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-The Project Gutenberg EBook of Paris en América, by Renato Lefebvre
-
-This eBook is for the use of anyone anywhere in the United States and most
-other parts of the world at no cost and with almost no restrictions
-whatsoever. You may copy it, give it away or re-use it under the terms of
-the Project Gutenberg License included with this eBook or online at
-www.gutenberg.org. If you are not located in the United States, you'll have
-to check the laws of the country where you are located before using this ebook.
-
-
-
-Title: Paris en América
-
-Author: Renato Lefebvre
-
-Translator: Lucio V. Mansilla
- Domingo Faustino Sarmiento
-
-Release Date: March 18, 2017 [EBook #54386]
-
-Language: Spanish
-
-Character set encoding: UTF-8
-
-*** START OF THIS PROJECT GUTENBERG EBOOK PARIS EN AMÉRICA ***
-
-
-
-
-Produced by Josep Cols Canals, Adrian Mastronardi and the
-Online Distributed Proofreading Team at http://www.pgdp.net
-(This file was produced from images generously made
-available by The Internet Archive/American Libraries.)
-
-
-
-
-
-Nota del transcriptor: Consulte la nota del autor al final del libro
-en la página “Fé de las principales erratas”. Errores de impresión y
-puntuación se han corregido, y las erratas enumeradas, pero algunos
-pueden permanecer--reproducido como el texto original.
-
-
-
-
- PARIS
- EN AMÉRICA
-
- POR
- EL DOCTOR RENATO LEFEBVRE
-
- PARISIENSE
- de la Société des Contribuables de France et des Administrés de
- Paris; des Sociétés Philadelphique et Philarmonique d’Alise et
- d’Alaise, etc.;
- DE LA REAL ACADEMIA DE LOS TONTOS DE GUISANDO;
- _Pastore nell’ Arcadia in Brenta (detto Melibeo l’Intronato)_;
- Mitglied des Gross-und Klein-Deutschen Narren-Landtages,[1]
- Mitglied der K. K. Hanswurst-Academie zu Gaenserdorf;[2]
-
- MEMBRE
- du Club Tartelon, a Coventry F. R. F. S. M. A. D. D., etc.
- Comandeur de l’Ordre grand-ducal DELLA CIVETTA;
- CHEVALIER DU MERLE-BLANC (LXXXIXᵉ CLASE) AVEC PLAQUE, ETC., ETC.
-
- ÆGRI SOMNIA.
-
- TRADUCIDA POR
- LUCIO V. MANSILLA--DOMINGO F. SARMIENTO.
- DE LA DÉCIMA EDICION FRANCESA.
-
-[1] Miembro de las Dietas, grande y chica, de locos Alemanes.
-
-[2] Miembro de la Real Academia de Charlatanes, de Gaenserdorf (ó sea
-pueblo de los Patos).
-
- BUENOS AIRES
- Imprenta de la Sociedad Tipográfica Bonaerense, Tacuarí 65
- 1864.
-
-
-
-
-NOTA DE LOS TRADUCTORES.
-
-
-Como el penetrativo lector vá á verlo, hemos creido conveniente para su
-mejor intelijencia introducir en nuestra traduccion algunos neolojismos.
-El carácter del libro lo permite. Contiene filosofia y mucho caudal de
-enseñanza; pero no es ni un tratado de filosofía, ni una obra didáctica.
-
-El pronombre personal _vous_,--que en el estilo familiar se traduce _Ud._
-hemos creido conveniente traducirlo _vos_, siguiendo en esto á algunos
-buenos traductores modernos, y la opinion del nuevo Diccionario de
-literatos de 1863 que dice--que _vos_ es un término medio entre el _tu_ y
-el _Ud._ y que es muy usual entre las personas que ni quieren tutearse ni
-tratarse con la frialdad y ceremonia que implica el _Ud._
-
-Por la unidad de la ortografía pondremos siempre _jota_ en las sílabas
-_je_--_ji_.
-
-
-
-
-PARIS EN AMÉRICA.
-
-
-LECTOR:
-
-Hé ahí el nombre del libro, cuya traduccion os ofrecemos. Está dedicado á
-la Europa y la América. Lleva ya siete ediciones agotadas, y sin embargo,
-continúa todavia despertando la atencion del mundo civilizado.
-
-Su autor se oculta bajo el pseudónimo de Lefebvre, y no podemos deciros
-á que viene el misterio, tratándose de una reputacion tan hecha como la
-de Laboulaye. Son secretos de la mente, cuyo velo no tenemos el poder de
-descorrer.
-
-El rosario de títulos con que Lefebvre se adorna, puede padeceros trivial
-é induciros á creer que el charlatanismo ha querido abrirse paso,
-lanzando un globo de esploracion. Pero no: Lefebvre es hombre sério y
-sesudo,--sério como un metodista, sesudo como un catalan,--y si habla en
-tono de broma es que en los tiempos que alcanzamos, los libros y papeles
-que mienten y engañan mas son los libros y papeles sérios. Díganlo si no
-el _Times_ y el _Monitor_, comparados con el _Punch_ y el _Charivari_; la
-_Tribuna_ y el _Mosquito_, Montaigne y Renan.
-
-La sociedad quiere que se la engañe sin reir, y que se la diga la verdad
-haciéndola reir. Con su pan se lo coma, como decia frecuentemente el
-padre de uno de los traductores: en el pecado lleva la penitencia!
-
-Leedlo y lo vereis. Os aseguramos bajo nuestra _palabra de honor_, que
-no sereis como Nemorino, víctima de Dulcamara. Hay en él, algo para
-la mujer, algo para el hombre, algo para el comerciante, algo para
-el fraile, algo para el gobierno, algo para el pueblo, algo para los
-necios, algo para los vivos, en suma, y para acabar en dos palabras la
-enumeracion, _mucho para todos_.
-
-Si lo leeis en invierno os aseguramos que no os incomodará la lumbre
-de la estufa (si la teneis),--ni el frio (que lo dudamos). Si lo leeis
-en verano, la cuestion cambia de aspecto, como es natural, y, es casi
-seguro que si estais al rayo del sol lo aguantareis. Es libro para el
-hogar,--libro para el campamento,--libro para el _tourist_, y que solo
-puede no divertir á los que admiran la organizacion política y social de
-la China ó del Mogol.
-
-Si creis que, porque habeis leido á Tocqueville, Chevalier, Grimke y las
-correspondencias de Debrin, conoceis la América, os equivocais. Los tres
-primeros os habrán dicho y enseñado, como está constituido el gobierno,
-os habrán esplicado la complicada y á la vez sencilla maquinaria del
-_réjimen representativo_, _democrático_, _federal_. El último os habrá
-edificado diciéndoos como se matan los pueblos _libres del todo_, con
-los pueblos _libres_ á _medias_,--el Norte con el Sur,--y os habrá
-engañado mas de una vez. Pero ninguno de ellos os habrá revelado una cosa
-tan interesante como la que ha podido ver y estudiar Lefebvre, sin mas
-trabajo que comerse una píldora. Reis eh! Y, sin embargo, vivimos en el
-siglo de las _píldoras_. Díganlo sino Brandreth, Torres y el que la ha
-hecho tragar á la Francia que _el imperio es la paz_.
-
-Os diremos que cosa es esa,--no sea que nos tacheis de charlatanes,
-á nosotros pobres traductores, que tanto aborrecemos en su esencia y
-en su forma la literatura _Kerosénica_. Pues esa cosa es: como vive y
-debe vivir un pueblo libre, ó diciendo lo que hubiéramos debido decir
-primero,--qué clase de bien-estar, de sentimientos, é ideas son las que
-desarrolla y debe desarrollar la libertad bien entendida y sínceramente
-practicada.
-
-Ya veis que el negocio es de interés para un pueblo, que como el
-Argentino, al cual tenemos el honor de pertenecer, nos atrona todos los
-dias los oidos hablándonos de libertad,--de instituciones--etc., etc.,....
-
-Leed, pues, á PARIS EN AMÉRICA, y, no nos creais en el resto de nuestra
-vida si su lectura no os hace buen provecho. Si la _píldora_ no os cura
-la indigestion de malas ideas y de falsas apreciaciones que teneis, desde
-sabe Dios cuando os empachásteis con libros franceses del siglo pasado.
-
-Un palabra todavia,--llamadnos _esplotadores_, si os dormis leyendo
-nuestra traduccion,--corruptores de la _conciencia pública_, si ella deja
-en vuestro corazon, en el de vuestros hijos ó hijas, nietos, viznietos,
-tataranietos ó choznos, de ambos sexos, el jérmen de una mala semilla.
-
-Es lo único que en el preámbulo podemos deciros y ofreceros; lo que
-debeis darnos en cambio del servicio que creemos rendiros vá en la
-_Postdata_[3], con todo lo cual quedamos, lector querido, vuestros--
-
- muy atentos servidores.
-
- LUCIO V. MANSILLA--DOMINGO F. SARMIENTO.
-
-[3] Se suprime la Postdata--que salió en el Prospecto suelto.
-
-
-
-
-AL LECTOR.
-
-
-Lector amigo: te ofrezco este librejo, escrito para tu regalo y para el
-mio. No lo dedico ni á la fortuna ni á la gloria,--la fortuna es una
-doncella que, hace seis mil años, corre tras los jóvenes; la gloria es
-una vivandera que no se complace sinó con los soldados. Soy viejo, no he
-muerto á nadie, y por eso no tengo mas deseo que buscar la verdad á mi
-modo, y decirla á mi manera. Si no tengo toda la gravedad de un buey, de
-un ganzo, ó de un........ (escoje el nombre que quieras), perdóname; los
-primeros actos de la vida nos han hecho llorar lo bastante para que nos
-sea permitido reir antes que caiga el telon. Cuando se han perdido las
-ilusiones de los veinte años, no se toma á lo sério ni la comedia, ni los
-comediantes.
-
-Si este librejo te agrada, bueno; si te escandaliza, tanto mejor; si
-lo arrojas, no tienes razon; si lo comprendes, eres mas ducho que
-Maquiavelo. Házlo el breviario de tus horas perdidas, que no tendrás
-de que arrepentirte: _Non est hic piscis omnium_. Las paradojas de la
-víspera son las verdades del dia siguiente. ¡Al buen entendedor, salud!
-
-Algun dia, quizá, verás á la débil luz de mi linterna, la fealdad de
-los ídolos que adoras hoy dia; quizá tambien, mas allá de la sombra
-decreciente, apercibas en todo el encanto de su inmortal sonrisa, á la
-Libertad, hija del Evanjelio, hermana de la justicia y de la piedad,
-madre de la igualdad, de la abundancia y de la paz. Ese dia, lector
-amigo, no dejes estinguir la llama que te confio; alumbra, ilumina á esa
-juventud que nos apura ya y nos empuja, preguntándonos el camino del
-porvenir. ¡Ojalá! que ella sea mas loca que sus padres, pero de otra
-manera, tal es mi deseo y mi esperanza.
-
-Con esto, ruego á Dios te libre de ignorantes y de tontos. En cuanto á
-los malos, ese es tu cuento; la vida es un entrevero: has nacido soldado,
-defiéndete; ó mejor dicho, recupera de los Americanos la antigua divisa
-de la Francia: _¡Adelante! siempre y en todas partes, ¡Adelante!_
-
- RENATO LEFEBVRE.
-
-New Liberty [Virginia] Julio 4 de 1862.
-
-
-
-
-PARIS EN AMÉRICA.
-
-
-
-
-CAPITULO PRIMERO.
-
-Un espiritista americano.
-
- “Mr. Jonatás Dream, espiritista y _medium_ trascendental
- de Salem (Mass.) invita á vd. á la velada _psíquica y
- medianímica_, que dará el martes 1.ᵒ de Abril próximo, en su
- hotel, calle de la Luna número 33.”
-
- “Sonambulismo, éxtasis, vision, prevision, profesía, segunda
- vista, doble vista, adivinacion, penetracion, sustraccion del
- pensamiento, evocaciones, conversacion, poesía, y escritura
- sobre-naturales; pensamientos de ultra-tumba y arcanos de la
- vida futura descubiertos, &a. &a.”
-
- _Las puertas se cerrarán á las ocho de la noche en punto._
-
-
-¡Pardiez! decia yo para mi coleto, leyendo y volviendo á leer esta
-carta,--deveras que no me disgustaria hacer relacion con un _medium_
-americano, cofrade en _pneumatolojia_ positiva y esperimental, porque
-habeis de saber que yo tambien soy _espiritista_. ¡Que diantre! Bien
-puede uno no ser sino un simple vecino de Paris, y, sin embargo, haber
-ovocado yá lo mismo que cualquier otro á César, Napoleon, Voltaire,
-Madama de Pompadour, Ninon, Robespierre etc. Algo mas, y lo diré,
-aunque repugne á mi modestia: estos ilustres personajes no me han
-eclipsado con su jénio: todos me han respondido como si yo mismo les
-hubiera soplado la respuesta. Veamos si el Señor Jonatás Dream, con sus
-pretenciones de ultramar, tiene mas espíritu, ó mas espíritus que vuestro
-servidor, Daniel Lefebvre, médico de la facultad de Paris, discípulo en
-espiritismo de Mr. Hornung de Berlin, de Mr. de Keichembach y del baron
-de Guldenstuble.--A espiritista, espiritista y medio.
-
-En una hermosa habitacion, al estremo de un salon herméticamente cerrado,
-aunque resplandeciente de luces (lo que no sucede jeneralmente en
-nuestras reuniones espiritistas) encontré á Mr. Jonatás Dream sentado
-delante de una mesa redonda. Tenia la mirada melancólica y el rostro
-inspirado de las sibilas. Frente á él estaban sentados media docena
-de sus adeptos, con aire recojido. Siempre el mismo público: jentes
-nerviosas, mugeres que no han sido comprendidas, sarjentos-mayores ó
-viudas retiradas; cada uno escribia en un papel el nombre de los muertos
-que queria interrogar; yo hice lo mismo que todos.
-
-Mezclados los nombres en un sombrero, el primero que se sacó fué el de
-José de Maistre. Jonatás se recojió por un instante, aplicó la mano
-á su oido, para escuchar la voz que le hablaba muy bajo, y escribió
-rápidamente lo que sigue:
-
-“--No hay conocimiento estéril; todo conocimiento se parece á aquel de
-que habla la Biblia: Adan conoció á Eva, y Eva concibió.”
-
-“--Sin _Credo_ no hay crédito.”
-
---Eh! eh! me dije, hé ahí unas paradojas que tienen buen aspecto; están
-dotadas de toda la ridiculez del padre, me parece solamente, haberlas
-visto yá en alguna parte: en lo de Baader, si no me engaño. Despues
-de todo, allá arriba no hay propiedad literaria y es muy posible que
-por distraccion, se entretengan en robarse las ideas. Hipócrates, vino
-en seguida,--tuvo la cortesanía de hablar en francés; he aquí lo que
-escribió su intérprete.
-
---El hombre que piensa mas, es el que dijiere menos. En circunstancias
-iguales, el que piensa menos es el que dijiere mejor.
-
---Ay de mi!--esclamó una mujercita, cuyo rostro descarnado, desaparecia
-bajo las ondas de sus cabellos encanecidos--esa es una repuesta de
-médico, una repuesta brutal, hecha por los hombres y para los hombres. No
-es ese el pensamiento que consume el corazon, es.... Y suspiró.
-
-Se llamó á Nostradamus,--se le pidió su opinion sobre el porvenir de
-Polonia, de Francia, y de Italia. La siguiente es la repuesta del gran
-adivino, jénio sublime que deja siempre á los otros el cuidado de
-entender lo que dice.
-
- En France, Italie et Pologne,
- Beaucoup d’esprit, peu de vergogne
- En Pologne, France, Italie
- On est sage aprés la folie;
- En Italie, Pologne et France
- Moins de bonheur que d’esperance[4]
-
-Tuvimos que contentarnos con este oráculo, demasiado profundo para
-que fuera claro. Despues del hechicero provenzal, le tocó el turno á
-Kosciusko. Esa noche el Washington polaco estaba de mal humor, no se le
-pudo arrancar nada mas que esta divisa latina; _In servitute dolor, in
-libertate labor_; en la esclavitud dolor, en la libertad labor, tres
-veces se le interrogó, tres veces dió esta repuesta seca, arrojándónosla
-al rostro como un reproche, que ni siquiera comprendiéramos.
-
-El último billete pedia que se interrogasen á Don Quijote, á Tom Jones,
-á Robinson ó á Werther, lo que hizo reir al cenáculo, aunque á decir
-verdad, no tenia bastante gana. El autor de esta impertinencia, tengo
-verguenza de confesarlo,--era yo.--Los muertos y los vivos me fastidian
-hace tanto tiempo, que me habria gustado mucho saber lo que pasa en las
-cabezas de jentes que jamás existieron.
-
-Jonatás Dream arrojó el aciago billete á la canasta, y anunció que la
-sesion habia concluido, despidiéndonos á fuerza de cortesias.--En el
-momento en que yo salia, me puso la mano en el hombro, y me rogó que me
-quedase.
-
-Una ves solos:--Sois vos cófrade, me dijo riendo de un modo singular,
-sois vos quien me ha dirijido una pregunta que esos profanos juzgan
-indiscreta?--quizá sois de su parecer. ¡Ciego, que nunca habeis sondado
-los arcanos de la eterna verdad!--¿Os imaginais que don Quijote y
-Sancho, que Robinson y Domingo, que Werther y Carlota, que Tom Jones
-y Sofia, no han existido?--¡Qué!--el hombre no puede crear un átomo
-de materia, ¡y suponeis que pueda crear pieza por pieza almas que no
-perecerán jamás!--¿No creis tanto en D. Quijote como en todos los
-Artajerjes?--¿Acaso Robinson no ha vivido, á vuestro juicio, lo mismo que
-los Drake y los Magallanes.
-
---¡Cómo!--¿el injenioso D. Quijote ha vivido?--¿Y podria yo conversar con
-el sabio prefecto de la Insula Barataria?
-
---Sin duda.--Comprended pues, lo que es un poeta. Es un vidente, un
-profeta, que se eleva hasta el mundo invisible. Allí, entre los millones
-de seres que han pasado sobre la tierra, y cuyo recuerdo se ha perdido
-aqui abajo, él escoje aquellos que quiere hacer revivir en la memoria
-de los hombres.--Los evoca, les habla, les escucha, y escribe segun su
-dictado. Lo que la necia humanidad, toma por una invencion del artista,
-no es mas que la confesion de un muerto desconocido; pero vos que sois
-espiritista, ó que teneis pretenciones de tal, ¿cómo es que no reconoceis
-una voz extra-natural?--¿Porqué os dejais engañar como la multitud?--¿Tan
-poco adelantado estais en las vias de la medianimidad? Al hablar asi,
-Jonatás Dream, echó la cabeza hácia atrás, y agitando los brazos,
-abriendo y cerrando las manos, avanzó sobre mi, como para ahogarme en su
-fluido.
-
---Cofrade, le dije, veo que sois un hombre de talento, aunque
-espiritísta; y no dudo que podais escribirnos un discurcito á la D.
-Quijote, ó improvisar algunos nuevos refranes dignos de Sancho.--Pero
-estamos solos, y ambos somos agoreros; tenemos el derecho de mirarnos y
-hasta el de reirnos mirándonos. No pasemos adelante, os deseo un feliz
-éxito. En Francia es cosa sabida; el pueblo que se crée el mas espiritual
-de la tierra es naturalmente el que con mas facilidad se deja conducir de
-la punta de la nariz. Preguntádselo á las mujeres de París.
-
---Alto ahí,--esclamó el májico con tono furioso. ¿Me hé engañado
-acaso?--¿Sois un falso hermano?--¿Me tomais por un charlatan, por un
-mistificador, por un saltimbanqui?--Sabed que Jonatás Dream no ha
-dicho jamás una palabra que no fuera verdad. ¡Ah! dudais de mi poder,
-caballerito. ¿Qué prueba quereis que os dé?--¿Es necesario que os quite
-todas vuestras ideas, lo que no será dificil; es necesario haceros
-dormir, que paseis por el frio, el calor, el viento, ó la lluvia, es
-necesario....?
-
---Nada de magnetismo, le dije; sé que en eso hay un fenómeno natural mal
-conocido hasta ahora, y del cual abusais.--Si quereis convencerme, no
-principieis por hacer dormir.--No estamos en la Academia.
-
---Y bien, dijo él, fijando en mí sus ojos relucientes, ¿qué diriais si os
-transportára á América?
-
---¿A mí?--Necesito verlo para creerlo.
-
---Sí, á vos, esclamó, y no solamente á vos, sino á vuestra mujer,
-vuestros hijos, vuestros vecinos, vuestra casa, vuestra calle, y si
-pronunciais una palabra, á París entero.--Sí, agregó, poseido de una
-ajitacion febril, sí, si quiero, mañana por la mañana París estará en
-Massachusetts; y en los bordes del Sena no habrá mas que una llanura
-desierta.
-
---Mi querido hechicero, hubiera convenido vender vuestro secreto al
-señor Prefecto del Sena; eso nos habria economizado algunos millones
-quizá. Durante la ausencia de los parisienses, se les habria hecho un
-París nuevecito, recto y monótono como Nueva York; un París sin pasado,
-sin monumentos, sin recuerdos; nuestros arquitectos todos, y todos los
-maestros administradores se hubiesen enloquecido de puro gozo.
-
---Os chanceais; dijo Jonatás, teneis miedo....os lo repito: mañana, si
-quiero, París estará en Massachusetts, junto con Versalles--¿Aceptais el
-desafio?
-
-Sí, ciertamente, lo acepto, respondíle riendo. Y sin embargo, la
-seguridad de este demonio de hombre me turbaba. Soy entendido en materia
-de fanfarronadas; leo veinte diarios todos los dias, y he oido á mas de
-un ministro en la tribuna; pero esa voz de iluminado me imponia, apesar
-mio.
-
---Tomad esta caja, dijo el májico con tono imperioso; abridla, hé ahí dos
-píldoras, una para vos, otra para mí, escojed, y no me interrogueis.
-
---Habia ido demasiado lejos para retroceder--Tragué uno de los glóbulos,
-Jonatás tomó el otro y me saludó, diciéndome con voz cavernosa: Hasta
-mañana, del otro lado del océano.
-
-Una vez en la calle, me encontré en un estado singular. Corrí de un
-aliento á los Campos Eliseos, sin apercibirme de la distancia. Me sentia
-mas vivo, mas lijero, mas elástico que nunca lo estuvo creatura humana;
-me parecia que saltando tocaria los cuernos de la luna, que se elevaba en
-el horizonte. Todos mis sentidos tenian una sutileza increible--Desde la
-plaza de la Concordia veia los carruajes que daban vuelta al rededor del
-arco de la Estrella, escuchaba el tic-tac de la gran aguja que marca la
-hora en el reloj de las Tullerias. La vida corria por mis venas con una
-velocidad y un calor desconocidos; me preguntaba si una mano invisible
-no me conducia yá al otro lado del Atlántico. Para tranquilizarme, miré
-á la apagada media luna que ascendia lentamente en el cielo. Seguro de
-no haber cambiado de meridiano, entré en mi casa, avergonzado de mi
-credulidad, y me dormí riendome de Mr. Dream y de sus locas amenazas.
-
-
-
-
-CAPITULO II.
-
-¿Es esto un sueño?
-
-
-Durante la noche tuve un sueño--¿Fué en efecto un sueño? Jonatás sentado
-á mi cabecera me miraba con aire burlon.
-
---¡Qué tal! decia, señor incrédulo--cómo os encontrais despues de la
-travesia?--¿El viaje os ha fatigado demasiado?
-
---El viaje, murmuré; si no me he movido de la cama.
-
---No; pero estais en América--No os tireis de la cama como un
-loco,--esperad á que os dé algunas instrucciones para que la sorpresa no
-os mate. En primer lugar, he trastornado vuestra casa. En un pais libre
-no se vive como en una caserna, revuelto, sin reposo y sin dignidad. De
-cada uno de esos cajoncitos, que llamais pisos, he hecho una habitacion
-á la americana, la he dispuesto y amueblado á mi modo, y le he agregado
-un jardincito. Para arreglar asi las cuarenta mil casas de París, he
-empleado cerca de dos horas; no lo siento; vedos señor de vuestra casa,
-es la primera de las libertades. De hoy en adelante no tendreis que
-sufrir á vuestros vecinos, ni que hacerles sufrir á su vez. Olores de
-cocina y de caballeriza, gritos de niños, de mujeres y de amas, ahullidos
-de perros, maullidos de gatos y de pianos: todo se acabó, no sereis en
-adelante un número de presidio ú hospital, un harenque aprensado, sois un
-hombre; teneis una familia y un hogar.
-
---¡Mi casa trastornada!--Estoy arruinado; ¿qué habeis hecho de mis
-inquilinos?
-
---Estad tranquilo: estan ahí, cada uno de ellos en una cómoda casita.
-Al presente son enfiteutas que os pagarán su renta durante medio siglo,
-sin que cada tres años tengais que sorprenderos los unos á los otros, y
-engañaros á quien mejor. He colocado á vuestra derecha á M. Leverd, el
-especiero, hoy dia. Mr. Green. M. Petit, el banquero del primer piso,
-sé ha hecho Mr. Little, y no es un personaje menos notable con sus
-millones. M. Reynard[5], el abogado del piso segundo, se llama el señor
-Procurador Fox[6], y no perderá por esto una sola de sus picardias. A
-vuestra derecha encontrareis al vecino del cuarto piso, el bravo coronel
-Saint-Jean, convertido en _the gallant colonel Saint-Jean_, con todos
-sus reumatismos, y en fin á Mr. Rose, el farmacéutico, que no es ni
-menos importante, ni menos majestuoso desde que se llama, M. Rose, el
-boticario. En cuanto á vos, mi querido Lefebvre, vedos convertido, por
-derecho de inmigracion, en el señor doctor Smith, miembro de la familia
-mas numerosa que haya salido del tronco anglo-sajon. Haced fortuna
-matando ó curando á vuestros clientes del nuevo mundo, que no serán
-mosquitos, lo que os falta.
-
-Queria llamar; pero los ojos del terrible visitante me clavaban en el
-lecho.
-
---Apropósito, dijo riendo, os sorprendereis un poco, cuando oigais á
-vuestra mujer, á vuestros hijos, á vuestros vecinos hablar ingles y
-ganguear. Han dejado la memoria en el viejo mundo y ahora son Yankees
-_pur sang_. Efecto admirable del clima; notado ya por el príncipe de los
-espiritístas, el grande Hipócrates. Los perros dejan de ladrar cuando
-se aproximan al polo; el trigo, bajo el ecuador, es una grama estéril;
-un Yankee en París cree haber nacido gentil-hombre: un francés en los
-Estados-Unidos pierde el horror á la libertad. En cuanto á vos, señor
-incrédulo, os he dejado con vuestras preocupaciones y vuestros recuerdos.
-Trato de que juzgueis de mi poder, con conocimiento de causa. Sabreis asi
-Jonatás Dream es ó no un espiritísta; vedos metido en una piel Américana,
-de donde no saldreis mientras no me dé á mí, la regalada gana.
-
---_But I cannot speak English_[7], esclamé; y me detuve bruscamente,
-temeroso de silvar como un pájaro.
-
---No tan mal, dijo el insoportable burlon; antes de dos dias confundireis
-_Shall_ y _will_, _these_ y _those_[8], con toda la facilidad y la gracia
-de un Escoces. Adios, añadió levantándose; adios, me esperan á media
-noche en casa de la sultana favorita, en el harem de Constantinopla; á
-las dos de la mañana debo estar en Lóndres, y veré salir el sol en Pekin.
-Una advertencia mas; no olvideis que el sabio no se sorprende de nada.
-Si veis á vuestro alrededor alguna figura estraña, no griteis al diablo:
-os encerrarian con nuestros _lunáticos_. Seria un obstáculo á vuestras
-observaciones.
-
-Me levanté sobresaltado. Tres puñados de fluido, recibidos en pleno
-rostro, me dejaron inmóvil y mudo. Con esto, mi traidor me saludó riendo
-sardónicamente; en seguida, tomando un rayo de luna, que se arrastraba
-por la habitacion, se envolvió en él, atravesó la ventana, y se evaporó
-en los aires.--Espanto, magnetismo, ó sueño; no lo sé,--me sentí postrado:
-
- Y’ venni men cosi com’ io morisse
- E caddi, come corpo morto cade[9].
-
-
-
-
-CAPITULO III.
-
-Zambo.
-
-
-Cuando volví en mi, era de dia--Mi hijo cantaba á toda voz el _Miserere_
-del _Trovador_; mi hija, discípula de Thalberg, ejecutaba con
-incomparable _brio_ las variaciones de Sturm sobre un aire variado de
-Donner. A lo lejos, mi mujer reprendia á la sirvienta, que la respondía á
-gritos. Nada habia cambiado en mi pacífica morada,--las angustias de la
-noche eran un vano sueño; libre de esos terrores quiméricos, podia seguir
-una dulce habitud, soñar despierto, mientras esperaba el almuerzo.
-
-A las siete, segun costumbre, el sirviente entró en mi habitacion y me
-entregó el diario. Abrió la ventana, y entreabrió las persianas; el
-resplandor del sol y la vivacidad del aire me hicieron el efecto mas
-agradable. Volví la cabeza hacia la luz, ¡horror!--los cabellos se me
-erizaron, ni fuerzas tuve para gritar.
-
-Estaba en mi presencia un negro, riente y alegre, con dientes como teclas
-de piano, y dos enormes lábios rojos que le cubrian la nariz y la barba.
-Enteramente vestido de blanco, como si temiera no parecer bastante negro,
-el animal se me aproximó, sacudiendo su cabeza crespa y revolviendo sus
-enormes ojos.
-
---El amo ha dormido bien; dijo cadenciosamente, Zambo está contento.
-
---Para disipar esta pesadilla cerré los ojos; mi corazon palpitaba á
-punto de romperme el pecho; cuando me atreví á mirar,--estaba solo.
-Saltar de la cama, correr á la ventana, tocarme los brazos y la cabeza,
-fué cosa de un segundo. En frente de mí habia una série de casitas
-alineadas como casuchos de naipes, tres imprentas, seis diarios, carteles
-por todas partes, el agua desperdiciada desbordando en las acequias. En
-la calle jentes atrafagadas, silenciosas, corriendo con las manos en los
-bolsillos, sin duda para ocultar en ellos, los revolvers; ni ruido, ni
-gritos, ni paseantes, ni cigarros, ni cafées, y hasta donde alcanzaba mi
-vista no se veia un solo ajente de policía, un solo jendarme. ¡No habia
-remedio! estaba en América, desconocido, solo, en un pais sin gobierno,
-sin leyes, sin ejército, sin policia, en medio de un pueblo salvaje,
-violento y codicioso. ¡Era hombre perdido!
-
-Mas abandonado, mas desolado que Robinson despues de su naufrajio, me
-dejé caer sobre un sillon que inmediatamente se puso á hacerme bailar.
-Levantéme temblando, me buscaba en el espejo, ¡ay! y no me encontraba.
-Estaba frente á mí un hombre flaco, de frente calva, sembrada de algunos
-cabellos rojos, con el rostro descolorido, rodeado de flamíjeras patillas
-que caian hasta los hombros. ¡Hé ahí lo que la malignidad de la suerte
-hacía con un Parisiense de la Chaussée-d’Antin! Estaba pálido, mis
-dientes rechinaban y el frío me llegaba á la médula de los huesos. Séamos
-hombres, esclamé, tengo una familia y el nombre francés que sostener.
-Es necesario recobrar sobre mis sentidos el imperio que pierdo. La
-adversidad es la que hace los héroes!
-
-Quise llamar; no habia campanilla: apercibí un boton de cobre que empujé
-á la ventura. De repente apareció Zambo, como esos diablos que salen de
-una caja, y sacan la lengua al saludar.
-
---Fuego, grité, traed me fuego, quiero una gran lumbre en la chimenea.
-
---¿El amo no tiene fósforos? dijo Zambo, mostrándome los avíos de
-encender sobre la chimenea. ¿El amo no puede agacharse? agregó con tono
-irónico. En seguida dando vueltas á un tornillo en la parte inferior de
-la chimenea y aplicando un fósforo á la leña de fundicion, hizo rutilar
-mil lenguas de fuego.
-
---¡Es permitido, ¡buen Dios! esclamó al salir, incomodar al pobre negro
-que está tomando el sol?
-
---Pueblo salvaje, murmuré yo, aproximándome al fuego y reanimándome al
-sentir su calor suave é igual; pueblo salvaje, que no tiene ni palas, ni
-tenazas, ni fuelles, ni carbon, ni humo; pueblo bárbaro que no conoce
-siquiera el placer de atizar el fuego. Dar vueltas á un tornillo para
-encender, estinguir ó arreglar el fuego, es verdaderamente la obra de una
-raza sin poesía, que no deja nada á lo imprevisto, y que tiene miedo de
-perder un minuto, porque el tiempo es dinero.
-
-Luego que me hube alentado, pensé en mi tocador. Tenía delante de mí,
-una mesa de jacaranda atestada de cabezas de cisnes de cobre y de otros
-adornos de mal gusto; pero adornada de esas porcelanas inglesas que
-regocijan la vista por la riqueza del colorido y del dibujo. Habia sobre
-esta mesa, y en profusion, cepillos, esponjas, jabones, vinagres,
-pomadas, etc., pero ni una gota de agua. Oprimí de nuevo el boton; Zambo
-entró mas atufado que á la salida.
-
---Agua caliente y fria para vestirme; pronto, estoy de prisa.
-
---Esto es demasiado, esclamó Zambo; el amo no puede dar vueltas á la
-llave del agua fría y á la llave del agua caliente que están en el
-rincon? Palabra de honor: esto es echarlo á uno; mi no puede continuar
-sirviendo á un amo que no vé jota. Y salió dándome con la puerta en los
-hocicos.
-
---Agua caliente á todas horas y en todas partes, es cosa cómoda; pero es
-el invento de un pueblo que no piensa mas que en su _confort_; gracias
-á Dios, nosotros no hemos llegado á este punto. Pasarán un siglo ó dos
-antes que la noble Francia descienda á este esmero de molicie, á este
-aseo afeminado.
-
-Nada refrezca tanto las ideas, como el hacerse la barba. Despues de
-haberme afeitado, me encontré otro; comencé hasta á reconciliarme con
-mi cara larga y mis dientes de adelante. Si tomara un baño, dije para
-mis adentros, acabaria de calmarme,--podria afrontar, con mas coraje, la
-vista de mi mujer y de mis hijos: ¡ay de mí! quien sabe si no están mas
-cambiados que yo!
-
-Llamé:--Zambo se presentó de nuevo, con el rostro descompuesto.
-
---Amigo mio: ¿dónde hay un establecimiento de baños en la ciudad?
-Enseñadme el camino.
-
---Un establecimiento de baños, amo, ¿para qué?
-
-Me encojí de hombros.--Imbécil, para bañarse, por lo menos.
-
---El amo quiere tomar un baño, dijo Zambo, mirándome con una sorpresa
-mezclada de espanto. ¿Es para eso que el amo me hace venir desde el fondo
-del jardin?
-
---Sin duda.
-
---Esto es demasiado, gritó el negro tirándose de las motas. Cómo! hay una
-sala de baño al lado de cada dormitorio, y el amo hace subir á Zambo para
-decirle: “Mi amigo, ¿dónde puede uno bañarse?” No se burla uno así de un
-americano.
-
-Empujando una puertita oculta bajo la tapicería, el negro me hizo entrar
-en un gabinete elegante, donde habia una bañadera de mármol blanco.
-
---Vamos, Zambo, murmuré con tono furioso y cómico á la vez, dá vuelta
-la llave para el _Amo_: llave del agua fria, llave del agua caliente;
-revuelve el baño, pon las sábanas á calentar; haz de nodriza, Zambo; el
-_amo_ no sabe servirse de sus manos.
-
-No tenía otra cosa que hacer sinó callarme, dejaba á Zambo exhalar
-su furia y no queria que me sacara la lengua; pero, en mis adentros,
-maldecia estas horribles casas americanas, moradas insociables,
-verdaderas prisiones, de las que no se puede salir, puesto que en ellas
-se encuentra á la mano, todo lo que en Paris tenemos el placer de ir á
-buscar fuera de casa, á mucho precio, es cierto, pero muy lejos.
-
-
-
-
-CAPITULO IV.
-
-En casa.[10]
-
-
-Una vez fuera del baño sin haber conseguido calmarme, descendí muy
-pensativo la escalerita que conduce al piso bajo. ¿Qué habian hecho de
-mi casa? ¿Bajo qué máscara iba yo á encontrar á mi familia? Entré al
-comedor, no habia nadie; pasé al salon, ni un alma. Mientras esperaba, me
-entretuve en mirar las dos habitaciones, con el objeto de habituarme al
-aspecto de mi nuevo alojamiento.
-
-El comedor, además del alfombrado, tenia por único adorno un viejo y
-pesado aparador de jacarandá cargado de tasas de la China y de teteras
-de metal inglés, mas brillante que la plata. En frente al armario, habia
-tres grabados mediocres. Al centro, Penn tratando con los indios bajo el
-álamo de Sthakamaxon; á la derecha el retrato de pié de Washington con su
-caballo y su negro; á la izquierda, la imájen del soberano _pro-tempore_,
-el honrado y viejo Abád, en otras palabras, el honorable Abraham Lincoln,
-antiguo constructor de cercados,[11] presidente, hoy dia de los Estados
-Unidos.
-
-¡Hé ahí, esclamé, los jénios protectores de mi nuevo hogar, del hogar
-de un francés educado en el culto de la fuerza y del éxito! Un cuácaro
-pacífico, un jeneral que pudiendo ser emperador del Nuevo Mundo,
-se rebaja hasta el punto de ser el primer majistrado de un pueblo
-libre, un artesano que llega á ser abogado á fuerza de trabajo, y por
-casualidad.--Presidente de su pais,--tales son los héroes de la América.
-En esta tierra semi-salvaje la moral de los paisanos es la misma de
-los grandes hombres. ¿Qué puede esperarse de una nacion que tiene
-semejantes preocupaciones? ¡No es ella, por cierto, la que le dará un
-César al mundo! En la sala habia un piano de palisandra, un escritorio
-recargado de papeles y una biblioteca llena de libros. Tres ó cuatro
-Biblias figuraban entre las obras de Francisco Quarles, de Bunyan, de
-Jeremías Taylor, de Law, de Jonathan Edwards, de Channing, toda jente
-muy honrada sin duda; pero cuyos nombres leia por vez primera. No pasé
-adelante: la teolojía me desagrada hasta en las noches de insomnio.
-Seguian algunos historiadores y moralistas, Franklin, Emerson, Marshall,
-Washington-Irving, Prescott, Bancroft, Lothrop-Motley, Tiknor; á
-continuacion algunos romances sérios, y una multitud de poetas ingleses,
-americanos, alemanes, y hasta españoles. ¿Y la Francia dónde estaba? Ay!
-por todo representante de la patria no encontré mas que un Telémaco, con
-la pronunciacion figurada ó mas bien desfigurada en inglés. Y pensar que
-un dia para celebrar quizá el natalicio de su padre, mi hija, mi querida
-Susana, me recitaria con sus lábios seductores el: _Calepso ne povait se
-connsolére diou départe d’Youlis!_ Despechado arrojé el libro y pasé al
-jardin: era un pedacito de tierra rodeado de cuatro paredes, cubiertas de
-yedras y madreselvas; sembrado de lilas, rosales y flores desconocidas;
-en el fondo habian un invernáculo pequeño y un kiosco chinesco; abrigo
-cómodo para tomar el té, fumar un cigarro ó contemplar las estrellas.
-En el jardin no habia nadie, si se esceptúa á Zambo, tendido como una
-estátua de bronce sóbre una mesa de mármol blanco. El negro roncaba con
-el rostro vuelto hácia el sol y cubierto de moscas, descansando de las
-crueles mortificaciones que yo le habia causado. El bribon se aprovechaba
-de estar á mi servicio, para no hacer nada y dormir á pierna suelta.
-
-Comenzaba á intrigarme este paseo solitario en los dominios de la Bella
-del Bosque durmiente; iba á despertar á Zambo para tener el placer de
-reñir con un cristiano, cuando escuché voces que salian del bajo piso, ó
-como dicen los Franco-Americanos en su patria, del _basement_, palabra
-que faltará durante mucho tiempo al diccionario de la Academia.
-
-Despues de haber descendido algunos escalones, apercibí al fin en una
-espaciosa cocina á dos mujeres, que no sintieron el ruido de mis pasos,
-tan atareadas estaban. Una de ellas, la que me daba la espalda, pero
-á quien reconocí por la voz, era mi querida Jenny, la madre de mis
-hijos; la otra, á quien recien iba á conocer, enorme criatura, rubia,
-de cinco piés y ocho pulgadas de estatura, y con aspecto mas bien de
-granadero escocés que de hija de Eva, era Marta, la cocinera, natural de
-Pensylvania, y _tunkeriana_ ó _tunkerista_ de relijion, cosa parecida
-á cuácara; escelente persona que resongaba á toda hora y no tenía mas
-defecto que tratar de pagano ó de publicano á cualquiera que usára
-botones en el vestido ó en la levita. Para esta alma exaltada, el símbolo
-del cristianismo no era la cruz, era el broche.
-
-A juzgar por la gravedad de las dos mujeres, y por las palabras que con
-tanta vivacidad cambiaban, llevaban á cabo en aquel momento una gran
-obra culinaria. Jenny (¿era en efecto madama Lefebvre?) ataba dentro
-de una servilleta, una masa disforme de reposteria, colocándola con
-cuidado en una cacerola llena de agua. Marta, á su vez, encerró la
-preciosa vasija en un horno de hierro, colocado en un costado de la
-cocina. Era de construccion monumental, con pisos como una casa, y no sé
-cuantos cajoncitos y alacenas de donde se escapaba el vapor. Horno para
-cocer, lavadero, asadores, sartenes, agua y aire calientes, y cuanto
-es necesario, todo se encontraba en este horno mónstruo, que tenia una
-inscripcion, á manera de arco de triunfo:
-
-_G. Chilson’s cooking Range Boston_[12].
-
-Dudo que el mismo Satanás, con los recursos de que dispone, haya
-inventado nunca una hornaza mejor calentada que esta.
-
-Cuando todo estuvo en su lugar, despues de haber movido y alineado un
-ejército de calderos y calentadores, volvióse mi mujer, dando un grito de
-placer al verme.
-
---Buenos dias, amor mio, me dijo, creo que habeis pasado una buena noche.
-¿Veis vuestros preparativos? es un _pudding_ como aquel que encontrásteis
-tan bueno, dias pasados. Acabo de pisarlo y amasarlo yo misma. Sé mejor
-que Marta, lo es de vuestro gusto. Espero que estareis contento como yo y
-que me recompensareis todo el trabajo, ó mas bien todo el placer que me
-tomo por serviros.
-
-Diciendo esto, acercóseme cuanto pudo poniéndome la frente. ¡Cosa rara!
-era mi mujer, y, sinembargo, no era ella. El mismo rostro, las mismas
-facciones, salvo la punta de la nariz que habia enrojecido un poco; pero
-no sé que de límpido y de tranquilo en la mirada, de dulce en la palabra,
-de afectuoso en la fisonomia, que jamás habia notado en nuestros tiempos
-matrimoniales del viejo París. Me sentia amado, cuidado, esto hará
-retozar mi corazon. Por eso, sin inquietarme de la presencia de Marta
-y de mis veinte años de casado, abrazé tiernamente á Madame Lefebvre,
-quiero decir, Mistriss Smith. Perdonadme esposos parisienses, ¡yo estaba
-en América!
-
---Marta, dijo mi mujer quitándose un delantal de cocina, y bajando
-su vestido de seda, que habia suspendido, atándolo por detrás. Marta,
-ireis á casa de Mr. Green. Su último café no era bueno, era del Brasil,
-á mi marido no le gusta sino el de Mauricio, escojed un grano pequeño y
-redondo, que yo misma lo tostaré. He visto en el mercado las primeras
-fresas, comprad algunas, lo suficiente para poner dentro de una de esas
-tortas que haceis tan bien y que mi marido y mis hijos comian con tanto
-placer el año pasado. Decidle á Hoffman el floricultor que en todas
-partes hay claveles, escepto en nuestro jardin, y que mi marido espera
-las tres variedades nuevas que me ha prometido. No olvideis tampoco los
-lirios que he escojido para Susana, y los jeránicos para Enrique. En fin,
-tomad en la libreria, el último discurso del reverendo doctor Bellows,
-_sobre el estado de la nacion_. Es una obra elocuente y patriótica y mi
-marido nos la leerá esta noche, ¡él que lee tan bien! Esto nos divertirá
-á los niños y á mí!
-
-¡Cuán débiles somos! sentiame atraido y encantado por esta música
-nueva, en la que á cada compás aparecia mi nombre y el de mis hijos.
-En París, en Francia, eran otras notas, las que yo oía. Mi mujer tenia
-todas las virtudes; pero su estremada modestia me hacia la vida un poco
-insoportable. _Hacer lo que todo el mundo_, era la divisa de Madame
-Lefebvre: Dios sabe, lo que me costaba el no diferenciarnos. Para
-estar hospedados _como todo el mundo_, habitábamos un departamento, á
-ciento diez escalones de altura, en un hotel, digno de un príncipe, es
-cierto, y cuyo portero tenia un sirviente y un limpia suelos. Para estar
-servidos _como todo el mundo_ teniamos un lacayo, enorme pícaro borrado
-y embustero, gran bribon con pantalones de pana y chaleco rojo, que me
-costaba muy caro y me servia en todo al revés, no dejándome vestir, ni
-comer ni beber á gusto. Para vestirnos _como todo el mundo_ necesitaba
-mi mujer y mi hija, trajes de un precio loco, crinolinas que ocupasen
-cada una, una carroza entera, no dejándome lugar sino en el pescante.
-En fin para figurar _donde vá todo el mundo_, tenia yo que andar trás
-las invitaciones, y sonreir á jentes que despreciaba en mi corazon, con
-el mas soberano desprecio. Era la práctica. El buen tono queria que se
-adorára á la fortuna y que se arruinára uno por aparecer. Por mi parte,
-buen cuidado tenia de no separarme de la buena sociedad. Hubiera sido una
-orijinalidad: vicio de pésimo gusto, que la Francia deja á los Ingleses.
-
-Desempeñábamos, gracias á mi mujer y á sus sabios consejos, con decencia,
-asi lo creo al menos, un rol difícil. Las jentes que nos veian en el
-bosque en todo tiempo, y á la misma hora debian hacernos justicia. Me
-atrevo á decir que sosteniamos nuestro rango en París, y que llevábamos
-con honor la vida mas ocupada que pueda imajinarse: hariamos veinte
-visitas todas las mañanas, y no faltábamos á ninguna reunion. Todo esto
-era bueno; pero--¿es necesario que lo confiese? en un pais salvaje, mi
-naturaleza ruda recobraba su poder. Estaba contento porque ya no oia
-hablar de _todo el mundo_. Me gustaba que mi mujer no se ocupase mas
-que de mí, y no viese nada mas allá de su marido, de sus hijos y de su
-casa. Me sentia rey de mi morada y estaba tan contento con mis súbditos
-que al subir la escalera, pasé mi braso al rededor de la cintura de
-Jenny, y abracé á mi mujer por segunda vez; lo que la hizo ruborizarse
-prodijiosamente:
-
---_For shame, mister Smith_[13], murmuró con un tono que me hizo creer
-que ella y yo habiamos rejuvenecido veinte años.
-
-
-
-
-CAPITULO V.
-
-Sin dote.
-
-
-Mientras que Zambo se cansaba de dormir, y mi mujer y Marta preparaban la
-mesa y servían el almuerzo, púseme á leer el _Paris-Telegraphe_, enorme y
-barato diario que llevaba por lema estas palabras estúpidas: _The world
-is governed too much_: el mundo está demasiado gobernado. El tono grosero
-de esta hoja me desagradó. ¡A Dios gracias!--á nosotros nos dan mejor
-educacion.--No es á nosotros, á quienes un gobierno protector del buen
-gusto, dejaria tomar la odiosa costumbre de llamar: _un chat, un chat, et
-Rollet un fripon_.
-
-¿Quién creeria, por ejemplo, que el _Paris-Telegraphe_ se atreviera á
-herir con el epíteto de ladron y hasta de asesino á un millonario honrado
-que, por un error, escusable sin duda, habia suministrado al ejército del
-Norte unos sesenta mil pares de calzado, cuyas suelas eran de carton y
-habian resistido mal á la humedad de los vivacs? ¡Y haga uno negocios en
-un pais, donde se respetan tan poco las grandes especulaciones!
-
-Todo el diario estaba escrito en ese tono deplorable. Nada escapaba á las
-invectivas de aquel folletinista insolente, de aquel gacetero miserable.
-Tal ley era abominable porque trababa la libre accion de los ciudadanos;
-tal majistrado era un Jeffries ó un Laubardemont, porque hacia caer en
-un lazo inocente al pícaro que se fiaba en la justicia; tal municipal
-era un Verrés ó un nécio, porque concedia á accionistas bien entendidos
-un monopolio ventajoso para todo el mundo, como son siempre todos los
-monopolios. Tomaos la molestia de gobernar á los hombres, para recibir
-diariamente semejantes vejaciones.
-
-Pamfletista desgraciado, me dije yo, si hubieses tenido el honor de vivir
-en el pueblo mas amable y mas ilustrado de la tierra, sabrias desde que
-naciste, que criticar la ley, el juez ó el funcionario, es crímen de
-lesa-majestad social. La infalibilidad de las autoridades, es el primer
-dogma de un pueblo civilizado. Maldito sea el inventor del diario, y
-sobre todo, del diario libre y barato! La prensa es como el gas; una luz
-que os quema la vista, al mismo tiempo que os envenena.
-
---¿Porqué no se sirve el almuerzo? pregunté bruscamente á mi mujer, con
-el objeto de disipar estas ideas desagradables--¿En dónde están los
-niños? ¿Porqué no bajan?
-
---Han salido, amigo mio, y no tardarán en volver. Enrique pronuncia esta
-noche su primer discurso en la _Academia de los jóvenes lectores_; y ha
-querido asegurarse de la sonoridad de la sala, antes de hablar en público.
-
---¿Sobre qué tema perorará esta noche nuestro Ciceron de diez y seis años?
-
---Hé aquí un borrador, dijo Jenny, pasándome con el orgullo de una madre
-un papel lleno de palabras sub-rayadas, de interjecciones, de pausas y de
-esclamaciones.
-
-El título, escrito en grandes caractéres, me pareció mas respetable que
-claro.
-
- DE LA MORALIZACION DE LAS MUJERES, CONSIDERADAS COMO EDUCADORAS
- DEL JÉNERO HUMANO.
-
---Cuélgate, Querubin, esclamé yo; ¡el mundo se acabará á fuerza de
-virtud! A los diez y seis años, si en algo pensábamos nosotros, no era
-por cierto, como el señor mi hijo, en la moral....
-
---Amigo mio, me dijo Jenny.... Su voz me detuvo de golpe, y tan á tiempo
-que me mordí la lengua á la mitad de una palabra, y me sentí ruborizar á
-pesar mio.
-
---Amigo mio, continuó mi mujer, que no se habia apercibido de mi
-turbacion: creo que se prepara un cambio en la situacion de Enrique.
-Todos los dias me repite, que hace mucho tiempo que está á nuestro cargo
-y que esto debe fastidiar al gobernador....
-
---¿Qué significa eso de gobernador?
-
---¿No lo sabeis? es el nombre amistoso que nuestros hijos dan á su padre.
-En dos palabras, Enrique quiere tomar una profesion.
-
---Paciencia, señora Smith, tenemos tiempo. Ese cuidado me toca á mí.
-
---Amigo mio, nuestro hijo ha cumplido ya diez y seis años: todos sus
-camaradas tienen una posicion, es necesario que se abra camino. Conversad
-con él sobre esto: tiene completa confianza en vos, y nadie puede
-dirijirlo mejor.
-
-Púseme á pasearme de un lado á otro, mientras mi mujer miraba por la
-ventana, si volvian ya nuestros hijos.
-
-¡Oh hijo mio!--decíame yo,--si, el cuidado de establecerte me pertenece.
-Hace mucho tiempo que todo lo he dispuesto para tu éxito. No fué
-inútilmente que diez y seis años há, escojí para padrino tuyo á mi amigo
-Regelman, entonces subjefe; y hoy dia jefe de oficina en el Ministerio
-de Hacienda, Seccion de Aduanas. Si, mi querido Enrique, de antemano,
-sin saberlo tú, eres candidato para pretender el supernumerariato del
-Ministerio de Hacienda. Dentro de dos dias serás bachiller; y dentro
-de tres años, si pasas felizmente tres ó cuatro concursos y eres
-protejido vigorosamente, _tu Marcellus eris!_--Te veo ya, sub-jefe, á
-los treinta y cinco años, disfrutando de dos mil cuatrocientos francos,
-y condecorado como lo fué tu padrino; te veo como tu modelo, dulce,
-humilde, político, complaciente con tus jefes; severo, tieso, majestuoso
-con tus subordinados; y elevándote de grado en grado hasta la direccion
-del personal. A los cincuenta años, si nada engaña á la orgullosa ilusion
-de un padre, tu serás el terror y la esperanza de diez mil fracs verdes.
-¡Qué fortuna! ¡y qué porvenir!
-
---Ahí está Enrique, esclamó mi mujer, que habia permanecido en la
-ventana. Conversa con M. Green.--Estoy segura que le pide un buen
-consejo,--algo mas quizá.
-
---¿Qué decis, querida mía?--¿Green, el especiero? ¿Mi hijo conversa con
-esa jentuza?
-
---¡Jentuza! replicó mi mujer con aire de sorpresa. M. Green es un hombre
-honrado, un buen cristiano, respetado universalmente. _Vale_ trescientos
-mil dollars, y hace el mejor uso posible de su fortuna que debe á su
-trabajo.
-
-¡Perfectamente! esclamé yo. Bienaventurado pais en donde los especieros
-son millonarios, dan consultaciones como los abogados, sino dan
-colocaciones, como los ministros. Solicite pues, mi hijo, á S. E. el
-Sr. de las ciruelas en conserva y de la Melaza. Pero, llamad á Susana;
-supongo que no espera nada del honorable M. Green.
-
---Susana, está en su leccion de hijiene y de anatomía.
-
---De anatomía, ¡gran Dios! Mi hija, á los diez y nueve años, aprende
-anatomía--¡Si tambien disecará!
-
---¿Qué teneis, amigo mio?--repuso mi querida mujer, con una tranquilidad
-que me volvió el alma al cuerpo. Susana tendrá hijos algun dia. ¿Quereis
-que los crie y los cuide á tientas, sin conocer su constitucion? ¿No
-habeis repetido cien veces en su presencia que el estudio del cuerpo
-humano, hace parte indispensable de toda buena educacion?
-
---¿Cual es el médico á cuya prudencia se confia el cuidado de enseñarla
-anatomía á las jóvenes?
-
---Es la señora Hope, una de nuestras celebridades médicas.
-
---¡Mujeres médicos! ¡Oh Moliére! ¿donde estás? Qué ¿en este pais hecho al
-revés de los demas, no son los hombres los que cuidan á nuestras madres,
-á nuestras esposas é hijas? Son tambien mujeres las que partean á las
-señoras de la buena sociedad? Eso no se hace en parte alguna; eso es
-indecente, señora Smith,--¡indecente!
-
---Yo hubiera creido lo contrario, amigo mio; pero vos sabeis mas que
-yo. ¿De manera que si alguna vez nuestra hija tuviese una de esas
-indisposiciones, graves ó no, que una mujer en su pudor se atreve apenas
-á confesarse á sí misma, querríais mas bien que se llamára á un médico?
-
---Nada de eso; me comprendeis mal, querida mia. Queria decir solamente
-que hay antiguas prácticas que son respetables como todos los viejos
-errores. Es decir.... no; otro dia os esplicaré eso. ¿Quién acompaña á
-Susana á esa leccion de anatomía?
-
---Nadie.
-
---¿Cómo nadie? ¿Mi hija que solo tiene diez y nueve años y es bella como
-un ánjel, recorre las calles sola y sin un acompañante de respeto?
-
---¿Por qué no ha de hacer ella lo mismo que sus compañeras? ¿Qué peligro
-puede amenazarla? ¿Os imajinais que haya en América un hombre tan
-criminal ó tan loco como para faltar al respeto debido á la juventud y
-á la inocencia? Padres, maridos, hermanos ó hijos, todos los brazos se
-alzarian para herir al miserable; pero jamás se ha visto en este noble
-pais semejante indignidad.
-
-Esas son miserias y vicios que es necesario dejar al viejo continente.
-
---Por otra parte, agregó mi mujer con su dulce sonrisa, creo bien cuidada
-á Susana. Alfredo, el último hijo de M. Rose ha vuelto de las Indias.
-Le he visto ayer paseándose con su padre y sus ocho hermanos. Nadie me
-quitará de la cabeza que Susana y él están comprometidos hace mucho
-tiempo.
-
---¡Comprometidos! ¿Mi hija enamorada del noveno hijo de un boticario? ¿Y
-es su madre la que me anuncia friamente una noticia de ese carácter?
-
---¿Por qué no habria de casarse con el que ella ama? me dijo Jenny
-fijando en mí sus hermosos ojos azulas. Amigo mío ¿no es eso lo que yo
-he hecho? ¿Me he chasqueado? ¿estais acaso arrepentido?
-
---¿Pero qué carrera, qué fortuna posée ese jóven?
-
---Estad tranquilo, amigo mio; Alfredo es un caballero. No se casará con
-Susana mientras no tenga una posicion que ofrecerla. Susana esperará diez
-años, si es necesario.
-
---¿Y la dote señora Smith, habeis pensado en la dote? ¿Sabeis lo que
-quiere ese jóven galan que compromete á nuestra hija? ¿Sabeis lo que nos
-es posible hacer y qué parte tendremos que sacrificar de nuestro diminuto
-haber?
-
---No os comprendo, Daniel. ¿Vendemos acaso á nuestra hija? ¿Es necesario
-pagar á un jóven, á un enamorado, para que se decida á aceptar por
-compañera, á una jóven encantadora, cuyo aspecto regocija y que es tan
-buena como bella? ¿Dónde habeis adquirido esas estrañas ideas, que os
-oigo por vez primera?
-
---¡Sin dote! esclamé yo, ¡en un pais donde de la noche á la mañana todo
-el mundo está de rodillas delante de un dollar!
-
---En América, amigo mio, uno se ama, se casa porque ama y es feliz toda
-la vida repitiéndose el uno al otro que se ha escojido por amor. Cada
-uno lleva en dote su corazon, y espero que, en una nacion libre, jóven y
-jenerosa como la vuestra, no se conocerá jamás otro dote.
-
---Sin dote, decíame yo, ¡sin dote! Harpagon tenia razon, esto cambia las
-cosas. El matrimonio no es ya un negocio. Rica ó pobre, la novia estará
-segura de que la aman, que se casan con ella y no con su dinero. El padre
-que dé temblando á su hija no tendrá que temer á lo menos, que la entrega
-á un especulador innoble. ¡Sin dote! Los pueblos bárbaros tienen algunas
-veces, sin saberlo, ciertas delicadezas que harian honor á nuestra
-civilizacion.
-
---Hé aquí á Susana, esclamó mi mujer, que habia vuelto á ocupar su puesto
-de observacion. Alfredo está con ella,--lo habia adivinado.
-
-Corrí á la puerta. Mi hija, mi querida Susana, ¡estaba mas bella que
-nunca! Sus largos cabellos rubios que caían formando bucles sobre sus
-hombros, su mirada risueña, su aire altivo, su andar mesurado la daban
-nuevos encantos. Era la inocencia del niño y la gracia de la mujer.
-Saltóme al cuello como una loca. La estreché con transporte sobre mi
-corazon y la llevé en mis brazos hasta el comedor.
-
-Solamente allí apercibíme de que Susana no habia entrado sola en casa.
-Estaba junto á ella el mónstruo que venia á arrebatarme mi alegria y mi
-felicidad. Susana le tomó de la mano y me lo presentó de la manera mas
-natural.
-
---M. Alfredo Rose, querido papá--¿no le reconoceis?
-
-¡Demasiado que lo reconocia! ¡Era encantador el miserable! Suspiré y dí
-un apreton de manos á aquel futuro yerno; que queria hacerme el honor de
-escojerme por suegro sin tomarse siquiera la molestia de consultármelo.¡
-Sin dote! bastaba esto para que se creyera con derecho á casarse con la
-mujer que amaba.
-
-Hablad pues de decoro á estos bruscos que van siempre recto á su objeto.
-
-
-
-
-CAPITULO VI.
-
-En donde se hace conocimiento con M. Alfredo Rose y el vecino Green.
-
-
-Mientras que Alfredo y yo permaneciamos el uno frente del otro,
-silenciosos ambos y mirándonos, las dos mujeres conversaban entre sí en
-voz baja y con estrema vivacidad. La madre sonreía, la hija tenia los
-ojos suplicantes.
-
---Amigo mio, dijo Jenny tomando á los jóvenes de la mano, hé aquí dos
-niños que, con la ayuda de Dios, quieren formar una familia cristiana y
-os piden vuestra bendicion.
-
---Mi bendicion! Yo he visto al Papa Pio IX, bendecir á Roma y al mundo,
-con esa dulce majestad que hace caer de rodillas á los incrédulos; he
-visto á obispos piadosos bendecir la inocencia y el fervor de la primera
-comunion. Eso era grandioso y bello: era la santidad que se espandia.
-Pero yo, pecador, no me sentia con derecho para bendecir, siquiera á mis
-hijos. Abrazé á Susana, abrazé á Alfredo, junté sus manos con las mias y
-lloré.
-
-Eran tan felices los ingratos, que no vieron mis lágrimas, y así
-escapáronse de mis brazos para correr hácia Jenny, que les recibió
-alzando la voz:
-
---Que el Dios de Abraham y de Sara, díjoles, que el Dios de Isaac y de
-Rebeca, de Jacob y de Raquel os bendiga, hijos mios, y os dé una vida
-cristiana.
-
---_Amen_, respondió una voz cuya gravedad me hizo temblar. Era Marta que
-se aproximaba con la mirada y el jesto de un profeta.
-
---Hombre, dijo, toma á esta mujer delante de Dios; mujer, toma á este
-hombre delante de Dios, en la buena y en la mala suerte, en la salud como
-en la enfermedad, en la vida y en la muerte. No lo olvides, el Eterno lo
-recordará.
-
---No, ciertamente, no lo olvidaré jamás, esclamó Alfredo levantando el
-brazo, pongo al Señor por testigo.
-
-Lo confesaré para mi verguenza! apesar de la escelente educacion que
-he recibido en Francia, y aunque se me habia habituado á no tratar
-sériamente sino las cosas festivas, me sentí conmovido hasta el fondo
-del alma, por la solemnidad de este compromiso. Me parecia que mi hogar
-se hacia sagrado como el de Abraham, y que Dios, invisible y presente,
-descendia para bendecir la union de mis hijos.
-
-La entrada de Zambo disipó estos sérios pensamientos. Habia arrasado el
-jardin y el invernadero para poder ofrecer á la novia un ramo enorme.
-Acompañó su obsequio de jestos tales y de cumplimientos tan burlescos,
-que me eché á reir contra mi voluntad.
-
---¿Cuándo la boda amito? preguntó el negro. ¿Mañana, pasado mañana,
-dentro de ocho dias? Zambo quiere cantar, Zambo quiere bailar.
-
---Susana, esclamé mirando á mi hija, no está fijado el dia!
-
---Mi buen padre, esperamos vuestras órdenes respondió la señorita mi
-hija, con una falsa modestia que me hizo suspirar.
-
---Y no esperamos mas que eso, dijo Alfredo, he alquilado y amueblado una
-casa, cerca de aquí; en la esquina de la avenida décima cuarta. Todo está
-dispuesto para recibir á la que me hace el honor de compartir mi fortuna
-y mi nombre.
-
---Hijo mio, le dije á Alfredo, y este nombre de hijo me ahogó al salir,
-Susana os ha escojido, nosotros os adoptamos con los ojos cerrados; pero
-perdonad á la lejítima curiosidad y á la inquietud de un padre. ¿Desde
-cuándo amais á mi hija?--Y ya que hablais de fortuna--¿cuál será vuestra
-situacion, la de ambos, en esa casa cuya felicidad nos toca tan de cerca?
-
---Deciros desde cuando amo á Susana, me sería difícil; respondió el
-jóven. Me parece que la amé desde que nació.--A no dudarlo, la amaba
-ya cuando íbamos juntos á la escuela comun, y corriamos á lo largo del
-camino, ella era una criatura y yo casi un adolescente. Despues de ese
-tiempo, tantas veces hemos jugado, hablado y orado juntos; la he visto
-siempre alegre, buena, amable, y tantas veces hemos conversado sin
-rebozo, tantas veces he podido apreciar toda la belleza de su alma, que
-ha llegado un dia en que he comprendido que Susana era la mujer que Dios
-en su bondad me habia deparado.--Cuando Susana tuvo diez y seis años, le
-pedí me aceptára por esposo, nos comprometimos, y hé ahí toda la historia
-de nuestros amores.
-
---De manera, dije yo suspirando, que es la estimacion y la amistad la que
-os han conducido á eso que vosotros llamais amor--¿Nada de súbito, nada
-de fulminante: ni poesía, ni pasion?
-
---Tengo veinte y cuatro años, dijo el jóven, y amo á Susana. Nunca he
-amado, ni amaré á otra que no sea ella; la estimo mas que á nadie en el
-mundo; la quiero mas que á mi mismo: ¿es cordura, es pasion?--no lo sé;
-pero espero que Susana no me pedirá esplicaciones, y que me permitirá que
-la ame del mismo modo hasta mi último dia.
-
---Perfectamente, hijo mio; sois un sábio; sereis feliz, como mereceis
-serlo y tendreis muchos hijos. Entretanto hablemos de dinero.
-
---Yo no tenia fortuna, dijo Alfredo, y eso aplazaba bastante nuestros
-proyectos. Tenia veintiun años y estaba decidido á hacer carrera
-rápidamente,--no dudaba del éxito.
-
---¿Contaríais sin duda con protectores poderosos? ¿con la promesa de un
-buen puesto en el gobierno? ¿Vuestro padre quizá habia comprometido en
-vuestro favor al primo de la prima de algun Senador?
-
---No; tenia mi cabeza y mis brazos, respondió, Alfredo y la divisa de
-todo Yankee verdadero: _Go ahead! never mind; help yourself_: Adelante!
-y sin cuidado; ayúdate á tí mismo: esto vale mas que un apoyo estraño.
-En un país que se engrandece tan velozmente como el nuestro, todo hombre
-que no es un necio y que tiene voluntad, concluye por encontrar una buena
-veta. Empleado como químico en casa de un rico comerciante de índigo, oía
-á mi patron quejarse á menudo de que los buques espedidos á la India iban
-siempre á media carga. Encontrar un nuevo artículo de flete, era la idea
-fija de nuestros armadores. Descubrí uno, en el que nadie habia pensado y
-que tenia asegurado su despacho: era el hielo. Jamás se proveerá cantidad
-igual á la que puede consumir la India. La dificultad estaba en poder
-conservarlo durante el camino. Era un problema que debia resolverse.
-Gracias á mi padre he sido educado en un laboratorio; la física y la
-química han sido mis primeros entretenimientos. Para aislar mis témpanos
-de hielo, necesitaba un cuerpo mal conductor del calórico. Ensayé el
-serrin, que no tiene valor alguno entre nosotros. El descubrimiento
-estaba hecho: faltaban solo los capitales.
-
-Encontrar dinero para poner en ejecucion una buena idea es cosa fácil en
-América, pensé en M. Green, que hace grandes negocios en arroz, café,
-especias é índigos. Tuvo confianza en mí y arriesgó una espedicion. Partí
-para Calcuta con mi cargamento; no tuvimos merma en el camino, y vendí
-mi hielo de modo á ganar el flete de ida y vuelta; y he vuelto despues
-de haber establecido allí un mercado ventajoso para veinte años. A mi
-llegada tuve ocho mil dollars por mi parte, y vedme al frente de la casa
-Green, Rose y compañia. El éxito es seguro. Puedo descontarlo hoy dia
-mismo, si quiero. Diez ó doce mil dollars por año: hé ahí lo que por lo
-pronto puedo ofrecer á _Madama_ Alfredo Rose, esperando mejor suerte.
-
---Sesenta mil francos anuales! esclamé, qué bella cosa es el comercio,
-cuando sale bien! Miré de mas cerca á mi yerno y le encontré cierto aire
-de jénio. En la frente y en la parte inferior del rostro tenia algo de
-Napoleon.
-
-Habia olvidado completamente la botica de su señor padre, cuando Zambo
-nos anunció á Mr. Rose que venia á tomar parte en el regocijo jeneral.
-Por estimable que fuera el exelente hombre, no era un boticario el suegro
-que yo ambicionaba para mi hija: habia soñado con un sub-prefecto;
-pero qué hacer en un pais primitivo que no ha conquistado todavia esa
-centralizacion que la Europa nos envidia?
-
-Con M. Rose entró M. Green, seguido de Enrique. Reconocí al boticario en
-ese aire médico que jamás se pierde; pero el especiero con frac negro y
-corbata blanca era para mí un mónstruo desconocido. Su lenguaje y sus
-maneras no eran menos raras que su traje. Green, el vendedor de aceite
-y de café, hablaba con la autoridad y la sangre fria de un hombre que
-cuenta los millones por los dedos.
-
---Vecino, díjome, con afectuosa _bonhomia_, héme aquí medio de la familia
-por este jóven, vuestro yerno y mi socio. No quedaremos ahí. Enrique ha
-venido á verme: es un muchacho intelijente y que me agrada. He encontrado
-una colocacion para él. Alfredo se hace sedentario: no se casa uno para
-correr el mundo. Necesitamos entre tanto una persona de confianza en
-Calcuta. He pensado en Enrique, apesar de ser tan jóven. Nunca entra uno
-demasiado temprano en los negocios. Tres años de residencia en las Indias
-le formarán. Le daremos una parte, que si él trabaja, subirá de cuatro á
-cinco mil dollars por año. Vos me confiais un niño, y yo dentro de tres
-años os volveré un hombre.
-
-¿Qué decis de mi proyecto? ¿os sonríe tanto como á Enrique?
-
---Oh hijo mio! me dije yo, habia soñado otro porvenir para tí. Quizá
-este te convenga mas; quizá no tengas ni el jénio de la política, ni la
-flexibilidad necesaria para elevarte al rango de jefe de oficina. El dado
-está tirado, serás millonario!
-
-Dí las gracias á Green, quien me dijo al oído:
-
---Vecino, no pararemos en esto. Conoceis á Margarita, mi duodécima hija,
-chiquilla encantadora, que ya tiene diez años y el talle redondo como una
-muñeca. Tengo la idea que dentro de seis ó siete años haremos de ella la
-señora de Smith. Pensaremos en el jóven y en su fortuna; contad conmigo.
-
-Esto era demasiado! Yo, el doctor Lefebvre, yo un sábio, un _bourgeois_
-en mi pais, convertido así en aliado de un especiero, y debiéndole
-favores!
-
-Es cierto, amo la igualdad: soy francés, y tengo por evanjelio los
-principios de 1789. Que proclamen esta igualdad y la anuncien en todas
-partes, lo exijo; que la pongan en nuestras leyes, lo consiento: las
-leyes no se aplican jamás; pero que se haga descender esa igualdad á
-nuestras costumbres, nunca! El hombre que no hace nada estará siempre
-arriba del que se ensucia los dedos trabajando.
-
-Iba á romper el encanto y á rehusar esa fortuna pérfida, cuando por
-invitacion de mi mujer, cada uno de nuestros vecinos aceptó una tajada de
-jamon y una taza de té....
-
---Daniel, me dijo Jenny, estamos todos en la mesa, decid la bendicion.
-
---Querida mia, estoy tan conmovido que no sé lo que hago.--Ocupad mi
-lugar y hablad por mi.
-
---Dios mio, dijo Jenny, bendecid esta casa y á todos los que están en
-ella. Bendecid sobre todo á los que se alejan, y que entre ellos, Señor,
-no halleis sino corazones puros y obedientes.
-
-Todos respondieron: _Amen_, con voz tan sincéra que el curso de mis ideas
-se trastornó. Miré á mis amigos, á mis hijos, á mi mujer: á Green que
-con tanta simplicidad hacia la fortuna de mi familia: á Enrique, que á
-los diez y seis años, con la resolucion de un hombre y el ardor de un
-niño, queria conquistarse á fuerza de trabajo un puesto en el mundo y no
-retrocedia ni ante el peligro ni el destierro; á Susana y Alfredo que se
-amaban con un amor tan tierno y tan puro, á mi mujer en fin, mi buena
-Jenny, que no se ocupaba sino de los demas, atenta y abnegada, la vida
-y el alma de la casa, la reina de esta colmena, de donde se escapaba el
-enjambre!
-
-Y yo, moscardon inútil, que no sabe sino murmurar, me decia, voy á quedar
-solo en este hogar, animado en otro tiempo por la alegria de Susana y de
-Enrique. Rose tenía nueve hijos; Green quince: Dios bendice las grandes
-familias, y cuando queremos ser mas sabios que él, confunde nuestra
-falsa prudencia, condenándonos al aislamiento que nosotros mismos hemos
-buscado.
-
-Miraba á mi mujer, jóven todavia, fresca y de una robustez graciosa; y me
-decia........no recuerdo lo que me decia, cuando Zambo entró, empujando
-la puerta, con aire asustado y gritando:
-
---Arrebato! arrebato!--escuchad--llaman á fuego.
-
-
-
-
-CAPITULO VII.
-
-El incendio.
-
-
-Al primer grito de Zambo, el boticario corrió á la ventana, en seguida
-volviéndose hácia Green:
-
---Teniente le dijo, es á nosotros á quienes llaman; el incendio es en la
-duodécima avenida.
-
---Sarjento, soy con vos, dijo el especiero levantándose. Doctor, agregó
-golpeándome en el hombro, alerta! el carruaje no espera.
-
---Bueno! me dije, viéndolos salir acompañados de Alfredo y de Enrique,
-hélos ahí que juegan á la guardia nacional. La guardia nacional! es un
-regalo que la América nos ha enviado con el ciudadano Lafayette, y que
-nos ha aprovechado lindamente! Corred á esa parada inútil, queridos
-amigos, y que os haga buen provecho!, por mi parte, me quedo en casa. Qué
-es ese carruaje de que habla Green? ¿Se imajina él, que yo voy á correr
-como un papanatas, al espectáculo del incendio en un pais donde, segun
-dicen, el fuego aparece todos los dias?
-
-Me aproximé á la ventana: torbellinos de humo subian al cielo arrojando
-chispas. El fuego tomaba cuerpo.
-
---Lijero, amo, lijero, el carruaje se aproxima, me dijo derepente Marta.
-
-Me dí vuelta: frente á mi estaba Zambo, con una hacha en la mano, y un
-casco de cuero curtido en la cabeza: Marta tenia una chaqueta de paño
-negro, y un ancho cinturon jimnástico: era mi uniforme. Yo era bombero!
-
-Bombero! yo! quería protestar contra este nuevo ultraje de la suerte;
-pero Marta se habia apoderado de mi. En un abrir y cerrar de ojos, me
-hallé vestido, ceñido, con el casco puesto, armado é izado sobre el techo
-de un omnibus inmenso que contenia en sus flancos una máquina á vapor,
-toda humeante. Dos magníficos caballos negros llevaban al galope bomba y
-bomberos.
-
---No temas nada, Daniel, gritó Marta, con el brazo levantado, vas á
-servir á Dios; el Altísimo te arrancará de entre las llamas, como ha
-salvado á Sidrach, á Misach y á Abdenago, sus servidores.
-
-Esta bendicion bíblica me hizo temblar; olia á quemado.
-
---Singular idea, esclamé, la de arriesgar su pellejo por desconocidos,
-cuando podria pagarse á los bomberos.
-
---Qué es lo que decis doctor, interrumpió una voz ágria que me hizo
-reconocer á mi vecino Reynard en el _attorney_[14] Fox.--Ciudadanos,
-agregó, recitando quizá un viejo alegato, si quereis ser libres, sed
-vosotros mismos vuestra policia y vuestro ejército. Darse guardianes, es
-darse amos. Mi querido amigo, continuó en tono natural, ¿dónde habeis
-tomado esas ideas del otro mundo? ¿no sois amigo de la libertad?
-
---La libertad ante todo! me apresuré á contestar, un poco avergonzado de
-mi debilidad. Correr al socorro de sus conciudadanos es un deber y un
-placer que no cedo á nadie; tengo orgullo en ser bombero!
-
---Menos que Green, querido vecino, respondió el hombre cara de zorro.
-Ese sí que vá contento al incendio! El es diabólicamente fino, agregó
-hablándome al oido; _devilish smart_, repitió cuatro veces, guiñándome el
-ojo, y haciéndome señas con la nariz y la barba.
-
-Abrió su tabaquera, suspiró y tomando dos veces lentamente tabaco:
-Nuestro Capitan, dijo, el bravo coronel Saint-John se retira, Green es
-teniente y ambicioso. Quiere ser Capitan con el objeto de elevarse mas
-alto. El es diabólicamente astuto; pero aunque tiene cuidado de ocultar
-sus cartas, yo leo en su juego.
-
-Fox no habia concluido todavia sus insidiosas confidencias, y ya habiamos
-llegado: Ninguna policia, ninguna precaucion habia sido tomada; un
-pueblo de curiosos estaba alineado en las veredas, y por suerte dejaba
-libre el medio de la calle, la máquina fué instalada en un instante,
-desencadenados los pistones, el agua corria por todas partes. Mientras
-que el teniente reconocia el foco principal del incendio y daba sus
-órdenes, púseme á dirijir los tubos con mi amable vecino.
-
-Frente á nosotros estaba una casa presa toda del fuego. Las llamas habian
-roto las ventanas y salian en torbellinos. Derrepente, se escucharon
-gritos desgarradores en el primer piso. Una figura blanca pasó como una
-sombra. Una voz de mujer pedia socorro. Al instante, Green, apoyando una
-escalera á lo largo de la pared, subió y desapareció en medio del humo.
-
-Diabólicamente fino, me dijo Fox con un gesto satánico, _devilish smart_;
-juega cerrado, el ambicioso!
-
---Por aquí muchachos, por aquí, gritaba Rose, enteramente ocupado de
-ahogar el incendio. Levanté á fuerza de brazo el pesado tubo; pero no
-podia quitar la vista de la ventana por dónde Green habia entrado. El
-corazon me saltaba, la inquietud me ahogaba.
-
-En el mismo instante reapareció Green, con una mujer en los brazos, y
-descendió en medio de los hurras de la multitud.
-
-Apenas en el suelo, la mujer se incorporó:--Mi hijo, gritó, donde está mi
-hijo, dónde está mi hija?--Todo su cuerpo temblaba, lloraba, levantaba
-los brazos hácia la ventana incendiada y queria arrojarse en aquella
-hornaza. Se procuró en vano retenerla, se escapaba de nuestras manos,
-corria á la casa, y, rechazada por la llama, retrocedia lanzando gritos
-terribles y arrancándose los cabellos.
-
-Todos nos mirábamos. La llama rujia como la tempestad, el techo
-incendiado iba á desplomarse. El niño estaba perdido. No sé lo que en ese
-momento pasó en mi alma: la vista de aquella pobre madre, las palabras
-de Marta, el ejemplo de Green, la idea de que yo era francés, qué sé
-yo?--fué una embriaguez que me subió á la cabeza--Corrí á la escalera, y
-estuve arriba antes de saber lo que hacia.
-
-Rose quizo detenerme:--Soy padre, esclamé, no dejaré que ese niño muera!
-
-Una vez en la habitacion, tuve miedo. Las llamas silvaban á mi alrededor,
-los ensamblados crujian, los cristales estallaban: era aquello un ruido
-siniestro. Sofocado por el calor, enceguecido por el humo, llamé, nadie
-respondió; grité, ni el éco resonó. Estaba desesperado, cuando una lengua
-de fuego roja, atravezando la oscuridad me mostró frente á mi una puerta
-cerrada. Romper la cerradura de un hachazo, entrar en la habitacion,
-correr á la cuna donde lloraba un niño, apoderarme de este tesoro, fué
-cosa de un instante; qué alegria! pero fué corta. Rodeado de humo, casi
-afixiado, no sabia donde estaba; el corazon me palpitaba, la cabeza me
-daba vuelta, estaba perdido.
-
---Por aquí, doctor! por aquí, Daniel! gritaba la voz de Rose; avanzad,
-pero reculando, atencion!
-
-El consejo era prudente, apenas me habia dado vuelta, un vigoroso chorro
-de agua dirijido por la hábil mano del boticario, me inundó de piés á
-cabeza, á riesgo de voltearme. Gracias á esta diversion estratéjica, que
-contuvo por un instante el fuego y disipó el humo, ví la ventana, corrí á
-ella, y enhorquetándome en la escalera; me dejé deslizar hasta el suelo,
-negro y humeante como un tison mojado. Un instante despues el techo se
-hundia con espantoso estrépito. Marta tenia razon: Dios me habia tratado
-como á Abdenago.
-
-Decir la alegria de la pobre madre sería cosa inútil. El mas feliz
-era yo, que habia salvado á un niño y sostenido el honor del nombre
-francés. Mi locura me habia costado algo: tenia una parte de mis cabellos
-chamuscados, una mejilla asada y el brazo izquierdo quemado de puño al
-codo:--¿qué era esto despues de lo que habia ganado?
-
-Una hora cuando mas despues del suceso, volvíamos á nuestro barrio,
-dejando á los recien venidos el cuidado de estinguir los restos
-humeantes. Trepé listamente, y con la cabeza erguida, á ese mismo omnibus
-en que por la mañana habia subido tan de mala gana. Fox estaba allí,
-guiñando el ojo, como si fuese tuerto.
-
---Green es pillo, dijo, dándome un codazo en el brazo enfermo, lo que me
-hizo estremecer, pero vos sois endemoniadamente mas pillo que él. Hurrah
-al capitan Smith! agregó frotándose las manos.
-
-No le respondí: un nuevo espectáculo me ocupaba enteramente.
-
-A lo largo de las veredas estaba alineada una inmensa multitud en un
-órden increible. Casi todos los hombres tenian un papel en la mano, que
-ajitaban á nuestro paso.
-
---Hurrah al bravo teniente! Hurrah á Green! gritaban. Hurrah á Smith!
-Hurrah al bombero heróico!
-
---Helos ahí, se decian señalándonos con el dedo. Aquel, es Green; ese
-otro, es Smith! Hurrah! Los sombreros se alzaban, flotaban los pañuelos
-y las mujeres nos mostraban á sus hijos, que ajitaban sus manecitas como
-si nos bendijeran. ¿Por medio de qué misterio sabia ya toda la ciudad
-mi nombre y mi accion?--lo ignoraba, y no lo preguntaba. Uno se habitúa
-pronto á la gloria; pero la emocion comenzaba á dominarme. Habia tenido
-fuerzas para contemplar á la multitud con la modestia y la calma de un
-héroe. Al aproximarme á mi casa derramaba lágrimas. El pueblo rodeaba á
-Jenny, á mi hija, á Marta que predicaba, y á Zambo que bailaba como un
-niño. Me eché en sus brazos, y, apesar de mi figura de deshollinador
-sabe Dios, con cuanto cariño abrazó á todos. Creo que estaba tan negro
-como Zambo.
-
-Antes de entrar en casa, Jenny me mostró sonriendo la imprenta que estaba
-frente, la del _Paris-Telegraphe_, ese diario sedicioso. Un inmenso
-cartel se elevaba en lo alto de la casa, y de una media legua podia
-leerse lo que sigue:
-
- QUINTA EDICION
-
- PARIS-TELEGRAPHE
-
- HORRIBLE INCENDIO
- ¡¡¡El bravo teniente GREEN!!!
- ¡¡¡El heróico bombero SMITH!!!
-
- FRASE SUBLIME:
- ¡Soy padre no dejaré morir ese niño!
- 50,000 ejemplares vendidos
- EN PRENSA LA SEXTA EDICION
-
-Era aquel el templo donde se distribuía la gloria: ¡allí habia con que
-curar la vanidad!
-
-¡Ah!--¡Con qué placer corrí á la sala del baño para meterme en el agua,
-emblanquecer mi cara y refrescar mi brazo quemado! Esta vez encontré
-admirable la invencion que ponia á toda hora agua caliente en mi
-habitacion. En cuanto á Zambo, no quiso dejarme, so pretesto que el _Amo_
-tenia necesidad de sus servicios y que no podia pasarse sin él. El buen
-muchacho tenia necesidad de hacerme hablar para darse importancia en
-la vecindad. Mi gloria era la suya, él era el que habia entrado en las
-llamas, por procuracion.
-
-Cuando descendí á la sala, la oficina del _París Telegraphe_, estaba
-todavia asediada por los compradores, sin poder dar abasto á los pedidos;
-la multitud se estrujaba bajo nuestras ventanas procurando verme. Con mi
-brazo en cabestrillo, mi mejilla señalada, y mis cabellos quemados, podia
-creerme un héroe.
-
-Muy luego, y para que nada faltase á la alegria de este dia feliz, vino
-la música de los bomberos á darme una serenata, con toda la compañia y
-Green á la cabeza, que me dirijió un discurso.
-
-En este _speech_, bastante bien redondeado, el especiero con una modestia
-conmovedora, se olvidaba á si mismo para no hablar sino del valor que
-yo habia desplegado, y, á nombre de la compañia, me rogaba aceptase el
-puesto de capitan.
-
---¡Camaradas! ¡amigos! esclamé, me siento confundido por vuestras
-bondades, pero no quiera Dios que olvide el ejemplo que me ha dado el
-teniente Green, y el socorro que he recibido de Rose, ¡el bravo sarjento!
-Al primero, debo el honor de una buena accion; al segundo, debo la vida.
-Permitidme pues que no olvide esta deuda de gratitud y que siempre
-considere como mis jefes al excelente Green y al jeneroso Rose. Quiero
-permanecer con vosotros, camaradas; como vosotros, simple bombero, en
-un pais libre. Orgulloso de vuestra amistad y de vuestro heroismo, no
-cambiaria nuestro modesto uniforme por el traje de capitan jeneral. ¡Viva
-la América y la libertad!
-
-Mi respuesta tuvo éxito, sobre todo el final que no valia nada. Green se
-arrojó en mis brazos; Rose hizo otro tanto, y Fox, llamándome á parte, me
-dijo al oido:
-
---Sois diabólicamente astuto, camarada, veis lejos; pero es lo mismo,
-os comprendo. Y guiñó los dos ojos á la vez, lenguaje misterioso cuyo
-alcance no entendí.
-
-A una señal de Green, comenzó de nuevo la serenata. Al mismo instante
-ví ascender un cuadro á lo largo de la imprenta del _París Telegraphe_,
-como un pabellon que se iza en el gran mastelero. Sobre este cuadro
-trasparente é iluminado por linternas de colores, se leia la siguiente
-inscripcion en caracteres de un pié de alto:
-
- OCTAVA EDICION.
-
- PARIS-TELEGRAPHE.
-
- HORRIBLE INCENDIO.
- _¡¡¡El heróico bombero Smith, el nuevo Cincinato!!!_
- DE QUE MODO LA AMERICA RECOMPENSA LA VIRTUD.
- 100,000 EJEMPLARES VENDIDOS.
- En prensa la nona edicion.
-
-Qué quiere decir esto? esclamé. Zambo id á buscarme el diario; hay aquí
-una broma de mal gusto.
-
-Traido el diario, leí, con gran sorpresa mia, el discurso de Green, y mi
-respuesta. Lo habian taquigrafiado é impreso durante la sesion. Lo que
-me valia el título de Cincinato: era mi renuncia. ¿Porqué? jamás lo he
-sabido; pero la palabra hacia buen efecto en el cartel. Debe ser alguna
-cosa un hombre que se llama el _nuevo Cincinato_.
-
-A continuacion de mi _speech_ y bajo el epígrafe ridículo: _De qué modo
-la América recompensa la virtud_, se leian las dos cartas siguientes:
-
- EL CISNE.
-
- COMPAÑIA DE SEGUROS CONTRA INCENDIOS.
-
- CALLE DE LAS ACACIAS N.ᵒ 10.
-
- (_Capital social 10 millones de dollars. Parte de los
- beneficios distribuidos á los asegurados_).
-
- “Señor:
-
- “El valor que habeis desplegado en el incendio de esta mañana
- os ha señalado á la atencion del consejo de la compañía.
-
- “Está vacante el puesto de médico consultante, para examinar
- las heridas y accidentes resultados de el incendio.
-
- “Esperamos que nos hareis el honor de aceptarlo. Los honorarios
- son de 400 dollars.
-
- El director de la compañía _X. X._
-
- “Al Dr. Daniel Smith, bombero de la séptima compañia.”
-
- LA PROVIDENCIA.
-
- _Hospicio de niños, sostenido por suscripcion privada de 10
- dollars por año._
-
- CALLE DE LOS NOGALES N.ᵒ 25.
-
- “Señor:
-
- “El médico que ha pronunciado las bellas palabras: soy padre,
- no dejaré morir á ese niño, es al que su abnegacion y su
- talento llaman naturalmente á cuidar de los niños expósitos.
-
- “El puesto de primer médico de nuestro hospicio está vacante;
- esperamos que os dignareis aceptarlo.
-
- “Servicio: todos los dias de seis á ocho. Honorarios 2,000
- dollars.
-
- Los administradores del Hospicio _R. T._
-
- “Al Sr. Dr. Daniel Smith, bombero de la séptima compañía.”
-
---Zambo, pregunté: ¿han traido cartas para mí?
-
---No amo, el cartero no ha venido.
-
---Es imposible, á menos que no haya alguna mistificacion en este diario.
-
---Golpean á la puerta, amo, dijo Zambo, escuchad: uno, dos, tres, es el
-correo, corro.
-
-El negro me trajo cuarenta cartas, una montaña de papel. Unos enfermos
-me preguntaban la hora de mi consulta, otros me rogaban fuese á verles
-lo mas pronto posible, cuatro cófrades me llamaban en consulta, seis
-farmacéuticos me ofrecian una asociacion, y en fin, cosa rara, dos
-cartas cuidadosamente lacradas me anunciaban confidencialmente lo que el
-_Paris-Telegraphe_ habia publicado ya, con una indiscrecion, que en el
-fondo yo perdonaba.
-
-Ya era célebre! Mi fortuna comenzaba. Un dia, una hora de valor me daban
-un nombre y hacía mas por mi en América, que lo que habia conseguido
-en el viejo continente durante veinte años de trabajos. Pero, pensé, y
-este pensamiento me volvió la humildad de que tenia tanta necesidad, sin
-ese diario charlatan, sin esa trompeta que ha lanzado mi nombre á todos
-los écos del Nuevo Mundo, habria yo conseguido algo? Mi primera idea,
-desde luego, fué dar las gracias al periodista, fuese quien fuera. Era
-demasiado tarde, la oficina estaba cerrada, el cartel apagado, mi gloria
-desvanecida. Dejé mi visita para el dia siguiente.
-
-La noche la pasé con mis antiguos amigos, mi mujer y mis hijos. Todos
-ellos hacíanme repetir los mas pequeños detalles del terrible y glorioso
-suceso: Jenny palidecía cuando hablaba de mis peligros y se sonrojaba
-cuando referia la alegria de la madre al ver de nuevo á su hijo. Susana
-me estrechaba la mano y miraba á Alfredo.
-
-Creo que la conversacion habria durado toda la noche, si Marta no hubiese
-colocado sobre la mesa una enorme Biblia, forrada en zapa, y cerrada por
-grandes broches de cobre.
-
---Lée, me dijo; y calma tu vanidad; no olvides la historia de Aman, hijo
-de Amadatha, de la raza de Agag; y no olvides que aquí hay un Mardaqueo
-que no se arrodillará ante tu presencia.
-
---Estad tranquila, Marta, le respondí riendo, á mi puerta no hay una
-potencia de cincuenta codos de altura, y yo no quiero colgar á nadie.
-
-Jenny abrió la Biblia y nos leyó el tercer capítulo de Daniel, lo que
-encantó á la cuácara, desagradó á Zambo y me hizo reflexionar sériamente
-sobre la bondad de Dios para conmigo. Cuando nos separamos despues de un
-dia tan bien empleado, la noche estaba un poco avanzada. Me arrojé en la
-cama fatigado, sufriendo un poco, pero contento de mí mismo: y, toda la
-noche soñé con serenatas, carteles, hurrahs y discursos.
-
-
-
-
-CAPITULO VIII.
-
-Truth[15], Humbug[16] y Ca.
-
-
-Apenas me disperté, corrí á la ventana; queria gozar de mi celebridad
-naciente, y contemplar una vez mas mi nombre proclamado por arriba de los
-techos. El tablero estaba en su lugar; todos los pasantes le echaban la
-vista, pero, oh vanidad de las glorias humanas! he ahí lo que leian:
-
- LLEGADA DEL PERSIA.
-
- GRANDES NOTICIAS DE EUROPA.
-
- _Lóndres--Consol. 93¾._
-
- LIVERPOOL--ALGODONES--ALZA DE 20%.
-
- _Puerco salado (Cleveland) se piden 4,000 barricas á 14 dollars._
-
- A los agricultores--ocasion única.
-
- Cuatro hermosos _asnos de Italia_, padres de primera clase.
-
- Dirijirse á MM. Ginocchio hermanos. 70. William-Street.
-
---Pueblo de mercaderes! esclamé mostrando el puño á los pasantes,
-raza grosera que hace marchar revueltos y al mismo paso los negocios,
-los sentimientos, el algodon y las ideas--doy gracias á Dios de no
-pertenecerte. Viva el pais del ideal, viva la Francia, que se la arrastra
-siempre con una palabra sonora, la Francia que, alabado sea Dios! no
-piensa jamás en sus intereses sino cuando es demasiado tarde! Nuestra
-locura vale mas que la prudencia de estos Yankees; nuestra pobreza es mas
-noble que su riqueza. Cuatro asnos de Italia, y el precio del puerco, hé
-ahi las grandes noticias de Europa para estos colonos ignorantes! Y ni
-palabra de Francia, de las nuevas modas, del baile de la Corte, de la
-última novela, del último _vaudeville_. Pálidos vándalos, no tengo para
-vosotros sino desprecio.
-
-A la vez que daba libre curso á mi justa cólera, no queria dejar de dar
-las gracias al periodista que el dia anterior habia hablado de mi. Fuese
-quien fuera aquel folletinista, no me convenia deberle una atencion.
-Honrarlo con mi visita, era quedar á mano con él.
-
-Entré en una casa de poca apariencia, que tenia por toda muestra
-una placa de cobre, clavada en la pared, y sobre la cual se leia:
-PARIS-TELEGRAPHE, _Truth, Humbug y Ca. propietarios. directores_. Una
-puerta de sarga verde estaba frente á mi, la empujé y me encontré en
-presencia de un hombrecillo vestido de negro y abrochado hasta el cuello:
-era M. Truth. Sentado delante de un escritorio de jacarandá, tenia en la
-mano unas tijeras enormes, cortaba largas tiras de papel de un diario
-inglés y las echaba á una especie de buzon de cartas que comunicaba con
-la imprenta. Era la redaccion á bajo precio.
-
---Qué quereis, Señor?--preguntóme sin levantar la cabeza, ni interrumpir
-su trabajo.
-
---Señor, le dije con voz grave y reposada, soy el doctor Daniel Smith,
-bombero de la séptima compañía, el mismo cuyo elojio habeis tenido la
-bondad de hacer en vuestra hoja de ayer.
-
---Bien, dijo el periodista continuando sus recortes--¿Qué quereis?
-
---Daros las gracias, señor: pagar la deuda de agradecimiento.
-
-El hombre miróme con aire sorprendido.
-
---No me debeis nada, doctor. Publicando vuestra bella accion, he hecho mi
-oficio; y me habeis valido ayer mas de doscientos dollars. No me debeis
-pues, ningun favor.
-
-Con lo que continuó su trabajo, sin invitarme siquiera á tomar asiento.
-
---Señor Truth, le dije en tono seco y digno, no me ocupo de los motivos
-que os hayan hecho obrar ayer. Me habeis hecho un servicio, soy, y me
-reconozco vuestro deudor.
-
-Iba á salir cuando levantó de nuevo la cabeza y fijó en mi sus grandes
-ojos negros, cuya espresion dolorosa me hirió.
-
---Doctor, dijo con voz jadeante, si tratais absolutamente de chancelar
-una deuda imaginaria--la ocasion se os presenta. Decidme con toda
-sinceridad de qué enfermedad sufro, y cuanto tiempo me queda de vida:
-
-Se levantó, púsose la mano sobre el corazon y se detuvo de repente. Una
-asma violenta le oprimia. Le tomé el pulso, escuché su respiracion--le
-ausculté--Tenia síntomas que no permitian engañarse.
-
---Doctor, me dijo Truth, os pregunto la verdad. Cuando se tiene,
-como yo, la costumbre de decirla á todo el mundo, se tiene la fuerza
-suficiente de escucharla por su cuenta. Tengo necesidad de saber en que
-estado me encuentro.
-
---Teneis, le respondí, una enfermedad al corazon, que está lejos de ser
-incurable. Los cigarrillos de stramonio os aliviarán. Pero si quereis
-sanar, os son necesarios, el aire puro, la vida tranquila, el descanso
-del alma y del cuerpo, cosas todas que no se encuentran en la oficina de
-un diario.
-
---Gracias, doctor, me dijo:--vuestra opinion es la misma que mi
-médico me ha dado esta mañana. Es necesario renunciar á las fatigas
-de mi profesion; sea, cuanto mas pronto, mejor. Un Yankee nunca mira
-atrás.--Doctor, compradme mi diario. Os vendo mi parte por veinte mil
-dollars; en seis meses los habreis ganado--¿Aceptais?--
-
---Peste! esclamé, lijero andais!
-
-Periodista yo! es un honor en el que no he pensado jamás.
-
---Pensad en él--Para un hombre de bien, es la primera de las
-posiciones.--Hay nada mas bello que guiar á sus hermanos por la senda de
-la justicia y de la verdad!
-
-Periodista, es un papel que no se estima de lejos, pero que de cerca,
-no sé porqué todos quieren ensayarlo. Los periodistas son de la misma
-familia de los comediantes: se les desdeña y se les envidia. Estos
-jitanos tienen ingenio; frotándose con ellos, uno se encuentra menos
-paisano.
-
-No hay una sola mujer hermosa que no sienta placer en acercarse á
-las grandes coquetas: no hay un solo hombre de Estado que, en un
-momento dado, no lisonjée á los folletinistas, si no es que se enrola
-modestamente entre los hacedores de diarios. A pesar mio, la proposicion
-de Truth haciale cosquillas á mi vanidad; la idea de dirijir la opinion
-me sonreia. Un hombre como yo tiene tantas cosas que enseñar á esa masa
-ignorante y estúpida que se llama público! Solo el sentimiento de mi
-dignidad me impedia ceder á esta locura.
-
---Dirijir un diario, dije á mi enfermo es cosa muy dificil, para quien no
-ha nacido en esta industria.
-
---No, nada mas sencillo. Sentaos ahí, cerca de mí, permaneced durante dos
-horas, y poseereis el secreto del oficio. En el fondo todo se reduce á
-una sola regla de conducta: decir la verdad, nada mas que la verdad, toda
-la verdad.
-
-La curiosidad venció? Me eché en un gran sillon de cuero amarillo,
-puse el baston entre mis piernas y apoyé mi brazo enfermo sobre la
-empuñadura; una vez instalado, abrí mi tabaquera que habia dejado sobre
-la mesa y mirando á Truth:
-
---Mi querido Arístides, le dije, vuestra divisa es bella; pero, aquí para
-entre nosotros, no lo es demasiado? En materia de periodismo, yo creia
-que la mentira era la regla, y la verdad la escepcion.
-
---¿Dónde habeis visto eso, doctor maquiavélico? En la vieja Europa,
-quizá? En España, en Rusia, en Turquia; en todas partes donde la prensa
-es un monopolio en manos del gobierno, los pobres periodistas tienen
-permiso para no decir palabra durante seis dias, á condicion de mentir
-oficialmente el séptimo; pero en un pais de libertad, en el que cada cual
-puede pensar lo que quiere, é imprimir lo que piensa, de qué serviria la
-mentira? La verdad es nuestra mercancia, lo que nos compra el público.
-Mentir es perder nuestro crédito y arruinarnos vergonzosamente. Nosotros
-podemos tener todos los vicios, menos uno. Ved _el Times_ inglés: es
-inconstante, injurioso, violento; pero embustero, nunca! Sorprendido en
-flagrante delito de mentira, su propietario perderia una renta de cien
-mil dollars. No es uno vicioso á ese precio: uno es verídico por cálculo
-y virtuoso por interés.
-
-No me alucinaba esta virtud americana. Buscaba una respuesta, cuando
-apercibí un hocico de garduña que atravesaba la puerta. Era mi honorable
-compañero de armas y vecino el _sollicitor_[17] Fox, que se aproximó
-deslizándose sobre el pavimento y nos dió la mano afectuosamente.
-
---Buenos dias, querido Truth, dijo al periodista sonriéndole. Vengo de
-parte de M. Little, el banquero, á conversar con vos de un gran negocio.
-Hay dos mil dollars de ganancia para el diario, dos mil dollars, repitió,
-acentuando cada sílaba.
-
---Bien, respondió friamente el periodista; eso corresponde á mi socio.
-
-Tocó la campanilla. Una puertecita se abrió dando paso, no sin trabajo, á
-un hombron, á quien su cuerpo enorme, su cabeza calva, sus grandes orejas
-y sus dientes delanteros, daban el aspecto de un elefante vestido.
-
---Buenos dias, doctor Smith, esclamó reventando de risa, buenos dias, os
-reconozco por vuestro brazo en cabrestillo. ¿Qué decís de mi tablero de
-ayer, querido Cincinato? ¿No valía el de hoy? Truth, los cuatro asnos
-están vendidos; Ginocchio nos escribe que suprimamos el aviso. Buenos
-dias, Fox, sois tan delgado que os tomaba por la sombra del doctor.
-Vosotros los SOLLICITORS, teneis la conciencia tan tierna que los
-escrúpulos os enflaquecen. ¿Qué nos traeis?
-
---Hé aquí de lo que se trata, dijo Fox, mediocremente lisonjeado por
-los agasajos de M. Humbug. La casa Little hace un pequeño empréstito
-mejicano; diez millones para comenzar. Las acciones son de doscientos
-dollars cada una, emitidas á ciento sesenta y reembolsables á la par por
-sorteo anual. Diez por ciento de interés y veinte por ciento de beneficio
-sobre el capital; es un lindo negocio!
-
---Para Little, dijo Humbug riendo. Y necesitais anuncios: _Mundus vult
-decipi, ergo decipiatur_.[18] Estad tranquilo Fox, os daremos un bonito
-lugarcito en el diario. Entre los unguentos de Holloway y las píldoras de
-Morrison, vuestro empréstito mejicano será una maravilla.
-
---Venia para arreglar con vosotros el precio, dijo Fox.
-
---¿Y sois vos quien pedís la tarifa de los avisos? Un centavo[19] por
-palabra, un dollar por cien palabras; en este bosque comun, se _charla_ á
-precio fijo, lo sabeis bien....
-
---Perdon, querido Humbug, respondió Fox guiñando el ojo, me habeis
-comprendido mal. Cuando hablaba del precio, no era en la tarifa en lo
-que pensaba. Little desearia que el proyecto de esta suscripcion útil
-y patriótica fuera insertado en el cuerpo del diario, á fin de que no
-tuviese aspecto de aviso. Pagaremos lo que sea necesario. ¿Me comprendeis?
-
---Lo temo, maese zorro, respondió el hombre sin dejar de reir. Pero como
-dice el viejo Plauto:
-
- _Stultitía est venatum ducere invictos canes._[20]
-
-Os habeis levantado demasiado tarde mi buen Fox. De este lado del agua
-no se coje á los zonzos en un lazo tan grande; eso está bueno para los
-inocentes del otro mundo. Por lo demás, desde que no se trata ya de los
-avisos, dirijios á mi socio. ¿Habeis comprendido lo que se nos pide, mi
-querido amigo?
-
---Perfectamente, respondió Truth con voz acentuada. M. Little tiene
-necesidad de mi honor para colocar su empréstito; y me hace preguntar á
-qué precio me vendo.
-
---Truth, querido mio, tomais mal las cosas, dijo Fox en tono insidioso:
-sois mas puritano que los peregrinos de Plymouth. No os pedimos mas
-que lo que otros diarios nos han prometido; _el Lince_, _el Sol_, _la
-Tribuna_, recomendarán nuestro empréstito; así lo espero, al menos:
-estamos en trato.
-
---Puesto que teneis esos diarios, dijo Truth, por qué habeis venido? ¿Que
-necesidad teneis de mí?
-
---Por una razon muy sencilla, mi excelente amigo, dijo Fox con
-voz almibarada. En la Bolsa, no se tiene confianza mas que en el
-_París-Telegraphe_; es muy natural que tratemos de ponerlo de nuestra
-parte. Haremos cuanto sacrificio sea necesario para conseguirlo.
-
---Señor Fox, esclamó el periodista pálido de emocion, aquella es la
-puerta.
-
---Soy vuestro servidor, señor Truth, dijo el procurador desapareciendo.
-
---No soy el vuestro, respondió mi cliente. Mañana sabré lo que es ese
-empréstito y lo diré.
-
---Mi querido señor, le dije con la autoridad de mi profesion: agravareis
-vuestra enfermedad, no corrijireis á nadie y os hareis de enemigos
-mortales.
-
---Los enemigos son nuestra gloria. Somos soldados: nuestro puesto está en
-el fuego.
-
-Diciendo esto se tomó el pecho con ambas manos y se torció en el sillon.
-
---Doctor, esclamó Humbug, socorredle; no veis que se sofoca? Puede uno
-darse semejantes emociones por esta canalla humana! Truth, perro egoista!
-os matais adrede para arruinarme á mi, vuestro viejo amigo. Veamos,
-miradme.
-
-Truth le tendió la mano sonriendo tristemente. Apesar mio, sentí cierta
-lástima por aquel pobre jitano que sacrificaba su vida al mas quimérico y
-al mas deplorable de los oficios.
-
-
-
-
-CAPITULO IX.
-
-Donde se le dice su merecido á la verdad.
-
-
-Cuando la crisis hubo pasado, y el enfermo recobró aliento, Humbug apoyó
-ambos codos sobre la mesa, y con una voz que trató de hacer alegre, sin
-conseguirlo:
-
---Mi querido Truth, dijo no resistais por mas tiempo á vuestra
-verdadera vocacion; haceos pastor. Los vicios son de buena pasta; se
-dejan maltratar sin decir palabra. Todos los domingos se les fustiga
-vigorosamente sobre los hombros del prójimo, despues de lo cual se
-almuerza en paz y se come lo mismo. Pero esos bípedos que se creen
-hombres por que caminan en dos pies, esos lobos con sombrero redondo,
-esos zorros con lentes, esos monos encorbatados, esos ganzos con levita
-negra, á esos es necesario mirarlos de cerca para reir de su crueldad, de
-su avaricia, de su cobardia, de su estupidez. El que los toma á lo serio,
-muere con el corazon despedazado.
-
---Hé aquí á mi sucesor, dijo Truth tomándome de la mano: el doctor será
-un buen asociado para vos.
-
---El doctor! respondió Humbug, es imposible: si tiene traza de cervatillo!
-
---¿Cual es pues, esclamé, la especie de bestia que produce los
-periodistas?
-
---Para ser un buen periodista, dijo Humbug con gravedad cómica, se
-necesita la cara de un perro, el olfato de un perro, la impudencia de
-un perro, el valor de un perro y la fidelidad de un perro. La cara de
-perro para intimidar á los picaros: el olfato del perro para sentirlos de
-lejos, la impudencia del perro para ladrar tras de ellos apesar de sus
-gestos y sus amenazas: el valor del perro para saltarles á la garganta:
-la fidelidad del perro para irse, detenerse y volver al primer llamado de
-la verdad.
-
---Señor director de los avisos, dijo yo con impaciencia, no suponia que
-tuvieseis por la verdad una pasion tan viva y tan desinteresada.
-
---¿Porqué no, sabio Esculapio? respondió en tono chocarrero. ¿Creeis
-que no sé que dos y dos son cuatro? ¿Qué es lo que hace el precio de los
-avisos? El número de lectores. ¿Qué es lo que trae lectores? La opinion.
-¿Engañando acaso á la opinion se la gana? La verdad es el cuerpo del
-diario; los anuncios no son sino la crinolina, ridículo traje, provisto
-por la mentira y la vanidad. _Desinit in piscem mulier formosa superné._
-¿Quien tiene la culpa? El espíritu y el buen gusto del público.
-
---Señor, le dije haciendo dar vueltas la tabaquera en mis manos para
-apoyar mis palabras, toda verdad no es bueno decirla. Hay algunas que
-turban y desgarran la sociedad.
-
---Si, querido doctor; la verdad es revolucionaria.
-
---Al fin, esclamé, lo confesais!
-
---Sin duda. Ved la Reforma. ¿A qué precio ha libertado la conciencia?
-
---Eso es, dije yo, golpeando con mi baston, eso es!
-
---Y el Evanjelio, respondió Humbug. Qué trastorno! Una civilizacion
-destruida, Jupiter destronado, los Césares despreciados y derribados.
-Cuán conveniente hubiese sido que ahogasen en su orijen á esta verdad que
-mataba un mundo y engendraba uno nuevo! Eh! bien, querido Hipócrates ¿no
-decis nada? ¿Y la Revolucion Francesa?
-
---Señor, esclamé, no toquemos las cosas sagradas. La resistencia de los
-privilejios fué la que hizo todo el mal. Confesad que hay verdades que
-asustan.
-
---Si, como la luz intimida á los ladrones.
-
---Hay algunas que son odiosas, para quien las escucha.
-
---Sí, cuando se perturba la embriaguez, ó se recuerdan los remordimientos.
-
---Hay algunas que son peligrosas para los que las dicen.
-
---Sí, cuando tienen un corazon de esclavo ó de lacayo. Di la espalda á
-aquel sofista desvergonzado que no temia atacar sabias preocupaciones y
-sacudir la almohada en que el mundo duerme en paz hace dos mil años. Me
-dirijí á Truth, que habia vuelto á empezar sus recortes y que parecia no
-escucharnos.
-
---¿En qué pensais, querido enfermo? le dije; nuestra conversacion os
-fatiga quizá.
-
---Doctor, respondió sonriendo, perdonad la impertinencia de mi fantasia,
-pensaba en Pilatos. Escuchaba á este grave administrador decirle á
-Cristo: _¿Qué es la verdad?_ y salir sin esperar la respuesta. En tiempo
-de Tiberio César, habriais sido un excelente gobernador de Judea.
-
---Qué! agregó animándose, no sentis que para nosotros los hombres, la
-verdad es la vida, y que la mentira es la muerte? Buscad á vuestro
-alrededor paises prósperos, ilustrados, honrados, caritativos: ¿no
-son aquellos donde cada cual puede decir la verdad, toda la verdad,
-sin escepcion de personas, sin respeto á las preocupaciones, á los
-privilejios, á los abusos? Buscad los paises miserables, ignorantes, sin
-moralidad; ¿no son aquellos donde reina la mentira oficial bajo todas
-las formas? Contemplad la grandeza de la Inglaterra, el crecimiento de
-la América, la fortuna naciente de Australia. ¿Cual es la fuerza que en
-ochenta años ha levantado á nuestros Estados-Unidos de tres millones
-á treinta y un millones de habitantes? No os engañeis: es la verdad.
-Dejad á los políticos hacer armazones de sistemas y combinar formas de
-gobierno; ved cuales son las instituciones vivas de los pueblos libres.
-Escuelas, asociaciones, tribuna, prensa, ¿qué es todo esto, sino otros
-tantos instrumentos con el objeto de propagar la verdad y captarse todos
-los corazones? Contad los diarios de un pueblo y tendreis su rango en la
-escala de la civilizacion: es un termómetro que nunca engaña. ¿Porqué?
-Es que la verdad no es, en otros términos, sino la ley que gobierna el
-mundo moral: es que hay relaciones naturales entre los hombres, como las
-hay entre las cosas. Reconocer y respetar esas relaciones, es reconocer y
-respetar la verdad, ó mejor dicho, á Dios mismo, presente en el mundo por
-su voluntad todo poderosa.
-
---Querido señor Truth, respondí, un poco conmovido por este flujo de
-palabras, Humbug tiene razon: habeis nacido para predicar. Pero la
-esperiencia me ha enseñado hace mucho tiempo que la práctica es lo
-contrario de la teoria. ¡Cuántas verdades admirables de lejos, se
-desvanecen en la prueba! Todos los dias oigo repetir que los hombres son
-hermanos, que la mujer es la igual del hombre, que los gobiernos son
-hechos para los pueblos........
-
---¿Y dudais?--dijo Truth.
-
---No, no dudo _teóricamente_; pero tratad de poner en práctica esas
-bellas máximas: ¿á donde iriamos á parar?
-
---Al reino del Evangelio, respondió el periodista con singular gravedad.
-Si teneis un ideal mas noble, decidlo: si no teneis nada que poner, en su
-lugar, no desempeñeis el triste papel de Mefistófeles. La humanidad tiene
-la necesidad de creer y de esperar.
-
---Pero doctor encantador, que no creis en la teoria, esclamó Humbug con
-risa impertinente, ¿cuando hablais, sabeis lo que decis? ¿cuando dais un
-remedio á vuestros enfermos, sabeis lo que haceis?.... No os incomodeis;
-si lo sabeis, haceis teoria apesar vuestro; si no lo sabeis ¿qué razon
-teneis para estar tan orgulloso de no raciocinar?
-
-Hundíme en el sillon, crucé las piernas y los brazos y mirando á Humbug
-en pleno rostro:
-
---Señor, le dije, escuchadme sériamente, si sois capaz de algo serio.
-En teoria, lo diré una vez mas, amo la verdad, la amo tanto como podeis
-amarla vos; pero la prensa no es la verdad. Hay en ella una mezcla de
-pasiones, de injurias, de mentiras que sublevan todo corazon delicado.
-La salvaje libertad que reina en este pais no es de mi gusto. He
-refleccionado largo tiempo á este respecto, y os diré, si os dignais
-comprenderme, como se puede organizar la prensa, administrar sabiamente
-la verdad, abolir la licencia del mal, y no dejar sino la libertad del
-bien.
-
---Impedid á los perros que ladren, esclamó Humbug echándose á reir, y
-está hallada la cuadratura del círculo.
-
---Supongo, continué sin responder á esta patochada, supongo un gobierno
-ilustrado, moral, paternal, que no piensa sino en el bien de sus súbditos.
-
---Doctor, eso es teoria!
-
---No señor, es observacion. En este gobierno hay ministros
-inteligentes........
-
---Comprendo, dijo el insoportable bromista, ministros ilustrados,
-morales, paternales, y que no piensan sino en el bien de sus
-administrados.
-
---Si, señor, y estos ministros tienen bajo sus órdenes millones de
-agentes........
-
---Todos ilustrados, morales, paternales etc., en una palabra, una lejion
-de ánjeles con frac negro.
-
---En nombre del cielo, Humbug, callaos, esclamó Truth. Dejadlo concluir
-su cuento de hadas; me parece oir á un Francés que se imajina raciocinar
-porque enfila paradojas y surce palabras.
-
---Señor Truth, respondí secamente, la razon y la esperiencia hablan por
-mi boca; escuchadme. En manos de este gobierno, que todo lo sabe, que
-todo lo vé, que todo lo entiende, que no tiene ni preocupaciones, ni
-pasiones, en esas manos es, decia, en las que pongo el depósito de la
-verdad; no quiero por esto darle el monopolio, soy amigo de la libertad,
-pero reglamentada, limitada y moralizada! Reduciria el número de los
-impresores, de modo de hacer de la tipografia una censura prudente y
-discreta, un sacerdocio conservador; en seguida, limitaria el número
-de los diarios, de modo de constituir un pequeño número de tribunas,
-verdaderas cátedras de donde no se dejaria hablar sino á la decencia
-y á la moderacion. Habria periodistas como hay sacerdotes, es decir,
-ministros de la verdad que recibirian del gobierno su investidura y su
-símbolo. Si, apesar de la sabia direccion del Estado, algun gacetillero
-insolente, olvidando la gravedad de sus deberes, faltase al respeto que
-debe á la autoridad, personificacion de la justicia y de la verdad,
-entonces no recurriria al juri, que tiene la mano pesada y deja deslizar
-entre sus dedos mas de una inocencia dudosa; es á la administracion,
-siempre paternal y protectora, á quien yo dejaria la santa mision
-de confundir la mentira, en caso de necesidad, de contenerla antes
-que aparezca--Es á la administracion, siempre prudente, ilustrada,
-desinteresada, y que sabe mejor que nadie, lo que la conviene y lo
-que la daña, es la administracion la que herirá á la audacia y la
-ignorancia; ella ahogará la oposicion naciente como Hércules en la cuna
-ahogó las serpientes. Gracias á esta higiene ingeniosa, los diarios
-serán un alimento inocente, un remedio en vez de un veneno. La prensa
-será una antorcha en manos del gobierno: no se temerá ya el incendio.
-Se prepararán preocupaciones útiles, errores saludables; se sujetará la
-verdad á las necesidades del Estado á la fuerza de las poblaciones; y si
-alguna nueva doctrina aparece en el estranjero, se esperará á que haga
-fortuna en el pais de su orijen, antes de molestar á almas tranquilas y
-que no aspiran sino al reposo. Hé ahí mi teoria: señor Humbug ¿qué decis
-de ella?
-
-_D--d rascal!_ esclamó descargándome sobre el hombro un puñetazo, capaz
-de descornar á un buey. ¡Cuán feliz es uno con tener injenio, siempre se
-tiene una bestialidad á mano que decir! Con su aire solemne, he visto el
-momento en que este socarron mistificaba á un viejo Yankee como yo.
-
---Señor Humbug, le dije frotándome el hombro, esos argumentos groseros no
-son de mi gusto. Pegar no es responder!
-
---Estrangular tampoco! gritó el periodista riendo. Continuad, doctor;
-sois mas entretenido de los que pensais! _Verba placent et vox_. Pero,
-adios: ha llegado la hora de hacer el diario; tiempo es dinero--me
-arruinais!
-
-Una vez solo con M. Truth, le pregunté, si no estaba sorprendido como yo
-de lo que habia de profundo en el sistema que le exponia; si podía poner
-en términos de comparacion á la turbulencia y al desorden de la prensa
-americana con ese mecanismo compacto que debia en poco tiempo embridar al
-pueblo mas ardiente del mundo, y darle la habitud de la moderacion y el
-gusto de una inocente libertad.
-
---Doctor, dijo con dulzura, soy del parecer de Humbug: os reis de nuestra
-simplicidad. Esa doctrina, que nos presentais como una invencion nueva,
-hace mucho tiempo que la conozco. Es el dogma de la inquisicion: la
-verdad hecha cosa oficial, _instrumentum regni_, y monopolizada por
-la Iglesia y el Estado. Hace tres siglos que Lutero ha soplado esas
-peligrosas quimeras y repuesto á cada cristiano en posesion de su
-conciencia y de su derecho. En los primeros dias del mundo la verdad
-salió de la caja de Pandora, con tantos otros bienes, que son otros
-tantos males en manos inespertas; buscar la verdad, es la obra de
-todos,--apoderarse de ella, no pertenece á nadie. No os pagueis de
-palabras: Gobierno, ministros, funcionarios, qué es todo esto, sinó
-hombres que no son ni mas infalibles ni mas sábios que nosotros? Hacer
-de ellos los dispensadores de la verdad, es un sueño. La verdad es de
-todo el mundo, como el aire y la luz; lo único posible es ahogarla, no
-impedir que los hombres piensen, sino que hablen. ¿Quién se aprovechará
-de tan detestable invencion? ¿La autoridad? Será la primera víctima. Se
-la engañará sin cesar; bastará un puñado de intrigantes para seducir
-al majistrado mas honrado y comprometerlo en las mas locas aventuras.
-¿No veis, por otra parte, que dais á vuestro gobierno todo el poder de
-hacer mal, con tal que tenga el cuidado de raciocinar mal? ¿Ganarán con
-ello los ciudadanos? Desde el momento en que la cosa pública no les
-pertenezca, les quitais lo que hay de mas noble, de mas bello, de mas
-grande en la vida: el amor á la patria, la pasion de la libertad. Quitad
-la ajitacion de la tribuna y de los diarios, y la sociedad no será sino
-una agua mansa de donde saldrán la corrupcion y la muerte. ¿Asegurareis,
-por lo menos, la prosperidad material, único incentivo de la multitud?
-Muy al contrario: la riqueza es el fruto de la libertad. No hay
-seguridad, ni rentas, ni comercio, ni industria, sino en los paises donde
-pululan esos diarios cuya voz os importuna. El silencio es el triunfo
-de los nécios, la noche no es el reino de las jentes honradas; dejadnos
-la luz, el ruido y la vida. Recordad que en Roma tambien se gritaba
-contra la charlatanería de los tribunos; que un dia Syla los hizo callar,
-con gran placer de los utopistas, y que, desde entonces comenzó una
-decadencia, de la que el mismo cristianismo no pudo levantar al universo.
-
---Permitidme, respondí, admirado del curso que tomaba la discusion; no
-pretendo haber encontrado la piedra filosofal en política. Todo sistema
-tiene sus abusos; es una cuestion de proporcion. Confesad que el lenguaje
-de vuestros diarios es espantoso, y que no hay mal mas horroroso que su
-licencia desenfrenada.
-
---Doctor, vos sabeis lo que dice el Evanjelio; _Es en el fruto en lo que
-los conocereis_. Encontradme un pais donde haya mas luces, mas caridad,
-mas prosperidad material que en América.
-
---No veo sino escándalo por todas partes, respondí. Los fundamentos
-mismos de la sociedad se hunden en esa arena movediza que llamais la
-democracia. ¿Qué es lo que respetais? ¿La relijion? Eh bien! que un
-pastor falte á su deber, que su conducta sea lijera, en el acto veinte
-periodistas se echarán á reir, como el indigno hijo de Noé, en vez de
-ocultar á todos las miradas una debilidad cuya deshonra repercute sobre
-la Iglesia.
-
---La verguenza, dijo Truth, es para la Iglesia que patrocina la causa
-del culpable, no para la Iglesia que arroja de su seno á un miembro
-gangrenado.
-
---¿Os llevais bien con la justicia? Ayer no mas, vuestro diario atacaba
-con cínica acritud á un juez que, en un instante de mal humor, habia
-maltratado á no sé que pícaro. ¿Cómo quereis que se respete al juez, si
-no es infalible?
-
---La justicia, dijo Truth, es hecha para el acusado, y no el acusado para
-la justicia.
-
---Que un subalterno, continué yo, salga de sus atribuciones, que por
-casualidad olvide la ley, que detenga por inadvertencia á un inocente:
-inmediatamente diez diarios aullarán contra la tirania; como perros que
-ladran á la luna; incendiarán el pais por la causa del último de los
-miserables, qué sé yo? por un mendigo, ó un ladron puesto preso sin que
-las formas hayan sido observadas.
-
---Tendrán razon, dijo Truth; la libertad del último de los miserables
-atañe á todos. Desde el momento en que se violen las formas legales,
-desde el momento en que un ciudadano es injustamente agredido, todos
-están amenazados. El que no comprenda esto no sabe lo que es la libertad.
-
---Pero, es que algunas veces es necesario cubrir la estátua de la ley y
-salvar el pais á despecho de una falsa legalidad.
-
---Doctor, vos teneis una especie de inclinacion á Pilatos. El tambien
-no se detuvo ante una falsa legalidad, le pareció mejor condenar á un
-inocente que perder su puesto. Era un hombre habil; no sé por que el
-mundo es tan severo con él.
-
---¿A dónde iriais? continué, cada vez mas irritado de la frialdad de
-Truth. Doce ó quince diarios, hé ahí los dueños de la opinion y de la
-república.
-
---Quince diarios, dijo Truth asombrado: ¿qué quereis decir con eso?
-Tenemos trescientos; es poco para un millon seiscientas mil almas. Boston
-tiene cien para menos de doscientos mil habitantes, es cierto que en
-Boston, la ciudad puritana, se comprende la libertad y la civilizacion de
-otra manera que en París.
-
---Trescientos diarios! esclamé, sorprendido por esta cifra formidable.
-¿Entonces quién dirije y gobierna la opinion? El primer desconocido
-puede, sin mision alguna, erijirse en profeta y lejislador; el primer
-soñador puede decir lo que quiera é imponer sus opiniones á la multitud.
-Qué atroz despotismo!
-
---Mi buen amigo, dijo Truth, bajando la voz para colocarme en un
-diapason menos ruidoso, no comenceis de nuevo vuestras bromas: ellas
-divierten á Humbug á mi me hacen daño. Allí donde todo el mundo puede
-hablar, no hay ni _mision_, ni _profeta_, ni _primer desconocido_: hay
-un derecho que pertenece á ciudadano, y de que todo ciudadano usa en
-su interés particular ó en el interés jeneral. ¿En un pueblo libre,
-quién se ha imajinado poder dirijir y gobernar la opinion? ¿Hay un solo
-Yankee que no se haga él mismo su regla de conducta, y que no escoja
-con conocimiento de causa su partido y su bandera? La prensa es un éco
-que repite las ideas de todo el mundo, y nada mas. Esos innumerables
-diarios no tienen sino un objeto, acumular los hechos, las noticias, las
-ideas, multiplicar y esparcir la luz! Mientras mas hay, cada ciudadano
-se encuentra en mejores circunstancias para leer, reflexionar, y juzgar
-por sí mismo. Poner la verdad al alcance de todos, hé ahí nuestra
-ambicion. El pretendido despotismo de los diarios no existe sino en
-vuestra imajinacion. Cuando mas seria posible allí donde un gobierno mal
-aconsejado y que hiciera del periodismo un monopolio contra si mismo, no
-sufriese sino diez ó quince hojas, obligando asi á los partidos á aliarse
-contra él, y cuando su naturaleza tiende á dispersarlos. Pero en América
-donde hay ochocientos ó novecientos diarios, donde nacen nuevos todos los
-dias, el número de los tiranos ha muerto la tirania.
-
---Sea; es un réjimen que Aristóteles no ha previsto: una democracia de
-papel. En este pais bienaventurado, todo es gobierno, escepto el gobierno
-mismo. Vosotros los periodistas [y aqui todo el mundo es periodista],
-vosotros, sois mas que la Iglesia, mas que la Justicia, mas que el
-Estado! ¿Qué sois pues?
-
---La respuesta es muy fácil, dijo Truth; somos la sociedad:
-
---Pero si la sociedad, si el pueblo gobierna, ¿quién será el gobernador?
-
---Doctor, respondió el periodista sonriendo, cuando andais por la calle,
-quién es el conducido? Por amor á una palabra, necesitais muletas?
-Cuando gobernais vuestras pasiones [lo que no siempre haceis], ¿quién
-es el gobernado? Hay una edad madura para los pueblos como para los
-individuos. Compadezco á la China envejeciéndose en una infancia eterna;
-pero nosotros cristianos, nosotros ciudadanos de un gran país, nosotros
-no somos un pueblo de idiotas y de privados: hace mucho tiempo que hemos
-salido de la tutela, y que nosotros mismos hacemos nuestros negocios.
-¿Qué es esa soberania del pueblo, que hace setenta años ponemos al
-principio de nuestras constituciones, sino una declaracion de mayor edad?
-
---Las comparaciones no prueban nada, respondí secamente; lo que es cierto
-respecto á un individuo, no lo es respecto á una nacion.
-
---Siempre palabras, doctor. Una nacion, es una coleccion de individuos.
-Lo que es cierto respecto á diez, á veinte, á mil personas, es tambien
-cierto respecto á un millon. ¿En qué cifra comienza pues la incapacidad?
-
---No, dije yo, no es cierto que una nacion sea una simple coleccion de
-individuos; es cosa muy distinta.
-
---Es decir que el total de una adicion es cosa diferente de la suma de
-todas las unidades?
-
---Error! esclamé fatigado de discutir con una intelijencia tan limitada.
-Hay aquí una diferencia que salta á la vista. ¿Para desembarazarse de
-los intereses particulares, cual es la palabra májica que invocan los
-hombres de Estado? El interés jeneral. ¿Cuando se quiere anular derechos
-y pretensiones que dañan al gobierno, qué se alega? Un interés superior,
-el interés social. La utilidad pública, es la negacion de los derechos
-individuales: tal es al menos la manera de raciocinar y de obrar en todo
-país civilizado. Si bastase escuchar el deseo de la mayoría y sumar los
-intereses y las voluntades, os pregunto lo que sería la política: un
-oficio de almacenero, un papel al alcance del primer hombre honrado que
-se presentára; os figurais á un César, un Richelieu, un Cromwell, un
-Luis XIV, escuchando la voz del campecino, ó tomando el voto de algunos
-millones de paisanos? ¿A qué quedarian reducidas las combinaciones, las
-alianzas, las guerras, las conquistas, todos esos esplendores, todos
-esos juegos de fortuna donde triunfan los héroes? Arrastrar una nacion
-á la victoria y á la gloria, imponer á la masa popular ideas que no son
-las suyas, hacerla servir á una ambicion y á proyectos que en nada le
-importan,--hé ahí la obra del jénio! Hé ahí lo que aman los pueblos:
-adoran á aquellos que los pisotean. Dejad esas pobres jentes entregadas
-á sí mismas, sembrarán sus coles, sus anales serán de dos renglones,
-como la moraleja de los cuentos de hadas: _Vivieron mucho tiempo, fueron
-felices, y tuvieron muchos hijos_. ¿Qué seria la historia con ese bello
-sistema? ¿Y de retórica qué les enseñarian á nuestros hijos?
-
-Yo estaba elocuente, lo sentía. Truth confundido me miraba con un aire
-singular.
-
---Doctor, me dijo, yo no amo los sofismas: pero de todos esos juegos
-de injenio no hay ninguno que me sea mas odioso que las paradojas de
-otros tiempos, mentiras muertas hace mucho. Me hacen el efecto de una
-vieja cortesana que ha olvidado de hacerse enterrar, y que pasea entre
-la juventud disgustada, sus afeites, sus falsos cabellos y sus arrugas.
-Washington ha enseñado al mundo lo que es un hombre honrado gobernando
-á un pueblo libre; la prueba está hecha; el siglo del egoismo político
-ha pasado, ahora no hay lugar sinó para la abnegacion. El que esto no
-comprenda, el que no escuche la voz de las jeneraciones nuevas, el que no
-sienta que la industria, la paz y la libertad son las reinas del mundo
-moderno, ese no es sinó un soñador y un insensato. No es á la gloria á
-donde camina,--es al ridículo.
-
---Acabemos de una vez, señor, esclamé levantándome, y apesar mio, llevé
-la mano á la empuñadura de mi espada ausente. Si hubiese tenido mi
-uniforme de cirujano de la Guardia Nacional, habria obligado á aquel
-insolente á empuñar su acero: haciéndole morder el polvo le habria
-probado sin réplica que la América no entiende jota de civilizacion, y
-que un francés nunca deja de tener razon.
-
-
-
-
-CAPITULO X.
-
-La cocina infernal.
-
-
-Mientras que Truth sorprendido de mi violencia y fogosidad echaba sobre
-mí miradas inquietas, entró Humbug, trayendo un manojo de pruebas que
-puso sobre la mesa.
-
---Alerta! gritó con su gruesa voz, comienza la tarea. _Nunc animis opus,
-Ænea, nunc pectore firmo._[21] Doctor, ayudadnos; vuestro brazo derecho
-está libre; tomad ese papel y preparad el resúmen.
-
---Escribid: _Derrota de las tropas federales_. Hé ahí lo que ocupa toda
-nuestra primera pájina. Y echó una prueba en el buzon.
-
---Derrota! dije yo, vais á anunciar al país que ha sido derrotado?
-Poned: _Retirada estratéjica, hábil combinacion_; de otra manera vuestra
-imprudencia vá á sembrar por todas partes la inquietud y el terror.
-
---Doctor, sois incorrejible, replicó Truth, una vez mas--al pais se le
-debe decir toda la verdad. ¿Creeis que un revés abata á los yankees, y
-que, como los niños, se dejarán conducir por la fortuna? Una victoria nos
-encontrará indiferentes; una derrota nos valdrá un aumento de enerjía, de
-soldados y de dinero. ¿Cuántos hombres muertos?
-
---Muertos, 3,000; dijo Humbug, heridos 6,000; ausentes 2,400.
-
---Poned las cifras, replicó Truth; doctor, no las olvideis en el resúmen.
-Entretanto, qué ha hecho el Congreso?
-
---En el Senado, dijo Humbug, una larga discusion sobre la esclavatura. M.
-Summer ha hecho abolir la servidumbre en el distrito federal de Colombia.
-Es un primer paso. Doctor, escribid: _Admirable discurso del elocuente
-senador de Massachusetts_. Hé ahí nuestra primera hoja llena; pasemos al
-suplemento.
-
---Cámara de Representantes, nada de interesante: tres llamamientos al
-órden y el tiempo perdido en querellas con el presidente.
-
---Es la práctica, dijo Truth; pasemos. Ved aquí el artículo político;
-escribid, doctor: _Vuelta á la Ley y á la Libertad; el Habeas corpus
-restablecido_.
-
---Qué! dije yo asombrado, es en el momento de una derrota cuando es
-necesario concentrar todos los poderes y gobernar _manu militari_, que
-restableceis la libertad civil con todos sus peligros! Sabed, pues, por
-esperiencia, que este es el instante de suspender todos los derechos.
-Nada tranquiliza tanto á un pueblo como sentirse todo entero en manos del
-poder. En verdad, vosotros no entendeis nada de política.
-
---El despotismo no es la fuerza, respondió Truth: un pueblo, mientras mas
-libre es, es mas suave, mas obediente y resignado á los sacrificios. Si
-quereis que os sostenga, confiaos á él. Continuemos: _Robos de la marina
-denunciados á la nacion_. Escribid, doctor, y sub-rayad, á fin de que en
-el resúmen pongan esas palabras en relieve.
-
---Es demasiado atrevimiento, esclamé yo. Pensad en los intereses que
-herís, en las quejas que vais á levantar.
-
---Que se quejen los ladrones, dijo Truth, los espero; tengo pruebas!
-
---Pruebas, ¿quién os las ha suministrado?
-
---En todas partes donde hay una tribuna, dijo Truth, hay alguien que
-hable. En un pueblo á quien se le impone silencio, los ladrones obran,
-los robados se callan; en un pueblo en que todo ciudadano es un miembro
-activo de la nacion y tiene derecho de acusar á nombre del país, los
-ladrones se ocultan los robados gritan y obran. En Rusia, veinte millones
-dados á la policia no impedirian que se robaran millares de millones;
-y todavia la comprarian; entre nosotros, donde todo el mundo es la
-policia, no se roba un centavo sin temblar. Suprimir la rateria en grande
-escala, es una de las ventajas de la libertad. Pasemos á las noticias del
-esterior.
-
---He aquí, dijo Humbug, las tres correspondencias de Lóndres.
-
---¿Para qué tres correspondencias?--pregunté sorprendido de aquel lujo
-inútil.
-
---Hay tres partidos en Inglaterra, respondió Humbug, necesitamos pues
-tres écos para repetir todos los ruidos.
-
---Primera correspondencia, color del viejo Pam.[22] “Guerra á la América;
-la justicia es una bella cosa; pero el algodon vale mas; incendiemos
-el mundo para calentar la Inglaterra.” Segunda correspondencia, color
-Derby. “El viejo Pam se burla del público, grita á las armas, amontona
-fortificaciones y navíos corazados, juega á los soldados, y no quiere mas
-que dos cosas: conservar la paz y su puesto. Que nos den el ministerio,
-seremos tan patriotas y costaremos mas barato.” Tercera correspondencia,
-color Bright y Cobden. “John Bull, mi amigo, vuestro gobierno se burla
-de vos. Hace cosquillas á vuestra vanidad para sustraeros vuestro último
-chelin. Sed hombre, imitad á vuestro primo Jonathan,[23] haced vos mismo
-vuestros negocios; el dia que los pueblos no se hagan cuidar por esos
-charlatanes ruinosos que se llaman diplomáticos y grandes políticos,
-vivirán como hermanos; tendrán paz y vida baratas.”
-
---Espero, dije á Humbug, que al dar al público esas tres
-correspondencias, agregareis vuestro parecer.
-
---Absolutamente no, respondió Humbug; Jonathan tiene la costumbre de
-hacerse él mismo su opinion; tiene muy buenos ojos para tomar nuestros
-espejuelos.
-
-La puerta se abrió bruscamente: tres mujeres jóvenes y elegantemente
-vestidas se aproximaron á nosotros; la de mas edad que no tenía veinte y
-cinco años, tomó la palabra en un tono á la vez modesto y seguro:
-
---Señor, dijo á Humbug, venidas enviamos por las señoras costureras de
-ropa hecha, os rogamos que anuncieis que vamos á constituir una liga y
-que el lúnes próximo tendremos un _meeting_ á fin de buscar el medio
-de sacudir la opresion que sufrimos; queremos reconquistar y asegurar
-nuestros derechos.
-
---Los sastres son ricos, dijo Humbug. Antes de reducirlos, será necesario
-que os comais vuestras economías. ¿Teneis un millon que mascullar? que
-desperdiciar?
-
---Señor, dijo la mas jóven con aire altanero, con cien dollars de avisos
-llenaremos nuestro objeto. Enseñaremos á los señores sastres y al mundo
-entero lo que pueden quinientas mujeres, á quienes se les ha puesto en la
-cabeza no ceder. Es una leccion que aprovechará á los monopolizadores y á
-los tiranos, leccion que hará palidecer sobre sus tronos á los déspotas
-del viejo continente. Tened la bondad solamente de poner mañana en el
-diario el manifiesto al público, que nuestro comité ha deliberado y
-redactado.
-
-Con lo que nuestra amazona alcanzó al periodista un papel doblado en
-cuatro; Humbug leyó en alta voz esta impertinente broma, memorable
-monumento de la locura y de la perversidad femeninas, en un pais donde
-hasta las mujeres mismas creen en la libertad.
-
- A LOS PARISIENSES DE MASSACHUSETTS.
-
- Las costureras de trajes.
-
- Para revindicar nuestros derechos desconocidos, para obtener
- justicia, nos, las costureras de ropa hecha de la ciudad de
- París (Massachusetts) nos constituimos en liga: dentro de ocho
- dias nuestros tiranos habrán cedido, no tendremos mas empleo.
- ¿Quién quiere darnos trabajo? no gustamos quedar con los brazos
- cruzados; pero estamos resueltas á no trabajar devalde en
- provecho de gentes que pueden pagar. ¿Quién tiene necesidad de
- una puntada? Nosotros sabemos hacer sombreros, fracs, budines,
- masitas, y tortas; sabemos coser, bordar, hacer punto de
- medias, asar y cocer. Sabemos ordeñar las vacas, hacer manteca
- y queso, engordar gallinas y cuidar un jardin; sabemos asear la
- cocina, barrer la sala, hacer las camas, hachar leña, encender
- fuego, lavar y planchar, y lo que mas, adoramos á los nenes. En
- una palabra, cada una de nosotros, puede ser una cumplida mujer
- casera. Por nuestra inteligencia y nuestro injenio preguntad á
- nuestros antiguos amos. Resolveos pronto señores. ¿Quién quiere
- ojos negros, frentes hermosas, cabellos crespos ó ondeados, el
- encanto y la juventud de Hebe, la voz de un serafin, la sonriza
- de un angel? Viejos _gentlemen_ que necesitais una buena ama
- de llaves, hermosos jóvenes que buscais una mujer activa y
- delicada, hablad, el remate está abierto. A la una, á las dos,
- á las tres: adjudicado. ¿Cuál es el feliz mortal?
-
- _Dirijirse al Comité de señoras Costureras._
-
- calle de los Alamos, N.ᵒ 20.
-
---Muy bien, señoras, dijo Humbug, el anuncio aparecerá esta tarde en el
-diario, y pondremos en el sumario: _Liga de las costureras_, para que
-nadie lo ignore.
-
---Diciendo esto, hizo un profundo saludo y acompañó hasta la puerta á las
-costureras, con tanta política como si se tratára de un prefecto.
-
---¿Es posible, esclamé yo, que en América las mujeres tengan derecho
-á hacer lo que se les antoja? ¿No es esto un desmentido dado á la
-esperiencia y al buen sentido? _Meetings_ de costureras, coaliciones de
-lavanderas, una _liga_ de parteras! La revolucion con frac es odiosa,
-pero la revolucion con polleras es ridícula.
-
---Lo que es ridículo, respondió Truth con su flema ordinaria, es que los
-fracs se crean con derecho para oprimir á las faldas.
-
---Está bien, repliqué. Verted en esas cabezas locas la embriaguez de la
-libertad, vereis cuales son las primeras víctimas.
-
---Doctor, estais lúgubre, dijo Truth; á la menor sacudida que reciben
-vuestras antiguas preocupaciones, gritais que el mundo se acaba. Las
-mujeres, querido señor, son la mitad del jénero humano, esta es una
-verdad profunda que Aristóteles ha comprobado, pero que hace dos mil años
-nadie ha comprendido, escepto los americanos. Si nuestras mujeres no nos
-acompañan ni en nuestras esperanzas, ni en nuestros temores, nos harán
-tomar parte en sus debilidades y en sus caprichos. Necesitamos esposas,
-hijas y madres que amen la libertad con pasion, á fin de que los maridos,
-los padres y los hijos no pierdan nunca ese santo amor. Esas costureras
-os parecen ridículas,--yo las admiro, mientras rio de su anuncio; yo
-amo las almas jenerosas que tienen fé en la justicia y que defienden su
-derecho. Esas almas son las que hacen un gran pueblo: en eso consiste la
-superioridad de nuestro bello pais.
-
---Acabemos el diario, dijo Humbug; hé aquí los mercados. Algodon, lana,
-carbon, hierro, harina, granos, puerco, carnero, vaca, heno, cobre,
-azúcar, café. Nada de particular, sino es en las harinas; las _buenas
-marcas_ se han vendido á dos por ciento mas que las harinas comunes.
-
---¿Qué marcas? dijo Truth, tomando el catálago; Colfax, Stevens,
-Pennington; es necesario subrayar esos nombres, é imprimirlos en grandes
-caracteres. Reis, doctor, no es esta una cosa insignificante. La
-responsabilidad individual, es la fuerza y la vida de las repúblicas.
-Es necesario que todos lleven inscriptos en la frente lo que son y lo
-que hacen. Ligar á la honradez, la reputacion y la fortuna, unir á
-la pilleria y la ruina, es el secreto de la moral y del gobierno, es
-un problema cuya solucion no ha encontrado ningun lejislador, y que,
-sinembargo, la prensa resuelve todos los dias.
-
---Bello trozo, apropósito de una barrica de harina!
-
---Y cuya aplicacion vereis al instante, dijo Humbug; aqui teneis:
-Mercados de cerdos: veinte barriles averiados, de las marcas de Tomas
-y de Williams. Subrayar estos dos nombres indignos,--es echarlos del
-mercado.
-
---No lo hareis, grité, no teneis derecho para ello.
-
-No contento con ser el gobierno; ¿quereis aun ser la policia?
-
---Lo habeis dicho, respetable doctor, replicó Humbug; somos la policia
-y algo mas todavia: somos la conciencia pública. Somos nosotros los que
-damos el honor y la fortuna: _Honestus rumor alterum patrimonium est_[24].
-
-Abrid los ojos cuanto querrais si os agrada, y gritad á voz en cuello
-si eso os divierte. Pero, si hablais seriamente, en verdad que os han
-cambiado en la cuna, no sois un Americano.
-
---Tú no sabes, me dije, tú no sabes, ignorante, cuanta razon tienes. No
-sabes hasta que punto desprecio á un Don Quijote bastante loco para tomar
-á pecho el interés de otro, el interés del primer desconocido, y eso sin
-mision y sin honorarios. ¡Hé ahí lo que es un pais sin funcionarios! Es
-necesario que todos se ocupen hasta de sus propios negocios. ¡Eso es
-ridículo! En Francia, una administracion intelijente y compacta me libra
-de todo jénero de cuidados: soy rey: se me sirve: gozo en paz de una
-prosperidad y de una grandeza que no me cuestan sino mi dinero. Es el
-triunfo de la civilizacion, ó yo no entiendo jota.
-
---Hé aquí la Bolsa, dijo al entrar un jóven hipando por haber corrido.
-
---¿Nada de nuevo?--preguntó Humbug.
-
---Nada, sinó el empréstito mejicano.
-
---¿Qué dicen de él? Eujenio, dijo Truth.
-
---Fiasco completo, es una fulleria del viejo Little.
-
---Cómo, una fulleria! dije leyendo el programa de la Bolsa; el empréstito
-ha subido un dollar sobre el precio de emision.
-
---Little ha comprado con una mano lo que vendia con la otra, dijo Truth;
-la broma es vieja y entre nosotros nunca hará fortuna. No somos bastante
-carneros para eso--Señor Rose, agregó dirijiéndose al recien llegado,
-hacedme para mañana un artículo sobre este asunto; ved á los ajentes de
-cambio y decidme toda la verdad.
-
---Estará hecho esta noche, Señor Truth; tendré mas datos que los que
-necesito.
-
---Señor, dije á aquel jóven, cuyo nombre me anunciaba un hijo del
-boticario, y, ay de mi! un hermano de mi yerno; los negocios deben ser
-muy dificiles con esa costumbre de descubrirlos en provecho del público.
-
---Señor, respondió Eujenio, en tono desvergonzado, los negocios son tanto
-mas fáciles cuanto son mejor conocidos. En la Bolsa, la mentira es la
-ruina, la verdad, es la riqueza.
-
---Bueno, dije para mi, todos dicen la misma necedad. En Paris, centro
-de la intelijencia, capital del injenio, todo el mundo sabe que los
-negocios que preocupan al público, son aquellos que no entiende. ¿Qué
-puede dar un negocio conocido? El cinco ó el seis por ciento cuando mas,
-mientras que los desconocidos prometen el quince ó el veinte por ciento:
-ahí está el secreto del banquero. Aquí se cambia valor por valor, es un
-comercio miserable; en Paris, se compra la esperanza; es la poesia del
-juego, es el encanto de la loteria. ¿Qué le importa á un Francés perder
-su dinero?--eso es prosa. Devorar las riquezas con el pensamiento,
-satisfacer en sueños las pasiones, los caprichos, la ambicion, hé ahí el
-ideal; se paga, es cierto, pero, ¿cuándo es caro una ilusion?
-
---Amigo Humbug, dijo una voz gañidora, aqui teneis dos avisitos que
-quisiera insertar en tu diario; me harás una buena rebaja; los tiempos
-son malos.
-
-El que hablaba así, era un hombrecillo de larga levita y cubierto con
-un inmenso sombrero; su aspecto, su jesto, su traje decian á todo el
-mundo:--Miradme, soy cuácaro.
-
-Humbug tomó los dos avisos y se echó á reir.
-
---Son chuscos, dijo, pero no los entiendo.
-
-Y leyó lo que sigue:
-
- QUINTA MONTMORENCY.
-
- (Seth Doolittle, propietario del Hotel de la Rosa, en
- Montmorency, tiene el honor de prevenir al público que, durante
- toda la buena estacion, los enamorados que se apeen en su casa
- no pagarán mas que la mitad del precio).
-
---¿Por qué esta escepcion,? pregunté yó.
-
---Amigo, respondió el hombrecillo, cruzando las manos sobre su vientre y
-dirijiendo sus ojos al cielo, nada hay mas bello ni mas respetable que
-el amor. Poned á un jóven delante de un vestido blanco y de dos bucles
-negros que se ajiten al viento y se sentirá tan celestial, de tal manera
-eterizada, que en toda la semana no descendará nunca á probar el asado.
-Es un robo hacer pagar el precio comun á esos ánjeles del cielo que no
-examinan jamás la cuenta; mi conciencia se opone á esa iniquidad.
-
---Ese escrúpulo te honra, dijo el exelente Humbug, mordiéndose los
-lábios. Pasemos á la segunda insercion:
-
- AVISO AMISTOSO.
-
- (_Dinah D. L._--Se te suplica que no vuelvas. Tu madre goza
- de exelente salud; no puede arreglarse nada; y tu familia se
- encuentra mucho mejor desde que tú la has dejado).
-
---Este es un secreto de familia, dije yo sonriendo; no tiene esplicacion
-alguna.
-
---Para el público, no; para tí, doctor Smith, sí, repuso el cúacaro.
-Se trata de una hermana, tan loca, que por su propio interés, en el
-de su familia, y por respeto á la moralidad pública, la hemos enviado
-á California como maestra de escuela. Es de temer que la desgraciada
-se haya sido detenida en el camino y que quiera volver á las andadas.
-Teniendo esto en vista prevenímosla caritativamente,--por medio de un
-aviso encubierto, que haria mejor de continuar su camino: no hay lugar
-para ella en la casa.
-
---Eso es admirablemente caritativo, señor Seth, repuse yo alzando los
-hombros. Siento no haber reconocido antes de ahora á un hombre tan
-galante.
-
---Algo te habria costado para reconocerme, replicó Seth bajando la vista,
-no me has visto jamás; pero la señorita Marta me ha pintado su amo, y el
-terrible incidente de ayer con tanta fidelidad, que á primera vista te he
-reconocido.
-
-Aquel virtuoso hostelero pronunció el nombre de Marta con una uncion
-estraña, y que mas tarde me vino á la memoria; hubiera puesto mas
-atencion en ello si un hombre de rostro inflamado no hubiese entrado
-bruscamente en la habitacion gritando:--Gran noticia, señor Truth; gran
-noticia señor Humbug: el intendente municipal de la ciudad acaba de ser
-condenado. Se le ha sorprendido en conversacion criminal con una actriz
-del Liceo, está obligado á pagar al marido diez mil dollars de daños y
-perjuicios.
-
---Doctor, dijo Humbug, tomad la pluma, y concluyamos el resúmen: tenemos
-un diario bien nutrido, la venta está asegurada. Véamos:
-
- Derrota de las tropas federales
-
- _3,000 muertos 6,000 heridos_
-
- ADMIRABLE DISCURSO DEL ELOCUENTE SENADOR DE MASSACHUSETTS,
- ¡VUELTA A LA LEY Y A LA LIBERTAD!
-
- _Robos de la marina denunciados á la nacion_,
- Liga de las costureras
- CONDENACION CRIMINAL DEL INTENDENTE DE LA CIUDAD.
-
---Vamos, continuó, el dia es bueno, no hemos ladrado mal á los pícaros.
-Despues de esto, gritó, á la imprenta; componed, muchachos y dentro de un
-cuarto de hora izad el tablero.
-
-
-
-
-CAPITULO XI.
-
-De la máxima protectora,--que la vida privada debe ser sagrada.
-
-
-Me habia acurrucado en mi sillon, reflexionando en mis adentros sobre el
-triste espectáculo que tenia á la vista. Anarquia devorante, espionaje
-jeneral, perturbacion universal, el gobierno en manos de todo el mundo,
-hé ahí esa prensa tan ponderada! Enregimentad pues, un pueblo con
-semejante enemigo á vuestro lado!
-
---Eh bien, querido doctor, me dijo Truth con voz cariñosa, ya sabeis
-ahora como se hace un diario. ¿Os seduce?--¿sereis mi sucesor?
-
---Nunca! jamás! respondí echando para atras mi asiento por un movimiento
-involuntario. Lo que veo me espanta; os jugais con todo lo que me han
-enseñado á mirar como respetable y sagrado. Que se ataque á un ministro
-ó á los diputados, poco me importa, estoy habituado á ello; en todos
-tiempos los ministros han servido de blanco á los señores folletinistas;
-el gacetero mas célebre es el que hecha abajo dos ó tres. Si hay paises y
-pueblos á quienes divierte esa destruccion, que les haga buen provecho!
-Les deseo dos ó tres revoluciones para curarlos.... Pero la vida privada,
-señor, debe ser sagrada, entendeis, completamente sagrada.
-
---¿Quién ha dicho eso?--preguntó Humbug, con un aire pillo que no probaba
-sino su ignorancia.
-
---Señor Humbug, respondí, es M. Royer-Collard, un gran metafísico, que
-jamás ha tenido ideas propias; pero que ha fundido en bronce y grabado en
-acero las ideas de otro. El es, el ilustre sábio, que ha pronunciado esta
-palabra de oro, que debiera fijarse en toda oficina de diario: _La vida
-privada debe ser sagrada_.
-
---Vuestro gran metafísico ha dicho una necedad, respondió Humbug. ¿Acaso
-puede uno ser un pícaro en la vida privada y un Fabricio en la vida
-pública? ¿Qué es la vida privada? ¿Dónde comienza, dónde concluye? Gritar
-al perro rabioso ¿es un ataque contra la vida privada ó contra la vida
-pública? Si nuestra marina es robada por impudentes proveedores? es la
-vida privada la que se ataca denunciando al ladron? Si el honorable M.
-Little, rico con los millones de otro, quiere una vez mas despojar á los
-simples en provecho de su codicia insaciable; ¿es atacar su vida privada
-decirle á M. Little que es un bribon?
-
---Señor, dije á aquel impudente, vos no dudais cuanto podria responderos;
-pero bastará una palabra. Hé ahí al intendente de Paris que ha cedido á
-una desgraciada debilidad. Quizá ha caido en el lazo tendido por alguna
-sirena de baja ralea, y á no dudarlo, esta falta no la ha cometido en
-calidad de majistrado municipal.
-
-¿A qué viene ese ruido, ese escándalo, esa difamacion de un hombre cuyo
-error, no os concierne, al fin del cuento?
-
---¿Para qué?--dijo Truth con una frialdad digna de Robespierre, para
-hacerlo presentar su renuncia. ¿Quereis que prediquemos en nuestras
-familias el respeto al vínculo conyugal y el horror al vicio, en
-presencia del adulterio entronizado en la casa municipal?--Eso no se
-puede. Es el honor de la vida privada lo que nos responde de la virtud
-pública. De otra manera, la política es una comedia donde cada uno lleva
-una máscara, desempeña un papel y se divierte en hablar de conciencia,
-de derechos, de deberes, sin creer palabra de lo que dice. Puede suceder
-que los pueblos niños se diviertan con esas farsas peligrosas, y que
-concluyen siempre mal; pero en América todo es sério. Que nuestros
-corrompidos vayan, si les agrada, á arruinar su salud, y comerse su
-dinero del otro lado del Atlántico: entre nosotros es necesario ser
-respetable para ser respetado.
-
---Hé aquí una carta del intendente, dijo un empleado; presenta su
-renuncia.
-
---Señor Truth, esclamé, todavia hay tiempo, detened la impresion del
-diario, haced desaparecer una sentencia que no concierne sino á un
-simple ciudadano, un juicio que va á hacer la deshonra de un hombre y la
-desgracia de una familia. Borrad de vuestro resumen esas líneas odiosas
-que hieren con una nueva mancha, y que la justicia no ha previsto, una
-falta escusable sin duda. ¿No hay mas que Catones en América?; y, ya que
-siempre hablais del Evanjelio, ¿no hay alguno entre vosotros que haya
-leido la historia de la mujer adúltera? En nombre del cielo, sed humano.
-
---Yo no soy ni humano ni cruel, respondió Truth con su tono glacial; no
-soy una persona, soy un diario, es decir: un éco, una fotografia. El
-resumen quedará como está; lo siento por el culpable; pero, yo tambien
-tengo una mision que cumplir, no transijo con la verdad.
-
---Pero esa mision, esclamé indignado, os la dais vos mismo!
-
---¿Es menos santa por eso? replicó el periodista. Comprended, pues,
-el papel que desempeño. En una sociedad enteramente ocupada de sus
-asuntos, de sus intereses, y que sin embargo se gobierna á sí misma
-¿cómo se conserva la libertad?--¿Cómo se mantienen y engrandecen las
-ideas jenerosas? ¿Cómo se respeta el derecho, cómo se estima la virtud
-y se recompensan los servicios? Gracias á la prensa, invencion mas
-admirable todavia que la del vapor y la de la electricidad. Nosotros
-los periodistas, somos el éco de la sociedad, éco formidable, trompeta
-estrepitosa, que aumenta todos los ruidos, los esparce hasta los confines
-del hemisferio y va á despertar la conciencia pública mas embotada. El
-bien ó el mal, todo nos sirve; el bien, para hacer palpitar de gozo
-y de emulacion á todos los corazones; el mal, para sublevarlos de
-indignacion y de disgusto. Ayer habeis realizado un acto heróico.--En
-Rusia, en España ¿quién lo habria sabido?--algunos amigos, algunos
-vecinos, un barrio. Gracias á nosotros, treinta y un millones de hombres
-van á repetir el nombre del doctor Smith; tres millones de jóvenes
-envidiarán vuestro valor y se prometerán imitarlo. Hé ahí la obra de
-esos panfletistas, á los cuales estimais tan poco. Hoy dia se ha dado un
-escándalo, una falta cometida por un majistrado. La justicia ha condenado
-al hombre, la prensa condena el crímen y lo hace odiar y detestar por
-toda la nacion. Mientras mas grande es la caida, mas formidable es la
-leccion. Nuestra dureza apesadumbrará á una familia y herirá á algunas
-almas tímidas; salvará de una debilidad semejante á millares de hombres
-á quienes alentaria la impunidad. Sin duda alguna, nuestro rigor nos
-valdrá una enemistad mortal--¿Qué importa?--¿Pongamos en balanza nuestro
-deber y nuestro interés? Doctor, sed menos severo con nosotros.--Teniendo
-necesidad de estas cualidades para ser periodista, ¿cuántos hombres de
-estado serian capaces de desempeñar nuestra mision,--cuántos aceptarian
-resueltamente nuestros peligros y nuestra obscuridad?
-
---Bravo, Truth! gritó Humbug; hablais como un libro, mi buen amigo,--como
-un libro que dice la verdad: _Rara avis in terris, nigroque simillima
-cycno_.
-
---Hay ambiciones que se ocultan, repuse, furioso contra Truth y contra
-mí mismo (las palabras del sofista me habian conmovido); tal se cree
-virtuoso haciendo alarde de severidad, que, en el fondo, sin saberlo, es
-juguete de su propio interés y corre tras la fortuna.
-
---La fortuna, dijo Humbug, no ha sido hecha para los periodistas. Doctor,
-amigo, el mundo es un teatro donde figuran tres clases de personas:
-espectadores, actores, autores. Los espectadores, sois vos, es Green, es
-Rose, son todos esos buenas jentes que no tienen ni vicios ni virtudes
-y que viven á la sombra de su viña y de su higuera. Los actores son una
-banda celosa que se parece á todas las compañías de teatro. El ambicioso,
-los charlatanes elocuentes, el avaro, el cobarde, el tirano, el lacayo,
-todos desempeñan su papel con gran placer del público, que aplaude
-á menudo, silba algunas veces y paga siempre. Esos primeros actores
-necesitan hermosos trajes, palacios, oro, mucho oro. Conocen el capricho
-de la multitud y abusan de él. En cuanto á los autores, en cuanto al
-poeta que ha creado la palabra á la órden del dia, que ha escrito el
-aire en voga, ó inspirado un trozo de literatura, á ese se le arroja un
-pedazo de pan y se le desdeña. ¿Qué es la idea para los hábiles? nada
-mas que una escarapela, todo está en usarla apropósito. Gritad durante
-veinte años que la libertad es la salud de los pueblos, y no sois mas que
-un éco, odioso á los que mandan, importuno para los que sirven. Llega
-un dia en que el pueblo cansado quiere sacudir el peso que lo abruma,
-el primer temerario que inscriba en una bandera la palabra que habeis
-repetido veinte años, ese será el elejido de la multitud; honor, dinero,
-poder, todo será para él. Una hora hará la fortuna de ese primer papel;
-él no tendrá nunca bastante desprecio para el periodista oscuro que, con
-veinte años de sufrimientos y de peligros, le ha preparado su triunfo? El
-pueblo juzgará como el actor. ¿Quereis una moraleja para mi cuento? Paris
-va á nombrar un intendente; estad seguro que se pensará en todo el mundo,
-escepto en un solo hombre que honraria ese destino; ese hombre es Truth.
-El dia que muera en la demanda, si yo no estoy ahí, no tendrá dos líneas
-de elojio en su propio diario. ¡Hé ahí como se recompensa en América la
-virtud cívica! y sin embargo, somos el primer pueblo del mundo: _Ab uno
-disce omnes_. Juzgad ahora de nuestra ambicion.
-
---Humbug, amigo mio, dijo Truth, ¿en nada contais el honor de ser amado
-y elojiado? La puerta se abrió por segunda vez, y se vió alargarse un
-hocico de garduña que no podia pertenecer sinó á M. Fox. Era él, mas
-risueño que nunca.
-
---Señor Truth, dijo con su mas almibarada voz, ¿tendriais la bondad de
-anunciar en vuestro exelente diario que el honorable M. Little acaba de
-donar diez mil dollars al hospicio de niños, cinco mil dollars á los
-pobres de la ciudad y cinco mil á la biblioteca municipal?
-
---El empréstito mejicano vá bien, dijo Humbug: Little es un judio piadoso
-que paga el diezmo al Señor.
-
---El empréstito mejicano está abandonado, respondió Fox; M. Little se ha
-asegurado de que las garantías ofrecidas por el gobierno de Méjico no
-eran sérias.
-
---¿De dónde viene esa jenerosidad sospechosa? preguntó Humbug: ahí
-hay una terrible especulacion en juego, y esos veinte mil dollars nos
-costarán caro.
-
---Siempre sospechas,--interrumpí yo, y ¿por qué?
-
---Es que soy un viejo periodista, respondió Humbug; creo en la virtud de
-los banqueros como en la simplicidad de los cuácaros.
-
---Se os convertirá, viejo pecador, respondió Fox riendo.
-
---¡Gran noticia en la Bolsa! dijo M. Eujenio Rose, volviendo á entrar.
-
---El empréstito mejicano ha sido retirado, dijo Humbug, ya lo sabemos.
-
---Pero lo que no sabeis es que el intendente ha presentado su renuncia, y
-que se propone á M. Little para reemplazarlo.
-
---¡De veras! dijo Fox; eso no es posible. M. Little no me ha dicho ni una
-palabra; dudo aun que sus numerosos negocios le permitan desempeñar ese
-importante puesto.
-
---Escelente Fox! esclamó Humbug, si tiene la inocencia de un cordero! Vos
-vereis, abogado honrado, como M. Little se decidirá á ese gran sacrificio.
-
---Pero nosotros somos jentes delicadas, dijo Truth, y por nuestra parte,
-no le impondremos una carga tan pesada; combatiremos su eleccion.
-
---¿Y por qué? esclamó Fox.
-
---Ese, dijo Humbug, ese es el secreto de la comedia; no se pregunta.
-
---De manera que, replicó Fox, os encontramos siempre contra nosotros,
-virtuosos puritanos, raza orgullosa é insaciable; pero que me condene si
-no vengo algun dia á quemaros en vuestro avispero, abejones inútiles que
-no sabeis sino fatigarnos el oido con vuestros odiosos zumbidos!
-
---Fox, amigo mio, dijo Humbug, no pongais mi paciencia y mi brazo á
-prueba: os haré pasar por la ventana.
-
-Fox no esperó una amenaza cuya ejecucion era demasiado cierta; por mi
-parte, salí, conmovido y turbado con todo lo que habia escuchado. La
-razon y la educacion me decian que la prensa es una arma cargada contra
-el poder y la sociedad; veinte veces los mas sábios ministros me han
-inoculado esta verdad preciosa; pero por otra parte, estaba impresionado
-por lo que habia de grande y de jeneroso en la conducta de Truth, de
-bravo y de decidido en el papel de Humbug. Tomar á pecho la causa de las
-gentes honradas contra todos los bribones, de que rebalza el mundo, estar
-todos los dias de caza, y perseguir sin descanso el robo, la injusticia
-la mentira, es algo sin embargo. Un pueblo que cuenta con tales hombres
-no es un pueblo vulgar.
-
---Bah! díjeme espantando los escrúpulos vanos, esta es una escepcion.
-Lo mas acertado será suprimir los diarios; se dirá que es suprimir el
-remedio y no el mal; pero cuando el mal no tiene remedio, uno se resigna;
-si uno se muere, al menos muere sin quejarse. Es una gran ventaja... para
-los médicos.
-
-Iba á esa altura en mis reflexiones, cuando, del medio de la calle salió
-una voz que me llamó,--la voz de Susana. Se aproximaba en un _cabriolet_
-de dos ruedas, dirijido por Marta. El caballo era seguro, y Marta era
-una muchacha prudente que se servia mas de las riendas que del látigo;
-pero en el ángulo de la calle de Taitbout y de la calle de Helder, me
-equivoco, en la esquina de la sétima y octava avenida, hay un terrible
-empedradito, hecho, segun creo, por algun veterinario interesado, porque,
-hace diez años, no se pasa un dia sin que se caigan en él los caballos.
-El corcel de Marta estaba predestinado: al aproximarse á mí, la pobre
-bestia se arrodilló de repente; Marta fué arrojada por encima de la
-cabeza del caballo, Susana cayó en mis brazos, y del choque me echó en
-tierra, rodando ella conmigo por el suelo.
-
-Me levanté furioso y cubierto de polvo. Susana tenia el rostro arañado;
-Marta estaba ensangrentada.
-
---¿Estais herida, Marta? esclamé.
-
---No, señor, no es nada, dijo; la diestra del Eterno me ha sostenido; no
-tengo sino la punta de la nariz estropeada.
-
-Y hénos á ambos ocupados en desencillar y levantar el caballo.
-
-Cuando el caballo fué puesto al tiro--Pardiez! esclamé, es una
-verguenza que una administracion municipal consienta hace diez años un
-rompe-cabezas semejante, á mi puerta, en la calle mas frecuentada de la
-ciudad. ¡Y de rabia me entré á la oficina del diario!
-
---Doctor ¿qué teneis? dijo Humbug siempre riendo; habeis comenzado ya
-vuestra lucha electoral con Fox. A juzgar por vuestro traje, no habeis
-salido bien parado.
-
---Lo que tengo, dije, es que es abominable que haga diez años que se
-deje un empedrado en semejante estado, es que mi caballo acaba de rodar,
-es que mi hija está herida en el rostro, es que la cocinera casi se ha
-muerto; estoy furioso, quiero quejarme, pido justicia. Estamos en Paris
-en América, la obtendré. La publicidad pondrá á todo el mundo de mi
-parte. Dadme una pluma y tinta, voy á dirijiros una carta severa, en que
-trataré á la administracion como merece.
-
---Aquí teneis lo que deseais, dijo Humbug; y además un dollar.
-
---¿Un dollar? ¿Para qué?
-
---Pagamos siempre un dollar á los que nos traen un _hecho diverso_; no
-os hagais de rogar, doctor; guardadlo y ponedlo en un cuadro con la
-fecha. El os recordará que la prensa es la voz de todos, y que habeis
-comprendido esta gran verdad el dia que habeis sufrido.
-
---Humbug, respondí, esas palabras que lanzais al viento con vuestra
-lijereza ordinaria, tienen mas alcance de lo que pensais; no las
-olvidaré. Por la mañana cuando lea el diario, cada queja me recordará
-un sufrimiento que mañana puede ser el mio, un mal que puedo cortar ó
-evitar, asocíandome al grito público.
-
---Bravo! doctor, sois un gran filósofo. Cuando se abren vuestros ojos,
-gritais: _Et lux facta est_. No importa eso; pronto os apercibireis
-de otra verdad no menos grande: que en resumidas cuentas la libertad
-de la prensa no aprovecha sinó á las jentes honradas. Basta esto para
-enseñarnos cuales son sus enemigos.
-
-
-
-
-CAPITULO XII.
-
-Una candidatura en América.
-
-
-Todas estas discusiones me habian perturbado. Cierto, yo no tenia la
-debilidad de renegar la fé política que me han dado los maestros de mi
-infancia; tengo horror á los renegados. Cuando uno se ha criado en el
-error, si la conciencia quiere que uno salga de él, el honor quiere,
-que uno persista; es el honor lo que siempre escucha un Francés. Me
-habria hecho descuartizar antes que confesar que esos Yankees tenian
-razon. Pero, en el fondo del alma, sentia que habia perdido mi primera
-inocencia; me habia servido de la prensa y no tenia ya derecho á
-sonrojarme. Descontento de mi mismo, dormí con sueño ajitado; así, cuando
-me desperté, era de noche todavia. Los sofismas de Truth y de Humbug
-habian penetrado en mi ánimo, como flechas en las carnes; buscaba en mi
-cama, respuestas que no encontraba, cuando de repente, en medio de la
-oscuridad y del silencio, oí una voz que me llamaba desde la calle. Era
-la voz de mi hija, un padre no se engaña.
-
-Ponerme mi bata, correr á la ventana, fué cosa de un segundo; me incliné
-para ver en la oscuridad de la noche. Mi cabeza tropezó con no sé qué
-obstáculo que estalló. Al instante una luz espléndida me deslumbró;
-gritos de alegria saludaron mi aparicion. La calle estaba llena de
-gente, un cartel inmenso cubria toda la casa; y mi cabeza metida dentro
-de una O jigantesca, daba á los pasantes un espectáculo ridículo. Papá,
-permaneced ahí, decia Susana, saltando sobre sus lijeros pies y batiendo
-palmas: todo París leerá el cartel. _Green for ever_ repetian los Yankees
-mientras corrian. _A very good trick_[25] agregaban riendo hasta mostrar
-sus grandes dientes.
-
-Me vestí apresuradamente y bajé á la calle. París no era si no un inmenso
-cartel; los candidatos de todos los colores: azules, rojos, blancos,
-amarillos, verdes, rosados; ostentaban sobre las paredes sus servicios
-y sus virtudes. Mi casa estaba consagrada al verde. El nombre de Green
-se estendia en mayúsculas de tres pies de alto; frente á mi, la imprenta
-habia subido hasta las nubes un inmenso cuadro, en el que se leia:
-
- CIUDADANOS
- DE LA PRIMERA CIUDAD DEL MUNDO.
-
- _¡Nada de banqueros!
- ¡Nada de abogados!
- ¡Nada de escaladores del poder!_
-
- Nombrad al hijo de sus obran:
-
- _¡Al patriota jeneroso!
- ¡Al comerciante heroico!
- ¡Al buen padre de familia!
- ¡Al hijo de París!_
-
- ¡Nombrad al honrado y virtuoso GREEN!!!
-
-Esta farsa democrática divertia á Susana; M. Alfredo Rose estaba á su
-lado, con el venerable boticario y sus otros ocho hijos. Enrique bailaba
-de contento como un niño que se encanta con el barullo; por mi parte
-tengo poco gusto por esas orjias populares: una frase las reasume: _Mucho
-ruido para nada_.
-
---Vecino, me dijo el farmacéutico, ved ahí á nuestro capitan que vá al
-fuego; espero que nos dareis una mano; la oposicion es poderosa; no
-triunfaremos sino á fuerza de palabras y de accion.
-
---Querido señor Rose, le respondí, con vuestro permiso, permaneceré en
-casa. En todo esto no tengo interés alguno. Soy un gran señor que tiene
-para dirijir sus asuntos un cierto número de intendentes que paga, sin
-tomarse siquiera el trabajo de elejirlos; lo que pasa entre mi jente no
-me concierne, ¿qué es un intendente municipal de Paris? Un caballero con
-casaca bordada que casa á las solteronas y á las viudas inconsolables,
-y que dos veces al año sube en carroza de gala para saludar al señor
-Prefecto y comer en la casa municipal. Esos si que son grandes honores, y
-por lo tanto, nunca se les compra demasiado caro; pero, ¿qué me importa
-eso á mí, simple particular, que no tengo mas privilejio que pagar un
-presupuesto que no voto? Y no sé á quien representa un intendente; pero
-de cierto no es á sus administrados. Así, pues, que lo nombre quien
-quiera; yo soy médico y no me incomodo por nada.
-
-Por toda respuesta M. Rose me agarró el brazo y me tomó el pulso.
-
---Terrible doctor, me dijo, qué malos ratos me dais con vuestras
-eternas bromas; os he creido con el cerebro trastornado. Ciudadano de
-un pais libre, ¿es á vos á quien hay necesidad de decir que hoy dia
-están en juego nuestros mas grandes intereses? ¿No es el intendente
-el primer personaje de la ciudad, el representante de nuestras ideas
-y de nuestros deseos? Policia, mercados, calles, escuelas, no es el
-intendente acompañado de nuestros consejeros, el que arregla todo, con
-la soberana voluntad que nuestro voto le confiere? Si tiene superiores
-en el Estado, ¿los tiene en la ciudad? ¿Recibe órdenes de alguien? ¿No
-es él nuestro brazo derecho, nuestro órgano, nuestro ministro; no es á
-nosotros solos á quienes responde de sus actos y de su presupuesto? ¿Y
-quereis que semejante eleccion nos haga permanecer indiferentes? Por mi
-parte me preocupo muy poco de lo que hacen en Washington los señores
-charlatanes elocuentes del Oeste ó del Sud; pero Paris, es mi bien, es
-cosa mia; es la tumba de mi padre, es la cuna de mis hijos. Amo todo en
-Paris, hasta sus berrugas y sus manchas, amo sus viejas calles donde he
-jugado en mi infancia, amo sus nuevos _boulevards_, grandes arterias de
-la civilizacion, amo sus iglesias góticas que me hablan del pasado; amo
-sus esplanadas y sus escuelas que me hablan del porvenir. Para mi es, que
-cuarenta jeneraciones han enriquecido este pedazo de tierra; hay en esto
-una herencia que he recibido de mis padres, y que quiero trasmitir á mis
-hijos, despues de haberla embellecido. No permito que sin mi voluntad se
-toque una piedra ni una institucion de mi querida ciudad, de mi verdadera
-patria. ¡Soy Parisiense, Paris es mio!
-
---Rose! amigo mio! esclamé, sois el Ciceron de los boticarios; pero la
-elocuencia tiene el privilejio de decir lo contrario de la verdad. No
-es sériamente que hablais de confiar á uno de nosotros, á un simple
-ciudadano la policia de semejante _Pandemonium_; se necesita aquí una
-mano firme é independiente que nos conduzca á pesar nuestro.
-
---Papá, dijo Susana, porqué mortificais así al bueno de M. Rose? vos
-sabeis bien que el intendente es el que elije los _policemen_; vos mismo
-habeis hecho nombrar al que cuida vuestra calle.
-
---¿Quizá tambien, agregué con aire de lástima, haceis votar los impuestos
-municipales por los que los pagan?
-
---Sin duda, dijo Rose, ¿quién es el que tiene derecho á votar un gasto si
-no es el que lo sufre?
-
---¡Tendreis un lindo presupuesto! ¡Hé ahí un bonito modo de juntar
-millones! Y cuando abrís calles nuevas, ¿consultais tambien á los
-habitantes, á fin de conjurar contra vosotros el egoismo de los intereses
-privados?
-
---¿A quién se consultaria entonces? preguntó el inocente boticario;
-supongo que las calles son hechas para nosotros, y nuestros intereses
-privados forman, reuniéndolos, el interés jeneral.
-
---Perfectamente! perfectamente! esclamé riendo: todos han mamado la
-misma leche. Buen Dios! qué necesario seria embutir á martillazos en
-estos cerebros estrechos las grandes ideas de la civilizacion moderna!
-Si viesen los milagros de la centralizacion, comprenderian al fin que
-nuestros negocios nunca son mejor manejados que cuando pasan sin nuestra
-voluntad, á manos de aquellos que no tienen en ellos el menor interés! Y
-las escuelas, agregué, son tambien los padres de familia los que votan
-el impuesto y fijan la cifra del gasto? Tendria curiosidad de conocer el
-total.
-
---El gasto de las escuelas, dijo M. Alfredo, apurado por hacer admirar su
-erudicion, todo el mundo lo vota; la educacion es la deuda comun; todos
-se hacen un honor en contribuir. Antes de ayer se estableció el impuesto
-de 1862: son dos dollars por cabeza, sin contar lo que dá el Estado.
-
---Diez y seis millones de francos votados por un millon y seiscientos mil
-habitantes de Paris, para las escuelas de la gran ciudad! esclamé; eso
-jamás se ha visto y nunca se verá: es imposible.
-
---Papá, repuso vivamente Susana; puesto que Alfredo lo dice, debe ser
-verdad.
-
---Pues entonces, mis queridos amigos, dije á mi vez, es necesario
-aullar como los lobos. Si nuestros negocios son verdaderamente nuestros
-negocios, si Paris es nuestro y no del Estado; si votamos y consumimos
-nosotros mismos nuestro dinero, cosas todas increibles, enormes,
-contrarias á la esperiencia y al buen sentido, yo cedo á la locura
-comun! Un Parisiense que no es un estranjero en Paris, un Parisiense que
-tiene voto en el capítulo municipal, un Parisiense que habla y que se le
-escucha, es un fénix que no se vé sinó en América. Vamos á votar, y viva
-Green, intendente de Paris.... en Massachusetts!
-
---Viva Green! gritó toda la pandilla, dirijiéndose á la tienda del
-especiero.
-
---Papá, dijo Susana, abrazadme antes de partir. Sabeis, agregó al oido,
-que vuestro nombre figura en la lista?
-
---¿Qué lista, hija mia?
-
---La lista de los oficiales municipales. En el _París Telegraphe_ un
-comité de electores os propone, como inspector de calles y de caminos, al
-lado de M. Humbug á quien quieren nombrar juez de paz. Ved papá; y del
-bolsillo de su delantal sacó la señorita el diario. Qué pais aquel donde
-una jóven enamorada lée el diario y se interesa en las elecciones!
-
-Tomé el _París Telegraphe_; mi nombre escrito en grandes carácteres y
-acompañado de un elojio conveniente, figuraba en cabeza de la lista.
-Esto me hizo un efecto singular. Criticar al poder haga lo que haga, es
-cosa que entiendo, soy Parisiense. Vituperar y rezongar contra nuestros
-amos, es la única parte de libertad que el mismo gran rey no ha podido
-quitarnos: es el consuelo y la venganza de nuestro ócio político. Pero,
-administrar y mandar, obrar en vez de gritar, salir de la oposicion
-para encontrarla á su frente, y reducirla al silencio á fuerza de celo
-y de éxito, era para mi una perspectiva desconocida y encantadora; la
-ambicion comenzaba ya á filtrar en mi corazon. Pensaba que la víspera
-habia sido severo con Humbug (un diario es una influencia), y que quizá
-habia hablado demasiado rudamente á Rose y á sus hijos: eran diez
-electores!.... Asi me apresuré á abrazar á Susana, y, corriendo hácia
-el boticario entablé con él una conversacion confidencial sobre unas
-píldoras admirables, inventadas por mí, píldoras destinadas á hacer una
-revolucion en la práctica, no menos que la fortuna del médico que las
-ha imajinado y del farmaséutico que las venda. Un extracto concentrado
-de manzanilla es un remedio heróico que sana en ocho dias la incurable
-y dolorosa enfermedad de las jentes de ingenio, la dispepsia. Yo
-aguardaba para la academia de medicina las primicias de este maravilloso
-descubrimiento; hacia diez años que tenia principiada mi memoria; pero
-cuando la ambicion nos invade, adios prudencia! La gloria académica
-dejaba de deslumbrarme; la inspeccion de las calles me abria la carrera
-política,--era candidato!
-
-
-
-
-CAPITULO XIII.
-
-Canvassing[26].
-
-
-¿Habeis estado enamorado, caro lector? os acordais cuán vivo era vuestro
-corazon, cuán ardiente vuestra mirada, cuán rápido vuestro pensamiento,
-cuán lijera la vida: en aquellos dias felices? Pues bien, entonces sabeis
-lo que es un candidato. A cincuenta pasos de distancia, á pesar de mi
-mala vista, reconocia electores que nunca habia visto; encontraba en
-un rincon de mi mollera la historia de una porcion de jentes á quienes
-jamás habia hablado, y no solamente su historia, sino la de sus mujeres,
-de sus hijos, de sus padres, de sus abuelos y de sus primos segundos.
-Echaba á diestra y siniestra promesas y apretones de mano. Familiar con
-los pequeños, modesto con los grandes, yo enderezaba todos los entuertos
-y componia todas las calles. Ciceron, implorando el consulado, no era
-ciertamente ni mas elocuente, ni mas jeneroso, ni mas afable que yo.
-
-Green se unió á nuestro cortejo; era, puede créerseme, un candidato
-bastante pobre. Los electores que lo habian puesto en camino no habian
-tenido buena mano; sin salir de la calle, les hubiera sido fácil elejir
-otro mejor. Un especiero no ha recibido esa alta educacion social
-que permite jugarse con los hombres y las cosas. Ninguna adulacion á
-la multitud, ninguna de esas promesas que se quedan en el fondo del
-escrutinio, ninguna de esas agradables mentiras que son los fuegos
-artificiales de ordenanza de todas las elecciones. Green era frio
-y tímido como un comerciante que hace un negocio, y que pesa cada
-compromiso. Cuando habia estrechado la mano de un elector diciéndole:
-_Haré lo que pueda_, ó, _la posicion es dificil_, ó, _nombrad á M.
-Little, si lo juzgais mas capaz_, ya le parecia que su papel estaba
-hecho. A los reproches afectuosos que le dirijia, me contestaba en un
-tono glacial: Mi conciencia no me permite hacer mas; no puedo ofrecer mas
-de lo que he de cumplir. ¡Conciencia en un candidato! era un escrúpulo de
-almacenero! Cuando se quiere hacer fortuna, se encierra la conciencia
-con doble llave la víspera de la eleccion, y no siempre se la saca al dia
-siguiente. En Francia todo el mundo sabe esto.
-
-Hubiérame muerto de fastidio en esta procesion electoral, si no nos
-hubiera acompañado el enorme y alegre Humbug. Siempre sobre el quien
-vive, siempre pronto á la respuesta, seguíanle la pista por las risas que
-dejaba en pos de sí. No siempre era agradable la acojida que nos hacian;
-en sus odios como en sus amistades, el Sajon muestra una ruda franqueza;
-la sal americana no es la sal ática. Pero Humbug era un admirable jugador
-de pelota: no habia broma que no recibiera devolviéndola del primer
-voleo. Una vez, tocados por él no volvian mas.
-
---Green, candidato! es una verguenza, decia un egoista de semblante
-pálido y de facciones consumidas. ¿Figuraos al especiero en el consejo
-de la ciudad? Cuando toquen la campanilla, responderá: _Ya van, ya van,
-haced que os despachen._ Que se vaya al infierno, él y todo su séquito!
-
---Al infierno, dijo Humbug! ¿qué le diremos á tu padre el fallido? que
-estás en tu tercera quiebra esperando la cuarta.
-
---Green, candidato! reponia un dependiente de novedades, dandy de botas
-barnizadas que á cada palabra hendia el aire con su inocente varita;
-Green, un almacenero que no es capaz de distinguir un asno de un caballo!
-
---No tengas cuidado, hijo mio, dijo Humbug, se te reconocerá entre mil.
-
---Bella respuesta, y digna de un hombre que vive de su injenio.
-
---Si no cuentas mas que con ese capital para vivir, no llegarás, hijo
-mio, á ser tan gordo como yo, respondió Humbug, continuando su camino en
-medio de las risas de la multitud.
-
-Entramos al Hotel de la Union; nos habian señalado á su dueño como uno
-de los electores influyentes de la ciudad. Pero en su casa, si el buen
-hombre llevaba las riendas, era su mujer la que le mostraba el camino. A
-la primera frase de Green, la fogosa matrona le cortó la palabra:
-
---Maldita sea la política, dijo.
-
---Maldita sea la hostería, respondió Green haciendo un profundo saludo á
-la señora.
-
---José, gritó la imperiosa Juno, insultan á vuestra mujer, se os ultraja,
-y os quedais ahí como un imbécil. Teneis sangre de pavo en las venas.
-
-A esta voz terrible, José se quedó suspenso, abriendo tamaños ojos. En la
-calle creo que el bravo hostelero nos hubiera estrechado la mano de buena
-gana: su ancha cara, su lábio pendiente, su gran vientre, no anunciaban
-un rayo de la guerra; pero, en presencia de su mujer, juzgó prudente
-enfurecerse. Llevar la guerra al esterior, era el medio de conservar la
-paz en la plaza.
-
---Que venga, ese hermoso candidato, gritó con un vozarron que trataba de
-hacerlo malo, tengo á su servicio un cabestro para colgarlo.
-
---Muchas gracias, mi buen amigo, le dijo Humbug con tono almibarado,
-tendríamos escrúpulos de privaros de ese mueble de familia.
-
-Hénos á todos riendo mientras huiamos de aquel antro de Polifemo; pero
-estaba cortada la retirada. En el umbral de la casa, la señora, erguida
-como un centinela armado, detuvo á Humbug, y temblando de cólera:
-
---Sabeis quien soy yo, le dijo.
-
---Quién no os conoce y no os admira, repuso Humbug, enderezándose con
-fatuidad, sois una niña encantadora, que no habeis llegado todavia á la
-edad de la discrecion.
-
-Con lo que la saludó, dejando á la digna matrona mas muda y mas boba que
-la mujer de Loth en su última transformacion.
-
-Estas no eran sino escaramuzas; habian reuniones públicas donde se
-discutian los títulos de los candidatos; allí se daba la batalla y
-se decidia la victoria. Habia llegado el momento de separarnos; era
-necesario que cada uno contribuyera con su persona. Me asignaron el
-_Liceo_. Entré en aquel inmenso salon, donde se ajitaba una muchedumbre
-inquieta. En el acto me reconocieron, y llamaron, todas las miradas se
-fijaron en mi; el miedo me cojió, de buena gana habria renunciado á esa
-candidatura fatal que me entregaba al público. Ay de mí! era demasiado
-tarde.
-
-En frente á mí, un hombre trepado sobre un tablado hablaba y jesticulaba
-con estrema vivacidad; escuchábanle en silencio, y en seguida lanzaban
-hurrahs y gruñidos terribles: asi es, como se aplaude y se silva entre
-los Sajones. Aquel tribuno popular que sublevaba á su albedrio las
-pasiones de la multitud, era el abogado del banquero Little, era Fox,
-nuestro enemigo.
-
-Apesar de maldecir al perillan, me veia obligado á reconocer en él
-cierto talento de que abusaba. Sério á la vez que chocarrero, tenia un
-modo de hacer el elojio de sus adversarios que los ponia en ridículo, un
-modo de ponderar sus candidatos que los realzaba á los ojos de todos.
-Concluyó por una rápida enumeracion de las riquezas que los bancos
-esparcian en América. Little se convirtió en un Júpiter que caia en
-lluvia de oro sobre el seno de una nueva Danae. A la voz del abogado,
-los caminos de hierro, los canales, los vapores vinieron á agruparse
-en torno del banquero para hacerle un cortejo electoral, mientras que
-con un jesto desdeñoso el orador nos mostraba al especiero nadando en
-su melaza ó confundido con la cuenta de sus sardinas y de su bacalao.
-Amigos de la paz, esclamó concluyendo, ¿nombrareis por jefe de la ciudad
-á ese fabricante de fósforos químicos cuya mercancia se encuentra en
-todos los incendios? Amigos de la libertad, ¿elijireis á ese vendedor de
-bacalao que alimenta á los esclavos del Sud, y que quebrará mañana si sus
-clientes, emancipados por nuestro valor, dejan de tomarle su mercancia
-envenenada? No, jamás descendereis á esa verguenza. Por mi parte, Yankee
-_pur sang_, amigo de la patria, orgulloso de todas nuestras glorias,
-antes que dar mi voto á ese hombre, preferiria mas bien votar por.... Se
-detuvo, guiñando el ojo y bajando la voz.... por el que, en su piedad
-universal, nuestras mujeres llaman _un pobre anjel caido_; no os lo
-nombraré.
-
-Una salva de aplausos saludó al orador; descendió de la plataforma
-recojiendo felicitaciones y promesas. En toda asamblea hay siempre una
-majada de bobos que siguen balando al último que habla. No le bastaba
-aquel éxito al traidor; se vino derecho á mí, me tendió una mano que no
-me atreví á rehusar y con voz que resonó en todo el salon. Doctor Smith,
-dijo, á vos ahora; juego limpio para todos, esa es la divisa del Yankee.
-Me levanté cubierto de un sudor frio; de todas partes gritaban: oid!
-oid! Aquel ruido, las miradas fijas en mí, el silencio que siguió, todo
-contribuyó á hacerme perder la cabeza; una nube roja pasó por delante
-de mis ojos; mi voz se apagó en mi garganta, todo mi cuerpo temblaba
-siguiendo los latidos de mi corazon. ¡Cuánto no hubiera dado por comprar
-la facundia de aquel miserable! Yo tenia ideas mas nobles que las
-suyas, un patriotismo mas sincero: pero el abogado tenia la costumbre,
-el oficio; y á mi, ciudadano de un pais libre, ni á hablar me habian
-enseñado. Estaba vencido, y vencido sin combate.
-
-Iba á enfermarme de cólera y de verguenza, cuando de repente Enrique mi
-hijo, viéndome palidecer saltó sobre la plataforma é hizo señas de que
-queria hablar. El cuerpo derecho, la cabeza alta, los piés en escuadra,
-la mano izquierda metida en el frac abotonado, saludó graciosamente y
-esperó que el tumulto se apaciguára.
-
---Es su hijo, es su hijo, decian de todas partes. Oid! oid! Todos miraban
-al niño con curiosidad; se hizo un silencio profundo, se hubiera sentido
-volar una mosca.
-
---Ciudadanos y amigos, dijo con voz clara y penetrante, no vengo á
-combatir al terrible Goliat, al banquero Little; no son piedras lo que
-me falta, el Filisteo ha arrojado bastantes en nuestro jardin; pero no
-tengo de David sinó la juventud, no tengo la fuerza para medirme con ese
-adversario demasiado ejercitado; todo lo que ensayaré es defender á mi
-padre y á mi partido; estoy seguro que entre vosotros, nobles corazones,
-no hay uno solo que no diga: Ese jóven tiene razon.
-
---Oid! oid! gritaban de todas partes: habla bien.
-
---El honorable sollicitor, continuó mi hijo, recalcando la primera
-palabra, no ama la especieria. Esto me admira. Hace tal consumo de sal
-ordinaria que nos reputaríamos muy felices de ser sus marchantes. Que nos
-la dé y le daremos _de llapa_ la azúcar que le falta. El azúcar modera
-la bilis; de otra manera todo se vé amarillo, y es uno injusto con sus
-compañeros de armas y sus amigos.
-
-No sé de donde sacaba mi hijo esa elocuencia de baja ley, pero era del
-gusto de aquella multitud ignorante: reian, aplaudian, las mujeres
-ajitaban sus pañuelos. En seguida respondian con una sonrisa: la asamblea
-era suya.
-
---No hablaré mal de los banqueros, continuó mi tribuno de diez y seis
-años; los banqueros son como los dentistas, es necesario no hacerlos
-nuestros enemigos, quién sabe si mañana no tendremos necesidad de ellos!
-¿pero debemos poner en sus manos los intereses de la ciudad? Recuerdo
-que mi abuela, una santa mujer de Connecticut, nieta de nuestros padres
-los peregrinos, me repetia amenudo que habia oido á sus virtuosos
-antepasados, que el banquero sostiene al Estado como la cuerda al
-ahorcado: estrangulándolo.
-
---Tres gruñidos para los banqueros! gritó una voz estrindente, la voz
-de algun deudor perdido entre la multitud. Aquel grito tuvo éco, el
-salon tembló con esos aullidos que acariciaban mi oido paternal, como lo
-hubiese hecho una sonata de Beethoven.
-
---Mi abuela, continuó el niño exitado por aquellos hurrahs, nos proponia
-enigmas para divertirnos en las noches de invierno al lado del fuego; Si,
-se metieran, decia ella, en un mismo saco un banquero, un _sollicitor_ y
-un sastre, y se sacára á la suerte, ¿quién saldria infaliblemente?
-
---Un ladron, repitieron veinte oyentes, encantados de encontrar
-un recuerdo de la infancia. Enrique se aproximó á la orilla de la
-plataforma, puso un dedo sobre su boca, y dijo á media voz:
-
---Esa es la palabra de que se servia mi abuela, pero hoy dia se dice:
-saldria un millonario afortunado.
-
---Cierto, agregó, yo no quiero mal á la fortuna, espero hacer mi camino
-como cualquier otro.
-
---Y tú irás lejos, mi pequeño jigante, gritó una voz gruesa que conmovió
-la asamblea.
-
---Mostradme, agregó mi hijo animado por aquel sufrajio, mostradme
-una fortuna honorablemente adquirida, navíos enviados á la India, á
-Terranova, á las Molucas, saludaré en la persona de Green veinte años de
-trabajo, de cálculos y de economías. Pero esas riquezas de azar, esos
-millones ganados al juego en un dia, no me hableis de eso: es el bien de
-otro que pasa al bolsillo del mas hábil. Fortuna sin trabajo, es fortuna
-sin honor! (_Oid! oid!_)
-
---Por otra parte, queridos conciudadanos, ¿es la fortuna lo que
-recompensais? ¿O es acaso, el valor y la abnegacion? ¿No es Green el
-noble capitan que penetró en una casa incendiada por salvar á vuestra
-mujer ó á vuestra hija, quizá? Ese niño que mi padre arrancaba ayer
-de en medio á las llamas, ¿no lo habeis adoptado todos? ¡Oh vosotras,
-conciencia nuestra, vosotras, estrellas de nuestras almas, madres,
-esposas, hijas, hermanas, hablad, señora!: ¿por quién se debe votar?
-(_Oid, oid!_)
-
---Amo á los valerosos que no temen entrar al fuego, continuó mi jóven
-Graco, pero no tengo inclinacion alguna á los que viven eternamente en
-él. No me admira que el caballero cuyo nombre no se dice, tenga todas
-las simpatías de nuestros adversarios: es muy natural que el honorable
-M. Fox, escoja su representante en su familia ó entre sus amigos; pero
-nosotros, que tenemos alianzas menos ricas, lo que necesitamos á la
-cabeza de nuestros negocios comunes, es un hombre honrado. Y ese hombre,
-no hay porque ocultarlo, es el hijo de sus obras, es el hijo de la
-ciudad, es Green.
-
---Hurrah á Green! hurrah á Smith! gritó toda la multitud arrebatada por
-la emocion. La victoria era nuestra. Enrique me buscaba con los ojos en
-medio de aquella batahola. Iba á escapar á su gloria naciente, cuando un
-robusto cazador de Kentucky, uno de esos jigantes que se jactan de ser
-mitad caballo y mitad cocodrilo, alzó á mi hijo á fuerza de brazo, y le
-hizo dar la vuelta del salon. Fué una salva de aplausos capaz de voltear
-las paredes. Todos los hombres estrechaban la mano al jóven prodijio,
-todas las mujeres lo abrazaban. Yo queria gritar:--¡Soy su padre! Pero
-por segunda vez el miedo se me atravesó en la garganta, y suspiré
-diciendo por lo bajo: Ay de mí! no ser yo mi señor hijo.
-
-
-
-
-CAPITULO XIV.
-
-Vanitas, Vanitatum.
-
-
-Cuando la multitud se hubo escurrido, llevando á lo lejos la gloria y
-el nombre del futuro Webster, abracé á mis anchas al orador, y tomé de
-nuevo con él el camino de casa. Avergonzado del papel mudo á que me
-habia condenado mi ridícula timidez, no pude menos de zaherir un poco al
-Ciceron en ciernes.
-
---Hola! bribonzuelo, le dije, ¿dónde has adquirido esa facilidad de
-charlar y esa seguridad que nada perturba? Improvisar, declamar, unir el
-ademan á la palabra, ese arte perdido desde la antiguedad--¿dónde te lo
-han enseñado?
-
---En la escuela, dijo mi hijo. Tú lo sabes papá, tú que tantas veces me
-has hecho recitar mi _Enfield_.[27] ¿He tenido aplomo? ¿He alzado el
-brazo mas arriba de la cabeza? ¿Estás contento?
-
---¿Y todos tus camaradas charlan como tú?
-
---Sin duda papá. Lindos ciudadanos serian los de un pueblo mudo! Hablar y
-jesticular nos es tan necesario como leer y escribir. No hay ninguno de
-nosotros que no esté destinado á ser algo en la sociedad, en el comun,
-en el Estado. Miembros de un _meeting_ ó de una asociacion, electores,
-candidatos, majistrados, senadores, todos tendremos necesidad de
-dirijirnos al público: se nos habitúa, pues, desde la escuela. Improvisar
-no es dificil y es muy entretenido. En nuestras recreaciones, nuestro
-placer es discutir; he hecho ya cien discursos á mis futuros electores.
-Pero mi fuerte es el jesto. “La accion, dice Demóstenes, en mi _Enfield_,
-la accion! la accion!” Miradme, papá.
-
-Y héteme ahí á mi muchacho que se pasea declamando no sé que discurso de
-lord Chatham contra la guerra de América. Camina, se detiene, alza los
-ojos al cielo, junta las manos, adelanta con puño cerrado, apoya un brazo
-sobre el corazon, y concluye por saltarme al cuello riendo á carcajadas;
-mientras que yo, su padre, incapaz de decir una palabra y de mover un
-dedo, permanecia confundido ante aquella perversidad precoz, fruto de una
-educacion mal sana. Mi hijo no era un prodijio, no era sino un Yankee
-criado demasiado hábilmente.
-
---¡Desgraciado niño! le dije, puesto que te vas á la India, ¿para qué te
-servirá ese arte de histrion? Pase todavía si fueras abogado.
-
---Lo seré algun dia, papá, respondió Enrique. Dejadme ganar diez mil
-dollars allá; á mi vuelta estudiaré derecho, y me asociaré con un maestro
-esperto.
-
---¿Y en seguida? pregunté admirado de esa jóven ambicion.
-
---En seguida, papá, me haré nombrar representante en el Estado de
-Massachusetts, y seré senador.
-
---¿Y en seguida?
-
---En seguida, papá, seré diputado al congreso, y mas tarde senador de la
-Union.
-
---¿Y en seguida?
-
---En seguida, papá, seré ministro como M. Seward, si no puedo
-conseguirlo, seré presidente como M. Lincoln.
-
---¿Y en seguida? esclamé, ocuparás sin duda el puesto de Lucifer; porque
-tienes la ambicion y el orgullo de un demonio!
-
---Papá, repuso el niño, inquieto de mi vivacidad, todos mis camaradas
-piensan como yo. Nuestros maestros nos han dicho siempre que éramos la
-esperanza de la patria y que la república tenia necesidad de nosotros.
-Entrar en la carrera política, no es ambicion, es un deber. El ciudadano
-que vá mas lejos es el que sirve mejor á su pais.
-
---Oh! los paganos, los paganos! esclamé: hénos aquí que volvemos á los
-escándalos de Atenas y de Roma. El primer deber de un cristiano, señor,
-es permanecer en su humildad, es huir de la política, es no mesclarse
-jamás en los asuntos de su pais, á menos que la autoridad no os obligue á
-ello.
-
---Papá, no es eso lo que nos han enseñado en el púlpito. El domingo
-último, nos han citado á un papa, Pio VII, segun creo, que decia, cuando
-no era sino obispo, es cierto: _Sed buenos cristianos, y sereis buenos
-republicanos_. Todas nuestras libertades vienen del Evanjelio: Se nos ha
-repetido constantemente que la moral de Cristo conduce á la democracia,
-es decir á la igualdad fraternal y al respeto del mas ínfimo individuo.
-_Amaos los unos á los otros_, ¿qué quiere decir esto, sino que el mas
-fuerte debe ayudar al mas débil con su fortuna, con sus consejos y con su
-abnegacion?
-
-Me tomé del brazo de Enrique.
-
---Pobre niño enceguecido por la locura de tus maestros, le dije, mira á
-donde va la democracia.
-
-Delante de nosotros caminaba á pocos pasos de distancia, un hombre
-encajonado en unas planchas de madera. Sobre aquel cartelon ambulante se
-leia, escrito en grandes caracteres:
-
- EL LINCE.
-
- _Diario de los Demócratas._
-
- CIUDADANOS!
- Cuidado con los intrigantes y los necios!!
-
- GREEN--SMITH--HUMBUG.
- ó
- EL RIDICULO TRIO DESENMASCARADO.
-
---Dadme _el Lince_, dije á un vendedor de diarios.
-
---Hélo aquí, señor, respondió el hombre con tono chocarrero; pero si
-quereis reir, os ruego que tomeis _el Sol y la Tribuna_, alli es donde
-vereis al _trio_ fustigado lindamente.
-
-El _Lince_ me bastaba, abrí aquella hoja execrable. Green era burlado
-cruelmente, á Humbug le decian verdades de á puño; pero á mí, gran Dios;
-¿cómo me trataban? Qué de mentiras! qué de injurias! qué abominacion!
-
-Estregué ese miserable panfleto, iba á arrojarlo en el lodo, su verdadero
-lugar, cuando en el umbral de mi casa encontré la alegre cara é
-impertinente sonrisa de Humbug.
-
---Triunfais, señor periodista, le dije metiéndole _el Lince_ por las
-narices. Elecciones, hé ahí vuestras fiestas, vuestras saturnales de la
-calumnia.
-
---La calumnia, dijo el hombron encojiéndose de hombros, es como el
-sarampion: cuando sale á la superficie, sana; cuando se resume mata.
-
---Solo en vuestras democracias se imprimen semejantes infamias!
-
---Ya lo creo! respondió el sofista, contento de tomar al vuelo una nueva
-paradoja. En las monarquias del Viejo Mundo, se guardan de imprimir la
-calumnia, la dicen al oido: es un medio mas pérfido y mas seguro. No
-atacan á las jentes de frente, se defenderian: se las asesina por la
-espalda; es donde reinan sin rivales, la intriga y la mentira, alli es
-donde el principe es la primera víctima de ese veneno que él impide se
-exhale. _Summa petil livor._ La calumnia, doctor, es el flajelo y el
-castigo del despotismo; en un pais libre es una picadura de avispa; no se
-piensa en ella al dia siguiente.
-
---Señor filósofo, dije secamente, leed ese diario; se trata de vos.
-
---Razon mas para que no lo lea. Siempre es el mismo tema, con ocho ó
-diez sustantivos en epitetos pretencioso, para variar el estribillo.
-¿Teneis la audacia de no seguir á los dóciles carneros que arrastran los
-hábiles guias? ¿os atreveis á tener una opinion propia y una voluntad?
-sois un _orgulloso soñador_ y un _ambicioso fanático_. Decis la verdad
-á vuestros conciudadanos; ¿quereis ilustrarlos sobre las condiciones
-de la libertad, premunirlos contra los peligros de la anarquia? sois
-un infame aristócrata, un _servil admirador de la pérfida Albion_. En
-otros términos, abrirle los ojos al pueblo es arruinarla industria de
-los conductores de ciejos y echar á la calle á jentes honradas que nada
-perdonan.
-
-¿Hablais francamente, llamais por su nombre los abusos, y á los que viven
-de ellos?--sois un _adulador de la multitud_, y _un cobarde demagogo_.
-Elojios irónicos si vuestra candidatura vá mal,--injurias groseras y
-comunes si triunfa: hé ahí la eterna cancion de los diarios y de los
-periodistas que no se respetan. Nos parecemos mucho á los órganos de
-Berberia. Ese es el placer de los envidiosos, de las comadres, y de las
-buenas jentes que tienen el oido falso. Es necesario ser induljente con
-las pequeñas miserias de la humanidad.
-
---Leed el artículo, repuse impaciente; veremos hasta dónde llega vuestra
-dulzura.
-
-Una vez que hubimos entrado al salon, donde por fortuna estábamos solos,
-Humbug se puso á leer la injuriosa diátriba, mientras Enrique corria en
-busca de noticias.
-
-Green no tiene de que quejarse, dijo riendo el morrudo periodista. Por
-la manera ruda como le tratan, es claro que sus acciones suben en plaza.
-Las mias no van mal. Un _Falstaff descarado_, es cosa linda ese _Sileno
-avinado, á quien no falta ni su asno cuando el doctor esta ahí_, es de
-una mitolojia que hace honor á la erudicion del escritor. Todo esto es la
-_telum imbelle, since ictu_ de un partido agonizante.
-
---¿Porqué no se impide hablar á esos miserables?
-
---Doctor ¿habriais encontrado la piedra filosofal? Saber de antemano lo
-que esas jentes dirán es un secreto que se busca todavia; el único medio
-de evitar ese escándalo que os aterroriza es enmordazar á todo el mundo:
-remedio heróico que mata á las jentes para impedirles que vivan mal. ¿Es
-esa la medicina que poneis en práctica? Esos pillos, direis son pagados
-para ejercer un oficio innoble; abusan de la libertad, la prostituyen;
-convengo en ello, pero ese abuso nos garantirá el uso de nuestros
-derechos. Hay señoritas que abusan del derecho de pasearse por las
-calles, ¿encerraremos por eso á nuestras mujeres en un harem? Hay jentes
-que se matan por la glotoneria y la borrachera, ¿nos sujetareis por eso
-al réjimen de Sancho en la ínsula Barataria? Por miedo á un incendio,
-¿prohibireis los avios de encender y los fósforos? Por miedo á un asesino
-¿nos quitareis uno de los primeros derechos de los pueblos libres, el
-derecho de tener armas? Toda libertad arrastra consigo un abuso posible:
-toda fuerza y todo instrumento hace lo mismo. Suprimir la libertad para
-evitar el abuso, impedir el bien para impedir el mal, es hacerle el
-proceso á Dios mismo, y probarle que no entendia jota de la creacion.
-
---Si no podeis evitar la calumnia, esclamé, castigadla; inventad
-suplicios terribles; herid al que me quita el honor como heris al que me
-arranca la vida.
-
---Teneis abiertos los tribunales, respondió Humbug; pero el desprecio es
-una justicia mas pronta y mas segura. Mañana los electores os vengarán
-de las injurias de hoy dia. ¿Es cierto por otra parte que nos hayan
-calumniado? Por lo que á mí respecta no me siento herido.
-
---No sé lo que teneis en las venas, le dije, arrancándole el diario de
-las manos. Oid como un anónimo cobarde se atreve á tratar á un hombre
-de mi posicion y de mi edad, en seguida os mostraré como se castigan
-semejantes infamias.
-
-Y con voz trémula de cólera leí lo que sigue:
-
- “El doctor es un triple necio: Es un necio de nacimiento á
- quien treinta años de estudio han puesto mas necio todavia; no
- le faltaba mas que un ápice de ambicion para perder el poco
- sentido comun que el trabajo le ha dejado. Se conoce la locura
- de que padece este infeliz que no vé mas allá de sus narices.
- Estúpido admirador del pasado, su ideal es la vieja Europa;
- no vé nada mas bello que esas sociedades decrepitas, donde la
- tradicion romana ó el despotismo de la administracion ahoga
- toda independencia y toda vida. El sábio Smith, la gloria de
- veinte academias desconocidas, es uno de esos tembladores que
- el dia de la creacion, habria gritado: “Deteneos, mi Dios;
- vais á descomponer el Caos!” Se parece á esos conductores
- de los caminos de hierro que dan la espalda al tren que los
- arrastra. No vé, no admira si no lo que huye y desaparece en
- la sombra del pasado; no siente que detras de él se levanta un
- sol y un mundo nuevo: el reinado del individuo, el triunfo de
- la libertad. Que semejante momia se quede en su gabinete de
- curiosidades y reciba la adoracion de los papanatas, nosotros
- no iremos á molestarlo allí; pero á la gran luz de la vida
- pública, ¿qué harán esos ojos estinguidos, esa boca muda,
- ese brazo inútil? Lo que necesita nuestra jóven y gloriosa
- república, son hombres de nuestra época, banqueros que hagan
- avanzar la civilizacion creando dia á dia nuevas empresas y
- acciones, oradores que nos guien hácia los destinos magníficos
- que el porvenir nos reserva. Dejemos á los muertos sepultar á
- los muertos; vengan á nosotros los corazones que se abren á
- todas las grandes aspiraciones sociales, las cabezas que se
- ajitan con las cuestiones palpitantes de la actualidad. Que
- los bobos y los flojos voten por sus viejos ídolos, nuestros
- candidatos son los hombres que la Europa nos envidia, el hábil
- y jeneroso banquero Little, el elocuente y célebre abogado Fox!”
-
-“Mañana la voz del pueblo, saliendo del escrutinio, como el trueno que
-sale de la nube, proclamará por toda la América la victoria de los
-elejidos de la Democracia: Viva Little, viva Fox!”
-
---Bravo! dijo Humbug, estais picado doctor. Hé ahí un bello trozo; nada
-que ataque vuestro carácter; bromas un poco fuertes, es cierto; pero con
-cierto tacto, verbosidad, finura, sin hablar del estilo á la moda. El
-mozo que ha escrito ese trozo no es un imbécil.
-
---Acompañadme á la oficina del _Lince_, dije á mi vez; y vereis como un
-triple nécio cachetea á un mozo de injénio; es una leccion que necesita
-ese señor.
-
---¿Estais loco? esclamó el hombron levantándose de una pieza. Si otro
-que yo os escuchára, os harian dar una fianza de diez mil dollars ú os
-enviarian á la penitenciaria. ¿Nos tomais por los Pieles-Rojas? ¿Sois
-cristiano? En las soledades de Arkansas es donde los furiosos discuten
-revolver en mano; en Massachusetts no hay mas venganza que la de la ley.
-En un pueblo civilizado se habla mucho y se querella vivamente; pero no
-se asesina á un rival, ni tampoco se bate uno con él.
-
---Salvajes! esclamé, que no conoceis ni el punto de honor siquiera!
-
---Salvaje vos! repuso Humbug riendo. Verdaderamente, doctor, la picadura
-os pone feroz. Matar á las jentes ó hacerse matar por ellas ¿de qué puede
-servir eso á la causa de la justicia y de la razon? Un duelo no aprovecha
-sino al médico ó al sepulturero.
-
---¿Qué haceis entonces, señor, cuando sois cobardemente insultado por un
-folletinista?
-
---Mi querido doctor, respondió aquel candidato sin verguenza: repito
-en voz baja ó en alta voz un proverbio turco, cuya profunda sabiduría
-os recomiendo: _El que se pare á tirar piedras á todos los perros que
-ladren tras de él, no llegará nunca al fin de su viaje_. Con lo que, voy
-á ocuparme de mi eleccion y de la vuestra; haced otro tanto por vuestra
-parte; pronto olvidareis al _Lince_ y su retórica.
-
- _Tu ne cede malis, sed contra audentior ito_[28].
-
-Adios.
-
-
-
-
-CAPITULO XV.
-
-Un recuerdo de la patria ausente.
-
-
-La llegada de mi mujer y de mis hijos dulcificó mi mal humor: las
-noticias eran buenas. Alfredo y Enrique habian recorrido todas las
-asambleas, recojiendo bravos y promesas. Jenny y Susana habian visto á
-todas sus amigas. Doscientas señoras, las mas respetables de la ciudad,
-llevaban al cuello mi fotografia en un medallon: la eleccion estaba
-asegurada.
-
-La alegria de nuestra modesta comida concluyó de curar mis heridas. Todos
-teníamos solo un corazon y un alma. Mi Jenny estaba mas animada que en
-el bautismo de su primojénito. He notado siempre que las mujeres son
-naturalmente ambiciosas; un marido jóven y bello, pero que no es nada,
-no tendrá nunca el arte de agradarlas largo tiempo; un marido viejo,
-recibirá sus mas dulces caricias si la fortuna ó la gloria corona sus
-cabellos blancos. Cuando al amor se une esa lejítima ambicion, la mujer
-se hace entonces, en toda la belleza de la palabra, nuestra verdadera
-mitad. Se vive, se piensa, se sueña á duo, es la felicidad perfecta en la
-tierra, felicidad casi desconocida en Francia, donde la moda priva á las
-mujeres de los gustos sérios, de las pasiones jenerosas,--felicidad comun
-en los Estados-Unidos, donde la opinion invita á las mujeres á tomar
-parte. Susana era mas ardiente que su madre: era mi sangre! no hablaba
-sino de mi eleccion. Es cierto que ella habia hecho de Alfredo uno de mis
-mas grandes electores; ocuparse de mí, era ocuparse de él.
-
-A la noche tuvo lugar una nueva demostracion electoral. Todos los
-bomberos, de gran parada y llevando cada uno una antorcha en la mano,
-desfilaron bajo nuestras ventanas, con música á la cabeza. Los jóvenes
-de la ciudad vestidos con uniformes y trajes diversos, los acompañaban
-con largas varas coronadas de linternas. En medio de aquel cortejo, un
-inmenso estandarte con un transparente iluminado mostraba á la multitud
-absorta dos especies de diablo negros saliendo de las llamas con dos
-rollos blancos. El nombre de Green y de Smith, escrito debajo de las
-figuras, daba un sentido humano á aquella escena infernal, que aplaudian
-á su paso. La mujer y el niño que habiamos salvado eran conducidas en una
-volanta tirada por cuatro caballos blancos, y enteramente adornada con
-linternas é inscripciones. Era una marcha triunfal, una procesion digna
-de los bellos dias de Eleusis. De todas partes estallaban los gritos, los
-bravos, y algunas veces tambien ciertos gruñidos, ahogados inmediatamente
-por los hurrahs. La oposicion estaba vencida y derrotada por la belleza
-de nuestras invenciones. Era difícil que Little tratára de rivalizar
-con nuestras maravillas. ¿Qué podia pasear por las calles? ¿Accionistas
-arruinados? No se seduce á un pueblo con ese espectáculo de todos los
-dias.
-
-A las diez, Jenny nos leyó la Biblia. Habiamos quedado en el quinto
-capítulo de Daniel, es decir, en la historia del rey Baltazar, y de la
-mano vengadora que escribió sobre la muralla la sentencia de muerte:
-_Mané, Thecel, Pharés_. Era para Marta una bella ocasion de profetizar;
-no dejó de hacerlo. De buen ó mal agrado, me comparó á Nabucodonosor y
-me condenó á _vivir con los asnos salvajes, y á comer la yerba de los
-campos, como un buey_, si alguna vez olvidaba que el Altísimo tiene un
-poder soberano sobre los hombres, y que instala sobre el trono á quien le
-agrada. La leccion me parecia un poco fuerte para un futuro inspector de
-calles; pero no hay quizá necesidad de ser rey para tener el orgullo y la
-insolencia de Nabucodonosor. ¿Quién sabe si los empleados de Asiria no
-eran mas impertinentes todavia que su magnífico soberano?
-
-Me burlé de la sibila; sin embargo estaba conmovido con aquella
-candidatura, y demasiado conmovido para conciliar el sueño. Así, apenas
-subí á mi cuarto, cargué una pipa con escelente tabaco de Virjinia, y
-sentándome cerca de la ventana, traté de adormecer mis sentidos agitados.
-
-La calle estaba desierta, y la luna iluminando con su pálida luz las
-casas mudas y cerradas, aumentaba el misterio y la calma de la noche:
-todo dormia á lo lejos; todo callaba. El único ruido que turbaba aquel
-silencio universal, ó mas bien dicho que lo hacia sentir mejor, era el
-tic tac de un _cuco_ colocado á los costados de mi cama. Arrullado por
-aquel canto monótono, embotado por el humo del tabaco, dejaba correr
-mis ensueños, cuando de repente el reloj se anunció. El rechinar de las
-poleas, el jemir de las ruedas y de los correajes anunciaban que iba á
-dar la hora. Me levanté para admirar aquella obra maestra de la relojeria
-alemana. A mi llegada un gallo de madera pintado, trepado en lo mas alto
-del _cuco_, aleteó y lanzó tres gritos agudos. Debajo del gallo se abrió
-bruscamente una puerta, mostrándome á París, el Sena, y la casa municipal
-en 1830. La Fayette, con peluca rubia, frac azul y pantalon blanco,
-abrazaba á la vez á mi infante, un jendarme y una bandera tricolor sobre
-la que se leia en letras de oro: LIBERTAD, ORDEN PUBLICO. Once veces sonó
-el reloj, y once veces el bravo La Fayette sacudió la cabeza y movió su
-bandera; en seguida la puerta se cerró y el gallo galo ajitó sus alas,
-gritó mas desapaciblemente que nunca, y la vision desapareció.
-
-Aquel recuerdo perdido, aquella divisa olvidada hace tanto tiempo,
-despertaron los sueños dorados de mi juventud. Cuánto palpitaban nuestros
-corazones en 1830! Pobres ignorantes, no sabiamos entonces que la
-libertad, como todas las queridas, aruina y traiciona á aquellos que
-la aman. _Libertad, órden público_; palabras terribles: _Mane, Thecel,
-Pharés_ de los tiempos modernos! Hé ahí el enigma que, cada quince años,
-la esfinje de las revoluciones propone á la Francia, siempre pronta á
-devorar al Edipo que no adivina. _Libertad, órden público_, se diria que
-son dos enemigos inmortales, que, vencedores y vencidos á su vez, se
-entregan á un combate sin fin, del cual somos nosotros el premio. Llega
-un dia en que la libertad vence, el cielo resplandece de alegria y de
-esperanza, pero bajo la máscara de aquella divina sirena, es la anarquia
-la que triunfa, trayendo tras de sí la guerra civil, atacando todos los
-derechos, amenazando todos los intereses, haciendo retroceder de horror
-á un pueblo aterrado. En el dia, es el órden público lo que se instala,
-sable en mano: dando la paz, imponiendo el silencio, rompiendo bien
-pronto la valla y deslizándose por su propio peso al abismo donde cae
-todo poder que nada aconseja y que nada contiene. ¿De dónde nace que hace
-setenta años que un pueblo honrado, bravo é injenioso, no edifica sino
-ruinas, descontento y decepciones?
-
-¿Cómo es que en los Estados-Unidos, donde la libertad enloquece todas
-las cabezas, donde nadie habla de órden público la paz interior no es
-perturbada jamás? En aquella democracia turbulenta, en aquella multitud
-entregada á si misma, sin policia y sin jendarmes, ¿porqué no hay ni
-tumultos ni revoluciones? La América no tiene como nosotros, cien mil
-funcionarios alineados en batalla, una administracion admirable que
-dispone todo; no tiene frente á esa organizacion compacta, un pueblo
-docil, ordenado, ocupado, dirijido, reglamentado, y, sin embargo, es
-tranquila y próspera. La libertad, garantida en su pleno ejercicio por
-la ley, castigada en sus escesos por la justicia, hé ahí el órden público
-para los Americanos. Su espíritu limitado no se ha elevado jamás hasta
-esa centralizacion tutelar que hace nuestra unidad y nuestra gloria. En
-aquel pueblo primitivo, no se ha separado la libertad del órden público,
-no se la ha personificado, no la han rodeado de formidables reductos y
-de cañones siempre cargados. Nada de administracion jerárquica, nada de
-policía preventiva, nada de ordenanzas, nada de funcionarios inviolables,
-nada de tribunales privilejiados. Nada de esa sabia mecánica, que en las
-naciones civilizadas rompe toda resistencia, y traba á todo individuo.
-La ley todo poderosa, el ciudadano dueño y responsable de sus acciones,
-el funcionario reducido al derecho comun, la administracion justiciable
-ante los tribunales, solo el juez intérprete de la ley: hé ahí todo
-el sistema. Es de una sencillez ridícula. No hay en aquel embrion de
-gobierno sino leyes y jueces, y sin embargo, la paz y la riqueza reinan
-por do quier. Es una estraña burla de la fortuna que nuestros grandes
-políticos no han conseguido esplicar todavia. ¿Cómo no se les ha probado
-ya á los americanos que son felices contra todas las reglas, y que deben
-envidiarnos nuestras revoluciones?
-
-Me dormí con estas bellas reflexiones.
-
-No sé cuanto tiempo hacia que descansaba, cuando me sentí bruscamente
-sacudido por una mano vigorosa. A mi lado, sobre mi cama, estaba un
-sarjento de jendarmeria. Su vista me alegró. Un jendarme! Yo estaba en
-Francia, volvia á encontrar á mi patria.
-
---Arriba, arriba, señor Lefebvre, me gritó el sarjento, con un acento
-gascon que apestaba á ajos desde lejos.
-
-Miré de cerca á aquel amable mensajero; su figura no me era desconocida.
-Esa mirada, esa voz, esa risa sardónica,--era el terrible espiritista,
-Jonatas Dream, mi enemigo. Al aspecto de aquel traidor, mi gozo se cambió
-en terror.
-
---¿Quién sois? ¿Qué quereis? pregunté yo. ¿Con qué derecho entrais de
-noche en casa de un pacífico ciudadano?--Mi casa es mi fortaleza.
-
---Silencio, paisano, respondió el jendarme. No tengamos la sinrazon de
-razonar con la autoridad, que no razona, puesto que siempre tiene razon.
-Con lo que abrió su canana y sacó un rollo de papel sellado.
-
---Número uno, dijo: Al señor Lefebvre; á él en persona ó á quien se diga
-serlo. Por haber tenido la imprudencia de criticar en un papel público
-á la autoridad municipal, á propósito del empedrado de la calle: se le
-amonesta por primera vez, esperando se corrija.
-
---Vaya una cosa fuerte, esclamé. En lugar de advertirme, la autoridad,
-haria mejor en dirijirme sus escusas y cambiar el empedrado.
-
---Silencio, paisano, repuso el soldado. Como particular, no niego que
-el empedrado sea inferior: acabo de levantar dos bestias que se cayeron
-frente á esta puerta; pero como jendarme, declaro que vuestra queja
-es tan indiscreta como importuna. Si mi coronel me dijera: _Sarjento,
-mañana será de noche á medio dia_, yo responderia: _Está bien, coronel_,
-y meteria en la sala de policia al primer pilluelo que se atreviera á
-negarlo. La consigna dice que el empedrado es bueno; luego debe ser
-bueno; solo los malévolos por malicia culpable, pueden hacerse romper la
-nuca intencionalmente.
-
---Cómo, dije indignado, ¿no tengo el derecho de criticar la autoridad que
-no hace su deber?
-
---Al contrario, paisano, repuso el sarjento, quejaos; la autoridad
-francesa ama bastante que se la censure; pero es necesario ser político
-con ella. Vos no le habeis pedido permiso para criticarla. Habeis estado
-grosero, querido amigo.
-
---Amigazo, os respeto, pero raciocinais como una canana. La autoridad ha
-sido hecha para nosotros, supongo, y no nosotros para la autoridad.
-
---Error colosal, amiguito, repuso el jendarme con un aire de desprecio
-que me sublevó. Los que obedecen han sido hechos para los que mandan; los
-que mandan no han sido hechos para los que obedecen.
-
---Pero nosotros somos la Francia, somos el pais.
-
---El pais, amiguito, dijo el impasible sarjento, se compone de
-mariscales, jenerales, coroneles, capitanes, tenientes, prefectos,
-intendentes y otras casacas bordadas que yo respeto; el resto es un ato
-de conscriptos y de contribuyentes que debe obedecer y callarse....
-
---¿_Sin murmurar_, no es esto? conozco esa cancion. Ah! si tuviésemos
-justicia!
-
---No tendríais administracion, paisano; seríais un Iroques, como los
-ingleses y otros caníbales que hacen lo que quieren. No tendríais el
-honor de ser un civilizado y un francés.
-
---Número dos, continuó. Al señor Lefebvre, por haber tenido la audacia de
-pasear de puerta en puerta su triste persona: significacion del señor
-Prefecto, que lo destituye de sus funciones gratuitas de miembro de la
-oficina de beneficencia, esperando mejor conducta.
-
---Toda candidatura es libre, esclamé.
-
---Sin duda, respondió el jendarme, es libre; pero con la autorizacion de
-la autoridad.
-
---Número tres. Al susodicho Lefebvre, por haber distribuido ó hecho
-distribuir boletines electorales que llevaban su nombre, ó el de ciertos
-_quidams_, igualmente desconocidos y escandalosos: obligacion de
-comparecer de hoy en ocho dias hábiles, ante los señores presidente y
-jueces que componen el tribunal de policia correccional, para responder
-por el susodicho Lefebvre, al delito de distribucion de impresos no
-autorizados.
-
-Cómo, ¿no puedo distribuir á mis electores el boletín que lleva mi nombre?
-
---Lo podeis todo, amiguito, respondió el jendarme,--con autorizacion de
-la autoridad. Pero, como si no convenis en ello ¿os imajinais que la
-autoridad protectora y tutelar ha de dejar hacer á los papanatas una
-tontera que dejeneraria en oposicion? ojalá fuese yo el gobierno, os
-encerraria debidamente, esperando mejor oportunidad!
-
---Número cuatro. Al susodicho Lefebvre por haberse juntado públicamente á
-una pandilla de _quidams_, reunidos en una titulada asamblea electoral;
-lo que constituye un club, sino es una sociedad secreta, obligacion de
-comparecer ante el susodicho tribunal, para verse condenar á prision en
-virtud del artículo 291, del Código penal, esperando otra resolucion.
-
---Número cinco. Al susodicho Lefebvre, por haber incitado á su hijo
-menor á pronunciar en el susodicho club un discurso incendiario contra
-la honorable y discreta persona de M. Petit, candidato de la autoridad:
-obligacion de comparecer ante el susodicho tribunal, como fautor,
-complice y ademas como civilmente responsable del susodicho delito;
-esperando se corrija.
-
---Qué ¿no tengo derecho para reunir mis electores, y no tienen ellos el
-derecho de saber lo que piensa su representante?
-
---Tienen todos los derechos, amiguito, respondió el sarjento, pero
-siempre con la autorizacion de la autoridad. ¡Linda cosa, seria que en
-una caserna dejáran á los soldados reunirse y gritar sin permiso.
-
---Pero nosotros no estamos en una caserna.
-
---A palabras necias oidos sordos, repuso el jendarme. Sin embargo,
-paisano, quiero condescender hasta ilustrar vuestra ignorancia profunda.
-Todo francés ha nacido soldado y ha sido hecho para esperar la palabra de
-órden. Cuanto mas mandado está, tanto mas contento se halla. Que no se
-altere la obediencia que hace su alegría. Si yo fuera gobierno, colgaria
-á todos los hablantines, esperando mejor oportunidad.
-
---Número seis. Al susodicho Lefebvre, por haber cubierto ó dejado cubrir
-las murallas con carteles insignificantes y criminales; _item_ por haber
-organizado ó dejado organizar una procesion revolucionaria, y preparado
-una asonada inconveniente, que habria estallado á no ser las precauciones
-y la vijilancia de la policía, que siempre tiene abierto el ojo;
-obligacion de comparecer ante el susodicho tribunal; para verse y oirse
-condenar á las penas dictadas por la ley, esperando se corrija.
-
---Por favor, sarjento, esclamé, por favor, señor jendarme! soy víctima de
-un error. En Francia, sin duda, seré un gran culpable; pero estamos en
-América, soy inocente. Lo que es un crímen en Francia es un derecho en
-los Estados Unidos.
-
---Hacedme merced de vuestros favores, respondió el inflexible jendarme
-sacando de su bolsillo algo que parecian esposas. Como particular, no
-tengo el corazon insensible, me lisonjeo de ello, pero, en este momento,
-soy el órgano de la ley.
-
---Entonces la ley es una fanfarronada.
-
---Silencio, rebelde, basta de conversacion.
-
-Si se les escuchára, serian todos inocentes como un recien nacido.
-Inocente ó no, _pekin_[29], sospecho que eres sospechoso, y por
-precaucion te apaño.
-
-Diciendo esto, me apretó el brazo con tal fuerza que lanzé un grito de
-dolor. Ese grito me recordó. Gracias á Dios, era un sueño.
-
-Encendí el gas para sacudir aquella pesadilla abominable. Horror! en
-el fondo de la cama descubrí la sombra de un brazo amenazante, y ese
-tricornio y ese pompon que hacen palidecer á los mas atrevidos.
-
-Helado, temblándome el corazon, quedé inmóbil como un criminal que
-espera la sentencia de muerte. En aquel momento cantó el gallo del cuco,
-el gallo que hace huir á los malos espíritus de la noche; me dí vuelta
-hácia la pared.... y lanzé una carcajada. El brazo de que me espantaba,
-era el mio, ese tricornio era la sombra de mis cabellos alborotados; ese
-terrible pompon, en fin, era la punta de mi.... No concluiré por respeto
-al pudor de mis lectoras.
-
-Apagué la luz, y volviéndome á mi cama:
-
---Oh jendarme, esclamé, bravo y leal soldado, corazon sencillo y
-jeneroso, nadie mejor que tú representa el órden público en un pueblo
-que no concibe la autoridad sino en uniforme, y la paz sin una espada
-en la mano! Espanto del mendigante y del vagabundo, remordimiento del
-cazador furtivo, conciencia del hostelero y del vendedor de vino,
-relijion y moral del paisano, brazo derecho del señor Intendente, órgano
-del señor Prefecto, oh jendarme! yo te respeto y te amo; pero perdona
-las temeridades de mi fantasia; yo quisiera que algun dia la miseria no
-fuera ya un crímen; quisiera que la policía no impidiera el bien que
-superabunda por evitar el mal, que no es mas que la escepcion; quisiera
-que la libertad, devuelta á todos los ciudadanos, arrojase de nuestras
-leyes delitos que no lo son; quisiera en fin, (¡ho ministro de la
-autoridad no os encojais de hombros!) quisiera que solo la justicia te
-impartiese órdenes, y que tu mision vengadora se redujera á perseguir á
-los pícaros y á encarcelar á los bandidos denunciados legalmente!
-
-Yo sé, oh sarjento! cuanto te hará reir esta utopia americana, pero yo
-la lego al siglo vijésimo primero, como el pensamiento que, algun dia,
-inmortalizará mi nombre. Entonces pido que en mi ciudad natal, en medio
-de la plaza que reemplazará mi calle y mi casa, se me eleve un busto
-imajinario encima de una fuente sin agua, y que se grabe en ella la
-inscripcion siguiente:
-
- AL SOÑADOR
- QUE
- EN 1862
- PEDIA QUE LA JUSTICIA
- SOLO TUVIERA
- EL DERECHO DE ARRESTAR Á LOS CIUDADANOS
- Y SOLAMENTE POR DENUNCIA LEGAL,
- LA JENDARMERIA RECONOCIDA
- 14 DE JULIO 2089.
-
-Y lego mi última pieza de cinco francos á la Academia de inscripciones y
-bellas letras, con los intereses capitalizados durante dos siglos, para
-que se redacte en _hebreo_ en copto, sanscrito y siriaco, una idea, que
-el frances mal inclinado de nacimiento, no ha comprendido nunca, y que su
-idioma es impotente para espresarla: _Sub lege libertas_.
-
-
-
-
-CAPITULO XVI.
-
-La eleccion--El sábado.
-
-
-Llegó al fin la famosa jornada del sábado 5 de Abril, que debia hacer
-de un parisiense de la Chausée d’Antin, un miembro de la administracion
-municipal de Paris en Massachusetts. A las siete de la mañana, con un
-tiempo espléndido, se abrieron ciento veinte escrutinios en medio de una
-calma solemne. A la puerta de cada oficina se veian dos largas filas de
-electores, que con una paciencia y una decision enteramente sajonas,
-esperaban el momento de ejercer su derecho soberano. Habian cesado las
-querellas, los enemigos de la víspera cambiaban bromas y apretones de
-manos. Ante la resolucion de la mayoria todos se inclinaban de antemano,
-reservándose tomar la revancha al año siguiente.
-
-A medio dia se hizo el resúmen del escrutinio, la eleccion fué
-proclamada. Green reunió 116,735 sufrajios contra 78,622 dados á Little.
-Humbug obtuvo 146,327 votos, mientras que el desgraciado Fox no tuvo
-mas que 18,124; en fin, á pesar de algunos boletines disputados por
-escrutadores envidiosos, fuí nombrado por 199,999 sufrajios. Jamás
-inspector alguno de calles habia sido proclamado por una mayoria tan
-imponente. El efecto que produjo en Massachusetts fue grande, y mayor
-todavia en Inglaterra. Como el precio de los algodones acababa de subir,
-el _Times_ declaró que los Yankees eran salvajes que no hacian elecciones
-sino á balazos, y sacó en conclusion que la democracia era ingobernable.
-El viejo Pam repitió el mismo tema en el parlamento: probó á los ingleses
-que eran el primer pueblo del mundo, y que, por falta de una aristocracia
-hereditaria, Jonatás no iba á la pretina de John Bull, verdad un poco
-dura, que el honrado John Bull dirijió con su modestia ordinaria,
-mientras votaba su mayor presupuesto.
-
-El amable Truth fué quien me anunció mi nombramiento; sentia mucho, me
-dijo, no anunciar al público esta buena noticia, pero, desde la víspera
-habia vendido su diario á M. Eugenio Rose y se retiraba de la política.
-
---Haceis bien, le dije. Descansad, y largo tiempo, teneis necesidad de
-ello.
-
---Descansar no es palabra americana, me respondió con una dulce sonrisa.
-Jóven ó viejo, enfermo ó sano, un Yankee trabaja hasta la muerte: es
-el deber del hombre y del cristiano. He seguido el consejo de Humbug,
-he vuelto á los estudios y á los gustos de mi juventud. La iglesia
-congregacionalista de la calle de las Acacias me invita á ser su pastor:
-he aceptado. Mañana entro en las funciones.
-
-Periodista ayer, pastor mañana, sois un hombre universal; cambias de
-profesion como de traje. ¿Qué sereis dentro de seis meses?
-
---Lo que quiera Dios, respondió el nuevo ministro. Si Humbug estuviese
-aqui, él que ha sido á su vez plantador en el Oeste, soldado en Méjico,
-abogado en Filadelfia, periodista en París, y que mañana será majistrado,
-os diria con una de sus citas favoritas:
-
- Homo sum, humani nihil á me alienum puto.
-
-Vos mismo, doctor, erais sabio el otro dia, bombero antes de ayer,
-candidato ayer, sois hoy dia inspector de calles; el lunes sereis
-médico. Me parece que cambiais de papel con bastante facilidad. Hé ahí
-una de las grandes virtudes de nuestro bello pais. En la vieja Europa
-se nace y se muere en la piel de un personaje de comedia. Toda la vida
-es un soldado, juez, abogado, mercader, fabricante, nunca hombre. No
-se tienen sino las ideas estrechas y las preocupaciones de su oficio.
-Aquí, la profesion poco importa, es el sobre todo que uno se pone y saca
-segun las ocasiones: uno es hombre ante todo y en todas partes. Ahí es
-donde está la raiz de esa igualdad que hace nuestra gloria y nuestra
-fuerza. Clay era un molinero de Kentucky, Douglas y Lincoln plantadores
-de Yllinois, el jeneral Banks, el _muchacho de las canillas_, era un
-enfardelador de algodon; todos han llegado á ser hombres, por que han
-trabajado y sufrido. El que no ha hecho ensayos con la vida no sabe lo
-que ella vale. La lucha contra las cosas hace la educacion de la voluntad
-y la sabiduria del corazon. La aristocracia producirá almas delicadas,
-refinadas, enfermizas; el imperio del mundo pertenece á los advenedizos.
-¡El porvenir es nuestro!
-
---Truth, predicais á las mil maravillas. Cuando hablais siento que teneis
-razon; pero, cuando os habeis marchado y reuno mis recuerdos, vuestras
-teorias me dan miedo. Si yo tuviera la debilidad de escucharos, me
-hariais olvidar todo lo que mis maestros me han enseñado. No importa,
-mañana iremos á escucharos. Debe ser orijinal, un simple cristiano
-hablando á sus hermanos y esponiéndoles el Evanjelio en el lenguaje de
-todos los dias. No me imajino el cristianismo republicano.
-
-Al instante que Truth se separó de mi, vinieron á buscarme para
-instalarme en mis nuevas funciones. Jenny, Susana, Alfredo y yo saliamos
-en una hermosa calesa junto con Marta, que tenia sin duda interés en
-vijilar mi orgullo; Enrique se puso al lado del cochero, Zambo trepó tras
-del coche; dos vigorosos trotones, como no se ven sino en América, nos
-llevaron á Montmorency, punto estremo de mi jurisdiccion. Tuvimos que
-detenernos mas de una vez; cada caminero estaba en su puesto, esperando
-al nuevo jefe; aseguré á aquellas buenas jentes mi benevolencia para con
-ellos, mientras mi mujer y mi hija prodigaban sus mas graciosas sonrisas.
-Habíamos nacido para ser príncipes. La sola cosa que me contrarió fué
-encontrar barreras de distancia en distancia. Reconocí en esto esa
-mezquindad democrática que hace pagar el servicio á los que aprovechan
-de él, para librar de la contríbucion á los que no hacen uso de la cosa;
-me prometí corregir aquel abuso, no conocido de la vieja Europa, y
-establecer en todas partes una igualdad triunfante. Por lo demas, este
-fastidio no llegaba hasta los magníficos ramos que los receptores de
-barreras, y los camineros ofrecian á Jenny y á Susana. El carruaje era
-una canasta; desaparecíamos en medio de las flores. Se nos arengaba como
-á reyes. Aquellas buenas jentes, que, seguramente, no sabian el hebreo,
-no dejaron de comparar á mi Susana con el lirio de los campos. Jenny se
-sonrojaba de placer, parecia una rosa esponjada. En cuanto á Marta, era
-una peonia; se hubiera dicho que la sangre iba á saltar de sus mejillas
-carmeses. Bufaba como un buey al fin del surco. ¡Oh mujeres, vuestro
-verdadero nombre, es vanidad! En cuanto á mi, muellemente estendido
-en un rincon de mi carruaje, no me dejaba embriagar por aquellos
-humos de la popularidad naciente; pero en mi alma, en mi conciencia,
-encontraba admirables los caminos; maldecia al miserable _mancarron_
-que la ante-víspera, habia tropezado en un empedrado mal conservado por
-camineros tan galantes.
-
-Llegando á Montmorency, el cochero, sin haber recibido órdenes, nos llevó
-derecho al hotel de la Rosa, en casa de Seth, hostelero el cuácaro.
-Alfredo y Susana no hallaron compasion cerca de aquel amigo de la bella
-juventud. En lugar de tratarnos como á enamorados, nos hizo pagar doble
-un almuerzo demasiado malo. Reclamé; pero á su avidez natural, el hermano
-Seth reunia el mas insoportable de los vicios que dá la civilizacion: el
-pícaro era economista. Me hizo un sermon en tres partes, para demostrarme
-que vivir bien y barato, es la miseria de los pueblos sin comercio y sin
-industria, mientras que la carestia es la muestra de la civilizacion
-mas avanzada, la poblacion reduciendo la oferta, y la riqueza elevando
-la demanda. Llegará un dia en que el último de los Rothschild será el
-único que se encuentre en estado de pagar un huevo; ese dia marcará el
-apojeo de la prosperidad universal. Pagué para economizar, por lo menos
-tiempo y palabras. Guárdeme el cielo de discutir con esos fanáticos que
-no tienen mas que una idea. Conozco á los tales peregrinos. La Francia,
-sus arsenales, su marina, sus ejércitos, su gloria, sus derechos, todo lo
-entregarian al Gran Turco si él les prometiera la libertad........ de la
-carniceria.
-
-Eran las cuatro cuando nuestra caravana tomó de nuevo el camino de París.
-Con gran sorpresa mia cerraban con barras de hierro las puertas y las
-ventanas de la hosteria, como si la casa estuviese de duelo. Era un modo
-singular de festejar la aproximacion del domingo; pero en aquel pais,
-hecho al reves de los demas, es prudente no asombrarse de nada. El amigo
-Seth venia con nosotros á la ciudad; montaba un fornido caballo, al que
-hacia sombra con su ancho sombrero. A su lado sobre un jumento tordo, de
-larga cola, trotaba Marta, erguida, derecha, severa y majestuosa como un
-carabinero. Eran dos batidores que marchaban delante de nosotros para
-anunciar á los transeuntes nuestra entrada triunfal.
-
-Encontré al pacífico cuácaro, en la primera barrera querellándose con el
-receptor.
-
---Os digo, gritaba este último, que no pasareis sino cuando hayais pagado
-el derecho. Sois dos; necesito veinte y cuatro centavos y no doce.
-
---Amigo, respondia el hostelero, haces mal en calentarte la sangre; eso
-no es de un hombre racional ni de criterio. Mira tu tarifa, no me pidas
-mas de lo que la ley te permite exijir, de otro modo te harás culpable
-del crímen de concusion.
-
---Hé ahí la tarifa, repuso furioso el del peaje; leed vos mismo,
-insoportable charlatan! Ocho centavos por caballo, cuatro centavos por
-hombre; ¿está esto claro ó nó?
-
---Muy claro, dijo el cuácaro; asi tomo por testigos á estas respetables
-personas, que he pagado tus doce centavos.
-
---Y aquella mujer, dijo el receptor, señalando á Marta que trotaba
-adelante.
-
---Y bien, repuso Seth, con su imperturbable gravedad, esa mujer no es un
-hombre, su jumento no es un caballo, luego ella no te debe nada.
-
-Con lo que partió al galope, dejando atónito al encargado del peaje.
-
---Espero, dije al receptor, que levantareis un proceso verbal contra de
-ese imprudente.
-
-No, señor inspector, respondió; perderíamos nosotros. Es uno de esos
-pillastres astutos que haria pasar un carruaje con cuatro caballos hasta
-por sobre nuestras leyes, sin ser nunca multado. Tiene de su parte la
-letra de la tarifa.
-
---El espíritu de la ley lo condena, repuse; su pretension es absurda.
-
---Entre nosotros, señor, respondió el buen hombre, la ley no tiene
-espíritu. No se conoce sino el testo. Si el juez interpretára la ley,
-se dice, seria lejislador; el derecho y el honor de los ciudadanos no
-tendrian ya garantia.
-
---Ignorantes! esclamé. ¿No les han enseñado ni el _a_, _b_, _c_, de toda
-legislacion! Cuando hay duda en un asunto entre el fisco y un particular
-¿no aprovecha la duda al fisco, que representa el interés general?
-
---Nunca, señor, dijo el encargado del peaje. Siempre se sentencia á favor
-del ciudadano. Es necesario que el señor fisco tenga dos veces razon para
-ganar su proceso.
-
---Qué hacer con semejante salvajismo? Me encojí de hombros y dí al
-cochero la órden de continuar su camino.
-
-Al entrar á la ciudad creí que la habrian cambiado en mi ausencia. Las
-calles y las plazas estaban desiertas; tras de nosotros se estendian
-gruesas cadenas que impedian la circulacion. Las ventanas ofrecian un
-estraño espectáculo: veíanse en todos los balcones botas alineadas en
-batalla y presentando las zuelas á los transeuntes, si es que habia
-transeuntes. Siguiendo con la vista dos de aquellas botas; concluí por
-apercibir unas piernas humanas, despues un cuerpo caido, y en fin, un
-cigarro, cuyo humo azulado subia al cielo. No podia esplicarme que
-delito se castigaba con tan cruel suplicio; Zambo á quien interrogué
-diestramente, me enseñó que era el placer ó la moda. Todos los sábados
-á la tarde, el Yankee trata de darse una aplopejia; algunas veces llega
-á conseguirlo. Cuánto mas prudentes no somos nosotros, los franceses,
-que en nuestras salas de espectáculos no nos esponemos nunca sino á un
-principio de asfixia.
-
-Una vez en casa, me entraron deseos de concluir alegremente aquel dia
-feliz; rogué á Susana y á Enrique que cantaran mi aire favorito: _Lá ci
-darem la mano_, del D. Juan. Susana me miró y palideció.
-
---¿Qué tienes? hija querida, esclamé; ¿estás enferma?
-
---Padre, respondió, vuestro pedido es lo que me aterra. ¿Quereis amotinar
-la ciudad bajo nuestras ventanas? ¿Quereis perder nuestra reputacion?
-¿Olvidais que ha principiado el sábado y que nada debe turbar el reposo
-del Señor?
-
---Buen Dios, me dije, ¿á caso al transportarnos á América, el traidor
-de Jonathan nos habrá cambiado en judíos?--Perdon, hija mia, dije á
-Susana, he sufrido una distraccion; los sucesos del dia me hacen perder
-la memoria! Anda á buscar mi gran Hipócrates, de la biblioteca; no me
-disgustará hacer descansar mi cabeza leyendo un poco de griego. No hay
-nada mas refrescante.
-
-Por toda respuesta, Susana se sentó sobre mis rodillas, pasó su mano por
-mi frente y me abrazó.
-
-Pobre padre, dijo, ¡cuán fatigado está! Ved, mamá, ha olvidado que la
-noche del sábado no se lee sino la Biblia.
-
-Decididamente, yo era judio sin saberlo. Lo que me hizo dudar un poco,
-fué que al abrir la Biblia de la familia, encontré en ella los Evanjelios
-y pude leer en San Marcos que _el sábado ha sido hecho para el hombre y
-no el hombre para el sábado_. Esta palabra me hizo reflexionar, pero para
-no herir á nadie, guardé para mí mis reflexiones, y dejando á las dos
-mujeres sumidas en su piadosa lectura bajé al jardin.
-
-La tarde estaba hermosa, los árboles exhalaban la frescura de su
-vejetacion naciente, el sol se ponia en una nube de oro: todo invitaba á
-soñar.
-
-Me sentia cansado, entré en mi kiosco chino, me eché sobre el divan y
-encendí un cigarro. Habia á un lado una butaca rústica que no servia
-de nada, coloqué mis piernas en el respaldar, y me apercibí para mi
-verguenza de que la moda americana tenia mucho de buena.
-
-Descansaba oculto detras de las persianas del kiosco, los ojos fijos
-maquinalmente en Zambo, que, en un rincon del jardin, machacaba pedazos
-de asperon para limpiar los cuchillos. El pobre muchacho estaba
-enteramente ocupado de su trabajo, cuando Marta salió de la cocina, como
-una araña que se lanza sobre una mosca.
-
---Hijo de Cham, dijo, quitándole el martillo de las manos, ¿qué haces ahí?
-
---Vos lo veis, señorita Marta, rompo piedras.
-
---Desgraciado, esclamó ella, violas el sábado! Zambo huyó con aire
-lastimero, pasó cerca de mi retiro suspirando; en seguida apercibiéndose
-de que el gato de la casa habia cojido un pericote!
-
---Cuidado, Pachá, le dijo resongando, si tú cazas ratas durante el
-sábado, te colgará Marta el lunes.
-
-Reia todavia de la tonta figura del negro, cuando dos personas vinieron á
-sentarse en un banco que estaba colocado delante del kiosco, y tan cerca
-de mí; que no perdí una sola palabra de sus discursos. Reconocí al amable
-Seth, que aprovechaba la soledad, el sábado y la noche para hacer un
-sermon á la bella Marta.
-
---Querida hermana, decia con una gravedad grotesca y escuchándose cada
-una de sus palabras, hay tres cosas que me admiran sobre manera. La
-primera, es que los niños sean tan bobos que tiren piedras y palos á los
-árboles, con el objeto de bajar las frutas; si los niños se estuvieran
-quietos, llegaria dia en que las frutas caerian por si solas. Mi
-segunda admiracion, es que los hombres, en jeneral, y los americanos en
-particular, sean bastante locos y bastante malos para hacerse la guerra
-y matarse entre ellos; si se estuvieran quietos, todos se moririan
-naturalmente. La tercera y la última cosa que me admira, es que los
-jóvenes sean bastante irracionales para perder su tiempo corriendo tras
-de las muchachas con quienes quieren casarse, si se quedáran en sus casas
-é hiciéran fortuna, serian las jóvenes las que irán en busca de ellos.
-¿Qué dices á esto Marta?
-
---Seth, digo que tienes la sabiduria del rey Salomon, pero que tambien
-tienes su vanidad.
-
---Marta, esclamó el cuácaro con voz enternecida, tienes tanto injenio
-como belleza.
-
---Seth, respondió Marta, siempre sofocada, tú no piensas en lo que dices.
-
---Y tú Marta, repuso el otro, no dices todo lo que piensas.
-
---Bravo! dije para mí; en América se aman. Es un modo de aprovechar el
-sábado, que no se me habia ocurrido. Este pueblo de mercaderes que todo
-lo calcula, y que no vive sino para enriquecerse, se ha condenado al
-descanso forzoso una noche por semana, á fin de pagar en ese dia la deuda
-de la juventud y del amor. Veamos como hará su declaracion Maese Seth.
-
-Despues de mil rodeos, el cuácaro enamorado llegó á la palabra que, segun
-todas las apariencias, era esperada hacia mucho tiempo.
-
---Marta, dijo lanzando un profundo suspiro, Marta, ¿me amas?
-
---Seth, respondió la buena cristiana, ¿no nos está ordenado amarnos los
-unos á los otros?
-
---Si, Marta, pero lo que te pregunto, ¿es si tú sientes por mi algo de
-ese sentimiento particular que el mundo llama amor?
-
---No sé que responder, balbuceó la tímida paloma; siempre he tratado de
-amar igualmente á todos mis hermanos, pero, si es necesario confesártelo,
-Seth, á menudo cuando me he replegado sobre mi misma, he pensado que en
-esa afeccion jeneral, tú tomabas mucho mas de lo que te pertenece.
-
-La confesion estaba hecha, no habia como desdecirse; oí, así lo creo, un
-besote que sellaba los esponsales cuando Marta lanzó de repente un grito
-de espanto y se trepó sobre el banco. Un perro enorme, un terra-nova,
-habíase lanzado bruscamente en medio del coloquio amoroso. Me levanté
-y apercibí en la sombra los dientes blancos de Zambo. El tunante reia
-á carcajadas; él era el que por vengarse de la cuácara, habia abierto
-la puerta de la casa y lanzado sobre Marta aquel tercero importuno, que
-la habia aterrado. Aunque me gustaba poco el cuácaro, no pude dejar de
-admirar su firmeza y su dulzura. Lejos de tener miedo del perro, le llamó
-y sacando de su bolsillo un pedazo de azúcar, lo ofreció al animal, que
-se dejó fácilmente seducir y acariciar.
-
---Amigo, dijo el santo varon, hablando al perro que lo miraba moviendo la
-cola, has venido á perturbarme en el momento mas dulce de mi vida; otro
-que yo te hubiera castigado, muerto ó habria tenido derecho de hacerlo;
-yo te haré ver la diferencia que hay entre un cuácaro y la jeneralidad de
-los hombres. Por toda venganza, me contentaré condarte un nombre feo.
-
-Con lo que halagando al perro que saltaba tras de él para obtener un
-nuevo pedazo de azúcar, Seth condujo políticamente al animal hasta la
-puerta; en seguida cerrando de golpe la verja, gritó con todos sus
-pulmones: _¡Al perro rabioso! ¡al perro rabioso!_
-
-En un abrir y cerrar de ojos desaparecieron todas las botas de las
-ventanas; millares de cabezas miraban y amenazaban al enemigo; las
-piedras, los palos, los muebles llovian como granizo sobre el animal; un
-tiro lo echó por tierra antes que llegára al estremo de la calle; cayó
-para no levantarse mas, lanzando un aullido que repercutió en lo íntimo
-de mi corazon.
-
-Furioso agarré á Seth por el cuello y lo eché fuera.
-
---Miserable, le dije, no sé qué me contiene de gritar: _Al cuácaro
-rabioso!_ para hacerte matar como ese pobre animal.
-
---Amigo Daniel, respondió maese Seth recojiendo su sombrero, nos
-volveremos á encontrar.
-
-Y se marchó friamente.
-
---Subid á vuestro cuarto, señorita, dije á Marta. ¿Qué haceis á esta hora
-en el jardin?
-
---Dios mio, señor, dijo ella sollozando, yo no hacia nada malo: buscaba
-un yerno para mi madre!
-
-Me ahogaba de cólera: Ah! esclamé, cuántas jentes hay que se dicen y
-que quizá se creen virtuosas que obran como aquel cobarde hipócrita! Se
-tienen por hombres honrados y santos por que no tocan á su enemigo, pero
-lo hacen á un lado, dándole un feo nombre. Calumnia! calumnia! tú no
-eres sino la forma del asesinato en los pueblos que hacen alarde de su
-civilizacion: ¡Verguenza para los miserables que se sirven de esa arma
-envenenada, siquiera sea para matar á un pobre perro!
-
-Fatigado de mi elocuencia solitaria, me acosté, pero no sin pensar en
-la triste jornada que me prometian para el dia siguiente los primeros
-placeres del sábado naciente: Cuánto echaba de menos la franca alegria
-de los domingos parisienses. Franceses, esclamé, pueblo amable y
-caballeresco, deja á las naciones groceras que se glorifiquen de su
-industria febril y de su libertad fatigante. Arroja lejos de tí á
-esos indómitos demócratas, á esos soñadores melancólicos, que si los
-escucháras, harian de tí un rival del Inglés y del Americano. Amigo del
-vino, de la gloria, y de las bellas, tu lote es el mejor. Deja el imperio
-del mundo á esos trabajadores descoloridos que toman la vida á lo sério;
-conserva tu incorrejible y encantadora lijereza. Diviértete, francés; has
-la guerra y el amor; olvida el mundo y la política; que si reflexionas,
-no volverás á reir.
-
-
-
-
-CAPITULO XVII.
-
-Viaje en busca de una iglesia.
-
-
-Al dia siguiente, me levanté al amanecer. Un hombre público debe dar
-el ejemplo, y no me disgustaba hacer admirar á los Yankees el celo y
-la vijilancia de su nuevo edil. Mi paseo fué largo, el empedrado me
-pertenecia. Seguia con ojo celoso á todos esos pasantes que encajonaban
-el paso en hilera como los patos, y que cavaban un surco en mis veredas.
-La anarquía reina en la calle; cada uno vá donde quiere y como quiere:
-es un escándalo; no comprendo porque no se hace una ley para obligar á
-las jentes á caminar segun el deseo del gobierno. A la Francia, reina del
-órden y de la decencia, es á quien toca correjir el último abuso.
-
-Al llegar á casa, ví á Zambo, vestido de negro como un _gentleman_, con
-chaleco, corbata, medias y guantes de reluciente blancura. Parecia una
-gaviota. Apenas me reconoció, corrió á mí, ajitando impaciente los brazos.
-
---Amo, gritó, todo el mundo está en los oficios: despachaos, se os espera.
-
-Y me puso en la mano un gran libro forrado en zapa y cerrado con broches
-de plata.
-
---¿Las señoras están en misa? le pregunté.
-
---¡En misa! dijo con aire asombrado. Mi ama es cristiana!
-
---Imbécil! ¿acaso los católicos son turcos?
-
---Amo, se dice que los papistas son como los paganos de Africa; tienen
-sus _vaudous_.
-
---Qué cosa es un _vaudou_?
-
---Amo, es un buen diocesito que uno mismo se hace, y que no es el
-verdadero buen Dios.
-
---¿Sois bastante nécio, esclamé, para creer que los católicos adoran á un
-ídolo? Eso queda para vuestros salvajes del Senegal.
-
---Amo, dijo él abriendo tamaños ojos, los papistas rezan á estátuas; yo
-los he visto con ambas rodillas dobladas ante ellas.
-
---¿Y no habeis comprendido que lo que se invoca no son esas piedras, sinó
-los santos, de los cuales las estátuas son la imájen?
-
---No soy un sabio, amo, dijo el negro con aire contrito: pero el
-ministro, que sabe todo, nos ha prevenido á menudo que no hagamos lo que
-los papistas, que adoran ídolos.
-
---Oh predicadores! esclamé, en todas partes sois los mismos! Nada es mas
-fácil que conocer la fé católica: basta abrir un catecismo; pero el ódio
-no quiere ilustrarse; lo que le es necesario, es ultrajar la mas grande
-comunion del globo. Continuad esa obra abominable, digna de vuestro
-padre, el diablo. No seremos nosotros, los católicos, nosotros vuestras
-víctimas, los que hagamos uso para vosotros de esas represalias terribles
-de la calumnia. La verdad nos basta. Todos saben que Lutero y Calvino
-son dos pícaros que, por ambicion y codicia, han perdido al espíritu
-humano, embriagándolo de orgullo y de libertad. La mentira ha enjendrado
-la reforma; la reforma ha enjendrado la filosofia; la filosofia ha
-enjendrado la revolucion; la revolucion ha enjendrado la anarquía; la
-anarquía ha enjendrado............
-
---Amo, dijo Zambo, incapaz de comprender mi santa cólera; si los papistas
-son cristianos, tanto mejor, me alegro de ello.
-
---¿Por qué tanto mejor?
-
---Porque Jesucristo murió por todos aquellos que lo invocan; él salvará á
-los papistas así como á los otros cristianos.
-
---Zambo, amigo mio, le dije con un desden supremo por tanta sencillez,
-vos no sereis teólogo jamás. Id á vuestra iglesia: no os retengo. ¿Dónde
-están las señoras?
-
---Mi ama, respondió, está en la iglesia episcopal[30] con toda la
-gran sociedad de la ciudad. La señorita está en el templo de los
-presbyterianos.
-
---¿Con su hermano, sin duda?
-
---No, amo, con el hijo de M. Rose. M. Enrique está en la iglesia de los
-baptistas.
-
---Muy bien, dije lanzando un suspiro; y vos, Zambo, vais sin duda á
-juntaros á Marta?
-
---No, no, amo, esclamó: la señorita Marta es tunkeriana, yo, soy
-metodista. Nosotros, los pobres negros, que los blancos rechazan de sus
-templos, nosotros somos todos de la misma relijion.
-
---Comprendo, teneis una iglesia negra y un cristianismo de color. Id,
-amigo mio, y orad al Cristo á vuestro modo. En medio de esas sectas
-enemigas que se arrebatan los jirones del Evanjelio, el Señor reconocerá
-á los suyos. Mientras que Zambo se alejaba á grandes pasos, yo caminaba
-lentamente, con la cabeza agachada. El descubrimiento que acababa de
-hacer me aterraba. Mi casa, mi refujio en todos los sufrimientos, no era
-sino una Babel,--la madriguera de todas las herejías. El marido católico,
-la esposa anglicana, la hija presbiteriana, el hijo baptista, la
-sirvienta cuácara, el doméstico metodista; cada uno con una fé diferente
-y esperanzas contrarias! ¡Qué confusion! ¡Qué anarquía! ¡Tenia el
-infierno en mi hogar! Y sin embargo, Jenny me amaba con pasion, los niños
-no estaban contentos sinó á nuestro lado, la servidumbre me respetaba:
-yo no veia á mi alrededor sinó semblantes contentos y plácidos. Cada uno
-leia la Biblia á su modo, cada uno tenia su símbolo particular, y apesar
-de esto nadie reñia. En ninguna parte la unidad, en todo el amor, y la
-concordia. Era un desmentido dado á las ideas de mi infancia, un misterio
-que confundia mi razon.
-
---No, me dije, no consentiré ese desorden moral. Hay ahí una paz mentida;
-esas flores me ocultan el abismo. Si esto continúa, estoy perdido. En
-mi casa, ó todos piensan como yo, ó se callan; necesito la uniformidad.
-No importa que yo sea un cristiano mediocre; soy católico, en cuerpo y
-alma, en la Iglesia, en el Estado, en la familia no debe reinar sino
-una sola ley, una sola voluntad. Si es necesario, emplearé rigores
-saludables; atemorizaré á mi mujer, amenazaré á mis hijos, espulsaré á
-los sirvientes; sacrificaré todo por imponer la obediencia ó el silencio.
-Soy Francés, ¡viva la unidad!
-
-En medio de aquellas sabias reflexiones pasaba el tiempo. Daban las diez
-cuando entré á la calle de las Acacias. Era una inmensa via que, en
-majestad y en lonjitud, no le iba en zaga á la calle de Rivoli, con esta
-diferencia que, de cien en cien pasos, un monumento griego, bisantino ó
-gótico elevaba altivamente hácia el cielo su campanario ó su cruz. En un
-pais donde cada uno se hace su relijion, es natural tropezar á cada paso
-con una iglesia.
-
-No era fácil reconocerse en aquel dédalo. Me dirijí á una buena mujer que
-caminaba cerca de mi, con su libro en la mano; la rogué me indicára el
-templo de los congregacionalistas.
-
---Nada mas fácil, querido señor, respondió la vieja con una amable
-sonrisa. Es un poco lejos, pero con mis indicaciones llegareis sin
-trabajo. No hagais caso de las iglesias que estan á vuestra izquierda;
-el templo de los congregacionalistas está á vuestra derecha. Contad los
-campanarios, no podeis equivocaros. La primera iglesia, añadió, con la
-volubilidad de una mujer que recorre su rosario, la primera iglesia es
-San Pablo, la capilla católica; la segunda, el convento de las Ursulinas;
-la tercera, la iglesia episcopal; la cuarta, el convento de capuchinas;
-la quinta pertenece á los baptistas, la sesta á los Holandeses
-reformados; la sétima á los luteranos; la octava á los negros metodistas;
-la novena es la sinagoga judia; la décima es el templo chino. Vedla allí
-con su doble techo, y sus campanillitas. Una vez allí, no tendreis mas
-que descender; encontrareis los memnonitas; despues de los memnonitas,
-los Alemanes reformados, despues de los Alemanes reformados, los amigos
-ó cuácaros, despues de los cuácaros los presbiterianos; despues de
-los presbiterianos, los moravos, despues de los moravos los blancos
-metodistas; despues de los blancos metodistas; los unitarios, despues de
-los unitarios los unionistas; despues de los unionistas, los tunkerianos.
-Contad en seguida cuatro iglesias la que se intitula por exelencia de los
-_cristianos_, en seguida la iglesia libre, despues la de Swedenborg, y en
-fin, la de los universalistas; tendreis por todo veinte y tres templos ó
-capillas; el vijésimo cuarto monumento, que poco mas ó menos está á la
-mitad de la calle, es la iglesia congregacionalista.
-
-Despues de haberme recitado esta retahila sin tomar aliento, la hada me
-hizo una graciosa reverencia y continuó su camino.
-
---Pardiez! me dije, si el diablo perdiera su relijion (supongo que en
-el infierno tienen alguna razon para creer en Dios) la encontraria en
-esta calle. Hé ahí un pais donde el ministerio de cultos no debe ser una
-prebenda! En Francia, donde el Estado no tiene mas que cuatro relijiones
-(no cuento la Arjelia), la administracion tiene algunas veces sus horas
-dificiles; pero aquí ¿cómo se hará para repartir el presupuesto y poner
-en paz á treinta Iglesias, que cada una tira por su lado, y que sin
-duda, se celan y se escomulgan cristianamente? Es este un problema que
-no me encargo de resolver. Viva la España! hé ahí un pueblo fiel á la
-tradicion y que ha conservado los verdaderos principios! El pais es
-un damero donde cada cosa tiene su casilla, donde el cuerpo y el alma
-son igual y uniformemente administrados. Gracias al matrimonio de la
-Iglesia y del estado, todo es fácil. Se tiene un obispo lo mismo que
-se tiene un prefecto, un cura lo mismo que se tiene un intendente; los
-funcionarios espirituales ó temporales tienen su puesto señalado en los
-mismos cuadros y marchan al mismo paso. Nacimiento, bautismo, educacion,
-comunion, conscripcion, confesion, impuestos, prensa, defuncion,
-entierro, todo se dá la mano. La iglesia es la autoridad, la autoridad es
-la iglesia. Se excomulga á los desertores y á los periodistas, se condena
-á galeras á los heréticos. El pueblo, ese eterno niño, es conducido
-de grado ó por fuerza, y sin que él se entrometa, al punto que le han
-escojido, sin consultarlo. Policia admirable que hacia la felicidad de la
-cristiandad antes que el abominable Lutero hubiese desencadenado al mismo
-tiempo la libertad relijiosa y la libertad civil, doble peste de la que
-el mundo no se curará? Desde que se ha dejado á los hombres el cuidado de
-su alma y de su vida, no hay ya ni relijion ni gobierno.
-
-Llegué al convento de las Ursulinas, y entré. Encontrar de nuevo el culto
-de mi pais, era aproximarme á la Francia de la que me alejaba un hado
-celoso. La iglesia es otra patria; por lo menos, el destierro no nos
-espulsa de ella.
-
-La capilla era pequeña, pero estaba ricamente decorada. En el fondo del
-santuario, bajo un palio de paño rojo bordado de oro, una madona de
-mármol tenia al niño Jesus en sus brazos, y lo miraba con la ternura
-inefable de una Vírjen que acaba de dar á luz al Salvador. Plantas raras,
-flores desconocidas, manojos de lilas blancas rodeaban el altar que
-resplandecia de luces. El órgano dejaba correr sus vagas armonías; el
-incienso se elevaba en nubes atravesadas por un rayo de sol, mientras que
-detrás de una reja, cubierta por una cortina, las relijiosas y las niñas
-cantaban con voz dulce y lenta: _Inviolata, integra et casta est Maria_.
-En un instante, y como en un sueño, volví á ver mi juventud que habia
-huido, mis amigos que habian desaparecido; cai de rodillas, y lloré.
-No, no es idolatría la relijion que llega al corazon por los sentidos:
-¿porqué, pues, nuestro cuerpo no ha de servir al Señor lo mismo que
-nuestra alma?
-
-Salí del convento y entré á algunos pasos de allí en la iglesia
-episcopal. Era la misa católica, menos bien dicha y peor cantada. A la
-hora de la plática, un ministro subió á una larga tribuna; tenia bajo
-el brazo un gran cuaderno que colocó delante de él y comenzó á hojearlo
-lentamente. Era un manuscrito de sermones para todos los domingos y todas
-las fiestas del año. Cuando el predicador hubo encontrado el discurso que
-buscaba, se puso sus espejuelos y en tono monótono comenzó su lectura,
-en medio de la profunda atencion de la asamblea. La que habia escojido,
-era la eterna encarnacion y la consubstanciacion del Verbo, uno de
-esos misterios que desafian la intelijencia humana, y ante los cuales
-los fieles tienen que inclinarse. Pero, nada espanta la audacia de un
-teólogo; con un testo, una definicion y dos silojismos, convertiria á San
-Pablo y suprimiria la fé.
-
-A juzgar por el silencio que reinaba, el auditorio estaba edificado.
-Jenny tenia los ojos fijos en el lector y no perdia una palabra. Se
-hubiera dicho que comprendia hasta las citas latinas, griegas y aun
-hebraicas, de que la disertacion estaba rellena; no creia que la
-escolástica tuviese tantos encantos. Yo me marché despues del primer
-punto; tengo horror á esas discusiones estériles. Si se me quisiera
-demostrar lo que es indemostrable, me harian escéptico. Acepto el
-misterio; el me rodea por todas partes. En la naturaleza como en mi
-alma, siento el infinito que me invade, pero mi razon me dice que puedo
-sentirlo y no conocerlo, yo que no soy sino un átomo perdido en la
-inmensidad. Yo no veo la mano que me sostiene, y que sostiene tambien los
-mundos; me abandono á ella y la adoro. Para darse á nosotros, Dios no nos
-dice que lo comprendamos, nos pide que lo amemos. Pasando por delante
-de los Metodistas pensé en Zambo y entré por curiosidad. La reunion era
-numerosa y estaba bastante animada. Las negras, cubiertas de oro y de
-alhajas, ostentaban en los bancos la inmensa anchura de su velámen y
-los torbellinos de sus miriñaques; los negros cantaban con voz justa y
-quejumbrosa, alabando á Dios con todo el ardor de los corazones amantes.
-El ministro, un negro de elevada estatura y de figura respetable, tomó la
-palabra y pronunció un sermon que me instruyó y me conmovió. Donde habia
-recibido aquel negro la educacion teolójica, lo ignoro; era un antiguo
-esclavo, que la bondad de Dios, decia, habia rescatado de una servidumbre
-menos dura y menos vergonzosa que la del pecado; pero aquel esclavo habia
-sufrido y reflexionado: era un hombre! La vida le habia enseñado lo que
-no se aprende en la escuela; su lenguaje enérjico y familiar iba recto al
-corazon. Apercibíase uno de ello en los estremecimientos del auditorio.
-
-Al comenzar, hizo el elojio del metodismo, relijion bendecida del
-Señor, decía, á juzgar por las conquistas que hacía cada dia. Enumeró
-estensamente el número de fieles y las riquezas de las iglesias. Cuatro
-millones de comulgantes, doce mil pastores, diez y seis mil templos,
-setenta y tres millones de propiedades, tal era el fruto de un celo que
-no se dormia. A la vieja Europa, que somete la Iglesia al Estado y
-la tiene en perpetua minoridad, él opuso la jóven América, que deja á
-los cristianos asi el cuidado de su culto como el de su conciencia. La
-libertad, decia, cuando está santificada por la relijion, hace milagros
-que el viejo mundo, enterrado en sus preocupaciones, no verá nunca.
-La Inglaterra, tan orgullosa de su opulencia, corrompe sus obispos,
-rodeándolos de un lujo pagano, y degrada á sus vicarios condenándolos
-á una miseria sin dignidad, mientras que en las Iglesias vivas de los
-Estados-Unidos, la jenerosa piedad de los fieles rodea de bienestar y de
-respeto á un ministro que todo lo debe á su grey. Un príncipe se cree un
-nuevo Constantino cuando por casualidad elije y dota una capilla: solo
-los metodistas del Norte han construido cuatrocientas cincuenta iglesias
-en el año de 1860. Los pobres negros de la calle de las Acacias tratan
-mejor á su capellan que lo que lo hacen los reyes de Occidente.
-
---Pero, continuó con una mezcla de agudeza y de injenuidad, ese ministro,
-tan bien rentado, debe pagar á los negros, que lo han elejido, una deuda
-que los capellanes de los príncipes no siempre chancelan. Esa deuda, es
-la verdad. Oid lo que la verdad me obliga á deciros. El negro tiene el
-corazon fácil y la mano liberal; eso es bueno, eso es cristiano, pero
-algunas veces lleva tan lejos su jenerosidad, que pone en peligro su
-alma. Nunca, direis vosotros, hemos oido semejante cosa. Se nos repite
-que el cristiano espone su alma cuando cede á la avaricia, cuando se
-abandona á la codicia; pero, ¿quién ha enseñado nunca que el hombre se
-pierde por exeso de jenerosidad? Hermanos mios, yo os diré cual es esa
-libertad pérfida; es la misma que poneis en práctica en la iglesia en el
-momento en que escuchais el sermon.
-
-Si yo condenase la cólera ó la coqueteria, la borrachera ó la licencia
-¿guardaria cada uno de vosotros para sí esta leccion? ¿se aprovecharia de
-ella?--Bien, diria uno de esos hombres que se alimenta con aguardiente,
-reconozco ese retrato del bebedor; es de Samuel, mi primo, de quien habla
-el ministro. Vaya borracho, toma todo para tí. Bien, diria una de esas
-bellas Madianitas que, por enriquecerse con un traje nuevo, impulsa á su
-marido á mentir y á engañar. El ministro tiene razon de desenmascarar los
-vicios de mis vecinas. Tomad señorita Debora! Recojed, señora Ichabod!
-Todo es para vosotras, coquetas, nada es para mí. Asi es, hermanos mios,
-que de mis palabras vosotros no reservais nada para vosotros mismos;
-el primer tercio se lo dais al prójimo, el segundo á vuestros amigos,
-el último á vuestro marido ó á vuestra mujer. Hé ahí el modo como la
-enseñanza del Señor es estéril, ved como perdeis vuestra alma por exeso
-de generosidad. Cristo es jeneroso, pero de otra manera; es un avaro
-que toma todo para sí: nuestros pecados, nuestras miserias, nuestras
-debilidades, nuestros sufrimientos; por eso lo vemos sobre la cruz, con
-la cabeza inclinada, respirando apenas como un hombre agoviado de dolor.
-
-¿Cuando, pues, hermanos mios, cuando le reclamaremos la parte del peso
-que nos corresponde?
-
-¿Cuando aliviaremos de esa carga á nuestro Redentor y á nuestro amigo, á
-Cristo, muerto por el esclavo y por el pecador?
-
-A este llamamiento la asamblea se arrodilló, y, en medio de las lágrimas,
-una formidable _Aleluya!_ se alzó hasta el cielo. El movimiento fué
-admirable; me entristeció. No soy ni aristócrata ni plantador; creo que
-el negro no es un mono, puesto que tiene manos y que habla; pero, despues
-de lo que acababa de oir, comenzé á sospechar que el negro era un hombre
-como yo, y quizá mejor cristiano; este pensamiento me dió miedo. ¡Zambo,
-hermano mio! Jesu-Cristo muerto por esas cabezas crespas! era mas de lo
-que podia soportar mi orgullo.
-
---Si eso es cierto, decíame al salir, qué clase de crimen es la
-esclavitud! Esa guerra cívil que arruina al Sud, ¿no será el castigo con
-que Dios hirió á Cain?
-
-
-
-
-CAPITULO XVIII.
-
-Un chino.
-
-
-Eran las once y media, Truth debia predicar á medio dia; apresuré el
-paso para llegar á buena hora á la asamblea congregacionalista, pero no
-pude resistir al deseo de visitar el templo chino. Tenia curiosidad de
-ver como habian acomodado el cristianismo los hijos de Confucio en un
-pais donde reina la anarquia relijiosa, madre de todas las demas. Una
-voz secreta me decia que un viejo pueblo gastado tendria mas tino y mas
-sabiduria que la jeneralidad de los protestantes.
-
-Al entrar, lanzé un grito de disgusto. Estaba en una pagoda budista
-frente á mi, en lo alto de una plataforma, en un nicho tallado y
-torneado estaba un espantoso figuron de madera pintado y dorado, con las
-piernas cruzadas. Era Buddha, con su vientre enorme, su cabeza calva, su
-chichon en la frente, sus grandes orejas y sus ojos tamaños. Cierto, soy
-liberal y me vanaglorio de ello. Hace treinta años que estoy suscrito
-al _Constitutionnel_, y no he cambiado desde entonces ni mas ni menos
-que mi diario. Como el, y sin saber porque, odio al jesuita, que es el
-distintivo de los espíritus fuertes; pero servirse de la libertad para
-entronizar la idolatria, eso es demasiado! Acepto el luteranismo, el
-calvinismo, el judaismo y hasta el islamismo, con tal que no salga de
-Arjelia; pero ir mas lejos ya no es liberalismo, es paganismo. Tanto
-valdria volver al culto de Mithra.
-
-En la pagoda no habia sino dos niños, dos horribles chinitos, colocados á
-cada lado de la plataforma. A la manera de tostadores de café, cada uno
-de ellos daba vueltas á un cilindro horizontal, orlado ó mas bien mechado
-de una multitud de papelitos. Era un culto enteramente nuevo para mi.
-
-El ruido de mis pasos hizo salir de una celda vecina á una especie
-de monje. Su túnica rojiza y remendada, sus piés desnudos, su cabeza
-afeitada, sus ojitos torcidos, su cutis amarillo y arrugado le daban el
-aspecto de una vieja disfrazada de capuchino; era un bonzo. Acercóse á
-mi, y sin hablar me tendió un plato de madera; puse en él una limosna
-para librarme de aquel mendigante.
-
---Gracias, hermano, me dijo en escelente inglés. Que el divino Fó,[31]
-recompense tu caridad. Ojalá, que en la otra vida, no renazcas jamás bajo
-las facciones de una mujer ó de un chacal.
-
-Y dejándome suspenso el bonzo con su singular bendicion subió al altar,
-sacó de un pequeño armario algunos pedazos de papel plateado ó dorado, y
-los quemó bajo la nariz del ídolo.
-
---¿Qué haceis ahí? le pregunté.
-
---Hermano, respondió, acabo de cambiar la moneda de diez _centavos_ en
-lingotes de oro y plata, y los he ofrecido al señor de la verdad.
-
---Vuestros lingotes son de papel, y no valen dos ochavos.
-
---¿Qué importa? dijo el monje, Fó mira la intencion, no el metal.
-
---Ah! si nuestros ministros de hacienda fuesen Chinos! iba á esclamar;
-pero guardé para mi esa refleccion temeraria, y pregunté al bonzo que
-hacian aquellos niños, cuyo brazo era infatigable.
-
---Ruegan por el mundo entero, respondió. En cada uno de esos papeles está
-escrita la sílaba sagrada; y diciendo esto, se prosternó gritando: OM!
-OM! OM! Cada uno de esos cilindros lleva un millar de esas santas divisas
-y hace cincuenta revoluciones por minuto, tres mil por hora, setenta y
-dos mil de sol á sol. Son pues, ciento cuarenta y cuatro millones de
-oraciones, las que se elevan cada domingo de solo este templo. Durante
-la semana hay muchas mas, hago dar vuelta mis cilindros á el vapor; pero
-el domingo, en este pais de infidelidad, hasta las máquinas observan el
-sábado, y me veo reducido á las manos de estos niños. Me dió horror la
-necia credulidad de aquel idólatra.
-
---¿Cómo os sufren en una tierra cristiana? esclamé. Si existiera
-todavia la fé en Israel, haria mucho tiempo que os habrian esterminado,
-sacerdotes de Baal.
-
---Porqué no nos han de soportar, respondió el bonzo con voz tranquila; la
-libertad es como el sol, luce para todo el mundo. Los Americanos envian
-misioneros á la China ¿porqué los Chinos no han de enviar misioneros
-á América? Dicen que la Francia ha hecho la guerra al hijo del Cielo
-solo por vengar la muerte de algunos frailes legalmente asesinados por
-nuestros mandarines; agregan que ha restablecido en Pekin la iglesia
-católica cerrada tanto tiempo há; maldigo la sangre derramada por ambas
-partes, mi relijion tiene horror al asesinato y no conoce mas armas que
-la paciencia y la dulzura; pero bendigo la libertad conquistada, y pido
-que les haga tan buen provecho á los chinos como á los franceses.
-
---¿Una pagoda en los campos Eliseos?
-
-¿Figurones oficiales?--Buen hombre, estais loco: en Paris, no necesitamos
-Chinos. Tenemos bastantes........ de porcelana.
-
---Me parece, continuó el monje con una calma ridícula, que los derechos
-son recíprocos. Si es bello, si es justo abrir una capilla en Pekin
-¿porqué ha de ser injusto abrir una pagoda en Paris, y predicar
-libremente la libertad?
-
---Bonzo estúpido, esclamé arrebatado por un celo santo; ¿te atreves
-á hablar de verdad? ¿No sientes que tu doctrina es una mentira, y tu
-culto una idolatría? Si lo ves, eres un charlatan á quien es necesario
-castigar; si no lo ves,--el primer deber del Estado, es cerrarte la boca,
-para que con tu ignorancia no le eches á perder sus súbditos. La libertad
-del error, es la libertad del veneno, de la tea y del puñal; solo la
-verdad tiene el derecho de hablar.
-
---Yo creia, dijo el Chino, que en Francia y en Inglaterra habia muchas
-iglesias cristianas, y hasta sinagogas judias.
-
---Sin duda, que en Francia mismo el Estado paga todos los cultos
-reconocidos; porque la Francia, has de saberlo buen hombre, está á la
-cabeza de la civilizacion, ya se trate de libertad relijiosa como de
-todas las demas libertades.
-
---El estado, continuó el bonzo, ¿reconoce entonces tres ó cuatro verdades
-relijiosas que se combaten y destruyen mutuamente? Para los cristianos,
-por ejemplo, Jesus es un Dios: ¿qué es para los judios?
-
---Amigo mio, dije á aquel bárbaro, tengo lástima de tu ignorancia. Si tu
-pudieras comprender lo que es la verdad oficial, sabrias que ella vive de
-contradicciones. Es el sueño de Hegel realizado. La tésis y el antítesis
-se mezclan y se confunden en una sintesis admirable.
-
-El bonzo abrió sus pequeños ojos y alzó la cabeza hácia el cielo.
-Era visible que las grandes concepciones de la Europa civilizada no
-podian entrar en aquel estrecho cérebro. Hubiera creido que habia menos
-distancia entre un filósofo aleman y un Chino. Reproduje mi demostracion
-bajo otra forma, es decir que cambié las palabras, sin inquietarme de
-las cosas: es el verdadero modo de adelantar una discusion.
-
---La verdad que proteje el Estado, dije al infiel, no tiene nada de
-comun con la verdad vulgar. Es una verdad grande, comprehensiva, que
-abraza todas las comuniones nacidas de la Biblia, nuestro libro sagrado.
-El judaismo, el cristianismo y hasta el islamismo son ramos de aquella
-relijion primitiva, tan antigua como el mundo y que tiene de su parte el
-número, la moral, la civilizacion. Fuera de esas Iglesias, que se dividen
-el universo, no hay sino idolatría y barbárie. Convertiros á cañonazos,
-es nuestro derecho y nuestro deber. La verdad jermina en los surcos
-sangrientos que abre la guerra; el Dios de los cristianos es el Dios de
-los ejércitos, _Dominus Sabaoth!_
-
---Tú no eres Yankee, esclamó el fanático, cuyo ojos brillaron de repente
-con un resplandor estraño. Te observo desde que estás aquí. En la figura
-del Sajon hay algo del toro y del lobo; en la tuya hay algo del mono y
-del perro. Tienes miedo de la libertad, hablas de lo que no sabes y haces
-frases. Tú eres Francés!
-
-Y viéndome mudo de sorpresa:--¿Te atreves, dijo, á hacer del número la
-prueba de la verdad?--El número, le tenemos de nuestra parte. ¿Cuántos
-sois vosotros los católicos? Ciento treinta millones. ¿Cristianos?
-Trescientos millones á lo mas. Nosotros somos quinientos millones de
-budhistas; nuestra fé se estiende de Kamschatka hasta el mar Blanco, ella
-dulcifica las tribus salvajes, encanta á los Chinos y á los Japoneses,
-es decir, á pueblos civilizados ya, en un tiempo en que la Europa era un
-bosque y la América un desierto. ¿Hablas de antiguedad? Pero ¿sabes acaso
-que en tiempo de Alejandro el budhismo habia tenido ya sus concilios, y
-que las inscripciones del rey Azoka, grabadas en las rocas de la India
-predicaban al universo la limosna y el sacrificio? ¿No sabes que el
-judaismo es una reforma de la relijion alterada por los bracmanes, y que
-los Vedas, los libros santos de nuestros antepasados, remontan á los
-primeros dias del mundo?--Dejemos á un lado el número y la duracion: son
-quizá accidentes felices. ¿Cuál es la relijion que ha predicado primero
-la pobreza voluntaria, la abnegacion y la caridad? ¿Ignoras tú que Fó
-ha tenido quinientas cincuenta existencias, y que en cada una de esas
-encarnaciones se ha sacrificado? El se ha convertido en cordero para el
-tigre, en paloma para el halcon, en liebre para el cazador hambriento.
-¿No has leido la historia de Vesavantara, dando por caridad sus hijos
-y su mujer? ¿No somos nosotros la única comunion que por horror al
-asesinato, se abstiene de la carne y de la sangre de los animales? ¿Yo,
-no tengo un filtro ahí para beber mi agua, á fin de economizar la vida de
-algun arador invisible? De vosotros los cristianos se dice, que vuestra
-historia relijiosa no es sino una série de querellas, de guerras y de
-carnicerias. Víctimas hoy dia, mañana sois verdugos. Entre nosotros, los
-budhistas, no hay sino mártires. En dos mil cuatrocientos años, nuestra
-sangre ha sido derramada mas de una vez, se nos ha espulsado de la India;
-pero nuestras manos se han conservado puras. No tenemos nada que borrar
-de nuestros anales; ¿qué relijion puede decir otro tanto?
-
---Vuestro Evanjelio anuncia una doctrina admirable; lo sé y no juzgo de
-la fé de los cristianos por su conducta. Las palabras y los sufrimientos
-de Cristo me han conmovido hasta lo íntimo del corazon. Pero me han
-criado en otras ideas: me he consagrado hace veinte años á una vida de
-pobreza que me sostiene y me consuela. Como vosotros, los cristianos,
-he conservado la fé de mis padres; como vosotros, no puedo acusar á mis
-abuelos ni de mentira ni de error. ¿Cuál de nosotros se engaña? ¿Cual
-de nosotros tiene la verdad de su parte? Lo ignoro, y no deseo sinó
-ilustrarme. Concluyamos con el reinado de la violencia, acabemos con la
-ignorancia y el desden; demos pleno curso á todas las creencias; dejemos
-á la razon hacer la obra que Dios le ha confiado.--A la luz del dia
-desaparecen todas las sombras. Abandonada á si misma, la relijion que
-venga de los hombres se deshará como la nieve: la que venga del Cielo se
-elevará como una encina y cubrirá la tierra con sus ramas. Abrid el mundo
-á la palabra: tengo fé en la libertad; porque tengo fé en la verdad.
-
---Tú no eres sino un Chino, le dije; y alejándome con un paso majestuoso,
-dejé á aquel miserable confundido con mi superioridad.
-
-
-
-
-CAPITULO XIX.
-
-Un sermon congregacionalista.
-
-
-Cuando llegué á la asamblea, aun no habian comenzado los oficios. Nada
-hay tan triste como un templo protestante. Solo bancos de encina,
-ensambladuras que oscurecen los muros; nada de cuadros, nada de flores,
-nada de luces; algo descolorido y de melancólico que hiela los sentidos.
-Diríase que es un culto hecho para los ciegos. Me engaño, habia un
-adorno: era un gran carton sobre el cual estaba escrito con cifras
-enormes el número 129.
-
-La iglesia estaba llena; pero de una multitud muda. Inmóvil en su asiento
-y absorto en su libro negro, cada fiel oraba, como si estuviera solo en
-el mundo con Dios. Nada de ruido, ni de sillas que se mueven: nada de ese
-encantador cuchicheo y esas reverencias entre las damas, que se felicitan
-de hacer admirar su piedad y su vestido; nada de ese desórden amable que
-hace que nuestras iglesias se asemejen á un salon de buena sociedad:
-aquello era el silencio de un bosque.
-
-Por fin el Ministro entró. Una armonia mas suave que el suspiro del
-viento sobre la ola alzóse inmediatamente de todos los bancos. Hombres,
-mujeres, niños, todos cantaban con toda el alma, con un ardor y un ímpetu
-infinitos. Por vez primera, sentí, que la forma natural de la oracion,
-es el canto. Admirado de mi silencio, un vecino me mostró con el dedo
-la cifra misteriosa y me ofreció su libro de cánticos en el que estaba
-marcada la música. Se cantaba el salmo 129, ó mejor dicho, una imitacion
-cristiana de esa plegaria sublime que la Iglesia católica ha adoptado
-para los oficios de los muertos. Para llamarla por su nombre, era el
-_Deprofundis_, grito de esperanza y de amor, cuya costumbre nos oculta su
-belleza.
-
- N’entends-tu pas mes cris au fond de cet abîme?
- O mon Dieu, je meur loin de toi!
- Écoute-moi, Seigneur je confesse mon crime,
- Pardonne-moi! pardonne-moi!
- Si d’une exacte main tu calculais l’offense,
- Qui subsisterait devant toi?
- Mais c’est toi qui toujours nous offre ta clémence,
- Aussi je m’assure en ta foi.
- Oui! je prends pour appui ta parole éternelle,
- Mon âme espère ton amour;
- Et je l’attends, mon Dieu! comme la sentinelle
- Attend la naissance du jour.
- Courage donc, mon âme! Il est là-haut un père
- Qui te regarde en ta prison;
- C’est lui qui d’Israêl rachète la misère,
- C’est lui qui paiera ta rançon.[32]
-
-Concluido el canto, Truth tomó la palabra.
-
-De Maistre tiene razon en definir así al ministro protestante: _Es un
-caballero vestido de negro que dice cosas bastante honestas_; jamás
-hombre alguno ha tenido menos apariencia sacerdotal que mi pobre
-amigo. Ni traje que lo distinguiera de su grey, ni tribuna alta que le
-permitiera dominar el auditorio: hablaba de pié, con una familiaridad
-enteramente fraternal. Hubiérase dicho que exprofeso se rehusaba los
-recursos de la elocuencia. Esa voz que truena y que se dulcifica, ese
-brazo que llama la venganza ó invoca el perdon, esas manos juntas
-levantadas hácia el Cielo, esos ojos que buscan á Dios y se iluminan á
-su vista, todas esas bellezas del arte cristiano, Truth las ignoraba.
-Apenas movia la mano, apenas alzaba la voz, y sin embargo, habia en
-aquella palabra sencilla no sé que armonia que conmovia todas las fibras
-del corazon. Jamás ese velo del lenguaje que oculta siempre la idea, fué
-mas leve ni mas diáfano. No era todavia un orador lo que se oía; era un
-hombre y un cristiano. Según una frase banal, Truth hablaba _como todo el
-mundo_, es decir, como cada cual quiere hablar: y como nadie lo hace.
-Pertenece solo á las grandes almas el espresar familiarmente los grandes
-pensamientos. El arte, que no es mas que una imitacion, no puede ir hasta
-allí.
-
-Hé aquí, poco mas ó menos cual fué su discurso. ¿Pero cómo describir el
-tono de aquella voz conmovida? Las palabras se hielan en el papel: son
-flores marchitas que pierden el color y el perfume. Ensayemos sin embargo
-de dar una idea de aquella enseñanza, que me hizo una impresion profunda,
-tanto mas, cuanto que en aquel modo libre de tratar el Evangelio habia
-una audacia y una novedad, que me sorprendieron y asustaron.
-
- JUAN XVIII, 37, 38.
-
- _Entónces Pilatos le dijo: “¿Conque tú eres rey?” Respondió
- Jesus: “Y si es como dices, yo soy Rey.” “Yo para esto nací y
- para esto vine al mundo, para dar testimonio de la verdad: todo
- aquel que es de la verdad, escucha mi voz.”--Pilatos, le dice:
- ¿Qué es la verdad? Y cuando esto hubo dicho, salió......_
-
- CRISTIANOS, HERMANOS MIOS:
-
- Entre los nombres que Cristo ha tomado sobre la tierra, no hay
- ninguno que aparezca tan amenudo como el de _Verdad_. Delante
- de Pilatos, en la hora suprema, Jesus se declara Rey; pero de
- un reino que no es de este mundo, el reino de la verdad. La
- víspera de su muerte, en su última comida con los discípulos,
- les deja en adios esta gran palabra: _Yo soy el camino, la
- verdad, y la vida. Nadie viene al Padre sino por mi_[33].
- En otros términos, si queremos traducir á nuestras lenguas
- modernas aquella forma hebraica: _Yo soy la verdad viva que
- conduce á Dios_.
-
- _La verdad viva_ ¿comprendeis el sentido y el alcance de
- esas palabras? ¿No hay muchos entre vosotros para quienes la
- verdad no es mas que la relacion de las cosas entre ellas,
- una ecuacion, una cifra, una abstraccion? No es para algunos,
- solo una palabra vacia de sentido, un sinónimo de la opinion
- que cambia y se destruye sin cesar? Cuántos son los sábios
- que espontáneamente dirian con Pilatos “_¿Qué es la verdad?_
- ¿La paradoja de ayer, el error de mañana?” Lo único cierto es
- el interés de la hora presente. Agradar al César, gozar, y no
- preocuparse del dia siguiente, es la suprema filosofia de las
- jentes que cuentan morirse enteros. No consintamos esa vuelta
- del escepticismo pagano. Seria condenar nuestro espíritu á
- la servidumbre, nuestro corazon á todas las corrupciones, á
- todas las cobardias. Como en los primeros dias del Evanjelio
- _busquemos la verdad, la verdad nos emancipará_[34].
-
- Cuando la locomotora atraviesa nuestras calles arrastrando tras
- de ella un largo convoy, ¿por qué os haceis á un lado al oir
- la campana que anuncia su paso? Porque os han enseñado que esa
- masa que avanza os aplastaria con toda la fuerza de su peso,
- multiplicada por su lijereza. Hé ahí una verdad científica
- que para vosotros no es mas que una abstraccion. Ella se ha
- convertido en una conviccion enérjica que guarda y salva
- vuestro cuerpo. Esa conviccion es ahora parte de vosotros; ella
- vive como vosotros.
-
- En esta ciudad, que se gloria de su civilizacion, hay millares
- de hombres que se embrutecen y se matan por la locura del
- alcohol. ¿Por qué hermanos mios, no os abandonais á esa pasion,
- mas terrible, pero menos culpable que otros vicios de que os
- sonrojais? Es porque sabeis que el alcohol es un veneno que no
- perdona. La ciencia os sirve de virtud, Hé ahí una verdad mas,
- fisica y moral á la vez, que una vez que ha entrado en vuestra
- alma, se identifica con vosotros.
-
- ¿Es esto todo? No conoceis nobles corazones para quienes la
- lujuria, la ambicion, la avaricia, son mas repelentes aun
- que la embriaguez? Preguntádselo al padre á quien han robado
- el honor de su hija; preguntádselo á la madre cuyo hijo ha
- perecido en alguna rejion lejana, preguntádselo al hombre que
- le disputa á la usura, la vida de su mujer y de sus hijos?
- Esas pobres víctimas, odian por experiencia el vicio que han
- sufrido; otras hay mas felices, deben á la educacion toda su
- ciencia. La piedad de una madre; la abnegacion del maestro,
- es lo que les ha inspirado el instinto que las salva. Hé
- ahí una verdad viva mas, verdad que confesamos por nuestros
- remordimientos, en el momento mismo en que rehusamos escucharla.
-
- En nuestra república hay patriotas que resisten á los caprichos
- de la multitud. ¿Es esto orgullo, cálculo? No, con tal que
- domine, el orgullo se acomoda á todas las bajezas; el interés
- encuentra su conveniencia en plegarse bajo el viento. Pero una
- alma pura, un espíritu ilustrado vé de mas alto y de mas léjos.
- Hombre ó pueblo, quien dice despota, dice un amo cuyas pasiones
- se descadenan, y que no puede escapar á los bajos apetitos de
- los que lo rodean y lo engañan. Guerras criminales, gastos
- locos, corrupcion en lo alto, miseria é ignorancia en lo bajo,
- hé ahí los frutos de todo poder sin freno, el flajelo de toda
- fuerza que nada modera! El que esto sepa no descenderá jamás al
- oficio de adulador. La verdad aisla y consuela en su soledad á
- las almas que no pueden envilecerse.
-
- Esas son, direis, vosotros, viejas máximas que andan por
- todas partes. Hace mas de veinte siglos que las enseñan en
- la escuela; y el mundo no anda mejor. ¿Por qué? Es que en
- los libros de donde se la deja, la verdad está muerta; dadle
- vuestro corazon, uníos á ella; y vivirá. Se hará vuestra
- conciencia, vuestro honor, vuestra salud. El espíritu es como
- el cuerpo: no se alimenta con palabras; necesita la sustancia
- de las cosas. Arrojar la libertad á un pueblo esclavo, es
- confiar á niños una arma que hará esplosion en sus manos. ¿Por
- qué? Porque el respeto de sí mismo y el de otro, el sentimiento
- del derecho, el amor de la justicia, esas condiciones
- esenciales de la libertad, no son artículos de ley; no se
- decretan. Son virtudes que el ciudadano adquiere á fuerza de
- paciencia y de ejercicio. Mientras que la libertad no viva
- en las almas, no será sino _un bronce sonoro y una cimbala
- estrepitosa_; cuando haya penetrado en nosotros hasta la médula
- de los huesos, ni la perfidia ni toda la furia de los tiranos
- podrán arrancarla.
-
- Hay pues verdades vivas que están á la vez en el corazon y
- en nosotros. Ellas son las que nos ponen en relacion con la
- naturaleza y nuestros semejantes. Al revelarnos las leyes del
- mundo físico, nos lo someten; en cada hombre que piensa como
- nosotros, ellas nos hacen reconocer á un amigo y á un hermano.
- Pero esta luz que basta para guiarnos aquí abajo, no enardece
- nuestro corazon. Encanta nuestro espíritu, modera nuestras
- pasiones, ilumina y dulcifica nuestro egoismo; no dá la
- felicidad. El hombre tiene una sed de infinito, una impaciencia
- de la tierra, una necesidad de amar que la ciencia no puede
- satisfacer. Para procurarnos el bien por el cual nuestra
- alma suspira, necesitamos una nueva verdad, que nos ponga en
- relacion con Dios, que esté en nosotros y que esté en él. Esa
- verdad, que no puede ser sino Dios mismo, nos es necesario
- conocerla y amarla.
-
- Amar á Dios, y en cambio ser amado de él es lo que la sabiduria
- antigua no ha podido nunca comprender; la filosofia moderna
- perece por la misma impotencia. En vano la conciencia busca
- á Dios, en vano le llama con la pasion del náufrago que vá á
- zozobrar, la fria razon está allí para repetirnos que entre
- Dios y el hombre, entre el infinito y la creatura de un
- dia, hay un abismo que nada puede franquear. Una naturaleza
- inflexible, un Ser Supremo, esclavo de sus propias leyes: hé
- ahí todo cuanto puede ofrecernos el mayor esfuerzo de los mas
- grandes espíritus. El amor de Dios es una ilusion, la oracion,
- ese grito del alma, es un vano murmullo que muere en un cielo
- mudo. Calla mortal; ahoga tu corazon, enciérrate en una
- resignacion desesperada; no eres sino un átomo, demolido por la
- rueda de la inexorable fatalidad.
-
- Y bien hermanos mios, hace diez y nueve siglos que un hombre
- vino á la tierra para anunciar _la buena nueva_, para acercar á
- Dios y á la humanidad. Ese profeta se llamó el Hijo de Dios y
- el Hijo del hombre, (ó lo que no es quizá sino otro nombre del
- mismo misterio) se llamó la luz y la verdad. _Yo soy, ha dicho
- él, él camino, la verdad y la vida. Nadie viene al padre sino
- por mi._ El mundo lo ha escuchado: el mundo lo ha creido. Desde
- el dia en que el verbo se ha hecho carne, en que la verdad
- divina ha tomado cuerpo, la fé, la esperanza, y el amor han
- aparecido aqui abajo y han entrado en el corazon del hombre.
- Ese problema, que la razon declara imposible, donde ella no
- vé sino proposiciones contradictorias, Cristo lo ha resuelto.
- Una verdad viva, una verdad encarnada, que Dios puede amar
- como á un hijo, y que el hombre puede amar como un salvador,
- hé ahí el vínculo de union que ha ligado el cielo y la tierra,
- que ha dado un padre á la humanidad, é hijos á Dios! Ahí está
- el misterio de la revelacion, ahí la prueba de su divinidad.
- Nunca el espíritu del hombre por sí solo se habria elevado
- hasta esa concepcion que confunde nuestra intelijencia, y que
- la ilumina sin embargo con un esplendor infinito. Sí, si Dios
- ama á los hombres, no puede ser sino amándose á sí mismo, en
- la contemplacion de su eterna verdad; sí, sí el hombre puede
- rendir á Dios un culto que no sea una injuria, es cuando adora
- un rayo de esa suprema luz, que no desdeña descender hasta él.
-
- Amar á Cristo, es amar la verdad, amar la verdad es amar á
- Cristo, Hé ahí el gran secreto del Evanjelio. El que no lo
- comprenda, no es cristiano sino en el nombre.
-
- Ahora, hermanos mios, entrad en vosotros mismos, y reflexionad.
- ¿Cuando amais á Cristo, qué amais? Por ventura, ¿no es
- al mártir que ha dado su vida por los suyos? ¿No es al
- crucificado, cuyas heridas sangran todavia? Tened cuidado, eso
- no es sino un amor humano: todas las relijiones, todos los
- partidos tienen sus mártires. Cristo exije mas, Cristo es algo
- mas que un cadáver adorado cuyas llagas se besan; Cristo es la
- verdad: á ese título es que os pide vuestro amor. ¿Así es como
- lo amais?
-
- Vosotros teneis fé, sin duda; creeis en el Evanjelio. ¿Pero
- no es esto una preocupacion hereditaria, un símbolo que no os
- atreveis á mirar de frente, de miedo de encontraros infieles?
- ¿Razonais vuestra creencia; le quitais todo amalgama judaico
- ó pagano que altere su pureza? ¿Haceis de vuestra fé la regla
- de vuestras acciones? ¿Quebrais con el mundo y con vosotros
- mismos? ¿Decis con el profeta y el apóstol: _Yo he creido, por
- que he hablado_? Si es asi, amais á Cristo como él quiere que
- lo amen; amais la verdad.
-
- Pero si la relijion no es para vosotros sino una ceremonia;
- sino buscais en ella sino un refujio contra la verdad que
- os persigue; si vuestra fé muere en vuestros lábios y no se
- traduce en acciones, si entregados del todo á vuestra fortuna ó
- á vuestro reposo, temeis menos al error que al escándalo; si en
- vuestra cobarde prudencia, dejais á Dios el cuidado de defender
- él mismo su palabra; si vuestra caridad no se emplea sino en
- aliviar las miserias del cuerpo, y no combate la ignorancia y
- el vicio; si no sentis que vuestro primer deber es arrancar las
- almas inmortales de la servidumbre del pecado; si no teneis
- esa santa locura que desafia y pisotea la sabiduria del siglo;
- si vosotros mismos en fin, no haceis las obras que Cristo ha
- hecho aquí abajo, no os engañeis, hermanos mios: quiero creer
- que sois hábiles, prudentes, discretos, sensibles; pero no sois
- cristianos, no amais la verdad.
-
- Tengo dudas, decis; si yo os creyera, amaria á Cristo.
-
- Y yo digo: Amadle, y en seguida creereis. Amadle como á la
- verdad viva y que conduce á Dios.
-
- Os desagradan estas ceremonias, dejadlas; estos dogmas os
- aterran, hacedlos á un lado; quizá es esta una invencion
- humana, quizá lo comprendereis mas tarde; Cristo no ha
- establecido ceremonia ni dogma. Simplificad vuestra fé,
- y como ha dicho el mas creyente y el mas animoso de los
- apóstoles: _No apagueis el espíritu....probadlo todo, guardad
- lo que es bueno_.[35] Hay en el Nuevo Testamento pasajes
- que os confunden, hacedlos á un lado. ¿Qué importa que los
- Evanjelistas difieran entre ellos, si el Evanjelio está siempre
- acorde consigo mismo, si en las palabras de Cristo se vé
- siempre la llama de la eterna verdad?
-
- ¿Cristo es acaso para vosotros un objeto de escándalo? ¿No
- habeis comprendido todavia que era necesario que la verdad
- se encarnara para que fuese viva y pudiéseis amarla? Y
- bien! Cristo mismo tiene piedad de vuestra debilidad y os
- devuelve vuestra libertad: _Si alguno habla contra el Hijo
- del hombre; le será perdonado; pero si alguno blasfema contra
- el Espíritu-Santo_ (ó en otros términos _el espíritu de
- verdad_,[36]) _no le será perdonado_.[37] Buscad entonces
- la verdad _por ella_ como decis, pero buscadla de buena fé;
- despues de un largo rodeo, la verdad os conducirá á Cristo.
-
- La verdad, decis, la busco y no la encuentro. No, hermano mio,
- vos no la buscais. El orgullo de vuestro espíritu, las pasiones
- de la carne son las que os retienen, la ciencia se os escapa
- quizá, pero la verdad moral, la verdad religiosa, vosotros
- sabeis donde está.
-
- Ella está ahí, en vuestro hogar, muda, velada como el Alcesto
- escapado del reino de los muertos, allí os espera.
-
- Bien lo sabeis, cuando volveis fatigados de la vida y de
- vosotros mismos, allí está ella mirándoos bajo su velo; y esa
- mirada os juzga. Durante la noche, cuando en la sombra, y solo,
- pensais en las ambiciones y quizá en los crímenes del dia
- siguiente; ella está allí, siempre allí, su ojo os sigue en las
- tinieblas; su silencio os hiela. Despreciais á los hombres, os
- jugais de las leyes, pero temblais delante de ese espectro que
- no podeis ni corromper ni matar.
-
- Vosotros no huireis jamás de ese centinela que vela al rededor
- de vuestra alma. Llegará una hora en que la mano de la muerte
- pesará sobre vuestra frente, en que no vereis sino en una nube
- todo lo que amais; vuestro dinero, vuestros honores, vuestra
- mujer, vuestros hijos. Pero, en medio de la desesperacion y
- de las lágrimas, siempre estará allí, esa figura encubierta,
- pronto á recibiros y á arrebataros al mundo invisible.
- Culpable ó inocente no escapareis á ella; ella será vuestro
- remordimiento ó vuestra esperanza.
-
- Seguidla pues aquí abajo; seguidla en medio de vuestras
- tribulaciones y de vuestras incertidumbres; seguidla, apesar de
- vuestra incredulidad. Uníos á la verdad, ella os salvará. Sí,
- cuando hayais franqueado la vida, esa figura arrojará su velo,
- y Cristo, visible en fin, en todo el esplendor de su divina
- sonrisa, Cristo os dirá: “Hijo mio, reconóceme, soy la verdad.”
-
-
-Salí de la asamblea, á las últimas palabras de este discurso y corrí á
-una sala vecina. Recibí en mis brazos á Truth, jadeante, casi desmayado.
-Le tomé la mano, estaba abrazadora.
-
---Desgraciado le dije, os matais!
-
---Amigo mio, murmuró reposando su cabeza sobre mi hombro, hagamos nuestro
-deber; lo demas es vanidad.
-
-
-
-
-CAPITULO XX.
-
-Un luncheon[38] de ministros.
-
-
-El nuevo apóstol fué conducido á su casa por mí, en medio de la multitud
-que le felicitaba. Truth, tenia gran necesidad de reposo. Le incité á
-echarse un rato en su cama. Pero desgraciadamente tuvo que pagar su
-tributo personal permaneciendo de pié. La señora Truth habia preparado un
-formidable _luncheon_ para los amigos de su marido, dignándose darme un
-puesto entre los invitados.
-
-Jenny y Susana estaban allí, encantadas del sermon que acababan de oir,
-sin comprenderlo quizá. Es increible el imperio que la palabra ejerce en
-las mujeres. Mas de una vez estando solo en mi cuarto, me he preguntado
-á mí mismo, cerrando las puertas con dobles cerrojos, si la mujer no era
-naturalmente superior al hombre. Ella tiene pasiones menos violentas y
-mayor facilidad de educacion. Cuando Adan se adormecía en su inocencia,
-Eva tenia ya curiosidad de saber. Paréceme que si de entonces acá,
-nosotros hemos heredado la _bonhomia_ de nuestro primer padre, las hijas
-de Eva no han dejenerado de su abuelo. Yo creo, con Moliére, que es
-prudente no instruir á este sexo malicioso é inquieto. Manteniendo á las
-mujeres en una honesta ignorancia dámosles todos los vicios; pero á la
-vez todas las debilidades de la esclava; nuestro reinado está asegurado.
-Pero si educamos esas almas ardientes é injénuas, si las inflamamos con
-el amor de la verdad, quien sabe si no se avergonzarian muy pronto de la
-necedad y brutalidad de sus amos? Guardemos el saber para nosotros solos;
-él es quien nos divinisa:
-
- “_Notre_ empire est détruit si l’homme est reconnu.”
-
-Sentáronse á la mesa, y lo confieso, parecióme una feliz determinacion.
-En mi ardor relijioso habia olvidado de almorzar, de suerte que mi
-_bestia_ comenzaba á sufrir. La dueña de casa hízome el honor de
-sentarme á su izquierda y junto con el té sirvióme dos ó tres tajadas
-de jamon de Cincinnati, que me costó gran trabajo devorar decentemente.
-Susana hacíame señas con sus grandes ojos, como reprochándome mi
-voracidad. En esto reconocí á mi hija; por que en los Estados-Unidos, lo
-mismo que en Francia, son los niños los que en toda casa decente le dan
-la leccion á su padre.
-
-Asi que mi terrible hambre se hubo aplacado un poco, entablé conversacion
-con mi vecina; era esta una excelente y amable persona que adoraba á su
-marido, lo cual es costumbre en América. La salud de Truth me inquietaba;
-yo tenia para mí que el púlpito le agotaria mas pronto que el diario,
-y hé ahí lo que traté de insinuarle diestramente á su mujer. Por no
-alarmarla, la dije en términos jenerales que la palabra era un oficio
-duro, y que ciertos temperamentos nerviosos y delicados tenian á veces
-necesidad de un reposo absoluto. Tarea inútil! La señora Truth no habló
-sino de la grandeza de su nuevo estado. El orgullo la embriagaba.
-
---Ser esposa de un pastor, hé ahí el sueño de todas las jóvenes, me
-decia. Si supiérais que pena tuve cuando mi querido Joel renunció á su
-primer vocacion para hacerse diarista! Solo el ministerio puede colmar
-todos los votos de una mujer; solo así es que ella puede ser la compañera
-de su marido, su verdadera mitad, en toda la estension de la palabra.
-Tener las mismas penas, los mismos placeres, los mismos deberes.
-
---Predicais acaso vos tambien, la dije.
-
---En la Iglesia no, repuso; el apóstol Pablo, nos lo prohibe. Pero
-qué! es por ventura solo en el templo donde se ejerce el ministerio y
-se anuncia la palabra de Dios? Instruir á las niñas, aconsejar á las
-jóvenes, visitar las recien paridas, llorar con las viudas, velar los
-enfermos, leerles el Evanjelio, y ayudarles á bien morir, si necesario
-fuese; hé ahí diversas obras en que puedo ayudar, y algunas veces, hasta
-suplir á mi marido. Joel, añadió, alzando la voz, ¿no es verdad que yo
-soy vuestro vicario, y que vos teneis confianza en mi?
-
-A este singular discurso, que, cosa estraña, no sorprendió á nadie
-sino á mí, Truth contestó haciendo una seña con la mano y sonriéndose
-dulcemente. La mujer de un pastor, convertida en pastor á su vez y en
-sub-ministro! Semejante absurdidad no habia nunca crusado mi mente.
-Verdad es que siempre he vivido en un pais razonable. El baile y la olla,
-hé ahí para una francesa los dos polos de la existencia. Salir de ellos
-es un desórden, y lo que es peor, ridículo.
-
---Sin embargo, continuó la señora Truth, hay todavia algo mas bello que
-el ministerio, es la mision.
-
---Teneis mujeres misioneras? esclamé espantado.
-
---No, contestó ella; solo los católicos tienen ese privilejio que yo les
-envidio. Nosotros no tenemos hermanas de caridad; tenemos simplemente
-mujeres de misioneros. Es un papel que siento no poder desempeñar.
-Compartir uno las tareas de su marido; participar de sus peligros, eso es
-grande á los ojos de Dios. No os asombreis de mi ambicion; soy hija de
-ministro; mis dos hermanas se han casado con misioneros. El uno está en
-el Cabo, el otro en la China, y las dos bendicen al Señor que les ha dado
-una suerte gloriosa.
-
---Vuestros misioneros casados, contesté yo, no tienen una vida muy ruda,
-que digamos. Llevar consigo su mujer, sus hijos, su hogar, es cambiar
-apenas de patria. Unid á esto una instalacion cómoda y fija, acompañada
-de un buen sueldo, y convenid conmigo en que bajo tales condiciones, no
-se necesita una gran virtud para predicar el Evanjelio.
-
---Deveras? repuso mi vecina, asombrada de mi ironia, añadiendo en
-seguida: Ignoro si vale mas atravesar el mundo, sembrar de paso la
-palabra de Cristo, y confiar su jérmen á la gracia de Dios, que
-encerrarse en un campo limitado para plantar en él, regar y cultivar
-hasta la mies de ese precioso grano; pero lo que yo sé es, que la
-felicidad de tener uno á su lado lo que se ama, lejos de quitarle nada á
-la caridad del misionero, le añade quizá un mérito mas á su abnegacion.
-Pedro era casado; dejó por esto de ser escojido para servir de príncipe
-á los apóstoles? En el cabo, mi hermana ha establecido una escuela y un
-obraje para las negras jóvenes, y sirviéndose así de la civilizacion,
-prepara los corazones á recibir el Evanjelio; los Boers han quemado
-tres veces la mision, y mi cuñado que es médico, como la mayor parte
-de los misioneros, ha perdido la mano sacándole á un pobre cafre una
-flecha envenenada. En China los Taí Pings han espulsado á mi hermana de
-provincia en provincia. Encuéntrase ahora cerca de Shang-Hai, arruinada,
-enferma; pero siempre llena de fé. Su casa es el hospicio de los heridos,
-el asilo de las viudas y de los huérfanos; ella es la que en medio de
-la fiebre y de una inquietud perpétua, ayuda á su marido á predicar el
-Evanjelio. Mas probada que Abraham, Dios le ha exijido ya dos veces la
-vida de sus hijos. Feliz de ella, no obstante, que ha sido elejida para
-tal sacrificio y que ha podido servir al Señor, aun á costa de lo mas
-puro de su sangre!
-
-Yo no contesté nada. En la historia de Abraham hay cosas que me conmueven
-mas que el episodio de Isaac. Sea virtud ó fanatismo, esa obediencia es
-superior á mis fuerzas; no la comprendo.
-
-Para alejar reflexiones que me perturbaban, díme vuelta del lado de mi
-vecino de la izquierda; era el verdadero tipo del Sajon; anchos hombros,
-pecho saltado, cuello adornado de una cabeza cuadrada, rasgos abruptos,
-frente calva y enormes cejas bajo las cuales brillaban unos ojos
-flamantes, la fuerza y la voluntad á la vez. Noé Brown, así se llamaba mi
-nuevo amigo, era el pastor á quien Truth sucedia. Aproveché esta ocasion
-de instruirme, y le pregunté que era esa iglesia _Congregacionalista_,
-cuyo nombre me intrigaba.
-
---Cómo! dijo Brown; sorprendido de mi ignorancia, no sabeis que es
-nuestra vieja iglesia puritana, la que nuestros padres los peregrinos,
-espulsados por la intolerancia, trajeran consigo en su primer buque,
-la _Flor de Mayo_? Quebrando con las abominaciones é idolatrias de la
-Babilonia anglicana, nuestros abuelos quisieron cortar de raiz la herejia
-de la jerarquia. A ejemplo de los primeros cristianos, de cada reunion
-de fieles hicieron una Iglesia, ó congregacion independiente, república
-perfecta, gobernada por los viejos y administrada por el pastor. De ese
-centro de independencia y de igualdad nació nuestra comunidad. Allí es
-donde está el secreto de nuestra vida y de nuestra grandeza política. La
-América no es sino una Confederacion de Iglesias y de comunes soberanos;
-es decir, la florescencia del puritanismo. Aquí, lo mismo que en todas
-partes, la relijion ha hecho al hombre y al ciudadano á su imájen; una
-Iglesia libre, ha enjendrado un pueblo libre.
-
-Esta paradoja, proferida con toda la gravedad puritana me chocó. Si se
-creyese en estos fanáticos, su catecismo gobernaria el mundo. Que echen
-su vista á la Francia, esa patria de las luces y de la filosofia, y no
-tardarán mucho en saber á lo que se reduce la influencia de la relijion
-sobre el estado y la sociedad. Uno es allí muy católico en la iglesia,
-y, todavia mas, fuera de ella. Tal era lo que yo procuraba demostrarle
-á mi predicante; pero el hombre era porfiado como un Sajon forrado
-en un Yankee, y cuantas mas eran las pruebas que yo amontonaba para
-confundirlo, tanto mayor era su obstinacion.
-
---Ved sino á los Ingleses, esclamó él. Quien conoce su Iglesia, conoce
-su historia. Lores espirituales, asambleas, señoras de la fé, una carta
-inmutable en treinta y nueve artículos, un libro de oraciones establecido
-por la autoridad de los obispos y del soberano, universidades y escuelas
-privilegiadas, enormes propiedades y un patronato considerable; qué
-otra cosa han podido producir sino una sociedad aristocrática? Sin
-los disidentes, que son la sal de la tierra, mucho tiempo ha que la
-Inglaterra estaria momificada lo mismo que el viejo Ejipto.
-
---Y los franceses? le pregunté yo, con el intento de confundirlo.
-
---Los franceses, me respondió él, son católicos, monárquicos y soldados,
-al paso que los Americanos son protestantes, republicanos y ciudadanos;
-cosas que están en su lugar como los dedos de la mano, de suerte que tan
-dificil seria hacer de la Francia una República, como de los Estados
-Unidos una monarquia. La diferencia entre las Iglesias hace la diferencia
-entre las sociedades.
-
---Podria saber á cuál de las susodichas sociedades le concedeis la
-superioridad?
-
---Juzgad vos mismo, me contestó él; la una es una sociedad de niños, la
-otra una sociedad de hombres.
-
---Veo con gusto que somos del mismo parecer.
-
---Estoy encantado de ello, repuso él; bebiendo tranquilamente su tasa de
-té.
-
---Es cierto, añadí yo, inclinándome hácia él: mas bien que un pueblo los
-americanos son un enjambre de inmigrantes diseminados en el desierto, y
-por esto, la libertad tiene quizá pocos inconvenientes. Pero la América
-sentirá á medida que envejezca la necesidad de formar una verdadera
-sociedad y se plegará á la bandera de la autoridad.
-
---Caballero, dijo él, poniendo bruscamente su taza sobre la mesa, vos no
-me entendeis; yo pienso justamente lo contrario de lo que me decis.
-
---Cómo así, esclamé yo, tomais por ventura á los franceses por un pueblo
-de niños.
-
---En política, contestóme, no hay que dudarlo. De qué época datan su
-libertad, y qué libertad! de 1789; la nuestra data de 1620; nosotros
-somos ciento setenta años mayores que ellos; tenemos tres veces mas
-esperiencia que ellos, y por consiguiente veinte veces mas sabiduria.
-
---Luego, es á la América, repuse yo con voz conmovida, á quien discernis
-la palma de la civilizacion?
-
---Evitemos las confusiones de palabras, contestóme con piedad.
-Civilizacion, es una palabra complexa, ¿comprende tantos elementos
-diversos, que cada pueblo á su turno podria reclamar la prioridad. Qué
-es lo que constituye la civilizacion? La relijion, la política, las
-costumbres, la industria, la ciencia, la literatura, el arte? Es alguna
-de estas cosas? O son todas ellas juntas?
-
-Ved que complicado es el problema. El arte, por ejemplo, que los Jentiles
-llamaban la flor de la civilizacion, no brota muchas veces sino un
-bástago podrido, asi, entre nosotros los modernos, que vivimos de la
-imitacion de los antiguos, yo creo que el pueblo mas viejo es el mas
-artista. En Francia se tiene un gusto mas refinado que en Inglaterra;
-pero un Italiano tiene naturalmente mas habilidad que un Francés. En
-industria, todas las naciones libres valen lo mismo. La ciencia no
-tiene patria. En cuanto á la literatura, cada pueblo halla en la suya
-la espresion de su pensamiento; dejo á los críticos el placer pueril de
-asignarles sus respectivos puestos á Dant, Moliére ó Shakspeare; pero la
-relijion, la política y las costumbres forman un pabellon inseparable.
-Ahí está la sávia de un pais, su porvenir. En este punto yo le doy
-sin vacilar el primer lugar á mi Iglesia y á mi pueblo; yo creo en la
-libertad, soy Americano, puritano.
-
---Mohicano, dije yo para mi coleto, te veo venir: tu no sabes ni siquiera
-mentir para pasar por político.
-
-Iba á confundir á tan insoportable predicante, cuando por fortuna suya,
-nos levantamos de la mesa. Y dejando ahí á ese espíritu estrecho y
-adusto, acerquéme á un jóven pastor, cuyo aire agradable disponía en su
-favor. Antes de almorzar, Truth habíame presentado al Sr. Naaman Walford,
-como una de las columnas de la nueva Sion. Deseoso de ver ese fénix que
-se llama un teólogo razonable; y queriendo ser acojido benévolamente por
-el Sr. Naaman,--comencé felicitándole por la exelente adquisicion que su
-Iglesia hacia con la persona de mi amigo Truth.
-
---Perdon, me dijo,--yo soy presbiteriano.
-
---Presbiteriano, esclamé á mi turno, y venis á complimentar á un rival?
-Deveras que vuestra accion revela una bella alma; porque, entre, nosotros
-ese ministro á quien le tomais la mano, es un hereje á quien vos mismo
-condenais.
-
---Yo, repuso él muy sorprendido; yo no condeno á nadie,--eso no es
-cristiano.
-
---Me esplico mal, querido Sr. Naaman; queria simplemente decir, que á
-ejemplo del divino pastor, que buscaba las ovejas descarriadas de Israel,
-vos no temeis el vivir familiarmente con jentes cuyo error detestais.
-
---El Sr. Truth, me ha edificado esta mañana, contestóme, y no le creo en
-error.
-
-Asombrado á mi vez, y creyendo haber oido mal le dije:
-
---Decidme, señor, ¿creeis que vuestra Iglesia enseña la verdad?
-
---Sin duda,--de otra manera no permaneceria en ella.
-
---Entonces, repuse yo, quiere decir que asi como hay dos verdades
-hay tambien dos Iglesias; una verdad presbiteriana y una verdad
-congregacionalista. Probablemente hay tambien una verdad baptista,
-metodista, luterana y hasta una verdad católica. Yo suponia, perdonad mi
-ignorancia, que la verdad era una, y que la señal del error consistia en
-dividirse al infinito.
-
---Doctor, dijo Naaman un poco conmovido de mi vivacidad francesa, cuando
-estais en el mar, qué es lo que haceis si quereis saber la hora que es?
-
---Le pregunto la hora al sol, y el sol me la dá. Qué! pretendeis
-contestarme con un apólogo? A mi edad, querido señor, se tiene poco gusto
-por los ejemplos, y, no se aceptan sino razones.
-
---Que quereis, doctor, soy jóven y me permito contar con vuestra
-induljencia, contestó Naaman, sonriendo amablemente. El sol os dá la
-hora. Cuando es medio dia en Paris, podriais decirme que hora es en
-Berlín?
-
---No; todo lo que yo sé,--es que un telégrama espedido de Berlín á
-las once se recibe en Paris hácia las diez y media; es decir que
-aparentemente llega treinta minutos antes de haber partido. Por lo demas,
-importa poco, os lo concedo,--que cuando es medio dia en Paris, sean la
-una en Berlin, las dos en San Petersburgo, y, si quereis, las nueve de la
-mañana en las Azores y las siete en Quebec. Todo depende del meridiano.
-
---Asi, dijo Naaman, el sol es el mismo en todas partes y en ninguna marca
-la misma hora: qué significa esto?
-
---Decididamente, repuse yo, vos sois astrólogo, y quereis hacer de mi un
-adepto. Os contesto, pues, señor profesor, que es el mismo sol visto de
-diferentes puntos.
-
---Una interpelacion mas, doctor, y os pediré despues gracia por mi
-indiscrecion. Entre todas esas horas, cual es la cierta?
-
---Singular pregunta! la hora es cierta para cada cual, desde que el
-sol sale ó parece salir de un punto distinto. Está satisfecho el señor
-profesor de su discípulo de barba gris?
-
---Sí, doctor, veo que estamos conformes asi en teolojia como en
-astronomia.
-
---Señor Naaman, le dije yo,--comienzo á comprenderos. Para vos, la verdad
-es el sol, que cada uno de nosotros vé segun el horizonte que nos rodea.
-Por consecuencia, cuando para la Iglesia presbiteriana es medio dia,
-la hora se ha pasado para los baptistas y no ha llegado aun para los
-metodistas. Quién sabe si á los católicos se les coloca en las antípodas?
-Y, hé ahí un medio injenioso de armonizar su orgullo con su caridad.
-
---Señor, dijo Naaman ruborizándose,--vos me ofendeis. Habeis comprendido
-mi pensamiento, y sin embargo desconfiais de mis sentimientos. Sí, yo
-creo que hay un horizonte distinto para cada iglesia, y, me atreveré á
-decirlo, para cada cristiano. El nacimiento y la educacion nos dan el
-punto de partida; ahora, toca á nosotros mismos caminar hácia esa verdad
-que nos llama,--acercándonos á ella sin cesar á fuerza de estudio y de
-virtud. No digo que no haya iglesias mas iluminadas las unas que las
-otras por la luz divina; pero al mismo tiempo creo que el mejor cristiano
-puede muy bien encontrarse en el seno de la iglesia mas oscura. No hay
-la menor duda que es una gran ventaja estar colocado cerca del sol, sin
-embargo, esto no es siempre una razon para verlo mejor. Hé ahi, señor,
-porque amo á mi Iglesia presbiteriana, y por qué, no obstante amarla
-tanto,--no condeno á nadie.
-
-Todo esto era dicho con una ingenuidad encantadora. ¡Qué bella cosa es la
-virtud en un alma jóven; es como la sonrisa de la aurora en los primeros
-dias de Mayo!
-
---Mi jóven amigo, le dije yo, vuestras ilusiones tienen algo de seductor;
-el sentimiento que las hace nacer es respetable, pero el primer soplo de
-la razon las disipará. Si cada cristiano vé la verdad á su modo,--no hay
-verdad. Y, hénos aquí de nuevo en el escepticismo de Montaigne. En vano
-buscareis un dogma que sea atacado,--una creencia que no se conmueva.
-Vuestra teoria tan cristiana en apariencia, nos condena á una duda
-invencible, y conduce á la incredulidad universal.
-
---Doctor, contestóme el jóven con un tono de modestia que me chocó,--me
-parece que estais haciendo el proceso al espíritu humano, es decir, á
-la obra de Dios. De la diversidad y debilidad de nuestros ojos, podria
-tambien concluirse que no vemos nada. Sería la misma lógica y el mismo
-sofisma. En los estudios naturales, cada uno de nosotros no toma sino
-la parte que puede apropiarse; se ha observado que esta diversidad de
-opiniones arruine la ciencia? En la física, por ejemplo, hay una sola
-teoria siquiera que escape á la discusion? Negarias por esto que existe
-una verdad física?
-
---La comparacion es mala, mi querido Naaman. Qué queda de la física de ha
-treinta años? La verdad de ayer,--es el error de hoy dia.
-
---No, doctor, el error de ayer ha caido como caen las hojas secas; la
-verdad no ha cambiado, por que dándole otro nombre, ella no es otra cosa
-sino el conocimiento de la naturaleza, y la naturaleza no cambia.
-
---Os concedo eso, jóven; pero la verdad relijiosa es de otro órden que la
-verdad natural.
-
---Doctor, repuso Naaman, aunque os concediese esa hipótesis discutible,
-no por eso nos entenderiamos. Cualquiera que sea el número y la variedad
-de los cuerpos que poblan el mundo, nosotros no tenemos para verlos sino
-nuestros ojos; lo que no vemos no existe para nosotros. Cualquiera que
-sea el carácter de una verdad, nosotros no tenemos sino nuestro espíritu
-para comprenderla. Nuestra alma, es por ventura doble? Para descubrir las
-verdades naturales, Dios le ha dado á cada uno de nosotros una facultad
-investigadora, inquieta, laboriosa que se llama, la razon. Habrá acaso
-en nosotros otra potencia, destinada á recibir sin esfuerzo individual
-la verdad relijiosa, á la manera del espejo que refleja el objeto que
-se le presenta? Si esa facultad no existe, la diversidad de opiniones
-relijiosas es forzosa; depende de la edad, de la educacion, del pais, de
-la enerjia natural de nuestro espíritu ó de su actividad.
-
-Si, al contrario, esa facultad existe, todos debemos pensar de la misma
-manera, así como todos respiramos del mismo modo, por una ley de la
-naturaleza. Pero tal no es el caso, y por ello bendigo á Dios. El le ha
-_dejado_ á cada uno de nosotros la libertad de desconocerlo, para darnos
-el derecho de amarlo. Esa libertad que os espanta es nuestra mas hermosa
-herencia; ella es la que hace de la relijion, un amor, y de la fé una
-virtud.
-
---Naaman, esclamé yo, vos sois el profeta de la anarquia. Vos disipais
-el mas bello sueño de la humanidad. _Una fé, una ley, un rey_, tal era
-la divisa de la Edad Media, divisa que cada hombre lleva en el fondo de
-su corazon. Qué es lo que vos nos ofrecéis en cambio? La confusion. Qué
-significa una Iglesia, en la que cada cual habla una lengua distinta, sin
-comprender la de su vecino?
-
---Señor, repuso el jóven ministro, yo amo tanto como vos la unidad.
-Cristo nos lo ha dicho: llegará un dia en que no habrá sino _un solo
-rebaño_ y _un solo pastor_; yo creo en la palabra de Cristo. Pero la
-unidad no es la uniformidad. Contemplad la naturaleza; qué conjunto
-admirable! Y, sin embargo, no hay un árbol, una planta, una flor, qué
-digo! una hoja, siquiera que se parezca á otra. Dios saca de la variedad
-infinita, la unidad viviente y perfecta. Por qué, la ley de la naturaleza
-no ha de ser la de la humanidad? Por qué, no ha de tener su puesto, la
-voz de cada criatura, en ese concierto de alabanzas que la tierra canta
-al Señor? Qué es la esteril monotonia de una nota única, al lado de esa
-armonia fecunda? La unidad mia, es la Iglesia universal, esa Iglesia
-que abraza todas las almas fieles. Quien ama á Cristo es mi hermano:
-lo que yo miro es su amor, no su símbolo. Agustin Crisóstomo, Gerson,
-Melachthon, Jeremias, Taylor, Bunyan, Fenelon, Law, Channing, hé ahí los
-soldados de ese ejército divino. Qué me importa su rejimiento? Su bandera
-es la mia, la bandera de la verdad.
-
---Bravo! Naaman, dijo Truth, apoyando su mano en el hombro del jóven
-ministro; convertidme á ese pagano.
-
---Vos, sereis el pagano, esclamé yo. Pienso que aqui no hay mas cristiano
-que yo, ó si os parece mejor, mas católico, en la verdadera acepcion de
-la palabra. Al paso que vosotros destrozais la relijion, abandonándola
-á todos los caprichos, solo yo, fiel á los viejos y sólidos principios,
-quiero un símbolo único que sea la ley de los espíritus; y para mantener
-esa ley de verdad llamo en mi socorro el brazo secular.
-
---No os lo decia, carísimo Naaman, repuso Truth riéndose. Es un pagano de
-la decadencia, uno de esos adoradores de la fuerza que se imajinan que la
-verdad se decreta, ni mas ni menos que como se borronean leyes.
-
---No soy tan ridículo, contesté yo á mi vez, un poco alterado. Yo
-tambien amo la verdad, pero no soy ciego como los utopistas. Para ellos
-la libertad es una panacea universal que en todas partes cura el mal y
-el error; la esperiencia me ha hecho menos confiado. El mundo no es una
-academia de filósofos, discutiendo tranquilamente las mas temerarias
-tésis; el pueblo, esa hidra de infinitas cabezas, es un conjunto de
-criaturas débiles, ignorantes, locas, perversas, criminales; para
-contenerlo y dirijirlo se necesita un freno. Ese freno es la relijion,
-sostenida, impuesta por una autoridad exterior. Si el poder no se encarga
-de la causa de la Iglesia, se acabó el cristianismo; la sociedad queda
-entregada al ateismo, á la anarquia, á la revolucion. Hé ahí señores, por
-qué razon creo en la necesidad, qué digo! en la santidad de la fuerza,
-puesta al servicio de la verdad. Soy pues un pagano, á la manera de San
-Agustin, de Bossuet, y de tantos otros cristianos exelentes, sin hablar
-de vuestro Calvino; pido que la sociedad le empreste su espada á la
-Iglesia; ó en otros términos,que el Estado tenga una relijion.
-
---Una relijion de Estado, dijo de repente Brown, estirando su cabeza
-de perro dogo; quién es ese mónstruo? Y qué! por ventura tiene alma el
-Estado para tener una relijion?
-
---Señor, le contesté secamente, vos teneis sin duda necesidad de un
-Estado impío, y de leyes ateas.
-
---Señor, repuso mi áspero interlocutor, yo no me pago de palabras. Qué
-es el Estado? En una monarquía, el príncipe. Así, pues, treinta millones
-de cristianos tendrán la relijion de Achab, cuando por casualidad Achab
-llegue á tener relijion. Entre nosotros, donde el poder alterna, se
-cambiará de fé cada cuatro años. Hé ahí lo que yo llamo, ateismo puro;
-creer por órden, es no creer en nada.
-
---Cuando yo hablo de Estado, le interrumpí, entiendo la sociedad política.
-
---Bien, repuso él: será la mayoria la que decida del símbolo y de la fé,
-despues de discutir y enmendar. Tendremos una relijion parlamentaria.
-Se pondrá en discusion la Encarnacion ó la Trinidad y se votará. Qué
-comedia! Cosa estraña! desde que el mundo existe, no hay una sola verdad
-natural que haya sido descubierta por un solo hombre; son necesarias
-muchas pruebas, á veces, hasta el martirio del inventor para que esa
-verdad reuna algunos fieles; un siglo no es mucho para conquistarle la
-mayoria. Pero en relijion es otra cosa, la mayoria no se equivoca nunca.
-Vaya una infalibilidad! Que nos devuelvan el papa, acepto el milagro, y
-rechazo el absurdo.
-
---Señor Brown, le dije, alzando la voz, vos no respondeis á mi objecion.
-Si el Estado no tiene relijion,--la ley será atea.
-
---Siempre palabras, señor, repuso el intratable predicante. El Estado es
-una abstraccion; un modo de designar el conjunto de los poderes públicos.
-Pero la sociedad es una cosa viva,--es la reunion de todos los ciudadanos
-que habitan una misma patria. Y, si esos hombres son cristianos,--si su
-moral es cristiana,--como ha de ser atea la sancion que esos hombres le
-den á la moral pública,--ó en otros términos, la ley dictada por ellos?
-_El buen árbol no puede producir malos frutos_[39].
-
---Imprudente! esclamé,--cómo podeis imajinaros que si el Estado permite
-toda especie de creencias, no ha de sufrir el Evanjelio?
-
---Vos teneis poca fé, señor, dijo Brown dirijiéndome una mirada terrible,
-y olvidais que Pablo ha dicho: _las armas de nuestra milicia no son
-carnales_. El cristianismo,--nunca ha sido mas bello, ni mas fuerte
-que cuando ha tenido en contra suya al mundo entero. Mirad á vuestra
-alrededor, señor, y vereis que en ninguna parte como los Estados Unidos
-se mezcla la relijion con la vida; y sin embargo el Estado no la conoce.
-No aprisioneis las almas, no las tengais en la noche que las corrompe;
-dejadlas en libertad, é iran á Dios.
-
---Pero, señor Brown, es imposible que el Estado pague todas las
-comuniones, y que se haga el tesorero del primer fanático á quien se le
-antoje abrir una iglesia.
-
---Concedo que no pague á nadie, esclamó el adusto puritano. Y, con qué
-derecho intervendria? Tiene acaso otro dinero que el nuestro. Cómo! el
-judio ha de pagarles á los cristianos para que estos le llamen deicida?
-Y yo he de pagarles á los unitarios que me disputan la divinidad de
-Cristo? Qué injusticia! qué ultraje á mi fé! Ved ademas qué papel le
-dais al Estado. Cuando el lejislador declara que la relijion no es de su
-competencia,--proclama el respeto de la conciencia, y, es cristiano por
-su misma abstencion. Suponed ahora que proteja diez comuniones distintas,
-diez creencias enemigas, qué significará esa tutela insolente sino que
-el Estado vé en la relijion un instrumento político, y que no tiene
-por todas ellas sino la misma indiferencia y el mismo desprecio? Ese
-hermoso sistema, señor, que vos no habeis inventado,--es la política del
-paganismo.
-
---Muy bien, repuse yo, dejad á cada fiel el entretenimiento de su culto,
-veremos cuantas iglesias tendreis. Todo el mundo se hará ateo por
-economia.
-
---Os equivocais, mi querido doctor, dijo Truth con amistoso tono. La
-prueba está hecha y arguye en contra vuestra. Tenemos cuarenta y ocho
-mil iglesias, edificadas todas por los particulares, y cuyo valor se
-estima en cien millones de pesos[40]. Cada año erijimos mil doscientos
-templos nuevos y el término medio del salario de nuestros pastores es
-próximamente de quinientos pesos,[41]--lo que equivale á un presupuesto
-de veinte y ocho millones de pesos[42]. Buscad un pais donde el Estado
-pague los cultos, estoy seguro que no hallareis uno solo que gaste la
-mitad de lo que nosotros gastamos[43]. La razon es sencilla: el Estado
-debe ser avaro del dinero que le toma á la comunidad, al paso que el
-individuo se complace en enriquecer su iglesia, y no retrocede ante
-ningun sacrificio. Nada hay tan pródigo como la fé y la libertad.
-
---Muy bien, dije yo; pero la cuestion de dinero no es todo: falta la
-cuestion política. Darle al primero que se presente el derecho de
-establecer una iglesia,--es reconocer todas las asociaciones, es abrirle
-ancha arena á la ambicion relijiosa y al fanatismo,--es decir, á lo mas
-ardiente y pérfido que hay en el mundo. Suponed que una de esas iglesias
-aventaja á las demas,--que se apodera de las almas, y hé aquí un Estado
-en el Estado. Entonces sentireis, aun que demasiado tarde,--la falta en
-que habeis incurrido al abdicar una proteccion mas necesaria al gobierno
-que á la iglesia, una proteccion que no es en el fondo sino la defensa de
-la soberania.
-
---Ahí es donde os esperaba! gritó el puritano entrando en el entrevero
-á la manera de un jabalí. Os conozco, señores políticos; ha tiempo que
-Spinosa, el príncipe de los ateos y Hobbes el materialista, y Hume
-el escéptico me descubrieron vuestro secreto. Necesitais una iglesia
-oficial para deshaceros de la relijion. No es la influencia política
-lo que os incomoda; ella es nula en un pais de libertad; lo que temeis
-es la influencia moral. El cristianismo es por naturaleza,--inquieto,
-agresivo, conquistador. Quiere poseer al hombre por entero; sociedad y
-gobierno,--todo quiere invadirlo y penetrarlo con su espíritu. Hé ahí
-lo que á nosotros nos anima y á vosotros os espanta. Obispos que se
-duermen en su púrpura señorial,--pobres vicarios, cuyo celo se modera y
-se dirije; una relijion, especie de moral frívola y estéril, que predica
-la obediencia al pueblo, hablándole siempre de sus deberes y nunca de
-sus derechos,--tal es el ideal que á vosotros os encanta y á nosotros
-nos horroriza. Vosotros rechazais la libertad por la misma razon que
-á nosotros nos hace detestarla. Nosotros creemos en el Evangelio, y
-vosotros le temeis.
-
---Yo tengo miedo de las asociaciones, le dije,--no del Evanjelio.
-
---Sí, por que la asociacion es la única forma posible de la libertad.
-Necesitais un Estado, cuya omnipotencia nada inquiete,--que no tenga
-frente de sí sino individuos aislados y conciencias mudas. El despotismo
-romano en toda su fealdad. Nosotros los cristianos--entre el Estado y
-el individuo, entre la fuerza y el egoismo,--echamos la asociacion, es
-decir, el amor, la caridad, verdadero vínculo de los corazones, verdadero
-cimiento de las sociedades. Para difundir la Biblia, para propagar la
-palabra divina, para iluminar las almas, para socorrer á los miserables,
-para consolar á los que sufren, para levantar á los caidos,--necesitamos
-centenares de asociaciones, millares de reuniones. Nosotros queremos
-que un pueblo cristiano haga el bien por el concurso libre de todos
-sus miembros,--que no encargue á nadie de un deber que solo él puede
-desempeñar. Pero todas esas compañias no pueden existir sino bajo una
-condicion,--que la iglesia, que es la primera y la mas considerable de
-todas, sea señora absoluta en su esfera. La iglesia es, la que con su
-libertad cubre y garantiza todas las asociaciones; y, hé ahí como es que
-la relijion, lejos de ser un peligro para el Estado,--es la vida misma
-de la sociedad. Ved, pues, señor, por qué razon es que nosotros tenemos
-necesidad de la libertad relijiosa; la necesitamos por que Cristo nos la
-ha dado: y porque ella es la madre de todas las libertades. El que esto
-no sabe no es cristiano,--ni ciudadano.
-
-Iba á estrangular á aquel fanático por toda contestacion, cuando sentí
-que una manecita tomó la mia. Reconocí á Susana y me sonreí.
-
---Mi buen padre, dijo despacito; van á ser las dos, es necesario partir.
-
---Sí,--la hora de ir al bosque. ¿Está el carruaje ahí?
-
---Papá, es dia del Señor y no se anda en carruaje. Voy á llevaros á la
-escuela del Domingo.
-
---Tienes razon, pensé para mi. Un Parisiense estraviado en este hermoso
-pais de libertad, siente gran necesidad de ir á la escuela. Siempre tiene
-algo que aprender y mucho que olvidar.
-
-Cuando me ví en la calle, lejos de aquella atmósfera teolójica, recien
-respiré.
-
-Uf! dije, bostesando, y que pesados son! Parecen bueyes atados al arado,
-trillando siempre el mismo surco. Una hora de relijion y de política, es
-demasiado para un francés; hay con que disgustarlo del Evanjelio y de la
-libertad. Quién me hablará de algo razonable y divertido,--de pintura,
-de ópera, de música ó de guerra? Paris, Paris,--yo tengo necesidad de
-lavarme la cara con tu ambrosía.
-
-No sé que locura iba á decirle á Susana, cuando apercibí al hermoso
-Naaman, caminando junto á nosotros lo mismo que el pastor que sigue su
-oveja. Habia olvidado que estaba en América, y que la señorita mi hija
-era por el momento presbiteriana.
-
-
-
-
-CAPITULO XXI.
-
-La escuela del Domingo.
-
-
-Quién me dirá de donde proviene la debilidad de un padre por su hija?
-Consiste en la ilusion de verse reproducido en ella,--lo mismo que la
-madre de verse reproducida en el hijo? Para nosotros los de las barbas
-grises, los de las caras arrugadas por la vida, será el placer de vernos
-renacer bajo una forma graciosa y riente? Será el encanto de un amor
-puro, que no desea sino sacrificarse? Lo ignoro, pero lo cierto es que
-el inevitable Alfredo no estaba ahí y que yo saboreaba á la manera de un
-celoso la dicha de hablar y de reir con Susana. Mirábame en sus límpidos
-ojos, cuando una mano colorada engastada en un largo brazo me cojió de
-improviso en mi tránsito, y una voz sepulcral me gritó: _Esta noche te
-volverán á pedir tu alma_. Al mismo tiempo metiéronme un papel en el
-bolsillo de mi frac. Dí vuelta, y al hacerlo, otra voz me gritó: _Piensa
-en tu salud_, metiéndome otro papel, en el otro bolsillo de mi frac. A
-este ruido acudieron tres hombres negros, levantando los brazos como en
-el juramento de los Horacios, y aullando á cual mas, metióme cada uno de
-ellos en el seno no una espada, sino un librito. La vision desapareció en
-seguida.
-
---Qué es esto le pregunté á Susana, que reia de mi espanto.
-
---Padre mio, me dijo,--es la sociedad de los tratados relijiosos que
-trabaja por vuestra conversion.
-
---Muchas gracias! esclamé metiendo en mi bolsillo,--los _Signos de la
-bestia, las Rosas de Saron_, y la Trompeta de Jericó; aquí lo enriquecen
-á uno, lo mismo que en otra parte lo roban. Qué quieren que haga con
-estos tesoros de edificacion?
-
---Tened paciencia, padre mio, dijo Susana,--dentro de un instante ellos
-han de servirnos para hacer felices á algunos.
-
---Confesad, le dije á Naaman, que abusais de la letra de molde. Comprendo
-que distribuyais la Biblia,--desde que ella es vuestra enseña, pero
-lo que no entiendo es,--para qué puede servir esa teolojía pueril que
-sembrais por las calles.
-
---Sois demasiado severo, contestó el jóven ministro, pensad en que toda
-nuestra relijion está en la Biblia. De la escritura es, de donde cada
-uno de nosotros debe sacar la regla de su fé, mediante el libre esfuerzo
-de la razon. Un protestante que no lee es un cristiano que no llena
-sus prácticas. Qué cosa mas simple que un proselitismo que nos agrupa
-sin cesar al rededor de la Biblia? Despertar la conciencia, obligar al
-último de los hombres á refleccionar y á leer,--repetirle que solo él
-está encargado de su salud, hé ahí el objeto de todas esas publicaciones.
-“Piensa en tu alma, solo tú eres responsable de ella,”--tal es la
-conclusion uniforme de estos libritos. Si á eso llamais teolojía,--toda
-nuestra literatura es teolójica; la menor novela está impregnada del
-mismo espíritu. La Biblia es citada en ella á cada pájina, lo mismo
-que el té. Lo que nos encanta, no es la pintura de esas borrascas que
-devastan el corazon y arruinan la voluntad: es el cuadro de una alma
-jóven que, colocada entre la tentacion y el deber, rechaza á Satanás y
-llama á Dios. Hasta nuestras ficciones son tratados de educacion.
-
---Sí, dije yo sonriendo,--es la moral en accion.
-
---Es algo mejor que eso,--repuso él,--es la relijion en práctica, la
-fé que habiendo entrado en el alma inspira toda la vida. Nosotros no
-entendemos jota de esa falsa distincion entre la moral y la relijion;
-no hay dos conciencias. El hombre natural murió con el último pagano;
-nosotros no conocemos sino al cristiano. El que es cristiano lo es en
-todas partes: en la iglesia, en la familia, en el comun, en el Estado.
-
-Me parece que el piadoso Naaman aprovechaba con placer esta ocasion de
-repetir como nuevo algun viejo sermon, cuando por fortuna, llegamos
-al templo presbiteriano. Era la sesta iglesia que visitaba en el
-dia,--justísima espiacion de mi pasada tibieza!
-
-Entramos en la sala de lectura,--vasta pieza contigua al templo. Un
-millar de niños y de jóvenes, devididos en grupos estaba sentado,
-en bancos circulares. De distancia en distancia veíase de pié á los
-pastores y pastoras de aquel gracioso rebaño; ó como se les llama,--á los
-monitores. Al presentarse Naaman toda la asamblea se levantó; el órgano
-tocó una marcha guerrera, y en seguida, todas aquellas jóvenes voces
-cantaron en coro, con acompañamiento de timbales:
-
- “O Christ! nous sommes ta milice;
- Contre l’ignorance et le vice.
- Nous marchons sans honte et sans peur.
- L’amour, l’aumône et la prière,
- Ce sont là nos armes de guerre:
- Notre drapeau, c’est le Seigneur!
- O Christ! notre chef! notre père!
- Nous voulons vaincre la misère,
- Et chasser l’infidélité;
- Ne regarde point à notre âge,
- Donne-nous sagesse et courage:
- Nous défendrons ta vérité”[44].
-
-Qué será? será que hay un encanto secreto en la voz de la infancia?
-O será que desprendiéndonos de nosotros mismos, por decirlo así, los
-años nos hacen mas tiernos para esas almas, que entran en la vida sin
-conocer los peligros. No lo sé. Pero yo me sentí conmovido por el canto
-de esos pequeños soldados tan valerosamente enrolados bajo el lábaro del
-Evanjelio.
-
---De aquí veinte años, pensé, cuantos quedarán en sus filas? No importa;
-el espectáculo de una juventud que tiene valor y fé es siempre hermoso.
-Guárdenos Dios de esos viejos de diez y ocho años que solo creen en su
-egoismo,--almas gangrenadas que todo cuanto tocan infestan, y que solo
-dejan en pos de ellos corrupcion y muerte.
-
-Susana estaba cerca de mi y de pié. La señorita era _monitora_. Tenia
-mucho que hacer, porque habia doble auditorio y la escuela estaba en
-revolucion.
-
---Donde está Dinah? esclamó una voz revoltosa. Dinah es mi querida
-preceptora; yo no te conozco á tí.
-
-Susana cojió en sus brazos á la rebelde, que se resistia á ello llorando,
-y la dijo dos palabras al oido. La sonrisa volvió en el acto, como el sol
-despues de la lluvia.
-
---Me lo prometes? murmuró la chiquilla.
-
---Mañana, repuso Susana. La niña echó los brazos al cuello de su nueva
-maestra, y la besó en ambas mejillas. La paz estaba hecha, la leccion
-comenzó.
-
-Rolaba sobre la historia de Israel en tiempo de los reyes. Por primera
-vez, lo confieso con verguenza, hice conocimiento íntimo con el profeta
-Eliseo. Era este un excelente hombre cuando no se encolerizaba. Pero
-apesar de lo bello de la moral, no le perdono mucho que digamos el haber
-hecho que unos osos se comieran á cuarenta niños que se burlaban de su
-calva. A este precio yo no querria ser profeta, ni en mi pais.
-
-Dos episodios surtieron el éxito mas completo cerca de los niños; tal
-es de vivo en estas almas jóvenes el sentimiento del bien y el mal!
-Primero fué la historia de Naaman, jeneral del rey de Siria, implorando
-gracia de Eliseo para ser librado de la lepra. Naaman se retiró curado y
-convertido; pero convertido con sus reservas políticas, que prueban una
-vez mas que no hay nada nuevo bajo el sol.
-
-Al fin, dijo Naaman: Sea como tú quieres: Pero te suplico que me permitas
-á mí, siervo tuyo, el llevarme la porcion de tierra que cargan dos mulos;
-porque ya no sacrificará tu siervo de aqui adelante holocaustos ni
-víctimas á dioses ajenos, sino solo al señor.
-
-Mas una cosa hay solamente por la que has de rogar al Señor á favor de
-tu siervo, y es que cuando entrare mi amo en el templo de Remmon para
-adorarle, apoyándose sobre mi mano, si yo me inclino en el templo de
-Remmon, _para sostenerle_ al tiempo de hacer él su adoracion en el mismo
-lugar, el Señor me perdone á mi, siervo tuyo, este ademan.
-
-Respondióle Eliseo: Véte en paz!....[45].
-
-La tolerancia del profeta, escandalizó á los niños, no puedo ocultarlo.
-Naaman fué silbado unanimemente, lo mismo que un cobarde que transije
-entre su conciencia y su interés. Dia vendrá en que Remmon, Mamon ó Baal
-os presentarán una mano llena de dinero ú honores, á condicion de que le
-adoreis; feliz aquel que no se incline ante el ídolo, guardando solo para
-Dios el sacrificio de su corazon.
-
-En seguida, vino la historia de Giezi, el servidor de Eliseo, hábil
-hombre, que se hacia pagar los milagros de su amo, traficando así con la
-virtud ajena. Qué furor en el jóven auditorio! y qué gozo cuando Susana,
-engrosando la voz para parecerse al profeta, pronunciaba el terrible
-anatema:
-
-“Habeis recibido oro y vestidos, para comprar plantas de olivo, viñas,
-bueyes, ovejas, criados y criadas.
-
-“Pero tambien la lepra de Naaman se adherirá á vosotros, y á toda vuestra
-raza por siempre jamás.
-
-“Y Giezi se retiró, todo cubierto de una lepra blanca como la nieve:”[46].
-
-Todavia existe, esa honrada posteridad de Giezi, aunque un poco cambiada
-por el tiempo. Por fuera háse conservado blanca como la nieve; pero la
-lepra ha entrado en su alma; no es ya el cuerpo lo que roe.
-
-Esta educacion dada á la infancia por la juventud me encantó, y
-cumplimentando por ello al ministro, añadí:
-
---Pero, pienso que vosotros os reservais el catecismo. La doctrina corria
-riesgo de alterarse al pasar por aquellos lábios novicios.
-
---No, me dijo; tanto para la doctrina como para lo demas, nosotros nos
-remitimos al monitor, bajo nuestra vijilancia, bien entendido. Nadie
-es hereje á los diez y ocho años, y si algo hay que temer; es mas bien
-demasiado apego á la letra.
-
---Si, pero si esas jóvenes cabezas trabajan?
-
---Eh bien! dijo el pastor,--ahí estamos nosotros para abrirles el camino.
-Nuestra divisa es la de Pablo: _Allí donde está el espíritu del Señor,
-allí tambien está la libertad_.
-
-No nos place á nosotros la fé del carbonero,--esa ignorancia crédula
-que lo mismo santificaria á un cristiano, que á un mahometano ó á un
-budhista. La juventud tiene una crísis del espíritu, lo mismo que una
-crísis del cuerpo. Llega para ella una hora en que es necesario luchar
-con la verdad, como Jacob con el ángel, y aquel solo se _convence_ que ha
-sido _convencido_ por el Evanjelio. Nosotros queremos una fé razonada.
-
---Y razonadora, añadí yo, porque cada uno de estos monitores debe salir
-de aquí con el gusto y la manía de predicar.
-
---Tanto mejor, dijo Naaman,--para nosotros, todo hombre es sacerdote, y
-toda mujer sacerdotiza. Por qué ha de haber menos ardor en la sociedad
-relijiosa, que en la sociedad política? El título de Cristiano es acaso
-menos bello que el de ciudadano é impone menos deberes que éste?
-
-Yo no contesté nada: eso de considerar á la relijion, lo mismo que un
-patrimonio comun de los fieles contrariaba todas mis ideas. Me habian
-enseñado que la Iglesia era una monarquia,--no una república. A fuer
-de hombre prudente, yo he dejado siempre el cuidado de mi conciencia á
-la Iglesia que me ha educado. No es á mí,--sino á mi director á quien
-compete el cuidado de mi salud. Por qué, pues, me he de tomar una fatiga
-inútil,--encargándome de una peligrosa responsabilidad?
-
-La leccion iba á concluir; Susana me desembarazó de todos mis libritos
-con gran alegria de los niños; cantóse un hermoso cántico de despedida; y
-la fiesta terminó con una distribucion universal de regalos y apretones
-de mano. Rango, fortuna, edad, traje,--todo estaba confundido hacía dos
-horas; sentíase uno vuelto á los primeros tiempos del cristianismo, en
-que la multitud de los creyentes no tenia sino un corazon y una alma. Y
-decir que cada siete dias en el dia del Señor, toda la juventud americana
-viene á estas reuniones fraternales á dar y recibir una leccion de amor
-y de igualdad! Oh! como efecto moral ninguna enseñanza,--la del mismo
-Bossuet,--valdria esta educacion mútua!
-
-Salimos; Alfredo estaba ahí para arrebatarme el brazo de Susana, cuya
-felicidad yo no envidiaba; mis ideas comenzaban á tomar otro jiro: mi
-corazon sentia, mas que nunca, toda su paternal debilidad. Tiempo es
-ya, decia para mis adentros, de que Susana comience á ejercer; como ama
-de casa, sus grandes cualidades de monitora. Figurábaseme ya ver en el
-porvenir un ejército de nietos mas relijiosos, mas enérjicos y felices
-que su abuelo. Y, embebido en estas ideas y mirando á mis enamorados que
-caminaban delante de mí, llegué á mi casa.
-
-El resto del dia, lo pasamos hablando de todo lo que habiamos visto ú
-oído en la mañana, y Dios sabe cuantas cosas se ven y se oyen el Domingo
-en América! Qué son nuestros espectáculos al lado de estas fiestas del
-corazon y del espíritu? En mi vida habia pasado dias mas sérios,--nunca,
-jamás el tiempo habíame parecido tan corto, ni mejor empleado.
-
-Como de costumbre, la noche terminó con la lectura de la Biblia. Marta
-trajo el librote negro, que ya era para mí un amigo. No habia dia que
-yo no hallára en él una respuesta á alguna pregunta secreta de mi
-alma,--estraña casualidad que confundia mi filosofía.
-
-Habiamos quedado en el séptimo capítulo de Daniel. La vision de las
-cuatro bestias apocalípticas que representan las cuatro grandes
-monarquias de la antiguedad no me hizo el menor efecto; tengo muy poca
-imajinacion para gozar con semejantes sueños gigantescos. No le sucedia
-á Marta lo mismo, que á cada paso suspiraba. El Cuerno, _que tenia
-ojos como ojos de hombre y una boca que proferia palabras insolentes_,
-arrancó un grito de admiracion; estaba toda conmovida cuando el profeta
-pintó _al Anciano de los dias, con su ropaje mas blanco que la nieve y
-sus cabellos mas blancos que la lana, sentado en un trono de llamas y
-servido por un millon de ánjeles, al paso que mil millones permanecen en
-silencio ante él_. Lo que para mí no era sino una alegoria, para ella era
-la verdad,--es la única manera quizá, que la idea divina tiene de entrar
-en un espíritu injénuo,--que para sentir el infinito tiene necesidad de
-imájenes.
-
-Despues de estas grandes pinturas vinieron los versículos en que el
-profeta anunció el Mesias.
-
-13 “Yo estaba pues observando durante la vision nocturna, y hé aquí
-que venia entre las nubes del cielo un _personaje_ que parecía el Hijo
-del hombre; quien se adelantó hácia el anciano de _muchos_ dias, y le
-presentaron ante él.”
-
-14 “Y dióle este la potestad, el honor y el reino; y todos los pueblos,
-tribus y lenguas le sirvieron á él: la potestad suya es potestad eterna
-que no le será quitada y su reino es indestructible.”
-
-Escuchando este pasaje, me sentí como Daniel: “Quedé muy conturbado con
-estos mis pensamientos, y mudóse el color de mi rostro: conservé empero
-en mi corazon esta vision _admirable_.”[47]
-
-Y como nó, acababa de asistir esa mañana misma al espectáculo de ese
-trono cuyo reinado dura hace diez y nueve siglos! El cristianismo, cuyos
-funerales se anuncian en la vieja Europa, presentábaseme en América,--mas
-jóven, mas fuerte, mas triunfante que nunca. Treinta millones de hombres
-que viven del Evanjelio, qué enigma para un Parisiense que ha leido á
-Diderot, y que, en una noche de invierno, se ha imajinado que comprendia
-á Hégel!
-
-Así que entré en mi cuarto comencé á pasearme, ajitado durante largo
-rato por una multitud de pensamientos que se rechazaban unos á otros.
-Recuerdos de infancia, estudios de la juventud, reflexiones de la edad
-madura, ideas nuevas, todo esto, daba vuelta en mi cabeza y hacia en ella
-el caos. Parecíame que una voz misteriosa fisgaba á mi alrededor.
-
-Bravo, Daniel, murmuraba aquella irónica voz, conque te haces capuchino.
-Héte místico, fanático y ademas de esto ridículo. Antes de poco tambien
-vas á ganguear lo mismo que maese Brown, y á hablar mejor que él el
-dialecto de Canaan. O Franceses, eternos camaleones! Chinos en Canton,
-Beduinos en Arjel, puritanos en Massachusetts, cómicos en todas partes
-¿cuándo sereis hombres? Cuando vuelvas á Paris, Daniel, dejarás en la
-barrera ese _cant_ insípido, y ese librote negro que las jentes de buen
-gusto respetan, sin tocarlo jamás. Un filósofo le saca políticamente el
-sombrero al cristianismo,--es menester no ponerse mal con nadie; ir mas
-allá es la debilidad de los espíritus estrechos. El dios del siglo diez y
-nueve, es el viejo Pan, eclipsado demasiado tiempo por la dolorosa figura
-de Cristo. Sumérjete en el infinito, Daniel; adora á tu padre el abismo;
-es el culto á la moda,--el único que puede confesar la infalible razon de
-nuestros dias.
-
---No, esclamé, mis ojos se han abierto; he sacudido el penoso sueño en
-que nuestra alma se enerva. Esos niños me han enseñado esta mañana el
-vínculo sagrado que une estrechamente á la libertad con el Evanjelio.
-Si para nosotros todo acaba con el cuerpo,--no tenemos ni derechos
-ni deberes; somos un rebaño malhechor, que es necesario apacentar y
-castigar hasta que la muerte lo mande á podrirse en la fosa eterna. Solo
-es persona aquel á quien la inmortalidad pone en comunion con Dios.
-Solo es hombre y ciudadano aquel que puede adherirse á una justicia
-viviente,--á una verdad que no muere. El pobre, el enfermo, el esclavo,
-el desgraciado, el criminal, no se hicieron sagrados sino el dia en que
-Cristo los rescató con su sangre y los cubrió con su divinidad. Adios
-Hégel, Spinosa! Adios las palabras puestas en lugar de las cosas! Adios
-la materia divinizada! Yo he visto á donde conducen á los pueblos y á los
-hombres tales doctrinas, y no quiero, ni los bajos goces de la multitud,
-ni la estóica resignacion de los espíritus magníficos. Yo necesito otra
-cosa que embriaguez ó desesperacion: necesito vivir! Vivir es creer y
-obrar. Perdidas las ilusiones de la juventud y las ambiciones de la edad
-madura,--mi razon es quien te llama ¡Oh Cristo! y la esperiencia la que
-me arroja de nuevo á tus piés. Devuélveme la esperanza despues de tantas
-decepciones; devuélveme el amor despues de tantas traiciones, y que luzca
-cuanto antes el dia felíz en que la vieja Europa imitando á la jóven
-América, pronuncie un grito que se eleve de la tierra al cielo, un grito
-salvador: DIOS Y LA LIBERTAD!
-
-
-
-
-CAPITULO XXII.
-
-Disgustos de un funcionario Americano.
-
-
-Levantarse con el alba, teniendo el cuerpo y el espíritu bien dispuesto,
-envolverse en una gran bata, amacarse en un _rocking chair_[48], y
-mientras se fuma una pipa de marilandia, darse, como dicen los Alemanes
-_una fiesta de pensamientos_, hé ahí un verdadera placer....cuando no
-se tienen treinta años, despues de un dia bien empleado y de una noche
-tranquila.
-
-Sentado en la ventana, entreteníame en ver á la ciudad salir de su sueño.
-Lecheros, carboneros, carniceros, y especieros corrian por las calles, y
-bajando al piso subterráneo por la escalera exterior hacian el servicio
-de cada casa sin incomodar á sus habitantes. Habríase dicho que todo
-estaba calculado para que nada turbára el santuario en que reposaba el
-dueño de casa. La morada de un francés es un cuarto de posada: en él
-entra quien quiere; el _home_ de un sajon es una fortaleza, defendida con
-cuidadoso celo contra los importunos y los curiosos. Es un hogar, en el
-sentido sagrado y misterioso de esta vieja palabra, importada de Oriente.
-
-Mientras admiraba la calzada, barrida y regada ya por mis cantoneros, un
-_cabriolé_ tirado por un lijero caballo, llegó cerca de mí metiendo gran
-ruido. Me han gustado siempre los caballos, y asi seguia con los ojos, el
-aire altivo del troton americano, cuando derrepente el animal se aplastó.
-Del fondo del cabriolé, y como lanzado á todo vapor, salió un enorme
-sombrero, pasando como una flecha por sobre las orejas del corcel y en
-pos de él un hombrecito, envuelto en una larga levita. Era el amigo Seth,
-perseguido sin duda por los manes del perro que habia hecho asesinar.
-
---Marta, esclamé, sacando la cabeza por la ventana. Marta, agua, vinagre;
-corred, yo bajo.
-
-Cuando llegué á la calle, el hombre ya se habia levantado y sacudido;
-pasóse las manos á lo largo del cuerpo, para asegurarse que no tenia
-nada roto, echóse al estomago un vaso de agua, y púsose á descinchar
-y acomodar el caballo, sin decir palabra. Marta estaba cerca de él,
-temblando como una azogada.
-
---Entrad, en mi casa, le dije yo á Seth; un poco de descanso os hará
-bien; si necesitais algo aquí estoy yo.
-
---Doctor Daniel, contestó secamente; yo no tengo ninguna necesidad de tus
-servicios. Hasta la vista.
-
-Y tomando el caballo de la brida, lo tiró cojiando hácia la casa de Fox,
-el _attorney_; Seth venia sin duda á la ciudad por un proceso, y habria
-dejado de ser cuácaro si una pierna estropiada ó una cabeza lastimada le
-hubiera desviado de su interés.
-
-Vuelto que hube á mi observatorio, cargué una segunda pipa. Sin pasiones,
-sin cuidados, gozaba de mi tranquilidad; me daba un placer de niño
-siguiendo con los ojos el sol, que de la cima de las casas descendia
-lentamente á la calle. Tres golpes aplicados á la puerta me sacaron de mi
-fantaseo. Era el vecino Fox, adornado de una cartera bajo el brazo. Su
-visita me sorprendió. Sabíale muy contrariado de su derrota electoral, y
-no era hombre de olvidar en dos dias ni sus odios, ni su envidia.
-
---Buen dia, señor inspector de caminos y calles, me dijo entrando en mi
-cuarto.
-
-El modo como acentuó estas palabras, me desagradó. Soy la paciencia en
-persona; pero no me gusta que se burlen de mí.
-
---Salud al señor _attorney_, le contesté con balbuciente voz. Podré saber
-lo que me proporciona el honor de veros.
-
---Pues no hay mas, querido doctor, repuso él con una voz burlona, sino
-que sois un personaje! Vedos en el camino de la grandeza! Vuestros mismos
-adversarios se inclinan ante vuestro talento y fortuna. Qué pueden decir
-ahora vuestros envidiosos?
-
---No entiendo una palabra de lo que me decis, Fox; qué me quereis?
-
---Yo, me contestó cerrando un ojo, no quiero nada; digo simplemente que
-del Capitolio á la roca Tarpeya no hay mas que un paso.
-
-Despues de esta máxima banal, echóse en un sofá, abrió su caja de rapé,
-respiró lentamente una narigada, y sacudió unas cuantas veces algunos
-polvos que habian caido sobre su chaleco. En seguida, cruzando las
-piernas y levantando hácia mi su puntiagudo hocico, púsose á mirarme,
-silenciosamente, con el aire de una garduña que espera un conejo.
-
-Intrigado de este manejo, levantéme:
-
---Tened la bondad de hablar claro, le dije. Qué os trae á mi casa?
-
---Una bagatela, me contestó, estirándose en su sitio cuan largo era y
-haciendo dar vuelta sus pulgares; una verdadera bagatela. Una pequeña
-demanda de 500 dollars.[49].
-
---Yo no os debo nada, asi lo creo al menos, repuse á mi vez, muy
-asombrado de aquella pretension.
-
---Sin duda, querido doctor; á mi no me debeis nada, pero á mi cliente es
-otra cosa.
-
-Y esto diciendo, abrió su cartera y sacó de ella la cuenta siguiente:
-
- Memoria de los gastos de indemnizacion debidos á Seth
- Doolittle, por el Dr. Daniel Smith Inspector de caminos y
- calles, civilmente responsable del mal entretenimiento de los
- mencionados caminos y calles.
-
- 1.ᵒ Varas rotas, y compostura de un tren nuevo 50
-
- 2.ᵒ Herida del caballo en el lomo, depreciacion de la
- susodicha bestia: al mas bajo precio 150
-
- 3.ᵒ Item mas, al referido señor Seth Doolittle, por
- una rodilla estropeada, un sombrero desfondado, un
- pantalon roto, arañazos en la cara etc., indemnizacion
- calculada, por bajo, por consideracion al doctor 200
-
- 4.ᵒ Por inquietudes, sacudimiento producido en el
- cerebro, pérdida de tiempo, etc. etc. 100
-
- 5.ᵒ Cuidados diversos, consecuencias de la herida y de
- la caida, consultacion de médico, dictámen de abogado,
- etc., etc. _Memoria._
-
---Señor, le contesté, lanzándole al rostro su memoria de boticario,--no
-me placen las mistificaciones, y me asombra el papel que representais en
-esta farsa ridícula.
-
---Muy bien, dijo Fox, preferís un pleito. Como vecino, habria deseado
-ahorrároslo; pero puesto que no lo quereis, hé aquí el emplazamiento.
-
---Un pleito! esclamé alzando los hombros. Un pleito entablado por
-un particular contra un inspector de caminos y calles! contra un
-funcionario! contra un hombre público! contra un representante de la
-autoridad! Qué comedia! Y el artículo 75 de la constitucion del año VIII?
-
-Cosa estraña, y que me sorprendió á mi mismo, estas últimas palabras las
-pronuncié en francés. Estos sajones son tan groseros, tan ignorantes en
-administracion, que su lengua es impotente para producir palabras tan
-espléndidas, como las que hacen la gloria y la grandeza de las razas
-latinas.
-
---El emplazamiento es para hoy, dijo Fox, con una sangre fria que me
-desarmó. Espero que lo aceptareis para no retener inútilmente á mi
-cliente en la ciudad. Dentro de un cuarto de hora nuestro nuevo Juez de
-Paz, vuestro amigo, Mr. Humbug, terminará este negocio, que, á decir
-verdad, no lo es tal.
-
---Qué! os obstinais en pretender que yo soy responsable de los accidentes
-de la calle?
-
---Quién ha de serlo entónces, si no lo sois vos? repuso el _attorney_.
-No habeis solicitado vos mismo y aceptado las funciones de inspector? No
-sois vos el ajente y el servidor del pueblo que os ha elejido? Si hay
-neglijencia, á quién la culpa, y quién debe sufrir?
-
---La cuestion no es esa, repuse con justo orgullo. Yo no soy un
-empedrador, un obrero á merced del que le paga, soy un oficial del
-Estado, un miembro de la autoridad que gobierna, un delegado del soberano.
-
---Vos sois el vijilante de los empedradores, dijo Fox, vijilante nombrado
-por los ciudadanos, y por lo tanto sois responsable ante los que os
-nombran. Conoceis algun pais del mundo donde las funciones existan para
-provecho de los administradores, y no para provecho de los administrados?
-Por mi parte, solo conozco la China con sus mandarines.
-
---Ignorante, esclamé! leed la ley.
-
---Leedla mas bien vos, respondió Fox, está en cabeza del emplazamiento.
-
---Leí el artículo, y bajé la cabeza. Fox tenia razon. Yo habia caido en
-el lazo de mi loca ambicion.
-
-Ese pretendido honor que lisonjeaba á mi mujer, á mi hija, y aun á mí
-mismo, no era sino una carga llena de inquietudes y peligros. Yo era
-esclavo de esa multitud, á la cual saludaba la víspera como triunfador.
-En aquel abominable pais, el pueblo es el que manda y el funcionario el
-que obedece. Si lo hubiera sabido!
-
-Una reflexion me devolvió el valor. Por muy atrasados que los Yankees
-estén, decia yo para mis adentros, no son del todo bárbaros. En Francia,
-en el hogar de la civilizacion, tenemos cuarenta mil leyes que se
-contradicen; haga lo que haga, la autoridad acaba siempre por encontrar
-quien le dé la razon; quién sabe si en los Estados-Unidos no hay tambien
-un _Boletin de las leyes_? Consultaré un abogado.
-
-Bajemos, dije al _attorney_. El tribunal ha de estar abierto: Humbug nos
-juzgará. Si pierdo mi pleito, sabré al menos á qué atenerme respecto á
-esta decantada libertad americana con que me aturden. ¡Chistosa libertad
-por cierto es la de un pueblo donde la autoridad, es decir, la nacion
-hecha hombre, se inclina ante la decision de un juez de paz!
-
-En la calle hallamos al cuácaro, siempre impasible. A una señal de Fox,
-siguiónos en silencio. Marta acercóse á mí suspirando.
-
---Amo, dijo, en este mismo empedrado fué donde nos caimos el otro dia tu
-hija y yo.
-
-¡Oh poder de una palabra! A estas sencillas palabras mis ideas se
-trastornaron: ¡Susana, Susana mia, tú eras quien perturbaba mi
-conciencia! Cierto, yo tengo una fé política á prueba de las locuras
-modernas; con la cabeza en el cadalso, sostendria contra todo el mundo
-que la autoridad no se equivoca jamás,--que está perdida si se deja
-discutir. Que un caballo, y hasta un cristiano se rompa el pescuezo
-en un empedrado mal tenido, es una desgracia; ¡pero qué importa! ¡Los
-caballos pasan, los principios quedan! El interés general está arriba
-de esas miserias del interés particular.--Hé ahí el dogma conservador
-que me han enseñado; yo lo profeso, y sin embargo, cuatro dias antes, la
-vista de mi hija herida habíame hecho olvidar mi símbolo. Yo tambien, en
-mi loca cólera, hubiera querido encontrar delante de mí un funcionario
-responsable, y si lo hubiese tenido habria obrado como aquel miserable
-cuácaro, salvo la memoria de dos mil quinientos francos. ¡Qué débil es
-nuestro corazon, y cuan infestados no estamos del veneno republicano!
-
-Humbug estaba en su gabinete; entramos en él, Marte no se habia separado
-de su bien amado. ¿Era este un nuevo enemigo conjurado contra mí?
-
---Buen dia doctor, gritó Humbug apenas me vió á lo lejos. Muy bien os
-sienta á vos el honrar con vuestra presencia mi modesto tribunal. Nunca
-se enseñará demasiado á los hombres á respetar la justicia, hermana de la
-relijion:
-
- _Dicite justitiam moniti et non temmere Divos_.
-
---Señor majistrado, le dije, no es un amigo sino un litigante quien
-comparece ante vos.
-
---Un pleito, dijo él á su vez, frunciendo su tupido entrecejo. Habeis
-olvidado la sábia leccion de nuestros padres? Para poner ó aceptar un
-pleito, se necesitan seis cosas: _primo_,--una buena causa; _secundo_,
-un buen abogado; _tertio_, un buen consejo; _quarto_, buenas pruebas;
-_quinto_, un buen juez, y _sexto_, una buena suerte. Reunir todas estas
-condiciones es cosa tan casual, que yo aconsejo á todo el mundo el
-atenerse á esta máxima del Evanjelio. “_Si alguien quiere pleitear contra
-tí para quitarte tu vestido, dale todavia tu manto._” Ganareis con ello
-la tranquilidad de espíritu, y ademas de esto los gastos de justicia.
-
-Mientras que Humbug firmaba algunos papeles, apercibí en un rincon á
-Seth y á Marta en gran discusion. Las pocas palabras que cojia al vuelo
-no me permitian entender su diálogo. Seth hablaba de _insulto_, de una
-buena ocasion, de _arreglos de familia_. Marta suspiraba y jesticulaba,
-hablaba de _honradez_ de _Biblia_ y de _casamiento_. Era visible que
-los dos tórtolos se picoteaban. Bravo Marta, ella al menos habia tomado
-á lo sério esa Biblia que leía todos los dias. Su fidelidad doméstica
-triunfaba de su amor, y quizá tambien no la disgustaba asegurarse antes
-del casamiento de quien seria el dueño de casa.
-
---Escojed, pues, dijo ella, apartándose del cuácaro con un jesto de
-impaciencia.
-
---Veamos, veamos, respondió Seth, un poco de calma.
-
-Y esto diciendo, acercóse tranquilamente á Fox, que no tuvo trabajo en
-demostrarle que para un hombre prudente hay siempre beneficio en perder
-una mujer y ganar un pleito.
-
-El escribano anunció que la hora de la audiencia habia sonado.
-
-Entremos, dijo Humbug; doctor, os doy el primer turno. Los pleitos son
-como las muelas enfermas; es menester librarse de ellas lo mas pronto
-posible; una vez arrancadas, pronto se las echa en olvido.
-
---En qué consiste, preguntéle, que hay tan poca jente en la sala?
-yo creia que en un pais libre la justicia era el gran asunto de los
-ciudadanos.
-
---Querido doctor, repuso el juez de paz, veis esos tres taquígrafos que
-preparan su papel y su pluma? Os diré, pues, como lord Mansfield en
-otra ocasion: “El pais está ahí.” Estad tranquilo, antes de dos horas
-todo París se ocupará de vuestro pleito. La publicidad de la justicia
-es la publicidad de los diarios. Suprimid el extracto y sereis juzgado
-en secreto, estrangulado entre dos puertas aunque haya trescientas
-personas de por medio. El foro de un pueblo de treinta millones de
-almas, el nuestro, es el diario. Merced á él, el menor litigante, el mas
-oscuro criminal, tiene por juez, por testigo y abogado, al pais entero.
-La prensa, mi buen amigo, creédselo á un viejo periodista, es la única
-garantia de la justicia y de la libertad.
-
-En estas palabras de Humbug, yo no ví sino una cosa, ese diabólico
-tablero que iban á levantar en la calle, á fin de divertir á todo París,
-con mi mala ventura. Para librarme de tal fastidio, tomé una heróica
-resolucion. Perderé mi pleito, me dije, pero pondré á los que se rien de
-mi parte.
-
-Iba á hablar; pero Fox ya habia leido sus conclusiones y comenzado su
-alegato.
-
---Hay, dijo ajitando su brazo del lado mio, hay ciertos hombres, que
-sin jenio, sin talento, sin capacidad; pero aflijidos por una ambicion
-ridícula ó por una comezon mal sana, mendigan el sufrajio popular,
-imajinándose que las funciones públicas son hechas para satisfacer su
-pueril vanidad.
-
-Este exordio me bastaba; curábame poco de que imprimieran lo que pudiera
-venir en seguida.
-
---Permitid, le dije....
-
---No me interrumpais, esclamó con su mas agria voz, y poniéndose en jaque
-como un gallo cuyas plumas se encrespan, no me interrumpais, volvió á
-repetir.
-
---Perdonad honorable _attorney_, repuse yo, antes de pleitear es menester
-que haya un proceso, aquí no lo hay.
-
---Señor juez, continué, nombrado inspector desde hace cuatro dias, podria
-escusarme con la novedad de mis funciones, y acusar á mi predecesor de
-una neglijencia de que yo no soy culpable; pero Dios no permita que un
-oficial público, un mandatario del pueblo incurra en semejantes chicanas.
-El cargo obliga; yo quiero ser el primero que dé el ejemplo del respeto
-á la ley. Me reconozco responsable de un accidente que lamento, es pues
-inútil que ataqueis á un hombre que no sueña en defenderse siquiera.
-
---Muy bien esclamó el cuácaro, incapaz de contenerse. Amigo Daniel, tú
-eres un funcionario segun el corazon de Dios: un Booz, un Samuel; dame
-los quinientos _dollars_ ó una fianza bastante y me declaro satisfecho.
-
---Un poco de paciencia, repliqué yo; estoy pronto á pagar sobre tablas
-toda indemnizacion lejítima; pero no quiero discutir siquiera esa
-indemnizacion. Defiero el juramento á mi adversario; que este buen
-cuácaro sea el que por sí mismo fije la cifra del daño que le he causado.
-
---No acepto, gritó Seth, furioso y turbado, me gusta mas pleitear; mi
-abogado me habia prometido un éxito completo. Un cuácaro presta acaso
-juramento? Daniel, no lees el Evanjelio? Cristo ha dicho: “No jures en
-manera alguna, ni por el cielo, porque es el trono de Dios; ni por la
-tierra, porque esta le sirve de escabel á sus pies; ni por Jerusalem.”
-
---Basta, dijo Humbug; acabe ahí ese _canto_ inútil. No se te pide que
-digas en presencia de Dios, y como Cristo lo enseña: _esto es_ ó _esto no
-es_. Entra en tu conciencia, piensa en tu salud. Te exijo la verdad, toda
-la verdad, solo la verdad. Con todo lo cual, Dios te ayude.
-
-El cuácaro se rascó la cabeza y miró á su abogado con aire lastimoso. Fox
-permaneció mudo. Seth se volvio, y viendo á Marta de pié y silenciosa
-cerca de él, palideció y se puso á balbucear. Su conciencia, su interés,
-su amor, sostenian una terrible batalla; y es menester decirlo para honor
-del cuácaro, el interés no llevaba la mejor parte.
-
---Aquí está el memorial, dijo él, los hechos son exactos, pero
-naturalmente en el precio algo se puede rebajar. Las baras no eran
-nuevas; sin embargo será necesario componerlas. Cinco dollars, no es
-mucho, no es verdad, Marta?
-
-La muchachona hizo una señal con la cabeza como la estátua del comendador
-en la Opera de D. Juan.
-
---Pongamos cinco _dollars_, repuso el cuácaro con tono lamentable. El
-caballo ya estaba maltratado, pero la llaga ha vuelto á abrirse. Esto
-vale muy bien cinco _dollars_, no es verdad, Marta?
-
---Para mí, continuó, no pido nada; pero mi pantalon está roto y he
-perdido mi dia. Pongamos diez _dollars_, no te parece Marta?
-
---Y el abogado, gritó Fox, vas á olvidarlo?
-
---El abogado, repuso el cuácaro, dichoso de descargar el furor de su
-avaricia contra alguien; el abogado es un tonto que me ha dado un
-mal consejo. Cinco _dollars_, en pago de diez palabras inútiles, es
-demasiado, qué dices Marta?
-
-Y los ojos de Seth resplandecieron viendo que su bien amada echaba á la
-risa el percance de Maese Fox.
-
---He aquí los veinticinco _dollars_, dije yo á mi turno, felicitándome de
-quedar á mano á tan poca costa.
-
---Ah! Marta, esclamó el cuácaro, que ruina es la conciencia. Seguro
-estoy de que no la tienen las jentes que hacen fortuna, y si la tienen no
-se sirven mucho de ella que digamos.
-
---Silencio, hijo de Belial! dijo Marta; bendito sea el cielo que me ha
-colocado cerca de tí.
-
---Bravo! doctor, me dijo Fox haciendo una respetuosa reverencia, sois
-pasablemente artéro, y no es poca dicha para nosotros que no seais
-abogado.
-
---Pues estais equivocado, cófrade, repuse yo sonriendo, soy del oficio.
-
---Como así? dijo Humbug.
-
---Hace algunos años hice una memoria de medicina legal á propósito de
-las mujeres que dulcifican indefinidamente el carácter de sus maridos, á
-fuerza de láudano discretamente administrado. Esto me valió un díploma
-de la universidad de Kharkoff; soy abogado y doctor en derecho entre los
-cosacos.
-
-Cófrade, dijo Humbug, con tono solemne, hacedme el honor de sentaros
-á mi lado, y vosotros, señores estenógrafos, no olvideis este hecho
-maravilloso. Un médico, doctor en derecho de la universidad de Kharkoff,
-es cosa que no se vé sino en América. Estoy seguro de que en toda la
-vieja Europa no se hallaria un fénix semejante al que poseemos en
-París....en Massachusetts. Kharkoff, señores, no lo olvideis, Kharkoff!
-
-
-
-
-CAPITULO XXIII.
-
-La audiencia de un Juez de Paz.
-
-
-Sentéme al lado de Humbug, teniendo cuidado de echarme respetuosamente
-para atrás; y mientras despachaban asuntos civiles sin importancia, me
-puse á examinar la sala y los actores.
-
-No habia estrado para que el majistrado quedára mas alto que el
-justiciable; una simple barra de madera separaba al tribunal y al
-público. Humbug estaba sentado detrás de un gran escritorio, y á su
-lado escribía el _clerc_ ó escribano. Frente al juez habia una especie
-de palco con reja destinado al acusado; un poco adelante del acusado
-habia una mesa para el querellante y los testigos. Nada mas. Lo que
-aumentaba la simplicidad del espectáculo, era que nadie llevaba traje
-especial. Humbug estaba de frac negro, sentado y con el sombrero puesto;
-los abogados no tenian ningun distintivo particular. Allí no se veían
-ni capelo, ni toga, ni pelucas. Aquel pueblo primitivo tiene una fé tan
-injénua en la justicia, que cree en ella sin ceremonias. Siéntese en
-todas partes la grosería puritana. Añadid que habia un puesto de honor
-para los estenógrafos. Ellos son los que representan al pueblo, vijilando
-á sus majistrados y juzgando á la justicia. Oh democrácia! y son esos
-tus trofeos? Y sin embargo, no hay un pais donde se lleve mas lejos el
-respeto á la ley y la confianza en el majistrado. Es una de esas rarezas
-que prueban hasta la última evidencia que el Sajon ha sido creado para
-la libertad, así como el Francés para la guerra y el Aleman para las
-cóles, el jamon y la filosofía. Suponer que tan fuerte alimento conviene
-á todos los estómagos fué la locura de nuestros padres. Los pobres, no
-adivinaron en su ignorancia que hay razas _individualistas_ y razas
-_centralistas_ (qué dos lindas palabras!), las unas hechas para cernirse
-solitariamente en el espacio á la manera del Milano; las otras para vivir
-en rebaños y ser esquiladas como los carneros. La política, la relijion,
-la filosofía, la libertad, son cuestiones de historia natural, variedades
-que distinguen al _homo civilizatus_ entre todas las bestias de dos ó
-de cuatro patas. Admirable descubrimiento! Eterno honor de los grandes
-injenios de nuestros tiempos.
-
-Así que hubo terminado la lista de los pleitos civiles, hicieron entrar
-á un acusado en el palco. Era un jóven pálido, de largos cabellos y
-aire afeminado é impudente. Interpelado por Humbug, dijo su nombre y
-su domicilio y que pleiteaba _no culpable_.[50] Sentóse en seguida, y
-pasando la mano por los bucles de sus cabellos, miró á sus acusadores con
-desdeñosa sonrisa.
-
---Señor majistrado, dijo un _policemen_[51], teneis delante de vos á uno
-de los mas hábiles rateros de la ciudad; entre la multitud donde le hemos
-aprehendido habian cortado seis bolsillos en un cuarto de hora. Al fin
-hemos cojido á este pícaro, que no nos era desconocido; en el forro de su
-frac tenia estas grandes tijeras; pero en sus bolsillos no hemos hallado
-nada.
-
---Hay algun otro testigo, alguna otra prueba? preguntó el juez.
-
---Nó, señor majistrado.
-
---Entónces, haced salir á ese _gentleman_[52], y otra vez procurad ser
-mas hábiles.
-
-El ladron saludó á Humbug, y se retiró tranquilamente, como un hombre que
-no ha dudado un punto de su absolucion.
-
---Cómo! le dije yo á Humbug, así soltais á ese pícaro?
-
---Sin duda, no hay cuerpo de delito.
-
---Pero, y la mala reputacion de ese miserable, y esos bolsillos cortados
-y esas tijeras? Qué! no son pruebas?
-
---Nó, repuso Humbug; esas son simples presunciones. Es muy probable
-que ese hombre haya entrado entre la multitud para robar; pero la ley
-que castiga el crímen no castiga la intencion. Ella deja lugar á la
-hesitacion, al miedo, á los remordimientos. Si fuéramos á condenar á
-las gentes por sus intenciones, cuál es el hombre de bien que no habria
-merecido ser colgado diez veces en su vida? Y por otra parte, si le dais
-al juez el derecho de leer en el alma del acusado, qué es la justicia
-humana, sino una hipócrita arbitrariedad? El acto culpable deja de
-constituir el delito, y es el capricho ó la preocupacion del majistrado
-el que lo constituye.
-
---Dichoso pais, esclamé, donde la ley proteje al ladron.
-
---Mas proteje al inocente contestó Humbug.
-
---Con vuestro sistema de inquisicion, quién escaparia á los
-ódios privados ó á las venganzas políticas? Con vuestro derecho
-de interpretacion, qué juez no estaria espuesto al error y al
-arrepentimiento? Temis es ciega, amigo mio,--ni oye, ni siente. Si
-quereis que obre, echad en su balanza un cuerpo de delito, alguna cosa
-material, pesada, que haga inclinar el platillo; pero presunciones,
-intenciones, recuerdos enojosos, nada de esto tiene peso.
-
- _Sunt verba et voces, prætereaque nihil._
-
-En aquel momento, una especie de hércules vestido de _policeman_, entró
-en la audiencia, asiendo del cuello á un hombrecito que jesticulaba como
-un diablo en una pila de agua bendita; no garantizo la exactitud de la
-comparacion. El jigante empujó vigorosamente al enano en el palco; en
-seguida, acomodándose el frac, cuyo cuello se habia roto, y limpiándose
-la cara toda arañada:
-
---Ved lo que hay, señor majistrado, dijo con voz jadeante; es un rebelde
-lo que os traigo.
-
---Perdon, dije yo á Humbug; supongo que no vais á juzgar sobre tablas un
-delito flagrante cometido fuera de la sala.
-
---Por qué nó? repuso el juez, sorprendido de mi pregunta.
-
---Y las formas, esclamé. Comenzad por poner á ese hombre preso, dejad que
-la policia levante un sumario, en seguida haced deponer una queja, sobre
-esa queja proceded á una fria y séria instruccion; hecho esto, fiscalizad
-esa misma instruccion, para no dar cabida al error, ni á la pasion. Tomad
-quince dias, tomad un mes, tomad tres meses, si es menester, el tiempo no
-es nada; pero observad las formas; ellas son las garantias de la libertad.
-
---Estad tranquilo, doctor; vamos á hacer la instruccion en la audiencia,
-en público, con el pais por testigo. Semejante luz disipa todo error y
-toda pasion.
-
- _Solem quis dicere falsum Audet._[53]
-
-El acusado tendrá todas las garantias que pedis, salvo la prision
-preventiva, en la que supongo no tiene tanto interés como vos.
-
---Pues es el caso, continuó el _policeman_, que yo llegué ayer de
-mi provincia, y que haciendo esta mañana mi primera ronda, acudió
-á mí este señor muy apurado, respirando apenas y colorado como una
-remolacha--“_Policeman_, me gritó; al fin os encuentro! Pronto, pronto,
-socorro; hay necesidad de vos. “Qué hay?” le contesté. “Hay, respondió,
-que van á cometer una muerte abominable, si vos no os interponeis. Veis
-aquel jentío que se revuelve; allí hay un hombre que apalea su mujer
-con un garrote. Escuchad, gritan al asesino! Corred pronto, evitad una
-desgracia.”
-
---Y quién es ese particular? le pregunté yo.
-
---“No es grande, me contesta, pero es un salvaje.” Bueno le dije, he
-visto peores aun.
-
-Abreviad, dijo Humbug.
-
---Voy á acabar, mi majistrado; corro y me abro paso por entre la
-muchedumbre, que no se movia; el hombre estaba allí, descargando sendos
-garrotazos sobre la cabeza de su mujer.
-
---Le habeis arrestado?
-
---No, mi juez, dijo el hércules rascándose la oreja y bajando la voz;
-era.... era Polichinelle.
-
---Continuad, dijo Humbug mordiéndose los lábios, mientras que el público
-reía de buena gana á la vez que el acusado.
-
---Sí, mi majistrado. Vuelvo á mi puesto, un tántico contrariado, como era
-natural. Y entonces llegan todos los pilluelos de la ciudad, encabezados
-por el señor, y silvando á cual mas. “_Policeman_, me gritan, os llaman;
-al asesino! al matador! Polichinelle mata su mujer!” Yo me dije: “Me han
-jugado una farsa, la ley no la prohibe; he caido en el lazo, callémonos;
-es menester que uno pague su aprendizaje.” Sigo caminando pacíficamente,
-como si nada hubiera pasado, cuando este señor, que á lo que parece
-le han pagado para que divierta la ciudad, se planta delante de mí, y
-me dice en alta voz: “Te conozco, te conozco, tú eres un ladron, un
-asesino!” Yo, le grito. “Sí, tú, me contesta. Ciudadanos, os pongo á
-todos por testigos y jueces. Decid si no ha muerto un Ourang-outang para
-robarle la cara?”
-
---Muy bien señor, le dije, ahora me toca á mí: eso es un insulto, tengo
-la ley en mi favor. Seguidme ante la justicia. Quiere huir, y le detengo
-del cuello; él me contesta con una trompada en la cara; le tomo, pues, en
-mis brazos y aquí está sin rotura. No hay mas!
-
-El acusado se levantó muy corrido, declaró que no negaba los hechos, y
-se escusó de su resistencia, diciendo que no habia creido que cometia un
-delito jugando como Polichinelle.
-
---Os equivocais, señor, contestó Humbug con tono chocarrero. Si
-conociérais mejor á vuestro digno modelo, sabriais que despues de cada
-una de sus proezas se le pone preso en una caja cuidadosamente cerrada.
-Seré menos severo con vos; todo no os costará sino diez _dollars_
-de multa, y diez _dollars_ por los perjuicios causados á este bravo
-_policeman_. Dadle las gracias por su bondad, que si hubiera apretado los
-dedos erais hombre muerto.
-
-El hombrecito sacó de una grasienta cartera algunos billetes, que de
-bastante mala gana dió al escribano; salió suspirando, saludado afuera
-por los silbidos de la multitud que aplaudia al _policeman_. Esta vez
-Goliat habia batido á David; es cierto que habia hecho entrar á la
-justicia en juego.
-
-Despues del caballero de madame Polichinelli, desfilaron delante de
-nosotros los infalibles de la policía correccional: mendigos, vagabundos,
-borrachos, calaveras, pendencieros, caballeros de industria, jugadores
-y otros pillos; era aquello un cuadro vivo de todas las miserias y de
-todos los vicios. Viendo la rapidez y seguridad con que Humbug instruía
-y juzgaba cada asunto, viendo sobre todo como el condenado aceptaba sin
-quejarse, un castigo previsto,--me reconcilié con el modo de actuar de
-los americanos. La publicidad de la instruccion criminal podría muy
-bien ser uno de esos descubrimientos modernos que suprimen el tiempo.
-Apoderándose en su primer fuego de las palabras de todas las partes, en
-lugar de coagularlas en un papel que no conserva de ellas ni el sonido
-ni el sentido; poniendo frente á frente acusados, acusadores, testigos y
-abogados, el juez americano condensa en algunos instantes la verdad, que
-entre nosotros se evapora muchas veces en los mil canales que la enfrian.
-Hacer buena y pronta justicia sin menoscabar la libertad,--hé ahí el
-problema que estos Yankees han resuelto. La ciencia nos ha engañado á
-nosotros,--la casualidad les ha servido á ellos.
-
-Habia un punto, sin embargo, sobre el cual me quedaba algun escrúpulo. Le
-pregunté á Humbug si no estaba espantado de su poder. Tener asi en sus
-manos la fortuna, el honor, la libertad de tantos acusados, disponer de
-todo ello por sí solo,--es una responsabilidad terrible.... No valdria
-mas dividirla?
-
---Nó, repuso Humbug, se opone á ello el interés de la justicia. Formar un
-tribunal de tres ó cuatro jueces, no es multiplicar la responsabilidad,
-es dividirla; el acusado pierde en ello su mejor garantia. Siendo solo y
-estando bajo las miradas del público, me parece que Dios me mira; siento
-toda la santidad del deber que desempeño. Cuantos mas cofrades tuviera,
-tanto menos comprometido me creeria. Qué es una tercia, una quinta, una
-segunda parte de responsabilidad? Y si el juicio es inícuo ó cruel, con
-quién se entenderá la opinion?
-
---Sin embargo, le dije, ved el jurado.
-
---Es el ejemplo que iba á citaros, me dijo. En este pais la mayoria es
-soberana; el número, es el que hace la ley en todo. Solo la justicia está
-fuera de esta condicion. El acuerdo de once jurados, no puede arrebatarle
-al acusado ni la vida, ni el honor; basta la abstencion de un solo hombre
-para tener en jaque su veredicto. De dónde proviene esto? Es que aquí hay
-una cuestion moral,--no un problema de aritmética; la voz que absuelve
-tiene mas peso quizá que las once que condenan. Así, lo que el lejislador
-pide, no es la mayoria,--es la unanimidad. Lo que él necesita, no es una
-responsabilidad dividida en doce partes,--son doce responsabilidades.
-En esto no hay, como lo veis, ni apariencia de escepcion; es siempre
-la misma regla; pero reforzada: unidad de juez, ámplia y completa
-responsabilidad.
-
-Este razonamiento me sorprendió, siempre había creido que la unanimidad
-del jurado era uno de esos viejos restos de barbárie feudal, que nos
-divierten á espensas de la Inglaterra, haciéndonos sentir mejor nuestra
-superioridad. Humbug turbaba la serenidad de mi fé. En vano traia á mi
-memoria las sábias palabras de Montaigne: “Oh! que dulce, que muelle y
-que santa cabecera es la ignorancia y la falta de curiosidad para reposar
-en ella una cabeza bien hecha!” La duda es como la lluvia, ningun viajero
-se escapa de ella. Franceses! quereis guardar ese lejítimo orgullo, esa
-pura satisfaccion de vosotros mismos, que hace vuestra fuerza y vuestro
-placer? Pues no perdais nunca de vista vuestras veletas!
-
-Un movimiento que se hizo en el auditorio,--movimiento seguido de un
-largo murmullo, nos anunció la llegada de un personaje importante. Un
-hombre gordo se adelantó majestuosamente, la cabeza levantada, medio
-cerrados los ojos, soplando á cada paso, sin mirar á nadie. Llegado que
-hubo á la mesa de los demandantes, saludó á Humbug con un jesto familiar
-y aire de proteccion. Era el banquero Little, en cuyas hinchadas mejillas
-se leía la insolencia de sus veinte millones.
-
-Tras él, dos _policemen_, conducian á un hombre de gran estatura,
-flaco, de cara desencajada, de ojos ardientes y aire de jugador que ha
-arriesgado su vida parando á una carta, y que ha perdido. Dejóse caer en
-el asiento de los acusados, y se ocultó la cara entre ambas manos.
-
---Señor, dijo el banquero, esta mañana han presentado en mi casa esta
-letra de dos mil dollars, que pongo sobre vuestro escritorio. Mi cajero,
-que es un mozo intelijente, vos lo conoceis, Humbug, no hallando este
-pago indicado en el cuadro de vencimientos, ha tenido la idea de traerme
-el billete, no obstante la insignificancia de la suma. El nombre del
-jirante, los endoces, mi aceptacion, todo es falso. Desde esta mañana,
-ya se han presentado tres veces con billetes semejantes, que han tenido
-cuidado de no dejarme. Es un golpe combinado entre cierto número de
-pícaros. Han calculado que me nombrarian intendente municipal, que hoy
-estaria ausente y que mi cajero no se atreveria á rechazar jiros con mi
-firma al pié. He cojido al señor; ahora toca á la justicia descubrir sus
-cómplices.
-
---Acusado, dijo Humbug, teneis algo qué contestar? Ved que se tomará nota
-de todas vuestras palabras, y que se hará uso de ellas en contra vuestra;
-reflexionad antes de hablar.
-
---Por ahora, nada tengo que decir, murmuró el acusado.
-
---Entonces me obligais á enviaros ante la corte de _assises_ por
-falsario, añadió Humbug con voz conmovida. Podeis presentar dos fianzas
-de cinco mil dollars cada una? De lo contrario me veré obligado á poneros
-preso.
-
---Veré de encontrar fiadores, respondió el acusado.
-
---Muy bien. Subid en carruaje con dos _policeman_, y ved á vuestros
-amigos. A vuestro regreso, iremos con vos mismo á inspeccionar vuestros
-libros, tomando otras precauciones del caso.
-
---Vais á dejar en libertad á ese falsario? le dije á Humbug. No veis
-que tiene cómplices, que los advertirá y lo que es mas, no veis que se
-escapará?
-
---La ley, respondió el juez, no establece la prision preventiva sino para
-los crímenes que llevan aparejados la pena capital. En todo lo demas,
-se remite á la discrecion del juez. Por qué quieres que le quite á ese
-hombre el medio de defenderse? Será para que comparezca como víctima ante
-la corte de _assises_, y para que el interés se adhiera, no al robado,
-sino al ladron? Serán necesario pruebas, espertas averiguaciones; puede
-esto, hacerse á tientas en ausencia del acusado? No tiene acaso el
-acusado el derecho de discutir y criticar todos los cargos amontonados
-contra él? La instruccion criminal, no es una pena, es la averiguacion de
-la verdad.
-
---Con vuestra falsa humanidad, esclamé, desarmais la sociedad; no es así
-como yo entiendo la justicia.
-
---Cómo la entendeis pues? preguntó Humbug.
-
---Permitidme una comparacion, repuse. En la sociedad lo mismo que en un
-bosque, hay aves de rapiña y animales de presa; son los enemigos que la
-policia y la justicia buscan constantemente para cazarlos. La policia los
-acecha, la justicia los espera al paso; el majistrado, cazador hábil,
-abate y destruye esa ralea maldita. Pedidle al lobo una fianza, ofrecedle
-un salvo conducto al zorro, vereis qué se hacen los carneros y los pollos.
-
-Protejer á las jentes de bien, es el primer deber de la justicia; á los
-malos no les debe sino castigo y esterminio.
-
---Caro amigo, dijo Humbug, vuestras bromas son crueles.
-
- _Quænam ista jocandi_
- Sævitia.
-
-Si hay lobos entre los pobres humanos, lo que estoy lejos de negar,
-por lo menos tienen la misma piel que las ovejas; antes de matar al
-salteador, es menester reconocerlo. Esa obra requiere una mano mas
-delicada que la del cazador. La justicia, no es bajo otro nombre, sino
-la sociedad, madre de todos los ciudadanos; hasta la condenacion, ella
-cree en la inocencia de sus hijos. Esa confianza maternal no es una
-palabra vana; es una ternura activa que proteje y sostiene al acusado,
-sin abandonarle un momento. Vos creis sin duda que es el jurado quien
-castiga el crímen; desengañaos. La instruccion se hace entre nosotros de
-una manera tan franca, tan libre, tan jenerosa, que á decir verdad es el
-culpable el que se condena á sí propio, aceptando la expiacion. Seguid
-nuestras cortes de _assises_, vereis que lo que desarma al acusado, es la
-misma dulzura de nuestros procedimientos judiciales. Si se le ataca, se
-subleva; si se le insulta, se ultraja; el orgullo y la cólera sostiene
-al malvado lo mismo que al hombre de bien. Pero justificarse cuando solo
-los hechos acusan, esponer uno simplemente su conducta, dar cuenta de sus
-acciones, es el privilejio de la inocencia. Nada espanta á un criminal
-como el sentirse solo cara á cara consigo mismo,--teniendo por testigo y
-por jueces al presidente que lo proteje y al jurado que lo acusa. Así lo
-mas frecuente es que concluya confesando su falta ó encerrándose en un
-silencio obstinado lo que equivale á una confesion. Lo que vos llamais la
-debilidad de nuestras leyes, es lo que hace su virtud y su hermosura.
-
-No entiendo una palabra de vuestra filantropia quimérica, le contesté; no
-es asi como se entiende y se practica la justicia........
-
-En Kharkoff, entre los cosacos! interrumpió Humbug riendo; ya lo creo,
-esos caballeros no son cristianos.
-
-Son cristianos como yo, repuse, pero........
-
-Buenos dias mi juez, gritó, mientras encerraban en el palco á un
-hombre de figura violácea, con unos ojos tan resaltantes como los de
-una langosta de mar y una voz asmática y ronca: soy yo, Paddy, no me
-reconoceis?
-
-Dos veces, en cuatro dias, es demasiado, dijo Humbug.
-
-Escusad, mi majistrado, dijo el acusado, señalando á los
-_policeman_,--estos señores tienen la culpa. No tienen piedad con los
-pobres. Ayer, domingo, salgo para pasearme tranquilamente, llevando
-en la mano una botella de jinebra, á la manera de un cristiano que
-no quiere ponerse furioso por no haber hallado que beber en un dia
-sábado. Encuentro á este gran diablo allá, le pregunto políticamente el
-camino del hospital. “Lo tienes en la mano, me contesta.”--Esto, dije,
-enseñándole mi botella, es el consuelo de mi vida.--“Es tu enemigo repuso
-él.”--Eh bien, _policeman_ es menester amar á vuestros enemigos. Esto
-diciendo bebo á mi salud, y tropieso con Patricio O’Shea, un compatriota
-hijo de la verde Erin, muy enemigo de los Sajones. El domingo no
-encuentra uno un amigo sin boxear un poco con él: cosa de risa, no es
-verdad, mi juez? Todavia no sangrábamos cuando el _policeman_ me atrapa
-del hombro diciéndome: “Tienes tres _dollars_ qué pagar?” No, mi bolsillo
-tiene un agujero y mi mujer no lo ha compuesto.--“Si no tienes con qué
-pagar la multa, añade, porqué te bates?”
-
-_Policemen_, le contesté, teneis razon; cada cual debe divertirse segun
-sus medios,--con lo que me largo de bracero con Patricio, siempre
-amigos. Pero hé aquí que Patricio se pone á embromarme sobre las últimas
-elecciones; es demócrata.--“Tu juez, dijo, (era de vos,mi majistrado, de
-quien hablaba), no vale un píto; en cuanto al doctor se asegura que es
-brujo.”
-
-Como era natural le cierro la boca de un puñetazo; él me lo devuelve; yo
-le doy una sancadilla, y sas tras, doy con él en tierra:--Te ahorco, le
-dije, si no confiesas, y le aprieto el pescuezo para que confiese.
-
-Para que confiese qué, preguntó Humbug.
-
-Qué, mi juez! que vos valeis un pito y que el doctor no es brujo.
-
-Paddy, repuso Humbug, con aire serio, os damos las gracias por vuestra
-buena opinion respecto de nosotros; pero por haberos emborrachado y
-peleado en la calle tendreis que pagar diez _dollars_.
-
-Diez _dollars_! esclamó el borracho, de dónde quereis que los saque?
-
-Si no los encontrais de aquí á mañana, cinco dias de prision os dejarán
-chancelado.
-
---Y mi mujer, y mis hijos? murmuró Paddy.
-
---Ayer fué cuando debiste pensar en ellos, repuso el juez; hoy es ya
-tarde.
-
-Fariceos esclamé, al fin os sorprendo. Con que teneis dos pesos y dos
-medidas. Gracias á su dinero, el rico puede permitirse todos los vicios;
-el pobre tiene que espiar en prision el único crímen que no perdonais:
-la miseria. Es eso equidad? Para un mismo delito, yo no admito sino una
-misma pena; encerrad á todos los culpables ó no encerreis á nadie. La
-justicia no es sino otro nombre de la igualdad.
-
---Dichosos lójicos, dijo Humbug, admirables conductores de los pueblos!
-se os importa poco matar la libertad, con tal de conducirla en linea
-recta al abismo. El dia en que los astutos verdugos hicieron morir bajo
-el látigo á los nobles y á las mujeres, sospecho, sublime doctor de
-Kharkoff, que vuestro corazon palpitaria, esclamando: Gran victoria de la
-igualdad!
-
---No, no, repuse á mi vez; tengo horror al despotismo; quiero la igualdad
-que eleva, y no la igualdad que rebaja; pido que á los siervos se les
-trate como á nobles,--no á los nobles como á siervos.
-
---Muy bien, amigo mio, repuso el juez; pero aquí es donde comienza la
-dificultad. Hay siempre un punto en el que, á menos de imitar á Procusto,
-el mas perfecto de los lójicos, no llegareis nunca á la igualdad.
-
-Nuestras viejas leyes Sajonas, que vos encontrais duras, y yo hallo
-justas y suaves, siempre cuidan de tratar bien á la libertad. Escepto
-los crímenes atroces, ellas atacan la bolsa,--no á la persona culpable.
-Si el verdadero medio de contener al hombre arrastrado por la pasion es
-ponerle delante la responsabilidad que le espera, nada vale lo que las
-penas pecuniarias; creed en la esperiencia. Hay paises donde el adulterio
-es una gracia; la falta de fé un juego permitido; el duelo una proeza que
-honra hasta el malvado. Entre nosotros, no se seduce ni á la mujer ni á
-la hija del vecino, ni se mata á las jentes para reparar la injuria que
-se les hace. Por qué? Por la muy prozaica razon de que cada una de esas
-amables locuras cuesta quince ó veinte mil _dollars_. Nadie tiene interés
-en arruinarse para ser la fábula de la ciudad, y lo que es peor aún, un
-objeto de burla.
-
---Tal es la ley, cuya fuerza y sabiduria ha consagrado un uso diez veces
-secular. Pero qué hacer cuando el condenado no tiene nada? Debe dársele
-al pobre un privilejio de impunidad, sacrificar la libertad por amor
-á la uniformidad? Nuestros antepasados han decidido y nosotros hemos
-conservado su máxima: _El que no puede pagar con su bolsillo paga con su
-piel: luat cum corio_. Entre nosotros la multa es la regla, la cárcel la
-escepcion. Porqué? Porque la libertad es el principio; y á decir verdad,
-la cárcel no es sino un medio de ejecucion contra un deudor insolvente.
-Qué veis de injusto en todo esto?
-
---No veo la igualdad, repuse.
-
---Pues bien, doctor, sois ciego. Hay dos especies de igualdad: la una,
-que no conviene á las sociedades humanas,--es la igualdad material y
-brutal que no toma en cuenta ni la edad, ni el rango, ni la fortuna.
-Las mismas penas en condiciones iguales, es la igualdad absoluta, es
-decir, la suprema injusticia. La otra igualdad es la que proporciona el
-castigo,--no segun la definicion del delito, que no es sino una palabra,
-sino segun el acto mismo y segun la persona del culpable. Al rico una
-fuerte multa, al pobre una multa suave, y en defecto de paga algunos
-dias de prision,--es una ley en la que tanto la justicia y la igualdad
-verdaderas se encuentran consultadas no menos que la libertad.
-
---Paddy! esclamé llamando al borracho que levantó hácia mi sus grandes
-ojos con asombro: tomad estos diez _dollars_, buen hombre, idos en
-paz á vuestra casa, y no volvais á pecar. Hé ahí mi respuesta, añadí,
-volviéndome hácia Humbug: es una protesta contra la iniquidad de vuestras
-leyes.
-
-Es la justificacion de su escelencia, respondió él. Si por amor á la
-igualdad, hubiéramos establecido la prision como pena de la embriaguez,
-qué socorro hubiérais podido prestarle á esa interesante víctima? La
-multa, por el contrario, tiene el gran mérito que las almas tiernas
-pueden siempre correjir la dureza de nuestros juicios. Y digan lo que
-digan los lejistas, esa raza de corazon empedernido, cuando hay lucha
-entre la caridad y la justicia, es bueno que la última palabra se diga en
-favor de la caridad.
-
---Gracias, doctor, gritó Paddy, deshaciéndome los dedos entre sus manos;
-voy á beber á vuestra salud; el primero que se atreva á decir que sois
-brujo, lo aplasto, á fé de cristiano.
-
---Ved ahí un hombre correjido, dijo Humbug. Ahora si no hay nada mas á la
-órden del dia levantemos la sesion.
-
-De allí volvimos á mi gabinete, donde encontramos al Presidente de la
-corte, de _assises_ en una gran ajitacion.
-
---Os esperaba, le dijo á Humbug: héme aquí en un gran embarazo. El jurado
-está reunido, el _attorney_ jeneral me falta á su palabra. Me escribe que
-está en cama, retenido por tales dolores de entrañas que le es imposible
-levantarse.
-
---Entrañas.... un _attorney_ jeneral! Eso es inverosímil, esclamó Humbug.
-
---Amigo mio, no riais, y socorredme, dadme alguien que pueda reemplazar á
-nuestro acusador público.
-
---Tomad á este querido Daniel, dijo el juez, siempre dispuesto á
-reir. Es el hombre que buscais. Abogado y doctor de la universidad de
-Kharkoff. Un prodigio de gravedad, de inflexibilidad, de legalidad y de
-sentimentalismo. Teneis ahí en una sola persona,--un Coke, un Mansfield,
-un Erskine y demás.
-
---Venid pronto señor, dijo el presidente, tomándome el brazo; vos me
-salvais la vida.
-
---Permitid, le dije........
-
---No, no, interrumpió él, no escucho nada. Nada de falsa modestia; sois
-doctor, eso basta.
-
-Al mismo tiempo, Humbug me cojió del otro brazo; lleváronme á la sala,
-presentáronme al jurado, y me instalaron sin haber podido soplar una
-palabra. Humbug se puso despues de mi, y riéndose de mi percance, me
-mostró en el banco de la defensa á Fox estupefacto, que me miraba
-cerrando los ojos.
-
---No habia como desdecirse; la suerte que se burlaba de mi me condenaba á
-representar una nueva comedia: _el attorney por fuerza_.
-
-
-
-
-CAPITULO XXIV.
-
-Un attorney jeneral.
-
-
-Querido lector! Os ha empujado alguna vez al agua por sorpresa, una
-mano traidora, y sin saber nadar? Pues bien, entonces podeis haceros
-una idea de mi triste situacion. No me sentia en estado de decir dos
-palabras seguidas, pero retirarme hubiera sido ridículo; no habria habido
-bastantes silvidos para mi en toda la ciudad; resolví pues, armarme de
-paciencia y sostener mi papel hasta el fin.
-
-Saqué mi cartera, arranqué de ella algunas hojas y me puse á escribir de
-memoria algunas de esas bellas fraces que no dicen nada; pero que hacen
-el mayor efecto, cuando se las coloca á propósito en una improvisacion
-cuidadosamente preparada. Armado así, esperé la batalla, con la firmeza
-de un soldado que va al fuego, diciéndose que hará pié.
-
-El primer acusado que condujeron era un malvado abominable, que habia
-envenenado lentamente á su mujer, despues de haberle dictado un
-testamento; el crímen era flagrante y las pruebas irrecusables, de manera
-que el miserable ni siquiera tentó defenderse.
-
---Me defiendo _culpable_, murmuró con voz trémula, pálido el rostro y
-ojos de loco. La muerte, pido la muerte. Que me quiten la vida.
-
-La asamblea quedó en profundo silencio.
-
-Levantéme majestuosamente, puse mi lente á caballo sobre mi nariz, tosí
-tres veces, y teniendo mis apuntes en la mano izquierda, mientras movia
-mi brazo derecho cadenciosamente, comencé con voz baja y lenta:
-
-“Señor presidente, señores jurados:
-
-“_Nemo auditur perire volens_, no se escucha al que quiere morir, es
-una de las grandes y saludables máximas que nos ha legado la profunda
-sabiduria de nuestros venerables antepasados, sabiduria bien superior á
-la loca ciencia y á la orgullosa razon de las jeneraciones de hoy dia;
-_nemo auditur perire volens_ es una máxima que no ha sido inventada
-solamente, para protejer al culpable contra su propia desesperacion,
-sino para asegurarle á la sociedad la justa satisfaccion de una venganza
-lejítima.
-
-“Sí, señores, cuando un crímen execrable ha sido cometido; cuando nuestra
-admirable ciudad, rejuvenecida por el esplendor de esas gloriosas
-construcciones que hacen honor infinito al jénio prodijioso de nuestra
-hábil y sábia edilidad; cuando, decía, nuestra ciudad, Roma moderna, mil
-veces mas bella y mas grande que la Roma de los Césares, se despierta al
-amanecer, terrificada por la noticia imprevista de uno de esos horribles
-atentados que revelan una depravacion incalificable, fruto intoxicado de
-una civilizacion que las revoluciones y el periodismo han corrompido;
-entonces, entonces, señores, la justicia, que vela siempre, debe cumplir
-una mision sagrada, mision tan difícil como grandiosa. En defecto de una
-palabra fácil, en defecto de esa elocuencia majistral, gala de tantos de
-mis ilustres cólegas, que no nombro, teniendo en consideracion su exesiva
-modestia, los magistrados que al menos se inspiran en su conciencia traen
-á este recinto su enérjica conviccion, su humilde y firme abnegacion á la
-causa del órden, de las leyes y de la sociedad.
-
-“Aquí, señores jurados, se dá un grande y hermoso espectáculo, aquí
-vuelve á empezar en todos sus detalles, una trajedia, dolorosa sin duda
-para las jentes honradas, pero necesaria á la espiacion del crímen y á la
-edificacion del pais entero. En este drama espantoso, el libertinaje hace
-la esposicion, la avaricia llena el segundo acto, el veneno es su nudo,
-la instruccion, por su maravillosa habilidad, precipita las terribles
-peripecias, y así llegamos al desenlace fatal y próximo. Ese desenlace
-vengador, está en vuestras manos, señores jurados, vuestro veredicto no
-es dudoso. Abrumado, por el peso de su falta, vencido por la justicia, el
-culpable ha confesado todo; ahí está ante vosotros agobiado, herido por
-los remordimientos. Su condena está escrita sobre su frente malvada, como
-lo está en vuestros nobles corazones.
-
-“Que no crea que esa confesion forzada pueda librarle de la afrenta que
-ha merecido. En vano aparta su cabeza criminal, en vano aleja sus lábios
-impuros del cáliz amargo que su crímen execrable le ha preparado; la ley
-ciega y muda, la ley justamente inexorable, la ley santamente implacable,
-quiere que apure hasta las heces su maldad. Su suplicio es el castigo del
-pasado y la leccion del porvenir.”
-
---Basta, por Dios, basta, me dijo Humbug tirándome el faldon de mi frac:
-_Res sacra miser_[54], amigo mio.
-
-Dejadme pues, le dije, con un jesto de impaciencia. La acusacion nada
-tiene que hacer con la humanidad.
-
---“Es á nosotros, continué animándome, es á nosotros, ministros de la
-vindícta pública, es á nosotros representantes de la sociedad ultrajada,
-es á nosotros á quienes incumbe el penoso y santo deber de sofocar
-hasta las palpitaciones de nuestro corazon de hombre, es á nosotros á
-quienes toca remover ese fango y dominar invencibles desagrados, es á
-nosotros....”
-
-¡Imprudente! al hacer un jesto magnífico, alcé los brazos, abrí entrambas
-manos, y hé aquí que todos mis papeles caen en tierra y mi elocuencia con
-ellos; me agaché para recojer todo junto, pero el acusado aprovechándose
-de aquella casualidad desgraciada, se levantó bruscamente, diciendo:
-
---Señor Presidente, ¿hasta cuando sufrireis que el _attorney_ jeneral,
-juegue conmigo como un gato con un raton? La ley dice que sois el abogado
-del acusado; por qué dejais insultar mi miseria. Espero la sentencia, y
-no veo qué ganais con prolongar mi suplicio.
-
---Tiene razon, dijo un jurado mal enseñado, estamos aquí para hacer
-justicia no para oir un sermon.
-
-Quise hablar; el presidente me detuvo haciéndome una seña con la mano,
-y cubriéndose, pura y simplemente pronunció la sentencia del culpable,
-y la pena de muerte. No hubo ni resúmen, ni palabras bien sentidas, ni
-leccion dada al acusado, ni al jurado, ni al público, nada que aumentára
-la solemnidad de aquella escena palpitante de interés. Antes por el
-contrario, todo se hizo con una familiaridad de mal gusto y como pactando
-con el culpable.
-
---Condenado, dijo el presidente, en adelante no espereis nada de la
-misericordia de los hombres, no os resta sino implorar la justicia de
-Dios. ¿Cuántos dias necesitais para arreglar vuestros negocios y poner en
-órden vuestra conciencia?
-
---Bastarán tres dias, repuso, tengo prisa de acabar.
-
---¡Eh bien! contestó el presidente, dentro de cinco dias á contar de la
-hora presente, comparecereis ante el único juez que puede perdonaros.
-
-El condenado saludó al presidente con respeto y salió, lanzándome una
-mirada que me turbó. ¿No habia yo cumplido con mi deber? ¿Debe uno piedad
-hasta á los asesinos?
-
-Introdujeron al segundo acusado. Era este un pícaro descarado, que
-habiendo salido de la cárcel dos dias antes se habia hecho culpable de
-fractura, de robo y de tentativa de asesinato. Habia roto las ventanas de
-una casa de Montmorency, amenazando á una desgraciada sirvienta que la
-cuidaba y robádose todo, inclusive el carruaje y los caballos.
-
-La cara de aquel pícaro bastaba para hacerlo condenar. Era la maldad
-en persona. Veíase en él á un hombre para quien la sociedad no era mas
-que un enemigo, y que tenía tanto desprecio por la ley como odio por el
-majistrado; en una palabra, una de esas bestias salvajes que es menester
-matar para no ser devorados por ella.
-
---Acusado, dijo el presidente, ¿os defendeis culpable ó no culpable?
-
-La pregunta es diestra, repuso el ladron, con audaz indiferencia.
-¿Culpable ó no culpable? Ni vos ni yo podemos saberlo antes de haber oído
-á los testigos.
-
-Señores jurados, esclamé, ¿tenemos acaso necesidad de oír mas? Retened
-esa confesion. Hay ejemplo de que un inocente haya hesitado un instante
-en proclamar su no culpabilidad? Solo un bandido de profesion puede tener
-semejante descaro. Ved si ese miserable no lleva el sello del crímen
-impreso en su cara impudente.
-
---Protesto contra esa teoria, esclamó el defensor del acusado. Aquella
-voz perruna me hizo estremecer: una vez mas la irónica fortuna me ponia
-en frente de Fox, mi eterno enemigo.
-
---Sí, continuó, protesto y protestaré siempre, contra una doctrina que
-jamás ha sido recibida en los tribunales de la libre América. Vos no
-teneis el derecho de torturar las palabras de un acusado para sacar de
-ellas una condenacion. Vos no teneis el derecho de interpretar su porte,
-su jesto, el tono de su voz para deducir de ello su culpabilidad. Si
-permitido fuera invocar esos signos falaces que la pasion esplica á su
-antojo, ¿quién escaparia á la elocuencia de los señores _attorneys_
-jenerales? ¿Calla el acusado? son los remordimientos que le abruman,
-el silencio es una confesion.--¿Protesta con calma? es un descarado,
-el descaro es una confesion.--¿Se exalta, se chancea? es un insolente
-que ultraja la justicia; el insulto es una confesion. La debilidad, la
-enerjía, la humildad, el orgullo, las lágrimas, las cóleras, todo es
-confesion para los espíritus mal dispuestos, que solo ven las cosas de
-un lado. Eh! señores, comenzad por establecer los caractéres físicos de
-la virtud y del crímen. Cuando la ciencia haya realizado los sueños de
-Labater, condenareis á las jentes por su cara; hasta entonces dejad á los
-decidores de buena ventura, ese arte pérfido y peligroso. La justicia no
-conoce sino los hechos, no discute sino los hechos, no falla sino sobre
-los hechos. Ahí está su seguridad y su grandeza. Que el señor _attorney_
-jeneral guarde su talento para mejor ocasion. Pasemos al exámen de los
-testigos.
-
---Señor Presidente, esclamé yo, solo por respeto á la corte, es que he
-sufrido hasta el fin la impertinencia de esas palabras; un _attorney_
-jeneral no tiene lecciones que recibir de un abogado, requiero....
-
---Calma, señor, dijo el majistrado. A la defensa le es permitido todo
-salvo la injuria; las palabras del honorable abogado no esceden en nada
-el derecho de sus funciones. En cuanto á su doctrina es la que nuestros
-precedentes han consagrado. En todas nuestras compilaciones encontrareis
-esos principios que yo me hago un honor en profesar.
-
-Caí en mi asiento á la manera de un Titan fulminado. El presidente,
-convertido en apóstol de teorias que hacen descender la acusacion
-al nivel de la defensa; el presidente, desertor de nuestras filas y
-haciéndose cómplice del abogado, era el último golpe! Si esto es lo que
-los yankees llaman justicia, yo no la conozco ni por el forro. Recorred
-la Europa civilizada, y no hallareis allí nada semejante.
-
---Muy bien, me dijo el escelente Humbug, para darme un poco de valor.
-Hablais como un senador; pero con demasiado celo solamente. Moderaos, mi
-buen amigo, hareis mas efecto.
-
-No habia salido todavia de mi sorpresa cuando llamaron á los testigos;
-esperaba que solo el presidente los interrogára de concierto conmigo.
-Esperanza vana! El presidente era una estátua impasible; frente á él,
-el acusado guardaba el mismo silencio. Cuando quise interrogarle, un
-grito jeneral me enseñó que, segun la ley yankee, no hay favor sino
-para los pícaros. Cualquiera que hubiera visto al majistrado y al
-acusado inmóviles y mudos, habría dicho que ajenos á lo que pasaba en la
-audiencia, eran los jueces del campo. Los combatientes, ó mejor dicho
-las víctimas, eran los testigos, entregados á la merced del abogado,
-interrogados, desmentidos, vituperados, hostigados por un hombre sin
-carácter público y que no tenia otro título sino defender la dudosa
-inocencia de un pícaro envejecido en el crímen. En aquel trastorno de
-todas las ideas recibidas, cualquiera habria tomado al acusado por un
-testigo, á y los testigos por acusados.
-
-Una de las preguntas hechas por Fox me pareció tan impertinente, que me
-opuse á que el testigo contestára.
-
---Con qué derecho? esclamó Fox, siempre furioso.
-
---Olvidais le dije, que no os debo cuenta de ningun jénero: soy aquí el
-representante del Estado.
-
---Qué nueva químera es esa? repuso, con su insolencia habitual, en
-este recinto no hay Estado. Aqui no hay lugar sino para la justicia,
-admirablemente representada por la imparcialidad del majistrado y la
-sabiduría del jurado. Vos, sois tan abogado como yo. Yo represento al
-acusado, vos representais al querellante, á quien la sociedad os da por
-sosten. Vos no teneis un solo derecho que no me pertenezca á mí,--asi
-como yo no tengo un solo privilejio que vos no podais revindicar. Si de
-otra manera fuesen las balanzas de la justicia no serian de buena ley y
-la acusacion seria mas fuerte que la defensa; á qué estaria reducida la
-libertad del ciudadano?
-
---Señor presidente, dije, tambien es esa una de las teorías consagradas
-por vuestros precedentes?
-
---Señor attorney jeneral, repuso con tono pesaroso, vuestra pregunta me
-sorprende. En un pais libre puede acaso ponerse en duda la igualdad de la
-defensa y de la acusacion?
-
-No me quedaba mas recurso que callarme; dejé á Fox torturar á los
-testigos á su gusto. Una sola cosa me consoló. No hay abuso que, al
-lado de mil inconvenientes, no lleve aparejado alguna pequeña ventaja.
-Habituado desde la infancia á las rudas pruebas de la vida pública, los
-testigos no se dejaban intimidar por la aspereza de las preguntas que se
-les dirijian. En aquel duelo de palabras, Fox no siempre llevaba la mejor
-parte. Es verdad que tenia la piel dura; cada vez se levantaba con nueva
-rabia. Jamás se ha defendido la libertad de un hombre con una enerjía mas
-desesperada.
-
-Entre los testigos figuraba Seth el cuácaro, personaje importante en
-Montmorency, por su calidad de posadero. Seth le tenia mala voluntad
-al abogado desde el lance de por la mañana, y así sus contestaciones
-envolvian una malicia que me hizo sonreir apesar de mi mal humor.
-
---Conoces al acusado? preguntó Fox.
-
---Sí, dijo el cuácaro, le conozco por su desgracia y por la mia.
-
---¿Te atreverias á afirmar bajo juramento, que es un mal hombre?
-
---No he dicho nunca que le hubieran acusado de ser un mal hombre, repuso
-el amigo Seth con la mayor dulzura.
-
---¿Qué interés tenia en robar un carruage con caballos?
-
---Ninguno, que yo sepa, dijo el cuácaro. Hubiera hecho mejor en
-comprarlos y no pagarlos, á la manera de los honorables _gentlemen_.
-Quizá no tenia el crédito de ellos.
-
-Despues del posadero, vino el turno de la sirvienta; era esta una
-gordiflona rubia, de aire cándido y alegre; pero que no carecia de uñas y
-de pico, como toda hija de los campos.
-
---Vos pretendeis, dijo el abogado, que reconoceis al acusado; afirmais
-que os ha dirijido amenazas en términos mas que inconvenientes.
-
---Sí, señor, murmuró poniéndose colorada.
-
---Hablad mas alto, dijo Fox, los señores jurados no os oyen.
-
---No puedo, repuso toda turbada.
-
---Sí, podeis; haced como yo, gritad.
-
---Vos, es diferente, repuso, es vuestro oficio; desde chiquito os han
-acostumbrado á ello.
-
---Vos afirmais continuó Fox, que el acusado se ha servido de palabras
-abominables, tan abominables, señores jurados, que el pudor me impide
-repetirlas en público.
-
---Si, señor, dijo la muchachona, poniéndose cada vez mas colorada.
-
---Muy bien, repetid esas palabras á la corte y al jurado.
-
---Señor, dijo ella, irguiéndose, si vuestro pudor no os permite
-reproducir esas palabras, no comprendo como es que podeis suponer que el
-mio me lo permita.
-
---Muy bien, repuso Fox sin desconcertarse; el jurado apreciará. Habeis
-dicho que el acusado hablaba como un descarado. ¿Sabeis lo que es hablar
-como un descarado?
-
---Lo sospecho, repuso, mirando al abogado de tal manera que la asamblea
-se puso á reir y que Fox abandonó el testigo.
-
-Agotada la lista de los testigos, tomé yo la palabra; la cólera me
-hacia elocuente, lo sentia, y así me abandoné al placer de declamar.
-En una requisitoria que merecia ser estenografiada, hice la historia
-completa de aquel bandido. Le cojí del lecho para no dejarle sino ante
-el tribunal, donde iba al fin á recibir un justo castigo. Primero, le
-pinté á los tres años, como uno de esos niños malditos que no han hecho
-jamás sonreir á su madre; en seguida, le acompañé á la escuela, le mostré
-perezoso, mentiroso, pendenciero, preludiando al patíbulo con sus robos
-de nueces y ciruelas en los árboles del camino. Por una fortuna inaudita,
-habia hallado entre los testigos, á tres de sus honrados camaradas, que
-veinticinco años antes habian hecho el merodeo con aquel futuro pícaro.
-De la escuela pasé al taller, y allí tracé un retrato horrible del hombre
-que debia parecérsele. Hice contra la embriaguez, _ese veneno criminal_,
-un trozo que arrebató al auditorio; estaba todavia á diez años del
-crímen, y el acusado era ya hombre perdido en la opinion del jurado.
-Despues de mi discurso, la única cosa que debia sorprender, era que el
-acusado no hubiera muerto á su padre. No dudaba que aquel malvado tuviera
-el alma parricida; y así lo dije al jurado; pero el cielo le habia
-ahorrado al muy pillo el mayor de todos los crímenes; ¡el miserable tenia
-la felicidad de ser huérfano!
-
-Mientras que el auditorio estaba suspenso de mis labios elocuentes, miré
-al acusado que se torcía bajo el látigo de mis palabras vengadoras.
-Herido por mis reproches, incapaz de resistir á sus remordimientos
-violentamente despertados, levantóse, é interrumpiéndome:
-
---Presidente, dijo con voz ronca, si esto debe durar mucho tiempo así, es
-bastante para mí, me confieso culpable. Prefiero estar cinco años preso,
-antes que escuchar á este caballero.
-
---Desdichado, dijo Fox, ¿habeis pensado en ello? Retirad esas palabras
-funestas.
-
---No, no, dijo, este caballero me fastidia; daria mi cabeza por hacerlo
-callar.
-
---Acusado, dijo el presidente, reflexionad antes de hacer una declaracion
-que os pierde. Pensad que si renovais friamente esa confesion, solo me
-resta pronunciar vuestra condena.
-
---Os doy las gracias, mi presidente dijo, sois un digno majistrado; vos
-no pisoteais á un pobre gusano que se halla en desgracia. Qué quereis, no
-tengo suerte; si me cayera de espaldas me romperia el pescuezo. Despues
-de todo, yo he robado, que justicia sea hecha. Pero ¿qué tiene que hacer
-este caballero con lo que le he dicho á mi madre ó he hecho en la escuela
-cuando era muchacho?
-
-Mi victoria era completa. Vencido por mi elocuencia mas que por sus
-remordimientos, el culpable confesaba su crímen. Para colmo de
-felicidad, Fox, cuya lengua audaz yo temia, no podia ni contestarme
-siquiera. Faltaba, pues, únicamente que la justicia y la autoridad
-cumpliesen con su deber.
-
-Levantada la sesion, uno de los jurados vino donde yo estaba y me
-estrechó la mano. Era un orador célebre, un espíritu lleno de recursos
-que, mas de una vez en las Cámaras, habia derrotado á sus adversarios
-teniendo estos razon. Tal sufrajio agregaba á mi triunfo, un gran
-esplendor; asi fué que en vano procuré disimular mi alegria por tan
-gloriosas felicitaciones.
-
---Estoy encantado de vuestro injenioso descubrimiento, me dijo mi nuevo
-amigo. En la primera ocasion que se me presente me propongo imitaros y
-espero ser tan feliz como vos. Tomar á un hombre al nacer, apoderarse
-en su jérmen del vicio, del error, de la preocupacion describiendo
-é interpretando su largo desarrollo, eso es admirable. No creo que
-haya persona alguna que pueda salir intacta de esa revista histórica;
-siguiendo vuestro proceder me siento capaz de demostrar que Caton era un
-malvado y Sócrates un atéo.
-
---Yo no he inventado nada, le dije con modestia; vos me lisonjeais.
-
---No, me dijo; en este pais jamás se ha razonado de esa manera sutil.
-Es una lójica nueva que os hace el mayor honor. Los yankees son jentes
-groseras, que persiguen el crímen y no al hombre; para vos el hecho
-material no es nada, el hombre es todo. Si no hay prueba suficiente de
-la atrocidad que se le imputa, poco importa; ha sido capaz de cometerla?
-la presuncion está en contra de él y por otra parte es probable que
-haya cometido muchas otras. Hé ahí lo que yo llamo una buena justicia,
-una justicia que proteje á la sociedad y que solo se inquieta del bien
-público. Sois americano de oríjen?
-
---Esta brusca pregunta os sorprende, continuó sin averiguar la causa de
-mi sorpresa. Perdonad mi indiscrecion; mi madre era francesa y á ella
-le debo ciertas ideas que no han entrado jamás en una cabeza sajona.
-Esas ideas se acercan mucho á las vuestras, y me inspiran las mas vivas
-simpatias por la orijinalidad de vuestro talento.
-
---Así, por ejemplo, para mí el Estado es todo; y á pesar de la estúpida
-charla de ignorantes moralistas, sostengo que no se puede poner en
-balanza el interés de todo un pueblo y el pretendido derecho de un
-mísero individuo! Soy socialista en el buen sentido de la palabra, el
-Estado antes que el individuo! Los yankees, al contrario, espíritus
-limitados, méollos estrechos, han traido de Inglaterra una preocupacion
-egoista y salvaje. Si un juez le falta al respeto á una vieja gitana,
-si un _attorney_ jeneral pierde la paciencia acusando á un pícaro, ó
-trae á maltraer á un asesino--en el acto sale un sajon que grita hasta
-desgañitarse que se viola la gran Carta, y que se ultraja á la humanidad.
-Y en el acto una multitud imbécil acude á la voz del que ladra, haciendo
-al rededor del majistrado un ruido semejante al de los perros que siguen
-un caballo al galope. Diríase que es un pueblo de ladrones, donde cada
-cual tiene miedo de ir al dia siguiente ante la corte de _assises_, y
-que defiende la libertad de los demás en el interés de la suya propia.
-Gracias á la solidez de mis principios, yo entiendo la justicia de
-otra manera. Veo con placer que hay en América dos hombres de la misma
-opinion. Nadie es un santo cuando aparece ante el jurado, y yo prefiero
-mandar tres inocentes al patíbulo antes que dejar escapar veinte pícaros.
-Soy un hombre sólido; tocad aquí; entre los dos reformaremos la educacion
-de este pueblo monótono que no tiene sino una palabra en la boca:
-Libertad!
-
-Despidióse de mí apretándome la mano de la manera mas cordial; pero cosa
-estraña, sus elojios me desagradaron y mi triunfo comenzó á asustarme.
-
---Si habré ido demasiado lejos, pensaba. Si me habré dejado arrebatar por
-el ardor de la persecucion, á la manera de un cazador que solo oye su
-pasion? Yo no me he engañado, desde que el culpable confiesa su crímen;
-pero las armas de que me he servido han sido lejítimas? Le es permitido
-todo á la justicia? El acusado no tiene ningun derecho al respeto?
-
-A pesar mio estos pensamientos me ajitaban. La idea de la venganza
-pública no me satisfacía ya. Entreveía vagamente una doctrina mas pura,
-doctrina que sometía la justicia humana á los preceptos del Evanjelio; y
-decía en mis adentros: para el cristiano toda debilidad es santa, toda
-miseria sagrada,--con el niño, con la mujer, con el pobre y hasta con
-el culpable, la autoridad debe desconfiar de su fuerza y temer el tener
-demasiada razon.
-
-
-
-
-CAPITULO XXV.
-
-Dinah.
-
-
-Al salir de la audiencia encontré al cuácaro que me felicitó por mi
-habilidad; este cumplimiento me hizo un placer mediócre. Humbug, al
-contrario, no me dijo nada; hubiera preferido sus reproches; creo que en
-aquel momento su cólera me habria hecho bien.
-
-Fox me esperaba en la calle; sus rasgos contraidos, sus ojos brillantes,
-revelaban una pasion que ya no puede contenerse.
-
-Debeis estar satisfecho, gritó de lejos en cuanto me vió. Habeis obtenido
-un triunfo, una victoria que os honra. Espero no ser el último que os
-haga justicia. No faltará un diario que glorifique la elocuencia y la
-doctrina del señor _attorney_ jeneral. Un Jeffries, en América, es un
-mónstruo nunca visto, que no se verá nunca; es menester admirarlo cuanto
-antes.
-
---Por lo demas, añadió, furioso de mi silencio y cerrando los
-dientes,--lo ocurrido no me asombra. No hay nada tan cruel como las
-jentes que tienen pesares domésticos, es una raza sin piedad.
-
---Pesares domésticos, dije alzando los hombros. Habeis perdido el juicio,
-señor Fox; habeis olvidado la persona con quien hablais?
-
---De veras! repuso recalcando, me parece que hablo con el dichoso padre
-de la muy amable Susana.
-
-La cara de aquel hombre me espantó; su risa diabólica me heló hasta en la
-médula de los huesos.
-
---Callaos, le dije, os prohibo pronunciar un nombre que todos deben
-respetar.
-
---Vá! contestó con desdeñosa sonrisa, vaya una severidad fuera de lugar.
-
---Miserable, esclamé cojiéndole del cuello, esplícate ó te deshago aquí
-mismo.
-
---Señores, dijo el abogado procurando desacirse, os hago testigos de esta
-violencia. Señor Humbug, vos me hareis justicia!
-
---Sin duda, dijo el majistrado. Pedidme indemnizacion de daños y
-perjuicios por esa respuesta un poco viva, os acordaré un dollar. Pero si
-el doctor os reclama á su vez tres ó cuatro mil dollars, os prometo no
-perdonaros ni un centavo. Será para mí un placer castigar la calumnia.
-
---La calumnia! esclamó Fox, echando espuma de rábia. A donde vá todos
-los dias esa preciosa señorita, cuyo nombre no puede pronunciarse? Tengo
-yo la culpa, de que todas las mañanas, cuando vá al palacio, se la vea
-introducirse misteriosamente en una de las casas menos respetables de
-la ciudad? A quien puede visitar en la célebre calle del _Laurier_ la
-honorable hija del honorable _attorney_ jeneral? Hace algunas horas
-que yo la he visto entrar allí; supongo que allí estará aun porque
-ordinariamente se detiene bastante rato. Acusadme ahora de calumnia,
-doctor, será un escándalo divertido; me vengaré.
-
-Caí en brazos de Humbug. Mi hija insultada! mi Susana difamada! El golpe
-era demasiado terrible, demasiado violento para un padre. Mi vista se
-nubló; mi cuerpo temblaba, y el dolor y la cólera me ahogaban. Por fin
-lloré,--lágrimas de rábia y de desesperacion, que sin dulcificar mi pena,
-me devolvieron un poco de imperio sobre mis sentidos y me permitieron
-hablar.
-
---Señor, dije á Fox, la calle del _Laurier_ está á dos pasos de aquí;
-vais á seguirme. Humbug, vos vendreis conmigo. Señor Seth, no me
-abandoneis; sobre todo no dejeis que ese hombre huya, es menester que
-justicia sea hecha, y justicia se hará.
-
---Tranquilízate, amigo Daniel, repuso el cuácaro, los tres te
-acompañaremos. Recalcó sobre estas últimas palabras: _los tres_, miró al
-abogado de piés á cabeza, y, arremangándose sus puños, se puso á blandir
-en el aire una vara de verga que tenia en la mano.
-
---Señores, dijo Fox con risa sardónica, estoy á vuestras órdenes. Notad,
-os lo suplico, que no soy yo quien se empeña en un paso que dará que
-sentir á cierta persona. Aun es tiempo de deteneros; yo no soy cruel;
-pero os prevengo que una vez dentro de esa casa, no saldré de ella,
-cualesquiera que sean vuestras súplicas y vuestras lágrimas, sino con la
-firme resolucion de decir cuanto haya visto.
-
---Vamos, señor, le dije, me importa un bledo vuestra piedad. Yo caminaba
-como un beodo apoyándome en el brazo de Humbug.
-
---Sospechar de tí, Susana mia y con mi consentimiento, nunca, jamás!
-Creo en tu pureza como en la de los ánjeles; pero la seguridad de aquel
-hombre me turbaba. Temia un golpe imprevisto, una emboscada, un lazo, qué
-sé yo? Ay de mí! cuando se ama, no se tiene coraje sino para sí mismo.
-
---Esta es la casa, dijo Fox, y aquí teneis al propietario. Levanté la
-cabeza; la casa tenia una mala apariencia. Una entrada sombría y húmeda,
-unas paredes negras, unos cristales rotos reemplazados por pedazos de
-papel, unos arambeles en las ventanas, eran mas que pobreza,--eran
-el desórden y la suciedad del vicio. Susana en aquella guarida! era
-imposible.
-
-En el umbral de la puerta estaba un hombre despechugado. Tenia las manos
-en los bolsillos del pantalon, fumaba su pipa y miraba á los pasantes,
-con toda la insolencia de un pillastre, desocupado. Al vernos, alzó su
-sombrero desfondado y echándose sobre mí me tomó las dos manos con una
-ternura que me hizo horror. Era Paddy, medio borracho, hediendo á vino y
-tabaco.
-
---Buen dia, mi salvador, gritó; cuánto os agradezco que vengais á
-ver á un amigo. Entrad, señores; si un vaso de ginebra no os asusta,
-encontrareis con quien hablar.
-
---Paddy, le dije, os pertenece esta casa?
-
---No, mi salvador, contestó riendo; si este palacio fuera mio, ha tiempo
-que lo hubiera bebido. Pertenece á mi mujer; es lindo, no es verdad?
-
---Alquilais cuartos amueblados? le dije, mostrándole un cartelon.
-
---Para serviros doctor.
-
---A quién alojais en esta casa? preguntó Humbug con tono severo.
-Parroquianos de mi tribunal?
-
---Mi juez, dijo el borracho tartamudeando,--no soy bastante rico para ser
-severo; á la fortuna se la toma cuando se la halla, y á la virtud se la
-atrapa cuando se puede.
-
---Quién vive en el cuarto del primer piso, preguntó el abogado con aire
-picarezco.
-
---Que te importa á tí, charlatan? respondió el borracho. Eres tú quién
-pagas?
-
---Contestad, dijo Humbug; no olvideis que estais delante de un majistrado.
-
---Nada tengo que temer, dijo el Irlandés muy conmovido.
-
-Debeis comprender, mi juez, que, en un cuarto de tres dollars por semana,
-y pagados de antemano no puede vivir sino jente honrada. Es una dama la
-que vive en el primer piso; y añadió á media voz, una linda dama, dulce,
-política, poco exijente, la perla de la casa.
-
---A quién recibe? continuó Humbug, que me veía palidecer.
-
---Perdonad, mi majistrado; aquí no estamos en la audiencia. La América
-es un pais libre, y en pagando, cada cual hace lo que quiere. Si alguien
-pasa por esa puerta, no se le mira; y si se le mira no se le vé.
-
---No os hagais el ignorante, dijo Fox. Pensad que tengo hecho poner en la
-cárcel á mas de uno que valia mas que vos. Hace una hora, he visto entrar
-en esta avenida á una jóven rubia, con vestido de seda negra y sombrero
-de paja; á dónde iba?
-
-Paddy, intimidado, acercóse á mi implorando mi socorro.
-
---Amigo mio, le dije, tened la bondad de contestar, seguro de que no
-tenemos ninguna mala intencion; yo recompensaré vuestra complacencia.
-
---Mi salvador, dijo, para vos yo no tengo secretos; me habeis socorrido
-en mis trabajos y soy Irlandés, está dicho todo. Me arrojaria al fuego
-por vos.
-
---En nombre del cielo, murmuré dándole algunos dollars, hablad, me estais
-haciendo morir.
-
---En bien, doctor, repuso, todos los dias á la misma hora esa señorita
-rubia viene á ver á la jóven que vive en el primer piso. Ahora está
-arriba.
-
---Me parece que mi presencia es inútil, dijo Fox con tono irónico; el
-_attorney_ jeneral ya no tiene necesidad de mis servicios.
-
---Señor, le dije, con jesto amenazador, os confundiré por vuestras
-indignas sospechas.
-
-Ay Dios! yo hablaba asi para engañarme á mí mismo; no sabia que creer,
-estaba desesperado. Humbug me tomó de la mano, y entré con él en aquella
-caverna lo mismo que un hombre que corre en busca de la muerte.
-
-La puerta del primer piso estaba abierta. Habia una pieza de entrada y
-una especie de cocina, sin cortinas ni muebles. Me detuve para tomar
-aliento, contando los latidos de mi corazon. Seth se aseguró de que el
-abogado nos habia seguido; cerró en seguida la puerta sin ruido y puso la
-llave en su bolsillo. Nada teniamos ya que temer de los importunos.
-
-Yo no estaba en estado de hablar; hice seña á mis compañeros de
-permanecer en su puesto y penetré sijilosamente hasta la entrada del
-segundo cuarto.
-
-Frente á mí, y dándome la espalda estaba una mujer recostada en un viejo
-sofá, y á sus pies, sentada en un taburete de paja una niñita. Al lado de
-esta, Susana tenía la Biblia en la mano y leía piadosamente lo que sigue,
-que era escuchado con atencion.
-
-“Me han cargado de iniquidades y en su cólera me han aflijido con sus
-persecuciones.”
-
-“Mi corazon se ha turbado en mi interior, y el temor de la muerte se ha
-apoderado de mi.”
-
-“He temblado de horror y me he envuelto en las tinieblas.”
-
-“Y he dicho: quién me dará alas como á la paloma para poder volar y
-reposarme?”
-
-“Me he alejado huyendo y he permanecido en la soledad.”
-
-“Espero á Aquel que me ha salvado de mi abatimiento y del temor de mi
-espíritu, y de la tempestad.”
-
---Oh Susana mia! esclamó la desconocida, despues de Dios tú eres quien me
-salva la vida. Cuánto bien me hacen tus palabras! tú, al menos, tú no me
-has abandonado.
-
-Me olvidas á mi, dijo la niña.
-
-No, mi queridita, repuso la jóven; tú eres la única que en la Escuela
-del Domingo se ha apercibido de mi ausencia; y, en mi familia, quién se
-acuerda de mi?
-
-La niña saltó al cuello de su maestra y las tres mujeres se abrazaron
-llorando.
-
-Será que hay contajio en las lágrimas? Será que la emocion era demasiado
-fuerte para mi? no lo sé; pero fuera dolor ó placer, el hecho es que al
-contemplar aquella escena no pude contener mis sollosos.
-
---Padre mio, esclamó Susana, vos aquí! porqué casualidad?
-
---Querida mia, la dije estrechándola contra mi corazon y procurando
-ocultar mis lágrimas,--los padres son cariñosos; hay dias en que no
-tienen que arrepentirse de averiguar donde van sus hijas.
-
---La curiosidad es un feo defecto, dijo Susana, amenazándome con el
-dedo. Un padre bien enseñado le diria á su hija:--La señorita me
-permite acompañarla?--Y sin hacerse rogar, la señorita tomaria el
-brazo de su padre, como yo lo hago ahora; le conduciria ante una pobre
-jóven que tiene necesidad de apoyo, y le diría, haciéndole una linda
-reverencia:--Doctor Smith, os pido vuestra amistad para mi querida Dinah.
-
---Señor, dijo la estranjera, tomándome las manos, bendecidla, es mi ángel
-salvador.
-
-Habíase levantado al hablar y la sonrisa asomaba de nuevo en su pálido
-rostro, cuando de repente lanzó un grito terrible, y volvió á caer en el
-sofá, toda temblorosa y bajando la cabeza.
-
-El cuácaro estaba delante de ella y cruzados los brazos mirábala con aire
-furioso.
-
---Perdon, hermano mio, murmuraba la infeliz, ten piedad de mí!
-
---Así es como cumples tu palabra! dijo Seth; tu madre te cree en camino
-para California; te ha bendecido al partir; será menester que te retire
-su bendicion?
-
---Seth, dijo la jóven anegada en lágrimas, partí, pero el valor me faltó:
-tengo necesidad de mi madre y de los que me aman.
-
---Dí pues, que tenias necesidad de verlo y de perderte.
-
---No, no, gritó ella, soy una muchacha honrada, él no sabe que estoy
-aquí, no lo sabrá nunca. Solo he visto á mi buena Susana.
-
---Y qué quieres hacer? repuso el cuácaro con una dureza que me lastimó.
-Tú lo sabes, en casa ya no hay pan para tí.
-
---Seth, repuso, no me abrumes; no seré en adelante una carga para vos.
-Susana me ha proporcionado un puesto de maestra de escuela en un arrabal
-donde nadie me buscará. Viviré de mi trabajo, solo te pido poder ir una
-vez por semana á abrazar á mi madre y volver á ver nuestra casa.
-
-En medio de las escenas familiares, nada hay tan embarazoso como la
-presencia de un tercero; me retiré con Humbug, cuando en el fondo de la
-primera pieza, en un rincon oscuro, apercibí á Fox, que contemplaba un
-grabado ahumado. Era el retrato de _Monarca_ hijo de Eclipse, vencedor
-del Derby en 1812. Confundir á un pícaro y gozar de su confusion es un
-doble placer; así no me hice el menor escrúpulo en saherir al calumniador.
-
---No os creía tan aficionado al _Turf_, le dije. Despues de cincuenta
-años los laureles del _Monarca_ le impiden hablar al mas célebre abogado
-de Massachusetts, qué maravilla! vamos, si es cosa de ponerlo en los
-diarios.
-
---Por piedad, Doctor, murmuró él, hacedme salir.
-
-Su rostro estaba tan alterado y su voz tan débil que en verdad me dió
-lástima.
-
-No le creía capaz de tantos remordimientos. Hé ahí, pensaba yo cuan mal
-se juzga á las jentes. Imajínase que los abogados no son sensibles sino
-por cuenta de otros. Qué error!
-
-Iba á entrar en el cuarto para pedirle á Seth la llave que habia
-guardado, cuando el cuácaro salió bruscamente, seguido de su hermana toda
-descabellada y á quien rechazaba con desprecio. Susana lloraba á lágrima
-viva; Humbug intentó interponer algunas buenas palabras; todos estábamos
-conmovidos; Fox solamente habia vuelto á su admiracion por _Monarca_;
-inmóvil y mudo, hubiérase dicho que queria hundirse en la pared.
-
---Te lo repito de nuevo, gritó el cuácaro procurando desasirse de las
-manos crispadas que le detenian de su vestido, las últimas palabras: “Tú
-no volverás á esta casa sino del brazo de un marido.” Puesto que ese
-bello desconocido te ha prometido casamiento, házle que cumpla su palabra.
-
---Es un pleito, esclamé; vamos, dichoso vengador de la inocencia, vamos,
-maese Fox, hé aquí el momento de mostraros.
-
-Si un rayo hubiera caido á mis piés, no me habria espantado como la
-esplosion que se siguió á mi impertinente chanza. Apenas fijó Dinah sus
-ojos en el abogado, se enderezó como una loca riendo y llorando á la vez:
-
---Gabriel, gritó, mi Gabriel! Hélo aquí, hermano mio, hélo aquí!
-
-No comprendí una palabra de aquella tempestad que acababa de
-desencadenar; el cuácaro era mas intelijente. Mientras que Dinah se
-echaba al cuello de su Gabriel, Seth hacia jirar sobre su regaton la vara
-de verga; y acercándose á Fox que palidecia visiblemente:
-
---Amigo, le dijo, con tono poco tranquilizador, vuelve en tí y esplícate:
-espero.
-
-Entre las ternezas de la hermana y las amenazas del hermano, el abogado
-ponia una cara tan aflijida que me alegré de ello. El hombre natural
-es un animal malo; no vasta el Evanjelio para hacernos amar á nuestros
-enemigos.
-
-Humbug era mejor cristiano que yo.
-
---Señores, dijo con voz grave y dulce; creo que ha llegado mi turno. En
-un negocio tan delicado, la última palabra pertenece al majistrado:
-
- _Nec Deus intersit, nisi dignus vindice nodus_
- _Inciderit._
-
-Querido Fox, no dudo de vuestras intenciones. Si os pidieran consejo
-en semejante caso, sin duda responderíais que un pleito por ruptura
-de promesa tendria para el abogado contra quien lo entablaran las mas
-enojosas consecuencias; seria no solo una pérdida de fortuna, sino la
-ruina de una clientela, hasta la obligacion quizá de cambiar de pais. ¿No
-es esa vuestra opinion?
-
---Sí, murmuró Fox suspirando.
-
---¿Tendré necesidad de agregar, continuó el exelente Humbug, tendiéndole
-la percha al ahogado,--tendré necesidad de agregar,--que un hombre como
-vos no tiene que inquietarse de esas consideraciones, por graves que
-sean? ¿Que le basta haber empeñado su palabra para cumplirla, no es
-verdad?
-
---Sí, dijo el abogado suspirando de nuevo; siempre he amado á Dinah: lo
-que me detenia, son dificultades que....
-
---Que ya no existen, interrumpió Humbug. Hénos á todos de acuerdo. Esto
-vá á concluir como en las buenas comedias: amor, lágrimas é intrigas en
-los primeros actos, y por desenlace casamiento.
-
-Fox abrazó á Dinah de bastante mala gana, y le tendió la mano al cuácaro;
-Dinah, ruborizada de placer, corrió hácia Susana.
-
---Amiga querida, la dijo, á tí debo mi felicidad. Y á tí tambien hija
-mia, díjole á la niñita, que ya palidecia de celos.
-
---Todo está muy bueno, dijo Seth, que ya se iba á las nubes. Pero puesto
-que estamos aquí y que tenemos al señor juez de paz, nada impide que se
-estienda el acta de casamiento sobre tablas.
-
---Con mucho gusto, dijo Humbug; la señorita Susana nos servirá de
-escribano.
-
-Decir y hacer fué todo uno; yo creía que semejantes uniones no eran
-buenas sino en el teatro, donde se deshacen entre telones; suponia que el
-último tabelion estaba encajonado hacia mucho tiempo; pero en América se
-está siempre tan apurado que se ha conservado la vieja usanza. Una vez
-de acuerdo los enamorados, no hay necesidad de parientes ni de notario.
-Dos sí pronunciados ante un juez de paz os casan hasta la eternidad. La
-voluntad es todo,--la formalidad nada. Aquellas jentes no tienen el gusto
-de la ceremonia.
-
-Con qué placer salí de aquella casa donde habia entrado con el corazon
-turbado! Paddy hizo una cosecha de dollars como para perder la cabeza
-durante todo una semana. Jamás la calle del _Laurier_ se habia visto
-favorecida por tan honrada y alegre compañia. Yo presidí el cortejo
-con mi Susana, la cual daba la mano á su pequeña protejida; Humbug
-y Seth formaban la retaguardia; entre nosotros caminaba la nueva
-pareja,--Dinah, risueña como la aurora, Fox, cabisbajo.
-
- Honteux comme un renard qu’une poule aurait pris.
-
-Mas cuando somos felices muy pronto se bebe un poco de verguenza. Si
-el imprudente habia jugado al amor con demasiada lijereza, de qué modo
-era castigado por su falta? Casándose con una mujer encantadora. A este
-precio inocentes conozco yo que se harian criminales.
-
-Era menester preparar á la madre de Dinah para la vuelta de su hija;
-era menester tambien que Fox anunciára su casamiento á sus amigos,
-disponiendo su casa. Mientras llegaba el gran dia, Susana se llevaria
-consigo á Dinah; á mi me estaba reservado el papel de padre y de tutor:
-la dichosa tontera que habia hecho me daba algun derecho á ello.
-
-Devolvióse á Fox un resto de libertad de que no podia abusar, y toda la
-comitiva hizo alto en mi casa; aquello fué una fiesta, nunca se comió
-mas alegremente. Marta abria una boca como un horno, y suspiraba como un
-volcan admirando y sirviendo á su cuñada; Susana y Alfredo tenian siempre
-alguna cosa que decirse al oido; solo Dinah era admitida como tercero
-en aquellos misterios, en que se reia sin cesar. Seth devoraba cuanto
-habia sobre la mesa, con la satisfaccion de un hombre que ha terminado
-un gran negocio y que come en casa ajena. Humbug, que apesar de su
-enorme vientre, comia poco y no bebia mas que agua, se desquitaba de su
-sobriedad citandome los mas alegres versos de Horacio, este otro bebedor
-que cantaba en ayunas los placeres de la embriaguez:
-
- Nunc es bibendum, nunc pede libero
- Pulsanda tellus.
-
-En cuanto á mí, recojido en mi mismo, me sentia gozoso, alegre y feliz
-como un niño. Pero nada puede dar la medida del contento y animacion de
-mi Jenny. No podia estarse quieta, iba, venia, llenaba todos los platos
-con _roast beef_[55], papas, jamon, pastel, queso, frutas y tortas,
-derramaba á torrentes la cerveza escocesa, el Madera y el vino del Rhin,
-para todos los hombres tenia una palabra amable, y una caricia para todas
-las mujeres. Un casamiento! era para ella lo mismo que haberse sacado la
-loteria grande. Si en la Biblia habia algun versículo que Jenny mirase
-como divinamente inspirado entre todos, era la gran palabra que Dios
-le dirije á la primer pareja en el Génesis: _Creced y multiplicaos,
-diseminaos por la tierra y la sujetad_. La exelente mujer no era ni
-Americana ni protestante á medias. El celibato era á sus ojos un crímen,
-ó por lo menos una enfermedad que no se podia curar demasiado. Si la
-hubieran dejado, no habria consentido ni un soltero en la tierra; me
-imajino que habria acabado por casar al Papa con la Italia.
-
-
-
-
-CAPITULO XXVI.
-
-La caridad.
-
-
-Al dia siguiente, á la hora de almorzar, senti mi corazon muy aliviado.
-Dinah á mi derecha, Susana á mi izquierda me daban el aire de un
-patriarca en medio de sus hijos. Desde que me hago viejo, nada me place
-tanto como ver á mi al rededor esas jóvenes fisonomias, frescas como el
-dia que nacen, rientes como la esperanza. Ay de mi! Porqué no podremos
-apartarles las escabrosidades del camino! prestarles esa esperiencia que
-la vida nos vende tan cara y que de nada nos sirve!
-
-Mi mujer no hacia las cosas á medias. Puesto que yo habia adoptado á
-Dinah, y que Fox se casaba con ella, Fox era el protejido de Jenny! Por
-consiguiente, habíale puesto su cubierto al lado de su bien amada.
-
-Por lo demás, entró sin el menor embarazo con un ramillete blanco en la
-mano y abrazó á su prometida con aire vencedor. Cuando la cólera crispaba
-la cara puntiaguda del abogado no era hermoso; tierno y galante era
-horrible; hubiérase dicho una serpiente enamorada. Dinah no pensaba así;
-en vano yo le decía las cosas mas amables, no tenia ojos sino para su
-otro vecino. Raquel habia admirado menos á Jacob, cuando éste daba vuelta
-en el desierto la piedra del pozo para abrevar las ovejas de Laban. Las
-mujeres tienen en el mas alto grado el instinto de la propiedad, y de
-todas las propiedades la que mas les llega al alma es un marido. Pero
-al paso que una Francesa es una ninfa cazadora que una vez atrapado el
-pájaro no se acuerda mas de él,--la Americana se apodera de su marido con
-toda la aspereza y todo el celo de un paisano francés que se ha casado
-con la tierra. Es su bien, es su cosa; el desgraciado se convierte en un
-pájaro enjaulado, en un esclavo doméstico; pero pájaro acariciado sin
-cesar y esclavo cuyos mas mínimos deseos se adivinan. Los americanos
-abusan de tal suerte de su independencia fuera de casa, que en volviendo
-á ella ya no tienen voluntad. Ese yankee que hace consistir su gloria y
-su orgullo en no cederle á ningun hombre, no es en su casa mas que un
-marido benigno que oye á su mujer y se complace en obedecerla; suave con
-los débiles es intratable con los fuertes. Aquel pueblo tiene el espíritu
-al revés, no hace nada como nosotros.
-
-Fox queria salir con Dinah para hacer algunas compras para el casamiento,
-Susana se opuso á ello.
-
---Señor abogado, dijo, lo siento mucho, Dinah me pertenece. La hemos
-hallado un puesto de maestra de escuela y está comprometida por seis
-meses; hoy debe comenzar sus funciones y no puede faltar á su palabra.
-Dentro de algun tiempo me será fácil reemplazarla y podré dejárosla toda
-una semana, hoy no es posible.--Papá, añadió, contamos con vos para
-nuestra instalacion.
-
---Querida hija, la dije, no olvides que yo tambien tengo deberes que
-llenar en el hospicio de la Providencia, y que estoy en descubierto. Ese
-pleito de ayer....
-
---Eso no es nada, dijo Susana; id inmediatamente á ver á vuestros
-enfermitos; nuestra escuela está en la calle Federal, cerca de la de los
-Noyers; os esperamos á medio dia.
-
-Llegado que hube al hospicio, pregunté por el director; era este una
-mujer, la maestra de Susana, la célebre señora Hope, doctor en medicina y
-profesor de hijiene, y vaya otro contrasentido de esos que no se hallan
-sino en los Estados-Unidos. Por lo demás era una respetable matrona, que
-me acojió como á un cofrade, comenzando inmediatamente la visita conmigo.
-
-El hospicio era un modelo; no he visto en ningun pais una instalacion
-tan perfecta. Vastos salones con un pequeño número de camas, anchamente
-espaciadas; nada de cortinas, mucho aire, discreta luz, silencio,
-limpieza esquisita, nada de ese olor rancio y nauseabundo que hace
-del hospital un objeto de repugnancia, y muchas veces una residencia
-envenenada.
-
-Por primera vez hallé reunidas todas las condiciones que la hijiene
-reclama no menos que la caridad.
-
-Al llamado de la señora Hope acudió un escuadron volante de jovencitas.
-Sus vestidos negros, sus delantales levantados, y sus gorras blancas
-dábanles un falso aire de hermanas de caridad. Eran las internas del
-hospicio, los futuros doctores con faldas de la libre América. Siguieron
-mi clínica con la mayor atencion; hízome mucho efecto la sencillez de sus
-espiraciones, cuando me esponian el estado del enfermo, y el cuidado con
-que tomaban nota de mis palabras y de mis prescripciones; pero como tenia
-demasiado buen sentido para tomar á lo sério aquel ensayo quimérico;
-preguntéle á la buena señora Hope que esperanza se prometia de aquella
-singular educacion.
-
---Creo, me dijo, que llegarémos á una gran reforma. Estas jóvenes
-discípulas que han estado dos años en el hospicio de la Maternidad,
-el año que viene irán á la clínica de las mujeres; haremos de ellas
-verdaderos médicos.
-
---Bravo! esclamé, para nosotros barbas grises será encantador el vernos
-cuidados por Hipócrates de diez y ocho años con miriñaques y encajes.
-
---No, me contestó, nosotros no nos ocuparemos de vosotros, señores. Pero
-el parto, el cuidado de los recien nacidos, las enfermedades y la locura
-de las mujeres, correrá de nuestra cuenta; eso nosotros lo entendemos
-mejor que vosotros. A vosotros se os dejará la cirujia y los casos
-estraordinarios; pero todo lo que una madre ó una mujer no os confia sino
-con pesar, lo tomaremos para nosotras; se os espulsará de un dominio que
-vosotros habeis usurpado. Introduciremos el pudor en la medicina; la
-preocupacion gritará segun su costumbre, pero las mujeres, los padres
-y los maridos estarán con nosotros, y la victoria será nuestra; no lo
-creeis asi doctor?
-
-Qué se ha de responder á un fanático, sobre todo cuando ese fanático
-es una mujer, es decir un ser débil por naturaleza, aflijido por una
-obstinacion orgánica? Corté la discusion y continué mi visita. Las
-enfermedades no eran graves y los pequeños enfermos de tan tiernos y
-prudentes cuidados que poca cosa me quedaba que ordenar. Solo tuve que
-hacer una operacion y de poca importancia. Abrí en el cuello de un niño
-un absceso de carácter maligno, y mal colocado. La lijereza de la mano,
-la gracia y la elegancia de la cura son la gloria de nuestra escuela
-de París; asi obtuve un gran éxito cerca de mis jóvenes discípulos; mi
-vendaje, con sus repliegues injeniosos fué dibujado en el acto, y el
-dibujo colocado como modelo en la sala de las operaciones. Lo digo en
-verdad, viendo tanta intelijencia, tanta bondad y atencion, hubo momentos
-en que estuve por admitir que las mujeres sirven para algo mas que para
-dar tisana á los niños. _Todo esto no anda muy mal_, hubiera dicho
-Montaigne, _pero qué! ellos no usan pantalones_.
-
-Hice á tiempo esta reflexion, y lo digo en honor mio, permanecí fiel á la
-antigua relijion de la facultad. Vivan las novedades en política, en ese
-terreno son inocentes, pero en saliendo de él viva la preocupacion! La
-prueba de que es saludable, es que tiene en su favor la mayoria y que á
-los novadores se les lapida. Hallé pues, encantadoras á aquellas jóvenes
-heréticas, pero la herejia era abominable, y no cedí.
-
-Terminada la visita pasé al consejo de administracion; la señora Hope
-me acompañó, sentándose entre nosotros sin que su presencia llamára la
-atencion de nadie. Entre los _trustees_ ó administradores, hallé algunas
-caras conocidas: á Rose el boticario, al bravo Coronel Saint John, al
-amable Humbug, y á Noé Brown, el insoportable puritano. La directora fué
-quién habló primero; espuso en buenos términos, y con las pruebas en las
-manos, la insuficiencia de la casa y la necesidad de comprar un jardin
-del vecindario para el uso de los convalecientes. Cuando ella terminó,
-preguntáronme mi opinion.
-
---Apruebo en todo esa excelente idea, dije, y estoy convenido de que
-dirijiendo y haciendo recomendar á la administracion una memoria tan
-neta y tan bien hecha, obtendriamos de aquí ocho ó diez años esa mejora
-urjente.
-
---De qué administracion hablais? preguntó el Coronel, que presidia por
-derecho de antiguedad.
-
---Hablo de la administracion jeneral de los hospicios.
-
---Qué mónstruo es ese? dijo Humbug riendo. Brown, es el nombre de algun
-nuevo Leviathan?
-
---Tregua á las chanzas, dije á Humbug; supongo que este hospicio
-depende, como todos los demas, de una gran administracion protectora y
-centralizadora: Es el Estado, es la Ciudad, es una corporacion la que
-regla, vijila y organiza la caridad? poco importa; lo evidente es que
-siempre se depende de alguna de esas cosas.
-
---Hé ahí, dijo el grosero Brown, que es lo contrario de la verdad.
-Gracias á Dios! nosotros no dependemos de nadie. Hénos aquí reunidos para
-aliviar la miseria, ponemos en comun nuestra buena voluntad, nuestro
-tiempo y nuestro dinero, sometemos nuestros estatutos al Estado, que
-hace de nosotros una corporacion; hecho esto, quién puede tener derecho
-á mezclarse en nuestros negocios? Es un crímen la calidad? Es una carga
-política ó municipal? Yo soy cristiano y socorro á los pobres á mi
-manera, quién puede pues, inmiscuirse en esto, que es para mi uno de los
-primeros deberes? Acaso se gana el cielo por procuracion?
-
---Permitid, le dije; nadie os prohibe que deis vuestro dinero; jamás
-tirania alguna llevó su crueldad hasta ahí. Pero el derecho de fundar un
-hospital es otra cosa; si al primero que se le presentase le concede la
-facultad de abrir esos asilos, á qué desórden no iriamos á parar! Pronto
-tendriamos hospicios homeopáticos, y que sé yo!
-
---Hospicios homeopáticos? dijo Rose, hay tres en la ciudad, y va á
-fundarse el cuarto, qué mal hay en eso?
-
---Rose, amigo querido, esclamé, sois vos un boticario ortodoxo, quién
-semejantes monstruosidades profiere?
-
---Querido Doctor, repuso Rose, nosotros no sabemos ni en relijion
-siquiera, lo que es una ortodoxia oficial. Dejámosle á cada cual el
-derecho de buscar á Dios, segun su conciencia. Obrando de buena fé, no
-podemos ser mas rigurosos con la salud del cuerpo que con la del alma.
-Por otra parte, mi buen amigo, ambos somos augurios, y sabemos á que
-atenernos sobre la medicina oficial y las píldoras ortodoxas.
-
---Sea! repliqué; proclamad la libertad del charlatanismo y del
-envenenamiento; ya nada me asombra en esta república, que debiera poner
-en su bandera la divisa de la abadia de Theleme: _Haz lo que quieras_;
-pero os hablaré en nombre de la utilidad y del buen sentido. Con vuestro
-sistema de _dejad hacer_, cuántos hospicios teneis?
-
---Unos cien, cuando mas, dijo la señora Hope. La cifra me asombró; no
-creia en esa fecundidad de la caridad anárquica, mas no habia agotado mis
-razonamientos.
-
-Unos cien hospicios! esclamé; señores no olvideis esa cifra admirable; si
-ella hace honor á los cristianos de París en Massachusetts, preguntaos,
-como hombres prácticos, lo que esa multiplicidad, la que esa concurrencia
-debe fatalmente producir. Empleos dobles, pérdida de dinero; aquí,
-superabundancia; alli, ausencia completa de socorros; despilfarro y
-pobreza. Suponed, al contrario, que una vasta administracion reune
-esos hilos dispersos, y concentra esas fuerzas estraviadas; colocando
-en la cúspide de la pirámide á un hombre vijilante, activo, económico:
-en el acto reina el órden, y con el órden todos los beneficios de la
-unidad! Jerarquias médicas, clínicas regulares, enseñanza disciplinada,
-caja central, farmacia central, en una palabra un verdadero imperio:
-el imperio de la caridad, con su jefe, sus ministros y sus súbditos.
-No es un sueño; ese ideal, es una verdad en los paises que están á la
-cabeza de la civilizacion. Gracias á la maravillosa potencia de la
-centralizacion yo afirmo que con un pequeño número de grandes hospicios y
-una organizacion vigoroza, me seria fácil duplicar el número de camas de
-vuestros enfermos, sin gastaros un dollar mas.
-
---Estoy convencido, dijo Humbug. Con su talisman, el doctor es capaz de
-rehacer el mundo, estirpando de él todos los desórdenes de la libertad.
-Pido que por el mismo voto, se pongan en sus manos, las fábricas de
-tejer, las fundiciones, los astilleros y demas. Con usinas centrales,
-y una jerarquia de injenieros, no dudo que la produccion se doblará,
-disminuyendo todos los gastos.
-
---Sois insoportable, le dije, me tomais por un comunista? Creeis acaso
-que ignoro que en industria esa unidad es una quimera?
-
---Por qué? repuso el eterno burlon. Por ventura en industria la
-centralizacion no produce forzosamente la economia de las fuerzas, la
-regularidad de la produccion, la jerarquia y la disciplina del trabajo?
-
---Sin duda, repuse, pero ese es el lado pequeño de la cuestion. Esa
-uniformidad mecánica destruye la ley moral de la produccion. Qué
-significa esa regularidad ficticia, si ella destruye el ojo del amo,
-si anonada el esfuerzo individual, el interés privado, la libre
-competencia? Una gota de agua al lado del océano. Lo que yo os propongo
-al contrario....
-
-Es exactamente la misma cosa, interrumpió Humbug con vivacidad. Interés
-privado, esfuerzo individual, libre competencia, todos esos móviles
-que apreciais tan bien, son igualmente los móviles de la caridad; es
-menester agregar la abnegacion que solo vive de la libertad. Si el Estado
-ó el comun se encarga de socorrer á los pobres en reemplazo mio, si esa
-enorme mecánica me desembaraza de la primera de las virtudes, pagaré
-arrugando el ceño un impuesto mezquino, y todo estará dicho. Pero dejad
-á mi cargo el cuidado de la miseria, y las dulzuras de la limosna, y
-os daré hasta mi último cobre. Yo me curo poco de los otros hospicios
-de la ciudad, no los conozco; pero este es mio,--esos niños, los amo
-como si Dios me los hubiera dado á mi solo. Cuando he terminado mi dia,
-cuando me siento triste y fatigado, aquí es donde vengo; en medio de
-mis pequeños protejidos es donde olvido mis pesares. Preguntad á estos
-caballeros lo que cuesta la caridad voluntaria. Calculando por bajo les
-costará el décimo de su renta; apuesto á que si el Estado nos tomára
-una veintésima parte, todos gritariamos á la tiranía! Concedo que habrá
-dinero despilfarrado y fuerzas perdidas, pero lo que se debe ver es el
-fin, y afirmo con las pruebas en la mano, que la caridad individual es
-tres y cuatro veces mas fecunda que la caridad organizada. Vuestro
-sistema, caro doctor, arroja sin cesar, entre la voluntad y el acto, un
-obstáculo que todo lo hiela. Nosotros no somos paralíticos,--dejadnos
-obrar, ved lo que un pueblo gana con la libertad. Bajo el punto de vista
-político, el Estado tiene el mayor interés en dejarnos la práctica de la
-mas amable y sociable de las virtudes; bajo el punto de vista económico
-hace un excelente negocio; multiplica los socorros y los estudia y sirve
-á la vez á la ciencia y á la humanidad.
-
---Señores, dijo el Coronel, me parece que nos alejamos mucho de la
-cuestion. Nos piden veinte mil dollars por mejorar y agrandar nuestro
-hospicio; no tenemos sino una cosa que hacer: suscribamos y dirijamos una
-carta de suscricion á nuestros sócios. Yo que no tengo hijos y que he
-adoptado esos pequeñuelos, doy el ejemplo, y me suscribo por mil dollars.
-
-La lista pasó de mano en mano: cuando llegó á mí, hice lo mismo que
-Rose,--me suscribí por cincuenta dollars.
-
---Permitidme una reflexion final, dije al Consejo. Veo que compramos,
-mediante diez mil dollars un jardin de poca estension, no es muy caro?
-
---Es el doble de su verdadero valor, repuso la señora Hope, pero el
-propietario no quiere deshacerse de él por menos.
-
---Pues es gracioso! esclamé. Un propietario que coloca su conveniencia
-y su egoismo sobre el interés de los pobres! eh! Señores, es menester
-espropiarlo; no fomenteis con vuestra debilidad una odiosa especulacion.
-
---Doctor Smith, dijo Brown, frunciendo las cejas, eso si que es comunismo
-de primera clase.
-
---Vaya, vaya, repuse alzando los hombros, acaso el interés particular no
-debe ceder al interés jeneral?
-
---Sin duda, repuso el puritano; pero nada hay tan peligroso como las
-máximas banales. Así es como siempre han muerto la libertad,--con
-palabrotas. La propiedad no es un interés, es un derecho. El interés
-jeneral es una palabra elástica y vaga, que puede cubrir las pretensiones
-mas injustas á la vez que las mas lejítimas. Antes de invocarlo, comenzad
-por definirlo.
-
---Nuestras leyes han definido la cuestion, dijo Humbug. Para nosotros
-no hay sino cuatro causas de espropiacion: un camino, una calle, un
-ferro-carril, un canal. Pero aunque seamos por excelencia un pueblo
-municipal, y aunque la ciudad sea soberana en lo que le concierne,
-no obstante, la propiedad es cosa tan santa, que antes de tocarla es
-menester que la lejislatura del Estado intervenga; ella es la que aprueba
-la traza y la que autoriza la espropiacion, mediante indemnizacion
-prévia. Para todo el resto: escuela, hospicio, casa municipal, Iglesia,
-la ley coloca el derecho particular primero que un interés que en
-resumidas cuentas no viene á ser sino el de una corporacion ó el de
-un barrio. A dónde iriamos á parar con vuestro sistema doctor? Me
-despojarian de la herencia de mi padre, me arrebatarian mis recuerdos, se
-reirian de mis afecciones, turbarian la mas santa de las propiedades, y
-para qué? Para edificar un teatro ó una fonda.
-
---Cómo! esclamé, en una república donde el pueblo manda, osais defender
-esas viejas máximas feudales?
-
---Señor, dijo Brown, vos no entendeis jota de libertad. Cuanto mas
-democrático es un pais, tanto mas necesario es que el individuo sea
-poderoso y sagrada su propiedad. Nosotros somos un pueblo de soberanos;
-todo lo que debilita al individuo nos conduce á la demagojia, es decir al
-desórden y á la ruina; todo lo que fortifica al individuo nos conduce á
-la democracia, reino de la razon y del Evanjelio. Una nacion libre es una
-nacion en la que cada ciudadano es dueño absoluto de su conciencia, de su
-persona y de sus bienes; el dia en que, en lugar de hablarnos de nuestros
-derechos individuales, nos hablen del interés jeneral, adios de la obra
-de Washington; seremos una muchedumbre y tendremos un amo.
-
---Señores, dijo el Coronel, que se interesaba mediocremente en nuestros
-debates, no hay nada mas á la órden del dia, está levantada la sesion.
-Os pido perdon de dejaros, añadió. Dicen que hay malas noticias de la
-guerra, estoy impaciente por saberlas.
-
-Nada que me disgustaba acabar con el puritano y su áspero lenguaje; pero,
-por mi desdicha, habíale caido en gracia, ó mejor dicho, el hombre habia
-formado quizá el glorioso proyecto de convertirme á su fanatismo.
-
---Doctor, me dijo, tengo que pediros un servicio. Acabamos de fundar en
-este barrio un _instituto de obreros_[56]. Habrá una biblioteca, un museo
-de modelos, dos salas de dibujo, un gabinete de lectura, en una palabra,
-todo lo que hace la utilidad de un Club de esa especie. Los mismos
-obreros son los que proveerán á los gastos de entretenimiento; lejos de
-nosotros el pensamiento de erijirnos en bienhechores, turbando en lo mas
-mínimo la obra de la libertad. No debilitar jamás ni la dignidad ni la
-responsabilidad de aquellos á quienes beneficiamos, es la primer regla
-de la caridad. Pero hay gastos de fundacion que son considerables, la
-bolsa de nuestros trabajadores no basta para ellos; necesitamos diez
-mil dollars por lo menos. Para obtenerlos, hacemos lecturas públicas
-y pagodas. Everett el clásico nos ha prometido su concurso, así como
-el elocuente Sumner. Espero que tendremos al filósofo Emerson y al
-poeta Longfellow. Por mi parte daré una leccion, en la que mostraré que
-reahabilitando el trabajo y levantando al obrero, el Evanjelio ha creado
-al mismo tiempo la riqueza y la libertad modernas. Vos no rehusareis el
-uniros á nosotros. Dos lecturas sobre la hijiene de los recien nacidos,
-por el sábio médico del hospicio de la Providencia, nos atraerian todas
-las madres, y nos valdrian cuatro-cientos dollars por lo menos.
-
---Teneis la autorizacion del Gobierno? le dije.
-
---Por quien soy, doctor, os digo que os ireis derecho al paraiso,
-contestó el porfiado. A fuerza de cuidar niños os habeis puesto como
-ellos; no podeis caminar sin andadores. Qué autorizacion se necesita para
-ilustrar á los hombres y hacerles el bien?
-
---Comó! esclamé, podeis dar cursos públicos y hablar de política á los
-obreros sin que el Gobierno intervenga?
-
---Seguramente, dije, si olvidamos nuestros deberes, la ley está ahí, y la
-justicia con ella; eso basta.
-
---No, eso no basta; el Estado no puede abandonar al primer advenedizo el
-derecho de hablar á los hombres. Esa ciencia de parada, esa instruccion á
-medias le inspira al pueblo una ambicion desastrosa; es poner al pais y
-aun á la relijion en el mismo peligro.
-
---Una media luz vale mas que la noche, reino de los apetitos y de las
-pasiones, dijo Brown, y por otra parte, cómo se ha de hallar el dia si
-no se le busca? Es menester que hablemos al pueblo, y que nos pongamos
-sin cesar en relacion con él. Para nosotros, demócratas y cristianos,
-hay ahí una cuestion de vida ó muerte; lo que mata las repúblicas, es
-la ignorancia; ilustrad al pueblo si temeis al despotismo. Lo que mata
-la relijion es una fé que no razona; ilustrad al pueblo si temeis la
-infidelidad. Necesitamos luz en todo y para todo. Si el cristianismo es
-una fábula, que caiga; si es la verdad que reine. Creeis que nosotros
-los pastores, somos algunos charlatanes que viven del error y de la
-credulidad?
-
---Calmaos, respondí, y no coloquemos tan alto la cuestion. Me
-concedereis que dando á los obreros un punto de reunion, fundais un club
-en el que serán amos.
-
---Sin duda, puesto que estarán en su casa.
-
---Y no veis que á la primer querella con los patrones ese club se
-convertirá en un foco de coalicion?
-
---Si los obreros quieren coaligarse, dijo friamente aquel fanático, quién
-se los puede impedir? Los que venden su trabajo tienen tanto derecho como
-los que se lo compran. Es un trato que se hace con entera libertad.
-
---Pero señor, esclamé indignado de aquella estupidez, vos predicais la
-anarquía.
-
---Señor, me dijo con su brutalidad ordinaria, vos hablais un lenguaje que
-no es el de la América. La anarquía es la invasion de la libertad ajena,
-no la defensa de su propia libertad.
-
-Creedme, añadió alzando al cielo unos ojos inspirados, la cultura del
-alma es la salud de las democracias cristianas; ellas no viven sino
-por la educacion. Dejad que los obreros léan, se instruyan y discutan:
-educadlos, segun el sentido admirable de la palabra, levantadlos hasta
-nosotros, levantaos vosotros mismos con ellos, y no tendreis que temer
-ni coaliciones, ni comunismo ni todas esas locuras que espantan al viejo
-continente. Son enfermedades que la ignorancia enjendra; á nosotros toca
-curarlas, doctor. _Sursum corda_, hé ahí mi divisa.
-
---La acepto con toda mi alma, repuse arrebatado por la fogosidad de aquel
-inspirado, contad conmigo.
-
-Una vez solo con Humbug, preguntéle si venia conmigo á la instalacion de
-Dinah.
-
---Tengo interés en no faltar, doctor Paradoja, me dijo con sonrisa
-maligna; me divertís mucho con vuestras magníficas teorías. Cuanto mas os
-oigo tanto mas aprecio la grandeza de nuestras instituciones.
-
---Gracias por el cumplimiento, le contesté, parece que mis elojios de la
-centralizacion os hacen el efecto de una demostracion de la libertad _per
-absurdum_; debiais ser mas caritativo mi buen amigo, y pensar que hay en
-la tierra otros paises que la América.
-
---Os veo venir, me dijo, fanático de la unidad latina, piadoso adorador
-de la Francia. Yo tambien amo á los Franceses; los nietos de La-Fayette
-son para mi hermanos; pero perdóneme ese pueblo injenioso, si le digo
-que hace sesenta años que persigue un problema insoluble. Poner la
-libertad en una carta, y el despotismo en la administracion es querer
-caminar atado de piés y manos; todo el talento del mundo reunido no lo
-conseguiría.
-
---Deveras, repuse sonriendo de aquella vanidad. Véamos, hombre práctico,
-decidnos pues lo que falta á los Franceses para elevarse hasta la
-civilizacion de los Yankees.
-
---Una sola cosa, dijo, con la mayor seriedad. En todos sus sistemas han
-olvidado la pieza esencial, sus políticos se parecen á Sam el distraido.
-
---Quién es Sam el distraido?
-
---Era el mensajero de mi aldea, dijo alegremente Humbug. Un muchacho
-lleno de penetracion y de malicia, osado hasta la temeridad, económico
-hasta la avaricia, exacto hasta la minuciosidad,--vamos, la gloria y el
-honor del Connecticut. Solo tenía un defecto,--que perdia la memoria.
-Un dia que tenia que distribuir mas de cincuenta paquetes en el camino,
-viéronle á cada paso inquieto y ajitado.--“Me he olvidado de algo, decia,
-pero qué es lo que he olvidado?” Al fin llegó al pais, y hé aquí sus
-hijos que salen á recibirle.--“Buenos dias, papá, dónde está mamá?”--Dios
-mio! gritó Sam, pegándose en la cabeza,--“hé ahí lo que me faltaba, he
-olvidado mi mujer!”
-
-Es lo mismo que les pasa á los Franceses: tomad al azar una de esas
-constituciones que les han fabricado por docenas,--hallareis en ella al
-Estado y sus derechos, al individuo y sus derechos; pero falta....
-
---Qué falta? esclamé.
-
---La sociedad, respondió Humbug. A un lejislador Francés nunca se le ha
-ocurrido que la sociedad, es decir, la asociacion bajo todas sus formas,
-la libre accion de los individuos reunidos,--tuviera un puesto en la vida
-política de la Nacion. Nosotros los Americanos le damos el mas ancho
-dominio: el comun, la Iglesia, el hospicio, la escuela, la educacion
-superior, las ciencias, las letras. Cada asociacion es para nosotros una
-especie de familia agrandada,--y todas esas asociaciones, elevándose
-gradualmente forman otras tantas hiladas que arrancan del individuo para
-llegar al Estado. La América no es, hablando en verdad, sino una reunion
-de familias, que hacen por sí mismas sus negocios. Hay algo de esto en
-Francia? Allí solo se vé una cosa,--la administracion, inmenso pólipo que
-echa en todas partes sus brotes, que en todo se enreda, que todo lo toma
-y lo sofoca:
-
- _Monstrum horrendum, immane, ingens, cui lumen adeptum._
-
-El pais está cortado en dos partes; de un lado el poder, con todos los
-recursos de una centralizacion formidable,--de otro una muchedumbre que
-obedece mas ó menos voluntariamente. De ahí todas las revoluciones que
-destrozan ese hermoso país, de ahí su eterno absorto. Ora debilitan la
-autoridad y la reducen á la impotencia, y creyendo agrandar la libertad,
-no llegan sino á la anarquía; ora se echan en el exeso opuesto, y
-estrechan todos los vínculos, y creyendo servir al órden, no llegan sino
-á lo arbitrario. Deplorable espectáculo el de un noble pueblo, que no
-sale del abismo sino para caer nuevamente en él!
-
---Y el remedio, querido amigo? Quién sabe si el carácter nacional no es
-la causa de ese mal éxito perpétuo?
-
---No creo, dijo Humbug, que haya pueblos nacidos para servir, no
-esceptúo ni á los negros; por otra parte no veo que la Francia haya
-hecho nunca un mal uso de la asociacion. Gracias á la administracion,
-que sobre-nada despues de todas las revoluciones, y se enriquece en
-cada naufrajio,--hánles rehusado siempre á los franceses esa apacible
-libertad, que atempera y predomina sobre todas las demas. Diez veces
-les han dado un voto que no les servia de nada; pero el cuidado de sus
-propios negocios todavía lo espera. Reyes durante una hora, hánles
-rehusado desde el dia siguiente hasta la facultad de obrar y hablar.
-Bajo tales condiciones la esperiencia no está hecha; la soberanía no es
-la libertad. Con la primera el pueblo no conquista frecuentemente sino
-el derecho de perderse; con la segunda, vive, crece y tiene en sus manos
-su fortuna y su honor. Cuando los franceses hayan hecho el ensayo de
-gobernarse por sí mismos, podrá condenárseles; hasta entonces nadie tiene
-el derecho de acusarlos. La Fayette, cuyos escritos leemos nosotros,
-al paso que quizá son desdeñados en Francia, reclamaba hace cincuenta
-años esa vida libre, esas reuniones libres que hacen nuestra grandeza.
-Si yo tuviera el honor de ser su compatriota,--hé ahí la herencia que
-quisiera revindicar. El que á los franceses enseñe que la centralizacion
-los esclaviza, que solo la asociacion puede salvarlos, ese hombre habrá
-arrancado por siempre jamás el jérmen de las revoluciones, plantando en
-fin en una tierra jenerosa el árbol que no nunca se secará. Y, con mas
-seguridad que Arquimedes podrá gritar: _Eureka_; porque habrá hallado
-simultáneamente dos tesoros mas preciosos que todas las riquezas del
-mundo,--la libertad y la paz.
-
---Bravo, Humbug! esclamé, estais elocuente. Pero mi buen amigo; si
-fuérais á contar semejantes fábulas á Paris, en Francia, os silvarian
-como á un soñador, esto es, sino os encerraban como á un sedicioso, en
-medio á los aplausos de la moderna Atenas.
-
---Eso no me sorprenderia, dijo; los atenienses de otro tiempo tenian un
-filósofo que la Pitia proclamaba ser el mas sabio de los hombres, y fué
-por esto que se dieron prisa en matarlo. Los sapientes de la Agora, las
-jentes prácticas acusaban á Sócrates de ser un revolucionario y un atéo.
-Qué es hoy dia de la memoria de esos grandes hombres de estado que habian
-salvado la patria, y que naturalmente se hacian pagar sus servicios? Un
-ciudadano no se detiene ante esos obstáculos miserables; defiende la
-verdad con una tenacidad invencible, señala el escollo, grita hasta que
-la corriente lo ahoga; salva algunas veces á las jentes á pesar de ellas,
-y nada espera sino de la posteridad. El reconocimiento es la virtud del
-porvenir.
-
-Singular pueblo! murmuré, entre estos almaceneros las convicciones son
-pasiones, al paso que entre nosotros, pueblo heróico y teatral, las
-pasiones y los intereses son las que...... guardé para mi el resto de la
-reflexion.
-
-
-
-
-CAPITULO XXVII.
-
-La escuela.
-
-
-Charla que charla llegamos á la calle Federal. Frente á nosotros, sobre
-un montecillo que dominaba la ciudad y la campaña, alzábase altivamente
-un edificio de grande apariencia,--una torre cuadrada flanqueada de dos
-alas. Si hubiera estado en un pais civilizado, habria dicho: “Es la
-caserna de la jendarmería ó la casa de la prefectura.” En aquel pueblo
-sin policía y sin gobierno, era el palacio del Abcdé,--era la escuela!
-Una nacion puede ser juzgada por sus monumentos.
-
---Y bien, doctor, me dijo Humbug, cómo hallais el palacio de nuestra
-juventud?
-
---Muy hermoso exteriormente, le contesté; pero muy mal arreglado. Veo
-allá arriba unos muchachones de quince años y unas chiquillas de poco mas
-ó menos que entran todos á un tiempo; eso no es propio. En toda escuela
-bien organizada se separan los dos sexos; es una precaucion de la que
-parece no teneis idea siquiera.
-
---Dos entradas para niños que van á estudiar en la misma sala, dijo
-Humbug? Para qué?
-
---En la misma sala! esclamé, pensais en ello? Es el colmo de la
-inmoralidad.
-
---No veo de inmoral sino vuestra imajinacion, repuso Humbug riendo.
-Nuestros niños, querido doctor, son niños honestos; entre nosotros no se
-halla sino:
-
- _Virgines lectas, puerosque castos._
-
-La escuela es una gran familia, en la que no hay sino hermanos y hermanas
-que se disputan el premio del estudio. De dónde sacais vuestras horribles
-ocurrencias?
-
---Entónces, mi buen amigo, los Yankees son ánjeles, machos y hembras.
-
---Y la Europa repuse, con sus veinte siglos de experiencia, no es mas que
-una vieja chocha que no sabe, ni lo que hace ni lo que dice.
-
---Querido doctor, dijo Humbug, los ingleses han comenzado por burlarse de
-nosotros; hoy dia nos imitan. Dentro de diez años no habrá en Inglaterra
-una sola escuela en que los dos sexos no estén juntos. En cuanto á los
-otros pueblos de Europa, su educacion ha sido clerical durante tanto
-tiempo que para despojarse de sus preocupaciones necesitarán mas de un
-dia. Nosotros no educamos ni frailes, ni soldados; preparamos hombres á
-la vida comun. Porqué, pues, no hacer la escuela á imájen de la familia y
-de la sociedad?
-
---Vosotros sois unos imprudentes! esclamé; jugais con el fuego.
-
---Somos padres de familia, repuso Humbug; sabemos por esperiencia
-que para dulcificar el corazon, formar el carácter, é inspirar ideas
-jenerosas nada vale tanto como esa primera comunidad de trabajo y de
-estudio:
-
- _Emolit mores, nec sinit esse feros._
-
---Lo que es imprudente, insensato,--es la pretendida sabiduría de la
-vieja Europa. Separar los niños y las niñas, enseñarles desde la primera
-edad que ambos están en un peligro misterioso, turbar y exitar sus
-jóvenes imajinaciones, y echar despues de repente y en el momento mas
-difícil en el mundo de los hombres ardientes y temerarios, á mujeres
-inquietas, tímidas, sin defensa,--es una verdadera locura; pido perdon de
-ello á vuestra gravedad, mi querido doctor. Vuestra educacion claustral
-es un dique que detiene y aumenta todas las pasiones; nuestra educacion
-comun habitúa nuestros hijos á amarse como hermanos y á respetarse
-mútuamente.
-
---Es posible, esclamé, que los peligros de vuestro sistema no os abran
-los ojos?
-
---Preguntádselo á nuestros maestros, repuso: no hallareis uno solo
-que no esté orgulloso de nuestras escuelas mistas. Es una invencion
-Americana,--una invencion que nos hace honor. Como siempre hemos tenido
-confianza en la naturaleza humana y en la libertad; como siempre nos
-hemos congregado. En ninguna parte la instruccion es mas fuerte, ni
-tan moral, mas grande que en nuestra querida institucion. La emulacion
-entre ambos sexos es un aguijon sin par. Por niño que sea, el hombre
-se avergüenza siempre de ceder el primer lugar; la mujer es paciente,
-y tiene la intelijencia mas abierta; en estos primeros estudios que
-no tienen nada de abstractos, ella es siempre la que sale triunfante.
-Pero ese no es sino el lado pequeño de la cuestion. Las niñas ganan
-con nuestro sistema, tanto en carácter y voluntad, como los hombres en
-corazon. Aprenden á conocernos, y, sea dicho entre nos, mi buen Daniel,
-nosotros no somos peligrosos sino en tanto que no se nos conoce. Siendo
-respetadas, las niñas se respetan á sí mismas; siendo libres se dan el
-lugar que las conviene; y en las recreaciones, por ejemplo, una prudencia
-natural las separa de sus compañeros. En cuanto á los jóvenes, ellos
-adquieren en nuestras escuelas esa delicadeza de sentimientos, esa
-política caballeresca que solo la sociedad de las mujeres puede darles.
-Qué hay mas salvaje y brutal que el colejial inglés, abandonado á sí
-mismo y á la tiranía de sus mayores? Habeis leido á _Tom Brown_? dá
-vergüenza de la civilizacion. Preferiría vivir entre los Pieles-Rojas
-antes que con colejiales como Eton ó Rugby. Entre nosotros, al contrario,
-todos los jóvenes crecen juntos; á los diez y seis, á los veinte años,
-sus relaciones son tan simples, tan fraternales como cuando se hallaban
-en los mismos bancos. Mas de un casamiento se hace entre esos antiguos
-camaradas de escuela; la estimacion, la amistad hacen nacer el amor y le
-sobreviven. La Europa, vuestro ídolo, ha imajinado algo tan cristiano y
-perfecto?
-
---Es un sueño, dije.
-
---Entrad, incrédulo, repuso Humbug; vereis que ese sueño es una verdad.
-
---Una palabra todavia, le dije. Todos esos niños son santos, por
-supuesto. Pero dónde hallareis hombres capaces de educar esas falanjes
-celestes? Cuál es el maestro que puede animar á la vez la timidez de
-vuestras niñas, y dulcificar la turbulencia de vuestros niños? Dónde ha
-de hallarse ese fénix que, en cada comun, responda del honor y de la
-virtud de vuestros hijos?
-
---Entrad, repuso Humbug; vereis desempeñando su tarea á Dinah, vuestra
-protejida, y á vuestra querida Susana quizá.
-
---Estais loco, esclamé, pegando en el suelo con mi baston; es á una mujer
-de veinte años á quién le confiais hombres que ya tienen barba en la
-cara? Lindo jeneral para tal ejército; como lo respetarán!
-
---Todavia una preocupacion del viejo mundo, querido doctor. Nada mas
-natural en un jóven que ama á su madre que respetar á una mujer; lo que
-no lo es,--es obedecer á un maestro que amenaza y castiga. La fuerza
-influye poco en el corazon de un niño; cuanto mas jeneroso es, tanto
-mayor es su resistencia; contra lo que no tiene defensa, es contra
-la dulzura y la afeccion. En este punto tambien, la esperiencia dá un
-desmentido á la antigua sabiduria, que no es sino un viejo error. Son las
-jóvenes de la Nueva Inglaterra las que, con una abnegacion de misioneros,
-se consagran á vivir entre la corrupcion del Sur ó en las soledades
-del Oeste, con el objeto de educar á las almas jóvenes, y darlas á la
-verdad y á Dios. Tenemos maestros, como los mejores que pueda haber; pero
-nuestros mas bien dotados institutores, escollan allí donde una jóven
-Yankee hace maravillas. La infancia pertenece á la mujer; es una ley
-natural que hemos tenido el mérito de reconocer y de aplicar.
-
---Amen, contestó, alzando los hombros; vamos á admirar esas tímidas
-ovejas y esos dóciles corderos, conducidos por una pastora no menos
-inocente que su rebaño.
-
-Entré de mal humor en la sala grande; y sin embargo de no poder sufrir
-la sin razon,--lo confesaré con vergüeuza, apenas puse el pié en el
-santuario me sentí seducido.
-
-Me hallaba en una vasta pieza, donde el aire y el dia entraban por unas
-anchas ventanas; las paredes eran de una limpieza esquisita, y estaban
-adornadas de trecho en trecho sea de cartas mudas, sea de cuadros de
-historia natural, sea de figuras de física y de jeometria. Cada niño
-tenia su pupitre, aislado por cuatro varillas que se cruzaban á su
-alrededor. Sentado delante de esa mesa barnizada, que brillaba como un
-espejo, solo, y sin vecino; el escolar es maestro de sí mismo; si se
-distrae, si no trabaja, solo sobre él recae toda la responsabilidad. El
-institutor colocado en un estrado, vijila de una mirada esas largas filas
-de pupitres, colocadas unos tras de otros. Vijilancia poco necesaria en
-un pueblo ambicioso donde cada cual quiere instruirse para llegar á la
-fortuna y al poder! Los vicios de los Americanos les sirven á ellos mas
-de lo que á nosotros nos sirven nuestras virtudes.
-
-Dinah estaba ocupada en una pieza vecina. El maestro de la sala grande
-era mi Susana. En aquel momento la señorita enseñaba la jeometria á siete
-ú ocho muchachones que, déboles esta justicia, escuchaban como buenos
-niños á su amable maestra.
-
---Venid, mi buen padre, dijo Susana toda gozosa; tomad esa tiza,
-demostradnos las propiedades del cuadrado de la hipotenusa.
-
-Hacer una demostracion me habria sido difícil; habia sido demasiado bien
-educado en la Universidad de Francia, para entender de jeometria; todo lo
-que recuerdo sobre el particular se reduce á una vieja cancion que, quizá
-tararean todavia al rededor de la Escuela _Politécnica_ con la tonada de
-_Calpigi_.
-
- _Le carré de l’hypoténuse_
- _Est égal, si je ne m’abuse,_
- _A la somme des deux carrés,_
- _Faits sur les deux autres cotés._[57]
-
-Dejé pues á mi Susana trazar sobre la pizarra el triángulo, rectángulo A.
-B. C., levantar sobre cada lado un cuadrado &a., &., y me retiré á fin de
-que mi hija no tuviera que avergonzarse de la ignorancia paternal.
-
-En una de las salas chicas (lo menos habia ocho,) Dinah interrogaba,
-sobre los rios grandes y pequeños de la Francia á unos niños de nueve á
-diez años. Sorprendíme de su memoria y de su ciencia, yo Francés, que,
-si me hubieran interrogado sobre la América, no habria podido ofrecer en
-cambio á aquellos jóvenes eruditos sino el Mississipi, el Hudson y el
-Potomac, únicos cursos de agua de que me hayan hablado. Verdad es que la
-América nos interesa poco, al paso que la Francia, reina de las letras
-y de las artes, debe interesar prodijiosamente á los Americanos. Es la
-admiracion de los bárbaros por la civilizacion!
-
-Despues de la geografía vino la lectura en alta voz, y la declamacion. Un
-hombrecito de nueve años se levantó, y sin timidez ni descaro, nos recitó
-uno de los pasajes mas poéticos del _Hiawatha_ de Longfellow. Aunque
-el jóven prodijio, gangueaba un poco, vicio comun en América, díjonos
-aquel pedazo con una gran precision de tono y verdadero sentimiento; hay
-actores célebres que no se han elevado nunca hasta esa altura.
-
-Despues de la poesía, vino la elocuencia. Un niño, de cabellos
-relucientes, se levantó, puso los piés en escuadra, y con voz animada
-entonó un himno á la gloria de la América:
-
- “Amigos y conciudadanos!
-
-“Estais apenas en la infancia, y sin embargo sois ya el primer pueblo
-del mundo. Cuál es el héroe del último siglo, el mas grande hombre,
-el mejor, el amigo de su pais y de la libertad? El universo contesta:
-Jorje Washington, un Americano. Cuál era el primer físico? Franklin,
-un Americano. El mas gran teólogo? Jonatan Edwards, un Americano.
-Cuál es el mas grande jurisconsulto del siglo XIX? El juez Story, un
-Americano. Cuáles son los primeros oradores de nuestra edad? Claye,
-Webster, Everett, Sumner, todos ellos Americanos. Cuáles son los primeros
-historiadores? Prescott, Bancroft, Lothrop-Motley, Ticknor, Americanos.
-Cuál es el primer naturalista? Jacobo Audubon, un Americano. Cuáles son
-los mas grandes moralistas y los verdaderos sábios de nuestros tiempos?
-Channing, Emerson, Parker, todos ellos Americanos. Cuál es el primer
-novelista de nuestros tiempos? Mme. Beecher Stowe,[58] una Americana.
-Cuáles son los grandes inventores? Whitney, que ha imajinado la máquina
-para pelar el algodon; Fulton que ha creado el buque á vapor; Morse, que
-ha hallado el telégrafo eléctrico; Maury, que ha trazado en los mares
-rutas infalibles, todos ellos Americanos.
-
-“Valor pues, hijos de los Puritanos; el porvenir es vuestro. Antes de
-que el siglo acabe sereis cien millones de hombres; qué será frente á
-vosotros la Europa, subyugada y dividida? La naturaleza os ha dado los
-mayores lagos, los mayores rios, los mas hermosos puertos; teneis tierras
-fecundas, y en cantidad inagotable. Vuestras minas de carbon son tan
-grandes como la Francia. La industria os ha dado mas ferro-carriles, mas
-buques á vapor, mas buques de todas clases que todos vuestros rivales
-juntos. Vuestros hombres son los mas bravos, los mas atrevidos, los mas
-injeniosos del universo; vuestras mujeres las mas bellas de la creacion.
-Valor pues, raza bendita del cielo! el mundo es tuyo, porque eres á la
-vez el pueblo mas cristiano y mas libre.”
-
---Querido amigo, dije á Humbug, entre todas las virtudes que enseñais á
-vuestros santitos, contais la modestia?
-
---Un poco de indulgencia, doctor, repuso con tono embarazado. Cuando se
-educan niños, es bueno forzar un poco el patriotismo. Es el medio de
-que mas tarde no se enseñorée el egoismo. Confieso, por lo demas, que
-la vanidad es nuestro lado flaco; nuestro prodijioso crecimiento nos
-enloquece y nos hace cometer mas de una falta. Pero que nos arroje la
-primera piedra aquel que no haya pecado. John Bull está á convencido
-de que, _par droit de naissance_,[59] es el rey de los mares; y estoy
-seguro que en Francia se repite en todos los tonos que los Franceses son
-el primer pueblo de la tierra, y que el mundo no tiene ojos sino para
-admirarlo.
-
---Qué diferencia, esclamé. La Francia es la Francia!
-
---La América es la América, repuso riendo. Todos los cristianos
-están imbuidos de la misma locura; no hay disparate á que no pueda
-ser arrastrado un pueblo, gritándole con aplomo “Ingleses robad esa
-provincia, sois Ingleses! Franceses, batíos á troche y moche, sois
-Franceses! Americanos, sed insolentes con la Europa, sois Americanos?”
-El orgullo nacional, es la bandera roja que se tiende al toro cuando se
-quiere hacerle caer en un lazo agachando la cabeza. Amigo querido, demos
-á manos llenas la educacion, difundamos por todas partes la luz si no
-queremos que el pueblo sea el eterno juguete de los charlatanes que se
-burlan de sus mas nobles pasiones y de sus mejores instintos.
-
-En aquel momento sonó el reloj; era la hora del recreo. Corrí al patio,
-y hallé al amable Naaman, convertido en capitan de una nueva milicia.
-Tres ó cuatrocientos niños estaban formados en columna, las mujeres de
-un lado y los varones de otro. Abrieron una puerta vidriera que daba al
-patio, colocaron en ella un piano, y hé aquí á Susana y á Dinah, tocando
-á cuatro manos la marcha de Oberon. Al punto se desplegan las columnas
-en órden; se salta, se corre y se hace alto cadenciosamente; la cadena
-se hace y se deshace con una precision admirable. Era aquello una mezcla
-de danza y de jimnástica que encantaba los ojos, algo de noble, de
-atrevido y de gracioso á la vez. No era así como los Griegos ejercitaban
-á la juventud? Por primera vez comprendí como era que Platon colocaba la
-danza y la música entre los primeros deberes del ciudadano. Yo estaba
-deleitado, y á no haber sido un resto de vergüenza y mi barba griz, de
-buena gana hubiera tomado parte en aquel _ballet_[60] militar. Por qué no
-habia de haber danzado con los niños? No lo hacian los espartanos?
-
---Mi jóven amigo, dije á Naaman, esto es encantador; mi corazon se
-regocija ante este espectáculo, pero sacadme de una duda. Dónde estoy?
-Dónde me han conducido? Esta casa elegante, estas mesas de un lujo
-esquisito, estos hermosos libros forrados en badana, todo esto,
-pertenece sin duda á una escuela particular, donde no se reciben sino
-niños ricos. Quién es el director de este bello establecimiento?
-
---Siempre festivo doctor, dijo el bello pastor. Estais en la escuela
-primaria de la duodécima circunscripcion, barrio tercero. Tenemos ochenta
-casas de esta especie en nuestra buena ciudad de Paris y no es bastante.
-
---Muy bien; pero cómo puede el hijo del pobre proveer á los gastos de
-esta enseñanza costosa?
-
---De dónde venís? esclamó Naaman. No sabeis que la educacion es gratuita?
-No habeis nunca mirado vuestra cuota de impuestos? Nosotros somos los
-hijos de esos puritanos que, á penas desembarcaron en la árida roca de
-Plymouth, abrieron escuelas para combatir á Satanás,--que es el verdadero
-nombre de la ignorancia. Lo que hay de diabólico en nosotros,--es la
-bestia; lo que hay de divino, es el espíritu. La escuela es nuestro
-amor y nuestra debilidad; asi ella es el mas grueso capítulo de nuestro
-presupuesto, como la guerra ó la marina es el de los pueblos civilizados.
-Aquí, en nuestro Massachussetts el gasto de la escuela es poco mas ó
-menos la cuarta parte de nuestros gastos generales; en el pequeño Estado
-de Maine, monta á la tercera parte, lo que seria para la Francia un
-presupuesto de cuatrocientos á quinientos millones.
-
---Gran Dios! dije para mis adentros, si estas jentes no son locos, qué es
-lo que somos nosotros.--Decidme, señor Naaman, quien vota esos fondos, y
-como son administradas vuestras escuelas.
-
---El voto es comunal, respondió; es el conjunto de los habitantes el que
-fija la cifra del impuesto; es quizá el único gasto que aumenta todos los
-dias con aplauso de los que lo pagan. Sobre este punto no hay partido en
-América; todas las comuniones, todas las opiniones rivalizan para hacer
-de nuestras escuelas el establecimiento mas rico y mejor dotado del pais.
-
---Y naturalmente, dije, cada comunion quiere dominar en él.
-
---No, repuso; esto os asombrará quizá, ninguna influencia de Iglesia
-entra en estos muros. Cada leccion comienza por la Oracion Dominical y
-una lectura de la Biblia, pero sin ser acompañada de ninguna refleccion.
-La enseñanza es cristiana por el espíritu de nuestros maestros; no es
-católica ni protestante. Damos aquí á nuestros hijos el medio de buscar
-la verdad, les armamos contra la ignorancia, les preparamos á combatir el
-buen combate; en cuanto á la enseñanza dogmática, está reservada á la
-iglesia y á las escuelas del domingo. Así es como evitamos el perturbar
-esas jóvenes conciencias, y no obstante como habituamos á nuestros hijos
-á considerarse todos como hermanos en Jesu-Cristo.
-
---Bien; pero quién os responde de los maestros?
-
---El Directorio de educacion, dijo Naaman; directorio elejido libremente
-por todos los ciudadanos del mismo comun, y que tiene sobre él el
-directorio central del Estado. Esas asambleas reunen los hombres mas
-considerables del pais. Es una gloria ser llamado á vijilar la educacion;
-nuestros mejores ciudadanos, los Horacio Mann, los Bernard, han rehusado
-un puesto en el Senado Federal por permanecer de directores de nuestras
-escuelas en Massachussetts y en Connecticut.
-
---Es posible? esclamé.
-
---Qué tiene de sorprendente? repuso el jóven ministro. Creeis que en un
-pais como el nuestro se anda preguntando qué es lo que hace la grandeza
-de las naciones? En una República, en un Estado donde el pueblo es
-soberano, es menester vencer la ignorancia ó ser muerto por ella; no hay
-término medio: Para educar á un pueblo que cree en la verdad y que la
-ama, nuestros políticos no han hallado sino un medio,--ilustrarlo: esto
-es, hacer del mas insignificante ciudadano un hombre bastante instruido
-para que no lo engañen, bastante prudente para gobernarse á sí mismo.
-
---Y habeis resuelto el problema?
-
---Sí, dijo, el problema fué resuelto el dia en que tuvimos escuelas tan
-bien atendidas y tan completamente gratuitas, que ningun padre se atrevió
-ya á rehusarnos sus hijos. Cuando el comun dá todo, hasta los libros, el
-papel y las plumas, quién sería bastante loco ó suficiente culpable para
-no aprovecharse de la munificencia nacional, y condenar sus hijos á la
-ignorancia y la miseria?
-
---Supongo, le dije, que la educacion es obligatoria. Despues de
-semejantes sacrificios, el Estado tiene derecho de obligar á las jentes á
-instruirse. El no puede sufrir brutos en la sociedad.
-
---Hemos rechazado toda coaccion, repuso el jóven pastor. No porque
-háyamos dudado de nuestro derecho; pero hemos tenido miedo de adherir á
-un beneficio una idea odiosa. La multa y la prision harian odiar nuestras
-escuelas; dejamos esas durezas para los gobiernos que se curan mas de
-la obediencia que del amor de los ciudadanos. Hacer á la educacion
-universal es toda la cuestion, y hemos llegado á ese fin exelente sin
-tocar la libertad. Nuestras escuelas, abiertas á todos los niños hasta de
-edad de diez y seis años, seducen y atraen aun á los mas rebeldes. En la
-Nueva Inglaterra, no hallareis un solo ciudadano, nacido en el pais, que
-no haya recibido instruccion de nosotros.
-
---Bravo! esclamé, hé ahí una obra que hace el mayor honor á los
-cristianos de América.
-
---La política gana con ello, no menos que la religion, repuso; hemos
-llegado á un resultado que debe sorprender á los modernos. Mediante
-la perfeccion de nuestras escuelas, hemos restablecido, sin saberlo,
-la educacion comun, tan querida de los antiguos. Nuestra enseñanza es
-bastante elevada para preparar al hijo del rico á entrar al colejio; es
-bastante simple para no asustar al hijo del pobre, bastante sustancial
-para ponerle en estado de ocupar su puesto en la sociedad, sin que nunca
-tenga que ruborizarse de su ignorancia. Aquí es donde toda la juventud
-(comprended bien esta palabra; toda la juventud), viene á aprender
-la lectura, la escritura, la aritmética, la jeometria y el dibujo.
-Añadimos un poco de jeografia, de historia, de física y de química; y no
-tememos hablarles de moral y de política á esos niños. Esplicámosle la
-constitucion de su pais; son ciudadanos. Gracias á la riqueza y solidez
-de nuestras lecciones, el hijo del millonario viene á instruirse al lado
-del peon irlandés. Apercibo allí á una de las hijas de Green, jugando con
-la hija de una pobre vendedora de frutas de la calle de los Nogales. Aquí
-es donde reina la verdadera igualdad, la igualdad en todo, la igualdad
-que eleva; aquí se fomenta el patriotismo y el amor á la libertad. Formar
-una jeneracion, es formar un pueblo; hé ahí nuestra divisa, hé ahí lo que
-hace de nuestras escuelas un lugar querido de todos y sagrado para todos.
-
---Eso es bueno y grande, esclamé; pero perdonadme un escrúpulo final.
-Instruyendo así á los hijos del pueblo, no temeis inspirarles á la vez
-una ambicion perversa? No os parece que echais en la sociedad hombres
-descontentos de su suerte,--llenos de deseos y necesidades superiores, á
-su condicion?
-
---Esa es una vieja objecion, que desde hace mucho tiempo no tiene curso
-en América. Vuestros temores serian fundados, si nosotros abandonáramos
-á nuestros hijos desde que salen de la escuela; pero pensad que nuestra
-sociedad y nuestro gobierno son dos escuelas que no se cierran jamás.
-Y, ademas, todos los hombres ilustrados que tenemos se hacen un honor
-y un placer en instruir á los ciudadanos. Ved sino nuestras paredes
-cubiertas de avisos; no hay noche en que no haya alguna lectura pública,
-literaria, científica. La luz nos innunda; es menester ser dos veces
-ciego para quedarse ignorante. Al lado de esa enseñanza libre, colocad
-la Iglesia, siempre activa, y esas mil reuniones en las que ricos y
-pobres se encuentran asociados sin cesar, para obras de propaganda y de
-caridad. Agregad la vida política que remueve todas las ideas y fecundiza
-todas las almas. Finalmente, y en primera línea, poned la prensa; es
-decir, la palabra pública que no se agota nunca. No hay una Iglesia, una
-asociacion, un cuerpo, un individuo que no tenga su diario; hasta los
-niños tienen el suyo: el _Child’s Paper_, fundado hace cuatro años, tiene
-ya cien mil lectores, el mas viejo de los cuales no cuenta quince años.
-Quién puede resistir á esa marea que siempre sube? Quién puede escapar á
-esa oleada de civilizacion que empuja á la humanidad hácia un porvenir
-mejor?
-
---Así, sois un pueblo de sábios?
-
---No, dijo sonriendo. La erudicion como las artes en hija de las naciones
-viejas, todavia no la poseemos. Nosotros somos unos advenedizos;
-necesitamos un siglo quizá antes de tener esos ócios que permiten una
-cultura desinteresada; pero me atreveré á decirlo,--somos el pueblo menos
-ignorante que haya visto el sol. Mirad á nuestro alrededor; aquí no hay
-paisanos, sino arrendatarios; aquí no hay jornaleros, sino artesanos. Al
-salir de su herreria, el obrero se pone un frac negro, y vá á escuchar
-una lectura sobre Washington ó sobre los descubrimientos de Livingston,
-en Africa. Su vecino, el joyero, irá á trabajar en una escuela de dibujo,
-ó seguirá un curso de química. Apesar de sus manos ennegrecidas, ambos
-son unos caballeros; aman los placeres del espíritu tanto como vos
-podeis amarlos. Id al Oeste, entrad en alguna _log house_[61] perdida
-en el fondo de los bosques; sereis recibido por la mujer del azadonero;
-la vereis amasando el pan ó batiendo la manteca. Esperad la noche, esa
-misma mujer se pondrá al piano, hablará con vos de política, de moral,
-y quizá de metafisica. La lectura del _Cocinero Perfecto_ no le impide
-el apreciar á Emerson, ni el saborear á Channing. No damos á todos la
-riqueza material, aunque el bienestar sea mas fácil de conquistar en
-América que en todo otro pais; pero á todos les ofrecemos esa riqueza
-que no teme el orin, ni á los ladrones; ponemos al alcance del pobre
-esos goces intelectuales que, en toda edad y condicion, son una fuerza y
-un consuelo. Haciendo eso, creemos cumplir con la palabra divina, llevar
-los hombres á Dios, cultivando su espíritu y su corazon.
-
-Yo miraba aquel hombre con una emocion de que no era dueño; jamás he
-visto brillar en una cara humana tanto entusiasmo y tanta fé. Para
-Naaman la ciencia y la relijion eran un doble nombre de la verdad; ambas
-llenaban su corazon; á entrambas las amaba con el mismo amor.
-
---Amigo, esclamé, me habeis vencido. Héme aquí como San Pablo en el
-camino de Damasco, herido por la luz y escuchando la voz que me grita:
-“Es duro dar coces contra el aguijon.” Me rindo, mis ojos se abren;
-veo y admiro la grandeza de este pais. Qué vida intensa! El corazon,
-el pensamiento, todo está en accion; nada de inconvenientes, nada de
-barreras! el hombre es dueño de su destino; tiene la felicidad y la
-virtud en sus manos. Aquí no hay mentira oficial,--la verdad es quien
-reina; nada de preocupaciones, ni de trabas, en todas partes resuena el
-grito de un pueblo embriagado de esperanza: Adelante! adelante hácia un
-mundo donde la miseria será curada, donde la fuerza será abatida; donde
-el espíritu reinará. Estoy orgulloso de ser ciudadano de este hermoso
-pais. Viva la libertad! vivan los Estados Unidos! viva la gran república!
-
-Mi voz fué ahogada por un redoble de tambor seguido de timbales
-retumbantes. Dos zuavos entraron en la escuela; el uno corrió hácia
-Susana y le tomó cariñosamente las manos,--Alfredo; el otro me saltó al
-cuello,--era mi Enrique.
-
-Padre, me dijo, los del Sud han pasado el Potomac; Washington está
-amenazado; movilizan nuestras milicias, llaman á los voluntarios; esta
-noche partimos. Venid pronto,--mi madre os espera.
-
-
-
-
-CAPITULO XXVIII.
-
-La partida de los voluntarios.
-
-
-Seguido de mis hijos, salí de aquella apacible morada, donde al fin habia
-sorprendido el secreto de la grandeza norteamericana. La ciudad habia
-cambiado de aspecto; las casas estaban embanderadas. En cada ventana, el
-estandarte federal, ajitado por el viento, desplegaba sus fajas rojas y
-azules y sus treinta y cuatro estrellas como una protesta muda en favor
-de la union. Acá y allá, un inmenso cartelon anunciaba el desastre del
-ejército federal, y llamaba á los ciudadanos á socorrer la patria en
-peligro. Batallones armados marchaban por las calles al son de clarines
-y tambores. Las Iglesias estaban llenas de voluntarios que invocaban el
-Dios de sus padres antes de marchar al combate. En todas partes, los
-cantos guerreros se mezclaban á los himnos relijiosos; padres, madres y
-hermanos acompañaban á los jóvenes milicianos animándoles. Tomábanse las
-manos, lloraban y se abrazaban, alzando los brazos al cielo. Era aquello
-el fervor de una cruzada!
-
-Llegué á mi casa muy ajitado. Como buen parisiense, he vivido y crecido
-en medio de los tumultos y de la guerra civil; son recuerdos que me
-entristecian, pero allí, en aquel entusiasmo que empujaba á todo un
-pueblo á las armas, habia algo de tan noble y de tan grande, que me sentí
-exaltado.
-
-Ni los peligros que Enrique y Alfredo afrontaban me daban miedo; una voz
-secreta me impelia á partir con ellos. No tenia yo tambien, un hogar
-y una familia que defender? La América, donde poseía esos bienes tan
-queridos, no era mi patria?
-
-A mi puerta hallé á todo un rejimiento de zuavos formado de los
-voluntarios del barrio. El viejo coronel Saint-John habia sido izado
-sobre un caballo blanco, y el bravo veterano olvidaba sus reumatismos y
-sus heridas para guiar á los jóvenes al combate. Al lado del coronel,
-Rose, vestido de capitan, marchaba acompañado de sus ocho hijos y de
-cuatro hermosos jóvenes hijos de Green. Fox, convertido en teniente,
-estaba en medio de un grupo; peroraba, jesticulaba, y no respiraba sino
-sangre y carniceria. Su cuello postizo y su tabaquera no se armonizaban
-muy bien con su uniforme, y en cualquiera otra ocasion me hubieran hecho
-reir; pero hablaba con tanto fuego, que le hallé el aire marcial. Habia
-en él otra cosa que un soldado de profesion; era un ciudadano decidido á
-morir por su pais.
-
---Vecino, me dijo Rose, contamos con vos; toca á los viejos dar el
-ejemplo. Necesitamos un cirujano para nuestro rejimiento de zuavos, y os
-han nombrado por unanimidad; solo nos falta vuestro consentimiento.
-
---Lo teneis, esclamé; sí, mis buenos amigos, parto con vosotros; allí
-estaremos para velar por nuestros hijos, y cuando necesario sea, haremos
-fuego con ellos. Viva la Union! Viva la Patria!
-
-Este grito fué repetido en todas las filas, y á él se mezcló el de ¡viva
-Daniel! ¡viva el mayor! Las aclamaciones de aquella brava juventud, me
-hicieron cosquillas hasta en el fondo del corazon; entré en mi casa la
-frente altiva y la miraba brillante. Una vida nueva se despertaba en mi
-alma,--yo era feliz!
-
-Jenny, anegada en lágrimas, se echó en mis brazos sin intentar siquiera
-conmover mi coraje. Parecíale muy natural que el padre acompañara al
-hijo, y que solo las mujeres se quedáran en la casa. Susana estaba
-no menos resuelta; veíase en su palidez que se hallaba profundamente
-conmovida; sus labios rogaban y sus ojos se alzaban al cielo; pero
-no dijo una palabra que pudiera turbar á Alfredo, pareciendo ocupada
-unicamente en preparar nuestra partida. Mujeres queridas! ellas tambien
-comprendian el deber y amaban la patria.
-
-Algunas horas bastaron para procurarme un uniforme de cirujano. Rose me
-regaló una balija exelente; compré revolvers, un sable, un caballo, y á
-las tres estuve pronto; debiamos partir á la noche.
-
-Hasta entonces no habia reflexionado, la furia Francesa me habia
-arrebatado. Pero en el momento de dejar aquella casa, en la que tantos
-dias felices y tan bien aprovechados habia pasado,--esperimenté no sé
-que tristeza; parecíame que una vez partido no volveria. Y si volvia,
-volverian conmigo mi Enrique, y aquel Alfredo al que ya amaba como á un
-hijo?
-
-Procuraba deshechar aquellos tristes pensamientos, que, siempre
-rechazados, me asaltaban sin cesar, cuando el viejo coronel entró en mi
-casa. Su vista me hizo bien; era uno de esos bravos soldados, pródigos
-de su sangre, aváros de la ajena; no podiamos tener un jefe mas honorable
-ni mas seguro.
-
---Coronel, le dije despues de haber recibido sus felicitaciones,--hénos
-solos, puedo hablaros sin rebozo. Aquí para entre nosotros, decidme, qué
-caso haceis de estas nuevas levas? Bella cosa es el entusiasmo, pero qué
-es al lado del ejercicio y de la disciplina? Apesar del valor de esos
-buenos jóvenes, esos batallones se desharán al primer fuego.
-
---Paciencia, mayor, repuso el veterano. Yo soy menos severo que vos,
-y sin embargo he hecho la guerra toda mi vida. Dos meses, detras de
-los fuertes de Washington cambiarán esos voluntarios en soldados. La
-disciplina es mucho sin duda, pero es un oficio al alcance del mas
-ignorante. Lo que no se dá, es el corazon, la fé, el amor á la patria.
-Ahí es donde está el resorte supremo por mas que digan los que arrastran
-sable. Para manejar la bayoneta es menester un brazo vigoroso y hábil;
-pero el alma es la que hace la fuerza del brazo. Algunos años de guerra y
-de sufrimiento bastan para hacer la educacion de un pueblo y poner á los
-dos enemigos en el mismo punto. Entonces queda la enerjía moral; ella es
-la que tiene la última palabra; y, es por esto que los mejores ejércitos
-son los que se componen de ciudadanos.
-
---Perdonadme, coronel, le dije, creia que nada valia lo que los viejos
-soldados.
-
---Error; repuso Saint John. En una revista ó en una parada, es posible;
-en la guerra es distinto. Buenos cuadros, soldados jóvenes y jenerales
-viejos,--hé ahí lo que se necesita. Para marchar sin quejarse, para
-obedecer sin murmurar, para desafiar el peligro, alta la cabeza para
-marchar á la muerte sonriendo,--no hay sino la juventud. Cuanto mas
-intelijente, piadosa y patriótica es esa juventud, tanto mas se puede
-contar con ella. En la vieja Europa se tienen otras ideas; allí reina
-todavia la preocupacion y la adoracion de la fuerza bruta. Aquí, la
-civilizacion nos ha ilustrado. La victoria pertenecerá siempre al jeneral
-que, en el momento decisivo, eche sobre un punto dado mayor número de
-batallones. Pero en condiciones iguales, un soldado jóven y patriota
-valdrá mas que un mercenario envejecido en el oficio. Ved la guerra de
-Crimea; ciertamente que los veteranos rusos é ingleses se han batido
-bien; pero á quien pertenece la corona? A los conscriptos franceses, esos
-heroicos hijos arrancados al arado por un dia, paisanos la víspera,
-ciudadanos al dia siguiente! Hé ahí nuestro modelo, hé ahí tambien lo que
-haremos de nuestros jóvenes americanos.
-
---Pero no teneis jenerales, le dije; vuestro pais es una tierra pacífica
-que, hasta el presente, ha producido mas agricultores y comerciantes que
-Césares.
-
---Estad tranquilo, repuso el coronel, tendreis jenerales, y mas de los
-que querreis. La guerra es como la caza, un oficio muy ordinario; en
-que ciertas jentes descuellan desde el primer dia. Tal que es hoy dia
-herrero, mecánico, abogado, médico quizá, mañana se despertará jeneral
-en el campo mismo de batalla. Abrid la historia; hay épocas estériles en
-que las letras, las artes, la industria están muertas; no hay ninguna
-en que hayan faltado soldados. El hombre tiene instintos de cazador,
-sanguinarios que la paz comprime; pero que no destruye. Venga la guerra,
-y tendreis héroes, y haga el cielo que el pueblo los estime en su justo
-valor, y que no les sacrifique su libertad.
-
---Verdaderamente, coronel, le dije, vos hablais de la guerra con poco
-respeto.
-
---Es que la he hecho, dijo tristemente, y sé lo que vale ese juego
-sangriento. Que los retóricos tranquilamente sentados en el rincon de la
-lumbre, se diviertan en celebrar los combates y la gloria,--yo me encojo
-de hombros ante esas paradojas; la guerra es el mayor de los azotes,
-el enemigo del trabajo y de la libertad, la ruina de la civilizacion.
-Mal haya aquellos cuya ambicion desencadena sobre la tierra esa peste
-abominable; pero malditos sean tres veces los que atentan á la patria con
-mano parricida! Que Dios nos ayude, y les haremos pagar caro su crímen.
-La guerra es tambien el castigo del orgullo y de la locura; cruel leccion
-que no se comprende sino cuando es tarde yá.
-
-El ruido de los clarines nos anunció la hora del adios. Bajé teniendo de
-la mano á Enrique y Alfredo. Jenny nos abrazó á los tres con el valor de
-una mujer y de una madre cristiana. Susana silenciosa y ajitada, nos dió
-á cada uno una Biblia, que no debia separarse un momento de nosotros.
-Marta habia preparado un sermon profético, pero la pobre dió un terrible
-solloso á la primera palabra, y tomando á Enrique en sus brazos, como á
-un niño, le inundó de lágrimas y de besos. Yo la estreché la mano, ella
-me saltó al cuello, y fué medio estrangulado que monté á caballo.
-
-Al mismo tiempo acudió Zambo ataviado ridículamente; habíase puesto
-un cinturon encarnado y azul, un sombrero con plumas y un sable que
-arrastraba por el suelo.
-
---Amo, gritó, llevadme con vos, yo soy bravo. Tengo la piel negra y la
-sangre colorada. Si no me matan antes de la victoria, los derrotaré á
-todos.
-
-No fué sin dolor que me desembarazé de aquel pobre muchacho. Hícele los
-raciocinios mas prudentes para probarle que su coraje era ridículo.
-Cuando se tienen cabellos motosos, no se ha nacido para derrotar sino
-para ser derrotado. Palabras inútiles! Zambo tenia el ángulo facial
-demasiado agudo para comprender los grandes descubrimientos de nuestros
-eruditos. El pobre diablo se creía hombre, cristiano, ciudadano, y tenia
-la piel negra! Era una locura! Fué menester emplear la amenaza para
-hacerle entrar, y así lo hizo, pero refunfuñando. Era tiempo de acabar
-aquella triste comedia, las filas estaban formadas, los tambores batian;
-partimos.
-
-Mientras estuve cerca de la casa no me atreví á mirar para atras; sentia
-que las lágrimas iban á arrazar mis ojos, y no queria derramarlas; pero
-al dar vuelta la calle volvíme; las tres mujeres ajitaban sus pañuelos y
-nos seguian con la vista. Mi corazon palpitó con fuerza.
-
---Oh, mi Dios! esclamé, yo te confio todo lo que amo. Lloré por primera
-vez, oré y me sentí consolado.
-
-A las cuatro estábamos formados en batalla en la plaza de la
-Municipalidad. Green nos pasó revista, y nos habló de la patria con una
-emocion que rayó en la elocuencia. Su voz fué cubierta por nuestras
-aclamaciones. En seguida todo quedó en silencio y cada cual se recojió
-sobre sí mismo. Yo era el único quizá del rejimiento que estaba ajitado,
-y cosa estraña! no veia la hora de ir al fuego. En un momento de reposo
-pasé por delante de mis compañeros riendo, hablando, jesticulando y
-teniendo una palabra para cada soldado; hacía burla á los que estaban
-conmovidos, animaba á los que procuraban sonreir, y á todos prometia mi
-socorro en el momento del peligro; me sentia ya con la fiebre del combate.
-
-Humbug, que se habia reunido á mí en la plaza, me miraba con aire
-sorprendido.
-
---Qué hombre sois, doctor, me dijo suspirando. Admiro vuestro buen humor
-y vuestra alegria. Ayer erais un tímido ciudadano, hoy sois un valiente
-soldado. Sois Irlandés? Teneis en las venas la sangre?
-
- _Non parventis funera Galltæ?_
-
-Nosotros los Sajones, llevamos al campo de batalla,
-
- _Devota morti pectora liberæ,_
-
-pero no tenemos ni esa gracia, ni esa elegancia, ni esa bravura. Al
-veros, no parece sino que el combate es una fiesta y el peligro un
-placer. Capaz seríais de darle gana de morir al que menos lo deseara.
-
-El redoble de los tambores ahogó mi contestacion; Humbug me abrazó
-tiernamente llamándome en latin la mitad de su alma; un instante despues
-habíame separado de mi viejo amigo y para siempre.
-
-La noche estaba hermosa; la luna, que habia salido temprano, iluminaba
-en lontananza las praderas bordadas de álamos y cortadas por sauces; en
-el horizonte corria un rio de plateadas olas; habia cierto encanto en
-dejarse conducir por el caballo y en abandonarse al fantaseo en medio
-de aquella hermosa campiña. La felicidad del soldado, consiste en gozar
-de la hora presente sin inquietarse del porvenir. Tiempo hacía que me
-daba el placer de soñar con los ojos abiertos, cuando dos caballeros se
-colocaron cerca de mí. Alzé la cabeza, y con gran sorpresa reconocí al
-sombrío Brown y al amable Truth.
-
---Qué haceis aquí? esclamé. Qué quiere decir ese gran sombrero, esa
-levita cruzada y ese sable al lado? Ese no es el traje de un soldado ni
-el de un pastor.
-
---Doctor, dijo el puritano, la guerra es una enfermedad cruel; en ella,
-tanto peligra el alma como el cuerpo; vos cuidais del uno, nosotros
-cuidamos de la otra; nosotros somos médicos lo mismo que vos.
-
---Me alegro mucho de teneros por cofrádes, repuse; pero el oficio es
-rudo. Un cirujano se hace; la ternura, es en él un mal desconocido; para
-que la mano no tiemble es menester que el corazon calle; pero vos, Truth,
-¿cómo resistireis al grito de los heridos y á la desesperacion de los
-muertos?
-
-Es mi deber, dijo, Dios me dará fuerzas, mientras juzgue que mi servicio
-es útil ó necesario. Pertenezco al Señor.
-
-La etapa no era larga; á las ocho hicímos alto. El coronel habia querido
-enseñarnos á marchar; la leccion no fué inútil, el rejimiento tenia el
-aire de una majada en derrota. Sin embargo, el bravo Saint John felicitó
-á todos los novicios, habituándolos poco á poco á que le miráran como á
-un padre y á depositar su confianza en él.
-
-Mayor, me dijo, no ríais. Antes de un mes valdremos tanto como los
-Prusianos. Cuando un hombre se cree soldado ya lo es á medias; vereis lo
-que es un ejército de ciudadanos.
-
-Establecimos el vivac en medio del campo, y despues de encender los
-fogones y de atar los caballos á la estaca, cenamos de buena gana con
-las provisiones que cada cual habia llevado consigo. Para conscriptos
-aquella primera comida al aire libre era una fiesta; la guerra no habia
-enjendrado todavia en ellos ni el deseo del bien estar ni el amor del
-hogar.
-
-Terminada la cena, y no duró nada, los soldados en lugar de reir y
-gritar, se sentaron en silencio sobre sus capotes para oir á los
-ministros. Nuestro estado mayor formó el círculo; Truth se colocó en el
-centro, y abriendo la Biblia, leyó con voz inspirada el himno que cantó
-David cuando Dios le hubo salvado de manos de sus enemigos.
-
-“El Señor es el baluarte mio, y él es mi Salvador. Dios es mi defensa,
-en él esperaré: es mi escudo y el apoyo de mi salvacion: él es el que me
-ensalza sobre mis enemigos y él es mi amparo.
-
-“Tú eres Señor mi antorcha....
-
-“Quién es Dios fuera del Señor? Y quién es fuerte, sino nuestro Dios?
-
-“Dios es el que me revistió de fortaleza....
-
-“El es el que adiestra mis manos para la batalla, y hace mis brazos
-firmes como un arco de bronce.
-
-“Perseguiré á mis enemigos y los esterminaré: no volveré atrás hasta
-acabar con ellos.
-
-“Por mas que griten, nadie acudirá á su socorro: clamarán al Señor mas no
-los escuchará.
-
-“Disiparélos como polvo de la tierra: los aplastaré y desmenuzaré como
-lodo de las calles.
-
-“Viva para siempre el Señor y bendito seas mi Dios. Sea engrandecido el
-Dios fuerte que me ha salvado[62].”
-
-Mientras que Truth recitaba esa bella poesía, miré á mi alrededor. Todos
-los oficiales escuchaban rezando; sus ojos brillaban de entusiasmo y
-de fé. Las últimas llamas de nuestros fogones próximos á extinguirse
-iluminaban aquellos nobles rostros, dándoles no sé que brillo misterioso.
-Creíame en pleno siglo diez y seis y transportado á un campo de
-Cabezas-Redondas.--Es este, decia para mis adentros, es este el pueblo á
-que nuestros diarios de Paris niegan todo patriotismo y toda relijion!
-No, la tiranía militar no se establecerá nunca en aquella tierra
-jenerosa; aquel suelo abierto y fecundado por los puritanos no puede
-enjendrar sino la libertad.
-
-Terminada la lectura, estreché la mano de Truth, y aprovechando de mi
-privilejio, inspeccioné todas las compañias buscando á mi hijo y á
-Alfredo. Hallé á los dos acostados en el suelo, envueltos en sus capotes
-y hablando en voz baja. De qué hablaban? era escusado preguntarlo; lo
-sabia.
-
---Hijos, les dije; cuando uno es soldado es menester contemplar sus
-fuerzas, y la primer condicion es dormir. Hacedme lugar entre los dos y
-soñad con los ojos cerrados.
-
-Con lo cual, abrazé tiernamente á mis dos hijos, cerré con cuidado mi
-capote, me eché sobre la cara la capucha, y me dormí tan tranquilo y con
-el corazon tan aliviado como si estuviera en mi casa. Cuando el hombre se
-consagra á la patria, cuando le es permitido sacrificarse por lo que ama,
-la fatiga es dulce y hasta el peligro tiene atractivos.
-
-
-
-
-CAPITULO XXIX.
-
-Un viaje de placer.
-
-
-En medio de mi apasible sueño, tuve una vision. Un hombre, ó mejor dicho
-un fantasma, de mirada burlona, y frente arrugada estaba acostado sobre
-mí y me ahogaba. Reconocí á Jonatás Dream; solo él tenia aquella mirada
-terrible.
-
---Eh bien, doctor, dijo con voz chocarrera, la prueba está hecha; supongo
-que ahora no dudareis del magnetismo y sus milagros, puesto que en ocho
-dias os habeis vuelto Yankee.
-
---Sí, sí murmuré; y estoy orgulloso de ello. Tengo mujer é hijos segun mi
-corazon; tengo una patria que amar, una libertad que servir y defender,
-soy dueño de mi vida, creo en el Evanjelio y soy feliz; si esto es un
-sueño, por piedad, no me desperteis.
-
---Bravo gritó la voz, estoy vengado. Ahora, en camino para Francia; á
-Paris!
-
-Sentí una mano que apartaba mi capote y se deslizaba bajo mi capucha. Me
-levanté sobresaltado, quise gritar, esfuerzo inútil! estaba magnetizado.
-Un brazo invisible me cojió de la única mecha de cabellos que quedaba en
-mi frente calva, y me llevó por los aires con una espantosa rapidez.
-
-No habia vuelto aun de mi tan natural emocion, cuando me hallé
-cerniéndome por el cielo como un pájaro y revoloteando por arriba de mi
-casa. El traidor que me habia quitado la palabra, teniéndome siempre
-suspendido, me hizo descender hasta la ventana del locutorio[63].
-Apercibí en aquel recinto querido, reunidos en derredor de una mesa de
-trabajo,--á mi Jenny, á mi Susana y á Marta; el pobre Zambo sentado
-en el suelo sollozaba en un rincon. Susana leia el Evanjelio con voz
-entrecortada. Jenny y Marta rompian jénero y hacian hilas.
-
-Mi corazon las llamó y las bendijo. Jenny levantó en el acto la cabeza.
-
---Susana, dijo temblando, me parece oir á tu padre; estoy segura que en
-este momento piensa en nosotros.
-
---Mamá, repuso Susana, que estraño es lo que decís; tengo el mismo
-presentimiento.
-
---Es un efecto magnético, murmuró Jonatás, riendo de una manera
-siniestra. Qué decís de esta esperiencia, sabio doctor?
-
---Dios mio! dijo Jenny, levantándose, tú que me has dado á Daniel y que
-me has dicho le amára, protéjele, te lo suplico. Aleja de él y de mis
-hijos el peligro y la muerte. Pero ante todo, Señor, hágase tu voluntad y
-bendito sea el tu nombre.
-
---Amén, dijo Susana; amén dijo Marta, y las tres mujeres se pusieron á
-llorar, mientras que Zambo se metia un pañuelo en la boca para sofocar
-sus gritos.
-
-Oh, mis amores! Yo os abria mis brazos cuando por segunda vez una fuerza
-irresistible me lanzó en el espacio sin fin. En un abrir y cerrar de ojos
-la gran ciudad desapareció de mi vista y con ella sus luces vacilantes;
-despues de la ciudad se evaporaron los campos y los prados, los bosques
-y la tierra; solo oí el soplo del viento y los jemidos de la onda. Como
-en el fondo de un abismo, apercibí las olas temblando bajo los pálidos
-rayos de la luna; estaba á diez mil piés de altura sobre la superficie
-del Océano.
-
---Charlemos ahora, dijo el espantoso brujo cerniéndose sobre mí como un
-águila que tiene en sus garras un pichon. Doctor Lefebvre, os devuelvo la
-palabra; dadme ahora el placer de gozar de vuestra conversacion.
-
---Mónstruo, esclamé, cuánto tiempo he de ser tu víctima?
-
---Mi buen amigo, repuso fisgando, permitidme decíros que no sois
-político. Tutear á un hombre á quien se ha visto dos veces es cosa
-grosera, algo mas, una torpeza; me bastaria abrir los dedos para
-precipitaros en las olas, y no pienso que la jendarmería Francesa, con
-toda su vijilancia, pudiera prestaros aquí el menor socorro. Sed pues
-amable, y divertidme. Estoy cansado, he perdido mucho fluido, y me es
-difícil hacer mas de cien leguas por hora; no estaremos en Paris antes de
-mañana al amanecer. Todavia tenemos que vivir juntos una noche; el tiempo
-está hermoso y la ruta es agradable; séamos amigos y charlemos.
-
-De qué se puede hablar en las nubes sino de metafísica.
-
---Señor Jonatás, dije tomando mi mas respetuosa voz, creeis en Dios?
-
---Dios, esclamó, con tono de profesor, y como si repitiera una leccion,
-Dios es una vieja palabra; es la personalizacion del idealismo.
-
---Hablad Francés, esclamé.
-
---Sea, dijo, Dios, es la idealizacion de la personalidad.
-
---Si ese es vuestro Francés, señor brujo, habladme Griego por piedad.
-
---Pues bien, dijo con tono gracioso, Dios es la categoría del ideal, nada
-mas.
-
---No entiendo jota, le dije.
-
---Es que no sabeis el Aleman, repuso. La filosofía es una lengua mística
-que nos viene de ultra Rhin. Ilustres sabios he visto que la han hablado
-durante veinte años sin entenderla; y que no por eso han dejado de ser
-aplaudidos.
-
---Esplicadme vuestro sistema, repuse con afectada dulzura. Vos sois un
-gran hombre, un jénio, me gustaría instruirme en vuestra escuela. Tened
-tambien la bondad de tirarme un poco menos los cabellos, tengo la cabeza
-sensible, y estoy seguro que Absalon filosofaba con trabajo cuando estaba
-colgado de su árbol.
-
---Yo soy discípulo de Spinoza, dijo Jonatás, pero he ido mas lejos que
-mi maestro. No hay ni materia ni espíritu en el mundo,--solo hay un
-conjunto de fuerzas organizadas, que se dividen á lo infinito; la planta,
-el animal, el hombre, son otras tantas formas de esa vida universal,
-otras tantas burbujas de agua que brotan en la superficie del Océano de
-los seres, y que solo entran en el abismo para volver á salir de él. La
-vida y la muerte son simples fenómenos sin importancia; el individuo
-desaparece, la especie dura; es lo esencial. Poco importa lo que la rueda
-aplasta, con tal que dé vuelta siempre. Hé ahí mi sistema, él acepta todo.
-
---Y no esplica nada, esclamé. Quién ha creado esas fuerzas?
-
---En qué pensais, doctor, repuso el májico. Crear, seria perturbar el
-órden universal y fatal de las cosas; nunca ha habido creacion. Suponer
-un principio,--es suponer una voluntad; eso trastornaria todo el sistema.
-
---Yo creia, le dije, que los sistemas se acomodaban á los hechos
-observados.
-
---Eso es bueno para los físicos, repuso. Nosotros, al contrario,
-acomodamos los hechos al sistema; nosotros somos filósofos.
-
---Eso es muy injenioso, dije, pero sacadme de una duda; yo creia que el
-hombre no era muy antiguo en la tierra.
-
---Esa es mi opinion, repuso; el hombre apareció hacen doce ó quince mil
-años cuando mas,--pero eso no implica una creacion! La naturaleza........
-
---Qué es la naturaleza, señor Dream?
-
---Otro nombre para la fuerza Universal.
-
---Qué es la fuerza Universal?
-
---Otro nombre para la Naturaleza.
-
---Gracias por vuestra esplicacion filosófica.
-
---La Naturaleza, continuó, esperimenta en ciertas épocas un
-acrecentamiento de enerjía, una especie de fiebre, y entonces rehace y
-transforma ciertas especies segun la necesidad. Así es como el hombre ha
-aparecido sobre la tierra; segun todas las apariencias,--es un mono ó un
-perro dejenerado.
-
---Y la palabra, y la conciencia? esclamé.
-
---Eso es poca cosa, dijo él, consiste en una simple modificacion
-fisiolójica. Un poco mas de finura en la composicion de la larinjes, ha
-hecho de un grito bestial un lenguaje articulado. Sin aparato nervioso no
-hay conciencia posible; por consiguiente, la conciencia es cuestion de
-nervios. Una acumulacion de la sustancia gris, un juego de la naturaleza
-han bastado para enjendrar al rey de la creacion.
-
---Pobre rey en verdad, si solo es el mas malo de los animales.
-
---No, no, dijo Jonatás; porque, gracias á su aparato nervioso tiene
-ideas jenerales, y hé ahí lo que hace del hombre una especie aparte. Es
-el único animal á quien se le divierte y se le engaña con palabras. El
-hombre vé ciertos hechos que se reproducen en serie regular, y que llama
-verdades; imajina una verdad universal que comprende y sostiene todas las
-verdades particulares; apercibe hermosas cosas y se figura una belleza
-que es el modelo y el tipo de todas las demas. Hé ahí el ideal que le
-seduce y le consuela,--ó en otros términos, lo que las buenas jentes
-llaman Dios.
-
---Muy bien, dije, conmienzo á entrever lo que es la categoría del ideal.
-El alma es un espejo que refleja lo que no existe; ó si os parece mejor,
-el hombre se vé á si mismo en ese espejo de aumento, y cual nuevo Narciso
-prostérnase ante esa imájen agrandada.
-
---No tan mal para un novicio, dijo el brujo.
-
---Luego, en el Universo nada hay superior al hombre?
-
---Conclusion lójica, dijo Jonatás.
-
---Si no hubiera habido hombres sobre la tierra, no habría idea de Dios, y
-por consiguiente Dios no existiria.
-
---Maravilloso, dijo, os haceis filósofo.
-
---No por cierto, esclamé, y no sé si mi manera de ver depende de mi
-estraña posicion; pero paréceme que toda esa metafísica está como yo,
-suspendida en el aire por un cabello. Qué significa esa naturaleza con
-acrecentamientos de enerjía? Una palabra para reemplazar al Ser Supremo,
-que en su bondad cria libremente al hombre y al mundo. Qué significa ese
-cambio de tejidos, esa metamórfosis de aparatos, sino una frase sonora
-que esplica lo desconocido por lo imposible? Qué significa esa fuerza
-inconsistente é inmoral? que produce una criatura dotada de conciencia
-y de moralidad, una quimera. A la altura en que estoy, las cosas se
-juzgan de una manera muy distinta,--no se paga uno de palabras vanas; las
-leyes físicas, es decir, un órden intelijente, una creacion constante
-y contínua, me revelan y me gritan que una voluntad siempre activa,
-omnipresente, sostiene al Universo y le impide disolverse. En ninguna
-parte veo la naturaleza, y en todas partes siento á Dios.
-
---Bravo! tres veces bravo! dijo el májico.
-
---Entonces lo que esponíais no era vuestro sistema? repuse muy asombrado.
-
---Sí, ese sistema es mio puesto que lo he robado; pero no creo en él.
-Pasando ayer por Tubingue, donde iba á visitar á uno de mis buenos
-amigos, honrado teólogo que siempre sueña,--apercibí á un gran metafísico
-que, á fuerza de escribir se habia quedado dormido sobre Hegel. De
-un golpe le he robado su pipa, sus anteojos y su sistema; cuando se
-despierte, solo hallará sus ojos para ver, y su espíritu para razonar.
-
---Pobre hombre! esclamé; ¿qué hará de esos instrumentos que nunca le han
-servido?
-
---Bah! dijo el brujo, vos no conoceis á los filósofos alemanes. Son
-gusanos de seda que viven en los libros; ellos sacan del primer mamotreto
-que se les presenta un hilo con el que se envuelven en un buen sistema,
-á prueba de luz y de ruido. Mi hombre se desquitará tejiendo un nuevo
-capullo. La verdad no es nada, la lójica es todo. Hegel no existe, viva
-Schopenhauer! En esa dinastia de soñadores hay siempre un rey.
-
---Señor, dijo con tono seco, vuestras preguntas son impertinentes.
-Cómo os atreveis á preguntarle á un espiritista si cree en Dios? Solo
-nosotros sabemos lo que es el alma, solo nosotros tenemos en la mano la
-prueba de su inmortalidad.
-
---Qué es pues el alma? pregunté con impaciencia.
-
---Es una fuerza magnética, respondió Jonatás. Esa monada creada por
-Dios y dotada de conciencia, se hace á sí misma un forro, á la manera
-del grano de trigo arrojado en la tierra, que echa raices, y produce un
-vástago y espigas. Cuando el cuerpo ha envejecido, el alma siempre jóven
-y activa arroja de sí ese forro decrépito, y se vá á un mundo mejor á
-buscar una nueva forma para su enerjia inmortal. Ved esos globos que
-centellean en el espacio; Júpiter, Saturno, Sirio! son otras tantas
-esferas habitadas por espíritus que se elevan. Subir la escala infinita
-de la creacion, acercarse siempre á Dios sin conseguirlo jamás, tal es
-nuestro destino glorioso. La muerte no es sino un pasaje á una vida mas
-intensa. Nada parece aquí abajo, ni siquiera un átomo de polvo; cómo
-ha de apagarse la conciencia? Dios es acaso un artista caprichoso, que
-destruye la obra maestra de su grandeza y de su bondad?
-
---Señor, esclamé, esas palabras son bellas y tocan al corazon; pero la
-prueba, esa prueba que la humanidad exije hace seis mil años,--dádmela.
-
-Nada mas fácil, repuso Jonatás; remontemonos hasta Sirio, que brilla allá
-arriba por sobre nuestras cabezas, allí vereis una de las estaciones que
-debeis habitar algun dia. No ha mucho tiempo que visité á Washington.
-
---La oferta era como tentar á un curioso; pero el maldito brujo ya se
-habia burlado de mí; desconfiaba de su májia.
-
-Temiendo los disgustos de un nuevo viaje, rehusé, é hice mal en rehusar;
-era aquella una ocasion que quizá no se me volveria á presentar.
-
---Llegarémos pronto? pregunté á Jonatás.
-
---Hé ahí una pregunta poco amable, me dijo. Mirad abajo; no veis en el
-mar una lucesita. Es el fanal de la _Arabia_, que salia de Boston, el
-dia en que os conduje á América; te hallas aun á medio camino de Europa;
-todavia tenemos que hacer doscientas leguas, ó sea seis horas de camino.
-
-Suspiré y no hablé mas.
-
---Mi buen amigo, dijo el odioso májico, estais muy áspero. Si no amais la
-discusion, si la metafísica os ataca los nervios, escojed algun asunto
-familiar, que nos permita ponernos de acuerdo. Habladme de política.
-
---Qué pensais de la esclavitud? esclamé; qué pensais de la guerra
-fratricida que destroza los Estados Unidos?
-
-A este respecto, las jentes de bien no tienen sino una sola opinion;
-supongo que detestais el despotismo, que aborreceis la esclavitud, no es
-verdad, señor espiritista, y que sin duda respetais una alma inmortal,
-cualquiera que sea la piel que la cubre?
-
---Hé ahí una pregunta del todo pacífica, dijo: pero es mas delicada de lo
-que creeis. No son las leyes las que hacen que un hombre mande ú obedezca.
-
---Qué es pues?
-
---Es el fluido magnético, repuso con una flema insoportable. Lo que los
-filósofos llaman voluntad, enerjia, potencia, no es otra cosa sino ese
-fluido que constituye nuestra alma. Cada cual posee una cantidad diversa
-y desigual. La mujer, por ejemplo, es un ser mas magnético que el hombre;
-así, resulta que en la mayor parte de los matrimonios, diga el Código
-lo que quiera, quien obedece es el marido. Los hijos, que la ley somete
-tambien á sus padres, son tiranos domésticos que imponen sus caprichos
-á toda la casa y hacen de su madre una esclava. Por qué? Porque son muy
-ricos en magnetismo. Los viejos, al contrario, tienen la sangre fria, y
-no poseen influencia sobre lo que se les acerca. Los enamorados........
-
---Gracias, dije bostezando; no hablemos de medicina, hablemos de política.
-
---Paciencia, dijo Jonatás con tono burlon. Si es cosa probada que
-los negros tienen menos fluido que los blancos, la cuestion está
-resuelta,--la esclavitud es lejítima.
-
---Señor, le dije, vuestras paradojas me fatigan.
-
---Paradojas! esclamó. Vos no sois de vuestro tiempo, doctor Rococó; leed
-vuestros grandes historiadores y vuestros grandes políticos, estudiad
-la cuestion de las razas, y vereis que la moral no es hoy dia sino la
-fisiolojía.
-
-Yo tengo una gran dulzura natural, todos la reconocen, escepto mis amigos
-íntimos, quienes, segun el uso, no ven sino mis defectos; pero que se
-pongan en mi lugar y comprenderán que ha podido faltarme la paciencia.
-Colgado de los cabellos durante seis horas, llevado no sé donde, por no
-sé quién, eran bastantes contrariedades para todavia tener la de no ser
-de la misma opinion en política.
-
---Señor, dije secamente á mi enemigo, llevaos á otra parte vuestro lindo
-espíritu. No puedo rogaros que salgais, pero os declaro que en adelante
-no os escucharé.
-
---Y cómo hareis, repuso, con voz burlona.
-
---Una palabra mas, esclamé, es un insulto de que me dareis una
-esplicacion.
-
---Un duelo en estas _serenas_ alturas, dijo el brujo, eso seria orijinal;
-reflexionaré; mientras tanto vos me escuchareis de grado ó por fuerza, os
-desafio á que os separeis de mí, dejándome burlado.
-
---Vos no sabeis, le contesté, haciendo rechinar mis dientes,--vos no
-sabeis de lo que es capaz un Francés.
-
---Lo creo capaz de todas las locuras, repuso Jonatás, escepto las locuras
-imposibles.
-
---Imposible! esclamé,--esa palabra no es francesa.
-
-Mas pronto que el rayo, saqué de mi balija un par de tijeras, y corté la
-mecha de cabellos que me ponia en manos de aquel miserable.
-
-Caí inmediatamente, jirando de derecha á izquierda como una pandorga
-que desciende. En el primer momento, alegre y contento como estaba de
-la reconquistada libertad, no me inquieté de aquel descenso rápido, la
-reflexion me vino cuando oí el mujido de las olas y los silvidos de
-aquilon. Era muy tarde; el mar se abrió para recibirme en sus abismos, y
-menos dichoso que Jonás, me rechazó sobre la onda jadeante y helado. No
-perdí el valor, y me puse á nadar con un ardor desesperado.
-
-Hacer quinientas leguas de aquella manera primitiva era mucho; pero la
-casualidad podia hacer que me encontrase con algun vapor en aquella gran
-ruta del oceano, y cobré aliento. Miraba á lo lejos, buscando alguna
-luz, y no veia sino tinieblas, cuando el horrible fantasma, dispuesto á
-arrebatarme, se dejó caer sobre mí como una golondrina que levanta una
-mosca de la superficie del agua.
-
---Doctor, me dijo fisgando, espero que el baño os habrá refrescado la
-sangre; volvamos á tomar la discusion donde la dejamos.
-
-Primero muerto, que escuchar tus detestables sofismas, esclamé, y
-cerrando el puño, le asesté á mi enemigo un golpe tan terrible que todos
-los huesos de mi mano sonaron. Dí un grito de dolor y........
-
-
-
-
-CAPITULO XXX.
-
-Lo mas corto del libro y lo mas interesante para el lector.
-
-
-....Me desperté en mi cama.
-
-
-
-
-CAPITULO XXXI.
-
-Algunos inconvenientes de un viaje á América.
-
-
-Al salir de aquel peligro, ó de aquella pesadilla, no sé como decir,
-necesité algun tiempo para reconocerme. Dónde estaba? En qué pais me
-habia echado mi verdugo. Las cortinas de la cama estaban cerradas,--las
-abrí; el cuarto sombrío y mudo; era aquello el silencio y la media luz
-que rodean á un enfermo. Cuando mis ojos se habituaron á la oscuridad
-miré á mi alrededor y ví una mesa cubierta de papeles, de libros, de
-folletos, apilados al azar; una biblioteca llena de libros encuadernados
-á la rústica, en pasta y media pasta, parados los unos y atravesados los
-otros; una masa de mamotretos, que se alzaba desde el suelo formando una
-pirámide bamboleante que á cada instante amenazaba derrumbarse; todo
-estaba en su lugar, y no habia que dudarlo, me hallaba en mi gabinete! en
-Paris, en Francia,--de vuelta al fin de mis carabanas. Lo diré? Aquella
-vuelta al centro de la civilizacion me hizo un mediocre placer; habíale
-tomado gusto á la libertad.
-
-Tiré la campanilla, Jenny entró en puntas de pié, y me preguntó en voz
-baja si habia llamado.
-
---Sin duda, querida amiga, la dije; dadme luz, por piedad, este cuarto es
-una tumba.
-
-Jenny entreabrió las cortinas y llamó á Susana, que asomó muy despacio la
-cabeza á la puerta, y se detuvo para mirarme con ojo inquieto.
-
---Y bien, señorita, la dije alegremente, no besais hoy á vuestro padre?
-
-En lugar de echarse en mis brazos, acercóseme con paso tímido y me tomó
-la mano llorando.
-
---Cómo os sentís, papá? murmuró.
-
---Muy bien, hija mia, salvo la fatiga y la emocion del viaje.
-
---Ah! dijo Susana.--Ah! dijo Jenny.
-
-Habia en aquel grito un acento tan estraño, que alternativamente miré á
-mi mujer y á mi hija; sus rostros estaban alterados.
-
---Qué teneis? les pregunté. Qué tengo que pueda alarmaros?
-
---Amigo mio, dijo Jenny, os ruego que guardeis silencio, así lo ha
-recomendado el doctor Olybrius.
-
---Quién es el doctor Olybrius? No es ese fátuo que ha hecho un grueso
-volúmen sobre la “Cuaresma considerada bajo el punto de vista de la
-hijiene y de la navegacion”. Qué hay de comun entre ese pedante de
-sacristia y yo?
-
---Daniel, repuso Jenny, con tono seco, el doctor Olybrius es el médico
-que todo el mundo consulta. Hace ocho dias que tiene por vos los cuidados
-de un cofráde y de un amigo.
-
---Ocho dias! grité sentándome en la cama. Estais soñando, hija querida?
-Cómo puede haberme cuidado en Paris vuestro doctor, siendo así que
-estábamos en América?
-
---Escuchadme, Daniel, dijo mi mujer con voz conmovida, escuchadme sin
-interrumpirme; va en ello vuestra salud, vuestra vida quizá.
-
---El mártes pasado, hace ocho dias, habeis vuelto á casa en un estado
-deplorable. Habiais consultado no sé qué charlatan; y si he de creerle al
-doctor, aquel hombre os ha hecho tomar una pocion de opio, ó de hatchis
-que debia mataros. La fuerza de vuestra constitucion, nuestros cuidados
-quizá os han salvado. Toda la semana habeis estado en un letargo completo
-ó en un delirio espantoso. Habeis tenido visiones terribles, que mas de
-una vez nos han hecho temer por vuestra razon. Hoy volveis á delirar,
-el doctor Olybrius lo habia predicho; pero añadiendo que esta vuelta á
-la salud exijía los mayores cuidados; que, segun todas las apariencias,
-necesitaríais de algun tiempo para sacudir todos vuestros sueños y
-acostumbraros de nuevo á la vida real, y que en una crísis semejante el
-reposo y el silencio eran de absoluta necesidad.
-
-Al oir aquello miré á mi vez con espanto á mi mujer. Qué significaba
-aquella fábula, referida con tanta seguridad? Yo estaba seguro de haber
-estado en América; un cérebro Francés jamás habria imajinado lo que
-yo habia visto; por otra parte, el delirio es incoherente y no deja
-recuerdos. Pero si Jenny habia estado en Francia mientras yo vivia en
-Massachusetts, quién era pues, esa Jenny Americana, á quien estrechaba
-con tanta ternura sobre mi corazon? Sería bígamo sin sospecharlo? Habia
-dos Susanas y dos Enriques, el uno en Paris de Francia y el otro en
-Paris de América? Era yo doble? Tenia una sola alma en dos cuerpos? Qué
-confusion! Qué caos!
-
-Maldito Jonatás! murmuré, que el diablo te lleve, y al espiritismo
-contigo! Vaya un lindo embarazo en el que me encuentro!
-
-De repente la verdad me hirió, y me reproché el haber escuchado á mi
-mujer, siquiera un instante. No me habia dicho Jonatás que solo yo
-conservaria la memoria, y que mi familia se haría Yankee de nacimiento?
-Todo se esplicaba de la manera mas natural; Jenny era el juguete de una
-ilusion. Si alguien soñaba en mi casa no era yo, era mi mujer. Esta
-reflexion tan simple me volvió el valor y mi dignidad.
-
---Querida mia, le dije á Jenny, no os fieis en las apariencias. Vuestro
-Olybrius es un tonto; yo no he estado nunca enfermo, la prueba la teneis
-en que mi pulso no tiene mas que sesenta y cinco pulsaciones, en que me
-muero de hambre, y en que, con vuestro permiso, voy á levantarme y á
-almorzar. Por toda respuesta mi mujer se anegó en lágrimas: es un modo de
-razonar que Aristóteles ha hecho mal de olvidar; representa un gran papel
-en la retórica conyugal: un marido exitado está medio vencido.
-
-Susana, como hija bien criada no dejó de encarecer á su madre, y se colgó
-de mi pescuezo sollozando: Papá! gritó, mi papacito, no os hagais daño,
-esperad al doctor.
-
---Le esperaré de pié, y no en ayunas, repuse; por lo demas, hijos mios,
-no quiero aflijiros. Soy médico, y os doy mi palabra de honor de que me
-siento muy bien; si mi asercion no basta haced subir á mi vecino Rose; él
-es médico y antes de poco os habrá tranquilizado.
-
-La transaccion fué aceptada, entrando muy luego Rose con una cara tan
-séria y tan solemne que me reí en sus barbas.
-
---Buen dia, mi viejo amigo, le dije, tendiéndole la mano.
-
---A qué debo esta honra, señor doctor, respondió sentándose en mi
-poltrona.
-
---Tened la bondad de tomarme el pulso, y decidles á estas señoras si no
-estoy en perfecta salud.
-
-Tomó mi brazo, contó gravemente las pulsaciones de la arteria, y,
-volviéndose hácia Jenny, con aire asombrado, dijo:
-
---Si me fuera permitido dar una opinion, me atreveria á decir que este
-pulso está regular, y hasta un poco débil, como el de un hombre que
-no ha comido. La crísis ha pasado, si la ha habido, que no me atrevo
-á afirmarlo. Creo, añadió desarrugando la frente, que un pollo frio y
-algunos vasos de vino de Burdeos están naturalmente indicados; es una
-prescripcion que, enfermo ó nó, el señor doctor puede aceptar.
-
-Las dos mujeres salieron para ordenar mi comida; Rose, se levantó y
-acercándoseme con el dedo en la boca:
-
---Confesad, doctor, dijo en voz baja, que en adelante no volvereis á
-jugar con el láudano?
-
---_Tu quoque?_ esclamé. Querido señor, el opio nada tiene que hacer en
-este negocio; he sido magnetizado.
-
---Bueno, dijo: con que vos, doctor, un hombre de fondo, un espíritu
-fuerte, creeis en el magnetismo, cuando la Academia de medicina le rehusa
-el derecho de ciudad?
-
---Ha sido necesario ceder á la evidencia, repuse suspirando. Teneis en mi
-una víctima de esa deplorable invencion. Me han transportado á América.
-
-Rose retrocedió pálido y confuso.
-
---Sí, repuse, me han transportado á América, con mi casa y mi calle. Allí
-os he visto á vos, Sr. Rose; erais allí un patriota, un bravo, un capitan
-de zuavos.
-
---Callaos, en nombre del cielo, dijo, callaos, si otro que yo os oyera!
-
---Dudais de mi palabra? le dije, necesitais pruebas?
-
---No quiera Dios que os dé un desmentido, esclamó el boticario; hemos
-servido juntos en las filas de la Guardia Nacional, os tengo por un
-caballero y sentiria mucho que os sucediera nada desagradable. Escuchad
-el consejo que me dicta el respeto que os tengo. Sed prudente; sed
-discreto. Habeis estado en América, sea; vos lo decis, yo lo creo; pero
-en vuestra casa todos creen lo contrario. Sois el único de vuestra
-opinion. Por consiguiente, ya sabeis el proverbio:
-
- _Quand tout le monde a tort, tout le monde a raison_[64].
-
-Si os obstinais en hablar de ese viaje magnético, temo que los incrédulos
-se venguen á su modo, y que os hagan pasar por un hombre que....
-
-Se detuvo, puso uno de sus dedos sobre mi frente, agachó la cabeza y me
-miró con aire compasivo.
-
---Cómo! esclamé, os imajinais por ventura que tengo trastornado el
-cérebro?
-
---Sin duda que no; no sé á qué atenerme, pero quién puede detener á las
-imajinaciones demasiado vivas? vuestra aventura es tan estraordinaria,
-que seria prudente que solo vos guardárais el secreto de ella.
-
---Señor Rose, repuse, sentaos y hablemos, vereis que jamás he tenido la
-cabeza mas sana. Cómo están vuestros nueve hijos?
-
---Muy bien, contestóme, os doy las gracias; todos están ya colocados
-inclusive mi Benjamin.
-
---Alfredo, no es verdad?
-
---Sí, dijo sonriendo, un lindo mozo de veinticuatro años. Qué gusto para
-un padre haber colocado al fin á toda su familia, y haberla colocado bien.
-
---Qué hacen todos vuestros hijos? Contadme eso, vecino; hablad incrédulo;
-aseguraos que tengo el corazon y el espíritu mas jóvenes que á los veinte
-años.
-
---El mayor, dijo, es el único que me ha dado algunos pesares. Era el
-retrato de su difunta madre. Porfiado, ambicioso, con ideas siempre
-suyas, y no queriendo cederle á nadie me tenia siempre inquieto. Así, he
-me visto reducido á hacerlo entrar en la escuela politécnica, de donde ha
-salido siendo uno de los primeros. Podia tener un hermoso puesto en los
-tabacos, pero es un caballo arisco que no hay como enfrenar. El caballero
-ha corrido el mundo con invenciones en su bolsillo; es hoy dia director
-de una usina y pretende que hace fortuna. Dios lo quiera! Pero la
-industria es un oficio pérfido; solo despues de haberse uno muerto puede
-tener la seguridad de haber salido bien. Ese niño me inquieta siempre.
-
---Mis otros hijos, educados cuidadosamente por mí, no me han dado sino
-alegrias. Han recibido una educacion literaria, y gracias á protecciones
-hábilmente empleadas, á todos les he colocado en la administracion.
-Tengo dos en las aduanas, dos en los derechos reunidos; otros dos son
-receptores, el octavo está en las aguas y bosques; en cuanto á mi
-Alfredo, hélo secretario particular de un prefecto,--en el camino de las
-grandezas. Antes de dos años si le consigo algunas recomendaciones, será
-consejero de prefectura con mil ochocientos francos de sueldo.
-
---Cómo! esclamé, vos, Rose, un patriota habeis hecho de vuestros hijos
-dependientes, cuando podiais abrirles una carrera independiente y
-hacerlos ciudadanos?
-
---Doctor, repuso el boticario, he seguido el consejo y el ejemplo de las
-jentes de talento. Si el servicio del Estado no es brillante, es seguro.
-No se tienen inquietudes ni fatigas, si hay alguna fortunita, se trastea
-en la bolsa para mejorarla; procura uno casarse con una mujer que tenga
-un lindo dote, y padres que no sean muy jóvenes; vive uno tranquilamente
-y envejece á su gusto con una buena jubilacioncita, en el fondo de
-alguna ciudad de provincia.
-
---Es la vida de una ostra.
-
---Las ostras son dichosas, repuse, es lo principal. ¿Sed fabricante,
-comerciante, armador? La revolucion os arruina el dia menos pensado;
-despues, es un gobierno fuerte que hace la guerra sin preveníroslo.
-¿Y los impuestos que aumentan todos los dias, y las crísis, y la
-competencia? Todo se conjura contra el hombre que trabaja. Nuestra
-sociedad no es hecha para él. Loco es aquel que corre semejantes
-aventuras, cuando nada hay tan cómodo como vivir tranquilo y honrado
-sirviendo á su pais. ¡La Administracion es la Francia! Que los
-republicanos y los delicados ladren cuanto quieran, por mi parte prefiero
-que mis hijos estén con los que comen, no con los que son comidos.
-
---Y para llegar ahí habeis necesitado solicitar, estirar la mano.
-
---Sí, dijo riendo, se han hecho algunas bajezas. He caminado á derecha é
-izquierda, he implorado, he adulado, pero me he salido con la mia que es
-lo esencial. No abrais esos ojazos, doctor: he hecho lo que hace todo el
-mundo. No por eso soy menos patriota, y dejo de estar en la oposicion;
-estoy en el centro izquierdo, con toda la Francia, y me glorío de ello,
-sea dicho entre nos, pero cuando el porvenir de mis hijos está de por
-medio, pongo en el bolsillo mis opiniones, las cuales no me sirven de
-nada.
-
---Para encontrarlas en un dia de revolucion, ¿no es verdad? le dije con
-ironia.
-
---Sin duda, repuso con tono plácido. Se sirve al Gobierno, pero no se
-pierde uno por él. Una de las grandes ventajas de la administracion
-consiste en que las revoluciones le aprovechan; cada quince años hay una
-crísis, ¡dichoso aquel que se encuentra en situacion de poder atrapar el
-buen número!
-
---Sois un sábio, señor Rose.
-
---Un hombre de sentido simplemente, repuso con orgullosa modestia. Ved
-por ejemplo á mi Alfredo; ha hecho estudios admirables; ha obtenido el
-primer premio de discurso francés en el gran concurso. Si le hubiera
-escuchado se habria hecho abogado, bella carrera, pero larga, difícil,
-laboriosa y que ahora no conduce á nada. Al paso que con su injenio, su
-buen porte y un poco de manejo, ese muchacho no necesita sino dos ó
-tres buenas oportunidades para ser subprefecto en diez años, prefecto en
-quince y quizá senador.
-
---Ay, Dios! esclamé, oís ese ruido en la calle?
-
-Rose corrió á la ventana.
-
---No es nada, dijo, es un caballo que ha rodado y un hombre que ha salido
-por las orejas.
-
---Estoy perdido: ¡tendré que pagar otros quinientos dollars!
-
---¿Qué teneis, querido señor? dijo el boticario, confuso con mi miedo.
-Un desconocido que se rompe el pescuezo en la calle, es cosa que se vé
-todos los dias, ¿qué mal puede haceros? es una desgracia de que no puede
-acusarse á nadie.
-
---Eso atañe, al menos, á vuestra administracion, le dije, volviendo en mí
-y pensando que ya no estaba en América.
-
---La administracion nunca es responsable, repuso Rose con tono chusco.
-Ella nos cuida á todos á nuestro riesgo y peligros.
-
---Hay un inspector.
-
---Sin duda, dijo, pero el inspector depende del prefecto, y este depende
-del gobierno, el cual no depende sino de Dios y de su espada. Como decía
-mi difunto padre hay tres casos fortuitos y sin remedio: naufrajio,
-incendio y hechos del príncipe. Hoy dia contra el naufrajio y el incendio
-hay el seguro; contra los hechos del príncipe nos resta lo que tenian
-nuestros abuelos,--la resignacion.
-
---Las cosas no andan así en................
-
-Rose me miró, yo me mordí los lábios y callé.
-
---Por lo demas, continuó el boticario, pronto os vereis libre de ese
-detestable empedrado, que van diez años, hace la desesperacion de los
-cocheros; el mes que viene os espropian.
-
---¿Qué me espropian?
-
---¿No lo sabeis? repuso; la informacion está abierta hace ocho dias.
-
---Me opongo, reclamo.
-
---¡Reclamar! ¿y para qué? dijo con aire paterno. Querido vecino, conoceis
-sin duda la historia de la olla de barro y de la olla de hierro. No
-os encapricheis, es inútil y algunas veces perjudicial; tratad con la
-administracion, os dará por vuestra casa un precio razonable, ¿qué mas
-quereis?
-
---No quiero que me echen de la casa de mis padres; pero tengo los
-diarios, escribiré.
-
---¡Los diarios! dijo el boticario. Ojalá los suprimieran á todos. De qué
-nos sirven hace diez años. En otro tiempo, bajo el último reinado, le
-decian las verdades á los ministros,--era divertido; hoy dia no sé que
-enfermedad les han inoculado, están mudos como peces. No son sino avisos.
-Tengo acaso necesidad de pagar cincuenta francos por año porque me manden
-á domicilio el prospecto de todos los negocios sucios, cuyas perfecciones
-se decantan á cinco sueldos la línea. Si yo fuera gobierno, obligaria á
-los diarios á decir la verdad; de lo contrario, me basta el _Monitor_, y
-todavia!
-
---Y sois liberal?
-
---Liberal y francmason, hasta la muerte, dijo, levantando la mano con
-grotesca seriedad. Hace cuarenta años que mi _Credo_ no ha variado jota.
-Viva nuestra inmortal revolucion y el Imperio que ha llevado hasta Moscow
-los gloriosos principios de 89! Abajo los aristócratas y los emigrados.
-Abajo los Jesuitas, que son la causa de todas nuestras miserias! No
-soy enemigo de la relijion, el pueblo la necesita, pero quiero curas
-patriotas y honrados. Odio á la pérfida Albion, maldigo al autócrata
-Ruso, quiero que la Francia liberte á todos los oprimidos: Polacos,
-Húngaros, Valacos, Servios, Maronitas, Italianos y Negros. Por lo demas,
-amo la paz y las artes; nunca tendremos de sobra para nuestra primera
-escena nacional, la comedia francesa, donde he aplaudido al señor Talma,
-en _Sila_:
-
- _J’ai gouverné sans peur et j’abdique sans crainte._
-
-Quiero un gobierno fuerte y patriótico, que escuche á los hombres
-honrados y haga callar á los abogados y á los charlatanes. Quiero un
-ejército que le haga frente á la Europa, una marina que desafie á la
-Inglaterra, canales y ferro-carriles por todas partes; quiero que
-el gobierno le dé trabajo y pan al obrero. Quiero ademas un pequeño
-presupuesto y pocos impuestos. No entiendo que el Estado engorde con los
-sudores del pueblo. Hé ahí mi símbolo; es el de todo buen Francés.
-
---Y la libertad, le pregunté, no la veo en vuestro programa?
-
---Os equivocais, repuso. No os he dicho que queria un gobierno enérjico,
-una administracion que pulverice todas las resistencias individuales? El
-dia en que el Poder, comprendiendo sus verdaderos intereses, os obligue á
-ser libres, tendremos libertad y se la impondremos al universo.
-
---Qué entendeis por la libertad? le pregunté.
-
---Vecino, dijo, hé ahí una pregunta, que prueba lo sana que teneis la
-cabeza. Hay una cáfila de necios que gritan libertad! libertad! sin
-ver el lazo que les tienden el fanatismo y la aristocracia. No quiero
-esas falsas libertades que solo son el privilejio de la riqueza y de
-la supersticion. Patriota, amigo de las luces, no quiero una libertad
-relijiosa provechosa solo para los sándios. Para que el pueblo sea
-libre es menester embozalar á los frailes. No quiero una libertad de
-asociacion, únicamente buena para los capuchinos; no quiero que en nombre
-de la caridad se corrompa al pobre con limosnas políticas, dándole
-un pan envenenado. No quiero una libertad de educacion que entregue
-nuestros hijos á los Jesuitas. No quiero una libertad departamental que
-reconstruya el federalismo provincial; no quiero una libertad comunal
-que resucite el despotismo del señor y del cura, haciéndonos siervos y
-villanos. Mejor es la mano del Estado que esos derechos anárquicos, de
-que abusarian las jentes inquietas, los aristócratas, los fanáticos y los
-gazmoños. Estoy con el pueblo, viva la igualdad!
-
-Miraba con terror á aquel honrado Beociense, y decia para mis
-adentros,--pensar que antes de mi viaje á América yo estaba en ese
-grado de inbecilidad! Yo tambien ponia mi patriotismo en la igualdad
-de la servidumbre; yo tambien hacia consistir la libertad pública en
-la destruccion de todas las libertades particulares, como si despues
-de ese anonadamiento quedára otra cosa que el brutal mecanismo de la
-administracion. Jonatás! Jonatás! maldito brujo! Porqué me has hecho
-estranjero en mi pais, porque no trasportas á América á todos los
-franceses, por ocho dias siquiera?
-
---Y bien, vecino, dijo el boticario, sorprendido de mi silencio, qué
-pensais de mis principios? No soy un hombre del siglo? No soy un patriota
-y un Francés en toda regla? No son esas las doctrinas que vos habeis
-defendido siempre?
-
---Es verdad, repuse, pero al hacer la enumeracion de todas las libertades
-de que tenemos miedo, no veo bien las que nos quedan.
-
---Bah, me dijo, vos os chanceais. Y la libertad de la panaderia, es acaso
-nada? Y el sufrajio universal, no es todo? En la hora del escrutinio
-es cuando se reconoce á los hombres que no adulan jamás al poder. Hace
-cuarenta años puedo hacerme esa justicia, que nunca he votado sino con la
-oposicion. Pueden hacerme mil pedazos,--no cederé.
-
---Mientras tanto, os dejais espropiar sin decir una palabra.
-
---Entre nos, la cosa me fastidia, repuso el boticario. Pero qué quereis,
-no soy sino un individuo. Como ciudadano desafio á los tiranos; como
-simple potentado no he de ir á ponerme mal con la administracion, de
-la que tengo necesidad todos los dias. Por otra parte, los principios
-están ahí; el interés privado debe ceder ante el interés jeneral. Pensad
-que si la conservarán, vuestra casa desbordaria dos centimetros al menos
-de la alineacion jeneral. Quién sufriria semejante defecto de simetría?
-Nosotros los Parisienses hemos nacido con el compás en los ojos. No
-habria pasante á quien no lo chocára esa enormidad y que no gritára hasta
-desgañitarse contra nuestra edilidad.
-
---Sí, dije, los derechos no son nada, la linea recta es todo.
-
---Señor, dijo el boticario, no hableis mal de la linea recta; me dariais
-mala idea de vuestras luces y de vuestro gusto.
-
---Mucho debeis amar el camino mas corto de un punto á otro, puesto que le
-haceis sin pesar, el sacrificio de vuestra industria.
-
---Si lo amo? dijo; escuchadme, vecino, os haré una confidencia, que estoy
-seguro os encantará, como ya ha encantado á todos mis amigos.
-
-Soy todo orejas, como hombre que lo que mas desea es convertirse.
-
---Ya veis, dijo, lo que hacen de París. Viejas casas, antiguos recuerdos,
-todos esos restos de un pasado bárbaro caen bajo el martillo de los
-demoledores y son reemplazados por calles rectas y palacios nacidos de
-ayer. Es magnético; un Parisiense mismo se pierde en él. Antes de diez
-años París será una ciudad completamente nueva: el teatro, la posada y
-el café del mundo entero. Eh bien! partiendo de las mismas ideas, he
-concebido un proyecto mas atrevido y hermoso; pongo á toda la Francia en
-París. La provincia está muerta,--ya no hay ni Auberneses, ni Gascones,
-ni Saboyardos; ya no hay ni siquiera Franceses. Todos somos Parisienses.
-
---La obra es grande, continuó; se trata de fortificar y de concentrar
-la unidad nacional, que deja mucho que desear; pero el medio es de los
-mas simples; prolongo el _boulevard_ de Sebastopol, de un lado hasta
-Bayona, del otro hasta Dunkerque; llevo la calle de Rivoli, de una punta
-hasta Brest, de la otra hasta Niza. De paso, derribo todo, á fin de que
-nada embarace la linea recta. Qué perspectiva! Qué horizonte! Y el gasto
-es nada! Las espropiaciones no costarán caro, el aumento de precio de
-los terrenos será enorme, porque siempre se estará en París. Todas las
-ciudades no serán ya sino suburbios.
-
-En medio de la via coloco un ferro carril; de ambos lados hago construir
-casas con arqueria, á fin de que los pedestres no sufran ni la lluvia
-ni el lodo; coloco teatros de trecho en trecho y cafés en todas partes.
-París se vuelve asi el paseo del jénero humano. Eso no es todo, llamo
-á las artes en mi socorro para dar estilo á mis construcciones. En la
-estremidad de ese _boulevard_ de doscientas leguas del lado de Bayona,
-erijo una estátua de ciento veinte pies: la gloria; en la otra estremidad
-hácia Dunkerque: la victoria. Al fin de la calle de Rivoli, hácia Brest:
-un grupo de guerreros; abajo, hácia Niza, ninfas ofreciendo laureles. En
-el centro, finalmente, es decir, hácia Bourges, establezco un Walhalla,
-un panteon jigantesco. Una columna ó mas bien una pila inmensa formada
-de cañones superpuestos, elevará hasta las nubes una especie de Minerva
-con pica, casco y coraza. Esa será la Francia, reina de las artes, de
-la civilizacion y de la paz. Al rededor de la columna dispongo un vasto
-pórtico coronado de granadas y de obuses que estallan; en el interior
-coloco las estátuas de todas nuestras glorias nacionales: Duguesclin,
-Dunois, Condé, Turenne, Hoche, Kléber, Masséna, Murat, &a; arriba
-establezco estátuas simbólicas, cada una de veinticinco pies de alto.
-De un lado la Guerra protejiendo la industria y las artes; del otro la
-Conquista llevando al estranjero la libertad; en el centro la Fortuna y
-la Belleza coronando la valentía. Eso será noble y grandioso, tendremos
-asi monumentos patrióticos que inmortalizen un siglo y engrandezcan el
-espíritu de veinte jeneraciones. La inmensidad en la uniformidad, qué
-ideal!
-
-Los griegos, respondí, hacian, me parece consistir la belleza en la
-proporcion y la variedad.
-
---Los Franceses no son Griegos, esclamó él; somos Romanos; nada nos place
-como la enormidad y la simetría; lo jigantesco es lo bello.
-
-Suspiré, bajé la cabeza y no contesté.
-
---Eh bien, doctor, volveis á caer en el silencio? Qué pensais de mi
-proyecto?
-
---Pienso, le dije, alzando los hombros, que vengo de un pais donde se
-ocupan de levantar hombres en lugar de levantar piedras y de construir
-monumentos. Los pórticos, las columnas, los arcos de triunfo, las
-estátuas, forman en el horizonte una hermosa perspectiva; pero hay algo
-mas hermoso, mas grande, algo mas vivo que esparce en la mas estrecha
-calle la mas esplendorosa luz, y que hace del antro mas sombrio un
-palacio: es la libertad.
-
---Vamos, repuso, con su tono de autor irritado, con que vuelven á venir
-vuestras mariposas negras; siento que mi presencia es indiscreta.
-
-Se levantó, y le dejé marcharse. Qué habia de hacer con aquel loco? Oí
-que hablaba con mi mujer en el salon, y percibí el nombre de Olybrius,
-y las palabras:--“daos prisa, es tiempo.” Qué significaban aquellas
-palabras? No hice caso de ellas, y fué mal hecho. Es menester desconfiar
-siempre de los necios.
-
-
-
-
-CAPITULO XXXII.
-
-Una familia Parisiense.
-
-
-Por fin levantéme, acicaléme, pero no sin echar de menos mi casita de
-América. No tenia baño donde reposar mis miembros fatigados, ni fuego en
-mi cuarto ni agua caliente; los franceses no han comprendido todavía que
-la primera de las libertades domésticas,--consiste en tener uno todo á la
-mano, sin necesidad de nadie. Fué menester que tirára la campinilla sin
-cesar, y á cada campanillazo se me presentó un lacayo solemne y estirado
-que me miró desde arriba de su corbata blanca, y me sirvió con majestuoso
-desdén. Oh, mi pobre zambo, dónde estabas tú? Tú eras uraño y ridículo,
-pero me amabas.
-
-Una vez afeitado me miré al espejo, esperimentando algun placer de
-encontrar mi cara de otro tiempo; no es que fuera linda, pero estaba
-habituado á ella; nada hay tan incómodo como buscarse uno bajo una
-máscara estraña. En el comedor hallé á mi mujer y á mi hija que me
-esperaban con una inquietud mal disimulada. Jenny bordaba un tapiz, para
-tener alguna habilidad; Susana festonaba, y de vez en cuando fijaba en mi
-sus ojos tristes y azorados. Sentéme á la mesa, y almorcé con escelente
-apetito. Ocho dias de emocion y de agua pura me hacian saborear con
-delicia un almuerzo francés, y mi viejo vino de Burdeos. Volvía á hallar
-la patria; mi corazon volvía á sentir su antiguo calor; y tenia ideas
-poéticas, cosa que no me habia sucedido en Massachusetts.--Oh, patria
-mía! Yo te amo como un enamorado ama á su querida, riñéndola siempre,
-pero deseándole siempre todas las bellezas y todas las virtudes. Oh,
-mi Francia querida! tu tienes mas de un defecto de educacion, pero la
-naturaleza te ha tratado como á niño mimado. Nada vale la dulzura de tu
-cielo, la riqueza de tus mieses, la hermosura de tus frutas, el calor
-de tus vinos. Cuando la fiebre de las revoluciones no te enloquece, tus
-hijos son políticos, amables, injeniosos; tus hijas son mas listas que
-sus maridos. Qué te falta pues, para ser la nacion del mundo mas noble y
-feliz? Solo esa libertad de que te burlas, y que no conoces!
-
---En que piensas, Susana mia?
-
---En nada, mi buen padre.
-
---Deveras? pues un pajarito me dice que la señorita piensa en su mas
-antiguo amigo.
-
---No digo que no, padre mio.
-
---Bien! hija mia, es menester desterrar esos malos pensamientos. Estoy
-tan bien de salud que solo me ocupo de tu felicidad. Y á propósito, hija
-mia, cuando te casas?
-
-Jenny se levantó como si un resorte la hubiera empujado, Susana se puso
-colorada hasta lo blanco de los ojos.
-
---Dejémonos de niñerias, esclamé. Susanita, pronto tendrás veinte años,
-y no eres una de esas tontuelas que al nombre de marido se ponen á
-bisquear, mirándose la punta de la nariz. Si tu corazon ha hablado,
-dímelo; tengo plena confianza en tí, amiga mia; adopto de antemano el
-yerno que me has elejido.
-
-Susana, dijo mi mujer, con voz conmovida, traeme de mi cuarto un poco de
-lana para mi tapiz, y esto diciendo, le hizo una señal de intelijencia,
-que, traducida en buen francés quería decir: “déjanos solos.”
-
-En cuanto Susana salió, Jenny estalló.
-
---Daniel, dijo, sois cruel. Qué os ha hecho esa niña?
-
---Cómo! no puedo preguntarle á mi hija si ama?
-
---Mi hija, repuso Jenny, no ama á nadie, señor.
-
-Es una niña honesta, que hará lo que ha hecho su madre: esperará al dia
-de su casamiento, para amar al esposo que sus padres le escojan.
-
---Al dia de su casamiento? esclamé. Es un poco tarde. Si el amor no entra
-la primera noche, al dia siguiente hallará la puerta cerrada. Dejar su
-felicidad á la eleccion de sus padres es peligroso. La mujer se casa para
-sí, no para su madre. El deber es una bella cosa, pero no reemplaza esa
-primera y santa ternura de un corazon que se ha entregado libremente.
-
---No sé de donde sacais esas vuestras doctrinas, dijo Jenny con tono
-seco; me parece que debiérais respetar vuestra casa para no traer á ella
-esas tristes paradojas.
-
---Pero, mi buena amiga, en todos los paises del mundo las jóvenes escojen
-sus maridos. Ved la América!
-
---Somos Iroqueces? interrumpió mi mujer.
-
---Ved la Inglaterra, la Alemania, la España misma; allí se casan con el
-que aman, y no veo que los matrimonios sean menos felices que en París.
-
---Vos no teneis sentido comun, Daniel.
-
---Es decir, señora, que entre nosotros dos hay alguno á quien la
-preocupacion, le ciega y que razona torcidamente.
-
-Sí, señor, con la diferencia que vos sois el único de vuestra opinion, y
-que en Francia todo el mundo piensa como yo.
-
-Ah! murmuré, hé ahí mi tirano, el señor _todo el mundo_; vuelvo á
-hallarlo en mi casa, y no hay duda, mi mujer valia mas en América!
-
-Discutir era inútil, disputar odioso; recurrí á un recurso que le faltaba
-á Sócrates; encendí mi pipa, y me puse á soñar.
-
-La paz no duró mucho tiempo. Enrique entró en el cuarto y vino á
-abrazarme tímidamente. Miré á mi hijo, y me costó reconocerle. Ya no era
-mi ardiente voluntario, siempre dispuesto á partir á la India ó á la
-guerra,--era un lindo mozalvete con cara de muñeca. En el medio de la
-cabeza tenia una raya á guisa de mujer; añadid una camisa bordada, un
-cuello parado, una cinta escocesa de corbata. Vamos, parecia una mujer de
-paletot; toda su persona tenia no sé qué de gracioso, de delicado y de
-indolente.
-
---De dónde vienes querido? le dijo su madre.
-
---De lo de mi peluquero, mamá.
-
-Su peluquero! Mi hijo tenia necesidad de un peluquero! Yo le contemplaba
-como á una curiosidad.
-
-Has estado en el picadero, esta mañana? continuó Jenny.
-
---Sí, mamá, y en la sala de armas.
-
---Muy bien, dije, esos ejercicios viriles me gustan. Es menester que un
-jóven sepa andar á caballo, nadar, boxear, tirar el florete y la pistola;
-es menester que el hombre civilizado combata sin cesar la dulzura de una
-vida que le enerva; pero, mi querido Enrique, eso no es todo, es menester
-tambien adoptar alguna profesion. Tienes diez y seis años; eres un
-hombre. Qué piensas hacer?
-
---Pobre amor mio! esclamó Jenny, dejadlo gozar de sus bellos años;
-todavia no es bachiller.
-
---Pues bien, que se haga bachiller!
-
---Tengo tiempo, papá, dijo Enrique, bostezando. El año que viene me darás
-un repetidor.
-
---Para qué? preguntéle.
-
---Todo el mundo toma repetidores, dijo Jenny encojiéndose de hombros.
-Ved al hijo de M. Petit, el banquero. No sabia nada, era un idiota. En
-tres meses un hombre del oficio le ha metido toda una enciclopedia en la
-cabeza; ha asombrado hasta á sus mismos examinadores.
-
-Y tres meses despues era tan ignorante como el primer dia.
-
---Qué importa? dijo Jenny, era bachiller; es un título que conduce á todo.
-
---Sed pues bachiller, hijo mio, y no esperes el año próximo; quiero que á
-los diez y siete años tengas una profesion.
-
---Antes debe estudiar derecho! dijo mi mujer.
-
---Sí, paseándose tres años en el Bosque y en otras partes, salvo
-una enfermedad crónica que se llama el exámen. No quiero que pierda
-tontamente tres años, los mas bellos de la vida, en la ociosidad, ó en
-tristes placeres! Que Enrique adopte primero una profesion, y en seguida
-que estudie derecho sériamente. Habla, hijo mio, qué profesion escojes?
-
---La que querrais papá, respondió abrazando á su madre. Jenny se sonrió
-como diciéndole: paciencia, hijo mio, tu padre no tiene sentido comun.
-
---No tienes ningun gusto, ninguna vocacion? pregunté á Enrique.
-
---No, papá, eso os toca á vos. En quedandóme, en París, pudiendo montar á
-caballo y divertirme con mis amigos, todo me es igual.
-
---Hijo querido, como nos ama! dijo Jenny alizándole los cabellos.
-
---Divertirte! esclamé, quién te ha inspirado semejantes principios? Amigo
-mio; no estamos en la tierra para divertirnos. El trabajo es la órden de
-Dios, el freno de nuestras pasiones, la gloria y la felicidad de la vida.
-En América no hay un solo hombre que á tu edad no se baste á sí mismo,
-que no tenga el sentimiento de su deber y de su dignidad.
-
---Daniel, dijo Jenny, con una impaciencia visible, por qué lo atormentas
-así cuando no trata sino de agradarte? Esperad un poco; hará lo que hace
-todo el mundo.
-
---Es decir que no hará nada.
-
---Tendrá un puesto.
-
---Eso es lo que yo decia, repuse indignado de aquella debilidad maternal.
-Un puesto, hé ahí la gran palabra, mi hijo será empleado!
-
---Todo el mundo lo es hoy dia, dijo mi mujer. Mostradme un hijo de
-familia que haga otra cosa! A qué singularizaros?
-
---Qué! le dije á Enrique, no preferirias ser el artesano de tu fortuna, y
-deber tu posicion solo á tu trabajo y á tu talento? La independencia es
-acaso nada? No quieres ser abogado, médico, fabricante, comerciante?
-
---Por qué no le propones que sea almacenero? dijo Jenny, con un desden
-que me hirió.
-
---Muy bien, señora! Pezar azúcar por su propia cuenta, es cosa
-vergonzosa; pero cerrar cartas y empaquetar recibos por cuenta del
-gobierno, es noble y glorioso! Y, para llegar ahí, es menester rogar,
-solicitar, renegar sus opiniones y adular á personas cuya mano no se
-tomaria.
-
---Todo el mundo hace otro tanto, dijo Jenny. Os creis mas sabio y
-virtuoso que todo el mundo?
-
---Oh, preocupacion! preocupacion! esclamé. Pablo-Luis[65], tú teniais
-razon: somos un pueblo de lacayos!
-
-Yo estaba furioso, me paseaba á grandes pasos por el cuarto, y daba de
-puñetazos sobre la mesa; Enrique bajaba la cabeza, y callaba Jenny estaba
-pálida, y apretando los lábios me seguia con los ojos.
-
---Daniel, me dijo, acabad, os lo suplico, esta escena ridícula; ya sabeis
-que soy incapaz de resistir á semejantes emociones. Cuando reflexioneis á
-sangre fria, espero que oireis la voz de la razon.
-
-En este momento no sabeis lo que decis.
-
---Señora, la dije, paréceme que en presencia de mi hijo esas palabras
-están fuera de lugar; faltais al respeto que me debeis.
-
---Amigo mio, contestó, vos estais enfermo.
-
---Basta! esclamé; esa piedad es impertinente. Os haré ver lo que es
-un jefe de familia. A pesar de vuestras preocupaciones y de vuestras
-desesperaciones, obligaré á mi hija á que se case por inclinacion, y á mi
-hijo á que escoja una profesion de su gusto,--una profesion independiente.
-
---Daniel, sois un loco, dijo Jenny cruzando las manos.
-
---Señora yo tengo mi buen sentido, y os enseñaré que soy el amo de mi
-casa.
-
---Está loco! gritó mi mujer anegándose en lágrimas y echándose en brazos
-de Enrique, que se puso á llorar á su vez.
-
-En aquel momento abrieron la puerta de par en par, y una voz anunció al
-señor doctor Olybrius.
-
-
-
-
-CAPITULO XXXIII.
-
-El Doctor Olybrius.
-
-
-Entró, lo veo aún.... Una frente calva, con sus correspondientes mechas
-de cabello rojo, flotando de derecha á izquierda, unos anteojos de oro,
-una sonrisa beata, una triple barba perdida en las profundidades de una
-ancha corbata, un frac verde, con una cinta que ostentaba los colores del
-arco iris,--todo anunciaba al tonto que ha tenido buen éxito. Detrás de
-él caminaban como dos corchetes, el abogado Reynard, que, con sus ojos
-de garduña, parecia buscar siempre un agujero para ocultarse en él, y el
-grueso Coronel Saint John, apoyado en su muleta, y arrastrando su vientre
-y su gota. Qué me queria aquel cortejo grotesco? Ay Dios! iba á saberlo á
-espensas mias.
-
---Buen dia, hermosa dama, dijo Olybrius, tomando la mano de mi mujer y
-posando en ella sus lábios; os habeis repuesto de vuestras fatigas y
-emociones? Cuidaos señora, cuidaos; el corazon es el órgano débil en las
-mujeres; no os dejeis asesinar por vuestra sensibilidad.
-
---Buen dia, doctor, continuó con aire de caballero, tendiéndome una mano
-que no me atreví á rehusar; cuánto me alegro de veros en pié. Así, es en
-calidad de amigo y no de médico como me presento. Lo he dicho á estos
-señores, que, como vecinos, venian á saber de vuestra salud, y que no se
-atrevian á entrar conmigo.
-
---Buen dia, señor Lefebvre, dijo el Coronel. Carambola que hemos estado
-enfermos! Pero la caja es buena; estoy muy contento de veros; voto á
-sanes!
-
-Reynard no hizo ningun juramento, pero en el tono mas melífluo me hizo
-un cumplimiento tan ambiguo, que me hirió sin saber por qué.
-
---Cómo os sentís? me dijo Olybrius.
-
---Muy bien, contesté.
-
---Tanto peor, dijo él, eso no es natural,--prueba que el veneno no ha
-salido del todo. Despues de ocho dias de estragos causados por el ópio,
-debiérais estar medio muerto, sin pulso y sin voz.
-
---Es de hierro, dijo el Coronel. Sopla! qué carabinero habria sido.
-
---Querido cofrade, dije á Olybrius, vuestro diagnóstico os ha engañado.
-Mi caso es tan estraordinario, que en vuestro lugar cualquiera otro sábio
-se hubiera olvidado de su latin. No he sido envenenado con ópio; he sido
-magnetizado y transportado á América, de donde he vuelto esta noche.
-
---Arre! con la bola, esclamó el Coronel; yo he mandado un rejimiento de
-gascones, que no tenia compañero para la charla y la guerra; pero la
-palma es vuestra!
-
---Querido cofrade, dijo Olybrius, con voz agridulce, yo sé siempre lo
-que digo. Los hechos están ahí; nada hay tan brutal como un hecho. Que
-vos os imajineis haber estado en América, eso no me sorprende, es efecto
-del ópio; pero yo que os he cuidado ocho dias y ocho noches, afirmo que
-habeis estado en carne y huesos en vuestra cama, y que no habeis salido
-de París.
-
---Señor, contesté, vengo de un pais donde reina la verdad en toda su
-estension. Allí he adquirido horror á las mentiras oficiales y no
-oficiales; creed lo que os plazca, yo no puedo deciros sino una cosa:
-en cuerpo ó en alma, no sé en cuál de los dos, he pasado ocho dias en
-América.
-
---Efecto del ópio, dijo Olybrius, sacando su caja de rapé y saboreando
-una narigada. El cérebro no está despejado, la ilusion persiste. Querido
-señor, es menester reaccionar con vuestra razon, de lo contrario los
-lóbulos cerebrales se harán el teatro de un desórden grave y persistente.
-En semejante caso, vos lo sabeis, el primer remedio es desechar una
-idea fija, creyendo las cosas bajo la palabra del médico. Vos no habeis
-es-ta-do en A-mé-ri-ca, añadió, escandiendo cada una de esas palabras con
-tono imperioso.
-
---Señor, le dije, me permitireis que me quede con mi opinion.
-
---Daniel, esclamó mi mujer desolada, en nombre del cielo no insistais,
-ved que os perdeis!
-
---Válgame Dios, querida amiga, repuse sonriendo, y con qué voz me dices
-eso. Me parece que oigo á la pobre Rachel en el papel de _Roxane_:
-
- _Ecoutez Bajazet! je sens que je vous aime,_
- _Vous vous perdez; gardez de me laisser sortir._
-
-Por toda respuesta Jenny alzó los brazos al cielo, y tomando á Enrique de
-la mano huyó del cuarto ocultando la cabeza en su pañuelo.
-
---Mil bombas! dijo el Coronel, por qué aflijís á vuestra mujer! Qué
-diablo! se puede mentir para ser agradable á las damas. No sois francés,
-con mil de á caballo!
-
---Querido vecino, dijo el abogado hablando á media voz, como si comenzára
-un alegato,--razonemos. Si habeis estado en América, debeis haber visto
-aquel país en detalle, debeis conocerlo á fondo; si habeis soñado, no
-podeis tener al respecto, sino ideas incompletas, confusas, y, para
-decirlo todo de una vez, quiméricas. Permitidme que os dirija algunas
-preguntas que os conducirán á la vida real, y que os permitirán que os
-convenzais por vos mismo de la falsedad ó verdad de vuestras impresiones.
-
---Hablad, señor, os escucho.
-
---Durante vuestra estadía en América, habeis visto á las jentes tirarse
-de pistoletazos en la calle? Han colgado á dos ó tres personas por dia,
-en virtud de esa ley de la linterna, de esa _Lynch Law_, cuyo nombre nos
-han tomado los Americanos, y quizá la idea?
-
---Señor, contesté, dejad á los diarios esas faramalladas. Los Americanos
-son cien veces mas pacíficos y civilizados que nosotros. Hasta el duelo
-es allí desconocido.
-
---Arre! dijo el Coronel, eso es demasiado. Existe acaso un pais donde
-no se batan? Entonces en ese convento no hay sino relijiosas del
-Sagrado-Corazon?
-
---Efecto del opio, dijo Olybrius; todo se vé color de rosa.
-
---Decid color de carbon de piedra, dijo el Coronel. Arre! Pues si yo
-estuviera en aquella barraca, á todos les daria de bofetones para ver si
-tienen corazon en el vientre.
-
---Hay un gobierno en América, dijo el abogado, ó al menos habeis
-encontrado por casualidad el rastro de él?
-
---Señor, dije, hay el mas hermoso de los gobiernos: el que administra
-menos; el que á los ciudadanos deja mayor libertad para gobernarse á sí
-mismos.
-
---Efecto del opio! repuso Olybrius. Quién no sabe que la América es una
-anarquía viva?
-
---Señor, dije impacientado, daos el trabajo de ir á los Estados
-Unidos; hallareis allí un Gobierno Central, treinta y cuatro Estados
-particulares, treinta y cinco Senados[66] y treinta y cinco Cámaras de
-Representantes. No puedo suponer que sean salvajes los que han imajinado
-semejantes combinaciones.
-
---Arre! dijo el Coronel, treinta y cinco nidos de abogados y de
-charlatanes. Si semejantes locuras fueran posibles, yo haria espresamente
-el viaje, para hacer saltar por la ventana esas treinta y cinco nidadas!
-
---Presenten armas, _pré-pá_; y todos los pájaros echan á volar; entonces
-si que se tiene un gobierno que no se enfurruña.
-
---Hay ministerios? repuso el abogado con su voz menos aguda.
-
---Sin duda.
-
---Un Ministerio, de Cultos, por ejemplo?
-
---No, las Iglesias son sociedades independientes. Cada cual puede abrir
-un templo sin tener nada que temer de la ley.
-
---Es imposible, dijo el abogado. Seria entregar la sociedad á las
-intrigas de los frailes y á todos los odios relijiosos. Habria todos los
-dias una San Bartolomé.
-
---Señor, respondí, la cosa puede ser imposible, pero existe; y añado que
-en ningun pais hay mas tolerancia y caridad.
-
---Efecto del opio! dijo Olybrius.
-
---Y no solo la Iglesia es libre, continué, animándome, sino la escuela y
-el hospicio tambien. Cada cual puede enseñar, cada cual puede aliviar la
-miseria sin necesidad de tenderle la mano al gobierno, ni de dirijirse á
-la policia como si tratára de allanar un lugar sospechoso.
-
---Es un sueño, dijo el abogado, es materialmente imposible.
-
---Efecto del opio! dijo Olybrius.
-
---Doctor Olybrius, esclamé, si alguien tiene una idea fija en este
-momento, me parece que no soy yo.
-
---Yo no tengo idea, doctor Daniel, repuso, pongo por testigos á estos
-honorables señores; me basta hacer constar que hasta ahora no nos habeis
-dicho una palabra que tenga sentido comun.
-
---Hay un consejo de Estado en América? repuso el abogado, que tenia toda
-la tenacidad de un juez de instruccion.
-
---No, señor, la justicia basta á todo, la administracion está sujeta á
-ella.
-
---Qué quimera! dijo Reynard, un pueblo no viviria seis meses sin esa
-admirable separacion de poderes, que hace la gloria de nuestra inmortal
-Constitucion. Suponed que la salud del Estado exije que os pongan preso
-sin forma de juicio, qué harian en vuestro pais de Hurones?
-
---Qué harian? El procedimiento está marcado. Emplazarian al audaz que
-se colocára sobre las leyes y le condenarian á unos cien mil francos de
-daños y perjuicios.
-
---Y los prefectos, no pensais, que entonces seria un empleo inútil.
-
---Los prefectos, repuse, no los hay.
-
---No hay prefectos, esclamó riendo; con que no hay prefectos? Qué quereis
-que hagan los ciudadanos, sino se obra por ellos.
-
---Buen Dios, repuse, harán por sí mismos sus propios negocios. No habeis
-pensado en ello todavia, señor hombre de Estado?
-
---No, dijo secamente, yo no pienso sino en las cosas posibles. Quién
-dirije allí el espíritu público, y les enseña á los ciudadanos á pensar?
-
---Nadie.
-
---Qué! no hay directorio en la prensa?
-
---No, señor. En aquel pais de Hurones, como vos lo llamais, cada cual
-dice é imprime lo que quiere, bajo la exclusiva garantia de la justicia
-y de la ley. Los diarios son considerados allí como un beneficio. Se les
-favorece y multiplica en todas direcciones. No se les exije fianza, no
-pagan timbre,--nada, nada impide que la luz se esparsa, nada traba la
-libertad.
-
---Sopla! dijo el coronel; vaya un pais donde tendrá que hacer la
-jendarmeria.
-
---Allí no hay jendarmes, señor coronel.
-
---No hay jendarmes! esclamó. Pues no exijo mas, y digo vecino, que si no
-estais loco de atar, que echen abajo á Charenton. No los he visto nunca
-de vuestro calibre; no hay jendarmes! Porqué no decis inmediatamente: no
-hay ejército, no hay infanteria, no hay caballeria, no hay artilleria, no
-hay jenerales, ni coroneles, ni capitanes; aquella sociedad se compone de
-paisanos ó Iroqueses, una sociedad nunca vista.
-
---Coronel, le dije, durante sesenta años la América no ha tenido
-necesidad de ejército; cuando la paz y la Union se restablezcan,
-licenciará el que tiene, porque como decis, aquella sociedad se compone
-de paisanos.
-
---Basta jóven, dijo frunciendo el ceño. Respetad mi bigote blanco. Tengo
-buen jénio, voto vá á sanes! Pero tengo ensartado algunos por haber
-charlataneado muchísimo menos de lo que vos lo habeis hecho durante un
-cuarto de hora.
-
---Efecto del opio, dijo Olybrius. Cómo han de vivir sin jendarmes ni
-ejército? Podrian á cada hora del dia reunirse en la calle, ó en otra
-parte, hablar de política, criticar al gobierno, salir armados y qué sé
-yo.
-
---En efecto, señor, repuse, todo eso se hace y la paz no es turbada. Los
-ciudadanos libres, y acostumbrados á la libertad saben conducirse por
-sí mismos. Cuando hay necesidad, la ley está ahí, basta un oficial de
-policia y un juez para mantener ó restablecer el órden.
-
---Basta, dijo Reynard, lanzándole una mirada á Olybrius. Doctor, estoy
-convencido.
-
---Y la medicina, dijo el solemne imbécil, dando vuelta su caja de rapé
-entre los dedos, cómo es ejercida en ese pais de cucaña?
-
---Precisamente, respondí, es una de las cosas que me ha llamado mas la
-atencion; las mujeres, la practican, y con éxito.
-
---Arre! dijo el coronel, ojalá hubiera tenido de mayor un guardapiés,
-cuando estuve tres meses echado de espaldas en Constantina con una bala
-en la pantorrilla! Habria dado todos los medios por una médica.[67] Y
-vaya un _calembour_!
-
---Por supuesto que esa no es la única profesion que las mujeres ejercen;
-se han apoderado de la enseñanza; ellas son las que educan á la jóven
-América.
-
---Eso debe hacer lindos soldados, dijo el coronel. Hé ahí una escuela
-donde deben enseñar á darse de trompadas, primer aprendizaje de la guerra
-y de la civilizacion! Qué produce esa educacion? Tenderos y modistas.
-
---Produce seiscientos mil voluntarios que se baten como héroes.
-
---Vamos, vamos, dijo el coronel, no me reciteis el diario. Hace dos años
-que mi gaceta me habla todos los dias de esos famosos conscriptos que
-corren unos tras de otros sin alcanzarse jamás. Ah! si yo estuviera allí,
-solo con mi 14ᵒ de infanteria lijera, cómo me divertiria, satisfaciendo
-los votos del gobierno. Estoy harto de América; pido que me hablen de
-otras revoluciones, para variar un poco y divertirme.
-
---Coronel, supongo que no defendeis la esclavitud.
-
---Un bledo se me dá de vuestros morenitos; pero en cuanto á vuestros
-Americanos los exécro. Es una turba de pobretes y demócratas que está
-dando el peor ejemplo á la Europa y echando una mancha á la civilizacion.
-Así deseo que el Norte se trague al Sud, y que se ahogue tragándolo. Hé
-ahí mi política, y hay muchos otros de mi opinion, voto vá á sanes!
-
---Señor, me dijo Olybrius, levantándose con majestad, permitidme reasumir
-en algunas palabras vuestra conversacion. Las contestaciones de estos
-señores, vuestros amigos y vecinos,--contestaciones llenas de sentido
-y de verdad, han debido convenceros de que vuestro cérebro no se halla
-en estado normal. Una sociedad sin administracion, sin ejército, sin
-jendarmes, la libertad salvaje de rezar, de pensar, de hablar, de obrar
-cada cual á su manera, es á no dudarlo, convendreis en ello, una de
-esas abominables pesadillas que solo el opio puede producir. Vuestro
-sistema no duraria un cuarto de hora siquiera; es la negacion de todos
-los principios y de todas las condiciones de esa civilizacion que hace
-la unidad de nuestra gran nacion. Constituyendo una administracion
-jerárquica y centralizada,--la sabiduria de nuestros padres hace mucho
-tiempo que ha elevado á la Francia al primer puesto, enseñándoles á los
-Franceses que la libertad es la obediencia. Nuestra gloria y nuestra
-fuerza estan ahí, no lo olvideis querido cófrade, y volved en vos. Esas
-ideas anárquicas que turban vuestro cérebro, que jamás entrarán en una
-cabeza francesa, os dicen suficientemente que estais enfermo y tanto mas,
-cuanto que no lo sentís. Es urjente que os cuideis; añado que solo un
-tratamiento enérjico puede devolveros la posesion de vos mismo y la calma
-que habeis perdido.
-
---Porqué no decis inmediatamente que estoy loco y que es menester
-encerrarme?
-
-Olybrius suspiró, tomó una narigada de rapé con el índice y el pulgar, la
-aspiró lentamente, y me miró con aire contrito.
-
---Pobre amigo, dijo, estais gravemente atacado, pero yo os salvaré, sí,
-os salvaré aun á vuestro pesar.
-
-Sentía que la cólera tronaba en mi corazon, y me contenia á duras penas.
-
---Señor, le dije, acabemos esta comedias; hace mucho tiempo que dura y
-estoy fatigado.
-
-Olybrius se puso colorado hasta las orejas.
-
---Señor, dijo, engrosando la voz, vos lo tomais en un tono singular.
-
---No os incomodeis, querido doctor; os dariais un ataque de aplopejía.
-
---Doctor Daniel, díjo rechinando los dientes, yo no sufro inpertinencias.
-Sabe usted con quien habla, mi hombrecito?
-
---Sí, con un hombron, con un tonto.
-
---Caballero, dijo, olvida usted que tiene delante un hombre condecorado
-por todos los soberanos de Europa?
-
---Deveras! esclamé, tengo visto muchos. Oid su historia. Se hace empastar
-en marroquin colorado un volúmen de necedades, se le depone en la
-embajada, y no pasa mucho tiempo sin ser nombrado comendador ó caballero
-del Hipopótamo ó del Cóvidor. Cruces! es la limosna que los príncipes
-arrojan á los mendigos de la literatura.
-
---Sabeis señor, repuso, Olybrius, echando espuma de rabia sabeis que
-á los treinta y dos años he sido nombrado miembro de la academia de
-medicina por unanimidad.
-
---Pardiez! repuse, ahora veo que tengo mas razon de lo que creía. Si
-hubiérais tenido talento habriais tenido enemigos; os hubieran hecho
-esperar hasta los cincuenta años y no habriais sido recibido sino por
-un voto de mayoria. Los tontos no ofuscan á nadie, y así entran á la
-academia como en un molino.
-
-Habia ido demasiado lejos, lo comprendia. El coronel reía á
-descostillarse; pero Reynard me miraba de una manera estraña, y Olybrius
-se ahogaba. Ví el momento en que cambiándose los papeles, era el enfermo
-quien iba á sangrar al médico. El abogado tenia sin duda oro potable en
-su gasnate; dos palabras dichas al oído de Olybrius le devolvieron al
-imbécil toda su serenidad. Una sonrisa diabólica iluminó los pliegues de
-su rostro. Se acercó al coronel, le pegó en el hombro, y le llevó á un
-rincon, siempre seguido de Reynard, su fiel consejero.
-
-Esa manera de obrar, ese conciliábulo, tenido en mi casa y sin mí, me
-pareció estraño. Me paseaba á grandes pasos, próximo á estallar, cuando
-Olybrius salió sin saludarme. Reynard, al contrario, me hizo una profunda
-reverencia. El coronel se me acercó con aire alegre. Sus ojos brillaban.
-
---Sabeis, dijo, frotándose las manos, que lo habeis puesto de lo lindo al
-parroquiano?
-
---He hecho mal? respondí.
-
---No digo eso, repuso Saint Jean; me habeis dado un gran placer, voto vá
-á sanes. Detesto esos paisanos que se hacen cubrir de decoraciones sin
-haber jamás arriesgado sino la piel de otros; pero, entre nos, el hombre
-no vá contento! Es natural, no es verdad? Dice que le habeis insultado;
-exije que le deis una satisfaccion.
-
---Yo? esclamé.
-
---Estad tranquilo, dijo el coronel, le he hecho entender la razon, y he
-arreglado el negocio.
-
---Muy bien.
-
---Os batís.
-
---Qué nos batimos? dije muy asombrado. Y cuando?
-
---Al instante,--_sobre la marcha_, como se decia en el rejimiento.
-
---Es muy peligroso dejar enfriar estas cosas. Por haber esperado
-veinticuatro horas he perdido diez ocasiones. Mi carruaje está abajo;
-podemos partir; tengo pistolas exelentes, os gustarán. A treinta pasos
-he hecho saltar la oreja de un caballerito, que me miraba de reojo so
-pretesto de que era visco. Vamos, amigazo, los momentos son preciosos.
-Adelante, voto vá á sanes!
-
---Dentro de un momento soy con vos.
-
---Vais á abrazar á vuestra mujer é hijos? mal sistema! eso enternece y la
-mano tiembla despues. Nada de adioses trájicos; bebed un vaso de Madera y
-fumad dos cigarros; eso retempla la moral y le dá nervio al antebrazo.
-
---No tenia ninguna necesidad de exitar mi valor; la cólera me arrebataba.
-Entré en el salon, Jenny pálida y muda estaba allí con sus hijos
-abrazados; todo lo habian oído.
-
---Partís con el doctor? me dijo Jenny con agonizante voz.
-
---Sí, querida amiga; probablemente estaré ausente algunos dias.
-
---Volvereis pronto? dijo; en seguida se detuvo como asustada.
-
---Sí, respondí, volveré pronto si Dios lo quiere. Dejadme abrazaros á
-todos antes de partir.
-
---Adios, mi querido Enrique; recuerda mis consejos. Nada han hecho para
-darte voluntad, es una gran desgracia; las pasiones toman en nuestra alma
-el lugar que la voluntad no ocupa. Hazte convicciones razonadas y un
-carácter enérjico; así es uno hombre. Toma una profesion independiente;
-no esperes la fortuna sino de tí mismo. No inclínes la cabeza ante
-nadie, no tengas que ruborizarte ante Dios, y no te inquietes del
-porvenir. La felicidad no está en las cosas de la tierra, si no en la
-alegria de una buena conciencia; la verdadera grandeza es la de un
-hombre honrado, que se ha elevado por el trabajo y la virtud. Adios,
-sé cristiano y ciudadano; recuerda que para dominar el egoismo que nos
-devora, hay dos fuerzas invencibles: el amor de Dios y el amor de la
-libertad.
-
-Adios, mi Susanita, escoje tú misma tu marido. No mires ni la posicion
-ni el dinero, mira el corazon, en él está la única riqueza que nada
-tiene que temer del tiempo ni de los azáres. Toma sobre todo un hombre á
-quien estimes y que piense como tú; ten orgullo del padre de tus hijos.
-El amor se vá, la confianza y el respeto quedan en el hogar, y con el
-tiempo llegan á ser algo mas dulce y santo que el amor. Cuando tengas
-hijos, deja espandir sus almas; no les enseñes la cruel sabiduría de esa
-sociedad que todo lo reduce al interés; déjalos soñar, como su abuelo,
-aunque como él deban sufrir. Los mas desgraciados aquí abajo no son los
-que lloran.
-
---Adios mi querida Jenny, perdonadme si os he ofendido y permitidme
-que os dé un último consejo. Vosotras las Francesas, teneis demasiado
-espíritu y penetracion; para ser dichosas es necesario mas simplicidad.
-Por qué salir siempre? el mundo no puede ofreceros sino ajitacion y
-fastidio. Recordad lo que ha dicho San Pablo: “El hombre no ha sido
-creado para la mujer, pero la mujer ha sido creada para el hombre.”
-Casaos con vuestro hogar, daos por placer el hacer la voluntad de vuestro
-marido, y por último sed la reina de esa colmena donde Dios os ha
-colocado: en ella está la felicidad que buscais fuera, y que os espera
-en vano en una casa desierta. Ah, mi Jenny, porque no hemos nacido en
-América,--allí residian el amor y la felicidad!
-
-Mi mujer estaba muy ajitada; lloraba, pero al oír mis últimas palabras se
-retiró de mis brazos, sollozando cuando la abrazé. Enrique recibió mis
-caricias con aire frio y embarazado; solo Susana se colgó de mi cuello y
-me inundó con sus lágrimas.
-
-Volví á abrazarlos á todos, y partí para no volver mas. Bajar la
-escalera, subir en el carruaje donde el coronel me esperaba con sus
-pistolas, fué asunto de un instante. Pregunté á Saint Jean á donde íbamos.
-
-No lo sé, dijo; seguimos el carruaje de Olybrius, creo que nos lleva
-á Saint-Mandé, á algun jardin particular. Desde que han desfigurado
-Vincennes y el Bosque para hacer Parques ingleses, no hay donde
-divertirse. Batíos en una avenida que dá vuelta; apartad todas esas
-jentes que os siguen la pista pisando vuestras pisadas. Nos falta un
-campo cerrado en Paris; es una vergüenza para el viejo honor francés,
-voto vá á Sanes.
-
-El coronel estaba monótono y se repetia mucho; me apresuré á ofrecerle un
-cigarro que le tapó la boca, y, hundiéndome en un rincon del carruaje,
-seguí la moda francesa que consiste en reflexionar cuando ya no es
-tiempo. A mi edad, y por una causa semejante, aquel duelo era una locura,
-á la que me habia dejado arrastrar por un tonto brutal. Iba decidido á
-no contestar al fuego de Olybrius; pero eso no me justificaba. Necio
-de mi que no habia sido capaz de resistir á una estúpida preocupacion!
-En aquel momento si, que recuerdos y remordimientos me trasportaban á
-América! Volvia á ver las dulces y leales fisonomías de aquellos buenos
-y sincéros amigos que me habian elevado hasta ellos. Truth, Humbug,
-Naaman, Green, Brown mismo sonreian á mi alrededor, y con ellos toda
-aquella familia Americana que hacia la alegria de mi corazon, sin olvidar
-á Marta ni á Zambo. Qué diferencia entre los dos paises! El Paris en
-que estaba me parecia una ciudad estranjera, las calles de mi infancia
-habian desaparecido, y con ellas mis recuerdos; mis vecinos me parecian
-ignorantes, vanidosos, egoistas; sus actos, su lenguaje, todo era
-convencional; nada habia en ellos de verdad ni de simplicidad. En ocho
-dias, pasados en Massachusetts, respirando la atmósfera de la libertad,
-habia vivido mas que en Paris durante cincuenta años. Mis ojos se habian
-abierto, el viejo hombre habia desaparecido; mi patria estaba allí donde
-me amaban, allí donde vivia; mi alma volaba al otro lado del Océano.
-
-Absorto en aquel fantaséo no volví en mí sino al bajar del carruaje.
-Estábamos en el patio de una gran casa, con ventanas de reja,--algo
-parecida á un convento, á un colejio ó á una cárcel. En el fondo habia
-un jardin que Reynard me designó como lugar del combate, invitándome á
-entrar en él, mientras arreglaba con el coronel y dos amigos todas las
-condiciones del duelo.
-
-Avancé sin desconfianza; de repente cerraron la reja tras de mí; volvíme,
-cuatro hombres vigorosos me cojieron de piés y manos; resistí como un
-furioso, grité, ahogaron mi voz. En un abrir y cerrar de ojos fuí llevado
-á una sala baja, echado, sujetado y atado en un sofá. En seguida todo se
-puso á dar vuelta delante de mi con una increible celeridad; una masa de
-agua helada cayó sobre mi cabeza, y me desmayé.
-
-
-
-
-CAPITULO XXXIV.
-
-Un loco.
-
-
-_Saint-Mandé, casa del Doctor Olybrius._
-
- 20 de Abril de 1862.
-
---Hay tres clases de personas que la ley desdeña, abandonándolas á
-la administracion: las jóvenes, los locos y los periodistas. Pero,
-cualquiera que sea su maldad (hablo de los periodistas), ó su falta,
-conceptúo que esos miserables no son indignos ni de justicia ni de
-piedad. Si son culpables, por qué no se les juzga? Si son desgraciados,
-por qué se les trata como á culpables? Es una cuestion que recomiendo á
-los filántropos en disponibilidad. Hermoso es sin duda rescatar chinitos;
-salvar del fuego á las viudas de Malabar que siguen á sus esposos hasta
-la muerte (el ejemplo podria llegar á ser contajioso), pero se me ocurre
-que quizá no seria malo defender á la humanidad en Francia, y darle
-las garantias del derecho comun, á pobres criaturas, víctimas de la
-educacion, del nacimiento ó de la sociedad. Y vaya otro sueño que debo
-guardar para mi, sino quiero esponerme de nuevo á las duchas ó á la
-sangre.
-
---Mi suerte está fijada; he jugado contra la preocupacion una partida
-peligrosa,--he perdido. Un tonto que se intitula médico, me ha declarado
-loco; mis buenos amigos han confirmado con placer la sentencia de la
-ignorancia. Héme encerrado y para siempre. Podré apagar en mi cérebro
-esta llama que lo ilumina? Podré renegar la verdad? Nó! he conocido la
-libertad, he probado con el borde de los lábios esa miel que embriaga, he
-entrevisto el eterno ideal, soy un loco! no quiero sanar.
-
---Los Franceses tienen todavia mas talento del que se atribuyen.
-Aprisionar á las jentes que piensan, que razonan y hablan, es un golpe
-de mayoria cuyo éxito es infalible. Donde está la fuerza, allí está
-la opinion. Adelante, dichosos carneros! ramonead en silencio; decios
-balando que sois los reyes del mundo; no son vuestros pastores los que
-os rehusarán ese inocente placer. Divertíos, gozad de la vida, nada
-teneis que temer; los insensatos están bajo de llave, turbarian vuestra
-quietud; cuantos mas son los sabios tanto mas se rie.
-
---Mi mujer no viene á verme; es tan sensible! la piedad la mataria! Qué
-me importa de mis hijos. Pobre Enrique, podria darle mi enfermedad, y
-entonces linda fortuna haria! Y tú, Susana, te amo demasiado para hacerte
-llorar. Las lágrimas de una hija es la única prueba que puede conmover á
-un mártir.
-
---Mis vecinos no me han olvidado. Rose me escribe que mi aventura no
-le ha sorprendido. Reconoce en ella la mano de los Jesuitas; mi mujer
-iba con demasiada frecuencia á misa! Ha hallado el rastro de un vasto
-complót tramado por los reverendos padres; ellos son, dice, los que
-empujan el Norte sobre, el Sud, los que mueven la Europa y preparan la
-caida del Sultan. Todas las revoluciones son obra de ellos; ellos son la
-causa de todas las miserias; su diario le ha revelado ese misterio de
-horror é iniquidad. Rose es un hombre sensato, puesto que se pasea por la
-calle,--yo soy un loco puesto que estoy encerrado!
-
---Hé aquí una carta del coronel. El bravo Saint-Jean se escusa de haber
-ayudado á mi arresto sin saberlo.
-
---Ha querido, dice, cortarle las orejas á Olybrius, el pillo se ha negado
-á la operacion. El coronel añade que si ha cometido alguna falta está
-pronto á repararla. Para quitarme el derecho de quejarme, me ofrece que
-nos levantemos mútuamente la tapa de los sesos. El juego no es igual; no
-puedo aceptar su amable proposicion. Saint-Jean me habla de política; la
-guerra estalla para él en todas partes al acercarse la primavera, y su
-alegria es inmensa. Es un soldado: está convencido de que los hombres
-han venido al mundo para matarse unos á otros. Si las madres, al través
-de angustias infinitas, educan á sus hijos hasta veinte años,--es para
-enviarlos al matadero. El coronel está libre; es un hombre razonable, yo
-soy un loco!
-
-Leamos el diario; no soy sino un espectador que, desde su palco enrejado,
-mira la comedia y á los actores de su tiempo. Usemos del único derecho
-que me resta,--silvemos.
-
-“Acaba de aparecer una nueva obra de Mr. Reynard, nuestro gran orador,
-nuestro célebre publicista. Este libro, que no puede dejar de abrirle
-al autor las puertas de la academia de ciencias morales y políticas, se
-intitula _La Unidad_. Mr. Reynard demuestra de una manera invencible
-que todos los sufrimientos y todas las revoluciones de la Francia son
-debidas á una causa única: la debilidad de la centralizacion. Hoy dia
-que los caminos de hierro y los telégrafos han suprimido la distancia,
-la Francia, el pais modelo, puede hallar al fin una constitucion que
-le permita realizar sus grandes destinos. El autor reune el poder
-espiritual y el poder temporal en las mismas manos,--admirable secreto
-para acabar con todas esas disenciones que destrozan al mundo hace
-quince siglos; suprime los consejos municipales, los consejos jenerales,
-las cámaras, la prensa, y todos esos medios de oposicion, escusables
-quizá en una época crítica, en una edad de lucha y de transicion, pero
-que ya no tienen razon de ser en un siglo orgánico como el nuestro,
-y con la primer raza centralista del globo. Un solo hombre, un Papa
-civilizador, colocado en el hogar del Estado, teniendo en su gabinete el
-nudo de la red telegráfica, gobernará toda la Francia por su infalible é
-irresistible voluntad. Organo de la soberania popular, será la democracia
-personificada,--la nacion hecha hombre. Desde ese momento nada podrá
-trabar ya el progreso; todas las divisiones habrán cesado; todas las
-cabezas de la anarquia habrán caido de un solo golpe.
-
-“Desde que se entra en el detalle, es imposible no ser seducido por
-la simplicidad del sistema. Es el sello de las grandes invenciones.
-En adelante ya no habrá en Francia sino una alma y un pensamiento. El
-pais entero será una gran é injeniosa mecánica, conducida y regulada
-por un solo motor. Quién podrá turbar esa gran armonía formada por una
-sola nota? Un mismo despacho repetido en los cuarenta mil comunes,
-transformará á cuarenta millones de ciudadanos de la noche á la
-mañana.--Trabajad, dirá el telégrafo, y en el acto habrá trabajo para
-todo el mundo.--Sed instruidos, y la ignorancia cesará.--Sed virtuosos, y
-la Bolsa se cerrará.--Sed dichosos, y nuestra dicha se hará.
-
-“Es increible que la humanidad haya vivido tanto tiempo sin realizar este
-maravilloso descubrimiento, que inmortalizará el nombre de Mr. Reynard.
-Pero qué! el vapor es de ayer; y el telégrafo de hoy dia! Por lo demas,
-nuestros reyes han tenido el sentimiento de esa verdad que un hombre
-de jénio pone en evidencia ahora. Sin inquietarse jamás del derecho de
-la justicia, nuestros soberanos han derribado las resistencias que les
-embarazaban; es por esto que la historia admira á los Francisco I, á los
-Richelieu, á los Luis XIV, y á los Napoleon. San Simon ha entrevisto esa
-bella reforma; pero la gloria de ser su profeta, pertenece sin disputa al
-ilustre y profundo Reynard. No hay un solo Francés que no le envidie su
-descubrimiento y su éxito.”
-
---Ay Dios! pensaba, Mr. Reynard se pasea y va donde quiere; se le admira
-y se le envidia, es algo mas que un filósofo, es un grande hombre, y
-yo........ yo soy un loco!
-
---Qué veo? El nombre de mi verdugo. Qué ha podido hacer este intrigante?
-leamos:
-
-“La Academia de Medicina ha recibido ayer una comunicacion del mas
-alto interés. Una de nuestras reputaciones médicas, el célebre doctor
-alienista Olybrius, ha leido una memoria sobre el espíritu, el jénio y
-la locura. Ha demostrado que, por efecto del nudo simpático, que une
-en nosotros las funciones del cérebro con las del estómago,--es este
-último órgano el que, en último resorte, produce y domina todas esas
-fuerzas nerviosas que la vulgaridad llama _facultades_. El espíritu es
-una neuroma, el jénio una gastritis crónica y la locura una gastritis
-aguda. En apoyo de su sistema el doctor ha citado un ejemplo de los mas
-curiosos,--teniendo actualmente en sus manos un preciosísimo sujeto
-para sus esperimentos. Es un cierto doctor F...., que, en su locura,
-se imajina que ha sido transportado á los Estados-Unidos, habiendo
-permanecido allí toda una semana. Hay en el delirio de este pobre hombre
-una mezcla de alucinaciones, de recuerdos y de ideas orijinales, que el
-doctor Olybrius sigue y observa con el mayor cuidado. La enfermedad es
-aguda en el mas alto grado; el sabio Olybrius no desespera de reducirla
-al estado crónico, trasformándola á fuerza de sangrias y de dieta, y
-mediante una alimentacion habilmente sistemada. Si lo consigue, el
-problema está resuelto. De un loco curado á medias se hará un hombre
-de jénio. En el acto que termine la esperiencia, el sabio alienista
-presentará el sujeto á la Academia. Es escusado llamar la atencion
-sobre las consecuencias de esta prodijiosa invencion. La Francia carece
-de grandes hombres, cuando nada le sería mas fácil que fabricarlos
-y suministrarlos al mundo entero. En Charenton solo, hay tres mil
-enfermos que con un buen réjimen, y en menos de seis meses, podrian ser
-transformados en poetas, músicos y artistas de toda especie. Hay allí
-cientos de Mozarts y Rafaeles ignorados.
-
-“Esta lectura salpicada de rasgos picantes y de palabras injuriosas,
-ha sido escuchada en profundo silencio, frecuentemente interrumpido por
-lisonjeros murmullos. No se tiene mas talento que el doctor Olybrius;
-oyéndolo hubimos de temer por su salud, pero nos tranquilizamos viendo la
-solidez de sus músculos y el vigor de sus pulmones.”
-
---Triple necio! esclamé; menos necio sin embargo que los que te escuchan!
-Tu eres un sabio, un académico, un filósofo, y yo, que te silvo, yo soy
-un loco!
-
---No, yo no volveré á entrar en esa sociedad vanidosa que tiene miedo de
-la verdad, y á quien se le atrapa como á las alondras deslumbrándolas con
-un espejo. Si la muchedumbre me rechaza, yo la destierro de mi apacible
-morada; la soledad me devuelve la libertad. Aquí es donde quiero vivir
-y morir, consolado por el evanjelio, rodeado de estos viejos amigos
-que son siempre fieles, y que no mienten jamás: Sócrates, Demóstenes,
-Ciceron, Dantes, Cervantes, Luis de Leon, Milton. A vosotros tambien,
-poetas, oradores, ciudadanos, los hombres os han desdeñado, maldecido,
-espulsado, encarcelado, asesinado. Locos y sediciosos durante vuestra
-vida, os habeis vuelto sabios y patriotas despues de vuestra muerte. El
-mundo eleva altares á las víctimas que ha degollado, y la historia de la
-humanidad es la historia de los mártires.
-
---Por qué no he de tener yo tambien mi hora. Si no soy un grande
-hombre,--no he sostenido una gran causa? Quién sabe si mi pais,
-disgustado de las insulseces que lo enervan no me perdonará mi salvajismo
-y mí aspereza? _Lo que es amargo al paladar es dulce al corazon_, dice
-un proverbio; así sucede con la verdad. Ella es sana como el ambiente
-de las yerbas y de los bosques, como el viento que pasa por sobre los
-ventisqueros y los mares; aquel que ha vivido en ese aire vivo, se sofoca
-en las hondonadas y pantanos.
-
---Espero contra toda esperanza; soy loco. Si fuera cuerdo haria lo que
-hacen los hábiles,--me resignaria, gritaria con la muchedumbre. No quiero
-esas alegrias que entristecen, prefiero mi cárcel y mi sueño.
-
---Una vision me consuela todas las mañanas en el silencio de mi pobre
-celda. Descubro en lontananza, cimas que blanquean; es la aurora que se
-levanta, la aurora de un dia que no veré; qué importa? Qué punto luminoso
-es aquel que rompe el horizonte,--despejando la sombra que huye? Es la
-nueva Jerusalem, la ciudad del porvenir. Todo está cambiado allí; los
-últimos vestijios del Estado pagano han desaparecido; el individuo
-manda, es rey. Respetado de todos, lo mismo que él los respeta,--él es
-el único dueño de sus acciones, el único responsable de su vida; solo
-tiene que temer á las leyes. La Iglesia ha revindicado la independencia
-Evanjélica, ha roto esa cadena adúltera que, por desgracia del mundo, le
-impusiera Constantino. Vuelta á su divino esposo, ella es el freno, el
-consuelo y la esperanza de todas las almas; el Evanjelio es la carta de
-la libertad. Desparramada á manos llenas, la educacion abre los corazones
-á la verdad; la caridad, obra de todos, ábrele el paso á ese instinto
-de union, á esa necesidad de accion comun, que hace la grandeza de las
-sociedades. La provincia ha recuperado su antiguo vigor; el amor á la
-pequeña patria, ha aumentado, fortificándolo, el á la grande. El comun ha
-roto los lazos que lo ataban; vive y obra; llama y retiene á sus hijos
-cerca de él. _El Times_ no es ya el órgano de la Francia; la prensa es
-libre; cada cual dice lo que piensa, y piensa lo que dice. Encerrado en
-sus límites, el Estado no es ya mas que un beneficio. En el esterior
-es la espada del pais, en el interior es la ley, solo la ley, nada mas
-que la ley. Verdad, justicia, libertad,--vosotras brillais en ese nuevo
-cielo, como astros pacíficos; ante vosotras se han eclipsado los flajelos
-de la vieja Europa: lo arbitrario, la íntriga y la mentira. La Francia,
-dichosa y ufana, se espande en la abundancia y la paz,--sirviendo de
-ejemplo y de envidia á las naciones; allí sí que es hermoso vivir; allí
-sí que es dulce morir.
-
---Hé ahí mi sueño; él esparce en mi prision yo no sé que serena
-claridad que enardece mi corazon. Qué bello será el dia en que, caidas
-las máscaras, los locos sean los sabios y los sabios sean los locos!
-Será entonces; allá por los años 2,000, cuando piadosos peregrinos,
-tan numerosos como las hormigas, visitarán la celda donde, cual nuevo
-Daniel, yo anunciaré el porvenir. Entonces tambien, algunos curiosos,
-algunos erúditos que trabajan siempre en no hacer nada, buscarán bajo
-los escombros del pasado lo que podian ser ciertas variedades de la
-Francia del siglo XIX,--variedades que han desaparecido para siempre
-como el perro dogo, eterno lamento de las porteras. Se preguntará qué
-es del comedor de Jesuitas, el pantalon de cuero, del inventor de razas
-centralistas, del adorador del Dios Estado. Y el padre de familia
-recorriendo las salas del Museo de historia natural, mostrará con el
-dedo á sus hijos asombrados, un jigantezco bocal, donde, embalsamado
-en vinagre, y con sus cruces y sus díplomas, reposará el último de los
-Olybrius.
-
-Amen, _Amen_, AMEN, AMEN!
-
-
-
-
-CAPITULO XXXV.
-
-Un sabio.
-
-
-_El Doctor Olybrius, &a., &a., á la Señora Daniel Lefebvre._
-
- 22 de Abril de 1862.
-
-“QUERIDA SEÑORA:
-
-“Nuestro pobre amigo ha sufrido mucho; está un poco mejor; bebe, come,
-duerme; ya no tiene voluntad, es lo esencial.
-
-“La crísis ha sido terrible; asi que quisimos curarle se puso furioso.
-Es uno de los síntomas mas característicos de esa funesta enfermedad. El
-francés es naturalmente dulce, amable, político, y está siempre pronto á
-hacer lo que sus amos, sus amigos ó su mujer le ordenan. Ved la historia
-de nuestra gloriosa revolucion. Para salvar á la Francia é inocularle el
-amor de la igualdad, de la justicia y de la fraternidad, la Convencion
-ha puesto fuera de la ley á todos los Franceses. Ella los ha arruinado,
-espulsado, deportado, metrallado, fusilado, guillotinado. Hay uno solo
-que haya resistido? Hay hoy dia algo mas justamente popular que esa
-inmortal Asamblea? Pero, ay! en cuanto la locura se apodera de él, el
-francés se hace voluntarioso y malo. Si le detienen, resiste,--si le
-encierran, se subleva; no piensa ni habla sino de libertad. Tal es la
-degradacion intelectual y moral que resulta de una violenta neuroma en
-las personas debilitadas.
-
-“Nuestro pobre amigo habia llegado á ese estado. Felizmente yo velaba
-por él. Dos sangrias abundantes, tres purgas enérjicas, dos duchas
-heladas, le han devuelto la calma de que tenia necesidad. La enfermedad
-sale, me parece, del periodo agudo: haciéndose crónica dará resultados
-sorprendentes en los que fundo la esperanza de mi reputacion.
-
-“En este momento está tranquilo; se ocupa en borronear papel, prueba, á
-no dudarlo, demasiado cierta de que está aun lejos de la cura. Os envia
-ese fárrago que intitula _Paris en América_; no he querido quitarle
-nada, ni siquiera las injurias que me dirije, y que caen á mis piés.
-Caballero de veinte y siete órdenes, miembro de treinta y tres academias
-estranjeras y de ochenta y dos sociedades de provincia, mi nombre nada
-tiene que temer del tiempo ni de la envidia. La Francia ha venerado
-siempre á los Olybrius. Guardaos sin embargo de esparcir ó imprimir
-semejantes locuras; nada hay tan contajioso como la quimera; el cérebro
-del hombre es débil, y la neuroma una enfermedad de que debe precaverse.
-Guardad esos papeles; ellos os servirán para hacer pronunciar una
-interdiccion demasiado necesaria. No creo que un francés razonable que
-conoce su siglo y su pais pueda leer dos pájinas de esos desvarios sin
-declarar que su autor es un loco, y que es urjente encerrarlo.
-
-“Vengamos á vos, querida señora, permitidme tocar un punto delicado.
-Sensible como sois, necesitais los mayores cuidados: ved el mundo,
-rodeaos de visitas, procurad distraeros, el tedio os mataría, os
-ordeno las distracciones y el placer. Entrad en la vida, habituaos á
-la independencia y á una soledad que todos vuestros amigos procurarán
-dulcificar. No abrigueis vanas esperanzas; son emociones que debilitarian
-vuestra salud demasiado alterada ya. El pobre doctor no volverá jamás á
-su casa. Cualquier forma que tome su enfermedad, si quiera dejenere en
-una locura literaria que se parezca al jenio, será siempre prudente y
-necesario tener alejado á un hombre tan peligroso asi para su familia
-como para la sociedad. Podeis créermelo, querida señora, la ciencia es
-infalible y un Olybrius no se equivoca jamás. La locura de amor, se cura
-cuando uno es jóven,--los viejos mueren de ella; la locura de ambicion
-cede algunas veces á la edad y al desprecio de los hombres; de la locura
-de libertad, no se sana jamás.
-
-“Me pongo á vuestros pies, querida señora, etc. etc.”
-
-FIN.
-
-
-
-
-NOTAS
-
-
-[4] En Francia, en Italia y en Polonia, hay mucho _esprit_ y poca
-verguenza; en Polonia, en Francia y en Italia despues de la locura viene
-el juicio; en Italia, en Polonia y en Francia, la felicidad es menos que
-la esperanza.
-
-[5] Casi homónimo de _renard_.
-
-[6] Casi homónimo de zorro.
-
-[7] Pero no puedo hablar el ingles.
-
-[8] Signos del futuro y del condicional, _este_ y _ese_.
-
-[9] Dante, Inf., V. 141.--Me desmayé como si muriera, y cai, como cae un
-cuerpo muerto.
-
-[10] Traducimos _at home_.
-
-[11] Kailsplitter: nombre del que hace los cercos ó alambrados que
-dividen las propiedades en los E. U.
-
-[12] _G. Chilson, fabricante de cocinas, Boston._
-
-[13] _¡Qué verguenza! Mr. Smith!_
-
-[14] _Attorney_,--oficial de justicia en E. U.
-
-[15] _Truth_: verdad.
-
-[16] Esta palabra no tiene verdadera traduccion--sus equivalentes pueden
-ser farsa, charlatan, pillastre, etc.
-
-[17] SOLLICITOR: oficial de justicia cuyas funciones equivalen á las de
-un procurador.
-
-[18] El mundo quiere ser engañado, luego, engañémosle.
-
-[19] El dollars americano está dividido en cien centavos.
-
-[20] Es necedad querer que los perros cazen contra su voluntad.
-
-[21] Eneas, ahora es cuando es necesario enerjía y ánimo resuelto.
-
-[22] El _viejo Pam_ es el nombre familiar que los Ingleses dan á su
-primer ministro Lord Palmerston.
-
-[23] _Jonathan_ es el sobrenombre del pueblo americano, _John Bull_, es
-el del pueblo inglés.
-
-[24] Una buena reputacion es un segundo patrimonio.
-
-[25] Viva Green--Una buena jugada.
-
-[26] El acto de solicitar votos para una eleccion.
-
-[27] El _Enfield_ ó _Speaker_ es una compilacion de los trozos mas bellos
-de elocuencía y de poesía en idioma inglés. Se sirven de él en las
-escuelas de América para enseñar á los niños á recitar de memoria ó mas
-bien á declamar. La obra está precedida de un tratado sobre la mímica y
-sobre el jesto, con dibujos que indican la posicion del cuerpo, de la
-cabeza y de los brazos, para cada pasion que se espresa.
-
-[28] _No cedais al infortunio, afrontadlo con mas firmeza._
-
-[29] _Pekin_ nombre que dan los soldados en Francia á todos los
-particulares.
-
-[30] Es el nombre de la Iglesia anglicana en los Estados Unidos.
-
-[31] Con esta palabra estropean los Chinos el nombre de Budha.
-
-[32] No oyes mis gritos en el fondo de ese abismo? Dios mio, yo muero
-lejos de tí. Escúchame señor, confieso mi crímen, perdóname, perdóname.
-Si con exacta mano tú calculáras la ofensa, quién subsistiria delante de
-tí? Pero tú eres quien siempre nos ofrece la clemencia. Así yo me aseguro
-en tu ley. Sí, yo tomo por apoyo tu palabra eterna. Mi alma espera en tu
-amor, y yo te espero Dios mio como la centinela espera la venida del dia.
-Valor, pues, alma mia! Allá arriba hay un padre, que te contempla en tu
-prision. El es, quien rescata la miseria de Israel. El será quien pague
-tu rescate.
-
-[33] San Juan, XIV, 6.
-
-[34] San Juan, VIII, 32.
-
-[35] Thessal., V. 19, 21.
-
-[36] Juan, XIV, 17.
-
-[37] Lucas, XII, 10.
-
-[38] Lo mismo que tente en pié--que tomar las once.
-
-[39] Mateo, VI, 18.
-
-[40] 500 millones de francos.
-
-[41] 2,500 francos.
-
-[42] 120 millones.
-
-[43] En Francia el presupuesto de cultos subió en 1862 á 49 millones
-869,936, y nuestra poblacion es una cuarta parte mas que la de los
-Estados Unidos. _N. del E._
-
-[44] “Oh Cristo! nosotros somos tu milicia,--contra la ignorancia y el
-vicio,--nosotros caminamos sin verguenza ni miedo,--el amor, la limosna y
-la oracion,--hé ahí nuestras armas de guerra. Nuestra bandera, es la del
-Señor,--Oh Cristo! nuestro gefe! nuestro padre! Nosotros queremos vencer
-la miseria,--y estirpar la infidelidad,--no mires nuestra edad,--danos
-sabiduría y valor,--nosotros defendemos tu verdad.”
-
-[45] V. Los Reyes cap. V. V. 17, 19.
-
-[46] Los Reyes. V, V. 26, 27.
-
-[47] Daniel VII, 28.
-
-[48] Sillon de amaca muy á la moda en América.
-
-[49] 2,500 francos.
-
-[50] _To plead guilty_ ó _not guilty_, es confesar su crímen ó decirse
-inocente. La ley no exije mas declaracion al acusado.
-
-[51] Nombre que se dá á los ajentes de Policía, ó vijilantes.
-
-[52] Caballero.
-
-[53] Quién se atreverá á acusar al sol de mentira?
-
-[54] El desgraciado es cosa sagrada.
-
-[55] Carne asada.
-
-[56] _Mechanic’s Institute._
-
-[57] El cuadrado de la hipotenusa, es igual, si no me equivoco, á la suma
-de los dos cuadrados, hechos sobre los otros dos lados.
-
-[58] Era tambien la opinion de Alfredo de Musset. Un dia que le hallamos
-echado sobre la _cabaña del Tio Tomas_, que devoraba con ojos llenos de
-lágrimas, nos dijo con la mas profunda emocion: “Hé ahí el mas lindo
-libro de nuestros tiempos, Mme. Stowe, ha hallado en la _corriente de
-su corazon_ efectos de arte que ninguno de nosotros los que nos creemos
-artistas, es capaz de encontrar en su espíritu.”
-
-[59] Por derecho de nacimiento.
-
-[60] Comparsa.
-
-[61] Es una especie de cabaña, construida con troncos de árbol.
-
-[62] II Los Reyes, cap. XXII.
-
-[63] En Inglaterra y Estados Unidos, hay en las casas una pieza baja
-con ventana á la calle y puerta al zaguan que se denomina así, donde
-las familias se reunen, porque allí es donde los visitantes preguntan
-jeneralmente por los dueños ó inquilinos de la casa.
-
-[64] Cuando todos se equivocan, todos tienen razon.
-
-[65] Aquí el autor se refiere á Pablo-Luis Courrire.
-
-[66] Aquí el autor padece una lijera equivocacion, por que no todos los
-Estados tienen el sistema bi-camarista.
-
-[67] J’aurais donné tous les médecins pour une _médecine_.
-
-
-
-
-Post-Scriptum de los traductores.
-
-
-Todas las apariencias dicen que el pueblo Arjentino á quien dedicamos
-esta traduccion, parece atacado de la locura de libertad, de la cual no
-se sana jamás, segun los Olybrius de todos los tiempos y de todas las
-zonas. Tanto peor para vosotros, locos de Buenos Aires, en particular,
-y de la República en general. Vuestra suerte no admite duda, figurareis
-en el vasto hospital de los locos del porvenir, cuyo modelo es la gran
-República Norte Americana!
-
-Lloramos por vuestra suerte presente y nos consolamos con la que os está
-reservada en lo futuro.
-
-Con todo lo cual, Dios os tenga en su santa guarda y os preserve de
-Charlatanes.
-
-
-
-
-TABLA DE LAS MATERIAS.
-
-
- PAJINA.
-
- LOS TRADUCTORES AL LECTOR. III
-
- AL LECTOR. V
-
- CAPITULOS.
-
- I. Un espiritista Americano. 1
-
- II. ¿Es esto un sueño? 6
-
- III. Zambo. 9
-
- IV. En casa. 13
-
- V. Sin dote. 18
-
- VI. En donde se hace conocimiento con M. Alfredo Rose
- y el vecino Green. 24
-
- VII. El incendio. 30
-
- VIII. Truth, Humbug y Ca. 39
-
- IX. Donde se le dice su merecido á la verdad. 45
-
- X. La cocina infernal. 55
-
- XI. De la máxima protectora,--que la vida privada debe
- ser sagrada. 63
-
- XII. Una candidatura en América. 70
-
- XIII. _Canvassing._ 75
-
- XIV. _Vanitas, vanitatum._ 82
-
- XV. Un recuerdo de la patria ausente. 89
-
- XVI. La eleccion.--El sábado. 97
-
- XVII. Viaje en busca de una iglesia. 106
-
- XVIII. Un chino. 114
-
- XIX. Un sermon congregacionalista. 119
-
- XX. Un luncheon de ministros. 126
-
- XXI. La escuela del domingo. 141
-
- XXII. Disgustos de un funcionario Americano. 149
-
- XXIII. La audiencia de un Juez de Paz. 158
-
- XXIV. Un attorney jeneral. 170
-
- XXV. Dinah. 180
-
- XXVI. La caridad. 190
-
- XXVII. La escuela. 203
-
- XXVIII. La partida de los voluntaries. 215
-
- XXIX. Un viaje de placer. 223
-
- XXX. Lo mas corto del libro y lo mas interesante para
- el lector. 231
-
- XXXI. Algunos inconvenientes de un viaje á América. 232
-
- XXXII. Una familia parisiense. 244
-
- XXXIII. El doctor Olybrius. 249
-
- XXXIV. Un loco. 260
-
- XXXV. Un sabio. 266
-
-
-
-
-Fé de las principales erratas.
-
-
- PÁJINA. LÍNEA. DONDE DICE. DEBE DECIR.
-
- III 2.ᵃ Llevada ya Lleva ya.
- 1 8 ocho en punto ocho de la noche en punto.
- 7 3 Saint Jean Saint John.
- 7 19 palo polo.
- 18 4 two too.
- 39 2 uva una.
- 40 33 covoz con voz.
- 41 25 seinta sienta.
- 66 42 vióse se vió.
- 74 9 elejio elojio.
- 75 2 canvassing canvassing[26]. [26] El acto de
- solicitar votos para una
- eleccion.
- 76 5 repuesta respuesta.
- 77 11 en tono con tono.
- 117 14 brlllaron brillaron.
- 128 8 misioneras de misioneros.
- ” 10 esto eso.
- 129 40 predicando predicante.
- 131 28 predicador predicante.
- 143 17 por para.
- 152 36 en este en aquel.
- 171 1.ᵃ asegurarse asegurarle.
- 179 15 patíbulo que patíbulo antes que.
- 188 final azada asada.
- 200 ” horrerdum horrendum.
- 218 23 pardojas paradojas.
- 220 40 Saint Jhon Saint John.
- 220 42 valdremos los valdremos tanto como los.
-
-NOTA.
-
-En una publicacion que se ha hecho por entregas, apareciendo rápidamente
-las unas tras las otras, no es posible exijir la pureza de la correccion
-tipográfica, y contamos con la benevolencia del lector para que sean
-disculpadas las faltas que pudiera encontrar en la lectura de estas
-pájinas, escritas con la precipitacion consiguiente á las exijencias de
-la imprenta.
-
-
-
-
-
-End of the Project Gutenberg EBook of Paris en América, by Renato Lefebvre
-
-*** END OF THIS PROJECT GUTENBERG EBOOK PARIS EN AMÉRICA ***
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- The Project Gutenberg eBook of Paris en América, by Renato Lefebvre.
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-
-<pre>
-
-The Project Gutenberg EBook of Paris en América, by Renato Lefebvre
-
-This eBook is for the use of anyone anywhere in the United States and most
-other parts of the world at no cost and with almost no restrictions
-whatsoever. You may copy it, give it away or re-use it under the terms of
-the Project Gutenberg License included with this eBook or online at
-www.gutenberg.org. If you are not located in the United States, you'll have
-to check the laws of the country where you are located before using this ebook.
-
-
-
-Title: Paris en América
-
-Author: Renato Lefebvre
-
-Translator: Lucio V. Mansilla
- Domingo Faustino Sarmiento
-
-Release Date: March 18, 2017 [EBook #54386]
-
-Language: Spanish
-
-Character set encoding: UTF-8
-
-*** START OF THIS PROJECT GUTENBERG EBOOK PARIS EN AMÉRICA ***
-
-
-
-
-Produced by Josep Cols Canals, Adrian Mastronardi and the
-Online Distributed Proofreading Team at http://www.pgdp.net
-(This file was produced from images generously made
-available by The Internet Archive/American Libraries.)
-
-
-
-
-
-
-</pre>
-
-
-<p class="transnote">Nota del transcriptor: Consulte <a href="#nota">la
-nota del autor</a> al final del libro en la página “Fé de las principales
-erratas”. Errores de impresión y puntuación se han corregido, y las
-erratas enumeradas, pero algunos pueden permanecer&mdash;reproducido como
-el texto original.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_i" id="Page_i">[I]</a></span></p>
-
-<div class="frontmatter">
-
-<p class="titlepage larger"><b><span class="smaller">PARIS</span><br />
-EN AMÉRICA</b></p>
-
-<p class="titlepage smaller">POR<br />
-<span class="larger">EL DOCTOR RENATO LEFEBVRE</span></p>
-
-<p class="titlepage"><b>PARISIENSE</b><br />
-de la Société des Contribuables de France et des Administrés de Paris;<br />
-des Sociétés Philadelphique et Philarmonique d’Alise et d’Alaise, etc.;<br />
-DE LA REAL ACADEMIA DE LOS TONTOS DE GUISANDO;<br />
-<i>Pastore nell’ Arcadia in Brenta (detto Melibeo l’Intronato)</i>;<br />
-Mitglied des Gross-und Klein-Deutschen Narren-Landtages,<a name="FNanchor_1" id="FNanchor_1"></a><a href="#Footnote_1" class="fnanchor">[1]</a><br />
-Mitglied der K. K. Hanswurst-Academie zu Gaenserdorf;<a name="FNanchor_2" id="FNanchor_2"></a><a href="#Footnote_2" class="fnanchor">[2]</a><br />
-<b>MEMBRE<br />
-du Club Tartelon, a Coventry F. R. F. S. M. A. D. D., etc.</b><br />
-Comandeur de l’Ordre grand-ducal DELLA CIVETTA;<br />
-CHEVALIER DU MERLE-BLANC (LXXXIXᵉ CLASE) AVEC PLAQUE, ETC., ETC.</p>
-
-<p class="right"><span class="smcap">Ægri somnia.</span></p>
-
-<p class="titlepage">TRADUCIDA POR<br />
-<b>LUCIO V. MANSILLA&mdash;DOMINGO F. SARMIENTO.</b><br />
-DE LA DÉCIMA EDICION FRANCESA.</p>
-
-<div class="footnote titlepage">
-
-<p><a name="Footnote_1" id="Footnote_1"></a><a href="#FNanchor_1"><span class="label">[1]</span></a> Miembro de las Dietas, grande y chica, de locos Alemanes.</p>
-
-</div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a name="Footnote_2" id="Footnote_2"></a><a href="#FNanchor_2"><span class="label">[2]</span></a> Miembro de la Real Academia de Charlatanes, de Gaenserdorf (ó sea pueblo de los Patos).</p>
-
-</div>
-
-<p class="titlepage"><b>BUENOS AIRES</b><br />
-Imprenta de la Sociedad Tipográfica Bonaerense, Tacuarí 65<br />
-<b>1864.</b></p>
-
-</div>
-
-<hr />
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_ii" id="Page_ii">[II]</a></span></p>
-
-<h2 id="NOTA_DE_LOS_TRADUCTORES">NOTA DE LOS TRADUCTORES.</h2>
-
-<p>Como el penetrativo lector vá á verlo, hemos creido conveniente para
-su mejor intelijencia introducir en nuestra traduccion algunos neolojismos.
-El carácter del libro lo permite. Contiene filosofia y mucho
-caudal de enseñanza; pero no es ni un tratado de filosofía, ni una obra
-didáctica.</p>
-
-<p>El pronombre personal <i>vous</i>,&mdash;que en el estilo familiar se traduce
-<i>Ud.</i> hemos creido conveniente traducirlo <i>vos</i>, siguiendo en esto á algunos
-buenos traductores modernos, y la opinion del nuevo Diccionario
-de literatos de 1863 que dice&mdash;que <i>vos</i> es un término medio entre
-el <i>tu</i> y el <i>Ud.</i> y que es muy usual entre las personas que ni quieren tutearse
-ni tratarse con la frialdad y ceremonia que implica el <i>Ud.</i></p>
-
-<p>Por la unidad de la ortografía pondremos siempre <i>jota</i> en las sílabas <i>je</i>&mdash;<i>ji</i>.</p>
-
-<hr />
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_iii" id="Page_iii">[III]</a></span></p>
-
-<h2 id="PARIS_EN_AMERICA">PARIS EN AMÉRICA.</h2>
-
-<p class="salutation"><span class="smcap">Lector</span>:</p>
-
-<p>Hé ahí el nombre del libro, cuya traduccion os ofrecemos. Está dedicado
-á la Europa y la América. Lleva ya siete ediciones agotadas, y
-sin embargo, continúa todavia despertando la atencion del mundo civilizado.</p>
-
-<p>Su autor se oculta bajo el pseudónimo de Lefebvre, y no podemos
-deciros á que viene el misterio, tratándose de una reputacion tan hecha
-como la de Laboulaye. Son secretos de la mente, cuyo velo no tenemos
-el poder de descorrer.</p>
-
-<p>El rosario de títulos con que Lefebvre se adorna, puede padeceros
-trivial é induciros á creer que el charlatanismo ha querido abrirse paso,
-lanzando un globo de esploracion. Pero no: Lefebvre es hombre
-sério y sesudo,&mdash;sério como un metodista, sesudo como un catalan,&mdash;y
-si habla en tono de broma es que en los tiempos que alcanzamos, los
-libros y papeles que mienten y engañan mas son los libros y papeles
-sérios. Díganlo si no el <i>Times</i> y el <i>Monitor</i>, comparados con el <i>Punch</i>
-y el <i>Charivari</i>; la <i>Tribuna</i> y el <i>Mosquito</i>, Montaigne y Renan.</p>
-
-<p>La sociedad quiere que se la engañe sin reir, y que se la diga la verdad
-haciéndola reir. Con su pan se lo coma, como decia frecuentemente
-el padre de uno de los traductores: en el pecado lleva la penitencia!</p>
-
-<p>Leedlo y lo vereis. Os aseguramos bajo nuestra <i>palabra de honor</i>,
-que no sereis como Nemorino, víctima de Dulcamara. Hay en él, algo
-para la mujer, algo para el hombre, algo para el comerciante, algo
-para el fraile, algo para el gobierno, algo para el pueblo, algo para los
-necios, algo para los vivos, en suma, y para acabar en dos palabras la
-enumeracion, <i>mucho para todos</i>.</p>
-
-<p>Si lo leeis en invierno os aseguramos que no os incomodará la lumbre
-de la estufa (si la teneis),&mdash;ni el frio (que lo dudamos). Si lo leeis en verano,
-la cuestion cambia de aspecto, como es natural, y, es casi seguro que
-si estais al rayo del sol lo aguantareis. Es libro para el hogar,&mdash;libro
-para el campamento,&mdash;libro para el <i>tourist</i>, y que solo puede no divertir
-á los que admiran la organizacion política y social de la China ó
-del Mogol.</p>
-
-<p>Si creis que, porque habeis leido á Tocqueville, Chevalier, Grimke y
-las correspondencias de Debrin, conoceis la América, os equivocais.<span class="pagenum"><a name="Page_iv" id="Page_iv">[IV]</a></span>
-Los tres primeros os habrán dicho y enseñado, como está constituido el
-gobierno, os habrán esplicado la complicada y á la vez sencilla maquinaria
-del <i>réjimen representativo</i>, <i>democrático</i>, <i>federal</i>. El último os
-habrá edificado diciéndoos como se matan los pueblos <i>libres del todo</i>,
-con los pueblos <i>libres</i> á <i>medias</i>,&mdash;el Norte con el Sur,&mdash;y os habrá engañado
-mas de una vez. Pero ninguno de ellos os habrá revelado una
-cosa tan interesante como la que ha podido ver y estudiar Lefebvre,
-sin mas trabajo que comerse una píldora. Reis eh! Y, sin embargo,
-vivimos en el siglo de las <i>píldoras</i>. Díganlo sino Brandreth, Torres y
-el que la ha hecho tragar á la Francia que <i>el imperio es la paz</i>.</p>
-
-<p>Os diremos que cosa es esa,&mdash;no sea que nos tacheis de charlatanes, á
-nosotros pobres traductores, que tanto aborrecemos en su esencia y en
-su forma la literatura <i>Kerosénica</i>. Pues esa cosa es: como vive y debe
-vivir un pueblo libre, ó diciendo lo que hubiéramos debido decir primero,&mdash;qué
-clase de bien-estar, de sentimientos, é ideas son las que desarrolla
-y debe desarrollar la libertad bien entendida y sínceramente
-practicada.</p>
-
-<p>Ya veis que el negocio es de interés para un pueblo, que como el
-Argentino, al cual tenemos el honor de pertenecer, nos atrona todos los
-dias los oidos hablándonos de libertad,&mdash;de instituciones&mdash;etc., etc.,....</p>
-
-<p>Leed, pues, á <span class="smcap">Paris en América</span>, y, no nos creais en el resto de nuestra
-vida si su lectura no os hace buen provecho. Si la <i>píldora</i> no os
-cura la indigestion de malas ideas y de falsas apreciaciones que teneis,
-desde sabe Dios cuando os empachásteis con libros franceses del siglo
-pasado.</p>
-
-<p>Un palabra todavia,&mdash;llamadnos <i>esplotadores</i>, si os dormis leyendo
-nuestra traduccion,&mdash;corruptores de la <i>conciencia pública</i>, si ella deja
-en vuestro corazon, en el de vuestros hijos ó hijas, nietos, viznietos,
-tataranietos ó choznos, de ambos sexos, el jérmen de una mala semilla.</p>
-
-<p>Es lo único que en el preámbulo podemos deciros y ofreceros; lo que
-debeis darnos en cambio del servicio que creemos rendiros vá en la
-<i>Postdata</i><a name="FNanchor_3" id="FNanchor_3"></a><a href="#Footnote_3" class="fnanchor">[3]</a>, con todo lo cual quedamos, lector querido, vuestros&mdash;</p>
-
-<p class="center">muy atentos servidores.</p>
-
-<p class="right"><b>LUCIO V. MANSILLA&mdash;DOMINGO F. SARMIENTO.</b></p>
-
-<div class="footnotes">
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a name="Footnote_3" id="Footnote_3"></a><a href="#FNanchor_3"><span class="label">[3]</span></a> Se suprime la Postdata&mdash;que salió en el Prospecto suelto.</p>
-
-</div>
-
-</div>
-
-<hr />
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_v" id="Page_v">[V]</a></span></p>
-
-<h2 id="AL_LECTOR">AL LECTOR.</h2>
-
-<p>Lector amigo: te ofrezco este librejo, escrito para tu regalo
-y para el mio. No lo dedico ni á la fortuna ni á la gloria,&mdash;la
-fortuna es una doncella que, hace seis mil años, corre tras los
-jóvenes; la gloria es una vivandera que no se complace sinó con
-los soldados. Soy viejo, no he muerto á nadie, y por eso no
-tengo mas deseo que buscar la verdad á mi modo, y decirla
-á mi manera. Si no tengo toda la gravedad de un buey,
-de un ganzo, ó de un........ (escoje el nombre que quieras),
-perdóname; los primeros actos de la vida nos han hecho llorar
-lo bastante para que nos sea permitido reir antes que caiga el
-telon. Cuando se han perdido las ilusiones de los veinte años,
-no se toma á lo sério ni la comedia, ni los comediantes.</p>
-
-<p>Si este librejo te agrada, bueno; si te escandaliza, tanto mejor;
-si lo arrojas, no tienes razon; si lo comprendes, eres mas
-ducho que Maquiavelo. Házlo el breviario de tus horas perdidas,
-que no tendrás de que arrepentirte: <i>Non est hic piscis
-omnium</i>. Las paradojas de la víspera son las verdades del dia
-siguiente. ¡Al buen entendedor, salud!</p>
-
-<p>Algun dia, quizá, verás á la débil luz de mi linterna, la fealdad
-de los ídolos que adoras hoy dia; quizá tambien, mas allá
-de la sombra decreciente, apercibas en todo el encanto de su
-inmortal sonrisa, á la Libertad, hija del Evanjelio, hermana de
-la justicia y de la piedad, madre de la igualdad, de la abundancia
-y de la paz. Ese dia, lector amigo, no dejes estinguir
-la llama que te confio; alumbra, ilumina á esa juventud que
-nos apura ya y nos empuja, preguntándonos el camino del porvenir.
-¡Ojalá! que ella sea mas loca que sus padres, pero de
-otra manera, tal es mi deseo y mi esperanza.</p>
-
-<p>Con esto, ruego á Dios te libre de ignorantes y de tontos.
-En cuanto á los malos, ese es tu cuento; la vida es un entrevero:
-has nacido soldado, defiéndete; ó mejor dicho, recupera
-de los Americanos la antigua divisa de la Francia: <i>¡Adelante!
-siempre y en todas partes, ¡Adelante!</i></p>
-
-<p class="right"><b>RENATO LEFEBVRE.</b></p>
-
-<p>New Liberty [Virginia] Julio 4 de 1862.</p>
-
-<hr />
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_1" id="Page_1">[1]</a></span></p>
-
-<h1>PARIS EN AMÉRICA.</h1>
-
-<h2 id="CAPITULO_I">CAPITULO PRIMERO.<br />
-<span class="smaller">Un espiritista americano.</span></h2>
-
-<div class="blockquote">
-
-<p>“Mr. Jonatás Dream, espiritista y <i>medium</i> trascendental de Salem (Mass.) invita á vd.
-á la velada <i>psíquica y medianímica</i>, que dará el martes 1.ᵒ de Abril próximo, en su hotel,
-calle de la Luna número 33.”</p>
-
-<p>“Sonambulismo, éxtasis, vision, prevision, profesía, segunda vista, doble vista, adivinacion,
-penetracion, sustraccion del pensamiento, evocaciones, conversacion, poesía, y escritura
-sobre-naturales; pensamientos de ultra-tumba y arcanos de la vida futura descubiertos,
-&amp;a. &amp;a.”</p>
-
-<div class="poetry-container">
-<div class="poetry">
-<div class="verse"><i>Las puertas se cerrarán á las ocho de la noche en punto.</i></div>
-</div>
-</div>
-
-</div>
-
-<p>¡Pardiez! decia yo para mi coleto, leyendo y volviendo á leer
-esta carta,&mdash;deveras que no me disgustaria hacer relacion con
-un <i>medium</i> americano, cofrade en <i>pneumatolojia</i> positiva y esperimental,
-porque habeis de saber que yo tambien soy <i>espiritista</i>.
-¡Que diantre! Bien puede uno no ser sino un simple vecino
-de Paris, y, sin embargo, haber ovocado yá lo mismo que cualquier
-otro á César, Napoleon, Voltaire, Madama de Pompadour,
-Ninon, Robespierre etc. Algo mas, y lo diré, aunque repugne
-á mi modestia: estos ilustres personajes no me han eclipsado
-con su jénio: todos me han respondido como si yo mismo
-les hubiera soplado la respuesta. Veamos si el Señor Jonatás
-Dream, con sus pretenciones de ultramar, tiene mas espíritu, ó
-mas espíritus que vuestro servidor, Daniel Lefebvre, médico de
-la facultad de Paris, discípulo en espiritismo de Mr. Hornung
-de Berlin, de Mr. de Keichembach y del baron de Guldenstuble.&mdash;A
-espiritista, espiritista y medio.</p>
-
-<p>En una hermosa habitacion, al estremo de un salon herméticamente
-cerrado, aunque resplandeciente de luces (lo que no
-sucede jeneralmente en nuestras reuniones espiritistas) encontré
-á Mr. Jonatás Dream sentado delante de una mesa redonda.<span class="pagenum"><a name="Page_2" id="Page_2">[2]</a></span>
-Tenia la mirada melancólica y el rostro inspirado de las sibilas.
-Frente á él estaban sentados media docena de sus adeptos, con
-aire recojido. Siempre el mismo público: jentes nerviosas, mugeres
-que no han sido comprendidas, sarjentos-mayores ó viudas
-retiradas; cada uno escribia en un papel el nombre de los
-muertos que queria interrogar; yo hice lo mismo que todos.</p>
-
-<p>Mezclados los nombres en un sombrero, el primero que se
-sacó fué el de José de Maistre. Jonatás se recojió por un instante,
-aplicó la mano á su oido, para escuchar la voz que le hablaba
-muy bajo, y escribió rápidamente lo que sigue:</p>
-
-<p>“&mdash;No hay conocimiento estéril; todo conocimiento se parece á
-aquel de que habla la Biblia: Adan conoció á Eva, y Eva concibió.”</p>
-
-<p>“&mdash;Sin <i>Credo</i> no hay crédito.”</p>
-
-<p>&mdash;Eh! eh! me dije, hé ahí unas paradojas que tienen buen
-aspecto; están dotadas de toda la ridiculez del padre, me parece
-solamente, haberlas visto yá en alguna parte: en lo de Baader,
-si no me engaño. Despues de todo, allá arriba no hay propiedad
-literaria y es muy posible que por distraccion, se entretengan
-en robarse las ideas. Hipócrates, vino en seguida,&mdash;tuvo
-la cortesanía de hablar en francés; he aquí lo que escribió su
-intérprete.</p>
-
-<p>&mdash;El hombre que piensa mas, es el que dijiere menos. En circunstancias
-iguales, el que piensa menos es el que dijiere mejor.</p>
-
-<p>&mdash;Ay de mi!&mdash;esclamó una mujercita, cuyo rostro descarnado,
-desaparecia bajo las ondas de sus cabellos encanecidos&mdash;esa
-es una repuesta de médico, una repuesta brutal, hecha por
-los hombres y para los hombres. No es ese el pensamiento que
-consume el corazon, es.... Y suspiró.</p>
-
-<p>Se llamó á Nostradamus,&mdash;se le pidió su opinion sobre el porvenir
-de Polonia, de Francia, y de Italia. La siguiente es la repuesta
-del gran adivino, jénio sublime que deja siempre á los
-otros el cuidado de entender lo que dice.</p>
-
-<div class="poetry-container">
-<div class="poetry">
-<div class="verse indent1">En France, Italie et Pologne,</div>
-<div class="verse">Beaucoup d’esprit, peu de vergogne</div>
-<div class="verse">En Pologne, France, Italie</div>
-<div class="verse">On est sage aprés la folie;</div>
-<div class="verse">En Italie, Pologne et France</div>
-<div class="verse">Moins de bonheur que d’esperance<a name="FNanchor_4" id="FNanchor_4"></a><a href="#Footnote_4" class="fnanchor">[4]</a></div>
-</div>
-</div>
-
-<p>Tuvimos que contentarnos con este oráculo, demasiado profundo
-para que fuera claro. Despues del hechicero provenzal,<span class="pagenum"><a name="Page_3" id="Page_3">[3]</a></span>
-le tocó el turno á Kosciusko. Esa noche el Washington polaco
-estaba de mal humor, no se le pudo arrancar nada mas que esta
-divisa latina; <i>In servitute dolor, in libertate labor</i>; en la esclavitud
-dolor, en la libertad labor, tres veces se le interrogó, tres
-veces dió esta repuesta seca, arrojándónosla al rostro como un
-reproche, que ni siquiera comprendiéramos.</p>
-
-<p>El último billete pedia que se interrogasen á Don Quijote, á
-Tom Jones, á Robinson ó á Werther, lo que hizo reir al cenáculo,
-aunque á decir verdad, no tenia bastante gana. El autor de
-esta impertinencia, tengo verguenza de confesarlo,&mdash;era yo.&mdash;Los
-muertos y los vivos me fastidian hace tanto tiempo, que
-me habria gustado mucho saber lo que pasa en las cabezas de
-jentes que jamás existieron.</p>
-
-<p>Jonatás Dream arrojó el aciago billete á la canasta, y anunció
-que la sesion habia concluido, despidiéndonos á fuerza de cortesias.&mdash;En
-el momento en que yo salia, me puso la mano en el
-hombro, y me rogó que me quedase.</p>
-
-<p>Una ves solos:&mdash;Sois vos cófrade, me dijo riendo de un modo
-singular, sois vos quien me ha dirijido una pregunta que
-esos profanos juzgan indiscreta?&mdash;quizá sois de su parecer.
-¡Ciego, que nunca habeis sondado los arcanos de la
-eterna verdad!&mdash;¿Os imaginais que don Quijote y Sancho, que
-Robinson y Domingo, que Werther y Carlota, que Tom Jones
-y Sofia, no han existido?&mdash;¡Qué!&mdash;el hombre no puede crear un
-átomo de materia, ¡y suponeis que pueda crear pieza por pieza
-almas que no perecerán jamás!&mdash;¿No creis tanto en D. Quijote
-como en todos los Artajerjes?&mdash;¿Acaso Robinson no ha vivido,
-á vuestro juicio, lo mismo que los Drake y los Magallanes.</p>
-
-<p>&mdash;¡Cómo!&mdash;¿el injenioso D. Quijote ha vivido?&mdash;¿Y podria yo
-conversar con el sabio prefecto de la Insula Barataria?</p>
-
-<p>&mdash;Sin duda.&mdash;Comprended pues, lo que es un poeta. Es
-un vidente, un profeta, que se eleva hasta el mundo invisible.
-Allí, entre los millones de seres que han pasado sobre la tierra,
-y cuyo recuerdo se ha perdido aqui abajo, él escoje aquellos que
-quiere hacer revivir en la memoria de los hombres.&mdash;Los evoca,
-les habla, les escucha, y escribe segun su dictado. Lo que la
-necia humanidad, toma por una invencion del artista, no es mas
-que la confesion de un muerto desconocido; pero vos que sois
-espiritista, ó que teneis pretenciones de tal, ¿cómo es que no reconoceis
-una voz extra-natural?&mdash;¿Porqué os dejais engañar como
-la multitud?&mdash;¿Tan poco adelantado estais en las vias de la medianimidad?
-Al hablar asi, Jonatás Dream, echó la cabeza<span class="pagenum"><a name="Page_4" id="Page_4">[4]</a></span>
-hácia atrás, y agitando los brazos, abriendo y cerrando las manos,
-avanzó sobre mi, como para ahogarme en su fluido.</p>
-
-<p>&mdash;Cofrade, le dije, veo que sois un hombre de talento, aunque
-espiritísta; y no dudo que podais escribirnos un discurcito
-á la D. Quijote, ó improvisar algunos nuevos refranes dignos
-de Sancho.&mdash;Pero estamos solos, y ambos somos agoreros; tenemos
-el derecho de mirarnos y hasta el de reirnos mirándonos.
-No pasemos adelante, os deseo un feliz éxito. En Francia es
-cosa sabida; el pueblo que se crée el mas espiritual de la tierra
-es naturalmente el que con mas facilidad se deja conducir de la
-punta de la nariz. Preguntádselo á las mujeres de París.</p>
-
-<p>&mdash;Alto ahí,&mdash;esclamó el májico con tono furioso. ¿Me hé
-engañado acaso?&mdash;¿Sois un falso hermano?&mdash;¿Me tomais por un
-charlatan, por un mistificador, por un saltimbanqui?&mdash;Sabed que
-Jonatás Dream no ha dicho jamás una palabra que no fuera
-verdad. ¡Ah! dudais de mi poder, caballerito. ¿Qué prueba
-quereis que os dé?&mdash;¿Es necesario que os quite todas vuestras
-ideas, lo que no será dificil; es necesario haceros dormir, que
-paseis por el frio, el calor, el viento, ó la lluvia, es necesario....?</p>
-
-<p>&mdash;Nada de magnetismo, le dije; sé que en eso hay un fenómeno
-natural mal conocido hasta ahora, y del cual abusais.&mdash;Si
-quereis convencerme, no principieis por hacer dormir.&mdash;No
-estamos en la Academia.</p>
-
-<p>&mdash;Y bien, dijo él, fijando en mí sus ojos relucientes, ¿qué diriais
-si os transportára á América?</p>
-
-<p>&mdash;¿A mí?&mdash;Necesito verlo para creerlo.</p>
-
-<p>&mdash;Sí, á vos, esclamó, y no solamente á vos, sino á vuestra mujer,
-vuestros hijos, vuestros vecinos, vuestra casa, vuestra calle,
-y si pronunciais una palabra, á París entero.&mdash;Sí, agregó, poseido
-de una ajitacion febril, sí, si quiero, mañana por la mañana
-París estará en Massachusetts; y en los bordes del Sena no
-habrá mas que una llanura desierta.</p>
-
-<p>&mdash;Mi querido hechicero, hubiera convenido vender vuestro
-secreto al señor Prefecto del Sena; eso nos habria economizado
-algunos millones quizá. Durante la ausencia de los parisienses,
-se les habria hecho un París nuevecito, recto y monótono como
-Nueva York; un París sin pasado, sin monumentos, sin recuerdos;
-nuestros arquitectos todos, y todos los maestros administradores
-se hubiesen enloquecido de puro gozo.</p>
-
-<p>&mdash;Os chanceais; dijo Jonatás, teneis miedo....os lo repito:
-mañana, si quiero, París estará en Massachusetts, junto con
-Versalles&mdash;¿Aceptais el desafio?</p>
-
-<p>Sí, ciertamente, lo acepto, respondíle riendo. Y sin embargo,<span class="pagenum"><a name="Page_5" id="Page_5">[5]</a></span>
-la seguridad de este demonio de hombre me turbaba. Soy entendido
-en materia de fanfarronadas; leo veinte diarios todos los
-dias, y he oido á mas de un ministro en la tribuna; pero esa
-voz de iluminado me imponia, apesar mio.</p>
-
-<p>&mdash;Tomad esta caja, dijo el májico con tono imperioso; abridla,
-hé ahí dos píldoras, una para vos, otra para mí, escojed, y no
-me interrogueis.</p>
-
-<p>&mdash;Habia ido demasiado lejos para retroceder&mdash;Tragué uno
-de los glóbulos, Jonatás tomó el otro y me saludó, diciéndome
-con voz cavernosa: Hasta mañana, del otro lado del océano.</p>
-
-<p>Una vez en la calle, me encontré en un estado singular.
-Corrí de un aliento á los Campos Eliseos, sin apercibirme de la
-distancia. Me sentia mas vivo, mas lijero, mas elástico que
-nunca lo estuvo creatura humana; me parecia que saltando tocaria
-los cuernos de la luna, que se elevaba en el horizonte.
-Todos mis sentidos tenian una sutileza increible&mdash;Desde la plaza
-de la Concordia veia los carruajes que daban vuelta al rededor
-del arco de la Estrella, escuchaba el tic-tac de la gran aguja
-que marca la hora en el reloj de las Tullerias. La vida corria
-por mis venas con una velocidad y un calor desconocidos; me
-preguntaba si una mano invisible no me conducia yá al otro lado
-del Atlántico. Para tranquilizarme, miré á la apagada media
-luna que ascendia lentamente en el cielo. Seguro de no haber
-cambiado de meridiano, entré en mi casa, avergonzado de mi
-credulidad, y me dormí riendome de Mr. Dream y de sus locas
-amenazas.</p>
-
-<hr />
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_6" id="Page_6">[6]</a></span></p>
-
-<h2 id="CAPITULO_II">CAPITULO II.<br />
-<span class="smaller">¿Es esto un sueño?</span></h2>
-
-<p>Durante la noche tuve un sueño&mdash;¿Fué en efecto un sueño?
-Jonatás sentado á mi cabecera me miraba con aire burlon.</p>
-
-<p>&mdash;¡Qué tal! decia, señor incrédulo&mdash;cómo os encontrais despues
-de la travesia?&mdash;¿El viaje os ha fatigado demasiado?</p>
-
-<p>&mdash;El viaje, murmuré; si no me he movido de la cama.</p>
-
-<p>&mdash;No; pero estais en América&mdash;No os tireis de la cama como
-un loco,&mdash;esperad á que os dé algunas instrucciones para
-que la sorpresa no os mate. En primer lugar, he trastornado
-vuestra casa. En un pais libre no se vive como en una caserna, revuelto,
-sin reposo y sin dignidad. De cada uno de esos cajoncitos,
-que llamais pisos, he hecho una habitacion á la americana, la he
-dispuesto y amueblado á mi modo, y le he agregado un jardincito.
-Para arreglar asi las cuarenta mil casas de París, he empleado
-cerca de dos horas; no lo siento; vedos señor de vuestra casa, es la
-primera de las libertades. De hoy en adelante no tendreis que
-sufrir á vuestros vecinos, ni que hacerles sufrir á su vez. Olores
-de cocina y de caballeriza, gritos de niños, de mujeres y de
-amas, ahullidos de perros, maullidos de gatos y de pianos:
-todo se acabó, no sereis en adelante un número de presidio ú
-hospital, un harenque aprensado, sois un hombre; teneis una
-familia y un hogar.</p>
-
-<p>&mdash;¡Mi casa trastornada!&mdash;Estoy arruinado; ¿qué habeis hecho
-de mis inquilinos?</p>
-
-<p>&mdash;Estad tranquilo: estan ahí, cada uno de ellos en una cómoda
-casita. Al presente son enfiteutas que os pagarán su
-renta durante medio siglo, sin que cada tres años tengais que
-sorprenderos los unos á los otros, y engañaros á quien mejor.
-He colocado á vuestra derecha á M. Leverd, el especiero, hoy
-dia. Mr. Green. M. Petit, el banquero del primer piso, sé ha
-hecho Mr. Little, y no es un personaje menos notable con sus
-millones. M. Reynard<a name="FNanchor_5" id="FNanchor_5"></a><a href="#Footnote_5" class="fnanchor">[5]</a>, el abogado del piso segundo, se
-llama el señor Procurador Fox<a name="FNanchor_6" id="FNanchor_6"></a><a href="#Footnote_6" class="fnanchor">[6]</a>, y no perderá por esto una<span class="pagenum"><a name="Page_7" id="Page_7">[7]</a></span>
-sola de sus picardias. A vuestra derecha encontrareis al vecino
-del cuarto piso, el bravo coronel Saint-Jean, convertido en
-<i>the gallant colonel Saint-Jean</i>, con todos sus reumatismos, y
-en fin á Mr. Rose, el farmacéutico, que no es ni menos importante,
-ni menos majestuoso desde que se llama, M. Rose, el boticario.
-En cuanto á vos, mi querido Lefebvre, vedos convertido,
-por derecho de inmigracion, en el señor doctor Smith, miembro
-de la familia mas numerosa que haya salido del tronco anglo-sajon.
-Haced fortuna matando ó curando á vuestros clientes
-del nuevo mundo, que no serán mosquitos, lo que os falta.</p>
-
-<p>Queria llamar; pero los ojos del terrible visitante me clavaban
-en el lecho.</p>
-
-<p>&mdash;Apropósito, dijo riendo, os sorprendereis un poco, cuando
-oigais á vuestra mujer, á vuestros hijos, á vuestros vecinos
-hablar ingles y ganguear. Han dejado la memoria en el viejo
-mundo y ahora son Yankees <i>pur sang</i>. Efecto admirable del
-clima; notado ya por el príncipe de los espiritístas, el grande
-Hipócrates. Los perros dejan de ladrar cuando se aproximan
-al polo; el trigo, bajo el ecuador, es una grama estéril; un
-Yankee en París cree haber nacido gentil-hombre: un francés
-en los Estados-Unidos pierde el horror á la libertad. En
-cuanto á vos, señor incrédulo, os he dejado con vuestras preocupaciones
-y vuestros recuerdos. Trato de que juzgueis de mi
-poder, con conocimiento de causa. Sabreis asi Jonatás Dream
-es ó no un espiritísta; vedos metido en una piel Américana,
-de donde no saldreis mientras no me dé á mí, la regalada gana.</p>
-
-<p>&mdash;<i>But I cannot speak English</i><a name="FNanchor_7" id="FNanchor_7"></a><a href="#Footnote_7" class="fnanchor">[7]</a>, esclamé; y me detuve
-bruscamente, temeroso de silvar como un pájaro.</p>
-
-<p>&mdash;No tan mal, dijo el insoportable burlon; antes de dos dias confundireis
-<i>Shall</i> y <i>will</i>, <i>these</i> y <i>those</i><a name="FNanchor_8" id="FNanchor_8"></a><a href="#Footnote_8" class="fnanchor">[8]</a>, con toda la facilidad y la
-gracia de un Escoces. Adios, añadió levantándose; adios, me
-esperan á media noche en casa de la sultana favorita, en el harem
-de Constantinopla; á las dos de la mañana debo estar en
-Lóndres, y veré salir el sol en Pekin. Una advertencia mas;
-no olvideis que el sabio no se sorprende de nada. Si
-veis á vuestro alrededor alguna figura estraña, no griteis al
-diablo: os encerrarian con nuestros <i>lunáticos</i>. Seria un obstáculo
-á vuestras observaciones.</p>
-
-<p>Me levanté sobresaltado. Tres puñados de fluido, recibidos
-en pleno rostro, me dejaron inmóvil y mudo. Con esto, mi<span class="pagenum"><a name="Page_8" id="Page_8">[8]</a></span>
-traidor me saludó riendo sardónicamente; en seguida, tomando
-un rayo de luna, que se arrastraba por la habitacion, se envolvió
-en él, atravesó la ventana, y se evaporó en los aires.&mdash;Espanto,
-magnetismo, ó sueño; no lo sé,&mdash;me sentí postrado:</p>
-
-<div class="poetry-container">
-<div class="poetry">
-<div class="verse">Y’ venni men cosi com’ io morisse</div>
-<div class="verse">E caddi, come corpo morto cade<a name="FNanchor_9" id="FNanchor_9"></a><a href="#Footnote_9" class="fnanchor">[9]</a>.</div>
-</div>
-</div>
-<hr />
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_9" id="Page_9">[9]</a></span></p>
-
-<h2 id="CAPITULO_III">CAPITULO III.<br />
-<span class="smaller">Zambo.</span></h2>
-
-<p>Cuando volví en mi, era de dia&mdash;Mi hijo cantaba á toda voz
-el <i>Miserere</i> del <i>Trovador</i>; mi hija, discípula de Thalberg, ejecutaba
-con incomparable <i>brio</i> las variaciones de Sturm sobre un
-aire variado de Donner. A lo lejos, mi mujer reprendia á la
-sirvienta, que la respondía á gritos. Nada habia cambiado en
-mi pacífica morada,&mdash;las angustias de la noche eran un vano
-sueño; libre de esos terrores quiméricos, podia seguir una dulce
-habitud, soñar despierto, mientras esperaba el almuerzo.</p>
-
-<p>A las siete, segun costumbre, el sirviente entró en mi habitacion
-y me entregó el diario. Abrió la ventana, y entreabrió
-las persianas; el resplandor del sol y la vivacidad del aire me
-hicieron el efecto mas agradable. Volví la cabeza hacia la luz,
-¡horror!&mdash;los cabellos se me erizaron, ni fuerzas tuve para
-gritar.</p>
-
-<p>Estaba en mi presencia un negro, riente y alegre, con
-dientes como teclas de piano, y dos enormes lábios rojos que
-le cubrian la nariz y la barba. Enteramente vestido de blanco,
-como si temiera no parecer bastante negro, el animal se me
-aproximó, sacudiendo su cabeza crespa y revolviendo sus enormes
-ojos.</p>
-
-<p>&mdash;El amo ha dormido bien; dijo cadenciosamente, Zambo está
-contento.</p>
-
-<p>&mdash;Para disipar esta pesadilla cerré los ojos; mi corazon palpitaba
-á punto de romperme el pecho; cuando me atreví á mirar,&mdash;estaba
-solo. Saltar de la cama, correr á la ventana, tocarme
-los brazos y la cabeza, fué cosa de un segundo. En
-frente de mí habia una série de casitas alineadas como casuchos
-de naipes, tres imprentas, seis diarios, carteles por todas
-partes, el agua desperdiciada desbordando en las acequias. En
-la calle jentes atrafagadas, silenciosas, corriendo con las manos en
-los bolsillos, sin duda para ocultar en ellos, los revolvers; ni
-ruido, ni gritos, ni paseantes, ni cigarros, ni cafées, y hasta donde
-alcanzaba mi vista no se veia un solo ajente de policía, un
-solo jendarme. ¡No habia remedio! estaba en América, desconocido,<span class="pagenum"><a name="Page_10" id="Page_10">[10]</a></span>
-solo, en un pais sin gobierno, sin leyes, sin ejército, sin
-policia, en medio de un pueblo salvaje, violento y codicioso.
-¡Era hombre perdido!</p>
-
-<p>Mas abandonado, mas desolado que Robinson despues de
-su naufrajio, me dejé caer sobre un sillon que inmediatamente
-se puso á hacerme bailar. Levantéme temblando, me buscaba
-en el espejo, ¡ay! y no me encontraba. Estaba frente á mí un
-hombre flaco, de frente calva, sembrada de algunos cabellos rojos,
-con el rostro descolorido, rodeado de flamíjeras patillas
-que caian hasta los hombros. ¡Hé ahí lo que la malignidad de
-la suerte hacía con un Parisiense de la Chaussée-d’Antin! Estaba
-pálido, mis dientes rechinaban y el frío me llegaba á la
-médula de los huesos. Séamos hombres, esclamé, tengo una familia
-y el nombre francés que sostener. Es necesario recobrar
-sobre mis sentidos el imperio que pierdo. La adversidad
-es la que hace los héroes!</p>
-
-<p>Quise llamar; no habia campanilla: apercibí un boton de
-cobre que empujé á la ventura. De repente apareció Zambo,
-como esos diablos que salen de una caja, y sacan la lengua al
-saludar.</p>
-
-<p>&mdash;Fuego, grité, traed me fuego, quiero una gran lumbre en la
-chimenea.</p>
-
-<p>&mdash;¿El amo no tiene fósforos? dijo Zambo, mostrándome los
-avíos de encender sobre la chimenea. ¿El amo no puede agacharse?
-agregó con tono irónico. En seguida dando vueltas á
-un tornillo en la parte inferior de la chimenea y aplicando un
-fósforo á la leña de fundicion, hizo rutilar mil lenguas de
-fuego.</p>
-
-<p>&mdash;¡Es permitido, ¡buen Dios! esclamó al salir, incomodar al
-pobre negro que está tomando el sol?</p>
-
-<p>&mdash;Pueblo salvaje, murmuré yo, aproximándome al fuego y reanimándome
-al sentir su calor suave é igual; pueblo salvaje,
-que no tiene ni palas, ni tenazas, ni fuelles, ni carbon, ni humo;
-pueblo bárbaro que no conoce siquiera el placer de atizar el
-fuego. Dar vueltas á un tornillo para encender, estinguir ó
-arreglar el fuego, es verdaderamente la obra de una raza sin
-poesía, que no deja nada á lo imprevisto, y que tiene miedo de
-perder un minuto, porque el tiempo es dinero.</p>
-
-<p>Luego que me hube alentado, pensé en mi tocador. Tenía
-delante de mí, una mesa de jacaranda atestada de cabezas de
-cisnes de cobre y de otros adornos de mal gusto; pero adornada
-de esas porcelanas inglesas que regocijan la vista por la riqueza
-del colorido y del dibujo. Habia sobre esta mesa, y en profusion,<span class="pagenum"><a name="Page_11" id="Page_11">[11]</a></span>
-cepillos, esponjas, jabones, vinagres, pomadas, etc., pero ni una
-gota de agua. Oprimí de nuevo el boton; Zambo entró mas
-atufado que á la salida.</p>
-
-<p>&mdash;Agua caliente y fria para vestirme; pronto, estoy de prisa.</p>
-
-<p>&mdash;Esto es demasiado, esclamó Zambo; el amo no puede dar
-vueltas á la llave del agua fría y á la llave del agua caliente
-que están en el rincon? Palabra de honor: esto es echarlo á
-uno; mi no puede continuar sirviendo á un amo que no vé jota.
-Y salió dándome con la puerta en los hocicos.</p>
-
-<p>&mdash;Agua caliente á todas horas y en todas partes, es cosa cómoda;
-pero es el invento de un pueblo que no piensa mas que
-en su <i>confort</i>; gracias á Dios, nosotros no hemos llegado á este
-punto. Pasarán un siglo ó dos antes que la noble Francia descienda
-á este esmero de molicie, á este aseo afeminado.</p>
-
-<p>Nada refrezca tanto las ideas, como el hacerse la barba. Despues
-de haberme afeitado, me encontré otro; comencé hasta á
-reconciliarme con mi cara larga y mis dientes de adelante. Si
-tomara un baño, dije para mis adentros, acabaria de calmarme,&mdash;podria
-afrontar, con mas coraje, la vista de mi mujer
-y de mis hijos: ¡ay de mí! quien sabe si no están mas cambiados
-que yo!</p>
-
-<p>Llamé:&mdash;Zambo se presentó de nuevo, con el rostro descompuesto.</p>
-
-<p>&mdash;Amigo mio: ¿dónde hay un establecimiento de baños en
-la ciudad? Enseñadme el camino.</p>
-
-<p>&mdash;Un establecimiento de baños, amo, ¿para qué?</p>
-
-<p>Me encojí de hombros.&mdash;Imbécil, para bañarse, por lo menos.</p>
-
-<p>&mdash;El amo quiere tomar un baño, dijo Zambo, mirándome
-con una sorpresa mezclada de espanto. ¿Es para eso que el
-amo me hace venir desde el fondo del jardin?</p>
-
-<p>&mdash;Sin duda.</p>
-
-<p>&mdash;Esto es demasiado, gritó el negro tirándose de las motas.
-Cómo! hay una sala de baño al lado de cada dormitorio, y el
-amo hace subir á Zambo para decirle: “Mi amigo, ¿dónde puede
-uno bañarse?” No se burla uno así de un americano.</p>
-
-<p>Empujando una puertita oculta bajo la tapicería, el negro
-me hizo entrar en un gabinete elegante, donde habia una bañadera
-de mármol blanco.</p>
-
-<p>&mdash;Vamos, Zambo, murmuré con tono furioso y cómico á la
-vez, dá vuelta la llave para el <i>Amo</i>: llave del agua fria, llave
-del agua caliente; revuelve el baño, pon las sábanas á calentar;
-haz de nodriza, Zambo; el <i>amo</i> no sabe servirse de sus manos.</p>
-
-<p>No tenía otra cosa que hacer sinó callarme, dejaba á Zambo<span class="pagenum"><a name="Page_12" id="Page_12">[12]</a></span>
-exhalar su furia y no queria que me sacara la lengua; pero, en
-mis adentros, maldecia estas horribles casas americanas, moradas
-insociables, verdaderas prisiones, de las que no se puede salir,
-puesto que en ellas se encuentra á la mano, todo lo que en
-Paris tenemos el placer de ir á buscar fuera de casa, á mucho
-precio, es cierto, pero muy lejos.</p>
-
-<hr />
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_13" id="Page_13">[13]</a></span></p>
-
-<h2 id="CAPITULO_IV">CAPITULO IV.<br />
-<span class="smaller">En casa.<a name="FNanchor_10" id="FNanchor_10"></a><a href="#Footnote_10" class="fnanchor">[10]</a></span></h2>
-
-<p>Una vez fuera del baño sin haber conseguido calmarme, descendí
-muy pensativo la escalerita que conduce al piso bajo.
-¿Qué habian hecho de mi casa? ¿Bajo qué máscara iba yo á
-encontrar á mi familia? Entré al comedor, no habia nadie;
-pasé al salon, ni un alma. Mientras esperaba, me entretuve
-en mirar las dos habitaciones, con el objeto de habituarme al
-aspecto de mi nuevo alojamiento.</p>
-
-<p>El comedor, además del alfombrado, tenia por único adorno
-un viejo y pesado aparador de jacarandá cargado de tasas de
-la China y de teteras de metal inglés, mas brillante que la plata.
-En frente al armario, habia tres grabados mediocres. Al
-centro, Penn tratando con los indios bajo el álamo de Sthakamaxon;
-á la derecha el retrato de pié de Washington con su
-caballo y su negro; á la izquierda, la imájen del soberano <i>pro-tempore</i>,
-el honrado y viejo Abád, en otras palabras, el honorable
-Abraham Lincoln, antiguo constructor de cercados,<a name="FNanchor_11" id="FNanchor_11"></a><a href="#Footnote_11" class="fnanchor">[11]</a>
-presidente, hoy dia de los Estados Unidos.</p>
-
-<p>¡Hé ahí, esclamé, los jénios protectores de mi nuevo hogar,
-del hogar de un francés educado en el culto de la fuerza y del
-éxito! Un cuácaro pacífico, un jeneral que pudiendo ser emperador
-del Nuevo Mundo, se rebaja hasta el punto de ser el
-primer majistrado de un pueblo libre, un artesano que llega á
-ser abogado á fuerza de trabajo, y por casualidad.&mdash;Presidente
-de su pais,&mdash;tales son los héroes de la América. En esta tierra
-semi-salvaje la moral de los paisanos es la misma de los
-grandes hombres. ¿Qué puede esperarse de una nacion que
-tiene semejantes preocupaciones? ¡No es ella, por cierto, la
-que le dará un César al mundo! En la sala habia un piano de
-palisandra, un escritorio recargado de papeles y una biblioteca
-llena de libros. Tres ó cuatro Biblias figuraban entre las<span class="pagenum"><a name="Page_14" id="Page_14">[14]</a></span>
-obras de Francisco Quarles, de Bunyan, de Jeremías Taylor, de
-Law, de Jonathan Edwards, de Channing, toda jente muy
-honrada sin duda; pero cuyos nombres leia por vez primera.
-No pasé adelante: la teolojía me desagrada hasta en las noches
-de insomnio. Seguian algunos historiadores y moralistas, Franklin,
-Emerson, Marshall, Washington-Irving, Prescott, Bancroft,
-Lothrop-Motley, Tiknor; á continuacion algunos romances
-sérios, y una multitud de poetas ingleses, americanos, alemanes,
-y hasta españoles. ¿Y la Francia dónde estaba? Ay!
-por todo representante de la patria no encontré mas que un
-Telémaco, con la pronunciacion figurada ó mas bien desfigurada
-en inglés. Y pensar que un dia para celebrar quizá el natalicio
-de su padre, mi hija, mi querida Susana, me recitaria
-con sus lábios seductores el: <i>Calepso ne povait se connsolére
-diou départe d’Youlis!</i> Despechado arrojé el libro y pasé al
-jardin: era un pedacito de tierra rodeado de cuatro paredes,
-cubiertas de yedras y madreselvas; sembrado de lilas, rosales y
-flores desconocidas; en el fondo habian un invernáculo pequeño
-y un kiosco chinesco; abrigo cómodo para tomar el té, fumar un
-cigarro ó contemplar las estrellas. En el jardin no habia nadie,
-si se esceptúa á Zambo, tendido como una estátua de bronce sóbre
-una mesa de mármol blanco. El negro roncaba con el rostro
-vuelto hácia el sol y cubierto de moscas, descansando de las
-crueles mortificaciones que yo le habia causado. El bribon se
-aprovechaba de estar á mi servicio, para no hacer nada y dormir
-á pierna suelta.</p>
-
-<p>Comenzaba á intrigarme este paseo solitario en los dominios
-de la Bella del Bosque durmiente; iba á despertar á Zambo
-para tener el placer de reñir con un cristiano, cuando escuché
-voces que salian del bajo piso, ó como dicen los Franco-Americanos
-en su patria, del <i>basement</i>, palabra que faltará durante
-mucho tiempo al diccionario de la Academia.</p>
-
-<p>Despues de haber descendido algunos escalones, apercibí al
-fin en una espaciosa cocina á dos mujeres, que no sintieron el
-ruido de mis pasos, tan atareadas estaban. Una de ellas, la
-que me daba la espalda, pero á quien reconocí por la voz, era
-mi querida Jenny, la madre de mis hijos; la otra, á quien recien
-iba á conocer, enorme criatura, rubia, de cinco piés y ocho
-pulgadas de estatura, y con aspecto mas bien de granadero escocés
-que de hija de Eva, era Marta, la cocinera, natural de
-Pensylvania, y <i>tunkeriana</i> ó <i>tunkerista</i> de relijion, cosa parecida
-á cuácara; escelente persona que resongaba á toda hora y no
-tenía mas defecto que tratar de pagano ó de publicano á cualquiera<span class="pagenum"><a name="Page_15" id="Page_15">[15]</a></span>
-que usára botones en el vestido ó en la levita. Para
-esta alma exaltada, el símbolo del cristianismo no era la cruz,
-era el broche.</p>
-
-<p>A juzgar por la gravedad de las dos mujeres, y por las palabras
-que con tanta vivacidad cambiaban, llevaban á cabo en
-aquel momento una gran obra culinaria. Jenny (¿era en efecto
-madama Lefebvre?) ataba dentro de una servilleta, una masa disforme
-de reposteria, colocándola con cuidado en una cacerola
-llena de agua. Marta, á su vez, encerró la preciosa vasija en un
-horno de hierro, colocado en un costado de la cocina. Era de
-construccion monumental, con pisos como una casa, y no sé
-cuantos cajoncitos y alacenas de donde se escapaba el vapor.
-Horno para cocer, lavadero, asadores, sartenes, agua y aire calientes,
-y cuanto es necesario, todo se encontraba en este horno
-mónstruo, que tenia una inscripcion, á manera de arco de
-triunfo:</p>
-
-<p><i>G. Chilson’s cooking Range Boston</i><a name="FNanchor_12" id="FNanchor_12"></a><a href="#Footnote_12" class="fnanchor">[12]</a>.</p>
-
-<p>Dudo que el mismo Satanás, con los recursos de que dispone,
-haya inventado nunca una hornaza mejor calentada que esta.</p>
-
-<p>Cuando todo estuvo en su lugar, despues de haber movido y
-alineado un ejército de calderos y calentadores, volvióse mi
-mujer, dando un grito de placer al verme.</p>
-
-<p>&mdash;Buenos dias, amor mio, me dijo, creo que habeis pasado
-una buena noche. ¿Veis vuestros preparativos? es un <i>pudding</i>
-como aquel que encontrásteis tan bueno, dias pasados. Acabo
-de pisarlo y amasarlo yo misma. Sé mejor que Marta, lo es
-de vuestro gusto. Espero que estareis contento como yo y que me
-recompensareis todo el trabajo, ó mas bien todo el placer
-que me tomo por serviros.</p>
-
-<p>Diciendo esto, acercóseme cuanto pudo poniéndome la frente.
-¡Cosa rara! era mi mujer, y, sinembargo, no era ella. El mismo
-rostro, las mismas facciones, salvo la punta de la nariz que habia
-enrojecido un poco; pero no sé que de límpido y de tranquilo
-en la mirada, de dulce en la palabra, de afectuoso en la
-fisonomia, que jamás habia notado en nuestros tiempos matrimoniales
-del viejo París. Me sentia amado, cuidado, esto hará
-retozar mi corazon. Por eso, sin inquietarme de la presencia
-de Marta y de mis veinte años de casado, abrazé tiernamente á
-Madame Lefebvre, quiero decir, Mistriss Smith. Perdonadme
-esposos parisienses, ¡yo estaba en América!</p>
-
-<p>&mdash;Marta, dijo mi mujer quitándose un delantal de cocina, y<span class="pagenum"><a name="Page_16" id="Page_16">[16]</a></span>
-bajando su vestido de seda, que habia suspendido, atándolo por
-detrás. Marta, ireis á casa de Mr. Green. Su último café no
-era bueno, era del Brasil, á mi marido no le gusta sino el de
-Mauricio, escojed un grano pequeño y redondo, que yo misma
-lo tostaré. He visto en el mercado las primeras fresas, comprad
-algunas, lo suficiente para poner dentro de una de esas
-tortas que haceis tan bien y que mi marido y mis hijos comian
-con tanto placer el año pasado. Decidle á Hoffman el floricultor
-que en todas partes hay claveles, escepto en nuestro jardin, y
-que mi marido espera las tres variedades nuevas que me ha
-prometido. No olvideis tampoco los lirios que he escojido para
-Susana, y los jeránicos para Enrique. En fin, tomad en la
-libreria, el último discurso del reverendo doctor Bellows, <i>sobre
-el estado de la nacion</i>. Es una obra elocuente y patriótica y
-mi marido nos la leerá esta noche, ¡él que lee tan bien! Esto
-nos divertirá á los niños y á mí!</p>
-
-<p>¡Cuán débiles somos! sentiame atraido y encantado por
-esta música nueva, en la que á cada compás aparecia mi nombre
-y el de mis hijos. En París, en Francia, eran otras notas, las
-que yo oía. Mi mujer tenia todas las virtudes; pero su estremada
-modestia me hacia la vida un poco insoportable. <i>Hacer
-lo que todo el mundo</i>, era la divisa de Madame Lefebvre:
-Dios sabe, lo que me costaba el no diferenciarnos. Para
-estar hospedados <i>como todo el mundo</i>, habitábamos un departamento,
-á ciento diez escalones de altura, en un hotel, digno
-de un príncipe, es cierto, y cuyo portero tenia un sirviente y
-un limpia suelos. Para estar servidos <i>como todo el mundo</i> teniamos
-un lacayo, enorme pícaro borrado y embustero, gran
-bribon con pantalones de pana y chaleco rojo, que me costaba
-muy caro y me servia en todo al revés, no dejándome vestir,
-ni comer ni beber á gusto. Para vestirnos <i>como todo el mundo</i>
-necesitaba mi mujer y mi hija, trajes de un precio loco, crinolinas
-que ocupasen cada una, una carroza entera, no dejándome
-lugar sino en el pescante. En fin para figurar <i>donde vá todo
-el mundo</i>, tenia yo que andar trás las invitaciones, y sonreir
-á jentes que despreciaba en mi corazon, con el mas soberano
-desprecio. Era la práctica. El buen tono queria que se adorára
-á la fortuna y que se arruinára uno por aparecer. Por mi
-parte, buen cuidado tenia de no separarme de la buena sociedad.
-Hubiera sido una orijinalidad: vicio de pésimo gusto, que
-la Francia deja á los Ingleses.</p>
-
-<p>Desempeñábamos, gracias á mi mujer y á sus sabios consejos,
-con decencia, asi lo creo al menos, un rol difícil. Las jentes<span class="pagenum"><a name="Page_17" id="Page_17">[17]</a></span>
-que nos veian en el bosque en todo tiempo, y á la misma hora
-debian hacernos justicia. Me atrevo á decir que sosteniamos
-nuestro rango en París, y que llevábamos con honor la vida
-mas ocupada que pueda imajinarse: hariamos veinte visitas todas
-las mañanas, y no faltábamos á ninguna reunion. Todo
-esto era bueno; pero&mdash;¿es necesario que lo confiese? en un pais
-salvaje, mi naturaleza ruda recobraba su poder. Estaba contento
-porque ya no oia hablar de <i>todo el mundo</i>. Me gustaba
-que mi mujer no se ocupase mas que de mí, y no viese nada
-mas allá de su marido, de sus hijos y de su casa. Me sentia rey
-de mi morada y estaba tan contento con mis súbditos que al
-subir la escalera, pasé mi braso al rededor de la cintura de Jenny,
-y abracé á mi mujer por segunda vez; lo que la hizo ruborizarse
-prodijiosamente:</p>
-
-<p>&mdash;<i>For shame, mister Smith</i><a name="FNanchor_13" id="FNanchor_13"></a><a href="#Footnote_13" class="fnanchor">[13]</a>, murmuró con un tono
-que me hizo creer que ella y yo habiamos rejuvenecido
-veinte años.</p>
-
-<hr />
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_18" id="Page_18">[18]</a></span></p>
-
-<h2 id="CAPITULO_V">CAPITULO V.<br />
-<span class="smaller">Sin dote.</span></h2>
-
-<p>Mientras que Zambo se cansaba de dormir, y mi mujer y
-Marta preparaban la mesa y servían el almuerzo, púseme á leer
-el <i>Paris-Telegraphe</i>, enorme y barato diario que llevaba por
-lema estas palabras estúpidas: <i>The world is governed too much</i>:
-el mundo está demasiado gobernado. El tono grosero de
-esta hoja me desagradó. ¡A Dios gracias!&mdash;á nosotros nos dan
-mejor educacion.&mdash;No es á nosotros, á quienes un gobierno protector
-del buen gusto, dejaria tomar la odiosa costumbre de llamar:
-<i>un chat, un chat, et Rollet un fripon</i>.</p>
-
-<p>¿Quién creeria, por ejemplo, que el <i>Paris-Telegraphe</i> se atreviera
-á herir con el epíteto de ladron y hasta de asesino á un
-millonario honrado que, por un error, escusable sin duda, habia
-suministrado al ejército del Norte unos sesenta mil pares de
-calzado, cuyas suelas eran de carton y habian resistido mal á la
-humedad de los vivacs? ¡Y haga uno negocios en un pais, donde
-se respetan tan poco las grandes especulaciones!</p>
-
-<p>Todo el diario estaba escrito en ese tono deplorable. Nada
-escapaba á las invectivas de aquel folletinista insolente, de aquel
-gacetero miserable. Tal ley era abominable porque trababa
-la libre accion de los ciudadanos; tal majistrado era un Jeffries
-ó un Laubardemont, porque hacia caer en un lazo inocente
-al pícaro que se fiaba en la justicia; tal municipal era un Verrés
-ó un nécio, porque concedia á accionistas bien entendidos
-un monopolio ventajoso para todo el mundo, como son siempre
-todos los monopolios. Tomaos la molestia de gobernar á
-los hombres, para recibir diariamente semejantes vejaciones.</p>
-
-<p>Pamfletista desgraciado, me dije yo, si hubieses tenido el honor
-de vivir en el pueblo mas amable y mas ilustrado de la
-tierra, sabrias desde que naciste, que criticar la ley, el juez ó
-el funcionario, es crímen de lesa-majestad social. La infalibilidad
-de las autoridades, es el primer dogma de un pueblo civilizado.
-Maldito sea el inventor del diario, y sobre todo, del
-diario libre y barato! La prensa es como el gas; una luz que
-os quema la vista, al mismo tiempo que os envenena.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_19" id="Page_19">[19]</a></span></p>
-
-<p>&mdash;¿Porqué no se sirve el almuerzo? pregunté bruscamente á
-mi mujer, con el objeto de disipar estas ideas desagradables&mdash;¿En
-dónde están los niños? ¿Porqué no bajan?</p>
-
-<p>&mdash;Han salido, amigo mio, y no tardarán en volver. Enrique
-pronuncia esta noche su primer discurso en la <i>Academia de los
-jóvenes lectores</i>; y ha querido asegurarse de la sonoridad de la
-sala, antes de hablar en público.</p>
-
-<p>&mdash;¿Sobre qué tema perorará esta noche nuestro Ciceron de
-diez y seis años?</p>
-
-<p>&mdash;Hé aquí un borrador, dijo Jenny, pasándome con el orgullo
-de una madre un papel lleno de palabras sub-rayadas, de
-interjecciones, de pausas y de esclamaciones.</p>
-
-<p>El título, escrito en grandes caractéres, me pareció mas respetable
-que claro.</p>
-
-<p class="titlepage"><span class="smcap">De la moralizacion de las mujeres, consideradas como educadoras
-del jénero humano.</span></p>
-
-<p>&mdash;Cuélgate, Querubin, esclamé yo; ¡el mundo se acabará á
-fuerza de virtud! A los diez y seis años, si en algo pensábamos
-nosotros, no era por cierto, como el señor mi hijo, en la
-moral....</p>
-
-<p>&mdash;Amigo mio, me dijo Jenny.... Su voz me detuvo de golpe,
-y tan á tiempo que me mordí la lengua á la mitad de una
-palabra, y me sentí ruborizar á pesar mio.</p>
-
-<p>&mdash;Amigo mio, continuó mi mujer, que no se habia apercibido
-de mi turbacion: creo que se prepara un cambio en la situacion
-de Enrique. Todos los dias me repite, que hace mucho
-tiempo que está á nuestro cargo y que esto debe fastidiar al gobernador....</p>
-
-<p>&mdash;¿Qué significa eso de gobernador?</p>
-
-<p>&mdash;¿No lo sabeis? es el nombre amistoso que nuestros hijos
-dan á su padre. En dos palabras, Enrique quiere tomar una
-profesion.</p>
-
-<p>&mdash;Paciencia, señora Smith, tenemos tiempo. Ese cuidado
-me toca á mí.</p>
-
-<p>&mdash;Amigo mio, nuestro hijo ha cumplido ya diez y seis años:
-todos sus camaradas tienen una posicion, es necesario que se
-abra camino. Conversad con él sobre esto: tiene completa
-confianza en vos, y nadie puede dirijirlo mejor.</p>
-
-<p>Púseme á pasearme de un lado á otro, mientras mi mujer
-miraba por la ventana, si volvian ya nuestros hijos.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_20" id="Page_20">[20]</a></span></p>
-
-<p>¡Oh hijo mio!&mdash;decíame yo,&mdash;si, el cuidado de establecerte
-me pertenece. Hace mucho tiempo que todo lo he dispuesto
-para tu éxito. No fué inútilmente que diez y seis años há, escojí
-para padrino tuyo á mi amigo Regelman, entonces subjefe;
-y hoy dia jefe de oficina en el Ministerio de Hacienda,
-Seccion de Aduanas. Si, mi querido Enrique, de antemano,
-sin saberlo tú, eres candidato para pretender el supernumerariato
-del Ministerio de Hacienda. Dentro de dos dias serás
-bachiller; y dentro de tres años, si pasas felizmente tres ó cuatro
-concursos y eres protejido vigorosamente, <i>tu Marcellus eris!</i>&mdash;Te
-veo ya, sub-jefe, á los treinta y cinco años, disfrutando de
-dos mil cuatrocientos francos, y condecorado como lo fué tu
-padrino; te veo como tu modelo, dulce, humilde, político, complaciente
-con tus jefes; severo, tieso, majestuoso con tus subordinados;
-y elevándote de grado en grado hasta la direccion del
-personal. A los cincuenta años, si nada engaña á la orgullosa
-ilusion de un padre, tu serás el terror y la esperanza de diez
-mil fracs verdes. ¡Qué fortuna! ¡y qué porvenir!</p>
-
-<p>&mdash;Ahí está Enrique, esclamó mi mujer, que habia permanecido
-en la ventana. Conversa con M. Green.&mdash;Estoy segura
-que le pide un buen consejo,&mdash;algo mas quizá.</p>
-
-<p>&mdash;¿Qué decis, querida mía?&mdash;¿Green, el especiero? ¿Mi hijo
-conversa con esa jentuza?</p>
-
-<p>&mdash;¡Jentuza! replicó mi mujer con aire de sorpresa. M.
-Green es un hombre honrado, un buen cristiano, respetado
-universalmente. <i>Vale</i> trescientos mil dollars, y hace el mejor
-uso posible de su fortuna que debe á su trabajo.</p>
-
-<p>¡Perfectamente! esclamé yo. Bienaventurado pais en donde
-los especieros son millonarios, dan consultaciones como los
-abogados, sino dan colocaciones, como los ministros. Solicite
-pues, mi hijo, á S. E. el Sr. de las ciruelas en conserva y de la
-Melaza. Pero, llamad á Susana; supongo que no espera nada
-del honorable M. Green.</p>
-
-<p>&mdash;Susana, está en su leccion de hijiene y de anatomía.</p>
-
-<p>&mdash;De anatomía, ¡gran Dios! Mi hija, á los diez y nueve años,
-aprende anatomía&mdash;¡Si tambien disecará!</p>
-
-<p>&mdash;¿Qué teneis, amigo mio?&mdash;repuso mi querida mujer,
-con una tranquilidad que me volvió el alma al cuerpo. Susana
-tendrá hijos algun dia. ¿Quereis que los crie y los cuide á
-tientas, sin conocer su constitucion? ¿No habeis repetido cien
-veces en su presencia que el estudio del cuerpo humano, hace
-parte indispensable de toda buena educacion?</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_21" id="Page_21">[21]</a></span></p>
-
-<p>&mdash;¿Cual es el médico á cuya prudencia se confia el cuidado
-de enseñarla anatomía á las jóvenes?</p>
-
-<p>&mdash;Es la señora Hope, una de nuestras celebridades médicas.</p>
-
-<p>&mdash;¡Mujeres médicos! ¡Oh Moliére! ¿donde estás? Qué ¿en este
-pais hecho al revés de los demas, no son los hombres los que
-cuidan á nuestras madres, á nuestras esposas é hijas? Son tambien
-mujeres las que partean á las señoras de la buena sociedad?
-Eso no se hace en parte alguna; eso es indecente, señora
-Smith,&mdash;¡indecente!</p>
-
-<p>&mdash;Yo hubiera creido lo contrario, amigo mio; pero vos sabeis
-mas que yo. ¿De manera que si alguna vez nuestra hija
-tuviese una de esas indisposiciones, graves ó no, que una mujer
-en su pudor se atreve apenas á confesarse á sí misma, querríais
-mas bien que se llamára á un médico?</p>
-
-<p>&mdash;Nada de eso; me comprendeis mal, querida mia. Queria
-decir solamente que hay antiguas prácticas que son respetables
-como todos los viejos errores. Es decir.... no; otro dia os esplicaré
-eso. ¿Quién acompaña á Susana á esa leccion de anatomía?</p>
-
-<p>&mdash;Nadie.</p>
-
-<p>&mdash;¿Cómo nadie? ¿Mi hija que solo tiene diez y nueve años
-y es bella como un ánjel, recorre las calles sola y sin un acompañante
-de respeto?</p>
-
-<p>&mdash;¿Por qué no ha de hacer ella lo mismo que sus compañeras?
-¿Qué peligro puede amenazarla? ¿Os imajinais que haya
-en América un hombre tan criminal ó tan loco como para faltar
-al respeto debido á la juventud y á la inocencia? Padres, maridos,
-hermanos ó hijos, todos los brazos se alzarian para herir
-al miserable; pero jamás se ha visto en este noble pais semejante
-indignidad.</p>
-
-<p>Esas son miserias y vicios que es necesario dejar al viejo continente.</p>
-
-<p>&mdash;Por otra parte, agregó mi mujer con su dulce sonrisa, creo
-bien cuidada á Susana. Alfredo, el último hijo de M. Rose ha
-vuelto de las Indias. Le he visto ayer paseándose con su padre
-y sus ocho hermanos. Nadie me quitará de la cabeza
-que Susana y él están comprometidos hace mucho tiempo.</p>
-
-<p>&mdash;¡Comprometidos! ¿Mi hija enamorada del noveno hijo de
-un boticario? ¿Y es su madre la que me anuncia friamente
-una noticia de ese carácter?</p>
-
-<p>&mdash;¿Por qué no habria de casarse con el que ella ama? me dijo
-Jenny fijando en mí sus hermosos ojos azulas. Amigo mío ¿no es<span class="pagenum"><a name="Page_22" id="Page_22">[22]</a></span>
-eso lo que yo he hecho? ¿Me he chasqueado? ¿estais acaso arrepentido?</p>
-
-<p>&mdash;¿Pero qué carrera, qué fortuna posée ese jóven?</p>
-
-<p>&mdash;Estad tranquilo, amigo mio; Alfredo es un caballero. No
-se casará con Susana mientras no tenga una posicion que ofrecerla.
-Susana esperará diez años, si es necesario.</p>
-
-<p>&mdash;¿Y la dote señora Smith, habeis pensado en la dote? ¿Sabeis
-lo que quiere ese jóven galan que compromete á nuestra hija?
-¿Sabeis lo que nos es posible hacer y qué parte tendremos
-que sacrificar de nuestro diminuto haber?</p>
-
-<p>&mdash;No os comprendo, Daniel. ¿Vendemos acaso á nuestra
-hija? ¿Es necesario pagar á un jóven, á un enamorado, para
-que se decida á aceptar por compañera, á una jóven encantadora,
-cuyo aspecto regocija y que es tan buena como bella? ¿Dónde
-habeis adquirido esas estrañas ideas, que os oigo por vez
-primera?</p>
-
-<p>&mdash;¡Sin dote! esclamé yo, ¡en un pais donde de la noche á la
-mañana todo el mundo está de rodillas delante de un dollar!</p>
-
-<p>&mdash;En América, amigo mio, uno se ama, se casa porque ama
-y es feliz toda la vida repitiéndose el uno al otro que se ha
-escojido por amor. Cada uno lleva en dote su corazon, y espero
-que, en una nacion libre, jóven y jenerosa como la vuestra,
-no se conocerá jamás otro dote.</p>
-
-<p>&mdash;Sin dote, decíame yo, ¡sin dote! Harpagon tenia razon,
-esto cambia las cosas. El matrimonio no es ya un negocio. Rica
-ó pobre, la novia estará segura de que la aman, que se casan
-con ella y no con su dinero. El padre que dé temblando á su
-hija no tendrá que temer á lo menos, que la entrega á un especulador
-innoble. ¡Sin dote! Los pueblos bárbaros tienen algunas
-veces, sin saberlo, ciertas delicadezas que harian honor á
-nuestra civilizacion.</p>
-
-<p>&mdash;Hé aquí á Susana, esclamó mi mujer, que habia vuelto á
-ocupar su puesto de observacion. Alfredo está con ella,&mdash;lo
-habia adivinado.</p>
-
-<p>Corrí á la puerta. Mi hija, mi querida Susana, ¡estaba mas
-bella que nunca! Sus largos cabellos rubios que caían formando
-bucles sobre sus hombros, su mirada risueña, su aire altivo,
-su andar mesurado la daban nuevos encantos. Era la inocencia
-del niño y la gracia de la mujer. Saltóme al cuello como
-una loca. La estreché con transporte sobre mi corazon y la llevé
-en mis brazos hasta el comedor.</p>
-
-<p>Solamente allí apercibíme de que Susana no habia entrado sola
-en casa. Estaba junto á ella el mónstruo que venia á arrebatarme<span class="pagenum"><a name="Page_23" id="Page_23">[23]</a></span>
-mi alegria y mi felicidad. Susana le tomó de la mano y
-me lo presentó de la manera mas natural.</p>
-
-<p>&mdash;M. Alfredo Rose, querido papá&mdash;¿no le reconoceis?</p>
-
-<p>¡Demasiado que lo reconocia! ¡Era encantador el miserable!
-Suspiré y dí un apreton de manos á aquel futuro yerno; que queria
-hacerme el honor de escojerme por suegro sin tomarse siquiera
-la molestia de consultármelo.¡ Sin dote! bastaba esto para
-que se creyera con derecho á casarse con la mujer que amaba.</p>
-
-<p>Hablad pues de decoro á estos bruscos que van siempre recto
-á su objeto.</p>
-
-<hr />
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_24" id="Page_24">[24]</a></span></p>
-
-<h2 id="CAPITULO_VI">CAPITULO VI.<br />
-<span class="smaller">En donde se hace conocimiento con M. Alfredo Rose y el vecino Green.</span></h2>
-
-<p>Mientras que Alfredo y yo permaneciamos el uno frente del
-otro, silenciosos ambos y mirándonos, las dos mujeres conversaban
-entre sí en voz baja y con estrema vivacidad. La madre
-sonreía, la hija tenia los ojos suplicantes.</p>
-
-<p>&mdash;Amigo mio, dijo Jenny tomando á los jóvenes de la mano,
-hé aquí dos niños que, con la ayuda de Dios, quieren formar
-una familia cristiana y os piden vuestra bendicion.</p>
-
-<p>&mdash;Mi bendicion! Yo he visto al Papa Pio IX, bendecir
-á Roma y al mundo, con esa dulce majestad que hace caer de
-rodillas á los incrédulos; he visto á obispos piadosos bendecir
-la inocencia y el fervor de la primera comunion. Eso era grandioso
-y bello: era la santidad que se espandia. Pero yo, pecador,
-no me sentia con derecho para bendecir, siquiera á mis hijos.
-Abrazé á Susana, abrazé á Alfredo, junté sus manos con las mias
-y lloré.</p>
-
-<p>Eran tan felices los ingratos, que no vieron mis lágrimas, y así
-escapáronse de mis brazos para correr hácia Jenny, que les recibió
-alzando la voz:</p>
-
-<p>&mdash;Que el Dios de Abraham y de Sara, díjoles, que el Dios de
-Isaac y de Rebeca, de Jacob y de Raquel os bendiga, hijos
-mios, y os dé una vida cristiana.</p>
-
-<p>&mdash;<i>Amen</i>, respondió una voz cuya gravedad me hizo temblar.
-Era Marta que se aproximaba con la mirada y el jesto de un
-profeta.</p>
-
-<p>&mdash;Hombre, dijo, toma á esta mujer delante de Dios; mujer,
-toma á este hombre delante de Dios, en la buena y en la
-mala suerte, en la salud como en la enfermedad, en la vida y en
-la muerte. No lo olvides, el Eterno lo recordará.</p>
-
-<p>&mdash;No, ciertamente, no lo olvidaré jamás, esclamó Alfredo levantando
-el brazo, pongo al Señor por testigo.</p>
-
-<p>Lo confesaré para mi verguenza! apesar de la escelente educacion
-que he recibido en Francia, y aunque se me habia habituado
-á no tratar sériamente sino las cosas festivas, me sentí<span class="pagenum"><a name="Page_25" id="Page_25">[25]</a></span>
-conmovido hasta el fondo del alma, por la solemnidad de este
-compromiso. Me parecia que mi hogar se hacia sagrado como
-el de Abraham, y que Dios, invisible y presente, descendia para
-bendecir la union de mis hijos.</p>
-
-<p>La entrada de Zambo disipó estos sérios pensamientos. Habia
-arrasado el jardin y el invernadero para poder ofrecer á la
-novia un ramo enorme. Acompañó su obsequio de jestos tales
-y de cumplimientos tan burlescos, que me eché á reir contra
-mi voluntad.</p>
-
-<p>&mdash;¿Cuándo la boda amito? preguntó el negro. ¿Mañana, pasado
-mañana, dentro de ocho dias? Zambo quiere cantar, Zambo
-quiere bailar.</p>
-
-<p>&mdash;Susana, esclamé mirando á mi hija, no está fijado el dia!</p>
-
-<p>&mdash;Mi buen padre, esperamos vuestras órdenes respondió la
-señorita mi hija, con una falsa modestia que me hizo suspirar.</p>
-
-<p>&mdash;Y no esperamos mas que eso, dijo Alfredo, he alquilado y
-amueblado una casa, cerca de aquí; en la esquina de la avenida
-décima cuarta. Todo está dispuesto para recibir á la que
-me hace el honor de compartir mi fortuna y mi nombre.</p>
-
-<p>&mdash;Hijo mio, le dije á Alfredo, y este nombre de hijo me ahogó
-al salir, Susana os ha escojido, nosotros os adoptamos con
-los ojos cerrados; pero perdonad á la lejítima curiosidad y á
-la inquietud de un padre. ¿Desde cuándo amais á mi hija?&mdash;Y
-ya que hablais de fortuna&mdash;¿cuál será vuestra situacion, la de
-ambos, en esa casa cuya felicidad nos toca tan de cerca?</p>
-
-<p>&mdash;Deciros desde cuando amo á Susana, me sería difícil; respondió
-el jóven. Me parece que la amé desde que nació.&mdash;A
-no dudarlo, la amaba ya cuando íbamos juntos á la escuela comun,
-y corriamos á lo largo del camino, ella era una criatura y
-yo casi un adolescente. Despues de ese tiempo, tantas veces hemos
-jugado, hablado y orado juntos; la he visto siempre
-alegre, buena, amable, y tantas veces hemos conversado sin rebozo,
-tantas veces he podido apreciar toda la belleza de su
-alma, que ha llegado un dia en que he comprendido que Susana
-era la mujer que Dios en su bondad me habia deparado.&mdash;Cuando
-Susana tuvo diez y seis años, le pedí me aceptára por
-esposo, nos comprometimos, y hé ahí toda la historia de nuestros
-amores.</p>
-
-<p>&mdash;De manera, dije yo suspirando, que es la estimacion y la
-amistad la que os han conducido á eso que vosotros llamais
-amor&mdash;¿Nada de súbito, nada de fulminante: ni poesía, ni
-pasion?</p>
-
-<p>&mdash;Tengo veinte y cuatro años, dijo el jóven, y amo á Susana.<span class="pagenum"><a name="Page_26" id="Page_26">[26]</a></span>
-Nunca he amado, ni amaré á otra que no sea ella; la estimo
-mas que á nadie en el mundo; la quiero mas que á mi mismo:
-¿es cordura, es pasion?&mdash;no lo sé; pero espero que Susana
-no me pedirá esplicaciones, y que me permitirá que la ame del
-mismo modo hasta mi último dia.</p>
-
-<p>&mdash;Perfectamente, hijo mio; sois un sábio; sereis feliz, como
-mereceis serlo y tendreis muchos hijos. Entretanto hablemos
-de dinero.</p>
-
-<p>&mdash;Yo no tenia fortuna, dijo Alfredo, y eso aplazaba bastante
-nuestros proyectos. Tenia veintiun años y estaba decidido
-á hacer carrera rápidamente,&mdash;no dudaba del éxito.</p>
-
-<p>&mdash;¿Contaríais sin duda con protectores poderosos? ¿con la
-promesa de un buen puesto en el gobierno? ¿Vuestro padre
-quizá habia comprometido en vuestro favor al primo de la
-prima de algun Senador?</p>
-
-<p>&mdash;No; tenia mi cabeza y mis brazos, respondió, Alfredo y la
-divisa de todo Yankee verdadero: <i>Go ahead! never mind; help
-yourself</i>: Adelante! y sin cuidado; ayúdate á tí mismo: esto
-vale mas que un apoyo estraño. En un país que se engrandece
-tan velozmente como el nuestro, todo hombre que no es un necio
-y que tiene voluntad, concluye por encontrar una buena veta.
-Empleado como químico en casa de un rico comerciante de índigo,
-oía á mi patron quejarse á menudo de que los buques espedidos
-á la India iban siempre á media carga. Encontrar un nuevo
-artículo de flete, era la idea fija de nuestros armadores. Descubrí
-uno, en el que nadie habia pensado y que tenia asegurado
-su despacho: era el hielo. Jamás se proveerá cantidad igual
-á la que puede consumir la India. La dificultad estaba en
-poder conservarlo durante el camino. Era un problema que
-debia resolverse. Gracias á mi padre he sido educado en un
-laboratorio; la física y la química han sido mis primeros entretenimientos.
-Para aislar mis témpanos de hielo, necesitaba un
-cuerpo mal conductor del calórico. Ensayé el serrin, que no
-tiene valor alguno entre nosotros. El descubrimiento estaba
-hecho: faltaban solo los capitales.</p>
-
-<p>Encontrar dinero para poner en ejecucion una buena idea es
-cosa fácil en América, pensé en M. Green, que hace grandes negocios
-en arroz, café, especias é índigos. Tuvo confianza en mí
-y arriesgó una espedicion. Partí para Calcuta con mi cargamento;
-no tuvimos merma en el camino, y vendí mi hielo de
-modo á ganar el flete de ida y vuelta; y he vuelto despues de
-haber establecido allí un mercado ventajoso para veinte años. A
-mi llegada tuve ocho mil dollars por mi parte, y vedme al frente<span class="pagenum"><a name="Page_27" id="Page_27">[27]</a></span>
-de la casa Green, Rose y compañia. El éxito es seguro.
-Puedo descontarlo hoy dia mismo, si quiero. Diez ó doce mil
-dollars por año: hé ahí lo que por lo pronto puedo ofrecer á
-<i>Madama</i> Alfredo Rose, esperando mejor suerte.</p>
-
-<p>&mdash;Sesenta mil francos anuales! esclamé, qué bella cosa es el
-comercio, cuando sale bien! Miré de mas cerca á mi yerno y
-le encontré cierto aire de jénio. En la frente y en la parte inferior
-del rostro tenia algo de Napoleon.</p>
-
-<p>Habia olvidado completamente la botica de su señor padre,
-cuando Zambo nos anunció á Mr. Rose que venia á tomar parte
-en el regocijo jeneral. Por estimable que fuera el exelente
-hombre, no era un boticario el suegro que yo ambicionaba para
-mi hija: habia soñado con un sub-prefecto; pero qué hacer en un
-pais primitivo que no ha conquistado todavia esa centralizacion
-que la Europa nos envidia?</p>
-
-<p>Con M. Rose entró M. Green, seguido de Enrique. Reconocí
-al boticario en ese aire médico que jamás se pierde; pero el especiero
-con frac negro y corbata blanca era para mí un mónstruo
-desconocido. Su lenguaje y sus maneras no eran menos
-raras que su traje. Green, el vendedor de aceite y de café, hablaba
-con la autoridad y la sangre fria de un hombre que
-cuenta los millones por los dedos.</p>
-
-<p>&mdash;Vecino, díjome, con afectuosa <i>bonhomia</i>, héme aquí
-medio de la familia por este jóven, vuestro yerno y mi socio.
-No quedaremos ahí. Enrique ha venido á verme: es un muchacho
-intelijente y que me agrada. He encontrado una colocacion
-para él. Alfredo se hace sedentario: no se casa uno para
-correr el mundo. Necesitamos entre tanto una persona de
-confianza en Calcuta. He pensado en Enrique, apesar de ser
-tan jóven. Nunca entra uno demasiado temprano en los negocios.
-Tres años de residencia en las Indias le formarán. Le
-daremos una parte, que si él trabaja, subirá de cuatro á cinco
-mil dollars por año. Vos me confiais un niño, y yo dentro de tres
-años os volveré un hombre.</p>
-
-<p>¿Qué decis de mi proyecto? ¿os sonríe tanto como á Enrique?</p>
-
-<p>&mdash;Oh hijo mio! me dije yo, habia soñado otro porvenir para
-tí. Quizá este te convenga mas; quizá no tengas ni el jénio de
-la política, ni la flexibilidad necesaria para elevarte al rango
-de jefe de oficina. El dado está tirado, serás millonario!</p>
-
-<p>Dí las gracias á Green, quien me dijo al oído:</p>
-
-<p>&mdash;Vecino, no pararemos en esto. Conoceis á Margarita,<span class="pagenum"><a name="Page_28" id="Page_28">[28]</a></span>
-mi duodécima hija, chiquilla encantadora, que ya tiene diez
-años y el talle redondo como una muñeca. Tengo la idea que
-dentro de seis ó siete años haremos de ella la señora de Smith.
-Pensaremos en el jóven y en su fortuna; contad conmigo.</p>
-
-<p>Esto era demasiado! Yo, el doctor Lefebvre, yo un sábio,
-un <i>bourgeois</i> en mi pais, convertido así en aliado de un especiero,
-y debiéndole favores!</p>
-
-<p>Es cierto, amo la igualdad: soy francés, y tengo por evanjelio
-los principios de 1789. Que proclamen esta igualdad y la
-anuncien en todas partes, lo exijo; que la pongan en nuestras
-leyes, lo consiento: las leyes no se aplican jamás; pero que se
-haga descender esa igualdad á nuestras costumbres, nunca!
-El hombre que no hace nada estará siempre arriba del que se
-ensucia los dedos trabajando.</p>
-
-<p>Iba á romper el encanto y á rehusar esa fortuna pérfida, cuando
-por invitacion de mi mujer, cada uno de nuestros vecinos
-aceptó una tajada de jamon y una taza de té....</p>
-
-<p>&mdash;Daniel, me dijo Jenny, estamos todos en la mesa, decid
-la bendicion.</p>
-
-<p>&mdash;Querida mia, estoy tan conmovido que no sé lo que hago.&mdash;Ocupad
-mi lugar y hablad por mi.</p>
-
-<p>&mdash;Dios mio, dijo Jenny, bendecid esta casa y á todos los que
-están en ella. Bendecid sobre todo á los que se alejan, y que
-entre ellos, Señor, no halleis sino corazones puros y obedientes.</p>
-
-<p>Todos respondieron: <i>Amen</i>, con voz tan sincéra que el curso
-de mis ideas se trastornó. Miré á mis amigos, á mis hijos, á
-mi mujer: á Green que con tanta simplicidad hacia la fortuna
-de mi familia: á Enrique, que á los diez y seis años, con la resolucion
-de un hombre y el ardor de un niño, queria conquistarse
-á fuerza de trabajo un puesto en el mundo y no retrocedia ni ante
-el peligro ni el destierro; á Susana y Alfredo que se amaban
-con un amor tan tierno y tan puro, á mi mujer en fin, mi buena
-Jenny, que no se ocupaba sino de los demas, atenta y abnegada,
-la vida y el alma de la casa, la reina de esta colmena, de
-donde se escapaba el enjambre!</p>
-
-<p>Y yo, moscardon inútil, que no sabe sino murmurar, me decia,
-voy á quedar solo en este hogar, animado en otro tiempo
-por la alegria de Susana y de Enrique. Rose tenía nueve
-hijos; Green quince: Dios bendice las grandes familias, y cuando
-queremos ser mas sabios que él, confunde nuestra falsa prudencia,<span class="pagenum"><a name="Page_29" id="Page_29">[29]</a></span>
-condenándonos al aislamiento que nosotros mismos hemos
-buscado.</p>
-
-<p>Miraba á mi mujer, jóven todavia, fresca y de una robustez
-graciosa; y me decia........no recuerdo lo que me decia,
-cuando Zambo entró, empujando la puerta, con aire asustado
-y gritando:</p>
-
-<p>&mdash;Arrebato! arrebato!&mdash;escuchad&mdash;llaman á fuego.</p>
-
-<hr />
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_30" id="Page_30">[30]</a></span></p>
-
-<h2 id="CAPITULO_VII">CAPITULO VII.<br />
-<span class="smaller">El incendio.</span></h2>
-
-<p>Al primer grito de Zambo, el boticario corrió á la ventana,
-en seguida volviéndose hácia Green:</p>
-
-<p>&mdash;Teniente le dijo, es á nosotros á quienes llaman; el incendio
-es en la duodécima avenida.</p>
-
-<p>&mdash;Sarjento, soy con vos, dijo el especiero levantándose.
-Doctor, agregó golpeándome en el hombro, alerta! el carruaje
-no espera.</p>
-
-<p>&mdash;Bueno! me dije, viéndolos salir acompañados de Alfredo y
-de Enrique, hélos ahí que juegan á la guardia nacional. La
-guardia nacional! es un regalo que la América nos ha enviado
-con el ciudadano Lafayette, y que nos ha aprovechado lindamente!
-Corred á esa parada inútil, queridos amigos, y que os
-haga buen provecho!, por mi parte, me quedo en casa. Qué es
-ese carruaje de que habla Green? ¿Se imajina él, que yo voy á
-correr como un papanatas, al espectáculo del incendio en un
-pais donde, segun dicen, el fuego aparece todos los dias?</p>
-
-<p>Me aproximé á la ventana: torbellinos de humo subian al
-cielo arrojando chispas. El fuego tomaba cuerpo.</p>
-
-<p>&mdash;Lijero, amo, lijero, el carruaje se aproxima, me dijo
-derepente Marta.</p>
-
-<p>Me dí vuelta: frente á mi estaba Zambo, con una hacha en la
-mano, y un casco de cuero curtido en la cabeza: Marta tenia
-una chaqueta de paño negro, y un ancho cinturon jimnástico:
-era mi uniforme. Yo era bombero!</p>
-
-<p>Bombero! yo! quería protestar contra este nuevo ultraje de
-la suerte; pero Marta se habia apoderado de mi. En un abrir
-y cerrar de ojos, me hallé vestido, ceñido, con el casco puesto,
-armado é izado sobre el techo de un omnibus inmenso que contenia
-en sus flancos una máquina á vapor, toda humeante. Dos
-magníficos caballos negros llevaban al galope bomba y bomberos.</p>
-
-<p>&mdash;No temas nada, Daniel, gritó Marta, con el brazo levantado,
-vas á servir á Dios; el Altísimo te arrancará de entre las<span class="pagenum"><a name="Page_31" id="Page_31">[31]</a></span>
-llamas, como ha salvado á Sidrach, á Misach y á Abdenago,
-sus servidores.</p>
-
-<p>Esta bendicion bíblica me hizo temblar; olia á quemado.</p>
-
-<p>&mdash;Singular idea, esclamé, la de arriesgar su pellejo por desconocidos,
-cuando podria pagarse á los bomberos.</p>
-
-<p>&mdash;Qué es lo que decis doctor, interrumpió una voz ágria que
-me hizo reconocer á mi vecino Reynard en el <i>attorney</i><a name="FNanchor_14" id="FNanchor_14"></a><a href="#Footnote_14" class="fnanchor">[14]</a> Fox.&mdash;Ciudadanos,
-agregó, recitando quizá un viejo alegato, si quereis
-ser libres, sed vosotros mismos vuestra policia y vuestro
-ejército. Darse guardianes, es darse amos. Mi querido amigo,
-continuó en tono natural, ¿dónde habeis tomado esas ideas del
-otro mundo? ¿no sois amigo de la libertad?</p>
-
-<p>&mdash;La libertad ante todo! me apresuré á contestar, un poco
-avergonzado de mi debilidad. Correr al socorro de sus conciudadanos
-es un deber y un placer que no cedo á nadie; tengo
-orgullo en ser bombero!</p>
-
-<p>&mdash;Menos que Green, querido vecino, respondió el hombre cara
-de zorro. Ese sí que vá contento al incendio! El es diabólicamente
-fino, agregó hablándome al oido; <i>devilish smart</i>, repitió
-cuatro veces, guiñándome el ojo, y haciéndome señas con la nariz
-y la barba.</p>
-
-<p>Abrió su tabaquera, suspiró y tomando dos veces lentamente
-tabaco: Nuestro Capitan, dijo, el bravo coronel Saint-John
-se retira, Green es teniente y ambicioso. Quiere ser Capitan
-con el objeto de elevarse mas alto. El es diabólicamente astuto;
-pero aunque tiene cuidado de ocultar sus cartas, yo leo en su
-juego.</p>
-
-<p>Fox no habia concluido todavia sus insidiosas confidencias, y
-ya habiamos llegado: Ninguna policia, ninguna precaucion habia
-sido tomada; un pueblo de curiosos estaba alineado en las
-veredas, y por suerte dejaba libre el medio de la calle, la máquina
-fué instalada en un instante, desencadenados los pistones,
-el agua corria por todas partes. Mientras que el teniente
-reconocia el foco principal del incendio y daba sus órdenes,
-púseme á dirijir los tubos con mi amable vecino.</p>
-
-<p>Frente á nosotros estaba una casa presa toda del fuego. Las
-llamas habian roto las ventanas y salian en torbellinos. Derrepente,
-se escucharon gritos desgarradores en el primer piso.
-Una figura blanca pasó como una sombra. Una voz de mujer
-pedia socorro. Al instante, Green, apoyando una escalera á lo
-largo de la pared, subió y desapareció en medio del humo.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_32" id="Page_32">[32]</a></span></p>
-
-<p>Diabólicamente fino, me dijo Fox con un gesto satánico, <i>devilish
-smart</i>; juega cerrado, el ambicioso!</p>
-
-<p>&mdash;Por aquí muchachos, por aquí, gritaba Rose, enteramente
-ocupado de ahogar el incendio. Levanté á fuerza de brazo el
-pesado tubo; pero no podia quitar la vista de la ventana por
-dónde Green habia entrado. El corazon me saltaba, la
-inquietud me ahogaba.</p>
-
-<p>En el mismo instante reapareció Green, con una mujer en los
-brazos, y descendió en medio de los hurras de la multitud.</p>
-
-<p>Apenas en el suelo, la mujer se incorporó:&mdash;Mi hijo, gritó,
-donde está mi hijo, dónde está mi hija?&mdash;Todo su cuerpo temblaba,
-lloraba, levantaba los brazos hácia la ventana incendiada
-y queria arrojarse en aquella hornaza. Se procuró en vano retenerla,
-se escapaba de nuestras manos, corria á la casa, y, rechazada
-por la llama, retrocedia lanzando gritos terribles y arrancándose
-los cabellos.</p>
-
-<p>Todos nos mirábamos. La llama rujia como la tempestad, el
-techo incendiado iba á desplomarse. El niño estaba perdido.
-No sé lo que en ese momento pasó en mi alma: la vista de aquella
-pobre madre, las palabras de Marta, el ejemplo de Green, la
-idea de que yo era francés, qué sé yo?&mdash;fué una embriaguez
-que me subió á la cabeza&mdash;Corrí á la escalera, y estuve arriba
-antes de saber lo que hacia.</p>
-
-<p>Rose quizo detenerme:&mdash;Soy padre, esclamé, no dejaré que
-ese niño muera!</p>
-
-<p>Una vez en la habitacion, tuve miedo. Las llamas silvaban
-á mi alrededor, los ensamblados crujian, los cristales estallaban:
-era aquello un ruido siniestro. Sofocado por el calor,
-enceguecido por el humo, llamé, nadie respondió; grité, ni el
-éco resonó. Estaba desesperado, cuando una lengua de fuego
-roja, atravezando la oscuridad me mostró frente á mi una puerta
-cerrada. Romper la cerradura de un hachazo, entrar en la
-habitacion, correr á la cuna donde lloraba un niño, apoderarme
-de este tesoro, fué cosa de un instante; qué alegria! pero
-fué corta. Rodeado de humo, casi afixiado, no sabia donde
-estaba; el corazon me palpitaba, la cabeza me daba vuelta, estaba
-perdido.</p>
-
-<p>&mdash;Por aquí, doctor! por aquí, Daniel! gritaba la voz de Rose;
-avanzad, pero reculando, atencion!</p>
-
-<p>El consejo era prudente, apenas me habia dado vuelta, un
-vigoroso chorro de agua dirijido por la hábil mano del boticario,
-me inundó de piés á cabeza, á riesgo de voltearme. Gracias<span class="pagenum"><a name="Page_33" id="Page_33">[33]</a></span>
-á esta diversion estratéjica, que contuvo por un instante el
-fuego y disipó el humo, ví la ventana, corrí á ella, y enhorquetándome
-en la escalera; me dejé deslizar hasta el suelo, negro
-y humeante como un tison mojado. Un instante despues el techo
-se hundia con espantoso estrépito. Marta tenia razon: Dios
-me habia tratado como á Abdenago.</p>
-
-<p>Decir la alegria de la pobre madre sería cosa inútil. El mas
-feliz era yo, que habia salvado á un niño y sostenido el honor
-del nombre francés. Mi locura me habia costado algo: tenia
-una parte de mis cabellos chamuscados, una mejilla asada y el
-brazo izquierdo quemado de puño al codo:&mdash;¿qué era esto despues
-de lo que habia ganado?</p>
-
-<p>Una hora cuando mas despues del suceso, volvíamos á nuestro
-barrio, dejando á los recien venidos el cuidado de estinguir
-los restos humeantes. Trepé listamente, y con la cabeza
-erguida, á ese mismo omnibus en que por la mañana habia subido
-tan de mala gana. Fox estaba allí, guiñando el ojo, como si
-fuese tuerto.</p>
-
-<p>&mdash;Green es pillo, dijo, dándome un codazo en el brazo enfermo,
-lo que me hizo estremecer, pero vos sois endemoniadamente
-mas pillo que él. Hurrah al capitan Smith! agregó frotándose
-las manos.</p>
-
-<p>No le respondí: un nuevo espectáculo me ocupaba enteramente.</p>
-
-<p>A lo largo de las veredas estaba alineada una inmensa multitud
-en un órden increible. Casi todos los hombres tenian un
-papel en la mano, que ajitaban á nuestro paso.</p>
-
-<p>&mdash;Hurrah al bravo teniente! Hurrah á Green! gritaban.
-Hurrah á Smith! Hurrah al bombero heróico!</p>
-
-<p>&mdash;Helos ahí, se decian señalándonos con el dedo. Aquel, es
-Green; ese otro, es Smith! Hurrah! Los sombreros se alzaban,
-flotaban los pañuelos y las mujeres nos mostraban á sus
-hijos, que ajitaban sus manecitas como si nos bendijeran. ¿Por
-medio de qué misterio sabia ya toda la ciudad mi nombre y mi
-accion?&mdash;lo ignoraba, y no lo preguntaba. Uno se habitúa
-pronto á la gloria; pero la emocion comenzaba á dominarme.
-Habia tenido fuerzas para contemplar á la multitud con la modestia
-y la calma de un héroe. Al aproximarme á mi casa
-derramaba lágrimas. El pueblo rodeaba á Jenny, á mi hija, á
-Marta que predicaba, y á Zambo que bailaba como un niño.
-Me eché en sus brazos, y, apesar de mi figura de deshollinador<span class="pagenum"><a name="Page_34" id="Page_34">[34]</a></span>
-sabe Dios, con cuanto cariño abrazó á todos. Creo que estaba
-tan negro como Zambo.</p>
-
-<p>Antes de entrar en casa, Jenny me mostró sonriendo la imprenta
-que estaba frente, la del <i>Paris-Telegraphe</i>, ese diario sedicioso.
-Un inmenso cartel se elevaba en lo alto de la casa, y
-de una media legua podia leerse lo que sigue:</p>
-
-<p class="center"><b>QUINTA EDICION</b></p>
-
-<p class="center larger">PARIS-TELEGRAPHE</p>
-
-<p class="center"><b>HORRIBLE INCENDIO<br />
-¡¡¡El bravo teniente GREEN!!!<br />
-¡¡¡El heróico bombero SMITH!!!</b></p>
-
-<p class="center smaller">FRASE SUBLIME:<br />
-¡Soy padre no dejaré morir ese niño!<br />
-<b>50,000 ejemplares vendidos</b><br />
-<span class="smcap">en prensa la SEXTA EDICION</span></p>
-
-<p>Era aquel el templo donde se distribuía la gloria: ¡allí habia
-con que curar la vanidad!</p>
-
-<p>¡Ah!&mdash;¡Con qué placer corrí á la sala del baño para meterme
-en el agua, emblanquecer mi cara y refrescar mi brazo quemado!
-Esta vez encontré admirable la invencion que ponia á toda
-hora agua caliente en mi habitacion. En cuanto á Zambo, no quiso
-dejarme, so pretesto que el <i>Amo</i> tenia necesidad de sus servicios
-y que no podia pasarse sin él. El buen muchacho tenia
-necesidad de hacerme hablar para darse importancia en la vecindad.
-Mi gloria era la suya, él era el que habia entrado en las
-llamas, por procuracion.</p>
-
-<p>Cuando descendí á la sala, la oficina del <i>París Telegraphe</i>,
-estaba todavia asediada por los compradores, sin poder dar abasto
-á los pedidos; la multitud se estrujaba bajo nuestras ventanas
-procurando verme. Con mi brazo en cabestrillo, mi mejilla
-señalada, y mis cabellos quemados, podia creerme un héroe.</p>
-
-<p>Muy luego, y para que nada faltase á la alegria de este dia
-feliz, vino la música de los bomberos á darme una serenata, con
-toda la compañia y Green á la cabeza, que me dirijió un
-discurso.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_35" id="Page_35">[35]</a></span></p>
-
-<p>En este <i>speech</i>, bastante bien redondeado, el especiero con
-una modestia conmovedora, se olvidaba á si mismo para no hablar
-sino del valor que yo habia desplegado, y, á nombre de la
-compañia, me rogaba aceptase el puesto de capitan.</p>
-
-<p>&mdash;¡Camaradas! ¡amigos! esclamé, me siento confundido por
-vuestras bondades, pero no quiera Dios que olvide el ejemplo
-que me ha dado el teniente Green, y el socorro que he recibido
-de Rose, ¡el bravo sarjento! Al primero, debo el honor de una
-buena accion; al segundo, debo la vida. Permitidme pues que
-no olvide esta deuda de gratitud y que siempre considere como
-mis jefes al excelente Green y al jeneroso Rose. Quiero permanecer
-con vosotros, camaradas; como vosotros, simple bombero,
-en un pais libre. Orgulloso de vuestra amistad y de vuestro heroismo,
-no cambiaria nuestro modesto uniforme por el traje de
-capitan jeneral. ¡Viva la América y la libertad!</p>
-
-<p>Mi respuesta tuvo éxito, sobre todo el final que no valia nada.
-Green se arrojó en mis brazos; Rose hizo otro tanto, y Fox, llamándome
-á parte, me dijo al oido:</p>
-
-<p>&mdash;Sois diabólicamente astuto, camarada, veis lejos; pero es
-lo mismo, os comprendo. Y guiñó los dos ojos á la vez, lenguaje
-misterioso cuyo alcance no entendí.</p>
-
-<p>A una señal de Green, comenzó de nuevo la serenata. Al
-mismo instante ví ascender un cuadro á lo largo de la imprenta
-del <i>París Telegraphe</i>, como un pabellon que se iza en el gran
-mastelero. Sobre este cuadro trasparente é iluminado por linternas
-de colores, se leia la siguiente inscripcion en caracteres
-de un pié de alto:</p>
-
-<p class="center"><b>OCTAVA EDICION.</b></p>
-
-<p class="center larger">PARIS-TELEGRAPHE.</p>
-
-<p class="center">HORRIBLE INCENDIO.</p>
-
-<p class="center"><i>¡¡¡El heróico bombero Smith, el nuevo Cincinato!!!</i><br />
-<span class="smcapuc">DE QUE MODO LA AMERICA RECOMPENSA LA VIRTUD.</span><br />
-<b>100,000 EJEMPLARES VENDIDOS.</b><br />
-<span class="smaller">En prensa la nona edicion.</span></p>
-
-<p>Qué quiere decir esto? esclamé. Zambo id á buscarme el diario;
-hay aquí una broma de mal gusto.</p>
-
-<p>Traido el diario, leí, con gran sorpresa mia, el discurso de
-Green, y mi respuesta. Lo habian taquigrafiado é impreso durante<span class="pagenum"><a name="Page_36" id="Page_36">[36]</a></span>
-la sesion. Lo que me valia el título de Cincinato: era mi
-renuncia. ¿Porqué? jamás lo he sabido; pero la palabra hacia
-buen efecto en el cartel. Debe ser alguna cosa un hombre que
-se llama el <i>nuevo Cincinato</i>.</p>
-
-<p>A continuacion de mi <i>speech</i> y bajo el epígrafe ridículo: <i>De
-qué modo la América recompensa la virtud</i>, se leian las dos
-cartas siguientes:</p>
-
-<div class="blockquote">
-
-<p class="center"><b>EL CISNE.</b></p>
-
-<p class="center">COMPAÑIA DE SEGUROS CONTRA INCENDIOS.</p>
-
-<p class="center smaller">CALLE DE LAS ACACIAS N.ᵒ 10.</p>
-
-<p class="center">(<i>Capital social 10 millones de dollars. Parte de los beneficios distribuidos
-á los asegurados</i>).</p>
-
-<p class="salutation">“Señor:</p>
-
-<p>“El valor que habeis desplegado en el incendio de esta
-mañana os ha señalado á la atencion del consejo de la compañía.</p>
-
-<p>“Está vacante el puesto de médico consultante, para examinar
-las heridas y accidentes resultados de el incendio.</p>
-
-<p>“Esperamos que nos hareis el honor de aceptarlo. Los honorarios
-son de 400 dollars.</p>
-
-<p class="right">El director de la compañía <i>X. X.</i></p>
-
-<p>“Al Dr. Daniel Smith, bombero de la séptima compañia.”</p>
-
-</div>
-
-<div class="blockquote">
-
-<p class="center"><b>LA PROVIDENCIA.</b></p>
-
-<p class="center"><i>Hospicio de niños, sostenido por suscripcion privada de 10 dollars
-por año.</i></p>
-
-<p class="center smaller">CALLE DE LOS NOGALES N.ᵒ 25.</p>
-
-<p class="salutation">“Señor:</p>
-
-<p>“El médico que ha pronunciado las bellas palabras: soy padre,
-no dejaré morir á ese niño, es al que su abnegacion y su
-talento llaman naturalmente á cuidar de los niños expósitos.</p>
-
-<p>“El puesto de primer médico de nuestro hospicio está vacante;
-esperamos que os dignareis aceptarlo.</p>
-
-<p>“Servicio: todos los dias de seis á ocho. Honorarios 2,000
-dollars.</p>
-
-<p class="right">Los administradores del Hospicio <i>R. T.</i></p>
-
-<p>“Al Sr. Dr. Daniel Smith, bombero de la séptima compañía.”</p>
-
-</div>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_37" id="Page_37">[37]</a></span></p>
-
-<p>&mdash;Zambo, pregunté: ¿han traido cartas para mí?</p>
-
-<p>&mdash;No amo, el cartero no ha venido.</p>
-
-<p>&mdash;Es imposible, á menos que no haya alguna mistificacion en
-este diario.</p>
-
-<p>&mdash;Golpean á la puerta, amo, dijo Zambo, escuchad: uno, dos,
-tres, es el correo, corro.</p>
-
-<p>El negro me trajo cuarenta cartas, una montaña de papel.
-Unos enfermos me preguntaban la hora de mi consulta, otros
-me rogaban fuese á verles lo mas pronto posible, cuatro cófrades
-me llamaban en consulta, seis farmacéuticos me ofrecian una
-asociacion, y en fin, cosa rara, dos cartas cuidadosamente lacradas
-me anunciaban confidencialmente lo que el <i>Paris-Telegraphe</i>
-habia publicado ya, con una indiscrecion, que en el fondo
-yo perdonaba.</p>
-
-<p>Ya era célebre! Mi fortuna comenzaba. Un dia, una hora
-de valor me daban un nombre y hacía mas por mi en América,
-que lo que habia conseguido en el viejo continente durante
-veinte años de trabajos. Pero, pensé, y este pensamiento me
-volvió la humildad de que tenia tanta necesidad, sin ese diario
-charlatan, sin esa trompeta que ha lanzado mi nombre á todos
-los écos del Nuevo Mundo, habria yo conseguido algo? Mi
-primera idea, desde luego, fué dar las gracias al periodista,
-fuese quien fuera. Era demasiado tarde, la oficina estaba cerrada,
-el cartel apagado, mi gloria desvanecida. Dejé mi visita
-para el dia siguiente.</p>
-
-<p>La noche la pasé con mis antiguos amigos, mi mujer y mis hijos.
-Todos ellos hacíanme repetir los mas pequeños detalles del
-terrible y glorioso suceso: Jenny palidecía cuando hablaba de
-mis peligros y se sonrojaba cuando referia la alegria de la madre
-al ver de nuevo á su hijo. Susana me estrechaba la mano y miraba
-á Alfredo.</p>
-
-<p>Creo que la conversacion habria durado toda la noche, si
-Marta no hubiese colocado sobre la mesa una enorme Biblia,
-forrada en zapa, y cerrada por grandes broches de cobre.</p>
-
-<p>&mdash;Lée, me dijo; y calma tu vanidad; no olvides la historia
-de Aman, hijo de Amadatha, de la raza de Agag; y no olvides
-que aquí hay un Mardaqueo que no se arrodillará ante tu presencia.</p>
-
-<p>&mdash;Estad tranquila, Marta, le respondí riendo, á mi puerta
-no hay una potencia de cincuenta codos de altura, y yo no quiero
-colgar á nadie.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_38" id="Page_38">[38]</a></span></p>
-
-<p>Jenny abrió la Biblia y nos leyó el tercer capítulo de Daniel,
-lo que encantó á la cuácara, desagradó á Zambo y me hizo
-reflexionar sériamente sobre la bondad de Dios para conmigo.
-Cuando nos separamos despues de un dia tan bien empleado,
-la noche estaba un poco avanzada. Me arrojé en la cama
-fatigado, sufriendo un poco, pero contento de mí mismo: y,
-toda la noche soñé con serenatas, carteles, hurrahs y discursos.</p>
-
-<hr />
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_39" id="Page_39">[39]</a></span></p>
-
-<h2 id="CAPITULO_VIII">CAPITULO VIII.<br />
-<span class="smaller">Truth<a name="FNanchor_15" id="FNanchor_15"></a><a href="#Footnote_15" class="fnanchor">[15]</a>, Humbug<a name="FNanchor_16" id="FNanchor_16"></a><a href="#Footnote_16" class="fnanchor">[16]</a> y Ca.</span></h2>
-
-<p>Apenas me disperté, corrí á la ventana; queria gozar de mi
-celebridad naciente, y contemplar una vez mas mi nombre proclamado
-por arriba de los techos. El tablero estaba en su lugar;
-todos los pasantes le echaban la vista, pero, oh vanidad de
-las glorias humanas! he ahí lo que leian:</p>
-
-<p class="center"><span class="smcap">Llegada del Persia.</span></p>
-
-<p class="center"><b>GRANDES NOTICIAS DE EUROPA.</b></p>
-
-<p class="center"><i>Lóndres&mdash;Consol. 93¾.</i></p>
-
-<p class="center smaller"><span class="smcap">Liverpool&mdash;algodones&mdash;alza de 20%.</span></p>
-
-<p class="center"><i>Puerco salado (Cleveland) se piden 4,000 barricas á 14 dollars.</i></p>
-
-<p class="center"><b>A los agricultores&mdash;ocasion única.</b></p>
-
-<p class="center smaller">Cuatro hermosos <i>asnos de Italia</i>, padres de primera clase.</p>
-
-<p class="center smaller">Dirijirse á MM. Ginocchio hermanos. 70. William-Street.</p>
-
-<p>&mdash;Pueblo de mercaderes! esclamé mostrando el puño á los
-pasantes, raza grosera que hace marchar revueltos y al mismo
-paso los negocios, los sentimientos, el algodon y las ideas&mdash;doy
-gracias á Dios de no pertenecerte. Viva el pais del ideal, viva
-la Francia, que se la arrastra siempre con una palabra sonora,
-la Francia que, alabado sea Dios! no piensa jamás en sus intereses
-sino cuando es demasiado tarde! Nuestra locura vale mas
-que la prudencia de estos Yankees; nuestra pobreza es mas noble
-que su riqueza. Cuatro asnos de Italia, y el precio del puerco,
-hé ahi las grandes noticias de Europa para estos colonos
-ignorantes! Y ni palabra de Francia, de las nuevas modas, del
-baile de la Corte, de la última novela, del último <i>vaudeville</i>.
-Pálidos vándalos, no tengo para vosotros sino desprecio.</p>
-
-<p>A la vez que daba libre curso á mi justa cólera, no queria<span class="pagenum"><a name="Page_40" id="Page_40">[40]</a></span>
-dejar de dar las gracias al periodista que el dia anterior habia
-hablado de mi. Fuese quien fuera aquel folletinista, no me
-convenia deberle una atencion. Honrarlo con mi visita, era
-quedar á mano con él.</p>
-
-<p>Entré en una casa de poca apariencia, que tenia por toda
-muestra una placa de cobre, clavada en la pared, y sobre la cual
-se leia: <span class="smcapuc">PARIS-TELEGRAPHE</span>, <i>Truth, Humbug y Ca. propietarios.
-directores</i>. Una puerta de sarga verde estaba frente á mi, la
-empujé y me encontré en presencia de un hombrecillo vestido
-de negro y abrochado hasta el cuello: era M. Truth. Sentado
-delante de un escritorio de jacarandá, tenia en la mano
-unas tijeras enormes, cortaba largas tiras de papel de un diario
-inglés y las echaba á una especie de buzon de cartas que
-comunicaba con la imprenta. Era la redaccion á bajo precio.</p>
-
-<p>&mdash;Qué quereis, Señor?&mdash;preguntóme sin levantar la cabeza,
-ni interrumpir su trabajo.</p>
-
-<p>&mdash;Señor, le dije con voz grave y reposada, soy el doctor Daniel
-Smith, bombero de la séptima compañía, el mismo cuyo elojio
-habeis tenido la bondad de hacer en vuestra hoja de ayer.</p>
-
-<p>&mdash;Bien, dijo el periodista continuando sus recortes&mdash;¿Qué
-quereis?</p>
-
-<p>&mdash;Daros las gracias, señor: pagar la deuda de agradecimiento.</p>
-
-<p>El hombre miróme con aire sorprendido.</p>
-
-<p>&mdash;No me debeis nada, doctor. Publicando vuestra bella accion,
-he hecho mi oficio; y me habeis valido ayer mas de doscientos
-dollars. No me debeis pues, ningun favor.</p>
-
-<p>Con lo que continuó su trabajo, sin invitarme siquiera á tomar
-asiento.</p>
-
-<p>&mdash;Señor Truth, le dije en tono seco y digno, no me ocupo de
-los motivos que os hayan hecho obrar ayer. Me habeis hecho
-un servicio, soy, y me reconozco vuestro deudor.</p>
-
-<p>Iba á salir cuando levantó de nuevo la cabeza y fijó en mi sus
-grandes ojos negros, cuya espresion dolorosa me hirió.</p>
-
-<p>&mdash;Doctor, dijo con voz jadeante, si tratais absolutamente de
-chancelar una deuda imaginaria&mdash;la ocasion se os presenta.
-Decidme con toda sinceridad de qué enfermedad sufro, y cuanto
-tiempo me queda de vida:</p>
-
-<p>Se levantó, púsose la mano sobre el corazon y se detuvo de
-repente. Una asma violenta le oprimia. Le tomé el pulso, escuché
-su respiracion&mdash;le ausculté&mdash;Tenia síntomas que no permitian
-engañarse.</p>
-
-<p>&mdash;Doctor, me dijo Truth, os pregunto la verdad. Cuando<span class="pagenum"><a name="Page_41" id="Page_41">[41]</a></span>
-se tiene, como yo, la costumbre de decirla á todo el mundo,
-se tiene la fuerza suficiente de escucharla por su cuenta. Tengo
-necesidad de saber en que estado me encuentro.</p>
-
-<p>&mdash;Teneis, le respondí, una enfermedad al corazon, que está
-lejos de ser incurable. Los cigarrillos de stramonio os aliviarán.
-Pero si quereis sanar, os son necesarios, el aire puro, la vida
-tranquila, el descanso del alma y del cuerpo, cosas todas que
-no se encuentran en la oficina de un diario.</p>
-
-<p>&mdash;Gracias, doctor, me dijo:&mdash;vuestra opinion es la misma que
-mi médico me ha dado esta mañana. Es necesario renunciar á
-las fatigas de mi profesion; sea, cuanto mas pronto, mejor. Un
-Yankee nunca mira atrás.&mdash;Doctor, compradme mi diario.
-Os vendo mi parte por veinte mil dollars; en seis meses los habreis
-ganado&mdash;¿Aceptais?&mdash;</p>
-
-<p>&mdash;Peste! esclamé, lijero andais!</p>
-
-<p>Periodista yo! es un honor en el que no he pensado jamás.</p>
-
-<p>&mdash;Pensad en él&mdash;Para un hombre de bien, es la primera de
-las posiciones.&mdash;Hay nada mas bello que guiar á sus hermanos
-por la senda de la justicia y de la verdad!</p>
-
-<p>Periodista, es un papel que no se estima de lejos, pero que
-de cerca, no sé porqué todos quieren ensayarlo. Los periodistas
-son de la misma familia de los comediantes: se les desdeña
-y se les envidia. Estos jitanos tienen ingenio; frotándose con
-ellos, uno se encuentra menos paisano.</p>
-
-<p>No hay una sola mujer hermosa que no sienta placer en acercarse
-á las grandes coquetas: no hay un solo hombre de Estado
-que, en un momento dado, no lisonjée á los folletinistas, si no
-es que se enrola modestamente entre los hacedores de diarios.
-A pesar mio, la proposicion de Truth haciale cosquillas á mi vanidad;
-la idea de dirijir la opinion me sonreia. Un hombre como
-yo tiene tantas cosas que enseñar á esa masa ignorante y estúpida
-que se llama público! Solo el sentimiento de mi dignidad
-me impedia ceder á esta locura.</p>
-
-<p>&mdash;Dirijir un diario, dije á mi enfermo es cosa muy dificil, para
-quien no ha nacido en esta industria.</p>
-
-<p>&mdash;No, nada mas sencillo. Sentaos ahí, cerca de mí, permaneced
-durante dos horas, y poseereis el secreto del oficio. En el
-fondo todo se reduce á una sola regla de conducta: decir la verdad,
-nada mas que la verdad, toda la verdad.</p>
-
-<p>La curiosidad venció? Me eché en un gran sillon de cuero
-amarillo, puse el baston entre mis piernas y apoyé mi brazo enfermo<span class="pagenum"><a name="Page_42" id="Page_42">[42]</a></span>
-sobre la empuñadura; una vez instalado, abrí mi tabaquera
-que habia dejado sobre la mesa y mirando á Truth:</p>
-
-<p>&mdash;Mi querido Arístides, le dije, vuestra divisa es bella; pero,
-aquí para entre nosotros, no lo es demasiado? En materia de
-periodismo, yo creia que la mentira era la regla, y la verdad la
-escepcion.</p>
-
-<p>&mdash;¿Dónde habeis visto eso, doctor maquiavélico? En la
-vieja Europa, quizá? En España, en Rusia, en Turquia; en todas
-partes donde la prensa es un monopolio en manos del gobierno,
-los pobres periodistas tienen permiso para no decir
-palabra durante seis dias, á condicion de mentir oficialmente el
-séptimo; pero en un pais de libertad, en el que cada cual puede
-pensar lo que quiere, é imprimir lo que piensa, de qué serviria la
-mentira? La verdad es nuestra mercancia, lo que nos compra
-el público. Mentir es perder nuestro crédito y arruinarnos vergonzosamente.
-Nosotros podemos tener todos los vicios, menos
-uno. Ved <i>el Times</i> inglés: es inconstante, injurioso, violento;
-pero embustero, nunca! Sorprendido en flagrante delito de
-mentira, su propietario perderia una renta de cien mil dollars.
-No es uno vicioso á ese precio: uno es verídico por cálculo y virtuoso
-por interés.</p>
-
-<p>No me alucinaba esta virtud americana. Buscaba una respuesta,
-cuando apercibí un hocico de garduña que atravesaba
-la puerta. Era mi honorable compañero de armas y vecino el
-<i>sollicitor</i><a name="FNanchor_17" id="FNanchor_17"></a><a href="#Footnote_17" class="fnanchor">[17]</a> Fox, que se aproximó deslizándose sobre el pavimento
-y nos dió la mano afectuosamente.</p>
-
-<p>&mdash;Buenos dias, querido Truth, dijo al periodista sonriéndole.
-Vengo de parte de M. Little, el banquero, á conversar con vos
-de un gran negocio. Hay dos mil dollars de ganancia para el
-diario, dos mil dollars, repitió, acentuando cada sílaba.</p>
-
-<p>&mdash;Bien, respondió friamente el periodista; eso corresponde á
-mi socio.</p>
-
-<p>Tocó la campanilla. Una puertecita se abrió dando paso,
-no sin trabajo, á un hombron, á quien su cuerpo enorme, su cabeza
-calva, sus grandes orejas y sus dientes delanteros, daban
-el aspecto de un elefante vestido.</p>
-
-<p>&mdash;Buenos dias, doctor Smith, esclamó reventando de risa,
-buenos dias, os reconozco por vuestro brazo en cabrestillo.
-¿Qué decís de mi tablero de ayer, querido Cincinato? ¿No valía
-el de hoy? Truth, los cuatro asnos están vendidos; Ginocchio<span class="pagenum"><a name="Page_43" id="Page_43">[43]</a></span>
-nos escribe que suprimamos el aviso. Buenos dias,
-Fox, sois tan delgado que os tomaba por la sombra del doctor.
-Vosotros los <span class="smcapuc">SOLLICITORS</span>, teneis la conciencia tan tierna que los
-escrúpulos os enflaquecen. ¿Qué nos traeis?</p>
-
-<p>&mdash;Hé aquí de lo que se trata, dijo Fox, mediocremente lisonjeado
-por los agasajos de M. Humbug. La casa Little hace un
-pequeño empréstito mejicano; diez millones para comenzar.
-Las acciones son de doscientos dollars cada una, emitidas á ciento
-sesenta y reembolsables á la par por sorteo anual. Diez por
-ciento de interés y veinte por ciento de beneficio sobre el capital;
-es un lindo negocio!</p>
-
-<p>&mdash;Para Little, dijo Humbug riendo. Y necesitais anuncios:
-<i>Mundus vult decipi, ergo decipiatur</i>.<a name="FNanchor_18" id="FNanchor_18"></a><a href="#Footnote_18" class="fnanchor">[18]</a> Estad tranquilo Fox,
-os daremos un bonito lugarcito en el diario. Entre los unguentos
-de Holloway y las píldoras de Morrison, vuestro empréstito
-mejicano será una maravilla.</p>
-
-<p>&mdash;Venia para arreglar con vosotros el precio, dijo Fox.</p>
-
-<p>&mdash;¿Y sois vos quien pedís la tarifa de los avisos? Un centavo<a name="FNanchor_19" id="FNanchor_19"></a><a href="#Footnote_19" class="fnanchor">[19]</a>
-por palabra, un dollar por cien palabras; en este bosque
-comun, se <i>charla</i> á precio fijo, lo sabeis bien....</p>
-
-<p>&mdash;Perdon, querido Humbug, respondió Fox guiñando el ojo,
-me habeis comprendido mal. Cuando hablaba del precio, no
-era en la tarifa en lo que pensaba. Little desearia que el proyecto
-de esta suscripcion útil y patriótica fuera insertado en el
-cuerpo del diario, á fin de que no tuviese aspecto de aviso. Pagaremos
-lo que sea necesario. ¿Me comprendeis?</p>
-
-<p>&mdash;Lo temo, maese zorro, respondió el hombre sin dejar de
-reir. Pero como dice el viejo Plauto:</p>
-
-<div class="poetry-container">
-<div class="poetry">
-<div class="verse"><i>Stultitía est venatum ducere invictos canes.</i><a name="FNanchor_20" id="FNanchor_20"></a><a href="#Footnote_20" class="fnanchor">[20]</a></div>
-</div>
-</div>
-
-<p>Os habeis levantado demasiado tarde mi buen Fox. De este
-lado del agua no se coje á los zonzos en un lazo tan grande;
-eso está bueno para los inocentes del otro mundo. Por lo demás,
-desde que no se trata ya de los avisos, dirijios á mi socio.
-¿Habeis comprendido lo que se nos pide, mi querido amigo?</p>
-
-<p>&mdash;Perfectamente, respondió Truth con voz acentuada. M.
-Little tiene necesidad de mi honor para colocar su empréstito;
-y me hace preguntar á qué precio me vendo.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_44" id="Page_44">[44]</a></span></p>
-
-<p>&mdash;Truth, querido mio, tomais mal las cosas, dijo Fox en tono
-insidioso: sois mas puritano que los peregrinos de Plymouth.
-No os pedimos mas que lo que otros diarios nos han prometido;
-<i>el Lince</i>, <i>el Sol</i>, <i>la Tribuna</i>, recomendarán nuestro empréstito;
-así lo espero, al menos: estamos en trato.</p>
-
-<p>&mdash;Puesto que teneis esos diarios, dijo Truth, por qué habeis
-venido? ¿Que necesidad teneis de mí?</p>
-
-<p>&mdash;Por una razon muy sencilla, mi excelente amigo, dijo Fox
-con voz almibarada. En la Bolsa, no se tiene confianza mas
-que en el <i>París-Telegraphe</i>; es muy natural que tratemos de ponerlo
-de nuestra parte. Haremos cuanto sacrificio sea necesario
-para conseguirlo.</p>
-
-<p>&mdash;Señor Fox, esclamó el periodista pálido de emocion, aquella
-es la puerta.</p>
-
-<p>&mdash;Soy vuestro servidor, señor Truth, dijo el procurador desapareciendo.</p>
-
-<p>&mdash;No soy el vuestro, respondió mi cliente. Mañana sabré
-lo que es ese empréstito y lo diré.</p>
-
-<p>&mdash;Mi querido señor, le dije con la autoridad de mi profesion:
-agravareis vuestra enfermedad, no corrijireis á nadie y os hareis
-de enemigos mortales.</p>
-
-<p>&mdash;Los enemigos son nuestra gloria. Somos soldados: nuestro
-puesto está en el fuego.</p>
-
-<p>Diciendo esto se tomó el pecho con ambas manos y se torció
-en el sillon.</p>
-
-<p>&mdash;Doctor, esclamó Humbug, socorredle; no veis que se sofoca?
-Puede uno darse semejantes emociones por esta canalla humana!
-Truth, perro egoista! os matais adrede para arruinarme á mi,
-vuestro viejo amigo. Veamos, miradme.</p>
-
-<p>Truth le tendió la mano sonriendo tristemente. Apesar mio,
-sentí cierta lástima por aquel pobre jitano que sacrificaba su vida
-al mas quimérico y al mas deplorable de los oficios.</p>
-
-<hr />
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_45" id="Page_45">[45]</a></span></p>
-
-<h2 id="CAPITULO_IX">CAPITULO IX.<br />
-<span class="smaller">Donde se le dice su merecido á la verdad.</span></h2>
-
-<p>Cuando la crisis hubo pasado, y el enfermo recobró aliento,
-Humbug apoyó ambos codos sobre la mesa, y con una voz que
-trató de hacer alegre, sin conseguirlo:</p>
-
-<p>&mdash;Mi querido Truth, dijo no resistais por mas tiempo á vuestra
-verdadera vocacion; haceos pastor. Los vicios son de
-buena pasta; se dejan maltratar sin decir palabra. Todos los
-domingos se les fustiga vigorosamente sobre los hombros del
-prójimo, despues de lo cual se almuerza en paz y se come lo
-mismo. Pero esos bípedos que se creen hombres por que caminan
-en dos pies, esos lobos con sombrero redondo, esos zorros
-con lentes, esos monos encorbatados, esos ganzos con levita
-negra, á esos es necesario mirarlos de cerca para reir de su
-crueldad, de su avaricia, de su cobardia, de su estupidez. El
-que los toma á lo serio, muere con el corazon despedazado.</p>
-
-<p>&mdash;Hé aquí á mi sucesor, dijo Truth tomándome de la mano:
-el doctor será un buen asociado para vos.</p>
-
-<p>&mdash;El doctor! respondió Humbug, es imposible: si tiene traza
-de cervatillo!</p>
-
-<p>&mdash;¿Cual es pues, esclamé, la especie de bestia que produce los
-periodistas?</p>
-
-<p>&mdash;Para ser un buen periodista, dijo Humbug con gravedad
-cómica, se necesita la cara de un perro, el olfato de un perro, la
-impudencia de un perro, el valor de un perro y la fidelidad de
-un perro. La cara de perro para intimidar á los picaros: el olfato
-del perro para sentirlos de lejos, la impudencia del perro para
-ladrar tras de ellos apesar de sus gestos y sus amenazas: el valor
-del perro para saltarles á la garganta: la fidelidad del
-perro para irse, detenerse y volver al primer llamado de la
-verdad.</p>
-
-<p>&mdash;Señor director de los avisos, dijo yo con impaciencia, no
-suponia que tuvieseis por la verdad una pasion tan viva y tan
-desinteresada.</p>
-
-<p>&mdash;¿Porqué no, sabio Esculapio? respondió en tono chocarrero.<span class="pagenum"><a name="Page_46" id="Page_46">[46]</a></span>
-¿Creeis que no sé que dos y dos son cuatro? ¿Qué es lo
-que hace el precio de los avisos? El número de lectores. ¿Qué
-es lo que trae lectores? La opinion. ¿Engañando acaso á la
-opinion se la gana? La verdad es el cuerpo del diario; los
-anuncios no son sino la crinolina, ridículo traje, provisto por la
-mentira y la vanidad. <i>Desinit in piscem mulier formosa superné.</i>
-¿Quien tiene la culpa? El espíritu y el buen gusto del
-público.</p>
-
-<p>&mdash;Señor, le dije haciendo dar vueltas la tabaquera en mis
-manos para apoyar mis palabras, toda verdad no es bueno decirla.
-Hay algunas que turban y desgarran la sociedad.</p>
-
-<p>&mdash;Si, querido doctor; la verdad es revolucionaria.</p>
-
-<p>&mdash;Al fin, esclamé, lo confesais!</p>
-
-<p>&mdash;Sin duda. Ved la Reforma. ¿A qué precio ha libertado
-la conciencia?</p>
-
-<p>&mdash;Eso es, dije yo, golpeando con mi baston, eso es!</p>
-
-<p>&mdash;Y el Evanjelio, respondió Humbug. Qué trastorno! Una
-civilizacion destruida, Jupiter destronado, los Césares despreciados
-y derribados. Cuán conveniente hubiese sido que ahogasen
-en su orijen á esta verdad que mataba un mundo y engendraba
-uno nuevo! Eh! bien, querido Hipócrates ¿no decis
-nada? ¿Y la Revolucion Francesa?</p>
-
-<p>&mdash;Señor, esclamé, no toquemos las cosas sagradas. La resistencia
-de los privilejios fué la que hizo todo el mal. Confesad
-que hay verdades que asustan.</p>
-
-<p>&mdash;Si, como la luz intimida á los ladrones.</p>
-
-<p>&mdash;Hay algunas que son odiosas, para quien las escucha.</p>
-
-<p>&mdash;Sí, cuando se perturba la embriaguez, ó se recuerdan los remordimientos.</p>
-
-<p>&mdash;Hay algunas que son peligrosas para los que las dicen.</p>
-
-<p>&mdash;Sí, cuando tienen un corazon de esclavo ó de lacayo. Di
-la espalda á aquel sofista desvergonzado que no temia atacar sabias
-preocupaciones y sacudir la almohada en que el mundo
-duerme en paz hace dos mil años. Me dirijí á Truth, que habia
-vuelto á empezar sus recortes y que parecia no escucharnos.</p>
-
-<p>&mdash;¿En qué pensais, querido enfermo? le dije; nuestra conversacion
-os fatiga quizá.</p>
-
-<p>&mdash;Doctor, respondió sonriendo, perdonad la impertinencia
-de mi fantasia, pensaba en Pilatos. Escuchaba á este grave
-administrador decirle á Cristo: <i>¿Qué es la verdad?</i> y salir sin
-esperar la respuesta. En tiempo de Tiberio César, habriais
-sido un excelente gobernador de Judea.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_47" id="Page_47">[47]</a></span></p>
-
-<p>&mdash;Qué! agregó animándose, no sentis que para nosotros los
-hombres, la verdad es la vida, y que la mentira es la muerte?
-Buscad á vuestro alrededor paises prósperos, ilustrados, honrados,
-caritativos: ¿no son aquellos donde cada cual puede decir
-la verdad, toda la verdad, sin escepcion de personas, sin respeto
-á las preocupaciones, á los privilejios, á los abusos? Buscad
-los paises miserables, ignorantes, sin moralidad; ¿no son aquellos
-donde reina la mentira oficial bajo todas las formas? Contemplad
-la grandeza de la Inglaterra, el crecimiento de la
-América, la fortuna naciente de Australia. ¿Cual es la fuerza
-que en ochenta años ha levantado á nuestros Estados-Unidos
-de tres millones á treinta y un millones de habitantes? No
-os engañeis: es la verdad. Dejad á los políticos hacer armazones
-de sistemas y combinar formas de gobierno; ved cuales
-son las instituciones vivas de los pueblos libres. Escuelas,
-asociaciones, tribuna, prensa, ¿qué es todo esto, sino otros tantos
-instrumentos con el objeto de propagar la verdad y captarse
-todos los corazones? Contad los diarios de un pueblo y tendreis
-su rango en la escala de la civilizacion: es un termómetro
-que nunca engaña. ¿Porqué? Es que la verdad no es, en
-otros términos, sino la ley que gobierna el mundo moral: es que
-hay relaciones naturales entre los hombres, como las hay entre
-las cosas. Reconocer y respetar esas relaciones, es reconocer
-y respetar la verdad, ó mejor dicho, á Dios mismo, presente en
-el mundo por su voluntad todo poderosa.</p>
-
-<p>&mdash;Querido señor Truth, respondí, un poco conmovido por
-este flujo de palabras, Humbug tiene razon: habeis nacido para
-predicar. Pero la esperiencia me ha enseñado hace mucho
-tiempo que la práctica es lo contrario de la teoria. ¡Cuántas
-verdades admirables de lejos, se desvanecen en la prueba! Todos
-los dias oigo repetir que los hombres son hermanos, que la
-mujer es la igual del hombre, que los gobiernos son hechos
-para los pueblos........</p>
-
-<p>&mdash;¿Y dudais?&mdash;dijo Truth.</p>
-
-<p>&mdash;No, no dudo <i>teóricamente</i>; pero tratad de poner en práctica
-esas bellas máximas: ¿á donde iriamos á parar?</p>
-
-<p>&mdash;Al reino del Evangelio, respondió el periodista con singular
-gravedad. Si teneis un ideal mas noble, decidlo: si no
-teneis nada que poner, en su lugar, no desempeñeis el triste papel
-de Mefistófeles. La humanidad tiene la necesidad de creer
-y de esperar.</p>
-
-<p>&mdash;Pero doctor encantador, que no creis en la teoria, esclamó<span class="pagenum"><a name="Page_48" id="Page_48">[48]</a></span>
-Humbug con risa impertinente, ¿cuando hablais, sabeis lo que
-decis? ¿cuando dais un remedio á vuestros enfermos, sabeis lo
-que haceis?.... No os incomodeis; si lo sabeis, haceis teoria apesar
-vuestro; si no lo sabeis ¿qué razon teneis para estar tan orgulloso
-de no raciocinar?</p>
-
-<p>Hundíme en el sillon, crucé las piernas y los brazos y mirando
-á Humbug en pleno rostro:</p>
-
-<p>&mdash;Señor, le dije, escuchadme sériamente, si sois capaz de algo
-serio. En teoria, lo diré una vez mas, amo la verdad, la amo
-tanto como podeis amarla vos; pero la prensa no es la verdad.
-Hay en ella una mezcla de pasiones, de injurias, de mentiras
-que sublevan todo corazon delicado. La salvaje libertad que
-reina en este pais no es de mi gusto. He refleccionado largo
-tiempo á este respecto, y os diré, si os dignais comprenderme,
-como se puede organizar la prensa, administrar sabiamente la
-verdad, abolir la licencia del mal, y no dejar sino la libertad del
-bien.</p>
-
-<p>&mdash;Impedid á los perros que ladren, esclamó Humbug echándose
-á reir, y está hallada la cuadratura del círculo.</p>
-
-<p>&mdash;Supongo, continué sin responder á esta patochada, supongo
-un gobierno ilustrado, moral, paternal, que no piensa sino
-en el bien de sus súbditos.</p>
-
-<p>&mdash;Doctor, eso es teoria!</p>
-
-<p>&mdash;No señor, es observacion. En este gobierno hay ministros
-inteligentes........</p>
-
-<p>&mdash;Comprendo, dijo el insoportable bromista, ministros ilustrados,
-morales, paternales, y que no piensan sino en el bien de
-sus administrados.</p>
-
-<p>&mdash;Si, señor, y estos ministros tienen bajo sus órdenes millones
-de agentes........</p>
-
-<p>&mdash;Todos ilustrados, morales, paternales etc., en una palabra,
-una lejion de ánjeles con frac negro.</p>
-
-<p>&mdash;En nombre del cielo, Humbug, callaos, esclamó Truth.
-Dejadlo concluir su cuento de hadas; me parece oir á un Francés
-que se imajina raciocinar porque enfila paradojas y surce
-palabras.</p>
-
-<p>&mdash;Señor Truth, respondí secamente, la razon y la esperiencia
-hablan por mi boca; escuchadme. En manos de este gobierno,
-que todo lo sabe, que todo lo vé, que todo lo entiende, que no tiene
-ni preocupaciones, ni pasiones, en esas manos es, decia, en las
-que pongo el depósito de la verdad; no quiero por esto darle el
-monopolio, soy amigo de la libertad, pero reglamentada, limitada<span class="pagenum"><a name="Page_49" id="Page_49">[49]</a></span>
-y moralizada! Reduciria el número de los impresores, de
-modo de hacer de la tipografia una censura prudente y discreta,
-un sacerdocio conservador; en seguida, limitaria el número de los
-diarios, de modo de constituir un pequeño número de tribunas,
-verdaderas cátedras de donde no se dejaria hablar sino á la decencia
-y á la moderacion. Habria periodistas como hay sacerdotes,
-es decir, ministros de la verdad que recibirian del gobierno
-su investidura y su símbolo. Si, apesar de la sabia direccion
-del Estado, algun gacetillero insolente, olvidando la gravedad
-de sus deberes, faltase al respeto que debe á la autoridad, personificacion
-de la justicia y de la verdad, entonces no recurriria
-al juri, que tiene la mano pesada y deja deslizar entre sus dedos
-mas de una inocencia dudosa; es á la administracion, siempre
-paternal y protectora, á quien yo dejaria la santa mision de
-confundir la mentira, en caso de necesidad, de contenerla antes
-que aparezca&mdash;Es á la administracion, siempre prudente, ilustrada,
-desinteresada, y que sabe mejor que nadie, lo que la conviene
-y lo que la daña, es la administracion la que herirá á la
-audacia y la ignorancia; ella ahogará la oposicion naciente como
-Hércules en la cuna ahogó las serpientes. Gracias á esta higiene
-ingeniosa, los diarios serán un alimento inocente, un remedio
-en vez de un veneno. La prensa será una antorcha en manos
-del gobierno: no se temerá ya el incendio. Se prepararán preocupaciones
-útiles, errores saludables; se sujetará la verdad á las
-necesidades del Estado á la fuerza de las poblaciones; y si
-alguna nueva doctrina aparece en el estranjero, se esperará á
-que haga fortuna en el pais de su orijen, antes de molestar á almas
-tranquilas y que no aspiran sino al reposo. Hé ahí mi
-teoria: señor Humbug ¿qué decis de ella?</p>
-
-<p><i>D&mdash;d rascal!</i> esclamó descargándome sobre el hombro un
-puñetazo, capaz de descornar á un buey. ¡Cuán feliz es uno con
-tener injenio, siempre se tiene una bestialidad á mano que decir!
-Con su aire solemne, he visto el momento en que este socarron
-mistificaba á un viejo Yankee como yo.</p>
-
-<p>&mdash;Señor Humbug, le dije frotándome el hombro, esos argumentos
-groseros no son de mi gusto. Pegar no es responder!</p>
-
-<p>&mdash;Estrangular tampoco! gritó el periodista riendo. Continuad,
-doctor; sois mas entretenido de los que pensais! <i>Verba
-placent et vox</i>. Pero, adios: ha llegado la hora de hacer el
-diario; tiempo es dinero&mdash;me arruinais!</p>
-
-<p>Una vez solo con M. Truth, le pregunté, si no estaba sorprendido
-como yo de lo que habia de profundo en el sistema<span class="pagenum"><a name="Page_50" id="Page_50">[50]</a></span>
-que le exponia; si podía poner en términos de comparacion á
-la turbulencia y al desorden de la prensa americana con ese mecanismo
-compacto que debia en poco tiempo embridar al pueblo
-mas ardiente del mundo, y darle la habitud de la moderacion
-y el gusto de una inocente libertad.</p>
-
-<p>&mdash;Doctor, dijo con dulzura, soy del parecer de Humbug: os
-reis de nuestra simplicidad. Esa doctrina, que nos presentais
-como una invencion nueva, hace mucho tiempo que la conozco.
-Es el dogma de la inquisicion: la verdad hecha cosa oficial,
-<i>instrumentum regni</i>, y monopolizada por la Iglesia y el Estado.
-Hace tres siglos que Lutero ha soplado esas peligrosas quimeras
-y repuesto á cada cristiano en posesion de su conciencia y
-de su derecho. En los primeros dias del mundo la verdad salió
-de la caja de Pandora, con tantos otros bienes, que son
-otros tantos males en manos inespertas; buscar la verdad, es la
-obra de todos,&mdash;apoderarse de ella, no pertenece á nadie. No
-os pagueis de palabras: Gobierno, ministros, funcionarios, qué
-es todo esto, sinó hombres que no son ni mas infalibles ni mas
-sábios que nosotros? Hacer de ellos los dispensadores de la
-verdad, es un sueño. La verdad es de todo el mundo, como el
-aire y la luz; lo único posible es ahogarla, no impedir que
-los hombres piensen, sino que hablen. ¿Quién se aprovechará
-de tan detestable invencion? ¿La autoridad? Será la
-primera víctima. Se la engañará sin cesar; bastará un puñado
-de intrigantes para seducir al majistrado mas honrado y
-comprometerlo en las mas locas aventuras. ¿No veis, por otra
-parte, que dais á vuestro gobierno todo el poder de hacer mal,
-con tal que tenga el cuidado de raciocinar mal? ¿Ganarán con
-ello los ciudadanos? Desde el momento en que la cosa pública
-no les pertenezca, les quitais lo que hay de mas noble, de
-mas bello, de mas grande en la vida: el amor á la patria, la pasion
-de la libertad. Quitad la ajitacion de la tribuna y de los
-diarios, y la sociedad no será sino una agua mansa de donde
-saldrán la corrupcion y la muerte. ¿Asegurareis, por lo menos,
-la prosperidad material, único incentivo de la multitud? Muy
-al contrario: la riqueza es el fruto de la libertad. No hay seguridad,
-ni rentas, ni comercio, ni industria, sino en los paises
-donde pululan esos diarios cuya voz os importuna. El silencio
-es el triunfo de los nécios, la noche no es el reino de las jentes
-honradas; dejadnos la luz, el ruido y la vida. Recordad
-que en Roma tambien se gritaba contra la charlatanería de los
-tribunos; que un dia Syla los hizo callar, con gran placer de<span class="pagenum"><a name="Page_51" id="Page_51">[51]</a></span>
-los utopistas, y que, desde entonces comenzó una decadencia, de
-la que el mismo cristianismo no pudo levantar al universo.</p>
-
-<p>&mdash;Permitidme, respondí, admirado del curso que tomaba la
-discusion; no pretendo haber encontrado la piedra filosofal en
-política. Todo sistema tiene sus abusos; es una cuestion de
-proporcion. Confesad que el lenguaje de vuestros diarios es
-espantoso, y que no hay mal mas horroroso que su licencia desenfrenada.</p>
-
-<p>&mdash;Doctor, vos sabeis lo que dice el Evanjelio; <i>Es en el fruto
-en lo que los conocereis</i>. Encontradme un pais donde haya
-mas luces, mas caridad, mas prosperidad material que en América.</p>
-
-<p>&mdash;No veo sino escándalo por todas partes, respondí. Los
-fundamentos mismos de la sociedad se hunden en esa arena
-movediza que llamais la democracia. ¿Qué es lo que respetais?
-¿La relijion? Eh bien! que un pastor falte á su deber, que su
-conducta sea lijera, en el acto veinte periodistas se echarán á
-reir, como el indigno hijo de Noé, en vez de ocultar á todos las
-miradas una debilidad cuya deshonra repercute sobre la Iglesia.</p>
-
-<p>&mdash;La verguenza, dijo Truth, es para la Iglesia que patrocina
-la causa del culpable, no para la Iglesia que arroja de su seno á
-un miembro gangrenado.</p>
-
-<p>&mdash;¿Os llevais bien con la justicia? Ayer no mas, vuestro diario
-atacaba con cínica acritud á un juez que, en un instante de
-mal humor, habia maltratado á no sé que pícaro. ¿Cómo quereis
-que se respete al juez, si no es infalible?</p>
-
-<p>&mdash;La justicia, dijo Truth, es hecha para el acusado, y no el
-acusado para la justicia.</p>
-
-<p>&mdash;Que un subalterno, continué yo, salga de sus atribuciones,
-que por casualidad olvide la ley, que detenga por inadvertencia
-á un inocente: inmediatamente diez diarios aullarán contra
-la tirania; como perros que ladran á la luna; incendiarán el pais
-por la causa del último de los miserables, qué sé yo? por un
-mendigo, ó un ladron puesto preso sin que las formas hayan
-sido observadas.</p>
-
-<p>&mdash;Tendrán razon, dijo Truth; la libertad del último de los
-miserables atañe á todos. Desde el momento en que se violen
-las formas legales, desde el momento en que un ciudadano es
-injustamente agredido, todos están amenazados. El que no
-comprenda esto no sabe lo que es la libertad.</p>
-
-<p>&mdash;Pero, es que algunas veces es necesario cubrir la estátua de
-la ley y salvar el pais á despecho de una falsa legalidad.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_52" id="Page_52">[52]</a></span></p>
-
-<p>&mdash;Doctor, vos teneis una especie de inclinacion á Pilatos. El
-tambien no se detuvo ante una falsa legalidad, le pareció mejor
-condenar á un inocente que perder su puesto. Era un hombre
-habil; no sé por que el mundo es tan severo con él.</p>
-
-<p>&mdash;¿A dónde iriais? continué, cada vez mas irritado de la
-frialdad de Truth. Doce ó quince diarios, hé ahí los dueños
-de la opinion y de la república.</p>
-
-<p>&mdash;Quince diarios, dijo Truth asombrado: ¿qué quereis decir
-con eso? Tenemos trescientos; es poco para un millon seiscientas
-mil almas. Boston tiene cien para menos de doscientos mil
-habitantes, es cierto que en Boston, la ciudad puritana, se comprende
-la libertad y la civilizacion de otra manera que en París.</p>
-
-<p>&mdash;Trescientos diarios! esclamé, sorprendido por esta cifra
-formidable. ¿Entonces quién dirije y gobierna la opinion? El
-primer desconocido puede, sin mision alguna, erijirse en profeta
-y lejislador; el primer soñador puede decir lo que quiera é
-imponer sus opiniones á la multitud. Qué atroz despotismo!</p>
-
-<p>&mdash;Mi buen amigo, dijo Truth, bajando la voz para colocarme
-en un diapason menos ruidoso, no comenceis de nuevo vuestras
-bromas: ellas divierten á Humbug á mi me hacen daño. Allí
-donde todo el mundo puede hablar, no hay ni <i>mision</i>, ni <i>profeta</i>,
-ni <i>primer desconocido</i>: hay un derecho que pertenece á ciudadano,
-y de que todo ciudadano usa en su interés particular ó en
-el interés jeneral. ¿En un pueblo libre, quién se ha imajinado
-poder dirijir y gobernar la opinion? ¿Hay un solo Yankee que
-no se haga él mismo su regla de conducta, y que no escoja con
-conocimiento de causa su partido y su bandera? La prensa es
-un éco que repite las ideas de todo el mundo, y nada mas.
-Esos innumerables diarios no tienen sino un objeto, acumular
-los hechos, las noticias, las ideas, multiplicar y esparcir la luz!
-Mientras mas hay, cada ciudadano se encuentra en mejores circunstancias
-para leer, reflexionar, y juzgar por sí mismo. Poner
-la verdad al alcance de todos, hé ahí nuestra ambicion. El
-pretendido despotismo de los diarios no existe sino en vuestra
-imajinacion. Cuando mas seria posible allí donde un gobierno
-mal aconsejado y que hiciera del periodismo un monopolio contra
-si mismo, no sufriese sino diez ó quince hojas, obligando asi
-á los partidos á aliarse contra él, y cuando su naturaleza tiende
-á dispersarlos. Pero en América donde hay ochocientos ó novecientos
-diarios, donde nacen nuevos todos los dias, el número
-de los tiranos ha muerto la tirania.</p>
-
-<p>&mdash;Sea; es un réjimen que Aristóteles no ha previsto: una democracia<span class="pagenum"><a name="Page_53" id="Page_53">[53]</a></span>
-de papel. En este pais bienaventurado, todo es gobierno,
-escepto el gobierno mismo. Vosotros los periodistas
-[y aqui todo el mundo es periodista], vosotros, sois mas que la
-Iglesia, mas que la Justicia, mas que el Estado! ¿Qué sois
-pues?</p>
-
-<p>&mdash;La respuesta es muy fácil, dijo Truth; somos la sociedad:</p>
-
-<p>&mdash;Pero si la sociedad, si el pueblo gobierna, ¿quién será el
-gobernador?</p>
-
-<p>&mdash;Doctor, respondió el periodista sonriendo, cuando andais
-por la calle, quién es el conducido? Por amor á una palabra,
-necesitais muletas? Cuando gobernais vuestras pasiones [lo
-que no siempre haceis], ¿quién es el gobernado? Hay una edad
-madura para los pueblos como para los individuos. Compadezco
-á la China envejeciéndose en una infancia eterna; pero
-nosotros cristianos, nosotros ciudadanos de un gran país, nosotros
-no somos un pueblo de idiotas y de privados: hace mucho
-tiempo que hemos salido de la tutela, y que nosotros mismos
-hacemos nuestros negocios. ¿Qué es esa soberania del pueblo,
-que hace setenta años ponemos al principio de nuestras constituciones,
-sino una declaracion de mayor edad?</p>
-
-<p>&mdash;Las comparaciones no prueban nada, respondí secamente;
-lo que es cierto respecto á un individuo, no lo es respecto á una
-nacion.</p>
-
-<p>&mdash;Siempre palabras, doctor. Una nacion, es una coleccion
-de individuos. Lo que es cierto respecto á diez, á veinte, á mil
-personas, es tambien cierto respecto á un millon. ¿En qué cifra
-comienza pues la incapacidad?</p>
-
-<p>&mdash;No, dije yo, no es cierto que una nacion sea una simple
-coleccion de individuos; es cosa muy distinta.</p>
-
-<p>&mdash;Es decir que el total de una adicion es cosa diferente de la
-suma de todas las unidades?</p>
-
-<p>&mdash;Error! esclamé fatigado de discutir con una intelijencia
-tan limitada. Hay aquí una diferencia que salta á la vista.
-¿Para desembarazarse de los intereses particulares, cual es la
-palabra májica que invocan los hombres de Estado? El interés
-jeneral. ¿Cuando se quiere anular derechos y pretensiones que
-dañan al gobierno, qué se alega? Un interés superior, el interés
-social. La utilidad pública, es la negacion de los derechos
-individuales: tal es al menos la manera de raciocinar y de obrar
-en todo país civilizado. Si bastase escuchar el deseo de la mayoría
-y sumar los intereses y las voluntades, os pregunto lo que
-sería la política: un oficio de almacenero, un papel al alcance<span class="pagenum"><a name="Page_54" id="Page_54">[54]</a></span>
-del primer hombre honrado que se presentára; os figurais á un
-César, un Richelieu, un Cromwell, un Luis XIV, escuchando la
-voz del campecino, ó tomando el voto de algunos millones de
-paisanos? ¿A qué quedarian reducidas las combinaciones, las
-alianzas, las guerras, las conquistas, todos esos esplendores, todos
-esos juegos de fortuna donde triunfan los héroes? Arrastrar
-una nacion á la victoria y á la gloria, imponer á la masa
-popular ideas que no son las suyas, hacerla servir á una ambicion
-y á proyectos que en nada le importan,&mdash;hé ahí la obra del
-jénio! Hé ahí lo que aman los pueblos: adoran á aquellos que
-los pisotean. Dejad esas pobres jentes entregadas á sí mismas,
-sembrarán sus coles, sus anales serán de dos renglones, como la
-moraleja de los cuentos de hadas: <i>Vivieron mucho tiempo,
-fueron felices, y tuvieron muchos hijos</i>. ¿Qué seria la historia
-con ese bello sistema? ¿Y de retórica qué les enseñarian á
-nuestros hijos?</p>
-
-<p>Yo estaba elocuente, lo sentía. Truth confundido me miraba
-con un aire singular.</p>
-
-<p>&mdash;Doctor, me dijo, yo no amo los sofismas: pero de todos esos
-juegos de injenio no hay ninguno que me sea mas odioso
-que las paradojas de otros tiempos, mentiras muertas hace mucho.
-Me hacen el efecto de una vieja cortesana que ha olvidado
-de hacerse enterrar, y que pasea entre la juventud disgustada,
-sus afeites, sus falsos cabellos y sus arrugas. Washington
-ha enseñado al mundo lo que es un hombre honrado gobernando
-á un pueblo libre; la prueba está hecha; el siglo del egoismo
-político ha pasado, ahora no hay lugar sinó para la abnegacion.
-El que esto no comprenda, el que no escuche la voz
-de las jeneraciones nuevas, el que no sienta que la industria,
-la paz y la libertad son las reinas del mundo moderno, ese no
-es sinó un soñador y un insensato. No es á la gloria á donde
-camina,&mdash;es al ridículo.</p>
-
-<p>&mdash;Acabemos de una vez, señor, esclamé levantándome, y
-apesar mio, llevé la mano á la empuñadura de mi espada ausente.
-Si hubiese tenido mi uniforme de cirujano de la Guardia
-Nacional, habria obligado á aquel insolente á empuñar su acero:
-haciéndole morder el polvo le habria probado sin réplica que
-la América no entiende jota de civilizacion, y que un francés
-nunca deja de tener razon.</p>
-
-<hr />
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_55" id="Page_55">[55]</a></span></p>
-
-<h2 id="CAPITULO_X">CAPITULO X.<br />
-<span class="smaller">La cocina infernal.</span></h2>
-
-<p>Mientras que Truth sorprendido de mi violencia y fogosidad
-echaba sobre mí miradas inquietas, entró Humbug, trayendo
-un manojo de pruebas que puso sobre la mesa.</p>
-
-<p>&mdash;Alerta! gritó con su gruesa voz, comienza la tarea. <i>Nunc
-animis opus, Ænea, nunc pectore firmo.</i><a name="FNanchor_21" id="FNanchor_21"></a><a href="#Footnote_21" class="fnanchor">[21]</a> Doctor, ayudadnos;
-vuestro brazo derecho está libre; tomad ese papel y preparad
-el resúmen.</p>
-
-<p>&mdash;Escribid: <i>Derrota de las tropas federales</i>. Hé ahí lo que
-ocupa toda nuestra primera pájina. Y echó una prueba en el
-buzon.</p>
-
-<p>&mdash;Derrota! dije yo, vais á anunciar al país que ha sido derrotado?
-Poned: <i>Retirada estratéjica, hábil combinacion</i>; de otra
-manera vuestra imprudencia vá á sembrar por todas partes la
-inquietud y el terror.</p>
-
-<p>&mdash;Doctor, sois incorrejible, replicó Truth, una vez mas&mdash;al
-pais se le debe decir toda la verdad. ¿Creeis que un revés abata
-á los yankees, y que, como los niños, se dejarán conducir por
-la fortuna? Una victoria nos encontrará indiferentes; una derrota
-nos valdrá un aumento de enerjía, de soldados y de dinero.
-¿Cuántos hombres muertos?</p>
-
-<p>&mdash;Muertos, 3,000; dijo Humbug, heridos 6,000; ausentes 2,400.</p>
-
-<p>&mdash;Poned las cifras, replicó Truth; doctor, no las olvideis en
-el resúmen. Entretanto, qué ha hecho el Congreso?</p>
-
-<p>&mdash;En el Senado, dijo Humbug, una larga discusion sobre la
-esclavatura. M. Summer ha hecho abolir la servidumbre en el
-distrito federal de Colombia. Es un primer paso. Doctor, escribid:
-<i>Admirable discurso del elocuente senador de Massachusetts</i>.
-Hé ahí nuestra primera hoja llena; pasemos al suplemento.</p>
-
-<p>&mdash;Cámara de Representantes, nada de interesante: tres llamamientos
-al órden y el tiempo perdido en querellas con el
-presidente.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_56" id="Page_56">[56]</a></span></p>
-
-<p>&mdash;Es la práctica, dijo Truth; pasemos. Ved aquí el artículo
-político; escribid, doctor: <i>Vuelta á la Ley y á la Libertad;
-el Habeas corpus restablecido</i>.</p>
-
-<p>&mdash;Qué! dije yo asombrado, es en el momento de una derrota
-cuando es necesario concentrar todos los poderes y gobernar
-<i>manu militari</i>, que restableceis la libertad civil con todos sus
-peligros! Sabed, pues, por esperiencia, que este es el instante
-de suspender todos los derechos. Nada tranquiliza tanto á un
-pueblo como sentirse todo entero en manos del poder. En
-verdad, vosotros no entendeis nada de política.</p>
-
-<p>&mdash;El despotismo no es la fuerza, respondió Truth: un pueblo,
-mientras mas libre es, es mas suave, mas obediente y resignado
-á los sacrificios. Si quereis que os sostenga, confiaos á él. Continuemos:
-<i>Robos de la marina denunciados á la nacion</i>. Escribid,
-doctor, y sub-rayad, á fin de que en el resúmen pongan
-esas palabras en relieve.</p>
-
-<p>&mdash;Es demasiado atrevimiento, esclamé yo. Pensad en los
-intereses que herís, en las quejas que vais á levantar.</p>
-
-<p>&mdash;Que se quejen los ladrones, dijo Truth, los espero; tengo
-pruebas!</p>
-
-<p>&mdash;Pruebas, ¿quién os las ha suministrado?</p>
-
-<p>&mdash;En todas partes donde hay una tribuna, dijo Truth, hay
-alguien que hable. En un pueblo á quien se le impone silencio,
-los ladrones obran, los robados se callan; en un pueblo en
-que todo ciudadano es un miembro activo de la nacion y tiene
-derecho de acusar á nombre del país, los ladrones se ocultan
-los robados gritan y obran. En Rusia, veinte millones dados
-á la policia no impedirian que se robaran millares de millones;
-y todavia la comprarian; entre nosotros, donde todo el
-mundo es la policia, no se roba un centavo sin temblar. Suprimir
-la rateria en grande escala, es una de las ventajas de la libertad.
-Pasemos á las noticias del esterior.</p>
-
-<p>&mdash;He aquí, dijo Humbug, las tres correspondencias de
-Lóndres.</p>
-
-<p>&mdash;¿Para qué tres correspondencias?&mdash;pregunté sorprendido
-de aquel lujo inútil.</p>
-
-<p>&mdash;Hay tres partidos en Inglaterra, respondió Humbug, necesitamos
-pues tres écos para repetir todos los ruidos.</p>
-
-<p>&mdash;Primera correspondencia, color del viejo Pam.<a name="FNanchor_22" id="FNanchor_22"></a><a href="#Footnote_22" class="fnanchor">[22]</a> “Guerra
-á la América; la justicia es una bella cosa; pero el algodon<span class="pagenum"><a name="Page_57" id="Page_57">[57]</a></span>
-vale mas; incendiemos el mundo para calentar la Inglaterra.”
-Segunda correspondencia, color Derby. “El viejo Pam se burla
-del público, grita á las armas, amontona fortificaciones y navíos
-corazados, juega á los soldados, y no quiere mas que dos
-cosas: conservar la paz y su puesto. Que nos den el ministerio,
-seremos tan patriotas y costaremos mas barato.” Tercera
-correspondencia, color Bright y Cobden. “John Bull, mi amigo,
-vuestro gobierno se burla de vos. Hace cosquillas á vuestra
-vanidad para sustraeros vuestro último chelin. Sed hombre,
-imitad á vuestro primo Jonathan,<a name="FNanchor_23" id="FNanchor_23"></a><a href="#Footnote_23" class="fnanchor">[23]</a> haced vos mismo vuestros
-negocios; el dia que los pueblos no se hagan cuidar por
-esos charlatanes ruinosos que se llaman diplomáticos y grandes
-políticos, vivirán como hermanos; tendrán paz y vida
-baratas.”</p>
-
-<p>&mdash;Espero, dije á Humbug, que al dar al público esas tres
-correspondencias, agregareis vuestro parecer.</p>
-
-<p>&mdash;Absolutamente no, respondió Humbug; Jonathan tiene
-la costumbre de hacerse él mismo su opinion; tiene muy buenos
-ojos para tomar nuestros espejuelos.</p>
-
-<p>La puerta se abrió bruscamente: tres mujeres jóvenes y elegantemente
-vestidas se aproximaron á nosotros; la de mas edad
-que no tenía veinte y cinco años, tomó la palabra en un tono
-á la vez modesto y seguro:</p>
-
-<p>&mdash;Señor, dijo á Humbug, venidas enviamos por las señoras
-costureras de ropa hecha, os rogamos que anuncieis que vamos
-á constituir una liga y que el lúnes próximo tendremos un
-<i>meeting</i> á fin de buscar el medio de sacudir la opresion que sufrimos;
-queremos reconquistar y asegurar nuestros derechos.</p>
-
-<p>&mdash;Los sastres son ricos, dijo Humbug. Antes de reducirlos,
-será necesario que os comais vuestras economías. ¿Teneis un
-millon que mascullar? que desperdiciar?</p>
-
-<p>&mdash;Señor, dijo la mas jóven con aire altanero, con cien dollars
-de avisos llenaremos nuestro objeto. Enseñaremos á los señores
-sastres y al mundo entero lo que pueden quinientas mujeres,
-á quienes se les ha puesto en la cabeza no ceder. Es una leccion
-que aprovechará á los monopolizadores y á los tiranos, leccion
-que hará palidecer sobre sus tronos á los déspotas del viejo continente.
-Tened la bondad solamente de poner mañana en el
-diario el manifiesto al público, que nuestro comité ha deliberado
-y redactado.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_58" id="Page_58">[58]</a></span></p>
-
-<p>Con lo que nuestra amazona alcanzó al periodista un papel
-doblado en cuatro; Humbug leyó en alta voz esta impertinente
-broma, memorable monumento de la locura y de la perversidad
-femeninas, en un pais donde hasta las mujeres mismas creen
-en la libertad.</p>
-
-<div class="blockquote">
-
-<p class="center"><b>A LOS PARISIENSES DE MASSACHUSETTS.</b></p>
-
-<p class="center"><b>Las costureras de trajes.</b></p>
-
-<p>Para revindicar nuestros derechos desconocidos, para obtener justicia,
-nos, las costureras de ropa hecha de la ciudad de París (Massachusetts)
-nos constituimos en liga: dentro de ocho dias nuestros tiranos habrán
-cedido, no tendremos mas empleo. ¿Quién quiere darnos trabajo? no
-gustamos quedar con los brazos cruzados; pero estamos resueltas á no
-trabajar devalde en provecho de gentes que pueden pagar. ¿Quién
-tiene necesidad de una puntada? Nosotros sabemos hacer sombreros,
-fracs, budines, masitas, y tortas; sabemos coser, bordar, hacer punto
-de medias, asar y cocer. Sabemos ordeñar las vacas, hacer manteca y
-queso, engordar gallinas y cuidar un jardin; sabemos asear la cocina,
-barrer la sala, hacer las camas, hachar leña, encender fuego, lavar y
-planchar, y lo que mas, adoramos á los nenes. En una palabra, cada
-una de nosotros, puede ser una cumplida mujer casera. Por nuestra
-inteligencia y nuestro injenio preguntad á nuestros antiguos amos. Resolveos
-pronto señores. ¿Quién quiere ojos negros, frentes hermosas,
-cabellos crespos ó ondeados, el encanto y la juventud de Hebe, la voz
-de un serafin, la sonriza de un angel? Viejos <i>gentlemen</i> que necesitais
-una buena ama de llaves, hermosos jóvenes que buscais una mujer activa
-y delicada, hablad, el remate está abierto. A la una, á las dos, á
-las tres: adjudicado. ¿Cuál es el feliz mortal?</p>
-
-<p class="center"><i>Dirijirse al Comité de señoras Costureras.</i></p>
-
-<p class="center">calle de los Alamos, N.ᵒ 20.</p>
-
-</div>
-
-<p>&mdash;Muy bien, señoras, dijo Humbug, el anuncio aparecerá esta
-tarde en el diario, y pondremos en el sumario: <i>Liga de las
-costureras</i>, para que nadie lo ignore.</p>
-
-<p>&mdash;Diciendo esto, hizo un profundo saludo y acompañó hasta
-la puerta á las costureras, con tanta política como si se tratára
-de un prefecto.</p>
-
-<p>&mdash;¿Es posible, esclamé yo, que en América las mujeres tengan
-derecho á hacer lo que se les antoja? ¿No es esto un desmentido
-dado á la esperiencia y al buen sentido? <i>Meetings</i> de costureras,
-coaliciones de lavanderas, una <i>liga</i> de parteras! La
-revolucion con frac es odiosa, pero la revolucion con polleras
-es ridícula.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_59" id="Page_59">[59]</a></span></p>
-
-<p>&mdash;Lo que es ridículo, respondió Truth con su flema ordinaria,
-es que los fracs se crean con derecho para oprimir á las
-faldas.</p>
-
-<p>&mdash;Está bien, repliqué. Verted en esas cabezas locas la embriaguez
-de la libertad, vereis cuales son las primeras víctimas.</p>
-
-<p>&mdash;Doctor, estais lúgubre, dijo Truth; á la menor sacudida
-que reciben vuestras antiguas preocupaciones, gritais que el
-mundo se acaba. Las mujeres, querido señor, son la mitad del
-jénero humano, esta es una verdad profunda que Aristóteles
-ha comprobado, pero que hace dos mil años nadie ha comprendido,
-escepto los americanos. Si nuestras mujeres no nos acompañan
-ni en nuestras esperanzas, ni en nuestros temores, nos
-harán tomar parte en sus debilidades y en sus caprichos. Necesitamos
-esposas, hijas y madres que amen la libertad con pasion,
-á fin de que los maridos, los padres y los hijos no pierdan
-nunca ese santo amor. Esas costureras os parecen ridículas,&mdash;yo
-las admiro, mientras rio de su anuncio; yo amo las almas jenerosas
-que tienen fé en la justicia y que defienden su derecho. Esas
-almas son las que hacen un gran pueblo: en eso consiste la superioridad
-de nuestro bello pais.</p>
-
-<p>&mdash;Acabemos el diario, dijo Humbug; hé aquí los mercados.
-Algodon, lana, carbon, hierro, harina, granos, puerco, carnero,
-vaca, heno, cobre, azúcar, café. Nada de particular, sino es en
-las harinas; las <i>buenas marcas</i> se han vendido á dos por ciento
-mas que las harinas comunes.</p>
-
-<p>&mdash;¿Qué marcas? dijo Truth, tomando el catálago; Colfax,
-Stevens, Pennington; es necesario subrayar esos nombres, é
-imprimirlos en grandes caracteres. Reis, doctor, no es esta
-una cosa insignificante. La responsabilidad individual, es la
-fuerza y la vida de las repúblicas. Es necesario que todos
-lleven inscriptos en la frente lo que son y lo que hacen. Ligar
-á la honradez, la reputacion y la fortuna, unir á la pilleria y la
-ruina, es el secreto de la moral y del gobierno, es un problema
-cuya solucion no ha encontrado ningun lejislador, y que,
-sinembargo, la prensa resuelve todos los dias.</p>
-
-<p>&mdash;Bello trozo, apropósito de una barrica de harina!</p>
-
-<p>&mdash;Y cuya aplicacion vereis al instante, dijo Humbug; aqui
-teneis: Mercados de cerdos: veinte barriles averiados, de las
-marcas de Tomas y de Williams. Subrayar estos dos nombres
-indignos,&mdash;es echarlos del mercado.</p>
-
-<p>&mdash;No lo hareis, grité, no teneis derecho para ello.</p>
-
-<p>No contento con ser el gobierno; ¿quereis aun ser la policia?</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_60" id="Page_60">[60]</a></span></p>
-
-<p>&mdash;Lo habeis dicho, respetable doctor, replicó Humbug; somos
-la policia y algo mas todavia: somos la conciencia pública.
-Somos nosotros los que damos el honor y la fortuna: <i>Honestus
-rumor alterum patrimonium est</i><a name="FNanchor_24" id="FNanchor_24"></a><a href="#Footnote_24" class="fnanchor">[24]</a>.</p>
-
-<p>Abrid los ojos cuanto querrais si os agrada, y gritad á voz
-en cuello si eso os divierte. Pero, si hablais seriamente, en verdad
-que os han cambiado en la cuna, no sois un Americano.</p>
-
-<p>&mdash;Tú no sabes, me dije, tú no sabes, ignorante, cuanta razon
-tienes. No sabes hasta que punto desprecio á un Don Quijote
-bastante loco para tomar á pecho el interés de otro, el interés
-del primer desconocido, y eso sin mision y sin honorarios.
-¡Hé ahí lo que es un pais sin funcionarios! Es necesario que
-todos se ocupen hasta de sus propios negocios. ¡Eso es ridículo!
-En Francia, una administracion intelijente y compacta me
-libra de todo jénero de cuidados: soy rey: se me sirve: gozo en
-paz de una prosperidad y de una grandeza que no me cuestan sino
-mi dinero. Es el triunfo de la civilizacion, ó yo no entiendo
-jota.</p>
-
-<p>&mdash;Hé aquí la Bolsa, dijo al entrar un jóven hipando por haber
-corrido.</p>
-
-<p>&mdash;¿Nada de nuevo?&mdash;preguntó Humbug.</p>
-
-<p>&mdash;Nada, sinó el empréstito mejicano.</p>
-
-<p>&mdash;¿Qué dicen de él? Eujenio, dijo Truth.</p>
-
-<p>&mdash;Fiasco completo, es una fulleria del viejo Little.</p>
-
-<p>&mdash;Cómo, una fulleria! dije leyendo el programa de la Bolsa;
-el empréstito ha subido un dollar sobre el precio de emision.</p>
-
-<p>&mdash;Little ha comprado con una mano lo que vendia con la
-otra, dijo Truth; la broma es vieja y entre nosotros nunca hará
-fortuna. No somos bastante carneros para eso&mdash;Señor Rose,
-agregó dirijiéndose al recien llegado, hacedme para mañana
-un artículo sobre este asunto; ved á los ajentes de cambio y
-decidme toda la verdad.</p>
-
-<p>&mdash;Estará hecho esta noche, Señor Truth; tendré mas datos
-que los que necesito.</p>
-
-<p>&mdash;Señor, dije á aquel jóven, cuyo nombre me anunciaba un
-hijo del boticario, y, ay de mi! un hermano de mi yerno; los negocios
-deben ser muy dificiles con esa costumbre de descubrirlos
-en provecho del público.</p>
-
-<p>&mdash;Señor, respondió Eujenio, en tono desvergonzado, los negocios
-son tanto mas fáciles cuanto son mejor conocidos. En
-la Bolsa, la mentira es la ruina, la verdad, es la riqueza.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_61" id="Page_61">[61]</a></span></p>
-
-<p>&mdash;Bueno, dije para mi, todos dicen la misma necedad. En
-Paris, centro de la intelijencia, capital del injenio, todo el mundo
-sabe que los negocios que preocupan al público, son aquellos
-que no entiende. ¿Qué puede dar un negocio conocido?
-El cinco ó el seis por ciento cuando mas, mientras que los desconocidos
-prometen el quince ó el veinte por ciento: ahí está el
-secreto del banquero. Aquí se cambia valor por valor, es un
-comercio miserable; en Paris, se compra la esperanza; es la poesia
-del juego, es el encanto de la loteria. ¿Qué le importa á un
-Francés perder su dinero?&mdash;eso es prosa. Devorar las riquezas
-con el pensamiento, satisfacer en sueños las pasiones, los
-caprichos, la ambicion, hé ahí el ideal; se paga, es cierto, pero,
-¿cuándo es caro una ilusion?</p>
-
-<p>&mdash;Amigo Humbug, dijo una voz gañidora, aqui teneis dos
-avisitos que quisiera insertar en tu diario; me harás una buena
-rebaja; los tiempos son malos.</p>
-
-<p>El que hablaba así, era un hombrecillo de larga levita y cubierto
-con un inmenso sombrero; su aspecto, su jesto, su traje
-decian á todo el mundo:&mdash;Miradme, soy cuácaro.</p>
-
-<p>Humbug tomó los dos avisos y se echó á reir.</p>
-
-<p>&mdash;Son chuscos, dijo, pero no los entiendo.</p>
-
-<p>Y leyó lo que sigue:</p>
-
-<div class="blockquote">
-
-<p class="center"><b>QUINTA MONTMORENCY.</b></p>
-
-<p>(Seth Doolittle, propietario del Hotel de la Rosa, en Montmorency,
-tiene el honor de prevenir al público que, durante toda la buena estacion,
-los enamorados que se apeen en su casa no pagarán mas que la
-mitad del precio).</p>
-
-</div>
-
-<p>&mdash;¿Por qué esta escepcion,? pregunté yó.</p>
-
-<p>&mdash;Amigo, respondió el hombrecillo, cruzando las manos sobre
-su vientre y dirijiendo sus ojos al cielo, nada hay mas bello ni
-mas respetable que el amor. Poned á un jóven delante de un
-vestido blanco y de dos bucles negros que se ajiten al viento y
-se sentirá tan celestial, de tal manera eterizada, que en toda la
-semana no descendará nunca á probar el asado. Es un robo hacer
-pagar el precio comun á esos ánjeles del cielo que no examinan
-jamás la cuenta; mi conciencia se opone á esa iniquidad.</p>
-
-<p>&mdash;Ese escrúpulo te honra, dijo el exelente Humbug, mordiéndose
-los lábios. Pasemos á la segunda insercion:</p>
-
-<div class="blockquote">
-
-<p class="center">AVISO AMISTOSO.</p>
-
-<p>(<i>Dinah D. L.</i>&mdash;Se te suplica que no vuelvas. Tu madre goza de exelente
-salud; no puede arreglarse nada; y tu familia se encuentra mucho
-mejor desde que tú la has dejado).</p>
-
-</div>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_62" id="Page_62">[62]</a></span></p>
-
-<p>&mdash;Este es un secreto de familia, dije yo sonriendo; no tiene
-esplicacion alguna.</p>
-
-<p>&mdash;Para el público, no; para tí, doctor Smith, sí, repuso el
-cúacaro. Se trata de una hermana, tan loca, que por su propio
-interés, en el de su familia, y por respeto á la moralidad pública,
-la hemos enviado á California como maestra de escuela.
-Es de temer que la desgraciada se haya sido detenida en el camino
-y que quiera volver á las andadas. Teniendo esto en vista
-prevenímosla caritativamente,&mdash;por medio de un aviso encubierto,
-que haria mejor de continuar su camino: no hay lugar
-para ella en la casa.</p>
-
-<p>&mdash;Eso es admirablemente caritativo, señor Seth, repuse yo
-alzando los hombros. Siento no haber reconocido antes de ahora
-á un hombre tan galante.</p>
-
-<p>&mdash;Algo te habria costado para reconocerme, replicó Seth bajando
-la vista, no me has visto jamás; pero la señorita Marta me
-ha pintado su amo, y el terrible incidente de ayer con tanta
-fidelidad, que á primera vista te he reconocido.</p>
-
-<p>Aquel virtuoso hostelero pronunció el nombre de Marta con
-una uncion estraña, y que mas tarde me vino á la memoria;
-hubiera puesto mas atencion en ello si un hombre de rostro inflamado
-no hubiese entrado bruscamente en la habitacion gritando:&mdash;Gran
-noticia, señor Truth; gran noticia señor Humbug:
-el intendente municipal de la ciudad acaba de ser condenado.
-Se le ha sorprendido en conversacion criminal con una actriz
-del Liceo, está obligado á pagar al marido diez mil dollars de
-daños y perjuicios.</p>
-
-<p>&mdash;Doctor, dijo Humbug, tomad la pluma, y concluyamos el
-resúmen: tenemos un diario bien nutrido, la venta está asegurada.
-Véamos:</p>
-
-<p class="center"><b>Derrota de las tropas federales</b></p>
-
-<p class="center"><i>3,000 muertos 6,000 heridos</i></p>
-
-<p class="center"><span class="smcapuc">ADMIRABLE DISCURSO DEL ELOCUENTE SENADOR DE MASSACHUSETTS,</span><br />
-¡VUELTA A LA LEY Y A LA LIBERTAD!</p>
-
-<p class="center"><i>Robos de la marina denunciados á la nacion</i>,<br />
-<b>Liga de las costureras</b><br />
-CONDENACION CRIMINAL DEL INTENDENTE DE LA CIUDAD.</p>
-
-<p>&mdash;Vamos, continuó, el dia es bueno, no hemos ladrado mal
-á los pícaros. Despues de esto, gritó, á la imprenta; componed,
-muchachos y dentro de un cuarto de hora izad el tablero.</p>
-
-<hr />
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_63" id="Page_63">[63]</a></span></p>
-
-<h2 id="CAPITULO_XI">CAPITULO XI.<br />
-<span class="smaller">De la máxima protectora,&mdash;que la vida privada debe ser sagrada.</span></h2>
-
-<p>Me habia acurrucado en mi sillon, reflexionando en mis
-adentros sobre el triste espectáculo que tenia á la vista. Anarquia
-devorante, espionaje jeneral, perturbacion universal, el
-gobierno en manos de todo el mundo, hé ahí esa prensa tan
-ponderada! Enregimentad pues, un pueblo con semejante enemigo
-á vuestro lado!</p>
-
-<p>&mdash;Eh bien, querido doctor, me dijo Truth con voz cariñosa,
-ya sabeis ahora como se hace un diario. ¿Os seduce?&mdash;¿sereis
-mi sucesor?</p>
-
-<p>&mdash;Nunca! jamás! respondí echando para atras mi asiento
-por un movimiento involuntario. Lo que veo me espanta; os
-jugais con todo lo que me han enseñado á mirar como respetable
-y sagrado. Que se ataque á un ministro ó á los diputados,
-poco me importa, estoy habituado á ello; en todos tiempos los
-ministros han servido de blanco á los señores folletinistas; el
-gacetero mas célebre es el que hecha abajo dos ó tres. Si hay
-paises y pueblos á quienes divierte esa destruccion, que les
-haga buen provecho! Les deseo dos ó tres revoluciones para
-curarlos.... Pero la vida privada, señor, debe ser sagrada, entendeis,
-completamente sagrada.</p>
-
-<p>&mdash;¿Quién ha dicho eso?&mdash;preguntó Humbug, con un aire
-pillo que no probaba sino su ignorancia.</p>
-
-<p>&mdash;Señor Humbug, respondí, es M. Royer-Collard, un gran
-metafísico, que jamás ha tenido ideas propias; pero que ha fundido
-en bronce y grabado en acero las ideas de otro. El es, el
-ilustre sábio, que ha pronunciado esta palabra de oro, que debiera
-fijarse en toda oficina de diario: <i>La vida privada debe
-ser sagrada</i>.</p>
-
-<p>&mdash;Vuestro gran metafísico ha dicho una necedad, respondió
-Humbug. ¿Acaso puede uno ser un pícaro en la vida privada
-y un Fabricio en la vida pública? ¿Qué es la vida privada?
-¿Dónde comienza, dónde concluye? Gritar al perro rabioso ¿es
-un ataque contra la vida privada ó contra la vida pública? Si<span class="pagenum"><a name="Page_64" id="Page_64">[64]</a></span>
-nuestra marina es robada por impudentes proveedores? es la
-vida privada la que se ataca denunciando al ladron? Si el honorable
-M. Little, rico con los millones de otro, quiere una vez
-mas despojar á los simples en provecho de su codicia insaciable;
-¿es atacar su vida privada decirle á M. Little que es un
-bribon?</p>
-
-<p>&mdash;Señor, dije á aquel impudente, vos no dudais cuanto podria
-responderos; pero bastará una palabra. Hé ahí al intendente de
-Paris que ha cedido á una desgraciada debilidad. Quizá ha caido
-en el lazo tendido por alguna sirena de baja ralea, y á no
-dudarlo, esta falta no la ha cometido en calidad de majistrado
-municipal.</p>
-
-<p>¿A qué viene ese ruido, ese escándalo, esa difamacion de un
-hombre cuyo error, no os concierne, al fin del cuento?</p>
-
-<p>&mdash;¿Para qué?&mdash;dijo Truth con una frialdad digna de Robespierre,
-para hacerlo presentar su renuncia. ¿Quereis que prediquemos
-en nuestras familias el respeto al vínculo conyugal y el
-horror al vicio, en presencia del adulterio entronizado en la casa
-municipal?&mdash;Eso no se puede. Es el honor de la vida privada
-lo que nos responde de la virtud pública. De otra manera,
-la política es una comedia donde cada uno lleva una máscara,
-desempeña un papel y se divierte en hablar de conciencia, de
-derechos, de deberes, sin creer palabra de lo que dice. Puede
-suceder que los pueblos niños se diviertan con esas farsas peligrosas,
-y que concluyen siempre mal; pero en América todo es
-sério. Que nuestros corrompidos vayan, si les agrada, á arruinar
-su salud, y comerse su dinero del otro lado del Atlántico: entre
-nosotros es necesario ser respetable para ser respetado.</p>
-
-<p>&mdash;Hé aquí una carta del intendente, dijo un empleado; presenta
-su renuncia.</p>
-
-<p>&mdash;Señor Truth, esclamé, todavia hay tiempo, detened la impresion
-del diario, haced desaparecer una sentencia que no concierne
-sino á un simple ciudadano, un juicio que va á hacer la
-deshonra de un hombre y la desgracia de una familia. Borrad
-de vuestro resumen esas líneas odiosas que hieren con una nueva
-mancha, y que la justicia no ha previsto, una falta escusable
-sin duda. ¿No hay mas que Catones en América?; y, ya que
-siempre hablais del Evanjelio, ¿no hay alguno entre vosotros
-que haya leido la historia de la mujer adúltera? En nombre
-del cielo, sed humano.</p>
-
-<p>&mdash;Yo no soy ni humano ni cruel, respondió Truth con su tono
-glacial; no soy una persona, soy un diario, es decir: un éco,<span class="pagenum"><a name="Page_65" id="Page_65">[65]</a></span>
-una fotografia. El resumen quedará como está; lo siento por
-el culpable; pero, yo tambien tengo una mision que cumplir, no
-transijo con la verdad.</p>
-
-<p>&mdash;Pero esa mision, esclamé indignado, os la dais vos mismo!</p>
-
-<p>&mdash;¿Es menos santa por eso? replicó el periodista. Comprended,
-pues, el papel que desempeño. En una sociedad enteramente
-ocupada de sus asuntos, de sus intereses, y que sin embargo
-se gobierna á sí misma ¿cómo se conserva la libertad?&mdash;¿Cómo
-se mantienen y engrandecen las ideas jenerosas? ¿Cómo
-se respeta el derecho, cómo se estima la virtud y se recompensan
-los servicios? Gracias á la prensa, invencion mas admirable
-todavia que la del vapor y la de la electricidad. Nosotros
-los periodistas, somos el éco de la sociedad, éco formidable,
-trompeta estrepitosa, que aumenta todos los ruidos, los esparce
-hasta los confines del hemisferio y va á despertar la conciencia
-pública mas embotada. El bien ó el mal, todo nos sirve; el bien,
-para hacer palpitar de gozo y de emulacion á todos los corazones;
-el mal, para sublevarlos de indignacion y de disgusto. Ayer
-habeis realizado un acto heróico.&mdash;En Rusia, en España ¿quién
-lo habria sabido?&mdash;algunos amigos, algunos vecinos, un barrio.
-Gracias á nosotros, treinta y un millones de hombres van á repetir
-el nombre del doctor Smith; tres millones de jóvenes envidiarán
-vuestro valor y se prometerán imitarlo. Hé ahí la obra
-de esos panfletistas, á los cuales estimais tan poco. Hoy dia se
-ha dado un escándalo, una falta cometida por un majistrado.
-La justicia ha condenado al hombre, la prensa condena el crímen
-y lo hace odiar y detestar por toda la nacion. Mientras
-mas grande es la caida, mas formidable es la leccion. Nuestra
-dureza apesadumbrará á una familia y herirá á algunas almas
-tímidas; salvará de una debilidad semejante á millares de hombres
-á quienes alentaria la impunidad. Sin duda alguna, nuestro
-rigor nos valdrá una enemistad mortal&mdash;¿Qué importa?&mdash;¿Pongamos
-en balanza nuestro deber y nuestro interés? Doctor,
-sed menos severo con nosotros.&mdash;Teniendo necesidad de estas
-cualidades para ser periodista, ¿cuántos hombres de estado
-serian capaces de desempeñar nuestra mision,&mdash;cuántos aceptarian
-resueltamente nuestros peligros y nuestra obscuridad?</p>
-
-<p>&mdash;Bravo, Truth! gritó Humbug; hablais como un libro, mi
-buen amigo,&mdash;como un libro que dice la verdad: <i>Rara avis in
-terris, nigroque simillima cycno</i>.</p>
-
-<p>&mdash;Hay ambiciones que se ocultan, repuse, furioso contra Truth
-y contra mí mismo (las palabras del sofista me habian conmovido);<span class="pagenum"><a name="Page_66" id="Page_66">[66]</a></span>
-tal se cree virtuoso haciendo alarde de severidad, que, en
-el fondo, sin saberlo, es juguete de su propio interés y corre tras
-la fortuna.</p>
-
-<p>&mdash;La fortuna, dijo Humbug, no ha sido hecha para los periodistas.
-Doctor, amigo, el mundo es un teatro donde figuran
-tres clases de personas: espectadores, actores, autores.
-Los espectadores, sois vos, es Green, es Rose, son todos esos
-buenas jentes que no tienen ni vicios ni virtudes y que viven
-á la sombra de su viña y de su higuera. Los actores son una
-banda celosa que se parece á todas las compañías de teatro.
-El ambicioso, los charlatanes elocuentes, el avaro, el cobarde,
-el tirano, el lacayo, todos desempeñan su papel con gran placer
-del público, que aplaude á menudo, silba algunas veces y
-paga siempre. Esos primeros actores necesitan hermosos trajes,
-palacios, oro, mucho oro. Conocen el capricho de la multitud
-y abusan de él. En cuanto á los autores, en cuanto al
-poeta que ha creado la palabra á la órden del dia, que ha escrito
-el aire en voga, ó inspirado un trozo de literatura, á ese
-se le arroja un pedazo de pan y se le desdeña. ¿Qué es la idea
-para los hábiles? nada mas que una escarapela, todo está en
-usarla apropósito. Gritad durante veinte años que la libertad
-es la salud de los pueblos, y no sois mas que un éco, odioso á
-los que mandan, importuno para los que sirven. Llega un dia
-en que el pueblo cansado quiere sacudir el peso que lo abruma,
-el primer temerario que inscriba en una bandera la palabra
-que habeis repetido veinte años, ese será el elejido de la
-multitud; honor, dinero, poder, todo será para él. Una hora
-hará la fortuna de ese primer papel; él no tendrá nunca bastante
-desprecio para el periodista oscuro que, con veinte años de sufrimientos
-y de peligros, le ha preparado su triunfo? El pueblo
-juzgará como el actor. ¿Quereis una moraleja para mi cuento?
-Paris va á nombrar un intendente; estad seguro que se
-pensará en todo el mundo, escepto en un solo hombre que honraria
-ese destino; ese hombre es Truth. El dia que muera en
-la demanda, si yo no estoy ahí, no tendrá dos líneas de elojio
-en su propio diario. ¡Hé ahí como se recompensa en América
-la virtud cívica! y sin embargo, somos el primer pueblo del
-mundo: <i>Ab uno disce omnes</i>. Juzgad ahora de nuestra ambicion.</p>
-
-<p>&mdash;Humbug, amigo mio, dijo Truth, ¿en nada contais el honor
-de ser amado y elojiado? La puerta se abrió por segunda
-vez, y se vió alargarse un hocico de garduña que no podia pertenecer
-sinó á M. Fox. Era él, mas risueño que nunca.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_67" id="Page_67">[67]</a></span></p>
-
-<p>&mdash;Señor Truth, dijo con su mas almibarada voz, ¿tendriais la
-bondad de anunciar en vuestro exelente diario que el honorable
-M. Little acaba de donar diez mil dollars al hospicio de
-niños, cinco mil dollars á los pobres de la ciudad y cinco mil á
-la biblioteca municipal?</p>
-
-<p>&mdash;El empréstito mejicano vá bien, dijo Humbug: Little es
-un judio piadoso que paga el diezmo al Señor.</p>
-
-<p>&mdash;El empréstito mejicano está abandonado, respondió Fox;
-M. Little se ha asegurado de que las garantías ofrecidas por el
-gobierno de Méjico no eran sérias.</p>
-
-<p>&mdash;¿De dónde viene esa jenerosidad sospechosa? preguntó
-Humbug: ahí hay una terrible especulacion en juego, y esos veinte
-mil dollars nos costarán caro.</p>
-
-<p>&mdash;Siempre sospechas,&mdash;interrumpí yo, y ¿por qué?</p>
-
-<p>&mdash;Es que soy un viejo periodista, respondió Humbug; creo
-en la virtud de los banqueros como en la simplicidad de los
-cuácaros.</p>
-
-<p>&mdash;Se os convertirá, viejo pecador, respondió Fox riendo.</p>
-
-<p>&mdash;¡Gran noticia en la Bolsa! dijo M. Eujenio Rose, volviendo
-á entrar.</p>
-
-<p>&mdash;El empréstito mejicano ha sido retirado, dijo Humbug,
-ya lo sabemos.</p>
-
-<p>&mdash;Pero lo que no sabeis es que el intendente ha presentado
-su renuncia, y que se propone á M. Little para reemplazarlo.</p>
-
-<p>&mdash;¡De veras! dijo Fox; eso no es posible. M. Little no me
-ha dicho ni una palabra; dudo aun que sus numerosos negocios
-le permitan desempeñar ese importante puesto.</p>
-
-<p>&mdash;Escelente Fox! esclamó Humbug, si tiene la inocencia de
-un cordero! Vos vereis, abogado honrado, como M. Little se decidirá
-á ese gran sacrificio.</p>
-
-<p>&mdash;Pero nosotros somos jentes delicadas, dijo Truth, y por
-nuestra parte, no le impondremos una carga tan pesada; combatiremos
-su eleccion.</p>
-
-<p>&mdash;¿Y por qué? esclamó Fox.</p>
-
-<p>&mdash;Ese, dijo Humbug, ese es el secreto de la comedia; no se
-pregunta.</p>
-
-<p>&mdash;De manera que, replicó Fox, os encontramos siempre contra
-nosotros, virtuosos puritanos, raza orgullosa é insaciable;
-pero que me condene si no vengo algun dia á quemaros en
-vuestro avispero, abejones inútiles que no sabeis sino fatigarnos
-el oido con vuestros odiosos zumbidos!</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_68" id="Page_68">[68]</a></span></p>
-
-<p>&mdash;Fox, amigo mio, dijo Humbug, no pongais mi paciencia y
-mi brazo á prueba: os haré pasar por la ventana.</p>
-
-<p>Fox no esperó una amenaza cuya ejecucion era demasiado
-cierta; por mi parte, salí, conmovido y turbado con todo lo
-que habia escuchado. La razon y la educacion me decian que
-la prensa es una arma cargada contra el poder y la sociedad;
-veinte veces los mas sábios ministros me han inoculado esta
-verdad preciosa; pero por otra parte, estaba impresionado por
-lo que habia de grande y de jeneroso en la conducta de Truth,
-de bravo y de decidido en el papel de Humbug. Tomar á pecho
-la causa de las gentes honradas contra todos los bribones,
-de que rebalza el mundo, estar todos los dias de caza, y perseguir
-sin descanso el robo, la injusticia la mentira, es algo sin
-embargo. Un pueblo que cuenta con tales hombres no es un
-pueblo vulgar.</p>
-
-<p>&mdash;Bah! díjeme espantando los escrúpulos vanos, esta es una
-escepcion. Lo mas acertado será suprimir los diarios; se dirá
-que es suprimir el remedio y no el mal; pero cuando el mal no
-tiene remedio, uno se resigna; si uno se muere, al menos muere
-sin quejarse. Es una gran ventaja... para los médicos.</p>
-
-<p>Iba á esa altura en mis reflexiones, cuando, del medio de la calle
-salió una voz que me llamó,&mdash;la voz de Susana. Se aproximaba
-en un <i>cabriolet</i> de dos ruedas, dirijido por Marta. El caballo era
-seguro, y Marta era una muchacha prudente que se servia mas de
-las riendas que del látigo; pero en el ángulo de la calle de
-Taitbout y de la calle de Helder, me equivoco, en la esquina
-de la sétima y octava avenida, hay un terrible empedradito,
-hecho, segun creo, por algun veterinario interesado, porque, hace
-diez años, no se pasa un dia sin que se caigan en él los caballos.
-El corcel de Marta estaba predestinado: al aproximarse
-á mí, la pobre bestia se arrodilló de repente; Marta fué
-arrojada por encima de la cabeza del caballo, Susana cayó en
-mis brazos, y del choque me echó en tierra, rodando ella conmigo
-por el suelo.</p>
-
-<p>Me levanté furioso y cubierto de polvo. Susana tenia el rostro
-arañado; Marta estaba ensangrentada.</p>
-
-<p>&mdash;¿Estais herida, Marta? esclamé.</p>
-
-<p>&mdash;No, señor, no es nada, dijo; la diestra del Eterno me ha
-sostenido; no tengo sino la punta de la nariz estropeada.</p>
-
-<p>Y hénos á ambos ocupados en desencillar y levantar el caballo.</p>
-
-<p>Cuando el caballo fué puesto al tiro&mdash;Pardiez! esclamé, es<span class="pagenum"><a name="Page_69" id="Page_69">[69]</a></span>
-una verguenza que una administracion municipal consienta hace
-diez años un rompe-cabezas semejante, á mi puerta, en la calle
-mas frecuentada de la ciudad. ¡Y de rabia me entré á la oficina
-del diario!</p>
-
-<p>&mdash;Doctor ¿qué teneis? dijo Humbug siempre riendo; habeis
-comenzado ya vuestra lucha electoral con Fox. A juzgar por
-vuestro traje, no habeis salido bien parado.</p>
-
-<p>&mdash;Lo que tengo, dije, es que es abominable que haga diez años
-que se deje un empedrado en semejante estado, es que mi caballo
-acaba de rodar, es que mi hija está herida en el rostro,
-es que la cocinera casi se ha muerto; estoy furioso, quiero quejarme,
-pido justicia. Estamos en Paris en América, la obtendré.
-La publicidad pondrá á todo el mundo de mi parte.
-Dadme una pluma y tinta, voy á dirijiros una carta severa, en
-que trataré á la administracion como merece.</p>
-
-<p>&mdash;Aquí teneis lo que deseais, dijo Humbug; y además un
-dollar.</p>
-
-<p>&mdash;¿Un dollar? ¿Para qué?</p>
-
-<p>&mdash;Pagamos siempre un dollar á los que nos traen un <i>hecho
-diverso</i>; no os hagais de rogar, doctor; guardadlo y ponedlo
-en un cuadro con la fecha. El os recordará que la prensa es
-la voz de todos, y que habeis comprendido esta gran verdad el
-dia que habeis sufrido.</p>
-
-<p>&mdash;Humbug, respondí, esas palabras que lanzais al viento con
-vuestra lijereza ordinaria, tienen mas alcance de lo que pensais;
-no las olvidaré. Por la mañana cuando lea el diario, cada queja
-me recordará un sufrimiento que mañana puede ser el mio,
-un mal que puedo cortar ó evitar, asocíandome al grito público.</p>
-
-<p>&mdash;Bravo! doctor, sois un gran filósofo. Cuando se abren
-vuestros ojos, gritais: <i>Et lux facta est</i>. No importa eso; pronto
-os apercibireis de otra verdad no menos grande: que en resumidas
-cuentas la libertad de la prensa no aprovecha sinó á las
-jentes honradas. Basta esto para enseñarnos cuales son sus
-enemigos.</p>
-
-<hr />
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_70" id="Page_70">[70]</a></span></p>
-
-<h2 id="CAPITULO_XII">CAPITULO XII.<br />
-<span class="smaller">Una candidatura en América.</span></h2>
-
-<p>Todas estas discusiones me habian perturbado. Cierto, yo no
-tenia la debilidad de renegar la fé política que me han dado los
-maestros de mi infancia; tengo horror á los renegados. Cuando
-uno se ha criado en el error, si la conciencia quiere que uno salga
-de él, el honor quiere, que uno persista; es el honor lo que siempre
-escucha un Francés. Me habria hecho descuartizar antes que
-confesar que esos Yankees tenian razon. Pero, en el fondo del
-alma, sentia que habia perdido mi primera inocencia; me habia
-servido de la prensa y no tenia ya derecho á sonrojarme. Descontento
-de mi mismo, dormí con sueño ajitado; así, cuando me
-desperté, era de noche todavia. Los sofismas de Truth y de
-Humbug habian penetrado en mi ánimo, como flechas en las
-carnes; buscaba en mi cama, respuestas que no encontraba,
-cuando de repente, en medio de la oscuridad y del silencio, oí
-una voz que me llamaba desde la calle. Era la voz de mi hija,
-un padre no se engaña.</p>
-
-<p>Ponerme mi bata, correr á la ventana, fué cosa de un segundo;
-me incliné para ver en la oscuridad de la noche. Mi cabeza
-tropezó con no sé qué obstáculo que estalló. Al instante
-una luz espléndida me deslumbró; gritos de alegria saludaron
-mi aparicion. La calle estaba llena de gente, un cartel inmenso
-cubria toda la casa; y mi cabeza metida dentro de una O jigantesca,
-daba á los pasantes un espectáculo ridículo. Papá,
-permaneced ahí, decia Susana, saltando sobre sus lijeros pies
-y batiendo palmas: todo París leerá el cartel. <i>Green for ever</i>
-repetian los Yankees mientras corrian. <i>A very good trick</i><a name="FNanchor_25" id="FNanchor_25"></a><a href="#Footnote_25" class="fnanchor">[25]</a>
-agregaban riendo hasta mostrar sus grandes dientes.</p>
-
-<p>Me vestí apresuradamente y bajé á la calle. París no era
-si no un inmenso cartel; los candidatos de todos los colores: azules,
-rojos, blancos, amarillos, verdes, rosados; ostentaban sobre
-las paredes sus servicios y sus virtudes. Mi casa estaba consagrada<span class="pagenum"><a name="Page_71" id="Page_71">[71]</a></span>
-al verde. El nombre de Green se estendia en mayúsculas
-de tres pies de alto; frente á mi, la imprenta habia subido
-hasta las nubes un inmenso cuadro, en el que se leia:</p>
-
-<p class="center"><b>CIUDADANOS</b><br />
-DE LA PRIMERA CIUDAD DEL MUNDO.</p>
-
-<p class="center"><i>¡Nada de banqueros!<br />
-¡Nada de abogados!<br />
-¡Nada de escaladores del poder!</i></p>
-
-<p class="center"><b>Nombrad al hijo de sus obran:</b></p>
-
-<p class="center"><i>¡Al patriota jeneroso!<br />
-¡Al comerciante heroico!<br />
-¡Al buen padre de familia!<br />
-¡Al hijo de París!</i></p>
-
-<p class="center"><b>¡Nombrad al honrado y virtuoso GREEN!!!</b></p>
-
-<p>Esta farsa democrática divertia á Susana; M. Alfredo Rose
-estaba á su lado, con el venerable boticario y sus otros ocho hijos.
-Enrique bailaba de contento como un niño que se encanta
-con el barullo; por mi parte tengo poco gusto por esas orjias
-populares: una frase las reasume: <i>Mucho ruido para nada</i>.</p>
-
-<p>&mdash;Vecino, me dijo el farmacéutico, ved ahí á nuestro capitan
-que vá al fuego; espero que nos dareis una mano; la oposicion
-es poderosa; no triunfaremos sino á fuerza de palabras y de
-accion.</p>
-
-<p>&mdash;Querido señor Rose, le respondí, con vuestro permiso, permaneceré
-en casa. En todo esto no tengo interés alguno. Soy
-un gran señor que tiene para dirijir sus asuntos un cierto
-número de intendentes que paga, sin tomarse siquiera el trabajo
-de elejirlos; lo que pasa entre mi jente no me concierne, ¿qué
-es un intendente municipal de Paris? Un caballero con casaca
-bordada que casa á las solteronas y á las viudas inconsolables,
-y que dos veces al año sube en carroza de gala para saludar al
-señor Prefecto y comer en la casa municipal. Esos si que son
-grandes honores, y por lo tanto, nunca se les compra demasiado
-caro; pero, ¿qué me importa eso á mí, simple particular, que no
-tengo mas privilejio que pagar un presupuesto que no voto?
-Y no sé á quien representa un intendente; pero de cierto no es
-á sus administrados. Así, pues, que lo nombre quien quiera;
-yo soy médico y no me incomodo por nada.</p>
-
-<p>Por toda respuesta M. Rose me agarró el brazo y me tomó
-el pulso.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_72" id="Page_72">[72]</a></span></p>
-
-<p>&mdash;Terrible doctor, me dijo, qué malos ratos me dais con vuestras
-eternas bromas; os he creido con el cerebro trastornado.
-Ciudadano de un pais libre, ¿es á vos á quien hay necesidad de
-decir que hoy dia están en juego nuestros mas grandes intereses?
-¿No es el intendente el primer personaje de la ciudad, el representante
-de nuestras ideas y de nuestros deseos? Policia,
-mercados, calles, escuelas, no es el intendente acompañado de
-nuestros consejeros, el que arregla todo, con la soberana voluntad
-que nuestro voto le confiere? Si tiene superiores en el Estado,
-¿los tiene en la ciudad? ¿Recibe órdenes de alguien? ¿No
-es él nuestro brazo derecho, nuestro órgano, nuestro ministro;
-no es á nosotros solos á quienes responde de sus actos y de su
-presupuesto? ¿Y quereis que semejante eleccion nos haga permanecer
-indiferentes? Por mi parte me preocupo muy poco
-de lo que hacen en Washington los señores charlatanes elocuentes
-del Oeste ó del Sud; pero Paris, es mi bien, es cosa
-mia; es la tumba de mi padre, es la cuna de mis hijos. Amo
-todo en Paris, hasta sus berrugas y sus manchas, amo sus viejas
-calles donde he jugado en mi infancia, amo sus nuevos <i>boulevards</i>,
-grandes arterias de la civilizacion, amo sus iglesias góticas
-que me hablan del pasado; amo sus esplanadas y sus
-escuelas que me hablan del porvenir. Para mi es, que cuarenta
-jeneraciones han enriquecido este pedazo de tierra; hay en
-esto una herencia que he recibido de mis padres, y que quiero
-trasmitir á mis hijos, despues de haberla embellecido. No
-permito que sin mi voluntad se toque una piedra ni una institucion
-de mi querida ciudad, de mi verdadera patria. ¡Soy
-Parisiense, Paris es mio!</p>
-
-<p>&mdash;Rose! amigo mio! esclamé, sois el Ciceron de los boticarios;
-pero la elocuencia tiene el privilejio de decir lo contrario
-de la verdad. No es sériamente que hablais de confiar á uno
-de nosotros, á un simple ciudadano la policia de semejante <i>Pandemonium</i>;
-se necesita aquí una mano firme é independiente
-que nos conduzca á pesar nuestro.</p>
-
-<p>&mdash;Papá, dijo Susana, porqué mortificais así al bueno de M. Rose?
-vos sabeis bien que el intendente es el que elije los <i>policemen</i>;
-vos mismo habeis hecho nombrar al que cuida vuestra calle.</p>
-
-<p>&mdash;¿Quizá tambien, agregué con aire de lástima, haceis votar
-los impuestos municipales por los que los pagan?</p>
-
-<p>&mdash;Sin duda, dijo Rose, ¿quién es el que tiene derecho á votar
-un gasto si no es el que lo sufre?</p>
-
-<p>&mdash;¡Tendreis un lindo presupuesto! ¡Hé ahí un bonito modo<span class="pagenum"><a name="Page_73" id="Page_73">[73]</a></span>
-de juntar millones! Y cuando abrís calles nuevas, ¿consultais
-tambien á los habitantes, á fin de conjurar contra vosotros el
-egoismo de los intereses privados?</p>
-
-<p>&mdash;¿A quién se consultaria entonces? preguntó el inocente boticario;
-supongo que las calles son hechas para nosotros, y
-nuestros intereses privados forman, reuniéndolos, el interés
-jeneral.</p>
-
-<p>&mdash;Perfectamente! perfectamente! esclamé riendo: todos han
-mamado la misma leche. Buen Dios! qué necesario seria embutir
-á martillazos en estos cerebros estrechos las grandes ideas
-de la civilizacion moderna! Si viesen los milagros de la centralizacion,
-comprenderian al fin que nuestros negocios nunca
-son mejor manejados que cuando pasan sin nuestra voluntad,
-á manos de aquellos que no tienen en ellos el menor interés!
-Y las escuelas, agregué, son tambien los padres de familia los
-que votan el impuesto y fijan la cifra del gasto? Tendria curiosidad
-de conocer el total.</p>
-
-<p>&mdash;El gasto de las escuelas, dijo M. Alfredo, apurado por hacer
-admirar su erudicion, todo el mundo lo vota; la educacion
-es la deuda comun; todos se hacen un honor en contribuir.
-Antes de ayer se estableció el impuesto de 1862: son dos dollars
-por cabeza, sin contar lo que dá el Estado.</p>
-
-<p>&mdash;Diez y seis millones de francos votados por un millon y
-seiscientos mil habitantes de Paris, para las escuelas de la gran
-ciudad! esclamé; eso jamás se ha visto y nunca se verá: es imposible.</p>
-
-<p>&mdash;Papá, repuso vivamente Susana; puesto que Alfredo lo
-dice, debe ser verdad.</p>
-
-<p>&mdash;Pues entonces, mis queridos amigos, dije á mi vez, es necesario
-aullar como los lobos. Si nuestros negocios son verdaderamente
-nuestros negocios, si Paris es nuestro y no del Estado;
-si votamos y consumimos nosotros mismos nuestro dinero,
-cosas todas increibles, enormes, contrarias á la esperiencia y al
-buen sentido, yo cedo á la locura comun! Un Parisiense que
-no es un estranjero en Paris, un Parisiense que tiene voto en
-el capítulo municipal, un Parisiense que habla y que se le escucha,
-es un fénix que no se vé sinó en América. Vamos á
-votar, y viva Green, intendente de Paris.... en Massachusetts!</p>
-
-<p>&mdash;Viva Green! gritó toda la pandilla, dirijiéndose á la tienda
-del especiero.</p>
-
-<p>&mdash;Papá, dijo Susana, abrazadme antes de partir. Sabeis,
-agregó al oido, que vuestro nombre figura en la lista?</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_74" id="Page_74">[74]</a></span></p>
-
-<p>&mdash;¿Qué lista, hija mia?</p>
-
-<p>&mdash;La lista de los oficiales municipales. En el <i>París Telegraphe</i>
-un comité de electores os propone, como inspector de
-calles y de caminos, al lado de M. Humbug á quien quieren
-nombrar juez de paz. Ved papá; y del bolsillo de su delantal
-sacó la señorita el diario. Qué pais aquel donde una jóven
-enamorada lée el diario y se interesa en las elecciones!</p>
-
-<p>Tomé el <i>París Telegraphe</i>; mi nombre escrito en grandes
-carácteres y acompañado de un elojio conveniente, figuraba
-en cabeza de la lista. Esto me hizo un efecto singular. Criticar
-al poder haga lo que haga, es cosa que entiendo, soy Parisiense.
-Vituperar y rezongar contra nuestros amos, es la única
-parte de libertad que el mismo gran rey no ha podido quitarnos:
-es el consuelo y la venganza de nuestro ócio político.
-Pero, administrar y mandar, obrar en vez de gritar, salir de la
-oposicion para encontrarla á su frente, y reducirla al silencio á
-fuerza de celo y de éxito, era para mi una perspectiva
-desconocida y encantadora; la ambicion comenzaba ya á filtrar
-en mi corazon. Pensaba que la víspera habia sido severo con
-Humbug (un diario es una influencia), y que quizá habia hablado
-demasiado rudamente á Rose y á sus hijos: eran diez electores!....
-Asi me apresuré á abrazar á Susana, y, corriendo hácia
-el boticario entablé con él una conversacion confidencial
-sobre unas píldoras admirables, inventadas por mí, píldoras
-destinadas á hacer una revolucion en la práctica, no menos que
-la fortuna del médico que las ha imajinado y del farmaséutico
-que las venda. Un extracto concentrado de manzanilla es un
-remedio heróico que sana en ocho dias la incurable y dolorosa
-enfermedad de las jentes de ingenio, la dispepsia. Yo aguardaba
-para la academia de medicina las primicias de este maravilloso
-descubrimiento; hacia diez años que tenia principiada
-mi memoria; pero cuando la ambicion nos invade, adios prudencia!
-La gloria académica dejaba de deslumbrarme; la inspeccion
-de las calles me abria la carrera política,&mdash;era candidato!</p>
-
-<hr />
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_75" id="Page_75">[75]</a></span></p>
-
-<h2 id="CAPITULO_XIII">CAPITULO XIII.<br />
-<span class="smaller">Canvassing<a name="FNanchor_26" id="FNanchor_26"></a><a href="#Footnote_26" class="fnanchor">[26]</a>.</span></h2>
-
-<p>¿Habeis estado enamorado, caro lector? os acordais cuán vivo
-era vuestro corazon, cuán ardiente vuestra mirada, cuán rápido
-vuestro pensamiento, cuán lijera la vida: en aquellos dias felices?
-Pues bien, entonces sabeis lo que es un candidato. A
-cincuenta pasos de distancia, á pesar de mi mala vista, reconocia
-electores que nunca habia visto; encontraba en un rincon
-de mi mollera la historia de una porcion de jentes á quienes
-jamás habia hablado, y no solamente su historia, sino la de sus
-mujeres, de sus hijos, de sus padres, de sus abuelos y de sus primos
-segundos. Echaba á diestra y siniestra promesas y apretones
-de mano. Familiar con los pequeños, modesto con los
-grandes, yo enderezaba todos los entuertos y componia todas
-las calles. Ciceron, implorando el consulado, no era ciertamente
-ni mas elocuente, ni mas jeneroso, ni mas afable que yo.</p>
-
-<p>Green se unió á nuestro cortejo; era, puede créerseme, un
-candidato bastante pobre. Los electores que lo habian puesto
-en camino no habian tenido buena mano; sin salir de la calle,
-les hubiera sido fácil elejir otro mejor. Un especiero no
-ha recibido esa alta educacion social que permite jugarse con los
-hombres y las cosas. Ninguna adulacion á la multitud, ninguna
-de esas promesas que se quedan en el fondo del escrutinio,
-ninguna de esas agradables mentiras que son los fuegos artificiales
-de ordenanza de todas las elecciones. Green era frio y
-tímido como un comerciante que hace un negocio, y que pesa
-cada compromiso. Cuando habia estrechado la mano de un
-elector diciéndole: <i>Haré lo que pueda</i>, ó, <i>la posicion es dificil</i>,
-ó, <i>nombrad á M. Little, si lo juzgais mas capaz</i>, ya le parecia que
-su papel estaba hecho. A los reproches afectuosos que le dirijia,
-me contestaba en un tono glacial: Mi conciencia no me
-permite hacer mas; no puedo ofrecer mas de lo que he de cumplir.
-¡Conciencia en un candidato! era un escrúpulo de almacenero!
-Cuando se quiere hacer fortuna, se encierra la conciencia<span class="pagenum"><a name="Page_76" id="Page_76">[76]</a></span>
-con doble llave la víspera de la eleccion, y no siempre
-se la saca al dia siguiente. En Francia todo el mundo sabe esto.</p>
-
-<p>Hubiérame muerto de fastidio en esta procesion electoral, si
-no nos hubiera acompañado el enorme y alegre Humbug.
-Siempre sobre el quien vive, siempre pronto á la respuesta, seguíanle
-la pista por las risas que dejaba en pos de sí. No siempre
-era agradable la acojida que nos hacian; en sus odios como en
-sus amistades, el Sajon muestra una ruda franqueza; la sal
-americana no es la sal ática. Pero Humbug era un admirable
-jugador de pelota: no habia broma que no recibiera devolviéndola
-del primer voleo. Una vez, tocados por él no volvian
-mas.</p>
-
-<p>&mdash;Green, candidato! es una verguenza, decia un egoista de
-semblante pálido y de facciones consumidas. ¿Figuraos al
-especiero en el consejo de la ciudad? Cuando toquen la campanilla,
-responderá: <i>Ya van, ya van, haced que os despachen.</i>
-Que se vaya al infierno, él y todo su séquito!</p>
-
-<p>&mdash;Al infierno, dijo Humbug! ¿qué le diremos á tu padre el fallido?
-que estás en tu tercera quiebra esperando la cuarta.</p>
-
-<p>&mdash;Green, candidato! reponia un dependiente de novedades,
-dandy de botas barnizadas que á cada palabra hendia el aire
-con su inocente varita; Green, un almacenero que no es capaz
-de distinguir un asno de un caballo!</p>
-
-<p>&mdash;No tengas cuidado, hijo mio, dijo Humbug, se te reconocerá
-entre mil.</p>
-
-<p>&mdash;Bella respuesta, y digna de un hombre que vive de su
-injenio.</p>
-
-<p>&mdash;Si no cuentas mas que con ese capital para vivir, no
-llegarás, hijo mio, á ser tan gordo como yo, respondió Humbug,
-continuando su camino en medio de las risas de la multitud.</p>
-
-<p>Entramos al Hotel de la Union; nos habian señalado á su
-dueño como uno de los electores influyentes de la ciudad. Pero
-en su casa, si el buen hombre llevaba las riendas, era su mujer
-la que le mostraba el camino. A la primera frase de Green,
-la fogosa matrona le cortó la palabra:</p>
-
-<p>&mdash;Maldita sea la política, dijo.</p>
-
-<p>&mdash;Maldita sea la hostería, respondió Green haciendo un profundo
-saludo á la señora.</p>
-
-<p>&mdash;José, gritó la imperiosa Juno, insultan á vuestra mujer,
-se os ultraja, y os quedais ahí como un imbécil. Teneis sangre
-de pavo en las venas.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_77" id="Page_77">[77]</a></span></p>
-
-<p>A esta voz terrible, José se quedó suspenso, abriendo tamaños
-ojos. En la calle creo que el bravo hostelero nos hubiera
-estrechado la mano de buena gana: su ancha cara, su lábio
-pendiente, su gran vientre, no anunciaban un rayo de la guerra;
-pero, en presencia de su mujer, juzgó prudente enfurecerse.
-Llevar la guerra al esterior, era el medio de conservar la paz en
-la plaza.</p>
-
-<p>&mdash;Que venga, ese hermoso candidato, gritó con un vozarron
-que trataba de hacerlo malo, tengo á su servicio un cabestro
-para colgarlo.</p>
-
-<p>&mdash;Muchas gracias, mi buen amigo, le dijo Humbug con tono
-almibarado, tendríamos escrúpulos de privaros de ese mueble
-de familia.</p>
-
-<p>Hénos á todos riendo mientras huiamos de aquel antro de Polifemo;
-pero estaba cortada la retirada. En el umbral de la casa, la
-señora, erguida como un centinela armado, detuvo á Humbug,
-y temblando de cólera:</p>
-
-<p>&mdash;Sabeis quien soy yo, le dijo.</p>
-
-<p>&mdash;Quién no os conoce y no os admira, repuso Humbug, enderezándose
-con fatuidad, sois una niña encantadora, que no
-habeis llegado todavia á la edad de la discrecion.</p>
-
-<p>Con lo que la saludó, dejando á la digna matrona mas muda
-y mas boba que la mujer de Loth en su última transformacion.</p>
-
-<p>Estas no eran sino escaramuzas; habian reuniones públicas
-donde se discutian los títulos de los candidatos; allí se daba la
-batalla y se decidia la victoria. Habia llegado el momento de
-separarnos; era necesario que cada uno contribuyera con su persona.
-Me asignaron el <i>Liceo</i>. Entré en aquel inmenso salon, donde
-se ajitaba una muchedumbre inquieta. En el acto me reconocieron,
-y llamaron, todas las miradas se fijaron en mi; el miedo
-me cojió, de buena gana habria renunciado á esa candidatura
-fatal que me entregaba al público. Ay de mí! era demasiado
-tarde.</p>
-
-<p>En frente á mí, un hombre trepado sobre un tablado hablaba
-y jesticulaba con estrema vivacidad; escuchábanle en
-silencio, y en seguida lanzaban hurrahs y gruñidos terribles:
-asi es, como se aplaude y se silva entre los Sajones.
-Aquel tribuno popular que sublevaba á su albedrio las pasiones
-de la multitud, era el abogado del banquero Little, era Fox,
-nuestro enemigo.</p>
-
-<p>Apesar de maldecir al perillan, me veia obligado á reconocer<span class="pagenum"><a name="Page_78" id="Page_78">[78]</a></span>
-en él cierto talento de que abusaba. Sério á la vez que chocarrero,
-tenia un modo de hacer el elojio de sus adversarios que
-los ponia en ridículo, un modo de ponderar sus candidatos que
-los realzaba á los ojos de todos. Concluyó por una rápida
-enumeracion de las riquezas que los bancos esparcian en América.
-Little se convirtió en un Júpiter que caia en lluvia de
-oro sobre el seno de una nueva Danae. A la voz del abogado,
-los caminos de hierro, los canales, los vapores vinieron á agruparse
-en torno del banquero para hacerle un cortejo electoral,
-mientras que con un jesto desdeñoso el orador nos mostraba
-al especiero nadando en su melaza ó confundido con la cuenta
-de sus sardinas y de su bacalao. Amigos de la paz, esclamó
-concluyendo, ¿nombrareis por jefe de la ciudad á ese fabricante
-de fósforos químicos cuya mercancia se encuentra en todos los
-incendios? Amigos de la libertad, ¿elijireis á ese vendedor de
-bacalao que alimenta á los esclavos del Sud, y que quebrará
-mañana si sus clientes, emancipados por nuestro valor, dejan
-de tomarle su mercancia envenenada? No, jamás descendereis
-á esa verguenza. Por mi parte, Yankee <i>pur sang</i>, amigo
-de la patria, orgulloso de todas nuestras glorias, antes que dar
-mi voto á ese hombre, preferiria mas bien votar por.... Se detuvo,
-guiñando el ojo y bajando la voz.... por el que, en su
-piedad universal, nuestras mujeres llaman <i>un pobre anjel caido</i>;
-no os lo nombraré.</p>
-
-<p>Una salva de aplausos saludó al orador; descendió de la plataforma
-recojiendo felicitaciones y promesas. En toda asamblea
-hay siempre una majada de bobos que siguen balando al
-último que habla. No le bastaba aquel éxito al traidor; se vino derecho
-á mí, me tendió una mano que no me atreví á rehusar y
-con voz que resonó en todo el salon. Doctor Smith, dijo, á
-vos ahora; juego limpio para todos, esa es la divisa del Yankee.
-Me levanté cubierto de un sudor frio; de todas partes
-gritaban: oid! oid! Aquel ruido, las miradas fijas en mí, el silencio
-que siguió, todo contribuyó á hacerme perder la cabeza; una
-nube roja pasó por delante de mis ojos; mi voz se apagó en
-mi garganta, todo mi cuerpo temblaba siguiendo los latidos de
-mi corazon. ¡Cuánto no hubiera dado por comprar la facundia
-de aquel miserable! Yo tenia ideas mas nobles que las suyas,
-un patriotismo mas sincero: pero el abogado tenia la costumbre,
-el oficio; y á mi, ciudadano de un pais libre, ni á hablar
-me habian enseñado. Estaba vencido, y vencido sin combate.</p>
-
-<p>Iba á enfermarme de cólera y de verguenza, cuando de repente<span class="pagenum"><a name="Page_79" id="Page_79">[79]</a></span>
-Enrique mi hijo, viéndome palidecer saltó sobre la plataforma
-é hizo señas de que queria hablar. El cuerpo derecho,
-la cabeza alta, los piés en escuadra, la mano izquierda metida
-en el frac abotonado, saludó graciosamente y esperó que el tumulto
-se apaciguára.</p>
-
-<p>&mdash;Es su hijo, es su hijo, decian de todas partes. Oid! oid!
-Todos miraban al niño con curiosidad; se hizo un silencio profundo,
-se hubiera sentido volar una mosca.</p>
-
-<p>&mdash;Ciudadanos y amigos, dijo con voz clara y penetrante, no
-vengo á combatir al terrible Goliat, al banquero Little; no son
-piedras lo que me falta, el Filisteo ha arrojado bastantes en
-nuestro jardin; pero no tengo de David sinó la juventud, no
-tengo la fuerza para medirme con ese adversario demasiado
-ejercitado; todo lo que ensayaré es defender á mi padre y á mi
-partido; estoy seguro que entre vosotros, nobles corazones, no
-hay uno solo que no diga: Ese jóven tiene razon.</p>
-
-<p>&mdash;Oid! oid! gritaban de todas partes: habla bien.</p>
-
-<p>&mdash;El honorable sollicitor, continuó mi hijo, recalcando la primera
-palabra, no ama la especieria. Esto me admira. Hace
-tal consumo de sal ordinaria que nos reputaríamos muy felices
-de ser sus marchantes. Que nos la dé y le daremos <i>de llapa</i> la
-azúcar que le falta. El azúcar modera la bilis; de otra manera
-todo se vé amarillo, y es uno injusto con sus compañeros de armas
-y sus amigos.</p>
-
-<p>No sé de donde sacaba mi hijo esa elocuencia de baja ley,
-pero era del gusto de aquella multitud ignorante: reian, aplaudian,
-las mujeres ajitaban sus pañuelos. En seguida respondian
-con una sonrisa: la asamblea era suya.</p>
-
-<p>&mdash;No hablaré mal de los banqueros, continuó mi tribuno de
-diez y seis años; los banqueros son como los dentistas, es necesario
-no hacerlos nuestros enemigos, quién sabe si mañana
-no tendremos necesidad de ellos! ¿pero debemos poner en sus
-manos los intereses de la ciudad? Recuerdo que mi abuela,
-una santa mujer de Connecticut, nieta de nuestros padres los
-peregrinos, me repetia amenudo que habia oido á sus virtuosos
-antepasados, que el banquero sostiene al Estado como la cuerda
-al ahorcado: estrangulándolo.</p>
-
-<p>&mdash;Tres gruñidos para los banqueros! gritó una voz estrindente,
-la voz de algun deudor perdido entre la multitud. Aquel
-grito tuvo éco, el salon tembló con esos aullidos que acariciaban
-mi oido paternal, como lo hubiese hecho una sonata de
-Beethoven.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_80" id="Page_80">[80]</a></span></p>
-
-<p>&mdash;Mi abuela, continuó el niño exitado por aquellos hurrahs,
-nos proponia enigmas para divertirnos en las noches de invierno
-al lado del fuego; Si, se metieran, decia ella, en un mismo
-saco un banquero, un <i>sollicitor</i> y un sastre, y se sacára á la suerte,
-¿quién saldria infaliblemente?</p>
-
-<p>&mdash;Un ladron, repitieron veinte oyentes, encantados de encontrar
-un recuerdo de la infancia. Enrique se aproximó á la
-orilla de la plataforma, puso un dedo sobre su boca, y dijo á
-media voz:</p>
-
-<p>&mdash;Esa es la palabra de que se servia mi abuela, pero hoy dia
-se dice: saldria un millonario afortunado.</p>
-
-<p>&mdash;Cierto, agregó, yo no quiero mal á la fortuna, espero hacer
-mi camino como cualquier otro.</p>
-
-<p>&mdash;Y tú irás lejos, mi pequeño jigante, gritó una voz gruesa
-que conmovió la asamblea.</p>
-
-<p>&mdash;Mostradme, agregó mi hijo animado por aquel sufrajio,
-mostradme una fortuna honorablemente adquirida, navíos enviados
-á la India, á Terranova, á las Molucas, saludaré en la
-persona de Green veinte años de trabajo, de cálculos y de economías.
-Pero esas riquezas de azar, esos millones ganados al
-juego en un dia, no me hableis de eso: es el bien de otro que
-pasa al bolsillo del mas hábil. Fortuna sin trabajo, es fortuna
-sin honor! (<i>Oid! oid!</i>)</p>
-
-<p>&mdash;Por otra parte, queridos conciudadanos, ¿es la fortuna lo
-que recompensais? ¿O es acaso, el valor y la abnegacion? ¿No
-es Green el noble capitan que penetró en una casa incendiada
-por salvar á vuestra mujer ó á vuestra hija, quizá? Ese
-niño que mi padre arrancaba ayer de en medio á las llamas,
-¿no lo habeis adoptado todos? ¡Oh vosotras, conciencia nuestra,
-vosotras, estrellas de nuestras almas, madres, esposas, hijas,
-hermanas, hablad, señora!: ¿por quién se debe votar? (<i>Oid,
-oid!</i>)</p>
-
-<p>&mdash;Amo á los valerosos que no temen entrar al fuego, continuó
-mi jóven Graco, pero no tengo inclinacion alguna á los
-que viven eternamente en él. No me admira que el caballero
-cuyo nombre no se dice, tenga todas las simpatías de
-nuestros adversarios: es muy natural que el honorable M. Fox,
-escoja su representante en su familia ó entre sus amigos; pero
-nosotros, que tenemos alianzas menos ricas, lo que necesitamos
-á la cabeza de nuestros negocios comunes, es un hombre
-honrado. Y ese hombre, no hay porque ocultarlo, es el
-hijo de sus obras, es el hijo de la ciudad, es Green.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_81" id="Page_81">[81]</a></span></p>
-
-<p>&mdash;Hurrah á Green! hurrah á Smith! gritó toda la multitud
-arrebatada por la emocion. La victoria era nuestra. Enrique
-me buscaba con los ojos en medio de aquella batahola. Iba á
-escapar á su gloria naciente, cuando un robusto cazador de
-Kentucky, uno de esos jigantes que se jactan de ser mitad caballo
-y mitad cocodrilo, alzó á mi hijo á fuerza de brazo, y le
-hizo dar la vuelta del salon. Fué una salva de aplausos capaz
-de voltear las paredes. Todos los hombres estrechaban la mano
-al jóven prodijio, todas las mujeres lo abrazaban. Yo queria
-gritar:&mdash;¡Soy su padre! Pero por segunda vez el miedo
-se me atravesó en la garganta, y suspiré diciendo por lo bajo:
-Ay de mí! no ser yo mi señor hijo.</p>
-
-<hr />
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_82" id="Page_82">[82]</a></span></p>
-
-<h2 id="CAPITULO_XIV">CAPITULO XIV.<br />
-<span class="smaller">Vanitas, Vanitatum.</span></h2>
-
-<p>Cuando la multitud se hubo escurrido, llevando á lo lejos la
-gloria y el nombre del futuro Webster, abracé á mis anchas
-al orador, y tomé de nuevo con él el camino de casa. Avergonzado
-del papel mudo á que me habia condenado mi ridícula
-timidez, no pude menos de zaherir un poco al Ciceron en
-ciernes.</p>
-
-<p>&mdash;Hola! bribonzuelo, le dije, ¿dónde has adquirido esa facilidad
-de charlar y esa seguridad que nada perturba? Improvisar,
-declamar, unir el ademan á la palabra, ese arte perdido
-desde la antiguedad&mdash;¿dónde te lo han enseñado?</p>
-
-<p>&mdash;En la escuela, dijo mi hijo. Tú lo sabes papá, tú que tantas
-veces me has hecho recitar mi <i>Enfield</i>.<a name="FNanchor_27" id="FNanchor_27"></a><a href="#Footnote_27" class="fnanchor">[27]</a> ¿He tenido
-aplomo? ¿He alzado el brazo mas arriba de la cabeza? ¿Estás
-contento?</p>
-
-<p>&mdash;¿Y todos tus camaradas charlan como tú?</p>
-
-<p>&mdash;Sin duda papá. Lindos ciudadanos serian los de un pueblo
-mudo! Hablar y jesticular nos es tan necesario como leer
-y escribir. No hay ninguno de nosotros que no esté destinado
-á ser algo en la sociedad, en el comun, en el Estado. Miembros
-de un <i>meeting</i> ó de una asociacion, electores, candidatos,
-majistrados, senadores, todos tendremos necesidad de dirijirnos
-al público: se nos habitúa, pues, desde la escuela. Improvisar
-no es dificil y es muy entretenido. En nuestras recreaciones,
-nuestro placer es discutir; he hecho ya cien discursos
-á mis futuros electores. Pero mi fuerte es el jesto. “La
-accion, dice Demóstenes, en mi <i>Enfield</i>, la accion! la accion!”
-Miradme, papá.</p>
-
-<p>Y héteme ahí á mi muchacho que se pasea declamando no<span class="pagenum"><a name="Page_83" id="Page_83">[83]</a></span>
-sé que discurso de lord Chatham contra la guerra de América.
-Camina, se detiene, alza los ojos al cielo, junta las manos, adelanta
-con puño cerrado, apoya un brazo sobre el corazon, y
-concluye por saltarme al cuello riendo á carcajadas; mientras
-que yo, su padre, incapaz de decir una palabra y de mover un
-dedo, permanecia confundido ante aquella perversidad precoz,
-fruto de una educacion mal sana. Mi hijo no era un prodijio, no
-era sino un Yankee criado demasiado hábilmente.</p>
-
-<p>&mdash;¡Desgraciado niño! le dije, puesto que te vas á la India,
-¿para qué te servirá ese arte de histrion? Pase todavía si fueras
-abogado.</p>
-
-<p>&mdash;Lo seré algun dia, papá, respondió Enrique. Dejadme
-ganar diez mil dollars allá; á mi vuelta estudiaré derecho, y
-me asociaré con un maestro esperto.</p>
-
-<p>&mdash;¿Y en seguida? pregunté admirado de esa jóven ambicion.</p>
-
-<p>&mdash;En seguida, papá, me haré nombrar representante en el Estado
-de Massachusetts, y seré senador.</p>
-
-<p>&mdash;¿Y en seguida?</p>
-
-<p>&mdash;En seguida, papá, seré diputado al congreso, y mas tarde
-senador de la Union.</p>
-
-<p>&mdash;¿Y en seguida?</p>
-
-<p>&mdash;En seguida, papá, seré ministro como M. Seward, si no
-puedo conseguirlo, seré presidente como M. Lincoln.</p>
-
-<p>&mdash;¿Y en seguida? esclamé, ocuparás sin duda el puesto de Lucifer;
-porque tienes la ambicion y el orgullo de un demonio!</p>
-
-<p>&mdash;Papá, repuso el niño, inquieto de mi vivacidad, todos mis
-camaradas piensan como yo. Nuestros maestros nos han dicho
-siempre que éramos la esperanza de la patria y que la república
-tenia necesidad de nosotros. Entrar en la carrera política,
-no es ambicion, es un deber. El ciudadano que vá mas lejos
-es el que sirve mejor á su pais.</p>
-
-<p>&mdash;Oh! los paganos, los paganos! esclamé: hénos aquí que volvemos
-á los escándalos de Atenas y de Roma. El primer deber
-de un cristiano, señor, es permanecer en su humildad, es
-huir de la política, es no mesclarse jamás en los asuntos de su
-pais, á menos que la autoridad no os obligue á ello.</p>
-
-<p>&mdash;Papá, no es eso lo que nos han enseñado en el púlpito. El
-domingo último, nos han citado á un papa, Pio VII, segun creo,
-que decia, cuando no era sino obispo, es cierto: <i>Sed buenos cristianos,
-y sereis buenos republicanos</i>. Todas nuestras libertades
-vienen del Evanjelio: Se nos ha repetido constantemente
-que la moral de Cristo conduce á la democracia, es decir á la<span class="pagenum"><a name="Page_84" id="Page_84">[84]</a></span>
-igualdad fraternal y al respeto del mas ínfimo individuo.
-<i>Amaos los unos á los otros</i>, ¿qué quiere decir esto, sino que el
-mas fuerte debe ayudar al mas débil con su fortuna, con sus
-consejos y con su abnegacion?</p>
-
-<p>Me tomé del brazo de Enrique.</p>
-
-<p>&mdash;Pobre niño enceguecido por la locura de tus maestros, le
-dije, mira á donde va la democracia.</p>
-
-<p>Delante de nosotros caminaba á pocos pasos de distancia, un
-hombre encajonado en unas planchas de madera. Sobre aquel
-cartelon ambulante se leia, escrito en grandes caracteres:</p>
-
-<p class="center larger"><b>EL LINCE.</b></p>
-
-<p class="center"><i>Diario de los Demócratas.</i></p>
-
-<p class="center">CIUDADANOS!</p>
-
-<p class="center"><b>Cuidado con los intrigantes y los necios!!</b></p>
-
-<p class="center">GREEN&mdash;SMITH&mdash;HUMBUG.<br />
-ó<br />
-EL RIDICULO TRIO DESENMASCARADO.</p>
-
-<p>&mdash;Dadme <i>el Lince</i>, dije á un vendedor de diarios.</p>
-
-<p>&mdash;Hélo aquí, señor, respondió el hombre con tono chocarrero;
-pero si quereis reir, os ruego que tomeis <i>el Sol y la Tribuna</i>,
-alli es donde vereis al <i>trio</i> fustigado lindamente.</p>
-
-<p>El <i>Lince</i> me bastaba, abrí aquella hoja execrable. Green era
-burlado cruelmente, á Humbug le decian verdades de á puño;
-pero á mí, gran Dios; ¿cómo me trataban? Qué de mentiras!
-qué de injurias! qué abominacion!</p>
-
-<p>Estregué ese miserable panfleto, iba á arrojarlo en el lodo,
-su verdadero lugar, cuando en el umbral de mi casa encontré la
-alegre cara é impertinente sonrisa de Humbug.</p>
-
-<p>&mdash;Triunfais, señor periodista, le dije metiéndole <i>el Lince</i> por
-las narices. Elecciones, hé ahí vuestras fiestas, vuestras saturnales
-de la calumnia.</p>
-
-<p>&mdash;La calumnia, dijo el hombron encojiéndose de hombros, es
-como el sarampion: cuando sale á la superficie, sana; cuando se
-resume mata.</p>
-
-<p>&mdash;Solo en vuestras democracias se imprimen semejantes infamias!</p>
-
-<p>&mdash;Ya lo creo! respondió el sofista, contento de tomar al vuelo
-una nueva paradoja. En las monarquias del Viejo Mundo, se
-guardan de imprimir la calumnia, la dicen al oido: es un medio
-mas pérfido y mas seguro. No atacan á las jentes de frente,<span class="pagenum"><a name="Page_85" id="Page_85">[85]</a></span>
-se defenderian: se las asesina por la espalda; es donde reinan
-sin rivales, la intriga y la mentira, alli es donde el principe es
-la primera víctima de ese veneno que él impide se exhale.
-<i>Summa petil livor.</i> La calumnia, doctor, es el flajelo y el
-castigo del despotismo; en un pais libre es una picadura de
-avispa; no se piensa en ella al dia siguiente.</p>
-
-<p>&mdash;Señor filósofo, dije secamente, leed ese diario; se trata
-de vos.</p>
-
-<p>&mdash;Razon mas para que no lo lea. Siempre es el mismo tema,
-con ocho ó diez sustantivos en epitetos pretencioso, para variar
-el estribillo. ¿Teneis la audacia de no seguir á los dóciles
-carneros que arrastran los hábiles guias? ¿os atreveis á tener
-una opinion propia y una voluntad? sois un <i>orgulloso soñador</i>
-y un <i>ambicioso fanático</i>. Decis la verdad á vuestros conciudadanos;
-¿quereis ilustrarlos sobre las condiciones de la libertad,
-premunirlos contra los peligros de la anarquia? sois un infame
-aristócrata, un <i>servil admirador de la pérfida Albion</i>. En
-otros términos, abrirle los ojos al pueblo es arruinarla industria
-de los conductores de ciejos y echar á la calle á jentes honradas
-que nada perdonan.</p>
-
-<p>¿Hablais francamente, llamais por su nombre los abusos, y
-á los que viven de ellos?&mdash;sois un <i>adulador de la multitud</i>, y
-<i>un cobarde demagogo</i>. Elojios irónicos si vuestra candidatura
-vá mal,&mdash;injurias groseras y comunes si triunfa: hé ahí la eterna
-cancion de los diarios y de los periodistas que no se respetan.
-Nos parecemos mucho á los órganos de Berberia. Ese es
-el placer de los envidiosos, de las comadres, y de las buenas
-jentes que tienen el oido falso. Es necesario ser induljente con
-las pequeñas miserias de la humanidad.</p>
-
-<p>&mdash;Leed el artículo, repuse impaciente; veremos hasta dónde
-llega vuestra dulzura.</p>
-
-<p>Una vez que hubimos entrado al salon, donde por fortuna
-estábamos solos, Humbug se puso á leer la injuriosa diátriba,
-mientras Enrique corria en busca de noticias.</p>
-
-<p>Green no tiene de que quejarse, dijo riendo el morrudo periodista.
-Por la manera ruda como le tratan, es claro que
-sus acciones suben en plaza. Las mias no van mal. Un <i>Falstaff
-descarado</i>, es cosa linda ese <i>Sileno avinado, á quien no falta ni
-su asno cuando el doctor esta ahí</i>, es de una mitolojia que hace
-honor á la erudicion del escritor. Todo esto es la <i>telum imbelle,
-since ictu</i> de un partido agonizante.</p>
-
-<p>&mdash;¿Porqué no se impide hablar á esos miserables?</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_86" id="Page_86">[86]</a></span></p>
-
-<p>&mdash;Doctor ¿habriais encontrado la piedra filosofal? Saber de
-antemano lo que esas jentes dirán es un secreto que se busca
-todavia; el único medio de evitar ese escándalo que os aterroriza
-es enmordazar á todo el mundo: remedio heróico que mata á
-las jentes para impedirles que vivan mal. ¿Es esa la medicina
-que poneis en práctica? Esos pillos, direis son pagados para
-ejercer un oficio innoble; abusan de la libertad, la prostituyen;
-convengo en ello, pero ese abuso nos garantirá el uso de
-nuestros derechos. Hay señoritas que abusan del derecho de
-pasearse por las calles, ¿encerraremos por eso á nuestras mujeres
-en un harem? Hay jentes que se matan por la glotoneria y
-la borrachera, ¿nos sujetareis por eso al réjimen de Sancho en la
-ínsula Barataria? Por miedo á un incendio, ¿prohibireis los
-avios de encender y los fósforos? Por miedo á un asesino ¿nos
-quitareis uno de los primeros derechos de los pueblos libres,
-el derecho de tener armas? Toda libertad arrastra consigo
-un abuso posible: toda fuerza y todo instrumento hace lo mismo.
-Suprimir la libertad para evitar el abuso, impedir el bien
-para impedir el mal, es hacerle el proceso á Dios mismo, y probarle
-que no entendia jota de la creacion.</p>
-
-<p>&mdash;Si no podeis evitar la calumnia, esclamé, castigadla; inventad
-suplicios terribles; herid al que me quita el honor como heris
-al que me arranca la vida.</p>
-
-<p>&mdash;Teneis abiertos los tribunales, respondió Humbug; pero el
-desprecio es una justicia mas pronta y mas segura. Mañana
-los electores os vengarán de las injurias de hoy dia. ¿Es cierto
-por otra parte que nos hayan calumniado? Por lo que á mí respecta
-no me siento herido.</p>
-
-<p>&mdash;No sé lo que teneis en las venas, le dije, arrancándole
-el diario de las manos. Oid como un anónimo cobarde se
-atreve á tratar á un hombre de mi posicion y de mi edad, en
-seguida os mostraré como se castigan semejantes infamias.</p>
-
-<p>Y con voz trémula de cólera leí lo que sigue:</p>
-
-<div class="blockquote">
-
-<p>“El doctor es un triple necio: Es un necio de nacimiento á quien
-treinta años de estudio han puesto mas necio todavia; no le faltaba mas
-que un ápice de ambicion para perder el poco sentido comun que el
-trabajo le ha dejado. Se conoce la locura de que padece este infeliz
-que no vé mas allá de sus narices. Estúpido admirador del pasado, su
-ideal es la vieja Europa; no vé nada mas bello que esas sociedades decrepitas,
-donde la tradicion romana ó el despotismo de la administracion
-ahoga toda independencia y toda vida. El sábio Smith, la gloria
-de veinte academias desconocidas, es uno de esos tembladores que el
-dia de la creacion, habria gritado: “Deteneos, mi Dios; vais á descomponer<span class="pagenum"><a name="Page_87" id="Page_87">[87]</a></span>
-el Caos!” Se parece á esos conductores de los caminos de hierro
-que dan la espalda al tren que los arrastra. No vé, no admira si
-no lo que huye y desaparece en la sombra del pasado; no siente que
-detras de él se levanta un sol y un mundo nuevo: el reinado del individuo,
-el triunfo de la libertad. Que semejante momia se quede en su
-gabinete de curiosidades y reciba la adoracion de los papanatas, nosotros
-no iremos á molestarlo allí; pero á la gran luz de la vida pública,
-¿qué harán esos ojos estinguidos, esa boca muda, ese brazo inútil? Lo
-que necesita nuestra jóven y gloriosa república, son hombres de nuestra
-época, banqueros que hagan avanzar la civilizacion creando dia á
-dia nuevas empresas y acciones, oradores que nos guien hácia los destinos
-magníficos que el porvenir nos reserva. Dejemos á los muertos
-sepultar á los muertos; vengan á nosotros los corazones que se abren á
-todas las grandes aspiraciones sociales, las cabezas que se ajitan con las
-cuestiones palpitantes de la actualidad. Que los bobos y los flojos voten
-por sus viejos ídolos, nuestros candidatos son los hombres que la
-Europa nos envidia, el hábil y jeneroso banquero Little, el elocuente
-y célebre abogado Fox!”</p>
-
-</div>
-
-<p>“Mañana la voz del pueblo, saliendo del escrutinio, como el trueno
-que sale de la nube, proclamará por toda la América la victoria de los
-elejidos de la Democracia: Viva Little, viva Fox!”</p>
-
-<p>&mdash;Bravo! dijo Humbug, estais picado doctor. Hé ahí un
-bello trozo; nada que ataque vuestro carácter; bromas un poco
-fuertes, es cierto; pero con cierto tacto, verbosidad, finura,
-sin hablar del estilo á la moda. El mozo que ha escrito
-ese trozo no es un imbécil.</p>
-
-<p>&mdash;Acompañadme á la oficina del <i>Lince</i>, dije á mi vez; y vereis
-como un triple nécio cachetea á un mozo de injénio; es
-una leccion que necesita ese señor.</p>
-
-<p>&mdash;¿Estais loco? esclamó el hombron levantándose de una
-pieza. Si otro que yo os escuchára, os harian dar una fianza
-de diez mil dollars ú os enviarian á la penitenciaria. ¿Nos tomais
-por los Pieles-Rojas? ¿Sois cristiano? En las soledades
-de Arkansas es donde los furiosos discuten revolver en mano;
-en Massachusetts no hay mas venganza que la de la ley. En
-un pueblo civilizado se habla mucho y se querella vivamente;
-pero no se asesina á un rival, ni tampoco se bate uno con él.</p>
-
-<p>&mdash;Salvajes! esclamé, que no conoceis ni el punto de honor
-siquiera!</p>
-
-<p>&mdash;Salvaje vos! repuso Humbug riendo. Verdaderamente,
-doctor, la picadura os pone feroz. Matar á las jentes ó hacerse
-matar por ellas ¿de qué puede servir eso á la causa de la
-justicia y de la razon? Un duelo no aprovecha sino al médico
-ó al sepulturero.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_88" id="Page_88">[88]</a></span></p>
-
-<p>&mdash;¿Qué haceis entonces, señor, cuando sois cobardemente insultado
-por un folletinista?</p>
-
-<p>&mdash;Mi querido doctor, respondió aquel candidato sin verguenza:
-repito en voz baja ó en alta voz un proverbio turco,
-cuya profunda sabiduría os recomiendo: <i>El que se pare á tirar
-piedras á todos los perros que ladren tras de él, no llegará
-nunca al fin de su viaje</i>. Con lo que, voy á ocuparme de mi
-eleccion y de la vuestra; haced otro tanto por vuestra parte;
-pronto olvidareis al <i>Lince</i> y su retórica.</p>
-
-<div class="poetry-container">
-<div class="poetry">
-<div class="verse"><i>Tu ne cede malis, sed contra audentior ito</i><a name="FNanchor_28" id="FNanchor_28"></a><a href="#Footnote_28" class="fnanchor">[28]</a>.</div>
-</div>
-</div>
-
-<p>Adios.</p>
-
-<hr />
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_89" id="Page_89">[89]</a></span></p>
-
-<h2 id="CAPITULO_XV">CAPITULO XV.<br />
-<span class="smaller">Un recuerdo de la patria ausente.</span></h2>
-
-<p>La llegada de mi mujer y de mis hijos dulcificó mi mal humor:
-las noticias eran buenas. Alfredo y Enrique habian recorrido
-todas las asambleas, recojiendo bravos y promesas.
-Jenny y Susana habian visto á todas sus amigas. Doscientas
-señoras, las mas respetables de la ciudad, llevaban al cuello
-mi fotografia en un medallon: la eleccion estaba asegurada.</p>
-
-<p>La alegria de nuestra modesta comida concluyó de curar
-mis heridas. Todos teníamos solo un corazon y un alma. Mi
-Jenny estaba mas animada que en el bautismo de su primojénito.
-He notado siempre que las mujeres son naturalmente ambiciosas;
-un marido jóven y bello, pero que no es nada, no
-tendrá nunca el arte de agradarlas largo tiempo; un marido
-viejo, recibirá sus mas dulces caricias si la fortuna ó la gloria
-corona sus cabellos blancos. Cuando al amor se une esa lejítima
-ambicion, la mujer se hace entonces, en toda la belleza de
-la palabra, nuestra verdadera mitad. Se vive, se piensa, se
-sueña á duo, es la felicidad perfecta en la tierra, felicidad casi
-desconocida en Francia, donde la moda priva á las mujeres de los
-gustos sérios, de las pasiones jenerosas,&mdash;felicidad comun en los
-Estados-Unidos, donde la opinion invita á las mujeres á tomar
-parte. Susana era mas ardiente que su madre: era mi sangre!
-no hablaba sino de mi eleccion. Es cierto que ella habia hecho
-de Alfredo uno de mis mas grandes electores; ocuparse de
-mí, era ocuparse de él.</p>
-
-<p>A la noche tuvo lugar una nueva demostracion electoral.
-Todos los bomberos, de gran parada y llevando cada uno una
-antorcha en la mano, desfilaron bajo nuestras ventanas, con
-música á la cabeza. Los jóvenes de la ciudad vestidos con
-uniformes y trajes diversos, los acompañaban con largas varas
-coronadas de linternas. En medio de aquel cortejo, un inmenso
-estandarte con un transparente iluminado mostraba á la multitud
-absorta dos especies de diablo negros saliendo de las llamas
-con dos rollos blancos. El nombre de Green y de Smith,<span class="pagenum"><a name="Page_90" id="Page_90">[90]</a></span>
-escrito debajo de las figuras, daba un sentido humano á aquella
-escena infernal, que aplaudian á su paso. La mujer y el niño que
-habiamos salvado eran conducidas en una volanta tirada por
-cuatro caballos blancos, y enteramente adornada con linternas
-é inscripciones. Era una marcha triunfal, una procesion digna
-de los bellos dias de Eleusis. De todas partes estallaban los
-gritos, los bravos, y algunas veces tambien ciertos gruñidos,
-ahogados inmediatamente por los hurrahs. La oposicion estaba
-vencida y derrotada por la belleza de nuestras invenciones. Era
-difícil que Little tratára de rivalizar con nuestras maravillas.
-¿Qué podia pasear por las calles? ¿Accionistas arruinados? No
-se seduce á un pueblo con ese espectáculo de todos los dias.</p>
-
-<p>A las diez, Jenny nos leyó la Biblia. Habiamos quedado
-en el quinto capítulo de Daniel, es decir, en la historia del rey
-Baltazar, y de la mano vengadora que escribió sobre la muralla
-la sentencia de muerte: <i>Mané, Thecel, Pharés</i>. Era para Marta
-una bella ocasion de profetizar; no dejó de hacerlo. De buen
-ó mal agrado, me comparó á Nabucodonosor y me condenó á
-<i>vivir con los asnos salvajes, y á comer la yerba de los campos,
-como un buey</i>, si alguna vez olvidaba que el Altísimo tiene un
-poder soberano sobre los hombres, y que instala sobre el trono
-á quien le agrada. La leccion me parecia un poco fuerte para
-un futuro inspector de calles; pero no hay quizá necesidad de
-ser rey para tener el orgullo y la insolencia de Nabucodonosor.
-¿Quién sabe si los empleados de Asiria no eran mas impertinentes
-todavia que su magnífico soberano?</p>
-
-<p>Me burlé de la sibila; sin embargo estaba conmovido con aquella
-candidatura, y demasiado conmovido para conciliar el sueño.
-Así, apenas subí á mi cuarto, cargué una pipa con escelente tabaco
-de Virjinia, y sentándome cerca de la ventana, traté de
-adormecer mis sentidos agitados.</p>
-
-<p>La calle estaba desierta, y la luna iluminando con su pálida
-luz las casas mudas y cerradas, aumentaba el misterio y la calma
-de la noche: todo dormia á lo lejos; todo callaba. El único
-ruido que turbaba aquel silencio universal, ó mas bien dicho
-que lo hacia sentir mejor, era el tic tac de un <i>cuco</i> colocado á los
-costados de mi cama. Arrullado por aquel canto monótono, embotado
-por el humo del tabaco, dejaba correr mis ensueños, cuando
-de repente el reloj se anunció. El rechinar de las poleas, el jemir
-de las ruedas y de los correajes anunciaban que iba á dar la
-hora. Me levanté para admirar aquella obra maestra de la relojeria
-alemana. A mi llegada un gallo de madera pintado, trepado<span class="pagenum"><a name="Page_91" id="Page_91">[91]</a></span>
-en lo mas alto del <i>cuco</i>, aleteó y lanzó tres gritos agudos. Debajo
-del gallo se abrió bruscamente una puerta, mostrándome á
-París, el Sena, y la casa municipal en 1830. La Fayette, con
-peluca rubia, frac azul y pantalon blanco, abrazaba á la vez á
-mi infante, un jendarme y una bandera tricolor sobre la que
-se leia en letras de oro: <span class="smcapuc">LIBERTAD, ORDEN PUBLICO</span>. Once veces
-sonó el reloj, y once veces el bravo La Fayette sacudió la cabeza
-y movió su bandera; en seguida la puerta se cerró y el gallo
-galo ajitó sus alas, gritó mas desapaciblemente que nunca, y la
-vision desapareció.</p>
-
-<p>Aquel recuerdo perdido, aquella divisa olvidada hace tanto
-tiempo, despertaron los sueños dorados de mi juventud. Cuánto
-palpitaban nuestros corazones en 1830! Pobres ignorantes, no
-sabiamos entonces que la libertad, como todas las queridas, aruina
-y traiciona á aquellos que la aman. <i>Libertad, órden público</i>;
-palabras terribles: <i>Mane, Thecel, Pharés</i> de los tiempos modernos!
-Hé ahí el enigma que, cada quince años, la esfinje de las
-revoluciones propone á la Francia, siempre pronta á devorar al
-Edipo que no adivina. <i>Libertad, órden público</i>, se diria que
-son dos enemigos inmortales, que, vencedores y vencidos á su
-vez, se entregan á un combate sin fin, del cual somos nosotros
-el premio. Llega un dia en que la libertad vence, el cielo resplandece
-de alegria y de esperanza, pero bajo la máscara de aquella
-divina sirena, es la anarquia la que triunfa, trayendo tras de sí
-la guerra civil, atacando todos los derechos, amenazando todos
-los intereses, haciendo retroceder de horror á un pueblo aterrado.
-En el dia, es el órden público lo que se instala, sable en mano:
-dando la paz, imponiendo el silencio, rompiendo bien pronto
-la valla y deslizándose por su propio peso al abismo donde cae
-todo poder que nada aconseja y que nada contiene. ¿De dónde
-nace que hace setenta años que un pueblo honrado, bravo é injenioso,
-no edifica sino ruinas, descontento y decepciones?</p>
-
-<p>¿Cómo es que en los Estados-Unidos, donde la libertad enloquece
-todas las cabezas, donde nadie habla de órden público
-la paz interior no es perturbada jamás? En aquella democracia
-turbulenta, en aquella multitud entregada á si misma, sin policia
-y sin jendarmes, ¿porqué no hay ni tumultos ni revoluciones?
-La América no tiene como nosotros, cien mil funcionarios alineados
-en batalla, una administracion admirable que dispone
-todo; no tiene frente á esa organizacion compacta, un pueblo
-docil, ordenado, ocupado, dirijido, reglamentado, y, sin embargo,
-es tranquila y próspera. La libertad, garantida en su<span class="pagenum"><a name="Page_92" id="Page_92">[92]</a></span>
-pleno ejercicio por la ley, castigada en sus escesos por la justicia,
-hé ahí el órden público para los Americanos. Su espíritu limitado
-no se ha elevado jamás hasta esa centralizacion tutelar
-que hace nuestra unidad y nuestra gloria. En aquel pueblo primitivo,
-no se ha separado la libertad del órden público, no se
-la ha personificado, no la han rodeado de formidables reductos
-y de cañones siempre cargados. Nada de administracion jerárquica,
-nada de policía preventiva, nada de ordenanzas, nada
-de funcionarios inviolables, nada de tribunales privilejiados.
-Nada de esa sabia mecánica, que en las naciones civilizadas
-rompe toda resistencia, y traba á todo individuo. La ley todo
-poderosa, el ciudadano dueño y responsable de sus acciones, el
-funcionario reducido al derecho comun, la administracion justiciable
-ante los tribunales, solo el juez intérprete de la ley: hé ahí
-todo el sistema. Es de una sencillez ridícula. No hay en aquel
-embrion de gobierno sino leyes y jueces, y sin embargo, la
-paz y la riqueza reinan por do quier. Es una estraña burla de
-la fortuna que nuestros grandes políticos no han conseguido
-esplicar todavia. ¿Cómo no se les ha probado ya á los americanos
-que son felices contra todas las reglas, y que deben envidiarnos
-nuestras revoluciones?</p>
-
-<p>Me dormí con estas bellas reflexiones.</p>
-
-<p>No sé cuanto tiempo hacia que descansaba, cuando me sentí
-bruscamente sacudido por una mano vigorosa. A mi lado, sobre
-mi cama, estaba un sarjento de jendarmeria. Su vista me
-alegró. Un jendarme! Yo estaba en Francia, volvia á encontrar
-á mi patria.</p>
-
-<p>&mdash;Arriba, arriba, señor Lefebvre, me gritó el sarjento,
-con un acento gascon que apestaba á ajos desde lejos.</p>
-
-<p>Miré de cerca á aquel amable mensajero; su figura no me era
-desconocida. Esa mirada, esa voz, esa risa sardónica,&mdash;era el
-terrible espiritista, Jonatas Dream, mi enemigo. Al aspecto de
-aquel traidor, mi gozo se cambió en terror.</p>
-
-<p>&mdash;¿Quién sois? ¿Qué quereis? pregunté yo. ¿Con qué derecho
-entrais de noche en casa de un pacífico ciudadano?&mdash;Mi casa
-es mi fortaleza.</p>
-
-<p>&mdash;Silencio, paisano, respondió el jendarme. No tengamos la
-sinrazon de razonar con la autoridad, que no razona, puesto que
-siempre tiene razon. Con lo que abrió su canana y sacó un
-rollo de papel sellado.</p>
-
-<p>&mdash;Número uno, dijo: Al señor Lefebvre; á él en persona ó á
-quien se diga serlo. Por haber tenido la imprudencia de criticar<span class="pagenum"><a name="Page_93" id="Page_93">[93]</a></span>
-en un papel público á la autoridad municipal, á propósito del
-empedrado de la calle: se le amonesta por primera vez, esperando
-se corrija.</p>
-
-<p>&mdash;Vaya una cosa fuerte, esclamé. En lugar de advertirme, la
-autoridad, haria mejor en dirijirme sus escusas y cambiar el empedrado.</p>
-
-<p>&mdash;Silencio, paisano, repuso el soldado. Como particular, no
-niego que el empedrado sea inferior: acabo de levantar dos bestias
-que se cayeron frente á esta puerta; pero como jendarme,
-declaro que vuestra queja es tan indiscreta como importuna. Si
-mi coronel me dijera: <i>Sarjento, mañana será de noche á medio
-dia</i>, yo responderia: <i>Está bien, coronel</i>, y meteria en la sala de
-policia al primer pilluelo que se atreviera á negarlo. La consigna
-dice que el empedrado es bueno; luego debe ser bueno;
-solo los malévolos por malicia culpable, pueden hacerse romper
-la nuca intencionalmente.</p>
-
-<p>&mdash;Cómo, dije indignado, ¿no tengo el derecho de criticar la
-autoridad que no hace su deber?</p>
-
-<p>&mdash;Al contrario, paisano, repuso el sarjento, quejaos; la autoridad
-francesa ama bastante que se la censure; pero es necesario
-ser político con ella. Vos no le habeis pedido permiso para
-criticarla. Habeis estado grosero, querido amigo.</p>
-
-<p>&mdash;Amigazo, os respeto, pero raciocinais como una canana. La
-autoridad ha sido hecha para nosotros, supongo, y no nosotros
-para la autoridad.</p>
-
-<p>&mdash;Error colosal, amiguito, repuso el jendarme con un aire de
-desprecio que me sublevó. Los que obedecen han sido hechos
-para los que mandan; los que mandan no han sido hechos
-para los que obedecen.</p>
-
-<p>&mdash;Pero nosotros somos la Francia, somos el pais.</p>
-
-<p>&mdash;El pais, amiguito, dijo el impasible sarjento, se compone
-de mariscales, jenerales, coroneles, capitanes, tenientes, prefectos,
-intendentes y otras casacas bordadas que yo respeto; el resto
-es un ato de conscriptos y de contribuyentes que debe obedecer
-y callarse....</p>
-
-<p>&mdash;¿<i>Sin murmurar</i>, no es esto? conozco esa cancion. Ah! si
-tuviésemos justicia!</p>
-
-<p>&mdash;No tendríais administracion, paisano; seríais un Iroques,
-como los ingleses y otros caníbales que hacen lo que quieren.
-No tendríais el honor de ser un civilizado y un francés.</p>
-
-<p>&mdash;Número dos, continuó. Al señor Lefebvre, por haber tenido
-la audacia de pasear de puerta en puerta su triste persona:<span class="pagenum"><a name="Page_94" id="Page_94">[94]</a></span>
-significacion del señor Prefecto, que lo destituye de sus funciones
-gratuitas de miembro de la oficina de beneficencia, esperando
-mejor conducta.</p>
-
-<p>&mdash;Toda candidatura es libre, esclamé.</p>
-
-<p>&mdash;Sin duda, respondió el jendarme, es libre; pero con la autorizacion
-de la autoridad.</p>
-
-<p>&mdash;Número tres. Al susodicho Lefebvre, por haber distribuido
-ó hecho distribuir boletines electorales que llevaban su nombre,
-ó el de ciertos <i>quidams</i>, igualmente desconocidos y escandalosos:
-obligacion de comparecer de hoy en ocho dias hábiles,
-ante los señores presidente y jueces que componen el tribunal
-de policia correccional, para responder por el susodicho Lefebvre,
-al delito de distribucion de impresos no autorizados.</p>
-
-<p>Cómo, ¿no puedo distribuir á mis electores el boletín que lleva
-mi nombre?</p>
-
-<p>&mdash;Lo podeis todo, amiguito, respondió el jendarme,&mdash;con
-autorizacion de la autoridad. Pero, como si no convenis en ello
-¿os imajinais que la autoridad protectora y tutelar ha de dejar
-hacer á los papanatas una tontera que dejeneraria en oposicion?
-ojalá fuese yo el gobierno, os encerraria debidamente, esperando
-mejor oportunidad!</p>
-
-<p>&mdash;Número cuatro. Al susodicho Lefebvre por haberse juntado
-públicamente á una pandilla de <i>quidams</i>, reunidos en una
-titulada asamblea electoral; lo que constituye un club, sino es
-una sociedad secreta, obligacion de comparecer ante el susodicho
-tribunal, para verse condenar á prision en virtud del artículo
-291, del Código penal, esperando otra resolucion.</p>
-
-<p>&mdash;Número cinco. Al susodicho Lefebvre, por haber incitado
-á su hijo menor á pronunciar en el susodicho club un discurso
-incendiario contra la honorable y discreta persona de M. Petit,
-candidato de la autoridad: obligacion de comparecer ante el susodicho
-tribunal, como fautor, complice y ademas como civilmente
-responsable del susodicho delito; esperando se corrija.</p>
-
-<p>&mdash;Qué ¿no tengo derecho para reunir mis electores, y no tienen
-ellos el derecho de saber lo que piensa su representante?</p>
-
-<p>&mdash;Tienen todos los derechos, amiguito, respondió el sarjento,
-pero siempre con la autorizacion de la autoridad. ¡Linda cosa,
-seria que en una caserna dejáran á los soldados reunirse y gritar
-sin permiso.</p>
-
-<p>&mdash;Pero nosotros no estamos en una caserna.</p>
-
-<p>&mdash;A palabras necias oidos sordos, repuso el jendarme. Sin
-embargo, paisano, quiero condescender hasta ilustrar vuestra<span class="pagenum"><a name="Page_95" id="Page_95">[95]</a></span>
-ignorancia profunda. Todo francés ha nacido soldado y ha sido
-hecho para esperar la palabra de órden. Cuanto mas mandado
-está, tanto mas contento se halla. Que no se altere la obediencia
-que hace su alegría. Si yo fuera gobierno, colgaria á todos
-los hablantines, esperando mejor oportunidad.</p>
-
-<p>&mdash;Número seis. Al susodicho Lefebvre, por haber cubierto
-ó dejado cubrir las murallas con carteles insignificantes y criminales;
-<i>item</i> por haber organizado ó dejado organizar una procesion
-revolucionaria, y preparado una asonada inconveniente,
-que habria estallado á no ser las precauciones y la vijilancia de
-la policía, que siempre tiene abierto el ojo; obligacion de comparecer
-ante el susodicho tribunal; para verse y oirse condenar á
-las penas dictadas por la ley, esperando se corrija.</p>
-
-<p>&mdash;Por favor, sarjento, esclamé, por favor, señor jendarme! soy
-víctima de un error. En Francia, sin duda, seré un gran culpable;
-pero estamos en América, soy inocente. Lo que es un
-crímen en Francia es un derecho en los Estados Unidos.</p>
-
-<p>&mdash;Hacedme merced de vuestros favores, respondió el inflexible
-jendarme sacando de su bolsillo algo que parecian esposas.
-Como particular, no tengo el corazon insensible, me lisonjeo de
-ello, pero, en este momento, soy el órgano de la ley.</p>
-
-<p>&mdash;Entonces la ley es una fanfarronada.</p>
-
-<p>&mdash;Silencio, rebelde, basta de conversacion.</p>
-
-<p>Si se les escuchára, serian todos inocentes como un recien
-nacido. Inocente ó no, <i>pekin</i><a name="FNanchor_29" id="FNanchor_29"></a><a href="#Footnote_29" class="fnanchor">[29]</a>, sospecho que eres sospechoso,
-y por precaucion te apaño.</p>
-
-<p>Diciendo esto, me apretó el brazo con tal fuerza que lanzé un
-grito de dolor. Ese grito me recordó. Gracias á Dios, era un
-sueño.</p>
-
-<p>Encendí el gas para sacudir aquella pesadilla abominable.
-Horror! en el fondo de la cama descubrí la sombra de un brazo
-amenazante, y ese tricornio y ese pompon que hacen palidecer á
-los mas atrevidos.</p>
-
-<p>Helado, temblándome el corazon, quedé inmóbil como un criminal
-que espera la sentencia de muerte. En aquel momento
-cantó el gallo del cuco, el gallo que hace huir á los malos espíritus
-de la noche; me dí vuelta hácia la pared.... y lanzé una
-carcajada. El brazo de que me espantaba, era el mio, ese tricornio
-era la sombra de mis cabellos alborotados; ese terrible pompon,<span class="pagenum"><a name="Page_96" id="Page_96">[96]</a></span>
-en fin, era la punta de mi.... No concluiré por respeto al
-pudor de mis lectoras.</p>
-
-<p>Apagué la luz, y volviéndome á mi cama:</p>
-
-<p>&mdash;Oh jendarme, esclamé, bravo y leal soldado, corazon sencillo
-y jeneroso, nadie mejor que tú representa el órden público
-en un pueblo que no concibe la autoridad sino en uniforme, y la
-paz sin una espada en la mano! Espanto del mendigante y del
-vagabundo, remordimiento del cazador furtivo, conciencia del
-hostelero y del vendedor de vino, relijion y moral del paisano,
-brazo derecho del señor Intendente, órgano del señor Prefecto,
-oh jendarme! yo te respeto y te amo; pero perdona las temeridades
-de mi fantasia; yo quisiera que algun dia la miseria no
-fuera ya un crímen; quisiera que la policía no impidiera el bien
-que superabunda por evitar el mal, que no es mas que la escepcion;
-quisiera que la libertad, devuelta á todos los ciudadanos,
-arrojase de nuestras leyes delitos que no lo son; quisiera en fin,
-(¡ho ministro de la autoridad no os encojais de hombros!) quisiera
-que solo la justicia te impartiese órdenes, y que tu mision
-vengadora se redujera á perseguir á los pícaros y á encarcelar á
-los bandidos denunciados legalmente!</p>
-
-<p>Yo sé, oh sarjento! cuanto te hará reir esta utopia americana,
-pero yo la lego al siglo vijésimo primero, como el pensamiento
-que, algun dia, inmortalizará mi nombre. Entonces pido que
-en mi ciudad natal, en medio de la plaza que reemplazará mi
-calle y mi casa, se me eleve un busto imajinario encima de una
-fuente sin agua, y que se grabe en ella la inscripcion siguiente:</p>
-
-<p class="center"><b>AL SOÑADOR</b><br />
-<span class="smcapuc">QUE<br />
-EN</span> 1862<br />
-<span class="smcapuc">PEDIA QUE LA JUSTICIA<br />
-SOLO TUVIERA<br />
-EL DERECHO DE ARRESTAR Á LOS CIUDADANOS<br />
-Y SOLAMENTE POR DENUNCIA LEGAL,<br />
-LA JENDARMERIA RECONOCIDA</span><br />
-14 <span class="smcapuc">DE JULIO</span> 2089.</p>
-
-<p>Y lego mi última pieza de cinco francos á la Academia de
-inscripciones y bellas letras, con los intereses capitalizados durante
-dos siglos, para que se redacte en <i>hebreo</i> en copto, sanscrito
-y siriaco, una idea, que el frances mal inclinado de nacimiento,
-no ha comprendido nunca, y que su idioma es impotente
-para espresarla: <i>Sub lege libertas</i>.</p>
-
-<hr />
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_97" id="Page_97">[97]</a></span></p>
-
-<h2 id="CAPITULO_XVI">CAPITULO XVI.<br />
-<span class="smaller">La eleccion&mdash;El sábado.</span></h2>
-
-<p>Llegó al fin la famosa jornada del sábado 5 de Abril, que
-debia hacer de un parisiense de la Chausée d’Antin, un miembro
-de la administracion municipal de Paris en Massachusetts.
-A las siete de la mañana, con un tiempo espléndido, se abrieron
-ciento veinte escrutinios en medio de una calma solemne. A la
-puerta de cada oficina se veian dos largas filas de electores, que
-con una paciencia y una decision enteramente sajonas, esperaban
-el momento de ejercer su derecho soberano. Habian cesado
-las querellas, los enemigos de la víspera cambiaban bromas
-y apretones de manos. Ante la resolucion de la mayoria todos
-se inclinaban de antemano, reservándose tomar la revancha al
-año siguiente.</p>
-
-<p>A medio dia se hizo el resúmen del escrutinio, la eleccion fué
-proclamada. Green reunió 116,735 sufrajios contra 78,622 dados
-á Little. Humbug obtuvo 146,327 votos, mientras que el
-desgraciado Fox no tuvo mas que 18,124; en fin, á pesar de
-algunos boletines disputados por escrutadores envidiosos, fuí
-nombrado por 199,999 sufrajios. Jamás inspector alguno de
-calles habia sido proclamado por una mayoria tan imponente.
-El efecto que produjo en Massachusetts fue grande, y mayor
-todavia en Inglaterra. Como el precio de los algodones acababa
-de subir, el <i>Times</i> declaró que los Yankees eran salvajes que
-no hacian elecciones sino á balazos, y sacó en conclusion que la
-democracia era ingobernable. El viejo Pam repitió el mismo
-tema en el parlamento: probó á los ingleses que eran el primer
-pueblo del mundo, y que, por falta de una aristocracia hereditaria,
-Jonatás no iba á la pretina de John Bull, verdad un poco
-dura, que el honrado John Bull dirijió con su modestia ordinaria,
-mientras votaba su mayor presupuesto.</p>
-
-<p>El amable Truth fué quien me anunció mi nombramiento;
-sentia mucho, me dijo, no anunciar al público esta buena noticia,
-pero, desde la víspera habia vendido su diario á M. Eugenio
-Rose y se retiraba de la política.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_98" id="Page_98">[98]</a></span></p>
-
-<p>&mdash;Haceis bien, le dije. Descansad, y largo tiempo, teneis necesidad
-de ello.</p>
-
-<p>&mdash;Descansar no es palabra americana, me respondió con una
-dulce sonrisa. Jóven ó viejo, enfermo ó sano, un Yankee trabaja
-hasta la muerte: es el deber del hombre y del cristiano.
-He seguido el consejo de Humbug, he vuelto á los estudios y
-á los gustos de mi juventud. La iglesia congregacionalista de la
-calle de las Acacias me invita á ser su pastor: he aceptado. Mañana
-entro en las funciones.</p>
-
-<p>Periodista ayer, pastor mañana, sois un hombre universal;
-cambias de profesion como de traje. ¿Qué sereis dentro de
-seis meses?</p>
-
-<p>&mdash;Lo que quiera Dios, respondió el nuevo ministro. Si
-Humbug estuviese aqui, él que ha sido á su vez plantador en
-el Oeste, soldado en Méjico, abogado en Filadelfia, periodista
-en París, y que mañana será majistrado, os diria con una de
-sus citas favoritas:</p>
-
-<div class="poetry-container">
-<div class="poetry">
-<div class="verse">Homo sum, humani nihil á me alienum puto.</div>
-</div>
-</div>
-
-<p>Vos mismo, doctor, erais sabio el otro dia, bombero antes de
-ayer, candidato ayer, sois hoy dia inspector de calles; el lunes
-sereis médico. Me parece que cambiais de papel con bastante
-facilidad. Hé ahí una de las grandes virtudes de nuestro bello
-pais. En la vieja Europa se nace y se muere en la piel de un
-personaje de comedia. Toda la vida es un soldado, juez, abogado,
-mercader, fabricante, nunca hombre. No se tienen sino
-las ideas estrechas y las preocupaciones de su oficio. Aquí, la
-profesion poco importa, es el sobre todo que uno se pone y saca
-segun las ocasiones: uno es hombre ante todo y en todas partes.
-Ahí es donde está la raiz de esa igualdad que hace nuestra
-gloria y nuestra fuerza. Clay era un molinero de Kentucky,
-Douglas y Lincoln plantadores de Yllinois, el jeneral Banks,
-el <i>muchacho de las canillas</i>, era un enfardelador de algodon;
-todos han llegado á ser hombres, por que han trabajado y sufrido.
-El que no ha hecho ensayos con la vida no sabe lo que
-ella vale. La lucha contra las cosas hace la educacion de la
-voluntad y la sabiduria del corazon. La aristocracia producirá
-almas delicadas, refinadas, enfermizas; el imperio del mundo
-pertenece á los advenedizos. ¡El porvenir es nuestro!</p>
-
-<p>&mdash;Truth, predicais á las mil maravillas. Cuando hablais
-siento que teneis razon; pero, cuando os habeis marchado y reuno
-mis recuerdos, vuestras teorias me dan miedo. Si yo tuviera<span class="pagenum"><a name="Page_99" id="Page_99">[99]</a></span>
-la debilidad de escucharos, me hariais olvidar todo lo que mis
-maestros me han enseñado. No importa, mañana iremos á escucharos.
-Debe ser orijinal, un simple cristiano hablando á
-sus hermanos y esponiéndoles el Evanjelio en el lenguaje de
-todos los dias. No me imajino el cristianismo republicano.</p>
-
-<p>Al instante que Truth se separó de mi, vinieron á buscarme
-para instalarme en mis nuevas funciones. Jenny, Susana, Alfredo
-y yo saliamos en una hermosa calesa junto con Marta, que
-tenia sin duda interés en vijilar mi orgullo; Enrique se puso al
-lado del cochero, Zambo trepó tras del coche; dos vigorosos
-trotones, como no se ven sino en América, nos llevaron á Montmorency,
-punto estremo de mi jurisdiccion. Tuvimos que detenernos
-mas de una vez; cada caminero estaba en su puesto, esperando
-al nuevo jefe; aseguré á aquellas buenas jentes mi benevolencia
-para con ellos, mientras mi mujer y mi hija prodigaban
-sus mas graciosas sonrisas. Habíamos nacido para ser príncipes.
-La sola cosa que me contrarió fué encontrar barreras de
-distancia en distancia. Reconocí en esto esa mezquindad democrática
-que hace pagar el servicio á los que aprovechan de él,
-para librar de la contríbucion á los que no hacen uso de la
-cosa; me prometí corregir aquel abuso, no conocido de la vieja
-Europa, y establecer en todas partes una igualdad triunfante.
-Por lo demas, este fastidio no llegaba hasta los magníficos ramos
-que los receptores de barreras, y los camineros ofrecian á
-Jenny y á Susana. El carruaje era una canasta; desaparecíamos
-en medio de las flores. Se nos arengaba como á reyes. Aquellas
-buenas jentes, que, seguramente, no sabian el hebreo, no dejaron
-de comparar á mi Susana con el lirio de los campos. Jenny
-se sonrojaba de placer, parecia una rosa esponjada. En
-cuanto á Marta, era una peonia; se hubiera dicho que la sangre
-iba á saltar de sus mejillas carmeses. Bufaba como un buey
-al fin del surco. ¡Oh mujeres, vuestro verdadero nombre, es
-vanidad! En cuanto á mi, muellemente estendido en un rincon
-de mi carruaje, no me dejaba embriagar por aquellos humos de la
-popularidad naciente; pero en mi alma, en mi conciencia,
-encontraba admirables los caminos; maldecia al miserable <i>mancarron</i>
-que la ante-víspera, habia tropezado en un empedrado
-mal conservado por camineros tan galantes.</p>
-
-<p>Llegando á Montmorency, el cochero, sin haber recibido órdenes,
-nos llevó derecho al hotel de la Rosa, en casa de Seth, hostelero
-el cuácaro. Alfredo y Susana no hallaron compasion cerca
-de aquel amigo de la bella juventud. En lugar de tratarnos como<span class="pagenum"><a name="Page_100" id="Page_100">[100]</a></span>
-á enamorados, nos hizo pagar doble un almuerzo demasiado
-malo. Reclamé; pero á su avidez natural, el hermano Seth
-reunia el mas insoportable de los vicios que dá la civilizacion: el
-pícaro era economista. Me hizo un sermon en tres partes, para
-demostrarme que vivir bien y barato, es la miseria de los pueblos
-sin comercio y sin industria, mientras que la carestia es la
-muestra de la civilizacion mas avanzada, la poblacion reduciendo
-la oferta, y la riqueza elevando la demanda. Llegará un
-dia en que el último de los Rothschild será el único que se encuentre
-en estado de pagar un huevo; ese dia marcará el apojeo
-de la prosperidad universal. Pagué para economizar, por lo
-menos tiempo y palabras. Guárdeme el cielo de discutir con
-esos fanáticos que no tienen mas que una idea. Conozco á los
-tales peregrinos. La Francia, sus arsenales, su marina, sus
-ejércitos, su gloria, sus derechos, todo lo entregarian al Gran
-Turco si él les prometiera la libertad........ de la carniceria.</p>
-
-<p>Eran las cuatro cuando nuestra caravana tomó de nuevo el
-camino de París. Con gran sorpresa mia cerraban con barras
-de hierro las puertas y las ventanas de la hosteria, como
-si la casa estuviese de duelo. Era un modo singular de
-festejar la aproximacion del domingo; pero en aquel pais, hecho
-al reves de los demas, es prudente no asombrarse de nada.
-El amigo Seth venia con nosotros á la ciudad; montaba un fornido
-caballo, al que hacia sombra con su ancho sombrero. A
-su lado sobre un jumento tordo, de larga cola, trotaba Marta,
-erguida, derecha, severa y majestuosa como un carabinero. Eran
-dos batidores que marchaban delante de nosotros para anunciar
-á los transeuntes nuestra entrada triunfal.</p>
-
-<p>Encontré al pacífico cuácaro, en la primera barrera querellándose
-con el receptor.</p>
-
-<p>&mdash;Os digo, gritaba este último, que no pasareis sino cuando
-hayais pagado el derecho. Sois dos; necesito veinte y cuatro
-centavos y no doce.</p>
-
-<p>&mdash;Amigo, respondia el hostelero, haces mal en calentarte la
-sangre; eso no es de un hombre racional ni de criterio. Mira tu
-tarifa, no me pidas mas de lo que la ley te permite exijir, de
-otro modo te harás culpable del crímen de concusion.</p>
-
-<p>&mdash;Hé ahí la tarifa, repuso furioso el del peaje; leed vos mismo,
-insoportable charlatan! Ocho centavos por caballo, cuatro
-centavos por hombre; ¿está esto claro ó nó?</p>
-
-<p>&mdash;Muy claro, dijo el cuácaro; asi tomo por testigos á estas
-respetables personas, que he pagado tus doce centavos.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_101" id="Page_101">[101]</a></span></p>
-
-<p>&mdash;Y aquella mujer, dijo el receptor, señalando á Marta que
-trotaba adelante.</p>
-
-<p>&mdash;Y bien, repuso Seth, con su imperturbable gravedad, esa
-mujer no es un hombre, su jumento no es un caballo, luego
-ella no te debe nada.</p>
-
-<p>Con lo que partió al galope, dejando atónito al encargado
-del peaje.</p>
-
-<p>&mdash;Espero, dije al receptor, que levantareis un proceso verbal
-contra de ese imprudente.</p>
-
-<p>No, señor inspector, respondió; perderíamos nosotros. Es
-uno de esos pillastres astutos que haria pasar un carruaje con
-cuatro caballos hasta por sobre nuestras leyes, sin ser nunca
-multado. Tiene de su parte la letra de la tarifa.</p>
-
-<p>&mdash;El espíritu de la ley lo condena, repuse; su pretension es
-absurda.</p>
-
-<p>&mdash;Entre nosotros, señor, respondió el buen hombre, la ley
-no tiene espíritu. No se conoce sino el testo. Si el juez interpretára
-la ley, se dice, seria lejislador; el derecho y el honor de
-los ciudadanos no tendrian ya garantia.</p>
-
-<p>&mdash;Ignorantes! esclamé. ¿No les han enseñado ni el <i>a</i>, <i>b</i>, <i>c</i>,
-de toda legislacion! Cuando hay duda en un asunto entre el
-fisco y un particular ¿no aprovecha la duda al fisco, que representa
-el interés general?</p>
-
-<p>&mdash;Nunca, señor, dijo el encargado del peaje. Siempre se sentencia
-á favor del ciudadano. Es necesario que el señor fisco
-tenga dos veces razon para ganar su proceso.</p>
-
-<p>&mdash;Qué hacer con semejante salvajismo? Me encojí de hombros
-y dí al cochero la órden de continuar su camino.</p>
-
-<p>Al entrar á la ciudad creí que la habrian cambiado en mi ausencia.
-Las calles y las plazas estaban desiertas; tras de nosotros
-se estendian gruesas cadenas que impedian la circulacion.
-Las ventanas ofrecian un estraño espectáculo: veíanse
-en todos los balcones botas alineadas en batalla y presentando
-las zuelas á los transeuntes, si es que habia transeuntes.
-Siguiendo con la vista dos de aquellas botas; concluí por
-apercibir unas piernas humanas, despues un cuerpo caido,
-y en fin, un cigarro, cuyo humo azulado subia al cielo. No
-podia esplicarme que delito se castigaba con tan cruel suplicio;
-Zambo á quien interrogué diestramente, me enseñó que era el
-placer ó la moda. Todos los sábados á la tarde, el Yankee trata
-de darse una aplopejia; algunas veces llega á conseguirlo.
-Cuánto mas prudentes no somos nosotros, los franceses, que en<span class="pagenum"><a name="Page_102" id="Page_102">[102]</a></span>
-nuestras salas de espectáculos no nos esponemos nunca sino á
-un principio de asfixia.</p>
-
-<p>Una vez en casa, me entraron deseos de concluir alegremente
-aquel dia feliz; rogué á Susana y á Enrique que cantaran mi
-aire favorito: <i>Lá ci darem la mano</i>, del D. Juan. Susana me
-miró y palideció.</p>
-
-<p>&mdash;¿Qué tienes? hija querida, esclamé; ¿estás enferma?</p>
-
-<p>&mdash;Padre, respondió, vuestro pedido es lo que me aterra.
-¿Quereis amotinar la ciudad bajo nuestras ventanas? ¿Quereis
-perder nuestra reputacion? ¿Olvidais que ha principiado
-el sábado y que nada debe turbar el reposo del Señor?</p>
-
-<p>&mdash;Buen Dios, me dije, ¿á caso al transportarnos á América,
-el traidor de Jonathan nos habrá cambiado en judíos?&mdash;Perdon,
-hija mia, dije á Susana, he sufrido una distraccion; los sucesos
-del dia me hacen perder la memoria! Anda á buscar mi gran
-Hipócrates, de la biblioteca; no me disgustará hacer descansar
-mi cabeza leyendo un poco de griego. No hay nada mas refrescante.</p>
-
-<p>Por toda respuesta, Susana se sentó sobre mis rodillas, pasó
-su mano por mi frente y me abrazó.</p>
-
-<p>Pobre padre, dijo, ¡cuán fatigado está! Ved, mamá, ha olvidado
-que la noche del sábado no se lee sino la Biblia.</p>
-
-<p>Decididamente, yo era judio sin saberlo. Lo que me hizo
-dudar un poco, fué que al abrir la Biblia de la familia, encontré
-en ella los Evanjelios y pude leer en San Marcos que <i>el sábado
-ha sido hecho para el hombre y no el hombre para el sábado</i>.
-Esta palabra me hizo reflexionar, pero para no herir á nadie,
-guardé para mí mis reflexiones, y dejando á las dos mujeres
-sumidas en su piadosa lectura bajé al jardin.</p>
-
-<p>La tarde estaba hermosa, los árboles exhalaban la frescura
-de su vejetacion naciente, el sol se ponia en una nube de oro:
-todo invitaba á soñar.</p>
-
-<p>Me sentia cansado, entré en mi kiosco chino, me eché sobre
-el divan y encendí un cigarro. Habia á un lado una butaca
-rústica que no servia de nada, coloqué mis piernas en el respaldar,
-y me apercibí para mi verguenza de que la moda americana
-tenia mucho de buena.</p>
-
-<p>Descansaba oculto detras de las persianas del kiosco, los
-ojos fijos maquinalmente en Zambo, que, en un rincon del jardin,
-machacaba pedazos de asperon para limpiar los cuchillos.
-El pobre muchacho estaba enteramente ocupado de su trabajo,<span class="pagenum"><a name="Page_103" id="Page_103">[103]</a></span>
-cuando Marta salió de la cocina, como una araña que se lanza
-sobre una mosca.</p>
-
-<p>&mdash;Hijo de Cham, dijo, quitándole el martillo de las manos,
-¿qué haces ahí?</p>
-
-<p>&mdash;Vos lo veis, señorita Marta, rompo piedras.</p>
-
-<p>&mdash;Desgraciado, esclamó ella, violas el sábado! Zambo huyó
-con aire lastimero, pasó cerca de mi retiro suspirando; en seguida
-apercibiéndose de que el gato de la casa habia cojido un
-pericote!</p>
-
-<p>&mdash;Cuidado, Pachá, le dijo resongando, si tú cazas ratas durante
-el sábado, te colgará Marta el lunes.</p>
-
-<p>Reia todavia de la tonta figura del negro, cuando dos personas
-vinieron á sentarse en un banco que estaba colocado delante
-del kiosco, y tan cerca de mí; que no perdí una sola palabra de
-sus discursos. Reconocí al amable Seth, que aprovechaba la soledad,
-el sábado y la noche para hacer un sermon á la bella
-Marta.</p>
-
-<p>&mdash;Querida hermana, decia con una gravedad grotesca y escuchándose
-cada una de sus palabras, hay tres cosas que me
-admiran sobre manera. La primera, es que los niños sean tan
-bobos que tiren piedras y palos á los árboles, con el objeto de
-bajar las frutas; si los niños se estuvieran quietos, llegaria dia
-en que las frutas caerian por si solas. Mi segunda admiracion,
-es que los hombres, en jeneral, y los americanos en particular,
-sean bastante locos y bastante malos para hacerse la guerra y
-matarse entre ellos; si se estuvieran quietos, todos se moririan
-naturalmente. La tercera y la última cosa que me admira, es
-que los jóvenes sean bastante irracionales para perder su tiempo
-corriendo tras de las muchachas con quienes quieren casarse,
-si se quedáran en sus casas é hiciéran fortuna, serian
-las jóvenes las que irán en busca de ellos. ¿Qué dices á esto
-Marta?</p>
-
-<p>&mdash;Seth, digo que tienes la sabiduria del rey Salomon, pero
-que tambien tienes su vanidad.</p>
-
-<p>&mdash;Marta, esclamó el cuácaro con voz enternecida, tienes tanto
-injenio como belleza.</p>
-
-<p>&mdash;Seth, respondió Marta, siempre sofocada, tú no piensas en
-lo que dices.</p>
-
-<p>&mdash;Y tú Marta, repuso el otro, no dices todo lo que piensas.</p>
-
-<p>&mdash;Bravo! dije para mí; en América se aman. Es un modo
-de aprovechar el sábado, que no se me habia ocurrido. Este
-pueblo de mercaderes que todo lo calcula, y que no vive<span class="pagenum"><a name="Page_104" id="Page_104">[104]</a></span>
-sino para enriquecerse, se ha condenado al descanso forzoso
-una noche por semana, á fin de pagar en ese dia la deuda de la
-juventud y del amor. Veamos como hará su declaracion Maese
-Seth.</p>
-
-<p>Despues de mil rodeos, el cuácaro enamorado llegó á la palabra
-que, segun todas las apariencias, era esperada hacia mucho
-tiempo.</p>
-
-<p>&mdash;Marta, dijo lanzando un profundo suspiro, Marta, ¿me
-amas?</p>
-
-<p>&mdash;Seth, respondió la buena cristiana, ¿no nos está ordenado
-amarnos los unos á los otros?</p>
-
-<p>&mdash;Si, Marta, pero lo que te pregunto, ¿es si tú sientes por mi
-algo de ese sentimiento particular que el mundo llama amor?</p>
-
-<p>&mdash;No sé que responder, balbuceó la tímida paloma; siempre
-he tratado de amar igualmente á todos mis hermanos, pero, si
-es necesario confesártelo, Seth, á menudo cuando me he replegado
-sobre mi misma, he pensado que en esa afeccion jeneral, tú
-tomabas mucho mas de lo que te pertenece.</p>
-
-<p>La confesion estaba hecha, no habia como desdecirse; oí,
-así lo creo, un besote que sellaba los esponsales cuando Marta
-lanzó de repente un grito de espanto y se trepó sobre el banco.
-Un perro enorme, un terra-nova, habíase lanzado bruscamente
-en medio del coloquio amoroso. Me levanté y apercibí en la
-sombra los dientes blancos de Zambo. El tunante reia á carcajadas;
-él era el que por vengarse de la cuácara, habia abierto la
-puerta de la casa y lanzado sobre Marta aquel tercero importuno,
-que la habia aterrado. Aunque me gustaba poco el cuácaro,
-no pude dejar de admirar su firmeza y su dulzura. Lejos
-de tener miedo del perro, le llamó y sacando de su bolsillo un
-pedazo de azúcar, lo ofreció al animal, que se dejó fácilmente
-seducir y acariciar.</p>
-
-<p>&mdash;Amigo, dijo el santo varon, hablando al perro que lo miraba
-moviendo la cola, has venido á perturbarme en el momento
-mas dulce de mi vida; otro que yo te hubiera castigado,
-muerto ó habria tenido derecho de hacerlo; yo te haré ver la diferencia
-que hay entre un cuácaro y la jeneralidad de los hombres.
-Por toda venganza, me contentaré condarte un nombre feo.</p>
-
-<p>Con lo que halagando al perro que saltaba tras de él para obtener
-un nuevo pedazo de azúcar, Seth condujo políticamente
-al animal hasta la puerta; en seguida cerrando de golpe la verja,
-gritó con todos sus pulmones: <i>¡Al perro rabioso! ¡al perro
-rabioso!</i></p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_105" id="Page_105">[105]</a></span></p>
-
-<p>En un abrir y cerrar de ojos desaparecieron todas las botas
-de las ventanas; millares de cabezas miraban y amenazaban al
-enemigo; las piedras, los palos, los muebles llovian como granizo
-sobre el animal; un tiro lo echó por tierra antes que llegára al
-estremo de la calle; cayó para no levantarse mas, lanzando un
-aullido que repercutió en lo íntimo de mi corazon.</p>
-
-<p>Furioso agarré á Seth por el cuello y lo eché fuera.</p>
-
-<p>&mdash;Miserable, le dije, no sé qué me contiene de gritar: <i>Al cuácaro
-rabioso!</i> para hacerte matar como ese pobre animal.</p>
-
-<p>&mdash;Amigo Daniel, respondió maese Seth recojiendo su sombrero,
-nos volveremos á encontrar.</p>
-
-<p>Y se marchó friamente.</p>
-
-<p>&mdash;Subid á vuestro cuarto, señorita, dije á Marta. ¿Qué haceis
-á esta hora en el jardin?</p>
-
-<p>&mdash;Dios mio, señor, dijo ella sollozando, yo no hacia nada malo:
-buscaba un yerno para mi madre!</p>
-
-<p>Me ahogaba de cólera: Ah! esclamé, cuántas jentes hay
-que se dicen y que quizá se creen virtuosas que obran como
-aquel cobarde hipócrita! Se tienen por hombres honrados y
-santos por que no tocan á su enemigo, pero lo hacen á un lado,
-dándole un feo nombre. Calumnia! calumnia! tú no eres
-sino la forma del asesinato en los pueblos que hacen alarde de
-su civilizacion: ¡Verguenza para los miserables que se sirven
-de esa arma envenenada, siquiera sea para matar á un pobre
-perro!</p>
-
-<p>Fatigado de mi elocuencia solitaria, me acosté, pero no sin
-pensar en la triste jornada que me prometian para el dia siguiente
-los primeros placeres del sábado naciente: Cuánto
-echaba de menos la franca alegria de los domingos parisienses.
-Franceses, esclamé, pueblo amable y caballeresco, deja á las
-naciones groceras que se glorifiquen de su industria febril y de
-su libertad fatigante. Arroja lejos de tí á esos indómitos demócratas,
-á esos soñadores melancólicos, que si los escucháras,
-harian de tí un rival del Inglés y del Americano. Amigo del
-vino, de la gloria, y de las bellas, tu lote es el mejor. Deja el
-imperio del mundo á esos trabajadores descoloridos que toman
-la vida á lo sério; conserva tu incorrejible y encantadora lijereza.
-Diviértete, francés; has la guerra y el amor; olvida el
-mundo y la política; que si reflexionas, no volverás á reir.</p>
-
-<hr />
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_106" id="Page_106">[106]</a></span></p>
-
-<h2 id="CAPITULO_XVII">CAPITULO XVII.<br />
-<span class="smaller">Viaje en busca de una iglesia.</span></h2>
-
-<p>Al dia siguiente, me levanté al amanecer. Un hombre público
-debe dar el ejemplo, y no me disgustaba hacer admirar á
-los Yankees el celo y la vijilancia de su nuevo edil. Mi paseo
-fué largo, el empedrado me pertenecia. Seguia con ojo celoso á
-todos esos pasantes que encajonaban el paso en hilera como los
-patos, y que cavaban un surco en mis veredas. La anarquía
-reina en la calle; cada uno vá donde quiere y como quiere: es
-un escándalo; no comprendo porque no se hace una ley para
-obligar á las jentes á caminar segun el deseo del gobierno. A
-la Francia, reina del órden y de la decencia, es á quien toca
-correjir el último abuso.</p>
-
-<p>Al llegar á casa, ví á Zambo, vestido de negro como un <i>gentleman</i>,
-con chaleco, corbata, medias y guantes de reluciente
-blancura. Parecia una gaviota. Apenas me reconoció, corrió
-á mí, ajitando impaciente los brazos.</p>
-
-<p>&mdash;Amo, gritó, todo el mundo está en los oficios: despachaos,
-se os espera.</p>
-
-<p>Y me puso en la mano un gran libro forrado en zapa y cerrado
-con broches de plata.</p>
-
-<p>&mdash;¿Las señoras están en misa? le pregunté.</p>
-
-<p>&mdash;¡En misa! dijo con aire asombrado. Mi ama es cristiana!</p>
-
-<p>&mdash;Imbécil! ¿acaso los católicos son turcos?</p>
-
-<p>&mdash;Amo, se dice que los papistas son como los paganos de
-Africa; tienen sus <i>vaudous</i>.</p>
-
-<p>&mdash;Qué cosa es un <i>vaudou</i>?</p>
-
-<p>&mdash;Amo, es un buen diocesito que uno mismo se hace, y que
-no es el verdadero buen Dios.</p>
-
-<p>&mdash;¿Sois bastante nécio, esclamé, para creer que los católicos
-adoran á un ídolo? Eso queda para vuestros salvajes del Senegal.</p>
-
-<p>&mdash;Amo, dijo él abriendo tamaños ojos, los papistas rezan á
-estátuas; yo los he visto con ambas rodillas dobladas ante
-ellas.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_107" id="Page_107">[107]</a></span></p>
-
-<p>&mdash;¿Y no habeis comprendido que lo que se invoca no son esas
-piedras, sinó los santos, de los cuales las estátuas son la imájen?</p>
-
-<p>&mdash;No soy un sabio, amo, dijo el negro con aire contrito:
-pero el ministro, que sabe todo, nos ha prevenido á menudo
-que no hagamos lo que los papistas, que adoran ídolos.</p>
-
-<p>&mdash;Oh predicadores! esclamé, en todas partes sois los mismos!
-Nada es mas fácil que conocer la fé católica: basta abrir un catecismo;
-pero el ódio no quiere ilustrarse; lo que le es necesario,
-es ultrajar la mas grande comunion del globo. Continuad
-esa obra abominable, digna de vuestro padre, el diablo. No
-seremos nosotros, los católicos, nosotros vuestras víctimas, los
-que hagamos uso para vosotros de esas represalias terribles de
-la calumnia. La verdad nos basta. Todos saben que Lutero
-y Calvino son dos pícaros que, por ambicion y codicia, han
-perdido al espíritu humano, embriagándolo de orgullo y de libertad.
-La mentira ha enjendrado la reforma; la reforma
-ha enjendrado la filosofia; la filosofia ha enjendrado la revolucion;
-la revolucion ha enjendrado la anarquía; la anarquía
-ha enjendrado............</p>
-
-<p>&mdash;Amo, dijo Zambo, incapaz de comprender mi santa cólera;
-si los papistas son cristianos, tanto mejor, me alegro de ello.</p>
-
-<p>&mdash;¿Por qué tanto mejor?</p>
-
-<p>&mdash;Porque Jesucristo murió por todos aquellos que lo invocan;
-él salvará á los papistas así como á los otros cristianos.</p>
-
-<p>&mdash;Zambo, amigo mio, le dije con un desden supremo por tanta
-sencillez, vos no sereis teólogo jamás. Id á vuestra iglesia:
-no os retengo. ¿Dónde están las señoras?</p>
-
-<p>&mdash;Mi ama, respondió, está en la iglesia episcopal<a name="FNanchor_30" id="FNanchor_30"></a><a href="#Footnote_30" class="fnanchor">[30]</a> con toda
-la gran sociedad de la ciudad. La señorita está en el templo
-de los presbyterianos.</p>
-
-<p>&mdash;¿Con su hermano, sin duda?</p>
-
-<p>&mdash;No, amo, con el hijo de M. Rose. M. Enrique está en la
-iglesia de los baptistas.</p>
-
-<p>&mdash;Muy bien, dije lanzando un suspiro; y vos, Zambo, vais
-sin duda á juntaros á Marta?</p>
-
-<p>&mdash;No, no, amo, esclamó: la señorita Marta es tunkeriana, yo,
-soy metodista. Nosotros, los pobres negros, que los blancos
-rechazan de sus templos, nosotros somos todos de la misma relijion.</p>
-
-<p>&mdash;Comprendo, teneis una iglesia negra y un cristianismo de<span class="pagenum"><a name="Page_108" id="Page_108">[108]</a></span>
-color. Id, amigo mio, y orad al Cristo á vuestro modo. En
-medio de esas sectas enemigas que se arrebatan los jirones del
-Evanjelio, el Señor reconocerá á los suyos. Mientras que Zambo
-se alejaba á grandes pasos, yo caminaba lentamente, con
-la cabeza agachada. El descubrimiento que acababa de hacer
-me aterraba. Mi casa, mi refujio en todos los sufrimientos,
-no era sino una Babel,&mdash;la madriguera de todas las herejías.
-El marido católico, la esposa anglicana, la hija presbiteriana,
-el hijo baptista, la sirvienta cuácara, el doméstico metodista;
-cada uno con una fé diferente y esperanzas contrarias! ¡Qué
-confusion! ¡Qué anarquía! ¡Tenia el infierno en mi hogar! Y
-sin embargo, Jenny me amaba con pasion, los niños no estaban
-contentos sinó á nuestro lado, la servidumbre me respetaba:
-yo no veia á mi alrededor sinó semblantes contentos y plácidos.
-Cada uno leia la Biblia á su modo, cada uno tenia su símbolo
-particular, y apesar de esto nadie reñia. En ninguna parte la
-unidad, en todo el amor, y la concordia. Era un desmentido
-dado á las ideas de mi infancia, un misterio que confundia mi
-razon.</p>
-
-<p>&mdash;No, me dije, no consentiré ese desorden moral. Hay ahí
-una paz mentida; esas flores me ocultan el abismo. Si esto continúa,
-estoy perdido. En mi casa, ó todos piensan como yo, ó
-se callan; necesito la uniformidad. No importa que yo sea un
-cristiano mediocre; soy católico, en cuerpo y alma, en la Iglesia,
-en el Estado, en la familia no debe reinar sino una sola ley,
-una sola voluntad. Si es necesario, emplearé rigores saludables;
-atemorizaré á mi mujer, amenazaré á mis hijos, espulsaré
-á los sirvientes; sacrificaré todo por imponer la obediencia ó el
-silencio. Soy Francés, ¡viva la unidad!</p>
-
-<p>En medio de aquellas sabias reflexiones pasaba el tiempo.
-Daban las diez cuando entré á la calle de las Acacias. Era
-una inmensa via que, en majestad y en lonjitud, no le iba en
-zaga á la calle de Rivoli, con esta diferencia que, de cien en cien
-pasos, un monumento griego, bisantino ó gótico elevaba altivamente
-hácia el cielo su campanario ó su cruz. En un pais donde
-cada uno se hace su relijion, es natural tropezar á cada paso con
-una iglesia.</p>
-
-<p>No era fácil reconocerse en aquel dédalo. Me dirijí á una
-buena mujer que caminaba cerca de mi, con su libro en la mano;
-la rogué me indicára el templo de los congregacionalistas.</p>
-
-<p>&mdash;Nada mas fácil, querido señor, respondió la vieja con una
-amable sonrisa. Es un poco lejos, pero con mis indicaciones<span class="pagenum"><a name="Page_109" id="Page_109">[109]</a></span>
-llegareis sin trabajo. No hagais caso de las iglesias que estan
-á vuestra izquierda; el templo de los congregacionalistas está á
-vuestra derecha. Contad los campanarios, no podeis equivocaros.
-La primera iglesia, añadió, con la volubilidad de una
-mujer que recorre su rosario, la primera iglesia es San Pablo,
-la capilla católica; la segunda, el convento de las Ursulinas; la
-tercera, la iglesia episcopal; la cuarta, el convento de capuchinas;
-la quinta pertenece á los baptistas, la sesta á los Holandeses
-reformados; la sétima á los luteranos; la octava á los negros
-metodistas; la novena es la sinagoga judia; la décima es el templo
-chino. Vedla allí con su doble techo, y sus campanillitas.
-Una vez allí, no tendreis mas que descender; encontrareis los
-memnonitas; despues de los memnonitas, los Alemanes reformados,
-despues de los Alemanes reformados, los amigos ó cuácaros,
-despues de los cuácaros los presbiterianos; despues de
-los presbiterianos, los moravos, despues de los moravos los
-blancos metodistas; despues de los blancos metodistas; los unitarios,
-despues de los unitarios los unionistas; despues de los
-unionistas, los tunkerianos. Contad en seguida cuatro iglesias
-la que se intitula por exelencia de los <i>cristianos</i>, en seguida
-la iglesia libre, despues la de Swedenborg, y en fin, la de los
-universalistas; tendreis por todo veinte y tres templos ó capillas;
-el vijésimo cuarto monumento, que poco mas ó menos
-está á la mitad de la calle, es la iglesia congregacionalista.</p>
-
-<p>Despues de haberme recitado esta retahila sin tomar aliento,
-la hada me hizo una graciosa reverencia y continuó su camino.</p>
-
-<p>&mdash;Pardiez! me dije, si el diablo perdiera su relijion (supongo
-que en el infierno tienen alguna razon para creer en Dios) la encontraria
-en esta calle. Hé ahí un pais donde el ministerio de
-cultos no debe ser una prebenda! En Francia, donde el Estado
-no tiene mas que cuatro relijiones (no cuento la Arjelia), la
-administracion tiene algunas veces sus horas dificiles; pero aquí
-¿cómo se hará para repartir el presupuesto y poner en paz á
-treinta Iglesias, que cada una tira por su lado, y que sin duda,
-se celan y se escomulgan cristianamente? Es este un problema
-que no me encargo de resolver. Viva la España! hé ahí un pueblo
-fiel á la tradicion y que ha conservado los verdaderos principios!
-El pais es un damero donde cada cosa tiene su casilla,
-donde el cuerpo y el alma son igual y uniformemente administrados.
-Gracias al matrimonio de la Iglesia y del estado, todo es
-fácil. Se tiene un obispo lo mismo que se tiene un prefecto, un cura
-lo mismo que se tiene un intendente; los funcionarios espirituales
-ó temporales tienen su puesto señalado en los mismos cuadros<span class="pagenum"><a name="Page_110" id="Page_110">[110]</a></span>
-y marchan al mismo paso. Nacimiento, bautismo, educacion,
-comunion, conscripcion, confesion, impuestos, prensa, defuncion,
-entierro, todo se dá la mano. La iglesia es la autoridad,
-la autoridad es la iglesia. Se excomulga á los desertores
-y á los periodistas, se condena á galeras á los heréticos. El
-pueblo, ese eterno niño, es conducido de grado ó por fuerza, y
-sin que él se entrometa, al punto que le han escojido, sin consultarlo.
-Policia admirable que hacia la felicidad de la cristiandad
-antes que el abominable Lutero hubiese desencadenado
-al mismo tiempo la libertad relijiosa y la libertad civil, doble
-peste de la que el mundo no se curará? Desde que se ha
-dejado á los hombres el cuidado de su alma y de su vida, no
-hay ya ni relijion ni gobierno.</p>
-
-<p>Llegué al convento de las Ursulinas, y entré. Encontrar
-de nuevo el culto de mi pais, era aproximarme á la Francia de
-la que me alejaba un hado celoso. La iglesia es otra patria;
-por lo menos, el destierro no nos espulsa de ella.</p>
-
-<p>La capilla era pequeña, pero estaba ricamente decorada. En el
-fondo del santuario, bajo un palio de paño rojo bordado de oro,
-una madona de mármol tenia al niño Jesus en sus brazos, y lo
-miraba con la ternura inefable de una Vírjen que acaba de dar
-á luz al Salvador. Plantas raras, flores desconocidas, manojos
-de lilas blancas rodeaban el altar que resplandecia de luces.
-El órgano dejaba correr sus vagas armonías; el incienso se elevaba
-en nubes atravesadas por un rayo de sol, mientras que
-detrás de una reja, cubierta por una cortina, las relijiosas y las
-niñas cantaban con voz dulce y lenta: <i>Inviolata, integra et
-casta est Maria</i>. En un instante, y como en un sueño, volví á
-ver mi juventud que habia huido, mis amigos que habian desaparecido;
-cai de rodillas, y lloré. No, no es idolatría la relijion
-que llega al corazon por los sentidos: ¿porqué, pues, nuestro
-cuerpo no ha de servir al Señor lo mismo que nuestra alma?</p>
-
-<p>Salí del convento y entré á algunos pasos de allí en la iglesia
-episcopal. Era la misa católica, menos bien dicha y peor cantada.
-A la hora de la plática, un ministro subió á una larga
-tribuna; tenia bajo el brazo un gran cuaderno que colocó delante
-de él y comenzó á hojearlo lentamente. Era un manuscrito
-de sermones para todos los domingos y todas las fiestas
-del año. Cuando el predicador hubo encontrado el discurso
-que buscaba, se puso sus espejuelos y en tono monótono comenzó
-su lectura, en medio de la profunda atencion de la asamblea.
-La que habia escojido, era la eterna encarnacion y la<span class="pagenum"><a name="Page_111" id="Page_111">[111]</a></span>
-consubstanciacion del Verbo, uno de esos misterios que desafian
-la intelijencia humana, y ante los cuales los fieles tienen
-que inclinarse. Pero, nada espanta la audacia de un teólogo;
-con un testo, una definicion y dos silojismos, convertiria á San
-Pablo y suprimiria la fé.</p>
-
-<p>A juzgar por el silencio que reinaba, el auditorio estaba
-edificado. Jenny tenia los ojos fijos en el lector y no perdia
-una palabra. Se hubiera dicho que comprendia hasta las citas
-latinas, griegas y aun hebraicas, de que la disertacion estaba
-rellena; no creia que la escolástica tuviese tantos encantos. Yo
-me marché despues del primer punto; tengo horror á esas discusiones
-estériles. Si se me quisiera demostrar lo que es indemostrable,
-me harian escéptico. Acepto el misterio; el me
-rodea por todas partes. En la naturaleza como en mi alma,
-siento el infinito que me invade, pero mi razon me dice que
-puedo sentirlo y no conocerlo, yo que no soy sino un átomo
-perdido en la inmensidad. Yo no veo la mano que me sostiene,
-y que sostiene tambien los mundos; me abandono á ella y
-la adoro. Para darse á nosotros, Dios no nos dice que lo comprendamos,
-nos pide que lo amemos. Pasando por delante de los
-Metodistas pensé en Zambo y entré por curiosidad. La reunion
-era numerosa y estaba bastante animada. Las negras,
-cubiertas de oro y de alhajas, ostentaban en los bancos la inmensa
-anchura de su velámen y los torbellinos de sus miriñaques;
-los negros cantaban con voz justa y quejumbrosa, alabando
-á Dios con todo el ardor de los corazones amantes. El
-ministro, un negro de elevada estatura y de figura respetable,
-tomó la palabra y pronunció un sermon que me instruyó y me
-conmovió. Donde habia recibido aquel negro la educacion
-teolójica, lo ignoro; era un antiguo esclavo, que la bondad de
-Dios, decia, habia rescatado de una servidumbre menos dura y
-menos vergonzosa que la del pecado; pero aquel esclavo habia
-sufrido y reflexionado: era un hombre! La vida le habia enseñado
-lo que no se aprende en la escuela; su lenguaje enérjico
-y familiar iba recto al corazon. Apercibíase uno de ello en
-los estremecimientos del auditorio.</p>
-
-<p>Al comenzar, hizo el elojio del metodismo, relijion bendecida
-del Señor, decía, á juzgar por las conquistas que hacía
-cada dia. Enumeró estensamente el número de fieles y las riquezas
-de las iglesias. Cuatro millones de comulgantes, doce
-mil pastores, diez y seis mil templos, setenta y tres millones de
-propiedades, tal era el fruto de un celo que no se dormia.<span class="pagenum"><a name="Page_112" id="Page_112">[112]</a></span>
-A la vieja Europa, que somete la Iglesia al Estado y la tiene en
-perpetua minoridad, él opuso la jóven América, que deja á los
-cristianos asi el cuidado de su culto como el de su conciencia.
-La libertad, decia, cuando está santificada por la relijion, hace
-milagros que el viejo mundo, enterrado en sus preocupaciones,
-no verá nunca. La Inglaterra, tan orgullosa de su opulencia,
-corrompe sus obispos, rodeándolos de un lujo pagano, y degrada
-á sus vicarios condenándolos á una miseria sin dignidad,
-mientras que en las Iglesias vivas de los Estados-Unidos, la
-jenerosa piedad de los fieles rodea de bienestar y de respeto á
-un ministro que todo lo debe á su grey. Un príncipe se cree
-un nuevo Constantino cuando por casualidad elije y dota
-una capilla: solo los metodistas del Norte han construido cuatrocientas
-cincuenta iglesias en el año de 1860. Los pobres
-negros de la calle de las Acacias tratan mejor á su capellan que
-lo que lo hacen los reyes de Occidente.</p>
-
-<p>&mdash;Pero, continuó con una mezcla de agudeza y de injenuidad,
-ese ministro, tan bien rentado, debe pagar á los negros, que lo
-han elejido, una deuda que los capellanes de los príncipes no
-siempre chancelan. Esa deuda, es la verdad. Oid lo que la verdad
-me obliga á deciros. El negro tiene el corazon fácil y la mano liberal;
-eso es bueno, eso es cristiano, pero algunas veces lleva tan
-lejos su jenerosidad, que pone en peligro su alma. Nunca, direis
-vosotros, hemos oido semejante cosa. Se nos repite que el cristiano
-espone su alma cuando cede á la avaricia, cuando se
-abandona á la codicia; pero, ¿quién ha enseñado nunca que el
-hombre se pierde por exeso de jenerosidad? Hermanos mios,
-yo os diré cual es esa libertad pérfida; es la misma que poneis
-en práctica en la iglesia en el momento en que escuchais el
-sermon.</p>
-
-<p>Si yo condenase la cólera ó la coqueteria, la borrachera ó la
-licencia ¿guardaria cada uno de vosotros para sí esta leccion?
-¿se aprovecharia de ella?&mdash;Bien, diria uno de esos hombres que
-se alimenta con aguardiente, reconozco ese retrato del bebedor;
-es de Samuel, mi primo, de quien habla el ministro. Vaya
-borracho, toma todo para tí. Bien, diria una de esas bellas Madianitas
-que, por enriquecerse con un traje nuevo, impulsa á
-su marido á mentir y á engañar. El ministro tiene razon de
-desenmascarar los vicios de mis vecinas. Tomad señorita Debora!
-Recojed, señora Ichabod! Todo es para vosotras, coquetas,
-nada es para mí. Asi es, hermanos mios, que de mis palabras
-vosotros no reservais nada para vosotros mismos; el primer<span class="pagenum"><a name="Page_113" id="Page_113">[113]</a></span>
-tercio se lo dais al prójimo, el segundo á vuestros amigos,
-el último á vuestro marido ó á vuestra mujer. Hé ahí el modo
-como la enseñanza del Señor es estéril, ved como perdeis vuestra
-alma por exeso de generosidad. Cristo es jeneroso, pero de
-otra manera; es un avaro que toma todo para sí: nuestros pecados,
-nuestras miserias, nuestras debilidades, nuestros sufrimientos;
-por eso lo vemos sobre la cruz, con la cabeza inclinada, respirando
-apenas como un hombre agoviado de dolor.</p>
-
-<p>¿Cuando, pues, hermanos mios, cuando le reclamaremos la
-parte del peso que nos corresponde?</p>
-
-<p>¿Cuando aliviaremos de esa carga á nuestro Redentor y á
-nuestro amigo, á Cristo, muerto por el esclavo y por el pecador?</p>
-
-<p>A este llamamiento la asamblea se arrodilló, y, en medio de
-las lágrimas, una formidable <i>Aleluya!</i> se alzó hasta el cielo.
-El movimiento fué admirable; me entristeció. No soy ni aristócrata
-ni plantador; creo que el negro no es un mono, puesto
-que tiene manos y que habla; pero, despues de lo que acababa
-de oir, comenzé á sospechar que el negro era un hombre como
-yo, y quizá mejor cristiano; este pensamiento me dió miedo.
-¡Zambo, hermano mio! Jesu-Cristo muerto por esas cabezas crespas!
-era mas de lo que podia soportar mi orgullo.</p>
-
-<p>&mdash;Si eso es cierto, decíame al salir, qué clase de crimen es
-la esclavitud! Esa guerra cívil que arruina al Sud, ¿no será el
-castigo con que Dios hirió á Cain?</p>
-
-<hr />
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_114" id="Page_114">[114]</a></span></p>
-
-<h2 id="CAPITULO_XVIII">CAPITULO XVIII.<br />
-<span class="smaller">Un chino.</span></h2>
-
-<p>Eran las once y media, Truth debia predicar á medio dia;
-apresuré el paso para llegar á buena hora á la asamblea congregacionalista,
-pero no pude resistir al deseo de visitar el templo
-chino. Tenia curiosidad de ver como habian acomodado el
-cristianismo los hijos de Confucio en un pais donde reina la
-anarquia relijiosa, madre de todas las demas. Una voz secreta
-me decia que un viejo pueblo gastado tendria mas tino y mas
-sabiduria que la jeneralidad de los protestantes.</p>
-
-<p>Al entrar, lanzé un grito de disgusto. Estaba en una pagoda
-budista frente á mi, en lo alto de una plataforma, en un nicho
-tallado y torneado estaba un espantoso figuron de madera
-pintado y dorado, con las piernas cruzadas. Era Buddha, con su
-vientre enorme, su cabeza calva, su chichon en la frente, sus
-grandes orejas y sus ojos tamaños. Cierto, soy liberal y me vanaglorio
-de ello. Hace treinta años que estoy suscrito al
-<i>Constitutionnel</i>, y no he cambiado desde entonces ni mas ni menos
-que mi diario. Como el, y sin saber porque, odio al jesuita,
-que es el distintivo de los espíritus fuertes; pero servirse de la
-libertad para entronizar la idolatria, eso es demasiado! Acepto
-el luteranismo, el calvinismo, el judaismo y hasta el islamismo,
-con tal que no salga de Arjelia; pero ir mas lejos ya no es
-liberalismo, es paganismo. Tanto valdria volver al culto de
-Mithra.</p>
-
-<p>En la pagoda no habia sino dos niños, dos horribles chinitos,
-colocados á cada lado de la plataforma. A la manera de
-tostadores de café, cada uno de ellos daba vueltas á un cilindro
-horizontal, orlado ó mas bien mechado de una multitud de papelitos.
-Era un culto enteramente nuevo para mi.</p>
-
-<p>El ruido de mis pasos hizo salir de una celda vecina á una
-especie de monje. Su túnica rojiza y remendada, sus piés desnudos,
-su cabeza afeitada, sus ojitos torcidos, su cutis amarillo
-y arrugado le daban el aspecto de una vieja disfrazada de capuchino;<span class="pagenum"><a name="Page_115" id="Page_115">[115]</a></span>
-era un bonzo. Acercóse á mi, y sin hablar me tendió
-un plato de madera; puse en él una limosna para librarme
-de aquel mendigante.</p>
-
-<p>&mdash;Gracias, hermano, me dijo en escelente inglés. Que el divino
-Fó,<a name="FNanchor_31" id="FNanchor_31"></a><a href="#Footnote_31" class="fnanchor">[31]</a> recompense tu caridad. Ojalá, que en la otra vida,
-no renazcas jamás bajo las facciones de una mujer ó de un chacal.</p>
-
-<p>Y dejándome suspenso el bonzo con su singular bendicion
-subió al altar, sacó de un pequeño armario algunos pedazos de
-papel plateado ó dorado, y los quemó bajo la nariz del ídolo.</p>
-
-<p>&mdash;¿Qué haceis ahí? le pregunté.</p>
-
-<p>&mdash;Hermano, respondió, acabo de cambiar la moneda de diez
-<i>centavos</i> en lingotes de oro y plata, y los he ofrecido al señor de
-la verdad.</p>
-
-<p>&mdash;Vuestros lingotes son de papel, y no valen dos ochavos.</p>
-
-<p>&mdash;¿Qué importa? dijo el monje, Fó mira la intencion, no el
-metal.</p>
-
-<p>&mdash;Ah! si nuestros ministros de hacienda fuesen Chinos! iba
-á esclamar; pero guardé para mi esa refleccion temeraria, y pregunté
-al bonzo que hacian aquellos niños, cuyo brazo era infatigable.</p>
-
-<p>&mdash;Ruegan por el mundo entero, respondió. En cada uno de
-esos papeles está escrita la sílaba sagrada; y diciendo esto, se
-prosternó gritando: OM! OM! OM! Cada uno de esos cilindros lleva
-un millar de esas santas divisas y hace cincuenta revoluciones
-por minuto, tres mil por hora, setenta y dos mil de sol á sol. Son
-pues, ciento cuarenta y cuatro millones de oraciones, las que se
-elevan cada domingo de solo este templo. Durante la semana
-hay muchas mas, hago dar vuelta mis cilindros á el vapor;
-pero el domingo, en este pais de infidelidad, hasta las máquinas
-observan el sábado, y me veo reducido á las manos de estos
-niños. Me dió horror la necia credulidad de aquel idólatra.</p>
-
-<p>&mdash;¿Cómo os sufren en una tierra cristiana? esclamé. Si existiera
-todavia la fé en Israel, haria mucho tiempo que os habrian
-esterminado, sacerdotes de Baal.</p>
-
-<p>&mdash;Porqué no nos han de soportar, respondió el bonzo con
-voz tranquila; la libertad es como el sol, luce para todo el mundo.
-Los Americanos envian misioneros á la China ¿porqué los
-Chinos no han de enviar misioneros á América? Dicen que la
-Francia ha hecho la guerra al hijo del Cielo solo por vengar la<span class="pagenum"><a name="Page_116" id="Page_116">[116]</a></span>
-muerte de algunos frailes legalmente asesinados por nuestros
-mandarines; agregan que ha restablecido en Pekin la iglesia católica
-cerrada tanto tiempo há; maldigo la sangre derramada
-por ambas partes, mi relijion tiene horror al asesinato y no conoce
-mas armas que la paciencia y la dulzura; pero bendigo la
-libertad conquistada, y pido que les haga tan buen provecho
-á los chinos como á los franceses.</p>
-
-<p>&mdash;¿Una pagoda en los campos Eliseos?</p>
-
-<p>¿Figurones oficiales?&mdash;Buen hombre, estais loco: en Paris, no
-necesitamos Chinos. Tenemos bastantes........ de porcelana.</p>
-
-<p>&mdash;Me parece, continuó el monje con una calma ridícula, que
-los derechos son recíprocos. Si es bello, si es justo abrir una
-capilla en Pekin ¿porqué ha de ser injusto abrir una pagoda en
-Paris, y predicar libremente la libertad?</p>
-
-<p>&mdash;Bonzo estúpido, esclamé arrebatado por un celo santo; ¿te
-atreves á hablar de verdad? ¿No sientes que tu doctrina es una
-mentira, y tu culto una idolatría? Si lo ves, eres un charlatan á
-quien es necesario castigar; si no lo ves,&mdash;el primer deber del
-Estado, es cerrarte la boca, para que con tu ignorancia no le
-eches á perder sus súbditos. La libertad del error, es la libertad
-del veneno, de la tea y del puñal; solo la verdad tiene el
-derecho de hablar.</p>
-
-<p>&mdash;Yo creia, dijo el Chino, que en Francia y en Inglaterra habia
-muchas iglesias cristianas, y hasta sinagogas judias.</p>
-
-<p>&mdash;Sin duda, que en Francia mismo el Estado paga todos
-los cultos reconocidos; porque la Francia, has de saberlo buen
-hombre, está á la cabeza de la civilizacion, ya se trate de libertad
-relijiosa como de todas las demas libertades.</p>
-
-<p>&mdash;El estado, continuó el bonzo, ¿reconoce entonces tres ó
-cuatro verdades relijiosas que se combaten y destruyen mutuamente?
-Para los cristianos, por ejemplo, Jesus es un Dios: ¿qué
-es para los judios?</p>
-
-<p>&mdash;Amigo mio, dije á aquel bárbaro, tengo lástima de tu ignorancia.
-Si tu pudieras comprender lo que es la verdad oficial,
-sabrias que ella vive de contradicciones. Es el sueño de Hegel
-realizado. La tésis y el antítesis se mezclan y se confunden en
-una sintesis admirable.</p>
-
-<p>El bonzo abrió sus pequeños ojos y alzó la cabeza hácia el cielo.
-Era visible que las grandes concepciones de la Europa civilizada
-no podian entrar en aquel estrecho cérebro. Hubiera creido
-que habia menos distancia entre un filósofo aleman y un Chino.
-Reproduje mi demostracion bajo otra forma, es decir que cambié<span class="pagenum"><a name="Page_117" id="Page_117">[117]</a></span>
-las palabras, sin inquietarme de las cosas: es el verdadero
-modo de adelantar una discusion.</p>
-
-<p>&mdash;La verdad que proteje el Estado, dije al infiel, no tiene
-nada de comun con la verdad vulgar. Es una verdad grande,
-comprehensiva, que abraza todas las comuniones nacidas de
-la Biblia, nuestro libro sagrado. El judaismo, el cristianismo
-y hasta el islamismo son ramos de aquella relijion primitiva,
-tan antigua como el mundo y que tiene de su parte el número,
-la moral, la civilizacion. Fuera de esas Iglesias, que se dividen
-el universo, no hay sino idolatría y barbárie. Convertiros á cañonazos,
-es nuestro derecho y nuestro deber. La verdad jermina
-en los surcos sangrientos que abre la guerra; el Dios de
-los cristianos es el Dios de los ejércitos, <i>Dominus Sabaoth!</i></p>
-
-<p>&mdash;Tú no eres Yankee, esclamó el fanático, cuyo ojos brillaron
-de repente con un resplandor estraño. Te observo desde que
-estás aquí. En la figura del Sajon hay algo del toro y del lobo;
-en la tuya hay algo del mono y del perro. Tienes miedo de
-la libertad, hablas de lo que no sabes y haces frases. Tú eres
-Francés!</p>
-
-<p>Y viéndome mudo de sorpresa:&mdash;¿Te atreves, dijo, á hacer
-del número la prueba de la verdad?&mdash;El número, le tenemos de
-nuestra parte. ¿Cuántos sois vosotros los católicos? Ciento
-treinta millones. ¿Cristianos? Trescientos millones á lo mas.
-Nosotros somos quinientos millones de budhistas; nuestra fé se
-estiende de Kamschatka hasta el mar Blanco, ella dulcifica las
-tribus salvajes, encanta á los Chinos y á los Japoneses, es decir,
-á pueblos civilizados ya, en un tiempo en que la Europa era un
-bosque y la América un desierto. ¿Hablas de antiguedad? Pero
-¿sabes acaso que en tiempo de Alejandro el budhismo habia tenido
-ya sus concilios, y que las inscripciones del rey Azoka, grabadas
-en las rocas de la India predicaban al universo la limosna
-y el sacrificio? ¿No sabes que el judaismo es una reforma de
-la relijion alterada por los bracmanes, y que los Vedas, los libros
-santos de nuestros antepasados, remontan á los primeros
-dias del mundo?&mdash;Dejemos á un lado el número y la duracion:
-son quizá accidentes felices. ¿Cuál es la relijion que ha predicado
-primero la pobreza voluntaria, la abnegacion y la caridad?
-¿Ignoras tú que Fó ha tenido quinientas cincuenta
-existencias, y que en cada una de esas encarnaciones se ha sacrificado?
-El se ha convertido en cordero para el tigre, en paloma
-para el halcon, en liebre para el cazador hambriento. ¿No
-has leido la historia de Vesavantara, dando por caridad sus<span class="pagenum"><a name="Page_118" id="Page_118">[118]</a></span>
-hijos y su mujer? ¿No somos nosotros la única comunion que
-por horror al asesinato, se abstiene de la carne y de la sangre
-de los animales? ¿Yo, no tengo un filtro ahí para beber mi agua,
-á fin de economizar la vida de algun arador invisible? De vosotros
-los cristianos se dice, que vuestra historia relijiosa no es
-sino una série de querellas, de guerras y de carnicerias. Víctimas
-hoy dia, mañana sois verdugos. Entre nosotros, los budhistas,
-no hay sino mártires. En dos mil cuatrocientos años,
-nuestra sangre ha sido derramada mas de una vez, se nos ha
-espulsado de la India; pero nuestras manos se han conservado
-puras. No tenemos nada que borrar de nuestros anales; ¿qué relijion
-puede decir otro tanto?</p>
-
-<p>&mdash;Vuestro Evanjelio anuncia una doctrina admirable; lo sé
-y no juzgo de la fé de los cristianos por su conducta. Las palabras
-y los sufrimientos de Cristo me han conmovido hasta lo
-íntimo del corazon. Pero me han criado en otras ideas: me he
-consagrado hace veinte años á una vida de pobreza que me sostiene
-y me consuela. Como vosotros, los cristianos, he conservado
-la fé de mis padres; como vosotros, no puedo acusar á mis
-abuelos ni de mentira ni de error. ¿Cuál de nosotros se engaña?
-¿Cual de nosotros tiene la verdad de su parte? Lo ignoro, y no
-deseo sinó ilustrarme. Concluyamos con el reinado de la violencia,
-acabemos con la ignorancia y el desden; demos pleno
-curso á todas las creencias; dejemos á la razon hacer la obra que
-Dios le ha confiado.&mdash;A la luz del dia desaparecen todas las
-sombras. Abandonada á si misma, la relijion que venga de
-los hombres se deshará como la nieve: la que venga del Cielo
-se elevará como una encina y cubrirá la tierra con sus ramas.
-Abrid el mundo á la palabra: tengo fé en la libertad; porque
-tengo fé en la verdad.</p>
-
-<p>&mdash;Tú no eres sino un Chino, le dije; y alejándome con un paso
-majestuoso, dejé á aquel miserable confundido con mi superioridad.</p>
-
-<hr />
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_119" id="Page_119">[119]</a></span></p>
-
-<h2 id="CAPITULO_XIX">CAPITULO XIX.<br />
-<span class="smaller">Un sermon congregacionalista.</span></h2>
-
-<p>Cuando llegué á la asamblea, aun no habian comenzado los
-oficios. Nada hay tan triste como un templo protestante. Solo
-bancos de encina, ensambladuras que oscurecen los muros; nada
-de cuadros, nada de flores, nada de luces; algo descolorido y de
-melancólico que hiela los sentidos. Diríase que es un culto
-hecho para los ciegos. Me engaño, habia un adorno: era un
-gran carton sobre el cual estaba escrito con cifras enormes el
-número 129.</p>
-
-<p>La iglesia estaba llena; pero de una multitud muda. Inmóvil
-en su asiento y absorto en su libro negro, cada fiel oraba,
-como si estuviera solo en el mundo con Dios. Nada de ruido,
-ni de sillas que se mueven: nada de ese encantador cuchicheo y
-esas reverencias entre las damas, que se felicitan de hacer admirar
-su piedad y su vestido; nada de ese desórden amable que
-hace que nuestras iglesias se asemejen á un salon de buena sociedad:
-aquello era el silencio de un bosque.</p>
-
-<p>Por fin el Ministro entró. Una armonia mas suave que el
-suspiro del viento sobre la ola alzóse inmediatamente de todos
-los bancos. Hombres, mujeres, niños, todos cantaban con toda
-el alma, con un ardor y un ímpetu infinitos. Por vez primera,
-sentí, que la forma natural de la oracion, es el canto.
-Admirado de mi silencio, un vecino me mostró con el dedo la
-cifra misteriosa y me ofreció su libro de cánticos en el que estaba
-marcada la música. Se cantaba el salmo 129, ó mejor dicho,
-una imitacion cristiana de esa plegaria sublime que la
-Iglesia católica ha adoptado para los oficios de los muertos.<span class="pagenum"><a name="Page_120" id="Page_120">[120]</a></span>
-Para llamarla por su nombre, era el <i>Deprofundis</i>, grito de esperanza
-y de amor, cuya costumbre nos oculta su belleza.</p>
-
-<div class="poetry-container">
-<div class="poetry">
-<div class="verse">N’entends-tu pas mes cris au fond de cet abîme?</div>
-<div class="verse indent2">O mon Dieu, je meur loin de toi!</div>
-<div class="verse">Écoute-moi, Seigneur je confesse mon crime,</div>
-<div class="verse indent2">Pardonne-moi! pardonne-moi!</div>
-<div class="verse">Si d’une exacte main tu calculais l’offense,</div>
-<div class="verse indent2">Qui subsisterait devant toi?</div>
-<div class="verse">Mais c’est toi qui toujours nous offre ta clémence,</div>
-<div class="verse indent2">Aussi je m’assure en ta foi.</div>
-<div class="verse">Oui! je prends pour appui ta parole éternelle,</div>
-<div class="verse indent2">Mon âme espère ton amour;</div>
-<div class="verse">Et je l’attends, mon Dieu! comme la sentinelle</div>
-<div class="verse indent2">Attend la naissance du jour.</div>
-<div class="verse">Courage donc, mon âme! Il est là-haut un père</div>
-<div class="verse indent2">Qui te regarde en ta prison;</div>
-<div class="verse">C’est lui qui d’Israêl rachète la misère,</div>
-<div class="verse indent2">C’est lui qui paiera ta rançon.<a name="FNanchor_32" id="FNanchor_32"></a><a href="#Footnote_32" class="fnanchor">[32]</a></div>
-</div>
-</div>
-
-<p>Concluido el canto, Truth tomó la palabra.</p>
-
-<p>De Maistre tiene razon en definir así al ministro protestante:
-<i>Es un caballero vestido de negro que dice cosas bastante honestas</i>;
-jamás hombre alguno ha tenido menos apariencia sacerdotal
-que mi pobre amigo. Ni traje que lo distinguiera de su
-grey, ni tribuna alta que le permitiera dominar el auditorio:
-hablaba de pié, con una familiaridad enteramente fraternal.
-Hubiérase dicho que exprofeso se rehusaba los recursos de la
-elocuencia. Esa voz que truena y que se dulcifica, ese brazo que
-llama la venganza ó invoca el perdon, esas manos juntas levantadas
-hácia el Cielo, esos ojos que buscan á Dios y se iluminan
-á su vista, todas esas bellezas del arte cristiano, Truth las ignoraba.
-Apenas movia la mano, apenas alzaba la voz, y sin embargo,
-habia en aquella palabra sencilla no sé que armonia que
-conmovia todas las fibras del corazon. Jamás ese velo del lenguaje
-que oculta siempre la idea, fué mas leve ni mas diáfano.
-No era todavia un orador lo que se oía; era un hombre y un
-cristiano. Según una frase banal, Truth hablaba <i>como todo el
-mundo</i>, es decir, como cada cual quiere hablar: y como nadie lo<span class="pagenum"><a name="Page_121" id="Page_121">[121]</a></span>
-hace. Pertenece solo á las grandes almas el espresar familiarmente
-los grandes pensamientos. El arte, que no es mas que
-una imitacion, no puede ir hasta allí.</p>
-
-<p>Hé aquí, poco mas ó menos cual fué su discurso. ¿Pero cómo
-describir el tono de aquella voz conmovida? Las palabras se
-hielan en el papel: son flores marchitas que pierden el color y el
-perfume. Ensayemos sin embargo de dar una idea de aquella
-enseñanza, que me hizo una impresion profunda, tanto mas,
-cuanto que en aquel modo libre de tratar el Evangelio habia
-una audacia y una novedad, que me sorprendieron y asustaron.</p>
-
-<div class="blockquote">
-
-<p class="center larger"><span class="smcap">Juan XVIII</span>, 37, 38.</p>
-
-<p class="smaller"><i>Entónces Pilatos le dijo: “¿Conque tú eres rey?” Respondió Jesus: “Y si es como dices, yo soy
-Rey.” “Yo para esto nací y para esto vine al mundo, para dar testimonio de la verdad: todo
-aquel que es de la verdad, escucha mi voz.”&mdash;Pilatos, le dice: ¿Qué es la verdad? Y cuando esto
-hubo dicho, salió......</i></p>
-
-<p class="salutation">CRISTIANOS, HERMANOS MIOS:</p>
-
-<p>Entre los nombres que Cristo ha tomado sobre la tierra, no hay ninguno
-que aparezca tan amenudo como el de <i>Verdad</i>. Delante de Pilatos,
-en la hora suprema, Jesus se declara Rey; pero de un reino que
-no es de este mundo, el reino de la verdad. La víspera de su muerte,
-en su última comida con los discípulos, les deja en adios esta gran palabra:
-<i>Yo soy el camino, la verdad, y la vida. Nadie viene al Padre
-sino por mi</i><a name="FNanchor_33" id="FNanchor_33"></a><a href="#Footnote_33" class="fnanchor">[33]</a>. En otros términos, si queremos traducir á nuestras
-lenguas modernas aquella forma hebraica: <i>Yo soy la verdad viva que
-conduce á Dios</i>.</p>
-
-<p><i>La verdad viva</i> ¿comprendeis el sentido y el alcance de esas palabras?
-¿No hay muchos entre vosotros para quienes la verdad no es mas que
-la relacion de las cosas entre ellas, una ecuacion, una cifra, una abstraccion?
-No es para algunos, solo una palabra vacia de sentido, un sinónimo
-de la opinion que cambia y se destruye sin cesar? Cuántos son
-los sábios que espontáneamente dirian con Pilatos “<i>¿Qué es la verdad?</i>
-¿La paradoja de ayer, el error de mañana?” Lo único cierto es el interés
-de la hora presente. Agradar al César, gozar, y no preocuparse
-del dia siguiente, es la suprema filosofia de las jentes que cuentan morirse
-enteros. No consintamos esa vuelta del escepticismo pagano. Seria
-condenar nuestro espíritu á la servidumbre, nuestro corazon á todas
-las corrupciones, á todas las cobardias. Como en los primeros dias del
-Evanjelio <i>busquemos la verdad, la verdad nos emancipará</i><a name="FNanchor_34" id="FNanchor_34"></a><a href="#Footnote_34" class="fnanchor">[34]</a>.</p>
-
-<p>Cuando la locomotora atraviesa nuestras calles arrastrando tras de
-ella un largo convoy, ¿por qué os haceis á un lado al oir la campana
-que anuncia su paso? Porque os han enseñado que esa masa que avanza<span class="pagenum"><a name="Page_122" id="Page_122">[122]</a></span>
-os aplastaria con toda la fuerza de su peso, multiplicada por su lijereza.
-Hé ahí una verdad científica que para vosotros no es mas que una
-abstraccion. Ella se ha convertido en una conviccion enérjica que guarda
-y salva vuestro cuerpo. Esa conviccion es ahora parte de vosotros;
-ella vive como vosotros.</p>
-
-<p>En esta ciudad, que se gloria de su civilizacion, hay millares de hombres
-que se embrutecen y se matan por la locura del alcohol. ¿Por qué
-hermanos mios, no os abandonais á esa pasion, mas terrible, pero menos
-culpable que otros vicios de que os sonrojais? Es porque sabeis
-que el alcohol es un veneno que no perdona. La ciencia os sirve de virtud,
-Hé ahí una verdad mas, fisica y moral á la vez, que una vez que
-ha entrado en vuestra alma, se identifica con vosotros.</p>
-
-<p>¿Es esto todo? No conoceis nobles corazones para quienes la lujuria,
-la ambicion, la avaricia, son mas repelentes aun que la embriaguez?
-Preguntádselo al padre á quien han robado el honor de su hija; preguntádselo
-á la madre cuyo hijo ha perecido en alguna rejion lejana,
-preguntádselo al hombre que le disputa á la usura, la vida de su mujer
-y de sus hijos? Esas pobres víctimas, odian por experiencia el vicio que
-han sufrido; otras hay mas felices, deben á la educacion toda su ciencia.
-La piedad de una madre; la abnegacion del maestro, es lo que
-les ha inspirado el instinto que las salva. Hé ahí una verdad viva
-mas, verdad que confesamos por nuestros remordimientos, en el momento
-mismo en que rehusamos escucharla.</p>
-
-<p>En nuestra república hay patriotas que resisten á los caprichos de la
-multitud. ¿Es esto orgullo, cálculo? No, con tal que domine, el orgullo
-se acomoda á todas las bajezas; el interés encuentra su conveniencia
-en plegarse bajo el viento. Pero una alma pura, un espíritu ilustrado
-vé de mas alto y de mas léjos. Hombre ó pueblo, quien dice
-despota, dice un amo cuyas pasiones se descadenan, y que no puede
-escapar á los bajos apetitos de los que lo rodean y lo engañan. Guerras
-criminales, gastos locos, corrupcion en lo alto, miseria é ignorancia en
-lo bajo, hé ahí los frutos de todo poder sin freno, el flajelo de toda fuerza
-que nada modera! El que esto sepa no descenderá jamás al oficio
-de adulador. La verdad aisla y consuela en su soledad á las almas que
-no pueden envilecerse.</p>
-
-<p>Esas son, direis, vosotros, viejas máximas que andan por todas partes.
-Hace mas de veinte siglos que las enseñan en la escuela; y el
-mundo no anda mejor. ¿Por qué? Es que en los libros de donde se la
-deja, la verdad está muerta; dadle vuestro corazon, uníos á ella; y
-vivirá. Se hará vuestra conciencia, vuestro honor, vuestra salud. El
-espíritu es como el cuerpo: no se alimenta con palabras; necesita la
-sustancia de las cosas. Arrojar la libertad á un pueblo esclavo, es
-confiar á niños una arma que hará esplosion en sus manos. ¿Por qué?
-Porque el respeto de sí mismo y el de otro, el sentimiento del derecho,
-el amor de la justicia, esas condiciones esenciales de la libertad, no son
-artículos de ley; no se decretan. Son virtudes que el ciudadano adquiere
-á fuerza de paciencia y de ejercicio. Mientras que la libertad
-no viva en las almas, no será sino <i>un bronce sonoro y una cimbala<span class="pagenum"><a name="Page_123" id="Page_123">[123]</a></span>
-estrepitosa</i>; cuando haya penetrado en nosotros hasta la médula de los
-huesos, ni la perfidia ni toda la furia de los tiranos podrán arrancarla.</p>
-
-<p>Hay pues verdades vivas que están á la vez en el corazon y en nosotros.
-Ellas son las que nos ponen en relacion con la naturaleza y
-nuestros semejantes. Al revelarnos las leyes del mundo físico, nos lo
-someten; en cada hombre que piensa como nosotros, ellas nos hacen reconocer
-á un amigo y á un hermano. Pero esta luz que basta para
-guiarnos aquí abajo, no enardece nuestro corazon. Encanta nuestro espíritu,
-modera nuestras pasiones, ilumina y dulcifica nuestro egoismo;
-no dá la felicidad. El hombre tiene una sed de infinito, una impaciencia
-de la tierra, una necesidad de amar que la ciencia no puede satisfacer.
-Para procurarnos el bien por el cual nuestra alma suspira, necesitamos
-una nueva verdad, que nos ponga en relacion con Dios, que esté
-en nosotros y que esté en él. Esa verdad, que no puede ser sino Dios
-mismo, nos es necesario conocerla y amarla.</p>
-
-<p>Amar á Dios, y en cambio ser amado de él es lo que la sabiduria antigua
-no ha podido nunca comprender; la filosofia moderna perece por la
-misma impotencia. En vano la conciencia busca á Dios, en vano le
-llama con la pasion del náufrago que vá á zozobrar, la fria razon está
-allí para repetirnos que entre Dios y el hombre, entre el infinito y la
-creatura de un dia, hay un abismo que nada puede franquear. Una
-naturaleza inflexible, un Ser Supremo, esclavo de sus propias leyes: hé
-ahí todo cuanto puede ofrecernos el mayor esfuerzo de los mas grandes
-espíritus. El amor de Dios es una ilusion, la oracion, ese grito del alma,
-es un vano murmullo que muere en un cielo mudo. Calla mortal;
-ahoga tu corazon, enciérrate en una resignacion desesperada; no eres sino
-un átomo, demolido por la rueda de la inexorable fatalidad.</p>
-
-<p>Y bien hermanos mios, hace diez y nueve siglos que un hombre vino
-á la tierra para anunciar <i>la buena nueva</i>, para acercar á Dios y á la
-humanidad. Ese profeta se llamó el Hijo de Dios y el Hijo del hombre, (ó
-lo que no es quizá sino otro nombre del mismo misterio) se llamó la luz y
-la verdad. <i>Yo soy, ha dicho él, él camino, la verdad y la vida. Nadie
-viene al padre sino por mi.</i> El mundo lo ha escuchado: el mundo lo
-ha creido. Desde el dia en que el verbo se ha hecho carne, en que la
-verdad divina ha tomado cuerpo, la fé, la esperanza, y el amor han
-aparecido aqui abajo y han entrado en el corazon del hombre. Ese problema,
-que la razon declara imposible, donde ella no vé sino proposiciones
-contradictorias, Cristo lo ha resuelto. Una verdad viva, una verdad
-encarnada, que Dios puede amar como á un hijo, y que el hombre
-puede amar como un salvador, hé ahí el vínculo de union que ha ligado
-el cielo y la tierra, que ha dado un padre á la humanidad, é hijos á Dios!
-Ahí está el misterio de la revelacion, ahí la prueba de su divinidad.
-Nunca el espíritu del hombre por sí solo se habria elevado hasta esa
-concepcion que confunde nuestra intelijencia, y que la ilumina sin embargo
-con un esplendor infinito. Sí, si Dios ama á los hombres, no
-puede ser sino amándose á sí mismo, en la contemplacion de su eterna
-verdad; sí, sí el hombre puede rendir á Dios un culto que no sea una injuria,
-es cuando adora un rayo de esa suprema luz, que no desdeña descender
-hasta él.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_124" id="Page_124">[124]</a></span></p>
-
-<p>Amar á Cristo, es amar la verdad, amar la verdad es amar á Cristo,
-Hé ahí el gran secreto del Evanjelio. El que no lo comprenda, no es
-cristiano sino en el nombre.</p>
-
-<p>Ahora, hermanos mios, entrad en vosotros mismos, y reflexionad.
-¿Cuando amais á Cristo, qué amais? Por ventura, ¿no es al mártir
-que ha dado su vida por los suyos? ¿No es al crucificado, cuyas heridas
-sangran todavia? Tened cuidado, eso no es sino un amor humano:
-todas las relijiones, todos los partidos tienen sus mártires. Cristo exije
-mas, Cristo es algo mas que un cadáver adorado cuyas llagas se besan;
-Cristo es la verdad: á ese título es que os pide vuestro amor. ¿Así es
-como lo amais?</p>
-
-<p>Vosotros teneis fé, sin duda; creeis en el Evanjelio. ¿Pero no es esto
-una preocupacion hereditaria, un símbolo que no os atreveis á mirar
-de frente, de miedo de encontraros infieles? ¿Razonais vuestra creencia;
-le quitais todo amalgama judaico ó pagano que altere su pureza? ¿Haceis
-de vuestra fé la regla de vuestras acciones? ¿Quebrais con el mundo
-y con vosotros mismos? ¿Decis con el profeta y el apóstol: <i>Yo he
-creido, por que he hablado</i>? Si es asi, amais á Cristo como él quiere que
-lo amen; amais la verdad.</p>
-
-<p>Pero si la relijion no es para vosotros sino una ceremonia; sino buscais
-en ella sino un refujio contra la verdad que os persigue; si vuestra
-fé muere en vuestros lábios y no se traduce en acciones, si entregados del
-todo á vuestra fortuna ó á vuestro reposo, temeis menos al error que al
-escándalo; si en vuestra cobarde prudencia, dejais á Dios el cuidado de
-defender él mismo su palabra; si vuestra caridad no se emplea sino en
-aliviar las miserias del cuerpo, y no combate la ignorancia y el vicio; si
-no sentis que vuestro primer deber es arrancar las almas inmortales de
-la servidumbre del pecado; si no teneis esa santa locura que desafia y
-pisotea la sabiduria del siglo; si vosotros mismos en fin, no haceis las
-obras que Cristo ha hecho aquí abajo, no os engañeis, hermanos mios:
-quiero creer que sois hábiles, prudentes, discretos, sensibles; pero no
-sois cristianos, no amais la verdad.</p>
-
-<p>Tengo dudas, decis; si yo os creyera, amaria á Cristo.</p>
-
-<p>Y yo digo: Amadle, y en seguida creereis. Amadle como á la verdad
-viva y que conduce á Dios.</p>
-
-<p>Os desagradan estas ceremonias, dejadlas; estos dogmas os aterran,
-hacedlos á un lado; quizá es esta una invencion humana, quizá lo comprendereis
-mas tarde; Cristo no ha establecido ceremonia ni dogma.
-Simplificad vuestra fé, y como ha dicho el mas creyente y el mas animoso
-de los apóstoles: <i>No apagueis el espíritu....probadlo todo, guardad
-lo que es bueno</i>.<a name="FNanchor_35" id="FNanchor_35"></a><a href="#Footnote_35" class="fnanchor">[35]</a> Hay en el Nuevo Testamento pasajes que os
-confunden, hacedlos á un lado. ¿Qué importa que los Evanjelistas difieran
-entre ellos, si el Evanjelio está siempre acorde consigo mismo, si
-en las palabras de Cristo se vé siempre la llama de la eterna verdad?</p>
-
-<p>¿Cristo es acaso para vosotros un objeto de escándalo? ¿No habeis comprendido
-todavia que era necesario que la verdad se encarnara para<span class="pagenum"><a name="Page_125" id="Page_125">[125]</a></span>
-que fuese viva y pudiéseis amarla? Y bien! Cristo mismo tiene piedad
-de vuestra debilidad y os devuelve vuestra libertad: <i>Si alguno habla
-contra el Hijo del hombre; le será perdonado; pero si alguno blasfema
-contra el Espíritu-Santo</i> (ó en otros términos <i>el espíritu de verdad</i>,<a name="FNanchor_36" id="FNanchor_36"></a><a href="#Footnote_36" class="fnanchor">[36]</a>)
-<i>no le será perdonado</i>.<a name="FNanchor_37" id="FNanchor_37"></a><a href="#Footnote_37" class="fnanchor">[37]</a> Buscad entonces la verdad <i>por ella</i> como
-decis, pero buscadla de buena fé; despues de un largo rodeo, la verdad
-os conducirá á Cristo.</p>
-
-<p>La verdad, decis, la busco y no la encuentro. No, hermano mio, vos
-no la buscais. El orgullo de vuestro espíritu, las pasiones de la carne
-son las que os retienen, la ciencia se os escapa quizá, pero la verdad moral,
-la verdad religiosa, vosotros sabeis donde está.</p>
-
-<p>Ella está ahí, en vuestro hogar, muda, velada como el Alcesto escapado
-del reino de los muertos, allí os espera.</p>
-
-<p>Bien lo sabeis, cuando volveis fatigados de la vida y de vosotros mismos,
-allí está ella mirándoos bajo su velo; y esa mirada os juzga. Durante
-la noche, cuando en la sombra, y solo, pensais en las ambiciones
-y quizá en los crímenes del dia siguiente; ella está allí, siempre allí, su
-ojo os sigue en las tinieblas; su silencio os hiela. Despreciais á los hombres,
-os jugais de las leyes, pero temblais delante de ese espectro que
-no podeis ni corromper ni matar.</p>
-
-<p>Vosotros no huireis jamás de ese centinela que vela al rededor de
-vuestra alma. Llegará una hora en que la mano de la muerte pesará
-sobre vuestra frente, en que no vereis sino en una nube todo lo que
-amais; vuestro dinero, vuestros honores, vuestra mujer, vuestros hijos.
-Pero, en medio de la desesperacion y de las lágrimas, siempre estará
-allí, esa figura encubierta, pronto á recibiros y á arrebataros al mundo
-invisible. Culpable ó inocente no escapareis á ella; ella será vuestro
-remordimiento ó vuestra esperanza.</p>
-
-<p>Seguidla pues aquí abajo; seguidla en medio de vuestras tribulaciones
-y de vuestras incertidumbres; seguidla, apesar de vuestra incredulidad.
-Uníos á la verdad, ella os salvará. Sí, cuando hayais franqueado
-la vida, esa figura arrojará su velo, y Cristo, visible en fin, en todo el
-esplendor de su divina sonrisa, Cristo os dirá: “Hijo mio, reconóceme,
-soy la verdad.”</p>
-
-</div>
-
-<p>Salí de la asamblea, á las últimas palabras de este discurso
-y corrí á una sala vecina. Recibí en mis brazos á Truth, jadeante,
-casi desmayado. Le tomé la mano, estaba abrazadora.</p>
-
-<p>&mdash;Desgraciado le dije, os matais!</p>
-
-<p>&mdash;Amigo mio, murmuró reposando su cabeza sobre mi hombro,
-hagamos nuestro deber; lo demas es vanidad.</p>
-
-<hr />
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_126" id="Page_126">[126]</a></span></p>
-
-<h2 id="CAPITULO_XX">CAPITULO XX.<br />
-<span class="smaller">Un luncheon<a name="FNanchor_38" id="FNanchor_38"></a><a href="#Footnote_38" class="fnanchor">[38]</a> de ministros.</span></h2>
-
-<p>El nuevo apóstol fué conducido á su casa por mí, en medio
-de la multitud que le felicitaba. Truth, tenia gran necesidad
-de reposo. Le incité á echarse un rato en su cama. Pero desgraciadamente
-tuvo que pagar su tributo personal permaneciendo
-de pié. La señora Truth habia preparado un formidable
-<i>luncheon</i> para los amigos de su marido, dignándose darme
-un puesto entre los invitados.</p>
-
-<p>Jenny y Susana estaban allí, encantadas del sermon que
-acababan de oir, sin comprenderlo quizá. Es increible el
-imperio que la palabra ejerce en las mujeres. Mas de una vez
-estando solo en mi cuarto, me he preguntado á mí mismo,
-cerrando las puertas con dobles cerrojos, si la mujer no era naturalmente
-superior al hombre. Ella tiene pasiones menos
-violentas y mayor facilidad de educacion. Cuando Adan se
-adormecía en su inocencia, Eva tenia ya curiosidad de saber.
-Paréceme que si de entonces acá, nosotros hemos heredado la
-<i>bonhomia</i> de nuestro primer padre, las hijas de Eva no han
-dejenerado de su abuelo. Yo creo, con Moliére, que es prudente
-no instruir á este sexo malicioso é inquieto. Manteniendo á
-las mujeres en una honesta ignorancia dámosles todos los vicios;
-pero á la vez todas las debilidades de la esclava; nuestro
-reinado está asegurado. Pero si educamos esas almas ardientes é
-injénuas, si las inflamamos con el amor de la verdad, quien
-sabe si no se avergonzarian muy pronto de la necedad y brutalidad
-de sus amos? Guardemos el saber para nosotros solos; él
-es quien nos divinisa:</p>
-
-<div class="poetry-container">
-<div class="poetry">
-<div class="verse">“<i>Notre</i> empire est détruit si l’homme est reconnu.”</div>
-</div>
-</div>
-
-<p>Sentáronse á la mesa, y lo confieso, parecióme una feliz determinacion.
-En mi ardor relijioso habia olvidado de almorzar,
-de suerte que mi <i>bestia</i> comenzaba á sufrir. La dueña de casa<span class="pagenum"><a name="Page_127" id="Page_127">[127]</a></span>
-hízome el honor de sentarme á su izquierda y junto con el té
-sirvióme dos ó tres tajadas de jamon de Cincinnati, que me
-costó gran trabajo devorar decentemente. Susana hacíame señas
-con sus grandes ojos, como reprochándome mi voracidad.
-En esto reconocí á mi hija; por que en los Estados-Unidos, lo
-mismo que en Francia, son los niños los que en toda casa decente
-le dan la leccion á su padre.</p>
-
-<p>Asi que mi terrible hambre se hubo aplacado un poco, entablé
-conversacion con mi vecina; era esta una excelente y amable
-persona que adoraba á su marido, lo cual es costumbre en América.
-La salud de Truth me inquietaba; yo tenia para mí que
-el púlpito le agotaria mas pronto que el diario, y hé ahí lo que
-traté de insinuarle diestramente á su mujer. Por no alarmarla,
-la dije en términos jenerales que la palabra era un oficio
-duro, y que ciertos temperamentos nerviosos y delicados tenian
-á veces necesidad de un reposo absoluto. Tarea inútil! La señora
-Truth no habló sino de la grandeza de su nuevo estado.
-El orgullo la embriagaba.</p>
-
-<p>&mdash;Ser esposa de un pastor, hé ahí el sueño de todas las jóvenes,
-me decia. Si supiérais que pena tuve cuando mi querido Joel
-renunció á su primer vocacion para hacerse diarista! Solo el
-ministerio puede colmar todos los votos de una mujer; solo así
-es que ella puede ser la compañera de su marido, su verdadera
-mitad, en toda la estension de la palabra. Tener las mismas
-penas, los mismos placeres, los mismos deberes.</p>
-
-<p>&mdash;Predicais acaso vos tambien, la dije.</p>
-
-<p>&mdash;En la Iglesia no, repuso; el apóstol Pablo, nos lo prohibe.
-Pero qué! es por ventura solo en el templo donde se ejerce el
-ministerio y se anuncia la palabra de Dios? Instruir á las niñas,
-aconsejar á las jóvenes, visitar las recien paridas, llorar
-con las viudas, velar los enfermos, leerles el Evanjelio, y ayudarles
-á bien morir, si necesario fuese; hé ahí diversas obras en
-que puedo ayudar, y algunas veces, hasta suplir á mi marido.
-Joel, añadió, alzando la voz, ¿no es verdad que yo soy vuestro
-vicario, y que vos teneis confianza en mi?</p>
-
-<p>A este singular discurso, que, cosa estraña, no sorprendió á
-nadie sino á mí, Truth contestó haciendo una seña con la mano
-y sonriéndose dulcemente. La mujer de un pastor, convertida
-en pastor á su vez y en sub-ministro! Semejante absurdidad
-no habia nunca crusado mi mente. Verdad es que siempre
-he vivido en un pais razonable. El baile y la olla, hé ahí<span class="pagenum"><a name="Page_128" id="Page_128">[128]</a></span>
-para una francesa los dos polos de la existencia. Salir de
-ellos es un desórden, y lo que es peor, ridículo.</p>
-
-<p>&mdash;Sin embargo, continuó la señora Truth, hay todavia algo
-mas bello que el ministerio, es la mision.</p>
-
-<p>&mdash;Teneis mujeres misioneras? esclamé espantado.</p>
-
-<p>&mdash;No, contestó ella; solo los católicos tienen ese privilejio
-que yo les envidio. Nosotros no tenemos hermanas de caridad;
-tenemos simplemente mujeres de misioneros. Es un papel
-que siento no poder desempeñar. Compartir uno las tareas
-de su marido; participar de sus peligros, eso es grande á los
-ojos de Dios. No os asombreis de mi ambicion; soy hija de
-ministro; mis dos hermanas se han casado con misioneros. El
-uno está en el Cabo, el otro en la China, y las dos bendicen al
-Señor que les ha dado una suerte gloriosa.</p>
-
-<p>&mdash;Vuestros misioneros casados, contesté yo, no tienen una
-vida muy ruda, que digamos. Llevar consigo su mujer, sus hijos,
-su hogar, es cambiar apenas de patria. Unid á esto una instalacion
-cómoda y fija, acompañada de un buen sueldo, y convenid
-conmigo en que bajo tales condiciones, no se necesita
-una gran virtud para predicar el Evanjelio.</p>
-
-<p>&mdash;Deveras? repuso mi vecina, asombrada de mi ironia, añadiendo
-en seguida: Ignoro si vale mas atravesar el mundo,
-sembrar de paso la palabra de Cristo, y confiar su jérmen á la
-gracia de Dios, que encerrarse en un campo limitado para
-plantar en él, regar y cultivar hasta la mies de ese precioso
-grano; pero lo que yo sé es, que la felicidad de tener uno á su
-lado lo que se ama, lejos de quitarle nada á la caridad del misionero,
-le añade quizá un mérito mas á su abnegacion. Pedro
-era casado; dejó por esto de ser escojido para servir de príncipe
-á los apóstoles? En el cabo, mi hermana ha establecido una
-escuela y un obraje para las negras jóvenes, y sirviéndose así de
-la civilizacion, prepara los corazones á recibir el Evanjelio; los
-Boers han quemado tres veces la mision, y mi cuñado que es
-médico, como la mayor parte de los misioneros, ha perdido la
-mano sacándole á un pobre cafre una flecha envenenada. En
-China los Taí Pings han espulsado á mi hermana de provincia
-en provincia. Encuéntrase ahora cerca de Shang-Hai, arruinada,
-enferma; pero siempre llena de fé. Su casa es el hospicio de
-los heridos, el asilo de las viudas y de los huérfanos; ella es la
-que en medio de la fiebre y de una inquietud perpétua, ayuda
-á su marido á predicar el Evanjelio. Mas probada que Abraham,
-Dios le ha exijido ya dos veces la vida de sus hijos. Feliz<span class="pagenum"><a name="Page_129" id="Page_129">[129]</a></span>
-de ella, no obstante, que ha sido elejida para tal sacrificio y
-que ha podido servir al Señor, aun á costa de lo mas puro de
-su sangre!</p>
-
-<p>Yo no contesté nada. En la historia de Abraham hay cosas
-que me conmueven mas que el episodio de Isaac. Sea virtud
-ó fanatismo, esa obediencia es superior á mis fuerzas; no la
-comprendo.</p>
-
-<p>Para alejar reflexiones que me perturbaban, díme vuelta del
-lado de mi vecino de la izquierda; era el verdadero tipo del
-Sajon; anchos hombros, pecho saltado, cuello adornado de una
-cabeza cuadrada, rasgos abruptos, frente calva y enormes cejas
-bajo las cuales brillaban unos ojos flamantes, la fuerza y la voluntad
-á la vez. Noé Brown, así se llamaba mi nuevo amigo,
-era el pastor á quien Truth sucedia. Aproveché esta ocasion
-de instruirme, y le pregunté que era esa iglesia <i>Congregacionalista</i>,
-cuyo nombre me intrigaba.</p>
-
-<p>&mdash;Cómo! dijo Brown; sorprendido de mi ignorancia, no sabeis
-que es nuestra vieja iglesia puritana, la que nuestros padres
-los peregrinos, espulsados por la intolerancia, trajeran consigo
-en su primer buque, la <i>Flor de Mayo</i>? Quebrando con
-las abominaciones é idolatrias de la Babilonia anglicana, nuestros
-abuelos quisieron cortar de raiz la herejia de la jerarquia.
-A ejemplo de los primeros cristianos, de cada reunion de fieles
-hicieron una Iglesia, ó congregacion independiente, república
-perfecta, gobernada por los viejos y administrada por el pastor.
-De ese centro de independencia y de igualdad nació nuestra
-comunidad. Allí es donde está el secreto de nuestra vida y de
-nuestra grandeza política. La América no es sino una Confederacion
-de Iglesias y de comunes soberanos; es decir, la florescencia
-del puritanismo. Aquí, lo mismo que en todas partes, la relijion
-ha hecho al hombre y al ciudadano á su imájen; una Iglesia
-libre, ha enjendrado un pueblo libre.</p>
-
-<p>Esta paradoja, proferida con toda la gravedad puritana me
-chocó. Si se creyese en estos fanáticos, su catecismo gobernaria
-el mundo. Que echen su vista á la Francia, esa patria de las luces
-y de la filosofia, y no tardarán mucho en saber á lo que se reduce
-la influencia de la relijion sobre el estado y la sociedad. Uno es
-allí muy católico en la iglesia, y, todavia mas, fuera de ella.
-Tal era lo que yo procuraba demostrarle á mi predicante; pero
-el hombre era porfiado como un Sajon forrado en un Yankee, y
-cuantas mas eran las pruebas que yo amontonaba para confundirlo,
-tanto mayor era su obstinacion.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_130" id="Page_130">[130]</a></span></p>
-
-<p>&mdash;Ved sino á los Ingleses, esclamó él. Quien conoce su Iglesia,
-conoce su historia. Lores espirituales, asambleas, señoras de
-la fé, una carta inmutable en treinta y nueve artículos, un libro
-de oraciones establecido por la autoridad de los obispos y del
-soberano, universidades y escuelas privilegiadas, enormes propiedades
-y un patronato considerable; qué otra cosa han podido
-producir sino una sociedad aristocrática? Sin los disidentes,
-que son la sal de la tierra, mucho tiempo ha que la Inglaterra
-estaria momificada lo mismo que el viejo Ejipto.</p>
-
-<p>&mdash;Y los franceses? le pregunté yo, con el intento de confundirlo.</p>
-
-<p>&mdash;Los franceses, me respondió él, son católicos, monárquicos
-y soldados, al paso que los Americanos son protestantes,
-republicanos y ciudadanos; cosas que están en su lugar como
-los dedos de la mano, de suerte que tan dificil seria hacer de la
-Francia una República, como de los Estados Unidos una monarquia.
-La diferencia entre las Iglesias hace la diferencia entre
-las sociedades.</p>
-
-<p>&mdash;Podria saber á cuál de las susodichas sociedades le concedeis
-la superioridad?</p>
-
-<p>&mdash;Juzgad vos mismo, me contestó él; la una es una sociedad
-de niños, la otra una sociedad de hombres.</p>
-
-<p>&mdash;Veo con gusto que somos del mismo parecer.</p>
-
-<p>&mdash;Estoy encantado de ello, repuso él; bebiendo tranquilamente
-su tasa de té.</p>
-
-<p>&mdash;Es cierto, añadí yo, inclinándome hácia él: mas bien que
-un pueblo los americanos son un enjambre de inmigrantes diseminados
-en el desierto, y por esto, la libertad tiene quizá pocos
-inconvenientes. Pero la América sentirá á medida que envejezca
-la necesidad de formar una verdadera sociedad y se plegará
-á la bandera de la autoridad.</p>
-
-<p>&mdash;Caballero, dijo él, poniendo bruscamente su taza sobre la
-mesa, vos no me entendeis; yo pienso justamente lo contrario
-de lo que me decis.</p>
-
-<p>&mdash;Cómo así, esclamé yo, tomais por ventura á los franceses
-por un pueblo de niños.</p>
-
-<p>&mdash;En política, contestóme, no hay que dudarlo. De qué época
-datan su libertad, y qué libertad! de 1789; la nuestra data
-de 1620; nosotros somos ciento setenta años mayores que ellos;
-tenemos tres veces mas esperiencia que ellos, y por consiguiente
-veinte veces mas sabiduria.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_131" id="Page_131">[131]</a></span></p>
-
-<p>&mdash;Luego, es á la América, repuse yo con voz conmovida, á
-quien discernis la palma de la civilizacion?</p>
-
-<p>&mdash;Evitemos las confusiones de palabras, contestóme con piedad.
-Civilizacion, es una palabra complexa, ¿comprende tantos
-elementos diversos, que cada pueblo á su turno podria reclamar
-la prioridad. Qué es lo que constituye la civilizacion?
-La relijion, la política, las costumbres, la industria, la ciencia,
-la literatura, el arte? Es alguna de estas cosas? O son todas
-ellas juntas?</p>
-
-<p>Ved que complicado es el problema. El arte, por ejemplo,
-que los Jentiles llamaban la flor de la civilizacion, no brota
-muchas veces sino un bástago podrido, asi, entre nosotros
-los modernos, que vivimos de la imitacion de los antiguos, yo
-creo que el pueblo mas viejo es el mas artista. En Francia se
-tiene un gusto mas refinado que en Inglaterra; pero un Italiano
-tiene naturalmente mas habilidad que un Francés. En industria,
-todas las naciones libres valen lo mismo. La ciencia no
-tiene patria. En cuanto á la literatura, cada pueblo halla en la
-suya la espresion de su pensamiento; dejo á los críticos el placer
-pueril de asignarles sus respectivos puestos á Dant, Moliére
-ó Shakspeare; pero la relijion, la política y las costumbres forman
-un pabellon inseparable. Ahí está la sávia de un pais, su
-porvenir. En este punto yo le doy sin vacilar el primer lugar
-á mi Iglesia y á mi pueblo; yo creo en la libertad, soy Americano,
-puritano.</p>
-
-<p>&mdash;Mohicano, dije yo para mi coleto, te veo venir: tu no sabes
-ni siquiera mentir para pasar por político.</p>
-
-<p>Iba á confundir á tan insoportable predicante, cuando por
-fortuna suya, nos levantamos de la mesa. Y dejando ahí á
-ese espíritu estrecho y adusto, acerquéme á un jóven pastor,
-cuyo aire agradable disponía en su favor. Antes de almorzar,
-Truth habíame presentado al Sr. Naaman Walford, como una
-de las columnas de la nueva Sion. Deseoso de ver ese fénix
-que se llama un teólogo razonable; y queriendo ser acojido benévolamente
-por el Sr. Naaman,&mdash;comencé felicitándole por la
-exelente adquisicion que su Iglesia hacia con la persona de mi
-amigo Truth.</p>
-
-<p>&mdash;Perdon, me dijo,&mdash;yo soy presbiteriano.</p>
-
-<p>&mdash;Presbiteriano, esclamé á mi turno, y venis á complimentar
-á un rival? Deveras que vuestra accion revela una bella alma;
-porque, entre, nosotros ese ministro á quien le tomais la mano,
-es un hereje á quien vos mismo condenais.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_132" id="Page_132">[132]</a></span></p>
-
-<p>&mdash;Yo, repuso él muy sorprendido; yo no condeno á nadie,&mdash;eso
-no es cristiano.</p>
-
-<p>&mdash;Me esplico mal, querido Sr. Naaman; queria simplemente
-decir, que á ejemplo del divino pastor, que buscaba las ovejas
-descarriadas de Israel, vos no temeis el vivir familiarmente con
-jentes cuyo error detestais.</p>
-
-<p>&mdash;El Sr. Truth, me ha edificado esta mañana, contestóme, y
-no le creo en error.</p>
-
-<p>Asombrado á mi vez, y creyendo haber oido mal le dije:</p>
-
-<p>&mdash;Decidme, señor, ¿creeis que vuestra Iglesia enseña la verdad?</p>
-
-<p>&mdash;Sin duda,&mdash;de otra manera no permaneceria en ella.</p>
-
-<p>&mdash;Entonces, repuse yo, quiere decir que asi como hay dos
-verdades hay tambien dos Iglesias; una verdad presbiteriana
-y una verdad congregacionalista. Probablemente hay tambien
-una verdad baptista, metodista, luterana y hasta una verdad
-católica. Yo suponia, perdonad mi ignorancia, que la verdad
-era una, y que la señal del error consistia en dividirse al infinito.</p>
-
-<p>&mdash;Doctor, dijo Naaman un poco conmovido de mi vivacidad
-francesa, cuando estais en el mar, qué es lo que haceis si quereis
-saber la hora que es?</p>
-
-<p>&mdash;Le pregunto la hora al sol, y el sol me la dá. Qué! pretendeis
-contestarme con un apólogo? A mi edad, querido señor,
-se tiene poco gusto por los ejemplos, y, no se aceptan sino razones.</p>
-
-<p>&mdash;Que quereis, doctor, soy jóven y me permito contar con
-vuestra induljencia, contestó Naaman, sonriendo amablemente.
-El sol os dá la hora. Cuando es medio dia en Paris, podriais
-decirme que hora es en Berlín?</p>
-
-<p>&mdash;No; todo lo que yo sé,&mdash;es que un telégrama espedido de
-Berlín á las once se recibe en Paris hácia las diez y media; es decir
-que aparentemente llega treinta minutos antes de haber partido.
-Por lo demas, importa poco, os lo concedo,&mdash;que cuando es
-medio dia en Paris, sean la una en Berlin, las dos en San Petersburgo,
-y, si quereis, las nueve de la mañana en las Azores y las
-siete en Quebec. Todo depende del meridiano.</p>
-
-<p>&mdash;Asi, dijo Naaman, el sol es el mismo en todas partes y en
-ninguna marca la misma hora: qué significa esto?</p>
-
-<p>&mdash;Decididamente, repuse yo, vos sois astrólogo, y quereis
-hacer de mi un adepto. Os contesto, pues, señor profesor, que
-es el mismo sol visto de diferentes puntos.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_133" id="Page_133">[133]</a></span></p>
-
-<p>&mdash;Una interpelacion mas, doctor, y os pediré despues gracia
-por mi indiscrecion. Entre todas esas horas, cual es la cierta?</p>
-
-<p>&mdash;Singular pregunta! la hora es cierta para cada cual, desde
-que el sol sale ó parece salir de un punto distinto. Está satisfecho
-el señor profesor de su discípulo de barba gris?</p>
-
-<p>&mdash;Sí, doctor, veo que estamos conformes asi en teolojia como
-en astronomia.</p>
-
-<p>&mdash;Señor Naaman, le dije yo,&mdash;comienzo á comprenderos.
-Para vos, la verdad es el sol, que cada uno de nosotros vé segun
-el horizonte que nos rodea. Por consecuencia, cuando para la
-Iglesia presbiteriana es medio dia, la hora se ha pasado para los
-baptistas y no ha llegado aun para los metodistas. Quién sabe
-si á los católicos se les coloca en las antípodas? Y, hé ahí un medio
-injenioso de armonizar su orgullo con su caridad.</p>
-
-<p>&mdash;Señor, dijo Naaman ruborizándose,&mdash;vos me ofendeis.
-Habeis comprendido mi pensamiento, y sin embargo desconfiais
-de mis sentimientos. Sí, yo creo que hay un horizonte distinto
-para cada iglesia, y, me atreveré á decirlo, para cada cristiano.
-El nacimiento y la educacion nos dan el punto de partida;
-ahora, toca á nosotros mismos caminar hácia esa verdad que
-nos llama,&mdash;acercándonos á ella sin cesar á fuerza de estudio
-y de virtud. No digo que no haya iglesias mas iluminadas las
-unas que las otras por la luz divina; pero al mismo tiempo creo
-que el mejor cristiano puede muy bien encontrarse en el seno
-de la iglesia mas oscura. No hay la menor duda que es una
-gran ventaja estar colocado cerca del sol, sin embargo, esto no
-es siempre una razon para verlo mejor. Hé ahi, señor, porque
-amo á mi Iglesia presbiteriana, y por qué, no obstante amarla
-tanto,&mdash;no condeno á nadie.</p>
-
-<p>Todo esto era dicho con una ingenuidad encantadora. ¡Qué
-bella cosa es la virtud en un alma jóven; es como la sonrisa de
-la aurora en los primeros dias de Mayo!</p>
-
-<p>&mdash;Mi jóven amigo, le dije yo, vuestras ilusiones tienen algo
-de seductor; el sentimiento que las hace nacer es respetable, pero
-el primer soplo de la razon las disipará. Si cada cristiano vé
-la verdad á su modo,&mdash;no hay verdad. Y, hénos aquí de nuevo
-en el escepticismo de Montaigne. En vano buscareis un dogma
-que sea atacado,&mdash;una creencia que no se conmueva. Vuestra
-teoria tan cristiana en apariencia, nos condena á una duda
-invencible, y conduce á la incredulidad universal.</p>
-
-<p>&mdash;Doctor, contestóme el jóven con un tono de modestia que
-me chocó,&mdash;me parece que estais haciendo el proceso al espíritu<span class="pagenum"><a name="Page_134" id="Page_134">[134]</a></span>
-humano, es decir, á la obra de Dios. De la diversidad y debilidad
-de nuestros ojos, podria tambien concluirse que no vemos
-nada. Sería la misma lógica y el mismo sofisma. En los estudios
-naturales, cada uno de nosotros no toma sino la parte que
-puede apropiarse; se ha observado que esta diversidad de opiniones
-arruine la ciencia? En la física, por ejemplo, hay una sola
-teoria siquiera que escape á la discusion? Negarias por esto
-que existe una verdad física?</p>
-
-<p>&mdash;La comparacion es mala, mi querido Naaman. Qué queda
-de la física de ha treinta años? La verdad de ayer,&mdash;es el error
-de hoy dia.</p>
-
-<p>&mdash;No, doctor, el error de ayer ha caido como caen las hojas
-secas; la verdad no ha cambiado, por que dándole otro nombre,
-ella no es otra cosa sino el conocimiento de la naturaleza, y la
-naturaleza no cambia.</p>
-
-<p>&mdash;Os concedo eso, jóven; pero la verdad relijiosa es de otro
-órden que la verdad natural.</p>
-
-<p>&mdash;Doctor, repuso Naaman, aunque os concediese esa hipótesis
-discutible, no por eso nos entenderiamos. Cualquiera que
-sea el número y la variedad de los cuerpos que poblan el mundo,
-nosotros no tenemos para verlos sino nuestros ojos; lo que
-no vemos no existe para nosotros. Cualquiera que sea el carácter
-de una verdad, nosotros no tenemos sino nuestro espíritu
-para comprenderla. Nuestra alma, es por ventura doble? Para
-descubrir las verdades naturales, Dios le ha dado á cada
-uno de nosotros una facultad investigadora, inquieta, laboriosa
-que se llama, la razon. Habrá acaso en nosotros otra potencia,
-destinada á recibir sin esfuerzo individual la verdad relijiosa,
-á la manera del espejo que refleja el objeto que se le presenta?
-Si esa facultad no existe, la diversidad de opiniones
-relijiosas es forzosa; depende de la edad, de la educacion, del
-pais, de la enerjia natural de nuestro espíritu ó de su actividad.</p>
-
-<p>Si, al contrario, esa facultad existe, todos debemos pensar de
-la misma manera, así como todos respiramos del mismo modo,
-por una ley de la naturaleza. Pero tal no es el caso, y por
-ello bendigo á Dios. El le ha <i>dejado</i> á cada uno de nosotros la
-libertad de desconocerlo, para darnos el derecho de amarlo.
-Esa libertad que os espanta es nuestra mas hermosa herencia;
-ella es la que hace de la relijion, un amor, y de la fé una virtud.</p>
-
-<p>&mdash;Naaman, esclamé yo, vos sois el profeta de la anarquia.
-Vos disipais el mas bello sueño de la humanidad. <i>Una fé,
-una ley, un rey</i>, tal era la divisa de la Edad Media, divisa que<span class="pagenum"><a name="Page_135" id="Page_135">[135]</a></span>
-cada hombre lleva en el fondo de su corazon. Qué es lo que
-vos nos ofrecéis en cambio? La confusion. Qué significa una
-Iglesia, en la que cada cual habla una lengua distinta, sin comprender
-la de su vecino?</p>
-
-<p>&mdash;Señor, repuso el jóven ministro, yo amo tanto como vos la
-unidad. Cristo nos lo ha dicho: llegará un dia en que no habrá sino
-<i>un solo rebaño</i> y <i>un solo pastor</i>; yo creo en la palabra de
-Cristo. Pero la unidad no es la uniformidad. Contemplad
-la naturaleza; qué conjunto admirable! Y, sin embargo, no hay
-un árbol, una planta, una flor, qué digo! una hoja, siquiera
-que se parezca á otra. Dios saca de la variedad infinita, la unidad
-viviente y perfecta. Por qué, la ley de la naturaleza no ha
-de ser la de la humanidad? Por qué, no ha de tener su puesto,
-la voz de cada criatura, en ese concierto de alabanzas que la tierra
-canta al Señor? Qué es la esteril monotonia de una nota única,
-al lado de esa armonia fecunda? La unidad mia, es la Iglesia
-universal, esa Iglesia que abraza todas las almas fieles. Quien
-ama á Cristo es mi hermano: lo que yo miro es su amor, no su
-símbolo. Agustin Crisóstomo, Gerson, Melachthon, Jeremias,
-Taylor, Bunyan, Fenelon, Law, Channing, hé ahí los soldados
-de ese ejército divino. Qué me importa su rejimiento? Su bandera
-es la mia, la bandera de la verdad.</p>
-
-<p>&mdash;Bravo! Naaman, dijo Truth, apoyando su mano en el
-hombro del jóven ministro; convertidme á ese pagano.</p>
-
-<p>&mdash;Vos, sereis el pagano, esclamé yo. Pienso que aqui no
-hay mas cristiano que yo, ó si os parece mejor, mas católico, en
-la verdadera acepcion de la palabra. Al paso que vosotros
-destrozais la relijion, abandonándola á todos los caprichos, solo
-yo, fiel á los viejos y sólidos principios, quiero un símbolo único
-que sea la ley de los espíritus; y para mantener esa ley de
-verdad llamo en mi socorro el brazo secular.</p>
-
-<p>&mdash;No os lo decia, carísimo Naaman, repuso Truth riéndose.
-Es un pagano de la decadencia, uno de esos adoradores de la
-fuerza que se imajinan que la verdad se decreta, ni mas ni menos
-que como se borronean leyes.</p>
-
-<p>&mdash;No soy tan ridículo, contesté yo á mi vez, un poco alterado.
-Yo tambien amo la verdad, pero no soy ciego como los
-utopistas. Para ellos la libertad es una panacea universal que
-en todas partes cura el mal y el error; la esperiencia me ha hecho
-menos confiado. El mundo no es una academia de filósofos,
-discutiendo tranquilamente las mas temerarias tésis; el
-pueblo, esa hidra de infinitas cabezas, es un conjunto de criaturas<span class="pagenum"><a name="Page_136" id="Page_136">[136]</a></span>
-débiles, ignorantes, locas, perversas, criminales; para contenerlo
-y dirijirlo se necesita un freno. Ese freno es la relijion,
-sostenida, impuesta por una autoridad exterior. Si el poder
-no se encarga de la causa de la Iglesia, se acabó el cristianismo;
-la sociedad queda entregada al ateismo, á la anarquia, á la revolucion.
-Hé ahí señores, por qué razon creo en la necesidad,
-qué digo! en la santidad de la fuerza, puesta al servicio de la
-verdad. Soy pues un pagano, á la manera de San Agustin, de
-Bossuet, y de tantos otros cristianos exelentes, sin hablar de
-vuestro Calvino; pido que la sociedad le empreste su espada á
-la Iglesia; ó en otros términos,que el Estado tenga una relijion.</p>
-
-<p>&mdash;Una relijion de Estado, dijo de repente Brown, estirando
-su cabeza de perro dogo; quién es ese mónstruo? Y qué! por
-ventura tiene alma el Estado para tener una relijion?</p>
-
-<p>&mdash;Señor, le contesté secamente, vos teneis sin duda necesidad
-de un Estado impío, y de leyes ateas.</p>
-
-<p>&mdash;Señor, repuso mi áspero interlocutor, yo no me pago de
-palabras. Qué es el Estado? En una monarquía, el príncipe.
-Así, pues, treinta millones de cristianos tendrán la relijion de
-Achab, cuando por casualidad Achab llegue á tener relijion.
-Entre nosotros, donde el poder alterna, se cambiará de fé cada
-cuatro años. Hé ahí lo que yo llamo, ateismo puro; creer por órden,
-es no creer en nada.</p>
-
-<p>&mdash;Cuando yo hablo de Estado, le interrumpí, entiendo la sociedad
-política.</p>
-
-<p>&mdash;Bien, repuso él: será la mayoria la que decida del símbolo
-y de la fé, despues de discutir y enmendar. Tendremos una
-relijion parlamentaria. Se pondrá en discusion la Encarnacion
-ó la Trinidad y se votará. Qué comedia! Cosa estraña! desde
-que el mundo existe, no hay una sola verdad natural que
-haya sido descubierta por un solo hombre; son necesarias muchas
-pruebas, á veces, hasta el martirio del inventor para que
-esa verdad reuna algunos fieles; un siglo no es mucho para conquistarle
-la mayoria. Pero en relijion es otra cosa, la mayoria
-no se equivoca nunca. Vaya una infalibilidad! Que nos devuelvan
-el papa, acepto el milagro, y rechazo el absurdo.</p>
-
-<p>&mdash;Señor Brown, le dije, alzando la voz, vos no respondeis á
-mi objecion. Si el Estado no tiene relijion,&mdash;la ley será atea.</p>
-
-<p>&mdash;Siempre palabras, señor, repuso el intratable predicante.
-El Estado es una abstraccion; un modo de designar el conjunto
-de los poderes públicos. Pero la sociedad es una cosa viva,&mdash;es
-la reunion de todos los ciudadanos que habitan una misma patria.<span class="pagenum"><a name="Page_137" id="Page_137">[137]</a></span>
-Y, si esos hombres son cristianos,&mdash;si su moral es cristiana,&mdash;como
-ha de ser atea la sancion que esos hombres le den
-á la moral pública,&mdash;ó en otros términos, la ley dictada por
-ellos? <i>El buen árbol no puede producir malos frutos</i><a name="FNanchor_39" id="FNanchor_39"></a><a href="#Footnote_39" class="fnanchor">[39]</a>.</p>
-
-<p>&mdash;Imprudente! esclamé,&mdash;cómo podeis imajinaros que si el
-Estado permite toda especie de creencias, no ha de sufrir el
-Evanjelio?</p>
-
-<p>&mdash;Vos teneis poca fé, señor, dijo Brown dirijiéndome una
-mirada terrible, y olvidais que Pablo ha dicho: <i>las armas de
-nuestra milicia no son carnales</i>. El cristianismo,&mdash;nunca ha
-sido mas bello, ni mas fuerte que cuando ha tenido en contra
-suya al mundo entero. Mirad á vuestra alrededor, señor, y
-vereis que en ninguna parte como los Estados Unidos se mezcla
-la relijion con la vida; y sin embargo el Estado no la conoce.
-No aprisioneis las almas, no las tengais en la noche que
-las corrompe; dejadlas en libertad, é iran á Dios.</p>
-
-<p>&mdash;Pero, señor Brown, es imposible que el Estado pague todas
-las comuniones, y que se haga el tesorero del primer fanático
-á quien se le antoje abrir una iglesia.</p>
-
-<p>&mdash;Concedo que no pague á nadie, esclamó el adusto puritano.
-Y, con qué derecho intervendria? Tiene acaso otro dinero
-que el nuestro. Cómo! el judio ha de pagarles á los cristianos
-para que estos le llamen deicida? Y yo he de pagarles á los
-unitarios que me disputan la divinidad de Cristo? Qué injusticia!
-qué ultraje á mi fé! Ved ademas qué papel le dais al Estado.
-Cuando el lejislador declara que la relijion no es de su
-competencia,&mdash;proclama el respeto de la conciencia, y, es cristiano
-por su misma abstencion. Suponed ahora que proteja
-diez comuniones distintas, diez creencias enemigas, qué significará
-esa tutela insolente sino que el Estado vé en la relijion
-un instrumento político, y que no tiene por todas ellas sino la
-misma indiferencia y el mismo desprecio? Ese hermoso sistema,
-señor, que vos no habeis inventado,&mdash;es la política del paganismo.</p>
-
-<p>&mdash;Muy bien, repuse yo, dejad á cada fiel el entretenimiento
-de su culto, veremos cuantas iglesias tendreis. Todo el mundo
-se hará ateo por economia.</p>
-
-<p>&mdash;Os equivocais, mi querido doctor, dijo Truth con amistoso
-tono. La prueba está hecha y arguye en contra vuestra. Tenemos
-cuarenta y ocho mil iglesias, edificadas todas por los particulares,<span class="pagenum"><a name="Page_138" id="Page_138">[138]</a></span>
-y cuyo valor se estima en cien millones de pesos<a name="FNanchor_40" id="FNanchor_40"></a><a href="#Footnote_40" class="fnanchor">[40]</a>.
-Cada año erijimos mil doscientos templos nuevos y el término
-medio del salario de nuestros pastores es próximamente de
-quinientos pesos,<a name="FNanchor_41" id="FNanchor_41"></a><a href="#Footnote_41" class="fnanchor">[41]</a>&mdash;lo que equivale á un presupuesto de
-veinte y ocho millones de pesos<a name="FNanchor_42" id="FNanchor_42"></a><a href="#Footnote_42" class="fnanchor">[42]</a>. Buscad un pais donde el
-Estado pague los cultos, estoy seguro que no hallareis uno solo
-que gaste la mitad de lo que nosotros gastamos<a name="FNanchor_43" id="FNanchor_43"></a><a href="#Footnote_43" class="fnanchor">[43]</a>. La razon es
-sencilla: el Estado debe ser avaro del dinero que le toma á la
-comunidad, al paso que el individuo se complace en enriquecer
-su iglesia, y no retrocede ante ningun sacrificio. Nada hay
-tan pródigo como la fé y la libertad.</p>
-
-<p>&mdash;Muy bien, dije yo; pero la cuestion de dinero no es todo:
-falta la cuestion política. Darle al primero que se presente el
-derecho de establecer una iglesia,&mdash;es reconocer todas las asociaciones,
-es abrirle ancha arena á la ambicion relijiosa y al
-fanatismo,&mdash;es decir, á lo mas ardiente y pérfido que hay en el
-mundo. Suponed que una de esas iglesias aventaja á las demas,&mdash;que
-se apodera de las almas, y hé aquí un Estado en el
-Estado. Entonces sentireis, aun que demasiado tarde,&mdash;la falta
-en que habeis incurrido al abdicar una proteccion mas necesaria
-al gobierno que á la iglesia, una proteccion que no es en
-el fondo sino la defensa de la soberania.</p>
-
-<p>&mdash;Ahí es donde os esperaba! gritó el puritano entrando en
-el entrevero á la manera de un jabalí. Os conozco, señores
-políticos; ha tiempo que Spinosa, el príncipe de los ateos
-y Hobbes el materialista, y Hume el escéptico me descubrieron
-vuestro secreto. Necesitais una iglesia oficial para deshaceros
-de la relijion. No es la influencia política lo que os incomoda;
-ella es nula en un pais de libertad; lo que temeis es la
-influencia moral. El cristianismo es por naturaleza,&mdash;inquieto,
-agresivo, conquistador. Quiere poseer al hombre por entero;
-sociedad y gobierno,&mdash;todo quiere invadirlo y penetrarlo con
-su espíritu. Hé ahí lo que á nosotros nos anima y á vosotros
-os espanta. Obispos que se duermen en su púrpura señorial,&mdash;pobres
-vicarios, cuyo celo se modera y se dirije; una
-relijion, especie de moral frívola y estéril, que predica la
-obediencia al pueblo, hablándole siempre de sus deberes y<span class="pagenum"><a name="Page_139" id="Page_139">[139]</a></span>
-nunca de sus derechos,&mdash;tal es el ideal que á vosotros os encanta
-y á nosotros nos horroriza. Vosotros rechazais la libertad por
-la misma razon que á nosotros nos hace detestarla. Nosotros
-creemos en el Evangelio, y vosotros le temeis.</p>
-
-<p>&mdash;Yo tengo miedo de las asociaciones, le dije,&mdash;no del Evanjelio.</p>
-
-<p>&mdash;Sí, por que la asociacion es la única forma posible de la
-libertad. Necesitais un Estado, cuya omnipotencia nada inquiete,&mdash;que
-no tenga frente de sí sino individuos aislados y
-conciencias mudas. El despotismo romano en toda su fealdad.
-Nosotros los cristianos&mdash;entre el Estado y el individuo, entre la
-fuerza y el egoismo,&mdash;echamos la asociacion, es decir, el amor,
-la caridad, verdadero vínculo de los corazones, verdadero cimiento
-de las sociedades. Para difundir la Biblia, para propagar
-la palabra divina, para iluminar las almas, para socorrer
-á los miserables, para consolar á los que sufren, para levantar á
-los caidos,&mdash;necesitamos centenares de asociaciones, millares de
-reuniones. Nosotros queremos que un pueblo cristiano haga
-el bien por el concurso libre de todos sus miembros,&mdash;que no
-encargue á nadie de un deber que solo él puede desempeñar.
-Pero todas esas compañias no pueden existir sino bajo una condicion,&mdash;que
-la iglesia, que es la primera y la mas considerable
-de todas, sea señora absoluta en su esfera. La iglesia es, la que
-con su libertad cubre y garantiza todas las asociaciones; y, hé
-ahí como es que la relijion, lejos de ser un peligro para el Estado,&mdash;es
-la vida misma de la sociedad. Ved, pues, señor, por
-qué razon es que nosotros tenemos necesidad de la libertad relijiosa;
-la necesitamos por que Cristo nos la ha dado: y porque
-ella es la madre de todas las libertades. El que esto no sabe
-no es cristiano,&mdash;ni ciudadano.</p>
-
-<p>Iba á estrangular á aquel fanático por toda contestacion, cuando
-sentí que una manecita tomó la mia. Reconocí á Susana y
-me sonreí.</p>
-
-<p>&mdash;Mi buen padre, dijo despacito; van á ser las dos, es necesario
-partir.</p>
-
-<p>&mdash;Sí,&mdash;la hora de ir al bosque. ¿Está el carruaje ahí?</p>
-
-<p>&mdash;Papá, es dia del Señor y no se anda en carruaje. Voy á
-llevaros á la escuela del Domingo.</p>
-
-<p>&mdash;Tienes razon, pensé para mi. Un Parisiense estraviado en
-este hermoso pais de libertad, siente gran necesidad de ir á la
-escuela. Siempre tiene algo que aprender y mucho que olvidar.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_140" id="Page_140">[140]</a></span></p>
-
-<p>Cuando me ví en la calle, lejos de aquella atmósfera teolójica,
-recien respiré.</p>
-
-<p>Uf! dije, bostesando, y que pesados son! Parecen bueyes atados
-al arado, trillando siempre el mismo surco. Una hora de
-relijion y de política, es demasiado para un francés; hay con que
-disgustarlo del Evanjelio y de la libertad. Quién me hablará
-de algo razonable y divertido,&mdash;de pintura, de ópera, de música
-ó de guerra? Paris, Paris,&mdash;yo tengo necesidad de lavarme
-la cara con tu ambrosía.</p>
-
-<p>No sé que locura iba á decirle á Susana, cuando apercibí al
-hermoso Naaman, caminando junto á nosotros lo mismo que el
-pastor que sigue su oveja. Habia olvidado que estaba en
-América, y que la señorita mi hija era por el momento presbiteriana.</p>
-
-<hr />
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_141" id="Page_141">[141]</a></span></p>
-
-<h2 id="CAPITULO_XXI">CAPITULO XXI.<br />
-<span class="smaller">La escuela del Domingo.</span></h2>
-
-<p>Quién me dirá de donde proviene la debilidad de un padre
-por su hija? Consiste en la ilusion de verse reproducido en
-ella,&mdash;lo mismo que la madre de verse reproducida en el hijo?
-Para nosotros los de las barbas grises, los de las caras arrugadas
-por la vida, será el placer de vernos renacer bajo una forma
-graciosa y riente? Será el encanto de un amor puro, que
-no desea sino sacrificarse? Lo ignoro, pero lo cierto es que el
-inevitable Alfredo no estaba ahí y que yo saboreaba á la manera
-de un celoso la dicha de hablar y de reir con Susana. Mirábame
-en sus límpidos ojos, cuando una mano colorada engastada
-en un largo brazo me cojió de improviso en mi tránsito,
-y una voz sepulcral me gritó: <i>Esta noche te volverán á pedir
-tu alma</i>. Al mismo tiempo metiéronme un papel en el bolsillo
-de mi frac. Dí vuelta, y al hacerlo, otra voz me gritó:
-<i>Piensa en tu salud</i>, metiéndome otro papel, en el otro bolsillo
-de mi frac. A este ruido acudieron tres hombres negros, levantando
-los brazos como en el juramento de los Horacios, y
-aullando á cual mas, metióme cada uno de ellos en el seno
-no una espada, sino un librito. La vision desapareció en seguida.</p>
-
-<p>&mdash;Qué es esto le pregunté á Susana, que reia de mi espanto.</p>
-
-<p>&mdash;Padre mio, me dijo,&mdash;es la sociedad de los tratados relijiosos
-que trabaja por vuestra conversion.</p>
-
-<p>&mdash;Muchas gracias! esclamé metiendo en mi bolsillo,&mdash;los
-<i>Signos de la bestia, las Rosas de Saron</i>, y la Trompeta de Jericó;
-aquí lo enriquecen á uno, lo mismo que en otra parte lo roban.
-Qué quieren que haga con estos tesoros de edificacion?</p>
-
-<p>&mdash;Tened paciencia, padre mio, dijo Susana,&mdash;dentro de un
-instante ellos han de servirnos para hacer felices á algunos.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_142" id="Page_142">[142]</a></span></p>
-
-<p>&mdash;Confesad, le dije á Naaman, que abusais de la letra de molde.
-Comprendo que distribuyais la Biblia,&mdash;desde que ella es
-vuestra enseña, pero lo que no entiendo es,&mdash;para qué puede
-servir esa teolojía pueril que sembrais por las calles.</p>
-
-<p>&mdash;Sois demasiado severo, contestó el jóven ministro, pensad
-en que toda nuestra relijion está en la Biblia. De la escritura
-es, de donde cada uno de nosotros debe sacar la regla de
-su fé, mediante el libre esfuerzo de la razon. Un protestante
-que no lee es un cristiano que no llena sus prácticas. Qué
-cosa mas simple que un proselitismo que nos agrupa sin cesar
-al rededor de la Biblia? Despertar la conciencia, obligar al
-último de los hombres á refleccionar y á leer,&mdash;repetirle que solo
-él está encargado de su salud, hé ahí el objeto de todas esas
-publicaciones. “Piensa en tu alma, solo tú eres responsable de
-ella,”&mdash;tal es la conclusion uniforme de estos libritos. Si á eso
-llamais teolojía,&mdash;toda nuestra literatura es teolójica; la menor
-novela está impregnada del mismo espíritu. La Biblia es citada
-en ella á cada pájina, lo mismo que el té. Lo que nos encanta,
-no es la pintura de esas borrascas que devastan el corazon
-y arruinan la voluntad: es el cuadro de una alma jóven que,
-colocada entre la tentacion y el deber, rechaza á Satanás y llama
-á Dios. Hasta nuestras ficciones son tratados de educacion.</p>
-
-<p>&mdash;Sí, dije yo sonriendo,&mdash;es la moral en accion.</p>
-
-<p>&mdash;Es algo mejor que eso,&mdash;repuso él,&mdash;es la relijion en práctica,
-la fé que habiendo entrado en el alma inspira toda la vida.
-Nosotros no entendemos jota de esa falsa distincion entre la
-moral y la relijion; no hay dos conciencias. El hombre natural
-murió con el último pagano; nosotros no conocemos sino al
-cristiano. El que es cristiano lo es en todas partes: en la iglesia,
-en la familia, en el comun, en el Estado.</p>
-
-<p>Me parece que el piadoso Naaman aprovechaba con placer
-esta ocasion de repetir como nuevo algun viejo sermon, cuando
-por fortuna, llegamos al templo presbiteriano. Era la sesta
-iglesia que visitaba en el dia,&mdash;justísima espiacion de mi pasada
-tibieza!</p>
-
-<p>Entramos en la sala de lectura,&mdash;vasta pieza contigua al templo.
-Un millar de niños y de jóvenes, devididos en grupos
-estaba sentado, en bancos circulares. De distancia en distancia
-veíase de pié á los pastores y pastoras de aquel gracioso rebaño;
-ó como se les llama,&mdash;á los monitores. Al presentarse
-Naaman toda la asamblea se levantó; el órgano tocó una marcha<span class="pagenum"><a name="Page_143" id="Page_143">[143]</a></span>
-guerrera, y en seguida, todas aquellas jóvenes voces cantaron
-en coro, con acompañamiento de timbales:</p>
-
-<div class="poetry-container">
-<div class="poetry">
-<div class="verse">“O Christ! nous sommes ta milice;</div>
-<div class="verse">Contre l’ignorance et le vice.</div>
-<div class="verse">Nous marchons sans honte et sans peur.</div>
-<div class="verse">L’amour, l’aumône et la prière,</div>
-<div class="verse">Ce sont là nos armes de guerre:</div>
-<div class="verse">Notre drapeau, c’est le Seigneur!</div>
-<div class="verse">O Christ! notre chef! notre père!</div>
-<div class="verse">Nous voulons vaincre la misère,</div>
-<div class="verse">Et chasser l’infidélité;</div>
-<div class="verse">Ne regarde point à notre âge,</div>
-<div class="verse">Donne-nous sagesse et courage:</div>
-<div class="verse">Nous défendrons ta vérité”<a name="FNanchor_44" id="FNanchor_44"></a><a href="#Footnote_44" class="fnanchor">[44]</a>.</div>
-</div>
-</div>
-
-<p>Qué será? será que hay un encanto secreto en la voz de la infancia?
-O será que desprendiéndonos de nosotros mismos, por
-decirlo así, los años nos hacen mas tiernos para esas almas, que
-entran en la vida sin conocer los peligros. No lo sé. Pero yo
-me sentí conmovido por el canto de esos pequeños soldados
-tan valerosamente enrolados bajo el lábaro del Evanjelio.</p>
-
-<p>&mdash;De aquí veinte años, pensé, cuantos quedarán en sus filas?
-No importa; el espectáculo de una juventud que tiene valor y fé
-es siempre hermoso. Guárdenos Dios de esos viejos de diez
-y ocho años que solo creen en su egoismo,&mdash;almas gangrenadas
-que todo cuanto tocan infestan, y que solo dejan en pos de ellos
-corrupcion y muerte.</p>
-
-<p>Susana estaba cerca de mi y de pié. La señorita era <i>monitora</i>.
-Tenia mucho que hacer, porque habia doble auditorio y
-la escuela estaba en revolucion.</p>
-
-<p>&mdash;Donde está Dinah? esclamó una voz revoltosa. Dinah es
-mi querida preceptora; yo no te conozco á tí.</p>
-
-<p>Susana cojió en sus brazos á la rebelde, que se resistia á ello
-llorando, y la dijo dos palabras al oido. La sonrisa volvió en
-el acto, como el sol despues de la lluvia.</p>
-
-<p>&mdash;Me lo prometes? murmuró la chiquilla.</p>
-
-<p>&mdash;Mañana, repuso Susana. La niña echó los brazos al cuello
-de su nueva maestra, y la besó en ambas mejillas. La paz estaba
-hecha, la leccion comenzó.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_144" id="Page_144">[144]</a></span></p>
-
-<p>Rolaba sobre la historia de Israel en tiempo de los reyes.
-Por primera vez, lo confieso con verguenza, hice conocimiento
-íntimo con el profeta Eliseo. Era este un excelente hombre
-cuando no se encolerizaba. Pero apesar de lo bello de la moral,
-no le perdono mucho que digamos el haber hecho que unos
-osos se comieran á cuarenta niños que se burlaban de su calva.
-A este precio yo no querria ser profeta, ni en mi pais.</p>
-
-<p>Dos episodios surtieron el éxito mas completo cerca de los
-niños; tal es de vivo en estas almas jóvenes el sentimiento del
-bien y el mal! Primero fué la historia de Naaman, jeneral del
-rey de Siria, implorando gracia de Eliseo para ser librado de la
-lepra. Naaman se retiró curado y convertido; pero convertido
-con sus reservas políticas, que prueban una vez mas que no hay
-nada nuevo bajo el sol.</p>
-
-<p>Al fin, dijo Naaman: Sea como tú quieres: Pero te suplico
-que me permitas á mí, siervo tuyo, el llevarme la porcion de
-tierra que cargan dos mulos; porque ya no sacrificará tu siervo
-de aqui adelante holocaustos ni víctimas á dioses ajenos, sino
-solo al señor.</p>
-
-<p>Mas una cosa hay solamente por la que has de rogar al Señor
-á favor de tu siervo, y es que cuando entrare mi amo en el
-templo de Remmon para adorarle, apoyándose sobre mi mano,
-si yo me inclino en el templo de Remmon, <i>para sostenerle</i> al
-tiempo de hacer él su adoracion en el mismo lugar, el Señor me
-perdone á mi, siervo tuyo, este ademan.</p>
-
-<p>Respondióle Eliseo: Véte en paz!....<a name="FNanchor_45" id="FNanchor_45"></a><a href="#Footnote_45" class="fnanchor">[45]</a>.</p>
-
-<p>La tolerancia del profeta, escandalizó á los niños, no puedo
-ocultarlo. Naaman fué silbado unanimemente, lo mismo que
-un cobarde que transije entre su conciencia y su interés. Dia
-vendrá en que Remmon, Mamon ó Baal os presentarán una mano
-llena de dinero ú honores, á condicion de que le adoreis; feliz
-aquel que no se incline ante el ídolo, guardando solo para
-Dios el sacrificio de su corazon.</p>
-
-<p>En seguida, vino la historia de Giezi, el servidor de Eliseo,
-hábil hombre, que se hacia pagar los milagros de su amo, traficando
-así con la virtud ajena. Qué furor en el jóven auditorio!
-y qué gozo cuando Susana, engrosando la voz para parecerse
-al profeta, pronunciaba el terrible anatema:</p>
-
-<p>“Habeis recibido oro y vestidos, para comprar plantas de
-olivo, viñas, bueyes, ovejas, criados y criadas.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_145" id="Page_145">[145]</a></span></p>
-
-<p>“Pero tambien la lepra de Naaman se adherirá á vosotros, y
-á toda vuestra raza por siempre jamás.</p>
-
-<p>“Y Giezi se retiró, todo cubierto de una lepra blanca como
-la nieve:”<a name="FNanchor_46" id="FNanchor_46"></a><a href="#Footnote_46" class="fnanchor">[46]</a>.</p>
-
-<p>Todavia existe, esa honrada posteridad de Giezi, aunque un
-poco cambiada por el tiempo. Por fuera háse conservado blanca
-como la nieve; pero la lepra ha entrado en su alma; no es ya
-el cuerpo lo que roe.</p>
-
-<p>Esta educacion dada á la infancia por la juventud me encantó,
-y cumplimentando por ello al ministro, añadí:</p>
-
-<p>&mdash;Pero, pienso que vosotros os reservais el catecismo. La
-doctrina corria riesgo de alterarse al pasar por aquellos lábios
-novicios.</p>
-
-<p>&mdash;No, me dijo; tanto para la doctrina como para lo demas,
-nosotros nos remitimos al monitor, bajo nuestra vijilancia, bien
-entendido. Nadie es hereje á los diez y ocho años, y si algo
-hay que temer; es mas bien demasiado apego á la letra.</p>
-
-<p>&mdash;Si, pero si esas jóvenes cabezas trabajan?</p>
-
-<p>&mdash;Eh bien! dijo el pastor,&mdash;ahí estamos nosotros para abrirles
-el camino. Nuestra divisa es la de Pablo: <i>Allí donde está el
-espíritu del Señor, allí tambien está la libertad</i>.</p>
-
-<p>No nos place á nosotros la fé del carbonero,&mdash;esa ignorancia
-crédula que lo mismo santificaria á un cristiano, que á un mahometano
-ó á un budhista. La juventud tiene una crísis del espíritu,
-lo mismo que una crísis del cuerpo. Llega para ella una
-hora en que es necesario luchar con la verdad, como Jacob con
-el ángel, y aquel solo se <i>convence</i> que ha sido <i>convencido</i> por el
-Evanjelio. Nosotros queremos una fé razonada.</p>
-
-<p>&mdash;Y razonadora, añadí yo, porque cada uno de estos monitores
-debe salir de aquí con el gusto y la manía de predicar.</p>
-
-<p>&mdash;Tanto mejor, dijo Naaman,&mdash;para nosotros, todo hombre
-es sacerdote, y toda mujer sacerdotiza. Por qué ha de haber
-menos ardor en la sociedad relijiosa, que en la sociedad política?
-El título de Cristiano es acaso menos bello que el de ciudadano
-é impone menos deberes que éste?</p>
-
-<p>Yo no contesté nada: eso de considerar á la relijion, lo mismo
-que un patrimonio comun de los fieles contrariaba todas
-mis ideas. Me habian enseñado que la Iglesia era una monarquia,&mdash;no
-una república. A fuer de hombre prudente, yo he
-dejado siempre el cuidado de mi conciencia á la Iglesia que me<span class="pagenum"><a name="Page_146" id="Page_146">[146]</a></span>
-ha educado. No es á mí,&mdash;sino á mi director á quien compete
-el cuidado de mi salud. Por qué, pues, me he de tomar una
-fatiga inútil,&mdash;encargándome de una peligrosa responsabilidad?</p>
-
-<p>La leccion iba á concluir; Susana me desembarazó de todos
-mis libritos con gran alegria de los niños; cantóse un hermoso
-cántico de despedida; y la fiesta terminó con una distribucion
-universal de regalos y apretones de mano. Rango, fortuna,
-edad, traje,&mdash;todo estaba confundido hacía dos horas; sentíase
-uno vuelto á los primeros tiempos del cristianismo, en que la
-multitud de los creyentes no tenia sino un corazon y una alma.
-Y decir que cada siete dias en el dia del Señor, toda la juventud
-americana viene á estas reuniones fraternales á dar y recibir
-una leccion de amor y de igualdad! Oh! como efecto moral
-ninguna enseñanza,&mdash;la del mismo Bossuet,&mdash;valdria esta
-educacion mútua!</p>
-
-<p>Salimos; Alfredo estaba ahí para arrebatarme el brazo de Susana,
-cuya felicidad yo no envidiaba; mis ideas comenzaban á
-tomar otro jiro: mi corazon sentia, mas que nunca, toda su paternal
-debilidad. Tiempo es ya, decia para mis adentros, de
-que Susana comience á ejercer; como ama de casa, sus grandes
-cualidades de monitora. Figurábaseme ya ver en el porvenir
-un ejército de nietos mas relijiosos, mas enérjicos y felices que
-su abuelo. Y, embebido en estas ideas y mirando á mis enamorados
-que caminaban delante de mí, llegué á mi casa.</p>
-
-<p>El resto del dia, lo pasamos hablando de todo lo que habiamos
-visto ú oído en la mañana, y Dios sabe cuantas cosas se
-ven y se oyen el Domingo en América! Qué son nuestros espectáculos
-al lado de estas fiestas del corazon y del espíritu?
-En mi vida habia pasado dias mas sérios,&mdash;nunca, jamás el
-tiempo habíame parecido tan corto, ni mejor empleado.</p>
-
-<p>Como de costumbre, la noche terminó con la lectura de la
-Biblia. Marta trajo el librote negro, que ya era para mí un amigo.
-No habia dia que yo no hallára en él una respuesta á alguna
-pregunta secreta de mi alma,&mdash;estraña casualidad que
-confundia mi filosofía.</p>
-
-<p>Habiamos quedado en el séptimo capítulo de Daniel. La vision
-de las cuatro bestias apocalípticas que representan las cuatro
-grandes monarquias de la antiguedad no me hizo el menor
-efecto; tengo muy poca imajinacion para gozar con semejantes
-sueños gigantescos. No le sucedia á Marta lo mismo, que á cada
-paso suspiraba. El Cuerno, <i>que tenia ojos como ojos de hombre
-y una boca que proferia palabras insolentes</i>, arrancó un grito<span class="pagenum"><a name="Page_147" id="Page_147">[147]</a></span>
-de admiracion; estaba toda conmovida cuando el profeta pintó
-<i>al Anciano de los dias, con su ropaje mas blanco que la nieve
-y sus cabellos mas blancos que la lana, sentado en un trono de
-llamas y servido por un millon de ánjeles, al paso que mil millones
-permanecen en silencio ante él</i>. Lo que para mí no era sino
-una alegoria, para ella era la verdad,&mdash;es la única manera quizá,
-que la idea divina tiene de entrar en un espíritu injénuo,&mdash;que
-para sentir el infinito tiene necesidad de imájenes.</p>
-
-<p>Despues de estas grandes pinturas vinieron los versículos en
-que el profeta anunció el Mesias.</p>
-
-<p>13 “Yo estaba pues observando durante la vision nocturna,
-y hé aquí que venia entre las nubes del cielo un <i>personaje</i> que
-parecía el Hijo del hombre; quien se adelantó hácia el anciano de
-<i>muchos</i> dias, y le presentaron ante él.”</p>
-
-<p>14 “Y dióle este la potestad, el honor y el reino; y todos los
-pueblos, tribus y lenguas le sirvieron á él: la potestad suya es
-potestad eterna que no le será quitada y su reino es indestructible.”</p>
-
-<p>Escuchando este pasaje, me sentí como Daniel: “Quedé muy
-conturbado con estos mis pensamientos, y mudóse el color de
-mi rostro: conservé empero en mi corazon esta vision <i>admirable</i>.”<a name="FNanchor_47" id="FNanchor_47"></a><a href="#Footnote_47" class="fnanchor">[47]</a></p>
-
-<p>Y como nó, acababa de asistir esa mañana misma al espectáculo
-de ese trono cuyo reinado dura hace diez y nueve siglos!
-El cristianismo, cuyos funerales se anuncian en la vieja
-Europa, presentábaseme en América,&mdash;mas jóven, mas fuerte,
-mas triunfante que nunca. Treinta millones de hombres que
-viven del Evanjelio, qué enigma para un Parisiense que ha leido
-á Diderot, y que, en una noche de invierno, se ha imajinado
-que comprendia á Hégel!</p>
-
-<p>Así que entré en mi cuarto comencé á pasearme, ajitado durante
-largo rato por una multitud de pensamientos que se rechazaban
-unos á otros. Recuerdos de infancia, estudios de la
-juventud, reflexiones de la edad madura, ideas nuevas, todo esto,
-daba vuelta en mi cabeza y hacia en ella el caos. Parecíame
-que una voz misteriosa fisgaba á mi alrededor.</p>
-
-<p>Bravo, Daniel, murmuraba aquella irónica voz, conque te haces
-capuchino. Héte místico, fanático y ademas de esto ridículo.
-Antes de poco tambien vas á ganguear lo mismo que
-maese Brown, y á hablar mejor que él el dialecto de Canaan.<span class="pagenum"><a name="Page_148" id="Page_148">[148]</a></span>
-O Franceses, eternos camaleones! Chinos en Canton, Beduinos
-en Arjel, puritanos en Massachusetts, cómicos en todas partes
-¿cuándo sereis hombres? Cuando vuelvas á Paris, Daniel,
-dejarás en la barrera ese <i>cant</i> insípido, y ese librote negro que
-las jentes de buen gusto respetan, sin tocarlo jamás. Un filósofo
-le saca políticamente el sombrero al cristianismo,&mdash;es menester
-no ponerse mal con nadie; ir mas allá es la debilidad de los
-espíritus estrechos. El dios del siglo diez y nueve, es el viejo
-Pan, eclipsado demasiado tiempo por la dolorosa figura de Cristo.
-Sumérjete en el infinito, Daniel; adora á tu padre el abismo;
-es el culto á la moda,&mdash;el único que puede confesar la infalible
-razon de nuestros dias.</p>
-
-<p>&mdash;No, esclamé, mis ojos se han abierto; he sacudido el penoso
-sueño en que nuestra alma se enerva. Esos niños me han
-enseñado esta mañana el vínculo sagrado que une estrechamente
-á la libertad con el Evanjelio. Si para nosotros todo acaba
-con el cuerpo,&mdash;no tenemos ni derechos ni deberes; somos un rebaño
-malhechor, que es necesario apacentar y castigar hasta
-que la muerte lo mande á podrirse en la fosa eterna. Solo es
-persona aquel á quien la inmortalidad pone en comunion con
-Dios. Solo es hombre y ciudadano aquel que puede adherirse
-á una justicia viviente,&mdash;á una verdad que no muere. El pobre,
-el enfermo, el esclavo, el desgraciado, el criminal, no se hicieron
-sagrados sino el dia en que Cristo los rescató con su
-sangre y los cubrió con su divinidad. Adios Hégel, Spinosa!
-Adios las palabras puestas en lugar de las cosas! Adios la
-materia divinizada! Yo he visto á donde conducen á los pueblos
-y á los hombres tales doctrinas, y no quiero, ni los bajos
-goces de la multitud, ni la estóica resignacion de los espíritus
-magníficos. Yo necesito otra cosa que embriaguez ó desesperacion:
-necesito vivir! Vivir es creer y obrar. Perdidas las ilusiones
-de la juventud y las ambiciones de la edad madura,&mdash;mi
-razon es quien te llama ¡Oh Cristo! y la esperiencia la que me
-arroja de nuevo á tus piés. Devuélveme la esperanza despues
-de tantas decepciones; devuélveme el amor despues de tantas
-traiciones, y que luzca cuanto antes el dia felíz en que la vieja
-Europa imitando á la jóven América, pronuncie un grito que
-se eleve de la tierra al cielo, un grito salvador: <span class="smcap">Dios y la libertad</span>!</p>
-
-<hr />
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_149" id="Page_149">[149]</a></span></p>
-
-<h2 id="CAPITULO_XXII">CAPITULO XXII.<br />
-<span class="smaller">Disgustos de un funcionario Americano.</span></h2>
-
-<p>Levantarse con el alba, teniendo el cuerpo y el espíritu bien
-dispuesto, envolverse en una gran bata, amacarse en un <i>rocking
-chair</i><a name="FNanchor_48" id="FNanchor_48"></a><a href="#Footnote_48" class="fnanchor">[48]</a>, y mientras se fuma una pipa de marilandia, darse,
-como dicen los Alemanes <i>una fiesta de pensamientos</i>, hé ahí
-un verdadera placer....cuando no se tienen treinta años, despues
-de un dia bien empleado y de una noche tranquila.</p>
-
-<p>Sentado en la ventana, entreteníame en ver á la ciudad salir
-de su sueño. Lecheros, carboneros, carniceros, y especieros
-corrian por las calles, y bajando al piso subterráneo por la escalera
-exterior hacian el servicio de cada casa sin incomodar á
-sus habitantes. Habríase dicho que todo estaba calculado para
-que nada turbára el santuario en que reposaba el dueño de
-casa. La morada de un francés es un cuarto de posada: en él
-entra quien quiere; el <i>home</i> de un sajon es una fortaleza, defendida
-con cuidadoso celo contra los importunos y los curiosos.
-Es un hogar, en el sentido sagrado y misterioso de esta vieja
-palabra, importada de Oriente.</p>
-
-<p>Mientras admiraba la calzada, barrida y regada ya por mis
-cantoneros, un <i>cabriolé</i> tirado por un lijero caballo, llegó cerca
-de mí metiendo gran ruido. Me han gustado siempre los caballos,
-y asi seguia con los ojos, el aire altivo del troton americano,
-cuando derrepente el animal se aplastó. Del fondo del
-cabriolé, y como lanzado á todo vapor, salió un enorme sombrero,
-pasando como una flecha por sobre las orejas del corcel y
-en pos de él un hombrecito, envuelto en una larga levita. Era
-el amigo Seth, perseguido sin duda por los manes del perro que
-habia hecho asesinar.</p>
-
-<p>&mdash;Marta, esclamé, sacando la cabeza por la ventana. Marta,
-agua, vinagre; corred, yo bajo.</p>
-
-<p>Cuando llegué á la calle, el hombre ya se habia levantado y<span class="pagenum"><a name="Page_150" id="Page_150">[150]</a></span>
-sacudido; pasóse las manos á lo largo del cuerpo, para asegurarse
-que no tenia nada roto, echóse al estomago un vaso de agua,
-y púsose á descinchar y acomodar el caballo, sin decir palabra.
-Marta estaba cerca de él, temblando como una azogada.</p>
-
-<p>&mdash;Entrad, en mi casa, le dije yo á Seth; un poco de descanso
-os hará bien; si necesitais algo aquí estoy yo.</p>
-
-<p>&mdash;Doctor Daniel, contestó secamente; yo no tengo ninguna
-necesidad de tus servicios. Hasta la vista.</p>
-
-<p>Y tomando el caballo de la brida, lo tiró cojiando hácia la
-casa de Fox, el <i>attorney</i>; Seth venia sin duda á la ciudad
-por un proceso, y habria dejado de ser cuácaro si una pierna estropiada
-ó una cabeza lastimada le hubiera desviado de su
-interés.</p>
-
-<p>Vuelto que hube á mi observatorio, cargué una segunda pipa.
-Sin pasiones, sin cuidados, gozaba de mi tranquilidad;
-me daba un placer de niño siguiendo con los ojos el sol, que de
-la cima de las casas descendia lentamente á la calle. Tres golpes
-aplicados á la puerta me sacaron de mi fantaseo. Era el vecino
-Fox, adornado de una cartera bajo el brazo. Su visita me
-sorprendió. Sabíale muy contrariado de su derrota electoral,
-y no era hombre de olvidar en dos dias ni sus odios, ni su
-envidia.</p>
-
-<p>&mdash;Buen dia, señor inspector de caminos y calles, me dijo entrando
-en mi cuarto.</p>
-
-<p>El modo como acentuó estas palabras, me desagradó. Soy
-la paciencia en persona; pero no me gusta que se burlen de mí.</p>
-
-<p>&mdash;Salud al señor <i>attorney</i>, le contesté con balbuciente voz.
-Podré saber lo que me proporciona el honor de veros.</p>
-
-<p>&mdash;Pues no hay mas, querido doctor, repuso él con una voz
-burlona, sino que sois un personaje! Vedos en el camino de
-la grandeza! Vuestros mismos adversarios se inclinan ante
-vuestro talento y fortuna. Qué pueden decir ahora vuestros
-envidiosos?</p>
-
-<p>&mdash;No entiendo una palabra de lo que me decis, Fox; qué me
-quereis?</p>
-
-<p>&mdash;Yo, me contestó cerrando un ojo, no quiero nada; digo
-simplemente que del Capitolio á la roca Tarpeya no hay mas
-que un paso.</p>
-
-<p>Despues de esta máxima banal, echóse en un sofá, abrió su
-caja de rapé, respiró lentamente una narigada, y sacudió unas
-cuantas veces algunos polvos que habian caido sobre su chaleco.
-En seguida, cruzando las piernas y levantando hácia mi su<span class="pagenum"><a name="Page_151" id="Page_151">[151]</a></span>
-puntiagudo hocico, púsose á mirarme, silenciosamente, con
-el aire de una garduña que espera un conejo.</p>
-
-<p>Intrigado de este manejo, levantéme:</p>
-
-<p>&mdash;Tened la bondad de hablar claro, le dije. Qué os trae á
-mi casa?</p>
-
-<p>&mdash;Una bagatela, me contestó, estirándose en su sitio cuan
-largo era y haciendo dar vuelta sus pulgares; una verdadera
-bagatela. Una pequeña demanda de 500 dollars.<a name="FNanchor_49" id="FNanchor_49"></a><a href="#Footnote_49" class="fnanchor">[49]</a>.</p>
-
-<p>&mdash;Yo no os debo nada, asi lo creo al menos, repuse á mi vez,
-muy asombrado de aquella pretension.</p>
-
-<p>&mdash;Sin duda, querido doctor; á mi no me debeis nada, pero á
-mi cliente es otra cosa.</p>
-
-<p>Y esto diciendo, abrió su cartera y sacó de ella la cuenta
-siguiente:</p>
-
-<div class="blockquote">
-
-<p class="hanging smaller"><b>Memoria de los gastos de indemnizacion debidos á Seth Doolittle, por el Dr. Daniel Smith
-Inspector de caminos y calles, civilmente responsable del mal entretenimiento de los mencionados
-caminos y calles.</b></p>
-
-<table summary="Memoria de los gastos de indemnizacion debidos á Seth Doolittle">
- <tr>
- <td>1.ᵒ</td>
- <td>Varas rotas, y compostura de un tren nuevo</td>
- <td class="tdr align-b">50</td>
- </tr>
- <tr>
- <td>2.ᵒ</td>
- <td>Herida del caballo en el lomo, depreciacion de
- la susodicha bestia: al mas bajo precio</td>
- <td class="tdr align-b">150</td>
- </tr>
- <tr>
- <td>3.ᵒ</td>
- <td>Item mas, al referido señor Seth Doolittle, por
- una rodilla estropeada, un sombrero desfondado,
- un pantalon roto, arañazos en la
- cara etc., indemnizacion calculada, por bajo,
- por consideracion al doctor</td>
- <td class="tdr align-b">200</td>
- </tr>
- <tr>
- <td>4.ᵒ</td>
- <td>Por inquietudes, sacudimiento producido en el
- cerebro, pérdida de tiempo, etc. etc.</td>
- <td class="tdr align-b">100</td>
- </tr>
- <tr>
- <td>5.ᵒ</td>
- <td>Cuidados diversos, consecuencias de la herida
- y de la caida, consultacion de médico, dictámen
- de abogado, etc., etc.</td>
- <td class="tdr align-b"><i>Memoria.</i></td>
- </tr>
-</table>
-
-</div>
-
-<p>&mdash;Señor, le contesté, lanzándole al rostro su memoria de
-boticario,&mdash;no me placen las mistificaciones, y me asombra el
-papel que representais en esta farsa ridícula.</p>
-
-<p>&mdash;Muy bien, dijo Fox, preferís un pleito. Como vecino, habria
-deseado ahorrároslo; pero puesto que no lo quereis, hé aquí
-el emplazamiento.</p>
-
-<p>&mdash;Un pleito! esclamé alzando los hombros. Un pleito entablado
-por un particular contra un inspector de caminos y calles!
-contra un funcionario! contra un hombre público! contra
-un representante de la autoridad! Qué comedia! Y el artículo
-75 de la constitucion del año VIII?</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_152" id="Page_152">[152]</a></span></p>
-
-<p>Cosa estraña, y que me sorprendió á mi mismo, estas últimas
-palabras las pronuncié en francés. Estos sajones son tan groseros,
-tan ignorantes en administracion, que su lengua es impotente
-para producir palabras tan espléndidas, como las que hacen
-la gloria y la grandeza de las razas latinas.</p>
-
-<p>&mdash;El emplazamiento es para hoy, dijo Fox, con una sangre
-fria que me desarmó. Espero que lo aceptareis para no retener
-inútilmente á mi cliente en la ciudad. Dentro de un cuarto de
-hora nuestro nuevo Juez de Paz, vuestro amigo, Mr. Humbug,
-terminará este negocio, que, á decir verdad, no lo es tal.</p>
-
-<p>&mdash;Qué! os obstinais en pretender que yo soy responsable de
-los accidentes de la calle?</p>
-
-<p>&mdash;Quién ha de serlo entónces, si no lo sois vos? repuso el
-<i>attorney</i>. No habeis solicitado vos mismo y aceptado las funciones
-de inspector? No sois vos el ajente y el servidor del pueblo
-que os ha elejido? Si hay neglijencia, á quién la culpa, y quién
-debe sufrir?</p>
-
-<p>&mdash;La cuestion no es esa, repuse con justo orgullo. Yo no soy
-un empedrador, un obrero á merced del que le paga, soy un oficial
-del Estado, un miembro de la autoridad que gobierna, un
-delegado del soberano.</p>
-
-<p>&mdash;Vos sois el vijilante de los empedradores, dijo Fox, vijilante
-nombrado por los ciudadanos, y por lo tanto sois responsable
-ante los que os nombran. Conoceis algun pais del mundo
-donde las funciones existan para provecho de los administradores,
-y no para provecho de los administrados? Por mi parte,
-solo conozco la China con sus mandarines.</p>
-
-<p>&mdash;Ignorante, esclamé! leed la ley.</p>
-
-<p>&mdash;Leedla mas bien vos, respondió Fox, está en cabeza del
-emplazamiento.</p>
-
-<p>&mdash;Leí el artículo, y bajé la cabeza. Fox tenia razon. Yo
-habia caido en el lazo de mi loca ambicion.</p>
-
-<p>Ese pretendido honor que lisonjeaba á mi mujer, á mi hija,
-y aun á mí mismo, no era sino una carga llena de inquietudes y
-peligros. Yo era esclavo de esa multitud, á la cual saludaba la
-víspera como triunfador. En aquel abominable pais, el pueblo es
-el que manda y el funcionario el que obedece. Si lo hubiera sabido!</p>
-
-<p>Una reflexion me devolvió el valor. Por muy atrasados que
-los Yankees estén, decia yo para mis adentros, no son del todo
-bárbaros. En Francia, en el hogar de la civilizacion, tenemos
-cuarenta mil leyes que se contradicen; haga lo que haga, la autoridad<span class="pagenum"><a name="Page_153" id="Page_153">[153]</a></span>
-acaba siempre por encontrar quien le dé la razon; quién
-sabe si en los Estados-Unidos no hay tambien un <i>Boletin de las
-leyes</i>? Consultaré un abogado.</p>
-
-<p>Bajemos, dije al <i>attorney</i>. El tribunal ha de estar abierto:
-Humbug nos juzgará. Si pierdo mi pleito, sabré al menos á qué
-atenerme respecto á esta decantada libertad americana con que
-me aturden. ¡Chistosa libertad por cierto es la de un pueblo
-donde la autoridad, es decir, la nacion hecha hombre, se inclina
-ante la decision de un juez de paz!</p>
-
-<p>En la calle hallamos al cuácaro, siempre impasible. A una
-señal de Fox, siguiónos en silencio. Marta acercóse á mí suspirando.</p>
-
-<p>&mdash;Amo, dijo, en este mismo empedrado fué donde nos caimos
-el otro dia tu hija y yo.</p>
-
-<p>¡Oh poder de una palabra! A estas sencillas palabras mis
-ideas se trastornaron: ¡Susana, Susana mia, tú eras quien perturbaba
-mi conciencia! Cierto, yo tengo una fé política á prueba
-de las locuras modernas; con la cabeza en el cadalso, sostendria
-contra todo el mundo que la autoridad no se equivoca jamás,&mdash;que
-está perdida si se deja discutir. Que un caballo, y hasta un
-cristiano se rompa el pescuezo en un empedrado mal tenido, es
-una desgracia; ¡pero qué importa! ¡Los caballos pasan, los principios
-quedan! El interés general está arriba de esas miserias
-del interés particular.&mdash;Hé ahí el dogma conservador que me
-han enseñado; yo lo profeso, y sin embargo, cuatro dias antes, la
-vista de mi hija herida habíame hecho olvidar mi símbolo. Yo
-tambien, en mi loca cólera, hubiera querido encontrar delante
-de mí un funcionario responsable, y si lo hubiese tenido habria
-obrado como aquel miserable cuácaro, salvo la memoria de dos
-mil quinientos francos. ¡Qué débil es nuestro corazon, y cuan
-infestados no estamos del veneno republicano!</p>
-
-<p>Humbug estaba en su gabinete; entramos en él, Marte no se
-habia separado de su bien amado. ¿Era este un nuevo enemigo
-conjurado contra mí?</p>
-
-<p>&mdash;Buen dia doctor, gritó Humbug apenas me vió á lo lejos.
-Muy bien os sienta á vos el honrar con vuestra presencia mi
-modesto tribunal. Nunca se enseñará demasiado á los hombres
-á respetar la justicia, hermana de la relijion:</p>
-
-<div class="poetry-container">
-<div class="poetry">
-<div class="verse"><i>Dicite justitiam moniti et non temmere Divos</i>.</div>
-</div>
-</div>
-
-<p>&mdash;Señor majistrado, le dije, no es un amigo sino un litigante
-quien comparece ante vos.</p>
-
-<p>&mdash;Un pleito, dijo él á su vez, frunciendo su tupido entrecejo.<span class="pagenum"><a name="Page_154" id="Page_154">[154]</a></span>
-Habeis olvidado la sábia leccion de nuestros padres? Para
-poner ó aceptar un pleito, se necesitan seis cosas: <i>primo</i>,&mdash;una
-buena causa; <i>secundo</i>, un buen abogado; <i>tertio</i>, un buen consejo;
-<i>quarto</i>, buenas pruebas; <i>quinto</i>, un buen juez, y <i>sexto</i>, una
-buena suerte. Reunir todas estas condiciones es cosa tan casual,
-que yo aconsejo á todo el mundo el atenerse á esta máxima
-del Evanjelio. “<i>Si alguien quiere pleitear contra tí para
-quitarte tu vestido, dale todavia tu manto.</i>” Ganareis con ello
-la tranquilidad de espíritu, y ademas de esto los gastos de justicia.</p>
-
-<p>Mientras que Humbug firmaba algunos papeles, apercibí
-en un rincon á Seth y á Marta en gran discusion. Las pocas
-palabras que cojia al vuelo no me permitian entender su diálogo.
-Seth hablaba de <i>insulto</i>, de una buena ocasion, de <i>arreglos
-de familia</i>. Marta suspiraba y jesticulaba, hablaba de <i>honradez</i>
-de <i>Biblia</i> y de <i>casamiento</i>. Era visible que los dos tórtolos
-se picoteaban. Bravo Marta, ella al menos habia tomado á
-lo sério esa Biblia que leía todos los dias. Su fidelidad doméstica
-triunfaba de su amor, y quizá tambien no la disgustaba
-asegurarse antes del casamiento de quien seria el dueño de casa.</p>
-
-<p>&mdash;Escojed, pues, dijo ella, apartándose del cuácaro con un
-jesto de impaciencia.</p>
-
-<p>&mdash;Veamos, veamos, respondió Seth, un poco de calma.</p>
-
-<p>Y esto diciendo, acercóse tranquilamente á Fox, que no tuvo
-trabajo en demostrarle que para un hombre prudente hay siempre
-beneficio en perder una mujer y ganar un pleito.</p>
-
-<p>El escribano anunció que la hora de la audiencia habia sonado.</p>
-
-<p>Entremos, dijo Humbug; doctor, os doy el primer turno.
-Los pleitos son como las muelas enfermas; es menester librarse
-de ellas lo mas pronto posible; una vez arrancadas, pronto se
-las echa en olvido.</p>
-
-<p>&mdash;En qué consiste, preguntéle, que hay tan poca jente en la
-sala? yo creia que en un pais libre la justicia era el gran asunto
-de los ciudadanos.</p>
-
-<p>&mdash;Querido doctor, repuso el juez de paz, veis esos tres taquígrafos
-que preparan su papel y su pluma? Os diré, pues, como
-lord Mansfield en otra ocasion: “El pais está ahí.” Estad
-tranquilo, antes de dos horas todo París se ocupará de vuestro
-pleito. La publicidad de la justicia es la publicidad de
-los diarios. Suprimid el extracto y sereis juzgado en secreto,
-estrangulado entre dos puertas aunque haya trescientas personas<span class="pagenum"><a name="Page_155" id="Page_155">[155]</a></span>
-de por medio. El foro de un pueblo de treinta millones
-de almas, el nuestro, es el diario. Merced á él, el menor litigante,
-el mas oscuro criminal, tiene por juez, por testigo y abogado,
-al pais entero. La prensa, mi buen amigo, creédselo á un
-viejo periodista, es la única garantia de la justicia y de la libertad.</p>
-
-<p>En estas palabras de Humbug, yo no ví sino una cosa, ese
-diabólico tablero que iban á levantar en la calle, á fin de divertir
-á todo París, con mi mala ventura. Para librarme de tal
-fastidio, tomé una heróica resolucion. Perderé mi pleito, me
-dije, pero pondré á los que se rien de mi parte.</p>
-
-<p>Iba á hablar; pero Fox ya habia leido sus conclusiones y comenzado
-su alegato.</p>
-
-<p>&mdash;Hay, dijo ajitando su brazo del lado mio, hay ciertos
-hombres, que sin jenio, sin talento, sin capacidad; pero aflijidos
-por una ambicion ridícula ó por una comezon mal sana, mendigan
-el sufrajio popular, imajinándose que las funciones públicas
-son hechas para satisfacer su pueril vanidad.</p>
-
-<p>Este exordio me bastaba; curábame poco de que imprimieran
-lo que pudiera venir en seguida.</p>
-
-<p>&mdash;Permitid, le dije....</p>
-
-<p>&mdash;No me interrumpais, esclamó con su mas agria voz, y poniéndose
-en jaque como un gallo cuyas plumas se encrespan, no
-me interrumpais, volvió á repetir.</p>
-
-<p>&mdash;Perdonad honorable <i>attorney</i>, repuse yo, antes de pleitear
-es menester que haya un proceso, aquí no lo hay.</p>
-
-<p>&mdash;Señor juez, continué, nombrado inspector desde hace
-cuatro dias, podria escusarme con la novedad de mis funciones,
-y acusar á mi predecesor de una neglijencia de que yo no soy
-culpable; pero Dios no permita que un oficial público, un mandatario
-del pueblo incurra en semejantes chicanas. El cargo
-obliga; yo quiero ser el primero que dé el ejemplo del respeto
-á la ley. Me reconozco responsable de un accidente que lamento,
-es pues inútil que ataqueis á un hombre que no sueña
-en defenderse siquiera.</p>
-
-<p>&mdash;Muy bien esclamó el cuácaro, incapaz de contenerse. Amigo
-Daniel, tú eres un funcionario segun el corazon de Dios: un
-Booz, un Samuel; dame los quinientos <i>dollars</i> ó una fianza
-bastante y me declaro satisfecho.</p>
-
-<p>&mdash;Un poco de paciencia, repliqué yo; estoy pronto á pagar sobre
-tablas toda indemnizacion lejítima; pero no quiero discutir
-siquiera esa indemnizacion. Defiero el juramento á mi adversario;<span class="pagenum"><a name="Page_156" id="Page_156">[156]</a></span>
-que este buen cuácaro sea el que por sí mismo fije la cifra
-del daño que le he causado.</p>
-
-<p>&mdash;No acepto, gritó Seth, furioso y turbado, me gusta mas
-pleitear; mi abogado me habia prometido un éxito completo.
-Un cuácaro presta acaso juramento? Daniel, no lees el Evanjelio?
-Cristo ha dicho: “No jures en manera alguna, ni por el
-cielo, porque es el trono de Dios; ni por la tierra, porque esta
-le sirve de escabel á sus pies; ni por Jerusalem.”</p>
-
-<p>&mdash;Basta, dijo Humbug; acabe ahí ese <i>canto</i> inútil. No se te
-pide que digas en presencia de Dios, y como Cristo lo enseña:
-<i>esto es</i> ó <i>esto no es</i>. Entra en tu conciencia, piensa en tu salud.
-Te exijo la verdad, toda la verdad, solo la verdad. Con todo
-lo cual, Dios te ayude.</p>
-
-<p>El cuácaro se rascó la cabeza y miró á su abogado con aire
-lastimoso. Fox permaneció mudo. Seth se volvio, y viendo á
-Marta de pié y silenciosa cerca de él, palideció y se puso á balbucear.
-Su conciencia, su interés, su amor, sostenian una terrible
-batalla; y es menester decirlo para honor del cuácaro, el interés
-no llevaba la mejor parte.</p>
-
-<p>&mdash;Aquí está el memorial, dijo él, los hechos son exactos, pero
-naturalmente en el precio algo se puede rebajar. Las baras
-no eran nuevas; sin embargo será necesario componerlas.
-Cinco dollars, no es mucho, no es verdad, Marta?</p>
-
-<p>La muchachona hizo una señal con la cabeza como la estátua
-del comendador en la Opera de D. Juan.</p>
-
-<p>&mdash;Pongamos cinco <i>dollars</i>, repuso el cuácaro con tono lamentable.
-El caballo ya estaba maltratado, pero la llaga ha vuelto
-á abrirse. Esto vale muy bien cinco <i>dollars</i>, no es verdad,
-Marta?</p>
-
-<p>&mdash;Para mí, continuó, no pido nada; pero mi pantalon está
-roto y he perdido mi dia. Pongamos diez <i>dollars</i>, no te parece
-Marta?</p>
-
-<p>&mdash;Y el abogado, gritó Fox, vas á olvidarlo?</p>
-
-<p>&mdash;El abogado, repuso el cuácaro, dichoso de descargar el furor
-de su avaricia contra alguien; el abogado es un tonto que
-me ha dado un mal consejo. Cinco <i>dollars</i>, en pago de diez palabras
-inútiles, es demasiado, qué dices Marta?</p>
-
-<p>Y los ojos de Seth resplandecieron viendo que su bien amada
-echaba á la risa el percance de Maese Fox.</p>
-
-<p>&mdash;He aquí los veinticinco <i>dollars</i>, dije yo á mi turno, felicitándome
-de quedar á mano á tan poca costa.</p>
-
-<p>&mdash;Ah! Marta, esclamó el cuácaro, que ruina es la conciencia.<span class="pagenum"><a name="Page_157" id="Page_157">[157]</a></span>
-Seguro estoy de que no la tienen las jentes que hacen fortuna,
-y si la tienen no se sirven mucho de ella que digamos.</p>
-
-<p>&mdash;Silencio, hijo de Belial! dijo Marta; bendito sea el cielo que
-me ha colocado cerca de tí.</p>
-
-<p>&mdash;Bravo! doctor, me dijo Fox haciendo una respetuosa reverencia,
-sois pasablemente artéro, y no es poca dicha para nosotros
-que no seais abogado.</p>
-
-<p>&mdash;Pues estais equivocado, cófrade, repuse yo sonriendo, soy
-del oficio.</p>
-
-<p>&mdash;Como así? dijo Humbug.</p>
-
-<p>&mdash;Hace algunos años hice una memoria de medicina legal á
-propósito de las mujeres que dulcifican indefinidamente el carácter
-de sus maridos, á fuerza de láudano discretamente administrado.
-Esto me valió un díploma de la universidad de Kharkoff;
-soy abogado y doctor en derecho entre los cosacos.</p>
-
-<p>Cófrade, dijo Humbug, con tono solemne, hacedme el honor
-de sentaros á mi lado, y vosotros, señores estenógrafos, no olvideis
-este hecho maravilloso. Un médico, doctor en derecho de
-la universidad de Kharkoff, es cosa que no se vé sino en América.
-Estoy seguro de que en toda la vieja Europa no se hallaria
-un fénix semejante al que poseemos en París....en Massachusetts.
-Kharkoff, señores, no lo olvideis, Kharkoff!</p>
-
-<hr />
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_158" id="Page_158">[158]</a></span></p>
-
-<h2 id="CAPITULO_XXIII">CAPITULO XXIII.<br />
-<span class="smaller">La audiencia de un Juez de Paz.</span></h2>
-
-<p>Sentéme al lado de Humbug, teniendo cuidado de echarme
-respetuosamente para atrás; y mientras despachaban asuntos civiles
-sin importancia, me puse á examinar la sala y los actores.</p>
-
-<p>No habia estrado para que el majistrado quedára mas alto
-que el justiciable; una simple barra de madera separaba al tribunal
-y al público. Humbug estaba sentado detrás de un
-gran escritorio, y á su lado escribía el <i>clerc</i> ó escribano. Frente
-al juez habia una especie de palco con reja destinado al acusado;
-un poco adelante del acusado habia una mesa para el querellante
-y los testigos. Nada mas. Lo que aumentaba la simplicidad
-del espectáculo, era que nadie llevaba traje especial.
-Humbug estaba de frac negro, sentado y con el sombrero puesto;
-los abogados no tenian ningun distintivo particular. Allí
-no se veían ni capelo, ni toga, ni pelucas. Aquel pueblo primitivo
-tiene una fé tan injénua en la justicia, que cree en ella
-sin ceremonias. Siéntese en todas partes la grosería puritana.
-Añadid que habia un puesto de honor para los estenógrafos.
-Ellos son los que representan al pueblo, vijilando á sus majistrados
-y juzgando á la justicia. Oh democrácia! y son esos tus
-trofeos? Y sin embargo, no hay un pais donde se lleve mas lejos
-el respeto á la ley y la confianza en el majistrado. Es una
-de esas rarezas que prueban hasta la última evidencia que el Sajon
-ha sido creado para la libertad, así como el Francés para la
-guerra y el Aleman para las cóles, el jamon y la filosofía. Suponer
-que tan fuerte alimento conviene á todos los estómagos fué la
-locura de nuestros padres. Los pobres, no adivinaron en su ignorancia
-que hay razas <i>individualistas</i> y razas <i>centralistas</i> (qué
-dos lindas palabras!), las unas hechas para cernirse solitariamente
-en el espacio á la manera del Milano; las otras para vivir
-en rebaños y ser esquiladas como los carneros. La política, la relijion,
-la filosofía, la libertad, son cuestiones de historia natural,
-variedades que distinguen al <i>homo civilizatus</i> entre todas las
-bestias de dos ó de cuatro patas. Admirable descubrimiento!
-Eterno honor de los grandes injenios de nuestros tiempos.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_159" id="Page_159">[159]</a></span></p>
-
-<p>Así que hubo terminado la lista de los pleitos civiles, hicieron
-entrar á un acusado en el palco. Era un jóven pálido, de
-largos cabellos y aire afeminado é impudente. Interpelado por
-Humbug, dijo su nombre y su domicilio y que pleiteaba <i>no culpable</i>.<a name="FNanchor_50" id="FNanchor_50"></a><a href="#Footnote_50" class="fnanchor">[50]</a>
-Sentóse en seguida, y pasando la mano por los bucles
-de sus cabellos, miró á sus acusadores con desdeñosa sonrisa.</p>
-
-<p>&mdash;Señor majistrado, dijo un <i>policemen</i><a name="FNanchor_51" id="FNanchor_51"></a><a href="#Footnote_51" class="fnanchor">[51]</a>, teneis delante
-de vos á uno de los mas hábiles rateros de la ciudad; entre la
-multitud donde le hemos aprehendido habian cortado seis bolsillos
-en un cuarto de hora. Al fin hemos cojido á este pícaro,
-que no nos era desconocido; en el forro de su frac tenia estas
-grandes tijeras; pero en sus bolsillos no hemos hallado nada.</p>
-
-<p>&mdash;Hay algun otro testigo, alguna otra prueba? preguntó el
-juez.</p>
-
-<p>&mdash;Nó, señor majistrado.</p>
-
-<p>&mdash;Entónces, haced salir á ese <i>gentleman</i><a name="FNanchor_52" id="FNanchor_52"></a><a href="#Footnote_52" class="fnanchor">[52]</a>, y otra vez procurad
-ser mas hábiles.</p>
-
-<p>El ladron saludó á Humbug, y se retiró tranquilamente, como
-un hombre que no ha dudado un punto de su absolucion.</p>
-
-<p>&mdash;Cómo! le dije yo á Humbug, así soltais á ese pícaro?</p>
-
-<p>&mdash;Sin duda, no hay cuerpo de delito.</p>
-
-<p>&mdash;Pero, y la mala reputacion de ese miserable, y esos bolsillos
-cortados y esas tijeras? Qué! no son pruebas?</p>
-
-<p>&mdash;Nó, repuso Humbug; esas son simples presunciones. Es
-muy probable que ese hombre haya entrado entre la multitud
-para robar; pero la ley que castiga el crímen no castiga la intencion.
-Ella deja lugar á la hesitacion, al miedo, á los remordimientos.
-Si fuéramos á condenar á las gentes por sus intenciones,
-cuál es el hombre de bien que no habria merecido ser
-colgado diez veces en su vida? Y por otra parte, si le dais al
-juez el derecho de leer en el alma del acusado, qué es la justicia
-humana, sino una hipócrita arbitrariedad? El acto culpable
-deja de constituir el delito, y es el capricho ó la preocupacion
-del majistrado el que lo constituye.</p>
-
-<p>&mdash;Dichoso pais, esclamé, donde la ley proteje al ladron.</p>
-
-<p>&mdash;Mas proteje al inocente contestó Humbug.</p>
-
-<p>&mdash;Con vuestro sistema de inquisicion, quién escaparia á los<span class="pagenum"><a name="Page_160" id="Page_160">[160]</a></span>
-ódios privados ó á las venganzas políticas? Con vuestro derecho
-de interpretacion, qué juez no estaria espuesto al error y al arrepentimiento?
-Temis es ciega, amigo mio,&mdash;ni oye, ni siente.
-Si quereis que obre, echad en su balanza un cuerpo de delito,
-alguna cosa material, pesada, que haga inclinar el platillo; pero
-presunciones, intenciones, recuerdos enojosos, nada de esto
-tiene peso.</p>
-
-<div class="poetry-container">
-<div class="poetry">
-<div class="verse"><i>Sunt verba et voces, prætereaque nihil.</i></div>
-</div>
-</div>
-
-<p>En aquel momento, una especie de hércules vestido de <i>policeman</i>,
-entró en la audiencia, asiendo del cuello á un hombrecito
-que jesticulaba como un diablo en una pila de agua bendita;
-no garantizo la exactitud de la comparacion. El jigante
-empujó vigorosamente al enano en el palco; en seguida, acomodándose
-el frac, cuyo cuello se habia roto, y limpiándose la cara
-toda arañada:</p>
-
-<p>&mdash;Ved lo que hay, señor majistrado, dijo con voz jadeante;
-es un rebelde lo que os traigo.</p>
-
-<p>&mdash;Perdon, dije yo á Humbug; supongo que no vais á juzgar
-sobre tablas un delito flagrante cometido fuera de la sala.</p>
-
-<p>&mdash;Por qué nó? repuso el juez, sorprendido de mi pregunta.</p>
-
-<p>&mdash;Y las formas, esclamé. Comenzad por poner á ese hombre
-preso, dejad que la policia levante un sumario, en seguida haced
-deponer una queja, sobre esa queja proceded á una fria y séria
-instruccion; hecho esto, fiscalizad esa misma instruccion,
-para no dar cabida al error, ni á la pasion. Tomad quince dias,
-tomad un mes, tomad tres meses, si es menester, el tiempo no
-es nada; pero observad las formas; ellas son las garantias de la
-libertad.</p>
-
-<p>&mdash;Estad tranquilo, doctor; vamos á hacer la instruccion en la
-audiencia, en público, con el pais por testigo. Semejante luz disipa
-todo error y toda pasion.</p>
-
-<div class="poetry-container">
-<div class="poetry">
-<div class="verse"><i>Solem quis dicere falsum Audet.</i><a name="FNanchor_53" id="FNanchor_53"></a><a href="#Footnote_53" class="fnanchor">[53]</a></div>
-</div>
-</div>
-
-<p>El acusado tendrá todas las garantias que pedis, salvo la prision
-preventiva, en la que supongo no tiene tanto interés como
-vos.</p>
-
-<p>&mdash;Pues es el caso, continuó el <i>policeman</i>, que yo llegué ayer
-de mi provincia, y que haciendo esta mañana mi primera ronda,
-acudió á mí este señor muy apurado, respirando apenas y
-colorado como una remolacha&mdash;“<i>Policeman</i>, me gritó; al fin os<span class="pagenum"><a name="Page_161" id="Page_161">[161]</a></span>
-encuentro! Pronto, pronto, socorro; hay necesidad de vos. “Qué
-hay?” le contesté. “Hay, respondió, que van á cometer una
-muerte abominable, si vos no os interponeis. Veis aquel jentío
-que se revuelve; allí hay un hombre que apalea su mujer con
-un garrote. Escuchad, gritan al asesino! Corred pronto, evitad
-una desgracia.”</p>
-
-<p>&mdash;Y quién es ese particular? le pregunté yo.</p>
-
-<p>&mdash;“No es grande, me contesta, pero es un salvaje.” Bueno
-le dije, he visto peores aun.</p>
-
-<p>Abreviad, dijo Humbug.</p>
-
-<p>&mdash;Voy á acabar, mi majistrado; corro y me abro paso por entre
-la muchedumbre, que no se movia; el hombre estaba allí,
-descargando sendos garrotazos sobre la cabeza de su mujer.</p>
-
-<p>&mdash;Le habeis arrestado?</p>
-
-<p>&mdash;No, mi juez, dijo el hércules rascándose la oreja y bajando
-la voz; era.... era Polichinelle.</p>
-
-<p>&mdash;Continuad, dijo Humbug mordiéndose los lábios, mientras
-que el público reía de buena gana á la vez que el acusado.</p>
-
-<p>&mdash;Sí, mi majistrado. Vuelvo á mi puesto, un tántico contrariado,
-como era natural. Y entonces llegan todos los pilluelos
-de la ciudad, encabezados por el señor, y silvando á cual
-mas. “<i>Policeman</i>, me gritan, os llaman; al asesino! al matador!
-Polichinelle mata su mujer!” Yo me dije: “Me han jugado
-una farsa, la ley no la prohibe; he caido en el lazo, callémonos;
-es menester que uno pague su aprendizaje.” Sigo caminando
-pacíficamente, como si nada hubiera pasado, cuando este
-señor, que á lo que parece le han pagado para que divierta
-la ciudad, se planta delante de mí, y me dice en alta voz: “Te
-conozco, te conozco, tú eres un ladron, un asesino!” Yo, le grito.
-“Sí, tú, me contesta. Ciudadanos, os pongo á todos por
-testigos y jueces. Decid si no ha muerto un Ourang-outang
-para robarle la cara?”</p>
-
-<p>&mdash;Muy bien señor, le dije, ahora me toca á mí: eso es un insulto,
-tengo la ley en mi favor. Seguidme ante la justicia.
-Quiere huir, y le detengo del cuello; él me contesta con una
-trompada en la cara; le tomo, pues, en mis brazos y aquí está
-sin rotura. No hay mas!</p>
-
-<p>El acusado se levantó muy corrido, declaró que no negaba
-los hechos, y se escusó de su resistencia, diciendo que no habia
-creido que cometia un delito jugando como Polichinelle.</p>
-
-<p>&mdash;Os equivocais, señor, contestó Humbug con tono chocarrero.
-Si conociérais mejor á vuestro digno modelo, sabriais que<span class="pagenum"><a name="Page_162" id="Page_162">[162]</a></span>
-despues de cada una de sus proezas se le pone preso en una caja
-cuidadosamente cerrada. Seré menos severo con vos; todo
-no os costará sino diez <i>dollars</i> de multa, y diez <i>dollars</i> por los
-perjuicios causados á este bravo <i>policeman</i>. Dadle las gracias
-por su bondad, que si hubiera apretado los dedos erais hombre
-muerto.</p>
-
-<p>El hombrecito sacó de una grasienta cartera algunos billetes,
-que de bastante mala gana dió al escribano; salió suspirando,
-saludado afuera por los silbidos de la multitud que aplaudia
-al <i>policeman</i>. Esta vez Goliat habia batido á David; es
-cierto que habia hecho entrar á la justicia en juego.</p>
-
-<p>Despues del caballero de madame Polichinelli, desfilaron
-delante de nosotros los infalibles de la policía correccional:
-mendigos, vagabundos, borrachos, calaveras, pendencieros,
-caballeros de industria, jugadores y otros pillos; era aquello
-un cuadro vivo de todas las miserias y de todos los vicios. Viendo
-la rapidez y seguridad con que Humbug instruía y juzgaba
-cada asunto, viendo sobre todo como el condenado aceptaba
-sin quejarse, un castigo previsto,&mdash;me reconcilié con el modo
-de actuar de los americanos. La publicidad de la instruccion
-criminal podría muy bien ser uno de esos descubrimientos modernos
-que suprimen el tiempo. Apoderándose en su primer
-fuego de las palabras de todas las partes, en lugar de coagularlas
-en un papel que no conserva de ellas ni el sonido ni el
-sentido; poniendo frente á frente acusados, acusadores, testigos
-y abogados, el juez americano condensa en algunos instantes
-la verdad, que entre nosotros se evapora muchas veces en los
-mil canales que la enfrian. Hacer buena y pronta justicia sin
-menoscabar la libertad,&mdash;hé ahí el problema que estos Yankees
-han resuelto. La ciencia nos ha engañado á nosotros,&mdash;la
-casualidad les ha servido á ellos.</p>
-
-<p>Habia un punto, sin embargo, sobre el cual me quedaba algun
-escrúpulo. Le pregunté á Humbug si no estaba espantado
-de su poder. Tener asi en sus manos la fortuna, el honor, la libertad
-de tantos acusados, disponer de todo ello por sí solo,&mdash;es
-una responsabilidad terrible.... No valdria mas dividirla?</p>
-
-<p>&mdash;Nó, repuso Humbug, se opone á ello el interés de la justicia.
-Formar un tribunal de tres ó cuatro jueces, no es multiplicar
-la responsabilidad, es dividirla; el acusado pierde en ello su
-mejor garantia. Siendo solo y estando bajo las miradas del
-público, me parece que Dios me mira; siento toda la santidad<span class="pagenum"><a name="Page_163" id="Page_163">[163]</a></span>
-del deber que desempeño. Cuantos mas cofrades tuviera, tanto
-menos comprometido me creeria. Qué es una tercia, una quinta,
-una segunda parte de responsabilidad? Y si el juicio es inícuo
-ó cruel, con quién se entenderá la opinion?</p>
-
-<p>&mdash;Sin embargo, le dije, ved el jurado.</p>
-
-<p>&mdash;Es el ejemplo que iba á citaros, me dijo. En este pais la
-mayoria es soberana; el número, es el que hace la ley en todo.
-Solo la justicia está fuera de esta condicion. El acuerdo de once
-jurados, no puede arrebatarle al acusado ni la vida, ni el
-honor; basta la abstencion de un solo hombre para tener en
-jaque su veredicto. De dónde proviene esto? Es que aquí hay
-una cuestion moral,&mdash;no un problema de aritmética; la voz
-que absuelve tiene mas peso quizá que las once que condenan.
-Así, lo que el lejislador pide, no es la mayoria,&mdash;es la unanimidad.
-Lo que él necesita, no es una responsabilidad dividida en
-doce partes,&mdash;son doce responsabilidades. En esto no hay, como
-lo veis, ni apariencia de escepcion; es siempre la misma regla;
-pero reforzada: unidad de juez, ámplia y completa responsabilidad.</p>
-
-<p>Este razonamiento me sorprendió, siempre había creido que
-la unanimidad del jurado era uno de esos viejos restos de barbárie
-feudal, que nos divierten á espensas de la Inglaterra, haciéndonos
-sentir mejor nuestra superioridad. Humbug turbaba
-la serenidad de mi fé. En vano traia á mi memoria las sábias
-palabras de Montaigne: “Oh! que dulce, que muelle y que santa
-cabecera es la ignorancia y la falta de curiosidad para reposar
-en ella una cabeza bien hecha!” La duda es como la lluvia,
-ningun viajero se escapa de ella. Franceses! quereis guardar
-ese lejítimo orgullo, esa pura satisfaccion de vosotros mismos,
-que hace vuestra fuerza y vuestro placer? Pues no perdais nunca
-de vista vuestras veletas!</p>
-
-<p>Un movimiento que se hizo en el auditorio,&mdash;movimiento
-seguido de un largo murmullo, nos anunció la llegada de un
-personaje importante. Un hombre gordo se adelantó majestuosamente,
-la cabeza levantada, medio cerrados los ojos, soplando
-á cada paso, sin mirar á nadie. Llegado que hubo á la mesa
-de los demandantes, saludó á Humbug con un jesto familiar
-y aire de proteccion. Era el banquero Little, en cuyas hinchadas
-mejillas se leía la insolencia de sus veinte millones.</p>
-
-<p>Tras él, dos <i>policemen</i>, conducian á un hombre de gran estatura,
-flaco, de cara desencajada, de ojos ardientes y aire de jugador
-que ha arriesgado su vida parando á una carta, y que ha<span class="pagenum"><a name="Page_164" id="Page_164">[164]</a></span>
-perdido. Dejóse caer en el asiento de los acusados, y se ocultó
-la cara entre ambas manos.</p>
-
-<p>&mdash;Señor, dijo el banquero, esta mañana han presentado en mi
-casa esta letra de dos mil dollars, que pongo sobre vuestro
-escritorio. Mi cajero, que es un mozo intelijente, vos lo conoceis,
-Humbug, no hallando este pago indicado en el cuadro de
-vencimientos, ha tenido la idea de traerme el billete, no obstante
-la insignificancia de la suma. El nombre del jirante, los
-endoces, mi aceptacion, todo es falso. Desde esta mañana, ya
-se han presentado tres veces con billetes semejantes, que han
-tenido cuidado de no dejarme. Es un golpe combinado entre
-cierto número de pícaros. Han calculado que me nombrarian
-intendente municipal, que hoy estaria ausente y que mi cajero
-no se atreveria á rechazar jiros con mi firma al pié. He cojido
-al señor; ahora toca á la justicia descubrir sus cómplices.</p>
-
-<p>&mdash;Acusado, dijo Humbug, teneis algo qué contestar? Ved
-que se tomará nota de todas vuestras palabras, y que se hará
-uso de ellas en contra vuestra; reflexionad antes de hablar.</p>
-
-<p>&mdash;Por ahora, nada tengo que decir, murmuró el acusado.</p>
-
-<p>&mdash;Entonces me obligais á enviaros ante la corte de <i>assises</i>
-por falsario, añadió Humbug con voz conmovida. Podeis presentar
-dos fianzas de cinco mil dollars cada una? De lo contrario
-me veré obligado á poneros preso.</p>
-
-<p>&mdash;Veré de encontrar fiadores, respondió el acusado.</p>
-
-<p>&mdash;Muy bien. Subid en carruaje con dos <i>policeman</i>, y ved á
-vuestros amigos. A vuestro regreso, iremos con vos mismo á
-inspeccionar vuestros libros, tomando otras precauciones del
-caso.</p>
-
-<p>&mdash;Vais á dejar en libertad á ese falsario? le dije á Humbug. No
-veis que tiene cómplices, que los advertirá y lo que es mas, no
-veis que se escapará?</p>
-
-<p>&mdash;La ley, respondió el juez, no establece la prision preventiva
-sino para los crímenes que llevan aparejados la pena capital.
-En todo lo demas, se remite á la discrecion del juez. Por
-qué quieres que le quite á ese hombre el medio de defenderse?
-Será para que comparezca como víctima ante la corte de <i>assises</i>,
-y para que el interés se adhiera, no al robado, sino al ladron?
-Serán necesario pruebas, espertas averiguaciones; puede esto,
-hacerse á tientas en ausencia del acusado? No tiene acaso el
-acusado el derecho de discutir y criticar todos los cargos amontonados
-contra él? La instruccion criminal, no es una pena, es
-la averiguacion de la verdad.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_165" id="Page_165">[165]</a></span></p>
-
-<p>&mdash;Con vuestra falsa humanidad, esclamé, desarmais la sociedad;
-no es así como yo entiendo la justicia.</p>
-
-<p>&mdash;Cómo la entendeis pues? preguntó Humbug.</p>
-
-<p>&mdash;Permitidme una comparacion, repuse. En la sociedad lo
-mismo que en un bosque, hay aves de rapiña y animales de presa;
-son los enemigos que la policia y la justicia buscan constantemente
-para cazarlos. La policia los acecha, la justicia los espera
-al paso; el majistrado, cazador hábil, abate y destruye esa
-ralea maldita. Pedidle al lobo una fianza, ofrecedle un salvo
-conducto al zorro, vereis qué se hacen los carneros y los pollos.</p>
-
-<p>Protejer á las jentes de bien, es el primer deber de la justicia;
-á los malos no les debe sino castigo y esterminio.</p>
-
-<p>&mdash;Caro amigo, dijo Humbug, vuestras bromas son crueles.</p>
-
-<div class="poetry-container">
-<div class="poetry">
-<div class="verse"><i>Quænam ista jocandi</i></div>
-<div class="verse">Sævitia.</div>
-</div>
-</div>
-
-<p>Si hay lobos entre los pobres humanos, lo que estoy lejos de
-negar, por lo menos tienen la misma piel que las ovejas; antes
-de matar al salteador, es menester reconocerlo. Esa obra requiere
-una mano mas delicada que la del cazador. La justicia,
-no es bajo otro nombre, sino la sociedad, madre de todos los
-ciudadanos; hasta la condenacion, ella cree en la inocencia de
-sus hijos. Esa confianza maternal no es una palabra vana; es
-una ternura activa que proteje y sostiene al acusado, sin abandonarle
-un momento. Vos creis sin duda que es el jurado
-quien castiga el crímen; desengañaos. La instruccion se hace
-entre nosotros de una manera tan franca, tan libre, tan jenerosa,
-que á decir verdad es el culpable el que se condena á sí propio,
-aceptando la expiacion. Seguid nuestras cortes de <i>assises</i>,
-vereis que lo que desarma al acusado, es la misma dulzura
-de nuestros procedimientos judiciales. Si se le ataca, se subleva;
-si se le insulta, se ultraja; el orgullo y la cólera sostiene al
-malvado lo mismo que al hombre de bien. Pero justificarse
-cuando solo los hechos acusan, esponer uno simplemente su
-conducta, dar cuenta de sus acciones, es el privilejio de la inocencia.
-Nada espanta á un criminal como el sentirse solo cara á
-cara consigo mismo,&mdash;teniendo por testigo y por jueces al presidente
-que lo proteje y al jurado que lo acusa. Así lo mas frecuente
-es que concluya confesando su falta ó encerrándose en
-un silencio obstinado lo que equivale á una confesion. Lo que
-vos llamais la debilidad de nuestras leyes, es lo que hace su
-virtud y su hermosura.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_166" id="Page_166">[166]</a></span></p>
-
-<p>No entiendo una palabra de vuestra filantropia quimérica,
-le contesté; no es asi como se entiende y se practica la justicia........</p>
-
-<p>En Kharkoff, entre los cosacos! interrumpió Humbug riendo;
-ya lo creo, esos caballeros no son cristianos.</p>
-
-<p>Son cristianos como yo, repuse, pero........</p>
-
-<p>Buenos dias mi juez, gritó, mientras encerraban en el palco á
-un hombre de figura violácea, con unos ojos tan resaltantes como
-los de una langosta de mar y una voz asmática y ronca: soy
-yo, Paddy, no me reconoceis?</p>
-
-<p>Dos veces, en cuatro dias, es demasiado, dijo Humbug.</p>
-
-<p>Escusad, mi majistrado, dijo el acusado, señalando á los <i>policeman</i>,&mdash;estos
-señores tienen la culpa. No tienen piedad con
-los pobres. Ayer, domingo, salgo para pasearme tranquilamente,
-llevando en la mano una botella de jinebra, á la manera
-de un cristiano que no quiere ponerse furioso por no haber
-hallado que beber en un dia sábado. Encuentro á este gran
-diablo allá, le pregunto políticamente el camino del hospital.
-“Lo tienes en la mano, me contesta.”&mdash;Esto, dije, enseñándole
-mi botella, es el consuelo de mi vida.&mdash;“Es tu enemigo repuso
-él.”&mdash;Eh bien, <i>policeman</i> es menester amar á vuestros enemigos.
-Esto diciendo bebo á mi salud, y tropieso con Patricio O’Shea,
-un compatriota hijo de la verde Erin, muy enemigo de
-los Sajones. El domingo no encuentra uno un amigo sin boxear
-un poco con él: cosa de risa, no es verdad, mi juez? Todavia
-no sangrábamos cuando el <i>policeman</i> me atrapa del hombro
-diciéndome: “Tienes tres <i>dollars</i> qué pagar?” No, mi bolsillo
-tiene un agujero y mi mujer no lo ha compuesto.&mdash;“Si no
-tienes con qué pagar la multa, añade, porqué te bates?”</p>
-
-<p><i>Policemen</i>, le contesté, teneis razon; cada cual debe divertirse
-segun sus medios,&mdash;con lo que me largo de bracero con
-Patricio, siempre amigos. Pero hé aquí que Patricio se pone
-á embromarme sobre las últimas elecciones; es demócrata.&mdash;“Tu
-juez, dijo, (era de vos,mi majistrado, de quien hablaba),
-no vale un píto; en cuanto al doctor se asegura que es brujo.”</p>
-
-<p>Como era natural le cierro la boca de un puñetazo; él me lo
-devuelve; yo le doy una sancadilla, y sas tras, doy con él en
-tierra:&mdash;Te ahorco, le dije, si no confiesas, y le aprieto el pescuezo
-para que confiese.</p>
-
-<p>Para que confiese qué, preguntó Humbug.</p>
-
-<p>Qué, mi juez! que vos valeis un pito y que el doctor no es
-brujo.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_167" id="Page_167">[167]</a></span></p>
-
-<p>Paddy, repuso Humbug, con aire serio, os damos las gracias
-por vuestra buena opinion respecto de nosotros; pero por haberos
-emborrachado y peleado en la calle tendreis que pagar
-diez <i>dollars</i>.</p>
-
-<p>Diez <i>dollars</i>! esclamó el borracho, de dónde quereis que
-los saque?</p>
-
-<p>Si no los encontrais de aquí á mañana, cinco dias de prision
-os dejarán chancelado.</p>
-
-<p>&mdash;Y mi mujer, y mis hijos? murmuró Paddy.</p>
-
-<p>&mdash;Ayer fué cuando debiste pensar en ellos, repuso el juez;
-hoy es ya tarde.</p>
-
-<p>Fariceos esclamé, al fin os sorprendo. Con que teneis dos
-pesos y dos medidas. Gracias á su dinero, el rico puede permitirse
-todos los vicios; el pobre tiene que espiar en prision el
-único crímen que no perdonais: la miseria. Es eso equidad?
-Para un mismo delito, yo no admito sino una misma pena; encerrad
-á todos los culpables ó no encerreis á nadie. La justicia
-no es sino otro nombre de la igualdad.</p>
-
-<p>&mdash;Dichosos lójicos, dijo Humbug, admirables conductores
-de los pueblos! se os importa poco matar la libertad, con tal de
-conducirla en linea recta al abismo. El dia en que los astutos
-verdugos hicieron morir bajo el látigo á los nobles y á las mujeres,
-sospecho, sublime doctor de Kharkoff, que vuestro corazon
-palpitaria, esclamando: Gran victoria de la igualdad!</p>
-
-<p>&mdash;No, no, repuse á mi vez; tengo horror al despotismo; quiero
-la igualdad que eleva, y no la igualdad que rebaja; pido
-que á los siervos se les trate como á nobles,&mdash;no á los nobles como
-á siervos.</p>
-
-<p>&mdash;Muy bien, amigo mio, repuso el juez; pero aquí es donde
-comienza la dificultad. Hay siempre un punto en el que, á menos
-de imitar á Procusto, el mas perfecto de los lójicos, no llegareis
-nunca á la igualdad.</p>
-
-<p>Nuestras viejas leyes Sajonas, que vos encontrais duras, y
-yo hallo justas y suaves, siempre cuidan de tratar bien á la libertad.
-Escepto los crímenes atroces, ellas atacan la bolsa,&mdash;no
-á la persona culpable. Si el verdadero medio de contener
-al hombre arrastrado por la pasion es ponerle delante la responsabilidad
-que le espera, nada vale lo que las penas pecuniarias;
-creed en la esperiencia. Hay paises donde el adulterio es
-una gracia; la falta de fé un juego permitido; el duelo una proeza
-que honra hasta el malvado. Entre nosotros, no se seduce ni
-á la mujer ni á la hija del vecino, ni se mata á las jentes para<span class="pagenum"><a name="Page_168" id="Page_168">[168]</a></span>
-reparar la injuria que se les hace. Por qué? Por la muy prozaica
-razon de que cada una de esas amables locuras cuesta quince
-ó veinte mil <i>dollars</i>. Nadie tiene interés en arruinarse para
-ser la fábula de la ciudad, y lo que es peor aún, un objeto de
-burla.</p>
-
-<p>&mdash;Tal es la ley, cuya fuerza y sabiduria ha consagrado un
-uso diez veces secular. Pero qué hacer cuando el condenado
-no tiene nada? Debe dársele al pobre un privilejio de impunidad,
-sacrificar la libertad por amor á la uniformidad? Nuestros
-antepasados han decidido y nosotros hemos conservado su
-máxima: <i>El que no puede pagar con su bolsillo paga con su
-piel: luat cum corio</i>. Entre nosotros la multa es la regla, la cárcel
-la escepcion. Porqué? Porque la libertad es el principio;
-y á decir verdad, la cárcel no es sino un medio de ejecucion
-contra un deudor insolvente. Qué veis de injusto en todo esto?</p>
-
-<p>&mdash;No veo la igualdad, repuse.</p>
-
-<p>&mdash;Pues bien, doctor, sois ciego. Hay dos especies de igualdad:
-la una, que no conviene á las sociedades humanas,&mdash;es la
-igualdad material y brutal que no toma en cuenta ni la edad, ni
-el rango, ni la fortuna. Las mismas penas en condiciones iguales,
-es la igualdad absoluta, es decir, la suprema injusticia. La
-otra igualdad es la que proporciona el castigo,&mdash;no segun la definicion
-del delito, que no es sino una palabra, sino segun el
-acto mismo y segun la persona del culpable. Al rico una
-fuerte multa, al pobre una multa suave, y en defecto de paga
-algunos dias de prision,&mdash;es una ley en la que tanto la justicia
-y la igualdad verdaderas se encuentran consultadas no menos
-que la libertad.</p>
-
-<p>&mdash;Paddy! esclamé llamando al borracho que levantó hácia
-mi sus grandes ojos con asombro: tomad estos diez <i>dollars</i>, buen
-hombre, idos en paz á vuestra casa, y no volvais á pecar. Hé
-ahí mi respuesta, añadí, volviéndome hácia Humbug: es una
-protesta contra la iniquidad de vuestras leyes.</p>
-
-<p>Es la justificacion de su escelencia, respondió él. Si por
-amor á la igualdad, hubiéramos establecido la prision como pena
-de la embriaguez, qué socorro hubiérais podido prestarle á
-esa interesante víctima? La multa, por el contrario, tiene el gran
-mérito que las almas tiernas pueden siempre correjir la dureza
-de nuestros juicios. Y digan lo que digan los lejistas, esa raza
-de corazon empedernido, cuando hay lucha entre la caridad
-y la justicia, es bueno que la última palabra se diga en favor
-de la caridad.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_169" id="Page_169">[169]</a></span></p>
-
-<p>&mdash;Gracias, doctor, gritó Paddy, deshaciéndome los dedos
-entre sus manos; voy á beber á vuestra salud; el primero que
-se atreva á decir que sois brujo, lo aplasto, á fé de cristiano.</p>
-
-<p>&mdash;Ved ahí un hombre correjido, dijo Humbug. Ahora si
-no hay nada mas á la órden del dia levantemos la sesion.</p>
-
-<p>De allí volvimos á mi gabinete, donde encontramos al Presidente
-de la corte, de <i>assises</i> en una gran ajitacion.</p>
-
-<p>&mdash;Os esperaba, le dijo á Humbug: héme aquí en un gran
-embarazo. El jurado está reunido, el <i>attorney</i> jeneral me falta á
-su palabra. Me escribe que está en cama, retenido por tales
-dolores de entrañas que le es imposible levantarse.</p>
-
-<p>&mdash;Entrañas.... un <i>attorney</i> jeneral! Eso es inverosímil, esclamó
-Humbug.</p>
-
-<p>&mdash;Amigo mio, no riais, y socorredme, dadme alguien que
-pueda reemplazar á nuestro acusador público.</p>
-
-<p>&mdash;Tomad á este querido Daniel, dijo el juez, siempre dispuesto
-á reir. Es el hombre que buscais. Abogado y doctor
-de la universidad de Kharkoff. Un prodigio de gravedad,
-de inflexibilidad, de legalidad y de sentimentalismo. Teneis
-ahí en una sola persona,&mdash;un Coke, un Mansfield, un Erskine
-y demás.</p>
-
-<p>&mdash;Venid pronto señor, dijo el presidente, tomándome el brazo;
-vos me salvais la vida.</p>
-
-<p>&mdash;Permitid, le dije........</p>
-
-<p>&mdash;No, no, interrumpió él, no escucho nada. Nada de falsa
-modestia; sois doctor, eso basta.</p>
-
-<p>Al mismo tiempo, Humbug me cojió del otro brazo; lleváronme
-á la sala, presentáronme al jurado, y me instalaron sin haber
-podido soplar una palabra. Humbug se puso despues de mi,
-y riéndose de mi percance, me mostró en el banco de la defensa
-á Fox estupefacto, que me miraba cerrando los ojos.</p>
-
-<p>&mdash;No habia como desdecirse; la suerte que se burlaba de mi
-me condenaba á representar una nueva comedia: <i>el attorney
-por fuerza</i>.</p>
-
-<hr />
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_170" id="Page_170">[170]</a></span></p>
-
-<h2 id="CAPITULO_XXIV">CAPITULO XXIV.<br />
-<span class="smaller">Un attorney jeneral.</span></h2>
-
-<p>Querido lector! Os ha empujado alguna vez al agua por
-sorpresa, una mano traidora, y sin saber nadar? Pues bien,
-entonces podeis haceros una idea de mi triste situacion. No
-me sentia en estado de decir dos palabras seguidas, pero retirarme
-hubiera sido ridículo; no habria habido bastantes silvidos
-para mi en toda la ciudad; resolví pues, armarme de paciencia
-y sostener mi papel hasta el fin.</p>
-
-<p>Saqué mi cartera, arranqué de ella algunas hojas y me puse
-á escribir de memoria algunas de esas bellas fraces que no dicen
-nada; pero que hacen el mayor efecto, cuando se las coloca
-á propósito en una improvisacion cuidadosamente preparada.
-Armado así, esperé la batalla, con la firmeza de un soldado que
-va al fuego, diciéndose que hará pié.</p>
-
-<p>El primer acusado que condujeron era un malvado abominable,
-que habia envenenado lentamente á su mujer, despues de
-haberle dictado un testamento; el crímen era flagrante y las
-pruebas irrecusables, de manera que el miserable ni siquiera
-tentó defenderse.</p>
-
-<p>&mdash;Me defiendo <i>culpable</i>, murmuró con voz trémula, pálido el
-rostro y ojos de loco. La muerte, pido la muerte. Que me
-quiten la vida.</p>
-
-<p>La asamblea quedó en profundo silencio.</p>
-
-<p>Levantéme majestuosamente, puse mi lente á caballo sobre
-mi nariz, tosí tres veces, y teniendo mis apuntes en la mano izquierda,
-mientras movia mi brazo derecho cadenciosamente, comencé
-con voz baja y lenta:</p>
-
-<p>“Señor presidente, señores jurados:</p>
-
-<p>“<i>Nemo auditur perire volens</i>, no se escucha al que quiere morir,
-es una de las grandes y saludables máximas que nos ha legado
-la profunda sabiduria de nuestros venerables antepasados,
-sabiduria bien superior á la loca ciencia y á la orgullosa razon
-de las jeneraciones de hoy dia; <i>nemo auditur perire volens</i> es
-una máxima que no ha sido inventada solamente, para protejer<span class="pagenum"><a name="Page_171" id="Page_171">[171]</a></span>
-al culpable contra su propia desesperacion, sino para asegurarle
-á la sociedad la justa satisfaccion de una venganza lejítima.</p>
-
-<p>“Sí, señores, cuando un crímen execrable ha sido cometido;
-cuando nuestra admirable ciudad, rejuvenecida por el esplendor
-de esas gloriosas construcciones que hacen honor infinito al
-jénio prodijioso de nuestra hábil y sábia edilidad; cuando, decía,
-nuestra ciudad, Roma moderna, mil veces mas bella y mas
-grande que la Roma de los Césares, se despierta al amanecer,
-terrificada por la noticia imprevista de uno de esos horribles
-atentados que revelan una depravacion incalificable, fruto intoxicado
-de una civilizacion que las revoluciones y el periodismo
-han corrompido; entonces, entonces, señores, la justicia, que
-vela siempre, debe cumplir una mision sagrada, mision tan difícil
-como grandiosa. En defecto de una palabra fácil, en defecto
-de esa elocuencia majistral, gala de tantos de mis ilustres
-cólegas, que no nombro, teniendo en consideracion su exesiva
-modestia, los magistrados que al menos se inspiran en su
-conciencia traen á este recinto su enérjica conviccion, su humilde
-y firme abnegacion á la causa del órden, de las leyes y de la sociedad.</p>
-
-<p>“Aquí, señores jurados, se dá un grande y hermoso espectáculo,
-aquí vuelve á empezar en todos sus detalles, una trajedia,
-dolorosa sin duda para las jentes honradas, pero necesaria á la espiacion
-del crímen y á la edificacion del pais entero. En este drama
-espantoso, el libertinaje hace la esposicion, la avaricia llena
-el segundo acto, el veneno es su nudo, la instruccion, por su maravillosa
-habilidad, precipita las terribles peripecias, y así llegamos
-al desenlace fatal y próximo. Ese desenlace vengador,
-está en vuestras manos, señores jurados, vuestro veredicto no
-es dudoso. Abrumado, por el peso de su falta, vencido por
-la justicia, el culpable ha confesado todo; ahí está ante vosotros
-agobiado, herido por los remordimientos. Su condena
-está escrita sobre su frente malvada, como lo está en vuestros
-nobles corazones.</p>
-
-<p>“Que no crea que esa confesion forzada pueda librarle de la
-afrenta que ha merecido. En vano aparta su cabeza criminal,
-en vano aleja sus lábios impuros del cáliz amargo que su crímen
-execrable le ha preparado; la ley ciega y muda, la ley
-justamente inexorable, la ley santamente implacable, quiere
-que apure hasta las heces su maldad. Su suplicio es el castigo
-del pasado y la leccion del porvenir.”</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_172" id="Page_172">[172]</a></span></p>
-
-<p>&mdash;Basta, por Dios, basta, me dijo Humbug tirándome el faldon
-de mi frac: <i>Res sacra miser</i><a name="FNanchor_54" id="FNanchor_54"></a><a href="#Footnote_54" class="fnanchor">[54]</a>, amigo mio.</p>
-
-<p>Dejadme pues, le dije, con un jesto de impaciencia. La acusacion
-nada tiene que hacer con la humanidad.</p>
-
-<p>&mdash;“Es á nosotros, continué animándome, es á nosotros, ministros
-de la vindícta pública, es á nosotros representantes de
-la sociedad ultrajada, es á nosotros á quienes incumbe el penoso
-y santo deber de sofocar hasta las palpitaciones de nuestro corazon
-de hombre, es á nosotros á quienes toca remover ese fango
-y dominar invencibles desagrados, es á nosotros....”</p>
-
-<p>¡Imprudente! al hacer un jesto magnífico, alcé los brazos,
-abrí entrambas manos, y hé aquí que todos mis papeles caen en
-tierra y mi elocuencia con ellos; me agaché para recojer todo
-junto, pero el acusado aprovechándose de aquella casualidad
-desgraciada, se levantó bruscamente, diciendo:</p>
-
-<p>&mdash;Señor Presidente, ¿hasta cuando sufrireis que el <i>attorney</i>
-jeneral, juegue conmigo como un gato con un raton? La ley
-dice que sois el abogado del acusado; por qué dejais insultar mi
-miseria. Espero la sentencia, y no veo qué ganais con prolongar
-mi suplicio.</p>
-
-<p>&mdash;Tiene razon, dijo un jurado mal enseñado, estamos aquí
-para hacer justicia no para oir un sermon.</p>
-
-<p>Quise hablar; el presidente me detuvo haciéndome una seña
-con la mano, y cubriéndose, pura y simplemente pronunció la
-sentencia del culpable, y la pena de muerte. No hubo ni resúmen,
-ni palabras bien sentidas, ni leccion dada al acusado,
-ni al jurado, ni al público, nada que aumentára la solemnidad
-de aquella escena palpitante de interés. Antes por el contrario,
-todo se hizo con una familiaridad de mal gusto y como
-pactando con el culpable.</p>
-
-<p>&mdash;Condenado, dijo el presidente, en adelante no espereis nada
-de la misericordia de los hombres, no os resta sino implorar
-la justicia de Dios. ¿Cuántos dias necesitais para arreglar
-vuestros negocios y poner en órden vuestra conciencia?</p>
-
-<p>&mdash;Bastarán tres dias, repuso, tengo prisa de acabar.</p>
-
-<p>&mdash;¡Eh bien! contestó el presidente, dentro de cinco dias á
-contar de la hora presente, comparecereis ante el único juez que
-puede perdonaros.</p>
-
-<p>El condenado saludó al presidente con respeto y salió, lanzándome<span class="pagenum"><a name="Page_173" id="Page_173">[173]</a></span>
-una mirada que me turbó. ¿No habia yo cumplido
-con mi deber? ¿Debe uno piedad hasta á los asesinos?</p>
-
-<p>Introdujeron al segundo acusado. Era este un pícaro descarado,
-que habiendo salido de la cárcel dos dias antes se habia
-hecho culpable de fractura, de robo y de tentativa de asesinato.
-Habia roto las ventanas de una casa de Montmorency,
-amenazando á una desgraciada sirvienta que la cuidaba y robádose
-todo, inclusive el carruaje y los caballos.</p>
-
-<p>La cara de aquel pícaro bastaba para hacerlo condenar. Era
-la maldad en persona. Veíase en él á un hombre para quien
-la sociedad no era mas que un enemigo, y que tenía tanto desprecio
-por la ley como odio por el majistrado; en una palabra,
-una de esas bestias salvajes que es menester matar para no ser
-devorados por ella.</p>
-
-<p>&mdash;Acusado, dijo el presidente, ¿os defendeis culpable ó no
-culpable?</p>
-
-<p>La pregunta es diestra, repuso el ladron, con audaz indiferencia.
-¿Culpable ó no culpable? Ni vos ni yo podemos saberlo
-antes de haber oído á los testigos.</p>
-
-<p>Señores jurados, esclamé, ¿tenemos acaso necesidad de oír
-mas? Retened esa confesion. Hay ejemplo de que un inocente
-haya hesitado un instante en proclamar su no culpabilidad?
-Solo un bandido de profesion puede tener semejante descaro.
-Ved si ese miserable no lleva el sello del crímen impreso
-en su cara impudente.</p>
-
-<p>&mdash;Protesto contra esa teoria, esclamó el defensor del acusado.
-Aquella voz perruna me hizo estremecer: una vez mas la
-irónica fortuna me ponia en frente de Fox, mi eterno enemigo.</p>
-
-<p>&mdash;Sí, continuó, protesto y protestaré siempre, contra una doctrina
-que jamás ha sido recibida en los tribunales de la libre
-América. Vos no teneis el derecho de torturar las palabras de
-un acusado para sacar de ellas una condenacion. Vos no teneis
-el derecho de interpretar su porte, su jesto, el tono de su
-voz para deducir de ello su culpabilidad. Si permitido fuera
-invocar esos signos falaces que la pasion esplica á su antojo,
-¿quién escaparia á la elocuencia de los señores <i>attorneys</i> jenerales?
-¿Calla el acusado? son los remordimientos que le abruman,
-el silencio es una confesion.&mdash;¿Protesta con calma? es un
-descarado, el descaro es una confesion.&mdash;¿Se exalta, se chancea?
-es un insolente que ultraja la justicia; el insulto es una confesion.
-La debilidad, la enerjía, la humildad, el orgullo, las
-lágrimas, las cóleras, todo es confesion para los espíritus mal<span class="pagenum"><a name="Page_174" id="Page_174">[174]</a></span>
-dispuestos, que solo ven las cosas de un lado. Eh! señores,
-comenzad por establecer los caractéres físicos de la virtud y del
-crímen. Cuando la ciencia haya realizado los sueños de Labater,
-condenareis á las jentes por su cara; hasta entonces dejad
-á los decidores de buena ventura, ese arte pérfido y peligroso.
-La justicia no conoce sino los hechos, no discute sino
-los hechos, no falla sino sobre los hechos. Ahí está su seguridad
-y su grandeza. Que el señor <i>attorney</i> jeneral guarde su
-talento para mejor ocasion. Pasemos al exámen de los testigos.</p>
-
-<p>&mdash;Señor Presidente, esclamé yo, solo por respeto á la corte,
-es que he sufrido hasta el fin la impertinencia de esas palabras;
-un <i>attorney</i> jeneral no tiene lecciones que recibir de un abogado,
-requiero....</p>
-
-<p>&mdash;Calma, señor, dijo el majistrado. A la defensa le es permitido
-todo salvo la injuria; las palabras del honorable abogado
-no esceden en nada el derecho de sus funciones. En cuanto á su
-doctrina es la que nuestros precedentes han consagrado. En
-todas nuestras compilaciones encontrareis esos principios que
-yo me hago un honor en profesar.</p>
-
-<p>Caí en mi asiento á la manera de un Titan fulminado. El
-presidente, convertido en apóstol de teorias que hacen descender
-la acusacion al nivel de la defensa; el presidente, desertor
-de nuestras filas y haciéndose cómplice del abogado, era el último
-golpe! Si esto es lo que los yankees llaman justicia, yo
-no la conozco ni por el forro. Recorred la Europa civilizada, y
-no hallareis allí nada semejante.</p>
-
-<p>&mdash;Muy bien, me dijo el escelente Humbug, para darme un
-poco de valor. Hablais como un senador; pero con demasiado
-celo solamente. Moderaos, mi buen amigo, hareis mas efecto.</p>
-
-<p>No habia salido todavia de mi sorpresa cuando llamaron á
-los testigos; esperaba que solo el presidente los interrogára de
-concierto conmigo. Esperanza vana! El presidente era una
-estátua impasible; frente á él, el acusado guardaba el mismo
-silencio. Cuando quise interrogarle, un grito jeneral me enseñó
-que, segun la ley yankee, no hay favor sino para los pícaros.
-Cualquiera que hubiera visto al majistrado y al acusado inmóviles
-y mudos, habría dicho que ajenos á lo que pasaba en
-la audiencia, eran los jueces del campo. Los combatientes, ó mejor
-dicho las víctimas, eran los testigos, entregados á la merced
-del abogado, interrogados, desmentidos, vituperados, hostigados
-por un hombre sin carácter público y que no tenia otro título<span class="pagenum"><a name="Page_175" id="Page_175">[175]</a></span>
-sino defender la dudosa inocencia de un pícaro envejecido en el
-crímen. En aquel trastorno de todas las ideas recibidas, cualquiera
-habria tomado al acusado por un testigo, á y los testigos
-por acusados.</p>
-
-<p>Una de las preguntas hechas por Fox me pareció tan impertinente,
-que me opuse á que el testigo contestára.</p>
-
-<p>&mdash;Con qué derecho? esclamó Fox, siempre furioso.</p>
-
-<p>&mdash;Olvidais le dije, que no os debo cuenta de ningun jénero:
-soy aquí el representante del Estado.</p>
-
-<p>&mdash;Qué nueva químera es esa? repuso, con su insolencia habitual,
-en este recinto no hay Estado. Aqui no hay lugar sino
-para la justicia, admirablemente representada por la imparcialidad
-del majistrado y la sabiduría del jurado. Vos, sois tan
-abogado como yo. Yo represento al acusado, vos representais
-al querellante, á quien la sociedad os da por sosten. Vos no
-teneis un solo derecho que no me pertenezca á mí,&mdash;asi como
-yo no tengo un solo privilejio que vos no podais revindicar.
-Si de otra manera fuesen las balanzas de la justicia no serian
-de buena ley y la acusacion seria mas fuerte que la defensa; á
-qué estaria reducida la libertad del ciudadano?</p>
-
-<p>&mdash;Señor presidente, dije, tambien es esa una de las teorías
-consagradas por vuestros precedentes?</p>
-
-<p>&mdash;Señor attorney jeneral, repuso con tono pesaroso, vuestra
-pregunta me sorprende. En un pais libre puede acaso ponerse
-en duda la igualdad de la defensa y de la acusacion?</p>
-
-<p>No me quedaba mas recurso que callarme; dejé á Fox
-torturar á los testigos á su gusto. Una sola cosa me
-consoló. No hay abuso que, al lado de mil inconvenientes,
-no lleve aparejado alguna pequeña ventaja. Habituado
-desde la infancia á las rudas pruebas de la vida pública,
-los testigos no se dejaban intimidar por la aspereza de las
-preguntas que se les dirijian. En aquel duelo de palabras, Fox
-no siempre llevaba la mejor parte. Es verdad que tenia la
-piel dura; cada vez se levantaba con nueva rabia. Jamás se
-ha defendido la libertad de un hombre con una enerjía mas
-desesperada.</p>
-
-<p>Entre los testigos figuraba Seth el cuácaro, personaje importante
-en Montmorency, por su calidad de posadero. Seth le
-tenia mala voluntad al abogado desde el lance de por la mañana,
-y así sus contestaciones envolvian una malicia que me
-hizo sonreir apesar de mi mal humor.</p>
-
-<p>&mdash;Conoces al acusado? preguntó Fox.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_176" id="Page_176">[176]</a></span></p>
-
-<p>&mdash;Sí, dijo el cuácaro, le conozco por su desgracia y por la
-mia.</p>
-
-<p>&mdash;¿Te atreverias á afirmar bajo juramento, que es un mal
-hombre?</p>
-
-<p>&mdash;No he dicho nunca que le hubieran acusado de ser un
-mal hombre, repuso el amigo Seth con la mayor dulzura.</p>
-
-<p>&mdash;¿Qué interés tenia en robar un carruage con caballos?</p>
-
-<p>&mdash;Ninguno, que yo sepa, dijo el cuácaro. Hubiera hecho
-mejor en comprarlos y no pagarlos, á la manera de los honorables
-<i>gentlemen</i>. Quizá no tenia el crédito de ellos.</p>
-
-<p>Despues del posadero, vino el turno de la sirvienta; era esta
-una gordiflona rubia, de aire cándido y alegre; pero que no carecia
-de uñas y de pico, como toda hija de los campos.</p>
-
-<p>&mdash;Vos pretendeis, dijo el abogado, que reconoceis al acusado;
-afirmais que os ha dirijido amenazas en términos mas que
-inconvenientes.</p>
-
-<p>&mdash;Sí, señor, murmuró poniéndose colorada.</p>
-
-<p>&mdash;Hablad mas alto, dijo Fox, los señores jurados no os oyen.</p>
-
-<p>&mdash;No puedo, repuso toda turbada.</p>
-
-<p>&mdash;Sí, podeis; haced como yo, gritad.</p>
-
-<p>&mdash;Vos, es diferente, repuso, es vuestro oficio; desde chiquito
-os han acostumbrado á ello.</p>
-
-<p>&mdash;Vos afirmais continuó Fox, que el acusado se ha servido
-de palabras abominables, tan abominables, señores jurados, que
-el pudor me impide repetirlas en público.</p>
-
-<p>&mdash;Si, señor, dijo la muchachona, poniéndose cada vez mas colorada.</p>
-
-<p>&mdash;Muy bien, repetid esas palabras á la corte y al jurado.</p>
-
-<p>&mdash;Señor, dijo ella, irguiéndose, si vuestro pudor no os permite
-reproducir esas palabras, no comprendo como es que podeis
-suponer que el mio me lo permita.</p>
-
-<p>&mdash;Muy bien, repuso Fox sin desconcertarse; el jurado apreciará.
-Habeis dicho que el acusado hablaba como un descarado.
-¿Sabeis lo que es hablar como un descarado?</p>
-
-<p>&mdash;Lo sospecho, repuso, mirando al abogado de tal manera
-que la asamblea se puso á reir y que Fox abandonó el testigo.</p>
-
-<p>Agotada la lista de los testigos, tomé yo la palabra; la cólera
-me hacia elocuente, lo sentia, y así me abandoné al placer
-de declamar. En una requisitoria que merecia ser estenografiada,
-hice la historia completa de aquel bandido. Le cojí del
-lecho para no dejarle sino ante el tribunal, donde iba al fin á<span class="pagenum"><a name="Page_177" id="Page_177">[177]</a></span>
-recibir un justo castigo. Primero, le pinté á los tres años, como
-uno de esos niños malditos que no han hecho jamás sonreir
-á su madre; en seguida, le acompañé á la escuela, le mostré perezoso,
-mentiroso, pendenciero, preludiando al patíbulo con sus
-robos de nueces y ciruelas en los árboles del camino. Por una
-fortuna inaudita, habia hallado entre los testigos, á tres de sus
-honrados camaradas, que veinticinco años antes habian hecho el
-merodeo con aquel futuro pícaro. De la escuela pasé al taller, y
-allí tracé un retrato horrible del hombre que debia parecérsele.
-Hice contra la embriaguez, <i>ese veneno criminal</i>, un trozo
-que arrebató al auditorio; estaba todavia á diez años del crímen,
-y el acusado era ya hombre perdido en la opinion del
-jurado. Despues de mi discurso, la única cosa que debia sorprender,
-era que el acusado no hubiera muerto á su padre.
-No dudaba que aquel malvado tuviera el alma parricida; y así
-lo dije al jurado; pero el cielo le habia ahorrado al muy pillo
-el mayor de todos los crímenes; ¡el miserable tenia la felicidad
-de ser huérfano!</p>
-
-<p>Mientras que el auditorio estaba suspenso de mis labios
-elocuentes, miré al acusado que se torcía bajo el látigo de mis
-palabras vengadoras. Herido por mis reproches, incapaz de
-resistir á sus remordimientos violentamente despertados, levantóse,
-é interrumpiéndome:</p>
-
-<p>&mdash;Presidente, dijo con voz ronca, si esto debe durar mucho
-tiempo así, es bastante para mí, me confieso culpable. Prefiero
-estar cinco años preso, antes que escuchar á este caballero.</p>
-
-<p>&mdash;Desdichado, dijo Fox, ¿habeis pensado en ello? Retirad
-esas palabras funestas.</p>
-
-<p>&mdash;No, no, dijo, este caballero me fastidia; daria mi cabeza
-por hacerlo callar.</p>
-
-<p>&mdash;Acusado, dijo el presidente, reflexionad antes de hacer una
-declaracion que os pierde. Pensad que si renovais friamente
-esa confesion, solo me resta pronunciar vuestra condena.</p>
-
-<p>&mdash;Os doy las gracias, mi presidente dijo, sois un digno majistrado;
-vos no pisoteais á un pobre gusano que se halla en
-desgracia. Qué quereis, no tengo suerte; si me cayera de espaldas
-me romperia el pescuezo. Despues de todo, yo he robado,
-que justicia sea hecha. Pero ¿qué tiene que hacer este
-caballero con lo que le he dicho á mi madre ó he hecho en la
-escuela cuando era muchacho?</p>
-
-<p>Mi victoria era completa. Vencido por mi elocuencia mas
-que por sus remordimientos, el culpable confesaba su crímen.<span class="pagenum"><a name="Page_178" id="Page_178">[178]</a></span>
-Para colmo de felicidad, Fox, cuya lengua audaz yo temia, no
-podia ni contestarme siquiera. Faltaba, pues, únicamente que
-la justicia y la autoridad cumpliesen con su deber.</p>
-
-<p>Levantada la sesion, uno de los jurados vino donde yo estaba
-y me estrechó la mano. Era un orador célebre, un espíritu
-lleno de recursos que, mas de una vez en las Cámaras, habia
-derrotado á sus adversarios teniendo estos razon. Tal sufrajio
-agregaba á mi triunfo, un gran esplendor; asi fué que en vano
-procuré disimular mi alegria por tan gloriosas felicitaciones.</p>
-
-<p>&mdash;Estoy encantado de vuestro injenioso descubrimiento, me
-dijo mi nuevo amigo. En la primera ocasion que se me presente
-me propongo imitaros y espero ser tan feliz como vos.
-Tomar á un hombre al nacer, apoderarse en su jérmen del vicio,
-del error, de la preocupacion describiendo é interpretando
-su largo desarrollo, eso es admirable. No creo que haya persona
-alguna que pueda salir intacta de esa revista histórica; siguiendo
-vuestro proceder me siento capaz de demostrar que
-Caton era un malvado y Sócrates un atéo.</p>
-
-<p>&mdash;Yo no he inventado nada, le dije con modestia; vos me lisonjeais.</p>
-
-<p>&mdash;No, me dijo; en este pais jamás se ha razonado de esa manera
-sutil. Es una lójica nueva que os hace el mayor honor.
-Los yankees son jentes groseras, que persiguen el crímen y no al
-hombre; para vos el hecho material no es nada, el hombre es
-todo. Si no hay prueba suficiente de la atrocidad que se le
-imputa, poco importa; ha sido capaz de cometerla? la presuncion
-está en contra de él y por otra parte es probable que haya
-cometido muchas otras. Hé ahí lo que yo llamo una buena
-justicia, una justicia que proteje á la sociedad y que solo se inquieta
-del bien público. Sois americano de oríjen?</p>
-
-<p>&mdash;Esta brusca pregunta os sorprende, continuó sin averiguar
-la causa de mi sorpresa. Perdonad mi indiscrecion; mi madre
-era francesa y á ella le debo ciertas ideas que no han entrado
-jamás en una cabeza sajona. Esas ideas se acercan mucho á las
-vuestras, y me inspiran las mas vivas simpatias por la orijinalidad
-de vuestro talento.</p>
-
-<p>&mdash;Así, por ejemplo, para mí el Estado es todo; y á pesar de la
-estúpida charla de ignorantes moralistas, sostengo que no se
-puede poner en balanza el interés de todo un pueblo y el pretendido
-derecho de un mísero individuo! Soy socialista en el
-buen sentido de la palabra, el Estado antes que el individuo!
-Los yankees, al contrario, espíritus limitados, méollos estrechos,<span class="pagenum"><a name="Page_179" id="Page_179">[179]</a></span>
-han traido de Inglaterra una preocupacion egoista y salvaje.
-Si un juez le falta al respeto á una vieja gitana, si un <i>attorney</i>
-jeneral pierde la paciencia acusando á un pícaro, ó trae á maltraer
-á un asesino&mdash;en el acto sale un sajon que grita hasta desgañitarse
-que se viola la gran Carta, y que se ultraja á la humanidad.
-Y en el acto una multitud imbécil acude á la voz del que
-ladra, haciendo al rededor del majistrado un ruido semejante al
-de los perros que siguen un caballo al galope. Diríase que es
-un pueblo de ladrones, donde cada cual tiene miedo de ir al dia
-siguiente ante la corte de <i>assises</i>, y que defiende la libertad de los
-demás en el interés de la suya propia. Gracias á la solidez de
-mis principios, yo entiendo la justicia de otra manera. Veo
-con placer que hay en América dos hombres de la misma opinion.
-Nadie es un santo cuando aparece ante el jurado, y yo
-prefiero mandar tres inocentes al patíbulo antes que dejar escapar
-veinte pícaros. Soy un hombre sólido; tocad aquí; entre los
-dos reformaremos la educacion de este pueblo monótono que no
-tiene sino una palabra en la boca: Libertad!</p>
-
-<p>Despidióse de mí apretándome la mano de la manera mas
-cordial; pero cosa estraña, sus elojios me desagradaron y mi
-triunfo comenzó á asustarme.</p>
-
-<p>&mdash;Si habré ido demasiado lejos, pensaba. Si me habré dejado
-arrebatar por el ardor de la persecucion, á la manera de
-un cazador que solo oye su pasion? Yo no me he engañado,
-desde que el culpable confiesa su crímen; pero las armas de que
-me he servido han sido lejítimas? Le es permitido todo á la
-justicia? El acusado no tiene ningun derecho al respeto?</p>
-
-<p>A pesar mio estos pensamientos me ajitaban. La idea de
-la venganza pública no me satisfacía ya. Entreveía vagamente
-una doctrina mas pura, doctrina que sometía la justicia humana
-á los preceptos del Evanjelio; y decía en mis adentros: para
-el cristiano toda debilidad es santa, toda miseria sagrada,&mdash;con
-el niño, con la mujer, con el pobre y hasta con el culpable,
-la autoridad debe desconfiar de su fuerza y temer el tener demasiada
-razon.</p>
-
-<hr />
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_180" id="Page_180">[180]</a></span></p>
-
-<h2 id="CAPITULO_XXV">CAPITULO XXV.<br />
-<span class="smaller">Dinah.</span></h2>
-
-<p>Al salir de la audiencia encontré al cuácaro que me felicitó
-por mi habilidad; este cumplimiento me hizo un placer mediócre.
-Humbug, al contrario, no me dijo nada; hubiera preferido
-sus reproches; creo que en aquel momento su cólera me habria
-hecho bien.</p>
-
-<p>Fox me esperaba en la calle; sus rasgos contraidos, sus ojos
-brillantes, revelaban una pasion que ya no puede contenerse.</p>
-
-<p>Debeis estar satisfecho, gritó de lejos en cuanto me vió. Habeis
-obtenido un triunfo, una victoria que os honra. Espero
-no ser el último que os haga justicia. No faltará un diario que
-glorifique la elocuencia y la doctrina del señor <i>attorney</i> jeneral.
-Un Jeffries, en América, es un mónstruo nunca visto, que no
-se verá nunca; es menester admirarlo cuanto antes.</p>
-
-<p>&mdash;Por lo demas, añadió, furioso de mi silencio y cerrando los
-dientes,&mdash;lo ocurrido no me asombra. No hay nada tan cruel
-como las jentes que tienen pesares domésticos, es una raza
-sin piedad.</p>
-
-<p>&mdash;Pesares domésticos, dije alzando los hombros. Habeis
-perdido el juicio, señor Fox; habeis olvidado la persona con
-quien hablais?</p>
-
-<p>&mdash;De veras! repuso recalcando, me parece que hablo con el
-dichoso padre de la muy amable Susana.</p>
-
-<p>La cara de aquel hombre me espantó; su risa diabólica me
-heló hasta en la médula de los huesos.</p>
-
-<p>&mdash;Callaos, le dije, os prohibo pronunciar un nombre que todos
-deben respetar.</p>
-
-<p>&mdash;Vá! contestó con desdeñosa sonrisa, vaya una severidad
-fuera de lugar.</p>
-
-<p>&mdash;Miserable, esclamé cojiéndole del cuello, esplícate ó te deshago
-aquí mismo.</p>
-
-<p>&mdash;Señores, dijo el abogado procurando desacirse, os hago testigos
-de esta violencia. Señor Humbug, vos me hareis justicia!</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_181" id="Page_181">[181]</a></span></p>
-
-<p>&mdash;Sin duda, dijo el majistrado. Pedidme indemnizacion de
-daños y perjuicios por esa respuesta un poco viva, os acordaré
-un dollar. Pero si el doctor os reclama á su vez tres ó cuatro
-mil dollars, os prometo no perdonaros ni un centavo. Será para
-mí un placer castigar la calumnia.</p>
-
-<p>&mdash;La calumnia! esclamó Fox, echando espuma de rábia. A
-donde vá todos los dias esa preciosa señorita, cuyo nombre no
-puede pronunciarse? Tengo yo la culpa, de que todas las mañanas,
-cuando vá al palacio, se la vea introducirse misteriosamente
-en una de las casas menos respetables de la ciudad? A
-quien puede visitar en la célebre calle del <i>Laurier</i> la honorable
-hija del honorable <i>attorney</i> jeneral? Hace algunas horas que
-yo la he visto entrar allí; supongo que allí estará aun porque
-ordinariamente se detiene bastante rato. Acusadme ahora de
-calumnia, doctor, será un escándalo divertido; me vengaré.</p>
-
-<p>Caí en brazos de Humbug. Mi hija insultada! mi Susana
-difamada! El golpe era demasiado terrible, demasiado violento
-para un padre. Mi vista se nubló; mi cuerpo temblaba, y
-el dolor y la cólera me ahogaban. Por fin lloré,&mdash;lágrimas de
-rábia y de desesperacion, que sin dulcificar mi pena, me devolvieron
-un poco de imperio sobre mis sentidos y me permitieron
-hablar.</p>
-
-<p>&mdash;Señor, dije á Fox, la calle del <i>Laurier</i> está á dos pasos de
-aquí; vais á seguirme. Humbug, vos vendreis conmigo. Señor
-Seth, no me abandoneis; sobre todo no dejeis que ese hombre
-huya, es menester que justicia sea hecha, y justicia se hará.</p>
-
-<p>&mdash;Tranquilízate, amigo Daniel, repuso el cuácaro, los tres
-te acompañaremos. Recalcó sobre estas últimas palabras: <i>los
-tres</i>, miró al abogado de piés á cabeza, y, arremangándose sus
-puños, se puso á blandir en el aire una vara de verga que tenia
-en la mano.</p>
-
-<p>&mdash;Señores, dijo Fox con risa sardónica, estoy á vuestras órdenes.
-Notad, os lo suplico, que no soy yo quien se empeña
-en un paso que dará que sentir á cierta persona. Aun es tiempo
-de deteneros; yo no soy cruel; pero os prevengo que una vez
-dentro de esa casa, no saldré de ella, cualesquiera que sean
-vuestras súplicas y vuestras lágrimas, sino con la firme resolucion
-de decir cuanto haya visto.</p>
-
-<p>&mdash;Vamos, señor, le dije, me importa un bledo vuestra piedad.
-Yo caminaba como un beodo apoyándome en el brazo
-de Humbug.</p>
-
-<p>&mdash;Sospechar de tí, Susana mia y con mi consentimiento,<span class="pagenum"><a name="Page_182" id="Page_182">[182]</a></span>
-nunca, jamás! Creo en tu pureza como en la de los ánjeles; pero
-la seguridad de aquel hombre me turbaba. Temia un golpe
-imprevisto, una emboscada, un lazo, qué sé yo? Ay de mí!
-cuando se ama, no se tiene coraje sino para sí mismo.</p>
-
-<p>&mdash;Esta es la casa, dijo Fox, y aquí teneis al propietario. Levanté
-la cabeza; la casa tenia una mala apariencia. Una entrada
-sombría y húmeda, unas paredes negras, unos cristales rotos
-reemplazados por pedazos de papel, unos arambeles en las
-ventanas, eran mas que pobreza,&mdash;eran el desórden y la suciedad
-del vicio. Susana en aquella guarida! era imposible.</p>
-
-<p>En el umbral de la puerta estaba un hombre despechugado.
-Tenia las manos en los bolsillos del pantalon, fumaba su pipa
-y miraba á los pasantes, con toda la insolencia de un pillastre,
-desocupado. Al vernos, alzó su sombrero desfondado y
-echándose sobre mí me tomó las dos manos con una ternura
-que me hizo horror. Era Paddy, medio borracho, hediendo á
-vino y tabaco.</p>
-
-<p>&mdash;Buen dia, mi salvador, gritó; cuánto os agradezco que
-vengais á ver á un amigo. Entrad, señores; si un vaso de ginebra
-no os asusta, encontrareis con quien hablar.</p>
-
-<p>&mdash;Paddy, le dije, os pertenece esta casa?</p>
-
-<p>&mdash;No, mi salvador, contestó riendo; si este palacio fuera mio,
-ha tiempo que lo hubiera bebido. Pertenece á mi mujer; es
-lindo, no es verdad?</p>
-
-<p>&mdash;Alquilais cuartos amueblados? le dije, mostrándole un
-cartelon.</p>
-
-<p>&mdash;Para serviros doctor.</p>
-
-<p>&mdash;A quién alojais en esta casa? preguntó Humbug con tono
-severo. Parroquianos de mi tribunal?</p>
-
-<p>&mdash;Mi juez, dijo el borracho tartamudeando,&mdash;no soy bastante
-rico para ser severo; á la fortuna se la toma cuando se la halla,
-y á la virtud se la atrapa cuando se puede.</p>
-
-<p>&mdash;Quién vive en el cuarto del primer piso, preguntó el abogado
-con aire picarezco.</p>
-
-<p>&mdash;Que te importa á tí, charlatan? respondió el borracho.
-Eres tú quién pagas?</p>
-
-<p>&mdash;Contestad, dijo Humbug; no olvideis que estais delante de
-un majistrado.</p>
-
-<p>&mdash;Nada tengo que temer, dijo el Irlandés muy conmovido.</p>
-
-<p>Debeis comprender, mi juez, que, en un cuarto de tres dollars
-por semana, y pagados de antemano no puede vivir sino
-jente honrada. Es una dama la que vive en el primer piso; y<span class="pagenum"><a name="Page_183" id="Page_183">[183]</a></span>
-añadió á media voz, una linda dama, dulce, política, poco exijente,
-la perla de la casa.</p>
-
-<p>&mdash;A quién recibe? continuó Humbug, que me veía palidecer.</p>
-
-<p>&mdash;Perdonad, mi majistrado; aquí no estamos en la audiencia.
-La América es un pais libre, y en pagando, cada cual hace lo
-que quiere. Si alguien pasa por esa puerta, no se le mira; y si
-se le mira no se le vé.</p>
-
-<p>&mdash;No os hagais el ignorante, dijo Fox. Pensad que tengo hecho
-poner en la cárcel á mas de uno que valia mas que vos.
-Hace una hora, he visto entrar en esta avenida á una jóven rubia,
-con vestido de seda negra y sombrero de paja; á dónde iba?</p>
-
-<p>Paddy, intimidado, acercóse á mi implorando mi socorro.</p>
-
-<p>&mdash;Amigo mio, le dije, tened la bondad de contestar, seguro
-de que no tenemos ninguna mala intencion; yo recompensaré
-vuestra complacencia.</p>
-
-<p>&mdash;Mi salvador, dijo, para vos yo no tengo secretos; me habeis
-socorrido en mis trabajos y soy Irlandés, está dicho todo.
-Me arrojaria al fuego por vos.</p>
-
-<p>&mdash;En nombre del cielo, murmuré dándole algunos dollars,
-hablad, me estais haciendo morir.</p>
-
-<p>&mdash;En bien, doctor, repuso, todos los dias á la misma hora
-esa señorita rubia viene á ver á la jóven que vive en el primer
-piso. Ahora está arriba.</p>
-
-<p>&mdash;Me parece que mi presencia es inútil, dijo Fox con tono
-irónico; el <i>attorney</i> jeneral ya no tiene necesidad de mis servicios.</p>
-
-<p>&mdash;Señor, le dije, con jesto amenazador, os confundiré por
-vuestras indignas sospechas.</p>
-
-<p>Ay Dios! yo hablaba asi para engañarme á mí mismo; no
-sabia que creer, estaba desesperado. Humbug me tomó de la
-mano, y entré con él en aquella caverna lo mismo que un hombre
-que corre en busca de la muerte.</p>
-
-<p>La puerta del primer piso estaba abierta. Habia una pieza
-de entrada y una especie de cocina, sin cortinas ni muebles.
-Me detuve para tomar aliento, contando los latidos de mi corazon.
-Seth se aseguró de que el abogado nos habia seguido; cerró
-en seguida la puerta sin ruido y puso la llave en su bolsillo.
-Nada teniamos ya que temer de los importunos.</p>
-
-<p>Yo no estaba en estado de hablar; hice seña á mis compañeros
-de permanecer en su puesto y penetré sijilosamente hasta la
-entrada del segundo cuarto.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_184" id="Page_184">[184]</a></span></p>
-
-<p>Frente á mí, y dándome la espalda estaba una mujer recostada
-en un viejo sofá, y á sus pies, sentada en un taburete de
-paja una niñita. Al lado de esta, Susana tenía la Biblia en la
-mano y leía piadosamente lo que sigue, que era escuchado con
-atencion.</p>
-
-<p>“Me han cargado de iniquidades y en su cólera me han aflijido
-con sus persecuciones.”</p>
-
-<p>“Mi corazon se ha turbado en mi interior, y el temor de la
-muerte se ha apoderado de mi.”</p>
-
-<p>“He temblado de horror y me he envuelto en las tinieblas.”</p>
-
-<p>“Y he dicho: quién me dará alas como á la paloma para poder
-volar y reposarme?”</p>
-
-<p>“Me he alejado huyendo y he permanecido en la soledad.”</p>
-
-<p>“Espero á Aquel que me ha salvado de mi abatimiento y del
-temor de mi espíritu, y de la tempestad.”</p>
-
-<p>&mdash;Oh Susana mia! esclamó la desconocida, despues de Dios
-tú eres quien me salva la vida. Cuánto bien me hacen tus palabras!
-tú, al menos, tú no me has abandonado.</p>
-
-<p>Me olvidas á mi, dijo la niña.</p>
-
-<p>No, mi queridita, repuso la jóven; tú eres la única que en la
-Escuela del Domingo se ha apercibido de mi ausencia; y, en
-mi familia, quién se acuerda de mi?</p>
-
-<p>La niña saltó al cuello de su maestra y las tres mujeres se
-abrazaron llorando.</p>
-
-<p>Será que hay contajio en las lágrimas? Será que la emocion
-era demasiado fuerte para mi? no lo sé; pero fuera dolor ó placer,
-el hecho es que al contemplar aquella escena no pude contener
-mis sollosos.</p>
-
-<p>&mdash;Padre mio, esclamó Susana, vos aquí! porqué casualidad?</p>
-
-<p>&mdash;Querida mia, la dije estrechándola contra mi corazon y
-procurando ocultar mis lágrimas,&mdash;los padres son cariñosos; hay
-dias en que no tienen que arrepentirse de averiguar donde van
-sus hijas.</p>
-
-<p>&mdash;La curiosidad es un feo defecto, dijo Susana, amenazándome
-con el dedo. Un padre bien enseñado le diria á su hija:&mdash;La
-señorita me permite acompañarla?&mdash;Y sin hacerse rogar, la
-señorita tomaria el brazo de su padre, como yo lo hago ahora;
-le conduciria ante una pobre jóven que tiene necesidad de apoyo,
-y le diría, haciéndole una linda reverencia:&mdash;Doctor Smith,
-os pido vuestra amistad para mi querida Dinah.</p>
-
-<p>&mdash;Señor, dijo la estranjera, tomándome las manos, bendecidla,
-es mi ángel salvador.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_185" id="Page_185">[185]</a></span></p>
-
-<p>Habíase levantado al hablar y la sonrisa asomaba de nuevo
-en su pálido rostro, cuando de repente lanzó un grito terrible,
-y volvió á caer en el sofá, toda temblorosa y bajando la cabeza.</p>
-
-<p>El cuácaro estaba delante de ella y cruzados los brazos mirábala
-con aire furioso.</p>
-
-<p>&mdash;Perdon, hermano mio, murmuraba la infeliz, ten piedad
-de mí!</p>
-
-<p>&mdash;Así es como cumples tu palabra! dijo Seth; tu madre te
-cree en camino para California; te ha bendecido al partir; será
-menester que te retire su bendicion?</p>
-
-<p>&mdash;Seth, dijo la jóven anegada en lágrimas, partí, pero el valor
-me faltó: tengo necesidad de mi madre y de los que me aman.</p>
-
-<p>&mdash;Dí pues, que tenias necesidad de verlo y de perderte.</p>
-
-<p>&mdash;No, no, gritó ella, soy una muchacha honrada, él no sabe
-que estoy aquí, no lo sabrá nunca. Solo he visto á mi buena
-Susana.</p>
-
-<p>&mdash;Y qué quieres hacer? repuso el cuácaro con una dureza
-que me lastimó. Tú lo sabes, en casa ya no hay pan para tí.</p>
-
-<p>&mdash;Seth, repuso, no me abrumes; no seré en adelante una carga
-para vos. Susana me ha proporcionado un puesto de maestra
-de escuela en un arrabal donde nadie me buscará. Viviré
-de mi trabajo, solo te pido poder ir una vez por semana á abrazar
-á mi madre y volver á ver nuestra casa.</p>
-
-<p>En medio de las escenas familiares, nada hay tan embarazoso
-como la presencia de un tercero; me retiré con Humbug, cuando
-en el fondo de la primera pieza, en un rincon oscuro, apercibí
-á Fox, que contemplaba un grabado ahumado. Era el retrato
-de <i>Monarca</i> hijo de Eclipse, vencedor del Derby en 1812.
-Confundir á un pícaro y gozar de su confusion es un doble placer;
-así no me hice el menor escrúpulo en saherir al calumniador.</p>
-
-<p>&mdash;No os creía tan aficionado al <i>Turf</i>, le dije. Despues de
-cincuenta años los laureles del <i>Monarca</i> le impiden hablar al
-mas célebre abogado de Massachusetts, qué maravilla! vamos,
-si es cosa de ponerlo en los diarios.</p>
-
-<p>&mdash;Por piedad, Doctor, murmuró él, hacedme salir.</p>
-
-<p>Su rostro estaba tan alterado y su voz tan débil que en verdad
-me dió lástima.</p>
-
-<p>No le creía capaz de tantos remordimientos. Hé ahí, pensaba
-yo cuan mal se juzga á las jentes. Imajínase que los abogados
-no son sensibles sino por cuenta de otros. Qué error!</p>
-
-<p>Iba á entrar en el cuarto para pedirle á Seth la llave que habia<span class="pagenum"><a name="Page_186" id="Page_186">[186]</a></span>
-guardado, cuando el cuácaro salió bruscamente, seguido de
-su hermana toda descabellada y á quien rechazaba con desprecio.
-Susana lloraba á lágrima viva; Humbug intentó interponer
-algunas buenas palabras; todos estábamos conmovidos; Fox
-solamente habia vuelto á su admiracion por <i>Monarca</i>;
-inmóvil y mudo, hubiérase dicho que queria hundirse en la pared.</p>
-
-<p>&mdash;Te lo repito de nuevo, gritó el cuácaro procurando desasirse
-de las manos crispadas que le detenian de su vestido, las
-últimas palabras: “Tú no volverás á esta casa sino del brazo de
-un marido.” Puesto que ese bello desconocido te ha prometido
-casamiento, házle que cumpla su palabra.</p>
-
-<p>&mdash;Es un pleito, esclamé; vamos, dichoso vengador de la inocencia,
-vamos, maese Fox, hé aquí el momento de mostraros.</p>
-
-<p>Si un rayo hubiera caido á mis piés, no me habria espantado
-como la esplosion que se siguió á mi impertinente chanza.
-Apenas fijó Dinah sus ojos en el abogado, se enderezó como una
-loca riendo y llorando á la vez:</p>
-
-<p>&mdash;Gabriel, gritó, mi Gabriel! Hélo aquí, hermano mio, hélo
-aquí!</p>
-
-<p>No comprendí una palabra de aquella tempestad que acababa
-de desencadenar; el cuácaro era mas intelijente. Mientras
-que Dinah se echaba al cuello de su Gabriel, Seth hacia jirar
-sobre su regaton la vara de verga; y acercándose á Fox que palidecia
-visiblemente:</p>
-
-<p>&mdash;Amigo, le dijo, con tono poco tranquilizador, vuelve en tí
-y esplícate: espero.</p>
-
-<p>Entre las ternezas de la hermana y las amenazas del hermano,
-el abogado ponia una cara tan aflijida que me alegré de ello.
-El hombre natural es un animal malo; no vasta el Evanjelio para
-hacernos amar á nuestros enemigos.</p>
-
-<p>Humbug era mejor cristiano que yo.</p>
-
-<p>&mdash;Señores, dijo con voz grave y dulce; creo que ha llegado
-mi turno. En un negocio tan delicado, la última palabra pertenece
-al majistrado:</p>
-
-<div class="poetry-container">
-<div class="poetry">
-<div class="verse"><i>Nec Deus intersit, nisi dignus vindice nodus</i></div>
-<div class="verse indent1"><i>Inciderit.</i></div>
-</div>
-</div>
-
-<p>Querido Fox, no dudo de vuestras intenciones. Si os pidieran
-consejo en semejante caso, sin duda responderíais que un
-pleito por ruptura de promesa tendria para el abogado contra
-quien lo entablaran las mas enojosas consecuencias; seria no solo<span class="pagenum"><a name="Page_187" id="Page_187">[187]</a></span>
-una pérdida de fortuna, sino la ruina de una clientela, hasta
-la obligacion quizá de cambiar de pais. ¿No es esa vuestra opinion?</p>
-
-<p>&mdash;Sí, murmuró Fox suspirando.</p>
-
-<p>&mdash;¿Tendré necesidad de agregar, continuó el exelente Humbug,
-tendiéndole la percha al ahogado,&mdash;tendré necesidad de
-agregar,&mdash;que un hombre como vos no tiene que inquietarse de
-esas consideraciones, por graves que sean? ¿Que le basta haber
-empeñado su palabra para cumplirla, no es verdad?</p>
-
-<p>&mdash;Sí, dijo el abogado suspirando de nuevo; siempre he amado
-á Dinah: lo que me detenia, son dificultades que....</p>
-
-<p>&mdash;Que ya no existen, interrumpió Humbug. Hénos á todos
-de acuerdo. Esto vá á concluir como en las buenas comedias:
-amor, lágrimas é intrigas en los primeros actos, y por desenlace
-casamiento.</p>
-
-<p>Fox abrazó á Dinah de bastante mala gana, y le tendió la
-mano al cuácaro; Dinah, ruborizada de placer, corrió hácia Susana.</p>
-
-<p>&mdash;Amiga querida, la dijo, á tí debo mi felicidad. Y á tí tambien
-hija mia, díjole á la niñita, que ya palidecia de celos.</p>
-
-<p>&mdash;Todo está muy bueno, dijo Seth, que ya se iba á las nubes.
-Pero puesto que estamos aquí y que tenemos al señor juez de
-paz, nada impide que se estienda el acta de casamiento sobre
-tablas.</p>
-
-<p>&mdash;Con mucho gusto, dijo Humbug; la señorita Susana nos
-servirá de escribano.</p>
-
-<p>Decir y hacer fué todo uno; yo creía que semejantes uniones
-no eran buenas sino en el teatro, donde se deshacen entre telones;
-suponia que el último tabelion estaba encajonado hacia
-mucho tiempo; pero en América se está siempre tan apurado
-que se ha conservado la vieja usanza. Una vez de acuerdo los
-enamorados, no hay necesidad de parientes ni de notario. Dos
-sí pronunciados ante un juez de paz os casan hasta la eternidad.
-La voluntad es todo,&mdash;la formalidad nada. Aquellas jentes
-no tienen el gusto de la ceremonia.</p>
-
-<p>Con qué placer salí de aquella casa donde habia entrado con
-el corazon turbado! Paddy hizo una cosecha de dollars como
-para perder la cabeza durante todo una semana. Jamás la calle
-del <i>Laurier</i> se habia visto favorecida por tan honrada y
-alegre compañia. Yo presidí el cortejo con mi Susana, la cual
-daba la mano á su pequeña protejida; Humbug y Seth formaban<span class="pagenum"><a name="Page_188" id="Page_188">[188]</a></span>
-la retaguardia; entre nosotros caminaba la nueva pareja,&mdash;Dinah,
-risueña como la aurora, Fox, cabisbajo.</p>
-
-<div class="poetry-container">
-<div class="poetry">
-<div class="verse">Honteux comme un renard qu’une poule aurait pris.</div>
-</div>
-</div>
-
-<p>Mas cuando somos felices muy pronto se bebe un poco de verguenza.
-Si el imprudente habia jugado al amor con demasiada
-lijereza, de qué modo era castigado por su falta? Casándose
-con una mujer encantadora. A este precio inocentes conozco
-yo que se harian criminales.</p>
-
-<p>Era menester preparar á la madre de Dinah para la vuelta de
-su hija; era menester tambien que Fox anunciára su casamiento
-á sus amigos, disponiendo su casa. Mientras llegaba el
-gran dia, Susana se llevaria consigo á Dinah; á mi me estaba reservado
-el papel de padre y de tutor: la dichosa tontera que
-habia hecho me daba algun derecho á ello.</p>
-
-<p>Devolvióse á Fox un resto de libertad de que no podia abusar,
-y toda la comitiva hizo alto en mi casa; aquello fué una
-fiesta, nunca se comió mas alegremente. Marta abria una boca
-como un horno, y suspiraba como un volcan admirando y
-sirviendo á su cuñada; Susana y Alfredo tenian siempre alguna
-cosa que decirse al oido; solo Dinah era admitida como tercero
-en aquellos misterios, en que se reia sin cesar. Seth devoraba
-cuanto habia sobre la mesa, con la satisfaccion de un hombre
-que ha terminado un gran negocio y que come en casa ajena.
-Humbug, que apesar de su enorme vientre, comia poco y
-no bebia mas que agua, se desquitaba de su sobriedad citandome
-los mas alegres versos de Horacio, este otro bebedor que
-cantaba en ayunas los placeres de la embriaguez:</p>
-
-<div class="poetry-container">
-<div class="poetry">
-<div class="verse">Nunc es bibendum, nunc pede libero</div>
-<div class="verse">Pulsanda tellus.</div>
-</div>
-</div>
-
-<p>En cuanto á mí, recojido en mi mismo, me sentia gozoso, alegre
-y feliz como un niño. Pero nada puede dar la medida del
-contento y animacion de mi Jenny. No podia estarse quieta,
-iba, venia, llenaba todos los platos con <i>roast beef</i><a name="FNanchor_55" id="FNanchor_55"></a><a href="#Footnote_55" class="fnanchor">[55]</a>, papas, jamon,
-pastel, queso, frutas y tortas, derramaba á torrentes la cerveza
-escocesa, el Madera y el vino del Rhin, para todos los
-hombres tenia una palabra amable, y una caricia para todas las
-mujeres. Un casamiento! era para ella lo mismo que haberse
-sacado la loteria grande. Si en la Biblia habia algun versículo
-que Jenny mirase como divinamente inspirado entre todos,<span class="pagenum"><a name="Page_189" id="Page_189">[189]</a></span>
-era la gran palabra que Dios le dirije á la primer pareja en el
-Génesis: <i>Creced y multiplicaos, diseminaos por la tierra y la
-sujetad</i>. La exelente mujer no era ni Americana ni protestante
-á medias. El celibato era á sus ojos un crímen, ó por lo menos
-una enfermedad que no se podia curar demasiado. Si la
-hubieran dejado, no habria consentido ni un soltero en la tierra;
-me imajino que habria acabado por casar al Papa con la Italia.</p>
-
-<hr />
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_190" id="Page_190">[190]</a></span></p>
-
-<h2 id="CAPITULO_XXVI">CAPITULO XXVI.<br />
-<span class="smaller">La caridad.</span></h2>
-
-<p>Al dia siguiente, á la hora de almorzar, senti mi corazon muy
-aliviado. Dinah á mi derecha, Susana á mi izquierda me daban
-el aire de un patriarca en medio de sus hijos. Desde que
-me hago viejo, nada me place tanto como ver á mi al rededor
-esas jóvenes fisonomias, frescas como el dia que nacen, rientes
-como la esperanza. Ay de mi! Porqué no podremos apartarles
-las escabrosidades del camino! prestarles esa esperiencia
-que la vida nos vende tan cara y que de nada nos sirve!</p>
-
-<p>Mi mujer no hacia las cosas á medias. Puesto que yo habia
-adoptado á Dinah, y que Fox se casaba con ella, Fox era el protejido
-de Jenny! Por consiguiente, habíale puesto su cubierto
-al lado de su bien amada.</p>
-
-<p>Por lo demás, entró sin el menor embarazo con un ramillete
-blanco en la mano y abrazó á su prometida con aire vencedor.
-Cuando la cólera crispaba la cara puntiaguda del abogado no
-era hermoso; tierno y galante era horrible; hubiérase dicho una
-serpiente enamorada. Dinah no pensaba así; en vano yo le decía
-las cosas mas amables, no tenia ojos sino para su otro vecino.
-Raquel habia admirado menos á Jacob, cuando éste daba vuelta
-en el desierto la piedra del pozo para abrevar las ovejas
-de Laban. Las mujeres tienen en el mas alto grado el instinto
-de la propiedad, y de todas las propiedades la que mas les
-llega al alma es un marido. Pero al paso que una Francesa es
-una ninfa cazadora que una vez atrapado el pájaro no se acuerda
-mas de él,&mdash;la Americana se apodera de su marido con toda
-la aspereza y todo el celo de un paisano francés que se ha casado
-con la tierra. Es su bien, es su cosa; el desgraciado se convierte
-en un pájaro enjaulado, en un esclavo doméstico; pero
-pájaro acariciado sin cesar y esclavo cuyos mas mínimos deseos
-se adivinan. Los americanos abusan de tal suerte de su independencia
-fuera de casa, que en volviendo á ella ya no tienen
-voluntad. Ese yankee que hace consistir su gloria y su orgullo
-en no cederle á ningun hombre, no es en su casa mas que<span class="pagenum"><a name="Page_191" id="Page_191">[191]</a></span>
-un marido benigno que oye á su mujer y se complace en obedecerla;
-suave con los débiles es intratable con los fuertes. Aquel
-pueblo tiene el espíritu al revés, no hace nada como nosotros.</p>
-
-<p>Fox queria salir con Dinah para hacer algunas compras para
-el casamiento, Susana se opuso á ello.</p>
-
-<p>&mdash;Señor abogado, dijo, lo siento mucho, Dinah me pertenece.
-La hemos hallado un puesto de maestra de escuela y está comprometida
-por seis meses; hoy debe comenzar sus funciones y
-no puede faltar á su palabra. Dentro de algun tiempo me será
-fácil reemplazarla y podré dejárosla toda una semana, hoy
-no es posible.&mdash;Papá, añadió, contamos con vos para nuestra
-instalacion.</p>
-
-<p>&mdash;Querida hija, la dije, no olvides que yo tambien tengo
-deberes que llenar en el hospicio de la Providencia, y que estoy
-en descubierto. Ese pleito de ayer....</p>
-
-<p>&mdash;Eso no es nada, dijo Susana; id inmediatamente á ver á
-vuestros enfermitos; nuestra escuela está en la calle Federal, cerca
-de la de los Noyers; os esperamos á medio dia.</p>
-
-<p>Llegado que hube al hospicio, pregunté por el director; era
-este una mujer, la maestra de Susana, la célebre señora Hope,
-doctor en medicina y profesor de hijiene, y vaya otro contrasentido
-de esos que no se hallan sino en los Estados-Unidos.
-Por lo demás era una respetable matrona, que me acojió
-como á un cofrade, comenzando inmediatamente la visita conmigo.</p>
-
-<p>El hospicio era un modelo; no he visto en ningun pais una
-instalacion tan perfecta. Vastos salones con un pequeño número
-de camas, anchamente espaciadas; nada de cortinas, mucho
-aire, discreta luz, silencio, limpieza esquisita, nada de ese
-olor rancio y nauseabundo que hace del hospital un objeto de
-repugnancia, y muchas veces una residencia envenenada.</p>
-
-<p>Por primera vez hallé reunidas todas las condiciones que la
-hijiene reclama no menos que la caridad.</p>
-
-<p>Al llamado de la señora Hope acudió un escuadron volante
-de jovencitas. Sus vestidos negros, sus delantales levantados,
-y sus gorras blancas dábanles un falso aire de hermanas
-de caridad. Eran las internas del hospicio, los futuros doctores
-con faldas de la libre América. Siguieron mi clínica con la
-mayor atencion; hízome mucho efecto la sencillez de sus espiraciones,
-cuando me esponian el estado del enfermo, y el cuidado
-con que tomaban nota de mis palabras y de mis prescripciones;
-pero como tenia demasiado buen sentido para tomar á lo sério<span class="pagenum"><a name="Page_192" id="Page_192">[192]</a></span>
-aquel ensayo quimérico; preguntéle á la buena señora Hope
-que esperanza se prometia de aquella singular educacion.</p>
-
-<p>&mdash;Creo, me dijo, que llegarémos á una gran reforma. Estas
-jóvenes discípulas que han estado dos años en el hospicio de la
-Maternidad, el año que viene irán á la clínica de las mujeres;
-haremos de ellas verdaderos médicos.</p>
-
-<p>&mdash;Bravo! esclamé, para nosotros barbas grises será encantador
-el vernos cuidados por Hipócrates de diez y ocho años con
-miriñaques y encajes.</p>
-
-<p>&mdash;No, me contestó, nosotros no nos ocuparemos de vosotros,
-señores. Pero el parto, el cuidado de los recien nacidos, las enfermedades
-y la locura de las mujeres, correrá de nuestra cuenta;
-eso nosotros lo entendemos mejor que vosotros. A vosotros
-se os dejará la cirujia y los casos estraordinarios; pero todo
-lo que una madre ó una mujer no os confia sino con pesar, lo tomaremos
-para nosotras; se os espulsará de un dominio que vosotros
-habeis usurpado. Introduciremos el pudor en la medicina;
-la preocupacion gritará segun su costumbre, pero las mujeres,
-los padres y los maridos estarán con nosotros, y la victoria
-será nuestra; no lo creeis asi doctor?</p>
-
-<p>Qué se ha de responder á un fanático, sobre todo cuando
-ese fanático es una mujer, es decir un ser débil por naturaleza,
-aflijido por una obstinacion orgánica? Corté la discusion y
-continué mi visita. Las enfermedades no eran graves y los
-pequeños enfermos de tan tiernos y prudentes cuidados que poca
-cosa me quedaba que ordenar. Solo tuve que hacer una
-operacion y de poca importancia. Abrí en el cuello de un niño
-un absceso de carácter maligno, y mal colocado. La lijereza
-de la mano, la gracia y la elegancia de la cura son la gloria
-de nuestra escuela de París; asi obtuve un gran éxito
-cerca de mis jóvenes discípulos; mi vendaje, con sus repliegues
-injeniosos fué dibujado en el acto, y el dibujo colocado
-como modelo en la sala de las operaciones. Lo digo en verdad,
-viendo tanta intelijencia, tanta bondad y atencion, hubo momentos
-en que estuve por admitir que las mujeres sirven para
-algo mas que para dar tisana á los niños. <i>Todo esto no anda
-muy mal</i>, hubiera dicho Montaigne, <i>pero qué! ellos no usan
-pantalones</i>.</p>
-
-<p>Hice á tiempo esta reflexion, y lo digo en honor mio, permanecí
-fiel á la antigua relijion de la facultad. Vivan las novedades
-en política, en ese terreno son inocentes, pero en saliendo
-de él viva la preocupacion! La prueba de que es saludable,<span class="pagenum"><a name="Page_193" id="Page_193">[193]</a></span>
-es que tiene en su favor la mayoria y que á los novadores
-se les lapida. Hallé pues, encantadoras á aquellas jóvenes heréticas,
-pero la herejia era abominable, y no cedí.</p>
-
-<p>Terminada la visita pasé al consejo de administracion; la
-señora Hope me acompañó, sentándose entre nosotros sin que
-su presencia llamára la atencion de nadie. Entre los <i>trustees</i>
-ó administradores, hallé algunas caras conocidas: á Rose el boticario,
-al bravo Coronel Saint John, al amable Humbug, y á
-Noé Brown, el insoportable puritano. La directora fué quién
-habló primero; espuso en buenos términos, y con las pruebas
-en las manos, la insuficiencia de la casa y la necesidad de comprar
-un jardin del vecindario para el uso de los convalecientes.
-Cuando ella terminó, preguntáronme mi opinion.</p>
-
-<p>&mdash;Apruebo en todo esa excelente idea, dije, y estoy convenido
-de que dirijiendo y haciendo recomendar á la administracion
-una memoria tan neta y tan bien hecha, obtendriamos de aquí
-ocho ó diez años esa mejora urjente.</p>
-
-<p>&mdash;De qué administracion hablais? preguntó el Coronel, que
-presidia por derecho de antiguedad.</p>
-
-<p>&mdash;Hablo de la administracion jeneral de los hospicios.</p>
-
-<p>&mdash;Qué mónstruo es ese? dijo Humbug riendo. Brown, es el
-nombre de algun nuevo Leviathan?</p>
-
-<p>&mdash;Tregua á las chanzas, dije á Humbug; supongo que este
-hospicio depende, como todos los demas, de una gran administracion
-protectora y centralizadora: Es el Estado, es la Ciudad,
-es una corporacion la que regla, vijila y organiza la caridad?
-poco importa; lo evidente es que siempre se depende de alguna
-de esas cosas.</p>
-
-<p>&mdash;Hé ahí, dijo el grosero Brown, que es lo contrario de la
-verdad. Gracias á Dios! nosotros no dependemos de nadie.
-Hénos aquí reunidos para aliviar la miseria, ponemos en comun
-nuestra buena voluntad, nuestro tiempo y nuestro dinero,
-sometemos nuestros estatutos al Estado, que hace de nosotros
-una corporacion; hecho esto, quién puede tener derecho á mezclarse
-en nuestros negocios? Es un crímen la calidad? Es
-una carga política ó municipal? Yo soy cristiano y socorro á
-los pobres á mi manera, quién puede pues, inmiscuirse en esto,
-que es para mi uno de los primeros deberes? Acaso se gana el
-cielo por procuracion?</p>
-
-<p>&mdash;Permitid, le dije; nadie os prohibe que deis vuestro dinero;
-jamás tirania alguna llevó su crueldad hasta ahí. Pero el derecho
-de fundar un hospital es otra cosa; si al primero que se<span class="pagenum"><a name="Page_194" id="Page_194">[194]</a></span>
-le presentase le concede la facultad de abrir esos asilos, á qué
-desórden no iriamos á parar! Pronto tendriamos hospicios homeopáticos,
-y que sé yo!</p>
-
-<p>&mdash;Hospicios homeopáticos? dijo Rose, hay tres en la ciudad,
-y va á fundarse el cuarto, qué mal hay en eso?</p>
-
-<p>&mdash;Rose, amigo querido, esclamé, sois vos un boticario ortodoxo,
-quién semejantes monstruosidades profiere?</p>
-
-<p>&mdash;Querido Doctor, repuso Rose, nosotros no sabemos ni en
-relijion siquiera, lo que es una ortodoxia oficial. Dejámosle
-á cada cual el derecho de buscar á Dios, segun su conciencia.
-Obrando de buena fé, no podemos ser mas rigurosos con la salud
-del cuerpo que con la del alma. Por otra parte, mi buen
-amigo, ambos somos augurios, y sabemos á que atenernos sobre
-la medicina oficial y las píldoras ortodoxas.</p>
-
-<p>&mdash;Sea! repliqué; proclamad la libertad del charlatanismo y
-del envenenamiento; ya nada me asombra en esta república,
-que debiera poner en su bandera la divisa de la abadia de
-Theleme: <i>Haz lo que quieras</i>; pero os hablaré en nombre de
-la utilidad y del buen sentido. Con vuestro sistema de <i>dejad
-hacer</i>, cuántos hospicios teneis?</p>
-
-<p>&mdash;Unos cien, cuando mas, dijo la señora Hope. La cifra me
-asombró; no creia en esa fecundidad de la caridad anárquica,
-mas no habia agotado mis razonamientos.</p>
-
-<p>Unos cien hospicios! esclamé; señores no olvideis esa cifra admirable;
-si ella hace honor á los cristianos de París en Massachusetts,
-preguntaos, como hombres prácticos, lo que esa multiplicidad,
-la que esa concurrencia debe fatalmente producir.
-Empleos dobles, pérdida de dinero; aquí, superabundancia; alli,
-ausencia completa de socorros; despilfarro y pobreza. Suponed,
-al contrario, que una vasta administracion reune esos hilos
-dispersos, y concentra esas fuerzas estraviadas; colocando
-en la cúspide de la pirámide á un hombre vijilante, activo, económico:
-en el acto reina el órden, y con el órden todos los beneficios
-de la unidad! Jerarquias médicas, clínicas regulares,
-enseñanza disciplinada, caja central, farmacia central, en una
-palabra un verdadero imperio: el imperio de la caridad, con su
-jefe, sus ministros y sus súbditos. No es un sueño; ese ideal,
-es una verdad en los paises que están á la cabeza de la civilizacion.
-Gracias á la maravillosa potencia de la centralizacion
-yo afirmo que con un pequeño número de grandes hospicios y
-una organizacion vigoroza, me seria fácil duplicar el número
-de camas de vuestros enfermos, sin gastaros un dollar mas.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_195" id="Page_195">[195]</a></span></p>
-
-<p>&mdash;Estoy convencido, dijo Humbug. Con su talisman, el doctor
-es capaz de rehacer el mundo, estirpando de él todos los desórdenes
-de la libertad. Pido que por el mismo voto, se pongan
-en sus manos, las fábricas de tejer, las fundiciones, los astilleros
-y demas. Con usinas centrales, y una jerarquia de injenieros,
-no dudo que la produccion se doblará, disminuyendo
-todos los gastos.</p>
-
-<p>&mdash;Sois insoportable, le dije, me tomais por un comunista?
-Creeis acaso que ignoro que en industria esa unidad es una quimera?</p>
-
-<p>&mdash;Por qué? repuso el eterno burlon. Por ventura en industria
-la centralizacion no produce forzosamente la economia de
-las fuerzas, la regularidad de la produccion, la jerarquia y la disciplina
-del trabajo?</p>
-
-<p>&mdash;Sin duda, repuse, pero ese es el lado pequeño de la cuestion.
-Esa uniformidad mecánica destruye la ley moral de la produccion.
-Qué significa esa regularidad ficticia, si ella destruye el
-ojo del amo, si anonada el esfuerzo individual, el interés privado,
-la libre competencia? Una gota de agua al lado del océano.
-Lo que yo os propongo al contrario....</p>
-
-<p>Es exactamente la misma cosa, interrumpió Humbug con vivacidad.
-Interés privado, esfuerzo individual, libre competencia,
-todos esos móviles que apreciais tan bien, son igualmente
-los móviles de la caridad; es menester agregar la abnegacion
-que solo vive de la libertad. Si el Estado ó el comun
-se encarga de socorrer á los pobres en reemplazo mio, si
-esa enorme mecánica me desembaraza de la primera de las virtudes,
-pagaré arrugando el ceño un impuesto mezquino, y todo
-estará dicho. Pero dejad á mi cargo el cuidado de la miseria,
-y las dulzuras de la limosna, y os daré hasta mi último
-cobre. Yo me curo poco de los otros hospicios de la ciudad,
-no los conozco; pero este es mio,&mdash;esos niños, los amo como si
-Dios me los hubiera dado á mi solo. Cuando he terminado mi
-dia, cuando me siento triste y fatigado, aquí es donde vengo;
-en medio de mis pequeños protejidos es donde olvido mis pesares.
-Preguntad á estos caballeros lo que cuesta la caridad voluntaria.
-Calculando por bajo les costará el décimo de su renta;
-apuesto á que si el Estado nos tomára una veintésima parte,
-todos gritariamos á la tiranía! Concedo que habrá dinero
-despilfarrado y fuerzas perdidas, pero lo que se debe ver es el
-fin, y afirmo con las pruebas en la mano, que la caridad individual
-es tres y cuatro veces mas fecunda que la caridad organizada.<span class="pagenum"><a name="Page_196" id="Page_196">[196]</a></span>
-Vuestro sistema, caro doctor, arroja sin cesar, entre la
-voluntad y el acto, un obstáculo que todo lo hiela. Nosotros
-no somos paralíticos,&mdash;dejadnos obrar, ved lo que un pueblo
-gana con la libertad. Bajo el punto de vista político, el Estado
-tiene el mayor interés en dejarnos la práctica de la mas amable
-y sociable de las virtudes; bajo el punto de vista económico
-hace un excelente negocio; multiplica los socorros y los estudia
-y sirve á la vez á la ciencia y á la humanidad.</p>
-
-<p>&mdash;Señores, dijo el Coronel, me parece que nos alejamos mucho
-de la cuestion. Nos piden veinte mil dollars por mejorar y
-agrandar nuestro hospicio; no tenemos sino una cosa que hacer:
-suscribamos y dirijamos una carta de suscricion á nuestros sócios.
-Yo que no tengo hijos y que he adoptado esos pequeñuelos,
-doy el ejemplo, y me suscribo por mil dollars.</p>
-
-<p>La lista pasó de mano en mano: cuando llegó á mí, hice lo
-mismo que Rose,&mdash;me suscribí por cincuenta dollars.</p>
-
-<p>&mdash;Permitidme una reflexion final, dije al Consejo. Veo que
-compramos, mediante diez mil dollars un jardin de poca estension,
-no es muy caro?</p>
-
-<p>&mdash;Es el doble de su verdadero valor, repuso la señora Hope,
-pero el propietario no quiere deshacerse de él por menos.</p>
-
-<p>&mdash;Pues es gracioso! esclamé. Un propietario que coloca su
-conveniencia y su egoismo sobre el interés de los pobres! eh!
-Señores, es menester espropiarlo; no fomenteis con vuestra debilidad
-una odiosa especulacion.</p>
-
-<p>&mdash;Doctor Smith, dijo Brown, frunciendo las cejas, eso si que
-es comunismo de primera clase.</p>
-
-<p>&mdash;Vaya, vaya, repuse alzando los hombros, acaso el interés
-particular no debe ceder al interés jeneral?</p>
-
-<p>&mdash;Sin duda, repuso el puritano; pero nada hay tan peligroso
-como las máximas banales. Así es como siempre han muerto
-la libertad,&mdash;con palabrotas. La propiedad no es un interés,
-es un derecho. El interés jeneral es una palabra elástica y vaga,
-que puede cubrir las pretensiones mas injustas á la vez que
-las mas lejítimas. Antes de invocarlo, comenzad por definirlo.</p>
-
-<p>&mdash;Nuestras leyes han definido la cuestion, dijo Humbug.
-Para nosotros no hay sino cuatro causas de espropiacion: un
-camino, una calle, un ferro-carril, un canal. Pero aunque seamos
-por excelencia un pueblo municipal, y aunque la ciudad sea
-soberana en lo que le concierne, no obstante, la propiedad es cosa
-tan santa, que antes de tocarla es menester que la lejislatura
-del Estado intervenga; ella es la que aprueba la traza y la<span class="pagenum"><a name="Page_197" id="Page_197">[197]</a></span>
-que autoriza la espropiacion, mediante indemnizacion prévia.
-Para todo el resto: escuela, hospicio, casa municipal, Iglesia, la
-ley coloca el derecho particular primero que un interés que en
-resumidas cuentas no viene á ser sino el de una corporacion ó
-el de un barrio. A dónde iriamos á parar con vuestro sistema
-doctor? Me despojarian de la herencia de mi padre, me arrebatarian
-mis recuerdos, se reirian de mis afecciones, turbarian la
-mas santa de las propiedades, y para qué? Para edificar un teatro
-ó una fonda.</p>
-
-<p>&mdash;Cómo! esclamé, en una república donde el pueblo manda,
-osais defender esas viejas máximas feudales?</p>
-
-<p>&mdash;Señor, dijo Brown, vos no entendeis jota de libertad.
-Cuanto mas democrático es un pais, tanto mas necesario es que
-el individuo sea poderoso y sagrada su propiedad. Nosotros
-somos un pueblo de soberanos; todo lo que debilita al individuo
-nos conduce á la demagojia, es decir al desórden y á la ruina;
-todo lo que fortifica al individuo nos conduce á la democracia,
-reino de la razon y del Evanjelio. Una nacion libre es una nacion
-en la que cada ciudadano es dueño absoluto de su conciencia,
-de su persona y de sus bienes; el dia en que, en lugar de hablarnos
-de nuestros derechos individuales, nos hablen del interés
-jeneral, adios de la obra de Washington; seremos una muchedumbre
-y tendremos un amo.</p>
-
-<p>&mdash;Señores, dijo el Coronel, que se interesaba mediocremente en
-nuestros debates, no hay nada mas á la órden del dia, está levantada
-la sesion. Os pido perdon de dejaros, añadió. Dicen que
-hay malas noticias de la guerra, estoy impaciente por saberlas.</p>
-
-<p>Nada que me disgustaba acabar con el puritano y su áspero
-lenguaje; pero, por mi desdicha, habíale caido en gracia, ó mejor
-dicho, el hombre habia formado quizá el glorioso proyecto
-de convertirme á su fanatismo.</p>
-
-<p>&mdash;Doctor, me dijo, tengo que pediros un servicio. Acabamos
-de fundar en este barrio un <i>instituto de obreros</i><a name="FNanchor_56" id="FNanchor_56"></a><a href="#Footnote_56" class="fnanchor">[56]</a>. Habrá
-una biblioteca, un museo de modelos, dos salas de dibujo, un
-gabinete de lectura, en una palabra, todo lo que hace la utilidad
-de un Club de esa especie. Los mismos obreros son los que
-proveerán á los gastos de entretenimiento; lejos de nosotros el
-pensamiento de erijirnos en bienhechores, turbando en lo mas
-mínimo la obra de la libertad. No debilitar jamás ni la dignidad
-ni la responsabilidad de aquellos á quienes beneficiamos,<span class="pagenum"><a name="Page_198" id="Page_198">[198]</a></span>
-es la primer regla de la caridad. Pero hay gastos de fundacion
-que son considerables, la bolsa de nuestros trabajadores no basta
-para ellos; necesitamos diez mil dollars por lo menos. Para
-obtenerlos, hacemos lecturas públicas y pagodas. Everett el
-clásico nos ha prometido su concurso, así como el elocuente
-Sumner. Espero que tendremos al filósofo Emerson y al poeta
-Longfellow. Por mi parte daré una leccion, en la que mostraré
-que reahabilitando el trabajo y levantando al obrero, el
-Evanjelio ha creado al mismo tiempo la riqueza y la libertad
-modernas. Vos no rehusareis el uniros á nosotros. Dos lecturas
-sobre la hijiene de los recien nacidos, por el sábio médico
-del hospicio de la Providencia, nos atraerian todas las madres,
-y nos valdrian cuatro-cientos dollars por lo menos.</p>
-
-<p>&mdash;Teneis la autorizacion del Gobierno? le dije.</p>
-
-<p>&mdash;Por quien soy, doctor, os digo que os ireis derecho al paraiso,
-contestó el porfiado. A fuerza de cuidar niños os habeis
-puesto como ellos; no podeis caminar sin andadores. Qué autorizacion
-se necesita para ilustrar á los hombres y hacerles el
-bien?</p>
-
-<p>&mdash;Comó! esclamé, podeis dar cursos públicos y hablar de política
-á los obreros sin que el Gobierno intervenga?</p>
-
-<p>&mdash;Seguramente, dije, si olvidamos nuestros deberes, la ley
-está ahí, y la justicia con ella; eso basta.</p>
-
-<p>&mdash;No, eso no basta; el Estado no puede abandonar al primer
-advenedizo el derecho de hablar á los hombres. Esa ciencia
-de parada, esa instruccion á medias le inspira al pueblo una
-ambicion desastrosa; es poner al pais y aun á la relijion en el
-mismo peligro.</p>
-
-<p>&mdash;Una media luz vale mas que la noche, reino de los apetitos
-y de las pasiones, dijo Brown, y por otra parte, cómo se ha
-de hallar el dia si no se le busca? Es menester que hablemos al
-pueblo, y que nos pongamos sin cesar en relacion con él. Para
-nosotros, demócratas y cristianos, hay ahí una cuestion de vida
-ó muerte; lo que mata las repúblicas, es la ignorancia; ilustrad
-al pueblo si temeis al despotismo. Lo que mata la relijion es
-una fé que no razona; ilustrad al pueblo si temeis la infidelidad.
-Necesitamos luz en todo y para todo. Si el cristianismo es
-una fábula, que caiga; si es la verdad que reine. Creeis que
-nosotros los pastores, somos algunos charlatanes que viven del
-error y de la credulidad?</p>
-
-<p>&mdash;Calmaos, respondí, y no coloquemos tan alto la cuestion.<span class="pagenum"><a name="Page_199" id="Page_199">[199]</a></span>
-Me concedereis que dando á los obreros un punto de reunion,
-fundais un club en el que serán amos.</p>
-
-<p>&mdash;Sin duda, puesto que estarán en su casa.</p>
-
-<p>&mdash;Y no veis que á la primer querella con los patrones ese
-club se convertirá en un foco de coalicion?</p>
-
-<p>&mdash;Si los obreros quieren coaligarse, dijo friamente aquel fanático,
-quién se los puede impedir? Los que venden su trabajo
-tienen tanto derecho como los que se lo compran. Es un trato
-que se hace con entera libertad.</p>
-
-<p>&mdash;Pero señor, esclamé indignado de aquella estupidez, vos
-predicais la anarquía.</p>
-
-<p>&mdash;Señor, me dijo con su brutalidad ordinaria, vos hablais un
-lenguaje que no es el de la América. La anarquía es la invasion
-de la libertad ajena, no la defensa de su propia libertad.</p>
-
-<p>Creedme, añadió alzando al cielo unos ojos inspirados, la
-cultura del alma es la salud de las democracias cristianas; ellas
-no viven sino por la educacion. Dejad que los obreros léan, se
-instruyan y discutan: educadlos, segun el sentido admirable de
-la palabra, levantadlos hasta nosotros, levantaos vosotros mismos
-con ellos, y no tendreis que temer ni coaliciones, ni comunismo
-ni todas esas locuras que espantan al viejo continente.
-Son enfermedades que la ignorancia enjendra; á nosotros toca
-curarlas, doctor. <i>Sursum corda</i>, hé ahí mi divisa.</p>
-
-<p>&mdash;La acepto con toda mi alma, repuse arrebatado por la fogosidad
-de aquel inspirado, contad conmigo.</p>
-
-<p>Una vez solo con Humbug, preguntéle si venia conmigo á la
-instalacion de Dinah.</p>
-
-<p>&mdash;Tengo interés en no faltar, doctor Paradoja, me dijo con
-sonrisa maligna; me divertís mucho con vuestras magníficas teorías.
-Cuanto mas os oigo tanto mas aprecio la grandeza de
-nuestras instituciones.</p>
-
-<p>&mdash;Gracias por el cumplimiento, le contesté, parece que mis
-elojios de la centralizacion os hacen el efecto de una demostracion
-de la libertad <i>per absurdum</i>; debiais ser mas caritativo mi
-buen amigo, y pensar que hay en la tierra otros paises que la
-América.</p>
-
-<p>&mdash;Os veo venir, me dijo, fanático de la unidad latina, piadoso
-adorador de la Francia. Yo tambien amo á los Franceses;
-los nietos de La-Fayette son para mi hermanos; pero perdóneme
-ese pueblo injenioso, si le digo que hace sesenta años que persigue
-un problema insoluble. Poner la libertad en una carta, y
-el despotismo en la administracion es querer caminar atado de<span class="pagenum"><a name="Page_200" id="Page_200">[200]</a></span>
-piés y manos; todo el talento del mundo reunido no lo conseguiría.</p>
-
-<p>&mdash;Deveras, repuse sonriendo de aquella vanidad. Véamos,
-hombre práctico, decidnos pues lo que falta á los Franceses
-para elevarse hasta la civilizacion de los Yankees.</p>
-
-<p>&mdash;Una sola cosa, dijo, con la mayor seriedad. En todos sus
-sistemas han olvidado la pieza esencial, sus políticos se parecen
-á Sam el distraido.</p>
-
-<p>&mdash;Quién es Sam el distraido?</p>
-
-<p>&mdash;Era el mensajero de mi aldea, dijo alegremente Humbug.
-Un muchacho lleno de penetracion y de malicia, osado hasta la
-temeridad, económico hasta la avaricia, exacto hasta la minuciosidad,&mdash;vamos,
-la gloria y el honor del Connecticut. Solo tenía
-un defecto,&mdash;que perdia la memoria. Un dia que tenia
-que distribuir mas de cincuenta paquetes en el camino, viéronle
-á cada paso inquieto y ajitado.&mdash;“Me he olvidado de algo, decia,
-pero qué es lo que he olvidado?” Al fin llegó al pais, y hé
-aquí sus hijos que salen á recibirle.&mdash;“Buenos dias, papá, dónde
-está mamá?”&mdash;Dios mio! gritó Sam, pegándose en la cabeza,&mdash;“hé
-ahí lo que me faltaba, he olvidado mi mujer!”</p>
-
-<p>Es lo mismo que les pasa á los Franceses: tomad al azar una
-de esas constituciones que les han fabricado por docenas,&mdash;hallareis
-en ella al Estado y sus derechos, al individuo y sus derechos;
-pero falta....</p>
-
-<p>&mdash;Qué falta? esclamé.</p>
-
-<p>&mdash;La sociedad, respondió Humbug. A un lejislador Francés
-nunca se le ha ocurrido que la sociedad, es decir, la asociacion
-bajo todas sus formas, la libre accion de los individuos reunidos,&mdash;tuviera
-un puesto en la vida política de la Nacion. Nosotros
-los Americanos le damos el mas ancho dominio: el comun,
-la Iglesia, el hospicio, la escuela, la educacion superior, las ciencias,
-las letras. Cada asociacion es para nosotros una especie
-de familia agrandada,&mdash;y todas esas asociaciones, elevándose
-gradualmente forman otras tantas hiladas que arrancan del individuo
-para llegar al Estado. La América no es, hablando
-en verdad, sino una reunion de familias, que hacen por sí mismas
-sus negocios. Hay algo de esto en Francia? Allí solo se
-vé una cosa,&mdash;la administracion, inmenso pólipo que echa en
-todas partes sus brotes, que en todo se enreda, que todo lo toma
-y lo sofoca:</p>
-
-<div class="poetry-container">
-<div class="poetry">
-<div class="verse"><i>Monstrum horrendum, immane, ingens, cui lumen adeptum.</i></div>
-</div>
-</div>
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_201" id="Page_201">[201]</a></span></p>
-<p>El pais está cortado en dos partes; de un lado el poder, con
-todos los recursos de una centralizacion formidable,&mdash;de otro
-una muchedumbre que obedece mas ó menos voluntariamente.
-De ahí todas las revoluciones que destrozan ese hermoso país,
-de ahí su eterno absorto. Ora debilitan la autoridad y la reducen
-á la impotencia, y creyendo agrandar la libertad, no llegan
-sino á la anarquía; ora se echan en el exeso opuesto, y estrechan
-todos los vínculos, y creyendo servir al órden, no llegan sino á
-lo arbitrario. Deplorable espectáculo el de un noble pueblo,
-que no sale del abismo sino para caer nuevamente en él!</p>
-
-<p>&mdash;Y el remedio, querido amigo? Quién sabe si el carácter
-nacional no es la causa de ese mal éxito perpétuo?</p>
-
-<p>&mdash;No creo, dijo Humbug, que haya pueblos nacidos para
-servir, no esceptúo ni á los negros; por otra parte no veo que
-la Francia haya hecho nunca un mal uso de la asociacion. Gracias
-á la administracion, que sobre-nada despues de todas las
-revoluciones, y se enriquece en cada naufrajio,&mdash;hánles rehusado
-siempre á los franceses esa apacible libertad, que atempera
-y predomina sobre todas las demas. Diez veces les han dado
-un voto que no les servia de nada; pero el cuidado de sus propios
-negocios todavía lo espera. Reyes durante una hora,
-hánles rehusado desde el dia siguiente hasta la facultad de obrar
-y hablar. Bajo tales condiciones la esperiencia no está hecha;
-la soberanía no es la libertad. Con la primera el pueblo no
-conquista frecuentemente sino el derecho de perderse; con la segunda,
-vive, crece y tiene en sus manos su fortuna y su honor.
-Cuando los franceses hayan hecho el ensayo de gobernarse por
-sí mismos, podrá condenárseles; hasta entonces nadie tiene el derecho
-de acusarlos. La Fayette, cuyos escritos leemos nosotros, al
-paso que quizá son desdeñados en Francia, reclamaba hace cincuenta
-años esa vida libre, esas reuniones libres que hacen nuestra
-grandeza. Si yo tuviera el honor de ser su compatriota,&mdash;hé
-ahí la herencia que quisiera revindicar. El que á los franceses
-enseñe que la centralizacion los esclaviza, que solo la asociacion
-puede salvarlos, ese hombre habrá arrancado por siempre
-jamás el jérmen de las revoluciones, plantando en fin en una
-tierra jenerosa el árbol que no nunca se secará. Y, con mas
-seguridad que Arquimedes podrá gritar: <i>Eureka</i>; porque habrá
-hallado simultáneamente dos tesoros mas preciosos que todas
-las riquezas del mundo,&mdash;la libertad y la paz.</p>
-
-<p>&mdash;Bravo, Humbug! esclamé, estais elocuente. Pero mi buen
-amigo; si fuérais á contar semejantes fábulas á Paris, en Francia,<span class="pagenum"><a name="Page_202" id="Page_202">[202]</a></span>
-os silvarian como á un soñador, esto es, sino os encerraban
-como á un sedicioso, en medio á los aplausos de la moderna
-Atenas.</p>
-
-<p>&mdash;Eso no me sorprenderia, dijo; los atenienses de otro tiempo
-tenian un filósofo que la Pitia proclamaba ser el mas sabio de
-los hombres, y fué por esto que se dieron prisa en matarlo. Los
-sapientes de la Agora, las jentes prácticas acusaban á Sócrates
-de ser un revolucionario y un atéo. Qué es hoy dia de la memoria
-de esos grandes hombres de estado que habian salvado la
-patria, y que naturalmente se hacian pagar sus servicios? Un
-ciudadano no se detiene ante esos obstáculos miserables; defiende
-la verdad con una tenacidad invencible, señala el escollo,
-grita hasta que la corriente lo ahoga; salva algunas veces á las
-jentes á pesar de ellas, y nada espera sino de la posteridad. El
-reconocimiento es la virtud del porvenir.</p>
-
-<p>Singular pueblo! murmuré, entre estos almaceneros las convicciones
-son pasiones, al paso que entre nosotros, pueblo heróico
-y teatral, las pasiones y los intereses son las que......
-guardé para mi el resto de la reflexion.</p>
-
-<hr />
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_203" id="Page_203">[203]</a></span></p>
-
-<h2 id="CAPITULO_XXVII">CAPITULO XXVII.<br />
-<span class="smaller">La escuela.</span></h2>
-
-<p>Charla que charla llegamos á la calle Federal. Frente á nosotros,
-sobre un montecillo que dominaba la ciudad y la campaña,
-alzábase altivamente un edificio de grande apariencia,&mdash;una
-torre cuadrada flanqueada de dos alas. Si hubiera estado
-en un pais civilizado, habria dicho: “Es la caserna de la jendarmería
-ó la casa de la prefectura.” En aquel pueblo sin policía
-y sin gobierno, era el palacio del Abcdé,&mdash;era la escuela!
-Una nacion puede ser juzgada por sus monumentos.</p>
-
-<p>&mdash;Y bien, doctor, me dijo Humbug, cómo hallais el palacio
-de nuestra juventud?</p>
-
-<p>&mdash;Muy hermoso exteriormente, le contesté; pero muy mal arreglado.
-Veo allá arriba unos muchachones de quince años y
-unas chiquillas de poco mas ó menos que entran todos á un
-tiempo; eso no es propio. En toda escuela bien organizada se
-separan los dos sexos; es una precaucion de la que parece no teneis
-idea siquiera.</p>
-
-<p>&mdash;Dos entradas para niños que van á estudiar en la misma sala,
-dijo Humbug? Para qué?</p>
-
-<p>&mdash;En la misma sala! esclamé, pensais en ello? Es el colmo
-de la inmoralidad.</p>
-
-<p>&mdash;No veo de inmoral sino vuestra imajinacion, repuso Humbug
-riendo. Nuestros niños, querido doctor, son niños honestos;
-entre nosotros no se halla sino:</p>
-
-<div class="poetry-container">
-<div class="poetry">
-<div class="verse"><i>Virgines lectas, puerosque castos.</i></div>
-</div>
-</div>
-
-<p>La escuela es una gran familia, en la que no hay sino hermanos
-y hermanas que se disputan el premio del estudio. De dónde
-sacais vuestras horribles ocurrencias?</p>
-
-<p>&mdash;Entónces, mi buen amigo, los Yankees son ánjeles, machos
-y hembras.</p>
-
-<p>&mdash;Y la Europa repuse, con sus veinte siglos de experiencia,
-no es mas que una vieja chocha que no sabe, ni lo que hace ni lo
-que dice.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_204" id="Page_204">[204]</a></span></p>
-
-<p>&mdash;Querido doctor, dijo Humbug, los ingleses han comenzado
-por burlarse de nosotros; hoy dia nos imitan. Dentro de diez
-años no habrá en Inglaterra una sola escuela en que los dos
-sexos no estén juntos. En cuanto á los otros pueblos de Europa,
-su educacion ha sido clerical durante tanto tiempo que para
-despojarse de sus preocupaciones necesitarán mas de un dia.
-Nosotros no educamos ni frailes, ni soldados; preparamos hombres
-á la vida comun. Porqué, pues, no hacer la escuela á imájen
-de la familia y de la sociedad?</p>
-
-<p>&mdash;Vosotros sois unos imprudentes! esclamé; jugais con el
-fuego.</p>
-
-<p>&mdash;Somos padres de familia, repuso Humbug; sabemos por esperiencia
-que para dulcificar el corazon, formar el carácter, é
-inspirar ideas jenerosas nada vale tanto como esa primera comunidad
-de trabajo y de estudio:</p>
-
-<div class="poetry-container">
-<div class="poetry">
-<div class="verse"><i>Emolit mores, nec sinit esse feros.</i></div>
-</div>
-</div>
-
-<p>&mdash;Lo que es imprudente, insensato,&mdash;es la pretendida sabiduría
-de la vieja Europa. Separar los niños y las niñas, enseñarles
-desde la primera edad que ambos están en un peligro
-misterioso, turbar y exitar sus jóvenes imajinaciones, y echar
-despues de repente y en el momento mas difícil en el mundo de
-los hombres ardientes y temerarios, á mujeres inquietas, tímidas,
-sin defensa,&mdash;es una verdadera locura; pido perdon de ello á
-vuestra gravedad, mi querido doctor. Vuestra educacion claustral
-es un dique que detiene y aumenta todas las pasiones;
-nuestra educacion comun habitúa nuestros hijos á amarse como
-hermanos y á respetarse mútuamente.</p>
-
-<p>&mdash;Es posible, esclamé, que los peligros de vuestro sistema
-no os abran los ojos?</p>
-
-<p>&mdash;Preguntádselo á nuestros maestros, repuso: no hallareis
-uno solo que no esté orgulloso de nuestras escuelas mistas. Es
-una invencion Americana,&mdash;una invencion que nos hace honor.
-Como siempre hemos tenido confianza en la naturaleza humana
-y en la libertad; como siempre nos hemos congregado. En ninguna
-parte la instruccion es mas fuerte, ni tan moral, mas grande
-que en nuestra querida institucion. La emulacion entre
-ambos sexos es un aguijon sin par. Por niño que sea, el hombre
-se avergüenza siempre de ceder el primer lugar; la mujer es
-paciente, y tiene la intelijencia mas abierta; en estos primeros
-estudios que no tienen nada de abstractos, ella es siempre la
-que sale triunfante. Pero ese no es sino el lado pequeño de la<span class="pagenum"><a name="Page_205" id="Page_205">[205]</a></span>
-cuestion. Las niñas ganan con nuestro sistema, tanto en carácter
-y voluntad, como los hombres en corazon. Aprenden á conocernos,
-y, sea dicho entre nos, mi buen Daniel, nosotros no somos
-peligrosos sino en tanto que no se nos conoce. Siendo respetadas,
-las niñas se respetan á sí mismas; siendo libres se dan
-el lugar que las conviene; y en las recreaciones, por ejemplo, una
-prudencia natural las separa de sus compañeros. En cuanto á
-los jóvenes, ellos adquieren en nuestras escuelas esa delicadeza
-de sentimientos, esa política caballeresca que solo la sociedad
-de las mujeres puede darles. Qué hay mas salvaje y brutal que
-el colejial inglés, abandonado á sí mismo y á la tiranía de sus
-mayores? Habeis leido á <i>Tom Brown</i>? dá vergüenza de la civilizacion.
-Preferiría vivir entre los Pieles-Rojas antes que con
-colejiales como Eton ó Rugby. Entre nosotros, al contrario,
-todos los jóvenes crecen juntos; á los diez y seis, á los veinte
-años, sus relaciones son tan simples, tan fraternales como cuando
-se hallaban en los mismos bancos. Mas de un casamiento
-se hace entre esos antiguos camaradas de escuela; la estimacion,
-la amistad hacen nacer el amor y le sobreviven. La
-Europa, vuestro ídolo, ha imajinado algo tan cristiano y perfecto?</p>
-
-<p>&mdash;Es un sueño, dije.</p>
-
-<p>&mdash;Entrad, incrédulo, repuso Humbug; vereis que ese sueño
-es una verdad.</p>
-
-<p>&mdash;Una palabra todavia, le dije. Todos esos niños son santos,
-por supuesto. Pero dónde hallareis hombres capaces de
-educar esas falanjes celestes? Cuál es el maestro que puede
-animar á la vez la timidez de vuestras niñas, y dulcificar la turbulencia
-de vuestros niños? Dónde ha de hallarse ese fénix que,
-en cada comun, responda del honor y de la virtud de vuestros
-hijos?</p>
-
-<p>&mdash;Entrad, repuso Humbug; vereis desempeñando su tarea á
-Dinah, vuestra protejida, y á vuestra querida Susana quizá.</p>
-
-<p>&mdash;Estais loco, esclamé, pegando en el suelo con mi baston; es á
-una mujer de veinte años á quién le confiais hombres que ya
-tienen barba en la cara? Lindo jeneral para tal ejército; como
-lo respetarán!</p>
-
-<p>&mdash;Todavia una preocupacion del viejo mundo, querido doctor.
-Nada mas natural en un jóven que ama á su madre que respetar
-á una mujer; lo que no lo es,&mdash;es obedecer á un maestro que
-amenaza y castiga. La fuerza influye poco en el corazon
-de un niño; cuanto mas jeneroso es, tanto mayor es su resistencia;<span class="pagenum"><a name="Page_206" id="Page_206">[206]</a></span>
-contra lo que no tiene defensa, es contra la dulzura y la
-afeccion. En este punto tambien, la esperiencia dá un
-desmentido á la antigua sabiduria, que no es sino un viejo
-error. Son las jóvenes de la Nueva Inglaterra las que,
-con una abnegacion de misioneros, se consagran á vivir entre la
-corrupcion del Sur ó en las soledades del Oeste, con el objeto
-de educar á las almas jóvenes, y darlas á la verdad y á Dios. Tenemos
-maestros, como los mejores que pueda haber; pero nuestros
-mas bien dotados institutores, escollan allí donde una jóven
-Yankee hace maravillas. La infancia pertenece á la mujer; es una
-ley natural que hemos tenido el mérito de reconocer y de aplicar.</p>
-
-<p>&mdash;Amen, contestó, alzando los hombros; vamos á admirar
-esas tímidas ovejas y esos dóciles corderos, conducidos por una
-pastora no menos inocente que su rebaño.</p>
-
-<p>Entré de mal humor en la sala grande; y sin embargo de no
-poder sufrir la sin razon,&mdash;lo confesaré con vergüeuza, apenas
-puse el pié en el santuario me sentí seducido.</p>
-
-<p>Me hallaba en una vasta pieza, donde el aire y el dia entraban
-por unas anchas ventanas; las paredes eran de una limpieza
-esquisita, y estaban adornadas de trecho en trecho sea de
-cartas mudas, sea de cuadros de historia natural, sea de figuras
-de física y de jeometria. Cada niño tenia su pupitre, aislado
-por cuatro varillas que se cruzaban á su alrededor. Sentado
-delante de esa mesa barnizada, que brillaba como un espejo, solo,
-y sin vecino; el escolar es maestro de sí mismo; si se distrae,
-si no trabaja, solo sobre él recae toda la responsabilidad. El
-institutor colocado en un estrado, vijila de una mirada esas
-largas filas de pupitres, colocadas unos tras de otros. Vijilancia
-poco necesaria en un pueblo ambicioso donde cada cual quiere
-instruirse para llegar á la fortuna y al poder! Los vicios de
-los Americanos les sirven á ellos mas de lo que á nosotros nos
-sirven nuestras virtudes.</p>
-
-<p>Dinah estaba ocupada en una pieza vecina. El maestro de
-la sala grande era mi Susana. En aquel momento la señorita
-enseñaba la jeometria á siete ú ocho muchachones que, déboles
-esta justicia, escuchaban como buenos niños á su amable maestra.</p>
-
-<p>&mdash;Venid, mi buen padre, dijo Susana toda gozosa; tomad esa
-tiza, demostradnos las propiedades del cuadrado de la hipotenusa.</p>
-
-<p>Hacer una demostracion me habria sido difícil; habia sido<span class="pagenum"><a name="Page_207" id="Page_207">[207]</a></span>
-demasiado bien educado en la Universidad de Francia, para
-entender de jeometria; todo lo que recuerdo sobre el particular
-se reduce á una vieja cancion que, quizá tararean todavia al rededor
-de la Escuela <i>Politécnica</i> con la tonada de <i>Calpigi</i>.</p>
-
-<div class="poetry-container">
-<div class="poetry">
-<div class="verse"><i>Le carré de l’hypoténuse</i></div>
-<div class="verse"><i>Est égal, si je ne m’abuse,</i></div>
-<div class="verse"><i>A la somme des deux carrés,</i></div>
-<div class="verse"><i>Faits sur les deux autres cotés.</i><a name="FNanchor_57" id="FNanchor_57"></a><a href="#Footnote_57" class="fnanchor">[57]</a></div>
-</div>
-</div>
-
-<p>Dejé pues á mi Susana trazar sobre la pizarra el triángulo,
-rectángulo A. B. C., levantar sobre cada lado un cuadrado
-&amp;a., &amp;., y me retiré á fin de que mi hija no tuviera que avergonzarse
-de la ignorancia paternal.</p>
-
-<p>En una de las salas chicas (lo menos habia ocho,) Dinah interrogaba,
-sobre los rios grandes y pequeños de la Francia á
-unos niños de nueve á diez años. Sorprendíme de su memoria
-y de su ciencia, yo Francés, que, si me hubieran interrogado sobre
-la América, no habria podido ofrecer en cambio á aquellos
-jóvenes eruditos sino el Mississipi, el Hudson y el Potomac,
-únicos cursos de agua de que me hayan hablado. Verdad es
-que la América nos interesa poco, al paso que la Francia, reina
-de las letras y de las artes, debe interesar prodijiosamente á los
-Americanos. Es la admiracion de los bárbaros por la civilizacion!</p>
-
-<p>Despues de la geografía vino la lectura en alta voz, y la declamacion.
-Un hombrecito de nueve años se levantó, y sin timidez
-ni descaro, nos recitó uno de los pasajes mas poéticos del
-<i>Hiawatha</i> de Longfellow. Aunque el jóven prodijio, gangueaba
-un poco, vicio comun en América, díjonos aquel pedazo con
-una gran precision de tono y verdadero sentimiento; hay actores
-célebres que no se han elevado nunca hasta esa altura.</p>
-
-<p>Despues de la poesía, vino la elocuencia. Un niño, de cabellos
-relucientes, se levantó, puso los piés en escuadra, y con voz
-animada entonó un himno á la gloria de la América:</p>
-
-<div class="blockquote">
-
-<p>“Amigos y conciudadanos!</p>
-
-</div>
-
-<p>“Estais apenas en la infancia, y sin embargo sois ya el primer
-pueblo del mundo. Cuál es el héroe del último siglo, el
-mas grande hombre, el mejor, el amigo de su pais y de la libertad?
-El universo contesta: Jorje Washington, un Americano.
-Cuál era el primer físico? Franklin, un Americano. El mas
-gran teólogo? Jonatan Edwards, un Americano. Cuál es el<span class="pagenum"><a name="Page_208" id="Page_208">[208]</a></span>
-mas grande jurisconsulto del siglo XIX? El juez Story, un
-Americano. Cuáles son los primeros oradores de nuestra edad?
-Claye, Webster, Everett, Sumner, todos ellos Americanos. Cuáles
-son los primeros historiadores? Prescott, Bancroft, Lothrop-Motley,
-Ticknor, Americanos. Cuál es el primer naturalista?
-Jacobo Audubon, un Americano. Cuáles son los mas grandes moralistas
-y los verdaderos sábios de nuestros tiempos? Channing,
-Emerson, Parker, todos ellos Americanos. Cuál es el primer
-novelista de nuestros tiempos? Mme. Beecher Stowe,<a name="FNanchor_58" id="FNanchor_58"></a><a href="#Footnote_58" class="fnanchor">[58]</a>
-una Americana. Cuáles son los grandes inventores? Whitney,
-que ha imajinado la máquina para pelar el algodon; Fulton que
-ha creado el buque á vapor; Morse, que ha hallado el telégrafo
-eléctrico; Maury, que ha trazado en los mares rutas infalibles,
-todos ellos Americanos.</p>
-
-<p>“Valor pues, hijos de los Puritanos; el porvenir es vuestro.
-Antes de que el siglo acabe sereis cien millones de hombres;
-qué será frente á vosotros la Europa, subyugada y dividida?
-La naturaleza os ha dado los mayores lagos, los mayores rios,
-los mas hermosos puertos; teneis tierras fecundas, y en cantidad
-inagotable. Vuestras minas de carbon son tan grandes como
-la Francia. La industria os ha dado mas ferro-carriles, mas
-buques á vapor, mas buques de todas clases que todos vuestros
-rivales juntos. Vuestros hombres son los mas bravos, los mas
-atrevidos, los mas injeniosos del universo; vuestras mujeres las
-mas bellas de la creacion. Valor pues, raza bendita del cielo! el
-mundo es tuyo, porque eres á la vez el pueblo mas cristiano y
-mas libre.”</p>
-
-<p>&mdash;Querido amigo, dije á Humbug, entre todas las virtudes que
-enseñais á vuestros santitos, contais la modestia?</p>
-
-<p>&mdash;Un poco de indulgencia, doctor, repuso con tono embarazado.
-Cuando se educan niños, es bueno forzar un poco el patriotismo.
-Es el medio de que mas tarde no se enseñorée el
-egoismo. Confieso, por lo demas, que la vanidad es nuestro
-lado flaco; nuestro prodijioso crecimiento nos enloquece y nos
-hace cometer mas de una falta. Pero que nos arroje la primera
-piedra aquel que no haya pecado. John Bull está á convencido<span class="pagenum"><a name="Page_209" id="Page_209">[209]</a></span>
-de que, <i>par droit de naissance</i>,<a name="FNanchor_59" id="FNanchor_59"></a><a href="#Footnote_59" class="fnanchor">[59]</a> es el rey de los mares;
-y estoy seguro que en Francia se repite en todos los tonos que
-los Franceses son el primer pueblo de la tierra, y que el mundo
-no tiene ojos sino para admirarlo.</p>
-
-<p>&mdash;Qué diferencia, esclamé. La Francia es la Francia!</p>
-
-<p>&mdash;La América es la América, repuso riendo. Todos los cristianos
-están imbuidos de la misma locura; no hay disparate á
-que no pueda ser arrastrado un pueblo, gritándole con aplomo
-“Ingleses robad esa provincia, sois Ingleses! Franceses, batíos
-á troche y moche, sois Franceses! Americanos, sed insolentes
-con la Europa, sois Americanos?” El orgullo nacional,
-es la bandera roja que se tiende al toro cuando se quiere hacerle
-caer en un lazo agachando la cabeza. Amigo querido, demos
-á manos llenas la educacion, difundamos por todas partes la
-luz si no queremos que el pueblo sea el eterno juguete de los
-charlatanes que se burlan de sus mas nobles pasiones y de sus
-mejores instintos.</p>
-
-<p>En aquel momento sonó el reloj; era la hora del recreo. Corrí
-al patio, y hallé al amable Naaman, convertido en capitan de
-una nueva milicia. Tres ó cuatrocientos niños estaban formados
-en columna, las mujeres de un lado y los varones de otro. Abrieron
-una puerta vidriera que daba al patio, colocaron en ella un
-piano, y hé aquí á Susana y á Dinah, tocando á cuatro manos
-la marcha de Oberon. Al punto se desplegan las columnas en
-órden; se salta, se corre y se hace alto cadenciosamente; la cadena
-se hace y se deshace con una precision admirable. Era
-aquello una mezcla de danza y de jimnástica que encantaba los
-ojos, algo de noble, de atrevido y de gracioso á la vez. No era
-así como los Griegos ejercitaban á la juventud? Por primera
-vez comprendí como era que Platon colocaba la danza y la música
-entre los primeros deberes del ciudadano. Yo estaba deleitado,
-y á no haber sido un resto de vergüenza y mi barba
-griz, de buena gana hubiera tomado parte en aquel <i>ballet</i><a name="FNanchor_60" id="FNanchor_60"></a><a href="#Footnote_60" class="fnanchor">[60]</a>
-militar. Por qué no habia de haber danzado con los niños? No
-lo hacian los espartanos?</p>
-
-<p>&mdash;Mi jóven amigo, dije á Naaman, esto es encantador; mi corazon
-se regocija ante este espectáculo, pero sacadme de una duda.
-Dónde estoy? Dónde me han conducido? Esta casa elegante,
-estas mesas de un lujo esquisito, estos hermosos libros<span class="pagenum"><a name="Page_210" id="Page_210">[210]</a></span>
-forrados en badana, todo esto, pertenece sin duda á una escuela
-particular, donde no se reciben sino niños ricos. Quién es el
-director de este bello establecimiento?</p>
-
-<p>&mdash;Siempre festivo doctor, dijo el bello pastor. Estais en
-la escuela primaria de la duodécima circunscripcion, barrio tercero.
-Tenemos ochenta casas de esta especie en nuestra buena
-ciudad de Paris y no es bastante.</p>
-
-<p>&mdash;Muy bien; pero cómo puede el hijo del pobre proveer á los
-gastos de esta enseñanza costosa?</p>
-
-<p>&mdash;De dónde venís? esclamó Naaman. No sabeis que la educacion
-es gratuita? No habeis nunca mirado vuestra cuota de
-impuestos? Nosotros somos los hijos de esos puritanos que, á
-penas desembarcaron en la árida roca de Plymouth, abrieron
-escuelas para combatir á Satanás,&mdash;que es el verdadero
-nombre de la ignorancia. Lo que hay de diabólico en nosotros,&mdash;es
-la bestia; lo que hay de divino, es el espíritu. La escuela
-es nuestro amor y nuestra debilidad; asi ella es el mas
-grueso capítulo de nuestro presupuesto, como la guerra ó la
-marina es el de los pueblos civilizados. Aquí, en nuestro Massachussetts
-el gasto de la escuela es poco mas ó menos la cuarta
-parte de nuestros gastos generales; en el pequeño Estado de
-Maine, monta á la tercera parte, lo que seria para la Francia
-un presupuesto de cuatrocientos á quinientos millones.</p>
-
-<p>&mdash;Gran Dios! dije para mis adentros, si estas jentes no son
-locos, qué es lo que somos nosotros.&mdash;Decidme, señor Naaman,
-quien vota esos fondos, y como son administradas vuestras
-escuelas.</p>
-
-<p>&mdash;El voto es comunal, respondió; es el conjunto de los habitantes
-el que fija la cifra del impuesto; es quizá el único gasto
-que aumenta todos los dias con aplauso de los que lo pagan.
-Sobre este punto no hay partido en América; todas las comuniones,
-todas las opiniones rivalizan para hacer de nuestras escuelas
-el establecimiento mas rico y mejor dotado del pais.</p>
-
-<p>&mdash;Y naturalmente, dije, cada comunion quiere dominar en él.</p>
-
-<p>&mdash;No, repuso; esto os asombrará quizá, ninguna influencia
-de Iglesia entra en estos muros. Cada leccion comienza por
-la Oracion Dominical y una lectura de la Biblia, pero sin ser
-acompañada de ninguna refleccion. La enseñanza es cristiana
-por el espíritu de nuestros maestros; no es católica ni protestante.
-Damos aquí á nuestros hijos el medio de buscar la verdad,
-les armamos contra la ignorancia, les preparamos á combatir
-el buen combate; en cuanto á la enseñanza dogmática, está<span class="pagenum"><a name="Page_211" id="Page_211">[211]</a></span>
-reservada á la iglesia y á las escuelas del domingo. Así es como
-evitamos el perturbar esas jóvenes conciencias, y no obstante
-como habituamos á nuestros hijos á considerarse todos como
-hermanos en Jesu-Cristo.</p>
-
-<p>&mdash;Bien; pero quién os responde de los maestros?</p>
-
-<p>&mdash;El Directorio de educacion, dijo Naaman; directorio elejido
-libremente por todos los ciudadanos del mismo comun, y que tiene
-sobre él el directorio central del Estado. Esas asambleas reunen
-los hombres mas considerables del pais. Es una gloria ser llamado
-á vijilar la educacion; nuestros mejores ciudadanos, los
-Horacio Mann, los Bernard, han rehusado un puesto en el
-Senado Federal por permanecer de directores de nuestras escuelas
-en Massachussetts y en Connecticut.</p>
-
-<p>&mdash;Es posible? esclamé.</p>
-
-<p>&mdash;Qué tiene de sorprendente? repuso el jóven ministro.
-Creeis que en un pais como el nuestro se anda preguntando qué
-es lo que hace la grandeza de las naciones? En una República,
-en un Estado donde el pueblo es soberano, es menester vencer
-la ignorancia ó ser muerto por ella; no hay término medio: Para
-educar á un pueblo que cree en la verdad y que la ama, nuestros
-políticos no han hallado sino un medio,&mdash;ilustrarlo: esto
-es, hacer del mas insignificante ciudadano un hombre bastante
-instruido para que no lo engañen, bastante prudente para gobernarse
-á sí mismo.</p>
-
-<p>&mdash;Y habeis resuelto el problema?</p>
-
-<p>&mdash;Sí, dijo, el problema fué resuelto el dia en que tuvimos
-escuelas tan bien atendidas y tan completamente gratuitas, que
-ningun padre se atrevió ya á rehusarnos sus hijos. Cuando el
-comun dá todo, hasta los libros, el papel y las plumas, quién
-sería bastante loco ó suficiente culpable para no aprovecharse
-de la munificencia nacional, y condenar sus hijos á la ignorancia
-y la miseria?</p>
-
-<p>&mdash;Supongo, le dije, que la educacion es obligatoria. Despues
-de semejantes sacrificios, el Estado tiene derecho de obligar
-á las jentes á instruirse. El no puede sufrir brutos en la
-sociedad.</p>
-
-<p>&mdash;Hemos rechazado toda coaccion, repuso el jóven pastor.
-No porque háyamos dudado de nuestro derecho; pero hemos
-tenido miedo de adherir á un beneficio una idea odiosa. La
-multa y la prision harian odiar nuestras escuelas; dejamos esas
-durezas para los gobiernos que se curan mas de la obediencia
-que del amor de los ciudadanos. Hacer á la educacion universal<span class="pagenum"><a name="Page_212" id="Page_212">[212]</a></span>
-es toda la cuestion, y hemos llegado á ese fin exelente sin
-tocar la libertad. Nuestras escuelas, abiertas á todos los niños
-hasta de edad de diez y seis años, seducen y atraen aun á los
-mas rebeldes. En la Nueva Inglaterra, no hallareis un solo
-ciudadano, nacido en el pais, que no haya recibido instruccion
-de nosotros.</p>
-
-<p>&mdash;Bravo! esclamé, hé ahí una obra que hace el mayor honor
-á los cristianos de América.</p>
-
-<p>&mdash;La política gana con ello, no menos que la religion, repuso;
-hemos llegado á un resultado que debe sorprender á los
-modernos. Mediante la perfeccion de nuestras escuelas, hemos
-restablecido, sin saberlo, la educacion comun, tan querida
-de los antiguos. Nuestra enseñanza es bastante elevada
-para preparar al hijo del rico á entrar al colejio; es
-bastante simple para no asustar al hijo del pobre, bastante
-sustancial para ponerle en estado de ocupar su puesto en la sociedad,
-sin que nunca tenga que ruborizarse de su ignorancia.
-Aquí es donde toda la juventud (comprended bien esta palabra;
-toda la juventud), viene á aprender la lectura, la escritura,
-la aritmética, la jeometria y el dibujo. Añadimos un poco de
-jeografia, de historia, de física y de química; y no tememos hablarles
-de moral y de política á esos niños. Esplicámosle la
-constitucion de su pais; son ciudadanos. Gracias á la riqueza y
-solidez de nuestras lecciones, el hijo del millonario viene á instruirse
-al lado del peon irlandés. Apercibo allí á una de las
-hijas de Green, jugando con la hija de una pobre vendedora de
-frutas de la calle de los Nogales. Aquí es donde reina la verdadera
-igualdad, la igualdad en todo, la igualdad que eleva; aquí
-se fomenta el patriotismo y el amor á la libertad. Formar una jeneracion,
-es formar un pueblo; hé ahí nuestra divisa, hé ahí lo
-que hace de nuestras escuelas un lugar querido de todos y sagrado
-para todos.</p>
-
-<p>&mdash;Eso es bueno y grande, esclamé; pero perdonadme un escrúpulo
-final. Instruyendo así á los hijos del pueblo, no temeis
-inspirarles á la vez una ambicion perversa? No os parece
-que echais en la sociedad hombres descontentos de su suerte,&mdash;llenos
-de deseos y necesidades superiores, á su condicion?</p>
-
-<p>&mdash;Esa es una vieja objecion, que desde hace mucho tiempo
-no tiene curso en América. Vuestros temores serian fundados,
-si nosotros abandonáramos á nuestros hijos desde que salen de
-la escuela; pero pensad que nuestra sociedad y nuestro gobierno
-son dos escuelas que no se cierran jamás. Y, ademas, todos<span class="pagenum"><a name="Page_213" id="Page_213">[213]</a></span>
-los hombres ilustrados que tenemos se hacen un honor y un
-placer en instruir á los ciudadanos. Ved sino nuestras paredes
-cubiertas de avisos; no hay noche en que no haya alguna lectura
-pública, literaria, científica. La luz nos innunda; es menester
-ser dos veces ciego para quedarse ignorante. Al lado de esa
-enseñanza libre, colocad la Iglesia, siempre activa, y esas mil
-reuniones en las que ricos y pobres se encuentran asociados sin
-cesar, para obras de propaganda y de caridad. Agregad la vida
-política que remueve todas las ideas y fecundiza todas las almas.
-Finalmente, y en primera línea, poned la prensa; es decir, la
-palabra pública que no se agota nunca. No hay una Iglesia,
-una asociacion, un cuerpo, un individuo que no tenga su diario;
-hasta los niños tienen el suyo: el <i>Child’s Paper</i>, fundado hace
-cuatro años, tiene ya cien mil lectores, el mas viejo de los cuales
-no cuenta quince años. Quién puede resistir á esa marea que
-siempre sube? Quién puede escapar á esa oleada de civilizacion
-que empuja á la humanidad hácia un porvenir mejor?</p>
-
-<p>&mdash;Así, sois un pueblo de sábios?</p>
-
-<p>&mdash;No, dijo sonriendo. La erudicion como las artes en hija
-de las naciones viejas, todavia no la poseemos. Nosotros somos
-unos advenedizos; necesitamos un siglo quizá antes de tener
-esos ócios que permiten una cultura desinteresada; pero me
-atreveré á decirlo,&mdash;somos el pueblo menos ignorante que haya
-visto el sol. Mirad á nuestro alrededor; aquí no hay paisanos,
-sino arrendatarios; aquí no hay jornaleros, sino artesanos.
-Al salir de su herreria, el obrero se pone un frac negro, y vá á
-escuchar una lectura sobre Washington ó sobre los descubrimientos
-de Livingston, en Africa. Su vecino, el joyero, irá á
-trabajar en una escuela de dibujo, ó seguirá un curso de química.
-Apesar de sus manos ennegrecidas, ambos son unos caballeros;
-aman los placeres del espíritu tanto como vos podeis amarlos.
-Id al Oeste, entrad en alguna <i>log house</i><a name="FNanchor_61" id="FNanchor_61"></a><a href="#Footnote_61" class="fnanchor">[61]</a> perdida en el fondo
-de los bosques; sereis recibido por la mujer del azadonero; la
-vereis amasando el pan ó batiendo la manteca. Esperad la
-noche, esa misma mujer se pondrá al piano, hablará con vos de
-política, de moral, y quizá de metafisica. La lectura del <i>Cocinero
-Perfecto</i> no le impide el apreciar á Emerson, ni el
-saborear á Channing. No damos á todos la riqueza material,
-aunque el bienestar sea mas fácil de conquistar en América que
-en todo otro pais; pero á todos les ofrecemos esa riqueza que<span class="pagenum"><a name="Page_214" id="Page_214">[214]</a></span>
-no teme el orin, ni á los ladrones; ponemos al alcance del pobre
-esos goces intelectuales que, en toda edad y condicion, son una
-fuerza y un consuelo. Haciendo eso, creemos cumplir con la
-palabra divina, llevar los hombres á Dios, cultivando su espíritu
-y su corazon.</p>
-
-<p>Yo miraba aquel hombre con una emocion de que no era
-dueño; jamás he visto brillar en una cara humana tanto entusiasmo
-y tanta fé. Para Naaman la ciencia y la relijion eran
-un doble nombre de la verdad; ambas llenaban su corazon; á
-entrambas las amaba con el mismo amor.</p>
-
-<p>&mdash;Amigo, esclamé, me habeis vencido. Héme aquí como
-San Pablo en el camino de Damasco, herido por la luz y escuchando
-la voz que me grita: “Es duro dar coces contra el
-aguijon.” Me rindo, mis ojos se abren; veo y admiro la grandeza
-de este pais. Qué vida intensa! El corazon, el pensamiento,
-todo está en accion; nada de inconvenientes, nada de barreras!
-el hombre es dueño de su destino; tiene la felicidad y la virtud
-en sus manos. Aquí no hay mentira oficial,&mdash;la verdad es
-quien reina; nada de preocupaciones, ni de trabas, en todas
-partes resuena el grito de un pueblo embriagado de esperanza:
-Adelante! adelante hácia un mundo donde la miseria será
-curada, donde la fuerza será abatida; donde el espíritu reinará.
-Estoy orgulloso de ser ciudadano de este hermoso pais. Viva
-la libertad! vivan los Estados Unidos! viva la gran república!</p>
-
-<p>Mi voz fué ahogada por un redoble de tambor seguido de
-timbales retumbantes. Dos zuavos entraron en la escuela; el
-uno corrió hácia Susana y le tomó cariñosamente las manos,&mdash;Alfredo;
-el otro me saltó al cuello,&mdash;era mi Enrique.</p>
-
-<p>Padre, me dijo, los del Sud han pasado el Potomac; Washington
-está amenazado; movilizan nuestras milicias, llaman á
-los voluntarios; esta noche partimos. Venid pronto,&mdash;mi madre
-os espera.</p>
-
-<hr />
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_215" id="Page_215">[215]</a></span></p>
-
-<h2 id="CAPITULO_XXVIII">CAPITULO XXVIII.<br />
-<span class="smaller">La partida de los voluntarios.</span></h2>
-
-<p>Seguido de mis hijos, salí de aquella apacible morada, donde
-al fin habia sorprendido el secreto de la grandeza norteamericana.
-La ciudad habia cambiado de aspecto; las casas estaban
-embanderadas. En cada ventana, el estandarte federal,
-ajitado por el viento, desplegaba sus fajas rojas y azules y sus
-treinta y cuatro estrellas como una protesta muda en favor de
-la union. Acá y allá, un inmenso cartelon anunciaba el desastre
-del ejército federal, y llamaba á los ciudadanos á socorrer la
-patria en peligro. Batallones armados marchaban por las calles
-al son de clarines y tambores. Las Iglesias estaban llenas
-de voluntarios que invocaban el Dios de sus padres antes de
-marchar al combate. En todas partes, los cantos guerreros se
-mezclaban á los himnos relijiosos; padres, madres y hermanos
-acompañaban á los jóvenes milicianos animándoles. Tomábanse
-las manos, lloraban y se abrazaban, alzando los brazos al cielo.
-Era aquello el fervor de una cruzada!</p>
-
-<p>Llegué á mi casa muy ajitado. Como buen parisiense, he vivido
-y crecido en medio de los tumultos y de la guerra civil; son
-recuerdos que me entristecian, pero allí, en aquel entusiasmo
-que empujaba á todo un pueblo á las armas, habia algo de tan
-noble y de tan grande, que me sentí exaltado.</p>
-
-<p>Ni los peligros que Enrique y Alfredo afrontaban me daban
-miedo; una voz secreta me impelia á partir con ellos. No tenia
-yo tambien, un hogar y una familia que defender? La América,
-donde poseía esos bienes tan queridos, no era mi patria?</p>
-
-<p>A mi puerta hallé á todo un rejimiento de zuavos formado
-de los voluntarios del barrio. El viejo coronel Saint-John habia
-sido izado sobre un caballo blanco, y el bravo veterano olvidaba
-sus reumatismos y sus heridas para guiar á los jóvenes al combate.
-Al lado del coronel, Rose, vestido de capitan, marchaba
-acompañado de sus ocho hijos y de cuatro hermosos jóvenes
-hijos de Green. Fox, convertido en teniente, estaba en medio
-de un grupo; peroraba, jesticulaba, y no respiraba sino sangre<span class="pagenum"><a name="Page_216" id="Page_216">[216]</a></span>
-y carniceria. Su cuello postizo y su tabaquera no se armonizaban
-muy bien con su uniforme, y en cualquiera otra ocasion
-me hubieran hecho reir; pero hablaba con tanto fuego, que le
-hallé el aire marcial. Habia en él otra cosa que un soldado de
-profesion; era un ciudadano decidido á morir por su pais.</p>
-
-<p>&mdash;Vecino, me dijo Rose, contamos con vos; toca á los viejos
-dar el ejemplo. Necesitamos un cirujano para nuestro rejimiento
-de zuavos, y os han nombrado por unanimidad; solo nos
-falta vuestro consentimiento.</p>
-
-<p>&mdash;Lo teneis, esclamé; sí, mis buenos amigos, parto con vosotros;
-allí estaremos para velar por nuestros hijos, y cuando necesario
-sea, haremos fuego con ellos. Viva la Union! Viva la
-Patria!</p>
-
-<p>Este grito fué repetido en todas las filas, y á él se mezcló el
-de ¡viva Daniel! ¡viva el mayor! Las aclamaciones de aquella
-brava juventud, me hicieron cosquillas hasta en el fondo
-del corazon; entré en mi casa la frente altiva y la miraba brillante.
-Una vida nueva se despertaba en mi alma,&mdash;yo era
-feliz!</p>
-
-<p>Jenny, anegada en lágrimas, se echó en mis brazos sin intentar
-siquiera conmover mi coraje. Parecíale muy natural que el
-padre acompañara al hijo, y que solo las mujeres se quedáran
-en la casa. Susana estaba no menos resuelta; veíase en su palidez
-que se hallaba profundamente conmovida; sus labios rogaban
-y sus ojos se alzaban al cielo; pero no dijo una palabra que
-pudiera turbar á Alfredo, pareciendo ocupada unicamente en
-preparar nuestra partida. Mujeres queridas! ellas tambien
-comprendian el deber y amaban la patria.</p>
-
-<p>Algunas horas bastaron para procurarme un uniforme de cirujano.
-Rose me regaló una balija exelente; compré revolvers, un
-sable, un caballo, y á las tres estuve pronto; debiamos partir á
-la noche.</p>
-
-<p>Hasta entonces no habia reflexionado, la furia Francesa me
-habia arrebatado. Pero en el momento de dejar aquella casa,
-en la que tantos dias felices y tan bien aprovechados habia pasado,&mdash;esperimenté
-no sé que tristeza; parecíame que una vez
-partido no volveria. Y si volvia, volverian conmigo mi Enrique,
-y aquel Alfredo al que ya amaba como á un hijo?</p>
-
-<p>Procuraba deshechar aquellos tristes pensamientos, que, siempre
-rechazados, me asaltaban sin cesar, cuando el viejo coronel entró
-en mi casa. Su vista me hizo bien; era uno de esos bravos soldados,<span class="pagenum"><a name="Page_217" id="Page_217">[217]</a></span>
-pródigos de su sangre, aváros de la ajena; no podiamos
-tener un jefe mas honorable ni mas seguro.</p>
-
-<p>&mdash;Coronel, le dije despues de haber recibido sus felicitaciones,&mdash;hénos
-solos, puedo hablaros sin rebozo. Aquí para entre
-nosotros, decidme, qué caso haceis de estas nuevas levas?
-Bella cosa es el entusiasmo, pero qué es al lado del ejercicio y
-de la disciplina? Apesar del valor de esos buenos jóvenes,
-esos batallones se desharán al primer fuego.</p>
-
-<p>&mdash;Paciencia, mayor, repuso el veterano. Yo soy menos severo
-que vos, y sin embargo he hecho la guerra toda mi vida.
-Dos meses, detras de los fuertes de Washington cambiarán
-esos voluntarios en soldados. La disciplina es mucho sin duda,
-pero es un oficio al alcance del mas ignorante. Lo que no se
-dá, es el corazon, la fé, el amor á la patria. Ahí es donde está
-el resorte supremo por mas que digan los que arrastran sable.
-Para manejar la bayoneta es menester un brazo vigoroso
-y hábil; pero el alma es la que hace la fuerza del brazo. Algunos
-años de guerra y de sufrimiento bastan para hacer la
-educacion de un pueblo y poner á los dos enemigos en el mismo
-punto. Entonces queda la enerjía moral; ella es la que tiene la
-última palabra; y, es por esto que los mejores ejércitos son los
-que se componen de ciudadanos.</p>
-
-<p>&mdash;Perdonadme, coronel, le dije, creia que nada valia lo que
-los viejos soldados.</p>
-
-<p>&mdash;Error; repuso Saint John. En una revista ó en una parada,
-es posible; en la guerra es distinto. Buenos cuadros, soldados
-jóvenes y jenerales viejos,&mdash;hé ahí lo que se necesita. Para
-marchar sin quejarse, para obedecer sin murmurar, para desafiar
-el peligro, alta la cabeza para marchar á la muerte sonriendo,&mdash;no
-hay sino la juventud. Cuanto mas intelijente, piadosa
-y patriótica es esa juventud, tanto mas se puede contar con
-ella. En la vieja Europa se tienen otras ideas; allí reina todavia
-la preocupacion y la adoracion de la fuerza bruta. Aquí,
-la civilizacion nos ha ilustrado. La victoria pertenecerá siempre
-al jeneral que, en el momento decisivo, eche sobre un punto
-dado mayor número de batallones. Pero en condiciones iguales,
-un soldado jóven y patriota valdrá mas que un mercenario
-envejecido en el oficio. Ved la guerra de Crimea; ciertamente
-que los veteranos rusos é ingleses se han batido bien; pero á
-quien pertenece la corona? A los conscriptos franceses, esos
-heroicos hijos arrancados al arado por un dia, paisanos la víspera,<span class="pagenum"><a name="Page_218" id="Page_218">[218]</a></span>
-ciudadanos al dia siguiente! Hé ahí nuestro modelo, hé
-ahí tambien lo que haremos de nuestros jóvenes americanos.</p>
-
-<p>&mdash;Pero no teneis jenerales, le dije; vuestro pais es una tierra
-pacífica que, hasta el presente, ha producido mas agricultores y
-comerciantes que Césares.</p>
-
-<p>&mdash;Estad tranquilo, repuso el coronel, tendreis jenerales, y
-mas de los que querreis. La guerra es como la caza, un oficio
-muy ordinario; en que ciertas jentes descuellan desde el primer
-dia. Tal que es hoy dia herrero, mecánico, abogado, médico
-quizá, mañana se despertará jeneral en el campo mismo de batalla.
-Abrid la historia; hay épocas estériles en que las letras,
-las artes, la industria están muertas; no hay ninguna en que
-hayan faltado soldados. El hombre tiene instintos de cazador,
-sanguinarios que la paz comprime; pero que no destruye. Venga
-la guerra, y tendreis héroes, y haga el cielo que el pueblo los
-estime en su justo valor, y que no les sacrifique su libertad.</p>
-
-<p>&mdash;Verdaderamente, coronel, le dije, vos hablais de la guerra
-con poco respeto.</p>
-
-<p>&mdash;Es que la he hecho, dijo tristemente, y sé lo que vale ese
-juego sangriento. Que los retóricos tranquilamente sentados
-en el rincon de la lumbre, se diviertan en celebrar los combates
-y la gloria,&mdash;yo me encojo de hombros ante esas paradojas; la
-guerra es el mayor de los azotes, el enemigo del trabajo y de
-la libertad, la ruina de la civilizacion. Mal haya aquellos cuya
-ambicion desencadena sobre la tierra esa peste abominable;
-pero malditos sean tres veces los que atentan á la patria con
-mano parricida! Que Dios nos ayude, y les haremos pagar caro
-su crímen. La guerra es tambien el castigo del orgullo y de
-la locura; cruel leccion que no se comprende sino cuando es
-tarde yá.</p>
-
-<p>El ruido de los clarines nos anunció la hora del adios. Bajé
-teniendo de la mano á Enrique y Alfredo. Jenny nos abrazó
-á los tres con el valor de una mujer y de una madre cristiana.
-Susana silenciosa y ajitada, nos dió á cada uno una Biblia, que
-no debia separarse un momento de nosotros. Marta habia preparado
-un sermon profético, pero la pobre dió un terrible solloso
-á la primera palabra, y tomando á Enrique en sus brazos,
-como á un niño, le inundó de lágrimas y de besos. Yo la estreché
-la mano, ella me saltó al cuello, y fué medio estrangulado
-que monté á caballo.</p>
-
-<p>Al mismo tiempo acudió Zambo ataviado ridículamente; habíase<span class="pagenum"><a name="Page_219" id="Page_219">[219]</a></span>
-puesto un cinturon encarnado y azul, un sombrero con
-plumas y un sable que arrastraba por el suelo.</p>
-
-<p>&mdash;Amo, gritó, llevadme con vos, yo soy bravo. Tengo la
-piel negra y la sangre colorada. Si no me matan antes de la victoria,
-los derrotaré á todos.</p>
-
-<p>No fué sin dolor que me desembarazé de aquel pobre muchacho.
-Hícele los raciocinios mas prudentes para probarle que
-su coraje era ridículo. Cuando se tienen cabellos motosos, no
-se ha nacido para derrotar sino para ser derrotado. Palabras
-inútiles! Zambo tenia el ángulo facial demasiado agudo para
-comprender los grandes descubrimientos de nuestros eruditos.
-El pobre diablo se creía hombre, cristiano, ciudadano, y tenia
-la piel negra! Era una locura! Fué menester emplear la amenaza
-para hacerle entrar, y así lo hizo, pero refunfuñando. Era
-tiempo de acabar aquella triste comedia, las filas estaban formadas,
-los tambores batian; partimos.</p>
-
-<p>Mientras estuve cerca de la casa no me atreví á mirar para
-atras; sentia que las lágrimas iban á arrazar mis ojos, y no queria
-derramarlas; pero al dar vuelta la calle volvíme; las tres mujeres
-ajitaban sus pañuelos y nos seguian con la vista. Mi corazon
-palpitó con fuerza.</p>
-
-<p>&mdash;Oh, mi Dios! esclamé, yo te confio todo lo que amo. Lloré
-por primera vez, oré y me sentí consolado.</p>
-
-<p>A las cuatro estábamos formados en batalla en la plaza de la
-Municipalidad. Green nos pasó revista, y nos habló de la patria
-con una emocion que rayó en la elocuencia. Su voz fué cubierta
-por nuestras aclamaciones. En seguida todo quedó en
-silencio y cada cual se recojió sobre sí mismo. Yo era el único
-quizá del rejimiento que estaba ajitado, y cosa estraña! no veia
-la hora de ir al fuego. En un momento de reposo pasé por delante
-de mis compañeros riendo, hablando, jesticulando y teniendo
-una palabra para cada soldado; hacía burla á los que estaban
-conmovidos, animaba á los que procuraban sonreir, y á
-todos prometia mi socorro en el momento del peligro; me sentia
-ya con la fiebre del combate.</p>
-
-<p>Humbug, que se habia reunido á mí en la plaza, me miraba
-con aire sorprendido.</p>
-
-<p>&mdash;Qué hombre sois, doctor, me dijo suspirando. Admiro
-vuestro buen humor y vuestra alegria. Ayer erais un tímido
-ciudadano, hoy sois un valiente soldado. Sois Irlandés? Teneis
-en las venas la sangre?</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_220" id="Page_220">[220]</a></span></p>
-
-<div class="poetry-container">
-<div class="poetry">
-<div class="verse"><i>Non parventis funera Galltæ?</i></div>
-</div>
-</div>
-
-<p>Nosotros los Sajones, llevamos al campo de batalla,</p>
-
-<div class="poetry-container">
-<div class="poetry">
-<div class="verse"><i>Devota morti pectora liberæ,</i></div>
-</div>
-</div>
-
-<p>pero no tenemos ni esa gracia, ni esa elegancia, ni esa bravura.
-Al veros, no parece sino que el combate es una fiesta y el peligro
-un placer. Capaz seríais de darle gana de morir al que menos
-lo deseara.</p>
-
-<p>El redoble de los tambores ahogó mi contestacion; Humbug
-me abrazó tiernamente llamándome en latin la mitad de su alma;
-un instante despues habíame separado de mi viejo amigo y
-para siempre.</p>
-
-<p>La noche estaba hermosa; la luna, que habia salido temprano,
-iluminaba en lontananza las praderas bordadas de álamos y
-cortadas por sauces; en el horizonte corria un rio de plateadas
-olas; habia cierto encanto en dejarse conducir por el caballo y
-en abandonarse al fantaseo en medio de aquella hermosa campiña.
-La felicidad del soldado, consiste en gozar de la hora
-presente sin inquietarse del porvenir. Tiempo hacía que me
-daba el placer de soñar con los ojos abiertos, cuando dos caballeros
-se colocaron cerca de mí. Alzé la cabeza, y con gran
-sorpresa reconocí al sombrío Brown y al amable Truth.</p>
-
-<p>&mdash;Qué haceis aquí? esclamé. Qué quiere decir ese gran sombrero,
-esa levita cruzada y ese sable al lado? Ese no es el traje
-de un soldado ni el de un pastor.</p>
-
-<p>&mdash;Doctor, dijo el puritano, la guerra es una enfermedad cruel;
-en ella, tanto peligra el alma como el cuerpo; vos cuidais del
-uno, nosotros cuidamos de la otra; nosotros somos médicos lo
-mismo que vos.</p>
-
-<p>&mdash;Me alegro mucho de teneros por cofrádes, repuse; pero el
-oficio es rudo. Un cirujano se hace; la ternura, es en él un mal
-desconocido; para que la mano no tiemble es menester que el
-corazon calle; pero vos, Truth, ¿cómo resistireis al grito de los
-heridos y á la desesperacion de los muertos?</p>
-
-<p>Es mi deber, dijo, Dios me dará fuerzas, mientras juzgue que
-mi servicio es útil ó necesario. Pertenezco al Señor.</p>
-
-<p>La etapa no era larga; á las ocho hicímos alto. El coronel
-habia querido enseñarnos á marchar; la leccion no fué inútil, el
-rejimiento tenia el aire de una majada en derrota. Sin embargo,
-el bravo Saint John felicitó á todos los novicios, habituándolos
-poco á poco á que le miráran como á un padre y á
-depositar su confianza en él.</p>
-
-<p>Mayor, me dijo, no ríais. Antes de un mes valdremos tanto como los<span class="pagenum"><a name="Page_221" id="Page_221">[221]</a></span>
-Prusianos. Cuando un hombre se cree soldado ya lo es á medias;
-vereis lo que es un ejército de ciudadanos.</p>
-
-<p>Establecimos el vivac en medio del campo, y despues de encender
-los fogones y de atar los caballos á la estaca, cenamos
-de buena gana con las provisiones que cada cual habia llevado
-consigo. Para conscriptos aquella primera comida al aire libre
-era una fiesta; la guerra no habia enjendrado todavia en ellos
-ni el deseo del bien estar ni el amor del hogar.</p>
-
-<p>Terminada la cena, y no duró nada, los soldados en lugar de
-reir y gritar, se sentaron en silencio sobre sus capotes para oir á
-los ministros. Nuestro estado mayor formó el círculo; Truth
-se colocó en el centro, y abriendo la Biblia, leyó con voz inspirada
-el himno que cantó David cuando Dios le hubo salvado de
-manos de sus enemigos.</p>
-
-<p>“El Señor es el baluarte mio, y él es mi Salvador. Dios es
-mi defensa, en él esperaré: es mi escudo y el apoyo de mi salvacion:
-él es el que me ensalza sobre mis enemigos y él es mi amparo.</p>
-
-<p>“Tú eres Señor mi antorcha....</p>
-
-<p>“Quién es Dios fuera del Señor? Y quién es fuerte, sino
-nuestro Dios?</p>
-
-<p>“Dios es el que me revistió de fortaleza....</p>
-
-<p>“El es el que adiestra mis manos para la batalla, y hace mis
-brazos firmes como un arco de bronce.</p>
-
-<p>“Perseguiré á mis enemigos y los esterminaré: no volveré atrás
-hasta acabar con ellos.</p>
-
-<p>“Por mas que griten, nadie acudirá á su socorro: clamarán al
-Señor mas no los escuchará.</p>
-
-<p>“Disiparélos como polvo de la tierra: los aplastaré y desmenuzaré
-como lodo de las calles.</p>
-
-<p>“Viva para siempre el Señor y bendito seas mi Dios. Sea
-engrandecido el Dios fuerte que me ha salvado<a name="FNanchor_62" id="FNanchor_62"></a><a href="#Footnote_62" class="fnanchor">[62]</a>.”</p>
-
-<p>Mientras que Truth recitaba esa bella poesía, miré á mi alrededor.
-Todos los oficiales escuchaban rezando; sus ojos brillaban
-de entusiasmo y de fé. Las últimas llamas de nuestros fogones
-próximos á extinguirse iluminaban aquellos nobles rostros,
-dándoles no sé que brillo misterioso. Creíame en pleno
-siglo diez y seis y transportado á un campo de Cabezas-Redondas.&mdash;Es
-este, decia para mis adentros, es este el pueblo á que
-nuestros diarios de Paris niegan todo patriotismo y toda relijion!<span class="pagenum"><a name="Page_222" id="Page_222">[222]</a></span>
-No, la tiranía militar no se establecerá nunca en aquella
-tierra jenerosa; aquel suelo abierto y fecundado por los puritanos
-no puede enjendrar sino la libertad.</p>
-
-<p>Terminada la lectura, estreché la mano de Truth, y aprovechando
-de mi privilejio, inspeccioné todas las compañias buscando
-á mi hijo y á Alfredo. Hallé á los dos acostados en el
-suelo, envueltos en sus capotes y hablando en voz baja. De qué
-hablaban? era escusado preguntarlo; lo sabia.</p>
-
-<p>&mdash;Hijos, les dije; cuando uno es soldado es menester contemplar
-sus fuerzas, y la primer condicion es dormir. Hacedme
-lugar entre los dos y soñad con los ojos cerrados.</p>
-
-<p>Con lo cual, abrazé tiernamente á mis dos hijos, cerré con
-cuidado mi capote, me eché sobre la cara la capucha, y me dormí
-tan tranquilo y con el corazon tan aliviado como si estuviera
-en mi casa. Cuando el hombre se consagra á la patria, cuando
-le es permitido sacrificarse por lo que ama, la fatiga es dulce
-y hasta el peligro tiene atractivos.</p>
-
-<hr />
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_223" id="Page_223">[223]</a></span></p>
-
-<h2 id="CAPITULO_XXIX">CAPITULO XXIX.<br />
-<span class="smaller">Un viaje de placer.</span></h2>
-
-<p>En medio de mi apasible sueño, tuve una vision. Un hombre,
-ó mejor dicho un fantasma, de mirada burlona, y frente
-arrugada estaba acostado sobre mí y me ahogaba. Reconocí á
-Jonatás Dream; solo él tenia aquella mirada terrible.</p>
-
-<p>&mdash;Eh bien, doctor, dijo con voz chocarrera, la prueba está
-hecha; supongo que ahora no dudareis del magnetismo y sus milagros,
-puesto que en ocho dias os habeis vuelto Yankee.</p>
-
-<p>&mdash;Sí, sí murmuré; y estoy orgulloso de ello. Tengo mujer é
-hijos segun mi corazon; tengo una patria que amar, una libertad
-que servir y defender, soy dueño de mi vida, creo en el Evanjelio
-y soy feliz; si esto es un sueño, por piedad, no me desperteis.</p>
-
-<p>&mdash;Bravo gritó la voz, estoy vengado. Ahora, en camino para
-Francia; á Paris!</p>
-
-<p>Sentí una mano que apartaba mi capote y se deslizaba bajo
-mi capucha. Me levanté sobresaltado, quise gritar, esfuerzo inútil!
-estaba magnetizado. Un brazo invisible me cojió de la
-única mecha de cabellos que quedaba en mi frente calva, y me
-llevó por los aires con una espantosa rapidez.</p>
-
-<p>No habia vuelto aun de mi tan natural emocion, cuando me
-hallé cerniéndome por el cielo como un pájaro y revoloteando
-por arriba de mi casa. El traidor que me habia quitado la
-palabra, teniéndome siempre suspendido, me hizo descender
-hasta la ventana del locutorio<a name="FNanchor_63" id="FNanchor_63"></a><a href="#Footnote_63" class="fnanchor">[63]</a>. Apercibí en aquel recinto
-querido, reunidos en derredor de una mesa de trabajo,&mdash;á mi
-Jenny, á mi Susana y á Marta; el pobre Zambo sentado en el
-suelo sollozaba en un rincon. Susana leia el Evanjelio con
-voz entrecortada. Jenny y Marta rompian jénero y hacian
-hilas.</p>
-
-<p>Mi corazon las llamó y las bendijo. Jenny levantó en el acto
-la cabeza.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_224" id="Page_224">[224]</a></span></p>
-
-<p>&mdash;Susana, dijo temblando, me parece oir á tu padre; estoy
-segura que en este momento piensa en nosotros.</p>
-
-<p>&mdash;Mamá, repuso Susana, que estraño es lo que decís; tengo
-el mismo presentimiento.</p>
-
-<p>&mdash;Es un efecto magnético, murmuró Jonatás, riendo de
-una manera siniestra. Qué decís de esta esperiencia, sabio doctor?</p>
-
-<p>&mdash;Dios mio! dijo Jenny, levantándose, tú que me has dado á
-Daniel y que me has dicho le amára, protéjele, te lo suplico. Aleja
-de él y de mis hijos el peligro y la muerte. Pero ante todo,
-Señor, hágase tu voluntad y bendito sea el tu nombre.</p>
-
-<p>&mdash;Amén, dijo Susana; amén dijo Marta, y las tres mujeres se
-pusieron á llorar, mientras que Zambo se metia un pañuelo en
-la boca para sofocar sus gritos.</p>
-
-<p>Oh, mis amores! Yo os abria mis brazos cuando por segunda
-vez una fuerza irresistible me lanzó en el espacio sin fin.
-En un abrir y cerrar de ojos la gran ciudad desapareció de mi
-vista y con ella sus luces vacilantes; despues de la ciudad se
-evaporaron los campos y los prados, los bosques y la tierra; solo
-oí el soplo del viento y los jemidos de la onda. Como en el
-fondo de un abismo, apercibí las olas temblando bajo los pálidos
-rayos de la luna; estaba á diez mil piés de altura sobre la
-superficie del Océano.</p>
-
-<p>&mdash;Charlemos ahora, dijo el espantoso brujo cerniéndose sobre
-mí como un águila que tiene en sus garras un pichon. Doctor
-Lefebvre, os devuelvo la palabra; dadme ahora el placer de
-gozar de vuestra conversacion.</p>
-
-<p>&mdash;Mónstruo, esclamé, cuánto tiempo he de ser tu víctima?</p>
-
-<p>&mdash;Mi buen amigo, repuso fisgando, permitidme decíros que
-no sois político. Tutear á un hombre á quien se ha visto dos
-veces es cosa grosera, algo mas, una torpeza; me bastaria abrir
-los dedos para precipitaros en las olas, y no pienso que la jendarmería
-Francesa, con toda su vijilancia, pudiera prestaros aquí
-el menor socorro. Sed pues amable, y divertidme. Estoy cansado,
-he perdido mucho fluido, y me es difícil hacer mas de cien
-leguas por hora; no estaremos en Paris antes de mañana al
-amanecer. Todavia tenemos que vivir juntos una noche; el
-tiempo está hermoso y la ruta es agradable; séamos amigos y
-charlemos.</p>
-
-<p>De qué se puede hablar en las nubes sino de metafísica.</p>
-
-<p>&mdash;Señor Jonatás, dije tomando mi mas respetuosa voz, creeis
-en Dios?</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_225" id="Page_225">[225]</a></span></p>
-
-<p>&mdash;Dios, esclamó, con tono de profesor, y como si repitiera
-una leccion, Dios es una vieja palabra; es la personalizacion del
-idealismo.</p>
-
-<p>&mdash;Hablad Francés, esclamé.</p>
-
-<p>&mdash;Sea, dijo, Dios, es la idealizacion de la personalidad.</p>
-
-<p>&mdash;Si ese es vuestro Francés, señor brujo, habladme Griego
-por piedad.</p>
-
-<p>&mdash;Pues bien, dijo con tono gracioso, Dios es la categoría del
-ideal, nada mas.</p>
-
-<p>&mdash;No entiendo jota, le dije.</p>
-
-<p>&mdash;Es que no sabeis el Aleman, repuso. La filosofía es una
-lengua mística que nos viene de ultra Rhin. Ilustres sabios he
-visto que la han hablado durante veinte años sin entenderla;
-y que no por eso han dejado de ser aplaudidos.</p>
-
-<p>&mdash;Esplicadme vuestro sistema, repuse con afectada dulzura.
-Vos sois un gran hombre, un jénio, me gustaría instruirme en
-vuestra escuela. Tened tambien la bondad de tirarme un poco
-menos los cabellos, tengo la cabeza sensible, y estoy seguro
-que Absalon filosofaba con trabajo cuando estaba colgado de
-su árbol.</p>
-
-<p>&mdash;Yo soy discípulo de Spinoza, dijo Jonatás, pero he ido
-mas lejos que mi maestro. No hay ni materia ni espíritu en el
-mundo,&mdash;solo hay un conjunto de fuerzas organizadas, que se
-dividen á lo infinito; la planta, el animal, el hombre, son otras
-tantas formas de esa vida universal, otras tantas burbujas de
-agua que brotan en la superficie del Océano de los seres, y que
-solo entran en el abismo para volver á salir de él. La vida y la
-muerte son simples fenómenos sin importancia; el individuo desaparece,
-la especie dura; es lo esencial. Poco importa lo que
-la rueda aplasta, con tal que dé vuelta siempre. Hé ahí mi
-sistema, él acepta todo.</p>
-
-<p>&mdash;Y no esplica nada, esclamé. Quién ha creado esas fuerzas?</p>
-
-<p>&mdash;En qué pensais, doctor, repuso el májico. Crear, seria perturbar
-el órden universal y fatal de las cosas; nunca ha habido
-creacion. Suponer un principio,&mdash;es suponer una voluntad; eso
-trastornaria todo el sistema.</p>
-
-<p>&mdash;Yo creia, le dije, que los sistemas se acomodaban á los hechos
-observados.</p>
-
-<p>&mdash;Eso es bueno para los físicos, repuso. Nosotros, al contrario,
-acomodamos los hechos al sistema; nosotros somos filósofos.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_226" id="Page_226">[226]</a></span></p>
-
-<p>&mdash;Eso es muy injenioso, dije, pero sacadme de una duda; yo
-creia que el hombre no era muy antiguo en la tierra.</p>
-
-<p>&mdash;Esa es mi opinion, repuso; el hombre apareció hacen doce
-ó quince mil años cuando mas,&mdash;pero eso no implica una creacion!
-La naturaleza........</p>
-
-<p>&mdash;Qué es la naturaleza, señor Dream?</p>
-
-<p>&mdash;Otro nombre para la fuerza Universal.</p>
-
-<p>&mdash;Qué es la fuerza Universal?</p>
-
-<p>&mdash;Otro nombre para la Naturaleza.</p>
-
-<p>&mdash;Gracias por vuestra esplicacion filosófica.</p>
-
-<p>&mdash;La Naturaleza, continuó, esperimenta en ciertas épocas un
-acrecentamiento de enerjía, una especie de fiebre, y entonces
-rehace y transforma ciertas especies segun la necesidad. Así
-es como el hombre ha aparecido sobre la tierra; segun todas las
-apariencias,&mdash;es un mono ó un perro dejenerado.</p>
-
-<p>&mdash;Y la palabra, y la conciencia? esclamé.</p>
-
-<p>&mdash;Eso es poca cosa, dijo él, consiste en una simple modificacion
-fisiolójica. Un poco mas de finura en la composicion de
-la larinjes, ha hecho de un grito bestial un lenguaje articulado.
-Sin aparato nervioso no hay conciencia posible; por consiguiente,
-la conciencia es cuestion de nervios. Una acumulacion de
-la sustancia gris, un juego de la naturaleza han bastado para
-enjendrar al rey de la creacion.</p>
-
-<p>&mdash;Pobre rey en verdad, si solo es el mas malo de los animales.</p>
-
-<p>&mdash;No, no, dijo Jonatás; porque, gracias á su aparato nervioso
-tiene ideas jenerales, y hé ahí lo que hace del hombre
-una especie aparte. Es el único animal á quien se le divierte y
-se le engaña con palabras. El hombre vé ciertos hechos que se reproducen
-en serie regular, y que llama verdades; imajina una
-verdad universal que comprende y sostiene todas las verdades
-particulares; apercibe hermosas cosas y se figura una belleza
-que es el modelo y el tipo de todas las demas. Hé ahí el ideal
-que le seduce y le consuela,&mdash;ó en otros términos, lo que las
-buenas jentes llaman Dios.</p>
-
-<p>&mdash;Muy bien, dije, conmienzo á entrever lo que es la categoría
-del ideal. El alma es un espejo que refleja lo que no existe;
-ó si os parece mejor, el hombre se vé á si mismo en ese espejo
-de aumento, y cual nuevo Narciso prostérnase ante esa imájen
-agrandada.</p>
-
-<p>&mdash;No tan mal para un novicio, dijo el brujo.</p>
-
-<p>&mdash;Luego, en el Universo nada hay superior al hombre?</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_227" id="Page_227">[227]</a></span></p>
-
-<p>&mdash;Conclusion lójica, dijo Jonatás.</p>
-
-<p>&mdash;Si no hubiera habido hombres sobre la tierra, no habría
-idea de Dios, y por consiguiente Dios no existiria.</p>
-
-<p>&mdash;Maravilloso, dijo, os haceis filósofo.</p>
-
-<p>&mdash;No por cierto, esclamé, y no sé si mi manera de ver depende
-de mi estraña posicion; pero paréceme que toda esa metafísica
-está como yo, suspendida en el aire por un cabello. Qué
-significa esa naturaleza con acrecentamientos de enerjía? Una
-palabra para reemplazar al Ser Supremo, que en su bondad
-cria libremente al hombre y al mundo. Qué significa ese
-cambio de tejidos, esa metamórfosis de aparatos, sino una frase
-sonora que esplica lo desconocido por lo imposible? Qué significa
-esa fuerza inconsistente é inmoral? que produce una criatura
-dotada de conciencia y de moralidad, una quimera. A la
-altura en que estoy, las cosas se juzgan de una manera muy
-distinta,&mdash;no se paga uno de palabras vanas; las leyes físicas,
-es decir, un órden intelijente, una creacion constante y contínua,
-me revelan y me gritan que una voluntad siempre activa,
-omnipresente, sostiene al Universo y le impide disolverse. En
-ninguna parte veo la naturaleza, y en todas partes siento á
-Dios.</p>
-
-<p>&mdash;Bravo! tres veces bravo! dijo el májico.</p>
-
-<p>&mdash;Entonces lo que esponíais no era vuestro sistema? repuse
-muy asombrado.</p>
-
-<p>&mdash;Sí, ese sistema es mio puesto que lo he robado; pero no creo
-en él. Pasando ayer por Tubingue, donde iba á visitar á uno
-de mis buenos amigos, honrado teólogo que siempre sueña,&mdash;apercibí
-á un gran metafísico que, á fuerza de escribir se habia
-quedado dormido sobre Hegel. De un golpe le he robado su
-pipa, sus anteojos y su sistema; cuando se despierte, solo hallará
-sus ojos para ver, y su espíritu para razonar.</p>
-
-<p>&mdash;Pobre hombre! esclamé; ¿qué hará de esos instrumentos
-que nunca le han servido?</p>
-
-<p>&mdash;Bah! dijo el brujo, vos no conoceis á los filósofos alemanes.
-Son gusanos de seda que viven en los libros; ellos sacan del primer
-mamotreto que se les presenta un hilo con el que se envuelven
-en un buen sistema, á prueba de luz y de ruido. Mi
-hombre se desquitará tejiendo un nuevo capullo. La verdad
-no es nada, la lójica es todo. Hegel no existe, viva Schopenhauer!
-En esa dinastia de soñadores hay siempre un rey.</p>
-
-<p>&mdash;Señor, dijo con tono seco, vuestras preguntas son impertinentes.
-Cómo os atreveis á preguntarle á un espiritista si<span class="pagenum"><a name="Page_228" id="Page_228">[228]</a></span>
-cree en Dios? Solo nosotros sabemos lo que es el alma, solo nosotros
-tenemos en la mano la prueba de su inmortalidad.</p>
-
-<p>&mdash;Qué es pues el alma? pregunté con impaciencia.</p>
-
-<p>&mdash;Es una fuerza magnética, respondió Jonatás. Esa monada
-creada por Dios y dotada de conciencia, se hace á sí misma un
-forro, á la manera del grano de trigo arrojado en la tierra, que
-echa raices, y produce un vástago y espigas. Cuando el cuerpo
-ha envejecido, el alma siempre jóven y activa arroja de sí ese
-forro decrépito, y se vá á un mundo mejor á buscar una nueva
-forma para su enerjia inmortal. Ved esos globos que centellean
-en el espacio; Júpiter, Saturno, Sirio! son otras tantas esferas
-habitadas por espíritus que se elevan. Subir la escala infinita
-de la creacion, acercarse siempre á Dios sin conseguirlo jamás,
-tal es nuestro destino glorioso. La muerte no es sino un pasaje
-á una vida mas intensa. Nada parece aquí abajo, ni siquiera un
-átomo de polvo; cómo ha de apagarse la conciencia? Dios es
-acaso un artista caprichoso, que destruye la obra maestra de su
-grandeza y de su bondad?</p>
-
-<p>&mdash;Señor, esclamé, esas palabras son bellas y tocan al corazon;
-pero la prueba, esa prueba que la humanidad exije hace seis
-mil años,&mdash;dádmela.</p>
-
-<p>Nada mas fácil, repuso Jonatás; remontemonos hasta Sirio,
-que brilla allá arriba por sobre nuestras cabezas, allí vereis
-una de las estaciones que debeis habitar algun dia. No ha
-mucho tiempo que visité á Washington.</p>
-
-<p>&mdash;La oferta era como tentar á un curioso; pero el maldito
-brujo ya se habia burlado de mí; desconfiaba de su májia.</p>
-
-<p>Temiendo los disgustos de un nuevo viaje, rehusé, é hice mal
-en rehusar; era aquella una ocasion que quizá no se me volveria
-á presentar.</p>
-
-<p>&mdash;Llegarémos pronto? pregunté á Jonatás.</p>
-
-<p>&mdash;Hé ahí una pregunta poco amable, me dijo. Mirad abajo;
-no veis en el mar una lucesita. Es el fanal de la <i>Arabia</i>, que
-salia de Boston, el dia en que os conduje á América; te hallas
-aun á medio camino de Europa; todavia tenemos que hacer
-doscientas leguas, ó sea seis horas de camino.</p>
-
-<p>Suspiré y no hablé mas.</p>
-
-<p>&mdash;Mi buen amigo, dijo el odioso májico, estais muy áspero.
-Si no amais la discusion, si la metafísica os ataca los nervios,
-escojed algun asunto familiar, que nos permita ponernos de
-acuerdo. Habladme de política.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_229" id="Page_229">[229]</a></span></p>
-
-<p>&mdash;Qué pensais de la esclavitud? esclamé; qué pensais de la
-guerra fratricida que destroza los Estados Unidos?</p>
-
-<p>A este respecto, las jentes de bien no tienen sino una sola opinion;
-supongo que detestais el despotismo, que aborreceis la
-esclavitud, no es verdad, señor espiritista, y que sin duda respetais
-una alma inmortal, cualquiera que sea la piel que la cubre?</p>
-
-<p>&mdash;Hé ahí una pregunta del todo pacífica, dijo: pero es mas
-delicada de lo que creeis. No son las leyes las que hacen que
-un hombre mande ú obedezca.</p>
-
-<p>&mdash;Qué es pues?</p>
-
-<p>&mdash;Es el fluido magnético, repuso con una flema insoportable.
-Lo que los filósofos llaman voluntad, enerjia, potencia, no es
-otra cosa sino ese fluido que constituye nuestra alma. Cada
-cual posee una cantidad diversa y desigual. La mujer, por
-ejemplo, es un ser mas magnético que el hombre; así, resulta
-que en la mayor parte de los matrimonios, diga el Código lo que
-quiera, quien obedece es el marido. Los hijos, que la ley somete
-tambien á sus padres, son tiranos domésticos que imponen sus
-caprichos á toda la casa y hacen de su madre una esclava. Por
-qué? Porque son muy ricos en magnetismo. Los viejos, al
-contrario, tienen la sangre fria, y no poseen influencia sobre lo
-que se les acerca. Los enamorados........</p>
-
-<p>&mdash;Gracias, dije bostezando; no hablemos de medicina, hablemos
-de política.</p>
-
-<p>&mdash;Paciencia, dijo Jonatás con tono burlon. Si es cosa probada
-que los negros tienen menos fluido que los blancos, la
-cuestion está resuelta,&mdash;la esclavitud es lejítima.</p>
-
-<p>&mdash;Señor, le dije, vuestras paradojas me fatigan.</p>
-
-<p>&mdash;Paradojas! esclamó. Vos no sois de vuestro tiempo, doctor
-Rococó; leed vuestros grandes historiadores y vuestros grandes
-políticos, estudiad la cuestion de las razas, y vereis que la moral
-no es hoy dia sino la fisiolojía.</p>
-
-<p>Yo tengo una gran dulzura natural, todos la reconocen, escepto
-mis amigos íntimos, quienes, segun el uso, no ven sino mis
-defectos; pero que se pongan en mi lugar y comprenderán que
-ha podido faltarme la paciencia. Colgado de los cabellos durante
-seis horas, llevado no sé donde, por no sé quién, eran
-bastantes contrariedades para todavia tener la de no ser de la
-misma opinion en política.</p>
-
-<p>&mdash;Señor, dije secamente á mi enemigo, llevaos á otra parte
-vuestro lindo espíritu. No puedo rogaros que salgais, pero os
-declaro que en adelante no os escucharé.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_230" id="Page_230">[230]</a></span></p>
-
-<p>&mdash;Y cómo hareis, repuso, con voz burlona.</p>
-
-<p>&mdash;Una palabra mas, esclamé, es un insulto de que me dareis
-una esplicacion.</p>
-
-<p>&mdash;Un duelo en estas <i>serenas</i> alturas, dijo el brujo, eso seria
-orijinal; reflexionaré; mientras tanto vos me escuchareis de
-grado ó por fuerza, os desafio á que os separeis de mí, dejándome
-burlado.</p>
-
-<p>&mdash;Vos no sabeis, le contesté, haciendo rechinar mis dientes,&mdash;vos
-no sabeis de lo que es capaz un Francés.</p>
-
-<p>&mdash;Lo creo capaz de todas las locuras, repuso Jonatás, escepto
-las locuras imposibles.</p>
-
-<p>&mdash;Imposible! esclamé,&mdash;esa palabra no es francesa.</p>
-
-<p>Mas pronto que el rayo, saqué de mi balija un par de tijeras,
-y corté la mecha de cabellos que me ponia en manos de aquel
-miserable.</p>
-
-<p>Caí inmediatamente, jirando de derecha á izquierda como
-una pandorga que desciende. En el primer momento, alegre y
-contento como estaba de la reconquistada libertad, no me
-inquieté de aquel descenso rápido, la reflexion me vino cuando
-oí el mujido de las olas y los silvidos de aquilon. Era muy
-tarde; el mar se abrió para recibirme en sus abismos, y menos
-dichoso que Jonás, me rechazó sobre la onda jadeante y helado.
-No perdí el valor, y me puse á nadar con un ardor desesperado.</p>
-
-<p>Hacer quinientas leguas de aquella manera primitiva era
-mucho; pero la casualidad podia hacer que me encontrase con
-algun vapor en aquella gran ruta del oceano, y cobré aliento.
-Miraba á lo lejos, buscando alguna luz, y no veia sino tinieblas,
-cuando el horrible fantasma, dispuesto á arrebatarme, se dejó
-caer sobre mí como una golondrina que levanta una mosca de
-la superficie del agua.</p>
-
-<p>&mdash;Doctor, me dijo fisgando, espero que el baño os habrá
-refrescado la sangre; volvamos á tomar la discusion donde la
-dejamos.</p>
-
-<p>Primero muerto, que escuchar tus detestables sofismas, esclamé,
-y cerrando el puño, le asesté á mi enemigo un golpe tan
-terrible que todos los huesos de mi mano sonaron. Dí un
-grito de dolor y........</p>
-
-<hr />
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_231" id="Page_231">[231]</a></span></p>
-
-<h2 id="CAPITULO_XXX">CAPITULO XXX.<br />
-<span class="smaller">Lo mas corto del libro y lo mas interesante para el lector.</span></h2>
-
-<p>....Me desperté en mi cama.</p>
-
-<hr />
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_232" id="Page_232">[232]</a></span></p>
-
-<h2 id="CAPITULO_XXXI">CAPITULO XXXI.<br />
-<span class="smaller">Algunos inconvenientes de un viaje á América.</span></h2>
-
-<p>Al salir de aquel peligro, ó de aquella pesadilla, no sé como
-decir, necesité algun tiempo para reconocerme. Dónde estaba?
-En qué pais me habia echado mi verdugo. Las cortinas de la
-cama estaban cerradas,&mdash;las abrí; el cuarto sombrío y mudo; era
-aquello el silencio y la media luz que rodean á un enfermo.
-Cuando mis ojos se habituaron á la oscuridad miré á mi alrededor
-y ví una mesa cubierta de papeles, de libros, de folletos, apilados
-al azar; una biblioteca llena de libros encuadernados á la
-rústica, en pasta y media pasta, parados los unos y atravesados
-los otros; una masa de mamotretos, que se alzaba desde el suelo
-formando una pirámide bamboleante que á cada instante amenazaba
-derrumbarse; todo estaba en su lugar, y no habia que
-dudarlo, me hallaba en mi gabinete! en Paris, en Francia,&mdash;de
-vuelta al fin de mis carabanas. Lo diré? Aquella vuelta al
-centro de la civilizacion me hizo un mediocre placer; habíale
-tomado gusto á la libertad.</p>
-
-<p>Tiré la campanilla, Jenny entró en puntas de pié, y me preguntó
-en voz baja si habia llamado.</p>
-
-<p>&mdash;Sin duda, querida amiga, la dije; dadme luz, por piedad,
-este cuarto es una tumba.</p>
-
-<p>Jenny entreabrió las cortinas y llamó á Susana, que asomó
-muy despacio la cabeza á la puerta, y se detuvo para mirarme
-con ojo inquieto.</p>
-
-<p>&mdash;Y bien, señorita, la dije alegremente, no besais hoy á vuestro
-padre?</p>
-
-<p>En lugar de echarse en mis brazos, acercóseme con paso tímido
-y me tomó la mano llorando.</p>
-
-<p>&mdash;Cómo os sentís, papá? murmuró.</p>
-
-<p>&mdash;Muy bien, hija mia, salvo la fatiga y la emocion del viaje.</p>
-
-<p>&mdash;Ah! dijo Susana.&mdash;Ah! dijo Jenny.</p>
-
-<p>Habia en aquel grito un acento tan estraño, que alternativamente
-miré á mi mujer y á mi hija; sus rostros estaban alterados.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_233" id="Page_233">[233]</a></span></p>
-
-<p>&mdash;Qué teneis? les pregunté. Qué tengo que pueda alarmaros?</p>
-
-<p>&mdash;Amigo mio, dijo Jenny, os ruego que guardeis silencio, así
-lo ha recomendado el doctor Olybrius.</p>
-
-<p>&mdash;Quién es el doctor Olybrius? No es ese fátuo que ha hecho
-un grueso volúmen sobre la “Cuaresma considerada bajo el punto
-de vista de la hijiene y de la navegacion”. Qué hay de comun
-entre ese pedante de sacristia y yo?</p>
-
-<p>&mdash;Daniel, repuso Jenny, con tono seco, el doctor Olybrius es
-el médico que todo el mundo consulta. Hace ocho dias que
-tiene por vos los cuidados de un cofráde y de un amigo.</p>
-
-<p>&mdash;Ocho dias! grité sentándome en la cama. Estais soñando,
-hija querida? Cómo puede haberme cuidado en Paris vuestro
-doctor, siendo así que estábamos en América?</p>
-
-<p>&mdash;Escuchadme, Daniel, dijo mi mujer con voz conmovida,
-escuchadme sin interrumpirme; va en ello vuestra salud, vuestra
-vida quizá.</p>
-
-<p>&mdash;El mártes pasado, hace ocho dias, habeis vuelto á casa en
-un estado deplorable. Habiais consultado no sé qué charlatan;
-y si he de creerle al doctor, aquel hombre os ha hecho tomar
-una pocion de opio, ó de hatchis que debia mataros. La fuerza
-de vuestra constitucion, nuestros cuidados quizá os han salvado.
-Toda la semana habeis estado en un letargo completo ó en un
-delirio espantoso. Habeis tenido visiones terribles, que mas
-de una vez nos han hecho temer por vuestra razon. Hoy volveis
-á delirar, el doctor Olybrius lo habia predicho; pero añadiendo
-que esta vuelta á la salud exijía los mayores cuidados;
-que, segun todas las apariencias, necesitaríais de algun tiempo
-para sacudir todos vuestros sueños y acostumbraros de nuevo
-á la vida real, y que en una crísis semejante el reposo y
-el silencio eran de absoluta necesidad.</p>
-
-<p>Al oir aquello miré á mi vez con espanto á mi mujer. Qué
-significaba aquella fábula, referida con tanta seguridad? Yo
-estaba seguro de haber estado en América; un cérebro Francés
-jamás habria imajinado lo que yo habia visto; por otra parte, el
-delirio es incoherente y no deja recuerdos. Pero si Jenny habia
-estado en Francia mientras yo vivia en Massachusetts,
-quién era pues, esa Jenny Americana, á quien estrechaba con
-tanta ternura sobre mi corazon? Sería bígamo sin sospecharlo?
-Habia dos Susanas y dos Enriques, el uno en Paris de Francia
-y el otro en Paris de América? Era yo doble? Tenia una sola
-alma en dos cuerpos? Qué confusion! Qué caos!</p>
-
-<p>Maldito Jonatás! murmuré, que el diablo te lleve, y al espiritismo<span class="pagenum"><a name="Page_234" id="Page_234">[234]</a></span>
-contigo! Vaya un lindo embarazo en el que me encuentro!</p>
-
-<p>De repente la verdad me hirió, y me reproché el haber escuchado
-á mi mujer, siquiera un instante. No me habia dicho Jonatás
-que solo yo conservaria la memoria, y que mi familia se
-haría Yankee de nacimiento? Todo se esplicaba de la manera
-mas natural; Jenny era el juguete de una ilusion. Si alguien
-soñaba en mi casa no era yo, era mi mujer. Esta reflexion tan
-simple me volvió el valor y mi dignidad.</p>
-
-<p>&mdash;Querida mia, le dije á Jenny, no os fieis en las apariencias.
-Vuestro Olybrius es un tonto; yo no he estado nunca enfermo,
-la prueba la teneis en que mi pulso no tiene mas que sesenta y
-cinco pulsaciones, en que me muero de hambre, y en que, con
-vuestro permiso, voy á levantarme y á almorzar. Por toda respuesta
-mi mujer se anegó en lágrimas: es un modo de razonar
-que Aristóteles ha hecho mal de olvidar; representa un gran papel
-en la retórica conyugal: un marido exitado está medio
-vencido.</p>
-
-<p>Susana, como hija bien criada no dejó de encarecer á su madre,
-y se colgó de mi pescuezo sollozando: Papá! gritó, mi papacito,
-no os hagais daño, esperad al doctor.</p>
-
-<p>&mdash;Le esperaré de pié, y no en ayunas, repuse; por lo demas,
-hijos mios, no quiero aflijiros. Soy médico, y os doy mi palabra
-de honor de que me siento muy bien; si mi asercion no basta
-haced subir á mi vecino Rose; él es médico y antes de poco
-os habrá tranquilizado.</p>
-
-<p>La transaccion fué aceptada, entrando muy luego Rose con
-una cara tan séria y tan solemne que me reí en sus barbas.</p>
-
-<p>&mdash;Buen dia, mi viejo amigo, le dije, tendiéndole la mano.</p>
-
-<p>&mdash;A qué debo esta honra, señor doctor, respondió sentándose
-en mi poltrona.</p>
-
-<p>&mdash;Tened la bondad de tomarme el pulso, y decidles á estas
-señoras si no estoy en perfecta salud.</p>
-
-<p>Tomó mi brazo, contó gravemente las pulsaciones de la arteria,
-y, volviéndose hácia Jenny, con aire asombrado, dijo:</p>
-
-<p>&mdash;Si me fuera permitido dar una opinion, me atreveria á decir
-que este pulso está regular, y hasta un poco débil, como el
-de un hombre que no ha comido. La crísis ha pasado, si la ha
-habido, que no me atrevo á afirmarlo. Creo, añadió desarrugando
-la frente, que un pollo frio y algunos vasos de vino de
-Burdeos están naturalmente indicados; es una prescripcion que,
-enfermo ó nó, el señor doctor puede aceptar.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_235" id="Page_235">[235]</a></span></p>
-
-<p>Las dos mujeres salieron para ordenar mi comida; Rose, se
-levantó y acercándoseme con el dedo en la boca:</p>
-
-<p>&mdash;Confesad, doctor, dijo en voz baja, que en adelante no volvereis
-á jugar con el láudano?</p>
-
-<p>&mdash;<i>Tu quoque?</i> esclamé. Querido señor, el opio nada tiene
-que hacer en este negocio; he sido magnetizado.</p>
-
-<p>&mdash;Bueno, dijo: con que vos, doctor, un hombre de fondo, un
-espíritu fuerte, creeis en el magnetismo, cuando la Academia
-de medicina le rehusa el derecho de ciudad?</p>
-
-<p>&mdash;Ha sido necesario ceder á la evidencia, repuse suspirando.
-Teneis en mi una víctima de esa deplorable invencion. Me han
-transportado á América.</p>
-
-<p>Rose retrocedió pálido y confuso.</p>
-
-<p>&mdash;Sí, repuse, me han transportado á América, con mi casa y
-mi calle. Allí os he visto á vos, Sr. Rose; erais allí un patriota,
-un bravo, un capitan de zuavos.</p>
-
-<p>&mdash;Callaos, en nombre del cielo, dijo, callaos, si otro que yo
-os oyera!</p>
-
-<p>&mdash;Dudais de mi palabra? le dije, necesitais pruebas?</p>
-
-<p>&mdash;No quiera Dios que os dé un desmentido, esclamó el boticario;
-hemos servido juntos en las filas de la Guardia Nacional,
-os tengo por un caballero y sentiria mucho que os sucediera nada
-desagradable. Escuchad el consejo que me dicta el respeto
-que os tengo. Sed prudente; sed discreto. Habeis estado en
-América, sea; vos lo decis, yo lo creo; pero en vuestra casa
-todos creen lo contrario. Sois el único de vuestra opinion. Por
-consiguiente, ya sabeis el proverbio:</p>
-
-<div class="poetry-container">
-<div class="poetry">
-<div class="verse"><i>Quand tout le monde a tort, tout le monde a raison</i><a name="FNanchor_64" id="FNanchor_64"></a><a href="#Footnote_64" class="fnanchor">[64]</a>.</div>
-</div>
-</div>
-
-<p>Si os obstinais en hablar de ese viaje magnético, temo que
-los incrédulos se venguen á su modo, y que os hagan pasar por
-un hombre que....</p>
-
-<p>Se detuvo, puso uno de sus dedos sobre mi frente, agachó la
-cabeza y me miró con aire compasivo.</p>
-
-<p>&mdash;Cómo! esclamé, os imajinais por ventura que tengo trastornado
-el cérebro?</p>
-
-<p>&mdash;Sin duda que no; no sé á qué atenerme, pero quién puede
-detener á las imajinaciones demasiado vivas? vuestra aventura
-es tan estraordinaria, que seria prudente que solo vos guardárais
-el secreto de ella.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_236" id="Page_236">[236]</a></span></p>
-
-<p>&mdash;Señor Rose, repuse, sentaos y hablemos, vereis que jamás
-he tenido la cabeza mas sana. Cómo están vuestros nueve
-hijos?</p>
-
-<p>&mdash;Muy bien, contestóme, os doy las gracias; todos están ya
-colocados inclusive mi Benjamin.</p>
-
-<p>&mdash;Alfredo, no es verdad?</p>
-
-<p>&mdash;Sí, dijo sonriendo, un lindo mozo de veinticuatro años.
-Qué gusto para un padre haber colocado al fin á toda su familia,
-y haberla colocado bien.</p>
-
-<p>&mdash;Qué hacen todos vuestros hijos? Contadme eso, vecino;
-hablad incrédulo; aseguraos que tengo el corazon y el espíritu
-mas jóvenes que á los veinte años.</p>
-
-<p>&mdash;El mayor, dijo, es el único que me ha dado algunos
-pesares. Era el retrato de su difunta madre. Porfiado,
-ambicioso, con ideas siempre suyas, y no queriendo cederle á
-nadie me tenia siempre inquieto. Así, he me visto reducido á
-hacerlo entrar en la escuela politécnica, de donde ha salido
-siendo uno de los primeros. Podia tener un hermoso puesto
-en los tabacos, pero es un caballo arisco que no hay como
-enfrenar. El caballero ha corrido el mundo con invenciones en
-su bolsillo; es hoy dia director de una usina y pretende que
-hace fortuna. Dios lo quiera! Pero la industria es un oficio
-pérfido; solo despues de haberse uno muerto puede tener la
-seguridad de haber salido bien. Ese niño me inquieta siempre.</p>
-
-<p>&mdash;Mis otros hijos, educados cuidadosamente por mí, no me
-han dado sino alegrias. Han recibido una educacion literaria,
-y gracias á protecciones hábilmente empleadas, á todos les he
-colocado en la administracion. Tengo dos en las aduanas, dos
-en los derechos reunidos; otros dos son receptores, el octavo está
-en las aguas y bosques; en cuanto á mi Alfredo, hélo secretario
-particular de un prefecto,&mdash;en el camino de las grandezas.
-Antes de dos años si le consigo algunas recomendaciones, será
-consejero de prefectura con mil ochocientos francos de sueldo.</p>
-
-<p>&mdash;Cómo! esclamé, vos, Rose, un patriota habeis hecho de
-vuestros hijos dependientes, cuando podiais abrirles una carrera
-independiente y hacerlos ciudadanos?</p>
-
-<p>&mdash;Doctor, repuso el boticario, he seguido el consejo y el
-ejemplo de las jentes de talento. Si el servicio del Estado no
-es brillante, es seguro. No se tienen inquietudes ni fatigas, si
-hay alguna fortunita, se trastea en la bolsa para mejorarla;
-procura uno casarse con una mujer que tenga un lindo dote, y
-padres que no sean muy jóvenes; vive uno tranquilamente y<span class="pagenum"><a name="Page_237" id="Page_237">[237]</a></span>
-envejece á su gusto con una buena jubilacioncita, en el fondo de
-alguna ciudad de provincia.</p>
-
-<p>&mdash;Es la vida de una ostra.</p>
-
-<p>&mdash;Las ostras son dichosas, repuse, es lo principal. ¿Sed fabricante,
-comerciante, armador? La revolucion os arruina el
-dia menos pensado; despues, es un gobierno fuerte que hace la
-guerra sin preveníroslo. ¿Y los impuestos que aumentan todos
-los dias, y las crísis, y la competencia? Todo se conjura
-contra el hombre que trabaja. Nuestra sociedad no es hecha
-para él. Loco es aquel que corre semejantes aventuras, cuando
-nada hay tan cómodo como vivir tranquilo y honrado sirviendo
-á su pais. ¡La Administracion es la Francia! Que los republicanos
-y los delicados ladren cuanto quieran, por mi parte
-prefiero que mis hijos estén con los que comen, no con los que
-son comidos.</p>
-
-<p>&mdash;Y para llegar ahí habeis necesitado solicitar, estirar la
-mano.</p>
-
-<p>&mdash;Sí, dijo riendo, se han hecho algunas bajezas. He caminado
-á derecha é izquierda, he implorado, he adulado, pero me he
-salido con la mia que es lo esencial. No abrais esos ojazos,
-doctor: he hecho lo que hace todo el mundo. No por eso soy
-menos patriota, y dejo de estar en la oposicion; estoy en el centro
-izquierdo, con toda la Francia, y me glorío de ello, sea dicho
-entre nos, pero cuando el porvenir de mis hijos está de por medio,
-pongo en el bolsillo mis opiniones, las cuales no me sirven
-de nada.</p>
-
-<p>&mdash;Para encontrarlas en un dia de revolucion, ¿no es verdad?
-le dije con ironia.</p>
-
-<p>&mdash;Sin duda, repuso con tono plácido. Se sirve al Gobierno,
-pero no se pierde uno por él. Una de las grandes ventajas de
-la administracion consiste en que las revoluciones le aprovechan;
-cada quince años hay una crísis, ¡dichoso aquel que se encuentra
-en situacion de poder atrapar el buen número!</p>
-
-<p>&mdash;Sois un sábio, señor Rose.</p>
-
-<p>&mdash;Un hombre de sentido simplemente, repuso con orgullosa
-modestia. Ved por ejemplo á mi Alfredo; ha hecho estudios admirables;
-ha obtenido el primer premio de discurso francés en
-el gran concurso. Si le hubiera escuchado se habria hecho abogado,
-bella carrera, pero larga, difícil, laboriosa y que ahora
-no conduce á nada. Al paso que con su injenio, su buen porte
-y un poco de manejo, ese muchacho no necesita sino dos ó<span class="pagenum"><a name="Page_238" id="Page_238">[238]</a></span>
-tres buenas oportunidades para ser subprefecto en diez años, prefecto
-en quince y quizá senador.</p>
-
-<p>&mdash;Ay, Dios! esclamé, oís ese ruido en la calle?</p>
-
-<p>Rose corrió á la ventana.</p>
-
-<p>&mdash;No es nada, dijo, es un caballo que ha rodado y un hombre
-que ha salido por las orejas.</p>
-
-<p>&mdash;Estoy perdido: ¡tendré que pagar otros quinientos dollars!</p>
-
-<p>&mdash;¿Qué teneis, querido señor? dijo el boticario, confuso con
-mi miedo. Un desconocido que se rompe el pescuezo en la
-calle, es cosa que se vé todos los dias, ¿qué mal puede haceros?
-es una desgracia de que no puede acusarse á nadie.</p>
-
-<p>&mdash;Eso atañe, al menos, á vuestra administracion, le dije, volviendo
-en mí y pensando que ya no estaba en América.</p>
-
-<p>&mdash;La administracion nunca es responsable, repuso Rose
-con tono chusco. Ella nos cuida á todos á nuestro riesgo y peligros.</p>
-
-<p>&mdash;Hay un inspector.</p>
-
-<p>&mdash;Sin duda, dijo, pero el inspector depende del prefecto, y este
-depende del gobierno, el cual no depende sino de Dios y de
-su espada. Como decía mi difunto padre hay tres casos fortuitos
-y sin remedio: naufrajio, incendio y hechos del príncipe.
-Hoy dia contra el naufrajio y el incendio hay el seguro; contra
-los hechos del príncipe nos resta lo que tenian nuestros abuelos,&mdash;la
-resignacion.</p>
-
-<p>&mdash;Las cosas no andan así en................</p>
-
-<p>Rose me miró, yo me mordí los lábios y callé.</p>
-
-<p>&mdash;Por lo demas, continuó el boticario, pronto os vereis libre
-de ese detestable empedrado, que van diez años, hace la desesperacion
-de los cocheros; el mes que viene os espropian.</p>
-
-<p>&mdash;¿Qué me espropian?</p>
-
-<p>&mdash;¿No lo sabeis? repuso; la informacion está abierta hace ocho
-dias.</p>
-
-<p>&mdash;Me opongo, reclamo.</p>
-
-<p>&mdash;¡Reclamar! ¿y para qué? dijo con aire paterno. Querido vecino,
-conoceis sin duda la historia de la olla de barro y de la
-olla de hierro. No os encapricheis, es inútil y algunas veces
-perjudicial; tratad con la administracion, os dará por vuestra
-casa un precio razonable, ¿qué mas quereis?</p>
-
-<p>&mdash;No quiero que me echen de la casa de mis padres; pero tengo
-los diarios, escribiré.</p>
-
-<p>&mdash;¡Los diarios! dijo el boticario. Ojalá los suprimieran á todos.
-De qué nos sirven hace diez años. En otro tiempo, bajo el<span class="pagenum"><a name="Page_239" id="Page_239">[239]</a></span>
-último reinado, le decian las verdades á los ministros,&mdash;era divertido;
-hoy dia no sé que enfermedad les han inoculado, están
-mudos como peces. No son sino avisos. Tengo acaso necesidad
-de pagar cincuenta francos por año porque me manden á domicilio
-el prospecto de todos los negocios sucios, cuyas perfecciones
-se decantan á cinco sueldos la línea. Si yo fuera gobierno,
-obligaria á los diarios á decir la verdad; de lo contrario, me
-basta el <i>Monitor</i>, y todavia!</p>
-
-<p>&mdash;Y sois liberal?</p>
-
-<p>&mdash;Liberal y francmason, hasta la muerte, dijo, levantando la
-mano con grotesca seriedad. Hace cuarenta años que mi <i>Credo</i>
-no ha variado jota. Viva nuestra inmortal revolucion y el Imperio
-que ha llevado hasta Moscow los gloriosos principios de 89!
-Abajo los aristócratas y los emigrados. Abajo los Jesuitas, que
-son la causa de todas nuestras miserias! No soy enemigo de la
-relijion, el pueblo la necesita, pero quiero curas patriotas y
-honrados. Odio á la pérfida Albion, maldigo al autócrata Ruso,
-quiero que la Francia liberte á todos los oprimidos: Polacos,
-Húngaros, Valacos, Servios, Maronitas, Italianos y Negros. Por
-lo demas, amo la paz y las artes; nunca tendremos de sobra
-para nuestra primera escena nacional, la comedia francesa,
-donde he aplaudido al señor Talma, en <i>Sila</i>:</p>
-
-<div class="poetry-container">
-<div class="poetry">
-<div class="verse"><i>J’ai gouverné sans peur et j’abdique sans crainte.</i></div>
-</div>
-</div>
-
-<p>Quiero un gobierno fuerte y patriótico, que escuche á los
-hombres honrados y haga callar á los abogados y á los charlatanes.
-Quiero un ejército que le haga frente á la Europa, una
-marina que desafie á la Inglaterra, canales y ferro-carriles por todas
-partes; quiero que el gobierno le dé trabajo y pan al obrero.
-Quiero ademas un pequeño presupuesto y pocos impuestos. No
-entiendo que el Estado engorde con los sudores del pueblo. Hé
-ahí mi símbolo; es el de todo buen Francés.</p>
-
-<p>&mdash;Y la libertad, le pregunté, no la veo en vuestro programa?</p>
-
-<p>&mdash;Os equivocais, repuso. No os he dicho que queria un gobierno
-enérjico, una administracion que pulverice todas las resistencias
-individuales? El dia en que el Poder, comprendiendo
-sus verdaderos intereses, os obligue á ser libres, tendremos
-libertad y se la impondremos al universo.</p>
-
-<p>&mdash;Qué entendeis por la libertad? le pregunté.</p>
-
-<p>&mdash;Vecino, dijo, hé ahí una pregunta, que prueba lo sana que
-teneis la cabeza. Hay una cáfila de necios que gritan libertad!
-libertad! sin ver el lazo que les tienden el fanatismo y la aristocracia.
-No quiero esas falsas libertades que solo son el privilejio<span class="pagenum"><a name="Page_240" id="Page_240">[240]</a></span>
-de la riqueza y de la supersticion. Patriota, amigo de las
-luces, no quiero una libertad relijiosa provechosa solo para los
-sándios. Para que el pueblo sea libre es menester embozalar á
-los frailes. No quiero una libertad de asociacion, únicamente
-buena para los capuchinos; no quiero que en nombre de la caridad
-se corrompa al pobre con limosnas políticas, dándole un
-pan envenenado. No quiero una libertad de educacion que entregue
-nuestros hijos á los Jesuitas. No quiero una libertad departamental
-que reconstruya el federalismo provincial; no quiero
-una libertad comunal que resucite el despotismo del señor
-y del cura, haciéndonos siervos y villanos. Mejor es la mano
-del Estado que esos derechos anárquicos, de que abusarian las
-jentes inquietas, los aristócratas, los fanáticos y los gazmoños.
-Estoy con el pueblo, viva la igualdad!</p>
-
-<p>Miraba con terror á aquel honrado Beociense, y decia
-para mis adentros,&mdash;pensar que antes de mi viaje á América yo
-estaba en ese grado de inbecilidad! Yo tambien ponia mi patriotismo
-en la igualdad de la servidumbre; yo tambien hacia
-consistir la libertad pública en la destruccion de todas las libertades
-particulares, como si despues de ese anonadamiento
-quedára otra cosa que el brutal mecanismo de la administracion.
-Jonatás! Jonatás! maldito brujo! Porqué me has hecho
-estranjero en mi pais, porque no trasportas á América á todos
-los franceses, por ocho dias siquiera?</p>
-
-<p>&mdash;Y bien, vecino, dijo el boticario, sorprendido de mi silencio,
-qué pensais de mis principios? No soy un hombre del siglo?
-No soy un patriota y un Francés en toda regla? No son
-esas las doctrinas que vos habeis defendido siempre?</p>
-
-<p>&mdash;Es verdad, repuse, pero al hacer la enumeracion de todas
-las libertades de que tenemos miedo, no veo bien las que nos
-quedan.</p>
-
-<p>&mdash;Bah, me dijo, vos os chanceais. Y la libertad de la panaderia,
-es acaso nada? Y el sufrajio universal, no es todo? En
-la hora del escrutinio es cuando se reconoce á los hombres que
-no adulan jamás al poder. Hace cuarenta años puedo hacerme
-esa justicia, que nunca he votado sino con la oposicion. Pueden
-hacerme mil pedazos,&mdash;no cederé.</p>
-
-<p>&mdash;Mientras tanto, os dejais espropiar sin decir una palabra.</p>
-
-<p>&mdash;Entre nos, la cosa me fastidia, repuso el boticario.
-Pero qué quereis, no soy sino un individuo. Como ciudadano
-desafio á los tiranos; como simple potentado no he de ir á
-ponerme mal con la administracion, de la que tengo necesidad<span class="pagenum"><a name="Page_241" id="Page_241">[241]</a></span>
-todos los dias. Por otra parte, los principios están ahí; el interés
-privado debe ceder ante el interés jeneral. Pensad que
-si la conservarán, vuestra casa desbordaria dos centimetros al
-menos de la alineacion jeneral. Quién sufriria semejante defecto
-de simetría? Nosotros los Parisienses hemos nacido con el compás
-en los ojos. No habria pasante á quien no lo chocára esa enormidad
-y que no gritára hasta desgañitarse contra nuestra edilidad.</p>
-
-<p>&mdash;Sí, dije, los derechos no son nada, la linea recta es todo.</p>
-
-<p>&mdash;Señor, dijo el boticario, no hableis mal de la linea recta;
-me dariais mala idea de vuestras luces y de vuestro gusto.</p>
-
-<p>&mdash;Mucho debeis amar el camino mas corto de un punto á
-otro, puesto que le haceis sin pesar, el sacrificio de vuestra industria.</p>
-
-<p>&mdash;Si lo amo? dijo; escuchadme, vecino, os haré una confidencia,
-que estoy seguro os encantará, como ya ha encantado á todos
-mis amigos.</p>
-
-<p>Soy todo orejas, como hombre que lo que mas desea es convertirse.</p>
-
-<p>&mdash;Ya veis, dijo, lo que hacen de París. Viejas casas, antiguos
-recuerdos, todos esos restos de un pasado bárbaro caen bajo el
-martillo de los demoledores y son reemplazados por calles
-rectas y palacios nacidos de ayer. Es magnético; un Parisiense
-mismo se pierde en él. Antes de diez años París será una
-ciudad completamente nueva: el teatro, la posada y el café del
-mundo entero. Eh bien! partiendo de las mismas ideas, he
-concebido un proyecto mas atrevido y hermoso; pongo á toda
-la Francia en París. La provincia está muerta,&mdash;ya no hay ni
-Auberneses, ni Gascones, ni Saboyardos; ya no hay ni siquiera
-Franceses. Todos somos Parisienses.</p>
-
-<p>&mdash;La obra es grande, continuó; se trata de fortificar y de
-concentrar la unidad nacional, que deja mucho que desear; pero
-el medio es de los mas simples; prolongo el <i>boulevard</i> de Sebastopol,
-de un lado hasta Bayona, del otro hasta Dunkerque;
-llevo la calle de Rivoli, de una punta hasta Brest, de la otra
-hasta Niza. De paso, derribo todo, á fin de que nada embarace
-la linea recta. Qué perspectiva! Qué horizonte! Y el
-gasto es nada! Las espropiaciones no costarán caro, el aumento
-de precio de los terrenos será enorme, porque siempre se estará
-en París. Todas las ciudades no serán ya sino suburbios.</p>
-
-<p>En medio de la via coloco un ferro carril; de ambos lados hago
-construir casas con arqueria, á fin de que los pedestres no<span class="pagenum"><a name="Page_242" id="Page_242">[242]</a></span>
-sufran ni la lluvia ni el lodo; coloco teatros de trecho en trecho
-y cafés en todas partes. París se vuelve asi el paseo del jénero
-humano. Eso no es todo, llamo á las artes en mi socorro para
-dar estilo á mis construcciones. En la estremidad de ese <i>boulevard</i>
-de doscientas leguas del lado de Bayona, erijo una estátua
-de ciento veinte pies: la gloria; en la otra estremidad hácia
-Dunkerque: la victoria. Al fin de la calle de Rivoli, hácia
-Brest: un grupo de guerreros; abajo, hácia Niza, ninfas ofreciendo
-laureles. En el centro, finalmente, es decir, hácia Bourges,
-establezco un Walhalla, un panteon jigantesco. Una columna ó
-mas bien una pila inmensa formada de cañones superpuestos,
-elevará hasta las nubes una especie de Minerva con pica, casco
-y coraza. Esa será la Francia, reina de las artes, de la civilizacion
-y de la paz. Al rededor de la columna dispongo un
-vasto pórtico coronado de granadas y de obuses que estallan;
-en el interior coloco las estátuas de todas nuestras glorias nacionales:
-Duguesclin, Dunois, Condé, Turenne, Hoche, Kléber,
-Masséna, Murat, &amp;a; arriba establezco estátuas simbólicas,
-cada una de veinticinco pies de alto. De un lado la Guerra protejiendo
-la industria y las artes; del otro la Conquista llevando
-al estranjero la libertad; en el centro la Fortuna y la Belleza coronando
-la valentía. Eso será noble y grandioso, tendremos
-asi monumentos patrióticos que inmortalizen un siglo y engrandezcan
-el espíritu de veinte jeneraciones. La inmensidad en la
-uniformidad, qué ideal!</p>
-
-<p>Los griegos, respondí, hacian, me parece consistir la belleza
-en la proporcion y la variedad.</p>
-
-<p>&mdash;Los Franceses no son Griegos, esclamó él; somos Romanos;
-nada nos place como la enormidad y la simetría; lo jigantesco
-es lo bello.</p>
-
-<p>Suspiré, bajé la cabeza y no contesté.</p>
-
-<p>&mdash;Eh bien, doctor, volveis á caer en el silencio? Qué pensais
-de mi proyecto?</p>
-
-<p>&mdash;Pienso, le dije, alzando los hombros, que vengo de un pais
-donde se ocupan de levantar hombres en lugar de levantar piedras
-y de construir monumentos. Los pórticos, las columnas, los
-arcos de triunfo, las estátuas, forman en el horizonte una hermosa
-perspectiva; pero hay algo mas hermoso, mas grande, algo
-mas vivo que esparce en la mas estrecha calle la mas esplendorosa
-luz, y que hace del antro mas sombrio un palacio: es la libertad.</p>
-
-<p>&mdash;Vamos, repuso, con su tono de autor irritado, con que<span class="pagenum"><a name="Page_243" id="Page_243">[243]</a></span>
-vuelven á venir vuestras mariposas negras; siento que mi presencia
-es indiscreta.</p>
-
-<p>Se levantó, y le dejé marcharse. Qué habia de hacer con
-aquel loco? Oí que hablaba con mi mujer en el salon, y percibí
-el nombre de Olybrius, y las palabras:&mdash;“daos prisa, es tiempo.”
-Qué significaban aquellas palabras? No hice caso de ellas, y
-fué mal hecho. Es menester desconfiar siempre de los necios.</p>
-
-<hr />
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_244" id="Page_244">[244]</a></span></p>
-
-<h2 id="CAPITULO_XXXII">CAPITULO XXXII.<br />
-<span class="smaller">Una familia Parisiense.</span></h2>
-
-<p>Por fin levantéme, acicaléme, pero no sin echar de menos mi
-casita de América. No tenia baño donde reposar mis miembros
-fatigados, ni fuego en mi cuarto ni agua caliente; los franceses
-no han comprendido todavía que la primera de las libertades
-domésticas,&mdash;consiste en tener uno todo á la mano, sin necesidad
-de nadie. Fué menester que tirára la campinilla sin cesar, y á
-cada campanillazo se me presentó un lacayo solemne y estirado
-que me miró desde arriba de su corbata blanca, y me sirvió
-con majestuoso desdén. Oh, mi pobre zambo, dónde estabas tú?
-Tú eras uraño y ridículo, pero me amabas.</p>
-
-<p>Una vez afeitado me miré al espejo, esperimentando algun
-placer de encontrar mi cara de otro tiempo; no es que fuera
-linda, pero estaba habituado á ella; nada hay tan incómodo
-como buscarse uno bajo una máscara estraña. En el comedor
-hallé á mi mujer y á mi hija que me esperaban con una inquietud
-mal disimulada. Jenny bordaba un tapiz, para tener alguna
-habilidad; Susana festonaba, y de vez en cuando fijaba
-en mi sus ojos tristes y azorados. Sentéme á la mesa, y almorcé
-con escelente apetito. Ocho dias de emocion y de agua pura me
-hacian saborear con delicia un almuerzo francés, y mi viejo vino
-de Burdeos. Volvía á hallar la patria; mi corazon volvía á sentir
-su antiguo calor; y tenia ideas poéticas, cosa que no me habia
-sucedido en Massachusetts.&mdash;Oh, patria mía! Yo te amo
-como un enamorado ama á su querida, riñéndola siempre, pero
-deseándole siempre todas las bellezas y todas las virtudes. Oh,
-mi Francia querida! tu tienes mas de un defecto de educacion,
-pero la naturaleza te ha tratado como á niño mimado. Nada
-vale la dulzura de tu cielo, la riqueza de tus mieses, la hermosura
-de tus frutas, el calor de tus vinos. Cuando la fiebre de las
-revoluciones no te enloquece, tus hijos son políticos, amables,
-injeniosos; tus hijas son mas listas que sus maridos. Qué te falta
-pues, para ser la nacion del mundo mas noble y feliz? Solo
-esa libertad de que te burlas, y que no conoces!</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_245" id="Page_245">[245]</a></span></p>
-
-<p>&mdash;En que piensas, Susana mia?</p>
-
-<p>&mdash;En nada, mi buen padre.</p>
-
-<p>&mdash;Deveras? pues un pajarito me dice que la señorita piensa
-en su mas antiguo amigo.</p>
-
-<p>&mdash;No digo que no, padre mio.</p>
-
-<p>&mdash;Bien! hija mia, es menester desterrar esos malos pensamientos.
-Estoy tan bien de salud que solo me ocupo de tu felicidad.
-Y á propósito, hija mia, cuando te casas?</p>
-
-<p>Jenny se levantó como si un resorte la hubiera empujado, Susana
-se puso colorada hasta lo blanco de los ojos.</p>
-
-<p>&mdash;Dejémonos de niñerias, esclamé. Susanita, pronto tendrás
-veinte años, y no eres una de esas tontuelas que al nombre
-de marido se ponen á bisquear, mirándose la punta de la nariz.
-Si tu corazon ha hablado, dímelo; tengo plena confianza en tí,
-amiga mia; adopto de antemano el yerno que me has elejido.</p>
-
-<p>Susana, dijo mi mujer, con voz conmovida, traeme de mi cuarto
-un poco de lana para mi tapiz, y esto diciendo, le hizo una señal
-de intelijencia, que, traducida en buen francés quería decir:
-“déjanos solos.”</p>
-
-<p>En cuanto Susana salió, Jenny estalló.</p>
-
-<p>&mdash;Daniel, dijo, sois cruel. Qué os ha hecho esa niña?</p>
-
-<p>&mdash;Cómo! no puedo preguntarle á mi hija si ama?</p>
-
-<p>&mdash;Mi hija, repuso Jenny, no ama á nadie, señor.</p>
-
-<p>Es una niña honesta, que hará lo que ha hecho su madre: esperará
-al dia de su casamiento, para amar al esposo que sus padres
-le escojan.</p>
-
-<p>&mdash;Al dia de su casamiento? esclamé. Es un poco tarde. Si
-el amor no entra la primera noche, al dia siguiente hallará la
-puerta cerrada. Dejar su felicidad á la eleccion de sus padres
-es peligroso. La mujer se casa para sí, no para su madre. El
-deber es una bella cosa, pero no reemplaza esa primera y santa
-ternura de un corazon que se ha entregado libremente.</p>
-
-<p>&mdash;No sé de donde sacais esas vuestras doctrinas, dijo Jenny
-con tono seco; me parece que debiérais respetar vuestra casa para
-no traer á ella esas tristes paradojas.</p>
-
-<p>&mdash;Pero, mi buena amiga, en todos los paises del mundo las
-jóvenes escojen sus maridos. Ved la América!</p>
-
-<p>&mdash;Somos Iroqueces? interrumpió mi mujer.</p>
-
-<p>&mdash;Ved la Inglaterra, la Alemania, la España misma; allí se
-casan con el que aman, y no veo que los matrimonios sean menos
-felices que en París.</p>
-
-<p>&mdash;Vos no teneis sentido comun, Daniel.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_246" id="Page_246">[246]</a></span></p>
-
-<p>&mdash;Es decir, señora, que entre nosotros dos hay alguno á
-quien la preocupacion, le ciega y que razona torcidamente.</p>
-
-<p>Sí, señor, con la diferencia que vos sois el único de vuestra
-opinion, y que en Francia todo el mundo piensa como yo.</p>
-
-<p>Ah! murmuré, hé ahí mi tirano, el señor <i>todo el mundo</i>; vuelvo
-á hallarlo en mi casa, y no hay duda, mi mujer valia mas
-en América!</p>
-
-<p>Discutir era inútil, disputar odioso; recurrí á un recurso que
-le faltaba á Sócrates; encendí mi pipa, y me puse á soñar.</p>
-
-<p>La paz no duró mucho tiempo. Enrique entró en el cuarto
-y vino á abrazarme tímidamente. Miré á mi hijo, y me costó reconocerle.
-Ya no era mi ardiente voluntario, siempre dispuesto
-á partir á la India ó á la guerra,&mdash;era un lindo mozalvete con
-cara de muñeca. En el medio de la cabeza tenia una raya á
-guisa de mujer; añadid una camisa bordada, un cuello parado,
-una cinta escocesa de corbata. Vamos, parecia una mujer de
-paletot; toda su persona tenia no sé qué de gracioso, de delicado
-y de indolente.</p>
-
-<p>&mdash;De dónde vienes querido? le dijo su madre.</p>
-
-<p>&mdash;De lo de mi peluquero, mamá.</p>
-
-<p>Su peluquero! Mi hijo tenia necesidad de un peluquero!
-Yo le contemplaba como á una curiosidad.</p>
-
-<p>Has estado en el picadero, esta mañana? continuó Jenny.</p>
-
-<p>&mdash;Sí, mamá, y en la sala de armas.</p>
-
-<p>&mdash;Muy bien, dije, esos ejercicios viriles me gustan. Es menester
-que un jóven sepa andar á caballo, nadar, boxear, tirar
-el florete y la pistola; es menester que el hombre civilizado
-combata sin cesar la dulzura de una vida que le enerva; pero,
-mi querido Enrique, eso no es todo, es menester tambien adoptar
-alguna profesion. Tienes diez y seis años; eres un hombre.
-Qué piensas hacer?</p>
-
-<p>&mdash;Pobre amor mio! esclamó Jenny, dejadlo gozar de sus bellos
-años; todavia no es bachiller.</p>
-
-<p>&mdash;Pues bien, que se haga bachiller!</p>
-
-<p>&mdash;Tengo tiempo, papá, dijo Enrique, bostezando. El año
-que viene me darás un repetidor.</p>
-
-<p>&mdash;Para qué? preguntéle.</p>
-
-<p>&mdash;Todo el mundo toma repetidores, dijo Jenny encojiéndose
-de hombros. Ved al hijo de M. Petit, el banquero. No
-sabia nada, era un idiota. En tres meses un hombre del oficio
-le ha metido toda una enciclopedia en la cabeza; ha asombrado
-hasta á sus mismos examinadores.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_247" id="Page_247">[247]</a></span></p>
-
-<p>Y tres meses despues era tan ignorante como el primer dia.</p>
-
-<p>&mdash;Qué importa? dijo Jenny, era bachiller; es un título que
-conduce á todo.</p>
-
-<p>&mdash;Sed pues bachiller, hijo mio, y no esperes el año próximo;
-quiero que á los diez y siete años tengas una profesion.</p>
-
-<p>&mdash;Antes debe estudiar derecho! dijo mi mujer.</p>
-
-<p>&mdash;Sí, paseándose tres años en el Bosque y en otras partes,
-salvo una enfermedad crónica que se llama el exámen. No
-quiero que pierda tontamente tres años, los mas bellos de la
-vida, en la ociosidad, ó en tristes placeres! Que Enrique adopte
-primero una profesion, y en seguida que estudie derecho sériamente.
-Habla, hijo mio, qué profesion escojes?</p>
-
-<p>&mdash;La que querrais papá, respondió abrazando á su madre.
-Jenny se sonrió como diciéndole: paciencia, hijo mio, tu padre
-no tiene sentido comun.</p>
-
-<p>&mdash;No tienes ningun gusto, ninguna vocacion? pregunté á Enrique.</p>
-
-<p>&mdash;No, papá, eso os toca á vos. En quedandóme, en París,
-pudiendo montar á caballo y divertirme con mis amigos, todo
-me es igual.</p>
-
-<p>&mdash;Hijo querido, como nos ama! dijo Jenny alizándole los
-cabellos.</p>
-
-<p>&mdash;Divertirte! esclamé, quién te ha inspirado semejantes principios?
-Amigo mio; no estamos en la tierra para divertirnos.
-El trabajo es la órden de Dios, el freno de nuestras pasiones,
-la gloria y la felicidad de la vida. En América no hay un solo
-hombre que á tu edad no se baste á sí mismo, que no tenga
-el sentimiento de su deber y de su dignidad.</p>
-
-<p>&mdash;Daniel, dijo Jenny, con una impaciencia visible, por qué
-lo atormentas así cuando no trata sino de agradarte? Esperad
-un poco; hará lo que hace todo el mundo.</p>
-
-<p>&mdash;Es decir que no hará nada.</p>
-
-<p>&mdash;Tendrá un puesto.</p>
-
-<p>&mdash;Eso es lo que yo decia, repuse indignado de aquella debilidad
-maternal. Un puesto, hé ahí la gran palabra, mi hijo será
-empleado!</p>
-
-<p>&mdash;Todo el mundo lo es hoy dia, dijo mi mujer. Mostradme
-un hijo de familia que haga otra cosa! A qué singularizaros?</p>
-
-<p>&mdash;Qué! le dije á Enrique, no preferirias ser el artesano de tu
-fortuna, y deber tu posicion solo á tu trabajo y á tu talento?
-La independencia es acaso nada? No quieres ser abogado, médico,
-fabricante, comerciante?</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_248" id="Page_248">[248]</a></span></p>
-
-<p>&mdash;Por qué no le propones que sea almacenero? dijo Jenny,
-con un desden que me hirió.</p>
-
-<p>&mdash;Muy bien, señora! Pezar azúcar por su propia cuenta, es
-cosa vergonzosa; pero cerrar cartas y empaquetar recibos por
-cuenta del gobierno, es noble y glorioso! Y, para llegar ahí,
-es menester rogar, solicitar, renegar sus opiniones y adular á
-personas cuya mano no se tomaria.</p>
-
-<p>&mdash;Todo el mundo hace otro tanto, dijo Jenny. Os creis mas
-sabio y virtuoso que todo el mundo?</p>
-
-<p>&mdash;Oh, preocupacion! preocupacion! esclamé. Pablo-Luis<a name="FNanchor_65" id="FNanchor_65"></a><a href="#Footnote_65" class="fnanchor">[65]</a>,
-tú teniais razon: somos un pueblo de lacayos!</p>
-
-<p>Yo estaba furioso, me paseaba á grandes pasos por el cuarto,
-y daba de puñetazos sobre la mesa; Enrique bajaba la cabeza,
-y callaba Jenny estaba pálida, y apretando los lábios me seguia
-con los ojos.</p>
-
-<p>&mdash;Daniel, me dijo, acabad, os lo suplico, esta escena ridícula;
-ya sabeis que soy incapaz de resistir á semejantes emociones.
-Cuando reflexioneis á sangre fria, espero que oireis la voz de la
-razon.</p>
-
-<p>En este momento no sabeis lo que decis.</p>
-
-<p>&mdash;Señora, la dije, paréceme que en presencia de mi hijo
-esas palabras están fuera de lugar; faltais al respeto que me
-debeis.</p>
-
-<p>&mdash;Amigo mio, contestó, vos estais enfermo.</p>
-
-<p>&mdash;Basta! esclamé; esa piedad es impertinente. Os haré ver
-lo que es un jefe de familia. A pesar de vuestras preocupaciones
-y de vuestras desesperaciones, obligaré á mi hija á que se
-case por inclinacion, y á mi hijo á que escoja una profesion
-de su gusto,&mdash;una profesion independiente.</p>
-
-<p>&mdash;Daniel, sois un loco, dijo Jenny cruzando las manos.</p>
-
-<p>&mdash;Señora yo tengo mi buen sentido, y os enseñaré que soy el
-amo de mi casa.</p>
-
-<p>&mdash;Está loco! gritó mi mujer anegándose en lágrimas y echándose
-en brazos de Enrique, que se puso á llorar á su vez.</p>
-
-<p>En aquel momento abrieron la puerta de par en par, y una
-voz anunció al señor doctor Olybrius.</p>
-
-<hr />
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_249" id="Page_249">[249]</a></span></p>
-
-<h2 id="CAPITULO_XXXIII">CAPITULO XXXIII.<br />
-<span class="smaller">El Doctor Olybrius.</span></h2>
-
-<p>Entró, lo veo aún.... Una frente calva, con sus correspondientes
-mechas de cabello rojo, flotando de derecha á izquierda,
-unos anteojos de oro, una sonrisa beata, una triple barba
-perdida en las profundidades de una ancha corbata, un frac
-verde, con una cinta que ostentaba los colores del arco iris,&mdash;todo
-anunciaba al tonto que ha tenido buen éxito. Detrás de
-él caminaban como dos corchetes, el abogado Reynard, que,
-con sus ojos de garduña, parecia buscar siempre un agujero para
-ocultarse en él, y el grueso Coronel Saint John, apoyado en su
-muleta, y arrastrando su vientre y su gota. Qué me queria
-aquel cortejo grotesco? Ay Dios! iba á saberlo á espensas
-mias.</p>
-
-<p>&mdash;Buen dia, hermosa dama, dijo Olybrius, tomando la mano
-de mi mujer y posando en ella sus lábios; os habeis repuesto
-de vuestras fatigas y emociones? Cuidaos señora, cuidaos; el
-corazon es el órgano débil en las mujeres; no os dejeis asesinar
-por vuestra sensibilidad.</p>
-
-<p>&mdash;Buen dia, doctor, continuó con aire de caballero, tendiéndome
-una mano que no me atreví á rehusar; cuánto me alegro de
-veros en pié. Así, es en calidad de amigo y no de médico como
-me presento. Lo he dicho á estos señores, que, como vecinos,
-venian á saber de vuestra salud, y que no se atrevian á entrar
-conmigo.</p>
-
-<p>&mdash;Buen dia, señor Lefebvre, dijo el Coronel. Carambola que
-hemos estado enfermos! Pero la caja es buena; estoy muy
-contento de veros; voto á sanes!</p>
-
-<p>Reynard no hizo ningun juramento, pero en el tono mas<span class="pagenum"><a name="Page_250" id="Page_250">[250]</a></span>
-melífluo me hizo un cumplimiento tan ambiguo, que me hirió
-sin saber por qué.</p>
-
-<p>&mdash;Cómo os sentís? me dijo Olybrius.</p>
-
-<p>&mdash;Muy bien, contesté.</p>
-
-<p>&mdash;Tanto peor, dijo él, eso no es natural,&mdash;prueba que el
-veneno no ha salido del todo. Despues de ocho dias de estragos
-causados por el ópio, debiérais estar medio muerto, sin pulso y
-sin voz.</p>
-
-<p>&mdash;Es de hierro, dijo el Coronel. Sopla! qué carabinero
-habria sido.</p>
-
-<p>&mdash;Querido cofrade, dije á Olybrius, vuestro diagnóstico os
-ha engañado. Mi caso es tan estraordinario, que en vuestro
-lugar cualquiera otro sábio se hubiera olvidado de su latin.
-No he sido envenenado con ópio; he sido magnetizado y transportado
-á América, de donde he vuelto esta noche.</p>
-
-<p>&mdash;Arre! con la bola, esclamó el Coronel; yo he mandado un
-rejimiento de gascones, que no tenia compañero para la charla
-y la guerra; pero la palma es vuestra!</p>
-
-<p>&mdash;Querido cofrade, dijo Olybrius, con voz agridulce, yo sé
-siempre lo que digo. Los hechos están ahí; nada hay tan
-brutal como un hecho. Que vos os imajineis haber estado en
-América, eso no me sorprende, es efecto del ópio; pero yo que
-os he cuidado ocho dias y ocho noches, afirmo que habeis
-estado en carne y huesos en vuestra cama, y que no habeis
-salido de París.</p>
-
-<p>&mdash;Señor, contesté, vengo de un pais donde reina la verdad en
-toda su estension. Allí he adquirido horror á las mentiras
-oficiales y no oficiales; creed lo que os plazca, yo no puedo
-deciros sino una cosa: en cuerpo ó en alma, no sé en cuál de los
-dos, he pasado ocho dias en América.</p>
-
-<p>&mdash;Efecto del ópio, dijo Olybrius, sacando su caja de rapé y
-saboreando una narigada. El cérebro no está despejado, la
-ilusion persiste. Querido señor, es menester reaccionar con
-vuestra razon, de lo contrario los lóbulos cerebrales se harán el
-teatro de un desórden grave y persistente. En semejante caso,
-vos lo sabeis, el primer remedio es desechar una idea fija, creyendo
-las cosas bajo la palabra del médico. Vos no habeis
-es-ta-do en A-mé-ri-ca, añadió, escandiendo cada una de esas
-palabras con tono imperioso.</p>
-
-<p>&mdash;Señor, le dije, me permitireis que me quede con mi opinion.</p>
-
-<p>&mdash;Daniel, esclamó mi mujer desolada, en nombre del cielo
-no insistais, ved que os perdeis!</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_251" id="Page_251">[251]</a></span></p>
-
-<p>&mdash;Válgame Dios, querida amiga, repuse sonriendo, y con
-qué voz me dices eso. Me parece que oigo á la pobre Rachel
-en el papel de <i>Roxane</i>:</p>
-
-<div class="poetry-container">
-<div class="poetry">
-<div class="verse"><i>Ecoutez Bajazet! je sens que je vous aime,</i></div>
-<div class="verse"><i>Vous vous perdez; gardez de me laisser sortir.</i></div>
-</div>
-</div>
-
-<p>Por toda respuesta Jenny alzó los brazos al cielo, y tomando
-á Enrique de la mano huyó del cuarto ocultando la cabeza en
-su pañuelo.</p>
-
-<p>&mdash;Mil bombas! dijo el Coronel, por qué aflijís á vuestra
-mujer! Qué diablo! se puede mentir para ser agradable á las
-damas. No sois francés, con mil de á caballo!</p>
-
-<p>&mdash;Querido vecino, dijo el abogado hablando á media voz,
-como si comenzára un alegato,&mdash;razonemos. Si habeis estado en
-América, debeis haber visto aquel país en detalle, debeis conocerlo
-á fondo; si habeis soñado, no podeis tener al respecto,
-sino ideas incompletas, confusas, y, para decirlo todo de una vez,
-quiméricas. Permitidme que os dirija algunas preguntas que
-os conducirán á la vida real, y que os permitirán que os convenzais
-por vos mismo de la falsedad ó verdad de vuestras impresiones.</p>
-
-<p>&mdash;Hablad, señor, os escucho.</p>
-
-<p>&mdash;Durante vuestra estadía en América, habeis visto á las jentes
-tirarse de pistoletazos en la calle? Han colgado á dos ó tres personas
-por dia, en virtud de esa ley de la linterna, de esa <i>Lynch
-Law</i>, cuyo nombre nos han tomado los Americanos, y quizá la
-idea?</p>
-
-<p>&mdash;Señor, contesté, dejad á los diarios esas faramalladas. Los
-Americanos son cien veces mas pacíficos y civilizados que nosotros.
-Hasta el duelo es allí desconocido.</p>
-
-<p>&mdash;Arre! dijo el Coronel, eso es demasiado. Existe acaso un
-pais donde no se batan? Entonces en ese convento no hay
-sino relijiosas del Sagrado-Corazon?</p>
-
-<p>&mdash;Efecto del opio, dijo Olybrius; todo se vé color de rosa.</p>
-
-<p>&mdash;Decid color de carbon de piedra, dijo el Coronel. Arre!
-Pues si yo estuviera en aquella barraca, á todos les daria de bofetones
-para ver si tienen corazon en el vientre.</p>
-
-<p>&mdash;Hay un gobierno en América, dijo el abogado, ó al menos
-habeis encontrado por casualidad el rastro de él?</p>
-
-<p>&mdash;Señor, dije, hay el mas hermoso de los gobiernos: el que
-administra menos; el que á los ciudadanos deja mayor libertad
-para gobernarse á sí mismos.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_252" id="Page_252">[252]</a></span></p>
-
-<p>&mdash;Efecto del opio! repuso Olybrius. Quién no sabe que la
-América es una anarquía viva?</p>
-
-<p>&mdash;Señor, dije impacientado, daos el trabajo de ir á los Estados
-Unidos; hallareis allí un Gobierno Central, treinta y cuatro
-Estados particulares, treinta y cinco Senados<a name="FNanchor_66" id="FNanchor_66"></a><a href="#Footnote_66" class="fnanchor">[66]</a> y treinta y
-cinco Cámaras de Representantes. No puedo suponer que sean
-salvajes los que han imajinado semejantes combinaciones.</p>
-
-<p>&mdash;Arre! dijo el Coronel, treinta y cinco nidos de abogados y
-de charlatanes. Si semejantes locuras fueran posibles, yo haria
-espresamente el viaje, para hacer saltar por la ventana esas treinta
-y cinco nidadas!</p>
-
-<p>&mdash;Presenten armas, <i>pré-pá</i>; y todos los pájaros echan á volar;
-entonces si que se tiene un gobierno que no se enfurruña.</p>
-
-<p>&mdash;Hay ministerios? repuso el abogado con su voz menos
-aguda.</p>
-
-<p>&mdash;Sin duda.</p>
-
-<p>&mdash;Un Ministerio, de Cultos, por ejemplo?</p>
-
-<p>&mdash;No, las Iglesias son sociedades independientes. Cada cual
-puede abrir un templo sin tener nada que temer de la ley.</p>
-
-<p>&mdash;Es imposible, dijo el abogado. Seria entregar la sociedad
-á las intrigas de los frailes y á todos los odios relijiosos. Habria
-todos los dias una San Bartolomé.</p>
-
-<p>&mdash;Señor, respondí, la cosa puede ser imposible, pero existe;
-y añado que en ningun pais hay mas tolerancia y caridad.</p>
-
-<p>&mdash;Efecto del opio! dijo Olybrius.</p>
-
-<p>&mdash;Y no solo la Iglesia es libre, continué, animándome, sino
-la escuela y el hospicio tambien. Cada cual puede enseñar, cada
-cual puede aliviar la miseria sin necesidad de tenderle la
-mano al gobierno, ni de dirijirse á la policia como si tratára de
-allanar un lugar sospechoso.</p>
-
-<p>&mdash;Es un sueño, dijo el abogado, es materialmente imposible.</p>
-
-<p>&mdash;Efecto del opio! dijo Olybrius.</p>
-
-<p>&mdash;Doctor Olybrius, esclamé, si alguien tiene una idea fija en
-este momento, me parece que no soy yo.</p>
-
-<p>&mdash;Yo no tengo idea, doctor Daniel, repuso, pongo por testigos
-á estos honorables señores; me basta hacer constar que hasta
-ahora no nos habeis dicho una palabra que tenga sentido
-comun.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_253" id="Page_253">[253]</a></span></p>
-
-<p>&mdash;Hay un consejo de Estado en América? repuso el abogado,
-que tenia toda la tenacidad de un juez de instruccion.</p>
-
-<p>&mdash;No, señor, la justicia basta á todo, la administracion está
-sujeta á ella.</p>
-
-<p>&mdash;Qué quimera! dijo Reynard, un pueblo no viviria seis meses
-sin esa admirable separacion de poderes, que hace la gloria
-de nuestra inmortal Constitucion. Suponed que la salud del
-Estado exije que os pongan preso sin forma de juicio, qué harian
-en vuestro pais de Hurones?</p>
-
-<p>&mdash;Qué harian? El procedimiento está marcado. Emplazarian
-al audaz que se colocára sobre las leyes y le condenarian á
-unos cien mil francos de daños y perjuicios.</p>
-
-<p>&mdash;Y los prefectos, no pensais, que entonces seria un empleo
-inútil.</p>
-
-<p>&mdash;Los prefectos, repuse, no los hay.</p>
-
-<p>&mdash;No hay prefectos, esclamó riendo; con que no hay prefectos?
-Qué quereis que hagan los ciudadanos, sino se obra por
-ellos.</p>
-
-<p>&mdash;Buen Dios, repuse, harán por sí mismos sus propios negocios.
-No habeis pensado en ello todavia, señor hombre de Estado?</p>
-
-<p>&mdash;No, dijo secamente, yo no pienso sino en las cosas posibles.
-Quién dirije allí el espíritu público, y les enseña á los ciudadanos
-á pensar?</p>
-
-<p>&mdash;Nadie.</p>
-
-<p>&mdash;Qué! no hay directorio en la prensa?</p>
-
-<p>&mdash;No, señor. En aquel pais de Hurones, como vos lo llamais,
-cada cual dice é imprime lo que quiere, bajo la exclusiva garantia
-de la justicia y de la ley. Los diarios son considerados
-allí como un beneficio. Se les favorece y multiplica en todas
-direcciones. No se les exije fianza, no pagan timbre,&mdash;nada,
-nada impide que la luz se esparsa, nada traba la libertad.</p>
-
-<p>&mdash;Sopla! dijo el coronel; vaya un pais donde tendrá que hacer
-la jendarmeria.</p>
-
-<p>&mdash;Allí no hay jendarmes, señor coronel.</p>
-
-<p>&mdash;No hay jendarmes! esclamó. Pues no exijo mas, y digo
-vecino, que si no estais loco de atar, que echen abajo á Charenton.
-No los he visto nunca de vuestro calibre; no hay jendarmes!
-Porqué no decis inmediatamente: no hay ejército, no hay
-infanteria, no hay caballeria, no hay artilleria, no hay jenerales,
-ni coroneles, ni capitanes; aquella sociedad se compone de paisanos
-ó Iroqueses, una sociedad nunca vista.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_254" id="Page_254">[254]</a></span></p>
-
-<p>&mdash;Coronel, le dije, durante sesenta años la América no ha
-tenido necesidad de ejército; cuando la paz y la Union se restablezcan,
-licenciará el que tiene, porque como decis, aquella sociedad
-se compone de paisanos.</p>
-
-<p>&mdash;Basta jóven, dijo frunciendo el ceño. Respetad mi bigote
-blanco. Tengo buen jénio, voto vá á sanes! Pero tengo ensartado
-algunos por haber charlataneado muchísimo menos de
-lo que vos lo habeis hecho durante un cuarto de hora.</p>
-
-<p>&mdash;Efecto del opio, dijo Olybrius. Cómo han de vivir sin jendarmes
-ni ejército? Podrian á cada hora del dia reunirse en
-la calle, ó en otra parte, hablar de política, criticar al gobierno,
-salir armados y qué sé yo.</p>
-
-<p>&mdash;En efecto, señor, repuse, todo eso se hace y la paz no es
-turbada. Los ciudadanos libres, y acostumbrados á la libertad
-saben conducirse por sí mismos. Cuando hay necesidad, la ley
-está ahí, basta un oficial de policia y un juez para mantener ó
-restablecer el órden.</p>
-
-<p>&mdash;Basta, dijo Reynard, lanzándole una mirada á Olybrius.
-Doctor, estoy convencido.</p>
-
-<p>&mdash;Y la medicina, dijo el solemne imbécil, dando vuelta su caja
-de rapé entre los dedos, cómo es ejercida en ese pais de cucaña?</p>
-
-<p>&mdash;Precisamente, respondí, es una de las cosas que me ha llamado
-mas la atencion; las mujeres, la practican, y con éxito.</p>
-
-<p>&mdash;Arre! dijo el coronel, ojalá hubiera tenido de mayor un
-guardapiés, cuando estuve tres meses echado de espaldas en
-Constantina con una bala en la pantorrilla! Habria dado todos
-los medios por una médica.<a name="FNanchor_67" id="FNanchor_67"></a><a href="#Footnote_67" class="fnanchor">[67]</a> Y vaya un <i>calembour</i>!</p>
-
-<p>&mdash;Por supuesto que esa no es la única profesion que las mujeres
-ejercen; se han apoderado de la enseñanza; ellas son las que
-educan á la jóven América.</p>
-
-<p>&mdash;Eso debe hacer lindos soldados, dijo el coronel. Hé ahí
-una escuela donde deben enseñar á darse de trompadas, primer
-aprendizaje de la guerra y de la civilizacion! Qué produce
-esa educacion? Tenderos y modistas.</p>
-
-<p>&mdash;Produce seiscientos mil voluntarios que se baten como
-héroes.</p>
-
-<p>&mdash;Vamos, vamos, dijo el coronel, no me reciteis el diario. Hace
-dos años que mi gaceta me habla todos los dias de esos famosos<span class="pagenum"><a name="Page_255" id="Page_255">[255]</a></span>
-conscriptos que corren unos tras de otros sin alcanzarse
-jamás. Ah! si yo estuviera allí, solo con mi 14ᵒ de infanteria
-lijera, cómo me divertiria, satisfaciendo los votos del gobierno.
-Estoy harto de América; pido que me hablen de otras revoluciones,
-para variar un poco y divertirme.</p>
-
-<p>&mdash;Coronel, supongo que no defendeis la esclavitud.</p>
-
-<p>&mdash;Un bledo se me dá de vuestros morenitos; pero en cuanto
-á vuestros Americanos los exécro. Es una turba de pobretes
-y demócratas que está dando el peor ejemplo á la Europa y
-echando una mancha á la civilizacion. Así deseo que el Norte
-se trague al Sud, y que se ahogue tragándolo. Hé ahí mi política,
-y hay muchos otros de mi opinion, voto vá á sanes!</p>
-
-<p>&mdash;Señor, me dijo Olybrius, levantándose con majestad, permitidme
-reasumir en algunas palabras vuestra conversacion.
-Las contestaciones de estos señores, vuestros amigos y vecinos,&mdash;contestaciones
-llenas de sentido y de verdad, han debido convenceros
-de que vuestro cérebro no se halla en estado normal.
-Una sociedad sin administracion, sin ejército, sin jendarmes, la
-libertad salvaje de rezar, de pensar, de hablar, de obrar cada
-cual á su manera, es á no dudarlo, convendreis en ello, una de
-esas abominables pesadillas que solo el opio puede producir.
-Vuestro sistema no duraria un cuarto de hora siquiera; es la negacion
-de todos los principios y de todas las condiciones de esa
-civilizacion que hace la unidad de nuestra gran nacion. Constituyendo
-una administracion jerárquica y centralizada,&mdash;la sabiduria
-de nuestros padres hace mucho tiempo que ha elevado á
-la Francia al primer puesto, enseñándoles á los Franceses que la
-libertad es la obediencia. Nuestra gloria y nuestra fuerza estan
-ahí, no lo olvideis querido cófrade, y volved en vos. Esas
-ideas anárquicas que turban vuestro cérebro, que jamás entrarán
-en una cabeza francesa, os dicen suficientemente que estais
-enfermo y tanto mas, cuanto que no lo sentís. Es urjente que
-os cuideis; añado que solo un tratamiento enérjico puede devolveros
-la posesion de vos mismo y la calma que habeis perdido.</p>
-
-<p>&mdash;Porqué no decis inmediatamente que estoy loco y que es
-menester encerrarme?</p>
-
-<p>Olybrius suspiró, tomó una narigada de rapé con el índice y
-el pulgar, la aspiró lentamente, y me miró con aire contrito.</p>
-
-<p>&mdash;Pobre amigo, dijo, estais gravemente atacado, pero yo os
-salvaré, sí, os salvaré aun á vuestro pesar.</p>
-
-<p>Sentía que la cólera tronaba en mi corazon, y me contenia á
-duras penas.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_256" id="Page_256">[256]</a></span></p>
-
-<p>&mdash;Señor, le dije, acabemos esta comedias; hace mucho tiempo
-que dura y estoy fatigado.</p>
-
-<p>Olybrius se puso colorado hasta las orejas.</p>
-
-<p>&mdash;Señor, dijo, engrosando la voz, vos lo tomais en un tono
-singular.</p>
-
-<p>&mdash;No os incomodeis, querido doctor; os dariais un ataque
-de aplopejía.</p>
-
-<p>&mdash;Doctor Daniel, díjo rechinando los dientes, yo no sufro inpertinencias.
-Sabe usted con quien habla, mi hombrecito?</p>
-
-<p>&mdash;Sí, con un hombron, con un tonto.</p>
-
-<p>&mdash;Caballero, dijo, olvida usted que tiene delante un hombre
-condecorado por todos los soberanos de Europa?</p>
-
-<p>&mdash;Deveras! esclamé, tengo visto muchos. Oid su historia.
-Se hace empastar en marroquin colorado un volúmen de necedades,
-se le depone en la embajada, y no pasa mucho tiempo sin
-ser nombrado comendador ó caballero del Hipopótamo ó del
-Cóvidor. Cruces! es la limosna que los príncipes arrojan á los
-mendigos de la literatura.</p>
-
-<p>&mdash;Sabeis señor, repuso, Olybrius, echando espuma de rabia
-sabeis que á los treinta y dos años he sido nombrado miembro
-de la academia de medicina por unanimidad.</p>
-
-<p>&mdash;Pardiez! repuse, ahora veo que tengo mas razon de lo que
-creía. Si hubiérais tenido talento habriais tenido enemigos;
-os hubieran hecho esperar hasta los cincuenta años y no habriais
-sido recibido sino por un voto de mayoria. Los tontos no
-ofuscan á nadie, y así entran á la academia como en un molino.</p>
-
-<p>Habia ido demasiado lejos, lo comprendia. El coronel reía
-á descostillarse; pero Reynard me miraba de una manera estraña,
-y Olybrius se ahogaba. Ví el momento en que cambiándose
-los papeles, era el enfermo quien iba á sangrar al médico. El
-abogado tenia sin duda oro potable en su gasnate; dos palabras
-dichas al oído de Olybrius le devolvieron al imbécil toda su
-serenidad. Una sonrisa diabólica iluminó los pliegues de su
-rostro. Se acercó al coronel, le pegó en el hombro, y le llevó á
-un rincon, siempre seguido de Reynard, su fiel consejero.</p>
-
-<p>Esa manera de obrar, ese conciliábulo, tenido en mi casa y
-sin mí, me pareció estraño. Me paseaba á grandes pasos, próximo
-á estallar, cuando Olybrius salió sin saludarme. Reynard,
-al contrario, me hizo una profunda reverencia. El coronel se
-me acercó con aire alegre. Sus ojos brillaban.</p>
-
-<p>&mdash;Sabeis, dijo, frotándose las manos, que lo habeis puesto de
-lo lindo al parroquiano?</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_257" id="Page_257">[257]</a></span></p>
-
-<p>&mdash;He hecho mal? respondí.</p>
-
-<p>&mdash;No digo eso, repuso Saint Jean; me habeis dado un gran
-placer, voto vá á sanes. Detesto esos paisanos que se hacen
-cubrir de decoraciones sin haber jamás arriesgado sino la piel
-de otros; pero, entre nos, el hombre no vá contento! Es natural,
-no es verdad? Dice que le habeis insultado; exije que le
-deis una satisfaccion.</p>
-
-<p>&mdash;Yo? esclamé.</p>
-
-<p>&mdash;Estad tranquilo, dijo el coronel, le he hecho entender la
-razon, y he arreglado el negocio.</p>
-
-<p>&mdash;Muy bien.</p>
-
-<p>&mdash;Os batís.</p>
-
-<p>&mdash;Qué nos batimos? dije muy asombrado. Y cuando?</p>
-
-<p>&mdash;Al instante,&mdash;<i>sobre la marcha</i>, como se decia en el rejimiento.</p>
-
-<p>&mdash;Es muy peligroso dejar enfriar estas cosas. Por haber esperado
-veinticuatro horas he perdido diez ocasiones. Mi carruaje
-está abajo; podemos partir; tengo pistolas exelentes, os
-gustarán. A treinta pasos he hecho saltar la oreja de un caballerito,
-que me miraba de reojo so pretesto de que era visco.
-Vamos, amigazo, los momentos son preciosos. Adelante, voto
-vá á sanes!</p>
-
-<p>&mdash;Dentro de un momento soy con vos.</p>
-
-<p>&mdash;Vais á abrazar á vuestra mujer é hijos? mal sistema! eso
-enternece y la mano tiembla despues. Nada de adioses trájicos;
-bebed un vaso de Madera y fumad dos cigarros; eso retempla
-la moral y le dá nervio al antebrazo.</p>
-
-<p>&mdash;No tenia ninguna necesidad de exitar mi valor; la cólera
-me arrebataba. Entré en el salon, Jenny pálida y muda estaba
-allí con sus hijos abrazados; todo lo habian oído.</p>
-
-<p>&mdash;Partís con el doctor? me dijo Jenny con agonizante voz.</p>
-
-<p>&mdash;Sí, querida amiga; probablemente estaré ausente algunos
-dias.</p>
-
-<p>&mdash;Volvereis pronto? dijo; en seguida se detuvo como asustada.</p>
-
-<p>&mdash;Sí, respondí, volveré pronto si Dios lo quiere. Dejadme
-abrazaros á todos antes de partir.</p>
-
-<p>&mdash;Adios, mi querido Enrique; recuerda mis consejos. Nada
-han hecho para darte voluntad, es una gran desgracia; las
-pasiones toman en nuestra alma el lugar que la voluntad no
-ocupa. Hazte convicciones razonadas y un carácter enérjico;
-así es uno hombre. Toma una profesion independiente; no
-esperes la fortuna sino de tí mismo. No inclínes la cabeza ante<span class="pagenum"><a name="Page_258" id="Page_258">[258]</a></span>
-nadie, no tengas que ruborizarte ante Dios, y no te inquietes
-del porvenir. La felicidad no está en las cosas de la tierra, si
-no en la alegria de una buena conciencia; la verdadera grandeza
-es la de un hombre honrado, que se ha elevado por el trabajo
-y la virtud. Adios, sé cristiano y ciudadano; recuerda que
-para dominar el egoismo que nos devora, hay dos fuerzas invencibles:
-el amor de Dios y el amor de la libertad.</p>
-
-<p>Adios, mi Susanita, escoje tú misma tu marido. No mires
-ni la posicion ni el dinero, mira el corazon, en él está la única
-riqueza que nada tiene que temer del tiempo ni de los azáres.
-Toma sobre todo un hombre á quien estimes y que piense
-como tú; ten orgullo del padre de tus hijos. El amor se vá, la
-confianza y el respeto quedan en el hogar, y con el tiempo llegan
-á ser algo mas dulce y santo que el amor. Cuando tengas
-hijos, deja espandir sus almas; no les enseñes la cruel sabiduría
-de esa sociedad que todo lo reduce al interés; déjalos soñar,
-como su abuelo, aunque como él deban sufrir. Los mas desgraciados
-aquí abajo no son los que lloran.</p>
-
-<p>&mdash;Adios mi querida Jenny, perdonadme si os he ofendido y
-permitidme que os dé un último consejo. Vosotras las Francesas,
-teneis demasiado espíritu y penetracion; para ser dichosas
-es necesario mas simplicidad. Por qué salir siempre? el
-mundo no puede ofreceros sino ajitacion y fastidio. Recordad
-lo que ha dicho San Pablo: “El hombre no ha sido creado para
-la mujer, pero la mujer ha sido creada para el hombre.” Casaos
-con vuestro hogar, daos por placer el hacer la voluntad de
-vuestro marido, y por último sed la reina de esa colmena donde
-Dios os ha colocado: en ella está la felicidad que buscais
-fuera, y que os espera en vano en una casa desierta. Ah, mi
-Jenny, porque no hemos nacido en América,&mdash;allí residian el
-amor y la felicidad!</p>
-
-<p>Mi mujer estaba muy ajitada; lloraba, pero al oír mis últimas
-palabras se retiró de mis brazos, sollozando cuando la abrazé.
-Enrique recibió mis caricias con aire frio y embarazado;
-solo Susana se colgó de mi cuello y me inundó con sus lágrimas.</p>
-
-<p>Volví á abrazarlos á todos, y partí para no volver mas. Bajar
-la escalera, subir en el carruaje donde el coronel me esperaba
-con sus pistolas, fué asunto de un instante. Pregunté á
-Saint Jean á donde íbamos.</p>
-
-<p>No lo sé, dijo; seguimos el carruaje de Olybrius, creo que
-nos lleva á Saint-Mandé, á algun jardin particular. Desde<span class="pagenum"><a name="Page_259" id="Page_259">[259]</a></span>
-que han desfigurado Vincennes y el Bosque para hacer Parques
-ingleses, no hay donde divertirse. Batíos en una avenida que
-dá vuelta; apartad todas esas jentes que os siguen la pista pisando
-vuestras pisadas. Nos falta un campo cerrado en Paris;
-es una vergüenza para el viejo honor francés, voto vá á Sanes.</p>
-
-<p>El coronel estaba monótono y se repetia mucho; me apresuré
-á ofrecerle un cigarro que le tapó la boca, y, hundiéndome en
-un rincon del carruaje, seguí la moda francesa que consiste en
-reflexionar cuando ya no es tiempo. A mi edad, y por una causa
-semejante, aquel duelo era una locura, á la que me habia dejado
-arrastrar por un tonto brutal. Iba decidido á no contestar
-al fuego de Olybrius; pero eso no me justificaba. Necio de mi
-que no habia sido capaz de resistir á una estúpida preocupacion!
-En aquel momento si, que recuerdos y remordimientos me trasportaban
-á América! Volvia á ver las dulces y leales fisonomías
-de aquellos buenos y sincéros amigos que me habian elevado
-hasta ellos. Truth, Humbug, Naaman, Green, Brown
-mismo sonreian á mi alrededor, y con ellos toda aquella familia
-Americana que hacia la alegria de mi corazon, sin olvidar á Marta
-ni á Zambo. Qué diferencia entre los dos paises! El Paris
-en que estaba me parecia una ciudad estranjera, las calles de mi
-infancia habian desaparecido, y con ellas mis recuerdos; mis vecinos
-me parecian ignorantes, vanidosos, egoistas; sus actos, su
-lenguaje, todo era convencional; nada habia en ellos de verdad
-ni de simplicidad. En ocho dias, pasados en Massachusetts, respirando
-la atmósfera de la libertad, habia vivido mas que en Paris
-durante cincuenta años. Mis ojos se habian abierto, el viejo
-hombre habia desaparecido; mi patria estaba allí donde me amaban,
-allí donde vivia; mi alma volaba al otro lado del Océano.</p>
-
-<p>Absorto en aquel fantaséo no volví en mí sino al bajar del carruaje.
-Estábamos en el patio de una gran casa, con ventanas
-de reja,&mdash;algo parecida á un convento, á un colejio ó á una cárcel.
-En el fondo habia un jardin que Reynard me designó como
-lugar del combate, invitándome á entrar en él, mientras arreglaba
-con el coronel y dos amigos todas las condiciones del duelo.</p>
-
-<p>Avancé sin desconfianza; de repente cerraron la reja tras de
-mí; volvíme, cuatro hombres vigorosos me cojieron de piés y
-manos; resistí como un furioso, grité, ahogaron mi voz. En un
-abrir y cerrar de ojos fuí llevado á una sala baja, echado, sujetado
-y atado en un sofá. En seguida todo se puso á dar vuelta
-delante de mi con una increible celeridad; una masa de agua
-helada cayó sobre mi cabeza, y me desmayé.</p>
-
-<hr />
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_260" id="Page_260">[260]</a></span></p>
-
-<h2 id="CAPITULO_XXXIV">CAPITULO XXXIV.<br />
-<span class="smaller">Un loco.</span></h2>
-
-<p class="center"><i>Saint-Mandé, casa del Doctor Olybrius.</i></p>
-
-<p class="right">20 de Abril de 1862.</p>
-
-<p>&mdash;Hay tres clases de personas que la ley desdeña, abandonándolas
-á la administracion: las jóvenes, los locos y los periodistas.
-Pero, cualquiera que sea su maldad (hablo de los periodistas),
-ó su falta, conceptúo que esos miserables no son indignos
-ni de justicia ni de piedad. Si son culpables, por qué
-no se les juzga? Si son desgraciados, por qué se les trata como
-á culpables? Es una cuestion que recomiendo á los filántropos
-en disponibilidad. Hermoso es sin duda rescatar chinitos;
-salvar del fuego á las viudas de Malabar que siguen á sus esposos
-hasta la muerte (el ejemplo podria llegar á ser contajioso),
-pero se me ocurre que quizá no seria malo defender á la humanidad
-en Francia, y darle las garantias del derecho comun, á
-pobres criaturas, víctimas de la educacion, del nacimiento ó de
-la sociedad. Y vaya otro sueño que debo guardar para mi, sino
-quiero esponerme de nuevo á las duchas ó á la sangre.</p>
-
-<p>&mdash;Mi suerte está fijada; he jugado contra la preocupacion
-una partida peligrosa,&mdash;he perdido. Un tonto que se intitula
-médico, me ha declarado loco; mis buenos amigos han confirmado
-con placer la sentencia de la ignorancia. Héme encerrado
-y para siempre. Podré apagar en mi cérebro esta llama
-que lo ilumina? Podré renegar la verdad? Nó! he conocido
-la libertad, he probado con el borde de los lábios esa miel que
-embriaga, he entrevisto el eterno ideal, soy un loco! no quiero
-sanar.</p>
-
-<p>&mdash;Los Franceses tienen todavia mas talento del que se atribuyen.
-Aprisionar á las jentes que piensan, que razonan y hablan,
-es un golpe de mayoria cuyo éxito es infalible. Donde
-está la fuerza, allí está la opinion. Adelante, dichosos carneros!
-ramonead en silencio; decios balando que sois los reyes del<span class="pagenum"><a name="Page_261" id="Page_261">[261]</a></span>
-mundo; no son vuestros pastores los que os rehusarán ese inocente
-placer. Divertíos, gozad de la vida, nada teneis que temer;
-los insensatos están bajo de llave, turbarian vuestra quietud;
-cuantos mas son los sabios tanto mas se rie.</p>
-
-<p>&mdash;Mi mujer no viene á verme; es tan sensible! la piedad la
-mataria! Qué me importa de mis hijos. Pobre Enrique, podria
-darle mi enfermedad, y entonces linda fortuna haria! Y
-tú, Susana, te amo demasiado para hacerte llorar. Las lágrimas
-de una hija es la única prueba que puede conmover á un
-mártir.</p>
-
-<p>&mdash;Mis vecinos no me han olvidado. Rose me escribe que
-mi aventura no le ha sorprendido. Reconoce en ella la mano
-de los Jesuitas; mi mujer iba con demasiada frecuencia á misa!
-Ha hallado el rastro de un vasto complót tramado por los reverendos
-padres; ellos son, dice, los que empujan el Norte sobre,
-el Sud, los que mueven la Europa y preparan la caida del Sultan.
-Todas las revoluciones son obra de ellos; ellos son la causa
-de todas las miserias; su diario le ha revelado ese misterio de
-horror é iniquidad. Rose es un hombre sensato, puesto que
-se pasea por la calle,&mdash;yo soy un loco puesto que estoy encerrado!</p>
-
-<p>&mdash;Hé aquí una carta del coronel. El bravo Saint-Jean se
-escusa de haber ayudado á mi arresto sin saberlo.</p>
-
-<p>&mdash;Ha querido, dice, cortarle las orejas á Olybrius, el pillo se
-ha negado á la operacion. El coronel añade que si ha cometido
-alguna falta está pronto á repararla. Para quitarme el derecho
-de quejarme, me ofrece que nos levantemos mútuamente
-la tapa de los sesos. El juego no es igual; no puedo aceptar su
-amable proposicion. Saint-Jean me habla de política; la guerra
-estalla para él en todas partes al acercarse la primavera, y
-su alegria es inmensa. Es un soldado: está convencido de que
-los hombres han venido al mundo para matarse unos á otros.
-Si las madres, al través de angustias infinitas, educan á sus hijos
-hasta veinte años,&mdash;es para enviarlos al matadero. El coronel
-está libre; es un hombre razonable, yo soy un loco!</p>
-
-<p>Leamos el diario; no soy sino un espectador que, desde su
-palco enrejado, mira la comedia y á los actores de su tiempo.
-Usemos del único derecho que me resta,&mdash;silvemos.</p>
-
-<p>“Acaba de aparecer una nueva obra de Mr. Reynard, nuestro
-gran orador, nuestro célebre publicista. Este libro, que no
-puede dejar de abrirle al autor las puertas de la academia de
-ciencias morales y políticas, se intitula <i>La Unidad</i>. Mr. Reynard<span class="pagenum"><a name="Page_262" id="Page_262">[262]</a></span>
-demuestra de una manera invencible que todos los sufrimientos
-y todas las revoluciones de la Francia son debidas á
-una causa única: la debilidad de la centralizacion. Hoy dia
-que los caminos de hierro y los telégrafos han suprimido la
-distancia, la Francia, el pais modelo, puede hallar al fin una
-constitucion que le permita realizar sus grandes destinos. El
-autor reune el poder espiritual y el poder temporal en las
-mismas manos,&mdash;admirable secreto para acabar con todas esas
-disenciones que destrozan al mundo hace quince siglos; suprime
-los consejos municipales, los consejos jenerales, las
-cámaras, la prensa, y todos esos medios de oposicion, escusables
-quizá en una época crítica, en una edad de lucha
-y de transicion, pero que ya no tienen razon de ser en un siglo
-orgánico como el nuestro, y con la primer raza centralista
-del globo. Un solo hombre, un Papa civilizador, colocado en
-el hogar del Estado, teniendo en su gabinete el nudo de la red
-telegráfica, gobernará toda la Francia por su infalible é irresistible
-voluntad. Organo de la soberania popular, será la democracia
-personificada,&mdash;la nacion hecha hombre. Desde ese
-momento nada podrá trabar ya el progreso; todas las divisiones
-habrán cesado; todas las cabezas de la anarquia habrán caido
-de un solo golpe.</p>
-
-<p>“Desde que se entra en el detalle, es imposible no ser seducido
-por la simplicidad del sistema. Es el sello de las grandes
-invenciones. En adelante ya no habrá en Francia sino una alma
-y un pensamiento. El pais entero será una gran é injeniosa
-mecánica, conducida y regulada por un solo motor. Quién
-podrá turbar esa gran armonía formada por una sola nota? Un
-mismo despacho repetido en los cuarenta mil comunes, transformará
-á cuarenta millones de ciudadanos de la noche á la mañana.&mdash;Trabajad,
-dirá el telégrafo, y en el acto habrá trabajo para
-todo el mundo.&mdash;Sed instruidos, y la ignorancia cesará.&mdash;Sed
-virtuosos, y la Bolsa se cerrará.&mdash;Sed dichosos, y nuestra dicha
-se hará.</p>
-
-<p>“Es increible que la humanidad haya vivido tanto tiempo
-sin realizar este maravilloso descubrimiento, que inmortalizará
-el nombre de Mr. Reynard. Pero qué! el vapor es de ayer; y
-el telégrafo de hoy dia! Por lo demas, nuestros reyes han tenido
-el sentimiento de esa verdad que un hombre de jénio pone
-en evidencia ahora. Sin inquietarse jamás del derecho de la
-justicia, nuestros soberanos han derribado las resistencias que
-les embarazaban; es por esto que la historia admira á los Francisco<span class="pagenum"><a name="Page_263" id="Page_263">[263]</a></span>
-I, á los Richelieu, á los Luis XIV, y á los Napoleon. San
-Simon ha entrevisto esa bella reforma; pero la gloria de ser su
-profeta, pertenece sin disputa al ilustre y profundo Reynard.
-No hay un solo Francés que no le envidie su descubrimiento y
-su éxito.”</p>
-
-<p>&mdash;Ay Dios! pensaba, Mr. Reynard se pasea y va donde quiere;
-se le admira y se le envidia, es algo mas que un filósofo, es
-un grande hombre, y yo........ yo soy un loco!</p>
-
-<p>&mdash;Qué veo? El nombre de mi verdugo. Qué ha podido hacer
-este intrigante? leamos:</p>
-
-<p>“La Academia de Medicina ha recibido ayer una comunicacion
-del mas alto interés. Una de nuestras reputaciones médicas,
-el célebre doctor alienista Olybrius, ha leido una memoria
-sobre el espíritu, el jénio y la locura. Ha demostrado que, por
-efecto del nudo simpático, que une en nosotros las funciones
-del cérebro con las del estómago,&mdash;es este último órgano el que,
-en último resorte, produce y domina todas esas fuerzas nerviosas
-que la vulgaridad llama <i>facultades</i>. El espíritu es una neuroma,
-el jénio una gastritis crónica y la locura una gastritis
-aguda. En apoyo de su sistema el doctor ha citado un ejemplo
-de los mas curiosos,&mdash;teniendo actualmente en sus manos un
-preciosísimo sujeto para sus esperimentos. Es un cierto doctor
-F...., que, en su locura, se imajina que ha sido transportado
-á los Estados-Unidos, habiendo permanecido allí toda una semana.
-Hay en el delirio de este pobre hombre una mezcla de
-alucinaciones, de recuerdos y de ideas orijinales, que el doctor
-Olybrius sigue y observa con el mayor cuidado. La enfermedad
-es aguda en el mas alto grado; el sabio Olybrius no desespera
-de reducirla al estado crónico, trasformándola á fuerza de
-sangrias y de dieta, y mediante una alimentacion habilmente
-sistemada. Si lo consigue, el problema está resuelto. De un loco
-curado á medias se hará un hombre de jénio. En el acto que
-termine la esperiencia, el sabio alienista presentará el sujeto á
-la Academia. Es escusado llamar la atencion sobre las consecuencias
-de esta prodijiosa invencion. La Francia carece de
-grandes hombres, cuando nada le sería mas fácil que fabricarlos
-y suministrarlos al mundo entero. En Charenton solo, hay tres
-mil enfermos que con un buen réjimen, y en menos de seis meses,
-podrian ser transformados en poetas, músicos y artistas de
-toda especie. Hay allí cientos de Mozarts y Rafaeles ignorados.</p>
-
-<p>“Esta lectura salpicada de rasgos picantes y de palabras injuriosas,<span class="pagenum"><a name="Page_264" id="Page_264">[264]</a></span>
-ha sido escuchada en profundo silencio, frecuentemente
-interrumpido por lisonjeros murmullos. No se tiene mas talento
-que el doctor Olybrius; oyéndolo hubimos de temer por
-su salud, pero nos tranquilizamos viendo la solidez de sus músculos
-y el vigor de sus pulmones.”</p>
-
-<p>&mdash;Triple necio! esclamé; menos necio sin embargo que los que
-te escuchan! Tu eres un sabio, un académico, un filósofo, y yo,
-que te silvo, yo soy un loco!</p>
-
-<p>&mdash;No, yo no volveré á entrar en esa sociedad vanidosa que
-tiene miedo de la verdad, y á quien se le atrapa como á las alondras
-deslumbrándolas con un espejo. Si la muchedumbre me
-rechaza, yo la destierro de mi apacible morada; la soledad me
-devuelve la libertad. Aquí es donde quiero vivir y morir, consolado
-por el evanjelio, rodeado de estos viejos amigos que son
-siempre fieles, y que no mienten jamás: Sócrates, Demóstenes,
-Ciceron, Dantes, Cervantes, Luis de Leon, Milton. A vosotros
-tambien, poetas, oradores, ciudadanos, los hombres os han desdeñado,
-maldecido, espulsado, encarcelado, asesinado. Locos y
-sediciosos durante vuestra vida, os habeis vuelto sabios y patriotas
-despues de vuestra muerte. El mundo eleva altares á
-las víctimas que ha degollado, y la historia de la humanidad es
-la historia de los mártires.</p>
-
-<p>&mdash;Por qué no he de tener yo tambien mi hora. Si no soy un
-grande hombre,&mdash;no he sostenido una gran causa? Quién sabe
-si mi pais, disgustado de las insulseces que lo enervan no me
-perdonará mi salvajismo y mí aspereza? <i>Lo que es amargo al
-paladar es dulce al corazon</i>, dice un proverbio; así sucede con
-la verdad. Ella es sana como el ambiente de las yerbas y de
-los bosques, como el viento que pasa por sobre los ventisqueros
-y los mares; aquel que ha vivido en ese aire vivo, se sofoca en
-las hondonadas y pantanos.</p>
-
-<p>&mdash;Espero contra toda esperanza; soy loco. Si fuera cuerdo
-haria lo que hacen los hábiles,&mdash;me resignaria, gritaria con la
-muchedumbre. No quiero esas alegrias que entristecen, prefiero
-mi cárcel y mi sueño.</p>
-
-<p>&mdash;Una vision me consuela todas las mañanas en el silencio de
-mi pobre celda. Descubro en lontananza, cimas que blanquean;
-es la aurora que se levanta, la aurora de un dia que no veré; qué
-importa? Qué punto luminoso es aquel que rompe el horizonte,&mdash;despejando
-la sombra que huye? Es la nueva Jerusalem,
-la ciudad del porvenir. Todo está cambiado allí; los últimos
-vestijios del Estado pagano han desaparecido; el individuo<span class="pagenum"><a name="Page_265" id="Page_265">[265]</a></span>
-manda, es rey. Respetado de todos, lo mismo que él los
-respeta,&mdash;él es el único dueño de sus acciones, el único responsable
-de su vida; solo tiene que temer á las leyes. La Iglesia ha
-revindicado la independencia Evanjélica, ha roto esa cadena adúltera
-que, por desgracia del mundo, le impusiera Constantino.
-Vuelta á su divino esposo, ella es el freno, el consuelo y la esperanza
-de todas las almas; el Evanjelio es la carta de la libertad.
-Desparramada á manos llenas, la educacion abre los corazones
-á la verdad; la caridad, obra de todos, ábrele el paso á ese instinto
-de union, á esa necesidad de accion comun, que hace la
-grandeza de las sociedades. La provincia ha recuperado su
-antiguo vigor; el amor á la pequeña patria, ha aumentado, fortificándolo,
-el á la grande. El comun ha roto los lazos que lo
-ataban; vive y obra; llama y retiene á sus hijos cerca de él.
-<i>El Times</i> no es ya el órgano de la Francia; la prensa es libre;
-cada cual dice lo que piensa, y piensa lo que dice. Encerrado
-en sus límites, el Estado no es ya mas que un beneficio. En el
-esterior es la espada del pais, en el interior es la ley, solo la ley,
-nada mas que la ley. Verdad, justicia, libertad,&mdash;vosotras brillais
-en ese nuevo cielo, como astros pacíficos; ante vosotras se
-han eclipsado los flajelos de la vieja Europa: lo arbitrario, la íntriga
-y la mentira. La Francia, dichosa y ufana, se espande en la
-abundancia y la paz,&mdash;sirviendo de ejemplo y de envidia á las
-naciones; allí sí que es hermoso vivir; allí sí que es dulce morir.</p>
-
-<p>&mdash;Hé ahí mi sueño; él esparce en mi prision yo no sé que serena
-claridad que enardece mi corazon. Qué bello será el dia
-en que, caidas las máscaras, los locos sean los sabios y los sabios
-sean los locos! Será entonces; allá por los años 2,000,
-cuando piadosos peregrinos, tan numerosos como las hormigas,
-visitarán la celda donde, cual nuevo Daniel, yo anunciaré el
-porvenir. Entonces tambien, algunos curiosos, algunos erúditos
-que trabajan siempre en no hacer nada, buscarán bajo los
-escombros del pasado lo que podian ser ciertas variedades de
-la Francia del siglo XIX,&mdash;variedades que han desaparecido
-para siempre como el perro dogo, eterno lamento de las porteras.
-Se preguntará qué es del comedor de Jesuitas, el pantalon
-de cuero, del inventor de razas centralistas, del adorador del Dios
-Estado. Y el padre de familia recorriendo las salas del Museo
-de historia natural, mostrará con el dedo á sus hijos asombrados,
-un jigantezco bocal, donde, embalsamado en vinagre, y
-con sus cruces y sus díplomas, reposará el último de los Olybrius.</p>
-
-<p>Amen, <i>Amen</i>, <span class="smcapuc">AMEN</span>, AMEN!</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_266" id="Page_266">[266]</a></span></p>
-
-<hr />
-
-<h2 id="CAPITULO_XXXV">CAPITULO XXXV.<br />
-<span class="smaller">Un sabio.</span></h2>
-
-<p class="center"><i>El Doctor Olybrius, &amp;a., &amp;a., á la Señora Daniel Lefebvre.</i></p>
-
-<p class="right">22 de Abril de 1862.</p>
-
-<p class="salutation">“<span class="smcap">Querida señora</span>:</p>
-
-<p>“Nuestro pobre amigo ha sufrido mucho; está un poco mejor;
-bebe, come, duerme; ya no tiene voluntad, es lo esencial.</p>
-
-<p>“La crísis ha sido terrible; asi que quisimos curarle se puso
-furioso. Es uno de los síntomas mas característicos de esa funesta
-enfermedad. El francés es naturalmente dulce, amable,
-político, y está siempre pronto á hacer lo que sus amos, sus
-amigos ó su mujer le ordenan. Ved la historia de nuestra gloriosa
-revolucion. Para salvar á la Francia é inocularle el amor
-de la igualdad, de la justicia y de la fraternidad, la Convencion
-ha puesto fuera de la ley á todos los Franceses. Ella los ha
-arruinado, espulsado, deportado, metrallado, fusilado, guillotinado.
-Hay uno solo que haya resistido? Hay hoy dia algo
-mas justamente popular que esa inmortal Asamblea? Pero,
-ay! en cuanto la locura se apodera de él, el francés se hace voluntarioso
-y malo. Si le detienen, resiste,&mdash;si le encierran, se
-subleva; no piensa ni habla sino de libertad. Tal es la degradacion
-intelectual y moral que resulta de una violenta neuroma
-en las personas debilitadas.</p>
-
-<p>“Nuestro pobre amigo habia llegado á ese estado. Felizmente
-yo velaba por él. Dos sangrias abundantes, tres purgas
-enérjicas, dos duchas heladas, le han devuelto la calma de que
-tenia necesidad. La enfermedad sale, me parece, del periodo
-agudo: haciéndose crónica dará resultados sorprendentes en los
-que fundo la esperanza de mi reputacion.</p>
-
-<p>“En este momento está tranquilo; se ocupa en borronear papel,
-prueba, á no dudarlo, demasiado cierta de que está aun lejos
-de la cura. Os envia ese fárrago que intitula <i>Paris en<span class="pagenum"><a name="Page_267" id="Page_267">[267]</a></span>
-América</i>; no he querido quitarle nada, ni siquiera las injurias
-que me dirije, y que caen á mis piés. Caballero de veinte y
-siete órdenes, miembro de treinta y tres academias estranjeras
-y de ochenta y dos sociedades de provincia, mi nombre nada
-tiene que temer del tiempo ni de la envidia. La Francia ha venerado
-siempre á los Olybrius. Guardaos sin embargo
-de esparcir ó imprimir semejantes locuras; nada hay tan contajioso
-como la quimera; el cérebro del hombre es débil, y la
-neuroma una enfermedad de que debe precaverse. Guardad
-esos papeles; ellos os servirán para hacer pronunciar una interdiccion
-demasiado necesaria. No creo que un francés razonable
-que conoce su siglo y su pais pueda leer dos pájinas de esos
-desvarios sin declarar que su autor es un loco, y que es urjente
-encerrarlo.</p>
-
-<p>“Vengamos á vos, querida señora, permitidme tocar un punto
-delicado. Sensible como sois, necesitais los mayores cuidados:
-ved el mundo, rodeaos de visitas, procurad distraeros, el
-tedio os mataría, os ordeno las distracciones y el placer. Entrad
-en la vida, habituaos á la independencia y á una soledad que
-todos vuestros amigos procurarán dulcificar. No abrigueis vanas
-esperanzas; son emociones que debilitarian vuestra salud
-demasiado alterada ya. El pobre doctor no volverá jamás á
-su casa. Cualquier forma que tome su enfermedad, si quiera
-dejenere en una locura literaria que se parezca al jenio, será
-siempre prudente y necesario tener alejado á un hombre tan
-peligroso asi para su familia como para la sociedad. Podeis créermelo,
-querida señora, la ciencia es infalible y un Olybrius no
-se equivoca jamás. La locura de amor, se cura cuando uno es
-jóven,&mdash;los viejos mueren de ella; la locura de ambicion cede
-algunas veces á la edad y al desprecio de los hombres; de la
-locura de libertad, no se sana jamás.</p>
-
-<p>“Me pongo á vuestros pies, querida señora, etc. etc.”</p>
-
-<p class="titlepage">FIN.</p>
-
-<hr />
-
-<h2>NOTAS</h2>
-
-<div class="footnotes">
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a name="Footnote_4" id="Footnote_4"></a><a href="#FNanchor_4"><span class="label">[4]</span></a> En Francia, en Italia y en Polonia, hay mucho <i>esprit</i> y poca verguenza; en Polonia, en
-Francia y en Italia despues de la locura viene el juicio; en Italia, en Polonia y en Francia,
-la felicidad es menos que la esperanza.</p>
-
-</div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a name="Footnote_5" id="Footnote_5"></a><a href="#FNanchor_5"><span class="label">[5]</span></a> Casi homónimo de <i>renard</i>.</p>
-
-</div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a name="Footnote_6" id="Footnote_6"></a><a href="#FNanchor_6"><span class="label">[6]</span></a> Casi homónimo de zorro.</p>
-
-</div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a name="Footnote_7" id="Footnote_7"></a><a href="#FNanchor_7"><span class="label">[7]</span></a> Pero no puedo hablar el ingles.</p>
-
-</div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a name="Footnote_8" id="Footnote_8"></a><a href="#FNanchor_8"><span class="label">[8]</span></a> Signos del futuro y del condicional, <i>este</i> y <i>ese</i>.</p>
-
-</div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a name="Footnote_9" id="Footnote_9"></a><a href="#FNanchor_9"><span class="label">[9]</span></a> Dante, Inf., V. 141.&mdash;Me desmayé como si muriera, y cai, como cae un cuerpo
-muerto.</p>
-
-</div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a name="Footnote_10" id="Footnote_10"></a><a href="#FNanchor_10"><span class="label">[10]</span></a> Traducimos <i>at home</i>.</p>
-
-</div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a name="Footnote_11" id="Footnote_11"></a><a href="#FNanchor_11"><span class="label">[11]</span></a> Kailsplitter: nombre del que hace los cercos ó alambrados que dividen las propiedades
-en los E. U.</p>
-
-</div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a name="Footnote_12" id="Footnote_12"></a><a href="#FNanchor_12"><span class="label">[12]</span></a> <i>G. Chilson, fabricante de cocinas, Boston.</i></p>
-
-</div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a name="Footnote_13" id="Footnote_13"></a><a href="#FNanchor_13"><span class="label">[13]</span></a> <i>¡Qué verguenza! Mr. Smith!</i></p>
-
-</div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a name="Footnote_14" id="Footnote_14"></a><a href="#FNanchor_14"><span class="label">[14]</span></a> <i>Attorney</i>,&mdash;oficial de justicia en E. U.</p>
-
-</div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a name="Footnote_15" id="Footnote_15"></a><a href="#FNanchor_15"><span class="label">[15]</span></a> <i>Truth</i>: verdad.</p>
-
-</div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a name="Footnote_16" id="Footnote_16"></a><a href="#FNanchor_16"><span class="label">[16]</span></a> Esta palabra no tiene verdadera traduccion&mdash;sus equivalentes pueden ser farsa,
-charlatan, pillastre, etc.</p>
-
-</div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a name="Footnote_17" id="Footnote_17"></a><a href="#FNanchor_17"><span class="label">[17]</span></a> <span class="smcap">Sollicitor</span>: oficial de justicia cuyas funciones equivalen á las de un procurador.</p>
-
-</div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a name="Footnote_18" id="Footnote_18"></a><a href="#FNanchor_18"><span class="label">[18]</span></a> El mundo quiere ser engañado, luego, engañémosle.</p>
-
-</div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a name="Footnote_19" id="Footnote_19"></a><a href="#FNanchor_19"><span class="label">[19]</span></a> El dollars americano está dividido en cien centavos.</p>
-
-</div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a name="Footnote_20" id="Footnote_20"></a><a href="#FNanchor_20"><span class="label">[20]</span></a> Es necedad querer que los perros cazen contra su voluntad.</p>
-
-</div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a name="Footnote_21" id="Footnote_21"></a><a href="#FNanchor_21"><span class="label">[21]</span></a> Eneas, ahora es cuando es necesario enerjía y ánimo resuelto.</p>
-
-</div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a name="Footnote_22" id="Footnote_22"></a><a href="#FNanchor_22"><span class="label">[22]</span></a> El <i>viejo Pam</i> es el nombre familiar que los Ingleses dan á su primer ministro Lord
-Palmerston.</p>
-
-</div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a name="Footnote_23" id="Footnote_23"></a><a href="#FNanchor_23"><span class="label">[23]</span></a> <i>Jonathan</i> es el sobrenombre del pueblo americano, <i>John Bull</i>, es el del pueblo
-inglés.</p>
-
-</div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a name="Footnote_24" id="Footnote_24"></a><a href="#FNanchor_24"><span class="label">[24]</span></a> Una buena reputacion es un segundo patrimonio.</p>
-
-</div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a name="Footnote_25" id="Footnote_25"></a><a href="#FNanchor_25"><span class="label">[25]</span></a> Viva Green&mdash;Una buena jugada.</p>
-
-</div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a name="Footnote_26" id="Footnote_26"></a><a href="#FNanchor_26"><span class="label">[26]</span></a> El acto de solicitar votos para una eleccion.</p>
-
-</div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a name="Footnote_27" id="Footnote_27"></a><a href="#FNanchor_27"><span class="label">[27]</span></a> El <i>Enfield</i> ó <i>Speaker</i> es una compilacion de los trozos mas bellos de elocuencía y
-de poesía en idioma inglés. Se sirven de él en las escuelas de América para enseñar á los
-niños á recitar de memoria ó mas bien á declamar. La obra está precedida de un tratado
-sobre la mímica y sobre el jesto, con dibujos que indican la posicion del cuerpo, de la cabeza
-y de los brazos, para cada pasion que se espresa.</p>
-
-</div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a name="Footnote_28" id="Footnote_28"></a><a href="#FNanchor_28"><span class="label">[28]</span></a> <i>No cedais al infortunio, afrontadlo con mas firmeza.</i></p>
-
-</div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a name="Footnote_29" id="Footnote_29"></a><a href="#FNanchor_29"><span class="label">[29]</span></a> <i>Pekin</i> nombre que dan los soldados en Francia á todos los particulares.</p>
-
-</div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a name="Footnote_30" id="Footnote_30"></a><a href="#FNanchor_30"><span class="label">[30]</span></a> Es el nombre de la Iglesia anglicana en los Estados Unidos.</p>
-
-</div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a name="Footnote_31" id="Footnote_31"></a><a href="#FNanchor_31"><span class="label">[31]</span></a> Con esta palabra estropean los Chinos el nombre de Budha.</p>
-
-</div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a name="Footnote_32" id="Footnote_32"></a><a href="#FNanchor_32"><span class="label">[32]</span></a> No oyes mis gritos en el fondo de ese abismo? Dios mio, yo muero lejos de tí. Escúchame
-señor, confieso mi crímen, perdóname, perdóname. Si con exacta mano tú calculáras
-la ofensa, quién subsistiria delante de tí? Pero tú eres quien siempre nos ofrece la clemencia.
-Así yo me aseguro en tu ley. Sí, yo tomo por apoyo tu palabra eterna. Mi alma espera
-en tu amor, y yo te espero Dios mio como la centinela espera la venida del dia. Valor,
-pues, alma mia! Allá arriba hay un padre, que te contempla en tu prision. El es, quien rescata
-la miseria de Israel. El será quien pague tu rescate.</p>
-
-</div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a name="Footnote_33" id="Footnote_33"></a><a href="#FNanchor_33"><span class="label">[33]</span></a> San Juan, XIV, 6.</p>
-
-</div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a name="Footnote_34" id="Footnote_34"></a><a href="#FNanchor_34"><span class="label">[34]</span></a> San Juan, VIII, 32.</p>
-
-</div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a name="Footnote_35" id="Footnote_35"></a><a href="#FNanchor_35"><span class="label">[35]</span></a> Thessal., V. 19, 21.</p>
-
-</div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a name="Footnote_36" id="Footnote_36"></a><a href="#FNanchor_36"><span class="label">[36]</span></a> Juan, XIV, 17.</p>
-
-</div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a name="Footnote_37" id="Footnote_37"></a><a href="#FNanchor_37"><span class="label">[37]</span></a> Lucas, XII, 10.</p>
-
-</div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a name="Footnote_38" id="Footnote_38"></a><a href="#FNanchor_38"><span class="label">[38]</span></a> Lo mismo que tente en pié&mdash;que tomar las once.</p>
-
-</div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a name="Footnote_39" id="Footnote_39"></a><a href="#FNanchor_39"><span class="label">[39]</span></a> Mateo, VI, 18.</p>
-
-</div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a name="Footnote_40" id="Footnote_40"></a><a href="#FNanchor_40"><span class="label">[40]</span></a> 500 millones de francos.</p>
-
-</div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a name="Footnote_41" id="Footnote_41"></a><a href="#FNanchor_41"><span class="label">[41]</span></a> 2,500 francos.</p>
-
-</div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a name="Footnote_42" id="Footnote_42"></a><a href="#FNanchor_42"><span class="label">[42]</span></a> 120 millones.</p>
-
-</div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a name="Footnote_43" id="Footnote_43"></a><a href="#FNanchor_43"><span class="label">[43]</span></a> En Francia el presupuesto de cultos subió en 1862 á 49 millones 869,936, y nuestra
-poblacion es una cuarta parte mas que la de los Estados Unidos. <i>N. del E.</i></p>
-
-</div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a name="Footnote_44" id="Footnote_44"></a><a href="#FNanchor_44"><span class="label">[44]</span></a> “Oh Cristo! nosotros somos tu milicia,&mdash;contra la ignorancia y el vicio,&mdash;nosotros
-caminamos sin verguenza ni miedo,&mdash;el amor, la limosna y la oracion,&mdash;hé ahí nuestras armas
-de guerra. Nuestra bandera, es la del Señor,&mdash;Oh Cristo! nuestro gefe! nuestro padre!
-Nosotros queremos vencer la miseria,&mdash;y estirpar la infidelidad,&mdash;no mires nuestra edad,&mdash;danos
-sabiduría y valor,&mdash;nosotros defendemos tu verdad.”</p>
-
-</div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a name="Footnote_45" id="Footnote_45"></a><a href="#FNanchor_45"><span class="label">[45]</span></a> V. Los Reyes cap. V. V. 17, 19.</p>
-
-</div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a name="Footnote_46" id="Footnote_46"></a><a href="#FNanchor_46"><span class="label">[46]</span></a> Los Reyes. V, V. 26, 27.</p>
-
-</div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a name="Footnote_47" id="Footnote_47"></a><a href="#FNanchor_47"><span class="label">[47]</span></a> Daniel VII, 28.</p>
-
-</div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a name="Footnote_48" id="Footnote_48"></a><a href="#FNanchor_48"><span class="label">[48]</span></a> Sillon de amaca muy á la moda en América.</p>
-
-</div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a name="Footnote_49" id="Footnote_49"></a><a href="#FNanchor_49"><span class="label">[49]</span></a> 2,500 francos.</p>
-
-</div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a name="Footnote_50" id="Footnote_50"></a><a href="#FNanchor_50"><span class="label">[50]</span></a> <i>To plead guilty</i> ó <i>not guilty</i>, es confesar su crímen ó decirse inocente. La ley no exije
-mas declaracion al acusado.</p>
-
-</div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a name="Footnote_51" id="Footnote_51"></a><a href="#FNanchor_51"><span class="label">[51]</span></a> Nombre que se dá á los ajentes de Policía, ó vijilantes.</p>
-
-</div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a name="Footnote_52" id="Footnote_52"></a><a href="#FNanchor_52"><span class="label">[52]</span></a> Caballero.</p>
-
-</div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a name="Footnote_53" id="Footnote_53"></a><a href="#FNanchor_53"><span class="label">[53]</span></a> Quién se atreverá á acusar al sol de mentira?</p>
-
-</div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a name="Footnote_54" id="Footnote_54"></a><a href="#FNanchor_54"><span class="label">[54]</span></a> El desgraciado es cosa sagrada.</p>
-
-</div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a name="Footnote_55" id="Footnote_55"></a><a href="#FNanchor_55"><span class="label">[55]</span></a> Carne asada.</p>
-
-</div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a name="Footnote_56" id="Footnote_56"></a><a href="#FNanchor_56"><span class="label">[56]</span></a> <i>Mechanic’s Institute.</i></p>
-
-</div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a name="Footnote_57" id="Footnote_57"></a><a href="#FNanchor_57"><span class="label">[57]</span></a> El cuadrado de la hipotenusa, es igual, si no me equivoco, á la suma de los dos cuadrados,
-hechos sobre los otros dos lados.</p>
-
-</div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a name="Footnote_58" id="Footnote_58"></a><a href="#FNanchor_58"><span class="label">[58]</span></a> Era tambien la opinion de Alfredo de Musset. Un dia que le hallamos echado sobre
-la <i>cabaña del Tio Tomas</i>, que devoraba con ojos llenos de lágrimas, nos dijo con la mas profunda
-emocion: “Hé ahí el mas lindo libro de nuestros tiempos, Mme. Stowe, ha hallado
-en la <i>corriente de su corazon</i> efectos de arte que ninguno de nosotros los que nos creemos
-artistas, es capaz de encontrar en su espíritu.”</p>
-
-</div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a name="Footnote_59" id="Footnote_59"></a><a href="#FNanchor_59"><span class="label">[59]</span></a> Por derecho de nacimiento.</p>
-
-</div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a name="Footnote_60" id="Footnote_60"></a><a href="#FNanchor_60"><span class="label">[60]</span></a> Comparsa.</p>
-
-</div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a name="Footnote_61" id="Footnote_61"></a><a href="#FNanchor_61"><span class="label">[61]</span></a> Es una especie de cabaña, construida con troncos de árbol.</p>
-
-</div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a name="Footnote_62" id="Footnote_62"></a><a href="#FNanchor_62"><span class="label">[62]</span></a> II Los Reyes, cap. XXII.</p>
-
-</div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a name="Footnote_63" id="Footnote_63"></a><a href="#FNanchor_63"><span class="label">[63]</span></a> En Inglaterra y Estados Unidos, hay en las casas una pieza baja con ventana á la calle
-y puerta al zaguan que se denomina así, donde las familias se reunen, porque allí es
-donde los visitantes preguntan jeneralmente por los dueños ó inquilinos de la casa.</p>
-
-</div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a name="Footnote_64" id="Footnote_64"></a><a href="#FNanchor_64"><span class="label">[64]</span></a> Cuando todos se equivocan, todos tienen razon.</p>
-
-</div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a name="Footnote_65" id="Footnote_65"></a><a href="#FNanchor_65"><span class="label">[65]</span></a> Aquí el autor se refiere á Pablo-Luis Courrire.</p>
-
-</div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a name="Footnote_66" id="Footnote_66"></a><a href="#FNanchor_66"><span class="label">[66]</span></a> Aquí el autor padece una lijera equivocacion, por que no todos los Estados tienen el
-sistema bi-camarista.</p>
-
-</div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a name="Footnote_67" id="Footnote_67"></a><a href="#FNanchor_67"><span class="label">[67]</span></a> J’aurais donné tous les médecins pour une <i>médecine</i>.</p>
-
-</div>
-
-</div>
-
-<hr />
-
-<h2 id="Post-Scriptum_de_los_traductores">Post-Scriptum de los traductores.</h2>
-
-<p>Todas las apariencias dicen que el pueblo Arjentino á quien
-dedicamos esta traduccion, parece atacado de la locura de libertad,
-de la cual no se sana jamás, segun los Olybrius de todos
-los tiempos y de todas las zonas. Tanto peor para vosotros, locos
-de Buenos Aires, en particular, y de la República en general.
-Vuestra suerte no admite duda, figurareis en el vasto hospital
-de los locos del porvenir, cuyo modelo es la gran República
-Norte Americana!</p>
-
-<p>Lloramos por vuestra suerte presente y nos consolamos con
-la que os está reservada en lo futuro.</p>
-
-<p>Con todo lo cual, Dios os tenga en su santa guarda y os preserve
-de Charlatanes.</p>
-
-<hr />
-
-<h2 id="TABLA_DE_LAS_MATERIAS">TABLA DE LAS MATERIAS.</h2>
-
-<table summary="Materias">
- <tr>
- <td></td>
- <td></td>
- <td class="tdr"><span class="smcap">Pajina.</span></td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2"><span class="smcap">Los traductores al lector.</span></td>
- <td class="tdr"><a href="#NOTA_DE_LOS_TRADUCTORES">III</a></td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="2"><span class="smcap">Al lector.</span></td>
- <td class="tdr"><a href="#AL_LECTOR">V</a></td>
- </tr>
- <tr>
- <td colspan="3"><span class="smcap">Capitulos.</span></td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdr">I.</td>
- <td>Un espiritista Americano.</td>
- <td class="tdr"><a href="#CAPITULO_I">1</a></td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdr">II.</td>
- <td>¿Es esto un sueño?</td>
- <td class="tdr"><a href="#CAPITULO_II">6</a></td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdr">III.</td>
- <td>Zambo.</td>
- <td class="tdr"><a href="#CAPITULO_III">9</a></td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdr">IV.</td>
- <td>En casa.</td>
- <td class="tdr"><a href="#CAPITULO_IV">13</a></td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdr">V.</td>
- <td>Sin dote.</td>
- <td class="tdr"><a href="#CAPITULO_V">18</a></td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdr">VI.</td>
- <td>En donde se hace conocimiento con M. Alfredo Rose y el vecino Green.</td>
- <td class="tdr"><a href="#CAPITULO_VI">24</a></td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdr">VII.</td>
- <td>El incendio.</td>
- <td class="tdr"><a href="#CAPITULO_VII">30</a></td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdr">VIII.</td>
- <td>Truth, Humbug y Ca.</td>
- <td class="tdr"><a href="#CAPITULO_VIII">39</a></td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdr">IX.</td>
- <td>Donde se le dice su merecido á la verdad.</td>
- <td class="tdr"><a href="#CAPITULO_IX">45</a></td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdr">X.</td>
- <td>La cocina infernal.</td>
- <td class="tdr"><a href="#CAPITULO_X">55</a></td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdr">XI.</td>
- <td>De la máxima protectora,&mdash;que la vida privada debe ser sagrada.</td>
- <td class="tdr"><a href="#CAPITULO_XI">63</a></td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdr">XII.</td>
- <td>Una candidatura en América.</td>
- <td class="tdr"><a href="#CAPITULO_XII">70</a></td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdr">XIII.</td>
- <td><i>Canvassing.</i></td>
- <td class="tdr"><a href="#CAPITULO_XIII">75</a></td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdr">XIV.</td>
- <td><i>Vanitas, vanitatum.</i></td>
- <td class="tdr"><a href="#CAPITULO_XIV">82</a></td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdr">XV.</td>
- <td>Un recuerdo de la patria ausente.</td>
- <td class="tdr"><a href="#CAPITULO_XV">89</a></td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdr">XVI.</td>
- <td>La eleccion.&mdash;El sábado.</td>
- <td class="tdr"><a href="#CAPITULO_XVI">97</a></td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdr">XVII.</td>
- <td>Viaje en busca de una iglesia.</td>
- <td class="tdr"><a href="#CAPITULO_XVII">106</a></td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdr">XVIII.</td>
- <td>Un chino.</td>
- <td class="tdr"><a href="#CAPITULO_XVIII">114</a></td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdr">XIX.</td>
- <td>Un sermon congregacionalista.</td>
- <td class="tdr"><a href="#CAPITULO_XIX">119</a></td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdr">XX.</td>
- <td>Un luncheon de ministros.</td>
- <td class="tdr"><a href="#CAPITULO_XX">126</a></td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdr">XXI.</td>
- <td>La escuela del domingo.</td>
- <td class="tdr"><a href="#CAPITULO_XXI">141</a></td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdr">XXII.</td>
- <td>Disgustos de un funcionario Americano.</td>
- <td class="tdr"><a href="#CAPITULO_XXII">149</a></td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdr">XXIII.</td>
- <td>La audiencia de un Juez de Paz.</td>
- <td class="tdr"><a href="#CAPITULO_XXIII">158</a></td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdr">XXIV.</td>
- <td>Un attorney jeneral.</td>
- <td class="tdr"><a href="#CAPITULO_XXIV">170</a></td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdr">XXV.</td>
- <td>Dinah.</td>
- <td class="tdr"><a href="#CAPITULO_XXV">180</a></td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdr">XXVI.</td>
- <td>La caridad.</td>
- <td class="tdr"><a href="#CAPITULO_XXVI">190</a></td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdr">XXVII.</td>
- <td>La escuela.</td>
- <td class="tdr"><a href="#CAPITULO_XXVII">203</a></td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdr">XXVIII.</td>
- <td>La partida de los voluntaries.</td>
- <td class="tdr"><a href="#CAPITULO_XXVIII">215</a></td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdr">XXIX.</td>
- <td>Un viaje de placer.</td>
- <td class="tdr"><a href="#CAPITULO_XXIX">223</a></td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdr">XXX.</td>
- <td>Lo mas corto del libro y lo mas interesante para el lector.</td>
- <td class="tdr"><a href="#CAPITULO_XXX">231</a></td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdr">XXXI.</td>
- <td>Algunos inconvenientes de un viaje á América.</td>
- <td class="tdr"><a href="#CAPITULO_XXXI">232</a></td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdr">XXXII.</td>
- <td>Una familia parisiense.</td>
- <td class="tdr"><a href="#CAPITULO_XXXII">244</a></td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdr">XXXIII.</td>
- <td>El doctor Olybrius.</td>
- <td class="tdr"><a href="#CAPITULO_XXXIII">249</a></td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdr">XXXIV.</td>
- <td>Un loco.</td>
- <td class="tdr"><a href="#CAPITULO_XXXIV">260</a></td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdr">XXXV.</td>
- <td>Un sabio.</td>
- <td class="tdr"><a href="#CAPITULO_XXXV">266</a></td>
- </tr>
-</table>
-
-<hr />
-
-<h2>Fé de las principales erratas.</h2>
-
-<table summary="Erratas">
- <tr>
- <th>PÁJINA.</th>
- <th>LÍNEA.</th>
- <th>DONDE DICE.</th>
- <th>DEBE DECIR.</th>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdr">III</td>
- <td class="tdr">2.ᵃ</td>
- <td>Llevada ya</td>
- <td>Lleva ya.</td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdr">1</td>
- <td class="tdr">8</td>
- <td>ocho&nbsp;en&nbsp;punto</td>
- <td>ocho de la noche en punto.</td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdr">7</td>
- <td class="tdr">3</td>
- <td>Saint Jean</td>
- <td>Saint John.</td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdr">7</td>
- <td class="tdr">19</td>
- <td>palo</td>
- <td>polo.</td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdr">18</td>
- <td class="tdr">4</td>
- <td>two</td>
- <td>too.</td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdr">39</td>
- <td class="tdr">2</td>
- <td>uva</td>
- <td>una.</td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdr">40</td>
- <td class="tdr">33</td>
- <td>covoz</td>
- <td>con voz.</td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdr">41</td>
- <td class="tdr">25</td>
- <td>seinta</td>
- <td>sienta.</td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdr">66</td>
- <td class="tdr">42</td>
- <td>vióse</td>
- <td>se vió.</td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdr">74</td>
- <td class="tdr">9</td>
- <td>elejio</td>
- <td>elojio.</td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdr">75</td>
- <td class="tdr">2</td>
- <td>canvassing</td>
- <td>canvassing<sup>[26]</sup>.<br />[26] El acto de solicitar votos para una eleccion.</td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdr">76</td>
- <td class="tdr">5</td>
- <td>repuesta</td>
- <td>respuesta.</td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdr">77</td>
- <td class="tdr">11</td>
- <td>en tono</td>
- <td>con tono.</td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdr">117</td>
- <td class="tdr">14</td>
- <td>brlllaron</td>
- <td>brillaron.</td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdr">128</td>
- <td class="tdr">8</td>
- <td>misioneras</td>
- <td>de misioneros.</td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdr">”</td>
- <td class="tdr">10</td>
- <td>esto</td>
- <td>eso.</td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdr">129</td>
- <td class="tdr">40</td>
- <td>predicando</td>
- <td>predicante.</td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdr">131</td>
- <td class="tdr">28</td>
- <td>predicador</td>
- <td>predicante.</td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdr">143</td>
- <td class="tdr">17</td>
- <td>por</td>
- <td>para.</td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdr">152</td>
- <td class="tdr">36</td>
- <td>en este</td>
- <td>en aquel.</td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdr">171</td>
- <td class="tdr">1.ᵃ</td>
- <td>asegurarse</td>
- <td>asegurarle.</td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdr">179</td>
- <td class="tdr">15</td>
- <td>patíbulo que</td>
- <td>patíbulo antes que.</td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdr">188</td>
- <td class="tdr">final</td>
- <td>azada</td>
- <td>asada.</td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdr">200</td>
- <td class="tdr">”</td>
- <td>horrerdum</td>
- <td>horrendum.</td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdr">218</td>
- <td class="tdr">23</td>
- <td>pardojas</td>
- <td>paradojas.</td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdr">220</td>
- <td class="tdr">40</td>
- <td>Saint Jhon</td>
- <td>Saint John.</td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdr">220</td>
- <td class="tdr">42</td>
- <td>valdremos los</td>
- <td>valdremos tanto como los.</td>
- </tr>
-</table>
-
-<h3 id="nota">NOTA.</h3>
-
-<p>En una publicacion que se ha hecho por entregas, apareciendo rápidamente las unas tras
-las otras, no es posible exijir la pureza de la correccion tipográfica, y contamos con la benevolencia
-del lector para que sean disculpadas las faltas que pudiera encontrar en la lectura
-de estas pájinas, escritas con la precipitacion consiguiente á las exijencias de la imprenta.</p>
-
-
-
-
-
-
-
-
-<pre>
-
-
-
-
-
-End of the Project Gutenberg EBook of Paris en América, by Renato Lefebvre
-
-*** END OF THIS PROJECT GUTENBERG EBOOK PARIS EN AMÉRICA ***
-
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