al abismo donde cae -todo poder que nada aconseja y que nada contiene. ¿De dónde nace que hace -setenta años que un pueblo honrado, bravo é injenioso, no edifica sino -ruinas, descontento y decepciones? - -¿Cómo es que en los Estados-Unidos, donde la libertad enloquece todas -las cabezas, donde nadie habla de órden público la paz interior no es -perturbada jamás? En aquella democracia turbulenta, en aquella multitud -entregada á si misma, sin policia y sin jendarmes, ¿porqué no hay ni -tumultos ni revoluciones? La América no tiene como nosotros, cien mil -funcionarios alineados en batalla, una administracion admirable que -dispone todo; no tiene frente á esa organizacion compacta, un pueblo -docil, ordenado, ocupado, dirijido, reglamentado, y, sin embargo, es -tranquila y próspera. La libertad, garantida en su pleno ejercicio por -la ley, castigada en sus escesos por la justicia, hé ahí el órden público -para los Americanos. Su espíritu limitado no se ha elevado jamás hasta -esa centralizacion tutelar que hace nuestra unidad y nuestra gloria. En -aquel pueblo primitivo, no se ha separado la libertad del órden público, -no se la ha personificado, no la han rodeado de formidables reductos y -de cañones siempre cargados. Nada de administracion jerárquica, nada de -policía preventiva, nada de ordenanzas, nada de funcionarios inviolables, -nada de tribunales privilejiados. Nada de esa sabia mecánica, que en las -naciones civilizadas rompe toda resistencia, y traba á todo individuo. -La ley todo poderosa, el ciudadano dueño y responsable de sus acciones, -el funcionario reducido al derecho comun, la administracion justiciable -ante los tribunales, solo el juez intérprete de la ley: hé ahí todo -el sistema. Es de una sencillez ridícula. No hay en aquel embrion de -gobierno sino leyes y jueces, y sin embargo, la paz y la riqueza reinan -por do quier. Es una estraña burla de la fortuna que nuestros grandes -políticos no han conseguido esplicar todavia. ¿Cómo no se les ha probado -ya á los americanos que son felices contra todas las reglas, y que deben -envidiarnos nuestras revoluciones? - -Me dormí con estas bellas reflexiones. - -No sé cuanto tiempo hacia que descansaba, cuando me sentí bruscamente -sacudido por una mano vigorosa. A mi lado, sobre mi cama, estaba un -sarjento de jendarmeria. Su vista me alegró. Un jendarme! Yo estaba en -Francia, volvia á encontrar á mi patria. - ---Arriba, arriba, señor Lefebvre, me gritó el sarjento, con un acento -gascon que apestaba á ajos desde lejos. - -Miré de cerca á aquel amable mensajero; su figura no me era desconocida. -Esa mirada, esa voz, esa risa sardónica,--era el terrible espiritista, -Jonatas Dream, mi enemigo. Al aspecto de aquel traidor, mi gozo se cambió -en terror. - ---¿Quién sois? ¿Qué quereis? pregunté yo. ¿Con qué derecho entrais de -noche en casa de un pacífico ciudadano?--Mi casa es mi fortaleza. - ---Silencio, paisano, respondió el jendarme. No tengamos la sinrazon de -razonar con la autoridad, que no razona, puesto que siempre tiene razon. -Con lo que abrió su canana y sacó un rollo de papel sellado. - ---Número uno, dijo: Al señor Lefebvre; á él en persona ó á quien se diga -serlo. Por haber tenido la imprudencia de criticar en un papel público -á la autoridad municipal, á propósito del empedrado de la calle: se le -amonesta por primera vez, esperando se corrija. - ---Vaya una cosa fuerte, esclamé. En lugar de advertirme, la autoridad, -haria mejor en dirijirme sus escusas y cambiar el empedrado. - ---Silencio, paisano, repuso el soldado. Como particular, no niego que -el empedrado sea inferior: acabo de levantar dos bestias que se cayeron -frente á esta puerta; pero como jendarme, declaro que vuestra queja -es tan indiscreta como importuna. Si mi coronel me dijera: _Sarjento, -mañana será de noche á medio dia_, yo responderia: _Está bien, coronel_, -y meteria en la sala de policia al primer pilluelo que se atreviera á -negarlo. La consigna dice que el empedrado es bueno; luego debe ser -bueno; solo los malévolos por malicia culpable, pueden hacerse romper la -nuca intencionalmente. - ---Cómo, dije indignado, ¿no tengo el derecho de criticar la autoridad que -no hace su deber? - ---Al contrario, paisano, repuso el sarjento, quejaos; la autoridad -francesa ama bastante que se la censure; pero es necesario ser político -con ella. Vos no le habeis pedido permiso para criticarla. Habeis estado -grosero, querido amigo. - ---Amigazo, os respeto, pero raciocinais como una canana. La autoridad ha -sido hecha para nosotros, supongo, y no nosotros para la autoridad. - ---Error colosal, amiguito, repuso el jendarme con un aire de desprecio -que me sublevó. Los que obedecen han sido hechos para los que mandan; los -que mandan no han sido hechos para los que obedecen. - ---Pero nosotros somos la Francia, somos el pais. - ---El pais, amiguito, dijo el impasible sarjento, se compone de -mariscales, jenerales, coroneles, capitanes, tenientes, prefectos, -intendentes y otras casacas bordadas que yo respeto; el resto es un ato -de conscriptos y de contribuyentes que debe obedecer y callarse.... - ---¿_Sin murmurar_, no es esto? conozco esa cancion. Ah! si tuviésemos -justicia! - ---No tendríais administracion, paisano; seríais un Iroques, como los -ingleses y otros caníbales que hacen lo que quieren. No tendríais el -honor de ser un civilizado y un francés. - ---Número dos, continuó. Al señor Lefebvre, por haber tenido la audacia de -pasear de puerta en puerta su triste persona: significacion del señor -Prefecto, que lo destituye de sus funciones gratuitas de miembro de la -oficina de beneficencia, esperando mejor conducta. - ---Toda candidatura es libre, esclamé. - ---Sin duda, respondió el jendarme, es libre; pero con la autorizacion de -la autoridad. - ---Número tres. Al susodicho Lefebvre, por haber distribuido ó hecho -distribuir boletines electorales que llevaban su nombre, ó el de ciertos -_quidams_, igualmente desconocidos y escandalosos: obligacion de -comparecer de hoy en ocho dias hábiles, ante los señores presidente y -jueces que componen el tribunal de policia correccional, para responder -por el susodicho Lefebvre, al delito de distribucion de impresos no -autorizados. - -Cómo, ¿no puedo distribuir á mis electores el boletín que lleva mi nombre? - ---Lo podeis todo, amiguito, respondió el jendarme,--con autorizacion de -la autoridad. Pero, como si no convenis en ello ¿os imajinais que la -autoridad protectora y tutelar ha de dejar hacer á los papanatas una -tontera que dejeneraria en oposicion? ojalá fuese yo el gobierno, os -encerraria debidamente, esperando mejor oportunidad! - ---Número cuatro. Al susodicho Lefebvre por haberse juntado públicamente á -una pandilla de _quidams_, reunidos en una titulada asamblea electoral; -lo que constituye un club, sino es una sociedad secreta, obligacion de -comparecer ante el susodicho tribunal, para verse condenar á prision en -virtud del artículo 291, del Código penal, esperando otra resolucion. - ---Número cinco. Al susodicho Lefebvre, por haber incitado á su hijo -menor á pronunciar en el susodicho club un discurso incendiario contra -la honorable y discreta persona de M. Petit, candidato de la autoridad: -obligacion de comparecer ante el susodicho tribunal, como fautor, -complice y ademas como civilmente responsable del susodicho delito; -esperando se corrija. - ---Qué ¿no tengo derecho para reunir mis electores, y no tienen ellos el -derecho de saber lo que piensa su representante? - ---Tienen todos los derechos, amiguito, respondió el sarjento, pero -siempre con la autorizacion de la autoridad. ¡Linda cosa, seria que en -una caserna dejáran á los soldados reunirse y gritar sin permiso. - ---Pero nosotros no estamos en una caserna. - ---A palabras necias oidos sordos, repuso el jendarme. Sin embargo, -paisano, quiero condescender hasta ilustrar vuestra ignorancia profunda. -Todo francés ha nacido soldado y ha sido hecho para esperar la palabra de -órden. Cuanto mas mandado está, tanto mas contento se halla. Que no se -altere la obediencia que hace su alegría. Si yo fuera gobierno, colgaria -á todos los hablantines, esperando mejor oportunidad. - ---Número seis. Al susodicho Lefebvre, por haber cubierto ó dejado cubrir -las murallas con carteles insignificantes y criminales; _item_ por haber -organizado ó dejado organizar una procesion revolucionaria, y preparado -una asonada inconveniente, que habria estallado á no ser las precauciones -y la vijilancia de la policía, que siempre tiene abierto el ojo; -obligacion de comparecer ante el susodicho tribunal; para verse y oirse -condenar á las penas dictadas por la ley, esperando se corrija. - ---Por favor, sarjento, esclamé, por favor, señor jendarme! soy víctima de -un error. En Francia, sin duda, seré un gran culpable; pero estamos en -América, soy inocente. Lo que es un crímen en Francia es un derecho en -los Estados Unidos. - ---Hacedme merced de vuestros favores, respondió el inflexible jendarme -sacando de su bolsillo algo que parecian esposas. Como particular, no -tengo el corazon insensible, me lisonjeo de ello, pero, en este momento, -soy el órgano de la ley. - ---Entonces la ley es una fanfarronada. - ---Silencio, rebelde, basta de conversacion. - -Si se les escuchára, serian todos inocentes como un recien nacido. -Inocente ó no, _pekin_[29], sospecho que eres sospechoso, y por -precaucion te apaño. - -Diciendo esto, me apretó el brazo con tal fuerza que lanzé un grito de -dolor. Ese grito me recordó. Gracias á Dios, era un sueño. - -Encendí el gas para sacudir aquella pesadilla abominable. Horror! en -el fondo de la cama descubrí la sombra de un brazo amenazante, y ese -tricornio y ese pompon que hacen palidecer á los mas atrevidos. - -Helado, temblándome el corazon, quedé inmóbil como un criminal que -espera la sentencia de muerte. En aquel momento cantó el gallo del cuco, -el gallo que hace huir á los malos espíritus de la noche; me dí vuelta -hácia la pared.... y lanzé una carcajada. El brazo de que me espantaba, -era el mio, ese tricornio era la sombra de mis cabellos alborotados; ese -terrible pompon, en fin, era la punta de mi.... No concluiré por respeto -al pudor de mis lectoras. - -Apagué la luz, y volviéndome á mi cama: - ---Oh jendarme, esclamé, bravo y leal soldado, corazon sencillo y -jeneroso, nadie mejor que tú representa el órden público en un pueblo -que no concibe la autoridad sino en uniforme, y la paz sin una espada -en la mano! Espanto del mendigante y del vagabundo, remordimiento del -cazador furtivo, conciencia del hostelero y del vendedor de vino, -relijion y moral del paisano, brazo derecho del señor Intendente, órgano -del señor Prefecto, oh jendarme! yo te respeto y te amo; pero perdona -las temeridades de mi fantasia; yo quisiera que algun dia la miseria no -fuera ya un crímen; quisiera que la policía no impidiera el bien que -superabunda por evitar el mal, que no es mas que la escepcion; quisiera -que la libertad, devuelta á todos los ciudadanos, arrojase de nuestras -leyes delitos que no lo son; quisiera en fin, (¡ho ministro de la -autoridad no os encojais de hombros!) quisiera que solo la justicia te -impartiese órdenes, y que tu mision vengadora se redujera á perseguir á -los pícaros y á encarcelar á los bandidos denunciados legalmente! - -Yo sé, oh sarjento! cuanto te hará reir esta utopia americana, pero yo -la lego al siglo vijésimo primero, como el pensamiento que, algun dia, -inmortalizará mi nombre. Entonces pido que en mi ciudad natal, en medio -de la plaza que reemplazará mi calle y mi casa, se me eleve un busto -imajinario encima de una fuente sin agua, y que se grabe en ella la -inscripcion siguiente: - - AL SOÑADOR - QUE - EN 1862 - PEDIA QUE LA JUSTICIA - SOLO TUVIERA - EL DERECHO DE ARRESTAR Á LOS CIUDADANOS - Y SOLAMENTE POR DENUNCIA LEGAL, - LA JENDARMERIA RECONOCIDA - 14 DE JULIO 2089. - -Y lego mi última pieza de cinco francos á la Academia de inscripciones y -bellas letras, con los intereses capitalizados durante dos siglos, para -que se redacte en _hebreo_ en copto, sanscrito y siriaco, una idea, que -el frances mal inclinado de nacimiento, no ha comprendido nunca, y que su -idioma es impotente para espresarla: _Sub lege libertas_. - - - - -CAPITULO XVI. - -La eleccion--El sábado. - - -Llegó al fin la famosa jornada del sábado 5 de Abril, que debia hacer -de un parisiense de la Chausée d’Antin, un miembro de la administracion -municipal de Paris en Massachusetts. A las siete de la mañana, con un -tiempo espléndido, se abrieron ciento veinte escrutinios en medio de una -calma solemne. A la puerta de cada oficina se veian dos largas filas de -electores, que con una paciencia y una decision enteramente sajonas, -esperaban el momento de ejercer su derecho soberano. Habian cesado las -querellas, los enemigos de la víspera cambiaban bromas y apretones de -manos. Ante la resolucion de la mayoria todos se inclinaban de antemano, -reservándose tomar la revancha al año siguiente. - -A medio dia se hizo el resúmen del escrutinio, la eleccion fué -proclamada. Green reunió 116,735 sufrajios contra 78,622 dados á Little. -Humbug obtuvo 146,327 votos, mientras que el desgraciado Fox no tuvo -mas que 18,124; en fin, á pesar de algunos boletines disputados por -escrutadores envidiosos, fuí nombrado por 199,999 sufrajios. Jamás -inspector alguno de calles habia sido proclamado por una mayoria tan -imponente. El efecto que produjo en Massachusetts fue grande, y mayor -todavia en Inglaterra. Como el precio de los algodones acababa de subir, -el _Times_ declaró que los Yankees eran salvajes que no hacian elecciones -sino á balazos, y sacó en conclusion que la democracia era ingobernable. -El viejo Pam repitió el mismo tema en el parlamento: probó á los ingleses -que eran el primer pueblo del mundo, y que, por falta de una aristocracia -hereditaria, Jonatás no iba á la pretina de John Bull, verdad un poco -dura, que el honrado John Bull dirijió con su modestia ordinaria, -mientras votaba su mayor presupuesto. - -El amable Truth fué quien me anunció mi nombramiento; sentia mucho, me -dijo, no anunciar al público esta buena noticia, pero, desde la víspera -habia vendido su diario á M. Eugenio Rose y se retiraba de la política. - ---Haceis bien, le dije. Descansad, y largo tiempo, teneis necesidad de -ello. - ---Descansar no es palabra americana, me respondió con una dulce sonrisa. -Jóven ó viejo, enfermo ó sano, un Yankee trabaja hasta la muerte: es -el deber del hombre y del cristiano. He seguido el consejo de Humbug, -he vuelto á los estudios y á los gustos de mi juventud. La iglesia -congregacionalista de la calle de las Acacias me invita á ser su pastor: -he aceptado. Mañana entro en las funciones. - -Periodista ayer, pastor mañana, sois un hombre universal; cambias de -profesion como de traje. ¿Qué sereis dentro de seis meses? - ---Lo que quiera Dios, respondió el nuevo ministro. Si Humbug estuviese -aqui, él que ha sido á su vez plantador en el Oeste, soldado en Méjico, -abogado en Filadelfia, periodista en París, y que mañana será majistrado, -os diria con una de sus citas favoritas: - - Homo sum, humani nihil á me alienum puto. - -Vos mismo, doctor, erais sabio el otro dia, bombero antes de ayer, -candidato ayer, sois hoy dia inspector de calles; el lunes sereis -médico. Me parece que cambiais de papel con bastante facilidad. Hé ahí -una de las grandes virtudes de nuestro bello pais. En la vieja Europa -se nace y se muere en la piel de un personaje de comedia. Toda la vida -es un soldado, juez, abogado, mercader, fabricante, nunca hombre. No -se tienen sino las ideas estrechas y las preocupaciones de su oficio. -Aquí, la profesion poco importa, es el sobre todo que uno se pone y saca -segun las ocasiones: uno es hombre ante todo y en todas partes. Ahí es -donde está la raiz de esa igualdad que hace nuestra gloria y nuestra -fuerza. Clay era un molinero de Kentucky, Douglas y Lincoln plantadores -de Yllinois, el jeneral Banks, el _muchacho de las canillas_, era un -enfardelador de algodon; todos han llegado á ser hombres, por que han -trabajado y sufrido. El que no ha hecho ensayos con la vida no sabe lo -que ella vale. La lucha contra las cosas hace la educacion de la voluntad -y la sabiduria del corazon. La aristocracia producirá almas delicadas, -refinadas, enfermizas; el imperio del mundo pertenece á los advenedizos. -¡El porvenir es nuestro! - ---Truth, predicais á las mil maravillas. Cuando hablais siento que teneis -razon; pero, cuando os habeis marchado y reuno mis recuerdos, vuestras -teorias me dan miedo. Si yo tuviera la debilidad de escucharos, me -hariais olvidar todo lo que mis maestros me han enseñado. No importa, -mañana iremos á escucharos. Debe ser orijinal, un simple cristiano -hablando á sus hermanos y esponiéndoles el Evanjelio en el lenguaje de -todos los dias. No me imajino el cristianismo republicano. - -Al instante que Truth se separó de mi, vinieron á buscarme para -instalarme en mis nuevas funciones. Jenny, Susana, Alfredo y yo saliamos -en una hermosa calesa junto con Marta, que tenia sin duda interés en -vijilar mi orgullo; Enrique se puso al lado del cochero, Zambo trepó tras -del coche; dos vigorosos trotones, como no se ven sino en América, nos -llevaron á Montmorency, punto estremo de mi jurisdiccion. Tuvimos que -detenernos mas de una vez; cada caminero estaba en su puesto, esperando -al nuevo jefe; aseguré á aquellas buenas jentes mi benevolencia para con -ellos, mientras mi mujer y mi hija prodigaban sus mas graciosas sonrisas. -Habíamos nacido para ser príncipes. La sola cosa que me contrarió fué -encontrar barreras de distancia en distancia. Reconocí en esto esa -mezquindad democrática que hace pagar el servicio á los que aprovechan -de él, para librar de la contríbucion á los que no hacen uso de la cosa; -me prometí corregir aquel abuso, no conocido de la vieja Europa, y -establecer en todas partes una igualdad triunfante. Por lo demas, este -fastidio no llegaba hasta los magníficos ramos que los receptores de -barreras, y los camineros ofrecian á Jenny y á Susana. El carruaje era -una canasta; desaparecíamos en medio de las flores. Se nos arengaba como -á reyes. Aquellas buenas jentes, que, seguramente, no sabian el hebreo, -no dejaron de comparar á mi Susana con el lirio de los campos. Jenny se -sonrojaba de placer, parecia una rosa esponjada. En cuanto á Marta, era -una peonia; se hubiera dicho que la sangre iba á saltar de sus mejillas -carmeses. Bufaba como un buey al fin del surco. ¡Oh mujeres, vuestro -verdadero nombre, es vanidad! En cuanto á mi, muellemente estendido -en un rincon de mi carruaje, no me dejaba embriagar por aquellos -humos de la popularidad naciente; pero en mi alma, en mi conciencia, -encontraba admirables los caminos; maldecia al miserable _mancarron_ -que la ante-víspera, habia tropezado en un empedrado mal conservado por -camineros tan galantes. - -Llegando á Montmorency, el cochero, sin haber recibido órdenes, nos llevó -derecho al hotel de la Rosa, en casa de Seth, hostelero el cuácaro. -Alfredo y Susana no hallaron compasion cerca de aquel amigo de la bella -juventud. En lugar de tratarnos como á enamorados, nos hizo pagar doble -un almuerzo demasiado malo. Reclamé; pero á su avidez natural, el hermano -Seth reunia el mas insoportable de los vicios que dá la civilizacion: el -pícaro era economista. Me hizo un sermon en tres partes, para demostrarme -que vivir bien y barato, es la miseria de los pueblos sin comercio y sin -industria, mientras que la carestia es la muestra de la civilizacion -mas avanzada, la poblacion reduciendo la oferta, y la riqueza elevando -la demanda. Llegará un dia en que el último de los Rothschild será el -único que se encuentre en estado de pagar un huevo; ese dia marcará el -apojeo de la prosperidad universal. Pagué para economizar, por lo menos -tiempo y palabras. Guárdeme el cielo de discutir con esos fanáticos que -no tienen mas que una idea. Conozco á los tales peregrinos. La Francia, -sus arsenales, su marina, sus ejércitos, su gloria, sus derechos, todo lo -entregarian al Gran Turco si él les prometiera la libertad........ de la -carniceria. - -Eran las cuatro cuando nuestra caravana tomó de nuevo el camino de París. -Con gran sorpresa mia cerraban con barras de hierro las puertas y las -ventanas de la hosteria, como si la casa estuviese de duelo. Era un modo -singular de festejar la aproximacion del domingo; pero en aquel pais, -hecho al reves de los demas, es prudente no asombrarse de nada. El amigo -Seth venia con nosotros á la ciudad; montaba un fornido caballo, al que -hacia sombra con su ancho sombrero. A su lado sobre un jumento tordo, de -larga cola, trotaba Marta, erguida, derecha, severa y majestuosa como un -carabinero. Eran dos batidores que marchaban delante de nosotros para -anunciar á los transeuntes nuestra entrada triunfal. - -Encontré al pacífico cuácaro, en la primera barrera querellándose con el -receptor. - ---Os digo, gritaba este último, que no pasareis sino cuando hayais pagado -el derecho. Sois dos; necesito veinte y cuatro centavos y no doce. - ---Amigo, respondia el hostelero, haces mal en calentarte la sangre; eso -no es de un hombre racional ni de criterio. Mira tu tarifa, no me pidas -mas de lo que la ley te permite exijir, de otro modo te harás culpable -del crímen de concusion. - ---Hé ahí la tarifa, repuso furioso el del peaje; leed vos mismo, -insoportable charlatan! Ocho centavos por caballo, cuatro centavos por -hombre; ¿está esto claro ó nó? - ---Muy claro, dijo el cuácaro; asi tomo por testigos á estas respetables -personas, que he pagado tus doce centavos. - ---Y aquella mujer, dijo el receptor, señalando á Marta que trotaba -adelante. - ---Y bien, repuso Seth, con su imperturbable gravedad, esa mujer no es un -hombre, su jumento no es un caballo, luego ella no te debe nada. - -Con lo que partió al galope, dejando atónito al encargado del peaje. - ---Espero, dije al receptor, que levantareis un proceso verbal contra de -ese imprudente. - -No, señor inspector, respondió; perderíamos nosotros. Es uno de esos -pillastres astutos que haria pasar un carruaje con cuatro caballos hasta -por sobre nuestras leyes, sin ser nunca multado. Tiene de su parte la -letra de la tarifa. - ---El espíritu de la ley lo condena, repuse; su pretension es absurda. - ---Entre nosotros, señor, respondió el buen hombre, la ley no tiene -espíritu. No se conoce sino el testo. Si el juez interpretára la ley, -se dice, seria lejislador; el derecho y el honor de los ciudadanos no -tendrian ya garantia. - ---Ignorantes! esclamé. ¿No les han enseñado ni el _a_, _b_, _c_, de toda -legislacion! Cuando hay duda en un asunto entre el fisco y un particular -¿no aprovecha la duda al fisco, que representa el interés general? - ---Nunca, señor, dijo el encargado del peaje. Siempre se sentencia á favor -del ciudadano. Es necesario que el señor fisco tenga dos veces razon para -ganar su proceso. - ---Qué hacer con semejante salvajismo? Me encojí de hombros y dí al -cochero la órden de continuar su camino. - -Al entrar á la ciudad creí que la habrian cambiado en mi ausencia. Las -calles y las plazas estaban desiertas; tras de nosotros se estendian -gruesas cadenas que impedian la circulacion. Las ventanas ofrecian un -estraño espectáculo: veíanse en todos los balcones botas alineadas en -batalla y presentando las zuelas á los transeuntes, si es que habia -transeuntes. Siguiendo con la vista dos de aquellas botas; concluí por -apercibir unas piernas humanas, despues un cuerpo caido, y en fin, un -cigarro, cuyo humo azulado subia al cielo. No podia esplicarme que -delito se castigaba con tan cruel suplicio; Zambo á quien interrogué -diestramente, me enseñó que era el placer ó la moda. Todos los sábados -á la tarde, el Yankee trata de darse una aplopejia; algunas veces llega -á conseguirlo. Cuánto mas prudentes no somos nosotros, los franceses, -que en nuestras salas de espectáculos no nos esponemos nunca sino á un -principio de asfixia. - -Una vez en casa, me entraron deseos de concluir alegremente aquel dia -feliz; rogué á Susana y á Enrique que cantaran mi aire favorito: _Lá ci -darem la mano_, del D. Juan. Susana me miró y palideció. - ---¿Qué tienes? hija querida, esclamé; ¿estás enferma? - ---Padre, respondió, vuestro pedido es lo que me aterra. ¿Quereis amotinar -la ciudad bajo nuestras ventanas? ¿Quereis perder nuestra reputacion? -¿Olvidais que ha principiado el sábado y que nada debe turbar el reposo -del Señor? - ---Buen Dios, me dije, ¿á caso al transportarnos á América, el traidor -de Jonathan nos habrá cambiado en judíos?--Perdon, hija mia, dije á -Susana, he sufrido una distraccion; los sucesos del dia me hacen perder -la memoria! Anda á buscar mi gran Hipócrates, de la biblioteca; no me -disgustará hacer descansar mi cabeza leyendo un poco de griego. No hay -nada mas refrescante. - -Por toda respuesta, Susana se sentó sobre mis rodillas, pasó su mano por -mi frente y me abrazó. - -Pobre padre, dijo, ¡cuán fatigado está! Ved, mamá, ha olvidado que la -noche del sábado no se lee sino la Biblia. - -Decididamente, yo era judio sin saberlo. Lo que me hizo dudar un poco, -fué que al abrir la Biblia de la familia, encontré en ella los Evanjelios -y pude leer en San Marcos que _el sábado ha sido hecho para el hombre y -no el hombre para el sábado_. Esta palabra me hizo reflexionar, pero para -no herir á nadie, guardé para mí mis reflexiones, y dejando á las dos -mujeres sumidas en su piadosa lectura bajé al jardin. - -La tarde estaba hermosa, los árboles exhalaban la frescura de su -vejetacion naciente, el sol se ponia en una nube de oro: todo invitaba á -soñar. - -Me sentia cansado, entré en mi kiosco chino, me eché sobre el divan y -encendí un cigarro. Habia á un lado una butaca rústica que no servia -de nada, coloqué mis piernas en el respaldar, y me apercibí para mi -verguenza de que la moda americana tenia mucho de buena. - -Descansaba oculto detras de las persianas del kiosco, los ojos fijos -maquinalmente en Zambo, que, en un rincon del jardin, machacaba pedazos -de asperon para limpiar los cuchillos. El pobre muchacho estaba -enteramente ocupado de su trabajo, cuando Marta salió de la cocina, como -una araña que se lanza sobre una mosca. - ---Hijo de Cham, dijo, quitándole el martillo de las manos, ¿qué haces ahí? - ---Vos lo veis, señorita Marta, rompo piedras. - ---Desgraciado, esclamó ella, violas el sábado! Zambo huyó con aire -lastimero, pasó cerca de mi retiro suspirando; en seguida apercibiéndose -de que el gato de la casa habia cojido un pericote! - ---Cuidado, Pachá, le dijo resongando, si tú cazas ratas durante el -sábado, te colgará Marta el lunes. - -Reia todavia de la tonta figura del negro, cuando dos personas vinieron á -sentarse en un banco que estaba colocado delante del kiosco, y tan cerca -de mí; que no perdí una sola palabra de sus discursos. Reconocí al amable -Seth, que aprovechaba la soledad, el sábado y la noche para hacer un -sermon á la bella Marta. - ---Querida hermana, decia con una gravedad grotesca y escuchándose cada -una de sus palabras, hay tres cosas que me admiran sobre manera. La -primera, es que los niños sean tan bobos que tiren piedras y palos á los -árboles, con el objeto de bajar las frutas; si los niños se estuvieran -quietos, llegaria dia en que las frutas caerian por si solas. Mi -segunda admiracion, es que los hombres, en jeneral, y los americanos en -particular, sean bastante locos y bastante malos para hacerse la guerra -y matarse entre ellos; si se estuvieran quietos, todos se moririan -naturalmente. La tercera y la última cosa que me admira, es que los -jóvenes sean bastante irracionales para perder su tiempo corriendo tras -de las muchachas con quienes quieren casarse, si se quedáran en sus casas -é hiciéran fortuna, serian las jóvenes las que irán en busca de ellos. -¿Qué dices á esto Marta? - ---Seth, digo que tienes la sabiduria del rey Salomon, pero que tambien -tienes su vanidad. - ---Marta, esclamó el cuácaro con voz enternecida, tienes tanto injenio -como belleza. - ---Seth, respondió Marta, siempre sofocada, tú no piensas en lo que dices. - ---Y tú Marta, repuso el otro, no dices todo lo que piensas. - ---Bravo! dije para mí; en América se aman. Es un modo de aprovechar el -sábado, que no se me habia ocurrido. Este pueblo de mercaderes que todo -lo calcula, y que no vive sino para enriquecerse, se ha condenado al -descanso forzoso una noche por semana, á fin de pagar en ese dia la deuda -de la juventud y del amor. Veamos como hará su declaracion Maese Seth. - -Despues de mil rodeos, el cuácaro enamorado llegó á la palabra que, segun -todas las apariencias, era esperada hacia mucho tiempo. - ---Marta, dijo lanzando un profundo suspiro, Marta, ¿me amas? - ---Seth, respondió la buena cristiana, ¿no nos está ordenado amarnos los -unos á los otros? - ---Si, Marta, pero lo que te pregunto, ¿es si tú sientes por mi algo de -ese sentimiento particular que el mundo llama amor? - ---No sé que responder, balbuceó la tímida paloma; siempre he tratado de -amar igualmente á todos mis hermanos, pero, si es necesario confesártelo, -Seth, á menudo cuando me he replegado sobre mi misma, he pensado que en -esa afeccion jeneral, tú tomabas mucho mas de lo que te pertenece. - -La confesion estaba hecha, no habia como desdecirse; oí, así lo creo, un -besote que sellaba los esponsales cuando Marta lanzó de repente un grito -de espanto y se trepó sobre el banco. Un perro enorme, un terra-nova, -habíase lanzado bruscamente en medio del coloquio amoroso. Me levanté -y apercibí en la sombra los dientes blancos de Zambo. El tunante reia -á carcajadas; él era el que por vengarse de la cuácara, habia abierto -la puerta de la casa y lanzado sobre Marta aquel tercero importuno, que -la habia aterrado. Aunque me gustaba poco el cuácaro, no pude dejar de -admirar su firmeza y su dulzura. Lejos de tener miedo del perro, le llamó -y sacando de su bolsillo un pedazo de azúcar, lo ofreció al animal, que -se dejó fácilmente seducir y acariciar. - ---Amigo, dijo el santo varon, hablando al perro que lo miraba moviendo la -cola, has venido á perturbarme en el momento mas dulce de mi vida; otro -que yo te hubiera castigado, muerto ó habria tenido derecho de hacerlo; -yo te haré ver la diferencia que hay entre un cuácaro y la jeneralidad de -los hombres. Por toda venganza, me contentaré condarte un nombre feo. - -Con lo que halagando al perro que saltaba tras de él para obtener un -nuevo pedazo de azúcar, Seth condujo políticamente al animal hasta la -puerta; en seguida cerrando de golpe la verja, gritó con todos sus -pulmones: _¡Al perro rabioso! ¡al perro rabioso!_ - -En un abrir y cerrar de ojos desaparecieron todas las botas de las -ventanas; millares de cabezas miraban y amenazaban al enemigo; las -piedras, los palos, los muebles llovian como granizo sobre el animal; un -tiro lo echó por tierra antes que llegára al estremo de la calle; cayó -para no levantarse mas, lanzando un aullido que repercutió en lo íntimo -de mi corazon. - -Furioso agarré á Seth por el cuello y lo eché fuera. - ---Miserable, le dije, no sé qué me contiene de gritar: _Al cuácaro -rabioso!_ para hacerte matar como ese pobre animal. - ---Amigo Daniel, respondió maese Seth recojiendo su sombrero, nos -volveremos á encontrar. - -Y se marchó friamente. - ---Subid á vuestro cuarto, señorita, dije á Marta. ¿Qué haceis á esta hora -en el jardin? - ---Dios mio, señor, dijo ella sollozando, yo no hacia nada malo: buscaba -un yerno para mi madre! - -Me ahogaba de cólera: Ah! esclamé, cuántas jentes hay que se dicen y -que quizá se creen virtuosas que obran como aquel cobarde hipócrita! Se -tienen por hombres honrados y santos por que no tocan á su enemigo, pero -lo hacen á un lado, dándole un feo nombre. Calumnia! calumnia! tú no -eres sino la forma del asesinato en los pueblos que hacen alarde de su -civilizacion: ¡Verguenza para los miserables que se sirven de esa arma -envenenada, siquiera sea para matar á un pobre perro! - -Fatigado de mi elocuencia solitaria, me acosté, pero no sin pensar en -la triste jornada que me prometian para el dia siguiente los primeros -placeres del sábado naciente: Cuánto echaba de menos la franca alegria -de los domingos parisienses. Franceses, esclamé, pueblo amable y -caballeresco, deja á las naciones groceras que se glorifiquen de su -industria febril y de su libertad fatigante. Arroja lejos de tí á -esos indómitos demócratas, á esos soñadores melancólicos, que si los -escucháras, harian de tí un rival del Inglés y del Americano. Amigo del -vino, de la gloria, y de las bellas, tu lote es el mejor. Deja el imperio -del mundo á esos trabajadores descoloridos que toman la vida á lo sério; -conserva tu incorrejible y encantadora lijereza. Diviértete, francés; has -la guerra y el amor; olvida el mundo y la política; que si reflexionas, -no volverás á reir. - - - - -CAPITULO XVII. - -Viaje en busca de una iglesia. - - -Al dia siguiente, me levanté al amanecer. Un hombre público debe dar -el ejemplo, y no me disgustaba hacer admirar á los Yankees el celo y -la vijilancia de su nuevo edil. Mi paseo fué largo, el empedrado me -pertenecia. Seguia con ojo celoso á todos esos pasantes que encajonaban -el paso en hilera como los patos, y que cavaban un surco en mis veredas. -La anarquía reina en la calle; cada uno vá donde quiere y como quiere: -es un escándalo; no comprendo porque no se hace una ley para obligar á -las jentes á caminar segun el deseo del gobierno. A la Francia, reina del -órden y de la decencia, es á quien toca correjir el último abuso. - -Al llegar á casa, ví á Zambo, vestido de negro como un _gentleman_, con -chaleco, corbata, medias y guantes de reluciente blancura. Parecia una -gaviota. Apenas me reconoció, corrió á mí, ajitando impaciente los brazos. - ---Amo, gritó, todo el mundo está en los oficios: despachaos, se os espera. - -Y me puso en la mano un gran libro forrado en zapa y cerrado con broches -de plata. - ---¿Las señoras están en misa? le pregunté. - ---¡En misa! dijo con aire asombrado. Mi ama es cristiana! - ---Imbécil! ¿acaso los católicos son turcos? - ---Amo, se dice que los papistas son como los paganos de Africa; tienen -sus _vaudous_. - ---Qué cosa es un _vaudou_? - ---Amo, es un buen diocesito que uno mismo se hace, y que no es el -verdadero buen Dios. - ---¿Sois bastante nécio, esclamé, para creer que los católicos adoran á un -ídolo? Eso queda para vuestros salvajes del Senegal. - ---Amo, dijo él abriendo tamaños ojos, los papistas rezan á estátuas; yo -los he visto con ambas rodillas dobladas ante ellas. - ---¿Y no habeis comprendido que lo que se invoca no son esas piedras, sinó -los santos, de los cuales las estátuas son la imájen? - ---No soy un sabio, amo, dijo el negro con aire contrito: pero el -ministro, que sabe todo, nos ha prevenido á menudo que no hagamos lo que -los papistas, que adoran ídolos. - ---Oh predicadores! esclamé, en todas partes sois los mismos! Nada es mas -fácil que conocer la fé católica: basta abrir un catecismo; pero el ódio -no quiere ilustrarse; lo que le es necesario, es ultrajar la mas grande -comunion del globo. Continuad esa obra abominable, digna de vuestro -padre, el diablo. No seremos nosotros, los católicos, nosotros vuestras -víctimas, los que hagamos uso para vosotros de esas represalias terribles -de la calumnia. La verdad nos basta. Todos saben que Lutero y Calvino -son dos pícaros que, por ambicion y codicia, han perdido al espíritu -humano, embriagándolo de orgullo y de libertad. La mentira ha enjendrado -la reforma; la reforma ha enjendrado la filosofia; la filosofia ha -enjendrado la revolucion; la revolucion ha enjendrado la anarquía; la -anarquía ha enjendrado............ - ---Amo, dijo Zambo, incapaz de comprender mi santa cólera; si los papistas -son cristianos, tanto mejor, me alegro de ello. - ---¿Por qué tanto mejor? - ---Porque Jesucristo murió por todos aquellos que lo invocan; él salvará á -los papistas así como á los otros cristianos. - ---Zambo, amigo mio, le dije con un desden supremo por tanta sencillez, -vos no sereis teólogo jamás. Id á vuestra iglesia: no os retengo. ¿Dónde -están las señoras? - ---Mi ama, respondió, está en la iglesia episcopal[30] con toda la -gran sociedad de la ciudad. La señorita está en el templo de los -presbyterianos. - ---¿Con su hermano, sin duda? - ---No, amo, con el hijo de M. Rose. M. Enrique está en la iglesia de los -baptistas. - ---Muy bien, dije lanzando un suspiro; y vos, Zambo, vais sin duda á -juntaros á Marta? - ---No, no, amo, esclamó: la señorita Marta es tunkeriana, yo, soy -metodista. Nosotros, los pobres negros, que los blancos rechazan de sus -templos, nosotros somos todos de la misma relijion. - ---Comprendo, teneis una iglesia negra y un cristianismo de color. Id, -amigo mio, y orad al Cristo á vuestro modo. En medio de esas sectas -enemigas que se arrebatan los jirones del Evanjelio, el Señor reconocerá -á los suyos. Mientras que Zambo se alejaba á grandes pasos, yo caminaba -lentamente, con la cabeza agachada. El descubrimiento que acababa de -hacer me aterraba. Mi casa, mi refujio en todos los sufrimientos, no era -sino una Babel,--la madriguera de todas las herejías. El marido católico, -la esposa anglicana, la hija presbiteriana, el hijo baptista, la -sirvienta cuácara, el doméstico metodista; cada uno con una fé diferente -y esperanzas contrarias! ¡Qué confusion! ¡Qué anarquía! ¡Tenia el -infierno en mi hogar! Y sin embargo, Jenny me amaba con pasion, los niños -no estaban contentos sinó á nuestro lado, la servidumbre me respetaba: -yo no veia á mi alrededor sinó semblantes contentos y plácidos. Cada uno -leia la Biblia á su modo, cada uno tenia su símbolo particular, y apesar -de esto nadie reñia. En ninguna parte la unidad, en todo el amor, y la -concordia. Era un desmentido dado á las ideas de mi infancia, un misterio -que confundia mi razon. - ---No, me dije, no consentiré ese desorden moral. Hay ahí una paz mentida; -esas flores me ocultan el abismo. Si esto continúa, estoy perdido. En -mi casa, ó todos piensan como yo, ó se callan; necesito la uniformidad. -No importa que yo sea un cristiano mediocre; soy católico, en cuerpo y -alma, en la Iglesia, en el Estado, en la familia no debe reinar sino -una sola ley, una sola voluntad. Si es necesario, emplearé rigores -saludables; atemorizaré á mi mujer, amenazaré á mis hijos, espulsaré á -los sirvientes; sacrificaré todo por imponer la obediencia ó el silencio. -Soy Francés, ¡viva la unidad! - -En medio de aquellas sabias reflexiones pasaba el tiempo. Daban las diez -cuando entré á la calle de las Acacias. Era una inmensa via que, en -majestad y en lonjitud, no le iba en zaga á la calle de Rivoli, con esta -diferencia que, de cien en cien pasos, un monumento griego, bisantino ó -gótico elevaba altivamente hácia el cielo su campanario ó su cruz. En un -pais donde cada uno se hace su relijion, es natural tropezar á cada paso -con una iglesia. - -No era fácil reconocerse en aquel dédalo. Me dirijí á una buena mujer que -caminaba cerca de mi, con su libro en la mano; la rogué me indicára el -templo de los congregacionalistas. - ---Nada mas fácil, querido señor, respondió la vieja con una amable -sonrisa. Es un poco lejos, pero con mis indicaciones llegareis sin -trabajo. No hagais caso de las iglesias que estan á vuestra izquierda; -el templo de los congregacionalistas está á vuestra derecha. Contad los -campanarios, no podeis equivocaros. La primera iglesia, añadió, con la -volubilidad de una mujer que recorre su rosario, la primera iglesia es -San Pablo, la capilla católica; la segunda, el convento de las Ursulinas; -la tercera, la iglesia episcopal; la cuarta, el convento de capuchinas; -la quinta pertenece á los baptistas, la sesta á los Holandeses -reformados; la sétima á los luteranos; la octava á los negros metodistas; -la novena es la sinagoga judia; la décima es el templo chino. Vedla allí -con su doble techo, y sus campanillitas. Una vez allí, no tendreis mas -que descender; encontrareis los memnonitas; despues de los memnonitas, -los Alemanes reformados, despues de los Alemanes reformados, los amigos -ó cuácaros, despues de los cuácaros los presbiterianos; despues de -los presbiterianos, los moravos, despues de los moravos los blancos -metodistas; despues de los blancos metodistas; los unitarios, despues de -los unitarios los unionistas; despues de los unionistas, los tunkerianos. -Contad en seguida cuatro iglesias la que se intitula por exelencia de los -_cristianos_, en seguida la iglesia libre, despues la de Swedenborg, y en -fin, la de los universalistas; tendreis por todo veinte y tres templos ó -capillas; el vijésimo cuarto monumento, que poco mas ó menos está á la -mitad de la calle, es la iglesia congregacionalista. - -Despues de haberme recitado esta retahila sin tomar aliento, la hada me -hizo una graciosa reverencia y continuó su camino. - ---Pardiez! me dije, si el diablo perdiera su relijion (supongo que en -el infierno tienen alguna razon para creer en Dios) la encontraria en -esta calle. Hé ahí un pais donde el ministerio de cultos no debe ser una -prebenda! En Francia, donde el Estado no tiene mas que cuatro relijiones -(no cuento la Arjelia), la administracion tiene algunas veces sus horas -dificiles; pero aquí ¿cómo se hará para repartir el presupuesto y poner -en paz á treinta Iglesias, que cada una tira por su lado, y que sin -duda, se celan y se escomulgan cristianamente? Es este un problema que -no me encargo de resolver. Viva la España! hé ahí un pueblo fiel á la -tradicion y que ha conservado los verdaderos principios! El pais es -un damero donde cada cosa tiene su casilla, donde el cuerpo y el alma -son igual y uniformemente administrados. Gracias al matrimonio de la -Iglesia y del estado, todo es fácil. Se tiene un obispo lo mismo que -se tiene un prefecto, un cura lo mismo que se tiene un intendente; los -funcionarios espirituales ó temporales tienen su puesto señalado en los -mismos cuadros y marchan al mismo paso. Nacimiento, bautismo, educacion, -comunion, conscripcion, confesion, impuestos, prensa, defuncion, -entierro, todo se dá la mano. La iglesia es la autoridad, la autoridad es -la iglesia. Se excomulga á los desertores y á los periodistas, se condena -á galeras á los heréticos. El pueblo, ese eterno niño, es conducido -de grado ó por fuerza, y sin que él se entrometa, al punto que le han -escojido, sin consultarlo. Policia admirable que hacia la felicidad de la -cristiandad antes que el abominable Lutero hubiese desencadenado al mismo -tiempo la libertad relijiosa y la libertad civil, doble peste de la que -el mundo no se curará? Desde que se ha dejado á los hombres el cuidado de -su alma y de su vida, no hay ya ni relijion ni gobierno. - -Llegué al convento de las Ursulinas, y entré. Encontrar de nuevo el culto -de mi pais, era aproximarme á la Francia de la que me alejaba un hado -celoso. La iglesia es otra patria; por lo menos, el destierro no nos -espulsa de ella. - -La capilla era pequeña, pero estaba ricamente decorada. En el fondo del -santuario, bajo un palio de paño rojo bordado de oro, una madona de -mármol tenia al niño Jesus en sus brazos, y lo miraba con la ternura -inefable de una Vírjen que acaba de dar á luz al Salvador. Plantas raras, -flores desconocidas, manojos de lilas blancas rodeaban el altar que -resplandecia de luces. El órgano dejaba correr sus vagas armonías; el -incienso se elevaba en nubes atravesadas por un rayo de sol, mientras que -detrás de una reja, cubierta por una cortina, las relijiosas y las niñas -cantaban con voz dulce y lenta: _Inviolata, integra et casta est Maria_. -En un instante, y como en un sueño, volví á ver mi juventud que habia -huido, mis amigos que habian desaparecido; cai de rodillas, y lloré. -No, no es idolatría la relijion que llega al corazon por los sentidos: -¿porqué, pues, nuestro cuerpo no ha de servir al Señor lo mismo que -nuestra alma? - -Salí del convento y entré á algunos pasos de allí en la iglesia -episcopal. Era la misa católica, menos bien dicha y peor cantada. A la -hora de la plática, un ministro subió á una larga tribuna; tenia bajo -el brazo un gran cuaderno que colocó delante de él y comenzó á hojearlo -lentamente. Era un manuscrito de sermones para todos los domingos y todas -las fiestas del año. Cuando el predicador hubo encontrado el discurso que -buscaba, se puso sus espejuelos y en tono monótono comenzó su lectura, -en medio de la profunda atencion de la asamblea. La que habia escojido, -era la eterna encarnacion y la consubstanciacion del Verbo, uno de -esos misterios que desafian la intelijencia humana, y ante los cuales -los fieles tienen que inclinarse. Pero, nada espanta la audacia de un -teólogo; con un testo, una definicion y dos silojismos, convertiria á San -Pablo y suprimiria la fé. - -A juzgar por el silencio que reinaba, el auditorio estaba edificado. -Jenny tenia los ojos fijos en el lector y no perdia una palabra. Se -hubiera dicho que comprendia hasta las citas latinas, griegas y aun -hebraicas, de que la disertacion estaba rellena; no creia que la -escolástica tuviese tantos encantos. Yo me marché despues del primer -punto; tengo horror á esas discusiones estériles. Si se me quisiera -demostrar lo que es indemostrable, me harian escéptico. Acepto el -misterio; el me rodea por todas partes. En la naturaleza como en mi -alma, siento el infinito que me invade, pero mi razon me dice que puedo -sentirlo y no conocerlo, yo que no soy sino un átomo perdido en la -inmensidad. Yo no veo la mano que me sostiene, y que sostiene tambien los -mundos; me abandono á ella y la adoro. Para darse á nosotros, Dios no nos -dice que lo comprendamos, nos pide que lo amemos. Pasando por delante -de los Metodistas pensé en Zambo y entré por curiosidad. La reunion era -numerosa y estaba bastante animada. Las negras, cubiertas de oro y de -alhajas, ostentaban en los bancos la inmensa anchura de su velámen y -los torbellinos de sus miriñaques; los negros cantaban con voz justa y -quejumbrosa, alabando á Dios con todo el ardor de los corazones amantes. -El ministro, un negro de elevada estatura y de figura respetable, tomó la -palabra y pronunció un sermon que me instruyó y me conmovió. Donde habia -recibido aquel negro la educacion teolójica, lo ignoro; era un antiguo -esclavo, que la bondad de Dios, decia, habia rescatado de una servidumbre -menos dura y menos vergonzosa que la del pecado; pero aquel esclavo habia -sufrido y reflexionado: era un hombre! La vida le habia enseñado lo que -no se aprende en la escuela; su lenguaje enérjico y familiar iba recto al -corazon. Apercibíase uno de ello en los estremecimientos del auditorio. - -Al comenzar, hizo el elojio del metodismo, relijion bendecida del -Señor, decía, á juzgar por las conquistas que hacía cada dia. Enumeró -estensamente el número de fieles y las riquezas de las iglesias. Cuatro -millones de comulgantes, doce mil pastores, diez y seis mil templos, -setenta y tres millones de propiedades, tal era el fruto de un celo que -no se dormia. A la vieja Europa, que somete la Iglesia al Estado y -la tiene en perpetua minoridad, él opuso la jóven América, que deja á -los cristianos asi el cuidado de su culto como el de su conciencia. La -libertad, decia, cuando está santificada por la relijion, hace milagros -que el viejo mundo, enterrado en sus preocupaciones, no verá nunca. -La Inglaterra, tan orgullosa de su opulencia, corrompe sus obispos, -rodeándolos de un lujo pagano, y degrada á sus vicarios condenándolos -á una miseria sin dignidad, mientras que en las Iglesias vivas de los -Estados-Unidos, la jenerosa piedad de los fieles rodea de bienestar y de -respeto á un ministro que todo lo debe á su grey. Un príncipe se cree un -nuevo Constantino cuando por casualidad elije y dota una capilla: solo -los metodistas del Norte han construido cuatrocientas cincuenta iglesias -en el año de 1860. Los pobres negros de la calle de las Acacias tratan -mejor á su capellan que lo que lo hacen los reyes de Occidente. - ---Pero, continuó con una mezcla de agudeza y de injenuidad, ese ministro, -tan bien rentado, debe pagar á los negros, que lo han elejido, una deuda -que los capellanes de los príncipes no siempre chancelan. Esa deuda, es -la verdad. Oid lo que la verdad me obliga á deciros. El negro tiene el -corazon fácil y la mano liberal; eso es bueno, eso es cristiano, pero -algunas veces lleva tan lejos su jenerosidad, que pone en peligro su -alma. Nunca, direis vosotros, hemos oido semejante cosa. Se nos repite -que el cristiano espone su alma cuando cede á la avaricia, cuando se -abandona á la codicia; pero, ¿quién ha enseñado nunca que el hombre se -pierde por exeso de jenerosidad? Hermanos mios, yo os diré cual es esa -libertad pérfida; es la misma que poneis en práctica en la iglesia en el -momento en que escuchais el sermon. - -Si yo condenase la cólera ó la coqueteria, la borrachera ó la licencia -¿guardaria cada uno de vosotros para sí esta leccion? ¿se aprovecharia de -ella?--Bien, diria uno de esos hombres que se alimenta con aguardiente, -reconozco ese retrato del bebedor; es de Samuel, mi primo, de quien habla -el ministro. Vaya borracho, toma todo para tí. Bien, diria una de esas -bellas Madianitas que, por enriquecerse con un traje nuevo, impulsa á su -marido á mentir y á engañar. El ministro tiene razon de desenmascarar los -vicios de mis vecinas. Tomad señorita Debora! Recojed, señora Ichabod! -Todo es para vosotras, coquetas, nada es para mí. Asi es, hermanos mios, -que de mis palabras vosotros no reservais nada para vosotros mismos; -el primer tercio se lo dais al prójimo, el segundo á vuestros amigos, -el último á vuestro marido ó á vuestra mujer. Hé ahí el modo como la -enseñanza del Señor es estéril, ved como perdeis vuestra alma por exeso -de generosidad. Cristo es jeneroso, pero de otra manera; es un avaro -que toma todo para sí: nuestros pecados, nuestras miserias, nuestras -debilidades, nuestros sufrimientos; por eso lo vemos sobre la cruz, con -la cabeza inclinada, respirando apenas como un hombre agoviado de dolor. - -¿Cuando, pues, hermanos mios, cuando le reclamaremos la parte del peso -que nos corresponde? - -¿Cuando aliviaremos de esa carga á nuestro Redentor y á nuestro amigo, á -Cristo, muerto por el esclavo y por el pecador? - -A este llamamiento la asamblea se arrodilló, y, en medio de las lágrimas, -una formidable _Aleluya!_ se alzó hasta el cielo. El movimiento fué -admirable; me entristeció. No soy ni aristócrata ni plantador; creo que -el negro no es un mono, puesto que tiene manos y que habla; pero, despues -de lo que acababa de oir, comenzé á sospechar que el negro era un hombre -como yo, y quizá mejor cristiano; este pensamiento me dió miedo. ¡Zambo, -hermano mio! Jesu-Cristo muerto por esas cabezas crespas! era mas de lo -que podia soportar mi orgullo. - ---Si eso es cierto, decíame al salir, qué clase de crimen es la -esclavitud! Esa guerra cívil que arruina al Sud, ¿no será el castigo con -que Dios hirió á Cain? - - - - -CAPITULO XVIII. - -Un chino. - - -Eran las once y media, Truth debia predicar á medio dia; apresuré el -paso para llegar á buena hora á la asamblea congregacionalista, pero no -pude resistir al deseo de visitar el templo chino. Tenia curiosidad de -ver como habian acomodado el cristianismo los hijos de Confucio en un -pais donde reina la anarquia relijiosa, madre de todas las demas. Una -voz secreta me decia que un viejo pueblo gastado tendria mas tino y mas -sabiduria que la jeneralidad de los protestantes. - -Al entrar, lanzé un grito de disgusto. Estaba en una pagoda budista -frente á mi, en lo alto de una plataforma, en un nicho tallado y -torneado estaba un espantoso figuron de madera pintado y dorado, con las -piernas cruzadas. Era Buddha, con su vientre enorme, su cabeza calva, su -chichon en la frente, sus grandes orejas y sus ojos tamaños. Cierto, soy -liberal y me vanaglorio de ello. Hace treinta años que estoy suscrito -al _Constitutionnel_, y no he cambiado desde entonces ni mas ni menos -que mi diario. Como el, y sin saber porque, odio al jesuita, que es el -distintivo de los espíritus fuertes; pero servirse de la libertad para -entronizar la idolatria, eso es demasiado! Acepto el luteranismo, el -calvinismo, el judaismo y hasta el islamismo, con tal que no salga de -Arjelia; pero ir mas lejos ya no es liberalismo, es paganismo. Tanto -valdria volver al culto de Mithra. - -En la pagoda no habia sino dos niños, dos horribles chinitos, colocados á -cada lado de la plataforma. A la manera de tostadores de café, cada uno -de ellos daba vueltas á un cilindro horizontal, orlado ó mas bien mechado -de una multitud de papelitos. Era un culto enteramente nuevo para mi. - -El ruido de mis pasos hizo salir de una celda vecina á una especie -de monje. Su túnica rojiza y remendada, sus piés desnudos, su cabeza -afeitada, sus ojitos torcidos, su cutis amarillo y arrugado le daban el -aspecto de una vieja disfrazada de capuchino; era un bonzo. Acercóse á -mi, y sin hablar me tendió un plato de madera; puse en él una limosna -para librarme de aquel mendigante. - ---Gracias, hermano, me dijo en escelente inglés. Que el divino Fó,[31] -recompense tu caridad. Ojalá, que en la otra vida, no renazcas jamás bajo -las facciones de una mujer ó de un chacal. - -Y dejándome suspenso el bonzo con su singular bendicion subió al altar, -sacó de un pequeño armario algunos pedazos de papel plateado ó dorado, y -los quemó bajo la nariz del ídolo. - ---¿Qué haceis ahí? le pregunté. - ---Hermano, respondió, acabo de cambiar la moneda de diez _centavos_ en -lingotes de oro y plata, y los he ofrecido al señor de la verdad. - ---Vuestros lingotes son de papel, y no valen dos ochavos. - ---¿Qué importa? dijo el monje, Fó mira la intencion, no el metal. - ---Ah! si nuestros ministros de hacienda fuesen Chinos! iba á esclamar; -pero guardé para mi esa refleccion temeraria, y pregunté al bonzo que -hacian aquellos niños, cuyo brazo era infatigable. - ---Ruegan por el mundo entero, respondió. En cada uno de esos papeles está -escrita la sílaba sagrada; y diciendo esto, se prosternó gritando: OM! -OM! OM! Cada uno de esos cilindros lleva un millar de esas santas divisas -y hace cincuenta revoluciones por minuto, tres mil por hora, setenta y -dos mil de sol á sol. Son pues, ciento cuarenta y cuatro millones de -oraciones, las que se elevan cada domingo de solo este templo. Durante -la semana hay muchas mas, hago dar vuelta mis cilindros á el vapor; pero -el domingo, en este pais de infidelidad, hasta las máquinas observan el -sábado, y me veo reducido á las manos de estos niños. Me dió horror la -necia credulidad de aquel idólatra. - ---¿Cómo os sufren en una tierra cristiana? esclamé. Si existiera -todavia la fé en Israel, haria mucho tiempo que os habrian esterminado, -sacerdotes de Baal. - ---Porqué no nos han de soportar, respondió el bonzo con voz tranquila; la -libertad es como el sol, luce para todo el mundo. Los Americanos envian -misioneros á la China ¿porqué los Chinos no han de enviar misioneros -á América? Dicen que la Francia ha hecho la guerra al hijo del Cielo -solo por vengar la muerte de algunos frailes legalmente asesinados por -nuestros mandarines; agregan que ha restablecido en Pekin la iglesia -católica cerrada tanto tiempo há; maldigo la sangre derramada por ambas -partes, mi relijion tiene horror al asesinato y no conoce mas armas que -la paciencia y la dulzura; pero bendigo la libertad conquistada, y pido -que les haga tan buen provecho á los chinos como á los franceses. - ---¿Una pagoda en los campos Eliseos? - -¿Figurones oficiales?--Buen hombre, estais loco: en Paris, no necesitamos -Chinos. Tenemos bastantes........ de porcelana. - ---Me parece, continuó el monje con una calma ridícula, que los derechos -son recíprocos. Si es bello, si es justo abrir una capilla en Pekin -¿porqué ha de ser injusto abrir una pagoda en Paris, y predicar -libremente la libertad? - ---Bonzo estúpido, esclamé arrebatado por un celo santo; ¿te atreves -á hablar de verdad? ¿No sientes que tu doctrina es una mentira, y tu -culto una idolatría? Si lo ves, eres un charlatan á quien es necesario -castigar; si no lo ves,--el primer deber del Estado, es cerrarte la boca, -para que con tu ignorancia no le eches á perder sus súbditos. La libertad -del error, es la libertad del veneno, de la tea y del puñal; solo la -verdad tiene el derecho de hablar. - ---Yo creia, dijo el Chino, que en Francia y en Inglaterra habia muchas -iglesias cristianas, y hasta sinagogas judias. - ---Sin duda, que en Francia mismo el Estado paga todos los cultos -reconocidos; porque la Francia, has de saberlo buen hombre, está á la -cabeza de la civilizacion, ya se trate de libertad relijiosa como de -todas las demas libertades. - ---El estado, continuó el bonzo, ¿reconoce entonces tres ó cuatro verdades -relijiosas que se combaten y destruyen mutuamente? Para los cristianos, -por ejemplo, Jesus es un Dios: ¿qué es para los judios? - ---Amigo mio, dije á aquel bárbaro, tengo lástima de tu ignorancia. Si tu -pudieras comprender lo que es la verdad oficial, sabrias que ella vive de -contradicciones. Es el sueño de Hegel realizado. La tésis y el antítesis -se mezclan y se confunden en una sintesis admirable. - -El bonzo abrió sus pequeños ojos y alzó la cabeza hácia el cielo. -Era visible que las grandes concepciones de la Europa civilizada no -podian entrar en aquel estrecho cérebro. Hubiera creido que habia menos -distancia entre un filósofo aleman y un Chino. Reproduje mi demostracion -bajo otra forma, es decir que cambié las palabras, sin inquietarme de -las cosas: es el verdadero modo de adelantar una discusion. - ---La verdad que proteje el Estado, dije al infiel, no tiene nada de -comun con la verdad vulgar. Es una verdad grande, comprehensiva, que -abraza todas las comuniones nacidas de la Biblia, nuestro libro sagrado. -El judaismo, el cristianismo y hasta el islamismo son ramos de aquella -relijion primitiva, tan antigua como el mundo y que tiene de su parte el -número, la moral, la civilizacion. Fuera de esas Iglesias, que se dividen -el universo, no hay sino idolatría y barbárie. Convertiros á cañonazos, -es nuestro derecho y nuestro deber. La verdad jermina en los surcos -sangrientos que abre la guerra; el Dios de los cristianos es el Dios de -los ejércitos, _Dominus Sabaoth!_ - ---Tú no eres Yankee, esclamó el fanático, cuyo ojos brillaron de repente -con un resplandor estraño. Te observo desde que estás aquí. En la figura -del Sajon hay algo del toro y del lobo; en la tuya hay algo del mono y -del perro. Tienes miedo de la libertad, hablas de lo que no sabes y haces -frases. Tú eres Francés! - -Y viéndome mudo de sorpresa:--¿Te atreves, dijo, á hacer del número la -prueba de la verdad?--El número, le tenemos de nuestra parte. ¿Cuántos -sois vosotros los católicos? Ciento treinta millones. ¿Cristianos? -Trescientos millones á lo mas. Nosotros somos quinientos millones de -budhistas; nuestra fé se estiende de Kamschatka hasta el mar Blanco, ella -dulcifica las tribus salvajes, encanta á los Chinos y á los Japoneses, -es decir, á pueblos civilizados ya, en un tiempo en que la Europa era un -bosque y la América un desierto. ¿Hablas de antiguedad? Pero ¿sabes acaso -que en tiempo de Alejandro el budhismo habia tenido ya sus concilios, y -que las inscripciones del rey Azoka, grabadas en las rocas de la India -predicaban al universo la limosna y el sacrificio? ¿No sabes que el -judaismo es una reforma de la relijion alterada por los bracmanes, y que -los Vedas, los libros santos de nuestros antepasados, remontan á los -primeros dias del mundo?--Dejemos á un lado el número y la duracion: son -quizá accidentes felices. ¿Cuál es la relijion que ha predicado primero -la pobreza voluntaria, la abnegacion y la caridad? ¿Ignoras tú que Fó -ha tenido quinientas cincuenta existencias, y que en cada una de esas -encarnaciones se ha sacrificado? El se ha convertido en cordero para el -tigre, en paloma para el halcon, en liebre para el cazador hambriento. -¿No has leido la historia de Vesavantara, dando por caridad sus hijos -y su mujer? ¿No somos nosotros la única comunion que por horror al -asesinato, se abstiene de la carne y de la sangre de los animales? ¿Yo, -no tengo un filtro ahí para beber mi agua, á fin de economizar la vida de -algun arador invisible? De vosotros los cristianos se dice, que vuestra -historia relijiosa no es sino una série de querellas, de guerras y de -carnicerias. Víctimas hoy dia, mañana sois verdugos. Entre nosotros, los -budhistas, no hay sino mártires. En dos mil cuatrocientos años, nuestra -sangre ha sido derramada mas de una vez, se nos ha espulsado de la India; -pero nuestras manos se han conservado puras. No tenemos nada que borrar -de nuestros anales; ¿qué relijion puede decir otro tanto? - ---Vuestro Evanjelio anuncia una doctrina admirable; lo sé y no juzgo de -la fé de los cristianos por su conducta. Las palabras y los sufrimientos -de Cristo me han conmovido hasta lo íntimo del corazon. Pero me han -criado en otras ideas: me he consagrado hace veinte años á una vida de -pobreza que me sostiene y me consuela. Como vosotros, los cristianos, -he conservado la fé de mis padres; como vosotros, no puedo acusar á mis -abuelos ni de mentira ni de error. ¿Cuál de nosotros se engaña? ¿Cual -de nosotros tiene la verdad de su parte? Lo ignoro, y no deseo sinó -ilustrarme. Concluyamos con el reinado de la violencia, acabemos con la -ignorancia y el desden; demos pleno curso á todas las creencias; dejemos -á la razon hacer la obra que Dios le ha confiado.--A la luz del dia -desaparecen todas las sombras. Abandonada á si misma, la relijion que -venga de los hombres se deshará como la nieve: la que venga del Cielo se -elevará como una encina y cubrirá la tierra con sus ramas. Abrid el mundo -á la palabra: tengo fé en la libertad; porque tengo fé en la verdad. - ---Tú no eres sino un Chino, le dije; y alejándome con un paso majestuoso, -dejé á aquel miserable confundido con mi superioridad. - - - - -CAPITULO XIX. - -Un sermon congregacionalista. - - -Cuando llegué á la asamblea, aun no habian comenzado los oficios. Nada -hay tan triste como un templo protestante. Solo bancos de encina, -ensambladuras que oscurecen los muros; nada de cuadros, nada de flores, -nada de luces; algo descolorido y de melancólico que hiela los sentidos. -Diríase que es un culto hecho para los ciegos. Me engaño, habia un -adorno: era un gran carton sobre el cual estaba escrito con cifras -enormes el número 129. - -La iglesia estaba llena; pero de una multitud muda. Inmóvil en su asiento -y absorto en su libro negro, cada fiel oraba, como si estuviera solo en -el mundo con Dios. Nada de ruido, ni de sillas que se mueven: nada de ese -encantador cuchicheo y esas reverencias entre las damas, que se felicitan -de hacer admirar su piedad y su vestido; nada de ese desórden amable que -hace que nuestras iglesias se asemejen á un salon de buena sociedad: -aquello era el silencio de un bosque. - -Por fin el Ministro entró. Una armonia mas suave que el suspiro del -viento sobre la ola alzóse inmediatamente de todos los bancos. Hombres, -mujeres, niños, todos cantaban con toda el alma, con un ardor y un ímpetu -infinitos. Por vez primera, sentí, que la forma natural de la oracion, -es el canto. Admirado de mi silencio, un vecino me mostró con el dedo -la cifra misteriosa y me ofreció su libro de cánticos en el que estaba -marcada la música. Se cantaba el salmo 129, ó mejor dicho, una imitacion -cristiana de esa plegaria sublime que la Iglesia católica ha adoptado -para los oficios de los muertos. Para llamarla por su nombre, era el -_Deprofundis_, grito de esperanza y de amor, cuya costumbre nos oculta su -belleza. - - N’entends-tu pas mes cris au fond de cet abîme? - O mon Dieu, je meur loin de toi! - Écoute-moi, Seigneur je confesse mon crime, - Pardonne-moi! pardonne-moi! - Si d’une exacte main tu calculais l’offense, - Qui subsisterait devant toi? - Mais c’est toi qui toujours nous offre ta clémence, - Aussi je m’assure en ta foi. - Oui! je prends pour appui ta parole éternelle, - Mon âme espère ton amour; - Et je l’attends, mon Dieu! comme la sentinelle - Attend la naissance du jour. - Courage donc, mon âme! Il est là-haut un père - Qui te regarde en ta prison; - C’est lui qui d’Israêl rachète la misère, - C’est lui qui paiera ta rançon.[32] - -Concluido el canto, Truth tomó la palabra. - -De Maistre tiene razon en definir así al ministro protestante: _Es un -caballero vestido de negro que dice cosas bastante honestas_; jamás -hombre alguno ha tenido menos apariencia sacerdotal que mi pobre -amigo. Ni traje que lo distinguiera de su grey, ni tribuna alta que le -permitiera dominar el auditorio: hablaba de pié, con una familiaridad -enteramente fraternal. Hubiérase dicho que exprofeso se rehusaba los -recursos de la elocuencia. Esa voz que truena y que se dulcifica, ese -brazo que llama la venganza ó invoca el perdon, esas manos juntas -levantadas hácia el Cielo, esos ojos que buscan á Dios y se iluminan á -su vista, todas esas bellezas del arte cristiano, Truth las ignoraba. -Apenas movia la mano, apenas alzaba la voz, y sin embargo, habia en -aquella palabra sencilla no sé que armonia que conmovia todas las fibras -del corazon. Jamás ese velo del lenguaje que oculta siempre la idea, fué -mas leve ni mas diáfano. No era todavia un orador lo que se oía; era un -hombre y un cristiano. Según una frase banal, Truth hablaba _como todo el -mundo_, es decir, como cada cual quiere hablar: y como nadie lo hace. -Pertenece solo á las grandes almas el espresar familiarmente los grandes -pensamientos. El arte, que no es mas que una imitacion, no puede ir hasta -allí. - -Hé aquí, poco mas ó menos cual fué su discurso. ¿Pero cómo describir el -tono de aquella voz conmovida? Las palabras se hielan en el papel: son -flores marchitas que pierden el color y el perfume. Ensayemos sin embargo -de dar una idea de aquella enseñanza, que me hizo una impresion profunda, -tanto mas, cuanto que en aquel modo libre de tratar el Evangelio habia -una audacia y una novedad, que me sorprendieron y asustaron. - - JUAN XVIII, 37, 38. - - _Entónces Pilatos le dijo: “¿Conque tú eres rey?” Respondió - Jesus: “Y si es como dices, yo soy Rey.” “Yo para esto nací y - para esto vine al mundo, para dar testimonio de la verdad: todo - aquel que es de la verdad, escucha mi voz.”--Pilatos, le dice: - ¿Qué es la verdad? Y cuando esto hubo dicho, salió......_ - - CRISTIANOS, HERMANOS MIOS: - - Entre los nombres que Cristo ha tomado sobre la tierra, no hay - ninguno que aparezca tan amenudo como el de _Verdad_. Delante - de Pilatos, en la hora suprema, Jesus se declara Rey; pero de - un reino que no es de este mundo, el reino de la verdad. La - víspera de su muerte, en su última comida con los discípulos, - les deja en adios esta gran palabra: _Yo soy el camino, la - verdad, y la vida. Nadie viene al Padre sino por mi_[33]. - En otros términos, si queremos traducir á nuestras lenguas - modernas aquella forma hebraica: _Yo soy la verdad viva que - conduce á Dios_. - - _La verdad viva_ ¿comprendeis el sentido y el alcance de - esas palabras? ¿No hay muchos entre vosotros para quienes la - verdad no es mas que la relacion de las cosas entre ellas, - una ecuacion, una cifra, una abstraccion? No es para algunos, - solo una palabra vacia de sentido, un sinónimo de la opinion - que cambia y se destruye sin cesar? Cuántos son los sábios - que espontáneamente dirian con Pilatos “_¿Qué es la verdad?_ - ¿La paradoja de ayer, el error de mañana?” Lo único cierto es - el interés de la hora presente. Agradar al César, gozar, y no - preocuparse del dia siguiente, es la suprema filosofia de las - jentes que cuentan morirse enteros. No consintamos esa vuelta - del escepticismo pagano. Seria condenar nuestro espíritu á - la servidumbre, nuestro corazon á todas las corrupciones, á - todas las cobardias. Como en los primeros dias del Evanjelio - _busquemos la verdad, la verdad nos emancipará_[34]. - - Cuando la locomotora atraviesa nuestras calles arrastrando tras - de ella un largo convoy, ¿por qué os haceis á un lado al oir - la campana que anuncia su paso? Porque os han enseñado que esa - masa que avanza os aplastaria con toda la fuerza de su peso, - multiplicada por su lijereza. Hé ahí una verdad científica - que para vosotros no es mas que una abstraccion. Ella se ha - convertido en una conviccion enérjica que guarda y salva - vuestro cuerpo. Esa conviccion es ahora parte de vosotros; ella - vive como vosotros. - - En esta ciudad, que se gloria de su civilizacion, hay millares - de hombres que se embrutecen y se matan por la locura del - alcohol. ¿Por qué hermanos mios, no os abandonais á esa pasion, - mas terrible, pero menos culpable que otros vicios de que os - sonrojais? Es porque sabeis que el alcohol es un veneno que no - perdona. La ciencia os sirve de virtud, Hé ahí una verdad mas, - fisica y moral á la vez, que una vez que ha entrado en vuestra - alma, se identifica con vosotros. - - ¿Es esto todo? No conoceis nobles corazones para quienes la - lujuria, la ambicion, la avaricia, son mas repelentes aun - que la embriaguez? Preguntádselo al padre á quien han robado - el honor de su hija; preguntádselo á la madre cuyo hijo ha - perecido en alguna rejion lejana, preguntádselo al hombre que - le disputa á la usura, la vida de su mujer y de sus hijos? - Esas pobres víctimas, odian por experiencia el vicio que han - sufrido; otras hay mas felices, deben á la educacion toda su - ciencia. La piedad de una madre; la abnegacion del maestro, - es lo que les ha inspirado el instinto que las salva. Hé - ahí una verdad viva mas, verdad que confesamos por nuestros - remordimientos, en el momento mismo en que rehusamos escucharla. - - En nuestra república hay patriotas que resisten á los caprichos - de la multitud. ¿Es esto orgullo, cálculo? No, con tal que - domine, el orgullo se acomoda á todas las bajezas; el interés - encuentra su conveniencia en plegarse bajo el viento. Pero una - alma pura, un espíritu ilustrado vé de mas alto y de mas léjos. - Hombre ó pueblo, quien dice despota, dice un amo cuyas pasiones - se descadenan, y que no puede escapar á los bajos apetitos de - los que lo rodean y lo engañan. Guerras criminales, gastos - locos, corrupcion en lo alto, miseria é ignorancia en lo bajo, - hé ahí los frutos de todo poder sin freno, el flajelo de toda - fuerza que nada modera! El que esto sepa no descenderá jamás al - oficio de adulador. La verdad aisla y consuela en su soledad á - las almas que no pueden envilecerse. - - Esas son, direis, vosotros, viejas máximas que andan por - todas partes. Hace mas de veinte siglos que las enseñan en - la escuela; y el mundo no anda mejor. ¿Por qué? Es que en - los libros de donde se la deja, la verdad está muerta; dadle - vuestro corazon, uníos á ella; y vivirá. Se hará vuestra - conciencia, vuestro honor, vuestra salud. El espíritu es como - el cuerpo: no se alimenta con palabras; necesita la sustancia - de las cosas. Arrojar la libertad á un pueblo esclavo, es - confiar á niños una arma que hará esplosion en sus manos. ¿Por - qué? Porque el respeto de sí mismo y el de otro, el sentimiento - del derecho, el amor de la justicia, esas condiciones - esenciales de la libertad, no son artículos de ley; no se - decretan. Son virtudes que el ciudadano adquiere á fuerza de - paciencia y de ejercicio. Mientras que la libertad no viva - en las almas, no será sino _un bronce sonoro y una cimbala - estrepitosa_; cuando haya penetrado en nosotros hasta la médula - de los huesos, ni la perfidia ni toda la furia de los tiranos - podrán arrancarla. - - Hay pues verdades vivas que están á la vez en el corazon y - en nosotros. Ellas son las que nos ponen en relacion con la - naturaleza y nuestros semejantes. Al revelarnos las leyes del - mundo físico, nos lo someten; en cada hombre que piensa como - nosotros, ellas nos hacen reconocer á un amigo y á un hermano. - Pero esta luz que basta para guiarnos aquí abajo, no enardece - nuestro corazon. Encanta nuestro espíritu, modera nuestras - pasiones, ilumina y dulcifica nuestro egoismo; no dá la - felicidad. El hombre tiene una sed de infinito, una impaciencia - de la tierra, una necesidad de amar que la ciencia no puede - satisfacer. Para procurarnos el bien por el cual nuestra - alma suspira, necesitamos una nueva verdad, que nos ponga en - relacion con Dios, que esté en nosotros y que esté en él. Esa - verdad, que no puede ser sino Dios mismo, nos es necesario - conocerla y amarla. - - Amar á Dios, y en cambio ser amado de él es lo que la sabiduria - antigua no ha podido nunca comprender; la filosofia moderna - perece por la misma impotencia. En vano la conciencia busca - á Dios, en vano le llama con la pasion del náufrago que vá á - zozobrar, la fria razon está allí para repetirnos que entre - Dios y el hombre, entre el infinito y la creatura de un - dia, hay un abismo que nada puede franquear. Una naturaleza - inflexible, un Ser Supremo, esclavo de sus propias leyes: hé - ahí todo cuanto puede ofrecernos el mayor esfuerzo de los mas - grandes espíritus. El amor de Dios es una ilusion, la oracion, - ese grito del alma, es un vano murmullo que muere en un cielo - mudo. Calla mortal; ahoga tu corazon, enciérrate en una - resignacion desesperada; no eres sino un átomo, demolido por la - rueda de la inexorable fatalidad. - - Y bien hermanos mios, hace diez y nueve siglos que un hombre - vino á la tierra para anunciar _la buena nueva_, para acercar á - Dios y á la humanidad. Ese profeta se llamó el Hijo de Dios y - el Hijo del hombre, (ó lo que no es quizá sino otro nombre del - mismo misterio) se llamó la luz y la verdad. _Yo soy, ha dicho - él, él camino, la verdad y la vida. Nadie viene al padre sino - por mi._ El mundo lo ha escuchado: el mundo lo ha creido. Desde - el dia en que el verbo se ha hecho carne, en que la verdad - divina ha tomado cuerpo, la fé, la esperanza, y el amor han - aparecido aqui abajo y han entrado en el corazon del hombre. - Ese problema, que la razon declara imposible, donde ella no - vé sino proposiciones contradictorias, Cristo lo ha resuelto. - Una verdad viva, una verdad encarnada, que Dios puede amar - como á un hijo, y que el hombre puede amar como un salvador, - hé ahí el vínculo de union que ha ligado el cielo y la tierra, - que ha dado un padre á la humanidad, é hijos á Dios! Ahí está - el misterio de la revelacion, ahí la prueba de su divinidad. - Nunca el espíritu del hombre por sí solo se habria elevado - hasta esa concepcion que confunde nuestra intelijencia, y que - la ilumina sin embargo con un esplendor infinito. Sí, si Dios - ama á los hombres, no puede ser sino amándose á sí mismo, en - la contemplacion de su eterna verdad; sí, sí el hombre puede - rendir á Dios un culto que no sea una injuria, es cuando adora - un rayo de esa suprema luz, que no desdeña descender hasta él. - - Amar á Cristo, es amar la verdad, amar la verdad es amar á - Cristo, Hé ahí el gran secreto del Evanjelio. El que no lo - comprenda, no es cristiano sino en el nombre. - - Ahora, hermanos mios, entrad en vosotros mismos, y reflexionad. - ¿Cuando amais á Cristo, qué amais? Por ventura, ¿no es - al mártir que ha dado su vida por los suyos? ¿No es al - crucificado, cuyas heridas sangran todavia? Tened cuidado, eso - no es sino un amor humano: todas las relijiones, todos los - partidos tienen sus mártires. Cristo exije mas, Cristo es algo - mas que un cadáver adorado cuyas llagas se besan; Cristo es la - verdad: á ese título es que os pide vuestro amor. ¿Así es como - lo amais? - - Vosotros teneis fé, sin duda; creeis en el Evanjelio. ¿Pero - no es esto una preocupacion hereditaria, un símbolo que no os - atreveis á mirar de frente, de miedo de encontraros infieles? - ¿Razonais vuestra creencia; le quitais todo amalgama judaico - ó pagano que altere su pureza? ¿Haceis de vuestra fé la regla - de vuestras acciones? ¿Quebrais con el mundo y con vosotros - mismos? ¿Decis con el profeta y el apóstol: _Yo he creido, por - que he hablado_? Si es asi, amais á Cristo como él quiere que - lo amen; amais la verdad. - - Pero si la relijion no es para vosotros sino una ceremonia; - sino buscais en ella sino un refujio contra la verdad que - os persigue; si vuestra fé muere en vuestros lábios y no se - traduce en acciones, si entregados del todo á vuestra fortuna ó - á vuestro reposo, temeis menos al error que al escándalo; si en - vuestra cobarde prudencia, dejais á Dios el cuidado de defender - él mismo su palabra; si vuestra caridad no se emplea sino en - aliviar las miserias del cuerpo, y no combate la ignorancia y - el vicio; si no sentis que vuestro primer deber es arrancar las - almas inmortales de la servidumbre del pecado; si no teneis - esa santa locura que desafia y pisotea la sabiduria del siglo; - si vosotros mismos en fin, no haceis las obras que Cristo ha - hecho aquí abajo, no os engañeis, hermanos mios: quiero creer - que sois hábiles, prudentes, discretos, sensibles; pero no sois - cristianos, no amais la verdad. - - Tengo dudas, decis; si yo os creyera, amaria á Cristo. - - Y yo digo: Amadle, y en seguida creereis. Amadle como á la - verdad viva y que conduce á Dios. - - Os desagradan estas ceremonias, dejadlas; estos dogmas os - aterran, hacedlos á un lado; quizá es esta una invencion - humana, quizá lo comprendereis mas tarde; Cristo no ha - establecido ceremonia ni dogma. Simplificad vuestra fé, - y como ha dicho el mas creyente y el mas animoso de los - apóstoles: _No apagueis el espíritu....probadlo todo, guardad - lo que es bueno_.[35] Hay en el Nuevo Testamento pasajes - que os confunden, hacedlos á un lado. ¿Qué importa que los - Evanjelistas difieran entre ellos, si el Evanjelio está siempre - acorde consigo mismo, si en las palabras de Cristo se vé - siempre la llama de la eterna verdad? - - ¿Cristo es acaso para vosotros un objeto de escándalo? ¿No - habeis comprendido todavia que era necesario que la verdad - se encarnara para que fuese viva y pudiéseis amarla? Y - bien! Cristo mismo tiene piedad de vuestra debilidad y os - devuelve vuestra libertad: _Si alguno habla contra el Hijo - del hombre; le será perdonado; pero si alguno blasfema contra - el Espíritu-Santo_ (ó en otros términos _el espíritu de - verdad_,[36]) _no le será perdonado_.[37] Buscad entonces - la verdad _por ella_ como decis, pero buscadla de buena fé; - despues de un largo rodeo, la verdad os conducirá á Cristo. - - La verdad, decis, la busco y no la encuentro. No, hermano mio, - vos no la buscais. El orgullo de vuestro espíritu, las pasiones - de la carne son las que os retienen, la ciencia se os escapa - quizá, pero la verdad moral, la verdad religiosa, vosotros - sabeis donde está. - - Ella está ahí, en vuestro hogar, muda, velada como el Alcesto - escapado del reino de los muertos, allí os espera. - - Bien lo sabeis, cuando volveis fatigados de la vida y de - vosotros mismos, allí está ella mirándoos bajo su velo; y esa - mirada os juzga. Durante la noche, cuando en la sombra, y solo, - pensais en las ambiciones y quizá en los crímenes del dia - siguiente; ella está allí, siempre allí, su ojo os sigue en las - tinieblas; su silencio os hiela. Despreciais á los hombres, os - jugais de las leyes, pero temblais delante de ese espectro que - no podeis ni corromper ni matar. - - Vosotros no huireis jamás de ese centinela que vela al rededor - de vuestra alma. Llegará una hora en que la mano de la muerte - pesará sobre vuestra frente, en que no vereis sino en una nube - todo lo que amais; vuestro dinero, vuestros honores, vuestra - mujer, vuestros hijos. Pero, en medio de la desesperacion y - de las lágrimas, siempre estará allí, esa figura encubierta, - pronto á recibiros y á arrebataros al mundo invisible. - Culpable ó inocente no escapareis á ella; ella será vuestro - remordimiento ó vuestra esperanza. - - Seguidla pues aquí abajo; seguidla en medio de vuestras - tribulaciones y de vuestras incertidumbres; seguidla, apesar de - vuestra incredulidad. Uníos á la verdad, ella os salvará. Sí, - cuando hayais franqueado la vida, esa figura arrojará su velo, - y Cristo, visible en fin, en todo el esplendor de su divina - sonrisa, Cristo os dirá: “Hijo mio, reconóceme, soy la verdad.” - - -Salí de la asamblea, á las últimas palabras de este discurso y corrí á -una sala vecina. Recibí en mis brazos á Truth, jadeante, casi desmayado. -Le tomé la mano, estaba abrazadora. - ---Desgraciado le dije, os matais! - ---Amigo mio, murmuró reposando su cabeza sobre mi hombro, hagamos nuestro -deber; lo demas es vanidad. - - - - -CAPITULO XX. - -Un luncheon[38] de ministros. - - -El nuevo apóstol fué conducido á su casa por mí, en medio de la multitud -que le felicitaba. Truth, tenia gran necesidad de reposo. Le incité á -echarse un rato en su cama. Pero desgraciadamente tuvo que pagar su -tributo personal permaneciendo de pié. La señora Truth habia preparado un -formidable _luncheon_ para los amigos de su marido, dignándose darme un -puesto entre los invitados. - -Jenny y Susana estaban allí, encantadas del sermon que acababan de oir, -sin comprenderlo quizá. Es increible el imperio que la palabra ejerce en -las mujeres. Mas de una vez estando solo en mi cuarto, me he preguntado -á mí mismo, cerrando las puertas con dobles cerrojos, si la mujer no era -naturalmente superior al hombre. Ella tiene pasiones menos violentas y -mayor facilidad de educacion. Cuando Adan se adormecía en su inocencia, -Eva tenia ya curiosidad de saber. Paréceme que si de entonces acá, -nosotros hemos heredado la _bonhomia_ de nuestro primer padre, las hijas -de Eva no han dejenerado de su abuelo. Yo creo, con Moliére, que es -prudente no instruir á este sexo malicioso é inquieto. Manteniendo á las -mujeres en una honesta ignorancia dámosles todos los vicios; pero á la -vez todas las debilidades de la esclava; nuestro reinado está asegurado. -Pero si educamos esas almas ardientes é injénuas, si las inflamamos con -el amor de la verdad, quien sabe si no se avergonzarian muy pronto de la -necedad y brutalidad de sus amos? Guardemos el saber para nosotros solos; -él es quien nos divinisa: - - “_Notre_ empire est détruit si l’homme est reconnu.” - -Sentáronse á la mesa, y lo confieso, parecióme una feliz determinacion. -En mi ardor relijioso habia olvidado de almorzar, de suerte que mi -_bestia_ comenzaba á sufrir. La dueña de casa hízome el honor de -sentarme á su izquierda y junto con el té sirvióme dos ó tres tajadas -de jamon de Cincinnati, que me costó gran trabajo devorar decentemente. -Susana hacíame señas con sus grandes ojos, como reprochándome mi -voracidad. En esto reconocí á mi hija; por que en los Estados-Unidos, lo -mismo que en Francia, son los niños los que en toda casa decente le dan -la leccion á su padre. - -Asi que mi terrible hambre se hubo aplacado un poco, entablé conversacion -con mi vecina; era esta una excelente y amable persona que adoraba á su -marido, lo cual es costumbre en América. La salud de Truth me inquietaba; -yo tenia para mí que el púlpito le agotaria mas pronto que el diario, -y hé ahí lo que traté de insinuarle diestramente á su mujer. Por no -alarmarla, la dije en términos jenerales que la palabra era un oficio -duro, y que ciertos temperamentos nerviosos y delicados tenian á veces -necesidad de un reposo absoluto. Tarea inútil! La señora Truth no habló -sino de la grandeza de su nuevo estado. El orgullo la embriagaba. - ---Ser esposa de un pastor, hé ahí el sueño de todas las jóvenes, me -decia. Si supiérais que pena tuve cuando mi querido Joel renunció á su -primer vocacion para hacerse diarista! Solo el ministerio puede colmar -todos los votos de una mujer; solo así es que ella puede ser la compañera -de su marido, su verdadera mitad, en toda la estension de la palabra. -Tener las mismas penas, los mismos placeres, los mismos deberes. - ---Predicais acaso vos tambien, la dije. - ---En la Iglesia no, repuso; el apóstol Pablo, nos lo prohibe. Pero -qué! es por ventura solo en el templo donde se ejerce el ministerio y -se anuncia la palabra de Dios? Instruir á las niñas, aconsejar á las -jóvenes, visitar las recien paridas, llorar con las viudas, velar los -enfermos, leerles el Evanjelio, y ayudarles á bien morir, si necesario -fuese; hé ahí diversas obras en que puedo ayudar, y algunas veces, hasta -suplir á mi marido. Joel, añadió, alzando la voz, ¿no es verdad que yo -soy vuestro vicario, y que vos teneis confianza en mi? - -A este singular discurso, que, cosa estraña, no sorprendió á nadie -sino á mí, Truth contestó haciendo una seña con la mano y sonriéndose -dulcemente. La mujer de un pastor, convertida en pastor á su vez y en -sub-ministro! Semejante absurdidad no habia nunca crusado mi mente. -Verdad es que siempre he vivido en un pais razonable. El baile y la olla, -hé ahí para una francesa los dos polos de la existencia. Salir de ellos -es un desórden, y lo que es peor, ridículo. - ---Sin embargo, continuó la señora Truth, hay todavia algo mas bello que -el ministerio, es la mision. - ---Teneis mujeres misioneras? esclamé espantado. - ---No, contestó ella; solo los católicos tienen ese privilejio que yo les -envidio. Nosotros no tenemos hermanas de caridad; tenemos simplemente -mujeres de misioneros. Es un papel que siento no poder desempeñar. -Compartir uno las tareas de su marido; participar de sus peligros, eso es -grande á los ojos de Dios. No os asombreis de mi ambicion; soy hija de -ministro; mis dos hermanas se han casado con misioneros. El uno está en -el Cabo, el otro en la China, y las dos bendicen al Señor que les ha dado -una suerte gloriosa. - ---Vuestros misioneros casados, contesté yo, no tienen una vida muy ruda, -que digamos. Llevar consigo su mujer, sus hijos, su hogar, es cambiar -apenas de patria. Unid á esto una instalacion cómoda y fija, acompañada -de un buen sueldo, y convenid conmigo en que bajo tales condiciones, no -se necesita una gran virtud para predicar el Evanjelio. - ---Deveras? repuso mi vecina, asombrada de mi ironia, añadiendo en -seguida: Ignoro si vale mas atravesar el mundo, sembrar de paso la -palabra de Cristo, y confiar su jérmen á la gracia de Dios, que -encerrarse en un campo limitado para plantar en él, regar y cultivar -hasta la mies de ese precioso grano; pero lo que yo sé es, que la -felicidad de tener uno á su lado lo que se ama, lejos de quitarle nada á -la caridad del misionero, le añade quizá un mérito mas á su abnegacion. -Pedro era casado; dejó por esto de ser escojido para servir de príncipe -á los apóstoles? En el cabo, mi hermana ha establecido una escuela y un -obraje para las negras jóvenes, y sirviéndose así de la civilizacion, -prepara los corazones á recibir el Evanjelio; los Boers han quemado -tres veces la mision, y mi cuñado que es médico, como la mayor parte -de los misioneros, ha perdido la mano sacándole á un pobre cafre una -flecha envenenada. En China los Taí Pings han espulsado á mi hermana de -provincia en provincia. Encuéntrase ahora cerca de Shang-Hai, arruinada, -enferma; pero siempre llena de fé. Su casa es el hospicio de los heridos, -el asilo de las viudas y de los huérfanos; ella es la que en medio de -la fiebre y de una inquietud perpétua, ayuda á su marido á predicar el -Evanjelio. Mas probada que Abraham, Dios le ha exijido ya dos veces la -vida de sus hijos. Feliz de ella, no obstante, que ha sido elejida para -tal sacrificio y que ha podido servir al Señor, aun á costa de lo mas -puro de su sangre! - -Yo no contesté nada. En la historia de Abraham hay cosas que me conmueven -mas que el episodio de Isaac. Sea virtud ó fanatismo, esa obediencia es -superior á mis fuerzas; no la comprendo. - -Para alejar reflexiones que me perturbaban, díme vuelta del lado de mi -vecino de la izquierda; era el verdadero tipo del Sajon; anchos hombros, -pecho saltado, cuello adornado de una cabeza cuadrada, rasgos abruptos, -frente calva y enormes cejas bajo las cuales brillaban unos ojos -flamantes, la fuerza y la voluntad á la vez. Noé Brown, así se llamaba mi -nuevo amigo, era el pastor á quien Truth sucedia. Aproveché esta ocasion -de instruirme, y le pregunté que era esa iglesia _Congregacionalista_, -cuyo nombre me intrigaba. - ---Cómo! dijo Brown; sorprendido de mi ignorancia, no sabeis que es -nuestra vieja iglesia puritana, la que nuestros padres los peregrinos, -espulsados por la intolerancia, trajeran consigo en su primer buque, -la _Flor de Mayo_? Quebrando con las abominaciones é idolatrias de la -Babilonia anglicana, nuestros abuelos quisieron cortar de raiz la herejia -de la jerarquia. A ejemplo de los primeros cristianos, de cada reunion -de fieles hicieron una Iglesia, ó congregacion independiente, república -perfecta, gobernada por los viejos y administrada por el pastor. De ese -centro de independencia y de igualdad nació nuestra comunidad. Allí es -donde está el secreto de nuestra vida y de nuestra grandeza política. La -América no es sino una Confederacion de Iglesias y de comunes soberanos; -es decir, la florescencia del puritanismo. Aquí, lo mismo que en todas -partes, la relijion ha hecho al hombre y al ciudadano á su imájen; una -Iglesia libre, ha enjendrado un pueblo libre. - -Esta paradoja, proferida con toda la gravedad puritana me chocó. Si se -creyese en estos fanáticos, su catecismo gobernaria el mundo. Que echen -su vista á la Francia, esa patria de las luces y de la filosofia, y no -tardarán mucho en saber á lo que se reduce la influencia de la relijion -sobre el estado y la sociedad. Uno es allí muy católico en la iglesia, -y, todavia mas, fuera de ella. Tal era lo que yo procuraba demostrarle -á mi predicante; pero el hombre era porfiado como un Sajon forrado -en un Yankee, y cuantas mas eran las pruebas que yo amontonaba para -confundirlo, tanto mayor era su obstinacion. - ---Ved sino á los Ingleses, esclamó él. Quien conoce su Iglesia, conoce -su historia. Lores espirituales, asambleas, señoras de la fé, una carta -inmutable en treinta y nueve artículos, un libro de oraciones establecido -por la autoridad de los obispos y del soberano, universidades y escuelas -privilegiadas, enormes propiedades y un patronato considerable; qué -otra cosa han podido producir sino una sociedad aristocrática? Sin -los disidentes, que son la sal de la tierra, mucho tiempo ha que la -Inglaterra estaria momificada lo mismo que el viejo Ejipto. - ---Y los franceses? le pregunté yo, con el intento de confundirlo. - ---Los franceses, me respondió él, son católicos, monárquicos y soldados, -al paso que los Americanos son protestantes, republicanos y ciudadanos; -cosas que están en su lugar como los dedos de la mano, de suerte que tan -dificil seria hacer de la Francia una República, como de los Estados -Unidos una monarquia. La diferencia entre las Iglesias hace la diferencia -entre las sociedades. - ---Podria saber á cuál de las susodichas sociedades le concedeis la -superioridad? - ---Juzgad vos mismo, me contestó él; la una es una sociedad de niños, la -otra una sociedad de hombres. - ---Veo con gusto que somos del mismo parecer. - ---Estoy encantado de ello, repuso él; bebiendo tranquilamente su tasa de -té. - ---Es cierto, añadí yo, inclinándome hácia él: mas bien que un pueblo los -americanos son un enjambre de inmigrantes diseminados en el desierto, y -por esto, la libertad tiene quizá pocos inconvenientes. Pero la América -sentirá á medida que envejezca la necesidad de formar una verdadera -sociedad y se plegará á la bandera de la autoridad. - ---Caballero, dijo él, poniendo bruscamente su taza sobre la mesa, vos no -me entendeis; yo pienso justamente lo contrario de lo que me decis. - ---Cómo así, esclamé yo, tomais por ventura á los franceses por un pueblo -de niños. - ---En política, contestóme, no hay que dudarlo. De qué época datan su -libertad, y qué libertad! de 1789; la nuestra data de 1620; nosotros -somos ciento setenta años mayores que ellos; tenemos tres veces mas -esperiencia que ellos, y por consiguiente veinte veces mas sabiduria. - ---Luego, es á la América, repuse yo con voz conmovida, á quien discernis -la palma de la civilizacion? - ---Evitemos las confusiones de palabras, contestóme con piedad. -Civilizacion, es una palabra complexa, ¿comprende tantos elementos -diversos, que cada pueblo á su turno podria reclamar la prioridad. Qué -es lo que constituye la civilizacion? La relijion, la política, las -costumbres, la industria, la ciencia, la literatura, el arte? Es alguna -de estas cosas? O son todas ellas juntas? - -Ved que complicado es el problema. El arte, por ejemplo, que los Jentiles -llamaban la flor de la civilizacion, no brota muchas veces sino un -bástago podrido, asi, entre nosotros los modernos, que vivimos de la -imitacion de los antiguos, yo creo que el pueblo mas viejo es el mas -artista. En Francia se tiene un gusto mas refinado que en Inglaterra; -pero un Italiano tiene naturalmente mas habilidad que un Francés. En -industria, todas las naciones libres valen lo mismo. La ciencia no -tiene patria. En cuanto á la literatura, cada pueblo halla en la suya -la espresion de su pensamiento; dejo á los críticos el placer pueril de -asignarles sus respectivos puestos á Dant, Moliére ó Shakspeare; pero la -relijion, la política y las costumbres forman un pabellon inseparable. -Ahí está la sávia de un pais, su porvenir. En este punto yo le doy -sin vacilar el primer lugar á mi Iglesia y á mi pueblo; yo creo en la -libertad, soy Americano, puritano. - ---Mohicano, dije yo para mi coleto, te veo venir: tu no sabes ni siquiera -mentir para pasar por político. - -Iba á confundir á tan insoportable predicante, cuando por fortuna suya, -nos levantamos de la mesa. Y dejando ahí á ese espíritu estrecho y -adusto, acerquéme á un jóven pastor, cuyo aire agradable disponía en su -favor. Antes de almorzar, Truth habíame presentado al Sr. Naaman Walford, -como una de las columnas de la nueva Sion. Deseoso de ver ese fénix que -se llama un teólogo razonable; y queriendo ser acojido benévolamente por -el Sr. Naaman,--comencé felicitándole por la exelente adquisicion que su -Iglesia hacia con la persona de mi amigo Truth. - ---Perdon, me dijo,--yo soy presbiteriano. - ---Presbiteriano, esclamé á mi turno, y venis á complimentar á un rival? -Deveras que vuestra accion revela una bella alma; porque, entre, nosotros -ese ministro á quien le tomais la mano, es un hereje á quien vos mismo -condenais. - ---Yo, repuso él muy sorprendido; yo no condeno á nadie,--eso no es -cristiano. - ---Me esplico mal, querido Sr. Naaman; queria simplemente decir, que á -ejemplo del divino pastor, que buscaba las ovejas descarriadas de Israel, -vos no temeis el vivir familiarmente con jentes cuyo error detestais. - ---El Sr. Truth, me ha edificado esta mañana, contestóme, y no le creo en -error. - -Asombrado á mi vez, y creyendo haber oido mal le dije: - ---Decidme, señor, ¿creeis que vuestra Iglesia enseña la verdad? - ---Sin duda,--de otra manera no permaneceria en ella. - ---Entonces, repuse yo, quiere decir que asi como hay dos verdades -hay tambien dos Iglesias; una verdad presbiteriana y una verdad -congregacionalista. Probablemente hay tambien una verdad baptista, -metodista, luterana y hasta una verdad católica. Yo suponia, perdonad mi -ignorancia, que la verdad era una, y que la señal del error consistia en -dividirse al infinito. - ---Doctor, dijo Naaman un poco conmovido de mi vivacidad francesa, cuando -estais en el mar, qué es lo que haceis si quereis saber la hora que es? - ---Le pregunto la hora al sol, y el sol me la dá. Qué! pretendeis -contestarme con un apólogo? A mi edad, querido señor, se tiene poco gusto -por los ejemplos, y, no se aceptan sino razones. - ---Que quereis, doctor, soy jóven y me permito contar con vuestra -induljencia, contestó Naaman, sonriendo amablemente. El sol os dá la -hora. Cuando es medio dia en Paris, podriais decirme que hora es en -Berlín? - ---No; todo lo que yo sé,--es que un telégrama espedido de Berlín á -las once se recibe en Paris hácia las diez y media; es decir que -aparentemente llega treinta minutos antes de haber partido. Por lo demas, -importa poco, os lo concedo,--que cuando es medio dia en Paris, sean la -una en Berlin, las dos en San Petersburgo, y, si quereis, las nueve de la -mañana en las Azores y las siete en Quebec. Todo depende del meridiano. - ---Asi, dijo Naaman, el sol es el mismo en todas partes y en ninguna marca -la misma hora: qué significa esto? - ---Decididamente, repuse yo, vos sois astrólogo, y quereis hacer de mi un -adepto. Os contesto, pues, señor profesor, que es el mismo sol visto de -diferentes puntos. - ---Una interpelacion mas, doctor, y os pediré despues gracia por mi -indiscrecion. Entre todas esas horas, cual es la cierta? - ---Singular pregunta! la hora es cierta para cada cual, desde que el -sol sale ó parece salir de un punto distinto. Está satisfecho el señor -profesor de su discípulo de barba gris? - ---Sí, doctor, veo que estamos conformes asi en teolojia como en -astronomia. - ---Señor Naaman, le dije yo,--comienzo á comprenderos. Para vos, la verdad -es el sol, que cada uno de nosotros vé segun el horizonte que nos rodea. -Por consecuencia, cuando para la Iglesia presbiteriana es medio dia, -la hora se ha pasado para los baptistas y no ha llegado aun para los -metodistas. Quién sabe si á los católicos se les coloca en las antípodas? -Y, hé ahí un medio injenioso de armonizar su orgullo con su caridad. - ---Señor, dijo Naaman ruborizándose,--vos me ofendeis. Habeis comprendido -mi pensamiento, y sin embargo desconfiais de mis sentimientos. Sí, yo -creo que hay un horizonte distinto para cada iglesia, y, me atreveré á -decirlo, para cada cristiano. El nacimiento y la educacion nos dan el -punto de partida; ahora, toca á nosotros mismos caminar hácia esa verdad -que nos llama,--acercándonos á ella sin cesar á fuerza de estudio y de -virtud. No digo que no haya iglesias mas iluminadas las unas que las -otras por la luz divina; pero al mismo tiempo creo que el mejor cristiano -puede muy bien encontrarse en el seno de la iglesia mas oscura. No hay -la menor duda que es una gran ventaja estar colocado cerca del sol, sin -embargo, esto no es siempre una razon para verlo mejor. Hé ahi, señor, -porque amo á mi Iglesia presbiteriana, y por qué, no obstante amarla -tanto,--no condeno á nadie. - -Todo esto era dicho con una ingenuidad encantadora. ¡Qué bella cosa es la -virtud en un alma jóven; es como la sonrisa de la aurora en los primeros -dias de Mayo! - ---Mi jóven amigo, le dije yo, vuestras ilusiones tienen algo de seductor; -el sentimiento que las hace nacer es respetable, pero el primer soplo de -la razon las disipará. Si cada cristiano vé la verdad á su modo,--no hay -verdad. Y, hénos aquí de nuevo en el escepticismo de Montaigne. En vano -buscareis un dogma que sea atacado,--una creencia que no se conmueva. -Vuestra teoria tan cristiana en apariencia, nos condena á una duda -invencible, y conduce á la incredulidad universal. - ---Doctor, contestóme el jóven con un tono de modestia que me chocó,--me -parece que estais haciendo el proceso al espíritu humano, es decir, á -la obra de Dios. De la diversidad y debilidad de nuestros ojos, podria -tambien concluirse que no vemos nada. Sería la misma lógica y el mismo -sofisma. En los estudios naturales, cada uno de nosotros no toma sino -la parte que puede apropiarse; se ha observado que esta diversidad de -opiniones arruine la ciencia? En la física, por ejemplo, hay una sola -teoria siquiera que escape á la discusion? Negarias por esto que existe -una verdad física? - ---La comparacion es mala, mi querido Naaman. Qué queda de la física de ha -treinta años? La verdad de ayer,--es el error de hoy dia. - ---No, doctor, el error de ayer ha caido como caen las hojas secas; la -verdad no ha cambiado, por que dándole otro nombre, ella no es otra cosa -sino el conocimiento de la naturaleza, y la naturaleza no cambia. - ---Os concedo eso, jóven; pero la verdad relijiosa es de otro órden que la -verdad natural. - ---Doctor, repuso Naaman, aunque os concediese esa hipótesis discutible, -no por eso nos entenderiamos. Cualquiera que sea el número y la variedad -de los cuerpos que poblan el mundo, nosotros no tenemos para verlos sino -nuestros ojos; lo que no vemos no existe para nosotros. Cualquiera que -sea el carácter de una verdad, nosotros no tenemos sino nuestro espíritu -para comprenderla. Nuestra alma, es por ventura doble? Para descubrir las -verdades naturales, Dios le ha dado á cada uno de nosotros una facultad -investigadora, inquieta, laboriosa que se llama, la razon. Habrá acaso -en nosotros otra potencia, destinada á recibir sin esfuerzo individual -la verdad relijiosa, á la manera del espejo que refleja el objeto que -se le presenta? Si esa facultad no existe, la diversidad de opiniones -relijiosas es forzosa; depende de la edad, de la educacion, del pais, de -la enerjia natural de nuestro espíritu ó de su actividad. - -Si, al contrario, esa facultad existe, todos debemos pensar de la misma -manera, así como todos respiramos del mismo modo, por una ley de la -naturaleza. Pero tal no es el caso, y por ello bendigo á Dios. El le ha -_dejado_ á cada uno de nosotros la libertad de desconocerlo, para darnos -el derecho de amarlo. Esa libertad que os espanta es nuestra mas hermosa -herencia; ella es la que hace de la relijion, un amor, y de la fé una -virtud. - ---Naaman, esclamé yo, vos sois el profeta de la anarquia. Vos disipais -el mas bello sueño de la humanidad. _Una fé, una ley, un rey_, tal era -la divisa de la Edad Media, divisa que cada hombre lleva en el fondo de -su corazon. Qué es lo que vos nos ofrecéis en cambio? La confusion. Qué -significa una Iglesia, en la que cada cual habla una lengua distinta, sin -comprender la de su vecino? - ---Señor, repuso el jóven ministro, yo amo tanto como vos la unidad. -Cristo nos lo ha dicho: llegará un dia en que no habrá sino _un solo -rebaño_ y _un solo pastor_; yo creo en la palabra de Cristo. Pero la -unidad no es la uniformidad. Contemplad la naturaleza; qué conjunto -admirable! Y, sin embargo, no hay un árbol, una planta, una flor, qué -digo! una hoja, siquiera que se parezca á otra. Dios saca de la variedad -infinita, la unidad viviente y perfecta. Por qué, la ley de la naturaleza -no ha de ser la de la humanidad? Por qué, no ha de tener su puesto, la -voz de cada criatura, en ese concierto de alabanzas que la tierra canta -al Señor? Qué es la esteril monotonia de una nota única, al lado de esa -armonia fecunda? La unidad mia, es la Iglesia universal, esa Iglesia -que abraza todas las almas fieles. Quien ama á Cristo es mi hermano: -lo que yo miro es su amor, no su símbolo. Agustin Crisóstomo, Gerson, -Melachthon, Jeremias, Taylor, Bunyan, Fenelon, Law, Channing, hé ahí los -soldados de ese ejército divino. Qué me importa su rejimiento? Su bandera -es la mia, la bandera de la verdad. - ---Bravo! Naaman, dijo Truth, apoyando su mano en el hombro del jóven -ministro; convertidme á ese pagano. - ---Vos, sereis el pagano, esclamé yo. Pienso que aqui no hay mas cristiano -que yo, ó si os parece mejor, mas católico, en la verdadera acepcion de -la palabra. Al paso que vosotros destrozais la relijion, abandonándola -á todos los caprichos, solo yo, fiel á los viejos y sólidos principios, -quiero un símbolo único que sea la ley de los espíritus; y para mantener -esa ley de verdad llamo en mi socorro el brazo secular. - ---No os lo decia, carísimo Naaman, repuso Truth riéndose. Es un pagano de -la decadencia, uno de esos adoradores de la fuerza que se imajinan que la -verdad se decreta, ni mas ni menos que como se borronean leyes. - ---No soy tan ridículo, contesté yo á mi vez, un poco alterado. Yo -tambien amo la verdad, pero no soy ciego como los utopistas. Para ellos -la libertad es una panacea universal que en todas partes cura el mal y -el error; la esperiencia me ha hecho menos confiado. El mundo no es una -academia de filósofos, discutiendo tranquilamente las mas temerarias -tésis; el pueblo, esa hidra de infinitas cabezas, es un conjunto de -criaturas débiles, ignorantes, locas, perversas, criminales; para -contenerlo y dirijirlo se necesita un freno. Ese freno es la relijion, -sostenida, impuesta por una autoridad exterior. Si el poder no se encarga -de la causa de la Iglesia, se acabó el cristianismo; la sociedad queda -entregada al ateismo, á la anarquia, á la revolucion. Hé ahí señores, por -qué razon creo en la necesidad, qué digo! en la santidad de la fuerza, -puesta al servicio de la verdad. Soy pues un pagano, á la manera de San -Agustin, de Bossuet, y de tantos otros cristianos exelentes, sin hablar -de vuestro Calvino; pido que la sociedad le empreste su espada á la -Iglesia; ó en otros términos,que el Estado tenga una relijion. - ---Una relijion de Estado, dijo de repente Brown, estirando su cabeza -de perro dogo; quién es ese mónstruo? Y qué! por ventura tiene alma el -Estado para tener una relijion? - ---Señor, le contesté secamente, vos teneis sin duda necesidad de un -Estado impío, y de leyes ateas. - ---Señor, repuso mi áspero interlocutor, yo no me pago de palabras. Qué -es el Estado? En una monarquía, el príncipe. Así, pues, treinta millones -de cristianos tendrán la relijion de Achab, cuando por casualidad Achab -llegue á tener relijion. Entre nosotros, donde el poder alterna, se -cambiará de fé cada cuatro años. Hé ahí lo que yo llamo, ateismo puro; -creer por órden, es no creer en nada. - ---Cuando yo hablo de Estado, le interrumpí, entiendo la sociedad política. - ---Bien, repuso él: será la mayoria la que decida del símbolo y de la fé, -despues de discutir y enmendar. Tendremos una relijion parlamentaria. -Se pondrá en discusion la Encarnacion ó la Trinidad y se votará. Qué -comedia! Cosa estraña! desde que el mundo existe, no hay una sola verdad -natural que haya sido descubierta por un solo hombre; son necesarias -muchas pruebas, á veces, hasta el martirio del inventor para que esa -verdad reuna algunos fieles; un siglo no es mucho para conquistarle la -mayoria. Pero en relijion es otra cosa, la mayoria no se equivoca nunca. -Vaya una infalibilidad! Que nos devuelvan el papa, acepto el milagro, y -rechazo el absurdo. - ---Señor Brown, le dije, alzando la voz, vos no respondeis á mi objecion. -Si el Estado no tiene relijion,--la ley será atea. - ---Siempre palabras, señor, repuso el intratable predicante. El Estado es -una abstraccion; un modo de designar el conjunto de los poderes públicos. -Pero la sociedad es una cosa viva,--es la reunion de todos los ciudadanos -que habitan una misma patria. Y, si esos hombres son cristianos,--si su -moral es cristiana,--como ha de ser atea la sancion que esos hombres le -den á la moral pública,--ó en otros términos, la ley dictada por ellos? -_El buen árbol no puede producir malos frutos_[39]. - ---Imprudente! esclamé,--cómo podeis imajinaros que si el Estado permite -toda especie de creencias, no ha de sufrir el Evanjelio? - ---Vos teneis poca fé, señor, dijo Brown dirijiéndome una mirada terrible, -y olvidais que Pablo ha dicho: _las armas de nuestra milicia no son -carnales_. El cristianismo,--nunca ha sido mas bello, ni mas fuerte -que cuando ha tenido en contra suya al mundo entero. Mirad á vuestra -alrededor, señor, y vereis que en ninguna parte como los Estados Unidos -se mezcla la relijion con la vida; y sin embargo el Estado no la conoce. -No aprisioneis las almas, no las tengais en la noche que las corrompe; -dejadlas en libertad, é iran á Dios. - ---Pero, señor Brown, es imposible que el Estado pague todas las -comuniones, y que se haga el tesorero del primer fanático á quien se le -antoje abrir una iglesia. - ---Concedo que no pague á nadie, esclamó el adusto puritano. Y, con qué -derecho intervendria? Tiene acaso otro dinero que el nuestro. Cómo! el -judio ha de pagarles á los cristianos para que estos le llamen deicida? -Y yo he de pagarles á los unitarios que me disputan la divinidad de -Cristo? Qué injusticia! qué ultraje á mi fé! Ved ademas qué papel le -dais al Estado. Cuando el lejislador declara que la relijion no es de su -competencia,--proclama el respeto de la conciencia, y, es cristiano por -su misma abstencion. Suponed ahora que proteja diez comuniones distintas, -diez creencias enemigas, qué significará esa tutela insolente sino que -el Estado vé en la relijion un instrumento político, y que no tiene -por todas ellas sino la misma indiferencia y el mismo desprecio? Ese -hermoso sistema, señor, que vos no habeis inventado,--es la política del -paganismo. - ---Muy bien, repuse yo, dejad á cada fiel el entretenimiento de su culto, -veremos cuantas iglesias tendreis. Todo el mundo se hará ateo por -economia. - ---Os equivocais, mi querido doctor, dijo Truth con amistoso tono. La -prueba está hecha y arguye en contra vuestra. Tenemos cuarenta y ocho -mil iglesias, edificadas todas por los particulares, y cuyo valor se -estima en cien millones de pesos[40]. Cada año erijimos mil doscientos -templos nuevos y el término medio del salario de nuestros pastores es -próximamente de quinientos pesos,[41]--lo que equivale á un presupuesto -de veinte y ocho millones de pesos[42]. Buscad un pais donde el Estado -pague los cultos, estoy seguro que no hallareis uno solo que gaste la -mitad de lo que nosotros gastamos[43]. La razon es sencilla: el Estado -debe ser avaro del dinero que le toma á la comunidad, al paso que el -individuo se complace en enriquecer su iglesia, y no retrocede ante -ningun sacrificio. Nada hay tan pródigo como la fé y la libertad. - ---Muy bien, dije yo; pero la cuestion de dinero no es todo: falta la -cuestion política. Darle al primero que se presente el derecho de -establecer una iglesia,--es reconocer todas las asociaciones, es abrirle -ancha arena á la ambicion relijiosa y al fanatismo,--es decir, á lo mas -ardiente y pérfido que hay en el mundo. Suponed que una de esas iglesias -aventaja á las demas,--que se apodera de las almas, y hé aquí un Estado -en el Estado. Entonces sentireis, aun que demasiado tarde,--la falta en -que habeis incurrido al abdicar una proteccion mas necesaria al gobierno -que á la iglesia, una proteccion que no es en el fondo sino la defensa de -la soberania. - ---Ahí es donde os esperaba! gritó el puritano entrando en el entrevero -á la manera de un jabalí. Os conozco, señores políticos; ha tiempo que -Spinosa, el príncipe de los ateos y Hobbes el materialista, y Hume -el escéptico me descubrieron vuestro secreto. Necesitais una iglesia -oficial para deshaceros de la relijion. No es la influencia política -lo que os incomoda; ella es nula en un pais de libertad; lo que temeis -es la influencia moral. El cristianismo es por naturaleza,--inquieto, -agresivo, conquistador. Quiere poseer al hombre por entero; sociedad y -gobierno,--todo quiere invadirlo y penetrarlo con su espíritu. Hé ahí -lo que á nosotros nos anima y á vosotros os espanta. Obispos que se -duermen en su púrpura señorial,--pobres vicarios, cuyo celo se modera y -se dirije; una relijion, especie de moral frívola y estéril, que predica -la obediencia al pueblo, hablándole siempre de sus deberes y nunca de -sus derechos,--tal es el ideal que á vosotros os encanta y á nosotros -nos horroriza. Vosotros rechazais la libertad por la misma razon que -á nosotros nos hace detestarla. Nosotros creemos en el Evangelio, y -vosotros le temeis. - ---Yo tengo miedo de las asociaciones, le dije,--no del Evanjelio. - ---Sí, por que la asociacion es la única forma posible de la libertad. -Necesitais un Estado, cuya omnipotencia nada inquiete,--que no tenga -frente de sí sino individuos aislados y conciencias mudas. El despotismo -romano en toda su fealdad. Nosotros los cristianos--entre el Estado y -el individuo, entre la fuerza y el egoismo,--echamos la asociacion, es -decir, el amor, la caridad, verdadero vínculo de los corazones, verdadero -cimiento de las sociedades. Para difundir la Biblia, para propagar la -palabra divina, para iluminar las almas, para socorrer á los miserables, -para consolar á los que sufren, para levantar á los caidos,--necesitamos -centenares de asociaciones, millares de reuniones. Nosotros queremos -que un pueblo cristiano haga el bien por el concurso libre de todos -sus miembros,--que no encargue á nadie de un deber que solo él puede -desempeñar. Pero todas esas compañias no pueden existir sino bajo una -condicion,--que la iglesia, que es la primera y la mas considerable de -todas, sea señora absoluta en su esfera. La iglesia es, la que con su -libertad cubre y garantiza todas las asociaciones; y, hé ahí como es que -la relijion, lejos de ser un peligro para el Estado,--es la vida misma -de la sociedad. Ved, pues, señor, por qué razon es que nosotros tenemos -necesidad de la libertad relijiosa; la necesitamos por que Cristo nos la -ha dado: y porque ella es la madre de todas las libertades. El que esto -no sabe no es cristiano,--ni ciudadano. - -Iba á estrangular á aquel fanático por toda contestacion, cuando sentí -que una manecita tomó la mia. Reconocí á Susana y me sonreí. - ---Mi buen padre, dijo despacito; van á ser las dos, es necesario partir. - ---Sí,--la hora de ir al bosque. ¿Está el carruaje ahí? - ---Papá, es dia del Señor y no se anda en carruaje. Voy á llevaros á la -escuela del Domingo. - ---Tienes razon, pensé para mi. Un Parisiense estraviado en este hermoso -pais de libertad, siente gran necesidad de ir á la escuela. Siempre tiene -algo que aprender y mucho que olvidar. - -Cuando me ví en la calle, lejos de aquella atmósfera teolójica, recien -respiré. - -Uf! dije, bostesando, y que pesados son! Parecen bueyes atados al arado, -trillando siempre el mismo surco. Una hora de relijion y de política, es -demasiado para un francés; hay con que disgustarlo del Evanjelio y de la -libertad. Quién me hablará de algo razonable y divertido,--de pintura, -de ópera, de música ó de guerra? Paris, Paris,--yo tengo necesidad de -lavarme la cara con tu ambrosía. - -No sé que locura iba á decirle á Susana, cuando apercibí al hermoso -Naaman, caminando junto á nosotros lo mismo que el pastor que sigue su -oveja. Habia olvidado que estaba en América, y que la señorita mi hija -era por el momento presbiteriana. - - - - -CAPITULO XXI. - -La escuela del Domingo. - - -Quién me dirá de donde proviene la debilidad de un padre por su hija? -Consiste en la ilusion de verse reproducido en ella,--lo mismo que la -madre de verse reproducida en el hijo? Para nosotros los de las barbas -grises, los de las caras arrugadas por la vida, será el placer de vernos -renacer bajo una forma graciosa y riente? Será el encanto de un amor -puro, que no desea sino sacrificarse? Lo ignoro, pero lo cierto es que -el inevitable Alfredo no estaba ahí y que yo saboreaba á la manera de un -celoso la dicha de hablar y de reir con Susana. Mirábame en sus límpidos -ojos, cuando una mano colorada engastada en un largo brazo me cojió de -improviso en mi tránsito, y una voz sepulcral me gritó: _Esta noche te -volverán á pedir tu alma_. Al mismo tiempo metiéronme un papel en el -bolsillo de mi frac. Dí vuelta, y al hacerlo, otra voz me gritó: _Piensa -en tu salud_, metiéndome otro papel, en el otro bolsillo de mi frac. A -este ruido acudieron tres hombres negros, levantando los brazos como en -el juramento de los Horacios, y aullando á cual mas, metióme cada uno de -ellos en el seno no una espada, sino un librito. La vision desapareció en -seguida. - ---Qué es esto le pregunté á Susana, que reia de mi espanto. - ---Padre mio, me dijo,--es la sociedad de los tratados relijiosos que -trabaja por vuestra conversion. - ---Muchas gracias! esclamé metiendo en mi bolsillo,--los _Signos de la -bestia, las Rosas de Saron_, y la Trompeta de Jericó; aquí lo enriquecen -á uno, lo mismo que en otra parte lo roban. Qué quieren que haga con -estos tesoros de edificacion? - ---Tened paciencia, padre mio, dijo Susana,--dentro de un instante ellos -han de servirnos para hacer felices á algunos. - ---Confesad, le dije á Naaman, que abusais de la letra de molde. Comprendo -que distribuyais la Biblia,--desde que ella es vuestra enseña, pero -lo que no entiendo es,--para qué puede servir esa teolojía pueril que -sembrais por las calles. - ---Sois demasiado severo, contestó el jóven ministro, pensad en que toda -nuestra relijion está en la Biblia. De la escritura es, de donde cada -uno de nosotros debe sacar la regla de su fé, mediante el libre esfuerzo -de la razon. Un protestante que no lee es un cristiano que no llena -sus prácticas. Qué cosa mas simple que un proselitismo que nos agrupa -sin cesar al rededor de la Biblia? Despertar la conciencia, obligar al -último de los hombres á refleccionar y á leer,--repetirle que solo él -está encargado de su salud, hé ahí el objeto de todas esas publicaciones. -“Piensa en tu alma, solo tú eres responsable de ella,”--tal es la -conclusion uniforme de estos libritos. Si á eso llamais teolojía,--toda -nuestra literatura es teolójica; la menor novela está impregnada del -mismo espíritu. La Biblia es citada en ella á cada pájina, lo mismo -que el té. Lo que nos encanta, no es la pintura de esas borrascas que -devastan el corazon y arruinan la voluntad: es el cuadro de una alma -jóven que, colocada entre la tentacion y el deber, rechaza á Satanás y -llama á Dios. Hasta nuestras ficciones son tratados de educacion. - ---Sí, dije yo sonriendo,--es la moral en accion. - ---Es algo mejor que eso,--repuso él,--es la relijion en práctica, la -fé que habiendo entrado en el alma inspira toda la vida. Nosotros no -entendemos jota de esa falsa distincion entre la moral y la relijion; -no hay dos conciencias. El hombre natural murió con el último pagano; -nosotros no conocemos sino al cristiano. El que es cristiano lo es en -todas partes: en la iglesia, en la familia, en el comun, en el Estado. - -Me parece que el piadoso Naaman aprovechaba con placer esta ocasion de -repetir como nuevo algun viejo sermon, cuando por fortuna, llegamos -al templo presbiteriano. Era la sesta iglesia que visitaba en el -dia,--justísima espiacion de mi pasada tibieza! - -Entramos en la sala de lectura,--vasta pieza contigua al templo. Un -millar de niños y de jóvenes, devididos en grupos estaba sentado, -en bancos circulares. De distancia en distancia veíase de pié á los -pastores y pastoras de aquel gracioso rebaño; ó como se les llama,--á los -monitores. Al presentarse Naaman toda la asamblea se levantó; el órgano -tocó una marcha guerrera, y en seguida, todas aquellas jóvenes voces -cantaron en coro, con acompañamiento de timbales: - - “O Christ! nous sommes ta milice; - Contre l’ignorance et le vice. - Nous marchons sans honte et sans peur. - L’amour, l’aumône et la prière, - Ce sont là nos armes de guerre: - Notre drapeau, c’est le Seigneur! - O Christ! notre chef! notre père! - Nous voulons vaincre la misère, - Et chasser l’infidélité; - Ne regarde point à notre âge, - Donne-nous sagesse et courage: - Nous défendrons ta vérité”[44]. - -Qué será? será que hay un encanto secreto en la voz de la infancia? -O será que desprendiéndonos de nosotros mismos, por decirlo así, los -años nos hacen mas tiernos para esas almas, que entran en la vida sin -conocer los peligros. No lo sé. Pero yo me sentí conmovido por el canto -de esos pequeños soldados tan valerosamente enrolados bajo el lábaro del -Evanjelio. - ---De aquí veinte años, pensé, cuantos quedarán en sus filas? No importa; -el espectáculo de una juventud que tiene valor y fé es siempre hermoso. -Guárdenos Dios de esos viejos de diez y ocho años que solo creen en su -egoismo,--almas gangrenadas que todo cuanto tocan infestan, y que solo -dejan en pos de ellos corrupcion y muerte. - -Susana estaba cerca de mi y de pié. La señorita era _monitora_. Tenia -mucho que hacer, porque habia doble auditorio y la escuela estaba en -revolucion. - ---Donde está Dinah? esclamó una voz revoltosa. Dinah es mi querida -preceptora; yo no te conozco á tí. - -Susana cojió en sus brazos á la rebelde, que se resistia á ello llorando, -y la dijo dos palabras al oido. La sonrisa volvió en el acto, como el sol -despues de la lluvia. - ---Me lo prometes? murmuró la chiquilla. - ---Mañana, repuso Susana. La niña echó los brazos al cuello de su nueva -maestra, y la besó en ambas mejillas. La paz estaba hecha, la leccion -comenzó. - -Rolaba sobre la historia de Israel en tiempo de los reyes. Por primera -vez, lo confieso con verguenza, hice conocimiento íntimo con el profeta -Eliseo. Era este un excelente hombre cuando no se encolerizaba. Pero -apesar de lo bello de la moral, no le perdono mucho que digamos el haber -hecho que unos osos se comieran á cuarenta niños que se burlaban de su -calva. A este precio yo no querria ser profeta, ni en mi pais. - -Dos episodios surtieron el éxito mas completo cerca de los niños; tal -es de vivo en estas almas jóvenes el sentimiento del bien y el mal! -Primero fué la historia de Naaman, jeneral del rey de Siria, implorando -gracia de Eliseo para ser librado de la lepra. Naaman se retiró curado y -convertido; pero convertido con sus reservas políticas, que prueban una -vez mas que no hay nada nuevo bajo el sol. - -Al fin, dijo Naaman: Sea como tú quieres: Pero te suplico que me permitas -á mí, siervo tuyo, el llevarme la porcion de tierra que cargan dos mulos; -porque ya no sacrificará tu siervo de aqui adelante holocaustos ni -víctimas á dioses ajenos, sino solo al señor. - -Mas una cosa hay solamente por la que has de rogar al Señor á favor de -tu siervo, y es que cuando entrare mi amo en el templo de Remmon para -adorarle, apoyándose sobre mi mano, si yo me inclino en el templo de -Remmon, _para sostenerle_ al tiempo de hacer él su adoracion en el mismo -lugar, el Señor me perdone á mi, siervo tuyo, este ademan. - -Respondióle Eliseo: Véte en paz!....[45]. - -La tolerancia del profeta, escandalizó á los niños, no puedo ocultarlo. -Naaman fué silbado unanimemente, lo mismo que un cobarde que transije -entre su conciencia y su interés. Dia vendrá en que Remmon, Mamon ó Baal -os presentarán una mano llena de dinero ú honores, á condicion de que le -adoreis; feliz aquel que no se incline ante el ídolo, guardando solo para -Dios el sacrificio de su corazon. - -En seguida, vino la historia de Giezi, el servidor de Eliseo, hábil -hombre, que se hacia pagar los milagros de su amo, traficando así con la -virtud ajena. Qué furor en el jóven auditorio! y qué gozo cuando Susana, -engrosando la voz para parecerse al profeta, pronunciaba el terrible -anatema: - -“Habeis recibido oro y vestidos, para comprar plantas de olivo, viñas, -bueyes, ovejas, criados y criadas. - -“Pero tambien la lepra de Naaman se adherirá á vosotros, y á toda vuestra -raza por siempre jamás. - -“Y Giezi se retiró, todo cubierto de una lepra blanca como la nieve:”[46]. - -Todavia existe, esa honrada posteridad de Giezi, aunque un poco cambiada -por el tiempo. Por fuera háse conservado blanca como la nieve; pero la -lepra ha entrado en su alma; no es ya el cuerpo lo que roe. - -Esta educacion dada á la infancia por la juventud me encantó, y -cumplimentando por ello al ministro, añadí: - ---Pero, pienso que vosotros os reservais el catecismo. La doctrina corria -riesgo de alterarse al pasar por aquellos lábios novicios. - ---No, me dijo; tanto para la doctrina como para lo demas, nosotros nos -remitimos al monitor, bajo nuestra vijilancia, bien entendido. Nadie -es hereje á los diez y ocho años, y si algo hay que temer; es mas bien -demasiado apego á la letra. - ---Si, pero si esas jóvenes cabezas trabajan? - ---Eh bien! dijo el pastor,--ahí estamos nosotros para abrirles el camino. -Nuestra divisa es la de Pablo: _Allí donde está el espíritu del Señor, -allí tambien está la libertad_. - -No nos place á nosotros la fé del carbonero,--esa ignorancia crédula -que lo mismo santificaria á un cristiano, que á un mahometano ó á un -budhista. La juventud tiene una crísis del espíritu, lo mismo que una -crísis del cuerpo. Llega para ella una hora en que es necesario luchar -con la verdad, como Jacob con el ángel, y aquel solo se _convence_ que ha -sido _convencido_ por el Evanjelio. Nosotros queremos una fé razonada. - ---Y razonadora, añadí yo, porque cada uno de estos monitores debe salir -de aquí con el gusto y la manía de predicar. - ---Tanto mejor, dijo Naaman,--para nosotros, todo hombre es sacerdote, y -toda mujer sacerdotiza. Por qué ha de haber menos ardor en la sociedad -relijiosa, que en la sociedad política? El título de Cristiano es acaso -menos bello que el de ciudadano é impone menos deberes que éste? - -Yo no contesté nada: eso de considerar á la relijion, lo mismo que un -patrimonio comun de los fieles contrariaba todas mis ideas. Me habian -enseñado que la Iglesia era una monarquia,--no una república. A fuer -de hombre prudente, yo he dejado siempre el cuidado de mi conciencia á -la Iglesia que me ha educado. No es á mí,--sino á mi director á quien -compete el cuidado de mi salud. Por qué, pues, me he de tomar una fatiga -inútil,--encargándome de una peligrosa responsabilidad? - -La leccion iba á concluir; Susana me desembarazó de todos mis libritos -con gran alegria de los niños; cantóse un hermoso cántico de despedida; y -la fiesta terminó con una distribucion universal de regalos y apretones -de mano. Rango, fortuna, edad, traje,--todo estaba confundido hacía dos -horas; sentíase uno vuelto á los primeros tiempos del cristianismo, en -que la multitud de los creyentes no tenia sino un corazon y una alma. Y -decir que cada siete dias en el dia del Señor, toda la juventud americana -viene á estas reuniones fraternales á dar y recibir una leccion de amor -y de igualdad! Oh! como efecto moral ninguna enseñanza,--la del mismo -Bossuet,--valdria esta educacion mútua! - -Salimos; Alfredo estaba ahí para arrebatarme el brazo de Susana, cuya -felicidad yo no envidiaba; mis ideas comenzaban á tomar otro jiro: mi -corazon sentia, mas que nunca, toda su paternal debilidad. Tiempo es -ya, decia para mis adentros, de que Susana comience á ejercer; como ama -de casa, sus grandes cualidades de monitora. Figurábaseme ya ver en el -porvenir un ejército de nietos mas relijiosos, mas enérjicos y felices -que su abuelo. Y, embebido en estas ideas y mirando á mis enamorados que -caminaban delante de mí, llegué á mi casa. - -El resto del dia, lo pasamos hablando de todo lo que habiamos visto ú -oído en la mañana, y Dios sabe cuantas cosas se ven y se oyen el Domingo -en América! Qué son nuestros espectáculos al lado de estas fiestas del -corazon y del espíritu? En mi vida habia pasado dias mas sérios,--nunca, -jamás el tiempo habíame parecido tan corto, ni mejor empleado. - -Como de costumbre, la noche terminó con la lectura de la Biblia. Marta -trajo el librote negro, que ya era para mí un amigo. No habia dia que -yo no hallára en él una respuesta á alguna pregunta secreta de mi -alma,--estraña casualidad que confundia mi filosofía. - -Habiamos quedado en el séptimo capítulo de Daniel. La vision de las -cuatro bestias apocalípticas que representan las cuatro grandes -monarquias de la antiguedad no me hizo el menor efecto; tengo muy poca -imajinacion para gozar con semejantes sueños gigantescos. No le sucedia -á Marta lo mismo, que á cada paso suspiraba. El Cuerno, _que tenia -ojos como ojos de hombre y una boca que proferia palabras insolentes_, -arrancó un grito de admiracion; estaba toda conmovida cuando el profeta -pintó _al Anciano de los dias, con su ropaje mas blanco que la nieve y -sus cabellos mas blancos que la lana, sentado en un trono de llamas y -servido por un millon de ánjeles, al paso que mil millones permanecen en -silencio ante él_. Lo que para mí no era sino una alegoria, para ella era -la verdad,--es la única manera quizá, que la idea divina tiene de entrar -en un espíritu injénuo,--que para sentir el infinito tiene necesidad de -imájenes. - -Despues de estas grandes pinturas vinieron los versículos en que el -profeta anunció el Mesias. - -13 “Yo estaba pues observando durante la vision nocturna, y hé aquí -que venia entre las nubes del cielo un _personaje_ que parecía el Hijo -del hombre; quien se adelantó hácia el anciano de _muchos_ dias, y le -presentaron ante él.” - -14 “Y dióle este la potestad, el honor y el reino; y todos los pueblos, -tribus y lenguas le sirvieron á él: la potestad suya es potestad eterna -que no le será quitada y su reino es indestructible.” - -Escuchando este pasaje, me sentí como Daniel: “Quedé muy conturbado con -estos mis pensamientos, y mudóse el color de mi rostro: conservé empero -en mi corazon esta vision _admirable_.”[47] - -Y como nó, acababa de asistir esa mañana misma al espectáculo de ese -trono cuyo reinado dura hace diez y nueve siglos! El cristianismo, cuyos -funerales se anuncian en la vieja Europa, presentábaseme en América,--mas -jóven, mas fuerte, mas triunfante que nunca. Treinta millones de hombres -que viven del Evanjelio, qué enigma para un Parisiense que ha leido á -Diderot, y que, en una noche de invierno, se ha imajinado que comprendia -á Hégel! - -Así que entré en mi cuarto comencé á pasearme, ajitado durante largo -rato por una multitud de pensamientos que se rechazaban unos á otros. -Recuerdos de infancia, estudios de la juventud, reflexiones de la edad -madura, ideas nuevas, todo esto, daba vuelta en mi cabeza y hacia en ella -el caos. Parecíame que una voz misteriosa fisgaba á mi alrededor. - -Bravo, Daniel, murmuraba aquella irónica voz, conque te haces capuchino. -Héte místico, fanático y ademas de esto ridículo. Antes de poco tambien -vas á ganguear lo mismo que maese Brown, y á hablar mejor que él el -dialecto de Canaan. O Franceses, eternos camaleones! Chinos en Canton, -Beduinos en Arjel, puritanos en Massachusetts, cómicos en todas partes -¿cuándo sereis hombres? Cuando vuelvas á Paris, Daniel, dejarás en la -barrera ese _cant_ insípido, y ese librote negro que las jentes de buen -gusto respetan, sin tocarlo jamás. Un filósofo le saca políticamente el -sombrero al cristianismo,--es menester no ponerse mal con nadie; ir mas -allá es la debilidad de los espíritus estrechos. El dios del siglo diez y -nueve, es el viejo Pan, eclipsado demasiado tiempo por la dolorosa figura -de Cristo. Sumérjete en el infinito, Daniel; adora á tu padre el abismo; -es el culto á la moda,--el único que puede confesar la infalible razon de -nuestros dias. - ---No, esclamé, mis ojos se han abierto; he sacudido el penoso sueño en -que nuestra alma se enerva. Esos niños me han enseñado esta mañana el -vínculo sagrado que une estrechamente á la libertad con el Evanjelio. -Si para nosotros todo acaba con el cuerpo,--no tenemos ni derechos -ni deberes; somos un rebaño malhechor, que es necesario apacentar y -castigar hasta que la muerte lo mande á podrirse en la fosa eterna. Solo -es persona aquel á quien la inmortalidad pone en comunion con Dios. -Solo es hombre y ciudadano aquel que puede adherirse á una justicia -viviente,--á una verdad que no muere. El pobre, el enfermo, el esclavo, -el desgraciado, el criminal, no se hicieron sagrados sino el dia en que -Cristo los rescató con su sangre y los cubrió con su divinidad. Adios -Hégel, Spinosa! Adios las palabras puestas en lugar de las cosas! Adios -la materia divinizada! Yo he visto á donde conducen á los pueblos y á los -hombres tales doctrinas, y no quiero, ni los bajos goces de la multitud, -ni la estóica resignacion de los espíritus magníficos. Yo necesito otra -cosa que embriaguez ó desesperacion: necesito vivir! Vivir es creer y -obrar. Perdidas las ilusiones de la juventud y las ambiciones de la edad -madura,--mi razon es quien te llama ¡Oh Cristo! y la esperiencia la que -me arroja de nuevo á tus piés. Devuélveme la esperanza despues de tantas -decepciones; devuélveme el amor despues de tantas traiciones, y que luzca -cuanto antes el dia felíz en que la vieja Europa imitando á la jóven -América, pronuncie un grito que se eleve de la tierra al cielo, un grito -salvador: DIOS Y LA LIBERTAD! - - - - -CAPITULO XXII. - -Disgustos de un funcionario Americano. - - -Levantarse con el alba, teniendo el cuerpo y el espíritu bien dispuesto, -envolverse en una gran bata, amacarse en un _rocking chair_[48], y -mientras se fuma una pipa de marilandia, darse, como dicen los Alemanes -_una fiesta de pensamientos_, hé ahí un verdadera placer....cuando no -se tienen treinta años, despues de un dia bien empleado y de una noche -tranquila. - -Sentado en la ventana, entreteníame en ver á la ciudad salir de su sueño. -Lecheros, carboneros, carniceros, y especieros corrian por las calles, y -bajando al piso subterráneo por la escalera exterior hacian el servicio -de cada casa sin incomodar á sus habitantes. Habríase dicho que todo -estaba calculado para que nada turbára el santuario en que reposaba el -dueño de casa. La morada de un francés es un cuarto de posada: en él -entra quien quiere; el _home_ de un sajon es una fortaleza, defendida con -cuidadoso celo contra los importunos y los curiosos. Es un hogar, en el -sentido sagrado y misterioso de esta vieja palabra, importada de Oriente. - -Mientras admiraba la calzada, barrida y regada ya por mis cantoneros, un -_cabriolé_ tirado por un lijero caballo, llegó cerca de mí metiendo gran -ruido. Me han gustado siempre los caballos, y asi seguia con los ojos, el -aire altivo del troton americano, cuando derrepente el animal se aplastó. -Del fondo del cabriolé, y como lanzado á todo vapor, salió un enorme -sombrero, pasando como una flecha por sobre las orejas del corcel y en -pos de él un hombrecito, envuelto en una larga levita. Era el amigo Seth, -perseguido sin duda por los manes del perro que habia hecho asesinar. - ---Marta, esclamé, sacando la cabeza por la ventana. Marta, agua, vinagre; -corred, yo bajo. - -Cuando llegué á la calle, el hombre ya se habia levantado y sacudido; -pasóse las manos á lo largo del cuerpo, para asegurarse que no tenia -nada roto, echóse al estomago un vaso de agua, y púsose á descinchar -y acomodar el caballo, sin decir palabra. Marta estaba cerca de él, -temblando como una azogada. - ---Entrad, en mi casa, le dije yo á Seth; un poco de descanso os hará -bien; si necesitais algo aquí estoy yo. - ---Doctor Daniel, contestó secamente; yo no tengo ninguna necesidad de tus -servicios. Hasta la vista. - -Y tomando el caballo de la brida, lo tiró cojiando hácia la casa de Fox, -el _attorney_; Seth venia sin duda á la ciudad por un proceso, y habria -dejado de ser cuácaro si una pierna estropiada ó una cabeza lastimada le -hubiera desviado de su interés. - -Vuelto que hube á mi observatorio, cargué una segunda pipa. Sin pasiones, -sin cuidados, gozaba de mi tranquilidad; me daba un placer de niño -siguiendo con los ojos el sol, que de la cima de las casas descendia -lentamente á la calle. Tres golpes aplicados á la puerta me sacaron de mi -fantaseo. Era el vecino Fox, adornado de una cartera bajo el brazo. Su -visita me sorprendió. Sabíale muy contrariado de su derrota electoral, y -no era hombre de olvidar en dos dias ni sus odios, ni su envidia. - ---Buen dia, señor inspector de caminos y calles, me dijo entrando en mi -cuarto. - -El modo como acentuó estas palabras, me desagradó. Soy la paciencia en -persona; pero no me gusta que se burlen de mí. - ---Salud al señor _attorney_, le contesté con balbuciente voz. Podré saber -lo que me proporciona el honor de veros. - ---Pues no hay mas, querido doctor, repuso él con una voz burlona, sino -que sois un personaje! Vedos en el camino de la grandeza! Vuestros mismos -adversarios se inclinan ante vuestro talento y fortuna. Qué pueden decir -ahora vuestros envidiosos? - ---No entiendo una palabra de lo que me decis, Fox; qué me quereis? - ---Yo, me contestó cerrando un ojo, no quiero nada; digo simplemente que -del Capitolio á la roca Tarpeya no hay mas que un paso. - -Despues de esta máxima banal, echóse en un sofá, abrió su caja de rapé, -respiró lentamente una narigada, y sacudió unas cuantas veces algunos -polvos que habian caido sobre su chaleco. En seguida, cruzando las -piernas y levantando hácia mi su puntiagudo hocico, púsose á mirarme, -silenciosamente, con el aire de una garduña que espera un conejo. - -Intrigado de este manejo, levantéme: - ---Tened la bondad de hablar claro, le dije. Qué os trae á mi casa? - ---Una bagatela, me contestó, estirándose en su sitio cuan largo era y -haciendo dar vuelta sus pulgares; una verdadera bagatela. Una pequeña -demanda de 500 dollars.[49]. - ---Yo no os debo nada, asi lo creo al menos, repuse á mi vez, muy -asombrado de aquella pretension. - ---Sin duda, querido doctor; á mi no me debeis nada, pero á mi cliente es -otra cosa. - -Y esto diciendo, abrió su cartera y sacó de ella la cuenta siguiente: - - Memoria de los gastos de indemnizacion debidos á Seth - Doolittle, por el Dr. Daniel Smith Inspector de caminos y - calles, civilmente responsable del mal entretenimiento de los - mencionados caminos y calles. - - 1.ᵒ Varas rotas, y compostura de un tren nuevo 50 - - 2.ᵒ Herida del caballo en el lomo, depreciacion de la - susodicha bestia: al mas bajo precio 150 - - 3.ᵒ Item mas, al referido señor Seth Doolittle, por - una rodilla estropeada, un sombrero desfondado, un - pantalon roto, arañazos en la cara etc., indemnizacion - calculada, por bajo, por consideracion al doctor 200 - - 4.ᵒ Por inquietudes, sacudimiento producido en el - cerebro, pérdida de tiempo, etc. etc. 100 - - 5.ᵒ Cuidados diversos, consecuencias de la herida y de - la caida, consultacion de médico, dictámen de abogado, - etc., etc. _Memoria._ - ---Señor, le contesté, lanzándole al rostro su memoria de boticario,--no -me placen las mistificaciones, y me asombra el papel que representais en -esta farsa ridícula. - ---Muy bien, dijo Fox, preferís un pleito. Como vecino, habria deseado -ahorrároslo; pero puesto que no lo quereis, hé aquí el emplazamiento. - ---Un pleito! esclamé alzando los hombros. Un pleito entablado por -un particular contra un inspector de caminos y calles! contra un -funcionario! contra un hombre público! contra un representante de la -autoridad! Qué comedia! Y el artículo 75 de la constitucion del año VIII? - -Cosa estraña, y que me sorprendió á mi mismo, estas últimas palabras las -pronuncié en francés. Estos sajones son tan groseros, tan ignorantes en -administracion, que su lengua es impotente para producir palabras tan -espléndidas, como las que hacen la gloria y la grandeza de las razas -latinas. - ---El emplazamiento es para hoy, dijo Fox, con una sangre fria que me -desarmó. Espero que lo aceptareis para no retener inútilmente á mi -cliente en la ciudad. Dentro de un cuarto de hora nuestro nuevo Juez de -Paz, vuestro amigo, Mr. Humbug, terminará este negocio, que, á decir -verdad, no lo es tal. - ---Qué! os obstinais en pretender que yo soy responsable de los accidentes -de la calle? - ---Quién ha de serlo entónces, si no lo sois vos? repuso el _attorney_. -No habeis solicitado vos mismo y aceptado las funciones de inspector? No -sois vos el ajente y el servidor del pueblo que os ha elejido? Si hay -neglijencia, á quién la culpa, y quién debe sufrir? - ---La cuestion no es esa, repuse con justo orgullo. Yo no soy un -empedrador, un obrero á merced del que le paga, soy un oficial del -Estado, un miembro de la autoridad que gobierna, un delegado del soberano. - ---Vos sois el vijilante de los empedradores, dijo Fox, vijilante nombrado -por los ciudadanos, y por lo tanto sois responsable ante los que os -nombran. Conoceis algun pais del mundo donde las funciones existan para -provecho de los administradores, y no para provecho de los administrados? -Por mi parte, solo conozco la China con sus mandarines. - ---Ignorante, esclamé! leed la ley. - ---Leedla mas bien vos, respondió Fox, está en cabeza del emplazamiento. - ---Leí el artículo, y bajé la cabeza. Fox tenia razon. Yo habia caido en -el lazo de mi loca ambicion. - -Ese pretendido honor que lisonjeaba á mi mujer, á mi hija, y aun á mí -mismo, no era sino una carga llena de inquietudes y peligros. Yo era -esclavo de esa multitud, á la cual saludaba la víspera como triunfador. -En aquel abominable pais, el pueblo es el que manda y el funcionario el -que obedece. Si lo hubiera sabido! - -Una reflexion me devolvió el valor. Por muy atrasados que los Yankees -estén, decia yo para mis adentros, no son del todo bárbaros. En Francia, -en el hogar de la civilizacion, tenemos cuarenta mil leyes que se -contradicen; haga lo que haga, la autoridad acaba siempre por encontrar -quien le dé la razon; quién sabe si en los Estados-Unidos no hay tambien -un _Boletin de las leyes_? Consultaré un abogado. - -Bajemos, dije al _attorney_. El tribunal ha de estar abierto: Humbug nos -juzgará. Si pierdo mi pleito, sabré al menos á qué atenerme respecto á -esta decantada libertad americana con que me aturden. ¡Chistosa libertad -por cierto es la de un pueblo donde la autoridad, es decir, la nacion -hecha hombre, se inclina ante la decision de un juez de paz! - -En la calle hallamos al cuácaro, siempre impasible. A una señal de Fox, -siguiónos en silencio. Marta acercóse á mí suspirando. - ---Amo, dijo, en este mismo empedrado fué donde nos caimos el otro dia tu -hija y yo. - -¡Oh poder de una palabra! A estas sencillas palabras mis ideas se -trastornaron: ¡Susana, Susana mia, tú eras quien perturbaba mi -conciencia! Cierto, yo tengo una fé política á prueba de las locuras -modernas; con la cabeza en el cadalso, sostendria contra todo el mundo -que la autoridad no se equivoca jamás,--que está perdida si se deja -discutir. Que un caballo, y hasta un cristiano se rompa el pescuezo -en un empedrado mal tenido, es una desgracia; ¡pero qué importa! ¡Los -caballos pasan, los principios quedan! El interés general está arriba -de esas miserias del interés particular.--Hé ahí el dogma conservador -que me han enseñado; yo lo profeso, y sin embargo, cuatro dias antes, la -vista de mi hija herida habíame hecho olvidar mi símbolo. Yo tambien, en -mi loca cólera, hubiera querido encontrar delante de mí un funcionario -responsable, y si lo hubiese tenido habria obrado como aquel miserable -cuácaro, salvo la memoria de dos mil quinientos francos. ¡Qué débil es -nuestro corazon, y cuan infestados no estamos del veneno republicano! - -Humbug estaba en su gabinete; entramos en él, Marte no se habia separado -de su bien amado. ¿Era este un nuevo enemigo conjurado contra mí? - ---Buen dia doctor, gritó Humbug apenas me vió á lo lejos. Muy bien os -sienta á vos el honrar con vuestra presencia mi modesto tribunal. Nunca -se enseñará demasiado á los hombres á respetar la justicia, hermana de la -relijion: - - _Dicite justitiam moniti et non temmere Divos_. - ---Señor majistrado, le dije, no es un amigo sino un litigante quien -comparece ante vos. - ---Un pleito, dijo él á su vez, frunciendo su tupido entrecejo. Habeis -olvidado la sábia leccion de nuestros padres? Para poner ó aceptar un -pleito, se necesitan seis cosas: _primo_,--una buena causa; _secundo_, -un buen abogado; _tertio_, un buen consejo; _quarto_, buenas pruebas; -_quinto_, un buen juez, y _sexto_, una buena suerte. Reunir todas estas -condiciones es cosa tan casual, que yo aconsejo á todo el mundo el -atenerse á esta máxima del Evanjelio. “_Si alguien quiere pleitear contra -tí para quitarte tu vestido, dale todavia tu manto._” Ganareis con ello -la tranquilidad de espíritu, y ademas de esto los gastos de justicia. - -Mientras que Humbug firmaba algunos papeles, apercibí en un rincon á -Seth y á Marta en gran discusion. Las pocas palabras que cojia al vuelo -no me permitian entender su diálogo. Seth hablaba de _insulto_, de una -buena ocasion, de _arreglos de familia_. Marta suspiraba y jesticulaba, -hablaba de _honradez_ de _Biblia_ y de _casamiento_. Era visible que -los dos tórtolos se picoteaban. Bravo Marta, ella al menos habia tomado -á lo sério esa Biblia que leía todos los dias. Su fidelidad doméstica -triunfaba de su amor, y quizá tambien no la disgustaba asegurarse antes -del casamiento de quien seria el dueño de casa. - ---Escojed, pues, dijo ella, apartándose del cuácaro con un jesto de -impaciencia. - ---Veamos, veamos, respondió Seth, un poco de calma. - -Y esto diciendo, acercóse tranquilamente á Fox, que no tuvo trabajo en -demostrarle que para un hombre prudente hay siempre beneficio en perder -una mujer y ganar un pleito. - -El escribano anunció que la hora de la audiencia habia sonado. - -Entremos, dijo Humbug; doctor, os doy el primer turno. Los pleitos son -como las muelas enfermas; es menester librarse de ellas lo mas pronto -posible; una vez arrancadas, pronto se las echa en olvido. - ---En qué consiste, preguntéle, que hay tan poca jente en la sala? -yo creia que en un pais libre la justicia era el gran asunto de los -ciudadanos. - ---Querido doctor, repuso el juez de paz, veis esos tres taquígrafos que -preparan su papel y su pluma? Os diré, pues, como lord Mansfield en -otra ocasion: “El pais está ahí.” Estad tranquilo, antes de dos horas -todo París se ocupará de vuestro pleito. La publicidad de la justicia -es la publicidad de los diarios. Suprimid el extracto y sereis juzgado -en secreto, estrangulado entre dos puertas aunque haya trescientas -personas de por medio. El foro de un pueblo de treinta millones de -almas, el nuestro, es el diario. Merced á él, el menor litigante, el mas -oscuro criminal, tiene por juez, por testigo y abogado, al pais entero. -La prensa, mi buen amigo, creédselo á un viejo periodista, es la única -garantia de la justicia y de la libertad. - -En estas palabras de Humbug, yo no ví sino una cosa, ese diabólico -tablero que iban á levantar en la calle, á fin de divertir á todo París, -con mi mala ventura. Para librarme de tal fastidio, tomé una heróica -resolucion. Perderé mi pleito, me dije, pero pondré á los que se rien de -mi parte. - -Iba á hablar; pero Fox ya habia leido sus conclusiones y comenzado su -alegato. - ---Hay, dijo ajitando su brazo del lado mio, hay ciertos hombres, que -sin jenio, sin talento, sin capacidad; pero aflijidos por una ambicion -ridícula ó por una comezon mal sana, mendigan el sufrajio popular, -imajinándose que las funciones públicas son hechas para satisfacer su -pueril vanidad. - -Este exordio me bastaba; curábame poco de que imprimieran lo que pudiera -venir en seguida. - ---Permitid, le dije.... - ---No me interrumpais, esclamó con su mas agria voz, y poniéndose en jaque -como un gallo cuyas plumas se encrespan, no me interrumpais, volvió á -repetir. - ---Perdonad honorable _attorney_, repuse yo, antes de pleitear es menester -que haya un proceso, aquí no lo hay. - ---Señor juez, continué, nombrado inspector desde hace cuatro dias, podria -escusarme con la novedad de mis funciones, y acusar á mi predecesor de -una neglijencia de que yo no soy culpable; pero Dios no permita que un -oficial público, un mandatario del pueblo incurra en semejantes chicanas. -El cargo obliga; yo quiero ser el primero que dé el ejemplo del respeto -á la ley. Me reconozco responsable de un accidente que lamento, es pues -inútil que ataqueis á un hombre que no sueña en defenderse siquiera. - ---Muy bien esclamó el cuácaro, incapaz de contenerse. Amigo Daniel, tú -eres un funcionario segun el corazon de Dios: un Booz, un Samuel; dame -los quinientos _dollars_ ó una fianza bastante y me declaro satisfecho. - ---Un poco de paciencia, repliqué yo; estoy pronto á pagar sobre tablas -toda indemnizacion lejítima; pero no quiero discutir siquiera esa -indemnizacion. Defiero el juramento á mi adversario; que este buen -cuácaro sea el que por sí mismo fije la cifra del daño que le he causado. - ---No acepto, gritó Seth, furioso y turbado, me gusta mas pleitear; mi -abogado me habia prometido un éxito completo. Un cuácaro presta acaso -juramento? Daniel, no lees el Evanjelio? Cristo ha dicho: “No jures en -manera alguna, ni por el cielo, porque es el trono de Dios; ni por la -tierra, porque esta le sirve de escabel á sus pies; ni por Jerusalem.” - ---Basta, dijo Humbug; acabe ahí ese _canto_ inútil. No se te pide que -digas en presencia de Dios, y como Cristo lo enseña: _esto es_ ó _esto no -es_. Entra en tu conciencia, piensa en tu salud. Te exijo la verdad, toda -la verdad, solo la verdad. Con todo lo cual, Dios te ayude. - -El cuácaro se rascó la cabeza y miró á su abogado con aire lastimoso. Fox -permaneció mudo. Seth se volvio, y viendo á Marta de pié y silenciosa -cerca de él, palideció y se puso á balbucear. Su conciencia, su interés, -su amor, sostenian una terrible batalla; y es menester decirlo para honor -del cuácaro, el interés no llevaba la mejor parte. - ---Aquí está el memorial, dijo él, los hechos son exactos, pero -naturalmente en el precio algo se puede rebajar. Las baras no eran -nuevas; sin embargo será necesario componerlas. Cinco dollars, no es -mucho, no es verdad, Marta? - -La muchachona hizo una señal con la cabeza como la estátua del comendador -en la Opera de D. Juan. - ---Pongamos cinco _dollars_, repuso el cuácaro con tono lamentable. El -caballo ya estaba maltratado, pero la llaga ha vuelto á abrirse. Esto -vale muy bien cinco _dollars_, no es verdad, Marta? - ---Para mí, continuó, no pido nada; pero mi pantalon está roto y he -perdido mi dia. Pongamos diez _dollars_, no te parece Marta? - ---Y el abogado, gritó Fox, vas á olvidarlo? - ---El abogado, repuso el cuácaro, dichoso de descargar el furor de su -avaricia contra alguien; el abogado es un tonto que me ha dado un -mal consejo. Cinco _dollars_, en pago de diez palabras inútiles, es -demasiado, qué dices Marta? - -Y los ojos de Seth resplandecieron viendo que su bien amada echaba á la -risa el percance de Maese Fox. - ---He aquí los veinticinco _dollars_, dije yo á mi turno, felicitándome de -quedar á mano á tan poca costa. - ---Ah! Marta, esclamó el cuácaro, que ruina es la conciencia. Seguro -estoy de que no la tienen las jentes que hacen fortuna, y si la tienen no -se sirven mucho de ella que digamos. - ---Silencio, hijo de Belial! dijo Marta; bendito sea el cielo que me ha -colocado cerca de tí. - ---Bravo! doctor, me dijo Fox haciendo una respetuosa reverencia, sois -pasablemente artéro, y no es poca dicha para nosotros que no seais -abogado. - ---Pues estais equivocado, cófrade, repuse yo sonriendo, soy del oficio. - ---Como así? dijo Humbug. - ---Hace algunos años hice una memoria de medicina legal á propósito de -las mujeres que dulcifican indefinidamente el carácter de sus maridos, á -fuerza de láudano discretamente administrado. Esto me valió un díploma -de la universidad de Kharkoff; soy abogado y doctor en derecho entre los -cosacos. - -Cófrade, dijo Humbug, con tono solemne, hacedme el honor de sentaros -á mi lado, y vosotros, señores estenógrafos, no olvideis este hecho -maravilloso. Un médico, doctor en derecho de la universidad de Kharkoff, -es cosa que no se vé sino en América. Estoy seguro de que en toda la -vieja Europa no se hallaria un fénix semejante al que poseemos en -París....en Massachusetts. Kharkoff, señores, no lo olvideis, Kharkoff! - - - - -CAPITULO XXIII. - -La audiencia de un Juez de Paz. - - -Sentéme al lado de Humbug, teniendo cuidado de echarme respetuosamente -para atrás; y mientras despachaban asuntos civiles sin importancia, me -puse á examinar la sala y los actores. - -No habia estrado para que el majistrado quedára mas alto que el -justiciable; una simple barra de madera separaba al tribunal y al -público. Humbug estaba sentado detrás de un gran escritorio, y á su -lado escribía el _clerc_ ó escribano. Frente al juez habia una especie -de palco con reja destinado al acusado; un poco adelante del acusado -habia una mesa para el querellante y los testigos. Nada mas. Lo que -aumentaba la simplicidad del espectáculo, era que nadie llevaba traje -especial. Humbug estaba de frac negro, sentado y con el sombrero puesto; -los abogados no tenian ningun distintivo particular. Allí no se veían -ni capelo, ni toga, ni pelucas. Aquel pueblo primitivo tiene una fé tan -injénua en la justicia, que cree en ella sin ceremonias. Siéntese en -todas partes la grosería puritana. Añadid que habia un puesto de honor -para los estenógrafos. Ellos son los que representan al pueblo, vijilando -á sus majistrados y juzgando á la justicia. Oh democrácia! y son esos -tus trofeos? Y sin embargo, no hay un pais donde se lleve mas lejos el -respeto á la ley y la confianza en el majistrado. Es una de esas rarezas -que prueban hasta la última evidencia que el Sajon ha sido creado para -la libertad, así como el Francés para la guerra y el Aleman para las -cóles, el jamon y la filosofía. Suponer que tan fuerte alimento conviene -á todos los estómagos fué la locura de nuestros padres. Los pobres, no -adivinaron en su ignorancia que hay razas _individualistas_ y razas -_centralistas_ (qué dos lindas palabras!), las unas hechas para cernirse -solitariamente en el espacio á la manera del Milano; las otras para vivir -en rebaños y ser esquiladas como los carneros. La política, la relijion, -la filosofía, la libertad, son cuestiones de historia natural, variedades -que distinguen al _homo civilizatus_ entre todas las bestias de dos ó -de cuatro patas. Admirable descubrimiento! Eterno honor de los grandes -injenios de nuestros tiempos. - -Así que hubo terminado la lista de los pleitos civiles, hicieron entrar -á un acusado en el palco. Era un jóven pálido, de largos cabellos y -aire afeminado é impudente. Interpelado por Humbug, dijo su nombre y -su domicilio y que pleiteaba _no culpable_.[50] Sentóse en seguida, y -pasando la mano por los bucles de sus cabellos, miró á sus acusadores con -desdeñosa sonrisa. - ---Señor majistrado, dijo un _policemen_[51], teneis delante de vos á uno -de los mas hábiles rateros de la ciudad; entre la multitud donde le hemos -aprehendido habian cortado seis bolsillos en un cuarto de hora. Al fin -hemos cojido á este pícaro, que no nos era desconocido; en el forro de su -frac tenia estas grandes tijeras; pero en sus bolsillos no hemos hallado -nada. - ---Hay algun otro testigo, alguna otra prueba? preguntó el juez. - ---Nó, señor majistrado. - ---Entónces, haced salir á ese _gentleman_[52], y otra vez procurad ser -mas hábiles. - -El ladron saludó á Humbug, y se retiró tranquilamente, como un hombre que -no ha dudado un punto de su absolucion. - ---Cómo! le dije yo á Humbug, así soltais á ese pícaro? - ---Sin duda, no hay cuerpo de delito. - ---Pero, y la mala reputacion de ese miserable, y esos bolsillos cortados -y esas tijeras? Qué! no son pruebas? - ---Nó, repuso Humbug; esas son simples presunciones. Es muy probable -que ese hombre haya entrado entre la multitud para robar; pero la ley -que castiga el crímen no castiga la intencion. Ella deja lugar á la -hesitacion, al miedo, á los remordimientos. Si fuéramos á condenar á -las gentes por sus intenciones, cuál es el hombre de bien que no habria -merecido ser colgado diez veces en su vida? Y por otra parte, si le dais -al juez el derecho de leer en el alma del acusado, qué es la justicia -humana, sino una hipócrita arbitrariedad? El acto culpable deja de -constituir el delito, y es el capricho ó la preocupacion del majistrado -el que lo constituye. - ---Dichoso pais, esclamé, donde la ley proteje al ladron. - ---Mas proteje al inocente contestó Humbug. - ---Con vuestro sistema de inquisicion, quién escaparia á los -ódios privados ó á las venganzas políticas? Con vuestro derecho -de interpretacion, qué juez no estaria espuesto al error y al -arrepentimiento? Temis es ciega, amigo mio,--ni oye, ni siente. Si -quereis que obre, echad en su balanza un cuerpo de delito, alguna cosa -material, pesada, que haga inclinar el platillo; pero presunciones, -intenciones, recuerdos enojosos, nada de esto tiene peso. - - _Sunt verba et voces, prætereaque nihil._ - -En aquel momento, una especie de hércules vestido de _policeman_, entró -en la audiencia, asiendo del cuello á un hombrecito que jesticulaba como -un diablo en una pila de agua bendita; no garantizo la exactitud de la -comparacion. El jigante empujó vigorosamente al enano en el palco; en -seguida, acomodándose el frac, cuyo cuello se habia roto, y limpiándose -la cara toda arañada: - ---Ved lo que hay, señor majistrado, dijo con voz jadeante; es un rebelde -lo que os traigo. - ---Perdon, dije yo á Humbug; supongo que no vais á juzgar sobre tablas un -delito flagrante cometido fuera de la sala. - ---Por qué nó? repuso el juez, sorprendido de mi pregunta. - ---Y las formas, esclamé. Comenzad por poner á ese hombre preso, dejad que -la policia levante un sumario, en seguida haced deponer una queja, sobre -esa queja proceded á una fria y séria instruccion; hecho esto, fiscalizad -esa misma instruccion, para no dar cabida al error, ni á la pasion. Tomad -quince dias, tomad un mes, tomad tres meses, si es menester, el tiempo no -es nada; pero observad las formas; ellas son las garantias de la libertad. - ---Estad tranquilo, doctor; vamos á hacer la instruccion en la audiencia, -en público, con el pais por testigo. Semejante luz disipa todo error y -toda pasion. - - _Solem quis dicere falsum Audet._[53] - -El acusado tendrá todas las garantias que pedis, salvo la prision -preventiva, en la que supongo no tiene tanto interés como vos. - ---Pues es el caso, continuó el _policeman_, que yo llegué ayer de -mi provincia, y que haciendo esta mañana mi primera ronda, acudió -á mí este señor muy apurado, respirando apenas y colorado como una -remolacha--“_Policeman_, me gritó; al fin os encuentro! Pronto, pronto, -socorro; hay necesidad de vos. “Qué hay?” le contesté. “Hay, respondió, -que van á cometer una muerte abominable, si vos no os interponeis. Veis -aquel jentío que se revuelve; allí hay un hombre que apalea su mujer -con un garrote. Escuchad, gritan al asesino! Corred pronto, evitad una -desgracia.” - ---Y quién es ese particular? le pregunté yo. - ---“No es grande, me contesta, pero es un salvaje.” Bueno le dije, he -visto peores aun. - -Abreviad, dijo Humbug. - ---Voy á acabar, mi majistrado; corro y me abro paso por entre la -muchedumbre, que no se movia; el hombre estaba allí, descargando sendos -garrotazos sobre la cabeza de su mujer. - ---Le habeis arrestado? - ---No, mi juez, dijo el hércules rascándose la oreja y bajando la voz; -era.... era Polichinelle. - ---Continuad, dijo Humbug mordiéndose los lábios, mientras que el público -reía de buena gana á la vez que el acusado. - ---Sí, mi majistrado. Vuelvo á mi puesto, un tántico contrariado, como era -natural. Y entonces llegan todos los pilluelos de la ciudad, encabezados -por el señor, y silvando á cual mas. “_Policeman_, me gritan, os llaman; -al asesino! al matador! Polichinelle mata su mujer!” Yo me dije: “Me han -jugado una farsa, la ley no la prohibe; he caido en el lazo, callémonos; -es menester que uno pague su aprendizaje.” Sigo caminando pacíficamente, -como si nada hubiera pasado, cuando este señor, que á lo que parece -le han pagado para que divierta la ciudad, se planta delante de mí, y -me dice en alta voz: “Te conozco, te conozco, tú eres un ladron, un -asesino!” Yo, le grito. “Sí, tú, me contesta. Ciudadanos, os pongo á -todos por testigos y jueces. Decid si no ha muerto un Ourang-outang para -robarle la cara?” - ---Muy bien señor, le dije, ahora me toca á mí: eso es un insulto, tengo -la ley en mi favor. Seguidme ante la justicia. Quiere huir, y le detengo -del cuello; él me contesta con una trompada en la cara; le tomo, pues, en -mis brazos y aquí está sin rotura. No hay mas! - -El acusado se levantó muy corrido, declaró que no negaba los hechos, y -se escusó de su resistencia, diciendo que no habia creido que cometia un -delito jugando como Polichinelle. - ---Os equivocais, señor, contestó Humbug con tono chocarrero. Si -conociérais mejor á vuestro digno modelo, sabriais que despues de cada -una de sus proezas se le pone preso en una caja cuidadosamente cerrada. -Seré menos severo con vos; todo no os costará sino diez _dollars_ -de multa, y diez _dollars_ por los perjuicios causados á este bravo -_policeman_. Dadle las gracias por su bondad, que si hubiera apretado los -dedos erais hombre muerto. - -El hombrecito sacó de una grasienta cartera algunos billetes, que de -bastante mala gana dió al escribano; salió suspirando, saludado afuera -por los silbidos de la multitud que aplaudia al _policeman_. Esta vez -Goliat habia batido á David; es cierto que habia hecho entrar á la -justicia en juego. - -Despues del caballero de madame Polichinelli, desfilaron delante de -nosotros los infalibles de la policía correccional: mendigos, vagabundos, -borrachos, calaveras, pendencieros, caballeros de industria, jugadores -y otros pillos; era aquello un cuadro vivo de todas las miserias y de -todos los vicios. Viendo la rapidez y seguridad con que Humbug instruía -y juzgaba cada asunto, viendo sobre todo como el condenado aceptaba sin -quejarse, un castigo previsto,--me reconcilié con el modo de actuar de -los americanos. La publicidad de la instruccion criminal podría muy -bien ser uno de esos descubrimientos modernos que suprimen el tiempo. -Apoderándose en su primer fuego de las palabras de todas las partes, en -lugar de coagularlas en un papel que no conserva de ellas ni el sonido -ni el sentido; poniendo frente á frente acusados, acusadores, testigos y -abogados, el juez americano condensa en algunos instantes la verdad, que -entre nosotros se evapora muchas veces en los mil canales que la enfrian. -Hacer buena y pronta justicia sin menoscabar la libertad,--hé ahí el -problema que estos Yankees han resuelto. La ciencia nos ha engañado á -nosotros,--la casualidad les ha servido á ellos. - -Habia un punto, sin embargo, sobre el cual me quedaba algun escrúpulo. Le -pregunté á Humbug si no estaba espantado de su poder. Tener asi en sus -manos la fortuna, el honor, la libertad de tantos acusados, disponer de -todo ello por sí solo,--es una responsabilidad terrible.... No valdria -mas dividirla? - ---Nó, repuso Humbug, se opone á ello el interés de la justicia. Formar un -tribunal de tres ó cuatro jueces, no es multiplicar la responsabilidad, -es dividirla; el acusado pierde en ello su mejor garantia. Siendo solo y -estando bajo las miradas del público, me parece que Dios me mira; siento -toda la santidad del deber que desempeño. Cuantos mas cofrades tuviera, -tanto menos comprometido me creeria. Qué es una tercia, una quinta, una -segunda parte de responsabilidad? Y si el juicio es inícuo ó cruel, con -quién se entenderá la opinion? - ---Sin embargo, le dije, ved el jurado. - ---Es el ejemplo que iba á citaros, me dijo. En este pais la mayoria es -soberana; el número, es el que hace la ley en todo. Solo la justicia está -fuera de esta condicion. El acuerdo de once jurados, no puede arrebatarle -al acusado ni la vida, ni el honor; basta la abstencion de un solo hombre -para tener en jaque su veredicto. De dónde proviene esto? Es que aquí hay -una cuestion moral,--no un problema de aritmética; la voz que absuelve -tiene mas peso quizá que las once que condenan. Así, lo que el lejislador -pide, no es la mayoria,--es la unanimidad. Lo que él necesita, no es una -responsabilidad dividida en doce partes,--son doce responsabilidades. -En esto no hay, como lo veis, ni apariencia de escepcion; es siempre -la misma regla; pero reforzada: unidad de juez, ámplia y completa -responsabilidad. - -Este razonamiento me sorprendió, siempre había creido que la unanimidad -del jurado era uno de esos viejos restos de barbárie feudal, que nos -divierten á espensas de la Inglaterra, haciéndonos sentir mejor nuestra -superioridad. Humbug turbaba la serenidad de mi fé. En vano traia á mi -memoria las sábias palabras de Montaigne: “Oh! que dulce, que muelle y -que santa cabecera es la ignorancia y la falta de curiosidad para reposar -en ella una cabeza bien hecha!” La duda es como la lluvia, ningun viajero -se escapa de ella. Franceses! quereis guardar ese lejítimo orgullo, esa -pura satisfaccion de vosotros mismos, que hace vuestra fuerza y vuestro -placer? Pues no perdais nunca de vista vuestras veletas! - -Un movimiento que se hizo en el auditorio,--movimiento seguido de un -largo murmullo, nos anunció la llegada de un personaje importante. Un -hombre gordo se adelantó majestuosamente, la cabeza levantada, medio -cerrados los ojos, soplando á cada paso, sin mirar á nadie. Llegado que -hubo á la mesa de los demandantes, saludó á Humbug con un jesto familiar -y aire de proteccion. Era el banquero Little, en cuyas hinchadas mejillas -se leía la insolencia de sus veinte millones. - -Tras él, dos _policemen_, conducian á un hombre de gran estatura, -flaco, de cara desencajada, de ojos ardientes y aire de jugador que ha -arriesgado su vida parando á una carta, y que ha perdido. Dejóse caer en -el asiento de los acusados, y se ocultó la cara entre ambas manos. - ---Señor, dijo el banquero, esta mañana han presentado en mi casa esta -letra de dos mil dollars, que pongo sobre vuestro escritorio. Mi cajero, -que es un mozo intelijente, vos lo conoceis, Humbug, no hallando este -pago indicado en el cuadro de vencimientos, ha tenido la idea de traerme -el billete, no obstante la insignificancia de la suma. El nombre del -jirante, los endoces, mi aceptacion, todo es falso. Desde esta mañana, -ya se han presentado tres veces con billetes semejantes, que han tenido -cuidado de no dejarme. Es un golpe combinado entre cierto número de -pícaros. Han calculado que me nombrarian intendente municipal, que hoy -estaria ausente y que mi cajero no se atreveria á rechazar jiros con mi -firma al pié. He cojido al señor; ahora toca á la justicia descubrir sus -cómplices. - ---Acusado, dijo Humbug, teneis algo qué contestar? Ved que se tomará nota -de todas vuestras palabras, y que se hará uso de ellas en contra vuestra; -reflexionad antes de hablar. - ---Por ahora, nada tengo que decir, murmuró el acusado. - ---Entonces me obligais á enviaros ante la corte de _assises_ por -falsario, añadió Humbug con voz conmovida. Podeis presentar dos fianzas -de cinco mil dollars cada una? De lo contrario me veré obligado á poneros -preso. - ---Veré de encontrar fiadores, respondió el acusado. - ---Muy bien. Subid en carruaje con dos _policeman_, y ved á vuestros -amigos. A vuestro regreso, iremos con vos mismo á inspeccionar vuestros -libros, tomando otras precauciones del caso. - ---Vais á dejar en libertad á ese falsario? le dije á Humbug. No veis -que tiene cómplices, que los advertirá y lo que es mas, no veis que se -escapará? - ---La ley, respondió el juez, no establece la prision preventiva sino para -los crímenes que llevan aparejados la pena capital. En todo lo demas, -se remite á la discrecion del juez. Por qué quieres que le quite á ese -hombre el medio de defenderse? Será para que comparezca como víctima ante -la corte de _assises_, y para que el interés se adhiera, no al robado, -sino al ladron? Serán necesario pruebas, espertas averiguaciones; puede -esto, hacerse á tientas en ausencia del acusado? No tiene acaso el -acusado el derecho de discutir y criticar todos los cargos amontonados -contra él? La instruccion criminal, no es una pena, es la averiguacion de -la verdad. - ---Con vuestra falsa humanidad, esclamé, desarmais la sociedad; no es así -como yo entiendo la justicia. - ---Cómo la entendeis pues? preguntó Humbug. - ---Permitidme una comparacion, repuse. En la sociedad lo mismo que en un -bosque, hay aves de rapiña y animales de presa; son los enemigos que la -policia y la justicia buscan constantemente para cazarlos. La policia los -acecha, la justicia los espera al paso; el majistrado, cazador hábil, -abate y destruye esa ralea maldita. Pedidle al lobo una fianza, ofrecedle -un salvo conducto al zorro, vereis qué se hacen los carneros y los pollos. - -Protejer á las jentes de bien, es el primer deber de la justicia; á los -malos no les debe sino castigo y esterminio. - ---Caro amigo, dijo Humbug, vuestras bromas son crueles. - - _Quænam ista jocandi_ - Sævitia. - -Si hay lobos entre los pobres humanos, lo que estoy lejos de negar, -por lo menos tienen la misma piel que las ovejas; antes de matar al -salteador, es menester reconocerlo. Esa obra requiere una mano mas -delicada que la del cazador. La justicia, no es bajo otro nombre, sino -la sociedad, madre de todos los ciudadanos; hasta la condenacion, ella -cree en la inocencia de sus hijos. Esa confianza maternal no es una -palabra vana; es una ternura activa que proteje y sostiene al acusado, -sin abandonarle un momento. Vos creis sin duda que es el jurado quien -castiga el crímen; desengañaos. La instruccion se hace entre nosotros de -una manera tan franca, tan libre, tan jenerosa, que á decir verdad es el -culpable el que se condena á sí propio, aceptando la expiacion. Seguid -nuestras cortes de _assises_, vereis que lo que desarma al acusado, es la -misma dulzura de nuestros procedimientos judiciales. Si se le ataca, se -subleva; si se le insulta, se ultraja; el orgullo y la cólera sostiene -al malvado lo mismo que al hombre de bien. Pero justificarse cuando solo -los hechos acusan, esponer uno simplemente su conducta, dar cuenta de sus -acciones, es el privilejio de la inocencia. Nada espanta á un criminal -como el sentirse solo cara á cara consigo mismo,--teniendo por testigo y -por jueces al presidente que lo proteje y al jurado que lo acusa. Así lo -mas frecuente es que concluya confesando su falta ó encerrándose en un -silencio obstinado lo que equivale á una confesion. Lo que vos llamais la -debilidad de nuestras leyes, es lo que hace su virtud y su hermosura. - -No entiendo una palabra de vuestra filantropia quimérica, le contesté; no -es asi como se entiende y se practica la justicia........ - -En Kharkoff, entre los cosacos! interrumpió Humbug riendo; ya lo creo, -esos caballeros no son cristianos. - -Son cristianos como yo, repuse, pero........ - -Buenos dias mi juez, gritó, mientras encerraban en el palco á un -hombre de figura violácea, con unos ojos tan resaltantes como los de -una langosta de mar y una voz asmática y ronca: soy yo, Paddy, no me -reconoceis? - -Dos veces, en cuatro dias, es demasiado, dijo Humbug. - -Escusad, mi majistrado, dijo el acusado, señalando á los -_policeman_,--estos señores tienen la culpa. No tienen piedad con los -pobres. Ayer, domingo, salgo para pasearme tranquilamente, llevando -en la mano una botella de jinebra, á la manera de un cristiano que -no quiere ponerse furioso por no haber hallado que beber en un dia -sábado. Encuentro á este gran diablo allá, le pregunto políticamente el -camino del hospital. “Lo tienes en la mano, me contesta.”--Esto, dije, -enseñándole mi botella, es el consuelo de mi vida.--“Es tu enemigo repuso -él.”--Eh bien, _policeman_ es menester amar á vuestros enemigos. Esto -diciendo bebo á mi salud, y tropieso con Patricio O’Shea, un compatriota -hijo de la verde Erin, muy enemigo de los Sajones. El domingo no -encuentra uno un amigo sin boxear un poco con él: cosa de risa, no es -verdad, mi juez? Todavia no sangrábamos cuando el _policeman_ me atrapa -del hombro diciéndome: “Tienes tres _dollars_ qué pagar?” No, mi bolsillo -tiene un agujero y mi mujer no lo ha compuesto.--“Si no tienes con qué -pagar la multa, añade, porqué te bates?” - -_Policemen_, le contesté, teneis razon; cada cual debe divertirse segun -sus medios,--con lo que me largo de bracero con Patricio, siempre -amigos. Pero hé aquí que Patricio se pone á embromarme sobre las últimas -elecciones; es demócrata.--“Tu juez, dijo, (era de vos,mi majistrado, de -quien hablaba), no vale un píto; en cuanto al doctor se asegura que es -brujo.” - -Como era natural le cierro la boca de un puñetazo; él me lo devuelve; yo -le doy una sancadilla, y sas tras, doy con él en tierra:--Te ahorco, le -dije, si no confiesas, y le aprieto el pescuezo para que confiese. - -Para que confiese qué, preguntó Humbug. - -Qué, mi juez! que vos valeis un pito y que el doctor no es brujo. - -Paddy, repuso Humbug, con aire serio, os damos las gracias por vuestra -buena opinion respecto de nosotros; pero por haberos emborrachado y -peleado en la calle tendreis que pagar diez _dollars_. - -Diez _dollars_! esclamó el borracho, de dónde quereis que los saque? - -Si no los encontrais de aquí á mañana, cinco dias de prision os dejarán -chancelado. - ---Y mi mujer, y mis hijos? murmuró Paddy. - ---Ayer fué cuando debiste pensar en ellos, repuso el juez; hoy es ya -tarde. - -Fariceos esclamé, al fin os sorprendo. Con que teneis dos pesos y dos -medidas. Gracias á su dinero, el rico puede permitirse todos los vicios; -el pobre tiene que espiar en prision el único crímen que no perdonais: -la miseria. Es eso equidad? Para un mismo delito, yo no admito sino una -misma pena; encerrad á todos los culpables ó no encerreis á nadie. La -justicia no es sino otro nombre de la igualdad. - ---Dichosos lójicos, dijo Humbug, admirables conductores de los pueblos! -se os importa poco matar la libertad, con tal de conducirla en linea -recta al abismo. El dia en que los astutos verdugos hicieron morir bajo -el látigo á los nobles y á las mujeres, sospecho, sublime doctor de -Kharkoff, que vuestro corazon palpitaria, esclamando: Gran victoria de la -igualdad! - ---No, no, repuse á mi vez; tengo horror al despotismo; quiero la igualdad -que eleva, y no la igualdad que rebaja; pido que á los siervos se les -trate como á nobles,--no á los nobles como á siervos. - ---Muy bien, amigo mio, repuso el juez; pero aquí es donde comienza la -dificultad. Hay siempre un punto en el que, á menos de imitar á Procusto, -el mas perfecto de los lójicos, no llegareis nunca á la igualdad. - -Nuestras viejas leyes Sajonas, que vos encontrais duras, y yo hallo -justas y suaves, siempre cuidan de tratar bien á la libertad. Escepto -los crímenes atroces, ellas atacan la bolsa,--no á la persona culpable. -Si el verdadero medio de contener al hombre arrastrado por la pasion es -ponerle delante la responsabilidad que le espera, nada vale lo que las -penas pecuniarias; creed en la esperiencia. Hay paises donde el adulterio -es una gracia; la falta de fé un juego permitido; el duelo una proeza que -honra hasta el malvado. Entre nosotros, no se seduce ni á la mujer ni á -la hija del vecino, ni se mata á las jentes para reparar la injuria que -se les hace. Por qué? Por la muy prozaica razon de que cada una de esas -amables locuras cuesta quince ó veinte mil _dollars_. Nadie tiene interés -en arruinarse para ser la fábula de la ciudad, y lo que es peor aún, un -objeto de burla. - ---Tal es la ley, cuya fuerza y sabiduria ha consagrado un uso diez veces -secular. Pero qué hacer cuando el condenado no tiene nada? Debe dársele -al pobre un privilejio de impunidad, sacrificar la libertad por amor -á la uniformidad? Nuestros antepasados han decidido y nosotros hemos -conservado su máxima: _El que no puede pagar con su bolsillo paga con su -piel: luat cum corio_. Entre nosotros la multa es la regla, la cárcel la -escepcion. Porqué? Porque la libertad es el principio; y á decir verdad, -la cárcel no es sino un medio de ejecucion contra un deudor insolvente. -Qué veis de injusto en todo esto? - ---No veo la igualdad, repuse. - ---Pues bien, doctor, sois ciego. Hay dos especies de igualdad: la una, -que no conviene á las sociedades humanas,--es la igualdad material y -brutal que no toma en cuenta ni la edad, ni el rango, ni la fortuna. -Las mismas penas en condiciones iguales, es la igualdad absoluta, es -decir, la suprema injusticia. La otra igualdad es la que proporciona el -castigo,--no segun la definicion del delito, que no es sino una palabra, -sino segun el acto mismo y segun la persona del culpable. Al rico una -fuerte multa, al pobre una multa suave, y en defecto de paga algunos -dias de prision,--es una ley en la que tanto la justicia y la igualdad -verdaderas se encuentran consultadas no menos que la libertad. - ---Paddy! esclamé llamando al borracho que levantó hácia mi sus grandes -ojos con asombro: tomad estos diez _dollars_, buen hombre, idos en -paz á vuestra casa, y no volvais á pecar. Hé ahí mi respuesta, añadí, -volviéndome hácia Humbug: es una protesta contra la iniquidad de vuestras -leyes. - -Es la justificacion de su escelencia, respondió él. Si por amor á la -igualdad, hubiéramos establecido la prision como pena de la embriaguez, -qué socorro hubiérais podido prestarle á esa interesante víctima? La -multa, por el contrario, tiene el gran mérito que las almas tiernas -pueden siempre correjir la dureza de nuestros juicios. Y digan lo que -digan los lejistas, esa raza de corazon empedernido, cuando hay lucha -entre la caridad y la justicia, es bueno que la última palabra se diga en -favor de la caridad. - ---Gracias, doctor, gritó Paddy, deshaciéndome los dedos entre sus manos; -voy á beber á vuestra salud; el primero que se atreva á decir que sois -brujo, lo aplasto, á fé de cristiano. - ---Ved ahí un hombre correjido, dijo Humbug. Ahora si no hay nada mas á la -órden del dia levantemos la sesion. - -De allí volvimos á mi gabinete, donde encontramos al Presidente de la -corte, de _assises_ en una gran ajitacion. - ---Os esperaba, le dijo á Humbug: héme aquí en un gran embarazo. El jurado -está reunido, el _attorney_ jeneral me falta á su palabra. Me escribe que -está en cama, retenido por tales dolores de entrañas que le es imposible -levantarse. - ---Entrañas.... un _attorney_ jeneral! Eso es inverosímil, esclamó Humbug. - ---Amigo mio, no riais, y socorredme, dadme alguien que pueda reemplazar á -nuestro acusador público. - ---Tomad á este querido Daniel, dijo el juez, siempre dispuesto á -reir. Es el hombre que buscais. Abogado y doctor de la universidad de -Kharkoff. Un prodigio de gravedad, de inflexibilidad, de legalidad y de -sentimentalismo. Teneis ahí en una sola persona,--un Coke, un Mansfield, -un Erskine y demás. - ---Venid pronto señor, dijo el presidente, tomándome el brazo; vos me -salvais la vida. - ---Permitid, le dije........ - ---No, no, interrumpió él, no escucho nada. Nada de falsa modestia; sois -doctor, eso basta. - -Al mismo tiempo, Humbug me cojió del otro brazo; lleváronme á la sala, -presentáronme al jurado, y me instalaron sin haber podido soplar una -palabra. Humbug se puso despues de mi, y riéndose de mi percance, me -mostró en el banco de la defensa á Fox estupefacto, que me miraba -cerrando los ojos. - ---No habia como desdecirse; la suerte que se burlaba de mi me condenaba á -representar una nueva comedia: _el attorney por fuerza_. - - - - -CAPITULO XXIV. - -Un attorney jeneral. - - -Querido lector! Os ha empujado alguna vez al agua por sorpresa, una -mano traidora, y sin saber nadar? Pues bien, entonces podeis haceros -una idea de mi triste situacion. No me sentia en estado de decir dos -palabras seguidas, pero retirarme hubiera sido ridículo; no habria habido -bastantes silvidos para mi en toda la ciudad; resolví pues, armarme de -paciencia y sostener mi papel hasta el fin. - -Saqué mi cartera, arranqué de ella algunas hojas y me puse á escribir de -memoria algunas de esas bellas fraces que no dicen nada; pero que hacen -el mayor efecto, cuando se las coloca á propósito en una improvisacion -cuidadosamente preparada. Armado así, esperé la batalla, con la firmeza -de un soldado que va al fuego, diciéndose que hará pié. - -El primer acusado que condujeron era un malvado abominable, que habia -envenenado lentamente á su mujer, despues de haberle dictado un -testamento; el crímen era flagrante y las pruebas irrecusables, de manera -que el miserable ni siquiera tentó defenderse. - ---Me defiendo _culpable_, murmuró con voz trémula, pálido el rostro y -ojos de loco. La muerte, pido la muerte. Que me quiten la vida. - -La asamblea quedó en profundo silencio. - -Levantéme majestuosamente, puse mi lente á caballo sobre mi nariz, tosí -tres veces, y teniendo mis apuntes en la mano izquierda, mientras movia -mi brazo derecho cadenciosamente, comencé con voz baja y lenta: - -“Señor presidente, señores jurados: - -“_Nemo auditur perire volens_, no se escucha al que quiere morir, es -una de las grandes y saludables máximas que nos ha legado la profunda -sabiduria de nuestros venerables antepasados, sabiduria bien superior á -la loca ciencia y á la orgullosa razon de las jeneraciones de hoy dia; -_nemo auditur perire volens_ es una máxima que no ha sido inventada -solamente, para protejer al culpable contra su propia desesperacion, -sino para asegurarle á la sociedad la justa satisfaccion de una venganza -lejítima. - -“Sí, señores, cuando un crímen execrable ha sido cometido; cuando nuestra -admirable ciudad, rejuvenecida por el esplendor de esas gloriosas -construcciones que hacen honor infinito al jénio prodijioso de nuestra -hábil y sábia edilidad; cuando, decía, nuestra ciudad, Roma moderna, mil -veces mas bella y mas grande que la Roma de los Césares, se despierta al -amanecer, terrificada por la noticia imprevista de uno de esos horribles -atentados que revelan una depravacion incalificable, fruto intoxicado de -una civilizacion que las revoluciones y el periodismo han corrompido; -entonces, entonces, señores, la justicia, que vela siempre, debe cumplir -una mision sagrada, mision tan difícil como grandiosa. En defecto de una -palabra fácil, en defecto de esa elocuencia majistral, gala de tantos de -mis ilustres cólegas, que no nombro, teniendo en consideracion su exesiva -modestia, los magistrados que al menos se inspiran en su conciencia traen -á este recinto su enérjica conviccion, su humilde y firme abnegacion á la -causa del órden, de las leyes y de la sociedad. - -“Aquí, señores jurados, se dá un grande y hermoso espectáculo, aquí -vuelve á empezar en todos sus detalles, una trajedia, dolorosa sin duda -para las jentes honradas, pero necesaria á la espiacion del crímen y á la -edificacion del pais entero. En este drama espantoso, el libertinaje hace -la esposicion, la avaricia llena el segundo acto, el veneno es su nudo, -la instruccion, por su maravillosa habilidad, precipita las terribles -peripecias, y así llegamos al desenlace fatal y próximo. Ese desenlace -vengador, está en vuestras manos, señores jurados, vuestro veredicto no -es dudoso. Abrumado, por el peso de su falta, vencido por la justicia, el -culpable ha confesado todo; ahí está ante vosotros agobiado, herido por -los remordimientos. Su condena está escrita sobre su frente malvada, como -lo está en vuestros nobles corazones. - -“Que no crea que esa confesion forzada pueda librarle de la afrenta que -ha merecido. En vano aparta su cabeza criminal, en vano aleja sus lábios -impuros del cáliz amargo que su crímen execrable le ha preparado; la ley -ciega y muda, la ley justamente inexorable, la ley santamente implacable, -quiere que apure hasta las heces su maldad. Su suplicio es el castigo del -pasado y la leccion del porvenir.” - ---Basta, por Dios, basta, me dijo Humbug tirándome el faldon de mi frac: -_Res sacra miser_[54], amigo mio. - -Dejadme pues, le dije, con un jesto de impaciencia. La acusacion nada -tiene que hacer con la humanidad. - ---“Es á nosotros, continué animándome, es á nosotros, ministros de la -vindícta pública, es á nosotros representantes de la sociedad ultrajada, -es á nosotros á quienes incumbe el penoso y santo deber de sofocar -hasta las palpitaciones de nuestro corazon de hombre, es á nosotros á -quienes toca remover ese fango y dominar invencibles desagrados, es á -nosotros....” - -¡Imprudente! al hacer un jesto magnífico, alcé los brazos, abrí entrambas -manos, y hé aquí que todos mis papeles caen en tierra y mi elocuencia con -ellos; me agaché para recojer todo junto, pero el acusado aprovechándose -de aquella casualidad desgraciada, se levantó bruscamente, diciendo: - ---Señor Presidente, ¿hasta cuando sufrireis que el _attorney_ jeneral, -juegue conmigo como un gato con un raton? La ley dice que sois el abogado -del acusado; por qué dejais insultar mi miseria. Espero la sentencia, y -no veo qué ganais con prolongar mi suplicio. - ---Tiene razon, dijo un jurado mal enseñado, estamos aquí para hacer -justicia no para oir un sermon. - -Quise hablar; el presidente me detuvo haciéndome una seña con la mano, -y cubriéndose, pura y simplemente pronunció la sentencia del culpable, -y la pena de muerte. No hubo ni resúmen, ni palabras bien sentidas, ni -leccion dada al acusado, ni al jurado, ni al público, nada que aumentára -la solemnidad de aquella escena palpitante de interés. Antes por el -contrario, todo se hizo con una familiaridad de mal gusto y como pactando -con el culpable. - ---Condenado, dijo el presidente, en adelante no espereis nada de la -misericordia de los hombres, no os resta sino implorar la justicia de -Dios. ¿Cuántos dias necesitais para arreglar vuestros negocios y poner en -órden vuestra conciencia? - ---Bastarán tres dias, repuso, tengo prisa de acabar. - ---¡Eh bien! contestó el presidente, dentro de cinco dias á contar de la -hora presente, comparecereis ante el único juez que puede perdonaros. - -El condenado saludó al presidente con respeto y salió, lanzándome una -mirada que me turbó. ¿No habia yo cumplido con mi deber? ¿Debe uno piedad -hasta á los asesinos? - -Introdujeron al segundo acusado. Era este un pícaro descarado, que -habiendo salido de la cárcel dos dias antes se habia hecho culpable de -fractura, de robo y de tentativa de asesinato. Habia roto las ventanas de -una casa de Montmorency, amenazando á una desgraciada sirvienta que la -cuidaba y robádose todo, inclusive el carruaje y los caballos. - -La cara de aquel pícaro bastaba para hacerlo condenar. Era la maldad -en persona. Veíase en él á un hombre para quien la sociedad no era mas -que un enemigo, y que tenía tanto desprecio por la ley como odio por el -majistrado; en una palabra, una de esas bestias salvajes que es menester -matar para no ser devorados por ella. - ---Acusado, dijo el presidente, ¿os defendeis culpable ó no culpable? - -La pregunta es diestra, repuso el ladron, con audaz indiferencia. -¿Culpable ó no culpable? Ni vos ni yo podemos saberlo antes de haber oído -á los testigos. - -Señores jurados, esclamé, ¿tenemos acaso necesidad de oír mas? Retened -esa confesion. Hay ejemplo de que un inocente haya hesitado un instante -en proclamar su no culpabilidad? Solo un bandido de profesion puede tener -semejante descaro. Ved si ese miserable no lleva el sello del crímen -impreso en su cara impudente. - ---Protesto contra esa teoria, esclamó el defensor del acusado. Aquella -voz perruna me hizo estremecer: una vez mas la irónica fortuna me ponia -en frente de Fox, mi eterno enemigo. - ---Sí, continuó, protesto y protestaré siempre, contra una doctrina que -jamás ha sido recibida en los tribunales de la libre América. Vos no -teneis el derecho de torturar las palabras de un acusado para sacar de -ellas una condenacion. Vos no teneis el derecho de interpretar su porte, -su jesto, el tono de su voz para deducir de ello su culpabilidad. Si -permitido fuera invocar esos signos falaces que la pasion esplica á su -antojo, ¿quién escaparia á la elocuencia de los señores _attorneys_ -jenerales? ¿Calla el acusado? son los remordimientos que le abruman, -el silencio es una confesion.--¿Protesta con calma? es un descarado, -el descaro es una confesion.--¿Se exalta, se chancea? es un insolente -que ultraja la justicia; el insulto es una confesion. La debilidad, la -enerjía, la humildad, el orgullo, las lágrimas, las cóleras, todo es -confesion para los espíritus mal dispuestos, que solo ven las cosas de -un lado. Eh! señores, comenzad por establecer los caractéres físicos de -la virtud y del crímen. Cuando la ciencia haya realizado los sueños de -Labater, condenareis á las jentes por su cara; hasta entonces dejad á los -decidores de buena ventura, ese arte pérfido y peligroso. La justicia no -conoce sino los hechos, no discute sino los hechos, no falla sino sobre -los hechos. Ahí está su seguridad y su grandeza. Que el señor _attorney_ -jeneral guarde su talento para mejor ocasion. Pasemos al exámen de los -testigos. - ---Señor Presidente, esclamé yo, solo por respeto á la corte, es que he -sufrido hasta el fin la impertinencia de esas palabras; un _attorney_ -jeneral no tiene lecciones que recibir de un abogado, requiero.... - ---Calma, señor, dijo el majistrado. A la defensa le es permitido todo -salvo la injuria; las palabras del honorable abogado no esceden en nada -el derecho de sus funciones. En cuanto á su doctrina es la que nuestros -precedentes han consagrado. En todas nuestras compilaciones encontrareis -esos principios que yo me hago un honor en profesar. - -Caí en mi asiento á la manera de un Titan fulminado. El presidente, -convertido en apóstol de teorias que hacen descender la acusacion -al nivel de la defensa; el presidente, desertor de nuestras filas y -haciéndose cómplice del abogado, era el último golpe! Si esto es lo que -los yankees llaman justicia, yo no la conozco ni por el forro. Recorred -la Europa civilizada, y no hallareis allí nada semejante. - ---Muy bien, me dijo el escelente Humbug, para darme un poco de valor. -Hablais como un senador; pero con demasiado celo solamente. Moderaos, mi -buen amigo, hareis mas efecto. - -No habia salido todavia de mi sorpresa cuando llamaron á los testigos; -esperaba que solo el presidente los interrogára de concierto conmigo. -Esperanza vana! El presidente era una estátua impasible; frente á él, -el acusado guardaba el mismo silencio. Cuando quise interrogarle, un -grito jeneral me enseñó que, segun la ley yankee, no hay favor sino -para los pícaros. Cualquiera que hubiera visto al majistrado y al -acusado inmóviles y mudos, habría dicho que ajenos á lo que pasaba en la -audiencia, eran los jueces del campo. Los combatientes, ó mejor dicho -las víctimas, eran los testigos, entregados á la merced del abogado, -interrogados, desmentidos, vituperados, hostigados por un hombre sin -carácter público y que no tenia otro título sino defender la dudosa -inocencia de un pícaro envejecido en el crímen. En aquel trastorno de -todas las ideas recibidas, cualquiera habria tomado al acusado por un -testigo, á y los testigos por acusados. - -Una de las preguntas hechas por Fox me pareció tan impertinente, que me -opuse á que el testigo contestára. - ---Con qué derecho? esclamó Fox, siempre furioso. - ---Olvidais le dije, que no os debo cuenta de ningun jénero: soy aquí el -representante del Estado. - ---Qué nueva químera es esa? repuso, con su insolencia habitual, en -este recinto no hay Estado. Aqui no hay lugar sino para la justicia, -admirablemente representada por la imparcialidad del majistrado y la -sabiduría del jurado. Vos, sois tan abogado como yo. Yo represento al -acusado, vos representais al querellante, á quien la sociedad os da por -sosten. Vos no teneis un solo derecho que no me pertenezca á mí,--asi -como yo no tengo un solo privilejio que vos no podais revindicar. Si de -otra manera fuesen las balanzas de la justicia no serian de buena ley y -la acusacion seria mas fuerte que la defensa; á qué estaria reducida la -libertad del ciudadano? - ---Señor presidente, dije, tambien es esa una de las teorías consagradas -por vuestros precedentes? - ---Señor attorney jeneral, repuso con tono pesaroso, vuestra pregunta me -sorprende. En un pais libre puede acaso ponerse en duda la igualdad de la -defensa y de la acusacion? - -No me quedaba mas recurso que callarme; dejé á Fox torturar á los -testigos á su gusto. Una sola cosa me consoló. No hay abuso que, al -lado de mil inconvenientes, no lleve aparejado alguna pequeña ventaja. -Habituado desde la infancia á las rudas pruebas de la vida pública, los -testigos no se dejaban intimidar por la aspereza de las preguntas que se -les dirijian. En aquel duelo de palabras, Fox no siempre llevaba la mejor -parte. Es verdad que tenia la piel dura; cada vez se levantaba con nueva -rabia. Jamás se ha defendido la libertad de un hombre con una enerjía mas -desesperada. - -Entre los testigos figuraba Seth el cuácaro, personaje importante en -Montmorency, por su calidad de posadero. Seth le tenia mala voluntad -al abogado desde el lance de por la mañana, y así sus contestaciones -envolvian una malicia que me hizo sonreir apesar de mi mal humor. - ---Conoces al acusado? preguntó Fox. - ---Sí, dijo el cuácaro, le conozco por su desgracia y por la mia. - ---¿Te atreverias á afirmar bajo juramento, que es un mal hombre? - ---No he dicho nunca que le hubieran acusado de ser un mal hombre, repuso -el amigo Seth con la mayor dulzura. - ---¿Qué interés tenia en robar un carruage con caballos? - ---Ninguno, que yo sepa, dijo el cuácaro. Hubiera hecho mejor en -comprarlos y no pagarlos, á la manera de los honorables _gentlemen_. -Quizá no tenia el crédito de ellos. - -Despues del posadero, vino el turno de la sirvienta; era esta una -gordiflona rubia, de aire cándido y alegre; pero que no carecia de uñas y -de pico, como toda hija de los campos. - ---Vos pretendeis, dijo el abogado, que reconoceis al acusado; afirmais -que os ha dirijido amenazas en términos mas que inconvenientes. - ---Sí, señor, murmuró poniéndose colorada. - ---Hablad mas alto, dijo Fox, los señores jurados no os oyen. - ---No puedo, repuso toda turbada. - ---Sí, podeis; haced como yo, gritad. - ---Vos, es diferente, repuso, es vuestro oficio; desde chiquito os han -acostumbrado á ello. - ---Vos afirmais continuó Fox, que el acusado se ha servido de palabras -abominables, tan abominables, señores jurados, que el pudor me impide -repetirlas en público. - ---Si, señor, dijo la muchachona, poniéndose cada vez mas colorada. - ---Muy bien, repetid esas palabras á la corte y al jurado. - ---Señor, dijo ella, irguiéndose, si vuestro pudor no os permite -reproducir esas palabras, no comprendo como es que podeis suponer que el -mio me lo permita. - ---Muy bien, repuso Fox sin desconcertarse; el jurado apreciará. Habeis -dicho que el acusado hablaba como un descarado. ¿Sabeis lo que es hablar -como un descarado? - ---Lo sospecho, repuso, mirando al abogado de tal manera que la asamblea -se puso á reir y que Fox abandonó el testigo. - -Agotada la lista de los testigos, tomé yo la palabra; la cólera me -hacia elocuente, lo sentia, y así me abandoné al placer de declamar. -En una requisitoria que merecia ser estenografiada, hice la historia -completa de aquel bandido. Le cojí del lecho para no dejarle sino ante -el tribunal, donde iba al fin á recibir un justo castigo. Primero, le -pinté á los tres años, como uno de esos niños malditos que no han hecho -jamás sonreir á su madre; en seguida, le acompañé á la escuela, le mostré -perezoso, mentiroso, pendenciero, preludiando al patíbulo con sus robos -de nueces y ciruelas en los árboles del camino. Por una fortuna inaudita, -habia hallado entre los testigos, á tres de sus honrados camaradas, que -veinticinco años antes habian hecho el merodeo con aquel futuro pícaro. -De la escuela pasé al taller, y allí tracé un retrato horrible del hombre -que debia parecérsele. Hice contra la embriaguez, _ese veneno criminal_, -un trozo que arrebató al auditorio; estaba todavia á diez años del -crímen, y el acusado era ya hombre perdido en la opinion del jurado. -Despues de mi discurso, la única cosa que debia sorprender, era que el -acusado no hubiera muerto á su padre. No dudaba que aquel malvado tuviera -el alma parricida; y así lo dije al jurado; pero el cielo le habia -ahorrado al muy pillo el mayor de todos los crímenes; ¡el miserable tenia -la felicidad de ser huérfano! - -Mientras que el auditorio estaba suspenso de mis labios elocuentes, miré -al acusado que se torcía bajo el látigo de mis palabras vengadoras. -Herido por mis reproches, incapaz de resistir á sus remordimientos -violentamente despertados, levantóse, é interrumpiéndome: - ---Presidente, dijo con voz ronca, si esto debe durar mucho tiempo así, es -bastante para mí, me confieso culpable. Prefiero estar cinco años preso, -antes que escuchar á este caballero. - ---Desdichado, dijo Fox, ¿habeis pensado en ello? Retirad esas palabras -funestas. - ---No, no, dijo, este caballero me fastidia; daria mi cabeza por hacerlo -callar. - ---Acusado, dijo el presidente, reflexionad antes de hacer una declaracion -que os pierde. Pensad que si renovais friamente esa confesion, solo me -resta pronunciar vuestra condena. - ---Os doy las gracias, mi presidente dijo, sois un digno majistrado; vos -no pisoteais á un pobre gusano que se halla en desgracia. Qué quereis, no -tengo suerte; si me cayera de espaldas me romperia el pescuezo. Despues -de todo, yo he robado, que justicia sea hecha. Pero ¿qué tiene que hacer -este caballero con lo que le he dicho á mi madre ó he hecho en la escuela -cuando era muchacho? - -Mi victoria era completa. Vencido por mi elocuencia mas que por sus -remordimientos, el culpable confesaba su crímen. Para colmo de -felicidad, Fox, cuya lengua audaz yo temia, no podia ni contestarme -siquiera. Faltaba, pues, únicamente que la justicia y la autoridad -cumpliesen con su deber. - -Levantada la sesion, uno de los jurados vino donde yo estaba y me -estrechó la mano. Era un orador célebre, un espíritu lleno de recursos -que, mas de una vez en las Cámaras, habia derrotado á sus adversarios -teniendo estos razon. Tal sufrajio agregaba á mi triunfo, un gran -esplendor; asi fué que en vano procuré disimular mi alegria por tan -gloriosas felicitaciones. - ---Estoy encantado de vuestro injenioso descubrimiento, me dijo mi nuevo -amigo. En la primera ocasion que se me presente me propongo imitaros y -espero ser tan feliz como vos. Tomar á un hombre al nacer, apoderarse -en su jérmen del vicio, del error, de la preocupacion describiendo -é interpretando su largo desarrollo, eso es admirable. No creo que -haya persona alguna que pueda salir intacta de esa revista histórica; -siguiendo vuestro proceder me siento capaz de demostrar que Caton era un -malvado y Sócrates un atéo. - ---Yo no he inventado nada, le dije con modestia; vos me lisonjeais. - ---No, me dijo; en este pais jamás se ha razonado de esa manera sutil. -Es una lójica nueva que os hace el mayor honor. Los yankees son jentes -groseras, que persiguen el crímen y no al hombre; para vos el hecho -material no es nada, el hombre es todo. Si no hay prueba suficiente de -la atrocidad que se le imputa, poco importa; ha sido capaz de cometerla? -la presuncion está en contra de él y por otra parte es probable que -haya cometido muchas otras. Hé ahí lo que yo llamo una buena justicia, -una justicia que proteje á la sociedad y que solo se inquieta del bien -público. Sois americano de oríjen? - ---Esta brusca pregunta os sorprende, continuó sin averiguar la causa de -mi sorpresa. Perdonad mi indiscrecion; mi madre era francesa y á ella -le debo ciertas ideas que no han entrado jamás en una cabeza sajona. -Esas ideas se acercan mucho á las vuestras, y me inspiran las mas vivas -simpatias por la orijinalidad de vuestro talento. - ---Así, por ejemplo, para mí el Estado es todo; y á pesar de la estúpida -charla de ignorantes moralistas, sostengo que no se puede poner en -balanza el interés de todo un pueblo y el pretendido derecho de un -mísero individuo! Soy socialista en el buen sentido de la palabra, el -Estado antes que el individuo! Los yankees, al contrario, espíritus -limitados, méollos estrechos, han traido de Inglaterra una preocupacion -egoista y salvaje. Si un juez le falta al respeto á una vieja gitana, -si un _attorney_ jeneral pierde la paciencia acusando á un pícaro, ó -trae á maltraer á un asesino--en el acto sale un sajon que grita hasta -desgañitarse que se viola la gran Carta, y que se ultraja á la humanidad. -Y en el acto una multitud imbécil acude á la voz del que ladra, haciendo -al rededor del majistrado un ruido semejante al de los perros que siguen -un caballo al galope. Diríase que es un pueblo de ladrones, donde cada -cual tiene miedo de ir al dia siguiente ante la corte de _assises_, y -que defiende la libertad de los demás en el interés de la suya propia. -Gracias á la solidez de mis principios, yo entiendo la justicia de -otra manera. Veo con placer que hay en América dos hombres de la misma -opinion. Nadie es un santo cuando aparece ante el jurado, y yo prefiero -mandar tres inocentes al patíbulo antes que dejar escapar veinte pícaros. -Soy un hombre sólido; tocad aquí; entre los dos reformaremos la educacion -de este pueblo monótono que no tiene sino una palabra en la boca: -Libertad! - -Despidióse de mí apretándome la mano de la manera mas cordial; pero cosa -estraña, sus elojios me desagradaron y mi triunfo comenzó á asustarme. - ---Si habré ido demasiado lejos, pensaba. Si me habré dejado arrebatar por -el ardor de la persecucion, á la manera de un cazador que solo oye su -pasion? Yo no me he engañado, desde que el culpable confiesa su crímen; -pero las armas de que me he servido han sido lejítimas? Le es permitido -todo á la justicia? El acusado no tiene ningun derecho al respeto? - -A pesar mio estos pensamientos me ajitaban. La idea de la venganza -pública no me satisfacía ya. Entreveía vagamente una doctrina mas pura, -doctrina que sometía la justicia humana á los preceptos del Evanjelio; y -decía en mis adentros: para el cristiano toda debilidad es santa, toda -miseria sagrada,--con el niño, con la mujer, con el pobre y hasta con -el culpable, la autoridad debe desconfiar de su fuerza y temer el tener -demasiada razon. - - - - -CAPITULO XXV. - -Dinah. - - -Al salir de la audiencia encontré al cuácaro que me felicitó por mi -habilidad; este cumplimiento me hizo un placer mediócre. Humbug, al -contrario, no me dijo nada; hubiera preferido sus reproches; creo que en -aquel momento su cólera me habria hecho bien. - -Fox me esperaba en la calle; sus rasgos contraidos, sus ojos brillantes, -revelaban una pasion que ya no puede contenerse. - -Debeis estar satisfecho, gritó de lejos en cuanto me vió. Habeis obtenido -un triunfo, una victoria que os honra. Espero no ser el último que os -haga justicia. No faltará un diario que glorifique la elocuencia y la -doctrina del señor _attorney_ jeneral. Un Jeffries, en América, es un -mónstruo nunca visto, que no se verá nunca; es menester admirarlo cuanto -antes. - ---Por lo demas, añadió, furioso de mi silencio y cerrando los -dientes,--lo ocurrido no me asombra. No hay nada tan cruel como las -jentes que tienen pesares domésticos, es una raza sin piedad. - ---Pesares domésticos, dije alzando los hombros. Habeis perdido el juicio, -señor Fox; habeis olvidado la persona con quien hablais? - ---De veras! repuso recalcando, me parece que hablo con el dichoso padre -de la muy amable Susana. - -La cara de aquel hombre me espantó; su risa diabólica me heló hasta en la -médula de los huesos. - ---Callaos, le dije, os prohibo pronunciar un nombre que todos deben -respetar. - ---Vá! contestó con desdeñosa sonrisa, vaya una severidad fuera de lugar. - ---Miserable, esclamé cojiéndole del cuello, esplícate ó te deshago aquí -mismo. - ---Señores, dijo el abogado procurando desacirse, os hago testigos de esta -violencia. Señor Humbug, vos me hareis justicia! - ---Sin duda, dijo el majistrado. Pedidme indemnizacion de daños y -perjuicios por esa respuesta un poco viva, os acordaré un dollar. Pero si -el doctor os reclama á su vez tres ó cuatro mil dollars, os prometo no -perdonaros ni un centavo. Será para mí un placer castigar la calumnia. - ---La calumnia! esclamó Fox, echando espuma de rábia. A donde vá todos -los dias esa preciosa señorita, cuyo nombre no puede pronunciarse? Tengo -yo la culpa, de que todas las mañanas, cuando vá al palacio, se la vea -introducirse misteriosamente en una de las casas menos respetables de -la ciudad? A quien puede visitar en la célebre calle del _Laurier_ la -honorable hija del honorable _attorney_ jeneral? Hace algunas horas -que yo la he visto entrar allí; supongo que allí estará aun porque -ordinariamente se detiene bastante rato. Acusadme ahora de calumnia, -doctor, será un escándalo divertido; me vengaré. - -Caí en brazos de Humbug. Mi hija insultada! mi Susana difamada! El golpe -era demasiado terrible, demasiado violento para un padre. Mi vista se -nubló; mi cuerpo temblaba, y el dolor y la cólera me ahogaban. Por fin -lloré,--lágrimas de rábia y de desesperacion, que sin dulcificar mi pena, -me devolvieron un poco de imperio sobre mis sentidos y me permitieron -hablar. - ---Señor, dije á Fox, la calle del _Laurier_ está á dos pasos de aquí; -vais á seguirme. Humbug, vos vendreis conmigo. Señor Seth, no me -abandoneis; sobre todo no dejeis que ese hombre huya, es menester que -justicia sea hecha, y justicia se hará. - ---Tranquilízate, amigo Daniel, repuso el cuácaro, los tres te -acompañaremos. Recalcó sobre estas últimas palabras: _los tres_, miró al -abogado de piés á cabeza, y, arremangándose sus puños, se puso á blandir -en el aire una vara de verga que tenia en la mano. - ---Señores, dijo Fox con risa sardónica, estoy á vuestras órdenes. Notad, -os lo suplico, que no soy yo quien se empeña en un paso que dará que -sentir á cierta persona. Aun es tiempo de deteneros; yo no soy cruel; -pero os prevengo que una vez dentro de esa casa, no saldré de ella, -cualesquiera que sean vuestras súplicas y vuestras lágrimas, sino con la -firme resolucion de decir cuanto haya visto. - ---Vamos, señor, le dije, me importa un bledo vuestra piedad. Yo caminaba -como un beodo apoyándome en el brazo de Humbug. - ---Sospechar de tí, Susana mia y con mi consentimiento, nunca, jamás! -Creo en tu pureza como en la de los ánjeles; pero la seguridad de aquel -hombre me turbaba. Temia un golpe imprevisto, una emboscada, un lazo, qué -sé yo? Ay de mí! cuando se ama, no se tiene coraje sino para sí mismo. - ---Esta es la casa, dijo Fox, y aquí teneis al propietario. Levanté la -cabeza; la casa tenia una mala apariencia. Una entrada sombría y húmeda, -unas paredes negras, unos cristales rotos reemplazados por pedazos de -papel, unos arambeles en las ventanas, eran mas que pobreza,--eran -el desórden y la suciedad del vicio. Susana en aquella guarida! era -imposible. - -En el umbral de la puerta estaba un hombre despechugado. Tenia las manos -en los bolsillos del pantalon, fumaba su pipa y miraba á los pasantes, -con toda la insolencia de un pillastre, desocupado. Al vernos, alzó su -sombrero desfondado y echándose sobre mí me tomó las dos manos con una -ternura que me hizo horror. Era Paddy, medio borracho, hediendo á vino y -tabaco. - ---Buen dia, mi salvador, gritó; cuánto os agradezco que vengais á -ver á un amigo. Entrad, señores; si un vaso de ginebra no os asusta, -encontrareis con quien hablar. - ---Paddy, le dije, os pertenece esta casa? - ---No, mi salvador, contestó riendo; si este palacio fuera mio, ha tiempo -que lo hubiera bebido. Pertenece á mi mujer; es lindo, no es verdad? - ---Alquilais cuartos amueblados? le dije, mostrándole un cartelon. - ---Para serviros doctor. - ---A quién alojais en esta casa? preguntó Humbug con tono severo. -Parroquianos de mi tribunal? - ---Mi juez, dijo el borracho tartamudeando,--no soy bastante rico para ser -severo; á la fortuna se la toma cuando se la halla, y á la virtud se la -atrapa cuando se puede. - ---Quién vive en el cuarto del primer piso, preguntó el abogado con aire -picarezco. - ---Que te importa á tí, charlatan? respondió el borracho. Eres tú quién -pagas? - ---Contestad, dijo Humbug; no olvideis que estais delante de un majistrado. - ---Nada tengo que temer, dijo el Irlandés muy conmovido. - -Debeis comprender, mi juez, que, en un cuarto de tres dollars por semana, -y pagados de antemano no puede vivir sino jente honrada. Es una dama la -que vive en el primer piso; y añadió á media voz, una linda dama, dulce, -política, poco exijente, la perla de la casa. - ---A quién recibe? continuó Humbug, que me veía palidecer. - ---Perdonad, mi majistrado; aquí no estamos en la audiencia. La América -es un pais libre, y en pagando, cada cual hace lo que quiere. Si alguien -pasa por esa puerta, no se le mira; y si se le mira no se le vé. - ---No os hagais el ignorante, dijo Fox. Pensad que tengo hecho poner en la -cárcel á mas de uno que valia mas que vos. Hace una hora, he visto entrar -en esta avenida á una jóven rubia, con vestido de seda negra y sombrero -de paja; á dónde iba? - -Paddy, intimidado, acercóse á mi implorando mi socorro. - ---Amigo mio, le dije, tened la bondad de contestar, seguro de que no -tenemos ninguna mala intencion; yo recompensaré vuestra complacencia. - ---Mi salvador, dijo, para vos yo no tengo secretos; me habeis socorrido -en mis trabajos y soy Irlandés, está dicho todo. Me arrojaria al fuego -por vos. - ---En nombre del cielo, murmuré dándole algunos dollars, hablad, me estais -haciendo morir. - ---En bien, doctor, repuso, todos los dias á la misma hora esa señorita -rubia viene á ver á la jóven que vive en el primer piso. Ahora está -arriba. - ---Me parece que mi presencia es inútil, dijo Fox con tono irónico; el -_attorney_ jeneral ya no tiene necesidad de mis servicios. - ---Señor, le dije, con jesto amenazador, os confundiré por vuestras -indignas sospechas. - -Ay Dios! yo hablaba asi para engañarme á mí mismo; no sabia que creer, -estaba desesperado. Humbug me tomó de la mano, y entré con él en aquella -caverna lo mismo que un hombre que corre en busca de la muerte. - -La puerta del primer piso estaba abierta. Habia una pieza de entrada y -una especie de cocina, sin cortinas ni muebles. Me detuve para tomar -aliento, contando los latidos de mi corazon. Seth se aseguró de que el -abogado nos habia seguido; cerró en seguida la puerta sin ruido y puso la -llave en su bolsillo. Nada teniamos ya que temer de los importunos. - -Yo no estaba en estado de hablar; hice seña á mis compañeros de -permanecer en su puesto y penetré sijilosamente hasta la entrada del -segundo cuarto. - -Frente á mí, y dándome la espalda estaba una mujer recostada en un viejo -sofá, y á sus pies, sentada en un taburete de paja una niñita. Al lado de -esta, Susana tenía la Biblia en la mano y leía piadosamente lo que sigue, -que era escuchado con atencion. - -“Me han cargado de iniquidades y en su cólera me han aflijido con sus -persecuciones.” - -“Mi corazon se ha turbado en mi interior, y el temor de la muerte se ha -apoderado de mi.” - -“He temblado de horror y me he envuelto en las tinieblas.” - -“Y he dicho: quién me dará alas como á la paloma para poder volar y -reposarme?” - -“Me he alejado huyendo y he permanecido en la soledad.” - -“Espero á Aquel que me ha salvado de mi abatimiento y del temor de mi -espíritu, y de la tempestad.” - ---Oh Susana mia! esclamó la desconocida, despues de Dios tú eres quien me -salva la vida. Cuánto bien me hacen tus palabras! tú, al menos, tú no me -has abandonado. - -Me olvidas á mi, dijo la niña. - -No, mi queridita, repuso la jóven; tú eres la única que en la Escuela -del Domingo se ha apercibido de mi ausencia; y, en mi familia, quién se -acuerda de mi? - -La niña saltó al cuello de su maestra y las tres mujeres se abrazaron -llorando. - -Será que hay contajio en las lágrimas? Será que la emocion era demasiado -fuerte para mi? no lo sé; pero fuera dolor ó placer, el hecho es que al -contemplar aquella escena no pude contener mis sollosos. - ---Padre mio, esclamó Susana, vos aquí! porqué casualidad? - ---Querida mia, la dije estrechándola contra mi corazon y procurando -ocultar mis lágrimas,--los padres son cariñosos; hay dias en que no -tienen que arrepentirse de averiguar donde van sus hijas. - ---La curiosidad es un feo defecto, dijo Susana, amenazándome con el -dedo. Un padre bien enseñado le diria á su hija:--La señorita me -permite acompañarla?--Y sin hacerse rogar, la señorita tomaria el -brazo de su padre, como yo lo hago ahora; le conduciria ante una pobre -jóven que tiene necesidad de apoyo, y le diría, haciéndole una linda -reverencia:--Doctor Smith, os pido vuestra amistad para mi querida Dinah. - ---Señor, dijo la estranjera, tomándome las manos, bendecidla, es mi ángel -salvador. - -Habíase levantado al hablar y la sonrisa asomaba de nuevo en su pálido -rostro, cuando de repente lanzó un grito terrible, y volvió á caer en el -sofá, toda temblorosa y bajando la cabeza. - -El cuácaro estaba delante de ella y cruzados los brazos mirábala con aire -furioso. - ---Perdon, hermano mio, murmuraba la infeliz, ten piedad de mí! - ---Así es como cumples tu palabra! dijo Seth; tu madre te cree en camino -para California; te ha bendecido al partir; será menester que te retire -su bendicion? - ---Seth, dijo la jóven anegada en lágrimas, partí, pero el valor me faltó: -tengo necesidad de mi madre y de los que me aman. - ---Dí pues, que tenias necesidad de verlo y de perderte. - ---No, no, gritó ella, soy una muchacha honrada, él no sabe que estoy -aquí, no lo sabrá nunca. Solo he visto á mi buena Susana. - ---Y qué quieres hacer? repuso el cuácaro con una dureza que me lastimó. -Tú lo sabes, en casa ya no hay pan para tí. - ---Seth, repuso, no me abrumes; no seré en adelante una carga para vos. -Susana me ha proporcionado un puesto de maestra de escuela en un arrabal -donde nadie me buscará. Viviré de mi trabajo, solo te pido poder ir una -vez por semana á abrazar á mi madre y volver á ver nuestra casa. - -En medio de las escenas familiares, nada hay tan embarazoso como la -presencia de un tercero; me retiré con Humbug, cuando en el fondo de la -primera pieza, en un rincon oscuro, apercibí á Fox, que contemplaba un -grabado ahumado. Era el retrato de _Monarca_ hijo de Eclipse, vencedor -del Derby en 1812. Confundir á un pícaro y gozar de su confusion es un -doble placer; así no me hice el menor escrúpulo en saherir al calumniador. - ---No os creía tan aficionado al _Turf_, le dije. Despues de cincuenta -años los laureles del _Monarca_ le impiden hablar al mas célebre abogado -de Massachusetts, qué maravilla! vamos, si es cosa de ponerlo en los -diarios. - ---Por piedad, Doctor, murmuró él, hacedme salir. - -Su rostro estaba tan alterado y su voz tan débil que en verdad me dió -lástima. - -No le creía capaz de tantos remordimientos. Hé ahí, pensaba yo cuan mal -se juzga á las jentes. Imajínase que los abogados no son sensibles sino -por cuenta de otros. Qué error! - -Iba á entrar en el cuarto para pedirle á Seth la llave que habia -guardado, cuando el cuácaro salió bruscamente, seguido de su hermana toda -descabellada y á quien rechazaba con desprecio. Susana lloraba á lágrima -viva; Humbug intentó interponer algunas buenas palabras; todos estábamos -conmovidos; Fox solamente habia vuelto á su admiracion por _Monarca_; -inmóvil y mudo, hubiérase dicho que queria hundirse en la pared. - ---Te lo repito de nuevo, gritó el cuácaro procurando desasirse de las -manos crispadas que le detenian de su vestido, las últimas palabras: “Tú -no volverás á esta casa sino del brazo de un marido.” Puesto que ese -bello desconocido te ha prometido casamiento, házle que cumpla su palabra. - ---Es un pleito, esclamé; vamos, dichoso vengador de la inocencia, vamos, -maese Fox, hé aquí el momento de mostraros. - -Si un rayo hubiera caido á mis piés, no me habria espantado como la -esplosion que se siguió á mi impertinente chanza. Apenas fijó Dinah sus -ojos en el abogado, se enderezó como una loca riendo y llorando á la vez: - ---Gabriel, gritó, mi Gabriel! Hélo aquí, hermano mio, hélo aquí! - -No comprendí una palabra de aquella tempestad que acababa de -desencadenar; el cuácaro era mas intelijente. Mientras que Dinah se -echaba al cuello de su Gabriel, Seth hacia jirar sobre su regaton la vara -de verga; y acercándose á Fox que palidecia visiblemente: - ---Amigo, le dijo, con tono poco tranquilizador, vuelve en tí y esplícate: -espero. - -Entre las ternezas de la hermana y las amenazas del hermano, el abogado -ponia una cara tan aflijida que me alegré de ello. El hombre natural -es un animal malo; no vasta el Evanjelio para hacernos amar á nuestros -enemigos. - -Humbug era mejor cristiano que yo. - ---Señores, dijo con voz grave y dulce; creo que ha llegado mi turno. En -un negocio tan delicado, la última palabra pertenece al majistrado: - - _Nec Deus intersit, nisi dignus vindice nodus_ - _Inciderit._ - -Querido Fox, no dudo de vuestras intenciones. Si os pidieran consejo -en semejante caso, sin duda responderíais que un pleito por ruptura -de promesa tendria para el abogado contra quien lo entablaran las mas -enojosas consecuencias; seria no solo una pérdida de fortuna, sino la -ruina de una clientela, hasta la obligacion quizá de cambiar de pais. ¿No -es esa vuestra opinion? - ---Sí, murmuró Fox suspirando. - ---¿Tendré necesidad de agregar, continuó el exelente Humbug, tendiéndole -la percha al ahogado,--tendré necesidad de agregar,--que un hombre como -vos no tiene que inquietarse de esas consideraciones, por graves que -sean? ¿Que le basta haber empeñado su palabra para cumplirla, no es -verdad? - ---Sí, dijo el abogado suspirando de nuevo; siempre he amado á Dinah: lo -que me detenia, son dificultades que.... - ---Que ya no existen, interrumpió Humbug. Hénos á todos de acuerdo. Esto -vá á concluir como en las buenas comedias: amor, lágrimas é intrigas en -los primeros actos, y por desenlace casamiento. - -Fox abrazó á Dinah de bastante mala gana, y le tendió la mano al cuácaro; -Dinah, ruborizada de placer, corrió hácia Susana. - ---Amiga querida, la dijo, á tí debo mi felicidad. Y á tí tambien hija -mia, díjole á la niñita, que ya palidecia de celos. - ---Todo está muy bueno, dijo Seth, que ya se iba á las nubes. Pero puesto -que estamos aquí y que tenemos al señor juez de paz, nada impide que se -estienda el acta de casamiento sobre tablas. - ---Con mucho gusto, dijo Humbug; la señorita Susana nos servirá de -escribano. - -Decir y hacer fué todo uno; yo creía que semejantes uniones no eran -buenas sino en el teatro, donde se deshacen entre telones; suponia que el -último tabelion estaba encajonado hacia mucho tiempo; pero en América se -está siempre tan apurado que se ha conservado la vieja usanza. Una vez -de acuerdo los enamorados, no hay necesidad de parientes ni de notario. -Dos sí pronunciados ante un juez de paz os casan hasta la eternidad. La -voluntad es todo,--la formalidad nada. Aquellas jentes no tienen el gusto -de la ceremonia. - -Con qué placer salí de aquella casa donde habia entrado con el corazon -turbado! Paddy hizo una cosecha de dollars como para perder la cabeza -durante todo una semana. Jamás la calle del _Laurier_ se habia visto -favorecida por tan honrada y alegre compañia. Yo presidí el cortejo -con mi Susana, la cual daba la mano á su pequeña protejida; Humbug -y Seth formaban la retaguardia; entre nosotros caminaba la nueva -pareja,--Dinah, risueña como la aurora, Fox, cabisbajo. - - Honteux comme un renard qu’une poule aurait pris. - -Mas cuando somos felices muy pronto se bebe un poco de verguenza. Si -el imprudente habia jugado al amor con demasiada lijereza, de qué modo -era castigado por su falta? Casándose con una mujer encantadora. A este -precio inocentes conozco yo que se harian criminales. - -Era menester preparar á la madre de Dinah para la vuelta de su hija; -era menester tambien que Fox anunciára su casamiento á sus amigos, -disponiendo su casa. Mientras llegaba el gran dia, Susana se llevaria -consigo á Dinah; á mi me estaba reservado el papel de padre y de tutor: -la dichosa tontera que habia hecho me daba algun derecho á ello. - -Devolvióse á Fox un resto de libertad de que no podia abusar, y toda la -comitiva hizo alto en mi casa; aquello fué una fiesta, nunca se comió -mas alegremente. Marta abria una boca como un horno, y suspiraba como un -volcan admirando y sirviendo á su cuñada; Susana y Alfredo tenian siempre -alguna cosa que decirse al oido; solo Dinah era admitida como tercero -en aquellos misterios, en que se reia sin cesar. Seth devoraba cuanto -habia sobre la mesa, con la satisfaccion de un hombre que ha terminado -un gran negocio y que come en casa ajena. Humbug, que apesar de su -enorme vientre, comia poco y no bebia mas que agua, se desquitaba de su -sobriedad citandome los mas alegres versos de Horacio, este otro bebedor -que cantaba en ayunas los placeres de la embriaguez: - - Nunc es bibendum, nunc pede libero - Pulsanda tellus. - -En cuanto á mí, recojido en mi mismo, me sentia gozoso, alegre y feliz -como un niño. Pero nada puede dar la medida del contento y animacion de -mi Jenny. No podia estarse quieta, iba, venia, llenaba todos los platos -con _roast beef_[55], papas, jamon, pastel, queso, frutas y tortas, -derramaba á torrentes la cerveza escocesa, el Madera y el vino del Rhin, -para todos los hombres tenia una palabra amable, y una caricia para todas -las mujeres. Un casamiento! era para ella lo mismo que haberse sacado la -loteria grande. Si en la Biblia habia algun versículo que Jenny mirase -como divinamente inspirado entre todos, era la gran palabra que Dios -le dirije á la primer pareja en el Génesis: _Creced y multiplicaos, -diseminaos por la tierra y la sujetad_. La exelente mujer no era ni -Americana ni protestante á medias. El celibato era á sus ojos un crímen, -ó por lo menos una enfermedad que no se podia curar demasiado. Si la -hubieran dejado, no habria consentido ni un soltero en la tierra; me -imajino que habria acabado por casar al Papa con la Italia. - - - - -CAPITULO XXVI. - -La caridad. - - -Al dia siguiente, á la hora de almorzar, senti mi corazon muy aliviado. -Dinah á mi derecha, Susana á mi izquierda me daban el aire de un -patriarca en medio de sus hijos. Desde que me hago viejo, nada me place -tanto como ver á mi al rededor esas jóvenes fisonomias, frescas como el -dia que nacen, rientes como la esperanza. Ay de mi! Porqué no podremos -apartarles las escabrosidades del camino! prestarles esa esperiencia que -la vida nos vende tan cara y que de nada nos sirve! - -Mi mujer no hacia las cosas á medias. Puesto que yo habia adoptado á -Dinah, y que Fox se casaba con ella, Fox era el protejido de Jenny! Por -consiguiente, habíale puesto su cubierto al lado de su bien amada. - -Por lo demás, entró sin el menor embarazo con un ramillete blanco en la -mano y abrazó á su prometida con aire vencedor. Cuando la cólera crispaba -la cara puntiaguda del abogado no era hermoso; tierno y galante era -horrible; hubiérase dicho una serpiente enamorada. Dinah no pensaba así; -en vano yo le decía las cosas mas amables, no tenia ojos sino para su -otro vecino. Raquel habia admirado menos á Jacob, cuando éste daba vuelta -en el desierto la piedra del pozo para abrevar las ovejas de Laban. Las -mujeres tienen en el mas alto grado el instinto de la propiedad, y de -todas las propiedades la que mas les llega al alma es un marido. Pero -al paso que una Francesa es una ninfa cazadora que una vez atrapado el -pájaro no se acuerda mas de él,--la Americana se apodera de su marido con -toda la aspereza y todo el celo de un paisano francés que se ha casado -con la tierra. Es su bien, es su cosa; el desgraciado se convierte en un -pájaro enjaulado, en un esclavo doméstico; pero pájaro acariciado sin -cesar y esclavo cuyos mas mínimos deseos se adivinan. Los americanos -abusan de tal suerte de su independencia fuera de casa, que en volviendo -á ella ya no tienen voluntad. Ese yankee que hace consistir su gloria y -su orgullo en no cederle á ningun hombre, no es en su casa mas que un -marido benigno que oye á su mujer y se complace en obedecerla; suave con -los débiles es intratable con los fuertes. Aquel pueblo tiene el espíritu -al revés, no hace nada como nosotros. - -Fox queria salir con Dinah para hacer algunas compras para el casamiento, -Susana se opuso á ello. - ---Señor abogado, dijo, lo siento mucho, Dinah me pertenece. La hemos -hallado un puesto de maestra de escuela y está comprometida por seis -meses; hoy debe comenzar sus funciones y no puede faltar á su palabra. -Dentro de algun tiempo me será fácil reemplazarla y podré dejárosla toda -una semana, hoy no es posible.--Papá, añadió, contamos con vos para -nuestra instalacion. - ---Querida hija, la dije, no olvides que yo tambien tengo deberes que -llenar en el hospicio de la Providencia, y que estoy en descubierto. Ese -pleito de ayer.... - ---Eso no es nada, dijo Susana; id inmediatamente á ver á vuestros -enfermitos; nuestra escuela está en la calle Federal, cerca de la de los -Noyers; os esperamos á medio dia. - -Llegado que hube al hospicio, pregunté por el director; era este una -mujer, la maestra de Susana, la célebre señora Hope, doctor en medicina y -profesor de hijiene, y vaya otro contrasentido de esos que no se hallan -sino en los Estados-Unidos. Por lo demás era una respetable matrona, que -me acojió como á un cofrade, comenzando inmediatamente la visita conmigo. - -El hospicio era un modelo; no he visto en ningun pais una instalacion -tan perfecta. Vastos salones con un pequeño número de camas, anchamente -espaciadas; nada de cortinas, mucho aire, discreta luz, silencio, -limpieza esquisita, nada de ese olor rancio y nauseabundo que hace -del hospital un objeto de repugnancia, y muchas veces una residencia -envenenada. - -Por primera vez hallé reunidas todas las condiciones que la hijiene -reclama no menos que la caridad. - -Al llamado de la señora Hope acudió un escuadron volante de jovencitas. -Sus vestidos negros, sus delantales levantados, y sus gorras blancas -dábanles un falso aire de hermanas de caridad. Eran las internas del -hospicio, los futuros doctores con faldas de la libre América. Siguieron -mi clínica con la mayor atencion; hízome mucho efecto la sencillez de sus -espiraciones, cuando me esponian el estado del enfermo, y el cuidado con -que tomaban nota de mis palabras y de mis prescripciones; pero como tenia -demasiado buen sentido para tomar á lo sério aquel ensayo quimérico; -preguntéle á la buena señora Hope que esperanza se prometia de aquella -singular educacion. - ---Creo, me dijo, que llegarémos á una gran reforma. Estas jóvenes -discípulas que han estado dos años en el hospicio de la Maternidad, -el año que viene irán á la clínica de las mujeres; haremos de ellas -verdaderos médicos. - ---Bravo! esclamé, para nosotros barbas grises será encantador el vernos -cuidados por Hipócrates de diez y ocho años con miriñaques y encajes. - ---No, me contestó, nosotros no nos ocuparemos de vosotros, señores. Pero -el parto, el cuidado de los recien nacidos, las enfermedades y la locura -de las mujeres, correrá de nuestra cuenta; eso nosotros lo entendemos -mejor que vosotros. A vosotros se os dejará la cirujia y los casos -estraordinarios; pero todo lo que una madre ó una mujer no os confia sino -con pesar, lo tomaremos para nosotras; se os espulsará de un dominio que -vosotros habeis usurpado. Introduciremos el pudor en la medicina; la -preocupacion gritará segun su costumbre, pero las mujeres, los padres -y los maridos estarán con nosotros, y la victoria será nuestra; no lo -creeis asi doctor? - -Qué se ha de responder á un fanático, sobre todo cuando ese fanático -es una mujer, es decir un ser débil por naturaleza, aflijido por una -obstinacion orgánica? Corté la discusion y continué mi visita. Las -enfermedades no eran graves y los pequeños enfermos de tan tiernos y -prudentes cuidados que poca cosa me quedaba que ordenar. Solo tuve que -hacer una operacion y de poca importancia. Abrí en el cuello de un niño -un absceso de carácter maligno, y mal colocado. La lijereza de la mano, -la gracia y la elegancia de la cura son la gloria de nuestra escuela -de París; asi obtuve un gran éxito cerca de mis jóvenes discípulos; mi -vendaje, con sus repliegues injeniosos fué dibujado en el acto, y el -dibujo colocado como modelo en la sala de las operaciones. Lo digo en -verdad, viendo tanta intelijencia, tanta bondad y atencion, hubo momentos -en que estuve por admitir que las mujeres sirven para algo mas que para -dar tisana á los niños. _Todo esto no anda muy mal_, hubiera dicho -Montaigne, _pero qué! ellos no usan pantalones_. - -Hice á tiempo esta reflexion, y lo digo en honor mio, permanecí fiel á la -antigua relijion de la facultad. Vivan las novedades en política, en ese -terreno son inocentes, pero en saliendo de él viva la preocupacion! La -prueba de que es saludable, es que tiene en su favor la mayoria y que á -los novadores se les lapida. Hallé pues, encantadoras á aquellas jóvenes -heréticas, pero la herejia era abominable, y no cedí. - -Terminada la visita pasé al consejo de administracion; la señora Hope -me acompañó, sentándose entre nosotros sin que su presencia llamára la -atencion de nadie. Entre los _trustees_ ó administradores, hallé algunas -caras conocidas: á Rose el boticario, al bravo Coronel Saint John, al -amable Humbug, y á Noé Brown, el insoportable puritano. La directora fué -quién habló primero; espuso en buenos términos, y con las pruebas en las -manos, la insuficiencia de la casa y la necesidad de comprar un jardin -del vecindario para el uso de los convalecientes. Cuando ella terminó, -preguntáronme mi opinion. - ---Apruebo en todo esa excelente idea, dije, y estoy convenido de que -dirijiendo y haciendo recomendar á la administracion una memoria tan -neta y tan bien hecha, obtendriamos de aquí ocho ó diez años esa mejora -urjente. - ---De qué administracion hablais? preguntó el Coronel, que presidia por -derecho de antiguedad. - ---Hablo de la administracion jeneral de los hospicios. - ---Qué mónstruo es ese? dijo Humbug riendo. Brown, es el nombre de algun -nuevo Leviathan? - ---Tregua á las chanzas, dije á Humbug; supongo que este hospicio -depende, como todos los demas, de una gran administracion protectora y -centralizadora: Es el Estado, es la Ciudad, es una corporacion la que -regla, vijila y organiza la caridad? poco importa; lo evidente es que -siempre se depende de alguna de esas cosas. - ---Hé ahí, dijo el grosero Brown, que es lo contrario de la verdad. -Gracias á Dios! nosotros no dependemos de nadie. Hénos aquí reunidos para -aliviar la miseria, ponemos en comun nuestra buena voluntad, nuestro -tiempo y nuestro dinero, sometemos nuestros estatutos al Estado, que -hace de nosotros una corporacion; hecho esto, quién puede tener derecho -á mezclarse en nuestros negocios? Es un crímen la calidad? Es una carga -política ó municipal? Yo soy cristiano y socorro á los pobres á mi -manera, quién puede pues, inmiscuirse en esto, que es para mi uno de los -primeros deberes? Acaso se gana el cielo por procuracion? - ---Permitid, le dije; nadie os prohibe que deis vuestro dinero; jamás -tirania alguna llevó su crueldad hasta ahí. Pero el derecho de fundar un -hospital es otra cosa; si al primero que se le presentase le concede la -facultad de abrir esos asilos, á qué desórden no iriamos á parar! Pronto -tendriamos hospicios homeopáticos, y que sé yo! - ---Hospicios homeopáticos? dijo Rose, hay tres en la ciudad, y va á -fundarse el cuarto, qué mal hay en eso? - ---Rose, amigo querido, esclamé, sois vos un boticario ortodoxo, quién -semejantes monstruosidades profiere? - ---Querido Doctor, repuso Rose, nosotros no sabemos ni en relijion -siquiera, lo que es una ortodoxia oficial. Dejámosle á cada cual el -derecho de buscar á Dios, segun su conciencia. Obrando de buena fé, no -podemos ser mas rigurosos con la salud del cuerpo que con la del alma. -Por otra parte, mi buen amigo, ambos somos augurios, y sabemos á que -atenernos sobre la medicina oficial y las píldoras ortodoxas. - ---Sea! repliqué; proclamad la libertad del charlatanismo y del -envenenamiento; ya nada me asombra en esta república, que debiera poner -en su bandera la divisa de la abadia de Theleme: _Haz lo que quieras_; -pero os hablaré en nombre de la utilidad y del buen sentido. Con vuestro -sistema de _dejad hacer_, cuántos hospicios teneis? - ---Unos cien, cuando mas, dijo la señora Hope. La cifra me asombró; no -creia en esa fecundidad de la caridad anárquica, mas no habia agotado mis -razonamientos. - -Unos cien hospicios! esclamé; señores no olvideis esa cifra admirable; si -ella hace honor á los cristianos de París en Massachusetts, preguntaos, -como hombres prácticos, lo que esa multiplicidad, la que esa concurrencia -debe fatalmente producir. Empleos dobles, pérdida de dinero; aquí, -superabundancia; alli, ausencia completa de socorros; despilfarro y -pobreza. Suponed, al contrario, que una vasta administracion reune -esos hilos dispersos, y concentra esas fuerzas estraviadas; colocando -en la cúspide de la pirámide á un hombre vijilante, activo, económico: -en el acto reina el órden, y con el órden todos los beneficios de la -unidad! Jerarquias médicas, clínicas regulares, enseñanza disciplinada, -caja central, farmacia central, en una palabra un verdadero imperio: -el imperio de la caridad, con su jefe, sus ministros y sus súbditos. -No es un sueño; ese ideal, es una verdad en los paises que están á la -cabeza de la civilizacion. Gracias á la maravillosa potencia de la -centralizacion yo afirmo que con un pequeño número de grandes hospicios y -una organizacion vigoroza, me seria fácil duplicar el número de camas de -vuestros enfermos, sin gastaros un dollar mas. - ---Estoy convencido, dijo Humbug. Con su talisman, el doctor es capaz de -rehacer el mundo, estirpando de él todos los desórdenes de la libertad. -Pido que por el mismo voto, se pongan en sus manos, las fábricas de -tejer, las fundiciones, los astilleros y demas. Con usinas centrales, -y una jerarquia de injenieros, no dudo que la produccion se doblará, -disminuyendo todos los gastos. - ---Sois insoportable, le dije, me tomais por un comunista? Creeis acaso -que ignoro que en industria esa unidad es una quimera? - ---Por qué? repuso el eterno burlon. Por ventura en industria la -centralizacion no produce forzosamente la economia de las fuerzas, la -regularidad de la produccion, la jerarquia y la disciplina del trabajo? - ---Sin duda, repuse, pero ese es el lado pequeño de la cuestion. Esa -uniformidad mecánica destruye la ley moral de la produccion. Qué -significa esa regularidad ficticia, si ella destruye el ojo del amo, -si anonada el esfuerzo individual, el interés privado, la libre -competencia? Una gota de agua al lado del océano. Lo que yo os propongo -al contrario.... - -Es exactamente la misma cosa, interrumpió Humbug con vivacidad. Interés -privado, esfuerzo individual, libre competencia, todos esos móviles -que apreciais tan bien, son igualmente los móviles de la caridad; es -menester agregar la abnegacion que solo vive de la libertad. Si el Estado -ó el comun se encarga de socorrer á los pobres en reemplazo mio, si esa -enorme mecánica me desembaraza de la primera de las virtudes, pagaré -arrugando el ceño un impuesto mezquino, y todo estará dicho. Pero dejad -á mi cargo el cuidado de la miseria, y las dulzuras de la limosna, y -os daré hasta mi último cobre. Yo me curo poco de los otros hospicios -de la ciudad, no los conozco; pero este es mio,--esos niños, los amo -como si Dios me los hubiera dado á mi solo. Cuando he terminado mi dia, -cuando me siento triste y fatigado, aquí es donde vengo; en medio de -mis pequeños protejidos es donde olvido mis pesares. Preguntad á estos -caballeros lo que cuesta la caridad voluntaria. Calculando por bajo les -costará el décimo de su renta; apuesto á que si el Estado nos tomára -una veintésima parte, todos gritariamos á la tiranía! Concedo que habrá -dinero despilfarrado y fuerzas perdidas, pero lo que se debe ver es el -fin, y afirmo con las pruebas en la mano, que la caridad individual es -tres y cuatro veces mas fecunda que la caridad organizada. Vuestro -sistema, caro doctor, arroja sin cesar, entre la voluntad y el acto, un -obstáculo que todo lo hiela. Nosotros no somos paralíticos,--dejadnos -obrar, ved lo que un pueblo gana con la libertad. Bajo el punto de vista -político, el Estado tiene el mayor interés en dejarnos la práctica de la -mas amable y sociable de las virtudes; bajo el punto de vista económico -hace un excelente negocio; multiplica los socorros y los estudia y sirve -á la vez á la ciencia y á la humanidad. - ---Señores, dijo el Coronel, me parece que nos alejamos mucho de la -cuestion. Nos piden veinte mil dollars por mejorar y agrandar nuestro -hospicio; no tenemos sino una cosa que hacer: suscribamos y dirijamos una -carta de suscricion á nuestros sócios. Yo que no tengo hijos y que he -adoptado esos pequeñuelos, doy el ejemplo, y me suscribo por mil dollars. - -La lista pasó de mano en mano: cuando llegó á mí, hice lo mismo que -Rose,--me suscribí por cincuenta dollars. - ---Permitidme una reflexion final, dije al Consejo. Veo que compramos, -mediante diez mil dollars un jardin de poca estension, no es muy caro? - ---Es el doble de su verdadero valor, repuso la señora Hope, pero el -propietario no quiere deshacerse de él por menos. - ---Pues es gracioso! esclamé. Un propietario que coloca su conveniencia -y su egoismo sobre el interés de los pobres! eh! Señores, es menester -espropiarlo; no fomenteis con vuestra debilidad una odiosa especulacion. - ---Doctor Smith, dijo Brown, frunciendo las cejas, eso si que es comunismo -de primera clase. - ---Vaya, vaya, repuse alzando los hombros, acaso el interés particular no -debe ceder al interés jeneral? - ---Sin duda, repuso el puritano; pero nada hay tan peligroso como las -máximas banales. Así es como siempre han muerto la libertad,--con -palabrotas. La propiedad no es un interés, es un derecho. El interés -jeneral es una palabra elástica y vaga, que puede cubrir las pretensiones -mas injustas á la vez que las mas lejítimas. Antes de invocarlo, comenzad -por definirlo. - ---Nuestras leyes han definido la cuestion, dijo Humbug. Para nosotros -no hay sino cuatro causas de espropiacion: un camino, una calle, un -ferro-carril, un canal. Pero aunque seamos por excelencia un pueblo -municipal, y aunque la ciudad sea soberana en lo que le concierne, -no obstante, la propiedad es cosa tan santa, que antes de tocarla es -menester que la lejislatura del Estado intervenga; ella es la que aprueba -la traza y la que autoriza la espropiacion, mediante indemnizacion -prévia. Para todo el resto: escuela, hospicio, casa municipal, Iglesia, -la ley coloca el derecho particular primero que un interés que en -resumidas cuentas no viene á ser sino el de una corporacion ó el de -un barrio. A dónde iriamos á parar con vuestro sistema doctor? Me -despojarian de la herencia de mi padre, me arrebatarian mis recuerdos, se -reirian de mis afecciones, turbarian la mas santa de las propiedades, y -para qué? Para edificar un teatro ó una fonda. - ---Cómo! esclamé, en una república donde el pueblo manda, osais defender -esas viejas máximas feudales? - ---Señor, dijo Brown, vos no entendeis jota de libertad. Cuanto mas -democrático es un pais, tanto mas necesario es que el individuo sea -poderoso y sagrada su propiedad. Nosotros somos un pueblo de soberanos; -todo lo que debilita al individuo nos conduce á la demagojia, es decir al -desórden y á la ruina; todo lo que fortifica al individuo nos conduce á -la democracia, reino de la razon y del Evanjelio. Una nacion libre es una -nacion en la que cada ciudadano es dueño absoluto de su conciencia, de su -persona y de sus bienes; el dia en que, en lugar de hablarnos de nuestros -derechos individuales, nos hablen del interés jeneral, adios de la obra -de Washington; seremos una muchedumbre y tendremos un amo. - ---Señores, dijo el Coronel, que se interesaba mediocremente en nuestros -debates, no hay nada mas á la órden del dia, está levantada la sesion. -Os pido perdon de dejaros, añadió. Dicen que hay malas noticias de la -guerra, estoy impaciente por saberlas. - -Nada que me disgustaba acabar con el puritano y su áspero lenguaje; pero, -por mi desdicha, habíale caido en gracia, ó mejor dicho, el hombre habia -formado quizá el glorioso proyecto de convertirme á su fanatismo. - ---Doctor, me dijo, tengo que pediros un servicio. Acabamos de fundar en -este barrio un _instituto de obreros_[56]. Habrá una biblioteca, un museo -de modelos, dos salas de dibujo, un gabinete de lectura, en una palabra, -todo lo que hace la utilidad de un Club de esa especie. Los mismos -obreros son los que proveerán á los gastos de entretenimiento; lejos de -nosotros el pensamiento de erijirnos en bienhechores, turbando en lo mas -mínimo la obra de la libertad. No debilitar jamás ni la dignidad ni la -responsabilidad de aquellos á quienes beneficiamos, es la primer regla -de la caridad. Pero hay gastos de fundacion que son considerables, la -bolsa de nuestros trabajadores no basta para ellos; necesitamos diez -mil dollars por lo menos. Para obtenerlos, hacemos lecturas públicas -y pagodas. Everett el clásico nos ha prometido su concurso, así como -el elocuente Sumner. Espero que tendremos al filósofo Emerson y al -poeta Longfellow. Por mi parte daré una leccion, en la que mostraré que -reahabilitando el trabajo y levantando al obrero, el Evanjelio ha creado -al mismo tiempo la riqueza y la libertad modernas. Vos no rehusareis el -uniros á nosotros. Dos lecturas sobre la hijiene de los recien nacidos, -por el sábio médico del hospicio de la Providencia, nos atraerian todas -las madres, y nos valdrian cuatro-cientos dollars por lo menos. - ---Teneis la autorizacion del Gobierno? le dije. - ---Por quien soy, doctor, os digo que os ireis derecho al paraiso, -contestó el porfiado. A fuerza de cuidar niños os habeis puesto como -ellos; no podeis caminar sin andadores. Qué autorizacion se necesita para -ilustrar á los hombres y hacerles el bien? - ---Comó! esclamé, podeis dar cursos públicos y hablar de política á los -obreros sin que el Gobierno intervenga? - ---Seguramente, dije, si olvidamos nuestros deberes, la ley está ahí, y la -justicia con ella; eso basta. - ---No, eso no basta; el Estado no puede abandonar al primer advenedizo el -derecho de hablar á los hombres. Esa ciencia de parada, esa instruccion á -medias le inspira al pueblo una ambicion desastrosa; es poner al pais y -aun á la relijion en el mismo peligro. - ---Una media luz vale mas que la noche, reino de los apetitos y de las -pasiones, dijo Brown, y por otra parte, cómo se ha de hallar el dia si -no se le busca? Es menester que hablemos al pueblo, y que nos pongamos -sin cesar en relacion con él. Para nosotros, demócratas y cristianos, -hay ahí una cuestion de vida ó muerte; lo que mata las repúblicas, es -la ignorancia; ilustrad al pueblo si temeis al despotismo. Lo que mata -la relijion es una fé que no razona; ilustrad al pueblo si temeis la -infidelidad. Necesitamos luz en todo y para todo. Si el cristianismo es -una fábula, que caiga; si es la verdad que reine. Creeis que nosotros -los pastores, somos algunos charlatanes que viven del error y de la -credulidad? - ---Calmaos, respondí, y no coloquemos tan alto la cuestion. Me -concedereis que dando á los obreros un punto de reunion, fundais un club -en el que serán amos. - ---Sin duda, puesto que estarán en su casa. - ---Y no veis que á la primer querella con los patrones ese club se -convertirá en un foco de coalicion? - ---Si los obreros quieren coaligarse, dijo friamente aquel fanático, quién -se los puede impedir? Los que venden su trabajo tienen tanto derecho como -los que se lo compran. Es un trato que se hace con entera libertad. - ---Pero señor, esclamé indignado de aquella estupidez, vos predicais la -anarquía. - ---Señor, me dijo con su brutalidad ordinaria, vos hablais un lenguaje que -no es el de la América. La anarquía es la invasion de la libertad ajena, -no la defensa de su propia libertad. - -Creedme, añadió alzando al cielo unos ojos inspirados, la cultura del -alma es la salud de las democracias cristianas; ellas no viven sino -por la educacion. Dejad que los obreros léan, se instruyan y discutan: -educadlos, segun el sentido admirable de la palabra, levantadlos hasta -nosotros, levantaos vosotros mismos con ellos, y no tendreis que temer -ni coaliciones, ni comunismo ni todas esas locuras que espantan al viejo -continente. Son enfermedades que la ignorancia enjendra; á nosotros toca -curarlas, doctor. _Sursum corda_, hé ahí mi divisa. - ---La acepto con toda mi alma, repuse arrebatado por la fogosidad de aquel -inspirado, contad conmigo. - -Una vez solo con Humbug, preguntéle si venia conmigo á la instalacion de -Dinah. - ---Tengo interés en no faltar, doctor Paradoja, me dijo con sonrisa -maligna; me divertís mucho con vuestras magníficas teorías. Cuanto mas os -oigo tanto mas aprecio la grandeza de nuestras instituciones. - ---Gracias por el cumplimiento, le contesté, parece que mis elojios de la -centralizacion os hacen el efecto de una demostracion de la libertad _per -absurdum_; debiais ser mas caritativo mi buen amigo, y pensar que hay en -la tierra otros paises que la América. - ---Os veo venir, me dijo, fanático de la unidad latina, piadoso adorador -de la Francia. Yo tambien amo á los Franceses; los nietos de La-Fayette -son para mi hermanos; pero perdóneme ese pueblo injenioso, si le digo -que hace sesenta años que persigue un problema insoluble. Poner la -libertad en una carta, y el despotismo en la administracion es querer -caminar atado de piés y manos; todo el talento del mundo reunido no lo -conseguiría. - ---Deveras, repuse sonriendo de aquella vanidad. Véamos, hombre práctico, -decidnos pues lo que falta á los Franceses para elevarse hasta la -civilizacion de los Yankees. - ---Una sola cosa, dijo, con la mayor seriedad. En todos sus sistemas han -olvidado la pieza esencial, sus políticos se parecen á Sam el distraido. - ---Quién es Sam el distraido? - ---Era el mensajero de mi aldea, dijo alegremente Humbug. Un muchacho -lleno de penetracion y de malicia, osado hasta la temeridad, económico -hasta la avaricia, exacto hasta la minuciosidad,--vamos, la gloria y el -honor del Connecticut. Solo tenía un defecto,--que perdia la memoria. -Un dia que tenia que distribuir mas de cincuenta paquetes en el camino, -viéronle á cada paso inquieto y ajitado.--“Me he olvidado de algo, decia, -pero qué es lo que he olvidado?” Al fin llegó al pais, y hé aquí sus -hijos que salen á recibirle.--“Buenos dias, papá, dónde está mamá?”--Dios -mio! gritó Sam, pegándose en la cabeza,--“hé ahí lo que me faltaba, he -olvidado mi mujer!” - -Es lo mismo que les pasa á los Franceses: tomad al azar una de esas -constituciones que les han fabricado por docenas,--hallareis en ella al -Estado y sus derechos, al individuo y sus derechos; pero falta.... - ---Qué falta? esclamé. - ---La sociedad, respondió Humbug. A un lejislador Francés nunca se le ha -ocurrido que la sociedad, es decir, la asociacion bajo todas sus formas, -la libre accion de los individuos reunidos,--tuviera un puesto en la vida -política de la Nacion. Nosotros los Americanos le damos el mas ancho -dominio: el comun, la Iglesia, el hospicio, la escuela, la educacion -superior, las ciencias, las letras. Cada asociacion es para nosotros una -especie de familia agrandada,--y todas esas asociaciones, elevándose -gradualmente forman otras tantas hiladas que arrancan del individuo para -llegar al Estado. La América no es, hablando en verdad, sino una reunion -de familias, que hacen por sí mismas sus negocios. Hay algo de esto en -Francia? Allí solo se vé una cosa,--la administracion, inmenso pólipo que -echa en todas partes sus brotes, que en todo se enreda, que todo lo toma -y lo sofoca: - - _Monstrum horrendum, immane, ingens, cui lumen adeptum._ - -El pais está cortado en dos partes; de un lado el poder, con todos los -recursos de una centralizacion formidable,--de otro una muchedumbre que -obedece mas ó menos voluntariamente. De ahí todas las revoluciones que -destrozan ese hermoso país, de ahí su eterno absorto. Ora debilitan la -autoridad y la reducen á la impotencia, y creyendo agrandar la libertad, -no llegan sino á la anarquía; ora se echan en el exeso opuesto, y -estrechan todos los vínculos, y creyendo servir al órden, no llegan sino -á lo arbitrario. Deplorable espectáculo el de un noble pueblo, que no -sale del abismo sino para caer nuevamente en él! - ---Y el remedio, querido amigo? Quién sabe si el carácter nacional no es -la causa de ese mal éxito perpétuo? - ---No creo, dijo Humbug, que haya pueblos nacidos para servir, no -esceptúo ni á los negros; por otra parte no veo que la Francia haya -hecho nunca un mal uso de la asociacion. Gracias á la administracion, -que sobre-nada despues de todas las revoluciones, y se enriquece en -cada naufrajio,--hánles rehusado siempre á los franceses esa apacible -libertad, que atempera y predomina sobre todas las demas. Diez veces -les han dado un voto que no les servia de nada; pero el cuidado de sus -propios negocios todavía lo espera. Reyes durante una hora, hánles -rehusado desde el dia siguiente hasta la facultad de obrar y hablar. -Bajo tales condiciones la esperiencia no está hecha; la soberanía no es -la libertad. Con la primera el pueblo no conquista frecuentemente sino -el derecho de perderse; con la segunda, vive, crece y tiene en sus manos -su fortuna y su honor. Cuando los franceses hayan hecho el ensayo de -gobernarse por sí mismos, podrá condenárseles; hasta entonces nadie tiene -el derecho de acusarlos. La Fayette, cuyos escritos leemos nosotros, -al paso que quizá son desdeñados en Francia, reclamaba hace cincuenta -años esa vida libre, esas reuniones libres que hacen nuestra grandeza. -Si yo tuviera el honor de ser su compatriota,--hé ahí la herencia que -quisiera revindicar. El que á los franceses enseñe que la centralizacion -los esclaviza, que solo la asociacion puede salvarlos, ese hombre habrá -arrancado por siempre jamás el jérmen de las revoluciones, plantando en -fin en una tierra jenerosa el árbol que no nunca se secará. Y, con mas -seguridad que Arquimedes podrá gritar: _Eureka_; porque habrá hallado -simultáneamente dos tesoros mas preciosos que todas las riquezas del -mundo,--la libertad y la paz. - ---Bravo, Humbug! esclamé, estais elocuente. Pero mi buen amigo; si -fuérais á contar semejantes fábulas á Paris, en Francia, os silvarian -como á un soñador, esto es, sino os encerraban como á un sedicioso, en -medio á los aplausos de la moderna Atenas. - ---Eso no me sorprenderia, dijo; los atenienses de otro tiempo tenian un -filósofo que la Pitia proclamaba ser el mas sabio de los hombres, y fué -por esto que se dieron prisa en matarlo. Los sapientes de la Agora, las -jentes prácticas acusaban á Sócrates de ser un revolucionario y un atéo. -Qué es hoy dia de la memoria de esos grandes hombres de estado que habian -salvado la patria, y que naturalmente se hacian pagar sus servicios? Un -ciudadano no se detiene ante esos obstáculos miserables; defiende la -verdad con una tenacidad invencible, señala el escollo, grita hasta que -la corriente lo ahoga; salva algunas veces á las jentes á pesar de ellas, -y nada espera sino de la posteridad. El reconocimiento es la virtud del -porvenir. - -Singular pueblo! murmuré, entre estos almaceneros las convicciones son -pasiones, al paso que entre nosotros, pueblo heróico y teatral, las -pasiones y los intereses son las que...... guardé para mi el resto de la -reflexion. - - - - -CAPITULO XXVII. - -La escuela. - - -Charla que charla llegamos á la calle Federal. Frente á nosotros, sobre -un montecillo que dominaba la ciudad y la campaña, alzábase altivamente -un edificio de grande apariencia,--una torre cuadrada flanqueada de dos -alas. Si hubiera estado en un pais civilizado, habria dicho: “Es la -caserna de la jendarmería ó la casa de la prefectura.” En aquel pueblo -sin policía y sin gobierno, era el palacio del Abcdé,--era la escuela! -Una nacion puede ser juzgada por sus monumentos. - ---Y bien, doctor, me dijo Humbug, cómo hallais el palacio de nuestra -juventud? - ---Muy hermoso exteriormente, le contesté; pero muy mal arreglado. Veo -allá arriba unos muchachones de quince años y unas chiquillas de poco mas -ó menos que entran todos á un tiempo; eso no es propio. En toda escuela -bien organizada se separan los dos sexos; es una precaucion de la que -parece no teneis idea siquiera. - ---Dos entradas para niños que van á estudiar en la misma sala, dijo -Humbug? Para qué? - ---En la misma sala! esclamé, pensais en ello? Es el colmo de la -inmoralidad. - ---No veo de inmoral sino vuestra imajinacion, repuso Humbug riendo. -Nuestros niños, querido doctor, son niños honestos; entre nosotros no se -halla sino: - - _Virgines lectas, puerosque castos._ - -La escuela es una gran familia, en la que no hay sino hermanos y hermanas -que se disputan el premio del estudio. De dónde sacais vuestras horribles -ocurrencias? - ---Entónces, mi buen amigo, los Yankees son ánjeles, machos y hembras. - ---Y la Europa repuse, con sus veinte siglos de experiencia, no es mas que -una vieja chocha que no sabe, ni lo que hace ni lo que dice. - ---Querido doctor, dijo Humbug, los ingleses han comenzado por burlarse de -nosotros; hoy dia nos imitan. Dentro de diez años no habrá en Inglaterra -una sola escuela en que los dos sexos no estén juntos. En cuanto á los -otros pueblos de Europa, su educacion ha sido clerical durante tanto -tiempo que para despojarse de sus preocupaciones necesitarán mas de un -dia. Nosotros no educamos ni frailes, ni soldados; preparamos hombres á -la vida comun. Porqué, pues, no hacer la escuela á imájen de la familia y -de la sociedad? - ---Vosotros sois unos imprudentes! esclamé; jugais con el fuego. - ---Somos padres de familia, repuso Humbug; sabemos por esperiencia -que para dulcificar el corazon, formar el carácter, é inspirar ideas -jenerosas nada vale tanto como esa primera comunidad de trabajo y de -estudio: - - _Emolit mores, nec sinit esse feros._ - ---Lo que es imprudente, insensato,--es la pretendida sabiduría de la -vieja Europa. Separar los niños y las niñas, enseñarles desde la primera -edad que ambos están en un peligro misterioso, turbar y exitar sus -jóvenes imajinaciones, y echar despues de repente y en el momento mas -difícil en el mundo de los hombres ardientes y temerarios, á mujeres -inquietas, tímidas, sin defensa,--es una verdadera locura; pido perdon de -ello á vuestra gravedad, mi querido doctor. Vuestra educacion claustral -es un dique que detiene y aumenta todas las pasiones; nuestra educacion -comun habitúa nuestros hijos á amarse como hermanos y á respetarse -mútuamente. - ---Es posible, esclamé, que los peligros de vuestro sistema no os abran -los ojos? - ---Preguntádselo á nuestros maestros, repuso: no hallareis uno solo -que no esté orgulloso de nuestras escuelas mistas. Es una invencion -Americana,--una invencion que nos hace honor. Como siempre hemos tenido -confianza en la naturaleza humana y en la libertad; como siempre nos -hemos congregado. En ninguna parte la instruccion es mas fuerte, ni -tan moral, mas grande que en nuestra querida institucion. La emulacion -entre ambos sexos es un aguijon sin par. Por niño que sea, el hombre -se avergüenza siempre de ceder el primer lugar; la mujer es paciente, -y tiene la intelijencia mas abierta; en estos primeros estudios que -no tienen nada de abstractos, ella es siempre la que sale triunfante. -Pero ese no es sino el lado pequeño de la cuestion. Las niñas ganan -con nuestro sistema, tanto en carácter y voluntad, como los hombres en -corazon. Aprenden á conocernos, y, sea dicho entre nos, mi buen Daniel, -nosotros no somos peligrosos sino en tanto que no se nos conoce. Siendo -respetadas, las niñas se respetan á sí mismas; siendo libres se dan el -lugar que las conviene; y en las recreaciones, por ejemplo, una prudencia -natural las separa de sus compañeros. En cuanto á los jóvenes, ellos -adquieren en nuestras escuelas esa delicadeza de sentimientos, esa -política caballeresca que solo la sociedad de las mujeres puede darles. -Qué hay mas salvaje y brutal que el colejial inglés, abandonado á sí -mismo y á la tiranía de sus mayores? Habeis leido á _Tom Brown_? dá -vergüenza de la civilizacion. Preferiría vivir entre los Pieles-Rojas -antes que con colejiales como Eton ó Rugby. Entre nosotros, al contrario, -todos los jóvenes crecen juntos; á los diez y seis, á los veinte años, -sus relaciones son tan simples, tan fraternales como cuando se hallaban -en los mismos bancos. Mas de un casamiento se hace entre esos antiguos -camaradas de escuela; la estimacion, la amistad hacen nacer el amor y le -sobreviven. La Europa, vuestro ídolo, ha imajinado algo tan cristiano y -perfecto? - ---Es un sueño, dije. - ---Entrad, incrédulo, repuso Humbug; vereis que ese sueño es una verdad. - ---Una palabra todavia, le dije. Todos esos niños son santos, por -supuesto. Pero dónde hallareis hombres capaces de educar esas falanjes -celestes? Cuál es el maestro que puede animar á la vez la timidez de -vuestras niñas, y dulcificar la turbulencia de vuestros niños? Dónde ha -de hallarse ese fénix que, en cada comun, responda del honor y de la -virtud de vuestros hijos? - ---Entrad, repuso Humbug; vereis desempeñando su tarea á Dinah, vuestra -protejida, y á vuestra querida Susana quizá. - ---Estais loco, esclamé, pegando en el suelo con mi baston; es á una mujer -de veinte años á quién le confiais hombres que ya tienen barba en la -cara? Lindo jeneral para tal ejército; como lo respetarán! - ---Todavia una preocupacion del viejo mundo, querido doctor. Nada mas -natural en un jóven que ama á su madre que respetar á una mujer; lo que -no lo es,--es obedecer á un maestro que amenaza y castiga. La fuerza -influye poco en el corazon de un niño; cuanto mas jeneroso es, tanto -mayor es su resistencia; contra lo que no tiene defensa, es contra -la dulzura y la afeccion. En este punto tambien, la esperiencia dá un -desmentido á la antigua sabiduria, que no es sino un viejo error. Son las -jóvenes de la Nueva Inglaterra las que, con una abnegacion de misioneros, -se consagran á vivir entre la corrupcion del Sur ó en las soledades -del Oeste, con el objeto de educar á las almas jóvenes, y darlas á la -verdad y á Dios. Tenemos maestros, como los mejores que pueda haber; pero -nuestros mas bien dotados institutores, escollan allí donde una jóven -Yankee hace maravillas. La infancia pertenece á la mujer; es una ley -natural que hemos tenido el mérito de reconocer y de aplicar. - ---Amen, contestó, alzando los hombros; vamos á admirar esas tímidas -ovejas y esos dóciles corderos, conducidos por una pastora no menos -inocente que su rebaño. - -Entré de mal humor en la sala grande; y sin embargo de no poder sufrir -la sin razon,--lo confesaré con vergüeuza, apenas puse el pié en el -santuario me sentí seducido. - -Me hallaba en una vasta pieza, donde el aire y el dia entraban por unas -anchas ventanas; las paredes eran de una limpieza esquisita, y estaban -adornadas de trecho en trecho sea de cartas mudas, sea de cuadros de -historia natural, sea de figuras de física y de jeometria. Cada niño -tenia su pupitre, aislado por cuatro varillas que se cruzaban á su -alrededor. Sentado delante de esa mesa barnizada, que brillaba como un -espejo, solo, y sin vecino; el escolar es maestro de sí mismo; si se -distrae, si no trabaja, solo sobre él recae toda la responsabilidad. El -institutor colocado en un estrado, vijila de una mirada esas largas filas -de pupitres, colocadas unos tras de otros. Vijilancia poco necesaria en -un pueblo ambicioso donde cada cual quiere instruirse para llegar á la -fortuna y al poder! Los vicios de los Americanos les sirven á ellos mas -de lo que á nosotros nos sirven nuestras virtudes. - -Dinah estaba ocupada en una pieza vecina. El maestro de la sala grande -era mi Susana. En aquel momento la señorita enseñaba la jeometria á siete -ú ocho muchachones que, déboles esta justicia, escuchaban como buenos -niños á su amable maestra. - ---Venid, mi buen padre, dijo Susana toda gozosa; tomad esa tiza, -demostradnos las propiedades del cuadrado de la hipotenusa. - -Hacer una demostracion me habria sido difícil; habia sido demasiado bien -educado en la Universidad de Francia, para entender de jeometria; todo lo -que recuerdo sobre el particular se reduce á una vieja cancion que, quizá -tararean todavia al rededor de la Escuela _Politécnica_ con la tonada de -_Calpigi_. - - _Le carré de l’hypoténuse_ - _Est égal, si je ne m’abuse,_ - _A la somme des deux carrés,_ - _Faits sur les deux autres cotés._[57] - -Dejé pues á mi Susana trazar sobre la pizarra el triángulo, rectángulo A. -B. C., levantar sobre cada lado un cuadrado &a., &., y me retiré á fin de -que mi hija no tuviera que avergonzarse de la ignorancia paternal. - -En una de las salas chicas (lo menos habia ocho,) Dinah interrogaba, -sobre los rios grandes y pequeños de la Francia á unos niños de nueve á -diez años. Sorprendíme de su memoria y de su ciencia, yo Francés, que, -si me hubieran interrogado sobre la América, no habria podido ofrecer en -cambio á aquellos jóvenes eruditos sino el Mississipi, el Hudson y el -Potomac, únicos cursos de agua de que me hayan hablado. Verdad es que la -América nos interesa poco, al paso que la Francia, reina de las letras -y de las artes, debe interesar prodijiosamente á los Americanos. Es la -admiracion de los bárbaros por la civilizacion! - -Despues de la geografía vino la lectura en alta voz, y la declamacion. Un -hombrecito de nueve años se levantó, y sin timidez ni descaro, nos recitó -uno de los pasajes mas poéticos del _Hiawatha_ de Longfellow. Aunque -el jóven prodijio, gangueaba un poco, vicio comun en América, díjonos -aquel pedazo con una gran precision de tono y verdadero sentimiento; hay -actores célebres que no se han elevado nunca hasta esa altura. - -Despues de la poesía, vino la elocuencia. Un niño, de cabellos -relucientes, se levantó, puso los piés en escuadra, y con voz animada -entonó un himno á la gloria de la América: - - “Amigos y conciudadanos! - -“Estais apenas en la infancia, y sin embargo sois ya el primer pueblo -del mundo. Cuál es el héroe del último siglo, el mas grande hombre, -el mejor, el amigo de su pais y de la libertad? El universo contesta: -Jorje Washington, un Americano. Cuál era el primer físico? Franklin, -un Americano. El mas gran teólogo? Jonatan Edwards, un Americano. -Cuál es el mas grande jurisconsulto del siglo XIX? El juez Story, un -Americano. Cuáles son los primeros oradores de nuestra edad? Claye, -Webster, Everett, Sumner, todos ellos Americanos. Cuáles son los primeros -historiadores? Prescott, Bancroft, Lothrop-Motley, Ticknor, Americanos. -Cuál es el primer naturalista? Jacobo Audubon, un Americano. Cuáles son -los mas grandes moralistas y los verdaderos sábios de nuestros tiempos? -Channing, Emerson, Parker, todos ellos Americanos. Cuál es el primer -novelista de nuestros tiempos? Mme. Beecher Stowe,[58] una Americana. -Cuáles son los grandes inventores? Whitney, que ha imajinado la máquina -para pelar el algodon; Fulton que ha creado el buque á vapor; Morse, que -ha hallado el telégrafo eléctrico; Maury, que ha trazado en los mares -rutas infalibles, todos ellos Americanos. - -“Valor pues, hijos de los Puritanos; el porvenir es vuestro. Antes de -que el siglo acabe sereis cien millones de hombres; qué será frente á -vosotros la Europa, subyugada y dividida? La naturaleza os ha dado los -mayores lagos, los mayores rios, los mas hermosos puertos; teneis tierras -fecundas, y en cantidad inagotable. Vuestras minas de carbon son tan -grandes como la Francia. La industria os ha dado mas ferro-carriles, mas -buques á vapor, mas buques de todas clases que todos vuestros rivales -juntos. Vuestros hombres son los mas bravos, los mas atrevidos, los mas -injeniosos del universo; vuestras mujeres las mas bellas de la creacion. -Valor pues, raza bendita del cielo! el mundo es tuyo, porque eres á la -vez el pueblo mas cristiano y mas libre.” - ---Querido amigo, dije á Humbug, entre todas las virtudes que enseñais á -vuestros santitos, contais la modestia? - ---Un poco de indulgencia, doctor, repuso con tono embarazado. Cuando se -educan niños, es bueno forzar un poco el patriotismo. Es el medio de -que mas tarde no se enseñorée el egoismo. Confieso, por lo demas, que -la vanidad es nuestro lado flaco; nuestro prodijioso crecimiento nos -enloquece y nos hace cometer mas de una falta. Pero que nos arroje la -primera piedra aquel que no haya pecado. John Bull está á convencido -de que, _par droit de naissance_,[59] es el rey de los mares; y estoy -seguro que en Francia se repite en todos los tonos que los Franceses son -el primer pueblo de la tierra, y que el mundo no tiene ojos sino para -admirarlo. - ---Qué diferencia, esclamé. La Francia es la Francia! - ---La América es la América, repuso riendo. Todos los cristianos -están imbuidos de la misma locura; no hay disparate á que no pueda -ser arrastrado un pueblo, gritándole con aplomo “Ingleses robad esa -provincia, sois Ingleses! Franceses, batíos á troche y moche, sois -Franceses! Americanos, sed insolentes con la Europa, sois Americanos?” -El orgullo nacional, es la bandera roja que se tiende al toro cuando se -quiere hacerle caer en un lazo agachando la cabeza. Amigo querido, demos -á manos llenas la educacion, difundamos por todas partes la luz si no -queremos que el pueblo sea el eterno juguete de los charlatanes que se -burlan de sus mas nobles pasiones y de sus mejores instintos. - -En aquel momento sonó el reloj; era la hora del recreo. Corrí al patio, -y hallé al amable Naaman, convertido en capitan de una nueva milicia. -Tres ó cuatrocientos niños estaban formados en columna, las mujeres de -un lado y los varones de otro. Abrieron una puerta vidriera que daba al -patio, colocaron en ella un piano, y hé aquí á Susana y á Dinah, tocando -á cuatro manos la marcha de Oberon. Al punto se desplegan las columnas -en órden; se salta, se corre y se hace alto cadenciosamente; la cadena -se hace y se deshace con una precision admirable. Era aquello una mezcla -de danza y de jimnástica que encantaba los ojos, algo de noble, de -atrevido y de gracioso á la vez. No era así como los Griegos ejercitaban -á la juventud? Por primera vez comprendí como era que Platon colocaba la -danza y la música entre los primeros deberes del ciudadano. Yo estaba -deleitado, y á no haber sido un resto de vergüenza y mi barba griz, de -buena gana hubiera tomado parte en aquel _ballet_[60] militar. Por qué no -habia de haber danzado con los niños? No lo hacian los espartanos? - ---Mi jóven amigo, dije á Naaman, esto es encantador; mi corazon se -regocija ante este espectáculo, pero sacadme de una duda. Dónde estoy? -Dónde me han conducido? Esta casa elegante, estas mesas de un lujo -esquisito, estos hermosos libros forrados en badana, todo esto, -pertenece sin duda á una escuela particular, donde no se reciben sino -niños ricos. Quién es el director de este bello establecimiento? - ---Siempre festivo doctor, dijo el bello pastor. Estais en la escuela -primaria de la duodécima circunscripcion, barrio tercero. Tenemos ochenta -casas de esta especie en nuestra buena ciudad de Paris y no es bastante. - ---Muy bien; pero cómo puede el hijo del pobre proveer á los gastos de -esta enseñanza costosa? - ---De dónde venís? esclamó Naaman. No sabeis que la educacion es gratuita? -No habeis nunca mirado vuestra cuota de impuestos? Nosotros somos los -hijos de esos puritanos que, á penas desembarcaron en la árida roca de -Plymouth, abrieron escuelas para combatir á Satanás,--que es el verdadero -nombre de la ignorancia. Lo que hay de diabólico en nosotros,--es la -bestia; lo que hay de divino, es el espíritu. La escuela es nuestro -amor y nuestra debilidad; asi ella es el mas grueso capítulo de nuestro -presupuesto, como la guerra ó la marina es el de los pueblos civilizados. -Aquí, en nuestro Massachussetts el gasto de la escuela es poco mas ó -menos la cuarta parte de nuestros gastos generales; en el pequeño Estado -de Maine, monta á la tercera parte, lo que seria para la Francia un -presupuesto de cuatrocientos á quinientos millones. - ---Gran Dios! dije para mis adentros, si estas jentes no son locos, qué es -lo que somos nosotros.--Decidme, señor Naaman, quien vota esos fondos, y -como son administradas vuestras escuelas. - ---El voto es comunal, respondió; es el conjunto de los habitantes el que -fija la cifra del impuesto; es quizá el único gasto que aumenta todos los -dias con aplauso de los que lo pagan. Sobre este punto no hay partido en -América; todas las comuniones, todas las opiniones rivalizan para hacer -de nuestras escuelas el establecimiento mas rico y mejor dotado del pais. - ---Y naturalmente, dije, cada comunion quiere dominar en él. - ---No, repuso; esto os asombrará quizá, ninguna influencia de Iglesia -entra en estos muros. Cada leccion comienza por la Oracion Dominical y -una lectura de la Biblia, pero sin ser acompañada de ninguna refleccion. -La enseñanza es cristiana por el espíritu de nuestros maestros; no es -católica ni protestante. Damos aquí á nuestros hijos el medio de buscar -la verdad, les armamos contra la ignorancia, les preparamos á combatir el -buen combate; en cuanto á la enseñanza dogmática, está reservada á la -iglesia y á las escuelas del domingo. Así es como evitamos el perturbar -esas jóvenes conciencias, y no obstante como habituamos á nuestros hijos -á considerarse todos como hermanos en Jesu-Cristo. - ---Bien; pero quién os responde de los maestros? - ---El Directorio de educacion, dijo Naaman; directorio elejido libremente -por todos los ciudadanos del mismo comun, y que tiene sobre él el -directorio central del Estado. Esas asambleas reunen los hombres mas -considerables del pais. Es una gloria ser llamado á vijilar la educacion; -nuestros mejores ciudadanos, los Horacio Mann, los Bernard, han rehusado -un puesto en el Senado Federal por permanecer de directores de nuestras -escuelas en Massachussetts y en Connecticut. - ---Es posible? esclamé. - ---Qué tiene de sorprendente? repuso el jóven ministro. Creeis que en un -pais como el nuestro se anda preguntando qué es lo que hace la grandeza -de las naciones? En una República, en un Estado donde el pueblo es -soberano, es menester vencer la ignorancia ó ser muerto por ella; no hay -término medio: Para educar á un pueblo que cree en la verdad y que la -ama, nuestros políticos no han hallado sino un medio,--ilustrarlo: esto -es, hacer del mas insignificante ciudadano un hombre bastante instruido -para que no lo engañen, bastante prudente para gobernarse á sí mismo. - ---Y habeis resuelto el problema? - ---Sí, dijo, el problema fué resuelto el dia en que tuvimos escuelas tan -bien atendidas y tan completamente gratuitas, que ningun padre se atrevió -ya á rehusarnos sus hijos. Cuando el comun dá todo, hasta los libros, el -papel y las plumas, quién sería bastante loco ó suficiente culpable para -no aprovecharse de la munificencia nacional, y condenar sus hijos á la -ignorancia y la miseria? - ---Supongo, le dije, que la educacion es obligatoria. Despues de -semejantes sacrificios, el Estado tiene derecho de obligar á las jentes á -instruirse. El no puede sufrir brutos en la sociedad. - ---Hemos rechazado toda coaccion, repuso el jóven pastor. No porque -háyamos dudado de nuestro derecho; pero hemos tenido miedo de adherir á -un beneficio una idea odiosa. La multa y la prision harian odiar nuestras -escuelas; dejamos esas durezas para los gobiernos que se curan mas de -la obediencia que del amor de los ciudadanos. Hacer á la educacion -universal es toda la cuestion, y hemos llegado á ese fin exelente sin -tocar la libertad. Nuestras escuelas, abiertas á todos los niños hasta de -edad de diez y seis años, seducen y atraen aun á los mas rebeldes. En la -Nueva Inglaterra, no hallareis un solo ciudadano, nacido en el pais, que -no haya recibido instruccion de nosotros. - ---Bravo! esclamé, hé ahí una obra que hace el mayor honor á los -cristianos de América. - ---La política gana con ello, no menos que la religion, repuso; hemos -llegado á un resultado que debe sorprender á los modernos. Mediante -la perfeccion de nuestras escuelas, hemos restablecido, sin saberlo, -la educacion comun, tan querida de los antiguos. Nuestra enseñanza es -bastante elevada para preparar al hijo del rico á entrar al colejio; es -bastante simple para no asustar al hijo del pobre, bastante sustancial -para ponerle en estado de ocupar su puesto en la sociedad, sin que nunca -tenga que ruborizarse de su ignorancia. Aquí es donde toda la juventud -(comprended bien esta palabra; toda la juventud), viene á aprender -la lectura, la escritura, la aritmética, la jeometria y el dibujo. -Añadimos un poco de jeografia, de historia, de física y de química; y no -tememos hablarles de moral y de política á esos niños. Esplicámosle la -constitucion de su pais; son ciudadanos. Gracias á la riqueza y solidez -de nuestras lecciones, el hijo del millonario viene á instruirse al lado -del peon irlandés. Apercibo allí á una de las hijas de Green, jugando con -la hija de una pobre vendedora de frutas de la calle de los Nogales. Aquí -es donde reina la verdadera igualdad, la igualdad en todo, la igualdad -que eleva; aquí se fomenta el patriotismo y el amor á la libertad. Formar -una jeneracion, es formar un pueblo; hé ahí nuestra divisa, hé ahí lo que -hace de nuestras escuelas un lugar querido de todos y sagrado para todos. - ---Eso es bueno y grande, esclamé; pero perdonadme un escrúpulo final. -Instruyendo así á los hijos del pueblo, no temeis inspirarles á la vez -una ambicion perversa? No os parece que echais en la sociedad hombres -descontentos de su suerte,--llenos de deseos y necesidades superiores, á -su condicion? - ---Esa es una vieja objecion, que desde hace mucho tiempo no tiene curso -en América. Vuestros temores serian fundados, si nosotros abandonáramos -á nuestros hijos desde que salen de la escuela; pero pensad que nuestra -sociedad y nuestro gobierno son dos escuelas que no se cierran jamás. -Y, ademas, todos los hombres ilustrados que tenemos se hacen un honor -y un placer en instruir á los ciudadanos. Ved sino nuestras paredes -cubiertas de avisos; no hay noche en que no haya alguna lectura pública, -literaria, científica. La luz nos innunda; es menester ser dos veces -ciego para quedarse ignorante. Al lado de esa enseñanza libre, colocad -la Iglesia, siempre activa, y esas mil reuniones en las que ricos y -pobres se encuentran asociados sin cesar, para obras de propaganda y de -caridad. Agregad la vida política que remueve todas las ideas y fecundiza -todas las almas. Finalmente, y en primera línea, poned la prensa; es -decir, la palabra pública que no se agota nunca. No hay una Iglesia, una -asociacion, un cuerpo, un individuo que no tenga su diario; hasta los -niños tienen el suyo: el _Child’s Paper_, fundado hace cuatro años, tiene -ya cien mil lectores, el mas viejo de los cuales no cuenta quince años. -Quién puede resistir á esa marea que siempre sube? Quién puede escapar á -esa oleada de civilizacion que empuja á la humanidad hácia un porvenir -mejor? - ---Así, sois un pueblo de sábios? - ---No, dijo sonriendo. La erudicion como las artes en hija de las naciones -viejas, todavia no la poseemos. Nosotros somos unos advenedizos; -necesitamos un siglo quizá antes de tener esos ócios que permiten una -cultura desinteresada; pero me atreveré á decirlo,--somos el pueblo menos -ignorante que haya visto el sol. Mirad á nuestro alrededor; aquí no hay -paisanos, sino arrendatarios; aquí no hay jornaleros, sino artesanos. Al -salir de su herreria, el obrero se pone un frac negro, y vá á escuchar -una lectura sobre Washington ó sobre los descubrimientos de Livingston, -en Africa. Su vecino, el joyero, irá á trabajar en una escuela de dibujo, -ó seguirá un curso de química. Apesar de sus manos ennegrecidas, ambos -son unos caballeros; aman los placeres del espíritu tanto como vos -podeis amarlos. Id al Oeste, entrad en alguna _log house_[61] perdida -en el fondo de los bosques; sereis recibido por la mujer del azadonero; -la vereis amasando el pan ó batiendo la manteca. Esperad la noche, esa -misma mujer se pondrá al piano, hablará con vos de política, de moral, -y quizá de metafisica. La lectura del _Cocinero Perfecto_ no le impide -el apreciar á Emerson, ni el saborear á Channing. No damos á todos la -riqueza material, aunque el bienestar sea mas fácil de conquistar en -América que en todo otro pais; pero á todos les ofrecemos esa riqueza -que no teme el orin, ni á los ladrones; ponemos al alcance del pobre -esos goces intelectuales que, en toda edad y condicion, son una fuerza y -un consuelo. Haciendo eso, creemos cumplir con la palabra divina, llevar -los hombres á Dios, cultivando su espíritu y su corazon. - -Yo miraba aquel hombre con una emocion de que no era dueño; jamás he -visto brillar en una cara humana tanto entusiasmo y tanta fé. Para -Naaman la ciencia y la relijion eran un doble nombre de la verdad; ambas -llenaban su corazon; á entrambas las amaba con el mismo amor. - ---Amigo, esclamé, me habeis vencido. Héme aquí como San Pablo en el -camino de Damasco, herido por la luz y escuchando la voz que me grita: -“Es duro dar coces contra el aguijon.” Me rindo, mis ojos se abren; -veo y admiro la grandeza de este pais. Qué vida intensa! El corazon, -el pensamiento, todo está en accion; nada de inconvenientes, nada de -barreras! el hombre es dueño de su destino; tiene la felicidad y la -virtud en sus manos. Aquí no hay mentira oficial,--la verdad es quien -reina; nada de preocupaciones, ni de trabas, en todas partes resuena el -grito de un pueblo embriagado de esperanza: Adelante! adelante hácia un -mundo donde la miseria será curada, donde la fuerza será abatida; donde -el espíritu reinará. Estoy orgulloso de ser ciudadano de este hermoso -pais. Viva la libertad! vivan los Estados Unidos! viva la gran república! - -Mi voz fué ahogada por un redoble de tambor seguido de timbales -retumbantes. Dos zuavos entraron en la escuela; el uno corrió hácia -Susana y le tomó cariñosamente las manos,--Alfredo; el otro me saltó al -cuello,--era mi Enrique. - -Padre, me dijo, los del Sud han pasado el Potomac; Washington está -amenazado; movilizan nuestras milicias, llaman á los voluntarios; esta -noche partimos. Venid pronto,--mi madre os espera. - - - - -CAPITULO XXVIII. - -La partida de los voluntarios. - - -Seguido de mis hijos, salí de aquella apacible morada, donde al fin habia -sorprendido el secreto de la grandeza norteamericana. La ciudad habia -cambiado de aspecto; las casas estaban embanderadas. En cada ventana, el -estandarte federal, ajitado por el viento, desplegaba sus fajas rojas y -azules y sus treinta y cuatro estrellas como una protesta muda en favor -de la union. Acá y allá, un inmenso cartelon anunciaba el desastre del -ejército federal, y llamaba á los ciudadanos á socorrer la patria en -peligro. Batallones armados marchaban por las calles al son de clarines -y tambores. Las Iglesias estaban llenas de voluntarios que invocaban el -Dios de sus padres antes de marchar al combate. En todas partes, los -cantos guerreros se mezclaban á los himnos relijiosos; padres, madres y -hermanos acompañaban á los jóvenes milicianos animándoles. Tomábanse las -manos, lloraban y se abrazaban, alzando los brazos al cielo. Era aquello -el fervor de una cruzada! - -Llegué á mi casa muy ajitado. Como buen parisiense, he vivido y crecido -en medio de los tumultos y de la guerra civil; son recuerdos que me -entristecian, pero allí, en aquel entusiasmo que empujaba á todo un -pueblo á las armas, habia algo de tan noble y de tan grande, que me sentí -exaltado. - -Ni los peligros que Enrique y Alfredo afrontaban me daban miedo; una voz -secreta me impelia á partir con ellos. No tenia yo tambien, un hogar -y una familia que defender? La América, donde poseía esos bienes tan -queridos, no era mi patria? - -A mi puerta hallé á todo un rejimiento de zuavos formado de los -voluntarios del barrio. El viejo coronel Saint-John habia sido izado -sobre un caballo blanco, y el bravo veterano olvidaba sus reumatismos y -sus heridas para guiar á los jóvenes al combate. Al lado del coronel, -Rose, vestido de capitan, marchaba acompañado de sus ocho hijos y de -cuatro hermosos jóvenes hijos de Green. Fox, convertido en teniente, -estaba en medio de un grupo; peroraba, jesticulaba, y no respiraba sino -sangre y carniceria. Su cuello postizo y su tabaquera no se armonizaban -muy bien con su uniforme, y en cualquiera otra ocasion me hubieran hecho -reir; pero hablaba con tanto fuego, que le hallé el aire marcial. Habia -en él otra cosa que un soldado de profesion; era un ciudadano decidido á -morir por su pais. - ---Vecino, me dijo Rose, contamos con vos; toca á los viejos dar el -ejemplo. Necesitamos un cirujano para nuestro rejimiento de zuavos, y os -han nombrado por unanimidad; solo nos falta vuestro consentimiento. - ---Lo teneis, esclamé; sí, mis buenos amigos, parto con vosotros; allí -estaremos para velar por nuestros hijos, y cuando necesario sea, haremos -fuego con ellos. Viva la Union! Viva la Patria! - -Este grito fué repetido en todas las filas, y á él se mezcló el de ¡viva -Daniel! ¡viva el mayor! Las aclamaciones de aquella brava juventud, me -hicieron cosquillas hasta en el fondo del corazon; entré en mi casa la -frente altiva y la miraba brillante. Una vida nueva se despertaba en mi -alma,--yo era feliz! - -Jenny, anegada en lágrimas, se echó en mis brazos sin intentar siquiera -conmover mi coraje. Parecíale muy natural que el padre acompañara al -hijo, y que solo las mujeres se quedáran en la casa. Susana estaba -no menos resuelta; veíase en su palidez que se hallaba profundamente -conmovida; sus labios rogaban y sus ojos se alzaban al cielo; pero -no dijo una palabra que pudiera turbar á Alfredo, pareciendo ocupada -unicamente en preparar nuestra partida. Mujeres queridas! ellas tambien -comprendian el deber y amaban la patria. - -Algunas horas bastaron para procurarme un uniforme de cirujano. Rose me -regaló una balija exelente; compré revolvers, un sable, un caballo, y á -las tres estuve pronto; debiamos partir á la noche. - -Hasta entonces no habia reflexionado, la furia Francesa me habia -arrebatado. Pero en el momento de dejar aquella casa, en la que tantos -dias felices y tan bien aprovechados habia pasado,--esperimenté no sé -que tristeza; parecíame que una vez partido no volveria. Y si volvia, -volverian conmigo mi Enrique, y aquel Alfredo al que ya amaba como á un -hijo? - -Procuraba deshechar aquellos tristes pensamientos, que, siempre -rechazados, me asaltaban sin cesar, cuando el viejo coronel entró en mi -casa. Su vista me hizo bien; era uno de esos bravos soldados, pródigos -de su sangre, aváros de la ajena; no podiamos tener un jefe mas honorable -ni mas seguro. - ---Coronel, le dije despues de haber recibido sus felicitaciones,--hénos -solos, puedo hablaros sin rebozo. Aquí para entre nosotros, decidme, qué -caso haceis de estas nuevas levas? Bella cosa es el entusiasmo, pero qué -es al lado del ejercicio y de la disciplina? Apesar del valor de esos -buenos jóvenes, esos batallones se desharán al primer fuego. - ---Paciencia, mayor, repuso el veterano. Yo soy menos severo que vos, -y sin embargo he hecho la guerra toda mi vida. Dos meses, detras de -los fuertes de Washington cambiarán esos voluntarios en soldados. La -disciplina es mucho sin duda, pero es un oficio al alcance del mas -ignorante. Lo que no se dá, es el corazon, la fé, el amor á la patria. -Ahí es donde está el resorte supremo por mas que digan los que arrastran -sable. Para manejar la bayoneta es menester un brazo vigoroso y hábil; -pero el alma es la que hace la fuerza del brazo. Algunos años de guerra y -de sufrimiento bastan para hacer la educacion de un pueblo y poner á los -dos enemigos en el mismo punto. Entonces queda la enerjía moral; ella es -la que tiene la última palabra; y, es por esto que los mejores ejércitos -son los que se componen de ciudadanos. - ---Perdonadme, coronel, le dije, creia que nada valia lo que los viejos -soldados. - ---Error; repuso Saint John. En una revista ó en una parada, es posible; -en la guerra es distinto. Buenos cuadros, soldados jóvenes y jenerales -viejos,--hé ahí lo que se necesita. Para marchar sin quejarse, para -obedecer sin murmurar, para desafiar el peligro, alta la cabeza para -marchar á la muerte sonriendo,--no hay sino la juventud. Cuanto mas -intelijente, piadosa y patriótica es esa juventud, tanto mas se puede -contar con ella. En la vieja Europa se tienen otras ideas; allí reina -todavia la preocupacion y la adoracion de la fuerza bruta. Aquí, la -civilizacion nos ha ilustrado. La victoria pertenecerá siempre al jeneral -que, en el momento decisivo, eche sobre un punto dado mayor número de -batallones. Pero en condiciones iguales, un soldado jóven y patriota -valdrá mas que un mercenario envejecido en el oficio. Ved la guerra de -Crimea; ciertamente que los veteranos rusos é ingleses se han batido -bien; pero á quien pertenece la corona? A los conscriptos franceses, esos -heroicos hijos arrancados al arado por un dia, paisanos la víspera, -ciudadanos al dia siguiente! Hé ahí nuestro modelo, hé ahí tambien lo que -haremos de nuestros jóvenes americanos. - ---Pero no teneis jenerales, le dije; vuestro pais es una tierra pacífica -que, hasta el presente, ha producido mas agricultores y comerciantes que -Césares. - ---Estad tranquilo, repuso el coronel, tendreis jenerales, y mas de los -que querreis. La guerra es como la caza, un oficio muy ordinario; en -que ciertas jentes descuellan desde el primer dia. Tal que es hoy dia -herrero, mecánico, abogado, médico quizá, mañana se despertará jeneral -en el campo mismo de batalla. Abrid la historia; hay épocas estériles en -que las letras, las artes, la industria están muertas; no hay ninguna -en que hayan faltado soldados. El hombre tiene instintos de cazador, -sanguinarios que la paz comprime; pero que no destruye. Venga la guerra, -y tendreis héroes, y haga el cielo que el pueblo los estime en su justo -valor, y que no les sacrifique su libertad. - ---Verdaderamente, coronel, le dije, vos hablais de la guerra con poco -respeto. - ---Es que la he hecho, dijo tristemente, y sé lo que vale ese juego -sangriento. Que los retóricos tranquilamente sentados en el rincon de la -lumbre, se diviertan en celebrar los combates y la gloria,--yo me encojo -de hombros ante esas paradojas; la guerra es el mayor de los azotes, -el enemigo del trabajo y de la libertad, la ruina de la civilizacion. -Mal haya aquellos cuya ambicion desencadena sobre la tierra esa peste -abominable; pero malditos sean tres veces los que atentan á la patria con -mano parricida! Que Dios nos ayude, y les haremos pagar caro su crímen. -La guerra es tambien el castigo del orgullo y de la locura; cruel leccion -que no se comprende sino cuando es tarde yá. - -El ruido de los clarines nos anunció la hora del adios. Bajé teniendo de -la mano á Enrique y Alfredo. Jenny nos abrazó á los tres con el valor de -una mujer y de una madre cristiana. Susana silenciosa y ajitada, nos dió -á cada uno una Biblia, que no debia separarse un momento de nosotros. -Marta habia preparado un sermon profético, pero la pobre dió un terrible -solloso á la primera palabra, y tomando á Enrique en sus brazos, como á -un niño, le inundó de lágrimas y de besos. Yo la estreché la mano, ella -me saltó al cuello, y fué medio estrangulado que monté á caballo. - -Al mismo tiempo acudió Zambo ataviado ridículamente; habíase puesto -un cinturon encarnado y azul, un sombrero con plumas y un sable que -arrastraba por el suelo. - ---Amo, gritó, llevadme con vos, yo soy bravo. Tengo la piel negra y la -sangre colorada. Si no me matan antes de la victoria, los derrotaré á -todos. - -No fué sin dolor que me desembarazé de aquel pobre muchacho. Hícele los -raciocinios mas prudentes para probarle que su coraje era ridículo. -Cuando se tienen cabellos motosos, no se ha nacido para derrotar sino -para ser derrotado. Palabras inútiles! Zambo tenia el ángulo facial -demasiado agudo para comprender los grandes descubrimientos de nuestros -eruditos. El pobre diablo se creía hombre, cristiano, ciudadano, y tenia -la piel negra! Era una locura! Fué menester emplear la amenaza para -hacerle entrar, y así lo hizo, pero refunfuñando. Era tiempo de acabar -aquella triste comedia, las filas estaban formadas, los tambores batian; -partimos. - -Mientras estuve cerca de la casa no me atreví á mirar para atras; sentia -que las lágrimas iban á arrazar mis ojos, y no queria derramarlas; pero -al dar vuelta la calle volvíme; las tres mujeres ajitaban sus pañuelos y -nos seguian con la vista. Mi corazon palpitó con fuerza. - ---Oh, mi Dios! esclamé, yo te confio todo lo que amo. Lloré por primera -vez, oré y me sentí consolado. - -A las cuatro estábamos formados en batalla en la plaza de la -Municipalidad. Green nos pasó revista, y nos habló de la patria con una -emocion que rayó en la elocuencia. Su voz fué cubierta por nuestras -aclamaciones. En seguida todo quedó en silencio y cada cual se recojió -sobre sí mismo. Yo era el único quizá del rejimiento que estaba ajitado, -y cosa estraña! no veia la hora de ir al fuego. En un momento de reposo -pasé por delante de mis compañeros riendo, hablando, jesticulando y -teniendo una palabra para cada soldado; hacía burla á los que estaban -conmovidos, animaba á los que procuraban sonreir, y á todos prometia mi -socorro en el momento del peligro; me sentia ya con la fiebre del combate. - -Humbug, que se habia reunido á mí en la plaza, me miraba con aire -sorprendido. - ---Qué hombre sois, doctor, me dijo suspirando. Admiro vuestro buen humor -y vuestra alegria. Ayer erais un tímido ciudadano, hoy sois un valiente -soldado. Sois Irlandés? Teneis en las venas la sangre? - - _Non parventis funera Galltæ?_ - -Nosotros los Sajones, llevamos al campo de batalla, - - _Devota morti pectora liberæ,_ - -pero no tenemos ni esa gracia, ni esa elegancia, ni esa bravura. Al -veros, no parece sino que el combate es una fiesta y el peligro un -placer. Capaz seríais de darle gana de morir al que menos lo deseara. - -El redoble de los tambores ahogó mi contestacion; Humbug me abrazó -tiernamente llamándome en latin la mitad de su alma; un instante despues -habíame separado de mi viejo amigo y para siempre. - -La noche estaba hermosa; la luna, que habia salido temprano, iluminaba -en lontananza las praderas bordadas de álamos y cortadas por sauces; en -el horizonte corria un rio de plateadas olas; habia cierto encanto en -dejarse conducir por el caballo y en abandonarse al fantaseo en medio -de aquella hermosa campiña. La felicidad del soldado, consiste en gozar -de la hora presente sin inquietarse del porvenir. Tiempo hacía que me -daba el placer de soñar con los ojos abiertos, cuando dos caballeros se -colocaron cerca de mí. Alzé la cabeza, y con gran sorpresa reconocí al -sombrío Brown y al amable Truth. - ---Qué haceis aquí? esclamé. Qué quiere decir ese gran sombrero, esa -levita cruzada y ese sable al lado? Ese no es el traje de un soldado ni -el de un pastor. - ---Doctor, dijo el puritano, la guerra es una enfermedad cruel; en ella, -tanto peligra el alma como el cuerpo; vos cuidais del uno, nosotros -cuidamos de la otra; nosotros somos médicos lo mismo que vos. - ---Me alegro mucho de teneros por cofrádes, repuse; pero el oficio es -rudo. Un cirujano se hace; la ternura, es en él un mal desconocido; para -que la mano no tiemble es menester que el corazon calle; pero vos, Truth, -¿cómo resistireis al grito de los heridos y á la desesperacion de los -muertos? - -Es mi deber, dijo, Dios me dará fuerzas, mientras juzgue que mi servicio -es útil ó necesario. Pertenezco al Señor. - -La etapa no era larga; á las ocho hicímos alto. El coronel habia querido -enseñarnos á marchar; la leccion no fué inútil, el rejimiento tenia el -aire de una majada en derrota. Sin embargo, el bravo Saint John felicitó -á todos los novicios, habituándolos poco á poco á que le miráran como á -un padre y á depositar su confianza en él. - -Mayor, me dijo, no ríais. Antes de un mes valdremos tanto como los -Prusianos. Cuando un hombre se cree soldado ya lo es á medias; vereis lo -que es un ejército de ciudadanos. - -Establecimos el vivac en medio del campo, y despues de encender los -fogones y de atar los caballos á la estaca, cenamos de buena gana con -las provisiones que cada cual habia llevado consigo. Para conscriptos -aquella primera comida al aire libre era una fiesta; la guerra no habia -enjendrado todavia en ellos ni el deseo del bien estar ni el amor del -hogar. - -Terminada la cena, y no duró nada, los soldados en lugar de reir y -gritar, se sentaron en silencio sobre sus capotes para oir á los -ministros. Nuestro estado mayor formó el círculo; Truth se colocó en el -centro, y abriendo la Biblia, leyó con voz inspirada el himno que cantó -David cuando Dios le hubo salvado de manos de sus enemigos. - -“El Señor es el baluarte mio, y él es mi Salvador. Dios es mi defensa, -en él esperaré: es mi escudo y el apoyo de mi salvacion: él es el que me -ensalza sobre mis enemigos y él es mi amparo. - -“Tú eres Señor mi antorcha.... - -“Quién es Dios fuera del Señor? Y quién es fuerte, sino nuestro Dios? - -“Dios es el que me revistió de fortaleza.... - -“El es el que adiestra mis manos para la batalla, y hace mis brazos -firmes como un arco de bronce. - -“Perseguiré á mis enemigos y los esterminaré: no volveré atrás hasta -acabar con ellos. - -“Por mas que griten, nadie acudirá á su socorro: clamarán al Señor mas no -los escuchará. - -“Disiparélos como polvo de la tierra: los aplastaré y desmenuzaré como -lodo de las calles. - -“Viva para siempre el Señor y bendito seas mi Dios. Sea engrandecido el -Dios fuerte que me ha salvado[62].” - -Mientras que Truth recitaba esa bella poesía, miré á mi alrededor. Todos -los oficiales escuchaban rezando; sus ojos brillaban de entusiasmo y -de fé. Las últimas llamas de nuestros fogones próximos á extinguirse -iluminaban aquellos nobles rostros, dándoles no sé que brillo misterioso. -Creíame en pleno siglo diez y seis y transportado á un campo de -Cabezas-Redondas.--Es este, decia para mis adentros, es este el pueblo á -que nuestros diarios de Paris niegan todo patriotismo y toda relijion! -No, la tiranía militar no se establecerá nunca en aquella tierra -jenerosa; aquel suelo abierto y fecundado por los puritanos no puede -enjendrar sino la libertad. - -Terminada la lectura, estreché la mano de Truth, y aprovechando de mi -privilejio, inspeccioné todas las compañias buscando á mi hijo y á -Alfredo. Hallé á los dos acostados en el suelo, envueltos en sus capotes -y hablando en voz baja. De qué hablaban? era escusado preguntarlo; lo -sabia. - ---Hijos, les dije; cuando uno es soldado es menester contemplar sus -fuerzas, y la primer condicion es dormir. Hacedme lugar entre los dos y -soñad con los ojos cerrados. - -Con lo cual, abrazé tiernamente á mis dos hijos, cerré con cuidado mi -capote, me eché sobre la cara la capucha, y me dormí tan tranquilo y con -el corazon tan aliviado como si estuviera en mi casa. Cuando el hombre se -consagra á la patria, cuando le es permitido sacrificarse por lo que ama, -la fatiga es dulce y hasta el peligro tiene atractivos. - - - - -CAPITULO XXIX. - -Un viaje de placer. - - -En medio de mi apasible sueño, tuve una vision. Un hombre, ó mejor dicho -un fantasma, de mirada burlona, y frente arrugada estaba acostado sobre -mí y me ahogaba. Reconocí á Jonatás Dream; solo él tenia aquella mirada -terrible. - ---Eh bien, doctor, dijo con voz chocarrera, la prueba está hecha; supongo -que ahora no dudareis del magnetismo y sus milagros, puesto que en ocho -dias os habeis vuelto Yankee. - ---Sí, sí murmuré; y estoy orgulloso de ello. Tengo mujer é hijos segun mi -corazon; tengo una patria que amar, una libertad que servir y defender, -soy dueño de mi vida, creo en el Evanjelio y soy feliz; si esto es un -sueño, por piedad, no me desperteis. - ---Bravo gritó la voz, estoy vengado. Ahora, en camino para Francia; á -Paris! - -Sentí una mano que apartaba mi capote y se deslizaba bajo mi capucha. Me -levanté sobresaltado, quise gritar, esfuerzo inútil! estaba magnetizado. -Un brazo invisible me cojió de la única mecha de cabellos que quedaba en -mi frente calva, y me llevó por los aires con una espantosa rapidez. - -No habia vuelto aun de mi tan natural emocion, cuando me hallé -cerniéndome por el cielo como un pájaro y revoloteando por arriba de mi -casa. El traidor que me habia quitado la palabra, teniéndome siempre -suspendido, me hizo descender hasta la ventana del locutorio[63]. -Apercibí en aquel recinto querido, reunidos en derredor de una mesa de -trabajo,--á mi Jenny, á mi Susana y á Marta; el pobre Zambo sentado -en el suelo sollozaba en un rincon. Susana leia el Evanjelio con voz -entrecortada. Jenny y Marta rompian jénero y hacian hilas. - -Mi corazon las llamó y las bendijo. Jenny levantó en el acto la cabeza. - ---Susana, dijo temblando, me parece oir á tu padre; estoy segura que en -este momento piensa en nosotros. - ---Mamá, repuso Susana, que estraño es lo que decís; tengo el mismo -presentimiento. - ---Es un efecto magnético, murmuró Jonatás, riendo de una manera -siniestra. Qué decís de esta esperiencia, sabio doctor? - ---Dios mio! dijo Jenny, levantándose, tú que me has dado á Daniel y que -me has dicho le amára, protéjele, te lo suplico. Aleja de él y de mis -hijos el peligro y la muerte. Pero ante todo, Señor, hágase tu voluntad y -bendito sea el tu nombre. - ---Amén, dijo Susana; amén dijo Marta, y las tres mujeres se pusieron á -llorar, mientras que Zambo se metia un pañuelo en la boca para sofocar -sus gritos. - -Oh, mis amores! Yo os abria mis brazos cuando por segunda vez una fuerza -irresistible me lanzó en el espacio sin fin. En un abrir y cerrar de ojos -la gran ciudad desapareció de mi vista y con ella sus luces vacilantes; -despues de la ciudad se evaporaron los campos y los prados, los bosques -y la tierra; solo oí el soplo del viento y los jemidos de la onda. Como -en el fondo de un abismo, apercibí las olas temblando bajo los pálidos -rayos de la luna; estaba á diez mil piés de altura sobre la superficie -del Océano. - ---Charlemos ahora, dijo el espantoso brujo cerniéndose sobre mí como un -águila que tiene en sus garras un pichon. Doctor Lefebvre, os devuelvo la -palabra; dadme ahora el placer de gozar de vuestra conversacion. - ---Mónstruo, esclamé, cuánto tiempo he de ser tu víctima? - ---Mi buen amigo, repuso fisgando, permitidme decíros que no sois -político. Tutear á un hombre á quien se ha visto dos veces es cosa -grosera, algo mas, una torpeza; me bastaria abrir los dedos para -precipitaros en las olas, y no pienso que la jendarmería Francesa, con -toda su vijilancia, pudiera prestaros aquí el menor socorro. Sed pues -amable, y divertidme. Estoy cansado, he perdido mucho fluido, y me es -difícil hacer mas de cien leguas por hora; no estaremos en Paris antes de -mañana al amanecer. Todavia tenemos que vivir juntos una noche; el tiempo -está hermoso y la ruta es agradable; séamos amigos y charlemos. - -De qué se puede hablar en las nubes sino de metafísica. - ---Señor Jonatás, dije tomando mi mas respetuosa voz, creeis en Dios? - ---Dios, esclamó, con tono de profesor, y como si repitiera una leccion, -Dios es una vieja palabra; es la personalizacion del idealismo. - ---Hablad Francés, esclamé. - ---Sea, dijo, Dios, es la idealizacion de la personalidad. - ---Si ese es vuestro Francés, señor brujo, habladme Griego por piedad. - ---Pues bien, dijo con tono gracioso, Dios es la categoría del ideal, nada -mas. - ---No entiendo jota, le dije. - ---Es que no sabeis el Aleman, repuso. La filosofía es una lengua mística -que nos viene de ultra Rhin. Ilustres sabios he visto que la han hablado -durante veinte años sin entenderla; y que no por eso han dejado de ser -aplaudidos. - ---Esplicadme vuestro sistema, repuse con afectada dulzura. Vos sois un -gran hombre, un jénio, me gustaría instruirme en vuestra escuela. Tened -tambien la bondad de tirarme un poco menos los cabellos, tengo la cabeza -sensible, y estoy seguro que Absalon filosofaba con trabajo cuando estaba -colgado de su árbol. - ---Yo soy discípulo de Spinoza, dijo Jonatás, pero he ido mas lejos que -mi maestro. No hay ni materia ni espíritu en el mundo,--solo hay un -conjunto de fuerzas organizadas, que se dividen á lo infinito; la planta, -el animal, el hombre, son otras tantas formas de esa vida universal, -otras tantas burbujas de agua que brotan en la superficie del Océano de -los seres, y que solo entran en el abismo para volver á salir de él. La -vida y la muerte son simples fenómenos sin importancia; el individuo -desaparece, la especie dura; es lo esencial. Poco importa lo que la rueda -aplasta, con tal que dé vuelta siempre. Hé ahí mi sistema, él acepta todo. - ---Y no esplica nada, esclamé. Quién ha creado esas fuerzas? - ---En qué pensais, doctor, repuso el májico. Crear, seria perturbar el -órden universal y fatal de las cosas; nunca ha habido creacion. Suponer -un principio,--es suponer una voluntad; eso trastornaria todo el sistema. - ---Yo creia, le dije, que los sistemas se acomodaban á los hechos -observados. - ---Eso es bueno para los físicos, repuso. Nosotros, al contrario, -acomodamos los hechos al sistema; nosotros somos filósofos. - ---Eso es muy injenioso, dije, pero sacadme de una duda; yo creia que el -hombre no era muy antiguo en la tierra. - ---Esa es mi opinion, repuso; el hombre apareció hacen doce ó quince mil -años cuando mas,--pero eso no implica una creacion! La naturaleza........ - ---Qué es la naturaleza, señor Dream? - ---Otro nombre para la fuerza Universal. - ---Qué es la fuerza Universal? - ---Otro nombre para la Naturaleza. - ---Gracias por vuestra esplicacion filosófica. - ---La Naturaleza, continuó, esperimenta en ciertas épocas un -acrecentamiento de enerjía, una especie de fiebre, y entonces rehace y -transforma ciertas especies segun la necesidad. Así es como el hombre ha -aparecido sobre la tierra; segun todas las apariencias,--es un mono ó un -perro dejenerado. - ---Y la palabra, y la conciencia? esclamé. - ---Eso es poca cosa, dijo él, consiste en una simple modificacion -fisiolójica. Un poco mas de finura en la composicion de la larinjes, ha -hecho de un grito bestial un lenguaje articulado. Sin aparato nervioso no -hay conciencia posible; por consiguiente, la conciencia es cuestion de -nervios. Una acumulacion de la sustancia gris, un juego de la naturaleza -han bastado para enjendrar al rey de la creacion. - ---Pobre rey en verdad, si solo es el mas malo de los animales. - ---No, no, dijo Jonatás; porque, gracias á su aparato nervioso tiene -ideas jenerales, y hé ahí lo que hace del hombre una especie aparte. Es -el único animal á quien se le divierte y se le engaña con palabras. El -hombre vé ciertos hechos que se reproducen en serie regular, y que llama -verdades; imajina una verdad universal que comprende y sostiene todas las -verdades particulares; apercibe hermosas cosas y se figura una belleza -que es el modelo y el tipo de todas las demas. Hé ahí el ideal que le -seduce y le consuela,--ó en otros términos, lo que las buenas jentes -llaman Dios. - ---Muy bien, dije, conmienzo á entrever lo que es la categoría del ideal. -El alma es un espejo que refleja lo que no existe; ó si os parece mejor, -el hombre se vé á si mismo en ese espejo de aumento, y cual nuevo Narciso -prostérnase ante esa imájen agrandada. - ---No tan mal para un novicio, dijo el brujo. - ---Luego, en el Universo nada hay superior al hombre? - ---Conclusion lójica, dijo Jonatás. - ---Si no hubiera habido hombres sobre la tierra, no habría idea de Dios, y -por consiguiente Dios no existiria. - ---Maravilloso, dijo, os haceis filósofo. - ---No por cierto, esclamé, y no sé si mi manera de ver depende de mi -estraña posicion; pero paréceme que toda esa metafísica está como yo, -suspendida en el aire por un cabello. Qué significa esa naturaleza con -acrecentamientos de enerjía? Una palabra para reemplazar al Ser Supremo, -que en su bondad cria libremente al hombre y al mundo. Qué significa ese -cambio de tejidos, esa metamórfosis de aparatos, sino una frase sonora -que esplica lo desconocido por lo imposible? Qué significa esa fuerza -inconsistente é inmoral? que produce una criatura dotada de conciencia -y de moralidad, una quimera. A la altura en que estoy, las cosas se -juzgan de una manera muy distinta,--no se paga uno de palabras vanas; las -leyes físicas, es decir, un órden intelijente, una creacion constante -y contínua, me revelan y me gritan que una voluntad siempre activa, -omnipresente, sostiene al Universo y le impide disolverse. En ninguna -parte veo la naturaleza, y en todas partes siento á Dios. - ---Bravo! tres veces bravo! dijo el májico. - ---Entonces lo que esponíais no era vuestro sistema? repuse muy asombrado. - ---Sí, ese sistema es mio puesto que lo he robado; pero no creo en él. -Pasando ayer por Tubingue, donde iba á visitar á uno de mis buenos -amigos, honrado teólogo que siempre sueña,--apercibí á un gran metafísico -que, á fuerza de escribir se habia quedado dormido sobre Hegel. De -un golpe le he robado su pipa, sus anteojos y su sistema; cuando se -despierte, solo hallará sus ojos para ver, y su espíritu para razonar. - ---Pobre hombre! esclamé; ¿qué hará de esos instrumentos que nunca le han -servido? - ---Bah! dijo el brujo, vos no conoceis á los filósofos alemanes. Son -gusanos de seda que viven en los libros; ellos sacan del primer mamotreto -que se les presenta un hilo con el que se envuelven en un buen sistema, -á prueba de luz y de ruido. Mi hombre se desquitará tejiendo un nuevo -capullo. La verdad no es nada, la lójica es todo. Hegel no existe, viva -Schopenhauer! En esa dinastia de soñadores hay siempre un rey. - ---Señor, dijo con tono seco, vuestras preguntas son impertinentes. -Cómo os atreveis á preguntarle á un espiritista si cree en Dios? Solo -nosotros sabemos lo que es el alma, solo nosotros tenemos en la mano la -prueba de su inmortalidad. - ---Qué es pues el alma? pregunté con impaciencia. - ---Es una fuerza magnética, respondió Jonatás. Esa monada creada por -Dios y dotada de conciencia, se hace á sí misma un forro, á la manera -del grano de trigo arrojado en la tierra, que echa raices, y produce un -vástago y espigas. Cuando el cuerpo ha envejecido, el alma siempre jóven -y activa arroja de sí ese forro decrépito, y se vá á un mundo mejor á -buscar una nueva forma para su enerjia inmortal. Ved esos globos que -centellean en el espacio; Júpiter, Saturno, Sirio! son otras tantas -esferas habitadas por espíritus que se elevan. Subir la escala infinita -de la creacion, acercarse siempre á Dios sin conseguirlo jamás, tal es -nuestro destino glorioso. La muerte no es sino un pasaje á una vida mas -intensa. Nada parece aquí abajo, ni siquiera un átomo de polvo; cómo -ha de apagarse la conciencia? Dios es acaso un artista caprichoso, que -destruye la obra maestra de su grandeza y de su bondad? - ---Señor, esclamé, esas palabras son bellas y tocan al corazon; pero la -prueba, esa prueba que la humanidad exije hace seis mil años,--dádmela. - -Nada mas fácil, repuso Jonatás; remontemonos hasta Sirio, que brilla allá -arriba por sobre nuestras cabezas, allí vereis una de las estaciones que -debeis habitar algun dia. No ha mucho tiempo que visité á Washington. - ---La oferta era como tentar á un curioso; pero el maldito brujo ya se -habia burlado de mí; desconfiaba de su májia. - -Temiendo los disgustos de un nuevo viaje, rehusé, é hice mal en rehusar; -era aquella una ocasion que quizá no se me volveria á presentar. - ---Llegarémos pronto? pregunté á Jonatás. - ---Hé ahí una pregunta poco amable, me dijo. Mirad abajo; no veis en el -mar una lucesita. Es el fanal de la _Arabia_, que salia de Boston, el -dia en que os conduje á América; te hallas aun á medio camino de Europa; -todavia tenemos que hacer doscientas leguas, ó sea seis horas de camino. - -Suspiré y no hablé mas. - ---Mi buen amigo, dijo el odioso májico, estais muy áspero. Si no amais la -discusion, si la metafísica os ataca los nervios, escojed algun asunto -familiar, que nos permita ponernos de acuerdo. Habladme de política. - ---Qué pensais de la esclavitud? esclamé; qué pensais de la guerra -fratricida que destroza los Estados Unidos? - -A este respecto, las jentes de bien no tienen sino una sola opinion; -supongo que detestais el despotismo, que aborreceis la esclavitud, no es -verdad, señor espiritista, y que sin duda respetais una alma inmortal, -cualquiera que sea la piel que la cubre? - ---Hé ahí una pregunta del todo pacífica, dijo: pero es mas delicada de lo -que creeis. No son las leyes las que hacen que un hombre mande ú obedezca. - ---Qué es pues? - ---Es el fluido magnético, repuso con una flema insoportable. Lo que los -filósofos llaman voluntad, enerjia, potencia, no es otra cosa sino ese -fluido que constituye nuestra alma. Cada cual posee una cantidad diversa -y desigual. La mujer, por ejemplo, es un ser mas magnético que el hombre; -así, resulta que en la mayor parte de los matrimonios, diga el Código -lo que quiera, quien obedece es el marido. Los hijos, que la ley somete -tambien á sus padres, son tiranos domésticos que imponen sus caprichos -á toda la casa y hacen de su madre una esclava. Por qué? Porque son muy -ricos en magnetismo. Los viejos, al contrario, tienen la sangre fria, y -no poseen influencia sobre lo que se les acerca. Los enamorados........ - ---Gracias, dije bostezando; no hablemos de medicina, hablemos de política. - ---Paciencia, dijo Jonatás con tono burlon. Si es cosa probada que -los negros tienen menos fluido que los blancos, la cuestion está -resuelta,--la esclavitud es lejítima. - ---Señor, le dije, vuestras paradojas me fatigan. - ---Paradojas! esclamó. Vos no sois de vuestro tiempo, doctor Rococó; leed -vuestros grandes historiadores y vuestros grandes políticos, estudiad -la cuestion de las razas, y vereis que la moral no es hoy dia sino la -fisiolojía. - -Yo tengo una gran dulzura natural, todos la reconocen, escepto mis amigos -íntimos, quienes, segun el uso, no ven sino mis defectos; pero que se -pongan en mi lugar y comprenderán que ha podido faltarme la paciencia. -Colgado de los cabellos durante seis horas, llevado no sé donde, por no -sé quién, eran bastantes contrariedades para todavia tener la de no ser -de la misma opinion en política. - ---Señor, dije secamente á mi enemigo, llevaos á otra parte vuestro lindo -espíritu. No puedo rogaros que salgais, pero os declaro que en adelante -no os escucharé. - ---Y cómo hareis, repuso, con voz burlona. - ---Una palabra mas, esclamé, es un insulto de que me dareis una -esplicacion. - ---Un duelo en estas _serenas_ alturas, dijo el brujo, eso seria orijinal; -reflexionaré; mientras tanto vos me escuchareis de grado ó por fuerza, os -desafio á que os separeis de mí, dejándome burlado. - ---Vos no sabeis, le contesté, haciendo rechinar mis dientes,--vos no -sabeis de lo que es capaz un Francés. - ---Lo creo capaz de todas las locuras, repuso Jonatás, escepto las locuras -imposibles. - ---Imposible! esclamé,--esa palabra no es francesa. - -Mas pronto que el rayo, saqué de mi balija un par de tijeras, y corté la -mecha de cabellos que me ponia en manos de aquel miserable. - -Caí inmediatamente, jirando de derecha á izquierda como una pandorga -que desciende. En el primer momento, alegre y contento como estaba de -la reconquistada libertad, no me inquieté de aquel descenso rápido, la -reflexion me vino cuando oí el mujido de las olas y los silvidos de -aquilon. Era muy tarde; el mar se abrió para recibirme en sus abismos, y -menos dichoso que Jonás, me rechazó sobre la onda jadeante y helado. No -perdí el valor, y me puse á nadar con un ardor desesperado. - -Hacer quinientas leguas de aquella manera primitiva era mucho; pero la -casualidad podia hacer que me encontrase con algun vapor en aquella gran -ruta del oceano, y cobré aliento. Miraba á lo lejos, buscando alguna -luz, y no veia sino tinieblas, cuando el horrible fantasma, dispuesto á -arrebatarme, se dejó caer sobre mí como una golondrina que levanta una -mosca de la superficie del agua. - ---Doctor, me dijo fisgando, espero que el baño os habrá refrescado la -sangre; volvamos á tomar la discusion donde la dejamos. - -Primero muerto, que escuchar tus detestables sofismas, esclamé, y -cerrando el puño, le asesté á mi enemigo un golpe tan terrible que todos -los huesos de mi mano sonaron. Dí un grito de dolor y........ - - - - -CAPITULO XXX. - -Lo mas corto del libro y lo mas interesante para el lector. - - -....Me desperté en mi cama. - - - - -CAPITULO XXXI. - -Algunos inconvenientes de un viaje á América. - - -Al salir de aquel peligro, ó de aquella pesadilla, no sé como decir, -necesité algun tiempo para reconocerme. Dónde estaba? En qué pais me -habia echado mi verdugo. Las cortinas de la cama estaban cerradas,--las -abrí; el cuarto sombrío y mudo; era aquello el silencio y la media luz -que rodean á un enfermo. Cuando mis ojos se habituaron á la oscuridad -miré á mi alrededor y ví una mesa cubierta de papeles, de libros, de -folletos, apilados al azar; una biblioteca llena de libros encuadernados -á la rústica, en pasta y media pasta, parados los unos y atravesados los -otros; una masa de mamotretos, que se alzaba desde el suelo formando una -pirámide bamboleante que á cada instante amenazaba derrumbarse; todo -estaba en su lugar, y no habia que dudarlo, me hallaba en mi gabinete! en -Paris, en Francia,--de vuelta al fin de mis carabanas. Lo diré? Aquella -vuelta al centro de la civilizacion me hizo un mediocre placer; habíale -tomado gusto á la libertad. - -Tiré la campanilla, Jenny entró en puntas de pié, y me preguntó en voz -baja si habia llamado. - ---Sin duda, querida amiga, la dije; dadme luz, por piedad, este cuarto es -una tumba. - -Jenny entreabrió las cortinas y llamó á Susana, que asomó muy despacio la -cabeza á la puerta, y se detuvo para mirarme con ojo inquieto. - ---Y bien, señorita, la dije alegremente, no besais hoy á vuestro padre? - -En lugar de echarse en mis brazos, acercóseme con paso tímido y me tomó -la mano llorando. - ---Cómo os sentís, papá? murmuró. - ---Muy bien, hija mia, salvo la fatiga y la emocion del viaje. - ---Ah! dijo Susana.--Ah! dijo Jenny. - -Habia en aquel grito un acento tan estraño, que alternativamente miré á -mi mujer y á mi hija; sus rostros estaban alterados. - ---Qué teneis? les pregunté. Qué tengo que pueda alarmaros? - ---Amigo mio, dijo Jenny, os ruego que guardeis silencio, así lo ha -recomendado el doctor Olybrius. - ---Quién es el doctor Olybrius? No es ese fátuo que ha hecho un grueso -volúmen sobre la “Cuaresma considerada bajo el punto de vista de la -hijiene y de la navegacion”. Qué hay de comun entre ese pedante de -sacristia y yo? - ---Daniel, repuso Jenny, con tono seco, el doctor Olybrius es el médico -que todo el mundo consulta. Hace ocho dias que tiene por vos los cuidados -de un cofráde y de un amigo. - ---Ocho dias! grité sentándome en la cama. Estais soñando, hija querida? -Cómo puede haberme cuidado en Paris vuestro doctor, siendo así que -estábamos en América? - ---Escuchadme, Daniel, dijo mi mujer con voz conmovida, escuchadme sin -interrumpirme; va en ello vuestra salud, vuestra vida quizá. - ---El mártes pasado, hace ocho dias, habeis vuelto á casa en un estado -deplorable. Habiais consultado no sé qué charlatan; y si he de creerle al -doctor, aquel hombre os ha hecho tomar una pocion de opio, ó de hatchis -que debia mataros. La fuerza de vuestra constitucion, nuestros cuidados -quizá os han salvado. Toda la semana habeis estado en un letargo completo -ó en un delirio espantoso. Habeis tenido visiones terribles, que mas de -una vez nos han hecho temer por vuestra razon. Hoy volveis á delirar, -el doctor Olybrius lo habia predicho; pero añadiendo que esta vuelta á -la salud exijía los mayores cuidados; que, segun todas las apariencias, -necesitaríais de algun tiempo para sacudir todos vuestros sueños y -acostumbraros de nuevo á la vida real, y que en una crísis semejante el -reposo y el silencio eran de absoluta necesidad. - -Al oir aquello miré á mi vez con espanto á mi mujer. Qué significaba -aquella fábula, referida con tanta seguridad? Yo estaba seguro de haber -estado en América; un cérebro Francés jamás habria imajinado lo que -yo habia visto; por otra parte, el delirio es incoherente y no deja -recuerdos. Pero si Jenny habia estado en Francia mientras yo vivia en -Massachusetts, quién era pues, esa Jenny Americana, á quien estrechaba -con tanta ternura sobre mi corazon? Sería bígamo sin sospecharlo? Habia -dos Susanas y dos Enriques, el uno en Paris de Francia y el otro en -Paris de América? Era yo doble? Tenia una sola alma en dos cuerpos? Qué -confusion! Qué caos! - -Maldito Jonatás! murmuré, que el diablo te lleve, y al espiritismo -contigo! Vaya un lindo embarazo en el que me encuentro! - -De repente la verdad me hirió, y me reproché el haber escuchado á mi -mujer, siquiera un instante. No me habia dicho Jonatás que solo yo -conservaria la memoria, y que mi familia se haría Yankee de nacimiento? -Todo se esplicaba de la manera mas natural; Jenny era el juguete de una -ilusion. Si alguien soñaba en mi casa no era yo, era mi mujer. Esta -reflexion tan simple me volvió el valor y mi dignidad. - ---Querida mia, le dije á Jenny, no os fieis en las apariencias. Vuestro -Olybrius es un tonto; yo no he estado nunca enfermo, la prueba la teneis -en que mi pulso no tiene mas que sesenta y cinco pulsaciones, en que me -muero de hambre, y en que, con vuestro permiso, voy á levantarme y á -almorzar. Por toda respuesta mi mujer se anegó en lágrimas: es un modo de -razonar que Aristóteles ha hecho mal de olvidar; representa un gran papel -en la retórica conyugal: un marido exitado está medio vencido. - -Susana, como hija bien criada no dejó de encarecer á su madre, y se colgó -de mi pescuezo sollozando: Papá! gritó, mi papacito, no os hagais daño, -esperad al doctor. - ---Le esperaré de pié, y no en ayunas, repuse; por lo demas, hijos mios, -no quiero aflijiros. Soy médico, y os doy mi palabra de honor de que me -siento muy bien; si mi asercion no basta haced subir á mi vecino Rose; él -es médico y antes de poco os habrá tranquilizado. - -La transaccion fué aceptada, entrando muy luego Rose con una cara tan -séria y tan solemne que me reí en sus barbas. - ---Buen dia, mi viejo amigo, le dije, tendiéndole la mano. - ---A qué debo esta honra, señor doctor, respondió sentándose en mi -poltrona. - ---Tened la bondad de tomarme el pulso, y decidles á estas señoras si no -estoy en perfecta salud. - -Tomó mi brazo, contó gravemente las pulsaciones de la arteria, y, -volviéndose hácia Jenny, con aire asombrado, dijo: - ---Si me fuera permitido dar una opinion, me atreveria á decir que este -pulso está regular, y hasta un poco débil, como el de un hombre que -no ha comido. La crísis ha pasado, si la ha habido, que no me atrevo -á afirmarlo. Creo, añadió desarrugando la frente, que un pollo frio y -algunos vasos de vino de Burdeos están naturalmente indicados; es una -prescripcion que, enfermo ó nó, el señor doctor puede aceptar. - -Las dos mujeres salieron para ordenar mi comida; Rose, se levantó y -acercándoseme con el dedo en la boca: - ---Confesad, doctor, dijo en voz baja, que en adelante no volvereis á -jugar con el láudano? - ---_Tu quoque?_ esclamé. Querido señor, el opio nada tiene que hacer en -este negocio; he sido magnetizado. - ---Bueno, dijo: con que vos, doctor, un hombre de fondo, un espíritu -fuerte, creeis en el magnetismo, cuando la Academia de medicina le rehusa -el derecho de ciudad? - ---Ha sido necesario ceder á la evidencia, repuse suspirando. Teneis en mi -una víctima de esa deplorable invencion. Me han transportado á América. - -Rose retrocedió pálido y confuso. - ---Sí, repuse, me han transportado á América, con mi casa y mi calle. Allí -os he visto á vos, Sr. Rose; erais allí un patriota, un bravo, un capitan -de zuavos. - ---Callaos, en nombre del cielo, dijo, callaos, si otro que yo os oyera! - ---Dudais de mi palabra? le dije, necesitais pruebas? - ---No quiera Dios que os dé un desmentido, esclamó el boticario; hemos -servido juntos en las filas de la Guardia Nacional, os tengo por un -caballero y sentiria mucho que os sucediera nada desagradable. Escuchad -el consejo que me dicta el respeto que os tengo. Sed prudente; sed -discreto. Habeis estado en América, sea; vos lo decis, yo lo creo; pero -en vuestra casa todos creen lo contrario. Sois el único de vuestra -opinion. Por consiguiente, ya sabeis el proverbio: - - _Quand tout le monde a tort, tout le monde a raison_[64]. - -Si os obstinais en hablar de ese viaje magnético, temo que los incrédulos -se venguen á su modo, y que os hagan pasar por un hombre que.... - -Se detuvo, puso uno de sus dedos sobre mi frente, agachó la cabeza y me -miró con aire compasivo. - ---Cómo! esclamé, os imajinais por ventura que tengo trastornado el -cérebro? - ---Sin duda que no; no sé á qué atenerme, pero quién puede detener á las -imajinaciones demasiado vivas? vuestra aventura es tan estraordinaria, -que seria prudente que solo vos guardárais el secreto de ella. - ---Señor Rose, repuse, sentaos y hablemos, vereis que jamás he tenido la -cabeza mas sana. Cómo están vuestros nueve hijos? - ---Muy bien, contestóme, os doy las gracias; todos están ya colocados -inclusive mi Benjamin. - ---Alfredo, no es verdad? - ---Sí, dijo sonriendo, un lindo mozo de veinticuatro años. Qué gusto para -un padre haber colocado al fin á toda su familia, y haberla colocado bien. - ---Qué hacen todos vuestros hijos? Contadme eso, vecino; hablad incrédulo; -aseguraos que tengo el corazon y el espíritu mas jóvenes que á los veinte -años. - ---El mayor, dijo, es el único que me ha dado algunos pesares. Era el -retrato de su difunta madre. Porfiado, ambicioso, con ideas siempre -suyas, y no queriendo cederle á nadie me tenia siempre inquieto. Así, he -me visto reducido á hacerlo entrar en la escuela politécnica, de donde ha -salido siendo uno de los primeros. Podia tener un hermoso puesto en los -tabacos, pero es un caballo arisco que no hay como enfrenar. El caballero -ha corrido el mundo con invenciones en su bolsillo; es hoy dia director -de una usina y pretende que hace fortuna. Dios lo quiera! Pero la -industria es un oficio pérfido; solo despues de haberse uno muerto puede -tener la seguridad de haber salido bien. Ese niño me inquieta siempre. - ---Mis otros hijos, educados cuidadosamente por mí, no me han dado sino -alegrias. Han recibido una educacion literaria, y gracias á protecciones -hábilmente empleadas, á todos les he colocado en la administracion. -Tengo dos en las aduanas, dos en los derechos reunidos; otros dos son -receptores, el octavo está en las aguas y bosques; en cuanto á mi -Alfredo, hélo secretario particular de un prefecto,--en el camino de las -grandezas. Antes de dos años si le consigo algunas recomendaciones, será -consejero de prefectura con mil ochocientos francos de sueldo. - ---Cómo! esclamé, vos, Rose, un patriota habeis hecho de vuestros hijos -dependientes, cuando podiais abrirles una carrera independiente y -hacerlos ciudadanos? - ---Doctor, repuso el boticario, he seguido el consejo y el ejemplo de las -jentes de talento. Si el servicio del Estado no es brillante, es seguro. -No se tienen inquietudes ni fatigas, si hay alguna fortunita, se trastea -en la bolsa para mejorarla; procura uno casarse con una mujer que tenga -un lindo dote, y padres que no sean muy jóvenes; vive uno tranquilamente -y envejece á su gusto con una buena jubilacioncita, en el fondo de -alguna ciudad de provincia. - ---Es la vida de una ostra. - ---Las ostras son dichosas, repuse, es lo principal. ¿Sed fabricante, -comerciante, armador? La revolucion os arruina el dia menos pensado; -despues, es un gobierno fuerte que hace la guerra sin preveníroslo. -¿Y los impuestos que aumentan todos los dias, y las crísis, y la -competencia? Todo se conjura contra el hombre que trabaja. Nuestra -sociedad no es hecha para él. Loco es aquel que corre semejantes -aventuras, cuando nada hay tan cómodo como vivir tranquilo y honrado -sirviendo á su pais. ¡La Administracion es la Francia! Que los -republicanos y los delicados ladren cuanto quieran, por mi parte prefiero -que mis hijos estén con los que comen, no con los que son comidos. - ---Y para llegar ahí habeis necesitado solicitar, estirar la mano. - ---Sí, dijo riendo, se han hecho algunas bajezas. He caminado á derecha é -izquierda, he implorado, he adulado, pero me he salido con la mia que es -lo esencial. No abrais esos ojazos, doctor: he hecho lo que hace todo el -mundo. No por eso soy menos patriota, y dejo de estar en la oposicion; -estoy en el centro izquierdo, con toda la Francia, y me glorío de ello, -sea dicho entre nos, pero cuando el porvenir de mis hijos está de por -medio, pongo en el bolsillo mis opiniones, las cuales no me sirven de -nada. - ---Para encontrarlas en un dia de revolucion, ¿no es verdad? le dije con -ironia. - ---Sin duda, repuso con tono plácido. Se sirve al Gobierno, pero no se -pierde uno por él. Una de las grandes ventajas de la administracion -consiste en que las revoluciones le aprovechan; cada quince años hay una -crísis, ¡dichoso aquel que se encuentra en situacion de poder atrapar el -buen número! - ---Sois un sábio, señor Rose. - ---Un hombre de sentido simplemente, repuso con orgullosa modestia. Ved -por ejemplo á mi Alfredo; ha hecho estudios admirables; ha obtenido el -primer premio de discurso francés en el gran concurso. Si le hubiera -escuchado se habria hecho abogado, bella carrera, pero larga, difícil, -laboriosa y que ahora no conduce á nada. Al paso que con su injenio, su -buen porte y un poco de manejo, ese muchacho no necesita sino dos ó -tres buenas oportunidades para ser subprefecto en diez años, prefecto en -quince y quizá senador. - ---Ay, Dios! esclamé, oís ese ruido en la calle? - -Rose corrió á la ventana. - ---No es nada, dijo, es un caballo que ha rodado y un hombre que ha salido -por las orejas. - ---Estoy perdido: ¡tendré que pagar otros quinientos dollars! - ---¿Qué teneis, querido señor? dijo el boticario, confuso con mi miedo. -Un desconocido que se rompe el pescuezo en la calle, es cosa que se vé -todos los dias, ¿qué mal puede haceros? es una desgracia de que no puede -acusarse á nadie. - ---Eso atañe, al menos, á vuestra administracion, le dije, volviendo en mí -y pensando que ya no estaba en América. - ---La administracion nunca es responsable, repuso Rose con tono chusco. -Ella nos cuida á todos á nuestro riesgo y peligros. - ---Hay un inspector. - ---Sin duda, dijo, pero el inspector depende del prefecto, y este depende -del gobierno, el cual no depende sino de Dios y de su espada. Como decía -mi difunto padre hay tres casos fortuitos y sin remedio: naufrajio, -incendio y hechos del príncipe. Hoy dia contra el naufrajio y el incendio -hay el seguro; contra los hechos del príncipe nos resta lo que tenian -nuestros abuelos,--la resignacion. - ---Las cosas no andan así en................ - -Rose me miró, yo me mordí los lábios y callé. - ---Por lo demas, continuó el boticario, pronto os vereis libre de ese -detestable empedrado, que van diez años, hace la desesperacion de los -cocheros; el mes que viene os espropian. - ---¿Qué me espropian? - ---¿No lo sabeis? repuso; la informacion está abierta hace ocho dias. - ---Me opongo, reclamo. - ---¡Reclamar! ¿y para qué? dijo con aire paterno. Querido vecino, conoceis -sin duda la historia de la olla de barro y de la olla de hierro. No -os encapricheis, es inútil y algunas veces perjudicial; tratad con la -administracion, os dará por vuestra casa un precio razonable, ¿qué mas -quereis? - ---No quiero que me echen de la casa de mis padres; pero tengo los -diarios, escribiré. - ---¡Los diarios! dijo el boticario. Ojalá los suprimieran á todos. De qué -nos sirven hace diez años. En otro tiempo, bajo el último reinado, le -decian las verdades á los ministros,--era divertido; hoy dia no sé que -enfermedad les han inoculado, están mudos como peces. No son sino avisos. -Tengo acaso necesidad de pagar cincuenta francos por año porque me manden -á domicilio el prospecto de todos los negocios sucios, cuyas perfecciones -se decantan á cinco sueldos la línea. Si yo fuera gobierno, obligaria á -los diarios á decir la verdad; de lo contrario, me basta el _Monitor_, y -todavia! - ---Y sois liberal? - ---Liberal y francmason, hasta la muerte, dijo, levantando la mano con -grotesca seriedad. Hace cuarenta años que mi _Credo_ no ha variado jota. -Viva nuestra inmortal revolucion y el Imperio que ha llevado hasta Moscow -los gloriosos principios de 89! Abajo los aristócratas y los emigrados. -Abajo los Jesuitas, que son la causa de todas nuestras miserias! No -soy enemigo de la relijion, el pueblo la necesita, pero quiero curas -patriotas y honrados. Odio á la pérfida Albion, maldigo al autócrata -Ruso, quiero que la Francia liberte á todos los oprimidos: Polacos, -Húngaros, Valacos, Servios, Maronitas, Italianos y Negros. Por lo demas, -amo la paz y las artes; nunca tendremos de sobra para nuestra primera -escena nacional, la comedia francesa, donde he aplaudido al señor Talma, -en _Sila_: - - _J’ai gouverné sans peur et j’abdique sans crainte._ - -Quiero un gobierno fuerte y patriótico, que escuche á los hombres -honrados y haga callar á los abogados y á los charlatanes. Quiero un -ejército que le haga frente á la Europa, una marina que desafie á la -Inglaterra, canales y ferro-carriles por todas partes; quiero que -el gobierno le dé trabajo y pan al obrero. Quiero ademas un pequeño -presupuesto y pocos impuestos. No entiendo que el Estado engorde con los -sudores del pueblo. Hé ahí mi símbolo; es el de todo buen Francés. - ---Y la libertad, le pregunté, no la veo en vuestro programa? - ---Os equivocais, repuso. No os he dicho que queria un gobierno enérjico, -una administracion que pulverice todas las resistencias individuales? El -dia en que el Poder, comprendiendo sus verdaderos intereses, os obligue á -ser libres, tendremos libertad y se la impondremos al universo. - ---Qué entendeis por la libertad? le pregunté. - ---Vecino, dijo, hé ahí una pregunta, que prueba lo sana que teneis la -cabeza. Hay una cáfila de necios que gritan libertad! libertad! sin -ver el lazo que les tienden el fanatismo y la aristocracia. No quiero -esas falsas libertades que solo son el privilejio de la riqueza y de -la supersticion. Patriota, amigo de las luces, no quiero una libertad -relijiosa provechosa solo para los sándios. Para que el pueblo sea -libre es menester embozalar á los frailes. No quiero una libertad de -asociacion, únicamente buena para los capuchinos; no quiero que en nombre -de la caridad se corrompa al pobre con limosnas políticas, dándole -un pan envenenado. No quiero una libertad de educacion que entregue -nuestros hijos á los Jesuitas. No quiero una libertad departamental que -reconstruya el federalismo provincial; no quiero una libertad comunal -que resucite el despotismo del señor y del cura, haciéndonos siervos y -villanos. Mejor es la mano del Estado que esos derechos anárquicos, de -que abusarian las jentes inquietas, los aristócratas, los fanáticos y los -gazmoños. Estoy con el pueblo, viva la igualdad! - -Miraba con terror á aquel honrado Beociense, y decia para mis -adentros,--pensar que antes de mi viaje á América yo estaba en ese -grado de inbecilidad! Yo tambien ponia mi patriotismo en la igualdad -de la servidumbre; yo tambien hacia consistir la libertad pública en -la destruccion de todas las libertades particulares, como si despues -de ese anonadamiento quedára otra cosa que el brutal mecanismo de la -administracion. Jonatás! Jonatás! maldito brujo! Porqué me has hecho -estranjero en mi pais, porque no trasportas á América á todos los -franceses, por ocho dias siquiera? - ---Y bien, vecino, dijo el boticario, sorprendido de mi silencio, qué -pensais de mis principios? No soy un hombre del siglo? No soy un patriota -y un Francés en toda regla? No son esas las doctrinas que vos habeis -defendido siempre? - ---Es verdad, repuse, pero al hacer la enumeracion de todas las libertades -de que tenemos miedo, no veo bien las que nos quedan. - ---Bah, me dijo, vos os chanceais. Y la libertad de la panaderia, es acaso -nada? Y el sufrajio universal, no es todo? En la hora del escrutinio -es cuando se reconoce á los hombres que no adulan jamás al poder. Hace -cuarenta años puedo hacerme esa justicia, que nunca he votado sino con la -oposicion. Pueden hacerme mil pedazos,--no cederé. - ---Mientras tanto, os dejais espropiar sin decir una palabra. - ---Entre nos, la cosa me fastidia, repuso el boticario. Pero qué quereis, -no soy sino un individuo. Como ciudadano desafio á los tiranos; como -simple potentado no he de ir á ponerme mal con la administracion, de -la que tengo necesidad todos los dias. Por otra parte, los principios -están ahí; el interés privado debe ceder ante el interés jeneral. Pensad -que si la conservarán, vuestra casa desbordaria dos centimetros al menos -de la alineacion jeneral. Quién sufriria semejante defecto de simetría? -Nosotros los Parisienses hemos nacido con el compás en los ojos. No -habria pasante á quien no lo chocára esa enormidad y que no gritára hasta -desgañitarse contra nuestra edilidad. - ---Sí, dije, los derechos no son nada, la linea recta es todo. - ---Señor, dijo el boticario, no hableis mal de la linea recta; me dariais -mala idea de vuestras luces y de vuestro gusto. - ---Mucho debeis amar el camino mas corto de un punto á otro, puesto que le -haceis sin pesar, el sacrificio de vuestra industria. - ---Si lo amo? dijo; escuchadme, vecino, os haré una confidencia, que estoy -seguro os encantará, como ya ha encantado á todos mis amigos. - -Soy todo orejas, como hombre que lo que mas desea es convertirse. - ---Ya veis, dijo, lo que hacen de París. Viejas casas, antiguos recuerdos, -todos esos restos de un pasado bárbaro caen bajo el martillo de los -demoledores y son reemplazados por calles rectas y palacios nacidos de -ayer. Es magnético; un Parisiense mismo se pierde en él. Antes de diez -años París será una ciudad completamente nueva: el teatro, la posada y -el café del mundo entero. Eh bien! partiendo de las mismas ideas, he -concebido un proyecto mas atrevido y hermoso; pongo á toda la Francia en -París. La provincia está muerta,--ya no hay ni Auberneses, ni Gascones, -ni Saboyardos; ya no hay ni siquiera Franceses. Todos somos Parisienses. - ---La obra es grande, continuó; se trata de fortificar y de concentrar -la unidad nacional, que deja mucho que desear; pero el medio es de los -mas simples; prolongo el _boulevard_ de Sebastopol, de un lado hasta -Bayona, del otro hasta Dunkerque; llevo la calle de Rivoli, de una punta -hasta Brest, de la otra hasta Niza. De paso, derribo todo, á fin de que -nada embarace la linea recta. Qué perspectiva! Qué horizonte! Y el gasto -es nada! Las espropiaciones no costarán caro, el aumento de precio de -los terrenos será enorme, porque siempre se estará en París. Todas las -ciudades no serán ya sino suburbios. - -En medio de la via coloco un ferro carril; de ambos lados hago construir -casas con arqueria, á fin de que los pedestres no sufran ni la lluvia -ni el lodo; coloco teatros de trecho en trecho y cafés en todas partes. -París se vuelve asi el paseo del jénero humano. Eso no es todo, llamo -á las artes en mi socorro para dar estilo á mis construcciones. En la -estremidad de ese _boulevard_ de doscientas leguas del lado de Bayona, -erijo una estátua de ciento veinte pies: la gloria; en la otra estremidad -hácia Dunkerque: la victoria. Al fin de la calle de Rivoli, hácia Brest: -un grupo de guerreros; abajo, hácia Niza, ninfas ofreciendo laureles. En -el centro, finalmente, es decir, hácia Bourges, establezco un Walhalla, -un panteon jigantesco. Una columna ó mas bien una pila inmensa formada -de cañones superpuestos, elevará hasta las nubes una especie de Minerva -con pica, casco y coraza. Esa será la Francia, reina de las artes, de -la civilizacion y de la paz. Al rededor de la columna dispongo un vasto -pórtico coronado de granadas y de obuses que estallan; en el interior -coloco las estátuas de todas nuestras glorias nacionales: Duguesclin, -Dunois, Condé, Turenne, Hoche, Kléber, Masséna, Murat, &a; arriba -establezco estátuas simbólicas, cada una de veinticinco pies de alto. -De un lado la Guerra protejiendo la industria y las artes; del otro la -Conquista llevando al estranjero la libertad; en el centro la Fortuna y -la Belleza coronando la valentía. Eso será noble y grandioso, tendremos -asi monumentos patrióticos que inmortalizen un siglo y engrandezcan el -espíritu de veinte jeneraciones. La inmensidad en la uniformidad, qué -ideal! - -Los griegos, respondí, hacian, me parece consistir la belleza en la -proporcion y la variedad. - ---Los Franceses no son Griegos, esclamó él; somos Romanos; nada nos place -como la enormidad y la simetría; lo jigantesco es lo bello. - -Suspiré, bajé la cabeza y no contesté. - ---Eh bien, doctor, volveis á caer en el silencio? Qué pensais de mi -proyecto? - ---Pienso, le dije, alzando los hombros, que vengo de un pais donde se -ocupan de levantar hombres en lugar de levantar piedras y de construir -monumentos. Los pórticos, las columnas, los arcos de triunfo, las -estátuas, forman en el horizonte una hermosa perspectiva; pero hay algo -mas hermoso, mas grande, algo mas vivo que esparce en la mas estrecha -calle la mas esplendorosa luz, y que hace del antro mas sombrio un -palacio: es la libertad. - ---Vamos, repuso, con su tono de autor irritado, con que vuelven á venir -vuestras mariposas negras; siento que mi presencia es indiscreta. - -Se levantó, y le dejé marcharse. Qué habia de hacer con aquel loco? Oí -que hablaba con mi mujer en el salon, y percibí el nombre de Olybrius, -y las palabras:--“daos prisa, es tiempo.” Qué significaban aquellas -palabras? No hice caso de ellas, y fué mal hecho. Es menester desconfiar -siempre de los necios. - - - - -CAPITULO XXXII. - -Una familia Parisiense. - - -Por fin levantéme, acicaléme, pero no sin echar de menos mi casita de -América. No tenia baño donde reposar mis miembros fatigados, ni fuego en -mi cuarto ni agua caliente; los franceses no han comprendido todavía que -la primera de las libertades domésticas,--consiste en tener uno todo á la -mano, sin necesidad de nadie. Fué menester que tirára la campinilla sin -cesar, y á cada campanillazo se me presentó un lacayo solemne y estirado -que me miró desde arriba de su corbata blanca, y me sirvió con majestuoso -desdén. Oh, mi pobre zambo, dónde estabas tú? Tú eras uraño y ridículo, -pero me amabas. - -Una vez afeitado me miré al espejo, esperimentando algun placer de -encontrar mi cara de otro tiempo; no es que fuera linda, pero estaba -habituado á ella; nada hay tan incómodo como buscarse uno bajo una -máscara estraña. En el comedor hallé á mi mujer y á mi hija que me -esperaban con una inquietud mal disimulada. Jenny bordaba un tapiz, para -tener alguna habilidad; Susana festonaba, y de vez en cuando fijaba en mi -sus ojos tristes y azorados. Sentéme á la mesa, y almorcé con escelente -apetito. Ocho dias de emocion y de agua pura me hacian saborear con -delicia un almuerzo francés, y mi viejo vino de Burdeos. Volvía á hallar -la patria; mi corazon volvía á sentir su antiguo calor; y tenia ideas -poéticas, cosa que no me habia sucedido en Massachusetts.--Oh, patria -mía! Yo te amo como un enamorado ama á su querida, riñéndola siempre, -pero deseándole siempre todas las bellezas y todas las virtudes. Oh, -mi Francia querida! tu tienes mas de un defecto de educacion, pero la -naturaleza te ha tratado como á niño mimado. Nada vale la dulzura de tu -cielo, la riqueza de tus mieses, la hermosura de tus frutas, el calor -de tus vinos. Cuando la fiebre de las revoluciones no te enloquece, tus -hijos son políticos, amables, injeniosos; tus hijas son mas listas que -sus maridos. Qué te falta pues, para ser la nacion del mundo mas noble y -feliz? Solo esa libertad de que te burlas, y que no conoces! - ---En que piensas, Susana mia? - ---En nada, mi buen padre. - ---Deveras? pues un pajarito me dice que la señorita piensa en su mas -antiguo amigo. - ---No digo que no, padre mio. - ---Bien! hija mia, es menester desterrar esos malos pensamientos. Estoy -tan bien de salud que solo me ocupo de tu felicidad. Y á propósito, hija -mia, cuando te casas? - -Jenny se levantó como si un resorte la hubiera empujado, Susana se puso -colorada hasta lo blanco de los ojos. - ---Dejémonos de niñerias, esclamé. Susanita, pronto tendrás veinte años, -y no eres una de esas tontuelas que al nombre de marido se ponen á -bisquear, mirándose la punta de la nariz. Si tu corazon ha hablado, -dímelo; tengo plena confianza en tí, amiga mia; adopto de antemano el -yerno que me has elejido. - -Susana, dijo mi mujer, con voz conmovida, traeme de mi cuarto un poco de -lana para mi tapiz, y esto diciendo, le hizo una señal de intelijencia, -que, traducida en buen francés quería decir: “déjanos solos.” - -En cuanto Susana salió, Jenny estalló. - ---Daniel, dijo, sois cruel. Qué os ha hecho esa niña? - ---Cómo! no puedo preguntarle á mi hija si ama? - ---Mi hija, repuso Jenny, no ama á nadie, señor. - -Es una niña honesta, que hará lo que ha hecho su madre: esperará al dia -de su casamiento, para amar al esposo que sus padres le escojan. - ---Al dia de su casamiento? esclamé. Es un poco tarde. Si el amor no entra -la primera noche, al dia siguiente hallará la puerta cerrada. Dejar su -felicidad á la eleccion de sus padres es peligroso. La mujer se casa para -sí, no para su madre. El deber es una bella cosa, pero no reemplaza esa -primera y santa ternura de un corazon que se ha entregado libremente. - ---No sé de donde sacais esas vuestras doctrinas, dijo Jenny con tono -seco; me parece que debiérais respetar vuestra casa para no traer á ella -esas tristes paradojas. - ---Pero, mi buena amiga, en todos los paises del mundo las jóvenes escojen -sus maridos. Ved la América! - ---Somos Iroqueces? interrumpió mi mujer. - ---Ved la Inglaterra, la Alemania, la España misma; allí se casan con el -que aman, y no veo que los matrimonios sean menos felices que en París. - ---Vos no teneis sentido comun, Daniel. - ---Es decir, señora, que entre nosotros dos hay alguno á quien la -preocupacion, le ciega y que razona torcidamente. - -Sí, señor, con la diferencia que vos sois el único de vuestra opinion, y -que en Francia todo el mundo piensa como yo. - -Ah! murmuré, hé ahí mi tirano, el señor _todo el mundo_; vuelvo á -hallarlo en mi casa, y no hay duda, mi mujer valia mas en América! - -Discutir era inútil, disputar odioso; recurrí á un recurso que le faltaba -á Sócrates; encendí mi pipa, y me puse á soñar. - -La paz no duró mucho tiempo. Enrique entró en el cuarto y vino á -abrazarme tímidamente. Miré á mi hijo, y me costó reconocerle. Ya no era -mi ardiente voluntario, siempre dispuesto á partir á la India ó á la -guerra,--era un lindo mozalvete con cara de muñeca. En el medio de la -cabeza tenia una raya á guisa de mujer; añadid una camisa bordada, un -cuello parado, una cinta escocesa de corbata. Vamos, parecia una mujer de -paletot; toda su persona tenia no sé qué de gracioso, de delicado y de -indolente. - ---De dónde vienes querido? le dijo su madre. - ---De lo de mi peluquero, mamá. - -Su peluquero! Mi hijo tenia necesidad de un peluquero! Yo le contemplaba -como á una curiosidad. - -Has estado en el picadero, esta mañana? continuó Jenny. - ---Sí, mamá, y en la sala de armas. - ---Muy bien, dije, esos ejercicios viriles me gustan. Es menester que un -jóven sepa andar á caballo, nadar, boxear, tirar el florete y la pistola; -es menester que el hombre civilizado combata sin cesar la dulzura de una -vida que le enerva; pero, mi querido Enrique, eso no es todo, es menester -tambien adoptar alguna profesion. Tienes diez y seis años; eres un -hombre. Qué piensas hacer? - ---Pobre amor mio! esclamó Jenny, dejadlo gozar de sus bellos años; -todavia no es bachiller. - ---Pues bien, que se haga bachiller! - ---Tengo tiempo, papá, dijo Enrique, bostezando. El año que viene me darás -un repetidor. - ---Para qué? preguntéle. - ---Todo el mundo toma repetidores, dijo Jenny encojiéndose de hombros. -Ved al hijo de M. Petit, el banquero. No sabia nada, era un idiota. En -tres meses un hombre del oficio le ha metido toda una enciclopedia en la -cabeza; ha asombrado hasta á sus mismos examinadores. - -Y tres meses despues era tan ignorante como el primer dia. - ---Qué importa? dijo Jenny, era bachiller; es un título que conduce á todo. - ---Sed pues bachiller, hijo mio, y no esperes el año próximo; quiero que á -los diez y siete años tengas una profesion. - ---Antes debe estudiar derecho! dijo mi mujer. - ---Sí, paseándose tres años en el Bosque y en otras partes, salvo -una enfermedad crónica que se llama el exámen. No quiero que pierda -tontamente tres años, los mas bellos de la vida, en la ociosidad, ó en -tristes placeres! Que Enrique adopte primero una profesion, y en seguida -que estudie derecho sériamente. Habla, hijo mio, qué profesion escojes? - ---La que querrais papá, respondió abrazando á su madre. Jenny se sonrió -como diciéndole: paciencia, hijo mio, tu padre no tiene sentido comun. - ---No tienes ningun gusto, ninguna vocacion? pregunté á Enrique. - ---No, papá, eso os toca á vos. En quedandóme, en París, pudiendo montar á -caballo y divertirme con mis amigos, todo me es igual. - ---Hijo querido, como nos ama! dijo Jenny alizándole los cabellos. - ---Divertirte! esclamé, quién te ha inspirado semejantes principios? Amigo -mio; no estamos en la tierra para divertirnos. El trabajo es la órden de -Dios, el freno de nuestras pasiones, la gloria y la felicidad de la vida. -En América no hay un solo hombre que á tu edad no se baste á sí mismo, -que no tenga el sentimiento de su deber y de su dignidad. - ---Daniel, dijo Jenny, con una impaciencia visible, por qué lo atormentas -así cuando no trata sino de agradarte? Esperad un poco; hará lo que hace -todo el mundo. - ---Es decir que no hará nada. - ---Tendrá un puesto. - ---Eso es lo que yo decia, repuse indignado de aquella debilidad maternal. -Un puesto, hé ahí la gran palabra, mi hijo será empleado! - ---Todo el mundo lo es hoy dia, dijo mi mujer. Mostradme un hijo de -familia que haga otra cosa! A qué singularizaros? - ---Qué! le dije á Enrique, no preferirias ser el artesano de tu fortuna, y -deber tu posicion solo á tu trabajo y á tu talento? La independencia es -acaso nada? No quieres ser abogado, médico, fabricante, comerciante? - ---Por qué no le propones que sea almacenero? dijo Jenny, con un desden -que me hirió. - ---Muy bien, señora! Pezar azúcar por su propia cuenta, es cosa -vergonzosa; pero cerrar cartas y empaquetar recibos por cuenta del -gobierno, es noble y glorioso! Y, para llegar ahí, es menester rogar, -solicitar, renegar sus opiniones y adular á personas cuya mano no se -tomaria. - ---Todo el mundo hace otro tanto, dijo Jenny. Os creis mas sabio y -virtuoso que todo el mundo? - ---Oh, preocupacion! preocupacion! esclamé. Pablo-Luis[65], tú teniais -razon: somos un pueblo de lacayos! - -Yo estaba furioso, me paseaba á grandes pasos por el cuarto, y daba de -puñetazos sobre la mesa; Enrique bajaba la cabeza, y callaba Jenny estaba -pálida, y apretando los lábios me seguia con los ojos. - ---Daniel, me dijo, acabad, os lo suplico, esta escena ridícula; ya sabeis -que soy incapaz de resistir á semejantes emociones. Cuando reflexioneis á -sangre fria, espero que oireis la voz de la razon. - -En este momento no sabeis lo que decis. - ---Señora, la dije, paréceme que en presencia de mi hijo esas palabras -están fuera de lugar; faltais al respeto que me debeis. - ---Amigo mio, contestó, vos estais enfermo. - ---Basta! esclamé; esa piedad es impertinente. Os haré ver lo que es -un jefe de familia. A pesar de vuestras preocupaciones y de vuestras -desesperaciones, obligaré á mi hija á que se case por inclinacion, y á mi -hijo á que escoja una profesion de su gusto,--una profesion independiente. - ---Daniel, sois un loco, dijo Jenny cruzando las manos. - ---Señora yo tengo mi buen sentido, y os enseñaré que soy el amo de mi -casa. - ---Está loco! gritó mi mujer anegándose en lágrimas y echándose en brazos -de Enrique, que se puso á llorar á su vez. - -En aquel momento abrieron la puerta de par en par, y una voz anunció al -señor doctor Olybrius. - - - - -CAPITULO XXXIII. - -El Doctor Olybrius. - - -Entró, lo veo aún.... Una frente calva, con sus correspondientes mechas -de cabello rojo, flotando de derecha á izquierda, unos anteojos de oro, -una sonrisa beata, una triple barba perdida en las profundidades de una -ancha corbata, un frac verde, con una cinta que ostentaba los colores del -arco iris,--todo anunciaba al tonto que ha tenido buen éxito. Detrás de -él caminaban como dos corchetes, el abogado Reynard, que, con sus ojos -de garduña, parecia buscar siempre un agujero para ocultarse en él, y el -grueso Coronel Saint John, apoyado en su muleta, y arrastrando su vientre -y su gota. Qué me queria aquel cortejo grotesco? Ay Dios! iba á saberlo á -espensas mias. - ---Buen dia, hermosa dama, dijo Olybrius, tomando la mano de mi mujer y -posando en ella sus lábios; os habeis repuesto de vuestras fatigas y -emociones? Cuidaos señora, cuidaos; el corazon es el órgano débil en las -mujeres; no os dejeis asesinar por vuestra sensibilidad. - ---Buen dia, doctor, continuó con aire de caballero, tendiéndome una mano -que no me atreví á rehusar; cuánto me alegro de veros en pié. Así, es en -calidad de amigo y no de médico como me presento. Lo he dicho á estos -señores, que, como vecinos, venian á saber de vuestra salud, y que no se -atrevian á entrar conmigo. - ---Buen dia, señor Lefebvre, dijo el Coronel. Carambola que hemos estado -enfermos! Pero la caja es buena; estoy muy contento de veros; voto á -sanes! - -Reynard no hizo ningun juramento, pero en el tono mas melífluo me hizo -un cumplimiento tan ambiguo, que me hirió sin saber por qué. - ---Cómo os sentís? me dijo Olybrius. - ---Muy bien, contesté. - ---Tanto peor, dijo él, eso no es natural,--prueba que el veneno no ha -salido del todo. Despues de ocho dias de estragos causados por el ópio, -debiérais estar medio muerto, sin pulso y sin voz. - ---Es de hierro, dijo el Coronel. Sopla! qué carabinero habria sido. - ---Querido cofrade, dije á Olybrius, vuestro diagnóstico os ha engañado. -Mi caso es tan estraordinario, que en vuestro lugar cualquiera otro sábio -se hubiera olvidado de su latin. No he sido envenenado con ópio; he sido -magnetizado y transportado á América, de donde he vuelto esta noche. - ---Arre! con la bola, esclamó el Coronel; yo he mandado un rejimiento de -gascones, que no tenia compañero para la charla y la guerra; pero la -palma es vuestra! - ---Querido cofrade, dijo Olybrius, con voz agridulce, yo sé siempre lo -que digo. Los hechos están ahí; nada hay tan brutal como un hecho. Que -vos os imajineis haber estado en América, eso no me sorprende, es efecto -del ópio; pero yo que os he cuidado ocho dias y ocho noches, afirmo que -habeis estado en carne y huesos en vuestra cama, y que no habeis salido -de París. - ---Señor, contesté, vengo de un pais donde reina la verdad en toda su -estension. Allí he adquirido horror á las mentiras oficiales y no -oficiales; creed lo que os plazca, yo no puedo deciros sino una cosa: -en cuerpo ó en alma, no sé en cuál de los dos, he pasado ocho dias en -América. - ---Efecto del ópio, dijo Olybrius, sacando su caja de rapé y saboreando -una narigada. El cérebro no está despejado, la ilusion persiste. Querido -señor, es menester reaccionar con vuestra razon, de lo contrario los -lóbulos cerebrales se harán el teatro de un desórden grave y persistente. -En semejante caso, vos lo sabeis, el primer remedio es desechar una -idea fija, creyendo las cosas bajo la palabra del médico. Vos no habeis -es-ta-do en A-mé-ri-ca, añadió, escandiendo cada una de esas palabras con -tono imperioso. - ---Señor, le dije, me permitireis que me quede con mi opinion. - ---Daniel, esclamó mi mujer desolada, en nombre del cielo no insistais, -ved que os perdeis! - ---Válgame Dios, querida amiga, repuse sonriendo, y con qué voz me dices -eso. Me parece que oigo á la pobre Rachel en el papel de _Roxane_: - - _Ecoutez Bajazet! je sens que je vous aime,_ - _Vous vous perdez; gardez de me laisser sortir._ - -Por toda respuesta Jenny alzó los brazos al cielo, y tomando á Enrique de -la mano huyó del cuarto ocultando la cabeza en su pañuelo. - ---Mil bombas! dijo el Coronel, por qué aflijís á vuestra mujer! Qué -diablo! se puede mentir para ser agradable á las damas. No sois francés, -con mil de á caballo! - ---Querido vecino, dijo el abogado hablando á media voz, como si comenzára -un alegato,--razonemos. Si habeis estado en América, debeis haber visto -aquel país en detalle, debeis conocerlo á fondo; si habeis soñado, no -podeis tener al respecto, sino ideas incompletas, confusas, y, para -decirlo todo de una vez, quiméricas. Permitidme que os dirija algunas -preguntas que os conducirán á la vida real, y que os permitirán que os -convenzais por vos mismo de la falsedad ó verdad de vuestras impresiones. - ---Hablad, señor, os escucho. - ---Durante vuestra estadía en América, habeis visto á las jentes tirarse -de pistoletazos en la calle? Han colgado á dos ó tres personas por dia, -en virtud de esa ley de la linterna, de esa _Lynch Law_, cuyo nombre nos -han tomado los Americanos, y quizá la idea? - ---Señor, contesté, dejad á los diarios esas faramalladas. Los Americanos -son cien veces mas pacíficos y civilizados que nosotros. Hasta el duelo -es allí desconocido. - ---Arre! dijo el Coronel, eso es demasiado. Existe acaso un pais donde -no se batan? Entonces en ese convento no hay sino relijiosas del -Sagrado-Corazon? - ---Efecto del opio, dijo Olybrius; todo se vé color de rosa. - ---Decid color de carbon de piedra, dijo el Coronel. Arre! Pues si yo -estuviera en aquella barraca, á todos les daria de bofetones para ver si -tienen corazon en el vientre. - ---Hay un gobierno en América, dijo el abogado, ó al menos habeis -encontrado por casualidad el rastro de él? - ---Señor, dije, hay el mas hermoso de los gobiernos: el que administra -menos; el que á los ciudadanos deja mayor libertad para gobernarse á sí -mismos. - ---Efecto del opio! repuso Olybrius. Quién no sabe que la América es una -anarquía viva? - ---Señor, dije impacientado, daos el trabajo de ir á los Estados -Unidos; hallareis allí un Gobierno Central, treinta y cuatro Estados -particulares, treinta y cinco Senados[66] y treinta y cinco Cámaras de -Representantes. No puedo suponer que sean salvajes los que han imajinado -semejantes combinaciones. - ---Arre! dijo el Coronel, treinta y cinco nidos de abogados y de -charlatanes. Si semejantes locuras fueran posibles, yo haria espresamente -el viaje, para hacer saltar por la ventana esas treinta y cinco nidadas! - ---Presenten armas, _pré-pá_; y todos los pájaros echan á volar; entonces -si que se tiene un gobierno que no se enfurruña. - ---Hay ministerios? repuso el abogado con su voz menos aguda. - ---Sin duda. - ---Un Ministerio, de Cultos, por ejemplo? - ---No, las Iglesias son sociedades independientes. Cada cual puede abrir -un templo sin tener nada que temer de la ley. - ---Es imposible, dijo el abogado. Seria entregar la sociedad á las -intrigas de los frailes y á todos los odios relijiosos. Habria todos los -dias una San Bartolomé. - ---Señor, respondí, la cosa puede ser imposible, pero existe; y añado que -en ningun pais hay mas tolerancia y caridad. - ---Efecto del opio! dijo Olybrius. - ---Y no solo la Iglesia es libre, continué, animándome, sino la escuela y -el hospicio tambien. Cada cual puede enseñar, cada cual puede aliviar la -miseria sin necesidad de tenderle la mano al gobierno, ni de dirijirse á -la policia como si tratára de allanar un lugar sospechoso. - ---Es un sueño, dijo el abogado, es materialmente imposible. - ---Efecto del opio! dijo Olybrius. - ---Doctor Olybrius, esclamé, si alguien tiene una idea fija en este -momento, me parece que no soy yo. - ---Yo no tengo idea, doctor Daniel, repuso, pongo por testigos á estos -honorables señores; me basta hacer constar que hasta ahora no nos habeis -dicho una palabra que tenga sentido comun. - ---Hay un consejo de Estado en América? repuso el abogado, que tenia toda -la tenacidad de un juez de instruccion. - ---No, señor, la justicia basta á todo, la administracion está sujeta á -ella. - ---Qué quimera! dijo Reynard, un pueblo no viviria seis meses sin esa -admirable separacion de poderes, que hace la gloria de nuestra inmortal -Constitucion. Suponed que la salud del Estado exije que os pongan preso -sin forma de juicio, qué harian en vuestro pais de Hurones? - ---Qué harian? El procedimiento está marcado. Emplazarian al audaz que -se colocára sobre las leyes y le condenarian á unos cien mil francos de -daños y perjuicios. - ---Y los prefectos, no pensais, que entonces seria un empleo inútil. - ---Los prefectos, repuse, no los hay. - ---No hay prefectos, esclamó riendo; con que no hay prefectos? Qué quereis -que hagan los ciudadanos, sino se obra por ellos. - ---Buen Dios, repuse, harán por sí mismos sus propios negocios. No habeis -pensado en ello todavia, señor hombre de Estado? - ---No, dijo secamente, yo no pienso sino en las cosas posibles. Quién -dirije allí el espíritu público, y les enseña á los ciudadanos á pensar? - ---Nadie. - ---Qué! no hay directorio en la prensa? - ---No, señor. En aquel pais de Hurones, como vos lo llamais, cada cual -dice é imprime lo que quiere, bajo la exclusiva garantia de la justicia -y de la ley. Los diarios son considerados allí como un beneficio. Se les -favorece y multiplica en todas direcciones. No se les exije fianza, no -pagan timbre,--nada, nada impide que la luz se esparsa, nada traba la -libertad. - ---Sopla! dijo el coronel; vaya un pais donde tendrá que hacer la -jendarmeria. - ---Allí no hay jendarmes, señor coronel. - ---No hay jendarmes! esclamó. Pues no exijo mas, y digo vecino, que si no -estais loco de atar, que echen abajo á Charenton. No los he visto nunca -de vuestro calibre; no hay jendarmes! Porqué no decis inmediatamente: no -hay ejército, no hay infanteria, no hay caballeria, no hay artilleria, no -hay jenerales, ni coroneles, ni capitanes; aquella sociedad se compone de -paisanos ó Iroqueses, una sociedad nunca vista. - ---Coronel, le dije, durante sesenta años la América no ha tenido -necesidad de ejército; cuando la paz y la Union se restablezcan, -licenciará el que tiene, porque como decis, aquella sociedad se compone -de paisanos. - ---Basta jóven, dijo frunciendo el ceño. Respetad mi bigote blanco. Tengo -buen jénio, voto vá á sanes! Pero tengo ensartado algunos por haber -charlataneado muchísimo menos de lo que vos lo habeis hecho durante un -cuarto de hora. - ---Efecto del opio, dijo Olybrius. Cómo han de vivir sin jendarmes ni -ejército? Podrian á cada hora del dia reunirse en la calle, ó en otra -parte, hablar de política, criticar al gobierno, salir armados y qué sé -yo. - ---En efecto, señor, repuse, todo eso se hace y la paz no es turbada. Los -ciudadanos libres, y acostumbrados á la libertad saben conducirse por -sí mismos. Cuando hay necesidad, la ley está ahí, basta un oficial de -policia y un juez para mantener ó restablecer el órden. - ---Basta, dijo Reynard, lanzándole una mirada á Olybrius. Doctor, estoy -convencido. - ---Y la medicina, dijo el solemne imbécil, dando vuelta su caja de rapé -entre los dedos, cómo es ejercida en ese pais de cucaña? - ---Precisamente, respondí, es una de las cosas que me ha llamado mas la -atencion; las mujeres, la practican, y con éxito. - ---Arre! dijo el coronel, ojalá hubiera tenido de mayor un guardapiés, -cuando estuve tres meses echado de espaldas en Constantina con una bala -en la pantorrilla! Habria dado todos los medios por una médica.[67] Y -vaya un _calembour_! - ---Por supuesto que esa no es la única profesion que las mujeres ejercen; -se han apoderado de la enseñanza; ellas son las que educan á la jóven -América. - ---Eso debe hacer lindos soldados, dijo el coronel. Hé ahí una escuela -donde deben enseñar á darse de trompadas, primer aprendizaje de la guerra -y de la civilizacion! Qué produce esa educacion? Tenderos y modistas. - ---Produce seiscientos mil voluntarios que se baten como héroes. - ---Vamos, vamos, dijo el coronel, no me reciteis el diario. Hace dos años -que mi gaceta me habla todos los dias de esos famosos conscriptos que -corren unos tras de otros sin alcanzarse jamás. Ah! si yo estuviera allí, -solo con mi 14ᵒ de infanteria lijera, cómo me divertiria, satisfaciendo -los votos del gobierno. Estoy harto de América; pido que me hablen de -otras revoluciones, para variar un poco y divertirme. - ---Coronel, supongo que no defendeis la esclavitud. - ---Un bledo se me dá de vuestros morenitos; pero en cuanto á vuestros -Americanos los exécro. Es una turba de pobretes y demócratas que está -dando el peor ejemplo á la Europa y echando una mancha á la civilizacion. -Así deseo que el Norte se trague al Sud, y que se ahogue tragándolo. Hé -ahí mi política, y hay muchos otros de mi opinion, voto vá á sanes! - ---Señor, me dijo Olybrius, levantándose con majestad, permitidme reasumir -en algunas palabras vuestra conversacion. Las contestaciones de estos -señores, vuestros amigos y vecinos,--contestaciones llenas de sentido -y de verdad, han debido convenceros de que vuestro cérebro no se halla -en estado normal. Una sociedad sin administracion, sin ejército, sin -jendarmes, la libertad salvaje de rezar, de pensar, de hablar, de obrar -cada cual á su manera, es á no dudarlo, convendreis en ello, una de -esas abominables pesadillas que solo el opio puede producir. Vuestro -sistema no duraria un cuarto de hora siquiera; es la negacion de todos -los principios y de todas las condiciones de esa civilizacion que hace -la unidad de nuestra gran nacion. Constituyendo una administracion -jerárquica y centralizada,--la sabiduria de nuestros padres hace mucho -tiempo que ha elevado á la Francia al primer puesto, enseñándoles á los -Franceses que la libertad es la obediencia. Nuestra gloria y nuestra -fuerza estan ahí, no lo olvideis querido cófrade, y volved en vos. Esas -ideas anárquicas que turban vuestro cérebro, que jamás entrarán en una -cabeza francesa, os dicen suficientemente que estais enfermo y tanto mas, -cuanto que no lo sentís. Es urjente que os cuideis; añado que solo un -tratamiento enérjico puede devolveros la posesion de vos mismo y la calma -que habeis perdido. - ---Porqué no decis inmediatamente que estoy loco y que es menester -encerrarme? - -Olybrius suspiró, tomó una narigada de rapé con el índice y el pulgar, la -aspiró lentamente, y me miró con aire contrito. - ---Pobre amigo, dijo, estais gravemente atacado, pero yo os salvaré, sí, -os salvaré aun á vuestro pesar. - -Sentía que la cólera tronaba en mi corazon, y me contenia á duras penas. - ---Señor, le dije, acabemos esta comedias; hace mucho tiempo que dura y -estoy fatigado. - -Olybrius se puso colorado hasta las orejas. - ---Señor, dijo, engrosando la voz, vos lo tomais en un tono singular. - ---No os incomodeis, querido doctor; os dariais un ataque de aplopejía. - ---Doctor Daniel, díjo rechinando los dientes, yo no sufro inpertinencias. -Sabe usted con quien habla, mi hombrecito? - ---Sí, con un hombron, con un tonto. - ---Caballero, dijo, olvida usted que tiene delante un hombre condecorado -por todos los soberanos de Europa? - ---Deveras! esclamé, tengo visto muchos. Oid su historia. Se hace empastar -en marroquin colorado un volúmen de necedades, se le depone en la -embajada, y no pasa mucho tiempo sin ser nombrado comendador ó caballero -del Hipopótamo ó del Cóvidor. Cruces! es la limosna que los príncipes -arrojan á los mendigos de la literatura. - ---Sabeis señor, repuso, Olybrius, echando espuma de rabia sabeis que -á los treinta y dos años he sido nombrado miembro de la academia de -medicina por unanimidad. - ---Pardiez! repuse, ahora veo que tengo mas razon de lo que creía. Si -hubiérais tenido talento habriais tenido enemigos; os hubieran hecho -esperar hasta los cincuenta años y no habriais sido recibido sino por -un voto de mayoria. Los tontos no ofuscan á nadie, y así entran á la -academia como en un molino. - -Habia ido demasiado lejos, lo comprendia. El coronel reía á -descostillarse; pero Reynard me miraba de una manera estraña, y Olybrius -se ahogaba. Ví el momento en que cambiándose los papeles, era el enfermo -quien iba á sangrar al médico. El abogado tenia sin duda oro potable en -su gasnate; dos palabras dichas al oído de Olybrius le devolvieron al -imbécil toda su serenidad. Una sonrisa diabólica iluminó los pliegues de -su rostro. Se acercó al coronel, le pegó en el hombro, y le llevó á un -rincon, siempre seguido de Reynard, su fiel consejero. - -Esa manera de obrar, ese conciliábulo, tenido en mi casa y sin mí, me -pareció estraño. Me paseaba á grandes pasos, próximo á estallar, cuando -Olybrius salió sin saludarme. Reynard, al contrario, me hizo una profunda -reverencia. El coronel se me acercó con aire alegre. Sus ojos brillaban. - ---Sabeis, dijo, frotándose las manos, que lo habeis puesto de lo lindo al -parroquiano? - ---He hecho mal? respondí. - ---No digo eso, repuso Saint Jean; me habeis dado un gran placer, voto vá -á sanes. Detesto esos paisanos que se hacen cubrir de decoraciones sin -haber jamás arriesgado sino la piel de otros; pero, entre nos, el hombre -no vá contento! Es natural, no es verdad? Dice que le habeis insultado; -exije que le deis una satisfaccion. - ---Yo? esclamé. - ---Estad tranquilo, dijo el coronel, le he hecho entender la razon, y he -arreglado el negocio. - ---Muy bien. - ---Os batís. - ---Qué nos batimos? dije muy asombrado. Y cuando? - ---Al instante,--_sobre la marcha_, como se decia en el rejimiento. - ---Es muy peligroso dejar enfriar estas cosas. Por haber esperado -veinticuatro horas he perdido diez ocasiones. Mi carruaje está abajo; -podemos partir; tengo pistolas exelentes, os gustarán. A treinta pasos -he hecho saltar la oreja de un caballerito, que me miraba de reojo so -pretesto de que era visco. Vamos, amigazo, los momentos son preciosos. -Adelante, voto vá á sanes! - ---Dentro de un momento soy con vos. - ---Vais á abrazar á vuestra mujer é hijos? mal sistema! eso enternece y la -mano tiembla despues. Nada de adioses trájicos; bebed un vaso de Madera y -fumad dos cigarros; eso retempla la moral y le dá nervio al antebrazo. - ---No tenia ninguna necesidad de exitar mi valor; la cólera me arrebataba. -Entré en el salon, Jenny pálida y muda estaba allí con sus hijos -abrazados; todo lo habian oído. - ---Partís con el doctor? me dijo Jenny con agonizante voz. - ---Sí, querida amiga; probablemente estaré ausente algunos dias. - ---Volvereis pronto? dijo; en seguida se detuvo como asustada. - ---Sí, respondí, volveré pronto si Dios lo quiere. Dejadme abrazaros á -todos antes de partir. - ---Adios, mi querido Enrique; recuerda mis consejos. Nada han hecho para -darte voluntad, es una gran desgracia; las pasiones toman en nuestra alma -el lugar que la voluntad no ocupa. Hazte convicciones razonadas y un -carácter enérjico; así es uno hombre. Toma una profesion independiente; -no esperes la fortuna sino de tí mismo. No inclínes la cabeza ante -nadie, no tengas que ruborizarte ante Dios, y no te inquietes del -porvenir. La felicidad no está en las cosas de la tierra, si no en la -alegria de una buena conciencia; la verdadera grandeza es la de un -hombre honrado, que se ha elevado por el trabajo y la virtud. Adios, -sé cristiano y ciudadano; recuerda que para dominar el egoismo que nos -devora, hay dos fuerzas invencibles: el amor de Dios y el amor de la -libertad. - -Adios, mi Susanita, escoje tú misma tu marido. No mires ni la posicion -ni el dinero, mira el corazon, en él está la única riqueza que nada -tiene que temer del tiempo ni de los azáres. Toma sobre todo un hombre á -quien estimes y que piense como tú; ten orgullo del padre de tus hijos. -El amor se vá, la confianza y el respeto quedan en el hogar, y con el -tiempo llegan á ser algo mas dulce y santo que el amor. Cuando tengas -hijos, deja espandir sus almas; no les enseñes la cruel sabiduría de esa -sociedad que todo lo reduce al interés; déjalos soñar, como su abuelo, -aunque como él deban sufrir. Los mas desgraciados aquí abajo no son los -que lloran. - ---Adios mi querida Jenny, perdonadme si os he ofendido y permitidme -que os dé un último consejo. Vosotras las Francesas, teneis demasiado -espíritu y penetracion; para ser dichosas es necesario mas simplicidad. -Por qué salir siempre? el mundo no puede ofreceros sino ajitacion y -fastidio. Recordad lo que ha dicho San Pablo: “El hombre no ha sido -creado para la mujer, pero la mujer ha sido creada para el hombre.” -Casaos con vuestro hogar, daos por placer el hacer la voluntad de vuestro -marido, y por último sed la reina de esa colmena donde Dios os ha -colocado: en ella está la felicidad que buscais fuera, y que os espera -en vano en una casa desierta. Ah, mi Jenny, porque no hemos nacido en -América,--allí residian el amor y la felicidad! - -Mi mujer estaba muy ajitada; lloraba, pero al oír mis últimas palabras se -retiró de mis brazos, sollozando cuando la abrazé. Enrique recibió mis -caricias con aire frio y embarazado; solo Susana se colgó de mi cuello y -me inundó con sus lágrimas. - -Volví á abrazarlos á todos, y partí para no volver mas. Bajar la -escalera, subir en el carruaje donde el coronel me esperaba con sus -pistolas, fué asunto de un instante. Pregunté á Saint Jean á donde íbamos. - -No lo sé, dijo; seguimos el carruaje de Olybrius, creo que nos lleva -á Saint-Mandé, á algun jardin particular. Desde que han desfigurado -Vincennes y el Bosque para hacer Parques ingleses, no hay donde -divertirse. Batíos en una avenida que dá vuelta; apartad todas esas -jentes que os siguen la pista pisando vuestras pisadas. Nos falta un -campo cerrado en Paris; es una vergüenza para el viejo honor francés, -voto vá á Sanes. - -El coronel estaba monótono y se repetia mucho; me apresuré á ofrecerle un -cigarro que le tapó la boca, y, hundiéndome en un rincon del carruaje, -seguí la moda francesa que consiste en reflexionar cuando ya no es -tiempo. A mi edad, y por una causa semejante, aquel duelo era una locura, -á la que me habia dejado arrastrar por un tonto brutal. Iba decidido á -no contestar al fuego de Olybrius; pero eso no me justificaba. Necio -de mi que no habia sido capaz de resistir á una estúpida preocupacion! -En aquel momento si, que recuerdos y remordimientos me trasportaban á -América! Volvia á ver las dulces y leales fisonomías de aquellos buenos -y sincéros amigos que me habian elevado hasta ellos. Truth, Humbug, -Naaman, Green, Brown mismo sonreian á mi alrededor, y con ellos toda -aquella familia Americana que hacia la alegria de mi corazon, sin olvidar -á Marta ni á Zambo. Qué diferencia entre los dos paises! El Paris en -que estaba me parecia una ciudad estranjera, las calles de mi infancia -habian desaparecido, y con ellas mis recuerdos; mis vecinos me parecian -ignorantes, vanidosos, egoistas; sus actos, su lenguaje, todo era -convencional; nada habia en ellos de verdad ni de simplicidad. En ocho -dias, pasados en Massachusetts, respirando la atmósfera de la libertad, -habia vivido mas que en Paris durante cincuenta años. Mis ojos se habian -abierto, el viejo hombre habia desaparecido; mi patria estaba allí donde -me amaban, allí donde vivia; mi alma volaba al otro lado del Océano. - -Absorto en aquel fantaséo no volví en mí sino al bajar del carruaje. -Estábamos en el patio de una gran casa, con ventanas de reja,--algo -parecida á un convento, á un colejio ó á una cárcel. En el fondo habia -un jardin que Reynard me designó como lugar del combate, invitándome á -entrar en él, mientras arreglaba con el coronel y dos amigos todas las -condiciones del duelo. - -Avancé sin desconfianza; de repente cerraron la reja tras de mí; volvíme, -cuatro hombres vigorosos me cojieron de piés y manos; resistí como un -furioso, grité, ahogaron mi voz. En un abrir y cerrar de ojos fuí llevado -á una sala baja, echado, sujetado y atado en un sofá. En seguida todo se -puso á dar vuelta delante de mi con una increible celeridad; una masa de -agua helada cayó sobre mi cabeza, y me desmayé. - - - - -CAPITULO XXXIV. - -Un loco. - - -_Saint-Mandé, casa del Doctor Olybrius._ - - 20 de Abril de 1862. - ---Hay tres clases de personas que la ley desdeña, abandonándolas á -la administracion: las jóvenes, los locos y los periodistas. Pero, -cualquiera que sea su maldad (hablo de los periodistas), ó su falta, -conceptúo que esos miserables no son indignos ni de justicia ni de -piedad. Si son culpables, por qué no se les juzga? Si son desgraciados, -por qué se les trata como á culpables? Es una cuestion que recomiendo á -los filántropos en disponibilidad. Hermoso es sin duda rescatar chinitos; -salvar del fuego á las viudas de Malabar que siguen á sus esposos hasta -la muerte (el ejemplo podria llegar á ser contajioso), pero se me ocurre -que quizá no seria malo defender á la humanidad en Francia, y darle -las garantias del derecho comun, á pobres criaturas, víctimas de la -educacion, del nacimiento ó de la sociedad. Y vaya otro sueño que debo -guardar para mi, sino quiero esponerme de nuevo á las duchas ó á la -sangre. - ---Mi suerte está fijada; he jugado contra la preocupacion una partida -peligrosa,--he perdido. Un tonto que se intitula médico, me ha declarado -loco; mis buenos amigos han confirmado con placer la sentencia de la -ignorancia. Héme encerrado y para siempre. Podré apagar en mi cérebro -esta llama que lo ilumina? Podré renegar la verdad? Nó! he conocido la -libertad, he probado con el borde de los lábios esa miel que embriaga, he -entrevisto el eterno ideal, soy un loco! no quiero sanar. - ---Los Franceses tienen todavia mas talento del que se atribuyen. -Aprisionar á las jentes que piensan, que razonan y hablan, es un golpe -de mayoria cuyo éxito es infalible. Donde está la fuerza, allí está -la opinion. Adelante, dichosos carneros! ramonead en silencio; decios -balando que sois los reyes del mundo; no son vuestros pastores los que -os rehusarán ese inocente placer. Divertíos, gozad de la vida, nada -teneis que temer; los insensatos están bajo de llave, turbarian vuestra -quietud; cuantos mas son los sabios tanto mas se rie. - ---Mi mujer no viene á verme; es tan sensible! la piedad la mataria! Qué -me importa de mis hijos. Pobre Enrique, podria darle mi enfermedad, y -entonces linda fortuna haria! Y tú, Susana, te amo demasiado para hacerte -llorar. Las lágrimas de una hija es la única prueba que puede conmover á -un mártir. - ---Mis vecinos no me han olvidado. Rose me escribe que mi aventura no -le ha sorprendido. Reconoce en ella la mano de los Jesuitas; mi mujer -iba con demasiada frecuencia á misa! Ha hallado el rastro de un vasto -complót tramado por los reverendos padres; ellos son, dice, los que -empujan el Norte sobre, el Sud, los que mueven la Europa y preparan la -caida del Sultan. Todas las revoluciones son obra de ellos; ellos son la -causa de todas las miserias; su diario le ha revelado ese misterio de -horror é iniquidad. Rose es un hombre sensato, puesto que se pasea por la -calle,--yo soy un loco puesto que estoy encerrado! - ---Hé aquí una carta del coronel. El bravo Saint-Jean se escusa de haber -ayudado á mi arresto sin saberlo. - ---Ha querido, dice, cortarle las orejas á Olybrius, el pillo se ha negado -á la operacion. El coronel añade que si ha cometido alguna falta está -pronto á repararla. Para quitarme el derecho de quejarme, me ofrece que -nos levantemos mútuamente la tapa de los sesos. El juego no es igual; no -puedo aceptar su amable proposicion. Saint-Jean me habla de política; la -guerra estalla para él en todas partes al acercarse la primavera, y su -alegria es inmensa. Es un soldado: está convencido de que los hombres -han venido al mundo para matarse unos á otros. Si las madres, al través -de angustias infinitas, educan á sus hijos hasta veinte años,--es para -enviarlos al matadero. El coronel está libre; es un hombre razonable, yo -soy un loco! - -Leamos el diario; no soy sino un espectador que, desde su palco enrejado, -mira la comedia y á los actores de su tiempo. Usemos del único derecho -que me resta,--silvemos. - -“Acaba de aparecer una nueva obra de Mr. Reynard, nuestro gran orador, -nuestro célebre publicista. Este libro, que no puede dejar de abrirle -al autor las puertas de la academia de ciencias morales y políticas, se -intitula _La Unidad_. Mr. Reynard demuestra de una manera invencible -que todos los sufrimientos y todas las revoluciones de la Francia son -debidas á una causa única: la debilidad de la centralizacion. Hoy dia -que los caminos de hierro y los telégrafos han suprimido la distancia, -la Francia, el pais modelo, puede hallar al fin una constitucion que -le permita realizar sus grandes destinos. El autor reune el poder -espiritual y el poder temporal en las mismas manos,--admirable secreto -para acabar con todas esas disenciones que destrozan al mundo hace -quince siglos; suprime los consejos municipales, los consejos jenerales, -las cámaras, la prensa, y todos esos medios de oposicion, escusables -quizá en una época crítica, en una edad de lucha y de transicion, pero -que ya no tienen razon de ser en un siglo orgánico como el nuestro, -y con la primer raza centralista del globo. Un solo hombre, un Papa -civilizador, colocado en el hogar del Estado, teniendo en su gabinete el -nudo de la red telegráfica, gobernará toda la Francia por su infalible é -irresistible voluntad. Organo de la soberania popular, será la democracia -personificada,--la nacion hecha hombre. Desde ese momento nada podrá -trabar ya el progreso; todas las divisiones habrán cesado; todas las -cabezas de la anarquia habrán caido de un solo golpe. - -“Desde que se entra en el detalle, es imposible no ser seducido por -la simplicidad del sistema. Es el sello de las grandes invenciones. -En adelante ya no habrá en Francia sino una alma y un pensamiento. El -pais entero será una gran é injeniosa mecánica, conducida y regulada -por un solo motor. Quién podrá turbar esa gran armonía formada por una -sola nota? Un mismo despacho repetido en los cuarenta mil comunes, -transformará á cuarenta millones de ciudadanos de la noche á la -mañana.--Trabajad, dirá el telégrafo, y en el acto habrá trabajo para -todo el mundo.--Sed instruidos, y la ignorancia cesará.--Sed virtuosos, y -la Bolsa se cerrará.--Sed dichosos, y nuestra dicha se hará. - -“Es increible que la humanidad haya vivido tanto tiempo sin realizar este -maravilloso descubrimiento, que inmortalizará el nombre de Mr. Reynard. -Pero qué! el vapor es de ayer; y el telégrafo de hoy dia! Por lo demas, -nuestros reyes han tenido el sentimiento de esa verdad que un hombre -de jénio pone en evidencia ahora. Sin inquietarse jamás del derecho de -la justicia, nuestros soberanos han derribado las resistencias que les -embarazaban; es por esto que la historia admira á los Francisco I, á los -Richelieu, á los Luis XIV, y á los Napoleon. San Simon ha entrevisto esa -bella reforma; pero la gloria de ser su profeta, pertenece sin disputa al -ilustre y profundo Reynard. No hay un solo Francés que no le envidie su -descubrimiento y su éxito.” - ---Ay Dios! pensaba, Mr. Reynard se pasea y va donde quiere; se le admira -y se le envidia, es algo mas que un filósofo, es un grande hombre, y -yo........ yo soy un loco! - ---Qué veo? El nombre de mi verdugo. Qué ha podido hacer este intrigante? -leamos: - -“La Academia de Medicina ha recibido ayer una comunicacion del mas -alto interés. Una de nuestras reputaciones médicas, el célebre doctor -alienista Olybrius, ha leido una memoria sobre el espíritu, el jénio y -la locura. Ha demostrado que, por efecto del nudo simpático, que une -en nosotros las funciones del cérebro con las del estómago,--es este -último órgano el que, en último resorte, produce y domina todas esas -fuerzas nerviosas que la vulgaridad llama _facultades_. El espíritu es -una neuroma, el jénio una gastritis crónica y la locura una gastritis -aguda. En apoyo de su sistema el doctor ha citado un ejemplo de los mas -curiosos,--teniendo actualmente en sus manos un preciosísimo sujeto -para sus esperimentos. Es un cierto doctor F...., que, en su locura, -se imajina que ha sido transportado á los Estados-Unidos, habiendo -permanecido allí toda una semana. Hay en el delirio de este pobre hombre -una mezcla de alucinaciones, de recuerdos y de ideas orijinales, que el -doctor Olybrius sigue y observa con el mayor cuidado. La enfermedad es -aguda en el mas alto grado; el sabio Olybrius no desespera de reducirla -al estado crónico, trasformándola á fuerza de sangrias y de dieta, y -mediante una alimentacion habilmente sistemada. Si lo consigue, el -problema está resuelto. De un loco curado á medias se hará un hombre -de jénio. En el acto que termine la esperiencia, el sabio alienista -presentará el sujeto á la Academia. Es escusado llamar la atencion -sobre las consecuencias de esta prodijiosa invencion. La Francia carece -de grandes hombres, cuando nada le sería mas fácil que fabricarlos -y suministrarlos al mundo entero. En Charenton solo, hay tres mil -enfermos que con un buen réjimen, y en menos de seis meses, podrian ser -transformados en poetas, músicos y artistas de toda especie. Hay allí -cientos de Mozarts y Rafaeles ignorados. - -“Esta lectura salpicada de rasgos picantes y de palabras injuriosas, -ha sido escuchada en profundo silencio, frecuentemente interrumpido por -lisonjeros murmullos. No se tiene mas talento que el doctor Olybrius; -oyéndolo hubimos de temer por su salud, pero nos tranquilizamos viendo la -solidez de sus músculos y el vigor de sus pulmones.” - ---Triple necio! esclamé; menos necio sin embargo que los que te escuchan! -Tu eres un sabio, un académico, un filósofo, y yo, que te silvo, yo soy -un loco! - ---No, yo no volveré á entrar en esa sociedad vanidosa que tiene miedo de -la verdad, y á quien se le atrapa como á las alondras deslumbrándolas con -un espejo. Si la muchedumbre me rechaza, yo la destierro de mi apacible -morada; la soledad me devuelve la libertad. Aquí es donde quiero vivir -y morir, consolado por el evanjelio, rodeado de estos viejos amigos -que son siempre fieles, y que no mienten jamás: Sócrates, Demóstenes, -Ciceron, Dantes, Cervantes, Luis de Leon, Milton. A vosotros tambien, -poetas, oradores, ciudadanos, los hombres os han desdeñado, maldecido, -espulsado, encarcelado, asesinado. Locos y sediciosos durante vuestra -vida, os habeis vuelto sabios y patriotas despues de vuestra muerte. El -mundo eleva altares á las víctimas que ha degollado, y la historia de la -humanidad es la historia de los mártires. - ---Por qué no he de tener yo tambien mi hora. Si no soy un grande -hombre,--no he sostenido una gran causa? Quién sabe si mi pais, -disgustado de las insulseces que lo enervan no me perdonará mi salvajismo -y mí aspereza? _Lo que es amargo al paladar es dulce al corazon_, dice -un proverbio; así sucede con la verdad. Ella es sana como el ambiente -de las yerbas y de los bosques, como el viento que pasa por sobre los -ventisqueros y los mares; aquel que ha vivido en ese aire vivo, se sofoca -en las hondonadas y pantanos. - ---Espero contra toda esperanza; soy loco. Si fuera cuerdo haria lo que -hacen los hábiles,--me resignaria, gritaria con la muchedumbre. No quiero -esas alegrias que entristecen, prefiero mi cárcel y mi sueño. - ---Una vision me consuela todas las mañanas en el silencio de mi pobre -celda. Descubro en lontananza, cimas que blanquean; es la aurora que se -levanta, la aurora de un dia que no veré; qué importa? Qué punto luminoso -es aquel que rompe el horizonte,--despejando la sombra que huye? Es la -nueva Jerusalem, la ciudad del porvenir. Todo está cambiado allí; los -últimos vestijios del Estado pagano han desaparecido; el individuo -manda, es rey. Respetado de todos, lo mismo que él los respeta,--él es -el único dueño de sus acciones, el único responsable de su vida; solo -tiene que temer á las leyes. La Iglesia ha revindicado la independencia -Evanjélica, ha roto esa cadena adúltera que, por desgracia del mundo, le -impusiera Constantino. Vuelta á su divino esposo, ella es el freno, el -consuelo y la esperanza de todas las almas; el Evanjelio es la carta de -la libertad. Desparramada á manos llenas, la educacion abre los corazones -á la verdad; la caridad, obra de todos, ábrele el paso á ese instinto -de union, á esa necesidad de accion comun, que hace la grandeza de las -sociedades. La provincia ha recuperado su antiguo vigor; el amor á la -pequeña patria, ha aumentado, fortificándolo, el á la grande. El comun ha -roto los lazos que lo ataban; vive y obra; llama y retiene á sus hijos -cerca de él. _El Times_ no es ya el órgano de la Francia; la prensa es -libre; cada cual dice lo que piensa, y piensa lo que dice. Encerrado en -sus límites, el Estado no es ya mas que un beneficio. En el esterior -es la espada del pais, en el interior es la ley, solo la ley, nada mas -que la ley. Verdad, justicia, libertad,--vosotras brillais en ese nuevo -cielo, como astros pacíficos; ante vosotras se han eclipsado los flajelos -de la vieja Europa: lo arbitrario, la íntriga y la mentira. La Francia, -dichosa y ufana, se espande en la abundancia y la paz,--sirviendo de -ejemplo y de envidia á las naciones; allí sí que es hermoso vivir; allí -sí que es dulce morir. - ---Hé ahí mi sueño; él esparce en mi prision yo no sé que serena -claridad que enardece mi corazon. Qué bello será el dia en que, caidas -las máscaras, los locos sean los sabios y los sabios sean los locos! -Será entonces; allá por los años 2,000, cuando piadosos peregrinos, -tan numerosos como las hormigas, visitarán la celda donde, cual nuevo -Daniel, yo anunciaré el porvenir. Entonces tambien, algunos curiosos, -algunos erúditos que trabajan siempre en no hacer nada, buscarán bajo -los escombros del pasado lo que podian ser ciertas variedades de la -Francia del siglo XIX,--variedades que han desaparecido para siempre -como el perro dogo, eterno lamento de las porteras. Se preguntará qué -es del comedor de Jesuitas, el pantalon de cuero, del inventor de razas -centralistas, del adorador del Dios Estado. Y el padre de familia -recorriendo las salas del Museo de historia natural, mostrará con el -dedo á sus hijos asombrados, un jigantezco bocal, donde, embalsamado -en vinagre, y con sus cruces y sus díplomas, reposará el último de los -Olybrius. - -Amen, _Amen_, AMEN, AMEN! - - - - -CAPITULO XXXV. - -Un sabio. - - -_El Doctor Olybrius, &a., &a., á la Señora Daniel Lefebvre._ - - 22 de Abril de 1862. - -“QUERIDA SEÑORA: - -“Nuestro pobre amigo ha sufrido mucho; está un poco mejor; bebe, come, -duerme; ya no tiene voluntad, es lo esencial. - -“La crísis ha sido terrible; asi que quisimos curarle se puso furioso. -Es uno de los síntomas mas característicos de esa funesta enfermedad. El -francés es naturalmente dulce, amable, político, y está siempre pronto á -hacer lo que sus amos, sus amigos ó su mujer le ordenan. Ved la historia -de nuestra gloriosa revolucion. Para salvar á la Francia é inocularle el -amor de la igualdad, de la justicia y de la fraternidad, la Convencion -ha puesto fuera de la ley á todos los Franceses. Ella los ha arruinado, -espulsado, deportado, metrallado, fusilado, guillotinado. Hay uno solo -que haya resistido? Hay hoy dia algo mas justamente popular que esa -inmortal Asamblea? Pero, ay! en cuanto la locura se apodera de él, el -francés se hace voluntarioso y malo. Si le detienen, resiste,--si le -encierran, se subleva; no piensa ni habla sino de libertad. Tal es la -degradacion intelectual y moral que resulta de una violenta neuroma en -las personas debilitadas. - -“Nuestro pobre amigo habia llegado á ese estado. Felizmente yo velaba -por él. Dos sangrias abundantes, tres purgas enérjicas, dos duchas -heladas, le han devuelto la calma de que tenia necesidad. La enfermedad -sale, me parece, del periodo agudo: haciéndose crónica dará resultados -sorprendentes en los que fundo la esperanza de mi reputacion. - -“En este momento está tranquilo; se ocupa en borronear papel, prueba, á -no dudarlo, demasiado cierta de que está aun lejos de la cura. Os envia -ese fárrago que intitula _Paris en América_; no he querido quitarle -nada, ni siquiera las injurias que me dirije, y que caen á mis piés. -Caballero de veinte y siete órdenes, miembro de treinta y tres academias -estranjeras y de ochenta y dos sociedades de provincia, mi nombre nada -tiene que temer del tiempo ni de la envidia. La Francia ha venerado -siempre á los Olybrius. Guardaos sin embargo de esparcir ó imprimir -semejantes locuras; nada hay tan contajioso como la quimera; el cérebro -del hombre es débil, y la neuroma una enfermedad de que debe precaverse. -Guardad esos papeles; ellos os servirán para hacer pronunciar una -interdiccion demasiado necesaria. No creo que un francés razonable que -conoce su siglo y su pais pueda leer dos pájinas de esos desvarios sin -declarar que su autor es un loco, y que es urjente encerrarlo. - -“Vengamos á vos, querida señora, permitidme tocar un punto delicado. -Sensible como sois, necesitais los mayores cuidados: ved el mundo, -rodeaos de visitas, procurad distraeros, el tedio os mataría, os -ordeno las distracciones y el placer. Entrad en la vida, habituaos á -la independencia y á una soledad que todos vuestros amigos procurarán -dulcificar. No abrigueis vanas esperanzas; son emociones que debilitarian -vuestra salud demasiado alterada ya. El pobre doctor no volverá jamás á -su casa. Cualquier forma que tome su enfermedad, si quiera dejenere en -una locura literaria que se parezca al jenio, será siempre prudente y -necesario tener alejado á un hombre tan peligroso asi para su familia -como para la sociedad. Podeis créermelo, querida señora, la ciencia es -infalible y un Olybrius no se equivoca jamás. La locura de amor, se cura -cuando uno es jóven,--los viejos mueren de ella; la locura de ambicion -cede algunas veces á la edad y al desprecio de los hombres; de la locura -de libertad, no se sana jamás. - -“Me pongo á vuestros pies, querida señora, etc. etc.” - -FIN. - - - - -NOTAS - - -[4] En Francia, en Italia y en Polonia, hay mucho _esprit_ y poca -verguenza; en Polonia, en Francia y en Italia despues de la locura viene -el juicio; en Italia, en Polonia y en Francia, la felicidad es menos que -la esperanza. - -[5] Casi homónimo de _renard_. - -[6] Casi homónimo de zorro. - -[7] Pero no puedo hablar el ingles. - -[8] Signos del futuro y del condicional, _este_ y _ese_. - -[9] Dante, Inf., V. 141.--Me desmayé como si muriera, y cai, como cae un -cuerpo muerto. - -[10] Traducimos _at home_. - -[11] Kailsplitter: nombre del que hace los cercos ó alambrados que -dividen las propiedades en los E. U. - -[12] _G. Chilson, fabricante de cocinas, Boston._ - -[13] _¡Qué verguenza! Mr. Smith!_ - -[14] _Attorney_,--oficial de justicia en E. U. - -[15] _Truth_: verdad. - -[16] Esta palabra no tiene verdadera traduccion--sus equivalentes pueden -ser farsa, charlatan, pillastre, etc. - -[17] SOLLICITOR: oficial de justicia cuyas funciones equivalen á las de -un procurador. - -[18] El mundo quiere ser engañado, luego, engañémosle. - -[19] El dollars americano está dividido en cien centavos. - -[20] Es necedad querer que los perros cazen contra su voluntad. - -[21] Eneas, ahora es cuando es necesario enerjía y ánimo resuelto. - -[22] El _viejo Pam_ es el nombre familiar que los Ingleses dan á su -primer ministro Lord Palmerston. - -[23] _Jonathan_ es el sobrenombre del pueblo americano, _John Bull_, es -el del pueblo inglés. - -[24] Una buena reputacion es un segundo patrimonio. - -[25] Viva Green--Una buena jugada. - -[26] El acto de solicitar votos para una eleccion. - -[27] El _Enfield_ ó _Speaker_ es una compilacion de los trozos mas bellos -de elocuencía y de poesía en idioma inglés. Se sirven de él en las -escuelas de América para enseñar á los niños á recitar de memoria ó mas -bien á declamar. La obra está precedida de un tratado sobre la mímica y -sobre el jesto, con dibujos que indican la posicion del cuerpo, de la -cabeza y de los brazos, para cada pasion que se espresa. - -[28] _No cedais al infortunio, afrontadlo con mas firmeza._ - -[29] _Pekin_ nombre que dan los soldados en Francia á todos los -particulares. - -[30] Es el nombre de la Iglesia anglicana en los Estados Unidos. - -[31] Con esta palabra estropean los Chinos el nombre de Budha. - -[32] No oyes mis gritos en el fondo de ese abismo? Dios mio, yo muero -lejos de tí. Escúchame señor, confieso mi crímen, perdóname, perdóname. -Si con exacta mano tú calculáras la ofensa, quién subsistiria delante de -tí? Pero tú eres quien siempre nos ofrece la clemencia. Así yo me aseguro -en tu ley. Sí, yo tomo por apoyo tu palabra eterna. Mi alma espera en tu -amor, y yo te espero Dios mio como la centinela espera la venida del dia. -Valor, pues, alma mia! Allá arriba hay un padre, que te contempla en tu -prision. El es, quien rescata la miseria de Israel. El será quien pague -tu rescate. - -[33] San Juan, XIV, 6. - -[34] San Juan, VIII, 32. - -[35] Thessal., V. 19, 21. - -[36] Juan, XIV, 17. - -[37] Lucas, XII, 10. - -[38] Lo mismo que tente en pié--que tomar las once. - -[39] Mateo, VI, 18. - -[40] 500 millones de francos. - -[41] 2,500 francos. - -[42] 120 millones. - -[43] En Francia el presupuesto de cultos subió en 1862 á 49 millones -869,936, y nuestra poblacion es una cuarta parte mas que la de los -Estados Unidos. _N. del E._ - -[44] “Oh Cristo! nosotros somos tu milicia,--contra la ignorancia y el -vicio,--nosotros caminamos sin verguenza ni miedo,--el amor, la limosna y -la oracion,--hé ahí nuestras armas de guerra. Nuestra bandera, es la del -Señor,--Oh Cristo! nuestro gefe! nuestro padre! Nosotros queremos vencer -la miseria,--y estirpar la infidelidad,--no mires nuestra edad,--danos -sabiduría y valor,--nosotros defendemos tu verdad.” - -[45] V. Los Reyes cap. V. V. 17, 19. - -[46] Los Reyes. V, V. 26, 27. - -[47] Daniel VII, 28. - -[48] Sillon de amaca muy á la moda en América. - -[49] 2,500 francos. - -[50] _To plead guilty_ ó _not guilty_, es confesar su crímen ó decirse -inocente. La ley no exije mas declaracion al acusado. - -[51] Nombre que se dá á los ajentes de Policía, ó vijilantes. - -[52] Caballero. - -[53] Quién se atreverá á acusar al sol de mentira? - -[54] El desgraciado es cosa sagrada. - -[55] Carne asada. - -[56] _Mechanic’s Institute._ - -[57] El cuadrado de la hipotenusa, es igual, si no me equivoco, á la suma -de los dos cuadrados, hechos sobre los otros dos lados. - -[58] Era tambien la opinion de Alfredo de Musset. Un dia que le hallamos -echado sobre la _cabaña del Tio Tomas_, que devoraba con ojos llenos de -lágrimas, nos dijo con la mas profunda emocion: “Hé ahí el mas lindo -libro de nuestros tiempos, Mme. Stowe, ha hallado en la _corriente de -su corazon_ efectos de arte que ninguno de nosotros los que nos creemos -artistas, es capaz de encontrar en su espíritu.” - -[59] Por derecho de nacimiento. - -[60] Comparsa. - -[61] Es una especie de cabaña, construida con troncos de árbol. - -[62] II Los Reyes, cap. XXII. - -[63] En Inglaterra y Estados Unidos, hay en las casas una pieza baja -con ventana á la calle y puerta al zaguan que se denomina así, donde -las familias se reunen, porque allí es donde los visitantes preguntan -jeneralmente por los dueños ó inquilinos de la casa. - -[64] Cuando todos se equivocan, todos tienen razon. - -[65] Aquí el autor se refiere á Pablo-Luis Courrire. - -[66] Aquí el autor padece una lijera equivocacion, por que no todos los -Estados tienen el sistema bi-camarista. - -[67] J’aurais donné tous les médecins pour une _médecine_. - - - - -Post-Scriptum de los traductores. - - -Todas las apariencias dicen que el pueblo Arjentino á quien dedicamos -esta traduccion, parece atacado de la locura de libertad, de la cual no -se sana jamás, segun los Olybrius de todos los tiempos y de todas las -zonas. Tanto peor para vosotros, locos de Buenos Aires, en particular, -y de la República en general. Vuestra suerte no admite duda, figurareis -en el vasto hospital de los locos del porvenir, cuyo modelo es la gran -República Norte Americana! - -Lloramos por vuestra suerte presente y nos consolamos con la que os está -reservada en lo futuro. - -Con todo lo cual, Dios os tenga en su santa guarda y os preserve de -Charlatanes. - - - - -TABLA DE LAS MATERIAS. - - - PAJINA. - - LOS TRADUCTORES AL LECTOR. III - - AL LECTOR. V - - CAPITULOS. - - I. Un espiritista Americano. 1 - - II. ¿Es esto un sueño? 6 - - III. Zambo. 9 - - IV. En casa. 13 - - V. Sin dote. 18 - - VI. En donde se hace conocimiento con M. Alfredo Rose - y el vecino Green. 24 - - VII. El incendio. 30 - - VIII. Truth, Humbug y Ca. 39 - - IX. Donde se le dice su merecido á la verdad. 45 - - X. La cocina infernal. 55 - - XI. De la máxima protectora,--que la vida privada debe - ser sagrada. 63 - - XII. Una candidatura en América. 70 - - XIII. _Canvassing._ 75 - - XIV. _Vanitas, vanitatum._ 82 - - XV. Un recuerdo de la patria ausente. 89 - - XVI. La eleccion.--El sábado. 97 - - XVII. Viaje en busca de una iglesia. 106 - - XVIII. Un chino. 114 - - XIX. Un sermon congregacionalista. 119 - - XX. Un luncheon de ministros. 126 - - XXI. La escuela del domingo. 141 - - XXII. Disgustos de un funcionario Americano. 149 - - XXIII. La audiencia de un Juez de Paz. 158 - - XXIV. Un attorney jeneral. 170 - - XXV. Dinah. 180 - - XXVI. La caridad. 190 - - XXVII. La escuela. 203 - - XXVIII. La partida de los voluntaries. 215 - - XXIX. Un viaje de placer. 223 - - XXX. Lo mas corto del libro y lo mas interesante para - el lector. 231 - - XXXI. Algunos inconvenientes de un viaje á América. 232 - - XXXII. Una familia parisiense. 244 - - XXXIII. El doctor Olybrius. 249 - - XXXIV. Un loco. 260 - - XXXV. Un sabio. 266 - - - - -Fé de las principales erratas. - - - PÁJINA. LÍNEA. DONDE DICE. DEBE DECIR. - - III 2.ᵃ Llevada ya Lleva ya. - 1 8 ocho en punto ocho de la noche en punto. - 7 3 Saint Jean Saint John. - 7 19 palo polo. - 18 4 two too. - 39 2 uva una. - 40 33 covoz con voz. - 41 25 seinta sienta. - 66 42 vióse se vió. - 74 9 elejio elojio. - 75 2 canvassing canvassing[26]. [26] El acto de - solicitar votos para una - eleccion. - 76 5 repuesta respuesta. - 77 11 en tono con tono. - 117 14 brlllaron brillaron. - 128 8 misioneras de misioneros. - ” 10 esto eso. - 129 40 predicando predicante. - 131 28 predicador predicante. - 143 17 por para. - 152 36 en este en aquel. - 171 1.ᵃ asegurarse asegurarle. - 179 15 patíbulo que patíbulo antes que. - 188 final azada asada. - 200 ” horrerdum horrendum. - 218 23 pardojas paradojas. - 220 40 Saint Jhon Saint John. - 220 42 valdremos los valdremos tanto como los. - -NOTA. - -En una publicacion que se ha hecho por entregas, apareciendo rápidamente -las unas tras las otras, no es posible exijir la pureza de la correccion -tipográfica, y contamos con la benevolencia del lector para que sean -disculpadas las faltas que pudiera encontrar en la lectura de estas -pájinas, escritas con la precipitacion consiguiente á las exijencias de -la imprenta. - - - - - -End of the Project Gutenberg EBook of Paris en América, by Renato Lefebvre - -*** END OF THIS PROJECT GUTENBERG EBOOK PARIS EN AMÉRICA *** - -***** This file should be named 54386-0.txt or 54386-0.zip ***** -This and all associated files of various formats will be found in: - http://www.gutenberg.org/5/4/3/8/54386/ - -Produced by Josep Cols Canals, Adrian Mastronardi and the -Online Distributed Proofreading Team at http://www.pgdp.net -(This file was produced from images generously made -available by The Internet Archive/American Libraries.) - - -Updated editions will replace the previous one--the old editions will -be renamed. - -Creating the works from print editions not protected by U.S. copyright -law means that no one owns a United States copyright in these works, -so the Foundation (and you!) can copy and distribute it in the United -States without permission and without paying copyright -royalties. 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Email contact links and up to -date contact information can be found at the Foundation's web site and -official page at www.gutenberg.org/contact - -For additional contact information: - - Dr. Gregory B. Newby - Chief Executive and Director - gbnewby@pglaf.org - -Section 4. Information about Donations to the Project Gutenberg -Literary Archive Foundation - -Project Gutenberg-tm depends upon and cannot survive without wide -spread public support and donations to carry out its mission of -increasing the number of public domain and licensed works that can be -freely distributed in machine readable form accessible by the widest -array of equipment including outdated equipment. Many small donations -($1 to $5,000) are particularly important to maintaining tax exempt -status with the IRS. - -The Foundation is committed to complying with the laws regulating -charities and charitable donations in all 50 states of the United -States. 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You may copy it, give it away or re-use it under the terms of -the Project Gutenberg License included with this eBook or online at -www.gutenberg.org. If you are not located in the United States, you'll have -to check the laws of the country where you are located before using this ebook. - - - -Title: Paris en América - -Author: Renato Lefebvre - -Translator: Lucio V. Mansilla - Domingo Faustino Sarmiento - -Release Date: March 18, 2017 [EBook #54386] - -Language: Spanish - -Character set encoding: UTF-8 - -*** START OF THIS PROJECT GUTENBERG EBOOK PARIS EN AMÉRICA *** - - - - -Produced by Josep Cols Canals, Adrian Mastronardi and the -Online Distributed Proofreading Team at http://www.pgdp.net -(This file was produced from images generously made -available by The Internet Archive/American Libraries.) - - - - - - -</pre> - - -<p class="transnote">Nota del transcriptor: Consulte <a href="#nota">la -nota del autor</a> al final del libro en la página “Fé de las principales -erratas”. Errores de impresión y puntuación se han corregido, y las -erratas enumeradas, pero algunos pueden permanecer—reproducido como -el texto original.</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_i" id="Page_i">[I]</a></span></p> - -<div class="frontmatter"> - -<p class="titlepage larger"><b><span class="smaller">PARIS</span><br /> -EN AMÉRICA</b></p> - -<p class="titlepage smaller">POR<br /> -<span class="larger">EL DOCTOR RENATO LEFEBVRE</span></p> - -<p class="titlepage"><b>PARISIENSE</b><br /> -de la Société des Contribuables de France et des Administrés de Paris;<br /> -des Sociétés Philadelphique et Philarmonique d’Alise et d’Alaise, etc.;<br /> -DE LA REAL ACADEMIA DE LOS TONTOS DE GUISANDO;<br /> -<i>Pastore nell’ Arcadia in Brenta (detto Melibeo l’Intronato)</i>;<br /> -Mitglied des Gross-und Klein-Deutschen Narren-Landtages,<a name="FNanchor_1" id="FNanchor_1"></a><a href="#Footnote_1" class="fnanchor">[1]</a><br /> -Mitglied der K. K. Hanswurst-Academie zu Gaenserdorf;<a name="FNanchor_2" id="FNanchor_2"></a><a href="#Footnote_2" class="fnanchor">[2]</a><br /> -<b>MEMBRE<br /> -du Club Tartelon, a Coventry F. R. F. S. M. A. D. D., etc.</b><br /> -Comandeur de l’Ordre grand-ducal DELLA CIVETTA;<br /> -CHEVALIER DU MERLE-BLANC (LXXXIXᵉ CLASE) AVEC PLAQUE, ETC., ETC.</p> - -<p class="right"><span class="smcap">Ægri somnia.</span></p> - -<p class="titlepage">TRADUCIDA POR<br /> -<b>LUCIO V. MANSILLA—DOMINGO F. SARMIENTO.</b><br /> -DE LA DÉCIMA EDICION FRANCESA.</p> - -<div class="footnote titlepage"> - -<p><a name="Footnote_1" id="Footnote_1"></a><a href="#FNanchor_1"><span class="label">[1]</span></a> Miembro de las Dietas, grande y chica, de locos Alemanes.</p> - -</div> - -<div class="footnote"> - -<p><a name="Footnote_2" id="Footnote_2"></a><a href="#FNanchor_2"><span class="label">[2]</span></a> Miembro de la Real Academia de Charlatanes, de Gaenserdorf (ó sea pueblo de los Patos).</p> - -</div> - -<p class="titlepage"><b>BUENOS AIRES</b><br /> -Imprenta de la Sociedad Tipográfica Bonaerense, Tacuarí 65<br /> -<b>1864.</b></p> - -</div> - -<hr /> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_ii" id="Page_ii">[II]</a></span></p> - -<h2 id="NOTA_DE_LOS_TRADUCTORES">NOTA DE LOS TRADUCTORES.</h2> - -<p>Como el penetrativo lector vá á verlo, hemos creido conveniente para -su mejor intelijencia introducir en nuestra traduccion algunos neolojismos. -El carácter del libro lo permite. Contiene filosofia y mucho -caudal de enseñanza; pero no es ni un tratado de filosofía, ni una obra -didáctica.</p> - -<p>El pronombre personal <i>vous</i>,—que en el estilo familiar se traduce -<i>Ud.</i> hemos creido conveniente traducirlo <i>vos</i>, siguiendo en esto á algunos -buenos traductores modernos, y la opinion del nuevo Diccionario -de literatos de 1863 que dice—que <i>vos</i> es un término medio entre -el <i>tu</i> y el <i>Ud.</i> y que es muy usual entre las personas que ni quieren tutearse -ni tratarse con la frialdad y ceremonia que implica el <i>Ud.</i></p> - -<p>Por la unidad de la ortografía pondremos siempre <i>jota</i> en las sílabas <i>je</i>—<i>ji</i>.</p> - -<hr /> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_iii" id="Page_iii">[III]</a></span></p> - -<h2 id="PARIS_EN_AMERICA">PARIS EN AMÉRICA.</h2> - -<p class="salutation"><span class="smcap">Lector</span>:</p> - -<p>Hé ahí el nombre del libro, cuya traduccion os ofrecemos. Está dedicado -á la Europa y la América. Lleva ya siete ediciones agotadas, y -sin embargo, continúa todavia despertando la atencion del mundo civilizado.</p> - -<p>Su autor se oculta bajo el pseudónimo de Lefebvre, y no podemos -deciros á que viene el misterio, tratándose de una reputacion tan hecha -como la de Laboulaye. Son secretos de la mente, cuyo velo no tenemos -el poder de descorrer.</p> - -<p>El rosario de títulos con que Lefebvre se adorna, puede padeceros -trivial é induciros á creer que el charlatanismo ha querido abrirse paso, -lanzando un globo de esploracion. Pero no: Lefebvre es hombre -sério y sesudo,—sério como un metodista, sesudo como un catalan,—y -si habla en tono de broma es que en los tiempos que alcanzamos, los -libros y papeles que mienten y engañan mas son los libros y papeles -sérios. Díganlo si no el <i>Times</i> y el <i>Monitor</i>, comparados con el <i>Punch</i> -y el <i>Charivari</i>; la <i>Tribuna</i> y el <i>Mosquito</i>, Montaigne y Renan.</p> - -<p>La sociedad quiere que se la engañe sin reir, y que se la diga la verdad -haciéndola reir. Con su pan se lo coma, como decia frecuentemente -el padre de uno de los traductores: en el pecado lleva la penitencia!</p> - -<p>Leedlo y lo vereis. Os aseguramos bajo nuestra <i>palabra de honor</i>, -que no sereis como Nemorino, víctima de Dulcamara. Hay en él, algo -para la mujer, algo para el hombre, algo para el comerciante, algo -para el fraile, algo para el gobierno, algo para el pueblo, algo para los -necios, algo para los vivos, en suma, y para acabar en dos palabras la -enumeracion, <i>mucho para todos</i>.</p> - -<p>Si lo leeis en invierno os aseguramos que no os incomodará la lumbre -de la estufa (si la teneis),—ni el frio (que lo dudamos). Si lo leeis en verano, -la cuestion cambia de aspecto, como es natural, y, es casi seguro que -si estais al rayo del sol lo aguantareis. Es libro para el hogar,—libro -para el campamento,—libro para el <i>tourist</i>, y que solo puede no divertir -á los que admiran la organizacion política y social de la China ó -del Mogol.</p> - -<p>Si creis que, porque habeis leido á Tocqueville, Chevalier, Grimke y -las correspondencias de Debrin, conoceis la América, os equivocais.<span class="pagenum"><a name="Page_iv" id="Page_iv">[IV]</a></span> -Los tres primeros os habrán dicho y enseñado, como está constituido el -gobierno, os habrán esplicado la complicada y á la vez sencilla maquinaria -del <i>réjimen representativo</i>, <i>democrático</i>, <i>federal</i>. El último os -habrá edificado diciéndoos como se matan los pueblos <i>libres del todo</i>, -con los pueblos <i>libres</i> á <i>medias</i>,—el Norte con el Sur,—y os habrá engañado -mas de una vez. Pero ninguno de ellos os habrá revelado una -cosa tan interesante como la que ha podido ver y estudiar Lefebvre, -sin mas trabajo que comerse una píldora. Reis eh! Y, sin embargo, -vivimos en el siglo de las <i>píldoras</i>. Díganlo sino Brandreth, Torres y -el que la ha hecho tragar á la Francia que <i>el imperio es la paz</i>.</p> - -<p>Os diremos que cosa es esa,—no sea que nos tacheis de charlatanes, á -nosotros pobres traductores, que tanto aborrecemos en su esencia y en -su forma la literatura <i>Kerosénica</i>. Pues esa cosa es: como vive y debe -vivir un pueblo libre, ó diciendo lo que hubiéramos debido decir primero,—qué -clase de bien-estar, de sentimientos, é ideas son las que desarrolla -y debe desarrollar la libertad bien entendida y sínceramente -practicada.</p> - -<p>Ya veis que el negocio es de interés para un pueblo, que como el -Argentino, al cual tenemos el honor de pertenecer, nos atrona todos los -dias los oidos hablándonos de libertad,—de instituciones—etc., etc.,....</p> - -<p>Leed, pues, á <span class="smcap">Paris en América</span>, y, no nos creais en el resto de nuestra -vida si su lectura no os hace buen provecho. Si la <i>píldora</i> no os -cura la indigestion de malas ideas y de falsas apreciaciones que teneis, -desde sabe Dios cuando os empachásteis con libros franceses del siglo -pasado.</p> - -<p>Un palabra todavia,—llamadnos <i>esplotadores</i>, si os dormis leyendo -nuestra traduccion,—corruptores de la <i>conciencia pública</i>, si ella deja -en vuestro corazon, en el de vuestros hijos ó hijas, nietos, viznietos, -tataranietos ó choznos, de ambos sexos, el jérmen de una mala semilla.</p> - -<p>Es lo único que en el preámbulo podemos deciros y ofreceros; lo que -debeis darnos en cambio del servicio que creemos rendiros vá en la -<i>Postdata</i><a name="FNanchor_3" id="FNanchor_3"></a><a href="#Footnote_3" class="fnanchor">[3]</a>, con todo lo cual quedamos, lector querido, vuestros—</p> - -<p class="center">muy atentos servidores.</p> - -<p class="right"><b>LUCIO V. MANSILLA—DOMINGO F. SARMIENTO.</b></p> - -<div class="footnotes"> - -<div class="footnote"> - -<p><a name="Footnote_3" id="Footnote_3"></a><a href="#FNanchor_3"><span class="label">[3]</span></a> Se suprime la Postdata—que salió en el Prospecto suelto.</p> - -</div> - -</div> - -<hr /> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_v" id="Page_v">[V]</a></span></p> - -<h2 id="AL_LECTOR">AL LECTOR.</h2> - -<p>Lector amigo: te ofrezco este librejo, escrito para tu regalo -y para el mio. No lo dedico ni á la fortuna ni á la gloria,—la -fortuna es una doncella que, hace seis mil años, corre tras los -jóvenes; la gloria es una vivandera que no se complace sinó con -los soldados. Soy viejo, no he muerto á nadie, y por eso no -tengo mas deseo que buscar la verdad á mi modo, y decirla -á mi manera. Si no tengo toda la gravedad de un buey, -de un ganzo, ó de un........ (escoje el nombre que quieras), -perdóname; los primeros actos de la vida nos han hecho llorar -lo bastante para que nos sea permitido reir antes que caiga el -telon. Cuando se han perdido las ilusiones de los veinte años, -no se toma á lo sério ni la comedia, ni los comediantes.</p> - -<p>Si este librejo te agrada, bueno; si te escandaliza, tanto mejor; -si lo arrojas, no tienes razon; si lo comprendes, eres mas -ducho que Maquiavelo. Házlo el breviario de tus horas perdidas, -que no tendrás de que arrepentirte: <i>Non est hic piscis -omnium</i>. Las paradojas de la víspera son las verdades del dia -siguiente. ¡Al buen entendedor, salud!</p> - -<p>Algun dia, quizá, verás á la débil luz de mi linterna, la fealdad -de los ídolos que adoras hoy dia; quizá tambien, mas allá -de la sombra decreciente, apercibas en todo el encanto de su -inmortal sonrisa, á la Libertad, hija del Evanjelio, hermana de -la justicia y de la piedad, madre de la igualdad, de la abundancia -y de la paz. Ese dia, lector amigo, no dejes estinguir -la llama que te confio; alumbra, ilumina á esa juventud que -nos apura ya y nos empuja, preguntándonos el camino del porvenir. -¡Ojalá! que ella sea mas loca que sus padres, pero de -otra manera, tal es mi deseo y mi esperanza.</p> - -<p>Con esto, ruego á Dios te libre de ignorantes y de tontos. -En cuanto á los malos, ese es tu cuento; la vida es un entrevero: -has nacido soldado, defiéndete; ó mejor dicho, recupera -de los Americanos la antigua divisa de la Francia: <i>¡Adelante! -siempre y en todas partes, ¡Adelante!</i></p> - -<p class="right"><b>RENATO LEFEBVRE.</b></p> - -<p>New Liberty [Virginia] Julio 4 de 1862.</p> - -<hr /> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_1" id="Page_1">[1]</a></span></p> - -<h1>PARIS EN AMÉRICA.</h1> - -<h2 id="CAPITULO_I">CAPITULO PRIMERO.<br /> -<span class="smaller">Un espiritista americano.</span></h2> - -<div class="blockquote"> - -<p>“Mr. Jonatás Dream, espiritista y <i>medium</i> trascendental de Salem (Mass.) invita á vd. -á la velada <i>psíquica y medianímica</i>, que dará el martes 1.ᵒ de Abril próximo, en su hotel, -calle de la Luna número 33.”</p> - -<p>“Sonambulismo, éxtasis, vision, prevision, profesía, segunda vista, doble vista, adivinacion, -penetracion, sustraccion del pensamiento, evocaciones, conversacion, poesía, y escritura -sobre-naturales; pensamientos de ultra-tumba y arcanos de la vida futura descubiertos, -&a. &a.”</p> - -<div class="poetry-container"> -<div class="poetry"> -<div class="verse"><i>Las puertas se cerrarán á las ocho de la noche en punto.</i></div> -</div> -</div> - -</div> - -<p>¡Pardiez! decia yo para mi coleto, leyendo y volviendo á leer -esta carta,—deveras que no me disgustaria hacer relacion con -un <i>medium</i> americano, cofrade en <i>pneumatolojia</i> positiva y esperimental, -porque habeis de saber que yo tambien soy <i>espiritista</i>. -¡Que diantre! Bien puede uno no ser sino un simple vecino -de Paris, y, sin embargo, haber ovocado yá lo mismo que cualquier -otro á César, Napoleon, Voltaire, Madama de Pompadour, -Ninon, Robespierre etc. Algo mas, y lo diré, aunque repugne -á mi modestia: estos ilustres personajes no me han eclipsado -con su jénio: todos me han respondido como si yo mismo -les hubiera soplado la respuesta. Veamos si el Señor Jonatás -Dream, con sus pretenciones de ultramar, tiene mas espíritu, ó -mas espíritus que vuestro servidor, Daniel Lefebvre, médico de -la facultad de Paris, discípulo en espiritismo de Mr. Hornung -de Berlin, de Mr. de Keichembach y del baron de Guldenstuble.—A -espiritista, espiritista y medio.</p> - -<p>En una hermosa habitacion, al estremo de un salon herméticamente -cerrado, aunque resplandeciente de luces (lo que no -sucede jeneralmente en nuestras reuniones espiritistas) encontré -á Mr. Jonatás Dream sentado delante de una mesa redonda.<span class="pagenum"><a name="Page_2" id="Page_2">[2]</a></span> -Tenia la mirada melancólica y el rostro inspirado de las sibilas. -Frente á él estaban sentados media docena de sus adeptos, con -aire recojido. Siempre el mismo público: jentes nerviosas, mugeres -que no han sido comprendidas, sarjentos-mayores ó viudas -retiradas; cada uno escribia en un papel el nombre de los -muertos que queria interrogar; yo hice lo mismo que todos.</p> - -<p>Mezclados los nombres en un sombrero, el primero que se -sacó fué el de José de Maistre. Jonatás se recojió por un instante, -aplicó la mano á su oido, para escuchar la voz que le hablaba -muy bajo, y escribió rápidamente lo que sigue:</p> - -<p>“—No hay conocimiento estéril; todo conocimiento se parece á -aquel de que habla la Biblia: Adan conoció á Eva, y Eva concibió.”</p> - -<p>“—Sin <i>Credo</i> no hay crédito.”</p> - -<p>—Eh! eh! me dije, hé ahí unas paradojas que tienen buen -aspecto; están dotadas de toda la ridiculez del padre, me parece -solamente, haberlas visto yá en alguna parte: en lo de Baader, -si no me engaño. Despues de todo, allá arriba no hay propiedad -literaria y es muy posible que por distraccion, se entretengan -en robarse las ideas. Hipócrates, vino en seguida,—tuvo -la cortesanía de hablar en francés; he aquí lo que escribió su -intérprete.</p> - -<p>—El hombre que piensa mas, es el que dijiere menos. En circunstancias -iguales, el que piensa menos es el que dijiere mejor.</p> - -<p>—Ay de mi!—esclamó una mujercita, cuyo rostro descarnado, -desaparecia bajo las ondas de sus cabellos encanecidos—esa -es una repuesta de médico, una repuesta brutal, hecha por -los hombres y para los hombres. No es ese el pensamiento que -consume el corazon, es.... Y suspiró.</p> - -<p>Se llamó á Nostradamus,—se le pidió su opinion sobre el porvenir -de Polonia, de Francia, y de Italia. La siguiente es la repuesta -del gran adivino, jénio sublime que deja siempre á los -otros el cuidado de entender lo que dice.</p> - -<div class="poetry-container"> -<div class="poetry"> -<div class="verse indent1">En France, Italie et Pologne,</div> -<div class="verse">Beaucoup d’esprit, peu de vergogne</div> -<div class="verse">En Pologne, France, Italie</div> -<div class="verse">On est sage aprés la folie;</div> -<div class="verse">En Italie, Pologne et France</div> -<div class="verse">Moins de bonheur que d’esperance<a name="FNanchor_4" id="FNanchor_4"></a><a href="#Footnote_4" class="fnanchor">[4]</a></div> -</div> -</div> - -<p>Tuvimos que contentarnos con este oráculo, demasiado profundo -para que fuera claro. Despues del hechicero provenzal,<span class="pagenum"><a name="Page_3" id="Page_3">[3]</a></span> -le tocó el turno á Kosciusko. Esa noche el Washington polaco -estaba de mal humor, no se le pudo arrancar nada mas que esta -divisa latina; <i>In servitute dolor, in libertate labor</i>; en la esclavitud -dolor, en la libertad labor, tres veces se le interrogó, tres -veces dió esta repuesta seca, arrojándónosla al rostro como un -reproche, que ni siquiera comprendiéramos.</p> - -<p>El último billete pedia que se interrogasen á Don Quijote, á -Tom Jones, á Robinson ó á Werther, lo que hizo reir al cenáculo, -aunque á decir verdad, no tenia bastante gana. El autor de -esta impertinencia, tengo verguenza de confesarlo,—era yo.—Los -muertos y los vivos me fastidian hace tanto tiempo, que -me habria gustado mucho saber lo que pasa en las cabezas de -jentes que jamás existieron.</p> - -<p>Jonatás Dream arrojó el aciago billete á la canasta, y anunció -que la sesion habia concluido, despidiéndonos á fuerza de cortesias.—En -el momento en que yo salia, me puso la mano en el -hombro, y me rogó que me quedase.</p> - -<p>Una ves solos:—Sois vos cófrade, me dijo riendo de un modo -singular, sois vos quien me ha dirijido una pregunta que -esos profanos juzgan indiscreta?—quizá sois de su parecer. -¡Ciego, que nunca habeis sondado los arcanos de la -eterna verdad!—¿Os imaginais que don Quijote y Sancho, que -Robinson y Domingo, que Werther y Carlota, que Tom Jones -y Sofia, no han existido?—¡Qué!—el hombre no puede crear un -átomo de materia, ¡y suponeis que pueda crear pieza por pieza -almas que no perecerán jamás!—¿No creis tanto en D. Quijote -como en todos los Artajerjes?—¿Acaso Robinson no ha vivido, -á vuestro juicio, lo mismo que los Drake y los Magallanes.</p> - -<p>—¡Cómo!—¿el injenioso D. Quijote ha vivido?—¿Y podria yo -conversar con el sabio prefecto de la Insula Barataria?</p> - -<p>—Sin duda.—Comprended pues, lo que es un poeta. Es -un vidente, un profeta, que se eleva hasta el mundo invisible. -Allí, entre los millones de seres que han pasado sobre la tierra, -y cuyo recuerdo se ha perdido aqui abajo, él escoje aquellos que -quiere hacer revivir en la memoria de los hombres.—Los evoca, -les habla, les escucha, y escribe segun su dictado. Lo que la -necia humanidad, toma por una invencion del artista, no es mas -que la confesion de un muerto desconocido; pero vos que sois -espiritista, ó que teneis pretenciones de tal, ¿cómo es que no reconoceis -una voz extra-natural?—¿Porqué os dejais engañar como -la multitud?—¿Tan poco adelantado estais en las vias de la medianimidad? -Al hablar asi, Jonatás Dream, echó la cabeza<span class="pagenum"><a name="Page_4" id="Page_4">[4]</a></span> -hácia atrás, y agitando los brazos, abriendo y cerrando las manos, -avanzó sobre mi, como para ahogarme en su fluido.</p> - -<p>—Cofrade, le dije, veo que sois un hombre de talento, aunque -espiritísta; y no dudo que podais escribirnos un discurcito -á la D. Quijote, ó improvisar algunos nuevos refranes dignos -de Sancho.—Pero estamos solos, y ambos somos agoreros; tenemos -el derecho de mirarnos y hasta el de reirnos mirándonos. -No pasemos adelante, os deseo un feliz éxito. En Francia es -cosa sabida; el pueblo que se crée el mas espiritual de la tierra -es naturalmente el que con mas facilidad se deja conducir de la -punta de la nariz. Preguntádselo á las mujeres de París.</p> - -<p>—Alto ahí,—esclamó el májico con tono furioso. ¿Me hé -engañado acaso?—¿Sois un falso hermano?—¿Me tomais por un -charlatan, por un mistificador, por un saltimbanqui?—Sabed que -Jonatás Dream no ha dicho jamás una palabra que no fuera -verdad. ¡Ah! dudais de mi poder, caballerito. ¿Qué prueba -quereis que os dé?—¿Es necesario que os quite todas vuestras -ideas, lo que no será dificil; es necesario haceros dormir, que -paseis por el frio, el calor, el viento, ó la lluvia, es necesario....?</p> - -<p>—Nada de magnetismo, le dije; sé que en eso hay un fenómeno -natural mal conocido hasta ahora, y del cual abusais.—Si -quereis convencerme, no principieis por hacer dormir.—No -estamos en la Academia.</p> - -<p>—Y bien, dijo él, fijando en mí sus ojos relucientes, ¿qué diriais -si os transportára á América?</p> - -<p>—¿A mí?—Necesito verlo para creerlo.</p> - -<p>—Sí, á vos, esclamó, y no solamente á vos, sino á vuestra mujer, -vuestros hijos, vuestros vecinos, vuestra casa, vuestra calle, -y si pronunciais una palabra, á París entero.—Sí, agregó, poseido -de una ajitacion febril, sí, si quiero, mañana por la mañana -París estará en Massachusetts; y en los bordes del Sena no -habrá mas que una llanura desierta.</p> - -<p>—Mi querido hechicero, hubiera convenido vender vuestro -secreto al señor Prefecto del Sena; eso nos habria economizado -algunos millones quizá. Durante la ausencia de los parisienses, -se les habria hecho un París nuevecito, recto y monótono como -Nueva York; un París sin pasado, sin monumentos, sin recuerdos; -nuestros arquitectos todos, y todos los maestros administradores -se hubiesen enloquecido de puro gozo.</p> - -<p>—Os chanceais; dijo Jonatás, teneis miedo....os lo repito: -mañana, si quiero, París estará en Massachusetts, junto con -Versalles—¿Aceptais el desafio?</p> - -<p>Sí, ciertamente, lo acepto, respondíle riendo. Y sin embargo,<span class="pagenum"><a name="Page_5" id="Page_5">[5]</a></span> -la seguridad de este demonio de hombre me turbaba. Soy entendido -en materia de fanfarronadas; leo veinte diarios todos los -dias, y he oido á mas de un ministro en la tribuna; pero esa -voz de iluminado me imponia, apesar mio.</p> - -<p>—Tomad esta caja, dijo el májico con tono imperioso; abridla, -hé ahí dos píldoras, una para vos, otra para mí, escojed, y no -me interrogueis.</p> - -<p>—Habia ido demasiado lejos para retroceder—Tragué uno -de los glóbulos, Jonatás tomó el otro y me saludó, diciéndome -con voz cavernosa: Hasta mañana, del otro lado del océano.</p> - -<p>Una vez en la calle, me encontré en un estado singular. -Corrí de un aliento á los Campos Eliseos, sin apercibirme de la -distancia. Me sentia mas vivo, mas lijero, mas elástico que -nunca lo estuvo creatura humana; me parecia que saltando tocaria -los cuernos de la luna, que se elevaba en el horizonte. -Todos mis sentidos tenian una sutileza increible—Desde la plaza -de la Concordia veia los carruajes que daban vuelta al rededor -del arco de la Estrella, escuchaba el tic-tac de la gran aguja -que marca la hora en el reloj de las Tullerias. La vida corria -por mis venas con una velocidad y un calor desconocidos; me -preguntaba si una mano invisible no me conducia yá al otro lado -del Atlántico. Para tranquilizarme, miré á la apagada media -luna que ascendia lentamente en el cielo. Seguro de no haber -cambiado de meridiano, entré en mi casa, avergonzado de mi -credulidad, y me dormí riendome de Mr. Dream y de sus locas -amenazas.</p> - -<hr /> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_6" id="Page_6">[6]</a></span></p> - -<h2 id="CAPITULO_II">CAPITULO II.<br /> -<span class="smaller">¿Es esto un sueño?</span></h2> - -<p>Durante la noche tuve un sueño—¿Fué en efecto un sueño? -Jonatás sentado á mi cabecera me miraba con aire burlon.</p> - -<p>—¡Qué tal! decia, señor incrédulo—cómo os encontrais despues -de la travesia?—¿El viaje os ha fatigado demasiado?</p> - -<p>—El viaje, murmuré; si no me he movido de la cama.</p> - -<p>—No; pero estais en América—No os tireis de la cama como -un loco,—esperad á que os dé algunas instrucciones para -que la sorpresa no os mate. En primer lugar, he trastornado -vuestra casa. En un pais libre no se vive como en una caserna, revuelto, -sin reposo y sin dignidad. De cada uno de esos cajoncitos, -que llamais pisos, he hecho una habitacion á la americana, la he -dispuesto y amueblado á mi modo, y le he agregado un jardincito. -Para arreglar asi las cuarenta mil casas de París, he empleado -cerca de dos horas; no lo siento; vedos señor de vuestra casa, es la -primera de las libertades. De hoy en adelante no tendreis que -sufrir á vuestros vecinos, ni que hacerles sufrir á su vez. Olores -de cocina y de caballeriza, gritos de niños, de mujeres y de -amas, ahullidos de perros, maullidos de gatos y de pianos: -todo se acabó, no sereis en adelante un número de presidio ú -hospital, un harenque aprensado, sois un hombre; teneis una -familia y un hogar.</p> - -<p>—¡Mi casa trastornada!—Estoy arruinado; ¿qué habeis hecho -de mis inquilinos?</p> - -<p>—Estad tranquilo: estan ahí, cada uno de ellos en una cómoda -casita. Al presente son enfiteutas que os pagarán su -renta durante medio siglo, sin que cada tres años tengais que -sorprenderos los unos á los otros, y engañaros á quien mejor. -He colocado á vuestra derecha á M. Leverd, el especiero, hoy -dia. Mr. Green. M. Petit, el banquero del primer piso, sé ha -hecho Mr. Little, y no es un personaje menos notable con sus -millones. M. Reynard<a name="FNanchor_5" id="FNanchor_5"></a><a href="#Footnote_5" class="fnanchor">[5]</a>, el abogado del piso segundo, se -llama el señor Procurador Fox<a name="FNanchor_6" id="FNanchor_6"></a><a href="#Footnote_6" class="fnanchor">[6]</a>, y no perderá por esto una<span class="pagenum"><a name="Page_7" id="Page_7">[7]</a></span> -sola de sus picardias. A vuestra derecha encontrareis al vecino -del cuarto piso, el bravo coronel Saint-Jean, convertido en -<i>the gallant colonel Saint-Jean</i>, con todos sus reumatismos, y -en fin á Mr. Rose, el farmacéutico, que no es ni menos importante, -ni menos majestuoso desde que se llama, M. Rose, el boticario. -En cuanto á vos, mi querido Lefebvre, vedos convertido, -por derecho de inmigracion, en el señor doctor Smith, miembro -de la familia mas numerosa que haya salido del tronco anglo-sajon. -Haced fortuna matando ó curando á vuestros clientes -del nuevo mundo, que no serán mosquitos, lo que os falta.</p> - -<p>Queria llamar; pero los ojos del terrible visitante me clavaban -en el lecho.</p> - -<p>—Apropósito, dijo riendo, os sorprendereis un poco, cuando -oigais á vuestra mujer, á vuestros hijos, á vuestros vecinos -hablar ingles y ganguear. Han dejado la memoria en el viejo -mundo y ahora son Yankees <i>pur sang</i>. Efecto admirable del -clima; notado ya por el príncipe de los espiritístas, el grande -Hipócrates. Los perros dejan de ladrar cuando se aproximan -al polo; el trigo, bajo el ecuador, es una grama estéril; un -Yankee en París cree haber nacido gentil-hombre: un francés -en los Estados-Unidos pierde el horror á la libertad. En -cuanto á vos, señor incrédulo, os he dejado con vuestras preocupaciones -y vuestros recuerdos. Trato de que juzgueis de mi -poder, con conocimiento de causa. Sabreis asi Jonatás Dream -es ó no un espiritísta; vedos metido en una piel Américana, -de donde no saldreis mientras no me dé á mí, la regalada gana.</p> - -<p>—<i>But I cannot speak English</i><a name="FNanchor_7" id="FNanchor_7"></a><a href="#Footnote_7" class="fnanchor">[7]</a>, esclamé; y me detuve -bruscamente, temeroso de silvar como un pájaro.</p> - -<p>—No tan mal, dijo el insoportable burlon; antes de dos dias confundireis -<i>Shall</i> y <i>will</i>, <i>these</i> y <i>those</i><a name="FNanchor_8" id="FNanchor_8"></a><a href="#Footnote_8" class="fnanchor">[8]</a>, con toda la facilidad y la -gracia de un Escoces. Adios, añadió levantándose; adios, me -esperan á media noche en casa de la sultana favorita, en el harem -de Constantinopla; á las dos de la mañana debo estar en -Lóndres, y veré salir el sol en Pekin. Una advertencia mas; -no olvideis que el sabio no se sorprende de nada. Si -veis á vuestro alrededor alguna figura estraña, no griteis al -diablo: os encerrarian con nuestros <i>lunáticos</i>. Seria un obstáculo -á vuestras observaciones.</p> - -<p>Me levanté sobresaltado. Tres puñados de fluido, recibidos -en pleno rostro, me dejaron inmóvil y mudo. Con esto, mi<span class="pagenum"><a name="Page_8" id="Page_8">[8]</a></span> -traidor me saludó riendo sardónicamente; en seguida, tomando -un rayo de luna, que se arrastraba por la habitacion, se envolvió -en él, atravesó la ventana, y se evaporó en los aires.—Espanto, -magnetismo, ó sueño; no lo sé,—me sentí postrado:</p> - -<div class="poetry-container"> -<div class="poetry"> -<div class="verse">Y’ venni men cosi com’ io morisse</div> -<div class="verse">E caddi, come corpo morto cade<a name="FNanchor_9" id="FNanchor_9"></a><a href="#Footnote_9" class="fnanchor">[9]</a>.</div> -</div> -</div> -<hr /> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_9" id="Page_9">[9]</a></span></p> - -<h2 id="CAPITULO_III">CAPITULO III.<br /> -<span class="smaller">Zambo.</span></h2> - -<p>Cuando volví en mi, era de dia—Mi hijo cantaba á toda voz -el <i>Miserere</i> del <i>Trovador</i>; mi hija, discípula de Thalberg, ejecutaba -con incomparable <i>brio</i> las variaciones de Sturm sobre un -aire variado de Donner. A lo lejos, mi mujer reprendia á la -sirvienta, que la respondía á gritos. Nada habia cambiado en -mi pacífica morada,—las angustias de la noche eran un vano -sueño; libre de esos terrores quiméricos, podia seguir una dulce -habitud, soñar despierto, mientras esperaba el almuerzo.</p> - -<p>A las siete, segun costumbre, el sirviente entró en mi habitacion -y me entregó el diario. Abrió la ventana, y entreabrió -las persianas; el resplandor del sol y la vivacidad del aire me -hicieron el efecto mas agradable. Volví la cabeza hacia la luz, -¡horror!—los cabellos se me erizaron, ni fuerzas tuve para -gritar.</p> - -<p>Estaba en mi presencia un negro, riente y alegre, con -dientes como teclas de piano, y dos enormes lábios rojos que -le cubrian la nariz y la barba. Enteramente vestido de blanco, -como si temiera no parecer bastante negro, el animal se me -aproximó, sacudiendo su cabeza crespa y revolviendo sus enormes -ojos.</p> - -<p>—El amo ha dormido bien; dijo cadenciosamente, Zambo está -contento.</p> - -<p>—Para disipar esta pesadilla cerré los ojos; mi corazon palpitaba -á punto de romperme el pecho; cuando me atreví á mirar,—estaba -solo. Saltar de la cama, correr á la ventana, tocarme -los brazos y la cabeza, fué cosa de un segundo. En -frente de mí habia una série de casitas alineadas como casuchos -de naipes, tres imprentas, seis diarios, carteles por todas -partes, el agua desperdiciada desbordando en las acequias. En -la calle jentes atrafagadas, silenciosas, corriendo con las manos en -los bolsillos, sin duda para ocultar en ellos, los revolvers; ni -ruido, ni gritos, ni paseantes, ni cigarros, ni cafées, y hasta donde -alcanzaba mi vista no se veia un solo ajente de policía, un -solo jendarme. ¡No habia remedio! estaba en América, desconocido,<span class="pagenum"><a name="Page_10" id="Page_10">[10]</a></span> -solo, en un pais sin gobierno, sin leyes, sin ejército, sin -policia, en medio de un pueblo salvaje, violento y codicioso. -¡Era hombre perdido!</p> - -<p>Mas abandonado, mas desolado que Robinson despues de -su naufrajio, me dejé caer sobre un sillon que inmediatamente -se puso á hacerme bailar. Levantéme temblando, me buscaba -en el espejo, ¡ay! y no me encontraba. Estaba frente á mí un -hombre flaco, de frente calva, sembrada de algunos cabellos rojos, -con el rostro descolorido, rodeado de flamíjeras patillas -que caian hasta los hombros. ¡Hé ahí lo que la malignidad de -la suerte hacía con un Parisiense de la Chaussée-d’Antin! Estaba -pálido, mis dientes rechinaban y el frío me llegaba á la -médula de los huesos. Séamos hombres, esclamé, tengo una familia -y el nombre francés que sostener. Es necesario recobrar -sobre mis sentidos el imperio que pierdo. La adversidad -es la que hace los héroes!</p> - -<p>Quise llamar; no habia campanilla: apercibí un boton de -cobre que empujé á la ventura. De repente apareció Zambo, -como esos diablos que salen de una caja, y sacan la lengua al -saludar.</p> - -<p>—Fuego, grité, traed me fuego, quiero una gran lumbre en la -chimenea.</p> - -<p>—¿El amo no tiene fósforos? dijo Zambo, mostrándome los -avíos de encender sobre la chimenea. ¿El amo no puede agacharse? -agregó con tono irónico. En seguida dando vueltas á -un tornillo en la parte inferior de la chimenea y aplicando un -fósforo á la leña de fundicion, hizo rutilar mil lenguas de -fuego.</p> - -<p>—¡Es permitido, ¡buen Dios! esclamó al salir, incomodar al -pobre negro que está tomando el sol?</p> - -<p>—Pueblo salvaje, murmuré yo, aproximándome al fuego y reanimándome -al sentir su calor suave é igual; pueblo salvaje, -que no tiene ni palas, ni tenazas, ni fuelles, ni carbon, ni humo; -pueblo bárbaro que no conoce siquiera el placer de atizar el -fuego. Dar vueltas á un tornillo para encender, estinguir ó -arreglar el fuego, es verdaderamente la obra de una raza sin -poesía, que no deja nada á lo imprevisto, y que tiene miedo de -perder un minuto, porque el tiempo es dinero.</p> - -<p>Luego que me hube alentado, pensé en mi tocador. Tenía -delante de mí, una mesa de jacaranda atestada de cabezas de -cisnes de cobre y de otros adornos de mal gusto; pero adornada -de esas porcelanas inglesas que regocijan la vista por la riqueza -del colorido y del dibujo. Habia sobre esta mesa, y en profusion,<span class="pagenum"><a name="Page_11" id="Page_11">[11]</a></span> -cepillos, esponjas, jabones, vinagres, pomadas, etc., pero ni una -gota de agua. Oprimí de nuevo el boton; Zambo entró mas -atufado que á la salida.</p> - -<p>—Agua caliente y fria para vestirme; pronto, estoy de prisa.</p> - -<p>—Esto es demasiado, esclamó Zambo; el amo no puede dar -vueltas á la llave del agua fría y á la llave del agua caliente -que están en el rincon? Palabra de honor: esto es echarlo á -uno; mi no puede continuar sirviendo á un amo que no vé jota. -Y salió dándome con la puerta en los hocicos.</p> - -<p>—Agua caliente á todas horas y en todas partes, es cosa cómoda; -pero es el invento de un pueblo que no piensa mas que -en su <i>confort</i>; gracias á Dios, nosotros no hemos llegado á este -punto. Pasarán un siglo ó dos antes que la noble Francia descienda -á este esmero de molicie, á este aseo afeminado.</p> - -<p>Nada refrezca tanto las ideas, como el hacerse la barba. Despues -de haberme afeitado, me encontré otro; comencé hasta á -reconciliarme con mi cara larga y mis dientes de adelante. Si -tomara un baño, dije para mis adentros, acabaria de calmarme,—podria -afrontar, con mas coraje, la vista de mi mujer -y de mis hijos: ¡ay de mí! quien sabe si no están mas cambiados -que yo!</p> - -<p>Llamé:—Zambo se presentó de nuevo, con el rostro descompuesto.</p> - -<p>—Amigo mio: ¿dónde hay un establecimiento de baños en -la ciudad? Enseñadme el camino.</p> - -<p>—Un establecimiento de baños, amo, ¿para qué?</p> - -<p>Me encojí de hombros.—Imbécil, para bañarse, por lo menos.</p> - -<p>—El amo quiere tomar un baño, dijo Zambo, mirándome -con una sorpresa mezclada de espanto. ¿Es para eso que el -amo me hace venir desde el fondo del jardin?</p> - -<p>—Sin duda.</p> - -<p>—Esto es demasiado, gritó el negro tirándose de las motas. -Cómo! hay una sala de baño al lado de cada dormitorio, y el -amo hace subir á Zambo para decirle: “Mi amigo, ¿dónde puede -uno bañarse?” No se burla uno así de un americano.</p> - -<p>Empujando una puertita oculta bajo la tapicería, el negro -me hizo entrar en un gabinete elegante, donde habia una bañadera -de mármol blanco.</p> - -<p>—Vamos, Zambo, murmuré con tono furioso y cómico á la -vez, dá vuelta la llave para el <i>Amo</i>: llave del agua fria, llave -del agua caliente; revuelve el baño, pon las sábanas á calentar; -haz de nodriza, Zambo; el <i>amo</i> no sabe servirse de sus manos.</p> - -<p>No tenía otra cosa que hacer sinó callarme, dejaba á Zambo<span class="pagenum"><a name="Page_12" id="Page_12">[12]</a></span> -exhalar su furia y no queria que me sacara la lengua; pero, en -mis adentros, maldecia estas horribles casas americanas, moradas -insociables, verdaderas prisiones, de las que no se puede salir, -puesto que en ellas se encuentra á la mano, todo lo que en -Paris tenemos el placer de ir á buscar fuera de casa, á mucho -precio, es cierto, pero muy lejos.</p> - -<hr /> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_13" id="Page_13">[13]</a></span></p> - -<h2 id="CAPITULO_IV">CAPITULO IV.<br /> -<span class="smaller">En casa.<a name="FNanchor_10" id="FNanchor_10"></a><a href="#Footnote_10" class="fnanchor">[10]</a></span></h2> - -<p>Una vez fuera del baño sin haber conseguido calmarme, descendí -muy pensativo la escalerita que conduce al piso bajo. -¿Qué habian hecho de mi casa? ¿Bajo qué máscara iba yo á -encontrar á mi familia? Entré al comedor, no habia nadie; -pasé al salon, ni un alma. Mientras esperaba, me entretuve -en mirar las dos habitaciones, con el objeto de habituarme al -aspecto de mi nuevo alojamiento.</p> - -<p>El comedor, además del alfombrado, tenia por único adorno -un viejo y pesado aparador de jacarandá cargado de tasas de -la China y de teteras de metal inglés, mas brillante que la plata. -En frente al armario, habia tres grabados mediocres. Al -centro, Penn tratando con los indios bajo el álamo de Sthakamaxon; -á la derecha el retrato de pié de Washington con su -caballo y su negro; á la izquierda, la imájen del soberano <i>pro-tempore</i>, -el honrado y viejo Abád, en otras palabras, el honorable -Abraham Lincoln, antiguo constructor de cercados,<a name="FNanchor_11" id="FNanchor_11"></a><a href="#Footnote_11" class="fnanchor">[11]</a> -presidente, hoy dia de los Estados Unidos.</p> - -<p>¡Hé ahí, esclamé, los jénios protectores de mi nuevo hogar, -del hogar de un francés educado en el culto de la fuerza y del -éxito! Un cuácaro pacífico, un jeneral que pudiendo ser emperador -del Nuevo Mundo, se rebaja hasta el punto de ser el -primer majistrado de un pueblo libre, un artesano que llega á -ser abogado á fuerza de trabajo, y por casualidad.—Presidente -de su pais,—tales son los héroes de la América. En esta tierra -semi-salvaje la moral de los paisanos es la misma de los -grandes hombres. ¿Qué puede esperarse de una nacion que -tiene semejantes preocupaciones? ¡No es ella, por cierto, la -que le dará un César al mundo! En la sala habia un piano de -palisandra, un escritorio recargado de papeles y una biblioteca -llena de libros. Tres ó cuatro Biblias figuraban entre las<span class="pagenum"><a name="Page_14" id="Page_14">[14]</a></span> -obras de Francisco Quarles, de Bunyan, de Jeremías Taylor, de -Law, de Jonathan Edwards, de Channing, toda jente muy -honrada sin duda; pero cuyos nombres leia por vez primera. -No pasé adelante: la teolojía me desagrada hasta en las noches -de insomnio. Seguian algunos historiadores y moralistas, Franklin, -Emerson, Marshall, Washington-Irving, Prescott, Bancroft, -Lothrop-Motley, Tiknor; á continuacion algunos romances -sérios, y una multitud de poetas ingleses, americanos, alemanes, -y hasta españoles. ¿Y la Francia dónde estaba? Ay! -por todo representante de la patria no encontré mas que un -Telémaco, con la pronunciacion figurada ó mas bien desfigurada -en inglés. Y pensar que un dia para celebrar quizá el natalicio -de su padre, mi hija, mi querida Susana, me recitaria -con sus lábios seductores el: <i>Calepso ne povait se connsolére -diou départe d’Youlis!</i> Despechado arrojé el libro y pasé al -jardin: era un pedacito de tierra rodeado de cuatro paredes, -cubiertas de yedras y madreselvas; sembrado de lilas, rosales y -flores desconocidas; en el fondo habian un invernáculo pequeño -y un kiosco chinesco; abrigo cómodo para tomar el té, fumar un -cigarro ó contemplar las estrellas. En el jardin no habia nadie, -si se esceptúa á Zambo, tendido como una estátua de bronce sóbre -una mesa de mármol blanco. El negro roncaba con el rostro -vuelto hácia el sol y cubierto de moscas, descansando de las -crueles mortificaciones que yo le habia causado. El bribon se -aprovechaba de estar á mi servicio, para no hacer nada y dormir -á pierna suelta.</p> - -<p>Comenzaba á intrigarme este paseo solitario en los dominios -de la Bella del Bosque durmiente; iba á despertar á Zambo -para tener el placer de reñir con un cristiano, cuando escuché -voces que salian del bajo piso, ó como dicen los Franco-Americanos -en su patria, del <i>basement</i>, palabra que faltará durante -mucho tiempo al diccionario de la Academia.</p> - -<p>Despues de haber descendido algunos escalones, apercibí al -fin en una espaciosa cocina á dos mujeres, que no sintieron el -ruido de mis pasos, tan atareadas estaban. Una de ellas, la -que me daba la espalda, pero á quien reconocí por la voz, era -mi querida Jenny, la madre de mis hijos; la otra, á quien recien -iba á conocer, enorme criatura, rubia, de cinco piés y ocho -pulgadas de estatura, y con aspecto mas bien de granadero escocés -que de hija de Eva, era Marta, la cocinera, natural de -Pensylvania, y <i>tunkeriana</i> ó <i>tunkerista</i> de relijion, cosa parecida -á cuácara; escelente persona que resongaba á toda hora y no -tenía mas defecto que tratar de pagano ó de publicano á cualquiera<span class="pagenum"><a name="Page_15" id="Page_15">[15]</a></span> -que usára botones en el vestido ó en la levita. Para -esta alma exaltada, el símbolo del cristianismo no era la cruz, -era el broche.</p> - -<p>A juzgar por la gravedad de las dos mujeres, y por las palabras -que con tanta vivacidad cambiaban, llevaban á cabo en -aquel momento una gran obra culinaria. Jenny (¿era en efecto -madama Lefebvre?) ataba dentro de una servilleta, una masa disforme -de reposteria, colocándola con cuidado en una cacerola -llena de agua. Marta, á su vez, encerró la preciosa vasija en un -horno de hierro, colocado en un costado de la cocina. Era de -construccion monumental, con pisos como una casa, y no sé -cuantos cajoncitos y alacenas de donde se escapaba el vapor. -Horno para cocer, lavadero, asadores, sartenes, agua y aire calientes, -y cuanto es necesario, todo se encontraba en este horno -mónstruo, que tenia una inscripcion, á manera de arco de -triunfo:</p> - -<p><i>G. Chilson’s cooking Range Boston</i><a name="FNanchor_12" id="FNanchor_12"></a><a href="#Footnote_12" class="fnanchor">[12]</a>.</p> - -<p>Dudo que el mismo Satanás, con los recursos de que dispone, -haya inventado nunca una hornaza mejor calentada que esta.</p> - -<p>Cuando todo estuvo en su lugar, despues de haber movido y -alineado un ejército de calderos y calentadores, volvióse mi -mujer, dando un grito de placer al verme.</p> - -<p>—Buenos dias, amor mio, me dijo, creo que habeis pasado -una buena noche. ¿Veis vuestros preparativos? es un <i>pudding</i> -como aquel que encontrásteis tan bueno, dias pasados. Acabo -de pisarlo y amasarlo yo misma. Sé mejor que Marta, lo es -de vuestro gusto. Espero que estareis contento como yo y que me -recompensareis todo el trabajo, ó mas bien todo el placer -que me tomo por serviros.</p> - -<p>Diciendo esto, acercóseme cuanto pudo poniéndome la frente. -¡Cosa rara! era mi mujer, y, sinembargo, no era ella. El mismo -rostro, las mismas facciones, salvo la punta de la nariz que habia -enrojecido un poco; pero no sé que de límpido y de tranquilo -en la mirada, de dulce en la palabra, de afectuoso en la -fisonomia, que jamás habia notado en nuestros tiempos matrimoniales -del viejo París. Me sentia amado, cuidado, esto hará -retozar mi corazon. Por eso, sin inquietarme de la presencia -de Marta y de mis veinte años de casado, abrazé tiernamente á -Madame Lefebvre, quiero decir, Mistriss Smith. Perdonadme -esposos parisienses, ¡yo estaba en América!</p> - -<p>—Marta, dijo mi mujer quitándose un delantal de cocina, y<span class="pagenum"><a name="Page_16" id="Page_16">[16]</a></span> -bajando su vestido de seda, que habia suspendido, atándolo por -detrás. Marta, ireis á casa de Mr. Green. Su último café no -era bueno, era del Brasil, á mi marido no le gusta sino el de -Mauricio, escojed un grano pequeño y redondo, que yo misma -lo tostaré. He visto en el mercado las primeras fresas, comprad -algunas, lo suficiente para poner dentro de una de esas -tortas que haceis tan bien y que mi marido y mis hijos comian -con tanto placer el año pasado. Decidle á Hoffman el floricultor -que en todas partes hay claveles, escepto en nuestro jardin, y -que mi marido espera las tres variedades nuevas que me ha -prometido. No olvideis tampoco los lirios que he escojido para -Susana, y los jeránicos para Enrique. En fin, tomad en la -libreria, el último discurso del reverendo doctor Bellows, <i>sobre -el estado de la nacion</i>. Es una obra elocuente y patriótica y -mi marido nos la leerá esta noche, ¡él que lee tan bien! Esto -nos divertirá á los niños y á mí!</p> - -<p>¡Cuán débiles somos! sentiame atraido y encantado por -esta música nueva, en la que á cada compás aparecia mi nombre -y el de mis hijos. En París, en Francia, eran otras notas, las -que yo oía. Mi mujer tenia todas las virtudes; pero su estremada -modestia me hacia la vida un poco insoportable. <i>Hacer -lo que todo el mundo</i>, era la divisa de Madame Lefebvre: -Dios sabe, lo que me costaba el no diferenciarnos. Para -estar hospedados <i>como todo el mundo</i>, habitábamos un departamento, -á ciento diez escalones de altura, en un hotel, digno -de un príncipe, es cierto, y cuyo portero tenia un sirviente y -un limpia suelos. Para estar servidos <i>como todo el mundo</i> teniamos -un lacayo, enorme pícaro borrado y embustero, gran -bribon con pantalones de pana y chaleco rojo, que me costaba -muy caro y me servia en todo al revés, no dejándome vestir, -ni comer ni beber á gusto. Para vestirnos <i>como todo el mundo</i> -necesitaba mi mujer y mi hija, trajes de un precio loco, crinolinas -que ocupasen cada una, una carroza entera, no dejándome -lugar sino en el pescante. En fin para figurar <i>donde vá todo -el mundo</i>, tenia yo que andar trás las invitaciones, y sonreir -á jentes que despreciaba en mi corazon, con el mas soberano -desprecio. Era la práctica. El buen tono queria que se adorára -á la fortuna y que se arruinára uno por aparecer. Por mi -parte, buen cuidado tenia de no separarme de la buena sociedad. -Hubiera sido una orijinalidad: vicio de pésimo gusto, que -la Francia deja á los Ingleses.</p> - -<p>Desempeñábamos, gracias á mi mujer y á sus sabios consejos, -con decencia, asi lo creo al menos, un rol difícil. Las jentes<span class="pagenum"><a name="Page_17" id="Page_17">[17]</a></span> -que nos veian en el bosque en todo tiempo, y á la misma hora -debian hacernos justicia. Me atrevo á decir que sosteniamos -nuestro rango en París, y que llevábamos con honor la vida -mas ocupada que pueda imajinarse: hariamos veinte visitas todas -las mañanas, y no faltábamos á ninguna reunion. Todo -esto era bueno; pero—¿es necesario que lo confiese? en un pais -salvaje, mi naturaleza ruda recobraba su poder. Estaba contento -porque ya no oia hablar de <i>todo el mundo</i>. Me gustaba -que mi mujer no se ocupase mas que de mí, y no viese nada -mas allá de su marido, de sus hijos y de su casa. Me sentia rey -de mi morada y estaba tan contento con mis súbditos que al -subir la escalera, pasé mi braso al rededor de la cintura de Jenny, -y abracé á mi mujer por segunda vez; lo que la hizo ruborizarse -prodijiosamente:</p> - -<p>—<i>For shame, mister Smith</i><a name="FNanchor_13" id="FNanchor_13"></a><a href="#Footnote_13" class="fnanchor">[13]</a>, murmuró con un tono -que me hizo creer que ella y yo habiamos rejuvenecido -veinte años.</p> - -<hr /> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_18" id="Page_18">[18]</a></span></p> - -<h2 id="CAPITULO_V">CAPITULO V.<br /> -<span class="smaller">Sin dote.</span></h2> - -<p>Mientras que Zambo se cansaba de dormir, y mi mujer y -Marta preparaban la mesa y servían el almuerzo, púseme á leer -el <i>Paris-Telegraphe</i>, enorme y barato diario que llevaba por -lema estas palabras estúpidas: <i>The world is governed too much</i>: -el mundo está demasiado gobernado. El tono grosero de -esta hoja me desagradó. ¡A Dios gracias!—á nosotros nos dan -mejor educacion.—No es á nosotros, á quienes un gobierno protector -del buen gusto, dejaria tomar la odiosa costumbre de llamar: -<i>un chat, un chat, et Rollet un fripon</i>.</p> - -<p>¿Quién creeria, por ejemplo, que el <i>Paris-Telegraphe</i> se atreviera -á herir con el epíteto de ladron y hasta de asesino á un -millonario honrado que, por un error, escusable sin duda, habia -suministrado al ejército del Norte unos sesenta mil pares de -calzado, cuyas suelas eran de carton y habian resistido mal á la -humedad de los vivacs? ¡Y haga uno negocios en un pais, donde -se respetan tan poco las grandes especulaciones!</p> - -<p>Todo el diario estaba escrito en ese tono deplorable. Nada -escapaba á las invectivas de aquel folletinista insolente, de aquel -gacetero miserable. Tal ley era abominable porque trababa -la libre accion de los ciudadanos; tal majistrado era un Jeffries -ó un Laubardemont, porque hacia caer en un lazo inocente -al pícaro que se fiaba en la justicia; tal municipal era un Verrés -ó un nécio, porque concedia á accionistas bien entendidos -un monopolio ventajoso para todo el mundo, como son siempre -todos los monopolios. Tomaos la molestia de gobernar á -los hombres, para recibir diariamente semejantes vejaciones.</p> - -<p>Pamfletista desgraciado, me dije yo, si hubieses tenido el honor -de vivir en el pueblo mas amable y mas ilustrado de la -tierra, sabrias desde que naciste, que criticar la ley, el juez ó -el funcionario, es crímen de lesa-majestad social. La infalibilidad -de las autoridades, es el primer dogma de un pueblo civilizado. -Maldito sea el inventor del diario, y sobre todo, del -diario libre y barato! La prensa es como el gas; una luz que -os quema la vista, al mismo tiempo que os envenena.</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_19" id="Page_19">[19]</a></span></p> - -<p>—¿Porqué no se sirve el almuerzo? pregunté bruscamente á -mi mujer, con el objeto de disipar estas ideas desagradables—¿En -dónde están los niños? ¿Porqué no bajan?</p> - -<p>—Han salido, amigo mio, y no tardarán en volver. Enrique -pronuncia esta noche su primer discurso en la <i>Academia de los -jóvenes lectores</i>; y ha querido asegurarse de la sonoridad de la -sala, antes de hablar en público.</p> - -<p>—¿Sobre qué tema perorará esta noche nuestro Ciceron de -diez y seis años?</p> - -<p>—Hé aquí un borrador, dijo Jenny, pasándome con el orgullo -de una madre un papel lleno de palabras sub-rayadas, de -interjecciones, de pausas y de esclamaciones.</p> - -<p>El título, escrito en grandes caractéres, me pareció mas respetable -que claro.</p> - -<p class="titlepage"><span class="smcap">De la moralizacion de las mujeres, consideradas como educadoras -del jénero humano.</span></p> - -<p>—Cuélgate, Querubin, esclamé yo; ¡el mundo se acabará á -fuerza de virtud! A los diez y seis años, si en algo pensábamos -nosotros, no era por cierto, como el señor mi hijo, en la -moral....</p> - -<p>—Amigo mio, me dijo Jenny.... Su voz me detuvo de golpe, -y tan á tiempo que me mordí la lengua á la mitad de una -palabra, y me sentí ruborizar á pesar mio.</p> - -<p>—Amigo mio, continuó mi mujer, que no se habia apercibido -de mi turbacion: creo que se prepara un cambio en la situacion -de Enrique. Todos los dias me repite, que hace mucho -tiempo que está á nuestro cargo y que esto debe fastidiar al gobernador....</p> - -<p>—¿Qué significa eso de gobernador?</p> - -<p>—¿No lo sabeis? es el nombre amistoso que nuestros hijos -dan á su padre. En dos palabras, Enrique quiere tomar una -profesion.</p> - -<p>—Paciencia, señora Smith, tenemos tiempo. Ese cuidado -me toca á mí.</p> - -<p>—Amigo mio, nuestro hijo ha cumplido ya diez y seis años: -todos sus camaradas tienen una posicion, es necesario que se -abra camino. Conversad con él sobre esto: tiene completa -confianza en vos, y nadie puede dirijirlo mejor.</p> - -<p>Púseme á pasearme de un lado á otro, mientras mi mujer -miraba por la ventana, si volvian ya nuestros hijos.</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_20" id="Page_20">[20]</a></span></p> - -<p>¡Oh hijo mio!—decíame yo,—si, el cuidado de establecerte -me pertenece. Hace mucho tiempo que todo lo he dispuesto -para tu éxito. No fué inútilmente que diez y seis años há, escojí -para padrino tuyo á mi amigo Regelman, entonces subjefe; -y hoy dia jefe de oficina en el Ministerio de Hacienda, -Seccion de Aduanas. Si, mi querido Enrique, de antemano, -sin saberlo tú, eres candidato para pretender el supernumerariato -del Ministerio de Hacienda. Dentro de dos dias serás -bachiller; y dentro de tres años, si pasas felizmente tres ó cuatro -concursos y eres protejido vigorosamente, <i>tu Marcellus eris!</i>—Te -veo ya, sub-jefe, á los treinta y cinco años, disfrutando de -dos mil cuatrocientos francos, y condecorado como lo fué tu -padrino; te veo como tu modelo, dulce, humilde, político, complaciente -con tus jefes; severo, tieso, majestuoso con tus subordinados; -y elevándote de grado en grado hasta la direccion del -personal. A los cincuenta años, si nada engaña á la orgullosa -ilusion de un padre, tu serás el terror y la esperanza de diez -mil fracs verdes. ¡Qué fortuna! ¡y qué porvenir!</p> - -<p>—Ahí está Enrique, esclamó mi mujer, que habia permanecido -en la ventana. Conversa con M. Green.—Estoy segura -que le pide un buen consejo,—algo mas quizá.</p> - -<p>—¿Qué decis, querida mía?—¿Green, el especiero? ¿Mi hijo -conversa con esa jentuza?</p> - -<p>—¡Jentuza! replicó mi mujer con aire de sorpresa. M. -Green es un hombre honrado, un buen cristiano, respetado -universalmente. <i>Vale</i> trescientos mil dollars, y hace el mejor -uso posible de su fortuna que debe á su trabajo.</p> - -<p>¡Perfectamente! esclamé yo. Bienaventurado pais en donde -los especieros son millonarios, dan consultaciones como los -abogados, sino dan colocaciones, como los ministros. Solicite -pues, mi hijo, á S. E. el Sr. de las ciruelas en conserva y de la -Melaza. Pero, llamad á Susana; supongo que no espera nada -del honorable M. Green.</p> - -<p>—Susana, está en su leccion de hijiene y de anatomía.</p> - -<p>—De anatomía, ¡gran Dios! Mi hija, á los diez y nueve años, -aprende anatomía—¡Si tambien disecará!</p> - -<p>—¿Qué teneis, amigo mio?—repuso mi querida mujer, -con una tranquilidad que me volvió el alma al cuerpo. Susana -tendrá hijos algun dia. ¿Quereis que los crie y los cuide á -tientas, sin conocer su constitucion? ¿No habeis repetido cien -veces en su presencia que el estudio del cuerpo humano, hace -parte indispensable de toda buena educacion?</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_21" id="Page_21">[21]</a></span></p> - -<p>—¿Cual es el médico á cuya prudencia se confia el cuidado -de enseñarla anatomía á las jóvenes?</p> - -<p>—Es la señora Hope, una de nuestras celebridades médicas.</p> - -<p>—¡Mujeres médicos! ¡Oh Moliére! ¿donde estás? Qué ¿en este -pais hecho al revés de los demas, no son los hombres los que -cuidan á nuestras madres, á nuestras esposas é hijas? Son tambien -mujeres las que partean á las señoras de la buena sociedad? -Eso no se hace en parte alguna; eso es indecente, señora -Smith,—¡indecente!</p> - -<p>—Yo hubiera creido lo contrario, amigo mio; pero vos sabeis -mas que yo. ¿De manera que si alguna vez nuestra hija -tuviese una de esas indisposiciones, graves ó no, que una mujer -en su pudor se atreve apenas á confesarse á sí misma, querríais -mas bien que se llamára á un médico?</p> - -<p>—Nada de eso; me comprendeis mal, querida mia. Queria -decir solamente que hay antiguas prácticas que son respetables -como todos los viejos errores. Es decir.... no; otro dia os esplicaré -eso. ¿Quién acompaña á Susana á esa leccion de anatomía?</p> - -<p>—Nadie.</p> - -<p>—¿Cómo nadie? ¿Mi hija que solo tiene diez y nueve años -y es bella como un ánjel, recorre las calles sola y sin un acompañante -de respeto?</p> - -<p>—¿Por qué no ha de hacer ella lo mismo que sus compañeras? -¿Qué peligro puede amenazarla? ¿Os imajinais que haya -en América un hombre tan criminal ó tan loco como para faltar -al respeto debido á la juventud y á la inocencia? Padres, maridos, -hermanos ó hijos, todos los brazos se alzarian para herir -al miserable; pero jamás se ha visto en este noble pais semejante -indignidad.</p> - -<p>Esas son miserias y vicios que es necesario dejar al viejo continente.</p> - -<p>—Por otra parte, agregó mi mujer con su dulce sonrisa, creo -bien cuidada á Susana. Alfredo, el último hijo de M. Rose ha -vuelto de las Indias. Le he visto ayer paseándose con su padre -y sus ocho hermanos. Nadie me quitará de la cabeza -que Susana y él están comprometidos hace mucho tiempo.</p> - -<p>—¡Comprometidos! ¿Mi hija enamorada del noveno hijo de -un boticario? ¿Y es su madre la que me anuncia friamente -una noticia de ese carácter?</p> - -<p>—¿Por qué no habria de casarse con el que ella ama? me dijo -Jenny fijando en mí sus hermosos ojos azulas. Amigo mío ¿no es<span class="pagenum"><a name="Page_22" id="Page_22">[22]</a></span> -eso lo que yo he hecho? ¿Me he chasqueado? ¿estais acaso arrepentido?</p> - -<p>—¿Pero qué carrera, qué fortuna posée ese jóven?</p> - -<p>—Estad tranquilo, amigo mio; Alfredo es un caballero. No -se casará con Susana mientras no tenga una posicion que ofrecerla. -Susana esperará diez años, si es necesario.</p> - -<p>—¿Y la dote señora Smith, habeis pensado en la dote? ¿Sabeis -lo que quiere ese jóven galan que compromete á nuestra hija? -¿Sabeis lo que nos es posible hacer y qué parte tendremos -que sacrificar de nuestro diminuto haber?</p> - -<p>—No os comprendo, Daniel. ¿Vendemos acaso á nuestra -hija? ¿Es necesario pagar á un jóven, á un enamorado, para -que se decida á aceptar por compañera, á una jóven encantadora, -cuyo aspecto regocija y que es tan buena como bella? ¿Dónde -habeis adquirido esas estrañas ideas, que os oigo por vez -primera?</p> - -<p>—¡Sin dote! esclamé yo, ¡en un pais donde de la noche á la -mañana todo el mundo está de rodillas delante de un dollar!</p> - -<p>—En América, amigo mio, uno se ama, se casa porque ama -y es feliz toda la vida repitiéndose el uno al otro que se ha -escojido por amor. Cada uno lleva en dote su corazon, y espero -que, en una nacion libre, jóven y jenerosa como la vuestra, -no se conocerá jamás otro dote.</p> - -<p>—Sin dote, decíame yo, ¡sin dote! Harpagon tenia razon, -esto cambia las cosas. El matrimonio no es ya un negocio. Rica -ó pobre, la novia estará segura de que la aman, que se casan -con ella y no con su dinero. El padre que dé temblando á su -hija no tendrá que temer á lo menos, que la entrega á un especulador -innoble. ¡Sin dote! Los pueblos bárbaros tienen algunas -veces, sin saberlo, ciertas delicadezas que harian honor á -nuestra civilizacion.</p> - -<p>—Hé aquí á Susana, esclamó mi mujer, que habia vuelto á -ocupar su puesto de observacion. Alfredo está con ella,—lo -habia adivinado.</p> - -<p>Corrí á la puerta. Mi hija, mi querida Susana, ¡estaba mas -bella que nunca! Sus largos cabellos rubios que caían formando -bucles sobre sus hombros, su mirada risueña, su aire altivo, -su andar mesurado la daban nuevos encantos. Era la inocencia -del niño y la gracia de la mujer. Saltóme al cuello como -una loca. La estreché con transporte sobre mi corazon y la llevé -en mis brazos hasta el comedor.</p> - -<p>Solamente allí apercibíme de que Susana no habia entrado sola -en casa. Estaba junto á ella el mónstruo que venia á arrebatarme<span class="pagenum"><a name="Page_23" id="Page_23">[23]</a></span> -mi alegria y mi felicidad. Susana le tomó de la mano y -me lo presentó de la manera mas natural.</p> - -<p>—M. Alfredo Rose, querido papá—¿no le reconoceis?</p> - -<p>¡Demasiado que lo reconocia! ¡Era encantador el miserable! -Suspiré y dí un apreton de manos á aquel futuro yerno; que queria -hacerme el honor de escojerme por suegro sin tomarse siquiera -la molestia de consultármelo.¡ Sin dote! bastaba esto para -que se creyera con derecho á casarse con la mujer que amaba.</p> - -<p>Hablad pues de decoro á estos bruscos que van siempre recto -á su objeto.</p> - -<hr /> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_24" id="Page_24">[24]</a></span></p> - -<h2 id="CAPITULO_VI">CAPITULO VI.<br /> -<span class="smaller">En donde se hace conocimiento con M. Alfredo Rose y el vecino Green.</span></h2> - -<p>Mientras que Alfredo y yo permaneciamos el uno frente del -otro, silenciosos ambos y mirándonos, las dos mujeres conversaban -entre sí en voz baja y con estrema vivacidad. La madre -sonreía, la hija tenia los ojos suplicantes.</p> - -<p>—Amigo mio, dijo Jenny tomando á los jóvenes de la mano, -hé aquí dos niños que, con la ayuda de Dios, quieren formar -una familia cristiana y os piden vuestra bendicion.</p> - -<p>—Mi bendicion! Yo he visto al Papa Pio IX, bendecir -á Roma y al mundo, con esa dulce majestad que hace caer de -rodillas á los incrédulos; he visto á obispos piadosos bendecir -la inocencia y el fervor de la primera comunion. Eso era grandioso -y bello: era la santidad que se espandia. Pero yo, pecador, -no me sentia con derecho para bendecir, siquiera á mis hijos. -Abrazé á Susana, abrazé á Alfredo, junté sus manos con las mias -y lloré.</p> - -<p>Eran tan felices los ingratos, que no vieron mis lágrimas, y así -escapáronse de mis brazos para correr hácia Jenny, que les recibió -alzando la voz:</p> - -<p>—Que el Dios de Abraham y de Sara, díjoles, que el Dios de -Isaac y de Rebeca, de Jacob y de Raquel os bendiga, hijos -mios, y os dé una vida cristiana.</p> - -<p>—<i>Amen</i>, respondió una voz cuya gravedad me hizo temblar. -Era Marta que se aproximaba con la mirada y el jesto de un -profeta.</p> - -<p>—Hombre, dijo, toma á esta mujer delante de Dios; mujer, -toma á este hombre delante de Dios, en la buena y en la -mala suerte, en la salud como en la enfermedad, en la vida y en -la muerte. No lo olvides, el Eterno lo recordará.</p> - -<p>—No, ciertamente, no lo olvidaré jamás, esclamó Alfredo levantando -el brazo, pongo al Señor por testigo.</p> - -<p>Lo confesaré para mi verguenza! apesar de la escelente educacion -que he recibido en Francia, y aunque se me habia habituado -á no tratar sériamente sino las cosas festivas, me sentí<span class="pagenum"><a name="Page_25" id="Page_25">[25]</a></span> -conmovido hasta el fondo del alma, por la solemnidad de este -compromiso. Me parecia que mi hogar se hacia sagrado como -el de Abraham, y que Dios, invisible y presente, descendia para -bendecir la union de mis hijos.</p> - -<p>La entrada de Zambo disipó estos sérios pensamientos. Habia -arrasado el jardin y el invernadero para poder ofrecer á la -novia un ramo enorme. Acompañó su obsequio de jestos tales -y de cumplimientos tan burlescos, que me eché á reir contra -mi voluntad.</p> - -<p>—¿Cuándo la boda amito? preguntó el negro. ¿Mañana, pasado -mañana, dentro de ocho dias? Zambo quiere cantar, Zambo -quiere bailar.</p> - -<p>—Susana, esclamé mirando á mi hija, no está fijado el dia!</p> - -<p>—Mi buen padre, esperamos vuestras órdenes respondió la -señorita mi hija, con una falsa modestia que me hizo suspirar.</p> - -<p>—Y no esperamos mas que eso, dijo Alfredo, he alquilado y -amueblado una casa, cerca de aquí; en la esquina de la avenida -décima cuarta. Todo está dispuesto para recibir á la que -me hace el honor de compartir mi fortuna y mi nombre.</p> - -<p>—Hijo mio, le dije á Alfredo, y este nombre de hijo me ahogó -al salir, Susana os ha escojido, nosotros os adoptamos con -los ojos cerrados; pero perdonad á la lejítima curiosidad y á -la inquietud de un padre. ¿Desde cuándo amais á mi hija?—Y -ya que hablais de fortuna—¿cuál será vuestra situacion, la de -ambos, en esa casa cuya felicidad nos toca tan de cerca?</p> - -<p>—Deciros desde cuando amo á Susana, me sería difícil; respondió -el jóven. Me parece que la amé desde que nació.—A -no dudarlo, la amaba ya cuando íbamos juntos á la escuela comun, -y corriamos á lo largo del camino, ella era una criatura y -yo casi un adolescente. Despues de ese tiempo, tantas veces hemos -jugado, hablado y orado juntos; la he visto siempre -alegre, buena, amable, y tantas veces hemos conversado sin rebozo, -tantas veces he podido apreciar toda la belleza de su -alma, que ha llegado un dia en que he comprendido que Susana -era la mujer que Dios en su bondad me habia deparado.—Cuando -Susana tuvo diez y seis años, le pedí me aceptára por -esposo, nos comprometimos, y hé ahí toda la historia de nuestros -amores.</p> - -<p>—De manera, dije yo suspirando, que es la estimacion y la -amistad la que os han conducido á eso que vosotros llamais -amor—¿Nada de súbito, nada de fulminante: ni poesía, ni -pasion?</p> - -<p>—Tengo veinte y cuatro años, dijo el jóven, y amo á Susana.<span class="pagenum"><a name="Page_26" id="Page_26">[26]</a></span> -Nunca he amado, ni amaré á otra que no sea ella; la estimo -mas que á nadie en el mundo; la quiero mas que á mi mismo: -¿es cordura, es pasion?—no lo sé; pero espero que Susana -no me pedirá esplicaciones, y que me permitirá que la ame del -mismo modo hasta mi último dia.</p> - -<p>—Perfectamente, hijo mio; sois un sábio; sereis feliz, como -mereceis serlo y tendreis muchos hijos. Entretanto hablemos -de dinero.</p> - -<p>—Yo no tenia fortuna, dijo Alfredo, y eso aplazaba bastante -nuestros proyectos. Tenia veintiun años y estaba decidido -á hacer carrera rápidamente,—no dudaba del éxito.</p> - -<p>—¿Contaríais sin duda con protectores poderosos? ¿con la -promesa de un buen puesto en el gobierno? ¿Vuestro padre -quizá habia comprometido en vuestro favor al primo de la -prima de algun Senador?</p> - -<p>—No; tenia mi cabeza y mis brazos, respondió, Alfredo y la -divisa de todo Yankee verdadero: <i>Go ahead! never mind; help -yourself</i>: Adelante! y sin cuidado; ayúdate á tí mismo: esto -vale mas que un apoyo estraño. En un país que se engrandece -tan velozmente como el nuestro, todo hombre que no es un necio -y que tiene voluntad, concluye por encontrar una buena veta. -Empleado como químico en casa de un rico comerciante de índigo, -oía á mi patron quejarse á menudo de que los buques espedidos -á la India iban siempre á media carga. Encontrar un nuevo -artículo de flete, era la idea fija de nuestros armadores. Descubrí -uno, en el que nadie habia pensado y que tenia asegurado -su despacho: era el hielo. Jamás se proveerá cantidad igual -á la que puede consumir la India. La dificultad estaba en -poder conservarlo durante el camino. Era un problema que -debia resolverse. Gracias á mi padre he sido educado en un -laboratorio; la física y la química han sido mis primeros entretenimientos. -Para aislar mis témpanos de hielo, necesitaba un -cuerpo mal conductor del calórico. Ensayé el serrin, que no -tiene valor alguno entre nosotros. El descubrimiento estaba -hecho: faltaban solo los capitales.</p> - -<p>Encontrar dinero para poner en ejecucion una buena idea es -cosa fácil en América, pensé en M. Green, que hace grandes negocios -en arroz, café, especias é índigos. Tuvo confianza en mí -y arriesgó una espedicion. Partí para Calcuta con mi cargamento; -no tuvimos merma en el camino, y vendí mi hielo de -modo á ganar el flete de ida y vuelta; y he vuelto despues de -haber establecido allí un mercado ventajoso para veinte años. A -mi llegada tuve ocho mil dollars por mi parte, y vedme al frente<span class="pagenum"><a name="Page_27" id="Page_27">[27]</a></span> -de la casa Green, Rose y compañia. El éxito es seguro. -Puedo descontarlo hoy dia mismo, si quiero. Diez ó doce mil -dollars por año: hé ahí lo que por lo pronto puedo ofrecer á -<i>Madama</i> Alfredo Rose, esperando mejor suerte.</p> - -<p>—Sesenta mil francos anuales! esclamé, qué bella cosa es el -comercio, cuando sale bien! Miré de mas cerca á mi yerno y -le encontré cierto aire de jénio. En la frente y en la parte inferior -del rostro tenia algo de Napoleon.</p> - -<p>Habia olvidado completamente la botica de su señor padre, -cuando Zambo nos anunció á Mr. Rose que venia á tomar parte -en el regocijo jeneral. Por estimable que fuera el exelente -hombre, no era un boticario el suegro que yo ambicionaba para -mi hija: habia soñado con un sub-prefecto; pero qué hacer en un -pais primitivo que no ha conquistado todavia esa centralizacion -que la Europa nos envidia?</p> - -<p>Con M. Rose entró M. Green, seguido de Enrique. Reconocí -al boticario en ese aire médico que jamás se pierde; pero el especiero -con frac negro y corbata blanca era para mí un mónstruo -desconocido. Su lenguaje y sus maneras no eran menos -raras que su traje. Green, el vendedor de aceite y de café, hablaba -con la autoridad y la sangre fria de un hombre que -cuenta los millones por los dedos.</p> - -<p>—Vecino, díjome, con afectuosa <i>bonhomia</i>, héme aquí -medio de la familia por este jóven, vuestro yerno y mi socio. -No quedaremos ahí. Enrique ha venido á verme: es un muchacho -intelijente y que me agrada. He encontrado una colocacion -para él. Alfredo se hace sedentario: no se casa uno para -correr el mundo. Necesitamos entre tanto una persona de -confianza en Calcuta. He pensado en Enrique, apesar de ser -tan jóven. Nunca entra uno demasiado temprano en los negocios. -Tres años de residencia en las Indias le formarán. Le -daremos una parte, que si él trabaja, subirá de cuatro á cinco -mil dollars por año. Vos me confiais un niño, y yo dentro de tres -años os volveré un hombre.</p> - -<p>¿Qué decis de mi proyecto? ¿os sonríe tanto como á Enrique?</p> - -<p>—Oh hijo mio! me dije yo, habia soñado otro porvenir para -tí. Quizá este te convenga mas; quizá no tengas ni el jénio de -la política, ni la flexibilidad necesaria para elevarte al rango -de jefe de oficina. El dado está tirado, serás millonario!</p> - -<p>Dí las gracias á Green, quien me dijo al oído:</p> - -<p>—Vecino, no pararemos en esto. Conoceis á Margarita,<span class="pagenum"><a name="Page_28" id="Page_28">[28]</a></span> -mi duodécima hija, chiquilla encantadora, que ya tiene diez -años y el talle redondo como una muñeca. Tengo la idea que -dentro de seis ó siete años haremos de ella la señora de Smith. -Pensaremos en el jóven y en su fortuna; contad conmigo.</p> - -<p>Esto era demasiado! Yo, el doctor Lefebvre, yo un sábio, -un <i>bourgeois</i> en mi pais, convertido así en aliado de un especiero, -y debiéndole favores!</p> - -<p>Es cierto, amo la igualdad: soy francés, y tengo por evanjelio -los principios de 1789. Que proclamen esta igualdad y la -anuncien en todas partes, lo exijo; que la pongan en nuestras -leyes, lo consiento: las leyes no se aplican jamás; pero que se -haga descender esa igualdad á nuestras costumbres, nunca! -El hombre que no hace nada estará siempre arriba del que se -ensucia los dedos trabajando.</p> - -<p>Iba á romper el encanto y á rehusar esa fortuna pérfida, cuando -por invitacion de mi mujer, cada uno de nuestros vecinos -aceptó una tajada de jamon y una taza de té....</p> - -<p>—Daniel, me dijo Jenny, estamos todos en la mesa, decid -la bendicion.</p> - -<p>—Querida mia, estoy tan conmovido que no sé lo que hago.—Ocupad -mi lugar y hablad por mi.</p> - -<p>—Dios mio, dijo Jenny, bendecid esta casa y á todos los que -están en ella. Bendecid sobre todo á los que se alejan, y que -entre ellos, Señor, no halleis sino corazones puros y obedientes.</p> - -<p>Todos respondieron: <i>Amen</i>, con voz tan sincéra que el curso -de mis ideas se trastornó. Miré á mis amigos, á mis hijos, á -mi mujer: á Green que con tanta simplicidad hacia la fortuna -de mi familia: á Enrique, que á los diez y seis años, con la resolucion -de un hombre y el ardor de un niño, queria conquistarse -á fuerza de trabajo un puesto en el mundo y no retrocedia ni ante -el peligro ni el destierro; á Susana y Alfredo que se amaban -con un amor tan tierno y tan puro, á mi mujer en fin, mi buena -Jenny, que no se ocupaba sino de los demas, atenta y abnegada, -la vida y el alma de la casa, la reina de esta colmena, de -donde se escapaba el enjambre!</p> - -<p>Y yo, moscardon inútil, que no sabe sino murmurar, me decia, -voy á quedar solo en este hogar, animado en otro tiempo -por la alegria de Susana y de Enrique. Rose tenía nueve -hijos; Green quince: Dios bendice las grandes familias, y cuando -queremos ser mas sabios que él, confunde nuestra falsa prudencia,<span class="pagenum"><a name="Page_29" id="Page_29">[29]</a></span> -condenándonos al aislamiento que nosotros mismos hemos -buscado.</p> - -<p>Miraba á mi mujer, jóven todavia, fresca y de una robustez -graciosa; y me decia........no recuerdo lo que me decia, -cuando Zambo entró, empujando la puerta, con aire asustado -y gritando:</p> - -<p>—Arrebato! arrebato!—escuchad—llaman á fuego.</p> - -<hr /> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_30" id="Page_30">[30]</a></span></p> - -<h2 id="CAPITULO_VII">CAPITULO VII.<br /> -<span class="smaller">El incendio.</span></h2> - -<p>Al primer grito de Zambo, el boticario corrió á la ventana, -en seguida volviéndose hácia Green:</p> - -<p>—Teniente le dijo, es á nosotros á quienes llaman; el incendio -es en la duodécima avenida.</p> - -<p>—Sarjento, soy con vos, dijo el especiero levantándose. -Doctor, agregó golpeándome en el hombro, alerta! el carruaje -no espera.</p> - -<p>—Bueno! me dije, viéndolos salir acompañados de Alfredo y -de Enrique, hélos ahí que juegan á la guardia nacional. La -guardia nacional! es un regalo que la América nos ha enviado -con el ciudadano Lafayette, y que nos ha aprovechado lindamente! -Corred á esa parada inútil, queridos amigos, y que os -haga buen provecho!, por mi parte, me quedo en casa. Qué es -ese carruaje de que habla Green? ¿Se imajina él, que yo voy á -correr como un papanatas, al espectáculo del incendio en un -pais donde, segun dicen, el fuego aparece todos los dias?</p> - -<p>Me aproximé á la ventana: torbellinos de humo subian al -cielo arrojando chispas. El fuego tomaba cuerpo.</p> - -<p>—Lijero, amo, lijero, el carruaje se aproxima, me dijo -derepente Marta.</p> - -<p>Me dí vuelta: frente á mi estaba Zambo, con una hacha en la -mano, y un casco de cuero curtido en la cabeza: Marta tenia -una chaqueta de paño negro, y un ancho cinturon jimnástico: -era mi uniforme. Yo era bombero!</p> - -<p>Bombero! yo! quería protestar contra este nuevo ultraje de -la suerte; pero Marta se habia apoderado de mi. En un abrir -y cerrar de ojos, me hallé vestido, ceñido, con el casco puesto, -armado é izado sobre el techo de un omnibus inmenso que contenia -en sus flancos una máquina á vapor, toda humeante. Dos -magníficos caballos negros llevaban al galope bomba y bomberos.</p> - -<p>—No temas nada, Daniel, gritó Marta, con el brazo levantado, -vas á servir á Dios; el Altísimo te arrancará de entre las<span class="pagenum"><a name="Page_31" id="Page_31">[31]</a></span> -llamas, como ha salvado á Sidrach, á Misach y á Abdenago, -sus servidores.</p> - -<p>Esta bendicion bíblica me hizo temblar; olia á quemado.</p> - -<p>—Singular idea, esclamé, la de arriesgar su pellejo por desconocidos, -cuando podria pagarse á los bomberos.</p> - -<p>—Qué es lo que decis doctor, interrumpió una voz ágria que -me hizo reconocer á mi vecino Reynard en el <i>attorney</i><a name="FNanchor_14" id="FNanchor_14"></a><a href="#Footnote_14" class="fnanchor">[14]</a> Fox.—Ciudadanos, -agregó, recitando quizá un viejo alegato, si quereis -ser libres, sed vosotros mismos vuestra policia y vuestro -ejército. Darse guardianes, es darse amos. Mi querido amigo, -continuó en tono natural, ¿dónde habeis tomado esas ideas del -otro mundo? ¿no sois amigo de la libertad?</p> - -<p>—La libertad ante todo! me apresuré á contestar, un poco -avergonzado de mi debilidad. Correr al socorro de sus conciudadanos -es un deber y un placer que no cedo á nadie; tengo -orgullo en ser bombero!</p> - -<p>—Menos que Green, querido vecino, respondió el hombre cara -de zorro. Ese sí que vá contento al incendio! El es diabólicamente -fino, agregó hablándome al oido; <i>devilish smart</i>, repitió -cuatro veces, guiñándome el ojo, y haciéndome señas con la nariz -y la barba.</p> - -<p>Abrió su tabaquera, suspiró y tomando dos veces lentamente -tabaco: Nuestro Capitan, dijo, el bravo coronel Saint-John -se retira, Green es teniente y ambicioso. Quiere ser Capitan -con el objeto de elevarse mas alto. El es diabólicamente astuto; -pero aunque tiene cuidado de ocultar sus cartas, yo leo en su -juego.</p> - -<p>Fox no habia concluido todavia sus insidiosas confidencias, y -ya habiamos llegado: Ninguna policia, ninguna precaucion habia -sido tomada; un pueblo de curiosos estaba alineado en las -veredas, y por suerte dejaba libre el medio de la calle, la máquina -fué instalada en un instante, desencadenados los pistones, -el agua corria por todas partes. Mientras que el teniente -reconocia el foco principal del incendio y daba sus órdenes, -púseme á dirijir los tubos con mi amable vecino.</p> - -<p>Frente á nosotros estaba una casa presa toda del fuego. Las -llamas habian roto las ventanas y salian en torbellinos. Derrepente, -se escucharon gritos desgarradores en el primer piso. -Una figura blanca pasó como una sombra. Una voz de mujer -pedia socorro. Al instante, Green, apoyando una escalera á lo -largo de la pared, subió y desapareció en medio del humo.</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_32" id="Page_32">[32]</a></span></p> - -<p>Diabólicamente fino, me dijo Fox con un gesto satánico, <i>devilish -smart</i>; juega cerrado, el ambicioso!</p> - -<p>—Por aquí muchachos, por aquí, gritaba Rose, enteramente -ocupado de ahogar el incendio. Levanté á fuerza de brazo el -pesado tubo; pero no podia quitar la vista de la ventana por -dónde Green habia entrado. El corazon me saltaba, la -inquietud me ahogaba.</p> - -<p>En el mismo instante reapareció Green, con una mujer en los -brazos, y descendió en medio de los hurras de la multitud.</p> - -<p>Apenas en el suelo, la mujer se incorporó:—Mi hijo, gritó, -donde está mi hijo, dónde está mi hija?—Todo su cuerpo temblaba, -lloraba, levantaba los brazos hácia la ventana incendiada -y queria arrojarse en aquella hornaza. Se procuró en vano retenerla, -se escapaba de nuestras manos, corria á la casa, y, rechazada -por la llama, retrocedia lanzando gritos terribles y arrancándose -los cabellos.</p> - -<p>Todos nos mirábamos. La llama rujia como la tempestad, el -techo incendiado iba á desplomarse. El niño estaba perdido. -No sé lo que en ese momento pasó en mi alma: la vista de aquella -pobre madre, las palabras de Marta, el ejemplo de Green, la -idea de que yo era francés, qué sé yo?—fué una embriaguez -que me subió á la cabeza—Corrí á la escalera, y estuve arriba -antes de saber lo que hacia.</p> - -<p>Rose quizo detenerme:—Soy padre, esclamé, no dejaré que -ese niño muera!</p> - -<p>Una vez en la habitacion, tuve miedo. Las llamas silvaban -á mi alrededor, los ensamblados crujian, los cristales estallaban: -era aquello un ruido siniestro. Sofocado por el calor, -enceguecido por el humo, llamé, nadie respondió; grité, ni el -éco resonó. Estaba desesperado, cuando una lengua de fuego -roja, atravezando la oscuridad me mostró frente á mi una puerta -cerrada. Romper la cerradura de un hachazo, entrar en la -habitacion, correr á la cuna donde lloraba un niño, apoderarme -de este tesoro, fué cosa de un instante; qué alegria! pero -fué corta. Rodeado de humo, casi afixiado, no sabia donde -estaba; el corazon me palpitaba, la cabeza me daba vuelta, estaba -perdido.</p> - -<p>—Por aquí, doctor! por aquí, Daniel! gritaba la voz de Rose; -avanzad, pero reculando, atencion!</p> - -<p>El consejo era prudente, apenas me habia dado vuelta, un -vigoroso chorro de agua dirijido por la hábil mano del boticario, -me inundó de piés á cabeza, á riesgo de voltearme. Gracias<span class="pagenum"><a name="Page_33" id="Page_33">[33]</a></span> -á esta diversion estratéjica, que contuvo por un instante el -fuego y disipó el humo, ví la ventana, corrí á ella, y enhorquetándome -en la escalera; me dejé deslizar hasta el suelo, negro -y humeante como un tison mojado. Un instante despues el techo -se hundia con espantoso estrépito. Marta tenia razon: Dios -me habia tratado como á Abdenago.</p> - -<p>Decir la alegria de la pobre madre sería cosa inútil. El mas -feliz era yo, que habia salvado á un niño y sostenido el honor -del nombre francés. Mi locura me habia costado algo: tenia -una parte de mis cabellos chamuscados, una mejilla asada y el -brazo izquierdo quemado de puño al codo:—¿qué era esto despues -de lo que habia ganado?</p> - -<p>Una hora cuando mas despues del suceso, volvíamos á nuestro -barrio, dejando á los recien venidos el cuidado de estinguir -los restos humeantes. Trepé listamente, y con la cabeza -erguida, á ese mismo omnibus en que por la mañana habia subido -tan de mala gana. Fox estaba allí, guiñando el ojo, como si -fuese tuerto.</p> - -<p>—Green es pillo, dijo, dándome un codazo en el brazo enfermo, -lo que me hizo estremecer, pero vos sois endemoniadamente -mas pillo que él. Hurrah al capitan Smith! agregó frotándose -las manos.</p> - -<p>No le respondí: un nuevo espectáculo me ocupaba enteramente.</p> - -<p>A lo largo de las veredas estaba alineada una inmensa multitud -en un órden increible. Casi todos los hombres tenian un -papel en la mano, que ajitaban á nuestro paso.</p> - -<p>—Hurrah al bravo teniente! Hurrah á Green! gritaban. -Hurrah á Smith! Hurrah al bombero heróico!</p> - -<p>—Helos ahí, se decian señalándonos con el dedo. Aquel, es -Green; ese otro, es Smith! Hurrah! Los sombreros se alzaban, -flotaban los pañuelos y las mujeres nos mostraban á sus -hijos, que ajitaban sus manecitas como si nos bendijeran. ¿Por -medio de qué misterio sabia ya toda la ciudad mi nombre y mi -accion?—lo ignoraba, y no lo preguntaba. Uno se habitúa -pronto á la gloria; pero la emocion comenzaba á dominarme. -Habia tenido fuerzas para contemplar á la multitud con la modestia -y la calma de un héroe. Al aproximarme á mi casa -derramaba lágrimas. El pueblo rodeaba á Jenny, á mi hija, á -Marta que predicaba, y á Zambo que bailaba como un niño. -Me eché en sus brazos, y, apesar de mi figura de deshollinador<span class="pagenum"><a name="Page_34" id="Page_34">[34]</a></span> -sabe Dios, con cuanto cariño abrazó á todos. Creo que estaba -tan negro como Zambo.</p> - -<p>Antes de entrar en casa, Jenny me mostró sonriendo la imprenta -que estaba frente, la del <i>Paris-Telegraphe</i>, ese diario sedicioso. -Un inmenso cartel se elevaba en lo alto de la casa, y -de una media legua podia leerse lo que sigue:</p> - -<p class="center"><b>QUINTA EDICION</b></p> - -<p class="center larger">PARIS-TELEGRAPHE</p> - -<p class="center"><b>HORRIBLE INCENDIO<br /> -¡¡¡El bravo teniente GREEN!!!<br /> -¡¡¡El heróico bombero SMITH!!!</b></p> - -<p class="center smaller">FRASE SUBLIME:<br /> -¡Soy padre no dejaré morir ese niño!<br /> -<b>50,000 ejemplares vendidos</b><br /> -<span class="smcap">en prensa la SEXTA EDICION</span></p> - -<p>Era aquel el templo donde se distribuía la gloria: ¡allí habia -con que curar la vanidad!</p> - -<p>¡Ah!—¡Con qué placer corrí á la sala del baño para meterme -en el agua, emblanquecer mi cara y refrescar mi brazo quemado! -Esta vez encontré admirable la invencion que ponia á toda -hora agua caliente en mi habitacion. En cuanto á Zambo, no quiso -dejarme, so pretesto que el <i>Amo</i> tenia necesidad de sus servicios -y que no podia pasarse sin él. El buen muchacho tenia -necesidad de hacerme hablar para darse importancia en la vecindad. -Mi gloria era la suya, él era el que habia entrado en las -llamas, por procuracion.</p> - -<p>Cuando descendí á la sala, la oficina del <i>París Telegraphe</i>, -estaba todavia asediada por los compradores, sin poder dar abasto -á los pedidos; la multitud se estrujaba bajo nuestras ventanas -procurando verme. Con mi brazo en cabestrillo, mi mejilla -señalada, y mis cabellos quemados, podia creerme un héroe.</p> - -<p>Muy luego, y para que nada faltase á la alegria de este dia -feliz, vino la música de los bomberos á darme una serenata, con -toda la compañia y Green á la cabeza, que me dirijió un -discurso.</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_35" id="Page_35">[35]</a></span></p> - -<p>En este <i>speech</i>, bastante bien redondeado, el especiero con -una modestia conmovedora, se olvidaba á si mismo para no hablar -sino del valor que yo habia desplegado, y, á nombre de la -compañia, me rogaba aceptase el puesto de capitan.</p> - -<p>—¡Camaradas! ¡amigos! esclamé, me siento confundido por -vuestras bondades, pero no quiera Dios que olvide el ejemplo -que me ha dado el teniente Green, y el socorro que he recibido -de Rose, ¡el bravo sarjento! Al primero, debo el honor de una -buena accion; al segundo, debo la vida. Permitidme pues que -no olvide esta deuda de gratitud y que siempre considere como -mis jefes al excelente Green y al jeneroso Rose. Quiero permanecer -con vosotros, camaradas; como vosotros, simple bombero, -en un pais libre. Orgulloso de vuestra amistad y de vuestro heroismo, -no cambiaria nuestro modesto uniforme por el traje de -capitan jeneral. ¡Viva la América y la libertad!</p> - -<p>Mi respuesta tuvo éxito, sobre todo el final que no valia nada. -Green se arrojó en mis brazos; Rose hizo otro tanto, y Fox, llamándome -á parte, me dijo al oido:</p> - -<p>—Sois diabólicamente astuto, camarada, veis lejos; pero es -lo mismo, os comprendo. Y guiñó los dos ojos á la vez, lenguaje -misterioso cuyo alcance no entendí.</p> - -<p>A una señal de Green, comenzó de nuevo la serenata. Al -mismo instante ví ascender un cuadro á lo largo de la imprenta -del <i>París Telegraphe</i>, como un pabellon que se iza en el gran -mastelero. Sobre este cuadro trasparente é iluminado por linternas -de colores, se leia la siguiente inscripcion en caracteres -de un pié de alto:</p> - -<p class="center"><b>OCTAVA EDICION.</b></p> - -<p class="center larger">PARIS-TELEGRAPHE.</p> - -<p class="center">HORRIBLE INCENDIO.</p> - -<p class="center"><i>¡¡¡El heróico bombero Smith, el nuevo Cincinato!!!</i><br /> -<span class="smcapuc">DE QUE MODO LA AMERICA RECOMPENSA LA VIRTUD.</span><br /> -<b>100,000 EJEMPLARES VENDIDOS.</b><br /> -<span class="smaller">En prensa la nona edicion.</span></p> - -<p>Qué quiere decir esto? esclamé. Zambo id á buscarme el diario; -hay aquí una broma de mal gusto.</p> - -<p>Traido el diario, leí, con gran sorpresa mia, el discurso de -Green, y mi respuesta. Lo habian taquigrafiado é impreso durante<span class="pagenum"><a name="Page_36" id="Page_36">[36]</a></span> -la sesion. Lo que me valia el título de Cincinato: era mi -renuncia. ¿Porqué? jamás lo he sabido; pero la palabra hacia -buen efecto en el cartel. Debe ser alguna cosa un hombre que -se llama el <i>nuevo Cincinato</i>.</p> - -<p>A continuacion de mi <i>speech</i> y bajo el epígrafe ridículo: <i>De -qué modo la América recompensa la virtud</i>, se leian las dos -cartas siguientes:</p> - -<div class="blockquote"> - -<p class="center"><b>EL CISNE.</b></p> - -<p class="center">COMPAÑIA DE SEGUROS CONTRA INCENDIOS.</p> - -<p class="center smaller">CALLE DE LAS ACACIAS N.ᵒ 10.</p> - -<p class="center">(<i>Capital social 10 millones de dollars. Parte de los beneficios distribuidos -á los asegurados</i>).</p> - -<p class="salutation">“Señor:</p> - -<p>“El valor que habeis desplegado en el incendio de esta -mañana os ha señalado á la atencion del consejo de la compañía.</p> - -<p>“Está vacante el puesto de médico consultante, para examinar -las heridas y accidentes resultados de el incendio.</p> - -<p>“Esperamos que nos hareis el honor de aceptarlo. Los honorarios -son de 400 dollars.</p> - -<p class="right">El director de la compañía <i>X. X.</i></p> - -<p>“Al Dr. Daniel Smith, bombero de la séptima compañia.”</p> - -</div> - -<div class="blockquote"> - -<p class="center"><b>LA PROVIDENCIA.</b></p> - -<p class="center"><i>Hospicio de niños, sostenido por suscripcion privada de 10 dollars -por año.</i></p> - -<p class="center smaller">CALLE DE LOS NOGALES N.ᵒ 25.</p> - -<p class="salutation">“Señor:</p> - -<p>“El médico que ha pronunciado las bellas palabras: soy padre, -no dejaré morir á ese niño, es al que su abnegacion y su -talento llaman naturalmente á cuidar de los niños expósitos.</p> - -<p>“El puesto de primer médico de nuestro hospicio está vacante; -esperamos que os dignareis aceptarlo.</p> - -<p>“Servicio: todos los dias de seis á ocho. Honorarios 2,000 -dollars.</p> - -<p class="right">Los administradores del Hospicio <i>R. T.</i></p> - -<p>“Al Sr. Dr. Daniel Smith, bombero de la séptima compañía.”</p> - -</div> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_37" id="Page_37">[37]</a></span></p> - -<p>—Zambo, pregunté: ¿han traido cartas para mí?</p> - -<p>—No amo, el cartero no ha venido.</p> - -<p>—Es imposible, á menos que no haya alguna mistificacion en -este diario.</p> - -<p>—Golpean á la puerta, amo, dijo Zambo, escuchad: uno, dos, -tres, es el correo, corro.</p> - -<p>El negro me trajo cuarenta cartas, una montaña de papel. -Unos enfermos me preguntaban la hora de mi consulta, otros -me rogaban fuese á verles lo mas pronto posible, cuatro cófrades -me llamaban en consulta, seis farmacéuticos me ofrecian una -asociacion, y en fin, cosa rara, dos cartas cuidadosamente lacradas -me anunciaban confidencialmente lo que el <i>Paris-Telegraphe</i> -habia publicado ya, con una indiscrecion, que en el fondo -yo perdonaba.</p> - -<p>Ya era célebre! Mi fortuna comenzaba. Un dia, una hora -de valor me daban un nombre y hacía mas por mi en América, -que lo que habia conseguido en el viejo continente durante -veinte años de trabajos. Pero, pensé, y este pensamiento me -volvió la humildad de que tenia tanta necesidad, sin ese diario -charlatan, sin esa trompeta que ha lanzado mi nombre á todos -los écos del Nuevo Mundo, habria yo conseguido algo? Mi -primera idea, desde luego, fué dar las gracias al periodista, -fuese quien fuera. Era demasiado tarde, la oficina estaba cerrada, -el cartel apagado, mi gloria desvanecida. Dejé mi visita -para el dia siguiente.</p> - -<p>La noche la pasé con mis antiguos amigos, mi mujer y mis hijos. -Todos ellos hacíanme repetir los mas pequeños detalles del -terrible y glorioso suceso: Jenny palidecía cuando hablaba de -mis peligros y se sonrojaba cuando referia la alegria de la madre -al ver de nuevo á su hijo. Susana me estrechaba la mano y miraba -á Alfredo.</p> - -<p>Creo que la conversacion habria durado toda la noche, si -Marta no hubiese colocado sobre la mesa una enorme Biblia, -forrada en zapa, y cerrada por grandes broches de cobre.</p> - -<p>—Lée, me dijo; y calma tu vanidad; no olvides la historia -de Aman, hijo de Amadatha, de la raza de Agag; y no olvides -que aquí hay un Mardaqueo que no se arrodillará ante tu presencia.</p> - -<p>—Estad tranquila, Marta, le respondí riendo, á mi puerta -no hay una potencia de cincuenta codos de altura, y yo no quiero -colgar á nadie.</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_38" id="Page_38">[38]</a></span></p> - -<p>Jenny abrió la Biblia y nos leyó el tercer capítulo de Daniel, -lo que encantó á la cuácara, desagradó á Zambo y me hizo -reflexionar sériamente sobre la bondad de Dios para conmigo. -Cuando nos separamos despues de un dia tan bien empleado, -la noche estaba un poco avanzada. Me arrojé en la cama -fatigado, sufriendo un poco, pero contento de mí mismo: y, -toda la noche soñé con serenatas, carteles, hurrahs y discursos.</p> - -<hr /> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_39" id="Page_39">[39]</a></span></p> - -<h2 id="CAPITULO_VIII">CAPITULO VIII.<br /> -<span class="smaller">Truth<a name="FNanchor_15" id="FNanchor_15"></a><a href="#Footnote_15" class="fnanchor">[15]</a>, Humbug<a name="FNanchor_16" id="FNanchor_16"></a><a href="#Footnote_16" class="fnanchor">[16]</a> y Ca.</span></h2> - -<p>Apenas me disperté, corrí á la ventana; queria gozar de mi -celebridad naciente, y contemplar una vez mas mi nombre proclamado -por arriba de los techos. El tablero estaba en su lugar; -todos los pasantes le echaban la vista, pero, oh vanidad de -las glorias humanas! he ahí lo que leian:</p> - -<p class="center"><span class="smcap">Llegada del Persia.</span></p> - -<p class="center"><b>GRANDES NOTICIAS DE EUROPA.</b></p> - -<p class="center"><i>Lóndres—Consol. 93¾.</i></p> - -<p class="center smaller"><span class="smcap">Liverpool—algodones—alza de 20%.</span></p> - -<p class="center"><i>Puerco salado (Cleveland) se piden 4,000 barricas á 14 dollars.</i></p> - -<p class="center"><b>A los agricultores—ocasion única.</b></p> - -<p class="center smaller">Cuatro hermosos <i>asnos de Italia</i>, padres de primera clase.</p> - -<p class="center smaller">Dirijirse á MM. Ginocchio hermanos. 70. William-Street.</p> - -<p>—Pueblo de mercaderes! esclamé mostrando el puño á los -pasantes, raza grosera que hace marchar revueltos y al mismo -paso los negocios, los sentimientos, el algodon y las ideas—doy -gracias á Dios de no pertenecerte. Viva el pais del ideal, viva -la Francia, que se la arrastra siempre con una palabra sonora, -la Francia que, alabado sea Dios! no piensa jamás en sus intereses -sino cuando es demasiado tarde! Nuestra locura vale mas -que la prudencia de estos Yankees; nuestra pobreza es mas noble -que su riqueza. Cuatro asnos de Italia, y el precio del puerco, -hé ahi las grandes noticias de Europa para estos colonos -ignorantes! Y ni palabra de Francia, de las nuevas modas, del -baile de la Corte, de la última novela, del último <i>vaudeville</i>. -Pálidos vándalos, no tengo para vosotros sino desprecio.</p> - -<p>A la vez que daba libre curso á mi justa cólera, no queria<span class="pagenum"><a name="Page_40" id="Page_40">[40]</a></span> -dejar de dar las gracias al periodista que el dia anterior habia -hablado de mi. Fuese quien fuera aquel folletinista, no me -convenia deberle una atencion. Honrarlo con mi visita, era -quedar á mano con él.</p> - -<p>Entré en una casa de poca apariencia, que tenia por toda -muestra una placa de cobre, clavada en la pared, y sobre la cual -se leia: <span class="smcapuc">PARIS-TELEGRAPHE</span>, <i>Truth, Humbug y Ca. propietarios. -directores</i>. Una puerta de sarga verde estaba frente á mi, la -empujé y me encontré en presencia de un hombrecillo vestido -de negro y abrochado hasta el cuello: era M. Truth. Sentado -delante de un escritorio de jacarandá, tenia en la mano -unas tijeras enormes, cortaba largas tiras de papel de un diario -inglés y las echaba á una especie de buzon de cartas que -comunicaba con la imprenta. Era la redaccion á bajo precio.</p> - -<p>—Qué quereis, Señor?—preguntóme sin levantar la cabeza, -ni interrumpir su trabajo.</p> - -<p>—Señor, le dije con voz grave y reposada, soy el doctor Daniel -Smith, bombero de la séptima compañía, el mismo cuyo elojio -habeis tenido la bondad de hacer en vuestra hoja de ayer.</p> - -<p>—Bien, dijo el periodista continuando sus recortes—¿Qué -quereis?</p> - -<p>—Daros las gracias, señor: pagar la deuda de agradecimiento.</p> - -<p>El hombre miróme con aire sorprendido.</p> - -<p>—No me debeis nada, doctor. Publicando vuestra bella accion, -he hecho mi oficio; y me habeis valido ayer mas de doscientos -dollars. No me debeis pues, ningun favor.</p> - -<p>Con lo que continuó su trabajo, sin invitarme siquiera á tomar -asiento.</p> - -<p>—Señor Truth, le dije en tono seco y digno, no me ocupo de -los motivos que os hayan hecho obrar ayer. Me habeis hecho -un servicio, soy, y me reconozco vuestro deudor.</p> - -<p>Iba á salir cuando levantó de nuevo la cabeza y fijó en mi sus -grandes ojos negros, cuya espresion dolorosa me hirió.</p> - -<p>—Doctor, dijo con voz jadeante, si tratais absolutamente de -chancelar una deuda imaginaria—la ocasion se os presenta. -Decidme con toda sinceridad de qué enfermedad sufro, y cuanto -tiempo me queda de vida:</p> - -<p>Se levantó, púsose la mano sobre el corazon y se detuvo de -repente. Una asma violenta le oprimia. Le tomé el pulso, escuché -su respiracion—le ausculté—Tenia síntomas que no permitian -engañarse.</p> - -<p>—Doctor, me dijo Truth, os pregunto la verdad. Cuando<span class="pagenum"><a name="Page_41" id="Page_41">[41]</a></span> -se tiene, como yo, la costumbre de decirla á todo el mundo, -se tiene la fuerza suficiente de escucharla por su cuenta. Tengo -necesidad de saber en que estado me encuentro.</p> - -<p>—Teneis, le respondí, una enfermedad al corazon, que está -lejos de ser incurable. Los cigarrillos de stramonio os aliviarán. -Pero si quereis sanar, os son necesarios, el aire puro, la vida -tranquila, el descanso del alma y del cuerpo, cosas todas que -no se encuentran en la oficina de un diario.</p> - -<p>—Gracias, doctor, me dijo:—vuestra opinion es la misma que -mi médico me ha dado esta mañana. Es necesario renunciar á -las fatigas de mi profesion; sea, cuanto mas pronto, mejor. Un -Yankee nunca mira atrás.—Doctor, compradme mi diario. -Os vendo mi parte por veinte mil dollars; en seis meses los habreis -ganado—¿Aceptais?—</p> - -<p>—Peste! esclamé, lijero andais!</p> - -<p>Periodista yo! es un honor en el que no he pensado jamás.</p> - -<p>—Pensad en él—Para un hombre de bien, es la primera de -las posiciones.—Hay nada mas bello que guiar á sus hermanos -por la senda de la justicia y de la verdad!</p> - -<p>Periodista, es un papel que no se estima de lejos, pero que -de cerca, no sé porqué todos quieren ensayarlo. Los periodistas -son de la misma familia de los comediantes: se les desdeña -y se les envidia. Estos jitanos tienen ingenio; frotándose con -ellos, uno se encuentra menos paisano.</p> - -<p>No hay una sola mujer hermosa que no sienta placer en acercarse -á las grandes coquetas: no hay un solo hombre de Estado -que, en un momento dado, no lisonjée á los folletinistas, si no -es que se enrola modestamente entre los hacedores de diarios. -A pesar mio, la proposicion de Truth haciale cosquillas á mi vanidad; -la idea de dirijir la opinion me sonreia. Un hombre como -yo tiene tantas cosas que enseñar á esa masa ignorante y estúpida -que se llama público! Solo el sentimiento de mi dignidad -me impedia ceder á esta locura.</p> - -<p>—Dirijir un diario, dije á mi enfermo es cosa muy dificil, para -quien no ha nacido en esta industria.</p> - -<p>—No, nada mas sencillo. Sentaos ahí, cerca de mí, permaneced -durante dos horas, y poseereis el secreto del oficio. En el -fondo todo se reduce á una sola regla de conducta: decir la verdad, -nada mas que la verdad, toda la verdad.</p> - -<p>La curiosidad venció? Me eché en un gran sillon de cuero -amarillo, puse el baston entre mis piernas y apoyé mi brazo enfermo<span class="pagenum"><a name="Page_42" id="Page_42">[42]</a></span> -sobre la empuñadura; una vez instalado, abrí mi tabaquera -que habia dejado sobre la mesa y mirando á Truth:</p> - -<p>—Mi querido Arístides, le dije, vuestra divisa es bella; pero, -aquí para entre nosotros, no lo es demasiado? En materia de -periodismo, yo creia que la mentira era la regla, y la verdad la -escepcion.</p> - -<p>—¿Dónde habeis visto eso, doctor maquiavélico? En la -vieja Europa, quizá? En España, en Rusia, en Turquia; en todas -partes donde la prensa es un monopolio en manos del gobierno, -los pobres periodistas tienen permiso para no decir -palabra durante seis dias, á condicion de mentir oficialmente el -séptimo; pero en un pais de libertad, en el que cada cual puede -pensar lo que quiere, é imprimir lo que piensa, de qué serviria la -mentira? La verdad es nuestra mercancia, lo que nos compra -el público. Mentir es perder nuestro crédito y arruinarnos vergonzosamente. -Nosotros podemos tener todos los vicios, menos -uno. Ved <i>el Times</i> inglés: es inconstante, injurioso, violento; -pero embustero, nunca! Sorprendido en flagrante delito de -mentira, su propietario perderia una renta de cien mil dollars. -No es uno vicioso á ese precio: uno es verídico por cálculo y virtuoso -por interés.</p> - -<p>No me alucinaba esta virtud americana. Buscaba una respuesta, -cuando apercibí un hocico de garduña que atravesaba -la puerta. Era mi honorable compañero de armas y vecino el -<i>sollicitor</i><a name="FNanchor_17" id="FNanchor_17"></a><a href="#Footnote_17" class="fnanchor">[17]</a> Fox, que se aproximó deslizándose sobre el pavimento -y nos dió la mano afectuosamente.</p> - -<p>—Buenos dias, querido Truth, dijo al periodista sonriéndole. -Vengo de parte de M. Little, el banquero, á conversar con vos -de un gran negocio. Hay dos mil dollars de ganancia para el -diario, dos mil dollars, repitió, acentuando cada sílaba.</p> - -<p>—Bien, respondió friamente el periodista; eso corresponde á -mi socio.</p> - -<p>Tocó la campanilla. Una puertecita se abrió dando paso, -no sin trabajo, á un hombron, á quien su cuerpo enorme, su cabeza -calva, sus grandes orejas y sus dientes delanteros, daban -el aspecto de un elefante vestido.</p> - -<p>—Buenos dias, doctor Smith, esclamó reventando de risa, -buenos dias, os reconozco por vuestro brazo en cabrestillo. -¿Qué decís de mi tablero de ayer, querido Cincinato? ¿No valía -el de hoy? Truth, los cuatro asnos están vendidos; Ginocchio<span class="pagenum"><a name="Page_43" id="Page_43">[43]</a></span> -nos escribe que suprimamos el aviso. Buenos dias, -Fox, sois tan delgado que os tomaba por la sombra del doctor. -Vosotros los <span class="smcapuc">SOLLICITORS</span>, teneis la conciencia tan tierna que los -escrúpulos os enflaquecen. ¿Qué nos traeis?</p> - -<p>—Hé aquí de lo que se trata, dijo Fox, mediocremente lisonjeado -por los agasajos de M. Humbug. La casa Little hace un -pequeño empréstito mejicano; diez millones para comenzar. -Las acciones son de doscientos dollars cada una, emitidas á ciento -sesenta y reembolsables á la par por sorteo anual. Diez por -ciento de interés y veinte por ciento de beneficio sobre el capital; -es un lindo negocio!</p> - -<p>—Para Little, dijo Humbug riendo. Y necesitais anuncios: -<i>Mundus vult decipi, ergo decipiatur</i>.<a name="FNanchor_18" id="FNanchor_18"></a><a href="#Footnote_18" class="fnanchor">[18]</a> Estad tranquilo Fox, -os daremos un bonito lugarcito en el diario. Entre los unguentos -de Holloway y las píldoras de Morrison, vuestro empréstito -mejicano será una maravilla.</p> - -<p>—Venia para arreglar con vosotros el precio, dijo Fox.</p> - -<p>—¿Y sois vos quien pedís la tarifa de los avisos? Un centavo<a name="FNanchor_19" id="FNanchor_19"></a><a href="#Footnote_19" class="fnanchor">[19]</a> -por palabra, un dollar por cien palabras; en este bosque -comun, se <i>charla</i> á precio fijo, lo sabeis bien....</p> - -<p>—Perdon, querido Humbug, respondió Fox guiñando el ojo, -me habeis comprendido mal. Cuando hablaba del precio, no -era en la tarifa en lo que pensaba. Little desearia que el proyecto -de esta suscripcion útil y patriótica fuera insertado en el -cuerpo del diario, á fin de que no tuviese aspecto de aviso. Pagaremos -lo que sea necesario. ¿Me comprendeis?</p> - -<p>—Lo temo, maese zorro, respondió el hombre sin dejar de -reir. Pero como dice el viejo Plauto:</p> - -<div class="poetry-container"> -<div class="poetry"> -<div class="verse"><i>Stultitía est venatum ducere invictos canes.</i><a name="FNanchor_20" id="FNanchor_20"></a><a href="#Footnote_20" class="fnanchor">[20]</a></div> -</div> -</div> - -<p>Os habeis levantado demasiado tarde mi buen Fox. De este -lado del agua no se coje á los zonzos en un lazo tan grande; -eso está bueno para los inocentes del otro mundo. Por lo demás, -desde que no se trata ya de los avisos, dirijios á mi socio. -¿Habeis comprendido lo que se nos pide, mi querido amigo?</p> - -<p>—Perfectamente, respondió Truth con voz acentuada. M. -Little tiene necesidad de mi honor para colocar su empréstito; -y me hace preguntar á qué precio me vendo.</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_44" id="Page_44">[44]</a></span></p> - -<p>—Truth, querido mio, tomais mal las cosas, dijo Fox en tono -insidioso: sois mas puritano que los peregrinos de Plymouth. -No os pedimos mas que lo que otros diarios nos han prometido; -<i>el Lince</i>, <i>el Sol</i>, <i>la Tribuna</i>, recomendarán nuestro empréstito; -así lo espero, al menos: estamos en trato.</p> - -<p>—Puesto que teneis esos diarios, dijo Truth, por qué habeis -venido? ¿Que necesidad teneis de mí?</p> - -<p>—Por una razon muy sencilla, mi excelente amigo, dijo Fox -con voz almibarada. En la Bolsa, no se tiene confianza mas -que en el <i>París-Telegraphe</i>; es muy natural que tratemos de ponerlo -de nuestra parte. Haremos cuanto sacrificio sea necesario -para conseguirlo.</p> - -<p>—Señor Fox, esclamó el periodista pálido de emocion, aquella -es la puerta.</p> - -<p>—Soy vuestro servidor, señor Truth, dijo el procurador desapareciendo.</p> - -<p>—No soy el vuestro, respondió mi cliente. Mañana sabré -lo que es ese empréstito y lo diré.</p> - -<p>—Mi querido señor, le dije con la autoridad de mi profesion: -agravareis vuestra enfermedad, no corrijireis á nadie y os hareis -de enemigos mortales.</p> - -<p>—Los enemigos son nuestra gloria. Somos soldados: nuestro -puesto está en el fuego.</p> - -<p>Diciendo esto se tomó el pecho con ambas manos y se torció -en el sillon.</p> - -<p>—Doctor, esclamó Humbug, socorredle; no veis que se sofoca? -Puede uno darse semejantes emociones por esta canalla humana! -Truth, perro egoista! os matais adrede para arruinarme á mi, -vuestro viejo amigo. Veamos, miradme.</p> - -<p>Truth le tendió la mano sonriendo tristemente. Apesar mio, -sentí cierta lástima por aquel pobre jitano que sacrificaba su vida -al mas quimérico y al mas deplorable de los oficios.</p> - -<hr /> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_45" id="Page_45">[45]</a></span></p> - -<h2 id="CAPITULO_IX">CAPITULO IX.<br /> -<span class="smaller">Donde se le dice su merecido á la verdad.</span></h2> - -<p>Cuando la crisis hubo pasado, y el enfermo recobró aliento, -Humbug apoyó ambos codos sobre la mesa, y con una voz que -trató de hacer alegre, sin conseguirlo:</p> - -<p>—Mi querido Truth, dijo no resistais por mas tiempo á vuestra -verdadera vocacion; haceos pastor. Los vicios son de -buena pasta; se dejan maltratar sin decir palabra. Todos los -domingos se les fustiga vigorosamente sobre los hombros del -prójimo, despues de lo cual se almuerza en paz y se come lo -mismo. Pero esos bípedos que se creen hombres por que caminan -en dos pies, esos lobos con sombrero redondo, esos zorros -con lentes, esos monos encorbatados, esos ganzos con levita -negra, á esos es necesario mirarlos de cerca para reir de su -crueldad, de su avaricia, de su cobardia, de su estupidez. El -que los toma á lo serio, muere con el corazon despedazado.</p> - -<p>—Hé aquí á mi sucesor, dijo Truth tomándome de la mano: -el doctor será un buen asociado para vos.</p> - -<p>—El doctor! respondió Humbug, es imposible: si tiene traza -de cervatillo!</p> - -<p>—¿Cual es pues, esclamé, la especie de bestia que produce los -periodistas?</p> - -<p>—Para ser un buen periodista, dijo Humbug con gravedad -cómica, se necesita la cara de un perro, el olfato de un perro, la -impudencia de un perro, el valor de un perro y la fidelidad de -un perro. La cara de perro para intimidar á los picaros: el olfato -del perro para sentirlos de lejos, la impudencia del perro para -ladrar tras de ellos apesar de sus gestos y sus amenazas: el valor -del perro para saltarles á la garganta: la fidelidad del -perro para irse, detenerse y volver al primer llamado de la -verdad.</p> - -<p>—Señor director de los avisos, dijo yo con impaciencia, no -suponia que tuvieseis por la verdad una pasion tan viva y tan -desinteresada.</p> - -<p>—¿Porqué no, sabio Esculapio? respondió en tono chocarrero.<span class="pagenum"><a name="Page_46" id="Page_46">[46]</a></span> -¿Creeis que no sé que dos y dos son cuatro? ¿Qué es lo -que hace el precio de los avisos? El número de lectores. ¿Qué -es lo que trae lectores? La opinion. ¿Engañando acaso á la -opinion se la gana? La verdad es el cuerpo del diario; los -anuncios no son sino la crinolina, ridículo traje, provisto por la -mentira y la vanidad. <i>Desinit in piscem mulier formosa superné.</i> -¿Quien tiene la culpa? El espíritu y el buen gusto del -público.</p> - -<p>—Señor, le dije haciendo dar vueltas la tabaquera en mis -manos para apoyar mis palabras, toda verdad no es bueno decirla. -Hay algunas que turban y desgarran la sociedad.</p> - -<p>—Si, querido doctor; la verdad es revolucionaria.</p> - -<p>—Al fin, esclamé, lo confesais!</p> - -<p>—Sin duda. Ved la Reforma. ¿A qué precio ha libertado -la conciencia?</p> - -<p>—Eso es, dije yo, golpeando con mi baston, eso es!</p> - -<p>—Y el Evanjelio, respondió Humbug. Qué trastorno! Una -civilizacion destruida, Jupiter destronado, los Césares despreciados -y derribados. Cuán conveniente hubiese sido que ahogasen -en su orijen á esta verdad que mataba un mundo y engendraba -uno nuevo! Eh! bien, querido Hipócrates ¿no decis -nada? ¿Y la Revolucion Francesa?</p> - -<p>—Señor, esclamé, no toquemos las cosas sagradas. La resistencia -de los privilejios fué la que hizo todo el mal. Confesad -que hay verdades que asustan.</p> - -<p>—Si, como la luz intimida á los ladrones.</p> - -<p>—Hay algunas que son odiosas, para quien las escucha.</p> - -<p>—Sí, cuando se perturba la embriaguez, ó se recuerdan los remordimientos.</p> - -<p>—Hay algunas que son peligrosas para los que las dicen.</p> - -<p>—Sí, cuando tienen un corazon de esclavo ó de lacayo. Di -la espalda á aquel sofista desvergonzado que no temia atacar sabias -preocupaciones y sacudir la almohada en que el mundo -duerme en paz hace dos mil años. Me dirijí á Truth, que habia -vuelto á empezar sus recortes y que parecia no escucharnos.</p> - -<p>—¿En qué pensais, querido enfermo? le dije; nuestra conversacion -os fatiga quizá.</p> - -<p>—Doctor, respondió sonriendo, perdonad la impertinencia -de mi fantasia, pensaba en Pilatos. Escuchaba á este grave -administrador decirle á Cristo: <i>¿Qué es la verdad?</i> y salir sin -esperar la respuesta. En tiempo de Tiberio César, habriais -sido un excelente gobernador de Judea.</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_47" id="Page_47">[47]</a></span></p> - -<p>—Qué! agregó animándose, no sentis que para nosotros los -hombres, la verdad es la vida, y que la mentira es la muerte? -Buscad á vuestro alrededor paises prósperos, ilustrados, honrados, -caritativos: ¿no son aquellos donde cada cual puede decir -la verdad, toda la verdad, sin escepcion de personas, sin respeto -á las preocupaciones, á los privilejios, á los abusos? Buscad -los paises miserables, ignorantes, sin moralidad; ¿no son aquellos -donde reina la mentira oficial bajo todas las formas? Contemplad -la grandeza de la Inglaterra, el crecimiento de la -América, la fortuna naciente de Australia. ¿Cual es la fuerza -que en ochenta años ha levantado á nuestros Estados-Unidos -de tres millones á treinta y un millones de habitantes? No -os engañeis: es la verdad. Dejad á los políticos hacer armazones -de sistemas y combinar formas de gobierno; ved cuales -son las instituciones vivas de los pueblos libres. Escuelas, -asociaciones, tribuna, prensa, ¿qué es todo esto, sino otros tantos -instrumentos con el objeto de propagar la verdad y captarse -todos los corazones? Contad los diarios de un pueblo y tendreis -su rango en la escala de la civilizacion: es un termómetro -que nunca engaña. ¿Porqué? Es que la verdad no es, en -otros términos, sino la ley que gobierna el mundo moral: es que -hay relaciones naturales entre los hombres, como las hay entre -las cosas. Reconocer y respetar esas relaciones, es reconocer -y respetar la verdad, ó mejor dicho, á Dios mismo, presente en -el mundo por su voluntad todo poderosa.</p> - -<p>—Querido señor Truth, respondí, un poco conmovido por -este flujo de palabras, Humbug tiene razon: habeis nacido para -predicar. Pero la esperiencia me ha enseñado hace mucho -tiempo que la práctica es lo contrario de la teoria. ¡Cuántas -verdades admirables de lejos, se desvanecen en la prueba! Todos -los dias oigo repetir que los hombres son hermanos, que la -mujer es la igual del hombre, que los gobiernos son hechos -para los pueblos........</p> - -<p>—¿Y dudais?—dijo Truth.</p> - -<p>—No, no dudo <i>teóricamente</i>; pero tratad de poner en práctica -esas bellas máximas: ¿á donde iriamos á parar?</p> - -<p>—Al reino del Evangelio, respondió el periodista con singular -gravedad. Si teneis un ideal mas noble, decidlo: si no -teneis nada que poner, en su lugar, no desempeñeis el triste papel -de Mefistófeles. La humanidad tiene la necesidad de creer -y de esperar.</p> - -<p>—Pero doctor encantador, que no creis en la teoria, esclamó<span class="pagenum"><a name="Page_48" id="Page_48">[48]</a></span> -Humbug con risa impertinente, ¿cuando hablais, sabeis lo que -decis? ¿cuando dais un remedio á vuestros enfermos, sabeis lo -que haceis?.... No os incomodeis; si lo sabeis, haceis teoria apesar -vuestro; si no lo sabeis ¿qué razon teneis para estar tan orgulloso -de no raciocinar?</p> - -<p>Hundíme en el sillon, crucé las piernas y los brazos y mirando -á Humbug en pleno rostro:</p> - -<p>—Señor, le dije, escuchadme sériamente, si sois capaz de algo -serio. En teoria, lo diré una vez mas, amo la verdad, la amo -tanto como podeis amarla vos; pero la prensa no es la verdad. -Hay en ella una mezcla de pasiones, de injurias, de mentiras -que sublevan todo corazon delicado. La salvaje libertad que -reina en este pais no es de mi gusto. He refleccionado largo -tiempo á este respecto, y os diré, si os dignais comprenderme, -como se puede organizar la prensa, administrar sabiamente la -verdad, abolir la licencia del mal, y no dejar sino la libertad del -bien.</p> - -<p>—Impedid á los perros que ladren, esclamó Humbug echándose -á reir, y está hallada la cuadratura del círculo.</p> - -<p>—Supongo, continué sin responder á esta patochada, supongo -un gobierno ilustrado, moral, paternal, que no piensa sino -en el bien de sus súbditos.</p> - -<p>—Doctor, eso es teoria!</p> - -<p>—No señor, es observacion. En este gobierno hay ministros -inteligentes........</p> - -<p>—Comprendo, dijo el insoportable bromista, ministros ilustrados, -morales, paternales, y que no piensan sino en el bien de -sus administrados.</p> - -<p>—Si, señor, y estos ministros tienen bajo sus órdenes millones -de agentes........</p> - -<p>—Todos ilustrados, morales, paternales etc., en una palabra, -una lejion de ánjeles con frac negro.</p> - -<p>—En nombre del cielo, Humbug, callaos, esclamó Truth. -Dejadlo concluir su cuento de hadas; me parece oir á un Francés -que se imajina raciocinar porque enfila paradojas y surce -palabras.</p> - -<p>—Señor Truth, respondí secamente, la razon y la esperiencia -hablan por mi boca; escuchadme. En manos de este gobierno, -que todo lo sabe, que todo lo vé, que todo lo entiende, que no tiene -ni preocupaciones, ni pasiones, en esas manos es, decia, en las -que pongo el depósito de la verdad; no quiero por esto darle el -monopolio, soy amigo de la libertad, pero reglamentada, limitada<span class="pagenum"><a name="Page_49" id="Page_49">[49]</a></span> -y moralizada! Reduciria el número de los impresores, de -modo de hacer de la tipografia una censura prudente y discreta, -un sacerdocio conservador; en seguida, limitaria el número de los -diarios, de modo de constituir un pequeño número de tribunas, -verdaderas cátedras de donde no se dejaria hablar sino á la decencia -y á la moderacion. Habria periodistas como hay sacerdotes, -es decir, ministros de la verdad que recibirian del gobierno -su investidura y su símbolo. Si, apesar de la sabia direccion -del Estado, algun gacetillero insolente, olvidando la gravedad -de sus deberes, faltase al respeto que debe á la autoridad, personificacion -de la justicia y de la verdad, entonces no recurriria -al juri, que tiene la mano pesada y deja deslizar entre sus dedos -mas de una inocencia dudosa; es á la administracion, siempre -paternal y protectora, á quien yo dejaria la santa mision de -confundir la mentira, en caso de necesidad, de contenerla antes -que aparezca—Es á la administracion, siempre prudente, ilustrada, -desinteresada, y que sabe mejor que nadie, lo que la conviene -y lo que la daña, es la administracion la que herirá á la -audacia y la ignorancia; ella ahogará la oposicion naciente como -Hércules en la cuna ahogó las serpientes. Gracias á esta higiene -ingeniosa, los diarios serán un alimento inocente, un remedio -en vez de un veneno. La prensa será una antorcha en manos -del gobierno: no se temerá ya el incendio. Se prepararán preocupaciones -útiles, errores saludables; se sujetará la verdad á las -necesidades del Estado á la fuerza de las poblaciones; y si -alguna nueva doctrina aparece en el estranjero, se esperará á -que haga fortuna en el pais de su orijen, antes de molestar á almas -tranquilas y que no aspiran sino al reposo. Hé ahí mi -teoria: señor Humbug ¿qué decis de ella?</p> - -<p><i>D—d rascal!</i> esclamó descargándome sobre el hombro un -puñetazo, capaz de descornar á un buey. ¡Cuán feliz es uno con -tener injenio, siempre se tiene una bestialidad á mano que decir! -Con su aire solemne, he visto el momento en que este socarron -mistificaba á un viejo Yankee como yo.</p> - -<p>—Señor Humbug, le dije frotándome el hombro, esos argumentos -groseros no son de mi gusto. Pegar no es responder!</p> - -<p>—Estrangular tampoco! gritó el periodista riendo. Continuad, -doctor; sois mas entretenido de los que pensais! <i>Verba -placent et vox</i>. Pero, adios: ha llegado la hora de hacer el -diario; tiempo es dinero—me arruinais!</p> - -<p>Una vez solo con M. Truth, le pregunté, si no estaba sorprendido -como yo de lo que habia de profundo en el sistema<span class="pagenum"><a name="Page_50" id="Page_50">[50]</a></span> -que le exponia; si podía poner en términos de comparacion á -la turbulencia y al desorden de la prensa americana con ese mecanismo -compacto que debia en poco tiempo embridar al pueblo -mas ardiente del mundo, y darle la habitud de la moderacion -y el gusto de una inocente libertad.</p> - -<p>—Doctor, dijo con dulzura, soy del parecer de Humbug: os -reis de nuestra simplicidad. Esa doctrina, que nos presentais -como una invencion nueva, hace mucho tiempo que la conozco. -Es el dogma de la inquisicion: la verdad hecha cosa oficial, -<i>instrumentum regni</i>, y monopolizada por la Iglesia y el Estado. -Hace tres siglos que Lutero ha soplado esas peligrosas quimeras -y repuesto á cada cristiano en posesion de su conciencia y -de su derecho. En los primeros dias del mundo la verdad salió -de la caja de Pandora, con tantos otros bienes, que son -otros tantos males en manos inespertas; buscar la verdad, es la -obra de todos,—apoderarse de ella, no pertenece á nadie. No -os pagueis de palabras: Gobierno, ministros, funcionarios, qué -es todo esto, sinó hombres que no son ni mas infalibles ni mas -sábios que nosotros? Hacer de ellos los dispensadores de la -verdad, es un sueño. La verdad es de todo el mundo, como el -aire y la luz; lo único posible es ahogarla, no impedir que -los hombres piensen, sino que hablen. ¿Quién se aprovechará -de tan detestable invencion? ¿La autoridad? Será la -primera víctima. Se la engañará sin cesar; bastará un puñado -de intrigantes para seducir al majistrado mas honrado y -comprometerlo en las mas locas aventuras. ¿No veis, por otra -parte, que dais á vuestro gobierno todo el poder de hacer mal, -con tal que tenga el cuidado de raciocinar mal? ¿Ganarán con -ello los ciudadanos? Desde el momento en que la cosa pública -no les pertenezca, les quitais lo que hay de mas noble, de -mas bello, de mas grande en la vida: el amor á la patria, la pasion -de la libertad. Quitad la ajitacion de la tribuna y de los -diarios, y la sociedad no será sino una agua mansa de donde -saldrán la corrupcion y la muerte. ¿Asegurareis, por lo menos, -la prosperidad material, único incentivo de la multitud? Muy -al contrario: la riqueza es el fruto de la libertad. No hay seguridad, -ni rentas, ni comercio, ni industria, sino en los paises -donde pululan esos diarios cuya voz os importuna. El silencio -es el triunfo de los nécios, la noche no es el reino de las jentes -honradas; dejadnos la luz, el ruido y la vida. Recordad -que en Roma tambien se gritaba contra la charlatanería de los -tribunos; que un dia Syla los hizo callar, con gran placer de<span class="pagenum"><a name="Page_51" id="Page_51">[51]</a></span> -los utopistas, y que, desde entonces comenzó una decadencia, de -la que el mismo cristianismo no pudo levantar al universo.</p> - -<p>—Permitidme, respondí, admirado del curso que tomaba la -discusion; no pretendo haber encontrado la piedra filosofal en -política. Todo sistema tiene sus abusos; es una cuestion de -proporcion. Confesad que el lenguaje de vuestros diarios es -espantoso, y que no hay mal mas horroroso que su licencia desenfrenada.</p> - -<p>—Doctor, vos sabeis lo que dice el Evanjelio; <i>Es en el fruto -en lo que los conocereis</i>. Encontradme un pais donde haya -mas luces, mas caridad, mas prosperidad material que en América.</p> - -<p>—No veo sino escándalo por todas partes, respondí. Los -fundamentos mismos de la sociedad se hunden en esa arena -movediza que llamais la democracia. ¿Qué es lo que respetais? -¿La relijion? Eh bien! que un pastor falte á su deber, que su -conducta sea lijera, en el acto veinte periodistas se echarán á -reir, como el indigno hijo de Noé, en vez de ocultar á todos las -miradas una debilidad cuya deshonra repercute sobre la Iglesia.</p> - -<p>—La verguenza, dijo Truth, es para la Iglesia que patrocina -la causa del culpable, no para la Iglesia que arroja de su seno á -un miembro gangrenado.</p> - -<p>—¿Os llevais bien con la justicia? Ayer no mas, vuestro diario -atacaba con cínica acritud á un juez que, en un instante de -mal humor, habia maltratado á no sé que pícaro. ¿Cómo quereis -que se respete al juez, si no es infalible?</p> - -<p>—La justicia, dijo Truth, es hecha para el acusado, y no el -acusado para la justicia.</p> - -<p>—Que un subalterno, continué yo, salga de sus atribuciones, -que por casualidad olvide la ley, que detenga por inadvertencia -á un inocente: inmediatamente diez diarios aullarán contra -la tirania; como perros que ladran á la luna; incendiarán el pais -por la causa del último de los miserables, qué sé yo? por un -mendigo, ó un ladron puesto preso sin que las formas hayan -sido observadas.</p> - -<p>—Tendrán razon, dijo Truth; la libertad del último de los -miserables atañe á todos. Desde el momento en que se violen -las formas legales, desde el momento en que un ciudadano es -injustamente agredido, todos están amenazados. El que no -comprenda esto no sabe lo que es la libertad.</p> - -<p>—Pero, es que algunas veces es necesario cubrir la estátua de -la ley y salvar el pais á despecho de una falsa legalidad.</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_52" id="Page_52">[52]</a></span></p> - -<p>—Doctor, vos teneis una especie de inclinacion á Pilatos. El -tambien no se detuvo ante una falsa legalidad, le pareció mejor -condenar á un inocente que perder su puesto. Era un hombre -habil; no sé por que el mundo es tan severo con él.</p> - -<p>—¿A dónde iriais? continué, cada vez mas irritado de la -frialdad de Truth. Doce ó quince diarios, hé ahí los dueños -de la opinion y de la república.</p> - -<p>—Quince diarios, dijo Truth asombrado: ¿qué quereis decir -con eso? Tenemos trescientos; es poco para un millon seiscientas -mil almas. Boston tiene cien para menos de doscientos mil -habitantes, es cierto que en Boston, la ciudad puritana, se comprende -la libertad y la civilizacion de otra manera que en París.</p> - -<p>—Trescientos diarios! esclamé, sorprendido por esta cifra -formidable. ¿Entonces quién dirije y gobierna la opinion? El -primer desconocido puede, sin mision alguna, erijirse en profeta -y lejislador; el primer soñador puede decir lo que quiera é -imponer sus opiniones á la multitud. Qué atroz despotismo!</p> - -<p>—Mi buen amigo, dijo Truth, bajando la voz para colocarme -en un diapason menos ruidoso, no comenceis de nuevo vuestras -bromas: ellas divierten á Humbug á mi me hacen daño. Allí -donde todo el mundo puede hablar, no hay ni <i>mision</i>, ni <i>profeta</i>, -ni <i>primer desconocido</i>: hay un derecho que pertenece á ciudadano, -y de que todo ciudadano usa en su interés particular ó en -el interés jeneral. ¿En un pueblo libre, quién se ha imajinado -poder dirijir y gobernar la opinion? ¿Hay un solo Yankee que -no se haga él mismo su regla de conducta, y que no escoja con -conocimiento de causa su partido y su bandera? La prensa es -un éco que repite las ideas de todo el mundo, y nada mas. -Esos innumerables diarios no tienen sino un objeto, acumular -los hechos, las noticias, las ideas, multiplicar y esparcir la luz! -Mientras mas hay, cada ciudadano se encuentra en mejores circunstancias -para leer, reflexionar, y juzgar por sí mismo. Poner -la verdad al alcance de todos, hé ahí nuestra ambicion. El -pretendido despotismo de los diarios no existe sino en vuestra -imajinacion. Cuando mas seria posible allí donde un gobierno -mal aconsejado y que hiciera del periodismo un monopolio contra -si mismo, no sufriese sino diez ó quince hojas, obligando asi -á los partidos á aliarse contra él, y cuando su naturaleza tiende -á dispersarlos. Pero en América donde hay ochocientos ó novecientos -diarios, donde nacen nuevos todos los dias, el número -de los tiranos ha muerto la tirania.</p> - -<p>—Sea; es un réjimen que Aristóteles no ha previsto: una democracia<span class="pagenum"><a name="Page_53" id="Page_53">[53]</a></span> -de papel. En este pais bienaventurado, todo es gobierno, -escepto el gobierno mismo. Vosotros los periodistas -[y aqui todo el mundo es periodista], vosotros, sois mas que la -Iglesia, mas que la Justicia, mas que el Estado! ¿Qué sois -pues?</p> - -<p>—La respuesta es muy fácil, dijo Truth; somos la sociedad:</p> - -<p>—Pero si la sociedad, si el pueblo gobierna, ¿quién será el -gobernador?</p> - -<p>—Doctor, respondió el periodista sonriendo, cuando andais -por la calle, quién es el conducido? Por amor á una palabra, -necesitais muletas? Cuando gobernais vuestras pasiones [lo -que no siempre haceis], ¿quién es el gobernado? Hay una edad -madura para los pueblos como para los individuos. Compadezco -á la China envejeciéndose en una infancia eterna; pero -nosotros cristianos, nosotros ciudadanos de un gran país, nosotros -no somos un pueblo de idiotas y de privados: hace mucho -tiempo que hemos salido de la tutela, y que nosotros mismos -hacemos nuestros negocios. ¿Qué es esa soberania del pueblo, -que hace setenta años ponemos al principio de nuestras constituciones, -sino una declaracion de mayor edad?</p> - -<p>—Las comparaciones no prueban nada, respondí secamente; -lo que es cierto respecto á un individuo, no lo es respecto á una -nacion.</p> - -<p>—Siempre palabras, doctor. Una nacion, es una coleccion -de individuos. Lo que es cierto respecto á diez, á veinte, á mil -personas, es tambien cierto respecto á un millon. ¿En qué cifra -comienza pues la incapacidad?</p> - -<p>—No, dije yo, no es cierto que una nacion sea una simple -coleccion de individuos; es cosa muy distinta.</p> - -<p>—Es decir que el total de una adicion es cosa diferente de la -suma de todas las unidades?</p> - -<p>—Error! esclamé fatigado de discutir con una intelijencia -tan limitada. Hay aquí una diferencia que salta á la vista. -¿Para desembarazarse de los intereses particulares, cual es la -palabra májica que invocan los hombres de Estado? El interés -jeneral. ¿Cuando se quiere anular derechos y pretensiones que -dañan al gobierno, qué se alega? Un interés superior, el interés -social. La utilidad pública, es la negacion de los derechos -individuales: tal es al menos la manera de raciocinar y de obrar -en todo país civilizado. Si bastase escuchar el deseo de la mayoría -y sumar los intereses y las voluntades, os pregunto lo que -sería la política: un oficio de almacenero, un papel al alcance<span class="pagenum"><a name="Page_54" id="Page_54">[54]</a></span> -del primer hombre honrado que se presentára; os figurais á un -César, un Richelieu, un Cromwell, un Luis XIV, escuchando la -voz del campecino, ó tomando el voto de algunos millones de -paisanos? ¿A qué quedarian reducidas las combinaciones, las -alianzas, las guerras, las conquistas, todos esos esplendores, todos -esos juegos de fortuna donde triunfan los héroes? Arrastrar -una nacion á la victoria y á la gloria, imponer á la masa -popular ideas que no son las suyas, hacerla servir á una ambicion -y á proyectos que en nada le importan,—hé ahí la obra del -jénio! Hé ahí lo que aman los pueblos: adoran á aquellos que -los pisotean. Dejad esas pobres jentes entregadas á sí mismas, -sembrarán sus coles, sus anales serán de dos renglones, como la -moraleja de los cuentos de hadas: <i>Vivieron mucho tiempo, -fueron felices, y tuvieron muchos hijos</i>. ¿Qué seria la historia -con ese bello sistema? ¿Y de retórica qué les enseñarian á -nuestros hijos?</p> - -<p>Yo estaba elocuente, lo sentía. Truth confundido me miraba -con un aire singular.</p> - -<p>—Doctor, me dijo, yo no amo los sofismas: pero de todos esos -juegos de injenio no hay ninguno que me sea mas odioso -que las paradojas de otros tiempos, mentiras muertas hace mucho. -Me hacen el efecto de una vieja cortesana que ha olvidado -de hacerse enterrar, y que pasea entre la juventud disgustada, -sus afeites, sus falsos cabellos y sus arrugas. Washington -ha enseñado al mundo lo que es un hombre honrado gobernando -á un pueblo libre; la prueba está hecha; el siglo del egoismo -político ha pasado, ahora no hay lugar sinó para la abnegacion. -El que esto no comprenda, el que no escuche la voz -de las jeneraciones nuevas, el que no sienta que la industria, -la paz y la libertad son las reinas del mundo moderno, ese no -es sinó un soñador y un insensato. No es á la gloria á donde -camina,—es al ridículo.</p> - -<p>—Acabemos de una vez, señor, esclamé levantándome, y -apesar mio, llevé la mano á la empuñadura de mi espada ausente. -Si hubiese tenido mi uniforme de cirujano de la Guardia -Nacional, habria obligado á aquel insolente á empuñar su acero: -haciéndole morder el polvo le habria probado sin réplica que -la América no entiende jota de civilizacion, y que un francés -nunca deja de tener razon.</p> - -<hr /> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_55" id="Page_55">[55]</a></span></p> - -<h2 id="CAPITULO_X">CAPITULO X.<br /> -<span class="smaller">La cocina infernal.</span></h2> - -<p>Mientras que Truth sorprendido de mi violencia y fogosidad -echaba sobre mí miradas inquietas, entró Humbug, trayendo -un manojo de pruebas que puso sobre la mesa.</p> - -<p>—Alerta! gritó con su gruesa voz, comienza la tarea. <i>Nunc -animis opus, Ænea, nunc pectore firmo.</i><a name="FNanchor_21" id="FNanchor_21"></a><a href="#Footnote_21" class="fnanchor">[21]</a> Doctor, ayudadnos; -vuestro brazo derecho está libre; tomad ese papel y preparad -el resúmen.</p> - -<p>—Escribid: <i>Derrota de las tropas federales</i>. Hé ahí lo que -ocupa toda nuestra primera pájina. Y echó una prueba en el -buzon.</p> - -<p>—Derrota! dije yo, vais á anunciar al país que ha sido derrotado? -Poned: <i>Retirada estratéjica, hábil combinacion</i>; de otra -manera vuestra imprudencia vá á sembrar por todas partes la -inquietud y el terror.</p> - -<p>—Doctor, sois incorrejible, replicó Truth, una vez mas—al -pais se le debe decir toda la verdad. ¿Creeis que un revés abata -á los yankees, y que, como los niños, se dejarán conducir por -la fortuna? Una victoria nos encontrará indiferentes; una derrota -nos valdrá un aumento de enerjía, de soldados y de dinero. -¿Cuántos hombres muertos?</p> - -<p>—Muertos, 3,000; dijo Humbug, heridos 6,000; ausentes 2,400.</p> - -<p>—Poned las cifras, replicó Truth; doctor, no las olvideis en -el resúmen. Entretanto, qué ha hecho el Congreso?</p> - -<p>—En el Senado, dijo Humbug, una larga discusion sobre la -esclavatura. M. Summer ha hecho abolir la servidumbre en el -distrito federal de Colombia. Es un primer paso. Doctor, escribid: -<i>Admirable discurso del elocuente senador de Massachusetts</i>. -Hé ahí nuestra primera hoja llena; pasemos al suplemento.</p> - -<p>—Cámara de Representantes, nada de interesante: tres llamamientos -al órden y el tiempo perdido en querellas con el -presidente.</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_56" id="Page_56">[56]</a></span></p> - -<p>—Es la práctica, dijo Truth; pasemos. Ved aquí el artículo -político; escribid, doctor: <i>Vuelta á la Ley y á la Libertad; -el Habeas corpus restablecido</i>.</p> - -<p>—Qué! dije yo asombrado, es en el momento de una derrota -cuando es necesario concentrar todos los poderes y gobernar -<i>manu militari</i>, que restableceis la libertad civil con todos sus -peligros! Sabed, pues, por esperiencia, que este es el instante -de suspender todos los derechos. Nada tranquiliza tanto á un -pueblo como sentirse todo entero en manos del poder. En -verdad, vosotros no entendeis nada de política.</p> - -<p>—El despotismo no es la fuerza, respondió Truth: un pueblo, -mientras mas libre es, es mas suave, mas obediente y resignado -á los sacrificios. Si quereis que os sostenga, confiaos á él. Continuemos: -<i>Robos de la marina denunciados á la nacion</i>. Escribid, -doctor, y sub-rayad, á fin de que en el resúmen pongan -esas palabras en relieve.</p> - -<p>—Es demasiado atrevimiento, esclamé yo. Pensad en los -intereses que herís, en las quejas que vais á levantar.</p> - -<p>—Que se quejen los ladrones, dijo Truth, los espero; tengo -pruebas!</p> - -<p>—Pruebas, ¿quién os las ha suministrado?</p> - -<p>—En todas partes donde hay una tribuna, dijo Truth, hay -alguien que hable. En un pueblo á quien se le impone silencio, -los ladrones obran, los robados se callan; en un pueblo en -que todo ciudadano es un miembro activo de la nacion y tiene -derecho de acusar á nombre del país, los ladrones se ocultan -los robados gritan y obran. En Rusia, veinte millones dados -á la policia no impedirian que se robaran millares de millones; -y todavia la comprarian; entre nosotros, donde todo el -mundo es la policia, no se roba un centavo sin temblar. Suprimir -la rateria en grande escala, es una de las ventajas de la libertad. -Pasemos á las noticias del esterior.</p> - -<p>—He aquí, dijo Humbug, las tres correspondencias de -Lóndres.</p> - -<p>—¿Para qué tres correspondencias?—pregunté sorprendido -de aquel lujo inútil.</p> - -<p>—Hay tres partidos en Inglaterra, respondió Humbug, necesitamos -pues tres écos para repetir todos los ruidos.</p> - -<p>—Primera correspondencia, color del viejo Pam.<a name="FNanchor_22" id="FNanchor_22"></a><a href="#Footnote_22" class="fnanchor">[22]</a> “Guerra -á la América; la justicia es una bella cosa; pero el algodon<span class="pagenum"><a name="Page_57" id="Page_57">[57]</a></span> -vale mas; incendiemos el mundo para calentar la Inglaterra.” -Segunda correspondencia, color Derby. “El viejo Pam se burla -del público, grita á las armas, amontona fortificaciones y navíos -corazados, juega á los soldados, y no quiere mas que dos -cosas: conservar la paz y su puesto. Que nos den el ministerio, -seremos tan patriotas y costaremos mas barato.” Tercera -correspondencia, color Bright y Cobden. “John Bull, mi amigo, -vuestro gobierno se burla de vos. Hace cosquillas á vuestra -vanidad para sustraeros vuestro último chelin. Sed hombre, -imitad á vuestro primo Jonathan,<a name="FNanchor_23" id="FNanchor_23"></a><a href="#Footnote_23" class="fnanchor">[23]</a> haced vos mismo vuestros -negocios; el dia que los pueblos no se hagan cuidar por -esos charlatanes ruinosos que se llaman diplomáticos y grandes -políticos, vivirán como hermanos; tendrán paz y vida -baratas.”</p> - -<p>—Espero, dije á Humbug, que al dar al público esas tres -correspondencias, agregareis vuestro parecer.</p> - -<p>—Absolutamente no, respondió Humbug; Jonathan tiene -la costumbre de hacerse él mismo su opinion; tiene muy buenos -ojos para tomar nuestros espejuelos.</p> - -<p>La puerta se abrió bruscamente: tres mujeres jóvenes y elegantemente -vestidas se aproximaron á nosotros; la de mas edad -que no tenía veinte y cinco años, tomó la palabra en un tono -á la vez modesto y seguro:</p> - -<p>—Señor, dijo á Humbug, venidas enviamos por las señoras -costureras de ropa hecha, os rogamos que anuncieis que vamos -á constituir una liga y que el lúnes próximo tendremos un -<i>meeting</i> á fin de buscar el medio de sacudir la opresion que sufrimos; -queremos reconquistar y asegurar nuestros derechos.</p> - -<p>—Los sastres son ricos, dijo Humbug. Antes de reducirlos, -será necesario que os comais vuestras economías. ¿Teneis un -millon que mascullar? que desperdiciar?</p> - -<p>—Señor, dijo la mas jóven con aire altanero, con cien dollars -de avisos llenaremos nuestro objeto. Enseñaremos á los señores -sastres y al mundo entero lo que pueden quinientas mujeres, -á quienes se les ha puesto en la cabeza no ceder. Es una leccion -que aprovechará á los monopolizadores y á los tiranos, leccion -que hará palidecer sobre sus tronos á los déspotas del viejo continente. -Tened la bondad solamente de poner mañana en el -diario el manifiesto al público, que nuestro comité ha deliberado -y redactado.</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_58" id="Page_58">[58]</a></span></p> - -<p>Con lo que nuestra amazona alcanzó al periodista un papel -doblado en cuatro; Humbug leyó en alta voz esta impertinente -broma, memorable monumento de la locura y de la perversidad -femeninas, en un pais donde hasta las mujeres mismas creen -en la libertad.</p> - -<div class="blockquote"> - -<p class="center"><b>A LOS PARISIENSES DE MASSACHUSETTS.</b></p> - -<p class="center"><b>Las costureras de trajes.</b></p> - -<p>Para revindicar nuestros derechos desconocidos, para obtener justicia, -nos, las costureras de ropa hecha de la ciudad de París (Massachusetts) -nos constituimos en liga: dentro de ocho dias nuestros tiranos habrán -cedido, no tendremos mas empleo. ¿Quién quiere darnos trabajo? no -gustamos quedar con los brazos cruzados; pero estamos resueltas á no -trabajar devalde en provecho de gentes que pueden pagar. ¿Quién -tiene necesidad de una puntada? Nosotros sabemos hacer sombreros, -fracs, budines, masitas, y tortas; sabemos coser, bordar, hacer punto -de medias, asar y cocer. Sabemos ordeñar las vacas, hacer manteca y -queso, engordar gallinas y cuidar un jardin; sabemos asear la cocina, -barrer la sala, hacer las camas, hachar leña, encender fuego, lavar y -planchar, y lo que mas, adoramos á los nenes. En una palabra, cada -una de nosotros, puede ser una cumplida mujer casera. Por nuestra -inteligencia y nuestro injenio preguntad á nuestros antiguos amos. Resolveos -pronto señores. ¿Quién quiere ojos negros, frentes hermosas, -cabellos crespos ó ondeados, el encanto y la juventud de Hebe, la voz -de un serafin, la sonriza de un angel? Viejos <i>gentlemen</i> que necesitais -una buena ama de llaves, hermosos jóvenes que buscais una mujer activa -y delicada, hablad, el remate está abierto. A la una, á las dos, á -las tres: adjudicado. ¿Cuál es el feliz mortal?</p> - -<p class="center"><i>Dirijirse al Comité de señoras Costureras.</i></p> - -<p class="center">calle de los Alamos, N.ᵒ 20.</p> - -</div> - -<p>—Muy bien, señoras, dijo Humbug, el anuncio aparecerá esta -tarde en el diario, y pondremos en el sumario: <i>Liga de las -costureras</i>, para que nadie lo ignore.</p> - -<p>—Diciendo esto, hizo un profundo saludo y acompañó hasta -la puerta á las costureras, con tanta política como si se tratára -de un prefecto.</p> - -<p>—¿Es posible, esclamé yo, que en América las mujeres tengan -derecho á hacer lo que se les antoja? ¿No es esto un desmentido -dado á la esperiencia y al buen sentido? <i>Meetings</i> de costureras, -coaliciones de lavanderas, una <i>liga</i> de parteras! La -revolucion con frac es odiosa, pero la revolucion con polleras -es ridícula.</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_59" id="Page_59">[59]</a></span></p> - -<p>—Lo que es ridículo, respondió Truth con su flema ordinaria, -es que los fracs se crean con derecho para oprimir á las -faldas.</p> - -<p>—Está bien, repliqué. Verted en esas cabezas locas la embriaguez -de la libertad, vereis cuales son las primeras víctimas.</p> - -<p>—Doctor, estais lúgubre, dijo Truth; á la menor sacudida -que reciben vuestras antiguas preocupaciones, gritais que el -mundo se acaba. Las mujeres, querido señor, son la mitad del -jénero humano, esta es una verdad profunda que Aristóteles -ha comprobado, pero que hace dos mil años nadie ha comprendido, -escepto los americanos. Si nuestras mujeres no nos acompañan -ni en nuestras esperanzas, ni en nuestros temores, nos -harán tomar parte en sus debilidades y en sus caprichos. Necesitamos -esposas, hijas y madres que amen la libertad con pasion, -á fin de que los maridos, los padres y los hijos no pierdan -nunca ese santo amor. Esas costureras os parecen ridículas,—yo -las admiro, mientras rio de su anuncio; yo amo las almas jenerosas -que tienen fé en la justicia y que defienden su derecho. Esas -almas son las que hacen un gran pueblo: en eso consiste la superioridad -de nuestro bello pais.</p> - -<p>—Acabemos el diario, dijo Humbug; hé aquí los mercados. -Algodon, lana, carbon, hierro, harina, granos, puerco, carnero, -vaca, heno, cobre, azúcar, café. Nada de particular, sino es en -las harinas; las <i>buenas marcas</i> se han vendido á dos por ciento -mas que las harinas comunes.</p> - -<p>—¿Qué marcas? dijo Truth, tomando el catálago; Colfax, -Stevens, Pennington; es necesario subrayar esos nombres, é -imprimirlos en grandes caracteres. Reis, doctor, no es esta -una cosa insignificante. La responsabilidad individual, es la -fuerza y la vida de las repúblicas. Es necesario que todos -lleven inscriptos en la frente lo que son y lo que hacen. Ligar -á la honradez, la reputacion y la fortuna, unir á la pilleria y la -ruina, es el secreto de la moral y del gobierno, es un problema -cuya solucion no ha encontrado ningun lejislador, y que, -sinembargo, la prensa resuelve todos los dias.</p> - -<p>—Bello trozo, apropósito de una barrica de harina!</p> - -<p>—Y cuya aplicacion vereis al instante, dijo Humbug; aqui -teneis: Mercados de cerdos: veinte barriles averiados, de las -marcas de Tomas y de Williams. Subrayar estos dos nombres -indignos,—es echarlos del mercado.</p> - -<p>—No lo hareis, grité, no teneis derecho para ello.</p> - -<p>No contento con ser el gobierno; ¿quereis aun ser la policia?</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_60" id="Page_60">[60]</a></span></p> - -<p>—Lo habeis dicho, respetable doctor, replicó Humbug; somos -la policia y algo mas todavia: somos la conciencia pública. -Somos nosotros los que damos el honor y la fortuna: <i>Honestus -rumor alterum patrimonium est</i><a name="FNanchor_24" id="FNanchor_24"></a><a href="#Footnote_24" class="fnanchor">[24]</a>.</p> - -<p>Abrid los ojos cuanto querrais si os agrada, y gritad á voz -en cuello si eso os divierte. Pero, si hablais seriamente, en verdad -que os han cambiado en la cuna, no sois un Americano.</p> - -<p>—Tú no sabes, me dije, tú no sabes, ignorante, cuanta razon -tienes. No sabes hasta que punto desprecio á un Don Quijote -bastante loco para tomar á pecho el interés de otro, el interés -del primer desconocido, y eso sin mision y sin honorarios. -¡Hé ahí lo que es un pais sin funcionarios! Es necesario que -todos se ocupen hasta de sus propios negocios. ¡Eso es ridículo! -En Francia, una administracion intelijente y compacta me -libra de todo jénero de cuidados: soy rey: se me sirve: gozo en -paz de una prosperidad y de una grandeza que no me cuestan sino -mi dinero. Es el triunfo de la civilizacion, ó yo no entiendo -jota.</p> - -<p>—Hé aquí la Bolsa, dijo al entrar un jóven hipando por haber -corrido.</p> - -<p>—¿Nada de nuevo?—preguntó Humbug.</p> - -<p>—Nada, sinó el empréstito mejicano.</p> - -<p>—¿Qué dicen de él? Eujenio, dijo Truth.</p> - -<p>—Fiasco completo, es una fulleria del viejo Little.</p> - -<p>—Cómo, una fulleria! dije leyendo el programa de la Bolsa; -el empréstito ha subido un dollar sobre el precio de emision.</p> - -<p>—Little ha comprado con una mano lo que vendia con la -otra, dijo Truth; la broma es vieja y entre nosotros nunca hará -fortuna. No somos bastante carneros para eso—Señor Rose, -agregó dirijiéndose al recien llegado, hacedme para mañana -un artículo sobre este asunto; ved á los ajentes de cambio y -decidme toda la verdad.</p> - -<p>—Estará hecho esta noche, Señor Truth; tendré mas datos -que los que necesito.</p> - -<p>—Señor, dije á aquel jóven, cuyo nombre me anunciaba un -hijo del boticario, y, ay de mi! un hermano de mi yerno; los negocios -deben ser muy dificiles con esa costumbre de descubrirlos -en provecho del público.</p> - -<p>—Señor, respondió Eujenio, en tono desvergonzado, los negocios -son tanto mas fáciles cuanto son mejor conocidos. En -la Bolsa, la mentira es la ruina, la verdad, es la riqueza.</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_61" id="Page_61">[61]</a></span></p> - -<p>—Bueno, dije para mi, todos dicen la misma necedad. En -Paris, centro de la intelijencia, capital del injenio, todo el mundo -sabe que los negocios que preocupan al público, son aquellos -que no entiende. ¿Qué puede dar un negocio conocido? -El cinco ó el seis por ciento cuando mas, mientras que los desconocidos -prometen el quince ó el veinte por ciento: ahí está el -secreto del banquero. Aquí se cambia valor por valor, es un -comercio miserable; en Paris, se compra la esperanza; es la poesia -del juego, es el encanto de la loteria. ¿Qué le importa á un -Francés perder su dinero?—eso es prosa. Devorar las riquezas -con el pensamiento, satisfacer en sueños las pasiones, los -caprichos, la ambicion, hé ahí el ideal; se paga, es cierto, pero, -¿cuándo es caro una ilusion?</p> - -<p>—Amigo Humbug, dijo una voz gañidora, aqui teneis dos -avisitos que quisiera insertar en tu diario; me harás una buena -rebaja; los tiempos son malos.</p> - -<p>El que hablaba así, era un hombrecillo de larga levita y cubierto -con un inmenso sombrero; su aspecto, su jesto, su traje -decian á todo el mundo:—Miradme, soy cuácaro.</p> - -<p>Humbug tomó los dos avisos y se echó á reir.</p> - -<p>—Son chuscos, dijo, pero no los entiendo.</p> - -<p>Y leyó lo que sigue:</p> - -<div class="blockquote"> - -<p class="center"><b>QUINTA MONTMORENCY.</b></p> - -<p>(Seth Doolittle, propietario del Hotel de la Rosa, en Montmorency, -tiene el honor de prevenir al público que, durante toda la buena estacion, -los enamorados que se apeen en su casa no pagarán mas que la -mitad del precio).</p> - -</div> - -<p>—¿Por qué esta escepcion,? pregunté yó.</p> - -<p>—Amigo, respondió el hombrecillo, cruzando las manos sobre -su vientre y dirijiendo sus ojos al cielo, nada hay mas bello ni -mas respetable que el amor. Poned á un jóven delante de un -vestido blanco y de dos bucles negros que se ajiten al viento y -se sentirá tan celestial, de tal manera eterizada, que en toda la -semana no descendará nunca á probar el asado. Es un robo hacer -pagar el precio comun á esos ánjeles del cielo que no examinan -jamás la cuenta; mi conciencia se opone á esa iniquidad.</p> - -<p>—Ese escrúpulo te honra, dijo el exelente Humbug, mordiéndose -los lábios. Pasemos á la segunda insercion:</p> - -<div class="blockquote"> - -<p class="center">AVISO AMISTOSO.</p> - -<p>(<i>Dinah D. L.</i>—Se te suplica que no vuelvas. Tu madre goza de exelente -salud; no puede arreglarse nada; y tu familia se encuentra mucho -mejor desde que tú la has dejado).</p> - -</div> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_62" id="Page_62">[62]</a></span></p> - -<p>—Este es un secreto de familia, dije yo sonriendo; no tiene -esplicacion alguna.</p> - -<p>—Para el público, no; para tí, doctor Smith, sí, repuso el -cúacaro. Se trata de una hermana, tan loca, que por su propio -interés, en el de su familia, y por respeto á la moralidad pública, -la hemos enviado á California como maestra de escuela. -Es de temer que la desgraciada se haya sido detenida en el camino -y que quiera volver á las andadas. Teniendo esto en vista -prevenímosla caritativamente,—por medio de un aviso encubierto, -que haria mejor de continuar su camino: no hay lugar -para ella en la casa.</p> - -<p>—Eso es admirablemente caritativo, señor Seth, repuse yo -alzando los hombros. Siento no haber reconocido antes de ahora -á un hombre tan galante.</p> - -<p>—Algo te habria costado para reconocerme, replicó Seth bajando -la vista, no me has visto jamás; pero la señorita Marta me -ha pintado su amo, y el terrible incidente de ayer con tanta -fidelidad, que á primera vista te he reconocido.</p> - -<p>Aquel virtuoso hostelero pronunció el nombre de Marta con -una uncion estraña, y que mas tarde me vino á la memoria; -hubiera puesto mas atencion en ello si un hombre de rostro inflamado -no hubiese entrado bruscamente en la habitacion gritando:—Gran -noticia, señor Truth; gran noticia señor Humbug: -el intendente municipal de la ciudad acaba de ser condenado. -Se le ha sorprendido en conversacion criminal con una actriz -del Liceo, está obligado á pagar al marido diez mil dollars de -daños y perjuicios.</p> - -<p>—Doctor, dijo Humbug, tomad la pluma, y concluyamos el -resúmen: tenemos un diario bien nutrido, la venta está asegurada. -Véamos:</p> - -<p class="center"><b>Derrota de las tropas federales</b></p> - -<p class="center"><i>3,000 muertos 6,000 heridos</i></p> - -<p class="center"><span class="smcapuc">ADMIRABLE DISCURSO DEL ELOCUENTE SENADOR DE MASSACHUSETTS,</span><br /> -¡VUELTA A LA LEY Y A LA LIBERTAD!</p> - -<p class="center"><i>Robos de la marina denunciados á la nacion</i>,<br /> -<b>Liga de las costureras</b><br /> -CONDENACION CRIMINAL DEL INTENDENTE DE LA CIUDAD.</p> - -<p>—Vamos, continuó, el dia es bueno, no hemos ladrado mal -á los pícaros. Despues de esto, gritó, á la imprenta; componed, -muchachos y dentro de un cuarto de hora izad el tablero.</p> - -<hr /> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_63" id="Page_63">[63]</a></span></p> - -<h2 id="CAPITULO_XI">CAPITULO XI.<br /> -<span class="smaller">De la máxima protectora,—que la vida privada debe ser sagrada.</span></h2> - -<p>Me habia acurrucado en mi sillon, reflexionando en mis -adentros sobre el triste espectáculo que tenia á la vista. Anarquia -devorante, espionaje jeneral, perturbacion universal, el -gobierno en manos de todo el mundo, hé ahí esa prensa tan -ponderada! Enregimentad pues, un pueblo con semejante enemigo -á vuestro lado!</p> - -<p>—Eh bien, querido doctor, me dijo Truth con voz cariñosa, -ya sabeis ahora como se hace un diario. ¿Os seduce?—¿sereis -mi sucesor?</p> - -<p>—Nunca! jamás! respondí echando para atras mi asiento -por un movimiento involuntario. Lo que veo me espanta; os -jugais con todo lo que me han enseñado á mirar como respetable -y sagrado. Que se ataque á un ministro ó á los diputados, -poco me importa, estoy habituado á ello; en todos tiempos los -ministros han servido de blanco á los señores folletinistas; el -gacetero mas célebre es el que hecha abajo dos ó tres. Si hay -paises y pueblos á quienes divierte esa destruccion, que les -haga buen provecho! Les deseo dos ó tres revoluciones para -curarlos.... Pero la vida privada, señor, debe ser sagrada, entendeis, -completamente sagrada.</p> - -<p>—¿Quién ha dicho eso?—preguntó Humbug, con un aire -pillo que no probaba sino su ignorancia.</p> - -<p>—Señor Humbug, respondí, es M. Royer-Collard, un gran -metafísico, que jamás ha tenido ideas propias; pero que ha fundido -en bronce y grabado en acero las ideas de otro. El es, el -ilustre sábio, que ha pronunciado esta palabra de oro, que debiera -fijarse en toda oficina de diario: <i>La vida privada debe -ser sagrada</i>.</p> - -<p>—Vuestro gran metafísico ha dicho una necedad, respondió -Humbug. ¿Acaso puede uno ser un pícaro en la vida privada -y un Fabricio en la vida pública? ¿Qué es la vida privada? -¿Dónde comienza, dónde concluye? Gritar al perro rabioso ¿es -un ataque contra la vida privada ó contra la vida pública? Si<span class="pagenum"><a name="Page_64" id="Page_64">[64]</a></span> -nuestra marina es robada por impudentes proveedores? es la -vida privada la que se ataca denunciando al ladron? Si el honorable -M. Little, rico con los millones de otro, quiere una vez -mas despojar á los simples en provecho de su codicia insaciable; -¿es atacar su vida privada decirle á M. Little que es un -bribon?</p> - -<p>—Señor, dije á aquel impudente, vos no dudais cuanto podria -responderos; pero bastará una palabra. Hé ahí al intendente de -Paris que ha cedido á una desgraciada debilidad. Quizá ha caido -en el lazo tendido por alguna sirena de baja ralea, y á no -dudarlo, esta falta no la ha cometido en calidad de majistrado -municipal.</p> - -<p>¿A qué viene ese ruido, ese escándalo, esa difamacion de un -hombre cuyo error, no os concierne, al fin del cuento?</p> - -<p>—¿Para qué?—dijo Truth con una frialdad digna de Robespierre, -para hacerlo presentar su renuncia. ¿Quereis que prediquemos -en nuestras familias el respeto al vínculo conyugal y el -horror al vicio, en presencia del adulterio entronizado en la casa -municipal?—Eso no se puede. Es el honor de la vida privada -lo que nos responde de la virtud pública. De otra manera, -la política es una comedia donde cada uno lleva una máscara, -desempeña un papel y se divierte en hablar de conciencia, de -derechos, de deberes, sin creer palabra de lo que dice. Puede -suceder que los pueblos niños se diviertan con esas farsas peligrosas, -y que concluyen siempre mal; pero en América todo es -sério. Que nuestros corrompidos vayan, si les agrada, á arruinar -su salud, y comerse su dinero del otro lado del Atlántico: entre -nosotros es necesario ser respetable para ser respetado.</p> - -<p>—Hé aquí una carta del intendente, dijo un empleado; presenta -su renuncia.</p> - -<p>—Señor Truth, esclamé, todavia hay tiempo, detened la impresion -del diario, haced desaparecer una sentencia que no concierne -sino á un simple ciudadano, un juicio que va á hacer la -deshonra de un hombre y la desgracia de una familia. Borrad -de vuestro resumen esas líneas odiosas que hieren con una nueva -mancha, y que la justicia no ha previsto, una falta escusable -sin duda. ¿No hay mas que Catones en América?; y, ya que -siempre hablais del Evanjelio, ¿no hay alguno entre vosotros -que haya leido la historia de la mujer adúltera? En nombre -del cielo, sed humano.</p> - -<p>—Yo no soy ni humano ni cruel, respondió Truth con su tono -glacial; no soy una persona, soy un diario, es decir: un éco,<span class="pagenum"><a name="Page_65" id="Page_65">[65]</a></span> -una fotografia. El resumen quedará como está; lo siento por -el culpable; pero, yo tambien tengo una mision que cumplir, no -transijo con la verdad.</p> - -<p>—Pero esa mision, esclamé indignado, os la dais vos mismo!</p> - -<p>—¿Es menos santa por eso? replicó el periodista. Comprended, -pues, el papel que desempeño. En una sociedad enteramente -ocupada de sus asuntos, de sus intereses, y que sin embargo -se gobierna á sí misma ¿cómo se conserva la libertad?—¿Cómo -se mantienen y engrandecen las ideas jenerosas? ¿Cómo -se respeta el derecho, cómo se estima la virtud y se recompensan -los servicios? Gracias á la prensa, invencion mas admirable -todavia que la del vapor y la de la electricidad. Nosotros -los periodistas, somos el éco de la sociedad, éco formidable, -trompeta estrepitosa, que aumenta todos los ruidos, los esparce -hasta los confines del hemisferio y va á despertar la conciencia -pública mas embotada. El bien ó el mal, todo nos sirve; el bien, -para hacer palpitar de gozo y de emulacion á todos los corazones; -el mal, para sublevarlos de indignacion y de disgusto. Ayer -habeis realizado un acto heróico.—En Rusia, en España ¿quién -lo habria sabido?—algunos amigos, algunos vecinos, un barrio. -Gracias á nosotros, treinta y un millones de hombres van á repetir -el nombre del doctor Smith; tres millones de jóvenes envidiarán -vuestro valor y se prometerán imitarlo. Hé ahí la obra -de esos panfletistas, á los cuales estimais tan poco. Hoy dia se -ha dado un escándalo, una falta cometida por un majistrado. -La justicia ha condenado al hombre, la prensa condena el crímen -y lo hace odiar y detestar por toda la nacion. Mientras -mas grande es la caida, mas formidable es la leccion. Nuestra -dureza apesadumbrará á una familia y herirá á algunas almas -tímidas; salvará de una debilidad semejante á millares de hombres -á quienes alentaria la impunidad. Sin duda alguna, nuestro -rigor nos valdrá una enemistad mortal—¿Qué importa?—¿Pongamos -en balanza nuestro deber y nuestro interés? Doctor, -sed menos severo con nosotros.—Teniendo necesidad de estas -cualidades para ser periodista, ¿cuántos hombres de estado -serian capaces de desempeñar nuestra mision,—cuántos aceptarian -resueltamente nuestros peligros y nuestra obscuridad?</p> - -<p>—Bravo, Truth! gritó Humbug; hablais como un libro, mi -buen amigo,—como un libro que dice la verdad: <i>Rara avis in -terris, nigroque simillima cycno</i>.</p> - -<p>—Hay ambiciones que se ocultan, repuse, furioso contra Truth -y contra mí mismo (las palabras del sofista me habian conmovido);<span class="pagenum"><a name="Page_66" id="Page_66">[66]</a></span> -tal se cree virtuoso haciendo alarde de severidad, que, en -el fondo, sin saberlo, es juguete de su propio interés y corre tras -la fortuna.</p> - -<p>—La fortuna, dijo Humbug, no ha sido hecha para los periodistas. -Doctor, amigo, el mundo es un teatro donde figuran -tres clases de personas: espectadores, actores, autores. -Los espectadores, sois vos, es Green, es Rose, son todos esos -buenas jentes que no tienen ni vicios ni virtudes y que viven -á la sombra de su viña y de su higuera. Los actores son una -banda celosa que se parece á todas las compañías de teatro. -El ambicioso, los charlatanes elocuentes, el avaro, el cobarde, -el tirano, el lacayo, todos desempeñan su papel con gran placer -del público, que aplaude á menudo, silba algunas veces y -paga siempre. Esos primeros actores necesitan hermosos trajes, -palacios, oro, mucho oro. Conocen el capricho de la multitud -y abusan de él. En cuanto á los autores, en cuanto al -poeta que ha creado la palabra á la órden del dia, que ha escrito -el aire en voga, ó inspirado un trozo de literatura, á ese -se le arroja un pedazo de pan y se le desdeña. ¿Qué es la idea -para los hábiles? nada mas que una escarapela, todo está en -usarla apropósito. Gritad durante veinte años que la libertad -es la salud de los pueblos, y no sois mas que un éco, odioso á -los que mandan, importuno para los que sirven. Llega un dia -en que el pueblo cansado quiere sacudir el peso que lo abruma, -el primer temerario que inscriba en una bandera la palabra -que habeis repetido veinte años, ese será el elejido de la -multitud; honor, dinero, poder, todo será para él. Una hora -hará la fortuna de ese primer papel; él no tendrá nunca bastante -desprecio para el periodista oscuro que, con veinte años de sufrimientos -y de peligros, le ha preparado su triunfo? El pueblo -juzgará como el actor. ¿Quereis una moraleja para mi cuento? -Paris va á nombrar un intendente; estad seguro que se -pensará en todo el mundo, escepto en un solo hombre que honraria -ese destino; ese hombre es Truth. El dia que muera en -la demanda, si yo no estoy ahí, no tendrá dos líneas de elojio -en su propio diario. ¡Hé ahí como se recompensa en América -la virtud cívica! y sin embargo, somos el primer pueblo del -mundo: <i>Ab uno disce omnes</i>. Juzgad ahora de nuestra ambicion.</p> - -<p>—Humbug, amigo mio, dijo Truth, ¿en nada contais el honor -de ser amado y elojiado? La puerta se abrió por segunda -vez, y se vió alargarse un hocico de garduña que no podia pertenecer -sinó á M. Fox. Era él, mas risueño que nunca.</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_67" id="Page_67">[67]</a></span></p> - -<p>—Señor Truth, dijo con su mas almibarada voz, ¿tendriais la -bondad de anunciar en vuestro exelente diario que el honorable -M. Little acaba de donar diez mil dollars al hospicio de -niños, cinco mil dollars á los pobres de la ciudad y cinco mil á -la biblioteca municipal?</p> - -<p>—El empréstito mejicano vá bien, dijo Humbug: Little es -un judio piadoso que paga el diezmo al Señor.</p> - -<p>—El empréstito mejicano está abandonado, respondió Fox; -M. Little se ha asegurado de que las garantías ofrecidas por el -gobierno de Méjico no eran sérias.</p> - -<p>—¿De dónde viene esa jenerosidad sospechosa? preguntó -Humbug: ahí hay una terrible especulacion en juego, y esos veinte -mil dollars nos costarán caro.</p> - -<p>—Siempre sospechas,—interrumpí yo, y ¿por qué?</p> - -<p>—Es que soy un viejo periodista, respondió Humbug; creo -en la virtud de los banqueros como en la simplicidad de los -cuácaros.</p> - -<p>—Se os convertirá, viejo pecador, respondió Fox riendo.</p> - -<p>—¡Gran noticia en la Bolsa! dijo M. Eujenio Rose, volviendo -á entrar.</p> - -<p>—El empréstito mejicano ha sido retirado, dijo Humbug, -ya lo sabemos.</p> - -<p>—Pero lo que no sabeis es que el intendente ha presentado -su renuncia, y que se propone á M. Little para reemplazarlo.</p> - -<p>—¡De veras! dijo Fox; eso no es posible. M. Little no me -ha dicho ni una palabra; dudo aun que sus numerosos negocios -le permitan desempeñar ese importante puesto.</p> - -<p>—Escelente Fox! esclamó Humbug, si tiene la inocencia de -un cordero! Vos vereis, abogado honrado, como M. Little se decidirá -á ese gran sacrificio.</p> - -<p>—Pero nosotros somos jentes delicadas, dijo Truth, y por -nuestra parte, no le impondremos una carga tan pesada; combatiremos -su eleccion.</p> - -<p>—¿Y por qué? esclamó Fox.</p> - -<p>—Ese, dijo Humbug, ese es el secreto de la comedia; no se -pregunta.</p> - -<p>—De manera que, replicó Fox, os encontramos siempre contra -nosotros, virtuosos puritanos, raza orgullosa é insaciable; -pero que me condene si no vengo algun dia á quemaros en -vuestro avispero, abejones inútiles que no sabeis sino fatigarnos -el oido con vuestros odiosos zumbidos!</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_68" id="Page_68">[68]</a></span></p> - -<p>—Fox, amigo mio, dijo Humbug, no pongais mi paciencia y -mi brazo á prueba: os haré pasar por la ventana.</p> - -<p>Fox no esperó una amenaza cuya ejecucion era demasiado -cierta; por mi parte, salí, conmovido y turbado con todo lo -que habia escuchado. La razon y la educacion me decian que -la prensa es una arma cargada contra el poder y la sociedad; -veinte veces los mas sábios ministros me han inoculado esta -verdad preciosa; pero por otra parte, estaba impresionado por -lo que habia de grande y de jeneroso en la conducta de Truth, -de bravo y de decidido en el papel de Humbug. Tomar á pecho -la causa de las gentes honradas contra todos los bribones, -de que rebalza el mundo, estar todos los dias de caza, y perseguir -sin descanso el robo, la injusticia la mentira, es algo sin -embargo. Un pueblo que cuenta con tales hombres no es un -pueblo vulgar.</p> - -<p>—Bah! díjeme espantando los escrúpulos vanos, esta es una -escepcion. Lo mas acertado será suprimir los diarios; se dirá -que es suprimir el remedio y no el mal; pero cuando el mal no -tiene remedio, uno se resigna; si uno se muere, al menos muere -sin quejarse. Es una gran ventaja... para los médicos.</p> - -<p>Iba á esa altura en mis reflexiones, cuando, del medio de la calle -salió una voz que me llamó,—la voz de Susana. Se aproximaba -en un <i>cabriolet</i> de dos ruedas, dirijido por Marta. El caballo era -seguro, y Marta era una muchacha prudente que se servia mas de -las riendas que del látigo; pero en el ángulo de la calle de -Taitbout y de la calle de Helder, me equivoco, en la esquina -de la sétima y octava avenida, hay un terrible empedradito, -hecho, segun creo, por algun veterinario interesado, porque, hace -diez años, no se pasa un dia sin que se caigan en él los caballos. -El corcel de Marta estaba predestinado: al aproximarse -á mí, la pobre bestia se arrodilló de repente; Marta fué -arrojada por encima de la cabeza del caballo, Susana cayó en -mis brazos, y del choque me echó en tierra, rodando ella conmigo -por el suelo.</p> - -<p>Me levanté furioso y cubierto de polvo. Susana tenia el rostro -arañado; Marta estaba ensangrentada.</p> - -<p>—¿Estais herida, Marta? esclamé.</p> - -<p>—No, señor, no es nada, dijo; la diestra del Eterno me ha -sostenido; no tengo sino la punta de la nariz estropeada.</p> - -<p>Y hénos á ambos ocupados en desencillar y levantar el caballo.</p> - -<p>Cuando el caballo fué puesto al tiro—Pardiez! esclamé, es<span class="pagenum"><a name="Page_69" id="Page_69">[69]</a></span> -una verguenza que una administracion municipal consienta hace -diez años un rompe-cabezas semejante, á mi puerta, en la calle -mas frecuentada de la ciudad. ¡Y de rabia me entré á la oficina -del diario!</p> - -<p>—Doctor ¿qué teneis? dijo Humbug siempre riendo; habeis -comenzado ya vuestra lucha electoral con Fox. A juzgar por -vuestro traje, no habeis salido bien parado.</p> - -<p>—Lo que tengo, dije, es que es abominable que haga diez años -que se deje un empedrado en semejante estado, es que mi caballo -acaba de rodar, es que mi hija está herida en el rostro, -es que la cocinera casi se ha muerto; estoy furioso, quiero quejarme, -pido justicia. Estamos en Paris en América, la obtendré. -La publicidad pondrá á todo el mundo de mi parte. -Dadme una pluma y tinta, voy á dirijiros una carta severa, en -que trataré á la administracion como merece.</p> - -<p>—Aquí teneis lo que deseais, dijo Humbug; y además un -dollar.</p> - -<p>—¿Un dollar? ¿Para qué?</p> - -<p>—Pagamos siempre un dollar á los que nos traen un <i>hecho -diverso</i>; no os hagais de rogar, doctor; guardadlo y ponedlo -en un cuadro con la fecha. El os recordará que la prensa es -la voz de todos, y que habeis comprendido esta gran verdad el -dia que habeis sufrido.</p> - -<p>—Humbug, respondí, esas palabras que lanzais al viento con -vuestra lijereza ordinaria, tienen mas alcance de lo que pensais; -no las olvidaré. Por la mañana cuando lea el diario, cada queja -me recordará un sufrimiento que mañana puede ser el mio, -un mal que puedo cortar ó evitar, asocíandome al grito público.</p> - -<p>—Bravo! doctor, sois un gran filósofo. Cuando se abren -vuestros ojos, gritais: <i>Et lux facta est</i>. No importa eso; pronto -os apercibireis de otra verdad no menos grande: que en resumidas -cuentas la libertad de la prensa no aprovecha sinó á las -jentes honradas. Basta esto para enseñarnos cuales son sus -enemigos.</p> - -<hr /> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_70" id="Page_70">[70]</a></span></p> - -<h2 id="CAPITULO_XII">CAPITULO XII.<br /> -<span class="smaller">Una candidatura en América.</span></h2> - -<p>Todas estas discusiones me habian perturbado. Cierto, yo no -tenia la debilidad de renegar la fé política que me han dado los -maestros de mi infancia; tengo horror á los renegados. Cuando -uno se ha criado en el error, si la conciencia quiere que uno salga -de él, el honor quiere, que uno persista; es el honor lo que siempre -escucha un Francés. Me habria hecho descuartizar antes que -confesar que esos Yankees tenian razon. Pero, en el fondo del -alma, sentia que habia perdido mi primera inocencia; me habia -servido de la prensa y no tenia ya derecho á sonrojarme. Descontento -de mi mismo, dormí con sueño ajitado; así, cuando me -desperté, era de noche todavia. Los sofismas de Truth y de -Humbug habian penetrado en mi ánimo, como flechas en las -carnes; buscaba en mi cama, respuestas que no encontraba, -cuando de repente, en medio de la oscuridad y del silencio, oí -una voz que me llamaba desde la calle. Era la voz de mi hija, -un padre no se engaña.</p> - -<p>Ponerme mi bata, correr á la ventana, fué cosa de un segundo; -me incliné para ver en la oscuridad de la noche. Mi cabeza -tropezó con no sé qué obstáculo que estalló. Al instante -una luz espléndida me deslumbró; gritos de alegria saludaron -mi aparicion. La calle estaba llena de gente, un cartel inmenso -cubria toda la casa; y mi cabeza metida dentro de una O jigantesca, -daba á los pasantes un espectáculo ridículo. Papá, -permaneced ahí, decia Susana, saltando sobre sus lijeros pies -y batiendo palmas: todo París leerá el cartel. <i>Green for ever</i> -repetian los Yankees mientras corrian. <i>A very good trick</i><a name="FNanchor_25" id="FNanchor_25"></a><a href="#Footnote_25" class="fnanchor">[25]</a> -agregaban riendo hasta mostrar sus grandes dientes.</p> - -<p>Me vestí apresuradamente y bajé á la calle. París no era -si no un inmenso cartel; los candidatos de todos los colores: azules, -rojos, blancos, amarillos, verdes, rosados; ostentaban sobre -las paredes sus servicios y sus virtudes. Mi casa estaba consagrada<span class="pagenum"><a name="Page_71" id="Page_71">[71]</a></span> -al verde. El nombre de Green se estendia en mayúsculas -de tres pies de alto; frente á mi, la imprenta habia subido -hasta las nubes un inmenso cuadro, en el que se leia:</p> - -<p class="center"><b>CIUDADANOS</b><br /> -DE LA PRIMERA CIUDAD DEL MUNDO.</p> - -<p class="center"><i>¡Nada de banqueros!<br /> -¡Nada de abogados!<br /> -¡Nada de escaladores del poder!</i></p> - -<p class="center"><b>Nombrad al hijo de sus obran:</b></p> - -<p class="center"><i>¡Al patriota jeneroso!<br /> -¡Al comerciante heroico!<br /> -¡Al buen padre de familia!<br /> -¡Al hijo de París!</i></p> - -<p class="center"><b>¡Nombrad al honrado y virtuoso GREEN!!!</b></p> - -<p>Esta farsa democrática divertia á Susana; M. Alfredo Rose -estaba á su lado, con el venerable boticario y sus otros ocho hijos. -Enrique bailaba de contento como un niño que se encanta -con el barullo; por mi parte tengo poco gusto por esas orjias -populares: una frase las reasume: <i>Mucho ruido para nada</i>.</p> - -<p>—Vecino, me dijo el farmacéutico, ved ahí á nuestro capitan -que vá al fuego; espero que nos dareis una mano; la oposicion -es poderosa; no triunfaremos sino á fuerza de palabras y de -accion.</p> - -<p>—Querido señor Rose, le respondí, con vuestro permiso, permaneceré -en casa. En todo esto no tengo interés alguno. Soy -un gran señor que tiene para dirijir sus asuntos un cierto -número de intendentes que paga, sin tomarse siquiera el trabajo -de elejirlos; lo que pasa entre mi jente no me concierne, ¿qué -es un intendente municipal de Paris? Un caballero con casaca -bordada que casa á las solteronas y á las viudas inconsolables, -y que dos veces al año sube en carroza de gala para saludar al -señor Prefecto y comer en la casa municipal. Esos si que son -grandes honores, y por lo tanto, nunca se les compra demasiado -caro; pero, ¿qué me importa eso á mí, simple particular, que no -tengo mas privilejio que pagar un presupuesto que no voto? -Y no sé á quien representa un intendente; pero de cierto no es -á sus administrados. Así, pues, que lo nombre quien quiera; -yo soy médico y no me incomodo por nada.</p> - -<p>Por toda respuesta M. Rose me agarró el brazo y me tomó -el pulso.</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_72" id="Page_72">[72]</a></span></p> - -<p>—Terrible doctor, me dijo, qué malos ratos me dais con vuestras -eternas bromas; os he creido con el cerebro trastornado. -Ciudadano de un pais libre, ¿es á vos á quien hay necesidad de -decir que hoy dia están en juego nuestros mas grandes intereses? -¿No es el intendente el primer personaje de la ciudad, el representante -de nuestras ideas y de nuestros deseos? Policia, -mercados, calles, escuelas, no es el intendente acompañado de -nuestros consejeros, el que arregla todo, con la soberana voluntad -que nuestro voto le confiere? Si tiene superiores en el Estado, -¿los tiene en la ciudad? ¿Recibe órdenes de alguien? ¿No -es él nuestro brazo derecho, nuestro órgano, nuestro ministro; -no es á nosotros solos á quienes responde de sus actos y de su -presupuesto? ¿Y quereis que semejante eleccion nos haga permanecer -indiferentes? Por mi parte me preocupo muy poco -de lo que hacen en Washington los señores charlatanes elocuentes -del Oeste ó del Sud; pero Paris, es mi bien, es cosa -mia; es la tumba de mi padre, es la cuna de mis hijos. Amo -todo en Paris, hasta sus berrugas y sus manchas, amo sus viejas -calles donde he jugado en mi infancia, amo sus nuevos <i>boulevards</i>, -grandes arterias de la civilizacion, amo sus iglesias góticas -que me hablan del pasado; amo sus esplanadas y sus -escuelas que me hablan del porvenir. Para mi es, que cuarenta -jeneraciones han enriquecido este pedazo de tierra; hay en -esto una herencia que he recibido de mis padres, y que quiero -trasmitir á mis hijos, despues de haberla embellecido. No -permito que sin mi voluntad se toque una piedra ni una institucion -de mi querida ciudad, de mi verdadera patria. ¡Soy -Parisiense, Paris es mio!</p> - -<p>—Rose! amigo mio! esclamé, sois el Ciceron de los boticarios; -pero la elocuencia tiene el privilejio de decir lo contrario -de la verdad. No es sériamente que hablais de confiar á uno -de nosotros, á un simple ciudadano la policia de semejante <i>Pandemonium</i>; -se necesita aquí una mano firme é independiente -que nos conduzca á pesar nuestro.</p> - -<p>—Papá, dijo Susana, porqué mortificais así al bueno de M. Rose? -vos sabeis bien que el intendente es el que elije los <i>policemen</i>; -vos mismo habeis hecho nombrar al que cuida vuestra calle.</p> - -<p>—¿Quizá tambien, agregué con aire de lástima, haceis votar -los impuestos municipales por los que los pagan?</p> - -<p>—Sin duda, dijo Rose, ¿quién es el que tiene derecho á votar -un gasto si no es el que lo sufre?</p> - -<p>—¡Tendreis un lindo presupuesto! ¡Hé ahí un bonito modo<span class="pagenum"><a name="Page_73" id="Page_73">[73]</a></span> -de juntar millones! Y cuando abrís calles nuevas, ¿consultais -tambien á los habitantes, á fin de conjurar contra vosotros el -egoismo de los intereses privados?</p> - -<p>—¿A quién se consultaria entonces? preguntó el inocente boticario; -supongo que las calles son hechas para nosotros, y -nuestros intereses privados forman, reuniéndolos, el interés -jeneral.</p> - -<p>—Perfectamente! perfectamente! esclamé riendo: todos han -mamado la misma leche. Buen Dios! qué necesario seria embutir -á martillazos en estos cerebros estrechos las grandes ideas -de la civilizacion moderna! Si viesen los milagros de la centralizacion, -comprenderian al fin que nuestros negocios nunca -son mejor manejados que cuando pasan sin nuestra voluntad, -á manos de aquellos que no tienen en ellos el menor interés! -Y las escuelas, agregué, son tambien los padres de familia los -que votan el impuesto y fijan la cifra del gasto? Tendria curiosidad -de conocer el total.</p> - -<p>—El gasto de las escuelas, dijo M. Alfredo, apurado por hacer -admirar su erudicion, todo el mundo lo vota; la educacion -es la deuda comun; todos se hacen un honor en contribuir. -Antes de ayer se estableció el impuesto de 1862: son dos dollars -por cabeza, sin contar lo que dá el Estado.</p> - -<p>—Diez y seis millones de francos votados por un millon y -seiscientos mil habitantes de Paris, para las escuelas de la gran -ciudad! esclamé; eso jamás se ha visto y nunca se verá: es imposible.</p> - -<p>—Papá, repuso vivamente Susana; puesto que Alfredo lo -dice, debe ser verdad.</p> - -<p>—Pues entonces, mis queridos amigos, dije á mi vez, es necesario -aullar como los lobos. Si nuestros negocios son verdaderamente -nuestros negocios, si Paris es nuestro y no del Estado; -si votamos y consumimos nosotros mismos nuestro dinero, -cosas todas increibles, enormes, contrarias á la esperiencia y al -buen sentido, yo cedo á la locura comun! Un Parisiense que -no es un estranjero en Paris, un Parisiense que tiene voto en -el capítulo municipal, un Parisiense que habla y que se le escucha, -es un fénix que no se vé sinó en América. Vamos á -votar, y viva Green, intendente de Paris.... en Massachusetts!</p> - -<p>—Viva Green! gritó toda la pandilla, dirijiéndose á la tienda -del especiero.</p> - -<p>—Papá, dijo Susana, abrazadme antes de partir. Sabeis, -agregó al oido, que vuestro nombre figura en la lista?</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_74" id="Page_74">[74]</a></span></p> - -<p>—¿Qué lista, hija mia?</p> - -<p>—La lista de los oficiales municipales. En el <i>París Telegraphe</i> -un comité de electores os propone, como inspector de -calles y de caminos, al lado de M. Humbug á quien quieren -nombrar juez de paz. Ved papá; y del bolsillo de su delantal -sacó la señorita el diario. Qué pais aquel donde una jóven -enamorada lée el diario y se interesa en las elecciones!</p> - -<p>Tomé el <i>París Telegraphe</i>; mi nombre escrito en grandes -carácteres y acompañado de un elojio conveniente, figuraba -en cabeza de la lista. Esto me hizo un efecto singular. Criticar -al poder haga lo que haga, es cosa que entiendo, soy Parisiense. -Vituperar y rezongar contra nuestros amos, es la única -parte de libertad que el mismo gran rey no ha podido quitarnos: -es el consuelo y la venganza de nuestro ócio político. -Pero, administrar y mandar, obrar en vez de gritar, salir de la -oposicion para encontrarla á su frente, y reducirla al silencio á -fuerza de celo y de éxito, era para mi una perspectiva -desconocida y encantadora; la ambicion comenzaba ya á filtrar -en mi corazon. Pensaba que la víspera habia sido severo con -Humbug (un diario es una influencia), y que quizá habia hablado -demasiado rudamente á Rose y á sus hijos: eran diez electores!.... -Asi me apresuré á abrazar á Susana, y, corriendo hácia -el boticario entablé con él una conversacion confidencial -sobre unas píldoras admirables, inventadas por mí, píldoras -destinadas á hacer una revolucion en la práctica, no menos que -la fortuna del médico que las ha imajinado y del farmaséutico -que las venda. Un extracto concentrado de manzanilla es un -remedio heróico que sana en ocho dias la incurable y dolorosa -enfermedad de las jentes de ingenio, la dispepsia. Yo aguardaba -para la academia de medicina las primicias de este maravilloso -descubrimiento; hacia diez años que tenia principiada -mi memoria; pero cuando la ambicion nos invade, adios prudencia! -La gloria académica dejaba de deslumbrarme; la inspeccion -de las calles me abria la carrera política,—era candidato!</p> - -<hr /> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_75" id="Page_75">[75]</a></span></p> - -<h2 id="CAPITULO_XIII">CAPITULO XIII.<br /> -<span class="smaller">Canvassing<a name="FNanchor_26" id="FNanchor_26"></a><a href="#Footnote_26" class="fnanchor">[26]</a>.</span></h2> - -<p>¿Habeis estado enamorado, caro lector? os acordais cuán vivo -era vuestro corazon, cuán ardiente vuestra mirada, cuán rápido -vuestro pensamiento, cuán lijera la vida: en aquellos dias felices? -Pues bien, entonces sabeis lo que es un candidato. A -cincuenta pasos de distancia, á pesar de mi mala vista, reconocia -electores que nunca habia visto; encontraba en un rincon -de mi mollera la historia de una porcion de jentes á quienes -jamás habia hablado, y no solamente su historia, sino la de sus -mujeres, de sus hijos, de sus padres, de sus abuelos y de sus primos -segundos. Echaba á diestra y siniestra promesas y apretones -de mano. Familiar con los pequeños, modesto con los -grandes, yo enderezaba todos los entuertos y componia todas -las calles. Ciceron, implorando el consulado, no era ciertamente -ni mas elocuente, ni mas jeneroso, ni mas afable que yo.</p> - -<p>Green se unió á nuestro cortejo; era, puede créerseme, un -candidato bastante pobre. Los electores que lo habian puesto -en camino no habian tenido buena mano; sin salir de la calle, -les hubiera sido fácil elejir otro mejor. Un especiero no -ha recibido esa alta educacion social que permite jugarse con los -hombres y las cosas. Ninguna adulacion á la multitud, ninguna -de esas promesas que se quedan en el fondo del escrutinio, -ninguna de esas agradables mentiras que son los fuegos artificiales -de ordenanza de todas las elecciones. Green era frio y -tímido como un comerciante que hace un negocio, y que pesa -cada compromiso. Cuando habia estrechado la mano de un -elector diciéndole: <i>Haré lo que pueda</i>, ó, <i>la posicion es dificil</i>, -ó, <i>nombrad á M. Little, si lo juzgais mas capaz</i>, ya le parecia que -su papel estaba hecho. A los reproches afectuosos que le dirijia, -me contestaba en un tono glacial: Mi conciencia no me -permite hacer mas; no puedo ofrecer mas de lo que he de cumplir. -¡Conciencia en un candidato! era un escrúpulo de almacenero! -Cuando se quiere hacer fortuna, se encierra la conciencia<span class="pagenum"><a name="Page_76" id="Page_76">[76]</a></span> -con doble llave la víspera de la eleccion, y no siempre -se la saca al dia siguiente. En Francia todo el mundo sabe esto.</p> - -<p>Hubiérame muerto de fastidio en esta procesion electoral, si -no nos hubiera acompañado el enorme y alegre Humbug. -Siempre sobre el quien vive, siempre pronto á la respuesta, seguíanle -la pista por las risas que dejaba en pos de sí. No siempre -era agradable la acojida que nos hacian; en sus odios como en -sus amistades, el Sajon muestra una ruda franqueza; la sal -americana no es la sal ática. Pero Humbug era un admirable -jugador de pelota: no habia broma que no recibiera devolviéndola -del primer voleo. Una vez, tocados por él no volvian -mas.</p> - -<p>—Green, candidato! es una verguenza, decia un egoista de -semblante pálido y de facciones consumidas. ¿Figuraos al -especiero en el consejo de la ciudad? Cuando toquen la campanilla, -responderá: <i>Ya van, ya van, haced que os despachen.</i> -Que se vaya al infierno, él y todo su séquito!</p> - -<p>—Al infierno, dijo Humbug! ¿qué le diremos á tu padre el fallido? -que estás en tu tercera quiebra esperando la cuarta.</p> - -<p>—Green, candidato! reponia un dependiente de novedades, -dandy de botas barnizadas que á cada palabra hendia el aire -con su inocente varita; Green, un almacenero que no es capaz -de distinguir un asno de un caballo!</p> - -<p>—No tengas cuidado, hijo mio, dijo Humbug, se te reconocerá -entre mil.</p> - -<p>—Bella respuesta, y digna de un hombre que vive de su -injenio.</p> - -<p>—Si no cuentas mas que con ese capital para vivir, no -llegarás, hijo mio, á ser tan gordo como yo, respondió Humbug, -continuando su camino en medio de las risas de la multitud.</p> - -<p>Entramos al Hotel de la Union; nos habian señalado á su -dueño como uno de los electores influyentes de la ciudad. Pero -en su casa, si el buen hombre llevaba las riendas, era su mujer -la que le mostraba el camino. A la primera frase de Green, -la fogosa matrona le cortó la palabra:</p> - -<p>—Maldita sea la política, dijo.</p> - -<p>—Maldita sea la hostería, respondió Green haciendo un profundo -saludo á la señora.</p> - -<p>—José, gritó la imperiosa Juno, insultan á vuestra mujer, -se os ultraja, y os quedais ahí como un imbécil. Teneis sangre -de pavo en las venas.</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_77" id="Page_77">[77]</a></span></p> - -<p>A esta voz terrible, José se quedó suspenso, abriendo tamaños -ojos. En la calle creo que el bravo hostelero nos hubiera -estrechado la mano de buena gana: su ancha cara, su lábio -pendiente, su gran vientre, no anunciaban un rayo de la guerra; -pero, en presencia de su mujer, juzgó prudente enfurecerse. -Llevar la guerra al esterior, era el medio de conservar la paz en -la plaza.</p> - -<p>—Que venga, ese hermoso candidato, gritó con un vozarron -que trataba de hacerlo malo, tengo á su servicio un cabestro -para colgarlo.</p> - -<p>—Muchas gracias, mi buen amigo, le dijo Humbug con tono -almibarado, tendríamos escrúpulos de privaros de ese mueble -de familia.</p> - -<p>Hénos á todos riendo mientras huiamos de aquel antro de Polifemo; -pero estaba cortada la retirada. En el umbral de la casa, la -señora, erguida como un centinela armado, detuvo á Humbug, -y temblando de cólera:</p> - -<p>—Sabeis quien soy yo, le dijo.</p> - -<p>—Quién no os conoce y no os admira, repuso Humbug, enderezándose -con fatuidad, sois una niña encantadora, que no -habeis llegado todavia á la edad de la discrecion.</p> - -<p>Con lo que la saludó, dejando á la digna matrona mas muda -y mas boba que la mujer de Loth en su última transformacion.</p> - -<p>Estas no eran sino escaramuzas; habian reuniones públicas -donde se discutian los títulos de los candidatos; allí se daba la -batalla y se decidia la victoria. Habia llegado el momento de -separarnos; era necesario que cada uno contribuyera con su persona. -Me asignaron el <i>Liceo</i>. Entré en aquel inmenso salon, donde -se ajitaba una muchedumbre inquieta. En el acto me reconocieron, -y llamaron, todas las miradas se fijaron en mi; el miedo -me cojió, de buena gana habria renunciado á esa candidatura -fatal que me entregaba al público. Ay de mí! era demasiado -tarde.</p> - -<p>En frente á mí, un hombre trepado sobre un tablado hablaba -y jesticulaba con estrema vivacidad; escuchábanle en -silencio, y en seguida lanzaban hurrahs y gruñidos terribles: -asi es, como se aplaude y se silva entre los Sajones. -Aquel tribuno popular que sublevaba á su albedrio las pasiones -de la multitud, era el abogado del banquero Little, era Fox, -nuestro enemigo.</p> - -<p>Apesar de maldecir al perillan, me veia obligado á reconocer<span class="pagenum"><a name="Page_78" id="Page_78">[78]</a></span> -en él cierto talento de que abusaba. Sério á la vez que chocarrero, -tenia un modo de hacer el elojio de sus adversarios que -los ponia en ridículo, un modo de ponderar sus candidatos que -los realzaba á los ojos de todos. Concluyó por una rápida -enumeracion de las riquezas que los bancos esparcian en América. -Little se convirtió en un Júpiter que caia en lluvia de -oro sobre el seno de una nueva Danae. A la voz del abogado, -los caminos de hierro, los canales, los vapores vinieron á agruparse -en torno del banquero para hacerle un cortejo electoral, -mientras que con un jesto desdeñoso el orador nos mostraba -al especiero nadando en su melaza ó confundido con la cuenta -de sus sardinas y de su bacalao. Amigos de la paz, esclamó -concluyendo, ¿nombrareis por jefe de la ciudad á ese fabricante -de fósforos químicos cuya mercancia se encuentra en todos los -incendios? Amigos de la libertad, ¿elijireis á ese vendedor de -bacalao que alimenta á los esclavos del Sud, y que quebrará -mañana si sus clientes, emancipados por nuestro valor, dejan -de tomarle su mercancia envenenada? No, jamás descendereis -á esa verguenza. Por mi parte, Yankee <i>pur sang</i>, amigo -de la patria, orgulloso de todas nuestras glorias, antes que dar -mi voto á ese hombre, preferiria mas bien votar por.... Se detuvo, -guiñando el ojo y bajando la voz.... por el que, en su -piedad universal, nuestras mujeres llaman <i>un pobre anjel caido</i>; -no os lo nombraré.</p> - -<p>Una salva de aplausos saludó al orador; descendió de la plataforma -recojiendo felicitaciones y promesas. En toda asamblea -hay siempre una majada de bobos que siguen balando al -último que habla. No le bastaba aquel éxito al traidor; se vino derecho -á mí, me tendió una mano que no me atreví á rehusar y -con voz que resonó en todo el salon. Doctor Smith, dijo, á -vos ahora; juego limpio para todos, esa es la divisa del Yankee. -Me levanté cubierto de un sudor frio; de todas partes -gritaban: oid! oid! Aquel ruido, las miradas fijas en mí, el silencio -que siguió, todo contribuyó á hacerme perder la cabeza; una -nube roja pasó por delante de mis ojos; mi voz se apagó en -mi garganta, todo mi cuerpo temblaba siguiendo los latidos de -mi corazon. ¡Cuánto no hubiera dado por comprar la facundia -de aquel miserable! Yo tenia ideas mas nobles que las suyas, -un patriotismo mas sincero: pero el abogado tenia la costumbre, -el oficio; y á mi, ciudadano de un pais libre, ni á hablar -me habian enseñado. Estaba vencido, y vencido sin combate.</p> - -<p>Iba á enfermarme de cólera y de verguenza, cuando de repente<span class="pagenum"><a name="Page_79" id="Page_79">[79]</a></span> -Enrique mi hijo, viéndome palidecer saltó sobre la plataforma -é hizo señas de que queria hablar. El cuerpo derecho, -la cabeza alta, los piés en escuadra, la mano izquierda metida -en el frac abotonado, saludó graciosamente y esperó que el tumulto -se apaciguára.</p> - -<p>—Es su hijo, es su hijo, decian de todas partes. Oid! oid! -Todos miraban al niño con curiosidad; se hizo un silencio profundo, -se hubiera sentido volar una mosca.</p> - -<p>—Ciudadanos y amigos, dijo con voz clara y penetrante, no -vengo á combatir al terrible Goliat, al banquero Little; no son -piedras lo que me falta, el Filisteo ha arrojado bastantes en -nuestro jardin; pero no tengo de David sinó la juventud, no -tengo la fuerza para medirme con ese adversario demasiado -ejercitado; todo lo que ensayaré es defender á mi padre y á mi -partido; estoy seguro que entre vosotros, nobles corazones, no -hay uno solo que no diga: Ese jóven tiene razon.</p> - -<p>—Oid! oid! gritaban de todas partes: habla bien.</p> - -<p>—El honorable sollicitor, continuó mi hijo, recalcando la primera -palabra, no ama la especieria. Esto me admira. Hace -tal consumo de sal ordinaria que nos reputaríamos muy felices -de ser sus marchantes. Que nos la dé y le daremos <i>de llapa</i> la -azúcar que le falta. El azúcar modera la bilis; de otra manera -todo se vé amarillo, y es uno injusto con sus compañeros de armas -y sus amigos.</p> - -<p>No sé de donde sacaba mi hijo esa elocuencia de baja ley, -pero era del gusto de aquella multitud ignorante: reian, aplaudian, -las mujeres ajitaban sus pañuelos. En seguida respondian -con una sonrisa: la asamblea era suya.</p> - -<p>—No hablaré mal de los banqueros, continuó mi tribuno de -diez y seis años; los banqueros son como los dentistas, es necesario -no hacerlos nuestros enemigos, quién sabe si mañana -no tendremos necesidad de ellos! ¿pero debemos poner en sus -manos los intereses de la ciudad? Recuerdo que mi abuela, -una santa mujer de Connecticut, nieta de nuestros padres los -peregrinos, me repetia amenudo que habia oido á sus virtuosos -antepasados, que el banquero sostiene al Estado como la cuerda -al ahorcado: estrangulándolo.</p> - -<p>—Tres gruñidos para los banqueros! gritó una voz estrindente, -la voz de algun deudor perdido entre la multitud. Aquel -grito tuvo éco, el salon tembló con esos aullidos que acariciaban -mi oido paternal, como lo hubiese hecho una sonata de -Beethoven.</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_80" id="Page_80">[80]</a></span></p> - -<p>—Mi abuela, continuó el niño exitado por aquellos hurrahs, -nos proponia enigmas para divertirnos en las noches de invierno -al lado del fuego; Si, se metieran, decia ella, en un mismo -saco un banquero, un <i>sollicitor</i> y un sastre, y se sacára á la suerte, -¿quién saldria infaliblemente?</p> - -<p>—Un ladron, repitieron veinte oyentes, encantados de encontrar -un recuerdo de la infancia. Enrique se aproximó á la -orilla de la plataforma, puso un dedo sobre su boca, y dijo á -media voz:</p> - -<p>—Esa es la palabra de que se servia mi abuela, pero hoy dia -se dice: saldria un millonario afortunado.</p> - -<p>—Cierto, agregó, yo no quiero mal á la fortuna, espero hacer -mi camino como cualquier otro.</p> - -<p>—Y tú irás lejos, mi pequeño jigante, gritó una voz gruesa -que conmovió la asamblea.</p> - -<p>—Mostradme, agregó mi hijo animado por aquel sufrajio, -mostradme una fortuna honorablemente adquirida, navíos enviados -á la India, á Terranova, á las Molucas, saludaré en la -persona de Green veinte años de trabajo, de cálculos y de economías. -Pero esas riquezas de azar, esos millones ganados al -juego en un dia, no me hableis de eso: es el bien de otro que -pasa al bolsillo del mas hábil. Fortuna sin trabajo, es fortuna -sin honor! (<i>Oid! oid!</i>)</p> - -<p>—Por otra parte, queridos conciudadanos, ¿es la fortuna lo -que recompensais? ¿O es acaso, el valor y la abnegacion? ¿No -es Green el noble capitan que penetró en una casa incendiada -por salvar á vuestra mujer ó á vuestra hija, quizá? Ese -niño que mi padre arrancaba ayer de en medio á las llamas, -¿no lo habeis adoptado todos? ¡Oh vosotras, conciencia nuestra, -vosotras, estrellas de nuestras almas, madres, esposas, hijas, -hermanas, hablad, señora!: ¿por quién se debe votar? (<i>Oid, -oid!</i>)</p> - -<p>—Amo á los valerosos que no temen entrar al fuego, continuó -mi jóven Graco, pero no tengo inclinacion alguna á los -que viven eternamente en él. No me admira que el caballero -cuyo nombre no se dice, tenga todas las simpatías de -nuestros adversarios: es muy natural que el honorable M. Fox, -escoja su representante en su familia ó entre sus amigos; pero -nosotros, que tenemos alianzas menos ricas, lo que necesitamos -á la cabeza de nuestros negocios comunes, es un hombre -honrado. Y ese hombre, no hay porque ocultarlo, es el -hijo de sus obras, es el hijo de la ciudad, es Green.</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_81" id="Page_81">[81]</a></span></p> - -<p>—Hurrah á Green! hurrah á Smith! gritó toda la multitud -arrebatada por la emocion. La victoria era nuestra. Enrique -me buscaba con los ojos en medio de aquella batahola. Iba á -escapar á su gloria naciente, cuando un robusto cazador de -Kentucky, uno de esos jigantes que se jactan de ser mitad caballo -y mitad cocodrilo, alzó á mi hijo á fuerza de brazo, y le -hizo dar la vuelta del salon. Fué una salva de aplausos capaz -de voltear las paredes. Todos los hombres estrechaban la mano -al jóven prodijio, todas las mujeres lo abrazaban. Yo queria -gritar:—¡Soy su padre! Pero por segunda vez el miedo -se me atravesó en la garganta, y suspiré diciendo por lo bajo: -Ay de mí! no ser yo mi señor hijo.</p> - -<hr /> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_82" id="Page_82">[82]</a></span></p> - -<h2 id="CAPITULO_XIV">CAPITULO XIV.<br /> -<span class="smaller">Vanitas, Vanitatum.</span></h2> - -<p>Cuando la multitud se hubo escurrido, llevando á lo lejos la -gloria y el nombre del futuro Webster, abracé á mis anchas -al orador, y tomé de nuevo con él el camino de casa. Avergonzado -del papel mudo á que me habia condenado mi ridícula -timidez, no pude menos de zaherir un poco al Ciceron en -ciernes.</p> - -<p>—Hola! bribonzuelo, le dije, ¿dónde has adquirido esa facilidad -de charlar y esa seguridad que nada perturba? Improvisar, -declamar, unir el ademan á la palabra, ese arte perdido -desde la antiguedad—¿dónde te lo han enseñado?</p> - -<p>—En la escuela, dijo mi hijo. Tú lo sabes papá, tú que tantas -veces me has hecho recitar mi <i>Enfield</i>.<a name="FNanchor_27" id="FNanchor_27"></a><a href="#Footnote_27" class="fnanchor">[27]</a> ¿He tenido -aplomo? ¿He alzado el brazo mas arriba de la cabeza? ¿Estás -contento?</p> - -<p>—¿Y todos tus camaradas charlan como tú?</p> - -<p>—Sin duda papá. Lindos ciudadanos serian los de un pueblo -mudo! Hablar y jesticular nos es tan necesario como leer -y escribir. No hay ninguno de nosotros que no esté destinado -á ser algo en la sociedad, en el comun, en el Estado. Miembros -de un <i>meeting</i> ó de una asociacion, electores, candidatos, -majistrados, senadores, todos tendremos necesidad de dirijirnos -al público: se nos habitúa, pues, desde la escuela. Improvisar -no es dificil y es muy entretenido. En nuestras recreaciones, -nuestro placer es discutir; he hecho ya cien discursos -á mis futuros electores. Pero mi fuerte es el jesto. “La -accion, dice Demóstenes, en mi <i>Enfield</i>, la accion! la accion!” -Miradme, papá.</p> - -<p>Y héteme ahí á mi muchacho que se pasea declamando no<span class="pagenum"><a name="Page_83" id="Page_83">[83]</a></span> -sé que discurso de lord Chatham contra la guerra de América. -Camina, se detiene, alza los ojos al cielo, junta las manos, adelanta -con puño cerrado, apoya un brazo sobre el corazon, y -concluye por saltarme al cuello riendo á carcajadas; mientras -que yo, su padre, incapaz de decir una palabra y de mover un -dedo, permanecia confundido ante aquella perversidad precoz, -fruto de una educacion mal sana. Mi hijo no era un prodijio, no -era sino un Yankee criado demasiado hábilmente.</p> - -<p>—¡Desgraciado niño! le dije, puesto que te vas á la India, -¿para qué te servirá ese arte de histrion? Pase todavía si fueras -abogado.</p> - -<p>—Lo seré algun dia, papá, respondió Enrique. Dejadme -ganar diez mil dollars allá; á mi vuelta estudiaré derecho, y -me asociaré con un maestro esperto.</p> - -<p>—¿Y en seguida? pregunté admirado de esa jóven ambicion.</p> - -<p>—En seguida, papá, me haré nombrar representante en el Estado -de Massachusetts, y seré senador.</p> - -<p>—¿Y en seguida?</p> - -<p>—En seguida, papá, seré diputado al congreso, y mas tarde -senador de la Union.</p> - -<p>—¿Y en seguida?</p> - -<p>—En seguida, papá, seré ministro como M. Seward, si no -puedo conseguirlo, seré presidente como M. Lincoln.</p> - -<p>—¿Y en seguida? esclamé, ocuparás sin duda el puesto de Lucifer; -porque tienes la ambicion y el orgullo de un demonio!</p> - -<p>—Papá, repuso el niño, inquieto de mi vivacidad, todos mis -camaradas piensan como yo. Nuestros maestros nos han dicho -siempre que éramos la esperanza de la patria y que la república -tenia necesidad de nosotros. Entrar en la carrera política, -no es ambicion, es un deber. El ciudadano que vá mas lejos -es el que sirve mejor á su pais.</p> - -<p>—Oh! los paganos, los paganos! esclamé: hénos aquí que volvemos -á los escándalos de Atenas y de Roma. El primer deber -de un cristiano, señor, es permanecer en su humildad, es -huir de la política, es no mesclarse jamás en los asuntos de su -pais, á menos que la autoridad no os obligue á ello.</p> - -<p>—Papá, no es eso lo que nos han enseñado en el púlpito. El -domingo último, nos han citado á un papa, Pio VII, segun creo, -que decia, cuando no era sino obispo, es cierto: <i>Sed buenos cristianos, -y sereis buenos republicanos</i>. Todas nuestras libertades -vienen del Evanjelio: Se nos ha repetido constantemente -que la moral de Cristo conduce á la democracia, es decir á la<span class="pagenum"><a name="Page_84" id="Page_84">[84]</a></span> -igualdad fraternal y al respeto del mas ínfimo individuo. -<i>Amaos los unos á los otros</i>, ¿qué quiere decir esto, sino que el -mas fuerte debe ayudar al mas débil con su fortuna, con sus -consejos y con su abnegacion?</p> - -<p>Me tomé del brazo de Enrique.</p> - -<p>—Pobre niño enceguecido por la locura de tus maestros, le -dije, mira á donde va la democracia.</p> - -<p>Delante de nosotros caminaba á pocos pasos de distancia, un -hombre encajonado en unas planchas de madera. Sobre aquel -cartelon ambulante se leia, escrito en grandes caracteres:</p> - -<p class="center larger"><b>EL LINCE.</b></p> - -<p class="center"><i>Diario de los Demócratas.</i></p> - -<p class="center">CIUDADANOS!</p> - -<p class="center"><b>Cuidado con los intrigantes y los necios!!</b></p> - -<p class="center">GREEN—SMITH—HUMBUG.<br /> -ó<br /> -EL RIDICULO TRIO DESENMASCARADO.</p> - -<p>—Dadme <i>el Lince</i>, dije á un vendedor de diarios.</p> - -<p>—Hélo aquí, señor, respondió el hombre con tono chocarrero; -pero si quereis reir, os ruego que tomeis <i>el Sol y la Tribuna</i>, -alli es donde vereis al <i>trio</i> fustigado lindamente.</p> - -<p>El <i>Lince</i> me bastaba, abrí aquella hoja execrable. Green era -burlado cruelmente, á Humbug le decian verdades de á puño; -pero á mí, gran Dios; ¿cómo me trataban? Qué de mentiras! -qué de injurias! qué abominacion!</p> - -<p>Estregué ese miserable panfleto, iba á arrojarlo en el lodo, -su verdadero lugar, cuando en el umbral de mi casa encontré la -alegre cara é impertinente sonrisa de Humbug.</p> - -<p>—Triunfais, señor periodista, le dije metiéndole <i>el Lince</i> por -las narices. Elecciones, hé ahí vuestras fiestas, vuestras saturnales -de la calumnia.</p> - -<p>—La calumnia, dijo el hombron encojiéndose de hombros, es -como el sarampion: cuando sale á la superficie, sana; cuando se -resume mata.</p> - -<p>—Solo en vuestras democracias se imprimen semejantes infamias!</p> - -<p>—Ya lo creo! respondió el sofista, contento de tomar al vuelo -una nueva paradoja. En las monarquias del Viejo Mundo, se -guardan de imprimir la calumnia, la dicen al oido: es un medio -mas pérfido y mas seguro. No atacan á las jentes de frente,<span class="pagenum"><a name="Page_85" id="Page_85">[85]</a></span> -se defenderian: se las asesina por la espalda; es donde reinan -sin rivales, la intriga y la mentira, alli es donde el principe es -la primera víctima de ese veneno que él impide se exhale. -<i>Summa petil livor.</i> La calumnia, doctor, es el flajelo y el -castigo del despotismo; en un pais libre es una picadura de -avispa; no se piensa en ella al dia siguiente.</p> - -<p>—Señor filósofo, dije secamente, leed ese diario; se trata -de vos.</p> - -<p>—Razon mas para que no lo lea. Siempre es el mismo tema, -con ocho ó diez sustantivos en epitetos pretencioso, para variar -el estribillo. ¿Teneis la audacia de no seguir á los dóciles -carneros que arrastran los hábiles guias? ¿os atreveis á tener -una opinion propia y una voluntad? sois un <i>orgulloso soñador</i> -y un <i>ambicioso fanático</i>. Decis la verdad á vuestros conciudadanos; -¿quereis ilustrarlos sobre las condiciones de la libertad, -premunirlos contra los peligros de la anarquia? sois un infame -aristócrata, un <i>servil admirador de la pérfida Albion</i>. En -otros términos, abrirle los ojos al pueblo es arruinarla industria -de los conductores de ciejos y echar á la calle á jentes honradas -que nada perdonan.</p> - -<p>¿Hablais francamente, llamais por su nombre los abusos, y -á los que viven de ellos?—sois un <i>adulador de la multitud</i>, y -<i>un cobarde demagogo</i>. Elojios irónicos si vuestra candidatura -vá mal,—injurias groseras y comunes si triunfa: hé ahí la eterna -cancion de los diarios y de los periodistas que no se respetan. -Nos parecemos mucho á los órganos de Berberia. Ese es -el placer de los envidiosos, de las comadres, y de las buenas -jentes que tienen el oido falso. Es necesario ser induljente con -las pequeñas miserias de la humanidad.</p> - -<p>—Leed el artículo, repuse impaciente; veremos hasta dónde -llega vuestra dulzura.</p> - -<p>Una vez que hubimos entrado al salon, donde por fortuna -estábamos solos, Humbug se puso á leer la injuriosa diátriba, -mientras Enrique corria en busca de noticias.</p> - -<p>Green no tiene de que quejarse, dijo riendo el morrudo periodista. -Por la manera ruda como le tratan, es claro que -sus acciones suben en plaza. Las mias no van mal. Un <i>Falstaff -descarado</i>, es cosa linda ese <i>Sileno avinado, á quien no falta ni -su asno cuando el doctor esta ahí</i>, es de una mitolojia que hace -honor á la erudicion del escritor. Todo esto es la <i>telum imbelle, -since ictu</i> de un partido agonizante.</p> - -<p>—¿Porqué no se impide hablar á esos miserables?</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_86" id="Page_86">[86]</a></span></p> - -<p>—Doctor ¿habriais encontrado la piedra filosofal? Saber de -antemano lo que esas jentes dirán es un secreto que se busca -todavia; el único medio de evitar ese escándalo que os aterroriza -es enmordazar á todo el mundo: remedio heróico que mata á -las jentes para impedirles que vivan mal. ¿Es esa la medicina -que poneis en práctica? Esos pillos, direis son pagados para -ejercer un oficio innoble; abusan de la libertad, la prostituyen; -convengo en ello, pero ese abuso nos garantirá el uso de -nuestros derechos. Hay señoritas que abusan del derecho de -pasearse por las calles, ¿encerraremos por eso á nuestras mujeres -en un harem? Hay jentes que se matan por la glotoneria y -la borrachera, ¿nos sujetareis por eso al réjimen de Sancho en la -ínsula Barataria? Por miedo á un incendio, ¿prohibireis los -avios de encender y los fósforos? Por miedo á un asesino ¿nos -quitareis uno de los primeros derechos de los pueblos libres, -el derecho de tener armas? Toda libertad arrastra consigo -un abuso posible: toda fuerza y todo instrumento hace lo mismo. -Suprimir la libertad para evitar el abuso, impedir el bien -para impedir el mal, es hacerle el proceso á Dios mismo, y probarle -que no entendia jota de la creacion.</p> - -<p>—Si no podeis evitar la calumnia, esclamé, castigadla; inventad -suplicios terribles; herid al que me quita el honor como heris -al que me arranca la vida.</p> - -<p>—Teneis abiertos los tribunales, respondió Humbug; pero el -desprecio es una justicia mas pronta y mas segura. Mañana -los electores os vengarán de las injurias de hoy dia. ¿Es cierto -por otra parte que nos hayan calumniado? Por lo que á mí respecta -no me siento herido.</p> - -<p>—No sé lo que teneis en las venas, le dije, arrancándole -el diario de las manos. Oid como un anónimo cobarde se -atreve á tratar á un hombre de mi posicion y de mi edad, en -seguida os mostraré como se castigan semejantes infamias.</p> - -<p>Y con voz trémula de cólera leí lo que sigue:</p> - -<div class="blockquote"> - -<p>“El doctor es un triple necio: Es un necio de nacimiento á quien -treinta años de estudio han puesto mas necio todavia; no le faltaba mas -que un ápice de ambicion para perder el poco sentido comun que el -trabajo le ha dejado. Se conoce la locura de que padece este infeliz -que no vé mas allá de sus narices. Estúpido admirador del pasado, su -ideal es la vieja Europa; no vé nada mas bello que esas sociedades decrepitas, -donde la tradicion romana ó el despotismo de la administracion -ahoga toda independencia y toda vida. El sábio Smith, la gloria -de veinte academias desconocidas, es uno de esos tembladores que el -dia de la creacion, habria gritado: “Deteneos, mi Dios; vais á descomponer<span class="pagenum"><a name="Page_87" id="Page_87">[87]</a></span> -el Caos!” Se parece á esos conductores de los caminos de hierro -que dan la espalda al tren que los arrastra. No vé, no admira si -no lo que huye y desaparece en la sombra del pasado; no siente que -detras de él se levanta un sol y un mundo nuevo: el reinado del individuo, -el triunfo de la libertad. Que semejante momia se quede en su -gabinete de curiosidades y reciba la adoracion de los papanatas, nosotros -no iremos á molestarlo allí; pero á la gran luz de la vida pública, -¿qué harán esos ojos estinguidos, esa boca muda, ese brazo inútil? Lo -que necesita nuestra jóven y gloriosa república, son hombres de nuestra -época, banqueros que hagan avanzar la civilizacion creando dia á -dia nuevas empresas y acciones, oradores que nos guien hácia los destinos -magníficos que el porvenir nos reserva. Dejemos á los muertos -sepultar á los muertos; vengan á nosotros los corazones que se abren á -todas las grandes aspiraciones sociales, las cabezas que se ajitan con las -cuestiones palpitantes de la actualidad. Que los bobos y los flojos voten -por sus viejos ídolos, nuestros candidatos son los hombres que la -Europa nos envidia, el hábil y jeneroso banquero Little, el elocuente -y célebre abogado Fox!”</p> - -</div> - -<p>“Mañana la voz del pueblo, saliendo del escrutinio, como el trueno -que sale de la nube, proclamará por toda la América la victoria de los -elejidos de la Democracia: Viva Little, viva Fox!”</p> - -<p>—Bravo! dijo Humbug, estais picado doctor. Hé ahí un -bello trozo; nada que ataque vuestro carácter; bromas un poco -fuertes, es cierto; pero con cierto tacto, verbosidad, finura, -sin hablar del estilo á la moda. El mozo que ha escrito -ese trozo no es un imbécil.</p> - -<p>—Acompañadme á la oficina del <i>Lince</i>, dije á mi vez; y vereis -como un triple nécio cachetea á un mozo de injénio; es -una leccion que necesita ese señor.</p> - -<p>—¿Estais loco? esclamó el hombron levantándose de una -pieza. Si otro que yo os escuchára, os harian dar una fianza -de diez mil dollars ú os enviarian á la penitenciaria. ¿Nos tomais -por los Pieles-Rojas? ¿Sois cristiano? En las soledades -de Arkansas es donde los furiosos discuten revolver en mano; -en Massachusetts no hay mas venganza que la de la ley. En -un pueblo civilizado se habla mucho y se querella vivamente; -pero no se asesina á un rival, ni tampoco se bate uno con él.</p> - -<p>—Salvajes! esclamé, que no conoceis ni el punto de honor -siquiera!</p> - -<p>—Salvaje vos! repuso Humbug riendo. Verdaderamente, -doctor, la picadura os pone feroz. Matar á las jentes ó hacerse -matar por ellas ¿de qué puede servir eso á la causa de la -justicia y de la razon? Un duelo no aprovecha sino al médico -ó al sepulturero.</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_88" id="Page_88">[88]</a></span></p> - -<p>—¿Qué haceis entonces, señor, cuando sois cobardemente insultado -por un folletinista?</p> - -<p>—Mi querido doctor, respondió aquel candidato sin verguenza: -repito en voz baja ó en alta voz un proverbio turco, -cuya profunda sabiduría os recomiendo: <i>El que se pare á tirar -piedras á todos los perros que ladren tras de él, no llegará -nunca al fin de su viaje</i>. Con lo que, voy á ocuparme de mi -eleccion y de la vuestra; haced otro tanto por vuestra parte; -pronto olvidareis al <i>Lince</i> y su retórica.</p> - -<div class="poetry-container"> -<div class="poetry"> -<div class="verse"><i>Tu ne cede malis, sed contra audentior ito</i><a name="FNanchor_28" id="FNanchor_28"></a><a href="#Footnote_28" class="fnanchor">[28]</a>.</div> -</div> -</div> - -<p>Adios.</p> - -<hr /> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_89" id="Page_89">[89]</a></span></p> - -<h2 id="CAPITULO_XV">CAPITULO XV.<br /> -<span class="smaller">Un recuerdo de la patria ausente.</span></h2> - -<p>La llegada de mi mujer y de mis hijos dulcificó mi mal humor: -las noticias eran buenas. Alfredo y Enrique habian recorrido -todas las asambleas, recojiendo bravos y promesas. -Jenny y Susana habian visto á todas sus amigas. Doscientas -señoras, las mas respetables de la ciudad, llevaban al cuello -mi fotografia en un medallon: la eleccion estaba asegurada.</p> - -<p>La alegria de nuestra modesta comida concluyó de curar -mis heridas. Todos teníamos solo un corazon y un alma. Mi -Jenny estaba mas animada que en el bautismo de su primojénito. -He notado siempre que las mujeres son naturalmente ambiciosas; -un marido jóven y bello, pero que no es nada, no -tendrá nunca el arte de agradarlas largo tiempo; un marido -viejo, recibirá sus mas dulces caricias si la fortuna ó la gloria -corona sus cabellos blancos. Cuando al amor se une esa lejítima -ambicion, la mujer se hace entonces, en toda la belleza de -la palabra, nuestra verdadera mitad. Se vive, se piensa, se -sueña á duo, es la felicidad perfecta en la tierra, felicidad casi -desconocida en Francia, donde la moda priva á las mujeres de los -gustos sérios, de las pasiones jenerosas,—felicidad comun en los -Estados-Unidos, donde la opinion invita á las mujeres á tomar -parte. Susana era mas ardiente que su madre: era mi sangre! -no hablaba sino de mi eleccion. Es cierto que ella habia hecho -de Alfredo uno de mis mas grandes electores; ocuparse de -mí, era ocuparse de él.</p> - -<p>A la noche tuvo lugar una nueva demostracion electoral. -Todos los bomberos, de gran parada y llevando cada uno una -antorcha en la mano, desfilaron bajo nuestras ventanas, con -música á la cabeza. Los jóvenes de la ciudad vestidos con -uniformes y trajes diversos, los acompañaban con largas varas -coronadas de linternas. En medio de aquel cortejo, un inmenso -estandarte con un transparente iluminado mostraba á la multitud -absorta dos especies de diablo negros saliendo de las llamas -con dos rollos blancos. El nombre de Green y de Smith,<span class="pagenum"><a name="Page_90" id="Page_90">[90]</a></span> -escrito debajo de las figuras, daba un sentido humano á aquella -escena infernal, que aplaudian á su paso. La mujer y el niño que -habiamos salvado eran conducidas en una volanta tirada por -cuatro caballos blancos, y enteramente adornada con linternas -é inscripciones. Era una marcha triunfal, una procesion digna -de los bellos dias de Eleusis. De todas partes estallaban los -gritos, los bravos, y algunas veces tambien ciertos gruñidos, -ahogados inmediatamente por los hurrahs. La oposicion estaba -vencida y derrotada por la belleza de nuestras invenciones. Era -difícil que Little tratára de rivalizar con nuestras maravillas. -¿Qué podia pasear por las calles? ¿Accionistas arruinados? No -se seduce á un pueblo con ese espectáculo de todos los dias.</p> - -<p>A las diez, Jenny nos leyó la Biblia. Habiamos quedado -en el quinto capítulo de Daniel, es decir, en la historia del rey -Baltazar, y de la mano vengadora que escribió sobre la muralla -la sentencia de muerte: <i>Mané, Thecel, Pharés</i>. Era para Marta -una bella ocasion de profetizar; no dejó de hacerlo. De buen -ó mal agrado, me comparó á Nabucodonosor y me condenó á -<i>vivir con los asnos salvajes, y á comer la yerba de los campos, -como un buey</i>, si alguna vez olvidaba que el Altísimo tiene un -poder soberano sobre los hombres, y que instala sobre el trono -á quien le agrada. La leccion me parecia un poco fuerte para -un futuro inspector de calles; pero no hay quizá necesidad de -ser rey para tener el orgullo y la insolencia de Nabucodonosor. -¿Quién sabe si los empleados de Asiria no eran mas impertinentes -todavia que su magnífico soberano?</p> - -<p>Me burlé de la sibila; sin embargo estaba conmovido con aquella -candidatura, y demasiado conmovido para conciliar el sueño. -Así, apenas subí á mi cuarto, cargué una pipa con escelente tabaco -de Virjinia, y sentándome cerca de la ventana, traté de -adormecer mis sentidos agitados.</p> - -<p>La calle estaba desierta, y la luna iluminando con su pálida -luz las casas mudas y cerradas, aumentaba el misterio y la calma -de la noche: todo dormia á lo lejos; todo callaba. El único -ruido que turbaba aquel silencio universal, ó mas bien dicho -que lo hacia sentir mejor, era el tic tac de un <i>cuco</i> colocado á los -costados de mi cama. Arrullado por aquel canto monótono, embotado -por el humo del tabaco, dejaba correr mis ensueños, cuando -de repente el reloj se anunció. El rechinar de las poleas, el jemir -de las ruedas y de los correajes anunciaban que iba á dar la -hora. Me levanté para admirar aquella obra maestra de la relojeria -alemana. A mi llegada un gallo de madera pintado, trepado<span class="pagenum"><a name="Page_91" id="Page_91">[91]</a></span> -en lo mas alto del <i>cuco</i>, aleteó y lanzó tres gritos agudos. Debajo -del gallo se abrió bruscamente una puerta, mostrándome á -París, el Sena, y la casa municipal en 1830. La Fayette, con -peluca rubia, frac azul y pantalon blanco, abrazaba á la vez á -mi infante, un jendarme y una bandera tricolor sobre la que -se leia en letras de oro: <span class="smcapuc">LIBERTAD, ORDEN PUBLICO</span>. Once veces -sonó el reloj, y once veces el bravo La Fayette sacudió la cabeza -y movió su bandera; en seguida la puerta se cerró y el gallo -galo ajitó sus alas, gritó mas desapaciblemente que nunca, y la -vision desapareció.</p> - -<p>Aquel recuerdo perdido, aquella divisa olvidada hace tanto -tiempo, despertaron los sueños dorados de mi juventud. Cuánto -palpitaban nuestros corazones en 1830! Pobres ignorantes, no -sabiamos entonces que la libertad, como todas las queridas, aruina -y traiciona á aquellos que la aman. <i>Libertad, órden público</i>; -palabras terribles: <i>Mane, Thecel, Pharés</i> de los tiempos modernos! -Hé ahí el enigma que, cada quince años, la esfinje de las -revoluciones propone á la Francia, siempre pronta á devorar al -Edipo que no adivina. <i>Libertad, órden público</i>, se diria que -son dos enemigos inmortales, que, vencedores y vencidos á su -vez, se entregan á un combate sin fin, del cual somos nosotros -el premio. Llega un dia en que la libertad vence, el cielo resplandece -de alegria y de esperanza, pero bajo la máscara de aquella -divina sirena, es la anarquia la que triunfa, trayendo tras de sí -la guerra civil, atacando todos los derechos, amenazando todos -los intereses, haciendo retroceder de horror á un pueblo aterrado. -En el dia, es el órden público lo que se instala, sable en mano: -dando la paz, imponiendo el silencio, rompiendo bien pronto -la valla y deslizándose por su propio peso al abismo donde cae -todo poder que nada aconseja y que nada contiene. ¿De dónde -nace que hace setenta años que un pueblo honrado, bravo é injenioso, -no edifica sino ruinas, descontento y decepciones?</p> - -<p>¿Cómo es que en los Estados-Unidos, donde la libertad enloquece -todas las cabezas, donde nadie habla de órden público -la paz interior no es perturbada jamás? En aquella democracia -turbulenta, en aquella multitud entregada á si misma, sin policia -y sin jendarmes, ¿porqué no hay ni tumultos ni revoluciones? -La América no tiene como nosotros, cien mil funcionarios alineados -en batalla, una administracion admirable que dispone -todo; no tiene frente á esa organizacion compacta, un pueblo -docil, ordenado, ocupado, dirijido, reglamentado, y, sin embargo, -es tranquila y próspera. La libertad, garantida en su<span class="pagenum"><a name="Page_92" id="Page_92">[92]</a></span> -pleno ejercicio por la ley, castigada en sus escesos por la justicia, -hé ahí el órden público para los Americanos. Su espíritu limitado -no se ha elevado jamás hasta esa centralizacion tutelar -que hace nuestra unidad y nuestra gloria. En aquel pueblo primitivo, -no se ha separado la libertad del órden público, no se -la ha personificado, no la han rodeado de formidables reductos -y de cañones siempre cargados. Nada de administracion jerárquica, -nada de policía preventiva, nada de ordenanzas, nada -de funcionarios inviolables, nada de tribunales privilejiados. -Nada de esa sabia mecánica, que en las naciones civilizadas -rompe toda resistencia, y traba á todo individuo. La ley todo -poderosa, el ciudadano dueño y responsable de sus acciones, el -funcionario reducido al derecho comun, la administracion justiciable -ante los tribunales, solo el juez intérprete de la ley: hé ahí -todo el sistema. Es de una sencillez ridícula. No hay en aquel -embrion de gobierno sino leyes y jueces, y sin embargo, la -paz y la riqueza reinan por do quier. Es una estraña burla de -la fortuna que nuestros grandes políticos no han conseguido -esplicar todavia. ¿Cómo no se les ha probado ya á los americanos -que son felices contra todas las reglas, y que deben envidiarnos -nuestras revoluciones?</p> - -<p>Me dormí con estas bellas reflexiones.</p> - -<p>No sé cuanto tiempo hacia que descansaba, cuando me sentí -bruscamente sacudido por una mano vigorosa. A mi lado, sobre -mi cama, estaba un sarjento de jendarmeria. Su vista me -alegró. Un jendarme! Yo estaba en Francia, volvia á encontrar -á mi patria.</p> - -<p>—Arriba, arriba, señor Lefebvre, me gritó el sarjento, -con un acento gascon que apestaba á ajos desde lejos.</p> - -<p>Miré de cerca á aquel amable mensajero; su figura no me era -desconocida. Esa mirada, esa voz, esa risa sardónica,—era el -terrible espiritista, Jonatas Dream, mi enemigo. Al aspecto de -aquel traidor, mi gozo se cambió en terror.</p> - -<p>—¿Quién sois? ¿Qué quereis? pregunté yo. ¿Con qué derecho -entrais de noche en casa de un pacífico ciudadano?—Mi casa -es mi fortaleza.</p> - -<p>—Silencio, paisano, respondió el jendarme. No tengamos la -sinrazon de razonar con la autoridad, que no razona, puesto que -siempre tiene razon. Con lo que abrió su canana y sacó un -rollo de papel sellado.</p> - -<p>—Número uno, dijo: Al señor Lefebvre; á él en persona ó á -quien se diga serlo. Por haber tenido la imprudencia de criticar<span class="pagenum"><a name="Page_93" id="Page_93">[93]</a></span> -en un papel público á la autoridad municipal, á propósito del -empedrado de la calle: se le amonesta por primera vez, esperando -se corrija.</p> - -<p>—Vaya una cosa fuerte, esclamé. En lugar de advertirme, la -autoridad, haria mejor en dirijirme sus escusas y cambiar el empedrado.</p> - -<p>—Silencio, paisano, repuso el soldado. Como particular, no -niego que el empedrado sea inferior: acabo de levantar dos bestias -que se cayeron frente á esta puerta; pero como jendarme, -declaro que vuestra queja es tan indiscreta como importuna. Si -mi coronel me dijera: <i>Sarjento, mañana será de noche á medio -dia</i>, yo responderia: <i>Está bien, coronel</i>, y meteria en la sala de -policia al primer pilluelo que se atreviera á negarlo. La consigna -dice que el empedrado es bueno; luego debe ser bueno; -solo los malévolos por malicia culpable, pueden hacerse romper -la nuca intencionalmente.</p> - -<p>—Cómo, dije indignado, ¿no tengo el derecho de criticar la -autoridad que no hace su deber?</p> - -<p>—Al contrario, paisano, repuso el sarjento, quejaos; la autoridad -francesa ama bastante que se la censure; pero es necesario -ser político con ella. Vos no le habeis pedido permiso para -criticarla. Habeis estado grosero, querido amigo.</p> - -<p>—Amigazo, os respeto, pero raciocinais como una canana. La -autoridad ha sido hecha para nosotros, supongo, y no nosotros -para la autoridad.</p> - -<p>—Error colosal, amiguito, repuso el jendarme con un aire de -desprecio que me sublevó. Los que obedecen han sido hechos -para los que mandan; los que mandan no han sido hechos -para los que obedecen.</p> - -<p>—Pero nosotros somos la Francia, somos el pais.</p> - -<p>—El pais, amiguito, dijo el impasible sarjento, se compone -de mariscales, jenerales, coroneles, capitanes, tenientes, prefectos, -intendentes y otras casacas bordadas que yo respeto; el resto -es un ato de conscriptos y de contribuyentes que debe obedecer -y callarse....</p> - -<p>—¿<i>Sin murmurar</i>, no es esto? conozco esa cancion. Ah! si -tuviésemos justicia!</p> - -<p>—No tendríais administracion, paisano; seríais un Iroques, -como los ingleses y otros caníbales que hacen lo que quieren. -No tendríais el honor de ser un civilizado y un francés.</p> - -<p>—Número dos, continuó. Al señor Lefebvre, por haber tenido -la audacia de pasear de puerta en puerta su triste persona:<span class="pagenum"><a name="Page_94" id="Page_94">[94]</a></span> -significacion del señor Prefecto, que lo destituye de sus funciones -gratuitas de miembro de la oficina de beneficencia, esperando -mejor conducta.</p> - -<p>—Toda candidatura es libre, esclamé.</p> - -<p>—Sin duda, respondió el jendarme, es libre; pero con la autorizacion -de la autoridad.</p> - -<p>—Número tres. Al susodicho Lefebvre, por haber distribuido -ó hecho distribuir boletines electorales que llevaban su nombre, -ó el de ciertos <i>quidams</i>, igualmente desconocidos y escandalosos: -obligacion de comparecer de hoy en ocho dias hábiles, -ante los señores presidente y jueces que componen el tribunal -de policia correccional, para responder por el susodicho Lefebvre, -al delito de distribucion de impresos no autorizados.</p> - -<p>Cómo, ¿no puedo distribuir á mis electores el boletín que lleva -mi nombre?</p> - -<p>—Lo podeis todo, amiguito, respondió el jendarme,—con -autorizacion de la autoridad. Pero, como si no convenis en ello -¿os imajinais que la autoridad protectora y tutelar ha de dejar -hacer á los papanatas una tontera que dejeneraria en oposicion? -ojalá fuese yo el gobierno, os encerraria debidamente, esperando -mejor oportunidad!</p> - -<p>—Número cuatro. Al susodicho Lefebvre por haberse juntado -públicamente á una pandilla de <i>quidams</i>, reunidos en una -titulada asamblea electoral; lo que constituye un club, sino es -una sociedad secreta, obligacion de comparecer ante el susodicho -tribunal, para verse condenar á prision en virtud del artículo -291, del Código penal, esperando otra resolucion.</p> - -<p>—Número cinco. Al susodicho Lefebvre, por haber incitado -á su hijo menor á pronunciar en el susodicho club un discurso -incendiario contra la honorable y discreta persona de M. Petit, -candidato de la autoridad: obligacion de comparecer ante el susodicho -tribunal, como fautor, complice y ademas como civilmente -responsable del susodicho delito; esperando se corrija.</p> - -<p>—Qué ¿no tengo derecho para reunir mis electores, y no tienen -ellos el derecho de saber lo que piensa su representante?</p> - -<p>—Tienen todos los derechos, amiguito, respondió el sarjento, -pero siempre con la autorizacion de la autoridad. ¡Linda cosa, -seria que en una caserna dejáran á los soldados reunirse y gritar -sin permiso.</p> - -<p>—Pero nosotros no estamos en una caserna.</p> - -<p>—A palabras necias oidos sordos, repuso el jendarme. Sin -embargo, paisano, quiero condescender hasta ilustrar vuestra<span class="pagenum"><a name="Page_95" id="Page_95">[95]</a></span> -ignorancia profunda. Todo francés ha nacido soldado y ha sido -hecho para esperar la palabra de órden. Cuanto mas mandado -está, tanto mas contento se halla. Que no se altere la obediencia -que hace su alegría. Si yo fuera gobierno, colgaria á todos -los hablantines, esperando mejor oportunidad.</p> - -<p>—Número seis. Al susodicho Lefebvre, por haber cubierto -ó dejado cubrir las murallas con carteles insignificantes y criminales; -<i>item</i> por haber organizado ó dejado organizar una procesion -revolucionaria, y preparado una asonada inconveniente, -que habria estallado á no ser las precauciones y la vijilancia de -la policía, que siempre tiene abierto el ojo; obligacion de comparecer -ante el susodicho tribunal; para verse y oirse condenar á -las penas dictadas por la ley, esperando se corrija.</p> - -<p>—Por favor, sarjento, esclamé, por favor, señor jendarme! soy -víctima de un error. En Francia, sin duda, seré un gran culpable; -pero estamos en América, soy inocente. Lo que es un -crímen en Francia es un derecho en los Estados Unidos.</p> - -<p>—Hacedme merced de vuestros favores, respondió el inflexible -jendarme sacando de su bolsillo algo que parecian esposas. -Como particular, no tengo el corazon insensible, me lisonjeo de -ello, pero, en este momento, soy el órgano de la ley.</p> - -<p>—Entonces la ley es una fanfarronada.</p> - -<p>—Silencio, rebelde, basta de conversacion.</p> - -<p>Si se les escuchára, serian todos inocentes como un recien -nacido. Inocente ó no, <i>pekin</i><a name="FNanchor_29" id="FNanchor_29"></a><a href="#Footnote_29" class="fnanchor">[29]</a>, sospecho que eres sospechoso, -y por precaucion te apaño.</p> - -<p>Diciendo esto, me apretó el brazo con tal fuerza que lanzé un -grito de dolor. Ese grito me recordó. Gracias á Dios, era un -sueño.</p> - -<p>Encendí el gas para sacudir aquella pesadilla abominable. -Horror! en el fondo de la cama descubrí la sombra de un brazo -amenazante, y ese tricornio y ese pompon que hacen palidecer á -los mas atrevidos.</p> - -<p>Helado, temblándome el corazon, quedé inmóbil como un criminal -que espera la sentencia de muerte. En aquel momento -cantó el gallo del cuco, el gallo que hace huir á los malos espíritus -de la noche; me dí vuelta hácia la pared.... y lanzé una -carcajada. El brazo de que me espantaba, era el mio, ese tricornio -era la sombra de mis cabellos alborotados; ese terrible pompon,<span class="pagenum"><a name="Page_96" id="Page_96">[96]</a></span> -en fin, era la punta de mi.... No concluiré por respeto al -pudor de mis lectoras.</p> - -<p>Apagué la luz, y volviéndome á mi cama:</p> - -<p>—Oh jendarme, esclamé, bravo y leal soldado, corazon sencillo -y jeneroso, nadie mejor que tú representa el órden público -en un pueblo que no concibe la autoridad sino en uniforme, y la -paz sin una espada en la mano! Espanto del mendigante y del -vagabundo, remordimiento del cazador furtivo, conciencia del -hostelero y del vendedor de vino, relijion y moral del paisano, -brazo derecho del señor Intendente, órgano del señor Prefecto, -oh jendarme! yo te respeto y te amo; pero perdona las temeridades -de mi fantasia; yo quisiera que algun dia la miseria no -fuera ya un crímen; quisiera que la policía no impidiera el bien -que superabunda por evitar el mal, que no es mas que la escepcion; -quisiera que la libertad, devuelta á todos los ciudadanos, -arrojase de nuestras leyes delitos que no lo son; quisiera en fin, -(¡ho ministro de la autoridad no os encojais de hombros!) quisiera -que solo la justicia te impartiese órdenes, y que tu mision -vengadora se redujera á perseguir á los pícaros y á encarcelar á -los bandidos denunciados legalmente!</p> - -<p>Yo sé, oh sarjento! cuanto te hará reir esta utopia americana, -pero yo la lego al siglo vijésimo primero, como el pensamiento -que, algun dia, inmortalizará mi nombre. Entonces pido que -en mi ciudad natal, en medio de la plaza que reemplazará mi -calle y mi casa, se me eleve un busto imajinario encima de una -fuente sin agua, y que se grabe en ella la inscripcion siguiente:</p> - -<p class="center"><b>AL SOÑADOR</b><br /> -<span class="smcapuc">QUE<br /> -EN</span> 1862<br /> -<span class="smcapuc">PEDIA QUE LA JUSTICIA<br /> -SOLO TUVIERA<br /> -EL DERECHO DE ARRESTAR Á LOS CIUDADANOS<br /> -Y SOLAMENTE POR DENUNCIA LEGAL,<br /> -LA JENDARMERIA RECONOCIDA</span><br /> -14 <span class="smcapuc">DE JULIO</span> 2089.</p> - -<p>Y lego mi última pieza de cinco francos á la Academia de -inscripciones y bellas letras, con los intereses capitalizados durante -dos siglos, para que se redacte en <i>hebreo</i> en copto, sanscrito -y siriaco, una idea, que el frances mal inclinado de nacimiento, -no ha comprendido nunca, y que su idioma es impotente -para espresarla: <i>Sub lege libertas</i>.</p> - -<hr /> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_97" id="Page_97">[97]</a></span></p> - -<h2 id="CAPITULO_XVI">CAPITULO XVI.<br /> -<span class="smaller">La eleccion—El sábado.</span></h2> - -<p>Llegó al fin la famosa jornada del sábado 5 de Abril, que -debia hacer de un parisiense de la Chausée d’Antin, un miembro -de la administracion municipal de Paris en Massachusetts. -A las siete de la mañana, con un tiempo espléndido, se abrieron -ciento veinte escrutinios en medio de una calma solemne. A la -puerta de cada oficina se veian dos largas filas de electores, que -con una paciencia y una decision enteramente sajonas, esperaban -el momento de ejercer su derecho soberano. Habian cesado -las querellas, los enemigos de la víspera cambiaban bromas -y apretones de manos. Ante la resolucion de la mayoria todos -se inclinaban de antemano, reservándose tomar la revancha al -año siguiente.</p> - -<p>A medio dia se hizo el resúmen del escrutinio, la eleccion fué -proclamada. Green reunió 116,735 sufrajios contra 78,622 dados -á Little. Humbug obtuvo 146,327 votos, mientras que el -desgraciado Fox no tuvo mas que 18,124; en fin, á pesar de -algunos boletines disputados por escrutadores envidiosos, fuí -nombrado por 199,999 sufrajios. Jamás inspector alguno de -calles habia sido proclamado por una mayoria tan imponente. -El efecto que produjo en Massachusetts fue grande, y mayor -todavia en Inglaterra. Como el precio de los algodones acababa -de subir, el <i>Times</i> declaró que los Yankees eran salvajes que -no hacian elecciones sino á balazos, y sacó en conclusion que la -democracia era ingobernable. El viejo Pam repitió el mismo -tema en el parlamento: probó á los ingleses que eran el primer -pueblo del mundo, y que, por falta de una aristocracia hereditaria, -Jonatás no iba á la pretina de John Bull, verdad un poco -dura, que el honrado John Bull dirijió con su modestia ordinaria, -mientras votaba su mayor presupuesto.</p> - -<p>El amable Truth fué quien me anunció mi nombramiento; -sentia mucho, me dijo, no anunciar al público esta buena noticia, -pero, desde la víspera habia vendido su diario á M. Eugenio -Rose y se retiraba de la política.</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_98" id="Page_98">[98]</a></span></p> - -<p>—Haceis bien, le dije. Descansad, y largo tiempo, teneis necesidad -de ello.</p> - -<p>—Descansar no es palabra americana, me respondió con una -dulce sonrisa. Jóven ó viejo, enfermo ó sano, un Yankee trabaja -hasta la muerte: es el deber del hombre y del cristiano. -He seguido el consejo de Humbug, he vuelto á los estudios y -á los gustos de mi juventud. La iglesia congregacionalista de la -calle de las Acacias me invita á ser su pastor: he aceptado. Mañana -entro en las funciones.</p> - -<p>Periodista ayer, pastor mañana, sois un hombre universal; -cambias de profesion como de traje. ¿Qué sereis dentro de -seis meses?</p> - -<p>—Lo que quiera Dios, respondió el nuevo ministro. Si -Humbug estuviese aqui, él que ha sido á su vez plantador en -el Oeste, soldado en Méjico, abogado en Filadelfia, periodista -en París, y que mañana será majistrado, os diria con una de -sus citas favoritas:</p> - -<div class="poetry-container"> -<div class="poetry"> -<div class="verse">Homo sum, humani nihil á me alienum puto.</div> -</div> -</div> - -<p>Vos mismo, doctor, erais sabio el otro dia, bombero antes de -ayer, candidato ayer, sois hoy dia inspector de calles; el lunes -sereis médico. Me parece que cambiais de papel con bastante -facilidad. Hé ahí una de las grandes virtudes de nuestro bello -pais. En la vieja Europa se nace y se muere en la piel de un -personaje de comedia. Toda la vida es un soldado, juez, abogado, -mercader, fabricante, nunca hombre. No se tienen sino -las ideas estrechas y las preocupaciones de su oficio. Aquí, la -profesion poco importa, es el sobre todo que uno se pone y saca -segun las ocasiones: uno es hombre ante todo y en todas partes. -Ahí es donde está la raiz de esa igualdad que hace nuestra -gloria y nuestra fuerza. Clay era un molinero de Kentucky, -Douglas y Lincoln plantadores de Yllinois, el jeneral Banks, -el <i>muchacho de las canillas</i>, era un enfardelador de algodon; -todos han llegado á ser hombres, por que han trabajado y sufrido. -El que no ha hecho ensayos con la vida no sabe lo que -ella vale. La lucha contra las cosas hace la educacion de la -voluntad y la sabiduria del corazon. La aristocracia producirá -almas delicadas, refinadas, enfermizas; el imperio del mundo -pertenece á los advenedizos. ¡El porvenir es nuestro!</p> - -<p>—Truth, predicais á las mil maravillas. Cuando hablais -siento que teneis razon; pero, cuando os habeis marchado y reuno -mis recuerdos, vuestras teorias me dan miedo. Si yo tuviera<span class="pagenum"><a name="Page_99" id="Page_99">[99]</a></span> -la debilidad de escucharos, me hariais olvidar todo lo que mis -maestros me han enseñado. No importa, mañana iremos á escucharos. -Debe ser orijinal, un simple cristiano hablando á -sus hermanos y esponiéndoles el Evanjelio en el lenguaje de -todos los dias. No me imajino el cristianismo republicano.</p> - -<p>Al instante que Truth se separó de mi, vinieron á buscarme -para instalarme en mis nuevas funciones. Jenny, Susana, Alfredo -y yo saliamos en una hermosa calesa junto con Marta, que -tenia sin duda interés en vijilar mi orgullo; Enrique se puso al -lado del cochero, Zambo trepó tras del coche; dos vigorosos -trotones, como no se ven sino en América, nos llevaron á Montmorency, -punto estremo de mi jurisdiccion. Tuvimos que detenernos -mas de una vez; cada caminero estaba en su puesto, esperando -al nuevo jefe; aseguré á aquellas buenas jentes mi benevolencia -para con ellos, mientras mi mujer y mi hija prodigaban -sus mas graciosas sonrisas. Habíamos nacido para ser príncipes. -La sola cosa que me contrarió fué encontrar barreras de -distancia en distancia. Reconocí en esto esa mezquindad democrática -que hace pagar el servicio á los que aprovechan de él, -para librar de la contríbucion á los que no hacen uso de la -cosa; me prometí corregir aquel abuso, no conocido de la vieja -Europa, y establecer en todas partes una igualdad triunfante. -Por lo demas, este fastidio no llegaba hasta los magníficos ramos -que los receptores de barreras, y los camineros ofrecian á -Jenny y á Susana. El carruaje era una canasta; desaparecíamos -en medio de las flores. Se nos arengaba como á reyes. Aquellas -buenas jentes, que, seguramente, no sabian el hebreo, no dejaron -de comparar á mi Susana con el lirio de los campos. Jenny -se sonrojaba de placer, parecia una rosa esponjada. En -cuanto á Marta, era una peonia; se hubiera dicho que la sangre -iba á saltar de sus mejillas carmeses. Bufaba como un buey -al fin del surco. ¡Oh mujeres, vuestro verdadero nombre, es -vanidad! En cuanto á mi, muellemente estendido en un rincon -de mi carruaje, no me dejaba embriagar por aquellos humos de la -popularidad naciente; pero en mi alma, en mi conciencia, -encontraba admirables los caminos; maldecia al miserable <i>mancarron</i> -que la ante-víspera, habia tropezado en un empedrado -mal conservado por camineros tan galantes.</p> - -<p>Llegando á Montmorency, el cochero, sin haber recibido órdenes, -nos llevó derecho al hotel de la Rosa, en casa de Seth, hostelero -el cuácaro. Alfredo y Susana no hallaron compasion cerca -de aquel amigo de la bella juventud. En lugar de tratarnos como<span class="pagenum"><a name="Page_100" id="Page_100">[100]</a></span> -á enamorados, nos hizo pagar doble un almuerzo demasiado -malo. Reclamé; pero á su avidez natural, el hermano Seth -reunia el mas insoportable de los vicios que dá la civilizacion: el -pícaro era economista. Me hizo un sermon en tres partes, para -demostrarme que vivir bien y barato, es la miseria de los pueblos -sin comercio y sin industria, mientras que la carestia es la -muestra de la civilizacion mas avanzada, la poblacion reduciendo -la oferta, y la riqueza elevando la demanda. Llegará un -dia en que el último de los Rothschild será el único que se encuentre -en estado de pagar un huevo; ese dia marcará el apojeo -de la prosperidad universal. Pagué para economizar, por lo -menos tiempo y palabras. Guárdeme el cielo de discutir con -esos fanáticos que no tienen mas que una idea. Conozco á los -tales peregrinos. La Francia, sus arsenales, su marina, sus -ejércitos, su gloria, sus derechos, todo lo entregarian al Gran -Turco si él les prometiera la libertad........ de la carniceria.</p> - -<p>Eran las cuatro cuando nuestra caravana tomó de nuevo el -camino de París. Con gran sorpresa mia cerraban con barras -de hierro las puertas y las ventanas de la hosteria, como -si la casa estuviese de duelo. Era un modo singular de -festejar la aproximacion del domingo; pero en aquel pais, hecho -al reves de los demas, es prudente no asombrarse de nada. -El amigo Seth venia con nosotros á la ciudad; montaba un fornido -caballo, al que hacia sombra con su ancho sombrero. A -su lado sobre un jumento tordo, de larga cola, trotaba Marta, -erguida, derecha, severa y majestuosa como un carabinero. Eran -dos batidores que marchaban delante de nosotros para anunciar -á los transeuntes nuestra entrada triunfal.</p> - -<p>Encontré al pacífico cuácaro, en la primera barrera querellándose -con el receptor.</p> - -<p>—Os digo, gritaba este último, que no pasareis sino cuando -hayais pagado el derecho. Sois dos; necesito veinte y cuatro -centavos y no doce.</p> - -<p>—Amigo, respondia el hostelero, haces mal en calentarte la -sangre; eso no es de un hombre racional ni de criterio. Mira tu -tarifa, no me pidas mas de lo que la ley te permite exijir, de -otro modo te harás culpable del crímen de concusion.</p> - -<p>—Hé ahí la tarifa, repuso furioso el del peaje; leed vos mismo, -insoportable charlatan! Ocho centavos por caballo, cuatro -centavos por hombre; ¿está esto claro ó nó?</p> - -<p>—Muy claro, dijo el cuácaro; asi tomo por testigos á estas -respetables personas, que he pagado tus doce centavos.</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_101" id="Page_101">[101]</a></span></p> - -<p>—Y aquella mujer, dijo el receptor, señalando á Marta que -trotaba adelante.</p> - -<p>—Y bien, repuso Seth, con su imperturbable gravedad, esa -mujer no es un hombre, su jumento no es un caballo, luego -ella no te debe nada.</p> - -<p>Con lo que partió al galope, dejando atónito al encargado -del peaje.</p> - -<p>—Espero, dije al receptor, que levantareis un proceso verbal -contra de ese imprudente.</p> - -<p>No, señor inspector, respondió; perderíamos nosotros. Es -uno de esos pillastres astutos que haria pasar un carruaje con -cuatro caballos hasta por sobre nuestras leyes, sin ser nunca -multado. Tiene de su parte la letra de la tarifa.</p> - -<p>—El espíritu de la ley lo condena, repuse; su pretension es -absurda.</p> - -<p>—Entre nosotros, señor, respondió el buen hombre, la ley -no tiene espíritu. No se conoce sino el testo. Si el juez interpretára -la ley, se dice, seria lejislador; el derecho y el honor de -los ciudadanos no tendrian ya garantia.</p> - -<p>—Ignorantes! esclamé. ¿No les han enseñado ni el <i>a</i>, <i>b</i>, <i>c</i>, -de toda legislacion! Cuando hay duda en un asunto entre el -fisco y un particular ¿no aprovecha la duda al fisco, que representa -el interés general?</p> - -<p>—Nunca, señor, dijo el encargado del peaje. Siempre se sentencia -á favor del ciudadano. Es necesario que el señor fisco -tenga dos veces razon para ganar su proceso.</p> - -<p>—Qué hacer con semejante salvajismo? Me encojí de hombros -y dí al cochero la órden de continuar su camino.</p> - -<p>Al entrar á la ciudad creí que la habrian cambiado en mi ausencia. -Las calles y las plazas estaban desiertas; tras de nosotros -se estendian gruesas cadenas que impedian la circulacion. -Las ventanas ofrecian un estraño espectáculo: veíanse -en todos los balcones botas alineadas en batalla y presentando -las zuelas á los transeuntes, si es que habia transeuntes. -Siguiendo con la vista dos de aquellas botas; concluí por -apercibir unas piernas humanas, despues un cuerpo caido, -y en fin, un cigarro, cuyo humo azulado subia al cielo. No -podia esplicarme que delito se castigaba con tan cruel suplicio; -Zambo á quien interrogué diestramente, me enseñó que era el -placer ó la moda. Todos los sábados á la tarde, el Yankee trata -de darse una aplopejia; algunas veces llega á conseguirlo. -Cuánto mas prudentes no somos nosotros, los franceses, que en<span class="pagenum"><a name="Page_102" id="Page_102">[102]</a></span> -nuestras salas de espectáculos no nos esponemos nunca sino á -un principio de asfixia.</p> - -<p>Una vez en casa, me entraron deseos de concluir alegremente -aquel dia feliz; rogué á Susana y á Enrique que cantaran mi -aire favorito: <i>Lá ci darem la mano</i>, del D. Juan. Susana me -miró y palideció.</p> - -<p>—¿Qué tienes? hija querida, esclamé; ¿estás enferma?</p> - -<p>—Padre, respondió, vuestro pedido es lo que me aterra. -¿Quereis amotinar la ciudad bajo nuestras ventanas? ¿Quereis -perder nuestra reputacion? ¿Olvidais que ha principiado -el sábado y que nada debe turbar el reposo del Señor?</p> - -<p>—Buen Dios, me dije, ¿á caso al transportarnos á América, -el traidor de Jonathan nos habrá cambiado en judíos?—Perdon, -hija mia, dije á Susana, he sufrido una distraccion; los sucesos -del dia me hacen perder la memoria! Anda á buscar mi gran -Hipócrates, de la biblioteca; no me disgustará hacer descansar -mi cabeza leyendo un poco de griego. No hay nada mas refrescante.</p> - -<p>Por toda respuesta, Susana se sentó sobre mis rodillas, pasó -su mano por mi frente y me abrazó.</p> - -<p>Pobre padre, dijo, ¡cuán fatigado está! Ved, mamá, ha olvidado -que la noche del sábado no se lee sino la Biblia.</p> - -<p>Decididamente, yo era judio sin saberlo. Lo que me hizo -dudar un poco, fué que al abrir la Biblia de la familia, encontré -en ella los Evanjelios y pude leer en San Marcos que <i>el sábado -ha sido hecho para el hombre y no el hombre para el sábado</i>. -Esta palabra me hizo reflexionar, pero para no herir á nadie, -guardé para mí mis reflexiones, y dejando á las dos mujeres -sumidas en su piadosa lectura bajé al jardin.</p> - -<p>La tarde estaba hermosa, los árboles exhalaban la frescura -de su vejetacion naciente, el sol se ponia en una nube de oro: -todo invitaba á soñar.</p> - -<p>Me sentia cansado, entré en mi kiosco chino, me eché sobre -el divan y encendí un cigarro. Habia á un lado una butaca -rústica que no servia de nada, coloqué mis piernas en el respaldar, -y me apercibí para mi verguenza de que la moda americana -tenia mucho de buena.</p> - -<p>Descansaba oculto detras de las persianas del kiosco, los -ojos fijos maquinalmente en Zambo, que, en un rincon del jardin, -machacaba pedazos de asperon para limpiar los cuchillos. -El pobre muchacho estaba enteramente ocupado de su trabajo,<span class="pagenum"><a name="Page_103" id="Page_103">[103]</a></span> -cuando Marta salió de la cocina, como una araña que se lanza -sobre una mosca.</p> - -<p>—Hijo de Cham, dijo, quitándole el martillo de las manos, -¿qué haces ahí?</p> - -<p>—Vos lo veis, señorita Marta, rompo piedras.</p> - -<p>—Desgraciado, esclamó ella, violas el sábado! Zambo huyó -con aire lastimero, pasó cerca de mi retiro suspirando; en seguida -apercibiéndose de que el gato de la casa habia cojido un -pericote!</p> - -<p>—Cuidado, Pachá, le dijo resongando, si tú cazas ratas durante -el sábado, te colgará Marta el lunes.</p> - -<p>Reia todavia de la tonta figura del negro, cuando dos personas -vinieron á sentarse en un banco que estaba colocado delante -del kiosco, y tan cerca de mí; que no perdí una sola palabra de -sus discursos. Reconocí al amable Seth, que aprovechaba la soledad, -el sábado y la noche para hacer un sermon á la bella -Marta.</p> - -<p>—Querida hermana, decia con una gravedad grotesca y escuchándose -cada una de sus palabras, hay tres cosas que me -admiran sobre manera. La primera, es que los niños sean tan -bobos que tiren piedras y palos á los árboles, con el objeto de -bajar las frutas; si los niños se estuvieran quietos, llegaria dia -en que las frutas caerian por si solas. Mi segunda admiracion, -es que los hombres, en jeneral, y los americanos en particular, -sean bastante locos y bastante malos para hacerse la guerra y -matarse entre ellos; si se estuvieran quietos, todos se moririan -naturalmente. La tercera y la última cosa que me admira, es -que los jóvenes sean bastante irracionales para perder su tiempo -corriendo tras de las muchachas con quienes quieren casarse, -si se quedáran en sus casas é hiciéran fortuna, serian -las jóvenes las que irán en busca de ellos. ¿Qué dices á esto -Marta?</p> - -<p>—Seth, digo que tienes la sabiduria del rey Salomon, pero -que tambien tienes su vanidad.</p> - -<p>—Marta, esclamó el cuácaro con voz enternecida, tienes tanto -injenio como belleza.</p> - -<p>—Seth, respondió Marta, siempre sofocada, tú no piensas en -lo que dices.</p> - -<p>—Y tú Marta, repuso el otro, no dices todo lo que piensas.</p> - -<p>—Bravo! dije para mí; en América se aman. Es un modo -de aprovechar el sábado, que no se me habia ocurrido. Este -pueblo de mercaderes que todo lo calcula, y que no vive<span class="pagenum"><a name="Page_104" id="Page_104">[104]</a></span> -sino para enriquecerse, se ha condenado al descanso forzoso -una noche por semana, á fin de pagar en ese dia la deuda de la -juventud y del amor. Veamos como hará su declaracion Maese -Seth.</p> - -<p>Despues de mil rodeos, el cuácaro enamorado llegó á la palabra -que, segun todas las apariencias, era esperada hacia mucho -tiempo.</p> - -<p>—Marta, dijo lanzando un profundo suspiro, Marta, ¿me -amas?</p> - -<p>—Seth, respondió la buena cristiana, ¿no nos está ordenado -amarnos los unos á los otros?</p> - -<p>—Si, Marta, pero lo que te pregunto, ¿es si tú sientes por mi -algo de ese sentimiento particular que el mundo llama amor?</p> - -<p>—No sé que responder, balbuceó la tímida paloma; siempre -he tratado de amar igualmente á todos mis hermanos, pero, si -es necesario confesártelo, Seth, á menudo cuando me he replegado -sobre mi misma, he pensado que en esa afeccion jeneral, tú -tomabas mucho mas de lo que te pertenece.</p> - -<p>La confesion estaba hecha, no habia como desdecirse; oí, -así lo creo, un besote que sellaba los esponsales cuando Marta -lanzó de repente un grito de espanto y se trepó sobre el banco. -Un perro enorme, un terra-nova, habíase lanzado bruscamente -en medio del coloquio amoroso. Me levanté y apercibí en la -sombra los dientes blancos de Zambo. El tunante reia á carcajadas; -él era el que por vengarse de la cuácara, habia abierto la -puerta de la casa y lanzado sobre Marta aquel tercero importuno, -que la habia aterrado. Aunque me gustaba poco el cuácaro, -no pude dejar de admirar su firmeza y su dulzura. Lejos -de tener miedo del perro, le llamó y sacando de su bolsillo un -pedazo de azúcar, lo ofreció al animal, que se dejó fácilmente -seducir y acariciar.</p> - -<p>—Amigo, dijo el santo varon, hablando al perro que lo miraba -moviendo la cola, has venido á perturbarme en el momento -mas dulce de mi vida; otro que yo te hubiera castigado, -muerto ó habria tenido derecho de hacerlo; yo te haré ver la diferencia -que hay entre un cuácaro y la jeneralidad de los hombres. -Por toda venganza, me contentaré condarte un nombre feo.</p> - -<p>Con lo que halagando al perro que saltaba tras de él para obtener -un nuevo pedazo de azúcar, Seth condujo políticamente -al animal hasta la puerta; en seguida cerrando de golpe la verja, -gritó con todos sus pulmones: <i>¡Al perro rabioso! ¡al perro -rabioso!</i></p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_105" id="Page_105">[105]</a></span></p> - -<p>En un abrir y cerrar de ojos desaparecieron todas las botas -de las ventanas; millares de cabezas miraban y amenazaban al -enemigo; las piedras, los palos, los muebles llovian como granizo -sobre el animal; un tiro lo echó por tierra antes que llegára al -estremo de la calle; cayó para no levantarse mas, lanzando un -aullido que repercutió en lo íntimo de mi corazon.</p> - -<p>Furioso agarré á Seth por el cuello y lo eché fuera.</p> - -<p>—Miserable, le dije, no sé qué me contiene de gritar: <i>Al cuácaro -rabioso!</i> para hacerte matar como ese pobre animal.</p> - -<p>—Amigo Daniel, respondió maese Seth recojiendo su sombrero, -nos volveremos á encontrar.</p> - -<p>Y se marchó friamente.</p> - -<p>—Subid á vuestro cuarto, señorita, dije á Marta. ¿Qué haceis -á esta hora en el jardin?</p> - -<p>—Dios mio, señor, dijo ella sollozando, yo no hacia nada malo: -buscaba un yerno para mi madre!</p> - -<p>Me ahogaba de cólera: Ah! esclamé, cuántas jentes hay -que se dicen y que quizá se creen virtuosas que obran como -aquel cobarde hipócrita! Se tienen por hombres honrados y -santos por que no tocan á su enemigo, pero lo hacen á un lado, -dándole un feo nombre. Calumnia! calumnia! tú no eres -sino la forma del asesinato en los pueblos que hacen alarde de -su civilizacion: ¡Verguenza para los miserables que se sirven -de esa arma envenenada, siquiera sea para matar á un pobre -perro!</p> - -<p>Fatigado de mi elocuencia solitaria, me acosté, pero no sin -pensar en la triste jornada que me prometian para el dia siguiente -los primeros placeres del sábado naciente: Cuánto -echaba de menos la franca alegria de los domingos parisienses. -Franceses, esclamé, pueblo amable y caballeresco, deja á las -naciones groceras que se glorifiquen de su industria febril y de -su libertad fatigante. Arroja lejos de tí á esos indómitos demócratas, -á esos soñadores melancólicos, que si los escucháras, -harian de tí un rival del Inglés y del Americano. Amigo del -vino, de la gloria, y de las bellas, tu lote es el mejor. Deja el -imperio del mundo á esos trabajadores descoloridos que toman -la vida á lo sério; conserva tu incorrejible y encantadora lijereza. -Diviértete, francés; has la guerra y el amor; olvida el -mundo y la política; que si reflexionas, no volverás á reir.</p> - -<hr /> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_106" id="Page_106">[106]</a></span></p> - -<h2 id="CAPITULO_XVII">CAPITULO XVII.<br /> -<span class="smaller">Viaje en busca de una iglesia.</span></h2> - -<p>Al dia siguiente, me levanté al amanecer. Un hombre público -debe dar el ejemplo, y no me disgustaba hacer admirar á -los Yankees el celo y la vijilancia de su nuevo edil. Mi paseo -fué largo, el empedrado me pertenecia. Seguia con ojo celoso á -todos esos pasantes que encajonaban el paso en hilera como los -patos, y que cavaban un surco en mis veredas. La anarquía -reina en la calle; cada uno vá donde quiere y como quiere: es -un escándalo; no comprendo porque no se hace una ley para -obligar á las jentes á caminar segun el deseo del gobierno. A -la Francia, reina del órden y de la decencia, es á quien toca -correjir el último abuso.</p> - -<p>Al llegar á casa, ví á Zambo, vestido de negro como un <i>gentleman</i>, -con chaleco, corbata, medias y guantes de reluciente -blancura. Parecia una gaviota. Apenas me reconoció, corrió -á mí, ajitando impaciente los brazos.</p> - -<p>—Amo, gritó, todo el mundo está en los oficios: despachaos, -se os espera.</p> - -<p>Y me puso en la mano un gran libro forrado en zapa y cerrado -con broches de plata.</p> - -<p>—¿Las señoras están en misa? le pregunté.</p> - -<p>—¡En misa! dijo con aire asombrado. Mi ama es cristiana!</p> - -<p>—Imbécil! ¿acaso los católicos son turcos?</p> - -<p>—Amo, se dice que los papistas son como los paganos de -Africa; tienen sus <i>vaudous</i>.</p> - -<p>—Qué cosa es un <i>vaudou</i>?</p> - -<p>—Amo, es un buen diocesito que uno mismo se hace, y que -no es el verdadero buen Dios.</p> - -<p>—¿Sois bastante nécio, esclamé, para creer que los católicos -adoran á un ídolo? Eso queda para vuestros salvajes del Senegal.</p> - -<p>—Amo, dijo él abriendo tamaños ojos, los papistas rezan á -estátuas; yo los he visto con ambas rodillas dobladas ante -ellas.</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_107" id="Page_107">[107]</a></span></p> - -<p>—¿Y no habeis comprendido que lo que se invoca no son esas -piedras, sinó los santos, de los cuales las estátuas son la imájen?</p> - -<p>—No soy un sabio, amo, dijo el negro con aire contrito: -pero el ministro, que sabe todo, nos ha prevenido á menudo -que no hagamos lo que los papistas, que adoran ídolos.</p> - -<p>—Oh predicadores! esclamé, en todas partes sois los mismos! -Nada es mas fácil que conocer la fé católica: basta abrir un catecismo; -pero el ódio no quiere ilustrarse; lo que le es necesario, -es ultrajar la mas grande comunion del globo. Continuad -esa obra abominable, digna de vuestro padre, el diablo. No -seremos nosotros, los católicos, nosotros vuestras víctimas, los -que hagamos uso para vosotros de esas represalias terribles de -la calumnia. La verdad nos basta. Todos saben que Lutero -y Calvino son dos pícaros que, por ambicion y codicia, han -perdido al espíritu humano, embriagándolo de orgullo y de libertad. -La mentira ha enjendrado la reforma; la reforma -ha enjendrado la filosofia; la filosofia ha enjendrado la revolucion; -la revolucion ha enjendrado la anarquía; la anarquía -ha enjendrado............</p> - -<p>—Amo, dijo Zambo, incapaz de comprender mi santa cólera; -si los papistas son cristianos, tanto mejor, me alegro de ello.</p> - -<p>—¿Por qué tanto mejor?</p> - -<p>—Porque Jesucristo murió por todos aquellos que lo invocan; -él salvará á los papistas así como á los otros cristianos.</p> - -<p>—Zambo, amigo mio, le dije con un desden supremo por tanta -sencillez, vos no sereis teólogo jamás. Id á vuestra iglesia: -no os retengo. ¿Dónde están las señoras?</p> - -<p>—Mi ama, respondió, está en la iglesia episcopal<a name="FNanchor_30" id="FNanchor_30"></a><a href="#Footnote_30" class="fnanchor">[30]</a> con toda -la gran sociedad de la ciudad. La señorita está en el templo -de los presbyterianos.</p> - -<p>—¿Con su hermano, sin duda?</p> - -<p>—No, amo, con el hijo de M. Rose. M. Enrique está en la -iglesia de los baptistas.</p> - -<p>—Muy bien, dije lanzando un suspiro; y vos, Zambo, vais -sin duda á juntaros á Marta?</p> - -<p>—No, no, amo, esclamó: la señorita Marta es tunkeriana, yo, -soy metodista. Nosotros, los pobres negros, que los blancos -rechazan de sus templos, nosotros somos todos de la misma relijion.</p> - -<p>—Comprendo, teneis una iglesia negra y un cristianismo de<span class="pagenum"><a name="Page_108" id="Page_108">[108]</a></span> -color. Id, amigo mio, y orad al Cristo á vuestro modo. En -medio de esas sectas enemigas que se arrebatan los jirones del -Evanjelio, el Señor reconocerá á los suyos. Mientras que Zambo -se alejaba á grandes pasos, yo caminaba lentamente, con -la cabeza agachada. El descubrimiento que acababa de hacer -me aterraba. Mi casa, mi refujio en todos los sufrimientos, -no era sino una Babel,—la madriguera de todas las herejías. -El marido católico, la esposa anglicana, la hija presbiteriana, -el hijo baptista, la sirvienta cuácara, el doméstico metodista; -cada uno con una fé diferente y esperanzas contrarias! ¡Qué -confusion! ¡Qué anarquía! ¡Tenia el infierno en mi hogar! Y -sin embargo, Jenny me amaba con pasion, los niños no estaban -contentos sinó á nuestro lado, la servidumbre me respetaba: -yo no veia á mi alrededor sinó semblantes contentos y plácidos. -Cada uno leia la Biblia á su modo, cada uno tenia su símbolo -particular, y apesar de esto nadie reñia. En ninguna parte la -unidad, en todo el amor, y la concordia. Era un desmentido -dado á las ideas de mi infancia, un misterio que confundia mi -razon.</p> - -<p>—No, me dije, no consentiré ese desorden moral. Hay ahí -una paz mentida; esas flores me ocultan el abismo. Si esto continúa, -estoy perdido. En mi casa, ó todos piensan como yo, ó -se callan; necesito la uniformidad. No importa que yo sea un -cristiano mediocre; soy católico, en cuerpo y alma, en la Iglesia, -en el Estado, en la familia no debe reinar sino una sola ley, -una sola voluntad. Si es necesario, emplearé rigores saludables; -atemorizaré á mi mujer, amenazaré á mis hijos, espulsaré -á los sirvientes; sacrificaré todo por imponer la obediencia ó el -silencio. Soy Francés, ¡viva la unidad!</p> - -<p>En medio de aquellas sabias reflexiones pasaba el tiempo. -Daban las diez cuando entré á la calle de las Acacias. Era -una inmensa via que, en majestad y en lonjitud, no le iba en -zaga á la calle de Rivoli, con esta diferencia que, de cien en cien -pasos, un monumento griego, bisantino ó gótico elevaba altivamente -hácia el cielo su campanario ó su cruz. En un pais donde -cada uno se hace su relijion, es natural tropezar á cada paso con -una iglesia.</p> - -<p>No era fácil reconocerse en aquel dédalo. Me dirijí á una -buena mujer que caminaba cerca de mi, con su libro en la mano; -la rogué me indicára el templo de los congregacionalistas.</p> - -<p>—Nada mas fácil, querido señor, respondió la vieja con una -amable sonrisa. Es un poco lejos, pero con mis indicaciones<span class="pagenum"><a name="Page_109" id="Page_109">[109]</a></span> -llegareis sin trabajo. No hagais caso de las iglesias que estan -á vuestra izquierda; el templo de los congregacionalistas está á -vuestra derecha. Contad los campanarios, no podeis equivocaros. -La primera iglesia, añadió, con la volubilidad de una -mujer que recorre su rosario, la primera iglesia es San Pablo, -la capilla católica; la segunda, el convento de las Ursulinas; la -tercera, la iglesia episcopal; la cuarta, el convento de capuchinas; -la quinta pertenece á los baptistas, la sesta á los Holandeses -reformados; la sétima á los luteranos; la octava á los negros -metodistas; la novena es la sinagoga judia; la décima es el templo -chino. Vedla allí con su doble techo, y sus campanillitas. -Una vez allí, no tendreis mas que descender; encontrareis los -memnonitas; despues de los memnonitas, los Alemanes reformados, -despues de los Alemanes reformados, los amigos ó cuácaros, -despues de los cuácaros los presbiterianos; despues de -los presbiterianos, los moravos, despues de los moravos los -blancos metodistas; despues de los blancos metodistas; los unitarios, -despues de los unitarios los unionistas; despues de los -unionistas, los tunkerianos. Contad en seguida cuatro iglesias -la que se intitula por exelencia de los <i>cristianos</i>, en seguida -la iglesia libre, despues la de Swedenborg, y en fin, la de los -universalistas; tendreis por todo veinte y tres templos ó capillas; -el vijésimo cuarto monumento, que poco mas ó menos -está á la mitad de la calle, es la iglesia congregacionalista.</p> - -<p>Despues de haberme recitado esta retahila sin tomar aliento, -la hada me hizo una graciosa reverencia y continuó su camino.</p> - -<p>—Pardiez! me dije, si el diablo perdiera su relijion (supongo -que en el infierno tienen alguna razon para creer en Dios) la encontraria -en esta calle. Hé ahí un pais donde el ministerio de -cultos no debe ser una prebenda! En Francia, donde el Estado -no tiene mas que cuatro relijiones (no cuento la Arjelia), la -administracion tiene algunas veces sus horas dificiles; pero aquí -¿cómo se hará para repartir el presupuesto y poner en paz á -treinta Iglesias, que cada una tira por su lado, y que sin duda, -se celan y se escomulgan cristianamente? Es este un problema -que no me encargo de resolver. Viva la España! hé ahí un pueblo -fiel á la tradicion y que ha conservado los verdaderos principios! -El pais es un damero donde cada cosa tiene su casilla, -donde el cuerpo y el alma son igual y uniformemente administrados. -Gracias al matrimonio de la Iglesia y del estado, todo es -fácil. Se tiene un obispo lo mismo que se tiene un prefecto, un cura -lo mismo que se tiene un intendente; los funcionarios espirituales -ó temporales tienen su puesto señalado en los mismos cuadros<span class="pagenum"><a name="Page_110" id="Page_110">[110]</a></span> -y marchan al mismo paso. Nacimiento, bautismo, educacion, -comunion, conscripcion, confesion, impuestos, prensa, defuncion, -entierro, todo se dá la mano. La iglesia es la autoridad, -la autoridad es la iglesia. Se excomulga á los desertores -y á los periodistas, se condena á galeras á los heréticos. El -pueblo, ese eterno niño, es conducido de grado ó por fuerza, y -sin que él se entrometa, al punto que le han escojido, sin consultarlo. -Policia admirable que hacia la felicidad de la cristiandad -antes que el abominable Lutero hubiese desencadenado -al mismo tiempo la libertad relijiosa y la libertad civil, doble -peste de la que el mundo no se curará? Desde que se ha -dejado á los hombres el cuidado de su alma y de su vida, no -hay ya ni relijion ni gobierno.</p> - -<p>Llegué al convento de las Ursulinas, y entré. Encontrar -de nuevo el culto de mi pais, era aproximarme á la Francia de -la que me alejaba un hado celoso. La iglesia es otra patria; -por lo menos, el destierro no nos espulsa de ella.</p> - -<p>La capilla era pequeña, pero estaba ricamente decorada. En el -fondo del santuario, bajo un palio de paño rojo bordado de oro, -una madona de mármol tenia al niño Jesus en sus brazos, y lo -miraba con la ternura inefable de una Vírjen que acaba de dar -á luz al Salvador. Plantas raras, flores desconocidas, manojos -de lilas blancas rodeaban el altar que resplandecia de luces. -El órgano dejaba correr sus vagas armonías; el incienso se elevaba -en nubes atravesadas por un rayo de sol, mientras que -detrás de una reja, cubierta por una cortina, las relijiosas y las -niñas cantaban con voz dulce y lenta: <i>Inviolata, integra et -casta est Maria</i>. En un instante, y como en un sueño, volví á -ver mi juventud que habia huido, mis amigos que habian desaparecido; -cai de rodillas, y lloré. No, no es idolatría la relijion -que llega al corazon por los sentidos: ¿porqué, pues, nuestro -cuerpo no ha de servir al Señor lo mismo que nuestra alma?</p> - -<p>Salí del convento y entré á algunos pasos de allí en la iglesia -episcopal. Era la misa católica, menos bien dicha y peor cantada. -A la hora de la plática, un ministro subió á una larga -tribuna; tenia bajo el brazo un gran cuaderno que colocó delante -de él y comenzó á hojearlo lentamente. Era un manuscrito -de sermones para todos los domingos y todas las fiestas -del año. Cuando el predicador hubo encontrado el discurso -que buscaba, se puso sus espejuelos y en tono monótono comenzó -su lectura, en medio de la profunda atencion de la asamblea. -La que habia escojido, era la eterna encarnacion y la<span class="pagenum"><a name="Page_111" id="Page_111">[111]</a></span> -consubstanciacion del Verbo, uno de esos misterios que desafian -la intelijencia humana, y ante los cuales los fieles tienen -que inclinarse. Pero, nada espanta la audacia de un teólogo; -con un testo, una definicion y dos silojismos, convertiria á San -Pablo y suprimiria la fé.</p> - -<p>A juzgar por el silencio que reinaba, el auditorio estaba -edificado. Jenny tenia los ojos fijos en el lector y no perdia -una palabra. Se hubiera dicho que comprendia hasta las citas -latinas, griegas y aun hebraicas, de que la disertacion estaba -rellena; no creia que la escolástica tuviese tantos encantos. Yo -me marché despues del primer punto; tengo horror á esas discusiones -estériles. Si se me quisiera demostrar lo que es indemostrable, -me harian escéptico. Acepto el misterio; el me -rodea por todas partes. En la naturaleza como en mi alma, -siento el infinito que me invade, pero mi razon me dice que -puedo sentirlo y no conocerlo, yo que no soy sino un átomo -perdido en la inmensidad. Yo no veo la mano que me sostiene, -y que sostiene tambien los mundos; me abandono á ella y -la adoro. Para darse á nosotros, Dios no nos dice que lo comprendamos, -nos pide que lo amemos. Pasando por delante de los -Metodistas pensé en Zambo y entré por curiosidad. La reunion -era numerosa y estaba bastante animada. Las negras, -cubiertas de oro y de alhajas, ostentaban en los bancos la inmensa -anchura de su velámen y los torbellinos de sus miriñaques; -los negros cantaban con voz justa y quejumbrosa, alabando -á Dios con todo el ardor de los corazones amantes. El -ministro, un negro de elevada estatura y de figura respetable, -tomó la palabra y pronunció un sermon que me instruyó y me -conmovió. Donde habia recibido aquel negro la educacion -teolójica, lo ignoro; era un antiguo esclavo, que la bondad de -Dios, decia, habia rescatado de una servidumbre menos dura y -menos vergonzosa que la del pecado; pero aquel esclavo habia -sufrido y reflexionado: era un hombre! La vida le habia enseñado -lo que no se aprende en la escuela; su lenguaje enérjico -y familiar iba recto al corazon. Apercibíase uno de ello en -los estremecimientos del auditorio.</p> - -<p>Al comenzar, hizo el elojio del metodismo, relijion bendecida -del Señor, decía, á juzgar por las conquistas que hacía -cada dia. Enumeró estensamente el número de fieles y las riquezas -de las iglesias. Cuatro millones de comulgantes, doce -mil pastores, diez y seis mil templos, setenta y tres millones de -propiedades, tal era el fruto de un celo que no se dormia.<span class="pagenum"><a name="Page_112" id="Page_112">[112]</a></span> -A la vieja Europa, que somete la Iglesia al Estado y la tiene en -perpetua minoridad, él opuso la jóven América, que deja á los -cristianos asi el cuidado de su culto como el de su conciencia. -La libertad, decia, cuando está santificada por la relijion, hace -milagros que el viejo mundo, enterrado en sus preocupaciones, -no verá nunca. La Inglaterra, tan orgullosa de su opulencia, -corrompe sus obispos, rodeándolos de un lujo pagano, y degrada -á sus vicarios condenándolos á una miseria sin dignidad, -mientras que en las Iglesias vivas de los Estados-Unidos, la -jenerosa piedad de los fieles rodea de bienestar y de respeto á -un ministro que todo lo debe á su grey. Un príncipe se cree -un nuevo Constantino cuando por casualidad elije y dota -una capilla: solo los metodistas del Norte han construido cuatrocientas -cincuenta iglesias en el año de 1860. Los pobres -negros de la calle de las Acacias tratan mejor á su capellan que -lo que lo hacen los reyes de Occidente.</p> - -<p>—Pero, continuó con una mezcla de agudeza y de injenuidad, -ese ministro, tan bien rentado, debe pagar á los negros, que lo -han elejido, una deuda que los capellanes de los príncipes no -siempre chancelan. Esa deuda, es la verdad. Oid lo que la verdad -me obliga á deciros. El negro tiene el corazon fácil y la mano liberal; -eso es bueno, eso es cristiano, pero algunas veces lleva tan -lejos su jenerosidad, que pone en peligro su alma. Nunca, direis -vosotros, hemos oido semejante cosa. Se nos repite que el cristiano -espone su alma cuando cede á la avaricia, cuando se -abandona á la codicia; pero, ¿quién ha enseñado nunca que el -hombre se pierde por exeso de jenerosidad? Hermanos mios, -yo os diré cual es esa libertad pérfida; es la misma que poneis -en práctica en la iglesia en el momento en que escuchais el -sermon.</p> - -<p>Si yo condenase la cólera ó la coqueteria, la borrachera ó la -licencia ¿guardaria cada uno de vosotros para sí esta leccion? -¿se aprovecharia de ella?—Bien, diria uno de esos hombres que -se alimenta con aguardiente, reconozco ese retrato del bebedor; -es de Samuel, mi primo, de quien habla el ministro. Vaya -borracho, toma todo para tí. Bien, diria una de esas bellas Madianitas -que, por enriquecerse con un traje nuevo, impulsa á -su marido á mentir y á engañar. El ministro tiene razon de -desenmascarar los vicios de mis vecinas. Tomad señorita Debora! -Recojed, señora Ichabod! Todo es para vosotras, coquetas, -nada es para mí. Asi es, hermanos mios, que de mis palabras -vosotros no reservais nada para vosotros mismos; el primer<span class="pagenum"><a name="Page_113" id="Page_113">[113]</a></span> -tercio se lo dais al prójimo, el segundo á vuestros amigos, -el último á vuestro marido ó á vuestra mujer. Hé ahí el modo -como la enseñanza del Señor es estéril, ved como perdeis vuestra -alma por exeso de generosidad. Cristo es jeneroso, pero de -otra manera; es un avaro que toma todo para sí: nuestros pecados, -nuestras miserias, nuestras debilidades, nuestros sufrimientos; -por eso lo vemos sobre la cruz, con la cabeza inclinada, respirando -apenas como un hombre agoviado de dolor.</p> - -<p>¿Cuando, pues, hermanos mios, cuando le reclamaremos la -parte del peso que nos corresponde?</p> - -<p>¿Cuando aliviaremos de esa carga á nuestro Redentor y á -nuestro amigo, á Cristo, muerto por el esclavo y por el pecador?</p> - -<p>A este llamamiento la asamblea se arrodilló, y, en medio de -las lágrimas, una formidable <i>Aleluya!</i> se alzó hasta el cielo. -El movimiento fué admirable; me entristeció. No soy ni aristócrata -ni plantador; creo que el negro no es un mono, puesto -que tiene manos y que habla; pero, despues de lo que acababa -de oir, comenzé á sospechar que el negro era un hombre como -yo, y quizá mejor cristiano; este pensamiento me dió miedo. -¡Zambo, hermano mio! Jesu-Cristo muerto por esas cabezas crespas! -era mas de lo que podia soportar mi orgullo.</p> - -<p>—Si eso es cierto, decíame al salir, qué clase de crimen es -la esclavitud! Esa guerra cívil que arruina al Sud, ¿no será el -castigo con que Dios hirió á Cain?</p> - -<hr /> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_114" id="Page_114">[114]</a></span></p> - -<h2 id="CAPITULO_XVIII">CAPITULO XVIII.<br /> -<span class="smaller">Un chino.</span></h2> - -<p>Eran las once y media, Truth debia predicar á medio dia; -apresuré el paso para llegar á buena hora á la asamblea congregacionalista, -pero no pude resistir al deseo de visitar el templo -chino. Tenia curiosidad de ver como habian acomodado el -cristianismo los hijos de Confucio en un pais donde reina la -anarquia relijiosa, madre de todas las demas. Una voz secreta -me decia que un viejo pueblo gastado tendria mas tino y mas -sabiduria que la jeneralidad de los protestantes.</p> - -<p>Al entrar, lanzé un grito de disgusto. Estaba en una pagoda -budista frente á mi, en lo alto de una plataforma, en un nicho -tallado y torneado estaba un espantoso figuron de madera -pintado y dorado, con las piernas cruzadas. Era Buddha, con su -vientre enorme, su cabeza calva, su chichon en la frente, sus -grandes orejas y sus ojos tamaños. Cierto, soy liberal y me vanaglorio -de ello. Hace treinta años que estoy suscrito al -<i>Constitutionnel</i>, y no he cambiado desde entonces ni mas ni menos -que mi diario. Como el, y sin saber porque, odio al jesuita, -que es el distintivo de los espíritus fuertes; pero servirse de la -libertad para entronizar la idolatria, eso es demasiado! Acepto -el luteranismo, el calvinismo, el judaismo y hasta el islamismo, -con tal que no salga de Arjelia; pero ir mas lejos ya no es -liberalismo, es paganismo. Tanto valdria volver al culto de -Mithra.</p> - -<p>En la pagoda no habia sino dos niños, dos horribles chinitos, -colocados á cada lado de la plataforma. A la manera de -tostadores de café, cada uno de ellos daba vueltas á un cilindro -horizontal, orlado ó mas bien mechado de una multitud de papelitos. -Era un culto enteramente nuevo para mi.</p> - -<p>El ruido de mis pasos hizo salir de una celda vecina á una -especie de monje. Su túnica rojiza y remendada, sus piés desnudos, -su cabeza afeitada, sus ojitos torcidos, su cutis amarillo -y arrugado le daban el aspecto de una vieja disfrazada de capuchino;<span class="pagenum"><a name="Page_115" id="Page_115">[115]</a></span> -era un bonzo. Acercóse á mi, y sin hablar me tendió -un plato de madera; puse en él una limosna para librarme -de aquel mendigante.</p> - -<p>—Gracias, hermano, me dijo en escelente inglés. Que el divino -Fó,<a name="FNanchor_31" id="FNanchor_31"></a><a href="#Footnote_31" class="fnanchor">[31]</a> recompense tu caridad. Ojalá, que en la otra vida, -no renazcas jamás bajo las facciones de una mujer ó de un chacal.</p> - -<p>Y dejándome suspenso el bonzo con su singular bendicion -subió al altar, sacó de un pequeño armario algunos pedazos de -papel plateado ó dorado, y los quemó bajo la nariz del ídolo.</p> - -<p>—¿Qué haceis ahí? le pregunté.</p> - -<p>—Hermano, respondió, acabo de cambiar la moneda de diez -<i>centavos</i> en lingotes de oro y plata, y los he ofrecido al señor de -la verdad.</p> - -<p>—Vuestros lingotes son de papel, y no valen dos ochavos.</p> - -<p>—¿Qué importa? dijo el monje, Fó mira la intencion, no el -metal.</p> - -<p>—Ah! si nuestros ministros de hacienda fuesen Chinos! iba -á esclamar; pero guardé para mi esa refleccion temeraria, y pregunté -al bonzo que hacian aquellos niños, cuyo brazo era infatigable.</p> - -<p>—Ruegan por el mundo entero, respondió. En cada uno de -esos papeles está escrita la sílaba sagrada; y diciendo esto, se -prosternó gritando: OM! OM! OM! Cada uno de esos cilindros lleva -un millar de esas santas divisas y hace cincuenta revoluciones -por minuto, tres mil por hora, setenta y dos mil de sol á sol. Son -pues, ciento cuarenta y cuatro millones de oraciones, las que se -elevan cada domingo de solo este templo. Durante la semana -hay muchas mas, hago dar vuelta mis cilindros á el vapor; -pero el domingo, en este pais de infidelidad, hasta las máquinas -observan el sábado, y me veo reducido á las manos de estos -niños. Me dió horror la necia credulidad de aquel idólatra.</p> - -<p>—¿Cómo os sufren en una tierra cristiana? esclamé. Si existiera -todavia la fé en Israel, haria mucho tiempo que os habrian -esterminado, sacerdotes de Baal.</p> - -<p>—Porqué no nos han de soportar, respondió el bonzo con -voz tranquila; la libertad es como el sol, luce para todo el mundo. -Los Americanos envian misioneros á la China ¿porqué los -Chinos no han de enviar misioneros á América? Dicen que la -Francia ha hecho la guerra al hijo del Cielo solo por vengar la<span class="pagenum"><a name="Page_116" id="Page_116">[116]</a></span> -muerte de algunos frailes legalmente asesinados por nuestros -mandarines; agregan que ha restablecido en Pekin la iglesia católica -cerrada tanto tiempo há; maldigo la sangre derramada -por ambas partes, mi relijion tiene horror al asesinato y no conoce -mas armas que la paciencia y la dulzura; pero bendigo la -libertad conquistada, y pido que les haga tan buen provecho -á los chinos como á los franceses.</p> - -<p>—¿Una pagoda en los campos Eliseos?</p> - -<p>¿Figurones oficiales?—Buen hombre, estais loco: en Paris, no -necesitamos Chinos. Tenemos bastantes........ de porcelana.</p> - -<p>—Me parece, continuó el monje con una calma ridícula, que -los derechos son recíprocos. Si es bello, si es justo abrir una -capilla en Pekin ¿porqué ha de ser injusto abrir una pagoda en -Paris, y predicar libremente la libertad?</p> - -<p>—Bonzo estúpido, esclamé arrebatado por un celo santo; ¿te -atreves á hablar de verdad? ¿No sientes que tu doctrina es una -mentira, y tu culto una idolatría? Si lo ves, eres un charlatan á -quien es necesario castigar; si no lo ves,—el primer deber del -Estado, es cerrarte la boca, para que con tu ignorancia no le -eches á perder sus súbditos. La libertad del error, es la libertad -del veneno, de la tea y del puñal; solo la verdad tiene el -derecho de hablar.</p> - -<p>—Yo creia, dijo el Chino, que en Francia y en Inglaterra habia -muchas iglesias cristianas, y hasta sinagogas judias.</p> - -<p>—Sin duda, que en Francia mismo el Estado paga todos -los cultos reconocidos; porque la Francia, has de saberlo buen -hombre, está á la cabeza de la civilizacion, ya se trate de libertad -relijiosa como de todas las demas libertades.</p> - -<p>—El estado, continuó el bonzo, ¿reconoce entonces tres ó -cuatro verdades relijiosas que se combaten y destruyen mutuamente? -Para los cristianos, por ejemplo, Jesus es un Dios: ¿qué -es para los judios?</p> - -<p>—Amigo mio, dije á aquel bárbaro, tengo lástima de tu ignorancia. -Si tu pudieras comprender lo que es la verdad oficial, -sabrias que ella vive de contradicciones. Es el sueño de Hegel -realizado. La tésis y el antítesis se mezclan y se confunden en -una sintesis admirable.</p> - -<p>El bonzo abrió sus pequeños ojos y alzó la cabeza hácia el cielo. -Era visible que las grandes concepciones de la Europa civilizada -no podian entrar en aquel estrecho cérebro. Hubiera creido -que habia menos distancia entre un filósofo aleman y un Chino. -Reproduje mi demostracion bajo otra forma, es decir que cambié<span class="pagenum"><a name="Page_117" id="Page_117">[117]</a></span> -las palabras, sin inquietarme de las cosas: es el verdadero -modo de adelantar una discusion.</p> - -<p>—La verdad que proteje el Estado, dije al infiel, no tiene -nada de comun con la verdad vulgar. Es una verdad grande, -comprehensiva, que abraza todas las comuniones nacidas de -la Biblia, nuestro libro sagrado. El judaismo, el cristianismo -y hasta el islamismo son ramos de aquella relijion primitiva, -tan antigua como el mundo y que tiene de su parte el número, -la moral, la civilizacion. Fuera de esas Iglesias, que se dividen -el universo, no hay sino idolatría y barbárie. Convertiros á cañonazos, -es nuestro derecho y nuestro deber. La verdad jermina -en los surcos sangrientos que abre la guerra; el Dios de -los cristianos es el Dios de los ejércitos, <i>Dominus Sabaoth!</i></p> - -<p>—Tú no eres Yankee, esclamó el fanático, cuyo ojos brillaron -de repente con un resplandor estraño. Te observo desde que -estás aquí. En la figura del Sajon hay algo del toro y del lobo; -en la tuya hay algo del mono y del perro. Tienes miedo de -la libertad, hablas de lo que no sabes y haces frases. Tú eres -Francés!</p> - -<p>Y viéndome mudo de sorpresa:—¿Te atreves, dijo, á hacer -del número la prueba de la verdad?—El número, le tenemos de -nuestra parte. ¿Cuántos sois vosotros los católicos? Ciento -treinta millones. ¿Cristianos? Trescientos millones á lo mas. -Nosotros somos quinientos millones de budhistas; nuestra fé se -estiende de Kamschatka hasta el mar Blanco, ella dulcifica las -tribus salvajes, encanta á los Chinos y á los Japoneses, es decir, -á pueblos civilizados ya, en un tiempo en que la Europa era un -bosque y la América un desierto. ¿Hablas de antiguedad? Pero -¿sabes acaso que en tiempo de Alejandro el budhismo habia tenido -ya sus concilios, y que las inscripciones del rey Azoka, grabadas -en las rocas de la India predicaban al universo la limosna -y el sacrificio? ¿No sabes que el judaismo es una reforma de -la relijion alterada por los bracmanes, y que los Vedas, los libros -santos de nuestros antepasados, remontan á los primeros -dias del mundo?—Dejemos á un lado el número y la duracion: -son quizá accidentes felices. ¿Cuál es la relijion que ha predicado -primero la pobreza voluntaria, la abnegacion y la caridad? -¿Ignoras tú que Fó ha tenido quinientas cincuenta -existencias, y que en cada una de esas encarnaciones se ha sacrificado? -El se ha convertido en cordero para el tigre, en paloma -para el halcon, en liebre para el cazador hambriento. ¿No -has leido la historia de Vesavantara, dando por caridad sus<span class="pagenum"><a name="Page_118" id="Page_118">[118]</a></span> -hijos y su mujer? ¿No somos nosotros la única comunion que -por horror al asesinato, se abstiene de la carne y de la sangre -de los animales? ¿Yo, no tengo un filtro ahí para beber mi agua, -á fin de economizar la vida de algun arador invisible? De vosotros -los cristianos se dice, que vuestra historia relijiosa no es -sino una série de querellas, de guerras y de carnicerias. Víctimas -hoy dia, mañana sois verdugos. Entre nosotros, los budhistas, -no hay sino mártires. En dos mil cuatrocientos años, -nuestra sangre ha sido derramada mas de una vez, se nos ha -espulsado de la India; pero nuestras manos se han conservado -puras. No tenemos nada que borrar de nuestros anales; ¿qué relijion -puede decir otro tanto?</p> - -<p>—Vuestro Evanjelio anuncia una doctrina admirable; lo sé -y no juzgo de la fé de los cristianos por su conducta. Las palabras -y los sufrimientos de Cristo me han conmovido hasta lo -íntimo del corazon. Pero me han criado en otras ideas: me he -consagrado hace veinte años á una vida de pobreza que me sostiene -y me consuela. Como vosotros, los cristianos, he conservado -la fé de mis padres; como vosotros, no puedo acusar á mis -abuelos ni de mentira ni de error. ¿Cuál de nosotros se engaña? -¿Cual de nosotros tiene la verdad de su parte? Lo ignoro, y no -deseo sinó ilustrarme. Concluyamos con el reinado de la violencia, -acabemos con la ignorancia y el desden; demos pleno -curso á todas las creencias; dejemos á la razon hacer la obra que -Dios le ha confiado.—A la luz del dia desaparecen todas las -sombras. Abandonada á si misma, la relijion que venga de -los hombres se deshará como la nieve: la que venga del Cielo -se elevará como una encina y cubrirá la tierra con sus ramas. -Abrid el mundo á la palabra: tengo fé en la libertad; porque -tengo fé en la verdad.</p> - -<p>—Tú no eres sino un Chino, le dije; y alejándome con un paso -majestuoso, dejé á aquel miserable confundido con mi superioridad.</p> - -<hr /> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_119" id="Page_119">[119]</a></span></p> - -<h2 id="CAPITULO_XIX">CAPITULO XIX.<br /> -<span class="smaller">Un sermon congregacionalista.</span></h2> - -<p>Cuando llegué á la asamblea, aun no habian comenzado los -oficios. Nada hay tan triste como un templo protestante. Solo -bancos de encina, ensambladuras que oscurecen los muros; nada -de cuadros, nada de flores, nada de luces; algo descolorido y de -melancólico que hiela los sentidos. Diríase que es un culto -hecho para los ciegos. Me engaño, habia un adorno: era un -gran carton sobre el cual estaba escrito con cifras enormes el -número 129.</p> - -<p>La iglesia estaba llena; pero de una multitud muda. Inmóvil -en su asiento y absorto en su libro negro, cada fiel oraba, -como si estuviera solo en el mundo con Dios. Nada de ruido, -ni de sillas que se mueven: nada de ese encantador cuchicheo y -esas reverencias entre las damas, que se felicitan de hacer admirar -su piedad y su vestido; nada de ese desórden amable que -hace que nuestras iglesias se asemejen á un salon de buena sociedad: -aquello era el silencio de un bosque.</p> - -<p>Por fin el Ministro entró. Una armonia mas suave que el -suspiro del viento sobre la ola alzóse inmediatamente de todos -los bancos. Hombres, mujeres, niños, todos cantaban con toda -el alma, con un ardor y un ímpetu infinitos. Por vez primera, -sentí, que la forma natural de la oracion, es el canto. -Admirado de mi silencio, un vecino me mostró con el dedo la -cifra misteriosa y me ofreció su libro de cánticos en el que estaba -marcada la música. Se cantaba el salmo 129, ó mejor dicho, -una imitacion cristiana de esa plegaria sublime que la -Iglesia católica ha adoptado para los oficios de los muertos.<span class="pagenum"><a name="Page_120" id="Page_120">[120]</a></span> -Para llamarla por su nombre, era el <i>Deprofundis</i>, grito de esperanza -y de amor, cuya costumbre nos oculta su belleza.</p> - -<div class="poetry-container"> -<div class="poetry"> -<div class="verse">N’entends-tu pas mes cris au fond de cet abîme?</div> -<div class="verse indent2">O mon Dieu, je meur loin de toi!</div> -<div class="verse">Écoute-moi, Seigneur je confesse mon crime,</div> -<div class="verse indent2">Pardonne-moi! pardonne-moi!</div> -<div class="verse">Si d’une exacte main tu calculais l’offense,</div> -<div class="verse indent2">Qui subsisterait devant toi?</div> -<div class="verse">Mais c’est toi qui toujours nous offre ta clémence,</div> -<div class="verse indent2">Aussi je m’assure en ta foi.</div> -<div class="verse">Oui! je prends pour appui ta parole éternelle,</div> -<div class="verse indent2">Mon âme espère ton amour;</div> -<div class="verse">Et je l’attends, mon Dieu! comme la sentinelle</div> -<div class="verse indent2">Attend la naissance du jour.</div> -<div class="verse">Courage donc, mon âme! Il est là-haut un père</div> -<div class="verse indent2">Qui te regarde en ta prison;</div> -<div class="verse">C’est lui qui d’Israêl rachète la misère,</div> -<div class="verse indent2">C’est lui qui paiera ta rançon.<a name="FNanchor_32" id="FNanchor_32"></a><a href="#Footnote_32" class="fnanchor">[32]</a></div> -</div> -</div> - -<p>Concluido el canto, Truth tomó la palabra.</p> - -<p>De Maistre tiene razon en definir así al ministro protestante: -<i>Es un caballero vestido de negro que dice cosas bastante honestas</i>; -jamás hombre alguno ha tenido menos apariencia sacerdotal -que mi pobre amigo. Ni traje que lo distinguiera de su -grey, ni tribuna alta que le permitiera dominar el auditorio: -hablaba de pié, con una familiaridad enteramente fraternal. -Hubiérase dicho que exprofeso se rehusaba los recursos de la -elocuencia. Esa voz que truena y que se dulcifica, ese brazo que -llama la venganza ó invoca el perdon, esas manos juntas levantadas -hácia el Cielo, esos ojos que buscan á Dios y se iluminan -á su vista, todas esas bellezas del arte cristiano, Truth las ignoraba. -Apenas movia la mano, apenas alzaba la voz, y sin embargo, -habia en aquella palabra sencilla no sé que armonia que -conmovia todas las fibras del corazon. Jamás ese velo del lenguaje -que oculta siempre la idea, fué mas leve ni mas diáfano. -No era todavia un orador lo que se oía; era un hombre y un -cristiano. Según una frase banal, Truth hablaba <i>como todo el -mundo</i>, es decir, como cada cual quiere hablar: y como nadie lo<span class="pagenum"><a name="Page_121" id="Page_121">[121]</a></span> -hace. Pertenece solo á las grandes almas el espresar familiarmente -los grandes pensamientos. El arte, que no es mas que -una imitacion, no puede ir hasta allí.</p> - -<p>Hé aquí, poco mas ó menos cual fué su discurso. ¿Pero cómo -describir el tono de aquella voz conmovida? Las palabras se -hielan en el papel: son flores marchitas que pierden el color y el -perfume. Ensayemos sin embargo de dar una idea de aquella -enseñanza, que me hizo una impresion profunda, tanto mas, -cuanto que en aquel modo libre de tratar el Evangelio habia -una audacia y una novedad, que me sorprendieron y asustaron.</p> - -<div class="blockquote"> - -<p class="center larger"><span class="smcap">Juan XVIII</span>, 37, 38.</p> - -<p class="smaller"><i>Entónces Pilatos le dijo: “¿Conque tú eres rey?” Respondió Jesus: “Y si es como dices, yo soy -Rey.” “Yo para esto nací y para esto vine al mundo, para dar testimonio de la verdad: todo -aquel que es de la verdad, escucha mi voz.”—Pilatos, le dice: ¿Qué es la verdad? Y cuando esto -hubo dicho, salió......</i></p> - -<p class="salutation">CRISTIANOS, HERMANOS MIOS:</p> - -<p>Entre los nombres que Cristo ha tomado sobre la tierra, no hay ninguno -que aparezca tan amenudo como el de <i>Verdad</i>. Delante de Pilatos, -en la hora suprema, Jesus se declara Rey; pero de un reino que -no es de este mundo, el reino de la verdad. La víspera de su muerte, -en su última comida con los discípulos, les deja en adios esta gran palabra: -<i>Yo soy el camino, la verdad, y la vida. Nadie viene al Padre -sino por mi</i><a name="FNanchor_33" id="FNanchor_33"></a><a href="#Footnote_33" class="fnanchor">[33]</a>. En otros términos, si queremos traducir á nuestras -lenguas modernas aquella forma hebraica: <i>Yo soy la verdad viva que -conduce á Dios</i>.</p> - -<p><i>La verdad viva</i> ¿comprendeis el sentido y el alcance de esas palabras? -¿No hay muchos entre vosotros para quienes la verdad no es mas que -la relacion de las cosas entre ellas, una ecuacion, una cifra, una abstraccion? -No es para algunos, solo una palabra vacia de sentido, un sinónimo -de la opinion que cambia y se destruye sin cesar? Cuántos son -los sábios que espontáneamente dirian con Pilatos “<i>¿Qué es la verdad?</i> -¿La paradoja de ayer, el error de mañana?” Lo único cierto es el interés -de la hora presente. Agradar al César, gozar, y no preocuparse -del dia siguiente, es la suprema filosofia de las jentes que cuentan morirse -enteros. No consintamos esa vuelta del escepticismo pagano. Seria -condenar nuestro espíritu á la servidumbre, nuestro corazon á todas -las corrupciones, á todas las cobardias. Como en los primeros dias del -Evanjelio <i>busquemos la verdad, la verdad nos emancipará</i><a name="FNanchor_34" id="FNanchor_34"></a><a href="#Footnote_34" class="fnanchor">[34]</a>.</p> - -<p>Cuando la locomotora atraviesa nuestras calles arrastrando tras de -ella un largo convoy, ¿por qué os haceis á un lado al oir la campana -que anuncia su paso? Porque os han enseñado que esa masa que avanza<span class="pagenum"><a name="Page_122" id="Page_122">[122]</a></span> -os aplastaria con toda la fuerza de su peso, multiplicada por su lijereza. -Hé ahí una verdad científica que para vosotros no es mas que una -abstraccion. Ella se ha convertido en una conviccion enérjica que guarda -y salva vuestro cuerpo. Esa conviccion es ahora parte de vosotros; -ella vive como vosotros.</p> - -<p>En esta ciudad, que se gloria de su civilizacion, hay millares de hombres -que se embrutecen y se matan por la locura del alcohol. ¿Por qué -hermanos mios, no os abandonais á esa pasion, mas terrible, pero menos -culpable que otros vicios de que os sonrojais? Es porque sabeis -que el alcohol es un veneno que no perdona. La ciencia os sirve de virtud, -Hé ahí una verdad mas, fisica y moral á la vez, que una vez que -ha entrado en vuestra alma, se identifica con vosotros.</p> - -<p>¿Es esto todo? No conoceis nobles corazones para quienes la lujuria, -la ambicion, la avaricia, son mas repelentes aun que la embriaguez? -Preguntádselo al padre á quien han robado el honor de su hija; preguntádselo -á la madre cuyo hijo ha perecido en alguna rejion lejana, -preguntádselo al hombre que le disputa á la usura, la vida de su mujer -y de sus hijos? Esas pobres víctimas, odian por experiencia el vicio que -han sufrido; otras hay mas felices, deben á la educacion toda su ciencia. -La piedad de una madre; la abnegacion del maestro, es lo que -les ha inspirado el instinto que las salva. Hé ahí una verdad viva -mas, verdad que confesamos por nuestros remordimientos, en el momento -mismo en que rehusamos escucharla.</p> - -<p>En nuestra república hay patriotas que resisten á los caprichos de la -multitud. ¿Es esto orgullo, cálculo? No, con tal que domine, el orgullo -se acomoda á todas las bajezas; el interés encuentra su conveniencia -en plegarse bajo el viento. Pero una alma pura, un espíritu ilustrado -vé de mas alto y de mas léjos. Hombre ó pueblo, quien dice -despota, dice un amo cuyas pasiones se descadenan, y que no puede -escapar á los bajos apetitos de los que lo rodean y lo engañan. Guerras -criminales, gastos locos, corrupcion en lo alto, miseria é ignorancia en -lo bajo, hé ahí los frutos de todo poder sin freno, el flajelo de toda fuerza -que nada modera! El que esto sepa no descenderá jamás al oficio -de adulador. La verdad aisla y consuela en su soledad á las almas que -no pueden envilecerse.</p> - -<p>Esas son, direis, vosotros, viejas máximas que andan por todas partes. -Hace mas de veinte siglos que las enseñan en la escuela; y el -mundo no anda mejor. ¿Por qué? Es que en los libros de donde se la -deja, la verdad está muerta; dadle vuestro corazon, uníos á ella; y -vivirá. Se hará vuestra conciencia, vuestro honor, vuestra salud. El -espíritu es como el cuerpo: no se alimenta con palabras; necesita la -sustancia de las cosas. Arrojar la libertad á un pueblo esclavo, es -confiar á niños una arma que hará esplosion en sus manos. ¿Por qué? -Porque el respeto de sí mismo y el de otro, el sentimiento del derecho, -el amor de la justicia, esas condiciones esenciales de la libertad, no son -artículos de ley; no se decretan. Son virtudes que el ciudadano adquiere -á fuerza de paciencia y de ejercicio. Mientras que la libertad -no viva en las almas, no será sino <i>un bronce sonoro y una cimbala<span class="pagenum"><a name="Page_123" id="Page_123">[123]</a></span> -estrepitosa</i>; cuando haya penetrado en nosotros hasta la médula de los -huesos, ni la perfidia ni toda la furia de los tiranos podrán arrancarla.</p> - -<p>Hay pues verdades vivas que están á la vez en el corazon y en nosotros. -Ellas son las que nos ponen en relacion con la naturaleza y -nuestros semejantes. Al revelarnos las leyes del mundo físico, nos lo -someten; en cada hombre que piensa como nosotros, ellas nos hacen reconocer -á un amigo y á un hermano. Pero esta luz que basta para -guiarnos aquí abajo, no enardece nuestro corazon. Encanta nuestro espíritu, -modera nuestras pasiones, ilumina y dulcifica nuestro egoismo; -no dá la felicidad. El hombre tiene una sed de infinito, una impaciencia -de la tierra, una necesidad de amar que la ciencia no puede satisfacer. -Para procurarnos el bien por el cual nuestra alma suspira, necesitamos -una nueva verdad, que nos ponga en relacion con Dios, que esté -en nosotros y que esté en él. Esa verdad, que no puede ser sino Dios -mismo, nos es necesario conocerla y amarla.</p> - -<p>Amar á Dios, y en cambio ser amado de él es lo que la sabiduria antigua -no ha podido nunca comprender; la filosofia moderna perece por la -misma impotencia. En vano la conciencia busca á Dios, en vano le -llama con la pasion del náufrago que vá á zozobrar, la fria razon está -allí para repetirnos que entre Dios y el hombre, entre el infinito y la -creatura de un dia, hay un abismo que nada puede franquear. Una -naturaleza inflexible, un Ser Supremo, esclavo de sus propias leyes: hé -ahí todo cuanto puede ofrecernos el mayor esfuerzo de los mas grandes -espíritus. El amor de Dios es una ilusion, la oracion, ese grito del alma, -es un vano murmullo que muere en un cielo mudo. Calla mortal; -ahoga tu corazon, enciérrate en una resignacion desesperada; no eres sino -un átomo, demolido por la rueda de la inexorable fatalidad.</p> - -<p>Y bien hermanos mios, hace diez y nueve siglos que un hombre vino -á la tierra para anunciar <i>la buena nueva</i>, para acercar á Dios y á la -humanidad. Ese profeta se llamó el Hijo de Dios y el Hijo del hombre, (ó -lo que no es quizá sino otro nombre del mismo misterio) se llamó la luz y -la verdad. <i>Yo soy, ha dicho él, él camino, la verdad y la vida. Nadie -viene al padre sino por mi.</i> El mundo lo ha escuchado: el mundo lo -ha creido. Desde el dia en que el verbo se ha hecho carne, en que la -verdad divina ha tomado cuerpo, la fé, la esperanza, y el amor han -aparecido aqui abajo y han entrado en el corazon del hombre. Ese problema, -que la razon declara imposible, donde ella no vé sino proposiciones -contradictorias, Cristo lo ha resuelto. Una verdad viva, una verdad -encarnada, que Dios puede amar como á un hijo, y que el hombre -puede amar como un salvador, hé ahí el vínculo de union que ha ligado -el cielo y la tierra, que ha dado un padre á la humanidad, é hijos á Dios! -Ahí está el misterio de la revelacion, ahí la prueba de su divinidad. -Nunca el espíritu del hombre por sí solo se habria elevado hasta esa -concepcion que confunde nuestra intelijencia, y que la ilumina sin embargo -con un esplendor infinito. Sí, si Dios ama á los hombres, no -puede ser sino amándose á sí mismo, en la contemplacion de su eterna -verdad; sí, sí el hombre puede rendir á Dios un culto que no sea una injuria, -es cuando adora un rayo de esa suprema luz, que no desdeña descender -hasta él.</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_124" id="Page_124">[124]</a></span></p> - -<p>Amar á Cristo, es amar la verdad, amar la verdad es amar á Cristo, -Hé ahí el gran secreto del Evanjelio. El que no lo comprenda, no es -cristiano sino en el nombre.</p> - -<p>Ahora, hermanos mios, entrad en vosotros mismos, y reflexionad. -¿Cuando amais á Cristo, qué amais? Por ventura, ¿no es al mártir -que ha dado su vida por los suyos? ¿No es al crucificado, cuyas heridas -sangran todavia? Tened cuidado, eso no es sino un amor humano: -todas las relijiones, todos los partidos tienen sus mártires. Cristo exije -mas, Cristo es algo mas que un cadáver adorado cuyas llagas se besan; -Cristo es la verdad: á ese título es que os pide vuestro amor. ¿Así es -como lo amais?</p> - -<p>Vosotros teneis fé, sin duda; creeis en el Evanjelio. ¿Pero no es esto -una preocupacion hereditaria, un símbolo que no os atreveis á mirar -de frente, de miedo de encontraros infieles? ¿Razonais vuestra creencia; -le quitais todo amalgama judaico ó pagano que altere su pureza? ¿Haceis -de vuestra fé la regla de vuestras acciones? ¿Quebrais con el mundo -y con vosotros mismos? ¿Decis con el profeta y el apóstol: <i>Yo he -creido, por que he hablado</i>? Si es asi, amais á Cristo como él quiere que -lo amen; amais la verdad.</p> - -<p>Pero si la relijion no es para vosotros sino una ceremonia; sino buscais -en ella sino un refujio contra la verdad que os persigue; si vuestra -fé muere en vuestros lábios y no se traduce en acciones, si entregados del -todo á vuestra fortuna ó á vuestro reposo, temeis menos al error que al -escándalo; si en vuestra cobarde prudencia, dejais á Dios el cuidado de -defender él mismo su palabra; si vuestra caridad no se emplea sino en -aliviar las miserias del cuerpo, y no combate la ignorancia y el vicio; si -no sentis que vuestro primer deber es arrancar las almas inmortales de -la servidumbre del pecado; si no teneis esa santa locura que desafia y -pisotea la sabiduria del siglo; si vosotros mismos en fin, no haceis las -obras que Cristo ha hecho aquí abajo, no os engañeis, hermanos mios: -quiero creer que sois hábiles, prudentes, discretos, sensibles; pero no -sois cristianos, no amais la verdad.</p> - -<p>Tengo dudas, decis; si yo os creyera, amaria á Cristo.</p> - -<p>Y yo digo: Amadle, y en seguida creereis. Amadle como á la verdad -viva y que conduce á Dios.</p> - -<p>Os desagradan estas ceremonias, dejadlas; estos dogmas os aterran, -hacedlos á un lado; quizá es esta una invencion humana, quizá lo comprendereis -mas tarde; Cristo no ha establecido ceremonia ni dogma. -Simplificad vuestra fé, y como ha dicho el mas creyente y el mas animoso -de los apóstoles: <i>No apagueis el espíritu....probadlo todo, guardad -lo que es bueno</i>.<a name="FNanchor_35" id="FNanchor_35"></a><a href="#Footnote_35" class="fnanchor">[35]</a> Hay en el Nuevo Testamento pasajes que os -confunden, hacedlos á un lado. ¿Qué importa que los Evanjelistas difieran -entre ellos, si el Evanjelio está siempre acorde consigo mismo, si -en las palabras de Cristo se vé siempre la llama de la eterna verdad?</p> - -<p>¿Cristo es acaso para vosotros un objeto de escándalo? ¿No habeis comprendido -todavia que era necesario que la verdad se encarnara para<span class="pagenum"><a name="Page_125" id="Page_125">[125]</a></span> -que fuese viva y pudiéseis amarla? Y bien! Cristo mismo tiene piedad -de vuestra debilidad y os devuelve vuestra libertad: <i>Si alguno habla -contra el Hijo del hombre; le será perdonado; pero si alguno blasfema -contra el Espíritu-Santo</i> (ó en otros términos <i>el espíritu de verdad</i>,<a name="FNanchor_36" id="FNanchor_36"></a><a href="#Footnote_36" class="fnanchor">[36]</a>) -<i>no le será perdonado</i>.<a name="FNanchor_37" id="FNanchor_37"></a><a href="#Footnote_37" class="fnanchor">[37]</a> Buscad entonces la verdad <i>por ella</i> como -decis, pero buscadla de buena fé; despues de un largo rodeo, la verdad -os conducirá á Cristo.</p> - -<p>La verdad, decis, la busco y no la encuentro. No, hermano mio, vos -no la buscais. El orgullo de vuestro espíritu, las pasiones de la carne -son las que os retienen, la ciencia se os escapa quizá, pero la verdad moral, -la verdad religiosa, vosotros sabeis donde está.</p> - -<p>Ella está ahí, en vuestro hogar, muda, velada como el Alcesto escapado -del reino de los muertos, allí os espera.</p> - -<p>Bien lo sabeis, cuando volveis fatigados de la vida y de vosotros mismos, -allí está ella mirándoos bajo su velo; y esa mirada os juzga. Durante -la noche, cuando en la sombra, y solo, pensais en las ambiciones -y quizá en los crímenes del dia siguiente; ella está allí, siempre allí, su -ojo os sigue en las tinieblas; su silencio os hiela. Despreciais á los hombres, -os jugais de las leyes, pero temblais delante de ese espectro que -no podeis ni corromper ni matar.</p> - -<p>Vosotros no huireis jamás de ese centinela que vela al rededor de -vuestra alma. Llegará una hora en que la mano de la muerte pesará -sobre vuestra frente, en que no vereis sino en una nube todo lo que -amais; vuestro dinero, vuestros honores, vuestra mujer, vuestros hijos. -Pero, en medio de la desesperacion y de las lágrimas, siempre estará -allí, esa figura encubierta, pronto á recibiros y á arrebataros al mundo -invisible. Culpable ó inocente no escapareis á ella; ella será vuestro -remordimiento ó vuestra esperanza.</p> - -<p>Seguidla pues aquí abajo; seguidla en medio de vuestras tribulaciones -y de vuestras incertidumbres; seguidla, apesar de vuestra incredulidad. -Uníos á la verdad, ella os salvará. Sí, cuando hayais franqueado -la vida, esa figura arrojará su velo, y Cristo, visible en fin, en todo el -esplendor de su divina sonrisa, Cristo os dirá: “Hijo mio, reconóceme, -soy la verdad.”</p> - -</div> - -<p>Salí de la asamblea, á las últimas palabras de este discurso -y corrí á una sala vecina. Recibí en mis brazos á Truth, jadeante, -casi desmayado. Le tomé la mano, estaba abrazadora.</p> - -<p>—Desgraciado le dije, os matais!</p> - -<p>—Amigo mio, murmuró reposando su cabeza sobre mi hombro, -hagamos nuestro deber; lo demas es vanidad.</p> - -<hr /> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_126" id="Page_126">[126]</a></span></p> - -<h2 id="CAPITULO_XX">CAPITULO XX.<br /> -<span class="smaller">Un luncheon<a name="FNanchor_38" id="FNanchor_38"></a><a href="#Footnote_38" class="fnanchor">[38]</a> de ministros.</span></h2> - -<p>El nuevo apóstol fué conducido á su casa por mí, en medio -de la multitud que le felicitaba. Truth, tenia gran necesidad -de reposo. Le incité á echarse un rato en su cama. Pero desgraciadamente -tuvo que pagar su tributo personal permaneciendo -de pié. La señora Truth habia preparado un formidable -<i>luncheon</i> para los amigos de su marido, dignándose darme -un puesto entre los invitados.</p> - -<p>Jenny y Susana estaban allí, encantadas del sermon que -acababan de oir, sin comprenderlo quizá. Es increible el -imperio que la palabra ejerce en las mujeres. Mas de una vez -estando solo en mi cuarto, me he preguntado á mí mismo, -cerrando las puertas con dobles cerrojos, si la mujer no era naturalmente -superior al hombre. Ella tiene pasiones menos -violentas y mayor facilidad de educacion. Cuando Adan se -adormecía en su inocencia, Eva tenia ya curiosidad de saber. -Paréceme que si de entonces acá, nosotros hemos heredado la -<i>bonhomia</i> de nuestro primer padre, las hijas de Eva no han -dejenerado de su abuelo. Yo creo, con Moliére, que es prudente -no instruir á este sexo malicioso é inquieto. Manteniendo á -las mujeres en una honesta ignorancia dámosles todos los vicios; -pero á la vez todas las debilidades de la esclava; nuestro -reinado está asegurado. Pero si educamos esas almas ardientes é -injénuas, si las inflamamos con el amor de la verdad, quien -sabe si no se avergonzarian muy pronto de la necedad y brutalidad -de sus amos? Guardemos el saber para nosotros solos; él -es quien nos divinisa:</p> - -<div class="poetry-container"> -<div class="poetry"> -<div class="verse">“<i>Notre</i> empire est détruit si l’homme est reconnu.”</div> -</div> -</div> - -<p>Sentáronse á la mesa, y lo confieso, parecióme una feliz determinacion. -En mi ardor relijioso habia olvidado de almorzar, -de suerte que mi <i>bestia</i> comenzaba á sufrir. La dueña de casa<span class="pagenum"><a name="Page_127" id="Page_127">[127]</a></span> -hízome el honor de sentarme á su izquierda y junto con el té -sirvióme dos ó tres tajadas de jamon de Cincinnati, que me -costó gran trabajo devorar decentemente. Susana hacíame señas -con sus grandes ojos, como reprochándome mi voracidad. -En esto reconocí á mi hija; por que en los Estados-Unidos, lo -mismo que en Francia, son los niños los que en toda casa decente -le dan la leccion á su padre.</p> - -<p>Asi que mi terrible hambre se hubo aplacado un poco, entablé -conversacion con mi vecina; era esta una excelente y amable -persona que adoraba á su marido, lo cual es costumbre en América. -La salud de Truth me inquietaba; yo tenia para mí que -el púlpito le agotaria mas pronto que el diario, y hé ahí lo que -traté de insinuarle diestramente á su mujer. Por no alarmarla, -la dije en términos jenerales que la palabra era un oficio -duro, y que ciertos temperamentos nerviosos y delicados tenian -á veces necesidad de un reposo absoluto. Tarea inútil! La señora -Truth no habló sino de la grandeza de su nuevo estado. -El orgullo la embriagaba.</p> - -<p>—Ser esposa de un pastor, hé ahí el sueño de todas las jóvenes, -me decia. Si supiérais que pena tuve cuando mi querido Joel -renunció á su primer vocacion para hacerse diarista! Solo el -ministerio puede colmar todos los votos de una mujer; solo así -es que ella puede ser la compañera de su marido, su verdadera -mitad, en toda la estension de la palabra. Tener las mismas -penas, los mismos placeres, los mismos deberes.</p> - -<p>—Predicais acaso vos tambien, la dije.</p> - -<p>—En la Iglesia no, repuso; el apóstol Pablo, nos lo prohibe. -Pero qué! es por ventura solo en el templo donde se ejerce el -ministerio y se anuncia la palabra de Dios? Instruir á las niñas, -aconsejar á las jóvenes, visitar las recien paridas, llorar -con las viudas, velar los enfermos, leerles el Evanjelio, y ayudarles -á bien morir, si necesario fuese; hé ahí diversas obras en -que puedo ayudar, y algunas veces, hasta suplir á mi marido. -Joel, añadió, alzando la voz, ¿no es verdad que yo soy vuestro -vicario, y que vos teneis confianza en mi?</p> - -<p>A este singular discurso, que, cosa estraña, no sorprendió á -nadie sino á mí, Truth contestó haciendo una seña con la mano -y sonriéndose dulcemente. La mujer de un pastor, convertida -en pastor á su vez y en sub-ministro! Semejante absurdidad -no habia nunca crusado mi mente. Verdad es que siempre -he vivido en un pais razonable. El baile y la olla, hé ahí<span class="pagenum"><a name="Page_128" id="Page_128">[128]</a></span> -para una francesa los dos polos de la existencia. Salir de -ellos es un desórden, y lo que es peor, ridículo.</p> - -<p>—Sin embargo, continuó la señora Truth, hay todavia algo -mas bello que el ministerio, es la mision.</p> - -<p>—Teneis mujeres misioneras? esclamé espantado.</p> - -<p>—No, contestó ella; solo los católicos tienen ese privilejio -que yo les envidio. Nosotros no tenemos hermanas de caridad; -tenemos simplemente mujeres de misioneros. Es un papel -que siento no poder desempeñar. Compartir uno las tareas -de su marido; participar de sus peligros, eso es grande á los -ojos de Dios. No os asombreis de mi ambicion; soy hija de -ministro; mis dos hermanas se han casado con misioneros. El -uno está en el Cabo, el otro en la China, y las dos bendicen al -Señor que les ha dado una suerte gloriosa.</p> - -<p>—Vuestros misioneros casados, contesté yo, no tienen una -vida muy ruda, que digamos. Llevar consigo su mujer, sus hijos, -su hogar, es cambiar apenas de patria. Unid á esto una instalacion -cómoda y fija, acompañada de un buen sueldo, y convenid -conmigo en que bajo tales condiciones, no se necesita -una gran virtud para predicar el Evanjelio.</p> - -<p>—Deveras? repuso mi vecina, asombrada de mi ironia, añadiendo -en seguida: Ignoro si vale mas atravesar el mundo, -sembrar de paso la palabra de Cristo, y confiar su jérmen á la -gracia de Dios, que encerrarse en un campo limitado para -plantar en él, regar y cultivar hasta la mies de ese precioso -grano; pero lo que yo sé es, que la felicidad de tener uno á su -lado lo que se ama, lejos de quitarle nada á la caridad del misionero, -le añade quizá un mérito mas á su abnegacion. Pedro -era casado; dejó por esto de ser escojido para servir de príncipe -á los apóstoles? En el cabo, mi hermana ha establecido una -escuela y un obraje para las negras jóvenes, y sirviéndose así de -la civilizacion, prepara los corazones á recibir el Evanjelio; los -Boers han quemado tres veces la mision, y mi cuñado que es -médico, como la mayor parte de los misioneros, ha perdido la -mano sacándole á un pobre cafre una flecha envenenada. En -China los Taí Pings han espulsado á mi hermana de provincia -en provincia. Encuéntrase ahora cerca de Shang-Hai, arruinada, -enferma; pero siempre llena de fé. Su casa es el hospicio de -los heridos, el asilo de las viudas y de los huérfanos; ella es la -que en medio de la fiebre y de una inquietud perpétua, ayuda -á su marido á predicar el Evanjelio. Mas probada que Abraham, -Dios le ha exijido ya dos veces la vida de sus hijos. Feliz<span class="pagenum"><a name="Page_129" id="Page_129">[129]</a></span> -de ella, no obstante, que ha sido elejida para tal sacrificio y -que ha podido servir al Señor, aun á costa de lo mas puro de -su sangre!</p> - -<p>Yo no contesté nada. En la historia de Abraham hay cosas -que me conmueven mas que el episodio de Isaac. Sea virtud -ó fanatismo, esa obediencia es superior á mis fuerzas; no la -comprendo.</p> - -<p>Para alejar reflexiones que me perturbaban, díme vuelta del -lado de mi vecino de la izquierda; era el verdadero tipo del -Sajon; anchos hombros, pecho saltado, cuello adornado de una -cabeza cuadrada, rasgos abruptos, frente calva y enormes cejas -bajo las cuales brillaban unos ojos flamantes, la fuerza y la voluntad -á la vez. Noé Brown, así se llamaba mi nuevo amigo, -era el pastor á quien Truth sucedia. Aproveché esta ocasion -de instruirme, y le pregunté que era esa iglesia <i>Congregacionalista</i>, -cuyo nombre me intrigaba.</p> - -<p>—Cómo! dijo Brown; sorprendido de mi ignorancia, no sabeis -que es nuestra vieja iglesia puritana, la que nuestros padres -los peregrinos, espulsados por la intolerancia, trajeran consigo -en su primer buque, la <i>Flor de Mayo</i>? Quebrando con -las abominaciones é idolatrias de la Babilonia anglicana, nuestros -abuelos quisieron cortar de raiz la herejia de la jerarquia. -A ejemplo de los primeros cristianos, de cada reunion de fieles -hicieron una Iglesia, ó congregacion independiente, república -perfecta, gobernada por los viejos y administrada por el pastor. -De ese centro de independencia y de igualdad nació nuestra -comunidad. Allí es donde está el secreto de nuestra vida y de -nuestra grandeza política. La América no es sino una Confederacion -de Iglesias y de comunes soberanos; es decir, la florescencia -del puritanismo. Aquí, lo mismo que en todas partes, la relijion -ha hecho al hombre y al ciudadano á su imájen; una Iglesia -libre, ha enjendrado un pueblo libre.</p> - -<p>Esta paradoja, proferida con toda la gravedad puritana me -chocó. Si se creyese en estos fanáticos, su catecismo gobernaria -el mundo. Que echen su vista á la Francia, esa patria de las luces -y de la filosofia, y no tardarán mucho en saber á lo que se reduce -la influencia de la relijion sobre el estado y la sociedad. Uno es -allí muy católico en la iglesia, y, todavia mas, fuera de ella. -Tal era lo que yo procuraba demostrarle á mi predicante; pero -el hombre era porfiado como un Sajon forrado en un Yankee, y -cuantas mas eran las pruebas que yo amontonaba para confundirlo, -tanto mayor era su obstinacion.</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_130" id="Page_130">[130]</a></span></p> - -<p>—Ved sino á los Ingleses, esclamó él. Quien conoce su Iglesia, -conoce su historia. Lores espirituales, asambleas, señoras de -la fé, una carta inmutable en treinta y nueve artículos, un libro -de oraciones establecido por la autoridad de los obispos y del -soberano, universidades y escuelas privilegiadas, enormes propiedades -y un patronato considerable; qué otra cosa han podido -producir sino una sociedad aristocrática? Sin los disidentes, -que son la sal de la tierra, mucho tiempo ha que la Inglaterra -estaria momificada lo mismo que el viejo Ejipto.</p> - -<p>—Y los franceses? le pregunté yo, con el intento de confundirlo.</p> - -<p>—Los franceses, me respondió él, son católicos, monárquicos -y soldados, al paso que los Americanos son protestantes, -republicanos y ciudadanos; cosas que están en su lugar como -los dedos de la mano, de suerte que tan dificil seria hacer de la -Francia una República, como de los Estados Unidos una monarquia. -La diferencia entre las Iglesias hace la diferencia entre -las sociedades.</p> - -<p>—Podria saber á cuál de las susodichas sociedades le concedeis -la superioridad?</p> - -<p>—Juzgad vos mismo, me contestó él; la una es una sociedad -de niños, la otra una sociedad de hombres.</p> - -<p>—Veo con gusto que somos del mismo parecer.</p> - -<p>—Estoy encantado de ello, repuso él; bebiendo tranquilamente -su tasa de té.</p> - -<p>—Es cierto, añadí yo, inclinándome hácia él: mas bien que -un pueblo los americanos son un enjambre de inmigrantes diseminados -en el desierto, y por esto, la libertad tiene quizá pocos -inconvenientes. Pero la América sentirá á medida que envejezca -la necesidad de formar una verdadera sociedad y se plegará -á la bandera de la autoridad.</p> - -<p>—Caballero, dijo él, poniendo bruscamente su taza sobre la -mesa, vos no me entendeis; yo pienso justamente lo contrario -de lo que me decis.</p> - -<p>—Cómo así, esclamé yo, tomais por ventura á los franceses -por un pueblo de niños.</p> - -<p>—En política, contestóme, no hay que dudarlo. De qué época -datan su libertad, y qué libertad! de 1789; la nuestra data -de 1620; nosotros somos ciento setenta años mayores que ellos; -tenemos tres veces mas esperiencia que ellos, y por consiguiente -veinte veces mas sabiduria.</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_131" id="Page_131">[131]</a></span></p> - -<p>—Luego, es á la América, repuse yo con voz conmovida, á -quien discernis la palma de la civilizacion?</p> - -<p>—Evitemos las confusiones de palabras, contestóme con piedad. -Civilizacion, es una palabra complexa, ¿comprende tantos -elementos diversos, que cada pueblo á su turno podria reclamar -la prioridad. Qué es lo que constituye la civilizacion? -La relijion, la política, las costumbres, la industria, la ciencia, -la literatura, el arte? Es alguna de estas cosas? O son todas -ellas juntas?</p> - -<p>Ved que complicado es el problema. El arte, por ejemplo, -que los Jentiles llamaban la flor de la civilizacion, no brota -muchas veces sino un bástago podrido, asi, entre nosotros -los modernos, que vivimos de la imitacion de los antiguos, yo -creo que el pueblo mas viejo es el mas artista. En Francia se -tiene un gusto mas refinado que en Inglaterra; pero un Italiano -tiene naturalmente mas habilidad que un Francés. En industria, -todas las naciones libres valen lo mismo. La ciencia no -tiene patria. En cuanto á la literatura, cada pueblo halla en la -suya la espresion de su pensamiento; dejo á los críticos el placer -pueril de asignarles sus respectivos puestos á Dant, Moliére -ó Shakspeare; pero la relijion, la política y las costumbres forman -un pabellon inseparable. Ahí está la sávia de un pais, su -porvenir. En este punto yo le doy sin vacilar el primer lugar -á mi Iglesia y á mi pueblo; yo creo en la libertad, soy Americano, -puritano.</p> - -<p>—Mohicano, dije yo para mi coleto, te veo venir: tu no sabes -ni siquiera mentir para pasar por político.</p> - -<p>Iba á confundir á tan insoportable predicante, cuando por -fortuna suya, nos levantamos de la mesa. Y dejando ahí á -ese espíritu estrecho y adusto, acerquéme á un jóven pastor, -cuyo aire agradable disponía en su favor. Antes de almorzar, -Truth habíame presentado al Sr. Naaman Walford, como una -de las columnas de la nueva Sion. Deseoso de ver ese fénix -que se llama un teólogo razonable; y queriendo ser acojido benévolamente -por el Sr. Naaman,—comencé felicitándole por la -exelente adquisicion que su Iglesia hacia con la persona de mi -amigo Truth.</p> - -<p>—Perdon, me dijo,—yo soy presbiteriano.</p> - -<p>—Presbiteriano, esclamé á mi turno, y venis á complimentar -á un rival? Deveras que vuestra accion revela una bella alma; -porque, entre, nosotros ese ministro á quien le tomais la mano, -es un hereje á quien vos mismo condenais.</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_132" id="Page_132">[132]</a></span></p> - -<p>—Yo, repuso él muy sorprendido; yo no condeno á nadie,—eso -no es cristiano.</p> - -<p>—Me esplico mal, querido Sr. Naaman; queria simplemente -decir, que á ejemplo del divino pastor, que buscaba las ovejas -descarriadas de Israel, vos no temeis el vivir familiarmente con -jentes cuyo error detestais.</p> - -<p>—El Sr. Truth, me ha edificado esta mañana, contestóme, y -no le creo en error.</p> - -<p>Asombrado á mi vez, y creyendo haber oido mal le dije:</p> - -<p>—Decidme, señor, ¿creeis que vuestra Iglesia enseña la verdad?</p> - -<p>—Sin duda,—de otra manera no permaneceria en ella.</p> - -<p>—Entonces, repuse yo, quiere decir que asi como hay dos -verdades hay tambien dos Iglesias; una verdad presbiteriana -y una verdad congregacionalista. Probablemente hay tambien -una verdad baptista, metodista, luterana y hasta una verdad -católica. Yo suponia, perdonad mi ignorancia, que la verdad -era una, y que la señal del error consistia en dividirse al infinito.</p> - -<p>—Doctor, dijo Naaman un poco conmovido de mi vivacidad -francesa, cuando estais en el mar, qué es lo que haceis si quereis -saber la hora que es?</p> - -<p>—Le pregunto la hora al sol, y el sol me la dá. Qué! pretendeis -contestarme con un apólogo? A mi edad, querido señor, -se tiene poco gusto por los ejemplos, y, no se aceptan sino razones.</p> - -<p>—Que quereis, doctor, soy jóven y me permito contar con -vuestra induljencia, contestó Naaman, sonriendo amablemente. -El sol os dá la hora. Cuando es medio dia en Paris, podriais -decirme que hora es en Berlín?</p> - -<p>—No; todo lo que yo sé,—es que un telégrama espedido de -Berlín á las once se recibe en Paris hácia las diez y media; es decir -que aparentemente llega treinta minutos antes de haber partido. -Por lo demas, importa poco, os lo concedo,—que cuando es -medio dia en Paris, sean la una en Berlin, las dos en San Petersburgo, -y, si quereis, las nueve de la mañana en las Azores y las -siete en Quebec. Todo depende del meridiano.</p> - -<p>—Asi, dijo Naaman, el sol es el mismo en todas partes y en -ninguna marca la misma hora: qué significa esto?</p> - -<p>—Decididamente, repuse yo, vos sois astrólogo, y quereis -hacer de mi un adepto. Os contesto, pues, señor profesor, que -es el mismo sol visto de diferentes puntos.</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_133" id="Page_133">[133]</a></span></p> - -<p>—Una interpelacion mas, doctor, y os pediré despues gracia -por mi indiscrecion. Entre todas esas horas, cual es la cierta?</p> - -<p>—Singular pregunta! la hora es cierta para cada cual, desde -que el sol sale ó parece salir de un punto distinto. Está satisfecho -el señor profesor de su discípulo de barba gris?</p> - -<p>—Sí, doctor, veo que estamos conformes asi en teolojia como -en astronomia.</p> - -<p>—Señor Naaman, le dije yo,—comienzo á comprenderos. -Para vos, la verdad es el sol, que cada uno de nosotros vé segun -el horizonte que nos rodea. Por consecuencia, cuando para la -Iglesia presbiteriana es medio dia, la hora se ha pasado para los -baptistas y no ha llegado aun para los metodistas. Quién sabe -si á los católicos se les coloca en las antípodas? Y, hé ahí un medio -injenioso de armonizar su orgullo con su caridad.</p> - -<p>—Señor, dijo Naaman ruborizándose,—vos me ofendeis. -Habeis comprendido mi pensamiento, y sin embargo desconfiais -de mis sentimientos. Sí, yo creo que hay un horizonte distinto -para cada iglesia, y, me atreveré á decirlo, para cada cristiano. -El nacimiento y la educacion nos dan el punto de partida; -ahora, toca á nosotros mismos caminar hácia esa verdad que -nos llama,—acercándonos á ella sin cesar á fuerza de estudio -y de virtud. No digo que no haya iglesias mas iluminadas las -unas que las otras por la luz divina; pero al mismo tiempo creo -que el mejor cristiano puede muy bien encontrarse en el seno -de la iglesia mas oscura. No hay la menor duda que es una -gran ventaja estar colocado cerca del sol, sin embargo, esto no -es siempre una razon para verlo mejor. Hé ahi, señor, porque -amo á mi Iglesia presbiteriana, y por qué, no obstante amarla -tanto,—no condeno á nadie.</p> - -<p>Todo esto era dicho con una ingenuidad encantadora. ¡Qué -bella cosa es la virtud en un alma jóven; es como la sonrisa de -la aurora en los primeros dias de Mayo!</p> - -<p>—Mi jóven amigo, le dije yo, vuestras ilusiones tienen algo -de seductor; el sentimiento que las hace nacer es respetable, pero -el primer soplo de la razon las disipará. Si cada cristiano vé -la verdad á su modo,—no hay verdad. Y, hénos aquí de nuevo -en el escepticismo de Montaigne. En vano buscareis un dogma -que sea atacado,—una creencia que no se conmueva. Vuestra -teoria tan cristiana en apariencia, nos condena á una duda -invencible, y conduce á la incredulidad universal.</p> - -<p>—Doctor, contestóme el jóven con un tono de modestia que -me chocó,—me parece que estais haciendo el proceso al espíritu<span class="pagenum"><a name="Page_134" id="Page_134">[134]</a></span> -humano, es decir, á la obra de Dios. De la diversidad y debilidad -de nuestros ojos, podria tambien concluirse que no vemos -nada. Sería la misma lógica y el mismo sofisma. En los estudios -naturales, cada uno de nosotros no toma sino la parte que -puede apropiarse; se ha observado que esta diversidad de opiniones -arruine la ciencia? En la física, por ejemplo, hay una sola -teoria siquiera que escape á la discusion? Negarias por esto -que existe una verdad física?</p> - -<p>—La comparacion es mala, mi querido Naaman. Qué queda -de la física de ha treinta años? La verdad de ayer,—es el error -de hoy dia.</p> - -<p>—No, doctor, el error de ayer ha caido como caen las hojas -secas; la verdad no ha cambiado, por que dándole otro nombre, -ella no es otra cosa sino el conocimiento de la naturaleza, y la -naturaleza no cambia.</p> - -<p>—Os concedo eso, jóven; pero la verdad relijiosa es de otro -órden que la verdad natural.</p> - -<p>—Doctor, repuso Naaman, aunque os concediese esa hipótesis -discutible, no por eso nos entenderiamos. Cualquiera que -sea el número y la variedad de los cuerpos que poblan el mundo, -nosotros no tenemos para verlos sino nuestros ojos; lo que -no vemos no existe para nosotros. Cualquiera que sea el carácter -de una verdad, nosotros no tenemos sino nuestro espíritu -para comprenderla. Nuestra alma, es por ventura doble? Para -descubrir las verdades naturales, Dios le ha dado á cada -uno de nosotros una facultad investigadora, inquieta, laboriosa -que se llama, la razon. Habrá acaso en nosotros otra potencia, -destinada á recibir sin esfuerzo individual la verdad relijiosa, -á la manera del espejo que refleja el objeto que se le presenta? -Si esa facultad no existe, la diversidad de opiniones -relijiosas es forzosa; depende de la edad, de la educacion, del -pais, de la enerjia natural de nuestro espíritu ó de su actividad.</p> - -<p>Si, al contrario, esa facultad existe, todos debemos pensar de -la misma manera, así como todos respiramos del mismo modo, -por una ley de la naturaleza. Pero tal no es el caso, y por -ello bendigo á Dios. El le ha <i>dejado</i> á cada uno de nosotros la -libertad de desconocerlo, para darnos el derecho de amarlo. -Esa libertad que os espanta es nuestra mas hermosa herencia; -ella es la que hace de la relijion, un amor, y de la fé una virtud.</p> - -<p>—Naaman, esclamé yo, vos sois el profeta de la anarquia. -Vos disipais el mas bello sueño de la humanidad. <i>Una fé, -una ley, un rey</i>, tal era la divisa de la Edad Media, divisa que<span class="pagenum"><a name="Page_135" id="Page_135">[135]</a></span> -cada hombre lleva en el fondo de su corazon. Qué es lo que -vos nos ofrecéis en cambio? La confusion. Qué significa una -Iglesia, en la que cada cual habla una lengua distinta, sin comprender -la de su vecino?</p> - -<p>—Señor, repuso el jóven ministro, yo amo tanto como vos la -unidad. Cristo nos lo ha dicho: llegará un dia en que no habrá sino -<i>un solo rebaño</i> y <i>un solo pastor</i>; yo creo en la palabra de -Cristo. Pero la unidad no es la uniformidad. Contemplad -la naturaleza; qué conjunto admirable! Y, sin embargo, no hay -un árbol, una planta, una flor, qué digo! una hoja, siquiera -que se parezca á otra. Dios saca de la variedad infinita, la unidad -viviente y perfecta. Por qué, la ley de la naturaleza no ha -de ser la de la humanidad? Por qué, no ha de tener su puesto, -la voz de cada criatura, en ese concierto de alabanzas que la tierra -canta al Señor? Qué es la esteril monotonia de una nota única, -al lado de esa armonia fecunda? La unidad mia, es la Iglesia -universal, esa Iglesia que abraza todas las almas fieles. Quien -ama á Cristo es mi hermano: lo que yo miro es su amor, no su -símbolo. Agustin Crisóstomo, Gerson, Melachthon, Jeremias, -Taylor, Bunyan, Fenelon, Law, Channing, hé ahí los soldados -de ese ejército divino. Qué me importa su rejimiento? Su bandera -es la mia, la bandera de la verdad.</p> - -<p>—Bravo! Naaman, dijo Truth, apoyando su mano en el -hombro del jóven ministro; convertidme á ese pagano.</p> - -<p>—Vos, sereis el pagano, esclamé yo. Pienso que aqui no -hay mas cristiano que yo, ó si os parece mejor, mas católico, en -la verdadera acepcion de la palabra. Al paso que vosotros -destrozais la relijion, abandonándola á todos los caprichos, solo -yo, fiel á los viejos y sólidos principios, quiero un símbolo único -que sea la ley de los espíritus; y para mantener esa ley de -verdad llamo en mi socorro el brazo secular.</p> - -<p>—No os lo decia, carísimo Naaman, repuso Truth riéndose. -Es un pagano de la decadencia, uno de esos adoradores de la -fuerza que se imajinan que la verdad se decreta, ni mas ni menos -que como se borronean leyes.</p> - -<p>—No soy tan ridículo, contesté yo á mi vez, un poco alterado. -Yo tambien amo la verdad, pero no soy ciego como los -utopistas. Para ellos la libertad es una panacea universal que -en todas partes cura el mal y el error; la esperiencia me ha hecho -menos confiado. El mundo no es una academia de filósofos, -discutiendo tranquilamente las mas temerarias tésis; el -pueblo, esa hidra de infinitas cabezas, es un conjunto de criaturas<span class="pagenum"><a name="Page_136" id="Page_136">[136]</a></span> -débiles, ignorantes, locas, perversas, criminales; para contenerlo -y dirijirlo se necesita un freno. Ese freno es la relijion, -sostenida, impuesta por una autoridad exterior. Si el poder -no se encarga de la causa de la Iglesia, se acabó el cristianismo; -la sociedad queda entregada al ateismo, á la anarquia, á la revolucion. -Hé ahí señores, por qué razon creo en la necesidad, -qué digo! en la santidad de la fuerza, puesta al servicio de la -verdad. Soy pues un pagano, á la manera de San Agustin, de -Bossuet, y de tantos otros cristianos exelentes, sin hablar de -vuestro Calvino; pido que la sociedad le empreste su espada á -la Iglesia; ó en otros términos,que el Estado tenga una relijion.</p> - -<p>—Una relijion de Estado, dijo de repente Brown, estirando -su cabeza de perro dogo; quién es ese mónstruo? Y qué! por -ventura tiene alma el Estado para tener una relijion?</p> - -<p>—Señor, le contesté secamente, vos teneis sin duda necesidad -de un Estado impío, y de leyes ateas.</p> - -<p>—Señor, repuso mi áspero interlocutor, yo no me pago de -palabras. Qué es el Estado? En una monarquía, el príncipe. -Así, pues, treinta millones de cristianos tendrán la relijion de -Achab, cuando por casualidad Achab llegue á tener relijion. -Entre nosotros, donde el poder alterna, se cambiará de fé cada -cuatro años. Hé ahí lo que yo llamo, ateismo puro; creer por órden, -es no creer en nada.</p> - -<p>—Cuando yo hablo de Estado, le interrumpí, entiendo la sociedad -política.</p> - -<p>—Bien, repuso él: será la mayoria la que decida del símbolo -y de la fé, despues de discutir y enmendar. Tendremos una -relijion parlamentaria. Se pondrá en discusion la Encarnacion -ó la Trinidad y se votará. Qué comedia! Cosa estraña! desde -que el mundo existe, no hay una sola verdad natural que -haya sido descubierta por un solo hombre; son necesarias muchas -pruebas, á veces, hasta el martirio del inventor para que -esa verdad reuna algunos fieles; un siglo no es mucho para conquistarle -la mayoria. Pero en relijion es otra cosa, la mayoria -no se equivoca nunca. Vaya una infalibilidad! Que nos devuelvan -el papa, acepto el milagro, y rechazo el absurdo.</p> - -<p>—Señor Brown, le dije, alzando la voz, vos no respondeis á -mi objecion. Si el Estado no tiene relijion,—la ley será atea.</p> - -<p>—Siempre palabras, señor, repuso el intratable predicante. -El Estado es una abstraccion; un modo de designar el conjunto -de los poderes públicos. Pero la sociedad es una cosa viva,—es -la reunion de todos los ciudadanos que habitan una misma patria.<span class="pagenum"><a name="Page_137" id="Page_137">[137]</a></span> -Y, si esos hombres son cristianos,—si su moral es cristiana,—como -ha de ser atea la sancion que esos hombres le den -á la moral pública,—ó en otros términos, la ley dictada por -ellos? <i>El buen árbol no puede producir malos frutos</i><a name="FNanchor_39" id="FNanchor_39"></a><a href="#Footnote_39" class="fnanchor">[39]</a>.</p> - -<p>—Imprudente! esclamé,—cómo podeis imajinaros que si el -Estado permite toda especie de creencias, no ha de sufrir el -Evanjelio?</p> - -<p>—Vos teneis poca fé, señor, dijo Brown dirijiéndome una -mirada terrible, y olvidais que Pablo ha dicho: <i>las armas de -nuestra milicia no son carnales</i>. El cristianismo,—nunca ha -sido mas bello, ni mas fuerte que cuando ha tenido en contra -suya al mundo entero. Mirad á vuestra alrededor, señor, y -vereis que en ninguna parte como los Estados Unidos se mezcla -la relijion con la vida; y sin embargo el Estado no la conoce. -No aprisioneis las almas, no las tengais en la noche que -las corrompe; dejadlas en libertad, é iran á Dios.</p> - -<p>—Pero, señor Brown, es imposible que el Estado pague todas -las comuniones, y que se haga el tesorero del primer fanático -á quien se le antoje abrir una iglesia.</p> - -<p>—Concedo que no pague á nadie, esclamó el adusto puritano. -Y, con qué derecho intervendria? Tiene acaso otro dinero -que el nuestro. Cómo! el judio ha de pagarles á los cristianos -para que estos le llamen deicida? Y yo he de pagarles á los -unitarios que me disputan la divinidad de Cristo? Qué injusticia! -qué ultraje á mi fé! Ved ademas qué papel le dais al Estado. -Cuando el lejislador declara que la relijion no es de su -competencia,—proclama el respeto de la conciencia, y, es cristiano -por su misma abstencion. Suponed ahora que proteja -diez comuniones distintas, diez creencias enemigas, qué significará -esa tutela insolente sino que el Estado vé en la relijion -un instrumento político, y que no tiene por todas ellas sino la -misma indiferencia y el mismo desprecio? Ese hermoso sistema, -señor, que vos no habeis inventado,—es la política del paganismo.</p> - -<p>—Muy bien, repuse yo, dejad á cada fiel el entretenimiento -de su culto, veremos cuantas iglesias tendreis. Todo el mundo -se hará ateo por economia.</p> - -<p>—Os equivocais, mi querido doctor, dijo Truth con amistoso -tono. La prueba está hecha y arguye en contra vuestra. Tenemos -cuarenta y ocho mil iglesias, edificadas todas por los particulares,<span class="pagenum"><a name="Page_138" id="Page_138">[138]</a></span> -y cuyo valor se estima en cien millones de pesos<a name="FNanchor_40" id="FNanchor_40"></a><a href="#Footnote_40" class="fnanchor">[40]</a>. -Cada año erijimos mil doscientos templos nuevos y el término -medio del salario de nuestros pastores es próximamente de -quinientos pesos,<a name="FNanchor_41" id="FNanchor_41"></a><a href="#Footnote_41" class="fnanchor">[41]</a>—lo que equivale á un presupuesto de -veinte y ocho millones de pesos<a name="FNanchor_42" id="FNanchor_42"></a><a href="#Footnote_42" class="fnanchor">[42]</a>. Buscad un pais donde el -Estado pague los cultos, estoy seguro que no hallareis uno solo -que gaste la mitad de lo que nosotros gastamos<a name="FNanchor_43" id="FNanchor_43"></a><a href="#Footnote_43" class="fnanchor">[43]</a>. La razon es -sencilla: el Estado debe ser avaro del dinero que le toma á la -comunidad, al paso que el individuo se complace en enriquecer -su iglesia, y no retrocede ante ningun sacrificio. Nada hay -tan pródigo como la fé y la libertad.</p> - -<p>—Muy bien, dije yo; pero la cuestion de dinero no es todo: -falta la cuestion política. Darle al primero que se presente el -derecho de establecer una iglesia,—es reconocer todas las asociaciones, -es abrirle ancha arena á la ambicion relijiosa y al -fanatismo,—es decir, á lo mas ardiente y pérfido que hay en el -mundo. Suponed que una de esas iglesias aventaja á las demas,—que -se apodera de las almas, y hé aquí un Estado en el -Estado. Entonces sentireis, aun que demasiado tarde,—la falta -en que habeis incurrido al abdicar una proteccion mas necesaria -al gobierno que á la iglesia, una proteccion que no es en -el fondo sino la defensa de la soberania.</p> - -<p>—Ahí es donde os esperaba! gritó el puritano entrando en -el entrevero á la manera de un jabalí. Os conozco, señores -políticos; ha tiempo que Spinosa, el príncipe de los ateos -y Hobbes el materialista, y Hume el escéptico me descubrieron -vuestro secreto. Necesitais una iglesia oficial para deshaceros -de la relijion. No es la influencia política lo que os incomoda; -ella es nula en un pais de libertad; lo que temeis es la -influencia moral. El cristianismo es por naturaleza,—inquieto, -agresivo, conquistador. Quiere poseer al hombre por entero; -sociedad y gobierno,—todo quiere invadirlo y penetrarlo con -su espíritu. Hé ahí lo que á nosotros nos anima y á vosotros -os espanta. Obispos que se duermen en su púrpura señorial,—pobres -vicarios, cuyo celo se modera y se dirije; una -relijion, especie de moral frívola y estéril, que predica la -obediencia al pueblo, hablándole siempre de sus deberes y<span class="pagenum"><a name="Page_139" id="Page_139">[139]</a></span> -nunca de sus derechos,—tal es el ideal que á vosotros os encanta -y á nosotros nos horroriza. Vosotros rechazais la libertad por -la misma razon que á nosotros nos hace detestarla. Nosotros -creemos en el Evangelio, y vosotros le temeis.</p> - -<p>—Yo tengo miedo de las asociaciones, le dije,—no del Evanjelio.</p> - -<p>—Sí, por que la asociacion es la única forma posible de la -libertad. Necesitais un Estado, cuya omnipotencia nada inquiete,—que -no tenga frente de sí sino individuos aislados y -conciencias mudas. El despotismo romano en toda su fealdad. -Nosotros los cristianos—entre el Estado y el individuo, entre la -fuerza y el egoismo,—echamos la asociacion, es decir, el amor, -la caridad, verdadero vínculo de los corazones, verdadero cimiento -de las sociedades. Para difundir la Biblia, para propagar -la palabra divina, para iluminar las almas, para socorrer -á los miserables, para consolar á los que sufren, para levantar á -los caidos,—necesitamos centenares de asociaciones, millares de -reuniones. Nosotros queremos que un pueblo cristiano haga -el bien por el concurso libre de todos sus miembros,—que no -encargue á nadie de un deber que solo él puede desempeñar. -Pero todas esas compañias no pueden existir sino bajo una condicion,—que -la iglesia, que es la primera y la mas considerable -de todas, sea señora absoluta en su esfera. La iglesia es, la que -con su libertad cubre y garantiza todas las asociaciones; y, hé -ahí como es que la relijion, lejos de ser un peligro para el Estado,—es -la vida misma de la sociedad. Ved, pues, señor, por -qué razon es que nosotros tenemos necesidad de la libertad relijiosa; -la necesitamos por que Cristo nos la ha dado: y porque -ella es la madre de todas las libertades. El que esto no sabe -no es cristiano,—ni ciudadano.</p> - -<p>Iba á estrangular á aquel fanático por toda contestacion, cuando -sentí que una manecita tomó la mia. Reconocí á Susana y -me sonreí.</p> - -<p>—Mi buen padre, dijo despacito; van á ser las dos, es necesario -partir.</p> - -<p>—Sí,—la hora de ir al bosque. ¿Está el carruaje ahí?</p> - -<p>—Papá, es dia del Señor y no se anda en carruaje. Voy á -llevaros á la escuela del Domingo.</p> - -<p>—Tienes razon, pensé para mi. Un Parisiense estraviado en -este hermoso pais de libertad, siente gran necesidad de ir á la -escuela. Siempre tiene algo que aprender y mucho que olvidar.</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_140" id="Page_140">[140]</a></span></p> - -<p>Cuando me ví en la calle, lejos de aquella atmósfera teolójica, -recien respiré.</p> - -<p>Uf! dije, bostesando, y que pesados son! Parecen bueyes atados -al arado, trillando siempre el mismo surco. Una hora de -relijion y de política, es demasiado para un francés; hay con que -disgustarlo del Evanjelio y de la libertad. Quién me hablará -de algo razonable y divertido,—de pintura, de ópera, de música -ó de guerra? Paris, Paris,—yo tengo necesidad de lavarme -la cara con tu ambrosía.</p> - -<p>No sé que locura iba á decirle á Susana, cuando apercibí al -hermoso Naaman, caminando junto á nosotros lo mismo que el -pastor que sigue su oveja. Habia olvidado que estaba en -América, y que la señorita mi hija era por el momento presbiteriana.</p> - -<hr /> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_141" id="Page_141">[141]</a></span></p> - -<h2 id="CAPITULO_XXI">CAPITULO XXI.<br /> -<span class="smaller">La escuela del Domingo.</span></h2> - -<p>Quién me dirá de donde proviene la debilidad de un padre -por su hija? Consiste en la ilusion de verse reproducido en -ella,—lo mismo que la madre de verse reproducida en el hijo? -Para nosotros los de las barbas grises, los de las caras arrugadas -por la vida, será el placer de vernos renacer bajo una forma -graciosa y riente? Será el encanto de un amor puro, que -no desea sino sacrificarse? Lo ignoro, pero lo cierto es que el -inevitable Alfredo no estaba ahí y que yo saboreaba á la manera -de un celoso la dicha de hablar y de reir con Susana. Mirábame -en sus límpidos ojos, cuando una mano colorada engastada -en un largo brazo me cojió de improviso en mi tránsito, -y una voz sepulcral me gritó: <i>Esta noche te volverán á pedir -tu alma</i>. Al mismo tiempo metiéronme un papel en el bolsillo -de mi frac. Dí vuelta, y al hacerlo, otra voz me gritó: -<i>Piensa en tu salud</i>, metiéndome otro papel, en el otro bolsillo -de mi frac. A este ruido acudieron tres hombres negros, levantando -los brazos como en el juramento de los Horacios, y -aullando á cual mas, metióme cada uno de ellos en el seno -no una espada, sino un librito. La vision desapareció en seguida.</p> - -<p>—Qué es esto le pregunté á Susana, que reia de mi espanto.</p> - -<p>—Padre mio, me dijo,—es la sociedad de los tratados relijiosos -que trabaja por vuestra conversion.</p> - -<p>—Muchas gracias! esclamé metiendo en mi bolsillo,—los -<i>Signos de la bestia, las Rosas de Saron</i>, y la Trompeta de Jericó; -aquí lo enriquecen á uno, lo mismo que en otra parte lo roban. -Qué quieren que haga con estos tesoros de edificacion?</p> - -<p>—Tened paciencia, padre mio, dijo Susana,—dentro de un -instante ellos han de servirnos para hacer felices á algunos.</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_142" id="Page_142">[142]</a></span></p> - -<p>—Confesad, le dije á Naaman, que abusais de la letra de molde. -Comprendo que distribuyais la Biblia,—desde que ella es -vuestra enseña, pero lo que no entiendo es,—para qué puede -servir esa teolojía pueril que sembrais por las calles.</p> - -<p>—Sois demasiado severo, contestó el jóven ministro, pensad -en que toda nuestra relijion está en la Biblia. De la escritura -es, de donde cada uno de nosotros debe sacar la regla de -su fé, mediante el libre esfuerzo de la razon. Un protestante -que no lee es un cristiano que no llena sus prácticas. Qué -cosa mas simple que un proselitismo que nos agrupa sin cesar -al rededor de la Biblia? Despertar la conciencia, obligar al -último de los hombres á refleccionar y á leer,—repetirle que solo -él está encargado de su salud, hé ahí el objeto de todas esas -publicaciones. “Piensa en tu alma, solo tú eres responsable de -ella,”—tal es la conclusion uniforme de estos libritos. Si á eso -llamais teolojía,—toda nuestra literatura es teolójica; la menor -novela está impregnada del mismo espíritu. La Biblia es citada -en ella á cada pájina, lo mismo que el té. Lo que nos encanta, -no es la pintura de esas borrascas que devastan el corazon -y arruinan la voluntad: es el cuadro de una alma jóven que, -colocada entre la tentacion y el deber, rechaza á Satanás y llama -á Dios. Hasta nuestras ficciones son tratados de educacion.</p> - -<p>—Sí, dije yo sonriendo,—es la moral en accion.</p> - -<p>—Es algo mejor que eso,—repuso él,—es la relijion en práctica, -la fé que habiendo entrado en el alma inspira toda la vida. -Nosotros no entendemos jota de esa falsa distincion entre la -moral y la relijion; no hay dos conciencias. El hombre natural -murió con el último pagano; nosotros no conocemos sino al -cristiano. El que es cristiano lo es en todas partes: en la iglesia, -en la familia, en el comun, en el Estado.</p> - -<p>Me parece que el piadoso Naaman aprovechaba con placer -esta ocasion de repetir como nuevo algun viejo sermon, cuando -por fortuna, llegamos al templo presbiteriano. Era la sesta -iglesia que visitaba en el dia,—justísima espiacion de mi pasada -tibieza!</p> - -<p>Entramos en la sala de lectura,—vasta pieza contigua al templo. -Un millar de niños y de jóvenes, devididos en grupos -estaba sentado, en bancos circulares. De distancia en distancia -veíase de pié á los pastores y pastoras de aquel gracioso rebaño; -ó como se les llama,—á los monitores. Al presentarse -Naaman toda la asamblea se levantó; el órgano tocó una marcha<span class="pagenum"><a name="Page_143" id="Page_143">[143]</a></span> -guerrera, y en seguida, todas aquellas jóvenes voces cantaron -en coro, con acompañamiento de timbales:</p> - -<div class="poetry-container"> -<div class="poetry"> -<div class="verse">“O Christ! nous sommes ta milice;</div> -<div class="verse">Contre l’ignorance et le vice.</div> -<div class="verse">Nous marchons sans honte et sans peur.</div> -<div class="verse">L’amour, l’aumône et la prière,</div> -<div class="verse">Ce sont là nos armes de guerre:</div> -<div class="verse">Notre drapeau, c’est le Seigneur!</div> -<div class="verse">O Christ! notre chef! notre père!</div> -<div class="verse">Nous voulons vaincre la misère,</div> -<div class="verse">Et chasser l’infidélité;</div> -<div class="verse">Ne regarde point à notre âge,</div> -<div class="verse">Donne-nous sagesse et courage:</div> -<div class="verse">Nous défendrons ta vérité”<a name="FNanchor_44" id="FNanchor_44"></a><a href="#Footnote_44" class="fnanchor">[44]</a>.</div> -</div> -</div> - -<p>Qué será? será que hay un encanto secreto en la voz de la infancia? -O será que desprendiéndonos de nosotros mismos, por -decirlo así, los años nos hacen mas tiernos para esas almas, que -entran en la vida sin conocer los peligros. No lo sé. Pero yo -me sentí conmovido por el canto de esos pequeños soldados -tan valerosamente enrolados bajo el lábaro del Evanjelio.</p> - -<p>—De aquí veinte años, pensé, cuantos quedarán en sus filas? -No importa; el espectáculo de una juventud que tiene valor y fé -es siempre hermoso. Guárdenos Dios de esos viejos de diez -y ocho años que solo creen en su egoismo,—almas gangrenadas -que todo cuanto tocan infestan, y que solo dejan en pos de ellos -corrupcion y muerte.</p> - -<p>Susana estaba cerca de mi y de pié. La señorita era <i>monitora</i>. -Tenia mucho que hacer, porque habia doble auditorio y -la escuela estaba en revolucion.</p> - -<p>—Donde está Dinah? esclamó una voz revoltosa. Dinah es -mi querida preceptora; yo no te conozco á tí.</p> - -<p>Susana cojió en sus brazos á la rebelde, que se resistia á ello -llorando, y la dijo dos palabras al oido. La sonrisa volvió en -el acto, como el sol despues de la lluvia.</p> - -<p>—Me lo prometes? murmuró la chiquilla.</p> - -<p>—Mañana, repuso Susana. La niña echó los brazos al cuello -de su nueva maestra, y la besó en ambas mejillas. La paz estaba -hecha, la leccion comenzó.</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_144" id="Page_144">[144]</a></span></p> - -<p>Rolaba sobre la historia de Israel en tiempo de los reyes. -Por primera vez, lo confieso con verguenza, hice conocimiento -íntimo con el profeta Eliseo. Era este un excelente hombre -cuando no se encolerizaba. Pero apesar de lo bello de la moral, -no le perdono mucho que digamos el haber hecho que unos -osos se comieran á cuarenta niños que se burlaban de su calva. -A este precio yo no querria ser profeta, ni en mi pais.</p> - -<p>Dos episodios surtieron el éxito mas completo cerca de los -niños; tal es de vivo en estas almas jóvenes el sentimiento del -bien y el mal! Primero fué la historia de Naaman, jeneral del -rey de Siria, implorando gracia de Eliseo para ser librado de la -lepra. Naaman se retiró curado y convertido; pero convertido -con sus reservas políticas, que prueban una vez mas que no hay -nada nuevo bajo el sol.</p> - -<p>Al fin, dijo Naaman: Sea como tú quieres: Pero te suplico -que me permitas á mí, siervo tuyo, el llevarme la porcion de -tierra que cargan dos mulos; porque ya no sacrificará tu siervo -de aqui adelante holocaustos ni víctimas á dioses ajenos, sino -solo al señor.</p> - -<p>Mas una cosa hay solamente por la que has de rogar al Señor -á favor de tu siervo, y es que cuando entrare mi amo en el -templo de Remmon para adorarle, apoyándose sobre mi mano, -si yo me inclino en el templo de Remmon, <i>para sostenerle</i> al -tiempo de hacer él su adoracion en el mismo lugar, el Señor me -perdone á mi, siervo tuyo, este ademan.</p> - -<p>Respondióle Eliseo: Véte en paz!....<a name="FNanchor_45" id="FNanchor_45"></a><a href="#Footnote_45" class="fnanchor">[45]</a>.</p> - -<p>La tolerancia del profeta, escandalizó á los niños, no puedo -ocultarlo. Naaman fué silbado unanimemente, lo mismo que -un cobarde que transije entre su conciencia y su interés. Dia -vendrá en que Remmon, Mamon ó Baal os presentarán una mano -llena de dinero ú honores, á condicion de que le adoreis; feliz -aquel que no se incline ante el ídolo, guardando solo para -Dios el sacrificio de su corazon.</p> - -<p>En seguida, vino la historia de Giezi, el servidor de Eliseo, -hábil hombre, que se hacia pagar los milagros de su amo, traficando -así con la virtud ajena. Qué furor en el jóven auditorio! -y qué gozo cuando Susana, engrosando la voz para parecerse -al profeta, pronunciaba el terrible anatema:</p> - -<p>“Habeis recibido oro y vestidos, para comprar plantas de -olivo, viñas, bueyes, ovejas, criados y criadas.</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_145" id="Page_145">[145]</a></span></p> - -<p>“Pero tambien la lepra de Naaman se adherirá á vosotros, y -á toda vuestra raza por siempre jamás.</p> - -<p>“Y Giezi se retiró, todo cubierto de una lepra blanca como -la nieve:”<a name="FNanchor_46" id="FNanchor_46"></a><a href="#Footnote_46" class="fnanchor">[46]</a>.</p> - -<p>Todavia existe, esa honrada posteridad de Giezi, aunque un -poco cambiada por el tiempo. Por fuera háse conservado blanca -como la nieve; pero la lepra ha entrado en su alma; no es ya -el cuerpo lo que roe.</p> - -<p>Esta educacion dada á la infancia por la juventud me encantó, -y cumplimentando por ello al ministro, añadí:</p> - -<p>—Pero, pienso que vosotros os reservais el catecismo. La -doctrina corria riesgo de alterarse al pasar por aquellos lábios -novicios.</p> - -<p>—No, me dijo; tanto para la doctrina como para lo demas, -nosotros nos remitimos al monitor, bajo nuestra vijilancia, bien -entendido. Nadie es hereje á los diez y ocho años, y si algo -hay que temer; es mas bien demasiado apego á la letra.</p> - -<p>—Si, pero si esas jóvenes cabezas trabajan?</p> - -<p>—Eh bien! dijo el pastor,—ahí estamos nosotros para abrirles -el camino. Nuestra divisa es la de Pablo: <i>Allí donde está el -espíritu del Señor, allí tambien está la libertad</i>.</p> - -<p>No nos place á nosotros la fé del carbonero,—esa ignorancia -crédula que lo mismo santificaria á un cristiano, que á un mahometano -ó á un budhista. La juventud tiene una crísis del espíritu, -lo mismo que una crísis del cuerpo. Llega para ella una -hora en que es necesario luchar con la verdad, como Jacob con -el ángel, y aquel solo se <i>convence</i> que ha sido <i>convencido</i> por el -Evanjelio. Nosotros queremos una fé razonada.</p> - -<p>—Y razonadora, añadí yo, porque cada uno de estos monitores -debe salir de aquí con el gusto y la manía de predicar.</p> - -<p>—Tanto mejor, dijo Naaman,—para nosotros, todo hombre -es sacerdote, y toda mujer sacerdotiza. Por qué ha de haber -menos ardor en la sociedad relijiosa, que en la sociedad política? -El título de Cristiano es acaso menos bello que el de ciudadano -é impone menos deberes que éste?</p> - -<p>Yo no contesté nada: eso de considerar á la relijion, lo mismo -que un patrimonio comun de los fieles contrariaba todas -mis ideas. Me habian enseñado que la Iglesia era una monarquia,—no -una república. A fuer de hombre prudente, yo he -dejado siempre el cuidado de mi conciencia á la Iglesia que me<span class="pagenum"><a name="Page_146" id="Page_146">[146]</a></span> -ha educado. No es á mí,—sino á mi director á quien compete -el cuidado de mi salud. Por qué, pues, me he de tomar una -fatiga inútil,—encargándome de una peligrosa responsabilidad?</p> - -<p>La leccion iba á concluir; Susana me desembarazó de todos -mis libritos con gran alegria de los niños; cantóse un hermoso -cántico de despedida; y la fiesta terminó con una distribucion -universal de regalos y apretones de mano. Rango, fortuna, -edad, traje,—todo estaba confundido hacía dos horas; sentíase -uno vuelto á los primeros tiempos del cristianismo, en que la -multitud de los creyentes no tenia sino un corazon y una alma. -Y decir que cada siete dias en el dia del Señor, toda la juventud -americana viene á estas reuniones fraternales á dar y recibir -una leccion de amor y de igualdad! Oh! como efecto moral -ninguna enseñanza,—la del mismo Bossuet,—valdria esta -educacion mútua!</p> - -<p>Salimos; Alfredo estaba ahí para arrebatarme el brazo de Susana, -cuya felicidad yo no envidiaba; mis ideas comenzaban á -tomar otro jiro: mi corazon sentia, mas que nunca, toda su paternal -debilidad. Tiempo es ya, decia para mis adentros, de -que Susana comience á ejercer; como ama de casa, sus grandes -cualidades de monitora. Figurábaseme ya ver en el porvenir -un ejército de nietos mas relijiosos, mas enérjicos y felices que -su abuelo. Y, embebido en estas ideas y mirando á mis enamorados -que caminaban delante de mí, llegué á mi casa.</p> - -<p>El resto del dia, lo pasamos hablando de todo lo que habiamos -visto ú oído en la mañana, y Dios sabe cuantas cosas se -ven y se oyen el Domingo en América! Qué son nuestros espectáculos -al lado de estas fiestas del corazon y del espíritu? -En mi vida habia pasado dias mas sérios,—nunca, jamás el -tiempo habíame parecido tan corto, ni mejor empleado.</p> - -<p>Como de costumbre, la noche terminó con la lectura de la -Biblia. Marta trajo el librote negro, que ya era para mí un amigo. -No habia dia que yo no hallára en él una respuesta á alguna -pregunta secreta de mi alma,—estraña casualidad que -confundia mi filosofía.</p> - -<p>Habiamos quedado en el séptimo capítulo de Daniel. La vision -de las cuatro bestias apocalípticas que representan las cuatro -grandes monarquias de la antiguedad no me hizo el menor -efecto; tengo muy poca imajinacion para gozar con semejantes -sueños gigantescos. No le sucedia á Marta lo mismo, que á cada -paso suspiraba. El Cuerno, <i>que tenia ojos como ojos de hombre -y una boca que proferia palabras insolentes</i>, arrancó un grito<span class="pagenum"><a name="Page_147" id="Page_147">[147]</a></span> -de admiracion; estaba toda conmovida cuando el profeta pintó -<i>al Anciano de los dias, con su ropaje mas blanco que la nieve -y sus cabellos mas blancos que la lana, sentado en un trono de -llamas y servido por un millon de ánjeles, al paso que mil millones -permanecen en silencio ante él</i>. Lo que para mí no era sino -una alegoria, para ella era la verdad,—es la única manera quizá, -que la idea divina tiene de entrar en un espíritu injénuo,—que -para sentir el infinito tiene necesidad de imájenes.</p> - -<p>Despues de estas grandes pinturas vinieron los versículos en -que el profeta anunció el Mesias.</p> - -<p>13 “Yo estaba pues observando durante la vision nocturna, -y hé aquí que venia entre las nubes del cielo un <i>personaje</i> que -parecía el Hijo del hombre; quien se adelantó hácia el anciano de -<i>muchos</i> dias, y le presentaron ante él.”</p> - -<p>14 “Y dióle este la potestad, el honor y el reino; y todos los -pueblos, tribus y lenguas le sirvieron á él: la potestad suya es -potestad eterna que no le será quitada y su reino es indestructible.”</p> - -<p>Escuchando este pasaje, me sentí como Daniel: “Quedé muy -conturbado con estos mis pensamientos, y mudóse el color de -mi rostro: conservé empero en mi corazon esta vision <i>admirable</i>.”<a name="FNanchor_47" id="FNanchor_47"></a><a href="#Footnote_47" class="fnanchor">[47]</a></p> - -<p>Y como nó, acababa de asistir esa mañana misma al espectáculo -de ese trono cuyo reinado dura hace diez y nueve siglos! -El cristianismo, cuyos funerales se anuncian en la vieja -Europa, presentábaseme en América,—mas jóven, mas fuerte, -mas triunfante que nunca. Treinta millones de hombres que -viven del Evanjelio, qué enigma para un Parisiense que ha leido -á Diderot, y que, en una noche de invierno, se ha imajinado -que comprendia á Hégel!</p> - -<p>Así que entré en mi cuarto comencé á pasearme, ajitado durante -largo rato por una multitud de pensamientos que se rechazaban -unos á otros. Recuerdos de infancia, estudios de la -juventud, reflexiones de la edad madura, ideas nuevas, todo esto, -daba vuelta en mi cabeza y hacia en ella el caos. Parecíame -que una voz misteriosa fisgaba á mi alrededor.</p> - -<p>Bravo, Daniel, murmuraba aquella irónica voz, conque te haces -capuchino. Héte místico, fanático y ademas de esto ridículo. -Antes de poco tambien vas á ganguear lo mismo que -maese Brown, y á hablar mejor que él el dialecto de Canaan.<span class="pagenum"><a name="Page_148" id="Page_148">[148]</a></span> -O Franceses, eternos camaleones! Chinos en Canton, Beduinos -en Arjel, puritanos en Massachusetts, cómicos en todas partes -¿cuándo sereis hombres? Cuando vuelvas á Paris, Daniel, -dejarás en la barrera ese <i>cant</i> insípido, y ese librote negro que -las jentes de buen gusto respetan, sin tocarlo jamás. Un filósofo -le saca políticamente el sombrero al cristianismo,—es menester -no ponerse mal con nadie; ir mas allá es la debilidad de los -espíritus estrechos. El dios del siglo diez y nueve, es el viejo -Pan, eclipsado demasiado tiempo por la dolorosa figura de Cristo. -Sumérjete en el infinito, Daniel; adora á tu padre el abismo; -es el culto á la moda,—el único que puede confesar la infalible -razon de nuestros dias.</p> - -<p>—No, esclamé, mis ojos se han abierto; he sacudido el penoso -sueño en que nuestra alma se enerva. Esos niños me han -enseñado esta mañana el vínculo sagrado que une estrechamente -á la libertad con el Evanjelio. Si para nosotros todo acaba -con el cuerpo,—no tenemos ni derechos ni deberes; somos un rebaño -malhechor, que es necesario apacentar y castigar hasta -que la muerte lo mande á podrirse en la fosa eterna. Solo es -persona aquel á quien la inmortalidad pone en comunion con -Dios. Solo es hombre y ciudadano aquel que puede adherirse -á una justicia viviente,—á una verdad que no muere. El pobre, -el enfermo, el esclavo, el desgraciado, el criminal, no se hicieron -sagrados sino el dia en que Cristo los rescató con su -sangre y los cubrió con su divinidad. Adios Hégel, Spinosa! -Adios las palabras puestas en lugar de las cosas! Adios la -materia divinizada! Yo he visto á donde conducen á los pueblos -y á los hombres tales doctrinas, y no quiero, ni los bajos -goces de la multitud, ni la estóica resignacion de los espíritus -magníficos. Yo necesito otra cosa que embriaguez ó desesperacion: -necesito vivir! Vivir es creer y obrar. Perdidas las ilusiones -de la juventud y las ambiciones de la edad madura,—mi -razon es quien te llama ¡Oh Cristo! y la esperiencia la que me -arroja de nuevo á tus piés. Devuélveme la esperanza despues -de tantas decepciones; devuélveme el amor despues de tantas -traiciones, y que luzca cuanto antes el dia felíz en que la vieja -Europa imitando á la jóven América, pronuncie un grito que -se eleve de la tierra al cielo, un grito salvador: <span class="smcap">Dios y la libertad</span>!</p> - -<hr /> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_149" id="Page_149">[149]</a></span></p> - -<h2 id="CAPITULO_XXII">CAPITULO XXII.<br /> -<span class="smaller">Disgustos de un funcionario Americano.</span></h2> - -<p>Levantarse con el alba, teniendo el cuerpo y el espíritu bien -dispuesto, envolverse en una gran bata, amacarse en un <i>rocking -chair</i><a name="FNanchor_48" id="FNanchor_48"></a><a href="#Footnote_48" class="fnanchor">[48]</a>, y mientras se fuma una pipa de marilandia, darse, -como dicen los Alemanes <i>una fiesta de pensamientos</i>, hé ahí -un verdadera placer....cuando no se tienen treinta años, despues -de un dia bien empleado y de una noche tranquila.</p> - -<p>Sentado en la ventana, entreteníame en ver á la ciudad salir -de su sueño. Lecheros, carboneros, carniceros, y especieros -corrian por las calles, y bajando al piso subterráneo por la escalera -exterior hacian el servicio de cada casa sin incomodar á -sus habitantes. Habríase dicho que todo estaba calculado para -que nada turbára el santuario en que reposaba el dueño de -casa. La morada de un francés es un cuarto de posada: en él -entra quien quiere; el <i>home</i> de un sajon es una fortaleza, defendida -con cuidadoso celo contra los importunos y los curiosos. -Es un hogar, en el sentido sagrado y misterioso de esta vieja -palabra, importada de Oriente.</p> - -<p>Mientras admiraba la calzada, barrida y regada ya por mis -cantoneros, un <i>cabriolé</i> tirado por un lijero caballo, llegó cerca -de mí metiendo gran ruido. Me han gustado siempre los caballos, -y asi seguia con los ojos, el aire altivo del troton americano, -cuando derrepente el animal se aplastó. Del fondo del -cabriolé, y como lanzado á todo vapor, salió un enorme sombrero, -pasando como una flecha por sobre las orejas del corcel y -en pos de él un hombrecito, envuelto en una larga levita. Era -el amigo Seth, perseguido sin duda por los manes del perro que -habia hecho asesinar.</p> - -<p>—Marta, esclamé, sacando la cabeza por la ventana. Marta, -agua, vinagre; corred, yo bajo.</p> - -<p>Cuando llegué á la calle, el hombre ya se habia levantado y<span class="pagenum"><a name="Page_150" id="Page_150">[150]</a></span> -sacudido; pasóse las manos á lo largo del cuerpo, para asegurarse -que no tenia nada roto, echóse al estomago un vaso de agua, -y púsose á descinchar y acomodar el caballo, sin decir palabra. -Marta estaba cerca de él, temblando como una azogada.</p> - -<p>—Entrad, en mi casa, le dije yo á Seth; un poco de descanso -os hará bien; si necesitais algo aquí estoy yo.</p> - -<p>—Doctor Daniel, contestó secamente; yo no tengo ninguna -necesidad de tus servicios. Hasta la vista.</p> - -<p>Y tomando el caballo de la brida, lo tiró cojiando hácia la -casa de Fox, el <i>attorney</i>; Seth venia sin duda á la ciudad -por un proceso, y habria dejado de ser cuácaro si una pierna estropiada -ó una cabeza lastimada le hubiera desviado de su -interés.</p> - -<p>Vuelto que hube á mi observatorio, cargué una segunda pipa. -Sin pasiones, sin cuidados, gozaba de mi tranquilidad; -me daba un placer de niño siguiendo con los ojos el sol, que de -la cima de las casas descendia lentamente á la calle. Tres golpes -aplicados á la puerta me sacaron de mi fantaseo. Era el vecino -Fox, adornado de una cartera bajo el brazo. Su visita me -sorprendió. Sabíale muy contrariado de su derrota electoral, -y no era hombre de olvidar en dos dias ni sus odios, ni su -envidia.</p> - -<p>—Buen dia, señor inspector de caminos y calles, me dijo entrando -en mi cuarto.</p> - -<p>El modo como acentuó estas palabras, me desagradó. Soy -la paciencia en persona; pero no me gusta que se burlen de mí.</p> - -<p>—Salud al señor <i>attorney</i>, le contesté con balbuciente voz. -Podré saber lo que me proporciona el honor de veros.</p> - -<p>—Pues no hay mas, querido doctor, repuso él con una voz -burlona, sino que sois un personaje! Vedos en el camino de -la grandeza! Vuestros mismos adversarios se inclinan ante -vuestro talento y fortuna. Qué pueden decir ahora vuestros -envidiosos?</p> - -<p>—No entiendo una palabra de lo que me decis, Fox; qué me -quereis?</p> - -<p>—Yo, me contestó cerrando un ojo, no quiero nada; digo -simplemente que del Capitolio á la roca Tarpeya no hay mas -que un paso.</p> - -<p>Despues de esta máxima banal, echóse en un sofá, abrió su -caja de rapé, respiró lentamente una narigada, y sacudió unas -cuantas veces algunos polvos que habian caido sobre su chaleco. -En seguida, cruzando las piernas y levantando hácia mi su<span class="pagenum"><a name="Page_151" id="Page_151">[151]</a></span> -puntiagudo hocico, púsose á mirarme, silenciosamente, con -el aire de una garduña que espera un conejo.</p> - -<p>Intrigado de este manejo, levantéme:</p> - -<p>—Tened la bondad de hablar claro, le dije. Qué os trae á -mi casa?</p> - -<p>—Una bagatela, me contestó, estirándose en su sitio cuan -largo era y haciendo dar vuelta sus pulgares; una verdadera -bagatela. Una pequeña demanda de 500 dollars.<a name="FNanchor_49" id="FNanchor_49"></a><a href="#Footnote_49" class="fnanchor">[49]</a>.</p> - -<p>—Yo no os debo nada, asi lo creo al menos, repuse á mi vez, -muy asombrado de aquella pretension.</p> - -<p>—Sin duda, querido doctor; á mi no me debeis nada, pero á -mi cliente es otra cosa.</p> - -<p>Y esto diciendo, abrió su cartera y sacó de ella la cuenta -siguiente:</p> - -<div class="blockquote"> - -<p class="hanging smaller"><b>Memoria de los gastos de indemnizacion debidos á Seth Doolittle, por el Dr. Daniel Smith -Inspector de caminos y calles, civilmente responsable del mal entretenimiento de los mencionados -caminos y calles.</b></p> - -<table summary="Memoria de los gastos de indemnizacion debidos á Seth Doolittle"> - <tr> - <td>1.ᵒ</td> - <td>Varas rotas, y compostura de un tren nuevo</td> - <td class="tdr align-b">50</td> - </tr> - <tr> - <td>2.ᵒ</td> - <td>Herida del caballo en el lomo, depreciacion de - la susodicha bestia: al mas bajo precio</td> - <td class="tdr align-b">150</td> - </tr> - <tr> - <td>3.ᵒ</td> - <td>Item mas, al referido señor Seth Doolittle, por - una rodilla estropeada, un sombrero desfondado, - un pantalon roto, arañazos en la - cara etc., indemnizacion calculada, por bajo, - por consideracion al doctor</td> - <td class="tdr align-b">200</td> - </tr> - <tr> - <td>4.ᵒ</td> - <td>Por inquietudes, sacudimiento producido en el - cerebro, pérdida de tiempo, etc. etc.</td> - <td class="tdr align-b">100</td> - </tr> - <tr> - <td>5.ᵒ</td> - <td>Cuidados diversos, consecuencias de la herida - y de la caida, consultacion de médico, dictámen - de abogado, etc., etc.</td> - <td class="tdr align-b"><i>Memoria.</i></td> - </tr> -</table> - -</div> - -<p>—Señor, le contesté, lanzándole al rostro su memoria de -boticario,—no me placen las mistificaciones, y me asombra el -papel que representais en esta farsa ridícula.</p> - -<p>—Muy bien, dijo Fox, preferís un pleito. Como vecino, habria -deseado ahorrároslo; pero puesto que no lo quereis, hé aquí -el emplazamiento.</p> - -<p>—Un pleito! esclamé alzando los hombros. Un pleito entablado -por un particular contra un inspector de caminos y calles! -contra un funcionario! contra un hombre público! contra -un representante de la autoridad! Qué comedia! Y el artículo -75 de la constitucion del año VIII?</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_152" id="Page_152">[152]</a></span></p> - -<p>Cosa estraña, y que me sorprendió á mi mismo, estas últimas -palabras las pronuncié en francés. Estos sajones son tan groseros, -tan ignorantes en administracion, que su lengua es impotente -para producir palabras tan espléndidas, como las que hacen -la gloria y la grandeza de las razas latinas.</p> - -<p>—El emplazamiento es para hoy, dijo Fox, con una sangre -fria que me desarmó. Espero que lo aceptareis para no retener -inútilmente á mi cliente en la ciudad. Dentro de un cuarto de -hora nuestro nuevo Juez de Paz, vuestro amigo, Mr. Humbug, -terminará este negocio, que, á decir verdad, no lo es tal.</p> - -<p>—Qué! os obstinais en pretender que yo soy responsable de -los accidentes de la calle?</p> - -<p>—Quién ha de serlo entónces, si no lo sois vos? repuso el -<i>attorney</i>. No habeis solicitado vos mismo y aceptado las funciones -de inspector? No sois vos el ajente y el servidor del pueblo -que os ha elejido? Si hay neglijencia, á quién la culpa, y quién -debe sufrir?</p> - -<p>—La cuestion no es esa, repuse con justo orgullo. Yo no soy -un empedrador, un obrero á merced del que le paga, soy un oficial -del Estado, un miembro de la autoridad que gobierna, un -delegado del soberano.</p> - -<p>—Vos sois el vijilante de los empedradores, dijo Fox, vijilante -nombrado por los ciudadanos, y por lo tanto sois responsable -ante los que os nombran. Conoceis algun pais del mundo -donde las funciones existan para provecho de los administradores, -y no para provecho de los administrados? Por mi parte, -solo conozco la China con sus mandarines.</p> - -<p>—Ignorante, esclamé! leed la ley.</p> - -<p>—Leedla mas bien vos, respondió Fox, está en cabeza del -emplazamiento.</p> - -<p>—Leí el artículo, y bajé la cabeza. Fox tenia razon. Yo -habia caido en el lazo de mi loca ambicion.</p> - -<p>Ese pretendido honor que lisonjeaba á mi mujer, á mi hija, -y aun á mí mismo, no era sino una carga llena de inquietudes y -peligros. Yo era esclavo de esa multitud, á la cual saludaba la -víspera como triunfador. En aquel abominable pais, el pueblo es -el que manda y el funcionario el que obedece. Si lo hubiera sabido!</p> - -<p>Una reflexion me devolvió el valor. Por muy atrasados que -los Yankees estén, decia yo para mis adentros, no son del todo -bárbaros. En Francia, en el hogar de la civilizacion, tenemos -cuarenta mil leyes que se contradicen; haga lo que haga, la autoridad<span class="pagenum"><a name="Page_153" id="Page_153">[153]</a></span> -acaba siempre por encontrar quien le dé la razon; quién -sabe si en los Estados-Unidos no hay tambien un <i>Boletin de las -leyes</i>? Consultaré un abogado.</p> - -<p>Bajemos, dije al <i>attorney</i>. El tribunal ha de estar abierto: -Humbug nos juzgará. Si pierdo mi pleito, sabré al menos á qué -atenerme respecto á esta decantada libertad americana con que -me aturden. ¡Chistosa libertad por cierto es la de un pueblo -donde la autoridad, es decir, la nacion hecha hombre, se inclina -ante la decision de un juez de paz!</p> - -<p>En la calle hallamos al cuácaro, siempre impasible. A una -señal de Fox, siguiónos en silencio. Marta acercóse á mí suspirando.</p> - -<p>—Amo, dijo, en este mismo empedrado fué donde nos caimos -el otro dia tu hija y yo.</p> - -<p>¡Oh poder de una palabra! A estas sencillas palabras mis -ideas se trastornaron: ¡Susana, Susana mia, tú eras quien perturbaba -mi conciencia! Cierto, yo tengo una fé política á prueba -de las locuras modernas; con la cabeza en el cadalso, sostendria -contra todo el mundo que la autoridad no se equivoca jamás,—que -está perdida si se deja discutir. Que un caballo, y hasta un -cristiano se rompa el pescuezo en un empedrado mal tenido, es -una desgracia; ¡pero qué importa! ¡Los caballos pasan, los principios -quedan! El interés general está arriba de esas miserias -del interés particular.—Hé ahí el dogma conservador que me -han enseñado; yo lo profeso, y sin embargo, cuatro dias antes, la -vista de mi hija herida habíame hecho olvidar mi símbolo. Yo -tambien, en mi loca cólera, hubiera querido encontrar delante -de mí un funcionario responsable, y si lo hubiese tenido habria -obrado como aquel miserable cuácaro, salvo la memoria de dos -mil quinientos francos. ¡Qué débil es nuestro corazon, y cuan -infestados no estamos del veneno republicano!</p> - -<p>Humbug estaba en su gabinete; entramos en él, Marte no se -habia separado de su bien amado. ¿Era este un nuevo enemigo -conjurado contra mí?</p> - -<p>—Buen dia doctor, gritó Humbug apenas me vió á lo lejos. -Muy bien os sienta á vos el honrar con vuestra presencia mi -modesto tribunal. Nunca se enseñará demasiado á los hombres -á respetar la justicia, hermana de la relijion:</p> - -<div class="poetry-container"> -<div class="poetry"> -<div class="verse"><i>Dicite justitiam moniti et non temmere Divos</i>.</div> -</div> -</div> - -<p>—Señor majistrado, le dije, no es un amigo sino un litigante -quien comparece ante vos.</p> - -<p>—Un pleito, dijo él á su vez, frunciendo su tupido entrecejo.<span class="pagenum"><a name="Page_154" id="Page_154">[154]</a></span> -Habeis olvidado la sábia leccion de nuestros padres? Para -poner ó aceptar un pleito, se necesitan seis cosas: <i>primo</i>,—una -buena causa; <i>secundo</i>, un buen abogado; <i>tertio</i>, un buen consejo; -<i>quarto</i>, buenas pruebas; <i>quinto</i>, un buen juez, y <i>sexto</i>, una -buena suerte. Reunir todas estas condiciones es cosa tan casual, -que yo aconsejo á todo el mundo el atenerse á esta máxima -del Evanjelio. “<i>Si alguien quiere pleitear contra tí para -quitarte tu vestido, dale todavia tu manto.</i>” Ganareis con ello -la tranquilidad de espíritu, y ademas de esto los gastos de justicia.</p> - -<p>Mientras que Humbug firmaba algunos papeles, apercibí -en un rincon á Seth y á Marta en gran discusion. Las pocas -palabras que cojia al vuelo no me permitian entender su diálogo. -Seth hablaba de <i>insulto</i>, de una buena ocasion, de <i>arreglos -de familia</i>. Marta suspiraba y jesticulaba, hablaba de <i>honradez</i> -de <i>Biblia</i> y de <i>casamiento</i>. Era visible que los dos tórtolos -se picoteaban. Bravo Marta, ella al menos habia tomado á -lo sério esa Biblia que leía todos los dias. Su fidelidad doméstica -triunfaba de su amor, y quizá tambien no la disgustaba -asegurarse antes del casamiento de quien seria el dueño de casa.</p> - -<p>—Escojed, pues, dijo ella, apartándose del cuácaro con un -jesto de impaciencia.</p> - -<p>—Veamos, veamos, respondió Seth, un poco de calma.</p> - -<p>Y esto diciendo, acercóse tranquilamente á Fox, que no tuvo -trabajo en demostrarle que para un hombre prudente hay siempre -beneficio en perder una mujer y ganar un pleito.</p> - -<p>El escribano anunció que la hora de la audiencia habia sonado.</p> - -<p>Entremos, dijo Humbug; doctor, os doy el primer turno. -Los pleitos son como las muelas enfermas; es menester librarse -de ellas lo mas pronto posible; una vez arrancadas, pronto se -las echa en olvido.</p> - -<p>—En qué consiste, preguntéle, que hay tan poca jente en la -sala? yo creia que en un pais libre la justicia era el gran asunto -de los ciudadanos.</p> - -<p>—Querido doctor, repuso el juez de paz, veis esos tres taquígrafos -que preparan su papel y su pluma? Os diré, pues, como -lord Mansfield en otra ocasion: “El pais está ahí.” Estad -tranquilo, antes de dos horas todo París se ocupará de vuestro -pleito. La publicidad de la justicia es la publicidad de -los diarios. Suprimid el extracto y sereis juzgado en secreto, -estrangulado entre dos puertas aunque haya trescientas personas<span class="pagenum"><a name="Page_155" id="Page_155">[155]</a></span> -de por medio. El foro de un pueblo de treinta millones -de almas, el nuestro, es el diario. Merced á él, el menor litigante, -el mas oscuro criminal, tiene por juez, por testigo y abogado, -al pais entero. La prensa, mi buen amigo, creédselo á un -viejo periodista, es la única garantia de la justicia y de la libertad.</p> - -<p>En estas palabras de Humbug, yo no ví sino una cosa, ese -diabólico tablero que iban á levantar en la calle, á fin de divertir -á todo París, con mi mala ventura. Para librarme de tal -fastidio, tomé una heróica resolucion. Perderé mi pleito, me -dije, pero pondré á los que se rien de mi parte.</p> - -<p>Iba á hablar; pero Fox ya habia leido sus conclusiones y comenzado -su alegato.</p> - -<p>—Hay, dijo ajitando su brazo del lado mio, hay ciertos -hombres, que sin jenio, sin talento, sin capacidad; pero aflijidos -por una ambicion ridícula ó por una comezon mal sana, mendigan -el sufrajio popular, imajinándose que las funciones públicas -son hechas para satisfacer su pueril vanidad.</p> - -<p>Este exordio me bastaba; curábame poco de que imprimieran -lo que pudiera venir en seguida.</p> - -<p>—Permitid, le dije....</p> - -<p>—No me interrumpais, esclamó con su mas agria voz, y poniéndose -en jaque como un gallo cuyas plumas se encrespan, no -me interrumpais, volvió á repetir.</p> - -<p>—Perdonad honorable <i>attorney</i>, repuse yo, antes de pleitear -es menester que haya un proceso, aquí no lo hay.</p> - -<p>—Señor juez, continué, nombrado inspector desde hace -cuatro dias, podria escusarme con la novedad de mis funciones, -y acusar á mi predecesor de una neglijencia de que yo no soy -culpable; pero Dios no permita que un oficial público, un mandatario -del pueblo incurra en semejantes chicanas. El cargo -obliga; yo quiero ser el primero que dé el ejemplo del respeto -á la ley. Me reconozco responsable de un accidente que lamento, -es pues inútil que ataqueis á un hombre que no sueña -en defenderse siquiera.</p> - -<p>—Muy bien esclamó el cuácaro, incapaz de contenerse. Amigo -Daniel, tú eres un funcionario segun el corazon de Dios: un -Booz, un Samuel; dame los quinientos <i>dollars</i> ó una fianza -bastante y me declaro satisfecho.</p> - -<p>—Un poco de paciencia, repliqué yo; estoy pronto á pagar sobre -tablas toda indemnizacion lejítima; pero no quiero discutir -siquiera esa indemnizacion. Defiero el juramento á mi adversario;<span class="pagenum"><a name="Page_156" id="Page_156">[156]</a></span> -que este buen cuácaro sea el que por sí mismo fije la cifra -del daño que le he causado.</p> - -<p>—No acepto, gritó Seth, furioso y turbado, me gusta mas -pleitear; mi abogado me habia prometido un éxito completo. -Un cuácaro presta acaso juramento? Daniel, no lees el Evanjelio? -Cristo ha dicho: “No jures en manera alguna, ni por el -cielo, porque es el trono de Dios; ni por la tierra, porque esta -le sirve de escabel á sus pies; ni por Jerusalem.”</p> - -<p>—Basta, dijo Humbug; acabe ahí ese <i>canto</i> inútil. No se te -pide que digas en presencia de Dios, y como Cristo lo enseña: -<i>esto es</i> ó <i>esto no es</i>. Entra en tu conciencia, piensa en tu salud. -Te exijo la verdad, toda la verdad, solo la verdad. Con todo -lo cual, Dios te ayude.</p> - -<p>El cuácaro se rascó la cabeza y miró á su abogado con aire -lastimoso. Fox permaneció mudo. Seth se volvio, y viendo á -Marta de pié y silenciosa cerca de él, palideció y se puso á balbucear. -Su conciencia, su interés, su amor, sostenian una terrible -batalla; y es menester decirlo para honor del cuácaro, el interés -no llevaba la mejor parte.</p> - -<p>—Aquí está el memorial, dijo él, los hechos son exactos, pero -naturalmente en el precio algo se puede rebajar. Las baras -no eran nuevas; sin embargo será necesario componerlas. -Cinco dollars, no es mucho, no es verdad, Marta?</p> - -<p>La muchachona hizo una señal con la cabeza como la estátua -del comendador en la Opera de D. Juan.</p> - -<p>—Pongamos cinco <i>dollars</i>, repuso el cuácaro con tono lamentable. -El caballo ya estaba maltratado, pero la llaga ha vuelto -á abrirse. Esto vale muy bien cinco <i>dollars</i>, no es verdad, -Marta?</p> - -<p>—Para mí, continuó, no pido nada; pero mi pantalon está -roto y he perdido mi dia. Pongamos diez <i>dollars</i>, no te parece -Marta?</p> - -<p>—Y el abogado, gritó Fox, vas á olvidarlo?</p> - -<p>—El abogado, repuso el cuácaro, dichoso de descargar el furor -de su avaricia contra alguien; el abogado es un tonto que -me ha dado un mal consejo. Cinco <i>dollars</i>, en pago de diez palabras -inútiles, es demasiado, qué dices Marta?</p> - -<p>Y los ojos de Seth resplandecieron viendo que su bien amada -echaba á la risa el percance de Maese Fox.</p> - -<p>—He aquí los veinticinco <i>dollars</i>, dije yo á mi turno, felicitándome -de quedar á mano á tan poca costa.</p> - -<p>—Ah! Marta, esclamó el cuácaro, que ruina es la conciencia.<span class="pagenum"><a name="Page_157" id="Page_157">[157]</a></span> -Seguro estoy de que no la tienen las jentes que hacen fortuna, -y si la tienen no se sirven mucho de ella que digamos.</p> - -<p>—Silencio, hijo de Belial! dijo Marta; bendito sea el cielo que -me ha colocado cerca de tí.</p> - -<p>—Bravo! doctor, me dijo Fox haciendo una respetuosa reverencia, -sois pasablemente artéro, y no es poca dicha para nosotros -que no seais abogado.</p> - -<p>—Pues estais equivocado, cófrade, repuse yo sonriendo, soy -del oficio.</p> - -<p>—Como así? dijo Humbug.</p> - -<p>—Hace algunos años hice una memoria de medicina legal á -propósito de las mujeres que dulcifican indefinidamente el carácter -de sus maridos, á fuerza de láudano discretamente administrado. -Esto me valió un díploma de la universidad de Kharkoff; -soy abogado y doctor en derecho entre los cosacos.</p> - -<p>Cófrade, dijo Humbug, con tono solemne, hacedme el honor -de sentaros á mi lado, y vosotros, señores estenógrafos, no olvideis -este hecho maravilloso. Un médico, doctor en derecho de -la universidad de Kharkoff, es cosa que no se vé sino en América. -Estoy seguro de que en toda la vieja Europa no se hallaria -un fénix semejante al que poseemos en París....en Massachusetts. -Kharkoff, señores, no lo olvideis, Kharkoff!</p> - -<hr /> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_158" id="Page_158">[158]</a></span></p> - -<h2 id="CAPITULO_XXIII">CAPITULO XXIII.<br /> -<span class="smaller">La audiencia de un Juez de Paz.</span></h2> - -<p>Sentéme al lado de Humbug, teniendo cuidado de echarme -respetuosamente para atrás; y mientras despachaban asuntos civiles -sin importancia, me puse á examinar la sala y los actores.</p> - -<p>No habia estrado para que el majistrado quedára mas alto -que el justiciable; una simple barra de madera separaba al tribunal -y al público. Humbug estaba sentado detrás de un -gran escritorio, y á su lado escribía el <i>clerc</i> ó escribano. Frente -al juez habia una especie de palco con reja destinado al acusado; -un poco adelante del acusado habia una mesa para el querellante -y los testigos. Nada mas. Lo que aumentaba la simplicidad -del espectáculo, era que nadie llevaba traje especial. -Humbug estaba de frac negro, sentado y con el sombrero puesto; -los abogados no tenian ningun distintivo particular. Allí -no se veían ni capelo, ni toga, ni pelucas. Aquel pueblo primitivo -tiene una fé tan injénua en la justicia, que cree en ella -sin ceremonias. Siéntese en todas partes la grosería puritana. -Añadid que habia un puesto de honor para los estenógrafos. -Ellos son los que representan al pueblo, vijilando á sus majistrados -y juzgando á la justicia. Oh democrácia! y son esos tus -trofeos? Y sin embargo, no hay un pais donde se lleve mas lejos -el respeto á la ley y la confianza en el majistrado. Es una -de esas rarezas que prueban hasta la última evidencia que el Sajon -ha sido creado para la libertad, así como el Francés para la -guerra y el Aleman para las cóles, el jamon y la filosofía. Suponer -que tan fuerte alimento conviene á todos los estómagos fué la -locura de nuestros padres. Los pobres, no adivinaron en su ignorancia -que hay razas <i>individualistas</i> y razas <i>centralistas</i> (qué -dos lindas palabras!), las unas hechas para cernirse solitariamente -en el espacio á la manera del Milano; las otras para vivir -en rebaños y ser esquiladas como los carneros. La política, la relijion, -la filosofía, la libertad, son cuestiones de historia natural, -variedades que distinguen al <i>homo civilizatus</i> entre todas las -bestias de dos ó de cuatro patas. Admirable descubrimiento! -Eterno honor de los grandes injenios de nuestros tiempos.</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_159" id="Page_159">[159]</a></span></p> - -<p>Así que hubo terminado la lista de los pleitos civiles, hicieron -entrar á un acusado en el palco. Era un jóven pálido, de -largos cabellos y aire afeminado é impudente. Interpelado por -Humbug, dijo su nombre y su domicilio y que pleiteaba <i>no culpable</i>.<a name="FNanchor_50" id="FNanchor_50"></a><a href="#Footnote_50" class="fnanchor">[50]</a> -Sentóse en seguida, y pasando la mano por los bucles -de sus cabellos, miró á sus acusadores con desdeñosa sonrisa.</p> - -<p>—Señor majistrado, dijo un <i>policemen</i><a name="FNanchor_51" id="FNanchor_51"></a><a href="#Footnote_51" class="fnanchor">[51]</a>, teneis delante -de vos á uno de los mas hábiles rateros de la ciudad; entre la -multitud donde le hemos aprehendido habian cortado seis bolsillos -en un cuarto de hora. Al fin hemos cojido á este pícaro, -que no nos era desconocido; en el forro de su frac tenia estas -grandes tijeras; pero en sus bolsillos no hemos hallado nada.</p> - -<p>—Hay algun otro testigo, alguna otra prueba? preguntó el -juez.</p> - -<p>—Nó, señor majistrado.</p> - -<p>—Entónces, haced salir á ese <i>gentleman</i><a name="FNanchor_52" id="FNanchor_52"></a><a href="#Footnote_52" class="fnanchor">[52]</a>, y otra vez procurad -ser mas hábiles.</p> - -<p>El ladron saludó á Humbug, y se retiró tranquilamente, como -un hombre que no ha dudado un punto de su absolucion.</p> - -<p>—Cómo! le dije yo á Humbug, así soltais á ese pícaro?</p> - -<p>—Sin duda, no hay cuerpo de delito.</p> - -<p>—Pero, y la mala reputacion de ese miserable, y esos bolsillos -cortados y esas tijeras? Qué! no son pruebas?</p> - -<p>—Nó, repuso Humbug; esas son simples presunciones. Es -muy probable que ese hombre haya entrado entre la multitud -para robar; pero la ley que castiga el crímen no castiga la intencion. -Ella deja lugar á la hesitacion, al miedo, á los remordimientos. -Si fuéramos á condenar á las gentes por sus intenciones, -cuál es el hombre de bien que no habria merecido ser -colgado diez veces en su vida? Y por otra parte, si le dais al -juez el derecho de leer en el alma del acusado, qué es la justicia -humana, sino una hipócrita arbitrariedad? El acto culpable -deja de constituir el delito, y es el capricho ó la preocupacion -del majistrado el que lo constituye.</p> - -<p>—Dichoso pais, esclamé, donde la ley proteje al ladron.</p> - -<p>—Mas proteje al inocente contestó Humbug.</p> - -<p>—Con vuestro sistema de inquisicion, quién escaparia á los<span class="pagenum"><a name="Page_160" id="Page_160">[160]</a></span> -ódios privados ó á las venganzas políticas? Con vuestro derecho -de interpretacion, qué juez no estaria espuesto al error y al arrepentimiento? -Temis es ciega, amigo mio,—ni oye, ni siente. -Si quereis que obre, echad en su balanza un cuerpo de delito, -alguna cosa material, pesada, que haga inclinar el platillo; pero -presunciones, intenciones, recuerdos enojosos, nada de esto -tiene peso.</p> - -<div class="poetry-container"> -<div class="poetry"> -<div class="verse"><i>Sunt verba et voces, prætereaque nihil.</i></div> -</div> -</div> - -<p>En aquel momento, una especie de hércules vestido de <i>policeman</i>, -entró en la audiencia, asiendo del cuello á un hombrecito -que jesticulaba como un diablo en una pila de agua bendita; -no garantizo la exactitud de la comparacion. El jigante -empujó vigorosamente al enano en el palco; en seguida, acomodándose -el frac, cuyo cuello se habia roto, y limpiándose la cara -toda arañada:</p> - -<p>—Ved lo que hay, señor majistrado, dijo con voz jadeante; -es un rebelde lo que os traigo.</p> - -<p>—Perdon, dije yo á Humbug; supongo que no vais á juzgar -sobre tablas un delito flagrante cometido fuera de la sala.</p> - -<p>—Por qué nó? repuso el juez, sorprendido de mi pregunta.</p> - -<p>—Y las formas, esclamé. Comenzad por poner á ese hombre -preso, dejad que la policia levante un sumario, en seguida haced -deponer una queja, sobre esa queja proceded á una fria y séria -instruccion; hecho esto, fiscalizad esa misma instruccion, -para no dar cabida al error, ni á la pasion. Tomad quince dias, -tomad un mes, tomad tres meses, si es menester, el tiempo no -es nada; pero observad las formas; ellas son las garantias de la -libertad.</p> - -<p>—Estad tranquilo, doctor; vamos á hacer la instruccion en la -audiencia, en público, con el pais por testigo. Semejante luz disipa -todo error y toda pasion.</p> - -<div class="poetry-container"> -<div class="poetry"> -<div class="verse"><i>Solem quis dicere falsum Audet.</i><a name="FNanchor_53" id="FNanchor_53"></a><a href="#Footnote_53" class="fnanchor">[53]</a></div> -</div> -</div> - -<p>El acusado tendrá todas las garantias que pedis, salvo la prision -preventiva, en la que supongo no tiene tanto interés como -vos.</p> - -<p>—Pues es el caso, continuó el <i>policeman</i>, que yo llegué ayer -de mi provincia, y que haciendo esta mañana mi primera ronda, -acudió á mí este señor muy apurado, respirando apenas y -colorado como una remolacha—“<i>Policeman</i>, me gritó; al fin os<span class="pagenum"><a name="Page_161" id="Page_161">[161]</a></span> -encuentro! Pronto, pronto, socorro; hay necesidad de vos. “Qué -hay?” le contesté. “Hay, respondió, que van á cometer una -muerte abominable, si vos no os interponeis. Veis aquel jentío -que se revuelve; allí hay un hombre que apalea su mujer con -un garrote. Escuchad, gritan al asesino! Corred pronto, evitad -una desgracia.”</p> - -<p>—Y quién es ese particular? le pregunté yo.</p> - -<p>—“No es grande, me contesta, pero es un salvaje.” Bueno -le dije, he visto peores aun.</p> - -<p>Abreviad, dijo Humbug.</p> - -<p>—Voy á acabar, mi majistrado; corro y me abro paso por entre -la muchedumbre, que no se movia; el hombre estaba allí, -descargando sendos garrotazos sobre la cabeza de su mujer.</p> - -<p>—Le habeis arrestado?</p> - -<p>—No, mi juez, dijo el hércules rascándose la oreja y bajando -la voz; era.... era Polichinelle.</p> - -<p>—Continuad, dijo Humbug mordiéndose los lábios, mientras -que el público reía de buena gana á la vez que el acusado.</p> - -<p>—Sí, mi majistrado. Vuelvo á mi puesto, un tántico contrariado, -como era natural. Y entonces llegan todos los pilluelos -de la ciudad, encabezados por el señor, y silvando á cual -mas. “<i>Policeman</i>, me gritan, os llaman; al asesino! al matador! -Polichinelle mata su mujer!” Yo me dije: “Me han jugado -una farsa, la ley no la prohibe; he caido en el lazo, callémonos; -es menester que uno pague su aprendizaje.” Sigo caminando -pacíficamente, como si nada hubiera pasado, cuando este -señor, que á lo que parece le han pagado para que divierta -la ciudad, se planta delante de mí, y me dice en alta voz: “Te -conozco, te conozco, tú eres un ladron, un asesino!” Yo, le grito. -“Sí, tú, me contesta. Ciudadanos, os pongo á todos por -testigos y jueces. Decid si no ha muerto un Ourang-outang -para robarle la cara?”</p> - -<p>—Muy bien señor, le dije, ahora me toca á mí: eso es un insulto, -tengo la ley en mi favor. Seguidme ante la justicia. -Quiere huir, y le detengo del cuello; él me contesta con una -trompada en la cara; le tomo, pues, en mis brazos y aquí está -sin rotura. No hay mas!</p> - -<p>El acusado se levantó muy corrido, declaró que no negaba -los hechos, y se escusó de su resistencia, diciendo que no habia -creido que cometia un delito jugando como Polichinelle.</p> - -<p>—Os equivocais, señor, contestó Humbug con tono chocarrero. -Si conociérais mejor á vuestro digno modelo, sabriais que<span class="pagenum"><a name="Page_162" id="Page_162">[162]</a></span> -despues de cada una de sus proezas se le pone preso en una caja -cuidadosamente cerrada. Seré menos severo con vos; todo -no os costará sino diez <i>dollars</i> de multa, y diez <i>dollars</i> por los -perjuicios causados á este bravo <i>policeman</i>. Dadle las gracias -por su bondad, que si hubiera apretado los dedos erais hombre -muerto.</p> - -<p>El hombrecito sacó de una grasienta cartera algunos billetes, -que de bastante mala gana dió al escribano; salió suspirando, -saludado afuera por los silbidos de la multitud que aplaudia -al <i>policeman</i>. Esta vez Goliat habia batido á David; es -cierto que habia hecho entrar á la justicia en juego.</p> - -<p>Despues del caballero de madame Polichinelli, desfilaron -delante de nosotros los infalibles de la policía correccional: -mendigos, vagabundos, borrachos, calaveras, pendencieros, -caballeros de industria, jugadores y otros pillos; era aquello -un cuadro vivo de todas las miserias y de todos los vicios. Viendo -la rapidez y seguridad con que Humbug instruía y juzgaba -cada asunto, viendo sobre todo como el condenado aceptaba -sin quejarse, un castigo previsto,—me reconcilié con el modo -de actuar de los americanos. La publicidad de la instruccion -criminal podría muy bien ser uno de esos descubrimientos modernos -que suprimen el tiempo. Apoderándose en su primer -fuego de las palabras de todas las partes, en lugar de coagularlas -en un papel que no conserva de ellas ni el sonido ni el -sentido; poniendo frente á frente acusados, acusadores, testigos -y abogados, el juez americano condensa en algunos instantes -la verdad, que entre nosotros se evapora muchas veces en los -mil canales que la enfrian. Hacer buena y pronta justicia sin -menoscabar la libertad,—hé ahí el problema que estos Yankees -han resuelto. La ciencia nos ha engañado á nosotros,—la -casualidad les ha servido á ellos.</p> - -<p>Habia un punto, sin embargo, sobre el cual me quedaba algun -escrúpulo. Le pregunté á Humbug si no estaba espantado -de su poder. Tener asi en sus manos la fortuna, el honor, la libertad -de tantos acusados, disponer de todo ello por sí solo,—es -una responsabilidad terrible.... No valdria mas dividirla?</p> - -<p>—Nó, repuso Humbug, se opone á ello el interés de la justicia. -Formar un tribunal de tres ó cuatro jueces, no es multiplicar -la responsabilidad, es dividirla; el acusado pierde en ello su -mejor garantia. Siendo solo y estando bajo las miradas del -público, me parece que Dios me mira; siento toda la santidad<span class="pagenum"><a name="Page_163" id="Page_163">[163]</a></span> -del deber que desempeño. Cuantos mas cofrades tuviera, tanto -menos comprometido me creeria. Qué es una tercia, una quinta, -una segunda parte de responsabilidad? Y si el juicio es inícuo -ó cruel, con quién se entenderá la opinion?</p> - -<p>—Sin embargo, le dije, ved el jurado.</p> - -<p>—Es el ejemplo que iba á citaros, me dijo. En este pais la -mayoria es soberana; el número, es el que hace la ley en todo. -Solo la justicia está fuera de esta condicion. El acuerdo de once -jurados, no puede arrebatarle al acusado ni la vida, ni el -honor; basta la abstencion de un solo hombre para tener en -jaque su veredicto. De dónde proviene esto? Es que aquí hay -una cuestion moral,—no un problema de aritmética; la voz -que absuelve tiene mas peso quizá que las once que condenan. -Así, lo que el lejislador pide, no es la mayoria,—es la unanimidad. -Lo que él necesita, no es una responsabilidad dividida en -doce partes,—son doce responsabilidades. En esto no hay, como -lo veis, ni apariencia de escepcion; es siempre la misma regla; -pero reforzada: unidad de juez, ámplia y completa responsabilidad.</p> - -<p>Este razonamiento me sorprendió, siempre había creido que -la unanimidad del jurado era uno de esos viejos restos de barbárie -feudal, que nos divierten á espensas de la Inglaterra, haciéndonos -sentir mejor nuestra superioridad. Humbug turbaba -la serenidad de mi fé. En vano traia á mi memoria las sábias -palabras de Montaigne: “Oh! que dulce, que muelle y que santa -cabecera es la ignorancia y la falta de curiosidad para reposar -en ella una cabeza bien hecha!” La duda es como la lluvia, -ningun viajero se escapa de ella. Franceses! quereis guardar -ese lejítimo orgullo, esa pura satisfaccion de vosotros mismos, -que hace vuestra fuerza y vuestro placer? Pues no perdais nunca -de vista vuestras veletas!</p> - -<p>Un movimiento que se hizo en el auditorio,—movimiento -seguido de un largo murmullo, nos anunció la llegada de un -personaje importante. Un hombre gordo se adelantó majestuosamente, -la cabeza levantada, medio cerrados los ojos, soplando -á cada paso, sin mirar á nadie. Llegado que hubo á la mesa -de los demandantes, saludó á Humbug con un jesto familiar -y aire de proteccion. Era el banquero Little, en cuyas hinchadas -mejillas se leía la insolencia de sus veinte millones.</p> - -<p>Tras él, dos <i>policemen</i>, conducian á un hombre de gran estatura, -flaco, de cara desencajada, de ojos ardientes y aire de jugador -que ha arriesgado su vida parando á una carta, y que ha<span class="pagenum"><a name="Page_164" id="Page_164">[164]</a></span> -perdido. Dejóse caer en el asiento de los acusados, y se ocultó -la cara entre ambas manos.</p> - -<p>—Señor, dijo el banquero, esta mañana han presentado en mi -casa esta letra de dos mil dollars, que pongo sobre vuestro -escritorio. Mi cajero, que es un mozo intelijente, vos lo conoceis, -Humbug, no hallando este pago indicado en el cuadro de -vencimientos, ha tenido la idea de traerme el billete, no obstante -la insignificancia de la suma. El nombre del jirante, los -endoces, mi aceptacion, todo es falso. Desde esta mañana, ya -se han presentado tres veces con billetes semejantes, que han -tenido cuidado de no dejarme. Es un golpe combinado entre -cierto número de pícaros. Han calculado que me nombrarian -intendente municipal, que hoy estaria ausente y que mi cajero -no se atreveria á rechazar jiros con mi firma al pié. He cojido -al señor; ahora toca á la justicia descubrir sus cómplices.</p> - -<p>—Acusado, dijo Humbug, teneis algo qué contestar? Ved -que se tomará nota de todas vuestras palabras, y que se hará -uso de ellas en contra vuestra; reflexionad antes de hablar.</p> - -<p>—Por ahora, nada tengo que decir, murmuró el acusado.</p> - -<p>—Entonces me obligais á enviaros ante la corte de <i>assises</i> -por falsario, añadió Humbug con voz conmovida. Podeis presentar -dos fianzas de cinco mil dollars cada una? De lo contrario -me veré obligado á poneros preso.</p> - -<p>—Veré de encontrar fiadores, respondió el acusado.</p> - -<p>—Muy bien. Subid en carruaje con dos <i>policeman</i>, y ved á -vuestros amigos. A vuestro regreso, iremos con vos mismo á -inspeccionar vuestros libros, tomando otras precauciones del -caso.</p> - -<p>—Vais á dejar en libertad á ese falsario? le dije á Humbug. No -veis que tiene cómplices, que los advertirá y lo que es mas, no -veis que se escapará?</p> - -<p>—La ley, respondió el juez, no establece la prision preventiva -sino para los crímenes que llevan aparejados la pena capital. -En todo lo demas, se remite á la discrecion del juez. Por -qué quieres que le quite á ese hombre el medio de defenderse? -Será para que comparezca como víctima ante la corte de <i>assises</i>, -y para que el interés se adhiera, no al robado, sino al ladron? -Serán necesario pruebas, espertas averiguaciones; puede esto, -hacerse á tientas en ausencia del acusado? No tiene acaso el -acusado el derecho de discutir y criticar todos los cargos amontonados -contra él? La instruccion criminal, no es una pena, es -la averiguacion de la verdad.</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_165" id="Page_165">[165]</a></span></p> - -<p>—Con vuestra falsa humanidad, esclamé, desarmais la sociedad; -no es así como yo entiendo la justicia.</p> - -<p>—Cómo la entendeis pues? preguntó Humbug.</p> - -<p>—Permitidme una comparacion, repuse. En la sociedad lo -mismo que en un bosque, hay aves de rapiña y animales de presa; -son los enemigos que la policia y la justicia buscan constantemente -para cazarlos. La policia los acecha, la justicia los espera -al paso; el majistrado, cazador hábil, abate y destruye esa -ralea maldita. Pedidle al lobo una fianza, ofrecedle un salvo -conducto al zorro, vereis qué se hacen los carneros y los pollos.</p> - -<p>Protejer á las jentes de bien, es el primer deber de la justicia; -á los malos no les debe sino castigo y esterminio.</p> - -<p>—Caro amigo, dijo Humbug, vuestras bromas son crueles.</p> - -<div class="poetry-container"> -<div class="poetry"> -<div class="verse"><i>Quænam ista jocandi</i></div> -<div class="verse">Sævitia.</div> -</div> -</div> - -<p>Si hay lobos entre los pobres humanos, lo que estoy lejos de -negar, por lo menos tienen la misma piel que las ovejas; antes -de matar al salteador, es menester reconocerlo. Esa obra requiere -una mano mas delicada que la del cazador. La justicia, -no es bajo otro nombre, sino la sociedad, madre de todos los -ciudadanos; hasta la condenacion, ella cree en la inocencia de -sus hijos. Esa confianza maternal no es una palabra vana; es -una ternura activa que proteje y sostiene al acusado, sin abandonarle -un momento. Vos creis sin duda que es el jurado -quien castiga el crímen; desengañaos. La instruccion se hace -entre nosotros de una manera tan franca, tan libre, tan jenerosa, -que á decir verdad es el culpable el que se condena á sí propio, -aceptando la expiacion. Seguid nuestras cortes de <i>assises</i>, -vereis que lo que desarma al acusado, es la misma dulzura -de nuestros procedimientos judiciales. Si se le ataca, se subleva; -si se le insulta, se ultraja; el orgullo y la cólera sostiene al -malvado lo mismo que al hombre de bien. Pero justificarse -cuando solo los hechos acusan, esponer uno simplemente su -conducta, dar cuenta de sus acciones, es el privilejio de la inocencia. -Nada espanta á un criminal como el sentirse solo cara á -cara consigo mismo,—teniendo por testigo y por jueces al presidente -que lo proteje y al jurado que lo acusa. Así lo mas frecuente -es que concluya confesando su falta ó encerrándose en -un silencio obstinado lo que equivale á una confesion. Lo que -vos llamais la debilidad de nuestras leyes, es lo que hace su -virtud y su hermosura.</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_166" id="Page_166">[166]</a></span></p> - -<p>No entiendo una palabra de vuestra filantropia quimérica, -le contesté; no es asi como se entiende y se practica la justicia........</p> - -<p>En Kharkoff, entre los cosacos! interrumpió Humbug riendo; -ya lo creo, esos caballeros no son cristianos.</p> - -<p>Son cristianos como yo, repuse, pero........</p> - -<p>Buenos dias mi juez, gritó, mientras encerraban en el palco á -un hombre de figura violácea, con unos ojos tan resaltantes como -los de una langosta de mar y una voz asmática y ronca: soy -yo, Paddy, no me reconoceis?</p> - -<p>Dos veces, en cuatro dias, es demasiado, dijo Humbug.</p> - -<p>Escusad, mi majistrado, dijo el acusado, señalando á los <i>policeman</i>,—estos -señores tienen la culpa. No tienen piedad con -los pobres. Ayer, domingo, salgo para pasearme tranquilamente, -llevando en la mano una botella de jinebra, á la manera -de un cristiano que no quiere ponerse furioso por no haber -hallado que beber en un dia sábado. Encuentro á este gran -diablo allá, le pregunto políticamente el camino del hospital. -“Lo tienes en la mano, me contesta.”—Esto, dije, enseñándole -mi botella, es el consuelo de mi vida.—“Es tu enemigo repuso -él.”—Eh bien, <i>policeman</i> es menester amar á vuestros enemigos. -Esto diciendo bebo á mi salud, y tropieso con Patricio O’Shea, -un compatriota hijo de la verde Erin, muy enemigo de -los Sajones. El domingo no encuentra uno un amigo sin boxear -un poco con él: cosa de risa, no es verdad, mi juez? Todavia -no sangrábamos cuando el <i>policeman</i> me atrapa del hombro -diciéndome: “Tienes tres <i>dollars</i> qué pagar?” No, mi bolsillo -tiene un agujero y mi mujer no lo ha compuesto.—“Si no -tienes con qué pagar la multa, añade, porqué te bates?”</p> - -<p><i>Policemen</i>, le contesté, teneis razon; cada cual debe divertirse -segun sus medios,—con lo que me largo de bracero con -Patricio, siempre amigos. Pero hé aquí que Patricio se pone -á embromarme sobre las últimas elecciones; es demócrata.—“Tu -juez, dijo, (era de vos,mi majistrado, de quien hablaba), -no vale un píto; en cuanto al doctor se asegura que es brujo.”</p> - -<p>Como era natural le cierro la boca de un puñetazo; él me lo -devuelve; yo le doy una sancadilla, y sas tras, doy con él en -tierra:—Te ahorco, le dije, si no confiesas, y le aprieto el pescuezo -para que confiese.</p> - -<p>Para que confiese qué, preguntó Humbug.</p> - -<p>Qué, mi juez! que vos valeis un pito y que el doctor no es -brujo.</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_167" id="Page_167">[167]</a></span></p> - -<p>Paddy, repuso Humbug, con aire serio, os damos las gracias -por vuestra buena opinion respecto de nosotros; pero por haberos -emborrachado y peleado en la calle tendreis que pagar -diez <i>dollars</i>.</p> - -<p>Diez <i>dollars</i>! esclamó el borracho, de dónde quereis que -los saque?</p> - -<p>Si no los encontrais de aquí á mañana, cinco dias de prision -os dejarán chancelado.</p> - -<p>—Y mi mujer, y mis hijos? murmuró Paddy.</p> - -<p>—Ayer fué cuando debiste pensar en ellos, repuso el juez; -hoy es ya tarde.</p> - -<p>Fariceos esclamé, al fin os sorprendo. Con que teneis dos -pesos y dos medidas. Gracias á su dinero, el rico puede permitirse -todos los vicios; el pobre tiene que espiar en prision el -único crímen que no perdonais: la miseria. Es eso equidad? -Para un mismo delito, yo no admito sino una misma pena; encerrad -á todos los culpables ó no encerreis á nadie. La justicia -no es sino otro nombre de la igualdad.</p> - -<p>—Dichosos lójicos, dijo Humbug, admirables conductores -de los pueblos! se os importa poco matar la libertad, con tal de -conducirla en linea recta al abismo. El dia en que los astutos -verdugos hicieron morir bajo el látigo á los nobles y á las mujeres, -sospecho, sublime doctor de Kharkoff, que vuestro corazon -palpitaria, esclamando: Gran victoria de la igualdad!</p> - -<p>—No, no, repuse á mi vez; tengo horror al despotismo; quiero -la igualdad que eleva, y no la igualdad que rebaja; pido -que á los siervos se les trate como á nobles,—no á los nobles como -á siervos.</p> - -<p>—Muy bien, amigo mio, repuso el juez; pero aquí es donde -comienza la dificultad. Hay siempre un punto en el que, á menos -de imitar á Procusto, el mas perfecto de los lójicos, no llegareis -nunca á la igualdad.</p> - -<p>Nuestras viejas leyes Sajonas, que vos encontrais duras, y -yo hallo justas y suaves, siempre cuidan de tratar bien á la libertad. -Escepto los crímenes atroces, ellas atacan la bolsa,—no -á la persona culpable. Si el verdadero medio de contener -al hombre arrastrado por la pasion es ponerle delante la responsabilidad -que le espera, nada vale lo que las penas pecuniarias; -creed en la esperiencia. Hay paises donde el adulterio es -una gracia; la falta de fé un juego permitido; el duelo una proeza -que honra hasta el malvado. Entre nosotros, no se seduce ni -á la mujer ni á la hija del vecino, ni se mata á las jentes para<span class="pagenum"><a name="Page_168" id="Page_168">[168]</a></span> -reparar la injuria que se les hace. Por qué? Por la muy prozaica -razon de que cada una de esas amables locuras cuesta quince -ó veinte mil <i>dollars</i>. Nadie tiene interés en arruinarse para -ser la fábula de la ciudad, y lo que es peor aún, un objeto de -burla.</p> - -<p>—Tal es la ley, cuya fuerza y sabiduria ha consagrado un -uso diez veces secular. Pero qué hacer cuando el condenado -no tiene nada? Debe dársele al pobre un privilejio de impunidad, -sacrificar la libertad por amor á la uniformidad? Nuestros -antepasados han decidido y nosotros hemos conservado su -máxima: <i>El que no puede pagar con su bolsillo paga con su -piel: luat cum corio</i>. Entre nosotros la multa es la regla, la cárcel -la escepcion. Porqué? Porque la libertad es el principio; -y á decir verdad, la cárcel no es sino un medio de ejecucion -contra un deudor insolvente. Qué veis de injusto en todo esto?</p> - -<p>—No veo la igualdad, repuse.</p> - -<p>—Pues bien, doctor, sois ciego. Hay dos especies de igualdad: -la una, que no conviene á las sociedades humanas,—es la -igualdad material y brutal que no toma en cuenta ni la edad, ni -el rango, ni la fortuna. Las mismas penas en condiciones iguales, -es la igualdad absoluta, es decir, la suprema injusticia. La -otra igualdad es la que proporciona el castigo,—no segun la definicion -del delito, que no es sino una palabra, sino segun el -acto mismo y segun la persona del culpable. Al rico una -fuerte multa, al pobre una multa suave, y en defecto de paga -algunos dias de prision,—es una ley en la que tanto la justicia -y la igualdad verdaderas se encuentran consultadas no menos -que la libertad.</p> - -<p>—Paddy! esclamé llamando al borracho que levantó hácia -mi sus grandes ojos con asombro: tomad estos diez <i>dollars</i>, buen -hombre, idos en paz á vuestra casa, y no volvais á pecar. Hé -ahí mi respuesta, añadí, volviéndome hácia Humbug: es una -protesta contra la iniquidad de vuestras leyes.</p> - -<p>Es la justificacion de su escelencia, respondió él. Si por -amor á la igualdad, hubiéramos establecido la prision como pena -de la embriaguez, qué socorro hubiérais podido prestarle á -esa interesante víctima? La multa, por el contrario, tiene el gran -mérito que las almas tiernas pueden siempre correjir la dureza -de nuestros juicios. Y digan lo que digan los lejistas, esa raza -de corazon empedernido, cuando hay lucha entre la caridad -y la justicia, es bueno que la última palabra se diga en favor -de la caridad.</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_169" id="Page_169">[169]</a></span></p> - -<p>—Gracias, doctor, gritó Paddy, deshaciéndome los dedos -entre sus manos; voy á beber á vuestra salud; el primero que -se atreva á decir que sois brujo, lo aplasto, á fé de cristiano.</p> - -<p>—Ved ahí un hombre correjido, dijo Humbug. Ahora si -no hay nada mas á la órden del dia levantemos la sesion.</p> - -<p>De allí volvimos á mi gabinete, donde encontramos al Presidente -de la corte, de <i>assises</i> en una gran ajitacion.</p> - -<p>—Os esperaba, le dijo á Humbug: héme aquí en un gran -embarazo. El jurado está reunido, el <i>attorney</i> jeneral me falta á -su palabra. Me escribe que está en cama, retenido por tales -dolores de entrañas que le es imposible levantarse.</p> - -<p>—Entrañas.... un <i>attorney</i> jeneral! Eso es inverosímil, esclamó -Humbug.</p> - -<p>—Amigo mio, no riais, y socorredme, dadme alguien que -pueda reemplazar á nuestro acusador público.</p> - -<p>—Tomad á este querido Daniel, dijo el juez, siempre dispuesto -á reir. Es el hombre que buscais. Abogado y doctor -de la universidad de Kharkoff. Un prodigio de gravedad, -de inflexibilidad, de legalidad y de sentimentalismo. Teneis -ahí en una sola persona,—un Coke, un Mansfield, un Erskine -y demás.</p> - -<p>—Venid pronto señor, dijo el presidente, tomándome el brazo; -vos me salvais la vida.</p> - -<p>—Permitid, le dije........</p> - -<p>—No, no, interrumpió él, no escucho nada. Nada de falsa -modestia; sois doctor, eso basta.</p> - -<p>Al mismo tiempo, Humbug me cojió del otro brazo; lleváronme -á la sala, presentáronme al jurado, y me instalaron sin haber -podido soplar una palabra. Humbug se puso despues de mi, -y riéndose de mi percance, me mostró en el banco de la defensa -á Fox estupefacto, que me miraba cerrando los ojos.</p> - -<p>—No habia como desdecirse; la suerte que se burlaba de mi -me condenaba á representar una nueva comedia: <i>el attorney -por fuerza</i>.</p> - -<hr /> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_170" id="Page_170">[170]</a></span></p> - -<h2 id="CAPITULO_XXIV">CAPITULO XXIV.<br /> -<span class="smaller">Un attorney jeneral.</span></h2> - -<p>Querido lector! Os ha empujado alguna vez al agua por -sorpresa, una mano traidora, y sin saber nadar? Pues bien, -entonces podeis haceros una idea de mi triste situacion. No -me sentia en estado de decir dos palabras seguidas, pero retirarme -hubiera sido ridículo; no habria habido bastantes silvidos -para mi en toda la ciudad; resolví pues, armarme de paciencia -y sostener mi papel hasta el fin.</p> - -<p>Saqué mi cartera, arranqué de ella algunas hojas y me puse -á escribir de memoria algunas de esas bellas fraces que no dicen -nada; pero que hacen el mayor efecto, cuando se las coloca -á propósito en una improvisacion cuidadosamente preparada. -Armado así, esperé la batalla, con la firmeza de un soldado que -va al fuego, diciéndose que hará pié.</p> - -<p>El primer acusado que condujeron era un malvado abominable, -que habia envenenado lentamente á su mujer, despues de -haberle dictado un testamento; el crímen era flagrante y las -pruebas irrecusables, de manera que el miserable ni siquiera -tentó defenderse.</p> - -<p>—Me defiendo <i>culpable</i>, murmuró con voz trémula, pálido el -rostro y ojos de loco. La muerte, pido la muerte. Que me -quiten la vida.</p> - -<p>La asamblea quedó en profundo silencio.</p> - -<p>Levantéme majestuosamente, puse mi lente á caballo sobre -mi nariz, tosí tres veces, y teniendo mis apuntes en la mano izquierda, -mientras movia mi brazo derecho cadenciosamente, comencé -con voz baja y lenta:</p> - -<p>“Señor presidente, señores jurados:</p> - -<p>“<i>Nemo auditur perire volens</i>, no se escucha al que quiere morir, -es una de las grandes y saludables máximas que nos ha legado -la profunda sabiduria de nuestros venerables antepasados, -sabiduria bien superior á la loca ciencia y á la orgullosa razon -de las jeneraciones de hoy dia; <i>nemo auditur perire volens</i> es -una máxima que no ha sido inventada solamente, para protejer<span class="pagenum"><a name="Page_171" id="Page_171">[171]</a></span> -al culpable contra su propia desesperacion, sino para asegurarle -á la sociedad la justa satisfaccion de una venganza lejítima.</p> - -<p>“Sí, señores, cuando un crímen execrable ha sido cometido; -cuando nuestra admirable ciudad, rejuvenecida por el esplendor -de esas gloriosas construcciones que hacen honor infinito al -jénio prodijioso de nuestra hábil y sábia edilidad; cuando, decía, -nuestra ciudad, Roma moderna, mil veces mas bella y mas -grande que la Roma de los Césares, se despierta al amanecer, -terrificada por la noticia imprevista de uno de esos horribles -atentados que revelan una depravacion incalificable, fruto intoxicado -de una civilizacion que las revoluciones y el periodismo -han corrompido; entonces, entonces, señores, la justicia, que -vela siempre, debe cumplir una mision sagrada, mision tan difícil -como grandiosa. En defecto de una palabra fácil, en defecto -de esa elocuencia majistral, gala de tantos de mis ilustres -cólegas, que no nombro, teniendo en consideracion su exesiva -modestia, los magistrados que al menos se inspiran en su -conciencia traen á este recinto su enérjica conviccion, su humilde -y firme abnegacion á la causa del órden, de las leyes y de la sociedad.</p> - -<p>“Aquí, señores jurados, se dá un grande y hermoso espectáculo, -aquí vuelve á empezar en todos sus detalles, una trajedia, -dolorosa sin duda para las jentes honradas, pero necesaria á la espiacion -del crímen y á la edificacion del pais entero. En este drama -espantoso, el libertinaje hace la esposicion, la avaricia llena -el segundo acto, el veneno es su nudo, la instruccion, por su maravillosa -habilidad, precipita las terribles peripecias, y así llegamos -al desenlace fatal y próximo. Ese desenlace vengador, -está en vuestras manos, señores jurados, vuestro veredicto no -es dudoso. Abrumado, por el peso de su falta, vencido por -la justicia, el culpable ha confesado todo; ahí está ante vosotros -agobiado, herido por los remordimientos. Su condena -está escrita sobre su frente malvada, como lo está en vuestros -nobles corazones.</p> - -<p>“Que no crea que esa confesion forzada pueda librarle de la -afrenta que ha merecido. En vano aparta su cabeza criminal, -en vano aleja sus lábios impuros del cáliz amargo que su crímen -execrable le ha preparado; la ley ciega y muda, la ley -justamente inexorable, la ley santamente implacable, quiere -que apure hasta las heces su maldad. Su suplicio es el castigo -del pasado y la leccion del porvenir.”</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_172" id="Page_172">[172]</a></span></p> - -<p>—Basta, por Dios, basta, me dijo Humbug tirándome el faldon -de mi frac: <i>Res sacra miser</i><a name="FNanchor_54" id="FNanchor_54"></a><a href="#Footnote_54" class="fnanchor">[54]</a>, amigo mio.</p> - -<p>Dejadme pues, le dije, con un jesto de impaciencia. La acusacion -nada tiene que hacer con la humanidad.</p> - -<p>—“Es á nosotros, continué animándome, es á nosotros, ministros -de la vindícta pública, es á nosotros representantes de -la sociedad ultrajada, es á nosotros á quienes incumbe el penoso -y santo deber de sofocar hasta las palpitaciones de nuestro corazon -de hombre, es á nosotros á quienes toca remover ese fango -y dominar invencibles desagrados, es á nosotros....”</p> - -<p>¡Imprudente! al hacer un jesto magnífico, alcé los brazos, -abrí entrambas manos, y hé aquí que todos mis papeles caen en -tierra y mi elocuencia con ellos; me agaché para recojer todo -junto, pero el acusado aprovechándose de aquella casualidad -desgraciada, se levantó bruscamente, diciendo:</p> - -<p>—Señor Presidente, ¿hasta cuando sufrireis que el <i>attorney</i> -jeneral, juegue conmigo como un gato con un raton? La ley -dice que sois el abogado del acusado; por qué dejais insultar mi -miseria. Espero la sentencia, y no veo qué ganais con prolongar -mi suplicio.</p> - -<p>—Tiene razon, dijo un jurado mal enseñado, estamos aquí -para hacer justicia no para oir un sermon.</p> - -<p>Quise hablar; el presidente me detuvo haciéndome una seña -con la mano, y cubriéndose, pura y simplemente pronunció la -sentencia del culpable, y la pena de muerte. No hubo ni resúmen, -ni palabras bien sentidas, ni leccion dada al acusado, -ni al jurado, ni al público, nada que aumentára la solemnidad -de aquella escena palpitante de interés. Antes por el contrario, -todo se hizo con una familiaridad de mal gusto y como -pactando con el culpable.</p> - -<p>—Condenado, dijo el presidente, en adelante no espereis nada -de la misericordia de los hombres, no os resta sino implorar -la justicia de Dios. ¿Cuántos dias necesitais para arreglar -vuestros negocios y poner en órden vuestra conciencia?</p> - -<p>—Bastarán tres dias, repuso, tengo prisa de acabar.</p> - -<p>—¡Eh bien! contestó el presidente, dentro de cinco dias á -contar de la hora presente, comparecereis ante el único juez que -puede perdonaros.</p> - -<p>El condenado saludó al presidente con respeto y salió, lanzándome<span class="pagenum"><a name="Page_173" id="Page_173">[173]</a></span> -una mirada que me turbó. ¿No habia yo cumplido -con mi deber? ¿Debe uno piedad hasta á los asesinos?</p> - -<p>Introdujeron al segundo acusado. Era este un pícaro descarado, -que habiendo salido de la cárcel dos dias antes se habia -hecho culpable de fractura, de robo y de tentativa de asesinato. -Habia roto las ventanas de una casa de Montmorency, -amenazando á una desgraciada sirvienta que la cuidaba y robádose -todo, inclusive el carruaje y los caballos.</p> - -<p>La cara de aquel pícaro bastaba para hacerlo condenar. Era -la maldad en persona. Veíase en él á un hombre para quien -la sociedad no era mas que un enemigo, y que tenía tanto desprecio -por la ley como odio por el majistrado; en una palabra, -una de esas bestias salvajes que es menester matar para no ser -devorados por ella.</p> - -<p>—Acusado, dijo el presidente, ¿os defendeis culpable ó no -culpable?</p> - -<p>La pregunta es diestra, repuso el ladron, con audaz indiferencia. -¿Culpable ó no culpable? Ni vos ni yo podemos saberlo -antes de haber oído á los testigos.</p> - -<p>Señores jurados, esclamé, ¿tenemos acaso necesidad de oír -mas? Retened esa confesion. Hay ejemplo de que un inocente -haya hesitado un instante en proclamar su no culpabilidad? -Solo un bandido de profesion puede tener semejante descaro. -Ved si ese miserable no lleva el sello del crímen impreso -en su cara impudente.</p> - -<p>—Protesto contra esa teoria, esclamó el defensor del acusado. -Aquella voz perruna me hizo estremecer: una vez mas la -irónica fortuna me ponia en frente de Fox, mi eterno enemigo.</p> - -<p>—Sí, continuó, protesto y protestaré siempre, contra una doctrina -que jamás ha sido recibida en los tribunales de la libre -América. Vos no teneis el derecho de torturar las palabras de -un acusado para sacar de ellas una condenacion. Vos no teneis -el derecho de interpretar su porte, su jesto, el tono de su -voz para deducir de ello su culpabilidad. Si permitido fuera -invocar esos signos falaces que la pasion esplica á su antojo, -¿quién escaparia á la elocuencia de los señores <i>attorneys</i> jenerales? -¿Calla el acusado? son los remordimientos que le abruman, -el silencio es una confesion.—¿Protesta con calma? es un -descarado, el descaro es una confesion.—¿Se exalta, se chancea? -es un insolente que ultraja la justicia; el insulto es una confesion. -La debilidad, la enerjía, la humildad, el orgullo, las -lágrimas, las cóleras, todo es confesion para los espíritus mal<span class="pagenum"><a name="Page_174" id="Page_174">[174]</a></span> -dispuestos, que solo ven las cosas de un lado. Eh! señores, -comenzad por establecer los caractéres físicos de la virtud y del -crímen. Cuando la ciencia haya realizado los sueños de Labater, -condenareis á las jentes por su cara; hasta entonces dejad -á los decidores de buena ventura, ese arte pérfido y peligroso. -La justicia no conoce sino los hechos, no discute sino -los hechos, no falla sino sobre los hechos. Ahí está su seguridad -y su grandeza. Que el señor <i>attorney</i> jeneral guarde su -talento para mejor ocasion. Pasemos al exámen de los testigos.</p> - -<p>—Señor Presidente, esclamé yo, solo por respeto á la corte, -es que he sufrido hasta el fin la impertinencia de esas palabras; -un <i>attorney</i> jeneral no tiene lecciones que recibir de un abogado, -requiero....</p> - -<p>—Calma, señor, dijo el majistrado. A la defensa le es permitido -todo salvo la injuria; las palabras del honorable abogado -no esceden en nada el derecho de sus funciones. En cuanto á su -doctrina es la que nuestros precedentes han consagrado. En -todas nuestras compilaciones encontrareis esos principios que -yo me hago un honor en profesar.</p> - -<p>Caí en mi asiento á la manera de un Titan fulminado. El -presidente, convertido en apóstol de teorias que hacen descender -la acusacion al nivel de la defensa; el presidente, desertor -de nuestras filas y haciéndose cómplice del abogado, era el último -golpe! Si esto es lo que los yankees llaman justicia, yo -no la conozco ni por el forro. Recorred la Europa civilizada, y -no hallareis allí nada semejante.</p> - -<p>—Muy bien, me dijo el escelente Humbug, para darme un -poco de valor. Hablais como un senador; pero con demasiado -celo solamente. Moderaos, mi buen amigo, hareis mas efecto.</p> - -<p>No habia salido todavia de mi sorpresa cuando llamaron á -los testigos; esperaba que solo el presidente los interrogára de -concierto conmigo. Esperanza vana! El presidente era una -estátua impasible; frente á él, el acusado guardaba el mismo -silencio. Cuando quise interrogarle, un grito jeneral me enseñó -que, segun la ley yankee, no hay favor sino para los pícaros. -Cualquiera que hubiera visto al majistrado y al acusado inmóviles -y mudos, habría dicho que ajenos á lo que pasaba en -la audiencia, eran los jueces del campo. Los combatientes, ó mejor -dicho las víctimas, eran los testigos, entregados á la merced -del abogado, interrogados, desmentidos, vituperados, hostigados -por un hombre sin carácter público y que no tenia otro título<span class="pagenum"><a name="Page_175" id="Page_175">[175]</a></span> -sino defender la dudosa inocencia de un pícaro envejecido en el -crímen. En aquel trastorno de todas las ideas recibidas, cualquiera -habria tomado al acusado por un testigo, á y los testigos -por acusados.</p> - -<p>Una de las preguntas hechas por Fox me pareció tan impertinente, -que me opuse á que el testigo contestára.</p> - -<p>—Con qué derecho? esclamó Fox, siempre furioso.</p> - -<p>—Olvidais le dije, que no os debo cuenta de ningun jénero: -soy aquí el representante del Estado.</p> - -<p>—Qué nueva químera es esa? repuso, con su insolencia habitual, -en este recinto no hay Estado. Aqui no hay lugar sino -para la justicia, admirablemente representada por la imparcialidad -del majistrado y la sabiduría del jurado. Vos, sois tan -abogado como yo. Yo represento al acusado, vos representais -al querellante, á quien la sociedad os da por sosten. Vos no -teneis un solo derecho que no me pertenezca á mí,—asi como -yo no tengo un solo privilejio que vos no podais revindicar. -Si de otra manera fuesen las balanzas de la justicia no serian -de buena ley y la acusacion seria mas fuerte que la defensa; á -qué estaria reducida la libertad del ciudadano?</p> - -<p>—Señor presidente, dije, tambien es esa una de las teorías -consagradas por vuestros precedentes?</p> - -<p>—Señor attorney jeneral, repuso con tono pesaroso, vuestra -pregunta me sorprende. En un pais libre puede acaso ponerse -en duda la igualdad de la defensa y de la acusacion?</p> - -<p>No me quedaba mas recurso que callarme; dejé á Fox -torturar á los testigos á su gusto. Una sola cosa me -consoló. No hay abuso que, al lado de mil inconvenientes, -no lleve aparejado alguna pequeña ventaja. Habituado -desde la infancia á las rudas pruebas de la vida pública, -los testigos no se dejaban intimidar por la aspereza de las -preguntas que se les dirijian. En aquel duelo de palabras, Fox -no siempre llevaba la mejor parte. Es verdad que tenia la -piel dura; cada vez se levantaba con nueva rabia. Jamás se -ha defendido la libertad de un hombre con una enerjía mas -desesperada.</p> - -<p>Entre los testigos figuraba Seth el cuácaro, personaje importante -en Montmorency, por su calidad de posadero. Seth le -tenia mala voluntad al abogado desde el lance de por la mañana, -y así sus contestaciones envolvian una malicia que me -hizo sonreir apesar de mi mal humor.</p> - -<p>—Conoces al acusado? preguntó Fox.</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_176" id="Page_176">[176]</a></span></p> - -<p>—Sí, dijo el cuácaro, le conozco por su desgracia y por la -mia.</p> - -<p>—¿Te atreverias á afirmar bajo juramento, que es un mal -hombre?</p> - -<p>—No he dicho nunca que le hubieran acusado de ser un -mal hombre, repuso el amigo Seth con la mayor dulzura.</p> - -<p>—¿Qué interés tenia en robar un carruage con caballos?</p> - -<p>—Ninguno, que yo sepa, dijo el cuácaro. Hubiera hecho -mejor en comprarlos y no pagarlos, á la manera de los honorables -<i>gentlemen</i>. Quizá no tenia el crédito de ellos.</p> - -<p>Despues del posadero, vino el turno de la sirvienta; era esta -una gordiflona rubia, de aire cándido y alegre; pero que no carecia -de uñas y de pico, como toda hija de los campos.</p> - -<p>—Vos pretendeis, dijo el abogado, que reconoceis al acusado; -afirmais que os ha dirijido amenazas en términos mas que -inconvenientes.</p> - -<p>—Sí, señor, murmuró poniéndose colorada.</p> - -<p>—Hablad mas alto, dijo Fox, los señores jurados no os oyen.</p> - -<p>—No puedo, repuso toda turbada.</p> - -<p>—Sí, podeis; haced como yo, gritad.</p> - -<p>—Vos, es diferente, repuso, es vuestro oficio; desde chiquito -os han acostumbrado á ello.</p> - -<p>—Vos afirmais continuó Fox, que el acusado se ha servido -de palabras abominables, tan abominables, señores jurados, que -el pudor me impide repetirlas en público.</p> - -<p>—Si, señor, dijo la muchachona, poniéndose cada vez mas colorada.</p> - -<p>—Muy bien, repetid esas palabras á la corte y al jurado.</p> - -<p>—Señor, dijo ella, irguiéndose, si vuestro pudor no os permite -reproducir esas palabras, no comprendo como es que podeis -suponer que el mio me lo permita.</p> - -<p>—Muy bien, repuso Fox sin desconcertarse; el jurado apreciará. -Habeis dicho que el acusado hablaba como un descarado. -¿Sabeis lo que es hablar como un descarado?</p> - -<p>—Lo sospecho, repuso, mirando al abogado de tal manera -que la asamblea se puso á reir y que Fox abandonó el testigo.</p> - -<p>Agotada la lista de los testigos, tomé yo la palabra; la cólera -me hacia elocuente, lo sentia, y así me abandoné al placer -de declamar. En una requisitoria que merecia ser estenografiada, -hice la historia completa de aquel bandido. Le cojí del -lecho para no dejarle sino ante el tribunal, donde iba al fin á<span class="pagenum"><a name="Page_177" id="Page_177">[177]</a></span> -recibir un justo castigo. Primero, le pinté á los tres años, como -uno de esos niños malditos que no han hecho jamás sonreir -á su madre; en seguida, le acompañé á la escuela, le mostré perezoso, -mentiroso, pendenciero, preludiando al patíbulo con sus -robos de nueces y ciruelas en los árboles del camino. Por una -fortuna inaudita, habia hallado entre los testigos, á tres de sus -honrados camaradas, que veinticinco años antes habian hecho el -merodeo con aquel futuro pícaro. De la escuela pasé al taller, y -allí tracé un retrato horrible del hombre que debia parecérsele. -Hice contra la embriaguez, <i>ese veneno criminal</i>, un trozo -que arrebató al auditorio; estaba todavia á diez años del crímen, -y el acusado era ya hombre perdido en la opinion del -jurado. Despues de mi discurso, la única cosa que debia sorprender, -era que el acusado no hubiera muerto á su padre. -No dudaba que aquel malvado tuviera el alma parricida; y así -lo dije al jurado; pero el cielo le habia ahorrado al muy pillo -el mayor de todos los crímenes; ¡el miserable tenia la felicidad -de ser huérfano!</p> - -<p>Mientras que el auditorio estaba suspenso de mis labios -elocuentes, miré al acusado que se torcía bajo el látigo de mis -palabras vengadoras. Herido por mis reproches, incapaz de -resistir á sus remordimientos violentamente despertados, levantóse, -é interrumpiéndome:</p> - -<p>—Presidente, dijo con voz ronca, si esto debe durar mucho -tiempo así, es bastante para mí, me confieso culpable. Prefiero -estar cinco años preso, antes que escuchar á este caballero.</p> - -<p>—Desdichado, dijo Fox, ¿habeis pensado en ello? Retirad -esas palabras funestas.</p> - -<p>—No, no, dijo, este caballero me fastidia; daria mi cabeza -por hacerlo callar.</p> - -<p>—Acusado, dijo el presidente, reflexionad antes de hacer una -declaracion que os pierde. Pensad que si renovais friamente -esa confesion, solo me resta pronunciar vuestra condena.</p> - -<p>—Os doy las gracias, mi presidente dijo, sois un digno majistrado; -vos no pisoteais á un pobre gusano que se halla en -desgracia. Qué quereis, no tengo suerte; si me cayera de espaldas -me romperia el pescuezo. Despues de todo, yo he robado, -que justicia sea hecha. Pero ¿qué tiene que hacer este -caballero con lo que le he dicho á mi madre ó he hecho en la -escuela cuando era muchacho?</p> - -<p>Mi victoria era completa. Vencido por mi elocuencia mas -que por sus remordimientos, el culpable confesaba su crímen.<span class="pagenum"><a name="Page_178" id="Page_178">[178]</a></span> -Para colmo de felicidad, Fox, cuya lengua audaz yo temia, no -podia ni contestarme siquiera. Faltaba, pues, únicamente que -la justicia y la autoridad cumpliesen con su deber.</p> - -<p>Levantada la sesion, uno de los jurados vino donde yo estaba -y me estrechó la mano. Era un orador célebre, un espíritu -lleno de recursos que, mas de una vez en las Cámaras, habia -derrotado á sus adversarios teniendo estos razon. Tal sufrajio -agregaba á mi triunfo, un gran esplendor; asi fué que en vano -procuré disimular mi alegria por tan gloriosas felicitaciones.</p> - -<p>—Estoy encantado de vuestro injenioso descubrimiento, me -dijo mi nuevo amigo. En la primera ocasion que se me presente -me propongo imitaros y espero ser tan feliz como vos. -Tomar á un hombre al nacer, apoderarse en su jérmen del vicio, -del error, de la preocupacion describiendo é interpretando -su largo desarrollo, eso es admirable. No creo que haya persona -alguna que pueda salir intacta de esa revista histórica; siguiendo -vuestro proceder me siento capaz de demostrar que -Caton era un malvado y Sócrates un atéo.</p> - -<p>—Yo no he inventado nada, le dije con modestia; vos me lisonjeais.</p> - -<p>—No, me dijo; en este pais jamás se ha razonado de esa manera -sutil. Es una lójica nueva que os hace el mayor honor. -Los yankees son jentes groseras, que persiguen el crímen y no al -hombre; para vos el hecho material no es nada, el hombre es -todo. Si no hay prueba suficiente de la atrocidad que se le -imputa, poco importa; ha sido capaz de cometerla? la presuncion -está en contra de él y por otra parte es probable que haya -cometido muchas otras. Hé ahí lo que yo llamo una buena -justicia, una justicia que proteje á la sociedad y que solo se inquieta -del bien público. Sois americano de oríjen?</p> - -<p>—Esta brusca pregunta os sorprende, continuó sin averiguar -la causa de mi sorpresa. Perdonad mi indiscrecion; mi madre -era francesa y á ella le debo ciertas ideas que no han entrado -jamás en una cabeza sajona. Esas ideas se acercan mucho á las -vuestras, y me inspiran las mas vivas simpatias por la orijinalidad -de vuestro talento.</p> - -<p>—Así, por ejemplo, para mí el Estado es todo; y á pesar de la -estúpida charla de ignorantes moralistas, sostengo que no se -puede poner en balanza el interés de todo un pueblo y el pretendido -derecho de un mísero individuo! Soy socialista en el -buen sentido de la palabra, el Estado antes que el individuo! -Los yankees, al contrario, espíritus limitados, méollos estrechos,<span class="pagenum"><a name="Page_179" id="Page_179">[179]</a></span> -han traido de Inglaterra una preocupacion egoista y salvaje. -Si un juez le falta al respeto á una vieja gitana, si un <i>attorney</i> -jeneral pierde la paciencia acusando á un pícaro, ó trae á maltraer -á un asesino—en el acto sale un sajon que grita hasta desgañitarse -que se viola la gran Carta, y que se ultraja á la humanidad. -Y en el acto una multitud imbécil acude á la voz del que -ladra, haciendo al rededor del majistrado un ruido semejante al -de los perros que siguen un caballo al galope. Diríase que es -un pueblo de ladrones, donde cada cual tiene miedo de ir al dia -siguiente ante la corte de <i>assises</i>, y que defiende la libertad de los -demás en el interés de la suya propia. Gracias á la solidez de -mis principios, yo entiendo la justicia de otra manera. Veo -con placer que hay en América dos hombres de la misma opinion. -Nadie es un santo cuando aparece ante el jurado, y yo -prefiero mandar tres inocentes al patíbulo antes que dejar escapar -veinte pícaros. Soy un hombre sólido; tocad aquí; entre los -dos reformaremos la educacion de este pueblo monótono que no -tiene sino una palabra en la boca: Libertad!</p> - -<p>Despidióse de mí apretándome la mano de la manera mas -cordial; pero cosa estraña, sus elojios me desagradaron y mi -triunfo comenzó á asustarme.</p> - -<p>—Si habré ido demasiado lejos, pensaba. Si me habré dejado -arrebatar por el ardor de la persecucion, á la manera de -un cazador que solo oye su pasion? Yo no me he engañado, -desde que el culpable confiesa su crímen; pero las armas de que -me he servido han sido lejítimas? Le es permitido todo á la -justicia? El acusado no tiene ningun derecho al respeto?</p> - -<p>A pesar mio estos pensamientos me ajitaban. La idea de -la venganza pública no me satisfacía ya. Entreveía vagamente -una doctrina mas pura, doctrina que sometía la justicia humana -á los preceptos del Evanjelio; y decía en mis adentros: para -el cristiano toda debilidad es santa, toda miseria sagrada,—con -el niño, con la mujer, con el pobre y hasta con el culpable, -la autoridad debe desconfiar de su fuerza y temer el tener demasiada -razon.</p> - -<hr /> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_180" id="Page_180">[180]</a></span></p> - -<h2 id="CAPITULO_XXV">CAPITULO XXV.<br /> -<span class="smaller">Dinah.</span></h2> - -<p>Al salir de la audiencia encontré al cuácaro que me felicitó -por mi habilidad; este cumplimiento me hizo un placer mediócre. -Humbug, al contrario, no me dijo nada; hubiera preferido -sus reproches; creo que en aquel momento su cólera me habria -hecho bien.</p> - -<p>Fox me esperaba en la calle; sus rasgos contraidos, sus ojos -brillantes, revelaban una pasion que ya no puede contenerse.</p> - -<p>Debeis estar satisfecho, gritó de lejos en cuanto me vió. Habeis -obtenido un triunfo, una victoria que os honra. Espero -no ser el último que os haga justicia. No faltará un diario que -glorifique la elocuencia y la doctrina del señor <i>attorney</i> jeneral. -Un Jeffries, en América, es un mónstruo nunca visto, que no -se verá nunca; es menester admirarlo cuanto antes.</p> - -<p>—Por lo demas, añadió, furioso de mi silencio y cerrando los -dientes,—lo ocurrido no me asombra. No hay nada tan cruel -como las jentes que tienen pesares domésticos, es una raza -sin piedad.</p> - -<p>—Pesares domésticos, dije alzando los hombros. Habeis -perdido el juicio, señor Fox; habeis olvidado la persona con -quien hablais?</p> - -<p>—De veras! repuso recalcando, me parece que hablo con el -dichoso padre de la muy amable Susana.</p> - -<p>La cara de aquel hombre me espantó; su risa diabólica me -heló hasta en la médula de los huesos.</p> - -<p>—Callaos, le dije, os prohibo pronunciar un nombre que todos -deben respetar.</p> - -<p>—Vá! contestó con desdeñosa sonrisa, vaya una severidad -fuera de lugar.</p> - -<p>—Miserable, esclamé cojiéndole del cuello, esplícate ó te deshago -aquí mismo.</p> - -<p>—Señores, dijo el abogado procurando desacirse, os hago testigos -de esta violencia. Señor Humbug, vos me hareis justicia!</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_181" id="Page_181">[181]</a></span></p> - -<p>—Sin duda, dijo el majistrado. Pedidme indemnizacion de -daños y perjuicios por esa respuesta un poco viva, os acordaré -un dollar. Pero si el doctor os reclama á su vez tres ó cuatro -mil dollars, os prometo no perdonaros ni un centavo. Será para -mí un placer castigar la calumnia.</p> - -<p>—La calumnia! esclamó Fox, echando espuma de rábia. A -donde vá todos los dias esa preciosa señorita, cuyo nombre no -puede pronunciarse? Tengo yo la culpa, de que todas las mañanas, -cuando vá al palacio, se la vea introducirse misteriosamente -en una de las casas menos respetables de la ciudad? A -quien puede visitar en la célebre calle del <i>Laurier</i> la honorable -hija del honorable <i>attorney</i> jeneral? Hace algunas horas que -yo la he visto entrar allí; supongo que allí estará aun porque -ordinariamente se detiene bastante rato. Acusadme ahora de -calumnia, doctor, será un escándalo divertido; me vengaré.</p> - -<p>Caí en brazos de Humbug. Mi hija insultada! mi Susana -difamada! El golpe era demasiado terrible, demasiado violento -para un padre. Mi vista se nubló; mi cuerpo temblaba, y -el dolor y la cólera me ahogaban. Por fin lloré,—lágrimas de -rábia y de desesperacion, que sin dulcificar mi pena, me devolvieron -un poco de imperio sobre mis sentidos y me permitieron -hablar.</p> - -<p>—Señor, dije á Fox, la calle del <i>Laurier</i> está á dos pasos de -aquí; vais á seguirme. Humbug, vos vendreis conmigo. Señor -Seth, no me abandoneis; sobre todo no dejeis que ese hombre -huya, es menester que justicia sea hecha, y justicia se hará.</p> - -<p>—Tranquilízate, amigo Daniel, repuso el cuácaro, los tres -te acompañaremos. Recalcó sobre estas últimas palabras: <i>los -tres</i>, miró al abogado de piés á cabeza, y, arremangándose sus -puños, se puso á blandir en el aire una vara de verga que tenia -en la mano.</p> - -<p>—Señores, dijo Fox con risa sardónica, estoy á vuestras órdenes. -Notad, os lo suplico, que no soy yo quien se empeña -en un paso que dará que sentir á cierta persona. Aun es tiempo -de deteneros; yo no soy cruel; pero os prevengo que una vez -dentro de esa casa, no saldré de ella, cualesquiera que sean -vuestras súplicas y vuestras lágrimas, sino con la firme resolucion -de decir cuanto haya visto.</p> - -<p>—Vamos, señor, le dije, me importa un bledo vuestra piedad. -Yo caminaba como un beodo apoyándome en el brazo -de Humbug.</p> - -<p>—Sospechar de tí, Susana mia y con mi consentimiento,<span class="pagenum"><a name="Page_182" id="Page_182">[182]</a></span> -nunca, jamás! Creo en tu pureza como en la de los ánjeles; pero -la seguridad de aquel hombre me turbaba. Temia un golpe -imprevisto, una emboscada, un lazo, qué sé yo? Ay de mí! -cuando se ama, no se tiene coraje sino para sí mismo.</p> - -<p>—Esta es la casa, dijo Fox, y aquí teneis al propietario. Levanté -la cabeza; la casa tenia una mala apariencia. Una entrada -sombría y húmeda, unas paredes negras, unos cristales rotos -reemplazados por pedazos de papel, unos arambeles en las -ventanas, eran mas que pobreza,—eran el desórden y la suciedad -del vicio. Susana en aquella guarida! era imposible.</p> - -<p>En el umbral de la puerta estaba un hombre despechugado. -Tenia las manos en los bolsillos del pantalon, fumaba su pipa -y miraba á los pasantes, con toda la insolencia de un pillastre, -desocupado. Al vernos, alzó su sombrero desfondado y -echándose sobre mí me tomó las dos manos con una ternura -que me hizo horror. Era Paddy, medio borracho, hediendo á -vino y tabaco.</p> - -<p>—Buen dia, mi salvador, gritó; cuánto os agradezco que -vengais á ver á un amigo. Entrad, señores; si un vaso de ginebra -no os asusta, encontrareis con quien hablar.</p> - -<p>—Paddy, le dije, os pertenece esta casa?</p> - -<p>—No, mi salvador, contestó riendo; si este palacio fuera mio, -ha tiempo que lo hubiera bebido. Pertenece á mi mujer; es -lindo, no es verdad?</p> - -<p>—Alquilais cuartos amueblados? le dije, mostrándole un -cartelon.</p> - -<p>—Para serviros doctor.</p> - -<p>—A quién alojais en esta casa? preguntó Humbug con tono -severo. Parroquianos de mi tribunal?</p> - -<p>—Mi juez, dijo el borracho tartamudeando,—no soy bastante -rico para ser severo; á la fortuna se la toma cuando se la halla, -y á la virtud se la atrapa cuando se puede.</p> - -<p>—Quién vive en el cuarto del primer piso, preguntó el abogado -con aire picarezco.</p> - -<p>—Que te importa á tí, charlatan? respondió el borracho. -Eres tú quién pagas?</p> - -<p>—Contestad, dijo Humbug; no olvideis que estais delante de -un majistrado.</p> - -<p>—Nada tengo que temer, dijo el Irlandés muy conmovido.</p> - -<p>Debeis comprender, mi juez, que, en un cuarto de tres dollars -por semana, y pagados de antemano no puede vivir sino -jente honrada. Es una dama la que vive en el primer piso; y<span class="pagenum"><a name="Page_183" id="Page_183">[183]</a></span> -añadió á media voz, una linda dama, dulce, política, poco exijente, -la perla de la casa.</p> - -<p>—A quién recibe? continuó Humbug, que me veía palidecer.</p> - -<p>—Perdonad, mi majistrado; aquí no estamos en la audiencia. -La América es un pais libre, y en pagando, cada cual hace lo -que quiere. Si alguien pasa por esa puerta, no se le mira; y si -se le mira no se le vé.</p> - -<p>—No os hagais el ignorante, dijo Fox. Pensad que tengo hecho -poner en la cárcel á mas de uno que valia mas que vos. -Hace una hora, he visto entrar en esta avenida á una jóven rubia, -con vestido de seda negra y sombrero de paja; á dónde iba?</p> - -<p>Paddy, intimidado, acercóse á mi implorando mi socorro.</p> - -<p>—Amigo mio, le dije, tened la bondad de contestar, seguro -de que no tenemos ninguna mala intencion; yo recompensaré -vuestra complacencia.</p> - -<p>—Mi salvador, dijo, para vos yo no tengo secretos; me habeis -socorrido en mis trabajos y soy Irlandés, está dicho todo. -Me arrojaria al fuego por vos.</p> - -<p>—En nombre del cielo, murmuré dándole algunos dollars, -hablad, me estais haciendo morir.</p> - -<p>—En bien, doctor, repuso, todos los dias á la misma hora -esa señorita rubia viene á ver á la jóven que vive en el primer -piso. Ahora está arriba.</p> - -<p>—Me parece que mi presencia es inútil, dijo Fox con tono -irónico; el <i>attorney</i> jeneral ya no tiene necesidad de mis servicios.</p> - -<p>—Señor, le dije, con jesto amenazador, os confundiré por -vuestras indignas sospechas.</p> - -<p>Ay Dios! yo hablaba asi para engañarme á mí mismo; no -sabia que creer, estaba desesperado. Humbug me tomó de la -mano, y entré con él en aquella caverna lo mismo que un hombre -que corre en busca de la muerte.</p> - -<p>La puerta del primer piso estaba abierta. Habia una pieza -de entrada y una especie de cocina, sin cortinas ni muebles. -Me detuve para tomar aliento, contando los latidos de mi corazon. -Seth se aseguró de que el abogado nos habia seguido; cerró -en seguida la puerta sin ruido y puso la llave en su bolsillo. -Nada teniamos ya que temer de los importunos.</p> - -<p>Yo no estaba en estado de hablar; hice seña á mis compañeros -de permanecer en su puesto y penetré sijilosamente hasta la -entrada del segundo cuarto.</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_184" id="Page_184">[184]</a></span></p> - -<p>Frente á mí, y dándome la espalda estaba una mujer recostada -en un viejo sofá, y á sus pies, sentada en un taburete de -paja una niñita. Al lado de esta, Susana tenía la Biblia en la -mano y leía piadosamente lo que sigue, que era escuchado con -atencion.</p> - -<p>“Me han cargado de iniquidades y en su cólera me han aflijido -con sus persecuciones.”</p> - -<p>“Mi corazon se ha turbado en mi interior, y el temor de la -muerte se ha apoderado de mi.”</p> - -<p>“He temblado de horror y me he envuelto en las tinieblas.”</p> - -<p>“Y he dicho: quién me dará alas como á la paloma para poder -volar y reposarme?”</p> - -<p>“Me he alejado huyendo y he permanecido en la soledad.”</p> - -<p>“Espero á Aquel que me ha salvado de mi abatimiento y del -temor de mi espíritu, y de la tempestad.”</p> - -<p>—Oh Susana mia! esclamó la desconocida, despues de Dios -tú eres quien me salva la vida. Cuánto bien me hacen tus palabras! -tú, al menos, tú no me has abandonado.</p> - -<p>Me olvidas á mi, dijo la niña.</p> - -<p>No, mi queridita, repuso la jóven; tú eres la única que en la -Escuela del Domingo se ha apercibido de mi ausencia; y, en -mi familia, quién se acuerda de mi?</p> - -<p>La niña saltó al cuello de su maestra y las tres mujeres se -abrazaron llorando.</p> - -<p>Será que hay contajio en las lágrimas? Será que la emocion -era demasiado fuerte para mi? no lo sé; pero fuera dolor ó placer, -el hecho es que al contemplar aquella escena no pude contener -mis sollosos.</p> - -<p>—Padre mio, esclamó Susana, vos aquí! porqué casualidad?</p> - -<p>—Querida mia, la dije estrechándola contra mi corazon y -procurando ocultar mis lágrimas,—los padres son cariñosos; hay -dias en que no tienen que arrepentirse de averiguar donde van -sus hijas.</p> - -<p>—La curiosidad es un feo defecto, dijo Susana, amenazándome -con el dedo. Un padre bien enseñado le diria á su hija:—La -señorita me permite acompañarla?—Y sin hacerse rogar, la -señorita tomaria el brazo de su padre, como yo lo hago ahora; -le conduciria ante una pobre jóven que tiene necesidad de apoyo, -y le diría, haciéndole una linda reverencia:—Doctor Smith, -os pido vuestra amistad para mi querida Dinah.</p> - -<p>—Señor, dijo la estranjera, tomándome las manos, bendecidla, -es mi ángel salvador.</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_185" id="Page_185">[185]</a></span></p> - -<p>Habíase levantado al hablar y la sonrisa asomaba de nuevo -en su pálido rostro, cuando de repente lanzó un grito terrible, -y volvió á caer en el sofá, toda temblorosa y bajando la cabeza.</p> - -<p>El cuácaro estaba delante de ella y cruzados los brazos mirábala -con aire furioso.</p> - -<p>—Perdon, hermano mio, murmuraba la infeliz, ten piedad -de mí!</p> - -<p>—Así es como cumples tu palabra! dijo Seth; tu madre te -cree en camino para California; te ha bendecido al partir; será -menester que te retire su bendicion?</p> - -<p>—Seth, dijo la jóven anegada en lágrimas, partí, pero el valor -me faltó: tengo necesidad de mi madre y de los que me aman.</p> - -<p>—Dí pues, que tenias necesidad de verlo y de perderte.</p> - -<p>—No, no, gritó ella, soy una muchacha honrada, él no sabe -que estoy aquí, no lo sabrá nunca. Solo he visto á mi buena -Susana.</p> - -<p>—Y qué quieres hacer? repuso el cuácaro con una dureza -que me lastimó. Tú lo sabes, en casa ya no hay pan para tí.</p> - -<p>—Seth, repuso, no me abrumes; no seré en adelante una carga -para vos. Susana me ha proporcionado un puesto de maestra -de escuela en un arrabal donde nadie me buscará. Viviré -de mi trabajo, solo te pido poder ir una vez por semana á abrazar -á mi madre y volver á ver nuestra casa.</p> - -<p>En medio de las escenas familiares, nada hay tan embarazoso -como la presencia de un tercero; me retiré con Humbug, cuando -en el fondo de la primera pieza, en un rincon oscuro, apercibí -á Fox, que contemplaba un grabado ahumado. Era el retrato -de <i>Monarca</i> hijo de Eclipse, vencedor del Derby en 1812. -Confundir á un pícaro y gozar de su confusion es un doble placer; -así no me hice el menor escrúpulo en saherir al calumniador.</p> - -<p>—No os creía tan aficionado al <i>Turf</i>, le dije. Despues de -cincuenta años los laureles del <i>Monarca</i> le impiden hablar al -mas célebre abogado de Massachusetts, qué maravilla! vamos, -si es cosa de ponerlo en los diarios.</p> - -<p>—Por piedad, Doctor, murmuró él, hacedme salir.</p> - -<p>Su rostro estaba tan alterado y su voz tan débil que en verdad -me dió lástima.</p> - -<p>No le creía capaz de tantos remordimientos. Hé ahí, pensaba -yo cuan mal se juzga á las jentes. Imajínase que los abogados -no son sensibles sino por cuenta de otros. Qué error!</p> - -<p>Iba á entrar en el cuarto para pedirle á Seth la llave que habia<span class="pagenum"><a name="Page_186" id="Page_186">[186]</a></span> -guardado, cuando el cuácaro salió bruscamente, seguido de -su hermana toda descabellada y á quien rechazaba con desprecio. -Susana lloraba á lágrima viva; Humbug intentó interponer -algunas buenas palabras; todos estábamos conmovidos; Fox -solamente habia vuelto á su admiracion por <i>Monarca</i>; -inmóvil y mudo, hubiérase dicho que queria hundirse en la pared.</p> - -<p>—Te lo repito de nuevo, gritó el cuácaro procurando desasirse -de las manos crispadas que le detenian de su vestido, las -últimas palabras: “Tú no volverás á esta casa sino del brazo de -un marido.” Puesto que ese bello desconocido te ha prometido -casamiento, házle que cumpla su palabra.</p> - -<p>—Es un pleito, esclamé; vamos, dichoso vengador de la inocencia, -vamos, maese Fox, hé aquí el momento de mostraros.</p> - -<p>Si un rayo hubiera caido á mis piés, no me habria espantado -como la esplosion que se siguió á mi impertinente chanza. -Apenas fijó Dinah sus ojos en el abogado, se enderezó como una -loca riendo y llorando á la vez:</p> - -<p>—Gabriel, gritó, mi Gabriel! Hélo aquí, hermano mio, hélo -aquí!</p> - -<p>No comprendí una palabra de aquella tempestad que acababa -de desencadenar; el cuácaro era mas intelijente. Mientras -que Dinah se echaba al cuello de su Gabriel, Seth hacia jirar -sobre su regaton la vara de verga; y acercándose á Fox que palidecia -visiblemente:</p> - -<p>—Amigo, le dijo, con tono poco tranquilizador, vuelve en tí -y esplícate: espero.</p> - -<p>Entre las ternezas de la hermana y las amenazas del hermano, -el abogado ponia una cara tan aflijida que me alegré de ello. -El hombre natural es un animal malo; no vasta el Evanjelio para -hacernos amar á nuestros enemigos.</p> - -<p>Humbug era mejor cristiano que yo.</p> - -<p>—Señores, dijo con voz grave y dulce; creo que ha llegado -mi turno. En un negocio tan delicado, la última palabra pertenece -al majistrado:</p> - -<div class="poetry-container"> -<div class="poetry"> -<div class="verse"><i>Nec Deus intersit, nisi dignus vindice nodus</i></div> -<div class="verse indent1"><i>Inciderit.</i></div> -</div> -</div> - -<p>Querido Fox, no dudo de vuestras intenciones. Si os pidieran -consejo en semejante caso, sin duda responderíais que un -pleito por ruptura de promesa tendria para el abogado contra -quien lo entablaran las mas enojosas consecuencias; seria no solo<span class="pagenum"><a name="Page_187" id="Page_187">[187]</a></span> -una pérdida de fortuna, sino la ruina de una clientela, hasta -la obligacion quizá de cambiar de pais. ¿No es esa vuestra opinion?</p> - -<p>—Sí, murmuró Fox suspirando.</p> - -<p>—¿Tendré necesidad de agregar, continuó el exelente Humbug, -tendiéndole la percha al ahogado,—tendré necesidad de -agregar,—que un hombre como vos no tiene que inquietarse de -esas consideraciones, por graves que sean? ¿Que le basta haber -empeñado su palabra para cumplirla, no es verdad?</p> - -<p>—Sí, dijo el abogado suspirando de nuevo; siempre he amado -á Dinah: lo que me detenia, son dificultades que....</p> - -<p>—Que ya no existen, interrumpió Humbug. Hénos á todos -de acuerdo. Esto vá á concluir como en las buenas comedias: -amor, lágrimas é intrigas en los primeros actos, y por desenlace -casamiento.</p> - -<p>Fox abrazó á Dinah de bastante mala gana, y le tendió la -mano al cuácaro; Dinah, ruborizada de placer, corrió hácia Susana.</p> - -<p>—Amiga querida, la dijo, á tí debo mi felicidad. Y á tí tambien -hija mia, díjole á la niñita, que ya palidecia de celos.</p> - -<p>—Todo está muy bueno, dijo Seth, que ya se iba á las nubes. -Pero puesto que estamos aquí y que tenemos al señor juez de -paz, nada impide que se estienda el acta de casamiento sobre -tablas.</p> - -<p>—Con mucho gusto, dijo Humbug; la señorita Susana nos -servirá de escribano.</p> - -<p>Decir y hacer fué todo uno; yo creía que semejantes uniones -no eran buenas sino en el teatro, donde se deshacen entre telones; -suponia que el último tabelion estaba encajonado hacia -mucho tiempo; pero en América se está siempre tan apurado -que se ha conservado la vieja usanza. Una vez de acuerdo los -enamorados, no hay necesidad de parientes ni de notario. Dos -sí pronunciados ante un juez de paz os casan hasta la eternidad. -La voluntad es todo,—la formalidad nada. Aquellas jentes -no tienen el gusto de la ceremonia.</p> - -<p>Con qué placer salí de aquella casa donde habia entrado con -el corazon turbado! Paddy hizo una cosecha de dollars como -para perder la cabeza durante todo una semana. Jamás la calle -del <i>Laurier</i> se habia visto favorecida por tan honrada y -alegre compañia. Yo presidí el cortejo con mi Susana, la cual -daba la mano á su pequeña protejida; Humbug y Seth formaban<span class="pagenum"><a name="Page_188" id="Page_188">[188]</a></span> -la retaguardia; entre nosotros caminaba la nueva pareja,—Dinah, -risueña como la aurora, Fox, cabisbajo.</p> - -<div class="poetry-container"> -<div class="poetry"> -<div class="verse">Honteux comme un renard qu’une poule aurait pris.</div> -</div> -</div> - -<p>Mas cuando somos felices muy pronto se bebe un poco de verguenza. -Si el imprudente habia jugado al amor con demasiada -lijereza, de qué modo era castigado por su falta? Casándose -con una mujer encantadora. A este precio inocentes conozco -yo que se harian criminales.</p> - -<p>Era menester preparar á la madre de Dinah para la vuelta de -su hija; era menester tambien que Fox anunciára su casamiento -á sus amigos, disponiendo su casa. Mientras llegaba el -gran dia, Susana se llevaria consigo á Dinah; á mi me estaba reservado -el papel de padre y de tutor: la dichosa tontera que -habia hecho me daba algun derecho á ello.</p> - -<p>Devolvióse á Fox un resto de libertad de que no podia abusar, -y toda la comitiva hizo alto en mi casa; aquello fué una -fiesta, nunca se comió mas alegremente. Marta abria una boca -como un horno, y suspiraba como un volcan admirando y -sirviendo á su cuñada; Susana y Alfredo tenian siempre alguna -cosa que decirse al oido; solo Dinah era admitida como tercero -en aquellos misterios, en que se reia sin cesar. Seth devoraba -cuanto habia sobre la mesa, con la satisfaccion de un hombre -que ha terminado un gran negocio y que come en casa ajena. -Humbug, que apesar de su enorme vientre, comia poco y -no bebia mas que agua, se desquitaba de su sobriedad citandome -los mas alegres versos de Horacio, este otro bebedor que -cantaba en ayunas los placeres de la embriaguez:</p> - -<div class="poetry-container"> -<div class="poetry"> -<div class="verse">Nunc es bibendum, nunc pede libero</div> -<div class="verse">Pulsanda tellus.</div> -</div> -</div> - -<p>En cuanto á mí, recojido en mi mismo, me sentia gozoso, alegre -y feliz como un niño. Pero nada puede dar la medida del -contento y animacion de mi Jenny. No podia estarse quieta, -iba, venia, llenaba todos los platos con <i>roast beef</i><a name="FNanchor_55" id="FNanchor_55"></a><a href="#Footnote_55" class="fnanchor">[55]</a>, papas, jamon, -pastel, queso, frutas y tortas, derramaba á torrentes la cerveza -escocesa, el Madera y el vino del Rhin, para todos los -hombres tenia una palabra amable, y una caricia para todas las -mujeres. Un casamiento! era para ella lo mismo que haberse -sacado la loteria grande. Si en la Biblia habia algun versículo -que Jenny mirase como divinamente inspirado entre todos,<span class="pagenum"><a name="Page_189" id="Page_189">[189]</a></span> -era la gran palabra que Dios le dirije á la primer pareja en el -Génesis: <i>Creced y multiplicaos, diseminaos por la tierra y la -sujetad</i>. La exelente mujer no era ni Americana ni protestante -á medias. El celibato era á sus ojos un crímen, ó por lo menos -una enfermedad que no se podia curar demasiado. Si la -hubieran dejado, no habria consentido ni un soltero en la tierra; -me imajino que habria acabado por casar al Papa con la Italia.</p> - -<hr /> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_190" id="Page_190">[190]</a></span></p> - -<h2 id="CAPITULO_XXVI">CAPITULO XXVI.<br /> -<span class="smaller">La caridad.</span></h2> - -<p>Al dia siguiente, á la hora de almorzar, senti mi corazon muy -aliviado. Dinah á mi derecha, Susana á mi izquierda me daban -el aire de un patriarca en medio de sus hijos. Desde que -me hago viejo, nada me place tanto como ver á mi al rededor -esas jóvenes fisonomias, frescas como el dia que nacen, rientes -como la esperanza. Ay de mi! Porqué no podremos apartarles -las escabrosidades del camino! prestarles esa esperiencia -que la vida nos vende tan cara y que de nada nos sirve!</p> - -<p>Mi mujer no hacia las cosas á medias. Puesto que yo habia -adoptado á Dinah, y que Fox se casaba con ella, Fox era el protejido -de Jenny! Por consiguiente, habíale puesto su cubierto -al lado de su bien amada.</p> - -<p>Por lo demás, entró sin el menor embarazo con un ramillete -blanco en la mano y abrazó á su prometida con aire vencedor. -Cuando la cólera crispaba la cara puntiaguda del abogado no -era hermoso; tierno y galante era horrible; hubiérase dicho una -serpiente enamorada. Dinah no pensaba así; en vano yo le decía -las cosas mas amables, no tenia ojos sino para su otro vecino. -Raquel habia admirado menos á Jacob, cuando éste daba vuelta -en el desierto la piedra del pozo para abrevar las ovejas -de Laban. Las mujeres tienen en el mas alto grado el instinto -de la propiedad, y de todas las propiedades la que mas les -llega al alma es un marido. Pero al paso que una Francesa es -una ninfa cazadora que una vez atrapado el pájaro no se acuerda -mas de él,—la Americana se apodera de su marido con toda -la aspereza y todo el celo de un paisano francés que se ha casado -con la tierra. Es su bien, es su cosa; el desgraciado se convierte -en un pájaro enjaulado, en un esclavo doméstico; pero -pájaro acariciado sin cesar y esclavo cuyos mas mínimos deseos -se adivinan. Los americanos abusan de tal suerte de su independencia -fuera de casa, que en volviendo á ella ya no tienen -voluntad. Ese yankee que hace consistir su gloria y su orgullo -en no cederle á ningun hombre, no es en su casa mas que<span class="pagenum"><a name="Page_191" id="Page_191">[191]</a></span> -un marido benigno que oye á su mujer y se complace en obedecerla; -suave con los débiles es intratable con los fuertes. Aquel -pueblo tiene el espíritu al revés, no hace nada como nosotros.</p> - -<p>Fox queria salir con Dinah para hacer algunas compras para -el casamiento, Susana se opuso á ello.</p> - -<p>—Señor abogado, dijo, lo siento mucho, Dinah me pertenece. -La hemos hallado un puesto de maestra de escuela y está comprometida -por seis meses; hoy debe comenzar sus funciones y -no puede faltar á su palabra. Dentro de algun tiempo me será -fácil reemplazarla y podré dejárosla toda una semana, hoy -no es posible.—Papá, añadió, contamos con vos para nuestra -instalacion.</p> - -<p>—Querida hija, la dije, no olvides que yo tambien tengo -deberes que llenar en el hospicio de la Providencia, y que estoy -en descubierto. Ese pleito de ayer....</p> - -<p>—Eso no es nada, dijo Susana; id inmediatamente á ver á -vuestros enfermitos; nuestra escuela está en la calle Federal, cerca -de la de los Noyers; os esperamos á medio dia.</p> - -<p>Llegado que hube al hospicio, pregunté por el director; era -este una mujer, la maestra de Susana, la célebre señora Hope, -doctor en medicina y profesor de hijiene, y vaya otro contrasentido -de esos que no se hallan sino en los Estados-Unidos. -Por lo demás era una respetable matrona, que me acojió -como á un cofrade, comenzando inmediatamente la visita conmigo.</p> - -<p>El hospicio era un modelo; no he visto en ningun pais una -instalacion tan perfecta. Vastos salones con un pequeño número -de camas, anchamente espaciadas; nada de cortinas, mucho -aire, discreta luz, silencio, limpieza esquisita, nada de ese -olor rancio y nauseabundo que hace del hospital un objeto de -repugnancia, y muchas veces una residencia envenenada.</p> - -<p>Por primera vez hallé reunidas todas las condiciones que la -hijiene reclama no menos que la caridad.</p> - -<p>Al llamado de la señora Hope acudió un escuadron volante -de jovencitas. Sus vestidos negros, sus delantales levantados, -y sus gorras blancas dábanles un falso aire de hermanas -de caridad. Eran las internas del hospicio, los futuros doctores -con faldas de la libre América. Siguieron mi clínica con la -mayor atencion; hízome mucho efecto la sencillez de sus espiraciones, -cuando me esponian el estado del enfermo, y el cuidado -con que tomaban nota de mis palabras y de mis prescripciones; -pero como tenia demasiado buen sentido para tomar á lo sério<span class="pagenum"><a name="Page_192" id="Page_192">[192]</a></span> -aquel ensayo quimérico; preguntéle á la buena señora Hope -que esperanza se prometia de aquella singular educacion.</p> - -<p>—Creo, me dijo, que llegarémos á una gran reforma. Estas -jóvenes discípulas que han estado dos años en el hospicio de la -Maternidad, el año que viene irán á la clínica de las mujeres; -haremos de ellas verdaderos médicos.</p> - -<p>—Bravo! esclamé, para nosotros barbas grises será encantador -el vernos cuidados por Hipócrates de diez y ocho años con -miriñaques y encajes.</p> - -<p>—No, me contestó, nosotros no nos ocuparemos de vosotros, -señores. Pero el parto, el cuidado de los recien nacidos, las enfermedades -y la locura de las mujeres, correrá de nuestra cuenta; -eso nosotros lo entendemos mejor que vosotros. A vosotros -se os dejará la cirujia y los casos estraordinarios; pero todo -lo que una madre ó una mujer no os confia sino con pesar, lo tomaremos -para nosotras; se os espulsará de un dominio que vosotros -habeis usurpado. Introduciremos el pudor en la medicina; -la preocupacion gritará segun su costumbre, pero las mujeres, -los padres y los maridos estarán con nosotros, y la victoria -será nuestra; no lo creeis asi doctor?</p> - -<p>Qué se ha de responder á un fanático, sobre todo cuando -ese fanático es una mujer, es decir un ser débil por naturaleza, -aflijido por una obstinacion orgánica? Corté la discusion y -continué mi visita. Las enfermedades no eran graves y los -pequeños enfermos de tan tiernos y prudentes cuidados que poca -cosa me quedaba que ordenar. Solo tuve que hacer una -operacion y de poca importancia. Abrí en el cuello de un niño -un absceso de carácter maligno, y mal colocado. La lijereza -de la mano, la gracia y la elegancia de la cura son la gloria -de nuestra escuela de París; asi obtuve un gran éxito -cerca de mis jóvenes discípulos; mi vendaje, con sus repliegues -injeniosos fué dibujado en el acto, y el dibujo colocado -como modelo en la sala de las operaciones. Lo digo en verdad, -viendo tanta intelijencia, tanta bondad y atencion, hubo momentos -en que estuve por admitir que las mujeres sirven para -algo mas que para dar tisana á los niños. <i>Todo esto no anda -muy mal</i>, hubiera dicho Montaigne, <i>pero qué! ellos no usan -pantalones</i>.</p> - -<p>Hice á tiempo esta reflexion, y lo digo en honor mio, permanecí -fiel á la antigua relijion de la facultad. Vivan las novedades -en política, en ese terreno son inocentes, pero en saliendo -de él viva la preocupacion! La prueba de que es saludable,<span class="pagenum"><a name="Page_193" id="Page_193">[193]</a></span> -es que tiene en su favor la mayoria y que á los novadores -se les lapida. Hallé pues, encantadoras á aquellas jóvenes heréticas, -pero la herejia era abominable, y no cedí.</p> - -<p>Terminada la visita pasé al consejo de administracion; la -señora Hope me acompañó, sentándose entre nosotros sin que -su presencia llamára la atencion de nadie. Entre los <i>trustees</i> -ó administradores, hallé algunas caras conocidas: á Rose el boticario, -al bravo Coronel Saint John, al amable Humbug, y á -Noé Brown, el insoportable puritano. La directora fué quién -habló primero; espuso en buenos términos, y con las pruebas -en las manos, la insuficiencia de la casa y la necesidad de comprar -un jardin del vecindario para el uso de los convalecientes. -Cuando ella terminó, preguntáronme mi opinion.</p> - -<p>—Apruebo en todo esa excelente idea, dije, y estoy convenido -de que dirijiendo y haciendo recomendar á la administracion -una memoria tan neta y tan bien hecha, obtendriamos de aquí -ocho ó diez años esa mejora urjente.</p> - -<p>—De qué administracion hablais? preguntó el Coronel, que -presidia por derecho de antiguedad.</p> - -<p>—Hablo de la administracion jeneral de los hospicios.</p> - -<p>—Qué mónstruo es ese? dijo Humbug riendo. Brown, es el -nombre de algun nuevo Leviathan?</p> - -<p>—Tregua á las chanzas, dije á Humbug; supongo que este -hospicio depende, como todos los demas, de una gran administracion -protectora y centralizadora: Es el Estado, es la Ciudad, -es una corporacion la que regla, vijila y organiza la caridad? -poco importa; lo evidente es que siempre se depende de alguna -de esas cosas.</p> - -<p>—Hé ahí, dijo el grosero Brown, que es lo contrario de la -verdad. Gracias á Dios! nosotros no dependemos de nadie. -Hénos aquí reunidos para aliviar la miseria, ponemos en comun -nuestra buena voluntad, nuestro tiempo y nuestro dinero, -sometemos nuestros estatutos al Estado, que hace de nosotros -una corporacion; hecho esto, quién puede tener derecho á mezclarse -en nuestros negocios? Es un crímen la calidad? Es -una carga política ó municipal? Yo soy cristiano y socorro á -los pobres á mi manera, quién puede pues, inmiscuirse en esto, -que es para mi uno de los primeros deberes? Acaso se gana el -cielo por procuracion?</p> - -<p>—Permitid, le dije; nadie os prohibe que deis vuestro dinero; -jamás tirania alguna llevó su crueldad hasta ahí. Pero el derecho -de fundar un hospital es otra cosa; si al primero que se<span class="pagenum"><a name="Page_194" id="Page_194">[194]</a></span> -le presentase le concede la facultad de abrir esos asilos, á qué -desórden no iriamos á parar! Pronto tendriamos hospicios homeopáticos, -y que sé yo!</p> - -<p>—Hospicios homeopáticos? dijo Rose, hay tres en la ciudad, -y va á fundarse el cuarto, qué mal hay en eso?</p> - -<p>—Rose, amigo querido, esclamé, sois vos un boticario ortodoxo, -quién semejantes monstruosidades profiere?</p> - -<p>—Querido Doctor, repuso Rose, nosotros no sabemos ni en -relijion siquiera, lo que es una ortodoxia oficial. Dejámosle -á cada cual el derecho de buscar á Dios, segun su conciencia. -Obrando de buena fé, no podemos ser mas rigurosos con la salud -del cuerpo que con la del alma. Por otra parte, mi buen -amigo, ambos somos augurios, y sabemos á que atenernos sobre -la medicina oficial y las píldoras ortodoxas.</p> - -<p>—Sea! repliqué; proclamad la libertad del charlatanismo y -del envenenamiento; ya nada me asombra en esta república, -que debiera poner en su bandera la divisa de la abadia de -Theleme: <i>Haz lo que quieras</i>; pero os hablaré en nombre de -la utilidad y del buen sentido. Con vuestro sistema de <i>dejad -hacer</i>, cuántos hospicios teneis?</p> - -<p>—Unos cien, cuando mas, dijo la señora Hope. La cifra me -asombró; no creia en esa fecundidad de la caridad anárquica, -mas no habia agotado mis razonamientos.</p> - -<p>Unos cien hospicios! esclamé; señores no olvideis esa cifra admirable; -si ella hace honor á los cristianos de París en Massachusetts, -preguntaos, como hombres prácticos, lo que esa multiplicidad, -la que esa concurrencia debe fatalmente producir. -Empleos dobles, pérdida de dinero; aquí, superabundancia; alli, -ausencia completa de socorros; despilfarro y pobreza. Suponed, -al contrario, que una vasta administracion reune esos hilos -dispersos, y concentra esas fuerzas estraviadas; colocando -en la cúspide de la pirámide á un hombre vijilante, activo, económico: -en el acto reina el órden, y con el órden todos los beneficios -de la unidad! Jerarquias médicas, clínicas regulares, -enseñanza disciplinada, caja central, farmacia central, en una -palabra un verdadero imperio: el imperio de la caridad, con su -jefe, sus ministros y sus súbditos. No es un sueño; ese ideal, -es una verdad en los paises que están á la cabeza de la civilizacion. -Gracias á la maravillosa potencia de la centralizacion -yo afirmo que con un pequeño número de grandes hospicios y -una organizacion vigoroza, me seria fácil duplicar el número -de camas de vuestros enfermos, sin gastaros un dollar mas.</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_195" id="Page_195">[195]</a></span></p> - -<p>—Estoy convencido, dijo Humbug. Con su talisman, el doctor -es capaz de rehacer el mundo, estirpando de él todos los desórdenes -de la libertad. Pido que por el mismo voto, se pongan -en sus manos, las fábricas de tejer, las fundiciones, los astilleros -y demas. Con usinas centrales, y una jerarquia de injenieros, -no dudo que la produccion se doblará, disminuyendo -todos los gastos.</p> - -<p>—Sois insoportable, le dije, me tomais por un comunista? -Creeis acaso que ignoro que en industria esa unidad es una quimera?</p> - -<p>—Por qué? repuso el eterno burlon. Por ventura en industria -la centralizacion no produce forzosamente la economia de -las fuerzas, la regularidad de la produccion, la jerarquia y la disciplina -del trabajo?</p> - -<p>—Sin duda, repuse, pero ese es el lado pequeño de la cuestion. -Esa uniformidad mecánica destruye la ley moral de la produccion. -Qué significa esa regularidad ficticia, si ella destruye el -ojo del amo, si anonada el esfuerzo individual, el interés privado, -la libre competencia? Una gota de agua al lado del océano. -Lo que yo os propongo al contrario....</p> - -<p>Es exactamente la misma cosa, interrumpió Humbug con vivacidad. -Interés privado, esfuerzo individual, libre competencia, -todos esos móviles que apreciais tan bien, son igualmente -los móviles de la caridad; es menester agregar la abnegacion -que solo vive de la libertad. Si el Estado ó el comun -se encarga de socorrer á los pobres en reemplazo mio, si -esa enorme mecánica me desembaraza de la primera de las virtudes, -pagaré arrugando el ceño un impuesto mezquino, y todo -estará dicho. Pero dejad á mi cargo el cuidado de la miseria, -y las dulzuras de la limosna, y os daré hasta mi último -cobre. Yo me curo poco de los otros hospicios de la ciudad, -no los conozco; pero este es mio,—esos niños, los amo como si -Dios me los hubiera dado á mi solo. Cuando he terminado mi -dia, cuando me siento triste y fatigado, aquí es donde vengo; -en medio de mis pequeños protejidos es donde olvido mis pesares. -Preguntad á estos caballeros lo que cuesta la caridad voluntaria. -Calculando por bajo les costará el décimo de su renta; -apuesto á que si el Estado nos tomára una veintésima parte, -todos gritariamos á la tiranía! Concedo que habrá dinero -despilfarrado y fuerzas perdidas, pero lo que se debe ver es el -fin, y afirmo con las pruebas en la mano, que la caridad individual -es tres y cuatro veces mas fecunda que la caridad organizada.<span class="pagenum"><a name="Page_196" id="Page_196">[196]</a></span> -Vuestro sistema, caro doctor, arroja sin cesar, entre la -voluntad y el acto, un obstáculo que todo lo hiela. Nosotros -no somos paralíticos,—dejadnos obrar, ved lo que un pueblo -gana con la libertad. Bajo el punto de vista político, el Estado -tiene el mayor interés en dejarnos la práctica de la mas amable -y sociable de las virtudes; bajo el punto de vista económico -hace un excelente negocio; multiplica los socorros y los estudia -y sirve á la vez á la ciencia y á la humanidad.</p> - -<p>—Señores, dijo el Coronel, me parece que nos alejamos mucho -de la cuestion. Nos piden veinte mil dollars por mejorar y -agrandar nuestro hospicio; no tenemos sino una cosa que hacer: -suscribamos y dirijamos una carta de suscricion á nuestros sócios. -Yo que no tengo hijos y que he adoptado esos pequeñuelos, -doy el ejemplo, y me suscribo por mil dollars.</p> - -<p>La lista pasó de mano en mano: cuando llegó á mí, hice lo -mismo que Rose,—me suscribí por cincuenta dollars.</p> - -<p>—Permitidme una reflexion final, dije al Consejo. Veo que -compramos, mediante diez mil dollars un jardin de poca estension, -no es muy caro?</p> - -<p>—Es el doble de su verdadero valor, repuso la señora Hope, -pero el propietario no quiere deshacerse de él por menos.</p> - -<p>—Pues es gracioso! esclamé. Un propietario que coloca su -conveniencia y su egoismo sobre el interés de los pobres! eh! -Señores, es menester espropiarlo; no fomenteis con vuestra debilidad -una odiosa especulacion.</p> - -<p>—Doctor Smith, dijo Brown, frunciendo las cejas, eso si que -es comunismo de primera clase.</p> - -<p>—Vaya, vaya, repuse alzando los hombros, acaso el interés -particular no debe ceder al interés jeneral?</p> - -<p>—Sin duda, repuso el puritano; pero nada hay tan peligroso -como las máximas banales. Así es como siempre han muerto -la libertad,—con palabrotas. La propiedad no es un interés, -es un derecho. El interés jeneral es una palabra elástica y vaga, -que puede cubrir las pretensiones mas injustas á la vez que -las mas lejítimas. Antes de invocarlo, comenzad por definirlo.</p> - -<p>—Nuestras leyes han definido la cuestion, dijo Humbug. -Para nosotros no hay sino cuatro causas de espropiacion: un -camino, una calle, un ferro-carril, un canal. Pero aunque seamos -por excelencia un pueblo municipal, y aunque la ciudad sea -soberana en lo que le concierne, no obstante, la propiedad es cosa -tan santa, que antes de tocarla es menester que la lejislatura -del Estado intervenga; ella es la que aprueba la traza y la<span class="pagenum"><a name="Page_197" id="Page_197">[197]</a></span> -que autoriza la espropiacion, mediante indemnizacion prévia. -Para todo el resto: escuela, hospicio, casa municipal, Iglesia, la -ley coloca el derecho particular primero que un interés que en -resumidas cuentas no viene á ser sino el de una corporacion ó -el de un barrio. A dónde iriamos á parar con vuestro sistema -doctor? Me despojarian de la herencia de mi padre, me arrebatarian -mis recuerdos, se reirian de mis afecciones, turbarian la -mas santa de las propiedades, y para qué? Para edificar un teatro -ó una fonda.</p> - -<p>—Cómo! esclamé, en una república donde el pueblo manda, -osais defender esas viejas máximas feudales?</p> - -<p>—Señor, dijo Brown, vos no entendeis jota de libertad. -Cuanto mas democrático es un pais, tanto mas necesario es que -el individuo sea poderoso y sagrada su propiedad. Nosotros -somos un pueblo de soberanos; todo lo que debilita al individuo -nos conduce á la demagojia, es decir al desórden y á la ruina; -todo lo que fortifica al individuo nos conduce á la democracia, -reino de la razon y del Evanjelio. Una nacion libre es una nacion -en la que cada ciudadano es dueño absoluto de su conciencia, -de su persona y de sus bienes; el dia en que, en lugar de hablarnos -de nuestros derechos individuales, nos hablen del interés -jeneral, adios de la obra de Washington; seremos una muchedumbre -y tendremos un amo.</p> - -<p>—Señores, dijo el Coronel, que se interesaba mediocremente en -nuestros debates, no hay nada mas á la órden del dia, está levantada -la sesion. Os pido perdon de dejaros, añadió. Dicen que -hay malas noticias de la guerra, estoy impaciente por saberlas.</p> - -<p>Nada que me disgustaba acabar con el puritano y su áspero -lenguaje; pero, por mi desdicha, habíale caido en gracia, ó mejor -dicho, el hombre habia formado quizá el glorioso proyecto -de convertirme á su fanatismo.</p> - -<p>—Doctor, me dijo, tengo que pediros un servicio. Acabamos -de fundar en este barrio un <i>instituto de obreros</i><a name="FNanchor_56" id="FNanchor_56"></a><a href="#Footnote_56" class="fnanchor">[56]</a>. Habrá -una biblioteca, un museo de modelos, dos salas de dibujo, un -gabinete de lectura, en una palabra, todo lo que hace la utilidad -de un Club de esa especie. Los mismos obreros son los que -proveerán á los gastos de entretenimiento; lejos de nosotros el -pensamiento de erijirnos en bienhechores, turbando en lo mas -mínimo la obra de la libertad. No debilitar jamás ni la dignidad -ni la responsabilidad de aquellos á quienes beneficiamos,<span class="pagenum"><a name="Page_198" id="Page_198">[198]</a></span> -es la primer regla de la caridad. Pero hay gastos de fundacion -que son considerables, la bolsa de nuestros trabajadores no basta -para ellos; necesitamos diez mil dollars por lo menos. Para -obtenerlos, hacemos lecturas públicas y pagodas. Everett el -clásico nos ha prometido su concurso, así como el elocuente -Sumner. Espero que tendremos al filósofo Emerson y al poeta -Longfellow. Por mi parte daré una leccion, en la que mostraré -que reahabilitando el trabajo y levantando al obrero, el -Evanjelio ha creado al mismo tiempo la riqueza y la libertad -modernas. Vos no rehusareis el uniros á nosotros. Dos lecturas -sobre la hijiene de los recien nacidos, por el sábio médico -del hospicio de la Providencia, nos atraerian todas las madres, -y nos valdrian cuatro-cientos dollars por lo menos.</p> - -<p>—Teneis la autorizacion del Gobierno? le dije.</p> - -<p>—Por quien soy, doctor, os digo que os ireis derecho al paraiso, -contestó el porfiado. A fuerza de cuidar niños os habeis -puesto como ellos; no podeis caminar sin andadores. Qué autorizacion -se necesita para ilustrar á los hombres y hacerles el -bien?</p> - -<p>—Comó! esclamé, podeis dar cursos públicos y hablar de política -á los obreros sin que el Gobierno intervenga?</p> - -<p>—Seguramente, dije, si olvidamos nuestros deberes, la ley -está ahí, y la justicia con ella; eso basta.</p> - -<p>—No, eso no basta; el Estado no puede abandonar al primer -advenedizo el derecho de hablar á los hombres. Esa ciencia -de parada, esa instruccion á medias le inspira al pueblo una -ambicion desastrosa; es poner al pais y aun á la relijion en el -mismo peligro.</p> - -<p>—Una media luz vale mas que la noche, reino de los apetitos -y de las pasiones, dijo Brown, y por otra parte, cómo se ha -de hallar el dia si no se le busca? Es menester que hablemos al -pueblo, y que nos pongamos sin cesar en relacion con él. Para -nosotros, demócratas y cristianos, hay ahí una cuestion de vida -ó muerte; lo que mata las repúblicas, es la ignorancia; ilustrad -al pueblo si temeis al despotismo. Lo que mata la relijion es -una fé que no razona; ilustrad al pueblo si temeis la infidelidad. -Necesitamos luz en todo y para todo. Si el cristianismo es -una fábula, que caiga; si es la verdad que reine. Creeis que -nosotros los pastores, somos algunos charlatanes que viven del -error y de la credulidad?</p> - -<p>—Calmaos, respondí, y no coloquemos tan alto la cuestion.<span class="pagenum"><a name="Page_199" id="Page_199">[199]</a></span> -Me concedereis que dando á los obreros un punto de reunion, -fundais un club en el que serán amos.</p> - -<p>—Sin duda, puesto que estarán en su casa.</p> - -<p>—Y no veis que á la primer querella con los patrones ese -club se convertirá en un foco de coalicion?</p> - -<p>—Si los obreros quieren coaligarse, dijo friamente aquel fanático, -quién se los puede impedir? Los que venden su trabajo -tienen tanto derecho como los que se lo compran. Es un trato -que se hace con entera libertad.</p> - -<p>—Pero señor, esclamé indignado de aquella estupidez, vos -predicais la anarquía.</p> - -<p>—Señor, me dijo con su brutalidad ordinaria, vos hablais un -lenguaje que no es el de la América. La anarquía es la invasion -de la libertad ajena, no la defensa de su propia libertad.</p> - -<p>Creedme, añadió alzando al cielo unos ojos inspirados, la -cultura del alma es la salud de las democracias cristianas; ellas -no viven sino por la educacion. Dejad que los obreros léan, se -instruyan y discutan: educadlos, segun el sentido admirable de -la palabra, levantadlos hasta nosotros, levantaos vosotros mismos -con ellos, y no tendreis que temer ni coaliciones, ni comunismo -ni todas esas locuras que espantan al viejo continente. -Son enfermedades que la ignorancia enjendra; á nosotros toca -curarlas, doctor. <i>Sursum corda</i>, hé ahí mi divisa.</p> - -<p>—La acepto con toda mi alma, repuse arrebatado por la fogosidad -de aquel inspirado, contad conmigo.</p> - -<p>Una vez solo con Humbug, preguntéle si venia conmigo á la -instalacion de Dinah.</p> - -<p>—Tengo interés en no faltar, doctor Paradoja, me dijo con -sonrisa maligna; me divertís mucho con vuestras magníficas teorías. -Cuanto mas os oigo tanto mas aprecio la grandeza de -nuestras instituciones.</p> - -<p>—Gracias por el cumplimiento, le contesté, parece que mis -elojios de la centralizacion os hacen el efecto de una demostracion -de la libertad <i>per absurdum</i>; debiais ser mas caritativo mi -buen amigo, y pensar que hay en la tierra otros paises que la -América.</p> - -<p>—Os veo venir, me dijo, fanático de la unidad latina, piadoso -adorador de la Francia. Yo tambien amo á los Franceses; -los nietos de La-Fayette son para mi hermanos; pero perdóneme -ese pueblo injenioso, si le digo que hace sesenta años que persigue -un problema insoluble. Poner la libertad en una carta, y -el despotismo en la administracion es querer caminar atado de<span class="pagenum"><a name="Page_200" id="Page_200">[200]</a></span> -piés y manos; todo el talento del mundo reunido no lo conseguiría.</p> - -<p>—Deveras, repuse sonriendo de aquella vanidad. Véamos, -hombre práctico, decidnos pues lo que falta á los Franceses -para elevarse hasta la civilizacion de los Yankees.</p> - -<p>—Una sola cosa, dijo, con la mayor seriedad. En todos sus -sistemas han olvidado la pieza esencial, sus políticos se parecen -á Sam el distraido.</p> - -<p>—Quién es Sam el distraido?</p> - -<p>—Era el mensajero de mi aldea, dijo alegremente Humbug. -Un muchacho lleno de penetracion y de malicia, osado hasta la -temeridad, económico hasta la avaricia, exacto hasta la minuciosidad,—vamos, -la gloria y el honor del Connecticut. Solo tenía -un defecto,—que perdia la memoria. Un dia que tenia -que distribuir mas de cincuenta paquetes en el camino, viéronle -á cada paso inquieto y ajitado.—“Me he olvidado de algo, decia, -pero qué es lo que he olvidado?” Al fin llegó al pais, y hé -aquí sus hijos que salen á recibirle.—“Buenos dias, papá, dónde -está mamá?”—Dios mio! gritó Sam, pegándose en la cabeza,—“hé -ahí lo que me faltaba, he olvidado mi mujer!”</p> - -<p>Es lo mismo que les pasa á los Franceses: tomad al azar una -de esas constituciones que les han fabricado por docenas,—hallareis -en ella al Estado y sus derechos, al individuo y sus derechos; -pero falta....</p> - -<p>—Qué falta? esclamé.</p> - -<p>—La sociedad, respondió Humbug. A un lejislador Francés -nunca se le ha ocurrido que la sociedad, es decir, la asociacion -bajo todas sus formas, la libre accion de los individuos reunidos,—tuviera -un puesto en la vida política de la Nacion. Nosotros -los Americanos le damos el mas ancho dominio: el comun, -la Iglesia, el hospicio, la escuela, la educacion superior, las ciencias, -las letras. Cada asociacion es para nosotros una especie -de familia agrandada,—y todas esas asociaciones, elevándose -gradualmente forman otras tantas hiladas que arrancan del individuo -para llegar al Estado. La América no es, hablando -en verdad, sino una reunion de familias, que hacen por sí mismas -sus negocios. Hay algo de esto en Francia? Allí solo se -vé una cosa,—la administracion, inmenso pólipo que echa en -todas partes sus brotes, que en todo se enreda, que todo lo toma -y lo sofoca:</p> - -<div class="poetry-container"> -<div class="poetry"> -<div class="verse"><i>Monstrum horrendum, immane, ingens, cui lumen adeptum.</i></div> -</div> -</div> -<p><span class="pagenum"><a name="Page_201" id="Page_201">[201]</a></span></p> -<p>El pais está cortado en dos partes; de un lado el poder, con -todos los recursos de una centralizacion formidable,—de otro -una muchedumbre que obedece mas ó menos voluntariamente. -De ahí todas las revoluciones que destrozan ese hermoso país, -de ahí su eterno absorto. Ora debilitan la autoridad y la reducen -á la impotencia, y creyendo agrandar la libertad, no llegan -sino á la anarquía; ora se echan en el exeso opuesto, y estrechan -todos los vínculos, y creyendo servir al órden, no llegan sino á -lo arbitrario. Deplorable espectáculo el de un noble pueblo, -que no sale del abismo sino para caer nuevamente en él!</p> - -<p>—Y el remedio, querido amigo? Quién sabe si el carácter -nacional no es la causa de ese mal éxito perpétuo?</p> - -<p>—No creo, dijo Humbug, que haya pueblos nacidos para -servir, no esceptúo ni á los negros; por otra parte no veo que -la Francia haya hecho nunca un mal uso de la asociacion. Gracias -á la administracion, que sobre-nada despues de todas las -revoluciones, y se enriquece en cada naufrajio,—hánles rehusado -siempre á los franceses esa apacible libertad, que atempera -y predomina sobre todas las demas. Diez veces les han dado -un voto que no les servia de nada; pero el cuidado de sus propios -negocios todavía lo espera. Reyes durante una hora, -hánles rehusado desde el dia siguiente hasta la facultad de obrar -y hablar. Bajo tales condiciones la esperiencia no está hecha; -la soberanía no es la libertad. Con la primera el pueblo no -conquista frecuentemente sino el derecho de perderse; con la segunda, -vive, crece y tiene en sus manos su fortuna y su honor. -Cuando los franceses hayan hecho el ensayo de gobernarse por -sí mismos, podrá condenárseles; hasta entonces nadie tiene el derecho -de acusarlos. La Fayette, cuyos escritos leemos nosotros, al -paso que quizá son desdeñados en Francia, reclamaba hace cincuenta -años esa vida libre, esas reuniones libres que hacen nuestra -grandeza. Si yo tuviera el honor de ser su compatriota,—hé -ahí la herencia que quisiera revindicar. El que á los franceses -enseñe que la centralizacion los esclaviza, que solo la asociacion -puede salvarlos, ese hombre habrá arrancado por siempre -jamás el jérmen de las revoluciones, plantando en fin en una -tierra jenerosa el árbol que no nunca se secará. Y, con mas -seguridad que Arquimedes podrá gritar: <i>Eureka</i>; porque habrá -hallado simultáneamente dos tesoros mas preciosos que todas -las riquezas del mundo,—la libertad y la paz.</p> - -<p>—Bravo, Humbug! esclamé, estais elocuente. Pero mi buen -amigo; si fuérais á contar semejantes fábulas á Paris, en Francia,<span class="pagenum"><a name="Page_202" id="Page_202">[202]</a></span> -os silvarian como á un soñador, esto es, sino os encerraban -como á un sedicioso, en medio á los aplausos de la moderna -Atenas.</p> - -<p>—Eso no me sorprenderia, dijo; los atenienses de otro tiempo -tenian un filósofo que la Pitia proclamaba ser el mas sabio de -los hombres, y fué por esto que se dieron prisa en matarlo. Los -sapientes de la Agora, las jentes prácticas acusaban á Sócrates -de ser un revolucionario y un atéo. Qué es hoy dia de la memoria -de esos grandes hombres de estado que habian salvado la -patria, y que naturalmente se hacian pagar sus servicios? Un -ciudadano no se detiene ante esos obstáculos miserables; defiende -la verdad con una tenacidad invencible, señala el escollo, -grita hasta que la corriente lo ahoga; salva algunas veces á las -jentes á pesar de ellas, y nada espera sino de la posteridad. El -reconocimiento es la virtud del porvenir.</p> - -<p>Singular pueblo! murmuré, entre estos almaceneros las convicciones -son pasiones, al paso que entre nosotros, pueblo heróico -y teatral, las pasiones y los intereses son las que...... -guardé para mi el resto de la reflexion.</p> - -<hr /> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_203" id="Page_203">[203]</a></span></p> - -<h2 id="CAPITULO_XXVII">CAPITULO XXVII.<br /> -<span class="smaller">La escuela.</span></h2> - -<p>Charla que charla llegamos á la calle Federal. Frente á nosotros, -sobre un montecillo que dominaba la ciudad y la campaña, -alzábase altivamente un edificio de grande apariencia,—una -torre cuadrada flanqueada de dos alas. Si hubiera estado -en un pais civilizado, habria dicho: “Es la caserna de la jendarmería -ó la casa de la prefectura.” En aquel pueblo sin policía -y sin gobierno, era el palacio del Abcdé,—era la escuela! -Una nacion puede ser juzgada por sus monumentos.</p> - -<p>—Y bien, doctor, me dijo Humbug, cómo hallais el palacio -de nuestra juventud?</p> - -<p>—Muy hermoso exteriormente, le contesté; pero muy mal arreglado. -Veo allá arriba unos muchachones de quince años y -unas chiquillas de poco mas ó menos que entran todos á un -tiempo; eso no es propio. En toda escuela bien organizada se -separan los dos sexos; es una precaucion de la que parece no teneis -idea siquiera.</p> - -<p>—Dos entradas para niños que van á estudiar en la misma sala, -dijo Humbug? Para qué?</p> - -<p>—En la misma sala! esclamé, pensais en ello? Es el colmo -de la inmoralidad.</p> - -<p>—No veo de inmoral sino vuestra imajinacion, repuso Humbug -riendo. Nuestros niños, querido doctor, son niños honestos; -entre nosotros no se halla sino:</p> - -<div class="poetry-container"> -<div class="poetry"> -<div class="verse"><i>Virgines lectas, puerosque castos.</i></div> -</div> -</div> - -<p>La escuela es una gran familia, en la que no hay sino hermanos -y hermanas que se disputan el premio del estudio. De dónde -sacais vuestras horribles ocurrencias?</p> - -<p>—Entónces, mi buen amigo, los Yankees son ánjeles, machos -y hembras.</p> - -<p>—Y la Europa repuse, con sus veinte siglos de experiencia, -no es mas que una vieja chocha que no sabe, ni lo que hace ni lo -que dice.</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_204" id="Page_204">[204]</a></span></p> - -<p>—Querido doctor, dijo Humbug, los ingleses han comenzado -por burlarse de nosotros; hoy dia nos imitan. Dentro de diez -años no habrá en Inglaterra una sola escuela en que los dos -sexos no estén juntos. En cuanto á los otros pueblos de Europa, -su educacion ha sido clerical durante tanto tiempo que para -despojarse de sus preocupaciones necesitarán mas de un dia. -Nosotros no educamos ni frailes, ni soldados; preparamos hombres -á la vida comun. Porqué, pues, no hacer la escuela á imájen -de la familia y de la sociedad?</p> - -<p>—Vosotros sois unos imprudentes! esclamé; jugais con el -fuego.</p> - -<p>—Somos padres de familia, repuso Humbug; sabemos por esperiencia -que para dulcificar el corazon, formar el carácter, é -inspirar ideas jenerosas nada vale tanto como esa primera comunidad -de trabajo y de estudio:</p> - -<div class="poetry-container"> -<div class="poetry"> -<div class="verse"><i>Emolit mores, nec sinit esse feros.</i></div> -</div> -</div> - -<p>—Lo que es imprudente, insensato,—es la pretendida sabiduría -de la vieja Europa. Separar los niños y las niñas, enseñarles -desde la primera edad que ambos están en un peligro -misterioso, turbar y exitar sus jóvenes imajinaciones, y echar -despues de repente y en el momento mas difícil en el mundo de -los hombres ardientes y temerarios, á mujeres inquietas, tímidas, -sin defensa,—es una verdadera locura; pido perdon de ello á -vuestra gravedad, mi querido doctor. Vuestra educacion claustral -es un dique que detiene y aumenta todas las pasiones; -nuestra educacion comun habitúa nuestros hijos á amarse como -hermanos y á respetarse mútuamente.</p> - -<p>—Es posible, esclamé, que los peligros de vuestro sistema -no os abran los ojos?</p> - -<p>—Preguntádselo á nuestros maestros, repuso: no hallareis -uno solo que no esté orgulloso de nuestras escuelas mistas. Es -una invencion Americana,—una invencion que nos hace honor. -Como siempre hemos tenido confianza en la naturaleza humana -y en la libertad; como siempre nos hemos congregado. En ninguna -parte la instruccion es mas fuerte, ni tan moral, mas grande -que en nuestra querida institucion. La emulacion entre -ambos sexos es un aguijon sin par. Por niño que sea, el hombre -se avergüenza siempre de ceder el primer lugar; la mujer es -paciente, y tiene la intelijencia mas abierta; en estos primeros -estudios que no tienen nada de abstractos, ella es siempre la -que sale triunfante. Pero ese no es sino el lado pequeño de la<span class="pagenum"><a name="Page_205" id="Page_205">[205]</a></span> -cuestion. Las niñas ganan con nuestro sistema, tanto en carácter -y voluntad, como los hombres en corazon. Aprenden á conocernos, -y, sea dicho entre nos, mi buen Daniel, nosotros no somos -peligrosos sino en tanto que no se nos conoce. Siendo respetadas, -las niñas se respetan á sí mismas; siendo libres se dan -el lugar que las conviene; y en las recreaciones, por ejemplo, una -prudencia natural las separa de sus compañeros. En cuanto á -los jóvenes, ellos adquieren en nuestras escuelas esa delicadeza -de sentimientos, esa política caballeresca que solo la sociedad -de las mujeres puede darles. Qué hay mas salvaje y brutal que -el colejial inglés, abandonado á sí mismo y á la tiranía de sus -mayores? Habeis leido á <i>Tom Brown</i>? dá vergüenza de la civilizacion. -Preferiría vivir entre los Pieles-Rojas antes que con -colejiales como Eton ó Rugby. Entre nosotros, al contrario, -todos los jóvenes crecen juntos; á los diez y seis, á los veinte -años, sus relaciones son tan simples, tan fraternales como cuando -se hallaban en los mismos bancos. Mas de un casamiento -se hace entre esos antiguos camaradas de escuela; la estimacion, -la amistad hacen nacer el amor y le sobreviven. La -Europa, vuestro ídolo, ha imajinado algo tan cristiano y perfecto?</p> - -<p>—Es un sueño, dije.</p> - -<p>—Entrad, incrédulo, repuso Humbug; vereis que ese sueño -es una verdad.</p> - -<p>—Una palabra todavia, le dije. Todos esos niños son santos, -por supuesto. Pero dónde hallareis hombres capaces de -educar esas falanjes celestes? Cuál es el maestro que puede -animar á la vez la timidez de vuestras niñas, y dulcificar la turbulencia -de vuestros niños? Dónde ha de hallarse ese fénix que, -en cada comun, responda del honor y de la virtud de vuestros -hijos?</p> - -<p>—Entrad, repuso Humbug; vereis desempeñando su tarea á -Dinah, vuestra protejida, y á vuestra querida Susana quizá.</p> - -<p>—Estais loco, esclamé, pegando en el suelo con mi baston; es á -una mujer de veinte años á quién le confiais hombres que ya -tienen barba en la cara? Lindo jeneral para tal ejército; como -lo respetarán!</p> - -<p>—Todavia una preocupacion del viejo mundo, querido doctor. -Nada mas natural en un jóven que ama á su madre que respetar -á una mujer; lo que no lo es,—es obedecer á un maestro que -amenaza y castiga. La fuerza influye poco en el corazon -de un niño; cuanto mas jeneroso es, tanto mayor es su resistencia;<span class="pagenum"><a name="Page_206" id="Page_206">[206]</a></span> -contra lo que no tiene defensa, es contra la dulzura y la -afeccion. En este punto tambien, la esperiencia dá un -desmentido á la antigua sabiduria, que no es sino un viejo -error. Son las jóvenes de la Nueva Inglaterra las que, -con una abnegacion de misioneros, se consagran á vivir entre la -corrupcion del Sur ó en las soledades del Oeste, con el objeto -de educar á las almas jóvenes, y darlas á la verdad y á Dios. Tenemos -maestros, como los mejores que pueda haber; pero nuestros -mas bien dotados institutores, escollan allí donde una jóven -Yankee hace maravillas. La infancia pertenece á la mujer; es una -ley natural que hemos tenido el mérito de reconocer y de aplicar.</p> - -<p>—Amen, contestó, alzando los hombros; vamos á admirar -esas tímidas ovejas y esos dóciles corderos, conducidos por una -pastora no menos inocente que su rebaño.</p> - -<p>Entré de mal humor en la sala grande; y sin embargo de no -poder sufrir la sin razon,—lo confesaré con vergüeuza, apenas -puse el pié en el santuario me sentí seducido.</p> - -<p>Me hallaba en una vasta pieza, donde el aire y el dia entraban -por unas anchas ventanas; las paredes eran de una limpieza -esquisita, y estaban adornadas de trecho en trecho sea de -cartas mudas, sea de cuadros de historia natural, sea de figuras -de física y de jeometria. Cada niño tenia su pupitre, aislado -por cuatro varillas que se cruzaban á su alrededor. Sentado -delante de esa mesa barnizada, que brillaba como un espejo, solo, -y sin vecino; el escolar es maestro de sí mismo; si se distrae, -si no trabaja, solo sobre él recae toda la responsabilidad. El -institutor colocado en un estrado, vijila de una mirada esas -largas filas de pupitres, colocadas unos tras de otros. Vijilancia -poco necesaria en un pueblo ambicioso donde cada cual quiere -instruirse para llegar á la fortuna y al poder! Los vicios de -los Americanos les sirven á ellos mas de lo que á nosotros nos -sirven nuestras virtudes.</p> - -<p>Dinah estaba ocupada en una pieza vecina. El maestro de -la sala grande era mi Susana. En aquel momento la señorita -enseñaba la jeometria á siete ú ocho muchachones que, déboles -esta justicia, escuchaban como buenos niños á su amable maestra.</p> - -<p>—Venid, mi buen padre, dijo Susana toda gozosa; tomad esa -tiza, demostradnos las propiedades del cuadrado de la hipotenusa.</p> - -<p>Hacer una demostracion me habria sido difícil; habia sido<span class="pagenum"><a name="Page_207" id="Page_207">[207]</a></span> -demasiado bien educado en la Universidad de Francia, para -entender de jeometria; todo lo que recuerdo sobre el particular -se reduce á una vieja cancion que, quizá tararean todavia al rededor -de la Escuela <i>Politécnica</i> con la tonada de <i>Calpigi</i>.</p> - -<div class="poetry-container"> -<div class="poetry"> -<div class="verse"><i>Le carré de l’hypoténuse</i></div> -<div class="verse"><i>Est égal, si je ne m’abuse,</i></div> -<div class="verse"><i>A la somme des deux carrés,</i></div> -<div class="verse"><i>Faits sur les deux autres cotés.</i><a name="FNanchor_57" id="FNanchor_57"></a><a href="#Footnote_57" class="fnanchor">[57]</a></div> -</div> -</div> - -<p>Dejé pues á mi Susana trazar sobre la pizarra el triángulo, -rectángulo A. B. C., levantar sobre cada lado un cuadrado -&a., &., y me retiré á fin de que mi hija no tuviera que avergonzarse -de la ignorancia paternal.</p> - -<p>En una de las salas chicas (lo menos habia ocho,) Dinah interrogaba, -sobre los rios grandes y pequeños de la Francia á -unos niños de nueve á diez años. Sorprendíme de su memoria -y de su ciencia, yo Francés, que, si me hubieran interrogado sobre -la América, no habria podido ofrecer en cambio á aquellos -jóvenes eruditos sino el Mississipi, el Hudson y el Potomac, -únicos cursos de agua de que me hayan hablado. Verdad es -que la América nos interesa poco, al paso que la Francia, reina -de las letras y de las artes, debe interesar prodijiosamente á los -Americanos. Es la admiracion de los bárbaros por la civilizacion!</p> - -<p>Despues de la geografía vino la lectura en alta voz, y la declamacion. -Un hombrecito de nueve años se levantó, y sin timidez -ni descaro, nos recitó uno de los pasajes mas poéticos del -<i>Hiawatha</i> de Longfellow. Aunque el jóven prodijio, gangueaba -un poco, vicio comun en América, díjonos aquel pedazo con -una gran precision de tono y verdadero sentimiento; hay actores -célebres que no se han elevado nunca hasta esa altura.</p> - -<p>Despues de la poesía, vino la elocuencia. Un niño, de cabellos -relucientes, se levantó, puso los piés en escuadra, y con voz -animada entonó un himno á la gloria de la América:</p> - -<div class="blockquote"> - -<p>“Amigos y conciudadanos!</p> - -</div> - -<p>“Estais apenas en la infancia, y sin embargo sois ya el primer -pueblo del mundo. Cuál es el héroe del último siglo, el -mas grande hombre, el mejor, el amigo de su pais y de la libertad? -El universo contesta: Jorje Washington, un Americano. -Cuál era el primer físico? Franklin, un Americano. El mas -gran teólogo? Jonatan Edwards, un Americano. Cuál es el<span class="pagenum"><a name="Page_208" id="Page_208">[208]</a></span> -mas grande jurisconsulto del siglo XIX? El juez Story, un -Americano. Cuáles son los primeros oradores de nuestra edad? -Claye, Webster, Everett, Sumner, todos ellos Americanos. Cuáles -son los primeros historiadores? Prescott, Bancroft, Lothrop-Motley, -Ticknor, Americanos. Cuál es el primer naturalista? -Jacobo Audubon, un Americano. Cuáles son los mas grandes moralistas -y los verdaderos sábios de nuestros tiempos? Channing, -Emerson, Parker, todos ellos Americanos. Cuál es el primer -novelista de nuestros tiempos? Mme. Beecher Stowe,<a name="FNanchor_58" id="FNanchor_58"></a><a href="#Footnote_58" class="fnanchor">[58]</a> -una Americana. Cuáles son los grandes inventores? Whitney, -que ha imajinado la máquina para pelar el algodon; Fulton que -ha creado el buque á vapor; Morse, que ha hallado el telégrafo -eléctrico; Maury, que ha trazado en los mares rutas infalibles, -todos ellos Americanos.</p> - -<p>“Valor pues, hijos de los Puritanos; el porvenir es vuestro. -Antes de que el siglo acabe sereis cien millones de hombres; -qué será frente á vosotros la Europa, subyugada y dividida? -La naturaleza os ha dado los mayores lagos, los mayores rios, -los mas hermosos puertos; teneis tierras fecundas, y en cantidad -inagotable. Vuestras minas de carbon son tan grandes como -la Francia. La industria os ha dado mas ferro-carriles, mas -buques á vapor, mas buques de todas clases que todos vuestros -rivales juntos. Vuestros hombres son los mas bravos, los mas -atrevidos, los mas injeniosos del universo; vuestras mujeres las -mas bellas de la creacion. Valor pues, raza bendita del cielo! el -mundo es tuyo, porque eres á la vez el pueblo mas cristiano y -mas libre.”</p> - -<p>—Querido amigo, dije á Humbug, entre todas las virtudes que -enseñais á vuestros santitos, contais la modestia?</p> - -<p>—Un poco de indulgencia, doctor, repuso con tono embarazado. -Cuando se educan niños, es bueno forzar un poco el patriotismo. -Es el medio de que mas tarde no se enseñorée el -egoismo. Confieso, por lo demas, que la vanidad es nuestro -lado flaco; nuestro prodijioso crecimiento nos enloquece y nos -hace cometer mas de una falta. Pero que nos arroje la primera -piedra aquel que no haya pecado. John Bull está á convencido<span class="pagenum"><a name="Page_209" id="Page_209">[209]</a></span> -de que, <i>par droit de naissance</i>,<a name="FNanchor_59" id="FNanchor_59"></a><a href="#Footnote_59" class="fnanchor">[59]</a> es el rey de los mares; -y estoy seguro que en Francia se repite en todos los tonos que -los Franceses son el primer pueblo de la tierra, y que el mundo -no tiene ojos sino para admirarlo.</p> - -<p>—Qué diferencia, esclamé. La Francia es la Francia!</p> - -<p>—La América es la América, repuso riendo. Todos los cristianos -están imbuidos de la misma locura; no hay disparate á -que no pueda ser arrastrado un pueblo, gritándole con aplomo -“Ingleses robad esa provincia, sois Ingleses! Franceses, batíos -á troche y moche, sois Franceses! Americanos, sed insolentes -con la Europa, sois Americanos?” El orgullo nacional, -es la bandera roja que se tiende al toro cuando se quiere hacerle -caer en un lazo agachando la cabeza. Amigo querido, demos -á manos llenas la educacion, difundamos por todas partes la -luz si no queremos que el pueblo sea el eterno juguete de los -charlatanes que se burlan de sus mas nobles pasiones y de sus -mejores instintos.</p> - -<p>En aquel momento sonó el reloj; era la hora del recreo. Corrí -al patio, y hallé al amable Naaman, convertido en capitan de -una nueva milicia. Tres ó cuatrocientos niños estaban formados -en columna, las mujeres de un lado y los varones de otro. Abrieron -una puerta vidriera que daba al patio, colocaron en ella un -piano, y hé aquí á Susana y á Dinah, tocando á cuatro manos -la marcha de Oberon. Al punto se desplegan las columnas en -órden; se salta, se corre y se hace alto cadenciosamente; la cadena -se hace y se deshace con una precision admirable. Era -aquello una mezcla de danza y de jimnástica que encantaba los -ojos, algo de noble, de atrevido y de gracioso á la vez. No era -así como los Griegos ejercitaban á la juventud? Por primera -vez comprendí como era que Platon colocaba la danza y la música -entre los primeros deberes del ciudadano. Yo estaba deleitado, -y á no haber sido un resto de vergüenza y mi barba -griz, de buena gana hubiera tomado parte en aquel <i>ballet</i><a name="FNanchor_60" id="FNanchor_60"></a><a href="#Footnote_60" class="fnanchor">[60]</a> -militar. Por qué no habia de haber danzado con los niños? No -lo hacian los espartanos?</p> - -<p>—Mi jóven amigo, dije á Naaman, esto es encantador; mi corazon -se regocija ante este espectáculo, pero sacadme de una duda. -Dónde estoy? Dónde me han conducido? Esta casa elegante, -estas mesas de un lujo esquisito, estos hermosos libros<span class="pagenum"><a name="Page_210" id="Page_210">[210]</a></span> -forrados en badana, todo esto, pertenece sin duda á una escuela -particular, donde no se reciben sino niños ricos. Quién es el -director de este bello establecimiento?</p> - -<p>—Siempre festivo doctor, dijo el bello pastor. Estais en -la escuela primaria de la duodécima circunscripcion, barrio tercero. -Tenemos ochenta casas de esta especie en nuestra buena -ciudad de Paris y no es bastante.</p> - -<p>—Muy bien; pero cómo puede el hijo del pobre proveer á los -gastos de esta enseñanza costosa?</p> - -<p>—De dónde venís? esclamó Naaman. No sabeis que la educacion -es gratuita? No habeis nunca mirado vuestra cuota de -impuestos? Nosotros somos los hijos de esos puritanos que, á -penas desembarcaron en la árida roca de Plymouth, abrieron -escuelas para combatir á Satanás,—que es el verdadero -nombre de la ignorancia. Lo que hay de diabólico en nosotros,—es -la bestia; lo que hay de divino, es el espíritu. La escuela -es nuestro amor y nuestra debilidad; asi ella es el mas -grueso capítulo de nuestro presupuesto, como la guerra ó la -marina es el de los pueblos civilizados. Aquí, en nuestro Massachussetts -el gasto de la escuela es poco mas ó menos la cuarta -parte de nuestros gastos generales; en el pequeño Estado de -Maine, monta á la tercera parte, lo que seria para la Francia -un presupuesto de cuatrocientos á quinientos millones.</p> - -<p>—Gran Dios! dije para mis adentros, si estas jentes no son -locos, qué es lo que somos nosotros.—Decidme, señor Naaman, -quien vota esos fondos, y como son administradas vuestras -escuelas.</p> - -<p>—El voto es comunal, respondió; es el conjunto de los habitantes -el que fija la cifra del impuesto; es quizá el único gasto -que aumenta todos los dias con aplauso de los que lo pagan. -Sobre este punto no hay partido en América; todas las comuniones, -todas las opiniones rivalizan para hacer de nuestras escuelas -el establecimiento mas rico y mejor dotado del pais.</p> - -<p>—Y naturalmente, dije, cada comunion quiere dominar en él.</p> - -<p>—No, repuso; esto os asombrará quizá, ninguna influencia -de Iglesia entra en estos muros. Cada leccion comienza por -la Oracion Dominical y una lectura de la Biblia, pero sin ser -acompañada de ninguna refleccion. La enseñanza es cristiana -por el espíritu de nuestros maestros; no es católica ni protestante. -Damos aquí á nuestros hijos el medio de buscar la verdad, -les armamos contra la ignorancia, les preparamos á combatir -el buen combate; en cuanto á la enseñanza dogmática, está<span class="pagenum"><a name="Page_211" id="Page_211">[211]</a></span> -reservada á la iglesia y á las escuelas del domingo. Así es como -evitamos el perturbar esas jóvenes conciencias, y no obstante -como habituamos á nuestros hijos á considerarse todos como -hermanos en Jesu-Cristo.</p> - -<p>—Bien; pero quién os responde de los maestros?</p> - -<p>—El Directorio de educacion, dijo Naaman; directorio elejido -libremente por todos los ciudadanos del mismo comun, y que tiene -sobre él el directorio central del Estado. Esas asambleas reunen -los hombres mas considerables del pais. Es una gloria ser llamado -á vijilar la educacion; nuestros mejores ciudadanos, los -Horacio Mann, los Bernard, han rehusado un puesto en el -Senado Federal por permanecer de directores de nuestras escuelas -en Massachussetts y en Connecticut.</p> - -<p>—Es posible? esclamé.</p> - -<p>—Qué tiene de sorprendente? repuso el jóven ministro. -Creeis que en un pais como el nuestro se anda preguntando qué -es lo que hace la grandeza de las naciones? En una República, -en un Estado donde el pueblo es soberano, es menester vencer -la ignorancia ó ser muerto por ella; no hay término medio: Para -educar á un pueblo que cree en la verdad y que la ama, nuestros -políticos no han hallado sino un medio,—ilustrarlo: esto -es, hacer del mas insignificante ciudadano un hombre bastante -instruido para que no lo engañen, bastante prudente para gobernarse -á sí mismo.</p> - -<p>—Y habeis resuelto el problema?</p> - -<p>—Sí, dijo, el problema fué resuelto el dia en que tuvimos -escuelas tan bien atendidas y tan completamente gratuitas, que -ningun padre se atrevió ya á rehusarnos sus hijos. Cuando el -comun dá todo, hasta los libros, el papel y las plumas, quién -sería bastante loco ó suficiente culpable para no aprovecharse -de la munificencia nacional, y condenar sus hijos á la ignorancia -y la miseria?</p> - -<p>—Supongo, le dije, que la educacion es obligatoria. Despues -de semejantes sacrificios, el Estado tiene derecho de obligar -á las jentes á instruirse. El no puede sufrir brutos en la -sociedad.</p> - -<p>—Hemos rechazado toda coaccion, repuso el jóven pastor. -No porque háyamos dudado de nuestro derecho; pero hemos -tenido miedo de adherir á un beneficio una idea odiosa. La -multa y la prision harian odiar nuestras escuelas; dejamos esas -durezas para los gobiernos que se curan mas de la obediencia -que del amor de los ciudadanos. Hacer á la educacion universal<span class="pagenum"><a name="Page_212" id="Page_212">[212]</a></span> -es toda la cuestion, y hemos llegado á ese fin exelente sin -tocar la libertad. Nuestras escuelas, abiertas á todos los niños -hasta de edad de diez y seis años, seducen y atraen aun á los -mas rebeldes. En la Nueva Inglaterra, no hallareis un solo -ciudadano, nacido en el pais, que no haya recibido instruccion -de nosotros.</p> - -<p>—Bravo! esclamé, hé ahí una obra que hace el mayor honor -á los cristianos de América.</p> - -<p>—La política gana con ello, no menos que la religion, repuso; -hemos llegado á un resultado que debe sorprender á los -modernos. Mediante la perfeccion de nuestras escuelas, hemos -restablecido, sin saberlo, la educacion comun, tan querida -de los antiguos. Nuestra enseñanza es bastante elevada -para preparar al hijo del rico á entrar al colejio; es -bastante simple para no asustar al hijo del pobre, bastante -sustancial para ponerle en estado de ocupar su puesto en la sociedad, -sin que nunca tenga que ruborizarse de su ignorancia. -Aquí es donde toda la juventud (comprended bien esta palabra; -toda la juventud), viene á aprender la lectura, la escritura, -la aritmética, la jeometria y el dibujo. Añadimos un poco de -jeografia, de historia, de física y de química; y no tememos hablarles -de moral y de política á esos niños. Esplicámosle la -constitucion de su pais; son ciudadanos. Gracias á la riqueza y -solidez de nuestras lecciones, el hijo del millonario viene á instruirse -al lado del peon irlandés. Apercibo allí á una de las -hijas de Green, jugando con la hija de una pobre vendedora de -frutas de la calle de los Nogales. Aquí es donde reina la verdadera -igualdad, la igualdad en todo, la igualdad que eleva; aquí -se fomenta el patriotismo y el amor á la libertad. Formar una jeneracion, -es formar un pueblo; hé ahí nuestra divisa, hé ahí lo -que hace de nuestras escuelas un lugar querido de todos y sagrado -para todos.</p> - -<p>—Eso es bueno y grande, esclamé; pero perdonadme un escrúpulo -final. Instruyendo así á los hijos del pueblo, no temeis -inspirarles á la vez una ambicion perversa? No os parece -que echais en la sociedad hombres descontentos de su suerte,—llenos -de deseos y necesidades superiores, á su condicion?</p> - -<p>—Esa es una vieja objecion, que desde hace mucho tiempo -no tiene curso en América. Vuestros temores serian fundados, -si nosotros abandonáramos á nuestros hijos desde que salen de -la escuela; pero pensad que nuestra sociedad y nuestro gobierno -son dos escuelas que no se cierran jamás. Y, ademas, todos<span class="pagenum"><a name="Page_213" id="Page_213">[213]</a></span> -los hombres ilustrados que tenemos se hacen un honor y un -placer en instruir á los ciudadanos. Ved sino nuestras paredes -cubiertas de avisos; no hay noche en que no haya alguna lectura -pública, literaria, científica. La luz nos innunda; es menester -ser dos veces ciego para quedarse ignorante. Al lado de esa -enseñanza libre, colocad la Iglesia, siempre activa, y esas mil -reuniones en las que ricos y pobres se encuentran asociados sin -cesar, para obras de propaganda y de caridad. Agregad la vida -política que remueve todas las ideas y fecundiza todas las almas. -Finalmente, y en primera línea, poned la prensa; es decir, la -palabra pública que no se agota nunca. No hay una Iglesia, -una asociacion, un cuerpo, un individuo que no tenga su diario; -hasta los niños tienen el suyo: el <i>Child’s Paper</i>, fundado hace -cuatro años, tiene ya cien mil lectores, el mas viejo de los cuales -no cuenta quince años. Quién puede resistir á esa marea que -siempre sube? Quién puede escapar á esa oleada de civilizacion -que empuja á la humanidad hácia un porvenir mejor?</p> - -<p>—Así, sois un pueblo de sábios?</p> - -<p>—No, dijo sonriendo. La erudicion como las artes en hija -de las naciones viejas, todavia no la poseemos. Nosotros somos -unos advenedizos; necesitamos un siglo quizá antes de tener -esos ócios que permiten una cultura desinteresada; pero me -atreveré á decirlo,—somos el pueblo menos ignorante que haya -visto el sol. Mirad á nuestro alrededor; aquí no hay paisanos, -sino arrendatarios; aquí no hay jornaleros, sino artesanos. -Al salir de su herreria, el obrero se pone un frac negro, y vá á -escuchar una lectura sobre Washington ó sobre los descubrimientos -de Livingston, en Africa. Su vecino, el joyero, irá á -trabajar en una escuela de dibujo, ó seguirá un curso de química. -Apesar de sus manos ennegrecidas, ambos son unos caballeros; -aman los placeres del espíritu tanto como vos podeis amarlos. -Id al Oeste, entrad en alguna <i>log house</i><a name="FNanchor_61" id="FNanchor_61"></a><a href="#Footnote_61" class="fnanchor">[61]</a> perdida en el fondo -de los bosques; sereis recibido por la mujer del azadonero; la -vereis amasando el pan ó batiendo la manteca. Esperad la -noche, esa misma mujer se pondrá al piano, hablará con vos de -política, de moral, y quizá de metafisica. La lectura del <i>Cocinero -Perfecto</i> no le impide el apreciar á Emerson, ni el -saborear á Channing. No damos á todos la riqueza material, -aunque el bienestar sea mas fácil de conquistar en América que -en todo otro pais; pero á todos les ofrecemos esa riqueza que<span class="pagenum"><a name="Page_214" id="Page_214">[214]</a></span> -no teme el orin, ni á los ladrones; ponemos al alcance del pobre -esos goces intelectuales que, en toda edad y condicion, son una -fuerza y un consuelo. Haciendo eso, creemos cumplir con la -palabra divina, llevar los hombres á Dios, cultivando su espíritu -y su corazon.</p> - -<p>Yo miraba aquel hombre con una emocion de que no era -dueño; jamás he visto brillar en una cara humana tanto entusiasmo -y tanta fé. Para Naaman la ciencia y la relijion eran -un doble nombre de la verdad; ambas llenaban su corazon; á -entrambas las amaba con el mismo amor.</p> - -<p>—Amigo, esclamé, me habeis vencido. Héme aquí como -San Pablo en el camino de Damasco, herido por la luz y escuchando -la voz que me grita: “Es duro dar coces contra el -aguijon.” Me rindo, mis ojos se abren; veo y admiro la grandeza -de este pais. Qué vida intensa! El corazon, el pensamiento, -todo está en accion; nada de inconvenientes, nada de barreras! -el hombre es dueño de su destino; tiene la felicidad y la virtud -en sus manos. Aquí no hay mentira oficial,—la verdad es -quien reina; nada de preocupaciones, ni de trabas, en todas -partes resuena el grito de un pueblo embriagado de esperanza: -Adelante! adelante hácia un mundo donde la miseria será -curada, donde la fuerza será abatida; donde el espíritu reinará. -Estoy orgulloso de ser ciudadano de este hermoso pais. Viva -la libertad! vivan los Estados Unidos! viva la gran república!</p> - -<p>Mi voz fué ahogada por un redoble de tambor seguido de -timbales retumbantes. Dos zuavos entraron en la escuela; el -uno corrió hácia Susana y le tomó cariñosamente las manos,—Alfredo; -el otro me saltó al cuello,—era mi Enrique.</p> - -<p>Padre, me dijo, los del Sud han pasado el Potomac; Washington -está amenazado; movilizan nuestras milicias, llaman á -los voluntarios; esta noche partimos. Venid pronto,—mi madre -os espera.</p> - -<hr /> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_215" id="Page_215">[215]</a></span></p> - -<h2 id="CAPITULO_XXVIII">CAPITULO XXVIII.<br /> -<span class="smaller">La partida de los voluntarios.</span></h2> - -<p>Seguido de mis hijos, salí de aquella apacible morada, donde -al fin habia sorprendido el secreto de la grandeza norteamericana. -La ciudad habia cambiado de aspecto; las casas estaban -embanderadas. En cada ventana, el estandarte federal, -ajitado por el viento, desplegaba sus fajas rojas y azules y sus -treinta y cuatro estrellas como una protesta muda en favor de -la union. Acá y allá, un inmenso cartelon anunciaba el desastre -del ejército federal, y llamaba á los ciudadanos á socorrer la -patria en peligro. Batallones armados marchaban por las calles -al son de clarines y tambores. Las Iglesias estaban llenas -de voluntarios que invocaban el Dios de sus padres antes de -marchar al combate. En todas partes, los cantos guerreros se -mezclaban á los himnos relijiosos; padres, madres y hermanos -acompañaban á los jóvenes milicianos animándoles. Tomábanse -las manos, lloraban y se abrazaban, alzando los brazos al cielo. -Era aquello el fervor de una cruzada!</p> - -<p>Llegué á mi casa muy ajitado. Como buen parisiense, he vivido -y crecido en medio de los tumultos y de la guerra civil; son -recuerdos que me entristecian, pero allí, en aquel entusiasmo -que empujaba á todo un pueblo á las armas, habia algo de tan -noble y de tan grande, que me sentí exaltado.</p> - -<p>Ni los peligros que Enrique y Alfredo afrontaban me daban -miedo; una voz secreta me impelia á partir con ellos. No tenia -yo tambien, un hogar y una familia que defender? La América, -donde poseía esos bienes tan queridos, no era mi patria?</p> - -<p>A mi puerta hallé á todo un rejimiento de zuavos formado -de los voluntarios del barrio. El viejo coronel Saint-John habia -sido izado sobre un caballo blanco, y el bravo veterano olvidaba -sus reumatismos y sus heridas para guiar á los jóvenes al combate. -Al lado del coronel, Rose, vestido de capitan, marchaba -acompañado de sus ocho hijos y de cuatro hermosos jóvenes -hijos de Green. Fox, convertido en teniente, estaba en medio -de un grupo; peroraba, jesticulaba, y no respiraba sino sangre<span class="pagenum"><a name="Page_216" id="Page_216">[216]</a></span> -y carniceria. Su cuello postizo y su tabaquera no se armonizaban -muy bien con su uniforme, y en cualquiera otra ocasion -me hubieran hecho reir; pero hablaba con tanto fuego, que le -hallé el aire marcial. Habia en él otra cosa que un soldado de -profesion; era un ciudadano decidido á morir por su pais.</p> - -<p>—Vecino, me dijo Rose, contamos con vos; toca á los viejos -dar el ejemplo. Necesitamos un cirujano para nuestro rejimiento -de zuavos, y os han nombrado por unanimidad; solo nos -falta vuestro consentimiento.</p> - -<p>—Lo teneis, esclamé; sí, mis buenos amigos, parto con vosotros; -allí estaremos para velar por nuestros hijos, y cuando necesario -sea, haremos fuego con ellos. Viva la Union! Viva la -Patria!</p> - -<p>Este grito fué repetido en todas las filas, y á él se mezcló el -de ¡viva Daniel! ¡viva el mayor! Las aclamaciones de aquella -brava juventud, me hicieron cosquillas hasta en el fondo -del corazon; entré en mi casa la frente altiva y la miraba brillante. -Una vida nueva se despertaba en mi alma,—yo era -feliz!</p> - -<p>Jenny, anegada en lágrimas, se echó en mis brazos sin intentar -siquiera conmover mi coraje. Parecíale muy natural que el -padre acompañara al hijo, y que solo las mujeres se quedáran -en la casa. Susana estaba no menos resuelta; veíase en su palidez -que se hallaba profundamente conmovida; sus labios rogaban -y sus ojos se alzaban al cielo; pero no dijo una palabra que -pudiera turbar á Alfredo, pareciendo ocupada unicamente en -preparar nuestra partida. Mujeres queridas! ellas tambien -comprendian el deber y amaban la patria.</p> - -<p>Algunas horas bastaron para procurarme un uniforme de cirujano. -Rose me regaló una balija exelente; compré revolvers, un -sable, un caballo, y á las tres estuve pronto; debiamos partir á -la noche.</p> - -<p>Hasta entonces no habia reflexionado, la furia Francesa me -habia arrebatado. Pero en el momento de dejar aquella casa, -en la que tantos dias felices y tan bien aprovechados habia pasado,—esperimenté -no sé que tristeza; parecíame que una vez -partido no volveria. Y si volvia, volverian conmigo mi Enrique, -y aquel Alfredo al que ya amaba como á un hijo?</p> - -<p>Procuraba deshechar aquellos tristes pensamientos, que, siempre -rechazados, me asaltaban sin cesar, cuando el viejo coronel entró -en mi casa. Su vista me hizo bien; era uno de esos bravos soldados,<span class="pagenum"><a name="Page_217" id="Page_217">[217]</a></span> -pródigos de su sangre, aváros de la ajena; no podiamos -tener un jefe mas honorable ni mas seguro.</p> - -<p>—Coronel, le dije despues de haber recibido sus felicitaciones,—hénos -solos, puedo hablaros sin rebozo. Aquí para entre -nosotros, decidme, qué caso haceis de estas nuevas levas? -Bella cosa es el entusiasmo, pero qué es al lado del ejercicio y -de la disciplina? Apesar del valor de esos buenos jóvenes, -esos batallones se desharán al primer fuego.</p> - -<p>—Paciencia, mayor, repuso el veterano. Yo soy menos severo -que vos, y sin embargo he hecho la guerra toda mi vida. -Dos meses, detras de los fuertes de Washington cambiarán -esos voluntarios en soldados. La disciplina es mucho sin duda, -pero es un oficio al alcance del mas ignorante. Lo que no se -dá, es el corazon, la fé, el amor á la patria. Ahí es donde está -el resorte supremo por mas que digan los que arrastran sable. -Para manejar la bayoneta es menester un brazo vigoroso -y hábil; pero el alma es la que hace la fuerza del brazo. Algunos -años de guerra y de sufrimiento bastan para hacer la -educacion de un pueblo y poner á los dos enemigos en el mismo -punto. Entonces queda la enerjía moral; ella es la que tiene la -última palabra; y, es por esto que los mejores ejércitos son los -que se componen de ciudadanos.</p> - -<p>—Perdonadme, coronel, le dije, creia que nada valia lo que -los viejos soldados.</p> - -<p>—Error; repuso Saint John. En una revista ó en una parada, -es posible; en la guerra es distinto. Buenos cuadros, soldados -jóvenes y jenerales viejos,—hé ahí lo que se necesita. Para -marchar sin quejarse, para obedecer sin murmurar, para desafiar -el peligro, alta la cabeza para marchar á la muerte sonriendo,—no -hay sino la juventud. Cuanto mas intelijente, piadosa -y patriótica es esa juventud, tanto mas se puede contar con -ella. En la vieja Europa se tienen otras ideas; allí reina todavia -la preocupacion y la adoracion de la fuerza bruta. Aquí, -la civilizacion nos ha ilustrado. La victoria pertenecerá siempre -al jeneral que, en el momento decisivo, eche sobre un punto -dado mayor número de batallones. Pero en condiciones iguales, -un soldado jóven y patriota valdrá mas que un mercenario -envejecido en el oficio. Ved la guerra de Crimea; ciertamente -que los veteranos rusos é ingleses se han batido bien; pero á -quien pertenece la corona? A los conscriptos franceses, esos -heroicos hijos arrancados al arado por un dia, paisanos la víspera,<span class="pagenum"><a name="Page_218" id="Page_218">[218]</a></span> -ciudadanos al dia siguiente! Hé ahí nuestro modelo, hé -ahí tambien lo que haremos de nuestros jóvenes americanos.</p> - -<p>—Pero no teneis jenerales, le dije; vuestro pais es una tierra -pacífica que, hasta el presente, ha producido mas agricultores y -comerciantes que Césares.</p> - -<p>—Estad tranquilo, repuso el coronel, tendreis jenerales, y -mas de los que querreis. La guerra es como la caza, un oficio -muy ordinario; en que ciertas jentes descuellan desde el primer -dia. Tal que es hoy dia herrero, mecánico, abogado, médico -quizá, mañana se despertará jeneral en el campo mismo de batalla. -Abrid la historia; hay épocas estériles en que las letras, -las artes, la industria están muertas; no hay ninguna en que -hayan faltado soldados. El hombre tiene instintos de cazador, -sanguinarios que la paz comprime; pero que no destruye. Venga -la guerra, y tendreis héroes, y haga el cielo que el pueblo los -estime en su justo valor, y que no les sacrifique su libertad.</p> - -<p>—Verdaderamente, coronel, le dije, vos hablais de la guerra -con poco respeto.</p> - -<p>—Es que la he hecho, dijo tristemente, y sé lo que vale ese -juego sangriento. Que los retóricos tranquilamente sentados -en el rincon de la lumbre, se diviertan en celebrar los combates -y la gloria,—yo me encojo de hombros ante esas paradojas; la -guerra es el mayor de los azotes, el enemigo del trabajo y de -la libertad, la ruina de la civilizacion. Mal haya aquellos cuya -ambicion desencadena sobre la tierra esa peste abominable; -pero malditos sean tres veces los que atentan á la patria con -mano parricida! Que Dios nos ayude, y les haremos pagar caro -su crímen. La guerra es tambien el castigo del orgullo y de -la locura; cruel leccion que no se comprende sino cuando es -tarde yá.</p> - -<p>El ruido de los clarines nos anunció la hora del adios. Bajé -teniendo de la mano á Enrique y Alfredo. Jenny nos abrazó -á los tres con el valor de una mujer y de una madre cristiana. -Susana silenciosa y ajitada, nos dió á cada uno una Biblia, que -no debia separarse un momento de nosotros. Marta habia preparado -un sermon profético, pero la pobre dió un terrible solloso -á la primera palabra, y tomando á Enrique en sus brazos, -como á un niño, le inundó de lágrimas y de besos. Yo la estreché -la mano, ella me saltó al cuello, y fué medio estrangulado -que monté á caballo.</p> - -<p>Al mismo tiempo acudió Zambo ataviado ridículamente; habíase<span class="pagenum"><a name="Page_219" id="Page_219">[219]</a></span> -puesto un cinturon encarnado y azul, un sombrero con -plumas y un sable que arrastraba por el suelo.</p> - -<p>—Amo, gritó, llevadme con vos, yo soy bravo. Tengo la -piel negra y la sangre colorada. Si no me matan antes de la victoria, -los derrotaré á todos.</p> - -<p>No fué sin dolor que me desembarazé de aquel pobre muchacho. -Hícele los raciocinios mas prudentes para probarle que -su coraje era ridículo. Cuando se tienen cabellos motosos, no -se ha nacido para derrotar sino para ser derrotado. Palabras -inútiles! Zambo tenia el ángulo facial demasiado agudo para -comprender los grandes descubrimientos de nuestros eruditos. -El pobre diablo se creía hombre, cristiano, ciudadano, y tenia -la piel negra! Era una locura! Fué menester emplear la amenaza -para hacerle entrar, y así lo hizo, pero refunfuñando. Era -tiempo de acabar aquella triste comedia, las filas estaban formadas, -los tambores batian; partimos.</p> - -<p>Mientras estuve cerca de la casa no me atreví á mirar para -atras; sentia que las lágrimas iban á arrazar mis ojos, y no queria -derramarlas; pero al dar vuelta la calle volvíme; las tres mujeres -ajitaban sus pañuelos y nos seguian con la vista. Mi corazon -palpitó con fuerza.</p> - -<p>—Oh, mi Dios! esclamé, yo te confio todo lo que amo. Lloré -por primera vez, oré y me sentí consolado.</p> - -<p>A las cuatro estábamos formados en batalla en la plaza de la -Municipalidad. Green nos pasó revista, y nos habló de la patria -con una emocion que rayó en la elocuencia. Su voz fué cubierta -por nuestras aclamaciones. En seguida todo quedó en -silencio y cada cual se recojió sobre sí mismo. Yo era el único -quizá del rejimiento que estaba ajitado, y cosa estraña! no veia -la hora de ir al fuego. En un momento de reposo pasé por delante -de mis compañeros riendo, hablando, jesticulando y teniendo -una palabra para cada soldado; hacía burla á los que estaban -conmovidos, animaba á los que procuraban sonreir, y á -todos prometia mi socorro en el momento del peligro; me sentia -ya con la fiebre del combate.</p> - -<p>Humbug, que se habia reunido á mí en la plaza, me miraba -con aire sorprendido.</p> - -<p>—Qué hombre sois, doctor, me dijo suspirando. Admiro -vuestro buen humor y vuestra alegria. Ayer erais un tímido -ciudadano, hoy sois un valiente soldado. Sois Irlandés? Teneis -en las venas la sangre?</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_220" id="Page_220">[220]</a></span></p> - -<div class="poetry-container"> -<div class="poetry"> -<div class="verse"><i>Non parventis funera Galltæ?</i></div> -</div> -</div> - -<p>Nosotros los Sajones, llevamos al campo de batalla,</p> - -<div class="poetry-container"> -<div class="poetry"> -<div class="verse"><i>Devota morti pectora liberæ,</i></div> -</div> -</div> - -<p>pero no tenemos ni esa gracia, ni esa elegancia, ni esa bravura. -Al veros, no parece sino que el combate es una fiesta y el peligro -un placer. Capaz seríais de darle gana de morir al que menos -lo deseara.</p> - -<p>El redoble de los tambores ahogó mi contestacion; Humbug -me abrazó tiernamente llamándome en latin la mitad de su alma; -un instante despues habíame separado de mi viejo amigo y -para siempre.</p> - -<p>La noche estaba hermosa; la luna, que habia salido temprano, -iluminaba en lontananza las praderas bordadas de álamos y -cortadas por sauces; en el horizonte corria un rio de plateadas -olas; habia cierto encanto en dejarse conducir por el caballo y -en abandonarse al fantaseo en medio de aquella hermosa campiña. -La felicidad del soldado, consiste en gozar de la hora -presente sin inquietarse del porvenir. Tiempo hacía que me -daba el placer de soñar con los ojos abiertos, cuando dos caballeros -se colocaron cerca de mí. Alzé la cabeza, y con gran -sorpresa reconocí al sombrío Brown y al amable Truth.</p> - -<p>—Qué haceis aquí? esclamé. Qué quiere decir ese gran sombrero, -esa levita cruzada y ese sable al lado? Ese no es el traje -de un soldado ni el de un pastor.</p> - -<p>—Doctor, dijo el puritano, la guerra es una enfermedad cruel; -en ella, tanto peligra el alma como el cuerpo; vos cuidais del -uno, nosotros cuidamos de la otra; nosotros somos médicos lo -mismo que vos.</p> - -<p>—Me alegro mucho de teneros por cofrádes, repuse; pero el -oficio es rudo. Un cirujano se hace; la ternura, es en él un mal -desconocido; para que la mano no tiemble es menester que el -corazon calle; pero vos, Truth, ¿cómo resistireis al grito de los -heridos y á la desesperacion de los muertos?</p> - -<p>Es mi deber, dijo, Dios me dará fuerzas, mientras juzgue que -mi servicio es útil ó necesario. Pertenezco al Señor.</p> - -<p>La etapa no era larga; á las ocho hicímos alto. El coronel -habia querido enseñarnos á marchar; la leccion no fué inútil, el -rejimiento tenia el aire de una majada en derrota. Sin embargo, -el bravo Saint John felicitó á todos los novicios, habituándolos -poco á poco á que le miráran como á un padre y á -depositar su confianza en él.</p> - -<p>Mayor, me dijo, no ríais. Antes de un mes valdremos tanto como los<span class="pagenum"><a name="Page_221" id="Page_221">[221]</a></span> -Prusianos. Cuando un hombre se cree soldado ya lo es á medias; -vereis lo que es un ejército de ciudadanos.</p> - -<p>Establecimos el vivac en medio del campo, y despues de encender -los fogones y de atar los caballos á la estaca, cenamos -de buena gana con las provisiones que cada cual habia llevado -consigo. Para conscriptos aquella primera comida al aire libre -era una fiesta; la guerra no habia enjendrado todavia en ellos -ni el deseo del bien estar ni el amor del hogar.</p> - -<p>Terminada la cena, y no duró nada, los soldados en lugar de -reir y gritar, se sentaron en silencio sobre sus capotes para oir á -los ministros. Nuestro estado mayor formó el círculo; Truth -se colocó en el centro, y abriendo la Biblia, leyó con voz inspirada -el himno que cantó David cuando Dios le hubo salvado de -manos de sus enemigos.</p> - -<p>“El Señor es el baluarte mio, y él es mi Salvador. Dios es -mi defensa, en él esperaré: es mi escudo y el apoyo de mi salvacion: -él es el que me ensalza sobre mis enemigos y él es mi amparo.</p> - -<p>“Tú eres Señor mi antorcha....</p> - -<p>“Quién es Dios fuera del Señor? Y quién es fuerte, sino -nuestro Dios?</p> - -<p>“Dios es el que me revistió de fortaleza....</p> - -<p>“El es el que adiestra mis manos para la batalla, y hace mis -brazos firmes como un arco de bronce.</p> - -<p>“Perseguiré á mis enemigos y los esterminaré: no volveré atrás -hasta acabar con ellos.</p> - -<p>“Por mas que griten, nadie acudirá á su socorro: clamarán al -Señor mas no los escuchará.</p> - -<p>“Disiparélos como polvo de la tierra: los aplastaré y desmenuzaré -como lodo de las calles.</p> - -<p>“Viva para siempre el Señor y bendito seas mi Dios. Sea -engrandecido el Dios fuerte que me ha salvado<a name="FNanchor_62" id="FNanchor_62"></a><a href="#Footnote_62" class="fnanchor">[62]</a>.”</p> - -<p>Mientras que Truth recitaba esa bella poesía, miré á mi alrededor. -Todos los oficiales escuchaban rezando; sus ojos brillaban -de entusiasmo y de fé. Las últimas llamas de nuestros fogones -próximos á extinguirse iluminaban aquellos nobles rostros, -dándoles no sé que brillo misterioso. Creíame en pleno -siglo diez y seis y transportado á un campo de Cabezas-Redondas.—Es -este, decia para mis adentros, es este el pueblo á que -nuestros diarios de Paris niegan todo patriotismo y toda relijion!<span class="pagenum"><a name="Page_222" id="Page_222">[222]</a></span> -No, la tiranía militar no se establecerá nunca en aquella -tierra jenerosa; aquel suelo abierto y fecundado por los puritanos -no puede enjendrar sino la libertad.</p> - -<p>Terminada la lectura, estreché la mano de Truth, y aprovechando -de mi privilejio, inspeccioné todas las compañias buscando -á mi hijo y á Alfredo. Hallé á los dos acostados en el -suelo, envueltos en sus capotes y hablando en voz baja. De qué -hablaban? era escusado preguntarlo; lo sabia.</p> - -<p>—Hijos, les dije; cuando uno es soldado es menester contemplar -sus fuerzas, y la primer condicion es dormir. Hacedme -lugar entre los dos y soñad con los ojos cerrados.</p> - -<p>Con lo cual, abrazé tiernamente á mis dos hijos, cerré con -cuidado mi capote, me eché sobre la cara la capucha, y me dormí -tan tranquilo y con el corazon tan aliviado como si estuviera -en mi casa. Cuando el hombre se consagra á la patria, cuando -le es permitido sacrificarse por lo que ama, la fatiga es dulce -y hasta el peligro tiene atractivos.</p> - -<hr /> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_223" id="Page_223">[223]</a></span></p> - -<h2 id="CAPITULO_XXIX">CAPITULO XXIX.<br /> -<span class="smaller">Un viaje de placer.</span></h2> - -<p>En medio de mi apasible sueño, tuve una vision. Un hombre, -ó mejor dicho un fantasma, de mirada burlona, y frente -arrugada estaba acostado sobre mí y me ahogaba. Reconocí á -Jonatás Dream; solo él tenia aquella mirada terrible.</p> - -<p>—Eh bien, doctor, dijo con voz chocarrera, la prueba está -hecha; supongo que ahora no dudareis del magnetismo y sus milagros, -puesto que en ocho dias os habeis vuelto Yankee.</p> - -<p>—Sí, sí murmuré; y estoy orgulloso de ello. Tengo mujer é -hijos segun mi corazon; tengo una patria que amar, una libertad -que servir y defender, soy dueño de mi vida, creo en el Evanjelio -y soy feliz; si esto es un sueño, por piedad, no me desperteis.</p> - -<p>—Bravo gritó la voz, estoy vengado. Ahora, en camino para -Francia; á Paris!</p> - -<p>Sentí una mano que apartaba mi capote y se deslizaba bajo -mi capucha. Me levanté sobresaltado, quise gritar, esfuerzo inútil! -estaba magnetizado. Un brazo invisible me cojió de la -única mecha de cabellos que quedaba en mi frente calva, y me -llevó por los aires con una espantosa rapidez.</p> - -<p>No habia vuelto aun de mi tan natural emocion, cuando me -hallé cerniéndome por el cielo como un pájaro y revoloteando -por arriba de mi casa. El traidor que me habia quitado la -palabra, teniéndome siempre suspendido, me hizo descender -hasta la ventana del locutorio<a name="FNanchor_63" id="FNanchor_63"></a><a href="#Footnote_63" class="fnanchor">[63]</a>. Apercibí en aquel recinto -querido, reunidos en derredor de una mesa de trabajo,—á mi -Jenny, á mi Susana y á Marta; el pobre Zambo sentado en el -suelo sollozaba en un rincon. Susana leia el Evanjelio con -voz entrecortada. Jenny y Marta rompian jénero y hacian -hilas.</p> - -<p>Mi corazon las llamó y las bendijo. Jenny levantó en el acto -la cabeza.</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_224" id="Page_224">[224]</a></span></p> - -<p>—Susana, dijo temblando, me parece oir á tu padre; estoy -segura que en este momento piensa en nosotros.</p> - -<p>—Mamá, repuso Susana, que estraño es lo que decís; tengo -el mismo presentimiento.</p> - -<p>—Es un efecto magnético, murmuró Jonatás, riendo de -una manera siniestra. Qué decís de esta esperiencia, sabio doctor?</p> - -<p>—Dios mio! dijo Jenny, levantándose, tú que me has dado á -Daniel y que me has dicho le amára, protéjele, te lo suplico. Aleja -de él y de mis hijos el peligro y la muerte. Pero ante todo, -Señor, hágase tu voluntad y bendito sea el tu nombre.</p> - -<p>—Amén, dijo Susana; amén dijo Marta, y las tres mujeres se -pusieron á llorar, mientras que Zambo se metia un pañuelo en -la boca para sofocar sus gritos.</p> - -<p>Oh, mis amores! Yo os abria mis brazos cuando por segunda -vez una fuerza irresistible me lanzó en el espacio sin fin. -En un abrir y cerrar de ojos la gran ciudad desapareció de mi -vista y con ella sus luces vacilantes; despues de la ciudad se -evaporaron los campos y los prados, los bosques y la tierra; solo -oí el soplo del viento y los jemidos de la onda. Como en el -fondo de un abismo, apercibí las olas temblando bajo los pálidos -rayos de la luna; estaba á diez mil piés de altura sobre la -superficie del Océano.</p> - -<p>—Charlemos ahora, dijo el espantoso brujo cerniéndose sobre -mí como un águila que tiene en sus garras un pichon. Doctor -Lefebvre, os devuelvo la palabra; dadme ahora el placer de -gozar de vuestra conversacion.</p> - -<p>—Mónstruo, esclamé, cuánto tiempo he de ser tu víctima?</p> - -<p>—Mi buen amigo, repuso fisgando, permitidme decíros que -no sois político. Tutear á un hombre á quien se ha visto dos -veces es cosa grosera, algo mas, una torpeza; me bastaria abrir -los dedos para precipitaros en las olas, y no pienso que la jendarmería -Francesa, con toda su vijilancia, pudiera prestaros aquí -el menor socorro. Sed pues amable, y divertidme. Estoy cansado, -he perdido mucho fluido, y me es difícil hacer mas de cien -leguas por hora; no estaremos en Paris antes de mañana al -amanecer. Todavia tenemos que vivir juntos una noche; el -tiempo está hermoso y la ruta es agradable; séamos amigos y -charlemos.</p> - -<p>De qué se puede hablar en las nubes sino de metafísica.</p> - -<p>—Señor Jonatás, dije tomando mi mas respetuosa voz, creeis -en Dios?</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_225" id="Page_225">[225]</a></span></p> - -<p>—Dios, esclamó, con tono de profesor, y como si repitiera -una leccion, Dios es una vieja palabra; es la personalizacion del -idealismo.</p> - -<p>—Hablad Francés, esclamé.</p> - -<p>—Sea, dijo, Dios, es la idealizacion de la personalidad.</p> - -<p>—Si ese es vuestro Francés, señor brujo, habladme Griego -por piedad.</p> - -<p>—Pues bien, dijo con tono gracioso, Dios es la categoría del -ideal, nada mas.</p> - -<p>—No entiendo jota, le dije.</p> - -<p>—Es que no sabeis el Aleman, repuso. La filosofía es una -lengua mística que nos viene de ultra Rhin. Ilustres sabios he -visto que la han hablado durante veinte años sin entenderla; -y que no por eso han dejado de ser aplaudidos.</p> - -<p>—Esplicadme vuestro sistema, repuse con afectada dulzura. -Vos sois un gran hombre, un jénio, me gustaría instruirme en -vuestra escuela. Tened tambien la bondad de tirarme un poco -menos los cabellos, tengo la cabeza sensible, y estoy seguro -que Absalon filosofaba con trabajo cuando estaba colgado de -su árbol.</p> - -<p>—Yo soy discípulo de Spinoza, dijo Jonatás, pero he ido -mas lejos que mi maestro. No hay ni materia ni espíritu en el -mundo,—solo hay un conjunto de fuerzas organizadas, que se -dividen á lo infinito; la planta, el animal, el hombre, son otras -tantas formas de esa vida universal, otras tantas burbujas de -agua que brotan en la superficie del Océano de los seres, y que -solo entran en el abismo para volver á salir de él. La vida y la -muerte son simples fenómenos sin importancia; el individuo desaparece, -la especie dura; es lo esencial. Poco importa lo que -la rueda aplasta, con tal que dé vuelta siempre. Hé ahí mi -sistema, él acepta todo.</p> - -<p>—Y no esplica nada, esclamé. Quién ha creado esas fuerzas?</p> - -<p>—En qué pensais, doctor, repuso el májico. Crear, seria perturbar -el órden universal y fatal de las cosas; nunca ha habido -creacion. Suponer un principio,—es suponer una voluntad; eso -trastornaria todo el sistema.</p> - -<p>—Yo creia, le dije, que los sistemas se acomodaban á los hechos -observados.</p> - -<p>—Eso es bueno para los físicos, repuso. Nosotros, al contrario, -acomodamos los hechos al sistema; nosotros somos filósofos.</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_226" id="Page_226">[226]</a></span></p> - -<p>—Eso es muy injenioso, dije, pero sacadme de una duda; yo -creia que el hombre no era muy antiguo en la tierra.</p> - -<p>—Esa es mi opinion, repuso; el hombre apareció hacen doce -ó quince mil años cuando mas,—pero eso no implica una creacion! -La naturaleza........</p> - -<p>—Qué es la naturaleza, señor Dream?</p> - -<p>—Otro nombre para la fuerza Universal.</p> - -<p>—Qué es la fuerza Universal?</p> - -<p>—Otro nombre para la Naturaleza.</p> - -<p>—Gracias por vuestra esplicacion filosófica.</p> - -<p>—La Naturaleza, continuó, esperimenta en ciertas épocas un -acrecentamiento de enerjía, una especie de fiebre, y entonces -rehace y transforma ciertas especies segun la necesidad. Así -es como el hombre ha aparecido sobre la tierra; segun todas las -apariencias,—es un mono ó un perro dejenerado.</p> - -<p>—Y la palabra, y la conciencia? esclamé.</p> - -<p>—Eso es poca cosa, dijo él, consiste en una simple modificacion -fisiolójica. Un poco mas de finura en la composicion de -la larinjes, ha hecho de un grito bestial un lenguaje articulado. -Sin aparato nervioso no hay conciencia posible; por consiguiente, -la conciencia es cuestion de nervios. Una acumulacion de -la sustancia gris, un juego de la naturaleza han bastado para -enjendrar al rey de la creacion.</p> - -<p>—Pobre rey en verdad, si solo es el mas malo de los animales.</p> - -<p>—No, no, dijo Jonatás; porque, gracias á su aparato nervioso -tiene ideas jenerales, y hé ahí lo que hace del hombre -una especie aparte. Es el único animal á quien se le divierte y -se le engaña con palabras. El hombre vé ciertos hechos que se reproducen -en serie regular, y que llama verdades; imajina una -verdad universal que comprende y sostiene todas las verdades -particulares; apercibe hermosas cosas y se figura una belleza -que es el modelo y el tipo de todas las demas. Hé ahí el ideal -que le seduce y le consuela,—ó en otros términos, lo que las -buenas jentes llaman Dios.</p> - -<p>—Muy bien, dije, conmienzo á entrever lo que es la categoría -del ideal. El alma es un espejo que refleja lo que no existe; -ó si os parece mejor, el hombre se vé á si mismo en ese espejo -de aumento, y cual nuevo Narciso prostérnase ante esa imájen -agrandada.</p> - -<p>—No tan mal para un novicio, dijo el brujo.</p> - -<p>—Luego, en el Universo nada hay superior al hombre?</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_227" id="Page_227">[227]</a></span></p> - -<p>—Conclusion lójica, dijo Jonatás.</p> - -<p>—Si no hubiera habido hombres sobre la tierra, no habría -idea de Dios, y por consiguiente Dios no existiria.</p> - -<p>—Maravilloso, dijo, os haceis filósofo.</p> - -<p>—No por cierto, esclamé, y no sé si mi manera de ver depende -de mi estraña posicion; pero paréceme que toda esa metafísica -está como yo, suspendida en el aire por un cabello. Qué -significa esa naturaleza con acrecentamientos de enerjía? Una -palabra para reemplazar al Ser Supremo, que en su bondad -cria libremente al hombre y al mundo. Qué significa ese -cambio de tejidos, esa metamórfosis de aparatos, sino una frase -sonora que esplica lo desconocido por lo imposible? Qué significa -esa fuerza inconsistente é inmoral? que produce una criatura -dotada de conciencia y de moralidad, una quimera. A la -altura en que estoy, las cosas se juzgan de una manera muy -distinta,—no se paga uno de palabras vanas; las leyes físicas, -es decir, un órden intelijente, una creacion constante y contínua, -me revelan y me gritan que una voluntad siempre activa, -omnipresente, sostiene al Universo y le impide disolverse. En -ninguna parte veo la naturaleza, y en todas partes siento á -Dios.</p> - -<p>—Bravo! tres veces bravo! dijo el májico.</p> - -<p>—Entonces lo que esponíais no era vuestro sistema? repuse -muy asombrado.</p> - -<p>—Sí, ese sistema es mio puesto que lo he robado; pero no creo -en él. Pasando ayer por Tubingue, donde iba á visitar á uno -de mis buenos amigos, honrado teólogo que siempre sueña,—apercibí -á un gran metafísico que, á fuerza de escribir se habia -quedado dormido sobre Hegel. De un golpe le he robado su -pipa, sus anteojos y su sistema; cuando se despierte, solo hallará -sus ojos para ver, y su espíritu para razonar.</p> - -<p>—Pobre hombre! esclamé; ¿qué hará de esos instrumentos -que nunca le han servido?</p> - -<p>—Bah! dijo el brujo, vos no conoceis á los filósofos alemanes. -Son gusanos de seda que viven en los libros; ellos sacan del primer -mamotreto que se les presenta un hilo con el que se envuelven -en un buen sistema, á prueba de luz y de ruido. Mi -hombre se desquitará tejiendo un nuevo capullo. La verdad -no es nada, la lójica es todo. Hegel no existe, viva Schopenhauer! -En esa dinastia de soñadores hay siempre un rey.</p> - -<p>—Señor, dijo con tono seco, vuestras preguntas son impertinentes. -Cómo os atreveis á preguntarle á un espiritista si<span class="pagenum"><a name="Page_228" id="Page_228">[228]</a></span> -cree en Dios? Solo nosotros sabemos lo que es el alma, solo nosotros -tenemos en la mano la prueba de su inmortalidad.</p> - -<p>—Qué es pues el alma? pregunté con impaciencia.</p> - -<p>—Es una fuerza magnética, respondió Jonatás. Esa monada -creada por Dios y dotada de conciencia, se hace á sí misma un -forro, á la manera del grano de trigo arrojado en la tierra, que -echa raices, y produce un vástago y espigas. Cuando el cuerpo -ha envejecido, el alma siempre jóven y activa arroja de sí ese -forro decrépito, y se vá á un mundo mejor á buscar una nueva -forma para su enerjia inmortal. Ved esos globos que centellean -en el espacio; Júpiter, Saturno, Sirio! son otras tantas esferas -habitadas por espíritus que se elevan. Subir la escala infinita -de la creacion, acercarse siempre á Dios sin conseguirlo jamás, -tal es nuestro destino glorioso. La muerte no es sino un pasaje -á una vida mas intensa. Nada parece aquí abajo, ni siquiera un -átomo de polvo; cómo ha de apagarse la conciencia? Dios es -acaso un artista caprichoso, que destruye la obra maestra de su -grandeza y de su bondad?</p> - -<p>—Señor, esclamé, esas palabras son bellas y tocan al corazon; -pero la prueba, esa prueba que la humanidad exije hace seis -mil años,—dádmela.</p> - -<p>Nada mas fácil, repuso Jonatás; remontemonos hasta Sirio, -que brilla allá arriba por sobre nuestras cabezas, allí vereis -una de las estaciones que debeis habitar algun dia. No ha -mucho tiempo que visité á Washington.</p> - -<p>—La oferta era como tentar á un curioso; pero el maldito -brujo ya se habia burlado de mí; desconfiaba de su májia.</p> - -<p>Temiendo los disgustos de un nuevo viaje, rehusé, é hice mal -en rehusar; era aquella una ocasion que quizá no se me volveria -á presentar.</p> - -<p>—Llegarémos pronto? pregunté á Jonatás.</p> - -<p>—Hé ahí una pregunta poco amable, me dijo. Mirad abajo; -no veis en el mar una lucesita. Es el fanal de la <i>Arabia</i>, que -salia de Boston, el dia en que os conduje á América; te hallas -aun á medio camino de Europa; todavia tenemos que hacer -doscientas leguas, ó sea seis horas de camino.</p> - -<p>Suspiré y no hablé mas.</p> - -<p>—Mi buen amigo, dijo el odioso májico, estais muy áspero. -Si no amais la discusion, si la metafísica os ataca los nervios, -escojed algun asunto familiar, que nos permita ponernos de -acuerdo. Habladme de política.</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_229" id="Page_229">[229]</a></span></p> - -<p>—Qué pensais de la esclavitud? esclamé; qué pensais de la -guerra fratricida que destroza los Estados Unidos?</p> - -<p>A este respecto, las jentes de bien no tienen sino una sola opinion; -supongo que detestais el despotismo, que aborreceis la -esclavitud, no es verdad, señor espiritista, y que sin duda respetais -una alma inmortal, cualquiera que sea la piel que la cubre?</p> - -<p>—Hé ahí una pregunta del todo pacífica, dijo: pero es mas -delicada de lo que creeis. No son las leyes las que hacen que -un hombre mande ú obedezca.</p> - -<p>—Qué es pues?</p> - -<p>—Es el fluido magnético, repuso con una flema insoportable. -Lo que los filósofos llaman voluntad, enerjia, potencia, no es -otra cosa sino ese fluido que constituye nuestra alma. Cada -cual posee una cantidad diversa y desigual. La mujer, por -ejemplo, es un ser mas magnético que el hombre; así, resulta -que en la mayor parte de los matrimonios, diga el Código lo que -quiera, quien obedece es el marido. Los hijos, que la ley somete -tambien á sus padres, son tiranos domésticos que imponen sus -caprichos á toda la casa y hacen de su madre una esclava. Por -qué? Porque son muy ricos en magnetismo. Los viejos, al -contrario, tienen la sangre fria, y no poseen influencia sobre lo -que se les acerca. Los enamorados........</p> - -<p>—Gracias, dije bostezando; no hablemos de medicina, hablemos -de política.</p> - -<p>—Paciencia, dijo Jonatás con tono burlon. Si es cosa probada -que los negros tienen menos fluido que los blancos, la -cuestion está resuelta,—la esclavitud es lejítima.</p> - -<p>—Señor, le dije, vuestras paradojas me fatigan.</p> - -<p>—Paradojas! esclamó. Vos no sois de vuestro tiempo, doctor -Rococó; leed vuestros grandes historiadores y vuestros grandes -políticos, estudiad la cuestion de las razas, y vereis que la moral -no es hoy dia sino la fisiolojía.</p> - -<p>Yo tengo una gran dulzura natural, todos la reconocen, escepto -mis amigos íntimos, quienes, segun el uso, no ven sino mis -defectos; pero que se pongan en mi lugar y comprenderán que -ha podido faltarme la paciencia. Colgado de los cabellos durante -seis horas, llevado no sé donde, por no sé quién, eran -bastantes contrariedades para todavia tener la de no ser de la -misma opinion en política.</p> - -<p>—Señor, dije secamente á mi enemigo, llevaos á otra parte -vuestro lindo espíritu. No puedo rogaros que salgais, pero os -declaro que en adelante no os escucharé.</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_230" id="Page_230">[230]</a></span></p> - -<p>—Y cómo hareis, repuso, con voz burlona.</p> - -<p>—Una palabra mas, esclamé, es un insulto de que me dareis -una esplicacion.</p> - -<p>—Un duelo en estas <i>serenas</i> alturas, dijo el brujo, eso seria -orijinal; reflexionaré; mientras tanto vos me escuchareis de -grado ó por fuerza, os desafio á que os separeis de mí, dejándome -burlado.</p> - -<p>—Vos no sabeis, le contesté, haciendo rechinar mis dientes,—vos -no sabeis de lo que es capaz un Francés.</p> - -<p>—Lo creo capaz de todas las locuras, repuso Jonatás, escepto -las locuras imposibles.</p> - -<p>—Imposible! esclamé,—esa palabra no es francesa.</p> - -<p>Mas pronto que el rayo, saqué de mi balija un par de tijeras, -y corté la mecha de cabellos que me ponia en manos de aquel -miserable.</p> - -<p>Caí inmediatamente, jirando de derecha á izquierda como -una pandorga que desciende. En el primer momento, alegre y -contento como estaba de la reconquistada libertad, no me -inquieté de aquel descenso rápido, la reflexion me vino cuando -oí el mujido de las olas y los silvidos de aquilon. Era muy -tarde; el mar se abrió para recibirme en sus abismos, y menos -dichoso que Jonás, me rechazó sobre la onda jadeante y helado. -No perdí el valor, y me puse á nadar con un ardor desesperado.</p> - -<p>Hacer quinientas leguas de aquella manera primitiva era -mucho; pero la casualidad podia hacer que me encontrase con -algun vapor en aquella gran ruta del oceano, y cobré aliento. -Miraba á lo lejos, buscando alguna luz, y no veia sino tinieblas, -cuando el horrible fantasma, dispuesto á arrebatarme, se dejó -caer sobre mí como una golondrina que levanta una mosca de -la superficie del agua.</p> - -<p>—Doctor, me dijo fisgando, espero que el baño os habrá -refrescado la sangre; volvamos á tomar la discusion donde la -dejamos.</p> - -<p>Primero muerto, que escuchar tus detestables sofismas, esclamé, -y cerrando el puño, le asesté á mi enemigo un golpe tan -terrible que todos los huesos de mi mano sonaron. Dí un -grito de dolor y........</p> - -<hr /> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_231" id="Page_231">[231]</a></span></p> - -<h2 id="CAPITULO_XXX">CAPITULO XXX.<br /> -<span class="smaller">Lo mas corto del libro y lo mas interesante para el lector.</span></h2> - -<p>....Me desperté en mi cama.</p> - -<hr /> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_232" id="Page_232">[232]</a></span></p> - -<h2 id="CAPITULO_XXXI">CAPITULO XXXI.<br /> -<span class="smaller">Algunos inconvenientes de un viaje á América.</span></h2> - -<p>Al salir de aquel peligro, ó de aquella pesadilla, no sé como -decir, necesité algun tiempo para reconocerme. Dónde estaba? -En qué pais me habia echado mi verdugo. Las cortinas de la -cama estaban cerradas,—las abrí; el cuarto sombrío y mudo; era -aquello el silencio y la media luz que rodean á un enfermo. -Cuando mis ojos se habituaron á la oscuridad miré á mi alrededor -y ví una mesa cubierta de papeles, de libros, de folletos, apilados -al azar; una biblioteca llena de libros encuadernados á la -rústica, en pasta y media pasta, parados los unos y atravesados -los otros; una masa de mamotretos, que se alzaba desde el suelo -formando una pirámide bamboleante que á cada instante amenazaba -derrumbarse; todo estaba en su lugar, y no habia que -dudarlo, me hallaba en mi gabinete! en Paris, en Francia,—de -vuelta al fin de mis carabanas. Lo diré? Aquella vuelta al -centro de la civilizacion me hizo un mediocre placer; habíale -tomado gusto á la libertad.</p> - -<p>Tiré la campanilla, Jenny entró en puntas de pié, y me preguntó -en voz baja si habia llamado.</p> - -<p>—Sin duda, querida amiga, la dije; dadme luz, por piedad, -este cuarto es una tumba.</p> - -<p>Jenny entreabrió las cortinas y llamó á Susana, que asomó -muy despacio la cabeza á la puerta, y se detuvo para mirarme -con ojo inquieto.</p> - -<p>—Y bien, señorita, la dije alegremente, no besais hoy á vuestro -padre?</p> - -<p>En lugar de echarse en mis brazos, acercóseme con paso tímido -y me tomó la mano llorando.</p> - -<p>—Cómo os sentís, papá? murmuró.</p> - -<p>—Muy bien, hija mia, salvo la fatiga y la emocion del viaje.</p> - -<p>—Ah! dijo Susana.—Ah! dijo Jenny.</p> - -<p>Habia en aquel grito un acento tan estraño, que alternativamente -miré á mi mujer y á mi hija; sus rostros estaban alterados.</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_233" id="Page_233">[233]</a></span></p> - -<p>—Qué teneis? les pregunté. Qué tengo que pueda alarmaros?</p> - -<p>—Amigo mio, dijo Jenny, os ruego que guardeis silencio, así -lo ha recomendado el doctor Olybrius.</p> - -<p>—Quién es el doctor Olybrius? No es ese fátuo que ha hecho -un grueso volúmen sobre la “Cuaresma considerada bajo el punto -de vista de la hijiene y de la navegacion”. Qué hay de comun -entre ese pedante de sacristia y yo?</p> - -<p>—Daniel, repuso Jenny, con tono seco, el doctor Olybrius es -el médico que todo el mundo consulta. Hace ocho dias que -tiene por vos los cuidados de un cofráde y de un amigo.</p> - -<p>—Ocho dias! grité sentándome en la cama. Estais soñando, -hija querida? Cómo puede haberme cuidado en Paris vuestro -doctor, siendo así que estábamos en América?</p> - -<p>—Escuchadme, Daniel, dijo mi mujer con voz conmovida, -escuchadme sin interrumpirme; va en ello vuestra salud, vuestra -vida quizá.</p> - -<p>—El mártes pasado, hace ocho dias, habeis vuelto á casa en -un estado deplorable. Habiais consultado no sé qué charlatan; -y si he de creerle al doctor, aquel hombre os ha hecho tomar -una pocion de opio, ó de hatchis que debia mataros. La fuerza -de vuestra constitucion, nuestros cuidados quizá os han salvado. -Toda la semana habeis estado en un letargo completo ó en un -delirio espantoso. Habeis tenido visiones terribles, que mas -de una vez nos han hecho temer por vuestra razon. Hoy volveis -á delirar, el doctor Olybrius lo habia predicho; pero añadiendo -que esta vuelta á la salud exijía los mayores cuidados; -que, segun todas las apariencias, necesitaríais de algun tiempo -para sacudir todos vuestros sueños y acostumbraros de nuevo -á la vida real, y que en una crísis semejante el reposo y -el silencio eran de absoluta necesidad.</p> - -<p>Al oir aquello miré á mi vez con espanto á mi mujer. Qué -significaba aquella fábula, referida con tanta seguridad? Yo -estaba seguro de haber estado en América; un cérebro Francés -jamás habria imajinado lo que yo habia visto; por otra parte, el -delirio es incoherente y no deja recuerdos. Pero si Jenny habia -estado en Francia mientras yo vivia en Massachusetts, -quién era pues, esa Jenny Americana, á quien estrechaba con -tanta ternura sobre mi corazon? Sería bígamo sin sospecharlo? -Habia dos Susanas y dos Enriques, el uno en Paris de Francia -y el otro en Paris de América? Era yo doble? Tenia una sola -alma en dos cuerpos? Qué confusion! Qué caos!</p> - -<p>Maldito Jonatás! murmuré, que el diablo te lleve, y al espiritismo<span class="pagenum"><a name="Page_234" id="Page_234">[234]</a></span> -contigo! Vaya un lindo embarazo en el que me encuentro!</p> - -<p>De repente la verdad me hirió, y me reproché el haber escuchado -á mi mujer, siquiera un instante. No me habia dicho Jonatás -que solo yo conservaria la memoria, y que mi familia se -haría Yankee de nacimiento? Todo se esplicaba de la manera -mas natural; Jenny era el juguete de una ilusion. Si alguien -soñaba en mi casa no era yo, era mi mujer. Esta reflexion tan -simple me volvió el valor y mi dignidad.</p> - -<p>—Querida mia, le dije á Jenny, no os fieis en las apariencias. -Vuestro Olybrius es un tonto; yo no he estado nunca enfermo, -la prueba la teneis en que mi pulso no tiene mas que sesenta y -cinco pulsaciones, en que me muero de hambre, y en que, con -vuestro permiso, voy á levantarme y á almorzar. Por toda respuesta -mi mujer se anegó en lágrimas: es un modo de razonar -que Aristóteles ha hecho mal de olvidar; representa un gran papel -en la retórica conyugal: un marido exitado está medio -vencido.</p> - -<p>Susana, como hija bien criada no dejó de encarecer á su madre, -y se colgó de mi pescuezo sollozando: Papá! gritó, mi papacito, -no os hagais daño, esperad al doctor.</p> - -<p>—Le esperaré de pié, y no en ayunas, repuse; por lo demas, -hijos mios, no quiero aflijiros. Soy médico, y os doy mi palabra -de honor de que me siento muy bien; si mi asercion no basta -haced subir á mi vecino Rose; él es médico y antes de poco -os habrá tranquilizado.</p> - -<p>La transaccion fué aceptada, entrando muy luego Rose con -una cara tan séria y tan solemne que me reí en sus barbas.</p> - -<p>—Buen dia, mi viejo amigo, le dije, tendiéndole la mano.</p> - -<p>—A qué debo esta honra, señor doctor, respondió sentándose -en mi poltrona.</p> - -<p>—Tened la bondad de tomarme el pulso, y decidles á estas -señoras si no estoy en perfecta salud.</p> - -<p>Tomó mi brazo, contó gravemente las pulsaciones de la arteria, -y, volviéndose hácia Jenny, con aire asombrado, dijo:</p> - -<p>—Si me fuera permitido dar una opinion, me atreveria á decir -que este pulso está regular, y hasta un poco débil, como el -de un hombre que no ha comido. La crísis ha pasado, si la ha -habido, que no me atrevo á afirmarlo. Creo, añadió desarrugando -la frente, que un pollo frio y algunos vasos de vino de -Burdeos están naturalmente indicados; es una prescripcion que, -enfermo ó nó, el señor doctor puede aceptar.</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_235" id="Page_235">[235]</a></span></p> - -<p>Las dos mujeres salieron para ordenar mi comida; Rose, se -levantó y acercándoseme con el dedo en la boca:</p> - -<p>—Confesad, doctor, dijo en voz baja, que en adelante no volvereis -á jugar con el láudano?</p> - -<p>—<i>Tu quoque?</i> esclamé. Querido señor, el opio nada tiene -que hacer en este negocio; he sido magnetizado.</p> - -<p>—Bueno, dijo: con que vos, doctor, un hombre de fondo, un -espíritu fuerte, creeis en el magnetismo, cuando la Academia -de medicina le rehusa el derecho de ciudad?</p> - -<p>—Ha sido necesario ceder á la evidencia, repuse suspirando. -Teneis en mi una víctima de esa deplorable invencion. Me han -transportado á América.</p> - -<p>Rose retrocedió pálido y confuso.</p> - -<p>—Sí, repuse, me han transportado á América, con mi casa y -mi calle. Allí os he visto á vos, Sr. Rose; erais allí un patriota, -un bravo, un capitan de zuavos.</p> - -<p>—Callaos, en nombre del cielo, dijo, callaos, si otro que yo -os oyera!</p> - -<p>—Dudais de mi palabra? le dije, necesitais pruebas?</p> - -<p>—No quiera Dios que os dé un desmentido, esclamó el boticario; -hemos servido juntos en las filas de la Guardia Nacional, -os tengo por un caballero y sentiria mucho que os sucediera nada -desagradable. Escuchad el consejo que me dicta el respeto -que os tengo. Sed prudente; sed discreto. Habeis estado en -América, sea; vos lo decis, yo lo creo; pero en vuestra casa -todos creen lo contrario. Sois el único de vuestra opinion. Por -consiguiente, ya sabeis el proverbio:</p> - -<div class="poetry-container"> -<div class="poetry"> -<div class="verse"><i>Quand tout le monde a tort, tout le monde a raison</i><a name="FNanchor_64" id="FNanchor_64"></a><a href="#Footnote_64" class="fnanchor">[64]</a>.</div> -</div> -</div> - -<p>Si os obstinais en hablar de ese viaje magnético, temo que -los incrédulos se venguen á su modo, y que os hagan pasar por -un hombre que....</p> - -<p>Se detuvo, puso uno de sus dedos sobre mi frente, agachó la -cabeza y me miró con aire compasivo.</p> - -<p>—Cómo! esclamé, os imajinais por ventura que tengo trastornado -el cérebro?</p> - -<p>—Sin duda que no; no sé á qué atenerme, pero quién puede -detener á las imajinaciones demasiado vivas? vuestra aventura -es tan estraordinaria, que seria prudente que solo vos guardárais -el secreto de ella.</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_236" id="Page_236">[236]</a></span></p> - -<p>—Señor Rose, repuse, sentaos y hablemos, vereis que jamás -he tenido la cabeza mas sana. Cómo están vuestros nueve -hijos?</p> - -<p>—Muy bien, contestóme, os doy las gracias; todos están ya -colocados inclusive mi Benjamin.</p> - -<p>—Alfredo, no es verdad?</p> - -<p>—Sí, dijo sonriendo, un lindo mozo de veinticuatro años. -Qué gusto para un padre haber colocado al fin á toda su familia, -y haberla colocado bien.</p> - -<p>—Qué hacen todos vuestros hijos? Contadme eso, vecino; -hablad incrédulo; aseguraos que tengo el corazon y el espíritu -mas jóvenes que á los veinte años.</p> - -<p>—El mayor, dijo, es el único que me ha dado algunos -pesares. Era el retrato de su difunta madre. Porfiado, -ambicioso, con ideas siempre suyas, y no queriendo cederle á -nadie me tenia siempre inquieto. Así, he me visto reducido á -hacerlo entrar en la escuela politécnica, de donde ha salido -siendo uno de los primeros. Podia tener un hermoso puesto -en los tabacos, pero es un caballo arisco que no hay como -enfrenar. El caballero ha corrido el mundo con invenciones en -su bolsillo; es hoy dia director de una usina y pretende que -hace fortuna. Dios lo quiera! Pero la industria es un oficio -pérfido; solo despues de haberse uno muerto puede tener la -seguridad de haber salido bien. Ese niño me inquieta siempre.</p> - -<p>—Mis otros hijos, educados cuidadosamente por mí, no me -han dado sino alegrias. Han recibido una educacion literaria, -y gracias á protecciones hábilmente empleadas, á todos les he -colocado en la administracion. Tengo dos en las aduanas, dos -en los derechos reunidos; otros dos son receptores, el octavo está -en las aguas y bosques; en cuanto á mi Alfredo, hélo secretario -particular de un prefecto,—en el camino de las grandezas. -Antes de dos años si le consigo algunas recomendaciones, será -consejero de prefectura con mil ochocientos francos de sueldo.</p> - -<p>—Cómo! esclamé, vos, Rose, un patriota habeis hecho de -vuestros hijos dependientes, cuando podiais abrirles una carrera -independiente y hacerlos ciudadanos?</p> - -<p>—Doctor, repuso el boticario, he seguido el consejo y el -ejemplo de las jentes de talento. Si el servicio del Estado no -es brillante, es seguro. No se tienen inquietudes ni fatigas, si -hay alguna fortunita, se trastea en la bolsa para mejorarla; -procura uno casarse con una mujer que tenga un lindo dote, y -padres que no sean muy jóvenes; vive uno tranquilamente y<span class="pagenum"><a name="Page_237" id="Page_237">[237]</a></span> -envejece á su gusto con una buena jubilacioncita, en el fondo de -alguna ciudad de provincia.</p> - -<p>—Es la vida de una ostra.</p> - -<p>—Las ostras son dichosas, repuse, es lo principal. ¿Sed fabricante, -comerciante, armador? La revolucion os arruina el -dia menos pensado; despues, es un gobierno fuerte que hace la -guerra sin preveníroslo. ¿Y los impuestos que aumentan todos -los dias, y las crísis, y la competencia? Todo se conjura -contra el hombre que trabaja. Nuestra sociedad no es hecha -para él. Loco es aquel que corre semejantes aventuras, cuando -nada hay tan cómodo como vivir tranquilo y honrado sirviendo -á su pais. ¡La Administracion es la Francia! Que los republicanos -y los delicados ladren cuanto quieran, por mi parte -prefiero que mis hijos estén con los que comen, no con los que -son comidos.</p> - -<p>—Y para llegar ahí habeis necesitado solicitar, estirar la -mano.</p> - -<p>—Sí, dijo riendo, se han hecho algunas bajezas. He caminado -á derecha é izquierda, he implorado, he adulado, pero me he -salido con la mia que es lo esencial. No abrais esos ojazos, -doctor: he hecho lo que hace todo el mundo. No por eso soy -menos patriota, y dejo de estar en la oposicion; estoy en el centro -izquierdo, con toda la Francia, y me glorío de ello, sea dicho -entre nos, pero cuando el porvenir de mis hijos está de por medio, -pongo en el bolsillo mis opiniones, las cuales no me sirven -de nada.</p> - -<p>—Para encontrarlas en un dia de revolucion, ¿no es verdad? -le dije con ironia.</p> - -<p>—Sin duda, repuso con tono plácido. Se sirve al Gobierno, -pero no se pierde uno por él. Una de las grandes ventajas de -la administracion consiste en que las revoluciones le aprovechan; -cada quince años hay una crísis, ¡dichoso aquel que se encuentra -en situacion de poder atrapar el buen número!</p> - -<p>—Sois un sábio, señor Rose.</p> - -<p>—Un hombre de sentido simplemente, repuso con orgullosa -modestia. Ved por ejemplo á mi Alfredo; ha hecho estudios admirables; -ha obtenido el primer premio de discurso francés en -el gran concurso. Si le hubiera escuchado se habria hecho abogado, -bella carrera, pero larga, difícil, laboriosa y que ahora -no conduce á nada. Al paso que con su injenio, su buen porte -y un poco de manejo, ese muchacho no necesita sino dos ó<span class="pagenum"><a name="Page_238" id="Page_238">[238]</a></span> -tres buenas oportunidades para ser subprefecto en diez años, prefecto -en quince y quizá senador.</p> - -<p>—Ay, Dios! esclamé, oís ese ruido en la calle?</p> - -<p>Rose corrió á la ventana.</p> - -<p>—No es nada, dijo, es un caballo que ha rodado y un hombre -que ha salido por las orejas.</p> - -<p>—Estoy perdido: ¡tendré que pagar otros quinientos dollars!</p> - -<p>—¿Qué teneis, querido señor? dijo el boticario, confuso con -mi miedo. Un desconocido que se rompe el pescuezo en la -calle, es cosa que se vé todos los dias, ¿qué mal puede haceros? -es una desgracia de que no puede acusarse á nadie.</p> - -<p>—Eso atañe, al menos, á vuestra administracion, le dije, volviendo -en mí y pensando que ya no estaba en América.</p> - -<p>—La administracion nunca es responsable, repuso Rose -con tono chusco. Ella nos cuida á todos á nuestro riesgo y peligros.</p> - -<p>—Hay un inspector.</p> - -<p>—Sin duda, dijo, pero el inspector depende del prefecto, y este -depende del gobierno, el cual no depende sino de Dios y de -su espada. Como decía mi difunto padre hay tres casos fortuitos -y sin remedio: naufrajio, incendio y hechos del príncipe. -Hoy dia contra el naufrajio y el incendio hay el seguro; contra -los hechos del príncipe nos resta lo que tenian nuestros abuelos,—la -resignacion.</p> - -<p>—Las cosas no andan así en................</p> - -<p>Rose me miró, yo me mordí los lábios y callé.</p> - -<p>—Por lo demas, continuó el boticario, pronto os vereis libre -de ese detestable empedrado, que van diez años, hace la desesperacion -de los cocheros; el mes que viene os espropian.</p> - -<p>—¿Qué me espropian?</p> - -<p>—¿No lo sabeis? repuso; la informacion está abierta hace ocho -dias.</p> - -<p>—Me opongo, reclamo.</p> - -<p>—¡Reclamar! ¿y para qué? dijo con aire paterno. Querido vecino, -conoceis sin duda la historia de la olla de barro y de la -olla de hierro. No os encapricheis, es inútil y algunas veces -perjudicial; tratad con la administracion, os dará por vuestra -casa un precio razonable, ¿qué mas quereis?</p> - -<p>—No quiero que me echen de la casa de mis padres; pero tengo -los diarios, escribiré.</p> - -<p>—¡Los diarios! dijo el boticario. Ojalá los suprimieran á todos. -De qué nos sirven hace diez años. En otro tiempo, bajo el<span class="pagenum"><a name="Page_239" id="Page_239">[239]</a></span> -último reinado, le decian las verdades á los ministros,—era divertido; -hoy dia no sé que enfermedad les han inoculado, están -mudos como peces. No son sino avisos. Tengo acaso necesidad -de pagar cincuenta francos por año porque me manden á domicilio -el prospecto de todos los negocios sucios, cuyas perfecciones -se decantan á cinco sueldos la línea. Si yo fuera gobierno, -obligaria á los diarios á decir la verdad; de lo contrario, me -basta el <i>Monitor</i>, y todavia!</p> - -<p>—Y sois liberal?</p> - -<p>—Liberal y francmason, hasta la muerte, dijo, levantando la -mano con grotesca seriedad. Hace cuarenta años que mi <i>Credo</i> -no ha variado jota. Viva nuestra inmortal revolucion y el Imperio -que ha llevado hasta Moscow los gloriosos principios de 89! -Abajo los aristócratas y los emigrados. Abajo los Jesuitas, que -son la causa de todas nuestras miserias! No soy enemigo de la -relijion, el pueblo la necesita, pero quiero curas patriotas y -honrados. Odio á la pérfida Albion, maldigo al autócrata Ruso, -quiero que la Francia liberte á todos los oprimidos: Polacos, -Húngaros, Valacos, Servios, Maronitas, Italianos y Negros. Por -lo demas, amo la paz y las artes; nunca tendremos de sobra -para nuestra primera escena nacional, la comedia francesa, -donde he aplaudido al señor Talma, en <i>Sila</i>:</p> - -<div class="poetry-container"> -<div class="poetry"> -<div class="verse"><i>J’ai gouverné sans peur et j’abdique sans crainte.</i></div> -</div> -</div> - -<p>Quiero un gobierno fuerte y patriótico, que escuche á los -hombres honrados y haga callar á los abogados y á los charlatanes. -Quiero un ejército que le haga frente á la Europa, una -marina que desafie á la Inglaterra, canales y ferro-carriles por todas -partes; quiero que el gobierno le dé trabajo y pan al obrero. -Quiero ademas un pequeño presupuesto y pocos impuestos. No -entiendo que el Estado engorde con los sudores del pueblo. Hé -ahí mi símbolo; es el de todo buen Francés.</p> - -<p>—Y la libertad, le pregunté, no la veo en vuestro programa?</p> - -<p>—Os equivocais, repuso. No os he dicho que queria un gobierno -enérjico, una administracion que pulverice todas las resistencias -individuales? El dia en que el Poder, comprendiendo -sus verdaderos intereses, os obligue á ser libres, tendremos -libertad y se la impondremos al universo.</p> - -<p>—Qué entendeis por la libertad? le pregunté.</p> - -<p>—Vecino, dijo, hé ahí una pregunta, que prueba lo sana que -teneis la cabeza. Hay una cáfila de necios que gritan libertad! -libertad! sin ver el lazo que les tienden el fanatismo y la aristocracia. -No quiero esas falsas libertades que solo son el privilejio<span class="pagenum"><a name="Page_240" id="Page_240">[240]</a></span> -de la riqueza y de la supersticion. Patriota, amigo de las -luces, no quiero una libertad relijiosa provechosa solo para los -sándios. Para que el pueblo sea libre es menester embozalar á -los frailes. No quiero una libertad de asociacion, únicamente -buena para los capuchinos; no quiero que en nombre de la caridad -se corrompa al pobre con limosnas políticas, dándole un -pan envenenado. No quiero una libertad de educacion que entregue -nuestros hijos á los Jesuitas. No quiero una libertad departamental -que reconstruya el federalismo provincial; no quiero -una libertad comunal que resucite el despotismo del señor -y del cura, haciéndonos siervos y villanos. Mejor es la mano -del Estado que esos derechos anárquicos, de que abusarian las -jentes inquietas, los aristócratas, los fanáticos y los gazmoños. -Estoy con el pueblo, viva la igualdad!</p> - -<p>Miraba con terror á aquel honrado Beociense, y decia -para mis adentros,—pensar que antes de mi viaje á América yo -estaba en ese grado de inbecilidad! Yo tambien ponia mi patriotismo -en la igualdad de la servidumbre; yo tambien hacia -consistir la libertad pública en la destruccion de todas las libertades -particulares, como si despues de ese anonadamiento -quedára otra cosa que el brutal mecanismo de la administracion. -Jonatás! Jonatás! maldito brujo! Porqué me has hecho -estranjero en mi pais, porque no trasportas á América á todos -los franceses, por ocho dias siquiera?</p> - -<p>—Y bien, vecino, dijo el boticario, sorprendido de mi silencio, -qué pensais de mis principios? No soy un hombre del siglo? -No soy un patriota y un Francés en toda regla? No son -esas las doctrinas que vos habeis defendido siempre?</p> - -<p>—Es verdad, repuse, pero al hacer la enumeracion de todas -las libertades de que tenemos miedo, no veo bien las que nos -quedan.</p> - -<p>—Bah, me dijo, vos os chanceais. Y la libertad de la panaderia, -es acaso nada? Y el sufrajio universal, no es todo? En -la hora del escrutinio es cuando se reconoce á los hombres que -no adulan jamás al poder. Hace cuarenta años puedo hacerme -esa justicia, que nunca he votado sino con la oposicion. Pueden -hacerme mil pedazos,—no cederé.</p> - -<p>—Mientras tanto, os dejais espropiar sin decir una palabra.</p> - -<p>—Entre nos, la cosa me fastidia, repuso el boticario. -Pero qué quereis, no soy sino un individuo. Como ciudadano -desafio á los tiranos; como simple potentado no he de ir á -ponerme mal con la administracion, de la que tengo necesidad<span class="pagenum"><a name="Page_241" id="Page_241">[241]</a></span> -todos los dias. Por otra parte, los principios están ahí; el interés -privado debe ceder ante el interés jeneral. Pensad que -si la conservarán, vuestra casa desbordaria dos centimetros al -menos de la alineacion jeneral. Quién sufriria semejante defecto -de simetría? Nosotros los Parisienses hemos nacido con el compás -en los ojos. No habria pasante á quien no lo chocára esa enormidad -y que no gritára hasta desgañitarse contra nuestra edilidad.</p> - -<p>—Sí, dije, los derechos no son nada, la linea recta es todo.</p> - -<p>—Señor, dijo el boticario, no hableis mal de la linea recta; -me dariais mala idea de vuestras luces y de vuestro gusto.</p> - -<p>—Mucho debeis amar el camino mas corto de un punto á -otro, puesto que le haceis sin pesar, el sacrificio de vuestra industria.</p> - -<p>—Si lo amo? dijo; escuchadme, vecino, os haré una confidencia, -que estoy seguro os encantará, como ya ha encantado á todos -mis amigos.</p> - -<p>Soy todo orejas, como hombre que lo que mas desea es convertirse.</p> - -<p>—Ya veis, dijo, lo que hacen de París. Viejas casas, antiguos -recuerdos, todos esos restos de un pasado bárbaro caen bajo el -martillo de los demoledores y son reemplazados por calles -rectas y palacios nacidos de ayer. Es magnético; un Parisiense -mismo se pierde en él. Antes de diez años París será una -ciudad completamente nueva: el teatro, la posada y el café del -mundo entero. Eh bien! partiendo de las mismas ideas, he -concebido un proyecto mas atrevido y hermoso; pongo á toda -la Francia en París. La provincia está muerta,—ya no hay ni -Auberneses, ni Gascones, ni Saboyardos; ya no hay ni siquiera -Franceses. Todos somos Parisienses.</p> - -<p>—La obra es grande, continuó; se trata de fortificar y de -concentrar la unidad nacional, que deja mucho que desear; pero -el medio es de los mas simples; prolongo el <i>boulevard</i> de Sebastopol, -de un lado hasta Bayona, del otro hasta Dunkerque; -llevo la calle de Rivoli, de una punta hasta Brest, de la otra -hasta Niza. De paso, derribo todo, á fin de que nada embarace -la linea recta. Qué perspectiva! Qué horizonte! Y el -gasto es nada! Las espropiaciones no costarán caro, el aumento -de precio de los terrenos será enorme, porque siempre se estará -en París. Todas las ciudades no serán ya sino suburbios.</p> - -<p>En medio de la via coloco un ferro carril; de ambos lados hago -construir casas con arqueria, á fin de que los pedestres no<span class="pagenum"><a name="Page_242" id="Page_242">[242]</a></span> -sufran ni la lluvia ni el lodo; coloco teatros de trecho en trecho -y cafés en todas partes. París se vuelve asi el paseo del jénero -humano. Eso no es todo, llamo á las artes en mi socorro para -dar estilo á mis construcciones. En la estremidad de ese <i>boulevard</i> -de doscientas leguas del lado de Bayona, erijo una estátua -de ciento veinte pies: la gloria; en la otra estremidad hácia -Dunkerque: la victoria. Al fin de la calle de Rivoli, hácia -Brest: un grupo de guerreros; abajo, hácia Niza, ninfas ofreciendo -laureles. En el centro, finalmente, es decir, hácia Bourges, -establezco un Walhalla, un panteon jigantesco. Una columna ó -mas bien una pila inmensa formada de cañones superpuestos, -elevará hasta las nubes una especie de Minerva con pica, casco -y coraza. Esa será la Francia, reina de las artes, de la civilizacion -y de la paz. Al rededor de la columna dispongo un -vasto pórtico coronado de granadas y de obuses que estallan; -en el interior coloco las estátuas de todas nuestras glorias nacionales: -Duguesclin, Dunois, Condé, Turenne, Hoche, Kléber, -Masséna, Murat, &a; arriba establezco estátuas simbólicas, -cada una de veinticinco pies de alto. De un lado la Guerra protejiendo -la industria y las artes; del otro la Conquista llevando -al estranjero la libertad; en el centro la Fortuna y la Belleza coronando -la valentía. Eso será noble y grandioso, tendremos -asi monumentos patrióticos que inmortalizen un siglo y engrandezcan -el espíritu de veinte jeneraciones. La inmensidad en la -uniformidad, qué ideal!</p> - -<p>Los griegos, respondí, hacian, me parece consistir la belleza -en la proporcion y la variedad.</p> - -<p>—Los Franceses no son Griegos, esclamó él; somos Romanos; -nada nos place como la enormidad y la simetría; lo jigantesco -es lo bello.</p> - -<p>Suspiré, bajé la cabeza y no contesté.</p> - -<p>—Eh bien, doctor, volveis á caer en el silencio? Qué pensais -de mi proyecto?</p> - -<p>—Pienso, le dije, alzando los hombros, que vengo de un pais -donde se ocupan de levantar hombres en lugar de levantar piedras -y de construir monumentos. Los pórticos, las columnas, los -arcos de triunfo, las estátuas, forman en el horizonte una hermosa -perspectiva; pero hay algo mas hermoso, mas grande, algo -mas vivo que esparce en la mas estrecha calle la mas esplendorosa -luz, y que hace del antro mas sombrio un palacio: es la libertad.</p> - -<p>—Vamos, repuso, con su tono de autor irritado, con que<span class="pagenum"><a name="Page_243" id="Page_243">[243]</a></span> -vuelven á venir vuestras mariposas negras; siento que mi presencia -es indiscreta.</p> - -<p>Se levantó, y le dejé marcharse. Qué habia de hacer con -aquel loco? Oí que hablaba con mi mujer en el salon, y percibí -el nombre de Olybrius, y las palabras:—“daos prisa, es tiempo.” -Qué significaban aquellas palabras? No hice caso de ellas, y -fué mal hecho. Es menester desconfiar siempre de los necios.</p> - -<hr /> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_244" id="Page_244">[244]</a></span></p> - -<h2 id="CAPITULO_XXXII">CAPITULO XXXII.<br /> -<span class="smaller">Una familia Parisiense.</span></h2> - -<p>Por fin levantéme, acicaléme, pero no sin echar de menos mi -casita de América. No tenia baño donde reposar mis miembros -fatigados, ni fuego en mi cuarto ni agua caliente; los franceses -no han comprendido todavía que la primera de las libertades -domésticas,—consiste en tener uno todo á la mano, sin necesidad -de nadie. Fué menester que tirára la campinilla sin cesar, y á -cada campanillazo se me presentó un lacayo solemne y estirado -que me miró desde arriba de su corbata blanca, y me sirvió -con majestuoso desdén. Oh, mi pobre zambo, dónde estabas tú? -Tú eras uraño y ridículo, pero me amabas.</p> - -<p>Una vez afeitado me miré al espejo, esperimentando algun -placer de encontrar mi cara de otro tiempo; no es que fuera -linda, pero estaba habituado á ella; nada hay tan incómodo -como buscarse uno bajo una máscara estraña. En el comedor -hallé á mi mujer y á mi hija que me esperaban con una inquietud -mal disimulada. Jenny bordaba un tapiz, para tener alguna -habilidad; Susana festonaba, y de vez en cuando fijaba -en mi sus ojos tristes y azorados. Sentéme á la mesa, y almorcé -con escelente apetito. Ocho dias de emocion y de agua pura me -hacian saborear con delicia un almuerzo francés, y mi viejo vino -de Burdeos. Volvía á hallar la patria; mi corazon volvía á sentir -su antiguo calor; y tenia ideas poéticas, cosa que no me habia -sucedido en Massachusetts.—Oh, patria mía! Yo te amo -como un enamorado ama á su querida, riñéndola siempre, pero -deseándole siempre todas las bellezas y todas las virtudes. Oh, -mi Francia querida! tu tienes mas de un defecto de educacion, -pero la naturaleza te ha tratado como á niño mimado. Nada -vale la dulzura de tu cielo, la riqueza de tus mieses, la hermosura -de tus frutas, el calor de tus vinos. Cuando la fiebre de las -revoluciones no te enloquece, tus hijos son políticos, amables, -injeniosos; tus hijas son mas listas que sus maridos. Qué te falta -pues, para ser la nacion del mundo mas noble y feliz? Solo -esa libertad de que te burlas, y que no conoces!</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_245" id="Page_245">[245]</a></span></p> - -<p>—En que piensas, Susana mia?</p> - -<p>—En nada, mi buen padre.</p> - -<p>—Deveras? pues un pajarito me dice que la señorita piensa -en su mas antiguo amigo.</p> - -<p>—No digo que no, padre mio.</p> - -<p>—Bien! hija mia, es menester desterrar esos malos pensamientos. -Estoy tan bien de salud que solo me ocupo de tu felicidad. -Y á propósito, hija mia, cuando te casas?</p> - -<p>Jenny se levantó como si un resorte la hubiera empujado, Susana -se puso colorada hasta lo blanco de los ojos.</p> - -<p>—Dejémonos de niñerias, esclamé. Susanita, pronto tendrás -veinte años, y no eres una de esas tontuelas que al nombre -de marido se ponen á bisquear, mirándose la punta de la nariz. -Si tu corazon ha hablado, dímelo; tengo plena confianza en tí, -amiga mia; adopto de antemano el yerno que me has elejido.</p> - -<p>Susana, dijo mi mujer, con voz conmovida, traeme de mi cuarto -un poco de lana para mi tapiz, y esto diciendo, le hizo una señal -de intelijencia, que, traducida en buen francés quería decir: -“déjanos solos.”</p> - -<p>En cuanto Susana salió, Jenny estalló.</p> - -<p>—Daniel, dijo, sois cruel. Qué os ha hecho esa niña?</p> - -<p>—Cómo! no puedo preguntarle á mi hija si ama?</p> - -<p>—Mi hija, repuso Jenny, no ama á nadie, señor.</p> - -<p>Es una niña honesta, que hará lo que ha hecho su madre: esperará -al dia de su casamiento, para amar al esposo que sus padres -le escojan.</p> - -<p>—Al dia de su casamiento? esclamé. Es un poco tarde. Si -el amor no entra la primera noche, al dia siguiente hallará la -puerta cerrada. Dejar su felicidad á la eleccion de sus padres -es peligroso. La mujer se casa para sí, no para su madre. El -deber es una bella cosa, pero no reemplaza esa primera y santa -ternura de un corazon que se ha entregado libremente.</p> - -<p>—No sé de donde sacais esas vuestras doctrinas, dijo Jenny -con tono seco; me parece que debiérais respetar vuestra casa para -no traer á ella esas tristes paradojas.</p> - -<p>—Pero, mi buena amiga, en todos los paises del mundo las -jóvenes escojen sus maridos. Ved la América!</p> - -<p>—Somos Iroqueces? interrumpió mi mujer.</p> - -<p>—Ved la Inglaterra, la Alemania, la España misma; allí se -casan con el que aman, y no veo que los matrimonios sean menos -felices que en París.</p> - -<p>—Vos no teneis sentido comun, Daniel.</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_246" id="Page_246">[246]</a></span></p> - -<p>—Es decir, señora, que entre nosotros dos hay alguno á -quien la preocupacion, le ciega y que razona torcidamente.</p> - -<p>Sí, señor, con la diferencia que vos sois el único de vuestra -opinion, y que en Francia todo el mundo piensa como yo.</p> - -<p>Ah! murmuré, hé ahí mi tirano, el señor <i>todo el mundo</i>; vuelvo -á hallarlo en mi casa, y no hay duda, mi mujer valia mas -en América!</p> - -<p>Discutir era inútil, disputar odioso; recurrí á un recurso que -le faltaba á Sócrates; encendí mi pipa, y me puse á soñar.</p> - -<p>La paz no duró mucho tiempo. Enrique entró en el cuarto -y vino á abrazarme tímidamente. Miré á mi hijo, y me costó reconocerle. -Ya no era mi ardiente voluntario, siempre dispuesto -á partir á la India ó á la guerra,—era un lindo mozalvete con -cara de muñeca. En el medio de la cabeza tenia una raya á -guisa de mujer; añadid una camisa bordada, un cuello parado, -una cinta escocesa de corbata. Vamos, parecia una mujer de -paletot; toda su persona tenia no sé qué de gracioso, de delicado -y de indolente.</p> - -<p>—De dónde vienes querido? le dijo su madre.</p> - -<p>—De lo de mi peluquero, mamá.</p> - -<p>Su peluquero! Mi hijo tenia necesidad de un peluquero! -Yo le contemplaba como á una curiosidad.</p> - -<p>Has estado en el picadero, esta mañana? continuó Jenny.</p> - -<p>—Sí, mamá, y en la sala de armas.</p> - -<p>—Muy bien, dije, esos ejercicios viriles me gustan. Es menester -que un jóven sepa andar á caballo, nadar, boxear, tirar -el florete y la pistola; es menester que el hombre civilizado -combata sin cesar la dulzura de una vida que le enerva; pero, -mi querido Enrique, eso no es todo, es menester tambien adoptar -alguna profesion. Tienes diez y seis años; eres un hombre. -Qué piensas hacer?</p> - -<p>—Pobre amor mio! esclamó Jenny, dejadlo gozar de sus bellos -años; todavia no es bachiller.</p> - -<p>—Pues bien, que se haga bachiller!</p> - -<p>—Tengo tiempo, papá, dijo Enrique, bostezando. El año -que viene me darás un repetidor.</p> - -<p>—Para qué? preguntéle.</p> - -<p>—Todo el mundo toma repetidores, dijo Jenny encojiéndose -de hombros. Ved al hijo de M. Petit, el banquero. No -sabia nada, era un idiota. En tres meses un hombre del oficio -le ha metido toda una enciclopedia en la cabeza; ha asombrado -hasta á sus mismos examinadores.</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_247" id="Page_247">[247]</a></span></p> - -<p>Y tres meses despues era tan ignorante como el primer dia.</p> - -<p>—Qué importa? dijo Jenny, era bachiller; es un título que -conduce á todo.</p> - -<p>—Sed pues bachiller, hijo mio, y no esperes el año próximo; -quiero que á los diez y siete años tengas una profesion.</p> - -<p>—Antes debe estudiar derecho! dijo mi mujer.</p> - -<p>—Sí, paseándose tres años en el Bosque y en otras partes, -salvo una enfermedad crónica que se llama el exámen. No -quiero que pierda tontamente tres años, los mas bellos de la -vida, en la ociosidad, ó en tristes placeres! Que Enrique adopte -primero una profesion, y en seguida que estudie derecho sériamente. -Habla, hijo mio, qué profesion escojes?</p> - -<p>—La que querrais papá, respondió abrazando á su madre. -Jenny se sonrió como diciéndole: paciencia, hijo mio, tu padre -no tiene sentido comun.</p> - -<p>—No tienes ningun gusto, ninguna vocacion? pregunté á Enrique.</p> - -<p>—No, papá, eso os toca á vos. En quedandóme, en París, -pudiendo montar á caballo y divertirme con mis amigos, todo -me es igual.</p> - -<p>—Hijo querido, como nos ama! dijo Jenny alizándole los -cabellos.</p> - -<p>—Divertirte! esclamé, quién te ha inspirado semejantes principios? -Amigo mio; no estamos en la tierra para divertirnos. -El trabajo es la órden de Dios, el freno de nuestras pasiones, -la gloria y la felicidad de la vida. En América no hay un solo -hombre que á tu edad no se baste á sí mismo, que no tenga -el sentimiento de su deber y de su dignidad.</p> - -<p>—Daniel, dijo Jenny, con una impaciencia visible, por qué -lo atormentas así cuando no trata sino de agradarte? Esperad -un poco; hará lo que hace todo el mundo.</p> - -<p>—Es decir que no hará nada.</p> - -<p>—Tendrá un puesto.</p> - -<p>—Eso es lo que yo decia, repuse indignado de aquella debilidad -maternal. Un puesto, hé ahí la gran palabra, mi hijo será -empleado!</p> - -<p>—Todo el mundo lo es hoy dia, dijo mi mujer. Mostradme -un hijo de familia que haga otra cosa! A qué singularizaros?</p> - -<p>—Qué! le dije á Enrique, no preferirias ser el artesano de tu -fortuna, y deber tu posicion solo á tu trabajo y á tu talento? -La independencia es acaso nada? No quieres ser abogado, médico, -fabricante, comerciante?</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_248" id="Page_248">[248]</a></span></p> - -<p>—Por qué no le propones que sea almacenero? dijo Jenny, -con un desden que me hirió.</p> - -<p>—Muy bien, señora! Pezar azúcar por su propia cuenta, es -cosa vergonzosa; pero cerrar cartas y empaquetar recibos por -cuenta del gobierno, es noble y glorioso! Y, para llegar ahí, -es menester rogar, solicitar, renegar sus opiniones y adular á -personas cuya mano no se tomaria.</p> - -<p>—Todo el mundo hace otro tanto, dijo Jenny. Os creis mas -sabio y virtuoso que todo el mundo?</p> - -<p>—Oh, preocupacion! preocupacion! esclamé. Pablo-Luis<a name="FNanchor_65" id="FNanchor_65"></a><a href="#Footnote_65" class="fnanchor">[65]</a>, -tú teniais razon: somos un pueblo de lacayos!</p> - -<p>Yo estaba furioso, me paseaba á grandes pasos por el cuarto, -y daba de puñetazos sobre la mesa; Enrique bajaba la cabeza, -y callaba Jenny estaba pálida, y apretando los lábios me seguia -con los ojos.</p> - -<p>—Daniel, me dijo, acabad, os lo suplico, esta escena ridícula; -ya sabeis que soy incapaz de resistir á semejantes emociones. -Cuando reflexioneis á sangre fria, espero que oireis la voz de la -razon.</p> - -<p>En este momento no sabeis lo que decis.</p> - -<p>—Señora, la dije, paréceme que en presencia de mi hijo -esas palabras están fuera de lugar; faltais al respeto que me -debeis.</p> - -<p>—Amigo mio, contestó, vos estais enfermo.</p> - -<p>—Basta! esclamé; esa piedad es impertinente. Os haré ver -lo que es un jefe de familia. A pesar de vuestras preocupaciones -y de vuestras desesperaciones, obligaré á mi hija á que se -case por inclinacion, y á mi hijo á que escoja una profesion -de su gusto,—una profesion independiente.</p> - -<p>—Daniel, sois un loco, dijo Jenny cruzando las manos.</p> - -<p>—Señora yo tengo mi buen sentido, y os enseñaré que soy el -amo de mi casa.</p> - -<p>—Está loco! gritó mi mujer anegándose en lágrimas y echándose -en brazos de Enrique, que se puso á llorar á su vez.</p> - -<p>En aquel momento abrieron la puerta de par en par, y una -voz anunció al señor doctor Olybrius.</p> - -<hr /> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_249" id="Page_249">[249]</a></span></p> - -<h2 id="CAPITULO_XXXIII">CAPITULO XXXIII.<br /> -<span class="smaller">El Doctor Olybrius.</span></h2> - -<p>Entró, lo veo aún.... Una frente calva, con sus correspondientes -mechas de cabello rojo, flotando de derecha á izquierda, -unos anteojos de oro, una sonrisa beata, una triple barba -perdida en las profundidades de una ancha corbata, un frac -verde, con una cinta que ostentaba los colores del arco iris,—todo -anunciaba al tonto que ha tenido buen éxito. Detrás de -él caminaban como dos corchetes, el abogado Reynard, que, -con sus ojos de garduña, parecia buscar siempre un agujero para -ocultarse en él, y el grueso Coronel Saint John, apoyado en su -muleta, y arrastrando su vientre y su gota. Qué me queria -aquel cortejo grotesco? Ay Dios! iba á saberlo á espensas -mias.</p> - -<p>—Buen dia, hermosa dama, dijo Olybrius, tomando la mano -de mi mujer y posando en ella sus lábios; os habeis repuesto -de vuestras fatigas y emociones? Cuidaos señora, cuidaos; el -corazon es el órgano débil en las mujeres; no os dejeis asesinar -por vuestra sensibilidad.</p> - -<p>—Buen dia, doctor, continuó con aire de caballero, tendiéndome -una mano que no me atreví á rehusar; cuánto me alegro de -veros en pié. Así, es en calidad de amigo y no de médico como -me presento. Lo he dicho á estos señores, que, como vecinos, -venian á saber de vuestra salud, y que no se atrevian á entrar -conmigo.</p> - -<p>—Buen dia, señor Lefebvre, dijo el Coronel. Carambola que -hemos estado enfermos! Pero la caja es buena; estoy muy -contento de veros; voto á sanes!</p> - -<p>Reynard no hizo ningun juramento, pero en el tono mas<span class="pagenum"><a name="Page_250" id="Page_250">[250]</a></span> -melífluo me hizo un cumplimiento tan ambiguo, que me hirió -sin saber por qué.</p> - -<p>—Cómo os sentís? me dijo Olybrius.</p> - -<p>—Muy bien, contesté.</p> - -<p>—Tanto peor, dijo él, eso no es natural,—prueba que el -veneno no ha salido del todo. Despues de ocho dias de estragos -causados por el ópio, debiérais estar medio muerto, sin pulso y -sin voz.</p> - -<p>—Es de hierro, dijo el Coronel. Sopla! qué carabinero -habria sido.</p> - -<p>—Querido cofrade, dije á Olybrius, vuestro diagnóstico os -ha engañado. Mi caso es tan estraordinario, que en vuestro -lugar cualquiera otro sábio se hubiera olvidado de su latin. -No he sido envenenado con ópio; he sido magnetizado y transportado -á América, de donde he vuelto esta noche.</p> - -<p>—Arre! con la bola, esclamó el Coronel; yo he mandado un -rejimiento de gascones, que no tenia compañero para la charla -y la guerra; pero la palma es vuestra!</p> - -<p>—Querido cofrade, dijo Olybrius, con voz agridulce, yo sé -siempre lo que digo. Los hechos están ahí; nada hay tan -brutal como un hecho. Que vos os imajineis haber estado en -América, eso no me sorprende, es efecto del ópio; pero yo que -os he cuidado ocho dias y ocho noches, afirmo que habeis -estado en carne y huesos en vuestra cama, y que no habeis -salido de París.</p> - -<p>—Señor, contesté, vengo de un pais donde reina la verdad en -toda su estension. Allí he adquirido horror á las mentiras -oficiales y no oficiales; creed lo que os plazca, yo no puedo -deciros sino una cosa: en cuerpo ó en alma, no sé en cuál de los -dos, he pasado ocho dias en América.</p> - -<p>—Efecto del ópio, dijo Olybrius, sacando su caja de rapé y -saboreando una narigada. El cérebro no está despejado, la -ilusion persiste. Querido señor, es menester reaccionar con -vuestra razon, de lo contrario los lóbulos cerebrales se harán el -teatro de un desórden grave y persistente. En semejante caso, -vos lo sabeis, el primer remedio es desechar una idea fija, creyendo -las cosas bajo la palabra del médico. Vos no habeis -es-ta-do en A-mé-ri-ca, añadió, escandiendo cada una de esas -palabras con tono imperioso.</p> - -<p>—Señor, le dije, me permitireis que me quede con mi opinion.</p> - -<p>—Daniel, esclamó mi mujer desolada, en nombre del cielo -no insistais, ved que os perdeis!</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_251" id="Page_251">[251]</a></span></p> - -<p>—Válgame Dios, querida amiga, repuse sonriendo, y con -qué voz me dices eso. Me parece que oigo á la pobre Rachel -en el papel de <i>Roxane</i>:</p> - -<div class="poetry-container"> -<div class="poetry"> -<div class="verse"><i>Ecoutez Bajazet! je sens que je vous aime,</i></div> -<div class="verse"><i>Vous vous perdez; gardez de me laisser sortir.</i></div> -</div> -</div> - -<p>Por toda respuesta Jenny alzó los brazos al cielo, y tomando -á Enrique de la mano huyó del cuarto ocultando la cabeza en -su pañuelo.</p> - -<p>—Mil bombas! dijo el Coronel, por qué aflijís á vuestra -mujer! Qué diablo! se puede mentir para ser agradable á las -damas. No sois francés, con mil de á caballo!</p> - -<p>—Querido vecino, dijo el abogado hablando á media voz, -como si comenzára un alegato,—razonemos. Si habeis estado en -América, debeis haber visto aquel país en detalle, debeis conocerlo -á fondo; si habeis soñado, no podeis tener al respecto, -sino ideas incompletas, confusas, y, para decirlo todo de una vez, -quiméricas. Permitidme que os dirija algunas preguntas que -os conducirán á la vida real, y que os permitirán que os convenzais -por vos mismo de la falsedad ó verdad de vuestras impresiones.</p> - -<p>—Hablad, señor, os escucho.</p> - -<p>—Durante vuestra estadía en América, habeis visto á las jentes -tirarse de pistoletazos en la calle? Han colgado á dos ó tres personas -por dia, en virtud de esa ley de la linterna, de esa <i>Lynch -Law</i>, cuyo nombre nos han tomado los Americanos, y quizá la -idea?</p> - -<p>—Señor, contesté, dejad á los diarios esas faramalladas. Los -Americanos son cien veces mas pacíficos y civilizados que nosotros. -Hasta el duelo es allí desconocido.</p> - -<p>—Arre! dijo el Coronel, eso es demasiado. Existe acaso un -pais donde no se batan? Entonces en ese convento no hay -sino relijiosas del Sagrado-Corazon?</p> - -<p>—Efecto del opio, dijo Olybrius; todo se vé color de rosa.</p> - -<p>—Decid color de carbon de piedra, dijo el Coronel. Arre! -Pues si yo estuviera en aquella barraca, á todos les daria de bofetones -para ver si tienen corazon en el vientre.</p> - -<p>—Hay un gobierno en América, dijo el abogado, ó al menos -habeis encontrado por casualidad el rastro de él?</p> - -<p>—Señor, dije, hay el mas hermoso de los gobiernos: el que -administra menos; el que á los ciudadanos deja mayor libertad -para gobernarse á sí mismos.</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_252" id="Page_252">[252]</a></span></p> - -<p>—Efecto del opio! repuso Olybrius. Quién no sabe que la -América es una anarquía viva?</p> - -<p>—Señor, dije impacientado, daos el trabajo de ir á los Estados -Unidos; hallareis allí un Gobierno Central, treinta y cuatro -Estados particulares, treinta y cinco Senados<a name="FNanchor_66" id="FNanchor_66"></a><a href="#Footnote_66" class="fnanchor">[66]</a> y treinta y -cinco Cámaras de Representantes. No puedo suponer que sean -salvajes los que han imajinado semejantes combinaciones.</p> - -<p>—Arre! dijo el Coronel, treinta y cinco nidos de abogados y -de charlatanes. Si semejantes locuras fueran posibles, yo haria -espresamente el viaje, para hacer saltar por la ventana esas treinta -y cinco nidadas!</p> - -<p>—Presenten armas, <i>pré-pá</i>; y todos los pájaros echan á volar; -entonces si que se tiene un gobierno que no se enfurruña.</p> - -<p>—Hay ministerios? repuso el abogado con su voz menos -aguda.</p> - -<p>—Sin duda.</p> - -<p>—Un Ministerio, de Cultos, por ejemplo?</p> - -<p>—No, las Iglesias son sociedades independientes. Cada cual -puede abrir un templo sin tener nada que temer de la ley.</p> - -<p>—Es imposible, dijo el abogado. Seria entregar la sociedad -á las intrigas de los frailes y á todos los odios relijiosos. Habria -todos los dias una San Bartolomé.</p> - -<p>—Señor, respondí, la cosa puede ser imposible, pero existe; -y añado que en ningun pais hay mas tolerancia y caridad.</p> - -<p>—Efecto del opio! dijo Olybrius.</p> - -<p>—Y no solo la Iglesia es libre, continué, animándome, sino -la escuela y el hospicio tambien. Cada cual puede enseñar, cada -cual puede aliviar la miseria sin necesidad de tenderle la -mano al gobierno, ni de dirijirse á la policia como si tratára de -allanar un lugar sospechoso.</p> - -<p>—Es un sueño, dijo el abogado, es materialmente imposible.</p> - -<p>—Efecto del opio! dijo Olybrius.</p> - -<p>—Doctor Olybrius, esclamé, si alguien tiene una idea fija en -este momento, me parece que no soy yo.</p> - -<p>—Yo no tengo idea, doctor Daniel, repuso, pongo por testigos -á estos honorables señores; me basta hacer constar que hasta -ahora no nos habeis dicho una palabra que tenga sentido -comun.</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_253" id="Page_253">[253]</a></span></p> - -<p>—Hay un consejo de Estado en América? repuso el abogado, -que tenia toda la tenacidad de un juez de instruccion.</p> - -<p>—No, señor, la justicia basta á todo, la administracion está -sujeta á ella.</p> - -<p>—Qué quimera! dijo Reynard, un pueblo no viviria seis meses -sin esa admirable separacion de poderes, que hace la gloria -de nuestra inmortal Constitucion. Suponed que la salud del -Estado exije que os pongan preso sin forma de juicio, qué harian -en vuestro pais de Hurones?</p> - -<p>—Qué harian? El procedimiento está marcado. Emplazarian -al audaz que se colocára sobre las leyes y le condenarian á -unos cien mil francos de daños y perjuicios.</p> - -<p>—Y los prefectos, no pensais, que entonces seria un empleo -inútil.</p> - -<p>—Los prefectos, repuse, no los hay.</p> - -<p>—No hay prefectos, esclamó riendo; con que no hay prefectos? -Qué quereis que hagan los ciudadanos, sino se obra por -ellos.</p> - -<p>—Buen Dios, repuse, harán por sí mismos sus propios negocios. -No habeis pensado en ello todavia, señor hombre de Estado?</p> - -<p>—No, dijo secamente, yo no pienso sino en las cosas posibles. -Quién dirije allí el espíritu público, y les enseña á los ciudadanos -á pensar?</p> - -<p>—Nadie.</p> - -<p>—Qué! no hay directorio en la prensa?</p> - -<p>—No, señor. En aquel pais de Hurones, como vos lo llamais, -cada cual dice é imprime lo que quiere, bajo la exclusiva garantia -de la justicia y de la ley. Los diarios son considerados -allí como un beneficio. Se les favorece y multiplica en todas -direcciones. No se les exije fianza, no pagan timbre,—nada, -nada impide que la luz se esparsa, nada traba la libertad.</p> - -<p>—Sopla! dijo el coronel; vaya un pais donde tendrá que hacer -la jendarmeria.</p> - -<p>—Allí no hay jendarmes, señor coronel.</p> - -<p>—No hay jendarmes! esclamó. Pues no exijo mas, y digo -vecino, que si no estais loco de atar, que echen abajo á Charenton. -No los he visto nunca de vuestro calibre; no hay jendarmes! -Porqué no decis inmediatamente: no hay ejército, no hay -infanteria, no hay caballeria, no hay artilleria, no hay jenerales, -ni coroneles, ni capitanes; aquella sociedad se compone de paisanos -ó Iroqueses, una sociedad nunca vista.</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_254" id="Page_254">[254]</a></span></p> - -<p>—Coronel, le dije, durante sesenta años la América no ha -tenido necesidad de ejército; cuando la paz y la Union se restablezcan, -licenciará el que tiene, porque como decis, aquella sociedad -se compone de paisanos.</p> - -<p>—Basta jóven, dijo frunciendo el ceño. Respetad mi bigote -blanco. Tengo buen jénio, voto vá á sanes! Pero tengo ensartado -algunos por haber charlataneado muchísimo menos de -lo que vos lo habeis hecho durante un cuarto de hora.</p> - -<p>—Efecto del opio, dijo Olybrius. Cómo han de vivir sin jendarmes -ni ejército? Podrian á cada hora del dia reunirse en -la calle, ó en otra parte, hablar de política, criticar al gobierno, -salir armados y qué sé yo.</p> - -<p>—En efecto, señor, repuse, todo eso se hace y la paz no es -turbada. Los ciudadanos libres, y acostumbrados á la libertad -saben conducirse por sí mismos. Cuando hay necesidad, la ley -está ahí, basta un oficial de policia y un juez para mantener ó -restablecer el órden.</p> - -<p>—Basta, dijo Reynard, lanzándole una mirada á Olybrius. -Doctor, estoy convencido.</p> - -<p>—Y la medicina, dijo el solemne imbécil, dando vuelta su caja -de rapé entre los dedos, cómo es ejercida en ese pais de cucaña?</p> - -<p>—Precisamente, respondí, es una de las cosas que me ha llamado -mas la atencion; las mujeres, la practican, y con éxito.</p> - -<p>—Arre! dijo el coronel, ojalá hubiera tenido de mayor un -guardapiés, cuando estuve tres meses echado de espaldas en -Constantina con una bala en la pantorrilla! Habria dado todos -los medios por una médica.<a name="FNanchor_67" id="FNanchor_67"></a><a href="#Footnote_67" class="fnanchor">[67]</a> Y vaya un <i>calembour</i>!</p> - -<p>—Por supuesto que esa no es la única profesion que las mujeres -ejercen; se han apoderado de la enseñanza; ellas son las que -educan á la jóven América.</p> - -<p>—Eso debe hacer lindos soldados, dijo el coronel. Hé ahí -una escuela donde deben enseñar á darse de trompadas, primer -aprendizaje de la guerra y de la civilizacion! Qué produce -esa educacion? Tenderos y modistas.</p> - -<p>—Produce seiscientos mil voluntarios que se baten como -héroes.</p> - -<p>—Vamos, vamos, dijo el coronel, no me reciteis el diario. Hace -dos años que mi gaceta me habla todos los dias de esos famosos<span class="pagenum"><a name="Page_255" id="Page_255">[255]</a></span> -conscriptos que corren unos tras de otros sin alcanzarse -jamás. Ah! si yo estuviera allí, solo con mi 14ᵒ de infanteria -lijera, cómo me divertiria, satisfaciendo los votos del gobierno. -Estoy harto de América; pido que me hablen de otras revoluciones, -para variar un poco y divertirme.</p> - -<p>—Coronel, supongo que no defendeis la esclavitud.</p> - -<p>—Un bledo se me dá de vuestros morenitos; pero en cuanto -á vuestros Americanos los exécro. Es una turba de pobretes -y demócratas que está dando el peor ejemplo á la Europa y -echando una mancha á la civilizacion. Así deseo que el Norte -se trague al Sud, y que se ahogue tragándolo. Hé ahí mi política, -y hay muchos otros de mi opinion, voto vá á sanes!</p> - -<p>—Señor, me dijo Olybrius, levantándose con majestad, permitidme -reasumir en algunas palabras vuestra conversacion. -Las contestaciones de estos señores, vuestros amigos y vecinos,—contestaciones -llenas de sentido y de verdad, han debido convenceros -de que vuestro cérebro no se halla en estado normal. -Una sociedad sin administracion, sin ejército, sin jendarmes, la -libertad salvaje de rezar, de pensar, de hablar, de obrar cada -cual á su manera, es á no dudarlo, convendreis en ello, una de -esas abominables pesadillas que solo el opio puede producir. -Vuestro sistema no duraria un cuarto de hora siquiera; es la negacion -de todos los principios y de todas las condiciones de esa -civilizacion que hace la unidad de nuestra gran nacion. Constituyendo -una administracion jerárquica y centralizada,—la sabiduria -de nuestros padres hace mucho tiempo que ha elevado á -la Francia al primer puesto, enseñándoles á los Franceses que la -libertad es la obediencia. Nuestra gloria y nuestra fuerza estan -ahí, no lo olvideis querido cófrade, y volved en vos. Esas -ideas anárquicas que turban vuestro cérebro, que jamás entrarán -en una cabeza francesa, os dicen suficientemente que estais -enfermo y tanto mas, cuanto que no lo sentís. Es urjente que -os cuideis; añado que solo un tratamiento enérjico puede devolveros -la posesion de vos mismo y la calma que habeis perdido.</p> - -<p>—Porqué no decis inmediatamente que estoy loco y que es -menester encerrarme?</p> - -<p>Olybrius suspiró, tomó una narigada de rapé con el índice y -el pulgar, la aspiró lentamente, y me miró con aire contrito.</p> - -<p>—Pobre amigo, dijo, estais gravemente atacado, pero yo os -salvaré, sí, os salvaré aun á vuestro pesar.</p> - -<p>Sentía que la cólera tronaba en mi corazon, y me contenia á -duras penas.</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_256" id="Page_256">[256]</a></span></p> - -<p>—Señor, le dije, acabemos esta comedias; hace mucho tiempo -que dura y estoy fatigado.</p> - -<p>Olybrius se puso colorado hasta las orejas.</p> - -<p>—Señor, dijo, engrosando la voz, vos lo tomais en un tono -singular.</p> - -<p>—No os incomodeis, querido doctor; os dariais un ataque -de aplopejía.</p> - -<p>—Doctor Daniel, díjo rechinando los dientes, yo no sufro inpertinencias. -Sabe usted con quien habla, mi hombrecito?</p> - -<p>—Sí, con un hombron, con un tonto.</p> - -<p>—Caballero, dijo, olvida usted que tiene delante un hombre -condecorado por todos los soberanos de Europa?</p> - -<p>—Deveras! esclamé, tengo visto muchos. Oid su historia. -Se hace empastar en marroquin colorado un volúmen de necedades, -se le depone en la embajada, y no pasa mucho tiempo sin -ser nombrado comendador ó caballero del Hipopótamo ó del -Cóvidor. Cruces! es la limosna que los príncipes arrojan á los -mendigos de la literatura.</p> - -<p>—Sabeis señor, repuso, Olybrius, echando espuma de rabia -sabeis que á los treinta y dos años he sido nombrado miembro -de la academia de medicina por unanimidad.</p> - -<p>—Pardiez! repuse, ahora veo que tengo mas razon de lo que -creía. Si hubiérais tenido talento habriais tenido enemigos; -os hubieran hecho esperar hasta los cincuenta años y no habriais -sido recibido sino por un voto de mayoria. Los tontos no -ofuscan á nadie, y así entran á la academia como en un molino.</p> - -<p>Habia ido demasiado lejos, lo comprendia. El coronel reía -á descostillarse; pero Reynard me miraba de una manera estraña, -y Olybrius se ahogaba. Ví el momento en que cambiándose -los papeles, era el enfermo quien iba á sangrar al médico. El -abogado tenia sin duda oro potable en su gasnate; dos palabras -dichas al oído de Olybrius le devolvieron al imbécil toda su -serenidad. Una sonrisa diabólica iluminó los pliegues de su -rostro. Se acercó al coronel, le pegó en el hombro, y le llevó á -un rincon, siempre seguido de Reynard, su fiel consejero.</p> - -<p>Esa manera de obrar, ese conciliábulo, tenido en mi casa y -sin mí, me pareció estraño. Me paseaba á grandes pasos, próximo -á estallar, cuando Olybrius salió sin saludarme. Reynard, -al contrario, me hizo una profunda reverencia. El coronel se -me acercó con aire alegre. Sus ojos brillaban.</p> - -<p>—Sabeis, dijo, frotándose las manos, que lo habeis puesto de -lo lindo al parroquiano?</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_257" id="Page_257">[257]</a></span></p> - -<p>—He hecho mal? respondí.</p> - -<p>—No digo eso, repuso Saint Jean; me habeis dado un gran -placer, voto vá á sanes. Detesto esos paisanos que se hacen -cubrir de decoraciones sin haber jamás arriesgado sino la piel -de otros; pero, entre nos, el hombre no vá contento! Es natural, -no es verdad? Dice que le habeis insultado; exije que le -deis una satisfaccion.</p> - -<p>—Yo? esclamé.</p> - -<p>—Estad tranquilo, dijo el coronel, le he hecho entender la -razon, y he arreglado el negocio.</p> - -<p>—Muy bien.</p> - -<p>—Os batís.</p> - -<p>—Qué nos batimos? dije muy asombrado. Y cuando?</p> - -<p>—Al instante,—<i>sobre la marcha</i>, como se decia en el rejimiento.</p> - -<p>—Es muy peligroso dejar enfriar estas cosas. Por haber esperado -veinticuatro horas he perdido diez ocasiones. Mi carruaje -está abajo; podemos partir; tengo pistolas exelentes, os -gustarán. A treinta pasos he hecho saltar la oreja de un caballerito, -que me miraba de reojo so pretesto de que era visco. -Vamos, amigazo, los momentos son preciosos. Adelante, voto -vá á sanes!</p> - -<p>—Dentro de un momento soy con vos.</p> - -<p>—Vais á abrazar á vuestra mujer é hijos? mal sistema! eso -enternece y la mano tiembla despues. Nada de adioses trájicos; -bebed un vaso de Madera y fumad dos cigarros; eso retempla -la moral y le dá nervio al antebrazo.</p> - -<p>—No tenia ninguna necesidad de exitar mi valor; la cólera -me arrebataba. Entré en el salon, Jenny pálida y muda estaba -allí con sus hijos abrazados; todo lo habian oído.</p> - -<p>—Partís con el doctor? me dijo Jenny con agonizante voz.</p> - -<p>—Sí, querida amiga; probablemente estaré ausente algunos -dias.</p> - -<p>—Volvereis pronto? dijo; en seguida se detuvo como asustada.</p> - -<p>—Sí, respondí, volveré pronto si Dios lo quiere. Dejadme -abrazaros á todos antes de partir.</p> - -<p>—Adios, mi querido Enrique; recuerda mis consejos. Nada -han hecho para darte voluntad, es una gran desgracia; las -pasiones toman en nuestra alma el lugar que la voluntad no -ocupa. Hazte convicciones razonadas y un carácter enérjico; -así es uno hombre. Toma una profesion independiente; no -esperes la fortuna sino de tí mismo. No inclínes la cabeza ante<span class="pagenum"><a name="Page_258" id="Page_258">[258]</a></span> -nadie, no tengas que ruborizarte ante Dios, y no te inquietes -del porvenir. La felicidad no está en las cosas de la tierra, si -no en la alegria de una buena conciencia; la verdadera grandeza -es la de un hombre honrado, que se ha elevado por el trabajo -y la virtud. Adios, sé cristiano y ciudadano; recuerda que -para dominar el egoismo que nos devora, hay dos fuerzas invencibles: -el amor de Dios y el amor de la libertad.</p> - -<p>Adios, mi Susanita, escoje tú misma tu marido. No mires -ni la posicion ni el dinero, mira el corazon, en él está la única -riqueza que nada tiene que temer del tiempo ni de los azáres. -Toma sobre todo un hombre á quien estimes y que piense -como tú; ten orgullo del padre de tus hijos. El amor se vá, la -confianza y el respeto quedan en el hogar, y con el tiempo llegan -á ser algo mas dulce y santo que el amor. Cuando tengas -hijos, deja espandir sus almas; no les enseñes la cruel sabiduría -de esa sociedad que todo lo reduce al interés; déjalos soñar, -como su abuelo, aunque como él deban sufrir. Los mas desgraciados -aquí abajo no son los que lloran.</p> - -<p>—Adios mi querida Jenny, perdonadme si os he ofendido y -permitidme que os dé un último consejo. Vosotras las Francesas, -teneis demasiado espíritu y penetracion; para ser dichosas -es necesario mas simplicidad. Por qué salir siempre? el -mundo no puede ofreceros sino ajitacion y fastidio. Recordad -lo que ha dicho San Pablo: “El hombre no ha sido creado para -la mujer, pero la mujer ha sido creada para el hombre.” Casaos -con vuestro hogar, daos por placer el hacer la voluntad de -vuestro marido, y por último sed la reina de esa colmena donde -Dios os ha colocado: en ella está la felicidad que buscais -fuera, y que os espera en vano en una casa desierta. Ah, mi -Jenny, porque no hemos nacido en América,—allí residian el -amor y la felicidad!</p> - -<p>Mi mujer estaba muy ajitada; lloraba, pero al oír mis últimas -palabras se retiró de mis brazos, sollozando cuando la abrazé. -Enrique recibió mis caricias con aire frio y embarazado; -solo Susana se colgó de mi cuello y me inundó con sus lágrimas.</p> - -<p>Volví á abrazarlos á todos, y partí para no volver mas. Bajar -la escalera, subir en el carruaje donde el coronel me esperaba -con sus pistolas, fué asunto de un instante. Pregunté á -Saint Jean á donde íbamos.</p> - -<p>No lo sé, dijo; seguimos el carruaje de Olybrius, creo que -nos lleva á Saint-Mandé, á algun jardin particular. Desde<span class="pagenum"><a name="Page_259" id="Page_259">[259]</a></span> -que han desfigurado Vincennes y el Bosque para hacer Parques -ingleses, no hay donde divertirse. Batíos en una avenida que -dá vuelta; apartad todas esas jentes que os siguen la pista pisando -vuestras pisadas. Nos falta un campo cerrado en Paris; -es una vergüenza para el viejo honor francés, voto vá á Sanes.</p> - -<p>El coronel estaba monótono y se repetia mucho; me apresuré -á ofrecerle un cigarro que le tapó la boca, y, hundiéndome en -un rincon del carruaje, seguí la moda francesa que consiste en -reflexionar cuando ya no es tiempo. A mi edad, y por una causa -semejante, aquel duelo era una locura, á la que me habia dejado -arrastrar por un tonto brutal. Iba decidido á no contestar -al fuego de Olybrius; pero eso no me justificaba. Necio de mi -que no habia sido capaz de resistir á una estúpida preocupacion! -En aquel momento si, que recuerdos y remordimientos me trasportaban -á América! Volvia á ver las dulces y leales fisonomías -de aquellos buenos y sincéros amigos que me habian elevado -hasta ellos. Truth, Humbug, Naaman, Green, Brown -mismo sonreian á mi alrededor, y con ellos toda aquella familia -Americana que hacia la alegria de mi corazon, sin olvidar á Marta -ni á Zambo. Qué diferencia entre los dos paises! El Paris -en que estaba me parecia una ciudad estranjera, las calles de mi -infancia habian desaparecido, y con ellas mis recuerdos; mis vecinos -me parecian ignorantes, vanidosos, egoistas; sus actos, su -lenguaje, todo era convencional; nada habia en ellos de verdad -ni de simplicidad. En ocho dias, pasados en Massachusetts, respirando -la atmósfera de la libertad, habia vivido mas que en Paris -durante cincuenta años. Mis ojos se habian abierto, el viejo -hombre habia desaparecido; mi patria estaba allí donde me amaban, -allí donde vivia; mi alma volaba al otro lado del Océano.</p> - -<p>Absorto en aquel fantaséo no volví en mí sino al bajar del carruaje. -Estábamos en el patio de una gran casa, con ventanas -de reja,—algo parecida á un convento, á un colejio ó á una cárcel. -En el fondo habia un jardin que Reynard me designó como -lugar del combate, invitándome á entrar en él, mientras arreglaba -con el coronel y dos amigos todas las condiciones del duelo.</p> - -<p>Avancé sin desconfianza; de repente cerraron la reja tras de -mí; volvíme, cuatro hombres vigorosos me cojieron de piés y -manos; resistí como un furioso, grité, ahogaron mi voz. En un -abrir y cerrar de ojos fuí llevado á una sala baja, echado, sujetado -y atado en un sofá. En seguida todo se puso á dar vuelta -delante de mi con una increible celeridad; una masa de agua -helada cayó sobre mi cabeza, y me desmayé.</p> - -<hr /> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_260" id="Page_260">[260]</a></span></p> - -<h2 id="CAPITULO_XXXIV">CAPITULO XXXIV.<br /> -<span class="smaller">Un loco.</span></h2> - -<p class="center"><i>Saint-Mandé, casa del Doctor Olybrius.</i></p> - -<p class="right">20 de Abril de 1862.</p> - -<p>—Hay tres clases de personas que la ley desdeña, abandonándolas -á la administracion: las jóvenes, los locos y los periodistas. -Pero, cualquiera que sea su maldad (hablo de los periodistas), -ó su falta, conceptúo que esos miserables no son indignos -ni de justicia ni de piedad. Si son culpables, por qué -no se les juzga? Si son desgraciados, por qué se les trata como -á culpables? Es una cuestion que recomiendo á los filántropos -en disponibilidad. Hermoso es sin duda rescatar chinitos; -salvar del fuego á las viudas de Malabar que siguen á sus esposos -hasta la muerte (el ejemplo podria llegar á ser contajioso), -pero se me ocurre que quizá no seria malo defender á la humanidad -en Francia, y darle las garantias del derecho comun, á -pobres criaturas, víctimas de la educacion, del nacimiento ó de -la sociedad. Y vaya otro sueño que debo guardar para mi, sino -quiero esponerme de nuevo á las duchas ó á la sangre.</p> - -<p>—Mi suerte está fijada; he jugado contra la preocupacion -una partida peligrosa,—he perdido. Un tonto que se intitula -médico, me ha declarado loco; mis buenos amigos han confirmado -con placer la sentencia de la ignorancia. Héme encerrado -y para siempre. Podré apagar en mi cérebro esta llama -que lo ilumina? Podré renegar la verdad? Nó! he conocido -la libertad, he probado con el borde de los lábios esa miel que -embriaga, he entrevisto el eterno ideal, soy un loco! no quiero -sanar.</p> - -<p>—Los Franceses tienen todavia mas talento del que se atribuyen. -Aprisionar á las jentes que piensan, que razonan y hablan, -es un golpe de mayoria cuyo éxito es infalible. Donde -está la fuerza, allí está la opinion. Adelante, dichosos carneros! -ramonead en silencio; decios balando que sois los reyes del<span class="pagenum"><a name="Page_261" id="Page_261">[261]</a></span> -mundo; no son vuestros pastores los que os rehusarán ese inocente -placer. Divertíos, gozad de la vida, nada teneis que temer; -los insensatos están bajo de llave, turbarian vuestra quietud; -cuantos mas son los sabios tanto mas se rie.</p> - -<p>—Mi mujer no viene á verme; es tan sensible! la piedad la -mataria! Qué me importa de mis hijos. Pobre Enrique, podria -darle mi enfermedad, y entonces linda fortuna haria! Y -tú, Susana, te amo demasiado para hacerte llorar. Las lágrimas -de una hija es la única prueba que puede conmover á un -mártir.</p> - -<p>—Mis vecinos no me han olvidado. Rose me escribe que -mi aventura no le ha sorprendido. Reconoce en ella la mano -de los Jesuitas; mi mujer iba con demasiada frecuencia á misa! -Ha hallado el rastro de un vasto complót tramado por los reverendos -padres; ellos son, dice, los que empujan el Norte sobre, -el Sud, los que mueven la Europa y preparan la caida del Sultan. -Todas las revoluciones son obra de ellos; ellos son la causa -de todas las miserias; su diario le ha revelado ese misterio de -horror é iniquidad. Rose es un hombre sensato, puesto que -se pasea por la calle,—yo soy un loco puesto que estoy encerrado!</p> - -<p>—Hé aquí una carta del coronel. El bravo Saint-Jean se -escusa de haber ayudado á mi arresto sin saberlo.</p> - -<p>—Ha querido, dice, cortarle las orejas á Olybrius, el pillo se -ha negado á la operacion. El coronel añade que si ha cometido -alguna falta está pronto á repararla. Para quitarme el derecho -de quejarme, me ofrece que nos levantemos mútuamente -la tapa de los sesos. El juego no es igual; no puedo aceptar su -amable proposicion. Saint-Jean me habla de política; la guerra -estalla para él en todas partes al acercarse la primavera, y -su alegria es inmensa. Es un soldado: está convencido de que -los hombres han venido al mundo para matarse unos á otros. -Si las madres, al través de angustias infinitas, educan á sus hijos -hasta veinte años,—es para enviarlos al matadero. El coronel -está libre; es un hombre razonable, yo soy un loco!</p> - -<p>Leamos el diario; no soy sino un espectador que, desde su -palco enrejado, mira la comedia y á los actores de su tiempo. -Usemos del único derecho que me resta,—silvemos.</p> - -<p>“Acaba de aparecer una nueva obra de Mr. Reynard, nuestro -gran orador, nuestro célebre publicista. Este libro, que no -puede dejar de abrirle al autor las puertas de la academia de -ciencias morales y políticas, se intitula <i>La Unidad</i>. Mr. Reynard<span class="pagenum"><a name="Page_262" id="Page_262">[262]</a></span> -demuestra de una manera invencible que todos los sufrimientos -y todas las revoluciones de la Francia son debidas á -una causa única: la debilidad de la centralizacion. Hoy dia -que los caminos de hierro y los telégrafos han suprimido la -distancia, la Francia, el pais modelo, puede hallar al fin una -constitucion que le permita realizar sus grandes destinos. El -autor reune el poder espiritual y el poder temporal en las -mismas manos,—admirable secreto para acabar con todas esas -disenciones que destrozan al mundo hace quince siglos; suprime -los consejos municipales, los consejos jenerales, las -cámaras, la prensa, y todos esos medios de oposicion, escusables -quizá en una época crítica, en una edad de lucha -y de transicion, pero que ya no tienen razon de ser en un siglo -orgánico como el nuestro, y con la primer raza centralista -del globo. Un solo hombre, un Papa civilizador, colocado en -el hogar del Estado, teniendo en su gabinete el nudo de la red -telegráfica, gobernará toda la Francia por su infalible é irresistible -voluntad. Organo de la soberania popular, será la democracia -personificada,—la nacion hecha hombre. Desde ese -momento nada podrá trabar ya el progreso; todas las divisiones -habrán cesado; todas las cabezas de la anarquia habrán caido -de un solo golpe.</p> - -<p>“Desde que se entra en el detalle, es imposible no ser seducido -por la simplicidad del sistema. Es el sello de las grandes -invenciones. En adelante ya no habrá en Francia sino una alma -y un pensamiento. El pais entero será una gran é injeniosa -mecánica, conducida y regulada por un solo motor. Quién -podrá turbar esa gran armonía formada por una sola nota? Un -mismo despacho repetido en los cuarenta mil comunes, transformará -á cuarenta millones de ciudadanos de la noche á la mañana.—Trabajad, -dirá el telégrafo, y en el acto habrá trabajo para -todo el mundo.—Sed instruidos, y la ignorancia cesará.—Sed -virtuosos, y la Bolsa se cerrará.—Sed dichosos, y nuestra dicha -se hará.</p> - -<p>“Es increible que la humanidad haya vivido tanto tiempo -sin realizar este maravilloso descubrimiento, que inmortalizará -el nombre de Mr. Reynard. Pero qué! el vapor es de ayer; y -el telégrafo de hoy dia! Por lo demas, nuestros reyes han tenido -el sentimiento de esa verdad que un hombre de jénio pone -en evidencia ahora. Sin inquietarse jamás del derecho de la -justicia, nuestros soberanos han derribado las resistencias que -les embarazaban; es por esto que la historia admira á los Francisco<span class="pagenum"><a name="Page_263" id="Page_263">[263]</a></span> -I, á los Richelieu, á los Luis XIV, y á los Napoleon. San -Simon ha entrevisto esa bella reforma; pero la gloria de ser su -profeta, pertenece sin disputa al ilustre y profundo Reynard. -No hay un solo Francés que no le envidie su descubrimiento y -su éxito.”</p> - -<p>—Ay Dios! pensaba, Mr. Reynard se pasea y va donde quiere; -se le admira y se le envidia, es algo mas que un filósofo, es -un grande hombre, y yo........ yo soy un loco!</p> - -<p>—Qué veo? El nombre de mi verdugo. Qué ha podido hacer -este intrigante? leamos:</p> - -<p>“La Academia de Medicina ha recibido ayer una comunicacion -del mas alto interés. Una de nuestras reputaciones médicas, -el célebre doctor alienista Olybrius, ha leido una memoria -sobre el espíritu, el jénio y la locura. Ha demostrado que, por -efecto del nudo simpático, que une en nosotros las funciones -del cérebro con las del estómago,—es este último órgano el que, -en último resorte, produce y domina todas esas fuerzas nerviosas -que la vulgaridad llama <i>facultades</i>. El espíritu es una neuroma, -el jénio una gastritis crónica y la locura una gastritis -aguda. En apoyo de su sistema el doctor ha citado un ejemplo -de los mas curiosos,—teniendo actualmente en sus manos un -preciosísimo sujeto para sus esperimentos. Es un cierto doctor -F...., que, en su locura, se imajina que ha sido transportado -á los Estados-Unidos, habiendo permanecido allí toda una semana. -Hay en el delirio de este pobre hombre una mezcla de -alucinaciones, de recuerdos y de ideas orijinales, que el doctor -Olybrius sigue y observa con el mayor cuidado. La enfermedad -es aguda en el mas alto grado; el sabio Olybrius no desespera -de reducirla al estado crónico, trasformándola á fuerza de -sangrias y de dieta, y mediante una alimentacion habilmente -sistemada. Si lo consigue, el problema está resuelto. De un loco -curado á medias se hará un hombre de jénio. En el acto que -termine la esperiencia, el sabio alienista presentará el sujeto á -la Academia. Es escusado llamar la atencion sobre las consecuencias -de esta prodijiosa invencion. La Francia carece de -grandes hombres, cuando nada le sería mas fácil que fabricarlos -y suministrarlos al mundo entero. En Charenton solo, hay tres -mil enfermos que con un buen réjimen, y en menos de seis meses, -podrian ser transformados en poetas, músicos y artistas de -toda especie. Hay allí cientos de Mozarts y Rafaeles ignorados.</p> - -<p>“Esta lectura salpicada de rasgos picantes y de palabras injuriosas,<span class="pagenum"><a name="Page_264" id="Page_264">[264]</a></span> -ha sido escuchada en profundo silencio, frecuentemente -interrumpido por lisonjeros murmullos. No se tiene mas talento -que el doctor Olybrius; oyéndolo hubimos de temer por -su salud, pero nos tranquilizamos viendo la solidez de sus músculos -y el vigor de sus pulmones.”</p> - -<p>—Triple necio! esclamé; menos necio sin embargo que los que -te escuchan! Tu eres un sabio, un académico, un filósofo, y yo, -que te silvo, yo soy un loco!</p> - -<p>—No, yo no volveré á entrar en esa sociedad vanidosa que -tiene miedo de la verdad, y á quien se le atrapa como á las alondras -deslumbrándolas con un espejo. Si la muchedumbre me -rechaza, yo la destierro de mi apacible morada; la soledad me -devuelve la libertad. Aquí es donde quiero vivir y morir, consolado -por el evanjelio, rodeado de estos viejos amigos que son -siempre fieles, y que no mienten jamás: Sócrates, Demóstenes, -Ciceron, Dantes, Cervantes, Luis de Leon, Milton. A vosotros -tambien, poetas, oradores, ciudadanos, los hombres os han desdeñado, -maldecido, espulsado, encarcelado, asesinado. Locos y -sediciosos durante vuestra vida, os habeis vuelto sabios y patriotas -despues de vuestra muerte. El mundo eleva altares á -las víctimas que ha degollado, y la historia de la humanidad es -la historia de los mártires.</p> - -<p>—Por qué no he de tener yo tambien mi hora. Si no soy un -grande hombre,—no he sostenido una gran causa? Quién sabe -si mi pais, disgustado de las insulseces que lo enervan no me -perdonará mi salvajismo y mí aspereza? <i>Lo que es amargo al -paladar es dulce al corazon</i>, dice un proverbio; así sucede con -la verdad. Ella es sana como el ambiente de las yerbas y de -los bosques, como el viento que pasa por sobre los ventisqueros -y los mares; aquel que ha vivido en ese aire vivo, se sofoca en -las hondonadas y pantanos.</p> - -<p>—Espero contra toda esperanza; soy loco. Si fuera cuerdo -haria lo que hacen los hábiles,—me resignaria, gritaria con la -muchedumbre. No quiero esas alegrias que entristecen, prefiero -mi cárcel y mi sueño.</p> - -<p>—Una vision me consuela todas las mañanas en el silencio de -mi pobre celda. Descubro en lontananza, cimas que blanquean; -es la aurora que se levanta, la aurora de un dia que no veré; qué -importa? Qué punto luminoso es aquel que rompe el horizonte,—despejando -la sombra que huye? Es la nueva Jerusalem, -la ciudad del porvenir. Todo está cambiado allí; los últimos -vestijios del Estado pagano han desaparecido; el individuo<span class="pagenum"><a name="Page_265" id="Page_265">[265]</a></span> -manda, es rey. Respetado de todos, lo mismo que él los -respeta,—él es el único dueño de sus acciones, el único responsable -de su vida; solo tiene que temer á las leyes. La Iglesia ha -revindicado la independencia Evanjélica, ha roto esa cadena adúltera -que, por desgracia del mundo, le impusiera Constantino. -Vuelta á su divino esposo, ella es el freno, el consuelo y la esperanza -de todas las almas; el Evanjelio es la carta de la libertad. -Desparramada á manos llenas, la educacion abre los corazones -á la verdad; la caridad, obra de todos, ábrele el paso á ese instinto -de union, á esa necesidad de accion comun, que hace la -grandeza de las sociedades. La provincia ha recuperado su -antiguo vigor; el amor á la pequeña patria, ha aumentado, fortificándolo, -el á la grande. El comun ha roto los lazos que lo -ataban; vive y obra; llama y retiene á sus hijos cerca de él. -<i>El Times</i> no es ya el órgano de la Francia; la prensa es libre; -cada cual dice lo que piensa, y piensa lo que dice. Encerrado -en sus límites, el Estado no es ya mas que un beneficio. En el -esterior es la espada del pais, en el interior es la ley, solo la ley, -nada mas que la ley. Verdad, justicia, libertad,—vosotras brillais -en ese nuevo cielo, como astros pacíficos; ante vosotras se -han eclipsado los flajelos de la vieja Europa: lo arbitrario, la íntriga -y la mentira. La Francia, dichosa y ufana, se espande en la -abundancia y la paz,—sirviendo de ejemplo y de envidia á las -naciones; allí sí que es hermoso vivir; allí sí que es dulce morir.</p> - -<p>—Hé ahí mi sueño; él esparce en mi prision yo no sé que serena -claridad que enardece mi corazon. Qué bello será el dia -en que, caidas las máscaras, los locos sean los sabios y los sabios -sean los locos! Será entonces; allá por los años 2,000, -cuando piadosos peregrinos, tan numerosos como las hormigas, -visitarán la celda donde, cual nuevo Daniel, yo anunciaré el -porvenir. Entonces tambien, algunos curiosos, algunos erúditos -que trabajan siempre en no hacer nada, buscarán bajo los -escombros del pasado lo que podian ser ciertas variedades de -la Francia del siglo XIX,—variedades que han desaparecido -para siempre como el perro dogo, eterno lamento de las porteras. -Se preguntará qué es del comedor de Jesuitas, el pantalon -de cuero, del inventor de razas centralistas, del adorador del Dios -Estado. Y el padre de familia recorriendo las salas del Museo -de historia natural, mostrará con el dedo á sus hijos asombrados, -un jigantezco bocal, donde, embalsamado en vinagre, y -con sus cruces y sus díplomas, reposará el último de los Olybrius.</p> - -<p>Amen, <i>Amen</i>, <span class="smcapuc">AMEN</span>, AMEN!</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_266" id="Page_266">[266]</a></span></p> - -<hr /> - -<h2 id="CAPITULO_XXXV">CAPITULO XXXV.<br /> -<span class="smaller">Un sabio.</span></h2> - -<p class="center"><i>El Doctor Olybrius, &a., &a., á la Señora Daniel Lefebvre.</i></p> - -<p class="right">22 de Abril de 1862.</p> - -<p class="salutation">“<span class="smcap">Querida señora</span>:</p> - -<p>“Nuestro pobre amigo ha sufrido mucho; está un poco mejor; -bebe, come, duerme; ya no tiene voluntad, es lo esencial.</p> - -<p>“La crísis ha sido terrible; asi que quisimos curarle se puso -furioso. Es uno de los síntomas mas característicos de esa funesta -enfermedad. El francés es naturalmente dulce, amable, -político, y está siempre pronto á hacer lo que sus amos, sus -amigos ó su mujer le ordenan. Ved la historia de nuestra gloriosa -revolucion. Para salvar á la Francia é inocularle el amor -de la igualdad, de la justicia y de la fraternidad, la Convencion -ha puesto fuera de la ley á todos los Franceses. Ella los ha -arruinado, espulsado, deportado, metrallado, fusilado, guillotinado. -Hay uno solo que haya resistido? Hay hoy dia algo -mas justamente popular que esa inmortal Asamblea? Pero, -ay! en cuanto la locura se apodera de él, el francés se hace voluntarioso -y malo. Si le detienen, resiste,—si le encierran, se -subleva; no piensa ni habla sino de libertad. Tal es la degradacion -intelectual y moral que resulta de una violenta neuroma -en las personas debilitadas.</p> - -<p>“Nuestro pobre amigo habia llegado á ese estado. Felizmente -yo velaba por él. Dos sangrias abundantes, tres purgas -enérjicas, dos duchas heladas, le han devuelto la calma de que -tenia necesidad. La enfermedad sale, me parece, del periodo -agudo: haciéndose crónica dará resultados sorprendentes en los -que fundo la esperanza de mi reputacion.</p> - -<p>“En este momento está tranquilo; se ocupa en borronear papel, -prueba, á no dudarlo, demasiado cierta de que está aun lejos -de la cura. Os envia ese fárrago que intitula <i>Paris en<span class="pagenum"><a name="Page_267" id="Page_267">[267]</a></span> -América</i>; no he querido quitarle nada, ni siquiera las injurias -que me dirije, y que caen á mis piés. Caballero de veinte y -siete órdenes, miembro de treinta y tres academias estranjeras -y de ochenta y dos sociedades de provincia, mi nombre nada -tiene que temer del tiempo ni de la envidia. La Francia ha venerado -siempre á los Olybrius. Guardaos sin embargo -de esparcir ó imprimir semejantes locuras; nada hay tan contajioso -como la quimera; el cérebro del hombre es débil, y la -neuroma una enfermedad de que debe precaverse. Guardad -esos papeles; ellos os servirán para hacer pronunciar una interdiccion -demasiado necesaria. No creo que un francés razonable -que conoce su siglo y su pais pueda leer dos pájinas de esos -desvarios sin declarar que su autor es un loco, y que es urjente -encerrarlo.</p> - -<p>“Vengamos á vos, querida señora, permitidme tocar un punto -delicado. Sensible como sois, necesitais los mayores cuidados: -ved el mundo, rodeaos de visitas, procurad distraeros, el -tedio os mataría, os ordeno las distracciones y el placer. Entrad -en la vida, habituaos á la independencia y á una soledad que -todos vuestros amigos procurarán dulcificar. No abrigueis vanas -esperanzas; son emociones que debilitarian vuestra salud -demasiado alterada ya. El pobre doctor no volverá jamás á -su casa. Cualquier forma que tome su enfermedad, si quiera -dejenere en una locura literaria que se parezca al jenio, será -siempre prudente y necesario tener alejado á un hombre tan -peligroso asi para su familia como para la sociedad. Podeis créermelo, -querida señora, la ciencia es infalible y un Olybrius no -se equivoca jamás. La locura de amor, se cura cuando uno es -jóven,—los viejos mueren de ella; la locura de ambicion cede -algunas veces á la edad y al desprecio de los hombres; de la -locura de libertad, no se sana jamás.</p> - -<p>“Me pongo á vuestros pies, querida señora, etc. etc.”</p> - -<p class="titlepage">FIN.</p> - -<hr /> - -<h2>NOTAS</h2> - -<div class="footnotes"> - -<div class="footnote"> - -<p><a name="Footnote_4" id="Footnote_4"></a><a href="#FNanchor_4"><span class="label">[4]</span></a> En Francia, en Italia y en Polonia, hay mucho <i>esprit</i> y poca verguenza; en Polonia, en -Francia y en Italia despues de la locura viene el juicio; en Italia, en Polonia y en Francia, -la felicidad es menos que la esperanza.</p> - -</div> - -<div class="footnote"> - -<p><a name="Footnote_5" id="Footnote_5"></a><a href="#FNanchor_5"><span class="label">[5]</span></a> Casi homónimo de <i>renard</i>.</p> - -</div> - -<div class="footnote"> - -<p><a name="Footnote_6" id="Footnote_6"></a><a href="#FNanchor_6"><span class="label">[6]</span></a> Casi homónimo de zorro.</p> - -</div> - -<div class="footnote"> - -<p><a name="Footnote_7" id="Footnote_7"></a><a href="#FNanchor_7"><span class="label">[7]</span></a> Pero no puedo hablar el ingles.</p> - -</div> - -<div class="footnote"> - -<p><a name="Footnote_8" id="Footnote_8"></a><a href="#FNanchor_8"><span class="label">[8]</span></a> Signos del futuro y del condicional, <i>este</i> y <i>ese</i>.</p> - -</div> - -<div class="footnote"> - -<p><a name="Footnote_9" id="Footnote_9"></a><a href="#FNanchor_9"><span class="label">[9]</span></a> Dante, Inf., V. 141.—Me desmayé como si muriera, y cai, como cae un cuerpo -muerto.</p> - -</div> - -<div class="footnote"> - -<p><a name="Footnote_10" id="Footnote_10"></a><a href="#FNanchor_10"><span class="label">[10]</span></a> Traducimos <i>at home</i>.</p> - -</div> - -<div class="footnote"> - -<p><a name="Footnote_11" id="Footnote_11"></a><a href="#FNanchor_11"><span class="label">[11]</span></a> Kailsplitter: nombre del que hace los cercos ó alambrados que dividen las propiedades -en los E. U.</p> - -</div> - -<div class="footnote"> - -<p><a name="Footnote_12" id="Footnote_12"></a><a href="#FNanchor_12"><span class="label">[12]</span></a> <i>G. Chilson, fabricante de cocinas, Boston.</i></p> - -</div> - -<div class="footnote"> - -<p><a name="Footnote_13" id="Footnote_13"></a><a href="#FNanchor_13"><span class="label">[13]</span></a> <i>¡Qué verguenza! Mr. Smith!</i></p> - -</div> - -<div class="footnote"> - -<p><a name="Footnote_14" id="Footnote_14"></a><a href="#FNanchor_14"><span class="label">[14]</span></a> <i>Attorney</i>,—oficial de justicia en E. U.</p> - -</div> - -<div class="footnote"> - -<p><a name="Footnote_15" id="Footnote_15"></a><a href="#FNanchor_15"><span class="label">[15]</span></a> <i>Truth</i>: verdad.</p> - -</div> - -<div class="footnote"> - -<p><a name="Footnote_16" id="Footnote_16"></a><a href="#FNanchor_16"><span class="label">[16]</span></a> Esta palabra no tiene verdadera traduccion—sus equivalentes pueden ser farsa, -charlatan, pillastre, etc.</p> - -</div> - -<div class="footnote"> - -<p><a name="Footnote_17" id="Footnote_17"></a><a href="#FNanchor_17"><span class="label">[17]</span></a> <span class="smcap">Sollicitor</span>: oficial de justicia cuyas funciones equivalen á las de un procurador.</p> - -</div> - -<div class="footnote"> - -<p><a name="Footnote_18" id="Footnote_18"></a><a href="#FNanchor_18"><span class="label">[18]</span></a> El mundo quiere ser engañado, luego, engañémosle.</p> - -</div> - -<div class="footnote"> - -<p><a name="Footnote_19" id="Footnote_19"></a><a href="#FNanchor_19"><span class="label">[19]</span></a> El dollars americano está dividido en cien centavos.</p> - -</div> - -<div class="footnote"> - -<p><a name="Footnote_20" id="Footnote_20"></a><a href="#FNanchor_20"><span class="label">[20]</span></a> Es necedad querer que los perros cazen contra su voluntad.</p> - -</div> - -<div class="footnote"> - -<p><a name="Footnote_21" id="Footnote_21"></a><a href="#FNanchor_21"><span class="label">[21]</span></a> Eneas, ahora es cuando es necesario enerjía y ánimo resuelto.</p> - -</div> - -<div class="footnote"> - -<p><a name="Footnote_22" id="Footnote_22"></a><a href="#FNanchor_22"><span class="label">[22]</span></a> El <i>viejo Pam</i> es el nombre familiar que los Ingleses dan á su primer ministro Lord -Palmerston.</p> - -</div> - -<div class="footnote"> - -<p><a name="Footnote_23" id="Footnote_23"></a><a href="#FNanchor_23"><span class="label">[23]</span></a> <i>Jonathan</i> es el sobrenombre del pueblo americano, <i>John Bull</i>, es el del pueblo -inglés.</p> - -</div> - -<div class="footnote"> - -<p><a name="Footnote_24" id="Footnote_24"></a><a href="#FNanchor_24"><span class="label">[24]</span></a> Una buena reputacion es un segundo patrimonio.</p> - -</div> - -<div class="footnote"> - -<p><a name="Footnote_25" id="Footnote_25"></a><a href="#FNanchor_25"><span class="label">[25]</span></a> Viva Green—Una buena jugada.</p> - -</div> - -<div class="footnote"> - -<p><a name="Footnote_26" id="Footnote_26"></a><a href="#FNanchor_26"><span class="label">[26]</span></a> El acto de solicitar votos para una eleccion.</p> - -</div> - -<div class="footnote"> - -<p><a name="Footnote_27" id="Footnote_27"></a><a href="#FNanchor_27"><span class="label">[27]</span></a> El <i>Enfield</i> ó <i>Speaker</i> es una compilacion de los trozos mas bellos de elocuencía y -de poesía en idioma inglés. Se sirven de él en las escuelas de América para enseñar á los -niños á recitar de memoria ó mas bien á declamar. La obra está precedida de un tratado -sobre la mímica y sobre el jesto, con dibujos que indican la posicion del cuerpo, de la cabeza -y de los brazos, para cada pasion que se espresa.</p> - -</div> - -<div class="footnote"> - -<p><a name="Footnote_28" id="Footnote_28"></a><a href="#FNanchor_28"><span class="label">[28]</span></a> <i>No cedais al infortunio, afrontadlo con mas firmeza.</i></p> - -</div> - -<div class="footnote"> - -<p><a name="Footnote_29" id="Footnote_29"></a><a href="#FNanchor_29"><span class="label">[29]</span></a> <i>Pekin</i> nombre que dan los soldados en Francia á todos los particulares.</p> - -</div> - -<div class="footnote"> - -<p><a name="Footnote_30" id="Footnote_30"></a><a href="#FNanchor_30"><span class="label">[30]</span></a> Es el nombre de la Iglesia anglicana en los Estados Unidos.</p> - -</div> - -<div class="footnote"> - -<p><a name="Footnote_31" id="Footnote_31"></a><a href="#FNanchor_31"><span class="label">[31]</span></a> Con esta palabra estropean los Chinos el nombre de Budha.</p> - -</div> - -<div class="footnote"> - -<p><a name="Footnote_32" id="Footnote_32"></a><a href="#FNanchor_32"><span class="label">[32]</span></a> No oyes mis gritos en el fondo de ese abismo? Dios mio, yo muero lejos de tí. Escúchame -señor, confieso mi crímen, perdóname, perdóname. Si con exacta mano tú calculáras -la ofensa, quién subsistiria delante de tí? Pero tú eres quien siempre nos ofrece la clemencia. -Así yo me aseguro en tu ley. Sí, yo tomo por apoyo tu palabra eterna. Mi alma espera -en tu amor, y yo te espero Dios mio como la centinela espera la venida del dia. Valor, -pues, alma mia! Allá arriba hay un padre, que te contempla en tu prision. El es, quien rescata -la miseria de Israel. El será quien pague tu rescate.</p> - -</div> - -<div class="footnote"> - -<p><a name="Footnote_33" id="Footnote_33"></a><a href="#FNanchor_33"><span class="label">[33]</span></a> San Juan, XIV, 6.</p> - -</div> - -<div class="footnote"> - -<p><a name="Footnote_34" id="Footnote_34"></a><a href="#FNanchor_34"><span class="label">[34]</span></a> San Juan, VIII, 32.</p> - -</div> - -<div class="footnote"> - -<p><a name="Footnote_35" id="Footnote_35"></a><a href="#FNanchor_35"><span class="label">[35]</span></a> Thessal., V. 19, 21.</p> - -</div> - -<div class="footnote"> - -<p><a name="Footnote_36" id="Footnote_36"></a><a href="#FNanchor_36"><span class="label">[36]</span></a> Juan, XIV, 17.</p> - -</div> - -<div class="footnote"> - -<p><a name="Footnote_37" id="Footnote_37"></a><a href="#FNanchor_37"><span class="label">[37]</span></a> Lucas, XII, 10.</p> - -</div> - -<div class="footnote"> - -<p><a name="Footnote_38" id="Footnote_38"></a><a href="#FNanchor_38"><span class="label">[38]</span></a> Lo mismo que tente en pié—que tomar las once.</p> - -</div> - -<div class="footnote"> - -<p><a name="Footnote_39" id="Footnote_39"></a><a href="#FNanchor_39"><span class="label">[39]</span></a> Mateo, VI, 18.</p> - -</div> - -<div class="footnote"> - -<p><a name="Footnote_40" id="Footnote_40"></a><a href="#FNanchor_40"><span class="label">[40]</span></a> 500 millones de francos.</p> - -</div> - -<div class="footnote"> - -<p><a name="Footnote_41" id="Footnote_41"></a><a href="#FNanchor_41"><span class="label">[41]</span></a> 2,500 francos.</p> - -</div> - -<div class="footnote"> - -<p><a name="Footnote_42" id="Footnote_42"></a><a href="#FNanchor_42"><span class="label">[42]</span></a> 120 millones.</p> - -</div> - -<div class="footnote"> - -<p><a name="Footnote_43" id="Footnote_43"></a><a href="#FNanchor_43"><span class="label">[43]</span></a> En Francia el presupuesto de cultos subió en 1862 á 49 millones 869,936, y nuestra -poblacion es una cuarta parte mas que la de los Estados Unidos. <i>N. del E.</i></p> - -</div> - -<div class="footnote"> - -<p><a name="Footnote_44" id="Footnote_44"></a><a href="#FNanchor_44"><span class="label">[44]</span></a> “Oh Cristo! nosotros somos tu milicia,—contra la ignorancia y el vicio,—nosotros -caminamos sin verguenza ni miedo,—el amor, la limosna y la oracion,—hé ahí nuestras armas -de guerra. Nuestra bandera, es la del Señor,—Oh Cristo! nuestro gefe! nuestro padre! -Nosotros queremos vencer la miseria,—y estirpar la infidelidad,—no mires nuestra edad,—danos -sabiduría y valor,—nosotros defendemos tu verdad.”</p> - -</div> - -<div class="footnote"> - -<p><a name="Footnote_45" id="Footnote_45"></a><a href="#FNanchor_45"><span class="label">[45]</span></a> V. Los Reyes cap. V. V. 17, 19.</p> - -</div> - -<div class="footnote"> - -<p><a name="Footnote_46" id="Footnote_46"></a><a href="#FNanchor_46"><span class="label">[46]</span></a> Los Reyes. V, V. 26, 27.</p> - -</div> - -<div class="footnote"> - -<p><a name="Footnote_47" id="Footnote_47"></a><a href="#FNanchor_47"><span class="label">[47]</span></a> Daniel VII, 28.</p> - -</div> - -<div class="footnote"> - -<p><a name="Footnote_48" id="Footnote_48"></a><a href="#FNanchor_48"><span class="label">[48]</span></a> Sillon de amaca muy á la moda en América.</p> - -</div> - -<div class="footnote"> - -<p><a name="Footnote_49" id="Footnote_49"></a><a href="#FNanchor_49"><span class="label">[49]</span></a> 2,500 francos.</p> - -</div> - -<div class="footnote"> - -<p><a name="Footnote_50" id="Footnote_50"></a><a href="#FNanchor_50"><span class="label">[50]</span></a> <i>To plead guilty</i> ó <i>not guilty</i>, es confesar su crímen ó decirse inocente. La ley no exije -mas declaracion al acusado.</p> - -</div> - -<div class="footnote"> - -<p><a name="Footnote_51" id="Footnote_51"></a><a href="#FNanchor_51"><span class="label">[51]</span></a> Nombre que se dá á los ajentes de Policía, ó vijilantes.</p> - -</div> - -<div class="footnote"> - -<p><a name="Footnote_52" id="Footnote_52"></a><a href="#FNanchor_52"><span class="label">[52]</span></a> Caballero.</p> - -</div> - -<div class="footnote"> - -<p><a name="Footnote_53" id="Footnote_53"></a><a href="#FNanchor_53"><span class="label">[53]</span></a> Quién se atreverá á acusar al sol de mentira?</p> - -</div> - -<div class="footnote"> - -<p><a name="Footnote_54" id="Footnote_54"></a><a href="#FNanchor_54"><span class="label">[54]</span></a> El desgraciado es cosa sagrada.</p> - -</div> - -<div class="footnote"> - -<p><a name="Footnote_55" id="Footnote_55"></a><a href="#FNanchor_55"><span class="label">[55]</span></a> Carne asada.</p> - -</div> - -<div class="footnote"> - -<p><a name="Footnote_56" id="Footnote_56"></a><a href="#FNanchor_56"><span class="label">[56]</span></a> <i>Mechanic’s Institute.</i></p> - -</div> - -<div class="footnote"> - -<p><a name="Footnote_57" id="Footnote_57"></a><a href="#FNanchor_57"><span class="label">[57]</span></a> El cuadrado de la hipotenusa, es igual, si no me equivoco, á la suma de los dos cuadrados, -hechos sobre los otros dos lados.</p> - -</div> - -<div class="footnote"> - -<p><a name="Footnote_58" id="Footnote_58"></a><a href="#FNanchor_58"><span class="label">[58]</span></a> Era tambien la opinion de Alfredo de Musset. Un dia que le hallamos echado sobre -la <i>cabaña del Tio Tomas</i>, que devoraba con ojos llenos de lágrimas, nos dijo con la mas profunda -emocion: “Hé ahí el mas lindo libro de nuestros tiempos, Mme. Stowe, ha hallado -en la <i>corriente de su corazon</i> efectos de arte que ninguno de nosotros los que nos creemos -artistas, es capaz de encontrar en su espíritu.”</p> - -</div> - -<div class="footnote"> - -<p><a name="Footnote_59" id="Footnote_59"></a><a href="#FNanchor_59"><span class="label">[59]</span></a> Por derecho de nacimiento.</p> - -</div> - -<div class="footnote"> - -<p><a name="Footnote_60" id="Footnote_60"></a><a href="#FNanchor_60"><span class="label">[60]</span></a> Comparsa.</p> - -</div> - -<div class="footnote"> - -<p><a name="Footnote_61" id="Footnote_61"></a><a href="#FNanchor_61"><span class="label">[61]</span></a> Es una especie de cabaña, construida con troncos de árbol.</p> - -</div> - -<div class="footnote"> - -<p><a name="Footnote_62" id="Footnote_62"></a><a href="#FNanchor_62"><span class="label">[62]</span></a> II Los Reyes, cap. XXII.</p> - -</div> - -<div class="footnote"> - -<p><a name="Footnote_63" id="Footnote_63"></a><a href="#FNanchor_63"><span class="label">[63]</span></a> En Inglaterra y Estados Unidos, hay en las casas una pieza baja con ventana á la calle -y puerta al zaguan que se denomina así, donde las familias se reunen, porque allí es -donde los visitantes preguntan jeneralmente por los dueños ó inquilinos de la casa.</p> - -</div> - -<div class="footnote"> - -<p><a name="Footnote_64" id="Footnote_64"></a><a href="#FNanchor_64"><span class="label">[64]</span></a> Cuando todos se equivocan, todos tienen razon.</p> - -</div> - -<div class="footnote"> - -<p><a name="Footnote_65" id="Footnote_65"></a><a href="#FNanchor_65"><span class="label">[65]</span></a> Aquí el autor se refiere á Pablo-Luis Courrire.</p> - -</div> - -<div class="footnote"> - -<p><a name="Footnote_66" id="Footnote_66"></a><a href="#FNanchor_66"><span class="label">[66]</span></a> Aquí el autor padece una lijera equivocacion, por que no todos los Estados tienen el -sistema bi-camarista.</p> - -</div> - -<div class="footnote"> - -<p><a name="Footnote_67" id="Footnote_67"></a><a href="#FNanchor_67"><span class="label">[67]</span></a> J’aurais donné tous les médecins pour une <i>médecine</i>.</p> - -</div> - -</div> - -<hr /> - -<h2 id="Post-Scriptum_de_los_traductores">Post-Scriptum de los traductores.</h2> - -<p>Todas las apariencias dicen que el pueblo Arjentino á quien -dedicamos esta traduccion, parece atacado de la locura de libertad, -de la cual no se sana jamás, segun los Olybrius de todos -los tiempos y de todas las zonas. Tanto peor para vosotros, locos -de Buenos Aires, en particular, y de la República en general. -Vuestra suerte no admite duda, figurareis en el vasto hospital -de los locos del porvenir, cuyo modelo es la gran República -Norte Americana!</p> - -<p>Lloramos por vuestra suerte presente y nos consolamos con -la que os está reservada en lo futuro.</p> - -<p>Con todo lo cual, Dios os tenga en su santa guarda y os preserve -de Charlatanes.</p> - -<hr /> - -<h2 id="TABLA_DE_LAS_MATERIAS">TABLA DE LAS MATERIAS.</h2> - -<table summary="Materias"> - <tr> - <td></td> - <td></td> - <td class="tdr"><span class="smcap">Pajina.</span></td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2"><span class="smcap">Los traductores al lector.</span></td> - <td class="tdr"><a href="#NOTA_DE_LOS_TRADUCTORES">III</a></td> - </tr> - <tr> - <td colspan="2"><span class="smcap">Al lector.</span></td> - <td class="tdr"><a href="#AL_LECTOR">V</a></td> - </tr> - <tr> - <td colspan="3"><span class="smcap">Capitulos.</span></td> - </tr> - <tr> - <td class="tdr">I.</td> - <td>Un espiritista Americano.</td> - <td class="tdr"><a href="#CAPITULO_I">1</a></td> - </tr> - <tr> - <td class="tdr">II.</td> - <td>¿Es esto un sueño?</td> - <td class="tdr"><a href="#CAPITULO_II">6</a></td> - </tr> - <tr> - <td class="tdr">III.</td> - <td>Zambo.</td> - <td class="tdr"><a href="#CAPITULO_III">9</a></td> - </tr> - <tr> - <td class="tdr">IV.</td> - <td>En casa.</td> - <td class="tdr"><a href="#CAPITULO_IV">13</a></td> - </tr> - <tr> - <td class="tdr">V.</td> - <td>Sin dote.</td> - <td class="tdr"><a href="#CAPITULO_V">18</a></td> - </tr> - <tr> - <td class="tdr">VI.</td> - <td>En donde se hace conocimiento con M. Alfredo Rose y el vecino Green.</td> - <td class="tdr"><a href="#CAPITULO_VI">24</a></td> - </tr> - <tr> - <td class="tdr">VII.</td> - <td>El incendio.</td> - <td class="tdr"><a href="#CAPITULO_VII">30</a></td> - </tr> - <tr> - <td class="tdr">VIII.</td> - <td>Truth, Humbug y Ca.</td> - <td class="tdr"><a href="#CAPITULO_VIII">39</a></td> - </tr> - <tr> - <td class="tdr">IX.</td> - <td>Donde se le dice su merecido á la verdad.</td> - <td class="tdr"><a href="#CAPITULO_IX">45</a></td> - </tr> - <tr> - <td class="tdr">X.</td> - <td>La cocina infernal.</td> - <td class="tdr"><a href="#CAPITULO_X">55</a></td> - </tr> - <tr> - <td class="tdr">XI.</td> - <td>De la máxima protectora,—que la vida privada debe ser sagrada.</td> - <td class="tdr"><a href="#CAPITULO_XI">63</a></td> - </tr> - <tr> - <td class="tdr">XII.</td> - <td>Una candidatura en América.</td> - <td class="tdr"><a href="#CAPITULO_XII">70</a></td> - </tr> - <tr> - <td class="tdr">XIII.</td> - <td><i>Canvassing.</i></td> - <td class="tdr"><a href="#CAPITULO_XIII">75</a></td> - </tr> - <tr> - <td class="tdr">XIV.</td> - <td><i>Vanitas, vanitatum.</i></td> - <td class="tdr"><a href="#CAPITULO_XIV">82</a></td> - </tr> - <tr> - <td class="tdr">XV.</td> - <td>Un recuerdo de la patria ausente.</td> - <td class="tdr"><a href="#CAPITULO_XV">89</a></td> - </tr> - <tr> - <td class="tdr">XVI.</td> - <td>La eleccion.—El sábado.</td> - <td class="tdr"><a href="#CAPITULO_XVI">97</a></td> - </tr> - <tr> - <td class="tdr">XVII.</td> - <td>Viaje en busca de una iglesia.</td> - <td class="tdr"><a href="#CAPITULO_XVII">106</a></td> - </tr> - <tr> - <td class="tdr">XVIII.</td> - <td>Un chino.</td> - <td class="tdr"><a href="#CAPITULO_XVIII">114</a></td> - </tr> - <tr> - <td class="tdr">XIX.</td> - <td>Un sermon congregacionalista.</td> - <td class="tdr"><a href="#CAPITULO_XIX">119</a></td> - </tr> - <tr> - <td class="tdr">XX.</td> - <td>Un luncheon de ministros.</td> - <td class="tdr"><a href="#CAPITULO_XX">126</a></td> - </tr> - <tr> - <td class="tdr">XXI.</td> - <td>La escuela del domingo.</td> - <td class="tdr"><a href="#CAPITULO_XXI">141</a></td> - </tr> - <tr> - <td class="tdr">XXII.</td> - <td>Disgustos de un funcionario Americano.</td> - <td class="tdr"><a href="#CAPITULO_XXII">149</a></td> - </tr> - <tr> - <td class="tdr">XXIII.</td> - <td>La audiencia de un Juez de Paz.</td> - <td class="tdr"><a href="#CAPITULO_XXIII">158</a></td> - </tr> - <tr> - <td class="tdr">XXIV.</td> - <td>Un attorney jeneral.</td> - <td class="tdr"><a href="#CAPITULO_XXIV">170</a></td> - </tr> - <tr> - <td class="tdr">XXV.</td> - <td>Dinah.</td> - <td class="tdr"><a href="#CAPITULO_XXV">180</a></td> - </tr> - <tr> - <td class="tdr">XXVI.</td> - <td>La caridad.</td> - <td class="tdr"><a href="#CAPITULO_XXVI">190</a></td> - </tr> - <tr> - <td class="tdr">XXVII.</td> - <td>La escuela.</td> - <td class="tdr"><a href="#CAPITULO_XXVII">203</a></td> - </tr> - <tr> - <td class="tdr">XXVIII.</td> - <td>La partida de los voluntaries.</td> - <td class="tdr"><a href="#CAPITULO_XXVIII">215</a></td> - </tr> - <tr> - <td class="tdr">XXIX.</td> - <td>Un viaje de placer.</td> - <td class="tdr"><a href="#CAPITULO_XXIX">223</a></td> - </tr> - <tr> - <td class="tdr">XXX.</td> - <td>Lo mas corto del libro y lo mas interesante para el lector.</td> - <td class="tdr"><a href="#CAPITULO_XXX">231</a></td> - </tr> - <tr> - <td class="tdr">XXXI.</td> - <td>Algunos inconvenientes de un viaje á América.</td> - <td class="tdr"><a href="#CAPITULO_XXXI">232</a></td> - </tr> - <tr> - <td class="tdr">XXXII.</td> - <td>Una familia parisiense.</td> - <td class="tdr"><a href="#CAPITULO_XXXII">244</a></td> - </tr> - <tr> - <td class="tdr">XXXIII.</td> - <td>El doctor Olybrius.</td> - <td class="tdr"><a href="#CAPITULO_XXXIII">249</a></td> - </tr> - <tr> - <td class="tdr">XXXIV.</td> - <td>Un loco.</td> - <td class="tdr"><a href="#CAPITULO_XXXIV">260</a></td> - </tr> - <tr> - <td class="tdr">XXXV.</td> - <td>Un sabio.</td> - <td class="tdr"><a href="#CAPITULO_XXXV">266</a></td> - </tr> -</table> - -<hr /> - -<h2>Fé de las principales erratas.</h2> - -<table summary="Erratas"> - <tr> - <th>PÁJINA.</th> - <th>LÍNEA.</th> - <th>DONDE DICE.</th> - <th>DEBE DECIR.</th> - </tr> - <tr> - <td class="tdr">III</td> - <td class="tdr">2.ᵃ</td> - <td>Llevada ya</td> - <td>Lleva ya.</td> - </tr> - <tr> - <td class="tdr">1</td> - <td class="tdr">8</td> - <td>ocho en punto</td> - <td>ocho de la noche en punto.</td> - </tr> - <tr> - <td class="tdr">7</td> - <td class="tdr">3</td> - <td>Saint Jean</td> - <td>Saint John.</td> - </tr> - <tr> - <td class="tdr">7</td> - <td class="tdr">19</td> - <td>palo</td> - <td>polo.</td> - </tr> - <tr> - <td class="tdr">18</td> - <td class="tdr">4</td> - <td>two</td> - <td>too.</td> - </tr> - <tr> - <td class="tdr">39</td> - <td class="tdr">2</td> - <td>uva</td> - <td>una.</td> - </tr> - <tr> - <td class="tdr">40</td> - <td class="tdr">33</td> - <td>covoz</td> - <td>con voz.</td> - </tr> - <tr> - <td class="tdr">41</td> - <td class="tdr">25</td> - <td>seinta</td> - <td>sienta.</td> - </tr> - <tr> - <td class="tdr">66</td> - <td class="tdr">42</td> - <td>vióse</td> - <td>se vió.</td> - </tr> - <tr> - <td class="tdr">74</td> - <td class="tdr">9</td> - <td>elejio</td> - <td>elojio.</td> - </tr> - <tr> - <td class="tdr">75</td> - <td class="tdr">2</td> - <td>canvassing</td> - <td>canvassing<sup>[26]</sup>.<br />[26] El acto de solicitar votos para una eleccion.</td> - </tr> - <tr> - <td class="tdr">76</td> - <td class="tdr">5</td> - <td>repuesta</td> - <td>respuesta.</td> - </tr> - <tr> - <td class="tdr">77</td> - <td class="tdr">11</td> - <td>en tono</td> - <td>con tono.</td> - </tr> - <tr> - <td class="tdr">117</td> - <td class="tdr">14</td> - <td>brlllaron</td> - <td>brillaron.</td> - </tr> - <tr> - <td class="tdr">128</td> - <td class="tdr">8</td> - <td>misioneras</td> - <td>de misioneros.</td> - </tr> - <tr> - <td class="tdr">”</td> - <td class="tdr">10</td> - <td>esto</td> - <td>eso.</td> - </tr> - <tr> - <td class="tdr">129</td> - <td class="tdr">40</td> - <td>predicando</td> - <td>predicante.</td> - </tr> - <tr> - <td class="tdr">131</td> - <td class="tdr">28</td> - <td>predicador</td> - <td>predicante.</td> - </tr> - <tr> - <td class="tdr">143</td> - <td class="tdr">17</td> - <td>por</td> - <td>para.</td> - </tr> - <tr> - <td class="tdr">152</td> - <td class="tdr">36</td> - <td>en este</td> - <td>en aquel.</td> - </tr> - <tr> - <td class="tdr">171</td> - <td class="tdr">1.ᵃ</td> - <td>asegurarse</td> - <td>asegurarle.</td> - </tr> - <tr> - <td class="tdr">179</td> - <td class="tdr">15</td> - <td>patíbulo que</td> - <td>patíbulo antes que.</td> - </tr> - <tr> - <td class="tdr">188</td> - <td class="tdr">final</td> - <td>azada</td> - <td>asada.</td> - </tr> - <tr> - <td class="tdr">200</td> - <td class="tdr">”</td> - <td>horrerdum</td> - <td>horrendum.</td> - </tr> - <tr> - <td class="tdr">218</td> - <td class="tdr">23</td> - <td>pardojas</td> - <td>paradojas.</td> - </tr> - <tr> - <td class="tdr">220</td> - <td class="tdr">40</td> - <td>Saint Jhon</td> - <td>Saint John.</td> - </tr> - <tr> - <td class="tdr">220</td> - <td class="tdr">42</td> - <td>valdremos los</td> - <td>valdremos tanto como los.</td> - </tr> -</table> - -<h3 id="nota">NOTA.</h3> - -<p>En una publicacion que se ha hecho por entregas, apareciendo rápidamente las unas tras -las otras, no es posible exijir la pureza de la correccion tipográfica, y contamos con la benevolencia -del lector para que sean disculpadas las faltas que pudiera encontrar en la lectura -de estas pájinas, escritas con la precipitacion consiguiente á las exijencias de la imprenta.</p> - - - - - - - - -<pre> - - - - - -End of the Project Gutenberg EBook of Paris en América, by Renato Lefebvre - -*** END OF THIS PROJECT GUTENBERG EBOOK PARIS EN AMÉRICA *** - -***** This file should be named 54386-h.htm or 54386-h.zip ***** -This and all associated files of various formats will be found in: - http://www.gutenberg.org/5/4/3/8/54386/ - -Produced by Josep Cols Canals, Adrian Mastronardi and the -Online Distributed Proofreading Team at http://www.pgdp.net -(This file was produced from images generously made -available by The Internet Archive/American Libraries.) - 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Information about the Project Gutenberg -Literary Archive Foundation - -The Project Gutenberg Literary Archive Foundation is a non profit -501(c)(3) educational corporation organized under the laws of the -state of Mississippi and granted tax exempt status by the Internal -Revenue Service. The Foundation's EIN or federal tax identification -number is 64-6221541. Contributions to the Project Gutenberg Literary -Archive Foundation are tax deductible to the full extent permitted by -U.S. federal laws and your state's laws. - -The Foundation's principal office is in Fairbanks, Alaska, with the -mailing address: PO Box 750175, Fairbanks, AK 99775, but its -volunteers and employees are scattered throughout numerous -locations. Its business office is located at 809 North 1500 West, Salt -Lake City, UT 84116, (801) 596-1887. 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